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The Ritual Shantel Tessier
The Ritual Shantel Tessier
alguno.
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Staff
MODERADORA
Liobooks
TRADUCCIÓN
Danielle
OnlyNess
CORRECCIÓN
Kote Ravest
LeyRoja
Mar.ca.sim
Sand
REVISIÓN
Danielle
OnlyNess
LECTURA FINAL
Yami
Playlist
Staff
Playlist
Nota del autor
Índice
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Epílogo
Epílogo 2
Sobre la autora
Sinopsis
LA ELEGIDA
LEALTAD
PRIMER AÑO EN LA UNIVERSIDAD DE BARRINGTON
DEVOCIÓN
SEGUNDO AÑO EN LA UNIVERSIDAD DE BARRINGTON
COMPROMISO
TERCER AÑO EN LA UNIVERSIDAD DE BARRINGTON
UNO DE ELLOS
ÚLTIMO AÑO EN LA UNIVERSIDAD DE BARRINGTON
BLAKELY
Prácticamente estoy corriendo por el pasillo tratando de encontrar mi
primera clase. Tengo los libros en una mano y el horario en la otra. Mi
bolso se ha caído de mi hombro y está en el hueco de mi brazo. Al llegar a
donde creo que se supone que debo estar, me detengo en la puerta y mis
hombros.
Salón 125
Se supone que debo ir al salón 152.
—Ugh. —Echo la cabeza hacia atrás— Hijo de puta.
Este es mi primer año en la Universidad de Barrington, así que se
podría pensar que ya conozco la universidad, pero no es así. Este lugar tiene
el tamaño de una gran ciudad, abarcando más de tres mil acres. Más de
veinte edificios albergan las clases, además de apartamentos y casas porque
aquí no tienen dormitorios. Eso no es aceptable para los ricos.
Me doy la vuelta para ir en otra dirección, pero choco con una pared
de ladrillos. El impacto me arroja sobre mi trasero. Los libros salen volando
junto con mi horario y mi bolso.
—¡Mira por dónde vas, joder!
Levanto la vista del suelo y veo a un hombre de pie frente a mí. Unos
ojos esmeraldas tan oscuros que casi dan miedo me miran. Su cabello
castaño oscuro está recortado a los lados, y los mechones más largos de la
parte superior están despeinados, dándole ese aspecto desordenado de
“acabo de salir de la cama”. Tiene la nariz recta y un tic en su cincelada y
suave mandíbula. Va vestido con unos pantalones oscuros de jeans que se
ajustan a sus muslos, una camiseta negra que deja ver sus anchos hombros y
sus musculosos brazos, y unas zapatillas. Ryat Archer está allí de pie,
luciendo tan enojado como lo está cada segundo de cada día.
—Lo siento —murmuro, empujando las gafas por el puente de mi
nariz. Esta mañana se me hizo demasiado tarde como para tomarme el
tiempo de jugar con mis lentes de contacto. Me odian.
Extiendo la mano y espero a que la tome y me ayude a levantarme.
Él descruza los brazos y mete las manos en los bolsillos delanteros de
sus pantalones, haciéndome saber que estoy sola. Sus ojos se dirigen a mi
pecho, e inclina la cabeza hacia un lado mientras siguen bajando por mi
estómago y mis piernas descubiertas. Lentamente, observa mi camiseta y
mis pantalones cortos de jeans. Mi respiración se acelera y el miedo se
arrastra a lo largo de mi espalda como una araña que se arrastra por mi piel.
Me mira como si fuera un problema del que tiene que ocuparse. Algo que se
interpone en su camino hacia la conquista del mundo.
El vello de mi nuca se eriza y mis pezones se endurecen cuando su
mirada se posa entre mis piernas. Todo en mí me dice que corra (cualquier
otra mujer lo haría) pero me quedo tirada en el suelo como una idiota. El
aire se vuelve más denso, dificultando mi respiración, lo que hace que mis
tetas reboten cuando consigo respirar profundamente.
Da un paso hacia adelante, la punta de su calzado golpea la suela del
mío.
—Hay animales que deambulan por estos pasillos. Si no tienes
cuidado, uno te atrapará. —Esos ojos amenazantes llegan a los míos una
vez más, y me sonríe. No es más amigable que su mirada. En vez de eso,
tengo la sensación de que quiere desgarrar mi garganta con sus dientes
perfectamente blancos: me viene a la mente una sonrisa de un millón de
dólares.
Trago nerviosamente, con la boca repentinamente seca.
—Yo...
—¿Blakely? Dios, ¿Blakely? —esucho una voz familiar—. ¿Por qué
estás en el suelo? —Matt se acerca por detrás de mí. Inclinándose, coloca
sus brazos debajo de los míos y me levanta—. ¿Qué pasó?
No respondo. Matt está recogiendo mis libros, mi bolso y mi horario
mientras yo me quedo mirando a Ryat como un ciervo ante la luz de unos
faros. Sus ojos no se han apartado de los míos desde que lanzó la amenaza.
Lo entendí perfectamente. Esto es lo que se espera de cualquiera que asista
a Barrington.
Cruel.
Malvado.
Complejo de Dios.
Esto es lo que pasa cuando los niños crecen consiguiendo todo lo que
quieren. Y no estoy hablando de un oso de peluche de la tienda. No, estoy
hablando de ese auto único de dos millones de dólares antes de que tengan
una licencia.
—¿Está todo bien aquí? —pregunta Matt.
Miro hacia abajo y veo que ha dejado mis libros apilados en el suelo
junto a nuestros pies. Mis ojos se dirigen a Matt, y él tiene toda su atención
puesta en Ryat. No son amigos. Al menos, ya no lo son. Lo fueron una vez,
pero algo pasó el año pasado y digamos que ahora se odian.
—¿Blakely? —dice Matt, haciéndome saltar.
En lugar de responderle, mis ojos se dirigen de nuevo a Ryat.
Ryat levanta una ceja oscura, sus ojos verdes siguen clavados en los
míos. Ahora son menos amenazantes y más juguetones. Esto es un juego
para él. ¿Está todo bien aquí?
—Sí —le respondo a Matt.
No conozco muy bien a Ryat, pero soy consciente de su reputación.
No quieres estar en su lista negra.
Ryat parpadea, rompiendo el contacto, y mira a Matt. Borrando la
sonrisa de su rostro, Ryat se acerca a él. Contengo la respiración mientras
Matt se acobarda.
—Mantén a tu perra con correa. —Luego me mira, sus ojos vuelven a
recorrer mi cuerpo con rapidez, haciendo que mi respiración se acelere—.
De lo contrario, se podría suponer que es una perra callejera. — Vuelve a
centrar su atención en Matt—. Y bueno, digamos que tú más que nadie
deberías saber que alguien puede decidir quitártela.
Con eso, se acerca y empuja a Matt contra la pared, luego pasa junto a
nosotros para continuar con su día.
—¿Qué mierda? —sisea Matt, apartándose de la pared y viendo cómo
Ryat se aleja sin molestarse en darnos una segunda mirada—. ¿Blakely? —
Pone sus manos sobre mis hombros—. ¿Él te arrojo al suelo? —Sus manos
recorren mis brazos.
—No... no exactamente. —Sigo observando a Ryat. El pasillo no está
abarrotado de ninguna manera, pero incluso si lo estuviera, aún podrías
verlo. Mide alrededor de un metro noventa metros y pesa unos 110 kilos de
puro músculo. Camina con tranquilidad, como si tuviera todo el día para
llegar a su destino.
—¿Él te tocó? —gruñe Matt.
Ryat saca el celular de su bolsillo y empieza a enviar mensajes de
texto antes de girar a la derecha por otro pasillo. Desapareciendo de la vista.
—¿Blakely?
—¿Qué? —digo, girándome a mirar a Matt ahora que Ryat se ha ido
por completo.
—¿Qué diablos pasó? —pregunta—. ¿Estabas hablando con Ryat? —
Sus ojos se entrecierran hacia mí en señal de sospecha.
Por supuesto. Ahora Matt está enfadado conmigo. Otro hombre
amenaza su relación conmigo, y es mi culpa. Siempre lo es.
—Nada. —Lo empujo—. ¿Qué pasó entre ustedes dos? —exijo,
cruzando los brazos sobre mi pecho. Viven en la misma casa, la casa de los
Lords. Ambos son miembros de L.O.R.D. (Líder, Orden, Reinar y Deidad)
una sociedad secreta creada hace siglos por los hombres para alimentar sus
actitudes misóginas y egoístas. Solo sé lo poco que me ha contado Matt en
los últimos tres años, que es prácticamente nada. Su juramento le impide
hablar de eso.
—¿Cómo diablos voy a saberlo? —Se encoge de hombros.
Lo miro con escepticismo.
—¿Dices que no tienes ni idea de por qué te odia? —Me cuesta
creerlo.
—Ryat es un imbécil —añade como si yo no lo supiera ya.
Sí, pero ha evitado por completo mi pregunta.
—Lo que sea. Llego tarde a clase.
Lo dejo ahí parado para seguir con mi día y consigo encontrar el salón
de clases correcto. Subiendo las escaleras hasta la fila superior del del
auditorio, me siento en el extremo junto a mi mejor amiga desde el jardín de
infantes y froto mi codo. Me duele después de haberme caído sobre él.
—¿Dónde estabas? —pregunta.
Asiento con la cabeza.
—Poniéndome al día.
Pone los ojos en blanco.
—Déjame adivinar, ¿Matt?
—Algo así.
—Oye, mira lo que encontré. —Mete la mano en su bolso y saca un
papel. Lo despliega y lo deja sobre mi escritorio.
—¿Qué es?
—Nuestra primera fiesta universitaria oficial del primer año —chilla.
Lo tomo y lo leo por encima. Es un papel negro con El Ritual escrito
en la parte superior con letras blancas. Por lo que sé, los Lords esto todos
los años. Escuché a las chicas hablando de eso aquí y allá, pero siempre que
le pregunto a Matt sobre eso, me calla y dice que han jurado guardar el
secreto.
«No sería una sociedad secreta, Blakely, si le contáramos a todo el
mundo lo que pasa, por dentro» me dijo una vez, y puse los ojos en blanco.
Empiezo a leer por encima.
Yo juro.
Tú juras.
Nosotros juramos.
El ritual es lo que una debe hacer para convertirse en una elegida.
Una elegida debe estar dispuesta a entregarse en todo lo que hace.
La miro y levanto una ceja.
—¿Esta mierda es real? —¿Sabe siquiera lo que significa? Nunca
había visto un folleto al respecto con reglas enumeradas. Solo pensé que era
un estúpido rumor que algunas chicas comenzaron para sentirse deseadas.
Algunas harían cualquier cosa para conseguir una polla.
Ella asiente.
—Eso espero.
Poniendo los ojos en blanco, vuelvo a mirar el papel.
Una elegida está protegida por el ritual. Todos y todos deben
tratarlas como tales.
—No. —Doblo el papel y se lo devuelvo—. Eso es una estupidez. O
jodido. De cualquier manera, sabes que no puedo ir Matt me mataría si me
presentara en la casa de los Lords.
—Matt no puede decirte lo que puedes o no puedes hacer, Blakely —
argumenta.
Ignoro eso y centro mi atención en el profesor que está al frente de
salón. Empiezo a pensar en lo que dijo Ryat en el pasillo. Me llamó
callejera. Dijo que alguien podría optar por llevarme. Lo cual es estúpido
porque sabe que estoy con Matt.
—Espera —digo en voz demasiado alta y me hundo en mi asiento
cuando el chico de la izquierda me hace callar—. Devuélveme eso —
susurro.
Pasando la mano por encima, intento alisar las arrugas lo mejor que
puedo en mi escritorio.
—¿Quién elige? —pregunto, mientras mis ojos escudriñan el papel.
—No estoy segura. —Ella se encoge de hombros, se inclina y lo mira
también
La chica que está delante de nosotros se da la vuelta y nos mira.
—Lo siento —susurro.
Sus ojos se posan en el papel y luego se da la vuelta, arrojando su
cabello rubio sobre su hombro. Saco mi celular y le envío a Matt un
mensaje rápido. Sé que no tiene clase a esta hora. Iba a pasar un rato en la
biblioteca esta mañana.
Yo: ¿Qué significa que un Lord elija a alguien?
***
Salimos de la clase y vuelvo a sacar mi celular para ver si Matt ha
respondido. Lo leyó de inmediato, pero aún no ha respondido. Suspiro,
guardándolo en mi bolsillo trasero.
Sarah empieza a colgarse de mi brazo.
—Vamos. Vamos —se queja—. Se nos acaba el tiempo para
divertirnos de verdad. Es el primer año. Hemos pasado todo el verano en
casa. Juramos que este año sería diferente. Que realmente vendríamos y
haríamos cosas. Solo es una fiesta. ¿Qué daño puede hacer? No es que ya
tengamos planes.
—Yo...
—¿Están hablando del ritual? —pregunta la chica que estaba sentada
delante de mí.
—Sí —responde Sarah.
—Bueno, yo no iría si fuera tú. —Aprieta los libros contra su pecho
—. Es malvado. Vil. Demente. Solo unos tipos que se creen superiores a los
demás y que les gusta follar a las mujeres.
—¿Cómo es eso? —pregunto, interesada. Algo de lo que Ryat le ha
dicho a Matt despertó mi curiosidad. No puedes tomar algo que no te
pertenece.
—Tyson Crawford. —dice el nombre como si tuviéramos que saber
quién es.
No lo sabemos.
—¿Quién es?
—Era un estudiante de último año en Barrington hace unos años.
Eligió a Whitney Minson como suya. Bueno, una vez que realizó la
ceremonia de los votos... —hace una pausa, sus ojos van de un lado a otro
para ver si alguien la está escuchando. Cuando está convencida de que
nadie está prestando atención, se acerca a nosotras—. La ató boca abajo en
su cama, desnuda, amordazada y con los ojos vendados. La dejó allí todo el
día mientras él iba a sus clases. Tenía cámaras por toda su habitación con
una transmisión en directo en su teléfono. Luego, una vez que se fue a casa,
la folló, lo que también grabó y envió a su novio, el novio al que ella
engañaba después de que hiciera el juramento de ser de Tyson.
—Maldita sea. Salvaje. Me gusta —Sarah se ríe.
Los ojos de la chica se entrecierram sobre ella.
—Fue asqueroso —espeta.
—¿Entonces qué? —pregunto. Siento que hay algo más en esa
historia.
—Bueno, ella le pertenecía. Era su elegida —dice, poniendo los ojos
en blanco.
—¿Qué significa? —insisto, sin entender todavía esa mierda de la
elegida—. Alguien no puede decidir tenerte sin más —digo lo obvio—. Las
mujeres no son una maldita propiedad.
Bajando la voz a un susurro, dice:
—Los Lords pueden hacer lo que les dé la gana. Su juramento les
promete eso.
—¿Cómo sabes todo esto? ¿Eres una elegida? —pregunto.
—Joder, no. —Ella resopla como si estuviera ofendida de que pudiera
pensar eso. Entonces se da la vuelta y prácticamente sale corriendo como si
fuera un pecado ser vista con nosotras.
—Oh, iremos —dice Sarah con naturalidad.
—¿Ritual? ¿Una ceremonia de votos? Suena como una mierda. —
Niego con la cabeza.
—Matt es miembro. ¿Qué tan malo puede ser? —Se ríe—. Es un
cobarde.
No lo discuto. Cuando levanto la vista, Ryat pasa con otros dos tipos
que conozco como Gunner y Prickett. Compañeros miembros de los Lords.
Un miembro Lord siempre es fácil de reconocer porque llevan un anillo, un
escudo. Sin embargo, nadie que no sea un Lord sabe lo que realmente
significa. En este momento, los tres son ajenos a todos los que los rodean,
sumidos en su propia conversación. Imagino que siempre son así. Creyendo
que son intocables.
Mis manos se cierran en puños, arrugando el papel una vez más. Las
palabras que le dijo a Matt... lo que la chica acaba de decirnos. Sabía que
habían hecho un juramento, uno estúpido, pero no sé a qué viene toda esta
mierda de las elegidas. Supongo que nunca he prestado mucha atención a lo
que sucede detrás de las puertas en la casa de los Lords. Los miembros
están obligados a vivir todos juntos, y no está cerca del campus.
Tomando una decisión, salgo corriendo por el pasillo. Paso de largo,
luego me doy la vuelta y me detengo frente a ellos, haciendo que los tres se
detengan.
—Bueno, hola sexy —Gunner, el de la derecha, me sonríe y sus ojos
azules se posan en mis piernas descubiertas.
—Perra, ¿te acuerdas? —le pregunto a Ryat, que está de pie en el
medio con los brazos cruzados sobre su pecho. Se había referido a mí como
la perra de Matt, pero sabe mi maldito nombre.
Las comisuras de sus labios se levantan y sonríe, con un aspecto más
juguetón que antes.
—Veo que tu patético noviecito aún no te ha puesto la correa. —Sus
deslumbrantes ojos verdes se posan en mi cuello y niega con la cabeza
mientras emite un chasquido—. No puedo decir que no se lo advertí.
El calor recorre mi cuerpo y mi rostro se pone rojo de vergüenza. ¿Por
qué siento eso como otra amenaza? ¿Y por qué mi corazón comienza a
acelerarse ante la idea de ser su presa?
—¿Juego gratis? —pregunta Prickett, el del extremo izquierdo.
Mis ojos se dirigen a los suyos.
—¿Disculpa? —gruño. Estoy bastante segura de que es la primera vez
que lo escucho hablar. No hablo ni me relaciono con ningún otro Lord. Matt
es el único que conozco a nivel personal. Siempre me ha mantenido lo más
lejos posible de ellos, y eso nunca me importó.
—Siempre lo son —responde Ryat.
—Bueno, ¿a quién tenemos aquí? —pregunta Sarah, deslizándose a
mi lado.
—Sarah. —Gunner levanta la mano para frotar su barbilla mientras
sus ojos la devoran—. Me alegro de volver a verte.
—Parece que sí. —Sus ojos se dirigen a su entrepierna, y yo pongo
los míos en blanco.
—¿Qué quisiste decir con que otra persona podría elegirme? —le
pregunto a Ryat, inclinando mi cadera hacia un lado.
Los tres hombres se ponen rígidos y sus ojos se entornan hacia mí. Él
da un paso adelante invadiendo mi espacio. Respiro entrecortadamente
cuando extiende la mano, tomando un mechón de cabello y colocándolo
detrás de mi oreja. Sus dedos rozan suavemente mi piel y el contacto me
hace estremecer. Se inclina y sus ojos verdes devoran los míos cuando
susurra:
—¿Por qué no le preguntas a Matt por qué no puede elegirte?
Me alejo, dando un paso atrás, y frunzo el ceño.
—Él es mi novio. —¿Qué quiere decir con que Matt no puede
elegirme? ¿Y por qué demonios me elegiría?
—Sigue diciendo eso como si significara algo —comenta Ryat,
haciendo reír a los demás.
Aparto a Sarah de ellos, sin estar muy segura de lo que pensaba
conseguir con eso. Pero seguro que hablaré con Matt de esto.
Mientras caminamos por el pasillo, ella mira por encima de su
hombro hacia atrás.
—Ryat está mirando tu trasero como si quisiera comérselo —se ríe.
—Sí... bueno, eso no sucederá.
Capítulo 6
RYAT
BLAKELY
—¿Matt? —digo, cuando lo veo en la biblioteca sentado en una mesa.
¿Qué es lo que sabe? Está escribiendo en su teléfono—. Será mejor que me
respondas.
—Shh —Me hace callar, poniéndose de pie mientras guarda su celular
—. No hagas ruido. —Agarra mi brazo y me empuja hacia un pasillo donde
estamos solos—. ¿Qué estás haciendo? ¿No tienes clase ahora mismo?
—¿Por qué me ignoras? —digo.
—Estoy ocupado, Blakely —gruñe, alejándose de mí.
—No demasiado ocupado para hablar con otra persona,
aparentemente —siseo.
—No voy a hacer esto ahora. —Pasa las manos por su cabello oscuro
—. No tengo tiempo...
Agarro su brazo, pero él simplemente me empuja.
—¿Por qué no puedes elegirme?
Me mira fijamente, con la mandíbula tensa, y se acerca a mí,
presionando mi espalda contra las estanterías.
—¿Qué acabas de preguntar?
Trago saliva y pongo las manos en su pecho, intentando que retroceda
un paso. Matt es un tipo grande. Vive haciendo ejercicios. Su aspecto físico
es muy importante para él. Jugó al fútbol durante todo el instituto. Soy
demasiado débil y pequeña para siquiera hacer que se mueva.
—¿Por qué no puedes elegirme a mí? —pregunto, suavizando la voz
—. ¿Qué significa eso?
—Solo lo diré una vez —gruñe, acercándose aún más. Coloca las dos
manos en la estantería que hay detrás de mí, enjaulándome—. Deja eso.
Ahora mismo. No te concierne.
¿Por qué está evitando esto? ¿Qué tan malo puede ser?
—Pero Ryat...
—Me importa una mierda lo que diga ese pedazo de imbécil, Blakely.
Aléjate de él. Aléjate de la casa de los Lords. —Empuja la estantería, dando
un paso atrás—. Y vete a tu maldita clase.
Capítulo 7
RYAT
PRIMER AÑO
Salgo de la habitación y empiezo a caminar por el pasillo hacia mi
dormitorio. Abro la puerta de un empujón y la cierro de golpe para
encontrar a Matt sentado a un lado de mi cama.
—Vete a la mierda. —Paso junto a él y me dirijo al baño contiguo.
Se pone en pie de un salto.
—¿Qué mierda le has dicho a Lincoln?
Me doy la vuelta y lo empujo.
—¡No dije una mierda!
Se tambalea hacia atrás y luego sacude la cabeza, soltando una risa
áspera.
—Deberías cubrirme las espaldas.
—¡Y tú deberías haber sabido que no debías jodidamente tocarla! —
respondo.
—Si me hubieras dejado follarla...
—¿Quieres decir violarla? —corrijo—. ¡Joder, Matt! ¿En qué
demonios estabas pensando? —La abstinencia es parte de nuestro
juramento, hasta nuestro último año, cuando se nos concede una elegida. Si
le hubiera dicho a Lincoln que iba a violar a la mujer, seguramente sería
despojado de su título de Lord.
Matt pasa las manos por su cabello, dejando escapar un suspiro
frustrado.
—No lo sé. Blakely y yo hemos estado discutiendo...
Resoplo, interrumpiéndolo.
—Has estado peleando con tu novia, ¿y decides desobedecer una
orden con los Lords? ¡Te echarán!
—¡Estoy bien! —Hace un gesto, restándole importancia—. ¿Qué te
dijo Lincoln después de que me fuera?
Solo menciona a Lincoln, lo que significa que no sabe que trajeron a
otro hombre para hablar conmigo.
—No te delaté. —Evito su pregunta.
—Bueno, ¿qué mierda dijiste? —espeta Matt.
—Eso no es de tu incumbencia. —Me doy la vuelta, poniéndole fin a
la conversación.
Agarra mi camisa y me saca del baño llevándome de regreso a mi
habitación. Me balanceo, mi cuerpo se retuerce, y mi puño conecta con su
mandíbula.
—¡No me empujes, Matt! —gruño, abriendo y cerrando la mano,
sintiendo que ya empieza a hincharse por el golpe.
Frotando su mandíbula, se acerca a mí, pecho contra pecho, y yo
inclino el mío, dispuesto a golpear su trasero en cuanto hable.
—Si descubro que me has jodido, acabaré contigo, Ryat.
Sonrío ante eso.
—Me gustaría verte intentarlo.
Con eso, gira y sale de mi habitación, dando un portazo al salir.
BLAKELY
Es viernes por la noche, y estoy acostada en mi cama viendo una
película de terror en Netflix mientras me desplazo por mi página de redes
sociales. Al no ver nada interesante, cierro la aplicación y subo el volumen
de la televisión, pensando en el tiempo que llevo aquí en la Universidad de
Barrington desde que empezaron las clases hace dos semanas.
Ya no me he topado con cierto imbécil. Pero Matt ha estado actuando
de forma extraña desde que irrumpí en la biblioteca exigiendo respuestas.
Que no me dio. Siempre menciona a Ryat. Todos los días me pregunta si lo
he visto o he hablado con él. Cuando le digo que no, dice que está bien,
pero puedo ver en sus ojos que no me cree. Y eso empieza a molestarme.
Nunca lo he engañado antes, ni siquiera he coqueteado con otro chico, así
que el hecho de que tenga que cuestionar mi lealtad me molesta.
He sido yo quien le ha rogado por sexo y él es quien me rechaza.
Siempre me dice que les prometió a mis padres que esperaríamos a nuestra
noche de bodas. Eso es una mierda. ¿Quién diablos espera hoy en día?
Hemos tonteado, pero él siempre lo detiene antes de que vaya demasiado
lejos, dejando mi cuerpo rogando por más.
—Nos vamos —afirma Sarah, entrando en mi dormitorio y dejándose
caer en el extremo de mi cama.
—Pero...
—Sin peros. —Ella niega con la cabeza—. No hemos hecho más que
quedarnos en casa, y no me fui de Texas para quedarme en casa todo el
maldito tiempo. Además, Matt está fuera de la ciudad. —Me guiña un ojo.
Se fue a casa por el fin de semana. Quería preguntarle por qué no me
había invitado, pero tampoco quería ver a mis padres, así que mantuve la
boca cerrada.
—¿Qué tiene que ver esto?
—Puedes relajarte y divertirte sin que te acuse de querer follar con
Ryat. —Ella ha escuchado varias de nuestras discusiones en las últimas dos
semanas. Las paredes de nuestro apartamento son demasiado finas. O tal
vez solo peleamos demasiado fuerte.
—Por favor. —Recurre a la súplica cuando permanezco en la cama
mirándola fijamente—. Solo esta vez… Es solo una fiesta.
Hace tiempo que no tengo una noche de chicas con ella. Matt nunca
ha sido un gran admirador de Sarah. Él dice que ella es demasiado coqueta
con todo el mundo. Ha sido muy elocuente sobre su odio hacia ella durante
años. Cuando estamos en casa, en Texas, siempre se presenta o hace planes
para nosotros con sus padres, así que tengo que cancelar los míos con ella.
Ella nunca pareció enfadarse conmigo por eso. Es curioso cómo recién
ahora me doy cuenta de que él haría eso.
—Bien… —gruño, tirando las mantas. Quiero salir y divertirme un
poco—. Averiguaremos qué significa esta mierda de ser elegida —añado.
—¡Sí!… —Se pone en pie de un salto—. Iré a vestirme. —Saliendo a
toda prisa de mi habitación, grita por encima de su hombro—: Ponte algo
de zorra.
Me río, entrando en mi vestidor.
Una hora más tarde, nos detenemos frente a una puerta abierta en la
casa de los Lords. Está a unos quince minutos del campus de Barrington, en
una carretera de dos carriles. Era un hotel el día que les fue cedido. Todos
los miembros deben vivir en la casa durante su estancia en la universidad.
Matt se mudó en su primer año. No es bienvenido aquí a menos que estén
dando una fiesta. De lo contrario, la puerta está cerrada y la propiedad está
prohibida para los forasteros.
Dos hombres se sitúan a ambos lados de la puerta, vestidos con capas
negras y máscaras blancas, que se asemejan a esqueletos.
Un edificio aparece al final de un largo camino lleno de curvas. El
hotel renovado tiene cinco pisos y grandes ventanales. Su ladrillo blanco
con contraventanas negras hace que parezca diseñado para los ricos. Seis
columnas están decoradas con guirnaldas negras envueltas alrededor de
ellas de arriba a abajo. Los focos están colocados estratégicamente en el
suelo para iluminar el lugar de la fiesta.
Tiene una gran rotonda con un estanque en el centro con una fuente a
cada lado y una pasarela arqueada blanca que cruza el centro. Hombres y
mujeres se sitúan alrededor con sus bebidas, algunos fumando cigarros.
Después de estacionar en un lugar a la izquierda, salimos del auto.
—¿Segura que estamos invitadas? —pregunto.
—Por supuesto. —Me hace un gesto restándole importancia—. Todo
el mundo lo está.
—Pero Matt nunca me ha dejado venir aquí. —Ni siquiera durante las
fiestas. Decía que, aunque yo estaba fuera de los límites, no me quería cerca
de los miembros. Nunca supe a qué se refería, y cuando le preguntaba, se
enfadaba, estallaba conmigo y luego me evitaba durante unos días.
Se puede escuchar “Make Hate to Me” de Citizen Soldier a todo
volumen desde el interior de la casa.
Ambas puertas de vidrio están abiertas de par en par y entramos. Los
suelos de mármol, la costosa decoración y los artefactos me dejan con la
boca abierta. He crecido rodeada de dinero. Mi padre es dueño de un
negocio multimillonario. Mi madre no es tan rica como mi padre, pero es
conocida en todo el mundo por sus publicaciones en traje de baño. Así es
como se conocieron. Él vio su foto una vez y voló al otro lado del mundo
solo para comprarle un café. Tres meses después, se casaron. Yo nací seis
meses después. Estoy segura de que mi madre se quedó embarazada esa
primera noche a propósito, para atrapar al hombre rico. Luego, después de
tenerme, terminaron. Siempre rogué por un hermano. No es como si les
hubiera quitado tiempo a sus días. Fui criada por niñeras y tutoras. Pero esto
está en otro nivel.
Todo es blanco como la nieve y pulido a la perfección. Las paredes
están pintadas de blanco con cuadros en blanco y negro. El que está en la
pared de mi izquierda es un gran cuadro de la Torre Eiffel. He estado allí
varias veces y nunca la he visto más bonita que en esta foto. Más adelante
hay una gran escalera cubierta con una alfombra negra con una barandilla a
juego. En el segundo piso, la plataforma se abre, dando la opción de ir a la
izquierda o a la derecha. El nivel superior también está abierto en el centro,
lo que permite mirar el alto techo pintado de negro del que cuelgan
lámparas de araña hasta el primer piso. Veo varias puertas que conducen a
algunas de las habitaciones. Un ascensor situado en la esquina izquierda
debe llevar al tercer y cuarto piso.
—Este lugar es increíble —susurra asombrada.
—Teléfonos, llaves e identificación.
Ambas nos giramos a la derecha para ver a un hombre de pie detrás
de un mostrador de conserjería. Lleva una máscara negra con X en los ojos
y puntos de sutura en los labios, además de una capa negra.
—Teléfonos, llaves e identificación —repite en voz alta por encima
de la música, y nos tiende dos bolsas.
Me acerco a él y las tomo.
—¿Por qué? —pregunta Sarah.
—Porque esas son las reglas. O dejas tu mierda en la bolsa o te vas a
la mierda —gruñe, entregándole una bolsa al chico que está a nuestro lado.
Él no lo piensa dos veces antes de sacar sus pertenencias de sus bolsillos y
colocarlas en la bolsa. Cierra la cremallera antes de devolvérsela.
El chico de la máscara escribe en ella y luego la coloca en un cubículo
detrás de él en la pared.
—Vamos. —Ella parpadea, mirándome—. ¿Qué daño podría causar?
Será divertido. —Entonces empieza a colocar sus cosas dentro de su bolsa.
—¡¿En serio?! —¿Qué daño podría causar? Esto es lo que quería
hacer. Salir y obtener algunas respuestas.
Al entregarle las bolsas, nos da dos papeles.
—Escribe tu nombre en la etiqueta y colócala en tu camisa. —Luego
hace click con el bolígrafo y me lo entrega.
Agachándome, escribo mi nombre y luego se lo doy a ella para que
haga lo mismo con su etiqueta.
—Esto es una locura. Nunca he estado en una fiesta como ésta. —
Agarra mi brazo y empieza a dar saltos de alegría—. ¿Esto es para un
premio? —pregunta.
Él echa la cabeza hacia atrás, riendo. No podemos ver su rostro, pero
el ángulo nos da una clara visión de su manzana de Adán moviéndose por
su risa.
—Este es el comienzo del ritual —afirma una vez que se ha calmado.
—¿Qué significa eso exactamente? —pregunto porque aún no he
obtenido una respuesta directa.
—No te preocupes demasiado. Dudo que tengan algo de lo que
preocuparse —responde crípticamente y luego nos despide, pasando al
siguiente grupo de chicas que acaba de entrar.
—Vamos a buscar algo de alcohol. —Me arrastra por un pasillo hasta
la cocina. La habitación es grande, con electrodomésticos de acero
inoxidable de tamaño industrial. A la derecha hay una zona de bar donde la
gente se agrupa actualmente.
Se parece a cualquier otra fiesta universitaria. La única diferencia es
que algunos están vestidos como el tipo que está al frente: máscaras y
capas.
—¿Quiénes son estas personas? —grito en su oreja por encima de
“Needles” de Seether.
Se encoge de hombros.
—Si tuviera mi teléfono, lo buscaría en Google.
Algo me dice que Google no va a saber una mierda sobre la situación
en la que nos encontramos. ¿Ritual? Me suena a iglesia que implica sangre
y un sacrificio. Me pregunto si son Lords los que están vestidos de manera
diferente. Hasta donde yo sé, no es ningún secreto en Barrington quiénes
son los miembros. No se oye hablar mucho de ellos, pero todo lo que sé es
lo que me ha contado Matt, que no es mucho. Siempre supuse que eran
como una fraternidad.
Me acerco a la isla, veo pequeños cuencos de cristal alineados uno al
lado del otro. Cada uno contiene pastillas de varios colores y formas.
Reconozco algunas como Xanax, Percocet y Adderall. Cosas que mi madre
toma a veces cuando está estresada o le duele la cabeza.
—¿Qué quieres? —pregunta Sarah, mirando las bebidas alineadas.
—Quiero un ron con Coca-Cola, por favor.
Asiente y empieza a servirme una bebida. Una vez hecho esto, se
sirve ella misma una. Nos damos unos golpecitos en forma de aplauso.
Tomando un trago, toso.
—Dios mío. —siseo con un suspiro—. ¿Intentas matarme?
Ella se ríe.
—No. Pero un buen coma etílico suena bien.
Estuvo en rehabilitación dos veces mientras estaba en la escuela
secundaria. Su madre llegó a casa durante nuestro primer año y la encontró
desmayada en el suelo sobre su propio vómito. Tomó algo de oxicodona.
No es una persona suicida, pero quería que la vieran. Cuando eso no
funcionó, se fue a una fiesta, se emborrachó, y envolvió el auto único de su
padre alrededor de un árbol. Ella ni siquiera tenía su licencia todavía.
Obviamente, la rehabilitación no fue de ayuda. Creo que sus padres se
alegraron de que se fuera a la universidad después de su último año. Ella era
el problema de otra persona.
—Vamos. Vamos a ver de qué se trata este lugar. —Agarra mi brazo y
me saca de la cocina, atravesando el pasillo. Entramos en una habitación
abierta. Supongo que antes era un salón de baile con altos techos de
catedral. Las paredes varían en tonos entre el blanco y el gris. El suelo de
granito negro tiene enredaderas blancas que lo atraviesan. Es precioso,
como todo lo que he visto hasta ahora.
Aquí la música está más fuerte. Un DJ está instalado en una esquina
al frente de la sala, y también lleva una máscara negra y una capa a juego.
Hay una larga mesa con capacidad para veinticuatro personas, pero solo un
lado está ocupado. Doce personas están sentadas una al lado de la otra,
todas con las mismas máscaras negras y capas que dominan la sala.
—¿Qué diablos? —le susurro al oído por encima de “Like Lovers
Do” de Hey Violet.
—Me gusta. —Sarah asiente rápidamente, tomando un trago—.
Misterioso.
No puede ser tan malo, ¿verdad? No si Matt está involucrado. Él es
un tipo de polo y mocasines mientras juega al golf. No un tipo misterioso
de: te perseguiré en un callejón y te mataré.
—Es como una secta —digo entre dientes—. Si intentan marcar
nuestros traseros, saldremos corriendo. —A la mierda las llaves, el celular y
la identificación. Puedo conseguir nuevos.
Ella se ríe como si estuviera bromeando.
Capítulo 8
BLAKELY
RYAT
Me reclino en mi asiento y observo a Blakely a través de los dos
agujeros de mi máscara mientras se dirige de nuevo a la pista de baile. La
silla hace vibrar mi culo debido a que los parlantes están justo detrás de
nosotros mientras suena “Numb” de 8 Graves. Mi rodilla derecha rebota
con anticipación.
¡Te elijo a ti!
Supongo que, dado que le arrojó la bebida en el rostro a su novio de
mierda mientras otra chica estaba colgada de él, significa que él ya no
estará en mi camino.
Eso me facilita un poco las cosas. No es que vaya a dejar que ese hijo
de puta detenga lo que planeo hacer. Su cagada es mi ganancia. Ella me
permitirá voluntariamente tomarla como mía. Nunca subestimes a una
mujer empeñada en vengarse. Ella hará cualquier cosa para hacer que un ex
se arrepienta de lo que no apreció.
No pensé que ella aparecería, pero no podría haber salido mejor si lo
hubiera planeado. Ella está aquí mientras Matt está con Ashley. Nunca
dejaría que Blakely viniera a nuestra casa. No quería que ella viera lo que
sucede. Cómo operan los Lords. La mantuvo lo más lejos posible de los
miembros. Él sabía que ella no era su garantía. No hasta después de la
graduación de todos modos. Se casará con ella porque es lo que su padre le
dijo que hiciera, y ella lo odiará porque él es una mierda.
Una base sólida para un matrimonio, si me preguntas.
Blakely levanta las manos y mueve las caderas al ritmo de la música,
lo que hace que su camiseta mojada se levante. Mis ojos se posan en su
ombligo perforado y bajan por su piel expuesta hasta donde sus jeans se
asientan bajos en sus caderas. Paso la lengua por mis dientes, deseando que
fueran su cuerpo.
—Trescientos veinticinco hasta ahora —dice Lance en mi oreja.
Asiento, pero no digo nada. Es increíble lo que hacen los aburridos
niños ricos por un poco de emoción. Como estudiantes de último año en
Barrington este año, estamos manteniendo una tradición centenaria
haciendo esta fiesta para dar inicio al año escolar.
El ritual es un juego que inventaron los Lords para pasar el maldito
tiempo.
Imagina tener más dinero del que podrías gastar. Más de lo que tus
nietos podrían gastar. Más de lo que tus bisnietos... bueno, entiendes el
punto.
En algún lugar, algo tiene que ceder. Después de la graduación,
comienzas tu nuevo papel en el mundo como un Lord y te estableces con
alguna perra que se follará al chico de la piscina cada vez que pueda. Ella
hará que las niñeras críen a tus ingratos hijos mientras tú estás volando por
el mundo trabajando, follando con un ligue de una noche que conociste en
un bar y no te molestarás en recordar su nombre.
Sí, soy cínico. El amor no existe. La conveniencia sí. La mayoría de
nosotros ya estamos preparados para casarnos con esa persona que hará de
nuestra vida un infierno. Hay una razón por la que los ricos siguen siendo
ricos: los acuerdos se establecen incluso antes de nacer. Los imperios se
combinan para permanecer indestructibles. Se firman contratos, se hacen
promesas y se establecen alianzas para asegurar nuestro futuro.
Mis ojos vuelven a encontrarla justo cuando se da la vuelta y sale del
salón de baile.
—Vigila el salón —digo, poniéndome en pie.
—Entendido. —Chance me hace un gesto para que me vaya.
Bajo de la plataforma y me abro paso entre la multitud. La encuentro
en el pasillo y la veo empujar una puerta y entrar a trompicones. Sale
inmediatamente. Mi chica está completamente borracha. La he estado
observando desde que la vi entrar en la pista de baile. En un momento dado,
supe que sintió mi mirada. Me pregunto qué pensaría si supiera lo que
pienso hacer con ella.
Abre otra puerta y mira rápidamente hacia otro lado, murmurando Lo
siento, a quien sea que acaba de atrapar follando dentro por la forma en que
sus mejillas se enrojecen.
Sonrío.
Tropezando, coloca la mano en la pared para no caer. Mirando hacia
la habitación contigua, entra y yo hago lo mismo. ¿Cuáles son las
probabilidades? Es mi habitación.
Cierro la puerta detrás de mí y enciendo la luz.
Capítulo 9
BLAKELY
RYAT
La arrojo sobre la cama, acostada boca arriba. Grita cuando cae sobre
sus muñecas atadas. Me quito la máscara y la tiro al suelo, luego le quito los
tacones antes de deslizar los jeans por sus piernas.
—Sí. —gime, arqueando la espalda.
También quito su ropa interior y la guardo en mi bolsillo. No las
recuperará. Arrastrándome sobre la cama, separo sus piernas mientras paso
mis manos por sus muslos. Tiemblan y ella jadea. La imagino así con Matt,
y mis dedos se clavan en su piel. Espero que el bastardo me haya visto
seguirla fuera de la pista de baile.
Gimiendo, atrae mi atención y la suelto. Separando más sus piernas,
me inclino y miro su coño. Está bien depilado y brillante, lo que hace que se
me haga agua la boca al instante. Pasando el pulgar por encima, la abro y
desciendo mi rostro, lamiendo su bonito coño.
Sus caderas saltan y las mantengo en su lugar.
—Oh, Dios... —Se queda sin palabras.
Está mojada, así que deslizo un dedo dentro de ella con facilidad. Está
caliente y tan jodidamente apretada. Hago una pausa cuando me vienen a la
mente las palabras de Gunner del otro día.
—Blakely —digo, metiendo un segundo dedo dentro de ella,
haciéndola respirar de forma sibilante.
Ella arquea el cuello, con los labios separados, y gime.
—¿Sí? —Está demasiado borracha como para darse cuenta de que la
he llamado por su nombre.
—¿Te han follado alguna vez? —pregunto, sacando mis dedos y
empujándolos dentro de ella de nuevo mientras los retuerzo hasta que giran
dentro de ella y se elevan lentamente. Me tomo mi tiempo porque no quiero
hacerle daño a la pobre chica. Todavía no. Pero una vez que sea mi elegida,
todas las apuestas están canceladas.
Para eso es el juramento: moderación. Se trata de pensar las cosas y
sobrevivir a nuestro oponente. Desgastarlos. No mostrar piedad. Somos más
fuertes que ellos.
—No. —Ella mueve sus caderas.
—¡Joder! —Gruño antes de hundir mis dientes en su muslo y hacer
que se estremezca con un suave grito. Mi polla está tan jodidamente dura
que presiona dolorosamente contra el interior de mis jeans. Durante tres
años, he hecho lo que me pedían. Ahora no puedo romper ese juramento.
Solo tengo que esperar un poco más.
Retiro los dedos, los sustituyo por mi lengua y lamo su húmedo coño,
haciéndola gemir. Lo vuelvo a hacer y paso sus piernas por encima de mis
hombros para sujetar mejor su cuerpo que se retuerce mientras demuestro
por qué soy la mejor opción para ella.
Matt me va a odiar porque me voy a follar a su futura esposa. Ella
será mi elegida, y la utilizaré de más formas de las que nunca pensó posible.
Dejaré cicatrices que tendrá que mirar todos los días, sabiendo que una vez
fui su maldito dueño.
Capítulo 10
BLAKELY
RYAT
Ha pasado una semana desde la fiesta en la casa de los Lords, y ella
ha estado en mi mente cada segundo de cada día. La veo aquí y allá, pero
no me acerco a ella. No tengo que hacerlo. La forma en que me evita me
dice exactamente lo que necesito saber: ella piensa en mí. Dudo que
recuerde mucho de esa noche. Estaba borracha y, en cierto modo, me
aproveché de ella en más de un sentido. Ni siquiera estoy arrepentido.
Subiendo las escaleras hasta el tercer piso, entro en la biblioteca de
Barrington. Son más de las diez de la noche de un viernes, y ella está aquí
estudiando como la buena chica que es.
Mirando a mi alrededor, escudriño las filas de mesas y sillas vacías.
Los estudiantes se están emborrachando y follando. Aquí nadie tiene que
estudiar. Los padres pagan para que sus hijos asistan a esta universidad,
sabiendo que les garantiza calificaciones perfectas. Pero Blakely... sé que
está aquí... sé dónde está todo el tiempo. Si no la estoy siguiendo, la estoy
vigilando.
Metiendo las manos en los bolsillos delanteros de mis jeans, empiezo
a caminar más allá las hileras de estanterías, mirando a ambos lados,
buscándola.
Al pasar por la penúltima, me detengo y doy un paso atrás. Ella está
de pie al final, con un libro abierto en sus manos, mirándolo fijamente,
perdida en su pequeño mundo. Qué movimiento tan estúpido. Cualquiera
podría arrastrarla fuera de aquí pateando y gritando, y nadie se enteraría.
Simplemente desaparecería. Puf. Como por arte de magia. Afortunadamente
para ella, no voy a hacer eso. En vez de eso, saco mi celular y tomo una
foto. Luego se la envío.
Escuché su conversación con Matt en el pasillo el lunes. Ella pensó
que él era el tipo al que permitió follarla con la lengua en la fiesta. ¡Quería
que supiera que era yo! Yo le hice eso. Fue solo el comienzo de lo que
puedo hacer. Le di la poca información que necesitaba para querer más. Ella
ya es curiosa, pero ahora la quiero necesitada. Suplicando por lo que Matt
no ha sido capaz de darle.
No la escucho irse, pero ella reajusta el libro en una mano para
sostenerlo mientras agarra su teléfono con la otra. Lo abre y su cuerpo se
pone rígido al ver el mensaje de imagen que llega. Observo la forma en que
sus tetas comienzan a rebotar cuando inhala y lamo mis labios.
Levanta la cabeza y sus ojos azules se encuentran con los míos.
—¿Ryat? —pregunta con nerviosismo, con la mirada puesta en mí.
Me sitúo al final del pasillo, atrapándola entre las estanterías y la pared
detrás de ella. No tiene escapatoria—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Tengo que abstenerme de sonreír. A ella no le importa que haya
tomado su número esa noche. En cambio, su preocupación es por qué estoy
aquí. Acechándola. No respondo, pero empiezo a caminar hacia ella. Se gira
para mirarme de frente y retrocede unos pasos. Gran error. Eso solo la
coloca de espaldas a la pared, dándome una ventaja aún mayor para
mantenerla aquí.
Arranco el libro de sus manos y lo dejo caer al suelo junto a nuestros
pies. Ella me mira, sus bonitos ojos azules buscan los míos. Esta noche
lleva las gafas puestas y me parecen muy sexys. Me acerco a ella, levanto la
mano y acaricio su rostro, mi mano libre se desliza por su espalda para
atraerla hacia mí. Me inclino y arrastro mis labios a lo largo de su oreja, y
ella se derrite en mis brazos. Su cuerpo, suave pero firme, se presiona
contra mí y susurro.
—Todavía puedo saborearte.
Inhala con fuerza al escuchar mis palabras y sus manos agarran mi
camisa.
—Sabías a maldita miel —gruño, y mi mano se adentra en su largo y
espeso cabello—. Tan jodidamente dulce. —gime—. Tan jodidamente
adictivo. —Mi polla está dura, tirando contra mis jeans. Quiero follarme su
bonita boca aquí mismo. No sé cómo Matt fue capaz de negárselo.
—Espera —musita. Sus manos empiezan a apartarme y doy un paso
atrás. Necesito que me acepte por ahora. Después de la ceremonia de votos,
podré obligarla a hacer lo que yo quiera.
Dejo caer las manos a los lados, pero no hablo. En lugar de eso, la
miro fijamente. Observo cómo sus mejillas se ruborizan y sus labios se
separan mientras su respiración se acelera. La imagino haciendo eso
mientras la inmovilizo, con sus piernas envueltas alrededor de mis caderas.
Mi polla follando ese estrecho coño y ella gritando mi nombre mientras
salgo y me vengo en su bonito rostro.
Inclina la cabeza y empuja su cabello detrás de su oreja. Está
nerviosa. Es bonito verla así cerca de mí. Sobre todo, porque ya metí mi
lengua en su coño.
—Quiero saber lo que quisiste decir. —Levantando sus ojos, me mira
a través de sus pestañas oscuras, ajustando sus gafas sobre su nariz.
Me hago el tonto.
—¿Sobre?
—La elegida. —Lamiendo sus labios, cruza los brazos sobre su pecho
—. ¿Qué significa? No entiendo...
—No tienes que hacerlo —interrumpo.
Sus labios se afinan y mira hacia otro lado, resoplando.
—¿Por qué alguien se entregaría voluntariamente a algo de lo que no
sabe nada?
¿Por eso está aquí? ¿Está tratando de encontrar un libro sobre los
Lords? Aunque puedo entender su preocupación, no significa que simpatice
lo suficiente como para darle lo que quiere. Como Lord, no sabemos todo lo
que va a pasar. Otro Lord no puede compartir secretos con alguien que no
es miembro. Así que, incluso mi padre no pudo decirme mucho al respecto.
Era algo que tenía que hacer. Al igual que ella, es una orden directa que
tengo que seguir. No perderé mi título de Lord por ella. He trabajado duro y
me he sacrificado demasiado como para dejarla escapar. Entonces, le doy
algo en lo que pensar.
Eligiendo mi pregunta con cuidado, pregunto:
—¿Nunca has querido hacer algo por ti misma?
Ella pone los ojos en blanco.
—Por supuesto.
Sé que cuando termine con ella, será la esposa de Matt. No importará
si lo odia o no. Ella pasará el resto de su vida sirviéndole. Pero antes de eso,
me servirá a mí.
—He intentado buscarlo en Internet...
Me río, y sus ojos me fulminan.
—No encontrarás nada sobre los Lord o una elegida en Internet.
Gruñendo, pisa fuerte.
—¿Entonces dónde?
Vuelvo a acercarme a ella y coloco mis manos contra la pared a
ambos lados de su cabeza. Se pone rígida y respira con dificultad.
—No encontrarás nada sobre nosotros en ningún sitio. Porque los
Lords no hablan de sus vidas con extraños —digo simplemente.
La punta de su lengua se asoma antes de que succione su labio
inferior y lo mordisquee.
—Si yo... —Hace una pausa—. Elijo ser tu elegida. —Bajando la voz,
susurra—: ¿Me harás daño?
Sonrío y respondo con sinceridad.
—Sí.
Ella gime y sus ojos se cierran.
—Pero... también haré que te guste.
Sus ojos se abren y me mira fijamente. Puedo verlo. Es tan
jodidamente curiosa. Blakely Anderson está hambrienta de algo que no
cualquier hombre puede darle. Pero yo puedo. Le mostraré lo que Matt se
negó a hacer.
—Matt no te quería, Blake —digo. Apartando mi mano de la pared, la
paso por su cuello, sintiendo su pulso acelerado—. Pero yo sí. —No es una
mentira total. Puede que nunca la hubiera mirado dos veces si no fuera por
la orden de convertirla en mi elegida. Pero ahora la veo. Y ella es
exactamente lo que necesito. Un juguete para usar. Un cuerpo para follar. Y
una jodida y dulce venganza.
—Solo me quieres por Matt —afirma, sacando la barbilla como si
pudiera leer mi mente.
Sonrío, pero no la corrijo. Blakely es una mujer inteligente. En
cambio, digo:
—Y esa es exactamente la razón por la que elegirás ser mía. —Con
eso, me separo de la pared, dándole la espalda, y la dejo allí de pie para que
piense en nuestra conversación.
Capítulo 11
BLAKELY
RYAT
Entro en su apartamento, sabiendo que está sola en casa. Me aseguré
de eso. Empujando la puerta de su habitación, la encuentro acostada en la
cama. Está boca arriba, con las manos junto a su cabeza. Con los ojos
cerrados y respirando profundamente. Desmayada.
Tomó el GHB.1
Supuse que lo haría. Las personas en nuestro mundo siempre buscan
una manera de escapar de la realidad. Necesitaba probarla otra vez, y hay
reglas por una razón.
Me acerco al costado de la cama y quito las sábanas para descubrir
que se pusó una camiseta de gran tamaño antes de que le hiciera efecto.
Aprieto el material en mis manos, pensando que pertenece a su ex infiel. Al
levantarla, veo que lleva un par de bragas negras de encaje. Soltando la
camiseta, coloco la mano en su vientre plano y deslizo las puntas de mis
dedos en la tela. Estoy provocándome a mí mismo.
Mi polla está dura, tirando contra mi cremallera. Tengo muchas ganas
de follarla. Desde que la vi tirada en el suelo, he querido agarrar su cabello
oscuro con mis manos y empujar mi polla por su garganta y hacer llorar sus
bonitos ojos azules.
Las reglas del ritual son simples.
La elegida debe ofrecerse. Ella me ha demostrado su interés al
presentarse en la fiesta. Si había alguna duda de lo que estaba haciendo allí,
mi habitación demostró que quería algo. Incluso si era solo una venganza
contra Matt. Tomaré eso. Es algo que puedo usar.
Típicamente, la elegida y el Lord se conocen. Han sido amigos, o han
salido juntos. Pocos casos son como el de Blakely y yo, cuando el Lord se
ve obligado a elegir a una determinada elegida. Hay mujeres en Barrington
que matarían por ser una elegida. Servir a un Lord es un honor para ellas.
Matt la ha mantenido en la oscuridad por una razón. No quería que ella
supiera lo que estaba pasando. Pensó que no importaba, y que ella era algo
seguro para él. Ahora eso ya no es una posibilidad. Así que sus razones para
mantenerla en la oscuridad han cambiado.
No diría que ella hubiera sido mi primera opción porque nunca pensé
en ella así. ¿Está buena? Sí. Pero sabía que ella estaba fuera de los límites.
Incluso después de que me dieran la orden, tenía reservas. Eso fue hasta que
comencé a plantarme en su vida. La he estado siguiendo durante varias
semanas. Después de la pequeña probada que me dio, he estado salivando,
queriendo más. Si me hubiera revelado ante ella en mi habitación esa
noche, no me habría permitido tocarla.
Si la elegida acepta, es tuya hasta que ya no la necesites. No
recordará el nombre de ese hijo de puta después de que consiga lo que
quiero.
Lentamente, engancho mis dedos en su ropa interior y la bajo por sus
piernas bronceadas, dejando que mis nudillos rocen su suave piel.
Agarrando sus muslos, los separo y me arrastro sobre la cama para
arrodillarme entre ellos. Observo su coño depilado y acerco la tela a mi
rostro. Inhalo y mi polla se agita en mis pantalones. Joder, necesito estar
dentro de ella, pero eso no puede ocurrir esta noche. Todavía no.
Las reglas son claras, pero no dicen nada sobre jugar con ella. Nos
permiten lo justo para pasar el rato. Los Lords siempre nos ponen a prueba.
Tiro la ropa interior al suelo y deslizo mis manos por el interior de sus
muslos hasta su coño. Muerdo mi labio, separando sus pliegues para mí.
—Maldita sea —susurro, deslizando un dedo dentro de ella.
No está mojada, pero no esperaba que lo estuviera. Levanto el dedo a
mi boca, lo chupo hasta el nudillo y lo vuelvo a introducir, probando
suavemente mientras mis ojos se dirigen a su rostro.
Su cabeza está inclinada hacia la izquierda, su cabello oscuro cubre la
almohada, y su respiración permanece imperturbable. Levanto la mano que
tengo libre y subo su camiseta para dejar su pecho expuesto. Sonrío al ver
que no lleva sujetador. Sus pechos son jodidamente increíbles. Redondos y
firmes, encajan perfectamente en mi mano con bonitos pezones rosados y
pequeñas areolas.
Vuelvo a mirar su coño, cada vez más húmedo. Retiro mi dedo y
añado otro. Ella sigue sin moverse.
Mi chica ha demostrado que soy su dueño, y no puedo esperar a
mostrarle lo que eso significa.
Empiezo a ser cada vez más agresivo. Su cabeza se mueve hacia el
otro lado y un gemido escapa de sus labios. No le di mucho GHB debido a
su pequeño tamaño. No quería que experimentara demasiados efectos
secundarios. Solo necesitaba que estuviera somnolienta e incapacitada hasta
el punto de poder jugar con ella. Además, puede aumentar la necesidad de
tener sexo.
Ella arquea la espalda para mí, sus labios se separan, y observo cómo
sus pezones se endurecen mientras su coño se aprieta alrededor de mis
dedos.
Me acomodo en la cama y coloco mi mano izquierda junto a su
cabeza. Apoyo todo mi peso en ella mientras introduzco un tercer dedo en
su apretado coño. Mi polla se contrae ante la expectativa de estar dentro de
ella. Ser el primero en estar allí. Poseerla.
Su respiración se acelera y beso suavemente la comisura de sus
labios.
—Hermoso.
—Ryat —gime.
—Sí, Blake. Soy yo —digo, y ella gime. Incluso drogada y solo
media consciente, sabe que soy yo quien la toca.
Empiezo a penetrarla con los dedos mientras mi pulgar juega con su
clítoris. Su cuerpo se balancea hacia adelante y atrás, haciendo que sus tetas
reboten y la cama rechine. Suelta un grito mientras su coño se contrae y se
viene sobre mis dedos.
Hay algo sobre tenerla así, en tener control total sobre su cuerpo, que
es muy poderoso. Saber que ha tomado voluntariamente algo que le he dado
sin saber lo que era. ¡Ella anhela ser poseída, ser dominada, ser mía!
Me detengo y sus ojos permanecen cerrados. Llevo mis dedos a su
boca y los froto sobre sus labios entreabiertos, untando sus fluidos en ellos
como si fuera un glaseado.
—Pronto, pequeña —digo antes de meterlos en mi boca, lamiéndolos
hasta dejarlos limpios. Saboreando esa jodida miel que se me ha antojado
después de que se entregara a mí en mi habitación.
Levantándome de la cama, me siento entre sus piernas temblorosas.
Me agacho y agarro el cuello de la camiseta de gran tamaño y la rasgo por
la mitad.
—Voy a quemar esto —afirmo, sacando sus brazos de ella, sabiendo
que estoy un paso más cerca de poseerla y de borrar cualquier rastro de
Matt.
Meto la mano en mi bolsillo trasero, saco la tarjeta y la coloco en su
mesita de noche. Ahora a esperar.
