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TEMA-4.

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Tendencias Historiográficas II (Historia Moderna y


Contemporánea)
3º Grado en Historia

Facultad de Geografía e Historia


Universidad de Sevilla

Reservados todos los derechos.


No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
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TEMA 4. La revista Annales.


Siguiendo la estela de la Revue de Synthèse Historique, la revista Annales publicará su primer número el 1 de
enero de 1929, fundada bajo la dirección de Marc Bloch y Lucien Febvre en Estrasburgo. Tras la I Guerra Mundial, la
Universidad de Estrasburgo recibirá importantes inversiones por parte del Estado francés, siguiendo una política
educativa tras la recuperación de Alsacia y Lorena.
La revista abanderará al resto de corrientes historiográficas del s. XX. Su fundación puede relacionarse con el
ámbito de la fecha, aunque haya 9 meses de diferencia entre el nacimiento de la revista y el crack del 29. Por tanto,
debemos englobar todo dentro del contexto del periodo de Entreguerras.
Annales destaca por su eclecticismo, en referencia a filosofías que no forman parte de un sistema concreto, sino
que recogen aspectos de varios sistemas. Otra característica de Annales es su escepticismo, pues sus autores
desconfían respecto al concepto de verdad. En Annales no vamos a encontrar una teoría, con el marxismo y otras
tendencias donde se desarrollará una teoría historiográfica epistemológica y teológica.
En el contexto de su fundación (1929) tenemos problemas sociales y económicos, aunque aún no haya estallado
la crisis de octubre de 1929. Es una escuela que va en contra del cisma entre las ciencias sociales y la Historia y que
no va a partir de un marco teórico definido, algo que alimentará las críticas de sus detractores. También será criticada
por la falta de una teoría de la historia de carácter epistemológico. Bloch y Febvre escribirán algunas reflexiones sobre
esto, pero seguirán sin elevar su pensamiento hacia un carácter epistemológico.
El nombre de la revista irá cambiando a lo largo de los años. Entre 1929 y 1930 recibe el nombre de Annales de
Historia Económica y Social, una denominación que perdura hasta 1941, cuando es bautizada como Annales de
Historia Social. Febvre publicará números bajo esta denominación mientras Francia es ocupada, algo a lo que Bloch
se opuso. Tras la guerra, en 1945 recupera su nombre original, pero en 1946 será renombrada como Annales:
Economías, Sociedades y Civilizaciones, un nombre que se mantendrá hasta 1994, cuando llega a su denominación
actual: Annales, Historia y Ciencias Sociales. Nunca fue una revista de especialización, sino que se ha abierto hacia la
Historia y las ciencias sociales.
Bloch y Febvre dedicarán artículos a sus maestros, como al autor belga Pirenne, considerado uno de los grandes
historiadores europeos del s. XX. Este autor consideraba que el mundo antiguo acaba con la llegada de los
musulmanes y Carlomagno a Europa. Maurice Halbwachs, sociólogo y socio fundador de Annales, dedicará artículos
al sociólogo alemán Max Webber. En el primer número de Annales encontramos una apertura historiográfica
desconocida hasta el momento, suministrando novedades historiográficas a los lectores de una manera inédita.

