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Necesidades fisiológicas

Considere la siguiente propuesta: se le invita a participar en un experimento.


El investigador le promete que se le pagará ampliamente por sus esfuerzos.
Todo lo que tiene que hacer es tratar de subir 10% de su peso corporal actual.
Suena bastante fácil y conveniente, de modo que acepta. Al principio, todo va
de maravilla y usted sube casi dos kilos en la primera semana y otro más en la
segunda. Sin embargo, para la tercera semana, su apetito disminuye, la
comida está perdiendo su atractivo y su cuerpo parece estar erigiendo
defensas para contrarrestar el aumento de peso. A medida que ingiere
comida de más, se siente sorprendido de lo incómodo que se siente. Además,
su estilo de vida activo se ha reducido a un ritmo sedentario ya que se está
ejercitando menos y haciendo más uso de los elevadores. Se vuelve cada vez
más difícil subir medio kilo más, ni qué hablar de los otros cuatro que le
faltan para alcanzar el aumento del 10%. Se toma dos meses, pero al fin sube
ese 10%. Con el paso del tiempo, su peso corporal, apetito y estilo de vida se
recuperan. Pero, desgraciadamente, el experimentador tiene otra oferta. En
esta ocasión, desea ver si usted puede perder 10% de su peso corporal.
Confiado con sus éxitos anteriores, acepta y empieza una dieta estricta.
Mientras que el exceso de comida le quitaba el apetito, privarse de alimentos
es sencillamente una tortura. Las defensas corporales leves y amigables
quedaron atrás; esta vez, su cuerpo no está como para bromas. Se siente de
malas e irritable y su apetito se encuentra constantemente en el centro de su
atención. Después de dos meses de esfuerzo continuo, se empieza a dar
cuenta de que es posible que esto lo esté superando. Mientras más se limita y
más ignora las señales de su cuerpo para que coma, más de malas se pone y
más tentadores parecen los alimentos altos en calorías. La constante
irritabilidad también se está interponiendo con su funcionamiento diario, de
modo que telefonea al experimentador para cancelar el estudio después de
un mes, para nada. El retorno a su peso corporal normal coincide con la
desaparición de su desdicha y de las fantasías de pizza y galletas a media
noche. Después de terminado el experimento, hay dos cosas que han
cambiado. Por una parte, tiene mucho más dinero. Pero, por la otra, sus ideas
acerca del hambre, el comer y el control de peso han variado un tanto. Su
experiencia le demuestra que el cuerpo tiene una guía predispuesta y algo
automatizada en cuanto a lo que debería pesar. En realidad, es cierto que el
cuerpo cuenta con diversas guías de autorregulación y cuando a éstas se les
altera, ignora o rechaza deliberadamente, surgen estados motivacionales.
Tales estados motivacionales (p. ej., hambre, desdicha) continuarán y se
intensificarán hasta que el individuo actúe para corregir las guías reguladoras
alteradas. Así, la tesis del presente capítulo es que las necesidades
fisiológicas, los sistemas biológicos, los estados motivacionales y la conducta
actúan en concierto para alcanzar una regulación fisiológica estable. Un
estudio similar se llevó a cabo con animales y los resultados aparecen en la
figura 4.1. Durante los primeros 30 días, todos los animales recibieron una
dieta normal. Empezando el día 30 (punto #1), a algunos animales se les puso
en engorda (línea a), a algunos animales se les colocó en una dieta restringida
(línea c) y otros animales más continuaron recibiendo su dieta normal (línea
b). Tres semanas después (día 48: punto #2), todos los animales regresaron
a sus dietas normales. Como sería de esperarse, los animales cebados
aumentaron una gran cantidad de peso entre los días 30-48, mientras que
aquellos en una dieta restringida perdieron una gran cantidad de peso. Al
regreso de la dieta normal (el día 48), los animales cebados mostraron poco
apetito y comieron escasamente, mientras que los animales hambreados
mostraron gran avidez y comieron de manera voraz. Sin embargo, para el día
75, los tres grupos de animales pesaban casi lo mismo. Es decir,
independientemente de si se les había cebado o se les había hecho pasar
hambre, la motivación de los animales se adaptó a sus condiciones y estos
estados motivacionales permitieron que a la larga regresaran a su peso
corporal normal. Capítulo 4 58 CAPÍTULO 4 Necesidades fisiológicas