Capítulo 12
BLAKELY
ELEGIDA
RYAT
La conduzco escaleras arriba con mi mano en la parte superior de su
brazo, mis dedos se clavan en su suave piel. Llevo demasiado tiempo
esperando este día. Parece una eternidad desde que me dijeron que la
tomara como mi elegida. Pero por fin ha llegado. Nos dirigimos a la
plataforma, la llevo a la pequeña estructura similar a una piscina que se
agregó para que realicemos el ritual.
Los Lords recibieron este edificio hace mucho tiempo. Lo primero
que hicieron fue destripar el interior. No es una catedral normal. Se han
añadido cosas para acomodar nuestras tradiciones.
Se detiene torpemente en el borde y escucho su respiración acelerada.
Estoy a punto de decirle que se meta en el agua, pero ella misma da el
primer paso. Muerdo una sonrisa. Mi chica quiere entregarse a mí y no veo
la hora de hacerla mía.
Normalmente, esto se hace con la elegida desnuda, pero ella se dejará
la ropa puesta. No quiero que nadie vea su cuerpo. El objetivo del ritual es
limpiarlas de sus anteriores parejas sexuales, pero soy extremadamente
territorial sobre lo que es mío. He visto a las mujeres en Barrington durante
los últimos tres años lanzarse a esperar el día para ser una elegida. Da la
casualidad de que ella nunca ha tenido relaciones sexuales. Pero la
ceremonia de votos debe realizarse, no obstante, para solidificar el ritual.
Todavía la besó, la abrazó y la tocó, estoy seguro. Quiero limpiar cualquier
parte de él que quede en su cuerpo.
Como parte del ritual, tenemos que mostrar que nos pertenece. O
follas su boca, coño o culo. No es para complacerlas. Es para reclamarlas.
Así que, como soy egoísta y me niego a mostrar lo que tengo, su boca
servirá. Una vez que hayamos terminado aquí, la llevaré atrás y follaré ese
apretado coño en el bosque, en el suelo o contra un árbol. No importa. Todo
el mundo verá que es mía por las marcas de mordiscos en sus piernas y los
chupetones en su cuello.
Blakely será propiedad de un Lord. Me aseguraré de que todos lo
sepan.
Da el último paso, el agua caliente llega hasta su pecho mientras me
paro a su lado. Soltando su brazo, extiendo la mano y aparto el cabello
oscuro de su rostro, humedeciéndolo con mis dedos. Está tan hermosa ahora
mismo con el maquillaje hecho y el cabello arreglado. Me estoy preparando
para arruinarlo.
—Recita tu voto —ordeno.
Sus ojos se agrandan durante un breve segundo y lame sus labios con
nerviosismo. Entonces respira profundamente.
—Yo juro.
Buena chica. Estaba prestando atención al folleto que tenía enrollado
en la mano.
—Tú juras —reconozco y asiento hacia ella para que diga la última
parte conmigo.
—Nosotros juramos —decimos al unísono.
Entonces levanto la mano, agarro su cabello mientras pateo sus pies
debajo de ella y la sumerjo en el agua. La mantengo allí. Comienza a luchar
inmediatamente. Con tanta fuerza, que el agua salpica por encima del
cristal, cayendo al primer piso.
Levantándola, empieza a ahogarse en cuanto su rostro sale a la
superficie. La arrastro hacia las escaleras de mi derecha y me siento en la de
arriba, soltándola por un segundo para desabrochar mi cinturón y luego mis
pantalones.
Ella jadea mientras tose agua al mismo tiempo. Es el único sonido en
la catedral. Todos los que están abajo permanecen en silencio, esperando
pacientemente a que reclame a mi elegida. Matt incluido. Espero que el
maldito vea lo mucho que ella desea esto. A mí.
Está encorvada lo mejor que puede sin que su rostro esté en el agua,
la mayor parte de su cabello, ahora mojado, la cubre. No puede hacer nada
al respecto ya que sus manos siguen esposadas en su espalda.
Saco mi polla dura y la acaricio un par de veces, permitiéndole un
segundo más para recuperar el aliento, sabiendo que estoy a punto de
empeorar la situación. Entonces extiendo la mano, apartando suavemente el
cabello de su rostro con las yemas de mis dedos para poder verla. Los
charcos negros se acumulan debajo de sus ojos antes de correr por sus
mejillas. Sus pestañas mojadas están pegadas y sus labios separados
tiemblan mientras el agua corre por su barbilla. Sus bonitos ojos azules
están rojos y llenos de aprensión.
Ya es demasiado tarde, pequeña. Me perteneces.
Deslizo la mano por el agua, recogiendo todo su largo y húmedo
cabello en la parte posterior de su cuello. Una vez que lo tengo todo, la
agarro y tiro de ella hacia mí.
—Arrodíllate —ordeno, y sus rodillas caen sobre el tercer escalón,
debajo de mí, haciéndola gemir—. Abre la boca.
Sus ojos muy abiertos miran mi polla, y sonrío ante la expresión de
terror que tiene. Ella respira profundamente por última vez y lame sus
labios antes de abrir su bonita boca pintada para mí. Agarrando la base de
mi polla, la deslizo en su boca.
No soy gentil.
Sus arcadas llenan el espacio de la catedral y el agua vuelve a caer por
los lados mientras controlo su cabeza. Arriba y abajo, rebota sobre mi polla.
Trata de luchar contra mí y apartarse, pero no la suelto. En vez de eso,
agarro su cabello con más fuerza, introduciendo mi polla más
profundamente en su garganta. Ella cierra los ojos con fuerza, y su rostro se
frunce cuando golpeo la parte trasera, haciendo que se atragante de nuevo.
—Mírame —exijo.
Sus ojos se abren, y puedo ver las lágrimas corriendo por sus mejillas
a través del agua que ya cubre su rostro.
—Relájate y ábrete para mí —susurro, ralentizando mi ritmo, dándole
un segundo para recuperar el aliento. Parpadea y nuevas lágrimas recorren
su rostro. Me desplazo hacia delante con mi trasero colgando del borde del
escalón, para colocarme en una mejor posición.
Salgo y ella succiona un grito ahoagdo.
—Ábrete bien para mí —digo en voz baja, limpiando las lágrimas de
su rostro con mi mano libre, untando el delineador de ojos negro y el rímel
—. Saca la lengua y respira por la nariz.
Tragando, abre la boca tanto como puede y saca la lengua.
Bajo su cabeza y su boca vuelve a acogerme. Inclino la cabeza hacia
atrás y cierro los ojos, sin preocuparme de mirar, solo queriendo venirme.
Golpeo la parte posterior de su garganta, y su cuerpo lucha contra mí
mientras vuelven las arcadas. Esta vez, no aflojo.
Mis pelotas se tensan y mi respiración se acelera. Empujo su cabeza
hacia abajo una última vez y la mantengo allí mientras me vengo,
obligándola a tragar.
Capítulo 13
BLAKELY
RYAT
Su pequeño cuerpo tiembla contra el mío, pero hace lo que le digo.
Separa sus pies lo mejor que puede, y sonrío contra su piel húmeda.
Mía.
Va a ser la elegida perfecta. Tan ansiosa por aprender. Tan dispuesta a
someterse. Saco mis dedos de su coño, y ella deja escapar un gemido.
—No escupas esto —ordeno, retirando mi mano de su boca.
Ella asiente una vez. Si tuviera cinta adhesiva, la añadiría, pero no la
tengo. Además, esto será una prueba de qué tan bien asumirá la
responsabilidad de ser una elegida.
Me agacho, desabrocho mis pantalones y descubro la polla. Ha estado
dura todo este tiempo. ¿Le duelen los brazos y las muñecas? Ella debería
sentir lo que siente un hombre. A veces te pones tan duro que es
insoportable. Puede hacerte caer de rodillas si no tienes cuidado.
Doy un paso hacia atrás, agarro su muslo derecho y levanto su tacón
del suelo. Sosteniéndolo contra mi cadera, miro hacia abajo y veo cómo la
cabeza de mi polla se abre paso en su jodido y dulce coño.
¡Mía!
Soy el primero en estar allí.
Su grito entrecortado me hace sonreír mientras me abro paso dentro
de ella. Está tan jodidamente apretada. Bueno, haré lo mejor que puedo en
esta posición. Preferiría que su culo estuviera en el aire para poder
profundizar, pero lo haré cuando la lleve de regreso a mi casa.
No estaba bromeando cuando le dije que todo el mundo sabrá que me
pertenece. Tengo toda la noche para tenerla como quiera. Para marcar mi
territorio. Y no puedo esperar a ver el rostro de Matt cuando la lleve a la
casa de los Lords. Debería haber tomado mi advertencia como la amenaza
que era. No cometeré el mismo error que él. Le pondré una correa tan
jodidamente corta que no podrá respirar sin mi permiso.
Bajando mi rostro a su cuello, beso su piel mojada, mechones de su
cabello se pegan a mis labios mientras tiro de mis caderas hacia atrás y las
empujo hacia delante, forzando más sonido incoherentes de su boca
amordazada.
—Joder, Blake. —Su ya apretado coño se contrae alrededor de mi
polla, y mi respiración se acelera. Mi mano libre cae sobre su otro muslo y
lo levanto también, usando mi cuerpo para presionarla contra el edificio.
Empiezo a follarla con fuerza, con embestidas rápidas y sin protección.
Nunca utilizaré condón con ella. No hay razón para hacerlo. Estoy limpio, y
sé que ella también lo está.
No he tenido relaciones sexuales en más de tres años, desde que hice
el juramento el verano anterior a mi primer año. Por eso se inició la
tradición. Nos muestra cómo es saborear el poder. Poseerla es solo una
pequeña fracción de lo que haré una vez que me gradúe de Barrington. Los
Lords no quieren que pasemos nuestros años universitarios dejando que los
coños se interpongan en nuestro camino. Tenemos que demostrar que
nuestra lealtad a los Lords es más importante que nuestras pollas.
Olvidé lo bien que se siente un coño. Lo cálido, suave y flexible,
cómo se estira para adaptarse a mi tamaño. Y está tan mojada, pero todavía
hay suficiente resistencia como para que tenga que forzarla. Me deja sin
aliento. Mi mano ya no es suficiente.
Mis pelotas se tensan por sí solas, y rechino los dientes, sin querer
que esto termine. Pero traerla aquí no fue la mejor idea. Siempre existe la
posibilidad de que alguien regrese aquí y la vea, pero los Lords aún están
adentro realizando el ritual. Quería ser el primero esta noche porque no iba
a esperar más.
Sabiendo que no puedo evitarlo, dejo caer sus piernas y me retiro
porque voy a venirme en cualquier momento.
Me alejo de ella, agarro su vestido y tiro de ella hacia adelante,
obligándola a arrodillarse. Introduzco la mano en su boca, saco su ropa
interior y agarro su cabello por la coronilla con esa mano, inclinando su
cabeza hacia atrás.
—Abre la boca —digo con los dientes apretados.
Separa sus labios y me mira fijamente, con lágrimas corriendo por su
rostro manchado de maquillaje.
¡Jodidamente hermosa! Como sabía que sería.
Agarro mi polla húmeda con la mano libre justo a tiempo para
acariciarla una vez antes de venirme en su rostro con un gemido. La fuerza
que se desprende de eso casi me hace caer de rodillas. Inclinándome hacia
delante, tengo que soltar su cabello para colocar mi mano en el edificio
detrás de ella y mantenerme erguido.
Que me jodan.
Valió la pena. Para estar con ella. Saber qué puedo hacer eso todo lo
que quiera cuando quiera. Es un momento para subir el ego, sin duda. El
poder de eso por sí solo es casi un subidón, como estar dentro de ella.
Apartándome de la pared, intento calmar mi respiración mientras miro
mi polla. No hay sangre que pueda ver. Pero he follado con suficientes
mujeres antes de la universidad para saber que no todas sangran. Supuse
que las probabilidades de que lo hiciera eran pequeñas. Cuando la dejé en
su apartamento después de la fiesta, busqué en sus cajones y encontré todos
los juguetes que supongo usa para sí misma. Cualquier cosa así podría
haber estirado su himen a lo largo de los años. Además, no sangró cuando la
penetré con los dedos. Meto mi pene dentro de mis pantalones y subo la
cremallera.
Me agacho a su altura, extiendo la mano y paso mi dedo por el semen
esparcido en su mejilla.
—Saca la lengua —ordeno.
Ella traga antes de separar los labios y hacerlo.
—Buena chica —la elogio, y ella gime, su cuerpo se estremece.
Pasando mi dedo por su lengua, la limpio. Luego paso tres dedos por su
barbilla, recogiendo más y los meto en su boca, presionando en la parte
posterior de su garganta y forzando su cabeza hacia atrás. Tiene arcadas, sus
ojos parpadean con lágrimas frescas, pero no intenta apartar la cabeza—.
Cierra.
Sus labios se cierran alrededor de mis dedos lo mejor que pueden, y
su lengua los envuelve, haciéndome gemir cuando chupa, deseando que sea
mi polla la que esté dentro de su boca de nuevo. Cuando se hace bien, una
boca puede sentirse mejor que un coño. Lentamente, los saco, dejando que
los chupe para limpiarlos una vez más.
Satisfecho con su obediencia, especialmente con su falta de
experiencia, me pongo de pie y busco en mi bolsillo trasero la llave de las
esposas.
Ella baja la cabeza y deja escapar un suave sollozo sabiendo que está
siendo liberada del implacable metal que ata sus muñecas. Camino detrás
de ella y agarro su brazo, tirando de ella para que se ponga en pie. Grita y
tambalea hacia adelante con sus tacones, pero la sujeto. Inspecciono sus
muñecas y manos antes de desatarlas. Hay un poco de sangre corriendo por
sus manos debido a los cortes en su piel, y están azules por la falta de
circulación.
Esto es obra suya.
Pregunté si le apretaban demasiado delante de los Lords. Era para
mostrar. Cuando ella dijo que sí, no podía mostrar ninguna debilidad, así
que las apreté. Pero con toda honestidad, la estaba para el fracaso. Si ella
hubiera dicho que no, las habría apretado también.
El ritual es muy claro sobre cómo tratamos a nuestra elegida durante
la ceremonia de votos. Lo que haga con ella a puerta cerrada es otra
historia. Pero no seré suave con ella. Eso no es lo que soy.
Fui entrenado por un compañero del Lord, y Ty me enseñó lo que se
esperaba. Estamos entrenando a estas mujeres para un poder superior. Ni
siquiera yo puedo salvarla de su futuro. Todo lo que puedo hacer es
prepararla.
Ella conocerá el infierno, pero por ahora, yo seré su demonio.
Quito las esposas y deja escapar un suave grito antes de llevar sus
manos hacia delante. Vuelvo a poner el vestido en su lugar, me agacho para
tomar su ropa interior y meterla en mi bolsillo.
—Vamos —digo y agarro su brazo, guiándola por el edificio hasta su
auto estacionado al frente.
Capítulo 14
BLAKELY
***
Atravesamos la entrada del hotel, y él estaciona mi auto antes de
abrirme la puerta.
Al ingresar en el lugar, es extraño estar aquí sin que esté abarrotado
de personas. No hay luces intermitentes ni música a todo volumen. Solo
silencio.
—Todos están todavía en la ceremonia de votos —afirma, sabiendo lo
que estoy pensando.
Toma mi mano y me guía hasta el dormitorio donde una vez encontré
a mi desconocido con una máscara. Entra por otra puerta y es su baño
privado. Un largo espejo y un mostrador con doble lavabo están frente a
nosotros. Una puerta a la derecha es donde debe estar el retrete. A la
izquierda hay una ducha que ocupa toda la longitud del baño. Hay un vidrio
que permite ver el interior con tres cabezales de ducha. Una en cada
extremo y la tercera en el centro. El suelo es blanco, las paredes gris oscuro.
La encimera es negra. Es extraño ver que no hay nada que lo desordene
como todas las cosas que dejo en el mío.
Suelta mi mano, se da la vuelta y sus ojos esmeraldas se encuentran
con los míos. Se me corta la respiración al ver su mirada.
Está hambriento.
Me dicen todo lo que me estaba preguntando. Sé que lo que hicimos
en el bosque fue solo una muestra de lo que quiere de mí.
—Dúchate. —Sus ojos miran mi rostro cubierto de semen y
manchado de maquillaje y luego bajan por mi cuerpo—. Límpiate. —Luego
sale, dejándome encerrada.
No me dijo que me diera prisa, así que me tomo mi tiempo. Las
heridas en mis muñecas arden con el agua, pero no es insoportable. Me
coloco debajo del rociador central y disfruto del agua caliente antes de lavar
mi cabello con su shampoo. Luego uso su gel de baño y me pregunto si es
por eso que me trajo aquí. Una forma más de reclamarme. Es difícil negar a
un hombre si te bañas en su aroma.
Cierro el grifo, salgo de la ducha y me seco con una toalla blanca que
he encontrado colgada en un gancho, teniendo cuidado con las muñecas.
Mirando a mi alrededor, me doy cuenta de que no tengo nada que ponerme,
pero tengo la sensación de que es a propósito.
Abro el armario que hay debajo de uno de los lavabos y encuentro un
enjuague bucal. Desenroscando la tapa, echo un poco en mi boca. Lo agito
antes de escupirlo en el lavabo. He tragado agua sin saber qué contenía y
me vine. Varias veces. Me gustaría lavarme los dientes, pero el enjuague
bucal servirá por ahora.
Respirando profundamente, abro la puerta y salgo a su dormitorio. Es
lo que me imagino que tendría un tipo como Ryat: las paredes oscuras están
despejadas y la cama está cubierta con sábanas negras, un edredón negro y
dos almohadas con fundas a juego. Hay una cómoda alta y otra larga de
color gris oscuro. No hay televisión ni espejo colgados. La última vez que
estuve aquí no presté atención. Estaba demasiado borracha y también tenía
los ojos vendados.
Él está junto a la cómoda larga de espaldas a mí. Todavía lleva la ropa
mojada y veo cómo la camisa se adhiere a su espalda y brazos. Se puede ver
el contorno de cada músculo. Se tensan cuando se mueve, buscando algo.
Me aclaro la garganta y él empuja el cajón para cerrarlo. Se da la
vuelta, saca la lengua y lame sus labios mientras sus ojos verdes me
observan.
—Suelta la toalla —ordena, y mi corazón se acelera.
Levanto la mano, la desprendo de mis axilas y la dejo caer a mis pies.
Ya sé que me ha visto por completo. Bebí ese líquido, me cambié de ropa,
me metí en la cama y desperté desnuda horas después. Él me había
desnudado.
Se acerca, con los ojos fijos en mis pechos. Se detiene, extiende la
mano y toma el derecho, gimo cuando lo aprieta. No es nada suave, pero me
encanta. Cada vez que Matt y yo jugábamos, él era suave. Siempre sentí
que quería más.
Ryat lo suelta y le da una palmada en el costado. Haciendo que la piel
escueza y el sonido rebote en las paredes de la habitación.
Salto hacia atrás, jadeando cuando una descarga eléctrica corre
directamente a mi coño, haciéndolo palpitar y levanto mis manos para
cubrirlos. Una sonrisa cruel se extiende por su rostro, sabiendo exactamente
lo que me hizo. Extendiendo la mano hacia atrás, saca las esposas de su
bolsillo trasero, y gimo al verlas. Los cortes que dejaron en mis muñecas
empiezan a palpitar de nuevo.
—Pon tus manos a los lados, o irán a tu espalda.
Una elección. De buena gana o por la fuerza. ¿Por qué quiero que me
obligue? Arquea una ceja ante mi vacilación y se acerca a mí, pero en el
último segundo, decido bajarlas a mis costados.
—Eres una chica tan buena —susurra con cariño mientras arroja las
esposas sobre la cama.
Una extraña sensación de decepción me invade por haberme
acobardado. Dijo que me haría daño, y eso es lo que quiero. Si no hay dolor,
¿cómo sabes que estás vivo?
—¿No lo eres? —pregunta. Levantando la mano, roza con sus
nudillos la parte superior de mis pechos y me obliga a pensar en otra cosa.
Mis pezones se endurecen a medida que sus manos viajan más abajo sobre
ellos.
Quiero ser su chica buena, pero en el mal sentido.
—Sí —musito. Mi cuerpo nunca se ha sentido tan vivo. Tan
necesitado de algo que ya ha tenido. No me he liberado cuando me folló.
Pero tengo la sensación de que ese era el objetivo. Era una demostración de
posesión, aunque nadie estuviera mirando.
Sus ojos se dirigen a mi cuello.
—¿De quién eres chica buena?
—Tuya —respondo suavemente.
—Mía —asiente.
Vuelve a darme una palmada en mi pecho y grito. No ha sido tan
fuerte como la primera vez, pero me atrapa desprevenida. Mis manos suben,
pero las vuelvo a bajar a mis costados.
Las comisuras de sus labios se levantan lentamente antes de
mostrarme su preciosa sonrisa. Solo eso hace que la humedad se acumule
entre mis piernas. El hombre sabe exactamente lo que hace.
Lo hace de nuevo, esta vez con más fuerza, y echo la cabeza hacia
atrás, cerrando los ojos y soltando un grito. Pero no es porque duela. Se
siente muy bien.
Lo vuelve a hacer, y esta vez gimo, mi cuerpo se sacude ligeramente,
empezando a adaptarse al escozor.
—Te gusta eso, ¿verdad, Blake? —Su voz está llena de diversión—
Tanto potencial para mi elegida.
No estoy segura de lo que significa eso, y no estoy dispuesta a
preguntar.
—Mírame —ordena, sin humor ahora.
Abro los ojos y bajo la cabeza para mirarlo fijamente. Su mirada se
dirige a mis pechos. Extiende la mano y toma mis dos pezones duros entre
sus dedos y los pellizca. Con fuerza. Me pongo de puntillas, gritando, y tira
de mí para acercarme más a él. Jadeo mientras me sujeta. Cierro las manos
en puños a mis costados, tomando una profunda respiración.
Suelta mis pezones, gimo de nuevo por la sensación que me produce.
Se siente bien. Muy bien.
—Agarra tus tacones. —Señala con la cabeza la puerta del baño que
hay detrás de mí y luego se gira, volviendo a la cómoda.
Entro en el baño y los encuentro tirados en el suelo, donde me los
había quitado para ducharme. Todavía están mojados, vierto el poco agua
que queda dentro en el lavabo y vuelvo al dormitorio.
—Póntelos —ordena, sin siquiera molestarse en mirarme.
Utilizando la pared como soporte, deslizo mis pies dentro de los
Gucci de 15 centímetros. Están fríos por el agua, y mis pies ya están muy
adoloridos por usarlos antes. Pero no le diré eso. Me gusta el dolor.
Se da la vuelta y veo que tiene algo en la mano. Lo lanza sobre la
cama. Mis ojos se mueven hacia el objeto, pero él extiende la mano y me
agarra, tirando de mí hacia él.
Tropiezo con mis tacones y caigo sobre él, me atrapa. Llevándome al
pie de la cama, me hace girar hasta que estoy de espaldas a él y golpea
suavemente mi trasero.
—Abre las piernas. Todo lo que puedas.
Veo que ha tirado mi ropa interior de antes en la cama. Golpea mi
trasero de nuevo, llamando mi atención. Y coloco las manos en el estribo
negro para apoyarme y separarlas tanto como sea posible. Se agacha junto a
mi tobillo izquierdo y veo cómo mete la mano por debajo y saca una
cadena. Es corta, está unida a un brazalete de cuero negro y el otro extremo
está sujeto al poste. Envuelve el brazalete alrededor de mi tobillo,
asegurando la hebilla. Tiro de ella para ver qué holgura tiene. No hay
ninguna. Luego va hacia el otro tobillo, tira aún más hacia el otro poste de
la esquina y hace lo mismo.
De pie detrás de mí, coloca su mano en mi espalda y me empuja para
inclinarme sobre el estribo. Está un poco más alto que mis caderas, así que
tengo que ponerme de puntillas para que no se clave en mi estómago.
En el momento en que mi rostro toca la cama, siento que los músculos
de mis piernas se tensan por la posición. Respiro, tratando de reajustarme,
pero no va a importar. No creo que deba sentirse cómodo.
Se acerca al lado izquierdo y se agacha, agarrando otra cadena de
debajo de la cama.
—Mano derecha.
Deslizo la izquierdo hacia él y se queda mirándome.
—¿Mano derecha...? —hago una pausa repitiendo lo que dijo, pero él
está en el lado izquierdo de la cama.
Inclinándose, agarra mi mano derecha y la empuja hacia él a través de
la cama. Envuelve el brazalete de cuero en mi muñeca, asegurándolo, y casi
sonrío al sentirlo. No están tan mal como las esposas. Luego vuelve a
caminar por detrás de mí y hacia la derecha. Esta vez, ni siquiera dice nada.
Toma mi mano izquierda, la cruza por encima de la derecha y asegura esa
muñeca también.
Todo mi cuerpo está tenso, la parte superior de mi cuerpo está
retorcido como un pretzel. Mi cuello y mi barbilla están apoyados en la
parte superior de mis brazos, lo que dificulta mi respiración.
Abre el cajón superior de la mesita de noche y saca un pequeño rollo
de cinta adhesiva. Mi respiración se acelera. Desaparece detrás de mí y trato
de mirar por encima de mis hombros, pero no puedo. Mis brazos cruzados
restringen el movimiento de mi cabeza.
Sus pantalones mojados rozan mis muslos antes de inclinarse sobre
mi espalda, presionando mis caderas contra el estribo. El borde de la
madera, clavándose en mi piel, me hace gemir.
Extendiendo la mano, agarra la ropa interior. Con su mano libre,
agarra mi barbilla y la levanta de mis brazos, obligando a mi cuello a
arquearse hacia atrás en un ángulo doloroso. Sin decir una palabra, mete la
ropa interior en mi boca, y luego escucho que arranca un trozo de cinta. La
presiona sobre mis labios, asegurando la ropa interior en mi boca como
antes. Al menos esta vez no están empapadas de agua, pero todavía siguen
estando húmedas.
Recoge todo mi cabello y lo sostiene en la base de mi cuello, todavía
tirando de mi cabeza hacia atrás.
—Una elegida debe comprender la palabra paciencia.
Trato de acomodar mí ya dolorido cuerpo, pero no puedo moverme, ni
un centímetro.
—Debe comprender la palabra obediencia. —Su mano libre se acerca
y agarra mi cuello, sus dedos se clavan en la piel mientras restringe el aire.
Mi cuerpo se sacude, tratando de luchar por sí mismo, haciendo que
las cadenas traqueteen y la cama tiemble.
—Y debe entender que su cuerpo ya no es suyo. —Besa la mejilla y
suelta mi garganta. Mi rostro vuelve a estar apoyado sobre mis brazos y
respiro profundamente por la nariz.
Sus manos tocan el interior de mis muslos y doy un respingo.
—Cada caricia, cada beso, cada gramo de placer que reciba tu cuerpo
será proporcionado por mí. —Desliza sus manos suavemente hacia arriba, y
su pulgar se introduce en mi coño aún dolorido.
Gimo, empujando contra él, mi cuerpo vibra. Mi corazón late con
fuerza y puedo sentir mi pulso acelerado.
—Ni siquiera te tocarás. —Saca el pulgar y lo sustituye por dos
dedos, metiéndolos hasta los nudillos, y duele mucho. Gimo y las lágrimas
comienzan a arder en mis ojos—. Si desobedeces, serás castigada, pequeña.
Intento mover las caderas mientras sus dedos entran y salen
lentamente. Sé que está provocándome, haciéndome sentir mojada y
necesitada. Retira sus dedos y lo escucho caer de rodillas. Y entonces su
cálida y húmeda lengua recorre mi palpitante coño.
Gimo cuando lo lame. Sus manos suben a mi culo y agarran mis
nalgas, separándolas. Me tenso mientras su lengua continúa moviéndose
lentamente hacia arriba. Empiezo a intentar decirle que se detenga, pero no
hago más que murmurar cosas sin sentido mientras tiro de mis ataduras tan
fuerte como puedo sin éxito.
Sus dedos se clavan aún más en mi piel mientras su lengua se desliza
por mi orificio fruncido. Luego, con la misma rapidez, desaparece. Presiona
suavemente sus labios en mis nalgas antes de soltarlas. Pero no me relajo.
Estoy más tensa que antes.
No, no, no, niego con la cabeza. Matt y yo nunca hicimos nada allí.
Nunca lo intentó, pero de todos modos yo no se lo habría permitido.
Ryat se ríe ante mi malestar.
—No hay necesidad de luchar contra eso, Blake. —Con una palmada
en mi trasero de forma juguetona, añade—: También me voy a apropiar de
eso.
RYAT
Entro en la catedral, mirando mi reloj. Quizá les quede una hora.
Observando un banco en el fondo, me deslizo y me siento, moviendo
mis brazos a lo largo del respaldo. Una regla de los Lords es que veas a tus
hermanos aceptar a sus elegidas. De lo contrario, no habría necesidad de
estar presente. No puedes mostrar posesión a una sala vacía. Además, hace
que los miembros más jóvenes tengan hambre. Les recuerda por qué tienen
que abstenerse de mojar su polla durante tres años.
Miro hacia el desván y veo a uno de mis hermanos en el agua. Tiene
una capucha negra sobre la cabeza de su elegida mientras la folla por detrás.
Está completamente desnuda, sus tetas falsas presionadas contra el costado
de vidrio de la bañera cuadrada y sus manos también están esposadas a la
espalda.
Me hace pensar en Blakely. La dejé atada y amordazada a mi cama
para volver aquí.
Se viene y la saca de la piscina de un tirón. Sin ellos, puedo ver lo
bajo que está el nivel del agua ahora. Ni siquiera llega a la cintura. Follar en
un recipiente hará eso. El agua tiene que ir a alguna parte.
—¿Dónde está tu chica? —pregunta Gunner, sentándose en el banco
frente a mí. Se gira en su asiento para mirarme.
—Aquí no —afirmo. No es de su incumbencia dónde está ella. Me
aseguré de cerrar la puerta de mi habitación para que nadie pueda llegar a
ella. Y la amordacé por esa misma razón. No quiero que alguien la escuche
allí. Los Lords pueden estar aquí, pero todavía hay personal allí. Ahora que
los mayores pueden usar sus pollas, no habrá más que malditas orgías.
Pasarán a sus elegidas de habitación en habitación mientras otras mujeres se
unen a ellas. —¿Dónde está la tuya? —contesto. Eligió a su mejor amiga,
Sarah.
—Está desmayada en mi maletero. —Sonríe.
—¿Cuántas más hay? —pregunto, mirando alrededor de la sala.
Todos los de primer, segundo y tercer año siguen sentados con sus máscaras
y capas.
—Dos —responde, mirando su reloj.
Justo en ese momento, escucho a una mujer decir.
—Lo juro. —Mientras se pone de pie en el agua.
—Tú juras —anuncia Prickett—. Nosotros juramos —dicen al
unísono, entonces él la empuja debajo del agua, colocando su pie en su
espalda, manteniendo su rostro en el fondo.
Vuelvo a mirar a Gunner, y está comprobando su reloj de nuevo.
—¿Tienes que ir a algún lugar?
—Sarah se despertará en unos treinta minutos —responde.
Asiento. La drogó y pronto se le pasará el efecto.
Escucho a la chica jadear cuando Prickett la saca del agua, e
inmediatamente, la folla por el culo. He visto a suficientes Lords tomar a
sus elegidas durante los últimos tres años que podría pasar sin verlos más.
No podría importarme menos a quién y cómo follan.
Ahora que elegí a la mía, podría prescindir de todo lo demás. Quiero
vivir en mi habitación con ella. A la mierda, quiero mudarme de la casa de
los Lords e ir a algún lugar remoto con ella. Solo nosotros, sin nadie
alrededor en kilómetros. Entonces no tendría que amordazarla y podría
escucharla gritar mi nombre durante horas.
Prickett y su chica terminan, y él la saca del agua mientras ella
solloza. Le hacemos creer a estas mujeres que tienen la opción de ser
elegidas. Pero no todas lo son. Nos dan una lista de nombres que deben ser
elegidas incluso antes de que comience el último año. La manipulación no
es difícil. Si alguien te dice repetidamente lo bueno que es algo,
eventualmente querrás probarlo.
Una más.
Sacando mi teléfono, abro la transmisión en vivo en mi aplicación.
Blake sigue en el mismo lugar donde la dejé. Justo como pensé que estaría,
pero aun así no duele mirar. Tengo diez cámaras instaladas en mi
habitación, así que puedo verla desde cualquier ángulo. Además, dos en mi
baño. La casa está llena de ellas. Cada Lord tiene la misma aplicación y la
oportunidad de ver a su elegida. Ella no está luchando. No me sorprendería
que se desmayara. Ha sido un largo día, y estoy a punto de hacer que sea
una noche muy larga para ella.
—Lo juro.
Cierro la aplicación, dejo caer el teléfono sobre mi regazo y miro
hacia el desván. Matt está de pie en el agua con Ashley.
—Tú juras —gruñe.
Sonrío. Lo siento, maldito bastardo.
—Nosotros juramos —dicen, y él agarra la parte posterior de su
cuello, empujándola debajo del agua boca abajo. Ella lucha, el agua salpica
alrededor. Él tiene las manos de la chica atadas detrás de su espalda con
bridas, y los tobillos también están atados. No hay ninguna regla sobre
cómo sujetar a tu elegida. Siempre y cuando se haga. Ser sujetado debajo
del agua hará que cualquiera luche, así que las ataduras ayudan a evitar que
arranquen nuestras mascaras. Además, es otra forma de dominarlas. Está
desnuda y él ya le ha puesto un collar.
Me siento más erguido cuando sigue sujetándola debajo del agua. Está
mostrando los dientes como si estuviera enfadado con ella. Como si fuera
culpa de ella que la haya cagado y haya perdido su juguete.
Ella ralentiza sus movimientos, su cuerpo se afloja por completo.
¿Qué diablos...? Me pongo en pie de un salto.
—¡Matt! —Grito en advertencia.
Todos en la catedral se giran para mirarme. No puedo ver sus rostros
debido a sus máscaras, pero estoy seguro de que tienen los ojos muy
abiertos. Un Lord nunca le dice a otro miembro cómo debe tratar a su
elegida. Matt me lanza una mirada de “vete al infierno” y luego la levanta
del agua por el cabello. Su cabeza cuelga hacia atrás y se queda
completamente quieta durante un segundo antes de escupir agua por la
boca. Aspirando aire, procede a toser.
Ser un Lord no se trata de lastimar a nuestras elegidas. Son una
recompensa. Si la rompes o la matas, no podrás reemplazarla por otra. Él lo
sabe.
No voy a decir que nunca ha sucedido porque ocurrió. Más de una vez
desde que me incorporé. Estas mujeres figuran como personas
desaparecidas y nunca son buscadas. Cuando el público ni siquiera sabe que
tu organización existe, nadie sospecha que se cometió un crimen.
Me doy la vuelta y salgo de la catedral, regresando a la casa para
jugar con Blakely. Mi teléfono suena cuando me siento en mi auto.
—¿Hola? —respondo, dejando que el bluetooth lo tomé mientras
arranco por el camino de grava.
—¿Con quién terminaste? —pregunta mi padre a modo de saludo. Es
un Lord. La mayoría de los miembros llegaron aquí por su linaje. Mi hijo o
mis hijos serán Lords algún día y así sucesivamente. Es algo que no fue una
elección, sino que se me exigió. Pero yo estaba más que preparado y
dispuesto a aceptar.
—Blakely —respondo, saliendo a la carretera.
—Buen trabajo, hijo —dice con un fuerte suspiro.
—¿Alguna vez dudaste de mí? —pregunto en broma.
Se ríe.
—No. Solo asegúrate de hacer lo que hay que hacer.
—Siempre.
—Nos vemos este fin de semana. —Cuelga, satisfecho con nuestra
charla, y “Everybody Gets High” de MISSIO llena inmediatamente mi auto.
Matt no se acercará a ella. No hasta que la entregue físicamente
después de la graduación. Y no quedará nada de ella para que él se lleve.
***
Desbloqueando la puerta de mi dormitorio, entro y la encuentro
todavía desnuda, inclinada sobre mi estribo atada, amordazada y con los
ojos cerrados.
Decidiendo dejarla dormir unos minutos más, entro en el cuarto de
baño y me despojo de mi ropa aún húmeda. Necesito una ducha. Entro,
cierro la puerta y miro mi polla dura. Pongo un poco de jabón en mi palma
y la acerco a mi polla. Envuelvo la mano alrededor de la base y la acaricio,
mi mano se aprieta tan dolorosamente que me deja sin aliento.
—¿Qué...? —Me detengo y la suelto, apoyando ambas manos en la
pared, me paro debajo del rociador. Llevo tanto tiempo haciéndolo que ya
es una costumbre. La cantidad de porno que he visto en los últimos años es
suficiente para hacer sonrojar a una prostituta. Eso sin mencionar lo que he
visto suceder aquí en la casa de los Lords. Sabíamos al entrar en nuestro
primer año cuáles iban a ser nuestros requisitos. Perdí mi virginidad cuando
tenía quince años con la hija de nuestro vecino. Ella tenía la misma edad
que yo. No fue como si hubiéramos salido. Los dos queríamos follar y la
decisión fue fácil. Después de eso, follé durante toda la escuela secundaria.
El verano antes de venir a Barrington, follé con todas las que pude,
sabiendo que sería la última oportunidad que tendría durante un tiempo. No
sirvió de nada. En el momento en que llegué y supe que tendría que
masturbarme fue cuando empecé a desearlo.
Dile a alguien que no puede tener algo y míralo hacer todo lo que esté
a su alcance para lograrlo. Especialmente si ya lo han experimentado antes
y saben lo bien que se siente. Nos hacemos responsables. Muchos hombres
han sido expulsados, despojados de sus títulos y rechazados por eso. Los
Lords no bromean. Es una organización de tolerancia cero. No hay tres
strikes y estás fuera. Pueden decidir en cualquier momento decirte que
recojas tus cosas y te vayas a la mierda durante toda tu estancia en la
universidad. Si aceptas y te conviertes en un Lord y luego la cagas. Bueno,
digamos que te persiguen y te matan.
Terminando con la ducha, me seco y salgo al dormitorio, decidiendo
que es hora de despertarla. Abro mi mesita de noche y saco primero el
lubricante. Luego me dirijo al extremo de la cama. Dejo caer la toalla a mis
pies, la alejo de una patada y paso los dedos por su coño. No está tan
mojada, pero no esperaba que lo estuviera. Aplico un poco de lubricante en
mis dedos y lo froto suavemente sobre su coño y sobre su culo. Se asustó
cuando la toqué ahí antes de irme para terminar de ver la ceremonia de
votos, pero aprenderá que eso también me pertenece, y lo tendré. Incluso si
eso significa que no me deja otra opción que tomarlo por la fuerza.
Introduzco un dedo en su coño, observando si reacciona. Cuando no
lo hace, añado un segundo, y su cabeza se mueve un poco.
—Despierta, Blake.
Retiro los dedos, agarro mi polla y me deslizo dentro de ella, sin
esperar. Ella se sacude, tirando de sus ataduras, tratando de darse la vuelta.
Dando una palmada en su trasero, ecucho su gemido entre dientes. Mirando
hacia abajo, veo cómo mi polla entra y sale de ella. Ahora puedo entrar más
profundamente que antes, y puedo hacerlo con más fuerza. Agarrando el
estribo a cada lado de sus caderas, lo hago. No pierdo el tiempo. Sé que está
dolorida, pero ir despacio no le hará ningún bien. Además, yo no soy así.
No voy a darle ninguna falsa esperanza de que esto será algo más de lo que
es.
Soy su dueño.
Su coño se aferra a mí, y yo empujo dentro de ella, el cabecero golpea
la pared con cada embestida. Inclinándome sobre su cuerpo, agarro su
cabello y levanto su cabeza de sus brazos. Envuelvo mi brazo libre
alrededor de su cuello y sujeto su cabeza. Sus brazos cruzados delante de
ella se tensan y sus manos se cierran en puños.
—¿Sientes eso? —pregunto, haciéndola gemir— ¿Lo jodidamente
húmeda que estás? —Me retiro y empujo mis caderas hacia delante—. Me
encanta —digo, y ella se contrae a mi alrededor. Gruñendo en su oreja,
golpeo mis caderas contra ella, su respiración se acelera y su cuerpo se
tensa. Un grito entrecortado llena mi habitación cuando se viene.
Reduzco el ritmo y suelto su cabello y cuello. Su cabeza cae sobre sus
brazos cuando me retiro por completo y se deja caer sobre la cama.
Introduzco mi pulgar en su húmedo coño un par de veces antes de volver a
sustituirlo por mi polla.
Cuando deslizo mi pulgar hasta su culo, empieza a resistirse, pero no
tiene ninguna oportunidad. Presiono mi pulgar sobre su orificio cubierto de
lubricante, aplicando un poco de presión.
—Relájate —digo, golpeando el costado de su pierna con mi mano
libre—. Dolerá menos. —Gimiendo, deja de forcejear. Saco mi polla de su
coño y la penetro lentamente mientras mi pulgar empieza a rodear su culo,
aplicando suavemente más presión— Buena chica —digo, repitiendo ambas
cosas—. Solo respira.
Ella jadea, su cuerpo tiembla. Veo cómo los músculos de su espalda
se tensan mientras lucha contra las ataduras. Cuando meto mi pulgar en su
culo, un grito ahogado sale de sus labios encintados.
—Qué culo tan apretado —digo rechinando los dientes. Se sentirá
increíble cuando lo folle. —Voy a follarlo, Blake —digo—. Mi semen
llenará este culo tan estrecho como lo hará tu coño.
Dejo mi pulgar dentro de ella mientras mis caderas vuelven a acelerar
el ritmo, mi polla folla su coño. Estoy cerca.
Mi respiración se acelera, llenando la habitación mientras la cabecera
golpea la pared. Intento contenerme, pero ya ha pasado demasiado tiempo.
Me recuerdo a mí mismo que tengo mañana y el día siguiente y el siguiente.
Ella me pertenece hasta la graduación. Puedo hacer esto tanto como quiera.
Sintiendo que mis pelotas se tensan, la penetro profundamente por
última vez. Mis músculos se tensan y mi polla palpita dentro de su dulce
coño mientras me vengo.
Primero saco el pulgar y su cuerpo se hunde en la cama mientras saco
mi polla. Dejándola así durante un minuto, me agacho y tomo la toalla que
había tirado y la paso sobre ella, limpiándola. Una vez hecho esto, me
inclino sobre su espalda. Arranco la cinta de su boca y saco la ropa interior.
Luego me pongo a trabajar para liberar sus brazos y piernas antes de entrar
en mi cuarto de baño para buscar unas pastillas para ella. Al salir, la veo
sentada en el borde de la cama, con la cabeza gacha y las manos sobre su
regazo, frotando sus muñecas.
—Aquí. Toma esto. —Extiendo la mano.
Me mira y sus ojos cansados se agrandan por la emoción.
Interesante.
—Es Advil para ayudar con el dolor.
—Oh —dice y sus hombros se hunden con decepción cuando abro la
mano para mostrárselas.
—Pensabas que te iba a drogar otra vez —comento.
Sus mejillas se enrojecen, pero me las quita. Sus ojos caen al suelo,
incapaces de encontrarse con los míos.
Me acerco a ella, tomo suavemente su barbilla y la levanto para que
tenga que mirarme.
—Dime. —Ella tiene algo en mente. Y Blake necesita saber que no
hay nada de lo que no pueda hablar conmigo. No soy el tipo de persona que
corre hacia sus amigos y les cuenta lo que hicimos. Si hay algo sobre mí, es
que puedo guardar un secreto. De hecho, seré enterrado con muchos. Lo
que haga con ella se sumará a los demás.
—¿Tuvimos sexo esa noche? —susurra—. Esa noche me diste de
beber.
Inclino la cabeza hacia un lado ante su pregunta. ¿No creía que esta
noche era su primera vez?
Ella suspira ante mi silencio.
—Yo, eh... es que al día siguiente estaba muy dolorida...
—No —respondo. Claro que estaba dolorida. Fui duro con ella. Odio
tener que decírselo, pero a partir de ahora siempre estará dolorida.
—Oh. —Una vez más, parece decepcionada por esa respuesta.
—Me dijiste que eras virgen aquí la noche de la fiesta. —No voy a
decirle que no me la folle por eso. Porque honestamente, no me habría
detenido. Es el camino que elegí. Los Lords pueden echarte, despojarte de
tu título y poder. Y por mucho que quisiera, hacerla mía durante mi último
año es jodidamente mejor que solo una vez.
Sus ojos se agrandan y sus mejillas se enrojecen al pensar que me ha
contado esa información.
—Matt nunca se acostaría conmigo —susurra.
Odio que mencione su nombre, pero entiendo fue una parte
importante de su vida. Voy a borrar cualquier pensamiento sobre él de su
memoria. Ni siquiera sabrá quién es cuando se la devuelva.
—No tienes que avergonzarte —digo—. Me gusta haber sido el
primero en follarte. —Suelto su barbilla y paso mi pulgar por sus labios.
Su respiración se acelera mientras pregunta:
—¿Qué hiciste... esa noche en mi apartamento?
—Puedo enseñarte. —Me encantaría que me viera jugar con ella
mientras estaba drogada. Ver si la excita. Tengo la sensación de que se
excitaría con eso.
—¿En serio? —Sus ojos se agrandan y sus pezones se endurecen ante
esa idea.
—Sí, pero no esta noche. —Retiro las sábanas y ella se mete debajo
desnuda. Me deslizo junto a ella y se acurruca a mi lado. Estoy a punto de
apartarla de mí, pero no lo hago. En vez de eso, la acerco más, sabiendo que
esta casa está llena de casi cien hombres, y que cualquiera de ellos con
gusto me la quitaría.
Capítulo 15
BLAKELY
RYAT
Una vez hecho, me retiro y ella se hunde en la cama. Arranco su falda
y desabrocho el cinturón. Se estira y sorbe. La ayudo a sentarse y me dirijo
a su tocador, abro el tercer cajón y saco un par de jeans.
—Ponte estos. —Los arrojo sobre la cama—. Déjate la ropa interior
puesta. —Quiero que esté vestida con su ropa interior cubierta de semen
todo el día. Me aseguraré de metérselas en la boca más tarde. Para
recordarle lo que le hice cuando desobedeció. Estoy por salir de su
habitación, pero ella me detiene.
—¿Cómo sabías dónde estaban?
Me doy la vuelta y la miro fijamente. Arruiné su maquillaje, y su
cabello ahora es un desastre por haberlo enredado en mis manos.
Prácticamente ella arruinó todo lo que se hizo durante los veinte minutos
que duró nuestro polvo. Me apoyo en el marco de la puerta y cruzo los
brazos sobre mi pecho.
Sus ojos caen sobre su falda en mi mano.
—¿Ryat? —gruñe mi nombre—. Sabías dónde estaban las tijeras. Y
ahora mis jeans. —Sube la voz.
Sonrío. Ella es hermosa cuando se enfada. Lo recordaré.
—¿Has... has revisado mi habitación cuando no estaba aquí?
RYAT
—¿Por qué no me elegiste a mí? —pregunta Cindy, con las manos en
las caderas—. Sé que mi nombre estaba en esa lista —espeta.
No digo nada. No todas las chicas son elegidas. Este año tenemos
quince alumnas de último año y cientos de nombres de mujeres en la lista.
Por eso algunos Lords eligen a más de una. La lista de mujeres dispuestas a
ser una elegida es kilométrica.
Gunner se ríe de sus palabras.
—¿Por qué mierda te elegiría como su elegida? Estará atrapado
follando contigo todos los días después de su graduación hasta que muera.
¿Por qué iba a añadir un año a esa sentencia de prisión?
Mostrando los dientes, ella suelta un gruñido y se da la vuelta,
pisando fuerte por el pasillo.
—Hombre, vas a odiar ser su marido. Ella va a ser una perra
miserable—. Me da una palmada en el hombro, mirándola balancear su
trasero por el pasillo. —La mantendría amordazada las veinticuatro horas
del día, atada a una tabla en el sótano.
—Ese es el único plan que tengo—. Mis padres arreglaron mi
matrimonio con Cindy Williams hace años. Yo estaba en el último año de la
escuela secundaria, y ella en el primer año. Vivíamos en Nueva York; su
familia vivía en California. Nos fuimos de vacaciones a los Alpes con ellos.
Nuestros padres son Lords. Y sus dos hermanos mayores también. Su padre
la quería con un compañero Lord, y cuando mi padre le dijo que yo iba a
tener mi iniciación en el primer año del siguiente año escolar, comenzaron a
sonar las campanas de boda.
Pasamos dos semanas en los Alpes. La primera noche allí, ella
encontró el camino hacia mi habitación y me despertó con mi polla en su
boca. Pasé más tiempo en la cama follando con ella que esquiando. Ella está
bien cuando su boca está llena, pero cuando no lo está, todo lo que hace es
abrir la boca. Sin escalas.
—Entonces, ¿qué vas a hacer? —pregunta Gunner, llamando mi
atención.
Lo miro.
—¿Sobre qué?
—La reina del hielo. Probablemente ya esté hablando por teléfono
con papá, delatándote por haber elegido a Blakely en lugar de a ella.
Le hago un gesto, restándole importancia.
—Déjala. No pueden hacer nada al respecto—. Mi padre sabía que
me habían dicho que eligiera a Blakely. Él comprende que no tuve elección,
y también sabe que lo que él y mi madre han arreglado con los Williams no
va a ninguna parte. Ahora mismo, mi objetivo es joder a Matt y su patética
vida. —Tengo a la chica adecuada.
Gunner me da una palmada en el pecho.
—Hablando de tu chica—. Señala al final del pasillo.
Veo a Blakely caminando en dirección opuesta con la cabeza gacha,
sosteniendo una pila de libros en sus manos contra su pecho.
—Nos vemos en la casa de los Lords —le digo y me alejo por el
pasillo. —¿Blake? —grito, pero ella sigue caminando. —¡Blakely! —grito
su nombre completo cuando decide ignorarme.
Al alcanzarla, agarro su hombro y la hago girar. Me mira con los ojos
llenos de lágrimas. Frunzo el ceño. Acabo de dejarla hace una hora y me ha
evitado por completo. Sabía que ver cómo la hice venirse la pondría
nerviosa.
—¿Qué pasa?
Mira hacia atrás, hacia donde yo estaba parado, y luego hacia mí. Sin
responder, comienza a caminar de nuevo.
—¿Blake? —gruñí agarrando su brazo. Ella trata de alejarse de mí,
así que la agarro con fuerza y la arrastro a un salón de clases cercano que
está vacío.
—¡No me toques! —grita, dejando caer todos sus libros al suelo
mientras cierro la puerta detrás de nosotros.
—¿Qué mierda te pasa? —exijo, acercando mi rostro al suyo.
Sus ojos se entrecierran justo antes de abofetearme.
—¡Vete a la mierda! —grita. Está por abofetearme de nuevo, pero
agarro sus muñecas, haciéndola girar y envuelvo mi mano libre alrededor
de su pecho. La inmovilizo apretando ambos brazos contra su pecho, con
su espalda presionada contra mi pecho. —Váyanse a la mierda todos. —
Ella sorbe su nariz, luego su cuerpo se ablanda contra el mío y comienza a
llorar.
—Oye. —La suelto y la hago girar para que me mire, sabiendo que
algo está muy mal. Ella baja la cabeza y levanto su barbilla, obligándola a
mirarme—. Será mejor que me digas ahora mismo lo que te pasa.
Sus ojos inyectados en sangre buscan los míos y luego niega con la
cabeza, con las fosas nasales dilatadas.
—Hice un juramento para dejar que me follaras, Ryat. No tengo que
darte nada más.
Mis dientes rechinan.
—No funciona de esa manera…
—¿Quién lo dice? —Ella resopla, apartándose de mí—. ¿Tú? —Sus
ojos se dirigen a mis zapatos y se deslizan por mis jeans y camiseta. Cuando
llegan a mis ojos, los suyos están llenos de desprecio. Luego recoge
rápidamente sus libros antes de pasar junto a mí hacia la puerta.
Me pongo frente a la puerta y la golpeo con la palma de mi mano,
bloqueando su salida.
—Blake…
Me mira, sus ojos azules ahora arden con fuego. Ocurrió algo que la
hizo enfadar, y no me gusta que no me diga qué es.
—A menos que planees arrancarme la ropa e inclinarme sobre un
escritorio, hemos terminado aquí —afirma, arqueando una ceja.
Esta perra me está desafiando.
Mi polla ya está dura por su pequeña actitud, pero también estoy sin
palabras. ¿Quién iba a saber que Blakely era un petardo? Yo no lo sabía.
Matt siempre la hacía parecer una florecilla que tenía que proteger de la
más suave brisa.
Suelto la puerta, levantando las manos en señal de rendición y
alejándome. Dejaré que se vaya ahora mismo porque tengo una idea mejor
de cómo recordarle a qué atenerse conmigo. No soy Matt. No voy a
aguantar esta mierda.
Ella abre la puerta de un tirón y sale corriendo, sus tacones
repiquetean contra el suelo mientras la puerta se cierra, dejándome
encerrado en el salón de clases.
Capítulo 17
BLAKELY
RYAT
RYAT
Me meto en el lado del conductor y enciendo el auto. Sabíamos que
Sarah había conducido hasta aquí, así que traje a Gunner para que cada uno
pueda llevarlas de regreso. Inclinándome hacia ella, abrocho su cinturón de
seguridad.
—Son treinta minutos de viaje —se queja, tratando de acomodar los
brazos detrás de su espalda.
—Deberías haber pensado en eso. —No estaba tan enojado hasta que
vi lo que llevaba puesto. Un maldito traje de baño cubriría más. Y sé que se
vistió de esta manera debido a nuestra pelea anterior. Me acerco y tiro de
los tirantes a ambos lados, dejando expuestas sus tetas. Agarro la izquierda
y aprieto. Echa la cabeza hacia atrás, jadeando. Me inclino sobre la consola
central y succiono su pezón en mi boca, endureciéndolo. Levanta las
caderas lo mejor que puede con el cinturón de seguridad puesto.
Alejándome, le doy una palmada, haciéndola gritar de nuevo. Si el
auto fuera lo suficientemente grande, totalmente podría follármela dentro
porque las ventanas están oscurecidas. Pero necesito más espacio para
trabajar. Seguramente estará desmayada para cuando lleguemos al
apartamento.
Levanto la falda y empujo su ropa interior a un lado.
—¿Qué tan mojada estás, Blake? —pregunto, pasando mis dedos por
su coño.
—Muy mojada —gime.
Introduzco un dedo y no miente.
—¿Para quién? —cuestiono.
—Para ti. —Mueve los hombros, tratando de aliviar la presión en las
manos atadas a su espalda.
—¿De quién eres? —pregunto, introduciendo otro.
Ella jadea, sus tetas rebotan con el movimiento mientras separa más
sus piernas para mí.
—Tuya.
—Mía —le recuerdo mientras comienzo a follarla con los dedos,
sentada en el asiento del copiloto de mi auto.
Ella grita, sus piernas se mueven sobre el asiento, sus caderas se
agitan y su cabeza se golpea en el reposacabezas. No la amordazo. Me gusta
cómo suena cuando grita mi nombre.
Mis dedos entran y salen mientras pellizco sus pezones con mi mano
libre. Ella arquea su espalda y su coño aprieta mis dedos mientras se viene.
Los saco y ella se desploma contra el asiento. Con los labios
entreabiertos, intenta recuperar el aliento. Aparto los mechones de cabello
que cubren su rostro y meto los dedos en su boca.
—Límpialos —ordeno.
Sus mejillas se ahuecan mientras chupa su orgasmo, los saco con un
chasquido. Agarrando su rostro, la obligo a mirarme.
—No vuelvas a hacer eso. ¿Me entiendes?
Tiene los ojos vidriosos, el pecho agitado y cuerpo tembloroso.
Quiero arrastrarla por el auto y meter mi polla en su boca hasta llegar a la
garganta. Quiero ser duro con ella. Recordarle quién mierda soy y que me
pertenece, pero no lo hago. Se lame los labios entumecidos y asiente.
—Sí.
Después de soltarla, me acomodo en el asiento del conductor y
desempaño las ventanas mientras pongo el auto en marcha y salgo.
***
Cuando estaciono en su apartamento, ella está desmayada como
esperaba que estuviera. Desabrocho el cinturón de seguridad, la levanto
sacándola del auto y la llevo al interior con las manos todavía esposadas en
su espalda.
Abro la puerta y me dirijo a su habitación, pero me detengo al pasar
por la cocina. Algo en el suelo me llama la atención: vidrios. Hay trozos
rotos esparcidos por el suelo y frunzo el ceño. ¿Qué mierda pasó? Sabía
que estaba en casa porque la había visto por las cámaras, pero luego me
llamaron a la casa de los Lords para una reunión. Una vez terminada,
Gunner me notificó que las chicas iban a salir. Para cuando la revisé ella ya
estaba de camino al club.
Me dirijo a su habitación y la acuesto en la cama boca abajo. No
emite ningún sonido. Le quito los tacones y la pongo de lado para desatar
las correas de su cuello. Deslizo el vestido por su estómago y sus piernas
antes de tirarlo al suelo.
Eso también se quemará. Paso las manos por su trasero, dándole una
pequeña palmada.
Ella entierra su rostro en la almohada, dejando escapar un gemido
mientras se mueve. Deslizando mi mano hacia su rostro, empujo el cabello
hacia un lado.
—Buenas noches, pequeña —le digo y me giro hacia el baño.
—¿Ryat? —Gime mi nombre.
Miro por encima de mi hombro.
—¿Sí?
—¿Mis muñecas? —pregunta, lamiendo sus labios secos con los ojos
aún cerrados.
—Se quedan —le informo.
Gime y vuelve a enterrar su rostro en la almohada. Vuelvo a
acercarme a ella.
—¿Pensaste que tu castigo sería un orgasmo?
—Duelen. —Ignora mi pregunta.
