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FACULTAD DE PSICOLOGÍA

CARRERA DE PSICOLOGÍA

CICLO 2020-01

TRASTORNOS DE ALIMENTACIÓN

SECCIÓN PV86

TRABAJO PARCIAL

PROFESORA:

DANIELLA BRAHIM TABJA

TRABAJO PRESENTADO POR 

ESPINOZA NUÑEZ, ADRIANA LETICIA 201610545

VILLA, 2020
El presente trabajo analizará un poema llamado ‘The Fat Joke’, escrita y declamada por
Rachel Wiley, en relación con temas como la glorificación de la obesidad, la adicción a la
comida, la representación de la comida, entre otros. Este poema trata sobre una ‘chica
gorda que está cansada de que la diagnostiquen con gordura’, que no le permitan ser feliz
con su cuerpo tal como es porque ‘glorifica la obesidad’ y no es saludable ya que ‘no nos
debe salud para recibir respeto’.

Es importante abordar esta delgada y delicada línea entre promover el amor propio de
las personas gordas y glorificar y promover la obesidad. Los argumentos de aquellos que
quieren evitar la presencia de personas gordas en los medios en posiciones en las que no se
avergüencen de su peso, suelen orientarse a que se está glorificando, e incluso
promoviendo, problemas de salud que se han vuelto epidémicas en la actualidad: sobrepeso
y obesidad.
Sin embargo, no se ha demostrado que normalizar cuerpos grandes incremente el
número de personas con obesidad y sobrepeso. Hay estudios que proponen que esta
‘normalización visual’ podría ocasionar que menos personas con sobrepeso u obesidad
decidan perder peso y que los profesionales de la salud no detecten estos casos, fallando en
discutir las consecuencias en su salud y en ofrecer tratamientos para la pérdida de peso
porque se infravalora el peso propio y el de los demás debido a que el umbral visual para
reconocer a alguien con estos problemas ha incrementado (Robinson, 2017; Muttarak,
2018).
Esto no equivale a decir que mostrar mujeres u hombres felices consigo mismos,
incluido su cuerpo grande y gordo, ocasione mayor número de personas obesas o con
sobrepeso. Entonces, cuando una persona gorda se acepta a sí misma no está glorificando la
obesidad, simplemente se está amando y está contando al mundo este amor, casi como un
acto de rebeldía
Lo que sí está demostrado es que sufrir de discriminación y prejuicios a causa de ser
gordo, fenómeno conocido como ‘fat-shaming’, está relacionado con problemas mentales
como depresión, ansiedad, baja autoestima y trastornos de alimentación, así como a
mayores dificultades para perder peso y llevar un estilo de vida saludable como problemas
en el metabolismo, conductas de evitación del ejercicio, menos motivación para realizar
dietas, consumir más calorías y pérdida de control ocasionando que el riesgo de realizar
atracones incremente (Puhl, 2016; Vogel, 2019).
Tal como el poema lo dice, el mundo prefiere que las personas gordas se lastimen a sí
mismos antes de dejarlos existir tal como son. Claro ejemplo de la primacía del parecer,
parecer ‘sano’ por ejemplo, sobre el ser. Lo cual plantea una contradicción porque también
nos encontramos en una sociedad que pide a gritos personas como Rachel, ya que sirve
como modelo para construir identidades y validar subjetividades de personas gordas en un
mundo en el que prima su sub-representación (Zusman, 2005).
Si bien estas personas tienen muchas otras características aparte de su peso, la
identidad se forma primero a partir del cuerpo. Este nos brinda integridad espacial puesto
que es la forma más inmediata y fácil de distinguir lo que nos diferencia o asemeja del resto
(Brahim, s.f.), lo cual puede servir para bien o para mal. Este cuerpo, aunque primero
físico, también cuenta con una representación mental que es atravesado por las experiencias
vinculares, las expectativas de otros y la cultura, constructo denominado como cuerpo
erógeno (Brahim, s.f.). Esto explicaría porque el ‘fat-shaming’ tiene tantas malas
consecuencias en la salud de las personas y porque el movimiento de ‘body positivity’ ha
tenido tanta aceptación: el modo en que el otro percibe nuestro cuerpo y se expresa sobre
este, a veces basado en expectativas de delgadez insana, moldea la percepción que estas
personas tienen de sí mismas.

Según la Organización Panamericana de la Salud, un cuarto de la población adulta de


