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Escuela de Teología
contemporánea
La metafísica del ser como posibilidad para hablar de Dios en la época contemporánea
Resumen
Un problema filosófico es tal, porque aunque se reflexione mucho en torno a él no existe
una respuesta absoluta. Dios ha sido quizá el principal problema filosófico desde siempre.
Este trabajo reflexiona en torno al problema filosófico de Dios, desde la teología natural. Se
evidencian por ello, los principios de la metafísica del ser y los aspectos de teología natural,
contenidos en la encíclica Fides et ratio, de Juan Pablo II, que constituyen una condición de
posibilidad para hablar de Dios en la época contemporánea.
Palabras claves
Dios, metafísica del ser, teología natural, Fides et ratio
Introducción
Se sabe que los problemas filosóficos son fundamentales, perennes y universales, pues
desde siempre y por siempre en el corazón del hombre persona han surgido interrogantes
que buscan encontrar el sentido de su existencia y todo cuanto le incumbe saber. Estas
reflexiones surgen de su deseo de alcanzar la verdad absoluta y de su capacidad racional.
Problemas filosóficos como el de Dios sigue abierto a futuras reflexiones, nunca bastará lo
que un pensador concluya pues no es posible proponer una respuesta absoluta.
Dios es un problema filosófico, que sin duda, en todas las culturas y en todos los
hombres de todas las épocas ha ocupado un lugar importante de reflexión. Así, desde los
que buscaban el Arjé de las cosas en la physis hasta los que argumentan su no existencia
reflexionan en torno a esta Realidad de Realidades. Y aunque mucho se halla escrito y
dicho sobre Dios, a favor o en contra, aún hay una infinidad de futuras reflexiones que
muchos pensadores realizarán, buscando en esto el sentido de su existencia, el sentido de
todo.
1
Es decir, Dios es un problema fundamental, perenne y universal, de quien nunca se dirá
la última palabra, la reflexión y respuesta filosófica absoluta. Y, ya que sin el creador la
criatura se diluye, se esfuma, se ofusca, en el corazón del hombre persona continuará el
deseo de aspirar a conocer y reflexionar en torno a la verdad absoluta, Dios. De tal manera
que así como un problema filosófico es fundamental, perenne y universal, de igual manera
el deseo de respuesta del ser humano sobre esa verdad absoluta será siempre fundamental,
perenne y universal.
Este trabajo desarrolla tres capítulos. El primero de ellos es: la metafísica del ser y
algunos aspectos de teología natural. En este capítulo se hace un recorrido histórico de la
metafísica del ser, se plasman algunos principios metafísicos que están a la base de toda
reflexión filosófica y se considera la relación que existe entre la metafísica del ser y la
teología natural como camino racional para llegar al conocimiento de la existencia de Dios.
2
El tercer capítulo: la Fides et ratio y los aspectos de teología natural, desarrolla el
itinerario que se ha de seguir desde la teología natural para llegar al conocimiento de la
existencia de Dios, presenta también los aspectos de teología natural que la encíclica
menciona o cita en algunos numerales, y establece las aparentes diferencias y la estricta
relación que existe entre el Dios de los filósofos y el Dios de los cristianos.
3
1. La metafísica del ser y algunos aspectos de teología natural
Una simple mirada a la historia antigua muestra con claridad como en distintas partes de
la tierra brotan al mismo tiempo las preguntas de fondo que caracterizan el recorrido de la
existencia humana: ¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿a dónde voy? ¿por qué existe el mal?
¿qué hay después de esta vida? «Son preguntas de origen común en la necesidad de sentido,
que desde siempre acucia el corazón del hombre: de la respuesta que se dé a tales
preguntas, en efecto, depende la orientación que se dé a la existencia»4. Con justa razón se
dice que «el hombre por naturaleza busca la verdad […] una verdad ulterior que pueda
explicar el sentido de la vida»; es decir: «es propio del hombre ser un buscador del
Absoluto»5.
He aquí, que la verdad se presenta inicialmente al hombre cómo una interrogante: ¿tiene
sentido la vida? ¿hacia dónde se dirige?. Estas interrogantes son necesarias, pues sin el
asombro el hombre caería en la repetitividad y, poco a poco, sería incapaz de vivir una
existencia verdaderamente personal. En otras palabras, «la razón no debe jamás perder su
capacidad de interrogar» 6 . Así, pues, la metafísica del ser es la ciencia que está en la
1
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº16
2
ibíd., nº 96.
3
ibíd., nº 3.
4
ibíd., nº 1.
5
A. LUIS GONZALEZ. Teología Natural. Navarra (España), EUNSA, 2008, 15
6
ibíd., 79.
4
obligación de «responder a la pregunta por el sentido»7 . En fin, la metafísica del ser
constituye sin duda uno de los «medios para progresar en el conocimiento de la verdad, de
modo que pueda hacer cada vez más humana la propia existencia»8 del hombre. En esto
último radica su importancia.
Ahora, se torna importante plantear una interrogante: ¿Qué es la metafísica del ser? En
una primera aproximación, la metafísica del ser puede entenderse como «el estudio de la
causa última y de los principios primeros y más universales de la realidad» 11 . Con la
intención de profundizar en su sentido más profundo se torna necesario, en un primer
momento, remitirse a la definición ofrecida por Aristóteles, quién la considera como la
ciencia del ente en cuanto ente, debido a que, por excelencia se ocupa, no de causas
particulares, sino de las causas de toda la realidad, es decir de las causas del ente en cuanto
ente; en otras palabras, la metafísica se ocupa de la realidad que es el ente, así como de sus
principios.