1. La I Generación de Annales.
1.1. Marc Bloch (Lyon, 1886 – 1944).
En principio, Bloch interesa menos dentro de la Historia Moderna, pues es medievalista, pero escribió artículos
que superan las barreras de la especialización. La fundación de la revista supuso un momento normal en las carreras
de ambos autores, no se modificó su manera de hacer Historia. No eran novatos, pues ambos publican antes de 1929.
Bloch, cuyo padre también fue historiador, procedía de una familia de la burguesía profesional judía.
Perteneció a la Escuela Normal – Superior, un lugar al que solo acceden los mejores estudiantes mediante
oposición y de donde se extraen a los altos funcionarios del Estado francés. Fue llamado al frente en 1914, donde
llegó al grado de capitán, y en 1940, donde Francia es derrotada y debe pasar cierto tiempo en un campo de
concentración, siendo liberado. Esto inspirará su obra sobre la derrota francesa en 1940, La extraña derrota. Como
judío, se ve sometido a la discriminación antisemita, por lo que se exilia a la Francia de Vichy. Tuvo la oportunidad de
exiliarse a los EEUU mediante las acciones de la Fundación Rockefeller, empresa que negoció por medios legales la
huida de Europa. Sin embargo, Bloch no quiso abandonar a su madre, enferma. Unos días después del desembarco
de Normandía, Bloch fue delatado y fusilado.
Nos interesan 3 obras. La primera de ellas es Los caracteres originarios de la Historia rural francesa (1931), en el
que podemos ver una síntesis entre la Historia económica y la Geografía, una de las grandes ambiciones de los
analistas. Se habla de los cambios en el paisaje agrario francés debido a las aplicaciones del ser humano.
Otro libro será La sociedad feudal (1939 – 1940), mito de la historiografía medieval, un libro adelantado a su
tiempo y que será muy estudiado por los medievalistas sobre 1960. La obra desplaza el punto de vista del historiador
sobre el medievalismo, convirtiendo un hecho inapreciable en un hecho centrado.
La tercera gran obra es Los reyes taumaturgos (1924). En ella, en lugar de estudiar aspectos fundamentales de la
monarquía, coloca en el punto de mira detalles periféricos, cosas que no había pasado de ser anecdóticas: ritos de
curación o diferentes creencias de las monarquías francesas e inglesas. Bloch no descubre el carácter sagrado de la
monarquía, pues en su época ya habían sido estudiados los ritos de consagración reales. Las naciones que conservan
estos rituales suelen ser las más antiguas. Napoleón, por ejemplo, fue coronado mediante un rito que reproducía la
coronación de los reyes franceses. Estos ritos son muy complejos, llegando el monarca a ser ungido con un aceite
traído por el arcángel San Gabriel. Mediante el Toque Real, el monarca francés podía llegar a curar a los enfermos.
Bloch buscaba investigar sobre los poderes de los reyes de Francia y elevarlos a categoría historiográfica: buscar un
problema, investigar sobre él y darle solución. En definitiva, Los Reyes Taumaturgos es una obra compleja a la hora
de su lectura, pero supone el gran legado de Bloch a la historiografía.

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1.2. Lucien Febvre (1878 – 1956).


Es un historiador plenamente formado antes de 1929. Cuando se encuentra con Bloch ya es un individuo maduro
y con experiencia historiográfica. Realizó su tesis doctoral en 1912, llamada Felipe II y el Franco Condado. En julio de
1921, dentro de una colección de 3 libros, publica La Tierra y la Evolución Humana, una obra de valor arqueológico,
pues no tiene la actualidad que tuvo en el momento de su publicación, aunque es útil para comprender su
pensamiento. En esta obra se habla de la relación entre Geografía e Historia, el espionaje o la cartografía. La Geografía
Humana francesa se terminó de configurar con Vidal de la Blache, influyendo sus pensamientos en Annales. La
relación entre el hombre y el espacio se interpreta desde un posibilismo geográfico, una actitud que hace frente al

