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SEMINARIO MAYOR MONSEÑOR OSCAR ARNULFO ROMERO

UNIVERSIDAD DON BOSCO

Facultad de Ciencias y Humanidades

Escuela de Teología

La puesta en evidencia de algunos aspectos de teología natural en la

encíclica Fides et Ratio

La metafísica del ser como posibilidad para hablar de Dios en la época

contemporánea

Estudiante: Hamilton Eulises Torrez Vásquez

Nivel académico: Segundo de filosofía

Materia: Síntesis del pensamiento filosófico

Docente: Pbro. Ricardo Cortez

Tutor: Pbro. José Lino Mejía

Santiago de María, Usulután, 20 de noviembre de 2015


LA PUESTA EN EVIDENCIA DE ALGUNOS ASPECTOS DE TEOLOGÍA
NATURAL EN LA ENCÍCLICA FIDES ET RATIO

La metafísica del ser como posibilidad para hablar de Dios en la época contemporánea

Resumen
Un problema filosófico es tal, porque aunque se reflexione mucho en torno a él no existe
una respuesta absoluta. Dios ha sido quizá el principal problema filosófico desde siempre.
Este trabajo reflexiona en torno al problema filosófico de Dios, desde la teología natural. Se
evidencian por ello, los principios de la metafísica del ser y los aspectos de teología natural,
contenidos en la encíclica Fides et ratio, de Juan Pablo II, que constituyen una condición de
posibilidad para hablar de Dios en la época contemporánea.

Palabras claves
Dios, metafísica del ser, teología natural, Fides et ratio

Introducción
Se sabe que los problemas filosóficos son fundamentales, perennes y universales, pues
desde siempre y por siempre en el corazón del hombre persona han surgido interrogantes
que buscan encontrar el sentido de su existencia y todo cuanto le incumbe saber. Estas
reflexiones surgen de su deseo de alcanzar la verdad absoluta y de su capacidad racional.
Problemas filosóficos como el de Dios sigue abierto a futuras reflexiones, nunca bastará lo
que un pensador concluya pues no es posible proponer una respuesta absoluta.

Dios es un problema filosófico, que sin duda, en todas las culturas y en todos los
hombres de todas las épocas ha ocupado un lugar importante de reflexión. Así, desde los
que buscaban el Arjé de las cosas en la physis hasta los que argumentan su no existencia
reflexionan en torno a esta Realidad de Realidades. Y aunque mucho se halla escrito y
dicho sobre Dios, a favor o en contra, aún hay una infinidad de futuras reflexiones que
muchos pensadores realizarán, buscando en esto el sentido de su existencia, el sentido de
todo.

1
Es decir, Dios es un problema fundamental, perenne y universal, de quien nunca se dirá
la última palabra, la reflexión y respuesta filosófica absoluta. Y, ya que sin el creador la
criatura se diluye, se esfuma, se ofusca, en el corazón del hombre persona continuará el
deseo de aspirar a conocer y reflexionar en torno a la verdad absoluta, Dios. De tal manera
que así como un problema filosófico es fundamental, perenne y universal, de igual manera
el deseo de respuesta del ser humano sobre esa verdad absoluta será siempre fundamental,
perenne y universal.

Considerando esto a manera de preámbulo es preciso hacer saber que el desarrollo de


este artículo pretende reflexionar en torno a un problema filosófico, Dios, desde la teología
natural. Con tal motivo se considera como fuente principal un documento eclesial de Juan
Pablo II que plasma las relaciones armónicas entre la fe y la razón, la Fides et ratio.

Así, teniendo a Dios como punto de partida y de referencia es que se desarrolla


paulatinamente el tema propuesto: la puesta en evidencia de algunos aspectos de teología
natural en la encíclica Fides et Ratio, esto con el fin de demostrar que racionalmente se
puede llegar aunque de manera imperfecta al conocimiento de la existencia de Dios y
como consecuencia se puede llegar a hablar de Él, he aquí el porqué del subtema que
acompaña este trabajo: la metafísica del ser como posibilidad para hablar de Dios en la
época contemporánea. Por ello se consideran los numerales: 5, 83, 104, 80,21 de la
encíclica Fides et ratio.

Este trabajo desarrolla tres capítulos. El primero de ellos es: la metafísica del ser y
algunos aspectos de teología natural. En este capítulo se hace un recorrido histórico de la
metafísica del ser, se plasman algunos principios metafísicos que están a la base de toda
reflexión filosófica y se considera la relación que existe entre la metafísica del ser y la
teología natural como camino racional para llegar al conocimiento de la existencia de Dios.

El segundo capítulo: la Fides et ratio y el valor de la metafísica del ser, pretende


evidenciar la relación que existe entre el conocimiento de la existencia de Dios por medio
de la fe y el conocimiento de la existencia de Dios por medio de la razón, se plasman los
principios metafísicos que la encíclica considera como importantes volver a valorar y se
establece el dialogo con algunas posturas que han ofuscado la razón humana.

2
El tercer capítulo: la Fides et ratio y los aspectos de teología natural, desarrolla el
itinerario que se ha de seguir desde la teología natural para llegar al conocimiento de la
existencia de Dios, presenta también los aspectos de teología natural que la encíclica
menciona o cita en algunos numerales, y establece las aparentes diferencias y la estricta
relación que existe entre el Dios de los filósofos y el Dios de los cristianos.

Se presenta también las conclusiones y perspectivas de investigación a las que se llega


una vez demostrada la tesis inicial.

3
1. La metafísica del ser y algunos aspectos de teología natural

1.1 Metafísica del ser

1.1.1 Génesis e importancia de la metafísica del ser


La metafísica del ser o filosofía primera está estrictamente relacionada con la vocación
de toda persona humana: «el deseo de conocer es una característica común a todos los
hombres»1. De hecho «la filosofía del ser»2 nació y se desarrolló desde el momento en que
el hombre empezó a interrogarse sobre el porqué de las cosas y su finalidad. Pues, «el
interrogarse sobre el porqué de las cosas es inherente a su razón»3.Sin embargo, el anhelo
de saber de la persona humana, solo se satisface cuando obtiene respuestas definitivas a sus
interrogantes.

Una simple mirada a la historia antigua muestra con claridad como en distintas partes de
la tierra brotan al mismo tiempo las preguntas de fondo que caracterizan el recorrido de la
existencia humana: ¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿a dónde voy? ¿por qué existe el mal?
¿qué hay después de esta vida? «Son preguntas de origen común en la necesidad de sentido,
que desde siempre acucia el corazón del hombre: de la respuesta que se dé a tales
preguntas, en efecto, depende la orientación que se dé a la existencia»4. Con justa razón se
dice que «el hombre por naturaleza busca la verdad […] una verdad ulterior que pueda
explicar el sentido de la vida»; es decir: «es propio del hombre ser un buscador del
Absoluto»5.

He aquí, que la verdad se presenta inicialmente al hombre cómo una interrogante: ¿tiene
sentido la vida? ¿hacia dónde se dirige?. Estas interrogantes son necesarias, pues sin el
asombro el hombre caería en la repetitividad y, poco a poco, sería incapaz de vivir una
existencia verdaderamente personal. En otras palabras, «la razón no debe jamás perder su
capacidad de interrogar» 6 . Así, pues, la metafísica del ser es la ciencia que está en la

1
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº16
2
ibíd., nº 96.
3
ibíd., nº 3.
4
ibíd., nº 1.
5
A. LUIS GONZALEZ. Teología Natural. Navarra (España), EUNSA, 2008, 15
6
ibíd., 79.

4
obligación de «responder a la pregunta por el sentido»7 . En fin, la metafísica del ser
constituye sin duda uno de los «medios para progresar en el conocimiento de la verdad, de
modo que pueda hacer cada vez más humana la propia existencia»8 del hombre. En esto
último radica su importancia.

1.1.2 Aproximación a la metafísica del ser


Anteriormente se ha mencionado que «los hombres se han esforzado continuamente por
alcanzar un saber último y universal acerca de la realidad»9. Pues las interrogantes que el
hombre se hace no son puramente especulativas sino que afectan profundamente a la vida
humana. Sin duda, la ciencia que da respuesta a esto es la metafísica del ser. «Existe pues,
un camino que el hombre si quiere puede recorrer, inicia con la capacidad de la razón de
levantarse más allá de lo contingente para ir hacia lo infinito» 10 . Ese es el camino
metafísico.

