Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Algunas veces se piensa que la fe y la razón no pueden ser compatibles. Con la supuesta
justificación de que cada uno mira a un horizonte distinto: la razón a los aspectos más
visibles y la fe al ámbito de lo no visible. Pero, ¿nos hemos puesto a pensar que ambas
potencias del ser humano (fe y razón) proceden de una misma fuente y tienden a un
mismo fin? Esto es, procede de Dios y tienen como fin la Verdad. Siendo esto así, ¿sería
posible que no guardasen relación? Tanto la fe y la razón no podrán ser perfeccionadas
si niegan su fuente y si se desvían en su fin. Solo asumiendo de dónde proceden y
tendiendo hacia el fin para el cual han sido creados encuentran su máxima performance.
Por tanto, a la pregunta acerca de la compatibilidad entre fe y razón tendríamos que
decir que sí, No obstante, es justo que veamos algunos puntos que nos lleven a justificar
tal afirmación. Quisiera dividir nuestras justificaciones en cuatro apartados.
- Juan Pablo II
Se ha de saber, en primer lugar, que Juan Pablo II-Karol Wojtyla enseñó filosofía en
Universidad de Lublin-Polonia. Leía mucho a Kant, Max Scheler, Husserl, etc. Aunque
su persona misma sea una muestra de cómo fe y razón son compatibles, conviene decir
algo más.
En el año 1998, Juan Pablo II publica una Encíclica llamada Fides et Ratio. Esta carta
tenía algunos fines particulares, pero tenía uno en especial: reivindicar el valor de la
razón, pues estaba siendo combatido fuertemente por una corriente llamada
“Posmodernidad”. Veamos algunos pasajes de esta carta reivindicadora de la
racionalidad:
“La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano
se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre
el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo
y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo” (FR, intr.).
“(Hay investigadores que) tienden a detenerse en el modo cómo se comprende y se
expresa la realidad, sin verificar las posibilidades que tiene la razón para descubrir su
esencia. ¿Cómo no descubrir en dicha actitud una prueba de la crisis de confianza, que
atraviesa nuestro tiempo, sobre la capacidad de la razón?” (FR 84).