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CURSO

2023
IMPRIMIR CONTENIDOS

ESTRATEGIAS
DIDÁCTICAS
EN ELEARNING
MÓDULO 1:
El proceso de
aprendizaje en
eLearning
IMPRIMIR MÓDULO 1

El proceso de aprendizaje en eLearning

Modelos de aprendizaje y su aplicación al e-learning

Empezamos este curso sobre las estrategias didácticas o también podríamos llamarlas
estrategias formativas Disponemos de una amplia variedad de estrategias que podríamos
enumerar, tales como el aprendizaje autónomo, el aprendizaje colaborativo, las
estrategias de aprendizaje basado en problemas, el proyecto basado en retos y la
metodología del caso, así como la clase invertida.

Sin embargo, es fundamental tener claridad respecto a un aspecto que consideramos de


gran importancia: las estrategias no surgen sin razón, sino que se desarrollan en
respuesta a la pregunta de cómo aprendemos, tanto los adultos como los niños. En este
caso, nos centraremos principalmente en el aprendizaje adulto.

Este proceso, según la Andragogía, se refiere a las características que influyen en el


aprendizaje de las personas adultas, las condiciones que lo favorecen o dificultan, y los
elementos que intervienen. En resumen, la cuestión de cómo aprendemos tiene
múltiples respuestas, y estas son las que exploraremos a lo largo de este video.

¿Cómo aprendemos? Las teorías del aprendizaje nos brindan una base sólida para
identificar diferentes estrategias formativas. Estas teorías han demostrado que
aprendemos de diversas maneras, no limitadas a un solo enfoque. A lo largo de este
video, exploraremos ejemplos de respuestas a la pregunta de cómo aprendemos.
En primer lugar, aprendemos a través de la recepción, es decir, mediante la escucha, la
observación y la lectura. También aprendemos a través del aprendizaje tutorizado o
guiado. A menudo, aprendemos de manera autónoma. Además, enfrentamos desafíos y
buscamos soluciones para aprender. Observar, imitar, dialogar y colaborar con otras
personas también contribuye a nuestro aprendizaje. Finalmente, la reflexión es otra
forma de aprender.

En este epígrafe, exploraremos cada una de estas formas de aprender para comprender
mejor su impacto en las estrategias formativas. Mostraremos ejemplos que ayudarán a
ilustrar estas formas de aprendizaje. El aprendizaje por recepción y transmisión,
basado en las teorías de David Ausubel, se apoya en la comunicación a través de
mensajes orales, visuales y escritos. El papel del formador es esencial, ya que presenta
la información de manera clara y motivadora, ya sea de forma presencial o en línea.

Por otra parte, el aprendizaje guiado, a través de tutoriales, se basa en la idea de


fraccionar y mostrar paso a paso un proceso. Esta metodología, respaldada por la teoría
del aprendizaje conductual de Skinner, es efectiva para adquirir habilidades técnicas y
personales.

Además, el aprendizaje autónomo y autorregulado permite a las personas aprender por


iniciativa propia, basándose en su experiencia y elecciones. Este tipo de aprendizaje
requiere autonomía y madurez por parte del estudiante. El aprendizaje por problemas,
inspirado en Dewey, nos insta a aprender al plantearnos problemas prácticos, formular
hipótesis, buscar soluciones y experimentar en un contexto real.

Otra forma en que los adultos han aprendido siempre es a través del diálogo, la
conversación y la colaboración. Este diálogo es intencionado y dirigido a resolver
problemas y situaciones cotidianas relacionadas con el trabajo. Aquí es donde entran en
juego las comunidades de práctica o comunidades de aprendizaje, grupos de
trabajadores que se reúnen de manera sistemática para abordar problemáticas
específicas. A través de la indagación, la búsqueda, la lectura y la conversación, generan
conocimiento colaborativo y aprendizaje social. En este proceso, el formador
desempeña el papel de animador y organizador, facilitando la autoorganización del
grupo para promover el aprendizaje cooperativo o colaborativo. Esto resulta en un
mayor nivel de conocimiento sobre el objeto de estudio.