Ahora, se torna importante plantear una interrogante: ¿Qué es la metafísica del ser? En
una primera aproximación, la metafísica del ser puede entenderse como «el estudio de la
causa última y de los principios primeros y más universales de la realidad» 11 . Con la
intención de profundizar en su sentido más profundo se torna necesario, en un primer
momento, remitirse a la definición ofrecida por Aristóteles, quién la considera como la
ciencia del ente en cuanto ente, debido a que, por excelencia se ocupa, no de causas
particulares, sino de las causas de toda la realidad, es decir de las causas del ente en cuanto
ente; en otras palabras, la metafísica se ocupa de la realidad que es el ente, así como de sus
principios.

En definitiva, el mismo Aristóteles, se refiere a ella como la ciencia que versa sobre las
causas primeras y más universales, es decir los principios y las causas de las cosas que son
en tanto son. La metafísica del ser busca dar respuestas a aquellas interrogantes más
radicales, que están a la raíz de todo, a saber: ¿qué es el ser? ¿cuáles son sus causas?

7
I. ILIANA BEATRIZ, Nociones fundamentales de la metafisica, aristotélico tomista. Bogotá (Colombia): S. Pablo,
201324.
8
JUAN PABLO I, Fides et ratio. nº 3.
9
T. ALVIRA-L.CLAVELL-T.MELENDO, Metafisica. Navarra (España): EUNSA, 1989, 15.
10
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 24.
11
T. ALVIRA-L.CLAVELL-T.MELENDO, Metafísica, 16.

5
1.1.3 Características de la metafísica del ser

Teniendo una noción sobre lo que es la metafísica del ser, se torna oportuno señalar que
también, la metafísica del ser, como toda ciencia, integrada de una serie de enunciados,
posee características que le son propias, a saber:

a) Ciencia especulativa. En cuanto que «tiene como fin inmediato y directo la


verdad y no la acción, busca el saber por el saber»12. Prueba clara de ello son los
filósofos que comenzaron a filosofar movidos por la admiración, reconociendo su
ignorancia.
b) Ciencia divina. Pues «versa sobre cosas divinas, ya que a todos les parece
que Dios es causa y cierto principio de las cosas»13.
c) Ciencia arquitectónica. En cuanto que « es ciencia soberana que debe de
dirigir a las demás debido a que conoce por qué debe hacerse cada cosa»14. Este
“porqué” sin duda alguna, hace referencia al bien de todo ser, la causa final, Dios.
«No puede olvidarse que la metafísica es ciencia, y ciencia suprema; si la ciencia es
un conocimiento por causas, el título de ciencia compete de modo eminente a la
metafísica, sabiduría máxima en el orden racional»15.

Con la metafísica del ser se valoriza la capacidad de la recta razón de «llegar a los
niveles más altos de reflexión, dando un fundamento sólido a la percepción del ser, de lo
trascendente y de lo absoluto»16. He aquí, su interés.

1.1.4 Luces y sombras de la metafísica del ser


Una ciencia de gran importancia como la metafísica del ser, se ha desarrollado a lo largo
de la historia. La historia de la metafísica del ser es antigua. Por ello se torna necesario
hacer un breve repaso histórico. «De hecho, históricamente, todos los filósofos han
afrontado el problema de Dios, de un modo o de otro. No ha existido ni un solo filósofo que

12
I. ILIANA BEATRIZ, Nociones fundamentales de metafísica, 43.
13
Ibíd. 45.
14
Ibíd. 45.
15
A. LUIS GONZÁLEZ, Teología Natural, 94.
16
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 41.

6
no haya escrito sobre Dios, incluso los que con sus principios filosóficos pretenden no dejar
lugar a Dios, desplazarlo, negarlo, decir que ha muerto, borrar su mismo nombre, etc.»17.

«Es una característica común a todas las doctrinas metafísicas, por muy divergentes que puedan ser, el
estar de acuerdo en la necesidad de hallar la causa primera de lo que es. Llámesele materia con Demócrito,
Dios, con Platón, Pensamiento de su Pensamiento con Aristóteles, Uno con Plotino, Ser con todos los
filósofos cristianos, Ley Moral con Kant, Voluntad con Schopenhauer, o bien sea la Idea absoluta de
Hegel, la Duración creadora de Bergson u otra cualquiera de las que podrían citarse»18.

a) Parménides. En un primer momento es necesario hacer mención de los


primeros filósofos, conocidos como presocráticos, que se plantearon el problema del
conocimiento. Entre ellos, el que más resalta, por su aporte a la metafísica, es
Parménides (450 a.c), quién es considerado el primero que «distinguió entre el
conocimiento sensible y el intelectual»19.
b) Platón. Otro personaje de gran importancia para la historia de la metafísica
es Platón (427-347), quién sostuvo que el verdadero conocimiento tiene por objeto
realidades trascendentales, permanentes, únicas, eternas e imperecederas. Para
Platón los modelos ideales son lo realmente real. Y, los sentidos no pueden acceder
al mundo de las ideas, pues la sensibilidad impide el verdadero conocimiento.
c) Aristóteles. Aristóteles (384-322), es quien, criticando a Platón, elaboró un
nuevo planteamiento, en el que aseguró que mediante la abstracción se puede
conocer la esencia las cosas. Para Aristóteles, el conocimiento sensible y el
intelectual no se oponen sino que se complementan. Esto, pues, para él, el
conocimiento comienza siempre con los sentidos y, a partir de imágenes sensibles,
porque asegura que la inteligencia lee en el interior de la realidad aquello que la
constituye en su ser. Conocer, para Aristóteles, es más que poseer una representación
o una copia de una cosa; conocer es «asimilar la forma del objeto conocido »20.

17
A. LUIS GONZÁLES, Teología Natural, 15
18
Ibíd., 16.
19
R. CORAZÓN GONZÁLES, Filosofía del conocimiento. Navarra (España): EUNSA, 2002, 23.
20
Ibíd., 26.

7
En Aristóteles, como en otros filósofos, el corazón de la metafísica es el problema
divino. Él es quién ofrece una de las primeras aportaciones demostrativas de la existencia
de Dios. En fin, «la metafísica ha sido la obra más importante de Aristóteles»21.

d) Tomás de Aquino. En el ámbito eclesial, uno de los principales


representantes es Tomás de Aquino (1225-1274), quién hace una síntesis del
pensamiento aristotélico. Claramente menciona que el objeto propio de la
inteligencia es el ser, que el conocimiento parte siempre de los datos de los sentidos
conociendo la esencia de estos, para acceder a las realidades espirituales por
analogía. Para Tomás de Aquino, «la razón se basta a sí misma para llegar a la
verdad; lo que hace falta es que no se vea oscurecida por las pasiones o por deseos
desordenados»22. Se le atribuye «el gran mérito de destacar la armonía que existe
entre la razón y la fe»23. Argumentaba que la razón y la luz de la fe proceden ambas
de Dios; por lo tanto, no pueden contradecirse entre sí. «Su filosofía es
verdaderamente filosofía del ser y no del simple parecer»24.
e) La filosofía moderna. Ya en la época moderna, la filosofía del ser, o mejor
explicado, la metafísica del ser es marginada. Esto, como consecuencia del conocido
nominalismo, que interpretaba las ideas como meros nombres comunes que
aplicamos a las cosas, carentes de sentido inteligible. Así, la filosofía del ser entra en
una crisis profunda. Y todo apunta a un nuevo modo de filosofar. «Si antes la
seguridad provenía del objeto, ahora procede del sujeto» 25 . «Para la filosofía
moderna ser evidente es ser hecho evidente por el pensamiento» 26 , es decir la
evidencia la aporta el sujeto no la realidad. Con justa razón afirma Juan Pablo II: «no
debe olvidarse que en la cultura moderna ha cambiado el papel mismo de filosofía.
De sabiduría y saber universal, se ha ido reduciendo progresivamente a una de tantas

21
G.REALE- D. ANTÍSERI, Historia de la filosofía, filosofía pagana antigua. Bogotá (Colombia): La Scuola S. A.,
2007, 359.
22
ibíd. 29
23
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 43.
24
ibíd. 44.
25
R. CORAZÓN GONZÁLES, Filosofía del conocimiento, 30.
26
ibíd. 33.

8
parcelas del saber humano; más aún, en algunos aspectos se ha limitado a un papel
de modo marginal»27.

Ejemplo de esto es el agnosticismo kantiano que afirma que «la razón es incapaz de
alcanzar las verdades de la trascendencia y, por tanto de hacer metafísica»28. «De aquí se
desprende el ofuscamiento de la auténtica dignidad de la razón» 29 . Y por tanto, de la
metafísica del ser. En vista a esto, es bueno afirmar que una eficaz refutación del
agnosticismo tiene que poner de manifiesto la admisión de la metafísica del ser, y
especialmente las nociones de ser y de causalidad. Pues, todas las formas de agnosticismo
coinciden en la negación de la metafísica. El papa Juan Pablo II, en la Fides et ratio, lo dice
de la siguiente manera: «Si insisto tanto en el elemento metafísico es porque estoy
convencido de que es el camino obligado para superar la situación de crisis que afecta hoy a
grandes sectores de la filosofía y para corregir así algunos comportamientos erróneos
difundidos en nuestra sociedad»30 .

