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Disfruta de la lectura.
Staff
MODERADORA
Liobooks

TRADUCCIÓN
Danielle
OnlyNess

CORRECCIÓN
Kote Ravest
LeyRoja
Mar.ca.sim
Sand

REVISIÓN
Danielle
OnlyNess

LECTURA FINAL
Yami
Playlist

“Make Hate to Me” by Citizen Soldier


Needles” Seether
“Like Lovers Do” Hey Violet
“Numb” 8 Graves
“Killing Me Slowly” Bad Wolves
“Guest Room” Echos
“I Don’t Give a Fuck” MISSIO, Zeale
“Everybody Gets High” MISSIO
“Taste of You” Rezz, Dove Cameron
“Sick Like Me” In This Moment
“Bad Intentions” Niykee Heaton
“Mirrors” Natalia Kills, Migos, OG Parker
“If You Want Love” NF
“Broken” Lifehouse
“Honesty” Halsey
“Oh Lord” In This Moment
“All The Time” Jeremih, Lil Wayne, Natasha Mosley
Nota del autor

The Ritual puede contener disparadores para algunos. Como lector,


encuentro que las advertencias desencadenantes son spoilers, pero como
autor, entiendo que a veces son necesarias. Aunque no voy a enumerar cada
uno (hay muchos), no dude en enviarme un correo electrónico a
shanteltessierassistant@gmail.com con su(s) advertencia(s)
desencadenante(s) específica(s) y yo o uno de mis asistentes le avisaremos
si eso está en el libro.
Para aquellos de ustedes que desean ir a ciegas; Por favor, recuerda que este
es un romance oscuro es una obra de ficción, y NO apruebo ninguna
situación o acción que tenga lugar entre estos personajes.
Índice

Staff
Playlist
Nota del autor
Índice
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Epílogo
Epílogo 2
Sobre la autora
Sinopsis

LA ELEGIDA

Yo juro. Tú juras. Nosotros juramos.


La Universidad de Barrington es el hogar de los Lords, una sociedad
secreta que exige su sangre como pago. Son, sobre todo, los hombres más
poderosos del mundo. Dedican su vida a la violencia a cambio de poder. Y
durante su último año, se les ofrece una elegida.
La gente cree que crecer con dinero es liberador, pero te prometo que
no lo es. Toda mi vida ha sido planeada para mí. Nunca tuve la oportunidad
de hacer lo que quería hasta que llegó Ryat Alexander Archer y me dio una
opción para una vida mejor. Me ofreció lo que nadie más me había
ofrecido: libertad.
Elegí ser suya. Me hizo creer eso de todas formas, pero era solo otra
mentira. Una forma en que los Lords te manipulan para que hagas lo que
ellos quieren.
Después de ser absorbida por el oscuro y retorcido mundo de los
Lords, abracé mi nuevo papel y permití que Ryat me hiciera desfilar como
el trofeo que era para él.
Pero como todas las cosas, lo que comenzó como un juego pronto se
convirtió en una lucha por la supervivencia. Y la única salida era la muerte.
Prólogo
L.O.R.D.

Un LORD se toma en serio su juramento. Solo la sangre solidifica su


compromiso de servir a quienes exigen su completa devoción.
Es un Líder, cree en el Orden, sabe cuándo Reinar y es una Deidad.
Un Lord debe ser iniciado para convertirse en miembro, pero puede
ser retirado en cualquier momento por cualquier motivo. Si supera las tres
pruebas de iniciación, conocerá para siempre el poder y la riqueza. Pero
no todos los Lords están hechos de la misma manera. Algunos son más
fuertes, más inteligentes y más hambrientos que otros.
Se les desafía para ver hasta dónde llega su lealtad.
Se les empuja hasta sus límites para demostrar su devoción.
Están dispuestos a demostrar su compromiso.
Nada, excepto su vida, será suficiente.
Los límites se pondrán a prueba y la moral se olvidará.
Un Lord puede ser juez, jurado y verdugo. Posee un poder que no
tiene parangón con nadie, salvo con su hermano.
Si consiguen completar todas las pruebas de iniciación, se le
concederá una recompensa: una elegida. Ella es su regalo por su
servidumbre.
Capítulo 1
INICIACIÓN
RYAT

LEALTAD
PRIMER AÑO EN LA UNIVERSIDAD DE BARRINGTON

Me arrodillo en medio de la sala oscura junto con otros veinte


hombres. Tengo las manos fuertemente sujetas a la espalda con un par de
esposas. Mi camisa está rota y de mis labios rotos gotea sangre. Estoy
jadeando, intentando todavía recuperar el aliento mientras mi corazón late
como un tambor en mi pecho. Me cuesta escuchar con la sangre que corre
por mis oídos y sudo a mares.
Nos sacaron de la cama en mitad de la noche para servir. Nuestras
clases de primer año en la Universidad de Barrington comienzan en dos
semanas, pero ya tenemos que demostrar nuestra lealtad a los Lords.
Siempre tendrás que probarte a ti mismo me dijo mi padre una vez.
—A cada uno se le asignó una tarea —dice el hombre mientras
camina frente a nosotros. Sus botas negras de combate golpean el suelo de
hormigón a cada paso, y el sonido resuena en las paredes—. Matar o morir.
¿Cuántos de ustedes pueden cumplirlo?
—Yo puedo —digo, levantando la cabeza inclinando la barbilla hacia
el aire caliente y pegajoso. El sudor cubre mi frente después de la pelea.
Está amañado. Se supone que debes perder. El objetivo es desgastarte. Ver
cuánto tienes que dar. Hasta dónde puedes llegar. Me aseguré de ganar el
mío. Sin importar lo que costara.
Me sonríe como si estuviera bromeando.
—Ryat. Pareces tan seguro de ti mismo.
—Sé lo que soy capaz de hacer —digo apretando los dientes. No me
gusta que me cuestionen. Cada uno de nosotros fue criado para esto, para
ser un Lord.
La riqueza nos trajo hasta aquí.
Sin embargo, nuestra determinación nos separará cuando se acabe.
El hombre mira al tipo de mi izquierda y asiente. El tipo camina
detrás de mí y tira de la parte posterior de la camisa para ponerme de pie.
Desabrocha las esposas, y rasgo el material triturado hacia arriba y sobre mi
cabeza antes de dejar caer mis manos a los lados cuando lo que realmente
quiero hacer es frotar mis muñecas doloridas.
Nunca muestres debilidad. Un Lord no siente. Es una máquina.
El hombre se acerca a mí con un cuchillo en la mano. Me lo tiende
con el mango por delante, sus ojos negros casi brillan de emoción.
—Muéstranos lo que puedes hacer.
Lo agarro y me acerco a la silla atornillada al suelo. Retiro la sábana
ensangrentada de la silla para revelar a un hombre atado a ella. Tiene las
manos esposadas a la espalda y los pies abiertos y sujetos a las patas de la
silla.
No me sorprende conocerlo: es un Lord. O lo era. El hecho de que
esté atado me dice que ya no lo es. Pero eso no cambia mis órdenes.
Matar sin preguntas.
¿Quieres ser poderoso? Entonces te das cuenta de que eres una
amenaza para los que quieren tu posición. Para tener éxito, no hay que ser
más fuerte, solo más letal.
El hombre sacude la cabeza, sus ojos marrones me suplican que le
perdone la vida. Tapan su boca con varias capas de cinta adhesiva: los que
suelten secretos serán silenciados. Se revuelve en la silla.
Caminando detrás de él, miro sus muñecas esposadas. Lleva un anillo
en la mano derecha; es un círculo con tres líneas horizontales en el centro.
Representa el poder.
No cualquiera sabría lo que significa, pero yo sí. Porque uso el
mismo. Todos los presentes lo llevan. Pero que te den uno no significa que
lo conserves.
Me agacho y agarro su mano. Empieza a gritar detrás de la cinta
mientras intenta luchar contra mí, pero le quito el anillo con facilidad y
vuelvo a dar la vuelta para pararme frente a él.
—No te lo mereces —digo, guardándolo en mi bolsillo—. Nos has
traicionado, a tus hermanos, a ti mismo. El pago por eso es la muerte.
Cuando echa la cabeza hacia atrás y grita dentro de la cinta, presiono
el cuchillo en su cuello, justo debajo de la mandíbula. Su respiración llena
la habitación, y su cuerpo se tensa, esperando el primer corte.
Un Lord no muestra misericordia. Sangre y lágrimas es lo que
exigimos a los que nos traicionan.
Presionó la punta del cuchillo en su cuello, perforando su piel lo
suficiente como para que una fina línea de sangre gotee de la herida.
Comienza a llorar, las lágrimas corren por su rostro ya ensangrentado.
—Cumplo con mi deber. Porque soy un Lord. No conozco límites
cuando se trata de mi servidumbre. Obedeceré, serviré y dominaré —recito
nuestro juramento—. Por mi hermano, soy un amigo. Daré mi vida por ti o
la tomaré —clavo el cuchillo en su muslo derecho, forzando un grito
ahogado de sus labios encintados antes de sacarlo, dejando que la sangre
empape sus pantalones mientras gotea del extremo del cuchillo al suelo de
cemento—. Porque somos lo que otros desean ser —rodeándolo, paso la
punta por su antebrazo, cortando la piel como hice con el cuello—. Seremos
responsables de nuestras acciones —apuñalo su muslo izquierdo y retito el
cuchillo mientras sus sollozos continúan—. Porque representan lo que
realmente somos.
Tirando del cuello de su camisa, la rasgo por la mitad para dejar al
descubierto su pecho y su estómago. El mismo escudo que hay en nuestros
anillos está grabado en su pecho. Es lo que se nos da una vez que
superamos las pruebas. Agarrando la piel, tiro de ella todo lo que puedo con
la mano derecha, y luego deslizo la hoja a través de ella con la izquierda,
separándola de su cuerpo.
Solloza, los mocos salen por su nariz mientras la sangre sale a
borbotones del agujero abierto en su piel. Su cuerpo empieza a temblar
mientras cierra sus manos en puños y se retuerce en su silla. Arrojo la piel
al suelo, frente a sus pies. Un recuerdo para después.
Camino detrás de él. El único sonido de la habitación son sus gritos
amortiguados por la cinta adhesiva. Agarro su cabello, tirando de su cabeza
hacia atrás, obligo a sus caderas a levantarse de la silla. Su nuez de Adán se
mueve cuando traga. Miro hacia abajo a sus ojos llenos de lágrimas.
—Y tú, hermano mío... eres un traidor. —Entonces, deslizo la hoja a
través de su cuello, abriéndoselo de par en par. Su cuerpo se afloja en la
silla mientras la sangre brota de la herida abierta como una cascada,
empapando su ropa al instante.
—Impresionante. —El hombre que me entregó el cuchillo empieza a
aplaudir mientras el silencio llena la sala. Me acerco a él y lanzo el cuchillo
ensangrentado al aire, lo atrapo por la punta de la hoja y se lo entrego.
Se detiene y me dedica una sonrisa torcida.
—Sabía que serías una persona a la que había que vigilar —Agarra el
cuchillo, se da la vuelta y se marcha.
Me ¿quedo de pie, respirando con dificultad, ahora cubierto no solo
de mi sangre, sino de la de un hermano. Levanto la cabeza y miro al espejo
de dos caras del balcón del segundo piso, sabiendo que me están
observando y que acabo de pasar mi primera prueba con éxito.
Capítulo 2
INICIACIÓN
RYAT

DEVOCIÓN
SEGUNDO AÑO EN LA UNIVERSIDAD DE BARRINGTON

La lluvia cae del cielo, empapando mi ropa y haciendo que se pegue a


mi piel. Me arrodillo en medio del ring. El agua mezclada con mi sangre se
arremolina en el suelo a mí alrededor.
Me tomo un segundo para recuperar el aliento y un poco de fuerza,
porque la lluvia dificulta la conexión. Mi oponente está de pie frente a mí
con las manos en alto, cubriendo su rostro mientras rebota de un pie a otro
como si fuera un boxeador al que le pagan millones para lucirse ante el
mundo en un combate televisado pago.
Supongo que, en cierto modo, es un espectáculo. Solo que no es
televisado. Y no hay pago. Tu recompensa es que puedes seguir respirando.
—¡Levántate! —grita—. ¡Levántate, Ryat!
Sonriendo, me pongo en pie y dejo caer las manos a los lados,
dejándole creer que me tiene. Como si fuera tan jodidamente débil como
para no defenderse.
Me ataca, y yo doy un paso a mi izquierda en el último segundo
mientras él baja el hombro. Extiendo mi pierna hacia afuera, haciéndolo
tropezar. Cae de frente, resbalando en el charco de agua, y la multitud grita.
—Dime, Jacob. ¿Cuántas ganas tienes de morir? —pregunto y
escucho a los demás reírse de mi pregunta.
El público siempre es necesario. Tus hermanos deben ser testigos de
tu devoción. De lo contrario, no existe.
Se pone en pie y gira para mirarme. Gruñendo, me muestra los dientes
antes de volver a abalanzarse hacia mí. Esta vez, no me aparto. En vez de
eso, me enfrento a él con mi puño. El golpe lo hace retroceder y la sangre
sale volando de su boca. Mis nudillos se agrietan por la fuerza.
Levantando la mano a mi boca, lamo la sangre y la lluvia en ellos.
—Sabe a victoria —me burlo.
Limpiando la sangre de su rostro destrozado, se tambalea, sus ojos
parpadean rápidamente. Le he dado un buen golpe.
—Tú... —se ahoga—. Tú...
—Ryat —le recuerdo mi nombre, ya que parece haberlo olvidado.
Vuelve a cargar contra mí, esta vez mucho más lentamente que la
anterior. Lo esquivo, levanto el brazo y dejo que se estrelle contra él. Mi
antebrazo golpea su nuez de Adán, derribándolo y haciendo que caiga de
espaldas.
Se pone de lado, tose y agarra su garganta. Aprovecho la oportunidad
y pateo su rostro, la sangre brota de su nariz, ahora rota.
Caigo de rodillas, a horcajadas sobre él. Mis manos rodean su
garganta, cortándole el aire.
Sus manos golpean mis brazos, sus pies patalean y sus caderas se
agitan debajo de mí, pero no tiene ninguna posibilidad.
Cuando mi agarre se intensifica, sus ojos se agrandan
—No me vencerás —gruño.
Cuando un Lord lucha, lo hace hasta el final. Solo puede haber un
ganador. Solo uno quedará en pie. Y me niego a ser cualquier cosa menos
eso.
Capítulo 3
INICIACIÓN
RYAT

COMPROMISO
TERCER AÑO EN LA UNIVERSIDAD DE BARRINGTON

Entré en la casa tan silenciosamente como un ratón de iglesia. El


encargo era sencillo. Me dieron una ubicación en Chicago, un nombre
(Nathaniel Myers) y una foto.
Elimínalo.
Me dirijo al pasillo y subo la escalera de caracol hasta el segundo
piso. Giro a la derecha y me detengo frente a una puerta cerrada. Alcanzo la
puerta y presiono un dedo en mis labios para decirle a Matt que se
mantenga en silencio. Es como un puto toro en una cacharrería. Nos dieron
un compañero para esta tarea para ver cómo trabajamos con los demás, pero
prefiero estar solo. No solo tengo que vigilar mi espalda, sino que ahora
también tengo que vigilar la suya.
Matt asiente una vez, pasando una mano por su rostro antes de agarrar
el arma, sujetándola a su lado. Matt y yo somos amigos desde hace tres
años. Desde que nos mudamos a la casa de los Lords y empezamos la
Universidad de Barrington en Pensilvania. Pero eso no significa que quiera
trabajar a su lado. Simplemente me va mejor por mi cuenta.
Al abrir la puerta, entro en la habitación y veo a un hombre y una
mujer acostados en una cama con las sábanas hasta la cintura. Ella está
desnuda, con sus grandes tetas pagadas a la vista. Hay un tatuaje de una
rosa debajo de la derecha. El tipo está acostado boca abajo, con las manos
metidas debajo de la almohada. Estoy seguro de que hay una pistola ahí en
todo momento. Probablemente duerme con el dedo en el gatillo.
Me acerco a un lado de la cama, coloco el cañón de mi silenciador en
su cabeza y aprieto el gatillo para acabar con él. Podría desenfundar, pero
¿para qué arriesgarme? Demasiadas cosas pueden salir mal. Y no es que te
den puntos por creatividad.
La mujer se mueve y Matt se acerca a su lado de la cama, apartando
aún más las mantas. Está completamente desnuda.
—Matt —siseo—. Vamos.
Saca la navaja del bolsillo trasero y la abre.
—Ella...
—No está en la lista —susurro—. No nos desviemos de nuestras
órdenes.
Extiende la mano y agarra uno de sus pechos, haciéndola moverse y
soltar un gemido.
Camino alrededor de la cama, acercándome a él por detrás, y apunto a
su cabeza con el extremo de mi silenciador.
—Lárgate de aquí. Ahora mismo —exijo.
Se ríe y levanta las manos en señal de rendición.
—Solo me estoy divirtiendo un poco, Ryat. —Se da la vuelta y me
mira, pero mantengo mi arma apuntando entre sus ojos azules—. ¿No estás
cansado de hacer lo que dicen los Lords? ¿No quieres un poco de coño?
Mis dientes rechinan.
—Hay reglas por una razón —no digo que tengan sentido, pero he
llegado demasiado lejos como para romperlas ahora.
—Que se jodan las reglas —dice, haciendo que ella se ponga de lado.
Él se agacha y desabrocha los botones de sus pantalones, luego baja la
cremallera—. Me la voy a follar. Puedes hacer lo que quieras con tu polla.
—Arranca el cinturón de sus pantalones y se gira para mirarla.
Un grito agudo nos hace saltar a los dos. Ella se arrastra sobre su
marido muerto y sale corriendo de la habitación.
—Hija de puta —grita Matt, persiguiéndola.
Pongo los ojos en blanco. Por eso prefiero trabajar solo. Los sigo
hasta el pasillo y encuentro a Matt de pie junto a la barandilla. Me acerco a
él, colocando mi arma a mi lado con una mano mientras con la otra agarro
la barandilla. Mirando hacia abajo, veo a la mujer boca abajo en el primer
piso, con sangre acumulándose lentamente a su alrededor en el suelo de
mármol blanco.
Me giro para mirarlo y le pregunto:
—¿Se cayó o la tiraste has tú?
—Ella jodidamente se cayó —dice, poniéndose inmediatamente a la
defensiva.
Niego con la cabeza, rechinando los dientes.
—Vamos. Salgamos de aquí y llamemos para que limpien.
Capítulo 4
INICIACIÓN
RYAT

UNO DE ELLOS
ÚLTIMO AÑO EN LA UNIVERSIDAD DE BARRINGTON

Golpean la parte posterior de mis rodillas y me derriban, haciéndome


caer sobre ellas. Rechino los dientes para no hacer ruido cuando impactan
contra el hormigón. La sangre se agolpa en mis oídos y mi corazón late
desenfrenadamente en mi pecho.
¡Esto es por lo que vivo!
El subidón de adrenalina no se parece a nada que haya conocido: es
una adicción. Algo que no se puede comprar en la calle ni beber de una
botella.
Arrancan la capucha de mi cabeza y parpadeo, mirando a mi
alrededor para ajustar la vista. Estoy en el centro de una sala. Asientos
llenos de hombres vestidos con trajes de miles de dólares rodean el gran
espacio. No sabrías que son todos asesinos si los vieras en la calle. La sala
está llena de poder. Algunos son senadores, mientras que otros son
directores generales de empresas multimillonarias. Un Lord está hecho para
alimentarse de otro. Es como cualquier otra cosa: alguien tiene que estar en
la cima y otro tiene que sostener la base. Pero, aun así, es poderoso.
Después de la graduación, cada uno de nosotros somos ubicados
estratégicamente donde encajamos mejor en el mundo.
Mis ojos se posan en lo que parece ser un bebedero de pájaros en el
centro con un pequeño fuego encendido, y mi respiración se acelera.
—Sujétenlo —grita alguien.
Me empujan de cara al suelo. Tiran mis brazos hacia mi espalda y me
esposan. Gruño cuando tiran de mí para quedar arrodillado. Colocan un
cinturón alrededor de mi cuello y tiran de él desde atrás mientras una bota
presiona mi espalda justo entre los omóplatos.
Muestro los dientes, intentando respirar con el poco aire que tengo.
—Ryat Alexander Archer, has completado todas las pruebas de la
iniciación. ¿Deseas continuar?
—Sí, Lord —consigo gruñir.
Él asiente, poniendo las manos en su espalda.
—Quítale la camisa.
Otro hombre se acerca a mí y me corta el cuello de mi camisa, luego
la rasga por el centro. La deja colgando de mis hombros y se aleja.
El instinto me hace luchar contra las ataduras, y el hombre que está
detrás de mí tira más fuerte del cinturón, presionando su bota con más
fuerza sobre mi espalda, cortándome el aire en el proceso. Aprieto las
manos esposadas y veo cómo el hombre coloca un hierro caliente en el
fuego.
—Un Lord debe estar dispuesto a ir más allá por su título. Debe
mostrar fuerza y tener lo que se necesita. —Saca el hierro caliente de las
llamas y se gira hacia mí, con la punta roja—. Si fallas en tu posición como
Lord, te quitaremos lo que te has ganado. —Mira a su derecha y añade—:
Siléncienlo.
Una mano agarra mi cabello, inclinando mi cabeza hacia atrás para
mirar el techo negro. Si pudiera respirar, le gruñiría al hijo de puta que me
está tocando. Meten un pequeño paño en mi boca y lo muerdo, sabiendo lo
que viene.
—Ryat Alexander Archer, bienvenido a los Lords. Porque cosecharás
los beneficios de tu sacrificio. —Entonces, el hierro caliente se presiona
contra mi pecho, marcando el escudo en mi cuerpo.
Capítulo 5
RYAT

Entro en la oficina vacía, mirando a través de las ventanas del suelo al


techo detrás de un conjunto de sofás. Las luces de la ciudad iluminan la
noche. Es la una de la madrugada y es la primera vez que estoy aquí.
Avanzo por el pasillo y llamo a la última puerta.
—Pase —dice un hombre.
Entro y cierro la puerta. Un hombre está sentado detrás de un
escritorio frente a las ventanas del suelo al techo. Una sola lámpara brilla en
la esquina de su escritorio, y me pregunto si es para que las personas no
sepan que está en su oficina a estas horas de la noche.
—¿Quería verme, señor?
—Siéntate, Ryat —me indica la silla de enfrente.
Haciendo lo que me dice, cruzo los brazos sobre mi pecho. Mi
ceremonia de Lord fue hace tres semanas. Las clases en la Universidad de
Barrington empiezan en dos. Durante tres largos años, me he probado a mí
mismo ante los Lords. Y ahora soy uno de ellos. Pero esta mañana, recibí
una llamada para que me reuniera con un compañero Lord. No es raro, pero
definitivamente me dio curiosidad por saber qué diablos quiere.
Saca una foto del bolsillo de su chaqueta de su traje Armani y la
desliza por la superficie negra.
—Aquí tienes tu primera tarea.
La tomó y la miro, pero rápidamente vuelvo a mirar hacia él.
—¿Qué pasa con ella? —pregunto confundido.
—Ella será tuya.
Mi regalo: una elegida.
En el primer año, todos hicimos un juramento, sabiendo que no todos
podríamos lograrlo. Durante nuestro último año, somos recompensados por
nuestra servidumbre con sexo. Se nos permite tomar más de una elegida.
Podemos compartirla con los otros Lords si queremos. Sucede a menudo.
No sé cuántas malditas orgías he visto en los últimos tres años. No hay
reglas para nosotros una vez que tomamos una elegida. Solo en lo que se
refiere a las mujeres. Si aceptan, ellas tienen que prestar juramento
voluntariamente de pertenecernos, entonces son nuestras. Si un amigo la
quiere para una noche, tenemos el poder de decir sí o no. Pero si se las
atrapa saliendo, son castigadas. La humillación es la clave.
Resoplo ante su respuesta y arrojo la foto al suelo.
—No, en serio.
Sus ojos marrones claros me miran fijamente, con la mandíbula
marcada en una línea dura. El hombre parece demasiado joven para estar en
el puesto que ocupa. No tiene muchas arrugas y está en buena forma, con
una cabeza llena de cabello oscuro que mantiene peinado hacia atrás. Pero
eso es un Lord para ti. Nos esforzamos mucho durante los tres primeros
años de universidad. Una vez que nos graduamos en Barrington,
gobernamos.
Desvío la mirada, pasando una mano por mi cabello, y elijo mis
palabras de manera diferente.
—Ella no me pertenece.
—Sí te pertenece... por ahora. —El hombre asiente una vez.
Es una estudiante de primer año en Barrington. La conozco, pero
nunca hablé con ella. No hay razón para hacerlo. Como dije, no me
pertenece. Soltando un suspiro ante su silencio, recojo la foto. Ella está
parada en medio de un estacionamiento junto a su Audi R8 blanco. Mirando
fijamente su teléfono, no se da cuenta de que alguien la está observando,
haciéndole fotos. Lleva unos pantalones de corte bajo y una camiseta
blanca. Su cabello oscuro está suelto y el viento sopla en su rostro.
—Esto tiene que estar mal —insisto, sacudiendo la cabeza—. Ella
es...
—¿Estás negando una orden directa? —pregunta, inclinando la
cabeza hacia un lado.
Aprieto los dientes.
—No. Es solo que...
—Bien. —Se pone de pie, arrancando la foto de mis manos—. Haz lo
que se debe hacer y haz que suceda.
Asintiendo, me levanto también.
—Sí, señor. —Luego me doy la vuelta y salgo de su despacho,
sabiendo que haré lo que sea necesario.
¡Blakely Anderson será mía!

BLAKELY
Prácticamente estoy corriendo por el pasillo tratando de encontrar mi
primera clase. Tengo los libros en una mano y el horario en la otra. Mi
bolso se ha caído de mi hombro y está en el hueco de mi brazo. Al llegar a
donde creo que se supone que debo estar, me detengo en la puerta y mis
hombros.
Salón 125
Se supone que debo ir al salón 152.
—Ugh. —Echo la cabeza hacia atrás— Hijo de puta.
Este es mi primer año en la Universidad de Barrington, así que se
podría pensar que ya conozco la universidad, pero no es así. Este lugar tiene
el tamaño de una gran ciudad, abarcando más de tres mil acres. Más de
veinte edificios albergan las clases, además de apartamentos y casas porque
aquí no tienen dormitorios. Eso no es aceptable para los ricos.
Me doy la vuelta para ir en otra dirección, pero choco con una pared
de ladrillos. El impacto me arroja sobre mi trasero. Los libros salen volando
junto con mi horario y mi bolso.
—¡Mira por dónde vas, joder!
Levanto la vista del suelo y veo a un hombre de pie frente a mí. Unos
ojos esmeraldas tan oscuros que casi dan miedo me miran. Su cabello
castaño oscuro está recortado a los lados, y los mechones más largos de la
parte superior están despeinados, dándole ese aspecto desordenado de
“acabo de salir de la cama”. Tiene la nariz recta y un tic en su cincelada y
suave mandíbula. Va vestido con unos pantalones oscuros de jeans que se
ajustan a sus muslos, una camiseta negra que deja ver sus anchos hombros y
sus musculosos brazos, y unas zapatillas. Ryat Archer está allí de pie,
luciendo tan enojado como lo está cada segundo de cada día.
—Lo siento —murmuro, empujando las gafas por el puente de mi
nariz. Esta mañana se me hizo demasiado tarde como para tomarme el
tiempo de jugar con mis lentes de contacto. Me odian.
Extiendo la mano y espero a que la tome y me ayude a levantarme.
Él descruza los brazos y mete las manos en los bolsillos delanteros de
sus pantalones, haciéndome saber que estoy sola. Sus ojos se dirigen a mi
pecho, e inclina la cabeza hacia un lado mientras siguen bajando por mi
estómago y mis piernas descubiertas. Lentamente, observa mi camiseta y
mis pantalones cortos de jeans. Mi respiración se acelera y el miedo se
arrastra a lo largo de mi espalda como una araña que se arrastra por mi piel.
Me mira como si fuera un problema del que tiene que ocuparse. Algo que se
interpone en su camino hacia la conquista del mundo.
El vello de mi nuca se eriza y mis pezones se endurecen cuando su
mirada se posa entre mis piernas. Todo en mí me dice que corra (cualquier
otra mujer lo haría) pero me quedo tirada en el suelo como una idiota. El
aire se vuelve más denso, dificultando mi respiración, lo que hace que mis
tetas reboten cuando consigo respirar profundamente.
Da un paso hacia adelante, la punta de su calzado golpea la suela del
mío.
—Hay animales que deambulan por estos pasillos. Si no tienes
cuidado, uno te atrapará. —Esos ojos amenazantes llegan a los míos una
vez más, y me sonríe. No es más amigable que su mirada. En vez de eso,
tengo la sensación de que quiere desgarrar mi garganta con sus dientes
perfectamente blancos: me viene a la mente una sonrisa de un millón de
dólares.
Trago nerviosamente, con la boca repentinamente seca.
—Yo...
—¿Blakely? Dios, ¿Blakely? —esucho una voz familiar—. ¿Por qué
estás en el suelo? —Matt se acerca por detrás de mí. Inclinándose, coloca
sus brazos debajo de los míos y me levanta—. ¿Qué pasó?
No respondo. Matt está recogiendo mis libros, mi bolso y mi horario
mientras yo me quedo mirando a Ryat como un ciervo ante la luz de unos
faros. Sus ojos no se han apartado de los míos desde que lanzó la amenaza.
Lo entendí perfectamente. Esto es lo que se espera de cualquiera que asista
a Barrington.
Cruel.
Malvado.
Complejo de Dios.
Esto es lo que pasa cuando los niños crecen consiguiendo todo lo que
quieren. Y no estoy hablando de un oso de peluche de la tienda. No, estoy
hablando de ese auto único de dos millones de dólares antes de que tengan
una licencia.
—¿Está todo bien aquí? —pregunta Matt.
Miro hacia abajo y veo que ha dejado mis libros apilados en el suelo
junto a nuestros pies. Mis ojos se dirigen a Matt, y él tiene toda su atención
puesta en Ryat. No son amigos. Al menos, ya no lo son. Lo fueron una vez,
pero algo pasó el año pasado y digamos que ahora se odian.
—¿Blakely? —dice Matt, haciéndome saltar.
En lugar de responderle, mis ojos se dirigen de nuevo a Ryat.
Ryat levanta una ceja oscura, sus ojos verdes siguen clavados en los
míos. Ahora son menos amenazantes y más juguetones. Esto es un juego
para él. ¿Está todo bien aquí?
—Sí —le respondo a Matt.
No conozco muy bien a Ryat, pero soy consciente de su reputación.
No quieres estar en su lista negra.
Ryat parpadea, rompiendo el contacto, y mira a Matt. Borrando la
sonrisa de su rostro, Ryat se acerca a él. Contengo la respiración mientras
Matt se acobarda.
—Mantén a tu perra con correa. —Luego me mira, sus ojos vuelven a
recorrer mi cuerpo con rapidez, haciendo que mi respiración se acelere—.
De lo contrario, se podría suponer que es una perra callejera. — Vuelve a
centrar su atención en Matt—. Y bueno, digamos que tú más que nadie
deberías saber que alguien puede decidir quitártela.
Con eso, se acerca y empuja a Matt contra la pared, luego pasa junto a
nosotros para continuar con su día.
—¿Qué mierda? —sisea Matt, apartándose de la pared y viendo cómo
Ryat se aleja sin molestarse en darnos una segunda mirada—. ¿Blakely? —
Pone sus manos sobre mis hombros—. ¿Él te arrojo al suelo? —Sus manos
recorren mis brazos.
—No... no exactamente. —Sigo observando a Ryat. El pasillo no está
abarrotado de ninguna manera, pero incluso si lo estuviera, aún podrías
verlo. Mide alrededor de un metro noventa metros y pesa unos 110 kilos de
puro músculo. Camina con tranquilidad, como si tuviera todo el día para
llegar a su destino.
—¿Él te tocó? —gruñe Matt.
Ryat saca el celular de su bolsillo y empieza a enviar mensajes de
texto antes de girar a la derecha por otro pasillo. Desapareciendo de la vista.
—¿Blakely?
—¿Qué? —digo, girándome a mirar a Matt ahora que Ryat se ha ido
por completo.
—¿Qué diablos pasó? —pregunta—. ¿Estabas hablando con Ryat? —
Sus ojos se entrecierran hacia mí en señal de sospecha.
Por supuesto. Ahora Matt está enfadado conmigo. Otro hombre
amenaza su relación conmigo, y es mi culpa. Siempre lo es.
—Nada. —Lo empujo—. ¿Qué pasó entre ustedes dos? —exijo,
cruzando los brazos sobre mi pecho. Viven en la misma casa, la casa de los
Lords. Ambos son miembros de L.O.R.D. (Líder, Orden, Reinar y Deidad)
una sociedad secreta creada hace siglos por los hombres para alimentar sus
actitudes misóginas y egoístas. Solo sé lo poco que me ha contado Matt en
los últimos tres años, que es prácticamente nada. Su juramento le impide
hablar de eso.
—¿Cómo diablos voy a saberlo? —Se encoge de hombros.
Lo miro con escepticismo.
—¿Dices que no tienes ni idea de por qué te odia? —Me cuesta
creerlo.
—Ryat es un imbécil —añade como si yo no lo supiera ya.
Sí, pero ha evitado por completo mi pregunta.
—Lo que sea. Llego tarde a clase.
Lo dejo ahí parado para seguir con mi día y consigo encontrar el salón
de clases correcto. Subiendo las escaleras hasta la fila superior del del
auditorio, me siento en el extremo junto a mi mejor amiga desde el jardín de
infantes y froto mi codo. Me duele después de haberme caído sobre él.
—¿Dónde estabas? —pregunta.
Asiento con la cabeza.
—Poniéndome al día.
Pone los ojos en blanco.
—Déjame adivinar, ¿Matt?
—Algo así.
—Oye, mira lo que encontré. —Mete la mano en su bolso y saca un
papel. Lo despliega y lo deja sobre mi escritorio.
—¿Qué es?
—Nuestra primera fiesta universitaria oficial del primer año —chilla.
Lo tomo y lo leo por encima. Es un papel negro con El Ritual escrito
en la parte superior con letras blancas. Por lo que sé, los Lords esto todos
los años. Escuché a las chicas hablando de eso aquí y allá, pero siempre que
le pregunto a Matt sobre eso, me calla y dice que han jurado guardar el
secreto.
«No sería una sociedad secreta, Blakely, si le contáramos a todo el
mundo lo que pasa, por dentro» me dijo una vez, y puse los ojos en blanco.
Empiezo a leer por encima.
Yo juro.
Tú juras.
Nosotros juramos.
El ritual es lo que una debe hacer para convertirse en una elegida.
Una elegida debe estar dispuesta a entregarse en todo lo que hace.
La miro y levanto una ceja.
—¿Esta mierda es real? —¿Sabe siquiera lo que significa? Nunca
había visto un folleto al respecto con reglas enumeradas. Solo pensé que era
un estúpido rumor que algunas chicas comenzaron para sentirse deseadas.
Algunas harían cualquier cosa para conseguir una polla.
Ella asiente.
—Eso espero.
Poniendo los ojos en blanco, vuelvo a mirar el papel.
Una elegida está protegida por el ritual. Todos y todos deben
tratarlas como tales.
—No. —Doblo el papel y se lo devuelvo—. Eso es una estupidez. O
jodido. De cualquier manera, sabes que no puedo ir Matt me mataría si me
presentara en la casa de los Lords.
—Matt no puede decirte lo que puedes o no puedes hacer, Blakely —
argumenta.
Ignoro eso y centro mi atención en el profesor que está al frente de
salón. Empiezo a pensar en lo que dijo Ryat en el pasillo. Me llamó
callejera. Dijo que alguien podría optar por llevarme. Lo cual es estúpido
porque sabe que estoy con Matt.
—Espera —digo en voz demasiado alta y me hundo en mi asiento
cuando el chico de la izquierda me hace callar—. Devuélveme eso —
susurro.
Pasando la mano por encima, intento alisar las arrugas lo mejor que
puedo en mi escritorio.
—¿Quién elige? —pregunto, mientras mis ojos escudriñan el papel.
—No estoy segura. —Ella se encoge de hombros, se inclina y lo mira
también
La chica que está delante de nosotros se da la vuelta y nos mira.
—Lo siento —susurro.
Sus ojos se posan en el papel y luego se da la vuelta, arrojando su
cabello rubio sobre su hombro. Saco mi celular y le envío a Matt un
mensaje rápido. Sé que no tiene clase a esta hora. Iba a pasar un rato en la
biblioteca esta mañana.
Yo: ¿Qué significa que un Lord elija a alguien?

***
Salimos de la clase y vuelvo a sacar mi celular para ver si Matt ha
respondido. Lo leyó de inmediato, pero aún no ha respondido. Suspiro,
guardándolo en mi bolsillo trasero.
Sarah empieza a colgarse de mi brazo.
—Vamos. Vamos —se queja—. Se nos acaba el tiempo para
divertirnos de verdad. Es el primer año. Hemos pasado todo el verano en
casa. Juramos que este año sería diferente. Que realmente vendríamos y
haríamos cosas. Solo es una fiesta. ¿Qué daño puede hacer? No es que ya
tengamos planes.
—Yo...
—¿Están hablando del ritual? —pregunta la chica que estaba sentada
delante de mí.
—Sí —responde Sarah.
—Bueno, yo no iría si fuera tú. —Aprieta los libros contra su pecho
—. Es malvado. Vil. Demente. Solo unos tipos que se creen superiores a los
demás y que les gusta follar a las mujeres.
—¿Cómo es eso? —pregunto, interesada. Algo de lo que Ryat le ha
dicho a Matt despertó mi curiosidad. No puedes tomar algo que no te
pertenece.
—Tyson Crawford. —dice el nombre como si tuviéramos que saber
quién es.
No lo sabemos.
—¿Quién es?
—Era un estudiante de último año en Barrington hace unos años.
Eligió a Whitney Minson como suya. Bueno, una vez que realizó la
ceremonia de los votos... —hace una pausa, sus ojos van de un lado a otro
para ver si alguien la está escuchando. Cuando está convencida de que
nadie está prestando atención, se acerca a nosotras—. La ató boca abajo en
su cama, desnuda, amordazada y con los ojos vendados. La dejó allí todo el
día mientras él iba a sus clases. Tenía cámaras por toda su habitación con
una transmisión en directo en su teléfono. Luego, una vez que se fue a casa,
la folló, lo que también grabó y envió a su novio, el novio al que ella
engañaba después de que hiciera el juramento de ser de Tyson.
—Maldita sea. Salvaje. Me gusta —Sarah se ríe.
Los ojos de la chica se entrecierram sobre ella.
—Fue asqueroso —espeta.
—¿Entonces qué? —pregunto. Siento que hay algo más en esa
historia.
—Bueno, ella le pertenecía. Era su elegida —dice, poniendo los ojos
en blanco.
—¿Qué significa? —insisto, sin entender todavía esa mierda de la
elegida—. Alguien no puede decidir tenerte sin más —digo lo obvio—. Las
mujeres no son una maldita propiedad.
Bajando la voz a un susurro, dice:
—Los Lords pueden hacer lo que les dé la gana. Su juramento les
promete eso.
—¿Cómo sabes todo esto? ¿Eres una elegida? —pregunto.
—Joder, no. —Ella resopla como si estuviera ofendida de que pudiera
pensar eso. Entonces se da la vuelta y prácticamente sale corriendo como si
fuera un pecado ser vista con nosotras.
—Oh, iremos —dice Sarah con naturalidad.
—¿Ritual? ¿Una ceremonia de votos? Suena como una mierda. —
Niego con la cabeza.
—Matt es miembro. ¿Qué tan malo puede ser? —Se ríe—. Es un
cobarde.
No lo discuto. Cuando levanto la vista, Ryat pasa con otros dos tipos
que conozco como Gunner y Prickett. Compañeros miembros de los Lords.
Un miembro Lord siempre es fácil de reconocer porque llevan un anillo, un
escudo. Sin embargo, nadie que no sea un Lord sabe lo que realmente
significa. En este momento, los tres son ajenos a todos los que los rodean,
sumidos en su propia conversación. Imagino que siempre son así. Creyendo
que son intocables.
Mis manos se cierran en puños, arrugando el papel una vez más. Las
palabras que le dijo a Matt... lo que la chica acaba de decirnos. Sabía que
habían hecho un juramento, uno estúpido, pero no sé a qué viene toda esta
mierda de las elegidas. Supongo que nunca he prestado mucha atención a lo
que sucede detrás de las puertas en la casa de los Lords. Los miembros
están obligados a vivir todos juntos, y no está cerca del campus.
Tomando una decisión, salgo corriendo por el pasillo. Paso de largo,
luego me doy la vuelta y me detengo frente a ellos, haciendo que los tres se
detengan.
—Bueno, hola sexy —Gunner, el de la derecha, me sonríe y sus ojos
azules se posan en mis piernas descubiertas.
—Perra, ¿te acuerdas? —le pregunto a Ryat, que está de pie en el
medio con los brazos cruzados sobre su pecho. Se había referido a mí como
la perra de Matt, pero sabe mi maldito nombre.
Las comisuras de sus labios se levantan y sonríe, con un aspecto más
juguetón que antes.
—Veo que tu patético noviecito aún no te ha puesto la correa. —Sus
deslumbrantes ojos verdes se posan en mi cuello y niega con la cabeza
mientras emite un chasquido—. No puedo decir que no se lo advertí.
El calor recorre mi cuerpo y mi rostro se pone rojo de vergüenza. ¿Por
qué siento eso como otra amenaza? ¿Y por qué mi corazón comienza a
acelerarse ante la idea de ser su presa?
—¿Juego gratis? —pregunta Prickett, el del extremo izquierdo.
Mis ojos se dirigen a los suyos.
—¿Disculpa? —gruño. Estoy bastante segura de que es la primera vez
que lo escucho hablar. No hablo ni me relaciono con ningún otro Lord. Matt
es el único que conozco a nivel personal. Siempre me ha mantenido lo más
lejos posible de ellos, y eso nunca me importó.
—Siempre lo son —responde Ryat.
—Bueno, ¿a quién tenemos aquí? —pregunta Sarah, deslizándose a
mi lado.
—Sarah. —Gunner levanta la mano para frotar su barbilla mientras
sus ojos la devoran—. Me alegro de volver a verte.
—Parece que sí. —Sus ojos se dirigen a su entrepierna, y yo pongo
los míos en blanco.
—¿Qué quisiste decir con que otra persona podría elegirme? —le
pregunto a Ryat, inclinando mi cadera hacia un lado.
Los tres hombres se ponen rígidos y sus ojos se entornan hacia mí. Él
da un paso adelante invadiendo mi espacio. Respiro entrecortadamente
cuando extiende la mano, tomando un mechón de cabello y colocándolo
detrás de mi oreja. Sus dedos rozan suavemente mi piel y el contacto me
hace estremecer. Se inclina y sus ojos verdes devoran los míos cuando
susurra:
—¿Por qué no le preguntas a Matt por qué no puede elegirte?
Me alejo, dando un paso atrás, y frunzo el ceño.
—Él es mi novio. —¿Qué quiere decir con que Matt no puede
elegirme? ¿Y por qué demonios me elegiría?
—Sigue diciendo eso como si significara algo —comenta Ryat,
haciendo reír a los demás.
Aparto a Sarah de ellos, sin estar muy segura de lo que pensaba
conseguir con eso. Pero seguro que hablaré con Matt de esto.
Mientras caminamos por el pasillo, ella mira por encima de su
hombro hacia atrás.
—Ryat está mirando tu trasero como si quisiera comérselo —se ríe.
—Sí... bueno, eso no sucederá.
Capítulo 6
RYAT

Veo cómo la morena se abre paso por el pasillo, alejándose lo más


posible de mí. Blakely es exactamente lo que esperaba que fuera. Cabello
largo y oscuro y grandes ojos azules escondido detrás de sus gafas de
montura negra. Parece tan inocente, con su rostro de muñeca Barbie y su
piel bronceada. Un maldito buen cuerpo. Tetas grandes, teniendo en cuenta
lo pequeña que es en todo lo demás, con un culo de burbuja. No puede
medir más de un metro sesenta y cinco sin tacones de prostituta.
Sé quién es. También sé que no importa que esté prometida a Matt. Él
hizo enfadar a los Lords y ha perdido la oportunidad de que ella sea su
elegida.
Prickett piensa que ella es un juego gratis, pero eso está muy lejos de
la verdad.
Ella es mía.
No fue coincidencia que ella se encontrara conmigo esta mañana. Me
puse en su camino y esperé a que levantara la vista y se fijara en mí. La he
estado siguiendo desde que me dijeron que la eligiera hace dos semanas.
Aprendiendo su horario y los lugares a los que va. Lleva una vida muy
aburrida, eso es seguro.
Sin embargo, me sorprendió que me gustara su aspecto, mirándome
fijamente desde el piso. Vulnerable. Presa fácil.
—¿Esa es la chica de Matt? ¿Siguen juntos? —preguntó Gunner,
sacando el celular de su bolsillo.
—Él parece pensar que sí. —No lo será por mucho tiempo.
—Tenía el folleto en la mano —afirma Prickett.
—Lo vi. —Por la forma en que estaba arrugado en su mano, creo que
es seguro asumir que no asistirá. Mi comentario sobre las perras callejeras y
las elegidas debe haber despertado su interés. Bien. Quiero que pregunte y
descubra quién soy. Definitivamente soy más hombre que Matt. Todo lo que
tiene que hacer es preguntarle a él.
—Amigo, ella debe ser virgen. —Gunner se ríe—. ¿Seguro que
quieres meterte en esto? ¿Tomar a alguien sin experiencia?
—Lo dudo —murmuro.
Sé que ella y Matt nunca han tenido sexo, pero eso no significa que
no haya follado con otra persona. Pero eso sería la cereza del pastel, ¿no? Si
tomara a su mujer y la follara antes de que él tuviera la oportunidad.
Además, eso la hace diez veces más interesante. Y mi polla está aún más
desesperada por ella.
—Ella está en la lista —añade Gunner, desplazándose por los
nombres en su celular.
Ya sabía que estaba en la lista. Blakely Rae Anderson va a ser elegida.
Solo que no por el tipo que ella espera, pero definitivamente la mejor
opción.

BLAKELY
—¿Matt? —digo, cuando lo veo en la biblioteca sentado en una mesa.
¿Qué es lo que sabe? Está escribiendo en su teléfono—. Será mejor que me
respondas.
—Shh —Me hace callar, poniéndose de pie mientras guarda su celular
—. No hagas ruido. —Agarra mi brazo y me empuja hacia un pasillo donde
estamos solos—. ¿Qué estás haciendo? ¿No tienes clase ahora mismo?
—¿Por qué me ignoras? —digo.
—Estoy ocupado, Blakely —gruñe, alejándose de mí.
—No demasiado ocupado para hablar con otra persona,
aparentemente —siseo.
—No voy a hacer esto ahora. —Pasa las manos por su cabello oscuro
—. No tengo tiempo...
Agarro su brazo, pero él simplemente me empuja.
—¿Por qué no puedes elegirme?
Me mira fijamente, con la mandíbula tensa, y se acerca a mí,
presionando mi espalda contra las estanterías.
—¿Qué acabas de preguntar?
Trago saliva y pongo las manos en su pecho, intentando que retroceda
un paso. Matt es un tipo grande. Vive haciendo ejercicios. Su aspecto físico
es muy importante para él. Jugó al fútbol durante todo el instituto. Soy
demasiado débil y pequeña para siquiera hacer que se mueva.
—¿Por qué no puedes elegirme a mí? —pregunto, suavizando la voz
—. ¿Qué significa eso?
—Solo lo diré una vez —gruñe, acercándose aún más. Coloca las dos
manos en la estantería que hay detrás de mí, enjaulándome—. Deja eso.
Ahora mismo. No te concierne.
¿Por qué está evitando esto? ¿Qué tan malo puede ser?
—Pero Ryat...
—Me importa una mierda lo que diga ese pedazo de imbécil, Blakely.
Aléjate de él. Aléjate de la casa de los Lords. —Empuja la estantería, dando
un paso atrás—. Y vete a tu maldita clase.
Capítulo 7
RYAT

PRIMER AÑO EN LA UNIVERSIDAD DE BARRINGTON

Me siento en la silla con Matt a mi derecha. No nos hemos dirigido


una sola palabra desde la última noche en Chicago. Nos dieron un objetivo
y terminamos matando también a su esposa.
La puerta se abre y me siento más erguido.
—¿Qué diablos pasó? —exige Lincoln.
—El trabajo se completó —espeta Matt, poniéndose inmediatamente
a la defensiva como hizo conmigo en la casa la noche anterior.
En el momento en que avisamos de que habíamos terminado el
trabajo, nos montaron en un jet privado y nos llevaron de regreso a
Pensilvania, a la casa de los Lords, y nos escoltaron hasta esta sala donde
nos hicieron esperar. Lo cual nunca es bueno. He visto a hombres entrar
aquí y nunca salir.
—Tú mataste a su esposa —argumenta Lincoln—. Ella debía seguir
viva. No sé cómo ves eso como un trabajo terminado.
Matt gruñe.
—Ella se interpuso.
—¿Eso es cierto, Ryat? —Me mira—. ¿Ella fue un problema,
interponiéndose en tu camino para completar tu misión y tuvieron que
eliminarla también? —Arqueando una ceja, espera mi respuesta.
Lo miró fijamente, cruzando los brazos sobre mi pecho. No soy una
maldita rata, pero tampoco voy a mentir por Matt. Se ha pasado de la raya.
Tenemos reglas que debemos cumplir. Si no, ¿qué mierda estamos haciendo
aquí? No mato por deporte. Hago lo que hay que hacer. Punto.
Lincoln suspira, pasando una mano por su rostro. Evidentemente está
estresado.
—Estás en período de prueba, Matt.
—¿Qué? —Se pone en pie de un salto—. ¿Qué diablos, Linc? Sabes
que eso es una mierda.
—¡Sé que mataste a una perra muy importante! —arremete Lincoln,
poniéndose frente a él—. ¡Y ahora tengo que limpiar tu desastre!
—¿Quién mierda era ella? —exige Matt.
—¡Eso no es de tu incumbencia! —le grita Lincoln en la cara.
—Acabas de decir que era importante —argumenta.
—¡Lárgate de mi oficina, Matt, antes de que te despoje de tu título de
Lord! —grita, señalando la puerta.
Matt se da la vuelta y empuja la silla antes de salir dando un portazo.
Me levanto y me giro para salir también.
—Espera, Ryat —gruñe Lincoln.
Doy la vuelta para mirarlo, y él se deja caer detrás de su escritorio.
—Necesito saber lo que pasó —entrelaza sus dedos sobre la
superficie.
No digo nada.
—Maldita sea —sisea, recostándose en su asiento—. Tienes que
darme algo.
—Hice lo que se me pidió. Está muerto —digo simplemente.
Asiente una vez.
—Entonces, Matt mató a la mujer.
Aparto la mirada de él y rechino los dientes. Ya sospechaban que
había sido Matt, pero yo lo acabo de confirmar. Esta es la razón por la que
jodidamente no hablo.
—No estoy seguro de qué hacer, Ryat —afirma.
Le devuelvo la mirada y él inclina la cabeza de un lado a otro,
contemplando su próximo movimiento.
—También podría ponerte en un período de prueba.
Aprieto las manos, no muy sorprendido. Me imaginaba que me
castigarían para hacerme hablar. Entonces se acerca y pulsa un botón en
teléfono de su oficina.
—Hazlo pasar.
La puerta se abre detrás de mí y veo entrar a un hombre. No lo
conozco personalmente, pero he oído hablar de él. Su lista de cadáveres es
kilométrica. Un sádico hijo de puta. Mató a tres de sus hermanos en su
último año. Todos en la casa de los Lords le temían. Es una leyenda,
realmente.
—¿Ryat Archer? —Extiende su mano derecha hacia mí.
—Sí, señor. —Hago lo mismo y la estrecho.
Me hace un gesto para que vuelva a sentarme y así lo hago.
—¿De qué se trata? —pregunto, mirando de un lado a otro entre los
dos hombres.
—Bueno, hijo... —Se sienta en el sofá de cuero y desabrocha la
chaqueta de su traje negro—. Me gustaría que me hicieras un favor.
Me inclino hacia delante, apoyando los codos en mis muslos. ¿Así es
como me harán hablar? ¿Amenazando con ponerme en período de prueba y
luego pidiéndome un favor? A cambio, pido no estar más en período de
prueba.
—¿Y qué obtendré a cambio?
Él echa la cabeza hacia atrás, riendo, haciendo temblar su cuerpo.
Luego mira a Lincoln.
—Me gusta este chico.
—Te lo dije —dice Lincoln crípticamente.
—Los Lords son muy complacientes con sus hermanos que están
dispuestos a ir más allá —se recuesta en el sofá, poniéndose cómodo—.
Entonces, Ryat... la verdadera pregunta es, ¿qué es lo que quieres?

Permanezco sentado en mi W Motors Lykan Hypersport negro,


escondido en el estacionamiento del complejo de apartamentos de Blake. Se
encuentra justo al lado del campus.
Lo primero que te enseñan cuando te conviertes en un Lord es que
haces tú inteligencia. Piensas en cualquier escenario que te dé ventaja para
ganar.
La luz se enciende en su dormitorio y me siento más erguido cuando
ella pasa junto a su ventana y finalmente llega a casa. Se detiene en una
esquina, se agacha y desliza la camisa por encima de su cabeza. Mi polla se
pone dura al instante al ver cómo el movimiento hace que su cabello caiga
sobre su espalda.
No importa que solo pueda ver su sombra. Es suficiente. Por ahora.
Perdiéndose de vista, veo que se enciende otra luz en una habitación
contigua, su baño. La he observado lo suficiente como para conocer la
distribución de su apartamento. Es aún más difícil ver a través del vidrio,
sin embargo, es suficiente para distinguir la vista lateral de sus grandes
pechos. La curva de los mismos y su vientre plano seguido de su gran
trasero.
—Joder —Bajo la cremallera de mis pantalones y agarro mi polla.
Escupiendo en mi mano, empiezo a acariciarla lentamente, imaginando que
tengo una mano en su cabello y que está metiendo mi polla en su boca.
Ella entra en lo que sé que es su ducha, y veo agua salpicando su
cuerpo. Cerrando los ojos, acelero el movimiento de mi mano y la imagino
de rodillas dentro de la ducha. Mirándome con sus ojos azules mientras sus
labios entreabiertos piden ser follados.
—Lo que mi chica quiera —jadeo, mis caderas se agitan en el asiento
del conductor.
Enredo mis manos en su húmedo y oscuro cabello y deslizo mi polla
dentro de su caliente y húmeda boca y comienzo a follarla.
—Blake. —Gimo, mi mano acelera el ritmo mientras imagino sus
bonitos ojos azules llorando mientras me follo ese bonito rostro.
Mis pelotas se tensan y mi respiración se acelera segundos antes de
venirme en mi mano.
—¡Joder! —siseo, levantando la mano, me quito la camiseta y la uso
para limpiar mi desastre.
Mirando hacia su ventana, veo que la luz del baño se apaga y luego la
de su dormitorio.
Respirando profundamente, apoyo la cabeza en el respaldo, tratando
de calmar mi corazón acelerado.
—Pronto, Blake. Pronto. —No tendré que usar mi mano o mi
imaginación.
Tendré su boca, su coño y su culo para usarlos.
Seré su maldito dueño.

PRIMER AÑO
Salgo de la habitación y empiezo a caminar por el pasillo hacia mi
dormitorio. Abro la puerta de un empujón y la cierro de golpe para
encontrar a Matt sentado a un lado de mi cama.
—Vete a la mierda. —Paso junto a él y me dirijo al baño contiguo.
Se pone en pie de un salto.
—¿Qué mierda le has dicho a Lincoln?
Me doy la vuelta y lo empujo.
—¡No dije una mierda!
Se tambalea hacia atrás y luego sacude la cabeza, soltando una risa
áspera.
—Deberías cubrirme las espaldas.
—¡Y tú deberías haber sabido que no debías jodidamente tocarla! —
respondo.
—Si me hubieras dejado follarla...
—¿Quieres decir violarla? —corrijo—. ¡Joder, Matt! ¿En qué
demonios estabas pensando? —La abstinencia es parte de nuestro
juramento, hasta nuestro último año, cuando se nos concede una elegida. Si
le hubiera dicho a Lincoln que iba a violar a la mujer, seguramente sería
despojado de su título de Lord.
Matt pasa las manos por su cabello, dejando escapar un suspiro
frustrado.
—No lo sé. Blakely y yo hemos estado discutiendo...
Resoplo, interrumpiéndolo.
—Has estado peleando con tu novia, ¿y decides desobedecer una
orden con los Lords? ¡Te echarán!
—¡Estoy bien! —Hace un gesto, restándole importancia—. ¿Qué te
dijo Lincoln después de que me fuera?
Solo menciona a Lincoln, lo que significa que no sabe que trajeron a
otro hombre para hablar conmigo.
—No te delaté. —Evito su pregunta.
—Bueno, ¿qué mierda dijiste? —espeta Matt.
—Eso no es de tu incumbencia. —Me doy la vuelta, poniéndole fin a
la conversación.
Agarra mi camisa y me saca del baño llevándome de regreso a mi
habitación. Me balanceo, mi cuerpo se retuerce, y mi puño conecta con su
mandíbula.
—¡No me empujes, Matt! —gruño, abriendo y cerrando la mano,
sintiendo que ya empieza a hincharse por el golpe.
Frotando su mandíbula, se acerca a mí, pecho contra pecho, y yo
inclino el mío, dispuesto a golpear su trasero en cuanto hable.
—Si descubro que me has jodido, acabaré contigo, Ryat.
Sonrío ante eso.
—Me gustaría verte intentarlo.
Con eso, gira y sale de mi habitación, dando un portazo al salir.

BLAKELY
Es viernes por la noche, y estoy acostada en mi cama viendo una
película de terror en Netflix mientras me desplazo por mi página de redes
sociales. Al no ver nada interesante, cierro la aplicación y subo el volumen
de la televisión, pensando en el tiempo que llevo aquí en la Universidad de
Barrington desde que empezaron las clases hace dos semanas.
Ya no me he topado con cierto imbécil. Pero Matt ha estado actuando
de forma extraña desde que irrumpí en la biblioteca exigiendo respuestas.
Que no me dio. Siempre menciona a Ryat. Todos los días me pregunta si lo
he visto o he hablado con él. Cuando le digo que no, dice que está bien,
pero puedo ver en sus ojos que no me cree. Y eso empieza a molestarme.
Nunca lo he engañado antes, ni siquiera he coqueteado con otro chico, así
que el hecho de que tenga que cuestionar mi lealtad me molesta.
He sido yo quien le ha rogado por sexo y él es quien me rechaza.
Siempre me dice que les prometió a mis padres que esperaríamos a nuestra
noche de bodas. Eso es una mierda. ¿Quién diablos espera hoy en día?
Hemos tonteado, pero él siempre lo detiene antes de que vaya demasiado
lejos, dejando mi cuerpo rogando por más.
—Nos vamos —afirma Sarah, entrando en mi dormitorio y dejándose
caer en el extremo de mi cama.
—Pero...
—Sin peros. —Ella niega con la cabeza—. No hemos hecho más que
quedarnos en casa, y no me fui de Texas para quedarme en casa todo el
maldito tiempo. Además, Matt está fuera de la ciudad. —Me guiña un ojo.
Se fue a casa por el fin de semana. Quería preguntarle por qué no me
había invitado, pero tampoco quería ver a mis padres, así que mantuve la
boca cerrada.
—¿Qué tiene que ver esto?
—Puedes relajarte y divertirte sin que te acuse de querer follar con
Ryat. —Ella ha escuchado varias de nuestras discusiones en las últimas dos
semanas. Las paredes de nuestro apartamento son demasiado finas. O tal
vez solo peleamos demasiado fuerte.
—Por favor. —Recurre a la súplica cuando permanezco en la cama
mirándola fijamente—. Solo esta vez… Es solo una fiesta.
Hace tiempo que no tengo una noche de chicas con ella. Matt nunca
ha sido un gran admirador de Sarah. Él dice que ella es demasiado coqueta
con todo el mundo. Ha sido muy elocuente sobre su odio hacia ella durante
años. Cuando estamos en casa, en Texas, siempre se presenta o hace planes
para nosotros con sus padres, así que tengo que cancelar los míos con ella.
Ella nunca pareció enfadarse conmigo por eso. Es curioso cómo recién
ahora me doy cuenta de que él haría eso.
—Bien… —gruño, tirando las mantas. Quiero salir y divertirme un
poco—. Averiguaremos qué significa esta mierda de ser elegida —añado.
—¡Sí!… —Se pone en pie de un salto—. Iré a vestirme. —Saliendo a
toda prisa de mi habitación, grita por encima de su hombro—: Ponte algo
de zorra.
Me río, entrando en mi vestidor.
Una hora más tarde, nos detenemos frente a una puerta abierta en la
casa de los Lords. Está a unos quince minutos del campus de Barrington, en
una carretera de dos carriles. Era un hotel el día que les fue cedido. Todos
los miembros deben vivir en la casa durante su estancia en la universidad.
Matt se mudó en su primer año. No es bienvenido aquí a menos que estén
dando una fiesta. De lo contrario, la puerta está cerrada y la propiedad está
prohibida para los forasteros.
Dos hombres se sitúan a ambos lados de la puerta, vestidos con capas
negras y máscaras blancas, que se asemejan a esqueletos.
Un edificio aparece al final de un largo camino lleno de curvas. El
hotel renovado tiene cinco pisos y grandes ventanales. Su ladrillo blanco
con contraventanas negras hace que parezca diseñado para los ricos. Seis
columnas están decoradas con guirnaldas negras envueltas alrededor de
ellas de arriba a abajo. Los focos están colocados estratégicamente en el
suelo para iluminar el lugar de la fiesta.
Tiene una gran rotonda con un estanque en el centro con una fuente a
cada lado y una pasarela arqueada blanca que cruza el centro. Hombres y
mujeres se sitúan alrededor con sus bebidas, algunos fumando cigarros.
Después de estacionar en un lugar a la izquierda, salimos del auto.
—¿Segura que estamos invitadas? —pregunto.
—Por supuesto. —Me hace un gesto restándole importancia—. Todo
el mundo lo está.
—Pero Matt nunca me ha dejado venir aquí. —Ni siquiera durante las
fiestas. Decía que, aunque yo estaba fuera de los límites, no me quería cerca
de los miembros. Nunca supe a qué se refería, y cuando le preguntaba, se
enfadaba, estallaba conmigo y luego me evitaba durante unos días.
Se puede escuchar “Make Hate to Me” de Citizen Soldier a todo
volumen desde el interior de la casa.
Ambas puertas de vidrio están abiertas de par en par y entramos. Los
suelos de mármol, la costosa decoración y los artefactos me dejan con la
boca abierta. He crecido rodeada de dinero. Mi padre es dueño de un
negocio multimillonario. Mi madre no es tan rica como mi padre, pero es
conocida en todo el mundo por sus publicaciones en traje de baño. Así es
como se conocieron. Él vio su foto una vez y voló al otro lado del mundo
solo para comprarle un café. Tres meses después, se casaron. Yo nací seis
meses después. Estoy segura de que mi madre se quedó embarazada esa
primera noche a propósito, para atrapar al hombre rico. Luego, después de
tenerme, terminaron. Siempre rogué por un hermano. No es como si les
hubiera quitado tiempo a sus días. Fui criada por niñeras y tutoras. Pero esto
está en otro nivel.
Todo es blanco como la nieve y pulido a la perfección. Las paredes
están pintadas de blanco con cuadros en blanco y negro. El que está en la
pared de mi izquierda es un gran cuadro de la Torre Eiffel. He estado allí
varias veces y nunca la he visto más bonita que en esta foto. Más adelante
hay una gran escalera cubierta con una alfombra negra con una barandilla a
juego. En el segundo piso, la plataforma se abre, dando la opción de ir a la
izquierda o a la derecha. El nivel superior también está abierto en el centro,
lo que permite mirar el alto techo pintado de negro del que cuelgan
lámparas de araña hasta el primer piso. Veo varias puertas que conducen a
algunas de las habitaciones. Un ascensor situado en la esquina izquierda
debe llevar al tercer y cuarto piso.
—Este lugar es increíble —susurra asombrada.
—Teléfonos, llaves e identificación.
Ambas nos giramos a la derecha para ver a un hombre de pie detrás
de un mostrador de conserjería. Lleva una máscara negra con X en los ojos
y puntos de sutura en los labios, además de una capa negra.
—Teléfonos, llaves e identificación —repite en voz alta por encima
de la música, y nos tiende dos bolsas.
Me acerco a él y las tomo.
—¿Por qué? —pregunta Sarah.
—Porque esas son las reglas. O dejas tu mierda en la bolsa o te vas a
la mierda —gruñe, entregándole una bolsa al chico que está a nuestro lado.
Él no lo piensa dos veces antes de sacar sus pertenencias de sus bolsillos y
colocarlas en la bolsa. Cierra la cremallera antes de devolvérsela.
El chico de la máscara escribe en ella y luego la coloca en un cubículo
detrás de él en la pared.
—Vamos. —Ella parpadea, mirándome—. ¿Qué daño podría causar?
Será divertido. —Entonces empieza a colocar sus cosas dentro de su bolsa.
—¡¿En serio?! —¿Qué daño podría causar? Esto es lo que quería
hacer. Salir y obtener algunas respuestas.
Al entregarle las bolsas, nos da dos papeles.
—Escribe tu nombre en la etiqueta y colócala en tu camisa. —Luego
hace click con el bolígrafo y me lo entrega.
Agachándome, escribo mi nombre y luego se lo doy a ella para que
haga lo mismo con su etiqueta.
—Esto es una locura. Nunca he estado en una fiesta como ésta. —
Agarra mi brazo y empieza a dar saltos de alegría—. ¿Esto es para un
premio? —pregunta.
Él echa la cabeza hacia atrás, riendo. No podemos ver su rostro, pero
el ángulo nos da una clara visión de su manzana de Adán moviéndose por
su risa.
—Este es el comienzo del ritual —afirma una vez que se ha calmado.
—¿Qué significa eso exactamente? —pregunto porque aún no he
obtenido una respuesta directa.
—No te preocupes demasiado. Dudo que tengan algo de lo que
preocuparse —responde crípticamente y luego nos despide, pasando al
siguiente grupo de chicas que acaba de entrar.
—Vamos a buscar algo de alcohol. —Me arrastra por un pasillo hasta
la cocina. La habitación es grande, con electrodomésticos de acero
inoxidable de tamaño industrial. A la derecha hay una zona de bar donde la
gente se agrupa actualmente.
Se parece a cualquier otra fiesta universitaria. La única diferencia es
que algunos están vestidos como el tipo que está al frente: máscaras y
capas.
—¿Quiénes son estas personas? —grito en su oreja por encima de
“Needles” de Seether.
Se encoge de hombros.
—Si tuviera mi teléfono, lo buscaría en Google.
Algo me dice que Google no va a saber una mierda sobre la situación
en la que nos encontramos. ¿Ritual? Me suena a iglesia que implica sangre
y un sacrificio. Me pregunto si son Lords los que están vestidos de manera
diferente. Hasta donde yo sé, no es ningún secreto en Barrington quiénes
son los miembros. No se oye hablar mucho de ellos, pero todo lo que sé es
lo que me ha contado Matt, que no es mucho. Siempre supuse que eran
como una fraternidad.
Me acerco a la isla, veo pequeños cuencos de cristal alineados uno al
lado del otro. Cada uno contiene pastillas de varios colores y formas.
Reconozco algunas como Xanax, Percocet y Adderall. Cosas que mi madre
toma a veces cuando está estresada o le duele la cabeza.
—¿Qué quieres? —pregunta Sarah, mirando las bebidas alineadas.
—Quiero un ron con Coca-Cola, por favor.
Asiente y empieza a servirme una bebida. Una vez hecho esto, se
sirve ella misma una. Nos damos unos golpecitos en forma de aplauso.
Tomando un trago, toso.
—Dios mío. —siseo con un suspiro—. ¿Intentas matarme?
Ella se ríe.
—No. Pero un buen coma etílico suena bien.
Estuvo en rehabilitación dos veces mientras estaba en la escuela
secundaria. Su madre llegó a casa durante nuestro primer año y la encontró
desmayada en el suelo sobre su propio vómito. Tomó algo de oxicodona.
No es una persona suicida, pero quería que la vieran. Cuando eso no
funcionó, se fue a una fiesta, se emborrachó, y envolvió el auto único de su
padre alrededor de un árbol. Ella ni siquiera tenía su licencia todavía.
Obviamente, la rehabilitación no fue de ayuda. Creo que sus padres se
alegraron de que se fuera a la universidad después de su último año. Ella era
el problema de otra persona.
—Vamos. Vamos a ver de qué se trata este lugar. —Agarra mi brazo y
me saca de la cocina, atravesando el pasillo. Entramos en una habitación
abierta. Supongo que antes era un salón de baile con altos techos de
catedral. Las paredes varían en tonos entre el blanco y el gris. El suelo de
granito negro tiene enredaderas blancas que lo atraviesan. Es precioso,
como todo lo que he visto hasta ahora.
Aquí la música está más fuerte. Un DJ está instalado en una esquina
al frente de la sala, y también lleva una máscara negra y una capa a juego.
Hay una larga mesa con capacidad para veinticuatro personas, pero solo un
lado está ocupado. Doce personas están sentadas una al lado de la otra,
todas con las mismas máscaras negras y capas que dominan la sala.
—¿Qué diablos? —le susurro al oído por encima de “Like Lovers
Do” de Hey Violet.
—Me gusta. —Sarah asiente rápidamente, tomando un trago—.
Misterioso.
No puede ser tan malo, ¿verdad? No si Matt está involucrado. Él es
un tipo de polo y mocasines mientras juega al golf. No un tipo misterioso
de: te perseguiré en un callejón y te mataré.
—Es como una secta —digo entre dientes—. Si intentan marcar
nuestros traseros, saldremos corriendo. —A la mierda las llaves, el celular y
la identificación. Puedo conseguir nuevos.
Ella se ríe como si estuviera bromeando.
Capítulo 8
BLAKELY

Dos horas y tres tragos después, estoy jodidamente borracha. Sarah


está casi ida. Nos reímos y bailamos al ritmo de “Mad Hatter” de Melanie
Martinez.
Tengo una sensación escalofriante y dejo de bailar. Miro rápidamente
a mi alrededor, pero no puedo concentrarme en nada. Mi cabello golpea mi
rostro y lo coloco detrás de mi oreja lo mejor que puedo. Solo para que
vuelva a caer.
—¿Qué? —Ella se da cuenta y deja de bailar—. ¿Te vas a enfermar?
—No. Yo... —Mis ojos se detienen en la mesa al frente del salón de
baile. Está situada en lo alto de una plataforma, dando a los que están
sentados allí una vista clara de la multitud. Dos de ellos ahora están de pie
detrás de la mesa, uno frente al otro. Los movimientos de sus manos me
hacen saber que están inmersos en una conversación. El que está en el
extremo está escribiendo en un teléfono, lo que me hace preguntarme por
qué tuvimos que dejar el nuestro. El que está en el medio. Es un hombre.
Puedo decirlo por la forma en que está sentado. Está recostado en su asiento
con la mano derecha levantada, apoyada en el lateral de su máscara. Esto
hace que la manga de su capa se deslice hacia abajo, y puedo ver el reloj
negro y plateado en su muñeca. Las luces parpadeantes lo golpean, casi
cegándome.
El que está sentado a su lado se inclina y debe decir algo porque la
máscara del tipo se mueve de arriba abajo como si estuviera de acuerdo.
Esa sensación regresa, haciendo que mi respiración se acelere
mientras lo miró fijamente. Levantando la bebida a mis labios, estoy a
punto de dar un sorbo, pero me golpean por detrás, me empujan hacia
delante, haciendo que se me derrame por mi rostro y camisa.
—¿Qué mierda? —Me doy la vuelta.
—Lo siento... ¿Blakely?
Parpadeo observando a otro tipo vestido con una capa negra y una
máscara.
—¿Cómo sabes...?
Se quita la máscara y miro fijamente unos ojos azules muy abiertos.
Al instante se entornan sobre mí mientras parpadeo.
—¿Blakely? —gruñe—. ¿Qué estás... qué estás haciendo aquí?
No puedo hablar. En su lugar, mis ojos se dirigen a la rubia
blanquecina que todavía sostiene. Se aferra a él como la típica chica
borracha que no puede mantenerse en pie por sí misma.
—¿Qué mierda es esto? —exige Sarah, dando un paso adelante—.
¿Quién diablos es esta perra? —Siempre ha sido una borracha furiosa. En
su último año de secundaria, se emborrachó y le dio un puñetazo en el
rostro a su ex novio por no tener chicle. Llamaron a la policía, los padres
aparecieron. Fue una pesadilla.
—Oye —se queja la chica y luego se ríe—. Soy su novia.
—¡No! —gruñe Sarah, tirando de mi brazo y empujándome hacia
delante. Más alcohol rueda sobre el borde de mi copa y sobre mi ropa—.
Esta es su maldita novia.
Ella frunce el ceño y lo mira.
—¿Eh? Cariño, ¿qué es lo que...? —Hipo—. ¿De qué habla?
—De nada —dice Matt.
Sarah se ríe, pero es sin humor.
Sus palabras me sacan de mi trance. Empezamos a salir en mi primer
año, cuando me mudé a Pensilvania desde Texas para ir a la universidad.
Nos conocimos en la escuela secundaria, crecimos en la misma ciudad, pero
entonces no se me permitía salir con nadie. No hasta que estés en la
universidad, Blakely. Es entonces cuando tienes la edad suficiente para
entender una relación, había dicho mi madre.
He permanecido virgen para él. Le he rogado que me folle, y cada
maldita vez, me ha rechazado. Aquí estoy, con veinte años, y lo único que
he follado es un consolador que ni siquiera estoy segura de saber cómo usar
y un vibrador que mantengo enchufado a la pared cuando tengo ganas de
gritar para liberarme. Él se folló a Gabby Simmons en su segundo año de
secundaria. Su número siguió subiendo después de eso. Y parece que no se
detuvo.
Da un paso adelante.
—Blakely...
Le quito la bebida a Sarah de la mano y la lanzo a su rostro. Por
suerte, tenía más que la mía. Jadea, y su novia tapa su boca, suavizando su
risa.
—Joder —gruñe, pasando la mano por su rostro, limpiando el exceso
de alcohol antes de volver a ponerse la maldita máscara como si tuviera más
para arrojarle.
—Esto se acabó —digo.
—Blakely…
—Disfrútalo —digo, interrumpiéndolo con una gran sonrisa de vete a
la mierda y alejándome.
Me dirijo a la cocina y me detengo en la isla. Colocando las dos
manos en el borde, inclino la cabeza. Mi cabello sudoroso y enmarañado
cae hasta cubrir mi rostro, y resoplo, tratando de calmar mi respiración. No
voy a llorar aquí. Esta no será la última vez que lo vea. Estoy atrapada aquí
hasta que se gradúe a finales de este año.
—Toma. —Sarah empuja mi cabello hacia atrás con su mano libre, y
veo que tiene una nueva bebida para mí en la otra. Esta vez huele a vodka.
La agarro y la bebo, sin importarme la cantidad que cae sobre mi camisa ya
mojada—. Él es una mierda de todos modos, chica. Que se vaya a la
mierda. Bueno, no literalmente. Pero ya sabes...
¿Qué dirán mis padres cuando vuelva a casa por las vacaciones y me
pregunten por qué no está conmigo? ¿Cómo voy a explicar esto? Es
prácticamente un matrimonio arreglado sin el anillo y el contrato firmado.
Tal vez por eso me está engañando. Porque sabe que, pase lo que pase,
tengo que terminar con él. Dos familias formando una.
—¿Crees que es por eso que nunca me dejó venir aquí? —pregunto
—. ¿Porque ha estado con ella todo el tiempo?
Ella mira hacia otro lado y suspira, pensando lo mismo que yo.
¿Es por esto que me ha estado interrogando sobre Ryat? Dicen que el
que te acusa de ser infiel suele ser el bastardo que lo es. ¿Cuánto tiempo
lleva con ella? ¿Semanas, meses, años? Podría ser cualquiera de esas
respuestas.
No me resultaba familiar. Pero Barrington es enorme. Puede que ella
ni siquiera asista aquí. ¿La ha convertido en su novia? Ni siquiera me
reconoció cuando Sarah le corrigió que era su novia. ¿Ni siquiera he estado
ahi?
—¡Que se joda! —siseo.
—¡Sí! —Me regala una sonrisa de borracha—. Volvamos a salir y
bailemos un poco más. ¿De acuerdo? Enséñale a ese pedazo de mierda lo
que perderá.
—De acuerdo. —Bebo un poco más de mi bebida y luego dejo el
vaso, no beberé más.

