Está en la página 1de 7

Supuestos conceptuales y principios orientadores de la intervención terapéutica

con niños y niñas víctimas del abuso sexual

Dra. Gioconda Batres Méndez


Psiquiatra
Directora
Programa Regional de Capacitación contra la Violencia de Género y Trauma

Cuando en 1986, inicié el primer programa de atención a víctimas infantiles de abuso sexual, no imaginé
cuán difícil iba a ser el camino. Desde entonces, hasta la actualidad el tema del tratamiento del abuso
sexual infantil, tanto en Costa Rica, como en América Latina ha padecido, tal cual, una enfermedad
crónica de lentos avances y dolorosas pérdidas.

La más importante de ellas, es la lamentable desviación teórica y práctica de la Fundación que con gran
ilusión fundé, y que en otro tiempo, me enorgullecía de haber visto nacer, pero que lamentablemente
hoy, percibo como una pérdida de los pocos espacios que habíamos ganado para y por las víctimas del
abuso sexual y el incesto.

Otra experiencia dolorosa es el silencio teórico de las nuevas expertas (os) del abuso sexual, quienes se
saltan olímpicamente en sus publicaciones, el esfuerzo y la experiencia de las personas que estuvimos
al frente del tema del tratamiento, cuando hablar de su especificidad motivaba la risa y desprecio de los
que en ese tiempo asociaban nuestro trabajo con feminismos irreductibles y radicales.

Y, por último, lo lento que ha sido el ingreso de la práctica terapéutica al sistema de salud nacional y las
políticas nacionales, encontrándose al momento desbordados los pequeños grupos de salud que
trabajan en los distintos hospitales y por último la ausencia de organizaciones no gubernamentales que
tengan lo terapéutico como foco de trabajo.

En cuanto a los avances, puedo decir que existe una mayor aceptación de la necesidad de seguir
modelos de tratamiento específicos para el tratamiento de las secuelas traumáticas del abuso sexual y
observo la progresiva solicitud para obtener ese entrenamiento, que lamentablemente, el Programa que
funciona en el ILANUD no puede satisfacer como quisiera. Sin embargo, intentamos dar respuesta
paulatina y nos complace haber iniciado ya capacitaciones para funcionarios de la Caja Costarricense
del Seguro Social.

Por ello, la oportunidad que hoy me brinda la Fundación Paniamor de reflexionar sobre los modelos de
tratamiento y de la experiencia que he acumulado en ya más de 12 años, además de presentarles el
manual que elaboré como guía, brinda una vía colectiva de socializar el conocimiento con quienes
trabajamos con niños/as que han sido víctimas del abuso sexual en cualquiera de su traumática
experimentación.

El incesto padre/hija

El incesto más frecuente es el incesto padre/hija, y por ello me referiré al mismo. Las estadísticas son
contundentes. En países en donde los mecanismos de recolección de la casuística ha mejorado, como
en Costa Rica, Nicaragua y El Salvador las cifras respaldan esta verdad. En algunos otros países aún es
nebuloso el tema y las estadísticas deficientes. La precaria estructuración de las instituciones hace que
los registros señalen en ocasiones al padrastro como el principal victimario, lo que ha sido usado para
protegerse del horror que representa la verdad de que las niñas están siendo abusadas par aquellos con
los que tienen lazos sanguíneos.

Estos subregistros o los estereotipos mistificadores también obedecen a otras consideraciones de tipo
práctico e ideológico, la verdad es que el padre es la figura más amenazante y poderosa tanto en la
familia como en la sociedad y esto es un obstáculo a la hora de tomar la decisión de realizar la denuncia.
Todos estos factores inciden en los registros parciales y en las dificultades para denunciar.

1
El padre, el padrastro, hermano, tío, abuelo, maestro, médico y otros, son, sin duda, patriarcas con poder
inmenso frente a la pequeña víctima. Por lo tanto, el incesto padre/hija representa el paradigma de la
victimización sexual femenina. Este gran poder del padre, del padre adoptivo, del padrastro, produce
impotencia y terror, ya que es el adulto más poderoso de la vida de la niña.