1.2 Aspectos o principios metafísicos


La metafísica del ser exige tener a la base sus principios metafísicos para poder
profundizar mejor en “lo que es”, y hacer más verdaderos sus argumentos. En ellos
estrictamente se encuentra la base de la investigación de la metafísica del ser. Sin ellos,
muy probablemente se incurriría en argumentos sin fundamento.

1.2.1 El Principio metafísico


Un principio metafísico es una verdad primera que constituye el fundamento de todas las
demás certezas. Un principio metafísico, señala un límite a la inteligencia respecto al cual
no puede retrotraerse. En otras palabras, principio «es aquello de lo que procede algo… sea
del modo que sea» 31 . Se hará mención pues, de los principios más conocidos y más
significativos.

27
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 47.
28
R. CORAZÓN GONZÁLES, Filosofía del conocimiento, 35.
29
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 47.
30
Ibíd., nº 83
31
I. ILIANA BEATRIZ, Nociones fundamentales de metafísica, 131.

9
1.2.2 El principio de no-contradicción
La primacía absoluta corresponde al principio de no contradicción. Los demás principios
presuponen el de no contradicción. «Con este principio, no se afirma solamente que lo
contradictorio es impensable, sino que el mismo ente no es contradictorio: este principio es
ley suprema de lo real, no un simple axioma o postulado de la mente»32.

Por ejemplo, es contradictorio que Dios sea infinito y que a la vez progrese a lo largo de
la historia, por eso se desecha esta segunda opción; no tiene sentido pensar que en el mundo
una materia se auto produce, pues «es contradictorio que algo sea causa de sí mismo». En
síntesis, «el primer principio es un juicio de la realidad»33 . Aristóteles lo expone de la
siguiente manera: es «imposible ser y no ser simultáneamente, y de este modo hemos
mostrado que éste es el más firme de todos los principios»34. Y, agrega: «Pero se puede
demostrar por refutación también la imposibilidad de esto, con sólo que diga algo el
adversario; y, si no dice nada, es ridículo tratar de discutir con quien no puede decir nada,
en cuanto que no puede decirlo»35. Es decir que negar este principio supone aceptarlo.

Este principio es considerado, como ya se mencionó, como la «ley suprema del ente»36,
pues es contradictorio que algo sea causa de sí mismo. Y, es claro que la inteligencia
obtiene los conocimientos en virtud del principio de no contradicción.

1.2.3 Principio de causalidad


Sin duda alguna, el principio de causalidad constituye uno de los temas fundamentales
de la metafísica. «La metafísica, que estudia los entes en tanto que entes, sus propiedades y
estructuras, lleva consigo necesariamente la pregunta por la causa de los entes»37. Gracias a
este principio es posible «trascender el mundo material inmediatamente dado y alcanzar a
develar un mundo inteligible de los constitutivos esenciales de los seres corpóreos y
espirituales»38; sobre todo alcanzar la causa primera. La causa eficiente, en efecto, es un
principio extrínseco que otorga al efecto un ser distinto del suyo. Se le conoce también

32
LILIANA BEATRIZ, Nociones fundamentales de metafísica, 86
33
T. ALVIRA-L.CLAVELL-T.MELENDO, Metafísica, 44.
34
ARISTÓTELES. Metafísica. Capítulo IV., 23.
35
Ibíd., 23
36
T. ALVIRA-L.CLAVELL-T.MELENDO, Metafísica, 48.
37
A. LUIS GONZÁLES, Teología Natural, 20
38
I. ILIANA BEATRIZ, Nociones fundamentales de metafísica, 131.

10
como causa agente, eficiente o productiva. En efecto, «el ser que es causa primera a las que
están subordinadas todas las otras causas causadas, será necesariamente actualidad pura»39.
De tal manera que el principio de causalidad eficiente señala el proceso de la demostración
metafísica de la esencia y de la existencia de Dios, considerando la imposibilidad de un
proceso al infinito en la serie de causas. No sucede así con la causa material y la causa
formal, pues «no pueden dar lugar por sí solas a la constitución de un ente, sino que
requieren una causa que los componga»40.

1.2.4 El principio de finalidad


Con éste principio se hace alusión a «aquello en vista de lo cual algo se hace o aquello
por lo que el agente se determina a obrar»41. Pues, todo agente, se sabe, obra por un fin. Se
dice que el fin es verdadero principio causal, ya que es causa de todo aquello que influye
positivamente en el ser de otra cosa, y no cabe duda que el efecto tiene una dependencia
real con respecto al fin, pues sin causa final el agente no se movería, y no tendría lugar el
efecto. En conclusión, se llama fin último a aquél por el que se tiende a todos los demás
fines en un determinado ámbito. Debido a que tanto los seres libres como los que actúan de
forma necesaria obran justamente para conseguir un fin.

1.2.5 La persona como principio metafísico


La persona, entendida metafísicamente, es considerada como «el sujeto subsistente de
más alto nivel del universo visible». Boecio la define como: “sustancia individual de
naturaleza racional”. Por ello, hay que reconocer el valor metafísico que posee la
inteligencia humana, es decir la facultad de conocer. La persona, pues, es principio
metafísico, no solamente por su carácter de único, irrepetible, insustituible, sino por ser un
buscador de la verdad, por su apertura a lo que trasciende. Pues, «el conocimiento de Dios
es algo que implica la totalidad de la persona»42.

39
A. LUIS GONZÁLEZ, Teología Natural, 107.
40
T. ALVIRA-L.CLAVELL-T.MELENDO, Metafísica, 223.
41
Ibíd. 241.
42
L. ROMERA, El hombre ante el misterio de Dios, curso de teología natural. Madrid (España): Palabra, S.A.,
2008, 112.

11
1.3. Teología natural
Teniendo en cuenta previamente una visión sobre la metafísica del ser, antes de avanzar
hacia la teología natural, es menester notar que la metafísica del ser es el presupuesto para
la teología natural. Y que la teología natural es el paso obligado por la metafísica del ser,
para ascender a Dios como Causa del ser, como Causa primera. Existe, en cierta medida,
una relación de dependencia, debido a que la metafísica del ser se complementa y llega a su
culmen en la teología natural y ésta última no se da sin la primera. Por ello, a continuación
se especifica en qué consiste la teología natural.

1.3.1 Teología natural o teodicea


Es necesario comenzar esta definición considerando la teología natural como parte
integrante y cumbre de la metafísica del ser, debido a su crítico y sistemático estudio del
problema de Dios, como Causa Primera del ente finito, realizado a la luz natural de la
razón. En otras palabras, «la teología natural es parte de la metafísica del ser que estudia a
Dios» 43 . Poco a poco, por algunos pensadores, como Leibniz, ha sido denominada
“teodicea”, es decir: “justificación racional de Dios”, y ha sido entendida como la
investigación filosófica sobre Dios. «El término teodicea ha pasado después a significar
toda la investigación filosófica sobre Dios» 44 . La teodicea enfoca el problema de Dios
desde un punto de vista parcial. Por ello, es preferible usar el nombre de “teología natural”
debido a que ésta, da razón más perfecta de su objeto y contenido, pues, formalmente versa
sobre Dios en cuanto Ser y Causa de los entes. Así, Dios es estudiado con el método y rigor
propios de la metafísica. Es teología, es decir, tratado de Dios; y natural, o sea, por las solas
luces de la razón natural. En definitiva «la teología natural es formalmente metafísica»45.

1.3.2 Reflexión sobre Dios desde la teología natural


Por experiencia se sabe que Dios no es evidente, ni es cognoscible con una intuición
inmediata de su ser. Por ello gran parte de la humanidad lo da por descontado. Y es que,
estrictamente, «Dios no pertenece al ámbito de las evidencias del hombre»46. Dios excede
el ámbito de lo que el hombre es capaz de conocer de un modo inmediato, debido a que no

43
A. LUIS GONZÁLES, Teología Natural, 20
44
Ibíd., 20
45
Ibíd., 20.
46
L. ROMERA, El hombre ante el misterio de Dios. Curso de teología natural, 108.