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determinismo geográfico alemán, donde la geografía de un lugar no condiciona.
Su Historia Cultural se acerca a lo que más tarde conoceremos como la Historia de las Mentalidades, algo que
podemos observar en su obra Un destino: Martín Lutero. Aquí Febvre trata de explicar a un Lutero interesante, el
mismo que hace la Reforma Religiosa, un Lutero joven e inmerso en una angustia personal. Febvre intenta penetrar
en la mente y las ideas de Lutero, hablando de psicología, de la idea de sociología religiosa, etc.
1.2.1. La Historia – Problema.
Su obra más destacada es El problema de la incredulidad en el s. XVI: la religión de Rabelais. Es el resultado de un
trabajo de investigación que le llevó años. Es un autor que le da una gran importancia a la Historia – Problema: la idea
de Febvre es abordar la Historia desde una visión problemática, busca un problema y comienza a teorizar para
solucionarlo, dando una explicación diferente, esperando que los hechos le dicten las fuentes escritas. Todo esto
inicia un proceso de investigación en el que, para resolver un problema, hay que tener un conocimiento excepcional
de Historia literaria y artística, así como de Filosofía, etc. La obra se enmarca en el contexto de la Francia de las Guerras
de Religión, con el Renacimiento y el Humanismo. El hilo conductor de toda la investigación es François Rabelais. En
época de enfrentamiento religioso, la expresión auténtica de la conciencia de una persona suele disfrazarse para
salvaguardar su vida. Por ello, es difícil interpretar a Rabelais, del que se conocen pocos datos. Fue uno de los grandes
autores de la literatura francesa del s. XVI, equiparado a Cervantes o Shakespeare. Escribió Gargantúa y Pantagruel,
un cuento producto de la imaginación, aunque con una doble lectura muy importante. Era ateo e incrédulo, un
problema que origina la obra de Febvre.
1.2.2. Los hechos.
La cuestión de los hechos, lo que es histórico y lo que no, es indispensable en Febvre y en Annales. Un hecho
puede ser elevado de categoría si lo rodeamos de prestigio: la Historia no es una disciplina del recuerdo. Tenemos
por hecho histórico una acción que ha ocurrido y que tiene un significado histórico relevante, imprescindible para
explicar la Historia. Bloch situó en primer plano hechos marginales, por lo que muchas veces la denominación
depende del plano teórico en el que nos movamos. Podemos convertir en hecho histórico la biografía o un momento
de la vida de un personaje histórico marginal gracias a la microhistoria, pues tenemos un desplazamiento del punto
de vista de los hechos históricos. La visión positivista e historicista del s. XIX hablaba de una Historia de grandes
personajes, marginando a los desconocidos. Historicismo y Positivismo eran criticados por Bloch, Febvre y Braudel,
siendo caricaturizados estos pensamientos dentro de un combate intelectual que siempre habría de ser dialéctico.
Febvre habla sobre los hechos en Combates para la Historia. La Historia era establecer los hechos a destacar y
operar con ellos después. La Historia se consideraba como una disciplina que estudiaba la vida de los reyes, sus
victorias y los documentos que probaban estas cosas: una Historia – Relato que desprecian y sustituyen por la Historia
– Problema. Sin embargo, Febvre ampliará el rango de hechos históricos a otros acontecimientos no relevantes
(salario, depreciación de la libra), anteponiendo su importancia a la vida de un rey, pues son cosas que repercuten en
los trabajadores. El hecho histórico se compone de numerosos hechos anteriores protagonizados por personajes
anónimos en su mayoría, llevando al hecho final. El análisis de estos hechos, tanto materiales como espirituales, da
lugar a una nueva forma de entender el hecho histórico, consolidando el núcleo fundamental de la filosofía de
Annales: el hecho histórico no es el acontecimiento final, sino un cómputo de situaciones.
Febvre piensa que no hay Historia social y económica, solo Historia, sin más. La Historia, por definición, es
absolutamente social, pero para él, la Historia es el estudio científicamente elaborado de las diversas actividades y de
las diversas creaciones de los hombres de otros tiempos, captadas en su fecha, en el marco de sociedades
extremadamente variadas y, sin embargo, comparables las unas con las otras; actividades y creaciones con las que
cubrieron la superficie de la Tierra y la sucesión de edades.

2. La II Generación de Annales (1945 – 1960): el modelo de Fernand Braudel.


Febvre dirige la revista hasta su muerte, en 1946. En 1947 Braudel lee su tesis doctoral, El Mediterráneo y el
mundo mediterráneo en la época de Felipe II, marcando la forma de trabajar de la II Generación de Annales durante
su existencia. Los intelectuales irán copando los lugares más altos de las universidades y otras instituciones,
anteriormente ocupados por historiadores de antiguas tendencias. Controlarán también las cátedras: Braudel
sustituye a Febvre en 1949 en la cátedra de la Sorbona. La Escuela de Estudios Superiores, una institución de posgrado
que alberga a estudiantes ya graduados, será el centro estratégico de difusión de Annales más allá de Francia. Son
seminarios de trabajo e intercambio de contribuciones e investigaciones comunes o diferenciadas.
Braudel nace en 1902 y fallece en 1985. Dirige Annales desde 1956 hasta 1968, año en el que comenzamos a
hablar de la Nueva Historia. La influencia de Braudel irá más allá de 1968, viviendo lo suficiente para asistir al relativo
fracaso de su propuesta historiográfica fundamental, desintegrándose el modelo de Annales, algo que un autor llamó
“Historia – Migajas”. Su propuesta fue crear una Historia Total, desobedeciendo unas pautas uniformes.

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2.1. Braudel y El Mediterráneo.


