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3. Principales agentes socializadores vinculados con la identidad de género.

La familia. La familia es el agente de socialización más importante, tanto en el caso de las sociedades
modernas y complejas como en el caso de otras sociedades menos avanzadas tecnológicamente. La familia es
importante como agente de socialización porque los primeros años de vida de una persona giran alrededor del
núcleo familiar. Los niños dependen enteramente de otras personas para su supervivencia y desarrollo. En la
mayoría de los casos, suelen ser los padres u otros parientes los que garantizan la supervivencia del niño. Al
menos hasta la edad escolar, la familia es la única institución que transmite al niño una serie de valores, normas
o prejuicios culturales. La socialización que tiene lugar en la familia se desarrolla de forma continua y difusa, y
no siguiendo un programa o esquema preestablecido. Las personas absorben todo lo que observan en el entorno
familiar y allí empiezan a formar su personalidad. La imagen que se forma de sí mismo un niño como alguien
fuerte o débil, listo o tonto, querido o simplemente tolerado, o la imagen del mundo, como un lugar hostil o un
espacio acogedor, depende mucho de lo que le está transmitiendo su familia. Independientemente de la forma de
educar que tienen los padres (más severa o más tolerante), muchas investigaciones han subrayado la
importancia que tiene la atención que recibe la persona. El contacto físico, la estimulación verbal y el interés
que muestran los padres a las necesidades físicas y emocionales del niño son factores fundamentales para el
desarrollo intelectual y el equilibrio emocional de la persona...

La familia también transmite a la persona un estatus social y de género. Esto es, al mundo no vienen individuos
en general, sino individuos de tal o cual otra etnia, religión o clase social, que es la etnia, religión y clase de la
familia de origen. Al cabo de poco tiempo, estos elementos van conformando la imagen que de sí mismo tiene
la persona, y por ende, de su identidad de género. Por supuesto, algunos elementos que definen el estatus de una
persona (la clase social, por ejemplo) pueden cambiar a lo largo de su vida, pero el estatus social de la familia
de origen siempre va a tener alguna influencia en su vida. Hay individuos que nacen en el seno de familias
pobres, y otros que nacen en familias ricas. Lo más probable, aunque no definitivo, es que los primeros
terminen formando familias pobres y los segundos familias ricas. Factores como el acceso a la educación o las
oportunidades que ofrece el mercado de trabajo pueden explicar esto. Pero también intervienen aquí los valores
y aspiraciones que los padres transmiten a las personas. Lo cierto es que las familias transmiten cantidades
distintas de "capital cultural" a sus miembros, de modo que éstos tienden a seguir los pasos de sus padres y así
también a determinar su identidad de género.

La Institución Educativa.

En la institución educativa, el individuo entra en contacto con personas de distinto origen. Por esta razón, la
escuela ensancha el mundo de la persona, hasta entonces reducido al ámbito familiar. Al entrar en contacto con
una gran variedad de personas, el individuo aprende a valorar la importancia que se da en la sociedad al género
o a la etnia de las personas, por ejemplo, y empieza a actuar de acuerdo con estas valoraciones. Hay
investigaciones que demuestran la tendencia de los jóvenes en las escuelas a jugar con otros de su misma etnia o
género... Las personas aprenden a leer, a escribir, a contar, etc., pero también aprenden otras cosas que no se les
enseña de un modo formal o sistemático. Estas otras cosas componen lo que los sociólogos llaman el curriculum
oculto. Por ejemplo, por medio de los campeonatos deportivos o las calificaciones escolares se aprenden valores
como el esfuerzo o la competitividad. En la escuela, se está continuamente recibiendo una enorme cantidad de
mensajes, explícitos o implícitos, que tienden a reforzar el sistema de valores de la sociedad en que viven y que
determinan el rol de género que posteriormente van a asumir. También, en la escuela se aprende a ser evaluados
según parámetros impersonales, al contrario de lo que ocurría en el entorno familiar. Esto es, en la escuela se
enseña a aceptar que alguien ajeno a su familia puede evaluarles según lo que se hace y no seguir quiénes son.
Por supuesto, la confianza en sí mismo que ha podido adquirir en casa o, por el contrario, los problemas
emocionales que tienen un origen familiar terminan reflejándose en su rendimiento escolar... El centro
educativo es el primer entorno social en el que la persona tiene que actuar según unas reglas formales y rígidas.
El horario escolar transcurre según unas rutinas preestablecidas a las que los individuos aprenden a someterse,
tal y como en la sociedad deben someter su identidad. En la escuela aprenden también el significado de la
puntualidad. Todas estas cosas (el sometimiento a unas normas, la puntualidad, la disponibilidad a someterse a
evaluaciones impersonales) son los mínimos indispensables que toda organización, en la que esos individuos
terminarán trabajando cuando sean adultos. La escuela también puede enseñar actitudes y comportamientos
distintos según su género. En una investigación realizada en Inglaterra se demostró que en las escuelas
primarias los niños pasan más tiempo haciendo deporte o actividades físicas que las niñas, al tanto que éstas
tienden a permanecer más tiempo en las aulas, ayudando incluso a la profesora a limpiar la pizarra o en otras
tareas. Estas diferencias pueden prolongarse a lo largo de toda la etapa escolar, lo que quizá explica por qué las
niñas terminan estudiando carreras de "letras" y los niños carreras de "ciencias".