Necesidad Una necesidad es cualquier condición inherente a la persona que
es esencial y necesaria para la vida, el desarrollo y el bienestar. Cuando las
necesidades se ven cuidadas y satisfechas, se mantiene y aumenta el
bienestar. Si se les descuida o frustra, la obstaculización de la necesidad
producirá daños que trastornen el bienestar físico o psicológico. Así, los
estados motivacionales proporcionan el ímpetu para actuar antes que se
haga daño al bienestar psicológico y corporal. Es posible que se haga daño al
cuerpo, de modo que surgen motivos a partir de necesidades fisiológicas para
evitar el daño tisular y conservar los recursos del cuerpo (p. ej., sed, hambre
y sexo). Se puede hacer daño a sí mismo, de modo que surgen motivos a
partir de las necesidades psicológicas para orientar el propio desarrollo
hacia el crecimiento y la adaptación (p. ej., autonomía, competencia y
afinidad). También puede sufrir daño la propia relación con el mundo social,
de modo que surgen motivos a partir de necesidades sociales de preservar
nuestras identidades, creencias, valores y relaciones interpersonales (p. ej.,
logro, afiliación, intimidad y poder). En conjunto, las necesidades fisiológicas,
psicológicas y sociales proporcionan un rango de motivos que están al
servicio de la vida, crecimiento y bienestar generales del individuo. Estructura
de las necesidades Existen diferentes tipos de necesidades que se pueden
organizar dentro de una estructura de necesidades, como se ilustra en la
figura 4.2. Las necesidades fisiológicas (sed, hambre, sexo) son inherentes al
funcionamiento de los sistemas biológicos (presente capítulo). Las
necesidades psicológicas (autonomía, competencia, afinidad) son inherentes
a los esfuerzos de la naturaleza humana y el desarrollo sano (capítulo 6). Las
necesidades sociales (logro, intimidad, poder) se interiorizan o aprenden a
partir de nuestras historias emocionales y de socialización (capítulo 7). La
distinción entre necesidades fisiológicas y psicológicas es relativamente fácil
de hacer, pero la distinción entre las necesidades psicológicas y sociales es
más sutil. Las necesidades psicológicas (autonomía, competencia, afinidad)
existen en la naturaleza humana y, por ende, son inherentes a todo el mundo.
Tres necesidades corporales de este tipo son autonomía, competencia y
afinidad. Las necesidades sociales surgen a partir de nuestra experiencia
personal única y, así, varían de forma considerable de una persona a otra. Las
necesidades sociales que adquirimos (logro, afiliación, intimidad, poder)
dependen Figura 4.1 Fluctuaciones en peso corporal a lo largo del tiempo en
animales cebados a), alimentados de manera normal b) y privados de
alimento c). Fuente: De The Role of the Lateral Hypothalamus in Determining
the Body Weight Set Point, de R. E. Keesey, P. C. Boyle, J. W. Kemnitz y J. S.
Mitchel, 1976, en D. Novin, W. Wyrwicka y G. A. Bray (eds.), Hunger: Basic
mechanisms and clinical implications (pp. 243-255). Nueva York: Raven Press.
Figura 4.2 Tipos de necesidades. 10 20 30 40 50 60 70 Tiempo (días) Peso
corporal promedio (g) 1 2 500 400 300 a b c Necesidades Necesidades
fisiológicas (Capítulo 4) Sed Hambre Sexo Necesidades psicológicas (Capítulo
6) Autonomía Competencia Afinidad Necesidades sociales (Capítulo 7) Logro
Afiliación, intimidad Poder 59 del tipo de ambiente social en el que nos
criamos, en el que vivimos en la actualidad y que intentamos crear para
nuestro futuro. Las necesidades fisiológicas implican sistemas biológicos
como circuitos cerebrales neurales, hormonas y órganos corporales. Cuando
no se satisfacen por un periodo prolongado, las necesidades fisiológicas
constituyen urgencias que ponen en peligro a la vida y, por tanto, generan
estados motivacionales que pueden dominar a la conciencia. Al satisfacerse,
su prominencia se desvanece y dichas necesidades se olvidan, al menos
durante un tiempo. Las necesidades psicológicas y sociales implican procesos
del sistema nervioso central. En lugar de conformarse a un curso temporal
cíclico (aumentan, disminuyen y vuelven a aumentar) como lo hacen las
necesidades fisiológicas, las necesidades psicológicas y sociales siempre se
encuentran presentes en la conciencia, al menos hasta cierto grado. Obtienen
prominencia principalmente en la presencia de las condiciones ambientales
que el individuo cree son capaces de integrar y satisfacer estas necesidades.
