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El DSM-5, en su estreno en 2013, lejos de ser recibido como una flamante renovación, puso de
relieve la crisis de los sistemas diagnósticos tradicionales, al extremo de ponerse a buscar
alternativas. Se ofrecen dos grandes alternativas.
Ambas propuestas son coherentes como salida a la crisis diagnóstica y, sin embargo, son
contradictorias entre ellas. Habría que ver si ambas son necesarias y si fuera el caso de qué manera
serian compatibles.
El esquema A-B-C es utilizado tanto por parte del enfoque cognitivo como del enfoque contextual.
El A-B-C del Enfoque cognitivo de la terapia de conducta. A: son los acontecimientos de la vida
que están relacionados con determinadas consecuencias emocionales y conductuales que definen un
problema o trastorno psicológico, aquí representados por C. La relación entre A y C está mediada por
B, que son las creencias (beliefs), las imágenes y los pensamientos que se tiene sobre los
acontecimientos y demás circunstancias de la vida (A). Si estas mediaciones cognitivas (B) tienen un
signo negativo (irracional, catastrófico, autoderrotista), entonces traen probablemente
consecuencias problemáticas como ansiedad, pánico, depresión y, en general, toda suerte de
trastornos psicológicos (C).
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Esquema A-B-C del Enfoque Cognitivo
A B C
Acontecimiento Creencias Consecuencias
Situación Ideas Emociones
Circunstancia Pensamientos Conductas
Evento activador Interpretaciones
Evaluaciones
Imágenes
El Esquema A-B-C del Enfoque cognitivo fue propuesto por Albert Ellis a principios de la década de
1960 como Modelo de la terapia racional-emotiva. La terapia racional-emotiva, actualmente
redenominada Terapia racional emotivo-conductual, ha seguido desarrollando el esquema hasta
convertirlo en todo un modelo terapéutico. Así mismo, es adoptado formalmente como modelo por
la terapia cognitiva de Beck en su extensión a trastornos psicóticos.
El proceder de acuerdo con este esquema supone una relación colaboradora entre terapeuta y
cliente. Esta colaboración tiene un cierto aspecto educativo, semejante de alguna manera a la
formación de la investigación científica. El terapeuta propone al cliente una nueva concepción de su
problema (la determinación de C por B, que no siempre es fácil de asumir), y le compromete a
ponerla en práctica. En este sentido se ha de advertir una labor de teorización convincente por parte
del terapeuta, a menudo quizá en forma de discusión o debate entre ambos, y la correspondiente
disposición de confianza por parte del cliente como para experimentar la vida a través del nuevo
cristal cognitivo. De hecho, el Esquema A-B-C empleado por la Terapia racional emotivo-conductual
incluye la D de discusión y la E de experimentación y también de efectos de la discusión (cognitivos,
emocionales y conductuales). La D y la E más que etapas añadidas, son momentos inscritos en el
propio esquema A-B-C.
B es la conducta (behavior),
C son las consecuencias producidas por tal conducta en calidad de reforzadores de la misma.
A son los antecedentes en cuyas condiciones ocurre la conducta.
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1. Situaciones definidas por su aspecto evocador de respuestas emocionales cuya función se
denomina estímulo condicionado. Aunque se suele presentar en términos del
condicionamiento clásico, en la perspectiva de este trabajo se conceptualizaría desde el
punto de vista de la conducta operante.
2. Situaciones definidas por el control de estímulo cuya función se denomina estímulo
discriminativo (Ed). El Ed puede depender de otro estímulo de segundo orden (denominado
técnicamente discriminación condicional) y aún éste puede depender, a su vez, de otro
denominado control contextual.
3. Situaciones definidas por su papel en alterar las funciones discriminativas y reforzantes de
los estímulos presentes, lo que se llama técnicamente operaciones de establecimiento.
4. Situaciones definidas por el control del lenguaje sobre la conducta. Este control verbal se
identifica en términos de conducta gobernada por reglas, una distinción que es pareja de la
conducta moldeada por contingencias.
La forma esquemática mínima del esquema se encuentra más usualmente en la fórmula Ed: C R, a
partir de la que se registran las diversas relaciones contingenciales. Ésta fórmula se leería así: en
presencia de cierto estímulo discriminativo (Ed), determinada conducta (C) probablemente venga
seguida de tal reforzador (R). Lo importante es apreciar que estos tres términos constituyen una
unidad funcional, de manera que tanto las condiciones antecedentes como las consecuentes forman
parte de la estructura de la conducta. Esta unidad se denomina contingencia de tres términos.
