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Bajo el paraguas del prestigio de la psicología experimental cognitiva, y aprovechando el zeitgeist del
momento, diferentes formas de entender lo cognitivo se fueron abriendo paso hasta llegar a configurar
un conjunto diverso de procedimientos terapéuticos, caracterizados por centrar la intervención en la
modificación de los mediadores cognitivos de las conductas, y no en las conductas mismas y, por aceptar
que la eficacia de las técnicas y validez de sus modelos explicativos deberían fundamentarse en datos
empíricos y experimentales
Ha habido diversos intentos de introducir variables de tipo cognitivo a partir de los propios presupuestos
conductistas. Algunos de estos, apenas se alejaron del marco teórico general conductista, mientras que
otros supusieron una clara ruptura
Entre los primeros se encuentra en encubiertalismo, que asume que, junto a las conductas manifiestas,
existen conductas encubiertas y éstas se rigen por los mismos principios y leyes que las externas. Los
sucesos privados tendrían el mismo status epistemológico que los estímulos y las conductas externas y,
por tanto, podrían ser susceptibles de utilización para producir aprendizajes asociativos encubiertos. Las
técnicas encubiertas son procedimientos que hacen uso de la imaginación para asociar conductas
desadaptadas con consecuencias aversivas (sensibilización encubierta), para asociar conductas
adaptadas con consecuencias reforzantes (reforzamiento encubierto) o para observar imaginativamente
esas mismas asociaciones en otras personas (modelado encubierto)
Una segunda línea de evolución fueron las técnicas de autocontrol. Skinner defendía el autocontrol
como una forma de control antecedente y consecuente sobre la conducta con la característica de ser la
propia persona la que establece los estímulos discriminativos y las contingencias de reforzamiento. Sin
embargo, dentro de la terapia de conducta, otros autores empezaron a proponer modelos de
autocontrol alternativos en los que las variables controladoras serían autogeneradas internamente. Por
ejemplo, Kanfer defendió que el autocontrol se ejerce cuando se realiza una conducta que tiene menor
probabilidad de realizarse que otras en ausencia de variables externas que lo expliquen, de forma que
las nuevas variables controladoras son cognitivas
Las técnicas de biofeedback constituyen otra área de investigación terapéutica. Son consideradas como
técnicas de autocontrol de respuestas biológicas, el feedback biológico se entendió como un tipo de
reforzador operante. Sin embargo, desde otras perspectivas, se entendió como información
retroalimentada al sistema biológico, que este procesa para ajustar su conducta a los objetivos
perseguidos. Este nuevo concepto de feedback conecta mejor con el concepto de “conocimiento de
resultados”, utilizado por la psicología experimental cognitiva para explicar el aprendizaje y el control
motor
Finalmente, las críticas que se formularon desde la propia terapia de conducta a los modelos de
condicionamiento se referían a las insuficiencias del condicionamiento clásico e instrumental para
explicar la mayor parte de los trastornos psicopatológicos, aunque fueron desacreditadas. Ésta fue una
evolución lenta y compleja dentro del propio conductismo, que dio como resultado la aceptación de las
variables mediadoras de tipo cognitivo como los principales determinantes del modelo animal. Desde
esta perspectiva, lo que se aprende no son respuestas asociadas a estímulos antecedentes o
consecuentes, sino representaciones centrales de las relaciones entre estímulos o de las relaciones
entre la conducta y sus consecuencias
Una parte importante de la psicología social se desarrolló alejada de los postulados conductistas (por
ejemplo, la teoría de la disonancia cognitiva, la teoría del lugar de control, la teoría de la atribución o la
teoría del arousal-cognición). En general, estas teorías tienen en común resaltar la importancia de las
expectativas y las interpretaciones que uno hace de su propia conducta y de la conducta de los demás,
en cuanto a determinantes de la propia acción
De especial relevancia pata las terapias cognitivas fueron las teorías de la emoción y el estrés, en las
que lo importante no son los sucesos externos, sino las valoraciones e interpretaciones que hacemos de
