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CONSUMIDORES
Según el artículo 10 TRLDCU “la renuncia previa a los derechos que esta
norma reconoce a los consumidores y usuarios es nula, siendo, asimismo, nulos los
actos realizados en fraude de ley de conformidad con lo previsto en el artículo 6 del
Código Civil”. Por lo tanto, la sanción sería que ese contrato sería nulo. Por otro
lado, dicha renuncia afectaría a todos los derechos que el TRLDCU, entre ellos los
básicos como son la protección contra los riesgos que puedan afectar a la salud o
seguridad, la protección de los legítimos intereses y sociales y frente a la inclusión
de cláusulas abusivas y la información correcta sobre los diferentes productos
(artículo 8 TRLDCU), pero también otros derechos que se reconozcan en dicho
Texto Refundido. Respecto a otras normas no específicas que incidan en la
protección del consumidor, los artículos 8 y 10 TRLDCU solo protegen los derechos
que ambas normas establecen, por lo que si otra norma específica reconoce otros
derechos no estarían protegidos por dicha irrenunciabilidad, debería establecerse la
irrenunciabilidad en esa norma también.
En este caso, sí que sería válida la renuncia, ya que según el artículo 92.3
TRLDCU “sin perjuicio de lo establecido en el artículo 10 y del carácter
irrenunciable de los derechos reconocidos al consumidor y usuario en este título,
serán válidas las cláusulas contractuales que sean más beneficiosas para el
consumidor y usuario”. En este caso, se puede considerar una cláusula más
beneficiosa y el comprador sí podría renunciar a su derecho, pero para ello debería
ser negociado porque si fuera impuesta se consideraría una cláusula abusiva y se
aplicaría el artículo 86.7 TRLDCU.
Se podría considerar una cláusula abusiva por limitar los derechos del
consumidor, como señala el artículo 86 TRLGDCU, al establecer un plazo menor al
establecido legalmente, ya que se trata de un plazo imperativo que es un derecho del
consumidor o usuario.
Respecto al anticipo del pago por parte del empresario, tal como señala el
artículo 79 TRLGDCU “en ningún caso podrá el empresario exigir anticipo de pago
o prestación de garantías, incluso la aceptación de efectos que garanticen un eventual
resarcimiento en su favor para el caso de que se ejercite el derecho de
desistimiento”.
En caso de que los defectos hubieran sido consecuencia del uso normal del
bien, Amelia no tendría que reembolsar cantidad alguna. Tampoco podrá rechazarlo
el empresario si los defectos ya existían cuando Amalia adquirió el reloj, por lo que
el empresario será quien debe probar que los defectos son posteriores y por
negligencia de Amelia. Sin embargo, los arañazos no derivan del uso normal de un
reloj, por lo que el empresario sí podría rechazar la devolución porque los arañazos
pueden serle imputados a Amelia. A este respecto, Amelia tendría derecho al
reembolso de los gastos necesarios y útiles que hubiera realizado en el bien, en
virtud del artículo 74.3 TRLGDCU.
8.ª En caso de que compre un coche y para ello haya firmado también un
contrato de financiación vinculado para la compra del mismo. ¿Qué efectos
tiene sobre este último que ejercite debidamente el plazo de derecho de
desistimiento? ¿Y si hubiera contratado además un contrato de seguro de daños
a terceros? Si en este último caso el empresario no devolviera las cantidades
pagadas por el consumidor en el plazo señalado, ¿a qué tendrá derecho el
consumidor y usuario?
Así pues, a la conclusión que llega la Sala para considerar una cláusula CGC:
Contractualidad. Cláusulas contractuales donde su inserción en el contrato no deriva
del acatamiento de una norma imperativa que imponga su inclusión; predisposición.
