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La Biblia en la

historia de la
Iglesia
Stephen J. Nichols & Sugel Michelén

La ciudad de Worms, en Alemania, ocupa un lu- Para escapar de la Inqui- sición, Reina y Valera,
gar crucial en la historia de la Iglesia. Worms fue junto a otros diez monjes, decidieron abandonar
donde tuvo lugar el juicio de Martín Lutero en el monasterio y huir hacia Ginebra. Como
1521 y fue el escenario de su famosa declaración: veremos más adelante, este suceso fue crucial en
“Mi conciencia está cautiva a la Palabra de la historia de la Biblia en español.
Dios”. Cinco años después, de una imprenta en
Worms salió la primera edición de la Biblia en
inglés tra- ducida por el exiliado estudioso de
Oxford y Cam- bridge William Tyndale (1494-
1536). Tyndale había tratado de obtener apoyo
para la traducción de la Biblia al inglés, pero los
líderes católico-ro- manos de Inglaterra no
mostraron interés. Partió hacia Europa
continental, y, con gran compromi- so y
sacrificio personal, puso la Palabra de Dios a
disposición del pueblo angloparlante. A Tyndale
la experiencia le “enseñó que era imposible afian-
zar a los laicos en la verdad, a menos que se les
pre- sentara con claridad la Escritura ante sus
ojos en su lengua materna para que pudieran
percibir el progreso, el orden y el significado del
texto”.

Tyndale hizo sacrificios personales significativos


para darle a los laicos acceso a la Biblia.
Considera- do fugitivo, él nunca regresó a
Inglaterra. Al final fue arrestado y encarcelado
por más de un año en Bruselas, y luego sufrió el
martirio en 1536.

En 1557, en el Monasterio de San Isidoro del


Cam- po, en Sevilla, España, un grupo de monjes
jeróni- mos, entre los cuales figuraban Casiodoro
de Reina (c. 1520-1594) y Cipriano de Valera
(1531-1602), milagrosamente fueron guiados a
Cristo y a abra- zar las verdades de la Reforma.
Por sus “muchos errores y opiniones luteranas”,
este grupo de mon- jes fue acusado de herejía.
Los anales de la traducción y propagación de la
Biblia están llenos de relatos como los de
Tyndale, Reina y Valera. En el siglo XXI, contamos
con abun- dantes copias y traducciones de la
Biblia y, al exami- nar la historia de la Iglesia,
vemos la deuda que te- nemos con los que nos han
precedido. El desarrollo de la Biblia en la historia
de la Iglesia, especialmen- te de la Biblia en
español, se divide en tres partes:

La Biblia antes de la Reforma


La Biblia en español
La Biblia en español en los siglos
XIX, XX y XXI

1 . la historia de la biblia
a n te s d e l a r e f o r m a

Durante los primeros siglos de vida de la Iglesia,


los libros eran como diamantes: joyas escasas y
costosas. Todos los aspectos del proceso, desde la
producción del papel y la tinta hasta la escritura
misma, requerían de gran habilidad y
muchísimo tiempo, y todos los pasos se
completaban a mano. El celo de la Iglesia por
copiar y leer la Palabra de Dios llevó a la
popularización de un nuevo avance tecnológico:
el libro. En efecto, la palabra griega que significa
libro es biblion, de la que se deriva la palabra
española Biblia. Antes de los libros mo- dernos
existían los engorrosos rollos y después los
papiros, que si bien eran el material estándar
para escribir cartas, también demostraron ser
pro- blemáticos, ya que era difícil manejar las
muchas hojas sueltas necesarias para escribir
libros com- pletos del Nuevo Testamento. Cerca
del siglo II d. C., surgió el códice (el libro), que
unía por un lado las hojas o páginas separadas.