RYAT
Me reclino en mi asiento y observo a Blakely a través de los dos
agujeros de mi máscara mientras se dirige de nuevo a la pista de baile. La
silla hace vibrar mi culo debido a que los parlantes están justo detrás de
nosotros mientras suena “Numb” de 8 Graves. Mi rodilla derecha rebota
con anticipación.
¡Te elijo a ti!
Supongo que, dado que le arrojó la bebida en el rostro a su novio de
mierda mientras otra chica estaba colgada de él, significa que él ya no
estará en mi camino.
Eso me facilita un poco las cosas. No es que vaya a dejar que ese hijo
de puta detenga lo que planeo hacer. Su cagada es mi ganancia. Ella me
permitirá voluntariamente tomarla como mía. Nunca subestimes a una
mujer empeñada en vengarse. Ella hará cualquier cosa para hacer que un ex
se arrepienta de lo que no apreció.
No pensé que ella aparecería, pero no podría haber salido mejor si lo
hubiera planeado. Ella está aquí mientras Matt está con Ashley. Nunca
dejaría que Blakely viniera a nuestra casa. No quería que ella viera lo que
sucede. Cómo operan los Lords. La mantuvo lo más lejos posible de los
miembros. Él sabía que ella no era su garantía. No hasta después de la
graduación de todos modos. Se casará con ella porque es lo que su padre le
dijo que hiciera, y ella lo odiará porque él es una mierda.
Una base sólida para un matrimonio, si me preguntas.
Blakely levanta las manos y mueve las caderas al ritmo de la música,
lo que hace que su camiseta mojada se levante. Mis ojos se posan en su
ombligo perforado y bajan por su piel expuesta hasta donde sus jeans se
asientan bajos en sus caderas. Paso la lengua por mis dientes, deseando que
fueran su cuerpo.
—Trescientos veinticinco hasta ahora —dice Lance en mi oreja.
Asiento, pero no digo nada. Es increíble lo que hacen los aburridos
niños ricos por un poco de emoción. Como estudiantes de último año en
Barrington este año, estamos manteniendo una tradición centenaria
haciendo esta fiesta para dar inicio al año escolar.
El ritual es un juego que inventaron los Lords para pasar el maldito
tiempo.
Imagina tener más dinero del que podrías gastar. Más de lo que tus
nietos podrían gastar. Más de lo que tus bisnietos... bueno, entiendes el
punto.
En algún lugar, algo tiene que ceder. Después de la graduación,
comienzas tu nuevo papel en el mundo como un Lord y te estableces con
alguna perra que se follará al chico de la piscina cada vez que pueda. Ella
hará que las niñeras críen a tus ingratos hijos mientras tú estás volando por
el mundo trabajando, follando con un ligue de una noche que conociste en
un bar y no te molestarás en recordar su nombre.
Sí, soy cínico. El amor no existe. La conveniencia sí. La mayoría de
nosotros ya estamos preparados para casarnos con esa persona que hará de
nuestra vida un infierno. Hay una razón por la que los ricos siguen siendo
ricos: los acuerdos se establecen incluso antes de nacer. Los imperios se
combinan para permanecer indestructibles. Se firman contratos, se hacen
promesas y se establecen alianzas para asegurar nuestro futuro.
Mis ojos vuelven a encontrarla justo cuando se da la vuelta y sale del
salón de baile.
—Vigila el salón —digo, poniéndome en pie.
—Entendido. —Chance me hace un gesto para que me vaya.
Bajo de la plataforma y me abro paso entre la multitud. La encuentro
en el pasillo y la veo empujar una puerta y entrar a trompicones. Sale
inmediatamente. Mi chica está completamente borracha. La he estado
observando desde que la vi entrar en la pista de baile. En un momento dado,
supe que sintió mi mirada. Me pregunto qué pensaría si supiera lo que
pienso hacer con ella.
Abre otra puerta y mira rápidamente hacia otro lado, murmurando Lo
siento, a quien sea que acaba de atrapar follando dentro por la forma en que
sus mejillas se enrojecen.
Sonrío.
Tropezando, coloca la mano en la pared para no caer. Mirando hacia
la habitación contigua, entra y yo hago lo mismo. ¿Cuáles son las
probabilidades? Es mi habitación.
Cierro la puerta detrás de mí y enciendo la luz.
Capítulo 9
BLAKELY

—Sarah... —Me doy la vuelta, esperando que me haya seguido, pero


me congelo cuando veo a uno de esos hombres con máscara de pie en la
habitación conmigo—. Oh, uh... —Mis ojos se dirigen a la puerta mientras
doy un paso atrás, tropezando con la cama.
Él se acerca a mí y contengo la respiración cuando levanta las manos
para empujar mi cabello hacia atrás. Observo con los ojos muy abiertos y
medio paralizada mientras baja su mano por encima de mi camisa,
presionando el material suavemente contra mi pecho. Llega hasta mis
pechos e inclina la cabeza hacia un lado. La presión del sujetador rozando
mi pezón hace que se endurezca.
Jadeo cuando arranca la etiqueta con mi nombre. La arruga en su
mano y la tira al suelo, cayendo a nuestros pies.
—¿Matt...? —Trago saliva, mi lengua se sienta pesada.
La figura niega con la cabeza y gimo. ¿Por qué creo que no es él? ¿Y
por qué no me importa?
—Lo siento... —Humedezco mis labios entumecidos—. No debí
hacerlo... Me iré. —Tropiezo con mis palabras mientras camino a su
alrededor.
Pero extiende su mano y rodeando mi cintura, presiona mi espalda
contra su pecho. El aire escapa de mis pulmones.
—Preferiría que no lo hicieras —susurra bruscamente en mi oreja.
Intento pensar si he escuchado su voz antes, pero la canción “Killing
Me Slowly” de Bad Wolves está demasiado alta, y mi mente está nublada.
Un escalofrío recorre mi espalda, haciéndome temblar. Sin permiso,
su mano libre levanta mi camisa y luego su cálida mano se posa en mi
estómago. Mi corazón se acelera cuando su mano comienza a subir por mi
caja torácica hasta llegar a mi sujetador.
Trago saliva con nerviosismo y mis muslos se tensan cuando desliza
su mano por debajo de la tela y sube por mis sensibles pechos. Debería estar
avergonzada por dos razones. Una, es un desconocido, y dos, mi pecho está
mojado por el alcohol derramado sobre él. Pero ese no es el caso. Mientras
apoyo mi cabeza sobre su pecho, un gemido escapa de mis labios
entumecidos. Los lamo por si acaso estoy babeando. He imaginado cómo se
sentiría ser tocada. Saber lo que es ser deseada sexualmente durante tanto
tiempo. Desearía no estar tan borracha, así podría realmente asimilarlo.
—Te estaba mirando antes —admite descaradamente en mi oreja—.
Él te superó. Dejame ayudarte a superarlo.
Sus palabras me dicen una vez más que no es Matt. ¿Pero nos vio?
¿Fue por eso que sentí que me estaban observando antes de encontrar a
Matt con esa chica? ¿Era él?
—Yo...
—Shh. —Su mano alrededor de mi cintura baja hasta mis pantalones.
Sus dedos recorren suavemente la parte superior del material, haciendo que
mi piel de erice—. ¿Dejarás que te ayude?
Mi cabeza da vueltas, la habitación se inclina. Mi corazón se acelera y
mi cuerpo está en llamas. De repente, todo se siente caliente. Desnudarme
suena como una idea increíble. Asiento y musito:
—Sí —¿Por qué no? Ahora estoy soltera. Matt tiene a alguien. ¿Por
qué yo no puedo? No es como si lo amara. Es el hecho de que me estaba
engañando cuando ni siquiera me follaba.
—Quédate donde estás —ordena—. ¿Entiendes?
Tragando el persistente sabor a vodka de ese último trago, respondo.
—Sí.
Me suelta, lo observo alejarse detrás de mí y dirigirse a la puerta. La
cierra con llave y se gira para mirarme.
Lo miro. Tiene puesta una máscara completamente blanca. Tiene
líneas negras en varios lugares para que parezca que está agrietada. Los ojos
tienen círculos negros alrededor, y los labios están rellenos del mismo color.
Por alguna razón, no es tan aterrador como debería ser. Tal vez sea el
alcohol el que habla. Nunca había hecho algo tan atrevido. Tan imprudente.
Algo que es cien por ciento mi decisión.
Mi madre se pondría furiosa si supiera que estoy borracha en esta
fiesta, encerrada en una habitación con un desconocido que no me ha
mostrado su rostro.
Se acerca a mí, levanta su mano derecha y vuelve a pasarla por mi
rostro y mi cuello, deteniéndose en mi pulso. Está acelerado. Mi respiración
es irregular. Siento que podría desmayarme pronto. Bajando su mano,
vuelve a caminar detrás de mí y escucho un cajón abrirse y cerrarse.
Entonces la oscuridad se apodera de mis ojos.
Levanto las manos para quitarlo.
—¿Qué...?
El material cae a mis pies, agarra mis brazos y lo coloca detrás de mi
espalda. Luego estoy inclinada sobre el borde de la cama. Gritaría, pero mi
respiración queda atascada en mi garganta. Sostiene mis muñecas cruzadas
con una mano mientras oigo el sonido del metal antes de que algo frío me
apriete alrededor de cada muñeca.
—Quédate —gruñe antes de que sienta la pérdida de su cuerpo.
Jadeo, mi cuerpo tiembla mientras espero aquí como una mascota
obediente, tirando de lo que solo puedo pensar que son unas esposas.
Segundos después, ese material se vuelve a estar sobre mis ojos,
privándome de la vista. Lo sujeta con un nudo, asegurándolo en su lugar.
Agarra mi cabello, tirando de mí para ponerme en pie, y grito,
sorprendida de que no me haya arrancado la venda de mis ojos.
—Puedes quitártela cuando haya terminado contigo. —Su voz es más
áspera que hace un segundo. Casi enfadada.
Hace que mis piernas se tensen y mi coño palpite. Gimo en señal de
aceptación de lo que el desconocido quiera hacer conmigo. Mi cuerpo lleva
años gritando en silencio que alguien lo toque. Para conseguir lo que quiera.
No puedo satisfacerlo. No como anhelo. Imagina tener que rascar un picor
que no puedes alcanzar por mucho que lo intentes. O intentar gritar debajo
del agua pidiendo ayuda, sabiendo que nadie puede escucharte.
Matt me rechazó innumerables veces. Una vez intenté seducirlo en el
campo de golf y me gritó cuando volvimos a casa de sus padres,
diciéndome que era vergonzoso cómo frotaba mi trasero contra él mientras
sus amigos estaban a pocos metros. Nadie nos prestaba atención, y no es
que estuviera desnuda. Llevaba una falda. Todo lo que tenía que hacer era
levantarla y tocarme.
El hombre azota mi trasero, haciéndome saltar y gritar.
—Contéstame —exige en mí oído.
¿Me hizo una pregunta? Intento estrujar mi cerebro borracho, pero no
se me ocurre nada, así que solo digo:
—Sí.
Sus manos se acercan a la parte delantera de mis pantalones y baja la
cremallera.
—Sí —repito de nuevo en caso de que no me haya escuchado la
primera vez, mientras la canción cambia a “Guest Room” de Echos. Sé que
voy a acceder a cualquier cosa que este desconocido quiera de mí. Espero
que me enseñe para qué está hecho mi cuerpo, porque siento que me he
estado perdiendo algo.

RYAT
La arrojo sobre la cama, acostada boca arriba. Grita cuando cae sobre
sus muñecas atadas. Me quito la máscara y la tiro al suelo, luego le quito los
tacones antes de deslizar los jeans por sus piernas.
—Sí. —gime, arqueando la espalda.
También quito su ropa interior y la guardo en mi bolsillo. No las
recuperará. Arrastrándome sobre la cama, separo sus piernas mientras paso
mis manos por sus muslos. Tiemblan y ella jadea. La imagino así con Matt,
y mis dedos se clavan en su piel. Espero que el bastardo me haya visto
seguirla fuera de la pista de baile.
Gimiendo, atrae mi atención y la suelto. Separando más sus piernas,
me inclino y miro su coño. Está bien depilado y brillante, lo que hace que se
me haga agua la boca al instante. Pasando el pulgar por encima, la abro y
desciendo mi rostro, lamiendo su bonito coño.
Sus caderas saltan y las mantengo en su lugar.
—Oh, Dios... —Se queda sin palabras.
Está mojada, así que deslizo un dedo dentro de ella con facilidad. Está
caliente y tan jodidamente apretada. Hago una pausa cuando me vienen a la
mente las palabras de Gunner del otro día.
—Blakely —digo, metiendo un segundo dedo dentro de ella,
haciéndola respirar de forma sibilante.
Ella arquea el cuello, con los labios separados, y gime.
—¿Sí? —Está demasiado borracha como para darse cuenta de que la
he llamado por su nombre.
—¿Te han follado alguna vez? —pregunto, sacando mis dedos y
empujándolos dentro de ella de nuevo mientras los retuerzo hasta que giran
dentro de ella y se elevan lentamente. Me tomo mi tiempo porque no quiero
hacerle daño a la pobre chica. Todavía no. Pero una vez que sea mi elegida,
todas las apuestas están canceladas.
Para eso es el juramento: moderación. Se trata de pensar las cosas y
sobrevivir a nuestro oponente. Desgastarlos. No mostrar piedad. Somos más
fuertes que ellos.
—No. —Ella mueve sus caderas.
—¡Joder! —Gruño antes de hundir mis dientes en su muslo y hacer
que se estremezca con un suave grito. Mi polla está tan jodidamente dura
que presiona dolorosamente contra el interior de mis jeans. Durante tres
años, he hecho lo que me pedían. Ahora no puedo romper ese juramento.
Solo tengo que esperar un poco más.
Retiro los dedos, los sustituyo por mi lengua y lamo su húmedo coño,
haciéndola gemir. Lo vuelvo a hacer y paso sus piernas por encima de mis
hombros para sujetar mejor su cuerpo que se retuerce mientras demuestro
por qué soy la mejor opción para ella.
Matt me va a odiar porque me voy a follar a su futura esposa. Ella
será mi elegida, y la utilizaré de más formas de las que nunca pensó posible.
Dejaré cicatrices que tendrá que mirar todos los días, sabiendo que una vez
fui su maldito dueño.
Capítulo 10
BLAKELY

—¿Realmente no te acuerdas? —pregunta Sarah mientras camina por


el pasillo de Barrington el lunes por la mañana.
—No —respondo.
Ella frunce el ceño, inclinando la cabeza hacia un lado, pensativa.
Después de una larga pausa, habla.
—Bueno, eso apesta.
—¿En serio? ¿Y tú?
Ella niega con la cabeza.
—Lo habremos pasado muy bien.
Me rio mientras ella sonríe. Dejé que un desconocido vendara mis
ojos y esposara mis muñecas detrás de mi espalda, y ni siquiera estoy
segura de que hayamos tenido sexo. Sin embargo, recuerdo que me lanzó a
la cama y me lamió. Grité, o al menos lo hice en mi cabeza mientras me
venía en su rostro. Luego creo que me desmayé.
Me desperté a la mañana siguiente en mi cama, Sarah en la suya y mi
auto en el estacionamiento de nuestro complejo de apartamentos. Nuestros
teléfonos celulares, identificaciones y las llaves de mi auto estaban sobre la
encimera de la cocina sin siquiera saber cómo llegaron allí. Sin embargo,
faltaba mi ropa interior, pero por lo demás, estaba vestida con la ropa que
llevaba puesta.
No hicimos nada más que acostarnos en el sofá, envueltas en mantas,
comiendo hamburguesas grasientas con queso para intentar quitarnos la
resaca. Ella estuvo enferma casi todo el día, y yo me sentí como si estuviera
muriendo. Afortunadamente, hoy nos sentimos mucho mejor.
—¿Sabes algo de Matt? —pregunta.
—Otro no —gruño. Sin embargo, me acuerdo de ese hijo de puta y de
su novia. Él es la principal razón por la que incluso dejé que el desconocido
me tocara. Estoy más molesta con Matt que con el hecho de haber perdido
la virginidad y no poder recordarlo. Cuando me desperté en mi cama el
sábado por la mañana, estaba bastante dolorida entre las piernas con marcas
de mordiscos en la parte interior de mi muslo.
—¿Ni siquiera ha llamado para intentar explicarse? ¿Pedir perdón?
Niego con la cabeza.
—Qué pedazo de mierda —espeta y suaviza su voz—. Lo siento.
—No pasa nada. —Ya sabes lo que dicen: mejor enterarse ahora que
cinco años después y con tres hijos.
Suena el celular en mi bolsillo trasero y lo saco para ver que es mi
madre.
—Nos vemos en clase. —Alejándome, respondo—: ¿Hola?
—Buenos días, querida. ¿Cómo va todo?
Me pregunto si llama porque la madre de Matt le ha informado de
nuestra ruptura. Son mejores amigas.
—Bien —respondo, tanteando el terreno.
—¿Nada nuevo que contarme? —pregunta con esa voz que me dice
que ya sabe algo.
—No —miento.
Ella suspira con fuerza.
—Bueno, acabo de hablar con Kimberly y me dijo que escuchó que
Matt y tú se pelearon el fin de semana pasado.
—¿Una pelea? —resoplo; el imbécil le mintió a su madre—. Me
estaba engañando, mamá. Terminamos. —¿Por qué debería tener que
ocultar quién es él realmente? Además, decírselo ahora es mejor que
hacerlo en persona. Ella puede perseguirme de habitación en habitación, y
nuestra casa es grande. Ahora puedo decirle lo que siento, luego colgar y
seguir con mi día.
—Sabes que ninguna relación es perfecta, ¿verdad?
Me quedo con la boca abierta. Sé que no está insinuando lo que yo
creo.
—¿No puedes hablar en serio?
—Por supuesto que sí. Creo que tu padre y yo te hemos dado una
falsa representación de lo que es el matrimonio.
—Entonces, ¿crees que debo soportar que alguien me sea infiel? —
espeto.
—Creo que en un matrimonio se hacen sacrificios...
—Bueno, por suerte, no me he casado con él —la interrumpo, con la
sangre hirviendo. No sé por qué me enfado, porque sabía que ella sería así.
Por eso tenía miedo de contarle lo que había pasado.
—La boda sigue en pie, Blakely —afirma.
Ella quiere que sea el próximo verano, después de que se gradúe. Ella
y Kimberly lo han estado planeando durante años.
—Mamá...
—Tienes mucho tiempo para resolver las cosas. Esta es una
oportunidad para ti
Parpadeo. ¿Una oportunidad?
—¿Para qué? —pregunto.
—Ya lo verás. —Cuelga.
Aparto el teléfono de mi oreja y lo miró fijamente. ¿A qué demonios
se refiere? ¿Una oportunidad para qué? ¿Para ver hasta dónde llegará para
compensarme? El bastardo ni siquiera se ha acercado a mí. El silencio habla
más fuerte que cualquier regalo que un hombre pueda darte. Si él quisiera,
lo haría y toda esa mierda. Si una mujer prestara atención, un hombre le
dirá todo lo que necesita saber sin que él diga una maldita palabra.
Mi madre una vez estuvo dos semanas sin siquiera mirar a mi padre.
Él le compró una casa de vacaciones (una finca frente al mar en South
Hampton) después de eso. Ella lo perdonó más rápido que una pila de cartas
cayendo por la brisa. Ahora lo entiendo.
Una oportunidad para ver qué puedo sacar de él. Lástima que no haya
nada que ese idiota pueda darme que me haga perdonar su trasero infiel.
Pongo en silencio mi teléfono antes de volver a guardarlo en el
bolsillo y vuelvo a tener esa sensación arrastrándose por mi espalda. Como
si alguien me estuviera observando.
Mirando hacia arriba, encuentro un par de ojos esmeraldas. Ryat está
apoyado en la pared del fondo. Una chica de cabello corto y rubio teñido
está frente a él y le habla, pero él me mira a mí. No parece importarle que lo
haya sorprendido mirándome fijamente.
Luego, como si nunca me hubiera visto parada aquí, mira a la chica
que continúa su conversación. Asiente un par de veces y luego sus labios
empiezan a moverse, pero no puedo escuchar de qué están hablando.
Un tipo golpea mi hombro, empujándome hacia un lado, sin
molestarse siquiera en pedir perdón. Me doy la vuelta, mirando todas los
rostros que llenan el pasillo. Mi respiración se acelera, pensando en el fin de
semana en la casa de los Lords. Podría ser literalmente cualquiera. No
pensé en eso esa noche, pero ahora que estoy sobria, me hace pensar. ¿Y si
fue Matt? Le pregunté y me dijo que no, pero eso no significa que estuviera
diciendo la verdad. Joder, ya me ha estado mintiendo. ¿Qué es una mentira
más? Intento recordar cómo sonaba su voz, pero no puedo. Recuerdo que
dijo que Matt me había superado. Que me había estado observando. Pero tal
vez esa era su manera de decirme que había terminado conmigo. No le
gustó que lo atrapara y lo dejara. Quería ese poder.
O lo estoy pensando demasiado, y es otra persona. Podría haber sido
alguien que ni siquiera asiste a Barrington. Es una ciudad universitaria
escondida en las montañas de Pensilvania, pero eso no significa que las
personas no vengan aquí de vacaciones. Hay cabañas en estas montañas que
cuestan millones, y estamos a solo una hora de una gran ciudad. Las
personas vienen aquí todo el tiempo para escaparse el fin de semana. ¿Pero
por qué las capas y las máscaras? Esa parte no tiene sentido. ¿Los Lords
estaban vestidos de esa manera, o era algo más?
La respuesta razonable tiene que ser Matt. Él sabía que yo estaba allí.
Sabía que estaba enojado con él, y esa fue su manera de vengarse. Se folla a
alguien y luego me hace creer que me he follado con otra persona. Sin
rencores. Es un truco que me hizo.
—Hey
Me doy la vuelta para ver a Matt parado frente a mí como si lo
hubiera invocado.
—¿Hey? —Me río maníacamente. Estoy bastante segura de que estoy
teniendo un maldito colapso mental, y lo primero que decide decirme
después de que lo descubro engañándome es ¿hey?
—Tenemos que hablar. —Sus ojos se entrecierran con acusación.
¿Hablar? ¿Qué hay que decir? Pienso en lo que me dijo mi madre y
decido aprovechar esta oportunidad. Solo que no del tipo que ella quiso
decir.
—Creo que ya dijimos suficiente en la fiesta. —Cruzo los brazos
sobre mi pecho.
Él pasa una mano por su cabello.
—Quería hablar contigo... —Hace una pausa y mira por encima de mi
hombro, cuadrando los suyos. Sus ojos vuelven a los míos—. Ashley se
enfermó y tuvimos que irnos antes de que pudiera encontrarte de nuevo.
—¿Espera? —Levanto la mano—. Entonces, ¿no nos volvimos a ver?
—Ni siquiera me sorprende que se haya ido con ella.
Frunce el ceño.
—No.
Así que no fue por él por quien abrí mis piernas. Por alguna razón,
eso me hace sentir mejor. Prefiero que sea un completo desconocido,
cualquiera menos él.
—¿Por qué? —pregunta.
—Por nada. —Lo ignoro y estoy a punto de alejarme, pero agarra mi
brazo y me jala para que me detenga.
—¿Qué diablos significa eso, Blakely? —gruñe, acercando su rostro
al mío.
Humedezco mis labios y le dedico una dulce sonrisa. Jódete, Matt.
—Acabo de darme cuenta de que no eras el tipo con el que me acosté
esa noche. —De acuerdo, no estoy cien por cien segura de haber tenido
sexo, pero quiero que piense que sí. No solo me engañó, sino que me mintió
porque me dijo que iba a volver a Texas el fin de semana. Pensó que estaría
seguro en la casa de los Lords, sabiendo que yo no estaría allí. Joder, ¿y si
no hubiera ido? ¿Cuánto tiempo me habría ocultado esto? ¿Seguiríamos
fingiendo ser una pareja?
—¿Qué? —grita, apretando su mano en la parte superior de mi brazo
—. ¿Tú qué?
—Me estás haciendo daño. —Intento apartarme, pero me acerca a él.
Bajando aún más su rostro sobre el mío, espeta.
—Será mejor que estés bromeando, Blakely. Lo juro por Dios…
—¿Problema?
Miro hacia arriba y veo que Ryat se ha unido a la conversación, ahora
de pie junto a nosotros.
Matt le gruñe.
—Vete.
—No estaba hablando contigo. —Sus ojos verdes se encuentran con
los míos mientras cruza los brazos sobre su pecho—. ¿Este hombre te está
molestando? —El tono de su voz no parece preocupado en lo más mínimo.
Una total contradicción con su pregunta.
Matt resopla.
—Soy su novio. Ya lo sabes. Ahora vete a la mierda, Ryat.
—No, no lo eres. Y sí, lo hace —respondo. Por fin soy capaz de
liberar mi brazo del agarre de Matt, frotando la sensible piel.
—Acabas de admitir que me has engañado, ¿y dices que yo soy el
problema? —Grita Matt, llamando la atención de todos.
—Me estabas engañando. —clavo mi dedo en su duro pecho—. Y por
eso dejé tu mentiroso trasero.
Pasa las manos por su cabello y respira profundamente. Su cuerpo
está tenso, y parece que está a punto de golpear algo.
—Sabía que solo serías otra maldita puta. Te has estado arrojando
sobre mí durante años.
Quiero sentirme avergonzada por el hecho de haya acabado de decir
que le suplico por sexo, pero no puedo. Estoy demasiado sorprendida de
que esté enojado porque lo engañé cuando fue él quien realmente me estaba
engañando. Rompí con él y luego me enrollé con un desconocido. No al
revés.
Ryat vuelve a mirar a Matt y ladea la cabeza.
—Parece que alguien eligió a tu perra. —Se encoge de hombros
despreocupadamente—. Te dije que eso sucedería.
—Hijo de...
—¿Matt?
¿Qué mierda? Su novia también se une a nuestra conversación.
¿Asiste a Barrington? Si es así, ¿en qué año está?
—¿Qué está pasando? —pregunta ella, acercándose a nosotros,
escudriñando nuestros rostros.
Matt frunce los labios. Espero que la aleje, que me explique todo esto.
Dijo que teníamos que hablar, así que esta es su mejor oportunidad. Puede
ponerla al corriente de lo nuestro, y yo puedo averiguar cuánto tiempo lleva
follando con ella.
En vez de eso, toma su mano y la arrastra por el pasillo. Ella me lanza
una mirada de preocupación por encima del hombro y siento un segundo de
lástima por la chica. Apuesto a que ni siquiera sabía de mi existencia.
—Increíble —murmuro para mí misma, y se me escapa una carcajada.
Sin embargo ¿qué esperaba realmente de Matt? Ya me ha demostrado la
clase de hombre que es. Solo que nunca le presté mucha atención. Ahora
tengo los ojos muy abiertos.
Veo a Ryat acercar sus labios a mi oreja por el rabillo de mi ojo. Mi
risa se detiene y contengo la respiración cuando susurra:
—Te dije que te había superado.
Inhalo bruscamente cuando se aleja. Extiende la mano y la pasa por
mi cabello mientras sus ojos examinan los míos. La sangre se precipita en
mis oídos, mi corazón late con fuerza en mi pecho. Estoy sin palabras. ¡No!
no puede ser ¿Puede?
¿Fue Ryat? Si es así, ¿él lo planeó? ¿Fue por su odio hacia Matt?
Inclinando su cabeza hacia un lado, baja su marida hacia mis labios.
—Has preguntado por la elegida. —Sus ojos vuelven a los míos—.
Todo lo que necesitas saber es esto... —Se acerca a mí y levanta
suavemente mi cabeza tirando se mi cabello, obligándome a mirarlo. Trago
saliva con nerviosismo—. Significa que lo que te hice fue solo el comienzo.
—Bajando sus labios a mi oreja, añade—: Me perteneces, Blake. —Acorta
mi nombre, levanta su mano libre y desliza un dedo por mi cuello y sobre
mi pulso acelerado, haciendo que mi piel se erice—. Y creo que eso es
exactamente lo que quieres. —Con eso, da un paso atrás, dejándome ver
cómo se aleja, mi coño ahora húmedo y estoy sorprendida de que haya sido
él.

RYAT
Ha pasado una semana desde la fiesta en la casa de los Lords, y ella
ha estado en mi mente cada segundo de cada día. La veo aquí y allá, pero
no me acerco a ella. No tengo que hacerlo. La forma en que me evita me
dice exactamente lo que necesito saber: ella piensa en mí. Dudo que
recuerde mucho de esa noche. Estaba borracha y, en cierto modo, me
aproveché de ella en más de un sentido. Ni siquiera estoy arrepentido.
Subiendo las escaleras hasta el tercer piso, entro en la biblioteca de
Barrington. Son más de las diez de la noche de un viernes, y ella está aquí
estudiando como la buena chica que es.
Mirando a mi alrededor, escudriño las filas de mesas y sillas vacías.
Los estudiantes se están emborrachando y follando. Aquí nadie tiene que
estudiar. Los padres pagan para que sus hijos asistan a esta universidad,
sabiendo que les garantiza calificaciones perfectas. Pero Blakely... sé que
está aquí... sé dónde está todo el tiempo. Si no la estoy siguiendo, la estoy
vigilando.
Metiendo las manos en los bolsillos delanteros de mis jeans, empiezo
a caminar más allá las hileras de estanterías, mirando a ambos lados,
buscándola.
Al pasar por la penúltima, me detengo y doy un paso atrás. Ella está
de pie al final, con un libro abierto en sus manos, mirándolo fijamente,
perdida en su pequeño mundo. Qué movimiento tan estúpido. Cualquiera
podría arrastrarla fuera de aquí pateando y gritando, y nadie se enteraría.
Simplemente desaparecería. Puf. Como por arte de magia. Afortunadamente
para ella, no voy a hacer eso. En vez de eso, saco mi celular y tomo una
foto. Luego se la envío.
Escuché su conversación con Matt en el pasillo el lunes. Ella pensó
que él era el tipo al que permitió follarla con la lengua en la fiesta. ¡Quería
que supiera que era yo! Yo le hice eso. Fue solo el comienzo de lo que
puedo hacer. Le di la poca información que necesitaba para querer más. Ella
ya es curiosa, pero ahora la quiero necesitada. Suplicando por lo que Matt
no ha sido capaz de darle.
No la escucho irse, pero ella reajusta el libro en una mano para
sostenerlo mientras agarra su teléfono con la otra. Lo abre y su cuerpo se
pone rígido al ver el mensaje de imagen que llega. Observo la forma en que
sus tetas comienzan a rebotar cuando inhala y lamo mis labios.
Levanta la cabeza y sus ojos azules se encuentran con los míos.
—¿Ryat? —pregunta con nerviosismo, con la mirada puesta en mí.
Me sitúo al final del pasillo, atrapándola entre las estanterías y la pared
detrás de ella. No tiene escapatoria—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Tengo que abstenerme de sonreír. A ella no le importa que haya
tomado su número esa noche. En cambio, su preocupación es por qué estoy
aquí. Acechándola. No respondo, pero empiezo a caminar hacia ella. Se gira
para mirarme de frente y retrocede unos pasos. Gran error. Eso solo la
coloca de espaldas a la pared, dándome una ventaja aún mayor para
mantenerla aquí.
Arranco el libro de sus manos y lo dejo caer al suelo junto a nuestros
pies. Ella me mira, sus bonitos ojos azules buscan los míos. Esta noche
lleva las gafas puestas y me parecen muy sexys. Me acerco a ella, levanto la
mano y acaricio su rostro, mi mano libre se desliza por su espalda para
atraerla hacia mí. Me inclino y arrastro mis labios a lo largo de su oreja, y
ella se derrite en mis brazos. Su cuerpo, suave pero firme, se presiona
contra mí y susurro.
—Todavía puedo saborearte.
Inhala con fuerza al escuchar mis palabras y sus manos agarran mi
camisa.
—Sabías a maldita miel —gruño, y mi mano se adentra en su largo y
espeso cabello—. Tan jodidamente dulce. —gime—. Tan jodidamente
adictivo. —Mi polla está dura, tirando contra mis jeans. Quiero follarme su
bonita boca aquí mismo. No sé cómo Matt fue capaz de negárselo.
—Espera —musita. Sus manos empiezan a apartarme y doy un paso
atrás. Necesito que me acepte por ahora. Después de la ceremonia de votos,
podré obligarla a hacer lo que yo quiera.
Dejo caer las manos a los lados, pero no hablo. En lugar de eso, la
miro fijamente. Observo cómo sus mejillas se ruborizan y sus labios se
separan mientras su respiración se acelera. La imagino haciendo eso
mientras la inmovilizo, con sus piernas envueltas alrededor de mis caderas.
Mi polla follando ese estrecho coño y ella gritando mi nombre mientras
salgo y me vengo en su bonito rostro.
Inclina la cabeza y empuja su cabello detrás de su oreja. Está
nerviosa. Es bonito verla así cerca de mí. Sobre todo, porque ya metí mi
lengua en su coño.
—Quiero saber lo que quisiste decir. —Levantando sus ojos, me mira
a través de sus pestañas oscuras, ajustando sus gafas sobre su nariz.
Me hago el tonto.
—¿Sobre?
—La elegida. —Lamiendo sus labios, cruza los brazos sobre su pecho
—. ¿Qué significa? No entiendo...
—No tienes que hacerlo —interrumpo.
Sus labios se afinan y mira hacia otro lado, resoplando.
—¿Por qué alguien se entregaría voluntariamente a algo de lo que no
sabe nada?
¿Por eso está aquí? ¿Está tratando de encontrar un libro sobre los
Lords? Aunque puedo entender su preocupación, no significa que simpatice
lo suficiente como para darle lo que quiere. Como Lord, no sabemos todo lo
que va a pasar. Otro Lord no puede compartir secretos con alguien que no
es miembro. Así que, incluso mi padre no pudo decirme mucho al respecto.
Era algo que tenía que hacer. Al igual que ella, es una orden directa que
tengo que seguir. No perderé mi título de Lord por ella. He trabajado duro y
me he sacrificado demasiado como para dejarla escapar. Entonces, le doy
algo en lo que pensar.
Eligiendo mi pregunta con cuidado, pregunto:
—¿Nunca has querido hacer algo por ti misma?
Ella pone los ojos en blanco.
—Por supuesto.
Sé que cuando termine con ella, será la esposa de Matt. No importará
si lo odia o no. Ella pasará el resto de su vida sirviéndole. Pero antes de eso,
me servirá a mí.
—He intentado buscarlo en Internet...
Me río, y sus ojos me fulminan.
—No encontrarás nada sobre los Lord o una elegida en Internet.
Gruñendo, pisa fuerte.
—¿Entonces dónde?
Vuelvo a acercarme a ella y coloco mis manos contra la pared a
ambos lados de su cabeza. Se pone rígida y respira con dificultad.
—No encontrarás nada sobre nosotros en ningún sitio. Porque los
Lords no hablan de sus vidas con extraños —digo simplemente.
La punta de su lengua se asoma antes de que succione su labio
inferior y lo mordisquee.
—Si yo... —Hace una pausa—. Elijo ser tu elegida. —Bajando la voz,
susurra—: ¿Me harás daño?
Sonrío y respondo con sinceridad.
—Sí.
Ella gime y sus ojos se cierran.
—Pero... también haré que te guste.
Sus ojos se abren y me mira fijamente. Puedo verlo. Es tan
jodidamente curiosa. Blakely Anderson está hambrienta de algo que no
cualquier hombre puede darle. Pero yo puedo. Le mostraré lo que Matt se
negó a hacer.
—Matt no te quería, Blake —digo. Apartando mi mano de la pared, la
paso por su cuello, sintiendo su pulso acelerado—. Pero yo sí. —No es una
mentira total. Puede que nunca la hubiera mirado dos veces si no fuera por
la orden de convertirla en mi elegida. Pero ahora la veo. Y ella es
exactamente lo que necesito. Un juguete para usar. Un cuerpo para follar. Y
una jodida y dulce venganza.
—Solo me quieres por Matt —afirma, sacando la barbilla como si
pudiera leer mi mente.
Sonrío, pero no la corrijo. Blakely es una mujer inteligente. En
cambio, digo:
—Y esa es exactamente la razón por la que elegirás ser mía. —Con
eso, me separo de la pared, dándole la espalda, y la dejo allí de pie para que
piense en nuestra conversación.
Capítulo 11
BLAKELY

Lunes por la tarde, entro en el apartamento y me dirijo a mi


dormitorio. Ha sido un día largo. Estoy agotada y lo único que quiero
acostarme en la cama y dormir. No he dormido en todo el fin de semana. En
lugar de eso, me quedé en la cama pensando en lo que Ryat me dijo en la
biblioteca el viernes por la noche.
Tiene razón en varias cosas. Pero se equivocó al decir que solo quería
ser suya por Matt. He dejado que él dicte mi vida durante demasiado
tiempo. ¿Para qué? ¿Una relación fingida? La idea de ser la elegida de Ryat
es solo eso: ser suya.
Me quito la sudadera con capucha y estoy a punto de tirarla sobre la
cama, pero me detengo cuando veo una pequeña caja negra sobre ella.
—¿Sarah? —llamo. Por lo que sé, todavía está en clase.
No estaba allí cuando me fui esta mañana. Me acerco a la caja, la abro
y veo una nota que dice bébeme junto a un pequeño frasco de líquido
transparente. Nunca había visto nada parecido. Tomé pastillas durante la
escuela secundaria con Sarah, pero nunca había tomado nada líquido que no
fuera alcohol. Algo me dice que esto no es vodka.
También hay una pequeña foto debajo. La tomo y le doy la vuelta. Es
una foto mía en la biblioteca, la misma que me envió Ryat antes de que lo
encontrara de pie en la biblioteca. Levanto la cabeza bruscamente y echo un
vistazo a mi habitación. Mi corazón se acelera y vuelvo a mirar lo que tengo
en mi mano.
—¿Hola? —vuelvo a gritar—. ¿Hay alguien aquí?
Sin respuesta.
—¿Ryat? —digo, tragando saliva con nerviosismo. Él tomó esa foto,
así que tuvo que haber dejado esta caja. ¿Cómo entró? ¿Le pidió a Sarah
que lo ayudara?
Me sobresalto cuando suena mi celular. Dejo caer el frasco y la foto
sobre la cama, tomo el teléfono y pulso el botón responder.
—¿Hola? —digo, tratando de calmar mi corazón acelerado.
—¿Lo has avergonzado? —dice mi madre al otro lado de la línea.
—¿Qué? —pregunto, echando otro vistazo rápido a mi habitación.
Me dirijo a mi armario y miro dentro de él, pero está todo despejado.
—Matt —gruñe—. Kimberly dice que lo avergonzaste delante de sus
compañeros el viernes.
—No voy a hablar de esto, mamá —digo, entrando en mi baño. Sigo
sola.
—No sé qué demonios está pasando ahí, pero debes saber esto,
Blakely Rae. No arruinarás esto para la familia. Te casarás con Matt. Sigue
así y será mucho antes de lo esperado. —Ella cuelga.
Vuelvo a mi habitación y me siento en el borde de mi cama.
El frasco está a mi lado y mis ojos se llenan de lágrimas. No puedo
detenerlo. No puedo controlarlo. Mi vida nunca ha sido mía. ¿Por qué pensé
que lo sería ahora? Seré la señora Blakely Winston haga lo que haga. El
pensamiento es paralizante, saber que viviré una mentira en un matrimonio
sin amor. Tenía sentimientos por Matt. Me costó un tiempo, pero estaba de
acuerdo con pasar toda la vida con él.
¿Y ahora? Lo desprecio. Nunca lo respetaré, y nunca me casaré
voluntariamente con él. Mi madre tendrá que arrastrarme al altar si ese es el
caso.
¿Ryat? ¿Creo que su repentino interés en mí tiene que ver con Matt?
Por supuesto. ¿Me importa? No. En lo que a mí respecta, Matt puede besar
mi trasero. Si él puede hacer lo que quiera, yo también. Y eso incluye dejar
que Ryat se salga con la suya.
Tomando una decisión, destapo el frasco y arrojo el líquido incoloro y
con sabor a jabón a través de mi garganta, bebiéndolo como decía la nota.
¡Que se joda!

RYAT
Entro en su apartamento, sabiendo que está sola en casa. Me aseguré
de eso. Empujando la puerta de su habitación, la encuentro acostada en la
cama. Está boca arriba, con las manos junto a su cabeza. Con los ojos
cerrados y respirando profundamente. Desmayada.
Tomó el GHB.1
Supuse que lo haría. Las personas en nuestro mundo siempre buscan
una manera de escapar de la realidad. Necesitaba probarla otra vez, y hay
reglas por una razón.
Me acerco al costado de la cama y quito las sábanas para descubrir
que se pusó una camiseta de gran tamaño antes de que le hiciera efecto.
Aprieto el material en mis manos, pensando que pertenece a su ex infiel. Al
levantarla, veo que lleva un par de bragas negras de encaje. Soltando la
camiseta, coloco la mano en su vientre plano y deslizo las puntas de mis
dedos en la tela. Estoy provocándome a mí mismo.
Mi polla está dura, tirando contra mi cremallera. Tengo muchas ganas
de follarla. Desde que la vi tirada en el suelo, he querido agarrar su cabello
oscuro con mis manos y empujar mi polla por su garganta y hacer llorar sus
bonitos ojos azules.
Las reglas del ritual son simples.
La elegida debe ofrecerse. Ella me ha demostrado su interés al
presentarse en la fiesta. Si había alguna duda de lo que estaba haciendo allí,
mi habitación demostró que quería algo. Incluso si era solo una venganza
contra Matt. Tomaré eso. Es algo que puedo usar.
Típicamente, la elegida y el Lord se conocen. Han sido amigos, o han
salido juntos. Pocos casos son como el de Blakely y yo, cuando el Lord se
ve obligado a elegir a una determinada elegida. Hay mujeres en Barrington
que matarían por ser una elegida. Servir a un Lord es un honor para ellas.
Matt la ha mantenido en la oscuridad por una razón. No quería que ella
supiera lo que estaba pasando. Pensó que no importaba, y que ella era algo
seguro para él. Ahora eso ya no es una posibilidad. Así que sus razones para
mantenerla en la oscuridad han cambiado.
No diría que ella hubiera sido mi primera opción porque nunca pensé
en ella así. ¿Está buena? Sí. Pero sabía que ella estaba fuera de los límites.
Incluso después de que me dieran la orden, tenía reservas. Eso fue hasta que
comencé a plantarme en su vida. La he estado siguiendo durante varias
semanas. Después de la pequeña probada que me dio, he estado salivando,
queriendo más. Si me hubiera revelado ante ella en mi habitación esa
noche, no me habría permitido tocarla.
Si la elegida acepta, es tuya hasta que ya no la necesites. No
recordará el nombre de ese hijo de puta después de que consiga lo que
quiero.
Lentamente, engancho mis dedos en su ropa interior y la bajo por sus
piernas bronceadas, dejando que mis nudillos rocen su suave piel.
Agarrando sus muslos, los separo y me arrastro sobre la cama para
arrodillarme entre ellos. Observo su coño depilado y acerco la tela a mi
rostro. Inhalo y mi polla se agita en mis pantalones. Joder, necesito estar
dentro de ella, pero eso no puede ocurrir esta noche. Todavía no.
Las reglas son claras, pero no dicen nada sobre jugar con ella. Nos
permiten lo justo para pasar el rato. Los Lords siempre nos ponen a prueba.
Tiro la ropa interior al suelo y deslizo mis manos por el interior de sus
muslos hasta su coño. Muerdo mi labio, separando sus pliegues para mí.
—Maldita sea —susurro, deslizando un dedo dentro de ella.
No está mojada, pero no esperaba que lo estuviera. Levanto el dedo a
mi boca, lo chupo hasta el nudillo y lo vuelvo a introducir, probando
suavemente mientras mis ojos se dirigen a su rostro.
Su cabeza está inclinada hacia la izquierda, su cabello oscuro cubre la
almohada, y su respiración permanece imperturbable. Levanto la mano que
tengo libre y subo su camiseta para dejar su pecho expuesto. Sonrío al ver
que no lleva sujetador. Sus pechos son jodidamente increíbles. Redondos y
firmes, encajan perfectamente en mi mano con bonitos pezones rosados y
pequeñas areolas.
Vuelvo a mirar su coño, cada vez más húmedo. Retiro mi dedo y
añado otro. Ella sigue sin moverse.
Mi chica ha demostrado que soy su dueño, y no puedo esperar a
mostrarle lo que eso significa.
Empiezo a ser cada vez más agresivo. Su cabeza se mueve hacia el
otro lado y un gemido escapa de sus labios. No le di mucho GHB debido a
su pequeño tamaño. No quería que experimentara demasiados efectos
secundarios. Solo necesitaba que estuviera somnolienta e incapacitada hasta
el punto de poder jugar con ella. Además, puede aumentar la necesidad de
tener sexo.
Ella arquea la espalda para mí, sus labios se separan, y observo cómo
sus pezones se endurecen mientras su coño se aprieta alrededor de mis
dedos.
Me acomodo en la cama y coloco mi mano izquierda junto a su
cabeza. Apoyo todo mi peso en ella mientras introduzco un tercer dedo en
su apretado coño. Mi polla se contrae ante la expectativa de estar dentro de
ella. Ser el primero en estar allí. Poseerla.
Su respiración se acelera y beso suavemente la comisura de sus
labios.
—Hermoso.
—Ryat —gime.
—Sí, Blake. Soy yo —digo, y ella gime. Incluso drogada y solo
media consciente, sabe que soy yo quien la toca.
Empiezo a penetrarla con los dedos mientras mi pulgar juega con su
clítoris. Su cuerpo se balancea hacia adelante y atrás, haciendo que sus tetas
reboten y la cama rechine. Suelta un grito mientras su coño se contrae y se
viene sobre mis dedos.
Hay algo sobre tenerla así, en tener control total sobre su cuerpo, que
es muy poderoso. Saber que ha tomado voluntariamente algo que le he dado
sin saber lo que era. ¡Ella anhela ser poseída, ser dominada, ser mía!
Me detengo y sus ojos permanecen cerrados. Llevo mis dedos a su
boca y los froto sobre sus labios entreabiertos, untando sus fluidos en ellos
como si fuera un glaseado.
—Pronto, pequeña —digo antes de meterlos en mi boca, lamiéndolos
hasta dejarlos limpios. Saboreando esa jodida miel que se me ha antojado
después de que se entregara a mí en mi habitación.
Levantándome de la cama, me siento entre sus piernas temblorosas.
Me agacho y agarro el cuello de la camiseta de gran tamaño y la rasgo por
la mitad.
—Voy a quemar esto —afirmo, sacando sus brazos de ella, sabiendo
que estoy un paso más cerca de poseerla y de borrar cualquier rastro de
Matt.
Meto la mano en mi bolsillo trasero, saco la tarjeta y la coloco en su
mesita de noche. Ahora a esperar.
Capítulo 12
BLAKELY

ELEGIDA

Leo la tarjeta blanca que tengo en mi mano y que me dejaron en la


mesita el lunes por la noche después de que él me visitara.
Levantando la mirada hacia la catedral, hundo los dientes en mi labio
inferior para mordisquearlo nerviosamente. Es lo que uno se imagina:
grande y de aspecto medieval, con los altos muros y los pináculos en la
parte superior. Se encuentra en medio de la nada, lejos de la carretera de dos
carriles. Me recuerda a algo que verías en una película de terror en la que
unos niños llegan a un edificio embrujado para explorar. Solo que todos
terminan muertos en varias habitaciones debido a un traumatismo por
objeto contundente, y el villano esparce su sangre a lo largo de las paredes.
De acuerdo, quizás he visto demasiadas películas de terror
últimamente.
Una vieja cruz blanca se encuentra sobre la entrada principal. Por la
decoloración, se puede ver dónde estuvo erguida, pero en algún momento se
cayó. El viento la mueve ligeramente de un lado a otro, haciendo un sonido
chirriante que aumenta el factor de desagrado. No podría ser más aterrador
si estuviera hecho para un set de filmación.
Esta noche hace frío. Mi cuerpo tiembla y mis dientes castañetean
mientras permanezco de pie aquí, con un minivestido negro escotado que
apenas cubre mi trasero y unos tacones rojos Gucci. Tengo todo mi peso en
las puntas de los pies. De lo contrario, se hundirían en el suelo blando.
Hice mi maquillaje intenso, con ojos ahumados, delineador grueso y
lápiz labial rojo. Probablemente luzco como una prostituta barata
caminando por las calles para encontrar un John. Pero no me pagarán por lo
que estoy a punto de hacer. No. Voy a regalarlo libremente. Entregarlo a un
hombre que sé que lo usará. Abusará de eso.
Volviendo a mirar la tarjeta, le doy la vuelta para ver La Ceremonia
de Voto Ritual escrita junto con la dirección que tuve que buscar en Google.
Estaba exactamente a treinta minutos del campus, escondido en medio de la
nada. Debajo de eso, se lee: una vez que la elegida acepta su deber, está
obligada a servir.
Voy a formar parte de un “ritual” de los Lords. Sé que parece tan
espeluznante como suena, pero necesito algo nuevo en mi vida. Me ha
faltado algo desde que tengo uso de razón. Y Ryat me hizo darme cuenta de
lo que es.
«¿Nunca has querido hacer algo por ti misma?»
Su pregunta en la biblioteca me hizo pensar. Desde muy joven, he
tenido sueños de lo que quería para el futuro, pero mis padres los han
derribado uno por uno. Quería ir a Stanford, pero no era una opción.
«Barrington es donde irás.» dijo madre cuando tenía doce años. Sin
discusión.
Me gusta Barrington, no me malinterpreten, pero no era mi primera
opción. Quería ser normal por una vez. Fui a una escuela privada toda mi
vida, así que Barrington no es diferente. Está aislado en medio de
Pensilvania. Es para niños ricos, la élite. Los que tienen antecedentes
penales de un kilómetro de largo que los papás han pagado y los jueces han
escondido debajo de la alfombra. ¿Qué podría salir mal cuando los pones a
todos en un solo lugar? Son los hombres y mujeres nacidos y criados para
hacerse cargo de los negocios de su familia algún día. Los títulos son
formalidades. Necesitan los galardones en papel, aunque les entreguen ese
imperio de mil millones de dólares una vez que se gradúen.
Supongo que ese es otro de los factores que me trajeron hasta aquí, a
esta catedral, estoy extremadamente aburrida. Cada día de mi vida entera ha
sido planeado para mí. Los deportes que podía practicar, las notas que debía
sacar. El hombre con el que me casaré.
Ha sido dolorosamente agotador. ¿Alguna vez has querido apagar
todo? ¿No tener que pensar en el siguiente segundo de tu vida? ¿Hacer un
viaje por carretera no planificado? ¿Tener una aventura de una noche con el
chico guapo que has visto en tu timeline? Las redes sociales te hacen creer
que tienes toda esa libertad, pero no es así. En realidad, no. Estás atrapada
detrás de un dispositivo viendo a otros vivir sus sueños. Publicas selfies con
sonrisas falsas y ropa costosa, esperando que alguien te envidie. Que te
asegure lo bien que lo tienes. Todo eso mientras odias tu vida. “Sonríe,
querida, nunca sabes quién te está mirando” es lo que siempre dice mi
madre.
La desesperación nunca es bonita.
Ryat es mi salida. Ser una elegida es mi escape. Bueno, al menos por
ahora. ¿Quién sabe cuánto durará? Tal vez todo sea para fingir, pero es algo
que quiero hacer.
Respirando profundamente, empiezo a subir las escaleras del edificio.
Empujando las pesadas puertas, chirrían, informando a quienquiera que esté
aquí de mi llegada.
Mi corazón martillea en mi pecho mientras camino por el pasillo
central. Figuras ocupan los grandes bancos a ambos lados. Todas están
vestidas con capas negras y máscaras blancas. No me han educado en la
religión, así que nunca he ido a una iglesia. Siempre esperé que lugares
como éste fueran del color del oro, brillantes y caros, para dar una
sensación abrumadora de calma. Eso no podría estar más lejos de la
realidad.
Es antiguo. Los altos techos son del mismo color que una noche
oscura. Se puede ver que una vez hubo pinturas en ellos, pero con el tiempo
se han desvanecido hasta volverse irreconocibles. El suelo está cubierto de
hojas y ramas. Hace tanto frío que fuera y los viejos vitrales silban por los
fuertes vientos.
Delante de mí parece haber un gran escenario y un altar. A ambos
lados hay largas escaleras que suben a un altillo con vistas a la
congregación. En el centro del desván hay una bañera para el bautismo
hundida en el suelo contra la cornisa. El lado que da a nosotros es todo de
cristal para que las personas que están en la iglesia sean testigos. Tres
escalones a cada lado bajan al agua, que debe tener un metro y medio de
profundidad.
Me dirijo con piernas temblorosas hacia el frente, las hojas y ramas
que cubren parte del suelo podrido crujen bajo mis tacones. Viejo,
anticuado y de aspecto muy abandonado, este lugar no se parece en nada al
hotel donde viven. Me hace preguntarme por qué lo usarían para algo.
Al detenerme en la parte delantera, observo que, en las dos primeras
filas, sentadas junto a los que van vestidos con capa y máscara, hay
mujeres. Ninguna de ellas está cubierta. Están como yo. Todas llevan
vestidos y tacones. La chica del otro extremo llama mi atención.
Es Sarah.
Estoy a punto de caminar hacia ella, pero me detengo cuando veo a la
mujer que está a su lado. Es la rubia de la fiesta en la casa de los Lords. La
novia de Matt.
¿Él está aquí? Si es así, lleva una capa y una máscara. El vello de mi
nuca se eriza cuando pienso que me está observando, pero me doy cuenta
de que no puedes ver las manos ni los brazos de las mujeres. Al mirar más
de cerca, me doy cuenta de que deben estar a sus espaldas. Mi corazón late
con fuerza y la sangre se precipita en mis oídos ante el inquietante silencio
que reina en un edificio tan grande. Es ensordecedor.
Salto cuando una mano se posa en mi hombro desde atrás. Intento
darme la vuelta, pero me lo impide. En lugar de eso, pasa sus manos por
mis brazos lentamente, y sé que puede sentir cómo tiemblo. Cuando llega a
mis muñecas, las coloca suavemente detrás de mi espalda.
Cierro los ojos, sabiendo que voy a aceptar lo que viene. Pase lo que
pase aquí esta noche, será porque me arriesgué. Elegí estar aquí. Elijo ser
suya durante el tiempo que él decida que me quiere.
Agarra mis dos muñecas con una de sus manos, luego escucho el
sonido del metal. Mi pecho sube y baja con cada inhalación errática. Miro a
Sarah, y ella tiene la cabeza gacha, mirando al suelo. Un vistazo rápido a la
primera fila muestra que todos lo están en la misma posición.
El frío metal se envuelve alrededor de mi muñeca y asegura las
esposas una a la vez hasta el punto de que pellizcan mi piel, haciéndome
gemir.
—¿Están demasiado apretadas? —Reconozco la voz de Ryat,
mientras aparta el cabello de mi hombro.
—Sí —respondo en voz baja.
—Bien. —Entonces los aprieta un clic más, y siseo un jadeo.
—¿Me harás daño?
—Sí.
Espero que haya dolor involucrado, y una parte de mí está excitada
por eso. Agarrando mi brazo, tira de mí hacia atrás.

RYAT
La conduzco escaleras arriba con mi mano en la parte superior de su
brazo, mis dedos se clavan en su suave piel. Llevo demasiado tiempo
esperando este día. Parece una eternidad desde que me dijeron que la
tomara como mi elegida. Pero por fin ha llegado. Nos dirigimos a la
plataforma, la llevo a la pequeña estructura similar a una piscina que se
agregó para que realicemos el ritual.
Los Lords recibieron este edificio hace mucho tiempo. Lo primero
que hicieron fue destripar el interior. No es una catedral normal. Se han
añadido cosas para acomodar nuestras tradiciones.
Se detiene torpemente en el borde y escucho su respiración acelerada.
Estoy a punto de decirle que se meta en el agua, pero ella misma da el
primer paso. Muerdo una sonrisa. Mi chica quiere entregarse a mí y no veo
la hora de hacerla mía.
Normalmente, esto se hace con la elegida desnuda, pero ella se dejará
la ropa puesta. No quiero que nadie vea su cuerpo. El objetivo del ritual es
limpiarlas de sus anteriores parejas sexuales, pero soy extremadamente
territorial sobre lo que es mío. He visto a las mujeres en Barrington durante
los últimos tres años lanzarse a esperar el día para ser una elegida. Da la
casualidad de que ella nunca ha tenido relaciones sexuales. Pero la
ceremonia de votos debe realizarse, no obstante, para solidificar el ritual.
Todavía la besó, la abrazó y la tocó, estoy seguro. Quiero limpiar cualquier
parte de él que quede en su cuerpo.
Como parte del ritual, tenemos que mostrar que nos pertenece. O
follas su boca, coño o culo. No es para complacerlas. Es para reclamarlas.
Así que, como soy egoísta y me niego a mostrar lo que tengo, su boca
servirá. Una vez que hayamos terminado aquí, la llevaré atrás y follaré ese
apretado coño en el bosque, en el suelo o contra un árbol. No importa. Todo
el mundo verá que es mía por las marcas de mordiscos en sus piernas y los
chupetones en su cuello.
Blakely será propiedad de un Lord. Me aseguraré de que todos lo
sepan.
Da el último paso, el agua caliente llega hasta su pecho mientras me
paro a su lado. Soltando su brazo, extiendo la mano y aparto el cabello
oscuro de su rostro, humedeciéndolo con mis dedos. Está tan hermosa ahora
mismo con el maquillaje hecho y el cabello arreglado. Me estoy preparando
para arruinarlo.
—Recita tu voto —ordeno.
Sus ojos se agrandan durante un breve segundo y lame sus labios con
nerviosismo. Entonces respira profundamente.
—Yo juro.
Buena chica. Estaba prestando atención al folleto que tenía enrollado
en la mano.
—Tú juras —reconozco y asiento hacia ella para que diga la última
parte conmigo.
—Nosotros juramos —decimos al unísono.
Entonces levanto la mano, agarro su cabello mientras pateo sus pies
debajo de ella y la sumerjo en el agua. La mantengo allí. Comienza a luchar
inmediatamente. Con tanta fuerza, que el agua salpica por encima del
cristal, cayendo al primer piso.
Levantándola, empieza a ahogarse en cuanto su rostro sale a la
superficie. La arrastro hacia las escaleras de mi derecha y me siento en la de
arriba, soltándola por un segundo para desabrochar mi cinturón y luego mis
pantalones.
Ella jadea mientras tose agua al mismo tiempo. Es el único sonido en
la catedral. Todos los que están abajo permanecen en silencio, esperando
pacientemente a que reclame a mi elegida. Matt incluido. Espero que el
maldito vea lo mucho que ella desea esto. A mí.
Está encorvada lo mejor que puede sin que su rostro esté en el agua,
la mayor parte de su cabello, ahora mojado, la cubre. No puede hacer nada
al respecto ya que sus manos siguen esposadas en su espalda.
Saco mi polla dura y la acaricio un par de veces, permitiéndole un
segundo más para recuperar el aliento, sabiendo que estoy a punto de
empeorar la situación. Entonces extiendo la mano, apartando suavemente el
cabello de su rostro con las yemas de mis dedos para poder verla. Los
charcos negros se acumulan debajo de sus ojos antes de correr por sus
mejillas. Sus pestañas mojadas están pegadas y sus labios separados
tiemblan mientras el agua corre por su barbilla. Sus bonitos ojos azules
están rojos y llenos de aprensión.
Ya es demasiado tarde, pequeña. Me perteneces.
Deslizo la mano por el agua, recogiendo todo su largo y húmedo
cabello en la parte posterior de su cuello. Una vez que lo tengo todo, la
agarro y tiro de ella hacia mí.
—Arrodíllate —ordeno, y sus rodillas caen sobre el tercer escalón,
debajo de mí, haciéndola gemir—. Abre la boca.
Sus ojos muy abiertos miran mi polla, y sonrío ante la expresión de
terror que tiene. Ella respira profundamente por última vez y lame sus
labios antes de abrir su bonita boca pintada para mí. Agarrando la base de
mi polla, la deslizo en su boca.
No soy gentil.
Sus arcadas llenan el espacio de la catedral y el agua vuelve a caer por
los lados mientras controlo su cabeza. Arriba y abajo, rebota sobre mi polla.
Trata de luchar contra mí y apartarse, pero no la suelto. En vez de eso,
agarro su cabello con más fuerza, introduciendo mi polla más
profundamente en su garganta. Ella cierra los ojos con fuerza, y su rostro se
frunce cuando golpeo la parte trasera, haciendo que se atragante de nuevo.
—Mírame —exijo.
Sus ojos se abren, y puedo ver las lágrimas corriendo por sus mejillas
a través del agua que ya cubre su rostro.
—Relájate y ábrete para mí —susurro, ralentizando mi ritmo, dándole
un segundo para recuperar el aliento. Parpadea y nuevas lágrimas recorren
su rostro. Me desplazo hacia delante con mi trasero colgando del borde del
escalón, para colocarme en una mejor posición.
Salgo y ella succiona un grito ahoagdo.
—Ábrete bien para mí —digo en voz baja, limpiando las lágrimas de
su rostro con mi mano libre, untando el delineador de ojos negro y el rímel
—. Saca la lengua y respira por la nariz.
Tragando, abre la boca tanto como puede y saca la lengua.
Bajo su cabeza y su boca vuelve a acogerme. Inclino la cabeza hacia
atrás y cierro los ojos, sin preocuparme de mirar, solo queriendo venirme.
Golpeo la parte posterior de su garganta, y su cuerpo lucha contra mí
mientras vuelven las arcadas. Esta vez, no aflojo.
Mis pelotas se tensan y mi respiración se acelera. Empujo su cabeza
hacia abajo una última vez y la mantengo allí mientras me vengo,
obligándola a tragar.
Capítulo 13
BLAKELY

Jadeo para respirar mientras su semen, el agua y la saliva corren por


mi barbilla. Mi cuerpo tiembla incontrolablemente, mis rodillas están en
carne viva por los escalones. Me duele todo por la tensión y las manos se
me han entumecido por las esposas.
Sigo arrodillada cuando me suelta y se levanta. Lo miro a través de
las lágrimas que todavía caen y veo cómo mete su polla semidura dentro de
sus pantalones mojados antes de subir la cremallera. Es grande, tanto en
longitud como en grosor. Mi mandíbula duele la de tanto mantenerla abierta
y mi garganta también por lo rudo que fue.
Se inclina, agarra mi brazo y me pone de pie. Ni siquiera estoy segura
de poder caminar; mis piernas tiemblan mucho. Me saca del agua y me
lleva a las escaleras. Dejo caer la cabeza para mirar mis tacones mojados
mientras el agua corre por nuestras ropas empapadas.
Suelta mi brazo y agarra mi cabello, tirando de mi cabeza hacia
arriba, y gimo.
—No te avergüences, Blake —susurra en mí oreja—. Eres mi elegida.
Siéntete orgullosa. Sé que lo estoy.
Me guía por las escaleras, vamos a la izquierda al final, y permanezco
en silencio mientras me lleva por un pasillo hasta una puerta.
Damos un paso afuera. Mirando a mi alrededor, no puedo ver mucho.
Está oscuro y solo hay una luz en el edificio de arriba que ilumina la zona.
La catedral está rodeada de bosques y entrecierro los ojos tratando de
ver entre los árboles. El viento se levanta y me estremezco. Mi vestido
empapado se pega a mi cuerpo y el agua sigue corriendo por mis piernas.
—¿Qué estamos...?
Se gira hacia mí, agarra mis hombros y me da la vuelta, presionando
mi espalda contra el edificio. Grito mientras aplasta mis brazos
inmovilizados entre la catedral y yo. Da un paso hacia mí y me silencia,
colocando su mano sobre mi boca.
Se inclina hacia mi oreja, toma mi lóbulo en su boca y lo chupa,
haciendo que un escalofrío se deslice por mi espalda. Se aparta y me
susurra con voz ronca.
—Voy a follarte aquí y ahora. Esa boca es mía. Ese culo es mío. Ese
coño es mío. ¡Eres jodidamente mía!
Gimo mientras mi coño empieza a palpitar ante sus palabras. No
puedo imaginar lo duro que será con mi cuerpo después de lo que acaba de
hacer con mi boca. Todavía no estoy segura de si ya hemos tenido sexo
desde que me desmayé la primera vez y me drogué la segunda.
Sus ojos esmeraldas arden. Hace que mi estómago se revuelva por lo
mucho que quiere de mí. Y lo mucho que yo quiero darle.
—Ahora me perteneces, Blake. Y voy a tomar lo que es mío.
Retira su mano de mi boca y tomo una bocanada de aire. Da un paso
atrás, y me desplomo contra el edificio. No estoy segura de que mis piernas
puedan seguir sosteniéndome. Agarrando el dobladillo de mi vestido, tira de
él para amontonarlo en mi cintura. Mi respiración se entrecorta cuando
clava sus dedos en la parte superior de mi tanga y la baja por mis piernas
temblorosas, y tiene que ayudarme a quitármela.
—Por favor... —ruego, apartándome de la pared de la catedral para
aliviar mis brazos. Me duelen mucho las muñecas y las rodillas comienzan
a ceder, haciéndome arrastrar los tacones—. Desata las esposas...
Coloca las bragas en mi boca y presiona su mano sobre ella, sujetando
mi cabeza contra el edificio. Mi boca se llena de agua y me atraganto con
ella, haciendo que mi cuerpo convulsione contra el suyo antes de poder
tragarla. Parpadeo y él ve nuevas lágrimas caer de mis ojos por el acto.
Vuelve a acercar sus labios a mi oreja mientras su mano libre se
desliza entre nuestros cuerpos y encuentra mi coño.
—Todavía no sabes lo que significa pertenecerme. Pero estoy a punto
de enseñarte, pequeña. —Arrastra sus labios por el costado de mi cuello e
inclino la cabeza hacia un lado para permitirle el acceso—. Nadie me
escuchará follarte, y nadie me verá follarte.
Respiro con fuerza por la nariz mientras trago más agua de mi ropa
interior empapada.
—Pero todos sabrán que me perteneces. —Sus dedos masajean
suavemente mi clítoris y gimo—. Presumiré de mi trofeo cubierto de
moretones hechos por mis manos. —Separa los pliegues de mi coño y
desliza un dedo dentro de mí, obligándome a ponerme de puntillas—.
Marcas de mis dientes. —Muerde mi cuello y mi piel se eriza mientras grito
detrás de mi mordaza—. Ahora vives para mí. —Lame el costado de mi
cuello hasta mi oreja—. Y yo para ti. —Introduce un segundo dedo y
respiro profundamente por la nariz, cerrando mis ojos llorosos. —Me sirves
y me obedeces. Te protejo y te poseo.
Mis piernas tiemblan, me duelen los pies y los brazos por estar
inmovilizada, pero mi coño está empapado. Y no es porque haya estado en
el agua hace unos minutos. Nunca me habían tratado así. Tan dominada. Mi
cuerpo está temblando de anticipación por lo que le va a hacer. Esto es lo
que anhela. Lo que he imaginado que sería. Puede que nunca me haya
acostado con Matt, pero he jugado conmigo misma lo suficiente (con mis
dedos y juguetes) como para estar jodidamente preparada para él.
—Ahora... abre tus piernas y dejame follar tu coño.

RYAT
Su pequeño cuerpo tiembla contra el mío, pero hace lo que le digo.
Separa sus pies lo mejor que puede, y sonrío contra su piel húmeda.
Mía.
Va a ser la elegida perfecta. Tan ansiosa por aprender. Tan dispuesta a
someterse. Saco mis dedos de su coño, y ella deja escapar un gemido.
—No escupas esto —ordeno, retirando mi mano de su boca.
Ella asiente una vez. Si tuviera cinta adhesiva, la añadiría, pero no la
tengo. Además, esto será una prueba de qué tan bien asumirá la
responsabilidad de ser una elegida.
Me agacho, desabrocho mis pantalones y descubro la polla. Ha estado
dura todo este tiempo. ¿Le duelen los brazos y las muñecas? Ella debería
sentir lo que siente un hombre. A veces te pones tan duro que es
insoportable. Puede hacerte caer de rodillas si no tienes cuidado.
Doy un paso hacia atrás, agarro su muslo derecho y levanto su tacón
del suelo. Sosteniéndolo contra mi cadera, miro hacia abajo y veo cómo la
cabeza de mi polla se abre paso en su jodido y dulce coño.
¡Mía!
Soy el primero en estar allí.
Su grito entrecortado me hace sonreír mientras me abro paso dentro
de ella. Está tan jodidamente apretada. Bueno, haré lo mejor que puedo en
esta posición. Preferiría que su culo estuviera en el aire para poder
profundizar, pero lo haré cuando la lleve de regreso a mi casa.
No estaba bromeando cuando le dije que todo el mundo sabrá que me
pertenece. Tengo toda la noche para tenerla como quiera. Para marcar mi
territorio. Y no puedo esperar a ver el rostro de Matt cuando la lleve a la
casa de los Lords. Debería haber tomado mi advertencia como la amenaza
que era. No cometeré el mismo error que él. Le pondré una correa tan
jodidamente corta que no podrá respirar sin mi permiso.
Bajando mi rostro a su cuello, beso su piel mojada, mechones de su
cabello se pegan a mis labios mientras tiro de mis caderas hacia atrás y las
empujo hacia delante, forzando más sonido incoherentes de su boca
amordazada.
—Joder, Blake. —Su ya apretado coño se contrae alrededor de mi
polla, y mi respiración se acelera. Mi mano libre cae sobre su otro muslo y
lo levanto también, usando mi cuerpo para presionarla contra el edificio.
Empiezo a follarla con fuerza, con embestidas rápidas y sin protección.
Nunca utilizaré condón con ella. No hay razón para hacerlo. Estoy limpio, y
sé que ella también lo está.
No he tenido relaciones sexuales en más de tres años, desde que hice
el juramento el verano anterior a mi primer año. Por eso se inició la
tradición. Nos muestra cómo es saborear el poder. Poseerla es solo una
pequeña fracción de lo que haré una vez que me gradúe de Barrington. Los
Lords no quieren que pasemos nuestros años universitarios dejando que los
coños se interpongan en nuestro camino. Tenemos que demostrar que
nuestra lealtad a los Lords es más importante que nuestras pollas.
Olvidé lo bien que se siente un coño. Lo cálido, suave y flexible,
cómo se estira para adaptarse a mi tamaño. Y está tan mojada, pero todavía
hay suficiente resistencia como para que tenga que forzarla. Me deja sin
aliento. Mi mano ya no es suficiente.
Mis pelotas se tensan por sí solas, y rechino los dientes, sin querer
que esto termine. Pero traerla aquí no fue la mejor idea. Siempre existe la
posibilidad de que alguien regrese aquí y la vea, pero los Lords aún están
adentro realizando el ritual. Quería ser el primero esta noche porque no iba
a esperar más.
Sabiendo que no puedo evitarlo, dejo caer sus piernas y me retiro
porque voy a venirme en cualquier momento.
Me alejo de ella, agarro su vestido y tiro de ella hacia adelante,
obligándola a arrodillarse. Introduzco la mano en su boca, saco su ropa
interior y agarro su cabello por la coronilla con esa mano, inclinando su
cabeza hacia atrás.
—Abre la boca —digo con los dientes apretados.
Separa sus labios y me mira fijamente, con lágrimas corriendo por su
rostro manchado de maquillaje.
¡Jodidamente hermosa! Como sabía que sería.
Agarro mi polla húmeda con la mano libre justo a tiempo para
acariciarla una vez antes de venirme en su rostro con un gemido. La fuerza
que se desprende de eso casi me hace caer de rodillas. Inclinándome hacia
delante, tengo que soltar su cabello para colocar mi mano en el edificio
detrás de ella y mantenerme erguido.
Que me jodan.
Valió la pena. Para estar con ella. Saber qué puedo hacer eso todo lo
que quiera cuando quiera. Es un momento para subir el ego, sin duda. El
poder de eso por sí solo es casi un subidón, como estar dentro de ella.
Apartándome de la pared, intento calmar mi respiración mientras miro
mi polla. No hay sangre que pueda ver. Pero he follado con suficientes
mujeres antes de la universidad para saber que no todas sangran. Supuse
que las probabilidades de que lo hiciera eran pequeñas. Cuando la dejé en
su apartamento después de la fiesta, busqué en sus cajones y encontré todos
los juguetes que supongo usa para sí misma. Cualquier cosa así podría
haber estirado su himen a lo largo de los años. Además, no sangró cuando la
penetré con los dedos. Meto mi pene dentro de mis pantalones y subo la
cremallera.
Me agacho a su altura, extiendo la mano y paso mi dedo por el semen
esparcido en su mejilla.
—Saca la lengua —ordeno.
Ella traga antes de separar los labios y hacerlo.
—Buena chica —la elogio, y ella gime, su cuerpo se estremece.
Pasando mi dedo por su lengua, la limpio. Luego paso tres dedos por su
barbilla, recogiendo más y los meto en su boca, presionando en la parte
posterior de su garganta y forzando su cabeza hacia atrás. Tiene arcadas, sus
ojos parpadean con lágrimas frescas, pero no intenta apartar la cabeza—.
Cierra.
Sus labios se cierran alrededor de mis dedos lo mejor que pueden, y
su lengua los envuelve, haciéndome gemir cuando chupa, deseando que sea
mi polla la que esté dentro de su boca de nuevo. Cuando se hace bien, una
boca puede sentirse mejor que un coño. Lentamente, los saco, dejando que
los chupe para limpiarlos una vez más.
Satisfecho con su obediencia, especialmente con su falta de
experiencia, me pongo de pie y busco en mi bolsillo trasero la llave de las
esposas.
Ella baja la cabeza y deja escapar un suave sollozo sabiendo que está
siendo liberada del implacable metal que ata sus muñecas. Camino detrás
de ella y agarro su brazo, tirando de ella para que se ponga en pie. Grita y
tambalea hacia adelante con sus tacones, pero la sujeto. Inspecciono sus
muñecas y manos antes de desatarlas. Hay un poco de sangre corriendo por
sus manos debido a los cortes en su piel, y están azules por la falta de
circulación.
Esto es obra suya.
Pregunté si le apretaban demasiado delante de los Lords. Era para
mostrar. Cuando ella dijo que sí, no podía mostrar ninguna debilidad, así
que las apreté. Pero con toda honestidad, la estaba para el fracaso. Si ella
hubiera dicho que no, las habría apretado también.
El ritual es muy claro sobre cómo tratamos a nuestra elegida durante
la ceremonia de votos. Lo que haga con ella a puerta cerrada es otra
historia. Pero no seré suave con ella. Eso no es lo que soy.
Fui entrenado por un compañero del Lord, y Ty me enseñó lo que se
esperaba. Estamos entrenando a estas mujeres para un poder superior. Ni
siquiera yo puedo salvarla de su futuro. Todo lo que puedo hacer es
prepararla.
Ella conocerá el infierno, pero por ahora, yo seré su demonio.
Quito las esposas y deja escapar un suave grito antes de llevar sus
manos hacia delante. Vuelvo a poner el vestido en su lugar, me agacho para
tomar su ropa interior y meterla en mi bolsillo.
—Vamos —digo y agarro su brazo, guiándola por el edificio hasta su
auto estacionado al frente.
Capítulo 14
BLAKELY

Me coloca en el asiento del pasajero y se sube al asiento del


conductor. Había dejado las llaves en el auto, junto con mi bolso y el
teléfono; lo pone en marcha y nos aleja del edificio. Estaba en medio de la
nada, así que no me preocupaba que alguien se llevara nada.
Permanezco en silencio, frotándome las manos. Cosquillean cuando
finalmente recupero la sensibilidad en mis dedos. Mis muñecas están en
carne viva y ensangrentadas. Todavía tengo semen en mi rostro, mi cabello
y en mi pecho. No estoy segura si puedo limpiarlo. Tengo mucho frío, estoy
sentada con mi vestido mojado, y mi ropa interior está en su bolsillo. Mis
muslos arden y mi vagina esta dolorida. No fue tan doloroso como pensé
que sería, y eso me hace preguntarme aún más si ya he tenido sexo con él.
Después de todo lo que ha pasado desde que empezaron las clases, no me
arrepiento de mi decisión de vivir mi vida como quiero.
Sí, algunos argumentarían que el hecho de haber aceptado ser su
elegida me quita cualquier derecho a decidir sobre mi cuerpo, pero yo lo
veo de otra manera. Veo libertad en saber que le pertenezco. Alguien que
me quiere físicamente. Una persona no puede soportar tanto rechazo antes
de empezar a preguntarse ¿por qué? ¿Qué está mal conmigo?
—¿A dónde vamos? —susurro, mordiendo mi labio inferior con
nerviosismo, preguntándome qué pasará ahora.
Me mira durante un segundo antes de volver a centrar la vista en la
carretera.
—A la casa de los Lords —responde antes de que “I Don't Give A ...”
de MISSIO y Zeala empiece a invadir el auto.