En definitiva, el mismo Aristóteles, se refiere a ella como la ciencia que versa sobre las
causas primeras y más universales, es decir los principios y las causas de las cosas que son
en tanto son. La metafísica del ser busca dar respuestas a aquellas interrogantes más
radicales, que están a la raíz de todo, a saber: ¿qué es el ser? ¿cuáles son sus causas?
7
I. ILIANA BEATRIZ, Nociones fundamentales de la metafisica, aristotélico tomista. Bogotá (Colombia): S. Pablo,
201324.
8
JUAN PABLO I, Fides et ratio. nº 3.
9
T. ALVIRA-L.CLAVELL-T.MELENDO, Metafisica. Navarra (España): EUNSA, 1989, 15.
10
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 24.
11
T. ALVIRA-L.CLAVELL-T.MELENDO, Metafísica, 16.
5
1.1.3 Características de la metafísica del ser
Teniendo una noción sobre lo que es la metafísica del ser, se torna oportuno señalar que
también, la metafísica del ser, como toda ciencia, integrada de una serie de enunciados,
posee características que le son propias, a saber:
Con la metafísica del ser se valoriza la capacidad de la recta razón de «llegar a los
niveles más altos de reflexión, dando un fundamento sólido a la percepción del ser, de lo
trascendente y de lo absoluto»16. He aquí, su interés.
12
I. ILIANA BEATRIZ, Nociones fundamentales de metafísica, 43.
13
Ibíd. 45.
14
Ibíd. 45.
15
A. LUIS GONZÁLEZ, Teología Natural, 94.
16
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 41.
6
no haya escrito sobre Dios, incluso los que con sus principios filosóficos pretenden no dejar
lugar a Dios, desplazarlo, negarlo, decir que ha muerto, borrar su mismo nombre, etc.»17.
«Es una característica común a todas las doctrinas metafísicas, por muy divergentes que puedan ser, el
estar de acuerdo en la necesidad de hallar la causa primera de lo que es. Llámesele materia con Demócrito,
Dios, con Platón, Pensamiento de su Pensamiento con Aristóteles, Uno con Plotino, Ser con todos los
filósofos cristianos, Ley Moral con Kant, Voluntad con Schopenhauer, o bien sea la Idea absoluta de
Hegel, la Duración creadora de Bergson u otra cualquiera de las que podrían citarse»18.
17
A. LUIS GONZÁLES, Teología Natural, 15
18
Ibíd., 16.
19
R. CORAZÓN GONZÁLES, Filosofía del conocimiento. Navarra (España): EUNSA, 2002, 23.
20
Ibíd., 26.
7
En Aristóteles, como en otros filósofos, el corazón de la metafísica es el problema
divino. Él es quién ofrece una de las primeras aportaciones demostrativas de la existencia
de Dios. En fin, «la metafísica ha sido la obra más importante de Aristóteles»21.
21
G.REALE- D. ANTÍSERI, Historia de la filosofía, filosofía pagana antigua. Bogotá (Colombia): La Scuola S. A.,
2007, 359.
22
ibíd. 29
23
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 43.
24
ibíd. 44.
25
R. CORAZÓN GONZÁLES, Filosofía del conocimiento, 30.
26
ibíd. 33.
8
parcelas del saber humano; más aún, en algunos aspectos se ha limitado a un papel
de modo marginal»27.
Ejemplo de esto es el agnosticismo kantiano que afirma que «la razón es incapaz de
alcanzar las verdades de la trascendencia y, por tanto de hacer metafísica»28. «De aquí se
desprende el ofuscamiento de la auténtica dignidad de la razón» 29 . Y por tanto, de la
metafísica del ser. En vista a esto, es bueno afirmar que una eficaz refutación del
agnosticismo tiene que poner de manifiesto la admisión de la metafísica del ser, y
especialmente las nociones de ser y de causalidad. Pues, todas las formas de agnosticismo
coinciden en la negación de la metafísica. El papa Juan Pablo II, en la Fides et ratio, lo dice
de la siguiente manera: «Si insisto tanto en el elemento metafísico es porque estoy
convencido de que es el camino obligado para superar la situación de crisis que afecta hoy a
grandes sectores de la filosofía y para corregir así algunos comportamientos erróneos
difundidos en nuestra sociedad»30 .
27
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 47.
28
R. CORAZÓN GONZÁLES, Filosofía del conocimiento, 35.
29
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 47.
30
Ibíd., nº 83
31
I. ILIANA BEATRIZ, Nociones fundamentales de metafísica, 131.
9
1.2.2 El principio de no-contradicción
La primacía absoluta corresponde al principio de no contradicción. Los demás principios
presuponen el de no contradicción. «Con este principio, no se afirma solamente que lo
contradictorio es impensable, sino que el mismo ente no es contradictorio: este principio es
ley suprema de lo real, no un simple axioma o postulado de la mente»32.