—Bien —pronuncio y luego hago una pausa, teniendo una idea—.
Puedo quitártelas. Si… me cuentas lo que ha pasó hoy.
Gira la cabeza para mirar hacia otro lado y murmura:
—Buenas noches.
Mis cejas se elevan. ¿Qué diablos pasó que no quiere que sepa?
—¿Qué pasó en la cocina? —Lo intento de otra manera.
Nada.
—De acuerdo. —Bajo mis manos y desabrocho mi cinturón. No me
ha dado otra opción. Doblando el cuero entre mis manos, golpeo la parte
superior de sus muslos.
Ella grita y su cuerpo se tensa.
Haciéndolo de nuevo, ordeno:
—Culo al aire.
Entierra su rostro en la almohada, gimiendo, pero se levanta sobre las
rodillas, arqueando su espalda.
Dejo caer el cinturón junto a ella en la cama, extiendo las manos y las
froto sobre las marcas rojas que ha dejado. Ella menea su trasero, agarro su
ropa interior y la rasgo por la mitad. Mi mano recorre su culo hasta llegar a
su coño.
—Última oportunidad. Cuéntame lo que pasó hoy —le digo,
introduciendo dos dedos en su ya húmedo coño.
Ella gime y sus caderas se balancean contra mi mano.
—Nada…
Retiro los dedos y le doy una palmada en su coño.
Ella grita, su cuerpo se sacude y hace un movimiento para juntar sus
rodillas.
—No te atrevas —le advierto, y ella se detiene, empujándolas
lentamente hacia donde estaban—. Me estás mintiendo, Blake. —Suspiro,
golpeando su coño en señal de advertencia, y ella se estremece. Mi mano
izquierda alcanza la cadena que conecta las esposas y la agarro con la
mano, tirando de ella hacia su trasero.
Su cabeza se levanta de la cama.
—Ryat. —Ella jadea—. Por favor…
Vuelvo a golpear su coño antes de introducir dos dedos.
—Tú tienes el control aquí —expreso. La manipulación es importante
—. Todo lo que tienes que hacer es decírmelo y te las quitaré.
Ella permanece en silencio y eso me hace enojar.
Introduzco un tercer dedo en su coño, lo deslizo adentro y afuera
mientras rodeo su clítoris. Mueve su cuerpo de un lado a otro, gimiendo por
lo que está haciendo mi mano. Me vuelvo más enérgico, tirando con más
fuerza de las esposas.
Ella jadea, su cuerpo se balancea hacia adelante y atrás, tratando de
follar mis dedos como si fuera mi polla. Su coño se contrae y los saco. Su
cuerpo se hunde y gime.
Golpeo otra vez su coño y vuelvo a meter los dedos.
—Puedo hacer esto toda la noche, pequeña —digo con una sonrisa.
Ella está a punto de llegar al orgasmo otra vez, así que me detengo.
Ella grita, hundiendo la cabeza en la almohada, irritándose. Vuelvo a
golpear su coño y comienzo de nuevo.
Justo cuando está a punto de venirse, me detengo.
—Está bien, está bien —se apresura a decir—. Por favor… déjame…
—Se detiene y yo continúo, y esta vez le permito venirse. Saco los dedos y
los llevo a mis labios cuando ella musita—: Matt.
Hago una pausa.
—¿Perdón? —¿Acaba de llamarme con el nombre de su ex?
Estira las piernas, apoyando su cuerpo en la cama, y susurra:
—Me amenazó.
—¿Matt te amenazó? —gruño—. ¿Cuándo? ¿Qué mierda dijo?
—No importa. —Ella suspira—. Nunca importa.
Saco la llave de las esposas de mi bolsillo trasero y las abro. Antes de
que pueda siquiera moverse, la coloco sobre su espalda y me siento a su
lado. Aparto el cabello de su rostro.
—Dime lo que dijo. —Ella está jodidamente borracha, y ni siquiera
estoy seguro de cuánto recordará de esta noche cuando se despierte. Así que
tengo que aprovechar esta oportunidad para averiguarlo todo antes de que
se le pase la borrachera y vuelva a ser una pared de ladrillos como lo fue
hoy.
Tiene los ojos cerrados y respira con dificultad. Está a punto de
desmayarse de nuevo pronto.
—¿Blake? —gruño, y ella abre sus pesados ojos.
—Hoy. Más temprano. —Lame sus labios, estira los brazos y pasa las
manos por su cabello.
—Te vi hablando con tu esposa.
Frunzo el ceño.
—Bueno, él me atrapó mientras te veía hablar con tu futura esposa. —
Se ríe—. Creo que pensó que estaba celosa. Como si pensara que ya te amo.
—Siguen más risas, como si eso no fuera a pasar nunca—. Y me dijo que es
posible que me tengas ahora, pero una vez que hayas terminado conmigo,
me quedaré con él hasta que muera. Y él hará de mi vida un infierno. —Ella
bosteza y murmura—: Algo sobre no ver la luz del día. Tu puta, su puta…
—Se detiene.
—Blake…
—Me empujó contra la pared y lamió mi rostro. —Ella se estremece
—. Pensé que iba a vomitar.
—¿Él qué? —espeté, mi cuerpo comienza a temblar mientras mi
presión arterial se eleva ante ese pensamiento. Pero ella ignora mi arrebato
—. ¿Por qué diablos no me lo dijiste cuando te lo pregunté antes?
Me mira. Sus bonitos ojos azules parecen desenfocados y cansados.
—No sé qué pasó entre ustedes dos, pero sé que Matt es la razón por
la que me elegiste.
Suspiro. No está muy lejos de la verdad.
—Blake…
—No voy a ser castigada por algo que él hizo, Ryat —dice
suavemente—. Puedes follarme, pero me prometí a mí misma que Matt no
dictará mi vida, nunca más.
Paso una mano por mi cabello ante su confesión. Ella no se equivoca.
Matt es la razón por la que tuve que elegirla. Pero no habría sucedido sin
ella.
—¿Por qué dejaste que te eligiera? —pregunto.
Ella me regala una débil sonrisa.
—Porque me hiciste sentir deseada.
Matt es un tonto y un hombre muerto.
—Odio a todo el mundo —continúa, con los ojos cerrados una vez
más—. A mi madre por obligarme a casarme con él. A Matt por culparme
de que lo odies. Y a ti… —Su voz se desvanece y luego susurra—: Me
escaparé cuando hayas terminado conmigo.
Me quedo mirándola fijamente, con las manos cerradas en puño. ¿Por
qué mierda él estaba hablando con ella en primer lugar? ¿Le dijo que me
voy a casar con Cindy? Puede que sea cierto, pero no hablamos de esa
mierda. ¿Cómo podría saber eso?
Cuando ella comienza a roncar suavemente, coloco las esposas en su
mesita de noche y luego la cubro con su edredón, dándole un beso de
buenas noches en la frente.
Capítulo 19
BLAKELY
RYAT
Prácticamente, salió corriendo de su habitación, con la respiración
agitada, los pezones duros y las piernas temblorosas. Luciendo como si se
hubiera masturbado. Y se sorprendió al ver que yo todavía estaba aquí. Ella
sabe que no tiene permitido hacer eso.
Bajando la cabeza, cierra los ojos y respira profundamente. Parece
casi avergonzada. Pongo mi mano en el interior de su muslo. Ella se
estremece, pero no se aparta. Subo la mano entre sus piernas y acaricio su
coño, deslizando el dedo medio entre sus pliegues. Está jodidamente
empapada.
—¿Te has tocado? —le pregunto. Me encantaría ver cómo se
masturba.
Niega con la cabeza, con los ojos todavía en el suelo.
—Estás terriblemente mojada para alguien que solo estaba
durmiendo.
Permanece en silencio.
—Dime —exijo, abriendo su coño y metiendo un dedo dentro de ella,
viendo lo excitada que está.
—Tuve un sueño —susurra.
—¿Y?
—Y nada. Fue solo un sueño —responde vagamente.
—Fue algo. —Deslizo un segundo dedo dentro de ella y gime—.
Cuéntame.
Juego suavemente con su clítoris, solo tratando de relajarla. La mujer
ya está excitada. No es necesario ningún juego previo en este momento.
—Estaba corriendo por el bosque. —Ella traga saliva—. Bueno,
corriendo por un sendero. Y alguien me estaba siguiendo.
—¿Sí? —Retiro los dedos y deslizo la mano por su estómago y su
pecho, manchando su piel. Separo los brazos que están sobre su pecho y
empiezo a jugar con su pezón.
—Él… —Gimiendo, se detiene.
—¿Qué pasa con él? —pregunto, diciéndome a mí mismo que no
debo ponerme celoso. Era solo un sueño—. ¿Qué hacía?
Permanece en silencio durante un largo segundo antes de susurrar:
—Me tiró al suelo, ató mis manos a mi espalda y me arrastró fuera del
camino. — Haciendo una nueva pausa, respira entrecortadamente—. Y…
—¿Y qué? —Me inclino y beso su cuello, saboreando la sal de su
sudor. Me aparto y lamo mis labios para probarla otra vez.
—Y me folla —susurra.
—Quieres decir que te viola —la corrijo.
Ella gime y cubre su rostro son las manos.
—Oye. —Agarro sus brazos y aparto sus manos. Negando con la
cabeza, inclina su rostro para mirar al suelo. Sujeto su barbilla y la obligo a
mirarme—. No te avergüences, Blake. —Nunca he sido de los que se
avergüenzan. A todos nos gusta algo diferente. A algunos nos cuesta un
poco más excitarnos. Algunos tenemos mejor imaginación que otros cuando
se trata de fantasías.
Ella sorbió.
—No es la primera vez que tengo ese sueño.
—¿Cuándo fue la última vez que lo tuviste?
—Durante el verano. Matt y yo estábamos en casa, y él se quedaría a
dormir. —Ella traga saliva—. Me desperté mojada y excitada. Lo desperté
para contárselo. Quería hacer algo. Se fue y no me habló durante dos
semanas. —La primera lágrima se desliza por su rostro—. Dijo que había
algo malo en mí. Que estaba jodida. —Cubre su rostro con las manos y
comienza a llorar.
No hay nada malo en que una chica tenga fantasías de sexo forzado.
Matt es solo un marica de mierda. Cuanto más veo cómo era y es con ella,
creo que la estaba entrenando. Pensé que tenía verdaderos sentimientos por
ella, pero creo que había otras razones por lo que estaba con ella. Y voy a
descubrir cuáles son.
La atraigo hacia mí, abrazándola.
—Buena chica. —La elogio por habérmelo dicho, y su cuerpo se
estremece contra el mío. Me agacho, paso el brazo por detrás de sus piernas
y la levanto, llevándola a su habitación. El texto que estaba escribiendo
puede esperar.
Capítulo 20
BLAKELY
RYAT
Beso su frente y atraigo su cuerpo hacia el mío. No voy a mentirle,
pero su fantasía me excita. Tenía la sensación de que le gustaría ser
dominada, pero esta es una fantasía a un nivel completamente nuevo. Una
que estoy más que feliz de cumplir para ella.
Matt es patético y no sabe nada cuando se trata de sexo. ¿Tres años
sin él y el bastardo no hizo ninguna investigación? ¿Nunca pensó que tal
vez su novia estuviera deseando algo que él debería investigar?
Ninguna mujer pide ser violada, es una fantasía de sumisión. Ella
quiere ser dominada de una manera que sabe que disfrutará. Es el acto de la
coacción.
No estoy seguro de cuándo comenzaron los sueños y no soy un
terapeuta sexual, pero tal vez fue el hecho de que Matt la rechazara tantas
veces que tuvo que obligarse a sí misma a disfrutar de lo que su cuerpo
anhelaba. Me encantó cuando bebió el éxtasis líquido y se entregó a mí, sin
saber lo que le iba a hacer. Diablos, ella incluso pensó que yo había tomado
su virginidad en ese momento.
Para ella, esa era una forma de entregarse a algo que sabía que no
sería capaz de controlar. Pero seguía siendo su elección.
Matt trató de violar a nuestra esposa asignada, pero ¿menospreció a
Blake por fantasear con eso? Eso no tiene ningún sentido. Aunque una cosa
no tiene nada que ver con la otra. ¿Él le dijo que estaba jodida? Conozco a
Lords que prefieren ver a otros hombres follar con sus elegidas. Nunca
permitiría eso, pero eso no significa que esté mal. Joder, tal vez significa
que soy inseguro, y eso está completamente bien. Ese es mi problema, y de
nadie más. ¿A quién mierda le importa? Mientras todas las partes estén de
acuerdo, entonces haz lo que quieras.
Apartando mi pecho de su rostro, miro hacia abajo y veo que tiene los
ojos cerrados y los labios entreabiertos, de nuevo está dormida. Pasando mi
mano por su suave cabello, me pregunto qué estará soñando ahora mismo.
¿Conmigo y con ella? ¿De vuelta a ese sendero en el bosque?
Quiero que me vea sin la máscara y que sepa que soy yo quien le da
exactamente lo que quiere. Si ella quiere hacer un juego de roles, entonces
le seguiré el juego. Ella puede darme tanto o tan poco. No importa, tengo
imaginación y me aseguraré de que le guste lo que se me ocurra.
Vuelvo a acurrucarla contra mí y cierro los ojos, pensando que un
pequeño sueño de fantasía de sexo forzado suena jodidamente bien ahora
mismo.
Capítulo 21
BLAKELY
RYAT
Detengo mi auto en el estacionamiento de los Lords. Al entrar por las
puertas dobles, miro la hora en mi reloj. Tengo dos horas antes de que el jet
de mi padre despegue hacia Nueva York. Odio llegar tarde, pero no voy a
posponer esto.
—Oye, ¿dónde has estado? —pregunta Prickett cuando me ve entrar.
Él tiene una manzana en una mano y su celular en la otra. Está claro que
Gunner no lo ha puesto al corriente de lo que hicimos anoche en Blackout.
Pero no esperaba que lo hiciera. No estaba relacionado con los Lords. Solo
dos hombres demasiado celosos que harían cualquier cosa para demostrar
un punto.
—¿Está Matt? —le pregunto a Prickett, evitando su pregunta. En
realidad, prefiero quedarme en el apartamento de Blake. No está tan aislado
como me gustaría, pero es mejor que este lugar lleno de malditos hombres
cachondos.
—Sí, está en el gimnasio. —Él y Gunner intercambian una mirada.
Subo corriendo por la escalera, girando a la derecha en el segundo
piso. Luego, me precipito por el pasillo hasta las puertas dobles del final.
Las abro de un empujón y me doy cuenta de que Gunner y Prickett están
detrás de mí.
El gimnasio es grande, con todo lo que se pueda imaginar, con un
montón de estaciones individuales para que todos podamos ejercitarnos al
mismo tiempo cómodamente. Cuando le dices a casi un centenar de
hombres que no pueden follar, descubres que muchos de ellos se ejercitan
para olvidarse de lo que realmente quieren. Afortunadamente a esta hora, la
mayoría de ellos ya están en clases o aún duermen.
Matt es el único que está aquí en este momento. Lo veo en la esquina,
haciendo ejercicio con las pesas. Sonríe cuando sus ojos se cruzan con los
míos a través de los espejos del suelo al techo.
—Estoy seguro de que estas pesas son demasiado pesadas para ti —
bromea.
Me acerco a él, tomo una mancuerna de nueve kilos de un banco que
está a su lado y la balanceo, golpeando el costado de su cabeza.
Se tambalea y deja caer las pesas que sostenía.
—Mierda… —gime, coloca su mano sobre un corte que ahora sangra
por un lado de su cabeza. Espero que esté viendo malditas estrellas ahora
mismo.
Los ojos de Gunner se agrandan mientras Prickett deja caer su
manzana al suelo. Ignorando a ambos, agarro a Matt por el cabello y lo
arrastro hasta el banco de levantamiento de pesas. Lo arrojo sobre él boca
abajo.
—Cárgalo —le ordeno a Prickett y Gunner. Bien podría ponerlos a
trabajar si voy a darles un espectáculo.
Matt todavía está bastante aturdido por el golpe en la cabeza, así que
aún no entiende del todo lo que está pasando. Su cuerpo se volvió pesado y
lento como para levantarse. Su cabeza cuelga del extremo, y sus brazos de
los lados, tocando el suelo.
Prickett y Gunner ponen veintitrés kilos en cada extremo y luego
levantan la barra. Presionándola contra su espalda, lo inmovilizan, pero la
mantienen firme en ambos lados haciendo que Matt gima por el peso.
Me agacho frente a su rostro que cuelga del extremo del banco.
—Te vi hablando con mi chica ayer. —Está claro que Blake no
recuerda nuestra conversación antes de que se desmayara anoche porque no
lo ha mencionado esta mañana. Y no voy a recordárselo, pero tampoco voy
a delatarla. Matt tiene que pensar que lo vi, no que ella me dijo lo que él
dijo e hizo. Porque sé que, si no la hubiera obligado, nunca me lo habría
contado. Y eso no me gusta.
Gunner y Prickett presionan su peso sobre cada extremo de la barra,
empujándola aún más hacia su espalda, haciéndole mostrar los dientes ante
su silencio. Tose y su rostro se pone rojo, pero es plenamente consciente de
lo que está pasando ahora.
—Ella no es tuya. —Matt consigue decir con los dientes apretados—.
¡No importa lo que jodidamente hagas! Será mía.
No puedo discutir eso porque es la verdad. Pero eso no significa que
me guste.
—Esta es la cuestión, Matt. Me importa una mierda eso. Ella es mía
ahora mismo. Y jodidamente no comparto. Así que como recordatorio… —
Me pongo de pie y tiro de su cabello sudado. Levantando su cabeza, le doy
un rodillazo en el rostro, escuchando un chasquido, y él grita. Su cuerpo se
sacude y los chicos tienen que sujetar la barra con más fuerza para
mantenerla en su sitio.
Manteniendo mi mano en su cabello, me agacho de nuevo a su lado
esta vez y susurro en su oreja:
—Eso fue por poner tu jodida lengua en su rostro. Hazlo de nuevo y
cortaré esa maldita cosa. —Lo suelto, y su rostro ensangrentado cae sobre
el banco.
»Aléjate de ella, Matt. Esta será tu única advertencia. Ya te la quité
una vez, y puedo hacerlo de nuevo. —Con eso, los chicos sueltan los
extremos y la barra se desliza hacia la derecha de su espalda. El peso atrapa
su cuerpo y lo empuja al suelo con él.
Me doy la vuelta y camino hacia las puertas dobles para salir del
gimnasio cuando lo escucho gritar:
—¡Ella no te pertenece! Será mi esposa. —Grita mientras las puertas
se cierran tras mi salida. Bajando las escaleras hasta el primer piso, me
dirijo a mi habitación para empacar mi bolso para mi viaje a casa.
—¿Qué diablos fue eso? —Prickett entra en mi habitación con
Gunner detrás.
—Nada —miento. No estoy de humor para pasar por esto con ellos.
Todo mi cuerpo vibra ahora mismo porque estoy muy enojado con Matt.
Con Blakely. Sé que no es su culpa, pero el hecho de que quizá nunca me
haya enterado no me sienta bien. Y ni siquiera puedo jodidamente decírselo,
porque entonces sabrá que me lo dijo anoche. ¡Joder!
—¿Qué mierda, Ryat? Eso no fue nada. —espeta Gunner.
Tiro el bolso sobre mi cama y me giro para mirarlos.
—No necesitaba tu ayuda. Así que la próxima vez no me sigan ni se
metan.
Gunner resopla y Prickett pasa las manos por su cabello.
—Escucha… —Prickett se acerca a mí—. Las cosas no han sido
iguales desde que tú y Matt regresaron de Chicago el año pasado. Todos lo
sabemos. Todos lo hemos visto. No sé qué diablos pasó allí, pero necesitas
arreglar tu mierda. ¿Pelearse entre Lords por una elegida? —Él niega con la
cabeza—. Eso es lo último que quieres que te vean haciendo.
Me acerco a él, no estoy dispuesto a retroceder. Quiero a Prickett
como hermano, pero eso no impide que pueda romper su maldita
mandíbula.
—Entonces él tiene que mantener sus putas manos lejos de lo que es
mío.
—Jesús, Ryat. ¿Te estás enamorando de ella? —pregunta Gunner, con
los ojos muy abiertos.
—Joder, no. —Siseo ante su estúpida pregunta—. Se trata de Matt y
de que esté poniendo sus manos sobre algo que no le pertenece —grito—.
No le di permiso…
—Voy a detenerte ahí mismo. —Prickett me interrumpe, pone las
manos en alto y retrocede, dándome algo de espacio—. ¿Se la folló?
—No. —Habría matado a ese desgraciado hijo de puta allí mismo, en
la sala de pesas, y habría colgado su cuerpo para que todos lo vieran, solo
para hacer un punto.
—Entonces no puedes ir tras él, Ryat. A menos que haya hecho algo
con tus elegidas sin tu permiso, los Lords no verán justificada tu rabieta.
—¿Rabieta? —Suelto una carcajada áspera.
—¿De qué otra manera lo llamarías? —Gunner se encoge de
hombros.
Mis dientes rechinan, porque podría explicárselo de un millón de
maneras diferentes y no lo entenderían.
Alguien llama a la puerta de mi habitación y grito:
—¿Qué?
La puerta se abre y Sarah asoma la cabeza. Sus ojos van de mí a
Prickett y luego a Gunner.
—Me voy a clase —le dice.
Él la mira y luego a mí. Después de un largo segundo, suspira.
—Te acompañaré. —Luego me deja a solas con Prickett.
—Yo…
—Vete, Prickett. —Ya he terminado esta conversación.
Él agacha la cabeza y frota su nuca.
—Solo espero que sepas lo que estás haciendo, Ryat. No me gustaría
que llegaras tan lejos y lo perdieras todo por un pedazo de culo. —Entonces
él también se da la vuelta y se va, dejándome enojado.
Una hora más tarde, estoy abordando el jet privado de mi padre
cuando el celular suena en mi bolsillo. Tomando asiento en el sillón de
cuero blanco, veo que es un número que no está guardado y no muestra
ningún nombre. No es raro.
—¿Hola? —respondo.
—Hola, Ryat.
Reconozco su voz de inmediato y me siento más erguido en la silla.
No he hablado con él desde que lo conocí en medio de la noche en su
oficina cuando me dijo que eligiera a Blakely.
—Señor…
—Escuché que hubo un problema esta mañana en la casa de los
Lords.
Mis dientes rechinan. ¿Cómo diablos lo sabe? Puede que Prickett y
Gunner no entiendan lo que hice, pero no son ratas. No había nadie más en
el gimnasio. Y sé que Sarah no sabe lo que pasó. Eso solo deja una
posibilidad. ¡Matt! Ya habló con su padre. Tal vez piense que, si logra
despojarme de los Lords, conseguirá antes a Blakely. Quizás ese fue su plan
desde el principio. Ir por Blake, amenazarla, pensando que ella correría
hacia mí, y lo atacaría. Joder, si ese era su plan, caí en él y le di exactamente
lo que quería.
—Sí, señor. No volverá a suceder —miento. Matt tiene que aprender
la lección. Si tengo que volver a hacerlo, que así sea. Afrontaré las
consecuencias, cuando llegue el momento.
—No es necesario —dice con desdén.
Frunzo el ceño y repito.
—¿No es necesario?
—Sí. No conozco los detalles, y tampoco me importa. Pero para que
nos entendamos. —Hace una pausa y aclara su garganta—. Harás lo que sea
necesario para mantenerlo alejado de ella. Y yo me aseguraré de que nunca
se escuchen esos molestos rumores.
Una sonrisa se extiende por mi rostro. ¿Qué mierda ha hecho Matt
para hacer enojar a este hombre?
—¿Queda claro? —pregunta ante mi silencio.
—Sí, señor.
Click.
Permanezco sentado mientras los motores del avión cobran vida, y
esa sonrisa crece aún más, haciendo que me duelan las mejillas. Este juego
se ha vuelto mucho más divertido.
***
RYAT
Abro la puerta y entro. Un rápido vistazo a mi reloj me dice que es
casi la una de la madrugada. Entro en el dormitorio y la encuentro acostada
sobre su lado izquierdo, profundamente dormida. Las palomitas de maíz
siguen en la cama junto a ella, con el televisor en la pantalla de inicio de
Netflix y la botella de vino vacía en la mesita de noche.
Dejo caer la bolsa junto a ella y la abro. Introduzco la mano y saco
todo lo que voy a necesitar. Luego me acerco al cajón de su cómoda y saco
una tanga transparente. Caminando hacia ella, agarro las sábanas y las
arranco. Ella se revuelve y se pone boca abajo.
Perfecto.
Subo a la cama y agarro sus brazos, jalándolos suavemente detrás de
su espalda y cruzando sus muñecas. Ella gime y mueve la cabeza. Agarro la
brida y la envuelvo alrededor de ellas, asegurándola con fuerza.
—¿Qué...? —murmura somnolienta.
Entonces levanto el brazo, agarro un puñado de su cabello y quito la
almohada de su rostro. Grita, ya totalmente despierta. Sentado a horcajadas
sobre su espalda, meto la tanga en su boca e inmediatamente tomo la cinta
adhesiva. Corto un trozo con los dientes y lo coloco sobre su boca,
asegurándolo, mientras ella patalea y murmura en la mordaza.
Empujo su rostro en la almohada mientras mi mano libre agarra una
bolsa negra con cordón. Levanto su cabeza para que pueda tomar aire por la
nariz y coloco la bolsa sobre la cabeza y tiro del cordón, atándolo en la nuca
para mantenerlo en su lugar, pero lo suficientemente suelto para que pueda
respirar aire fresco por la parte inferior.
Me levanto de su espalda, ella se revuelve tratando de liberarse
cuando agarro sus piernas y coloco otra brida alrededor de sus tobillos.
Luego la arrojo sobre mi hombro y la llevo fuera del apartamento.
La saco por la salida lateral, donde ya tengo estacionado el
todoterreno. Abriendo la parte trasera, la coloco boca abajo. Tomo la cuerda
que ya tenía guardada aquí y la deslizo rápidamente entre sus muñecas
atadas y luego la deslizo también entre sus tobillos atados, tirando de ella
con fuerza, atándola como a un cerdo.
Me alejo y la veo luchar contra las ataduras, hasta quedar agotada.
Murmura cosas sin sentido a través de la mordaza y su cuerpo tiembla. No
puede verme a través de la bolsa que cubre su cabeza. Le he quitado todo,
excepto la audición. E incluso eso debe estar limitado por el torrente de
adrenalina y la sangre que corre por sus oídos.
Colocando mi mano sobre su hombro, la empujo hacia un lado y
levanto su camiseta para dejar sus pechos expuestos para mí. Extiendo mi
brazo, envolviendo una mano alrededor de su garganta mientras la otra
aprieta su pecho. Me inclino y susurro:
—Grita todo lo que quieras, pequeña. Ahora eres mía.
Luego cierro la puerta de golpe.
***
Treinta minutos después, salgo de la carretera hacia un camino de
grava y llego a la casa. Salgo y camino hasta la parte trasera del
todoterreno. Ella sigue de lado, luchando. Metiendo la mano en mi bolsillo
saco una navaja, corto la cuerda, pero dejo las bridas. Sus pies caen al suelo
y la saco de la parte trasera tomándola del brazo antes de volver a lanzarla
sobre mi hombro y llevarla a la casa.
Avanzando por el pasillo, le doy una palmada en el culo y ella gime.
Abro la puerta del dormitorio de una patada y la arrojo sobre la cama.
He estado aquí antes y la he preparado quitando el edredón y la sábana
superior, dejando solo los artículos que iba a necesitar. La pongo boca abajo
y corto las bridas que sujeta sus brazos, luego la empujo sobre su espalda y
me pongo a horcajadas sobre su pecho.
Grita detrás de la mordaza y sus brazos me golpean. Pero agarro
fácilmente su mano izquierda y la introduzco en el nudo corredizo que hice
con la cuerda que está sujeta al marco de la cama. Luego hago lo mismo
con la derecha.
Al bajarme de la cama, ella patalea con sus pies atados con la brida,
girando su cuerpo hacia la izquierda y derecha. Me dirijo al extremo de la
cama y corto también esa atadura. Luego aseguro cada tobillo a un poste de
la cama con una cuerda, bien separados, haciendo que se extienda como un
águila. Entonces me coloco a los pies de la cama y la miro. Su camiseta se
ha levantado en su lucha dejando su ombligo perforado expuesto. Mis ojos
bajan hasta sus pantalones cortos grises. Hay una mancha húmeda.
Sabía que la habría. Esta era una fantasía suya. Que se joda Matt por
hacerla sentir avergonzada por lo que quiere.
Me acerco al lado izquierdo de la cama, tomo un cuchillo y lo coloco
en la parte interior de su pierna. Se queda quieta, ya no grita. Sus fuertes
jadeos llenan la habitación. Muevo la hoja hacia arriba, con cuidado de no
cortar la piel, hasta llegar a su ropa interior. La deslizo entre el material y su
piel, cortándola.
Ella gime, su cuerpo tiembla. Coloco mi mano entre sus piernas y
acaricio su coño mojado. Ella arquea la espalda y suelta un grito ahogado.
Presiono la palma de mi mano contra su hueso pélvico y agarro su
coño. Introduzco tres dedos dentro de ella, los saco rápidamente y le doy
una palmada en el coño.
Su cuerpo se levanta de la cama mientras suelta un grito ahogado. La
abofeteo de nuevo, y ella se retuerce y gira, intentando cerrar las piernas.
Eso no va a pasar, pequeña.
Me arrastro hasta la cama y me siento a su lado. Empujo la bolsa un
poco hacia arriba para dejar su cuello al descubierto y envuelvo mi mano
izquierda a su alrededor, sujetándola al colchón, pero sin cortarle el
suministro de aire. Dejo caer el cuchillo a mi lado y vuelvo a tocar su coño
con la mano derecha, y esta vez meto un dedo. Su cuerpo se balancea hacia
adelante y hacia atrás mientras murmura palabras incoherentes detrás de su
mordaza.
No pasa mucho tiempo antes de que su coño se contraiga y se venga.
Retirando mis dedos, los lamo para limpiarlos uno a la vez mientras
salen de mi boca. Saboreando esa dulce jodida miel.
Luego corto la cuerda que sujeta sus piernas. Las cierra rápidamente y
levanta las rodillas. Sonrío, las separo con mis manos y me siento entre
ellas. Bajo la cremallera de mis pantalones y saco mi polla. Ha estado muy
dura desde que la llamé antes desde el avión en mi camino de regreso. No
me quedé mucho tiempo en Nueva York. Después de la conversación con
mi padre, quería salir de allí y volver aquí con ella. Sabiendo que esta era
una oportunidad que no quería perder. Ella me dio luz verde esta mañana en
su baño para representar su fantasía como quisiera. Que ella pensara que yo
estaba fuera de la ciudad todo el fin de semana era la mejor oportunidad.
Mientras la miro atada y amordazada con una bolsa sobre la cabeza,
sabiendo que me estoy aprovechando de ella, me excito tanto como a ella.
Agarro mi polla y me deslizo dentro de ella. Ella me succiona y
muerdo mi lengua para no gemir de placer.
¡Mierda!
Llevo el cuchillo a su cuello y se pone rígida una vez más. Corto el
cordón y arranco la bolsa de la cabeza. Parpadea rápidamente a causa de la
intensa luz del dormitorio.
—Hola, pequeña —digo, sonriendo mientras mi polla se sacude
dentro de ella.
Vuelve a parpadear, con su bonito rostro cubierto de lágrimas.
Levanto la mano y aparto suavemente el cabello de su rostro, pero no quito
la cinta adhesiva de su boca. Tengo mucho tiempo para escucharla gritar mi
nombre durante el fin de semana mientras estamos aquí.
—Tan hermosa —le digo.
Ella gime.
Vuelvo a colocar la punta del cuchillo en su cuello, y ella se arquea,
jadeando por la nariz. Lo paso por su camiseta, rasgándola por la mitad.
Luego la arrojo al suelo.
Ella envuelve sus piernas alrededor de mis caderas y me inclino hacia
delante. Agarro su barbilla y giro su cabeza hacia un lado. Lamo las
lágrimas de su mejilla y mis caderas comienzan a moverse.
—Buena chica por venirte por mí —le digo—. Sabía que lo harías.
Retrocedo y me impulso hacia delante. Ella tira de la cuerda que
sostiene sus brazos. Sus manos se están poniendo azules por lo mucho que
ha conseguido apretarlas. Decidí hacer nudos corredizos para deslizarlos y
facilitar el acceso porque no quería drogarla. La necesitaba despierta y
consciente de lo que estaba pasando. Así que tuve que hacer las cosas lo
más fácil posible para contenerla mientras luchaba contra mí. Ella los ha
hecho más apretados tirando de ellos durante su lucha inútil.
Me inclino y meto un pezón en mi boca. Lo chupo mientras la follo.
La cama golpea contra la pared con tanta fuerza que podríamos romperla.
Su coño empapado me aprieta de nuevo y ella se viene.
—Esa es mi chica —digo, lamiendo mi camino desde su pecho hasta
su cuello. Beso su pulso acelerado y deslizo mi mano libre debajo de su
cabeza. Agarro su cabello, manteniéndola en su sitio mientras hundo mis
dientes en su cuello, succionando su piel salada en mi boca, sabiendo que
dejaré un gran chupetón allí.
Liberándola, beso su barbilla y la cinta adhesiva, así que estoy sobre
sus labios. Los beso antes de alejarme. Sus ojos azules acuosos se
encuentran con los míos antes de cerrarlos.
—Mírame —ordeno en voz baja.
Vuelve a abrirlos y la sujeto por detrás de las rodillas, separando más
sus piernas, pero mis ojos se mueven hacia abajo para ver cómo entra y sale
mi polla, cubierta con su excitación. Muerdo mi labio y la embisto,
haciendo que sus tetas reboten y sus ojos se cierren. Ella se viene una vez
más junto conmigo.
Capítulo 23
BLAKELY
RYAT
Es domingo por la noche, estoy de pie en el cuarto de baño, junto al
lavabo, cepillándome los dientes. Escupiendo la pasta de dientes, me doy la
vuelta y veo a Blakely en la bañera. Está relajada con la cabeza sobre una
almohada blanca y los ojos cerrados. Su cabello está recogido en un moño
desordenado. Algunos mechones han caído alrededor de su rostro y están
mojados. Su rodilla izquierda está doblada, saliendo de las burbujas que
llenan el jacuzzi.
Camino hacia un lado y me siento en el borde. Coloco mi mano en su
rodilla y la deslizo hasta el interior de su muslo, sumergiendo mi mano en el
agua caliente. Ella se sobresalta, y sus ojos se abren ante contacto.
—¿Estabas durmiendo? —le pregunto.
—No —responde entre bostezos.
Me río de esa mentira.
—Vamos. —Le doy un golpecito en el muslo—. No quiero que te
duermas aquí y te ahogues.
—Aww, te preocupas por mí. —Ella sonríe.
—No se puede follar con una chica muerta —bromeo. Bueno, sí se
puede, pero no es una afición que me guste.
Me lanza unas burbujas que caen sobre mi camisa. Me pongo de pie y
ella agarra mi mano para detenerme.
—¿Podemos quedarnos aquí esta noche? Podemos levantarnos más
temprano por la mañana para regresar.
—Claro. —De todos modos, no estaba planeando irme tan tarde. Sé
que ella está cansada y, francamente, yo también. Saliendo del baño, entro
en la suite principal. Me acuesto en la cama cuando suena mi celular en la
mesita de noche. Lo tomo y veo que es un mensaje de Prickett.
Enciende la televisión.
Frunciendo el ceño, tomo el mando a distancia junto al teléfono y
apunto a la pantalla plana que cuelga de la pared. Se enciende y ni siquiera
tengo que cambiar de canal. Un equipo de noticias se encuentra fuera de
una casa aquí en Pensilvania. Autos de policía, ambulancias y una furgoneta
del forense están reunidos en el gran camino de entrada de la mansión de
ladrillo blanco de tres plantas.
—¿Qué está pasando? —pregunta Blake, saliendo del baño.
La miro vestida con nada más que una toalla corta, y mi primer
pensamiento es arrojarla a la cama y follarla. Pero lo descarto y vuelvo a
poner los ojos en la televisión.
—No estoy seguro —respondo con sinceridad.
Una morena se acerca a la cámara con un micrófono en frente a su
rostro.
—Se ha iniciado una persecución —anuncia—. Detrás de mí, verán
que la policía y el FBI están en la casa de la familia Mallory…
—Oh, mierda —susurro, sentándome más erguido.
—¿Quién es? —pregunta Blake—. ¿Los conoces?
Asiento como respuesta.
—Todo lo que sabemos ahora mismo es que hubo una entrada forzosa
con una víctima mortal…
—¡Mierda! —Siseo, llevándome las manos a la cabeza.
—¿Qué? —exige Blake—. ¿Qué pasa?
Si es quien creo que es, van a rodar cabezas. Gregory Mallory es un
Lord muy importante aquí en Pensilvania. Con una lista kilométrica de
gente que lo quiere muerto. Su posición tiene enemigos alineados queriendo
su cabeza.
—¿Ryat…? —espeta Blake, intentando llamar mi atención para que
responda a su pregunta, pero la ignoro.
Tres agentes del FBI salen por la puerta principal de la casa y se
acercan al reportero.
—Corten esto. —Se escucha a uno exigirle a la mujer.
—Soy Jane, de News One. Se nos permite estar…
Él la interrumpe quitándole el micrófono mientras el otro tira la
cámara al suelo. La imagen se vuelve borrosa y vuelven a cortar la
transmisión.
Apago.
—Ryat, ¿qué está pasando? —exige Blake.
El sonido de mi teléfono evita que tenga que contestarle. Contesto
cuando veo que es mi padre.
—¿Hola? —pregunto, levantándome de la cama y caminando hacia la
sala de estar.
—¿Has visto esa mierda? —gruñe.
—Sí. ¿Qué diablos pasó? —exijo, encontrando a Blake ahora de pie
en la sala de estar, al final del pasillo, con los brazos cruzados sobre su
pecho, mirándome.
—Hubo un atentado contra Gregory. Pero él no estaba en casa…
—Espera —lo interrumpo—. Dijeron que había una víctima mortal.
¿A quién demonios han matado?
—A Remy —responde.
Me dejo caer en el sofá y cubro mi rostro con una mano.
—¡Joder! —Suspiro. Es peor de lo que pensaba.
—Sí —asiente mi padre.
Aparto el celular de la oreja para mirar la pantalla cuando vibra. Es un
mensaje de texto.
Casa de los Lords. Ya.
—Tengo que irme —le digo a mi padre, sin molestarme en esperar
una respuesta. De pie, la miro—. Vístete. Nos vamos.
Ella extiende los brazos y la toalla cae a sus pies.
—¿Con qué? No tengo nada que ponerme. Has destrozado mi
camiseta y ropa interior. —Arqueando una ceja, coloca las manos sobre sus
estrechas caderas.
Mis ojos se toman un segundo para recorrer los moretones que cubren
su cuerpo en varios lugares junto con las marcas de mis dientes. Tiene dos
chupetones: uno en el cuello y otro en la cara interna del muslo. Hemos
pasado todo el fin de semana aquí, en mi cabaña, sin hacer otra cosa que
follar, y todavía estoy duro.
—Tengo ropa que puedes ponerte. —Señalo el dormitorio, ignorando
mi polla. Ahora no es el momento. Tenemos que irnos—. Toma una
camiseta y un pantalón de deporte de mi armario. Nos vamos en cinco
minutos.
Afortunadamente, no discute más conmigo y va a vestirse.
—¿Vas a contarme lo que pasa? —me pregunta en el momento en que
estamos en mi todoterreno acelerando por la carretera para regresar a la
casa de los Lords.
—No puedo —le digo con sinceridad.
—¿No puedes o no quieres? —suelta, irritándose.
Me muevo en mi asiento.
—No puedo. Hice un juramento…
Ella resopla.
—Matt solía decir siempre esa mierda. Entonces también era mentira.
Le doy una rápida mirada para ver que está mirando por la ventana
del pasajero. El hecho de que lo haya mencionado me enfada.
—Mira, aunque pudiera decírtelo, no lo haría porque no es de tu
incumbencia —espeto.
—¡Claro! —Ella me mira—. ¡A veces necesito un recordatorio que la
única razón por la que me estás follando es para hacer enojar a Matt!
Mis manos se tensan sobre el volante.
—Blake…
—Así que, gracias por eso, Ryat —añade mordazmente.
—¡Blake! —le advierto con un chasquido.
Ella resopla, cruza los brazos sobre su pecho y se inclina hacia atrás
en el asiento.
Pongo "If You Want Love" de NF para ahogar mis pensamientos y
cualquier otra cosa que ella tenga que decir.
***
Estamos entrando en la casa de los Lords cuando nos encontramos
con Sarah y Gunner. Ella me mira con recelo y me pregunto si en la casa se
ha difundido algún rumor sobre Matt y yo durante mi ausencia.
—¿Dónde han estado ustedes dos? —pregunta Sarah, mirando a
Blakely—. Han estado desaparecidos todo el fin de semana.
—Nos hemos estado quedado en el apartamento —le responde ella.
—Ayer mismo estuvimos allí. —Sarah mira a Gunner—. La verdad es
que estaba preocupada. Tu habitación estaba destrozada. Las cosas fueron
derribadas. Parecía como si hubiera habido algún tipo de lucha.
Las mejillas de Blake se enrojecen al mismo tiempo que Matt da
vuelta a la esquina. No se me escapa el ojo morado que tiene por mi rodilla
conectándose con su rostro la última vez que lo vi.
—Nos fuimos a mi cabaña a pasar el fin de semana —respondo a la
pregunta anterior de Sarah, sin apartar mis ojos de Matt hasta que
desaparece por otro pasillo antes de que Blake pueda verlo.
—Salimos apurados —bromea Blake.
—Bueno, me alegro de que hayan regresado. —Sarah le sonríe.
—En realidad, solo venimos a recoger algunas cosas y luego
volvemos al apartamento —les informo.
—Oh. —Su rostro decae—. Te he estado enviando mensajes de texto
y llamándote todo el fin de semana, y nunca has contestado —ella dice.
Blake frunce el ceño y yo miro a Gunner. Él finge que no está
escuchando y mira hacia la gran escalera.
—Hmm —añade Blake—. No tenía nada tuyo en mi teléfono. Tal vez
no tenía recepción. Estábamos bastante lejos.
Agarro la mano de Blake, poniendo fin a esta conversación y tiro de
ella hacia el pasillo hasta mi habitación.
Después de cerrar la puerta, me giro hacia ella.
—Tengo que asistir a una reunión —le informo.
Me mira fijamente, con sus bonitos ojos azules todavía encendidos
por lo de antes. No me ha hablado directamente desde que le grité de
camino aquí.
—Quédate aquí. Volveré cuando haya terminado. —Con eso, me doy
la vuelta y salgo de la habitación para ver a Gunner y Sarah en el pasillo.
—Sarah va a pasar el rato con Blakely mientras estamos ocupados —
me dice él.
Asiento y le abro la puerta de mi habitación. Sarah ni siquiera me
mira al entrar, y la cierro de un tirón con más fuerza de la que pretendía.
Gunner se ríe.
—¿Ya hay problemas en el paraíso?
—Acabemos con esto. —Lo ignoro y paso junto a él.
Capítulo 24
RYAT
BLAKELY
—¿Está todo bien? —me pregunta Sarah mientras nos sentamos en la
cama de Ryat.
—Sí.
—¿Por qué siento que me estás mintiendo? —Ella se ríe suavemente.
Suspiro, tirando del lazo casi suelto de mi cabello. El moño
desordenado se estaba cayendo de todos modos.
—¿Te ha contado Gunner algo sobre los Lords?
—No. —Ella niega con la cabeza—. Y estoy totalmente de acuerdo
con eso. Prefiero no saberlo.
—Me vuelve loca —admito—. ¿Qué diablos podrían estar haciendo
que sean tan secreto?
—Escucha, Blakely… —Ella toma mis manos entre las suyas—. Lo
que sea que estés pensando, déjalo ir. ¿De acuerdo? Escuché algunas
mierdas mientras me estuve quedando aquí, y es mucho mejor que no lo
sepas.
—¿Cómo qué? —insto.
Soltando mis manos, coloca un mechón de cabello detrás de su oreja.
—Ellos…
La puerta se abre, y ella salta mientras miro hacia arriba para ver a
Ryat y Gunner entrar en la habitación.
—Oye, nena. Vamos. —Gunner está de pie en la puerta, sosteniendo
la puerta abierta, obviamente alejándola de mí.
Ella me mira, dedicándome una suave sonrisa.
—Te veré mañana en clase.
Asiento, enojada porque interrumpieron lo que sea que estaba a punto
de decirme, pero supongo que esperar hasta mañana no es tan malo.
Ryat entra en su cuarto de baño y me levanto, siguiéndolo. Enciende
el grifo del lavabo y se inclina, arrojando agua en su rostro.
—¿Nos quedaremos aquí esta noche? —pregunto.
—No —contesta de forma cortante antes de sacar una toalla de mano
de un gancho y pasarla por su rostro. Luego la tira sobre la encimera—. Nos
vamos a tu apartamento. —Luego pasa junto a mí y regresa a su dormitorio.
—¿Cuánto tiempo vamos a hacer esto? —cuestiono, siguiéndolo.
—No lo hagas, Blake —espeta—. No estoy de humor en este
momento.
—¡Quizá no estoy de humor para aguantar tu mierda! —presiono.
Se da la vuelta, su mano va a mi garganta y me empuja contra la
pared. Tan fuerte que saca todo el aire de mis pulmones. Su rostro baja
hasta el mío, nuestros labios casi se tocan, y sus ojos verdes son rendijas
sobre los míos con un tic en su afilada mandíbula.
Casi había olvidado lo aterrador que podía ser. Ha sido amable,
incluso comprensivo. Pero esto me recuerda que es solo un acuerdo, y que
no soy nada para él. Como dije en el auto, solo estoy aquí para que él pueda
enfadar a Matt.
—Dije que no voy a hacer esto ahora. Y lo dije en serio. Así que, a
menos que quieras verme realmente enojado, te sugiero que retrocedas de
una maldita vez. —Su voz es baja, sus palabras controladas, pero su mano
alrededor de mi garganta tiembla, revelando sus verdaderos sentimientos en
este momento.
Me pregunto si soy yo o algo más. Levanto la barbilla y mis labios se
afinan.
—Lo entiendo.
Él suelta mi cuello y se aleja.
—Vamos.
Salimos de su habitación y miro al otro lado del pasillo para ver a
Matt saliendo de una habitación. Sus ojos se encuentran con los míos y me
sonríe. Eso hace que los vellos de mi nuca se ericen. Sus ojos azules se
dirigen a Ryat, y noto el ojo morado que tiene. ¿Qué demonios le pasó?
¿Ryat hizo eso? ¿Están peleando? ¿Es por eso que Ryat está nervioso?
¿Matt le dijo algo sobre mí? No es que Matt sepa ningún secreto sobre mí.
Nunca tuve la oportunidad de hacer ninguna locura.
—Nos vemos pronto —dice Matt, asintiendo con la cabeza a Ryat con
esa sonrisa todavía en su rostro.
Ryat toma mi mano y tira de mí por el pasillo. Lo miro por encima de
mi hombro justo cuando la rubia decolorada sale de la habitación de Matt,
tirando de él hacia dentro y cerrando la puerta detrás de ellos.
***
Entramos en mi apartamento, y estoy nerviosa. No me gusta no saber
qué está pasando. Especialmente cuando podría verme involucrada.
—¿Qué quiso decir Matt? —le pregunto a Ryat mientras entramos en
mi dormitorio—. ¿Por qué te verá pronto?
—Ahora no. —Suspira pesadamente, rascando su nuca.
—Ryat…
—¡Blake! —me dice bruscamente, clavando su mirada en mí.
Soltando un suspiro, se acerca lentamente a mí.
No me muevo. Acercándose a mí, desliza su mano por mi cabello y
lame sus labios.
—¿Podemos irnos a la cama? Ha sido un fin de semana largo y un día
aún más largo. Podemos hablar de eso mañana.
Mis ojos buscan los suyos y odio no poder saber si está mintiendo o
no. Conocía a Matt lo suficientemente bien como para saber si estaba
tratando de evitar una conversación o simplemente a mí en general. Ryat es
más difícil de leer.
Asintiendo, digo:
—Claro.
Inclinándose, presiona un suave beso en mi frente.
—Te traeré agua. —Se aparta y va a la cocina mientras yo me quito la
camiseta y el pantalón de chándal antes de meterme en mis frías sábanas.
Estoy cansada. Creía que me iba a desmayar en su cabaña, pero luego
de los acontecimientos que siguieron me despertaron muy rápido.
—Aquí tienes —dice Ryat, entrando en la habitación con un vaso de
agua para mí.
—Gracias. —Lo tomo y me bebo más de la mitad, sin darme cuenta
de la sed que tenía.
Él toma el vaso y lo deja en mi mesita de noche antes de meterse en la
cama a mi lado.
—Dulces sueños, Blake. —Besa mi frente de nuevo, y tira de mí,
presionando mi espalda contra su pecho.
Mi último pensamiento es que no tendremos esa conversación por la
mañana.
Capítulo 25
RYAT
***
Treinta minutos después, entro por las puertas dobles de la catedral,
escondida en el bosque. Miro a mi alrededor y veo que estoy solo. Pero esa
victoria dura poco cuando las puertas se abren con un chirrido detrás de mí
y entra Matt.
—Será como en los viejos tiempos. —Me dedica una jodida sonrisa
cuando me giro para mirarlo.
—Trata de no matar a un inocente esta vez. —lo provoco. Pero en
lugar de ofenderse, se ríe.
Las puertas se abren y ambos nos giramos para mirar a los tres
hombres que entran. Los tres llevan capas negras y máscaras blancas sobre
sus rostros para ocultar su verdadera identidad.
Mi pulso se acelera y mi corazón comienza a latir más fuerte por la
adrenalina que corre por mis venas. Había olvidado lo mucho que extraño
esto. La acción. Esta es la parte de los Lords que me encanta. No voy a
fingir que no me gusta la violencia. Me encanta.
—Caballeros —habla el de la extrema derecha.
Matt da un paso hacia ellos.
Los tres levantan las armas hacia nosotros.
—Manos arriba —ordena uno.
Levanto mis manos y Matt también.
—Dense la vuelta. Acuéstense boca abajo con las manos a la espalda
—exige el del medio.
Haciendo lo que me dicen, sonrío para mí mismo. Que empiece el
juego.
Capítulo 26
RYAT
BLAKELY
BLAKELY
Ryat lleva tres días desaparecido. Y cada día que pasa sin saber nada
de él me hace enojar aún más.
¿Esto es lo que las personas quieren decir cuando dicen que fueron
fantasma? Quiero decir, nadie desaparece así sin más. Pero es como un puf,
desapareció. Casi como si el hijo de puta nunca hubiera existido. No
duermo por la noche. No puedo concentrarme en las clases. No es porque lo
extrañe. Es porque estoy jodidamente enojada.
Paso cada segundo del día pensando en lo que le diré si lo vuelvo a
ver. Y ninguna de esas cosas son buenas.
—¿Hola? —Sarah entra en mi habitación.
La miro desde la cama. Estoy viendo un documental de asesinos en
serie. Me está dando ideas sobre qué hacer con él mientras duerme si alguna
vez regresa.
—Hola. —No le he hablado mucho. Ella y Gunner se quedan aquí,
pero no los veo a menudo. Están demasiado ocupados follando la mayor
parte del tiempo en su habitación. Lo sé porque puedo escucharlos.
—Vamos a salir a cenar. ¿Quieres venir con nosotros? —pregunta.
—No, gracias. —No tengo ganas de comer nada.
Ella suspira.
—Gunner dice que esto es solo parte de ser un Lord.
—Tomo nota. —La despido, mirando mi televisor.
—Blakely…
—No quiero ser grosera, pero quiero que me dejen tranquila —la
interrumpo.
Asintiendo, se da la vuelta y cierra mi puerta haciendo lo que le pido.
Hundiéndome más en la cama, levanto el celular que está a mi lado. Busco
su contacto y paso el dedo por encima del número. La batalla interna de
querer decir vete a la mierda y por favor, habla conmigo están a la par en
mi mente ahora mismo.
Y por supuesto, como la perra tonta que soy, pulso el botón de llamar.
Se ha comunicado con Ryat… Finalizo la llamada y arrojo mi celular al otro
lado de la habitación en el momento en que su buzón de voz contesta,
soltando un grito. Obviamente, no tiene intención de tener ningún contacto
con el mundo exterior, incluida yo.
Me acuesto boca abajo, presiono mi cabeza en la almohada y vuelvo a
gritar, esta vez tan fuerte como puedo. Odio que me ignoren. Es lo que más
me molesta y lo que Matt haría en el momento en que le hiciera una
pregunta que no quisiera responder.
Capítulo 28
RYAT
BLAKELY
Estoy acostada en la cama, algo que parece que hago sin parar. Si no
estoy en una clase, aquí es donde estoy, viendo la televisión sola. Gunner y
Sarah están en una fiesta esta noche en la casa de los Lords. Ella me invitó,
pero le dije que no gracias. Prefiero emborracharme sola en mi cama, sin
más ropa que una camiseta. En lugar de tener que maquillarme y fingir que
me gustan las personas en este momento.
Ryat hace que odie el mundo. Ya han pasado seis días desde que se
fue. Y todavía no hay ningún maldito contacto.
Pero da igual, me digo a mí misma que lo he superado. Con el tiempo,
comenzaré a creerlo.
Escucho un sonido procedente del otro lado de la puerta de mi
habitación y silencio la televisión.
—¿Sarah? —llamo.
Un rápido vistazo a mi celular me indica que aún no es medianoche.
Es imposible que hayan vuelto. Me encojo de hombros y vuelvo a poner el
sonido cuando se abre la puerta.
Miro fijamente un par de ojos esmeraldas que no he visto en casi una
semana. Ryat está allí, vestido con la misma ropa que llevaba la última vez
que lo vi. Tiene un corte sobre el ojo, cubierto de sangre seca. El labio
inferior roto y los nudillos agrietados.
Mis ojos se entrecierran cuando mi corazón comienza a acelerarse.
Odio que me importe su aspecto. El hecho de que haya estado en una pelea
me da ganas de hacerle un millón de preguntas, pero sé que no va a
responder ninguna.
Entra en mi habitación y cierra la puerta detrás de él.
—Me voy a duchar —anuncia y entra en mi cuarto de baño.
—¿Qué…? —Me quedo sin palabras y me levanto de un salto de mi
cama para entrar en el baño.
Está inclinado dentro de mi ducha, abriendo el grifo.
—Lárgate de mi apartamento —ordeno.
En vez de hacer lo que le digo, se endereza y se quita la camiseta
dejando su pecho al descubierto. Mis ojos se posan en el hematoma que
tiene sobre las costillas. Parece una maldita bota. Jesús, ¿qué diablos ha
estado haciendo?
Dándome la espalda, desabrocha sus jeans y los desliza por sus
piernas junto con sus bóxers. Tiene más hematomas en sus piernas y
espalda. Trago saliva con nerviosismo y estoy por dar un paso hacia él, pero
vuelve a abrir la puerta de la ducha y entra.
Colocándose debajo del rociador, apoya las manos en la pared y baja
la cabeza. Veo cómo su estómago se hunde mientras respira profundamente,
haciendo que sus costillas sean más prominentes. Parece estar sufriendo.
Tomando una decisión, sabiendo que probablemente me arrepentiré
más tarde, me quito la camiseta, la ropa interior y entro.
Coloco mis manos en su espalda y se pone rígido bajo mi toque.
—¿Estás bien? —le pregunto en voz baja, sabiendo que es una
pregunta estúpida, pero necesito que me asegure que lo está.
En lugar de eso, se da la vuelta para mirarme y tropieza conmigo. Lo
atrapo, pero sus rodillas ceden y no soy lo suficientemente fuerte para
sujetarlo. Caigo al suelo de la ducha con él, apoya la cabeza en la pared,
cerrando los ojos.
—Estoy muy cansado —murmura.
El agua del cabezal de la ducha de arriba nos golpea, haciéndome
parpadear rápidamente.
—¿Qué te pasó? —pregunto, quitando el cabello mojado de mi rostro
y apartando la cabeza para no estar directamente debajo del agua.
Su cabeza cae hacia la derecha, abre sus pesados ojos, encontrándose
con los míos.
—No es nada. Solo necesito dormir.
Mis dientes rechinan ante su mentira. Es obvio que le han dado una
paliza. Lleva casi una semana fuera. ¿Incluso durmió algo?
—¿Ryat…?
—Estoy bien, Blake. —Da una palmadita en mi muslo—. Solo quiero
asearme e irme a la cama.
Dejando escapar un profundo suspiro, asiento.
—De acuerdo.
Capítulo 29
RYAT
***
BLAKELY
—Mamá —jadeo—. ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto,
parpadeando. El hecho de que Ryat besara mi frente me sacó de mi trance.
—¡Parece que he llegado justo a tiempo! —espeta, poniendo las
manos en sus caderas—. ¿Quién mierda era ese, y qué has estado haciendo
con él?
Pongo los ojos en blanco.
—Eso no es de tu incumbencia…
Su risa áspera me interrumpe.
—Yo pago este apartamento y esta universidad, jovencita. Todo lo
que haces es asunto mío. Y te he estado llamando. ¿Es por eso que no has
contestado? ¿Porque has estado con él?
Frunzo el ceño.
—No he recibido ninguna llamada tuya.
—Como si me creyera eso. —Ella resopla—. ¿Dónde diablos está
Matt? —Sus ojos verdes buscan en el apartamento como si lo tuviera
escondido en alguna parte. Que si hubiera estado metida en este
apartamento follando con él y Ryat.
Aprieto mis manos en puños.
—Ya no estamos juntos. Te dije que lo dejé. Me estaba engañando. —
Mi voz se eleva.
—¡Y yo te dije que igual te casarías con él! —grita.