Cláusulas pre-redactadas, indiferentemente si se realizó por el empresario o por
terceros. En particular en contratos de adhesión, no debe de ser fruto del consenso
alcanzado después de una fase de tratos previos; imposición. La incorporación de la
cláusula al contrato debe ser impuesta por una de las partes, normalmente por el
empresario, de manera que el bien o servicio objeto de contrato puede obtenerse solo
mediante el acatamiento a la inclusión en el mismo de la cláusula; generalidad. Las
cláusulas deben estar incorporadas a una pluralidad de contrato o estar destinadas a
dicho fin, pues como afirma la doctrina, se trata de modelos de declaraciones
negociales que tienen la finalidad de disciplinar uniformemente los contratos que
van a realizarse
Bajo nuestra opinión, las clausulas suelo sí que definen el objeto principal
del contrato, aunque no en su integridad, si en sus elementos esenciales, con lo que
la falta de información suficiente de estos tipos de elementos definitorios del objeto
principal del contrato hace nulas dichas cláusulas. Aparte de tener una gran cantidad
de datos entre los que diluyen la atención del consumidor y distraen a éste de la
claridad, concreción y comprensión del texto, pues no hay información previa sobre
el coste comparativo con otras modalidades de préstamo de la propia entidad o
advertencia de que no se le oferten las mismas. En la STS de 24 de marzo de 2015,
define que el objeto principal del contrato y la adecuación entre precio y retribución,
por una parte, y los servicios que se deben proporcionar como contrapartida, por
otra, deben redactarse de manera clara y comprensible. Esto no quiere decir que el
simple hecho de posibilitar el conocimiento real de su contenido mediante caracteres
legibles y una redacción comprensible sea suficiente. además, no pueden utilizarse
cláusulas que, pese a que sean gramaticalmente comprensibles y redactas de forma
legible, implique una alteración en el objeto del contrato o en el equilibrio
económico sobre el precio y la prestación, que pueda resultar inadvertida para el
adherente. Además, dicha exigencia de transparencia impuesta por la Directiva
expone que el contrato debe incluir de manera transparente el motivo y el modo de
variación de tal coste, de forma que el consumidor pueda prever, sobre la base de
criterios claros y comprensibles, las eventuales modificaciones del coste.
No es pues, sin un conocimiento adecuadamente formado, cuando el
consumidor pueda adoptar su decisión económica después de haber sido informado
debidamente, de forma que éste conozca y comprenda las consecuencias jurídicas
que, de acuerdo con el servicio ofrecido, resulten a su cargo, tanto respecto del
sacrificio patrimonial como la posición jurídica en la que realmente asume los
aspectos de los que derivan del objeto y ejecución del contrato. La sentencia de 2013
expone el doble control de transparencia al que se debían someter, además del de
incorporación, además de ser preciso que la información suministrada permita al
consumidor incidir en el contenido de su obligación de pago y tener un conocimiento
real y razonablemente completo de qué puede realizar en la economía del contrato,
para que ello no deje al adherente en una situación ni clara ni comprensible de su
carga económica, la realizada a cambio de la prestación económica que se quiere
obtener, como su carga jurídica, la posición clara en los presupuesto y elementos
típicos que configuran el contrato celebrado, como en la asignación o distribución de
los riesgos de la ejecución y desarrollo del mismo. En conclusión, la Sala rechaza
que “las cláusulas contractuales controvertidas deban considerarse CGC porque
versan sobre los elementos esenciales de los contratos y porque, precisamente por
ello el consumidor necesariamente las conoce y las acepta libre y voluntariamente”
El art. 4.1 de la Directiva expone que “el carácter abusivo de una cláusula
contractual se apreciará teniendo en cuenta la naturaleza de los bienes o servicios
que sean objeto del contrato y considerando, en el momento de la celebración del
mismo, todas las circunstancias que concurran en su celebración, así como todas las
demás cláusulas del contrato, o de otro contrato del que dependa. Bien pues,
podemos relacionarlo con el art. 82.3 TRLGDCU el cual dispone que “el carácter
abusivo de una cláusula se apreciará… considerando todas las circunstancias
concurrentes en el momento de su celebración, así como todas las demás cláusulas..”
Es por ello por lo que el juez debe tener en cuenta todas las circunstancias en la
fecha en la que el contrato se suscribió incluyendo la evolución previsible de las
circunstancias si estas fueron tenidas en cuenta con los datos al alcance de un
empresario diligente. También valorará las circunstancias que concurran en su
celebración, así como todas las demás.