El aprendizaje social, basado en las teorías del Socioconstructivismo de Vygotsky,


enfatiza que el aprendizaje es fundamentalmente un proceso social. El formador actúa
como guía y facilitador de la discusión, permitiendo que los estudiantes se
autoorganizen en grupos para lograr un aprendizaje cooperativo y avanzado.

Además, Bandura propuso la idea del aprendizaje por modelamiento o aprendizaje


social, que implica aprender observando modelos a lo largo de toda la vida. Esto destaca
la importancia del formador como modelo y persona que proporciona retroalimentación.

Por último, la reflexión, como estrategia cognitiva, permite al docente no solo practicar
sino también reflexionar sobre lo que está haciendo. Esto genera habilidades de análisis,
búsqueda de causas y consecuencias, y conciencia sobre las acciones. El proceso
reflexivo es esencial para cualquier estrategia formativa.

Estas diferentes teorías del aprendizaje nos ayudan a definir las estrategias formativas y
a determinar qué enfoque predominará en cada una de ellas a lo largo de este módulo.

¿Qué entendemos por estrategia?

En este epígrafe nos centraremos en comprender más a fondo las estrategias didácticas.
Aunque ya hemos abordado este tema en otro curso, en esta ocasión dedicaremos el
curso completo a explorar qué son y cuáles son las estrategias didácticas. Sabemos que
las estrategias son herramientas y procedimientos metodológicos que los formadores
diseñamos para facilitar el aprendizaje de los alumnos. En otro epigrafe, hemos
discutido cómo los procesos de aprendizaje varían según las diferentes teorías del
aprendizaje. Por lo tanto, es esencial alinear la forma en que organizamos el aprendizaje
con la manera en que los adultos aprenden mejor. En este sentido, las estrategias
didácticas son la herramienta que utilizamos como formadores para guiar secuencias de
aprendizaje que ayuden a los alumnos a alcanzar sus metas.

El término "estrategia" proviene del griego "estrategos," que significa "general del
Ejército." Aunque este término se ha popularizado en el ámbito militar, también se ha
aplicado a otros campos para referirse al conjunto de acciones que las personas
desarrollan e implementan para alcanzar un objetivo. La Real Academia de la Lengua
define la estrategia como "el arte de dirigir las operaciones militares" y también como
"el arte de dirigir un asunto." Esto implica que la estrategia es un proceso que alguien
emprende para lograr un objetivo específico.

El término "estrategia didáctica" convive con otros términos relacionados, como


"método" y "técnica." A veces, las estrategias y las metodologías se utilizan como
sinónimos, pero el término "método" puede abarcar una variedad más amplia de
estrategias. Por otro lado, la "técnica" se refiere a habilidades más concretas y puede ser
un elemento dentro de una estrategia más amplia.

Cuando diseñamos estrategias didácticas, debemos considerar tres dimensiones


fundamentales: la psicológica, la sociológica y la pedagógica.

Dimensión Psicológica: Esta dimensión se centra en cómo aprenden las personas.


Debemos comprender cómo aprenden tanto los niños como los adultos y considerar sus
preferencias y condiciones de aprendizaje. Además, debemos tener en cuenta aspectos
como la motivación, la comprensión y las emociones, ya que influyen en el proceso de
aprendizaje.

Dimensión Sociológica: Aquí nos referimos al entorno social en el que se lleva a cabo
el aprendizaje. Dependiendo de si el contexto es laboral, lúdico o formativo, las
interacciones, roles y tipos de comunicación variarán. El contexto influye en cómo se
desarrolla el aprendizaje y cómo se relacionan los participantes.

Dimensión Pedagógica/Andragógica: Las estrategias deben estar diseñadas para


ayudar a las personas a aprender. Esto abarca la planificación, la selección de
metodologías, la evaluación, la organización y los espacios de aprendizaje. También
implica considerar cómo facilitar el aprendizaje de los adultos, lo que se conoce como
andragogía.