Intervenciones con bases en la exposición: consisten en la exposición del sujeto ante ciertas
situaciones evitadas o en la presentación de determinados estímulos, cuyas técnicas clásicas
son la exposición prolongada y la desensibilización sistemática. Aunque en esta forma de
intervención sigue siendo muy importante el lenguaje (explicaciones, reglas, persuasión) y no
falta el reforzamiento contingente, lo que se pondera es la relación A-B, definida como
control excesivo por parte de los estímulos condicionados antecedentes (el E-R de Pavlov).
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Intervenciones con base en el manejo directo de contingencias: consisten en la disposición
de alguna condición discriminativa y reforzante (valiéndose de varias técnicas como el
control de estímulo, el moldeamiento o sistemas de organización de contingencias).
Intervenciones con base en el control verbal: consisten en el uso del lenguaje como principal
instrumento terapéutico. En este sentido se pondera el “manejo indirecto” que está
implicado, sobre todo, cuando se trata de reglas que definen contingencias y/o instruyen
acerca de cómo comportarse. Pero el lenguaje puede constituir él mismo un contexto en el
que se da la conducta-problema, de manera que el propio lenguaje (como instrumento
terapéutico) modifique entonces el lenguaje dado como contexto social verbal.
En psicoterapia analítica funcional, la conducta verbal tanto supone un “manejo
indirecto” de contingencias (relativas a la vida cotidiana), como está sometida al
“manejo directo” de las contingencias que funcionan en la sesión de terapia.
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El contexto cotidiano se refiere a las circunstancias diarias del cliente, que también
pueden ser dispuestas en orden a determinados cambios de su conducta. En esta
línea, se ha de hacer referencia a las intervenciones comunitarias, donde se trata de
reorganizar un conjunto de condiciones, desde medio-ambientales hasta políticas,
que cubren toda una comunidad.
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D. Operaciones verbales consistentes en la alteración de reglas. Si las anteriores
operaciones son distintas clases de reglas, se trata ahora de reglas que alteran el
funcionamiento de reglas establecidas. El caso aquí es que estas “reglas establecidas”
constituyen el sentido común y, por lo tanto, son el trasfondo con que se cuenta. La
cuestión está en que el lenguaje no es meramente algo que se usa, sino que nos habita
y conforma, es decir, que nos habitúa y da la forma a las creencias en las que estamos.
En el dialogo socrático el punto sería una discusión que fuera moldeando una nueva concepción de
las cosas valiéndose de los materiales generados por el propio interlocutor y, en su caso, propuestos
por el terapeuta. El dialogo socrático puede ser visto en este contexto como una forma de
moldeamiento. Por su lado, el debate llevado en la Terapia racional emotivo-conductual puede
adoptar el estilo socrático, así como también se reconoce en la Terapia cognitiva de Beck.
También se usan las metáforas. La metáfora hace ver una cosa que pudiera ser difícil de captar, a
través de su semejanza con otra que se ofrece con toda su nitidez en el aspecto relevante y que
funciona, por tanto, como vehículo que permite establecer una similitud. Así, por ejemplo, una
metáfora puede ayudar a ver de otra manera un problema y de este modo recontextualizar su
sentido. El uso de metáforas en TC está especialmente reconocido en la Terapia de conducta
dialéctica y en la Terapia de aceptación y compromiso.
1. Observación de la conducta.
2. Presentación de estímulos.
3. Disposición de condiciones antecedentes.
Técnicas de exposición.
Control de estímulo.
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4. CARACTERIZACIÓN DE LA TERAPIA DE CONDUCTA EN RELACIÓN CON OTRAS TERAPIAS.
La terapia de conducta de puede caracterizar como una terapia breve, directiva, activa, centrada en
el problema, orientada al presente, que supone una relación colaboradora y en la que el cliente
puede ser un individuo, una pareja, una familia, un grupo o una comunidad. Se revisan a
continuación unas dimensiones, donde se apreciará la cantidad de matrices que todavía serian
preciso incorporar:
Breve-Larga. En general, se considera terapias breves las que llevan menos de 30 sesiones, siendo
en torno a 15 el punto de referencia. Las terapias de larga duración remiten a más de 100 sesiones,
contándose a veces por centenares o años. Esta referencia de larga duración viene dada por la
terapia psicoanalítica (el psicoanálisis de corte clásico). Se ha de añadir que de 40 a 90 sesiones no se
consideraría una terapia de largo duración (lo que apenas llevaría un año a razón de dos sesiones por
semana). El ejemplo de la terapia breve en este sentido viene dado por la TC (considerando tanto el
enfoque cognitivo como el contextual), al ser prácticamente la primera alternativa al psicoanálisis.