El título de El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en época de Felipe II (1946) denota jerarquía. Es una obra
en la que el sujeto protagonista es un espacio, el Mediterráneo, y el título se cierra con un individuo, Felipe II, que
sirve para marcar el campo cronológico. Divide su título en espacio y categoría cronológica, además de hablar del
Mediterráneo como entidad geográfica y como hecho histórico. La lee en 1947, aunque antes tiene una trayectoria
de gran importancia respecto a la elaboración de la obra.
En los años 30 dio clases en un Liceo de Argel, donde convivían franceses colonialistas con musulmanes. La
influencia mediterránea en este hombre, normando, le hace tomar conciencia de la conversión del Mediterráneo en

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un mar que separa y que une. La otra experiencia vital de Braudel es que pasó a dar clase en una Universidad de Sao
Paulo (Brasil), por lo que tomó conciencia de las grandes distancias. Al recorrer estas distancias pasa el tiempo, por
lo que encuentra las dos dimensiones de su modelo teórico: el espacio y el tiempo, el dónde y el cuándo. Tenemos
una tercera experiencia vital: Braudel fue hecho prisionero por los alemanes en la II Guerra Mundial, realizando
trabajos forzados. Según él, dispuso de tiempo suficiente para reescribir de memoria su tesis.
La idea que Braudel plasma en El Mediterráneo y el mundo mediterráneo se basa en su concepto del tiempo.
Braudel construye el libro siguiendo un orden expositivo enmarcado en 3 grandes bloques, correspondientes a los
tres tiempos que distingue.
La primera parte habla de una historia casi inmóvil, sin llegar a extenderse más de 1/3 del libro. Nos presenta el
Mediterráneo no sólo entendido como espacio marítimo, sino con todo el espacio que le rodea, el mundo que va
desde la península Ibérica y el Magreb hasta Anatolia y el mar Negro. Considera la necesidad de estudiar el área según
sus rasgos fisiológicos y morfológicos: la disposición de las llanuras, las mesetas, la composición de las cadenas
montañosas, sus climas y sus extremos. Esta Historia o Geografía es estudiada respecto a las civilizaciones que han
habitado la zona. En resumen, la Historia inmóvil es aquella que conocen los habitantes de un lugar con casi dos
milenios de distancia.
La segunda parte está presidida por una Historia de ritmo lento. Es una Historia Social, de los grupos y las
agrupaciones. Es una Historia estructural, entendiéndose como una Historia sobre sistemas organizados que resisten
al cambio y duran mucho tiempo. Por ejemplo, la evolución de la economía o los Estados mediterráneos y su evolución
en el tiempo.
La tercera parte es la Historia tradicional, contada a la medida de los individuos. Es una Historia política, de los
acontecimientos: la guerra, la distribución de territorios entre las potencias, las relaciones de poder, las influencias,
etc. Dentro de este grupo entra el bandolerismo la piratería mediterránea. Es la parte más apasionante, pues no se
habla de estructuras, sino de individuos con nombre y apellidos, gente real que actúa, la práctica sobre el plano
teórico. Esta Historia tiene la dimensión tanto de sus cóleras como de sus sueños y de sus ilusiones. Braudel realiza
un magnífico ejemplo de Historia de los acontecimientos, pero rompiendo ciertas fronteras de forma consciente.
Mientras que el historicismo alemán se centra en un tema, Braudel acumula muchos temas en una misma obra,
entrelazándose entre sí.
2.2. El tiempo de Braudel.
Braudel descompone la Historia por pisos, dividiéndola en tiempo histórico, tiempo social y tempo individual. Sin
embargo, no logra expresarlo de una forma lo suficientemente coherente como para elevar su pensamiento a un
nivel teórico. Habla de la Historia – Relato no como el método por excelencia, sino como una Filosofía de la Historia.
Unos años después, en 1958, Braudel intentará plasmar esto de nuevo en un artículo de Annales. Hablará de la
Historia como ciencia social, aunque cuenta con signos distintivos respecto a otras ciencias sociales como la
Antropología y la Sociología. El estructuralismo es un modelo teórico que impacta en ambas ciencias y que procede
de la Lingüística. También impactará la economía. Predicó en la línea de Bloch y Febvre sobre la necesidad de diálogo
entre la Historia y las ciencias sociales, y ahora encuentra materias que marcan su propia autonomía respecto a la
Historia. Un autor influyente para él será Levi-Strauss, autor de la Antropología estructuralista de los años 50.
Para Braudel, lo que diferencia a la Historia de las ciencias sociales es el tiempo histórico, una materia desconocida
para el resto. Tanto si se habla del pasado como si se habla de la actualidad, una consciencia neta de esta pluralidad
del tiempo social resulta indispensable para una metodología común de las ciencias del hombre. Se llegará a fundar
una Casa del Hombre, una gran institución de investigación en el centro de París. Sigue exponiendo que los trabajos
históricos tradicionales descomponían el tiempo pasado y escogían sus realidades cronológicas según su importancia.
Braudel también habla de una estructura, aquella que domina los problemas de larga duración. Los observadores
de lo social entienden por estructura una organización, unas relaciones fijas entre realidades y masas sociales. Los
elementos están dispuestos en cierto orden y se relacionan entre sí. Si modificamos el orden o su función, cambiamos
la estructura. Los elementos pueden sobrevivir en sí mismos, pero pueden haber perdido su función. A la hora de
enfrentarnos con una sociedad histórica, debemos identificar los elementos que la componen, estudiar y analizar sus
relaciones entre sí, su grado de dependencia, etc. La estructura se mueve, pero no se destruye, pues esto supondría
la aparición de otra estructura diferente. La coyuntura se sujeta al tiempo corto, y la estructura al tiempo largo. La
larga duración se presenta como un personaje complejo. Todos los miles de niveles en el tiempo corto se comprenden
a partir de este tiempo casi inmóvil: todo gravita en torno a él.
Braudel termina su artículo en Annales diciendo que el tiempo de los sociólogos no puede ser el de los
historiadores, pues el nuestro es mucho más profundo. Lo que al historiador le interesa es la manera en la que se
entrecruzan los movimientos dentro del tiempo, sus momentos de integración y de ruptura.