Por ejemplo, es contradictorio que Dios sea infinito y que a la vez progrese a lo largo de
la historia, por eso se desecha esta segunda opción; no tiene sentido pensar que en el mundo
una materia se auto produce, pues «es contradictorio que algo sea causa de sí mismo». En
síntesis, «el primer principio es un juicio de la realidad»33 . Aristóteles lo expone de la
siguiente manera: es «imposible ser y no ser simultáneamente, y de este modo hemos
mostrado que éste es el más firme de todos los principios»34. Y, agrega: «Pero se puede
demostrar por refutación también la imposibilidad de esto, con sólo que diga algo el
adversario; y, si no dice nada, es ridículo tratar de discutir con quien no puede decir nada,
en cuanto que no puede decirlo»35. Es decir que negar este principio supone aceptarlo.
Este principio es considerado, como ya se mencionó, como la «ley suprema del ente»36,
pues es contradictorio que algo sea causa de sí mismo. Y, es claro que la inteligencia
obtiene los conocimientos en virtud del principio de no contradicción.
32
LILIANA BEATRIZ, Nociones fundamentales de metafísica, 86
33
T. ALVIRA-L.CLAVELL-T.MELENDO, Metafísica, 44.
34
ARISTÓTELES. Metafísica. Capítulo IV., 23.
35
Ibíd., 23
36
T. ALVIRA-L.CLAVELL-T.MELENDO, Metafísica, 48.
37
A. LUIS GONZÁLES, Teología Natural, 20
38
I. ILIANA BEATRIZ, Nociones fundamentales de metafísica, 131.
10
como causa agente, eficiente o productiva. En efecto, «el ser que es causa primera a las que
están subordinadas todas las otras causas causadas, será necesariamente actualidad pura»39.
De tal manera que el principio de causalidad eficiente señala el proceso de la demostración
metafísica de la esencia y de la existencia de Dios, considerando la imposibilidad de un
proceso al infinito en la serie de causas. No sucede así con la causa material y la causa
formal, pues «no pueden dar lugar por sí solas a la constitución de un ente, sino que
requieren una causa que los componga»40.
39
A. LUIS GONZÁLEZ, Teología Natural, 107.
40
T. ALVIRA-L.CLAVELL-T.MELENDO, Metafísica, 223.
41
Ibíd. 241.
42
L. ROMERA, El hombre ante el misterio de Dios, curso de teología natural. Madrid (España): Palabra, S.A.,
2008, 112.
11
1.3. Teología natural
Teniendo en cuenta previamente una visión sobre la metafísica del ser, antes de avanzar
hacia la teología natural, es menester notar que la metafísica del ser es el presupuesto para
la teología natural. Y que la teología natural es el paso obligado por la metafísica del ser,
para ascender a Dios como Causa del ser, como Causa primera. Existe, en cierta medida,
una relación de dependencia, debido a que la metafísica del ser se complementa y llega a su
culmen en la teología natural y ésta última no se da sin la primera. Por ello, a continuación
se especifica en qué consiste la teología natural.
43
A. LUIS GONZÁLES, Teología Natural, 20
44
Ibíd., 20
45
Ibíd., 20.
46
L. ROMERA, El hombre ante el misterio de Dios. Curso de teología natural, 108.
12
es el objeto formal propio del intelecto del hombre. Dios no pertenece al ámbito de lo
perceptible ni al de lo comprensible. E aquí el por qué «la inteligencia del hombre necesita
recurrir a la mediación de lo que es en sí menos inteligible para acceder a lo que es en sí
más inteligible»47. Por ello, se sostiene que las únicas dos vías metafísicas que continúan
abiertas hacia Dios son las de causalidad eficiente y causalidad final; no así las vías de
causa material y formal, porque Dios no es materia y porque el mundo no posee forma de lo
divino. De tal manera que el punto de partida de la demostración de la existencia de Dios se
encuentra en el mundo de las realidades físicas, bajo una formalidad metafísica. Es decir, se
parte del ens comune, de la quididad abstracta de las cosas sensibles, de un ser efectuado,
concreto; debido a que la esencia de Dios se conoce por la forma de las criaturas, en cuanto
son efectos de la causa absoluta, ya que como todo efecto tienen alguna semejanza con su
causa. Esto mediante la primera operación de la mente, «la abstracción, que permite
comprender qué son las cosas […] aprehender su forma»48. En definitiva, «es necesario
partir de las cosas, que se nos mostrarán efectuadas y por tanto causadas, y con la
aplicación de la abstracción»49. Y es que, en efecto, «el conocimiento que tenemos de Dios
es analógico, porque hay una analogía entre las criaturas y Dios: hay una semejanza entre
Dios y las criaturas y al mismo tiempo una desemejanza»50. «La semejanza entre toda
criatura y Dios se puede expresar, en su raíz más profunda, diciendo que Dios es el Esse y
toda criatura tiene un esse participado [...] en esta expresión se indica a la vez la infinita
desemejanza (distinción, diversidad) entre la criatura y el creador»51 . En conclusión, el
acceso intelectual a Dios tiene lugar a través de la mediación, y dado que «Dios nos excede
en inteligibilidad, se nos revela en y a través de su obrar y de sus obras. Éstas nos muestran
a su autor en la medida en que son obras suyas y remiten a Él»52.
47
Ibíd. 110.
48
R. CORAZÓN GONZÁLEZ, Filosofía del conocimiento, 79.
49
A. LUIS GONZÁLEZ, Teología Natural, 95
50
Ibíd., 144
51
OCÁRIZ, F., «Cuestiones de metafísica tomista en torno a la creación», en Divus Thomas
(1974), 413-414.
