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TEMA 7: LA POESÍA ESPAÑOLA DESDE 1939 HASTA LA ACTUALIDAD.

AUTORES, TENDENCIAS Y OBRAS


PRINCIPALES

1. Contexto histórico: La vida cultural, social y literaria después de la Guerra Civil. La censura literaria
2. La poesía del exilio
3. La poesía desde 1939 a 1975
3.1. La generación del 36. Miguel Hernández.
3.2. La poesía de los 40.
3.3. La poesía de los 50. Blas de Otero.
3.4. Los poetas de los 60.
3.5. Los novísimos.
4. La poesía desde finales de los 70 hasta finales del siglo XX
5. Poesía actual

1. CONTEXTO HISTÓRICO: Situación social, política y cultural de España bajo el franquismo. La


censura literaria.

La Guerra Civil supone un corte muy profundo en la evolución de la poesía española en el siglo
XX, debido al fallecimiento o exilio de una parte de nuestros poetas. De 1939 a 1975 toda la realidad
española estuvo condicionada por el resultado de la Guerra Civil: la dictadura de Franco.

2. La poesía del exilio

En los poetas exiliados (Juan Ramón Jiménez y muchos del 27) el tema de la patria perdida ofrecerá
primero un tono angustioso y desesperado. Pasada la angustia se cederá el paso a la evocación
nostálgica de los recuerdos de las tierras españolas.

3.- LA POESÍA DESDE 1936 A 1975

3.1. La generación del 36. Miguel Hernández

La etiqueta generación del 36 (por el centenario de Garcilaso de la Vega en 1936) está


integrada, entre otros, por los siguientes poetas: Miguel Hernández, José García Hierro, Luis Rosales,
Juan Panero, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo, y Luis Felipe Vivanco.

Una gran parte del grupo (todos excepto Miguel Hernández) girará en torno a la revista Escorial,
que se proponía la recuperación del clasicismo renacentista, y la implantación de una visión
existencialista y religiosa del mundo.

Miguel Hernández, a pesar de su difícil ubicación, es el más representativo del grupo. Sólo
cronológicamente pertenece al grupo, porque su trayectoria poética es una síntesis de la transformación
de la estética de la generación del 27 llevada a cabo durante años. Dámaso Alonso lo llamó “genial
epígono” del 27. Quizás lo más acertado sea decir que constituye un puente entre ambas generaciones.
Miguel Hernández será un poeta sencillo, el poeta del pueblo. Entre sus libros señalaremos El rayo que
no cesa (1936), uno de cuyos poemas, la “Elegía” a su amigo Ramón Sijé, constituye un hermoso
lamento por la temprana muerte de su entrañable “compañero del alma”, y Viento del pueblo. Murió en la
cárcel en 1942.

3.2. La poesía en los años 40 (1939-52)

En los primeros años de la posguerra española encontramos dos tendencias, en principio


opuestas, las llamadas por Dámaso Alonso poesía “arraigada” y poesía “desarraigada”.

La poesía “arraigada” está fundamentada en un clasicismo formal, con preponderancia del


soneto, y en el retorno a los temas tradicionales relegando los presupuestos estéticos del grupo del 27.
El tema religioso será una constante, y tomarán como modelo a San Juan de la Cruz o Fray Luis de

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León. Estos autores están situados políticamente en consonancia con el régimen franquista, de ahí que
se alejen del arte que describe los horrores de la guerra o los tiempos difíciles que les tocó vivir, y lo
hacen situándose en una línea clasicista que parece evitar todo contacto con la realidad social de la
época. Estos poetas arraigados son los de la generación del 36 (a excepción de Miguel Hernández):
José García Nieto, Luis Rosales, Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco, Dionisio Ridruejo, etc.

Algunos de ellos derivarían en otros cauces como Luis Rosales, máximo ejemplo de este
cambio, con una obra magnífica, La casa encendida (1949), en la que afirma su fe en la memoria, la
“palabra del alma”, como vencedora del olvido. La casa encendida, largo poema dividido en cinco partes,
ha sido redescubierta años después por la crítica y reconocido como una de las obras más importantes
del lirismo español contemporáneo.

La poesía “desarraigada” manifiesta su angustia ante una realidad inhóspita y preconiza una
rehumanización poética dentro de la libertad métrica y en la línea del compromiso histórico. Los temas
dominantes son un humanismo desgarrado, la angustia existencial y el drama del hombre y de España.
Tiene una fecha clave: 1944, año en que se produce esta renovación poética que se inicia con la
creación de la revista Espadaña (León, 1944-50), y a la que contribuye la publicación de dos importantes
obras: Sombra del paraíso de Vicente Aleixandre e Hijos de la ira de Dámaso Alonso, que incorporan
otro tono a la poesía española.

Hijos de la ira constituye sobre todo una protesta, una protesta contra todo: contra la soledad del hombre,
contra la incomprensión del mundo que le rodea, incluida la injusticia que conlleva la existencia del hombre. Junto a
estas protestas rechaza la estética del grupo del 36, por lo que sustituye la estrofa clásica, el soneto, por el verso
libre. Utiliza, además, un nuevo lenguaje, coloquial, para abordar la soledad del hombre y la injusticia de la
existencia.

Dámaso Alonso es conocido, sobre todo, como miembro de la generación del 27, sin embargo su
vinculación al grupo se debe por su labor como estudioso de Góngora, pues sus planteamientos poéticos
lo acercan más a la poesía de posguerra y lo mejor de su obra está escrito precisamente en esta época.