***
Atravesamos la entrada del hotel, y él estaciona mi auto antes de
abrirme la puerta.
Al ingresar en el lugar, es extraño estar aquí sin que esté abarrotado
de personas. No hay luces intermitentes ni música a todo volumen. Solo
silencio.
—Todos están todavía en la ceremonia de votos —afirma, sabiendo lo
que estoy pensando.
Toma mi mano y me guía hasta el dormitorio donde una vez encontré
a mi desconocido con una máscara. Entra por otra puerta y es su baño
privado. Un largo espejo y un mostrador con doble lavabo están frente a
nosotros. Una puerta a la derecha es donde debe estar el retrete. A la
izquierda hay una ducha que ocupa toda la longitud del baño. Hay un vidrio
que permite ver el interior con tres cabezales de ducha. Una en cada
extremo y la tercera en el centro. El suelo es blanco, las paredes gris oscuro.
La encimera es negra. Es extraño ver que no hay nada que lo desordene
como todas las cosas que dejo en el mío.
Suelta mi mano, se da la vuelta y sus ojos esmeraldas se encuentran
con los míos. Se me corta la respiración al ver su mirada.
Está hambriento.
Me dicen todo lo que me estaba preguntando. Sé que lo que hicimos
en el bosque fue solo una muestra de lo que quiere de mí.
—Dúchate. —Sus ojos miran mi rostro cubierto de semen y
manchado de maquillaje y luego bajan por mi cuerpo—. Límpiate. —Luego
sale, dejándome encerrada.
No me dijo que me diera prisa, así que me tomo mi tiempo. Las
heridas en mis muñecas arden con el agua, pero no es insoportable. Me
coloco debajo del rociador central y disfruto del agua caliente antes de lavar
mi cabello con su shampoo. Luego uso su gel de baño y me pregunto si es
por eso que me trajo aquí. Una forma más de reclamarme. Es difícil negar a
un hombre si te bañas en su aroma.
Cierro el grifo, salgo de la ducha y me seco con una toalla blanca que
he encontrado colgada en un gancho, teniendo cuidado con las muñecas.
Mirando a mi alrededor, me doy cuenta de que no tengo nada que ponerme,
pero tengo la sensación de que es a propósito.
Abro el armario que hay debajo de uno de los lavabos y encuentro un
enjuague bucal. Desenroscando la tapa, echo un poco en mi boca. Lo agito
antes de escupirlo en el lavabo. He tragado agua sin saber qué contenía y
me vine. Varias veces. Me gustaría lavarme los dientes, pero el enjuague
bucal servirá por ahora.
Respirando profundamente, abro la puerta y salgo a su dormitorio. Es
lo que me imagino que tendría un tipo como Ryat: las paredes oscuras están
despejadas y la cama está cubierta con sábanas negras, un edredón negro y
dos almohadas con fundas a juego. Hay una cómoda alta y otra larga de
color gris oscuro. No hay televisión ni espejo colgados. La última vez que
estuve aquí no presté atención. Estaba demasiado borracha y también tenía
los ojos vendados.
Él está junto a la cómoda larga de espaldas a mí. Todavía lleva la ropa
mojada y veo cómo la camisa se adhiere a su espalda y brazos. Se puede ver
el contorno de cada músculo. Se tensan cuando se mueve, buscando algo.
Me aclaro la garganta y él empuja el cajón para cerrarlo. Se da la
vuelta, saca la lengua y lame sus labios mientras sus ojos verdes me
observan.
—Suelta la toalla —ordena, y mi corazón se acelera.
Levanto la mano, la desprendo de mis axilas y la dejo caer a mis pies.
Ya sé que me ha visto por completo. Bebí ese líquido, me cambié de ropa,
me metí en la cama y desperté desnuda horas después. Él me había
desnudado.
Se acerca, con los ojos fijos en mis pechos. Se detiene, extiende la
mano y toma el derecho, gimo cuando lo aprieta. No es nada suave, pero me
encanta. Cada vez que Matt y yo jugábamos, él era suave. Siempre sentí
que quería más.
Ryat lo suelta y le da una palmada en el costado. Haciendo que la piel
escueza y el sonido rebote en las paredes de la habitación.
Salto hacia atrás, jadeando cuando una descarga eléctrica corre
directamente a mi coño, haciéndolo palpitar y levanto mis manos para
cubrirlos. Una sonrisa cruel se extiende por su rostro, sabiendo exactamente
lo que me hizo. Extendiendo la mano hacia atrás, saca las esposas de su
bolsillo trasero, y gimo al verlas. Los cortes que dejaron en mis muñecas
empiezan a palpitar de nuevo.
—Pon tus manos a los lados, o irán a tu espalda.
Una elección. De buena gana o por la fuerza. ¿Por qué quiero que me
obligue? Arquea una ceja ante mi vacilación y se acerca a mí, pero en el
último segundo, decido bajarlas a mis costados.
—Eres una chica tan buena —susurra con cariño mientras arroja las
esposas sobre la cama.
Una extraña sensación de decepción me invade por haberme
acobardado. Dijo que me haría daño, y eso es lo que quiero. Si no hay dolor,
¿cómo sabes que estás vivo?
—¿No lo eres? —pregunta. Levantando la mano, roza con sus
nudillos la parte superior de mis pechos y me obliga a pensar en otra cosa.
Mis pezones se endurecen a medida que sus manos viajan más abajo sobre
ellos.
Quiero ser su chica buena, pero en el mal sentido.
—Sí —musito. Mi cuerpo nunca se ha sentido tan vivo. Tan
necesitado de algo que ya ha tenido. No me he liberado cuando me folló.
Pero tengo la sensación de que ese era el objetivo. Era una demostración de
posesión, aunque nadie estuviera mirando.
Sus ojos se dirigen a mi cuello.
—¿De quién eres chica buena?
—Tuya —respondo suavemente.
—Mía —asiente.
Vuelve a darme una palmada en mi pecho y grito. No ha sido tan
fuerte como la primera vez, pero me atrapa desprevenida. Mis manos suben,
pero las vuelvo a bajar a mis costados.
Las comisuras de sus labios se levantan lentamente antes de
mostrarme su preciosa sonrisa. Solo eso hace que la humedad se acumule
entre mis piernas. El hombre sabe exactamente lo que hace.
Lo hace de nuevo, esta vez con más fuerza, y echo la cabeza hacia
atrás, cerrando los ojos y soltando un grito. Pero no es porque duela. Se
siente muy bien.
Lo vuelve a hacer, y esta vez gimo, mi cuerpo se sacude ligeramente,
empezando a adaptarse al escozor.
—Te gusta eso, ¿verdad, Blake? —Su voz está llena de diversión—
Tanto potencial para mi elegida.
No estoy segura de lo que significa eso, y no estoy dispuesta a
preguntar.
—Mírame —ordena, sin humor ahora.
Abro los ojos y bajo la cabeza para mirarlo fijamente. Su mirada se
dirige a mis pechos. Extiende la mano y toma mis dos pezones duros entre
sus dedos y los pellizca. Con fuerza. Me pongo de puntillas, gritando, y tira
de mí para acercarme más a él. Jadeo mientras me sujeta. Cierro las manos
en puños a mis costados, tomando una profunda respiración.
Suelta mis pezones, gimo de nuevo por la sensación que me produce.
Se siente bien. Muy bien.
—Agarra tus tacones. —Señala con la cabeza la puerta del baño que
hay detrás de mí y luego se gira, volviendo a la cómoda.
Entro en el baño y los encuentro tirados en el suelo, donde me los
había quitado para ducharme. Todavía están mojados, vierto el poco agua
que queda dentro en el lavabo y vuelvo al dormitorio.
—Póntelos —ordena, sin siquiera molestarse en mirarme.
Utilizando la pared como soporte, deslizo mis pies dentro de los
Gucci de 15 centímetros. Están fríos por el agua, y mis pies ya están muy
adoloridos por usarlos antes. Pero no le diré eso. Me gusta el dolor.
Se da la vuelta y veo que tiene algo en la mano. Lo lanza sobre la
cama. Mis ojos se mueven hacia el objeto, pero él extiende la mano y me
agarra, tirando de mí hacia él.
Tropiezo con mis tacones y caigo sobre él, me atrapa. Llevándome al
pie de la cama, me hace girar hasta que estoy de espaldas a él y golpea
suavemente mi trasero.
—Abre las piernas. Todo lo que puedas.
Veo que ha tirado mi ropa interior de antes en la cama. Golpea mi
trasero de nuevo, llamando mi atención. Y coloco las manos en el estribo
negro para apoyarme y separarlas tanto como sea posible. Se agacha junto a
mi tobillo izquierdo y veo cómo mete la mano por debajo y saca una
cadena. Es corta, está unida a un brazalete de cuero negro y el otro extremo
está sujeto al poste. Envuelve el brazalete alrededor de mi tobillo,
asegurando la hebilla. Tiro de ella para ver qué holgura tiene. No hay
ninguna. Luego va hacia el otro tobillo, tira aún más hacia el otro poste de
la esquina y hace lo mismo.
De pie detrás de mí, coloca su mano en mi espalda y me empuja para
inclinarme sobre el estribo. Está un poco más alto que mis caderas, así que
tengo que ponerme de puntillas para que no se clave en mi estómago.
En el momento en que mi rostro toca la cama, siento que los músculos
de mis piernas se tensan por la posición. Respiro, tratando de reajustarme,
pero no va a importar. No creo que deba sentirse cómodo.
Se acerca al lado izquierdo y se agacha, agarrando otra cadena de
debajo de la cama.
—Mano derecha.
Deslizo la izquierdo hacia él y se queda mirándome.
—¿Mano derecha...? —hago una pausa repitiendo lo que dijo, pero él
está en el lado izquierdo de la cama.
Inclinándose, agarra mi mano derecha y la empuja hacia él a través de
la cama. Envuelve el brazalete de cuero en mi muñeca, asegurándolo, y casi
sonrío al sentirlo. No están tan mal como las esposas. Luego vuelve a
caminar por detrás de mí y hacia la derecha. Esta vez, ni siquiera dice nada.
Toma mi mano izquierda, la cruza por encima de la derecha y asegura esa
muñeca también.
Todo mi cuerpo está tenso, la parte superior de mi cuerpo está
retorcido como un pretzel. Mi cuello y mi barbilla están apoyados en la
parte superior de mis brazos, lo que dificulta mi respiración.
Abre el cajón superior de la mesita de noche y saca un pequeño rollo
de cinta adhesiva. Mi respiración se acelera. Desaparece detrás de mí y trato
de mirar por encima de mis hombros, pero no puedo. Mis brazos cruzados
restringen el movimiento de mi cabeza.
Sus pantalones mojados rozan mis muslos antes de inclinarse sobre
mi espalda, presionando mis caderas contra el estribo. El borde de la
madera, clavándose en mi piel, me hace gemir.
Extendiendo la mano, agarra la ropa interior. Con su mano libre,
agarra mi barbilla y la levanta de mis brazos, obligando a mi cuello a
arquearse hacia atrás en un ángulo doloroso. Sin decir una palabra, mete la
ropa interior en mi boca, y luego escucho que arranca un trozo de cinta. La
presiona sobre mis labios, asegurando la ropa interior en mi boca como
antes. Al menos esta vez no están empapadas de agua, pero todavía siguen
estando húmedas.
Recoge todo mi cabello y lo sostiene en la base de mi cuello, todavía
tirando de mi cabeza hacia atrás.
—Una elegida debe comprender la palabra paciencia.
Trato de acomodar mí ya dolorido cuerpo, pero no puedo moverme, ni
un centímetro.
—Debe comprender la palabra obediencia. —Su mano libre se acerca
y agarra mi cuello, sus dedos se clavan en la piel mientras restringe el aire.
Mi cuerpo se sacude, tratando de luchar por sí mismo, haciendo que
las cadenas traqueteen y la cama tiemble.
—Y debe entender que su cuerpo ya no es suyo. —Besa la mejilla y
suelta mi garganta. Mi rostro vuelve a estar apoyado sobre mis brazos y
respiro profundamente por la nariz.
Sus manos tocan el interior de mis muslos y doy un respingo.
—Cada caricia, cada beso, cada gramo de placer que reciba tu cuerpo
será proporcionado por mí. —Desliza sus manos suavemente hacia arriba, y
su pulgar se introduce en mi coño aún dolorido.
Gimo, empujando contra él, mi cuerpo vibra. Mi corazón late con
fuerza y puedo sentir mi pulso acelerado.
—Ni siquiera te tocarás. —Saca el pulgar y lo sustituye por dos
dedos, metiéndolos hasta los nudillos, y duele mucho. Gimo y las lágrimas
comienzan a arder en mis ojos—. Si desobedeces, serás castigada, pequeña.
Intento mover las caderas mientras sus dedos entran y salen
lentamente. Sé que está provocándome, haciéndome sentir mojada y
necesitada. Retira sus dedos y lo escucho caer de rodillas. Y entonces su
cálida y húmeda lengua recorre mi palpitante coño.
Gimo cuando lo lame. Sus manos suben a mi culo y agarran mis
nalgas, separándolas. Me tenso mientras su lengua continúa moviéndose
lentamente hacia arriba. Empiezo a intentar decirle que se detenga, pero no
hago más que murmurar cosas sin sentido mientras tiro de mis ataduras tan
fuerte como puedo sin éxito.
Sus dedos se clavan aún más en mi piel mientras su lengua se desliza
por mi orificio fruncido. Luego, con la misma rapidez, desaparece. Presiona
suavemente sus labios en mis nalgas antes de soltarlas. Pero no me relajo.
Estoy más tensa que antes.
No, no, no, niego con la cabeza. Matt y yo nunca hicimos nada allí.
Nunca lo intentó, pero de todos modos yo no se lo habría permitido.
Ryat se ríe ante mi malestar.
—No hay necesidad de luchar contra eso, Blake. —Con una palmada
en mi trasero de forma juguetona, añade—: También me voy a apropiar de
eso.
RYAT
Entro en la catedral, mirando mi reloj. Quizá les quede una hora.
Observando un banco en el fondo, me deslizo y me siento, moviendo
mis brazos a lo largo del respaldo. Una regla de los Lords es que veas a tus
hermanos aceptar a sus elegidas. De lo contrario, no habría necesidad de
estar presente. No puedes mostrar posesión a una sala vacía. Además, hace
que los miembros más jóvenes tengan hambre. Les recuerda por qué tienen
que abstenerse de mojar su polla durante tres años.
Miro hacia el desván y veo a uno de mis hermanos en el agua. Tiene
una capucha negra sobre la cabeza de su elegida mientras la folla por detrás.
Está completamente desnuda, sus tetas falsas presionadas contra el costado
de vidrio de la bañera cuadrada y sus manos también están esposadas a la
espalda.
Me hace pensar en Blakely. La dejé atada y amordazada a mi cama
para volver aquí.
Se viene y la saca de la piscina de un tirón. Sin ellos, puedo ver lo
bajo que está el nivel del agua ahora. Ni siquiera llega a la cintura. Follar en
un recipiente hará eso. El agua tiene que ir a alguna parte.
—¿Dónde está tu chica? —pregunta Gunner, sentándose en el banco
frente a mí. Se gira en su asiento para mirarme.
—Aquí no —afirmo. No es de su incumbencia dónde está ella. Me
aseguré de cerrar la puerta de mi habitación para que nadie pueda llegar a
ella. Y la amordacé por esa misma razón. No quiero que alguien la escuche
allí. Los Lords pueden estar aquí, pero todavía hay personal allí. Ahora que
los mayores pueden usar sus pollas, no habrá más que malditas orgías.
Pasarán a sus elegidas de habitación en habitación mientras otras mujeres se
unen a ellas. —¿Dónde está la tuya? —contesto. Eligió a su mejor amiga,
Sarah.
—Está desmayada en mi maletero. —Sonríe.
—¿Cuántas más hay? —pregunto, mirando alrededor de la sala.
Todos los de primer, segundo y tercer año siguen sentados con sus máscaras
y capas.
—Dos —responde, mirando su reloj.
Justo en ese momento, escucho a una mujer decir.
—Lo juro. —Mientras se pone de pie en el agua.
—Tú juras —anuncia Prickett—. Nosotros juramos —dicen al
unísono, entonces él la empuja debajo del agua, colocando su pie en su
espalda, manteniendo su rostro en el fondo.
Vuelvo a mirar a Gunner, y está comprobando su reloj de nuevo.
—¿Tienes que ir a algún lugar?
—Sarah se despertará en unos treinta minutos —responde.
Asiento. La drogó y pronto se le pasará el efecto.
Escucho a la chica jadear cuando Prickett la saca del agua, e
inmediatamente, la folla por el culo. He visto a suficientes Lords tomar a
sus elegidas durante los últimos tres años que podría pasar sin verlos más.
No podría importarme menos a quién y cómo follan.
Ahora que elegí a la mía, podría prescindir de todo lo demás. Quiero
vivir en mi habitación con ella. A la mierda, quiero mudarme de la casa de
los Lords e ir a algún lugar remoto con ella. Solo nosotros, sin nadie
alrededor en kilómetros. Entonces no tendría que amordazarla y podría
escucharla gritar mi nombre durante horas.
Prickett y su chica terminan, y él la saca del agua mientras ella
solloza. Le hacemos creer a estas mujeres que tienen la opción de ser
elegidas. Pero no todas lo son. Nos dan una lista de nombres que deben ser
elegidas incluso antes de que comience el último año. La manipulación no
es difícil. Si alguien te dice repetidamente lo bueno que es algo,
eventualmente querrás probarlo.
Una más.
Sacando mi teléfono, abro la transmisión en vivo en mi aplicación.
Blake sigue en el mismo lugar donde la dejé. Justo como pensé que estaría,
pero aun así no duele mirar. Tengo diez cámaras instaladas en mi
habitación, así que puedo verla desde cualquier ángulo. Además, dos en mi
baño. La casa está llena de ellas. Cada Lord tiene la misma aplicación y la
oportunidad de ver a su elegida. Ella no está luchando. No me sorprendería
que se desmayara. Ha sido un largo día, y estoy a punto de hacer que sea
una noche muy larga para ella.
—Lo juro.
Cierro la aplicación, dejo caer el teléfono sobre mi regazo y miro
hacia el desván. Matt está de pie en el agua con Ashley.
—Tú juras —gruñe.
Sonrío. Lo siento, maldito bastardo.
—Nosotros juramos —dicen, y él agarra la parte posterior de su
cuello, empujándola debajo del agua boca abajo. Ella lucha, el agua salpica
alrededor. Él tiene las manos de la chica atadas detrás de su espalda con
bridas, y los tobillos también están atados. No hay ninguna regla sobre
cómo sujetar a tu elegida. Siempre y cuando se haga. Ser sujetado debajo
del agua hará que cualquiera luche, así que las ataduras ayudan a evitar que
arranquen nuestras mascaras. Además, es otra forma de dominarlas. Está
desnuda y él ya le ha puesto un collar.
Me siento más erguido cuando sigue sujetándola debajo del agua. Está
mostrando los dientes como si estuviera enfadado con ella. Como si fuera
culpa de ella que la haya cagado y haya perdido su juguete.
Ella ralentiza sus movimientos, su cuerpo se afloja por completo.
¿Qué diablos...? Me pongo en pie de un salto.
—¡Matt! —Grito en advertencia.
Todos en la catedral se giran para mirarme. No puedo ver sus rostros
debido a sus máscaras, pero estoy seguro de que tienen los ojos muy
abiertos. Un Lord nunca le dice a otro miembro cómo debe tratar a su
elegida. Matt me lanza una mirada de “vete al infierno” y luego la levanta
del agua por el cabello. Su cabeza cuelga hacia atrás y se queda
completamente quieta durante un segundo antes de escupir agua por la
boca. Aspirando aire, procede a toser.
Ser un Lord no se trata de lastimar a nuestras elegidas. Son una
recompensa. Si la rompes o la matas, no podrás reemplazarla por otra. Él lo
sabe.
No voy a decir que nunca ha sucedido porque ocurrió. Más de una vez
desde que me incorporé. Estas mujeres figuran como personas
desaparecidas y nunca son buscadas. Cuando el público ni siquiera sabe que
tu organización existe, nadie sospecha que se cometió un crimen.
Me doy la vuelta y salgo de la catedral, regresando a la casa para
jugar con Blakely. Mi teléfono suena cuando me siento en mi auto.
—¿Hola? —respondo, dejando que el bluetooth lo tomé mientras
arranco por el camino de grava.
—¿Con quién terminaste? —pregunta mi padre a modo de saludo. Es
un Lord. La mayoría de los miembros llegaron aquí por su linaje. Mi hijo o
mis hijos serán Lords algún día y así sucesivamente. Es algo que no fue una
elección, sino que se me exigió. Pero yo estaba más que preparado y
dispuesto a aceptar.
—Blakely —respondo, saliendo a la carretera.
—Buen trabajo, hijo —dice con un fuerte suspiro.
—¿Alguna vez dudaste de mí? —pregunto en broma.
Se ríe.
—No. Solo asegúrate de hacer lo que hay que hacer.
—Siempre.
—Nos vemos este fin de semana. —Cuelga, satisfecho con nuestra
charla, y “Everybody Gets High” de MISSIO llena inmediatamente mi auto.
Matt no se acercará a ella. No hasta que la entregue físicamente
después de la graduación. Y no quedará nada de ella para que él se lleve.
***
Desbloqueando la puerta de mi dormitorio, entro y la encuentro
todavía desnuda, inclinada sobre mi estribo atada, amordazada y con los
ojos cerrados.
Decidiendo dejarla dormir unos minutos más, entro en el cuarto de
baño y me despojo de mi ropa aún húmeda. Necesito una ducha. Entro,
cierro la puerta y miro mi polla dura. Pongo un poco de jabón en mi palma
y la acerco a mi polla. Envuelvo la mano alrededor de la base y la acaricio,
mi mano se aprieta tan dolorosamente que me deja sin aliento.
—¿Qué...? —Me detengo y la suelto, apoyando ambas manos en la
pared, me paro debajo del rociador. Llevo tanto tiempo haciéndolo que ya
es una costumbre. La cantidad de porno que he visto en los últimos años es
suficiente para hacer sonrojar a una prostituta. Eso sin mencionar lo que he
visto suceder aquí en la casa de los Lords. Sabíamos al entrar en nuestro
primer año cuáles iban a ser nuestros requisitos. Perdí mi virginidad cuando
tenía quince años con la hija de nuestro vecino. Ella tenía la misma edad
que yo. No fue como si hubiéramos salido. Los dos queríamos follar y la
decisión fue fácil. Después de eso, follé durante toda la escuela secundaria.
El verano antes de venir a Barrington, follé con todas las que pude,
sabiendo que sería la última oportunidad que tendría durante un tiempo. No
sirvió de nada. En el momento en que llegué y supe que tendría que
masturbarme fue cuando empecé a desearlo.
Dile a alguien que no puede tener algo y míralo hacer todo lo que esté
a su alcance para lograrlo. Especialmente si ya lo han experimentado antes
y saben lo bien que se siente. Nos hacemos responsables. Muchos hombres
han sido expulsados, despojados de sus títulos y rechazados por eso. Los
Lords no bromean. Es una organización de tolerancia cero. No hay tres
strikes y estás fuera. Pueden decidir en cualquier momento decirte que
recojas tus cosas y te vayas a la mierda durante toda tu estancia en la
universidad. Si aceptas y te conviertes en un Lord y luego la cagas. Bueno,
digamos que te persiguen y te matan.
Terminando con la ducha, me seco y salgo al dormitorio, decidiendo
que es hora de despertarla. Abro mi mesita de noche y saco primero el
lubricante. Luego me dirijo al extremo de la cama. Dejo caer la toalla a mis
pies, la alejo de una patada y paso los dedos por su coño. No está tan
mojada, pero no esperaba que lo estuviera. Aplico un poco de lubricante en
mis dedos y lo froto suavemente sobre su coño y sobre su culo. Se asustó
cuando la toqué ahí antes de irme para terminar de ver la ceremonia de
votos, pero aprenderá que eso también me pertenece, y lo tendré. Incluso si
eso significa que no me deja otra opción que tomarlo por la fuerza.
Introduzco un dedo en su coño, observando si reacciona. Cuando no
lo hace, añado un segundo, y su cabeza se mueve un poco.
—Despierta, Blake.
Retiro los dedos, agarro mi polla y me deslizo dentro de ella, sin
esperar. Ella se sacude, tirando de sus ataduras, tratando de darse la vuelta.
Dando una palmada en su trasero, ecucho su gemido entre dientes. Mirando
hacia abajo, veo cómo mi polla entra y sale de ella. Ahora puedo entrar más
profundamente que antes, y puedo hacerlo con más fuerza. Agarrando el
estribo a cada lado de sus caderas, lo hago. No pierdo el tiempo. Sé que está
dolorida, pero ir despacio no le hará ningún bien. Además, yo no soy así.
No voy a darle ninguna falsa esperanza de que esto será algo más de lo que
es.
Soy su dueño.
Su coño se aferra a mí, y yo empujo dentro de ella, el cabecero golpea
la pared con cada embestida. Inclinándome sobre su cuerpo, agarro su
cabello y levanto su cabeza de sus brazos. Envuelvo mi brazo libre
alrededor de su cuello y sujeto su cabeza. Sus brazos cruzados delante de
ella se tensan y sus manos se cierran en puños.
—¿Sientes eso? —pregunto, haciéndola gemir— ¿Lo jodidamente
húmeda que estás? —Me retiro y empujo mis caderas hacia delante—. Me
encanta —digo, y ella se contrae a mi alrededor. Gruñendo en su oreja,
golpeo mis caderas contra ella, su respiración se acelera y su cuerpo se
tensa. Un grito entrecortado llena mi habitación cuando se viene.
Reduzco el ritmo y suelto su cabello y cuello. Su cabeza cae sobre sus
brazos cuando me retiro por completo y se deja caer sobre la cama.
Introduzco mi pulgar en su húmedo coño un par de veces antes de volver a
sustituirlo por mi polla.
Cuando deslizo mi pulgar hasta su culo, empieza a resistirse, pero no
tiene ninguna oportunidad. Presiono mi pulgar sobre su orificio cubierto de
lubricante, aplicando un poco de presión.
—Relájate —digo, golpeando el costado de su pierna con mi mano
libre—. Dolerá menos. —Gimiendo, deja de forcejear. Saco mi polla de su
coño y la penetro lentamente mientras mi pulgar empieza a rodear su culo,
aplicando suavemente más presión— Buena chica —digo, repitiendo ambas
cosas—. Solo respira.
Ella jadea, su cuerpo tiembla. Veo cómo los músculos de su espalda
se tensan mientras lucha contra las ataduras. Cuando meto mi pulgar en su
culo, un grito ahogado sale de sus labios encintados.
—Qué culo tan apretado —digo rechinando los dientes. Se sentirá
increíble cuando lo folle. —Voy a follarlo, Blake —digo—. Mi semen
llenará este culo tan estrecho como lo hará tu coño.
Dejo mi pulgar dentro de ella mientras mis caderas vuelven a acelerar
el ritmo, mi polla folla su coño. Estoy cerca.
Mi respiración se acelera, llenando la habitación mientras la cabecera
golpea la pared. Intento contenerme, pero ya ha pasado demasiado tiempo.
Me recuerdo a mí mismo que tengo mañana y el día siguiente y el siguiente.
Ella me pertenece hasta la graduación. Puedo hacer esto tanto como quiera.
Sintiendo que mis pelotas se tensan, la penetro profundamente por
última vez. Mis músculos se tensan y mi polla palpita dentro de su dulce
coño mientras me vengo.
Primero saco el pulgar y su cuerpo se hunde en la cama mientras saco
mi polla. Dejándola así durante un minuto, me agacho y tomo la toalla que
había tirado y la paso sobre ella, limpiándola. Una vez hecho esto, me
inclino sobre su espalda. Arranco la cinta de su boca y saco la ropa interior.
Luego me pongo a trabajar para liberar sus brazos y piernas antes de entrar
en mi cuarto de baño para buscar unas pastillas para ella. Al salir, la veo
sentada en el borde de la cama, con la cabeza gacha y las manos sobre su
regazo, frotando sus muñecas.
—Aquí. Toma esto. —Extiendo la mano.
Me mira y sus ojos cansados se agrandan por la emoción.
Interesante.
—Es Advil para ayudar con el dolor.
—Oh —dice y sus hombros se hunden con decepción cuando abro la
mano para mostrárselas.
—Pensabas que te iba a drogar otra vez —comento.
Sus mejillas se enrojecen, pero me las quita. Sus ojos caen al suelo,
incapaces de encontrarse con los míos.
Me acerco a ella, tomo suavemente su barbilla y la levanto para que
tenga que mirarme.
—Dime. —Ella tiene algo en mente. Y Blake necesita saber que no
hay nada de lo que no pueda hablar conmigo. No soy el tipo de persona que
corre hacia sus amigos y les cuenta lo que hicimos. Si hay algo sobre mí, es
que puedo guardar un secreto. De hecho, seré enterrado con muchos. Lo
que haga con ella se sumará a los demás.
—¿Tuvimos sexo esa noche? —susurra—. Esa noche me diste de
beber.
Inclino la cabeza hacia un lado ante su pregunta. ¿No creía que esta
noche era su primera vez?
Ella suspira ante mi silencio.
—Yo, eh... es que al día siguiente estaba muy dolorida...
—No —respondo. Claro que estaba dolorida. Fui duro con ella. Odio
tener que decírselo, pero a partir de ahora siempre estará dolorida.
—Oh. —Una vez más, parece decepcionada por esa respuesta.
—Me dijiste que eras virgen aquí la noche de la fiesta. —No voy a
decirle que no me la folle por eso. Porque honestamente, no me habría
detenido. Es el camino que elegí. Los Lords pueden echarte, despojarte de
tu título y poder. Y por mucho que quisiera, hacerla mía durante mi último
año es jodidamente mejor que solo una vez.
Sus ojos se agrandan y sus mejillas se enrojecen al pensar que me ha
contado esa información.
—Matt nunca se acostaría conmigo —susurra.
Odio que mencione su nombre, pero entiendo fue una parte
importante de su vida. Voy a borrar cualquier pensamiento sobre él de su
memoria. Ni siquiera sabrá quién es cuando se la devuelva.
—No tienes que avergonzarte —digo—. Me gusta haber sido el
primero en follarte. —Suelto su barbilla y paso mi pulgar por sus labios.
Su respiración se acelera mientras pregunta:
—¿Qué hiciste... esa noche en mi apartamento?
—Puedo enseñarte. —Me encantaría que me viera jugar con ella
mientras estaba drogada. Ver si la excita. Tengo la sensación de que se
excitaría con eso.
—¿En serio? —Sus ojos se agrandan y sus pezones se endurecen ante
esa idea.
—Sí, pero no esta noche. —Retiro las sábanas y ella se mete debajo
desnuda. Me deslizo junto a ella y se acurruca a mi lado. Estoy a punto de
apartarla de mí, pero no lo hago. En vez de eso, la acerco más, sabiendo que
esta casa está llena de casi cien hombres, y que cualquiera de ellos con
gusto me la quitaría.
Capítulo 15
BLAKELY

A la mañana siguiente, caminamos por el pasillo de mi complejo de


apartamentos y llegamos a mi puerta. Hay dos cajas afuera. Ryat se agacha
para recogerlas, me quita las llaves de la mano y abre la puerta de un
empujón.
—¿Qué hay en esas cajas? —pregunto, entrando.
—Cortinas —responde, bloqueando la cerradura de la puerta después
de cerrarla.
—¿Cortinas? —cuestiono—. ¿Por qué haces que envíen cosas a mi
apartamento?
—Porque son para tus ventanas.
Lo sigo a la cocina, él abre el cajón superior, saca las tijeras y corta la
parte superior la caja, abriéndola de golpe.
—¿Cómo sabías dónde estaban esas tijeras? —pregunto, pero me
ignora, repitiendo el proceso con la segunda caja—. ¿Para qué las necesito?
—continúo.
—Tienes una hora —me despide.
De pie, lo miro, preguntándome qué demonios está haciendo cuando
me hace girar y me da una palmada en el trasero de forma juguetona,
ordenando:
—Ve a prepararte.
—No me llevará tanto tiempo —digo, tratando de entender qué
demonios está haciendo.
—Deberías hacer la maleta.
No tenía nada en su casa, así que tuvimos que pasar por aquí esta
mañana antes de mi clase de las diez. Comienzo a caminar hacia mi
habitación, pero me detengo y me giro para mirarlo.
—¿Podemos quedarnos aquí?
Deja las malditas cortinas a un lado y me mira. Frunce las cejas.
—¿Aquí? —repite.
Asiento.
—Sí, la casa está llena de gente. —Y Matt está allí—. ¿Podemos
quedarnos aquí? ¿Al menos algunas veces? ¿O eso va en contra de una
regla? —No tengo ni idea de lo que tienen o no tienen permitido hacer.
¡Matt nunca me decía una mierda! Pensé que era porque intentaba
protegerme, pero ahora creo que es porque me ocultaba cosas.
—No. No va en contra de ninguna regla —responde, y sonrío por su
sinceridad, pero me doy cuenta de que no responde a mi primera pregunta
—. Ve a prepararte. —Vuelve a prestar atención a mis nuevas cortinas, lo
que me hace poner los ojos en blanco.
Me pongo un poco de maquillaje: base, rímel y rubor. Luego cepillo
mi cabello antes de pasar una plancha por las puntas para intentar alisarlo
rápidamente, ya que anoche me quedé dormida con el cabello mojado,
luego me pongo una camiseta negra de tirantes y una falda. Se asemeja a
una falda de tenis con cinturilla ancha y pliegues. La tela es suave y liviana.
Me inclino sobre la encimera y me pinto los labios de rojo y lo doy por
bueno.
Entro en mi habitación y lo encuentro de pie frente a mi ventana,
admirando las cortinas negras que ahora cuelgan de mi ventana. Debe
haberlas colgado mientras yo estaba en el baño.
—Estoy lista.
Me mira por encima del hombro y luego gira todo su cuerpo,
colocando las manos en las caderas. Sus ojos de deslizan a mi pecho y bajan
lentamente hasta mis talones, endureciéndose a un verde más oscuro.
—Cámbiate —me ordena.
Me río y me dirijo a la cocina.
—Voy a tomar una bebida muy rápido, luego podemos irnos. —Me
inclino hacia la nevera y tomo una botella de agua. Al enderezarme, me giro
y la cierro—. De acuerdo… —grito, pero él está parado ahí mismo,
haciéndome saltar—. Jesús, Ryat…
Agarra mi cabello y me tira hacia adelante. Grito, dejando caer el
agua. Empujándome hacia abajo, me dobla por la cintura y me arrastra de
regreso al dormitorio, arrojándome sobre la cama boca abajo.
Estoy por levantarme, pero agarra las manos y las coloca en mi
espalda.
—Ryat… —Jadeo su nombre cuando se sienta sobre mis muslos,
inmovilizándome, sabiendo exactamente a dónde va esto. Pone mis brazos
en paralelo contra mi espalda, sujetándolos con una mano, sus dedos se
clavan en mi piel. Entonces escucho cómo quita su cinturón con la mano
libre. Lo envuelve alrededor de mis antebrazos y luego lo abrocha,
asegurándolos en su sitio.
Mi rostro está apoyado contra el edredón, manchando el poco
maquillaje que me acabo de aplicar. Se levanta de mis muslos y les da una
palmada.
—Pon mi culo en el aire —me ordena.
Cierro los ojos, con el corazón martilleando todavía por haberme
arrastrado hasta aquí. Moviéndome lo mejor que puedo, me pongo de
rodillas y las separo todo lo que puedo, sabiendo lo que quiere. Me duele
todo el cuerpo desde la noche anterior. Mis pantorrillas arden por la
posición en la que estaba cuando me dejó allí. Me duelen los hombros de
tanto tirar de mi cuerpo. Me duele la espalda por haber sido estirada sobre
su estribo. Tengo moretones en las caderas. Y en mis pies por los tacones.
¿Pero mi coño? Está palpitando, suplicando que lo toquen. Que lo follen.
Duele de la mejor manera y espero que siga así. Un recordatorio de lo que
él me hace.
Me estremezco cuando sus manos tocan mis muslos. Las desliza hasta
mi trasero, por debajo de la falda, antes de levantar el suave material y
colocarlo en mi espalda. Engancha sus dedos en mi ropa interior y se toma
su tiempo, subiendo y bajando lentamente por el interior del material,
rozando con sus nudillos mi coño.
Respiro entrecortadamente cuando tira hacia un lado la tela,
exponiéndome a él.
—Estás tan mojada —elogia, y entierro mi rostro en el edredón para
que no pueda escuchar mi patético gemido. Siempre supe que me excitaría
ser dominada—. ¿Ves lo fácil que fue esto? —prosigue—. ¿Quieres vestirte
así para que alguien vea lo que tengo y lo tome? —Entonces escucho su
cremallera.
No me da ninguna oportunidad de prepararme para su polla. Sin
dedos. Ni lengua. Empuja su dura polla dentro de mí, estirándome con su
gran tamaño y haciéndome gritar. Duele. Igual que la noche anterior. Estoy
dolorida y sensible, pero quiero venirme. Quiero escucharlo gemir mi
nombre. Me encanta que no pueda evitarlo. Que tenga esa necesidad
primitiva de hacerme suya. Una y otra vez.
Separa más las piernas con las suyas, y el nuevo ángulo hace que mi
trasero baje un poco. Se inclina sobre mi espalda, agarra mi cabello y tira
hacia atrás, follándome con dureza hasta que ambos nos venimos y las
lágrimas corren por mi rostro.

RYAT
Una vez hecho, me retiro y ella se hunde en la cama. Arranco su falda
y desabrocho el cinturón. Se estira y sorbe. La ayudo a sentarse y me dirijo
a su tocador, abro el tercer cajón y saco un par de jeans.
—Ponte estos. —Los arrojo sobre la cama—. Déjate la ropa interior
puesta. —Quiero que esté vestida con su ropa interior cubierta de semen
todo el día. Me aseguraré de metérselas en la boca más tarde. Para
recordarle lo que le hice cuando desobedeció. Estoy por salir de su
habitación, pero ella me detiene.
—¿Cómo sabías dónde estaban?
Me doy la vuelta y la miro fijamente. Arruiné su maquillaje, y su
cabello ahora es un desastre por haberlo enredado en mis manos.
Prácticamente ella arruinó todo lo que se hizo durante los veinte minutos
que duró nuestro polvo. Me apoyo en el marco de la puerta y cruzo los
brazos sobre mi pecho.
Sus ojos caen sobre su falda en mi mano.
—¿Ryat? —gruñe mi nombre—. Sabías dónde estaban las tijeras. Y
ahora mis jeans. —Sube la voz.
Sonrío. Ella es hermosa cuando se enfada. Lo recordaré.
—¿Has... has revisado mi habitación cuando no estaba aquí?

Dejo su cuerpo inconsciente en su cama. De pie junto a ella, la veo


dormir. Se desmayó en el momento en que se vino sobre mi rostro, en mi
cama, durante la fiesta en la casa de los Lords. La vestí, la metí en su auto
y la traje de vuelta a su apartamento mientras Gunner me seguía en su auto
con una Sarah borracha y desmayada también.
Blakely no recordará mucho mañana. Demasiado alcohol le hará eso.
—¿Listo? —Gunner entra en su habitación para ver si estoy listo
para lo que hemos venido a hacer.
—Dame un minuto —respondo. Entrando en su baño, abro sus
cajones, buscando algo que será muy importante una vez que la elija como
mía.
Agachándome, abro los gabinetes inferiores debajo del lavabo y veo
productos para el cabello y rizadores. De pie, abro el cajón que está junto
al lavabo.
—Ajá. —Saco el recipiente color rosa claro. Al abrirlo, veo el método
anticonceptivo y me aseguro de que esté en el día correcto. Que lo tenga no
significa que lo use. Y así es. Justo lo que quería saber. Ahora que sé que es
virgen, quiero asegurarme de no tener que usar un condón. Lo último que
necesito es dejarla embarazada.
Lo vuelvo a dejar donde lo encontré, salgo de su habitación y me
dirijo a la sala de estar. Saco su celular, sus llaves y su identificación de mi
bolsillo trasero y lo dejo en la encimera de la cocina.
—Estoy listo. —Le tiendo la mano a Gunner mientras él quita las
cosas de Sarah de las suyas.

—No —le digo con sinceridad—. Lo revisé cuando te traje a casa de


la fiesta de los Lords. —Hice algo más que revisar sus cosas.
Sus ojos caen al suelo y sus cejas se fruncen.
—Anoche… anoche dijiste que me mostrarías lo que me hiciste
cuando bebí esas cosas. —Sus ojos vuelven a dirigirse a los míos—.
¿También pusiste cámaras aquí esa noche?
—Sí. —Ella nunca las encontrará. Gunner y yo estábamos preparados
para hacer nuestra tarea esa noche. Estuvimos aquí más de dos horas.
—¿Cuántas? —exige ella, poniéndose en pie, pero se tambalea, sus
piernas están temblorosas por haber tenido mi polla en su coño. Así que se
quita los tacones para tener más estabilidad.
—Suficiente.
—Ryat. —Se abalanza hacia mí—. ¡No tenías derecho!
Extiendo la mano, agarro su cuello y la estampo contra la pared junto
a la puerta. Pongo mi rostro en el suyo y nuestras narices prácticamente se
tocan. Ella deja escapar un suspiro tembloroso.
—Por mucho que me guste tu actitud. —Sus bonitos ojos azules se
entrecierran hasta convertirse en rendijas sobre los míos—. Tenemos que ir
a un lugar. Vístete, arréglate y vámonos.
La suelto y me dirijo a la cocina, dejando que se prepare. Abro el
cajón junto al fregadero, agarro un encendedor y lo acerco a la falda,
encendiéndola y dejándola caer en el fregadero. Era muy corta y de fácil
acceso. Ella pensó que estaba bromeando cuando le dije que se cambiara.
No lo estaba. Aprenderá muy rápido que no bromeo sobre la mierda, y no
tengo ningún problema en demostrárselo.
Al igual que las cortinas. Las conseguí porque una vez me senté en mi
auto y me masturbé con ella caminando desnuda por su habitación y
tomando una ducha. No voy a permitir que otro hombre haga lo mismo. Así
que tuve que añadir algo de protección para ella.
Ella está abanicando el humo mientras entra en la zona abierta de la
sala de estar/cocina. Ahora está vestida con los jeans que elegí. Arregló su
maquillaje, pero se ha recogido el cabello en un moño desordenado en lugar
de tomarse el tiempo para hacer algo con él.
—¿Qué estás quemando? —pregunta.
Cuando no respondo, mira a su alrededor y sus ojos se dirigen al
fregadero.
—¿Es mi falda? —gruñe.
—Era tu falda —la corrijo, y ella aprieta los puños a los lados—.
Tengo que irme de la ciudad este fin de semana —le digo, cambiando de
tema. Probablemente no será la última prenda suya de la que me deshaga.
Ella inclina la cabeza hacia un lado, dejando escapar un suspiro
exasperado.
—¿Por qué? —Su tono me dice que no le importa. Solo se siente
obligada a preguntar.
—No vayas a la casa de los Lords. —Entonces, ignoro su pregunta.
Sus labios se inclinan un poco hacia abajo ante su confusión.
—¿Qué? ¿Por qué iba a…
—No vayas allí —la interrumpo.
—Claro, sí. —Ella asiente como si yo creyera en esa mentira de
mierda que acaba de decir.
—Eso no es suficiente, Blake —digo.
Ella resopla.
—Bueno, Sarah está allí. ¿Por qué no puedo ir a verla? Estarás fuera
de la ciudad. ¿Qué más tengo que hacer?
Eso es lo que me temía. Las fiestas en casa de los Lords cada maldito
fin de semana después de la ceremonia de votos. Sin capas, sin máscaras.
Solo malditas orgías. Cualquiera y todo el mundo aparecerá. No confío en
Matt cerca de ella. Y no confío en que ella no se emborrache con Sarah.
Demonios, la última vez que lo hizo, dejó que un tipo la atara y se la
chupara. Así que soy muy consciente de lo que está dispuesta a hacer. Ella
ha estado hambrienta de atención física por más tiempo que yo. Sabía que
no podía tenerla; simplemente fue rechazada. No la culpo por quererlo
ahora, pero tengo miedo de que se haga demasiado amiga de alguien. O que
alguien vea una mujer borracha desmayada como una oportunidad. Podría
hacer que Prickett y Gunner la cuiden, pero ella no es su responsabilidad.
Es mía.
Me acerco a ella y se pone rígida, esperando que la arroje al suelo o la
ate y la folle. En vez de eso, le digo:
—Habrá muchas fiestas a las que podremos asistir allí. Solo
prométeme que no irás a la casa de los Lords sin mí. Nunca. —A menos
que entre por las puertas principales conmigo de la mano, no tiene que estar
allí. Punto.
Sus ojos azules buscan los míos antes de lamerse los labios y asentir,
suavizando su voz.
—Lo prometo. —Suena mucho más creíble.
Acariciando su mejilla, me inclino y beso su frente mientras susurro:
—Buena chica —escucho un gemido saliendo de ella.
Me enseñaron a castigar y humillar cuando era necesario. Pero
también me enseñaron la importancia de los elogios. Blakely aprenderá a
anhelar eso de mí tanto como lo otro.
Capítulo 16
BLAKELY

Me siento en silencio en el asiento del copiloto mientras él nos lleva a


Barrington. Mi apartamento no está en el campus, pero definitivamente está
lo suficientemente cerca como para poder ir caminando si fuera necesario.
—¿Vas a mostrarme lo que hicimos esa noche en mi apartamento? —
pregunto, rompiendo el incómodo silencio.
Permanece callado, conduciendo por uno de los muchos
estacionamientos, buscando un espacio. Cruzo los brazos sobre mi pecho y
suelto un resoplido. Cuando encuentra un sitio, entra en él. Me acerco a la
puerta cuando me tiende su teléfono. Suelto la manija de la puerta y lo
miro. Me hace un gesto para que lo tome.
Agarrándolo de su mano, veo que hay un video en pausa. Presiono
play.
En el video aparezco yo en mi habitación. Estoy acostada de espaldas,
con las manos junto a mi cabeza y desmayada. Ryat entra en la habitación y
se acerca al lado de la cama. Levantando mi camiseta, coloca su mano sobre
mi estómago y la desliza hacia abajo hasta llegar a mi ropa interior. Mis
pezones se endurecen mientras veo cómo la empuja por mis piernas antes
de separarlas. Luego se sube a la cama y se sienta entre ellas. Comienza a
introducir los dedos y mi respiración se acelera mientras mi cuerpo
reacciona al vídeo.
Observo cómo sus dedos hacen que me retuerza sobre la cama, mi
cuerpo cobra vida para él por sí solo. Él se pone rígido, mi cuerpo se
balancea hacia adelante y hacia atrás, obligándome a venirme. Retira los
dedos y los frota por mis labios antes de chuparlos.
Estoy jadeando mientras veo esto. Es el único sonido que se escucha
dentro del auto mientras aprieto los muslos. Por suerte, el video no tiene
audio.
Entonces me arranca la camiseta y sale del encuadre. El vídeo se
detiene. Sin mediar palabra, arrojo su teléfono sobre su regazo, abro la
puerta y salgo. Prácticamente corro por el estacionamiento hasta el edificio,
necesitando alejarme de él.
Eso no debería haberme excitado tanto como lo hizo. Pero el hecho de
que no fuera consciente de que estaba allí hace que mi cuerpo sude. La
forma en que sabía lo que necesitaba, lo que me gustaba.
Me dirijo a mi primera clase del día y me siento junto a Sarah. Tiene
una gran sonrisa en su rostro.
—¿Cómo pasaste la noche?
Me sonrojo y miro hacia mi escritorio. Por supuesto, ella sabe que
nunca me acosté con Matt, pero lo había intentado.
—Bien. ¿Y tú?
Apoya el codo en su escritorio y la barbilla en la mano.
—Increíble.
La chica que está frente a mí se da vuelta, mirando fijamente.
—Por favor, dime que ustedes dos no…
—Métete en tus asuntos —le dice Sarah.
—Tal vez si no hablaras tan alto —suelta, y luego se da la vuelta,
echándose el cabello por encima de su hombro como la última vez.
Salimos de la clase y veo a Ryat al otro lado del pasillo. Igual que
antes, está de pie con Gunner y esa rubia.
—¿Almuerzo? —le pregunto a Sarah antes de que se aleje.
—Claro —lanza por encima de su hombro.
Intento acercarme a ellos sin que parezca que estoy espiando. Me
apresuro hacia el pasillo lateral y me asomo por la esquina.
Ella está de pie frente a ellos, con ambas manos en sus caderas. Su
corto y rubio cabello está recogido en una coleta, y está vestida con unos
pantalones cortos, una camiseta y unos tacones negros. Está de espaldas a
mí, así que no puedo ver su rostro. Gunner está sonriendo, y Ryat parece
aburrido mientras la mira fijamente.
—Cindy Williams. —Escucho una voz familiar.
Salto y miro a mi alrededor, encuentro a Matt mirándome. ¡Mierda!
Atrapada. ¿Por él de entre toda la gente?
—¿Quién? —pregunto, cruzando los brazos sobre mi pecho, sin
esperar respuesta.
Él sonríe con una sonrisa fría y serena. Como si este fuera su plan
para conseguir que hable con él.
—Su hermano mayor… es cinco años mayor que yo. Será presidente
de los Estados Unidos algún día.
—Sí, claro. —Me río de eso y de esta extraña conversación que
estamos teniendo. Es la primera vez que me habla desde que nos peleamos
aquí en el pasillo.
—Y Ryat… —Me pongo rígido cuando dice su nombre—. Ryat
Archer será el juez más despiadado y reconocido de Nueva York. Bueno,
posiblemente de los Estados Unidos.
Frunzo el ceño, mirándolo.
—¿Por qué me cuentas esto? —¿Por qué me está hablando? ¿No
estuvo en la ceremonia de votos con esa chica con la que estaba en la casa
de los Lords? ¿No sabe que le pertenezco a Ryat?
Él resopla.
—Cindy Williams será la señora Cindy Archer.
Mi pulso se acelera ante sus palabras. Ahora entiendo por qué me
habla. Cree que puede lastimarme. Él piensa que soy una perra tan
necesitada y solitaria que ya me he enamorado de Ryat después de una
maldita noche. ¿En serio? Entonces, porque un tipo finalmente me folló, ¿se
supone que debo amarlo?
Él camina hacia mí, haciéndome retroceder hasta que mi espalda
choca contra la pared.
—Matt… —le advierto.
Inclinándose hacia mi oreja, susurra:
—Ella será su esposa. Tendrá sus hijos. Y ella será la que esté atada a
su cama para que se la folle.
Una sensación de frialdad recorre mi espalda. No por sus palabras,
sino por cómo las dice. El tono oscuro de su voz envía escalofríos de
advertencia por mi columna vertebral.
Se aleja y me sonríe.
—Al igual que tú serás esas tres cosas para mí. —Extiende la mano y
juega con un mechón de cabello que se ha caído de mi moño desordenado
—. Diviértete mientras puedas, Blakely. Puede que él te esté follando por
ahora, pero seré yo quien te tenga por el resto de tu miserable y jodida vida.
Y nunca dejaré que veas la luz del día. —Inclinándose hacia delante, lame
un lado de mi rostro, haciéndome sentir el sabor del vómito. —Y pagarás
por lo que me has hecho. Recuerda que ahora está jugando contigo, pero
seré tu dueño. Hasta que la muerte nos separe. Y eso no llegará lo
suficientemente rápido para ti. —Sus ojos se dirigen a los chupones que
Ryat dejó en mi cuello, y luego a los moretones en mis brazos y muñecas.
—Puedes ser su puta, pero serás mi despreciable puta—. Luego se marcha.

RYAT
—¿Por qué no me elegiste a mí? —pregunta Cindy, con las manos en
las caderas—. Sé que mi nombre estaba en esa lista —espeta.
No digo nada. No todas las chicas son elegidas. Este año tenemos
quince alumnas de último año y cientos de nombres de mujeres en la lista.
Por eso algunos Lords eligen a más de una. La lista de mujeres dispuestas a
ser una elegida es kilométrica.
Gunner se ríe de sus palabras.
—¿Por qué mierda te elegiría como su elegida? Estará atrapado
follando contigo todos los días después de su graduación hasta que muera.
¿Por qué iba a añadir un año a esa sentencia de prisión?
Mostrando los dientes, ella suelta un gruñido y se da la vuelta,
pisando fuerte por el pasillo.
—Hombre, vas a odiar ser su marido. Ella va a ser una perra
miserable—. Me da una palmada en el hombro, mirándola balancear su
trasero por el pasillo. —La mantendría amordazada las veinticuatro horas
del día, atada a una tabla en el sótano.
—Ese es el único plan que tengo—. Mis padres arreglaron mi
matrimonio con Cindy Williams hace años. Yo estaba en el último año de la
escuela secundaria, y ella en el primer año. Vivíamos en Nueva York; su
familia vivía en California. Nos fuimos de vacaciones a los Alpes con ellos.
Nuestros padres son Lords. Y sus dos hermanos mayores también. Su padre
la quería con un compañero Lord, y cuando mi padre le dijo que yo iba a
tener mi iniciación en el primer año del siguiente año escolar, comenzaron a
sonar las campanas de boda.
Pasamos dos semanas en los Alpes. La primera noche allí, ella
encontró el camino hacia mi habitación y me despertó con mi polla en su
boca. Pasé más tiempo en la cama follando con ella que esquiando. Ella está
bien cuando su boca está llena, pero cuando no lo está, todo lo que hace es
abrir la boca. Sin escalas.
—Entonces, ¿qué vas a hacer? —pregunta Gunner, llamando mi
atención.
Lo miro.
—¿Sobre qué?
—La reina del hielo. Probablemente ya esté hablando por teléfono
con papá, delatándote por haber elegido a Blakely en lugar de a ella.
Le hago un gesto, restándole importancia.
—Déjala. No pueden hacer nada al respecto—. Mi padre sabía que
me habían dicho que eligiera a Blakely. Él comprende que no tuve elección,
y también sabe que lo que él y mi madre han arreglado con los Williams no
va a ninguna parte. Ahora mismo, mi objetivo es joder a Matt y su patética
vida. —Tengo a la chica adecuada.
Gunner me da una palmada en el pecho.
—Hablando de tu chica—. Señala al final del pasillo.
Veo a Blakely caminando en dirección opuesta con la cabeza gacha,
sosteniendo una pila de libros en sus manos contra su pecho.
—Nos vemos en la casa de los Lords —le digo y me alejo por el
pasillo. —¿Blake? —grito, pero ella sigue caminando. —¡Blakely! —grito
su nombre completo cuando decide ignorarme.
Al alcanzarla, agarro su hombro y la hago girar. Me mira con los ojos
llenos de lágrimas. Frunzo el ceño. Acabo de dejarla hace una hora y me ha
evitado por completo. Sabía que ver cómo la hice venirse la pondría
nerviosa.
—¿Qué pasa?
Mira hacia atrás, hacia donde yo estaba parado, y luego hacia mí. Sin
responder, comienza a caminar de nuevo.
—¿Blake? —gruñí agarrando su brazo. Ella trata de alejarse de mí,
así que la agarro con fuerza y la arrastro a un salón de clases cercano que
está vacío.
—¡No me toques! —grita, dejando caer todos sus libros al suelo
mientras cierro la puerta detrás de nosotros.
—¿Qué mierda te pasa? —exijo, acercando mi rostro al suyo.
Sus ojos se entrecierran justo antes de abofetearme.
—¡Vete a la mierda! —grita. Está por abofetearme de nuevo, pero
agarro sus muñecas, haciéndola girar y envuelvo mi mano libre alrededor
de su pecho. La inmovilizo apretando ambos brazos contra su pecho, con
su espalda presionada contra mi pecho. —Váyanse a la mierda todos. —
Ella sorbe su nariz, luego su cuerpo se ablanda contra el mío y comienza a
llorar.
—Oye. —La suelto y la hago girar para que me mire, sabiendo que
algo está muy mal. Ella baja la cabeza y levanto su barbilla, obligándola a
mirarme—. Será mejor que me digas ahora mismo lo que te pasa.
Sus ojos inyectados en sangre buscan los míos y luego niega con la
cabeza, con las fosas nasales dilatadas.
—Hice un juramento para dejar que me follaras, Ryat. No tengo que
darte nada más.
Mis dientes rechinan.
—No funciona de esa manera…
—¿Quién lo dice? —Ella resopla, apartándose de mí—. ¿Tú? —Sus
ojos se dirigen a mis zapatos y se deslizan por mis jeans y camiseta. Cuando
llegan a mis ojos, los suyos están llenos de desprecio. Luego recoge
rápidamente sus libros antes de pasar junto a mí hacia la puerta.
Me pongo frente a la puerta y la golpeo con la palma de mi mano,
bloqueando su salida.
—Blake…
Me mira, sus ojos azules ahora arden con fuego. Ocurrió algo que la
hizo enfadar, y no me gusta que no me diga qué es.
—A menos que planees arrancarme la ropa e inclinarme sobre un
escritorio, hemos terminado aquí —afirma, arqueando una ceja.
Esta perra me está desafiando.
Mi polla ya está dura por su pequeña actitud, pero también estoy sin
palabras. ¿Quién iba a saber que Blakely era un petardo? Yo no lo sabía.
Matt siempre la hacía parecer una florecilla que tenía que proteger de la
más suave brisa.
Suelto la puerta, levantando las manos en señal de rendición y
alejándome. Dejaré que se vaya ahora mismo porque tengo una idea mejor
de cómo recordarle a qué atenerse conmigo. No soy Matt. No voy a
aguantar esta mierda.
Ella abre la puerta de un tirón y sale corriendo, sus tacones
repiquetean contra el suelo mientras la puerta se cierra, dejándome
encerrado en el salón de clases.
Capítulo 17
BLAKELY

Me siento en la barra de la cocina de nuestro apartamento bebiendo


un ron con coca-cola. Es mi tercero. Hoy me salté el resto de mis clases. Me
importaba una mierda estar allí.
Lo que dijo Matt me afectó. Él tenía razón. No importa con quien
folle hoy, mañana o la próxima semana. El final será el mismo. Seré suya.
Y ahora lo he enfadado. Prácticamente me dijo que me mantendría
enjaulada en la oscuridad como su esclava sexual.
¿Qué diablos le hice? ¡Él me estaba engañando! Ni siquiera me habló
del ritual. ¿Cómo iba a jurar ser suya si no lo sabía? Ryat me eligió, pero
Matt no mostró ningún interés en mí. Solo por nuestro futuro como marido
y mujer. No olvidemos a la chica con la que ha estado durante Dios sabe
cuánto tiempo.
Bebo otro trago, el sorbete hace un ruido cuando me doy cuenta de
que he llegado al fondo. Luego, está Ryat y su prepotencia. No le voy a
decir una mierda sobre Matt y yo. Ya es posesivo y controlador. Si supiera
lo que me dijo Matt, probablemente se desquitaría con mi trasero, y no voy
a permitirlo. No hice nada malo.
Poniéndome en pie, me dirijo a la cocina para servirme otra copa,
pero me doy cuenta de que la botella está vacía. Genial. La arrojo al
fregadero y se rompe, algunos de los trozos caen al suelo. Retrocedo, sin
querer cortarme, y me acerco a la barra, tomando el celular para llamar a
Sarah.
—Hola, chica. —Ella contesta al segundo timbre.
—¿Quieres salir? —le pregunto a modo de saludo. O quiere o no
quiere. No tengo tiempo para andar con rodeos.
—Sí —responde emocionada—. Gunner y yo…
—Solo tú y yo —la interrumpo—. Necesito una noche de chicas. Y,
por favor, no le digas a Gunner a dónde vamos. Estoy evitando a Ryat ahora
mismo.
—Por supuesto —dice sin dudar—. ¿Estás en el apartamento?
—Sí. —Asiento.
—Estaré allí en veinte. —Finaliza la llamada. Dejo mi celular sobre la
encimera y me dirijo a mi habitación y a mi armario, dejando el desorden de
vidrios rotos en la cocina. Comienzo a rebuscar en mi ropa, buscando lo
más revelador que tengo. El hijo de puta ha quemado mi falda. Que se joda.
Sonriendo, saco el vestido del perchero.
—Perfecto.
Me desvisto y me pongo la falda, subiéndola hasta la cintura. Luego
levanto las dos piezas de tela hacia arriba y alrededor de mi cuello.
Dándome la vuelta, me miro en el espejo y en el vestido con escote halter
entrecruzado. Muestra mi estómago, pecho y toda mi espalda. El material
entrecruzado apenas cubre mis senos. Mirando hacia abajo, tiro del cordón
en mi muslo derecho, lo que hace que la falda se frunza aún más.
Veinte minutos después, entramos en Blackout. Es un club de cuatro
pisos en las afueras de la ciudad.
—¿Has estado aquí antes? —le pregunto mientras registramos
nuestras cosas en la entrada. De ninguna manera voy a cargar con todo
mientras bailo y bebo. Además, yo borracha con un teléfono no es
inteligente en este momento. No quiero enviarle un mensaje de texto
borracho a Ryat cuando esté cachonda a las dos de la mañana. O hacer algo
peor como enviarle fotos de mi coño mientras estoy en el baño.
—No. Janice me lo contó el otro día.
Asiento. Por supuesto, nuestra vecina lo hizo. El año pasado, Sarah y
yo nos despertamos a las tres de la mañana porque la policía estaba
golpeando su puerta. Encontraron drogas en su casa y pasó tres semanas en
la cárcel. Tuvimos que alimentar a su gato y regar las plantas por ella.
Nos abrimos paso entre la multitud y me agarro a la barra para
estabilizarme. Tendría que haberme puesto zapatos planos. Ya he bebido
mucho; voy a salir arrastrándome de aquí después del cierre.
Un camarero se acerca a nosotros.
—¿Qué será? —nos grita.
Estoy por entregarle mi tarjeta bancaria para iniciar una cuenta
cuando un tipo a mi lado desliza un billete de cien por la barra.
—Pagaré sus bebidas, Benny.
Al levantar la vista, veo un par de ojos oscuros que me miran
fijamente. Una sonrisa de satisfacción cubre su rostro sin afeitar, y sus ojos
se posan en mis pechos.
—No, gracias. — Lo despido, dejando mi tarjeta encima de la barra.
Él resopla.
—Vamos, deja que te paguemos las bebidas de la noche.
—¿Paguemos? —pregunta Sarah.
—Me llamo Nathan —se presenta un chico a su derecha, apoyando el
antebrazo en la barra—. Y este de aquí es mi amigo Mitch. —Señala al que
está a mi lado.
—Bueno, gracias por la oferta, Nathan y Mitch, pero estamos bien. —
Miro al camarero—. Ron y Coca-Cola. Dos, por favor.
—Oh, vamos. —El que está a mi lado recoge mi tarjeta y su mano
libre agarra mi antebrazo—. Deberías agradecer que nos ofrezcamos a
cuidar de ti por esta noche. — Esa sonrisa vuelve a su rostro —. Ya nos
pagarás más tarde.
Sus palabras me enfurecen. Espera que nos pongamos de rodillas y
besemos sus putos zapatos porque se ofrece a pagar ¿qué? ¿Tal vez un par
de cientos de dólares en bebidas para nosotras esta noche?
—No, gracias —repito y aparto mi brazo de un tirón mientras tomo
mi tarjeta del otro.
—Oye…
—No fue una maldita indirecta, imbécil. —Sarah arremete,
interrumpiéndolo—. La respuesta es no. Elige dos chicas diferentes. —Ella
agarra mi mano y me aparta de la barra—. Vamos —gruñe—. Hay otras
barras para tomar copas dentro de este club.
Mirándolos por encima de mi hombro, veo que otro tipo se une a
ellos, pero está de espaldas a mí, así que no puedo ver su rostro. Pero veo
un tatuaje en la parte de atrás de su cuello que parece una araña saliendo de
debajo del cuello de su camisa. Mis ojos se dirigen al que se presentó como
Mitch, y ya me está fulminando con la mirada. Dándole la espalda, arrojo
mi cabello por encima de mi hombro.
Que se joda.

RYAT

Odio los clubes. No soy muy fiestero. Incluso durante la escuela


secundaria, no fui a muchos. Odio a las personas en general. Luego mezclas
el alcohol y las drogas, y simplemente no puedo lidiar con ellos.
La casa de los Lords organiza fiestas todo el tiempo, y aunque las
tolero, no bebo en ellas. Hay demasiadas oportunidades para que la mierda
salga mal. Prefiero ser sensato y tener el control. De esa manera, si algo sale
mal, puedo manejarlo.
Así que el hecho de que Gunner y yo estemos en Blackout no ayuda a
mí ya amargo estado de ánimo. Dejé a Blakely sola desde que tuvo su
pequeño ataque hoy en Barrington, pero entonces Gunner me llamó y dijo
que teníamos una situación. No estoy contento por eso.
El hecho de que esté de pie en uno de los balcones del segundo piso
mirando hacia el primero y viendo a otro hombre tocar lo que es mío me
hace ver jodidamente todo rojo.
Apartándome de la barandilla, me precipito por el pasillo y veo a dos
hombres de pie junto a la barandilla. Ambos tienen fundas en sus cinturones
con armas cargadas.
—Ryat. —Uno asiente hacia mí.
Caminando hacia el borde, señalo a Blakely y a Sarah en el primer
piso. Están bebiendo unos tragos en la barra del fondo.
—Vigila a esas dos chicas. ¿Una con un vestido blanco y la otra con
uno negro?
—Sí. ¿Qué pasa con ellas?
—Nadie las toca. ¿Entendido?
Él asiente.
—Sí, señor.
Satisfecho de que harán lo que sea necesario si ocurre algo, termino
de caminar por el pasillo hasta el final y llego a una puerta. Presiono la
llave para entrar y la empujo para abrirla.
Ty está follando con una mesera.
Sus ojos marrones se agrandan cuando nos ve a Gunner y a mí entrar
en la habitación. Chillando, ella presiona las palmas de sus manos contra el
escritorio sobre el que él la tiene inclinada y trata de impulsarse.
Agarrándola por la nuca, presiona su cabeza contra el escritorio y continúa
follándola por detrás.
—Deja que miren —le dice.
—Ty…
Inclinándose sobre su espalda, se acerca a ella y .abre su boca,
metiendo los dedos dentro, dos a cada lado, para que no pueda seguir
discutiendo con él.
—Cállate —gruñe.
El rostro de la chica se frunce y cierra los ojos avergonzada. Así es
Ty. Siempre se le dio bien la humillación. El hombre me enseñó todo lo que
sé.
Él bombea dentro de ella, sus caderas golpean el escritorio,
haciéndolo vibrar.
Ella gime, incapaz de contenerse, y sus dedos se enroscan en el borde
del escritorio, aferrándose a él. Está luchando contra lo inevitable. La saliva
empieza a correr por sus labios pintados de oscuro hasta llegar al escritorio.
El cabello cubre parte de su rostro y la habitación se llena con sonidos
ininteligibles que él le obliga a emitir. Entonces, sus ojos se ponen en
blanco en el momento en que él penetra por última vez y ambos se vienen.
Saliendo de ella, se quita el condón, lo tira a la papelera junto a su
escritorio y se sienta.
—Ahora lárgate de una maldita vez —le ordena, y ella obedece
gustosa, corriendo lo más rápido que puede para pasar por delante de
nosotros, pero saliendo a trompicones por la puerta— .¿Qué puedo hacer
por ustedes?
—El sótano. —Voy al grano— ¿Podemos usarlo?
Nos sonríe.
—Por supuesto. Nunca hay que preguntar. —Sentado, coloca sus
antebrazos sobre el escritorio—. Solo tienes que señalarlos y haré que te los
entreguen.
Capítulo 18
BLAKELY

Llevamos tres horas en el club. Hemos bebido, tomado chupitos y


bailado como locas.
—¿Quieres hablar de eso? —me pregunta mientras nos acercamos a
la barra para volver a llenar nuestros vasos. No estoy segura de si es el
alcohol o las luces parpadeantes, pero me está costando ver.
—No. —Mis problemas no son de ella. Y todavía no estoy segura de
esta mierda de ritual. ¿Tiene que decirle a Gunner si él le pregunta? ¿Se lo
diría de buena gana sin que él tenga que preguntar? Quiero a mi amiga, pero
voy a guardarme esto para mí. No es algo que ella pueda solucionar de
todos modos.
—Está bien —dice, sin preocuparse de que le esté ocultando algo—.
Solo quiero que sepas que estoy aquí si me necesitas.
—Aquí tienen, señoras. Cortesía de los dos caballeros del final de la
barra. —El camarero pone dos chupitos delante de nosotras.
Miro a mi derecha, mi cabello revolotea por mi rostro mientras espero
ver a ese imbécil de nuevo. Por suerte, los chicos no nos han molestado
desde que Sarah los mandó a la mierda. Pero, en vez de eso, me sorprende
ver un par de ojos esmeraldas que me miran fijamente. Él está de pie,
sosteniendo un vaso de whisky. Gunner está a su lado, bebiendo una
cerveza. Una risa brota de mi pecho, haciendo que sus ojos se entrecierren.
Es curioso. Ni siquiera estoy enojada o sorprendida de que el idiota me
haya encontrado.
—Te juro que no se lo dije —me asegura Sarah, palmeando mi
hombro.
—Está bien. —Asiento y recojo mi bebida. Miro fijamente el vaso
durante un segundo antes de beberlo. Un poco de líquido escapa de mi boca
y la frialdad recorre mis pechos, ya que están en plena exhibición esta
noche.
—Que se jodan, B. Hemos venido a divertirnos. Tú y yo. Vamos a
bailar —ofrece cuando dejo el vaso vacío.
—Lidera el camino —bromeo a medias. Estoy jodida y me siento
muy bien. Él no puede arruinarme la noche. Diablos, ni siquiera Matt puede
hacerme enojar en este momento.
Ella toma mi mano y me lleva a la pista de baile. Nos abrimos paso
entre la gente, chocando con ellos hasta que estamos en el centro. Levanto
las manos por encima de mi cabeza y comienzo a mover las caderas al
ritmo de Taste of You de Rezz y Dove Cameron.
Las luces parpadean, lo que hace difícil que pueda concentrarme en
algo. Así que cierro los ojos y dejo caer las manos, pasándolas por mis
caderas y moviendo la cabeza de un lado a otro, dejando que el cabello
golpee mi rostro. Siento los golpes bajos retumbando en mi cuerpo. Las
luces brillantes calientan mi piel.
Alguien se acerca por detrás de mí y una tela de jeans áspera presiona
contra la parte posterior de mis muslos. Luego, un par de manos agarran mi
cintura antes de caer sobre mis caderas. En lugar de apartarlas, las sostengo
y tiro de ellas hacia mi frente, sabiendo exactamente de quién es. Ryat no
sabe cómo mantenerse alejado. Me recuesto sobre él, apoyando la cabeza en
su pecho, con los ojos aún cerrados.
Su mano se extiende por mi vientre expuesto y la otra sube por mi
cuerpo. La envuelve alrededor de mi cuello y gimo. Mi trasero presiona
contra su dura polla en sus jeans.
Inclinándose, mordisquea mi oreja y gimo.
—Joder, sí.
Mi pulso se acelera y mi cabeza me da vueltas. Ya he bebido mucho
antes de que llegáramos aquí. Solo quiero dejarme llevar, sentir la música,
las vibraciones y el sudor que cubre mi cuerpo. Todo esto es demasiado.
Su mano aprieta mi cuello, quitándome el aire durante un rápido
segundo, y mi ropa interior se moja. Mis labios se separan, incapaz de
respirar. Tal vez me deje inconsciente. Cuando afloja su mano, siento una
abrumadora decepción.
Levantando un poco su mano, la desliza desde mi cuello hasta mi
barbilla. Su otra mano se sumerge cada vez más por debajo de mi vestido.
—Sí. —gimo—. Por favor…
—Estás en tantos problemas —gruñe en mi oreja, haciéndome
temblar.
—Castígame —le digo, subo mis manos y las extiendo detrás de mí
para agarrar su cabello. Sisea en mi oreja cuando lo jalo.
A estas alturas ni siquiera me importa. Matt no puede hacer una
mierda ahora mismo. Ryat lo ha dejado muy claro: nadie me tocará. Nadie
me escuchará. Él es mi dueño por ahora. Y voy a deleitarme con eso.
—Ten cuidado con lo que pides, pequeña. —Besa mi cuello y luego
lo muerde.
Jadeo, mis caderas empujan hacia delante, sintiendo sus dedos muy
cerca de mi coño. Estoy tan mojada que mi tanga está empapada. La
canción cambia a Sick Like Me de In This Moment, y él me hace girar, con
sus manos en mis caderas impidiendo que me gire demasiado.
Moviendo su mano para agarrar mi rostro, aparta el cabello de mis
ojos y frota su pulgar sobre mis labios entreabiertos mientras nuestras
caderas se mueven. Saco la lengua y la envuelvo alrededor de su dedo,
introduciéndolo en mi boca.
Sus ojos se oscurecen bajo las luces fluorescentes parpadeantes y
siento un gruñido en su pecho que hace vibrar el mío. Cierro los ojos y
chupo su dedo mientras su otra mano se dirige a la parte posterior de mi
cuello. Agarrando mi cabello, tira mi cabeza hacia atrás y su pulgar se
libera de mis labios. Baja sus labios hasta mi cuello y besa mi piel.
—Ryat… —jadeo, clavando mis uñas en su camisa. ¿Es este mi
castigo? ¿Bailar? ¿Provocarme?—. Te deseo. —Gimo, frotando mi bajo
vientre contra su dura polla—. Joder. —Mis manos se dirigen a su cinturón,
pero él se aparta y agarra mis muñecas para detenerme.
Mira por encima de mi hombro y asiente una vez. Supongo que para
hacerle una señal a Gunner. Entonces toma mi mano y me arrastra fuera de
la pista de baile. Mis piernas borrachas no pueden seguirle el ritmo con mis
tacones de quince centímetros. Me lleva al guardarropa de la entrada y
retira mi bolso, las llaves y el teléfono. Supongo que, después de todo, no
tuve que enviarle una foto desde el baño.
Tomando mi mano una vez más, me guía a la parte de atrás y nos
dirigimos a su auto. Tropiezo, mi visión está borrosa. Parpadeo, pero no
sirve de nada.
—¿Me… me drogaste? —pregunto mientras me lleva a la puerta del
copiloto. Él y Gunner nos habían comprado bebidas. No me extrañaría que
hubieran metido algo en ellas.
Presiona mi espalda contra la puerta y se para entre mis piernas.
Agarra mi barbilla y me obliga a mirarlo.
—No —responde, sus ojos verdes examinan mi rostro. Cuando
encuentran mis ojos, me brinda una sonrisa maliciosa que ilumina su
hermoso rostro incluso en la penumbra del estacionamiento—. Quiero que
estés despierta y que recuerdes cada cosa que te haga esta noche.
Gimo y mis muslos se tensan.
—A partir de ahora. —Me hace girar colocándome de frente contra la
puerta del auto, presionando mi estómago contra el frío metal, haciéndome
temblar. Coloca mis manos detrás de mi espalda, mis oídos aún zumban por
el volumen de la música en el interior, así que no escucho las esposas antes
de que se envuelvan alrededor de cada muñeca. Y, al igual que antes, las
asegura con más fuerza.
Se inclina, abre la puerta y me ayuda a sentarme. Cierra de golpe la
puerta y yo grito mientras mis brazos quedan aplastados detrás de mí.

RYAT
Me meto en el lado del conductor y enciendo el auto. Sabíamos que
Sarah había conducido hasta aquí, así que traje a Gunner para que cada uno
pueda llevarlas de regreso. Inclinándome hacia ella, abrocho su cinturón de
seguridad.
—Son treinta minutos de viaje —se queja, tratando de acomodar los
brazos detrás de su espalda.
—Deberías haber pensado en eso. —No estaba tan enojado hasta que
vi lo que llevaba puesto. Un maldito traje de baño cubriría más. Y sé que se
vistió de esta manera debido a nuestra pelea anterior. Me acerco y tiro de
los tirantes a ambos lados, dejando expuestas sus tetas. Agarro la izquierda
y aprieto. Echa la cabeza hacia atrás, jadeando. Me inclino sobre la consola
central y succiono su pezón en mi boca, endureciéndolo. Levanta las
caderas lo mejor que puede con el cinturón de seguridad puesto.
Alejándome, le doy una palmada, haciéndola gritar de nuevo. Si el
auto fuera lo suficientemente grande, totalmente podría follármela dentro
porque las ventanas están oscurecidas. Pero necesito más espacio para
trabajar. Seguramente estará desmayada para cuando lleguemos al
apartamento.
Levanto la falda y empujo su ropa interior a un lado.
—¿Qué tan mojada estás, Blake? —pregunto, pasando mis dedos por
su coño.
—Muy mojada —gime.
Introduzco un dedo y no miente.
—¿Para quién? —cuestiono.
—Para ti. —Mueve los hombros, tratando de aliviar la presión en las
manos atadas a su espalda.
—¿De quién eres? —pregunto, introduciendo otro.
Ella jadea, sus tetas rebotan con el movimiento mientras separa más
sus piernas para mí.
—Tuya.
—Mía —le recuerdo mientras comienzo a follarla con los dedos,
sentada en el asiento del copiloto de mi auto.
Ella grita, sus piernas se mueven sobre el asiento, sus caderas se
agitan y su cabeza se golpea en el reposacabezas. No la amordazo. Me gusta
cómo suena cuando grita mi nombre.
Mis dedos entran y salen mientras pellizco sus pezones con mi mano
libre. Ella arquea su espalda y su coño aprieta mis dedos mientras se viene.
Los saco y ella se desploma contra el asiento. Con los labios
entreabiertos, intenta recuperar el aliento. Aparto los mechones de cabello
que cubren su rostro y meto los dedos en su boca.
—Límpialos —ordeno.
Sus mejillas se ahuecan mientras chupa su orgasmo, los saco con un
chasquido. Agarrando su rostro, la obligo a mirarme.
—No vuelvas a hacer eso. ¿Me entiendes?
Tiene los ojos vidriosos, el pecho agitado y cuerpo tembloroso.
Quiero arrastrarla por el auto y meter mi polla en su boca hasta llegar a la
garganta. Quiero ser duro con ella. Recordarle quién mierda soy y que me
pertenece, pero no lo hago. Se lame los labios entumecidos y asiente.
—Sí.
Después de soltarla, me acomodo en el asiento del conductor y
desempaño las ventanas mientras pongo el auto en marcha y salgo.