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2.3. Civilización material, economía y capitalismo (s. XV – XVIII).


Este libro, la segunda gran obra de Braudel, fue publicado en tres volúmenes entre 1967 y 1979. Trabaja con una
larga duración que va del s. XV al momento en el que rompen las revoluciones del s. XVIII. Son los siglos modernos,
los del Antiguo Régimen.
En esta obra, Braudel pretende explicar históricamente el origen, el desarrollo y la evolución del capitalismo antes
de la Revolución Industrial. Para Braudel, el capitalismo moderno se define como un capitalismo comercial. Es
coherente con lo que había sido su línea de investigación, pues Braudel es un historiador de la economía. Su obra
sobre el Mediterráneo contenía partes sobre pura Historia económica, y había hecho trabajos específicos sobre la
Historia de los precios, de la moneda, etc.
Cada volumen de la obra se dedica a un tema, y va tratándolos de menor a mayor, de lo más pequeño a lo más
universal. El primer libro es La estructura de lo cotidiano, en el que habla de los alimentos primarios, de su producción,
su consumo, su distribución, el lugar que ocupan en la dieta, etc.; así como de la vivienda, la moda, las fuentes de
energía, la moneda y las ciudades. El segundo libro es Los juegos del intercambio, en el que habla del intercambio y
la producción de la mercancía y de cómo llega a su distribución por el mercado. No solo se habla de productos caros,
sino de los baratos. El tercer libro es El tiempo del mundo, en el que habla sobre la economía antigua y la economía
de dominación urbana, destacando a las ciudades de Venecia y Ámsterdam.
Braudel se detiene en la cuestión de los grandes espacios y la economía, acuñando un concepto que más tarde
será recogido por otros historiadores en general, el concepto de Economía – Mundo. Braudel entiende que, en los
siglos modernos, tras los descubrimientos y la expansión atlántica, se superan los espacios económicos de lo local a
lo regional hasta englobar al mundo entero. Se pasa también de un mercado nacional a un mercado global. La obra
termina con el momento de la revolución industrial, el paso a otro estado.
La estructura tripartita del libro va desde lo más concreto y cotidiano hasta lo general y universal. Esta
construcción no ha tenido tanta influencia como la influencia que sí han adquirido algunos de los elementos del libro,
como la idea de Economía – Mundo o la línea de investigación abierta en relación con lo cotidiano e inmediato. Hay
una Historia de lo cotidiano con cierta importancia en las tendencias historiográficas actuales. En definitiva, es un
libro construido en base a su experiencia anterior como historiador. Está dentro de su tendencia a la fragmentación
de la Historia.
2.4. Las investigaciones regionales.
En la II Generación de Annales tenemos un tipo de investigaciones históricas con gran vigencia en los años 60-70,
las investigaciones regionales. En la línea del Mediterráneo de Braudel, el historiador tiene por objeto la investigación
intensa en un periodo histórico previamente definido que se inserta en la larga duración braudeliana, un periodo
superior al siglo, sobre una región definida por razones geohistóricas. Estos espacios son siempre reducidos en el
Mediterráneo braudeliano, produciéndose una serie de tesis doctorales con este enfoque en la Francia de los 60.
La especialización parte desde la demografía histórica, que experimenta un fuerte impulso en la Escuela de
Annales y se convierte en una especialidad con sus propias técnicas y métodos de investigación: la Historia de la
Población. Se utilizan también fuentes historiográficas específicas. Ya no es solo el estudio cualitativo, sino el
cuantitativo. Por tanto, son datos susceptibles de ser tratados estadísticamente. Ocurrirá también en la Historiografía
británica. Por tanto, la base de las investigaciones regionales es la demografía histórica.
Se hacen luego estudios económicos, sociales y político-culturales. Estos modelos de investigación van a ser
reproducidos e imitados en la historiografía española de los 70, dándose en las tesis doctorales de los historiadores
que ocuparán altos puestos en el ámbito universitario. Destacamos a dos historiadores:
1. Pierre Vilar: un importante historiador en relación con Annales, pero sin ser analístico. Lo que prima en él como
historiador es su condición marxista. Su gran trabajo será Cataluña en la Edad Moderna. Se integra en la
historiografía española y en la marxista, representando el cruce entre los métodos analísticos y los marxistas.
2. Pierre Goubert: autor de Beauvais et le Beauvaisis de 1600 a 1730 (contribución a la historia social de Francia
del s. XVII). Beauvais es una pequeña ciudad cercana a París.