Una estrategia didáctica consta de varios componentes:

● Objetivos de Aprendizaje/Competencias: Definir lo que se espera que los


alumnos aprendan. Esto guiará el diseño de la estrategia.

● Contenidos: Detallar los conocimientos, habilidades, actitudes y competencias


específicas que se enseñarán.

● Actividades de Aprendizaje: Planificar las actividades que estructuran el


proceso de aprendizaje, incluyendo su secuencia y elementos clave.

● Recursos y Medios: Proporcionar los recursos y medios necesarios para el


aprendizaje, que pueden ser físicos o digitales.
● Seguimiento y Acompañamiento: Establecer cómo se supervisará el progreso
de los alumnos y cómo se les dará retroalimentación.

● Contexto de Aprendizaje: Considerar el entorno en el que se llevará a cabo la


estrategia, ya sea presencial o virtual.

● Temporalización: Determinar el tiempo disponible para que los alumnos


desarrollen el proceso de aprendizaje.

● Roles: Definir los roles tanto de los formadores como de los participantes,
especialmente en estrategias de aprendizaje colaborativo.

● Evaluación: Planificar cómo se evaluarán los aprendizajes y la efectividad de la


estrategia.

Las estrategias didácticas son fundamentales para el éxito de cualquier acción de


formación, ya que garantizan que el proceso de aprendizaje sea efectivo y significativo.
La motivación, el contexto social y el enfoque pedagógico son aspectos clave que
debemos considerar al diseñar estrategias que fomenten un aprendizaje enriquecedor
para los alumnos.

Tipos de estrategias

Una decisión importante que debe tomar toda persona formadora o miembro del equipo
de formación y diseño de una actividad formativa, ya sea presencial, híbrida o en línea,
es la elección de las estrategias didácticas que utilizaremos para ayudar a los
participantes a aprender. En otros vídeos, hemos observado que existen diferentes
modelos de diseño instruccional y, además, que hay diversas teorías del aprendizaje que
respaldan esos modelos. Cuando procedemos a implementar la formación, estas teorías
se reflejan en nuestra comprensión de cómo aprenden los adultos y en cuál es la mejor
manera de adquirir las competencias que se abordarán en un curso o actividad formativa
específica. Así, las estrategias didácticas y formativas se materializan en distintas
formas que proporcionan respuestas concretas.

En un gráfico basado en un trabajo de Benger y Ferguson, presentamos dos ejes de


coordenadas. El eje horizontal, o de las abscisas, nos plantea una pregunta esencial:
como formadores, ¿en qué queremos enfocarnos? ¿Deseamos enfatizar que hay un
contenido específico que los participantes deben aprender o que el aprendizaje se logra
haciendo? Por lo tanto, el énfasis debe estar en la experiencia práctica de aprendizaje,
que juega un papel crucial en la adquisición del contenido. Es importante entender esta
dicotomía, aunque no siempre las dicotomías son absolutas, ya que a menudo no nos
vemos obligados a elegir entre un extremo y otro. Entonces, primero, ¿en qué ponemos
énfasis: en el contenido o en las experiencias? El eje vertical nos indica qué tipo de
orientación de aprendizaje se prefiere: ¿el autoaprendizaje, el aprendizaje autónomo
desarrollado por el propio individuo o el aprendizaje guiado en el que alguien,
generalmente el formador, tutor o docente, guía y orienta el aprendizaje de los
participantes?

