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El cerebro es el órgano más importante del cuerpo humano, y merece nuestra atención y cuidado
1. Hacer ejercicio regularmente: la actividad física es una de las mejores formas de mejorar la salud
cerebral ya que solo tomando un factor, aumenta el flujo sanguíneo al cerebro, lo que les
proporciona oxígeno y nutrientes a las células cerebrales. Asimismo, está comprobado que
estimula el crecimiento de nuevas células y conexiones cerebrales, lo que mejora la función
cognitiva y previene el deterioro relacionado con la edad.
También reduce la inflamación, el estrés oxidativo y el riesgo de enfermedades crónicas, como
la diabetes, las enfermedades cardíacas y los accidentes cerebrovasculares, que pueden dañar el
cerebro. Los conceptos de inflamación y estrés oxidativo permiten entender algunos factores
previos a la manifestación de patologías.
En cuanto a algo que podemos comprobar de manera casi inmediata, el ejercicio mejora el estado
de ánimo, reduce el estrés y mejora la calidad del sueño, factores que se potencian entre sí en un
sentido o el otro. Finalmente, está comprobado que el ejercicio aun de rango moderado es uno de
los factores más importantes en la prevención el envejecimiento cognitivo, considerado en algunos
trabajos como superior a la gimnasia cognitiva.
2. Comer saludable. “Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina” era uno de los
preceptos básicos de Hipócrates. Este factor puede ser particularmente útil en épocas de fiestas en
las cuales los rituales alimentarios son parte central de los festejos. “Somos lo que comemos”, es
particularmente aplicable a la salud cerebral ya que el cerebro consume una gran parte de lo que
ingerimos. La alimentación saludable tiene un impacto directo en la salud del cerebro, en particular
se recomienda la dieta mediterránea.
Quizás los números sirvan para entenderlo: mientras que el cerebro solo pesa un 2% del total del
cuerpo, consume aproximadamente el 20% de nuestra energía. Es decir, en donde más se va a
sentir las consecuencias de nuestra alimentación es en el sistema nervioso. Así, hay nutrientes en
cantidad y calidad esenciales al funcionamiento sano, para protegerse del daño celular y retrasar el
envejecimiento.
Algunos de los mejores alimentos son las frutas, las verduras, los granos enteros, los frutos secos,
las semillas, el pescado, el aceite de oliva y otras fuentes de grasas saludables. Estos son ricos en
antioxidantes, vitaminas, minerales, ácidos grasos omega-3 y otros compuestos que tienen
efectos antiinflamatorios, neuroprotectores y cognitivos.
Inversamente, es importante evitar o limitar alimentos que son altos en grasa saturada, grasa
trans, azúcar, sal e ingredientes procesados, que aumentan la inflamación, el estrés oxidativo y el
riesgo de enfermedades crónicas. Un ejemplo que correlaciona con el tema del envejecimiento es la
dieta mediterránea, en el que se ven los efectos benéficos tanto en la resiliencia cognitiva como
en la prevención de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
3. Tener un buen sueño: Es esencial para la salud cerebral. Las consecuencias de un mal descanso se
verifican en todos los órdenes desde lo anímico, hasta las capacidades cognitivas, concentración,
memoria, e inclusive a largo plazo la correlación con enfermedades más graves que ya hemos
abordado en otra nota las consecuencias sobre el cerebro de las patologías de sueño. El sueño de
calidad como pilar esencial para una salud cerebral óptima y bienestar mental.
Por lo tanto, dormir lo suficiente en cantidad y calidad cada noche, es fundamental. Los parámetros
a recordar para mejorar la higiene del sueño son: mantener un horario regular de sueño, evitar la
cafeína, el alcohol y la nicotina antes de acostarse, y de manera general reducir su consumo, limitar
el tiempo de pantalla y la exposición a la luz azul por la noche, y crear un ambiente cómodo y
oscuro para dormir.
Variables psíquicas:
A los estímulos y cuidados que van dirigidos primariamente a la base orgánica como el ejercicio físico,
la nutrición y el sueño sobre el cerebro hay que acompañarlos con otros estímulos que son los
cognitivos, emocionales y sociales. Al igual que el primer grupo es fundamental que formen parte de
un régimen, de un cambio de hábitos y así se realicen de manera constante, y no solo por episodios
aislados. Así:
4. Mantenerse activo mentalmente. La idea del ejercicio cotidiano es muy interesante poder
trasladarla a las variables mentales. De la misma manera que mantener un horario de sueño y
actividad física de forma constante es muy importante, el estudiar o realizar cualquier forma de
ejercicio mental es fundamental.
