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II. Guía resumen primer semestre 2016: Filosofía.

Historia de la filosofía.

El giro antropológico: los sofistas, Sócrates.

Los primero filósofos del siglo VI a.C. y primera mitad del siglo V a.C., se caracterizan por ofrecer
modelos explicativos de la realidad. Su mayor preocupación es conocer y estudiar la naturaleza, la
fisis de las cosas. De ahí que les viene el nombre de físicos con el que se les conoce, y de ahí deriva
también que se llame periodo cosmológico de la reflexión filosófica el que ellos representan.
Pero en la segunda mitad del siglo V a.C., la filosofía griega cambia su centro de atención al
dedicar sus esfuerzos al estudio del hombre y de la sociedad. El movimiento sofista y, con él, la
figura de Sócrates, protagonizan la reflexión filosófica de esta época. La más importante aportación
de estos pensadores reside en iniciar una reflexión sobre las estructuras políticas y jurídicas de la
sociedad helénica y sobre los comportamientos morales del ciudadano.
Se inicia así el llamado giro antropológico de la filosofía y con el pasan a primer plano las
preocupaciones por la conducta moral y por los problemas que plantea la organización de las
sociedades humanas.

Contexto sociocultural.

El éxito bélico en la Guerras Médicas, a pesar de la desproporción entre los medios con que
contaba Atenas frente al poderoso ejército persa, desarrolla en los ateniense un fuerte sentido
nacionalista: si han vencido a los persas, se debe al favor de los dioses y la superior areté (virtud)
ateniense. El secreto de este merito lo atribuyen a que todos los ciudadanos con su contribución
solidaria han hecho posible el triunfo sobre el régimen de la tiranía persa. Esta participación de
todos, que tan buenos resultados ha dado en la guerra, va a ser un factor de cambio muy
importante en la paz: si a la hora de la guerra, aristócratas y pueblo se han conjugado en la defensa
de la polis común, consecuentemente, este reclama ahora también un puesto de pleno derecho en
el gobierno de la sociedad ateniense.
La batalla se libra ahora en el ágora de la ciudad. La vida del ciudadano se ventila en las
asambleas, en la plaza pública, en los tribunales: ahí es donde es necesario hacerse presente,
discutir las leyes que conviene a la mayoría, desenmascarar los intereses privados o de grupo que
pueden esconderse tras los discursos y las leyes establecidas. Todo esto requiere el saber práctico
del discurso y la elocuencia: “el que sabe y no se explica claramente es como si no pensara”, decía
Pericles. En este contexto el saber se convierte en una fuerza social: es importante saber para
dominar, para convencer de las propias opiniones. Interesa un saber práctico, que responda a las
situaciones que el hombre vive cada día.
En función de la búsqueda por ese saber practico es que emergen en la cultura ateniense los
denominados sofistas, maestros del saber cuyas ideas están a la base de importantes cambios
culturales en la filosofía.

Los sofistas:
El término “sofista” proviene del griego sofos, que significa “sabio”. Los griegos lo utilizaban para
designar a aquel que destacaba en cualquier saber, bien fuera este teórico o práctico. Pero referido
a la época del esplendor ateniense tiene un sentido más específico: sirve para designar a aquellos
“maestros del saber” (sofistès) que se dedican a enseñar a otros cobrando como quien ejerce otro
oficio cualquiera. Es, pues, un oficio que obedece a las circunstancias históricas del momento. A
diferencia de los sabios tradicionales, dedicados a la especulación y al saber teórico, los sofistas
hacen su entrada en la vida social como maestros de cultura y de virtud capaces de hacer
prevalecer sus opiniones gracias a su ciencia y a su arte de la oratoria. Con el tiempo esta
preocupación por le saber como fuerza practica deriva hacia un abuso de la retórica como mero
arte de convencer al contrario. De aquí deriva la denominación peyorativa del término “sofista”,
como elaborador de discursos vacíos.
Los sofistas no constituyen una única escuela sino más bien un movimiento integrado por
numerosos sabios que comparten algunos convencimientos comunes, a saber:

1) Actitud crítica ante las instituciones, a las que acusan de fundarse en falsas leyes naturales.
2) Escepticismo respecto de la capacidad del conocimiento.
3) Relativismo ante la verdad.
4) Confianza en la educación y en el valor de la retórica.
5) Exigencia del pago por sus servicios.

La coincidencia en estos temas no significa que todos defiendan las mismas posiciones. Se los
suele agrupar en dos etapas, llamadas primera y segunda sofistica. Los pensadores de la primera
son anteriores a la Guerra del Peloponeso. Su crítica es menos radical y más constructiva. En los
sofistas de la segunda etapa se acentúa más la contraposición entre la naturaleza y las
convenciones sociales y su talante crítico se hace más amargo.