ellos. Este tipo de valoraciones e interpretaciones son contenidos cognitivos y se pueden considerar
como pensamientos conscientes que median entre la situación y la respuesta emocional o respuesta al
estrés. El modelo transaccional del estrés, de Lazarus, es, tal vez, el modelo teórico de más influencia en
el desarrollo del paradigma cognitivo-conductual. Este modelo entiende el estrés como resultado de una
interacción dinámica entre la persona y el ambiente, mediada por la forma en que la persona evalúa
cognitivamente, tanto las situaciones externas, como las habilidades que tiene para afrontarlas
Las teorías psicosociales de la emoción han generado un gran número de investigaciones orientadas a
conocer el papel de esta evaluación cognitiva o appraisal en la generación y control de las reacciones
emocionales. Esta línea de investigación enfatiza la importancia de nuestros pensamientos en nuestras
reacciones emocionales. Conceptos utilizados para referirse a estos procesos cognitivos fueron los de
atribución, expectativa y evaluación, considerados muchas veces como intercambiables, aunque hay
algunas diferencias:
La terapia racional de Ellis y la terapia cognitiva de Beck comparten la misma premisa estoica y
racionalista de que “las perturbaciones emocionales no son creadas por las situaciones, sino por las
interpretaciones que hacemos de esas situaciones”. Tanto Ellis como Beck asumen que los trastornos
comportamentales tienen su punto de partida en patrones de pensamiento irracionales, los cuales se
manifiestan en las verbalizaciones que las personas hacen de sí mismos, de las otras personas y del
mundo que les rodea. Desde esta perspectiva, el objetivo terapéutico es desarrollar directamente
patrones de pensamiento racionales y adaptativos
Por otra parte, tanto Ellis como Beck, se alejaron del psicoanálisis (por ejemplo, en el énfasis que ponen
en la experiencia consciente, en el análisis directivo de los patrones de pensamiento mediante
introspección y cuestionarios o en la mayor relevancia de la historia reciente frente a la historia remota),
pero en otros aspectos, se mantuvieron próximos a él (por ejemplo, en la necesidad de comprensión o
insight de los patrones de pensamiento, la importancia de las elaboraciones cognitivas o la importancia
de reconciliar las creencias y actitudes internas con las realidades externas
Entre el estímulo y la respuesta se interponen una serie de estructuras y procesos cognitivos que
transforman activamente la información proporcionada por el estímulo y guían la respuesta que se
produce y estos mecanismos mediacionales tienen una naturaleza no consciente, aunque el resultado
final sí lo sea o pueda serlo
Las aplicaciones directas de este paradigma a la terapia de conducta han sido muy limitadas, aunque
algunos autores han insistido en sus importantes influencias, al menos indirectas, en el desarrollo del
modelo cognitivo-conductual. Entre las técnicas sí consideradas cognitivas (como las terapias
racionales), es evidente que algunos conceptos utilizados en sus versiones más actualizadas demuestran
un claro interés por acercarse a los planteamientos cognitivos del procesamiento de la información
Ha habido numerosos autores que han intentado identificar un denominador común a todas las terapias
autodenominadas cognitivas o cognitivo-conductuales. Se recogen 7 supuestos que comparten
prácticamente todas estas terapias:
1) Las personas responden a representaciones cognitivas del ambiente más que a los
acontecimientos per se
2) El aprendizaje está mediado cognitivamente
3) La cognición media las disfunciones emocionales y conductuales
4) Al menos, algunas condiciones, o formas de cognición, pueden ser evaluadas objetivamente
5) Algunas formas de cognición pueden ser modificadas
6) El cambio cognitivo puede cambiar los patrones disfuncionales de las emociones y conductas
7) Los métodos cognitivos y conductuales de cambio terapéutico son deseables, pudiendo quedar
integrados en un modelo cognitivo-conductual común
Estas técnicas tienen como característica enfatizar la importancia de analizar y modificar los patrones
de pensamiento disfuncionales del paciente. En esta categoría se incluirían “La terapia racional