Con estos ejes de coordenadas, podemos clasificar las estrategias didácticas y


formativas en cuatro tipos: estrategias centradas en el docente o formador, estrategias
centradas en el alumno para el aprendizaje autónomo, estrategias centradas en el trabajo
colaborativo como la indagación y resolución de problemas o casos, y estrategias
centradas en el acompañamiento, tutoría, mentoría o lo que recientemente se ha
denominado coaching. Así, tenemos cuatro grupos de estrategias didácticas y formativas
organizadas y coherentes. Comenzando con las estrategias de aprendizaje autónomo,
estas son esenciales en cualquier proceso de formación en línea. Una parte significativa
del aprendizaje autónomo ocurre en espacios sin interacción directa con el formador y
se desarrolla cuando el aprendiz tiene tiempo para dedicarse a lo que desea aprender. En
la formación en línea, este aprendizaje autónomo requiere competencias de aprendizaje
autorregulado, dirigidas a potenciar la capacidad de las personas para tomar decisiones
sobre sus propios procesos de adquisición de conocimientos, habilidades y actitudes.
Este proceso de aprendizaje autónomo autorregulado exige que los participantes en la
formación en línea posean estrategias metacognitivas que les permitan aprender por sí
mismos, determinar qué y cómo quieren aprender, gestionar ese aprendizaje, organizar y
sintetizar la información. Estas estrategias metacognitivas requieren planificación,
monitorización, regulación y reflexión sobre lo que se está aprendiendo, así como
estrategias de gestión de recursos, materiales y procedimientos. Si deseamos que una
parte de nuestro curso fomente el autoaprendizaje, debemos preparar a los estudiantes
para ello, lo que implica diseñar y crear contenido digital. Aunque la enseñanza
tradicional ha estado centrada en el docente, ahora debe enfocarse en otros formatos
que, como diseñadores o formadores, debemos generar: contenido textual, audio, video,
imágenes, presentaciones, infografías, mapas conceptuales, murales, elementos de
realidad virtual o aumentada, aplicaciones móviles y ejercicios de autocomprobación.
En resumen, al preparar el aprendizaje autónomo de los estudiantes, debemos
esforzarnos por diseñar contenidos para aquellos que aprenderán sin estar en contacto
directo con nosotros y que, además, deben generar sus propios mecanismos para decidir
qué contenidos requieren más atención.

En primer lugar, por tanto, tenemos estrategias de aprendizaje autónomo. En segundo


lugar, consideramos las estrategias centradas en el formador, que ya no se basan en el
aprendizaje autónomo, sino en las que el formador toma la iniciativa, dirige el debate y,
en este contexto, se refiere tanto a la formación presencial como a la híbrida o en línea
en momentos sincrónicos. En el contexto específico de la formación en línea, nos
referimos a videoconferencias, videoclases o presentaciones en video que el formador
desarrolla. Estas videoclases pueden tener diferentes objetivos, como presentar un
nuevo contenido no abordado en los materiales de aprendizaje autónomo, resolver
dudas, profundizar o aplicar la metodología de "clase invertida" o "flipped classroom",
donde la videoclase sirve como preparación para la discusión posterior.

Es esencial destacar que una videoclase interactiva, que promueva la participación de


los estudiantes con preguntas reflexivas y actividades prácticas, es más efectiva que una
presentación unidireccional. Además, se pueden utilizar herramientas como Padlet para
la interacción y el debate en tiempo real, así como aplicaciones de evaluación en línea
como Socrative o similares.

Por lo tanto, identificamos estrategias centradas en el aprendizaje autónomo, estrategias


centradas en el formador y estrategias que se enfocan en la experiencia y el aprendizaje
colaborativo. Estas últimas involucran a los participantes en la resolución de problemas,
proyectos, desafíos o casos, promoviendo la construcción activa del conocimiento. En
estas estrategias, el formador no está ausente, sino que guía y apoya el proceso.

Además, hay una cuarta categoría de estrategias centradas en la tutoría, mentoría o


acompañamiento personalizado. Estas se utilizan para brindar seguimiento y apoyo a los
participantes después de la formación, especialmente cuando deben aplicar lo aprendido
en su entorno laboral o profesional. Estas estrategias pueden incluir la resolución de
dudas, entrenamiento específico y orientación individualizada. También pueden ser
implementadas entre compañeros, donde aquellos con más experiencia pueden guiar y
asistir a quienes están menos familiarizados con el tema.