52
L. ROMERA, El hombre ante el misterio de Dios. Curso de teología natural, 150.
13
2. La Fides et ratio y el valor de la metafísica del ser
En el capítulo primero, se han expuesto los aspectos fundamentales de la metafísica del
ser, así como el itinerario que desde esta ciencia se ha de seguir para ascender hasta Dios
como Causa Primera. La teología natural, en síntesis, busca una explicación definitiva, un
valor supremo, la certeza de la verdad y de lo absoluto. «La Teología Natural se enmarca en
esta tarea de intentar dar cuenta de la relación hombre-Dios en el orden especulativo»53.
Con plena conciencia de esto, la Iglesia ha mostrado, a lo largo de la historia, interés por la
metafísica del ser, y privilegiándola tanto ha visto a bien «que sea considerada baluarte de
la fe»54. Esto es constatable en los documentos eclesiales que ha promulgado a lo largo de
la historia, caso específico de ello es la encíclica “Fides et ratio” de Juan Pablo II.
Ahora bien, existe una relación entre la Fides et ratio y la metafísica del ser, esta
relación radica en el interés de ambas por dar valor a la capacidad de la razón humana de
ascender hasta Dios. Así por ejemplo, la Fides et ratio afirma que: «En el marco de la
tradición metafísica cristiana, la filosofía del ser es una filosofía dinámica que ve la
realidad con sus estructuras ontológicas, causales y comunicativas. Ella tiene fuerza y
validez por estar fundamentada en el hecho mismo del ser, que permite la apertura plena y
global hacia la realidad entera, superando cualquier límite hasta llegar a Aquél que lo
perfecciona todo»55. Por tanto la Iglesia, sabe que el excelentísimo fruto que se recoge de
la razón humana es demostrar que hay un Dios: «pues por la grandeza y la hermosura de la
criatura se podrá por el entendimiento venir al conocimiento del creador de ellas»56.
53
JUAN JESÚS ÁLVAREZ, La contribución de J. Maritain a la Teología Natural, 431.
54
LEON XIII, Aeternis Patris Filius, nº 6.
55
JUAN PABLO II. Fides et ratio, nº 97.
56
LEON XIII, Aeternis Patris Filius, nº 4.
57
Ibíd., nº 1.
14
inteligible»58. Sin embargo existe otra razón fuerte por la cual la metafísica del ser viene
revalorizada en la Fides et ratio, ésta razón consiste en el hecho de que el intellectus fidei
necesita de la aportación de una filosofía del ser. «Si el intellectus difei quiere incorporar
toda la riqueza de la tradición teológica, debe recurrir a la filosofía del ser. Ésta debe poder
replantear el problema del ser según las exigencias y las aportaciones de toda la tradición
filosófica»59.
Radica en esto el por qué la Iglesia otorga un lugar privilegiado a la razón humana y a
la metafísica del ser en algunos documentos eclesiales, específicamente en la Fides et ratio.
En definitiva «todos conocen bien cuánto estima la Iglesia el valor de la humana razón,
cuyo oficio es demostrar con certeza la existencia de un solo Dios»65. «Si alguno dijere que
58
Ibíd., nº 99.
59
Ibíd., nº 97.
60
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 14.
61
Ibíd., nº5.
62
Ibíd., nº5.
63
CONCILIO VATICANO I, Dei Filius, 3.
64
A. LUIS GONZÁLEZ, Teología Natural, 50.
65
PIO XII, Humani Generis, 22.
15
Dios, uno y verdadero, nuestro creador y Señor, no puede ser conocido con certeza a partir
de las cosas que han sido hechas, con la luz natural de la razón humana: sea anatema»66,
concluye el Concilio Vaticano I, dejando en evidencia el lugar privilegiado que posee la
razón humana para la Iglesia, para el cristianismo. Obsérvese, por tanto, a continuación con
mayor detalle lo referente a esta filosofía de carácter cristiano.
«Con este apelativo se quiere indicar más bien un modo de filosofar cristiano, una especulación
filosófica concebida en unión vital con la fe. No se hace referencia simplemente, pues, a una filosofía
hecha por filósofos cristianos, que en su investigación no han querido contradecir su fe. Hablando de
filosofía cristiana se pretende abarcar todos los progresos importantes del pensamiento filosófico que no se
hubieran realizado sin la aportación, directa o indirecta, de la fe cristiana»71.
Por ello la Iglesia ha afirmado que: «quienes unen el amor a la filosofía con la sumisión
a la fe cristiana, son los mejores filósofos»72. Sin embargo a pesar de esto, está claro que
66
Cfr. CONCILIO VATICANO I, Dei Filius, 8
67
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 38.
68
Ibíd., nº 39.
69
Ibíd., nº 104.
70
Ibíd., nº 27.
71
Ibíd., nº 76.
72
Ibíd., nº 7.
16
«la Iglesia no propone un filosofía propia ni canoniza una filosofía en particular con
menoscabo de otras»73. «El motivo profundo de esta cautela está en el hecho de que la
filosofía, incluso cuando se relaciona con la teología debe proceder según sus métodos y
reglas»74. Obsérvese en esto el sublime bien que proporciona para la fe cristiana el aporte
de la filosofía del ser, entendida en la fe eclesial como filosofía cristiana.