emotiva” de Ellis, “La terapia cognitiva” de Beck y el “Entrenamiento en autoinstrucciones”
Dentro de esta categoría, también podrían incluirse las “terapias constructivistas”, basadas en la teoría
de los constructos personales de Kelly, que enfatiza el carácter no realista y no racionalista del
pensamiento y del sistema de creencias. Por consiguiente, la reestructuración cognitiva no tiene por qué
orientarse a sustituir un tipo de pensamiento irracional por uno racional, sino a sustituir un tipo de
pensamiento constructivo desadaptativo por otro adaptativo
Entrarían en esta categoría aquellas técnicas orientadas a ampliar el repertorio de habilidades de las
personas para que puedan hacer frente a las situaciones problemáticas. Aquí se incluirían técnicas como
la “inoculación contra el estrés” o el “entrenamiento en manejo de la ansiedad”
El supuesto básico de la terapia racional-emotiva es que los problemas y trastornos psicológicos tienen
en su base patrones irracionales de pensamiento. Estos patrones presentan 3 características:
Desde el punto de vista clínico, las claves de la terapia emotivo-racional se resumen en el esquema
ABCDE:
En la teoría racional-emotiva, los sucesos ambientales no causan directamente las conductas y las
emociones. Entre los sucesos y las consecuencias se interponen pensamientos que hacen que los
acontecimientos se juzguen de una forma u otra y, en función de ese juicio, hacen que reaccionemos
también de una forma u otra. Las creencias pueden ser de 2 tipos:
Existen también pensamientos que no entran dentro de estas categorías, y que Ellis denomina
observaciones e inferencias no evaluativas. Son descripciones objetivas de acontecimientos
(observaciones) que van más allá de los propios acontecimientos (inferencias), pero no tienen ninguna
relación con nuestros objetivos personales. Las creencias racionales e irracionales son siempre
evaluativas y suelen tener la forma de inferencias encadenadas a partir de un acontecimiento
Si las emociones y las conductas patológicas (c) son la consecuencia de las conductas irracionales, el
objetivo terapéutico debería ser la modificación de tales creencias. Éste es el núcleo de la terapia
racional-emotiva y se presenta por las letras D (Debate) y E (Efectos). El debate es, sin duda, la clave de
la terapia, pero no se limita a la discusión de la racionalidad o irracionalidad de las creencias. Incluye u
conjunto de técnicas orientadas a la modificación del conjunto de creencias que constituyen la
estructura mental de la persona
El objetivo es, por tanto, la sustitución de los patrones irracionales de pensamiento ante los
acontecimientos activantes (a) por patrones racionales de pensamiento. La puesta en práctica y
asimilación de los nuevos patrones deberían ahora producir unas nuevas consecuencias emocionales y
conductuales no patológicas (los Efectos)
Consiste en u diálogo entre paciente y terapeuta en el que este último va ayudando al primero a
descubrir sus creencias irracionales a través de preguntas que le llevan a caer en la cuenta de la
existencia de pensamientos negativos mediadores y a cuestionar la veracidad de tales pensamientos
Se trata de un método claramente didáctico (método socrático) orientado a que sea la propia persona la
que llega a la conclusión de que sus pensamientos irracionales son los que explican su patología. El
debate se facilita su el terapeuta sigue determinadas estrategias para identificar las creencias
irracionales del paciente y para refutar sus argumentos
Según Ellis, las 2 características distintivas de las creencias irracionales son el absolutismo (valoración de
cualquier cosa en términos extremos) y el dogmatismo (asunción de obligaciones y deberes como
consecuencia de ideas o principios que se tienen como innegables y ciertos). De este tipo de creencias
absolutas y dogmáticas se derivan una serie de inferencias evaluativas sobre uno mismo y el mundo, de
carácter puramente negativo, que se resumen de 3: tremendismo, insoportabilidad y condenación
Una vez identificadas las creencias irracionales y las inferencias negativas, el debate se dirige a la
discusión y refutación de su veracidad o racionalidad. Ellis aconseja seguir las reglas del método
científico:
a) Empirismo: aceptar como realidad solo aquellos hechos que pueden ser observados y
comprobados por la experiencia