***
Cuando estaciono en su apartamento, ella está desmayada como
esperaba que estuviera. Desabrocho el cinturón de seguridad, la levanto
sacándola del auto y la llevo al interior con las manos todavía esposadas en
su espalda.
Abro la puerta y me dirijo a su habitación, pero me detengo al pasar
por la cocina. Algo en el suelo me llama la atención: vidrios. Hay trozos
rotos esparcidos por el suelo y frunzo el ceño. ¿Qué mierda pasó? Sabía
que estaba en casa porque la había visto por las cámaras, pero luego me
llamaron a la casa de los Lords para una reunión. Una vez terminada,
Gunner me notificó que las chicas iban a salir. Para cuando la revisé ella ya
estaba de camino al club.
Me dirijo a su habitación y la acuesto en la cama boca abajo. No
emite ningún sonido. Le quito los tacones y la pongo de lado para desatar
las correas de su cuello. Deslizo el vestido por su estómago y sus piernas
antes de tirarlo al suelo.
Eso también se quemará. Paso las manos por su trasero, dándole una
pequeña palmada.
Ella entierra su rostro en la almohada, dejando escapar un gemido
mientras se mueve. Deslizando mi mano hacia su rostro, empujo el cabello
hacia un lado.
—Buenas noches, pequeña —le digo y me giro hacia el baño.
—¿Ryat? —Gime mi nombre.
Miro por encima de mi hombro.
—¿Sí?
—¿Mis muñecas? —pregunta, lamiendo sus labios secos con los ojos
aún cerrados.
—Se quedan —le informo.
Gime y vuelve a enterrar su rostro en la almohada. Vuelvo a
acercarme a ella.
—¿Pensaste que tu castigo sería un orgasmo?
—Duelen. —Ignora mi pregunta.
—Bien —pronuncio y luego hago una pausa, teniendo una idea—.
Puedo quitártelas. Si… me cuentas lo que ha pasó hoy.
Gira la cabeza para mirar hacia otro lado y murmura:
—Buenas noches.
Mis cejas se elevan. ¿Qué diablos pasó que no quiere que sepa?
—¿Qué pasó en la cocina? —Lo intento de otra manera.
Nada.
—De acuerdo. —Bajo mis manos y desabrocho mi cinturón. No me
ha dado otra opción. Doblando el cuero entre mis manos, golpeo la parte
superior de sus muslos.
Ella grita y su cuerpo se tensa.
Haciéndolo de nuevo, ordeno:
—Culo al aire.
Entierra su rostro en la almohada, gimiendo, pero se levanta sobre las
rodillas, arqueando su espalda.
Dejo caer el cinturón junto a ella en la cama, extiendo las manos y las
froto sobre las marcas rojas que ha dejado. Ella menea su trasero, agarro su
ropa interior y la rasgo por la mitad. Mi mano recorre su culo hasta llegar a
su coño.
—Última oportunidad. Cuéntame lo que pasó hoy —le digo,
introduciendo dos dedos en su ya húmedo coño.
Ella gime y sus caderas se balancean contra mi mano.
—Nada…
Retiro los dedos y le doy una palmada en su coño.
Ella grita, su cuerpo se sacude y hace un movimiento para juntar sus
rodillas.
—No te atrevas —le advierto, y ella se detiene, empujándolas
lentamente hacia donde estaban—. Me estás mintiendo, Blake. —Suspiro,
golpeando su coño en señal de advertencia, y ella se estremece. Mi mano
izquierda alcanza la cadena que conecta las esposas y la agarro con la
mano, tirando de ella hacia su trasero.
Su cabeza se levanta de la cama.
—Ryat. —Ella jadea—. Por favor…
Vuelvo a golpear su coño antes de introducir dos dedos.
—Tú tienes el control aquí —expreso. La manipulación es importante
—. Todo lo que tienes que hacer es decírmelo y te las quitaré.
Ella permanece en silencio y eso me hace enojar.
Introduzco un tercer dedo en su coño, lo deslizo adentro y afuera
mientras rodeo su clítoris. Mueve su cuerpo de un lado a otro, gimiendo por
lo que está haciendo mi mano. Me vuelvo más enérgico, tirando con más
fuerza de las esposas.
Ella jadea, su cuerpo se balancea hacia adelante y atrás, tratando de
follar mis dedos como si fuera mi polla. Su coño se contrae y los saco. Su
cuerpo se hunde y gime.
Golpeo otra vez su coño y vuelvo a meter los dedos.
—Puedo hacer esto toda la noche, pequeña —digo con una sonrisa.
Ella está a punto de llegar al orgasmo otra vez, así que me detengo.
Ella grita, hundiendo la cabeza en la almohada, irritándose. Vuelvo a
golpear su coño y comienzo de nuevo.
Justo cuando está a punto de venirse, me detengo.
—Está bien, está bien —se apresura a decir—. Por favor… déjame…
—Se detiene y yo continúo, y esta vez le permito venirse. Saco los dedos y
los llevo a mis labios cuando ella musita—: Matt.
Hago una pausa.
—¿Perdón? —¿Acaba de llamarme con el nombre de su ex?
Estira las piernas, apoyando su cuerpo en la cama, y susurra:
—Me amenazó.
—¿Matt te amenazó? —gruño—. ¿Cuándo? ¿Qué mierda dijo?
—No importa. —Ella suspira—. Nunca importa.
Saco la llave de las esposas de mi bolsillo trasero y las abro. Antes de
que pueda siquiera moverse, la coloco sobre su espalda y me siento a su
lado. Aparto el cabello de su rostro.
—Dime lo que dijo. —Ella está jodidamente borracha, y ni siquiera
estoy seguro de cuánto recordará de esta noche cuando se despierte. Así que
tengo que aprovechar esta oportunidad para averiguarlo todo antes de que
se le pase la borrachera y vuelva a ser una pared de ladrillos como lo fue
hoy.
Tiene los ojos cerrados y respira con dificultad. Está a punto de
desmayarse de nuevo pronto.
—¿Blake? —gruño, y ella abre sus pesados ojos.
—Hoy. Más temprano. —Lame sus labios, estira los brazos y pasa las
manos por su cabello.
—Te vi hablando con tu esposa.
Frunzo el ceño.
—Bueno, él me atrapó mientras te veía hablar con tu futura esposa. —
Se ríe—. Creo que pensó que estaba celosa. Como si pensara que ya te amo.
—Siguen más risas, como si eso no fuera a pasar nunca—. Y me dijo que es
posible que me tengas ahora, pero una vez que hayas terminado conmigo,
me quedaré con él hasta que muera. Y él hará de mi vida un infierno. —Ella
bosteza y murmura—: Algo sobre no ver la luz del día. Tu puta, su puta…
—Se detiene.
—Blake…
—Me empujó contra la pared y lamió mi rostro. —Ella se estremece
—. Pensé que iba a vomitar.
—¿Él qué? —espeté, mi cuerpo comienza a temblar mientras mi
presión arterial se eleva ante ese pensamiento. Pero ella ignora mi arrebato
—. ¿Por qué diablos no me lo dijiste cuando te lo pregunté antes?
Me mira. Sus bonitos ojos azules parecen desenfocados y cansados.
—No sé qué pasó entre ustedes dos, pero sé que Matt es la razón por
la que me elegiste.
Suspiro. No está muy lejos de la verdad.
—Blake…
—No voy a ser castigada por algo que él hizo, Ryat —dice
suavemente—. Puedes follarme, pero me prometí a mí misma que Matt no
dictará mi vida, nunca más.
Paso una mano por mi cabello ante su confesión. Ella no se equivoca.
Matt es la razón por la que tuve que elegirla. Pero no habría sucedido sin
ella.
—¿Por qué dejaste que te eligiera? —pregunto.
Ella me regala una débil sonrisa.
—Porque me hiciste sentir deseada.
Matt es un tonto y un hombre muerto.
—Odio a todo el mundo —continúa, con los ojos cerrados una vez
más—. A mi madre por obligarme a casarme con él. A Matt por culparme
de que lo odies. Y a ti… —Su voz se desvanece y luego susurra—: Me
escaparé cuando hayas terminado conmigo.
Me quedo mirándola fijamente, con las manos cerradas en puño. ¿Por
qué mierda él estaba hablando con ella en primer lugar? ¿Le dijo que me
voy a casar con Cindy? Puede que sea cierto, pero no hablamos de esa
mierda. ¿Cómo podría saber eso?
Cuando ella comienza a roncar suavemente, coloco las esposas en su
mesita de noche y luego la cubro con su edredón, dándole un beso de
buenas noches en la frente.
Capítulo 19
BLAKELY

Es un hermoso día de otoño aquí en Texas. Bad Intentions de Niykee


Heaton está sonando en mis oídos mientras corro por el viejo sendero
detrás de la casa de mis padres. He crecido aquí. He vivido en la misma
casa toda mi vida. La oficina de mi padre está en el centro de Dallas, pero
vivimos bastante lejos de allí en veinte acres. Él se traslada, pero la mayor
parte del tiempo ni siquiera está en el estado. Tiene que viajar mucho por
trabajo.
Los vellos de mi nuca se erizan y me detengo. Respirando con
dificultad, quito los auriculares de mis orejas.
—¿Hola? —pregunto, mirando a mi alrededor. A mi izquierda hay un
pequeño estanque. Aparte de eso, aquí solo hay árboles—. Estás siendo
paranoica, Blakely. —Matt me regaña todo el tiempo por correr por este
sendero. Dice que no es seguro.
Me pongo los auriculares de nuevo y empiezo a correr nuevamente.
Llevo casi treinta minutos. Ya casi estoy en mi punto de inflexión. La
canción cambia a Mirrors de Natalia Kills cuando el camino gira a la
derecha, y veo algo por el rabillo del ojo.
—¿Qué…? —Me detengo y me quito los auriculares, dándome la
vuelta para regresar—. ¿Hola? —Esta vez grito—. ¿Hay alguien ahí? —
Hay avistamientos de linces por aquí, así que quizá sea algún tipo de
animal.
Cuando vuelvo a estar convencida de que estoy perdiendo la cabeza
porque no hay nada, vuelvo a ponerme los auriculares y me doy la vuelta
para continuar. Me sobresalto cuando veo a alguien parado frente a mí en
medio del sendero. El corazón martillea en mi pecho. Es un hombre vestido
con jeans negros y una camiseta negra de manga corta, con una postura
amplia y los brazos caídos a los lados. Debe medir más de dos metros y
lleva botas de combate.
Mis muslos se tensan, y me pregunto cuánto tiempo lleva
siguiéndome. Los auriculares siguen sonando en mis oídos, y levanto la
mano para quitármelos por si me está hablando. Lleva una máscara
blanca, así que no puedo ver su rostro, pero hay algo que me resulta
familiar.
Da un paso hacia mí y yo retrocedo. Se detiene y trago el nudo que se
forma en mi garganta mientras mis pezones se endurecen.
No. No. No.
Otra vez no.
Puedo sentir su mirada en mis piernas. Decidí correr en pantalones
cortos esta mañana. Mi pulso y mi respiración se aceleran, haciendo que
mis pechos reboten en mi sujetador deportivo.
—Te he estado observando. —Mi coño palpita ante su confesión y las
lágrimas arden en mis ojos. Incluso su voz me resulta familiar. ¿Dónde la
he escuchado antes?— Corres por aquí todos los días. —Ladea su cabeza
enmascarada.
—Por favor… —Gimo, levantando las manos hacia él—. Solo quiero
terminar mi carrera —digo, dando lentamente un paso atrás mientras mi
calor corporal aumenta al pensar que estamos aquí completamente solos.
—Bueno —se ríe detrás de su máscara—, no sé si tú terminarás, pero
yo sí. —El hombre se abalanza hacia mí.
Me doy la vuelta para correr, pero se lanza contra mi espalda y me
tira al suelo. Intento luchar contra él, pero está sobre mi espalda. Agarra
mis manos y envuelve algo áspero alrededor de mis muñecas,
asegurándolas detrás de mí, y siento que la humedad se acumula entre mis
piernas.
Dios, no.
Agarra mi cabello y me pone de pie de un tirón, sacándome del
camino. Luego me empuja hacia el interior del bosque. Tropiezo y caigo al
suelo. Las ramitas y las ramas se clavan en mis piernas desnudas. Intento
levantarme, pero su puño golpea en mi espalda, derribándome de nuevo.
—¡Quédate en el suelo, perra! —me ordena, empujando mi rostro
contra el suelo áspero.
Las lágrimas corren por mi rostro mientras él arranca mis pantalones
cortos y los desliza por mis piernas junto con mi ropa interior. Luego
separa mis piernas bruscamente. Grito cuando su mano toca mi coño.
—Ahh, estás mojada —dice sorprendido.
Sollozo, mi cuerpo tiembla.
—Te gusta que te follen, ¿verdad, pequeña perra? —Tira de mi
cabello y se inclina—. No te preocupes, parece que vas a poder terminar
después de todo.

Me siento erguida, jadeando en busca de aire en la oscuridad.


Extiendo la mano y tiro algunas cosas al suelo mientras trato de encontrar
una luz. Cuando pulso un botón, la habitación se ilumina y veo que estoy en
mi casa, en mi apartamento, desnuda en mi cama. Sola.
—No otra vez. —Respiro. Inclinándome hacia delante, pongo mi
rostro entre mis manos e intento calmar mi respiración. Miro mi celular y
dice que son poco más de las tres de la mañana. ¿Cómo llegué a casa? El
club… bebiendo con Sarah… Ryat. Apareció. Debe haberme traído a casa y
dejado.
Acostándome sobre mi espalda, miro al techo. Tengo la boca seca y
sabe a alcohol persistente. Aparto las sábanas, salgo de la cama con piernas
temblorosas y abro la puerta de mi habitación. Al salir, me detengo cuando
veo a Ryat sentado en mi sofá, con su celular en las manos y mirándome
fijamente.
—¿Ryat? —Chillo, dando un paso atrás—. Tú… ¿qué haces aquí? —
Tropiezo con mis palabras, aun tratando de recuperar el aliento.
Sus ojos se posan en mis pezones rígidos, y cruzo los brazos sobre mi
pecho. Bajan hasta mis piernas, y las cruzo también, apoyándome en el
marco de la puerta de mi habitación como soporte.
—¿Qué estabas haciendo? —replica, arqueando una ceja.
—Nada. —Me encojo de hombros despreocupadamente, pero sus ojos
siguen recorriendo mi cuerpo y, por su mirada, él sabe que estoy mintiendo.
Muerdo mi labio para no gemir. Otra vez no. Esto no puede volver a
suceder.
—Estabas haciendo algo. —Se levanta, guardando su teléfono en el
bolsillo, y se acerca a mí.
Trago el nudo en mi garganta.
—Durmiendo. —No es una total mentira. Literalmente, acabo de
despertarme así.
Se detiene frente a mí y ordena:
—Separa las piernas.
Si algo sé de Ryat, es que conseguirá lo que quiere. No importa qué.
Me aparto de la pared y descruzo mis piernas temblorosas para él mientras
la humillación me invade.

RYAT
Prácticamente, salió corriendo de su habitación, con la respiración
agitada, los pezones duros y las piernas temblorosas. Luciendo como si se
hubiera masturbado. Y se sorprendió al ver que yo todavía estaba aquí. Ella
sabe que no tiene permitido hacer eso.
Bajando la cabeza, cierra los ojos y respira profundamente. Parece
casi avergonzada. Pongo mi mano en el interior de su muslo. Ella se
estremece, pero no se aparta. Subo la mano entre sus piernas y acaricio su
coño, deslizando el dedo medio entre sus pliegues. Está jodidamente
empapada.
—¿Te has tocado? —le pregunto. Me encantaría ver cómo se
masturba.
Niega con la cabeza, con los ojos todavía en el suelo.
—Estás terriblemente mojada para alguien que solo estaba
durmiendo.
Permanece en silencio.
—Dime —exijo, abriendo su coño y metiendo un dedo dentro de ella,
viendo lo excitada que está.
—Tuve un sueño —susurra.
—¿Y?
—Y nada. Fue solo un sueño —responde vagamente.
—Fue algo. —Deslizo un segundo dedo dentro de ella y gime—.
Cuéntame.
Juego suavemente con su clítoris, solo tratando de relajarla. La mujer
ya está excitada. No es necesario ningún juego previo en este momento.
—Estaba corriendo por el bosque. —Ella traga saliva—. Bueno,
corriendo por un sendero. Y alguien me estaba siguiendo.
—¿Sí? —Retiro los dedos y deslizo la mano por su estómago y su
pecho, manchando su piel. Separo los brazos que están sobre su pecho y
empiezo a jugar con su pezón.
—Él… —Gimiendo, se detiene.
—¿Qué pasa con él? —pregunto, diciéndome a mí mismo que no
debo ponerme celoso. Era solo un sueño—. ¿Qué hacía?
Permanece en silencio durante un largo segundo antes de susurrar:
—Me tiró al suelo, ató mis manos a mi espalda y me arrastró fuera del
camino. — Haciendo una nueva pausa, respira entrecortadamente—. Y…
—¿Y qué? —Me inclino y beso su cuello, saboreando la sal de su
sudor. Me aparto y lamo mis labios para probarla otra vez.
—Y me folla —susurra.
—Quieres decir que te viola —la corrijo.
Ella gime y cubre su rostro son las manos.
—Oye. —Agarro sus brazos y aparto sus manos. Negando con la
cabeza, inclina su rostro para mirar al suelo. Sujeto su barbilla y la obligo a
mirarme—. No te avergüences, Blake. —Nunca he sido de los que se
avergüenzan. A todos nos gusta algo diferente. A algunos nos cuesta un
poco más excitarnos. Algunos tenemos mejor imaginación que otros cuando
se trata de fantasías.
Ella sorbió.
—No es la primera vez que tengo ese sueño.
—¿Cuándo fue la última vez que lo tuviste?
—Durante el verano. Matt y yo estábamos en casa, y él se quedaría a
dormir. —Ella traga saliva—. Me desperté mojada y excitada. Lo desperté
para contárselo. Quería hacer algo. Se fue y no me habló durante dos
semanas. —La primera lágrima se desliza por su rostro—. Dijo que había
algo malo en mí. Que estaba jodida. —Cubre su rostro con las manos y
comienza a llorar.
No hay nada malo en que una chica tenga fantasías de sexo forzado.
Matt es solo un marica de mierda. Cuanto más veo cómo era y es con ella,
creo que la estaba entrenando. Pensé que tenía verdaderos sentimientos por
ella, pero creo que había otras razones por lo que estaba con ella. Y voy a
descubrir cuáles son.
La atraigo hacia mí, abrazándola.
—Buena chica. —La elogio por habérmelo dicho, y su cuerpo se
estremece contra el mío. Me agacho, paso el brazo por detrás de sus piernas
y la levanto, llevándola a su habitación. El texto que estaba escribiendo
puede esperar.
Capítulo 20
BLAKELY

—¿Matt? —Le doy un golpe en el hombro.


—¿Qué? —murmura, con los ojos aún cerrados.
—Levántate, cariño. —Beso su pecho—. Quiero jugar.
—Blakely… —Abre los ojos y revisa su celular en el tocador junto a
mi cama—. Es más de medianoche.
—Lo sé. —Me levanto y me pongo a horcajadas sobre sus caderas.
Levantando sus manos, las coloco sobre mis pechos—. Acabo de tener un
sueño.
—¿Ah, sí? —Se ríe, sus manos aprietan mis pechos por su cuenta—.
Debe haber sido bueno. ¿Qué hacíamos?
—Bueno, estaba trotando…
—¿En ese sendero del que te digo que te mantengas jodidamente
alejada? —Me interrumpe.
Pongo los ojos en blanco.
—Sí, sí. Estaba corriendo y un hombre me estaba siguiendo. Dijo que
me había estado observando. —Presiono mi coño contra su polla. Puedo
sentir lo dura que está a través de sus boxers. No me follará, pero podemos
hacemos otras cosas. Mi cuerpo tiene ganas de sexo. Tantas ganas. No sé
cuánto tiempo más puedo esperar—. De todos modos, cuando intenté huir,
él me persiguió y ató mis manos en mi espalda, y me arrastró hacia los
árboles…
Sus manos abandonan mis pechos.
—¿Qué?
Ignoro su tono de preocupación.
—Lo deseaba. Había algo al respecto. Estaba…
—¿Soñaste que te violaban? —espeta.
Muerdo mi labio inferior con nerviosismo. Mi corazón se acelera y
mis hombros se hunden.
—Jesús, Blakely. ¿Tienes idea de cómo me hace sentir eso? —Me
fulmina con la mirada.
—¿A ti? —pregunto, mirándolo a través de mis pestañas.
—Sí. A mí. —Me empuja y se levanta de la cama—. Si un tipo decide
que quiere violarte, vas a permitir que lo haga. Y te excita esa mierda.
He tenido este sueño desde que tenía quince años. Y al principio,
estaba asqueada de mí misma. ¿Por qué alguien sueña y se excita con algo
así cuando la gente ha experimentado eso como algo muy traumático en la
vida real?
—Muchas mujeres tienen fantasías de sexo forzado —argumenté.
Después de la quinta vez que tuve este sueño, comencé a investigar y
descubrí que no era la única.
Lo llaman fantasía de sexo forzado porque la violación implica
violencia. Y para las mujeres que fantasean con esto, es el hecho de que
alguien las desea tanto que no pueden evitarlo. No pueden aceptar un no
por respuesta. Es más bien un aspecto de la dominación.
Él resopla subiendo sus jeans.
—Por favor. Nadie pide ser violada, Blakely.
Me estremezco.
—El hecho de que tenga una fantasía no significa que quiera que
ocurra en la vida real. A mí. A cualquiera, en realidad. —Los estudios que
encontré decían que quienes fantasean con eso son los más abiertos y
aventureros eróticamente. Yo no soy ninguna de esas cosas porque todavía
soy virgen. Creo que tengo este sueño porque quiero que me tome. Quiero
que me domine, pero él me rechaza siempre.
Creo que sueño con que ocurre en ese sendero porque él me ha
advertido de que no es seguro. Y de alguna manera, he relacionado ambas
cosas.
Desliza la camiseta por encima de su cabeza y me mira. Sus labios
estás tensos y niega con la cabeza con una expresión de disgusto.
—Eso es jodidamente enfermizo, Blakely. Estás jodida. —Y con eso,
sale de mi habitación, cerrando la puerta.

Ryat me acuesta en la cama, y yo me alejo rodando, incapaz de


enfrentarme a él en este momento. Lo escucho quitarse los jeans y la
camiseta antes de meterse detrás de mí.
La cama se hunde cuando se acuesta.
—Blake. —Él coloca su mano en mi hombro y me hace rodar hacia él
—. No hay nada malo en ti —dice, pasando las yemas de sus dedos por mi
mejilla para apartar el cabello de mi rostro bañado de lágrimas.
Trago saliva y trato de calmar mi respiración.
—Está mal —susurro. Después de eso, me dije a mí misma que no
volvería a tener ese sueño, y que si lo tuviera, lucharía, gritaría, mordería y
correría más rápido. Pero esta vez no hice nada de eso. Dejé que me
atrapara, y lo hubiese disfrutado si no me hubiera despertado demasiado
pronto.
—No, no está mal —argumenta—. Es solo una fantasía. Todo el
mundo las tiene. Y es normal.
—No es la violencia lo que anhelo —le digo con sinceridad—.
Aunque me gusta lo rudo, creo que es más bien la idea de que un hombre se
sienta tan superado por el deseo hacia mí que no pueda contenerse. Y el
hecho de que yo no tenga nada que decir sobre lo que hace. La sensación de
no tener control me hace sentir en control. Dejo que me atrape, aunque trato
de huir. Dejo que lo haga, aunque lucho contra él —divago, tratando de
sacarlo todo. Matt no quería escuchar lo que sentía, y nunca volvió a
mencionarlo.
Los ojos de Ryat examinan los míos, y yo desvío la mirada,
nuevamente sintiendo vergüenza.
—Lo sé, suena estúpido —susurro.
—No, no es así.
—Es que es difícil de explicar. —Relamo mis labios húmedos.
—Creo que tiene mucho sentido.
Mordiendo mi labio inferior, añado:
—Creo que el hombre eras tú.
Se coloca de lado y apoya la cabeza en su mano.
—¿Por qué?
—Porque hasta ahora, nunca había tenido un rostro. —Siempre ha
sido un borrón. O simplemente nunca lo recordaba al despertar.
—¿Y me viste esta vez? —pregunta, escudriñando con sus ojos
verdes mi rostro. No parece disgustado en lo más mínimo con lo que le
acabo de contar.
—No. Llevaba una máscara. La misma que tienes tú —respondo en
voz baja. Solo he visto a Ryat con la máscara aquella noche en la fiesta en
la casa de los Lords, y en ese momento ni siquiera sabía que era él.
Suspira, su mano libre recorre perezosamente mi brazo:
—Bueno, después de lo que hicimos en la fiesta de la casa de los
Lords, cuando tenía la máscara puesta… luego estabas inconsciente cuando
te toqué aquí en tu apartamento… Puedo verlo. Tiene sentido que me
pongas en el lugar de este tipo. Te he dominado. Y eso es lo que te gusta.
Mis mejillas se sonrojan, y él toma mi rostro.
—Está bien, Blake. Estás bien. Y estoy más que dispuesto a darte lo
que quieres.
Mi corazón se acelera ante sus palabras y mis ojos se agrandan.
—¿Qué quieres decir?
—Dime lo que quieres, junto con tus límites, y lo haré. Con lo que te
sientas cómoda.
—¿Te refieres a mi fantasía? —pregunto lentamente.
Él asiente.
Mis muslos se tensan al pensar en eso. Tantas posibilidades.
Escenarios. Yo solo he tenido el mismo una y otra vez.
—Lo pensaré —le digo, todavía un poco incómoda al hablar de eso.
No sé si me sentiré bien diciéndole lo que quiero. O lo que creo que quiero.
Ni siquiera estoy segura de qué es exactamente.

RYAT
Beso su frente y atraigo su cuerpo hacia el mío. No voy a mentirle,
pero su fantasía me excita. Tenía la sensación de que le gustaría ser
dominada, pero esta es una fantasía a un nivel completamente nuevo. Una
que estoy más que feliz de cumplir para ella.
Matt es patético y no sabe nada cuando se trata de sexo. ¿Tres años
sin él y el bastardo no hizo ninguna investigación? ¿Nunca pensó que tal
vez su novia estuviera deseando algo que él debería investigar?
Ninguna mujer pide ser violada, es una fantasía de sumisión. Ella
quiere ser dominada de una manera que sabe que disfrutará. Es el acto de la
coacción.
No estoy seguro de cuándo comenzaron los sueños y no soy un
terapeuta sexual, pero tal vez fue el hecho de que Matt la rechazara tantas
veces que tuvo que obligarse a sí misma a disfrutar de lo que su cuerpo
anhelaba. Me encantó cuando bebió el éxtasis líquido y se entregó a mí, sin
saber lo que le iba a hacer. Diablos, ella incluso pensó que yo había tomado
su virginidad en ese momento.
Para ella, esa era una forma de entregarse a algo que sabía que no
sería capaz de controlar. Pero seguía siendo su elección.
Matt trató de violar a nuestra esposa asignada, pero ¿menospreció a
Blake por fantasear con eso? Eso no tiene ningún sentido. Aunque una cosa
no tiene nada que ver con la otra. ¿Él le dijo que estaba jodida? Conozco a
Lords que prefieren ver a otros hombres follar con sus elegidas. Nunca
permitiría eso, pero eso no significa que esté mal. Joder, tal vez significa
que soy inseguro, y eso está completamente bien. Ese es mi problema, y de
nadie más. ¿A quién mierda le importa? Mientras todas las partes estén de
acuerdo, entonces haz lo que quieras.
Apartando mi pecho de su rostro, miro hacia abajo y veo que tiene los
ojos cerrados y los labios entreabiertos, de nuevo está dormida. Pasando mi
mano por su suave cabello, me pregunto qué estará soñando ahora mismo.
¿Conmigo y con ella? ¿De vuelta a ese sendero en el bosque?
Quiero que me vea sin la máscara y que sepa que soy yo quien le da
exactamente lo que quiere. Si ella quiere hacer un juego de roles, entonces
le seguiré el juego. Ella puede darme tanto o tan poco. No importa, tengo
imaginación y me aseguraré de que le guste lo que se me ocurra.
Vuelvo a acurrucarla contra mí y cierro los ojos, pensando que un
pequeño sueño de fantasía de sexo forzado suena jodidamente bien ahora
mismo.
Capítulo 21
BLAKELY

Estoy en mi baño preparándome cuando Ryat entra ya vestido con la


misma ropa de anoche.
—Hoy no tienes clase —le digo. Los viernes no tiene ninguna. Ahora
que lo pienso, nunca le veo ir a ninguna clase ni hablar de las tareas
escolares. Puede que esté en el campus, pero nunca hace nada en realidad.
Me pregunto si los Lords realmente tienen que asistir.
—Tengo que ir a un sitio antes de que mi avión despegue esta mañana
—dice crípticamente, acercándose a mí. Me da una palmada en el trasero
mientras lo mira. Todavía estoy desnuda y tengo el cabello mojado. Acabo
de salir de la ducha—. Joder, ese culo…
—Tú escoges —lo interrumpo.
Se coloca detrás de mí, extendiendo su mano. Aparta suavemente el
cabello de mi pecho y de mi hombro para colocarlo sobre mi espalda y se
inclina para besar mi cuello, mientras sus ojos encuentran los míos en el
espejo.
—¿Escoger qué? —Vuelve a besar mi cuello.
—La fantasía —susurro nerviosa.
Su mano libre sube y se envuelve alrededor de mi cuello mientras la
otra rodea y masajea mi pecho.
—¿Qué pasa con eso?
—Anoche me dijiste que te dijera lo que quería para representar mi
fantasía. —Algo de nuestra conversación de anoche me quitó un peso de
encima. Me desperté sintiéndome más ligera, más segura de mí misma y de
lo que quiero.
—Lo hice —asiente, hundiendo dientes en mi piel.
Trago un gemido y me concentro en lo que estoy tratando de decir
antes de perder la cabeza.
—Te lo digo ahora, quiero que elijas.
—¿Cómo lo actúo? —confirma.
Asiento.
—Sí.
Sonriendo, se encuentra con mis ojos en el espejo.
—Última oportunidad.
Frunzo el ceño.
—¿Para qué?
—Para que te lo replantees. —Voy a preguntar a qué se refiere cuando
continúa—: Porque quizá no quieras darme ese tipo de poder.
Trago saliva con nerviosismo, pero asiento.
—Estoy segura. —No voy a dar marcha atrás. Mi mente distingue el
bien del mal, pero mi cuerpo anhela el mal. Y por poco que sepa de Ryat, sé
que puedo confiar en él. Mi cuerpo reacciona a su tacto, a sus labios, a su
comportamiento dominante. Todo lo que siempre quise es que Matt tomara
el control. Sería estúpido no utilizar a Ryat cuando me está ofreciendo esa
misma oportunidad.
—¿Límites? —pregunta—. ¿Algo fuera de la mesa?
Mordiendo mi labio, pienso en una cosa.
—Nada de anal. —Está claro que le gustan los culos. Me gustaría
relajarme para eso.
—De acuerdo, entonces. —Besa mi cuello una vez más y se separa de
mí—. Nos vemos el domingo. —Me da una palmada en el trasero y se gira,
saliendo del baño.
—Espera. ¿Cuándo lo haremos? —le pregunto.
Se detiene y se gira para mirarme, inclinando la cabeza hacia un lado
pensando en eso.
—¿Quieres saberlo? ¿O preferirías que te atrape desprevenida?
La idea de no saberlo hace que mi corazón se acelere y mi piel se
erice. Simplemente quita otra opción que no sabía que quería que él tuviera.
—Sorpréndeme.
Asiente y se gira para marcharse.

RYAT
Detengo mi auto en el estacionamiento de los Lords. Al entrar por las
puertas dobles, miro la hora en mi reloj. Tengo dos horas antes de que el jet
de mi padre despegue hacia Nueva York. Odio llegar tarde, pero no voy a
posponer esto.
—Oye, ¿dónde has estado? —pregunta Prickett cuando me ve entrar.
Él tiene una manzana en una mano y su celular en la otra. Está claro que
Gunner no lo ha puesto al corriente de lo que hicimos anoche en Blackout.
Pero no esperaba que lo hiciera. No estaba relacionado con los Lords. Solo
dos hombres demasiado celosos que harían cualquier cosa para demostrar
un punto.
—¿Está Matt? —le pregunto a Prickett, evitando su pregunta. En
realidad, prefiero quedarme en el apartamento de Blake. No está tan aislado
como me gustaría, pero es mejor que este lugar lleno de malditos hombres
cachondos.
—Sí, está en el gimnasio. —Él y Gunner intercambian una mirada.
Subo corriendo por la escalera, girando a la derecha en el segundo
piso. Luego, me precipito por el pasillo hasta las puertas dobles del final.
Las abro de un empujón y me doy cuenta de que Gunner y Prickett están
detrás de mí.
El gimnasio es grande, con todo lo que se pueda imaginar, con un
montón de estaciones individuales para que todos podamos ejercitarnos al
mismo tiempo cómodamente. Cuando le dices a casi un centenar de
hombres que no pueden follar, descubres que muchos de ellos se ejercitan
para olvidarse de lo que realmente quieren. Afortunadamente a esta hora, la
mayoría de ellos ya están en clases o aún duermen.
Matt es el único que está aquí en este momento. Lo veo en la esquina,
haciendo ejercicio con las pesas. Sonríe cuando sus ojos se cruzan con los
míos a través de los espejos del suelo al techo.
—Estoy seguro de que estas pesas son demasiado pesadas para ti —
bromea.
Me acerco a él, tomo una mancuerna de nueve kilos de un banco que
está a su lado y la balanceo, golpeando el costado de su cabeza.
Se tambalea y deja caer las pesas que sostenía.
—Mierda… —gime, coloca su mano sobre un corte que ahora sangra
por un lado de su cabeza. Espero que esté viendo malditas estrellas ahora
mismo.
Los ojos de Gunner se agrandan mientras Prickett deja caer su
manzana al suelo. Ignorando a ambos, agarro a Matt por el cabello y lo
arrastro hasta el banco de levantamiento de pesas. Lo arrojo sobre él boca
abajo.
—Cárgalo —le ordeno a Prickett y Gunner. Bien podría ponerlos a
trabajar si voy a darles un espectáculo.
Matt todavía está bastante aturdido por el golpe en la cabeza, así que
aún no entiende del todo lo que está pasando. Su cuerpo se volvió pesado y
lento como para levantarse. Su cabeza cuelga del extremo, y sus brazos de
los lados, tocando el suelo.
Prickett y Gunner ponen veintitrés kilos en cada extremo y luego
levantan la barra. Presionándola contra su espalda, lo inmovilizan, pero la
mantienen firme en ambos lados haciendo que Matt gima por el peso.
Me agacho frente a su rostro que cuelga del extremo del banco.
—Te vi hablando con mi chica ayer. —Está claro que Blake no
recuerda nuestra conversación antes de que se desmayara anoche porque no
lo ha mencionado esta mañana. Y no voy a recordárselo, pero tampoco voy
a delatarla. Matt tiene que pensar que lo vi, no que ella me dijo lo que él
dijo e hizo. Porque sé que, si no la hubiera obligado, nunca me lo habría
contado. Y eso no me gusta.
Gunner y Prickett presionan su peso sobre cada extremo de la barra,
empujándola aún más hacia su espalda, haciéndole mostrar los dientes ante
su silencio. Tose y su rostro se pone rojo, pero es plenamente consciente de
lo que está pasando ahora.
—Ella no es tuya. —Matt consigue decir con los dientes apretados—.
¡No importa lo que jodidamente hagas! Será mía.
No puedo discutir eso porque es la verdad. Pero eso no significa que
me guste.
—Esta es la cuestión, Matt. Me importa una mierda eso. Ella es mía
ahora mismo. Y jodidamente no comparto. Así que como recordatorio… —
Me pongo de pie y tiro de su cabello sudado. Levantando su cabeza, le doy
un rodillazo en el rostro, escuchando un chasquido, y él grita. Su cuerpo se
sacude y los chicos tienen que sujetar la barra con más fuerza para
mantenerla en su sitio.
Manteniendo mi mano en su cabello, me agacho de nuevo a su lado
esta vez y susurro en su oreja:
—Eso fue por poner tu jodida lengua en su rostro. Hazlo de nuevo y
cortaré esa maldita cosa. —Lo suelto, y su rostro ensangrentado cae sobre
el banco.
»Aléjate de ella, Matt. Esta será tu única advertencia. Ya te la quité
una vez, y puedo hacerlo de nuevo. —Con eso, los chicos sueltan los
extremos y la barra se desliza hacia la derecha de su espalda. El peso atrapa
su cuerpo y lo empuja al suelo con él.
Me doy la vuelta y camino hacia las puertas dobles para salir del
gimnasio cuando lo escucho gritar:
—¡Ella no te pertenece! Será mi esposa. —Grita mientras las puertas
se cierran tras mi salida. Bajando las escaleras hasta el primer piso, me
dirijo a mi habitación para empacar mi bolso para mi viaje a casa.
—¿Qué diablos fue eso? —Prickett entra en mi habitación con
Gunner detrás.
—Nada —miento. No estoy de humor para pasar por esto con ellos.
Todo mi cuerpo vibra ahora mismo porque estoy muy enojado con Matt.
Con Blakely. Sé que no es su culpa, pero el hecho de que quizá nunca me
haya enterado no me sienta bien. Y ni siquiera puedo jodidamente decírselo,
porque entonces sabrá que me lo dijo anoche. ¡Joder!
—¿Qué mierda, Ryat? Eso no fue nada. —espeta Gunner.
Tiro el bolso sobre mi cama y me giro para mirarlos.
—No necesitaba tu ayuda. Así que la próxima vez no me sigan ni se
metan.
Gunner resopla y Prickett pasa las manos por su cabello.
—Escucha… —Prickett se acerca a mí—. Las cosas no han sido
iguales desde que tú y Matt regresaron de Chicago el año pasado. Todos lo
sabemos. Todos lo hemos visto. No sé qué diablos pasó allí, pero necesitas
arreglar tu mierda. ¿Pelearse entre Lords por una elegida? —Él niega con la
cabeza—. Eso es lo último que quieres que te vean haciendo.
Me acerco a él, no estoy dispuesto a retroceder. Quiero a Prickett
como hermano, pero eso no impide que pueda romper su maldita
mandíbula.
—Entonces él tiene que mantener sus putas manos lejos de lo que es
mío.
—Jesús, Ryat. ¿Te estás enamorando de ella? —pregunta Gunner, con
los ojos muy abiertos.
—Joder, no. —Siseo ante su estúpida pregunta—. Se trata de Matt y
de que esté poniendo sus manos sobre algo que no le pertenece —grito—.
No le di permiso…
—Voy a detenerte ahí mismo. —Prickett me interrumpe, pone las
manos en alto y retrocede, dándome algo de espacio—. ¿Se la folló?
—No. —Habría matado a ese desgraciado hijo de puta allí mismo, en
la sala de pesas, y habría colgado su cuerpo para que todos lo vieran, solo
para hacer un punto.
—Entonces no puedes ir tras él, Ryat. A menos que haya hecho algo
con tus elegidas sin tu permiso, los Lords no verán justificada tu rabieta.
—¿Rabieta? —Suelto una carcajada áspera.
—¿De qué otra manera lo llamarías? —Gunner se encoge de
hombros.
Mis dientes rechinan, porque podría explicárselo de un millón de
maneras diferentes y no lo entenderían.
Alguien llama a la puerta de mi habitación y grito:
—¿Qué?
La puerta se abre y Sarah asoma la cabeza. Sus ojos van de mí a
Prickett y luego a Gunner.
—Me voy a clase —le dice.
Él la mira y luego a mí. Después de un largo segundo, suspira.
—Te acompañaré. —Luego me deja a solas con Prickett.
—Yo…
—Vete, Prickett. —Ya he terminado esta conversación.
Él agacha la cabeza y frota su nuca.
—Solo espero que sepas lo que estás haciendo, Ryat. No me gustaría
que llegaras tan lejos y lo perdieras todo por un pedazo de culo. —Entonces
él también se da la vuelta y se va, dejándome enojado.
Una hora más tarde, estoy abordando el jet privado de mi padre
cuando el celular suena en mi bolsillo. Tomando asiento en el sillón de
cuero blanco, veo que es un número que no está guardado y no muestra
ningún nombre. No es raro.
—¿Hola? —respondo.
—Hola, Ryat.
Reconozco su voz de inmediato y me siento más erguido en la silla.
No he hablado con él desde que lo conocí en medio de la noche en su
oficina cuando me dijo que eligiera a Blakely.
—Señor…
—Escuché que hubo un problema esta mañana en la casa de los
Lords.
Mis dientes rechinan. ¿Cómo diablos lo sabe? Puede que Prickett y
Gunner no entiendan lo que hice, pero no son ratas. No había nadie más en
el gimnasio. Y sé que Sarah no sabe lo que pasó. Eso solo deja una
posibilidad. ¡Matt! Ya habló con su padre. Tal vez piense que, si logra
despojarme de los Lords, conseguirá antes a Blakely. Quizás ese fue su plan
desde el principio. Ir por Blake, amenazarla, pensando que ella correría
hacia mí, y lo atacaría. Joder, si ese era su plan, caí en él y le di exactamente
lo que quería.
—Sí, señor. No volverá a suceder —miento. Matt tiene que aprender
la lección. Si tengo que volver a hacerlo, que así sea. Afrontaré las
consecuencias, cuando llegue el momento.
—No es necesario —dice con desdén.
Frunzo el ceño y repito.
—¿No es necesario?
—Sí. No conozco los detalles, y tampoco me importa. Pero para que
nos entendamos. —Hace una pausa y aclara su garganta—. Harás lo que sea
necesario para mantenerlo alejado de ella. Y yo me aseguraré de que nunca
se escuchen esos molestos rumores.
Una sonrisa se extiende por mi rostro. ¿Qué mierda ha hecho Matt
para hacer enojar a este hombre?
—¿Queda claro? —pregunta ante mi silencio.
—Sí, señor.
Click.
Permanezco sentado mientras los motores del avión cobran vida, y
esa sonrisa crece aún más, haciendo que me duelan las mejillas. Este juego
se ha vuelto mucho más divertido.

***

El auto se detiene frente a la mansión victoriana en el norte del estado


de Nueva York donde crecí.
Me bajo, tomo mi bolso y subo los escalones. Antes de que pueda
llegar al último, la puerta se abre de par en par. Mi madre chilla, colocando
las manos sobre su boca antes de correr hacia mí.
—¡Ryat! —grita demasiado fuerte en mi oreja mientras me abraza
con fuerza.
Dejo caer mi bolso para devolverle el abrazo.
—Hola, mamá.
—Dios mío, me alegro tanto de que estés en casa. —Se separa y toma
mi rostro con ambas manos—. Eres un hombre tan adulto. —Veo que las
lágrimas empiezan a acumularse en sus suaves ojos azules.
Nunca regreso a casa. No es por ella ni por mi padre. Simplemente
elijo estar en otro lugar.
—Solo estaré aquí por el fin de semana —le recuerdo.
Ella me sonríe.
—Lo sé. Pero pronto volverás a vivir aquí.
No respondo a eso.
—Hijo —me llama mi padre desde el interior de la casa.
—Te ha estado esperando —dice mi madre en voz baja.
Beso su mejilla, me agacho y tomo mi bolso antes de entrar.
—Yo lo llevaré. —Ella me lo quita de las manos. Cuando intento
recuperarlo, añade—: Lo pondré en tu habitación —Luego se da la vuelta y
sube las escaleras prácticamente corriendo.
Respirando profundamente, camino por el pasillo y entro en su
estudio a la derecha. Él está sentado detrás de su escritorio, tecleando en su
ordenador.
—Me alegro de que hayas podido llegar a casa, hijo —dice,
levantando la vista hacia mí y volviendo a su pantalla.
Me dejo caer en el sofá de cuero marrón.
—Dijiste que era importante.
Suena su celular y se levanta.
—Dame un segundo. —Saliendo de la habitación, lo contesta.
Saco el mío e introduzco el código de acceso antes de abrir la
aplicación que me muestra el interior del apartamento de Blake. Ella está
acostada en su cama. Debe haber regresado para tomar una siesta después
de su primera clase. Sé que está cansada. Después de su estado de
embriaguez de la noche anterior, más el despertar después de su sueño, no
durmió mucho.
Está sobre su lado derecho, de frente a una de las cámaras. Las
sábanas están amontonadas a los pies de la cama. Solo lleva su tanga. Su
ropa está en el suelo junto a la cama.
—Perdona por eso —anuncia mi padre al entrar, y bloqueo mi celular
antes de que pueda ver lo que estoy mirando.
—No pasa nada. —Meto el teléfono en mi bolsillo y pienso en
cualquier cosa menos en ella para ignorar mi dura polla.
Se sienta de nuevo detrás de su escritorio, desabrochando el botón de
la chaqueta de su traje Armani, sus ojos verdes se encuentran con los míos.
—El señor Williams me ha llamado.
Pongo los ojos en blanco.
—No puedo decir que me sorprenda. Estoy seguro de que yo también
sé lo que quería.
Asiente.
—Cindy le dijo a quién habías elegido y él quería saber por qué.
—¿Le dijiste que no es de su incumbencia? —gruño. Dios, esa
familia es molesta. El hecho de tener que casarme con ella me produce
migraña. Y siguen pasando por alto el hecho de que nadie la eligió. Esa
debería ser la primera pista. He visto a los Lords ir a la guerra por querer la
misma elegida, mientras se niegan a compartirla con los demás.
—Bueno, ella será tu esposa…
—No por elección —lo interrumpo, poniéndome en pie.
Él suspira con fuerza.
—Los matrimonios concertados no son raros en nuestro círculo
social, Ryat.
Me acerco a la ventana y miro los terrenos. Desde aquí se ven los
establos de los caballos. A mi madre le encantan los caballos. Lleva
montando desde que era una niña. El único tipo de caballo que le gusta a mi
padre son los que le hacen ganar dinero en el hipódromo.
—Sí, bueno, siempre y cuando el acuerdo prenupcial no mencione
nada sobre ser fiel. —Le dirijo una mirada mordaz—. Para cualquiera de
nosotros. —Ella puede follar con quien quiera, y yo con quien quiera. No
quiero que me atrapen con los pantalones alrededor de mis tobillos y que
ella intente quitarme todo lo que tengo.
Él pasa una mano por su rostro.
—Los Williams no son el problema ahora mismo.
—¿Entonces qué es? —pregunto, volviendo a mirar por la ventana.
—Matt.
Mi cuerpo se tensa. ¿Mi padre sabe lo que hice esta mañana? ¿Que
Blakely está causando problemas? Él sabe que tuve que elegirla, pero ¿sabe
por qué? Decido que la mejor manera de averiguar lo que sabe es hacerme
el tonto con lo que le hice a Matt en el gimnasio esta mañana.
Resoplo.
—Él siempre es un problema.
—Hablo en serio, Ryat. Se está preocupando. Se ha ofrecido a pagar.
Lo miro y gruño.
—¿Cuánto? —Entonces, ¿mi rodilla en su rostro lo ha desesperado?
Cree que tengo la oportunidad de quitarle a Blakely.
—Cincuenta de los grandes.
Pongo los ojos en blanco.
—Los Winstons siempre han sido jodidamente tacaños.
—¿Estás diciendo que quieres ofrecer más?
Volviendo al sofá, me siento y arqueo una ceja.
—¿Desde cuándo es eso una opción? —Tiene que estar bromeando,
pero veré por dónde me lleva.
Se encoge de hombros.
—No se trata de ti. Se trata de Matt. —Inclinándose hacia delante,
coloca los antebrazos sobre su escritorio—. Entonces, te pregunto…
¿Cuánto más vamos a ofrecer?
—Voy a casarme con Cindy —argumento—. ¿Por qué iba a hacer una
oferta por una mujer a la que tengo que arrojar a un lado después? —Su
lógica no tiene ningún sentido.
—No puedo decirte eso —responde simplemente.
Pongo los ojos en blanco.
—Por supuesto que no. ¿Cómo sabes siquiera que quiere comprarla
ahora? —Él está intentando garantizar el futuro que amenacé con quitarle.
Nunca la quiso. Matt se casará con Blakely porque su padre le dijo que eso
es lo que hará. No hay ninguna otra razón detrás. Ahora tengo al maldito
hijo de puta asustado. Tomé su juguete, y sabe que no estará limpio e
inocente cuando termine con él. No, estará sucio y manchado. Usado de
todas las formas imaginables.
Cuando ella chupe su polla de una manera que haga que su cabeza dé
vueltas, su primer pensamiento será: ¿Ryat le enseñó eso? ¡Claro que sí,
hijo de puta!
—He recibido una llamada —responde vagamente.
Y no hago más preguntas porque sé que no obtendré ninguna
respuesta.
—Entonces, voy a preguntarte una vez más. —Habla, me detengo y lo
miro—. ¿Cuánto vale ella para ti?
Capítulo 22
BLAKELY

Me acuesto en mi cama vestida con una camiseta y un par de


pantalones cortos grises, viendo una película de Halloween y comiendo
palomitas de maíz mientras tomo una copa de vino. Bueno, técnicamente, lo
estoy bebiendo de la botella. Simplemente no sonaba bien.
Sarah está en casa de los Lords, y yo estoy sola en casa porque Ryat
está fuera de la ciudad durante el fin de semana. Solo es viernes por la
noche, y ya me estoy volviendo loca de aburrimiento sin nada que hacer.
Siempre he sido una persona hogareña, pero me siento muy sola sin Sarah
aquí conmigo. Siempre hemos sido hogareñas juntas. Y he pasado todos los
días con Ryat desde la ceremonia de votos. Es raro estar aquí sola. El lugar
parece tan silencioso.
Suena mi celular y lo levanto para ver que es Ryat.
—¿Hola? —respondo antes de dar un trago de la botella. No estoy ni
cerca de estar ebria. Todavía me queda más de la mitad.
—Hola, pequeña —dice a modo de saludo—. ¿Qué estás haciendo?
—Acostada en la cama. —Soy una auténtica fiestera.
—Ah, ¿sí?
—Sí. Aburrida como la mierda. No me dejarás salir. —Secretamente
me gusta lo controlador y posesivo que es. Es como si estuviera
alimentando un antojo. Pero es cruel que me diga esto y me deje aquí sola.
Si tengo que hacer un arresto domiciliario, prefiero que sea con él.
Se ríe.
—Bueno, no te aburrirías si yo estuviera allí.
Mi respiración se acelera y bebo otro trago.
—¿Qué harías para mantenerme ocupada? —pregunto.
—Bueno, para empezar, te arrancaría esa camiseta junto con tu ropa
interior. Y te quitaría esa botella de vino.
Miro hacia arriba, olvidando que en este lugar hay cámaras. Todavía
no tengo ni idea de dónde están en el apartamento. Pero tengo la sensación
de que están en más lugares que solo en mi dormitorio. Algo sobre saber
que me observa me excita. Me hundo más en la cama, poniéndome cómoda.
—¿Y?
—Esposaría tus manos a la espalda y luego te daría la vuelta,
inmovilizándolas debajo de ti. —Gimo ante la imagen que me da—. Luego
te arrastraría por la cama hasta que tu cabeza colgara de un lado. Te
ordenaría que abrieras la boca para poder follarla.
—Ryat —gimo su nombre mientras relamo mis labios, imaginándolo
en mi boca. Solo lo tuve en mi boca esa noche durante la ceremonia de
votos.
—Tendrías las piernas bien abiertas para mí mientras yo utilizaría un
vibrador en tu coño mojado. Te vendrías con mi polla en tu garganta.
Es tan vulgar con lo que quiere y cómo lo quiere. Me gusta eso de él.
Ojalá fuera tan abierta como él. Me cuesta mucho decirle lo que quiero.
Creo que eso se debe a tanto rechazo de Matt. Siempre me hizo sentir sucia.
No solo sobre mis fantasías, sino cada vez que le mostraba cualquier tipo de
deseo sexual. Creo que por eso me gusta la forma en que Ryat toma el
control sin que yo tenga que pedirlo.
Levantando la mano, agarro mi pecho por encima de la camiseta,
sabiendo que mis pezones están duros.
—Blake —me advierte—. No te toques.
Golpeo la cabeza contra el cabecero.
—No es justo. Me estás excitando a propósito. ¿A qué hora volverás
el domingo? —Cambio de tema.
—No hasta el lunes por la noche —responde.
—¿Qué? Dijiste el domingo. —Solo es viernes. Se fue a primera hora
de la mañana, pero no me dio una hora de regreso para el domingo.
Esperaba que fuera por la mañana temprano.
—Ha surgido algo —dice vagamente.
Eso parece suceder a menudo en su vida.
—Bueno, entonces supongo que te veré el lunes. —Intento no sonar
triste o desesperada. Estuve veinte años sin sexo. Puedo aguantar tres días.
Nos despedimos y me acuesto, poniéndome cómoda y subiendo el
volumen de la película.

RYAT
Abro la puerta y entro. Un rápido vistazo a mi reloj me dice que es
casi la una de la madrugada. Entro en el dormitorio y la encuentro acostada
sobre su lado izquierdo, profundamente dormida. Las palomitas de maíz
siguen en la cama junto a ella, con el televisor en la pantalla de inicio de
Netflix y la botella de vino vacía en la mesita de noche.
Dejo caer la bolsa junto a ella y la abro. Introduzco la mano y saco
todo lo que voy a necesitar. Luego me acerco al cajón de su cómoda y saco
una tanga transparente. Caminando hacia ella, agarro las sábanas y las
arranco. Ella se revuelve y se pone boca abajo.
Perfecto.
Subo a la cama y agarro sus brazos, jalándolos suavemente detrás de
su espalda y cruzando sus muñecas. Ella gime y mueve la cabeza. Agarro la
brida y la envuelvo alrededor de ellas, asegurándola con fuerza.
—¿Qué...? —murmura somnolienta.
Entonces levanto el brazo, agarro un puñado de su cabello y quito la
almohada de su rostro. Grita, ya totalmente despierta. Sentado a horcajadas
sobre su espalda, meto la tanga en su boca e inmediatamente tomo la cinta
adhesiva. Corto un trozo con los dientes y lo coloco sobre su boca,
asegurándolo, mientras ella patalea y murmura en la mordaza.
Empujo su rostro en la almohada mientras mi mano libre agarra una
bolsa negra con cordón. Levanto su cabeza para que pueda tomar aire por la
nariz y coloco la bolsa sobre la cabeza y tiro del cordón, atándolo en la nuca
para mantenerlo en su lugar, pero lo suficientemente suelto para que pueda
respirar aire fresco por la parte inferior.
Me levanto de su espalda, ella se revuelve tratando de liberarse
cuando agarro sus piernas y coloco otra brida alrededor de sus tobillos.
Luego la arrojo sobre mi hombro y la llevo fuera del apartamento.
La saco por la salida lateral, donde ya tengo estacionado el
todoterreno. Abriendo la parte trasera, la coloco boca abajo. Tomo la cuerda
que ya tenía guardada aquí y la deslizo rápidamente entre sus muñecas
atadas y luego la deslizo también entre sus tobillos atados, tirando de ella
con fuerza, atándola como a un cerdo.
Me alejo y la veo luchar contra las ataduras, hasta quedar agotada.
Murmura cosas sin sentido a través de la mordaza y su cuerpo tiembla. No
puede verme a través de la bolsa que cubre su cabeza. Le he quitado todo,
excepto la audición. E incluso eso debe estar limitado por el torrente de
adrenalina y la sangre que corre por sus oídos.
Colocando mi mano sobre su hombro, la empujo hacia un lado y
levanto su camiseta para dejar sus pechos expuestos para mí. Extiendo mi
brazo, envolviendo una mano alrededor de su garganta mientras la otra
aprieta su pecho. Me inclino y susurro:
—Grita todo lo que quieras, pequeña. Ahora eres mía.
Luego cierro la puerta de golpe.

***
Treinta minutos después, salgo de la carretera hacia un camino de
grava y llego a la casa. Salgo y camino hasta la parte trasera del
todoterreno. Ella sigue de lado, luchando. Metiendo la mano en mi bolsillo
saco una navaja, corto la cuerda, pero dejo las bridas. Sus pies caen al suelo
y la saco de la parte trasera tomándola del brazo antes de volver a lanzarla
sobre mi hombro y llevarla a la casa.
Avanzando por el pasillo, le doy una palmada en el culo y ella gime.
Abro la puerta del dormitorio de una patada y la arrojo sobre la cama.
He estado aquí antes y la he preparado quitando el edredón y la sábana
superior, dejando solo los artículos que iba a necesitar. La pongo boca abajo
y corto las bridas que sujeta sus brazos, luego la empujo sobre su espalda y
me pongo a horcajadas sobre su pecho.
Grita detrás de la mordaza y sus brazos me golpean. Pero agarro
fácilmente su mano izquierda y la introduzco en el nudo corredizo que hice
con la cuerda que está sujeta al marco de la cama. Luego hago lo mismo
con la derecha.
Al bajarme de la cama, ella patalea con sus pies atados con la brida,
girando su cuerpo hacia la izquierda y derecha. Me dirijo al extremo de la
cama y corto también esa atadura. Luego aseguro cada tobillo a un poste de
la cama con una cuerda, bien separados, haciendo que se extienda como un
águila. Entonces me coloco a los pies de la cama y la miro. Su camiseta se
ha levantado en su lucha dejando su ombligo perforado expuesto. Mis ojos
bajan hasta sus pantalones cortos grises. Hay una mancha húmeda.
Sabía que la habría. Esta era una fantasía suya. Que se joda Matt por
hacerla sentir avergonzada por lo que quiere.
Me acerco al lado izquierdo de la cama, tomo un cuchillo y lo coloco
en la parte interior de su pierna. Se queda quieta, ya no grita. Sus fuertes
jadeos llenan la habitación. Muevo la hoja hacia arriba, con cuidado de no
cortar la piel, hasta llegar a su ropa interior. La deslizo entre el material y su
piel, cortándola.
Ella gime, su cuerpo tiembla. Coloco mi mano entre sus piernas y
acaricio su coño mojado. Ella arquea la espalda y suelta un grito ahogado.
Presiono la palma de mi mano contra su hueso pélvico y agarro su
coño. Introduzco tres dedos dentro de ella, los saco rápidamente y le doy
una palmada en el coño.
Su cuerpo se levanta de la cama mientras suelta un grito ahogado. La
abofeteo de nuevo, y ella se retuerce y gira, intentando cerrar las piernas.
Eso no va a pasar, pequeña.
Me arrastro hasta la cama y me siento a su lado. Empujo la bolsa un
poco hacia arriba para dejar su cuello al descubierto y envuelvo mi mano
izquierda a su alrededor, sujetándola al colchón, pero sin cortarle el
suministro de aire. Dejo caer el cuchillo a mi lado y vuelvo a tocar su coño
con la mano derecha, y esta vez meto un dedo. Su cuerpo se balancea hacia
adelante y hacia atrás mientras murmura palabras incoherentes detrás de su
mordaza.
No pasa mucho tiempo antes de que su coño se contraiga y se venga.
Retirando mis dedos, los lamo para limpiarlos uno a la vez mientras
salen de mi boca. Saboreando esa dulce jodida miel.
Luego corto la cuerda que sujeta sus piernas. Las cierra rápidamente y
levanta las rodillas. Sonrío, las separo con mis manos y me siento entre
ellas. Bajo la cremallera de mis pantalones y saco mi polla. Ha estado muy
dura desde que la llamé antes desde el avión en mi camino de regreso. No
me quedé mucho tiempo en Nueva York. Después de la conversación con
mi padre, quería salir de allí y volver aquí con ella. Sabiendo que esta era
una oportunidad que no quería perder. Ella me dio luz verde esta mañana en
su baño para representar su fantasía como quisiera. Que ella pensara que yo
estaba fuera de la ciudad todo el fin de semana era la mejor oportunidad.
Mientras la miro atada y amordazada con una bolsa sobre la cabeza,
sabiendo que me estoy aprovechando de ella, me excito tanto como a ella.
Agarro mi polla y me deslizo dentro de ella. Ella me succiona y
muerdo mi lengua para no gemir de placer.
¡Mierda!
Llevo el cuchillo a su cuello y se pone rígida una vez más. Corto el
cordón y arranco la bolsa de la cabeza. Parpadea rápidamente a causa de la
intensa luz del dormitorio.
—Hola, pequeña —digo, sonriendo mientras mi polla se sacude
dentro de ella.
Vuelve a parpadear, con su bonito rostro cubierto de lágrimas.
Levanto la mano y aparto suavemente el cabello de su rostro, pero no quito
la cinta adhesiva de su boca. Tengo mucho tiempo para escucharla gritar mi
nombre durante el fin de semana mientras estamos aquí.
—Tan hermosa —le digo.
Ella gime.
Vuelvo a colocar la punta del cuchillo en su cuello, y ella se arquea,
jadeando por la nariz. Lo paso por su camiseta, rasgándola por la mitad.
Luego la arrojo al suelo.
Ella envuelve sus piernas alrededor de mis caderas y me inclino hacia
delante. Agarro su barbilla y giro su cabeza hacia un lado. Lamo las
lágrimas de su mejilla y mis caderas comienzan a moverse.
—Buena chica por venirte por mí —le digo—. Sabía que lo harías.
Retrocedo y me impulso hacia delante. Ella tira de la cuerda que
sostiene sus brazos. Sus manos se están poniendo azules por lo mucho que
ha conseguido apretarlas. Decidí hacer nudos corredizos para deslizarlos y
facilitar el acceso porque no quería drogarla. La necesitaba despierta y
consciente de lo que estaba pasando. Así que tuve que hacer las cosas lo
más fácil posible para contenerla mientras luchaba contra mí. Ella los ha
hecho más apretados tirando de ellos durante su lucha inútil.
Me inclino y meto un pezón en mi boca. Lo chupo mientras la follo.
La cama golpea contra la pared con tanta fuerza que podríamos romperla.
Su coño empapado me aprieta de nuevo y ella se viene.
—Esa es mi chica —digo, lamiendo mi camino desde su pecho hasta
su cuello. Beso su pulso acelerado y deslizo mi mano libre debajo de su
cabeza. Agarro su cabello, manteniéndola en su sitio mientras hundo mis
dientes en su cuello, succionando su piel salada en mi boca, sabiendo que
dejaré un gran chupetón allí.
Liberándola, beso su barbilla y la cinta adhesiva, así que estoy sobre
sus labios. Los beso antes de alejarme. Sus ojos azules acuosos se
encuentran con los míos antes de cerrarlos.
—Mírame —ordeno en voz baja.
Vuelve a abrirlos y la sujeto por detrás de las rodillas, separando más
sus piernas, pero mis ojos se mueven hacia abajo para ver cómo entra y sale
mi polla, cubierta con su excitación. Muerdo mi labio y la embisto,
haciendo que sus tetas reboten y sus ojos se cierren. Ella se viene una vez
más junto conmigo.
Capítulo 23
BLAKELY

Quita la cinta adhesiva de mi rostro, el escozor me hace estremecer,


luego quita la ropa interior de mi boca. Inmediatamente comienzo a
sollozar. Desata mis brazos y atrae mi cuerpo tembloroso hacia el suyo.
Sabía que era Ryat incluso antes de que me hablara. Tengo la
sensación de sus manos indiscutiblemente. Conozco el tacto de sus labios.
Y sé cómo folla. Mi cuerpo nunca ha estado tan vivo. Nunca me he venido
tan fuerte en mi vida. Supongo que eso no dice mucho ya que es el único
tipo con el que me he acostado. Pero incluso cuando fantaseaba con eso en
el pasado, nunca me había venido así.
—Shh —me tranquiliza mientras me acuesto de lado, con mi rostro
presionado en su camisa en este dormitorio desconocido—. Estás bien —
dice, frotando mi espalda desnuda.
Entrecierro los ojos y trato de recuperar el aliento, dejando que me
abrace como si le importara.
—Me siento culpable —admito en voz baja.
Me separa de él y pasa una mano por mi rostro, limpiando las
lágrimas.
—No lo hagas. No te hagas eso, Blake.
—Me he liberado. —Trago el nudo en mi garganta—. Me gustó. —La
vergüenza se apodera de mí como una pesada ola.
—Está bien —me dice—. Era una fantasía, Blake. Quería que lo
disfrutaras.
Una pequeña parte de mí se siente aliviada de haberlo disfrutado, pero
la mayor parte se avergüenza de eso. El hecho de que me quitara la visión,
la voz y me retuviera hizo que mi cuerpo gritara de alegría. Me acosté en la
parte trasera del vehículo llorando y respirando en esa capucha, tan
excitada. Seguía escuchando la voz de Matt, diciendo lo jodida que estoy.
Lo equivocado que estaba mi cuerpo al disfrutar de eso.
Él se aleja, alcanzando la mesita de noche. Entonces me da una
botella de agua.
—Toma, bebe esto.
Me siento y bebo un trago, mis manos tiemblan tanto que fallo al
llevarla a mi boca y un poco de líquido corre por mi pecho expuesto. Tomo
otro sorbo, se la devuelvo y froto mi rostro lleno de lágrimas. Me acuesto
de nuevo, sorbo mi nariz, y él se acomoda de nuevo a mi lado, acercándome
una vez más y abrazándome.
—Lo siento —susurro, sin saber muy bien por qué lo siento
exactamente. Pero me parece que es lo mejor que puedo decir en este
momento.
—No lo sientas. —Suspira—. No hay razón para lamentarse. Las
fantasías no le hacen daño a nadie, Blake. —Sintiendo sus labios en mi
cabello, lo besa suavemente. Cierro los ojos y dejo que me abrace mientras
intento calmar mi respiración y dejar de llorar. Se sienten como horas, pero
mi cuerpo comienza a relajarse. Todo duele. Mi cuerpo está exhausto. Me
separo de él, me acuesto de espaldas y miro al techo.
—¿Estás bien? —pregunta, estirando la mano y frotando mi
estómago.
Asiento.
—¿Dónde estamos?
—En mi casa.
Lo miro y sus ojos esmeraldas me miran intensamente.
—¿Tuya?
—Sí. La compré hace un par de años, pero nunca puedo quedarme
aquí. Siempre estoy en Casa de los Lords. Pensé en traerte aquí porque no
quería actuar en tu apartamento. Quería sacarte de allí y darte un nuevo
ambiente. Dijiste que en tu sueño él te arrastraba al bosque. Quería que
usaras tu imaginación para ver a dónde te llevaría. Que te diera el control de
a dónde creías que ibas.
Me siento, coloco mi mano en su camisa y me doy cuenta de que
todavía está vestido con su ropa.
—Gracias —le digo. Él hizo algo que Matt se negaba a hacer. Ryat se
limitó a escucharme. No me juzgó. Me preguntó qué quería y me dio
exactamente eso.
Lleva mi mano a sus labios y besa mis nudillos.
—¿Cómo te sientes?
—Mejor —le digo con sinceridad.
—Háblame de eso —me insta—. ¿Hay algo que no te haya gustado?
Me sonrojo, deseando que apague las luces para que no pueda ver mi
rostro.
—No.
—¿Es algo que quieres hacer de nuevo?
Asiento, mordiendo mi labio inferior con nerviosismo.
Extiende la mano, lo libera de mis dientes y pasa la yema del pulgar
por él. Sus ojos siguen el movimiento antes de volver a encontrarse con mis
ojos de nuevo.
—¿Qué te gustaría que se hiciera de manera diferente?
—No lo sé.
—Blake. —Suspira—. Estoy más que dispuesto a hacer lo que
quieras, pero tienes que decirme qué.
Apartando la mirada de él, siento que las lágrimas comienzan a arder
en mis ojos de nuevo por la vergüenza.
—Yo… —Ese bulto vuelve a aparecer y parece que no puedo
tragarlo.
Agarra mi barbilla con suavidad y me obliga a mirarlo.
—¿Qué?
—Es que no quiero la opción —susurro. A mi cuerpo le gusta ser
dominado. Sin embargo, cómo él quiera hacerlo está bien. Es aterrador,
pero también excitante. Para mí, darle el poder sobre mí me da poder. Es
liberador. No tiene ningún maldito sentido para mí, pero es lo que mejor se
siente. Pensé que me iba a gustar el factor sorpresa, pero terminó siendo lo
más excitante.
Él asiente.
—De acuerdo. —Se inclina y besa mi frente con ternura antes de
volver a acercar mi cuerpo al suyo—. ¿Te gustó que te hablara? Quería
asegurarme de que sabías que era yo sin arruinártelo.
—Sabía que eras tú incluso antes de que hablaras —le digo.
—¿Sí? —Arquea una ceja—. Bueno, lo tomaré como un cumplido.
Me río y trato de cambiar de tema.
—¿Por qué has vuelto?
—Regresé antes por ti —responde a través de un bostezo.
Mis cejas se elevan.
—Ni siquiera has estado fuera por veinticuatro horas.
—Odio Nueva York —afirma.
No menciono que Matt me dijo que Ryat será algún día juez allí.
Dudo que lo sepa todo. Seguramente estaba mintiendo de todos modos para
poner pensamientos en mi cabeza.
—¿Tienes hambre? —pregunta.
—No. —Bostezo y estiro mis pesadas extremidades.
—Descansa un poco. Debes estar cansada —comenta, alejándose de
mí. Una insinuación de que no vendrá a la cama conmigo.
—¿Qué hora es? —pregunto, sintiéndome de repente agotada.
Él mira su celular.
—Casi las dos y media. —Entonces se inclina y toma la sábana de
arriba. La coloca sobre la cama y luego hace lo mismo con el edredón que
está doblado en una esquina.
Cierro los ojos y vuelvo a bostezar. Estoy a punto de desmayarme
cuando abro los ojos y lo veo caminando hacia la puerta.
—Oye, ¿Ryat?
Se gira para mirarme.
—¿Sí?
—Gracias —vuelvo a decir.
—No tienes que agradecerme, pequeña —dice, apagando la luz y
saliendo de la habitación.
Me doy la vuelta, subo las sábanas hasta mi cuello y cierro los ojos,
escuchando cómo cierra la puerta al salir, sin que me importe una mierda
tomar una ducha en este momento.

RYAT
Es domingo por la noche, estoy de pie en el cuarto de baño, junto al
lavabo, cepillándome los dientes. Escupiendo la pasta de dientes, me doy la
vuelta y veo a Blakely en la bañera. Está relajada con la cabeza sobre una
almohada blanca y los ojos cerrados. Su cabello está recogido en un moño
desordenado. Algunos mechones han caído alrededor de su rostro y están
mojados. Su rodilla izquierda está doblada, saliendo de las burbujas que
llenan el jacuzzi.
Camino hacia un lado y me siento en el borde. Coloco mi mano en su
rodilla y la deslizo hasta el interior de su muslo, sumergiendo mi mano en el
agua caliente. Ella se sobresalta, y sus ojos se abren ante contacto.
—¿Estabas durmiendo? —le pregunto.
—No —responde entre bostezos.
Me río de esa mentira.
—Vamos. —Le doy un golpecito en el muslo—. No quiero que te
duermas aquí y te ahogues.
—Aww, te preocupas por mí. —Ella sonríe.
—No se puede follar con una chica muerta —bromeo. Bueno, sí se
puede, pero no es una afición que me guste.
Me lanza unas burbujas que caen sobre mi camisa. Me pongo de pie y
ella agarra mi mano para detenerme.
—¿Podemos quedarnos aquí esta noche? Podemos levantarnos más
temprano por la mañana para regresar.
—Claro. —De todos modos, no estaba planeando irme tan tarde. Sé
que ella está cansada y, francamente, yo también. Saliendo del baño, entro
en la suite principal. Me acuesto en la cama cuando suena mi celular en la
mesita de noche. Lo tomo y veo que es un mensaje de Prickett.
Enciende la televisión.
Frunciendo el ceño, tomo el mando a distancia junto al teléfono y
apunto a la pantalla plana que cuelga de la pared. Se enciende y ni siquiera
tengo que cambiar de canal. Un equipo de noticias se encuentra fuera de
una casa aquí en Pensilvania. Autos de policía, ambulancias y una furgoneta
del forense están reunidos en el gran camino de entrada de la mansión de
ladrillo blanco de tres plantas.
—¿Qué está pasando? —pregunta Blake, saliendo del baño.
La miro vestida con nada más que una toalla corta, y mi primer
pensamiento es arrojarla a la cama y follarla. Pero lo descarto y vuelvo a
poner los ojos en la televisión.
—No estoy seguro —respondo con sinceridad.
Una morena se acerca a la cámara con un micrófono en frente a su
rostro.
—Se ha iniciado una persecución —anuncia—. Detrás de mí, verán
que la policía y el FBI están en la casa de la familia Mallory…
—Oh, mierda —susurro, sentándome más erguido.
—¿Quién es? —pregunta Blake—. ¿Los conoces?
Asiento como respuesta.
—Todo lo que sabemos ahora mismo es que hubo una entrada forzosa
con una víctima mortal…
—¡Mierda! —Siseo, llevándome las manos a la cabeza.
—¿Qué? —exige Blake—. ¿Qué pasa?
Si es quien creo que es, van a rodar cabezas. Gregory Mallory es un
Lord muy importante aquí en Pensilvania. Con una lista kilométrica de
gente que lo quiere muerto. Su posición tiene enemigos alineados queriendo
su cabeza.
—¿Ryat…? —espeta Blake, intentando llamar mi atención para que
responda a su pregunta, pero la ignoro.
Tres agentes del FBI salen por la puerta principal de la casa y se
acercan al reportero.
—Corten esto. —Se escucha a uno exigirle a la mujer.
—Soy Jane, de News One. Se nos permite estar…
Él la interrumpe quitándole el micrófono mientras el otro tira la
cámara al suelo. La imagen se vuelve borrosa y vuelven a cortar la
transmisión.
Apago.
—Ryat, ¿qué está pasando? —exige Blake.
El sonido de mi teléfono evita que tenga que contestarle. Contesto
cuando veo que es mi padre.
—¿Hola? —pregunto, levantándome de la cama y caminando hacia la
sala de estar.
—¿Has visto esa mierda? —gruñe.
—Sí. ¿Qué diablos pasó? —exijo, encontrando a Blake ahora de pie
en la sala de estar, al final del pasillo, con los brazos cruzados sobre su
pecho, mirándome.
—Hubo un atentado contra Gregory. Pero él no estaba en casa…
—Espera —lo interrumpo—. Dijeron que había una víctima mortal.
¿A quién demonios han matado?
—A Remy —responde.
Me dejo caer en el sofá y cubro mi rostro con una mano.
—¡Joder! —Suspiro. Es peor de lo que pensaba.
—Sí —asiente mi padre.
Aparto el celular de la oreja para mirar la pantalla cuando vibra. Es un
mensaje de texto.
Casa de los Lords. Ya.
—Tengo que irme —le digo a mi padre, sin molestarme en esperar
una respuesta. De pie, la miro—. Vístete. Nos vamos.
Ella extiende los brazos y la toalla cae a sus pies.
—¿Con qué? No tengo nada que ponerme. Has destrozado mi
camiseta y ropa interior. —Arqueando una ceja, coloca las manos sobre sus
estrechas caderas.
Mis ojos se toman un segundo para recorrer los moretones que cubren
su cuerpo en varios lugares junto con las marcas de mis dientes. Tiene dos
chupetones: uno en el cuello y otro en la cara interna del muslo. Hemos
pasado todo el fin de semana aquí, en mi cabaña, sin hacer otra cosa que
follar, y todavía estoy duro.
—Tengo ropa que puedes ponerte. —Señalo el dormitorio, ignorando
mi polla. Ahora no es el momento. Tenemos que irnos—. Toma una
camiseta y un pantalón de deporte de mi armario. Nos vamos en cinco
minutos.
Afortunadamente, no discute más conmigo y va a vestirse.
—¿Vas a contarme lo que pasa? —me pregunta en el momento en que
estamos en mi todoterreno acelerando por la carretera para regresar a la
casa de los Lords.
—No puedo —le digo con sinceridad.
—¿No puedes o no quieres? —suelta, irritándose.
Me muevo en mi asiento.
—No puedo. Hice un juramento…
Ella resopla.
—Matt solía decir siempre esa mierda. Entonces también era mentira.
Le doy una rápida mirada para ver que está mirando por la ventana
del pasajero. El hecho de que lo haya mencionado me enfada.
—Mira, aunque pudiera decírtelo, no lo haría porque no es de tu
incumbencia —espeto.
—¡Claro! —Ella me mira—. ¡A veces necesito un recordatorio que la
única razón por la que me estás follando es para hacer enojar a Matt!
Mis manos se tensan sobre el volante.
—Blake…
—Así que, gracias por eso, Ryat —añade mordazmente.
—¡Blake! —le advierto con un chasquido.
Ella resopla, cruza los brazos sobre su pecho y se inclina hacia atrás
en el asiento.
Pongo "If You Want Love" de NF para ahogar mis pensamientos y
cualquier otra cosa que ella tenga que decir.
***
Estamos entrando en la casa de los Lords cuando nos encontramos
con Sarah y Gunner. Ella me mira con recelo y me pregunto si en la casa se
ha difundido algún rumor sobre Matt y yo durante mi ausencia.
—¿Dónde han estado ustedes dos? —pregunta Sarah, mirando a
Blakely—. Han estado desaparecidos todo el fin de semana.
—Nos hemos estado quedado en el apartamento —le responde ella.
—Ayer mismo estuvimos allí. —Sarah mira a Gunner—. La verdad es
que estaba preocupada. Tu habitación estaba destrozada. Las cosas fueron
derribadas. Parecía como si hubiera habido algún tipo de lucha.
Las mejillas de Blake se enrojecen al mismo tiempo que Matt da
vuelta a la esquina. No se me escapa el ojo morado que tiene por mi rodilla
conectándose con su rostro la última vez que lo vi.
—Nos fuimos a mi cabaña a pasar el fin de semana —respondo a la
pregunta anterior de Sarah, sin apartar mis ojos de Matt hasta que
desaparece por otro pasillo antes de que Blake pueda verlo.
—Salimos apurados —bromea Blake.
—Bueno, me alegro de que hayan regresado. —Sarah le sonríe.
—En realidad, solo venimos a recoger algunas cosas y luego
volvemos al apartamento —les informo.
—Oh. —Su rostro decae—. Te he estado enviando mensajes de texto
y llamándote todo el fin de semana, y nunca has contestado —ella dice.
Blake frunce el ceño y yo miro a Gunner. Él finge que no está
escuchando y mira hacia la gran escalera.
—Hmm —añade Blake—. No tenía nada tuyo en mi teléfono. Tal vez
no tenía recepción. Estábamos bastante lejos.
Agarro la mano de Blake, poniendo fin a esta conversación y tiro de
ella hacia el pasillo hasta mi habitación.
Después de cerrar la puerta, me giro hacia ella.
—Tengo que asistir a una reunión —le informo.
Me mira fijamente, con sus bonitos ojos azules todavía encendidos
por lo de antes. No me ha hablado directamente desde que le grité de
camino aquí.
—Quédate aquí. Volveré cuando haya terminado. —Con eso, me doy
la vuelta y salgo de la habitación para ver a Gunner y Sarah en el pasillo.
—Sarah va a pasar el rato con Blakely mientras estamos ocupados —
me dice él.
Asiento y le abro la puerta de mi habitación. Sarah ni siquiera me
mira al entrar, y la cierro de un tirón con más fuerza de la que pretendía.
Gunner se ríe.
—¿Ya hay problemas en el paraíso?
—Acabemos con esto. —Lo ignoro y paso junto a él.
Capítulo 24
RYAT

Al salir del ascensor, Gunner y yo entramos en el sótano. El búnker


fue añadido después de que el hotel fuera entregado a los Lords. Aquí abajo
hay una armería. Más pistolas, municiones y armas que podríamos
necesitar. También es donde celebramos todas nuestras reuniones
importantes.
Las paredes son de color negro mate con estantes de armas colgando
en la pared del fondo. La pared de la derecha tiene cuchillos de varios
tamaños y colores.
Hay una mesa negra en el centro de la habitación. Hay suficientes
asientos como para cincuenta personas. Me doy cuenta de que solo están
presentes los mayores. Me siento junto a Prickett, ignorando a Matt, que
está sentado frente a mí. Gunner ocupa el asiento a mi derecha.
Lincoln entra en la sala y no pierde el tiempo. Dando una palmada,
comienza.
—Supongo que todos ya han visto las noticias y están al tanto de lo
que sucedió.
—Sí —dicen todos al unísono.
Toma la silla de la cabecera de la mesa.
—Necesito dos voluntarios para una tarea. No puedo darles más
detalles, aparte de que el trabajo podría tomar un día o tres semanas. Todo
depende de cuánto tiempo tarden en hacerlo.
Estoy a punto de ofrecerme cuando escucho hablar a Matt.
—Ryat y yo nos encargaremos.
Los ojos de Gunner se disparan hacia los míos mientras Prickett pasa
una mano por su rostro.
—¿Ryat? —Lincoln me mira, relajándose en su silla, esperando la
confirmación.
No puedo decir que no. Si lo hago, demostraré a todos los presentes
que tengo un problema con Matt.
—Me parece bien, señor —digo y luego aprieto la mano sobre mi
regazo. ¡Hijo de puta!
—Perfecto. Pueden retirarse todos. —Lincoln se levanta y sale a toda
prisa. Me aseguraré de ponerme al día con lo que sea que esté a punto de
hacer.
—¿Hablas en serio? —Prickett suelta un chasquido en mi rostro en el
momento en que salimos de la habitación y saltamos al ascensor.
Afortunadamente, solo somos él, Gunner y yo. Los demás se quedaron
atrás.
—¿Qué se supone que debía decir? —gruño.
—No. Que te niegas a trabajar con él.
Resoplo ante eso.
—Es evidente que te está tendiendo una trampa. —continúa.
—Déjalo. —Me encojo de hombros.
—Ryat…
—Me importa una mierda él ahora mismo. —le digo bruscamente a
Prickett y pongo mi atención en Gunner—. Necesito que me hagas un favor.
—Lo tengo cubierto. —Asiente con la cabeza, sabiendo ya lo que le
iba a pedir.
—Gracias, hombre. —El ascensor suena y se detiene en el primer
piso. Salimos y Lincoln está parado allí.
—¿Me permites un momento? —me pregunta.
—Sí —le digo mientras Gunner y Prickett se alejan por el pasillo,
dejándonos solos—. ¿Qué ocurre?
—¿Seguro que quieres hacer esto? —él pregunta.
—¿Dudas de mí? —Arqueo una ceja.
Se ríe.
—Nunca. —Su rostro se pone serio y mira su reloj—. Todo lo que sé
es que tienes cinco horas. Así que yo que tú, me aseguraría de que tu chica
esté en casa y en la cama dormida antes de que te vayas.