Levanto las manos.
—Sabes qué, no voy a hacer esto. —Después de que Ryat
desapareciera y volviera a aparecer casi muerto a golpes y actuando como si
nada hubiera pasado. Aunque me haya despertado y follado toda la mañana,
todavía estoy enojada. Con él, con ella, y conmigo misma por permitir que
todo esto sucediera—. No puedes obligarme a estar con él. No lo haré. —
Solo necesito llegar a la graduación. Entonces huiré. Para entonces puedo
ahorrar suficiente dinero para escapar sin que ellos lo sepan. Sacaré un poco
de dinero cada día, así no me veré obligada a usar mi tarjeta y dejar un
rastro.
—¿Qué? ¿Crees que ese tipo de ahí es mejor que Matt? —exige,
señalando la puerta cerrada de mi habitación—. Él no te quiere.
Me estremezco ante sus palabras. Aunque sé que son ciertas, odio que
actúe como si nadie pudiera hacerlo. Hace que parezca que Matt es mi
mejor opción y que debería conformarme con eso.
—No te preocupes, mamá. No lo llevaré a casa para las vacaciones.
Es solo sexo.
Ella abofetea mi rostro, haciéndome jadear en estado de shock.
—Pequeña zorra desagradecida…
Escucho que la puerta del dormitorio se abre detrás de mí, y mi madre
da un paso atrás cuando Ryat sale furioso. Él envuelve la mano alrededor de
su garganta, golpeándola contra la pared.
—¡No vuelvas a tocarla! —La separa de la pared y la vuelve a
empujar contra ella, haciendo que una foto donde estamos Sarah y yo caiga
de la pared a su lado y que el vidrio se rompa en el piso junto a ellos.
Acerca su rostro al de ella y le pregunta—: ¿Lo entiendes?
Ella asiente lo mejor que puede, agarrando con las manos su
antebrazo con los ojos muy abiertos. Él le corta el suministro de aire.
—Blake no responderá tus llamadas ni devolverá los mensajes. Así
que deja de intentarlo. —La suelta—. Ahora lárgate —le ordena mientras
ella frota su cuello.
—No acepto órdenes…
Él agarra su cabello y ella grita mientras la arrastra por la habitación
hasta la puerta principal. Abriéndola, la empuja hacia el pasillo.
—Hijo de…
—¡Jodidamente no vuelvas! —Luego le cierra la puerta en la cara y
procede a cerrarla—. Haré que cambien las cerraduras hoy.
Me quedo donde estoy, con la mano sobre mi mejilla palpitante y mis
ojos llenos de lágrimas. Él se gira para acercarse de nuevo a mí.
—¿Estás bien? —pregunta, tomando mi barbilla y obligándome a
levantar la vista.
—Sí —miento, avergonzada por lo que ella hizo. Mi madre nunca me
había golpeado. Ojalá supiera cuál es su obsesión con Matt.
—¿Estás segura? —Sus ojos esmeraldas examinan los míos antes de
bajar a mi rostro enrojecido.
Asiento, apartando la mirada de él, y susurro:
—Gracias.
Se acerca a mí y me obliga suavemente a levantar la vista una vez
más. No puedo verlo a través de las lágrimas que me niego a dejar caer,
pero parece preocupado.
—No la necesitas, Blake. No cuando me tienes a mí. —Luego,
inclinándose hacia delante, besa mi frente antes de tirar de mí hacia el
dormitorio para comenzar la cuarta ronda.
Odio pensarlo, pero es obvio que regresó justo a tiempo.
***
Estoy caminando por el pasillo en Barrington con Sarah el lunes por
la mañana cuando le pregunto:
—¿Me has enviado mensajes últimamente?
Ella frunce el ceño.
—No desde el otro fin de semana. ¿Por qué?
No he recibido ninguno de ella, pero también se ha quedado en el
apartamento. Excepto el sábado por la noche. Ella y Gunner no volvieron
después de irse a la fiesta en casa de los Lords. Algo me dice que Gunner
sabía que Ryat había vuelto y quiso dejarnos solos—. Bueno, mi madre se
presentó en nuestro apartamento ayer por la mañana…
—¿Ella qué? —grita—. ¿Qué quería?
—Bueno, esa es la cuestión. Dijo que me había estado llamando y
enviando mensajes de texto, pero no he recibido ninguno. Y sé que dijiste
que me estabas enviando un mensaje de texto cuando Ryat y yo estábamos
en la cabaña, y no respondí.
Ella asiente.
—Estallé tu teléfono y nada.
Acomodo los libros en mi mano.
—Eso es raro… ¿verdad?
Ella se encoge de hombros.
—Yo lo llamo una bendición. Bueno, no el hecho de que mis
llamadas no te llegaran, pero definitivamente sí con respecto a las de tu
madre.
—¿Pero no debería haber llegado tu mensaje una vez que tuve
servicio? — cuestiono, pensando en voz alta.
—Puede ser. Supongo que depende del tiempo que hayas estado sin
él. Estuviste fuera todo el fin de semana.
—Pero… —Sí funcionaba. Hablé con Ryat mientras estaba allí. Lo
había llamado y luego recibí ese mensaje de su parte. ¿Estaba sin batería
cuando lo enchufé esa noche? No puedo recordar. Cuando estoy con Ryat,
exige toda mi atención—. ¿Podrías llamarme ahora? —pregunto.
—Claro. —Nos detenemos y ella saca su celular del bolsillo trasero.
Va a sus llamadas recientes y pulsa llamar a mi número. El mío comienza a
sonar inmediatamente.
—Hmm. —Rechazo la llamada.
—Ves, como dije. Es una bendición que te pierdas sus llamadas —
bromea.
—Supongo que sí —añado con escepticismo. Me parece extraño.
—Entonces, ¿qué más tenía que decir ella? —continúa.
—Mucho. Nos encontró a Ryat y a mí envueltos en toallas recién
salidos de la ducha.
Echa la cabeza hacia atrás, riendo.
—Eso jodidamente es oro. Ojalá hubiera estado allí para verlo. ¿Qué
es lo que tenía que decir sobre eso?
—Se fue contra mí. Dijo que todavía me casaría con Matt… —No
quiero decirle que mi madre me abofeteó. Ya fue bastante vergonzoso que
Ryat estuviera allí.
—Dios, es una perra. —Suspira. Se gira para mirarme de frente y
sonríe suavemente—. Me alegro de que tengas a Ryat. No importa la
situación que tengas con él, es mucho mejor para ti que el cara de mierda.
Quiero decir —continúa—, el tipo apenas te ha dejado sola desde la
ceremonia de votos. A no ser que los Lords reclamen su atención. Sabes
con certeza que ese tipo no está por ahí follando con cualquiera, y eso es
más de lo que Matt ha hecho por ti.
No se equivoca en cuanto a que no me ignora como lo hizo Matt en el
pasado, pero eso no significa que Ryat no se esté follando a otras mujeres,
¿verdad? ¿Puedo incluso llamarlo engaño si lo hizo? Quiero decir, esto no
es una relación en sí. Es más bien un entendimiento. Yo soy suya y él es…
¿mío? Entonces tengo un nuevo pensamiento. ¿Qué pasaría si los Lords lo
hicieran vivir con alguien más para su asignación? Ha pasado cada segundo
conmigo, así que no sería descabellado pensar que le hicieran hacer lo
mismo con otra persona, ¿verdad?
Los celos se deslizan por mi espalda y hacen que mi sangre comience
a hervir. Aunque no tengo derecho a llamarlo mío, la idea de que toque a
otra persona me enfurece. Trago la bilis que quiere surgir ante ese
pensamiento.
—¿Cómo están Gunner y tú? —pregunto, cambiando de tema. Intento
decirme a mí misma que no importa. No lo quiero, y nunca me dirá nada
respecto a los Lords.
—Dios, chica… —Lame sus labios, y empezamos a caminar de
nuevo—. Tan jodidamente bien.
Me río.
—El sexo es tan bueno, ¿eh? —Tuve que escucharlos follar como
conejos mientras se quedaron en el apartamento la semana pasada cuando
Ryat no estaba.
—Absolutamente. El hombre sabe lo que hace. —Nos acercamos a la
puerta para nuestra clase y nos detenemos—. Anoche, literalmente me
asfixió.
Mis ojos se agrandan.
—¿Como durante el sexo? —Eso es lo que prácticamente me hizo
Ryat cuando estábamos en el bosque.
Ella asiente.
—Tiene esta obsesión con el juego de la respiración.
¿Juego de la respiración? ¿Es algún tipo de perversión?
—Cien por cien caliente como la mierda. Me vine tan fuerte antes de
desmayarme. —Con eso, ella abre la puerta para entrar a clase.
—¿Blake? —Escucho que me llaman por mi nombre. Sin tener que
mirar, sé quién es.
—Ahora mismo regreso —le informo a Sarah.
Dándome la vuelta, veo que Ryat se acerca a mí, guardando su celular
en el bolsillo. Va vestido con unos jeans, una camiseta blanca lisa y una
gorra de béisbol al revés. Ningún hombre debería verse tan bien vestido de
manera tan informal. Odio estar enojada con él y querer follarlo al mismo
tiempo.
—¿Qué pasa? —pregunto, cruzando los brazos sobre mi pecho. ¿Y si
todo esto es un gran juego que estoy jugando con ellos? Sé que me eligió
por Matt, pero ¿y si Matt le dijo que me eligiera a mí? ¿Y si esta es su
manera de joderme? Ryat ha sido demasiado comprensivo con lo que
quiero. En su momento, pensé que realmente parecía importarle, pero ¿y si
no es así? Entonces se levanta y me deja sin ninguna explicación. Y vuelve
como si nunca hubiera sucedido.
—Me iré esta noche.
Todos los pensamientos que acababa de tener sobre que no había
follado con otra persona se hicieron añicos con esas cuatro palabras.
¿Realmente pensé que era la única? Es un maldito Lord. Me dijeron que
pueden hacer lo que quieran; su juramento les dice eso.
—Por supuesto. —Resoplo, haciéndole fruncir el ceño—. Déjame
adivinar, ¿los Lords?
—No. Es personal.
De acuerdo, morderé y seré una perra entrometida.
—¿A dónde vas?
—Ha surgido algo —responde vagamente.
¿Cómo no he visto esto? ¿Cuántas veces ha ignorado mis preguntas?
¿O surge algo misteriosamente? Apuesto a que es otra mujer. Menos mal
que no lo amo. No seré esa perra tonta que se cree todo lo que un chico me
dice porque quiero que sea alguien que no es. Odio lo mucho que mi madre
tenía razón.
—De acuerdo. —Extiendo mi mano para abrir la puerta, pero él se
para delante de mí, bloqueándola—. Ryat…
—¿Qué pasa? —me interrumpe, escudriñando mi rostro.
—Nada —miento.
Suspira con fuerza.
—No dejes que tu madre te afecte, Blake.
Me abstengo de resoplar. Por supuesto, él cree que está relacionado
con ella. Puede que mi madre sea una perra, pero nunca me hizo pensar que
fuera otra persona. Él es la broma. El mentiroso. Y yo soy la tonta que
nunca lo ha cuestionado. En lugar de corregirlo, asiento con la cabeza.
—Lo superaré.
Se aparta de mi camino y abre la puerta para mí.
—Te veré por la mañana.
Sin responder a eso, entro a clase y me dirijo a mi asiento junto a
Sarah. Ella está escribiendo en su celular. Saco el mío del bolsillo, abro el
navegador y busco juegos de respiración. Investigando un poco, espero que
eso me ayude a quitar la mierda de mi mente.
Capítulo 30
RYAT
BLAKELY
Estoy parada en mi cuarto de baño, pintando mis labios, cuando veo
que la puerta se abre y entra Ryat. No le digo nada y vuelvo a mirarme en el
espejo. Ya llego tarde. Me quedé dormida incluso con las alarmas. Mi
cuerpo estaba tan exhausto que me las arreglé para dormir a pesar de mi
enojo con él.
Iba a saltarme la ducha, pero me di cuenta de que tenía que lavarme el
cabello, así que me retrasé veinte minutos más.
Se acerca por detrás de mí y sus ojos se posan en la toalla que
envuelve mi cuerpo. Extiende la mano y me la quita.
—No tengo tiempo —le informo, apartándome—. Llego tarde.
—¿Y entonces? —Arquea una ceja, golpeando mi trasero y
haciéndome saltar.
—Entonces, ¡no puedo faltar a las clases! —Mi madre ya está enojada
porque no me acuesto con Matt. Se volverá loca si se entera de que me
estoy saltando las clases por culpa de Ryat.
—Que se joda Barrington. —Agarra mis caderas y las aparta del
mostrador.
—Ryat… —Levanta una mano y agarra un puñado de mi cabello,
haciéndome soltar un suspiro.
Sus ojos se encuentran con los míos en el espejo, y su voz se
convierte en un gruñido profundo.
— Inclínate y separa tus malditas piernas, Blake.
Mi corazón se acelera y la temperatura de mi cuerpo aumenta. Quiero
decirle que se vaya al infierno. O que vuelva con quienquiera que haya
pasado la noche. Pero por la forma en que brillan sus ojos esmeraldas, no lo
hago. Tal vez estoy pensando demasiado en las cosas. Tal vez no estuvo con
otra persona anoche. Si fuera así, ¿por qué iba a seguir deseándome? No es
que solo salte sobre mí cuando Matt está cerca. De hecho, nunca lo vemos.
—Blake —advierte, sacándome de mis propios pensamientos.
Suelta mi cabello y me inclino sobre el mostrador, abriendo las
piernas como me ordenó. La fría superficie del mostrador me hace temblar
mientras él pasa su mano entre mis piernas.
Cuando introduce un dedo en mí, me pongo de puntillas, gimiendo.
Luego lo saca y escucho cómo desabrocha su cinturón y luego baja la
cremallera. Es su forma de inspeccionar, para saber que estoy lo
suficientemente mojada. Entonces la cabeza de su polla se abre paso dentro
de mí.
Estoy jadeando. Las palmas de mis manos están sobre el mostrador,
junto a mi cabeza, mientras mis caderas se inclinan hacia un lado.
No pierde ni un segundo. El sonido de mi pesada respiración llena la
habitación mientras me folla. Aparto el cabello de mi rostro lo mejor que
puedo, sabiendo que tendré que volver a maquillarme cuando agarra mi
cabello y tira para enderezarme.
Grito, mirándolo en el espejo mientras él baja sus labios hasta mi
oreja, con sus ojos clavados en los míos.
—Cásate conmigo.
Quiero reírme, pero su polla está golpeando el lugar correcto, así que,
en lugar de eso, me limito a mirarlo con ojos pesados mientras respiro
agitadamente.
Pasa su nariz por mi cuello y muerde mi clavícula mientras su mano
libre recorre mi cuerpo, quemando mi piel. Masajea mi pecho y luego
desliza su mano por mi cuello. Trago nerviosamente. Los pensamientos
sobre lo que he encontrado mientras buscaba juegos de respiración entran
en mi mente. Lamo mis labios, preguntándome cómo sería si me quitara la
respiración.
Como si pudiera leer mi mente, levanta la mano y la coloca sobre mi
boca. Gimo, mi coño se aprieta a su alrededor. Respiro profundamente por
la nariz, deseando que me quite eso también.
¿Por qué? ¿Por qué quiero que me traten como si fuera nada? Ojalá
pudiera explicar lo mucho que mi cuerpo anhela ser dominado. Cuánto
sueña mi mente con eso.
—Cásate conmigo, Blake —dice de nuevo y luego tapa mi nariz.
Mis ojos vuelven a encontrar los suyos en el espejo mientras mis
oídos estallan y mi cuerpo se convulsiona. Succiono su mano mientras
intento respirar por la boca.
Acelera su ritmo, golpeando la parte delantera de mi cuerpo contra el
mostrador, sabiendo que me lastimaría. Mis rodillas chocan contra los
armarios.
Levanto mis manos para agarrar su antebrazo, pero él no se
mueve. Mis pulmones arden y mis ojos lloran. Sigue follándome, con sus
ojos clavados en los míos a través del espejo, mientras comienzo a entrar en
modo de pánico, pero mi cuerpo reacciona a medida que la sensación
aumenta.
Intento apartar su mano de mi rostro, pero él suelta mi cabello y
desliza su mano libre entre el hueco de mis brazos y los coloca en mi
espalda, inmovilizándolos mientras susurra:
—Podrás respirar después de venirte para mí.
Mi corazón se acelera y las lágrimas caen de mis ojos, pero la ola se
acerca. Me va a arrastrar tan profundamente que no podré salir a la
superficie.
La habitación da vueltas y mis ojos se cierran justo cuando la presa se
rompe y la ola me hunde. Tal y como sabía que sucedería.
Capítulo 31
RYAT
BLAKELY
Abro mis pesados ojos y veo que mi habitación está oscura.
Gimiendo, me estiro y siento el dolor en mi cuerpo. Me quedo acostada,
mirando al techo, y escucho el sonido de la lluvia golpeando la ventana.
Es difícil de explicar, pero casi me siento como una persona nueva.
Nunca me había venido con tanta intensidad en mi vida. Me sentía como si
estuviera flotando. Los puntos salpicaban mi visión, y justo cuando creía
que iba a desmayarme, él me soltaba y todo volvía a colapsar. Cada
centímetro de mi cuerpo cosquilleaba. Era como el mejor estado de euforia
que se podía alcanzar sin estar realmente drogado.
Incluso ahora, mi cuerpo sigue sintiendo un ligero cosquilleo. Como
si un fuego que no se puede apagar aún persistiera.
Decidiendo que necesito levantarme, aparto las mantas y camino con
piernas temblorosas hacia la puerta. Al abrirla, encuentro a Ryat sentado en
el sofá, con el celular pegado a su oreja. Sus ojos esmeraldas me ven
inmediatamente.
—Ya te llamaré. —Finaliza la llamada, sin molestarse en esperar a
que la persona al otro lado se despida. Se levanta y camina hacia mí
mientras yo permanezco en la puerta, insegura de que mis piernas puedan
sostenerme como para caminar hasta él.
Se acerca a mí y besa mi frente.
—¿Qué hora es? —le pregunto. Mi teléfono no estaba en la mesita de
noche.
—Un poco después de las dos de la tarde.
Frunzo el ceño.
—Falté a clases. —¿Ese fue su plan desde el principio?
Asiente.
—Necesitabas descansar.
—Ryat —gruño. Mis manos lo empujan, pero él no se mueve. No
estoy segura de si es porque mi cuerpo está muy débil o porque él es así de
fuerte—. Mi madre me matará. —Dándome la vuelta, atravieso mi
habitación y me dirijo al baño. Me mareo un poco y tengo que usar la
encimera como apoyo. Es algo parecido a cuando sales rápidamente de un
baño caliente y te mareas al ver puntos.
—Está bien —argumenta él, entrando detrás de mí.
—Es fácil para ti decirlo —digo, recogiendo mi ropa interior que
quedó sobre la encimera. Estoy a punto de ponérmela, pero me las quita de
la mano.
—¡Ryat! —grito, tratando de alcanzarla, pero él las lanza al otro lado
del baño.
Suspiro.
—Muy maduro. —Agarra mi brazo y me hace girar cuando intento
recogerlas, presionando mi espalda contra la pared—. Ryat…
—Cálmate —dice suavemente, sus ojos examinan mi rostro—. Te
estás alterando por nada.
—Mi madre…
—Que se joda tu madre —me interrumpe con un gruñido.
Me siento como una niña con ganas de pisotear fuerte.
—No lo entiendes.
—Lo entiendo todo. Tu madre cree que puede controlarte.
—Lo hace —digo con los dientes apretados odiando admitirlo—. Ella
paga este apartamento.
—Múdate.
Continúo como si no acabara de sugerir algo tan idiota.
—Ella paga por Barrington.
—Déjalo.
—¿Estás loco? —Exijo, y él solo se ríe—. No soy un Lord, Ryat —
digo, y se pone rígido contra mí—. No puedo hacer lo que me plazca.
Agarra mi barbilla, inclinando mi cabeza hacia atrás contra la pared
para que lo mire mientras se acerca.
—Eres mía, Blake. Y eso tiene mucho poder.
Soltando mi cuello desliza sus manos por mis brazos, haciendo que
mi piel se erice. Toma mi mano izquierda y la acerca a sus labios, besando
mis nudillos.
—No es tan sencillo… —Mi voz se desvanece cuando veo el anillo
en mi dedo, mi corazón empieza a martillear en mi pecho—. Ryat. —musito
—. ¿Qué?
Los recuerdos de esta mañana regresan como un huracán azotando
una pequeña ciudad.
«Cásate conmigo, Blake.»
«¿Quieres ser su puta por el resto de tu vida, o quieres ser mi buena
chica?»
«Tuya.»
«Mía.»
—Esto —besa de nuevo—, es la respuesta a todos tus problemas,
Blake. Todo lo que necesitas es a mí. Yo cuidaré de ti.
—Pero… estabas bromeando —logro decir, aunque me cuesta
respirar. Bien podría volver a cubrirme la boca y la nariz con la mano. Las
manchas vuelven a aparecer y trato de apartarlas con un parpadeo.
—¿Por qué iba a bromear con eso? —pregunta, inclinando la cabeza
hacia un lado.
—Porque tú… estás viendo a otras mujeres. —Es la única razón que
se me ocurre.
—¿Quién mierda te dijo eso? —espeta, haciéndome saltar.
¿Me equivoqué?
—Tú. Tu comportamiento. Sigues desapareciendo… —Me precipito,
sin tener realmente nada más que decir.
Se aparta de mí y mi cuerpo se hunde contra la pared sin su apoyo.
Dejo que mis temblorosas rodillas cedan y me deslizo para sentarme en el
frío suelo de baldosas mientras él comienza a caminar de un lado a otro en
mi cuarto de baño.
—Cada vez que te pregunto adónde vas, no me respondes. —
Continúo ante su silencio porque, sinceramente, estoy empezando a
cuestionarme. Quiero decir, ¿realmente me pidió que me casara con él? ¡El
aspecto de la piedra en mi dedo está gritando que sí! —Solo estás conmigo
por Matt. —Ni siquiera ofrece una mentira para eso. —Eres un Lord.
—Matt es un Lord, y tú ibas a casarte con él —argumenta, todavía
caminando.
—No. No iba a hacerlo. —Niego con la cabeza.
—Oh, se me olvidaba. Ibas a huir. —Resopla—. Me gustaría ver
cómo intentas huir de mí… —Cierra las manos en puños—. No llegarías
muy lejos, Blake.
—Espera. —Pasó las manos por mi rostro— ¿Cómo supiste…? —
Encontrando fuerzas en mi nueva ira, me pongo en pie—. ¿Cómo supiste lo
que iba a hacer? —Ni siquiera se lo he dicho a Sarah. Tenía demasiado
miedo de que le dijera algo a Gunner.
Se detiene y se gira para mirarme. No sé por qué, pero odio que esté
completamente vestido y yo desnuda. Me hace sentir vulnerable. Lo cual es
estúpido. El hombre me ha atado, amordazado, vendado y me ha quitado el
aire. No sé por qué la ropa importa de repente.
—Tú me lo dijiste.
—No, no lo hice.
—Sí, lo hiciste. Esa noche estabas completamente borracha y te traje
a casa desde Blackout. —Su voz se eleva.
—¿Qué más te dije? —exijo.
—Suficiente —espeta, y luego se acerca a mí, presionando mi espalda
contra la pared una vez más. Levanta las manos, acuna mi rostro y me mira
fijamente. Respiro entrecortadamente—. Quiero que sepas esto, Blake. Si
intentas huir de mí, te encontraré. Y cuando lo haga, te arrepentirás del día
en que me dejaste. —Suavizando su mirada, me ofrece una sonrisa
amenazante—. Fuiste mía ayer, hoy y mañana. —Él besa suavemente mi
frente. La ternura contradice sus palabras amenazantes—. Y seguirás siendo
mía para siempre.
Debería estar aterrorizada, pero no lo estoy. Ryat Archer es posesivo,
controlador y extremadamente celoso. Es jodidamente tóxico. Pero no
puedo echarle toda la culpa a él. Tal vez yo soy la causa de su toxicidad. Tal
vez son mis malos hábitos los que sacan lo peor de él. Diablos, tal vez estoy
equivocada, y esas sean sus mejores cualidades.
Quiero sus manos alrededor de mi garganta. Quiero su cuerpo
inmovilizando el mío, y quiero que me anhele de la misma manera que yo
lo necesito a él.
Entonces, ¿quién es el verdadero tóxico aquí?
—No me iré a ninguna parte —le digo, pero incluso yo sé que es una
mentira. Eventualmente, él terminará conmigo, y yo le perteneceré a Matt.
Haré todo lo que esté a mi alcance para impedirlo.
Él suelta mi rostro, sus nudillos recorren la línea de mi mandíbula
hasta mi cuello.
—Creo que estás mintiendo. —Hay una pizca de placer en su voz, y
eso me hace temblar.
Trago saliva con nerviosismo.
—No…
—Creo que quieres huir, Blake. —Sus ojos examinan mi rostro, la
comisura de sus labios se eleva—. Solo para que te atrape.
Mi corazón martillea en mi pecho y mis muslos se tensan. ¿Por qué
eso suena divertido? ¿Por qué me excita pensar en él persiguiéndome?
¿Saber que una vez que me encuentre, me va a castigar?
—¿Eso es lo que quieres, Blake? ¿Quieres que te persiga?
—Sí. —Digo la palabra antes de que pueda siquiera pensar en ella.
Sus ojos posan a mi pecho mientras sus nudillos recorren mis senos y
mis rígidos pezones.
—Podemos jugar ese juego. Solo tienes que saber —sus ojos vuelven
a encontrarse con los míos—, que una vez que te atrape, haré lo que quiera
contigo. —Mi estómago da un vuelco de excitación ante su amenaza—. Y
después de arrastrarte hasta aquí… —Levantando mis manos, entrelaza
nuestros dedos y los empuja por encima de mi cabeza, clavándolos en la
pared—. Serás mi esposa.
Lamo mis labios entreabiertos y respiro profundamente, tratando de
calmar mi respiración.
—Primero tendrás que encontrarme.
Inclinándose, besa mi mejilla.
—Me gustan mis probabilidades. —Entonces me suelta y se aleja de
mí. Mis brazos caen a los lados como si pesaran cuatro kilos—. Te veré
pronto. —Con una última mirada a mi cuerpo desnudo, sale del baño.
Levanto las manos y las paso por mi rostro dejando escapar un
suspiro. El anillo llama mi atención. Miro fijamente el gran diamante
cuadrado rodeado de más diamantes. Es un poco llamativo para mi gusto,
pero es precioso. Paso la punta de mi dedo sobre él.
¿Qué pasó con su futura esposa? ¿Por qué de repente me quiere a mí?
Mis padres nunca me dejarán estar con otra persona que no sea Matt.
Bueno, mi padre puede que sí. Mi madre es la que está obsesionada con él.
¿Pero si me entrego a Ryat antes de tener que casarme con Matt? Esa
sería mi salida. Mi madre odia la idea del divorcio tanto como la idea de
Ryat y yo juntos. Así que, si elijo casarme con Ryat primero, entonces ella
no tendría más remedio que aceptarlo. Odiaría que su hija se divorciara en
cuestión de semanas después de casarse. Eso la haría quedar mal.
Sonriendo, me acerco al mostrador y me miro en el espejo. Por ahora
huiré de Ryat, pero cuando me atrape, me casaré con él. Tal y como dijo.
Aunque solo sea para hacer enfadar a mi madre.
Entrando en mi habitación, comienzo a tirar de las sábanas en busca
de mi celular. Lo encuentro en el suelo. Llamo a mi padre y me siento a un
lado de la cama, esperando que responda.
—Hola, cariño.
—Hola, papá —digo, sonriendo—. ¿Cómo están las cosas por allí?
—Bien. ¿Y tú? —pregunta lentamente. No he hablado mucho con él
desde que empezaron las clases este año. Pero no es raro pasar semanas sin
hablar con él. Siempre ha sido un hombre ocupado.
—Lo mismo —digo, sujetando el celular con mi hombro y la oreja a
un lado de mi cabeza—. Necesito un favor.
Permanece en silencio durante un largo segundo.
—De acuerdo. ¿De qué se trata?
—Necesito el jet —respondo, mordiendo mi labio inferior. No sería la
primera vez que lo uso.
—Eh… ¿a dónde vas? —pregunta, sonando preocupado—. ¿Está todo
bien?
—Sí. Sí. Sarah y yo haremos una escapada. Ya sabes, para tener un
viaje de chicas. — Miento con facilidad.
—¿Y las clases? —pregunta.
¡Mierda!
—Son solo un par de días. Ya lo hemos arreglado con nuestros
profesores.
—De acuerdo. —Se aclara la garganta—. ¿Seguro que todo está bien?
—Sí —respondo.
—Puedo tenerlo listo para mañana por la noche.
Eso no va a funcionar.
—¿Puede ser para esta noche? —Se queda en silencio—. Es que ya
hemos hecho las maletas, y me gustaría estar en la playa a primera hora de
la mañana…
—Claro, cariño. Haré que lo llenen de combustible y te lo envíen.
Dejo caer los hombros y suelto un suspiro.
—Gracias, papá. —Finalizo la llamada y ni siquiera me molesto en
buscar las cámaras. En vez de eso, ignoro a Ryat por completo. Sé que me
está observando, pero no puede escucharme. Que yo sepa, no tiene audio. E
incluso si lo tuviera, eso no le dirá a dónde.
Capítulo 32
RYAT
BLAKELY
Esperaba que estar casada me hiciera sentir diferente. Siempre tuve
esa nube oscura sobre mi cabeza que esperaba que se abriera y me ahogara
una vez que me casara con Matt. Eso ni siquiera se acerca a lo que se siente
estar casada con Ryat.
Es una sensación de liberación que no puedo ni empezar a explicar.
Lo único con lo que puedo compararlo es cuando estás nadando y sales a
tomar aire. Esa sensación de ardor en los pulmones, esa opresión en el
pecho. Cuando sales a la superficie y consigues esa primera respiración y si
entes el sol en tu rostro. Eso es lo que es Ryat para mí.
Mi sol. Mi aire.
Pasamos dos días juntos sin hacer nada más que tener sexo mientras
jugábamos al gato y al ratón. Literalmente podríamos haberlo hecho en mi
apartamento o en su cabaña en el bosque. En lugar de eso, hizo que el piloto
de mi padre nos trajera a una de las casas de vacaciones de sus padres en
medio de la nada. Hacía frío, estaba húmedo y empezó a nevar. Pasamos
cada segundo en el interior follando por toda la casa. Incluso nos unimos al
club de la milla en el camino de regreso. Fueron de lejos las mejores
vacaciones que he tenido. Y ni una línea de bronceado para demostrarlo. Lo
he estado haciendo mal todos estos años, sentándome en las playas con
Sarah.
En cuanto aterrizamos en Pensilvania, fuimos a solicitar nuestra
licencia de matrimonio. Tres días después estábamos en el ayuntamiento
casándonos.
Miro el anillo en mi dedo y paso el pulgar sobre él. Todavía es difícil
de comprender. Es como un sueño. Uno que nunca podría haber imaginado.
Supongo que ese fin de semana que pasamos fuera se podría decir que fue
nuestra luna de miel, porque no tuvimos tiempo de salir de la ciudad
después de darnos el sí quiero.
Estoy en el baño de Ryat en la casa de los Lords, mirándome en su
espejo. Mi cabello está recogido con una trenza francesa, mi maquillaje está
hecho con sombra de ojos plateada y negra, con un grueso delineado negro
en la parte superior e inferior, con máscara de pestañas volumen extra y
labios rojos mate.
Pasando las manos por el vestido de satén blanco, respiro
profundamente. Esta noche es la ceremonia. Decir que estoy nerviosa es
quedarse corto. No estoy segura de lo que me espera. Pero una cosa es
segura, ya no soy Blakely Anderson. Ahora soy Blakely Archer
No es difícil de decir o comprender. Entiendo lo que hicimos.
También entiendo que nunca lo dejaré. Le debo eso a Ryat. Mi compromiso.
Mi cuerpo. ¿Mi corazón? ¿Tengo que amarlo también? ¿O el resto es
suficiente?
El hecho de que incluso estuviera dispuesto a salvarme de Matt es
suficiente para mí.
—Blake, ¿Estás lista? —Escucho a Ryat gritar, entrando en su
habitación.
—Sí —digo, dándome la vuelta para situarme en la puerta del baño
justo cuando él entra.
Se detiene; sus ojos esmeraldas se posan en mi vestido y recorren
lentamente el material ajustado que me abraza como un guante. Tengo una
abertura en mi pierna derecha, tan alta que ni siquiera he podido ponerme
ropa interior porque llega más allá de mi cadera. El material satinado cubre
mi pecho, sube alto en el frente, hasta donde se envuelve alrededor de mi
cuello, dos piezas de seda se atan en la espalda en un gran lazo dejando que
el satén sobrante caiga sobre mi espalda descubierta. Cada vez que me
muevo, siento el suave y fresco material deslizarse por mi piel, haciéndome
temblar. Toda mi espalda está expuesta, hasta la parte superior de mi
trasero.
No usé un vestido para ir al ayuntamiento. En vez de eso, elegí un
traje blanco. Pero esta noche, quería vestirme para él. Una vez me dijo que
estaba orgulloso de llamarme su elegida después de la ceremonia de votos.
Quería que se sintiera así esta noche, sabiendo que ahora soy su esposa.
Mi corazón y mi respiración comienzan a acelerarse al ver cómo me
mira. Sus ojos esmeraldas suben y bajan lentamente varias veces.
Levantando la mano, tira de su pajarita y se aclara la garganta. Da un
paso hacia mí, yo retrocedo uno y él se detiene.
—¿Vas a quemarlo? —pregunto nerviosa.
Es revelador, deja a la vista mi espalda, pierna y cadera junto con una
pequeña parte lateral de mis pechos. Pero de alguna manera, incluso con las
partes de mi cuerpo cubiertas, todavía me siento expuesta.
Comienza a caminar hacia mí de nuevo, y esta vez no retrocedo.
Se acerca a mí, agarra mi rostro y sus ojos examinan los míos.
—No —susurra, sus ojos bajan a mi pecho cubierto—. Blake... estás
impresionante.
Me sonrojo, dejando escapar un largo suspiro, y bajo la cabeza,
incapaz de evitar la sonrisa que se extiende por mi rostro.
Llaman a la puerta justo antes de que se abra.
—¿Ryat?
Levanto la vista y él responde:
—¿Qué?
—Te necesitan, hombre —le informa Gunner y luego me mira.
Guiñando un ojo, me da un pulgar hacia arriba—. Esposa caliente.
Mis mejillas arden. Todavía no puedo creer que hayamos hecho eso.
—Gunner... —comienza Ryat.
—No me iré. —Él entra en la habitación y cruza los brazos sobre su
pecho con una sonrisa juguetona en su rostro.
Ryat gruñe profundamente en su pecho y se gira para mirarme.
—Nos vemos afuera. —Besa mi mejilla y se da la vuelta, saliendo.
Me tomo un segundo para mí, cierro los ojos e inhalo profundamente,
tratando de reducir la velocidad de mi acelerado corazón. Salgo de la
habitación y me aseguro de cerrar la puerta de su habitación detrás de mí
antes de guardar la llave en mi bolso, donde apenas cabe mi teléfono.
Me dirijo al salón de baile y busco a Ryat y a Sarah, pero no los veo
por ninguna parte. El lugar está lleno. Está decorado con luces blancas
parpadeantes y una suave música de piano. Tan diferente a la primera vez
que estuve aquí.
—¿Le gustaría una copa de champán, señorita?
Voy a decirle que no, asustada por mi última experiencia. Ahora no es
el momento de emborracharme o drogarme. Pero ella descorcha y sirve una
copa.
—Sí, por favor.
Me la entrega, le doy las gracias y bebo un sorbo.
Las luces se atenúan un poco, la música se detiene y también las
conversaciones.
—Buenas noches, damas y caballeros.
Me giro hacia el escenario y veo a Ryat de pie en el centro con un
micrófono en la mano.
—Quiero darles las gracias a todos por asistir a la ceremonia anual de
la casa de los Lords.
Tomo otro sorbo.
—Han sido cuatro largos años —dice, pasando la mano por su
barbilla como si estuviera pensando.
Frunzo el ceño, preguntándome qué quiere decir con eso.
—Como Lord, se nos enseña a nunca aceptar la derrota. Nunca
renunciar a lo que queremos.
Sus ojos miran más allá de mí, por encima de mi hombro. Me giro
para ver lo que está mirando y me arrepiento en el momento en que lo hago.
Es Matt. Está parado allí, vestido con traje y corbata como los demás, y su
novia lleva un vestido negro de lentejuelas con un escote pronunciado para
mostrar sus activos. Dándoles la espalda, me giro para mirar de nuevo al
escenario.
—Algunos de nosotros nunca conoceremos la derrota. Otros nunca
conocerán la victoria —continúa Ryat—. Pero lo que puedo decirles es que
los que no lo intentan nunca sabrán de lo que son capaces.
Tomo un sorbo de champán.
—Blakely —dice mi nombre.
Y resoplo en mi bebida. Luego limpio rápidamente mi barbilla,
rezando para que no se me derrame en mi vestido. ¡Otra vez no! La última
vez, salí de una fiesta cubierta de alcohol.
Lo miro con los ojos muy abiertos.
Está allí de pie, luciendo como un hombre poderoso vestido con un
costoso esmoquin, con el cabello peinado hacia atrás y bien afeitado. Él es
tan hermoso.
—Para los que no lo sepan, Blakely es mi elegida.
¿Qué está haciendo? Mi mano que sostiene la copa comienza a
temblar.
—A veces, tienes suerte en la vida. Y puedo decir que soy el hombre
más afortunado de esta sala.
Oh, Dios. No. no. no.
—Solo mírenla. —Me hace un gesto con la mano izquierda y mis ojos
se dirigen directamente a su anillo de bodas. La idea de que sea mío llena
mi estómago de mariposas—. Es increíble, impresionante, de buen corazón
y cien por ciento mía.
No lo hagas...
—Desde ayer, puedo decir que es mi esposa.
Jadeos audibles llenan la gran sala, y contengo la respiración.
—Para todo el mundo, la impresionante señora Blakely Rae Archer.
—Me presenta a cientos de personas.
Les doy una sonrisa temblorosa a las personas que nos brindan
aplausos a continuación, deseando que el suelo jodidamente me trague.
Ryat baja las escaleras y se acerca a mí, las personas se apartan de su
camino.
—¿Qué estás haciendo? —siseo en voz baja.
Toma la bebida de mis manos y se la pasa a un camarero que pasa por
allí. Me hace girar y me atrae hacia su cuerpo, sin responderme.
Capítulo 35
RYAT
BLAKELY
Me dirijo por el pasillo hasta la habitación de Ryat. Tres copas de
champán más tarde e innumerables apretones de manos con felicitaciones
me han dado ganas de orinar. Desbloqueo la puerta y la cierro detrás de mí.
Me estoy lavando las manos cuando escucho abrirse y cerrarse la puerta de
su habitación.
—¿Has visto a Sarah esta noche? —pregunto, cerrando el grifo y
agarrando una toalla para secar mis manos.
Me doy la vuelta y estoy a punto de dar un paso para entrar en el
dormitorio, pero alguien se pone delante de mí, bloqueando mi camino.
Intento gritar cuando me empujan hacia el baño, pero colocan una mano
sobre mi boca presionándome contra la pared.
Miro unos ojos azules claros. Empiezo a gritar detrás de su mano.
—Shh, Blakely. Solo quiero hablar. —Retira la mano y levanta ambas
frente a él.
Respiro profundamente
—¿Qué estás haciendo, Matt? —digo bruscamente. Si Ryat lo
encuentra aquí, pateará su trasero.
—Necesito hablar contigo.
Empujo su pecho, pero no se mueve.
—No hay nada que decir. —Cerrando el puño, golpeo contra su
pecho.
Suspira y retrocede, dejándome espacio para salir del baño. Me
apresuro a atravesar el dormitorio y mi mano llega a la manija de la puerta
cuando él habla.
—Le pagó a tu padre quinientos mil para casarse contigo.
Me detengo y me giro para mirarlo. Una carcajada burbujea en mi
pecho, pero la obligo a bajar.
—Estás mintiendo —Los hombres no pagan por sus esposas. Ese es el
tipo de mierda que se ve en las películas.
Él continúa.
—Tu teléfono. Te rastrea con él.
Mi pulso se acelera ante sus palabras.
—No...
—Tus llamadas y mensajes entrantes. Los bloquea —gruñe.
Mis rodillas empiezan a doblarse ante el golpe en el pecho que me
producen sus palabras, pero consigo mantenerme en pie. Pero argumento:
—Él no podría...
—Piénsalo. Tu madre me ha dicho que no puede localizarte. He
intentado llamarte y enviarte mensajes de texto. —Da un paso hacia mí y
me quedo congelada en mi lugar—. Ese fin de semana que se fue a Nueva
York pero volvió a casa antes, bloqueó el número de Sarah para que no
pudiera llamarte para venir a la fiesta aquí sin él.
Las lágrimas empiezan a arder en mis ojos por el sentido que tienen
sus palabras, pero no quiero creerlo.
—No. ¿Cómo podría…?
—Aquella primera noche aquí en la fiesta... ¿Cuándo me atrapó con
Ashley? Recuperó tu teléfono, tus llaves y tu identificación del registro
antes de llevarte a casa. Descargó una aplicación en tu teléfono para tener
acceso a todo. Incluso las cosas que buscas en Google. Puede escuchar cada
llamada, leer cada texto. Te rastrea.
Las lágrimas caen de mis ojos mientras sacudo la cabeza, negándome
a creer lo que sé que es verdad. Tiene que ser. Tiene demasiado sentido.
Él suspira.
—Sé que ya no hay esperanza para nosotros. Pero pensé que deberías
saber con quién te has casado. —Sus ojos se posan en mi anillo.
—¿Cómo...? —Me aclaro la garganta—. ¿Cómo sabes todo esto?
—Porque se lo hice a Ashley —responde simplemente—. Todos los
Lords se lo hacen a sus elegidas. ¿Por qué crees que hacemos que todos
entreguen sus celulares en cada fiesta? Es para darnos acceso a ellos cuando
todos los demás están demasiado ocupados con la fiesta.
Trago el nudo que se atasca en mi garganta. Tiene que ser verdad,
¿no? Explica muchas cosas. Por qué mi madre no pudo localizarme. Por
qué las llamadas de Sarah no entraron cuando se suponía que él estaba
afuera, pero mágicamente lo hicieron cuando regresamos de nuestro fin de
semana en la cabaña. Cómo me encontró en el jet privado de mi padre. Y el
hecho de que pusiera su mano sobre mi boca y mi nariz el día después de
que buscara en Google juego de respiración.
—¿Cómo sabes que le dio dinero a mi padre? —pregunto, mis
hombros tiemblan.
Levanta la mano, rascando su nuca
—Lo sé porque... —Hace una pausa, dejando caer el brazo a su lado,
suspirando—. Porque ofrecí cincuenta por ti.
Levantando la mano, tapo mi boca para ocultar mi sollozo. Sabía que
no me amaba, ¿Pero esto? Todo era un juego para él. Yo no era más que una
prostituta bien pagada. Mi padre me vendió al mejor postor.
—Blakely... —Se acerca a mí, y yo doy un paso atrás, golpeando la
puerta del dormitorio. Se detiene—. Estoy tan...
—¡Fuera! —grito. Más que avergonzada. Avergonzada de haber
pensado que estaba haciendo algo bien cuando en realidad era la cosa más
estúpida.
—Blakely...
—¡FUERA! —grito, apartándome del camino y abriendo la puerta
para él.
Él camina hacia ella, deteniéndose una vez que llega a la puerta.
—Ryat tenía razón en una cosa. Estás realmente impresionante. —
Entonces sale de la habitación, y cierro la puerta de golpe, echando el
cerrojo.
Caigo sobre mi trasero y abrazo las rodillas contra mi pecho, tapando
mi boca con una mano para silenciar los sollozos.
Todas las personas me han vendido. Cada uno de ellos. Nadie estaba
de mi lado. Nunca me preguntaron qué quería.
Alejando la mano de mi boca, miro mi anillo y comienzo a tirar de él.
Se desprende y sale volando por la habitación. Me arrastro con mi vestido
costoso y lo recojo. Luego me acerco a su cama y lo coloco en el centro.
Entrando en el baño, me miro en el espejo. El maquillaje está
manchando mi rostro. Esperaba tener este aspecto esta noche por una razón
diferente. Sin molestarme en limpiarlo, tomo mi bolso de mano que tiene
mi teléfono, sabiendo que tengo una única oportunidad de escapar. Porque
si todo lo que ha dijo Matt es cierto, Ryat me encontrará en pocos minutos.
Capítulo 36
RYAT
BLAKELY
—Puedes besar a tu novia.
De todo lo que he hecho desde que me encontré con Ryat en el pasillo
de Barrington, esas son las palabras más aterradoras que he escuchado.
¿Besar? El pensamiento me golpeó como un ladrillo en la cabeza. El
golpe casi me hace perder el equilibrio. No nos hemos besado en los labios
ni una sola vez. Honestamente, ni siquiera pensé en eso. Que esto tenía que
pasar.
Da un paso hacia mí, su mano derecha acaricia mi mejilla, sus ojos
se posan en mis labios separados y respiro profundamente cuando su pecho
se presiona contra el mío.
Levanto la cabeza para mirarlo. Mi corazón late con fuerza y gotas
de sudor se forman en mi nuca. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Ya he besado
a un chico antes. Diablos, incluso he besado a Sarah antes. ¿Pero a Ryat?
Besar a mi ahora esposo suena demasiado íntimo, prohibido.
Pero no puedo evitarlo. Hay que hacerlo, es una tradición para
bendecir el matrimonio. Presionando sus labios contra los míos, mis ojos se
cierran justo cuando mis labios se separan. Su tacto es tierno, sus labios
casi necesitados. Me abro a él, dándole lo último que tengo para ofrecerle,
y mi cuerpo se amolda al suyo cuando su brazo libre se envuelve alrededor
de mi cintura, abrazándome con fuerza.
Su lengua entra en mi boca, encontrándose suavemente con la mía, y
gimo en su boca, queriendo más. Necesitando esa agresividad que él
siempre tiene. Mis manos se deslizan por su espalda, agarrando su camisa
abotonada, y me aferro a él. Lo necesito más cerca.
Pero se aparta y abro mis pesados ojos, decepcionada por no haberlo
hecho eso antes.
Sus ojos ya están en los míos y lame sus labios como si necesitara
probarme una vez más. Su mano que ahueca mi rostro se mueve para pasar
sus nudillos por mi mejilla mientras susurra:
— Ahora eres mía para siempre, señora Archer.
—¿Señorita?
—¿Qué? —Parpadeo, intentando quitarme de la cabeza el recuerdo
del día de nuestra boda. Ha estado en repetición desde que lo dejé.
—¿Me puede dar una Bud Light? —dice el hombre, levantando la
mano hacia mí desde su mesa.
Asiento.
—Por supuesto. ¿Algo más? —¡Contrólate, Blakely! Por algo lo
dejaste.
Me regala una suave sonrisa, sus ojos color ámbar caen sobre mis
pantalones ajustados.
—Una foto tuya.
¡Qué bonito! Después de ofrecerle una risa falsa como si su broma
fuera divertida, me giro y me dirijo a la barra para tomar su pedido.
—Acabas de conseguir una nueva mesa —asiente detrás de mí Janett,
la camarera y propietaria.
Mirando por encima de mi hombro, veo a tres hombres sentados.
—Necesito una Bud Light —digo, y ella me abre una. La coloco en
mi bandeja, se la doy al hombre y me dirijo a mi nueva mesa—. ¿Qué
puedo ofrecerles? —pregunto, sosteniendo la bandeja redonda contra mi
cadera derecha.
Esta es mi vida ahora. Una camarera en un bar de mala muerte en
medio de la maldita nada. He estado fuera durante tres semanas. Sin
teléfono, sin auto, sin acceso al mundo exterior más allá de lo que veo aquí,
que es exactamente como lo quiero. No sé hasta dónde llega el alcance de
los Lords cuando se trata de la policía o los federales.
Pero Ryat sigue viviendo en mi cabeza, y lo odio.
Dejé todo cuando salí corriendo de la casa de los Lords. Sabía que no
volvería. Para escapar, necesito una nueva vida. Tenía algo de dinero
ahorrado, pero no podía volver corriendo a mi apartamento y agarrarlo, así
que hasta que pudiera ahorrar algo de nuevo, necesitaba un trabajo que
pasara desapercibido.
Me presenté y Janett me contrató en el acto. Creo que supo, por mi
vestido de satén blanco y mi maquillaje embadurnado, que estaba huyendo
de alguien. Y, por supuesto, el hecho de que no tuviera número de contacto
ni identificación. Ella me ayudó. Se lo debo.
—Quiero una Corona —dice uno de los chicos por encima de la
música. El segundo asiente—. Sí, suena bien. Que sean dos. —El tercero
deja el menú y me mira. Sus ojos azul oscuro se fijan en mi camiseta
blanca. Me queda muy ajustada, tirando del sujetador negro que llevo
debajo, con clase, lo sé.
Teñí mi cabello de negro con una caja barata de la tienda de un dólar
que está al final de la calle. Intentaba pensar en un millón de cosas que
podría hacer para cambiar mi aspecto en caso de que mi foto o mi nombre
salieran en las noticias. Pero, para mi sorpresa, eso no ha ocurrido.
Cada día que salgo, me siento más nerviosa. Como si mi tiempo se
estuviera acabando. No pienso quedarme aquí mucho más tiempo. Sé que
tengo que seguir moviéndome para evitar mi pasado. Ya me siento como si
me estuvieran vigilando. Pero sigo diciéndome que es una locura. Si Ryat
estuviera aquí y supiera dónde estoy, se daría a conocer. No tiene suficiente
paciencia para esconderse en las sombras y observarme.
—¿Cómo te llamas? —pregunta, apoyando sus antebrazos en la mesa
e inclinándose hacia mí.
—Rae —digo mi segundo nombre. Sigo queriendo ser cuidadosa. De
todos modos, así es como me llama todo el mundo aquí.
—Rae. —Pasa la lengua por sus blancos dientes—. Bueno, ¿Qué
sugieres, Rae?
—Depende de lo que te guste. —Me encojo de hombros. Aquí no
somos tan experimentales con las bebidas. La clientela suele preferir lo
normal. No voy a repasar toda la lista cuando está justo frente a él.
—Me gusta. —Se recuesta en su asiento, sus ojos se posan en mis
pantalones cortos como el último chico, y tengo que abstenerme de poner
los ojos en blanco. Así es como hago mis propinas.
—Detente, hombre. —Su amigo le da una palmada en el brazo,
riéndose—. Seguro que tiene novio.
Esposo, en realidad.
Si tengo suerte, me ha dado la anulación, pero lo dudo mucho. Ryat es
más bien del tipo que hace redactar papeles falsos sobre una muerte atroz en
mi nombre. Es lo menos que ese hijo de puta podría hacer por mí.
—¿Entonces? —El tipo se ríe de su amigo—. ¿Qué dices, sexy?
¿Sales conmigo después de tu turno?
¿Sexy? ¿Realmente funciona eso para los hombres?
—No salgo hasta las tres —informo. El hecho de que piense que
engañaría a mi novio imaginario es suficiente insulto. Está claro que solo
quiere follar. Nadie tiene una cita a las tres de la mañana.
No voy a decir que no lo haya pensado. Pasar de tanto sexo como
Ryat y yo teníamos a no follar nada es una mierda. Esta mañana, tuve que
acostarme en la bañera y abrir las piernas para que el maldito grifo diera en
el clavo mientras estaba a tope. No tengo nada para masturbarme, y no
consigo hacerlo con mis dedos. Es frustrante, como mínimo.
—Está bien. —Junta sus manos y las coloca detrás de su cabeza,
sonriendo hacia mí—. Esperaré hasta que te vengas. Entonces nos
vendremos juntos.
—¿Qué quiere beber, señor? —pregunto, conteniendo un suspiro.
La risa de su amigo aumenta.
—Amigo, pide tu maldita bebida y déjala en paz.
—Sorpréndeme —dice finalmente.
Dándoles la espalda, me dirijo a la barra.
—Tres Coronas, por favor.
Ella asiente y se gira para traerme las cervezas, y él inunda mis
recuerdos como siempre.
—¡Ryat! —Chillo cuando se agacha y me levanta, acunándome en
sus brazos en medio del camino de entrada—. ¿Qué estás...?
—Es tradición llevar a tu mujer al otro lado del umbral —informa,
entrando en la cabaña.
Sonrío.
—Nunca pensé que fueras el tipo de persona que se preocupa por la
tradición.
Entrando en el dormitorio, me arroja sobre la cama y, antes de que
pueda levantarme, se coloca a horcajadas sobre mis caderas con una mano
a cada lado de mi cabeza, inmovilizándome.
—Creo que descubrirás que estoy lleno de sorpresas, señora Archer.
—Aquí tienes. —Coloca las bebidas en mi bandeja, devolviéndome
una vez más al presente.
—Gracias —murmuro.
—¿Estás bien? —pregunta, deteniéndome antes de que pueda
alejarme.
—Sí —miento, y sus ojos marrones claros me miran con escepticismo
—. Estaré bien.
—Mira. —Se inclina, apoyando los antebrazos en la barra—. No
conozco la historia, y no necesito saberla, pero te prometo que estarás
mejor.
***
—No puedo salir —dice Janett en su teléfono, de pie detrás de la
barra. Hemos cerrado hace una hora cerrados y casi hemos terminado de
limpiar—. No —dice ella—. Tengo algunas cosas más que hacer...
—Puedes irte si lo necesitas —digo.
Me mira, y espero que no esté enfadada conmigo por haber escuchado
su conversación. Somos las únicas que quedamos aquí, y la música está
apagada, así que hay silencio en este momento.
—Sí, de acuerdo —dice después de una larga pausa—. Ahora mismo
voy. —Guarda su teléfono y me mira—. ¿Estás segura?
—Sí —digo asintiendo—. No te preocupes. Cerraré.
—Gracias, Rae. Eres increíble. Nos vemos mañana. —Agarra su
bolso de debajo de la barra, coloca las llaves encima para mí y sale
corriendo por la puerta principal.
Agarro las llaves y me dirijo a cerrar las puertas delanteras detrás de
ella desde dentro. Luego me acerco a las bolsas de basura alineadas frente
al bar. No tengo prisa por volver a mi habitación de hotel. El lugar es una
mierda, pero es barato. De nuevo, bajo el radar. Acepta dinero en efectivo.
La señora de al lado siempre tiene visitas, y estoy bastante segura de que
por la forma en que su cama golpea la pared, le pagan por su tiempo.
Levantando dos de las bolsas, las llevo torpemente por la puerta
trasera hacia el callejón, hasta el contenedor. Las dejo en el suelo, abro la
tapa y las arrojo una a la vez. Lo cierro de golpe, doy una palmada para
quitar la suciedad y me doy la vuelta encontrando una figura frente a mí.
Saltando hacia atrás, grito.
—Oye, Rae —dice el chico de antes, de pie frente a la puerta,
bloqueando mi única entrada.
—Me asustaste —musito, con la mano sobre mi corazón acelerado—.
¿Qué... qué estás haciendo aquí?
—Te he estado esperando.
Me alejo un paso de él, mi espalda golpea el contenedor de basura que
huele mal. Hemos cerrado hace más de una hora. ¿Me ha esperado todo este
tiempo?
—Tienes que irte —digo y trato de esquivarlo, pero se mueve hacia
un lado, bloqueándome.
—Vamos. —Sonríe—. ¿De verdad crees que no sé quién eres?
Mi estómago da un vuelco, pero intento disimularlo.
—No sé...
—Eres Blakely Rae Archer.
Se me corta la respiración porque él sabe mi nombre completo. Mis
ojos se dirigen a su mano derecha, pero no veo el anillo que sé que lleva
Ryat con el escudo de los Lord. ¿Este tipo es miembro?
—¿Te envió Ryat? —pregunto, con voz temblorosa.
Su sonrisa se hace más grande.
Si esto es una prueba, siento que acabo de fallar.
—Solo dile que no me encontraste. Por favor...
Agarra mis hombros y me hace girar, presionando mi espalda contra
la puerta trasera del bar acercando su rostro al mío.
—¿Por qué iba a hacer eso?
—Por favor —ruego. No puedo volver. Lo he pensado, pero ya ha
pasado demasiado tiempo. Ryat me mataría. No tengo ninguna duda de que
he sobrepasado una línea que no se puede deshacer. Y supe en el momento
en que decidí huir que estaría huyendo el resto de mi vida. Pero eso era
mejor que la alternativa. Ryat, mi madre, mi padre, Matt, todos me
convirtieron en una mujer tonta. Una estúpida, una idiota que pensó que
podría valer algo.
—¿Qué harás por mí? —pregunta.
Trago el nudo en mi garganta.
—Tengo algo de dinero...
Él echa la cabeza hacia atrás, riendo.
—No quiero tu dinero, perra —espeta en mi rostro, haciéndome gemir
—. No, quiero lo que tiene Ryat. —Dando un paso hacia atrás, me da el
espacio suficiente para levantar mi rodilla, haciendo contacto con sus
testículos.
—Mieeeeeeeerda. —Doblándose, se agarra a sí mismo.
Me empujo de la pared para correr por el callejón. Pero una mano
agarra mi cabello y me tira al suelo.
—¡Suéltame! —grito, pateando, pero él cae y se pone a horcajadas
sobre mí, su peso me inmoviliza en el suelo desigual y frío. Llovió más
temprano esta noche, así que el agua empapa la poca ropa que llevo y mi
cabello.
—No hasta que consiga lo que me debe —gruñe, envolviendo ambas
manos alrededor de mi cuello y apretando.