En resumen, las estrategias didácticas y formativas son diversas y deben ser


seleccionadas y combinadas de acuerdo con los objetivos de la formación y las
necesidades de los participantes. No hay una única estrategia óptima; más bien, es
esencial adaptar y secuenciar estas estrategias de manera efectiva para lograr resultados
de aprendizaje significativos en la formación continua y el desarrollo de competencias.
Es crucial que los formadores y diseñadores de cursos estén bien versados en estas
estrategias y comprendan cómo y cuándo implementarlas para maximizar el impacto
educativo. La formación es un campo en constante evolución, y mantenerse al día con
las mejores prácticas y metodologías es esencial para garantizar que los participantes no
solo adquieran conocimientos, sino que también puedan aplicarlos de manera efectiva
en sus respectivos campos.

Estrategias basadas en el aprendizaje autónomo de los participantes

En el epígrafe anterior abordamos cómo clasificamos las estrategias formativas en


cuatro bloques. Recuerden ese eje de coordenadas que utilizábamos, el cual nos
permitía clasificar las estrategias según si estaban más centradas en el contenido o en
las experiencias, o si se enfocaban en el aprendizaje dirigido o el aprendizaje
autónomo. En este epígrafe nos centramos en las estrategias de aprendizaje
autónomo.

Hablar de estas estrategias implica reconocer que una gran parte de lo que
aprendemos, especialmente las personas adultas trabajadoras, lo hacemos de manera
informal. Las investigaciones así lo indican, llegando incluso a establecer el porcentaje
de aprendizaje que las personas trabajadoras desarrollan a partir de su propia
experiencia, en comparación con el aprendizaje adquirido en actividades formativas
formales. El aprendizaje informal es una parte esencial de ese universo al que nos
referiremos como aprendizaje autónomo. Por lo tanto, hablar de estrategias de
aprendizaje autónomo nos lleva a pensar no solo en las estrategias que las formadoras
y formadores podemos proponer, sino también en las estrategias que cada persona
debe poseer para generar aprendizaje autónomo.

Estas son estrategias que denominamos de aprendizaje autorregulado. Toda persona


adulta debe poseer y, sobre todo, desarrollar estrategias de aprendizaje autorregulado
que les permitan aprender lo que necesitan de la forma que prefieran. Aunque la
literatura menciona estilos de aprendizaje, es cierto que la investigación no ha
demostrado la existencia de estilos de aprendizaje tan diferenciados. Sin embargo, sí
puede haber orientaciones preferenciales para aprender. Estas estrategias de
aprendizaje autónomo son las que abordaremos a continuación.

La teleformación debe propiciar estas estrategias, ya que gran parte del trabajo que se
realiza en esta modalidad por parte de las personas participantes se lleva a cabo de
manera autónoma, en momentos donde no hay conexión directa con la tutora o el
tutor. Es importante señalar que las estrategias de aprendizaje autónomo pueden
desarrollarse utilizando tecnologías o sin ellas. Las tecnologías no son imprescindibles
para aprender de manera autónoma, pero sí pueden ser herramientas útiles.

En torno al aprendizaje autónomo, existe una amplia variedad de términos que se


refieren, en esencia, al mismo concepto: aprendizaje incidental, autoaprendizaje,
aprendizaje tácito, aprendizaje en la práctica, aprendizaje abierto por experiencia,
entre otros. Todos estos términos forman parte de lo que denominamos la "galaxia de
la autoformación".

El autor francés, Dumazedier, definió la autoformación como "la educación sistemática


que la persona se da a sí misma". Esto no se refiere únicamente al aprendizaje
informal, ya que el término "sistemática" implica una estructura y un propósito detrás
del aprendizaje. Otros autores, como Pinau y Le Meur, han ofrecido definiciones
similares, enfatizando la autonomía del individuo en su proceso de aprendizaje.

La autoformación no es un proceso aislado. Es un proceso de construcción de


significado y de aprendizaje. Genera la capacidad del individuo de comprender su
entorno y de interactuar con él. Algunos lo han relacionado con la idea de
investigación-acción, un proceso en el cual la persona aprende y actúa
simultáneamente.