Así, son terapias breves, además de la TC:
Hay ciertas terapias dentro de la propia TC que pueden resultar de larga duración:
En cuanto a la duración y frecuencia de las sesiones de la TC, la sesión suele durar entre una y dos
horas. Las primeras quizás son más largas, para después estabilizarse en torno a una hora. La
frecuencia suele ser de una vez por semana, si bien al comienzo pudieran ser dos y posteriormente
hacerse más espaciadas. Aunque este tipo de terapias tienen un curso abierto dentro de su horario,
también hay programas terapéuticos que tienen prácticamente estandarizada la aplicación en cuanto
al número, duración y pauta de las sesiones como, por ejemplo, la terapia sexual o la terapia
cognitiva de la depresión. El contrato de terapia, donde se fijan tanto los objetivos a “tratar” como
los aspectos formales relativos a las sesiones, los honorarios y la colaboración del cliente, es una
modalidad establecida en la psicoterapia psicoanalítica breve.
Directiva-Permisiva. En general, las terapias directivas son aquellas en las que el terapeuta adopta
un papel activo en la dirección de la terapia. El contrapunto permisivo lo daría una actitud no-
directiva figurada cual espejo que refleja lo que pone el cliente (sin intervenir en su espontaneidad).
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El Modelo de terapia permisiva lo daría precisamente la Terapia no-directiva de Rogers. Por su lado,
el papel directivo del terapeuta toma diversas formas:
Activa-Pasiva. Esta dimensión está correlacionada con la anterior, puesto que una terapia directiva
parece suponer una implicación activa del cliente, mientras que una permisiva sugiere más bien un
sujeto pasivo. Sin embargo, hay terapias en las que terapeuta puede ser activo (por ejemplo, la
interpretación psicoanalítica) y el cliente pasivo, al fijar la “curación” al insight. En general, las
terapias que confían el cambio al insight, al “reencuadre” del sistema comunicacional o a la
información, están controlando con un sujeto pasivo, por más que invoquen la actividad de procesos
mentales. Por su parte, efectivamente, las terapias permisivas sugieren un sujeto pasivo al modo
botánico (crecimiento personal, espontaneidad creadora, autocongruencia).
En las Terapias de reestructuración cognitiva hay una orientación a “problemas generalizados” más
que a “problemas circunscritos”, según la distinción de Brewin, lo que también se podría decir de la
Terapia contextual y de la Terapia de conducta dialéctica, aun cuando no tienen inspiraciones en la
personalidad. Por su parte, la Terapia estratégica tiene también su orientación al cambio estructural,
en este caso de la familia.
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Presente-Pasado.
La Terapia psicoanalítica sigue el hilo de los “síntomas” presentados aquí-ahora hasta dar
con el ovillo situado allí-entonces, cuyo descubrimiento desenredaría el problema actual.
La Terapia gestáltica sería un ejemplo de concentración en el presente, así como en general
las experienciales.
La Terapia estratégica sitúa también su intervención en el presente.
La TC está igualmente orientada al presente, si bien su lógica con base en el aprendizaje
supone más un cambio diacrónico paso a paso (cara al futuro) que sincrónico espontáneo
(gestáltico, experiencial o comunicacional)
Todas las unidades problemáticas-No todas. Las psicoterapias de la tradición psicoanalítica son
individuales y por lo mismo (por su mirada intrapsíquica) lo son también las terapias experienciales y
las cognitivas, aunque trabajen con varias personas a la vez. En cambio, la Terapia estratégica toma
como unidad la familia, como sistema, y no en vano se denomina también Terapia familiar o
sistémica. La Terapia familiar sistémica tiene también una afinidad contextual, por la que transita del
individuo a la comunidad más coherentemente que los enfoques psicodinámicos y cognitivos. Por su
parte, la Terapia existencial Yalom sería un ejemplo más coherente de la terapia individual y grupal.
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Breve Directiva Activa Orientada Situada Relación Todas las
al en el colaboradora unidades
problema presente problemáticas
Terapia
Psicoanalítica
Psicoterapia
Psicoanalítica
Terapia
Gestáltica
Análisis
Transaccional
Terapia
Existencial
Terapia
Estratégica
Terapia
Centrada en
la Persona
Terapia
Experiencial
Modificación
de Conducta
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