Por ejemplo, pasar tiempo con los amigos hace prominente la necesidad de
afiliación, mientras que verse mandado frustra la necesidad de autonomía de
la persona. Toda necesidad genera energía. La manera en que una necesidad
difiere de otra es a través de sus efectos direccionales sobre el
comportamiento (Murray, 1937). Por ejemplo, la necesidad de hambre es
distinta a la necesidad de sed, no en la cantidad de energía que genera, sino
en su capacidad de dirigir la atención y la acción hacia la búsqueda de
alimentos en lugar de agua. De manera similar, la necesidad de competencia
es distinta de la necesidad de afinidad no en la cantidad de motivación que
despierta, sino en el deseo resultante de buscar retos óptimos en lugar de
relaciones íntimas. Otra manera en que las necesidades difieren entre sí es
que algunas generan una motivación de deficiencia mientras que otras
generan una motivación de crecimiento (Maslow, 1987). Con las
necesidades de deficiencia, la vida marcha perfectamente bien hasta que un
estado de privación (es decir, han pasado 10 horas desde se última comida)
activa la necesidad de interactuar con el mundo de forma que mitigue la
deficiencia (es decir, consumir alimentos). En el caso de las necesidades de
crecimiento, los estados motivacionales energizan y dirigen la conducta para
promover el desarrollo (buscar retos, mejorar las relaciones interpersonales).
La señal reveladora para diferenciar entre una necesidad basada en
deficiencias y una necesidad basada en crecimiento es por las emociones que
cada una genera. De manera típica, las necesidades de deficiencia generan
emociones repletas de tensión y cargadas de urgencia, como ansiedad,
frustración, dolor, estrés y alivio. Las necesidades de crecimiento
típicamente generan emociones positivas tales como interés, disfrute y
vitalidad. Aspectos fundamentales de la regulación Hace medio siglo, Clark
Hull (1943) creó una teoría biológicamente fundamentada de la motivación
a la que se denominó teoría de la pulsión (véase el capítulo 2). Según la teoría
de la pulsión, las privaciones y deficiencias fisiológicas (p. ej., falta de agua,
comida, sueño) crean necesidades biológicas. Si la necesidad sigue
insatisfecha, la privación biológica se vuelve lo suficientemente potente
como para ocupar la atención y generar una pulsión psicológica. Pulsión es un
término técnico que se utiliza para representar la incomodidad psicológica
(tensión e inquietud experimentadas) que surge a partir de la deficiencia
biológica subyacente y persistente. La pulsión motiva al sujeto a la acción y
dirige la actividad hacia aquellas conductas particulares capaces de atender
(satisfacer) las necesidades corporales. La figura 4.3 ilustra el proceso de
necesidad fisiológica-pulsión psicológica-acción conductual. Después de
beber un vaso de agua o desayunar, un individuo experimenta una condición
biológica de saciedad (es decir, satisfacción) en la que ni la sed ni el hambre
tienen consecuencias motivacionales, como se muestra en (1). A medida
que pasa el tiempo, el individuo evapora el agua y gasta calorías. Con esta
pérdida natural de agua y nutrientes, empiezan a acumularse los
desequilibrios o deficiencias fisiológicas (2). Si persisten y se intensifican los
desequilibrios fisiológicos, esta privación continuada produce la necesidad
corporal de agua o calorías (3). Con el tiempo, la necesidad fisiológica se
intensifica lo suficiente para producir tensión e inquietud, que es la pulsión
psicológica (4). Una vez motivada por la pulsión, la persona inicia una acción
dirigida a la meta (5). Cuando la persona sedienta encuentra y bebe agua, o
cuando la persona hambrienta localiza y consume alimentos, se presenta una
conducta consumatoria (6). La ingesta de agua o comida satisface y elimina la
necesidad corporal subyacente, lo que acalla la pulsión psicológica a través de
un proceso denominado reducción de la pulsión (7). Después de la reducción
de la pulsión, el individuo regresa a un estado saciado (es decir, inmotivado)
(1) y la totalidad del proceso cíclico comienza a desenvolverse una vez más.
El modelo cíclico que describe el aumento y disminución de la pulsión
psicológica (figura 4.3) implica siete procesos esenciales: necesidad, pulsión,
homeostasis, realimentación negativa, múltiples entradas/múltiples salidas,
mecanismos intracorporales y mecanismos extracorporales

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