Arqueo mi espalda, mis manos agarran sus antebrazos y mis labios se
abren, intentando respirar, pero él me está restringiendo el aire. Mis zapatos
golpean el hormigón y mi rostro late como un tambor. Mis ojos se llenan de
lágrimas, haciendo que su figura se vuelva borrosa.
—Voy a devolverte a él en malditos pedazos —gruñe, sacudiéndome.
Los puntos se apoderan de mi visión, mi pecho se agita en busca de
una bocanada de aire mientras mi cuerpo empieza a abandonar la lucha. Mis
manos caen sobre el hormigón a mi lado y mis ojos se vuelven pesados.
Justo cuando creo que estoy a punto de morir, alguien tira de su cabeza
hacia atrás y veo un cuchillo deslizarse por su garganta. La sangre sale a
chorros de la herida abierta, rociándome, y sus manos se aflojan lo
suficiente como para liberarme.
Tosiendo, me arrastro hacia atrás antes de que su cuerpo caiga al suelo
donde yo estaba acostada.
Tratando de recuperar el aliento, ahora mojada y cubierta de sangre,
miro al hombre que está de pie detrás de él, y mi estómago se revuelve. Es
mucho más aterrador que el hombre que acaba de intentar matarme.
Ryat Alexander Archer me ha encontrado.
Capítulo 38
RYAT
Miro hacia abajo, observando esos bonitos ojos azules que me miran
desde su trasero con absoluto asombro. Está tan hermosa como la recuerdo.
Su cabello es más oscuro, pero aparte de eso, se parece a la mujer de ojos
azules y rostro de muñeca Barbie con la que me obsesioné. La sangre ahora
cubre su camiseta blanca, su cuello y parte de su rostro. Me gusta cómo se
ve, realmente resalta sus ojos y sus labios pintados de rojo.
Está sentada en el suelo, y sus grandes tetas rebotan mientras jadea,
intentando recuperar la respiración después de que el hijo de puta la
asfixiara hasta casi matarla.
Si alguien la mata, seré yo. Tengo ese privilegio. Ella es mi esposa.
Yo decido cuándo termino con ella, y mi polla metida dentro de mis
pantalones me recuerda que aún no he llegado a ese punto.
Levanto el cuchillo en mi mano y paso la hoja por mis jeans,
limpiando su sangre de ambos lados en mi muslo.
Ella retrocede un poco más, poniéndose de pie. Se da la vuelta para
correr, pero Prickett y Gunner se sitúan al final del callejón, bloqueando su
salida. Me mira y luego se precipita dentro del bar por la puerta trasera.
—Gunner, ocúpate de las cámaras de seguridad —digo, y él asiente
—. Prickett, tú vienes conmigo.
Abro la puerta trasera y paso al interior, sabiendo que no hay ningún
lugar para que ella pueda escapar de aquí. Ya cerramos con cadenas las
puertas delanteras desde fuera. El sonido del traqueteo me hace sonreír. Al
menos entiende la gravedad de sus actos.
Nos mira por encima del hombro, su cabello golpea su rostro. Y
comienza a correr, pero Prickett la agarra y la arroja encima de una mesa,
donde rueda de lado al suelo, llevándose un par de sillas.
Acostada boca abajo, deja escapar un gemido mientras intenta
levantarse lentamente sobre sus manos y rodillas. Pero Prickett la levanta de
un tirón, inclinándola sobre el costado de la mesa y tirando de sus brazos
detrás de su espalda con una mano. Mete la otra mano en su bolsillo trasero
para sacar las esposas. Ella empieza a recuperar algo de fuerza y comienza
a gritar mientras lucha contra él, pero él las asegura y las aprieta con fuerza
para hacerla gritar.
Camino hacia la mesa y recojo una de las sillas que se cayó.
Girándola, me pongo a horcajadas sobre ella, colocándome justo en frente
de donde su cabeza cuelga del borde. Prickett sigue de pie detrás de ella,
con el antebrazo en su espalda, presionándola contra la superficie de
madera.
Levantando el cuchillo, lo presiono suavemente contra su frente, y su
cuerpo se pone rígido. Lentamente lo paso por un lado de su rostro,
apartando el cabello para poder mirarla a los ojos. Los cuales me miran
fijamente.
—Hola, Blake —digo cariñosamente.
—Solo jodidamente mátame —suelta entre dientes apretados.
Inclino la cabeza hacia un lado, pasando el cuchillo por debajo de la
punta de su barbilla, y presiono la piel, obligándola a inclinar más la cabeza
para no cortarse.
—¿Por qué iba a hacer eso? Te amo.
Ella resopla ante la mentira, la acción hace que los mechones de
cabello suelto se arremolinen alrededor de su rostro.
Quitando el cuchillo de debajo de su barbilla, lo bajo un poco, y
rebusco en mi bolsillo para recuperar su anillo de bodas.
—Pensé que querrías recuperar esto. —Lo pongo delante de su rostro.
—Lo único que quiero es el divorcio. —Muestra sus bonitos dientes
blancos. La mesa traquetea cuando comienza a luchar contra el agarre de
Prickett.
Había olvidado lo mucho que disfrutaba de esta faceta de Blakely. Las
cosas se estaban poniendo demasiado cómodas entre nosotros antes de que
se fuera. Ya sabes, aceptando esos sentimientos y todo porque se veía
impresionante en un vestido. Menos mal que estamos de vuelta en el
camino ahora.
—Hasta que la muerte nos separe, Blake. Y no estoy listo para
matarte todavía.
Ella empieza a luchar con más fuerza, pero él la mantiene
inmovilizada. Quita el antebrazo de su espalda y se coloca sobre ella,
agarrando su cabello con las manos y tirando de su cabeza hacia arriba. La
acción la obliga a gritar y yo aprovecho para sacar las dos pastillas de mi
bolsillo y meterlas dentro de su boca antes de taparla con mi mano.
Su cuerpo se agita y me levanto de la silla, pateándola fuera de mi
camino. Me agacho frente a ella y coloco la otra mano alrededor de su
delgado cuello, sujetándola, pero sin restringirle el aire.
Mi rostro está a centímetros del suyo, y veo cómo sus ojos comienzan
a llenarse de lágrimas mientras intenta sacudir la cabeza.
—No importa si las tragas o se disuelven, Blake. El resultado es el
mismo.
Parpadea, lo que hace que las lágrimas se derramen por sus mejillas
hasta mi mano, manchadas con la sangre del tipo que maté en el callejón.
Sus fosas nasales se ensanchan antes de tragarlas con mi mano alrededor de
su cuello.
—Esa es mi buena chica —alabo, y ella gime.
Retiro ambas manos y le hago un gesto a Prickett. Él también suelta
su cabello y se aparta de ella, alejándose para ir a ayudar a Gunner, ya que
nos iremos pronto.
Enderezándome, la hago rodar sobre su espalda, sujetando sus brazos
esposados debajo de ella. Aparto el cabello de su rostro ensangrentado y
lleno de lágrimas. Parpadea y sus ojos se vuelven pesados.
—Te odio —susurra.
—Lo sé —digo, pasando mis dedos por su cuello, luego por su pecho
hasta su vientre expuesto. Ha perdido algo de peso. Me hace preguntarme
cuánto ha renunciado para evitar esta situación—. Pero tampoco me
importa.
Gimiendo, aparta la vista de mí para mirar al techo, parpadeando
lentamente mientras nuevas lágrimas se deslizan por un lado de su rostro.
—¿Cómo? —sorbe la nariz antes de lamer sus labios.
Sonrío, mis nudillos rozan sus lágrimas.
—Te lo dije... no puedes huir de mí. —Me inclino y beso su mejilla,
saboreándola. Joder, la he extrañado. No he dormido mucho desde que se
fue, pensando en lo que le haría una vez que la volviera a ver. Ahora que la
tengo, quiero atarla a mi cama y recordarle cuánto le encanta que la posea
—. Siempre te encontraré.
Cuando cierra sus pesados ojos esta vez, no se abren. Su cuerpo se
relaja y su respiración se estabiliza. Tiene marcas en el cuello del bastardo
que intentó matarla. La poca ropa que lleva está mojada con salpicaduras de
sangre. Se la arrancaré y la quemaré.
Coloco mis brazos debajo de ella, levantando su cuerpo inerte de la
mesa justo cuando Prickett y Gunner salen por la parte de atrás.
—Vamos —ordeno.
BLAKELY
Me incorporo, jadeando. Coloco la mano sobre mi pecho y me doy
cuenta de que ya no llevo el uniforme, sino una camiseta de gran tamaño.
Mis ojos se mueven sin rumbo, viendo que estoy en una cama. Una que
conozco demasiado bien. El olor de su colonia que persiste en la habitación
es como una nube de humo que me asfixia.
¡Él me trajo de vuelta! El pensamiento es paralizante. Fracasé.
Aunque hice todo bien, me las arreglé para que me atraparan.
—Buenos días, señora Archer.
Mi cabeza se inclina hacia la izquierda y veo a Ryat de pie en la
puerta de su baño contiguo dentro de su habitación en la casa de los Lords.
Aparto las sábanas y salgo de la cama. Mis piernas temblorosas me hacen
caer sobre su cómoda, haciéndola sonar.
—Aléjate de mí —advierto, con voz rasposa por el hombre misterioso
que me asfixio y por lo que Ryat me obligó a tragar. Mi mente todavía está
un poco confusa, pero entiendo que estoy en peligro.
Se ríe y se mete las manos en los bolsillos delanteros de sus jeans,
luciendo un poco fresco y sereno mientras se apoya contra el marco de la
puerta.
—Eso será difícil ya que estamos casados, Blake.
—Te dije que quiero el divorcio —gruño.
Se aparta del marco de la puerta y yo corro hacia la puerta del
dormitorio, pero él es más rápido, mi cuerpo aún está débil, lo que le da
ventaja para ponerse delante de mí. Levanta su mano e inclino la cabeza,
gimiendo, con manos temblorosas.
—Shh —dice, tocando suavemente mi rostro, obligándome a mirar
hacia él—. No voy a hacerte daño, Blake.
—Sí, lo harás. —Respiro con dificultad. Al principio me prometió
que lo haría. Resulta que tenía razón, y me gustó.
—¿Eso es lo que quieres? —pregunta, sus ojos examinan los míos y
trago nerviosamente. Había olvidado lo intensos que pueden ser—.
¿Quieres que te castigue?
—No —susurro, pero mi corazón se acelera al pensarlo. Mi cuerpo
sabe de lo que es capaz, y jodidamente lo ha extrañado.
—¿Estás segura? —Su mano abandona mi mejilla, bajando por el
centro de mi pecho por encima de la camiseta—. Mi polla te ha extrañado,
pequeña. —Se inclina, besando tiernamente mi frente, y contengo la
respiración—. ¿Me ha extrañado mi coño?
—No —miento, mis muslos se tensan al pensar en él entre mis
piernas. Incluso cuando estaba aterrorizada de que me encontrara, todavía
soñaba con él.
Veía su rostro, escuchaba su voz y sentía su cuerpo sobre el mío. Lo
imaginé encontrándome, secuestrándome y follándome, tal como lo hicimos
con mi fantasía de sexo forzado, pero nunca se lo diré.
Frunce el ceño.
—Es una pena. —Las yemas de sus dedos rodean mi pezón, haciendo
que se endurezca al tocarlo a través de la camiseta, y me doy cuenta de que
me ha quitado el sujetador. Una vez satisfecho con la respuesta de mi
cuerpo, toma un puñado de mi cabello y tira lentamente de mi cabeza hacia
atrás—. Pero para que lo sepas... —Se inclina acercando sus labios a mi
oreja y susurra—: Te pondrás de rodillas y abrirás la boca. Abrirás esas
piernas suaves y sexys para mí. Y yo tomaré ese culo. —Se aparta, y sus
ojos verdes se oscurecen mientras se clavan en los míos, haciendo que mi
pulso se acelere—. Me follaré a mi esposa. Cuando y como quiera.
Trago el nudo en mi garganta ante su amenaza mientras mi coño
palpita. ¡Estoy jodida!
Se aparta.
—Y por mucho que quiera recordártelo ahora mismo, llegamos tarde.
Tenemos una reunión. —Agarrando mi mano, me saca de la habitación y
por el pasillo. Entramos en un ascensor y pulsa la letra B para ir al sótano.
Aparto mi mano de la suya cuando se cierran las puertas. Me sorprende que
permanezca en silencio. Supuse que me arrinconaría aquí, pero tal vez ya
dijo todo lo que quería decir.
—¿Dónde está el uniforme que llevaba? —pregunto.
—Lo quemé —responde, sin molestarse en mirarme.
Hijo de puta...
La puerta se abre, entramos en un pasillo y nos dirigimos hacia una
puerta cerrada. Abre la puerta y se hace a un lado para permitirme entrar. Al
entrar, me detengo. Mis piernas no pueden llevarme más lejos. Mi padre
está sentado en una silla con un hombre que no conozco a su lado.
—Blakely —gruñe mi nombre y se pone en pie.
Me doy la vuelta para salir, pero Ryat me empuja hacia el interior de
la habitación, cerrando la puerta detrás de él y encerrándome.
—¿Tienes idea de lo que has hecho? —grita mi padre, caminando
alrededor de la larga mesa.
—¿Yo? —jadeo, señalando con un dedo mi pecho—. Me vendiste.
Él resopla.
—No acepté ni un centavo por ti.
Frunzo el ceño.
—Pero Matt...
—Matt estaba enfadado porque Ryat anunció tu matrimonio. Habría
dicho cualquier cosa para que te fueras —añade el hombre que permanece
sentado. Parece mucho más tranquilo que mi padre, lo que me hace
preguntar quién es y por qué está aquí.
No. Matt no solo fue convincente, las cosas que dijo tenían sentido.
Como piezas de un rompecabezas que encajaron. Pero para asegurarme, me
doy la vuelta para mirar a Ryat.
—¿Así que no ofreciste dinero por mí?
Se apoya en la puerta cerrada como para bloquearla en caso de que
intente huir. Cruzando los brazos sobre su pecho, responde:
—No. Lo hice.
Me quedo con la boca abierta. Mierda, lo sabía.
—No soy una puta, Ryat.
No dice nada, pero mi padre no ha terminado.
—Siempre supe que Matt era un lamentable pedazo de mierda. Es por
eso que obligué a Ryat a elegirte como su elegida.
Parpadeo. No acaba de decir lo que yo creía.
—¿Tú qué...? —Vuelvo a mirar a Ryat y, una vez más, no dice nada.
Solo me mira fijamente como cuando estaba tirada en el pasillo después de
chocar con él. Amenazante e indiferente al mismo tiempo. Ese Ryat
juguetón y despreocupado de nuestra noche de bodas ya no existe. De
vuelta a los negocios. Para él solo soy una maldita orden.
—Pero él eligió casarse contigo —escucho que añade mi padre.
—¿Qué? —Doy un paso atrás, para poder verlos a los dos al mismo
tiempo. Me duele la nuca, probablemente porque Prickett me inmovilizó
sobre la mesa. Estoy cansada de mirar a mi padre y a mi esposo—. Haces
que parezca que debería estar agradecida —le digo a mi padre. ¿Qué espera
que haga? ¿Qué me ponga de rodillas y dé las gracias a Ryat por casarse
conmigo para no tener que pasar mi vida con Matt? Ahora mismo, estoy
intentando ver cómo Ryat es mejor. ¿Por qué tenía que ser uno o el otro?
—Deberías —exige, acercándose a mí.
Una mano agarra la parte superior de mi brazo, soy empujada hacia
un lado y golpeo un cuerpo duro antes de que Ryat ponga su brazo
alrededor de mis hombros.
Mi padre deja escapar un largo suspiro.
—No voy a ponerle las manos encima como hizo mi eposa.
Parpadeo, tratando de seguir el cambio de tema.
—¿Cómo sabes eso? —Ryat tuvo que haberle informado de lo
sucedido. Es la única otra persona que lo sabe.
Mi padre agita una mano, restándole importancia.
—Ahora que has vuelto, tenemos mierda de la que ocuparnos —
afirma.
—¿Cómo qué? —pregunto, con el pulso acelerado. ¿Qué es lo que
hay que hacer?
—Hay que iniciarte.
Esa palabra hace que se forme un nudo en mi estómago.
—¿Qué quieres decir? —pregunto lentamente, alejándome de Ryat.
Afortunadamente, me suelta.
—Quiero decir que Ryat va a ser poderoso...
—Sí, sí, un juez de renombre en Nueva York —interrumpo—. ¿Pero
qué tiene que ver eso conmigo?
El otro hombre se levanta de su asiento.
—¿Quién te dijo eso? —exige, con los ojos clavados en los de Ryat
por encima de mi hombro.
—Matt —respondo.
El silencio cubre la habitación, haciendo que mi respiración se
acelere. ¿Se supone que no debía saberlo? Si es así, qué harán ahora que
saben que lo sé.
—No se lo dije a nadie —añado rápidamente—. Ryat ni siquiera sabía
que yo lo sabía.
—¿Eso es cierto? —le exige el hombre a Ryat.
—Sí —gruñe.
¡Mierda! ¿Ahora está aún más enfadado conmigo? ¿Se suponía que
tenía que decirle lo que sabía?
—¿Por qué... por qué es un secreto? —pregunto.
El hombre toma asiento, mirándome ahora.
—De todos modos, las Ladies tienen diferentes escalafones, al igual
que los Lords —continúa, ignorando totalmente mi pregunta—. Tú estarás
lo más alto posible. Una Lady siempre está a la altura de su Lord.
Levanto mis manos y froto mis sienes, cerrando los ojos durante un
breve segundo.
—Estoy jodidamente cansada, y un poco lenta por estar drogada. —
Mis ojos se abren—. Entonces, ¿Alguien puede explicarme qué está
pasando en lugar de hablar con acertijos? —espeto. ¿Qué mierda es una
Lady? ¿Y qué tiene que ver con que Ryat sea un Lord?
—Recibirás un mensaje de texto en el que se te dará un nombre, un
lugar y una hora —comienza mi padre—. Estas serán las órdenes de tu
iniciación.
Resoplo.
—¡No me uniré a esta sociedad secreta! —Han perdido la maldita
cabeza—. No quiero tener nada que ver con los Lords.
El otro hombre se pone en pie de un salto.
—Harás lo que te digamos...
—Déjenos solos —interrumpe Ryat al hombre.
El tipo sale furioso, pero mi padre se toma su tiempo. Se acerca a
nosotros y pone la mano en el hombro de Ryat.
—Espero que sepas lo que estás haciendo. —Luego se marcha.
—¿Qué está pasando, Ryat? —exijo en el momento en que la puerta
se cierra detrás de ellos—. Y no me mientas.
Aparta una de las sillas de cuero negro de la mesa y me hace un gesto
para que me siente. Poniendo los ojos en blanco, me siento en ella. Ryat
retira la que está a mi lado y la gira para que estemos de frente. Se inclina
hacia delante y apoya los codos en las rodillas.
—Ya estamos casados, Blake —me recuerda—. Si no te inicias, te
destituyen como Lady.
Mis ojos se agrandan.
—¿Podemos divorciarnos? —Quizá haya esperanza después de todo.
—¡No! —espeta, haciéndome saltar. Baja la cabeza y pasa las manos
por su cabello. Una clara señal de que se está enfadando conmigo.
Me tomo un segundo para mirarlo bien y veo lo cansados que parecen
sus ojos verdes. Me pregunto si habrá perdido el sueño como yo. Me
pregunto si habrá pensado en mí como yo en él.
—No lo entiendo. —Suavizo mi voz—. Acabas de decir...
—O matas o te matan —gruñe, interrumpiéndome.
Me río, pero me detengo cuando me mira fijamente.
—Esto tiene que ser una broma, ¿no?
—¡No hay manera de evitarlo! —grita, poniéndose en pie de un salto.
No puede hablar en serio. Todavía debo estar bajo los efectos de la
droga. Tal vez estoy teniendo una pesadilla. O posiblemente esté
alucinando.
—No puedo...
—Sí, puedes. —Asiente con la cabeza—. Sabía lo que tendrías que
hacer al entrar en esto.
—¿Cómo pudiste? —susurro, sintiendo un nudo en la garganta. Fui
un encargo que él trató de comprar. ¿Y ahora soy una Lady que tiene que
matar a alguien?
—Todos hacemos sacrificios para conseguir lo que queremos —
afirma.
Me pongo de pie con las piernas temblorosas y mis manos cerradas en
puños a mis costados. Al acercarme a él, me mira, sus ojos verdes son lo
más fríos que he visto nunca. Me hace darme cuenta de lo buen actor que
fue y de lo estúpida que soy.
—¡Lo que pareces no entender es que ya no quiero ser tu esposa,
Ryat! Y no quiero unirme a tu estúpida sociedad secreta. Así que no, no
quiero sacrificar nada por ti porque no quiero estar contigo. —Mi corazón
martillea en mi pecho mientras la sangre se precipita en mis oídos ante la
mentira. No puedo dejar que vea lo mucho que lo he extrañado. Sentí algo
por él la noche de la ceremonia, pero luego Matt lo jodió todo con lo que
me dijo. Yo también lo odio. Quizá Sarah tenía razón: era mejor estar en la
oscuridad.
Tomando mi rostro entre sus manos, suspira pesadamente.
—Nada de eso importa, Blake.
Capítulo 39
RYAT
BLAKELY
Vuelvo a vestirme con la camiseta y los pantalones cortos de algodón
antes de salir del dormitorio y caminar por el pasillo para encontrar a Ryat
sentado en el sofá, a mi padre en un sillón reclinable y a ese hombre de la
casa de los Lords en el de enfrente.
Mirando a Ryat, me acerco al sofá, pero elijo sentarme en el otro
extremo. Mi enfado por él vuelve a ser de diez.
—¿Problemas ya? —pregunta el hombre, con diversión en su voz.
—¿Quién diablos eres tú? —exijo, cruzando los brazos sobre mi
pecho. Estoy enfadada por haber perdido la batalla contra Ryat. Lo desafié,
pensando que podía ganar, y aun así el bastardo me ganó.
—Blakely…
—No, está muy bien —interrumpe mi padre—. Una Lady necesita
tener algo de fuego en ella para tener éxito. —Sus ojos se deslizan hacia
Ryat.
Trago saliva con nerviosismo ante esas palabras. Olvidé que tengo
que demostrar mi valía ante los Lords no solo ante mi esposo. Tengo la
sensación de que van a ser mucho más difíciles de convencer que el hombre
al que me folle.
—Me llamo Abad Archer —anuncia con orgullo, y mi estómago se
hunde.
Mieeeeerdaaa.
—Y soy tu suegro. —Se levanta del sillón y camina hacia mí. Lo
miro a través de mis pestañas, se acerca y toma mi mano izquierda.
Contengo la respiración cuando pasa su pulgar por mi anillo de bodas—.
Supongo que no firmaste los papeles.
—¿Qué? —Mis ojos se agrandan—. ¿Cómo...?
—Los arrojó a la chimenea —responde Ryat, interrumpiéndome.
Mi cabeza se gira hacia él, sentado en el otro extremo del sofá, pero
está escribiendo algo en su celular.
—Bien —elogia Abad.
Vuelvo a mirar hacia él.
—No entiendo...
—Has pasado tu primera prueba de iniciación. —Mi suegro asiente
una vez, soltando mi mano, da una palmada en mi muslo desnudo.
¿Primera prueba de iniciación? ¿Pensé que iba a recibir un mensaje
de texto con un nombre, hora y dirección? Nadie dijo que me harían varias
pruebas. ¿Cuántas pruebas habrá? Ryat dijo que los arrojé al fuego. Lo hice,
pero él ya se había ido.
—¿Cómo...? —Me detengo, tratando de reconstruir todo lo que había
sucedido en las últimas veinticuatro horas. Pensé que mi mente estaba
despejada, pero obviamente estaba equivocada. Miro alrededor de la gran
sala de estar y por las ventanas del suelo al techo que muestran la noche
oscura. Debe tener cámaras aquí. Por supuesto que las tiene. Debería
haberlo sabido. Matt dijo que siempre están vigilando. Inventó esos papeles
y se peleó conmigo. Necesitaba una estrategia de salida y una vez que se
fue, se sentó en algún lugar y me observó.
—Me tendiste una trampa —le digo a Ryat, girando mi cuerpo en el
sofá para enfrentarlo.
Sigue escribiendo en su teléfono. Acercándome, se lo arrebato de las
manos y lo arrojo al otro lado de la habitación. El sonido que hace al
golpear el vidrio llena la habitación, y espero secretamente haber roto el
maldito aparato. Sus ojos se entrecierran sobre los míos.
—Blake...
—Estoy jodidamente hablando contigo. ¡Lo menos que puedes hacer
es fingir que escuchas! —espeto.
—Oh, me gusta ella. —Escucho al señor Archer susurrarle a mi
padre.
Me pongo de pie, mirando a Ryat.
—Entonces, todo lo que me dijiste antes en la habitación era mentira
—¿Cómo se supone que voy a saber lo que es verdad?
Su mandíbula se tensa y sus fosas nasales se ensanchan.
—Me engañaste. Me hiciste creer que querías el divorcio. ¿Y si los
hubiera firmado? —¿Entonces qué? Eso habría sido considerado un fracaso.
¿Habría llegado a casa y me habrían matado en ese momento?
—No lo habrías hecho. —Resopla, como si fuera imposible para mí
alejarme de él. Supongo que el hecho de que los haya quemado le da la
razón.
—¿Y si lo hubiera hecho, Ryat? ¿Entonces qué? —grito.
Él da los dos pasos, acortando la distancia. Extiende la mano, coloca
sus dedos debajo de mi barbilla y pasa su pulgar suavemente por mis labios
entreabiertos.
—Si pensaste por un segundo que dejaría que te alejaras de mí,
entonces tengo que recordarte quién soy... otra vez. —Una sonrisa tira de la
comisura de sus labios.
Mi respiración se acelera y me alejo. El tacto y las palabras se sienten
demasiado íntimos para nuestra audiencia. Sobre todo, porque son nuestros
padres.
—Pero tú los firmaste —argumento.
—Tuve que hacerlo —gruñe, dándome la espalda—. Fue una orden
de los Lords...
—¿Los Lords? —suelto una carcajada áspera—. ¿Hasta cuándo van a
controlar nuestra vida, Ryat? —digo bruscamente, y se gira para mirarme
—. ¿Eh? ¿Qué harás cuando te digan que me dejes?
—No lo harán. —Niega con la cabeza.
—¿Cómo lo sabes?
—¡Porque no lo harán! —grita.
—¡No lo creo! —grito—. Y tu lealtad está con ellos. No conmigo.
—Blake. —Suspira, pasando una mano por su cabello—. No sabes de
lo que estás hablando.
—Ponme a prueba —digo, extendiendo mis manos ampliamente.
Acabemos con esto ahora mismo. Puede hacerme una prueba de los Lords,
y cuando la apruebe, todo esto habrá terminado.
—No puedo —gruñe con los dientes apretados—. No de esa manera.
—¿Hablas en serio? —digo con brusquedad—. Todo ha sido una puta
prueba desde el momento en que me encontré contigo en el pasillo de
Barrington, y de repente, no puedes. Eso no tiene ningún maldito sentido,
Ryat.
—Las cosas han cambiado.
—¿Qué diablos ha cambiado? Porque todo parece ser el mismo jodido
juego. —La habitación se queda en silencio después de mi arrebato. Me
dejo caer de nuevo en el sofá. Apoyando los codos en mis rodillas, entierro
mi rostro entre las manos y respiro profundamente—. ¿Cómo se supone que
voy a probarte mi lealtad si no me confías tus secretos? —Levanto la vista y
ahora está de pie frente a las ventanas. Agachándose, toma su celular y
luego mete sus manos en los bolsillos de sus jeans.
—Hay un...
—¡No! —interrumpe su padre, dándose la vuelta.
—¿Qué pasa? —Me pongo en pie.
—No es nada —espeta Ryat.
—Estás mintiendo. Y una vez más me ocultas algo.
—¡No voy a arriesgar tu vida! —grita, su rostro se pone rojo.
Respirando profundamente, me acerco a él.
—Lo haces por los Lords. ¿Por qué debería aceptarlo yo y tú no?
—Porque yo elegí esta vida, Blake —gruñe.
—Y luego yo te elegí a ti cuando quemé los papeles del divorcio. Así
que estoy en el medio...
—Ya no —me interrumpe—. Harás tu última iniciación porque yo
estaré allí para asegurarme de que todo transcurra sin problemas, luego
habrás terminado. Serás una Lady y mi esposa. Eso es todo.
Ese no es el final. Ni siquiera cerca. Está en esto de por vida, y me
asusta saber que tienen tanto control sobre él.
—Pero los Lords aún te llamarán para que hagas trabajos para ellos.
—Para eso me inscribí —acepta.
Eso me pone aún más nerviosa por nuestro futuro.
—¿Y qué pasa con lo que yo quiero?
—Te lo dije antes, y te lo diré de nuevo, eso no importa. —Esta vez,
sus ojos parecen suaves, casi arrepentidos, como si le doliera decirme eso.
Me doy la vuelta y miro a mi padre, con la esperanza de que pueda
ayudarme de alguna manera.
—Papá...
Levanta la mano, deteniéndome, y mis hombros se hunden.
—Me temo que tiene razón, princesa. No te pondré en peligro más de
lo que ya has estado. Todo esto comenzó por mi culpa, y terminará por mi
culpa.
Mi respiración se acelera.
—¿Qué significa eso?
Mira a Ryat.
—¿Puedo hablar contigo en privado?
—No —respondo por él—. No puedes.
—Claro. —Ryat me ignora y abre la puerta corrediza de vidrio—.
Salgamos.
Estoy a punto de correr detrás de él, pero el señor Archer me detiene.
—Debo decir que tenía mis dudas sobre ti.
Me doy la vuelta para verlo relajado en el sillón reclinable. Su tobillo
derecho está apoyado en su rodilla izquierda.
—Nunca fui un admirador de Cindy. —Se encoge de hombros—. Por
eso no discutí cuando dijo que te quería a ti.
Ante la mención de su nombre, miro alrededor de la habitación para
ver que ya no está aquí. ¿Dónde está ella? ¿Se despertó y logró liberarse
mientras Ryat y yo teníamos sexo en el dormitorio? Eso me lleva a otro
pensamiento. ¿Por qué Ryat parecía tan sorprendido de verla aquí cuando
regresó si obviamente me había visto quemar los papeles del divorcio?
—¿Dónde está ella? —pregunto, dando vueltas en círculo,
buscándola.
—¿Quién? —pregunta, ladeando la cabeza, pensativo.
—Cindy.
—¿Cómo voy a saberlo? —pregunta, encogiéndose de hombros.
—¿Es otra prueba? —Trago saliva con nerviosismo.
Se levanta del sillón y se endereza la chaqueta de su traje.
—Creo que necesitas descansar, Blakely. Han pasado muchas cosas
últimamente.
Odié tener que forzarla con los papeles del divorcio. Nunca se lo
diría, pero una parte de mí pensaba que los firmaría. Estaba enfadada
conmigo, y los Lords lo sabían. Querían ponerla a prueba, y no podía
decirles que no. Ella tiene que demostrarme su lealtad al igual que yo tuve
que demostrárselo a ellos. Así que, dije las únicas cosas que me hicieron
pensar que ella querría pelear conmigo. Necesitaba hacerla enojar.
A Blakely le gusta la lucha. Necesitaba que ella encontrara su valentía y se
enfrentara a mí.
Después de salir furioso de la casa, conduje un kilómetro por la
carretera y me detuve, observándola en mi celular por las cámaras en la sala
de estar. No puedo explicar lo orgulloso que me sentí de ella cuando la vi
arrojar esos papeles al fuego con determinación. Fue más un “Haré que me
ames” en vez de un “Te amo”, pero lo aceptaré.
Honestamente, no estoy seguro de lo que habría hecho si ella los
hubiera firmado. Pero estaba le diciendo la verdad cuando dije que nunca la
dejaría ir. Probablemente los habría tirado al fuego, quemando cualquier
evidencia de su firma.
Después de presenciar cómo les prendía fuego, dejé de mirar y me
dirigí a Blackout. Tenía que reunirme con Ty. Ese es un nuevo tema que
tengo que tratar.
—Ryat —susurra nerviosa.
—Dime.
Sus manos se acercan a mi camisa y agarra el material.
—No tienes ningún problema en obligarme a demostrar mi valía ante
los Lords, pero no me permites demostrártelo a ti.
—Ya lo has hecho —digo, pasando mi mano por su largo y oscuro
cabello, sintiendo lo suave que es.
Su rostro se decae y mira el suelo. Me alejo de ella y me doy la vuelta
para tomar una ducha cuando sus palabras me detienen.
—Sabía que no te habías acostado con ella.
Me giro y la miro.
—¿Cómo lo sabes?
Ella respira entrecortadamente.
—Porque no te pareces en nada a Matt.
—Tienes razón —gruño—. No lo soy.
Se acerca a mí y envuelve sus brazos alrededor de mi cuello,
atrayéndome hacia ella.
—Ahora es tu oportunidad, Ryat. De demostrarme cuánto confías en
mí.
Aparto la vista de ella y la dirijo a los grandes ventanales que dan al
patio trasero y al bosque, sabiendo que esconden mis secretos.
—¿Y si no puedes soportarlo? —pregunto, mis ojos vuelven a los de
ella—. No puedes decidir marcharte si ves algo que no te gusta —digo con
sinceridad. No lo permitiré.
—¿Quién dijo que me iré? —pregunta, ladeando la cabeza—. ¿No
preferirías tener una esposa que sepa quién eres realmente y decida
quedarse que una que finja que eres otra persona?
Dejando escapar un largo suspiro, pienso en sus palabras. Tiene
razón. Prefiero que sepa quién soy. Un Lord es poderoso, pero también está
solo en un mundo lleno de hombres. Las elegidas solo conocen el sexo y las
fiestas. Las Ladies conocen más, pero todavía muy poco. Sin embargo, la
mayoría prefiere estar en la oscuridad. Mi padre nunca le ha ocultado a mi
madre quién es, pero la he visto salir de la habitación, negándose a escuchar
una conversación que él mantenía con otra persona. No la culpo por eso. A
algunos simplemente no les interesa saber qué clase de maldad camina por
la tierra.
A Cindy le habría pasado lo mismo, quería estar en la oscuridad. Lo
único que le habría importado era el poder y el estilo de vida que mi fortuna
podría habernos proporcionado. Por eso no la quería.
¿Pero Blake? Me gusta que quiera formar parte de mi mundo. Aunque
nunca permitiré que se acerque demasiado. No puedo arriesgar su vida, pero
puedo compartir la mía con ella.
Decidido, asiento.
—De acuerdo.
Su rostro se ilumina y muerde su labio inferior para no sonreír, pero
no lo consigue.
—Pero... —añado—. Si en algún momento creo que no puedes
soportarlo, te haré retroceder.
—Eso es...
—Un trato. —La interrumpo antes de que pueda terminar el
argumento.
Poniendo los ojos en blanco, dice:
—Bien. Es un trato.
—Vamos —digo, tirando de ella hacia la puerta corrediza de vidrio y
bajando los escalones.
—Ryat, está muy oscuro ahí fuera —susurra como si alguien fuera a
escucharnos. El vecino más cercano está a cinco kilómetros.
—No pasa nada. Sé a dónde vamos. —Permanece en silencio
mientras nos adentramos en el bosque, recorriendo el camino que he hecho
durante años. Tomando mi teléfono del bolsillo, uso la linterna una vez que
las luces del porche trasero están demasiado lejos para encontrar la puerta
que se encuentra en la ladera de una colina delante de nosotros.
Me acerco a ella, tecleo el código y la abro.
—Cuida tus pasos —digo, permitiéndole entrar primero, pero
sosteniendo su mano. Cuando la puerta se cierra detrás de mí, la detengo y
enciendo la luz.
La luz ilumina la escalera que lleva al búnker. Esta vez, me coloco
delante de ella y bajo las escaleras con ella detrás de mí.
Una vez que llegamos al rellano, suelto su mano y enciendo la otra
luz para iluminar la habitación y me giro para mirarla. Ella se detiene y su
pequeño grito llena el gran espacio. Sus ojos, muy abiertos, observan la
pared del fondo: cadenas, cuchillos y pistolas cuelgan de ganchos y están en
estanterías. Hay una jaula a la derecha que actualmente está vacía. Pero la
silla en el centro de la habitación es lo que llama su atención. Cindy está
atada a ella con una capucha negra sobre su cabeza. Ella lucha con las
ataduras, y sus palabras murmuradas detrás de la mordaza que tienen poco
sentido.
Me apoyo en la mesa, cruzando los brazos sobre mi pecho, y observo
a mi esposa con atención. Sus ojos están enfocados en Cindy.
—¿Cómo...?
—Tu padre me ayudó a traerla aquí mientras te cambiabas —informo.
Ella tiene que entender que no soy el único que la protegerá. Lo dejó muy
claro cuando me habló en el porche trasero antes de que él y mi padre se
fueran.
Eliminar cualquier amenaza para su hija. No tuve ningún problema en
aceptar eso.
Se gira lentamente y sus ojos finalmente se encuentran con los míos.
—¿Todo esto es porque ella mintió sobre acostarse contigo?
Me abstengo de sonreír ante su inocencia. Esa era una de las razones
por las que no quería mostrarle esto. A veces, me gusta lo inocente que fue
cuando se encontró conmigo por primera vez.
—Esa fue su excusa para aparecer, Blake.
—Sabía que estaba mintiendo... pero no lo entiendo. —Lame sus
labios.
Me aparto de la mesa y me doy la vuelta para mirarla. Tomando el
bolso de diseñador negro, lo volteo boca abajo, vaciando el contenido.
—Esto es lo que ella trajo a nuestra casa.
Blake se acerca a mí y mira todo. Agarra una jeringa llena de líquido
transparente.
—Pero... ella dijo que estaba allí para verte a ti.
—Estaba allí para lastimarte.
Mirándome, frunce el ceño.
—¿Qué quieres decir?
—Compré esa casa hace dos años, Blake. Nunca he invitado a Cindy.
Ella quería hacerte creer que había estado allí varias veces conmigo, pero
era mentira. Su única intención era hacerte daño mientras yo no estaba.
Su ceño se frunce más y deja la jeringa.
—¿Entonces cómo supo dónde estaba?
Sonrío.
—Esa es una buena pregunta. Vamos a preguntárselo. —Me acerco a
la mujer, sentada en la silla, y quito la capucha de su cabeza.
Inmediatamente empieza a retorcerse. Tiene las manos atadas a cada
reposabrazos con una cuerda, y sus piernas están bien separadas, aseguradas
a cada pata con bridas. Arranco la cinta adhesiva de su boca.
Echando la cabeza hacia atrás, grita, haciendo que mis oídos zumben.
—Nadie puede escucharte —le digo.
Se inclina hacia delante lo mejor que puede para mirar a Blakely.
—Ayúdame. Por favor —suplica—. Él está jodidamente loco.
Blake la ignora y agarra el rollo de cinta adhesiva que estaba en el
bolso de Cindy.
—¿Qué ibas a hacer con esto? —pregunta.
—¿Me escuchaste? —grita Cindy—. Me va a matar. —Las lágrimas
corren por sus mejillas mientras tira desesperadamente de la cuerda.
Dejando la cinta, Blake toma la jeringa.
—¿Qué hay en esto?
—Maldita perra —sisea Cindy—. ¡Escúchame!
—Vamos a ver. —Blake se acerca y Cindy empieza a sollozar. Blake
se detiene y me mira—. ¿Importa dónde se la clave?
Me encojo de hombros.
—Lo dudo. —Probablemente sea un sedante de algún tipo. No veo
que Cindy tenga las habilidades de una enfermera para pinchar una vena.
Especialmente si Blake iba a estar luchando en ese momento.
—De acuerdo. —Blake clava la jeringa en la parte superior del brazo
de Cindy y su pulgar se cierne sobre el émbolo.
—Espera. Espera. Espera. Te lo diré —se apresura a decir—. Pero no
lo hagas. Por favor. Te lo diré. Cualquier cosa que quieras saber —dice a
través de las lágrimas que corren por su rostro.
—Te escucho —dice Blake, pero no retira la aguja del brazo de
Cindy.
—Matt me dijo dónde vives —grita ella.
—¿Cómo lo supo? —exijo—. Nadie ha estado aquí. —Blake fue la
primera persona que traje aquí, aparte de mi padre. Bueno, y ahora el señor
Anderson.
Ella sorbe su nariz.
—No me lo dijo. Solo sabía que la trajiste aquí cuando se suponía que
debías estar en Nueva York.
—¿Cómo diablos supo que no me quedé en Nueva York? —grito,
haciendo que se estremezca.
—No lo sé —gime ella—. Por favor, sácala.
Blake retira la aguja y Cindy se hunde en la silla, llorando
suavemente. Empiezo a caminar. ¿Cómo mierda supo que no me había ido?
¿Estaba...?
—Me estaba vigilando —dice Blake.
Me detengo.
—¿Qué quieres decir? ¿Qué te hace pensar eso?
Pone el tapón en la aguja.
—Aquella noche en la fiesta de la casa de los Lords, en tu habitación
me dijo que el fin de semana que volviste a casa antes de tiempo cuando se
suponía que estabas en Nueva York, habías bloqueado mis llamadas y
mensajes de texto entrantes de Sarah para que no fuera a la casa de
los Lords. —Sus ojos se encuentran con los míos—. ¿Qué pasa si él me
estaba vigilando y te vio regresar y traerme aquí?
Mis manos se cierran en puños al pensar en él vigilándola. Llegué a
casa para sorprenderla con su fantasía, pero ¿Y si no hubiera regresado?
¿Qué habría hecho él?
—Tuvimos sexo afuera. En el bosque —anuncia Blake con
nerviosismo—. Me enviaste un mensaje de texto para que fuera a buscarte
y…
—¿De qué estás hablando? —la interrumpo.
Mira a Cindy, que sigue llorando en silencio, y luego vuelve a
mirarme a mí.
—Cuando te llamé. Mentiste y dijiste que tenías que ir a Barrington.
—La parte de que te envié un mensaje de texto —digo.
Tragando, repite.
—Me enviaste un mensaje de texto después de la llamada. Me dijiste
que viniera a buscarte.
—Blake. —Me acerco a ella—. No, no lo hice.
—¡Sí, lo hiciste! —argumenta ella.
—Muéstrame —espeto.
Suspirando, señala las escaleras.
—Mi teléfono está en el dormitorio.
BLAKELY
¿Cómo podría olvidar ese mensaje?
—Vamos a buscarlo —gruñe, agarra mi mano y me conduce hacia las
escaleras.
—Fui yo —grita la suave voz de Cindy.
—¿Qué? —musita Ryat, haciéndola estremecerse.
Nos mira a través de sus pestañas acuosas.
—Fui yo. Matt estaba usando mi teléfono. Te envió un mensaje de
texto. Me dijo que Ryat había bloqueado su número en el de Blakely. Sus
llamadas y mensajes no eran recibidos, así que me pidió usar mi teléfono.
No sabía en ese momento lo que te iba a decir.
—No. —Sacudo la cabeza, negándome a creerlo—. Era Ryat.
—¿Cuál era el número? —exige, girándose hacia mí.
—Era... —Mi corazón martillea en mi pecho cuando me detengo.
—¿Qué era, Blake? —espeta. Agarra mis hombros y me mira
fijamente.
—Era un número bloqueado —susurro.
—¡Hijo de puta! —grita, alejándose de mí—. ¿Por qué diablos
pensarías que era yo?
—¿Quién más podría haber sido? —pregunto, lamiendo mis labios—.
Me habías enviado esa foto mía en la biblioteca antes. —Encogiéndome de
hombros, añado—: Dijiste que te habías ido, pero vi tu camioneta en el
camino de entrada. Luego, cuando fui a buscarte al bosque, vi que estabas
parado en el porche. —Sé que fue Ryat. Él fue quien me folló y me llevó
dentro de la casa. Se había quitado la máscara y nos duchamos. ¿Por qué
habría cuestionado el texto? —Pensé que estabas jugando.
—¡Hijo de puta! —grita y se gira hacia Cindy.
Ella se encoge en su silla, bajando la mirada. Él agarra su barbilla y la
obliga a inclinar la cabeza hacia atrás, haciéndola gemir.
—Sabías que él estaba aquí...
—No —grita ella, con lágrimas corriendo por su rostro—. Me pidió
usar mi teléfono en la fiesta de la casa de los Lords esa noche. Le pregunté
si podía ir con él, y me dijo que no, que estaría fuera hasta tarde pero que
me devolvería el teléfono por la mañana.
Su agarre se aprieta, y ella sorbe la nariz.
—Cuando me lo devolvió, miré y vi a quién le había mandado
mensajes. También había un vídeo...
—¿Qué diablos había en el vídeo, Cindy? —exige Ryat.
Con la cabeza inclinada hacia atrás en un ángulo extraño, se las
arregla para tratar de mirarme, y él grita en su rostro.
—¡Respóndeme!
—Un vídeo... de ustedes dos teniendo sexo en el bosque —solloza.
Aparta su rostro de un empujón y camina hacia la mesa, donde coloca
ambas manos sobre ella e inclina la cabeza. Su camiseta blanca se ciñe
sobre sus anchos hombros y su espalda, mostrándome sus músculos tensos.
Me quedo congelada donde estoy, tratando de entender lo que dice.
Matt nos vio tener sexo aquella noche en el bosque, pero ¿Y si vio algo
más? ¿Estaba sentado en el estacionamiento de mi complejo de
apartamentos cuando Ryat apareció y me secuestró? Tuvo que estar, ¿no? Si
no, ¿Cómo sabría dónde está la cabaña? Si es así, ¿Tiene un video de eso?
—No lo entiendo —susurro por encima de sus sollozos—. ¿Por qué
me diría que viniera a buscarlo, sabiendo que estabas aquí conmigo?
Nadie responde. En vez de eso, Ryat tira todas las cosas que están
sobre la mesa, y éstas rebotan en el suelo de cemento, haciéndola
estremecerse. El silencio se apodera de la habitación, y estoy bastante
segura de que ella está conteniendo la respiración en este momento.
Se da la vuelta lentamente, apoyándose de nuevo en la mesa.
Cruzando los brazos sobre su pecho, entrecierra sus ojos verdes hacia ella.
—Una oportunidad. ¿Cómo supiste que ella estaba aquí esta noche?
Ella agacha la cabeza, con sus hombros caídos en señal de derrota.
—Matt me llamó y me dijo que ella había regresado a la ciudad. Él
sabía que ustedes dos estaban en la casa de los Lords, y si iba a tener alguna
oportunidad contigo, ésta era.
—¿Qué significa eso? —él gruñe.
Ella levanta la cabeza, sus ojos llorosos le suplican que se apiade de
ella, pero incluso yo sé que no lo conseguirá.
—Quiero decir que iba a tener que deshacerme de ella. Pero no...
Él se aparta de la mesa y se acerca a ella.
—No, Ryat... —grita ella, su cuerpo se agita en la silla—. Por favor,
tienes que entender...
Él la silencia cuando camina detrás de la silla y envuelve la correa de
su bolso alrededor de su cuello. Tira de ella con fuerza, haciéndola luchar
en la silla, sus manos se cierran y abren. Sus caderas se levantan mientras
intenta luchar contra la correa que no le permite respirar.
Él se inclina, sus labios se acercan a su oreja mientras sus ojos verdes
se clavan en los míos. Mi respiración se acelera cuando él le susurra:
—Mira a mi esposa, Cindy. Quiero que ella sea lo último que veas.
Odio estar excitada en este momento. Que la parte más pequeña de mí
entienda que está dispuesto a derribar a cualquiera que quiera hacerme
daño. Debería sentirme mal por ella, pero no lo hago. Ella sabía que yo
estaba en su camino para conseguir lo que quería. Y ella iba a hacer lo que
fuera necesario para conseguirlo.
Una parte de mí no puede culparla. Yo haría lo mismo.
Su lucha se debilita, su rostro pierde el color y sus labios se vuelven
azules. Veo cómo sus ojos se ponen en blanco y su cuerpo se hunde
mientras él mantiene la correa en su lugar, quitándole la vida. La segunda
que sepa, por mí.
Quiero preguntar cuántos tienen que morir para que yo viva, pero
si Ryat me hiciera esa pregunta, diría que todos los que sean necesarios.
Quita la correa de su cuello y su cuerpo sin vida se desploma en la
silla. Caminando hacia la mesa, arroja el bolso sobre ella.
—Ve a la casa. Estaré allí en un minuto —ordena, de espaldas a mí.
—Me niego a seguir recibiendo órdenes tuyas, Ryat. —Consigo decir,
cuadrando los hombros. Mi esposo acaba de mostrarme quién es realmente.
Tengo que mostrarle quién soy yo.
Deja escapar un gruñido y se gira.
—Blake...
Me apresuro a acercarme a él, mis manos se dirigen a su rostro y me
inclino sobre las puntas de los pies, pegando mis labios a los suyos,
cortando cualquier tontería que estuviera a punto de decirme. No importa.
Hay situaciones donde las palabras tienen más impacto en alguien, y esta no
es una de ellas.
No duda. Sus manos agarran mis muslos y me levanta. Me hace girar
y deposita mi trasero sobre la mesa.
Alejándome, echo mi cabeza hacia atrás, y deja un rastro de besos por
mi cuello, mientras sus dientes se hunden en mi piel sensible, haciéndome
temblar.
—Ryat —murmuró.
—Joder, Blake —gime, rasgando mi camiseta, exponiendo mis
pechos para él—. Joder, eres perfecta. —Su mano agarra mi pecho
izquierdo y lo aprieta, haciéndome gemir—. Acuéstate —ordena, dándome
una palmada en el muslo, y esa es una orden que no me importa seguir.
Me acuesto de espaldas sobre la fría mesa de metal y me estremezco
cuando desliza mis pantalones cortos y ropa interior por mis piernas y lanza
las prendas por encima de su hombro. Separando mis piernas con las suyas,
da un paso hacia mí y baja la cremallera de sus jeans. Cuando saca su polla,
ya está dura, y mi mente se pregunta si es por Cindy o por mí. ¿Lo que le
hizo a ella lo excitó? ¿O es el hecho de que estoy excitada por lo que él
hizo?
—¡Tú, Blake! —gruñe Ryat—. Esto siempre se trata de ti. —Añade
como si leyera mi mente antes de empujar dentro de mí, abriendo mi ya
sensible coño para adaptarse a su tamaño, y grito. Su mano sube y se
envuelve alrededor de mi garganta, pero no me corta el aire.
—Todavía estás mojada por mi semen cuando te he follado antes —
afirma, mientras sus caderas chocan contra mí.
Mis manos caen sobre la mesa y las extiendo para agarrar el borde a
cada lado para mantenernos en nuestros lugares.
—Voy a llenarte de semen otra vez, Blake. Cada maldita vez tu coño
goteará, mojando tu ropa interior. Un recordatorio de que estuve allí y que
me perteneces.
Entiendo su necesidad de dominarme después de lo que Cindy le dijo
sobre que Matt me vigilaba. Diablos, por eso quería que hiciera lo que le
hizo a ella. Para recordarle que soy su esposa. Que no importa cuánto lo
desee, él me pertenece a mí. Pero no estoy en control de natalidad. No los
llevé conmigo cuando huí. Y me fui por tres semanas. Intenté recordárselo
antes en el dormitorio, pero no me dejó hablar.
—Ryat, yo no... —Su mano se aprieta alrededor de mi garganta, sus
dedos se clavan a ambos lados de mi cuello, esta vez cortando de nuevo mis
palabras y mi aire.
Él me mira, con una sonrisa en sus labios.
—Lo sé, Blake, y no me importa una mierda.
Gemiría si fuera capaz de hacerlo, pero su mano alrededor de mi
garganta lo impide. Acelera el ritmo y mis manos sueltan los bordes de la
mesa y mis ojos se vuelven pesados por la falta de oxígeno. Me dejo llevar,
dejándolo hacer lo que quiera conmigo. Le confío mi vida.
Empuja con tanta fuerza que mi cabeza cae por el borde y veo una
imagen invertida del cuerpo de Cindy desplomado en la silla. Su rostro
mojado por las lágrimas, y su cabello enredado. Su cuerpo comienza a
volverse borroso a medida que el mareo se apodera de mí.
Mis ojos se cierran y la sangre se agolpa en mis oídos, bloqueando el
sonido de sus gruñidos. Mi cuerpo flota, se eleva como un globo. Cada vez
más alto hacia el cielo. El dolor lo hace aún más placentero y la elección de
darle libremente el control.
Es adictivo, como imagino que sería una droga. Me siento mareada,
casi drogada. Mi coño se contrae a su alrededor, y él sisea cuando mi
cuerpo reacciona y me vengo sobre su polla. Esa ola de calor me invade y él
suelta mi garganta.
Tomando aire, comienzo a toser, pero eso no lo detiene. Siento un
torrente de sangre y la pérdida del poco enfoque que me quedaba. Me
penetra una vez más, y lo siento palpitar. Se viene dentro de mí, tal y como
dijo que iba a hacer.
Capítulo 42
RYAT
***
Conduzco por la carretera de dos carriles, los faros iluminan lo que
hay delante, cuando mi celular suena y lo agarro para revisarlo rápidamente.
¡Listo!
Exactamente lo que quería ver. Hice una llamada telefónica mientras
le pedí a Blake que preparara una maleta para nosotros. No vamos a volver
a la cabaña esta noche, posiblemente no por un tiempo. Salgo del texto
de Gunner y dejo el celular sobre mi regazo. Saliendo de la carretera
principal, giro hacia la puerta abierta.
—¿Qué estamos haciendo aquí? —pregunta Blake, sentándose más
erguida.
—Ocupándome de un asunto—digo vagamente. Pronto lo descubrirá.
La catedral está a la vista y me detengo en un lugar del estacionamiento.
Somos los únicos aquí en este momento—. Vamos. —Apago la camioneta.
Salimos, vamos a la parte trasera del vehículo y abro la puerta de
parte trasera.
—Toma esto. —Le entrego a Blake una pala. Luego tomo el cuerpo
envuelto en plástico y me lo lanzo sobre mi hombro—. ¿Estás bien? —
Mirando hacia ella, me aseguro de que no quiera salir corriendo o quedarse
aquí en lugar de seguirme.
Asiente en respuesta.
Acomodando el peso sobre mi hombro, empiezo a caminar lejos de la
camioneta y hacia el costado del edificio. Blake me sigue en silencio hasta
la parte de atrás. Pasamos por el lugar donde me la follé por primera vez
después de la ceremonia de votos y seguimos avanzando. Cuanto más nos
alejamos de la catedral, más oscuro está.
—Ya casi llegamos —le digo.
Al llegar a un viejo portón de hierro forjado, me detengo.
—Abre eso, por favor —Le pido.
Se apresura a pasar junto a mí, retira el candado roto y lo empuja para
abrirlo, el sonido chirriante hace que se estremezca, y rápidamente mira a
su alrededor como si alguien fuera a escucharlo.
Entramos en el cementerio y me dirijo a la derecha, donde sé que hay
un lugar. Dejo caer el cuerpo al suelo y busco la pala.
Blake me la entrega, sin decir nada, y empiezo a cavar.
BLAKELY
Ryat gruñe, empujando el extremo de la pala en el suelo y luego la
pisa, cavando una tumba. Solo tardé un segundo en darme cuenta de por
qué estamos aquí.
Mirando el cementerio, veo que la mayoría de las lápidas son iguales,
pequeñas, con nada más que un nombre y un apellido y las fechas de
nacimiento y muerte. Ningún amado padre, ni madre cariñosa... no se
menciona nada más como se suele ser. Algunas están completamente en
blanco.
—¿Qué es este lugar? —pregunto.
—Un antiguo cementerio —responde, metiendo de nuevo la punta
antes de tirar el exceso de tierra a un lado.
—¿Por qué la estamos enterrando aquí? —pregunto—. ¿No tienes
miedo de que alguien la encuentre? —Utilizan la catedral para la ceremonia
de votos, pero podría ser para más cosas por lo que sé.
—Lords, elegidas y ladies son enterrados aquí... Bueno, esa no es toda
la verdad. Es más complicado que eso. —Deja de cavar y me mira. Sus ojos
parecen de un tono verde más oscuro solo con la luz de la luna. O tal vez
solo los veo así por lo que acabo de presenciar que le hizo a Cindy—. En su
mayoría son miembros que traicionan su juramento, y si un miembro tiene
que matar a alguien, también es enterrado aquí. Si un miembro muere por
causas naturales, entonces se lo entierra donde quiera. —Se encoge de
hombros despreocupadamente, volviendo a cavar—. O se los incinera.
Tienen el privilegio de elegir antes de morir.
Muerdo mi labio inferior.
—¿Cuántos han enterrado aquí?
Deteniéndose de nuevo, hunde la punta en la tierra y coloca el
antebrazo sobre ella, utilizándolo como apoyo. Puedo ver un pequeño brillo
en su frente donde ha empezado a sudar por el trabajo.
—Siete.
Trago saliva y asiento.
—¿Cuántos de ellos eran Lords?
—Casi la mitad.
¿Por qué mataría a alguien que no es un Lord? ¿Le ordenaban
matarlos? Sé que el tipo que intentó matarme no era un Lord, y le cortó la
garganta. Entonces, ese es al menos uno que yo sepa. Si trajeron a ese tipo
lo enterraron aquí.
—¿Cuántos de ellos eran mujeres? —pregunto.
—Esta es la primera. ¿Alguna pregunta más? —cuestiona, arqueando
una ceja oscura, y niego con la cabeza.
Entiendo que esté cansado. Estoy jodidamente exhausta. Ha sido una
larga noche, y después de lo que me hizo en ese búnker subterráneo, quiero
irme a la cama. Pero no quería quedarme sola en la cabaña, no después de
lo que nos dijo Cindy. Incluso ahora, siento que alguien nos observa. Pero
no se lo diré a Ryat. No quiero que se preocupe o, peor aún, que piense que
no puedo manejar esta vida.
Al terminar, tira la pala a un lado y hace rodar el cuerpo envuelto en
la tumba. Luego vuelve a tomar la pala y la cubre.