BLAKELY
—¿Está todo bien? —me pregunta Sarah mientras nos sentamos en la
cama de Ryat.
—Sí.
—¿Por qué siento que me estás mintiendo? —Ella se ríe suavemente.
Suspiro, tirando del lazo casi suelto de mi cabello. El moño
desordenado se estaba cayendo de todos modos.
—¿Te ha contado Gunner algo sobre los Lords?
—No. —Ella niega con la cabeza—. Y estoy totalmente de acuerdo
con eso. Prefiero no saberlo.
—Me vuelve loca —admito—. ¿Qué diablos podrían estar haciendo
que sean tan secreto?
—Escucha, Blakely… —Ella toma mis manos entre las suyas—. Lo
que sea que estés pensando, déjalo ir. ¿De acuerdo? Escuché algunas
mierdas mientras me estuve quedando aquí, y es mucho mejor que no lo
sepas.
—¿Cómo qué? —insto.
Soltando mis manos, coloca un mechón de cabello detrás de su oreja.
—Ellos…
La puerta se abre, y ella salta mientras miro hacia arriba para ver a
Ryat y Gunner entrar en la habitación.
—Oye, nena. Vamos. —Gunner está de pie en la puerta, sosteniendo
la puerta abierta, obviamente alejándola de mí.
Ella me mira, dedicándome una suave sonrisa.
—Te veré mañana en clase.
Asiento, enojada porque interrumpieron lo que sea que estaba a punto
de decirme, pero supongo que esperar hasta mañana no es tan malo.
Ryat entra en su cuarto de baño y me levanto, siguiéndolo. Enciende
el grifo del lavabo y se inclina, arrojando agua en su rostro.
—¿Nos quedaremos aquí esta noche? —pregunto.
—No —contesta de forma cortante antes de sacar una toalla de mano
de un gancho y pasarla por su rostro. Luego la tira sobre la encimera—. Nos
vamos a tu apartamento. —Luego pasa junto a mí y regresa a su dormitorio.
—¿Cuánto tiempo vamos a hacer esto? —cuestiono, siguiéndolo.
—No lo hagas, Blake —espeta—. No estoy de humor en este
momento.
—¡Quizá no estoy de humor para aguantar tu mierda! —presiono.
Se da la vuelta, su mano va a mi garganta y me empuja contra la
pared. Tan fuerte que saca todo el aire de mis pulmones. Su rostro baja
hasta el mío, nuestros labios casi se tocan, y sus ojos verdes son rendijas
sobre los míos con un tic en su afilada mandíbula.
Casi había olvidado lo aterrador que podía ser. Ha sido amable,
incluso comprensivo. Pero esto me recuerda que es solo un acuerdo, y que
no soy nada para él. Como dije en el auto, solo estoy aquí para que él pueda
enfadar a Matt.
—Dije que no voy a hacer esto ahora. Y lo dije en serio. Así que, a
menos que quieras verme realmente enojado, te sugiero que retrocedas de
una maldita vez. —Su voz es baja, sus palabras controladas, pero su mano
alrededor de mi garganta tiembla, revelando sus verdaderos sentimientos en
este momento.
Me pregunto si soy yo o algo más. Levanto la barbilla y mis labios se
afinan.
—Lo entiendo.
Él suelta mi cuello y se aleja.
—Vamos.
Salimos de su habitación y miro al otro lado del pasillo para ver a
Matt saliendo de una habitación. Sus ojos se encuentran con los míos y me
sonríe. Eso hace que los vellos de mi nuca se ericen. Sus ojos azules se
dirigen a Ryat, y noto el ojo morado que tiene. ¿Qué demonios le pasó?
¿Ryat hizo eso? ¿Están peleando? ¿Es por eso que Ryat está nervioso?
¿Matt le dijo algo sobre mí? No es que Matt sepa ningún secreto sobre mí.
Nunca tuve la oportunidad de hacer ninguna locura.
—Nos vemos pronto —dice Matt, asintiendo con la cabeza a Ryat con
esa sonrisa todavía en su rostro.
Ryat toma mi mano y tira de mí por el pasillo. Lo miro por encima de
mi hombro justo cuando la rubia decolorada sale de la habitación de Matt,
tirando de él hacia dentro y cerrando la puerta detrás de ellos.

***
Entramos en mi apartamento, y estoy nerviosa. No me gusta no saber
qué está pasando. Especialmente cuando podría verme involucrada.
—¿Qué quiso decir Matt? —le pregunto a Ryat mientras entramos en
mi dormitorio—. ¿Por qué te verá pronto?
—Ahora no. —Suspira pesadamente, rascando su nuca.
—Ryat…
—¡Blake! —me dice bruscamente, clavando su mirada en mí.
Soltando un suspiro, se acerca lentamente a mí.
No me muevo. Acercándose a mí, desliza su mano por mi cabello y
lame sus labios.
—¿Podemos irnos a la cama? Ha sido un fin de semana largo y un día
aún más largo. Podemos hablar de eso mañana.
Mis ojos buscan los suyos y odio no poder saber si está mintiendo o
no. Conocía a Matt lo suficientemente bien como para saber si estaba
tratando de evitar una conversación o simplemente a mí en general. Ryat es
más difícil de leer.
Asintiendo, digo:
—Claro.
Inclinándose, presiona un suave beso en mi frente.
—Te traeré agua. —Se aparta y va a la cocina mientras yo me quito la
camiseta y el pantalón de chándal antes de meterme en mis frías sábanas.
Estoy cansada. Creía que me iba a desmayar en su cabaña, pero luego
de los acontecimientos que siguieron me despertaron muy rápido.
—Aquí tienes —dice Ryat, entrando en la habitación con un vaso de
agua para mí.
—Gracias. —Lo tomo y me bebo más de la mitad, sin darme cuenta
de la sed que tenía.
Él toma el vaso y lo deja en mi mesita de noche antes de meterse en la
cama a mi lado.
—Dulces sueños, Blake. —Besa mi frente de nuevo, y tira de mí,
presionando mi espalda contra su pecho.
Mi último pensamiento es que no tendremos esa conversación por la
mañana.
Capítulo 25
RYAT

En cuestión de minutos, la escucho roncar suavemente. La droga está


haciendo efecto rápidamente. No ha comido en horas. Puse un somnífero en
el agua mientras estaba en la cocina. La necesitaba fuera para poder irme
sin que hiciera preguntas. Estaba cansado de no poder responderlas. No solo
por el juramento que hice, sino porque no tengo ni una maldita idea de lo
que voy a hacer. No confiaba en dejarla en casa de los Lords, así que tuve
que traerla de vuelta aquí y hacer que se durmiera lo antes posible.
Al quitar mi brazo de debajo de ella, ni siquiera se mueve. Estará
enfadada conmigo cuando se despierte por la mañana, pero ya me encargaré
de eso cuando termine mi tarea.
Me levanto de la cama y salgo de su habitación justo cuando Gunner
y Sarah entran por la puerta principal.
—Danos un segundo —le dice él, y ella se dirige a su habitación en el
otro extremo del apartamento.
—Ella está fuera. Lo estará toda la noche —le digo.
Él asiente una vez.
—Te haré saber lo que está pasando tan pronto como pueda. —Él
comprendió que quería que él y Sarah se quedaran aquí con ella mientras yo
no estuviera. Es posible que no sea capaz de controlar lo que hace o a dónde
va mientras estoy trabajando. Sigo sin quererla en la casa de los Lords
aunque Matt esté fuera, así que necesitaba darle una razón para que se
mantuviera alejada. Que Sarah esté aquí es lo mejor que se me ocurrió en
tan poco tiempo.
—Por supuesto. Solo ten cuidado. —Sus ojos se dirigen a la puerta
cerrada de su habitación—. Y no te preocupes por ella. Me aseguraré de que
no le pase nada mientras no estés.
Mi celular vibra en mi bolsillo y es un mensaje de un número
bloqueado.
Al abrirlo, veo que es la dirección de la catedral. Sin decir nada más,
salgo y me dirijo a la calle.

***
Treinta minutos después, entro por las puertas dobles de la catedral,
escondida en el bosque. Miro a mi alrededor y veo que estoy solo. Pero esa
victoria dura poco cuando las puertas se abren con un chirrido detrás de mí
y entra Matt.
—Será como en los viejos tiempos. —Me dedica una jodida sonrisa
cuando me giro para mirarlo.
—Trata de no matar a un inocente esta vez. —lo provoco. Pero en
lugar de ofenderse, se ríe.
Las puertas se abren y ambos nos giramos para mirar a los tres
hombres que entran. Los tres llevan capas negras y máscaras blancas sobre
sus rostros para ocultar su verdadera identidad.
Mi pulso se acelera y mi corazón comienza a latir más fuerte por la
adrenalina que corre por mis venas. Había olvidado lo mucho que extraño
esto. La acción. Esta es la parte de los Lords que me encanta. No voy a
fingir que no me gusta la violencia. Me encanta.
—Caballeros —habla el de la extrema derecha.
Matt da un paso hacia ellos.
Los tres levantan las armas hacia nosotros.
—Manos arriba —ordena uno.
Levanto mis manos y Matt también.
—Dense la vuelta. Acuéstense boca abajo con las manos a la espalda
—exige el del medio.
Haciendo lo que me dicen, sonrío para mí mismo. Que empiece el
juego.
Capítulo 26
RYAT

Me detuvieron de un tirón y me empujaron a una silla donde tiraron


de cada muñeca hacia los lados y me esposaron a una pata trasera. También
esposaron mis tobillos a las patas delanteras. Arrancan la capucha que
cubría mi rostro y aspiro una bocanada de aire fresco mientras parpadeo y
miro a mi alrededor.
Estamos en una especie de almacén. Un rápido vistazo me dice que
está bajo tierra. No hay ventanas ni puertas. Solo un ascensor en el otro
extremo del gran espacio. Los pisos y paredes son de hormigón.
Intento balancear la silla de un lado a otro para ver cuánto me costará
romperla, pero es inútil. La perra está cementada al maldito suelo. Frente a
mí hay una mesa de acero que apuesto a que también está cementada.
—Un poco exagerado —digo, probando las esposas, pero son
auténticas y están bien ajustadas. Sé que a Blake secretamente le gustan
estas malditas cosas, y no sé por qué.
—¿Son necesarias? —gruñe Matt, amarrado a la silla junto a mí. Las
cadenas de sus ataduras tintinean cuando él también intenta liberarse.
Después de que nos esposaron y nos pusieron la capucha en la cabeza,
nos sacaron a rastras de la catedral y nos metieron en algún tipo de
vehículo.
El agente que está a mi derecha con las manos en el cinturón no dice
nada. Otra rápida mirada a mi alrededor me dice que los tres tipos que nos
recogieron no están por ningún lado. Eran repartidores y nada más.
El ascensor suena, llamando nuestra atención segundos antes de que
se abra. El propio Gregory Mallory sale de él. Nunca lo había visto antes.
Es un despiadado y poderoso hijo de puta que tiene una diana en la espalda.
El lamentable bastardo que intentó su tiro y falló. Supongo que por eso
estamos aquí. Lo siguen otros dos hombres. Parecen trabajar para el FBI:
trajes negros de tres piezas, gafas de sol y auriculares. Pero ninguno de ellos
se parece a los hombres que vi en la televisión.
Saca la única otra silla del otro lado de la mesa y se sienta. Me fijo en
sus movimientos. Saca una foto del bolsillo de su chaqueta Tom Ford
Windsor, la baja de golpe y la desliza hasta el centro de la mesa frente a
nosotros.
—Erik Bates. Recuerda el nombre, graba su jodido rostro en tu
maldita memoria —ordena.
Miro la fotografía. El tipo tiene cabello negro azabache, piel pálida y
el tatuaje de una maldita estrella china en la mejilla. Difícil de olvidar.
—Entendido —digo.
—¡No juegues, muchacho! —Se levanta de la silla y la derriba
mientras su mano me da una bofetada con tanta fuerza que, si la silla a la
que estoy encadenado no estuviera cementada, estaría en el suelo sobre mi
culo.
Respirando profundamente, lo miro fijamente.
—Dije que, jodidamente lo entendí.
—¡Quiero su cabeza! —Apunta la foto con el dedo—. ¡Quiero sus
putas pelotas! Lo quiero en pedazos. —Golpea la mesa con sus puños,
haciéndola sonar.
—¿Algo más? —pregunta Matt con sarcasmo.
Gregory le muestra los dientes a Matt.
—Si no lo hacen, me aseguraré de que se pudran en una prisión de
máxima seguridad durante el resto de sus malditas vidas —advierte.
Matt se ríe.
—Me gusta el sexo anal. ¿Y a ti, Ryat?
—Siempre que yo sea el lanzador —digo, siguiéndole el juego a Matt.
—Por supuesto —añade. Luego levanta la vista hacia él—. Estoy
seguro de que podemos encontrar a alguien que esté dispuesto a ser nuestra
perra.
Gregory se inclina por encima de la mesa, agarra su camisa e intenta
acercarlo a él, pero Matt no llega muy lejos. Cuando se da cuenta de que
Matt está esposado a la maldita silla, golpea el costado de su rostro contra la
mesa.
—Tendré sus malditas cabezas…
El agente se aclara la garganta, interrumpiéndolo. Gregory lo suelta y
lo empuja hacia atrás. Matt gira su cuello muy lentamente. Luego se inclina
y escupe un poco de sangre en el suelo de cemento.
—¡Acaben con esto! —Con eso, se da la vuelta y se dirige al
ascensor, con sus dos alegres hombres una vez más sobre su trasero.
El agente saca las llaves de las esposas de su bolsillo y suelta primero
mis muñecas y luego los tobillos. Me pongo de pie y me estiro mientras él
va a liberar a Matt.
—No te pongas demasiado cómodo. —El hombre habla por fin y
añade, informándonos—: Ellos pueden volver a ponérselas enseguida.

BLAKELY

Me despierto y gimo, dándome la vuelta. Me duele mucho el cuerpo.


Siento mi coño hinchado y sensible. Creo que fue porque Ryat lo abofeteó.
Pero, joder, se sintió increíble en ese momento.
Agarrando mi teléfono, veo que son poco más de las diez de la
mañana. Había dormido siete horas y media más después de que me
despertó en mi habitación y me secuestró. Salgo de la cama y me dirijo al
baño. Nunca me limpié después de que tuvimos sexo la noche anterior. En
ese momento, simplemente no me importó.
Después de usar el baño y tomar una buena ducha caliente, salgo del
dormitorio para buscar a Ryat.
—¿Hola? —grito, caminando por un largo pasillo. Jadeo, rodeando
mi cuerpo desnudo con los brazos cuando salgo a una habitación abierta.
Es la sala de estar.
Nada más que techos altos con enormes ventanas. La idea de que
alguien me vea me hace retroceder con un salto, usando el pasillo para
proteger mi cuerpo. Pero al ver mejor el exterior, veo que no hay más que
bosque.
—¿Ryat? —pregunto, pero solo se hace el silencio.
Vuelvo a entrar en el dormitorio, agarro la sábana que han colocado
al final de la cama y me envuelvo con ella. Me acerco a las cortinas grises
oscuras que cuelgan del techo y las retiro para encontrar más bosques al
otro lado a través de las ventanas del piso al techo. Esto es precioso. Tiene
dos puertas de vidrios que dan paso a un porche trasero. Mi mano se
envuelve alrededor de la manija de la puerta, pero me detengo, ya que
necesito ir a buscarlo primero.
Vuelvo a recorrer el pasillo y miro las paredes desnudas. Los muebles
son de cuero negro. No hay alfombras, cuadros ni obras de arte en la casa.
Si no supiera que Ryat es el dueño, diría que está vacía.
La cocina es lo que cualquier chef llamaría un sueño: todos los
electrodomésticos de acero inoxidable, tres hornos, dos neveras y un gran
congelador. Solo la despensa es tan grande como el dormitorio de mi
apartamento.
Comienzo a subir las escaleras, pero me detengo al darme cuenta de
que no tengo mi celular. Vuelvo al dormitorio, lo tomo y lo llamo.
—¿Hola? —responde al primer timbre.
—¿Dónde estás? —pregunto, mirando alrededor del dormitorio como
si fuera a aparecer.
—Tuve que correr a Barrington. No quise despertarte.
Oh.
—¿Qué tan lejos está eso de aquí?
—Treinta minutos. Debería estar de regreso en un par de horas.
—De acuerdo. Te veré luego. —Finalizamos la llamada, voy a la
cocina y me preparo un poco de café. Lo voy a necesitar. Me vendría muy
bien volver a dormir ahora mismo.
Una vez hecho, abro la puerta corrediza de vidrio, salgo al patio
trasero y me siento en una silla. Mirando a mi alrededor, veo que rodea
toda la parte trasera de la casa. Seguro que también rodea la parte
delantera.
Miro a la izquierda y desde donde puedo ver un camino de grava. Mi
corazón se acelera cuando veo el todoterreno de Ryat estacionado a plena
vista.
¡Él está aquí!
En ese vehículo me trajo hasta aquí. No era su auto ni el mío porque
me puso en la parte de atrás. Me di cuenta por la cantidad de espacio que
tenía.
Mi respiración se vuelve pesada cuando suena mi celular, y miro
hacia abajo para ver que he recibido un mensaje de imagen.
Lo abro, y es una foto mía, tomada hace un segundo mientras estaba
sentada en el porche con mi café. Fue tomada desde la línea de árboles,
pero es de un número privado.
Dejo el café sobre la mesa.
—¿Hola? —grito.
El único sonido que escucho son los pájaros. Mi celular vuelve a
sonar y leo el mensaje.
Ven a buscarme.
Dejo el teléfono junto al café y bajo las escaleras. Mis pies descalzos
sienten la suavidad de la hierba. Avanzando por el camino, me acerco a la
línea de árboles. Miro desde donde parece que se tomó la foto, pero no hay
nadie.
—¿Hola? —pregunto, dándome la vuelta para mirar la casa—.
¿Ryat? Sé que estás aquí. —Sonrío, dándome cuenta de por qué me trajo
aquí. Vamos a vivir mi fantasía varias veces este fin de semana.
Alguien está de pie en el porche trasero vestido con jeans oscuros y
una camiseta negra, con una máscara blanca cubriendo su rostro.
Mi ritmo cardíaco se acelera cuando da el primer paso. Mi mente me
dice que es Ryat, pero mi piel comienza a hormiguear porque no puedo
estar cien por ciento segura.
Segundo paso, tercer paso. Lentamente, desciende por ellos. Cuando
sus botas tocan la hierba, se detiene.
Los vellos de mi nuca se erizan al sentir su mirada. Agarro la sábana
con más fuerza, sabiendo que estoy desnuda debajo de ella al aire libre. ¿Y
si alguien nos ve? Ese pensamiento hace que mi coño se contraiga.
Él da el primer paso hacia mí y yo me giro, huyendo de él hacia los
árboles. Vuelvo a mirar por encima de mi hombro y ya no está.
Me detengo, jadeando y con el corazón palpitando con fuerza por la
corta carrera. Al girar la cabeza, siento que mi cabello golpea en mi rostro.
Levanto la mano y lo quito de mi rostro cuando alguien lo agarra por
detrás.
Grito, mi cuero cabelludo hormiguea por la acción. Me arrastra
hacia atrás y mis manos suben para agarrar mi cabello, lo que hace que la
sábana caiga por completo, dejando mi cuerpo expuesto.
Me detiene y me arroja al suelo. Consigo rodar sobre mi espalda
mientras él cae de rodillas, a horcajadas sobre mí.
Sus manos se envuelven alrededor de mi cuello y aprieta, quitándome
el aire antes de que pueda gritar pidiendo ayuda.
Mis manos se clavan en el suelo mientras mis caderas se levantan y
arqueo la espalda. Mi coño palpita cuando separa mis piernas para él. Mis
pies descalzos patean la tierra suelta y las ramas de los árboles mientras
lucho por respirar. Mi rostro palpita y la sangre llega a mis oídos, pero mi
coño está húmedo y mis pezones rígidos. Los puntos empiezan a bailar
alrededor, nublando mi visión.
Me suelta y empiezo a toser mientras respiro con dificultad mientras
él desabrocha sus jeans y saca su dura polla. Agarra mis piernas y me
arrastra hacia él, mi espalda raspa el suelo irregular, y me penetra sin
ningún tipo de juego previo. Grito antes de que sus manos vuelvan a rodear
mi garganta, quitándome el aire.
Permanezco acostada en medio del bosque mientras me folla con
ambas manos alrededor de mi garganta. El tacto de las ramas y las rocas
debajo de mí, arañan mi cuerpo desnudo. Me vengo, incapaz de hacer un
solo ruido. Esta vez, los puntos se hacen más grandes, mi cabeza late con
más fuerza, y justo cuando mis ojos empiezan a rodar hacia la parte
posterior de mi cabeza, él deja escapar un gruñido salvaje, poniéndose
rígido mientras se viene dentro de mí.
Se retira justo cuando mis ojos se cierran. Incapaz de abrirlos, y
mucho menos de respirar ahora, siento que me levanta en sus brazos y lleva
mi cuerpo inerte de regreso a la casa, sabiendo que ahora necesito una
nueva ducha.

Mis ojos se abren de golpe y me siento en la cama. Parpadeo un par


de veces, esperando a que mis ojos se adapten a la habitación oscura. Estoy
de vuelta en mi apartamento. Una suave luz se filtra por debajo de las
cortinas negras que Ryat ha colgado en la ventana.
Me levanto y me dirijo al baño. Después de usar el baño, abro el grifo
del lavabo y salpico mi rostro. El sueño de lo que hicimos en su cabaña
tiene mi cuerpo completamente despierto.
No hicimos más que follar durante todo el sábado y la mayor parte del
domingo. Diablos, incluso me despertó dos veces. Nunca había estado tan
dolorida en mi vida. Estoy bastante segura de que tengo una infección
urinaria, teniendo en cuenta que me arde cuando voy a orinar. Por supuesto,
eso podría deberse al hecho de que me folló en medio del bosque. Ya sabes,
las ramas de los árboles, la suciedad y todo eso probablemente no fue la
mejor idea.
Cierro el grifo, seco mi rostro y salgo del baño. Estoy a punto de
apagar la luz, pero me detengo. Ayuda a iluminar mi dormitorio y veo que
estaba sola en mi cama.
Eso es extraño, pero no es raro. Debe estar en mi sala de estar o en la
cocina. Juro que el hombre nunca duerme. Me folla hasta el punto de que
me desmayo, y siempre que me despierto, él ya está despierto.
Me acerco a mi cama, tomo una camiseta y me la pongo antes de abrir
la puerta de mi habitación. Suelto un grito cuando veo a Gunner de pie en
mi cocina. Mis manos se dirigen inmediatamente a mi pecho, olvidando que
estoy usando solo una camiseta.
—¿Qué pasa? —pregunta Sarah, saliendo a toda prisa del pasillo.
—La asusté —afirma Gunner, sonriendo. Disfrutando.
Resoplo y le doy la razón.
—Fue inesperado. —Luego, dando un vistazo rápido a mi alrededor,
frunzo el ceño al no ver a quien esperaba—. ¿Dónde está Ryat? —pregunto.
—Está en una misión —responde Gunner.
Frunzo el ceño.
—¿Qué quieres decir con una misión?
—Quiero decir que se fue.
—¿Se acaba de ir? —pregunto, tratando de entender lo que quiere
decir. Mi mente está un poco lenta esta mañana.
Él asiente.
—Sí. Volverá cuando haya terminado. —Con eso, sale de la cocina.
—Bueno, ¿cuándo será eso? —cuestiono.
Se encoge de hombros.
—No lo sé. Pero no intentes contactar con él. No contestará.
¿Qué diablos? ¿Simplemente se levantó y se fue? ¿Sin despedirse?
¿Nada de oye, te veo luego? ¡Nada!
Entro en la cocina, voy por una bebida porque mi lengua se siente
como papel de lija y veo un frasco de pastillas en la encimera. Las tomo y
leo por encima. Son pastillas para dormir. Mi madre las toma.
—¿Acaso él…? —Mi voz se desvanece cuando recuerdo que anoche
me dio agua. Siempre me da una botella, pero había sido en un vaso. Ni
siquiera lo cuestioné. He depositado demasiada confianza en él.
—¿Gunner? —espeto bruscamente.
—¿Sí? —Reaparece de nuevo en la cocina.
Levanto el frasco.
—¿Sabía Ryat anoche que se iba a una misión?
Mira de mí a Sarah, que cruza los brazos sobre el pecho y arquea una
ceja hacia él. Pasando una mano por su cabello, parece inquieto,
respondiendo en silencio a mi pregunta.
—Maldita sea —gruño, arrojando el frasco hacia el otro lado de la
habitación. Chocan contra la pared y se rompen. ¡Que se joda!
Capítulo 27
RYAT

Me sentaron en una silla con las manos esposadas en mi espalda y las


piernas encadenadas.
El oficial me mira con desprecio y sonríe.
—Buena suerte, chico bonito. —Riendo, sale de la habitación.
Me trajeron aquí hace tres horas. Tardaron todo ese tiempo en
registrarme, desnudarme y ponerme mi nuevo mono naranja. Después de
nuestro encuentro con Gregory, Matt y yo fuimos esposados y metidos en
autos patrulla. Oficialmente hemos sido arrestados por delitos falsos y
fichados con nombres falsos. Resultó que nuestro objetivo está en la cárcel.
Qué suerte la nuestra.
La puerta se abre y entra Gregory.
Mis ojos se dirigen a la esquina superior derecha para ver cómo se
apaga la luz roja parpadeante de la cámara. Se sienta frente a mí.
—Dos veces en la misma noche —digo, preguntándome por qué lo
veo de nuevo. ¿No dijo todo lo que tenía que decir antes en el almacén? Si
no, ¿por qué no vino a hablarnos aquí en vez de hacerlo antes?
—Escuche que eres el mejor, Ryat —dice, recostándose en el asiento.
—Yo no creería todo lo que escuchas —replico.
Él resopla.
—La mayoría de los mejores son los más engreídos en su campo.
—¿Qué quieres? —pregunto, yendo al grano.
—Quiero asegurarme de que entiendes la situación.
Inclino la cabeza hacia un lado, pasando la lengua por la parte
delantera de mis dientes superiores.
—Tengo entendido que quieres vengarte de ese lamentable pedazo de
mierda por haber matado a tu hijo. —No lo culpo. El bastardo que iba a
acabar con él mató a su hijo de seis años, Remy, en su lugar. No puedo ni
imaginar lo que este hombre siente ahora mismo. Yo soy el tipo de hombre
que nunca confiaría mi venganza en manos de otra persona. Los eliminaría
yo mismo. Querría ver cómo se les escapa la vida de los ojos mientras se
ahogan con su propia sangre de mis manos.
Levanta la vista y comprueba que la luz también está apagada antes
de inclinarse hacia delante.
—Di la orden de matarlo. Pero los policías que encontraron al hijo de
puta lo arrestaron y lo ficharon en vez de eso.
Frunzo el ceño. A Matt y a mí no nos dieron ningún detalle, así que
¿por qué me cuenta esto ahora? Sobre todo, porque Matt no está presente.
Lo colocaron en una habitación separada de la mía cuando terminaron de
ficharnos.
—¿Crees que están en su nómina?
Suspira.
—No estoy seguro de qué mierda pensar.
—¿Por qué me dices esto?
—Me han informado de que está en régimen de aislamiento.
—¿Por qué harían eso? —Gregory ha puesto a la mayoría de estos
hombres en sus celdas. Entonces, ¿por qué esconderían al asesino de su
hijo? La mayoría de estos hombres lo elogiarían. Esconderlo no tiene
mucho sentido. Especialmente si fueron en contra de la demanda de
Gregory y lo arrestaron cuando se suponía que debían disparar a matar. Sin
hacer preguntas. Un hombre muerto no puede defenderse.
—No estoy seguro. Lo mejor que se me ocurre es que saben que
enviaría a alguien para terminar el trabajo que no pudieron hacer.
Asiento en señal de comprensión.
—Entendido.
Se levanta, obteniendo lo que quería de mí.
—Una vez que esté hecho, serás liberado. Tienes mi palabra. Nadie
sabrá que alguna vez sucedió. —Al salir de la habitación, entra un oficial de
policía y me ayuda a levantarme.
Me guía por un pasillo y me lleva a una zona abierta. Tiene dos pisos
y un puesto de guardia en el centro. Alguien silba y veo a un tipo apoyado
en los barrotes de su celda. Me lanza un beso.
Sonrío mientras el oficial me detiene. Abre la celda y entro, me quita
las esposas y me encierra dentro.
—Ya era hora.
Dándome la vuelta, veo a Matt sentado en la litera superior. Se baja
de un salto.
—¿Dónde has estado?
Lo ignoro.
—¿Este era tu plan? ¿Encerrarte conmigo en una pequeña celda? —Él
no sabía más que yo lo que implicaría la misión, pero me gusta lanzarle
mierda.
Se encoge de hombros.
—Si estás aquí, no estás allí.
Dando un paso adelante, digo.
—Puede que no me la esté follando ahora mismo, pero lo haré en
cuanto salgamos de aquí.
—Hijo de…
Agarro su cabeza y la golpeo contra la pared de ladrillos blancos a mi
izquierda. La sangre sale al instante de su nariz, cubriendo la pared. Lo
hago de nuevo. Y otra vez.
Escucho a los guardias gritar desde su puesto, y los reclusos empiezan
a alzar la voz mientras yo empujo a Matt al suelo y pateo su rostro,
tirándolo hacia atrás y haciendo volar la sangre.
La celda se abre y me tiran al suelo, donde me esposan de nuevo.
Sonrío cuando me sacan de allí y me llevan a la celda de aislamiento. No
estoy aquí para jugar a los compañeros de piso con Matt. Estoy aquí para
hacer un trabajo y volver con Blake.

BLAKELY
Ryat lleva tres días desaparecido. Y cada día que pasa sin saber nada
de él me hace enojar aún más.
¿Esto es lo que las personas quieren decir cuando dicen que fueron
fantasma? Quiero decir, nadie desaparece así sin más. Pero es como un puf,
desapareció. Casi como si el hijo de puta nunca hubiera existido. No
duermo por la noche. No puedo concentrarme en las clases. No es porque lo
extrañe. Es porque estoy jodidamente enojada.
Paso cada segundo del día pensando en lo que le diré si lo vuelvo a
ver. Y ninguna de esas cosas son buenas.
—¿Hola? —Sarah entra en mi habitación.
La miro desde la cama. Estoy viendo un documental de asesinos en
serie. Me está dando ideas sobre qué hacer con él mientras duerme si alguna
vez regresa.
—Hola. —No le he hablado mucho. Ella y Gunner se quedan aquí,
pero no los veo a menudo. Están demasiado ocupados follando la mayor
parte del tiempo en su habitación. Lo sé porque puedo escucharlos.
—Vamos a salir a cenar. ¿Quieres venir con nosotros? —pregunta.
—No, gracias. —No tengo ganas de comer nada.
Ella suspira.
—Gunner dice que esto es solo parte de ser un Lord.
—Tomo nota. —La despido, mirando mi televisor.
—Blakely…
—No quiero ser grosera, pero quiero que me dejen tranquila —la
interrumpo.
Asintiendo, se da la vuelta y cierra mi puerta haciendo lo que le pido.
Hundiéndome más en la cama, levanto el celular que está a mi lado. Busco
su contacto y paso el dedo por encima del número. La batalla interna de
querer decir vete a la mierda y por favor, habla conmigo están a la par en
mi mente ahora mismo.
Y por supuesto, como la perra tonta que soy, pulso el botón de llamar.
Se ha comunicado con Ryat… Finalizo la llamada y arrojo mi celular al otro
lado de la habitación en el momento en que su buzón de voz contesta,
soltando un grito. Obviamente, no tiene intención de tener ningún contacto
con el mundo exterior, incluida yo.
Me acuesto boca abajo, presiono mi cabeza en la almohada y vuelvo a
gritar, esta vez tan fuerte como puedo. Odio que me ignoren. Es lo que más
me molesta y lo que Matt haría en el momento en que le hiciera una
pregunta que no quisiera responder.
Capítulo 28
RYAT

Nunca me he preocupado realmente por las personas, así que el hecho


de que haya estado en confinamiento solitario, también conocido como
segregación administrativa, durante cinco días ya no me molesta. Pero lo
que sí me molesta, es que estoy lejos de Blake.
Ni siquiera puedo mentirme a mí mismo. Me he acostumbrado a estar
con ella todo el tiempo. Y el sexo, joder, anhelo su aroma, su tacto y su
maldito dulce cuerpo.
Estoy en un bloque de hormigón de seis por nueve sin ventana
durante veintitrés horas al día. Ni siquiera tengo barrotes en la puerta. Es de
acero con una ranura por la que me dan la comida. Esta es la única vez en
mi vida que desearía ser el tipo de persona que necesita dormir mucho, para
poder al menos dormir toda la noche. Pero no, estoy despierto la mayor
parte del tiempo.
Una vez me dijeron que cuando los hombres se encuentran en
situaciones como la mía, escriben novelas en su cabeza. O resuelven
problemas matemáticos o cantan canciones para mantenerse ocupados y
ayudar a pasar el tiempo. Los que están retenidos aquí durante largos
periodos de tiempo pueden comenzar a alucinar.
¿Yo? Paso cada segundo de cada día recordando mi fin de semana en
la cabaña con Blake.
—¡Smith! —Me incorporo y veo cómo se abre la puerta. Entra el
guardia que conozco con el nombre de Henry. Unos grilletes cuelgan de sus
puños—. Hora de la ducha. —Me sonríe.

BLAKELY
Estoy acostada en la cama, algo que parece que hago sin parar. Si no
estoy en una clase, aquí es donde estoy, viendo la televisión sola. Gunner y
Sarah están en una fiesta esta noche en la casa de los Lords. Ella me invitó,
pero le dije que no gracias. Prefiero emborracharme sola en mi cama, sin
más ropa que una camiseta. En lugar de tener que maquillarme y fingir que
me gustan las personas en este momento.
Ryat hace que odie el mundo. Ya han pasado seis días desde que se
fue. Y todavía no hay ningún maldito contacto.
Pero da igual, me digo a mí misma que lo he superado. Con el tiempo,
comenzaré a creerlo.
Escucho un sonido procedente del otro lado de la puerta de mi
habitación y silencio la televisión.
—¿Sarah? —llamo.
Un rápido vistazo a mi celular me indica que aún no es medianoche.
Es imposible que hayan vuelto. Me encojo de hombros y vuelvo a poner el
sonido cuando se abre la puerta.
Miro fijamente un par de ojos esmeraldas que no he visto en casi una
semana. Ryat está allí, vestido con la misma ropa que llevaba la última vez
que lo vi. Tiene un corte sobre el ojo, cubierto de sangre seca. El labio
inferior roto y los nudillos agrietados.
Mis ojos se entrecierran cuando mi corazón comienza a acelerarse.
Odio que me importe su aspecto. El hecho de que haya estado en una pelea
me da ganas de hacerle un millón de preguntas, pero sé que no va a
responder ninguna.
Entra en mi habitación y cierra la puerta detrás de él.
—Me voy a duchar —anuncia y entra en mi cuarto de baño.
—¿Qué…? —Me quedo sin palabras y me levanto de un salto de mi
cama para entrar en el baño.
Está inclinado dentro de mi ducha, abriendo el grifo.
—Lárgate de mi apartamento —ordeno.
En vez de hacer lo que le digo, se endereza y se quita la camiseta
dejando su pecho al descubierto. Mis ojos se posan en el hematoma que
tiene sobre las costillas. Parece una maldita bota. Jesús, ¿qué diablos ha
estado haciendo?
Dándome la espalda, desabrocha sus jeans y los desliza por sus
piernas junto con sus bóxers. Tiene más hematomas en sus piernas y
espalda. Trago saliva con nerviosismo y estoy por dar un paso hacia él, pero
vuelve a abrir la puerta de la ducha y entra.
Colocándose debajo del rociador, apoya las manos en la pared y baja
la cabeza. Veo cómo su estómago se hunde mientras respira profundamente,
haciendo que sus costillas sean más prominentes. Parece estar sufriendo.
Tomando una decisión, sabiendo que probablemente me arrepentiré
más tarde, me quito la camiseta, la ropa interior y entro.
Coloco mis manos en su espalda y se pone rígido bajo mi toque.
—¿Estás bien? —le pregunto en voz baja, sabiendo que es una
pregunta estúpida, pero necesito que me asegure que lo está.
En lugar de eso, se da la vuelta para mirarme y tropieza conmigo. Lo
atrapo, pero sus rodillas ceden y no soy lo suficientemente fuerte para
sujetarlo. Caigo al suelo de la ducha con él, apoya la cabeza en la pared,
cerrando los ojos.
—Estoy muy cansado —murmura.
El agua del cabezal de la ducha de arriba nos golpea, haciéndome
parpadear rápidamente.
—¿Qué te pasó? —pregunto, quitando el cabello mojado de mi rostro
y apartando la cabeza para no estar directamente debajo del agua.
Su cabeza cae hacia la derecha, abre sus pesados ojos, encontrándose
con los míos.
—No es nada. Solo necesito dormir.
Mis dientes rechinan ante su mentira. Es obvio que le han dado una
paliza. Lleva casi una semana fuera. ¿Incluso durmió algo?
—¿Ryat…?
—Estoy bien, Blake. —Da una palmadita en mi muslo—. Solo quiero
asearme e irme a la cama.
Dejando escapar un profundo suspiro, asiento.
—De acuerdo.
Capítulo 29
RYAT

Algo duro golpea mi espalda, dejándome sin aliento. Me empujan y


caigo de rodillas mientras sujetan mi rostro contra el suelo mojado de la
ducha. Con la cabeza hacia un lado, miro fijamente un par de ojos
marrones sin vida. El tatuaje de la estrella china en su rostro.
Erik Bates.
¡Te tengo!
¡Maté al hijo de puta! Me costó varios días de aislamiento, pero solo
necesitaba una inyección, y la tomé. No soy estúpido. Alguien preparó esto
y se aseguró de que yo estuviera aquí al mismo tiempo que él. Ni siquiera
tuve la oportunidad de desvestirme. En el momento en que lo vi, aproveché
la oportunidad.
Me levantan de un tirón y me arrastran fuera de las duchas, por el
pasillo, y de vuelta a mi celda. Quitan el grillete de mi cintura, pero dejan
mis manos esposadas delante de mí. Abren la puerta y me empujan hacia
adentro. La puerta se cierra detrás de mí y se bloquea. Al levantar la vista,
veo a un hombre sentado en mi cama al que no reconozco.
Arqueando una ceja, pregunto:
—¿Desde cuándo asignan compañeros de habitación durante el
aislamiento?
Él mete la mano debajo de mi almohada y saca un cuchillo corto que
no estaba allí antes.
—Es increíble lo que nos permiten hacer cuando necesitan que nos
encarguemos de algo.
No se me escapa el hecho de que los guardias me hayan arrojado
aquí todavía esposado. Esto es una trampa. Igual que aquella en la que
maté a cara de mierda.
—¿Quién te envió? —pregunto. No fue Gregory. Hice lo que firmé. Si
se volvía contra mí, sería despedido.
El hombre sonríe, mostrando sus feos dientes marrones. Lleva un
tiempo en la cárcel. Seguramente un condenado a perpetua.
—Digamos que un amigo quiere que te envíe un mensaje.
—¿Amigo?
Se levanta, y yo doy un paso atrás, pero no hay ningún sitio al que
pueda ir en esta caja de hormigón.
—No sé qué hiciste, pero quiere que sufras.
¡Maldito Matt! Tiene que ser él. Lo golpeé y lo dejé en nuestra celda.
Obviamente ha estado haciendo amigos mientras yo he estado aquí solo.
Bien por él. La comisura de mis labios se levanta con una sonrisa cuando
confieso.
—Me follé a su chica.
Se ríe suavemente.
—Con eso basta. —Levantando el cuchillo y lo mira. Estoy seguro de
que, si me corta con él, necesitaré una vacuna contra el tétanos después
por lo descolorido que está. Definitivamente no soy la primera persona con
la que se va a usar—. ¿Valió la pena el coño? —Sus ojos se encuentran con
los míos.
—¡Absolutamente!
Arremete contra mí, golpeando mi espalda contra la puerta de acero.
Baja el cuchillo hacia mi costado y consigo esquivarlo, pero su mano libre
golpea mis costillas dejándome sin aliento. Da un paso atrás, y yo me
doblo.
—Parece que debería probarlo. —Se ríe mientras toso—. Me ha
ofrecido un trozo cuando acabe contigo. —Lo fulmino con la mirada—.
¿Morena? ¿Ojos azules? No entendí su nombre. Eso no es importante de
todos modos. Ella será mi perra…
Corro hacia él, encorvado, y mi hombro golpea su abdomen,
empujando su espalda contra la pared opuesta. El pequeño espacio no me
permitió tanto impulso, pero es todo lo que tengo. El cuchillo resuena en el
suelo y voy a golpearlo, pero las esposas lo dificultan. Voy a tener que
llevarlo al suelo.
Su puño conecta con mi pecho y mis rodillas se doblan, tirándome al
suelo. Intentando recuperar las fuerzas, lo escucho reír mientras se coloca
encima de mí.
—Dijo que también tiene unas buenas tetas.
Veo el cuchillo a mi lado. Agarrándolo, lo clavo en la parte superior
de su pie.
—Las tiene.
Él echa la cabeza hacia atrás, gritando, me pongo de pie, dándole un
rodillazo en el estómago. Se dobla y lo empujo al suelo. Boca abajo. Me
pongo a horcajadas sobre su espalda y rodeo su cuello con las manos
esposadas, tirando hacia atrás, cortando su suministro de aire.
El sonido de su gorgoteo mientras forcejea conmigo llena mi celda.
Pero no cederé. No hasta que este hijo de puta esté muerto, porque estoy
seguro de que no dejaré que nadie se acerque a ella. Ella es mía. Tendré
que recordárselo a Matt.
Su cuerpo se debilita y no tarda en desplomarse contra el suelo. Sigo
tirando como si mi vida dependiera de eso, las apretadas esposas pellizcan
mi piel, cuando escucho el chirrido de la puerta al abrirse.
Al levantar la vista, veo a Gregory entrar en mi celda.
—¿Qué diablos? —pregunta, con los ojos muy abiertos puestos en el
tipo sobre el que estoy sentado.
—¿Está muerto? —gruño.
Se arrodilla junto a él y presiona los dedos en su cuello.
—Sí —responde.
Lo suelto y ruedo sobre él hacia mi costado, dejando escapar un
largo suspiro.
—¿Quién es el siguiente? —pregunto en broma, pero él no se ríe.
Entonces mis pesados ojos se cierran.

Al despertar, mis ojos tardan un segundo en enfocar a Blakely, que


duerme a mi lado. Extiendo mi mano y la paso por su cabello oscuro
extendido sobre la almohada.
El maldito Matt intentó matarme mientras estábamos encerrados. Eso
no puede quedar impune. Hay muchas cosas que puedo pasar por alto, pero
eso seguro que no es una de ellas. Pagará por eso. Y conozco la mejor
venganza. Ella está acostada frente a mí.
Empujo las mantas hacia abajo, descubriendo su espalda, al ver que
está desnuda. Tenía muchas ganas de follar con ella en cuanto volví, pero
mi cuerpo no lo permitía. Apenas podía ducharme, y mucho menos
dominarla, pero ahora me siento mejor. Recargado. La luz que se filtra en su
habitación me dice que es temprano en la mañana. También es domingo, lo
que significa que tengo todo el día con ella.
Paso la mano por su espalda y la deslizo por su trasero antes de darle
una pequeña palmada. Ella se mueve, soltando un gemido.
Me acerco a ella y deslizo mi mano entre sus piernas para encontrar
su coño. Ella intenta rodar sobre su espalda, pero uso mi mano libre, para
presionar su estómago contra la cama.
—¿Ryat? —susurra.
Apoyando mis labios en su espalda, beso suavemente su suave piel
mientras separo los pliegues de su coño con la otra mano. Introduzco un
dedo dentro de ella, y ni siquiera está cerca de donde quiero que esté.
Beso mi camino hasta su cuello, donde muerdo su piel, haciéndola
temblar.
—¿Ryat? —habla, sonando mucho más alerta.
—Despierta, pequeña —susurro, introduciendo mi dedo dentro de ella
de nuevo.
—¿Qué? —Intenta darse la vuelta, pero la empujo hacia su estómago
—. ¡Ryat! — grita, haciéndome sonreír—. Estoy muy enojada contigo.
—Bien. —Retiro mis manos de sus piernas y me siento entre ellas,
separándolas con mis rodillas.
Ella se levanta sobre sus manos, y las sujeto con una mano
colocándolas sobre su espalda. Le doy una palmada en el trasero con la otra
mientras su rostro cae sobre la almohada.
—Qué te den, Ryat —sisea, su cuerpo lucha debajo del mío.
Me río entre dientes.
—Voy a hacerlo. —Mi mano vuelve a meterse entre sus piernas, y
sonrío al ver que se está poniendo más húmeda—. Me has extrañado.
—Te odio —gruñe.
—Puedo vivir con eso. —Introduzco un segundo dedo, y ella emite
un sonido entre gruñido y gemido, su cuerpo se balancea hacia adelante y
hacia atrás—. Eso es, Blake. Monta mis dedos como una buena putita.
Muéstrame lo mucho que quieres que te follen.
Su espalda se arquea más ante mis palabras, y su coño se humedece
aún más. Pensar en el tipo de mi celda me hace enfadar. El hecho de que
Matt se la haya ofrecido a ese hombre a cambio de deshacerse de mí, me
hace perder la cabeza. ¿A cuántos enviará tras de mí para llegar hasta ella?
Que alguien siquiera intente follar lo que es mío. Mi polla es la única
que ha estado aquí. Y va a seguir siendo así.
Quitando mis dedos, ella se hunde sobre la cama. Agarro mi polla y la
empujo dentro de ella, sin más juegos. ¡Quiero follar!
—¡Este coño es mío! —le digo.
—Ajá. —Ella gime y acepta—. Tuyo.
Salgo de ella y la embisto con fuerza, forzando un grito de sus labios.
—Recuerda eso, Blake. —Lo hago de nuevo—. No olvides nunca
quién es tu dueño.
—Nunca. —Ella llora.
Por suerte, tengo mucho tiempo para recordárselo en caso de que se
olvide de eso.

***

Me encuentro en la cocina comiendo un yogurt sin más ropa que una


toalla envuelta alrededor de mis caderas.
—Tenemos una ceremonia el próximo fin de semana —digo en voz
alta para que Blakely pueda escucharme desde su habitación.
Ella asoma la cabeza por la puerta abierta. Me doy cuenta de que
sigue enfadada conmigo, pero al mismo tiempo siente curiosidad.
—¿Ceremonia? ¿Otra? —Arquea una ceja—. ¿En la catedral?
—No. —Niego con la cabeza—. Esta es en la casa de los Lords.
Saliendo de su habitación, ajusta la toalla debajo de sus axilas,
dándome un vistazo rápido de sus tetas. Me vine en ellas hace una hora,
antes de que nos ducháramos por tercera vez desde que regresé anoche.
—¿Para qué es?
—Es para exhibirte —le digo con sinceridad.
Ella muerde su labio inferior con nerviosismo, dejando caer los ojos
para mirar sus pies descalzos.
—¿Tengo que… hacer algo?
Se refiere a lo sexual.
—Solo sé mía —digo simplemente.
Asintiendo, se da la vuelta y regresa a su habitación.
Tomo otro bocado de yogurt mientras escucho una llave en la puerta
principal de su apartamento. Se abre segundos después. Espero que sean
Sarah y Gunner, pero en su lugar entra una mujer muy rubia. Sus ojos
verdes me encuentran al instante. Se dirigen a la toalla envuelta en mis
caderas, que no dejan mucho a la imaginación. Suben lentamente por mi V,
deteniéndose en mis abdominales y subiendo hasta mi pecho. Cuando se
encuentran con mis ojos nuevamente, los suyos se entrecierran como si yo
estuviera fuera de lugar aquí.
—¿Quién diablos eres tú? —ella exige.
Tomo otro bocado de mi yogurt.
—¿Quién diablos eres tú? —pregunto, aunque ya lo sé.
—¿Qué debo llevar…? —Blakely se queda sin palabras mientras sale
de su habitación. Sus ojos, muy abiertos, se dirigen a la mujer—. ¿Mamá?
—grita—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Blakely —sisea la mujer cuando sus ojos se dirigen a su hija. Se
detienen en las marcas de mordiscos y chupetones que salpican su cuello y
descienden por sus brazos. Luego bajan a sus piernas. He dejado marcas por
todo el cuerpo de mi chica—. ¿Qué diablos está pasando aquí?
Blakley me mira, con la boca abierta y los ojos todavía del tamaño de
una moneda. Termino el yogurt y tiro el pote a la basura. Paso junto a su
madre y me acerco a Blake. Acariciando su rostro, me inclino y beso
suavemente su frente.
—No tardes mucho. —Luego entro en el dormitorio y cierro la puerta
detrás de mí.

BLAKELY
—Mamá —jadeo—. ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto,
parpadeando. El hecho de que Ryat besara mi frente me sacó de mi trance.
—¡Parece que he llegado justo a tiempo! —espeta, poniendo las
manos en sus caderas—. ¿Quién mierda era ese, y qué has estado haciendo
con él?
Pongo los ojos en blanco.
—Eso no es de tu incumbencia…
Su risa áspera me interrumpe.
—Yo pago este apartamento y esta universidad, jovencita. Todo lo
que haces es asunto mío. Y te he estado llamando. ¿Es por eso que no has
contestado? ¿Porque has estado con él?
Frunzo el ceño.
—No he recibido ninguna llamada tuya.
—Como si me creyera eso. —Ella resopla—. ¿Dónde diablos está
Matt? —Sus ojos verdes buscan en el apartamento como si lo tuviera
escondido en alguna parte. Que si hubiera estado metida en este
apartamento follando con él y Ryat.
Aprieto mis manos en puños.
—Ya no estamos juntos. Te dije que lo dejé. Me estaba engañando. —
Mi voz se eleva.
—¡Y yo te dije que igual te casarías con él! —grita.
Levanto las manos.
—Sabes qué, no voy a hacer esto. —Después de que Ryat
desapareciera y volviera a aparecer casi muerto a golpes y actuando como si
nada hubiera pasado. Aunque me haya despertado y follado toda la mañana,
todavía estoy enojada. Con él, con ella, y conmigo misma por permitir que
todo esto sucediera—. No puedes obligarme a estar con él. No lo haré. —
Solo necesito llegar a la graduación. Entonces huiré. Para entonces puedo
ahorrar suficiente dinero para escapar sin que ellos lo sepan. Sacaré un poco
de dinero cada día, así no me veré obligada a usar mi tarjeta y dejar un
rastro.
—¿Qué? ¿Crees que ese tipo de ahí es mejor que Matt? —exige,
señalando la puerta cerrada de mi habitación—. Él no te quiere.
Me estremezco ante sus palabras. Aunque sé que son ciertas, odio que
actúe como si nadie pudiera hacerlo. Hace que parezca que Matt es mi
mejor opción y que debería conformarme con eso.
—No te preocupes, mamá. No lo llevaré a casa para las vacaciones.
Es solo sexo.
Ella abofetea mi rostro, haciéndome jadear en estado de shock.
—Pequeña zorra desagradecida…
Escucho que la puerta del dormitorio se abre detrás de mí, y mi madre
da un paso atrás cuando Ryat sale furioso. Él envuelve la mano alrededor de
su garganta, golpeándola contra la pared.
—¡No vuelvas a tocarla! —La separa de la pared y la vuelve a
empujar contra ella, haciendo que una foto donde estamos Sarah y yo caiga
de la pared a su lado y que el vidrio se rompa en el piso junto a ellos.
Acerca su rostro al de ella y le pregunta—: ¿Lo entiendes?
Ella asiente lo mejor que puede, agarrando con las manos su
antebrazo con los ojos muy abiertos. Él le corta el suministro de aire.
—Blake no responderá tus llamadas ni devolverá los mensajes. Así
que deja de intentarlo. —La suelta—. Ahora lárgate —le ordena mientras
ella frota su cuello.
—No acepto órdenes…
Él agarra su cabello y ella grita mientras la arrastra por la habitación
hasta la puerta principal. Abriéndola, la empuja hacia el pasillo.
—Hijo de…
—¡Jodidamente no vuelvas! —Luego le cierra la puerta en la cara y
procede a cerrarla—. Haré que cambien las cerraduras hoy.
Me quedo donde estoy, con la mano sobre mi mejilla palpitante y mis
ojos llenos de lágrimas. Él se gira para acercarse de nuevo a mí.
—¿Estás bien? —pregunta, tomando mi barbilla y obligándome a
levantar la vista.
—Sí —miento, avergonzada por lo que ella hizo. Mi madre nunca me
había golpeado. Ojalá supiera cuál es su obsesión con Matt.
—¿Estás segura? —Sus ojos esmeraldas examinan los míos antes de
bajar a mi rostro enrojecido.
Asiento, apartando la mirada de él, y susurro:
—Gracias.
Se acerca a mí y me obliga suavemente a levantar la vista una vez
más. No puedo verlo a través de las lágrimas que me niego a dejar caer,
pero parece preocupado.
—No la necesitas, Blake. No cuando me tienes a mí. —Luego,
inclinándose hacia delante, besa mi frente antes de tirar de mí hacia el
dormitorio para comenzar la cuarta ronda.
Odio pensarlo, pero es obvio que regresó justo a tiempo.

***
Estoy caminando por el pasillo en Barrington con Sarah el lunes por
la mañana cuando le pregunto:
—¿Me has enviado mensajes últimamente?
Ella frunce el ceño.
—No desde el otro fin de semana. ¿Por qué?
No he recibido ninguno de ella, pero también se ha quedado en el
apartamento. Excepto el sábado por la noche. Ella y Gunner no volvieron
después de irse a la fiesta en casa de los Lords. Algo me dice que Gunner
sabía que Ryat había vuelto y quiso dejarnos solos—. Bueno, mi madre se
presentó en nuestro apartamento ayer por la mañana…
—¿Ella qué? —grita—. ¿Qué quería?
—Bueno, esa es la cuestión. Dijo que me había estado llamando y
enviando mensajes de texto, pero no he recibido ninguno. Y sé que dijiste
que me estabas enviando un mensaje de texto cuando Ryat y yo estábamos
en la cabaña, y no respondí.
Ella asiente.
—Estallé tu teléfono y nada.
Acomodo los libros en mi mano.
—Eso es raro… ¿verdad?
Ella se encoge de hombros.
—Yo lo llamo una bendición. Bueno, no el hecho de que mis
llamadas no te llegaran, pero definitivamente sí con respecto a las de tu
madre.
—¿Pero no debería haber llegado tu mensaje una vez que tuve
servicio? — cuestiono, pensando en voz alta.
—Puede ser. Supongo que depende del tiempo que hayas estado sin
él. Estuviste fuera todo el fin de semana.
—Pero… —Sí funcionaba. Hablé con Ryat mientras estaba allí. Lo
había llamado y luego recibí ese mensaje de su parte. ¿Estaba sin batería
cuando lo enchufé esa noche? No puedo recordar. Cuando estoy con Ryat,
exige toda mi atención—. ¿Podrías llamarme ahora? —pregunto.
—Claro. —Nos detenemos y ella saca su celular del bolsillo trasero.
Va a sus llamadas recientes y pulsa llamar a mi número. El mío comienza a
sonar inmediatamente.
—Hmm. —Rechazo la llamada.
—Ves, como dije. Es una bendición que te pierdas sus llamadas —
bromea.
—Supongo que sí —añado con escepticismo. Me parece extraño.
—Entonces, ¿qué más tenía que decir ella? —continúa.
—Mucho. Nos encontró a Ryat y a mí envueltos en toallas recién
salidos de la ducha.
Echa la cabeza hacia atrás, riendo.
—Eso jodidamente es oro. Ojalá hubiera estado allí para verlo. ¿Qué
es lo que tenía que decir sobre eso?
—Se fue contra mí. Dijo que todavía me casaría con Matt… —No
quiero decirle que mi madre me abofeteó. Ya fue bastante vergonzoso que
Ryat estuviera allí.
—Dios, es una perra. —Suspira. Se gira para mirarme de frente y
sonríe suavemente—. Me alegro de que tengas a Ryat. No importa la
situación que tengas con él, es mucho mejor para ti que el cara de mierda.
Quiero decir —continúa—, el tipo apenas te ha dejado sola desde la
ceremonia de votos. A no ser que los Lords reclamen su atención. Sabes
con certeza que ese tipo no está por ahí follando con cualquiera, y eso es
más de lo que Matt ha hecho por ti.
No se equivoca en cuanto a que no me ignora como lo hizo Matt en el
pasado, pero eso no significa que Ryat no se esté follando a otras mujeres,
¿verdad? ¿Puedo incluso llamarlo engaño si lo hizo? Quiero decir, esto no
es una relación en sí. Es más bien un entendimiento. Yo soy suya y él es…
¿mío? Entonces tengo un nuevo pensamiento. ¿Qué pasaría si los Lords lo
hicieran vivir con alguien más para su asignación? Ha pasado cada segundo
conmigo, así que no sería descabellado pensar que le hicieran hacer lo
mismo con otra persona, ¿verdad?
Los celos se deslizan por mi espalda y hacen que mi sangre comience
a hervir. Aunque no tengo derecho a llamarlo mío, la idea de que toque a
otra persona me enfurece. Trago la bilis que quiere surgir ante ese
pensamiento.
—¿Cómo están Gunner y tú? —pregunto, cambiando de tema. Intento
decirme a mí misma que no importa. No lo quiero, y nunca me dirá nada
respecto a los Lords.
—Dios, chica… —Lame sus labios, y empezamos a caminar de
nuevo—. Tan jodidamente bien.
Me río.
—El sexo es tan bueno, ¿eh? —Tuve que escucharlos follar como
conejos mientras se quedaron en el apartamento la semana pasada cuando
Ryat no estaba.
—Absolutamente. El hombre sabe lo que hace. —Nos acercamos a la
puerta para nuestra clase y nos detenemos—. Anoche, literalmente me
asfixió.
Mis ojos se agrandan.
—¿Como durante el sexo? —Eso es lo que prácticamente me hizo
Ryat cuando estábamos en el bosque.
Ella asiente.
—Tiene esta obsesión con el juego de la respiración.
¿Juego de la respiración? ¿Es algún tipo de perversión?
—Cien por cien caliente como la mierda. Me vine tan fuerte antes de
desmayarme. —Con eso, ella abre la puerta para entrar a clase.
—¿Blake? —Escucho que me llaman por mi nombre. Sin tener que
mirar, sé quién es.
—Ahora mismo regreso —le informo a Sarah.
Dándome la vuelta, veo que Ryat se acerca a mí, guardando su celular
en el bolsillo. Va vestido con unos jeans, una camiseta blanca lisa y una
gorra de béisbol al revés. Ningún hombre debería verse tan bien vestido de
manera tan informal. Odio estar enojada con él y querer follarlo al mismo
tiempo.
—¿Qué pasa? —pregunto, cruzando los brazos sobre mi pecho. ¿Y si
todo esto es un gran juego que estoy jugando con ellos? Sé que me eligió
por Matt, pero ¿y si Matt le dijo que me eligiera a mí? ¿Y si esta es su
manera de joderme? Ryat ha sido demasiado comprensivo con lo que
quiero. En su momento, pensé que realmente parecía importarle, pero ¿y si
no es así? Entonces se levanta y me deja sin ninguna explicación. Y vuelve
como si nunca hubiera sucedido.
—Me iré esta noche.
Todos los pensamientos que acababa de tener sobre que no había
follado con otra persona se hicieron añicos con esas cuatro palabras.
¿Realmente pensé que era la única? Es un maldito Lord. Me dijeron que
pueden hacer lo que quieran; su juramento les dice eso.
—Por supuesto. —Resoplo, haciéndole fruncir el ceño—. Déjame
adivinar, ¿los Lords?
—No. Es personal.
De acuerdo, morderé y seré una perra entrometida.
—¿A dónde vas?
—Ha surgido algo —responde vagamente.
¿Cómo no he visto esto? ¿Cuántas veces ha ignorado mis preguntas?
¿O surge algo misteriosamente? Apuesto a que es otra mujer. Menos mal
que no lo amo. No seré esa perra tonta que se cree todo lo que un chico me
dice porque quiero que sea alguien que no es. Odio lo mucho que mi madre
tenía razón.
—De acuerdo. —Extiendo mi mano para abrir la puerta, pero él se
para delante de mí, bloqueándola—. Ryat…
—¿Qué pasa? —me interrumpe, escudriñando mi rostro.
—Nada —miento.
Suspira con fuerza.
—No dejes que tu madre te afecte, Blake.
Me abstengo de resoplar. Por supuesto, él cree que está relacionado
con ella. Puede que mi madre sea una perra, pero nunca me hizo pensar que
fuera otra persona. Él es la broma. El mentiroso. Y yo soy la tonta que
nunca lo ha cuestionado. En lugar de corregirlo, asiento con la cabeza.
—Lo superaré.
Se aparta de mi camino y abre la puerta para mí.
—Te veré por la mañana.
Sin responder a eso, entro a clase y me dirijo a mi asiento junto a
Sarah. Ella está escribiendo en su celular. Saco el mío del bolsillo, abro el
navegador y busco juegos de respiración. Investigando un poco, espero que
eso me ayude a quitar la mierda de mi mente.
Capítulo 30
RYAT

Entro a la oficina en el centro de Dallas con mi abogado detrás de mí


y miro alrededor del espacio abandonado. No hay nadie a estas horas. Es
pasada la medianoche. Se trata de una reunión extraoficial, como cuando
estuve aquí la última vez.
Caminando por el largo pasillo, escucho risas procedentes de la última
oficina. Empujo la puerta para abrirla, entro y encuentro a mi padre y a otro
hombre que conozco bien.
—Ryat. —Él se pone de pie—. Me alegro de que puedas unirte a
nosotros… —Se interrumpe al ver al hombre que entra detrás de mí.
—Garrett —dice mi padre, poniéndose de pie y reconociendo a
nuestro abogado.
—Señor Archer. —Asiente con la cabeza, sosteniendo su maletín en
la mano.
Me dejo caer en una silla de respaldo alto junto a mi padre.
—Soy yo quien ha convocado esta reunión. —Es hora de limar
asperezas. Asegurarme de que las personas entiendan que lo que quiero lo
conseguiré.
Phil se sienta en su silla y suspira.
Mi padre arquea una ceja hacia mí.
—¿Por qué estamos aquí, Ryat? —Luego mira al abogado de la
familia que tenemos desde antes de que yo naciera.
Ya había tomado una decisión después de que Matt me jodiera
mientras estábamos en la cárcel. Pero la maniobra de la madre de Blake
solidificó mis pensamientos sobre lo que había hacer.
—Supongo que es por mi esposa. Ella tuvo mucho que decir sobre ti
hoy. —Phil Anderson se relaja en su asiento—. Dijo que le pusiste las
manos encima, que la estrangulaste y la echaste del apartamento.
—Lo hice. Después de que ella abofeteara a tu hija.
Su mandíbula se tensa y golpea el escritorio con la mano.
—Ella no mencionó esa parte.
—¿Por qué no me sorprende? —Gruño. Esa perra no volverá a tocar a
Blake—. Estoy aquí para hacer una oferta —digo, yendo al grano,
levantando la mano hacia Garrett.
El silencio cae sobre la habitación. La última vez que estuve en
Nueva York, mi padre me preguntó cuánto pagaría por vencer a Matt.
Nunca le di una respuesta definitiva porque no estaba muy seguro. Ahora lo
estoy.
Garrett coloca el maletín sobre el escritorio de Phil y lo abre, sacando
una serie de papeles.
El señor Anderson se coloca las gafas y lee por encima.
—No entiendo…
—Quinientos mil. —Lo interrumpo para que no tenga que buscarlo.
Se aclara la garganta, se quita las gafas y me mira.
—Los Winston…
—Que se jodan los Winston —espeto. No hay ningún contrato
firmado que establezca que Blake tiene que casarse con Matt. Lo sé, hice
mis deberes para asegurarme—. La quiero a ella. —Ya me la entregó una
vez, ordenando que la convirtiera en mi elegida. No creí que esto fuera a ser
difícil, pero vine preparado por si acaso.
Inclina la cabeza hacia un lado.
—¿Por cuánto tiempo exactamente?
—Garrett —ordeno, y él saca otro conjunto de papeles y los deja
sobre el escritorio del hombre.
Volviendo a colocarse las gafas, el señor Anderson los recoge y
comienza a leerlos por encima también.
—Matrimonio —digo simplemente.
Mi padre no interviene, lo que significa que ha reflexionado y no va a
discutir conmigo. Pero no creo que entienda lo que significa. No es un
arreglo temporal. Me casaré con Blake, y ella será mi esposa para siempre.
No me casaré con Cindy
Phil me mira a través de sus oscuras pestañas.
—Y el acuerdo con…
—¿Firmaste un acuerdo con los Winston? —pregunto, sabiendo ya la
respuesta.
—Por supuesto que no. —Resopla—. Eso fue cosa de mi mujer.
Exactamente.
—Fue solo un acuerdo verbal. —Me encojo de hombros—. No es
como si pudiera demandarte por eso. Y si fuera tan importante para ti, no
me habrías obligado a elegirla como mi elegida en primer lugar.
Aparta la vista de mí y mira la foto de Blakely que está sobre su
escritorio. La toma y respira profundamente.
Me siento más erguido, apoyando los codos en mis rodillas.
—El imperio de los Winston se está desmoronando. Kimberly, la
madre de Matt, acudió a tu mujer para intentar llegar a un acuerdo. —Pero
ninguno de nosotros sabe cuál era el acuerdo exactamente—. Acudieron a
los Anderson con la esperanza de forjar tu legado con el suyo. Para salvarlo.
No al revés. —El padre de Matt quiere volar a lomo de la familia de
Blakely. Casándose con ella, puede ayudar a dirigir el negocio. Un día su
padre se jubilará, y Matt se hará cargo del cien por cien, asegurándose de
mantener a los Winston como parte del uno por ciento—. No quiero tu
empresa —añado—. Lo que decidas dejarle cuando estés muerto será de
ella. Solo quiero a Blakely. —No estoy seguro de qué haría ella con la
empresa de su padre. Es hija única, así que supongo que la vendería. Por lo
que sé, ella nunca ha trabajado para él.
—¿Un acuerdo prenupcial? —pregunta, queriendo asegurarse de que
todo esté por escrito.
Me río.
—No habrá acuerdo prenupcial. —Eso implicaría que nuestro
matrimonio fracasaría y eso no va a suceder—. Pero tengo un contrato… —
Chasqueo los dedos a Garrett y él también lo saca de su maletín—. En estos
papeles consta eso. —También me aseguré de dejar fuera la parte en la que
puede follar con quien quiera como le dije a mi padre que añadiera a mi
contrato con Cindy. Blakely solo follará y chupará mi polla.
—Le llevó mucho tiempo aceptar su matrimonio con Matt. ¿Cómo la
convencerías para que se case contigo? —pregunta su padre.
—Ella lo aceptará. No tengo ninguna duda. —Me pongo de pie, listo
para terminar con esto. Blakely no tiene ni idea de que he tenido que hacer
un viaje rápido a Texas. Tuve que volar hoy a Nueva York para reunirme
con Garrett y poner todo en orden, redactar los papeles, y luego tuvimos
que volar hasta aquí para esta reunión. Quería acercarme a su padre, no al
revés.
Había revisado las cámaras de su apartamento de camino aquí, y
estaba desmayada en su cama.
—Ya tengo todo preparado, como puedes ver. —Garrett saca un
bolígrafo de la chaqueta de su traje—. Todo lo que tienes que hacer es
firmar. Si estás de acuerdo, por supuesto. Si no, podemos discutir sobre
cualquier duda que tengas al respecto. —Soy directo en los contratos con lo
que quiero y cómo lo quiero… solo ella—. Una vez que los firmes,
transferiré el dinero a tu cuenta.
Asiente, aceptando el destino de su única hija. Ella será mi esposa.
Arruinaré a cualquiera que se interponga en mi camino.
—¿Para cuándo quieres la boda?
—Tan pronto como sea posible —respondo con sinceridad.
—Pero los dos están en la universidad…
—¿Por qué es eso un problema? —pregunto, inclinando la cabeza
hacia un lado. Muchas personas se casan antes y durante la universidad.
Ella no necesita asistir a Barrington después de que me gradúe este año. No
necesita el título, y estoy jodidamente seguro de que no trabajará. Seré el
único proveedor de nuestra familia. Blakely dependerá de mí para todo, y
yo le daré a la mujer todo lo que quiera.
—Simplemente me parece rápido. —Se encoge de hombros.
—Bueno, estoy seguro de que, si tu mujer se saliera con la suya,
Blakely ya estaría casada con Matt —gruño.
Él suspira con fuerza, como si también lo creyera. El señor Anderson
comienza a leer los contratos una vez más mientras mi padre habla.
—Si esto es lo que quieres…
—Lo es —digo con firmeza.
Su padre se pone de pie y ajusta la chaqueta de su traje.
—¿La amas? —pregunta.
He pensado en esto un millón de veces desde que me encontré en una
celda de la cárcel solo con mis pensamientos. Y todas las veces he llegado a
la misma respuesta.
¡No!
Dicen que el amor es paciente y amable. Yo no soy ninguna de esas
cosas cuando se trata de Blakely. Soy controlador, posesivo, y locamente
celoso. Lo que solo puede significar una cosa: ¡estoy obsesionado con ella!
Hasta el punto de que quiero ocultarla del mundo. No quiero que otro
hombre la mire, y mucho menos que hable con ella. Matt me ayudó a darme
cuenta de eso.
Así que, en lugar de mentirle a mi futuro suegro, le pregunto:
—¿Amabas a Valerie cuando te casaste con ella?
Coloca las manos en sus caderas y deja escapar un suspiro. Sé que
tuvo un matrimonio concertado. Blakely no lo sabe, pero yo sí.
—Aprendí a amarla con el tiempo —responde finalmente.
Me acerco a su escritorio, pongo las palmas de las manos sobre él y
me inclino.
—Le prometo, señor Anderson, que Blakely estará en buenas manos.
No necesito amarla para prometerle que la protegeré. Y eso es más de lo
que haría Matt.
Asiente para sí mismo un par de veces.
—Tienes razón. Pero… —Hace una pausa—. No quiero el dinero.
Firmaré todo. Ella será tuya. Pero no tomaré un centavo de ti por ella. Si
ella decide casarse contigo, entonces es tuya.
Sonrío. Oh, ella me elegirá sin duda.
—Muy noble de tu parte.
—No seré como Valerie. —Él niega con la cabeza. Extendiendo su
mano derecha hacia mí, añade—: Bienvenido a la familia, hijo.

BLAKELY
Estoy parada en mi cuarto de baño, pintando mis labios, cuando veo
que la puerta se abre y entra Ryat. No le digo nada y vuelvo a mirarme en el
espejo. Ya llego tarde. Me quedé dormida incluso con las alarmas. Mi
cuerpo estaba tan exhausto que me las arreglé para dormir a pesar de mi
enojo con él.
Iba a saltarme la ducha, pero me di cuenta de que tenía que lavarme el
cabello, así que me retrasé veinte minutos más.
Se acerca por detrás de mí y sus ojos se posan en la toalla que
envuelve mi cuerpo. Extiende la mano y me la quita.
—No tengo tiempo —le informo, apartándome—. Llego tarde.
—¿Y entonces? —Arquea una ceja, golpeando mi trasero y
haciéndome saltar.
—Entonces, ¡no puedo faltar a las clases! —Mi madre ya está enojada
porque no me acuesto con Matt. Se volverá loca si se entera de que me
estoy saltando las clases por culpa de Ryat.
—Que se joda Barrington. —Agarra mis caderas y las aparta del
mostrador.
—Ryat… —Levanta una mano y agarra un puñado de mi cabello,
haciéndome soltar un suspiro.
Sus ojos se encuentran con los míos en el espejo, y su voz se
convierte en un gruñido profundo.
— Inclínate y separa tus malditas piernas, Blake.
Mi corazón se acelera y la temperatura de mi cuerpo aumenta. Quiero
decirle que se vaya al infierno. O que vuelva con quienquiera que haya
pasado la noche. Pero por la forma en que brillan sus ojos esmeraldas, no lo
hago. Tal vez estoy pensando demasiado en las cosas. Tal vez no estuvo con
otra persona anoche. Si fuera así, ¿por qué iba a seguir deseándome? No es
que solo salte sobre mí cuando Matt está cerca. De hecho, nunca lo vemos.
—Blake —advierte, sacándome de mis propios pensamientos.
Suelta mi cabello y me inclino sobre el mostrador, abriendo las
piernas como me ordenó. La fría superficie del mostrador me hace temblar
mientras él pasa su mano entre mis piernas.
Cuando introduce un dedo en mí, me pongo de puntillas, gimiendo.
Luego lo saca y escucho cómo desabrocha su cinturón y luego baja la
cremallera. Es su forma de inspeccionar, para saber que estoy lo
suficientemente mojada. Entonces la cabeza de su polla se abre paso dentro
de mí.
Estoy jadeando. Las palmas de mis manos están sobre el mostrador,
junto a mi cabeza, mientras mis caderas se inclinan hacia un lado.
No pierde ni un segundo. El sonido de mi pesada respiración llena la
habitación mientras me folla. Aparto el cabello de mi rostro lo mejor que
puedo, sabiendo que tendré que volver a maquillarme cuando agarra mi
cabello y tira para enderezarme.
Grito, mirándolo en el espejo mientras él baja sus labios hasta mi
oreja, con sus ojos clavados en los míos.
—Cásate conmigo.
Quiero reírme, pero su polla está golpeando el lugar correcto, así que,
en lugar de eso, me limito a mirarlo con ojos pesados mientras respiro
agitadamente.
Pasa su nariz por mi cuello y muerde mi clavícula mientras su mano
libre recorre mi cuerpo, quemando mi piel. Masajea mi pecho y luego
desliza su mano por mi cuello. Trago nerviosamente. Los pensamientos
sobre lo que he encontrado mientras buscaba juegos de respiración entran
en mi mente. Lamo mis labios, preguntándome cómo sería si me quitara la
respiración.
Como si pudiera leer mi mente, levanta la mano y la coloca sobre mi
boca. Gimo, mi coño se aprieta a su alrededor. Respiro profundamente por
la nariz, deseando que me quite eso también.
¿Por qué? ¿Por qué quiero que me traten como si fuera nada? Ojalá
pudiera explicar lo mucho que mi cuerpo anhela ser dominado. Cuánto
sueña mi mente con eso.
—Cásate conmigo, Blake —dice de nuevo y luego tapa mi nariz.
Mis ojos vuelven a encontrar los suyos en el espejo mientras mis
oídos estallan y mi cuerpo se convulsiona. Succiono su mano mientras
intento respirar por la boca.
Acelera su ritmo, golpeando la parte delantera de mi cuerpo contra el
mostrador, sabiendo que me lastimaría. Mis rodillas chocan contra los
armarios.
Levanto mis manos para agarrar su antebrazo, pero él no se
mueve. Mis pulmones arden y mis ojos lloran. Sigue follándome, con sus
ojos clavados en los míos a través del espejo, mientras comienzo a entrar en
modo de pánico, pero mi cuerpo reacciona a medida que la sensación
aumenta.
Intento apartar su mano de mi rostro, pero él suelta mi cabello y
desliza su mano libre entre el hueco de mis brazos y los coloca en mi
espalda, inmovilizándolos mientras susurra:
—Podrás respirar después de venirte para mí.
Mi corazón se acelera y las lágrimas caen de mis ojos, pero la ola se
acerca. Me va a arrastrar tan profundamente que no podré salir a la
superficie.
La habitación da vueltas y mis ojos se cierran justo cuando la presa se
rompe y la ola me hunde. Tal y como sabía que sucedería.
Capítulo 31
RYAT

Quito mi mano de su boca y su nariz justo cuando sus ojos se cierran.


Ella toma una respiración entrecortada cuando salgo de su interior, levanto
su cuerpo tembloroso y la llevo al dormitorio. La acuesto y me siento entre
sus piernas separadas. Tiene los ojos abiertos, pero mira a su alrededor sin
rumbo, tratando de orientarse.
Tres años teniendo que abstenerte del sexo mientras ves a otros
tenerlo jode tu mente. He leído sobre todas las perversiones y fetiches que
se te puedan ocurrir. Además, cuanto más tiempo de abstinencia tengas,
más sucia tendrá que ser tu imaginación para poder excitarte. La asfixia
erótica puede ser muy peligrosa. Algunos prefieren desmayarse por
completo. A otros les gusta que les corten el suministro de aire durante unos
segundos. Y a algunos les gusta el aspecto físico de la asfixia. La sumisión
total es lo que los excita.
—Eres tan hermosa, Blake. —Me inclino y beso su mejilla,
saboreando sus lágrimas. Volviendo a sentarme, introduzco mi dura polla en
su empapado coño, haciendo que su tembloroso cuerpo se estremezca.
La observo mientras mis caderas marcan un ritmo lento y constante,
dándole la oportunidad de recuperar el aliento. Esos ojos azules comienzan
a enfocarse un poco más cuando se posan en los míos. Ella se incorpora,
envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello para atraer mi cuerpo hacia
el suyo.
Inclinando su cabeza hacia un lado, beso su resbaladizo cuello.
—¿Preparada? —le pregunto.
—Sí —responde sin aliento.
—Respira profundo —ordeno. Hace lo que le digo y vuelvo a colocar
mi mano sobre su boca. No puedo tapar su nariz pellizcándola con mis
dedos debido a la posición de mi mano, pero me aseguro de que mi palma
la cubra también. Mis caderas aceleran el ritmo. Nuestros cuerpos
colisionan mientras sus uñas se clavan en mi espalda, haciéndome soltar un
siseo cuando siento que cortan mi piel.
Ella arquea su espalda y cuello mientras mi cuerpo sigue
inmovilizándola. Siento el calor de su respiración cuando intenta soltarla
mientras su estrecho coño se aprieta sobre mí una vez más.
Quitando la mano de su boca, me siento y sujeto su rostro con ambas
manos. Está jadeando.
—Mírame —le ordeno.
Sus ojos vuelven a estar desenfocados y las lágrimas caen libremente
hacia sus sienes.
—¿Qué dices, pequeña? —pregunto, secándolas.
Parpadea y sus bonitos ojos encuentran los míos.
—¿Quieres ser su puta por el resto de tu vida, o quieres ser mi buena
chica? —Esta es su única oportunidad de elegirme. No tengo ningún
problema en engañarla u obligarla a ser mi esposa. Pero que ella elija estar
conmigo antes que con él lo hace aún mejor.
—Tuya —musita ella.
—Mía —coincido.
Me alejo de ella y sus brazos caen a los lados. Está débil, su cuerpo
aún intenta bajar de su euforia. La coloco boca abajo y levanto sus caderas,
abriendo sus piernas con las mías. Vuelvo a deslizarme dentro de su coño
empapado y elevo su cuerpo hasta que está sentada horcajadas sobre mí.
Agarro sus pechos con una mano, haciéndola gemir. Su cabeza cae sobre
mi pecho mientras mi otra mano sube y cubre su boca una vez más, mis
dedos pellizcan su nariz, y la follo, haciendo que la cama choque con la
pared.
Esta vez no demora mucho en comenzar a desvanecerse, su cuerpo ya
está exhausto. Solo necesito unas cuantas embestidas más, y entonces me
vengo dentro de ella.
Retiro mi mano de su rostro y ella aspira profundamente, con su
cuerpo aún flácido contra el mío. La acuesto con suavidad y la acomodo
sobre su espalda, apoyando su cabeza en la almohada antes de levantarme.
Me acerco a mi mochila y saco la caja. La abro y extraigo el anillo de
compromiso de seis quilates de corte princesa que compré ayer en Nueva
York, y lo coloco en su dedo.
—Aquí tienes, para ser mía para siempre, Blake —le digo,
observándola dormir.