b) Lógica: aceptar como válidas sólo aquellas proposiciones que se deriven de forma lógica
c) Flexibilidad: disposición a cambiar las propias ideas o teorías en función de los nuevos hechos
d) No valoración moral: no puede condenar o premiar en términos absolutos y universales por
actuar de una forma u otra
e) Probabilismo: si se realizan determinadas acciones, sólo puede establecerse la mayor o menor
probabilidad de que eso ocurra
El terapeuta guía y orienta las respuestas de la persona señalando los puntos débiles de su
razonamiento y haciendo que sea ella la que llegue a la conclusión de que su pensamiento es irracional
Consisten en ejercicios similares a los que se realizan en las técnicas de exposición en la imaginación,
con la diferencia de que, durante ésta, la persona debe tomar un rol activo intentando practicar la
sustitución de los pensamientos
En ellos, el terapeuta selecciona una serie de acontecimientos activantes que puedan generar
sentimientos negativos y, en cada ejercicio, se le pide que cierre los ojos e imagine la situación,
verbalizando los pensamientos que le vienen a la mente. A continuación, se le pide que inicie el
autodebate sustituyendo los pensamientos irracionales por racionales mientras mantiene una imagen
vívida de la situación. Finalmente, se le pide que verbalice los efectos que dicha sustitución está
teniendo en sus emociones y sentimientos
Estos ejercicios se realizan para afianzar el pensamiento racional en situaciones que suelen generar
incomodidad y sentimientos negativos, pero que no suponen ningún peligro real. Contribuyen a ejercitar
el debate científico-filosófico y a aceptar que las emociones negativas son parte de la vida real y que
sentirlas no significa que exista una patología
Estos ejercicios consisten en pedir a la persona que, de forma deliberada, se exponga a determinadas
situaciones que generan temor, tristeza, vergüenza… y que, estando en la misma situación, intente
aceptarse a sí mismo y la incomodidad que siente, relativizando tanto la situación como la emoción
Estas técnicas pueden contribuir al cambio cognitivo y a la consolidación de los nuevos patrones de
pensamiento racional entrenados mediante las técnicas propiamente cognitivas. La inclusión de este
tipo de técnicas implica la aceptación del carácter mediador de las propias conductas y de las emociones
sobre las propias creencias y pensamientos, asumiendo un planteamiento relativista del propio modelo
cognitivo
“Las causas más directas de las alteraciones emocionales (c) suelen ser las creencias irracionales (b),
aunque no siempre. Hay alteraciones emocionales que, a veces, pueden surgir de unos acontecimientos
(a) muy poderosos, siendo tales acontecimientos (a), las causas directas de las consecuencias
En sus últimas formulaciones, Ellis defiende un planteamiento interaccionista, según el cual, tanto los
acontecimientos activantes como las creencias y las consecuencias están intrínsecamente relacionados,
no pudiendo existir ninguno de ellos sin los otros
Ellis proporciona un listado de creencias irracionales que son muy frecuentes y pone ejemplos de cómo
se hará el debate científico-filosófico:
Debo ser querido y aceptado por todas las personas que considero importantes:
El debate también se dirige a refutar las inferencias negativas, en este caso, el tremendismo, y termina
cuando el paciente es capaz de cambiar esa creencia irracional por otra racional sustituyendo el debo
por un prefiero o me gustaría, y admitiendo que es incómodo que no te acepten todas las personas que
tú valoras, pero no es ni catastrófico ni terrible
Debo ser siempre competente y hacer las cosas con la máxima perfección:
La principal inferencia negativa es la condenación. La consecuencia puede ser un miedo patológico a
cometer errores. La autocondenación, por el hecho de no ser competente en todo no tiene ningún
fundamento, ya que uno puede ser competente en unas cosas y no en otras
El pensamiento racional acepta las limitaciones humanas y errores. La sustitución del deber por el me
gustaría y la aceptación de los errores como parte de la actividad humana son los principales objetivos
del debate
Todas las personas deben tratarme con consideración y justicia, y si no lo hacen, son seres
despreciables y malos que merecen ser castigados severamente:
El pensamiento racional relativiza el deseo de ser tratado con consideración y justicia y separa lo que
una persona hace de lo que esa persona es. El trato injusto puede ser en ocasiones producto de la
ignorancia y no necesariamente de la intencionalidad o maldad
Debo sentirme siempre a gusto y es terrible y catastrófico si las cosas no salen como yo
quiero:
Como en las creencias anteriores, el pensamiento racional flexibiliza la creencia, convirtiendo el deber
en un deseo o preferencia al tiempo que minimiza las expectativas negativas en el caso de no cumplirse
el deseo
El tipo de análisis que se aplica a las creencias irracionales es un proceso de enseñanza de una nueva
forma de pensar sobre el mundo y los acontecimientos que nos ocurren
La terapia racional-emotiva de Ellis ha servido para llamar la atención de los terapeutas de conducta
sobre la importancia de la mediación verbal en el aprendizaje y la conducta. Aunque en muchos
trastornos psicológicos, la irracionalidad y el miedo son su principal característica y que los tratamientos
basados en la simple persuasión han demostrado ser ineficaces, muchos psicólogos se sienten
insatisfechos con una explicación exclusivamente en términos de condicionamiento. Además, la terapia
de Ellis es incoherente con otras muchas demostraciones experimentales de la influencia de las
creencias conscientes sobre los sentimientos y las conductas, constituyendo los fundamentos científicos
de las teorías cognitivas de la motivación y la emoción
La conexión de las terapias cognitivas con la investigación experimental cognitiva, que no es evidente en
los trabajos de Ellis, queda, sin embargo, resaltada en las formulaciones de la terapia cognitiva de Beck
Se encuentran muchas similitudes entre los planteamientos de Ellis y Beck, por ejemplo:
- Utilizar el paradigma ABC en la explicación del trastorno, asumiendo que los síntomas son la
consecuencia de patrones de pensamiento desadaptativo
- Plantear la terapia como una forma de tratamiento breve con una duración variable entre 10 y
20 sesiones
- Utilizar en la terapia un estilo activo y directivo, guiando a la persona a descubrir sus
pensamientos disfuncionales a través del método socrático
- Focalizar la terapia en la solución de los problemas del paciente a través de una evaluación
funcional de sus síntomas y una priorización acordad de los problemas a abordar en la terapia
- Ampliar progresivamente el ámbito de aplicación de la terapia cognitiva
La terapia de Beck, sin embargo, también tiene aspectos distintivos, como una mayor elaboración del
modelo teórico, la mayor vinculación de la terapia con las investigaciones experimentales sobre
mecanismos cognitivos y la diferente forma de organizar y estructurar la terapia
El planteamiento inicial de Beck parte del análisis del estilo de pensamiento típico de las personas con
depresión: una visión amplia y negativa sobre sí mismo, el mundo y el futuro, lo que Beck denominó la
triada cognitiva negativa. Esta forma de pensar se expresa en pensamientos automáticos y habituales
negativos que se producen y mantienen debido a la existencia de unos errores en el procesamiento de la
información ambiental con un claro sesgo negativo que Beck denomina distorsiones negativas
La consecuencia de todos estos elementos cognitivos es un estado afectivo negativo, así como el
conjunto de síntomas fisiológicos, motivacionales, cognitivos y conductuales propios de la depresión
Este modelo teórico inicial se fue ampliando y revisando. Por ejemplo, se amplía a los trastornos de
ansiedad, pero cambian los contenidos de los patrones de pensamiento y la forma en que se
manifiestan: una forma amplia y general de uno mismo como vulnerable, del mundo como amenazante
y del futuro como impredecible e incontrolable. Esta forma de pensar se manifiesta en la forma de
pensamientos automáticos y de imágenes visuales amenazantes
Las distorsiones cognitivas son las mismas que en la depresión, pero los pensamientos genéricos (o
esquemas) son diferentes ya que, mientras en la depresión predominan los temas relacionados con la
pérdida del amor, la aprobación, la omnipotencia y los logros, en el caso de la ansiedad predominan los
temas relacionados con el peligro, la amenaza, la vulnerabilidad, la falta de control y la impotencia.