«No cabe duda que Santo Tomás poseyó en grado eximio audacia para la búsqueda de la verdad,
libertad de espíritu para afrontar problemas nuevos y la honradez intelectual propia quien, no tolerando
que el cristianismo se contamine de la filosofía pagana, sin embargo no rechaza a priori esta filosofía. Por
eso ha pasado a la historia del pensamiento cristiano como precursor del nuevo rumbo de la filosofía y de
la cultura universal»75.
73
Cfr. PIO XII, Humanis generis.
74
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 49.
75
Cfr. JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 44.
76
R. CORAZÓN GONZÁLES, Filosofía del conocimiento, 40.
17
que han buscado mantener viva la gran tradición del pensamiento cristiano en la unidad de
la fe y la razón»77.
También agrega lo que pretende con la encíclica: «me ha parecido urgente poner de
relieve con esta Encíclica el gran interés que la Iglesia tiene por la filosofía… mi objetivo
es proponer algunos principios y puntos de referencia que considero necesarios para
instaurar una relación armoniosa y eficaz entre la teología y la filosofía» 80 . Otra
justificación que propone es la expresada con las siguientes palabras: «el pensamiento
filosófico es a menudo el único ámbito del entendimiento y de diálogo con quienes no
comparten nuestra fe»81. En síntesis, lo que Juan Pablo II pretende con la encíclica es
intentar «dar nuevos bríos al saber filosófico, para que vuelva a tener un alcance metafísico
que le permita ayudar a responder a las preguntas fundamentales de la existencia humana,
superando la crisis nihilista de sentido de la cultura contemporánea»82. Con este documento
77
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 59.
78
M. FAZIO- F.F. LABASTIDA, Historia de la filosofía, IV. Filosofía contemporánea, 286.
79
Ibíd., nº 5.
80
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 63.
81
Ibíd., 104.
82
M. FAZIO- F.F. LABASTIDA, Historia de la filosofía, IV. Filosofía contemporánea, 290.
18
se pretende, pues, dar una respuesta a los errores de la filosofía moderna que se alejó de la
filosofía del ser, y que a continuación se presenta.
«Las proposiciones que versan sobre lo supra empírico no figuran nada, son sinsentidos. Las
proposiciones de la metafísica son pseudoproposiciones. Sólo se puede hablar de hechos, y este nivel es
cubierto por las ciencias empíricas. La metafísica, en cambio ha pretendido falsamente establecer un saber
acerca de lo supra empírico, un lenguaje que supere el plano fáctico»84.
Frente a esta posición el papa Juan Pablo II, sostiene que: «es necesaria una filosofía de
alcance auténticamente metafísico, capaz de trascender los datos empíricos para llegar en
su búsqueda de la verdad a algo absoluto, último y fundamental»85, y agrega: «solo deseo
afirmar que la realidad y la verdad trascienden la fáctico y lo empírico» 86 . Estas
aseveraciones tienen plena validez pues, «demostrar a Dios como se prueba una hipótesis
científica o una proposición matemática tiene menos sentido que empeñarse en ver un
sonido»87, ya que Dios no pertenece al ámbito de lo experimental; «en Dios no puede haber
composición de partes cuantitativas porque no es cuerpo»88. De tal manera que Dios y la
metafísica del ser no pueden ser objetos de estudio de las ciencias experimentales, debido a
que no pertenecen al ámbito fáctico.
83
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 47.
84
Cfr. A. LUIS GONZÁLEZ, Teología Natural, 56.
85
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 83.
86
Ibíd., nº 83.
87
L. ROMERA, El hombre ante el misterio de Dios, 150.
88
Á. LUIS GONZÁLEZ. Teología Natural, 157.
19
b) El nihilismo. Filosofía que se ha alejado del sentido del ser, rechaza todo
fundamento a la vez que niega toda verdad objetiva, niega la humanidad del hombre
y sostiene que la vida es un sinsentido. «Al no haber nada absoluto todo deviene
relativo y sin valor»89. Nietzsche dice: « ¡Dios ha muerto! ¡Dios permanece muerto!
¡Y nosotros lo hemos matado! »90 ; y, en otro momento menciona: «Dios es una
conjetura, una hipótesis»91.
Juan Pablo II considera esta corriente como un «peligro»92, debido a que «una filosofía
que quisiera negar la posibilidad de un sentido último y global sería no solo inadecuada,
sino errónea»93; por ello menciona a propósito lo siguiente:
«Se ha de tener en cuenta que la negación del ser comporta inevitablemente la pérdida de contacto con
la verdad objetiva y, por consiguiente, con el fundamento de la dignidad humana. De este modo se hace
posible borrar del rostro del hombre los rasgos que manifiestan su semejanza con Dios, para llevarlo
progresivamente o a una destructiva voluntad de poder o a la desesperación de la soledad. Una vez que se
ha quitado la verdad al hombre, es pura ilusión pretender hacerlo libre»94.
El papa Juan Pablo II considera esta corriente como un peligro ya que las consecuencias
derivadas de ella son notables, y la admisibilidad o no de un determinado comportamiento
se decide con el voto de la mayoría parlamentaria. Su pensamiento a propósito de esto lo
expresa de la siguiente manera:
89
M. FAZIO- F.F. LABASTIDA, Historia de la filosofía, IV. Filosofía contemporánea, 154.
90
F. NIETZSCHE, La gaya ciencia. Alemania: El Cavernas, 1882, aforismo 125.
91
Cfr. A. LUIS GONZÁLEZ. Teología Natural, 57.