Permanezco en silencio, meciéndome de un lado a otro, con los
brazos cruzados sobre mi pecho, tratando de mantener el calor. Antes de
salir, me puse unos pantalones de yoga, una zapatillas de deportivas y una
de sus sudaderas con capucha.
Una vez que termina, arroja la pala sobre su hombro y, en silencio,
empezamos a caminar de regreso a la catedral y hacia su camioneta. Pero
me sorprende cuando abre la puerta trasera del edificio y me arrastra al
interior.
Caminamos por un pasillo hasta una puerta que él abre de un
empujón. Es una especie de oficina. Tira la pala sucia al suelo y se gira para
mirarme.
—¿Qué estamos...?
La puerta que se abre detrás de mí me hace dar un salto, mi corazón
empieza a latir con fuerza en mi pecho y chillo cuando veo
a Gunner asomar la cabeza.
—Estamos listos —dice alegremente.
Ryat asiente.
—Gracias.
Gunner entra, coloca una caja en el suelo y se queda ahí, mirándome.
Mis ojos muy abiertos se dirigen a Ryat.
—¿Qué está pasando? —pregunto.
Se acerca a mí, toma mi rostro con sus manos cubiertas de suciedad y
lame sus labios.
—¿Confías en mí?
—Sí —digo sin dudar, aunque mi cuerpo tiembla con nerviosismo.
¿Esta es otra prueba? ¿Qué pasa si fallo?
Sus ojos examinan los míos.
—Necesito que vayas con Gunner.
—¿Qué? —grito—. No, Ryat...
—Confía en mí, Blake. —Él asiente hacia mí—. Necesito que vayas
con Gunner.
Se me forma un nudo en el estómago, y mi mente corre a cien
kilómetros por hora con todos estos escenarios diferentes de lo que está a
punto de suceder. ¿Por qué quiere deshacerse de mí? ¿No he demostrado
que puedo soportar lo que él hace? ¿Qué debe hacer una Lady?
—Está bien —susurro, sabiendo que no se puede luchar con él. Y no
mentí. Confío en él. Si quiere que vaya con Gunner, entonces es lo que
haré.
Se inclina y me besa tiernamente mi frente, luego da un paso atrás.
Sus manos caen a los lados y yo me giro, dándole la espalda, y sigo
a Gunner fuera de la habitación.
Permanezco en silencio mientras lo sigo por el pasillo hasta una
nueva puerta. Esta catedral es grande, pero ya he recorrido este pasillo
antes. La última vez, estaba empapada y tenía las manos esposadas en mi
espalda.
Gunner se detiene y abre una puerta.
—Las Ladies primero. —Me hace un gesto para que vaya.
Ingresando en la sala, mi cuerpo se pone rígido al ver los bancos
llenos de Lords. Todos están vestidos con capas y máscaras, sentados en
silencio. Deben haber llegado mientras nosotros estábamos en el
cementerio, porque cuando llegamos, el estacionamiento estaba
vacío. Ryat tardó una buena hora en enterrarla. Tal vez incluso más que eso.
Lo único que sé es que me alegro de que haga más calor aquí que fuera.
Gunner agarra mi mano y obliga a mis pesadas piernas a caminar
hacia el primer banco. Ya hay un asiento vacío en el extremo, el más
cercano al pasillo. Me siento allí y lo miro, esperando que me diga algo que
me ayude a saber lo que está pasando, pero en vez de eso, me da la espalda
y vuelve a salir por la puerta lateral, dejándome sola.
Mis piernas empiezan a rebotar y jugueteo nerviosamente con mi
anillo de bodas cuando escucho un ruido en el balcón del segundo piso.
Miro hacia arriba y veo a dos hombres vestidos con capas y máscaras que
arrastran a una mujer hacia el centro, donde veo una silla ya ubicada justo
en el borde de la piscina de bautismo.
Solo lleva una camiseta y un par de bragas negras con una capucha
sobre la cabeza. Ella lucha contra los dos Lords, y eso hace que su ya corta
camiseta muestre su estómago. La empujan hacia la silla, donde proceden a
atarle las muñecas a los reposabrazos de madera, y luego hacen lo mismo
rápidamente con los tobillos.
Trago saliva con nerviosismo y miro a los Lords que están sentados
en los bancos para ver una reacción a lo que está sucediendo. Pero, por lo
que sé, podrían estar todos durmiendo, ya que no puedo ver sus rostros.
¿Es otra ceremonia? Si es así, ¿Seré la siguiente? ¿Qué vamos a
jurar?
Los dos Lords se alejan de ella, y el de la izquierda le quita la
capucha. Mis manos se mueven hacia mi rostro para cubrir mi boca antes de
que el grito ahogado pueda escapar. Es la novia de Matt, Ashley.
Mis ojos recorren el escenario, observando cómo ambos hombres
retroceden varios pasos más y cruzan los brazos sobre sus pechos.
El sonido de una puerta crujiendo se apodera de la sala y miro a mi
derecha. Mi estómago da un vuelco cuando veo que es Ryat. No lleva capa
ni máscara. Está vestido con un jeans, camiseta y botas de combate. Está
sucio, cubierto de tierra, y su camiseta está mojada por el sudor mientras
cavaba en la parte de atrás.
Lentamente, sube las escaleras hasta el segundo piso, tomándose su
tiempo como lo ha hecho toda la noche. Ashley lo ve y se retuerce en la
silla. Ryat se detiene junto a ella, y me tenso.
¿Qué está haciendo?
¿Por qué la lastimaría? Ella no debería ser responsable de las acciones
de Matt.
Dándose la vuelta, se acerca a una mesa en la esquina y toma un
cuchillo. Estoy a punto a decirle que se detenga, pero tapo mi boca con
ambas manos antes de que pueda pronunciar las palabras. Me dijo que
confiara en él. Tal vez solo vaya a asustarla.
—Ashley —dice su nombre, y ella gime, tirando de sus ataduras. La
cinta adhesiva sobre su boca le impide hablar—. Supongo que sabes por
qué estás aquí.
Ella niega con la cabeza y las lágrimas corren por su rostro.
Él se pone a su lado y le quita la cinta.
—¡Lo lamentaras hijo de puta! —grita ella—. ¡Matt te va a matar! —
Mueve la cabeza de un lado a otro, haciendo que su cabello rubio
blanquecino golpee su rostro.
—Es curioso que creas que le importas una mierda —dice Ryat, y
todos los Lords se ríen de eso.
Ella le muestra los dientes.
—Me ama más de lo que jamás amará a esa perra.
Quito las manos de mi boca. Tiene que estar hablando de mí.
—Debe ser por eso que la desea tanto. —Él asiente—. Para
demostrarte que te quiere más. —Extendiendo la mano, pone la punta del
cuchillo en su mejilla, y ella trata de apartar la cabeza tanto como pueda—.
Vamos a jugar a un juego —dice Ryat—. Se llama confesionario.
Apropiado, ¿no? Voy a hacerte una pregunta, y cada vez que te niegues a
contestar o mientas, te haré un corte.
—¡No te diré una mierda! —grita.
—Eso es lo que todos dicen. —Pasa la punta de la hoja del cuchillo
por su cuello, por debajo de su oreja, y la sangre brota al instante de la
herida mientras los altos techos abovedados se llenan con su grito
ensordecedor.
—Comenzaremos con algo fácil —anuncia Ryat—. ¿Sabías que Matt
y Blakely estaban juntos cuando la conociste en la fiesta en la Casa de
los Lords?
—Sí —espeta ella.
Me siento más erguida. ¿Sabía quién era yo? ¿Él le había hablado de
mí?
—¿Y aun así aceptaste ser su elegida antes de esa noche? —
pregunta Ryat, inclinando la cabeza hacia un lado.
—Me contó todo sobre ella. La perra estaba obsesionada con él.
Mis dientes rechinan ante sus palabras, pero no estoy segura de por
qué estoy sorprendida. Los hombres como Matt siempre hacen parecer que
todas las mujeres los desean. Lo hice porque es lo que se me permitió
querer. Si hubiera tenido opciones, seguro que habría elegido a otra persona
para salir.
—Estaba desesperada. Una maldita puta hambrienta que no podía
entender una indirecta —grita—. Deberías saberlo, se casó con el primer
tipo con el que se acostó.
Creo que ella intentaba que eso fuera como un insulto para Ryat, pero
él se limita a sonreírle, orgulloso del hecho de haberme quitado la
virginidad.
Mis manos se cierran en puños. En realidad, sentía pena por ella,
pensé que tal vez no sabía qué clase de hombre era, pero sabía que
estábamos juntos. Sabía que yo era virgen. ¿Cuánto más le dijo Matt?
Recostándome en el banco, cruzo los brazos sobre mi pecho, lista para
escuchar lo que él le va a hacer confesar.
Capítulo 43
RYAT
BLAKELY
Me siento entumecida.
Ni siquiera me entristece que Ryat haya torturado a la mujer o el
hecho de que parecía que lo disfrutaba.
Sentada aquí, me doy cuenta de que todo ha sido una mentira. Es
decir, una parte de mí ya lo sabía, pero pensarlo y confirmarlo son dos cosas
muy diferentes.
Ahora solo parezco una estúpida. Todo el tiempo que estuve con
Matt, él tenía a alguien más. Y ella sabía de mí. Ella estaba en todo,
fingiendo que no sabía quién era yo. Ayudándolo cuando escapé. Me
vigilaba como mi más grande admiradora.
Todos los Lords se levantan y salen de la catedral uno por uno, y yo
me quedo plantada en mi asiento, incapaz de moverme. En vez de eso, mis
ojos están fijos en el vidrio que muestra el interior de la piscina de
bautismo.
El cadáver de Ashley está en el fondo, todavía atado a la silla en el
agua roja. Cada momento de mi vida en los últimos dos meses ha sido
rastreado o forzado de alguna manera.
La única decisión real que tomé fue la de seguir siendo la esposa
de Ryat. Él fue obligado a elegirme como su elegida. Me sentí obligada a
casarme con él para salvarme de Matt. Ryat dijo que no estaba prestando
atención si pensaba que quería divorciarse de mí, pero elegí no firmar esos
papeles. Quería luchar por él. Por nosotros. En un mundo lleno de humo y
espejos, él es algo real. Llegamos aquí por casualidad, pero seguimos juntos
por elección.
No puedo agradecerle lo suficiente por encontrarme cuando escapé.
Pensé que Ryat me estaba vigilando mientras yo estaba fuera, pero resulta
que era Matt. Tenía los ojos puestos en mí, y cuando se dio cuenta de
que Ryat se estaba acercando, le pagó a un pedazo de mierda llamado Derek
para que me matara.
—¿Blake?
Parpadeo, bajando la mirada y veo un par de ojos verdes
mirándome. Ryat está arrodillado frente a mí. No digo nada. Mis labios no
funcionan.
Él suspira con fuerza. Extiende la mano y pasa su pulgar por mi
mejilla, luego lo limpia en sus jeans ya ensangrentados. ¿Estoy llorando?
No estoy segura de por qué estaría llorando. No siento nada por esa perra
que acaba de matar.
—Vamos. —Toma mi mano y tira de mí para ponerme en pie, pero
mis piernas ceden, así que me levanta, acunándome en sus brazos.
Mi cabeza cuelga del lado de su antebrazo, y miro hacia arriba para
ver a Gunner y Prickett sacando el cuerpo sin vida de Ashley del agua.
Siguen vestidos con sus capas, pero sus máscaras están en el suelo. Observo
cómo cortan las bridas y su cuerpo cae al suelo con un ruido sordo,
luego Ryat camina hasta la puerta y ya no puedo verla. Una parte de mí
quiere ver cómo la entierran. Fue satisfactorio saber que Cindy estaba bajo
tierra en un cementerio donde nadie miraría. Quiero esa misma satisfacción
con Ashley también.
Ryat me coloca en el asiento del copiloto de su camioneta, abrocha mi
cinturón de seguridad y cierra la puerta. Apoyo la cabeza en la fría
ventanilla mientras nos lleva quién sabe dónde.
Ni siquiera presto atención a dónde vamos. Su teléfono suena dos
veces y habla con alguien por el bluetooth, pero, de nuevo, no le prestó
atención.
¿Ya no importa nada? ¿La vida?
Matt me quiere muerta. Especialmente ahora. ¿Qué pasa si tiene
éxito? Quiero pasar más tiempo con Ryat. Quiero que tengamos hijos.
¿Debería conseguir eso? ¿Lo merezco? No. No soy diferente de los que
intentan matarme. Pero todos los demás también están haciendo todo lo
posible para conseguir lo que quieren. Voy a hacer lo mismo.
«O matas o te matan» me había dicho Ryat una vez. No entendía qué
tan cierto era eso, pero ahora lo entiendo. Es solo un juego, y quién sabe
quién seguirá vivo cuando termine.
Capítulo 44
RYAT
***
Me acuesto en la cama, escuchando la música que suena debajo de
nosotros. No es tan malo, pero definitivamente se nota.
—Tengo que volver a la cabaña —digo.
—No vas a volver allí —afirma, entrando en el dormitorio con una
toalla envuelta alrededor de sus caderas. El agua sigue cayendo sobre su
esculpido pecho y sus abdominales. Tiene los brazos enrojecidos por mis
uñas clavándose en ellos en la ducha.
—Tengo que recoger mis libros para las clases de mañana. —Es lunes
y tengo que volver a Barrington. Joder, voy a estar muy atrasada. A estas
alturas, estoy reprobando todo. He perdido tanto trabajo, solo para que no
haya valido la pena. En ese momento, no me importaba volver, pero era
entonces cuando iba a vivir mi vida huyendo. Ese ya no es el caso.
Está a punto de secar el agua de su cabello, pero se detiene. Una
sonrisa se dibuja en sus labios, y entonces comienza a reírse.
—¿Qué es tan gracioso? —Me incorporo.
—Ya terminaste la escuela, Blake —anuncia.
—¿Perdón? —argumento.
—Te fuiste. ¿Crees que las personas no se iban a dar cuenta de que no
estabas allí?
Para ser sincera, nunca lo había pensado. Cuando corres por tu vida,
tus clases universitarias ya no importan.
—Entonces, ¿Qué? Simplemente no puedo no volver. Ryat, necesito
un título. Y mis padres me matarán. Tal vez esa es otra razón por la que mi
padre estaba tan enojado conmigo por haberme ido de la ciudad.
—No te preocupes, lo he cubierto —anuncia
Arqueando una ceja, repito lentamente sus palabras.
—¿Lo has cubierto? —Asiente—. ¿Qué demonios significa eso? —
Voy a necesitar que me aclare exactamente lo que ha hecho.
—Le dije a todos que nos habíamos tomado una semana libre para
nuestra luna de miel. —Se encoge de hombros—. Éramos recién casados.
Tenía sentido.
—¿Qué? —Me quedo boquiabierta—. ¿Y las otras dos semanas?
—Le pagué a alguien para que te sustituya. Te cubrirán el resto del
año —explica con indiferencia. Como si no fuera gran cosa que otra
persona vaya a la escuela por mí.
—Ryat ... —gruño su nombre, pero hago una pausa, pensando en lo
que dijo antes. ¿Dijo nosotros? —. ¿También te saltaste la primera semana?
—Me he saltado todos los días.
Jadeo.
—¡Ryat! ¿Por qué diablos harías eso?
—¿Esperabas que siguiera con mi vida? ¿Sentarme en las putas clases
mientras tú estabas huyendo y en peligro? —pregunta con una risa áspera.
Resoplo.
—Estaba bien.
Sus ojos se agrandan ante la mentira, cualquier sentido de alegría ha
desaparecido.
—¿Hablas jodidamente en serio en este momento?
En lugar de contestarle, cruzo los brazos sobre mi pecho expuesto.
—Ese hombre iba a matarte —gruñe.
—Por tu culpa —espeto.
Se pone rígido y sus ojos se oscurecen.
—¿Perdón?
¿Cómo se atreve a tomar una decisión tan importante por mí? Pero no
sé por qué me sorprende. Quiero decir, mira cómo hemos llegado hasta
aquí.
—Me dijo que estabas en deuda con él. Que iba a enviarme de vuelta
a ti en pedazos. Así que, yo estuve en peligro solo por tu culpa. —Esto no
es nuevo para él. Ryat acaba de hacer que Ashley confiese que un hombre
llamado Derek, supongo que ese es el tipo, fue enviado para vigilarme. Pero
no le había dicho lo que el tipo me dijo.
—Él te dijo esa mierda, ¿y ahora me lo estás diciendo? —grita, con el
rostro enrojecido.
Me encojo de hombros despreocupadamente.
—Nunca preguntaste. Estabas demasiado ocupado drogándome y
arrastrándome. Ah, y luego tuve que hacer la prueba. Porque, ya sabes,
los Lords dijeron que era hora de poner aún más tensión en nuestro
matrimonio…
Se acerca y agarra una lámpara, lanzándola al otro lado de la
habitación. Se hace añicos, golpeando una pared, interrumpiéndome. El
silencio desciende sobre nosotros; el único sonido es el tenue bajo de la
música del club debajo de nosotros, y mis hombros caen mientras me siento
en la cama desnuda.
Dándose la vuelta, coloca sus manos sobre la cómoda y se inclina
sobre ella. Observo la forma en que se ondulan los músculos de su espalda
cubiertos de marcas de arañazos mientras trata de calmar su respiración.
—Sé que no fue tu culpa —digo en voz baja. Fue de Matt. Todo
empezó por él—. Tú me salvaste...
—Sin embargo, lo fue —interrumpe y se da la vuelta—. ¿Cómo crees
que te encontré?
Frunzo el ceño.
—Yo... no lo sé.
Pasa una mano por su rostro y se apoya en la cómoda.
— ¿Recuerdas esa noche que Gunner y yo las encontramos a ti y a
Sarah aquí en Blackout?
Asiento con la cabeza, frunciendo el ceño.
—Sí, pero ¿Qué tiene que ver eso con todo esto?
—Un par de tipos se insinuaron con ustedes en el bar —añade.
Me siento más erguida.
—¿Cómo te enteraste de eso? —Nunca se lo dije. Tal vez Sarah le
contó a Gunner sobre nuestra noche.
—Estábamos aquí arriba, observándolas y los vimos acercarse a
ustedes —admite.
—¿Cómo hiciste...? —Asiento para mí—. Mi celular. Nos rastreaste
hasta aquí. Me preguntaba cómo nos habías encontrado. —Joder, debería
haberlo sabido. Si hubiera abierto los ojos, probablemente podría haberlo
deducido.
—Resumiendo, Gunner y yo los matamos —confiesa como si no
fuera gran cosa.
—¿Qué? —jadeo—. Ryat...
—Llevaban drogas, Blake. Una mierda que comprobó que iban a
hacer algo más que invitarles unas copas —suelta, y luego deja salir un
fuerte suspiro.
—¿Lo descubriste antes o después de matarlos? —exijo.
—Después.
—Jesús, Ryat. —Paso una mano por mi cabello aún húmedo.
Entiendo que podrían habernos lastimado, pero él los mató antes—. No
puedes seguir matando personas al azar.
—Mataré a quien toque lo que es mío, Blake —afirma con
naturalidad. Bajando la voz, continúa—: Estaban aquí con un amigo, un
tercer tipo. Vio lo que pasó y supo que nos ocupamos de ellos. Obviamente,
no sabía en ese momento que Ashley te había seguido cuando huiste, pero
Ty escuchó hablar en Blackout de que el tipo sabía dónde estabas. Lo
seguimos. Me hizo pensar que Matt se lo había dicho, y nos llevó
directamente a ti.
—No... —Hago una pausa, intentando que mi cerebro encaje todas las
piezas. Tuvo que ser el tipo del tatuaje en la nuca. Nunca vi su rostro
aquella noche aquí en el bar con Sarah, pero tiene sentido.
Asiente, estando de acuerdo conmigo.
—Matt lo envió cuando Ashley se cansó de vigilarte. Sabía dónde
estabas. Tal vez no le importaba ir a buscarte en ese momento. Él quería
sentarse y ver lo que yo hacía cuando te fuiste. En ese momento se trataba
más de mí que de ti.
—Pero... nos acabamos de enterar... — Me detengo ante la mirada en
su rostro inexpresivo. Él ya sabía todo esto, pero quería que Ashley
confesara delante de los Lords, dándole la razón que necesitaba para
matarla—. No puedo creer esto.
—¿Qué parte exactamente?
—Todo —digo, mirándolo a través de mis pestañas—. Dios, Ryat,
¿Cuántos secretos me estás ocultando?
—No llevo la cuenta —afirma, con sus ojos verdes clavados en los
míos.
—¿Esto es una broma para ti? —exijo, arrojando las sábanas sobre mi
cuerpo y levantándome de la cama.
—No. Todo lo que tenga que ver contigo me lo tomo jodidamente en
serio —responde, apartándose de la cómoda.
Me acerco a él y lo miró fijamente.
—¿Qué más tienes que decirme en este momento?
—Nada.
—Me estás mintiendo.
Baja su rostro hacia el mío, con una sonrisa tirando de sus labios, y
dice:
—Demuéstralo.
Estoy a punto de abofetearlo, pero toma mi muñeca con una mano y
envuelve la otra alrededor de mi garganta, empujando mi espalda contra la
pared más cercana.
—¿Quieres volver a intentarlo, Blake?
—Que te jodan, Ryat —gruño.
Cuando suelta mi muñeca, mi brazo cae a mi lado mientras él se
acerca a mí, rozando con su nariz la punta de la mía.
—No importa lo que haga... —Sus manos se deslizan por mis caderas
desnudas hasta mis costillas—. Nunca tendré suficiente de ti—gruñe, con
voz áspera.
Mi corazón empieza a latir más rápido ante sus palabras, pero todavía
estoy enfadada con él, así que le digo:
— Bien. Porque estarás atrapado conmigo hasta que mueras.
Inclinando un poco la cabeza, besa ligeramente la punta de la nariz.
—Eso es todo lo que quiero.
—¿No eres tú el romántico? —digo, tratando de mantener mi
respiración nivelada. No quiero mostrarle que mis muslos se tensan
mientras hablamos. Lo único que nos separa es su toalla. Yo ya estoy
desnuda.
—Blake, seré lo que necesites.
Capítulo 45
RYAT
BLAKELY
Gunner nos encontró en la pista de baile y me arrebató a mi amiga, así
que tomé eso como una pista de que yo también había terminado. Me dirijo
a la parte superior de las escaleras para ver a Ryat todavía parado en el
mismo lugar que ha estado durante las últimas tres horas. Simplemente
observándome. Y espero que no mate a esos dos hombres que vinieron a
hablar con Sarah y conmigo. Fueron realmente amables y solo entablaron
una conversación. Nunca habían estado aquí y necesitaban indicaciones
para llegar al hotel más cercano después de salir de Blackout.
—Vamos. —Agarra mi mano.
—¿A dónde vamos? —pregunto cuando no se dirige al apartamento
que actualmente llamamos hogar.
—Tengo que hablar con Ty —responde vagamente. Al llegar a un
extremo del pasillo, marca un código en el teclado con la mano libre y
empuja la puerta, ahora desbloqueada, para abrirla.
Ryat entra y me arrastra al interior. Me quedo inmóvil cuando veo a
una mujer desplomada en un sofá. Un hombre se sienta a horcajadas sobre
sus rodillas, con su polla en su boca, mientras sus manos sujetan las de ella
a la parte superior del cojín con una de las suyas mientras que la otra agarra
el cabello de su coronilla.
Sus ojos se encuentran con los míos y empieza a murmurar mierdas
alrededor de su pene perforado. Desvío la mirada, girando mi cuerpo hacia
Ryat, que permanece a mi lado imperturbable como yo.
¿Qué diablos?
¿Por qué Ryat no llamó a la puerta?
El hombre acelera el ritmo y escucho cómo ella comienza a tener
arcadas. Giro mi cabeza, miro por encima de mi hombro y veo cómo folla
su boca hasta que se la mete hasta el fondo de su garganta y gruñe cuando
se viene.
Alejándose rápidamente, coloca una mano en su boca y le ordena:
—Traga. —Ella lo mira, parpadeando rápidamente mientras las
lágrimas corren por su rostro, manchando su maquillaje. Intenta negar con
la cabeza, pero él se lo impide y añade—: Si no lo haces, lo lamerás.
Vuelvo a apartar la mirada, mi rostro se calienta con sus palabras.
Joder, estoy borracha y cachonda. ¿Por qué estamos aquí?
—Buena chica —lo escucho elogiarla, y ella gime.
Lo sé, chica. Lo entiendo. ¿Por qué anhelamos eso? Ser elogiada por
algo que otros encontrarían degradante. Haría alguna mierda enfermiza y
retorcida por Ryat si supiera que me elogiaría por eso. Quiero complacer a
Ryat todo el tiempo. Y cuando me dice “buena chica”, es como si todo lo
que hice significara algo para él.
—Ahora, vuelve al trabajo —exige el hombre, y escucho cómo sube
la cremallera de los pantalones.
La chica pasa corriendo por delante de mí y sale por la puerta.
—Ryat —saluda el hombre con entusiasmo—. Es la segunda vez que
me atrapas con los pantalones bajo últimamente. —Se ríe.
¿La segunda vez? Dios mío, pensé que estaba mal que no llamara a la
puerta esta vez. ¿Cuándo aprenderá la lección?
—Supongo que debería empezar a llamar —bromea, y me abstengo
de poner los ojos en blanco.
—Bueno, ya sabes que me encanta una audiencia.
Eso tiene sentido. Me doy la vuelta y enderezo los hombros, el tipo
está detrás de su escritorio ahora. Sus botas negras están apoyadas en la
superficie, y sus brazos están detrás de su cabeza, con los dedos
entrelazados, con una expresión relajada y despreocupada en su rostro.
Tiene vello facial, pero no es exagerado, más bien es una barba incipiente
que sigue la curva de su afilada mandíbula. Su cabello negro, espeso y
despeinado, parece que no ha sido cortado en mucho tiempo. Me pregunto
si lo tiene así a propósito o si simplemente no le importa. Sus ojos azules
claros se clavan en los míos, y no parece en lo más mínimo avergonzado de
que yo esté avergonzada por lo que hemos visto.
—Blake, finalmente nos conocemos —anuncia, dedicándome una
sonrisa.
¿Debería conocer a este hombre? Quiero decir, escuché a Ryat
mencionarlo. Sé que es el dueño de Blackout y que nos prestó el
apartamento encima del club, pero eso es todo lo que sé sobre él.
Prácticamente me he quedado encerrada en el apartamento estos últimos
días.
—Blake, este es Tyson Crawford. Ty, esta es mi esposa, Blake.
Mi corazón se acelera inmediatamente al escuchar su nombre. Miro a
Ryat con los ojos muy abiertos y él frunce el ceño.
—Uh... —Me aclaro la garganta—. Es un placer conocerte por fin —
digo, recordando mis modales—. Gracias por permitirnos quedarnos aquí.
¡Oh, Dios mío! ¿Sabe Sarah que es el dueño de Blackout?
—Por supuesto, cualquier cosa por Ryat y su esposa —dice,
levantándose de su silla y caminando alrededor de ella. Apoyándose en el
borde, cruza los tobillos uno sobre otro y los brazos sobre el pecho. Sus
ojos se desvían de mí y se dirigen a mi esposo—. Ya está todo listo. Tengo a
todos los que están en el turno de mañana al tanto de la situación.
Frunzo el ceño. ¿De qué está hablando?
—Gracias. Debería ir sin problemas, pero por si acaso...
—Lo entiendo —él interrumpe a Ryat—. Nunca se es demasiado
cuidadoso con la persona que amas.
—Sí —dice Ryat con los dientes apretados—. ¿Algo sobre Matt?
Mis oídos se agudizan al escuchar eso. Este tipo es un Lord, así que
tiene que conocer a Matt.
—No. —Su respuesta es cortante—. Pero ya se ha corrido la voz, dos
de mis guardias han escuchado a unos tipos hablar de que has eliminado a
su elegida.
¿Alguna vez sientes el cambio de aire? ¿Puedes decir el momento en
que el ambiente cambia en la habitación? Porque puedo hacerlo en este
mismo instante. El aire se vuelve más denso, la temperatura se incrementa a
medida que el estado de ánimo del hombre cambia con la mención de lo
que hizo Ryat. O tal vez solo sea yo. Temo lo que le sucederá a mi esposo
cuando Matt decida darse a conocer.
Ryat sonríe y levanta un poco la barbilla. Está orgulloso de sí mismo.
Y una parte enferma y retorcida de mí también está orgullosa de él. Este
hombre hará lo que sea no solo para protegerme, sino también para
amarme.
—Él no puede esconderse para siempre —añade.
—Sí, bueno, Matt es un pedazo de mierda y se merece que lo
cuelguen en medio de la catedral donde todos los Lords puedan ver cómo se
desangra lentamente hasta morir —afirma Tyson, la oscuridad en su voz
hace que los vellos de mi nuca se ericen.
Tanto es así que levanto mi mano y froto mi piel como si fuera a
ayudar.
—Oh, voy a darle una lección —acepta Ryat, con la misma voz
amenazante.
—Quiero estar allí cuando lo hagas. —asiente Tyson, la comisura de
sus labios se retrae en una sonrisa sádica.
—Por supuesto —concuerda Ryat.
—Avísame si necesitas algo más, hermano. —Tyson extiende su
mano derecha y Ryat la estrecha. Tyson lo atrae para darle un apretón de
manos y un abrazo varonil mientras le da una palmada en la espalda con la
mano libre—. Duerman un poco esta noche. Mañana tienen un día muy
ocupado.
Capítulo 46
RYAT
BLAKELY
Me despierto con el sonido de un teléfono sonando.
—¿Ryat? —murmuro, extendiendo la mano para despertarlo y que
responda. Tiene que ser el suyo. Nadie me llama. Estoy bastante segura de
que es porque tiene a la mayoría de las personas bloqueadas. —¡Ryat! —
gruño cuando sigue sonando en la silenciosa habitación.
Mis manos se extienden por la cama y no siento nada. Luego hasta la
funda de la almohada todavía nada.
—¿Qué...?
Sentándome, me giro para encender la luz de la mesita de noche y veo
que es mi celular el que está sonando.
Sosteniéndolo frente a mi rostro, cierro los ojos porque la pantalla es
muy brillante.
—¿Hola? —pregunto entre bostezos. Cuando nadie responde, lo
aparto de mi oreja y entrecierro los ojos para mirar la pantalla. Dice MÍO, y
pongo los ojos en blanco al ver que Ryat ha guardado su número mientras
yo no estaba. —Ryat, ¿Qué estás haciendo? —Me acuesto—. Ven a la cama
conmigo. —Tiene que ser tarde o muy temprano. No nos acostamos hasta
después de la una, y todavía puedo saborear el alcohol persistente en mi
lengua.
—¿Quieres ser mi chica buena? —pregunta con esa voz sexy y
profunda que hace palpitar mi coño.
Cerrando los ojos, estiro las piernas hacia su lado de la cama, casi
gimiendo. Algo en esas palabras hace que mis piernas tiemblen. Menos mal
que estoy acostada.
—Siempre.
—Sabes lo que es ser una buena chica ¿verdad? —continúa.
—¿Por qué no me lo recuerdas?
—De acuerdo. —Escucho la sonrisa en su voz, siguiéndome el juego
—. Es cuando puedo hacer lo que quiera contigo, y tú lo aceptas.
—Aceptarlo ¿eh? —Me acuesto de espaldas y miro fijamente hacia la
oscuridad, mi mano libre gira algunos mechones de mi cabello alrededor de
mis dedos—. ¿Tienes ganas de hacerme daño? —Bromeo.
—Sí.
La sola palabra envía un escalofrío por mi espalda, mis pezones se
endurecen y mis piernas se abren solas. Respirando profundamente, digo:
—Grandes palabras para un hombre que ni siquiera está aquí.
Se ríe suavemente.
—Oh, estoy aquí, Blake.
—¿Dónde...?
—Pero —me interrumpe—, antes de empezar, dímelo.
¿Decirle qué? Mi cabeza todavía está un poco lenta, y mis labios
todavía un poco entumecidos. Bebí bastante esta noche antes de
desmayarme, y ni siquiera pude dormir. Con mi mano libre, aparto el
cabello de mi rostro.
—¿Qué, exactamente? —pregunto.
—Que puedo hacer lo que quiera contigo—responde simplemente.
Sí, por favor.
—Haz lo que quieras conmigo —digo sin dudar, sabiendo que está a
punto de follarme. Y de repente ya no estoy tan cansada. Por supuesto, él no
es específico. Ryat quiere mantenerme en la oscuridad, como cuando me
secuestró y tuvimos mi fantasía de sexo forzado.
—Levántate, Blake. Y trae tu culo aquí abajo. Ahora —ordena, con
su tono juguetón, antes de colgar.
Dejo caer mi teléfono en la cama, me levanto de un salto con piernas
temblorosas y me apresuro a ir al baño. Cepillo rápidamente mis dientes y
enjuago mi boca para tratar de eliminar el sabor persistente del ron y Coca-
Cola. Luego me pongo una de sus camisetas y un par de bragas, no
queriendo bajar desnuda. Obviamente estamos solos, pero prefiero tener
algo puesto en lugar de pasearme por el club desnuda. Además, ni siquiera
sé dónde está. Voy a tener que encontrarlo.
Abriendo la puerta del apartamento, cierro suavemente la puerta sin
dejar que se bloqueé porque él tiene llave, pero yo no. Me dirijo por el
único pasillo hasta el ascensor del final y entro cuando éste se abre
inmediatamente para mí. Pulso la planta inferior y espero en silencio a que
se abra.
Retuerzo mis manos en la camiseta. Están sudando. Estoy nerviosa
porque nunca se sabe lo que va a querer Ryat. Sobre todo, aquí. ¿Está
planeando follarme en la pista de baile? ¿Doblada sobre la barra? ¿O en el
escenario donde actúan las bandas para eventos especiales?
El ascensor se detiene y la puerta se abre. “Oh Lord” de In This
Moment comienza a reproducirse. Escuchar la letra, saber que estoy a punto
de darle a mi Lord lo que quiera, hace que la letra sea aún más sexy. Algo
me dice que ha elegido esta canción como advertencia. Las luces de neón
intermitentes están encendidas como si el club estuviera abierto, pero es
diferente estar aquí cuando no hay nadie más.
Caminando por la pista de baile, miro la barra vacía y las sillas que
rodean las mesas.
—¿Ryat? —grito por encima de la música. Está más fuerte de lo
normal, al menos eso creo. Tal vez solo sea el comienzo de la resaca que se
avecina.
Pasando las manos por mi camiseta, me doy cuenta de que dejé mi
celular arriba, en la cama.
—Bueno, mierda —siseo. Cuando levanto la vista y lanzo mi cabello
por encima de mi hombro, mi pulso se acelera al verlo sentado en una mesa
en la esquina.
Está más oscuro, las luces no llegan a ese lugar, pero aún puedo
distinguir el cuerpo que está sentado allí. Está vestido con una capa negra, y
mis muslos se tensan cuando veo su rostro blanco, lleva la máscara puesta.
Él quiere jodidamente jugar.
La idea hace que la sangre se agolpe en mis oídos con anticipación.
La canción se detiene y cambia a “All The Time” de Jeremih y Lil Wayne,
lo veo levantarse de la mesa lentamente y bajar a la pista de baile.
Doy un paso atrás y él se queda de pie, inclinando la cabeza hacia un
lado. Extiende la mano derecha y agarra algo de la mesa. Su mano cae a su
costado y las luces rebotan en las esposas de metal.
¡Mierda! Mi cuerpo comienza a vibrar, a pesar de que ahora tengo
problemas para recuperar el aliento. Al notar algo más en su mano, parece
un cinturón de cuero negro de algún tipo. No, no puede ser eso. Es
demasiado difícil de ver con las luces parpadeando constantemente.
Sigo intentando parpadear, para tratar de concentrarme, pero en el
siguiente segundo, me doy cuenta de que ha estado caminando hacia mí
todo este tiempo, y se está acercando. Da un paso atrás y se detiene.
Es un baile. ¿Quién se moverá primero? Mi corazón se acelera y las
palmas de mis manos están sudorosas. Quiero que me persiga. Eso es lo que
me gusta, y él lo sabe. Y a él le gusta arrastrarme hacia él.
Así que nos doy lo que ambos queremos. Me doy la vuelta y corro a
toda velocidad, sabiendo que me va a atrapar.
Capítulo 47
RYAT
BLAKELY
No puedo sentir mis manos ni mis piernas. Están entumecidas. Mi
cuerpo está cubierto de sudor y saliva, y mi mandíbula duele.
Abriendo mis pesados ojos, lo veo ampliar su postura frente a mi
cuerpo arrodillado y sé lo que se avecina. El sonido de su cremallera no
hace más que confirmarlo.
Su mano agarra el cabello en la parte superior de mi cabeza y la
levanta, empujándola hacia atrás. Lo miro con ojos llorosos mientras él me
mira con lo que solo puedo explicar cómo dominio absoluto.
¡Me encanta!
Esto es lo que mi cuerpo quiere. Lo que necesita. Ser suya. Puedes ser
la esposa de alguien y aun así querer que te usen. Ryat nunca me hace sentir
avergonzada por eso.
Intento tragar el exceso de saliva que se acumula en la parte posterior
de mi garganta, pero no lo consigo. Mordiendo su labio inferior, él acaricia
su dura polla un par de veces antes de introducirla en mi boca.
Se desliza dentro y el exceso de saliva sale por los lados de mis labios
abiertos y corre por mi piel hasta aterrizar en mis tetas. Todo mi cuerpo está
mojado, si no es por sudor, entonces es por saliva o por la humedad que
tengo entre mis piernas.
Su polla se desliza por el interior de mi boca y trato de chuparla lo
mejor que puedo, pero es imposible ya que mis labios no pueden cerrarse a
su alrededor.
—Joder, Blake —gruñe. Soltando la parte superior de mi cabeza,
flexiona sus rodillas, bajando, y extiende su gran mano por la parte
posterior de mi cabeza, sujetándola mientras folla lentamente mi boca,
sabiendo que no permanecerá así mucho tiempo.
Empuja hasta el fondo de mi garganta provocando arcadas, mi cuerpo
lucha por no vomitar mientras intenta respirar al mismo tiempo.
Parpadeo, con nuevas lágrimas corriendo por un lado de mi rostro, él
me mira, con sus ojos verdes entrecerrados y necesitados. Pasa la lengua
por su labio inferior antes de tirar de él entre los dientes y morderlo.
Mi coño empapado se contrae, deseando que lo folle.
Cuando sale por completo de mi boca, la saliva vuelve a caer sobre
mis pechos, vuelve a introducir su polla, empujándola al fondo de mi
garganta con más fuerza esta vez. Justo cuando tengo una arcada, la saca.
Respiro rápidamente antes de que empuje sus caderas hacia delante. Su
mano en la parte posterior de mi cabeza impide que me mueva. No hay
forma de que luche contra eso.
No. Soy suya para que me use como quiera. Y tiene mis pezones
duros y mi coño rogando por ser follado.
Su buena chica.
Mi nariz gotea tanto como mis ojos lloran. Solo puedo imaginar lo
horrible que debo lucir, pero él me mira como si fuera la cosa más hermosa
que ha visto.
Saliendo, vuelve a entrar a la fuerza, y cuando sus ojos se cierran, sé
que está a punto de follar mi boca como si fuera mi coño cuando gime:
—Maldita sea.
Separo mis rodillas, esposada y amordazada para que me use,
luchando contra las ganas de vomitar y tratando de respirar cada vez que
puedo.
Sus dedos agarran mi cabello y mis ojos comienzan a ponerse en
blanco por la falta de oxígeno cuando sale de mi boca y un gruñido salvaje
recorre la habitación justo antes de que su semen se derrame en mi boca,
rostro y cuerpo.
Me desplomo en el suelo, intentando respirar, mientras lo escucho
subir la cremallera de sus jeans. Abro mis pesados ojos y lo miro a través de
mis pestañas llorosas.
Se arrodilla frente a mí, respirando con dificultad. Extiende la mano y
la envuelve alrededor de mi garganta, pero no restringe el aire. Gracias a
Dios, porque todavía estoy intentando respirar.
—Buena chica, Blake. Buena chica.
Mis ojos se cierran y un gemido ininteligible sale de mi boca abierta
ante sus elogios. ¡Ha valido la pena!
Capítulo 48
RYAT
***
La ayudo a salir de la bañera después de lavar su cabello y enjabonar
su cuerpo. La envuelvo con la toalla antes de levantarla en mis brazos.
Está a punto de quedarse dormida. Nuestra pequeña sesión en el
sótano tomó lo poco que le quedaba para dar. La coloco en el borde de la
cama, la seco un poco más y luego se acuesta, acurrucándose en las
sábanas.
—Toma. —Le entrego dos analgésicos, sabiendo que su mandíbula
tiene que estar dolorida junto con todo lo demás. No quería tenerla ahí
abajo por mucho tiempo, teniendo en cuenta la posición en la que la tenía.
Se los toma y me entrega su botella de agua. La coloco en la mesita
de noche y me arrastro junto a ella.
—Acuéstate boca abajo —le ordeno.
Me siento a horcajadas sobre su espalda y froto mis manos
rápidamente, calentándolas antes de colocarlas sobre su piel. Gime cuando
comienzo a masajear. Tal vez pase un minuto antes de que la escuche
comenzar a roncar suavemente, pero sigo frotando su espalda, brazos y
piernas, con la esperanza de que eso la ayude a el dolor cuando se despierte
por la mañana.
Una vez que termino, me acuesto y la atraigo hacia mí. Beso su
cabello mojado y le susurro:
—Te amo. —Espero que pueda escucharme antes de cerrar los ojos.
Los abro de golpe cuando escucho sonar mi celular.
Gimiendo, me acerco a la mesita de noche y lo agarro.
BLAKELY
Estoy un poco ebria. Probablemente he bebido más de lo debido, pero
necesitaba el coraje líquido para hacer lo que hay que hacer esta noche. No
es el hecho de que tenga que fingir que coqueteo con un hombre. Es el
hecho de que sé lo que mi marido le va a hacer después. ¿Por qué este tipo
merece morir? ¿Y por qué fue elegido para mi iniciación? ¿Estas personas
son elegidas al azar?
Llevo puesto otro vestido de Sarah, y Ryat literalmente gruñó cuando
me vio con él, pero no dijo nada. Tomo otro trago antes de dejar la copa.
Echo un vistazo rápido a mi alrededor y trato de encontrar a Ryat entre la
multitud, pero hay demasiada gente y él esta noche no está en el balcón del
segundo piso.
Tampoco puedo sentirlo como siempre. Me pregunto si es porque
estoy nerviosa. El festival de sexo que tuvimos anoche en el sótano me dejó
exhausta y dormí hasta el mediodía de hoy. Me desperté muy dolorida y
necesité otro baño caliente para relajar mis músculos tensos. Funcionó lo
suficiente. Pero incluso ahora, estos tacones me están matando. Sin
mencionar que todavía tengo corazones en las tetas y MÍO escrito entre mis
piernas. Me pregunto cuánto dura el rotulador en la piel.
—Boo.
Me sobresalto cuando oigo a alguien en mi oído. Me doy la vuelta y
veo a Sarah parada frente a mí.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto, con los ojos muy abiertos,
tirando de ella para darle un abrazo.
—Traje tu auto.
—¿En serio? —Ella asiente y digo—: Gracias. —La extrañé mucho.
No he podido verla mucho desde que empezaron las clases este año. Entre
los Lords, mi huida y que alguien intentara matarme, nos hemos separado.
Más ahora que cuando salía con Matt.
—Por supuesto. Supongo que los Lords tienen una reunión en la
casa…
Frunzo el ceño. No lo sabía.
—Ryat llamó a Gunner esta mañana y le dio la dirección de la cabaña
y nos pidió que trajéramos tu auto hasta aquí. Así que Gunner me trajo y
dijo que vendría hasta aquí con Ryat cuando terminaran en la casa.
Prometió que estaría aquí.
—¿Cuándo terminarán? —le pregunto.
—Debería ser en cualquier momento. —Ella mira su celular—. Pero
quería venir a ayudar a mi chica. —Me guiña un ojo.
¿Sabe ella lo que estoy haciendo? ¿Sabe lo que hizo Gunner para
convertirse en Lord? Ni siquiera sé lo está haciendo Ryat en este momento.
Y probablemente nunca lo sabré.
Mi celular vibra en mi bolso y lo saco. Abro el mensaje de texto y
respiro profundamente, pensando que dirá que el tipo está aquí, pero es de
Ryat.
Tenía una reunión en casa de los Lords. En camino.
Bien. Nos vemos pronto.
BLAKELY
Escucho voces, pero suenan muy lejanas. Como si estuviera parada en
el extremo de un túnel y ellas al otro lado, resonando dentro de mi cabeza.
La cual está palpitando como si alguien la estuviera usando como batería.
—Te dije que esto pasaría…
Las voces empiezan a sonar más claras.
—Les dije que deberíamos haberla evaluado de manera diferente. —
Otra voz consigue atravesar el tamborileo detrás de mis ojos.
—¡La iniciación no le hizo esto! —arremete una voz conocida.
—¡No! ¡Fue ese pedazo de mierda con el que ibas a permitir que se
casara! —argumenta otra voz, y la reconozco. Es la de Ryat.
—¡Nunca iba a permitir eso! —el segundo grita de nuevo. —¿Por qué
crees que te obligué a elegirla? —Es mi padre—. ¿Eh? Seguro que no fue
para mierdas y risitas.
—Bueno, no es que me hayas dado una respuesta cuando te pregunté.
Abro mis pesados ojos, parpadeando un par de veces antes de que la
habitación se enfoque. Estoy en una cama de hospital. Ryat está de pie a la
derecha, apoyado en el alféizar de la ventana, vestido con una camiseta
blanca, unos jeans con una gorra de béisbol negra al revés y zapatillas.
Mi padre está sentado en un sofá a su lado, vestido con un traje color
carbón y con el celular en la mano. Mirando a mi izquierda, veo a mi suegro
caminando por la gran habitación, también vestido como si acabara de
llegar de una reunión de la junta directiva.
—No vamos a conseguir nada si estamos discutiendo —afirma,
respirando profundamente.
—Sí —consigo graznar y me estremezco—. Está empeorando… mi
dolor de cabeza.
—¡Blake! —Ryat se aparta del alféizar de la ventana y se acerca a mí
—. ¿Cómo te sientes? —Antes de que pueda intentar responderle, mira a su
padre—. Llama a la enfermera. —Él se da la vuelta y sale corriendo de la
habitación.
—Hola, princesa —dice mi padre con suavidad, acercándose al otro
lado de mi cama.
—Yo… —mis ojos se cierran, la luz los lastima.
—Apaga la luz —ordena Ryat, luego de escuchar el click del
interruptor, abro los ojos lentamente mirando una habitación más
tenuemente iluminada con la luz principal ahora apagada—. ¿Estás mejor?
—me pregunta, su mano toma la mía y la aprieta suavemente.
Asiento.
—Sí.
La puerta se abre y entra Abbot con una enfermera detrás.
—Buenas noches, Blakely. ¿Cómo te sientes?
Gimo. Ella está demasiado animada con su gran sonrisa, su cabello
rubio blanquecino está recogido en un bonito moño y noto como sus ojos
marrones escudriñan rápidamente a mi esposo antes de volver a los míos.
—Dice que le duele la cabeza —responde Ryat cuando se da cuenta
de que voy a ignorarla.
—Puedo darte unos analgésicos. —Ella asiente con entusiasmo. Y
luego lo mira de nuevo—. Volveré enseguida con ellos.
Cuando nos deja solos, cierro mis pesados ojos.
—¿Qué pasó?
—Te atacaron —responde Abbot.
Ryat vuelve a apretar mi mano.
—¿No lo recuerdas?
—No —respondo, abriendo los ojos y mirándolo.
Parece agotado. Sus bonitos ojos verdes no están tan brillantes como
los recuerdo. Tiene una barba incipiente en su mandíbula y sé que no ha
lavado su cabello porque lleva puesto la gorra.
—¿Cuánto tiempo llevo aquí? —pregunto, lamiendo mis labios
agrietados.
—Tres días —responde mi padre.
—Toma, te traje algunos de estos cuando perseguí a la enfermera. —
Abbot pone un vaso con hielo en la mano libre de Ryat.
Suelta mi mano y me da unos cuantos trozos de hielo con una
cuchara. Dejo que se derritan en mi boca, pues me apetece más el agua que
masticar hielo. Tengo mucha sed. Después de tragar, deslizo la lengua por
mis dientes superiores e inferiores, asegurándome de que están todos. Me
siento un poco mejor cuando verifico que están todos.
—¿Quieres más? —pregunta Ryat, y asiento.
La enfermera vuelve con una jeringa y esa estúpida sonrisa en su
rostro.
—Esto te dará sueño. Seguramente despertarás y volverás a
dormirte…
—No —digo, interrumpiéndola. ¿Ya he estado inconsciente durante
tres días? Es demasiado tiempo—. No quiero…
—Está bien, Blake —me dice Ryat y luego la mira, asintiendo. Sus
ojos vuelven a los míos—. Estaremos aquí cuando te despiertes. —
Inclinándose, presiona un suave beso en mis nudillos mientras mis ojos se
vuelven pesados.
Capítulo 50
RYAT
BLAKELY
BLAKELY
Entrar en la cabaña se siente… diferente. Hay cortinas negras que
cuelgan del techo y cubren todas las ventanas del suelo al techo que dan al
bosque. Hace que el lugar parezca más oscuro. Me recuerda a Blackout.
—¿Cuándo pusiste esto? —pregunto.
Coloca el bolso que Sarah llevó al hospital sobre la mesa de centro.
—Hice que Gunner y Prickett lo hicieran mientras estábamos en el
club.
—¿Por qué?
—Porque pensé que tal vez Matt andaba por aquí y no quería que
viera el interior de la casa.
Asiento en señal de comprensión.
Suspirando, se acerca a mí y besa mi cabello.
—No estarán para siempre —promete como si se diera cuenta de que
las odio.
Entra en la cocina y yo me dirijo al baño, con ganas de darme un baño
caliente. Estoy mental y físicamente agotada. Me desvisto, me quito la
camiseta y luego empujo mis pantalones cortos por mis piernas junto con
mi ropa interior. Me doy la vuelta y me paro delante del espejo. No me vi
en uno desde que Matt golpeó mi rostro contra el volante. No quería tener
que ver lo que ya sabía: me dejó fea.
Este era su objetivo. Hacer que Ryat me viera como algo repulsivo.
Matt quiere que Ryat me rechace. Ya no es que Matt me quiera. No. No
pudo vencer a Ryat, así que ahora va a ponerlo en mi contra. Es el único
ángulo que le queda por jugar.
Ryat entra en el cuarto de baño y agacho la cabeza, incapaz de
encontrar sus ojos en el espejo.
—Oye. —Sintiendo las puntas de sus dedos en mi cuello, aparta el
cabello de mi rostro con una mano mientras con la otra me aparta de la
encimera para colocarme frente a él—. Blake, mírame.
Sintiéndome derrotada, levanto la cabeza.
—¿Te duele? —pregunta, preocupado en el momento en que me ve
luchando contra las lágrimas.
—No —susurro.
Me dedica una sonrisa de disculpa.
—Siento lo de tu padre.
Aparto la mirada de él, mirando el techo blanco y negándome a dejar
caer esas lágrimas. Están tan cerca del límite.
—Blake —exige mi atención—. Háblame.
Tragando el nudo en mi garganta, dejo de luchar contra él.
—Él quiere que me dejes —susurro.
—¿Qué quieres decir con que te abandone? —Su ceño se frunce ante
la pregunta—. ¿De quién estás hablando?
—De Matt. Quiere hacerme fea, para que me dejes.
—Blake… —Suspira con fuerza—. ¿Es eso lo que piensas?
—Es lo que sé.
Se acerca a mí, desliza ambas manos en mi cabello y mantiene mi
cabeza firme.
—Te amo —dice, haciéndome sorber—. Eres la única mujer a la que
le he dicho eso. Y seguirá siendo así hasta el día de mi muerte. Tu rostro se
curará, tus cicatrices se desvanecerán, pero mi amor por ti no va a cambiar.
Así que, sea lo que sea que te haya dicho, o te haya hecho sentir, no dejes
que te afecte. Eso es lo que él quiere. ¿Entiendes?
Sus palabras hacen lo que traté de evitar, y las lágrimas se derraman
sobre mis pestañas inferiores, solo que por una razón diferente. Aquella
noche todavía está bastante borrosa. Sé que fue Matt, pero no recuerdo
realmente ninguna conversación que hayamos tenido, si es que la tuvimos.
Solo sé que éste tiene que ser su plan. Quiere que me aleje de Ryat, y sabe
que nunca lo dejaría.
Se inclina y presiona un suave beso en mis labios, sabiendo que puede
saborear mis lágrimas. Cuando se aleja, me agarro a su camisa, sin dejar
que se aleje demasiado.
—¿Quieres bañarte conmigo?
—Por supuesto.
***
Entonces responde:
—Te dije que así lo hice.
—¿Tienes alguna pregunta para mí? —cuestiona, sentándose frente a
mí en la enorme bañera de hidromasaje. La llené en exceso con una
tonelada de burbujas. Toma mi pie y empieza a frotarlo mientras lo coloca
sobre su muslo bajo el agua.
—¿Sobre qué?
—Sobre la noche en que Matt y yo tuvimos nuestra misión.
—Dijiste que no lo delatarías. No estoy segura de querer saberlo. Ni
siquiera sabía que LeAnne existía, ¿y ahora se supone que debo escuchar
cómo mi ex la mató? Incluso eso es demasiado jodido para mí.
—Te diré cualquier cosa —responde Ryat.
—¿Cualquier cosa? —Arqueo una ceja y él se ríe, con una sonrisa
juguetona en sus labios.
—Esa fue probablemente la respuesta incorrecta. —su sonrisa se hace
más grande.
—Tú lo has dicho.
Asiente.
—Está bien. Cualquier cosa.
—Háblame de cuando estuviste en la cárcel. —Desde que hizo ese
comentario, no puedo quitarme la imagen de él esposado de mi cabeza.
Estoy segura de que se habrá visto tan sexy como lo imagino.
—Captaste eso, ¿eh? —Suelta mi pie por un segundo y extiende su
mano pasándola por su cabello mojándolo y poniéndolo de punta—.
¿Recuerdas esa vez que puse droga en tu agua y te acosté en tu apartamento
antes de desaparecer? —Su mano se hunde en el agua y vuelve a frotar mi
pie.
—Sí… —¿Qué tiene eso que ver?— Espera… ¿fuiste arrestado? ¿Ahí
es donde estuviste? —Prickett me dijo que estaba en una misión y que no lo
llamara ni le enviara mensajes de texto porque no respondería.
—Bueno, técnicamente no fui arrestado. Fue una misión para la que
Matt me ofreció como voluntario.
Frunzo el ceño.
—¿Por qué haría eso? ¿Otro de sus locos planes?
—Exactamente —dice, confundiéndome aún más—. ¿Recuerdas
cuando estuvimos aquí, antes de regresar a tu casa, y tenía la televisión
encendida? ¿Hubo un tiroteo? —Asiento—. Era la casa de un juez. Un
Lord. Hubo un atentado contra él. Alguien entró, pero él no estaba en casa
en ese momento. En su lugar, mataron a su hijo de seis años.
Jadeo, colocando la mano sobre mi boca.
—¿Por eso fuiste tan malo conmigo? —pregunto recordando lo que
me dijo en la casa de los Lords después de su reunión.
«Dije que no voy a hacer esto ahora. Y lo dije en serio. Así que, a
menos que quieras verme realmente enojado, te sugiero que retrocedas de
una maldita vez. —Su voz es baja, sus palabras controladas, pero su mano
alrededor de mi garganta tiembla, revelando sus verdaderos sentimientos
en este momento.»
Asiente.
—Tuvimos una reunión de emergencia en la casa de los Lords.
Necesitaban dos voluntarios. Iba a ofrecerme cuando Matt se me adelantó,
ofreciéndonos a los dos.
Los chicos no estaban en buenos términos entonces, así que ¿por qué
haría eso?
—¿Qué hiciste?
—Dije que sí. —Se encoge de hombros.
—¿Entonces qué pasó?
—Tuve cinco horas para poner mis cosas en orden, y una de esas
cosas eras tú. Te drogué con el agua, necesitaba que estuvieras dormida
mientras me iba. Matt y yo nos encontramos en la catedral y nos
secuestraron donde el juez se encontró con nosotros y…
Me siento y dejo que me cuente toda su experiencia en la cárcel con
Matt mientras frota mis pies bajo el agua caliente. Cada palabra hace que
mi corazón martillee. ¿Cómo puede hacer esto todos los días?
¿Simplemente ir a ciegas a una tarea que no tiene ni idea de qué es? ¿O de
por qué tiene que hacerlo?
—Espera. —Lo detengo—. Volviste a mi apartamento casi sin poder
permanecer de pie. ¿Acababas de salir?
—Lo hice. —Asiente—. Matt intentó matarme mientras estaba allí.
Me ofreció la misión para alejarme de ti, pero cuando se dio cuenta de que
volvería contigo en poco tiempo, tuvo que idear un nuevo plan.
Dejo escapar un largo suspiro mientras los puntos comienzan a
conectarse.
—Increíble. —Niego con la cabeza.
—¿Qué?
—Por eso te casaste conmigo —digo con conocimiento de causa—.
Porque intentó matarte. Así que necesitabas nueva munición para
restregárselo en la cara. —Él solo me mira mientras continúo—. ¿Y qué
mejor lugar para anunciarlo que la fiesta anual en casa de los Lords frente a
todos? —Todo estaba planeado. Ni siquiera puedo estar enojada en este
momento. Estaba muy bien pensado.
—Así es. —Asiente. Extendiendo la mano hacia delante, agarra mis
manos y me atrae hacia él, nuestros rostros casi se tocan, nuestros cuerpos
estallan las burbujas—. Siempre he sido una persona egoísta, Blake.