Para fines del siglo IV, el griego, el idioma del


Nue- vo Testamento, había dado paso al latín en
Occi-
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dente como la lengua común. A pesar de que ya misma siguió alejándose cada vez más del anclaje
existían algunas traducciones parciales al latín, no de la Escritura.
fue sino hasta el año 384 que Jerónimo completó
la primera traducción al latín de toda la Biblia. Su En 1229, durante el sínodo de Toulouse (Tolosa),
primera edición presentaba una traducción al la- la Iglesia católica romana prohibió las Biblias en
tín de la Septuaginta para el Antiguo Testamento
y del Nuevo Testamento griego. En el año 405, Je-
rónimo produjo otra edición, que esta vez ofrecía
una traducción al latín del texto hebreo mismo
del Antiguo Testamento. La traducción de
Jerónimo llegó a ser conocida como la Vulgata,
dando a en- tender que era una versión en el
idioma común, o vulgar, del pueblo. A pesar de
que la traducción al latín de Jerónimo fue
precedida por traducciones a otros idiomas, la
prevalencia de la lengua latina hizo que su texto
se transformara en la traducción bíblica más
ampliamente usada hasta el período de la
Reforma. No obstante, con el paso de los siglos,
cada vez menos personas podían leer o hablar la-
tín. A la larga se transformó en el idioma de los
es- tudiosos y de los oficiales de la Iglesia, una
minoría considerablemente pequeña durante la
Edad Me- dia. Esta barrera lingüística, unida a
los enormes costos y las dificultades de la
producción de libros, redundó en el trágico hecho
de que solo unas po- cas personas tuvieran acceso
a la Palabra de Dios.

Solo un puñado de personas intentó nadar contra


esta corriente al inicio de la historia anglosajona.
El primer ejemplo es el poeta y músico
Caedmon, quien murió alrededor del año 680. Él
versificó en inglés antiguo algunas porciones de
las Escrituras, incluyendo los Salmos. Beda
intentó hacer lo mis- mo, y además de escribir
una historia de la Iglesia en Inglaterra, también
tradujo el Evangelio de Juan al inglés antiguo
cerca del año 730. En el siglo X, se cree que el rey
Alfredo fue el traductor de una versión de los
primeros cincuenta salmos. Tam- bién en el
siglo X, un sacerdote llamado Aldred le añadió
una glosa interlineal en inglés antiguo a los
Evangelios de Lindisfarne. Finalmente, los
Evangelios de Wessex, que se completaron
alrede- dor del año 990, ofrecieron una
traducción com- pleta de los cuatro evangelios al
inglés antiguo.

Estos intentos, sin embargo, fueron empresas so-


litarias. Debido al analfabetismo y a la barrera
lin- güística del latín, la gran parte del pueblo de
Dios continuó sin tener acceso directo a la
Palabra de Dios. Al mismo tiempo, la Iglesia
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las lenguas vernáculas, fueran estas completas o obligada a darle el castigo que merece un “hereje”
parciales. Si bien esta prohibición estaba y sus huesos fueron desenterrados y reducidos a
principal- mente dirigida contra los albigenses, un ce-
grupo he- rético que, en términos simples,
promovía el gnos- ticismo en Francia, este decreto
reveló el deseo de la jerarquía eclesiástica de
impedir que los laicos tu- vieran acceso directo a
la Escritura. La prohibición tuvo efectos de
amplio alcance. Una generación atrás, Pedro
Valdo de Lyon, Francia, había encarga- do la
realización de una traducción del Nuevo Tes-
tamento del latín al francés o la había producido
él mismo (alrededor de 1180). El sínodo de
Tolosa declaró esa traducción ilegal, y tener una
copia de ella o distribuirla se convirtió en un
delito capital.

El decreto de 1229 afectaría especialmente las


labo- res de John Wycliffe, conocido en la historia
de la Iglesia por la Biblia que lleva su nombre. La
Biblia de Wycliffe fue una traducción completa de
la Vul- gata Latina al inglés (1382-95), totalmente
copiada y producida a mano. Esta Biblia, que
posiblemente fue en gran medida fruto de las
labores de los co- legas y estudiantes de Wycliffe,
fue consecuencia directa de su libro The Truth of
Holy Scripture [La verdad de la Sagrada
Escritura], publicado en 1378. En esa obra,
Wycliffe argumenta a favor de la Biblia sola como
autoridad final en la Iglesia por sobre y contra los
concilios y los papas. Wycliffe enfatizó que todos
los cristianos, no solo los sacerdotes y
académicos, deben leer la Biblia por sí mismos.