92
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 88.
93
Ibíd., nº 81.
94
Ibíd., nº 90.
95
A. LUIS GONZÁLEZ, Teología Natural, 61.
20
«Las consecuencias de semejante planteamiento son evidentes: las grandes decisiones morales del
hombre se subordinan, de hecho, a las deliberaciones tomadas cada vez por los órganos institucionales.
Más aún, la misma antropología está fuertemente condicionada por una visión unidimensional del ser
humano, ajena a los grandes dilemas éticos y a los análisis existenciales sobre el sentido del sufrimiento y
del sacrificio, de la vida y de la muerte»96.
Una vez analizadas estas corrientes de pensamiento que han ofuscado la razón humana,
es importante mencionar que para que la filosofía pueda volver a dar respuestas acerca del
mundo, del hombre y de Dios, en consonancia con su palabra revelada, es necesario
considerar ciertos aspectos: «que la filosofía encuentre de nuevo su dimensión sapiencial de
búsqueda del sentido último y global de la vida»97; «que la filosofía verifique la capacidad
del hombre de llegar al conocimiento de la verdad»98; y, «que la filosofía tenga un alcance
auténticamente metafísico: hay que saber pasar del fenómeno al fundamento ontológico»99.
Debido a que «una filosofía carente de la cuestión sobre el sentido de la existencia
incurriría en el grave peligro de degradar la razón a funciones meramente instrumentales,
sin ninguna auténtica pasión por la búsqueda de la verdad»100, por ello «la Iglesia, al insistir
sobre la importancia y las verdaderas dimensiones del pensamiento filosófico, promueve a
la vez tanto la defensa de la dignidad del hombre como el anuncio del mensaje
evangélico»101. He aquí su interés por volver a valorar positivamente la filosofía del ser.
Expuesto esto, se ha de analizar posteriormente si existe discrepancia o armonía entre la
razón y la fe.
96
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 89.
97
Cfr. Ibíd., nº 81.
98
Cfr. Ibíd., nº 82.
99
Cfr. Ibid. nº 83.
100
Ibíd., nº 81.
101
Ibíd., nº 102.
102
Ibíd., nº 16.
21
armonía fundamental del conocimiento filosófico y el de la fe radica en que: «la fe requiere
que su objeto sea comprendido con la ayuda de la razón; y, la razón en el culmen de su
búsqueda, admite como necesario lo que la fe le presenta»103. La fe, pues, no teme a la
razón sino que la busca y confía en ella ya que, en efecto, «la fe es de algún modo ejercicio
del pensamiento»104. Santo Tomás agrega que «la luz de la razón y la luz de la fe proceden
ambas de Dios»105, por tanto no puede existir contradicción entre ambas. Y es que «sin la
aportación de la filosofía no se podrían ilustrar contenidos teológicos como por ejemplo el
lenguaje sobre Dios»106, conceptos como ley moral, conciencia, libertad, entre otros. En
otras palabras: «así como la razón sirve a la fe, la metafísica es instrumento científico para
la teología»107 , pues, en efecto, una vez que la metafísica ha sido perfeccionada por la
orientación que le da la fe, ella misma constituye un instrumento valioso para entender
mejor los misterios sobrenaturales, de los que se ocupa la ciencia teológica. En
consecuencia, es evidente que «la teología necesita de la filosofía como interlocutora para
verificar la inteligibilidad y la verdad universal de sus aserciones»108. En este sentido, es
necesario aclarar que la teología natural es presupuesto para la teología en cuanto que
demuestra metafísicamente la existencia de Dios y estudia sus principios y atributos. Estas
ciencias convienen en su objeto material, Dios; aunque difieren por su objeto formal (Dios
en cuanto Dios, en el caso de la teología; y Dios como Causa Primera, en el caso de la
teología natural). Sin embargo existe entre ellas una clara relación: el problema de Dios.
103
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 42.
104
Ibíd., nº 43.
105
Cfr. S. TOMAS DE AQUINO, Summa contra Gentiles, I, VII.
106
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 66.
107
T. ALVIRA-L.CLAVELL-T.MELENDO, Metafísica, 24.
108
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 77.
109
Ibíd., nº 5.
22
movedizas del escepticismo. Por ello insiste en la necesidad de reconocer aquellos
principios primeros y universales del ser, por medio de los cuales se puede llegar a
considerar una razón recta, recta ratio: «piénsese, por ejemplo, en los principios de no
contradicción, de finalidad, de causalidad, como también en la concepción de persona como
sujeto libre e inteligente y en su capacidad de conocer a Dios, la verdad y el bien»110. Estos
principios son el punto de referencia, sin duda, debido a que son compartidos en cierto
modo por todos. Con ellos se pretende «recuperar las dimensiones de auténtica sabiduría y
de verdad, incluso metafísica»111.
Es así es como se pretende conservar la metafísica del ser para formarse en ella,
alimentarse de ella, asociarla amigablemente a la fe y refutar así los errores actuales y
aquellos que han de suceder en tiempos venideros a nivel filosófico y también a nivel a
teológico.
110
Ibíd., nº 4.
111
Cfr. Ibíd., 106.
