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Los pitagóricos

Pitágoras de Samos (571-497 a. C.) Sus doctrinas son básicas para entender a
Platón. Podemos diferenciar entre una faceta religiosa y una teoría del
conocimiento.

- Faceta religiosa:
Los pitagóricos defendieron que el cuerpo y el alma eran dos realidades muy
distintas. El cuerpo era concebido como algo impuro, mortal, esclavizado por las
necesidades materiales, en definitiva, como la cárcel del alma. Por su parte, esta
era pura, inmortal y la que nos permite acceder al conocimiento, al saber.

- Teoría del conocimiento:


Para los pitagóricos el acceso al conocimiento de la realidad no son los sentidos,
sino el razonamiento matemático. Claramente destacan la primacía de la razón
sobre los sentidos.
Afirmaban que la realidad tiene un orden, un equilibrio, que encontraron reflejado
en las matemáticas.
Su teoría fundamental afirma que las cosas son números, o dicho de otro modo,
que los números constituyen las esencias de las cosas. Si queremos entender la
realidad debemos estudiar las relaciones numéricas que esconde.

Heráclito de Éfeso

Heráclito nació en Éfeso, al norte y muy cerca de Mileto, y vivió probablemente


entre el 544 y el 484 a. C.
Como todos los presocráticos se interesó por la cuestión del cambio. ¿Hay algo
permanente al cambio? Heráclito dirá que lo único permanente al cambio es el
cambio mismo, el devenir.
Afirmó que “todo fluye”, que todo cambia, todo está en movimiento y nada
permanece. Comparando las cosas con la corriente de un río, Heráclito nos dirá que
“no se puede entrar dos veces en el mismo río, pues quienes se meten en él se
sumergen siempre en aguas distintas”.
El universo era para Heráclito una eterna lucha de contrarios, cada cosa tiende a
transformarse en su opuesto: lo caliente se transforma en frío y lo frío en caliente; lo
que está vivo muere y de lo muerto surge de nuevo algo vivo. Lo que ahora existe,
ha nacido de la destrucción y muerte de lo que antes existió, y así sucesivamente.
Hasta entonces se había buscado la permanencia, la estabilidad. Heráclito dirá
que no hay, ni nadie puede desearlo, un mundo estancado. De esta posición,
concluyeron, sobre todo Platón, que es imposible alcanzar un conocimiento
verdadero y cierto de la realidad física, pues de lo cambiante no puede haber
conocimiento.

Parménides de Elea

Nació en Elea, sur de Italia, sobre el 540 y murió aproximadamente en el


470 a.C.
Puede considerarse como el creador de la lógica y el que introduce a la filosofía
en el difícil camino de lo que más tarde se denominará metafísica. Influyó
poderosamente en los filósofos posteriores por su interés en alcanzar la verdad, que
debe permanecer eterna y sin cambios, así como por su desprecio por el
conocimiento sensible y su defensa de la razón como única fuente fiable de
conocimiento.
Parménides distingue dos vías de conocimiento: la vía de la verdad y la vía de la
opinión.
Sólo por medio de deducciones y del puro razonamiento lógico, y sin recurrir
para nada a la información que nos dan los sentidos, se llega al conocimiento de la
realidad y de sus características. Los sentidos no son fiables pues nos proporcionan
apariencias engañosas.

Giro antropológico de la filosofía S. V a.C., Atenas: Sofistas - Sócrates

El S. V a.C. es una época de grandes cambios en la polis ateniense, tanto sociales