El prólogo de la Biblia de Wycliffe presenta el


cri- terio de traducción que subyace esta obra
monu- mental:

Ha de notarse que la mejor manera de traducir


del latín al inglés es hacerlo de acuerdo con el
significa- do y no meramente según las palabras,
de forma que el significado sea tan claro en
inglés como en latín, o incluso más; al mismo
tiempo, no hemos de apartarnos de la traducción
literal más allá de lo requerido. No es menester
apegarse siempre a la letra en la traducción, sino
que, cueste lo que cueste, el significado ha de
quedar completamente claro, ya que las
palabras de la traducción deberían ser- vir para
expresar el significado deseado; de otra manera,
las palabras son inútiles o falsas.

Por su teología y sus publicaciones, Wycliffe fue


forzado a dejar su puesto en la Universidad de
Oxford, muriendo por causas naturales en 1384.
Sin embargo, la Iglesia católica romana se sintió
nizas en 1428. William Wordsworth expresa poé- La conquista de Constantinopla por los turcos
ticamente lo ocurrido con las cenizas de Wycliffe: en
1453 obligó a un grupo de estudiosos a huir, lle-
Del arroyuelo las cenizas van vándose consigo un gran número de manuscritos
Directo al Avon, que las pasará
Al río Severn, y de allí hacia el mar
El mar abierto las recibirá.
Serán emblema al fiel y al
infiel
Que la doctrina de aquel hombre
audaz, Santificada en la verdad fiel,
Por todo el mundo se difundirá.

La verdad se difundió. Durante el siguiente siglo,


tres acontecimientos subsecuentes cambiarían
para siempre el desarrollo de la Biblia en la his-
toria de la Iglesia: la imprenta, la publicación del
Nuevo Testamento griego y Martín Lutero y la
Reforma Protestante. La imprenta prácticamente
provocó una explosión virtual de libros. Esta nue-
va tecnología facilitó la propagación de las ideas
de los reformadores y, de manera crucial para la
Reforma, la propagación de la Palabra de Dios.
Las estimaciones varían, pero había más de mil
imprentas en toda Europa e Inglaterra listas para
publicar los escritos de los reformadores y la Bi-
blia. La disponibilidad creciente del texto griego
permitió que los estudiosos trabajaran con el
texto original en lugar de una traducción al
latín. Este avance demostró ser crucial para la
erudición bí- blica, pero también para la
elaboración de traduc- ciones confiables.
Finalmente, Lutero y la Reforma volvieron a
poner la atención de la Iglesia donde debía estar:
en la Palabra de Dios. La doctrina refor- mada de la
sola Scriptura trajo la Biblia de regreso al centro
de la vida de la Iglesia. Esto tuvo como
consecuencia inevitable una demanda de Biblias;
en especial, de Biblias en las lenguas vernáculas.

2 . l a b i b l i a e n e s pa ñ o l

A finales del siglo XV, los reyes católicos de Espa-


ña, Fernando e Isabel, prohibieron terminante-
mente la traducción de la Biblia al castellano.
La Iglesia católica romana ratificó dicha
prohibición y, por tanto, arriesgarse a traducir o
poseer una Bi- blia en español se convirtió en un
delito que podía ser castigado con la muerte por
la Santa Inquisi- ción, la cual fue introducida en
España en 1237.
griegos, tanto de la antigüedad clásica como del
Nuevo Testamento. El estudio de esos materiales Es importante destacar que uno de los depósitos
produjo, por un lado, el surgimiento del Renaci- usados por Julianillo para esconder sus libros pro-
miento humanista y, por otro lado, el despertar hibidos se encontraba en un monasterio de
religioso del que surgiría la Reforma protestante. frailes

Unos años más tarde, en 1516 (un año antes de


que Lutero clavara las 95 tesis en la puerta de la
cate- dral en Wittemberg), Erasmo de Róterdam
(1466–
1536) publicó en Basilea su edición del Nuevo
Testamento griego, lo cual sirvió de estímulo al
es- tudio del Nuevo Testamento en su idioma
original.