3. La III Generación de Annales: la Nueva Historia.


El término Nueva Historia se aplica a otros momentos historiográficos. Por ejemplo, historiadores
norteamericanos a principios del s. XX hablaban de una Nueva Historia. Se corresponde con el estado de la evolución
de la historiografía francesa y con su enorme influencia sobre el exterior a mediados de los años 70 del s. XX. Se
corresponde a la III Generación de Annales y a la definitiva fragmentación del discurso histórico, algo que afecta a
toda la historiografía académica. Es un término acuñado por el analista J. Revel, que habla de la dispersión de la
Historia. Entramos así en las últimas tendencias, que aparecen sobre el último cuarto del s. XX y principios del s. XXI.
Tenemos autores maduros que ya han hecho su obra importante a mediados de los 70 y que aún tienen años de
producción historiográfica. Esto se observa en dos libros: Hacer la Historia (1974), publicado por una pequeña
editorial en 3 volúmenes de bolsillo. Desde el punto de vista historiográfico sigue siendo útil, pues indica líneas de
investigación que han comenzado a desarrollarse, como la Historia Social, la Historia de las Mentalidades o la Historia
Política. El otro libro es obra de J. Le Goff, medievalista: La Nueva Historia.
R. Chartier será, por su línea de investigación, uno de los grandes autores de la Nueva Historia Cultural. El libro La
Nueva Historia se publica en 1978, basado en un diccionario histórico de carácter alfabético. Nos interesan ver las
voces del diccionario, las palabras que eligen los historiadores para esta obra. Con este método tan singular, los

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historiadores explican en qué consiste la Nueva Historia. Hay palabras que están y otras que no, así como
historiadores que están y otros que no.
En 1968 Braudel abandona la dirección de Annales, contando a partir de ese momento con una dirección
colegiada. En 1970 se comienza a hablar de la Nueva Historia y de una III Generación, perdiéndose la homogeneidad
de la escuela para abrirse a una dispersión de corrientes historiográficas, muchas de ellas iniciadas dentro del ámbito
de la escuela. Annales cae en brazos de las últimas tendencias, donde tenemos a autores que escriben sobre temas
que han nacido en temáticas analísticas, y otros que vienen de fuera.

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