Aunque, en ambos casos, estos pensamientos tienden a ser rígidos e indiferenciados
El modelo hace una distinción entre 3 elementos coincidentes con los que propone la psicología
experimental cognitiva: las estructuras cognitivas, las operaciones cognitivas y los productos cognitivos
Son los esquemas genéricos de pensamiento almacenados en la memoria a largo plazo. Beck utiliza el
término esquema para referirse a esa forma general de pensamiento y que representan el conjunto de
experiencias previas actuando como moldes que dirigen la atención e influyen en la interpretación de
los acontecimientos y facilitan el recuerdo. Se distinguen 2 tipos de esquemas:
Son los pensamientos concretos que uno tiene ante las situaciones o acontecimientos del entorno como
consecuencia de su procesamiento a través de estructuras y operaciones cognitivas. Beck los denomina
pensamientos negativos automáticos
La terapia cognitiva de Beck está fundamentada en este modelo teórico y orientado a modificar los
esquemas cognitivos negativos, las distorsiones negativas y los pensamientos negativos automáticos
3.1.Componentes de la terapia:
Beck distingue entre métodos terapéuticos conductuales y cognitivos. Los conductuales son, en general,
los primeros en ser aplicados porque contribuyen a reducir la sintomatología y a aumentar su
motivación, además, se utilizan para que se familiarice poco a poco con las técnicas cognitivas
Los métodos conductuales también pueden incluir técnicas terapéuticas más elaboradas que necesitan
ser aplicadas en el contexto clínico, como las técnicas de relajación, los ejercicios de respiración, las
técnicas de exposición y las técnicas de entrenamiento en habilidades sociales. Estas técnicas, no
obstante, se aplican dentro de un marco cognitivo general orientado a que la persona aprenda a
identificar los pensamientos que acompañan a sus problemas y pueda poner a prueba el papel mediador
de los pensamientos en su mantenimiento y posterior modificación
Estos métodos se introducen cuando la persona ha empezado a sentirse mejor. Sus principales
componentes son: la identificación de los pensamientos automáticos, la evaluación de estos
pensamientos y la modificación de las distorsiones cognitivas y la modificación de los esquemas
cognitivos básicos
La persona tiene que entender la naturaleza de los pensamientos automáticos y cómo afectan a sus
emociones y conductas. Durante las fases de evaluación diagnóstica y aplicación de los métodos
conductuales ya se les va orientando. Sin embargo, al inicio de los métodos cognitivos, el principal foco
de atención es esa identificación. Los procedimientos a aplicar son diversos:
a) Preguntas directas
b) Preguntas indirectas propias del método socrático
c) Ensayos imaginados
d) Ensayos conductuales
e) Autorregistros de los pensamientos disfuncionales
Una vez identificados los pensamientos negativos automáticos, la persona tiene que aprender a
distanciarse de esos pensamientos y a tratarlos como interpretaciones de la realidad y no como la
realidad misma. Para ello, tanto terapeuta como paciente deben aplicar el método socrático
cuestionando la realidad del pensamiento
Para ayudar a identificar los errores es importante que el/la terapeuta señale al paciente el tipo de
distorsiones cognitivas más frecuentes, que son: la inferencia arbitraria, la abstracción selectiva, la
sobregeneralización, la maximización y minimización, el pensamiento dicotómico y la personalización
Esta fase de la terapia tiene como principal objetivo que la persona reevalúe sus pensamientos
negativos automáticos y los sustituya por pensamientos alternativos no disfuncionales. Como en el caso
de la terapia racional-emotiva, es importante que sea ella quien llegue a la conclusión de la
disfuncionalidad de sus pensamientos
Los efectos positivos de la sustitución dependen de la credibilidad que la persona otorgue a los
pensamientos alternativos y, para afianzar esta sustitución se pueden utilizar diferentes métodos:
La terapia cognitiva se considera incompleta si no aborda y modifica el sistema cognitivo que sustenta
las distorsiones cognitivas y los pensamientos negativos automáticos del paciente. En la medida que la
terapia avanza, su forma de pensar básica se debe ir haciendo más evidente, lo que aprovecha el
terapeuta para indagar y hacer explícitos los esquemas cognitivos básicos. Esta forma de indagación
tiene como objetivo hacer explícito el significado último de los pensamientos automáticos que causan el
malestar de la persona
El terapeuta puede concluir formulándole de forma explícita sus posibles esquemas básicos
(condicionales e incondicionales) y, para ayudar a la identificación de los esquemas básicos, el terapeuta
puede utilizar los cuestionarios que existen para evaluar este tipo de pensamiento (por ejemplo, el DAS),
aunque los cuestionarios no deben utilizarse al margen del diálogo terapéutico
Los métodos para modificar los esquemas básicos son similares a los que se utilizan para evaluar los
