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IES Julio Rodríguez (Motril) Departamento de Lengua castellana y Literatura (MFCC)

6. LA POESÍA DESDE 1939 A LOS AÑOS 70:


TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS REPRESENTATIVOS

1. AÑOS 40: POESÍA TESTIMONIAL ........................................................................................................................1

2. AÑOS 50: POESÍA SOCIAL ....................................................................................................................................2

3. AÑOS 60: POESÍA DEL CONOCIMIENTO ............................................................................................................3

Al terminar la Guerra Civil en 1939, el general Franco implanta una dictadura que
durará hasta su muerte en 1975 y condicionará todos los ámbitos de la vida en España,
también el cultural y literario, como se puede ver en la evolución que experimenta la
poesía en este periodo.

1. AÑOS 40: POESÍA TESTIMONIAL

Interrumpidas todas las tendencias culturales y artísticas previas a la guerra, con


algunos grandes autores desaparecidos y muchos otros exiliados, la poesía se desarrolla
en varias tendencias:
• Poesía arraigada. Un grupo de poetas se decantó por una poesía intimista de temas
líricos tradicionales: el amor, la muerte, la tierra, el paisaje; con un lenguaje sereno y
clásico que se centra en la perfección formal y la expresión de la belleza. Se trata de
una poesía esteticista y de evasión, con gran dominio de la técnica (tienden a una
métrica regular y emplean con frecuencia el soneto), a la que Dámaso Alonso
denominó “poesía arraigada”, porque se mantenía apegada a sus raíces, ofrecía una
visión positiva del mundo y era más benévola con la realidad española de
posguerra. Sus principales representantes fueron Luis Rosales, Leopoldo Panero,
Dionisio Ridruejo, Luis Felipe Vivanco y José García Nieto.
• Poesía desarraigada. Como reacción a los anteriores, varios escritores reclaman una
poesía con mayor contenido humano y existencial, que refleje la desgarradora
realidad española de la época (“poesía desarraigada” la llamó Dámaso Alonso).
Renace la idea de poesía como comunicación, que busca compartir con el lector
problemas comunes. Los temas recurrentes son la angustia histórica (causada por la
guerra) y la angustia existencial (la ausencia de Dios, la soledad, la muerte...), pero
también la realidad y la vida cotidiana (la existencia se percibe como una lucha con
el mundo o consigo mismo). Fecha clave es el año 1944, en que se publican Hijos
de la ira de Dámaso Alonso (“Madrid es una ciudad de más de un millón de
cadáveres”) y Sombra del Paraíso, de Vicente Aleixandre. Otros representantes:
Victoriano Crémer y Eugenio de Nora.
• Postismo (De la abreviatura de Postsurrealismo). Fundado en 1945 por Carlos Edmundo de Ory,
entre otros, enlaza con la poesía de vanguardia: libertad expresiva, imaginación, importancia de lo
lúdico…; plantean una rebeldía subjetiva, antiburguesa, pero sin caer en la angustia existencialista de
otros.