La conciencia de que el incesto es un acto despreciable, traumático y destructivo, es un hecho reciente.


Las sociedades han sido reticentes para aceptar esta verdad, a pesar de que cientos de mujeres, niños y
niñas abusadas (os) sexualmente transitaron y transitan por los consultorios.

Frente a tan deliberada ignorancia, las explicaciones no pueden ser de índole teórica. Debió haber un
velo ideológico en el acto de cambiar el sexo y parentesco con las víctimas de los ofensores, alguien
necesitó ser protegido probablemente porque el incesto es un acto de atrocidad cometida por los
hombres principalmente.

Las teorías que culpan a las niñas (os) y a veces a las madres aún están vigentes. Se enseñan en
nuestras universidades como única alternativa teórica. El patriarcado y sus defensores, sus apologistas,
suelen burlarse de nuestras demandas, cuestionamientos y teorías. No hay evidencia clínica que los
convenza. Usaron sus importantes experiencias clínicas para apoyar toda clase de teorías y mitos, y
muy convenientemente, nos cuestionan por subjetivas.

He observado con atención y amor a las sobrevivientes en terapia y con asombro y dolor confirmé que
todas ellas y ellos tienen un nivel profundo de perturbación, dolor, rabia e impotencia. Todas ellas y ellos
llegan a la consulta atrapadas en esta red de injusticias.

Como el incesto inicia generalmente cuando la niña es pequeña, cuatro, cinco años; aunque hay
suficientes casos estremecedores de niñas abusadas desde los primeros meses de vida, las víctimas
sufren de grandes quebrantos y alteraciones en las etapas de desarrollo.

El sentido del yo, de ser persona debe ser construido en un ambiente impredecible, con relaciones
corruptas, como son las que establece el padre ofensor, caracterizadas por el control totalitario, el terror
cotidiano, el aislamiento y el secreto impuesto. Así las sobrevivientes enfrentan grandes dilemas en esa
familia, en la cual deben desarrollar una identidad, su capacidad de autonomía, su imagen y estima. En
un lugar en donde se le trata como esclava o como una niña prostituta, donde se le exige aceptar el
abuso a cambio de cariño, ¿Cuál imagen corporal sana puede crecer? Necesita desarrollar defensas
para la vida, cuando su cuerpo debe estar noche y día a disposición del abusador, ¿Qué posibilidad tiene
de adquirir confianza cuando sus relaciones están dictadas por la traición? ¿Cuál autonomía puede
gestarse, cuando su voluntad, su no, es permanentemente quebrantado?

El abuso, por lo contrario, congela a la víctima en un estado precario del yo, en donde la posibilidad entre
la vida y la muerte es una constante. Sus síntomas son los gritos disfrazados de los secretos jamás
contados. Los secretos que fueron tan terribles no pueden ser dichos con palabras. Sus síntomas,
hablan de esos horrores.

El abusador con sus palabras, coloniza su lenguaje, el lenguaje del amor y del desamor, convirtiéndolo
en el cotidiano. Ella habla con metáforas como una forma de inventar una manera de comunicarse que el
ofensor no haya mancillado.

Debe creer en la justicia cuando para ella no llega, en la humanidad aunque nadie la escucha. Aceptar
que frecuentemente no existe reparación, que los ofensores, sus padres, son insensibles, indiferentes a
sus reclamos, y no queda otra alternativa, más que aceptar que ellas crecieron en soledad y peligro.

Las víctimas deben cargar sentimientos de culpa, difíciles de desarticular aún en terapia, porque la culpa
la salva del hecho dantesco de aceptar, que de niña, estuvo en manos de un padre que en vez de
cuidarla, la explotó y esclavizó. Así, prefiere pensar que ella es la mala, antes que ver como tal a la
persona de quien ella depende. Los sentimientos de culpabilidad cumplen una función protectora frente a
sentimientos insoportables de fragilidad.