El aprendizaje autorregulado es otro concepto relacionado con la autoformación. Se


refiere a la capacidad de las personas de dirigir sus propios pensamientos y emociones
hacia la consecución de sus metas. Para desarrollar estas estrategias, es necesario
poseer ciertas competencias. No podemos esperar que una persona dependiente
aprenda automáticamente de manera autónoma. Es esencial aprender en situaciones
de incertidumbre, aprender con otras personas, utilizar recursos y redes, y reflexionar
sobre la acción y en la acción.

La autoformación no es un proceso aislado, sino que está en relación y siempre es un


proceso de construcción de significado, en definitiva, de aprendizaje. Genera la
capacidad de la persona para comprender su entorno. Algunas personas lo han
relacionado con la idea de investigación-acción, un proceso en el cual la persona
aprende y actúa simultáneamente. Para aprender, como veremos, se requiere cierta
reflexión sobre la práctica y en la práctica. Hay un aspecto ético, tanto profesional
como personal, en el que la persona que aprende genera valores de respeto hacia las
demás personas y hacia las contribuciones que estas hacen.

La autoformación no es ser un Robinson Crusoe. No es aprender de manera aislada,


especialmente en la sociedad conectada en la que vivimos. La autoformación se
relaciona con otros conceptos de formación: la autoformación centrada en la persona,
la heteroformación centrada en quien enseña, y la ecoformación relacionada con el
entorno.

La autonomía y el concepto de autoformación se mueven en una dicotomía. La idea es


que la persona que aprende debe tener independencia, pero no tanta que aprenda
solo, ni tanta dependencia que no pueda aprender si no hay alguien que enseñe. En
esta dicotomía, la dependencia disfuncional sería aquellas personas que esperan
instrucciones constantes, mientras que la independencia disfuncional sería aquellas
que deciden aprender completamente fuera de los sistemas establecidos.

La autoformación también ha sido estudiada desde la combinación de lo psicológico y


lo pedagógico. Dependiendo de la combinación de control psicológico y pedagógico, se
dan más o menos posibilidades de aprendizaje. La autoformación tiene que ver
también con el aprendizaje por experiencia. John Dewey planteó la idea de que el
aprendizaje debe estar basado en la experiencia. Para ello, debe haber continuidad,
interacción entre personas y reflexión.

Estrategias basadas en el aprendizaje colaborativo

Desde hace décadas se viene contemplando la idea de que el aprendizaje se desarrolla


de una manera más óptima si este sucede de forma colaborativa entre los implicados.
Es indudable que los seres humanos somos sociales por naturaleza, gran parte de
nuestras acciones diarias las realizamos en interacción con otras personas. Esta idea va
cobrando cada vez más importancia con el auge de las tecnologías digitales y con el
aumento del uso por parte de jóvenes y adolescentes de entornos sociales, dispositivos
digitales, redes sociales, etc

El aprendizaje colaborativo es un enfoque educativo en el que los participantes


trabajan juntos en grupos pequeños para lograr un objetivo común. A diferencia del
aprendizaje individual, donde el estudiante trabaja solo para adquirir conocimientos, o
del aprendizaje cooperativo, donde los estudiantes trabajan juntos pero con
responsabilidades divididas, el aprendizaje colaborativo se centra en la construcción
conjunta del conocimiento. En este proceso, cada miembro del grupo no solo es
responsable de su propio aprendizaje, sino también del aprendizaje de sus
compañeros.
El aprendizaje colaborativo es una metodología ampliamente utilizada en el ámbito de
la formación y del e-learning. Este enfoque aporta una serie de beneficios que hace
que la experiencia de aprendizaje se enriquezca mucho más que con otros métodos de
enseñanza.

Por un lado, se trata de una metodología que favorece la interacción y comunicación


de todos los miembros del grupo. En entornos online, donde la interacción cara a cara
es limitada, el aprendizaje colaborativo fomenta la comunicación entre los estudiantes,
rompiendo barreras de aislamiento.

Además, permite que se comparta una gran diversidad de perspectivas: Al trabajar en


grupo, los estudiantes se exponen a diferentes puntos de vista y enfoques para resolver
problemas, lo que enriquece su comprensión del tema.