BLAKELY
Abro mis pesados ojos y veo que mi habitación está oscura.
Gimiendo, me estiro y siento el dolor en mi cuerpo. Me quedo acostada,
mirando al techo, y escucho el sonido de la lluvia golpeando la ventana.
Es difícil de explicar, pero casi me siento como una persona nueva.
Nunca me había venido con tanta intensidad en mi vida. Me sentía como si
estuviera flotando. Los puntos salpicaban mi visión, y justo cuando creía
que iba a desmayarme, él me soltaba y todo volvía a colapsar. Cada
centímetro de mi cuerpo cosquilleaba. Era como el mejor estado de euforia
que se podía alcanzar sin estar realmente drogado.
Incluso ahora, mi cuerpo sigue sintiendo un ligero cosquilleo. Como
si un fuego que no se puede apagar aún persistiera.
Decidiendo que necesito levantarme, aparto las mantas y camino con
piernas temblorosas hacia la puerta. Al abrirla, encuentro a Ryat sentado en
el sofá, con el celular pegado a su oreja. Sus ojos esmeraldas me ven
inmediatamente.
—Ya te llamaré. —Finaliza la llamada, sin molestarse en esperar a
que la persona al otro lado se despida. Se levanta y camina hacia mí
mientras yo permanezco en la puerta, insegura de que mis piernas puedan
sostenerme como para caminar hasta él.
Se acerca a mí y besa mi frente.
—¿Qué hora es? —le pregunto. Mi teléfono no estaba en la mesita de
noche.
—Un poco después de las dos de la tarde.
Frunzo el ceño.
—Falté a clases. —¿Ese fue su plan desde el principio?
Asiente.
—Necesitabas descansar.
—Ryat —gruño. Mis manos lo empujan, pero él no se mueve. No
estoy segura de si es porque mi cuerpo está muy débil o porque él es así de
fuerte—. Mi madre me matará. —Dándome la vuelta, atravieso mi
habitación y me dirijo al baño. Me mareo un poco y tengo que usar la
encimera como apoyo. Es algo parecido a cuando sales rápidamente de un
baño caliente y te mareas al ver puntos.
—Está bien —argumenta él, entrando detrás de mí.
—Es fácil para ti decirlo —digo, recogiendo mi ropa interior que
quedó sobre la encimera. Estoy a punto de ponérmela, pero me las quita de
la mano.
—¡Ryat! —grito, tratando de alcanzarla, pero él las lanza al otro lado
del baño.
Suspiro.
—Muy maduro. —Agarra mi brazo y me hace girar cuando intento
recogerlas, presionando mi espalda contra la pared—. Ryat…
—Cálmate —dice suavemente, sus ojos examinan mi rostro—. Te
estás alterando por nada.
—Mi madre…
—Que se joda tu madre —me interrumpe con un gruñido.
Me siento como una niña con ganas de pisotear fuerte.
—No lo entiendes.
—Lo entiendo todo. Tu madre cree que puede controlarte.
—Lo hace —digo con los dientes apretados odiando admitirlo—. Ella
paga este apartamento.
—Múdate.
Continúo como si no acabara de sugerir algo tan idiota.
—Ella paga por Barrington.
—Déjalo.
—¿Estás loco? —Exijo, y él solo se ríe—. No soy un Lord, Ryat —
digo, y se pone rígido contra mí—. No puedo hacer lo que me plazca.
Agarra mi barbilla, inclinando mi cabeza hacia atrás contra la pared
para que lo mire mientras se acerca.
—Eres mía, Blake. Y eso tiene mucho poder.
Soltando mi cuello desliza sus manos por mis brazos, haciendo que
mi piel se erice. Toma mi mano izquierda y la acerca a sus labios, besando
mis nudillos.
—No es tan sencillo… —Mi voz se desvanece cuando veo el anillo
en mi dedo, mi corazón empieza a martillear en mi pecho—. Ryat. —musito
—. ¿Qué?
Los recuerdos de esta mañana regresan como un huracán azotando
una pequeña ciudad.
«Cásate conmigo, Blake.»
«¿Quieres ser su puta por el resto de tu vida, o quieres ser mi buena
chica?»
«Tuya.»
«Mía.»
—Esto —besa de nuevo—, es la respuesta a todos tus problemas,
Blake. Todo lo que necesitas es a mí. Yo cuidaré de ti.
—Pero… estabas bromeando —logro decir, aunque me cuesta
respirar. Bien podría volver a cubrirme la boca y la nariz con la mano. Las
manchas vuelven a aparecer y trato de apartarlas con un parpadeo.
—¿Por qué iba a bromear con eso? —pregunta, inclinando la cabeza
hacia un lado.
—Porque tú… estás viendo a otras mujeres. —Es la única razón que
se me ocurre.
—¿Quién mierda te dijo eso? —espeta, haciéndome saltar.
¿Me equivoqué?
—Tú. Tu comportamiento. Sigues desapareciendo… —Me precipito,
sin tener realmente nada más que decir.
Se aparta de mí y mi cuerpo se hunde contra la pared sin su apoyo.
Dejo que mis temblorosas rodillas cedan y me deslizo para sentarme en el
frío suelo de baldosas mientras él comienza a caminar de un lado a otro en
mi cuarto de baño.
—Cada vez que te pregunto adónde vas, no me respondes. —
Continúo ante su silencio porque, sinceramente, estoy empezando a
cuestionarme. Quiero decir, ¿realmente me pidió que me casara con él? ¡El
aspecto de la piedra en mi dedo está gritando que sí! —Solo estás conmigo
por Matt. —Ni siquiera ofrece una mentira para eso. —Eres un Lord.
—Matt es un Lord, y tú ibas a casarte con él —argumenta, todavía
caminando.
—No. No iba a hacerlo. —Niego con la cabeza.
—Oh, se me olvidaba. Ibas a huir. —Resopla—. Me gustaría ver
cómo intentas huir de mí… —Cierra las manos en puños—. No llegarías
muy lejos, Blake.
—Espera. —Pasó las manos por mi rostro— ¿Cómo supiste…? —
Encontrando fuerzas en mi nueva ira, me pongo en pie—. ¿Cómo supiste lo
que iba a hacer? —Ni siquiera se lo he dicho a Sarah. Tenía demasiado
miedo de que le dijera algo a Gunner.
Se detiene y se gira para mirarme. No sé por qué, pero odio que esté
completamente vestido y yo desnuda. Me hace sentir vulnerable. Lo cual es
estúpido. El hombre me ha atado, amordazado, vendado y me ha quitado el
aire. No sé por qué la ropa importa de repente.
—Tú me lo dijiste.
—No, no lo hice.
—Sí, lo hiciste. Esa noche estabas completamente borracha y te traje
a casa desde Blackout. —Su voz se eleva.
—¿Qué más te dije? —exijo.
—Suficiente —espeta, y luego se acerca a mí, presionando mi espalda
contra la pared una vez más. Levanta las manos, acuna mi rostro y me mira
fijamente. Respiro entrecortadamente—. Quiero que sepas esto, Blake. Si
intentas huir de mí, te encontraré. Y cuando lo haga, te arrepentirás del día
en que me dejaste. —Suavizando su mirada, me ofrece una sonrisa
amenazante—. Fuiste mía ayer, hoy y mañana. —Él besa suavemente mi
frente. La ternura contradice sus palabras amenazantes—. Y seguirás siendo
mía para siempre.
Debería estar aterrorizada, pero no lo estoy. Ryat Archer es posesivo,
controlador y extremadamente celoso. Es jodidamente tóxico. Pero no
puedo echarle toda la culpa a él. Tal vez yo soy la causa de su toxicidad. Tal
vez son mis malos hábitos los que sacan lo peor de él. Diablos, tal vez estoy
equivocada, y esas sean sus mejores cualidades.
Quiero sus manos alrededor de mi garganta. Quiero su cuerpo
inmovilizando el mío, y quiero que me anhele de la misma manera que yo
lo necesito a él.
Entonces, ¿quién es el verdadero tóxico aquí?
—No me iré a ninguna parte —le digo, pero incluso yo sé que es una
mentira. Eventualmente, él terminará conmigo, y yo le perteneceré a Matt.
Haré todo lo que esté a mi alcance para impedirlo.
Él suelta mi rostro, sus nudillos recorren la línea de mi mandíbula
hasta mi cuello.
—Creo que estás mintiendo. —Hay una pizca de placer en su voz, y
eso me hace temblar.
Trago saliva con nerviosismo.
—No…
—Creo que quieres huir, Blake. —Sus ojos examinan mi rostro, la
comisura de sus labios se eleva—. Solo para que te atrape.
Mi corazón martillea en mi pecho y mis muslos se tensan. ¿Por qué
eso suena divertido? ¿Por qué me excita pensar en él persiguiéndome?
¿Saber que una vez que me encuentre, me va a castigar?
—¿Eso es lo que quieres, Blake? ¿Quieres que te persiga?
—Sí. —Digo la palabra antes de que pueda siquiera pensar en ella.
Sus ojos posan a mi pecho mientras sus nudillos recorren mis senos y
mis rígidos pezones.
—Podemos jugar ese juego. Solo tienes que saber —sus ojos vuelven
a encontrarse con los míos—, que una vez que te atrape, haré lo que quiera
contigo. —Mi estómago da un vuelco de excitación ante su amenaza—. Y
después de arrastrarte hasta aquí… —Levantando mis manos, entrelaza
nuestros dedos y los empuja por encima de mi cabeza, clavándolos en la
pared—. Serás mi esposa.
Lamo mis labios entreabiertos y respiro profundamente, tratando de
calmar mi respiración.
—Primero tendrás que encontrarme.
Inclinándose, besa mi mejilla.
—Me gustan mis probabilidades. —Entonces me suelta y se aleja de
mí. Mis brazos caen a los lados como si pesaran cuatro kilos—. Te veré
pronto. —Con una última mirada a mi cuerpo desnudo, sale del baño.
Levanto las manos y las paso por mi rostro dejando escapar un
suspiro. El anillo llama mi atención. Miro fijamente el gran diamante
cuadrado rodeado de más diamantes. Es un poco llamativo para mi gusto,
pero es precioso. Paso la punta de mi dedo sobre él.
¿Qué pasó con su futura esposa? ¿Por qué de repente me quiere a mí?
Mis padres nunca me dejarán estar con otra persona que no sea Matt.
Bueno, mi padre puede que sí. Mi madre es la que está obsesionada con él.
¿Pero si me entrego a Ryat antes de tener que casarme con Matt? Esa
sería mi salida. Mi madre odia la idea del divorcio tanto como la idea de
Ryat y yo juntos. Así que, si elijo casarme con Ryat primero, entonces ella
no tendría más remedio que aceptarlo. Odiaría que su hija se divorciara en
cuestión de semanas después de casarse. Eso la haría quedar mal.
Sonriendo, me acerco al mostrador y me miro en el espejo. Por ahora
huiré de Ryat, pero cuando me atrape, me casaré con él. Tal y como dijo.
Aunque solo sea para hacer enfadar a mi madre.
Entrando en mi habitación, comienzo a tirar de las sábanas en busca
de mi celular. Lo encuentro en el suelo. Llamo a mi padre y me siento a un
lado de la cama, esperando que responda.
—Hola, cariño.
—Hola, papá —digo, sonriendo—. ¿Cómo están las cosas por allí?
—Bien. ¿Y tú? —pregunta lentamente. No he hablado mucho con él
desde que empezaron las clases este año. Pero no es raro pasar semanas sin
hablar con él. Siempre ha sido un hombre ocupado.
—Lo mismo —digo, sujetando el celular con mi hombro y la oreja a
un lado de mi cabeza—. Necesito un favor.
Permanece en silencio durante un largo segundo.
—De acuerdo. ¿De qué se trata?
—Necesito el jet —respondo, mordiendo mi labio inferior. No sería la
primera vez que lo uso.
—Eh… ¿a dónde vas? —pregunta, sonando preocupado—. ¿Está todo
bien?
—Sí. Sí. Sarah y yo haremos una escapada. Ya sabes, para tener un
viaje de chicas. — Miento con facilidad.
—¿Y las clases? —pregunta.
¡Mierda!
—Son solo un par de días. Ya lo hemos arreglado con nuestros
profesores.
—De acuerdo. —Se aclara la garganta—. ¿Seguro que todo está bien?
—Sí —respondo.
—Puedo tenerlo listo para mañana por la noche.
Eso no va a funcionar.
—¿Puede ser para esta noche? —Se queda en silencio—. Es que ya
hemos hecho las maletas, y me gustaría estar en la playa a primera hora de
la mañana…
—Claro, cariño. Haré que lo llenen de combustible y te lo envíen.
Dejo caer los hombros y suelto un suspiro.
—Gracias, papá. —Finalizo la llamada y ni siquiera me molesto en
buscar las cámaras. En vez de eso, ignoro a Ryat por completo. Sé que me
está observando, pero no puede escucharme. Que yo sepa, no tiene audio. E
incluso si lo tuviera, eso no le dirá a dónde.
Capítulo 32
RYAT

Me siento en mi auto, observándola a través del parabrisas. Es como


en los viejos tiempos. Cuando la seguí durante esas dos semanas. Antes de
que ella siquiera supiera que iba a ser mía.
Sale del auto, con un vestido blanco de tirantes, tacones morados y un
paraguas negro para protegerse de la lluvia constante, mientras el hombre
saca sus tres maletas del maletero.
Interesante.
Blakely cree que no la encontraré. Podría haberle ahorrado el tiempo
y la molestia de empacarlas porque no usará nada mientras estemos fuera.
Bueno, aparte de las esposas y tal vez una venda en los ojos.
Sube las escaleras para abordar el jet privado de su padre, y yo agarro
mi bolso del asiento del copiloto antes de salir del auto. Lanzándolo sobre
mi hombro, me dirijo al avión, sacudiéndome la lluvia que cae sobre mí,
mirando a mi alrededor. Su padre tiene un jet privado jumbo de dos pisos
con capacidad para cincuenta personas. Tiene alfombras blanca con asientos
de cuero blanco junto con madera marrón y adornos dorados: se ve cada
uno de los millones de dólares que le costó.
—Oh, hola, señor. —Una azafata rubia que no puede tener más de
veintiún años me saluda con una sonrisa. Sus ojos marrones me miran de
arriba abajo—. No sabía que teníamos otro invitado. ¿Quiere una toalla para
secarse?
—¿Dónde está? —pregunto, ignorándola y yendo al grano.
—En la suite de atrás, señor —responde, y sus ojos se dirigen a mi
pene flácido dentro de mis jeans.
—Pregúntale si quiere un poco de champán —ordeno.
Ella asiente y se dirige a la parte trasera del avión, abriendo una
puerta. Escucho a la rubia preguntar:
—¿Le gustaría una bebida antes del vuelo, señora? Tenemos
champán.
—Sí, por favor. —Escucho la dulce voz de Blake. Casi como una
canción. Está muy orgullosa de sí misma. No puedo esperar a ver la
expresión en su rostro cuando me vea.
—Por supuesto. —Cierra la puerta y se acerca a mí.
Abro una botella de champán y la sirvo en una copa. Luego saco el
frasco transparente de mi bolsillo y vierto todo el contenido en la bebida.
Tomo un cuchillo, lo revuelvo y luego lo limpio en mis jeans ya mojados.
Levantando la copa, se la tiendo a la rubia para que la tome.
Ella me mira con los ojos muy abiertos. Baja la mirada a la copa y
traga saliva con nerviosismo, pasando las manos por su ajustada falda lápiz
negra.
—¿Problemas? —pregunto.
—No. —Mueve la cabeza—. No, señor. —Extiende la mano, me la
quita y vuelve al dormitorio. Dejando la puerta abierta, escucho su
intercambio. —Aquí tiene, señorita Anderson.
—Gracias.
—Es un placer. —Cierra la puerta y vuelve a acercarse a mí,
acomodando nerviosamente un mechón de cabello imaginario detrás de su
oreja.
—Estás despedida —digo.
—¿Qué? —Sus ojos, muy abiertos, se encuentran con los míos—.
Pero...
—Recoge tus cosas y sal de este maldito avión. —Me inclino hacia
ella y la escucho inhalar bruscamente—. O te arrojaré a doce mil metros de
altura.
Alejándose, toma un bolso y sale corriendo del avión antes de que se
cierre la puerta.
Saco mi celular de mi bolsillo trasero y le envío un mensaje a Phil.
Yo: Acabo de despedir a tu azafata. Contrataré a otra que sea más
capaz de hacer su trabajo. Y por cierto, aquí están las nuevas
coordenadas para que se las des a tu piloto. Gunner y yo vamos a
arruinar el viaje de las chicas.
Luego lo apago antes de guardarlo en el bolsillo una vez más. La
barbie rubia no tiene ni puta idea de quién soy, pero me ha visto drogar la
bebida de Blake y luego servírsela a ella. Por lo que sabe, la llevaré a otro
país y la venderé como esclava sexual por un puto dólar o un millón de
dólares.
Esa fue una prueba, y ella falló.
Una de las cosas que aprendí como Lord es que si le das a alguien
suficiente cuerda siempre se ahorca.
Camino hacia el fondo, directo a la suite. Girando la perilla, abro la
puerta lentamente para asegurarme de que no me vea de inmediato.
Blakely está de pie en el extremo de la cama que está contra la pared
derecha. A la izquierda hay un escritorio y al lado otra puerta que da al
baño privado. Está de espaldas a mí mientras rebusca en un bolso Dior
blanco y negro. Mis ojos se dirigen a la copa de champán vacía que hay
sobre el escritorio.
—Necesitamos tener una discusión sobre aceptar bebidas de extraños.
Da un salto y se da la vuelta, lo que hace que su vestido se levante,
mostrándome su trasero en el proceso. Colocando su mano sobre su pecho,
jadea.
—¡Jesús, Ryat! ¿Qué diablos estás haciendo aquí? —Sus ojos azules
escudriñan el gran espacio como si no hubiera venido solo—. ¿Cómo me
encontraste?
Entrando en la habitación, cierro la puerta detrás de mí y me apoyo en
ella, bloqueando su única salida. A pesar de que estará inconsciente en
cuestión de minutos.
—Sabes, me ofende el poco crédito que me das.
Ella resopla.
—Por favor... —Avanzando, tropieza, pero se endereza antes de caer,
recuperando el equilibrio. Sus ojos se dirigen a los míos.
—¿Te sientes bien? —pregunto, sin parecer preocupado.
Coloca una mano en su cabeza y mis ojos se dirigen a sus piernas
desnudas.
—Supongo que te pusiste ese vestido para mí. Ya que nunca te dejaría
salir de casa con él puesto. —El vestido tiene un escote profundo,
mostrando sus malditas tetas redondas y perfectas. Solo quiero tirar de él
hacia abajo y chuparlas. Marcarlas con las huellas de mis manos. Le
encanta cuando las abofeteo. La pone muy húmeda. Otra razón por la que
ese vestido necesita ser quemado.
—Ryat... —Parpadea, tratando de enfocar sus ojos—. ¿Me...
drogaste?
—Lo hice.
Da un paso hacia mí, tropezando de nuevo, y la atrapo.
—Ten cuidado. No te lastimes. —Haciéndonos girar, la empujo hacia
la puerta cerrada y la inmovilizo contra ella con mi cuerpo, sosteniéndola
—. Ese es mi trabajo.
Ella gime y sus pesados ojos parpadean.
—¿Qué? ¿Qué vas a hacer? —Lame sus labios. Su boca se seca.
—Lo que yo quiera —le recuerdo nuestro acuerdo.
—Me has engañado —susurra—. De alguna manera...
—Estoy ganando —la corrijo—. Y tú, Blake... —Me acerco y paso
mi mano por su cabello—. Tú eres mi premio.
Sus largas pestañas negras se agitan y sus ojos se cierran. Esta vez, no
se vuelven a abrir. Su cuerpo se afloja contra el mío y la levanto antes de
colocarla en la cama.
La hago rodar sobre su estómago y levanto el vestido hasta su cintura,
dejando al descubierto una tanga de algodón rosa claro. Las deslizo por sus
piernas y la guardo en mi bolsillo antes de quitarle los tacones. Luego
agarro uno de los cojines blancos de la cama y lo pongo debajo de sus
caderas, levantando su culo. Me acerco a la única bolsa que traje y saco el
tapón anal de silicona negro antes de subirme a la cama y sentarme entre
sus piernas separadas.
Paso mis manos por la parte posterior de sus suaves muslos, clavando
mis dedos en su piel y masajeándolos. No puedo tener suficiente de ella.
Quiero follarla cada segundo de cada día. Y lo poco que duermo, sueño con
ella.
Se ha convertido en mi nueva obsesión.
Me dirijo a su coño e introduzco un dedo para ver lo mojada que está.
No lo suficiente.
Me pongo de rodillas y bajo la cremallera de mis jeans, sacando mi
polla. Está tan jodidamente dura. Lo ha estado desde que me dijo que
quería que la persiguiera. A mi chica le gusta jugar.
Escupo en mi mano derecha y la envuelvo alrededor de la base de mi
polla mientras meto el otro pulgar en mi boca para mojarlo.
Acomodándome entre sus piernas, las separo más, su culo y su coño están
al aire para que jugar con ellos.
Comienzo a acariciar mi dura polla mientras mi mano libre se dirige a
su culo. Froto mi pulgar sobre su agujero fruncido antes de introducirlo
suavemente. Gimo por lo apretado que está. Por lo jodidamente bien se
sentirá cuando lo folle más tarde.
Mi respiración se acelera, al igual que el ritmo de la mano en mi
polla. Mi mano se tensa hasta el punto de ser casi doloroso, y siseo en una
respiración.
Quitando el pulgar, me inclino y escupo en su culo para poder
sustituirlo por un dedo. Lo meto y lo saco hasta que decido añadir otro.
Mirar su cuerpo tendido ante mí hace que mis pelotas se tensen. Me
encanta que me deje jugar con ella como quiera.
Saco los dedos y los vuelvo a introducir en ella. Mis ojos se clavan en
su culo, que cede para permitirme la entrada. Gimo, pensando en lo bien
que se sentirá. Mis pelotas se tensan y mi cuerpo se pone rígido mientras
acaricio mi polla un par de veces, saco los dedos rápidamente y me vengo
sobre su culo y coño.
Jadeando, acerco al tapón y lo paso arriba y abajo entre sus piernas,
cubriendo la silicona negra con mi semen. Luego lo presiono en el orificio
de su culo y lo introduzco suavemente.
—Todo lo que quiera —digo en voz alta, como si ella pudiera
escucharme.
Sentándome erguido, la miro. Su bonito coño depilado y el diamante
negro que asoma por su culo.
Todo eso es mío.
—Hermosa. —Su cuerpo está tan relajado como nunca lo estará en
este momento. Este es el momento perfecto para prepararla para lo que voy
a tomar después. Me aseguraré de que esté despierta para eso. Una parte
enferma de mí quiere que sienta dolor, y sé que a una parte de ella le
gustará.
Así es mi chica.
Retiro la almohada de debajo de sus caderas, la acomodo en la cama y
me acuesto a su lado. Apartando el cabello de su rostro, froto mis nudillos
contra su mejilla, pensando en el rostro de Matt cuando la vea en la
ceremonia con mi anillo en el dedo, sabiendo que será mía para siempre.
Se dará cuenta de que no soy una persona con la que se pueda jugar,
porque siempre gano.
BLAKELY
Gimo, presionando mi rostro contra una suave almohada que huele a
lavanda. Rodando sobre mi espalda, abro mis pesados ojos y miro hacia
arriba para ver un desconocido techo negro opaco.
—¿Qué? —Mis ojos tardan un segundo en enfocarse. En la pared
opuesta hay una chimenea transparente con un televisor colgado encima. A
la derecha hay una puerta corrediza de vidrio. Entrecerrando los ojos, no
veo más que árboles y lo que parece ser nieve al otro lado.
—¿Qué pasó? —pregunto, levantando la mano hasta mi cabeza. Todo
está muy borroso y todo me duele. Como si me hubiera emborrachado
mucho y hubiera caído por las escaleras. No sería la primera vez que lo
hago. Puedo ser torpe.
—Te encontré.
Mirando hacia la puerta abierta del dormitorio, veo a Ryat apoyado en
el marco. Tiene los brazos cruzados sobre su pecho y está vestido con un
par de jeans y una sudadera blanca con capucha con las mangas levantadas
para mostrar sus tonificados antebrazos. El color hace que su piel parezca
aún más bronceada de lo que ya está. Sus ojos esmeraldas brillan, y sus
labios se mueven como si quisiera sonreír, pero se niega a permitirse ese
simple gesto para hacerme saber que se está divirtiendo.
—Hiciste trampa —digo, y sus ojos se posan en mi pecho. Mirando
hacia abajo, me doy cuenta de que estoy desnuda—. ¿Dónde está mi
vestido? —pregunto, pasando las manos por mi estómago. Ni siquiera voy a
preguntar por mi ropa interior. Estoy segura de que la rompió.
—Lo quemé —responde sin remordimientos.
—Ryat —gruño, viendo cómo se aparta de la puerta y se acerca a la
cama. Sus ojos recorren lentamente mi cuerpo expuesto y su lengua sale
para lamer sus labios—. No puedes seguir quemando mi ropa. —Intento
sonar como si importara que haya quemado un vestido caro, pero por la
forma en que sus ojos calientan mi cuerpo, realmente me importa una
mierda lo que le haya hecho.
Cuando me incorporo, la habitación da vueltas, pero me congelo
cuando siento algo.
—¿Qué...? —Me detengo cuando esa sonrisa que estaba conteniendo
aparece en su rostro.
Arquea una ceja.
—¿Pasa algo?
—¿Qué hiciste? —pregunto, el terror atenazando mi pecho al sentir
mi trasero. Hay algo ahí.
Levanta la mano, frotando su mandíbula recién afeitada.
—Es lo que voy a hacer.
Apartándolo de mi camino, tanteo para salir de la cama, pero mis
rodillas ceden, lanzando mi cuerpo contra el suyo.
Estirándose, agarra mi cabello y tira de mi cabeza hacia atrás,
sosteniéndome en mi lugar. Siseo un respiro, su fuerza me hace tropezar
con las piernas temblorosas, pero su mano libre se envuelve alrededor de mi
cintura, atrayéndome hacia él para sostenerme. Bajando sus labios a mi
cuello, susurra:
—Tienes que tomártelo con calma, pequeña. Todavía estás bajo los
efecto de los sedantes.
Cuando me suelta, me dirijo al baño. Hay un largo mostrador con dos
lavabos, uno en cada extremo. Debajo de la encimera no hay más que
cajones pintados de negro mate. Hay tres hileras que se extienden hacia
abajo y cuatro a lo ancho. La encimera es de mármol blanco, a juego con el
suelo. Las luces se alinean en la parte superior del espejo alto, haciéndome
parpadear mis ojos sensibles.
Encendiendo el grifo del lavabo más lejano a la derecha, me inclino,
pero me detengo. Mis ojos se disparan hacia los suyos en el espejo cuando
se coloca detrás de mí, mi corazón se acelera.
—¿Ryat? —Mi voz tiembla con nerviosismo.
Extiendo una mano hacia él justo cuando da un paso detrás de mí.
Agarra mis muñecas y presiona su cuerpo contra el mío, empujándome
hacia abajo sobre mostrador de mármol blanco. Suelto un suspiro
tembloroso, el movimiento hizo que mi cabello roce la superficie lisa.
—¿Ryat? —pregunto, con mi corazón acelerado.
—Shh —musita contra el costado de mi cabeza. Soltando mis
muñecas, se endereza, pero coloca su mano en mi espalda para mantenerme
inclinada.
Su mano libre se mete entre mis piernas aplicando presión en mi
trasero, y siento algo... ¿Dentro de mí? Me pongo tensa.
—¿Te hice algo que no hayas disfrutado? —reflexiona.
—No. —Mi corazón late con fuerza y mi mente intenta pensar en qué
mierda pasó mientras estuve inconsciente.
—¿Confías en mí? —pregunta, y siento presión donde nunca la ante
la había sentido.
—Sí —gimo, ahora jadeando. Confío en Ryat más que en cualquier
otra persona, e incluso yo entiendo lo triste que es eso.
—Mientras estabas inconsciente, puse un tapón anal.
—¿Tú qué? —Chillo e intento levantarme, pero su mano en mi
espalda lo impide.
—Cálmate. —Me da una palmada en el muslo y grito—. Voy a follar
tu culo, Blake. Ya es hora de que consiga lo que es mío.
Agarrando mi cabello, tira de mí para enderezarme, presionando mi
espalda contra su pecho. Su mano libre se envuelve alrededor de mi
garganta desde atrás, obligándome a levantar la barbilla.
La nueva posición me hace sentir el tapón. Gimo por la forma en que
presiona. Es algo tan desconocido, pero a la vez tan bueno. Lo siento no
solo en mi culo, sino también en mi coño. La idea de que esté ahí me hace
sentir aún más sumisa ante él.
—Al contrario de lo que crees, no quiero hacerte daño, Blake —dice,
con sus ojos clavados en los míos en el espejo—. Tuve que estirar ese culo
apretado para prepararlo para mi polla.
Trago contra su mano. Mi culo se tensa por sí solo, apretándolo para
ver si realmente está ahí. Y por qué ese pensamiento me excita. Ya me
siento tan llena que no puedo imaginar cómo se sentirá dentro de mí.
—Te prometo que se sentirá bien. —Besa mi mejilla como si leyera
mi mente.
Las lágrimas empiezan a arder en mis ojos, pero entiendo lo que está
diciendo. Y una parte de mí quiere dárselo. Quiere que lo tome. Es la parte
jodida de la que Matt se avergonzaba.
—Confío en ti —consigo susurrar.
—Esa es mi chica buena. —Arrastra sus labios por mi rostro hasta mi
oreja, donde la mordisquea, haciéndome gemir. Se aparta y vuelve a mirar
mis ojos a través del espejo—. Quédate aquí. —Entonces se da la vuelta y
sale del baño.
Me inclino un poco, apretando mi culo una vez más y sintiendo el
tapón por dentro. Se siente bien, pero también incómodo al mismo tiempo.
Tengo ganas de sacarlo, pero no lo hago. En vez de eso, coloco mis manos
en el borde de la encimera y trato de calmar mi respiración.
Regresa segundos después con una cuerda colgando de sus manos. La
sangre se precipita en mis oídos cuando coloca su mano en mi espalda y
empuja mi pecho contra la encimera. Luego agarra mis caderas alejándolas
un poco del borde, dejando un espacio libre.
—Abre las piernas —ordena, golpeando mi trasero.
El sudor comienza a acumularse en mi frente. Tragando saliva, las
separo lo mejor que puedo, sabiendo que está a punto de hacer lo que quiera
con mi culo, y que va a hacer que me guste.
Capítulo 33
RYAT

Tomo una de las cuerdas y la doblo, deslizándola por la manija


plateada del cajón inferior derecho y la envuelvo alrededor de su tobillo
antes de hacer un nudo, fijándola al cajón. Me dirijo al otro tobillo y hago lo
mismo, separando bien las piernas.
De pie detrás de ella, agarro sus muñeca, tirando de su brazo fuera del
mostrador y hacia la derecha. Su antebrazo cuelga del borde. Hago lo
mismo con su muñeca, asegurándola a un cajón superior. Luego hago lo
mismo con la izquierda.
La miro atada y abierta para mí, con el tapón negro en su culo, y
empiezo a salivar. Llevo soñando con esto desde que la vi en el piso sobre
su culo en el pasillo de Barrington. Nuestro vuelo duró más de cuatro horas.
Me dio la oportunidad de cambiar el tapón dos veces. Necesitaba prepararla
para mí. Por mucho que quisiera simplemente introducir mi polla, quiero
que ella lo disfrute.
Pasando la palma de mi mano por su muslo, le doy una fuerte
palmada en su nalga izquierda.
Ella salta, gimiendo.
Hago lo mismo con la otra.
Su respiración se acelera, llenando la gran habitación. Deslizo mi
mano hasta su coño e introduzco un dedo, ella mueve su culo para mí.
—Ya estás muy mojada para mí —digo y luego lo saco, abofeteando
su coño también.
Ella grita. Agarrando un puñado de su cabello, separo su rostro de la
encimera y la miro en el espejo.
—¿Sabes por qué te até aquí en vez de en la cama?
—No —susurra. Sus ojos llenos de lágrimas son tan bonitos ahora
mismo.
Sabía que no lo haría.
—Es porque quiero que veas cómo te vienes con mi polla en tu culo.
Ella aspira una respiración irregular.
—Te vendrás, Blake —prometo. Metiendo la mano en el bolsillo
delantero de mis jeans, saco el vibrador de goma rosa Lovense Lush 2. Lo
compré para ella la semana pasada, pero aún no he tenido la oportunidad de
usarlo. Ahora es el mejor momento.
Saco mi celular del otro bolsillo y abro la aplicación. Enciendo el
vibrador y lo froto contra su clítoris mientras coloco el teléfono sobre la
encimera junto a su cabeza. Se retuerce, su cuerpo tira de sus ataduras. Lo
froto suavemente en círculos, solo para provocarla. Lo tengo al mínimo en
este momento, aún no estoy listo para que ella se venga.
Cuando introduzco dos dedos dentro de ella, se pone de puntillas y un
grito ahogado sale de sus labios separados mientras los meto y los saco,
mojándola aún más. Aumento el ritmo, haciéndolo con más fuerza. Cuando
creo que está preparada, los quito y su cuerpo se hunde sobre la encimera.
Tomo el vibrador y lo froto sobre su coño mojado, lubricándolo antes
de introducirlo en su interior. Jadea, con el rostro apoyado en la encimera y
los ojos cerrados.
—Ryat... —gime levantando la cabeza, y unos ojos azules muy
abiertos se encuentran con los míos en el espejo.
Sé que ha usado vibradores antes. Los he visto en la mesita de noche
de su apartamento. Pero usarlo uno mismo y que alguien lo use en ti son
dos sensaciones muy diferentes. Ella no tiene el control. Yo lo tengo.
Desabrocho mi cinturón y bajo la cremallera de mis jeans, sacando mi
polla. Luego tomo el lubricante y lo extiendo por toda mi longitud,
asegurándome de cubrir cada centímetro de mí hasta que gotea.
Extiendo la mano, tomo el diamante y lo hago girar lentamente en el
sentido de las agujas del reloj. Ella respira y su cuerpo se tensa.
—Relájate —advierto, abofeteando su trasero—. Concéntrate en el
vibrador.
Tiro suavemente el tapón y ella gime. Antes de que pueda salir del
todo, lo vuelvo a introducir suavemente en su interior, y ella gime.
—Ya está —digo y lo vuelvo a hacer.
Su respiración se acelera aún más y tira de las cuerdas que la
mantienen abierta para mí.
Esta vez, lo saco por completo y lo arrojo al lavabo que aún tiene
agua corriendo desde que ella encendió el grifo, lo reemplazo por mis dos
dedos que aún están cubiertos de lubricante por haberlo aplicado en mi
polla.
—Respira profundamente un par de veces.
Sus ojos llorosos se encuentran con los míos en el espejo y frunce los
labios, aspirando una profunda bocanada de aire, y luego se relaja al dejarla
salir mientras meto un tercer dedo. Llora y los saco.
—Otra vez —digo.
La primera lágrima corre por su mejilla, pero hace lo que le digo. Esta
vez repito el proceso con solo dos dedos, sabiendo que está preparada.
Soltándola, tiro de mi sudadera por encima de mi cabeza y la arrojo al
suelo. No quiero que me estorbe. Tomando mi polla en la mano, me acerco
a ella y deslizo la cabeza de mi polla a lo largo de su culo, moviéndola
lentamente hacia arriba y abajo, untando el lubricante.
—Una más —digo, recordándome que debo ir despacio. Si la
desgarro, tendré que esperar para volver a tenerla.
Cuando aspira, introduzco la cabeza, abriendo su apretado culo. Grita
y muerdo mi labio inferior cuando se abre para mí.
Me retiro y vuelvo a empujar, solo la cabeza. Dejando que se
acostumbre.
—Ryat —gime suavemente, su cuerpo ya se estremece debajo del
mío.
Extiendo la mano entre su cuerpo y la encimera (por eso he dejado
espacio) y empiezo a jugar con su clítoris. Su cabeza vuelve a caer sobre la
encimera y me retiro, empujando de nuevo dentro de ella, esta vez más
profundo.
Tirando de la cuerda, gime.
—Maldita sea —gimo, sin poder contenerme. Me retiro y vuelvo a
empujar un poco más profundo.
Ella jadea y yo intento no venirme en este momento. Apretando los
dientes, salgo y veo cómo su culo se abre para mí mientras vuelvo a entrar
en ella con más fuerza esta vez, enterrándome más profundamente.
—Estoy a mitad de camino —digo, más a mí mismo que para ella.
Los cajones traquetean por las cuerdas a las que la he atado mientras
sus rodillas chocan contra ellos.
—Lo estás haciendo muy bien —digo, haciéndola gemir—. Muy
bien, Blake. —Me retiro y vuelvo a empujar dentro de ella, con mis dedos
tirando del vibrador para recordarle que está ahí por si acaso está demasiado
concentrada en su culo. La forma en que empuja contra mí me dice que la
pequeña distracción ha funcionado.
Lo hago de nuevo, esta vez empujando hasta el fondo. Suelto el
vibrador, me acerco a mi teléfono y subo el nivel del vibrador al máximo y
luego me apoyo en su espalda. Enredando mis manos en su largo y oscuro
cabello, levanto su rostro del mármol para que me mire a través del espejo.
Está mojado con lágrimas.
—Joder, eres increíble, Blake —digo, besando el lateral de su rostro y
saboreando su salinidad—. Mi buena chica.
Sus labios se separan y jadea. Su cuerpo ya tiembla
incontrolablemente.
—Voy a follar tu culo ahora —advierto, y antes de que pueda decir
nada, empiezo a moverme.
BLAKELY
Duele, pero también se siente bien. No puedo recuperar el aliento.
Entre su polla en mi culo y el vibrador en mi coño, me cuesta concentrarme.
Al principio, sentía que necesitaba ir al baño. Mi cuerpo quería que
me opusiera, que lo rechazara. Pero entonces empezó a moverse y joder si
no se sentía bien. Odio que tenga razón.
—¿Sientes lo profundo que estoy en tu culo, Blake? —gruñe en mi
oreja. Sus ojos verdes se fijan en los míos acuosos en el espejo—. ¿Qué tan
apretado está?
Mis caderas se estrellan contra el lateral del mostrador, mi espalda se
arquea en un ángulo extraño y mis extremidades están sujetas a los cajones.
Mis tetas están aplastadas debajo de mí, lo que ya me dificulta respirar.
—Joder —gruñe, agarrando con sus manos mi cabello, haciendo que
mi cuero cabelludo cosquillee—. Tu culo se siente tan jodidamente bien
envuelto en mi polla. —Consigo respirar profundamente—. Sabía que así
sería.
Mi rostro está a escasos centímetros del espejo, y cada vez que
respiro, una niebla lo cubre antes de desaparecer. Su mano en mi cabello es
lo único que impide que mi rostro golpee el espejo con cada embestida.
Todo es tan intenso. Se siente diez veces más grande que cuando está
en mi coño. El sudor cubre mi espalda y pecho, y mi cuerpo empieza a
resbalar sobre el mostrador de mármol. Tengo las manos entumecidas por
las cuerdas envueltas alrededor de mis muñecas, pero no puedo evitarlo. Mi
cuerpo reacciona a la polla de Ryat en mi culo y al vibrador en mi coño.
Mis labios se abren con un gemido y mis ojos se cierran. El sonido de
su cuerpo golpeando el mío llena la habitación, al igual que sus gruñidos.
Me excitan aún más. El hecho de que esté disfrutando me pone aún más
húmeda. Mi coño aprieta el juguete dentro de mí, y estoy segura de que
estoy babeando, incapaz de cerrar la boca.
Es primitivo. Como si no pudiera controlarse. Necesitaba tomarlo. Tal
como le dije que imaginé cuando soñé con mi fantasía de sexo forzado. Se
siente como una entrega total. Le estoy dando lo último de mí que tengo
para ofrecer.
Suelta mi cabello y envuelve su mano alrededor de mi cuello.
—Abre los ojos —exige con un gruñido—. ¡Jodidamente vas a mirar!
Abro mis pesados ojos y nuevas lágrimas brotan de ellos. Ni siquiera
sé por qué estoy llorando. No me duele tanto como pensaba. Mi cuerpo se
tensa involuntariamente y una sensación desconocida comienza a formarse
entre mis piernas. Mi coño y mi culo empiezan a palpitar con contracciones.
Se arrastran por todo mi cuerpo como un millón de arañas, una explosión
que empieza a gestarse.
Me abraza con más fuerza y la habitación parece desvanecerse, mi
visión se oscurece, aunque mis ojos están abiertos. Siento que doy vueltas y
mi cuerpo se estremece.
—Ya está, Blake —Escucho su voz áspera en mi oreja y hago
exactamente lo que dijo que haría, y me vengo, un sonido tan irreal brota de
mis labios. Una ola tan pesada y caliente se precipita sobre mí, quitándome
el poco aire que tenía.
Mi cuerpo se afloja mientras él embiste una vez más contra mi
trasero. Su polla palpita dentro de mí mientras también se viene.
Saliendo de mí, gimo. Entonces quita el vibrador y lo arroja al suelo.
Continúa encendido mientras toma una toalla que está colocada sobre una
barra de plateada y limpia entre mis piernas temblorosas. Luego desata las
cuerdas. Ni siquiera tengo fuerzas para levantarme del mostrador. Mi rostro
está apoyado sobre el mármol empapado por mis lágrimas y sudor.
Agarra mis hombros, tira de mí hasta enderezarme justo a tiempo para
levantarme antes de que pueda desplomarme en el suelo y me lleva al
dormitorio. Se sienta con la espalda apoyada en la cabecera de la cama y me
acomoda sobre su regazo.
Mi cuerpo está temblando tanto que siento como si estuviera
convulsionando. No controlo en absoluto mis habilidades motrices. Me doy
cuenta de que sigo llorando cuando humedezco mis labios y saboreo las
lágrimas.
—Shh. —Me mece de un lado a otro con suavidad. Un brazo rodea
mi cuerpo, el otro recorre el lado de mi cabeza—. Lo has hecho muy bien,
Blake. —besa mi cabello—. Qué buena chica.
Agarro la camiseta que aún lleva y entierro mi rostro en ella, cerrando
los ojos con fuerza, incapaz de controlar mis emociones.
Capítulo 34
RYAT

Ha dejado de llorar, su cuerpo se ha relajado y puedo escuchar su


respiración. Se ha vuelto a desmayar. La primera vez no estuvo el tiempo
suficiente. Estaba claro que las drogas seguían en su organismo cuando se
despertó.
Escucho mi celular sonar en el baño. La acuesto suavemente en la
cama y la tapo antes de ir al baño. Cierro el grifo, tomo el vibrador, lo
apago y agarro mi celular de la encimera. Papá aparece en mi pantalla.
—¿Hola? —respondo.
—Hijo —saluda—. Acabo de hablar con Phil. Me ha dicho que tú y
Blakely se han ido de viaje.
No tuve que mirar las cámaras de su apartamento para saber que
llamaría a su papá. Ella necesitaba un escape rápido, y su jet sería su única
opción. Solo que no íbamos a donde ella había planeado, los Hamptons. Le
dije que informara al piloto de nuestro nuevo destino y de que Gunner y yo
estábamos secuestrando el viaje de las chicas. Ni siquiera lo cuestionó.
—Lo hicimos —respondí.
—Bueno...
—No nos escapamos para fugarnos, si es lo que te estás preguntando.
—No es como si fuera a ser invitado a la boda de todos modos.
Suspira, haciéndome saber que tiene algo en mente.
—Sabes que te apoyaré al cien por cien. Solo quiero asegurarme de
que esto es lo que quieres.
—El contrato está firmado. El trato está hecho. —Ella será mi esposa.
—Pero los Lords —Él hace una pausa—. Tiene que ser iniciada como
tu esposa. ¿Seguro que quieres hacerle pasar por eso?
—Ella lo habría hecho cuando se casara con Matt. —Me encojo de
hombros, sin ver el problema. O la diferencia en el asunto. Aparte de que su
apellido será Archer.
—Matt no tendrá el título que te otorgarán, Ryat —gruñe.
Una esposa de un Lord es muy diferente a una elegida. Como mi
esposa, será intocable. Invencible. Porque le daré todo el poder que quiera.
Matt iba a convertirla en su puta. Probablemente dejaría que cualquiera que
quisiera un pedazo de ella, la tuviera. Planeaba usarla para conseguir lo que
su título no le permitiera. Ninguna persona la tocará, excepto yo.
—Ella puede manejarlo —digo.
—Ambos sabemos que si Matt no se casa con Blakely, no llegará a
ningún lado. Su padre necesita el apellido Anderson para seguir vivo.
—¿Tu punto? —espeto, irritándome. Está hablando como si no le
hubiera preguntado a su padre y obtenido su permiso. Como si fuera a
despertarme y tirarla a un lado. Ese era el plan original, pero no ahora. No
después de lo que Matt me hizo mientras estábamos en la cárcel trabajando
para Gregory.
—Mi punto es que darle tu apellido no es lo mismo que tomar el de
Matt.
—¿Llamaste por alguna otra razón, o solo para molestarme? —gruño.
Él deja escapar un resoplido.
—Solo... solo quiero asegurarme de que sabes lo que estás haciendo.
Que un Lord se case no es como tomar una elegida. No puedes tirar a
Blakely a un lado cuando hayas terminado de jugar con ella.
—No te importó que ofreciera dinero por ella cuando estuve en la
casa de Nueva York —Le recuerdo. Me preguntó dos veces lo que pagaría
por ella mientras estaba allí.
—Eso tenía que ver con Matt. No contigo —argumenta.
Me agacho, recojo la sudadera y me acerco a la puerta, apoyándome
en ella. Mis ojos se posan en ella durmiendo en la cama. Una sensación
abrumadora de celos me invade al pensar en los labios de alguien más
besando su cuerpo. Sus manos recorriendo su suave piel y su húmedo coño.
Follándola como yo lo he hecho. Ella gimiendo su nombre. O suplicándoles
por su polla.
¡Ella es mía! Es así de simple.
Soy adicto a su sonrisa, a la forma en que me toca. Al sonido de su
voz. Cómo dice mi nombre. La forma en que su aroma se queda en mi ropa
cuando no estoy con ella. Todo en ella alimenta un hambre que nunca puede
ser satisfecha. Yo lo sé, y ella lo sabe. No es cuestión de si la amo. La
cuestión es si puedo entregársela a Matt después de la graduación.
¡Jodidamente, no! Llámame egoísta, pero no se la voy a entregar a nadie.
—Entiendo la diferencia, padre. Gracias por tu preocupación, pero
Blakely Anderson será mi esposa. —Cuelgo antes de que pueda decir algo
más sobre mi decisión de casarme con ella.
Volviendo a la cama, paso los nudillos por su mejilla.
—¿Ryat? —susurra, poniéndose de espaldas.
—¿Sí, pequeña? —pregunto, pasando mis dedos por su cuello,
deteniéndome para sentir el fuerte ritmo de su pulso.
Sus pesadas pestañas se levantan durante un breve segundo y sus
suaves ojos azules se encuentran con los míos antes de volver a cerrarse.
—Duerme la siesta conmigo.
—Lo que mi chica quiera —digo, quitándome la ropa y subiendo a la
cama junto a ella. Ella se revuelve, dándome la espalda, y me acurruco
contra su cálido cuerpo, atrayéndola hacia mí. En cuestión de segundos,
vuelve a dormirse.

BLAKELY
Esperaba que estar casada me hiciera sentir diferente. Siempre tuve
esa nube oscura sobre mi cabeza que esperaba que se abriera y me ahogara
una vez que me casara con Matt. Eso ni siquiera se acerca a lo que se siente
estar casada con Ryat.
Es una sensación de liberación que no puedo ni empezar a explicar.
Lo único con lo que puedo compararlo es cuando estás nadando y sales a
tomar aire. Esa sensación de ardor en los pulmones, esa opresión en el
pecho. Cuando sales a la superficie y consigues esa primera respiración y si
entes el sol en tu rostro. Eso es lo que es Ryat para mí.
Mi sol. Mi aire.
Pasamos dos días juntos sin hacer nada más que tener sexo mientras
jugábamos al gato y al ratón. Literalmente podríamos haberlo hecho en mi
apartamento o en su cabaña en el bosque. En lugar de eso, hizo que el piloto
de mi padre nos trajera a una de las casas de vacaciones de sus padres en
medio de la nada. Hacía frío, estaba húmedo y empezó a nevar. Pasamos
cada segundo en el interior follando por toda la casa. Incluso nos unimos al
club de la milla en el camino de regreso. Fueron de lejos las mejores
vacaciones que he tenido. Y ni una línea de bronceado para demostrarlo. Lo
he estado haciendo mal todos estos años, sentándome en las playas con
Sarah.
En cuanto aterrizamos en Pensilvania, fuimos a solicitar nuestra
licencia de matrimonio. Tres días después estábamos en el ayuntamiento
casándonos.
Miro el anillo en mi dedo y paso el pulgar sobre él. Todavía es difícil
de comprender. Es como un sueño. Uno que nunca podría haber imaginado.
Supongo que ese fin de semana que pasamos fuera se podría decir que fue
nuestra luna de miel, porque no tuvimos tiempo de salir de la ciudad
después de darnos el sí quiero.
Estoy en el baño de Ryat en la casa de los Lords, mirándome en su
espejo. Mi cabello está recogido con una trenza francesa, mi maquillaje está
hecho con sombra de ojos plateada y negra, con un grueso delineado negro
en la parte superior e inferior, con máscara de pestañas volumen extra y
labios rojos mate.
Pasando las manos por el vestido de satén blanco, respiro
profundamente. Esta noche es la ceremonia. Decir que estoy nerviosa es
quedarse corto. No estoy segura de lo que me espera. Pero una cosa es
segura, ya no soy Blakely Anderson. Ahora soy Blakely Archer
No es difícil de decir o comprender. Entiendo lo que hicimos.
También entiendo que nunca lo dejaré. Le debo eso a Ryat. Mi compromiso.
Mi cuerpo. ¿Mi corazón? ¿Tengo que amarlo también? ¿O el resto es
suficiente?
El hecho de que incluso estuviera dispuesto a salvarme de Matt es
suficiente para mí.
—Blake, ¿Estás lista? —Escucho a Ryat gritar, entrando en su
habitación.
—Sí —digo, dándome la vuelta para situarme en la puerta del baño
justo cuando él entra.
Se detiene; sus ojos esmeraldas se posan en mi vestido y recorren
lentamente el material ajustado que me abraza como un guante. Tengo una
abertura en mi pierna derecha, tan alta que ni siquiera he podido ponerme
ropa interior porque llega más allá de mi cadera. El material satinado cubre
mi pecho, sube alto en el frente, hasta donde se envuelve alrededor de mi
cuello, dos piezas de seda se atan en la espalda en un gran lazo dejando que
el satén sobrante caiga sobre mi espalda descubierta. Cada vez que me
muevo, siento el suave y fresco material deslizarse por mi piel, haciéndome
temblar. Toda mi espalda está expuesta, hasta la parte superior de mi
trasero.
No usé un vestido para ir al ayuntamiento. En vez de eso, elegí un
traje blanco. Pero esta noche, quería vestirme para él. Una vez me dijo que
estaba orgulloso de llamarme su elegida después de la ceremonia de votos.
Quería que se sintiera así esta noche, sabiendo que ahora soy su esposa.
Mi corazón y mi respiración comienzan a acelerarse al ver cómo me
mira. Sus ojos esmeraldas suben y bajan lentamente varias veces.
Levantando la mano, tira de su pajarita y se aclara la garganta. Da un
paso hacia mí, yo retrocedo uno y él se detiene.
—¿Vas a quemarlo? —pregunto nerviosa.
Es revelador, deja a la vista mi espalda, pierna y cadera junto con una
pequeña parte lateral de mis pechos. Pero de alguna manera, incluso con las
partes de mi cuerpo cubiertas, todavía me siento expuesta.
Comienza a caminar hacia mí de nuevo, y esta vez no retrocedo.
Se acerca a mí, agarra mi rostro y sus ojos examinan los míos.
—No —susurra, sus ojos bajan a mi pecho cubierto—. Blake... estás
impresionante.
Me sonrojo, dejando escapar un largo suspiro, y bajo la cabeza,
incapaz de evitar la sonrisa que se extiende por mi rostro.
Llaman a la puerta justo antes de que se abra.
—¿Ryat?
Levanto la vista y él responde:
—¿Qué?
—Te necesitan, hombre —le informa Gunner y luego me mira.
Guiñando un ojo, me da un pulgar hacia arriba—. Esposa caliente.
Mis mejillas arden. Todavía no puedo creer que hayamos hecho eso.
—Gunner... —comienza Ryat.
—No me iré. —Él entra en la habitación y cruza los brazos sobre su
pecho con una sonrisa juguetona en su rostro.
Ryat gruñe profundamente en su pecho y se gira para mirarme.
—Nos vemos afuera. —Besa mi mejilla y se da la vuelta, saliendo.
Me tomo un segundo para mí, cierro los ojos e inhalo profundamente,
tratando de reducir la velocidad de mi acelerado corazón. Salgo de la
habitación y me aseguro de cerrar la puerta de su habitación detrás de mí
antes de guardar la llave en mi bolso, donde apenas cabe mi teléfono.
Me dirijo al salón de baile y busco a Ryat y a Sarah, pero no los veo
por ninguna parte. El lugar está lleno. Está decorado con luces blancas
parpadeantes y una suave música de piano. Tan diferente a la primera vez
que estuve aquí.
—¿Le gustaría una copa de champán, señorita?
Voy a decirle que no, asustada por mi última experiencia. Ahora no es
el momento de emborracharme o drogarme. Pero ella descorcha y sirve una
copa.
—Sí, por favor.
Me la entrega, le doy las gracias y bebo un sorbo.
Las luces se atenúan un poco, la música se detiene y también las
conversaciones.
—Buenas noches, damas y caballeros.
Me giro hacia el escenario y veo a Ryat de pie en el centro con un
micrófono en la mano.
—Quiero darles las gracias a todos por asistir a la ceremonia anual de
la casa de los Lords.
Tomo otro sorbo.
—Han sido cuatro largos años —dice, pasando la mano por su
barbilla como si estuviera pensando.
Frunzo el ceño, preguntándome qué quiere decir con eso.
—Como Lord, se nos enseña a nunca aceptar la derrota. Nunca
renunciar a lo que queremos.
Sus ojos miran más allá de mí, por encima de mi hombro. Me giro
para ver lo que está mirando y me arrepiento en el momento en que lo hago.
Es Matt. Está parado allí, vestido con traje y corbata como los demás, y su
novia lleva un vestido negro de lentejuelas con un escote pronunciado para
mostrar sus activos. Dándoles la espalda, me giro para mirar de nuevo al
escenario.
—Algunos de nosotros nunca conoceremos la derrota. Otros nunca
conocerán la victoria —continúa Ryat—. Pero lo que puedo decirles es que
los que no lo intentan nunca sabrán de lo que son capaces.
Tomo un sorbo de champán.
—Blakely —dice mi nombre.
Y resoplo en mi bebida. Luego limpio rápidamente mi barbilla,
rezando para que no se me derrame en mi vestido. ¡Otra vez no! La última
vez, salí de una fiesta cubierta de alcohol.
Lo miro con los ojos muy abiertos.
Está allí de pie, luciendo como un hombre poderoso vestido con un
costoso esmoquin, con el cabello peinado hacia atrás y bien afeitado. Él es
tan hermoso.
—Para los que no lo sepan, Blakely es mi elegida.
¿Qué está haciendo? Mi mano que sostiene la copa comienza a
temblar.
—A veces, tienes suerte en la vida. Y puedo decir que soy el hombre
más afortunado de esta sala.
Oh, Dios. No. no. no.
—Solo mírenla. —Me hace un gesto con la mano izquierda y mis ojos
se dirigen directamente a su anillo de bodas. La idea de que sea mío llena
mi estómago de mariposas—. Es increíble, impresionante, de buen corazón
y cien por ciento mía.
No lo hagas...
—Desde ayer, puedo decir que es mi esposa.
Jadeos audibles llenan la gran sala, y contengo la respiración.
—Para todo el mundo, la impresionante señora Blakely Rae Archer.
—Me presenta a cientos de personas.
Les doy una sonrisa temblorosa a las personas que nos brindan
aplausos a continuación, deseando que el suelo jodidamente me trague.
Ryat baja las escaleras y se acerca a mí, las personas se apartan de su
camino.
—¿Qué estás haciendo? —siseo en voz baja.
Toma la bebida de mis manos y se la pasa a un camarero que pasa por
allí. Me hace girar y me atrae hacia su cuerpo, sin responderme.
Capítulo 35
RYAT

¡Que se jodan todos y cada uno de ellos!


—Ryat —susurra. Sus ojos recorren la habitación.
Empiezo a bailar con ella. Con una mano en su espalda desnuda y la
otra acercándose a su rostro mientras “Broken” de Lifehouse empieza a
sonar en los altavoces del salón.
Muerde su labio inferior con nerviosismo y sus ojos continúan
mirando alrededor de la habitación, mirando a todos mientras nos observan.
Me detengo y paso los nudillos por su mejilla y su mandíbula antes de
acercar su rostro al mío. Ella lame sus labios, humedeciendo el labial rojo
mate. Paso mi pulgar sobre él, bajando mi rostro hacia el suyo. Sus bonitos
ojos azules me miran fijamente, y es como si todos los demás en la
habitación se desvanecieran. Solo tiene ojos para mí, pero todos la miran a
ella. Mi esposa.
Realmente nunca pensé mucho en mi matrimonio. Eso fue porque
nunca me importó realmente. Lo veía más como un contrato. Y aunque esto
es exactamente lo que era, se siente como algo más.
Ella lame sus labios pintados y me inclino, presionando los míos
contra los suyos. La beso. La primera vez que la besé fue ayer, de pie en el
ayuntamiento, jurando mi vida por ella. La idea nunca se me había pasado
por la cabeza. ¿Y ahora? Ahora no puedo tener suficiente. No importa lo
que hayamos hecho, esto se siente más íntimo que cualquier otra cosa.
Su lengua se encuentra con la mía y pruebo el champán. Es tan dulce
como ella. Me besa con tanta pasión, tan necesitada. Es como si ella
estuviera respirando por mí.
Hace unas semanas ella estaba en este mismo lugar, y todo lo que
podía pensar era que iba a arrebatársela a un hombre que odiaba. Ahora,
solo puedo pensar en pasar el resto de mi vida con ella.
Levanto mis manos hasta su cuello, asegurándome de que todos los
que me observan puedan ver mi anillo, inclino la cabeza hacia un lado de su
rostro y abro los ojos. Se posan en Matt, que está de pie detrás de ella, tal y
como sabía que estaría. Espero que digan todo lo que estoy pensando.
¡Jodidamente gané!
Por la forma en que sus ojos se entrecierran sobre mí y aprieta los
puños, entiende el mensaje. Agarra a Ashley y se da la vuelta, huyendo con
ella.
Ralentizando el beso, me alejo. Sus pesados ojos se abren lentamente
para mirarme.
—Le debía un baile, señora Archer. —Finalmente respondo a su
pregunta, y su cuerpo se funde con el mío. Una mirada de pura admiración
se dibuja en su rostro de muñeca Barbie, y me hace sonreír. Quiero ver eso
muchas veces más.
No puede hacer daño que tu esposa se enamore de ti, ¿Verdad?
Siento que no hace falta mucho.

BLAKELY
Me dirijo por el pasillo hasta la habitación de Ryat. Tres copas de
champán más tarde e innumerables apretones de manos con felicitaciones
me han dado ganas de orinar. Desbloqueo la puerta y la cierro detrás de mí.
Me estoy lavando las manos cuando escucho abrirse y cerrarse la puerta de
su habitación.
—¿Has visto a Sarah esta noche? —pregunto, cerrando el grifo y
agarrando una toalla para secar mis manos.
Me doy la vuelta y estoy a punto de dar un paso para entrar en el
dormitorio, pero alguien se pone delante de mí, bloqueando mi camino.
Intento gritar cuando me empujan hacia el baño, pero colocan una mano
sobre mi boca presionándome contra la pared.
Miro unos ojos azules claros. Empiezo a gritar detrás de su mano.
—Shh, Blakely. Solo quiero hablar. —Retira la mano y levanta ambas
frente a él.
Respiro profundamente
—¿Qué estás haciendo, Matt? —digo bruscamente. Si Ryat lo
encuentra aquí, pateará su trasero.
—Necesito hablar contigo.
Empujo su pecho, pero no se mueve.
—No hay nada que decir. —Cerrando el puño, golpeo contra su
pecho.
Suspira y retrocede, dejándome espacio para salir del baño. Me
apresuro a atravesar el dormitorio y mi mano llega a la manija de la puerta
cuando él habla.
—Le pagó a tu padre quinientos mil para casarse contigo.
Me detengo y me giro para mirarlo. Una carcajada burbujea en mi
pecho, pero la obligo a bajar.
—Estás mintiendo —Los hombres no pagan por sus esposas. Ese es el
tipo de mierda que se ve en las películas.
Él continúa.
—Tu teléfono. Te rastrea con él.
Mi pulso se acelera ante sus palabras.
—No...
—Tus llamadas y mensajes entrantes. Los bloquea —gruñe.
Mis rodillas empiezan a doblarse ante el golpe en el pecho que me
producen sus palabras, pero consigo mantenerme en pie. Pero argumento:
—Él no podría...
—Piénsalo. Tu madre me ha dicho que no puede localizarte. He
intentado llamarte y enviarte mensajes de texto. —Da un paso hacia mí y
me quedo congelada en mi lugar—. Ese fin de semana que se fue a Nueva
York pero volvió a casa antes, bloqueó el número de Sarah para que no
pudiera llamarte para venir a la fiesta aquí sin él.
Las lágrimas empiezan a arder en mis ojos por el sentido que tienen
sus palabras, pero no quiero creerlo.
—No. ¿Cómo podría…?
—Aquella primera noche aquí en la fiesta... ¿Cuándo me atrapó con
Ashley? Recuperó tu teléfono, tus llaves y tu identificación del registro
antes de llevarte a casa. Descargó una aplicación en tu teléfono para tener
acceso a todo. Incluso las cosas que buscas en Google. Puede escuchar cada
llamada, leer cada texto. Te rastrea.
Las lágrimas caen de mis ojos mientras sacudo la cabeza, negándome
a creer lo que sé que es verdad. Tiene que ser. Tiene demasiado sentido.
Él suspira.
—Sé que ya no hay esperanza para nosotros. Pero pensé que deberías
saber con quién te has casado. —Sus ojos se posan en mi anillo.
—¿Cómo...? —Me aclaro la garganta—. ¿Cómo sabes todo esto?
—Porque se lo hice a Ashley —responde simplemente—. Todos los
Lords se lo hacen a sus elegidas. ¿Por qué crees que hacemos que todos
entreguen sus celulares en cada fiesta? Es para darnos acceso a ellos cuando
todos los demás están demasiado ocupados con la fiesta.
Trago el nudo que se atasca en mi garganta. Tiene que ser verdad,
¿no? Explica muchas cosas. Por qué mi madre no pudo localizarme. Por
qué las llamadas de Sarah no entraron cuando se suponía que él estaba
afuera, pero mágicamente lo hicieron cuando regresamos de nuestro fin de
semana en la cabaña. Cómo me encontró en el jet privado de mi padre. Y el
hecho de que pusiera su mano sobre mi boca y mi nariz el día después de
que buscara en Google juego de respiración.
—¿Cómo sabes que le dio dinero a mi padre? —pregunto, mis
hombros tiemblan.
Levanta la mano, rascando su nuca
—Lo sé porque... —Hace una pausa, dejando caer el brazo a su lado,
suspirando—. Porque ofrecí cincuenta por ti.
Levantando la mano, tapo mi boca para ocultar mi sollozo. Sabía que
no me amaba, ¿Pero esto? Todo era un juego para él. Yo no era más que una
prostituta bien pagada. Mi padre me vendió al mejor postor.
—Blakely... —Se acerca a mí, y yo doy un paso atrás, golpeando la
puerta del dormitorio. Se detiene—. Estoy tan...
—¡Fuera! —grito. Más que avergonzada. Avergonzada de haber
pensado que estaba haciendo algo bien cuando en realidad era la cosa más
estúpida.
—Blakely...
—¡FUERA! —grito, apartándome del camino y abriendo la puerta
para él.
Él camina hacia ella, deteniéndose una vez que llega a la puerta.
—Ryat tenía razón en una cosa. Estás realmente impresionante. —
Entonces sale de la habitación, y cierro la puerta de golpe, echando el
cerrojo.
Caigo sobre mi trasero y abrazo las rodillas contra mi pecho, tapando
mi boca con una mano para silenciar los sollozos.
Todas las personas me han vendido. Cada uno de ellos. Nadie estaba
de mi lado. Nunca me preguntaron qué quería.
Alejando la mano de mi boca, miro mi anillo y comienzo a tirar de él.
Se desprende y sale volando por la habitación. Me arrastro con mi vestido
costoso y lo recojo. Luego me acerco a su cama y lo coloco en el centro.
Entrando en el baño, me miro en el espejo. El maquillaje está
manchando mi rostro. Esperaba tener este aspecto esta noche por una razón
diferente. Sin molestarme en limpiarlo, tomo mi bolso de mano que tiene
mi teléfono, sabiendo que tengo una única oportunidad de escapar. Porque
si todo lo que ha dijo Matt es cierto, Ryat me encontrará en pocos minutos.
Capítulo 36
RYAT

—Felicidades por las nupcias, Ryat. —Gregory se acerca a mí,


estrechando mi mano.
—Gracias, señor. —Tomo un sorbo de mi champán.
—Recuerda lo que dije. —Asiente con la cabeza—. Si necesitas algo.
Házmelo saber. Te lo debo.
Le hago un gesto con la cabeza y saco mi celular de mi bolsillo. Me
doy cuenta de que Blake hace rato que no está. Lo guardo y miro a la
multitud. Veo a Sarah y a Gunner en la esquina más alejada de la barra.
Me acerco a ellos y tomo otro trago.
—Oigan ¿han visto a Blake? —pregunto.
—No. —Sarah frunce el ceño—. Le mandé dos mensajes de texto y
no obtuve respuesta.
Gunner niega con la cabeza.
—Pero por cierto... suave, hombre. —Señala el escenario y el
pequeño espectáculo que monté.
Sonrío, pero mi sonrisa se desvanece cuando veo a Matt al otro lado
del salón. Está de espaldas a la pared con una copa en la mano. La sonrisa
que me dedica es la que eriza mi piel. Las alarmas se disparan cuando él se
queda ahí parado mirándome.
Mi celular suena, y lo saco, despidiéndolo. Veo que es un número
bloqueado, así que me giro y abro la puerta corrediza de vidrio, saliendo.
Me sitúo en la terraza trasera, mirando por encima de la piscina olímpica
iluminada con luces blancas flotantes y presiono responder.
—¿Hola?
Hay un largo tramo de silencio que me saluda.
—¿Diga? —Vuelvo a preguntar, y nada—. ¿Quién es? —Exijo.
—Tu esposa.
El tono frío utilizado para esas dos palabras envió un escalofrío por
mi espalda, inmovilizándome.
—¿Blake?
—¿Cómo pudiste? —Sus palabras salen temblorosas, diciéndome que
está enfadada.
—¿Cómo pude qué? —Miro hacia arriba y hacia el cuidado jardín—.
¿Dónde estás?
Ella suelta una carcajada áspera.
—¿Quieres asegurarte de obtener lo que has pagado?
Mi cabeza se levanta, y también mi pulso.
—Blake ....
—¿Cómo pudiste? —espeta—. Sabes, nunca esperé que me amaras.
Pero fui lo suficientemente tonta como para pensar que al menos me
respetabas.
—¿Dónde estás? —gruño con los dientes apretados. Me doy la vuelta,
abro la puerta de un tirón y entro en el salón de baile.
—Hace tiempo que me fui, Ryat.
—¿Dónde? —exijo, corriendo por el salón de baile y por el pasillo.
—¿Quieres jugar, Ryat? Puedo jugar. Puedo jugar todo el día.
Llego a mi habitación y abro la puerta de golpe. Al mirar a mi
alrededor, no la veo.
—Será mejor que...
—¿Qué? —interrumpe—. ¿Regresar e inclinarme ante ti? Ni hablar,
Ryat.
Veo algo en la cama. Me acerco y veo que es su anillo de bodas, su
bolso y su teléfono. ¡Hija de puta! Está huyendo.
—Te encontraré —digo—. Ya te lo dije una vez... y Blake. —Respiro
profundamente, con manos temblorosas—. Cuando lo haga, te arrastraré de
vuelta por el cabello, pateando y gritando. —Haré lo que sea jodidamente
necesario—. No me obligues a hacerte daño.
Ella suelta una suave risa, como si no creyera una maldita palabra de
lo que acabo de decir. El sonido se arrastra sobre mí como lava ardiente,
quemando mi piel, haciéndome enfadar aún más.
—No puedes encontrar lo que no puedes rastrear, Ryat.
Oh, pero lo haré.
—La veré pronto, señora Archer.
—No. No lo harás. —Click.
—¡Maldita sea! —grito, lanzando mi celular hacia el otro lado de la
habitación, golpea contra la pared y la pantalla se rompe en un millón de
pedazos.
Mi pecho está agitado, y mis manos se levantan para tirar de mi
cabello. No importa cómo haya conseguido ese anillo; ella me pertenece.
Esto no cambia nada. La traeré de vuelta, pero no le gustará cómo lo haré.
Capítulo 37
RYAT

Me siento en el sofá de cuero negro, inclinándome hacia adelante con


los codos en mis rodillas. Mi mano derecha gira distraídamente mi anillo de
bodas
Hasta que la muerte nos separe está grabado en el interior de la
alianza, idéntico al de mi esposa.
Hace dos días que se fue. Ni una sola palabra, ni una pista de adónde
fue. Y ni puta idea de por dónde empezar a buscar. Desapareció puf, como
un fantasma.
Cuando la encuentre, y lo haré, voy a necesitar toda mi fuerza de
voluntad para no matarla. Así de enfadado estoy.
Mi nuevo teléfono vibra en mi bolsillo y lo saco para ver que es un
mensaje de un número desconocido.
Negativo.
Volviendo a guardarlo, rechino los dientes. Bueno, esto es interesante.
Pero algo a lo que no tengo tiempo de dedicar mi vida ahora mismo. Un
problema a la vez.
—¿Qué sabemos? —pregunta mi suegro, sentado detrás de su
escritorio en su oficina con vistas al centro de Dallas. Una vez más, en
medio de la noche.
—Nada —responde Prickett, sentado a mi derecha.
No he hablado mucho desde que me enteré de que había decidido
presentarse. Parece inútil porque no hay mucho que decir.
—Ella no regresó a su apartamento, su auto todavía está en el mismo
lugar que antes y dejó su celular en la casa de los Lords, junto con su anillo
de boda —informa Gunner, sentado a mi izquierda.
Mi padre suspira mientras está de pie junto a la ventana del suelo al
techo.
—Ella simplemente desapareció.
—La gente no desaparece sin más. —Su padre golpea sus manos
sobre su escritorio. Estoy seguro de que Phil también quiere estrangularla
—. Necesita dinero para sobrevivir.
—Ella puede conseguir un trabajo —ofrece Prickett.
—Ella nunca ha tenido uno en su vida. ¿Qué habilidades tiene? —
gruñe—. Pero si ella consigue uno, entonces habrá un registro de ella en
algún lugar por ahí.
—No si está ganando dinero, cobrando por debajo de la mesa —
afirma Gunner, sentándose en el sofá—. Se me vienen a la mente Las Vegas
y las strippers.
Mis manos se aprietan ante sus palabras, y quiero darle un puñetazo
por siquiera pensar eso.
—Matt hizo su jugada —afirma mi padre, dándose la vuelta para
mirar a la habitación—. Se dio cuenta de que su oportunidad con ella se
había esfumado, así que optó por sabotear su matrimonio con Ryat. —Sus
ojos se encuentran con los míos—. Probablemente planeaba que ella hiciera
una gran escena delante de todos, pero se le concedió algo mejor cuando
ella huyó.
Habíamos visto el vídeo de Matt y mi esposa en mi habitación cuando
llegamos hace treinta minutos, lo he visto más veces de las que puedo
contar ahora. Uno pensaría que me daría cuenta de que no hay evidencia
que me diga a dónde fue ella.
Pero el vídeo no me hizo cambiar de opinión sobre la situación en la
que nos ha dejado. Me importa una mierda lo molesta que esté conmigo;
igual va a pagar por esto. También lo hará Matt, pero él vendrá después.
Ahora mismo, ella es mi principal prioridad.
Phil pasa las manos por su rostro, dejando escapar un profundo
suspiro.
—Encuéntrala. —Sus ojos se encuentran con los míos—. Encuéntrala
y tráela de vuelta. Por la fuerza que consideres necesaria.
Asiento una vez. Lo había planeado de todos modos, pero gracias por
el permiso.
—Sus mayores amenazas son los que quieren hacerle daño a Ryat —
continúa—. La esposa de un Lord es alguien que puede ser utilizado contra
nosotros. Y acaba de anunciarse al maldito mundo.
Los matrimonios dentro de los Lords son siempre para crear poder.
Las esposas han sido secuestradas para pedir rescate. Algunas han sido
violadas, otras asesinadas. Cualquiera de nuestros enemigos puede ver lo
que tenemos y tomarlo. No importa si la pareja se ama o no. Todavía
impacta nuestro mundo. Una esposa es nuestro juguete y también nuestra
debilidad.
—Ella es vulnerable estando sola. —Se pone de pie y empuja la
computadora tirándola del escritorio. Se estrella contra el suelo—.
¡MIERDA! —Colocando las manos sobre la superficie, respira con
dificultad—. No podemos ir a la prensa con esto. No podemos hacer nada
para que el público sepa que está desaparecida. Nos traerá una maldita
guerra. Alguien podría verla y atraparla antes de que la encontremos. —Sus
ojos me retan a discutir. No lo hago. Para cuando encontremos su cuerpo,
será demasiado tarde.
Él tiene razón. No podemos confiar en nadie fuera de esta habitación.
—Voy a encontrarla —digo con calma, rompiendo por fin mí silencio.
Pero lo que nadie sabe es que yo soy la mayor amenaza que tiene ahora
mismo.