Desconectarse de sus sentimientos, de su cuerpo, es una tarea frecuente y extraordinaria de la mente


cuya función es sobrellevar el dolor que causa el incesto. Disfrutar del cuerpo es algo prohibido, ellas no
2
confían ni en su cuerpo ni en manifestaciones del mismo. El cuerpo no se lleva, no se siente, no se ama.
Por ser éste el vehículo en el cual ha recaído directamente la ofensa. La atención sin intenciones
sexuales es desconocida. Un hombre que no busque el contacto sexual no es de fiar y aquel cuyas
intenciones son sexuales, representa al padre, lo que deposita un descarnado dilema en los hombros de
la sobreviviente.

Para ellas, éstas pérdidas son desconsolantes. Se pulverizan los supuestos básicos que necesita todo
ser humano para crecer. Las personas necesitan creer que las cosas malas les suceden a las demás,
suponer la existencia de la justicia y que el mundo es significante. La aceptación de las pérdidas que el
incesto deja, siempre produce resistencia y un profundo dolor. Admitirlas es reconocer que no tenemos
poder para cambiar lo que pasó, ni control sobre quienes nos infringieron ese dolor.
Cada vez vemos más niños involucrados como víctimas, todos ellos sufren la misma clase de dolor. Y
aquellas pocas mujeres que son abusadoras sexuales, presentan la misma clase de actitud que los
hombres ofensores.

Cuestionando la Psicología

Al igual que otras disciplinas, la psicología necesita ser sometida a una exhaustiva revisión que
deconstruya nociones que aparecían como verdades universales. Necesitamos retomar con un nuevo
enfoque, como vivimos, como organizamos la vida familiar, las pautas cotidianas, los roles en la pareja,
las teorías acerca de la crianza de los hijos, las decisiones laborales, así como las consideraciones para
medir salud y enfermedad en mujeres, niños y niñas. Para así poder asegurarnos que el abordaje, los
parámetros y sobre todo lo que promovemos como ciencia y verdad, no revictimice a la mujer, niños y
niñas refuerce roles sociales, promueva dependencia o inferioridad.

Es importante despertar la conciencia de que la mirada estándar, y por lo tanto las definiciones que
constituían nuestras herramientas de trabajo profesional, provenían de un observador masculino y
expresaba una perspectiva masculina no universal. El develamiento del trasfondo patriarcal en las
teorías, reposiciona la pregunta de a que sujeto observamos, conocemos y definimos. Por lo tanto,
necesitamos revisar la ciencia que se nos propone como verdadera y poner límites a las certezas de lo
considerado “universal”.

Un acercamiento con género a la Psicología cognitiva

Nuestro marco teórico está alimentado de tres fuentes: lo biológico, cuyos fundamentos los hemos
tomado de la teoría del Desorden de Stress Post Traumático, lo psicológico: lo fundamentamos en lo
planteado por David Finkelhor y lo social que nos lo proporciona el análisis de la sociedad patriarcal. La
terapia cognitiva es la herramienta que me proporcionó mucho de sus fundamentos y técnicas utilizadas.

Kholberg, aplica el modelo de desarrollo de la inteligencia al estudio de la adquisición del papel de


género. Sin desdeñar la teoría del aprendizaje clásico y del aprendizaje social, da un paso más adelante
al conferir a la infancia un papel intelectualmente activo en su interacción con un mundo que encuentra
ya sexualmente tipificado. Según su teoría, ni biología, ni cultura, determinan las pautas del mundo
social, lo hace la organización cognitiva siguiendo pautas de rol sexual.

El proceso de identidad básica

Mientras para la teoría del aprendizaje el proceso de adquisición sexual es el resultado final del sistema
de refuerzos y para Freud el resultado de la identificación con el padre o la madre, para Kholberg la
identidad se instala al principio y las identificaciones vienen después, cuando la conciencia de que se es
niño o niña indica con quien o quienes cabe identificarse.

Los progenitores dejan de tener la importancia crucial que les atribuye la teoría freudiana y aunque
contribuyen a estimular o inhibir conductas de rol sexual, su influencia no es determinante.

3
La teoría de género y la tipificación

Sandra Ben, citada por Jayme y Sau (1996) propone una teoría que utiliza algunos constructos de la
psicología cognitiva y el modelo de procesamiento de información para destacar la importancia de las
diferencias de género en la organización de la existencia humana y de la cognición en la tipificación
sexual.