Dispuesto a hacer lo que sea necesario para llegar a donde quiero. Y de
todas las cosas que he hecho, tú eres por mucho la mayor recompensa a mi
egoísmo.
Capítulo 52
RYAT
BLAKELY
Han pasado tres semanas desde mi estadía en el hospital. La vida
finalmente parece estar volviendo a la normalidad. Bueno, todo lo normal
que puede ser. Nada ha sido realmente lo mismo desde que me escapé. Es
raro no ir a Barrington ahora.
Ryat se niega a permitir que eso ocurra. Jura que la persona que
contrató para sustituirme tiene sobresalientes. Cuando le pregunté cómo
espera graduarse si se salta todas las clases, su respuesta fue: Soy un Lord.
No tenemos que presentarnos. Pase lo que pase, nos graduamos.
Supongo que tenía sentido. Tienen que hacer asignaciones (mantener
la lealtad a su juramento) y algunas los mantienen alejados durante días,
incluso semanas. Barrington está en la nómina de los Lords. Siempre supe
que la Universidad era corrupta. Solo que tuve que convertirme en Lady
para descubrir cuánto.
Ryat tenía razón: mi rostro finalmente se ha curado, y ni siquiera se
nota. Sigo teniendo dolores de cabeza a menudo, y Ryat me llevó a ver a
Gavin a principios de esta semana para que me hiciera más pruebas, pero
me dio el visto bueno. Dijo que con suerte, con el tiempo, serán cada vez
menos.
—Ya casi término —anuncia Sarah mientras miro el techo del baño
de Ryat en la casa de los Lords en tanto ella trabaja en mi cuello.
Es Halloween y están organizando una gran fiesta. El hotel está
situado en varios cientos de acres y han montado una casa encantada, un
paseo en carruaje por el bosque y un laberinto de espejos. En realidad, es
genial. Tuve que rogarle a Ryat para que viniéramos. Lo juro, lo veo
volviéndose loco mientras se sienta en la cabaña mirando las cámaras.
Nadie ha visto ni escuchado de Matt, desde la última vez que lo vi en mi
auto en el Blackout. Es como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra.
—Listo. —Sarah se aleja de mí.
Bajando la cabeza para mirarla, me doy la vuelta para mirarme en el
espejo.
—Bonito. —Me sonrío a mí misma.
Soy un sacrificio. Es más jodido de lo que podría pensar. Halloween
está destinado a ser aterrador. No quería hacer lo de mírame, soy un lindo
abejorro. Iba por el camino contrario.
Ahora, no me malinterpreten, sigo vestida como una puta. Quiero que
mi esposo se ponga tan nervioso que, cuando por fin estemos a solas,
arranque esta cosa de mi cuerpo porque está cansado de que otros me vean
con ella. Me encanta ser su chica buena, pero también disfruto siendo
castigada. He llegado a un punto en el que necesitamos algo de emoción. Él
necesita que le quite de la cabeza a Matt y yo sé cómo hacerlo.
Sé lo que Ryat siente por los Lords: ha dedicado su vida a ellos.
Quería mostrarle que yo también puedo hacerlo. Ha sacrificado mucho para
llegar a donde está, y tendrá que seguir haciéndolo. Incluso después de
Barrington. Así que me estoy sacrificando por él.
Matt arruinó mi iniciación, y Ryat me dijo la semana pasada que los
Lords no van a dejar que la recupere. Una parte de mí estaba decepcionada.
Quería demostrarle que podía ser lo que un Lord necesita. Otra parte de mí
se preguntaba si el plan de Matt era ése: impedir que hiciera mi iniciación
con la esperanza de que los Lords me exiliaran. De cualquier manera, él
había perdido.
—Ya terminaron —dice Sarah, leyendo un mensaje en su celular.
Los Lords estaban en una reunión en el sótano cuando llegamos. Eso
nos dio tiempo a prepararnos.
—De acuerdo. Vamos a reunirnos con ellos ahí fuera. —Si Ryat me
encuentra vestida y con este aspecto en su habitación, no saldremos de ella
esta noche.
Agarrando mi celular de la encimera, apago la luz y salto de un pie a
otro metiendo mis pies en los tacones mientras camino por su habitación
hasta la puerta.
—Le envié un mensaje a Gunner diciendo que nos encontraremos con
ellos en el salón de baile —me informa mientras cierro la puerta detrás de
nosotras.
—De acuerdo. —Nos abrimos paso por el hotel. Se han esforzado
mucho con la decoración. Las paredes del pasillo están cubiertas de lo que
parecen telarañas. Algunas caen del techo y hay que agacharse. Tienen
máquinas de humo en el suelo para reducir la visibilidad.
—Tomemos una copa primero —grita por encima de la música, y
asiento.
Sí, por favor. Ryat y yo no hemos usado preservativo, y ya no tomo
anticonceptivos, pero no ha habido señales de estar embarazada. En el
hospital me informaron de que era el procedimiento habitual hacerme la
prueba, y resultó negativo. Además, acabo de salir de mi ciclo la semana
pasada. Sinceramente, estoy sorprendida por eso. Pero no estoy preocupada.
Al menos me gustaría graduarme en la universidad primero, y para eso falta
un año.
Entrando en la cocina, Sarah nos sirve una bebida mixta que parece
un ponche de frutas de algún tipo de caldero de bruja. Una vez hecho esto,
volvemos a atravesar el hotel y nos dirigimos al salón de baile. Aquí tienen
al DJ, como aquella primera noche, en el rincón de la cabecera de la sala.
Veo a algunos de los Lords (no mayores) caminando con bandejas,
sirviendo bebidas y aperitivos. Esta noche no están vestidos con sus capas y
máscaras. En vez de eso, están vestidos de negro y con la mitad del rostro
pintado como un esqueleto.
Yo pinté el rostro de Ryat antes de salir de la cabaña. Tuve que mentir
y decir que necesitaba que Sarah hiciera el mío una vez que llegáramos.
Podría haberlo hecho yo misma, pero no sabía lo que iba a ser.
Llevando el sorbete a mis labios, doy un trago, con la esperanza de
que no me quite el lápiz labial. Cuando siento que entra en la habitación,
sonrío para mí misma.
Una mano golpea mi trasero, haciendo que escueza.
—¿Quieres que folle este culo para recordarte quién es el dueño? —
gruñe en mi oreja.
Ese pensamiento me hace succionar más fuerte mi sorbete. Me doy la
vuelta y lo miro.
Capítulo 53
RYAT
¡Que me jodan!
Se maquilló más de lo habitual. Sombra de ojos negra con pestañas
postizas gruesas y largas. Se ven como telarañas en la parte superior hechas
con un delineador negro. Hace que sus ojos azules se destaquen aún más.
Sus labios están pintados de un rojo intenso.
Mis ojos se dirigen a su cuello. También tiene maquillaje. Ha hecho
que parezca que su cuello ha sido cortado de un lado a otro. La sangre falsa
sale de la herida y se derrama sobre sus pechos, expuestos por su vestido
escotado. En el centro de su pecho hay una cruz invertida, como la que hay
sobre la entrada principal de la catedral.
Extiendo la mano, paso mis nudillos por él y la deslizo dentro del
vestido, sintiendo lo que ya sabía: no lleva sujetador.
Arqueando una ceja, le digo.
—Realmente te lo estás buscando, ¿verdad?
—Tal vez. —Coloca el sorbete entre sus labios y succiona.
—Te faltan algunos accesorios.
Deja de succionar su bebida y me mira con el ceño fruncido.
—¿Cómo qué?
Me inclino hacia ella y acerco mis labios a su oreja.
—Esa mordaza de boca abierta con tu cuerpo cubierto de tu propia
saliva y mi semen. —Me retiro, la miro y ella traga.
¡Mierda, se vería increíble! Ese vestido hecho jirones en el suelo, su
cuerpo atado, desnudo y amordazado en el búnker, listo para que yo lo use,
suena perfecto. Preferiría pasar la noche con ella así que aquí.
Sus ojos se dirigen a mis jeans negros, y el contorno de mi dura polla
queda a la vista.
—Sí —le digo, y ella me mira—. Mi polla está tan dura como tu coño
mojado. —Estoy seguro.
—Ryat. —Empujando mi pecho, se ríe, pensando que estoy
bromeando.
Agarro su mano y tiro de ella hacia mí, su cuerpo choca contra el mío.
Levantando la mano, acaricio su mejilla, pasando suavemente mi pulgar por
sus labios pintados.
—Sé lo que estás haciendo.
—¿Y? —susurra, separando sus labios. Su lengua se desliza entre
ellos, succionando mi dedo en su boca.
—Está funcionando. —Gruño.
Retrocediendo, saco mi pulgar de su boca y ella sonríe.
—Puedes probarlo más tarde. —Luego se gira, dándome la espalda
para hablar con Sarah.
BLAKELY
BLAKELY
Ryat y yo estamos acostados en el suelo de la sala de estar de la
cabaña. La chimenea está encendida, las llamas calientan la habitación.
Estoy cubierta con una manta, aunque estoy sudada. Ni siquiera llegamos al
dormitorio. En cuanto entramos en la casa, me abalancé sobre él. Odié
incluso tener que esperar tanto tiempo. Si por mí fuera, habríamos tenido
sexo en su auto en el estacionamiento de la casa de los Lords.
Él se acuesta boca arriba, con una mano detrás de su cabeza, y con la
otra acaricia distraídamente mi cabello mientras mi cabeza está sobre su
pecho desnudo. Mis dedos recorren el emblema de los Lords.
—¿Cuándo obtuviste esto? —le pregunto.
—Un par de semanas antes de que empezaran las clases —responde.
—¿Este año?
—Sí.
Me siento y su mano cae de mi cabello a mi espalda desnuda.
Mirando hacia abajo, le pregunto.
—¿Dolió?
Se ríe suavemente.
—Bueno, no se sintió bien.
—¿Tendré que obtener uno?
Se sienta y toma mi rostro entre sus manos. Sus ojos verdes examinan
los míos.
—¿Por qué piensas eso?
Me encojo de hombros.
—Si los Lords tienen que tener una marca de algún tipo, me imagino
que una Lady también.
—No…
—¿Y si quiero una? —preguntó en voz baja.
El silencio se apodera de nosotros y desvío mi vista de su mirada. Mis
ojos caen sobre su marca.
—Blake —extiende su mano y la desliza por mi cabello, obligándome
a encontrarme de nuevo con sus ojos—. ¿Por qué quieres una?
Lamiendo mis labios, respondo con sinceridad. El alcohol de antes me
ayuda.
—Quiero algo para demostrar mi devoción. Para demostrar que lo
entiendo todo.
—Lo haces. —Él frunce el ceño, su mano libre va a mi mano
izquierda y la levanta para besar mi anillo de boda.
—Eso es para ti —suspiro.
—Eso es suficiente para mí. —Afirma.
Me separo de él, me pongo de pie, envolviendo la manta con más
fuerza a mí alrededor y estoy a punto de salir de la sala de estar para
dirigirme hacia nuestro dormitorio, cuando él se levanta de un salto y agarra
mi brazo, deteniéndome.
—¿Oye? —dice suavemente—: No necesito que me demuestres nada.
¿Lo entiendes?
—Lo necesitaste antes —le recuerdo.
—Eso fue entonces. —Me suelta y pasa una mano por su cabello—.
Esto es ahora.
—¿Y? —Mis ojos se posan de nuevo en el emblema. El círculo
redondo con tres líneas que lo atraviesan. Sé que representa poder. Algo que
una Lady no tiene demasiado.
—Y sé lo que sientes por mí.
Mis ojos se encuentran con los suyos. Me siento estúpida por haberlo
pensado. Por supuesto, una Lady no tiene la misma marca de un Lord.
Estamos por debajo de ellos, ¿no? La mayoría de los Lords tienen
matrimonios arreglados. Somos desechables.
—Fue una estupidez —digo, sintiéndome tonta—. Solo pensé…
quería demostrarte que te amo por completo. Incluso la parte que te aleja de
mí. —Ante su silencio, relamo mis labios con nerviosismo y añado—. Una
vez dijiste que habías elegido esta vida. Quería demostrarte que yo también
la elijo.
Estoy por alejarme, pero él envuelve un brazo a mí alrededor por
detrás, ahora mi espalda está presionada contra su pecho. Aparta el cabello
de mi hombro y lo mueve hacia mi espalda, sus labios besan suavemente mi
cuello, justo detrás de mi oreja.
—Acuéstate en el suelo. —Es su orden.
Mi corazón palpita con fuerza, mi respiración se acelera al escuchar
su voz. Sin dudarlo, me alejo y hago lo que me dice.
Se acerca a la chimenea, agarra las pinzas del gancho y se quita el
anillo de los Lords de la mano derecha. Mi corazón comienza a latir con
fuerza en mi pecho cuando lo veo colocarlo en la punta y sobre el fuego,
calentándolo.
Capítulo 55
RYAT
BLAKELY
Han pasado seis semanas desde la noche de Halloween. Fue lleno de
acontecimientos por decir lo menos. Vi a Tyson follar con una mujer en el
bosque. Mi esposo me marcó como si fuera una pieza de ganado de su
propiedad. Pero no me arrepiento. Quería que entendiera hasta dónde
llegaba mi amor por él.
Las cosas han ido muy bien. Hemos caído en una rutina que casi me
hace sentir que somos normales. Ir al cine, salir a cenar. Es como si
fuéramos una pareja real que no vive en una sociedad secreta. Lo cual es
una locura, ya que en realidad somos esposo y esposa. A veces tengo que
recordarme a mí misma que es mi esposo porque parece demasiado bueno
para ser verdad.
Ryat abre la puerta principal de la cabaña. Entro en el vestíbulo, pero
me detengo cuando veo a Matt sentado en medio del sofá de cuero marrón
de la sala de estar. Inclinado hacia atrás, parece relajado, con los brazos
abiertos sobre los cojines.
—Tenemos una cena mañana por la noche con Ty —me recuerda Ryat
al entrar detrás de mí—. No dejes que me olvide de conseguir esa botella de
whisky que le gusta.
Si no estuviera tan aterrada, me sonrojaría por el hecho de que
tengamos planes con un hombre al que he visto abiertamente tener sexo. En
lugar de eso, trago saliva.
—¿Ryat? —Consigo decir su nombre a través del nudo en mi
garganta, mirando por encima de mi hombro hacia él mientras está cerrando
la puerta principal.
—Es una fiesta. —Escucho decir a Matt alegremente.
Ryat levanta la vista, deteniéndose también a mi lado. Sus ojos se
fijan en Matt.
—¿Qué mierda estás haciendo aquí? —exige Ryat.
¿Cómo consiguió pasar las cámaras?
Matt se inclina hacia delante, apoyando los codos en sus rodillas.
—Vine a buscar lo que es mío. —Sus ojos se dirigen a mí.
Niego con la cabeza, mi mano es incapaz de sostener mi bolso y cae a
mis pies.
—No. —La única palabra se quiebra mientras se desliza por mis
labios.
Ryat coloca su brazo sobre mi pecho para colocarme detrás de él, pero
Matt se pone en pie de un salto, sacando una pistola de la cintura de sus
jeans, y me apunta con ella.
—No te muevas o le dispararé —advierte.
—Matt —Ryat gruñe su nombre, levantando las manos frente a él—.
Déjala ir. Esto es entre nosotros. Soy yo con quien estás enojado. Es a mí a
quien quieres.
—No… por favor…
—Tiene razón, Blakely. Te quería a ti. ¡Pero jodidamente te casaste
con él! — grita, con la pistola temblando en su mano—. Y por mucho que
eso me disguste… —Mi cuerpo tiembla, pero no puedo moverme. No
importa lo fuerte que grite mi mente. No puedo dejar a Ryat—. Si yo no
puedo tenerte, entonces nadie puede.
Siento como si hubiera sido golpeada por un camión Mack. La fuerza
me hace retroceder hasta la puerta principal. Mi cuerpo tiembla como un
terremoto mientras se escuchan fuertes golpes en la distancia. No puedo
respirar. Mi cuerpo está siendo aplastado. Al levantar los brazos, siento un
material blando. Abro los ojos y veo un borrón blanco frente a mí. Mirando
hacia arriba, me encuentro con unos ojos verdes.
—Ryat… ¿qué?
Me doy cuenta de que es Ryat quien me aplasta contra la puerta. Su
cuerpo me inmoviliza contra ella. Siento humedad contra mi pecho.
—¿Qué? —Miro hacia abajo y mi camiseta está empapada de sangre.
—Estás bien —asegura, aspirando una respiración entrecortada—.
Estás bien —repite como si intentara convencernos a los dos.
Miro su camisa blanca y veo la sangre que la cubre.
—Oh, Dios. —Jadeo—. Ryat. —Él le disparó.
—Blake. —Se levanta y agarra mi rostro, sus manos se sienten frías y
húmedas—. Lo siento…
Las lágrimas arden en mis ojos mientras intento recuperar el aliento.
—No… No hagas esto.
—Te amo, Blake. —Susurra.
—No. No. No. ¡No lo hagas! —Grito, agarrando su camisa manchada
de sangre—. ¿Por qué? —¿Por qué nos haría esto? ¿A mí?
—¿Crees que mataría por ti, pero no moriría por ti? —Niega
suavemente con la cabeza—. Niña tonta. —Sus palabras son cada vez más
suaves. Apenas puedo escucharlas por encima de la sangre que corre por
mis oídos.
—Ryat… —sollozo.
—Te merecías algo mejor —susurra.
Las lágrimas caen por mis mejillas y lamo mis labios húmedos.
—Siento no haber sido mejor.
—¿Ryat? —Lloro—. Por favor. No me dejes. —La sangre comienza a
salir por su nariz—. Por favor… —le ruego que se detenga, mi voz se
quiebra.
Sollozando, veo cómo el color empieza a desaparecer de su apuesto
rostro. Se tambalea y coloca su frente contra la mía.
Lo abrazo para intentar sostenerlo, pero sus rodillas ceden y caigo al
suelo con él. Al inclinarme sobre su cuerpo, veo que la sangre empieza a
acumularse en la baldosa a nuestro alrededor. Él acaricia mi rostro.
—¿Por qué hiciste eso? —pregunto, apretando con mis manos su
camisa.
—Porque… te amo —dice tosiendo, y entonces su mano cae al suelo
a su lado.
—¿Ryat? —grito. Mis manos golpean su pecho—. ¿Ry- at? —mi voz
se quiebra cuando un sollozo sacude mi cuerpo.
—¡Levántate! —Matt agarra mi cabello y comienza a alejarme de mi
esposo.
—¡No! ¡No lo dejaré! —grito, retorciéndome en su agarre.
—¡Levanta el culo del suelo! —demanda, inclinándose y envolviendo
un brazo alrededor de mi cuello. Tira de mí hacia atrás y mis manos pierden
el agarre de la camisa de Ryat.
Me levanta del suelo, asfixiándome, pataleo. Grito en silencio
mientras miro el cuerpo de Ryat que yace en el suelo. Sus ojos están ahora
cerrados y su cabeza está inclinada hacia un lado, mirando hacia mí.
Matt se inclina hacia mi oreja.
—Él te entregó voluntariamente a mí, Blakely. Dar su vida por ti fue
jodidamente inútil. Al menos para él. Para mí, lo fue todo. —Entonces me
arrastra fuera de la casa.
Mis dedos se clavan en su antebrazo que me asfixia. Mis pies
levantan tierra y piedras, formando una tormenta de polvo a nuestro
alrededor. Se sube a un auto, arrastrándome con él. Otra persona cierra la
puerta mientras él suelta mi cuello. Respiro entrecortadamente mientras él
presiona mi espalda sobre el asiento. Luego coloca su rodilla en mi pecho,
aplastándome.
Intento gritar, pero no sale nada. Saca una jeringa de su bolsillo y
quita la tapa con los dientes. Lloro en silencio cuando agarra mi rostro
empujándolo hacia un lado. Entonces siento el pinchazo en mi cuello. Mi
cuerpo se entumece al instante, mis brazos y piernas caen como un peso
muerto. Retira su rodilla de mi pecho y respiro entrecortadamente.
Sosteniendo con su mano mi rostro, lo mueve hasta que tengo que mirar
hacia arriba, hacia él, que se cierne sobre mí. Me sonríe.
—Siempre gano, Blakely. Y se suponía que tú siempre serías mía. —
Soltándome, pasa sus nudillos por un lado de mi rostro.
—¿Está inconsciente? —Escucho una voz a lo lejos.
Parpadeo, utilizando cada gramo de fuerza que tengo para abrirlos de
nuevo.
—Casi —responde.
—Te tomó mucho tiempo —espeta la voz.
Y trato de estrujar mi nublado cerebro para ubicarla. Me resulta tan
familiar…
—Ya tengo el trabajo hecho —gruñe él.
Esta vez, cuando mis ojos se cierran, no vuelven a abrirse.
***
Me despierto, rodando sobre mi costado. Coloco una mano en mi
cabeza y la otra en mi estómago, me siento enferma. Tengo náuseas.
Abriendo mis pesados ojos, veo que estoy sobre una cama en una
habitación desconocida. Es grande, con una decoración blanca y morada.
Salgo de la cama y me dirijo a la habitación contigua. Gracias a Dios, es un
baño. Me dejo caer frente al retrete y me abrazo a él mientras vómito,
escuchando cómo se abre la puerta de la habitación. Me siento sobre mi
trasero, limpiando el vómito de mi boca con una mano.
—Bueno, bueno, bueno, la puta está despierta.
Vuelvo a tener arcadas y vomito de nuevo. Cuando creo que he
terminado. Vuelvo a caer sobre mi trasero, golpeando mi espalda con el
lateral de la bañera de hidromasaje, y miro hacia arriba para ver a Matt de
pie en el baño. Y la persona que está a su lado es mi madre.
—Tú… —gruño—. ¿Lo ayudaste a hacer esto? —Sabía que la voz
me resultaba familiar. ¿Era mi maldita madre?
—Le diste demasiado —ella le dice a él, ignorándome.
—Le di menos de lo sugerido —él argumenta—. Necesita comer
algo. —Saliendo del baño, vuelve segundos después con una bandeja que
ya debía estar en el dormitorio. En el plato hay una tostada con huevos
revueltos. Todo parece viejo.
¿Cuánto tiempo llevo aquí?
¿Y Ryat? Oh, Dios, Ryat. El recuerdo me golpea como un puñetazo
en el rostro. ¡Ellos lo mataron! Puede que mi madre no haya apretado el
gatillo, pero estaba allí para ayudar a Matt. Las lágrimas arden en mis ojos
y se me hace un nudo en la garganta.
Matt coloca el plato en la encimera y me lanza la tostada. Cae al suelo
delante de mí.
—Come eso —me ordena.
Lentamente, lo miro a través de mis pestañas acuosas, deseando poder
prender fuego su trasero.
—¡Jódete! —gruño entre dientes apretados.
Él sonríe.
—Oh, ya llegaremos a eso. Pero primero, come.
—¡No! —grito. Ryat está muerto. Mi madre ayudó a Matt a matarlo y
a secuestrarme. ¿Por qué haría una maldita cosa de lo que me dice?
Deja escapar un resoplido.
Mi madre suspira.
—Tienes que comer…
—¡Vete a la mierda! —grito, interrumpiéndola. Mi garganta arde y
me pitan los oídos.
—Ya fue suficiente. —Matt se abalanza hacia mí y recoge la tostada
del suelo. Agarra mi cabello con una mano, inclina mi cabeza hacia atrás y
mete la tostada en mi boca, empujándola hacia mi garganta.
Me atraganto con ella y los trozos salen disparados de mis labios.
—No hagas eso —sisea mi madre, apartándolo de mí.
Vuelvo al retrete justo a tiempo para vomitar de nuevo.
—Necesita un médico. —Escucho a Matt gruñir.
—Sé lo que le pasa —afirma mi madre.
—Sí, lleva dos días inconscientes. Necesita comer.
—No —dice mi madre en desacuerdo.
Vuelvo a sentarme sobre mi trasero y limpio la saliva de mi barbilla.
—Está embarazada.
No lo he confirmado oficialmente. Quería esperar unos días más antes
de hacerme la prueba porque ya me he retrasado antes. Incluso cuando
tomaba anticonceptivos, y no quería hacerme ilusiones. Miro hacia el suelo.
—¡Hijo de puta! —sisea Matt—. ¡Dejaste que te embarazara, perra
estúpida! —me grita—. ¡Maldita sea, ese maldito bastardo! —Patea los
armarios.
Lo miro a través de mis pestañas acuosas, vomité tan fuerte que eso
me hizo llorar.
—¡Él es mi esposo! —le grito. Luego, una sonrisa tira de mis labios
mientras agrego—: Él puede hacer lo que quiera conmigo.
Su rostro se pone rojo por la ira.
—Él está jodidamente muerto, Blakely. Justo como ese bebé está a
punto de estarlo. —Comienza a remangarse. Luego cierra sus manos en
puños, caminando hacia mí.
Mi madre coloca una mano sobre su pecho, deteniéndolo.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo?
—Deshacerme de él —responde con un resoplido.
Me alejo del retrete, presionando mi espalda contra el lateral de la
bañera una vez más, llevando mis rodillas al pecho. Los observo con los
ojos muy abiertos enfrentándose el uno al otro. Puede que Ryat esté muerto,
pero no dejaré que toquen a nuestro bebé. Encontraré una forma de salir de
aquí. Ganaré algo de tiempo.
—No la tocaras. —Ella levanta la barbilla.
—No puedes estar hablando en serio. —Me señala—. Está
jodidamente embarazada. No quiero su hijo. No me digas que quieres un
maldito bebé Archer.
—Por supuesto que sí. —Cruza los brazos sobre su pecho—. Me dará
una segunda oportunidad. Para hacer las cosas bien esta vez. —Me mira y
frunce los labios con disgusto.
—No. —Él niega con la cabeza.
—Sí —ella sisea—. Todavía no se le nota, así que no puede estar tan
avanzada. Has pasado veintiún años sin ella. Puedes estar siete meses más.
Él resopla.
—Esto trae más complicaciones.
—Me encargaré de eso. Traeré un chef para una dieta especial. Un
médico, necesita vitaminas prenatales, un ultrasonido. Estará bien…
—Has perdido la maldita cabeza si crees que te voy a entregar a mi
bebé —digo entre dientes apretados. ¿Es por eso que Ryat se puso delante
de mí? ¿Porque sabía que estábamos esperando? Quizá yo emitía señales
que yo no veía, pero él sí—. Sobre todo, porque ni siquiera eres mi madre
biológica.
Esperaba que eso la hiciera enfadar, pero ella solo me sonríe mientras
Matt resopla.
—Bendito sea tu corazón, cariño —dice condescendientemente—. Te
sacaré ese bebé yo misma y luego dejaré lo que queda de ti para Matt.
Sus palabras hacen que mi estómago se revuelva. Mis ojos llorosos
recorren el cuarto de baño para ver si hay algo que pueda utilizar en su
contra. Tengo que revisar el dormitorio. Han tenido que pasar por alto algo
que pueda utilizar para escapar.
—Bien. —Matt pone los ojos en blanco—. Puedes quedártelo, pero
cuando nazca, Blakely y yo nos iremos.
Ella asiente.
—Trato.
Ambos se dan la vuelta y salen del baño. Escucho cómo se cierra la
puerta de la habitación, seguida del sonido de varias cerraduras, lo que me
hace saber que, estemos donde estemos, estoy encerrada en estas dos
habitaciones.
Comienzo a llorar, pensando en Ryat. ¿Cómo pudo hacerme esto?
Morir voluntariamente para dejarme sola. ¿Es por eso que lo hizo? ¿Porque
sabía que estaba embarazada? ¿Cómo espera que viva sin él? La bilis
comienza a subir de nuevo, y me encuentro luchando para regresar al
retrete.
Capítulo 56
RYAT
Gavin suspira.
—Tengo que preguntarte Ryat. ¿Estas heridas fueron hechas por ti?
—No —digo bruscamente. Soy duro con Blake durante el sexo, pero
nunca la he golpeado físicamente. Matt golpeó su rostro contra el volante,
no yo.
Él arquea una ceja.
—¿Por qué mentiría sobre eso? —No es que me meta en problemas si
lo hiciera. Los Lords colocan específicamente a sus miembros en el sistema
legal. Desafortunadamente, golpear a tu esposa no es un delito. No quieren
a un Lord en prisión por casos de agresión o violencia doméstica cuando se
lo necesita para una misión.
—Durante mi examen inicial —continúa ante mi silencio—. Me di
cuenta de los escritos en su cuerpo, con un rotulador. Pensé que tal vez las
cosas se habían salido de control.
Ni siquiera me enfada el hecho de que piense que yo lo hice, pero la
idea de que la vea desnuda hace que mis manos se cierren en puños.
—No —repito—. No golpeé a mi esposa.
—Ya sabes cómo son los Lords y sus elegidas —añade—. He visto mi
parte justa aquí en los últimos veinte años desde que me gradué en
Barrington. —Entonces coloca sus radiografías en la pared y acciona el
interruptor de la luz que hay detrás, iluminando la película. Puedo ver
todos sus huesos desde el pecho hacia arriba. Y Gavin toma el extremo de
un bolígrafo y señala el punto entre su hombro derecho y su cuello—. ¿Esto
es lo que creo que es?
—Sí. —gruño y añado—: Déjalo ahí.
Él asiente una vez.
—Solo quería que supieras también que hicimos una prueba de
embarazo. Ha dado negativo.
No esperaba que ocurriera tan rápido, pero definitivamente voy a
seguir intentándolo.
—Es el procedimiento habitual —añade.
BLAKELY
Sentada en el medio de la cama, me balanceo hacia adelante y atrás.
Estoy bastante segura de que estoy empezando a volverme loca. Lloré hasta
que mi estómago se revolvió. Varias veces. Recuerdo a Ryat saltando
delante de mí y golpeándome contra la puerta para ser un escudo humano.
Ahora estoy enfadada con él. Tan jodidamente enfadada porque permitió
que Matt ganara y me dejó sola.
Levantándome de la cama, me dirijo al cuarto contiguo para usar el
baño. Esta es mi vida. Soledad y el aburrimiento.
Me hace preguntarme si esto es lo que sintió Ryat aquellos días que
estuvo en prisión. Pero solo que él sabía que sería liberado cuando
terminara su trabajo.
¿Yo? Estaré así de por vida. Y mi madre planea arrancar a mi bebé no
solo de mis brazos sino de mi propio cuerpo. No puedo permitir eso. No lo
permitiré. Tengo un plan, pero no estoy segura de cómo voy a ejecutarlo.
¿Y si lo intento y fracaso? ¿Qué me harán entonces?
Terminando de usar el baño, voy al lavabo y lavo mis manos. Después
de secarlas, me doy la vuelta para volver al dormitorio para pasar otra larga
tarde mirando la pared. Ni siquiera tengo televisión. Supongo que es para
no tener ni idea de lo que pasa en el mundo exterior.
Al salir del baño, grito cuando veo a Matt de pie junto a la cama,
inspeccionando mi desayuno. Tuve que obligarme a comer. No tengo
hambre, pero no voy a matar de hambre a mi hijo.
Se gira para mirarme y doy un paso atrás hacia el baño. Riendo,
camina hacia la puerta, bloqueando mi única salida con su enorme cuerpo.
¡Genial, Blake! Muy inteligente.
—¿Qué quieres? —espeto.
Sus ojos azules se dirigen a mis piernas descubiertas y recorren mis
muslos hasta llegar a la parte inferior de mis pantalones cortos. Luego sobre
mi camisa.
—Creo que sabes exactamente lo que quiero.
Niego con la cabeza.
—Mi madre…
Extiende su brazo y envuelve su mano alrededor de mi cuello,
empujando mi espalda hacia la pared de la derecha. Su cuerpo se presiona
contra el mío, y el hecho de que pueda sentir su pene duro dentro de sus
jeans me hace querer vomitar de nuevo.
—¡Tu madre no está jodidamente aquí! —Me sonríe—. Además,
puedo venirme dentro de ti y no tener que preocuparme por dejarte
embarazada.
Gimo, mis manos intentan apartar las suyas que están envueltas
alrededor de mi cuello, pero no funciona.
Inclinándose, pasa la lengua húmeda a lo largo de mi rostro, y eso me
provoca arcadas mientras las lágrimas arden en mis ojos.
—Sabes. Fingí sentir repulsión por tu fijación de ser violada.
—Se llama fantasía de sexo forzado… —Rechino los dientes—.
Imbécil.
—No. —Niega con la cabeza una vez—. Estoy hablando de
violación, Blakely. Porque te haré llorar. —Sus ojos se entrecierran sobre
los míos—. No vas a disfrutar ni a excitarte con eso. No como lo hiciste
cuando te vi hacerlo con Ryat en tu apartamento y luego otra vez en el
bosque. —Resopla—. Voy a hacerte daño, a golpearte y a jodidamente
humillarte.
Mi estómago se hunde al pensar en lo que me hará si tiene la
oportunidad. Y cómo lo que ha planeado podría dañar a mi bebé.
—Pero te daré una ventaja. —Suelta mi cuello y da un paso atrás.
Me desplomo contra la pared, aspirando una bocanada de aire
mientras froto mi garganta.
—Solo porque sé lo mucho que te gusta la persecución. —Sus ojos
caen sobre mi pecho.
—No voy a…
—Diez minutos —afirma, levantando el brazo y mirando su reloj.
—¡Matt! —grito—. No voy a…
Abofetea mi rostro, lanzando mi cabeza hacia un lado. Jadeo y coloco
las manos sobre la pared para no chocar con ella.
Agarra mi cabello y tira de mí hacia el mostrador, presionando mis
caderas contra el mueble. Grito pidiendo ayuda, aunque sé que no hay nadie
aquí.
Sujetándome en el lugar, levanta su mano libre y agarra mi cuello otra
vez.
—¿Por qué, Blakely? —Suspira como si estuviera decepcionado—.
Dejas que Ryat juegue contigo. —Tiemblo, tratando de alejarme de él—.
Pero supongo que… —Inclina mi cabeza hacia un lado y empieza a besar
mi mejilla—. Si no quieres jugar, entonces te follaré aquí y ahora.
—No. No. No. —Me apresuro a decir a través de un jadeo—. Jugaré.
—Intento asentir, con mis ojos llorosos suplicando que me dé otra
oportunidad en el espejo—. Jugaré.
—Bien. —Retrocede y me lleva hacia al dormitorio tirando de mi
cabello—. Vamos. El reloj está corriendo.
Salgo corriendo del dormitorio y cierro la puerta detrás de mí. Que él
tenga que abrirla puede darme un segundo más. Lo voy a necesitar. No
tengo ni idea de dónde estamos, pero decido bajar las escaleras hasta el
nivel inferior, con la esperanza de poder salir. Cuando llego al rellano,
tropiezo con el borde de una alfombra y caigo de bruces. Me levanto
rápidamente y corro hacia las puertas delanteras e intento abrirlas.
¡Maldita sea! Están cerradas con llave. Giro el cerrojo y lo vuelvo a
intentar. Nada. ¿Qué diablos? Mirando hacia arriba veo otra cerradura que
está demasiado alto para mí.
—Por cierto. Todas las puertas tienen candados añadidos. Y solo yo
tengo la llave.
Me doy la vuelta y mi cabello golpea mi rostro. Al mirar hacia arriba,
lo veo inclinado sobre el balcón, con un cuchillo en la mano, y lentamente
pasa la hoja por un lado de su rostro como si se estuviera afeitando.
—Y todas las ventanas son a prueba de balas. —Me dedica una
sonrisa escalofriante—. He tenido tiempo de preparar tu regreso a casa,
cariño.
Me alejo de la puerta y corro hacia el interior de la casa. El sonido de
su malvada risa rebota en las paredes y se propaga por toda la casa. Veo
otro juego de escaleras y decido que tal vez debería subir ya que él cree que
estoy aquí abajo. Me agarro a la barandilla de madera para detener mi
impulso y giro para subir cuando me topo con él.
El golpe me derriba. Grito cuando mi costado golpea el implacable
suelo y ruedo sobre mi estómago para arrastrarme lejos de él.
—¿No es esto divertido? —Se ríe. Sus manos agarran mis tobillos y
empieza a arrastrarme hacia atrás por las baldosas.
Grito, intentando agarrarme a cualquier cosa que pueda encontrar,
pero lo único que consigo es arrastrar una alfombra conmigo y una mesa
que estaba contra la pared.
Suelta mis piernas y trato de levantarme, pero sus manos agarran mi
cabello y me levanta de un tirón antes de estamparme de frente contra la
pared. Su enorme cuerpo me presiona contra ella desde atrás.
—Matt —sollozo—, por favor…
—Shh, Blakely —dice tranquilamente en mi oreja—. Está bien, nena.
Es solo un juego. Los dos vamos a ganar aquí.
Intento negar con la cabeza, pero él tira de mi cabello con más fuerza,
obligándome a mirar hacia el alto techo. Mis puños golpean la pared,
tratando de alejarme de ella y darme algo de espacio.
—Tu madre planea hacer lo que sea necesario para sacarte ese bebé.
—Presiona la punta del cuchillo en un lado de mi estómago, y me pongo
rígida, mi respiración se detiene—. Así que, mientras ella no está, vamos a
jugar. De esta manera, sigo teniendo lo que quiero. Y ella consigue lo que
quiere.
—Valerie no es mi madre. Tú mataste a mi madre —gruño, odiando
lo jodidamente indefensa que estoy. Odiando a Ryat por hacerme esto. ¡A
nosotros! Prometió protegerme.
Matt se ríe en mi oreja, haciendo que ese sabor a vómito surja una vez
más, y lo trago.
—Solo quería probarla. Me iba a follar a su hija para el resto de su
vida. Ella estaba allí, desnuda y esperando. Suplicando ser follada. ¿Qué
hombre dejaría pasar la oportunidad de tener a ambas?
—Mi esposo lo haría. —gruño.
Su risa se hace más fuerte.
—Él no tenía ni idea de quién era ella. Pero si lo hubiera sabido,
apuesto a que habría cambiado de opinión.
—¡Estás enfermo! —grito—. ¡Maldito bastardo! —Me aparta de la
pared y me empuja hacia delante con tanta fuerza que tropiezo y caigo de
rodillas.
Entonces siento sus manos sobre mí. Me arroja sobre mi espalda y se
sienta a horcajadas sobre mí. Sube mi camiseta para dejar al descubierto el
sujetador y le doy una bofetada en el rostro. Agarra mis muñecas y me las
inmoviliza a los lados.
—Sabes que tus padres tuvieron que inscribirte para ser una elegida,
¿verdad?
—No —me ahogo.
—No cualquier mujer puede entregarse a un Lord. Solo podemos
elegir entre las que están en la lista. —Sus manos aprietan su agarre, y gimo
—. Incluso ellos han reconocido la puta que eres.
Arqueo la espalda y grito pidiendo ayuda, pero se convierte en un
sollozo.
—No llores, cariño. Esta es tu fantasía. Esto es lo que quieres.
—No —sollozo, mi cabello se pega a mi rostro mojado.
—Sí. Vi a Ryat. Vi cómo te llevaba atada y amordazada y cómo te
metía en la parte de atrás de su camioneta, donde luego te ató. Incluso
levantó tu camiseta y jugó con tu teta. Luego el bosque… eso sí que fue
interesante. Quería que vinieras a buscarme, pero fue a él a quien
encontraste. Así que lo vi tomar lo que se suponía que era mío. Lo vi
follarte en el bosque —susurra—. ¿Y sabes lo que hice? Me masturbé
viendo cómo te excitabas mientras él te follaba y estrangulaba. Te encantó
cada segundo de ser tratada como la puta que eres. Te subestimé, nena. Pero
está bien. Puedo admitir mis errores.
Gimo.
—Voy a alinearlos para ti. —Lame mi rostro e intento girar la cabeza,
pero no puedo porque me tiene inmovilizada—. Pondré a mi Lady a trabajar
para los Lords. Serás la comidilla del…
—¡Tú no eres un maldito Lord! —grito por encima de él. Escuché a
alguien decir que fue despojado de su título. En la huida después de que
Ryat matara a Cindy y Ashley.
Su rostro se pone rojo de rabia y se inclina hacia a mi tan cerca que su
frente se apoya en mí mientras grita:
—YO SOY UN LORD…
Muevo mi cabeza lo suficiente para hundir mis dientes en su nariz.
Tan fuerte como puedo, sintiendo cómo se desgarra la piel y se rompen los
huesos. Su sangre llena mi boca cuando él se echa hacia atrás, liberándola
de mis dientes, le arranco la piel en el proceso. Luego se la escupo.
Sentado sobre sus rodillas, toca su rostro con manos temblorosas,
gritando de dolor.
—¡Vete a la mierda! —Me pongo de lado para hacer palanca, me
apoyo en mi brazo izquierdo y golpeo su rostro con mi pie, haciéndolo
retroceder aún más—. ¡Hijo de puta!
Echa la cabeza hacia atrás, con los brazos extendidos a los lados,
mientras la sangre brota de su rostro, gritando tan fuerte que mis oídos
zumban.
Me pongo en pie, me doy la vuelta y salgo corriendo del pasillo solo
para llegar a otro. Tiene una puerta tras otra. Las pruebo todas, necesitando
un lugar donde esconderme. Para recomponerme. Lavarme. Ahora estoy
cubierta de su sangre. Gotea de mi barbilla al suelo. Él podrá rastrearme.
Además, tengo ganas de vomitar.
Una puerta finalmente se abre y hay unas escaleras. La cierro detrás
de mí y bajo corriendo, saltándome los tres últimos escalones. Caigo de pie
y tropiezo, pero esta vez consigo mantenerme en pie. Veo una puerta a mi
derecha y la abro. La cierro detrás de mí, y me escucho a mí misma
inhalando aire una y otra vez.
La oscuridad es total. Mi mano se desliza por la pared junto a la
puerta, buscando el interruptor de la luz, pero cuando lo encuentro, me
detengo. Podría ver la luz del pasillo por debajo de la puerta. Así que la
mantengo apagada, sin querer delatarme.
—¡BLAKELY! —lo escucho gritar mi nombre.
Cubro mi boca con las manos, intentando silenciar mi sollozo
mientras camino hacia atrás desde la puerta en la oscuridad.
—¡Maldita perra! —continúa—. ¡Suplicarás de rodillas!
¡Jodidamente de rodillas, PUTA!
Al dar otro paso atrás, golpeo con algo duro y, por suerte, mi mano
amortigua el grito que emito. Es una pared.
El pánico se apodera de mi pecho y me doy la vuelta para mirarla.
Mis manos se extienden frenéticamente, esperando encontrar el pomo de
alguna puerta o cualquier forma de salida. Pero la idea de cualquier escape
se desvanece cuando la puerta de la habitación se abre de golpe.
Me doy la vuelta y veo a un Matt cubierto de sangre entrar en la
oscura habitación. La luz del pasillo que hay detrás de él solo deja ver su
silueta.
—Te encontré, pequeña perra.
Intento recuperar el aliento, pero no puedo. Siento pesadez en mi
pecho y me duele el costado de tanto correr.
—Sabía que te gustaba la pelea. —Camina dentro de la habitación,
saca dos pares de esposas de su bolsillo trasero y se me hace un nudo en la
garganta. Él sonríe—. Veremos lo mucho que luchas una vez que las tengas
puestas.
Capítulo 57
RYAT
BLAKELY
Ella se pone rígida, sus gritos cesan, pero respira con dificultad.
—Soy yo, Blake —vuelvo a decir. Entonces extiendo la mano y
enciendo la luz. Parpadea varias veces antes de que sus bonitos ojos azules
se encuentren con los míos.
Paso la mano por el costado de su rostro ensangrentado y cubierto con
cinta adhesiva.
—Voy a quitar esto, ¿de acuerdo? Pero tienes que permanecer en
silencio.
Ella asiente, parpadeando, y las lágrimas corren por su rostro.
Arranco las cuatro capas tan rápido como puedo.
—¡Oh Dios mío! Ryat, ¿qué… cómo…?
Cubro su boca con mi mano.
—Tenemos que permanecer en silencio —le digo.
Ella asiente una vez más y retiro mi mano. Aspira profundamente,
pero hace lo que le digo.
—Esa es mi chica buena.
Gime y la separo de la pared. Metiendo la mano en el bolsillo
delantero de sus pantalones cortos, saco una llave de esposas y la hago
girar, abriéndolas.
—Ryat… —Solloza suavemente, sus manos temblorosas cubren su
boca para tratar de mantenerse en silencio—. Yo no…
—Te lo explicaré más tarde, ¿de acuerdo? —Antes de que pueda
explicarlo, beso su frente. Sus manos suben y se clavan en el material de mi
camiseta—. Joder, te extrañé Blake —susurro y la atraigo hacia mí,
abrazándola con fuerza.
—Te amo —solloza ella, presionando su rostro contra mi pecho.
—Yo también te amo. —Me separo, agarrando su rostro lleno de
lágrimas—. Necesito que te quedes aquí.
—¿Qué? No. —Sus ojos se agrandan mientras el pánico se apodera de
sus rasgos—. Ryat… no.
—Necesito que te quedes aquí. En la oscuridad. Volveré, ¿de
acuerdo?
—Por favor. —Se ahoga y sus rodillas ceden. Antes de que caiga, la
atrapo, apretando los dientes por el dolor que siento en mi costado, mientras
la ayudo a llegar al suelo. He tomado varias pastillas para el dolor durante
el viaje en avión, pero no han servido de nada.
—Te lo prometo, Blake. Mírame. —Le ordeno, agarrando
bruscamente su rostro. Espero a que sus ojos se enfoquen en los míos—. Te
prometo que nos iremos a casa pronto. Pero tengo que buscar a Matt.
—Pero Tyson…
—Él vino conmigo, Blake. Está aquí para ayudarnos.
Me acuesto en la cama del hospital esperando a que Phil regrese con
mis pastillas para el dolor para que podamos salir de aquí, mientras acerco
el celular a mi oreja.
—¿Hola?
—Hola Ty, yo…
—¡Joder, Ryat! Es bueno escuchar tu voz.
—Necesito un favor —digo yendo directamente al punto de esta
llamada. No tengo el lujo del tiempo ahora mismo.
—Dilo —comenta sin dudar.
He sido injusto con él. Nada de lo que le pasó a Blake aquella noche
en el Blackout fue culpa suya. Además, fue él quien me dio la idea del
rastreador después de que ella huyera de mí. Esperemos no encontrar lo
que él encontró cuando llegue a ella.
Ella sorbe su nariz y asiente rápidamente. Apago la luz y cierro la
puerta detrás de mí, con llave para que Matt no pueda entrar sin derribar la
maldita cosa a patadas.
—Allí vamos. Lista o no. —Escucho a Matt gritar emocionado.
Saco la Glock de la parte de atrás de mi cintura y la sujeto con fuerza
con las dos manos. Voy a tener que esforzarme mucho para no meter una
bala entre sus malditos ojos, teniendo en cuenta lo que ha hecho con Blake.
Casi quiero decir a la mierda con el confesionario y deshacerme de él aquí y
ahora. Pero eso sería la salida fácil para él.
—¿Oye Ty? —La voz de Matt llega por el pasillo.
—¿Sí? —pregunta.
—¿Cómo entraste? —pregunta Matt y rechino los dientes. ¡Mierda!
Pensé que tendríamos más tiempo. Pensábamos que Matt estaría más
pendiente de la persecución que de preguntarse cómo entró Tyson en la
casa.
—Túneles. —llega su respuesta entrecortada.
Llego al final del pasillo y veo que Matt sigue de pie en la sala de
estar, con las manos en las caderas.
—¿Cuándo tuviste la oportunidad de estar a solas con Blakely que
fuiste capaz de ponerle un rastreador, sin que ella lo supiera? —él pregunta.
—¿En serio, Matt? —gruñe Ty, parado detrás del sofá, sacando un
collar y una correa de su bolso—. ¿Vamos a jugar a las cien preguntas o
vamos a jugar con la perra?
Mis dientes rechinan cuando Ty menciona que va a tocar a mi mujer,
pero entendí que esto sería necesario. Aunque eso no significa que me
guste.
—Oh, jugaremos. —Matt le asegura—. Pero tú no la tocarás.
¿Qué mierda? Mis ojos se abren de par en par cuando veo que alguien
entra en la habitación detrás de Tyson. Corriendo hacia la sala de estar,
levanto mi pistola y apunto al hombre.
—Jodidamente no te muevas.
Matt se da la vuelta para mirarme, la sorpresa cubre sus rasgos.
—Ryat. —gruñe.
—Jodidamente, retrocede. —Le ordeno al hombre que sostiene un
arma en la parte posterior de la cabeza de Ty.
—¡Jesús! —El hombre sisea, pero se queda dónde está—. No puedes
hacer un maldito trabajo, Matt.
La mandíbula de Matt se tensa.
—Estaba muerto cuando lo dejé, papá.
—¿Papá? —Ty se ríe y su cuerpo se relaja, ya no encuentra al hombre
detrás de él como una amenaza—. ¿Tú también estabas en esto?
—Por supuesto, lo estaba. —Matt resopla—. Ella iba a matarlo.
Mis ceño se frunce.
—¿Qué significa eso? —espeto—¿Por qué Blake…
—Su iniciación. —Ty me interrumpe, girándose para mirar a Jake
Winston—. Tú eras el que se suponía que estaba en Blackout. Tú eres la
razón por la que Matt estuvo allí en primer lugar.
Él presiona la pistola en el pecho de Ty y lo empuja hacia atrás contra
el sofá.
—Esa perra se ha convertido en un problema mayor de lo que debería
ser un coño—gruñe Jake.
Blake solo había recibido su primer mensaje la noche anterior a la
iniciación. Había revisado su celular en el hospital y nunca vi que recibiera
otro con los detalles de su asignación la noche del ataque. Ahora sé por qué.
Por eso Matt no la mató, ni se la llevó, fue una distracción. Solo intentaba
salvar a su padre.
—¿Por qué los Lord te querrían muerto, Jake? —Exijo—. ¿Qué has
hecho?
Me dedica una sonrisa escalofriante.
—Es lo que voy a hacer. —Levantando su arma, la coloca entre los
ojos de Ty.
Aprieto el gatillo, el sonido de mi arma disparando resuena en la
habitación, la bala se incrusta en su mano. Jake grita, el arma cae de sus
manos y Ty le da un puñetazo en el rostro.
Matt se gira y se abalanza hacia mí. Vuelvo a apretar el gatillo, pero él
ya está sobre mí y el arma dispara hacia el techo mientras levanta mis pies
del suelo. Golpea mi espalda contra la mesa de café y me deja sin aliento.
El dolor sube por mi costado y lo sigue una sensación de ardor que me hace
ver puntos flotando.
¡Jooodeeeerrr!
—No te preocupes, Ryat. —Se ríe en mi rostro—. Voy a hacer de tu
esposa mi puta.
¡No!
—Sobre mi cadáver —espeto.
Riendo, me ignora y añade.
—No seré tacaño como tú. Me aseguraré de que todos los demás
también la prueben. —Levantándome, empiezo a toser, respirando
entrecortadamente. Siento la humedad en mi espalda y sé que el impacto le
ha hecho algo a mi cuerpo ya herido. Me estoy desangrando. Probablemente
abrió los puntos de sutura. Puede que muera aquí y ahora, pero me llevaré a
Matt conmigo.
Apretando los dientes, le doy un puñetazo en el rostro y lo derribo,
sabiendo que me estoy quedando sin tiempo para hacer lo que vine a hacer.
BLAKELY
Salgo de la habitación al escuchar los disparos. Ryat me dijo que me
quedara aquí pero no puedo. Él está vivo. Vino por mí. Tengo que ayudarlo.
De cualquier forma que pueda.
Corriendo por el pasillo, escucho personas forcejeando, hombres
gruñendo. Al detenerme, veo a Tyson pateando a un hombre acurrucado en
el suelo de la sala de estar, junto al sofá. Se detiene y el hombre rueda sobre
su espalda, gimiendo de dolor, con la cara cubierta de sangre y sosteniendo
una mano ensangrentada contra su pecho.
Tyson se inclina, recuperando una pistola del suelo y se endereza,
apuntando a quien ahora reconozco, el señor Winston, padre de Matt.
—Si los Lords te quieren muerto, entonces ya lo estás. —Tyson
aprieta el gatillo del arma y le dispara a Jake en el rostro.
Grito, saltando hacia atrás, con un pitido en mis oídos.
—¡PAPÁ! —grita Matt, corriendo hacia él.
Tyson da un paso atrás, con el arma colgando a su lado.
Matt se arrodilla y golpea con los puños el pecho de su padre. Su
respiración agitada llena la habitación cuando limpia su rostro
ensangrentado con el dorso de la mano.
Sonrío, la escena me resulta demasiado familiar. Yo estaba haciendo
lo mismo con Ryat cuando Matt le disparó. Pero solo que yo sé que Ryat no
está muerto realmente. Jake está muerto. El hecho de que la mitad de su
rostro haya desaparecido, lo dice todo.
—El karma es una perra —digo, pero no creo que nadie me escuche.
Matt se levanta de un salto. Está a punto de abalanzarse hacia Tyson,
pero éste vuelve a levantar el arma, apuntando hacia el pecho de Matt. Se
detiene, con las fosas nasales ensanchadas y el pecho agitado.
—¡Hijo de puta! ¡Jodidamente seré tu dueño! —grita Matt.
—Siempre fuiste un Lord sin valor. —Tyson inclina la cabeza hacia
un lado—. Deberían haberte matado hace años.
El rostro de Matt se pone rojo y sus ojos azules se entrecierran hasta
convertirse en rendijas ante sus palabras.
—¡Hazlo! —Él golpea su pecho como un gorila—. ¡Mátame, hijo de
puta! —grita Matt.
—A su tiempo —dice Tyson con calma.
—¡No tienes las malditas pelotas! —Lo incita a seguir adelante y se
acerca al cañón.
Tyson toma el arma y golpea el rostro de Matt con ella. Tan fuerte que
lo hace caer de rodillas
—Tú más que nadie deberías saber que los Lords no nos permiten la
salida fácil. —Tyson se pone en cuclillas frente a él—. Nos hacen sufrir
más que a nadie. —Luego levanta la vista y veo que Ryat se pone detrás de
Matt.
Agarra un puñado de cabello de Matt y tira de su cabeza hacia atrás,
antes de clavar una aguja en su cuello. El cuerpo de Matt cae al suelo junto
a su padre muerto.
—¡Ryat! —jadeo, corriendo hacia él.
—Blake —murmura mi nombre cuando mi cuerpo se encuentra con el
suyo.
Envuelvo mis brazos a su alrededor y él se tambalea hacia atrás. Sus
manos van a mi cabello, pero no me abraza tan fuerte como yo a él.
—¡Whoa! —Tyson agarra mis brazos y me separa de Ryat.
—¿Qué pasa? —pregunto, limpiando las lágrimas que corren por mi
rostro. No me había dado cuenta de que estaba llorando hasta ahora.
—Tenemos que llevarlos al avión —espeta, ayudando a un Ryat con
rostro pálido a acercarse al sofá. Lo sienta y veo que está sangrando.
—Dios mío. ¿Se va a poner bien? —pregunto, el pánico se apodera de
mi pecho. ¿Qué sucedió? ¿Matt le disparó otra vez?
—Estoy bien —Ryat tose.
Y la mirada que me lanza Tyson dice lo contrario.
—Ty…
Él coloca sus manos sobre mis hombros, dándome una pequeña
sacudida.
—Necesito tu ayuda, ¿de acuerdo?
***
—Voy a llevar a Matt al avión y asegurarlo, y luego regresaré por
Ryat —me informa Tyson.
—De acuerdo. —Asiento, pasando mi mano por el cabello oscuro de
Ryat mientras su cabeza descansa sobre mi regazo en el asiento trasero—.
No puedo creerlo —digo enfadada. Ni siquiera debería haber venido. No
estaba preparado para salir del hospital.
—Estabas en problemas —logra decir con un jadeo.
—Tienes razón. Tú estás en problemas —digo bruscamente—.
Poniendo tu vida en peligro. Otra vez.
Tose.
—Tú también lo hiciste… —Apartándose de mis piernas, se levanta.
—¡Ryat! Se supone que debes esperar…
—Puedo caminar, Blake. —Empuja la puerta del auto y sale.
—¡Mierda! —Salgo de mi lado y corro alrededor de la parte trasera
justo a tiempo para ver sus rodillas doblarse—. Te tengo. —Agarro su brazo
y lo envuelvo alrededor de mis hombros, sosteniéndolo.
—¡Te dije que esperaras! —Tyson me gruñe, bajando las escaleras del
jet privado de mi padre.
—¡Fue su idea! —gruño, delatando a mi esposo como si fuera una
niña.
Acercándose a nosotros, Tyson agarra su brazo y toma mi posición.
Lo ayudo lo mejor que puedo a subir las escaleras y a entrar en el avión,
pero siento que es más bien uno de esos trabajos para una sola persona.
—Abre la puerta de la habitación. —Tyson hace un gesto con la
barbilla hacia la parte trasera del avión.
Me adelanto a ellos y la abro de un empujón, sujetándola mientras él
ayuda a Ryat a entrar. Lo coloca en el borde de la cama.
—Quédate aquí. —Luego me mira a mí—. No dejes que se acueste.
Mantenlo sentado. —Entonces rebusca en su bolsillo, entregándome una
navaja—. Corta su camiseta.
Asiento, aceptándola.
—De acuerdo.
—Blake —susurra Ryat cuando me quedo inmóvil.
—Lo sé —resoplo y tanteo intentando abrir la maldita cosa. Se me
cae al suelo—. Mierda. —La recojo.
Él se acerca, colocando sus manos ensangrentadas sobre las mías
temblorosas. Mis ojos se encuentran con los suyos, parece exhausto.
—Lo siento.
Frunce el ceño.
Mi garganta se cierra.
—Por esto… por ti. Hice esto… —Sorbiendo, mi labio inferior
comienza a temblar.
—No. No lo hiciste, Blake. —Niega con la cabeza una vez.