112
Ibíd., 83.
113
J. MARITAIN, Reflexiones sobre la persona humana, París: Saint-Paul , 1984, 12.
114
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 83.
115
Ibíd., 83.
23
3. La Fides et ratio y los aspectos de teología natural
Una vez establecidos los fundamentos metafísicos considerados en la Fides et ratio,
es menester ahora avanzar hacia aquellos aspectos de teología natural que se evidencian en
esta encíclica. Sin embargo previo a ello se considerará el itinerario reflexivo que se hace
para ascender al conocimiento de la existencia de Dios desde la teología natural.
La finitud conduce a advertir que existe un Ser infinito, eterno y necesario que sin duda
alguna supera las capacidades cognoscitivas del hombre, pues «el abismo insondable de su
esencia nos supera completamente»117 , su esencia infinita permanece incognoscible, sin
embargo esto no impide que se pueda saber que existe. Cuando se prueba la existencia de
Dios, se prueba algo que excede infinitamente las ideas y las pruebas mismas: «lo que
nuestros argumentos hacen evidente para nosotros no es a Dios mismo, sino al testimonio
de Él que se contiene en sus vestigios, sus signos o sus espejos aquí abajo»118. Es decir que
los argumentos no proporcionan la evidencia de la existencia divina misma, sino que
proporcionan la evidencia del hecho de que la existencia divina sea afirmada: Dios existe.
«Ocurre que el hecho mismo de que las cosas son creadas no es conocido por nosotros más que una
vez que sabemos que la Causa Primera existe; por tanto, no podemos servirnos de él para demostrar la
existencia de aquélla. Todo lo que sabemos de antemano es que las cosas son causadas. Y es en el hecho
de que son causadas (no en el hecho de que son creadas, ni en el hecho de que son conservadas en el ser)
116
Cfr. L. ROMERA, El hombre ante el misterio de Dios, 269.
117
Ibíd., 242.
118
J. MARITAIN, El conocimiento de Dios, 8.
24
en el que nos fundamos para ascender a la existencia necesaria de la Causa Primera; sin distinguir todavía
entre causación que conserva y causación que crea, o prescindiendo de esta distinción»119.
Es en este sentido que «Dios se nos manifiesta como Acto Puro de Ser, Ser Subsistente,
Primera Causa Incausada»120 . Sin embargo no es posible conocer a Dios por su forma
propia, sino por las formas de las criaturas en cuanto son efectos de la Causa Primera que es
Dios. Se sabe que Dios como tal es incomprehensible por ser infinitamente inteligible, más
esto no supone que Dios sea incognoscible, ya que «la inteligencia humana puede conocer
la existencia de Dios como Causa, a partir de las criaturas. En esta vida podemos conocer a
Dios por la razón natural»121.
Esto es así, aunque a simple vista parezca que existe una contraposición clara y radical.
Se sabe que en la filosofía del ser o teología natural es el hombre el que desde sí mismo
busca a Dios, mientras en la fe bíblica es Dios mismo, y Dios solo, el que establece en
libertad creadora la relación Dios-hombre, es decir es Dios quien busca al hombre, quien se
hace cercano al hombre en su condescendencia. Además, porque el Dios de los filósofos es
el Dios al cual no se le reza, mientras que el Dios de la fe cristiana, se sabe bien, es el Dios
al cual se ordenan todos los actos cultuales que realiza la persona. Sin embargo de una u
otra manera lo que sí es claro es que «el hombre vive del misterio que late en él y se sabe
remitido al misterio que le trasciende, al misterio de Dios»122.
119
Ibíd., 35.
120
A. LUIS GONZÁLES, Teología Natural, 137.
121
Ibíd., 140.
122
J. MARITAIN, El conocimiento de Dios, 238.
25
En esta perspectiva es importante recordar que la Iglesia sostiene que «la fe cristiana en
Dios acepta en sí la doctrina filosófica de Dios y la consuma»123; expresado brevemente: el
Dios de Aristóteles, de los filósofos y el Dios de Jesucristo, de los cristianos, es uno y el
mismo.
Considérese, además, que una razón recta, purificada por la fe, es capaz de llegar a los
más altos niveles de reflexión dando un fundamento sólido a «la percepción del ser, de lo
trascendente y de lo absoluto»129. Pues «el conocimiento natural de Dios y la revelación, la
razón y la fe»130, son inseparables e irreducibles y se ayudan mutuamente para profundizar
y comprender mejor el misterio divino, ambas miran hacia «la contemplación del Dios Uno
y Trino»131.
123
J. RATZINGER, El Dios de la fe y el Dios de los filósofos, n° 1.
124
JUAN PABLO II, Fides et ratio, n° 78.
125
Ibíd., n°80.
126
Ibíd., n°21.
127
Ibíd., n°97.
128
Cfr. Ibíd., nº 34.
129
Ibíd., n° 43.
130
Ibíd., n°52.
131
Ibíd., n°15.
26
Inclusive «Hubo quienes crearon una filosofía que, partiendo del análisis de la
inmanencia abría el camino hacia la trascendencia»132, a propósito de esto el Magisterio de
la Iglesia declaró que «la revelación cristiana es la verdadera estrella que orienta al
hombre que avanza entre los conocimientos de la mentalidad inmanentista»133 . De esta
manera se verifica que todo aporte filosófico llega a su culmen solo en la medida en que se
deja orientar por la revelación de la fe cristiana; sin embargo esta fe cristiana no debe estar
privada de la razón pues de lo contrario quedaría reducida a mito o superstición.