Sofistas más destacados del primer periodo Sofistas más destacados del segundo periodo
Protágoras de Abdera: Trasimaco de Calcedon:
“El hombre es la medida de todas las cosas” “La justicia es lo provechoso para el fuerte”

Gorgias de Leontini: Critias:


“Los dioses son una invención para atemorizar a
“Nada es conocido” los hombres”

Prodico de Julis. Antifon de Atenas:


“ Se toma por divino lo provechoso para los “ Se puede traspasar la ley si nadie lo advierte”
hombres”

Hipias de Elis:
“Todos los hombres son igual es por
naturaleza”
Protágoras y Gorgias:
“El hombre es la medida de todas las cosas” afirma Protágoras. Desde este supuesto, nadie puede
achacar error al otro, porque ninguna opinión es más verdadera que otra. Quien está convencido
de que robar es bueno, por ejemplo, tendrá tal cosa por verdad mientras siga creyéndolo así. La
inmensa mayoría de quienes le parecerá malo eso deberán esforzarse en convencerle no de que
eso es falso sino de que lo contrario es mejor. En lo que refiere a Gorgias, éste proponía un
escepticismo radical, que puede resumirse en tres celebres tesis del sofista:
1) No existe realidad alguna.
2) Si algo existiera, no lo conoceríamos.
3) Aun en el caso de que pudiéramos conocer algo, no podríamos comunicarlo a los demás.
La relativista postura de Protágoras que salvaba la verdad de cualquier opinión, se convierte en
Gorgias en el negativo escepticismo de declarar todas las opiniones falsas.

Sócrates y los sofistas:


Mientras los sofistas cobraban por sus enseñanzas, Sócrates, desarraigado de su familia,
alardeaba de su pobreza, el mejor testimonio de la gratuidad de su ministerio. Los sofistas ofrecían
sabiduría, él decía buscarla y afirmaba su ignorancia y la necesidad de que cada uno “alumbrará”
en sí mismo la verdad o el logos de las cosas.
Afirma Sócrates la necesidad de recuperar el dialogo, abandonando la frivolidad de la disputa y
valorando la palabra como expresión del pensamiento. Para ello se impone una seria reflexión
sobre las cosas para buscar su “logos” (definición); es preciso un conocimiento que nos permita
definirla (tí est ¿qué es?), decir lo que las cosas son. Mantiene un convencimiento profundo en la
existencia de la verdad de valor universal no sujeta a las variables del individuo y de las cosas
(anticipando a Platón)

El método.
A Sócrates le gustaba afirmar que había heredado el oficio de su madre. Este oficio lo ejercía él
ayudando a que los hombres “dieran a luz”. Esto encierra tanto una determinada manera de
entender el saber como función de la enseñanza y el camino o medio para acceder a la verdad de
las cosas. Esta no es enseñable si por enseñar se entiende imponer modelos o normas a otros. La
verdad la lleva cada uno en sí mismo y tiene que descubrirla, desde fuera solo cabe que alguien
ayude a otro descubrir en sí mismo la verdad de que es portador. Es decir, que haga de “partera”,
mediante “la mayéutica”.
La mayéutica como método socrático consta de dos momento o parte: negativa y demoledora la
primera, constructiva y positiva la segunda. Según el maestro de Platón, la ignorancia es el peor
mal que un hombre pueda padecer y por eso es preciso querer salir de ella. Pero esto solo se logra
si se es consciente de esa ignorancia. En esto consiste la primera parte del método: poner al
interlocutor en el aprieto de tener que reconocer su ignorancia y, así, disponerle a buscar la cosa
que ignora y aceptar la ayuda que se le ofrece. Una vez que el interlocutor reconoce su limitación y
acepta la ayuda, la investigación prosigue mediante la aplicación constante del razonamiento
expresado en el dialogo. El dialogo bien llevado desemboca en el descubrimiento de la definición
acertada de lo que se busca (segunda parte).

PLATÒN.
La filosofía de Platón tiene como trasfondo la reacción y el enfrentamiento al convencionalismo y
relativismo de la sofistica, a la que considera disgregadora e incapaz de ofrecer un sustrato firme a
la organización de la sociedad y una base segura al conocimiento. Nacido, como los sofistas, en un
ambiente de preocupación por la organización de la polis, su objetivo es encontrar unas bases
sólidas en que apoyar la reforma que está exigiendo una sociedad que, pese a la democracia, ha
sido capaz de condenar legalmente a Sócrates. A esta primera finalidad política de la filosofía
platónica habría que añadir, por un lado, una intención ética, por cuanto, frente al relativismo de
los sofistas, Platón reclama la existencia de una idea eterna e inmutable de la justicia que sirva de
base a su organización política. Y por el otro, una intención científica, dado que, influido por las
ideas de Parménides, está convencido de que el auténtico conocimiento, es decir, la ciencia, solo
puede versar sobre objetos permanentes y estables, inmunes al devenir (panta rei) que
observamos en la realidad sensible.
Platón no duda en señalar la necesidad de establecer cual sea la verdadera naturaleza de las
cosas, problema que lleva inmediatamente anexo el del cuál sea la manera de conocer esa
realidad.