La psicología cognitiva, núcleo del paradigma cognitivo que se consolidó hacia los años setenta como un
enfoque extendido en todas las áreas de la investigación psicológica, ha aportado la concepción del ser
humano como un procesador activo que no solo se relaciona con el medio (tanto interno como externo)
sino que interactúa con él, procesando a nivel simbólico la información (percibiendo, codificando,
asociando, transformando) y tomando decisiones propias. El constructo de esquema cognitivo surgió en
este contexto y Bem lo aplicó al estudio del género y el proceso de tipificación sexual.

Todas las sociedades humanas han tipificado sexualmente las conductas en función del género de sus
miembros; hay conductas, rasgos, creencias y actitudes propias de las mujeres y propias de los hombres
y como vemos, niñas y niños se ven obligados/as a aprender tales conductas, discriminarlas y acogerlas
según las expectativas sociales.

Es por ello, que en la infancia todo, absolutamente todo lo cognoscible, tiene un sesgo genérico, incluso
en el ámbito simbólico, lo cual sugiere que existe una interconexión, una compleja red que asocia la
existencia en función del género. En la infancia aprendemos a invocar asociaciones basadas en el
género para procesar la información en función de ellas ya que hemos desarrollado un esquema
cognitivo basado en él, que es el núcleo de la triplicación sexual.

Ben, propone una teoría que utiliza algunos contractos de la psicología cognitiva y el modelo del
procesamiento e información para destacar la importancia de las diferencias de género en la
organización de la existencia humana y de la cognición en la tipificación sexual.

A partir de allí, incluiremos en el esquema de género, actitudes, preferencias, conductas y emociones


que reforzarán el autoconcepto. De manera que la persona tipificada sexualmente procesará la
información en términos de masculinidad y feminidad, según lo que su cultura entienda por esta. Al
haberse definido la organización de la conducta en términos de género, la existencia de conceptualizará
dicotomizada según el género.

El incesto es un trauma

Un trauma se define como un colapso que desorganiza el mecanismo de defensa de una persona y
resulta tan poderoso como para romper el escudo protector. El DSM IV determina el abuso sexual como
un acontecimiento capaz de modificar el equilibrio psicológico y fisiológico del organismo y hace un
esfuerzo sobre el diagnóstico para describir mejor los síntomas en la niñez y la adolescencia del
Desórden de Stress Post Traumático, haciendo énfasis en la necesidad de tener en cuenta el desarrollo
propio del niño (a), como su grado cognoscitivo, desarrollo afectivo y el tipo de relación que establece
con el entorno en cada momento.

En la actualidad los estudios sobre la memoria traumática han aportado nuevas evidencias que sin duda
serán un gran aporte teórico para quienes evalúan y tratan terapéuticamente a los niños y a las niñas.
Desde ese enfoque clínico, Teer ha realizado aportes teóricos importantes al igual que Herman.

Leonor Terr, según Bobes, (2001) diferencia tres categorías de trauma estresor en la infancia en el que
ella denomina:

Tipo 1: El trauma ha sido experimentado en forma limitada y circunscrita, en contraposición aquellos


niños y niñas que han estado sujetos a traumatización crónica. En este caso, la sintomatología es de
hipervigilancia, conductas de evitación y percepciones erróneas del pasado. La memoria de los (as)
niños (as) que han experimentado un trauma no repetitivo sugiere que la memoria traumática tiene una
cualidad diferente a la memoria normal. Los (as) niños (as) con desórdenes de tipo 1 parecen recordar el
evento y lo narran de forma clara y detallada.

4
El Tipo 2: Ocurre tras un prolongado período de exposiciones a situaciones traumáticas y generalmente
los (as) niños (as) que experimentan trauma de tipo 2 lo olvidan. O por lo menos, olvidan segmentos
enteros de la infancia, hasta la edad de 9 años. Estos niños (as) emplean una negación masiva y a
menudo sufren de amnesia. También la evocación normal de los eventos depende de la edad que el niño
(a) fue traumatizado (a). Los niños (as) menores de tres años tienen a tener menos memoria explícita
(verbal). Alguno de ellos o ellas tienden a guardar la memoria implícita de los eventos traumáticos, por
medio de manifestaciones conductuales.