A partir de entonces aparecieron las primeras tra-


ducciones al español, comenzando con la de Juan
de Valdés (1509-1541), un discípulo de Erasmo
que tuvo que huir de España alrededor de 1529 al
ser denunciado ante la Inquisición luego de haber
publicado un libro titulado “Diálogo de Doctrina
Cristiana”. Valdés huyó hacia Italia, encontrando
refugio finalmente en la corte de Nápoles donde
tradujo los Evangelios de Mateo y Lucas, las epís-
tolas paulinas (sin incluir Hebreos) y los Salmos.

Más adelante, en 1543, Francisco de Enzinas


(1518-
1552) publicó en Amberes su traducción del
Nuevo Testamento completo, del cual existen
muy pocas copias al día de hoy, porque tan pronto
salió de la imprenta, los libros fueron prohibidos y
sacados de circulación. El propio emperador
Carlos V, a quien Francisco dedica su traducción,
ordenó que se reco- giera toda la edición y que se
detuviera su circulación.

En 1553, en Ferrara, Italia, los judíos portugueses


Jerónimo de Vargas y Duarte Pinel publicaron
una versión del Antiguo Testamento en español.
Esta versión se conoce como la Biblia de Ferrara,
por cuanto fue dedicada al duque de esa ciudad.
Tres años después, en 1556, apareció en Venecia,
Italia, otro Nuevo Testamento en español,
traducido por Juan Pérez de Pineda (1500-1567).
Esta versión del Nuevo Testamento fue
introducida en España de contrabando,
promoviendo de esta forma el mo- vimiento
reformador entre los españoles. Uno de sus
principales contrabandistas fue Julián Hernán-
dez, conocido como “Julianillo” por lo corto de
su estatura, el cual estuvo dispuesto a correr
grandes riesgos con tal de introducir Biblias en
España. En
1560, Julianillo fue presa de la Inquisición católica
en Sevilla y fue quemado vivo en la hoguera.
ubicado cerca de Sevilla, llamado el Monasterio llegara a las colo- nias españolas en América.
de San Isidoro del Campo, en Santiponce, donde Casiodoro de Reina murió en Fráncfort en 1594.
Ca- siodoro de Reina y Cipriano de Valera eran
mon- jes. Como vimos al principio, Reina y
Valera, junto a otros monjes, a través del estudio
de las Escritu- ras y otras obras de la Reforma que
Julianillo ha- bía escondido en el monasterio,
fueron guiados a Cristo y a abrazar las verdades
de la Reforma. Este grupo de monjes convertidos
fue acusado de he- rejía, y para escapar de la
Inquisición, decidieron abandonar el monasterio
y huir hacia Ginebra.

En 1558, Casiodoro de Reina se trasladó a


Fráncfort, habiendo comenzado ya la traducción
del Antiguo Testamento al español. Luego, en
1559, se dirigió a Londres con otros tres fugitivos
del monasterio, incluyendo a Cipriano de Valera.
Un grupo de católicos españoles levantó una serie
de acusaciones infundadas en contra de Reina y
este decidió abandonar Inglaterra con destino a
Amberes, capital de Ámsterdam. Sin embargo,
tampoco pudo permanecer allí mucho tiempo de-
bido a que Felipe II de España le había puesto
pre- cio a su cabeza. En 1564, Casiodoro de Reina
huyó a Francia y se refugió en el castillo de
Montargis, al sur de París. Luego se dirigió de
nuevo a Fráncfort donde estableció un negocio
de tejidos, mientras continuaba con su diligente
trabajo de traducción.

Finalmente, luego de muchos años de arduo traba-


jo, Casiodoro de Reina terminó la traducción del
Antiguo Testamento. Juan Pérez de Pineda, el tra-
ductor del Nuevo Testamento, ya había fallecido
pero había dejado los fondos suficientes para la
pu- blicación de su obra en conjunto con la
traducción de Reina del Antiguo Testamento. Sin
embargo, la obra de Pérez de Pineda fue
confiscada y destruida por completo en París, lo
cual obligó a Reina a traba- jar en su propia
traducción del Nuevo Testamento.