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2. AÑOS 50: POESÍA SOCIAL

A medida que avanza la década y se consolida el régimen con la aceptación


internacional, los sectores opuestos se reorganizan y se movilizan, los poetas salen de su
angustia interior y denuncian el autoritarismo, exigiendo justicia e intentando que la
poesía se convierta en un arma de concienciación política.
En ese sentido, a finales de los años 40 surge una nueva corriente poética, la poesía
social. Se caracteriza por una mirada centrada en el exterior que contempla las
desigualdades e injusticias sociales. A través de su poesía los autores intentan denunciar
dichas situaciones, situando los problemas humanos en un marco social. Es, pues, un arte
comprometido que antepone la ética a la estética, lo colectivo a lo individual, y se pone al
servicio de la denuncia y del cambio social. Su estela será seguida por muchos de los que
antes se inscribían en la «poesía desarraigada».
En cuanto a la temática, hay que destacar la gran proporción que alcanza el tema
de España, más obsesivo aún que en los «noventayochistas» y con un enfoque distinto
(más político). Dentro de la preocupación general por España y del propósito de un
«realismo crítico», se sitúan temas concretos que resultan paralelos a los que vemos en la
novela y en el teatro de la misma tendencia: la injusticia social, la alienación, el mundo del
trabajo, el anhelo de libertad y de un mundo mejor…
Estilísticamente se trata de una poesía que emplea un lenguaje claro de tono
coloquial, pues va dirigida «a la mayoría» (por contraposición a «la inmensa minoría,
siempre», de Juan Ramón). Las tres figuras relevantes de este periodo son:
• Gabriel Celaya (1911-1991). Sus comienzos surrealistas previos a la guerra y como
poeta desarraigado a finales de los 40, lo llevan a la temática social en libros como
Las cartas boca arriba (1951) o Cantos iberos (1955).
• Blas de Otero (1916-1979). Poeta de gran calidad, enorme fuerza expresiva,
dominio de la forma sonora e intensa profundidad temática. Como poeta
desarraigado destaca con Ángel fieramente humano (1950), pero es su etapa de
poesía social donde ofrece su mejor obra. En Pido la paz y la palabra (1955)
emplea un verso sencillo, a menudo libre y de aire popular, en el que con un
lenguaje directo expresa sus deseos de paz, libertad y justicia, en clara alusión
crítica a la situación política dictatorial de España.
• José Hierro (1922-2002). Se inicia también en la “poesía desarraigada” de amargura
e inquietudes existenciales, pero desde los años 50 cultiva una poesía social que no
descuida la riqueza del lenguaje ni el valor estético de los poemas (Cuanto sé de mí,
1959).
• Otros: Concha Zardoya (1914-2004), Gloria Fuertes (1917-1998). Al margen de corrientes, por su
condición de exiliados y miembros de generaciones anteriores, también debe ser reconocida la obra
poética de autores como León Felipe, Juan Gil-Albert o Ernestina de Champourcín.

Gabriel Celaya Blas de Otero José Hierro

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3. AÑOS 60: POESÍA DEL CONOCIMIENTO

Durante la década de los sesenta, en pleno desarrollo económico y con la


industrialización como telón de fondo, se detecta un cierto agotamiento de la poesía
social (no estaba resultando eficaz como arma de concienciación política), por lo que se
produce una renovación impulsada por los poetas jóvenes.
A finales de los cincuenta aparece un grupo de poetas conocidos hoy como la
Generación del 50 que buscaba una mayor elaboración del lenguaje poético y un
desplazamiento de lo colectivo a lo personal (para ellos el poema es un instrumento que
permite al ser humano —y, por tanto, al poeta— conocer el mundo, conocerse a sí
mismo). No abandonan los temas sociales, comparten con la generación anterior su
inconformismo, pero se diferencian en su escepticismo, no creen del todo en la capacidad
real de ese arte comprometido para cambiar la sociedad.
Se puede establecer una temática común a todos ellos, casi siempre relacionada
con la intimidad del poeta, con su ámbito personal:
- la reflexión sobre el paso del tiempo (el tiempo pasa y destruye; solo la infancia y
la adolescencia se verán como un paraíso perdido);
- el amor como cauce del erotismo y la amistad;
- la reflexión sobre la creación poética;
- en algunos poemas tratan asuntos de tema social y político, pero tratados con
ironía, un cierto distanciamiento autocrítico y una mayor perfección estilística.
En el estilo es muy visible que el lenguaje conversacional, «hablado», es compatible
con una exigente labor de depuración y de concentración de la palabra. Cada poeta se
propone la búsqueda de un lenguaje personal, nuevo, más sólido. Por un lado, no les
tientan las experiencias vanguardistas, y por otro, rechazan por igual el patetismo de los
desarraigados o el prosaísmo de los poetas sociales. Frecuentemente recurren al empleo
de la ironía. Los más representativos:
• Ángel González (1925-2008). La denuncia cada vez más cargada de ironía y el tono
conversacional en la recuperación de lo íntimo y lo amoroso se aprecian en su obra
Tratado de urbanismo (1967).
• Jaime Gil de Biedma (1929-1989). Cronista desencantado y amargo de la vida
burguesa, con gran ironía y a veces nostalgia, es capaz de alcanzar pasajes de gran
emoción con un lenguaje antirretórico y un tono coloquial, como en Poemas
póstumos (1968).
• José Ángel Valente (1929-2000). Cada vez más valorado por la hondura existencial
de sus versos, el rigor de su lenguaje poético evocador y su fuerza comunicadora.
• Otros: José Agustín Goytisolo (1928-1999), Antonio Gamoneda (1931), Francisco Brines (1932-2021),
Claudio Rodríguez (1934-1999)...

Ángel González Jaime Gil de Biedma José Ángel Valente

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