12
es el objeto formal propio del intelecto del hombre. Dios no pertenece al ámbito de lo
perceptible ni al de lo comprensible. E aquí el por qué «la inteligencia del hombre necesita
recurrir a la mediación de lo que es en sí menos inteligible para acceder a lo que es en sí
más inteligible»47. Por ello, se sostiene que las únicas dos vías metafísicas que continúan
abiertas hacia Dios son las de causalidad eficiente y causalidad final; no así las vías de
causa material y formal, porque Dios no es materia y porque el mundo no posee forma de lo
divino. De tal manera que el punto de partida de la demostración de la existencia de Dios se
encuentra en el mundo de las realidades físicas, bajo una formalidad metafísica. Es decir, se
parte del ens comune, de la quididad abstracta de las cosas sensibles, de un ser efectuado,
concreto; debido a que la esencia de Dios se conoce por la forma de las criaturas, en cuanto
son efectos de la causa absoluta, ya que como todo efecto tienen alguna semejanza con su
causa. Esto mediante la primera operación de la mente, «la abstracción, que permite
comprender qué son las cosas […] aprehender su forma»48. En definitiva, «es necesario
partir de las cosas, que se nos mostrarán efectuadas y por tanto causadas, y con la
aplicación de la abstracción»49. Y es que, en efecto, «el conocimiento que tenemos de Dios
es analógico, porque hay una analogía entre las criaturas y Dios: hay una semejanza entre
Dios y las criaturas y al mismo tiempo una desemejanza»50. «La semejanza entre toda
criatura y Dios se puede expresar, en su raíz más profunda, diciendo que Dios es el Esse y
toda criatura tiene un esse participado [...] en esta expresión se indica a la vez la infinita
desemejanza (distinción, diversidad) entre la criatura y el creador»51 . En conclusión, el
acceso intelectual a Dios tiene lugar a través de la mediación, y dado que «Dios nos excede
en inteligibilidad, se nos revela en y a través de su obrar y de sus obras. Éstas nos muestran
a su autor en la medida en que son obras suyas y remiten a Él»52.

47
Ibíd. 110.
48
R. CORAZÓN GONZÁLEZ, Filosofía del conocimiento, 79.
49
A. LUIS GONZÁLEZ, Teología Natural, 95
50
Ibíd., 144
51
OCÁRIZ, F., «Cuestiones de metafísica tomista en torno a la creación», en Divus Thomas
(1974), 413-414.
52
L. ROMERA, El hombre ante el misterio de Dios. Curso de teología natural, 150.

13
2. La Fides et ratio y el valor de la metafísica del ser
En el capítulo primero, se han expuesto los aspectos fundamentales de la metafísica del
ser, así como el itinerario que desde esta ciencia se ha de seguir para ascender hasta Dios
como Causa Primera. La teología natural, en síntesis, busca una explicación definitiva, un
valor supremo, la certeza de la verdad y de lo absoluto. «La Teología Natural se enmarca en
esta tarea de intentar dar cuenta de la relación hombre-Dios en el orden especulativo»53.
Con plena conciencia de esto, la Iglesia ha mostrado, a lo largo de la historia, interés por la
metafísica del ser, y privilegiándola tanto ha visto a bien «que sea considerada baluarte de
la fe»54. Esto es constatable en los documentos eclesiales que ha promulgado a lo largo de
la historia, caso específico de ello es la encíclica “Fides et ratio” de Juan Pablo II.

Ahora bien, existe una relación entre la Fides et ratio y la metafísica del ser, esta
relación radica en el interés de ambas por dar valor a la capacidad de la razón humana de
ascender hasta Dios. Así por ejemplo, la Fides et ratio afirma que: «En el marco de la
tradición metafísica cristiana, la filosofía del ser es una filosofía dinámica que ve la
realidad con sus estructuras ontológicas, causales y comunicativas. Ella tiene fuerza y
validez por estar fundamentada en el hecho mismo del ser, que permite la apertura plena y
global hacia la realidad entera, superando cualquier límite hasta llegar a Aquél que lo
perfecciona todo»55. Por tanto la Iglesia, sabe que el excelentísimo fruto que se recoge de
la razón humana es demostrar que hay un Dios: «pues por la grandeza y la hermosura de la
criatura se podrá por el entendimiento venir al conocimiento del creador de ellas»56.

Para lograr una paulatina introducción, a la importancia de la metafísica del ser en la


Fides et ratio, es necesario analizar la siguiente aseveración que hace el papa Juan Pablo II
en este documento: «El hombre cuanto más conoce la realidad y el mundo y más se conoce
a sí mismo en su unicidad, le resulta más urgente el interrogarse por el sentido de las cosas
y sobre su propia existencia»57. En este sentido, «la reflexión filosófica puede contribuir
mucho a clarificar la relación entre la verdad y la vida, entre el acontecimiento y la verdad
doctrinal y. sobre todo la relación entre la verdad trascendente y el lenguaje humanamente

53
JUAN JESÚS ÁLVAREZ, La contribución de J. Maritain a la Teología Natural, 431.
54
LEON XIII, Aeternis Patris Filius, nº 6.
55
JUAN PABLO II. Fides et ratio, nº 97.
56
LEON XIII, Aeternis Patris Filius, nº 4.
57
Ibíd., nº 1.

14
inteligible»58. Sin embargo existe otra razón fuerte por la cual la metafísica del ser viene
revalorizada en la Fides et ratio, ésta razón consiste en el hecho de que el intellectus fidei
necesita de la aportación de una filosofía del ser. «Si el intellectus difei quiere incorporar
toda la riqueza de la tradición teológica, debe recurrir a la filosofía del ser. Ésta debe poder
replantear el problema del ser según las exigencias y las aportaciones de toda la tradición
filosófica»59.

Radica en esto el por qué la Iglesia otorga un lugar privilegiado a la razón humana y a
la metafísica del ser en algunos documentos eclesiales, específicamente en la Fides et ratio.

2.1 Iglesia, Filosofía, Magisterio


El Magisterio de la Iglesia enseña que «la razón posee su propio espacio
característico que le permite indagar y comprender, sin ser limitada por otra cosa que su
finitud ante el misterio infinito de Dios»60 . Además, considera la filosofía primera o
metafísica del ser como «el camino para conocer verdades fundamentales relativas a la
existencia del hombre […] y, como ayuda indispensable para profundizar la inteligencia de
la fe»61. Es decir, que la Iglesia admira la actividad de la razón y el aporte de la metafísica
del ser en «búsqueda de la verdad última»62. Con frecuencia El Magisterio de la Iglesia ha
salido en defensa de la razón para acceder al conocimiento de Dios proclamando la
cognoscibilidad racional de Dios en los siguientes términos: «la misma santa madre Iglesia
mantiene y enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con
certeza por la luz natural de la razón humana a partir de las cosas creadas»63. Es claro «que
se trata de un conocimiento independiente de toda Revelación»64, ya que la razón viene
entendida como un facultad que posee el hombre para conocer la verdad.

En definitiva «todos conocen bien cuánto estima la Iglesia el valor de la humana razón,
cuyo oficio es demostrar con certeza la existencia de un solo Dios»65. «Si alguno dijere que

58
Ibíd., nº 99.
59
Ibíd., nº 97.
60
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 14.
61
Ibíd., nº5.
62
Ibíd., nº5.
63
CONCILIO VATICANO I, Dei Filius, 3.
64
A. LUIS GONZÁLEZ, Teología Natural, 50.
65
PIO XII, Humani Generis, 22.

15
Dios, uno y verdadero, nuestro creador y Señor, no puede ser conocido con certeza a partir
de las cosas que han sido hechas, con la luz natural de la razón humana: sea anatema»66,
concluye el Concilio Vaticano I, dejando en evidencia el lugar privilegiado que posee la
razón humana para la Iglesia, para el cristianismo. Obsérvese, por tanto, a continuación con
mayor detalle lo referente a esta filosofía de carácter cristiano.

2.1.1 La filosofía cristiana


Considerando lo anterior, es notable que el Magisterio de la Iglesia, afirma que la razón
puede conocer a Dios, Creador y fin último. Esto, a pesar de que en los inicios «el
encuentro del cristianismo con la filosofía no fue pues inmediato ni fácil»67. Se sabe, que la
práctica de la filosofía y la asistencia a las escuelas eran para los primeros cristianos más un
inconveniente que una ayuda.