Juan Pablo II, en la Fides et ratio, hace un llamado a propósito de lo mencionado: «No
es inoportuna, por tanto, mi llamada fuerte e incisiva para que la fe y la filosofía recuperen
la unidad profunda que les hace capaces de ser coherentes con su naturaleza en el respeto
de la recíproca autonomía. A la parresía de la fe debe de corresponder la audacia de la
134
razón» . Con esto está claramente poniendo de manifiesto la importancia del
conocimiento racional y de la reflexión filosófica para la inteligencia de la fe y más aún
para la posibilidad misma de creer en Dios actualmente, en la época contemporánea.
Sería, según algunos, algo propio de la metafísica del ser. Y la metafísica del ser, que
una vez fue la filosofía primera, está muy mal vista, y ha sido declarada muerta. Pero la
reflexión sobre Dios y sobre la metafísica del ser no está muerta ni se halla superada
definitivamente, sino que, entendida rectamente, está presupuesta en todo, incluso en su
negación. Y la pregunta acerca de Dios y la metafísica del ser no podrán desarraigarse
132
JUAN PABLO II, Fides et ratio, n° 59.
133
Ibíd., n° 15.
134
Ibíd., n° 48.
27
mientras haya personas que piensen, que pregunten acerca de la razón y del sentido de su
existencia en el mundo, incluso en el mundo actual, en el mundo contemporáneo.
«El gran reto que tenemos […] es el de saber realizar el paso, tan necesario como urgente, del
fenómeno al fundamento. No es posible detenerse en la sola experiencia; incluso cuando esta expresa y
pone de manifiesto la interioridad del hombre y su espiritualidad, es necesario que la reflexión
especulativa llegue hasta su naturaleza espiritual y el fundamento en que se apoya. Por lo cual, un
pensamiento filosófico que rechace cualquier apertura metafísica sería radicalmente inadecuado»136.
135
JUAN PABLO II, Fides et ratio, n° 75.
136
Ibíd., nº 83.
28
Perspectivas de investigación
Dado que es oportuno continuar profundizando en el problema filosófico de Dios, desde la
metafísica del ser, es oportuno plasmar razones por las cuales se ha de promover tan
sublime ciencia, la ciencia primera. De tal manera que:
A los que buscan con sed insaciable una respuesta al problema de la existencia
de Dios, recomiéndoles no quedarse con los resultados de las ciencias empíricas,
sino darse cuenta de que para ello es necesario, por la vía racional, la reflexión
desde la teología natural, y por la vía de la fe, la reflexión teológica.
A todos los filósofos que estudian diligentemente los problemas filosóficos desde
la metafísica del ser, recomiéndoles continuar en esa labor y promoverla. Así
como difundir la enseñanza filosófica contenida en la encíclica Fides et ratio.
29
Conclusiones
Una vez finalizado este trabajo de investigación, es oportuno mencionar que, en efecto,
la tesis planteada al inicio del mismo, se ha cumplido. La tesis inicial se expresaba de la
siguiente manera: la Fides et Ratio, siguiendo el pensamiento de Santo Tomás, enfatiza en
los argumentos de la filosofía del ser, en el principio de analogía, «el principio de no
contradicción, de finalidad, de causalidad como también en la concepción de la persona
como sujeto libre e inteligente»137, que permiten la apertura plena y global hacia Aquél que
perfecciona todo, Dios, la Causa Primera. Ahora bien, realizada la investigación se logró
evidenciar que la encíclica Fides et ratio, de Juan Pablo II, en efecto, es una encíclica
impregnada de contenidos o principios de la metafísica del ser y de aspectos de teología
natural.
137
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 4.
30
Bibliografía
Fuente primaria:
Fuentes secundarias:
ALVAREZ, JUAN JESÚS ALVAREZ. La contribución del J. Maritain a la teología natural. Madrid
(España), 1992.
GONZALEZ, RAFAEL CORAZÓN. Filosofía del conocimiento. Navarra (España): EUNSA, 2002.
LABASTIDA, M. FAZIO- F.F. Historia de la filosofía contemporánea. Madrid (España): Palabra S.A.,
2004.
RATZINGER, JOSEPH. El Dios de la fe y el Dios de los filósofos. Madrid (España): Encuentro S. A.,
1959.
ROMERA, LUIS. El hombre ante el misterio de Dios, curso de teología natural. Madrid (España):
Palabra, S.A., 2008.
XII, PIO. Humani Generis, sobre las falsas opiniones contra los fundamentos de la doctrina católica.
Roma, 1950.
XIII, LEON. Aeterni Patris Filius, sobre la restauración de la filosofía cristiana. Roma, 1979.
31
Índice
32
3. La Fides et ratio y los aspectos de teología natural .............................................................. 24
3.1 Itinerario de teología natural hacia el conocimiento de la existencia de Dios ...................... 24
3.2 Dios de la fe cristiana y Dios de los filósofos ......................................................................... 25
3.2.1 Dios y el hombre contemporáneo ..................................................................................... 27
Perspectivas de investigación ......................................................................................................... 29
Conclusiones .................................................................................................................................... 30
Bibliografía ...................................................................................................................................... 31
33