El grupo de iguales

Al entrar en la escuela, los niños también descubren lo que los sociólogos llaman grupo de iguales, un grupo
social compuesto de personas que tienen más o menos la misma edad y posición social, y unos intereses
comunes. El grupo de iguales de un niño generalmente se compone de sus vecinos o amigos de juego. Más
adelante, el grupo de iguales lo suelen formar amigos del colegio, de un equipo deportivo o de otras actividades.
A diferencia de lo que ocurre en la escuela o en la familia, en los grupos de iguales se pueden eludir el control
de los adultos. En los grupos de iguales los jóvenes ganan una cierta independencia personal, que les va a
resultar clave para aprender a establecer sus propias relaciones sociales y para formarse una imagen de sí
mismos distinta de la que reciben a través de sus padres o profesores. Los grupos de iguales también permiten a
los jóvenes compartir o explorar unas inquietudes o unos intereses (por ejemplo, en la música o en la moda) que
quizá están lejos de las preocupaciones de los padres (o, quizá, demasiado cerca, como las drogas o el sexo, por
ejemplo). En el grupo de iguales, los jóvenes pueden actuar al margen o fuera de la tutela y el control de los
padres. Esto, que es tan atractivo para los jóvenes, es una fuente de problemas para los padres, lo que explica su
interés por conocer y controlar las amistades de los hijos. En las sociedades occidentales, donde los cambios se
suceden a un ritmo tan vertiginoso, los grupos de iguales pueden rivalizar con la autoridad de los padres debido
al "choque generacional". La influencia de los grupos de iguales se empieza a hacer más notable en la época de
la adolescencia, cuando los jóvenes empiezan a distanciarse de sus padres y a crearse una imagen de adultos
responsables. En esta etapa del ciclo vital, y para reducir la ansiedad que les produce saber que están
comenzando a rompe vínculos con los padres, los jóvenes pueden desarrollar un fuerte sentimiento de adhesión
(acompañada a veces por dosis variables de sumisión) al grupo de iguales, que les ofrece una nueva identidad.
Este conflicto de lealtades entre los padres y el grupo de iguales puede ser más aparente que real, sin embargo,
pues en la adolescencia los padres siguen ejerciendo una fuerte influencia sobre los hijos. El grupo de iguales
puede, quizá, formar los gustos musicales del adolescente o sus preferencias en la forma de vestir, pero siguen
siendo los padres, por lo general, los que más influyen en las decisiones importantes y que tienen consecuencias
a largo plazo. Por último, los grupos de iguales tampoco operan aislados. En toda pequeña comunidad (el bario,
el centro educativo) se pueden identificar multitud de grupos de iguales. Los miembros de un grupo de iguales
tienden a valorar su propio grupo en términos muy positivos y, al mismo tiempo, a desdeñar otros grupos. Esto
explica que pueda parecer tan atractiva la pertenencia a un determinado grupo de iguales que uno empiece a
imitar las conductas y estilo de ese grupo con la esperanza de ser admitido. Este proceso recibe el nombre de
socialización anticipad, que es el aprendizaje de las normas, valores, o conductas sociales que tiene como
objetivo alcanzar una determinada posición. En la escuela, por ejemplo, un joven puede imitar la forma de
vestir, de hablar o de actuar de los miembros del grupo al que quiere pertenecer. Al inicio de su carrera, un
joven abogado puede empezar a hacer suyos el estilo y la ética profesional de un despacho de abogados con la
esperanza de que se le invite a incorporarse. Esto también es socialización anticipada.

Los medios de comunicación de masas.

Estos hacen referencia a los medios de comunicación capaces de transmitir información de forma simultánea e
impersonal a un gran número de individuos. Los medios de comunicación de masas son el fruto del avance de
las tecnologías de la información. Los primeros medios de comunicación de masa fueron los periódicos. Con la
invención de la radio y la televisión, la capacidad de transmitir información a un enorme número de personas se
desarrolló notablemente. Se ha dicho repetidamente que los medios de comunicación tienen una gran influencia
en la vida de las personas. Por esta razón, también se les considera una agencia importante de socialización. La
televisión se ha convertido en el medio de comunicación de masa más importante. Hay muchas investigaciones
que lo demuestran. El número de horas que una persona pasa al día delante del televisor generalmente varía de
país a país, y también en razón de la edad y clase social de las personas. En Estados Unidos, por término medio,
una familia tiene encendida la televisión unas siete horas al día. Antes de que un niño aprenda a leer, ver la
televisión es ya una rutina en su vida. De hecho, En Estados Unidos, un niño pasa tantas horas delante del
televisor como en la escuela, siendo de este modo que adquiere una serie de comportamientos que le determinan
parte de su vida e identidad.

Religión: como resultado de una construcción cultural, la religión obedece a los cánones de una sociedad
patriarcal que obliga a la mujer al sacrificio, a la abnegación sin límites al olvido de sí misma y a observar una
conducta sin tacha. También refuerza que el lugar de la mujer es el hogar y que debe ser sometida al varón, para
refirmar el papel dominante del hombre como cabeza de la familia.

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