Sin embargo, en la historia ha sido «posible verificar la recepción crítica del


pensamiento filosófico por parte de los pensadores cristianos»68 . Esto sin duda que ha
traído sus ventajas ya que «el filósofo cristiano, al argumentar a la luz de la razón y según
sus reglas […] puede desarrollar una reflexión que será comprensible y sensata incluso para
quien no percibe aún la verdad plena que manifiesta la divina Revelación»69. Con este tipo
de reflexiones es cómo surge la conocida «filosofía cristiana»70, filosofía hecha bajo el
estímulo y la poderosa luz de la fe:

«Con este apelativo se quiere indicar más bien un modo de filosofar cristiano, una especulación
filosófica concebida en unión vital con la fe. No se hace referencia simplemente, pues, a una filosofía
hecha por filósofos cristianos, que en su investigación no han querido contradecir su fe. Hablando de
filosofía cristiana se pretende abarcar todos los progresos importantes del pensamiento filosófico que no se
hubieran realizado sin la aportación, directa o indirecta, de la fe cristiana»71.

Por ello la Iglesia ha afirmado que: «quienes unen el amor a la filosofía con la sumisión
a la fe cristiana, son los mejores filósofos»72. Sin embargo a pesar de esto, está claro que

66
Cfr. CONCILIO VATICANO I, Dei Filius, 8
67
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 38.
68
Ibíd., nº 39.
69
Ibíd., nº 104.
70
Ibíd., nº 27.
71
Ibíd., nº 76.
72
Ibíd., nº 7.

16
«la Iglesia no propone un filosofía propia ni canoniza una filosofía en particular con
menoscabo de otras»73. «El motivo profundo de esta cautela está en el hecho de que la
filosofía, incluso cuando se relaciona con la teología debe proceder según sus métodos y
reglas»74. Obsérvese en esto el sublime bien que proporciona para la fe cristiana el aporte
de la filosofía del ser, entendida en la fe eclesial como filosofía cristiana.

2.1.2 Representantes de la historia de la filosofía cristiana


Han existido, dentro del seno de la Iglesia, cristianos que usaron argumentos de la
sabiduría humana, de la filosofía del ser, para defender el depósito de las verdades
reveladas. Ocupa el primer puesto entre estos San Justino, mártir; posteriormente se
encuentra Ireneo, mártir invicto; Orígenes, Tertuliano, San Agustín, San Anselmo de
Canterbury; por otra parte se encuentran dos gloriosos doctores, el seráfico San
Buenaventura y el angélico Santo Tomás, a quien se le considera como modelo
eminentísimo del modo correcto de hacer filosofía del ser. Con razón se le puede llamar
apóstol de la verdad.

«No cabe duda que Santo Tomás poseyó en grado eximio audacia para la búsqueda de la verdad,
libertad de espíritu para afrontar problemas nuevos y la honradez intelectual propia quien, no tolerando
que el cristianismo se contamine de la filosofía pagana, sin embargo no rechaza a priori esta filosofía. Por
eso ha pasado a la historia del pensamiento cristiano como precursor del nuevo rumbo de la filosofía y de
la cultura universal»75.

Ya en el siglo XIX, surge un grupo de filósofos cristianos conocidos como neotomistas,


quienes pretendían reconstruir la filosofía tomista. Pretendían la «vuelta al pensamiento de
Santo Tomás para lograr una concepción filosófica adecuada del hombre como para hacer
teología»76. Sin embargo la renovación tomista y neotomista no ha sido el único signo de
restablecimiento del pensamiento filosófico en la cultura de inspiración cristina, sino que
desde diversas perspectivas «se han seguido elaborando formas de especulación filosófica

73
Cfr. PIO XII, Humanis generis.
74
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 49.
75
Cfr. JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 44.
76
R. CORAZÓN GONZÁLES, Filosofía del conocimiento, 40.

17
que han buscado mantener viva la gran tradición del pensamiento cristiano en la unidad de
la fe y la razón»77.

2.2 Fides et ratio: Fe y filosofía, ¿armonía? ¿Discrepancia?


Planteado lo anterior, es necesario ahora, profundizar en los aspectos de la metafísica del
ser contenidos en un documento del Magisterio de la Iglesia que es conocido por su
contribución y apoyo a la metafísica del ser, la Fides et ratio.

2.2.1 Fides et ratio


La Fides et ratio, es la decimotercera encíclica del Papa Juan Pablo II, publicada el 14
de septiembre de 1998. Esta encíclica «abrió una nueva época en vastos sectores
filosóficos»78, por ello es considerada como la encíclica más filosófica del más filósofo
papa de los últimos tiempos. El Papa afirma en este documento que, la Iglesia « ve en la
filosofía el camino para conocer las verdades fundamentales relativas a la existencia del
hombre; al mismo tiempo considera a la filosofía como una ayuda indispensable para
profundizar la inteligencia de la fe y comunicar la verdad del Evangelio a cuantos aún no la
conocen»79.

También agrega lo que pretende con la encíclica: «me ha parecido urgente poner de
relieve con esta Encíclica el gran interés que la Iglesia tiene por la filosofía… mi objetivo
es proponer algunos principios y puntos de referencia que considero necesarios para
instaurar una relación armoniosa y eficaz entre la teología y la filosofía» 80 . Otra
justificación que propone es la expresada con las siguientes palabras: «el pensamiento
filosófico es a menudo el único ámbito del entendimiento y de diálogo con quienes no
comparten nuestra fe»81. En síntesis, lo que Juan Pablo II pretende con la encíclica es
intentar «dar nuevos bríos al saber filosófico, para que vuelva a tener un alcance metafísico
que le permita ayudar a responder a las preguntas fundamentales de la existencia humana,
superando la crisis nihilista de sentido de la cultura contemporánea»82. Con este documento

77
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 59.
78
M. FAZIO- F.F. LABASTIDA, Historia de la filosofía, IV. Filosofía contemporánea, 286.
79
Ibíd., nº 5.
80
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 63.
81
Ibíd., 104.
82
M. FAZIO- F.F. LABASTIDA, Historia de la filosofía, IV. Filosofía contemporánea, 290.

18
se pretende, pues, dar una respuesta a los errores de la filosofía moderna que se alejó de la
filosofía del ser, y que a continuación se presenta.

2.2.2 El ofuscamiento de la razón


«Algunos filósofos, abandonando la búsqueda de la verdad por sí misma, han adoptado
como único objetivo el lograr la certeza subjetiva o la utilidad práctica»83; así la razón ya
no es capaz de conocer lo verdadero y buscar lo absoluto. He aquí el pensamiento de
quienes han optado por esta posición y la actitud crítica del Papa Juan Pablo II respecto a
algunas de ellas:

a) El cientificismo. En el pasado esta misma idea se expresaba en el positivismo


y en el neopositivismo. La noción de ser es marginada para dar lugar a lo puro y
simplemente fáctico, como lo afirma Wittgenstein:

«Las proposiciones que versan sobre lo supra empírico no figuran nada, son sinsentidos. Las
proposiciones de la metafísica son pseudoproposiciones. Sólo se puede hablar de hechos, y este nivel es
cubierto por las ciencias empíricas. La metafísica, en cambio ha pretendido falsamente establecer un saber
acerca de lo supra empírico, un lenguaje que supere el plano fáctico»84.

Frente a esta posición el papa Juan Pablo II, sostiene que: «es necesaria una filosofía de
alcance auténticamente metafísico, capaz de trascender los datos empíricos para llegar en
su búsqueda de la verdad a algo absoluto, último y fundamental»85, y agrega: «solo deseo
afirmar que la realidad y la verdad trascienden la fáctico y lo empírico» 86 . Estas
aseveraciones tienen plena validez pues, «demostrar a Dios como se prueba una hipótesis
científica o una proposición matemática tiene menos sentido que empeñarse en ver un
sonido»87, ya que Dios no pertenece al ámbito de lo experimental; «en Dios no puede haber
composición de partes cuantitativas porque no es cuerpo»88. De tal manera que Dios y la
metafísica del ser no pueden ser objetos de estudio de las ciencias experimentales, debido a
que no pertenecen al ámbito fáctico.

83
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 47.
84
Cfr. A. LUIS GONZÁLEZ, Teología Natural, 56.
85
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 83.
86
Ibíd., nº 83.
87
L. ROMERA, El hombre ante el misterio de Dios, 150.
88
Á. LUIS GONZÁLEZ. Teología Natural, 157.

19
b) El nihilismo. Filosofía que se ha alejado del sentido del ser, rechaza todo
fundamento a la vez que niega toda verdad objetiva, niega la humanidad del hombre
y sostiene que la vida es un sinsentido. «Al no haber nada absoluto todo deviene
relativo y sin valor»89. Nietzsche dice: « ¡Dios ha muerto! ¡Dios permanece muerto!
¡Y nosotros lo hemos matado! »90 ; y, en otro momento menciona: «Dios es una
conjetura, una hipótesis»91.