En Agosto de 1569, Casiodoro de Reina concluyó


su obra conocida como “La Biblia del Oso”, la cual
fue publicada en Basilea, Suiza. Esta obra lleva ese
nombre porque en su portada tiene un oso ergui-
do comiendo miel de un enjambre puesta sobre
un árbol. Al pie del tronco se lee: “La Palabra del
Dios nuestro permanece para siempre”. Su prime-
ra edición fue de 2600 ejemplares. Muchos de
ellos fueron destruidos por la Inquisición,
incluyendo las 300 copias enviadas a América,
las cuales fue- ron quemadas en Santo Domingo;
de esa manera se evitó que la Palabra de Dios
Pero la historia no concluye allí. Cipriano de para preservarlos de la guerra de los romanos en
Valera, quien había pasado un tiempo en Ginebra contra de los judíos
y luego en Inglaterra estudiando en Oxford y en
Cambri- dge, se convirtió en un gran traductor.
Entre sus obras está la traducción de la Institución
de la Religión Cristiana de Calvino al español. En
1602, Valera hizo una cuidadosa revisión de la
versión de Casiodoro de Reina. Esta primera
versión Reina-Valera, la cual fue impresa en
Amsterdam con un total de 458 cambios, se
conoce como “La Biblia del Cántaro”, de- bido al
grabado que presenta en su primera página en el
que aparecen dos hombres, uno de los cuales está
regando un árbol con un cántaro. La obra de
Reina y Valera es considerada como una joya de
la lengua castellana. De esa versión original de
1602 se han hecho subsecuentes revisiones,
incluyendo la versión de la Biblia más popular en
el pueblo cristia- no hispanohablante: la Reina-
Valera de 1960.

3 . l a b i b l i a e n e s pa ñ o l
e n l o s s i g l o s x i x , x x y x xi

Los idiomas vivos son dinámicos y van cam-


biando con el tiempo. Los avances en el estudio
de los idiomas bíblicos en conjunto con nuevos
descubrimientos arqueológicos y de manuscritos
antiguos han provisto nuevas luces en cuanto al
significado preciso de los textos bíblicos. Por eso
se requiere que las traducciones del texto bíblico
sean revisadas y actualizadas con el tiempo.

En el siglo XIX se descubrió el Códice Sinaítico


(del siglo IV), el cual contiene la mayor parte del
Anti- guo Testamento y todo el Nuevo
Testamento. A fi- nales de ese mismo siglo se
publicó el texto griego del Nuevo Testamento
llamado “Texto Crítico” y el Nuevo Testamento
griego Nestle, el cual utiliza las tres ediciones
más confiables e importantes del texto griego.
Diversos descubrimientos arqueoló- gicos
también han ayudado a analizar documen- tos
antiguos que corroboran que los escritores del
Nuevo Testamento usaron el griego koiné, el len-
guaje común que se hablaba en el primer siglo.

En 1947, en las cuevas de Qumrán, a orillas del


mar Muerto, unos pastores beduinos descubrieron
una valiosa colección de 972 manuscritos bíblicos
anti- guos, que datan de entre los años 250 a. C. y
66 d. C. Estos manuscritos fueron redactados en
hebreo, arameo y griego, y se cree que fueron
escondidos en vasijas de barro en diversas cuevas
rebeldes. Parte de estos manuscritos constituye el • Nueva Versión Internacional (1999): Traduc-
testimonio más antiguo del texto bíblico que tene- ción de equivalencia dinámica, publicada
mos hasta hoy día y ha permitido el estudio de por la hoy llamada Editorial Bíblica.
im- portantes fuentes teológicas del cristianismo y
del judaísmo. En estas cuevas se han descubierto
unas doscientas copias, muchas fragmentadas, de
todos los libros de la Biblia hebrea, con excepción
de Es- ter. De Isaías se ha encontrado una copia
completa. Todos estos materiales han servido de
base para una mayor claridad de los textos bíblicos
y la creación de numerosas versiones modernas en
nuestro idioma.