Un viejo aforismo médico dice que “la función hace al órgano” y a veces pensamos solo en el
sistema osteomuscular, pero no en el sistema nervioso, y el encéfalo en particular. La práctica de las
diferentes funciones que hacen a nuestro psiquismo, debe ser algo diario.El ejercicio regular es una
herramienta poderosa para mejorar la salud cerebral, y se destacan sus múltiples beneficios, desde
mejorar el estado de ánimo y la función cognitiva .
De la misma manera que un ejercicio físico, inclusive aquellos que parecen menores como caminar,
o como algunos de chi kung o tai chi, (de los cuales se pueden consultar en redes y videos), hay
múltiples formas de estímulo intelectual y cognitivos.
Trabajar la memoria, la atención, el razonamiento y la resolución de problemas, son
fundamentales para prevenir el envejecimiento orgánico y mantener una cierta flexibilidad y
adaptabilidad cognitiva. Buscar estímulos diferentes extremadamente simples, como realizar
tareas de manera no habitual o en sentido contrario a la propia lateralidad hemisférica, por ejemplo,
ciertas acciones de coordinación con el hemicuerpo no dominante, o buscar trabajar la memoria son
buenas opciones.
También el estudio de algún elemento nuevo, o inclusive buscar, frente a un planteo que va en
contra de lo que creemos, opciones alternativas, novedosas, son ejercicios en apariencia simples,
pero que cuando se instalan en lo cotidiano, demuestran ser de enorme utilidad ayudando a
prevenir o retrasar el inicio de la rigidez y el deterioro cognitivo. A su vez está demostrado que
ese ejercicio en apariencia exclusivamente intelectual, repercute favorablemente en áreas tan
diversas como el estado de ánimo, la autoestima y las habilidades sociales, por ejemplo, lo que
puede mejorar la salud emocional. La interacción social tiene un importante papel en la salud
mental, pero deben ser relaciones de calidad, positivas y enriquecedoras.
5. Cuidado de las emociones. No es necesario insistir sobre el impacto que tienen las emociones en
nuestro estado general, ya sea por las repercusiones de las negativas o las positivas el efecto es
claro. Por ello, el cuidado de lo que pensamos y, por ende, que son las ideas que nos movilizan, de
allí la palabra emociones, es fundamental.
Hoy más que nunca el cuidado de lo que leemos, en las conversaciones, virtuales o presenciales
en las que dedicamos a veces mucho tiempo, etc. es fundamental. Al igual que el alimento físico, el
alimento emocional hace a nuestro estado neurológico. Existen múltiples estudios sobre los
efectos de cuestiones que antes se creían muy alejadas de la salud, como el trabajo sobre el
agradecimiento, el perdón, la compasión, todas cuestiones que hacen al núcleo conceptual de
estas fiestas, con lo que podemos empezar a entender el valor del ritual, en lo concreto de la vida
cotidiana.
Las emociones positivas, como la felicidad, la alegría y la gratitud, mejoran nuestro
desempeño intelectual, nuestro estado emocional y favorecen la función cerebral en general;
mientras que las emociones negativas, como la ira, la tristeza y el miedo, este último
particularmente, nos afectan de manera intensa y con repercusión observada hasta en
neuroimágenes.
Los trabajos sobre el estrés, la mediación en cualquiera de sus tipos, la oración, el silencio, el uso de
diarios personales, la relajación son algunas de las técnicas, aunque hay varias para cuidar las
emociones. La clave es convertirlas en parte de lo cotidiano.De la misma manera que mantener
constante un horario de sueño y la práctica de actividad física, el estudiar o realizar cualquier forma
de ejercicio mental es fundamental para la salud cerebral.
6. La interacción social: somos seres fundamentalmente de construcción social, y es así que el modo
en el que nos relacionemos es demarcatorio de cómo será nuestra salud mental y cerebral, si
queremos, inclusive, considerarlas como separadas.
Aquí, al igual que los otros parámetros como la alimentación, la calidad debe primar. Es frecuente
pensar que tener una vida social activa quiere decir mucha actividad y en realidad, en muchos casos,
esto se convierte en una carga y hasta un factor tóxico, palabra frecuentemente usada.
El establecimiento de una red, así sea pequeña pero positiva en lo social, es fundamental para todos
los aspectos señalados desde la prevención de envejecimiento prematura hasta una buena capacidad
de resiliencia y reserva cognitiva. Un trabajo ha estudiado cómo el cerebro disminuye de tamaño de
manera mucho más lenta en quienes envejecen con mejor calidad de vida. La interacción social
puede estimular el cerebro, mejorar la función cognitiva y prevenir el deterioro cognitivo y la
demencia.