como políticos. En el terreno filosófico se produce un rechazo, una reacción contra
la especulación física imperante desde el origen de la disciplina y que se había
centrado en la reflexión acerca del universo, sobre el origen de todo, sobre lo que
sea real y lo que no, y sobre cómo podemos conocerlo. A partir de este momento la
filosofía se centra en los problemas propiamente humanos y sociales: el ser
humano, la sociedad, la felicidad, la moral, la política, las leyes, la justicia, la
educación,... El eje de la reflexión filosófica ha cambiado, el ser humano será el
protagonista de las deliberaciones filosóficas.
Antes de describir las particularidades que definen a los sofistas, es necesario
destacar una particularidad de la Atenas del S. V a. C. Su sistema político fue la
democracia, donde todo ciudadano libre (solo hombres nacidos en Atenas) puede
intervenir en política. Mientras que anteriormente solamente podían dedicarse a ella
los aristócratas, en este momento cualquiera puede participar de la vida pública.
Conseguir el éxito social, el reconocimiento en los foros públicos, era la mayor
aspiración para el ateniense de este momento histórico, y para ello era necesario
aprender a convencer, a hablar correctamente y de forma elocuente en público, ser
persuasivos, etc.
Los sofistas encontraron en Atenas el lugar perfecto para desarrollar su trabajo.
Eran un grupo de intelectuales no originarios de Atenas (metecos), profesores de
cultura y “areté” (virtud), educadores de esa excelencia para el que quisiera
destacar en política. No estaban interesados en enseñar a que el alumno defienda
la verdad, pues como veremos, la verdad es siempre relativa para ellos. Lo que ellos
quieren enseñar es a vencer en una discusión.
Entre los sofistas más importantes podemos destacar a Protágoras, Gorgias,
Hipias y Antifonte entre otros; eran maestros que cobraban por sus enseñanzas. Y
aunque no pueden considerarse propiamente una escuela filosófica, sí podemos
mencionar ciertas posiciones filosóficas que defendían todos ellos: el
convencionalismo, el relativismo y el escepticismo.
- Convencionalismo: Las leyes, las normas, son convenciones tomadas en un
momento histórico determinado, en un lugar y por una razón concreta. Son
así pero nada impide que sean de otra forma. Los sofistas no eran originarios
de Atenas, procedían de otras ciudades y en sus viajes habían conocido
muchas otras, por lo que eran conscientes de que en cada polis estaba
vigente un sistema legal en la medida en que este fuera útil para la ciudad.
Ninguno era mejor que otro. No hay un criterio de virtud en cuanto tal,
excepto el éxito; y no hay un criterio de justicia, excepto las prácticas
dominantes en cada ciudad particular.
- Relativismo: No hay verdades absolutas, la verdad siempre es relativa. A
Protágoras le debemos la frase “el hombre es la medida de todas las cosas”.
La verdad es lo que a cada cual le parece verdad, y de esta forma, todo está
sujeto a discusión.
- Escepticismo: Al no haber verdades absolutas no podemos estar seguros de
nada, por lo tanto, ni siquiera sabemos si podemos o no conocer.

Si todo es una mera convención y todo es relativo, aquello que se quiera defender
en una discusión o en un discurso, no es importante para un sofista. Lo que tratará
es de enseñarte las armas para defender aquello que argumentas.

Sócrates (470 - 399 a.C.)


Las preocupaciones intelectuales de Sócrates están en la línea de la de los
sofistas, es decir, sus ideas están en sintonía con las de la época, pero en el caso
de Sócrates su posición es radicalmente opuesta a la de aquellos.
A Sócrates no le interesó destacar en política ni ambicionó la riqueza, ni tampoco
cobraba por sus enseñanzas. No escribió nada, pues defendía que la filosofía
únicamente tenía sentido mediante el diálogo.
Lo que singulariza la enseñanza de Sócrates es su actitud radical en la búsqueda
de la verdad, lo que le llevó a cuestionar, a replantearse todo lo importante en la
vida del hombre: la justicia, el bien, la virtud, la felicidad,... Y no sólo se interrogó a
sí mismo, sino interrogaba a todo aquel que estuviera dispuesto a hablar con él.
Mientras que los sofistas se autodenominaban muchas veces como sabios, de
Sócrates recordamos la frase “solo sé que no sé nada”. Porque este es el punto de
partida de toda indagación filosófica, esto es, el reconocer la propia ignorancia.
Como decíamos, Sócrates criticó todos los posicionamientos sofistas y defendió
la existencia de las verdades objetivas (incluyendo aquí la existencia de valores
morales) como respuesta al convencionalismo y relativismo. No negaba que
existieran muchas opiniones relativas, pero una cosa es la opinión y otra la verdad.
Defenderá que existen verdades universales, absolutas y objetivas accesibles a
través de la razón y la reflexión filosófica.
Respecto a la educación, aunque le concedía un papel primordial como los
sofistas, para Sócrates su finalidad no era el éxito, era más bien alcanzar la verdad.
Y pensaba que la verdad se encuentra en el interior de cada ser humano, por lo que
la tarea del educador consistirá en guiarle y orientarle para que por sí mismo
descubra esa verdad. Es lo que se conoce como método mayéutico, consistente en
conseguir que el discípulo, guiado por preguntas del maestro, llegue a alumbrar, a
dar a luz, la verdad que ya habitaba en su interior.
En su búsqueda de verdades objetivas sobre los valores morales, Sócrates
intentó alcanzar definiciones esenciales (aquello que tienen en común las cosas y
que las caracteriza como tales). Estas definiciones esenciales serán lo que para
Platón llamará las Ideas.
Por último tenemos que destacar otro aspecto importante de la filosofía socrática:
el intelectualismo moral. Es la teoría ética de Sócrates, y se sintetiza con la
afirmación de que la virtud consiste en el conocimiento. Si obras justamente es
porque conoces lo que es la justicia, ya que una persona no puede ser justa sin
conocer qué es la justicia. Así, sin conocimiento no podrá haber virtud. Por lo tanto,
la ignorancia será la verdadera causa de obrar mal. Nadie obra mal a sabiendas. Si
alguien conoce realmente qué es la justicia no puede dejar de obrar justamente, por
lo que si alguien actúa injustamente es porque no sabe lo que es la justicia por
mucho que diga que sí lo sabe.
Como hemos visto, Platón hará suyo este planteamiento y lo traslada al plano de
la política.

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