En los últimos 150 años, la versión Reina-Valera


ha sido sometida a varias revisiones. Entre las más
importantes tenemos:
• Reina-Valera 1865 (RV1865)
• Reina-Valera 1909 (RV1909)
• Reina-Valera Revisada 1960 (RVR1960)
• Reina-Valera Revisada 1995 (RVR1995)
• Reina-Valera Gómez 2004, 2010 (RVG)
• Biblia del Siglo de Oro (2009)
• Reina-Valera Contemporánea 2011 (RVC)
• Reina-Valera Actualizada 2015 (RVA)
La Iglesia católica también ha producido una serie
de versiones de la Biblia en español. Entre las
más importantes tenemos:
• Torres-Amat (1825): Traducción al castellano
de la Vulgata Latina.
• Nácar-Colunga (1944): Primera traducción ca-
tólica de los originales hebreo, arameo y
griego.
• Bóver-Cantera (1947): Una de las primeras Bi-
blias críticas católicas.
• Biblia de Jerusalén (1967, rev. 1975, 1998,
2009): Publicada primero en francés y luego
traducida al español. También usó los
originales.
• Biblia Latinoamericana (1972): Publicada en
Chile. Se trata de una traducción libre del he-
breo, arameo y griego.
Entre las versiones más conocidas dentro del pro-
testantismo, aparte de la versión Reina-Valera, po-
demos mencionar:
• Dios habla hoy (1979): Traducción de equiva-
lencia dinámica bajo la colaboración de estu-
diosos evangélicos y católicos. Se le conoce
como Versión Popular.
• Biblia Textual (1999): La cuarta edición fue pu- que no conoce- mos, tenemos acceso a la Palabra
blicada por la Sociedad Bíblica de Dios. Ahora es nuestra obligación y privilegio
Iberoamericana en 2015. leerla y obedecerla.
• Biblia Peshita (2007): Traducción del Texto
Peshita. Esta es la versión estándar de las
igle- sias de la tradición siríaca.
• Nueva Traducción Viviente (2009): Traducción
dinámica publicada por la editorial Tyndale.

Sobre La Biblia de las Américas


(1986):

Esta versión es una traducción de equivalencia


formal publicada por The Lockman Foundation.
Un comité editorial de estudiosos de hispanoamé-
rica, España y Estados Unidos observó dos princi-
pios básicos: (a) En la medida de lo posible,
ceñirse a los idiomas originales de las Sagradas
Escrituras; (b) Observar las reglas de la gramática
moderna, considerando las diferentes variaciones
conti- nentales contemporáneas, usando un
estilo ágil y ameno y manteniendo su gran
belleza literaria. En 2005, se publicó La Nueva
Biblia de las Américas (NBLA). La NBLA utiliza los
mismos principios de traducción que La Biblia
de las Américas, con un español moderno y
contemporáneo como el que se habla en América
Latina. Ambas versiones han sido reconocidas por
su fidelidad en la traducción, así como por la
claridad del lenguaje.

c o nc l u s i ó n

Vivimos en una época de acceso sin precedentes a


la Palabra de Dios. A pesar de que es imposible
cal- cular el número exacto, los lingüistas estiman
que hay alrededor de 6900 idiomas en el mundo.
En
2800 de ellos existen Biblias completas o
parciales. Actualmente, se está trabajando en la
traducción de las Escrituras a alrededor de 1500
idiomas más. Incluso cuando estas cifras son
alentadoras, hay muchos más pueblos que no
tienen la Palabra de Dios en su lengua. La Iglesia
no debería descansar hasta que la Palabra de Dios
esté disponible para y sea proclamada a todas las
naciones.

La historia de la Biblia en la Iglesia es larga y tor-


tuosa, y ha dado como resultado un tesoro de
rique- zas para los cristianos contemporáneos.
Gracias a los sacrificios de personas como John
Wycliffe, William Tyndale, Casiodoro de Reina y
Cipriano de Valera, además de la energía y el
trabajo silen- cioso de innumerables estudiosos

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