pensamientos automáticos y para modificar las distorsiones cognitivas. Estos métodos pueden
resumirse en 4:
- Métodos cognitivos
- Métodos conductuales
- Métodos emocionales
- Métodos interpersonales
Si en la terapia racional-emotiva de Ellis las creencias irracionales constituyen su aspecto más distintivo,
en la terapia cognitiva de Beck su principal seña de identidad son las distorsiones cognitivas. El estudio
de los sesgos o distorsiones en el procesamiento de la información se ha llevado a cabo de múltiples
formas: aparte de las observaciones clínicas y de los estudios correlacionales basados en cuestionarios,
la investigación experimental ha utilizado diferentes procedimientos, como la tarea tipo Stroop, la
escucha dicótica, el priming semántico, los juicios de contingencia, el recuerdo de palabras…
- En las tareas tipo Stroop, el sesgo se identifica por la mayor o menor interferencia sobre el
reconocimiento del color
- En la escucha dicótica, el sesgo viene señalado por la presencia de respuestas ante las palabras
significativas pese a no haber sido atendidas o procesadas conscientemente
- En las tareas de priming semántico, la manipulación del contenido amenazante o negativo de
ambas palabras y que la palabra precedente se presente de forma consciente o no consciente
es la clave para identificar el sesgo semántico
- En el priming motivacional, la decisión léxica se sustituye por la evocación de reflejos
psicofisiológicos y las palaras precedentes, por fotografías de objetos o situaciones
amenazantes
- En las tareas de juicio de contingencias, la diferencia entre la percepción de control y el control
real indica la presencia y la dirección del sesgo
- En las tareas de recuerdo de palabras, el mayor número de palabras de contenido afectivo
negativo recordadas o reconocidas es la medida del sesgo
La terapia cognitiva de Beck asume que las personas tendemos a cometer este tipo de sesgos o
distorsiones cuando procesamos los estímulos ambientales, y que son estas distorsiones las que explican
nuestros pensamientos negativos automáticos. Las principales distorsiones propuestas por el modelo
son las siguientes:
Las distorsiones que resalta la terapia cognitiva son distorsiones del procesamiento de la información
que deberían confirmarse bajo condiciones de control experimental. La investigación en este campo ha
sido abundante, aunque los datos no siempre confirman la presencia de los sesgos predichos, sino que
tienden a confirmarse cuando se utilizan personas no clínicas, siendo los resultados menos evidentes al
utilizar a personas con trastornos clínicos de ansiedad o depresión
En el caso de los trastornos de ansiedad, el sesgo atencional hacia las señales de peligro parece tener un
buen apoyo empírico, pero los estudios sobre procesamiento preatencional de estímulos fóbicos
resaltan el carácter automático de este tipo de procesamiento, no sujeto a control voluntario y difícil de
modificar mediante argumentos racionales. En el caso de la depresión, el sesgo parece centrarse en la
recuperación de información almacenada en la memoria, favoreciendo la recuperación de sucesos
negativos, pero no parece afectar a la codificación de la información ni a la percepción de las relaciones
de causalidad (atribuciones)
La investigación sobre la eficacia de la terapia cognitiva de Beck ha sido también abundante, con datos
que la confirman en el caso de la depresión y de los trastornos de ansiedad. Pero también se ha
señalado que la terapia, por si sola, no es superior a otros tratamientos psicológicos (en el caso de la
depresión) o farmacológicos (en el caso de la ansiedad) o que la investigación clínica no ha aportado
evidencias a favor de los componentes críticos de la terapia. Igualmente, se ha criticado el supuesto
papel mediador que desempeñan los pensamientos automáticos, así como la evidente ineficacia de los
argumentos racionales para cambiar y controlar el miedo fóbico o el miedo obsesivo
Tal vez el punto más débil de las terapias cognitivas sea, por una parte, no diferenciar entre mediadores
y moduladores de la conducta, atribuyendo a los productos cognitivos el papel de mediadores, tanto en
la experiencia emocional como en la conducta externa y, por otra parte, no diferenciar entre
mecanismos cognitivos que son accesibles a la consciencia y entre mecanismos cognitivos que no lo son
Otras terapias cognitivas que han evolucionado a partir de los modelos de Ellis y Beck (como las terapias
constructivistas) han resaltado el carácter no racional del pensamiento alternativo y adaptativo que se
pretende implantar mediante la terapia cognitiva, pero tampoco ha conseguido acercarse a la actual
investigación experimental sobre esos mecanismos no conscientes, tanto cognitivos como emocionales,
ni integrar en un modelo teórico más convincente los componentes conductuales y cognitivos que
conforman el llamado modelo cognitivo-conductual