BLAKELY
—Puedes besar a tu novia.
De todo lo que he hecho desde que me encontré con Ryat en el pasillo
de Barrington, esas son las palabras más aterradoras que he escuchado.
¿Besar? El pensamiento me golpeó como un ladrillo en la cabeza. El
golpe casi me hace perder el equilibrio. No nos hemos besado en los labios
ni una sola vez. Honestamente, ni siquiera pensé en eso. Que esto tenía que
pasar.
Da un paso hacia mí, su mano derecha acaricia mi mejilla, sus ojos
se posan en mis labios separados y respiro profundamente cuando su pecho
se presiona contra el mío.
Levanto la cabeza para mirarlo. Mi corazón late con fuerza y gotas
de sudor se forman en mi nuca. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Ya he besado
a un chico antes. Diablos, incluso he besado a Sarah antes. ¿Pero a Ryat?
Besar a mi ahora esposo suena demasiado íntimo, prohibido.
Pero no puedo evitarlo. Hay que hacerlo, es una tradición para
bendecir el matrimonio. Presionando sus labios contra los míos, mis ojos se
cierran justo cuando mis labios se separan. Su tacto es tierno, sus labios
casi necesitados. Me abro a él, dándole lo último que tengo para ofrecerle,
y mi cuerpo se amolda al suyo cuando su brazo libre se envuelve alrededor
de mi cintura, abrazándome con fuerza.
Su lengua entra en mi boca, encontrándose suavemente con la mía, y
gimo en su boca, queriendo más. Necesitando esa agresividad que él
siempre tiene. Mis manos se deslizan por su espalda, agarrando su camisa
abotonada, y me aferro a él. Lo necesito más cerca.
Pero se aparta y abro mis pesados ojos, decepcionada por no haberlo
hecho eso antes.
Sus ojos ya están en los míos y lame sus labios como si necesitara
probarme una vez más. Su mano que ahueca mi rostro se mueve para pasar
sus nudillos por mi mejilla mientras susurra:
— Ahora eres mía para siempre, señora Archer.
—¿Señorita?
—¿Qué? —Parpadeo, intentando quitarme de la cabeza el recuerdo
del día de nuestra boda. Ha estado en repetición desde que lo dejé.
—¿Me puede dar una Bud Light? —dice el hombre, levantando la
mano hacia mí desde su mesa.
Asiento.
—Por supuesto. ¿Algo más? —¡Contrólate, Blakely! Por algo lo
dejaste.
Me regala una suave sonrisa, sus ojos color ámbar caen sobre mis
pantalones ajustados.
—Una foto tuya.
¡Qué bonito! Después de ofrecerle una risa falsa como si su broma
fuera divertida, me giro y me dirijo a la barra para tomar su pedido.
—Acabas de conseguir una nueva mesa —asiente detrás de mí Janett,
la camarera y propietaria.
Mirando por encima de mi hombro, veo a tres hombres sentados.
—Necesito una Bud Light —digo, y ella me abre una. La coloco en
mi bandeja, se la doy al hombre y me dirijo a mi nueva mesa—. ¿Qué
puedo ofrecerles? —pregunto, sosteniendo la bandeja redonda contra mi
cadera derecha.
Esta es mi vida ahora. Una camarera en un bar de mala muerte en
medio de la maldita nada. He estado fuera durante tres semanas. Sin
teléfono, sin auto, sin acceso al mundo exterior más allá de lo que veo aquí,
que es exactamente como lo quiero. No sé hasta dónde llega el alcance de
los Lords cuando se trata de la policía o los federales.
Pero Ryat sigue viviendo en mi cabeza, y lo odio.
Dejé todo cuando salí corriendo de la casa de los Lords. Sabía que no
volvería. Para escapar, necesito una nueva vida. Tenía algo de dinero
ahorrado, pero no podía volver corriendo a mi apartamento y agarrarlo, así
que hasta que pudiera ahorrar algo de nuevo, necesitaba un trabajo que
pasara desapercibido.
Me presenté y Janett me contrató en el acto. Creo que supo, por mi
vestido de satén blanco y mi maquillaje embadurnado, que estaba huyendo
de alguien. Y, por supuesto, el hecho de que no tuviera número de contacto
ni identificación. Ella me ayudó. Se lo debo.
—Quiero una Corona —dice uno de los chicos por encima de la
música. El segundo asiente—. Sí, suena bien. Que sean dos. —El tercero
deja el menú y me mira. Sus ojos azul oscuro se fijan en mi camiseta
blanca. Me queda muy ajustada, tirando del sujetador negro que llevo
debajo, con clase, lo sé.
Teñí mi cabello de negro con una caja barata de la tienda de un dólar
que está al final de la calle. Intentaba pensar en un millón de cosas que
podría hacer para cambiar mi aspecto en caso de que mi foto o mi nombre
salieran en las noticias. Pero, para mi sorpresa, eso no ha ocurrido.
Cada día que salgo, me siento más nerviosa. Como si mi tiempo se
estuviera acabando. No pienso quedarme aquí mucho más tiempo. Sé que
tengo que seguir moviéndome para evitar mi pasado. Ya me siento como si
me estuvieran vigilando. Pero sigo diciéndome que es una locura. Si Ryat
estuviera aquí y supiera dónde estoy, se daría a conocer. No tiene suficiente
paciencia para esconderse en las sombras y observarme.
—¿Cómo te llamas? —pregunta, apoyando sus antebrazos en la mesa
e inclinándose hacia mí.
—Rae —digo mi segundo nombre. Sigo queriendo ser cuidadosa. De
todos modos, así es como me llama todo el mundo aquí.
—Rae. —Pasa la lengua por sus blancos dientes—. Bueno, ¿Qué
sugieres, Rae?
—Depende de lo que te guste. —Me encojo de hombros. Aquí no
somos tan experimentales con las bebidas. La clientela suele preferir lo
normal. No voy a repasar toda la lista cuando está justo frente a él.
—Me gusta. —Se recuesta en su asiento, sus ojos se posan en mis
pantalones cortos como el último chico, y tengo que abstenerme de poner
los ojos en blanco. Así es como hago mis propinas.
—Detente, hombre. —Su amigo le da una palmada en el brazo,
riéndose—. Seguro que tiene novio.
Esposo, en realidad.
Si tengo suerte, me ha dado la anulación, pero lo dudo mucho. Ryat es
más bien del tipo que hace redactar papeles falsos sobre una muerte atroz en
mi nombre. Es lo menos que ese hijo de puta podría hacer por mí.
—¿Entonces? —El tipo se ríe de su amigo—. ¿Qué dices, sexy?
¿Sales conmigo después de tu turno?
¿Sexy? ¿Realmente funciona eso para los hombres?
—No salgo hasta las tres —informo. El hecho de que piense que
engañaría a mi novio imaginario es suficiente insulto. Está claro que solo
quiere follar. Nadie tiene una cita a las tres de la mañana.
No voy a decir que no lo haya pensado. Pasar de tanto sexo como
Ryat y yo teníamos a no follar nada es una mierda. Esta mañana, tuve que
acostarme en la bañera y abrir las piernas para que el maldito grifo diera en
el clavo mientras estaba a tope. No tengo nada para masturbarme, y no
consigo hacerlo con mis dedos. Es frustrante, como mínimo.
—Está bien. —Junta sus manos y las coloca detrás de su cabeza,
sonriendo hacia mí—. Esperaré hasta que te vengas. Entonces nos
vendremos juntos.
—¿Qué quiere beber, señor? —pregunto, conteniendo un suspiro.
La risa de su amigo aumenta.
—Amigo, pide tu maldita bebida y déjala en paz.
—Sorpréndeme —dice finalmente.
Dándoles la espalda, me dirijo a la barra.
—Tres Coronas, por favor.
Ella asiente y se gira para traerme las cervezas, y él inunda mis
recuerdos como siempre.
—¡Ryat! —Chillo cuando se agacha y me levanta, acunándome en
sus brazos en medio del camino de entrada—. ¿Qué estás...?
—Es tradición llevar a tu mujer al otro lado del umbral —informa,
entrando en la cabaña.
Sonrío.
—Nunca pensé que fueras el tipo de persona que se preocupa por la
tradición.
Entrando en el dormitorio, me arroja sobre la cama y, antes de que
pueda levantarme, se coloca a horcajadas sobre mis caderas con una mano
a cada lado de mi cabeza, inmovilizándome.
—Creo que descubrirás que estoy lleno de sorpresas, señora Archer.
—Aquí tienes. —Coloca las bebidas en mi bandeja, devolviéndome
una vez más al presente.
—Gracias —murmuro.
—¿Estás bien? —pregunta, deteniéndome antes de que pueda
alejarme.
—Sí —miento, y sus ojos marrones claros me miran con escepticismo
—. Estaré bien.
—Mira. —Se inclina, apoyando los antebrazos en la barra—. No
conozco la historia, y no necesito saberla, pero te prometo que estarás
mejor.

***
—No puedo salir —dice Janett en su teléfono, de pie detrás de la
barra. Hemos cerrado hace una hora cerrados y casi hemos terminado de
limpiar—. No —dice ella—. Tengo algunas cosas más que hacer...
—Puedes irte si lo necesitas —digo.
Me mira, y espero que no esté enfadada conmigo por haber escuchado
su conversación. Somos las únicas que quedamos aquí, y la música está
apagada, así que hay silencio en este momento.
—Sí, de acuerdo —dice después de una larga pausa—. Ahora mismo
voy. —Guarda su teléfono y me mira—. ¿Estás segura?
—Sí —digo asintiendo—. No te preocupes. Cerraré.
—Gracias, Rae. Eres increíble. Nos vemos mañana. —Agarra su
bolso de debajo de la barra, coloca las llaves encima para mí y sale
corriendo por la puerta principal.
Agarro las llaves y me dirijo a cerrar las puertas delanteras detrás de
ella desde dentro. Luego me acerco a las bolsas de basura alineadas frente
al bar. No tengo prisa por volver a mi habitación de hotel. El lugar es una
mierda, pero es barato. De nuevo, bajo el radar. Acepta dinero en efectivo.
La señora de al lado siempre tiene visitas, y estoy bastante segura de que
por la forma en que su cama golpea la pared, le pagan por su tiempo.
Levantando dos de las bolsas, las llevo torpemente por la puerta
trasera hacia el callejón, hasta el contenedor. Las dejo en el suelo, abro la
tapa y las arrojo una a la vez. Lo cierro de golpe, doy una palmada para
quitar la suciedad y me doy la vuelta encontrando una figura frente a mí.
Saltando hacia atrás, grito.
—Oye, Rae —dice el chico de antes, de pie frente a la puerta,
bloqueando mi única entrada.
—Me asustaste —musito, con la mano sobre mi corazón acelerado—.
¿Qué... qué estás haciendo aquí?
—Te he estado esperando.
Me alejo un paso de él, mi espalda golpea el contenedor de basura que
huele mal. Hemos cerrado hace más de una hora. ¿Me ha esperado todo este
tiempo?
—Tienes que irte —digo y trato de esquivarlo, pero se mueve hacia
un lado, bloqueándome.
—Vamos. —Sonríe—. ¿De verdad crees que no sé quién eres?
Mi estómago da un vuelco, pero intento disimularlo.
—No sé...
—Eres Blakely Rae Archer.
Se me corta la respiración porque él sabe mi nombre completo. Mis
ojos se dirigen a su mano derecha, pero no veo el anillo que sé que lleva
Ryat con el escudo de los Lord. ¿Este tipo es miembro?
—¿Te envió Ryat? —pregunto, con voz temblorosa.
Su sonrisa se hace más grande.
Si esto es una prueba, siento que acabo de fallar.
—Solo dile que no me encontraste. Por favor...
Agarra mis hombros y me hace girar, presionando mi espalda contra
la puerta trasera del bar acercando su rostro al mío.
—¿Por qué iba a hacer eso?
—Por favor —ruego. No puedo volver. Lo he pensado, pero ya ha
pasado demasiado tiempo. Ryat me mataría. No tengo ninguna duda de que
he sobrepasado una línea que no se puede deshacer. Y supe en el momento
en que decidí huir que estaría huyendo el resto de mi vida. Pero eso era
mejor que la alternativa. Ryat, mi madre, mi padre, Matt, todos me
convirtieron en una mujer tonta. Una estúpida, una idiota que pensó que
podría valer algo.
—¿Qué harás por mí? —pregunta.
Trago el nudo en mi garganta.
—Tengo algo de dinero...
Él echa la cabeza hacia atrás, riendo.
—No quiero tu dinero, perra —espeta en mi rostro, haciéndome gemir
—. No, quiero lo que tiene Ryat. —Dando un paso hacia atrás, me da el
espacio suficiente para levantar mi rodilla, haciendo contacto con sus
testículos.
—Mieeeeeeeerda. —Doblándose, se agarra a sí mismo.
Me empujo de la pared para correr por el callejón. Pero una mano
agarra mi cabello y me tira al suelo.
—¡Suéltame! —grito, pateando, pero él cae y se pone a horcajadas
sobre mí, su peso me inmoviliza en el suelo desigual y frío. Llovió más
temprano esta noche, así que el agua empapa la poca ropa que llevo y mi
cabello.
—No hasta que consiga lo que me debe —gruñe, envolviendo ambas
manos alrededor de mi cuello y apretando.
Arqueo mi espalda, mis manos agarran sus antebrazos y mis labios se
abren, intentando respirar, pero él me está restringiendo el aire. Mis zapatos
golpean el hormigón y mi rostro late como un tambor. Mis ojos se llenan de
lágrimas, haciendo que su figura se vuelva borrosa.
—Voy a devolverte a él en malditos pedazos —gruñe, sacudiéndome.
Los puntos se apoderan de mi visión, mi pecho se agita en busca de
una bocanada de aire mientras mi cuerpo empieza a abandonar la lucha. Mis
manos caen sobre el hormigón a mi lado y mis ojos se vuelven pesados.
Justo cuando creo que estoy a punto de morir, alguien tira de su cabeza
hacia atrás y veo un cuchillo deslizarse por su garganta. La sangre sale a
chorros de la herida abierta, rociándome, y sus manos se aflojan lo
suficiente como para liberarme.
Tosiendo, me arrastro hacia atrás antes de que su cuerpo caiga al suelo
donde yo estaba acostada.
Tratando de recuperar el aliento, ahora mojada y cubierta de sangre,
miro al hombre que está de pie detrás de él, y mi estómago se revuelve. Es
mucho más aterrador que el hombre que acaba de intentar matarme.
Ryat Alexander Archer me ha encontrado.
Capítulo 38
RYAT

Miro hacia abajo, observando esos bonitos ojos azules que me miran
desde su trasero con absoluto asombro. Está tan hermosa como la recuerdo.
Su cabello es más oscuro, pero aparte de eso, se parece a la mujer de ojos
azules y rostro de muñeca Barbie con la que me obsesioné. La sangre ahora
cubre su camiseta blanca, su cuello y parte de su rostro. Me gusta cómo se
ve, realmente resalta sus ojos y sus labios pintados de rojo.
Está sentada en el suelo, y sus grandes tetas rebotan mientras jadea,
intentando recuperar la respiración después de que el hijo de puta la
asfixiara hasta casi matarla.
Si alguien la mata, seré yo. Tengo ese privilegio. Ella es mi esposa.
Yo decido cuándo termino con ella, y mi polla metida dentro de mis
pantalones me recuerda que aún no he llegado a ese punto.
Levanto el cuchillo en mi mano y paso la hoja por mis jeans,
limpiando su sangre de ambos lados en mi muslo.
Ella retrocede un poco más, poniéndose de pie. Se da la vuelta para
correr, pero Prickett y Gunner se sitúan al final del callejón, bloqueando su
salida. Me mira y luego se precipita dentro del bar por la puerta trasera.
—Gunner, ocúpate de las cámaras de seguridad —digo, y él asiente
—. Prickett, tú vienes conmigo.
Abro la puerta trasera y paso al interior, sabiendo que no hay ningún
lugar para que ella pueda escapar de aquí. Ya cerramos con cadenas las
puertas delanteras desde fuera. El sonido del traqueteo me hace sonreír. Al
menos entiende la gravedad de sus actos.
Nos mira por encima del hombro, su cabello golpea su rostro. Y
comienza a correr, pero Prickett la agarra y la arroja encima de una mesa,
donde rueda de lado al suelo, llevándose un par de sillas.
Acostada boca abajo, deja escapar un gemido mientras intenta
levantarse lentamente sobre sus manos y rodillas. Pero Prickett la levanta de
un tirón, inclinándola sobre el costado de la mesa y tirando de sus brazos
detrás de su espalda con una mano. Mete la otra mano en su bolsillo trasero
para sacar las esposas. Ella empieza a recuperar algo de fuerza y comienza
a gritar mientras lucha contra él, pero él las asegura y las aprieta con fuerza
para hacerla gritar.
Camino hacia la mesa y recojo una de las sillas que se cayó.
Girándola, me pongo a horcajadas sobre ella, colocándome justo en frente
de donde su cabeza cuelga del borde. Prickett sigue de pie detrás de ella,
con el antebrazo en su espalda, presionándola contra la superficie de
madera.
Levantando el cuchillo, lo presiono suavemente contra su frente, y su
cuerpo se pone rígido. Lentamente lo paso por un lado de su rostro,
apartando el cabello para poder mirarla a los ojos. Los cuales me miran
fijamente.
—Hola, Blake —digo cariñosamente.
—Solo jodidamente mátame —suelta entre dientes apretados.
Inclino la cabeza hacia un lado, pasando el cuchillo por debajo de la
punta de su barbilla, y presiono la piel, obligándola a inclinar más la cabeza
para no cortarse.
—¿Por qué iba a hacer eso? Te amo.
Ella resopla ante la mentira, la acción hace que los mechones de
cabello suelto se arremolinen alrededor de su rostro.
Quitando el cuchillo de debajo de su barbilla, lo bajo un poco, y
rebusco en mi bolsillo para recuperar su anillo de bodas.
—Pensé que querrías recuperar esto. —Lo pongo delante de su rostro.
—Lo único que quiero es el divorcio. —Muestra sus bonitos dientes
blancos. La mesa traquetea cuando comienza a luchar contra el agarre de
Prickett.
Había olvidado lo mucho que disfrutaba de esta faceta de Blakely. Las
cosas se estaban poniendo demasiado cómodas entre nosotros antes de que
se fuera. Ya sabes, aceptando esos sentimientos y todo porque se veía
impresionante en un vestido. Menos mal que estamos de vuelta en el
camino ahora.
—Hasta que la muerte nos separe, Blake. Y no estoy listo para
matarte todavía.
Ella empieza a luchar con más fuerza, pero él la mantiene
inmovilizada. Quita el antebrazo de su espalda y se coloca sobre ella,
agarrando su cabello con las manos y tirando de su cabeza hacia arriba. La
acción la obliga a gritar y yo aprovecho para sacar las dos pastillas de mi
bolsillo y meterlas dentro de su boca antes de taparla con mi mano.
Su cuerpo se agita y me levanto de la silla, pateándola fuera de mi
camino. Me agacho frente a ella y coloco la otra mano alrededor de su
delgado cuello, sujetándola, pero sin restringirle el aire.
Mi rostro está a centímetros del suyo, y veo cómo sus ojos comienzan
a llenarse de lágrimas mientras intenta sacudir la cabeza.
—No importa si las tragas o se disuelven, Blake. El resultado es el
mismo.
Parpadea, lo que hace que las lágrimas se derramen por sus mejillas
hasta mi mano, manchadas con la sangre del tipo que maté en el callejón.
Sus fosas nasales se ensanchan antes de tragarlas con mi mano alrededor de
su cuello.
—Esa es mi buena chica —alabo, y ella gime.
Retiro ambas manos y le hago un gesto a Prickett. Él también suelta
su cabello y se aparta de ella, alejándose para ir a ayudar a Gunner, ya que
nos iremos pronto.
Enderezándome, la hago rodar sobre su espalda, sujetando sus brazos
esposados debajo de ella. Aparto el cabello de su rostro ensangrentado y
lleno de lágrimas. Parpadea y sus ojos se vuelven pesados.
—Te odio —susurra.
—Lo sé —digo, pasando mis dedos por su cuello, luego por su pecho
hasta su vientre expuesto. Ha perdido algo de peso. Me hace preguntarme
cuánto ha renunciado para evitar esta situación—. Pero tampoco me
importa.
Gimiendo, aparta la vista de mí para mirar al techo, parpadeando
lentamente mientras nuevas lágrimas se deslizan por un lado de su rostro.
—¿Cómo? —sorbe la nariz antes de lamer sus labios.
Sonrío, mis nudillos rozan sus lágrimas.
—Te lo dije... no puedes huir de mí. —Me inclino y beso su mejilla,
saboreándola. Joder, la he extrañado. No he dormido mucho desde que se
fue, pensando en lo que le haría una vez que la volviera a ver. Ahora que la
tengo, quiero atarla a mi cama y recordarle cuánto le encanta que la posea
—. Siempre te encontraré.
Cuando cierra sus pesados ojos esta vez, no se abren. Su cuerpo se
relaja y su respiración se estabiliza. Tiene marcas en el cuello del bastardo
que intentó matarla. La poca ropa que lleva está mojada con salpicaduras de
sangre. Se la arrancaré y la quemaré.
Coloco mis brazos debajo de ella, levantando su cuerpo inerte de la
mesa justo cuando Prickett y Gunner salen por la parte de atrás.
—Vamos —ordeno.

BLAKELY
Me incorporo, jadeando. Coloco la mano sobre mi pecho y me doy
cuenta de que ya no llevo el uniforme, sino una camiseta de gran tamaño.
Mis ojos se mueven sin rumbo, viendo que estoy en una cama. Una que
conozco demasiado bien. El olor de su colonia que persiste en la habitación
es como una nube de humo que me asfixia.
¡Él me trajo de vuelta! El pensamiento es paralizante. Fracasé.
Aunque hice todo bien, me las arreglé para que me atraparan.
—Buenos días, señora Archer.
Mi cabeza se inclina hacia la izquierda y veo a Ryat de pie en la
puerta de su baño contiguo dentro de su habitación en la casa de los Lords.
Aparto las sábanas y salgo de la cama. Mis piernas temblorosas me hacen
caer sobre su cómoda, haciéndola sonar.
—Aléjate de mí —advierto, con voz rasposa por el hombre misterioso
que me asfixio y por lo que Ryat me obligó a tragar. Mi mente todavía está
un poco confusa, pero entiendo que estoy en peligro.
Se ríe y se mete las manos en los bolsillos delanteros de sus jeans,
luciendo un poco fresco y sereno mientras se apoya contra el marco de la
puerta.
—Eso será difícil ya que estamos casados, Blake.
—Te dije que quiero el divorcio —gruño.
Se aparta del marco de la puerta y yo corro hacia la puerta del
dormitorio, pero él es más rápido, mi cuerpo aún está débil, lo que le da
ventaja para ponerse delante de mí. Levanta su mano e inclino la cabeza,
gimiendo, con manos temblorosas.
—Shh —dice, tocando suavemente mi rostro, obligándome a mirar
hacia él—. No voy a hacerte daño, Blake.
—Sí, lo harás. —Respiro con dificultad. Al principio me prometió
que lo haría. Resulta que tenía razón, y me gustó.
—¿Eso es lo que quieres? —pregunta, sus ojos examinan los míos y
trago nerviosamente. Había olvidado lo intensos que pueden ser—.
¿Quieres que te castigue?
—No —susurro, pero mi corazón se acelera al pensarlo. Mi cuerpo
sabe de lo que es capaz, y jodidamente lo ha extrañado.
—¿Estás segura? —Su mano abandona mi mejilla, bajando por el
centro de mi pecho por encima de la camiseta—. Mi polla te ha extrañado,
pequeña. —Se inclina, besando tiernamente mi frente, y contengo la
respiración—. ¿Me ha extrañado mi coño?
—No —miento, mis muslos se tensan al pensar en él entre mis
piernas. Incluso cuando estaba aterrorizada de que me encontrara, todavía
soñaba con él.
Veía su rostro, escuchaba su voz y sentía su cuerpo sobre el mío. Lo
imaginé encontrándome, secuestrándome y follándome, tal como lo hicimos
con mi fantasía de sexo forzado, pero nunca se lo diré.
Frunce el ceño.
—Es una pena. —Las yemas de sus dedos rodean mi pezón, haciendo
que se endurezca al tocarlo a través de la camiseta, y me doy cuenta de que
me ha quitado el sujetador. Una vez satisfecho con la respuesta de mi
cuerpo, toma un puñado de mi cabello y tira lentamente de mi cabeza hacia
atrás—. Pero para que lo sepas... —Se inclina acercando sus labios a mi
oreja y susurra—: Te pondrás de rodillas y abrirás la boca. Abrirás esas
piernas suaves y sexys para mí. Y yo tomaré ese culo. —Se aparta, y sus
ojos verdes se oscurecen mientras se clavan en los míos, haciendo que mi
pulso se acelere—. Me follaré a mi esposa. Cuando y como quiera.
Trago el nudo en mi garganta ante su amenaza mientras mi coño
palpita. ¡Estoy jodida!
Se aparta.
—Y por mucho que quiera recordártelo ahora mismo, llegamos tarde.
Tenemos una reunión. —Agarrando mi mano, me saca de la habitación y
por el pasillo. Entramos en un ascensor y pulsa la letra B para ir al sótano.
Aparto mi mano de la suya cuando se cierran las puertas. Me sorprende que
permanezca en silencio. Supuse que me arrinconaría aquí, pero tal vez ya
dijo todo lo que quería decir.
—¿Dónde está el uniforme que llevaba? —pregunto.
—Lo quemé —responde, sin molestarse en mirarme.
Hijo de puta...
La puerta se abre, entramos en un pasillo y nos dirigimos hacia una
puerta cerrada. Abre la puerta y se hace a un lado para permitirme entrar. Al
entrar, me detengo. Mis piernas no pueden llevarme más lejos. Mi padre
está sentado en una silla con un hombre que no conozco a su lado.
—Blakely —gruñe mi nombre y se pone en pie.
Me doy la vuelta para salir, pero Ryat me empuja hacia el interior de
la habitación, cerrando la puerta detrás de él y encerrándome.
—¿Tienes idea de lo que has hecho? —grita mi padre, caminando
alrededor de la larga mesa.
—¿Yo? —jadeo, señalando con un dedo mi pecho—. Me vendiste.
Él resopla.
—No acepté ni un centavo por ti.
Frunzo el ceño.
—Pero Matt...
—Matt estaba enfadado porque Ryat anunció tu matrimonio. Habría
dicho cualquier cosa para que te fueras —añade el hombre que permanece
sentado. Parece mucho más tranquilo que mi padre, lo que me hace
preguntar quién es y por qué está aquí.
No. Matt no solo fue convincente, las cosas que dijo tenían sentido.
Como piezas de un rompecabezas que encajaron. Pero para asegurarme, me
doy la vuelta para mirar a Ryat.
—¿Así que no ofreciste dinero por mí?
Se apoya en la puerta cerrada como para bloquearla en caso de que
intente huir. Cruzando los brazos sobre su pecho, responde:
—No. Lo hice.
Me quedo con la boca abierta. Mierda, lo sabía.
—No soy una puta, Ryat.
No dice nada, pero mi padre no ha terminado.
—Siempre supe que Matt era un lamentable pedazo de mierda. Es por
eso que obligué a Ryat a elegirte como su elegida.
Parpadeo. No acaba de decir lo que yo creía.
—¿Tú qué...? —Vuelvo a mirar a Ryat y, una vez más, no dice nada.
Solo me mira fijamente como cuando estaba tirada en el pasillo después de
chocar con él. Amenazante e indiferente al mismo tiempo. Ese Ryat
juguetón y despreocupado de nuestra noche de bodas ya no existe. De
vuelta a los negocios. Para él solo soy una maldita orden.
—Pero él eligió casarse contigo —escucho que añade mi padre.
—¿Qué? —Doy un paso atrás, para poder verlos a los dos al mismo
tiempo. Me duele la nuca, probablemente porque Prickett me inmovilizó
sobre la mesa. Estoy cansada de mirar a mi padre y a mi esposo—. Haces
que parezca que debería estar agradecida —le digo a mi padre. ¿Qué espera
que haga? ¿Qué me ponga de rodillas y dé las gracias a Ryat por casarse
conmigo para no tener que pasar mi vida con Matt? Ahora mismo, estoy
intentando ver cómo Ryat es mejor. ¿Por qué tenía que ser uno o el otro?
—Deberías —exige, acercándose a mí.
Una mano agarra la parte superior de mi brazo, soy empujada hacia
un lado y golpeo un cuerpo duro antes de que Ryat ponga su brazo
alrededor de mis hombros.
Mi padre deja escapar un largo suspiro.
—No voy a ponerle las manos encima como hizo mi eposa.
Parpadeo, tratando de seguir el cambio de tema.
—¿Cómo sabes eso? —Ryat tuvo que haberle informado de lo
sucedido. Es la única otra persona que lo sabe.
Mi padre agita una mano, restándole importancia.
—Ahora que has vuelto, tenemos mierda de la que ocuparnos —
afirma.
—¿Cómo qué? —pregunto, con el pulso acelerado. ¿Qué es lo que
hay que hacer?
—Hay que iniciarte.
Esa palabra hace que se forme un nudo en mi estómago.
—¿Qué quieres decir? —pregunto lentamente, alejándome de Ryat.
Afortunadamente, me suelta.
—Quiero decir que Ryat va a ser poderoso...
—Sí, sí, un juez de renombre en Nueva York —interrumpo—. ¿Pero
qué tiene que ver eso conmigo?
El otro hombre se levanta de su asiento.
—¿Quién te dijo eso? —exige, con los ojos clavados en los de Ryat
por encima de mi hombro.
—Matt —respondo.
El silencio cubre la habitación, haciendo que mi respiración se
acelere. ¿Se supone que no debía saberlo? Si es así, qué harán ahora que
saben que lo sé.
—No se lo dije a nadie —añado rápidamente—. Ryat ni siquiera sabía
que yo lo sabía.
—¿Eso es cierto? —le exige el hombre a Ryat.
—Sí —gruñe.
¡Mierda! ¿Ahora está aún más enfadado conmigo? ¿Se suponía que
tenía que decirle lo que sabía?
—¿Por qué... por qué es un secreto? —pregunto.
El hombre toma asiento, mirándome ahora.
—De todos modos, las Ladies tienen diferentes escalafones, al igual
que los Lords —continúa, ignorando totalmente mi pregunta—. Tú estarás
lo más alto posible. Una Lady siempre está a la altura de su Lord.
Levanto mis manos y froto mis sienes, cerrando los ojos durante un
breve segundo.
—Estoy jodidamente cansada, y un poco lenta por estar drogada. —
Mis ojos se abren—. Entonces, ¿Alguien puede explicarme qué está
pasando en lugar de hablar con acertijos? —espeto. ¿Qué mierda es una
Lady? ¿Y qué tiene que ver con que Ryat sea un Lord?
—Recibirás un mensaje de texto en el que se te dará un nombre, un
lugar y una hora —comienza mi padre—. Estas serán las órdenes de tu
iniciación.
Resoplo.
—¡No me uniré a esta sociedad secreta! —Han perdido la maldita
cabeza—. No quiero tener nada que ver con los Lords.
El otro hombre se pone en pie de un salto.
—Harás lo que te digamos...
—Déjenos solos —interrumpe Ryat al hombre.
El tipo sale furioso, pero mi padre se toma su tiempo. Se acerca a
nosotros y pone la mano en el hombro de Ryat.
—Espero que sepas lo que estás haciendo. —Luego se marcha.
—¿Qué está pasando, Ryat? —exijo en el momento en que la puerta
se cierra detrás de ellos—. Y no me mientas.
Aparta una de las sillas de cuero negro de la mesa y me hace un gesto
para que me siente. Poniendo los ojos en blanco, me siento en ella. Ryat
retira la que está a mi lado y la gira para que estemos de frente. Se inclina
hacia delante y apoya los codos en las rodillas.
—Ya estamos casados, Blake —me recuerda—. Si no te inicias, te
destituyen como Lady.
Mis ojos se agrandan.
—¿Podemos divorciarnos? —Quizá haya esperanza después de todo.
—¡No! —espeta, haciéndome saltar. Baja la cabeza y pasa las manos
por su cabello. Una clara señal de que se está enfadando conmigo.
Me tomo un segundo para mirarlo bien y veo lo cansados que parecen
sus ojos verdes. Me pregunto si habrá perdido el sueño como yo. Me
pregunto si habrá pensado en mí como yo en él.
—No lo entiendo. —Suavizo mi voz—. Acabas de decir...
—O matas o te matan —gruñe, interrumpiéndome.
Me río, pero me detengo cuando me mira fijamente.
—Esto tiene que ser una broma, ¿no?
—¡No hay manera de evitarlo! —grita, poniéndose en pie de un salto.
No puede hablar en serio. Todavía debo estar bajo los efectos de la
droga. Tal vez estoy teniendo una pesadilla. O posiblemente esté
alucinando.
—No puedo...
—Sí, puedes. —Asiente con la cabeza—. Sabía lo que tendrías que
hacer al entrar en esto.
—¿Cómo pudiste? —susurro, sintiendo un nudo en la garganta. Fui
un encargo que él trató de comprar. ¿Y ahora soy una Lady que tiene que
matar a alguien?
—Todos hacemos sacrificios para conseguir lo que queremos —
afirma.
Me pongo de pie con las piernas temblorosas y mis manos cerradas en
puños a mis costados. Al acercarme a él, me mira, sus ojos verdes son lo
más fríos que he visto nunca. Me hace darme cuenta de lo buen actor que
fue y de lo estúpida que soy.
—¡Lo que pareces no entender es que ya no quiero ser tu esposa,
Ryat! Y no quiero unirme a tu estúpida sociedad secreta. Así que no, no
quiero sacrificar nada por ti porque no quiero estar contigo. —Mi corazón
martillea en mi pecho mientras la sangre se precipita en mis oídos ante la
mentira. No puedo dejar que vea lo mucho que lo he extrañado. Sentí algo
por él la noche de la ceremonia, pero luego Matt lo jodió todo con lo que
me dijo. Yo también lo odio. Quizá Sarah tenía razón: era mejor estar en la
oscuridad.
Tomando mi rostro entre sus manos, suspira pesadamente.
—Nada de eso importa, Blake.
Capítulo 39
RYAT

No me ha dicho ni una palabra desde que le dije que lo que quiere ya


no importa. Fue cruel, pero era la verdad. Estoy cansado de ocultarle cosas.
Ella necesita saber lo que pasa dentro del mundo de los Lords. Puede que
no le guste, pero aprenderá a vivir con eso.
Mi vida está hecha de sangre, muerte y secretos. La suya será igual.
Rápidamente la miro en el asiento del pasajero de mi W Motors
Lykan Hypersport. Tiene la cabeza inclinada hacia un lado y los ojos
cerrados. Se quedó dormida en el momento en que salimos de la casa de los
Lords. No le di una dosis muy alta cuando la encontré anoche en el bar de
mala muerte. Estaba enfadado con ella y sabía que se resistiría a cada paso,
así que drogarla era mi mejor opción para movilizarla sin herirla. Eran solo
un par de pastillas para dormir. En una persona normal, no habrían
funcionado tan bien, pero confiaba en que ella ya estaría exhausta. Conozco
a mi esposa bastante bien ahora. No estaba durmiendo mucho, sabiendo que
estaba huyendo.
Me detengo en el camino de entrada, apago mi auto y ella se mueve.
—Estamos en casa —digo.
Abriendo sus pesados ojos, parpadea.
—¿Por qué estamos aquí? —pregunta, mirando alrededor de la zona
boscosa.
—Aquí es donde vivimos.
—No... mi apartamento...
Salgo y rodeo la parte delantera del auto, abriéndole la puerta.
—Ya no lo tienes —digo, agarrando su mano y tirando de ella—. He
trasladado todas tus cosas a la cabaña. —Después de que ella se fue, destruí
su apartamento. No fue mi mejor momento, pero estaba buscando la más
mínima pista de dónde podría haber ido. Una vez que logré sentarme y ver
lo que había hecho, dije a la mierda y contraté una compañía de mudanzas
para empacar todas sus cosas y trasladarlas. Sabía que no volvería allí una
vez que la encontrara.
No dice nada cuando entramos en la casa. La arrastro por el pasillo
hasta la suite principal porque ambos necesitamos una ducha.
Entro al baño, abro la ducha y luego me paro frente a ella.
—Levanta los brazos —ordeno. Ella hace lo que le digo y los coloca
por encima de su cabeza. Retiro la camiseta con la que la he vestí y luego
empujo la ropa interior y los pantalones de chándal por sus piernas—.
Entra. Voy por unas toallas.
Me acerco al armario, tomo lo que necesitamos y lo pongo junto a la
ducha, luego me desvisto rápidamente y me uno a ella. Ella está de pie con
la espalda apoyada en la pared, los brazos cruzados sobre su pecho y la
cabeza gacha. Su cabello, ahora mojado, se pega a su cuello y pechos.
Sorbe la nariz mientras la sangre corre por su cuerpo y desaparece en el
desagüe. No la limpié cuando volvimos a la casa de los Lords. Arranqué el
uniforme, lo quemé y la metí en mi cama, donde la vestí con algunas de mis
prendas y esperé a que se despertara.
—Blake —digo en voz baja, y ella me mira, las lágrimas corren por
su rostro.
—Lo mataste—susurra, con labios temblorosos.
Me preguntaba cuándo la golpearía esto. Cuando tuviera un segundo
para detenerse y pensar en lo que hice en el callejón detrás del bar. En aquel
momento, me temía y estaba demasiado preocupada por salvarse a sí
misma. Ahora que hemos bajado el ritmo y las drogas ya no persisten, lo
que hice vuelve con fuerza.
—Lo hice.
Sorbe de nuevo.
—Cortaste su garganta. —Sus hombros tiemblan y sus ojos se
agrandan mientras sus manos empiezan a limpiar frenéticamente la sangre
en su cuello y pechos magullados—. Es su sangre...
—Shh. —Acuno su rostro y hago que me mire, apartando su atención
de lo que queda del hombre—. Tuve que hacerlo. —Niega con la cabeza,
pero la sostengo con mis manos a ambos lados—. Sí. —Presionando mi
cuerpo contra el suyo, añado—: Te puso las manos encima. Y eso es
inaceptable. —Mataré a cualquier hijo de puta que toque a mi esposa. Es así
de simple.
En ese momento, estaba molesto con ella, pero también aliviado de
que hubiéramos llegado justo a tiempo. ¿Y si no la hubiera encontrado
cuando lo hice? Estaría muerta ahora mismo. Un segundo más tarde y
habría encontrado su cuerpo en ese callejón. Eso me hizo enojarme aún más
con ella. El hecho de que huyera y pusiera su vida en peligro.
Deja escapar un sollozo y la aparto de la pared, abrazándola. Con un
brazo la mantengo pegada a mi cuerpo, mi mano libre acaricia su cabello
mojado mientras llora en mi pecho.
—Estás a salvo, Blake —digo—. Lo prometo.
—Lo siento —llora.
Suspiro, sintiendo cómo se desvanece cada gramo de ira que tenía
hacia ella. Es tanto mi culpa como la de Matt. La utilicé y luego se lo eché
en cara, así que me atacó de la única forma que sabía: yendo hacia ella. Es
un juego que hemos estado jugando desde que ella se convirtió en mi
asignación. Pero nuestro matrimonio subió la apuesta.
Tengo demasiado que perder ahora, y él lo sabe. Como dijo mi padre,
ella es importante para los Lords ahora. Matt no puede tocarla, pero puede
hacer que alguien más vaya tras ella. Esa es la parte que más me asusta.
Hice demasiados enemigos a lo largo de los años. Demasiados miembros de
los Lords no pasaron la iniciación desde que empecé hace cuatro años. ¿A
cuántos de ellos se les negó la entrada porque yo les gané?
—¿Ryat? —susurra, apartando su cabeza de mi pecho y mirándome.
—¿Sí? —pregunto, con mi mano enredada en su cabello.
—Gracias por salvarme —susurra, sus ojos me dan esa misma mirada
de admiración que me dio la noche de la fiesta de la casa de los Lords.
Antes de que todo se fuera a la mierda.
—No me agradezcas, Blake —digo, mis ojos se posan en las marcas
en su cuello. Iría a la guerra por mi esposa. Un hombre no era nada—.
Siempre apareceré por ti.
Nuevas lágrimas se derraman sobre sus pestañas inferiores y casi me
inclino para besarla, pero me detengo. En lugar de eso, me retiro y tomo el
jabón de la repisa para ayudar a limpiarla.
Permanece en silencio mientras los dos terminamos de ducharnos. Me
aseguro de frotar cada centímetro de su cuerpo. Incluso lavo su cabello
antes de ocuparme de mí. Una vez que termina, cierro el grifo y la ayudo a
secarse. Es como si estuviera en piloto automático, pero no realmente.
—Estoy cansada —dice en voz baja y luego bosteza.
Y por una vez, yo también lo estoy. Estoy exhausto por la falta de
sueño, el estrés y la sensación de lo desconocido. Salgo del cuarto de baño
y vuelvo a poner las sábanas en mi cama. Ella se arrastra, desnuda y con el
cabello mojado. Me acuesto a su lado sobre mi espalda. Acurrucándose a
mi lado, me rodea con sus brazos y suelto un suspiro, cerrando los ojos.
La extrañé muchísimo. No me había dado cuenta hasta ahora. Es
decir, me pasaba cada segundo de cada día buscándola, pero fue por el
hecho de que huyera de mí. No porque la quisiera. Era más bien una cosa de
tú me perteneces y te encontraré. Ahora me doy cuenta de que siempre fue
más que eso.
Mi teléfono suena y me estiro, recogiéndolo de la mesita de noche. es
un mensaje de texto Lo abro, lo leo y mis dientes rechinan.
¡Mierda!
Decido ignorarlo, bloqueo la pantalla y vuelvo a acomodarla en la
posición en la que estaba antes de atraerla hacia mí y cerrar los ojos.
BLAKELY
Despierto y estiro mis pesadas extremidades. Mi cuerpo todavía está
exhausto, pero mi cabeza está despejada. La falta de luz en la habitación me
dice que aún no es de día. Pero, sinceramente, ya no tengo sentido del
tiempo. Podría haber estado inconsciente durante tres días, por lo que sé.
Me levanto de la cama y llamo a Ryat, pero me encuentro con el
silencio. Decidiendo ir a buscarlo, camino hacia la sala de estar y enciendo
la luz. Está sentado en el centro del sofá, vestido con una camiseta y unos
jeans. Tiene los brazos extendidos sobre el respaldo de los cojines y en la
mano derecha sostiene un vaso de whisky. Frunzo el ceño. Nunca lo había
visto beber, aparte de aquella vez que Gunner y él nos siguieron a Sarah y a
mí a Blackout. Tiene el cabello seco peinado a la perfección como suele
llevarlo. Recuerdo haberme acostado con él después de nuestra ducha, pero
parece que lleva horas despierto.
—¿Ryat?
Mis ojos se dirigen a la mesa de café que se encuentra frente a él. En
ella están mi celular, mi anillo de bodas y mi bolso, las tres cosas que dejé
en su cama cuando escapé. Un sobre manila se encuentra en el extremo.
Mi corazón late más rápido al verlos. En la ducha le di las gracias por
salvarme, y lo dije en serio. Si no me hubiera encontrado cuando lo hizo,
estaría muerta.
—¿Qué estás haciendo? —susurro—. Vuelve a la cama conmigo.
Levanta su mano derecha hasta sus labios y bebe su bebida. Sus ojos
se encuentran con los míos y me fulmina con la mirada.
—¿Estás bien? —pregunto, dando un paso tímido hacia él, sabiendo
ya que algo está mal. A Ryat no se le da bien ocultar sus emociones.
Suelta una carcajada, el sonido hace que los vellos de mi nuca se
ericen en señal de advertencia.
—Tres semanas, Blake. Tres malditas semanas. —Se inclina hacia
delante, mirando el vaso ahora vacío en su mano.
Trago saliva, sabiendo que no será tan fácil. Él no me perdonará.
—Matt...
—Matt quería que me dejaras. No me digas que no sabías lo que él
estaba haciendo. —me interrumpe—. Ambos sabemos que no eres estúpida.
Y en lugar de acudir a mí, huiste.
Cruzo los brazos sobre mi pecho expuesto.
—Me mentiste. ¿Por qué iba a acudir a ti...?
Se levanta y lanza el vaso hacia la chimenea encendida,
interrumpiéndome. El sonido del vidrio rompiéndose me hace sobresaltar.
—No te enfades conmigo por una situación que tú mismo provocaste
—grito, descruzando los brazos—. Tuviste cien oportunidades para
sincerarte. Para decirme qué demonios estaba pasando. Tomaste una
decisión y ahora no te gustan las consecuencias. —Dándome la vuelta, le
doy la espalda y regreso a la habitación.
—Tienes razón. —Suspira con fuerza.
Sus palabras me detienen. Nunca en mi vida habría pensado que Ryat
Archer sería el tipo de hombre que admitiría que alguien tiene razón, aparte
de él mismo. Lentamente, me doy la vuelta para mirarlo, y él vuelve a caer
sobre el sofá.
—¿Quieres saber qué pasó? —Vuelve a colocar los brazos sobre el
respaldo, con las piernas separadas. Su postura y sus ojos entrecerrados me
dicen que está todo menos arrepentido—. Empezó como un encargo. Intenté
rechazarlo. Dije que no me pertenecías. Pero eso no era una opción. No le
dices que no a los Lords. —Inclina la cabeza hacia un lado, sus ojos
recorren mi pecho desnudo—. Así que te seguí. Aprendí tu rutina. —Se ríe
suavemente—. O la falta de ella. Luego hice mi jugada.
Mis cejas se juntan.
—¿Qué quieres decir...?
—¿Realmente pensaste que te habías topado conmigo por accidente?
—Niega con la cabeza—. Me puse en tu camino, Blake. Era mi forma de
entrar en tu vida. Era el momento de que me vieras. De desearme.
Mis manos se cierran en puños ante su confesión.
—Tú...
—Gunner se aseguró de que Sarah encontrara ese folleto. Lo hicimos
solo para ustedes dos, por cierto.
No me extraña que nunca hubiera visto uno antes.
—Te di la información suficiente para despertar tu curiosidad.
Las lágrimas comienzan a arder en mis ojos por lo estúpida que fui.
Ni una maldita cosa fue por casualidad. Todo era un maldito juego. Pieza
por pieza, jugó conmigo.
Sonríe.
—Estabas muriendo de hambre, Blake. —Mi corazón se hunde ante
sus palabras—. Matt te rechazó durante tanto tiempo que no tuve que darte
mucho para que siguieras rogando por más.
La primera lágrima corre por mi mejilla y él la observa. Luego aparta
la mirada, frunciendo los labios con disgusto.
—No eres la única estúpida aquí, Blake —añade—. Empecé a sentir
algo por ti. —Resopla ante esa confesión—. Porque te veías bien en un
maldito vestido. Pensé, ¿Qué tiene de malo que tu esposa te quiera? Que tal
vez tendríamos una oportunidad después de todo.
Odio que mi pulso se acelere ante ese pensamiento. Que él podría
realmente amarme. Eso es todo lo que siempre he querido. Que alguien me
ame por mí. Que me acepte. Pensé que lo había hecho, pero era parte de su
juego.
—Entonces huiste… y eso me recordó lo que realmente era esto. Un
trabajo.
Mi ira superó todo lo que había sentido durante unos breves segundos.
Tragando el nudo en mi garganta, doy un paso hacia el sofá de nuevo.
—¿Ryat...?
—Antes, en la ducha, me he dado cuenta de que me he vuelto
jodidamente blando contigo, Blake. ¿Sabes por qué? —No me deja
responder—. Porque lloraste. Porque otro hombre intentó hacerte daño. De
eso es de lo que estoy tratando de protegerte. Yo debería ser tu mayor
amenaza. Pero en lugar de eso, me estoy enamorando de ti.
Mi corazón late con fuerza y la sangre se agolpa en mis oídos. No
quiero que sus palabras me perturben, pero lo hacen.
—Ryat…
—Me han enseñado desde joven que la obediencia es importante. —
Continúa como si no acabara de admitir que me ama—. Que el poder y la
humillación van de la mano. He visto a los Lords romper a sus elegidas o a
sus Ladies para mantenerlas a raya. ¿Y tú? Lloras unas cuantas lágrimas y
yo jodidamente me ablando.
—Lo siento —digo a través del nudo en mi garganta.
—¡Lo siento no es suficiente! —Se pone en pie de un salto, gritando.
—Castígame —ofrezco, dando otro paso adelante.
Me mira fijamente con una mirada despreocupada en sus bonitos ojos.
Se ha ido. He perdido el poco terreno que ganamos anoche. Y odio que mi
pecho duela. Que incluso jodidamente me importe. Acaba de admitir que
era un juego.
—Lindo. —Resopla.
—Lo digo en serio. —Doy otro paso, desesperada por aferrarme a
aquello de lo que he pasado las últimas tres semanas huyendo. Sí, ha
cometido errores, pero yo también. No somos perfectos. Pero tenía razón.
Sentí esos mismos sentimientos en la fiesta antes de que Matt llegara y
arruinara todo. Antes de que tomar la decisión de huir en vez de intentar
entender lo que Matt estaba haciendo.
Sus ojos se posan en mis piernas desnudas y recorren mi cuerpo,
deteniéndose en mi pecho antes de llegar a mi rostro.
—Ya no me interesa.
El pánico se apodera de mi pecho ante su confesión.
—¿Qué quieres, Ryat? ¿Quieres que te ruegue? ¿Quieres darme una
lección?
—No, Blake. Ya no quiero nada de ti. —Se inclina hacia delante,
agarra el sobre de manila y se levanta. Se acerca a mí y lo pone en mis
manos, con sus fríos ojos clavados en los míos—. Considera esto como tu
regalo de bodas. —Con eso, agarra su chaqueta de cuero del sillón y sale, el
portazo de la puerta principal me hace saltar.
Me dejo caer en el sofá y lo abro con manos temblorosas. Sacando los
papeles, siento lágrimas frescas en mis ojos. Son los papeles del divorcio.
Mi corazón duele cuando reviso las hojas y veo que ya los ha firmado.
Cuando los dejo en la mesa de café, veo mi anillo de bodas y lo
recojo. Leo el grabado del interior del anillo: “Hasta que la muerte nos
separe.” Lo deslizo en mi dedo mientras mi estomago se revuelve.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Esto es lo que quería, excepto que
ahora no lo es. Sí, empezamos con una mentira. Pero no soy inocente. Solo
me convertí en su elegida por culpa de Matt. Ryat tenía razón. Escapé
cuando debería haber acudido a él después de que Matt me acorralara en la
habitación de Ryat. No importa cuán enojada o confundida me sintiera, huir
de mis problemas no era la respuesta. Incluso yo sabía que eventualmente
me alcanzarían.
Inclinándome hacia delante, coloco los codos sobre mis muslos, y mi
rostro entre las manos, tragando el nudo alojado en mi garganta. ¿Por qué
me importa que quiera marcharse? ¿Es el hecho de que haya fracasado?
Sentí lo que hizo aquella noche en la fiesta de la casa de los Lords, y por
eso me dolió tanto lo que dijo Matt. Porque pensé que finalmente estaba
obteniendo lo que toda chica quiere: amor y aceptación.
Me persiguió. Mató a un hombre por mí. Me salvó. Eso es más de lo
que nadie ha hecho nunca. Ryat me prometió en la ducha que estaría a salvo
con él. Que me protegería. ¿Y luego esto? Me niego a dejarlo libre tan
fácilmente.
Que se joda, él y estos papeles.
Me levanto, los agarro y camino hacia la chimenea. Los lanzo al
fuego y veo arder mi único plan de escape.
Hasta que la muerte nos separe, dijo una vez. Y estoy a punto de
hacer que se coma esas palabras. Vuelvo a nuestro dormitorio, entro en el
armario y miro la ropa que trajo de mi apartamento. Tomo una camiseta y
unos pantalones cortos blancos de algodón. Después de vestirme, cepillo
mis dientes. Estoy enjuagando mi boca cuando escucho que se abre la
puerta principal.
Vuelvo a la sala de estar y pongo las manos en mis caderas,
preparándome para una pelea, esperando que sea Ryat. Ha vuelto. Él
también ha cambiado de opinión. No tengo ningún problema en discutirlo
con él.
—¿Ryat? —Escucho una voz femenina gritar su nombre cuando se
cierra la puerta principal. Entonces la última persona que esperaba ver entra
en la sala. Se detiene y sus ojos muy abiertos se encuentran con los míos—.
¿Blakely? —Jadea, tragando saliva con nerviosismo.
Mis ojos bajan hasta sus tacones y recorren la gabardina negra que
lleva puesto, sabiendo ya que probablemente esté desnuda debajo. De su
mano derecha cuelga un bolso negro de cuero de diseñador.
—¿Qué haces aquí? —Exijo, mi piel hormiguea mientras los celos se
apoderan de mí. Mi mente se apresura a sacar conclusiones tan rápidas
como los latidos de mi corazón.
—Estoy aquí para ver a Ryat. —Sonríe. Ya no tiene esa expresión de
sorpresa en su rostro perfectamente maquillado—. ¿Qué haces aquí?
—Vivo aquí —digo, levantando la barbilla.
Se ríe.
—Bueno, no has estado aquí en las últimas tres semanas en las que he
estado aquí.
¡No! No creo ni una maldita palabra que sale de su boca. Ryat es
muchas cosas, pero un tramposo no es una de ellas. No se parece en nada a
Matt. Y me niego a dejar que esta perra me afecte. No volveré a cometer
ese error.
—Estás mintiendo.
—Oh, vamos, Blakely. —Se ríe, dando un paso hacia mí—.
Seguramente no pensaste que se mantendría fiel después de que lo dejaras,
¿verdad?
Me quedo donde estoy, permitiendo que se acerque a mí.
—Un hombre como Ryat tiene necesidades. —Pasa la lengua por sus
dientes superiores blanqueados—. Necesidades que tú no estabas aquí para
satisfacer. —Se detiene, inclinando su cadera derecha hacia un lado—.
Alguien tenía que mantenerlo satisfecho.
—Supongo que debería darte las gracias entonces, ¿no? —pregunto,
arqueando una ceja.
—Yo debería darte las gracias. —Toca la punta de mi nariz con su
dedo índice y me cuesta mucho no morderlo—. Si no hubieras escapado
como la niña asustada que eres, Ryat quizá nunca me hubiera llamado.
Miro hacia abajo, con mi mano derecha giro el anillo de bodas en mi
mano izquierda, y entonces abofeteo su rostro con todas mis fuerzas.
Necesito una liberación. Una pelea de perras parece ser justo lo que
necesito.
Jadeando, coloca la mano en su rostro mientras deja caer a sus pies lo
que supongo que es su bolsa de viaje. Aparta la mano y mira la sangre del
corte que mi anillo hizo en su mejilla.
—¡Puta! —sisea.
—Lo siento, ¿Te cortó mi anillo de bodas? —pregunto, dedicándole
una sonrisa de disculpa.
—Maldita perra... —acusa.
***
Me siento en el sofá, vestida con la gabardina de Cindy. Después de
que terminé con ella, me maquillé y me peiné, luego me senté, esperando
que mi esposo regresara a casa desde Dios sabe dónde. Siento que esta será
mi vida muchas veces: siempre esperando por él. Sin saber qué está
haciendo o dónde está.
Escuchar la puerta principal abrirse y cerrarse me hace reprimir una
sonrisa. Segundos después, entra en la sala de estar, vestido con la misma
ropa con la que se fue, y se detiene.
—¿Qué haces todavía aquí? —exige, con los ojos fijos en mí. Veo
cómo se calientan de una forma que me dice que, aunque esté enfadado,
todavía me follaría.
Suficientemente bueno.
—Te preparé una bebida. —Ignoro su pregunta y me inclino hacia
delante, agarrando el vaso de whisky de la mesa de café.
Me mira fijamente, sin moverse. Estoy segura de que piensa que he
encontrado su alijo de drogas y que estoy intentando drogarlo o
envenenarlo.
—De acuerdo, entonces. —Me encojo de hombros y bebo el líquido
ardiente. Un poco se derrama por mi barbilla hasta llegar a mi pecho—. Uy
—digo, separando más la parte superior de la gabardina para que se vea
mejor—. ¿Quieres lamerlo? —pregunto.
—¿Qué estás haciendo aquí, Blake? —espeta—. Te di lo que querías.
Recoge tu mierda y vete.
Sonrío, negándome a dejar que sus palabras me afecten. Ryat me ha
desafiado en todo momento, y ahora voy a hacer lo mismo con él.
—¿Y si quiero algo más?
Buscando detrás de él, saca su billetera y agarra un billete de cien
dólares.
—¿Necesitas dinero para huir esta vez? —lo lanza sobre mi regazo.
Lo arrojo al suelo como si fuera un pequeño mosquito molesto e
ignoro el insulto de que cien dólares me llevarían lejos. Poniéndome de pie,
digo:
—No me iré, Ryat.
Él pasa una mano por su cabello con agresividad.
—Blake...
—¿Qué pasaría si te dijera que me follé a un chico mientras estuve
afuera?
Rechina los dientes y sus hombros se ponen rígidos. Exactamente la
respuesta que estaba esperando.
—No lo hiciste —argumenta.
—¿Y si te dijera que me he follado a dos? —Levanto la mano
derecha, mostrándole mi dedo índice y dedo medio.
—Blake. —Gruñe mi nombre, haciendo que mi corazón se acelere.
No entiende que me está dando exactamente lo que quiero—. Más vale que
estés mintiendo.
—¿Y si no lo estoy haciendo? —pregunto, arqueando una ceja. Lo
estoy provocando.
Extiende la mano y me atrae hacia él.
—Entonces te haré daño.
No puedo evitar la sonrisa que se extiende por mi rostro. No parece
ser un hombre que quiera divorciarse. A un hombre que ha terminado con
su esposa no le importa una mierda lo que ella hace, y mucho menos la
polla que ha estado montando.
—Es justo, cariño. Tú consigues un coño y yo una polla.
Su ceño se frunce, la confusión marca su hermoso rostro.
—¿Qué?
Me alejo de él y camino hacia el cuarto de lavado. Abro la puerta y
meto la mano, agarro a la rubia que até y metí allí hace dos horas. Gracias a
Dios que llevaba algo debajo de la gabardina, o habría tenido que vestirla
también.
—Aquí. —La empujo hacia él.
Ella tropieza y él la agarra antes de que se caiga de bruces. Lástima.
—¿Qué diablos, Blake? —espeta, sujetando a una Cindy que llora y
balbucea. Por suerte, la cinta adhesiva sobre su boca la mantiene algo
callada.
—Considéralo tu regalo de bodas. —Repito sus palabras y cruzo los
brazos sobre mi pecho.
—¿Qué mierda hiciste? —exige, arrancando la cinta de su boca.
—Ryat... Ryat, por favor —suplica, grandes lágrimas de cocodrilo
corren por su rostro arruinando su maquillaje una vez impecable y la sangre
seca de mi anillo en su mejilla—. Ayúdame. Está loca…
—Cindy apareció para conseguir su polvo nocturno, ya sabes, el que
ha estado recibiendo durante las últimas tres semanas mientras yo estaba
fuera y se sorprendió al verme aquí —interrumpo su divagación.
Me mira, con sus ojos verdes muy abiertos por la incredulidad. No
puedo ni comenzar a explicar la sensación de alivio que me invade, porque
está confirmando lo que ya sabía. Él no la tocó.
—¿Hablas en serio? ¿De verdad crees que me la estoy follando?
Me encojo de hombros.
—Es lo que es. Llámalo nivelar el campo de juego.
—¡Estás jodidamente loca! —grita ella, luchando en su agarre—.
Maldita perra...
Él golpea el costado de su cabeza contra la pared, dejándola
inconsciente, y yo reprimo una sonrisa de satisfacción. Soltándola, cae al
suelo y él pasa por encima de ella mientras camina hacia mí. Me quedo
inmóvil en mi lugar, sin miedo. Ya no. Mi esposo es poderoso, pero si voy a
ser una Lady, tengo que ponerme a su altura. Empezaré por enfrentarme a
él.
—No he tenido una aventura —gruñe, poniéndose frente a mí.
—Ella demuestra lo contrario. —Señalo a la mujer inconsciente.
—Entonces, ¿Vas a creerle igual que hiciste con Matt?
Digo las únicas palabras que sé que lo empujarán aún más.
—Bueno, Matt no estaba equivocado —él dijo que Ryat le pagó a mi
padre quinientos mil, pero eso no era cierto. Sin embargo, Ryat ofreció esa
cantidad por mí. Así que, es bastante cierto si me preguntas. El rastreador
en mi celular, controlando con quién hablo, todo eso era cierto.
Se acerca a mí, nariz con nariz. Hazlo. Estoy de acuerdo. No tiré los
papeles del divorcio al fuego por nada. ¿Ryat quiere una Lady? Le daré una
maldita Lady.
Capítulo 40
RYAT

Intentando comprender lo que ha pasado, niego con la cabeza.


—No me la he follado en más de tres años. —Antes de hacer mi
juramento. Blake es la única mujer con la que he estado desde que me uní a
los Lords en mi primer año en Barrington.
—Por supuesto. Y yo no me follé a nadie mientras estuve fuera. —
Guiña un ojo, mordiendo su labio inferior juguetonamente.
¿Qué mierda?
Me da la espalda y está a punto de marcharse, pero la alcanzo, tomo
su brazo y la hago girar. Envuelvo mi mano libre alrededor de su cuello.
—Será mejor que estés mintiendo, Blake. —Perseguiré y
desmembraré a cualquier hombre que ella haya tocado. Luego le daré una
paliza a ese hermoso trasero hasta que recuerde a quien pertenece.
—¿Eso es lo que quieres, Ryat? —continúa—. ¿Quieres que seamos
abiertos?
—Absolutamente no...
—Tú follas con quien quieres. —Inclina la cabeza hacia un lado, sus
ojos caen sobre mi camiseta y la sonrisa más sexy que nunca he visto
atraviesa su rostro—. Yo me follo a quien quiero.
Mis manos tiemblan. Me hierve la sangre.
—Podemos compartir... Quizá quieras ver a otro hombre follarme.
Nos hago girar, golpeando su espalda contra la pared. Sus ojos se
cierran y sus labios se separan, forzando un gemido.
—Creo que esas tres semanas fuera te han hecho olvidar quién soy,
Blake. Deja que te lo recuerde. —Levantándola, la arrojo sobre mi hombro
y la llevo al dormitorio, donde la tiro sobre nuestra cama, boca abajo.
Se ríe, y eso hace que mi polla se retuerza con anticipación. Ni
siquiera puedo pensar en el hecho de que estoy entrando en su juego ahora
mismo. Blakely sabe lo que tiene que hacer para que me enfade, y lo hizo.
Abriendo mi mesita de noche, agarro las esposas. Colocando sus
manos detrás de su espalda, las aprieto alrededor de sus muñecas tan fuerte
como puedo y escucho el pequeño gemido que intenta ocultar. Me hace
sonreír. Me inclino sobre su espalda y susurro en su oreja:
—Querías ser castigada. Recuérdalo.
Luego me pongo de pie y la giro sobre su espaldas, inmovilizándola
por debajo y forzando un grito en sus labios. Eso hace que mi dura polla se
retuerza. Esos tres años que tuve que abstenerme del sexo no fueron nada
comparados con las tres semanas sin ella.
Fue una maldita tortura.
Desabrochando mis pantalones, saco mi dura polla y luego
desabrocho la faja que mantiene cerrada su gabardina. La abro para exponer
su cuerpo ante mí, ella arquea su espalda, moviendo los brazos debajo de su
espalda para intentar aliviar el dolor. No sirve de nada.
Arrastrándome sobre la cama, separo sus piernas con mis rodillas y
deslizo mi mano en su coño. Está mojada. Sabía que lo estaría. Ya estaba
excitada, pidiendo que la follaran.
Me deslizo dentro de ella, sin juegos previos. Una parte de mí quiere
hacerle daño. Después de terminar con ella, quiero que me sienta entre sus
piernas. Pongo mi cuerpo sobre el suyo, inmovilizándola aún más, haciendo
que sus ojos se llenen de lágrimas.
—Te extrañé, Blake —digo con sinceridad, mientras mis labios
recorren la línea de su mandíbula—. Y voy a mostrarte cuánto.
Mis caderas comienzan a moverse, fuerte y rápido. Nuestros cuerpos
chocan entre sí.
Arquea la espalda y un grito sale de sus labios separados. Me siento,
envuelvo mis manos alrededor de su cuello y aprieto, quitándole el aire
mientras embisto su coño empapado. Veo cómo sus ojos se vuelven pesados
y sus labios se vuelven azules. Justo cuando sus ojos se cierran, la suelto, y
ella aspira una respiración entrecortada, tosiendo.
Disminuyo mi ritmo, sintiendo cada centímetro de ella envuelto en mi
longitud.
—Mírame —exijo, agarrando su barbilla para mantener su rostro
hacia mí.
Sus ojos llorosos se encuentran con los míos.
—Si otro hombre alguna vez te toca, lo mataré, Blake. —Bajando mis
labios a su mejilla, lamo sus lágrimas, saboreando su salinidad—.
Dolorosamente... lentamente. —Beso la comisura de sus labios separados
—. No importa si querías que lo hiciera o no —informo—. Y entonces te
recordaré que me perteneces. —La penetro con fuerza, obligándola a soltar
un gemido—. ¿Me entiendes?
Sentándome una vez más, veo mi polla deslizarse dentro y fuera de su
coño depilado. Mi mirada se desplaza a la suya, esperando una respuesta,
pero sus ojos están cerrados. Palmeo el costado de su pecho, haciendo que
su coño se apriete alrededor de mi polla.
—Contéstame —exijo, golpeando el otro.
—Sí. —Gime—. Lo entiendo.
—¿A quién perteneces? —Gruño, mis caderas aceleran el ritmo una
vez más.
—A ti.
—¡Jodidamente mía, Blake! —agarro sus piernas, mis dedos se
clavan en sus muslos y los separo completamente para mí, permitiéndome
penetrar más profundamente. La embisto una y otra vez hasta que se
contrae a mi alrededor y se viene sobre mi polla.
No me detengo. La cama se golpea contra la pared, la habitación se
llena de sus gritos, su cuerpo ahora resbala contra el mío. Mientras acelero
el ritmo, mis pelotas se tensan.
—Ryat... —Jadea—. Ryat, yo no...
Me inclino y coloco mi mano sobre su boca. La silencio, sabiendo
exactamente lo que está a punto a decir, pero me importa una mierda.
Empujando una vez más, me vengo dentro de ella.
Espero un segundo mientras ella permanece debajo de mí, con su
cuerpo tembloroso y tratando de recuperar el aliento. Salgo de ella y caigo
en la cama a su lado, esperando que me grite, pero no lo hace.
Suena el timbre y me incorporo, giro su cuerpo sobre su estómago
para desabrochar las esposas.
—Vístete —le ordeno, palmeando su trasero y luego salgo del
dormitorio, sabiendo que aún tenemos cosas que hacer. Nuestra pelea puede
esperar hasta más tarde.

BLAKELY
Vuelvo a vestirme con la camiseta y los pantalones cortos de algodón
antes de salir del dormitorio y caminar por el pasillo para encontrar a Ryat
sentado en el sofá, a mi padre en un sillón reclinable y a ese hombre de la
casa de los Lords en el de enfrente.
Mirando a Ryat, me acerco al sofá, pero elijo sentarme en el otro
extremo. Mi enfado por él vuelve a ser de diez.
—¿Problemas ya? —pregunta el hombre, con diversión en su voz.
—¿Quién diablos eres tú? —exijo, cruzando los brazos sobre mi
pecho. Estoy enfadada por haber perdido la batalla contra Ryat. Lo desafié,
pensando que podía ganar, y aun así el bastardo me ganó.
—Blakely…
—No, está muy bien —interrumpe mi padre—. Una Lady necesita
tener algo de fuego en ella para tener éxito. —Sus ojos se deslizan hacia
Ryat.
Trago saliva con nerviosismo ante esas palabras. Olvidé que tengo
que demostrar mi valía ante los Lords no solo ante mi esposo. Tengo la
sensación de que van a ser mucho más difíciles de convencer que el hombre
al que me folle.
—Me llamo Abad Archer —anuncia con orgullo, y mi estómago se
hunde.
Mieeeeerdaaa.
—Y soy tu suegro. —Se levanta del sillón y camina hacia mí. Lo
miro a través de mis pestañas, se acerca y toma mi mano izquierda.
Contengo la respiración cuando pasa su pulgar por mi anillo de bodas—.
Supongo que no firmaste los papeles.
—¿Qué? —Mis ojos se agrandan—. ¿Cómo...?
—Los arrojó a la chimenea —responde Ryat, interrumpiéndome.
Mi cabeza se gira hacia él, sentado en el otro extremo del sofá, pero
está escribiendo algo en su celular.
—Bien —elogia Abad.
Vuelvo a mirar hacia él.
—No entiendo...
—Has pasado tu primera prueba de iniciación. —Mi suegro asiente
una vez, soltando mi mano, da una palmada en mi muslo desnudo.
¿Primera prueba de iniciación? ¿Pensé que iba a recibir un mensaje
de texto con un nombre, hora y dirección? Nadie dijo que me harían varias
pruebas. ¿Cuántas pruebas habrá? Ryat dijo que los arrojé al fuego. Lo hice,
pero él ya se había ido.
—¿Cómo...? —Me detengo, tratando de reconstruir todo lo que había
sucedido en las últimas veinticuatro horas. Pensé que mi mente estaba
despejada, pero obviamente estaba equivocada. Miro alrededor de la gran
sala de estar y por las ventanas del suelo al techo que muestran la noche
oscura. Debe tener cámaras aquí. Por supuesto que las tiene. Debería
haberlo sabido. Matt dijo que siempre están vigilando. Inventó esos papeles
y se peleó conmigo. Necesitaba una estrategia de salida y una vez que se
fue, se sentó en algún lugar y me observó.
—Me tendiste una trampa —le digo a Ryat, girando mi cuerpo en el
sofá para enfrentarlo.
Sigue escribiendo en su teléfono. Acercándome, se lo arrebato de las
manos y lo arrojo al otro lado de la habitación. El sonido que hace al
golpear el vidrio llena la habitación, y espero secretamente haber roto el
maldito aparato. Sus ojos se entrecierran sobre los míos.
—Blake...
—Estoy jodidamente hablando contigo. ¡Lo menos que puedes hacer
es fingir que escuchas! —espeto.
—Oh, me gusta ella. —Escucho al señor Archer susurrarle a mi
padre.
Me pongo de pie, mirando a Ryat.
—Entonces, todo lo que me dijiste antes en la habitación era mentira
—¿Cómo se supone que voy a saber lo que es verdad?
Su mandíbula se tensa y sus fosas nasales se ensanchan.
—Me engañaste. Me hiciste creer que querías el divorcio. ¿Y si los
hubiera firmado? —¿Entonces qué? Eso habría sido considerado un fracaso.
¿Habría llegado a casa y me habrían matado en ese momento?
—No lo habrías hecho. —Resopla, como si fuera imposible para mí
alejarme de él. Supongo que el hecho de que los haya quemado le da la
razón.
—¿Y si lo hubiera hecho, Ryat? ¿Entonces qué? —grito.
Él da los dos pasos, acortando la distancia. Extiende la mano, coloca
sus dedos debajo de mi barbilla y pasa su pulgar suavemente por mis labios
entreabiertos.
—Si pensaste por un segundo que dejaría que te alejaras de mí,
entonces tengo que recordarte quién soy... otra vez. —Una sonrisa tira de la
comisura de sus labios.
Mi respiración se acelera y me alejo. El tacto y las palabras se sienten
demasiado íntimos para nuestra audiencia. Sobre todo, porque son nuestros
padres.
—Pero tú los firmaste —argumento.
—Tuve que hacerlo —gruñe, dándome la espalda—. Fue una orden
de los Lords...
—¿Los Lords? —suelto una carcajada áspera—. ¿Hasta cuándo van a
controlar nuestra vida, Ryat? —digo bruscamente, y se gira para mirarme
—. ¿Eh? ¿Qué harás cuando te digan que me dejes?
—No lo harán. —Niega con la cabeza.
—¿Cómo lo sabes?
—¡Porque no lo harán! —grita.
—¡No lo creo! —grito—. Y tu lealtad está con ellos. No conmigo.
—Blake. —Suspira, pasando una mano por su cabello—. No sabes de
lo que estás hablando.
—Ponme a prueba —digo, extendiendo mis manos ampliamente.
Acabemos con esto ahora mismo. Puede hacerme una prueba de los Lords,
y cuando la apruebe, todo esto habrá terminado.
—No puedo —gruñe con los dientes apretados—. No de esa manera.
—¿Hablas en serio? —digo con brusquedad—. Todo ha sido una puta
prueba desde el momento en que me encontré contigo en el pasillo de
Barrington, y de repente, no puedes. Eso no tiene ningún maldito sentido,
Ryat.
—Las cosas han cambiado.
—¿Qué diablos ha cambiado? Porque todo parece ser el mismo jodido
juego. —La habitación se queda en silencio después de mi arrebato. Me
dejo caer de nuevo en el sofá. Apoyando los codos en mis rodillas, entierro
mi rostro entre las manos y respiro profundamente—. ¿Cómo se supone que
voy a probarte mi lealtad si no me confías tus secretos? —Levanto la vista y
ahora está de pie frente a las ventanas. Agachándose, toma su celular y
luego mete sus manos en los bolsillos de sus jeans.
—Hay un...
—¡No! —interrumpe su padre, dándose la vuelta.
—¿Qué pasa? —Me pongo en pie.
—No es nada —espeta Ryat.
—Estás mintiendo. Y una vez más me ocultas algo.
—¡No voy a arriesgar tu vida! —grita, su rostro se pone rojo.
Respirando profundamente, me acerco a él.
—Lo haces por los Lords. ¿Por qué debería aceptarlo yo y tú no?
—Porque yo elegí esta vida, Blake —gruñe.
—Y luego yo te elegí a ti cuando quemé los papeles del divorcio. Así
que estoy en el medio...
—Ya no —me interrumpe—. Harás tu última iniciación porque yo
estaré allí para asegurarme de que todo transcurra sin problemas, luego
habrás terminado. Serás una Lady y mi esposa. Eso es todo.
Ese no es el final. Ni siquiera cerca. Está en esto de por vida, y me
asusta saber que tienen tanto control sobre él.
—Pero los Lords aún te llamarán para que hagas trabajos para ellos.
—Para eso me inscribí —acepta.
Eso me pone aún más nerviosa por nuestro futuro.
—¿Y qué pasa con lo que yo quiero?
—Te lo dije antes, y te lo diré de nuevo, eso no importa. —Esta vez,
sus ojos parecen suaves, casi arrepentidos, como si le doliera decirme eso.
Me doy la vuelta y miro a mi padre, con la esperanza de que pueda
ayudarme de alguna manera.
—Papá...
Levanta la mano, deteniéndome, y mis hombros se hunden.
—Me temo que tiene razón, princesa. No te pondré en peligro más de
lo que ya has estado. Todo esto comenzó por mi culpa, y terminará por mi
culpa.
Mi respiración se acelera.
—¿Qué significa eso?
Mira a Ryat.
—¿Puedo hablar contigo en privado?
—No —respondo por él—. No puedes.
—Claro. —Ryat me ignora y abre la puerta corrediza de vidrio—.
Salgamos.
Estoy a punto de correr detrás de él, pero el señor Archer me detiene.
—Debo decir que tenía mis dudas sobre ti.
Me doy la vuelta para verlo relajado en el sillón reclinable. Su tobillo
derecho está apoyado en su rodilla izquierda.
—Nunca fui un admirador de Cindy. —Se encoge de hombros—. Por
eso no discutí cuando dijo que te quería a ti.
Ante la mención de su nombre, miro alrededor de la habitación para
ver que ya no está aquí. ¿Dónde está ella? ¿Se despertó y logró liberarse
mientras Ryat y yo teníamos sexo en el dormitorio? Eso me lleva a otro
pensamiento. ¿Por qué Ryat parecía tan sorprendido de verla aquí cuando
regresó si obviamente me había visto quemar los papeles del divorcio?
—¿Dónde está ella? —pregunto, dando vueltas en círculo,
buscándola.
—¿Quién? —pregunta, ladeando la cabeza, pensativo.
—Cindy.
—¿Cómo voy a saberlo? —pregunta, encogiéndose de hombros.
—¿Es otra prueba? —Trago saliva con nerviosismo.
Se levanta del sillón y se endereza la chaqueta de su traje.
—Creo que necesitas descansar, Blakely. Han pasado muchas cosas
últimamente.