Poetas “desarraigados” son Victoriano Crémer, Eugenio de Nora, Blas de Otero y el primer
Celaya.

3.3. La poesía en los años 50. Blas de Otero

Los años 50 suponen una nueva etapa, en la que la corriente social, la predominante, aparece como
la evolución de la poesía “desarraigada” de los 40. Se produce, por tanto, una evolución del “yo” al
“nosotros” en la poesía española, en el que el drama de España como colectividad es fundamental.

Poetas representativos del momento son: Gloria Fuertes, Carlos Bousoño, Gabriel Celaya,
Victoriano Crémer, José Hierro y Blas de Otero. Se advierte en estos poetas una actitud abiertamente
social, testimonial, militante y activa que pretende llegar a un público amplio. Esta poesía realista, social,
se sustentará en un lenguaje coloquial y en el prosaísmo, bajo la idea de que la poesía es comunicación.

Obras fundamentales de esta corriente son: Pido la paz y la palabra (1955) de Blas de Otero y
Cantos Íberos (1955) de Gabriel Celaya.

Blas de Otero es uno de los poetas más relevantes. Su trayectoria es representativa del desarrollo
de la poesía española de la posguerra. Se inicia en la tendencia religiosa, sigue después en la línea de la
poesía existencial, desarraigada (Ángel fieramente humano) para adherirse más tarde a la corriente
social (Pido la paz y la palabra) y trascenderla.

3.4. Los poetas de los 60

Ángel González, José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, Caballero Bonald, Gil de Biedma, José
A. Goytisolo, Carlos Barral, Francisco Brines y Carlos Sahagún son los nombres de un nuevo grupo que
preconiza otra forma de hacer poesía.

Hay en ellos una voluntad de superar la corriente social precedente y reorientan su creación
hacia una poesía de experiencia personal. Estos autores llamados poetas del conocimiento, poetas de
los 60 o segunda generación de posguerra tienen en común la experiencia personal –la evocación de la

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infancia, el paisaje natal, el amor, el erotismo, la amistad, el marco cotidiano- y con ello promueven una
rigurosa labor de recuperación de la palabra evocadora y expresiva. El resultado son obras de calidad y
autenticidad como Las horas muertas de Manuel Caballero Bonald, Claridad de J. A. Goytisolo, Sin
esperanza, con convencimiento de Ángel González o Compañeros de viaje de Gil de Biedma.

3.5. Los novísimos

En 1970 J.Mª Castellet publica la célebre antología Nueve novísimos poetas españoles, en la
que reúne a un grupo de poetas caracterizados por la ruptura y el distanciamiento con los preceptos
éticos y estéticos de las promociones precedentes, y por su vinculación con las vanguardias.

Los novísimos consideran el lenguaje como el único elemento esencial de la poesía (no interesa
el aspecto social, ni temático, ni biográfico) y la cultura como el medio referencia propio de ese lenguaje.
En consecuencia, potencian la imaginación, cultivan un lenguaje muy elaborado, y practican la
experimentación y la intertextualidad. Los materiales de sus poemas provienen de la cultura de masas: el
cine, la TV, la música (jazz, rock...).

Estos poetas han dejado algunas obras relevantes como Arde el mar de P. Gimferrer, libro
emblemático del grupo o Así se fundó Carnaby Street de Leopoldo Mª Panero.

4. La poesía desde finales de los 70 hasta finales del siglo XX

A partir de 1975 España experimenta una profunda transformación, con la transición de la


dictadura a la democracia. En poesía surgen, a finales de los 70, diversas tendencias poéticas,
propiciadas por la aparición de nuevas revistas y premios, como el Hiperión o el Adonáis, así como la
publicación de diferentes antologías de nuevos poetas.

Entre estas nuevas tendencias, que alcanzan nuestros días, destacan las siguientes:

 Poesía de la experiencia. En la línea de los poetas de los 60, como Gil de Biedma, es una poesía
de corte realista, que se expresa con un lenguaje accesible y natural, en la que el autor transmite su
experiencia vital y reflexiones. En esta poesía se habla de lo cotidiano, de la vida en la ciudad, de lo que
nos rodea y preocupa como personas y como ciudadanos. Luis García Montero (El jardín extranjero o
Habitaciones separadas), Luis Alberto de Cuenca (“Desayuno”), Benjamín Prados y Felipe Benítez
Reyes son sus representantes más destacados.
 Poesía clasicista: se caracteriza por un anhelo de belleza, reflejado en rasgos como una
cuidadosa elaboración formal y la abundancia de referencias míticas. Su máximo representante es Luis
Antonio de Villena.
 Neoerotismo: donde poetas como Ana Rossetti que renuevan la poesía amorosa, en el caso de
ella a partir de una perspectiva femenina.

5. Poesía actual

En la actualidad, las corrientes de finales del siglo XX tienden a confluir en todos los poetas de manera
diferente. Aun así los poetas actuales comparten rasgos generales como el tono intimista, las influencias
literarias y una visión del mundo irónica (Elena Medel, Antonio Lucas y María-Eloy García).

Por último, hay que señalar la reciente emergencia de una generación de jóvenes poetas, crecidos en la
cultura digital y muy activos en las redes sociales, que han conseguido, con una poesía sentimental y
directa, una cuota de lectores muy amplia en un género tradicionalmente minoritario (Elvira Sastre,
Loreto Sesma). Su valor literario, no obstante, debido a la falta de perspectiva temporal, está todavía por
establecer.

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