Juan Pablo II considera esta corriente como un «peligro»92, debido a que «una filosofía
que quisiera negar la posibilidad de un sentido último y global sería no solo inadecuada,
sino errónea»93; por ello menciona a propósito lo siguiente:

«Se ha de tener en cuenta que la negación del ser comporta inevitablemente la pérdida de contacto con
la verdad objetiva y, por consiguiente, con el fundamento de la dignidad humana. De este modo se hace
posible borrar del rostro del hombre los rasgos que manifiestan su semejanza con Dios, para llevarlo
progresivamente o a una destructiva voluntad de poder o a la desesperación de la soledad. Una vez que se
ha quitado la verdad al hombre, es pura ilusión pretender hacerlo libre»94.

En este sentido una refutación al nihilismo debe de «asentar de nuevo el fundamento en


la metafísica del ser […] que permite alcanzar a Dios como plenitud del ser, y proporcionar
al hombre un sentido para su vida, con la participación de aquella plenitud de ser en la que
consiste Dios»95.

c) El pragmatismo. Actitud mental propia de quien, al hacer sus opciones,


excluye el recurso a reflexiones teoréticas o a valoraciones basadas en principios
éticos.

El papa Juan Pablo II considera esta corriente como un peligro ya que las consecuencias
derivadas de ella son notables, y la admisibilidad o no de un determinado comportamiento
se decide con el voto de la mayoría parlamentaria. Su pensamiento a propósito de esto lo
expresa de la siguiente manera:

89
M. FAZIO- F.F. LABASTIDA, Historia de la filosofía, IV. Filosofía contemporánea, 154.
90
F. NIETZSCHE, La gaya ciencia. Alemania: El Cavernas, 1882, aforismo 125.
91
Cfr. A. LUIS GONZÁLEZ. Teología Natural, 57.
92
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 88.
93
Ibíd., nº 81.
94
Ibíd., nº 90.
95
A. LUIS GONZÁLEZ, Teología Natural, 61.

20
«Las consecuencias de semejante planteamiento son evidentes: las grandes decisiones morales del
hombre se subordinan, de hecho, a las deliberaciones tomadas cada vez por los órganos institucionales.
Más aún, la misma antropología está fuertemente condicionada por una visión unidimensional del ser
humano, ajena a los grandes dilemas éticos y a los análisis existenciales sobre el sentido del sufrimiento y
del sacrificio, de la vida y de la muerte»96.

Una vez analizadas estas corrientes de pensamiento que han ofuscado la razón humana,
es importante mencionar que para que la filosofía pueda volver a dar respuestas acerca del
mundo, del hombre y de Dios, en consonancia con su palabra revelada, es necesario
considerar ciertos aspectos: «que la filosofía encuentre de nuevo su dimensión sapiencial de
búsqueda del sentido último y global de la vida»97; «que la filosofía verifique la capacidad
del hombre de llegar al conocimiento de la verdad»98; y, «que la filosofía tenga un alcance
auténticamente metafísico: hay que saber pasar del fenómeno al fundamento ontológico»99.
Debido a que «una filosofía carente de la cuestión sobre el sentido de la existencia
incurriría en el grave peligro de degradar la razón a funciones meramente instrumentales,
sin ninguna auténtica pasión por la búsqueda de la verdad»100, por ello «la Iglesia, al insistir
sobre la importancia y las verdaderas dimensiones del pensamiento filosófico, promueve a
la vez tanto la defensa de la dignidad del hombre como el anuncio del mensaje
evangélico»101. He aquí su interés por volver a valorar positivamente la filosofía del ser.
Expuesto esto, se ha de analizar posteriormente si existe discrepancia o armonía entre la
razón y la fe.

2.2.3 Fe y razón: ¿armonía? o ¿discrepancia?


A propósito de esto Juan Pablo II sostiene, en su encíclica Fides et ratio, que “la fe y la
razón son como dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación
de la verdad”; esto es posible debido a que «hay una profunda e inseparable unidad entre el
conocimiento de la razón y el de la fe»102; y, no hay, pues, motivo de competitividad alguna
entre la razón y la fe debido a que cada una tiene su propio espacio de realización. Así, la

96
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 89.
97
Cfr. Ibíd., nº 81.
98
Cfr. Ibíd., nº 82.
99
Cfr. Ibid. nº 83.
100
Ibíd., nº 81.
101
Ibíd., nº 102.
102
Ibíd., nº 16.

21
armonía fundamental del conocimiento filosófico y el de la fe radica en que: «la fe requiere
que su objeto sea comprendido con la ayuda de la razón; y, la razón en el culmen de su
búsqueda, admite como necesario lo que la fe le presenta»103. La fe, pues, no teme a la
razón sino que la busca y confía en ella ya que, en efecto, «la fe es de algún modo ejercicio
del pensamiento»104. Santo Tomás agrega que «la luz de la razón y la luz de la fe proceden
ambas de Dios»105, por tanto no puede existir contradicción entre ambas. Y es que «sin la
aportación de la filosofía no se podrían ilustrar contenidos teológicos como por ejemplo el
lenguaje sobre Dios»106, conceptos como ley moral, conciencia, libertad, entre otros. En
otras palabras: «así como la razón sirve a la fe, la metafísica es instrumento científico para
la teología»107 , pues, en efecto, una vez que la metafísica ha sido perfeccionada por la
orientación que le da la fe, ella misma constituye un instrumento valioso para entender
mejor los misterios sobrenaturales, de los que se ocupa la ciencia teológica. En
consecuencia, es evidente que «la teología necesita de la filosofía como interlocutora para
verificar la inteligibilidad y la verdad universal de sus aserciones»108. En este sentido, es
necesario aclarar que la teología natural es presupuesto para la teología en cuanto que
demuestra metafísicamente la existencia de Dios y estudia sus principios y atributos. Estas
ciencias convienen en su objeto material, Dios; aunque difieren por su objeto formal (Dios
en cuanto Dios, en el caso de la teología; y Dios como Causa Primera, en el caso de la
teología natural). Sin embargo existe entre ellas una clara relación: el problema de Dios.

En definitiva la razón y la fe vienen de una misma fuente, Dios; se unen en un mismo


caudal, la persona; y tienden a un mismo fin, la Verdad.

2.3 Validez de los principios metafísicos en la Fides et ratio


El papa Juan Pablo II, en la encíclica Fides et ratio, pretende hacer un llamado al
hombre para que decida «orientarse hacia una verdad que lo trasciende […] levantar la
mirada hacia lo alto para atreverse a alcanzar la verdad del ser»109, y salir así de las arenas

103
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 42.
104
Ibíd., nº 43.
105
Cfr. S. TOMAS DE AQUINO, Summa contra Gentiles, I, VII.
106
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 66.
107
T. ALVIRA-L.CLAVELL-T.MELENDO, Metafísica, 24.
108
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 77.
109
Ibíd., nº 5.

22
movedizas del escepticismo. Por ello insiste en la necesidad de reconocer aquellos
principios primeros y universales del ser, por medio de los cuales se puede llegar a
considerar una razón recta, recta ratio: «piénsese, por ejemplo, en los principios de no
contradicción, de finalidad, de causalidad, como también en la concepción de persona como
sujeto libre e inteligente y en su capacidad de conocer a Dios, la verdad y el bien»110. Estos
principios son el punto de referencia, sin duda, debido a que son compartidos en cierto
modo por todos. Con ellos se pretende «recuperar las dimensiones de auténtica sabiduría y
de verdad, incluso metafísica»111.

En este sentido, «la metafísica no se ha de considerar como alternativa […] ya que la


metafísica permite precisamente dar un fundamento al concepto de dignidad de la persona
por su condición espiritual»112. Así, la persona entendida como «lo que hay de más noble,
de más perfecto, en toda la naturaleza»113, «es el ámbito privilegiado para el encuentro con
el ser y, por tanto, con la reflexión metafísica»114. Es decir que posee la capacidad «de
conocer esta dimensión trascendente y metafísica de manera verdadera y cierta, aunque
imperfecta y analógica»115.

Es así es como se pretende conservar la metafísica del ser para formarse en ella,
alimentarse de ella, asociarla amigablemente a la fe y refutar así los errores actuales y
aquellos que han de suceder en tiempos venideros a nivel filosófico y también a nivel a
teológico.

110
Ibíd., nº 4.
111
Cfr. Ibíd., 106.
112
Ibíd., 83.
113
J. MARITAIN, Reflexiones sobre la persona humana, París: Saint-Paul , 1984, 12.
114
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 83.
115
Ibíd., 83.

23
3. La Fides et ratio y los aspectos de teología natural
Una vez establecidos los fundamentos metafísicos considerados en la Fides et ratio,
es menester ahora avanzar hacia aquellos aspectos de teología natural que se evidencian en
esta encíclica. Sin embargo previo a ello se considerará el itinerario reflexivo que se hace
para ascender al conocimiento de la existencia de Dios desde la teología natural.