América Latina y El caribe tiene obesidad (OPS, 2019) y en Perú, según un reporte de la
INEI hasta el 2018, de las personas mayores a 15 años, el 37.3% tenía sobrepeso y el 22.7%
tenía obesidad (El Comercio, 2019). Para tanta cantidad de personas obesas, son de los
grupos menos representados en los medios porque sigue habiendo este estigma sobre la
gordura que muchas veces se maquilla con la ya discutida preocupación por la salud pero
que en el dialogo corriente se identifica que en realidad gordo equivale a feo. Y siendo el
cuerpo el escenario de las vivencias psíquicas, todo se acomoda para que los síntomas se
presenten (Brahim, s.f.), puesto que esta situación es como un círculo vicioso donde se es
gordo, te hacen sentir mal por ser gordo y para no sentirte mal, comes y sigues engordando.
Esta dinámica podría deberse a un uso de la comida como este objeto incondicional
que te permite llenar vacíos quizá ocasionados por una sociedad que intenta negarte amor,
respeto y cuidado tanto propios como de otros. (Millonschik, 1982 citado en Brahim, s.f.).
También podría deberse a la alimentación como una expresión de rabia y odio ante esta
sociedad que prefiere que ‘no existas como eres’ antes de que te ames como eres
(Hamburguer, 1970 citado en Brahim, s.f.).
Asimismo, podría tener relación con la ingesta compulsiva causada por una alteración
en los registros del cuerpo a nivel de contenido, en el que la persona no es capaz de
distinguir sus sensaciones interoceptivas como hambre ni saciedad (Zukerfeld, 1979 citado
en Brahim, s.f.). Esto causado porque el infante no ha logrado tener una representación de
la saciedad ya que el proceso de alimentación se dio dentro de una interacción hostil y
agresiva que no supo cómo procesar junto con un cuidador que no priorizo sus necesidades
e interpretaba toda ansiedad como hambre ocasionando que no sepa de sus necesidades
emocionales y tenga una incertidumbre respecto al significado de sus estados internos (Dio,
2000; Zusman, 2015).
Otra causa a este círculo vicioso puede ser la adicción a la comida, concepto que ha
ganado interés científico en la última década, creándose un instrumento para su evaluación
basado en el DSM-IV: La Escala de Adicción a la Comida de Yale. Varios de sus síntomas
como el craving, problemas interpersonales o sociales, ‘seguir comiendo a pesar de
problemas físicos o psicológicos causados o empeorados por comer mucho’ son cumplidos
no solo por personas con trastornos alimentarios como el trastorno por atracones o la
bulimia, sino por personas con obesidad (Meule y Gearhardt, 2014).
Esta adicción puede ser entendida desde 3 perspectivas (Johnson, 1999). Primero se la
entiende como una enfermedad con sustratos neurológicos que causarían un deseo
compulsivo de la comida. Desde una mirada superficial sabemos que la comida es un
incentivo natural porque calma la sensación displacentera del hambre y nos ayuda a
sobrevivir, asimismo, al asociarlo con otras representaciones, como el sentirse acompañado
o completo se hace aún más placentero. Pero investigando a profundidad se encuentra que
ciertos alimentos y ciertas conductas alimentarias activan circuitos cerebrales similares a
los implicados en las adicciones como los sistemas dopaminérgicos, cuyas alteraciones
están presentes tanto en adicciones relacionadas a sustancias, conductas adictivas no
relacionadas a sustancias y la obesidad (Meule y Gearhardt, 2014; Agüera et. al., 2016).
Asimismo, bajos niveles de serotonina y alteraciones en la sensibilidad al glutamato
ocasionan problemas en la regulación de la impulsividad ante alimentos que causaron
placer (Agüera et. al., 2016). Entonces, estas personas podrían no estar decidiendo
activamente seguir comiendo y ser gordas, podría haber un problema neurológico de por
medio, agravado por la constante oferta de comida en los medios, lo cual sirve como señal
de la disposición del incentivo, suficiente para disparar las conductas de búsqueda de
comida.
La segunda perspectiva entiende la adicción como una respuesta para calmar afectos
que no se soportan (tristeza, ira, soledad, entre otros) o devolverle el control a la persona
que se siente abrumada por sentimientos de impotencia/indefensión (Johnson, 1999). Como
vimos, discriminar u ofender a alguien por su peso está asociado con depresión y ansiedad,
y la comida ayuda justamente a calmar sentimientos ansiosos y depresivos, sobretodo en
comedores compulsivos (Brahim, s.f.). Pero la ingesta también podría servir el propósito de
desaparecer ante el otro como objeto de deseo (Bio,2000) ya sea por un abuso sexual
debido a la creciente fetichización de los cuerpos gordos, ya sea como una defensa ante una
cultura que dice que alguien gordo no puede ser amado.
Por último, podemos entender a la comida como objeto transicional que acompaña y
protege ante la sensación de soledad y abandono que claramente sufren las personas gordas
en una sociedad que les exige dejar de ser ellos, pero no los acompaña ni los quiere hasta
que sean delgados o quieran ser delgado. Ni tampoco quieren que se encuentren
representados en los medios de comunicaciones para que se sientan parte de una comunidad
y acompañados.
El poema ‘The Fat Joke’ sirve para ilustrar que la sociedad aún tiene mucho que
aprender respecto a la gordura. La obesidad es un problema social de salud, pero eso no le
quita el valor como ser humanos a las personas gordas. Este trabajo pretende ilustrar que,
así como hay un esfuerzo conjunto en prevenir la obesidad, sobretodo infantil, a partir de
enfoque amplios que aborden factores económicos, sociales, culturales y políticos para
cambiar los estilos de vida de la población en general (Organización Mundial de la Salud,
s.f.; Monckenberg y Muzzo, 2015), debería existir también un esfuerzo conjunto por
intervenir, no solo prevenir, este problema desde un enfoque psicosocial, tomando
consciencia sobre la discriminación, el abuso y la ridiculización a las que se ven expuestos
las personas gordas día a día, no sólo por los profesionales de la salud, quienes quizá solo
intentan cumplir su trabajo al señalar la gordura de sus pacientes, aunque no siempre de la
mejor manera, sino también por la sociedad entera, que no alcanzan a comprender que
crean una trampa para las personas gordas dificultándoles alcanzar lo que tanto afirman
querer para ellos: una vida saludable, no solo a nivel físico sino también un bienestar
mental .

Link del video analizado: https://www.youtube.com/watch?v=mFQ7zqn6j18


Referencias

Agüera, Z., Wolz, I., Sánchez, I., Sauvaget, A., Hilker, I., Granero, R., Jiménez-Mujica, S., &
Fernández-Aranda, F. (2016). Adicción a la comida: Un constructo controvertido. En:
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https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5564729
Brahim, D. (s.f.) Introducción al cuerpo y a la alimentación. Unidad 1: Introducción al cuerpo y a la
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Brahim, D. (s.f.) Alimentación. Unidad 1: Introducción al cuerpo y a la alimentación. [diapositivas
de PowerPoint]
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Transiciones, 9, pp. 51-78. APPPNA:Lima Perú

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