Esto hace, además, que se promueva el desarrollo de Habilidades Sociales: Los


estudiantes aprenden a escuchar, debatir, negociar y llegar a consensos, habilidades
esenciales para el mundo real.

Además, es una metodología que motiva enormemente a los participantes: Trabajar en


grupo puede aumentar la motivación de los estudiantes, ya que se sienten parte de
una comunidad y tienen un sentido de responsabilidad hacia sus compañeros.

Como se trata de una metodología que pone el foco en los participantes, en sus
procesos de investigación, de diálogo y de trabajo individual y colectivo, el aprendizaje
se refuerza. Al tener que explicar y discutir conceptos con otros, los estudiantes
refuerzan su comprensión y retención del material.

Una de las cualidades que hace que esta metodología se utilice en entornos online es
que aporta flexibilidad temporal y espacial: En entornos online, el aprendizaje
colaborativo permite a los estudiantes trabajar juntos independientemente de su
ubicación geográfica.

Con respecto a la evaluación, se hace mucho más auténtica y continua. Podemos


evaluar el nivel de logro de los participantes a través de discusiones y proyectos
grupales, entregas individuales o la defensa de un proyecto concreto. Los docentes
podemos evaluar continuamente el progreso y la comprensión de los estudiantes.

Todo proceso de formación que trate de introducir el aprendizaje colaborativo debe


seguir una secuencia de planificación de acciones por parte del docente.

Definir los objetivos de aprendizaje. De esta manera tanto el docente como los
estudiantes tendrán claro qué se va a esperar de ellos. Si es posible, el diseño de una
rúbrica de evaluación puede situarlos con más precisión en aquello que se va a esperar
que realicen los estudiantes. Es una buena idea proporcionársela al principio para que
conozcan los indicadores con los que serán evaluados.
Organizar los grupos de trabajo de forma homogénea y que no superen los 4
miembros. Una opción dentro de cada equipo de trabajo es asignar roles o funciones a
cada miembro. Este enlace muestra un ejemplo de qué roles pueden formarse cuando
aplicamos el trabajo cooperativo, que podrían adaptarse al trabajo colaborativo.
Planificar actividades de aprendizaje integradoras: actividades que impliquen a todos
los miembros del equipo, contemplando diversos niveles de comprensión y de
dificultad.

Plantear el diseño de productos a los estudiantes. Como resultado de dicho trabajo los
estudiantes deben realizar algún objeto o producto, que puede ser un resumen, una
exposición oral, una maqueta, una producción musical, etc.

Iniciar el trabajo planteando a cada equipo un reto a conseguir. Este reto puede ser
algo que deban lograr al finalizar la clase, la semana, la unidad didáctica, etc.
Deberemos ir sugiriendo a cada equipo materiales que sirvan para lograr su objetivo.
Retroalimentación constante. Es importante ir proporcionando a nuestros estudiantes
retroalimentación sobre lo que están haciendo correctamente y sobre lo que deberían
mejorar o modificar. EL aprendizaje colaborativo no contempla una única evaluación
final, sino más bien una evaluación continua, formativa y significativa.

Estrategias basadas en la comunicación y el diálogo

Como sabemos, la formación ha experimentado una transformación significativa en las


últimas décadas, en gran parte debido a la irrupción de las tecnologías de la
información y comunicación. El e-learning ha emergido como una modalidad educativa
que permite a los estudiantes acceder a contenidos y formación sin las barreras
tradicionales de tiempo y espacio. Sin embargo, para que esta modalidad sea efectiva,
la comunicación juega un papel esencial. La sensación de aislamiento puede ser un
desafío en la educación a distancia. Una comunicación efectiva ayuda a crear una
sensación de comunidad y pertenencia, lo que puede aumentar la motivación y el
compromiso del estudiante con el curso.

El proceso de aprendizaje no es meramente la absorción de información, sino una


construcción activa del conocimiento. En el e-learning, tenemos que fomentar
actividades basadas en la comunicación con el objetivo de facilitar la interacción entre
estudiantes y docentes y entre los estudiantes entre sí, permitiendo discusiones,
aclaraciones y debates que enriquecen la comprensión del tema.