3.1 Itinerario de teología natural hacia el conocimiento de la existencia de Dios


Para proseguir en el itinerario especulativo del conocimiento de la existencia Dios hay
que enfocar el pensamiento hacia la trascendencia de este Ser, que no debe ser pensado
como un principio abstracto y neutro, sino designado con el término subsistencia; sin duda
porque su modo de ser es excelente. Además porque «la inteligencia divina es puro acto de
intelección, sin depender de nada, sin potencia» 116 , expresado de otra manera: la
inteligencia divina es lo más excelso, se piensa a sí misma y su pensamiento es
pensamiento de pensamiento, es inteligencia ordenadora.

La finitud conduce a advertir que existe un Ser infinito, eterno y necesario que sin duda
alguna supera las capacidades cognoscitivas del hombre, pues «el abismo insondable de su
esencia nos supera completamente»117 , su esencia infinita permanece incognoscible, sin
embargo esto no impide que se pueda saber que existe. Cuando se prueba la existencia de
Dios, se prueba algo que excede infinitamente las ideas y las pruebas mismas: «lo que
nuestros argumentos hacen evidente para nosotros no es a Dios mismo, sino al testimonio
de Él que se contiene en sus vestigios, sus signos o sus espejos aquí abajo»118. Es decir que
los argumentos no proporcionan la evidencia de la existencia divina misma, sino que
proporcionan la evidencia del hecho de que la existencia divina sea afirmada: Dios existe.

«Ocurre que el hecho mismo de que las cosas son creadas no es conocido por nosotros más que una
vez que sabemos que la Causa Primera existe; por tanto, no podemos servirnos de él para demostrar la
existencia de aquélla. Todo lo que sabemos de antemano es que las cosas son causadas. Y es en el hecho
de que son causadas (no en el hecho de que son creadas, ni en el hecho de que son conservadas en el ser)

116
Cfr. L. ROMERA, El hombre ante el misterio de Dios, 269.
117
Ibíd., 242.
118
J. MARITAIN, El conocimiento de Dios, 8.

24
en el que nos fundamos para ascender a la existencia necesaria de la Causa Primera; sin distinguir todavía
entre causación que conserva y causación que crea, o prescindiendo de esta distinción»119.

Es en este sentido que «Dios se nos manifiesta como Acto Puro de Ser, Ser Subsistente,
Primera Causa Incausada»120 . Sin embargo no es posible conocer a Dios por su forma
propia, sino por las formas de las criaturas en cuanto son efectos de la Causa Primera que es
Dios. Se sabe que Dios como tal es incomprehensible por ser infinitamente inteligible, más
esto no supone que Dios sea incognoscible, ya que «la inteligencia humana puede conocer
la existencia de Dios como Causa, a partir de las criaturas. En esta vida podemos conocer a
Dios por la razón natural»121.

Es decir que el hombre puede tener un conocimiento verdadero sobre Dios,


considerando como camino el aporte que le brinda la teología natural. Camino que el
hombre emprende empleando sus facultades y anhelando saciar su sed del Infinito.

3.2 Dios de la fe cristiana y Dios de los filósofos


Una vez planteado el itinerario que se realiza desde la teología natural hacia el
conocimiento de la existencia de Dios, es oportuno establecer la relación entre este tipo de
conocimiento y el conocimiento que proporciona la fe cristiana sobre Dios. Y es que existe
un punto de encuentro entre la teología natural y la teología: Dios, el fundamento de todo.

Esto es así, aunque a simple vista parezca que existe una contraposición clara y radical.
Se sabe que en la filosofía del ser o teología natural es el hombre el que desde sí mismo
busca a Dios, mientras en la fe bíblica es Dios mismo, y Dios solo, el que establece en
libertad creadora la relación Dios-hombre, es decir es Dios quien busca al hombre, quien se
hace cercano al hombre en su condescendencia. Además, porque el Dios de los filósofos es
el Dios al cual no se le reza, mientras que el Dios de la fe cristiana, se sabe bien, es el Dios
al cual se ordenan todos los actos cultuales que realiza la persona. Sin embargo de una u
otra manera lo que sí es claro es que «el hombre vive del misterio que late en él y se sabe
remitido al misterio que le trasciende, al misterio de Dios»122.

119
Ibíd., 35.
120
A. LUIS GONZÁLES, Teología Natural, 137.
121
Ibíd., 140.
122
J. MARITAIN, El conocimiento de Dios, 238.

25
En esta perspectiva es importante recordar que la Iglesia sostiene que «la fe cristiana en
Dios acepta en sí la doctrina filosófica de Dios y la consuma»123; expresado brevemente: el
Dios de Aristóteles, de los filósofos y el Dios de Jesucristo, de los cristianos, es uno y el
mismo.

La veracidad de ésta última aseveración se ha de comprobar a continuación: el «Ser


Subsistente» 124 , ilumina el camino de la reflexión filosófica y constituye el punto de
referencia y de confrontación entre el pensamiento filosófico y el teológico, esto es así
debido a que ambas ramas de conocimiento coinciden en que «sólo Dios es el Absoluto»125,
en que Él «es bello, bueno y verdadero»126. Obsérvese en esto, también claramente «la
íntima relación entre fe y racionalidad metafísica»127, y constátese, en efecto, que la razón
necesita fortalecerse mediante la fe, para descubrir los horizontes a los que no podría llegar
por sí misma.

Expresado de otra manera: el fin último de la experiencia personal es objeto de estudio


tanto de la filosofía como de la teología, como consecuencia la razón puede alcanzar el bien
sumo y la verdad suprema en la persona del Verbo encarnado, pues «la verdad que Dios
nos revela en Jesucristo, no está en contraste con las verdades que se alcanzan
filosofando»128.

Considérese, además, que una razón recta, purificada por la fe, es capaz de llegar a los
más altos niveles de reflexión dando un fundamento sólido a «la percepción del ser, de lo
trascendente y de lo absoluto»129. Pues «el conocimiento natural de Dios y la revelación, la
razón y la fe»130, son inseparables e irreducibles y se ayudan mutuamente para profundizar
y comprender mejor el misterio divino, ambas miran hacia «la contemplación del Dios Uno
y Trino»131.

123
J. RATZINGER, El Dios de la fe y el Dios de los filósofos, n° 1.
124
JUAN PABLO II, Fides et ratio, n° 78.
125
Ibíd., n°80.
126
Ibíd., n°21.
127
Ibíd., n°97.
128
Cfr. Ibíd., nº 34.
129
Ibíd., n° 43.
130
Ibíd., n°52.
131
Ibíd., n°15.

26
Inclusive «Hubo quienes crearon una filosofía que, partiendo del análisis de la
inmanencia abría el camino hacia la trascendencia»132, a propósito de esto el Magisterio de
la Iglesia declaró que «la revelación cristiana es la verdadera estrella que orienta al
hombre que avanza entre los conocimientos de la mentalidad inmanentista»133 . De esta
manera se verifica que todo aporte filosófico llega a su culmen solo en la medida en que se
deja orientar por la revelación de la fe cristiana; sin embargo esta fe cristiana no debe estar
privada de la razón pues de lo contrario quedaría reducida a mito o superstición.

Juan Pablo II, en la Fides et ratio, hace un llamado a propósito de lo mencionado: «No
es inoportuna, por tanto, mi llamada fuerte e incisiva para que la fe y la filosofía recuperen
la unidad profunda que les hace capaces de ser coherentes con su naturaleza en el respeto
de la recíproca autonomía. A la parresía de la fe debe de corresponder la audacia de la
134
razón» . Con esto está claramente poniendo de manifiesto la importancia del
conocimiento racional y de la reflexión filosófica para la inteligencia de la fe y más aún
para la posibilidad misma de creer en Dios actualmente, en la época contemporánea.

De esta manera, es cómo en este apartado, se ponen en evidencia los aspectos de


teología natural plasmados en la Fides et ratio.

3.2.1 Dios y el hombre contemporáneo


A pesar de que la reflexión filosófica y la revelación se dirigen hacia la comprensión y el
reconocimiento del misterio de Dios, la filosofía actual, en la mayoría de los casos,
lastimosamente no contempla la cuestión acerca de Dios como un aspecto fundamental del
hombre. El problema de Dios, si no está olvidado, parece ser que queda ya tan silenciado
como sino mereciese siquiera que se preguntara acerca de él.