Una lágrima corre por mi mejilla.
—Gracias por salvarme. —Todavía me cuesta creer que esté vivo
frente a mí. He visto la imagen de él muerto en el suelo de la cabaña
demasiadas veces para aceptar ahora que esto es real. Que tengo otra
oportunidad de estar con él.
—Te lo dije. —Me da esa esa sonrisa tan de Ryat—. Siempre te
encontraré.
La puerta de la habitación se abre y Tyson entra una vez más con una
botella de whisky escocés en la mano y pastillas en la otra.
—Toma estas. —Las pone en la mano de Ryat y luego abre la botella
antes de entregársela también. Entonces sus duros ojos azules me miran—.
¡Necesito que le quites esa camiseta!
Con cuidado, corto la parte delantera, asegurándome de no cortar a
Ryat por accidente. Una vez que he terminado, Tyson la arranca hasta el
final y la tira al suelo.
—Párate frente a él. Voy a necesitar que lo mantengas en su lugar.
—¿Qué quieres decir con en su lugar? —me apresuro a decir.
Pero me ignora y se sube a la cama y se sienta detrás de él.
—Ryat, tío, tengo que cerrar esto.
—Lo sé —reconoce antes de tomar otro trago al licor.
Tyson abre una especie de maletín y mis ojos se agrandan al ver lo
que contiene. Pero no sé por qué. Debería haber esperado este tipo de cosas
en el jet privado de mi padre, ya que es un Lord. Estoy segura de que esta
situación se da a menudo cuando van de viaje.
—Tengo una aguja e hilo, pero eso llevará demasiado tiempo. Mi otra
opción son las grapas…
—Quémalo —gruñe Ryat, interrumpiéndolo—. Cauterizar será la
forma más rápida.
—¿Qué? —pregunto, el pánico oprime mi pecho—. No. Tiene que
haber algo…
—¿Quieres que se desangre? —grita Tyson, y trago saliva, negando
con la cabeza.
—Oye. —Ryat toma mis manos temblorosas entre las suyas y me
atrae hacia él, mirándome. Y todo lo que puedo pensar es que esas pastillas
para el dolor no van a hacer efecto lo suficientemente rápido. Va a sentir
esto.
—¿Tenemos alguna droga? —pregunto, lamiendo mis labios
húmedos. Necesitamos lo que Ryat me dio cuando huí. Me dejó
inconsciente casi al instante. Tyson niega con la cabeza sin siquiera
mirarme.
—Todo estará bien. Lo prometo —me asegura Ryat cuando ve la
forma en que mis hombros se tensan.
—Pásame el whisky —exige Tyson, señalándolo en la pequeña repisa
junto a la cama. Hago lo que me dice—. Ponle esto en la boca. —Me pasa
una toallita.
Antes de que pueda hacer nada, Ryat me la arrebata de la mano y se la
mete en la boca, y luego envuelve sus brazos alrededor de mi cintura,
mientras estoy de pie entre sus piernas separadas. Dejando escapar un
suspiro tembloroso, lo abrazo, sujetando el lado de su cabeza contra mi
pecho.
Tyson toma un encendedor y lo pasa por la hoja del cuchillo,
calentando el metal que va a utilizar para detener la hemorragia. Parpadeo,
permitiendo que las nuevas lágrimas caigan para poder ver mejor.
Colocando el mango del cuchillo entre los dientes, toma el whisky y
lo vierte sobre la espalda de mi esposo. Ryat se tensa y un sonido apagado
sale de su boca amordazada.
Gimo, y los ojos azules de Tyson me miran como si estuviera
empeorando las cosas.
Rasco suavemente la cabeza a Ryat, abrazándolo a mí, y sé que puede
sentirme temblar. Entonces Tyson calienta el cuchillo una vez más antes de
presionarlo, con la hoja plana, a lo largo del corte en la espalda de mi
esposo, que se aferra a mí con más fuerza.
El olor a carne quemada es suficiente para que me den ganas de
vomitar. Luego, saber que es la piel de mi esposo me provoca literalmente
arcadas. Pero me las arreglo para controlarme.
Una vez hecho esto, Tyson deja caer el cuchillo a su lado antes de
tomar algo del maletín y pegarlo con cinta adhesiva.
Miro hacia el techo, tratando de evitar que las lágrimas caigan antes
de tener que volver a mirar a Ryat a los ojos. No quiero que me vea
alterada.
—Eso será lo suficientemente bueno hasta que podamos llevarlo al
hospital. Le haré saber al piloto que estamos listos. Asegúrate de que se
acueste boca abajo. —Y con eso, nos deja solos.
***
BLAKELY
Ryat ha estado en el hospital durante tres semanas. Terminó
necesitando cirugía de nuevo debido a una hemorragia interna. Se excedió y
necesitó mucho reposo. Me he asegurado de que lo reciba. De hecho, me
sorprende que haya sido tan obediente. Debe haberlo necesitado de verdad,
teniendo en cuenta lo terco que es. Pero puedo igualarlo. Como Lady,
entiendo lo que mi Lord debe hacer. También entiendo que incluso él tiene
límites. Y antes de que pase mucho tiempo, habrá dos personas más que
cuidar. Necesito que se recupere al cien por cien.
He pasado cada momento aquí en esta habitación con él. Pero sé que
una vez que le den el alta hoy, estará fuera de mi control. Ha estado ansioso.
Quiere vengarse, y yo también.
Escupo la pasta de dientes y limpio mi boca, salgo de su baño privado
y entro en su habitación.
Está de pie junto a la cama del hospital, tirando de sus jeans sobre sus
piernas aún sin camiseta.
Me apoyo en la puerta y lo observo. Ha perdido algo de peso, incluso
con toda la comida que Gunner y Prickett nos han estado trayendo del
exterior. Aunque no le hacía falta. Ryat Alexander Archer está en excelente
forma. Desde sus cincelados abdominales hasta su amplio pecho y sus
musculosos brazos, el hombre está delicioso. Y se me ha antojado.
Levanta la vista y sonríe al ver que lo estoy mirando. Entonces mete
la mano en el bolso que tiene sobre la cama y saca un vestido.
—Ponte esto —me ordena.
Me río como si estuviera bromeando. Luego miro por la ventana para
ver la nieve que cubre el suelo y el edificio.
—Ryat, ayer nevó. Me congelaré hasta morir.
Él camina hacia mí.
—Yo te mantendré caliente.
—Lo digo en serio.
—Yo también. —Arquea una ceja, retándome a discutir.
Resoplo.
—¿Cómo llegó eso allí de todos modos? —Me sorprende que no lo
haya quemado.
—Le dije a Sarah que te empacara algo sexy.
—Es un poco revelador, ¿no crees?
—Quizá quiera ver lo que es mío —replica.
Suspiro, sabiendo que Ryat ha vuelto a ser cien por cien él mismo y
que mi historial apesta cuando se trata de ganar estas batallas con él.
Poniendo los ojos en blanco, me agacho y me quito el jersey,
dejándolo caer al suelo, luego desabrocho mis jeans y los deslizo por mis
piernas, pateándolos lejos.
—Levanta los brazos —ordena, y los levanto por encima de mi
cabeza, permitiéndole deslizarlo sobre mi cuerpo. El material fresco se
siente suave contra mi piel caliente—. Perfecto —elogia, pasando las
puntas de sus dedos por mis pechos que el diseño con escote en V deja ver,
y me sonrojo.
Coloca su mano entre mis muslos y la sube para acariciar mi coño.
Gimo, deseando sentirlo allí. Sentirlo sobre mí. No sé si es el embarazo o
qué, pero siempre estoy cachonda. Más de lo habitual. Tal vez solo sea el
hecho de no haber podido tenerlo mientras se recuperaba.
—Ven aquí. —Toma mi mano y me acerca a la cama. Extendiendo la
mano, empuja el bolso y lo coloca al otro lado sobre el suelo—. ¡Inclínate y
separa las piernas! —gruñe en mi oreja.
No discuto. En vez de eso, doy gracias a Dios. Inclinándome hacia la
cama, sube mi vestido de un tirón y da una palmada en mi trasero.
Entierro mi rostro en la cama, para que nadie nos escuche aquí dentro
si pasan por su habitación. Desliza sus dedos en mi tanga y pasa sus
nudillos arriba y abajo sobre mi coño empapado. Empujo mis caderas hacia
atrás.
—Alguien está ansiosa —reflexiona.
—Por favor —suplico, sabiendo que, por mucho que intente ir
despacio, tiene las mismas ganas de follar.
No responde, pero el sonido de su cremallera bajando es todo lo que
necesito saber. Segundos después, la cabeza de su polla se abre paso dentro
de mí, y gimo al sentir cómo me separa para adaptarme a su tamaño. La
sensación me hace poner los ojos en blanco. Ha pasado mucho tiempo.
Empuja hasta el fondo y se me corta la respiración. Entonces se
inclina sobre mi espalda y envuelve su mano alrededor de mi garganta con
la mano, apretando, pero no lo suficiente como para quitarme el aire.
—Joder, Blake —gruñe antes de que sus labios se posen en mi cuello,
succionando mi piel mientras sus caderas aceleran el ritmo, follándome
contra el costado de la cama.
Cubro mi boca con una mano para silenciar los ruidos ininteligibles
que me obliga a emitir. Sus dientes se hunden en mi piel y entonces se pone
rígido y se viene dentro de mí.
Se retira y me desplomo contra la cama.
—No es justo —gimo.
Riendo, me da una palmada en el muslo, haciendo que escueza.
—No has terminado. —Se arrodilla detrás de mí.
—¿Qué estás…?
—¡Quédate así! —Abofetea mi coño y grito, antes de volver a
enterrar mi rostro en la cama.
Sus dedos separan mis pliegues, y respiro profundamente cuando
siento que introduce algo frío y de goma.
—Ryat ¿qué…?
—Solo un poco de diversión. —Se levanta y agarra mi mano,
ayudándome a levantarme también.
Capítulo 60
RYAT
***
BLAKELY
Es domingo por la noche, estoy sentada en el sofá dentro de la oficina
en la catedral. Ryat está sentado en silencio en el escritorio cuando se
escucha un suave golpe en la puerta.
—Entra —dice Ryat.
Levanto la vista del sofá para ver entrar a Tyson. No sé por qué
esperaba que estuviera vestido con su capa y su máscara, pero no lo está. En
vez de eso, lleva unos jeans y una camiseta de color negro de cuello en V.
Su cabello oscuro está tan desarreglado como de costumbre.
—Él está listo.
Ryat asiente.
—Gracias. Ahora mismo voy.
Tyson me mira, y tengo la sensación de que me está desafiando. Esta
es una de las veces que voy a tener que dejar de lado mis sentimientos por
mi esposo. Al salir, cierra la puerta detrás de él.
El silencio persiste entre nosotros, y miro mi anillo de boda cuando
Ryat habla.
—Blake, no tienes que…
—Me quedaré —lo interrumpo, encontrándome con su mirada.
Sus labios se afinan, pero asiente una vez.
—Solo necesito un minuto. —Vuelve a escribir en su teléfono.
Hay otro golpe en la puerta y Ryat suelta su celular con un suspiro.
—¿Qué? —espeta.
La puerta se abre y mi padre entra, cerrándola detrás de él. Me pongo
de pie.
—Debería ir…
—¡Espera! —Extiende las manos en señal de rendición.
Me detengo, mirando el suelo. No he hablado con él desde que estaba
en el hospital. Ni siquiera ha intentado llamarme o enviarme un mensaje de
texto. No estoy segura de si eso es por su parte o si Ryat lo bloqueó en mi
celular. A estas alturas, ni siquiera me importa preguntar.
—Prefiero no hacerlo —digo y paso junto a él. Pero justo cuando
agarro la manija de la puerta, me detengo y me doy la vuelta. Mi esposo
está sentado en el escritorio, con los dedos entrelazados detrás de su cabeza,
descansando en su silla, con sus ojos fijos en los míos. Mi padre, sin
embargo, parece un cachorro herido, mirando al suelo—. Necesito saber
algo.
—Cualquier cosa. —Sus ojos se encuentran con los míos y da un paso
hacia mí.
—Matt me dijo que un Lord no puede elegir a cualquier mujer. Que
tienen que estar en una lista.
Traga saliva con nerviosismo, pero asiente una vez y susurra:
—Es cierto.
Suelto una carcajada áspera que lo hace estremecerse.
—¿Me estabas prostituyendo? —exclamo, pensando que Matt me
había mentido. Pero no. ¡Era la maldita verdad!— Eso es lo que es una
elegida, padre: ¡una puta! — Entonces no lo entendía. Demonios, todavía
no lo entiendo al cien por cien, pero es obvio que estos padres prestan a
estas mujeres a los Lords para que les sirvan por su devoción. Somos un
premio. Una oferta de servidumbre. ¿Y si tengo hijas? ¡Nunca permitiré que
les pase esto! ¿O hijos? Estoy segura de que no querría que nuestros hijos
tuvieran que tomar una elegida. Joder, ni siquiera sé qué pasó con la de
Tyson, pero sé que ella no fue la primera en morir.
—No. —Mi padre niega con la cabeza rápidamente, dando otro pasó
hacia mí—. No fue así.
—¿Entonces cómo fue? —exijo.
Ryat deja caer sus manos de detrás de la cabeza y se levanta.
—Blake…
—No. Yo me encargo de esto. —Mi padre levanta la mano hacia mi
marido. Cruzo los brazos sobre mi pecho y empujo la cadera hacia un lado,
esperando impacientemente—. Tu madre…Valerie. —Se corrige—. Te
anotó porque quería que estuvieras con Matt. Ese era su plan y de Kimberly.
Cuando me enteré, tuvimos una discusión. No quería que fueras una
elegida, pero ya era demasiado tarde. No pude evitarlo. Mi única opción era
intervenir. Así que le di a Ryat el encargo que le hice, sabiendo que su
lealtad estaba con los Lords, y que no lo rechazaría. —Da otro paso hacia
mí, y yo uno para atrás, mi espalda choca con la puerta, y su rostro decae—.
Nunca pensé que esto llegaría tan lejos. Por favor, Blakely. Tienes que
creerme. Solo intentaba salvarte de Matt.
Miro a Ryat, que está parado detrás de su escritorio, con las manos
metidas en los bolsillos de sus jeans. Sus ojos color esmeralda no revelan
nada. ¿Se arrepiente? Ese es mi mayor temor. Sé que no hemos llegado aquí
por casualidad. Fue forzado. Pero aun así me enamoré de él. ¿Y si esto es
solo su compromiso con los Lords? ¿Y si solo soy un juego que se niega a
perder? Un juego que él seguirá jugando cueste lo que cueste.
—Danos un momento —le dice Ryat a mi padre.
Él suelta un suspiro y deja caer sus hombros, dirigiéndose a la puerta
y me aparto de la puerta para que pueda salir.
En silencio, miro mi alianza cuando Ryat se acerca a mí y sujeta
suavemente mi rostro son sus manos, obligándome a mirarlo.
—Detente —ordena.
Estoy a punto de apartar la mirada, pero sus manos me lo impiden.
—Veo esa mirada en tu rostro, Blake. Quiero que sepas esto… lo que
sea que se diga ahí fuera, o lo que haga… solo tienes que saber que te amo.
Asiento y las lágrimas arden en mis ojos.
—Lo digo en serio. —Atrayéndome hacia él, presiona un tierno beso
en mi frente—. Puede que haya comenzado como un encargo, pero ahora
eres mi vida. —Deja caer sus manos sobre mi vientre y lo frota suavemente
—. Ustedes tres son mi vida. Y ustedes siempre serán lo primero. ¿Me
entiendes?
Sus palabras hacen que mi corazón se acelere y trago con
nerviosismo.
—Te amo —susurro.
Dándome esta vez un tierno beso en los labios, empuja la puerta y
entramos en la catedral. Todos los Lords están presentes, sentados en los
bancos vestidos con capas y máscaras. Ryat me lleva a la primera fila, y me
siento en el mismo lugar que ocupé la última vez que lo vi torturar a alguien
que intentó destruir mi vida con él.
Ryat sube las escaleras y camina hacia una sábana negra que cuelga
del techo. Alcanza la sábana y tira hacia abajo, dejando al descubierto lo
que hay detrás: Matt.
Tiene los brazos atados por encima de su cabeza con una cuerda
sujeta al techo. Tiene los pies separados, encadenados al suelo, y solo lleva
puestos sus calzoncillos.
Está cubierto de sangre, y me pregunto qué habrá estado haciendo
Tyson para torturarlo durante el último mes mientras Ryat se recuperaba.
No fue suficiente para matarlo, pero definitivamente lo suficiente para
joderlo por los moretones y la sangre seca en su cuerpo.
Ryat se coloca detrás de la piscina de bautismo y se enfrenta a la
congregación.
—Lords, me parece que este es un momento de enseñanza para todos
ustedes. — Comienza—. Este de aquí es un compañero Lord que decidió
traicionar su juramento y ser desleal con nosotros.
Matt levanta la cabeza y mira la parte posterior de la cabeza de Ryat.
—¿Cuál es su castigo? —pregunta Ryat.
—¡La muerte! —Responden todos al mismo tiempo, haciéndome
saltar.
—Adelante —gruñe Matt—. ¡No diré una mierda!
Una sonrisa se extiende por el rostro de Ryat.
—No tienes que hacerlo… pero ella lo hará.
El sonido de una puerta abriéndose y cerrándose en el segundo piso
llena el gran espacio, y entonces veo a mi padre arrastrando a Valerie hacia
el escenario. Me siento más erguida y mis ojos se dirigen a Ryat. Sus ojos
ya están sobre los míos. Él trató de decirme que no tenía que quedarme aquí
esta noche. ¿Es por esto? Pensé que intentaba salvarme de lo que iba a
hacerle a Matt, pero quizá era para protegerme de la mujer con la que crecí
pensando que era mi madre.
Mi padre la detiene y la obliga a arrodillarse. Ella gime detrás de su
mordaza. Acercándose a ella, se la quita y ella llora más fuerte. Agarra su
cabello y tira de su cabeza hacia atrás.
—Tienes una oportunidad para explicarte —dice con calma.
Sabía que mi padre era un Lord desde que Ryat me trajo de vuelta,
pero nunca esperé verlo en acción. ¿De esto quería hablarme en la oficina?
¿Prepararme para lo que había planeado hacer? Tal vez él tampoco quería
que yo estuviera aquí.
Ella solloza y su cuerpo tiembla.
—Él la mató.
—¡Valerie! —espeta Matt—. ¡Cállate, perra estúpida!
Ryat se acerca a él y saca algo de su bolsillo trasero. Es una mordaza
de bola negra. Mete la bola de goma en su boca y la ata detrás de su cabeza.
—Ya tendrás tu turno —le asegura.
—Está bien —mi padre pasa las manos por su cabello y su cuerpo se
estremece de miedo ante el simple contacto—. Sigue adelante.
Ella sorbe la nariz.
—Yo… encontré el lugar donde habías estado hablando con LeAnne.
Querían contarle a Blakely sobre ella… —Sus ojos llenos de lágrimas se
encuentran con los míos—. No podía dejar que eso sucediera. No podía…
Mirando hacia el suelo, la ignoro. Honestamente, toda mi vida pensé
que ella era mi madre, y aunque la amaba, no puedo dejar de pensar en que
quería llevarse a mis bebés. Que pensara que le había fallado tanto, que
quería una segunda oportunidad.
—Continúa. —Mi padre la insta. Su mano sigue en su cabello con
cariño, pero ella tiembla como una hoja de árbol.
—Se suponía que solo debía asustarla. Pero Matt lo llevó demasiado
lejos. —Ella llora—. Y la mató…
—Tienes razón. —Mi padre da un paso atrás y ella se relaja aliviada.
Pensando que la va a recompensar por decir la verdad—. Matt sí lo llevó
demasiado lejos. —Está de acuerdo, asintiendo una vez—. Pero LeAnne
todavía está muy viva.
Mis ojos se disparan hacia Ryat y él está mirando a mi padre, con una
expresión de confusión en su rostro, informándome de que desconocía este
hecho tanto como yo.
—No. —Ella niega con la cabeza—. Él la mató…
El sonido de las puertas dobles abriéndose detrás de mí, chirrían.
Todos los que están en los bancos se giran para mirar a quienquiera que
haya entrado, pero yo no puedo. Estoy inmóvil en mi lugar. Mirando
fijamente a mi esposo en el desván. Su ya afilada mandíbula se tensa, su
cuerpo se pone rígido y sus ojos se oscurecen.
El sonido de un par de tacones altos sobre el suelo de cemento es todo
lo que se escucha mientras alguien, no, alguna mujer camina por él.
Envuelvo mis brazos alrededor de mi creciente estómago de manera
protectora, sin saber qué esperar mientras mis ojos se llenan de lágrimas.
—No te detengas por mí. —La voz de una mujer anuncia a la
congregación, haciendo que mi pecho se contraiga dolorosamente.
No. No. No. No lo creo.
—LeAnne. —Mi padre dice el nombre y sonríe—. Pensé que querrías
unirte a la diversión.
Parpadeando, las lágrimas ruedan por mi rostro.
Matt se agita en sus ataduras mientras Valerie solloza de rodillas.
Veo por el rabillo del ojo una figura que comienza a subir las
escaleras de la izquierda. No puedo evitar mirarla. Cabello largo y oscuro
cae por su espalda en grandes ondas. Va vestida como si fuera a un funeral.
Un gran sombrero negro con un velo de encaje negro cubre la mitad de su
rostro. Un vestido negro ajustado con una larga cola. Al llegar al desván, se
gira para mirar a la congregación y escucho a los miembros Lords sentados
en los bancos jadear ante su belleza. La mujer grita poder e irradia riqueza.
Es impresionante, con una piel bronceada y grandes ojos azules. Tiene unos
labios que parecen hechos, pero no demasiado grandes, pintados de rojo
fuego.
Me parezco a ella.
—No lo entiendo. —Ryat es el primero en hablar—. Te vi morir.
—No. Me viste tirada en el suelo. Nunca comprobaste si estaba
muerta. —LeAnne lo corrige.
Él rasca su nuca, dando un paso atrás. El hecho de que esté realmente
molesto por esto me pone aún más nerviosa.
Ella se coloca frente a Valerie, con las manos en sus delgadas caderas.
—Me has golpeado. —Se escucha el sonido de una bofetada—.
Porque no querías que Blakely supiera la verdad. —Se ríe, agarrando su
rostro y empujando su cabeza hacia atrás obligando a Valerie a mirarla—.
Si no fuera por mí, nunca habrías tenido la oportunidad de ser madre. No es
mi culpa que hayas fracasado. —LeAnne la aparta de un empujón.
Valerie solloza y su cabeza cae hacia adelante.
—Y tú —se acerca a Matt, que sigue agitándose—. Quisiste violarme.
Los hombres siempre creen que su polla les da poder. —Ella estira la mano
y lo agarra entre las piernas, haciéndole echar la cabeza hacia atrás y gritar
dentro de su mordaza—. Esto te hace débil. —Chasquea los dedos y mi
padre se acerca a ella con un cuchillo en la mano. Se lo tiende y ella suelta a
Matt justo a tiempo para apuñalarlo entre sus piernas abiertas. Todos los
Lords gimen cuando ella se lo quita y la sangre se derrama por las piernas
de Matt hasta el suelo, mientras él grita dentro de su mordaza—. Y
dejémoslo en claro: tú me empujaste.
Mis ojos vuelan hacia Ryat, que parece haberse recompuesto. Sus
manos cerradas en puños y su respiración agitada muestran su enfado por el
giro de los acontecimientos.
—¿Cómo…?
—Sabía que vendrías. —Interrumpe a mi esposo y mira a mi padre—.
Él me dio el aviso. —Se ríe suavemente—. Yo ordené el ataque a Nathaniel.
Yo lo pedí. —Presiona una uña negra y puntiaguda en el pecho de mi
esposo y mis dientes rechinan ante el contacto—. Entonces Phil me informó
de que tenías un compañero. Supe inmediatamente sus razones para
acompañarte. Todo por culpa de tu esposa.
Ryat se pone rígido, pero aparta la mano de su cuerpo mientras me
enderezo cuando sus ojos se posan en los míos.
—Súbela.
Dos hombres agarran mis brazos y me levantan de un tirón de mi
asiento.
—¡No me toquen! —grito, intentando liberar mis brazos, pero me
arrastran sin esfuerzo hacia las escaleras.
—¿Qué mierda? —espeta Ryat, corriendo hacia mí una vez que
llegamos al rellano. Me libera de los dos hombres.
—No pasa nada. —dice LeAnne, haciéndome un gesto y Ryat me
coloca detrás de él, protegiéndonos a mí y a los bebés—. No estoy aquí para
hacerle daño.
—Entonces no dejes que tus putos perros la toquen —él gruñe.
—Todo lo contrario, en realidad. —Sostiene el cuchillo que aún está
cubierto con la sangre de Matt, entregándomelo por el mango—. Estoy aquí
para darle lo que ella quiere. Venganza.
Mi corazón late con fuerza, mi adrenalina se dispara. Tragando saliva
salgo de detrás de Ryat y la miro. Extiendo una mano temblorosa y le quito
el cuchillo.
—¿Esto es… es una iniciación? —pregunto con voz temblorosa. ¿Me
están poniendo a prueba? Si es así, ¿por qué Ryat no está al tanto de esto?
Parece confundido y enfadado.
—No. —Ella da un paso atrás—. Esto es por diversión, cariño. Mamá
te vendió a los Winston para mantener en secreto su plan de enviar a Matt
para matarme.
Mis ojos se agrandan y miro a Valerie. Ella sigue sollozando,
meciéndose de un lado a otro sobre sus rodillas.
—¿Por eso estabas tan obsesionada con que me casara con Matt? —
exijo—. ¿Ibas a entregarme a él de buena gana porque papá seguía
hablando con mi madre biológica?
Ella levanta la cabeza, mocos y lágrimas corren por su rostro.
—¡Yo soy tu madre! Pequeña perra desagradecida. —Sus ojos se
dirigen a LeAnne, quien coloca su mano ensangrentada en la cadera,
luciendo aburrida—. ¡Todo lo que tenías que hacer era casarte con él!
—¡Él no me quería! —grito.
Sorbiendo la nariz, lame sus labios
—¿Crees que quería a tu maldito padre? Haces sacrificios por los
Lords.
Mi mano tiembla mientras sostengo el cuchillo y mi agarre se tensa.
—Ibas a llevarte a mi bebé. —No quiero que nadie sepa que voy a
tener dos. Eso solo lo sabremos mi esposo y yo.
—¿Ella qué? —exige Ryat, colocándose a mi lado.
Él cree que le conté todo lo que pasó durante esos días que estuve
encerrada con Valerie y Matt, pero no lo hice. Lo ignoro y me acerco a ella:
—Dijiste que tú misma me quitarías el bebé y dejarías lo que queda
de mí para Matt. —Lágrimas de ira llenan mis ojos—. Una madre nunca le
diría eso a su hija.
Gruñendo, levanta la barbilla.
—Menos mal que no soy tu madre. —Sus ojos se dirigen a Ryat, que
está a mi izquierda—. ¡Él jodidamente no te quiere! Eres un juego, Blakely.
Para Matt. Para él. Iba a hacerte un maldito favor. —Sus ojos verdes se
mueven hacia mi estómago—. ¡Merezco ese bebé! Merezco mi
oportunidad. Y voy a tenerla…
Interrumpiéndola, me coloco de rodillas y clavo el cuchillo en su
estómago, horizontalmente. La boca de Valerie se abre, y un solo suspiro
sale de sus labios separados antes de tirar del mango, atravesando su
abdomen, abriendo su maldito vientre, como ella había planeado hacer
conmigo.
Arrodillada frente a ella, siento la sangre en mi piel y empapa mis
jeans. Observo, incapaz de apartar la mirada, cómo la vida está escurriendo
de sus ojos verdes, y espero que Ryat se haya equivocado al decir que no
hay cielo ni infierno. Porque espero que ella esté ardiendo. Cuando llegue
mi día y tenga que enfrentarme a mi Dios, con gusto iré al infierno por la
vida que tomé, porque salvó a otras dos. Mis hijos merecen la oportunidad
de tener la vida que quieren. No una que esta perra iba a dictar.
Capítulo 61
RYAT
Entro a la cabaña.
—¿Blake? —Llamo, pero me encuentro con el silencio—. ¿Blake? —
digo un poco más alto, pero de nuevo no obtengo respuesta. Cuando corro a
nuestro dormitorio, la puerta golpea la pared interior por mi fuerza—.
¿Blakely? —digo su nombre completo.
Todavía nada.
Entrando al baño, suelto un suspiro cuando veo que sale vapor de la
ducha. Empiezo a quitarme los zapatos y desabrocho mis jeans, seguidos de
mi camiseta. Al abrir la puerta de vidrio, la encuentro de pie, de espaldas a
mí y con la cabeza debajo del agua.
Extiendo la mano, envuelvo mi brazo a su alrededor y la levanto,
haciéndola chillar.
—¡Ryat!
La giro hacia mí doy y la inmovilizo contra la pared, ahuecando su
rostro, y ella se ríe.
—Me asustaste.
—Lo siento. —Sonrío, y hace un gesto que dice que sabe que no lo
siento en absoluto—. ¿Cuánto me amas? —Mis manos caen sobre su
creciente vientre. La semana pasada nos enteramos de que vamos a tener
gemelos. No podría estar más extasiado, pero una parte de mí siente pena
por mi esposa. El hecho de que vaya a vivir en una casa conmigo y con dos
niños como yo. Menos mal que es terca y cabezota.
Su rostro decae, y se pone rígida contra mí.
—¿Qué hiciste?
—Mentí —admito.
—¿Sobre qué? —gruñe.
Le había dicho que tenía una reunión temprano en la casa de los
Lords, pero no es ahí donde estuve las últimas dos horas.
—Tenía una reunión, pero no era con los Lords.
Frunce el ceño.
—¿Por qué mentirías sobre eso? ¿No me he probado a mí misma,
Ryat? Que puedo manejar esto.
—Por supuesto que sí. —No quería darle esperanzas por si no
funcionaba, pero lo hizo. Y ahora muero por decírselo—. Tuve una reunión
con Gregory Mallory.
Su ceño se frunce, inclinando la cabeza hacia un lado.
—Yo... espera, ¿no es el juez por el que fuiste a la cárcel?
Asiento.
—Me debía un favor.
—¿Qué clase de favor? —pregunta escépticamente.
—¿Recuerdas que dijiste que, si pudieras elegir, elegirías quedarte
viviendo aquí en la cabaña, en Pensilvania?
—Sí —responde lentamente.
—Bueno, acabo de cobrar mi favor.
—No lo entiendo. —Humedece sus labios.
—Él se va a jubilar y cuando eso ocurra, voy a ocupar su puesto. —
Ser un Lord es una vía rápida para tu carrera. Pero aún faltan unos diez años
para que sea juez. Mientras tanto, seré un abogado de alto precio para
conseguir el tiempo necesario en la sala del tribunal. Si empiezo desde el
principio, se plantearán demasiadas preguntas.
Jadea y coloca sus las manos sobre su boca.
—¿Hablas en serio?
Asiento.
—Sí.
—¿Nos quedaremos aquí? —Sus manos golpean mi pecho con
entusiasmo—. ¿No tenemos que ir a Nueva York?
—No. —Niego con la cabeza.
Ella salta arriba y abajo antes de presionar sus labios contra los míos.
Mis manos se dirigen a su cabello mojado.
Nunca quise ir a Nueva York. La negativa de mi mujer me lo ha
confirmado. Puedo ser poderoso dondequiera que vaya. Los Lords quieren
que sea juez, así que eso es lo que seré, pero nunca dijeron dónde tenía que
vivir. Todos esperaban que volviera a casa, pero las cosas han cambiado.
Esta mujer se ha convertido en mi hogar. Va a tener a mis hijos. Y más hijos
míos después de eso. Quiero una casa llena de ellos. Voy a mantenerla
embarazada. Se merece que le dé la vida que quiere. Y eso es aquí, en esta
cabaña, conmigo y con nuestra creciente familia.
No puedo garantizar que vaya a envejecer con ella, pero pasaré cada
segundo de cada día que esté vivo demostrándole que es lo primero pase lo
que pase.
BLAKELY
Entro en la casa en la que crecí en Texas. Cierro la puerta detrás de mí
y camino por el pasillo hasta la oficina de mi padre. Giro la manija de la
puerta, hago una pausa y golpeo en su lugar.
—Entra. —La voz grita.
Respirando profundamente, entro. LeAnne está sentada detrás de su
escritorio, luciendo como la reina sentada en su trono, vestida con un
vestido negro sin hombros con sus tetas falsas asomando por la parte
superior. Su cabello oscuro recogido en un apretado moño.
Odio lo mucho que me parezco a ella. Es un recordatorio de lo
estúpida que fui todos esos años en los que creí las mentiras que me
contaron sobre mi madre.
—¿Sabe Ryat que estás aquí? —Es su primera pregunta.
—Por supuesto. —Mentira—. No tengo secretos con mi esposo. —De
ninguna manera me dejaría ir a verla sin él. ¡Él la odia! No confía en ella.
Yo siento lo mismo, pero una parte de mí no podía rechazar su petición de
verla hoy. Anoche llamaron a Ryat para una misión y siento que no fue una
coincidencia. Algo me dice que esta mujer tiene mucha influencia con los
Lords. Solo rezo para que esté demasiado ocupado como para revisar el
rastreador que me colocó después de huir. Una parte de mí quiere
arrancarlo. La otra parte me recuerda que me salvó la vida y que ser una
Lady significa que nunca estoy realmente a salvo.
Sonríe, señalando la silla frente al escritorio.
—Aprenderás que incluso en un matrimonio, a veces la única persona
en la que puedes confiar es en ti misma.
—Viniendo de la mujer que abandonó a su familia. —espeto. Me
siento mal por mi padre también, no fui a la única a la que dejó atrás. Pero
ella lo tiene engañado. Teniendo en cuenta que todavía parece amarla.
Abre un cajón del escritorio y me entrega un papel.
—¿Qué es? —pregunto, manteniendo las manos en mi regazo.
—Échale un vistazo.
Extiendo la mano, lo tomo y leo lo que está escrito. Es una licencia de
matrimonio con su nombre y el de mi padre.
—No lo entiendo.
—Tu padre y yo nos casamos en su último año en Barrington.
Frunzo el ceño.
—¿Qué tiene que ver esto conmigo? —Arrojo el papel sobre el
escritorio y me vuelvo a sentar en la silla—. Solo demuestra aún más mi
punto de que no solo dejaste a tu hija, sino también a tu esposo.
—La bigamia es ilegal en todos los estados —responde.
Mis ojos se dirigen a su dedo anular y veo un enorme diamante en él.
—Entonces ¿te divorciaste y te casaste con otro? —Ella asiente—. No
estoy segura de por qué eso era tan importante. —Recuerdo que Tyson y
Matt hablaban de que una vez que un Lord muere, su Lady es entregada a
un nuevo Lord. Me pregunto si ella pidió a mi padre ya que Ryat mató a su
esposo el año pasado, ahora que Valerie también está muerta.
—Solo he estado casada con un hombre, Blakely. —Abre otro cajón y
saca una foto, colocándola en el escritorio frente a mí.
Al levantarla, veo que es una versión más joven de ella, pero se
parece a mí. El tipo que está junto a ella es mi padre.
—Yo... no. —La alejo—. Estabas casada con el hombre que mató
Ryat. —No recuerdo su nombre. No estoy segura de que alguien me haya
dicho nunca esa información.
Ella inclina la cabeza hacia un lado.
—El matrimonio de tu padre con Valerie fue una mentira. Nunca fue
legal porque ya estábamos casados.
Paso una mano por mi cabello.
—¿Por qué importa esto?
—Porque quiero que sepas la verdad.
Resoplo.
—Nada es verdad. Todo lo que me cuentan son mentiras.
—Crees que te dejé por tu padre. Te dejé porque los Lords me
llamaron. Y nunca, nunca les dices que no.
—¿Por qué te dirían que lo dejaras? —resoplo. Sé que los Lords
tienen que obedecer su juramento, pero nunca me han dicho que una Lady
tenga que ver con eso.
—Porque Nathaniel Myers era mi asignación.
Mi columna vertebral se pone rígida ante su respuesta.
—Un encargo que acabó durando mucho más de lo que debía. Por eso
hice que le dieran el golpe. Estaba acabado y necesitaba que terminara.
Tragando, me muevo en mi asiento.
—Todavía no sé qué tiene que ver esto conmigo.
—Los hombres van y vienen, Blakely. ¿Pero tus hijos? Ahí es donde
te atrapan. Estos Lords prefieren los matrimonios arreglados porque se
niegan a enamorarse de sus esposas porque eso mostraría debilidad —ella
resopla—. Los hombres pueden conseguir coños en cualquier parte. Las
mujeres pueden conseguir pollas en cualquier parte. Son los hijos los que
nos convierten en salvajes. Ya lo has demostrado con la forma en que
manejaste a Valerie en el confesionario. Tomaste su amenaza de llevarse a
tu hijo como algo personal.
Admito que entré en pánico después de lo que hice. Pero si tuviera la
oportunidad de rehacerlo, ¿lo haría? Absolutamente. Sin dudarlo.
—¿Es eso lo que piensas hacer? ¿Obligarme a hacer lo que quieres o
llevarte a mi hijo?
—Por supuesto que no —resopla como si eso fuera absurdo—. Solo
quiero que entiendas que hice lo que tenía que hacer... por ti.
Golpeo mis manos sobre el escritorio.
—¡Deja de mentirme! —Poniéndome en pie me inclino hacia ella—.
¡No has estado aquí durante veinte años! Nada de lo que hiciste fue por mí.
Se echa hacia atrás en su asiento cruzando una pierna sobre la otra,
sin inmutarse por mi arrebato.
—Ryat.
El nombre de mi esposo en sus labios pintados de rojo hace que mi
corazón lata más rápido.
—¿Qué pasa con él?
—Esa fui yo. —Inclina la cabeza hacia un lado.
—No. —Me niego a creerlo—. Papá...
—Valerie te inscribió como elegida para pagar su deuda con Matt por
matarme. ¿Pero cómo crees que terminaste con Ryat?
Me dejo caer en mi asiento.
—Papá lo hizo elegir...
—Yo tomé esa decisión.
No. No puede ser. Mi padre me dijo que sabía que Ryat era la mejor
opción. Me estaba salvando de Matt. Pero mi padre me ha mentido más de
una vez. Esta mujer que dice ser mi madre biológica no tiene motivos para
mentirme, ¿verdad?
—¿Por qué? —susurro
—Vi cómo estaba esa noche. Entró, hizo el trabajo y no le dijo a nadie
lo que hizo Matt. O trató de hacer. Ese es un gran Lord.
Pongo los ojos en blanco.
—Estoy tan cansada de los malditos Lords.
—¿Y Janett? —Se ríe—. ¿De verdad creías que esa mujer te iba a
contratar? No tenías experiencia. Sin identificación, sin dinero. Nada. Por
no mencionar que eras menor de edad. —Extiende las manos—. Me
aseguré de que te contratara.
—No —susurro. Mi padre se enfadó cuando regresé—. Nadie sabía
dónde estaba. —Si ella sabía dónde estaba, entonces mi padre lo habría
sabido. Nunca me habría dejado estar fuera tanto tiempo como ellos.
—Oh, sí lo sabía. Por supuesto, lo guardé para mí. —Sonríe—.
Quería ver hasta dónde llegaría Ryat para encontrarte. No me decepcionó.
Entonces supe que había tomado la decisión correcta.
Permanezco inmóvil, escuchándola. Cómo esta perra planeo todo. Fue
como un juego para ella.
—¿Y el hecho de que papá y el señor Archer quisieran que Ryat
confesara lo que Matt había planeado hacerte? —pregunto. No tiene
sentido. Cuando estaba en el hospital, papá quería que Ryat confesara. Si
sabían que LeAnne estaba viva, entonces ya sabían la verdad sobre lo que
hizo Matt aquella noche.
Echa la cabeza hacia atrás riéndose como si yo fuera demasiado
estúpida para captar algo que debería ser fácil de comprender.
—Lo estaban poniendo a prueba. Verás, los Lords siempre hacen que
los Lords se pongan a prueba. Y bueno, el hecho de que no fuera un soplón
le salvó la vida.
—Entonces, ¿su padre lo estaba probando, sabiendo que, si fallaba, lo
matarían? —Eso es lo que le hacen a un Lord que va en contra de su
juramento.
Agita una mano bien cuidada en el aire como si no fuera gran cosa.
Vivir o morir e ella no le importaba lo que podría pasarle a mi esposo.
—No tenía elección.
Es lo mismo que me dijo Ryat cuando le pregunté por los papeles del
divorcio. Los Lords se lo habían ordenado y eso fue todo.
LeAnne extiende la mano y agarra un cigarro. Lo acerca a sus labios y
está a punto de encenderlo, pero se lo arrebato de la mano, dejándolo sobre
la superficie del escritorio.
—Estoy jodidamente embarazada —le recuerdo
—Oh, sí. —Sonríe—. De mis nietos.
Me recuesto lentamente y la expresión en mi rostro la hace reír.
—Lo sé todo —dice con naturalidad.
—¿Qué es lo quieres? —Pregunto, con lágrimas en mis ojos—. Estoy
cansada de juegos. Solo dime por qué querías que me reuniera contigo hoy.
Pasa su lengua por la parte superior de sus dientes y luego me dedica
una suave sonrisa.
—Solo quería verte.
Mis cejas se juntan.
—Quería decirte, frente a frente, que estoy orgullosa de ti.
Odio la forma en que mi corazón se acelera con esas palabras. No
conozco a esta mujer y no quiero conocerla.
—No necesito tu validación.
—Lo sé, pero eso no significa que no pueda decírtelo. —Se encoge de
hombros.
—Increíble. —Me levanto de la silla y me dirijo a la puerta.
—Un Lord no es nada sin su Lady. —dice, haciendo que me detenga.
Me doy la vuelta para mirarla—. Ryat, sin ti, no es más que otro hombre
común. —Se levanta, rodea el escritorio y se acerca a mí—. Tú lo
conviertes en un Lord, Blakely. —Ella extiende la mano, respiro
profundamente cuando sus dedos agarran un mechón de mi cabello—. No
te arrodilles nunca pensando que tienes que servirle. Arrodíllate porque
quieres servirle. —Trago con nerviosismo—. Tienes el poder de hacerlo
escuchar, ver y creer lo que quieras. Tenlo en cuenta cuando te diga que te
ama.
Apartando su mano de mí, resoplo.
—No me parezco en nada a ti, madre. No abandonaré a mi familia ni
manipularé a mi esposo.
—Tal vez no en este momento. —Está de acuerdo, y sus ojos se
dirigen a mi creciente estómago—. Pero para cuando ellos estén listos para
comenzar la iniciación, lo harás.
Le doy una bofetada, el sonido rebota en las paredes de la oficina de
mi padre. Me acerco a ella y presiono mi pecho contra el suyo, con la
sangre hirviendo ante su elección de palabras.
—Te mantendrás jodidamente alejada de mí, de mi esposo y de mis
hijos. ¿Me entiendes?
—Blakely —ella frota su mejilla, riendo suavemente—. Es inevitable.
—No. —Me niego a creerlo—. Mis hijos no serán un Lord, o una
Lady. Me niego...
—El único problema con eso, cariño. Es que no es tu decisión. —Mi
pecho se contrae—. ¿Por qué crees que tu padre y yo no queríamos que
supieras de nuestra vida? —Arquea una ceja—. ¿Nuestra verdadera
historia? —Sacudiendo la cabeza, sus ojos se suavizan—. No puedes
evitarlo, por mucho que lo intentes. Es mejor que lo aceptes ahora.
La primera lágrima se derrama sobre mis pestañas inferiores porque
tiene razón. Lo sé. No hay manera de que Ryat pueda salir de los Lords y no
hay manera de que yo pueda mantenerlo fuera de nuestro futuro.
—Haré lo que sea necesario —digo finalmente.
Una sonrisa, que la hace parecer el gato de Cheshire aparece en su
rostro.
—Y eso mismo es lo que te convierte en mí, te guste o no.
Epílogo 2
RYAT
Estoy de pie en nuestra cocina, vestido con mi traje, una taza de café
en una mano y papeles en la otra. Esta tarde tengo un juicio. El segundo día
de un juicio que ya sé que durará meses. Es un Lord que la ha cagado. Pero
para el mundo, es otro multimillonario corporativo que merece pudrirse en
el infierno. Ya sé el resultado, pero tenemos que darle al mundo el
espectáculo que quiere. Una vez que sea sentenciado y olvidado, será
eliminado. Como todos los Lords antes que él que traicionaron su
juramento.
Al levantar la vista veo entrar a Reign, vestido con un par de
pantalones cortos de baloncesto y nada más, luciendo como si no hubiera
dormido en días.
—¿Quieres decirme por qué he recibido una notificación de que la
alarma se desactivó a las tres de la mañana? —pregunto, dejando mi taza
sobre la encimera.
Él sonríe.
—Creo que preferirías no saberlo. —Abre la nevera, agarra una jarra
de leche y la bebe sin usar un vaso. Sabe que su madre odia que haga eso.
—Sea quien sea, será mejor que se vaya. —Le informo cuando baja la
jarra.
Vuelve a sonreír. La mirada en sus ojos verdes me dice que ella
definitivamente sigue en esta casa.
—Tienes diez minutos —advierto.
—Solo necesita dos. —Royal, su hermano gemelo; entra en la cocina
sin verse mejor. Su cabello es un desastre. Es difícil no ver los arañazos en
su espalda desnuda y las marcas de mordiscos en su cuello. Solo lleva un
pantalón de deporte.
—Tu madre llegará a casa en cualquier momento con tu hermana, y
no voy a cubrirlos. —Niego con la cabeza.
Los dos resoplan, tratando de actuar sin inmutarse. Se elevan por
encima de su metro sesenta y cinco, pero la he visto nivelarlos con una sola
mirada.
—Oye, yo solo tengo una chica en mi habitación, el imbécil de aquí
tiene dos. —Reign señala a Royal.
Blake y yo siempre hemos sido abiertos con los chicos sobre el sexo.
Entendimos que iba a suceder. Están en el último año de la escuela
secundaria a punto de graduarse, pero eso no significa que lo permita
abiertamente bajo nuestro techo. —Roy...
—Ya se fueron —asegura.
—Entonces, papá... —Reign se apoya en la esquina opuesta de la
encimera, mirándome y ya sé lo que viene—. Nosotros tenemos que hablar
contigo.
Royal niega con la cabeza, su cabello rebelde cae sobre sus ojos.
—No hay ningún nosotros. Esta es una conversación de ustedes.
Reign pone los ojos en blanco hacia su gemelo antes de que se
encuentren con los míos de nuevo.
—Se acerca la graduación. Solo tres semanas más. Entonces la
iniciación en Barrington comienza este verano…
—Deberíamos tener esta conversación cuando llegue tu madre —lo
interrumpo.
—Sabemos lo que piensa de los Lords —suspira—: Pero queremos
unirnos.
—No. —Royal empuja su hombro juguetonamente—. Tú quieres ser
un Lord. ¿Por qué mierda querría abstenerme del sexo solo para demostrar
que soy un hombre? —Resoplando añade—. Me gustan demasiado los
coños para esa mierda.
Paso una mano por mi rostro afeitado.
—Chicos...
—Tal vez si dejaras de follar durante cinco segundos, serías capaz de
ver el panorama general aquí. —Reign le dice a Royal—. Ser un Lord...
—Está sobrevalorado. —Royal me mira—. No te ofendas, papá.
Me encojo de hombros.
—No me ofendo. —Una parte de mí está orgullosa de que Reign
quiera unirse, pero una parte más grande quiere que sea él mismo. Tardé
mucho tiempo en darme cuenta de hasta qué punto los Lords controlaban
mi vida. Les dediqué todo a ellos mucho antes de que empezara la
iniciación. Pero pase lo que pase, nunca podré arrepentirme de mi decisión
de unirme porque eso me llevó a Blake.
—Yo...
El sonido de la puerta principal abriéndose y cerrándose interrumpe a
Reign y sus labios se afinan al ver que su madre está en casa. Ella ha dejado
muy claro lo que piensa acerca de que se unan a los Lords: no va a suceder.
Hemos hablado con ellos sobre el tema a lo largo de los años. Por supuesto,
hubo algunos detalles personales que no les contamos, pero queríamos que
vieran la clase de maldad que se vive ahí fuera. Que el diablo, de hecho,
viene a ti en la forma más seductora
—Buenos días —Mi esposa entra en la cocina con nuestra hija detrás.
Su larga melena oscura suelta y en grandes rizos, vestida con un traje color
carbón y tacones negros. Sigue siendo tan impresionante como cuando me
la encontré en Barrington.
—Buenos días —agarro su mano y la atraigo hacia mí, acunando su
rostro—. Te extrañé. —Solo estuvo fuera por dos días, pero se sintió como
una eternidad.
—También te extrañé —Se inclina sobre sus tacones y besa
suavemente mis labios antes de separarse.
—¿Cómo estuvo Stanford? —pregunto, mirando a nuestra hija.
Ryann se parece a su madre, pero no me preocupo mucho porque Royal y
Reign no dejan que los chicos se acerquen a ella. La protegen como yo
protejo a su madre. Es bueno tener un respaldo. Este año cursa su último
año de secundaria. Y me recuerda a Blake: no puede esperar para largarse
de aquí.
Cuando conocí a Blake, ella anhelaba una vida diferente a la que sus
padres le permitían tener. Y hemos hecho todo lo posible para asegurarnos
de que nuestra hija tenga la oportunidad de conseguir lo que quiera.
—¡Asombroso! —Ella sonríe.
—¿No pueden hablar en serio sobre dejarla ir a Stanford? —Exige
Reign—. Pensé que era una broma.
—No todo el mundo quiere quedarse en casa con papá y mamá. —
Ryann coloca las manos en sus caderas—. Algunos tenemos sueños.
Reign resopla.
—Está como a treinta horas de distancia…
—Prueba con cuarenta —corrige Royal.
—Existen esas cosas llamadas aviones —dice Ryann con sarcasmo—.
Tenemos uno. Puedes ir a visitarme cuando quieras. —Mira a Royal—. Hay
muchas chicas sexys allí. Piensa en clima cálido, playa y trajes de baño.
—¿En serio? —Levanta una ceja oscura con interés.
—Hablando de chicas. Parece que has perdido una pelea con un árbol.
—Blake observa a Royal, sus ojos miran por encima de sus arañazos con
desaprobación.
Reign empieza a reírse, Ryann afina sus labios y Royal se limita a
negar con la cabeza.
—Algo así.
—Espero que uses protección —afirma Ryann.
—¿Qué diablos, Ry? Tú no deberías saber de esas cosas —dice
Reign.
—¿Condones? —pregunta ella inclinando la cabeza hacia un lado.
—Sexo —responde Reign.
—Tengo diecisiete años, no diez. —Lanza su largo cabello oscuro
sobre su hombro y sale de la cocina.
—¿Papá...? —Los ojos de Reign van de los míos a los de su madre,
cuando asiente con la cabeza.
—Lo discutiremos más tarde —digo mientras Blake sale de la cocina.
La sigo por el pasillo hasta nuestra habitación principal.
—¿Esta conversación que tendremos más tarde tiene algo que ver con
las dos chicas conduciendo por nuestro camino de entrada a las siete de la
mañana, o con la que vi escabullirse por la puerta corrediza de vidrio?
Sonrío, ella lo ve todo.
—No. Quiere unirse a los Lords.
Su cuerpo se pone rígido.
—No. —Niega con la cabeza.
—Blake...
—¡La respuesta es no, Ryat! Ya sabes lo que pienso al respecto. —Se
quita la chaqueta del traje y la tira sobre la cama.
—Todos lo sabemos, pero él quiere unirse a ellos tanto como tú
querías ir a Stanford. —Mi esposa nunca quiso asistir a Barrington, pero de
nuevo, no se le dio esa opción. Durante los últimos dos meses, ella y Ryann
han estado visitando universidades para ver cuál es su opción favorita
después de su graduación de la escuela secundaria el próximo año. Hasta
ahora parece que Stanford está ganando.
—Eso no es justo. —Coloca las manos en sus caderas y me mira
fijamente.
—Lo sé.
—No, quiero decir que no es justo para mí. Una opción es educación,
la otra puede hacer que lo maten —espeta.
—Siempre les dijimos a los chicos que escucharíamos lo que
quisieran —Le recuerdo.
—Excepto esto. —Se aparta de mí y me da la espalda.
—Estás siendo irrazonable.
Deteniéndose, se gira, con la boca abierta.
—Y tú pareces olvidar todo lo que pasaste por culpa de ellos.
Caminando hacia ella, agarro sus caderas manteniéndola en su lugar.
—Él no necesita nuestro permiso.
Su labio inferior comienza a temblar,
—Lo sé. —susurra—. Simplemente no quería que ella tuviera razón.
—¿Quién? —Frunzo el ceño.
—No importa. —Evita responder.
Alguien llama a la puerta antes de que nuestra hija entre. —Oye, mi
auto está en E...
—¡Otra vez! —grita Royal desde el pasillo.
—Así que voy a ir con los chicos a la escuela. —Nos informa.
—De acuerdo —asiente Blake—. ¿Seguro que has dormido lo
suficiente en el avión?
—Sí. —Sonríe—. Los amo. Nos vemos después de la escuela.
—Te amo —decimos al unísono
Ella se gira quedando de espaldas a mí y la escucho sorber su nariz.
Suspiro.
—Blake...
—Nos vamos. —Reign asoma la cabeza.
—¡Espera! —ella grita, levantando la mano y limpiando su rostro
antes de darse la vuelta para mirarlo—. Tu padre dijo que querías hablar
sobre los Lords.
Él me mira fijamente y luego le devuelve la mirada a ella.
Respondiendo, cuadra los hombros.
—Sí, eso quiero.
Ella coloca una mano en su cadera y la otra en su cabello, y asiente
más para sí misma que para él.
—De acuerdo. Hablaremos cuando llegues a casa.
—¿En serio? —pregunta él y su rostro se ilumina.
—En serio—responde ella.
—Gracias, mamá. Los amo —Se va y los dos nos quedamos en
silencio, escuchando cómo se cierran las puertas, y discuten. Entonces
escuchamos el auto de Royal arrancar antes de que se vayan. Dejándonos en
silencio una vez más.
Me acerco a ella y me mira con los ojos llenos de lágrimas.
—No quiero que me odie. —Se lamenta.
Tirando de ella hacia mí, la abrazo con fuerza besando su cabello.
—Él nunca podría odiarte, Blake.
Se separa.
—Odié a mi padre y a Valerie durante mucho tiempo porque no
entendía lo que realmente pasaba. Pensé que ser sincera con ellos era lo
correcto.
—Lo es.
—¿Cómo? —Señala la puerta—. Él cree que es un juego.
—No. No lo cree. —Reign entiende más de los Lords que yo a su
edad. Me lancé de cabeza sin saber qué esperar. He intentado darle toda la
información que pudiera necesitar, sabiendo que este día llegaría—. Todo lo
que tenemos que hacer es escuchar. Todavía tenemos unos meses antes de
que comience la iniciación.
Asintiendo, pasa una mano por su cabello.
—Supongo —dice en voz baja—. Solo siento que mis manos están
atadas.
—Están a punto de estarlo. —Mis ojos se fijan en la forma en que su
blusa de seda abotonada se ajusta a su pecho.
—Ryat... —Empuja mi hombro y agarro sus muñecas, atrayéndola
hacia mí. Su cuerpo choca contra el mío, interrumpiéndola.
Usando solo una mano para agarrar sus muñecas, deslizo la otra por
su largo y oscuro cabello y tiro de los suaves mechones, obligándola a
levantar la barbilla, de modo que tiene que mirarme.
—Tenemos la casa para nosotros, y tengo unas horas antes de tener
que irme. —Mi esposa lleva dos días fuera y pienso recuperar el tiempo
perdido.
Traga saliva y sus bonitos ojos azules estudian los míos.
—¿Qué hacemos?
Sonrío, bajando mis labios a su cuello.
—Sé varias cosas que puedo hacer. —Lo primero es arrancarle esta
maldita ropa.
Después de que ella matara a Valerie y se encargaran de Matt, todo se
calmó. Nuestra vida se volvió algo normal, tanto como puede serlo siendo
un Lord y una Lady. Me ofrecí a darle una gran boda, una adecuada, con
amigos y familia. Quería que mi esposa tuviera la oportunidad de que el
mundo me viera profesarle mi amor eterno. Después de todo, ser un Lord
me ha enseñado que si no hay un público que lo presencie, no existe.
Ella se negó. Mi esposa entiende lo mucho que la amo y no necesitaba
una audiencia. En su lugar, tomó fotos. Todo el tiempo. De mí y de ella. De
nuestros gemelos y de nuestra hija. Quería que tuviéramos una familia
numerosa, pero las complicaciones durante el embarazo de Ryann
provocaron una cesárea de urgencia y una histerectomía2. Y aunque me
imaginaba que tendríamos más, no podría estar más contento con la familia
que ella me dio.
Compré esta cabaña en medio de la nada para estar solos. Para
alejarme de todo. Mi esposa la convirtió en un hogar. La casa, que antes
estaba vacía, ahora está llena de fotos de los años que hemos pasado juntos,
de vacaciones, de salidas nocturnas, del éxito de nuestros hijos en la escuela
y en los deportes. Cuenta la historia de nuestra vida.
Por supuesto, no siempre ha sido bonita. No esperaba que lo fuera.
Blake puede ser tan terca como yo. Nos peleamos por los Lords, por mi
carrera, por los niños. Una vez me preguntó si creía en la vida después de la
muerte. Si había algo mejor que esto. Casi veinte años después y mi
respuesta no ha cambiado.
Me vi obligado a elegirla como mi elegida, pero ella sigue
eligiéndome cada día. Y eso es lo que yo llamo cielo. Porque la vida sin ella
sería un infierno.
FIN
Sobre la autora