Una de las primeras y más tradicionales estrategias es la implementación de foros de


discusión. Estos espacios permiten que los estudiantes discutan y debatan sobre el
contenido del curso. Al promover la discusión temática, se fomenta la reflexión y el
análisis crítico, permitiendo que los estudiantes construyan conocimiento de manera
colectiva.
Por ejemplo, cada semana, se puede introducir un tema controvertido o de actualidad
relacionado con el contenido del curso. O bien, podemos presentar a los estudiantes
un caso práctico o un escenario hipotético relacionado con el tema de estudio Los
estudiantes investigarán y compartirán sus opiniones, respaldando sus puntos de vista
con fuentes confiables. Esta actividad no solo fomenta la investigación y el
pensamiento crítico, sino que también permite que los estudiantes se familiaricen con
diversas perspectivas.

Paralelamente, las sesiones de videoconferencia han ganado relevancia en los últimos


años. Herramientas como Zoom o Google Meet facilitan la organización de encuentros
virtuales donde se pueden realizar presentaciones, resolver dudas en tiempo real y
fomentar debates en vivo. Estas sesiones, al simular un entorno de aula, brindan una
sensación de cercanía y comunidad, esencial para combatir la sensación de aislamiento
que a veces puede surgir en la educación a distancia.

Podemos utilizar vídeoconferencias como actividades comunicativas asignando temas


o proyectos a los estudiantes para que preparen presentaciones individuales o en
grupo y defendidas ante los demás en esta herramienta. O bien Invitar a expertos en el
campo de estudio para que ofrezcan charlas o conferencias y que, al finalizar, se genere
un debate entre los estudiantes y el experto, evaluando estas interacciones

Otra estrategia valiosa es la creación de blogs colaborativos. Plataformas como


WordPress o Blogger pueden ser utilizadas para que los estudiantes escriban,
comenten y reflexionen sobre temas relacionados con el curso.

Podemos pedir a los estudiantes que publiquen sus propios blogs educativos o bien
que participen del blog del curso. También podemos convertir ese blog en un diario de
aprendizaje, donde los participantes irán documentando su proceso de aprendizaje,
reflexionando sobre lo que han aprendido, los desafíos que han enfrentado y cómo han
superado obstáculos.

Para interacciones más inmediatas, los chats o las herramientas de mensajería como
Whatsapp o Telegram son ideales. Estas herramientas ofrecen espacios para
discusiones instantáneas, ideales para resolver dudas rápidas o fomentar debates
espontáneos. Igualmente las redes sociales, que son herramientas muy potentes para
promover el aprendizaje colaborativo y el acercamiento a ideas o experiencias de
expertos en la materia que estamos abordando.

Podemos utilizar estos entornos iniciando un debate en Twitter bajo una etiqueta
concreta, por ejemplo, #dudaselearning y que los estudiantes participen respondiendo
a un tuit concreto, citando ejemplos y usuarios que puedan ayudar a responder dudas.
También podemos ir más allá y solicitar a los participantes que compartan los
resultados de sus actividades en redes sociales, en forma de presentación, infografía,
vídeos o texto.
Por último, la integración de tableros interactivos y cuestionarios en la formación e-
learning, mediante herramientas como Padlet o Kahoot!, añade un elemento lúdico y
visual al aprendizaje, incentivando la participación activa y el feedback constante.

Podemos generar un tablero en Padlet para que nuestros estudiantes compartan sus
ideas, recursos, dudas o actividades. Esto genera un aprendizaje colaborativo porque,
además, podemos solicitarles que revisen las aportaciones de los compañeros e,
incluso, las evalúen.

Como vemos, estas estrategias tienen una cualidad muy relevante en e-learning, ya
que su caracter permite que podamos combinar diferentes estrategias, técnicas y
herramientas para favorecer la comunicación entre los estudiantes. La combinación de
estas estrategias y actividades comunicativas enriquece la experiencia e-learning,
garantizando un aprendizaje más dinámico, interactivo y significativo.

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