Sería, según algunos, algo propio de la metafísica del ser. Y la metafísica del ser, que
una vez fue la filosofía primera, está muy mal vista, y ha sido declarada muerta. Pero la
reflexión sobre Dios y sobre la metafísica del ser no está muerta ni se halla superada
definitivamente, sino que, entendida rectamente, está presupuesta en todo, incluso en su
negación. Y la pregunta acerca de Dios y la metafísica del ser no podrán desarraigarse

132
JUAN PABLO II, Fides et ratio, n° 59.
133
Ibíd., n° 15.
134
Ibíd., n° 48.

27
mientras haya personas que piensen, que pregunten acerca de la razón y del sentido de su
existencia en el mundo, incluso en el mundo actual, en el mundo contemporáneo.

Así el tipo de filosofía contemporánea, que rechaza las aportaciones de la verdad de la


metafísica del ser y de la verdad de la revelación divina, cierra «el paso a un conocimiento
más profundo de la verdad, dañando la misma filosofía»135, como consecuencia destruye el
punto de encuentro entre las culturas y la fe cristiana, haciendo difícil y vana la búsqueda
de un sentido. A propósito de esto Juan Pablo II, en la Fides et ratio menciona que:

«El gran reto que tenemos […] es el de saber realizar el paso, tan necesario como urgente, del
fenómeno al fundamento. No es posible detenerse en la sola experiencia; incluso cuando esta expresa y
pone de manifiesto la interioridad del hombre y su espiritualidad, es necesario que la reflexión
especulativa llegue hasta su naturaleza espiritual y el fundamento en que se apoya. Por lo cual, un
pensamiento filosófico que rechace cualquier apertura metafísica sería radicalmente inadecuado»136.

Se señala de esta manera la dimensión metafísica de la verdad, de la ética, de la persona


humana, de las preguntas por el sentido de la vida y de la muerte, del misterio inefable:
Dios.

En fin, la humanidad entera está llamada a buscar, con su libertad, inteligencia y


voluntad, la Verdad Absoluta, la respuesta a sus problemas, desde la dimensión de la
metafísica del ser y desde la revelación de la fe cristiana para orientar de manera decisiva
su obrar y su pensar conforme a la exigencia de su propia naturaleza: la naturaleza humana.
Esto implica la disposición total de la persona humana, pues emprender este camino
requiere disponibilidad plena.

135
JUAN PABLO II, Fides et ratio, n° 75.
136
Ibíd., nº 83.

28
Perspectivas de investigación
Dado que es oportuno continuar profundizando en el problema filosófico de Dios, desde la
metafísica del ser, es oportuno plasmar razones por las cuales se ha de promover tan
sublime ciencia, la ciencia primera. De tal manera que:

A todos los filósofos que desean alcanzar la unidad de la verdad, recomiéndoles


volver a valorar los aportes de la metafísica del ser como sendero que conduce
hacia ella.

A los teólogos que desean comprender mejor las verdades reveladas,


recomiéndoles apoyarse en la riqueza de la metafísica del ser para que sean más
acertadas sus reflexiones.

A los que buscan con sed insaciable una respuesta al problema de la existencia
de Dios, recomiéndoles no quedarse con los resultados de las ciencias empíricas,
sino darse cuenta de que para ello es necesario, por la vía racional, la reflexión
desde la teología natural, y por la vía de la fe, la reflexión teológica.

A los que se han desviado en sus reflexiones filosóficas sobre el conocimiento de


la existencia de Dios, recomiéndoles emprender el camino de retorno hacia la
metafísica del ser y abrazar con noble respeto el aporte de la fe.

A todos los filósofos que estudian diligentemente los problemas filosóficos desde
la metafísica del ser, recomiéndoles continuar en esa labor y promoverla. Así
como difundir la enseñanza filosófica contenida en la encíclica Fides et ratio.

29
Conclusiones
Una vez finalizado este trabajo de investigación, es oportuno mencionar que, en efecto,
la tesis planteada al inicio del mismo, se ha cumplido. La tesis inicial se expresaba de la
siguiente manera: la Fides et Ratio, siguiendo el pensamiento de Santo Tomás, enfatiza en
los argumentos de la filosofía del ser, en el principio de analogía, «el principio de no
contradicción, de finalidad, de causalidad como también en la concepción de la persona
como sujeto libre e inteligente»137, que permiten la apertura plena y global hacia Aquél que
perfecciona todo, Dios, la Causa Primera. Ahora bien, realizada la investigación se logró
evidenciar que la encíclica Fides et ratio, de Juan Pablo II, en efecto, es una encíclica
impregnada de contenidos o principios de la metafísica del ser y de aspectos de teología
natural.

Otra conclusión, considerando el contenido de la investigación, es la siguiente: el hombre


es un animal metafísico por naturaleza, todo fracaso de la metafísica del ser será fracaso del
hombre, toda desvalorización de ésta será ofuscamiento de la dignidad humana y todo
alejamiento de la misma será alejamiento del baluarte de la fe. Ella es la puerta de acceso,
por la luz natural de la razón, al conocimiento de la existencia de Dios.

137
JUAN PABLO II, Fides et ratio, nº 4.

30
Bibliografía
Fuente primaria:

II, JUAN PABLO. Fides et ratio. Vaticano: S. Pablo, 1998.

Fuentes secundarias:

ALVAREZ, JUAN JESÚS ALVAREZ. La contribución del J. Maritain a la teología natural. Madrid
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IRIZAR, LILIANA BEATRIZ. Nociones fundamentales de la metafisica, aristotélico tomista. Bogotá


(Colombia): S. Pablo, 2013.

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RATZINGER, JOSEPH. El Dios de la fe y el Dios de los filósofos. Madrid (España): Encuentro S. A.,
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ROMERA, LUIS. El hombre ante el misterio de Dios, curso de teología natural. Madrid (España):
Palabra, S.A., 2008.

XII, PIO. Humani Generis, sobre las falsas opiniones contra los fundamentos de la doctrina católica.
Roma, 1950.

XIII, LEON. Aeterni Patris Filius, sobre la restauración de la filosofía cristiana. Roma, 1979.

31
Índice

LA PUESTA EN EVIDENCIA DE ALGUNOS ASPECTOS DE TEOLOGÍA NATURAL EN


LA ENCÍCLICA FIDES ET RATIO ............................................................................................... 1
La metafísica del ser como posibilidad para hablar de Dios en la época contemporánea ...... 1
Resumen ............................................................................................................................................. 1
Palabras claves .................................................................................................................................. 1
Introducción....................................................................................................................................... 1
1. La metafísica del ser y algunos aspectos de teología natural................................................. 4
1.1 Metafísica del ser ...................................................................................................................... 4
1.1.1 Génesis e importancia de la metafísica del ser ................................................................... 4
1.1.2 Aproximación a la metafísica del ser ................................................................................. 5
1.1.4 Luces y sombras de la metafísica del ser ........................................................................... 6
1.2 Aspectos o principios metafísicos ............................................................................................. 9
1.2.1 El Principio metafísico ....................................................................................................... 9
1.2.2 El principio de no-contradicción ...................................................................................... 10
1.2.3 Principio de causalidad..................................................................................................... 10
1.2.4 El principio de finalidad ................................................................................................... 11
1.2.5 La persona como principio metafísico ............................................................................. 11
1.3. Teología natural ..................................................................................................................... 12
1.3.1 Teología natural o teodicea .............................................................................................. 12
1.3.2 Reflexión sobre Dios desde la teología natural ................................................................ 12
2. La Fides et ratio y el valor de la metafísica del ser .............................................................. 14
2.1 Iglesia, Filosofía, Magisterio .................................................................................................. 15
2.1.1 La filosofía cristiana ......................................................................................................... 16
2.1.2 Representantes de la historia de la filosofía cristiana ....................................................... 17
2.2 Fides et ratio: Fe y filosofía, ¿armonía? ¿Discrepancia? ...................................................... 18
2.2.1 Fides et ratio ..................................................................................................................... 18
2.2.2 El ofuscamiento de la razón ............................................................................................. 19
2.2.3 Fe y razón: ¿armonía? o ¿discrepancia? ........................................................................... 21
2.3 Validez de los principios metafísicos en la Fides et ratio ....................................................... 22

32
3. La Fides et ratio y los aspectos de teología natural .............................................................. 24
3.1 Itinerario de teología natural hacia el conocimiento de la existencia de Dios ...................... 24
3.2 Dios de la fe cristiana y Dios de los filósofos ......................................................................... 25
3.2.1 Dios y el hombre contemporáneo ..................................................................................... 27
Perspectivas de investigación ......................................................................................................... 29
Conclusiones .................................................................................................................................... 30
Bibliografía ...................................................................................................................................... 31

33

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