Sistema platónico.

En su texto La república, Platón expone su concepción de la organización social y política ideal al


hilo de una investigación acerca de la justicia. Partiendo de la definición más común que opera
dentro del contexto ateniense en donde se desenvuelve Platón y su maestro, a saber: “dar a cada
uno lo suyo”. Hace (en el dialogo) decir a Sócrates que aquella definición es insatisfactoria y que en
función de aquel problema debemos proponernos un análisis de qué sea “lo justo” en el hombre y
en la ciudad, para llegar a una definición satisfactoria de justicia.
Dos son las tesis principales de la teoría política platónica:

1. El gobierno debe será el arte basado en un conocimiento verdadero.


2. La sociedad es una mutua satisfacción de necesidades entre sus miembros, cuyas
capacidades se complementan.

División platónica de la sociedad:

Partes del alma Clases sociales (estamentos) Virtudes


Racional Gobernantes filósofos Prudencia
Irascible Guerreros Valentía
concupiscible productores Templanza

El mundo de las Ideas, verdadera realidad:

Tradicionalmente se ha interpretado la teoría de las Ideas de la siguiente manera: Platón distingue


dos modos de realidad, una, a la que llama inteligible, y otra a la que llama sensible. La realidad
inteligible, a la que denomina "Idea", tiene las características de ser inmaterial, eterna, (ingenerada
e indestructible, pues), siendo, por lo tanto, ajena al cambio, y constituye el modelo o arquetipo de
la otra realidad, la sensible o visible, constituida por lo que ordinariamente llamamos "cosas", y
que tiene las características de ser material, corruptible, (sometida al cambio, esto es, a la
generación y a la destrucción), y que resulta no ser más que una copia de la realidad inteligible.
La primera forma de realidad, constituida por las Ideas, representaría el verdadero ser, mientras
que de la segunda forma de realidad, las realidades materiales o "cosas", hallándose en un
constante devenir, nunca podrá decirse de ellas que verdaderamente son. Además, sólo la Idea es
susceptible de un verdadero conocimiento o "episteme", mientras que la realidad sensible, las
cosas, sólo son susceptibles de opinión o "doxa".

Inmortalidad del alma:

En el dialogo Fedro, Platón explica la división del alma en racional, irascible y concupiscible a
través del mito del acarro alado: el alma humana es como un carro con alas tirado por dos
caballos de los cuales uno es dócil y el otro difícil de conducir. El auriga que conduce el carro
representa el alma racional, el caballo bueno representa al alma irascible vinculada a los elementos
pasionales superiores (valentía, desde, etc.); el otro, el caballo malo, representa el alma
concupiscible unida a los instintos más bajos (afición a los placeres, etc.) El carro recorre el cielo,
pero como conducirlo resulta difícil al auriga (conductor) debido al predominio del caballo rebelde,
el carro puede perder las alas, lo que causa la caída del alma y su aprisionamiento en el cuerpo
(inmortalidad del alma).
En el mito relatado por Platón, él afirma que el alma antes de encarnarse ha contemplado el
mundo de las ideas. Por alguna causa, que Platón no logra concretar, el alma ha caído de ese
mundo de las Ideas y ha llegado a su estado actual, encarnado en un cuerpo. Este cambio violento
de situación y el quedar encerrada en un cuerpo, ha hecho que olvide todo lo referente a esa
primera y decisiva. Sin embargo, el olvido no es total ni definitivo. Al contacto y mediante el
conocimiento de las cosas –reflejos y participación de las Ideas-, las diferentes sensaciones le
recuerdan (reminiscencia) aspectos de lo que contemplo antes de las reencarnaciones, por tanto,
el conocimiento se vuelve Reminiscencia.

Teoría del conocimiento: Símil de la línea.

Mundo IDEAS: Bien, belleza, justicia, etc. CONOCIMIENTO. Episteme


inteligible Dialéctica.
Mundo OBJETOS MATEMATICOS: números, PENSAMIENTO. Episteme
inteligible figuras geométricas, proporciones, Matemáticas.
relaciones matemáticas.

Mundo OBJETOS SENSIBLES: animales, CREENCIA. Doxa


Visible plantas, cosas fabricadas. Física.

Mundo
visible IMÁGENES: sombras y figuras. IMAGINACION. Doxa

ARISTÒTELES.