Finalmente, el Tipo mixto: Incluye a los (as) niños (as), que después del evento traumático presentan
sintomatología depresiva. El trabajo de Terr, ha sido importante para explicar la hipermesia, pero
también la amnesia, en los casos de abuso sexual infantil.

Para la práctica clínica

Para construir el tratamiento sobre el abuso sexual, estos nuevos conocimientos sobre modificaciones en
la memoria traumática o presencia de amnesia parcial o de la hipermnesia, del uso de mecanismos
disociativos para enfrentar el abuso, es de vital importancia. Las defensas utilizadas para enfrentar la
traumatización crónica como la negación, disociación, despersonalización y desapego del mundo
externo, puede alterar la memoria de tal manera que la codificación del evento traumático no suele ser
muy precisa.

Los (as) terapeutas deben comprender que la memoria es altamente influenciable y se debe de tener
cautela al evaluar e investigar historia de abuso sexual infantil. Aunque no hay mucha evidencia, de que
el interrogatorio directo sobre el abuso desemboque en falsos recuerdos, ciertos interrogatorios pueden
alterar el contenido de la memoria. Por esto, los (as) terapeutas deben de ser cuidadosos de no
investigar sobre un posible abuso de maneras que ni siquiera sugieran sutilmente un tipo particular de
respuestas.

Los trabajos actuales con la memoria traumática, nos proporcionarán elementos de gran beneficio para
el tratamiento del abuso. Es importante combinar una comprensión del trauma, con conocimiento
referente a los procesos de la memoria, interrogatorio cauteloso, validación y apoyo y procesos
psicoterapéuticos con conocimiento de la dinámica del abuso.

Tratamiento de las secuelas del abuso sexual en niños y niñas

El contenido de la terapia

Hay requisitos para aplicar este modelo teórico, uno de ellos es que los (as) terapeutas hayan sido
entrenados en la teoría del género. La validación de este manual, me ha confirmado la recomendación
de que es imprescindible utilizarlo paso a paso, si se quiere obtener buenos resultados. Este documento
ha sido utilizado con éxito en Costa Rica, Guatemala, Panamá, Uruguay, Paraguay, Honduras y
Nicaragua.

El contenido de la terapia para niños (as) abusados (as) sexualmente tiene que ver entonces con todas
las áreas que el abuso sexual ha dañado y que he descrito en mi libro Del Ultraje a la Esperanza. Las
sesiones son estructuradas, con objetivos precisos, juegos y actividades que faciliten estos objetivos.
Las primeras sesiones están dirigidas al desarrollo de la confianza, perdida a veces irreparable por
aquellos que han sido dañados por familiares. Las sesiones tienen una lógica conceptual y terapéutica
basada en el cómo, en el por qué, y en las secuelas en la fisiología, del cerebro, en el afecto, la imagen y
otros mecanismos utilizados para enfrentar las traiciones y traumas que produce el abuso sexual infantil.

El momento para revelar los detalles del abuso sexual, la prevención del mismo, evitar que quien fue
víctima pueda convertirse en ofensor, son también tratadas.

Los sentimientos, la construcción de la confianza y de la esperanza, el procesamiento del trauma, son


elementos necesarios en el proceso de sanación.

De gran relevancia son las sesiones que precisamente enfrentan la socialización diferenciada por género
de una manera crítica y deconstruyendo estereotipos. De esta manera, se intenta contribuir con la
5
formación de niños que desde sus primeros años puedan como hombres construir la masculinidad no
asociada a la violencia, y niñas que como mujeres construyan una feminidad no asociada a la
discriminación.

Planteo también, una subversión con relación a la epistemología tradicional que propone que las teorías
son objetivas y que hay que eliminar cualquier elemento subjetivo de las mismas. La terapia de género,
por lo contrario, sostiene que el conocimiento es una construcción social y que contiene un sesgo
androcéntrico.