Aristóteles en su filosofía, parte del platonismo, aunque pronto empezará a marcar diferencias
con respecto a éste, para terminar adoptando una postura crítica frente a la filosofía de Platón. Su
desacuerdo con Platón afecta, en primer lugar, a la teoría de las Ideas, pues considera que las cosas
individuales (que son reflejo del mundo de las Ideas, según Platón) constituyen la verdadera
realidad. En segundo lugar y, como consecuencia de lo anterior, a la teoría platónica del
conocimiento, pues admite la validez del conocimiento sensible como punto de partida de todo
conocimiento.
Aristóteles, a diferencia de Parménides y Platón, admite que lo que nace y muere puede recibir el
nombre de “ser”. Esto se debe a que no entiende el ser como un concepto univoco, que tiene
como opuesto el “no-ser”, sin más. No es tampoco un concepto equivoco, que tenga significados
diferentes, sino un concepto análogo, que se puede aplicar con ciertos matices en las distintas
cosas que encontramos en el universo, porque, aunque de modo diferente, todas las cosas “son”.

Sustancia y accidente:

Para Aristóteles hay, pues, distintos modos de ser. Así como para Platón eran las Ideas las que
constituían la verdadera realidad, para Aristóteles lo realmente existente son los seres singulares
(sustancias o entelequias). Así, todo lo que existe es o sustancia o cosas que afectan a la sustancia,
los accidentes.
a) Entiende por sustancia aquello que existe en sí y no en otro. Cumplen esta condición los
cuerpos simples (tierra, agua, aire y fuego) y los compuestos de estos.
b) La noción de accidente es correlativa a la de sustancia: aquello que existe en la sustancia.
La necesidad que tienen los accidentes de “darse” en una sustancia impide que puedan
existir separados. Aunque aportan determinados aspectos a la sustancia, su desaparición
no modifica esencialmente la cosa individual.

Esta distinción entre sustancia y accidente va a permitir al filósofo explicar el problema del cambio
y el movimiento en los seres.

Ser en acto y ser en potencia:


A propósito de Parménides y Heráclito, Aristóteles distingue entre ser en acto y ser en potencia:

a) SER EN ACTO (energía, entelequia) significa para Aristóteles lo que un ser es de hecho, aquí
y ahora. Por ejemplo, este árbol es un ser en acto.
b) SER EN POTENCIA (dynamis) significa la capacidad de llegar a ser que todavía no se es,
pero que se puede.

Con la teoría del “ser potencia” salva la dificultad parmenídea: el ser en acto no procede del no-
ser, sino del ser en potencia. De acuerdo con Parménides en que el no-ser no se hace nada,
Aristóteles va mas allá al afirmar que hay un modo de ser intermedio que es el ser en potencia.
Esto le permite explicar el movimiento como el paso del ser en potencia al ser en acto. De este
modo también el cambio es posible y consiste en la realización o actualización (entelequia) de
aquello que existe en potencia.

Teoría de las causas.


La noción aristotélica de causa es más amplia que la actual; nosotros entendemos por causa sólo
lo que Aristóteles llamaba causa eficiente y causa final. Para este filósofo causa es todo principio
del ser, aquello de lo que de algún modo depende la existencia de un ente; o de otro modo: todo
factor al que nos tenemos que referir para explicar un proceso cualquiera.
Para entender cualquier ente debemos fijarnos en cuatro aspectos fundamentales (cuatro
causas):
 la causa material o aquello de lo que está hecho algo;
 la causa formal o aquello que un objeto es;
 la causa eficiente o aquello que ha producido ese algo;
 la causa final o aquello para lo que existe ese algo, a lo cual tiende o puede llegar a ser.

Aristóteles pone el ejemplo de una escultura: si se trata de una escultura del dios Zeus hecha
de bronce por un escultor con la finalidad de embellecer la ciudad, la causa material es el bronce,
la causa formal el ser el dios Zeus, la causa eficiente el escultor, y la causa final el motivo de su
existencia: embellecer la ciudad.

Teoría hilemórfica.

La teoría hilemórfica, también llamada “hilemorfismo” (del griego hyle = materia; y morphé =
forma), es la teoría que Aristóteles concibió para explicar la realidad física. Dicha teoría sostiene
que todas las cosas físicas se componen de materia y de forma. El compuesto de materia y forma
que constituye a todo ser físico no puede ser entendido al modo como se entiende en química que
el agua está compuesta de hidrógeno y oxígeno. Materia y forma son dos principios que
conforman un todo sustancial, un solo ser, y no se pueden separar (del mismo modo que no se
pueden separar en una estatua de mármol el mármol y la figura; o en un animal un órgano y su
función) La unión de materia y forma es tal que se presuponen mutuamente, esto es: en el mundo
físico no puede haber materia sin forma ni forma sin materia.

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