Esta propuesta contempla que el abuso sexual es un trauma suficientemente poderoso para provocar
severas secuelas, descritas en el Desórden de Estrés Postraumático. Que el abuso sexual es un crimen
de poder. Que la terapia del abuso sexual se dirige a recuperar las áreas que daña, especialmente
devolver algún poder para quienes en el cautiverio de la familia y de la niñez fueron mancillados o
mancilladas. Que la perspectiva de género proporciona las herramientas epistemológicas para
comprender el tipo de terapia a utilizar en el tratamiento del abuso sexual.

La utilización del juego es muy importante en la terapia con niños (as), tan importante como las palabras
y otro tipo de comunicación que es usual para los y las adultos (as). El juego es un vehículo natural para
la expresión del trauma en forma simbólica y permite dominarlo e integrarlo. El juego del niño (a),
proporciona al terapeuta una comprensión del sentimiento y pensamiento y visión de los niños (as).

Aunque el modelo privilegia el trabajo grupal, porque el grupo permite el establecimiento más rápido de
la confianza y de la solidaridad en otros seres humanos, y porque en compañía de otros seres humanos
que han sufrido lo mismo, es que podemos sanar las heridas que deja el abuso sexual, este modelo
puede ser aplicado también en terapia individual.

Sí nos hemos entendido bien, saben ya, que sugiero abandonar la epistemología tradicional que afirma
que las teorías son objetivas en la medida que se eliminen la subjetividad de las mismas. Es por esto
que propongo una subversión a este planteamiento, rescatando la importancia que tienen los valores
sociales y genéricos en la producción del conocimiento que se sitúa en una construcción práctica y social
en donde el punto de vista de las mujeres y las víctimas es más fiable porque proporciona un punto
privilegiado para revelar la verdad de la realidad social del incesto.

Para finalizar, permítanme recomendarles como material de apoyo la presentación que sobre mi Manual
para el tratamiento del abuso sexual, dirigido a niños y niñas, hizo la Licda. Milena Grillo. Considero que
este documento habla mejor que yo del libro. Algo que satisface y honra, porque cuando nos leen mejor
que nosotras mismas, es hora de sentirse pedagoga, o sea, “aquella que enseña”.

6
Bibliografía

Batres Gioconda. Del Ultraje a la Esperanza. Tratamiento de las Secuelas del Incesto. 2da. Edición. San
José, Costa Rica. ILANUD, 1997.

Batres Gioconda. El Lado Oculto de la Masculinidad. Tratamiento para Ofensores. San José, Costa Rica.
ILANUD, 1997.

Batres Gioconda. Las Mujeres Centroamericanas y la Psiquiatría. En: Antología de Lecturas Taller
“Género, violencia intrafamiliar y abordaje terapéutico”. Guatemala, ILANUD, 2000.

Batres Gioconda. Manual para el Tratamiento Grupal del Incesto y Abuso Sexual Infantil. Programa
Regional de Capacitación contra la Violencia Doméstica. San José, Costa Rica. ILANUD, 2000.

Bessel A. Van der Kolk, Alexander C. Mc Farlane and Lars Weisaeth. Traumatic Stress. The Guilford
Press, New York, 1996.

Bobes García, Manuel Bousoño, Alfredo Calcedo y María Paz. Trastorno de Estrés Postraumático.
Barcelona: Masson, S.A., 2000.

Ceci, Stephen y Hembrooke Helen. Editors. Expert Witnesses in child abuse cases. Washington D.C:
American Psychological Association, 1998.

Finkelhor, David. Abuso sexual al menor. México: PAX, 1989.

Jayme, María y Victoria Sau. Psicología diferencial del sexo y del género. Barcelona, España: ICARIA,
1996.

Kevin J.Òconnor, Schaeter Charles. Manual de Terapia de Juego. México: Editorial El Manual Moderno,
1997.

Shapiro, Lawrence. La inteligencia Emocional de los Niños. España: Vergara, 1997.

Schiebinger, Londa. The Mind Has no Sex? Women in the Origins of Modern Science. United State of
America: Harvard University, 1989.

Recinos, Sonia. Un Acercamiento de Género a la Psicología Cognitiva. Maestría Estudios de la Mujer


UNA-UCR. San José, Costa Rica, 2000

También podría gustarte