—No. —Niego con la cabeza. No estoy perdiendo la cabeza; he


perdido a una persona. Ella estaba justo aquí. Había atado sus muñecas.
Puse cinta adhesiva en su boca que Ryat quitó y luego golpeó su cabeza
contra la pared, dejándola inconsciente—. Ella estaba...
El sonido de la puerta corrediza abriéndose detrás de mí me
interrumpe.
—Abad, salgamos de aquí. Deja a estos dos tortolitos en paz —dice
mi padre, entrando en la casa.
Se acerca a mí, pone las manos sobre mis hombros y besa mi cabello.
—Te llamaré mañana. Descansa un poco.
Luego, sin otra palabra, ambos salen de la casa.
Me doy la vuelta lentamente y veo a Ryat apoyado en la puerta
corrediza ahora cerrada. Con los brazos cruzados sobre su pecho, me mira
fijamente.
—No estoy perdiendo la cabeza —digo como si me acusara de
hacerlo.
No me reconoce de ninguna manera. Ni siquiera parpadea.
—Ella estaba justo aquí. —Me acerco a la pared donde ella yacía en
el suelo—. La dejaste inconsciente. Luego me llevaste al dormitorio.
De nuevo, sin respuesta.
—¿A dónde fue, Ryat? —pregunto.
—No te preocupes por ella —finalmente habla, alejándose de la
puerta.
—Ryat... ella.
—Blake. —Se acerca a mí y acaricia mi rostro—. No te preocupes.
Capítulo 41
RYAT

Odié tener que forzarla con los papeles del divorcio. Nunca se lo
diría, pero una parte de mí pensaba que los firmaría. Estaba enfadada
conmigo, y los Lords lo sabían. Querían ponerla a prueba, y no podía
decirles que no. Ella tiene que demostrarme su lealtad al igual que yo tuve
que demostrárselo a ellos. Así que, dije las únicas cosas que me hicieron
pensar que ella querría pelear conmigo. Necesitaba hacerla enojar.
A Blakely le gusta la lucha. Necesitaba que ella encontrara su valentía y se
enfrentara a mí.
Después de salir furioso de la casa, conduje un kilómetro por la
carretera y me detuve, observándola en mi celular por las cámaras en la sala
de estar. No puedo explicar lo orgulloso que me sentí de ella cuando la vi
arrojar esos papeles al fuego con determinación. Fue más un “Haré que me
ames” en vez de un “Te amo”, pero lo aceptaré.
Honestamente, no estoy seguro de lo que habría hecho si ella los
hubiera firmado. Pero estaba le diciendo la verdad cuando dije que nunca la
dejaría ir. Probablemente los habría tirado al fuego, quemando cualquier
evidencia de su firma.
Después de presenciar cómo les prendía fuego, dejé de mirar y me
dirigí a Blackout. Tenía que reunirme con Ty. Ese es un nuevo tema que
tengo que tratar.
—Ryat —susurra nerviosa.
—Dime.
Sus manos se acercan a mi camisa y agarra el material.
—No tienes ningún problema en obligarme a demostrar mi valía ante
los Lords, pero no me permites demostrártelo a ti.
—Ya lo has hecho —digo, pasando mi mano por su largo y oscuro
cabello, sintiendo lo suave que es.
Su rostro se decae y mira el suelo. Me alejo de ella y me doy la vuelta
para tomar una ducha cuando sus palabras me detienen.
—Sabía que no te habías acostado con ella.
Me giro y la miro.
—¿Cómo lo sabes?
Ella respira entrecortadamente.
—Porque no te pareces en nada a Matt.
—Tienes razón —gruño—. No lo soy.
Se acerca a mí y envuelve sus brazos alrededor de mi cuello,
atrayéndome hacia ella.
—Ahora es tu oportunidad, Ryat. De demostrarme cuánto confías en
mí.
Aparto la vista de ella y la dirijo a los grandes ventanales que dan al
patio trasero y al bosque, sabiendo que esconden mis secretos.
—¿Y si no puedes soportarlo? —pregunto, mis ojos vuelven a los de
ella—. No puedes decidir marcharte si ves algo que no te gusta —digo con
sinceridad. No lo permitiré.
—¿Quién dijo que me iré? —pregunta, ladeando la cabeza—. ¿No
preferirías tener una esposa que sepa quién eres realmente y decida
quedarse que una que finja que eres otra persona?
Dejando escapar un largo suspiro, pienso en sus palabras. Tiene
razón. Prefiero que sepa quién soy. Un Lord es poderoso, pero también está
solo en un mundo lleno de hombres. Las elegidas solo conocen el sexo y las
fiestas. Las Ladies conocen más, pero todavía muy poco. Sin embargo, la
mayoría prefiere estar en la oscuridad. Mi padre nunca le ha ocultado a mi
madre quién es, pero la he visto salir de la habitación, negándose a escuchar
una conversación que él mantenía con otra persona. No la culpo por eso. A
algunos simplemente no les interesa saber qué clase de maldad camina por
la tierra.
A Cindy le habría pasado lo mismo, quería estar en la oscuridad. Lo
único que le habría importado era el poder y el estilo de vida que mi fortuna
podría habernos proporcionado. Por eso no la quería.
¿Pero Blake? Me gusta que quiera formar parte de mi mundo. Aunque
nunca permitiré que se acerque demasiado. No puedo arriesgar su vida, pero
puedo compartir la mía con ella.
Decidido, asiento.
—De acuerdo.
Su rostro se ilumina y muerde su labio inferior para no sonreír, pero
no lo consigue.
—Pero... —añado—. Si en algún momento creo que no puedes
soportarlo, te haré retroceder.
—Eso es...
—Un trato. —La interrumpo antes de que pueda terminar el
argumento.
Poniendo los ojos en blanco, dice:
—Bien. Es un trato.
—Vamos —digo, tirando de ella hacia la puerta corrediza de vidrio y
bajando los escalones.
—Ryat, está muy oscuro ahí fuera —susurra como si alguien fuera a
escucharnos. El vecino más cercano está a cinco kilómetros.
—No pasa nada. Sé a dónde vamos. —Permanece en silencio
mientras nos adentramos en el bosque, recorriendo el camino que he hecho
durante años. Tomando mi teléfono del bolsillo, uso la linterna una vez que
las luces del porche trasero están demasiado lejos para encontrar la puerta
que se encuentra en la ladera de una colina delante de nosotros.
Me acerco a ella, tecleo el código y la abro.
—Cuida tus pasos —digo, permitiéndole entrar primero, pero
sosteniendo su mano. Cuando la puerta se cierra detrás de mí, la detengo y
enciendo la luz.
La luz ilumina la escalera que lleva al búnker. Esta vez, me coloco
delante de ella y bajo las escaleras con ella detrás de mí.
Una vez que llegamos al rellano, suelto su mano y enciendo la otra
luz para iluminar la habitación y me giro para mirarla. Ella se detiene y su
pequeño grito llena el gran espacio. Sus ojos, muy abiertos, observan la
pared del fondo: cadenas, cuchillos y pistolas cuelgan de ganchos y están en
estanterías. Hay una jaula a la derecha que actualmente está vacía. Pero la
silla en el centro de la habitación es lo que llama su atención. Cindy está
atada a ella con una capucha negra sobre su cabeza. Ella lucha con las
ataduras, y sus palabras murmuradas detrás de la mordaza que tienen poco
sentido.
Me apoyo en la mesa, cruzando los brazos sobre mi pecho, y observo
a mi esposa con atención. Sus ojos están enfocados en Cindy.
—¿Cómo...?
—Tu padre me ayudó a traerla aquí mientras te cambiabas —informo.
Ella tiene que entender que no soy el único que la protegerá. Lo dejó muy
claro cuando me habló en el porche trasero antes de que él y mi padre se
fueran.
Eliminar cualquier amenaza para su hija. No tuve ningún problema en
aceptar eso.
Se gira lentamente y sus ojos finalmente se encuentran con los míos.
—¿Todo esto es porque ella mintió sobre acostarse contigo?
Me abstengo de sonreír ante su inocencia. Esa era una de las razones
por las que no quería mostrarle esto. A veces, me gusta lo inocente que fue
cuando se encontró conmigo por primera vez.
—Esa fue su excusa para aparecer, Blake.
—Sabía que estaba mintiendo... pero no lo entiendo. —Lame sus
labios.
Me aparto de la mesa y me doy la vuelta para mirarla. Tomando el
bolso de diseñador negro, lo volteo boca abajo, vaciando el contenido.
—Esto es lo que ella trajo a nuestra casa.
Blake se acerca a mí y mira todo. Agarra una jeringa llena de líquido
transparente.
—Pero... ella dijo que estaba allí para verte a ti.
—Estaba allí para lastimarte.
Mirándome, frunce el ceño.
—¿Qué quieres decir?
—Compré esa casa hace dos años, Blake. Nunca he invitado a Cindy.
Ella quería hacerte creer que había estado allí varias veces conmigo, pero
era mentira. Su única intención era hacerte daño mientras yo no estaba.
Su ceño se frunce más y deja la jeringa.
—¿Entonces cómo supo dónde estaba?
Sonrío.
—Esa es una buena pregunta. Vamos a preguntárselo. —Me acerco a
la mujer, sentada en la silla, y quito la capucha de su cabeza.
Inmediatamente empieza a retorcerse. Tiene las manos atadas a cada
reposabrazos con una cuerda, y sus piernas están bien separadas, aseguradas
a cada pata con bridas. Arranco la cinta adhesiva de su boca.
Echando la cabeza hacia atrás, grita, haciendo que mis oídos zumben.
—Nadie puede escucharte —le digo.
Se inclina hacia delante lo mejor que puede para mirar a Blakely.
—Ayúdame. Por favor —suplica—. Él está jodidamente loco.
Blake la ignora y agarra el rollo de cinta adhesiva que estaba en el
bolso de Cindy.
—¿Qué ibas a hacer con esto? —pregunta.
—¿Me escuchaste? —grita Cindy—. Me va a matar. —Las lágrimas
corren por sus mejillas mientras tira desesperadamente de la cuerda.
Dejando la cinta, Blake toma la jeringa.
—¿Qué hay en esto?
—Maldita perra —sisea Cindy—. ¡Escúchame!
—Vamos a ver. —Blake se acerca y Cindy empieza a sollozar. Blake
se detiene y me mira—. ¿Importa dónde se la clave?
Me encojo de hombros.
—Lo dudo. —Probablemente sea un sedante de algún tipo. No veo
que Cindy tenga las habilidades de una enfermera para pinchar una vena.
Especialmente si Blake iba a estar luchando en ese momento.
—De acuerdo. —Blake clava la jeringa en la parte superior del brazo
de Cindy y su pulgar se cierne sobre el émbolo.
—Espera. Espera. Espera. Te lo diré —se apresura a decir—. Pero no
lo hagas. Por favor. Te lo diré. Cualquier cosa que quieras saber —dice a
través de las lágrimas que corren por su rostro.
—Te escucho —dice Blake, pero no retira la aguja del brazo de
Cindy.
—Matt me dijo dónde vives —grita ella.
—¿Cómo lo supo? —exijo—. Nadie ha estado aquí. —Blake fue la
primera persona que traje aquí, aparte de mi padre. Bueno, y ahora el señor
Anderson.
Ella sorbe su nariz.
—No me lo dijo. Solo sabía que la trajiste aquí cuando se suponía que
debías estar en Nueva York.
—¿Cómo diablos supo que no me quedé en Nueva York? —grito,
haciendo que se estremezca.
—No lo sé —gime ella—. Por favor, sácala.
Blake retira la aguja y Cindy se hunde en la silla, llorando
suavemente. Empiezo a caminar. ¿Cómo mierda supo que no me había ido?
¿Estaba...?
—Me estaba vigilando —dice Blake.
Me detengo.
—¿Qué quieres decir? ¿Qué te hace pensar eso?
Pone el tapón en la aguja.
—Aquella noche en la fiesta de la casa de los Lords, en tu habitación
me dijo que el fin de semana que volviste a casa antes de tiempo cuando se
suponía que estabas en Nueva York, habías bloqueado mis llamadas y
mensajes de texto entrantes de Sarah para que no fuera a la casa de
los Lords. —Sus ojos se encuentran con los míos—. ¿Qué pasa si él me
estaba vigilando y te vio regresar y traerme aquí?
Mis manos se cierran en puños al pensar en él vigilándola. Llegué a
casa para sorprenderla con su fantasía, pero ¿Y si no hubiera regresado?
¿Qué habría hecho él?
—Tuvimos sexo afuera. En el bosque —anuncia Blake con
nerviosismo—. Me enviaste un mensaje de texto para que fuera a buscarte
y…
—¿De qué estás hablando? —la interrumpo.
Mira a Cindy, que sigue llorando en silencio, y luego vuelve a
mirarme a mí.
—Cuando te llamé. Mentiste y dijiste que tenías que ir a Barrington.
—La parte de que te envié un mensaje de texto —digo.
Tragando, repite.
—Me enviaste un mensaje de texto después de la llamada. Me dijiste
que viniera a buscarte.
—Blake. —Me acerco a ella—. No, no lo hice.
—¡Sí, lo hiciste! —argumenta ella.
—Muéstrame —espeto.
Suspirando, señala las escaleras.
—Mi teléfono está en el dormitorio.

BLAKELY
¿Cómo podría olvidar ese mensaje?
—Vamos a buscarlo —gruñe, agarra mi mano y me conduce hacia las
escaleras.
—Fui yo —grita la suave voz de Cindy.
—¿Qué? —musita Ryat, haciéndola estremecerse.
Nos mira a través de sus pestañas acuosas.
—Fui yo. Matt estaba usando mi teléfono. Te envió un mensaje de
texto. Me dijo que Ryat había bloqueado su número en el de Blakely. Sus
llamadas y mensajes no eran recibidos, así que me pidió usar mi teléfono.
No sabía en ese momento lo que te iba a decir.
—No. —Sacudo la cabeza, negándome a creerlo—. Era Ryat.
—¿Cuál era el número? —exige, girándose hacia mí.
—Era... —Mi corazón martillea en mi pecho cuando me detengo.
—¿Qué era, Blake? —espeta. Agarra mis hombros y me mira
fijamente.
—Era un número bloqueado —susurro.
—¡Hijo de puta! —grita, alejándose de mí—. ¿Por qué diablos
pensarías que era yo?
—¿Quién más podría haber sido? —pregunto, lamiendo mis labios—.
Me habías enviado esa foto mía en la biblioteca antes. —Encogiéndome de
hombros, añado—: Dijiste que te habías ido, pero vi tu camioneta en el
camino de entrada. Luego, cuando fui a buscarte al bosque, vi que estabas
parado en el porche. —Sé que fue Ryat. Él fue quien me folló y me llevó
dentro de la casa. Se había quitado la máscara y nos duchamos. ¿Por qué
habría cuestionado el texto? —Pensé que estabas jugando.
—¡Hijo de puta! —grita y se gira hacia Cindy.
Ella se encoge en su silla, bajando la mirada. Él agarra su barbilla y la
obliga a inclinar la cabeza hacia atrás, haciéndola gemir.
—Sabías que él estaba aquí...
—No —grita ella, con lágrimas corriendo por su rostro—. Me pidió
usar mi teléfono en la fiesta de la casa de los Lords esa noche. Le pregunté
si podía ir con él, y me dijo que no, que estaría fuera hasta tarde pero que
me devolvería el teléfono por la mañana.
Su agarre se aprieta, y ella sorbe la nariz.
—Cuando me lo devolvió, miré y vi a quién le había mandado
mensajes. También había un vídeo...
—¿Qué diablos había en el vídeo, Cindy? —exige Ryat.
Con la cabeza inclinada hacia atrás en un ángulo extraño, se las
arregla para tratar de mirarme, y él grita en su rostro.
—¡Respóndeme!
—Un vídeo... de ustedes dos teniendo sexo en el bosque —solloza.
Aparta su rostro de un empujón y camina hacia la mesa, donde coloca
ambas manos sobre ella e inclina la cabeza. Su camiseta blanca se ciñe
sobre sus anchos hombros y su espalda, mostrándome sus músculos tensos.
Me quedo congelada donde estoy, tratando de entender lo que dice.
Matt nos vio tener sexo aquella noche en el bosque, pero ¿Y si vio algo
más? ¿Estaba sentado en el estacionamiento de mi complejo de
apartamentos cuando Ryat apareció y me secuestró? Tuvo que estar, ¿no? Si
no, ¿Cómo sabría dónde está la cabaña? Si es así, ¿Tiene un video de eso?
—No lo entiendo —susurro por encima de sus sollozos—. ¿Por qué
me diría que viniera a buscarlo, sabiendo que estabas aquí conmigo?
Nadie responde. En vez de eso, Ryat tira todas las cosas que están
sobre la mesa, y éstas rebotan en el suelo de cemento, haciéndola
estremecerse. El silencio se apodera de la habitación, y estoy bastante
segura de que ella está conteniendo la respiración en este momento.
Se da la vuelta lentamente, apoyándose de nuevo en la mesa.
Cruzando los brazos sobre su pecho, entrecierra sus ojos verdes hacia ella.
—Una oportunidad. ¿Cómo supiste que ella estaba aquí esta noche?
Ella agacha la cabeza, con sus hombros caídos en señal de derrota.
—Matt me llamó y me dijo que ella había regresado a la ciudad. Él
sabía que ustedes dos estaban en la casa de los Lords, y si iba a tener alguna
oportunidad contigo, ésta era.
—¿Qué significa eso? —él gruñe.
Ella levanta la cabeza, sus ojos llorosos le suplican que se apiade de
ella, pero incluso yo sé que no lo conseguirá.
—Quiero decir que iba a tener que deshacerme de ella. Pero no...
Él se aparta de la mesa y se acerca a ella.
—No, Ryat... —grita ella, su cuerpo se agita en la silla—. Por favor,
tienes que entender...
Él la silencia cuando camina detrás de la silla y envuelve la correa de
su bolso alrededor de su cuello. Tira de ella con fuerza, haciéndola luchar
en la silla, sus manos se cierran y abren. Sus caderas se levantan mientras
intenta luchar contra la correa que no le permite respirar.
Él se inclina, sus labios se acercan a su oreja mientras sus ojos verdes
se clavan en los míos. Mi respiración se acelera cuando él le susurra:
—Mira a mi esposa, Cindy. Quiero que ella sea lo último que veas.
Odio estar excitada en este momento. Que la parte más pequeña de mí
entienda que está dispuesto a derribar a cualquiera que quiera hacerme
daño. Debería sentirme mal por ella, pero no lo hago. Ella sabía que yo
estaba en su camino para conseguir lo que quería. Y ella iba a hacer lo que
fuera necesario para conseguirlo.
Una parte de mí no puede culparla. Yo haría lo mismo.
Su lucha se debilita, su rostro pierde el color y sus labios se vuelven
azules. Veo cómo sus ojos se ponen en blanco y su cuerpo se hunde
mientras él mantiene la correa en su lugar, quitándole la vida. La segunda
que sepa, por mí.
Quiero preguntar cuántos tienen que morir para que yo viva, pero
si Ryat me hiciera esa pregunta, diría que todos los que sean necesarios.
Quita la correa de su cuello y su cuerpo sin vida se desploma en la
silla. Caminando hacia la mesa, arroja el bolso sobre ella.
—Ve a la casa. Estaré allí en un minuto —ordena, de espaldas a mí.
—Me niego a seguir recibiendo órdenes tuyas, Ryat. —Consigo decir,
cuadrando los hombros. Mi esposo acaba de mostrarme quién es realmente.
Tengo que mostrarle quién soy yo.
Deja escapar un gruñido y se gira.
—Blake...
Me apresuro a acercarme a él, mis manos se dirigen a su rostro y me
inclino sobre las puntas de los pies, pegando mis labios a los suyos,
cortando cualquier tontería que estuviera a punto de decirme. No importa.
Hay situaciones donde las palabras tienen más impacto en alguien, y esta no
es una de ellas.
No duda. Sus manos agarran mis muslos y me levanta. Me hace girar
y deposita mi trasero sobre la mesa.
Alejándome, echo mi cabeza hacia atrás, y deja un rastro de besos por
mi cuello, mientras sus dientes se hunden en mi piel sensible, haciéndome
temblar.
—Ryat —murmuró.
—Joder, Blake —gime, rasgando mi camiseta, exponiendo mis
pechos para él—. Joder, eres perfecta. —Su mano agarra mi pecho
izquierdo y lo aprieta, haciéndome gemir—. Acuéstate —ordena, dándome
una palmada en el muslo, y esa es una orden que no me importa seguir.
Me acuesto de espaldas sobre la fría mesa de metal y me estremezco
cuando desliza mis pantalones cortos y ropa interior por mis piernas y lanza
las prendas por encima de su hombro. Separando mis piernas con las suyas,
da un paso hacia mí y baja la cremallera de sus jeans. Cuando saca su polla,
ya está dura, y mi mente se pregunta si es por Cindy o por mí. ¿Lo que le
hizo a ella lo excitó? ¿O es el hecho de que estoy excitada por lo que él
hizo?
—¡Tú, Blake! —gruñe Ryat—. Esto siempre se trata de ti. —Añade
como si leyera mi mente antes de empujar dentro de mí, abriendo mi ya
sensible coño para adaptarse a su tamaño, y grito. Su mano sube y se
envuelve alrededor de mi garganta, pero no me corta el aire.
—Todavía estás mojada por mi semen cuando te he follado antes —
afirma, mientras sus caderas chocan contra mí.
Mis manos caen sobre la mesa y las extiendo para agarrar el borde a
cada lado para mantenernos en nuestros lugares.
—Voy a llenarte de semen otra vez, Blake. Cada maldita vez tu coño
goteará, mojando tu ropa interior. Un recordatorio de que estuve allí y que
me perteneces.
Entiendo su necesidad de dominarme después de lo que Cindy le dijo
sobre que Matt me vigilaba. Diablos, por eso quería que hiciera lo que le
hizo a ella. Para recordarle que soy su esposa. Que no importa cuánto lo
desee, él me pertenece a mí. Pero no estoy en control de natalidad. No los
llevé conmigo cuando huí. Y me fui por tres semanas. Intenté recordárselo
antes en el dormitorio, pero no me dejó hablar.
—Ryat, yo no... —Su mano se aprieta alrededor de mi garganta, sus
dedos se clavan a ambos lados de mi cuello, esta vez cortando de nuevo mis
palabras y mi aire.
Él me mira, con una sonrisa en sus labios.
—Lo sé, Blake, y no me importa una mierda.
Gemiría si fuera capaz de hacerlo, pero su mano alrededor de mi
garganta lo impide. Acelera el ritmo y mis manos sueltan los bordes de la
mesa y mis ojos se vuelven pesados por la falta de oxígeno. Me dejo llevar,
dejándolo hacer lo que quiera conmigo. Le confío mi vida.
Empuja con tanta fuerza que mi cabeza cae por el borde y veo una
imagen invertida del cuerpo de Cindy desplomado en la silla. Su rostro
mojado por las lágrimas, y su cabello enredado. Su cuerpo comienza a
volverse borroso a medida que el mareo se apodera de mí.
Mis ojos se cierran y la sangre se agolpa en mis oídos, bloqueando el
sonido de sus gruñidos. Mi cuerpo flota, se eleva como un globo. Cada vez
más alto hacia el cielo. El dolor lo hace aún más placentero y la elección de
darle libremente el control.
Es adictivo, como imagino que sería una droga. Me siento mareada,
casi drogada. Mi coño se contrae a su alrededor, y él sisea cuando mi
cuerpo reacciona y me vengo sobre su polla. Esa ola de calor me invade y él
suelta mi garganta.
Tomando aire, comienzo a toser, pero eso no lo detiene. Siento un
torrente de sangre y la pérdida del poco enfoque que me quedaba. Me
penetra una vez más, y lo siento palpitar. Se viene dentro de mí, tal y como
dijo que iba a hacer.
Capítulo 42
RYAT

Miro hacia abajo y veo cómo mi polla semidura se desliza fuera de


ella mientras el semen gotea de su coño mojada. Paso mis dedos a través de
sus pliegues y luego los empujo dentro de ella, haciéndola gemir.
—Tengo que asegurarme de que recibas hasta la última gota —digo, y
ella mueve sus caderas hacia delante y atrás sobre mis dedos. Es una zorra
tan necesitada de mí.
—Ryat —tose mi nombre, aun tratando de recuperar el aliento
mientras su cuerpo tiembla incontroladamente.
—Shh —digo, sacándolos. Inclinándome, beso su vientre plano. Ella
enreda sus dedos en mi cabello y vuelvo a besar su suave piel, bajando
hasta su coño—. No puedo esperar a verte embarazada, Blake —susurro
contra su piel, lamiendo su coño, saboreándolo.
Gime ante mis palabras.
Nunca había pensado en tener hijos. Quiero decir, claro, sabía que
algún día los tendría. Pero desde que ella regresó, es lo único en lo que
pienso. Su vientre hinchado y sus tetas más grandes. Quiero a Blakely Rae
Archer embarazada de mi hijo, y voy a conseguirlo.
Arrojando sus piernas temblorosas sobre mis hombros, me arrodillo
en el suelo de cemento al borde de la mesa y meto mi lengua. Manteniendo
los ojos abiertos, la veo retorcerse ante mí. Sus manos agarran sus pechos y
pellizca sus duros pezones.
A mi chica le gusta un poco de dolor. Eso es lo que la excita.
No me detengo. Podría ver cómo se viene una y otra vez y no me
cansaría de eso. Podría decir que es una cosa de control, pero es más que
eso. Es el hecho de que soy el único que la ha visto así. Tan vulnerable e
incapaz de controlar sus antojos.
Ella se ha convertido en mi obsesión, pero sé que yo también me he
convertido en la suya.
Su cuerpo se retuerce sobre la mesa, y deslizo mis manos por sus
piernas, mi pulgar juega con su clítoris mientras sus caderas cabalgan sobre
mi rostro. Ella arquea la espalda, su respiración se acelera de nuevo, y sus
muslos se aprietan alrededor de mi rostro, manteniéndola en su lugar, se
viene por segunda vez.
Chupo su coño como si fuera mi propia ventosa con sabor a miel,
llenando mi boca con su dulce sabor. Su cuerpo se hunde en la mesa y sus
piernas caen de mis hombros. Alejándome, me inclino sobre la mesa, de pie
sobre su cuerpo, y agarro su rostro. Me mira con ojos pesados. Todavía
están desenfocados por mi mano alrededor de su garganta, restringiendo su
aire. Apretando sus mejillas, entiende lo que quiero y la punta de su lengua
rosada sale, recorriendo lentamente sus labios antes de separarlos para mí,
abriéndolos de par en par. Me inclino y escupo en su boca.
—Pruébate —ordeno, viendo cómo sus fluidos se deslizan por su
lengua hasta el fondo de su garganta. Cierra los labios y traga, y presiono
mis labios contra los suyos, deseando probarla otra vez.
Gime y su lengua se encuentra con la mía para un beso rápido, luego
me separo de ella para que pueda tomar aire.
Levanto la mano, agarro la parte trasera de mi camiseta y la deslizo
por encima de mi cabeza.
—Toma, tienes que ponerte algo mientras te llevo a la casa.
Me permite ayudarla a sentarse y le pongo la camiseta pasándola por
encima de su cabeza. Ahora que sé que Matt sabe dónde vivimos, tengo que
asegurarme de que nunca esté desnuda, sin importar la hora del día o de la
noche. Esto también significa que necesito cortinas opacas para todas las
ventanas de la sala de estar. Hay demasiadas oportunidades para que él la
observe.
Podría estar sentado afuera ahora mismo porque sabía que Cindy
estaba aquí.
—¡Mierda! —siseo. Me había olvidado de ella.
—¿Qué? —pregunta Blake y su cuerpo se tensa.
—Me encargaré de eso —digo, tirando la camiseta hacia abajo para
cubrirla.
—¿De qué? —pregunta, y entonces sus ojos se posan en la chica
muerta de la habitación—. Quiero ayudarte.
—Blake...
—Ryat, déjame ayudarte.
Dejando escapar un suspiro, asiento. No puedo dejarla aquí sola de
todos modos. Tengo que ocuparme de un par de cosas esta noche. Ella no lo
sabe, pero estoy a punto de ponerla a prueba otra vez. La única diferencia es
que esta vez no la culparé si no aprueba.
—Bien. Primero tenemos que buscar mi camioneta.

***
Conduzco por la carretera de dos carriles, los faros iluminan lo que
hay delante, cuando mi celular suena y lo agarro para revisarlo rápidamente.
¡Listo!
Exactamente lo que quería ver. Hice una llamada telefónica mientras
le pedí a Blake que preparara una maleta para nosotros. No vamos a volver
a la cabaña esta noche, posiblemente no por un tiempo. Salgo del texto
de Gunner y dejo el celular sobre mi regazo. Saliendo de la carretera
principal, giro hacia la puerta abierta.
—¿Qué estamos haciendo aquí? —pregunta Blake, sentándose más
erguida.
—Ocupándome de un asunto—digo vagamente. Pronto lo descubrirá.
La catedral está a la vista y me detengo en un lugar del estacionamiento.
Somos los únicos aquí en este momento—. Vamos. —Apago la camioneta.
Salimos, vamos a la parte trasera del vehículo y abro la puerta de
parte trasera.
—Toma esto. —Le entrego a Blake una pala. Luego tomo el cuerpo
envuelto en plástico y me lo lanzo sobre mi hombro—. ¿Estás bien? —
Mirando hacia ella, me aseguro de que no quiera salir corriendo o quedarse
aquí en lugar de seguirme.
Asiente en respuesta.
Acomodando el peso sobre mi hombro, empiezo a caminar lejos de la
camioneta y hacia el costado del edificio. Blake me sigue en silencio hasta
la parte de atrás. Pasamos por el lugar donde me la follé por primera vez
después de la ceremonia de votos y seguimos avanzando. Cuanto más nos
alejamos de la catedral, más oscuro está.
—Ya casi llegamos —le digo.
Al llegar a un viejo portón de hierro forjado, me detengo.
—Abre eso, por favor —Le pido.
Se apresura a pasar junto a mí, retira el candado roto y lo empuja para
abrirlo, el sonido chirriante hace que se estremezca, y rápidamente mira a
su alrededor como si alguien fuera a escucharlo.
Entramos en el cementerio y me dirijo a la derecha, donde sé que hay
un lugar. Dejo caer el cuerpo al suelo y busco la pala.
Blake me la entrega, sin decir nada, y empiezo a cavar.

BLAKELY
Ryat gruñe, empujando el extremo de la pala en el suelo y luego la
pisa, cavando una tumba. Solo tardé un segundo en darme cuenta de por
qué estamos aquí.
Mirando el cementerio, veo que la mayoría de las lápidas son iguales,
pequeñas, con nada más que un nombre y un apellido y las fechas de
nacimiento y muerte. Ningún amado padre, ni madre cariñosa... no se
menciona nada más como se suele ser. Algunas están completamente en
blanco.
—¿Qué es este lugar? —pregunto.
—Un antiguo cementerio —responde, metiendo de nuevo la punta
antes de tirar el exceso de tierra a un lado.
—¿Por qué la estamos enterrando aquí? —pregunto—. ¿No tienes
miedo de que alguien la encuentre? —Utilizan la catedral para la ceremonia
de votos, pero podría ser para más cosas por lo que sé.
—Lords, elegidas y ladies son enterrados aquí... Bueno, esa no es toda
la verdad. Es más complicado que eso. —Deja de cavar y me mira. Sus ojos
parecen de un tono verde más oscuro solo con la luz de la luna. O tal vez
solo los veo así por lo que acabo de presenciar que le hizo a Cindy—. En su
mayoría son miembros que traicionan su juramento, y si un miembro tiene
que matar a alguien, también es enterrado aquí. Si un miembro muere por
causas naturales, entonces se lo entierra donde quiera. —Se encoge de
hombros despreocupadamente, volviendo a cavar—. O se los incinera.
Tienen el privilegio de elegir antes de morir.
Muerdo mi labio inferior.
—¿Cuántos han enterrado aquí?
Deteniéndose de nuevo, hunde la punta en la tierra y coloca el
antebrazo sobre ella, utilizándolo como apoyo. Puedo ver un pequeño brillo
en su frente donde ha empezado a sudar por el trabajo.
—Siete.
Trago saliva y asiento.
—¿Cuántos de ellos eran Lords?
—Casi la mitad.
¿Por qué mataría a alguien que no es un Lord? ¿Le ordenaban
matarlos? Sé que el tipo que intentó matarme no era un Lord, y le cortó la
garganta. Entonces, ese es al menos uno que yo sepa. Si trajeron a ese tipo
lo enterraron aquí.
—¿Cuántos de ellos eran mujeres? —pregunto.
—Esta es la primera. ¿Alguna pregunta más? —cuestiona, arqueando
una ceja oscura, y niego con la cabeza.
Entiendo que esté cansado. Estoy jodidamente exhausta. Ha sido una
larga noche, y después de lo que me hizo en ese búnker subterráneo, quiero
irme a la cama. Pero no quería quedarme sola en la cabaña, no después de
lo que nos dijo Cindy. Incluso ahora, siento que alguien nos observa. Pero
no se lo diré a Ryat. No quiero que se preocupe o, peor aún, que piense que
no puedo manejar esta vida.
Al terminar, tira la pala a un lado y hace rodar el cuerpo envuelto en
la tumba. Luego vuelve a tomar la pala y la cubre.
Permanezco en silencio, meciéndome de un lado a otro, con los
brazos cruzados sobre mi pecho, tratando de mantener el calor. Antes de
salir, me puse unos pantalones de yoga, una zapatillas de deportivas y una
de sus sudaderas con capucha.
Una vez que termina, arroja la pala sobre su hombro y, en silencio,
empezamos a caminar de regreso a la catedral y hacia su camioneta. Pero
me sorprende cuando abre la puerta trasera del edificio y me arrastra al
interior.
Caminamos por un pasillo hasta una puerta que él abre de un
empujón. Es una especie de oficina. Tira la pala sucia al suelo y se gira para
mirarme.
—¿Qué estamos...?
La puerta que se abre detrás de mí me hace dar un salto, mi corazón
empieza a latir con fuerza en mi pecho y chillo cuando veo
a Gunner asomar la cabeza.
—Estamos listos —dice alegremente.
Ryat asiente.
—Gracias.
Gunner entra, coloca una caja en el suelo y se queda ahí, mirándome.
Mis ojos muy abiertos se dirigen a Ryat.
—¿Qué está pasando? —pregunto.
Se acerca a mí, toma mi rostro con sus manos cubiertas de suciedad y
lame sus labios.
—¿Confías en mí?
—Sí —digo sin dudar, aunque mi cuerpo tiembla con nerviosismo.
¿Esta es otra prueba? ¿Qué pasa si fallo?
Sus ojos examinan los míos.
—Necesito que vayas con Gunner.
—¿Qué? —grito—. No, Ryat...
—Confía en mí, Blake. —Él asiente hacia mí—. Necesito que vayas
con Gunner.
Se me forma un nudo en el estómago, y mi mente corre a cien
kilómetros por hora con todos estos escenarios diferentes de lo que está a
punto de suceder. ¿Por qué quiere deshacerse de mí? ¿No he demostrado
que puedo soportar lo que él hace? ¿Qué debe hacer una Lady?
—Está bien —susurro, sabiendo que no se puede luchar con él. Y no
mentí. Confío en él. Si quiere que vaya con Gunner, entonces es lo que
haré.
Se inclina y me besa tiernamente mi frente, luego da un paso atrás.
Sus manos caen a los lados y yo me giro, dándole la espalda, y sigo
a Gunner fuera de la habitación.
Permanezco en silencio mientras lo sigo por el pasillo hasta una
nueva puerta. Esta catedral es grande, pero ya he recorrido este pasillo
antes. La última vez, estaba empapada y tenía las manos esposadas en mi
espalda.
Gunner se detiene y abre una puerta.
—Las Ladies primero. —Me hace un gesto para que vaya.
Ingresando en la sala, mi cuerpo se pone rígido al ver los bancos
llenos de Lords. Todos están vestidos con capas y máscaras, sentados en
silencio. Deben haber llegado mientras nosotros estábamos en el
cementerio, porque cuando llegamos, el estacionamiento estaba
vacío. Ryat tardó una buena hora en enterrarla. Tal vez incluso más que eso.
Lo único que sé es que me alegro de que haga más calor aquí que fuera.
Gunner agarra mi mano y obliga a mis pesadas piernas a caminar
hacia el primer banco. Ya hay un asiento vacío en el extremo, el más
cercano al pasillo. Me siento allí y lo miro, esperando que me diga algo que
me ayude a saber lo que está pasando, pero en vez de eso, me da la espalda
y vuelve a salir por la puerta lateral, dejándome sola.
Mis piernas empiezan a rebotar y jugueteo nerviosamente con mi
anillo de bodas cuando escucho un ruido en el balcón del segundo piso.
Miro hacia arriba y veo a dos hombres vestidos con capas y máscaras que
arrastran a una mujer hacia el centro, donde veo una silla ya ubicada justo
en el borde de la piscina de bautismo.
Solo lleva una camiseta y un par de bragas negras con una capucha
sobre la cabeza. Ella lucha contra los dos Lords, y eso hace que su ya corta
camiseta muestre su estómago. La empujan hacia la silla, donde proceden a
atarle las muñecas a los reposabrazos de madera, y luego hacen lo mismo
rápidamente con los tobillos.
Trago saliva con nerviosismo y miro a los Lords que están sentados
en los bancos para ver una reacción a lo que está sucediendo. Pero, por lo
que sé, podrían estar todos durmiendo, ya que no puedo ver sus rostros.
¿Es otra ceremonia? Si es así, ¿Seré la siguiente? ¿Qué vamos a
jurar?
Los dos Lords se alejan de ella, y el de la izquierda le quita la
capucha. Mis manos se mueven hacia mi rostro para cubrir mi boca antes de
que el grito ahogado pueda escapar. Es la novia de Matt, Ashley.
Mis ojos recorren el escenario, observando cómo ambos hombres
retroceden varios pasos más y cruzan los brazos sobre sus pechos.
El sonido de una puerta crujiendo se apodera de la sala y miro a mi
derecha. Mi estómago da un vuelco cuando veo que es Ryat. No lleva capa
ni máscara. Está vestido con un jeans, camiseta y botas de combate. Está
sucio, cubierto de tierra, y su camiseta está mojada por el sudor mientras
cavaba en la parte de atrás.
Lentamente, sube las escaleras hasta el segundo piso, tomándose su
tiempo como lo ha hecho toda la noche. Ashley lo ve y se retuerce en la
silla. Ryat se detiene junto a ella, y me tenso.
¿Qué está haciendo?
¿Por qué la lastimaría? Ella no debería ser responsable de las acciones
de Matt.
Dándose la vuelta, se acerca a una mesa en la esquina y toma un
cuchillo. Estoy a punto a decirle que se detenga, pero tapo mi boca con
ambas manos antes de que pueda pronunciar las palabras. Me dijo que
confiara en él. Tal vez solo vaya a asustarla.
—Ashley —dice su nombre, y ella gime, tirando de sus ataduras. La
cinta adhesiva sobre su boca le impide hablar—. Supongo que sabes por
qué estás aquí.
Ella niega con la cabeza y las lágrimas corren por su rostro.
Él se pone a su lado y le quita la cinta.
—¡Lo lamentaras hijo de puta! —grita ella—. ¡Matt te va a matar! —
Mueve la cabeza de un lado a otro, haciendo que su cabello rubio
blanquecino golpee su rostro.
—Es curioso que creas que le importas una mierda —dice Ryat, y
todos los Lords se ríen de eso.
Ella le muestra los dientes.
—Me ama más de lo que jamás amará a esa perra.
Quito las manos de mi boca. Tiene que estar hablando de mí.
—Debe ser por eso que la desea tanto. —Él asiente—. Para
demostrarte que te quiere más. —Extendiendo la mano, pone la punta del
cuchillo en su mejilla, y ella trata de apartar la cabeza tanto como pueda—.
Vamos a jugar a un juego —dice Ryat—. Se llama confesionario.
Apropiado, ¿no? Voy a hacerte una pregunta, y cada vez que te niegues a
contestar o mientas, te haré un corte.
—¡No te diré una mierda! —grita.
—Eso es lo que todos dicen. —Pasa la punta de la hoja del cuchillo
por su cuello, por debajo de su oreja, y la sangre brota al instante de la
herida mientras los altos techos abovedados se llenan con su grito
ensordecedor.
—Comenzaremos con algo fácil —anuncia Ryat—. ¿Sabías que Matt
y Blakely estaban juntos cuando la conociste en la fiesta en la Casa de
los Lords?
—Sí —espeta ella.
Me siento más erguida. ¿Sabía quién era yo? ¿Él le había hablado de
mí?
—¿Y aun así aceptaste ser su elegida antes de esa noche? —
pregunta Ryat, inclinando la cabeza hacia un lado.
—Me contó todo sobre ella. La perra estaba obsesionada con él.
Mis dientes rechinan ante sus palabras, pero no estoy segura de por
qué estoy sorprendida. Los hombres como Matt siempre hacen parecer que
todas las mujeres los desean. Lo hice porque es lo que se me permitió
querer. Si hubiera tenido opciones, seguro que habría elegido a otra persona
para salir.
—Estaba desesperada. Una maldita puta hambrienta que no podía
entender una indirecta —grita—. Deberías saberlo, se casó con el primer
tipo con el que se acostó.
Creo que ella intentaba que eso fuera como un insulto para Ryat, pero
él se limita a sonreírle, orgulloso del hecho de haberme quitado la
virginidad.
Mis manos se cierran en puños. En realidad, sentía pena por ella,
pensé que tal vez no sabía qué clase de hombre era, pero sabía que
estábamos juntos. Sabía que yo era virgen. ¿Cuánto más le dijo Matt?
Recostándome en el banco, cruzo los brazos sobre mi pecho, lista para
escuchar lo que él le va a hacer confesar.
Capítulo 43
RYAT

Sonriendo, muevo el cuchillo hacia su cuello, y ella inclina la cabeza


hacia atrás, su pecho sube y baja rápidamente con cada respiración. Por
mucho que esta perra intente hacerse la dura, está aterrorizada.
—Cambiando de tema —digo— ¿Sabías dónde estaba Blake cuando
escapó? —No voy a desperdiciar mucho de nuestro tiempo. Gunner y
Prickett trajeron a los Lords aquí para un espectáculo, así que les daré uno.
—No —gruñe.
Bajo el cuchillo, cortando un trozo de piel en la parte superior de su
hombro.
—Eso es mentira.
Ella grita, la sangre fluye por su brazo y por la silla mientras el trozo
de piel cae en el suelo junto a mis pies.
Si Matt sabía que ella había regresado y envió a Cindy para quitar a
Blake de su camino, entonces Matt tenía que haber sabido dónde estaba
todo el tiempo, lo cual tiene sentido. Son solo más piezas del rompecabezas
que necesitaba. Como ahora tengo el teléfono de Cindy, tengo acceso a
muchos de sus secretos. Todos los que involucran a mi esposa huyendo de
mí.
—Otra vez. ¿Sabías dónde estaba Blake cuando escapó?
—Sí —consigue decir entre un sollozo, dejando caer la cabeza hacia
delante.
Ahora estamos llegando a algo.
—¿Cómo lo supiste?
Sorbiendo y lamiendo los mocos y las lágrimas que cubren su labio
superior, responde:
—Matt me dijo que iba a hablar con ella en tu habitación. Y que ella
saldría corriendo después... me dijo que la siguiera y le dijera a dónde iba.
Odio lo mucho que Matt me engañó. Sabía que le había dicho esas
cosas a Blake para que huyera, pero él sabía exactamente lo que ella haría y
quería tenerla vigilada. Pensé que era solo el hecho de que me dejara, pero
él quería saber dónde estaba cuando sabía que yo no podía localizarla.
—¿No te pareció extraño? —Agito el cuchillo ensangrentado en el
aire—. ¿Que tu Lord quisiera que siguieras a su ex?
—Él... me dijo que solo quería asegurarse de que ella no regresara. —
Ella tira de las ataduras, y observo que la sangre empieza a correr por sus
muñecas debido a la tensión de las bridas. Sus manos se están volviendo
azules. No deja de abrirlas y cerrarlas.
—Pero regresó —añado—. Porque la encontré y la traje de vuelta.
—No. —Ella niega con la cabeza rápidamente, sacudiendo su cabello
—. Volvió por Matt.
Frunzo el ceño.
—¿Qué te hace pensar eso?
Suelta un suave sollozo.
—Él me lo dijo. Dijo que ella volvió por él. Que quería divorciarse de
ti... —No es una completa mentira, ella me lo dijo cuando la arrastré de
regreso—. Y que tenía que ayudarlo a cuidarla.
Matt le dijo a Cindy que Blake estaba en la casa de los Lords, lo cual
era cierto, y que si ella me quería, tenía que quitar a Blake de en medio. El
hombre está poniendo a todas las perras que conoce sobre mi esposa,
esperando que alguien la elimine. ¡Sobre mi cadáver!
—Eso no es lo que me dijo Cindy
Levanta la cabeza y sus ojos grandes y llorosos se encuentran con los
míos. Ella no sabe que ya he jugado a este juego con su mejor amiga.
—Cindy... no...
Arrastro la punta del cuchillo por su brazo, cortando la piel, y ella
grita.
—Inténtalo de nuevo.
—Detente —solloza—. Por favor... no lo entiendes.
Eso también es lo que dijo Cindy.
—Explícamelo de la forma más sencilla.
La saliva vuela de su boca cuando habla.
—Blake había estado explotando el teléfono de Matt cuando escapó.
—Otra mentira... —Agarro un puñado de su cabello y empujo su
cabeza hacia delante, pasando la cuchilla por su nuca, asegurándome de
cortar solo la piel y no cortar demasiado profundo y llegar a su médula
espinal—. ¡Di la verdad! —Grito, ya cansado.
Ella solloza.
—No sé...
Corto a lo largo en la parte superior de su muslo descubierto. No la
apuñalaré porque no quiero que muera. Todavía. Solo quiero que sienta el
aguijón lo suficiente como para sangrar.
Mis botas negras de combate pisan los charcos de sangre en el suelo
mientras la rodeo, dejando huellas ensangrentadas alrededor de la silla.
Ignorando sus gritos, me acerco a la mesa y agarro el teléfono
que Gunner puso allí. Abriendo un chat, lo leo en voz alta.
—Sabes que Ryat volverá a buscarla, Cindy le dice a Matt —leo,
saltando a la mitad de su conversación. No es necesario repetir todo el
asunto. Después de todo, ella formó parte de eso, así que debería
recordarlo.
»Sí, cuenta con eso. Esta vez, no tendrá tanta suerte. Lo único que
verá de ella serán los vídeos que yo decida enviarle. Por cierto, ese era tu
novio. —Le aclaro a Ashley, que solo permanece sentada allí sangrando y
llorando—. Ahora es cuando la cosa se pone interesante. —Me desplazo un
poco hacia abajo—. Te uniste a la conversación, Ashley.
»Puedo conseguirte un sedante para darle. De esa manera, no tienes
que pelear con ella. Socochelo un pinchazo, y ella estará fuera. Lo enviaste
con un emoji durmiendo.
»No le des demasiado. Podrías matarla. La quiero inconsciente, no
muerta, Matt le responde a Cindy sobre tu encantadora idea.
»Pero, ¿Cómo voy a ser capaz de llevarla hacia ti? Cindy le preguntó
a tu novio.
»Estaré cerca. Solo mándame un mensaje cuando esté
hecho, respondió Matt.
Bajando el celular de Cindy, la miro.
—¿Tengo que continuar?
Sus ojos se entornan hacia mí, y sus labios se contraen, mostrando los
dientes.
—¡Jodidamente lo arruinaste! —gruñe Ashley. He tocado un nervio.
Bien. Por fin estamos llegando a algo—. Su oportunidad de ser un gran
Lord. ¿Entonces eliges a su novia? Ambos se merecen lo que van a recibir.
—¿Y tú estabas más que dispuesta a ayudarlo? —pregunto, ladeando
la cabeza.
—Por supuesto —espeta—. Una Lady está al lado de su Lord.
—Aw. —Asiento—. Ahora lo entiendo. Te prometió no solo
retribución sino también el estatus de Lady. —Lo que tiene que ser una
mentira porque todavía estaba planeando casarse con Blake. Los Lords son
muchas cosas, pero todavía solo se les permite tener una esposa. Ahora
pueden follar con todas las mujeres que quieran fuera de su matrimonio,
pero legalmente, en el papel tienen una sola esposa.
—Se suponía que ella no regresaría. La vigilé durante tres malditas
semanas por él. Día tras día mientras ella trabajaba en ese bar de mierda y
se quedaba en ese motel de mala muerte. —Resopla—. Le dije que había
terminado y que iba a regresar, entonces él envió a Derek a vigilarla. —Me
dedica una sonrisa escalofriante—. Él quería cobrarle un favor, y ella era el
mejor pago que Matt podía darle.
Respirando profundamente, levanta su barbilla mientras paso el
cuchillo ensangrentado por mi muslo, manchando mis jeans con su sangre.
—¡Así que, jódete, Ryat! —espeta, y entonces sus ojos miran hacia el
nivel inferior—. Él les hará la vida imposible y se asegurará de que tú lo
veas. —Sus ojos inyectados en sangre me miran.
—Esto ha sido informativo. Gracias por jugar —digo, sabiendo todo
lo que necesitaba saber. En realidad, ya sabía todo esto, pero necesitaba su
confesión para matarla delante de los Lords. Agarro al respaldo de la silla
—. Tu premio es la muerte.
—No... espera. Matt...
La empujo hacia delante, tirándola a la piscina de bautismo aún atada
a la silla. Su voz resuena por toda la catedral antes de que su cabeza se
sumerja. Su sangre tiñe instantáneamente el agua de rojo, haciéndola
parecer vino tinto, y ella lucha en la silla mientras toca el fondo.
Estoy siendo un poco teatral en este momento. Más de lo habitual,
pero pensé que sería poético matarla como casi lo hace Matt cuando estaba
en el agua con ella para la ceremonia de votos. Nunca debí pararme y
detenerlo. Esa fue una lección que aprendí por las malas.

BLAKELY

Me siento entumecida.
Ni siquiera me entristece que Ryat haya torturado a la mujer o el
hecho de que parecía que lo disfrutaba.
Sentada aquí, me doy cuenta de que todo ha sido una mentira. Es
decir, una parte de mí ya lo sabía, pero pensarlo y confirmarlo son dos cosas
muy diferentes.
Ahora solo parezco una estúpida. Todo el tiempo que estuve con
Matt, él tenía a alguien más. Y ella sabía de mí. Ella estaba en todo,
fingiendo que no sabía quién era yo. Ayudándolo cuando escapé. Me
vigilaba como mi más grande admiradora.
Todos los Lords se levantan y salen de la catedral uno por uno, y yo
me quedo plantada en mi asiento, incapaz de moverme. En vez de eso, mis
ojos están fijos en el vidrio que muestra el interior de la piscina de
bautismo.
El cadáver de Ashley está en el fondo, todavía atado a la silla en el
agua roja. Cada momento de mi vida en los últimos dos meses ha sido
rastreado o forzado de alguna manera.
La única decisión real que tomé fue la de seguir siendo la esposa
de Ryat. Él fue obligado a elegirme como su elegida. Me sentí obligada a
casarme con él para salvarme de Matt. Ryat dijo que no estaba prestando
atención si pensaba que quería divorciarse de mí, pero elegí no firmar esos
papeles. Quería luchar por él. Por nosotros. En un mundo lleno de humo y
espejos, él es algo real. Llegamos aquí por casualidad, pero seguimos juntos
por elección.
No puedo agradecerle lo suficiente por encontrarme cuando escapé.
Pensé que Ryat me estaba vigilando mientras yo estaba fuera, pero resulta
que era Matt. Tenía los ojos puestos en mí, y cuando se dio cuenta de
que Ryat se estaba acercando, le pagó a un pedazo de mierda llamado Derek
para que me matara.
—¿Blake?
Parpadeo, bajando la mirada y veo un par de ojos verdes
mirándome. Ryat está arrodillado frente a mí. No digo nada. Mis labios no
funcionan.
Él suspira con fuerza. Extiende la mano y pasa su pulgar por mi
mejilla, luego lo limpia en sus jeans ya ensangrentados. ¿Estoy llorando?
No estoy segura de por qué estaría llorando. No siento nada por esa perra
que acaba de matar.
—Vamos. —Toma mi mano y tira de mí para ponerme en pie, pero
mis piernas ceden, así que me levanta, acunándome en sus brazos.
Mi cabeza cuelga del lado de su antebrazo, y miro hacia arriba para
ver a Gunner y Prickett sacando el cuerpo sin vida de Ashley del agua.
Siguen vestidos con sus capas, pero sus máscaras están en el suelo. Observo
cómo cortan las bridas y su cuerpo cae al suelo con un ruido sordo,
luego Ryat camina hasta la puerta y ya no puedo verla. Una parte de mí
quiere ver cómo la entierran. Fue satisfactorio saber que Cindy estaba bajo
tierra en un cementerio donde nadie miraría. Quiero esa misma satisfacción
con Ashley también.
Ryat me coloca en el asiento del copiloto de su camioneta, abrocha mi
cinturón de seguridad y cierra la puerta. Apoyo la cabeza en la fría
ventanilla mientras nos lleva quién sabe dónde.
Ni siquiera presto atención a dónde vamos. Su teléfono suena dos
veces y habla con alguien por el bluetooth, pero, de nuevo, no le prestó
atención.
¿Ya no importa nada? ¿La vida?
Matt me quiere muerta. Especialmente ahora. ¿Qué pasa si tiene
éxito? Quiero pasar más tiempo con Ryat. Quiero que tengamos hijos.
¿Debería conseguir eso? ¿Lo merezco? No. No soy diferente de los que
intentan matarme. Pero todos los demás también están haciendo todo lo
posible para conseguir lo que quieren. Voy a hacer lo mismo.
«O matas o te matan» me había dicho Ryat una vez. No entendía qué
tan cierto era eso, pero ahora lo entiendo. Es solo un juego, y quién sabe
quién seguirá vivo cuando termine.
Capítulo 44
RYAT

Me detengo en el estacionamiento trasero abarrotado de Blackout y


salgo. No dijo ni una sola palabra y, sinceramente, me tiene preocupado.
Agarro la bolsa de la parte de atrás y la tiro sobre mi hombro antes de ir a
su puerta y levantarla en mis brazos. Cierro la puerta del pasajero y la
puerta trasera de Blakout se abre de golpe mientras atravieso el
estacionamiento.
Ty la mantiene abierta para mí y la mira.
—¿Ella está bien?
—Sí —miento, tratando de convencerme a mí mismo más que a él.
Sigo diciéndome a mí mismo que solo ha sido una larga noche. Entre
nuestra pelea, un falso divorcio, el sexo en mi búnker y dos asesinatos, solo
necesita descansar.
El club está en pleno apogeo, pero el sonido de "Honesty" de Halsey a
todo volumen no parece inmutarla. La llevo por las escaleras y luego en el
ascensor hasta el cuarto piso, por un largo pasillo donde Ty abre una puerta
para mí.
—Aquí tienes. —Mete la llave en mi bolsillo trasero, ya que tengo las
manos ocupadas.
—Gracias, hombre.
—Cuando quieras. Eres bienvenido a quedarte todo el tiempo que
necesites. —Él cierra la puerta detrás de mí, dejándonos solos, y camino
hacia la suite principal trasera, y directamente al baño. Necesito una ducha.
Estoy cubierto no solo de sangre, sino también de suciedad por haber
cavado una tumba.
La coloco sobre la encimera de mármol negro y empiezo a
desvestirla, pero ella permanece en silencio. Sus ojos están vidriosos, me
mira pero no ve nada.
—Necesitamos una ducha —le digo, y ella asiente lentamente. Me
escucha, así que aún no la he perdido por completo.
Dejándola en la encimera, entro en la ducha romana y abro el grifo.
Después de desvestirme, la levanto y la llevo a la ducha. La pongo de pie,
pero utilizo mi cuerpo para sostenerla contra la pared de azulejos blancos,
dejando que el agua caliente nos bañe, que lave otra noche de cadáveres.
Parpadea y sus ojos se centran en los míos.
—Ahí está mi chica. —Exhalo aliviado, paso mi mano por su cabello
mojado y sonrío.
—¿Crees en el cielo y el infierno? —pregunta con voz suave mientras
veo que sus ojos azules se llenan de lágrimas—. Realmente nunca había
pensado en eso —Lame sus labios—. Pero tiene que haber algo mejor que
esto, ¿no? Tanto odio. Tanto engaño. ¿Cómo se puede saber lo que es real o
falso?
—No —respondo su pregunta con honestidad—. No creo en la vida
después de la muerte. —Sus ojos estudian los míos y, por una vez, odio lo
vulnerable que parece, casi rota. Quiero que se recupere. Ese es mi trabajo
como su esposo. Ella me pertenece, y Matt sigue controlando sus
emociones haciéndola cuestionar todo. —Los Lords me han mostrado que
la oscuridad existe. Que no hay que morir para arder. Y entonces apareciste
tú... —Coloco ambas manos en su rostro húmedo y ella parpadea,
permitiendo que la primera lágrima ruede por su mejilla—. Puedo verte,
tocarte y besarte. —La limpio con mi pulgar—. Puedo amarte. —Mis ojos
se posan en sus labios carnosos y el inferior tiembla—. Tú, Blakely Rae
Archer, eres mi cielo. —Soltando su rostro, tomo su mano izquierda y
levanto sus nudillos a mis labios, besando su anillo de bodas—. Hice un
voto para protegerte Blake, y le enseñaré a cualquiera que intente hacerte
daño mi versión del infierno.
Incendiaría el mundo, incluso a mí mismo, si eso significara salvarla.
BLAKELY
¡Esto es real!
Esto es lo que quería. Todo el tiempo. Aceptación, amor,
comprensión. ¿Y si tiene razón, y esto es todo lo que tenemos? Y cuando
mueres, simplemente... te vas. Eventualmente ni siquiera serás un recuerdo
para nadie.
Puedo vivir con eso porque lo tengo a él.
Envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, acerco su rostro al
mío. Sus manos golpean la pared, dejando el más mínimo espacio entre
nuestros labios. Mis ojos observan su afilada mandíbula, la curvatura de sus
labios y sus ojos verdes, se ven diferentes ahora que sé quién es realmente,
más sexy de una manera que hace que mi sangre bombee.
Sé quién eres, Ryat Alexander Archer. No me asusta lo que veo, ni me
avergüenza.
Su cabello oscuro está mojado, y algunos de los mechones más largos
caen sobre su rostro hasta sus ojos cuando el agua nos golpea. Inclinándose
hacia adelante, está a punto de presionar sus labios contra los míos, pero me
alejo lo suficiente para mirarlo a los ojos nuevamente y susurrar:
— Te amo, Ryat.
Sus labios capturan los míos y me abro a él, dejándole tomar el
control. Es apasionado y necesitado al mismo tiempo. El agua que cae sobre
nosotros hace que nuestros labios se vuelvan resbaladizos, el beso
desordenado. Sus dientes chocan con los míos y gimo, deseando que
muerdan mi piel, que marquen una maldita cicatriz para que siempre tenga
un recuerdo de esta noche.
Pensé que sabía cómo sería el amor casándome con Matt. No es lo
que soñé, pero sería tolerable. Ryat me ha demostrado que hay más ahí
fuera. Ya no me conformo con algo; lo estoy aceptando.
Una de sus manos se enreda en mi cabello mojado y levanto la pierna
izquierda para rodear su cadera.
—Joder, Blake —gruñe, apartando su rostro del mío. Sus labios se
posan en mi cuello e inclino la cabeza hacia un lado—. Te amo jodidamente
tanto.
Respiro entrecortadamente.
—Te amo...
Sus labios vuelven a capturar los míos y su mano cae entre nuestros
cuerpos. Luego desliza su dura polla dentro de mí. Golpeando la parte
posterior de mi cabeza contra la pared, jadeo cuando me penetra
profundamente. Todavía estoy sensible, pero no voy a rechazarlo. Ahora no.
Ni nunca.
Ryat Archer es un asesino, y todo lo que puedo pensar es que desearía
poder demostrar mi amor por él de la misma manera que él lo ha hecho por
mí. Él se merece eso. Sangre por sangre. Ha derramado tanto por mí. No
tengo miedo de sangrar por él.
Jadeo, mis manos se clavan en su piel, siento sus músculos tensos
mientras sus dedos se clavan en mi trasero, y me levanta.
—Sí — jadeo mientras él se retira y empuja su pene dentro de mí y
mi espalda golpea la pared—. Oh, Dios. —Mis ojos se cierran y él acelera
su ritmo, follándome como me gusta.
El agua de los rociadores se desliza entre mis labios separados y la
trago, tratando de recuperar el aliento. Si esto es lo que se siente al
ahogarse, no quiero estar por encima del agua.
El baño se llena con sus gruñidos y el sonido de nuestros cuerpos
colisionando. Mis piernas se tensan alrededor de sus caderas y bloqueo mis
tobillos, aferrándome a su piel resbaladiza. No puedo acercarlo ni
profundizarlo lo suficiente. Quiero que este hombre me consuma. Que tome
los pequeños trozos que quedan de mí y los haga suyos.
No soy el tipo de mujer que necesita saber quién soy. Todo lo que
necesito saber es quién soy con él. Y sé exactamente quién es él. Nada más
importa.
Me embiste y su polla golpea ese punto que siempre hace que mi
cuerpo arda de adentro hacia afuera. Mis gemidos se hacen más fuertes, mi
respiración más pesada.
Me separa de la pared, solo para estrellarme contra otra, forzando un
grito en mis labios.
—Eso es lo que quería escuchar —gruñe. Su boca se acerca a mi
cuello y siento que succiona mi piel.
—¡Ryat! —grito su nombre, mi corazón ya acelerado, el fuego
comienza. Embiste con más fuerza, más rápido, sabiendo que estoy ahí.
Cierro los ojos y dejo que la ola me invada, sabiendo que ya me estoy
ahogando. ¿Por qué no dejar que me arrastre?

***
Me acuesto en la cama, escuchando la música que suena debajo de
nosotros. No es tan malo, pero definitivamente se nota.
—Tengo que volver a la cabaña —digo.
—No vas a volver allí —afirma, entrando en el dormitorio con una
toalla envuelta alrededor de sus caderas. El agua sigue cayendo sobre su
esculpido pecho y sus abdominales. Tiene los brazos enrojecidos por mis
uñas clavándose en ellos en la ducha.
—Tengo que recoger mis libros para las clases de mañana. —Es lunes
y tengo que volver a Barrington. Joder, voy a estar muy atrasada. A estas
alturas, estoy reprobando todo. He perdido tanto trabajo, solo para que no
haya valido la pena. En ese momento, no me importaba volver, pero era
entonces cuando iba a vivir mi vida huyendo. Ese ya no es el caso.
Está a punto de secar el agua de su cabello, pero se detiene. Una
sonrisa se dibuja en sus labios, y entonces comienza a reírse.
—¿Qué es tan gracioso? —Me incorporo.
—Ya terminaste la escuela, Blake —anuncia.
—¿Perdón? —argumento.
—Te fuiste. ¿Crees que las personas no se iban a dar cuenta de que no
estabas allí?
Para ser sincera, nunca lo había pensado. Cuando corres por tu vida,
tus clases universitarias ya no importan.
—Entonces, ¿Qué? Simplemente no puedo no volver. Ryat, necesito
un título. Y mis padres me matarán. Tal vez esa es otra razón por la que mi
padre estaba tan enojado conmigo por haberme ido de la ciudad.
—No te preocupes, lo he cubierto —anuncia
Arqueando una ceja, repito lentamente sus palabras.
—¿Lo has cubierto? —Asiente—. ¿Qué demonios significa eso? —
Voy a necesitar que me aclare exactamente lo que ha hecho.
—Le dije a todos que nos habíamos tomado una semana libre para
nuestra luna de miel. —Se encoge de hombros—. Éramos recién casados.
Tenía sentido.
—¿Qué? —Me quedo boquiabierta—. ¿Y las otras dos semanas?
—Le pagué a alguien para que te sustituya. Te cubrirán el resto del
año —explica con indiferencia. Como si no fuera gran cosa que otra
persona vaya a la escuela por mí.
—Ryat ... —gruño su nombre, pero hago una pausa, pensando en lo
que dijo antes. ¿Dijo nosotros? —. ¿También te saltaste la primera semana?
—Me he saltado todos los días.
Jadeo.
—¡Ryat! ¿Por qué diablos harías eso?
—¿Esperabas que siguiera con mi vida? ¿Sentarme en las putas clases
mientras tú estabas huyendo y en peligro? —pregunta con una risa áspera.
Resoplo.
—Estaba bien.
Sus ojos se agrandan ante la mentira, cualquier sentido de alegría ha
desaparecido.
—¿Hablas jodidamente en serio en este momento?
En lugar de contestarle, cruzo los brazos sobre mi pecho expuesto.
—Ese hombre iba a matarte —gruñe.
—Por tu culpa —espeto.
Se pone rígido y sus ojos se oscurecen.
—¿Perdón?
¿Cómo se atreve a tomar una decisión tan importante por mí? Pero no
sé por qué me sorprende. Quiero decir, mira cómo hemos llegado hasta
aquí.
—Me dijo que estabas en deuda con él. Que iba a enviarme de vuelta
a ti en pedazos. Así que, yo estuve en peligro solo por tu culpa. —Esto no
es nuevo para él. Ryat acaba de hacer que Ashley confiese que un hombre
llamado Derek, supongo que ese es el tipo, fue enviado para vigilarme. Pero
no le había dicho lo que el tipo me dijo.
—Él te dijo esa mierda, ¿y ahora me lo estás diciendo? —grita, con el
rostro enrojecido.
Me encojo de hombros despreocupadamente.
—Nunca preguntaste. Estabas demasiado ocupado drogándome y
arrastrándome. Ah, y luego tuve que hacer la prueba. Porque, ya sabes,
los Lords dijeron que era hora de poner aún más tensión en nuestro
matrimonio…
Se acerca y agarra una lámpara, lanzándola al otro lado de la
habitación. Se hace añicos, golpeando una pared, interrumpiéndome. El
silencio desciende sobre nosotros; el único sonido es el tenue bajo de la
música del club debajo de nosotros, y mis hombros caen mientras me siento
en la cama desnuda.
Dándose la vuelta, coloca sus manos sobre la cómoda y se inclina
sobre ella. Observo la forma en que se ondulan los músculos de su espalda
cubiertos de marcas de arañazos mientras trata de calmar su respiración.
—Sé que no fue tu culpa —digo en voz baja. Fue de Matt. Todo
empezó por él—. Tú me salvaste...
—Sin embargo, lo fue —interrumpe y se da la vuelta—. ¿Cómo crees
que te encontré?
Frunzo el ceño.
—Yo... no lo sé.
Pasa una mano por su rostro y se apoya en la cómoda.
— ¿Recuerdas esa noche que Gunner y yo las encontramos a ti y a
Sarah aquí en Blackout?
Asiento con la cabeza, frunciendo el ceño.
—Sí, pero ¿Qué tiene que ver eso con todo esto?
—Un par de tipos se insinuaron con ustedes en el bar —añade.
Me siento más erguida.
—¿Cómo te enteraste de eso? —Nunca se lo dije. Tal vez Sarah le
contó a Gunner sobre nuestra noche.
—Estábamos aquí arriba, observándolas y los vimos acercarse a
ustedes —admite.
—¿Cómo hiciste...? —Asiento para mí—. Mi celular. Nos rastreaste
hasta aquí. Me preguntaba cómo nos habías encontrado. —Joder, debería
haberlo sabido. Si hubiera abierto los ojos, probablemente podría haberlo
deducido.
—Resumiendo, Gunner y yo los matamos —confiesa como si no
fuera gran cosa.
—¿Qué? —jadeo—. Ryat...
—Llevaban drogas, Blake. Una mierda que comprobó que iban a
hacer algo más que invitarles unas copas —suelta, y luego deja salir un
fuerte suspiro.
—¿Lo descubriste antes o después de matarlos? —exijo.
—Después.
—Jesús, Ryat. —Paso una mano por mi cabello aún húmedo.
Entiendo que podrían habernos lastimado, pero él los mató antes—. No
puedes seguir matando personas al azar.
—Mataré a quien toque lo que es mío, Blake —afirma con
naturalidad. Bajando la voz, continúa—: Estaban aquí con un amigo, un
tercer tipo. Vio lo que pasó y supo que nos ocupamos de ellos. Obviamente,
no sabía en ese momento que Ashley te había seguido cuando huiste, pero
Ty escuchó hablar en Blackout de que el tipo sabía dónde estabas. Lo
seguimos. Me hizo pensar que Matt se lo había dicho, y nos llevó
directamente a ti.
—No... —Hago una pausa, intentando que mi cerebro encaje todas las
piezas. Tuvo que ser el tipo del tatuaje en la nuca. Nunca vi su rostro
aquella noche aquí en el bar con Sarah, pero tiene sentido.
Asiente, estando de acuerdo conmigo.
—Matt lo envió cuando Ashley se cansó de vigilarte. Sabía dónde
estabas. Tal vez no le importaba ir a buscarte en ese momento. Él quería
sentarse y ver lo que yo hacía cuando te fuiste. En ese momento se trataba
más de mí que de ti.
—Pero... nos acabamos de enterar... — Me detengo ante la mirada en
su rostro inexpresivo. Él ya sabía todo esto, pero quería que Ashley
confesara delante de los Lords, dándole la razón que necesitaba para
matarla—. No puedo creer esto.
—¿Qué parte exactamente?
—Todo —digo, mirándolo a través de mis pestañas—. Dios, Ryat,
¿Cuántos secretos me estás ocultando?
—No llevo la cuenta —afirma, con sus ojos verdes clavados en los
míos.
—¿Esto es una broma para ti? —exijo, arrojando las sábanas sobre mi
cuerpo y levantándome de la cama.
—No. Todo lo que tenga que ver contigo me lo tomo jodidamente en
serio —responde, apartándose de la cómoda.
Me acerco a él y lo miró fijamente.
—¿Qué más tienes que decirme en este momento?
—Nada.
—Me estás mintiendo.
Baja su rostro hacia el mío, con una sonrisa tirando de sus labios, y
dice:
—Demuéstralo.
Estoy a punto de abofetearlo, pero toma mi muñeca con una mano y
envuelve la otra alrededor de mi garganta, empujando mi espalda contra la
pared más cercana.
—¿Quieres volver a intentarlo, Blake?
—Que te jodan, Ryat —gruño.
Cuando suelta mi muñeca, mi brazo cae a mi lado mientras él se
acerca a mí, rozando con su nariz la punta de la mía.
—No importa lo que haga... —Sus manos se deslizan por mis caderas
desnudas hasta mis costillas—. Nunca tendré suficiente de ti—gruñe, con
voz áspera.
Mi corazón empieza a latir más rápido ante sus palabras, pero todavía
estoy enfadada con él, así que le digo:
— Bien. Porque estarás atrapado conmigo hasta que mueras.
Inclinando un poco la cabeza, besa ligeramente la punta de la nariz.
—Eso es todo lo que quiero.
—¿No eres tú el romántico? —digo, tratando de mantener mi
respiración nivelada. No quiero mostrarle que mis muslos se tensan
mientras hablamos. Lo único que nos separa es su toalla. Yo ya estoy
desnuda.
—Blake, seré lo que necesites.
Capítulo 45
RYAT

Gunner y yo bajamos al sótano de Blackout. Ty nos dio luz verde para


usarlo y Gunner señaló a los dos hombres que estaban coqueteando con
nuestras chicas. Ahora yacían en el suelo de hormigón, con narices
ensangrentadas y todo.
—Gracias, caballeros. —Asiento hacia los dos guardias de seguridad
que llevan camisetas de Blackout—. Nosotros nos encargamos desde aquí.
Ambos asienten y salen de la habitación, subiendo las escaleras y
dejándonos solos.
—¿Qué diablos? —pregunta uno de los tipos, poniéndose de rodillas.
Levanta la mano, esparciendo la sangre en su rostro.
—Mieeeeerda —gime el otro, rodando sobre su espalda.
—¿Te gusta tocar cosas que no te pertenecen? —pregunto,
levantando una ceja.
—¿De qué estás hablando? —El que está de rodillas se pone de pie.
— Las dos mujeres con las que coqueteabas en el bar. —Les refresco
la memoria, ya que sé que los porteros los golpearon un poco antes de
traerlos aquí—. Aquellas de las que no aceptaban un no por respuesta.
El tipo resopla.
—A la mierda esas putas...
Mi puño conecta con su rostro, haciendo retroceder su cabeza.
Tropieza con el otro tipo acostado, haciéndolo caer de nuevo al suelo.
—Esas putas nos pertenecen —afirma Gunner, apoyándose en la
pared despreocupadamente—. Y no, no las vamos a compartir contigo.
No estoy de humor para ensuciarme con sangre esta noche. Sobre
todo, porque Blake se dará cuenta cuando haga acto de presencia. Así que
me dirijo a la pared del fondo y quito la cadena del gancho. Camino hacia
el tipo al que le di un puñetazo, la envuelvo alrededor de su cuello unas
cuantas veces y luego lo arrastro hacia la pared, tirando de él para que se
ponga de pie.
—¿Qué mierda? —El otro tipo que está en el suelo gruñe, poniéndose
en pie, mirando a su amigo luchar mientras enrosco la cadena en un
gancho en la pared. Le doy un tirón y levanto sus pies del suelo—. ¿Qué
diablos estás haciendo? —El tipo está a punto de abalanzarse hacia mí,
pero Gunner se aparta de la pared y lo vuelve a tirar al suelo.
—¿Dónde está tu amigo? —pregunta Gunner.
—¿Quién? —espeta—. Eres un maldito...
Gunner patea su rostro, la sangre sale volando de su boca.
—Había tres de ustedes en el bar.
—Jódete....
Gunner pisa su mano, haciéndolo gritar.
Una vez que tengo a mi hombre asegurado donde quiero, envuelvo la
cadena alrededor del gancho en el suelo. Observando al tipo colgado,
busco en su bolsillo, sacando las llaves del auto, la billetera y el celular.
—¿Qué es esto? —pregunto, sacando un frasco de pastillas. La
prescripción está tachada. Pero no es difícil averiguar qué son las pastillas
blancas: rohipnol—. Ibas a drogarlas. —Declaro. Por eso se empeñaron en
comprarles bebidas.
—Pásame una de esas. —Gunner señala otra cadena. Se la lanzo y él
hace lo mismo con su chico. También retirando sus pertenencias.
Salimos del sótano y subimos las escaleras para encontrar a los dos
guardias de seguridad de pie, asegurándose de que nadie nos molestara.
—Dales una hora —digo y ellos asienten—. Deja que los bastardos
permanezcan allí colgados.
—Sí, señor —dicen al unísono y asienten.

Blake y yo llevamos tres días en el apartamento de arriba de


Blackout, y lo odio. No soy de los que se esconden, pero ha sido nuestra
única opción. Hice instalar nuevas cámaras en la cabaña y en toda la
propiedad. Quiero revisarlas durante otra semana para ver si Matt deambula
por allí. Hasta ahora, nada. Pero no ha estado en la casa de los Lords. Lo
que significa que el maldito también está escondido. No lo estará por
mucho tiempo, así que mi pregunta es, ¿Qué está esperando?
¿Cuál es la oportunidad que necesita para hacer su movimiento? ¿Y
qué mierda será eso? ¿Me la quitará? ¿O simplemente la matará y la dejará
donde caiga su cuerpo para que yo la encuentre? Cualquiera de las dos es
una opción que está considerando.
Odio no saberlo, y Blake está empezando a volverse loca. Quiere salir
de este maldito club y volver a la cabaña. ¿No entiende que prefiero que
estemos solos en medio de la nada que aquí?
Solo sigo diciéndome un poco más. Matt se pondrá inquieto y, cuando
lo haga, estaré allí para cortar su maldita cabeza.
Estoy en el balcón del segundo piso de Blackout y veo a las chicas
bailar abajo. Gunner trajo a Sarah esta noche. Pensé que unas bebidas
relajarían a Blake y le recordarían que no es una prisionera aquí.
No trajimos mucho con nosotros, así que Sarah le trajo un vestido y
un par de tacones. Por supuesto, no lo aprobé, pero no tenía otra cosa que
ponerse. En el momento en que se lo arranque más tarde, se lo devolveré a
Sarah. Me sorprende que Gunner no lo haya quemado ya.
Mi celular vibra en mi bolsillo trasero y lo saco para leer el mensaje.
Mañana por la noche; Blackout.
¡Mierda! Mis ojos vuelven a mirar a mi esposa, que sonríe con una
copa en una mano y su celular en la otra. La obligué a llevárselo. Deja de
dar saltos y bebe un trago antes de levantar el teléfono. Lee el texto y su
cuerpo se pone rígido. Luego se gira y me mira.
Apoyando los antebrazos en la barandilla, me inclino sobre ella y la
miro fijamente, intentando parecer imperturbable por lo que acabo de
recibir. Honestamente, está preparada. Mi chica ha demostrado que es capaz
de asumir más de lo que pensaba.
Las luces negras rebotan en sus bonitos ojos azules, y puedo decir
desde aquí lo grandes que están en este momento.
Sarah toca su hombro, pero ella la ignora. Un segundo después deja
su bebida y se dirige hacia las escaleras. Me aparto de la barandilla y voy a
su encuentro.
—Recibí mi mensaje —dice, ahora jadeando por haber subido las
escaleras con tacones.
—Lo sé. Yo también tengo uno. —El suyo sería diferente al mío, pero
significan lo mismo. Es el momento de su iniciación.
Ella lame sus labios.
—Ryat, ¿Y si...?
—Vas a estar bien. —Coloco mis manos sobre sus hombros—. No me
verás, pero estaré aquí, ¿De acuerdo? —Ella asiente rápidamente—.
Entonces nos encontraremos en la catedral —le recuerdo, y vuelve a asentir
—. Oye. —La atraigo hacia mí—. No es hasta mañana por la noche, así que
vuelve allí abajo y diviértete con Sarah. —No puedo creer que haya dicho
eso. Prefiero que estemos en la cama a que sacuda su culo en una pista de
baile para que otros hombres la vean. Sin embargo, la gran roca en su mano
no duele. Quería algo que dijera vete a la mierda (estoy casada y mi esposo
te va a destripar) desde muy lejos. Creo que tomé la decisión correcta.
—De acuerdo. —Se pone de puntillas y presiona sus labios contra los
míos—. Te amo.
Paso las manos por su cabello enmarañado y sudoroso.
—También te amo, pequeña. —Luego se da la vuelta y vuelve a bajar
las escaleras, mucho más despacio que cuando subió corriendo.
Apoyando de nuevo los antebrazos en la barandilla, la veo abrirse
paso entre la multitud y volver con Sarah. Blake asiente un par de veces, y
luego piden nuevas bebidas.
—¿No son ustedes la pareja más linda?
Miro a mi derecha y veo que Ty se ha unido a mí.
—Ella tiene iniciación mañana por la noche. Aquí.
—¿Qué necesitas que haga? —pregunta sin dudar.
—Vigilarla.
Asiente.
—Por supuesto. Solo envíame un mensaje cuando esté bajando, y me
aseguraré de tener todos los ojos sobre ella en todo momento.
Apartándome de la barandilla, extiendo mi mano derecha.
—Gracias, hombre.
—De nada. —Tira de mí para darme un abrazo de hombre con una
palmada en mi espalda—. Pásate por mi oficina antes de irte a dormir.
Estoy esperando una llamada telefónica que podría tener una respuesta a tu
problema con Matt. —Antes de que pueda responder a eso, vuelve a
caminar hacia su oficina. Y empiezo a sentir pena por Ty. Por lo que tuvo y
perdió. No puedo imaginar por lo que pasó. Vi su rabia. Su ira lo controló
durante mucho tiempo hasta que se dio cuenta de que podía vengarse. Y lo
hará... pronto.
Siempre lo hacemos. Para eso estamos entrenados.

BLAKELY
Gunner nos encontró en la pista de baile y me arrebató a mi amiga, así
que tomé eso como una pista de que yo también había terminado. Me dirijo
a la parte superior de las escaleras para ver a Ryat todavía parado en el
mismo lugar que ha estado durante las últimas tres horas. Simplemente
observándome. Y espero que no mate a esos dos hombres que vinieron a
hablar con Sarah y conmigo. Fueron realmente amables y solo entablaron
una conversación. Nunca habían estado aquí y necesitaban indicaciones
para llegar al hotel más cercano después de salir de Blackout.
—Vamos. —Agarra mi mano.
—¿A dónde vamos? —pregunto cuando no se dirige al apartamento
que actualmente llamamos hogar.
—Tengo que hablar con Ty —responde vagamente. Al llegar a un
extremo del pasillo, marca un código en el teclado con la mano libre y
empuja la puerta, ahora desbloqueada, para abrirla.
Ryat entra y me arrastra al interior. Me quedo inmóvil cuando veo a
una mujer desplomada en un sofá. Un hombre se sienta a horcajadas sobre
sus rodillas, con su polla en su boca, mientras sus manos sujetan las de ella
a la parte superior del cojín con una de las suyas mientras que la otra agarra
el cabello de su coronilla.
Sus ojos se encuentran con los míos y empieza a murmurar mierdas
alrededor de su pene perforado. Desvío la mirada, girando mi cuerpo hacia
Ryat, que permanece a mi lado imperturbable como yo.
¿Qué diablos?
¿Por qué Ryat no llamó a la puerta?
El hombre acelera el ritmo y escucho cómo ella comienza a tener
arcadas. Giro mi cabeza, miro por encima de mi hombro y veo cómo folla
su boca hasta que se la mete hasta el fondo de su garganta y gruñe cuando
se viene.
Alejándose rápidamente, coloca una mano en su boca y le ordena:
—Traga. —Ella lo mira, parpadeando rápidamente mientras las
lágrimas corren por su rostro, manchando su maquillaje. Intenta negar con
la cabeza, pero él se lo impide y añade—: Si no lo haces, lo lamerás.
Vuelvo a apartar la mirada, mi rostro se calienta con sus palabras.
Joder, estoy borracha y cachonda. ¿Por qué estamos aquí?
—Buena chica —lo escucho elogiarla, y ella gime.
Lo sé, chica. Lo entiendo. ¿Por qué anhelamos eso? Ser elogiada por
algo que otros encontrarían degradante. Haría alguna mierda enfermiza y
retorcida por Ryat si supiera que me elogiaría por eso. Quiero complacer a
Ryat todo el tiempo. Y cuando me dice “buena chica”, es como si todo lo
que hice significara algo para él.
—Ahora, vuelve al trabajo —exige el hombre, y escucho cómo sube
la cremallera de los pantalones.
La chica pasa corriendo por delante de mí y sale por la puerta.
—Ryat —saluda el hombre con entusiasmo—. Es la segunda vez que
me atrapas con los pantalones bajo últimamente. —Se ríe.
¿La segunda vez? Dios mío, pensé que estaba mal que no llamara a la
puerta esta vez. ¿Cuándo aprenderá la lección?
—Supongo que debería empezar a llamar —bromea, y me abstengo
de poner los ojos en blanco.
—Bueno, ya sabes que me encanta una audiencia.
Eso tiene sentido. Me doy la vuelta y enderezo los hombros, el tipo
está detrás de su escritorio ahora. Sus botas negras están apoyadas en la
superficie, y sus brazos están detrás de su cabeza, con los dedos
entrelazados, con una expresión relajada y despreocupada en su rostro.
Tiene vello facial, pero no es exagerado, más bien es una barba incipiente
que sigue la curva de su afilada mandíbula. Su cabello negro, espeso y
despeinado, parece que no ha sido cortado en mucho tiempo. Me pregunto
si lo tiene así a propósito o si simplemente no le importa. Sus ojos azules
claros se clavan en los míos, y no parece en lo más mínimo avergonzado de
que yo esté avergonzada por lo que hemos visto.
—Blake, finalmente nos conocemos —anuncia, dedicándome una
sonrisa.
¿Debería conocer a este hombre? Quiero decir, escuché a Ryat
mencionarlo. Sé que es el dueño de Blackout y que nos prestó el
apartamento encima del club, pero eso es todo lo que sé sobre él.
Prácticamente me he quedado encerrada en el apartamento estos últimos
días.
—Blake, este es Tyson Crawford. Ty, esta es mi esposa, Blake.
Mi corazón se acelera inmediatamente al escuchar su nombre. Miro a
Ryat con los ojos muy abiertos y él frunce el ceño.
—Uh... —Me aclaro la garganta—. Es un placer conocerte por fin —
digo, recordando mis modales—. Gracias por permitirnos quedarnos aquí.
¡Oh, Dios mío! ¿Sabe Sarah que es el dueño de Blackout?
—Por supuesto, cualquier cosa por Ryat y su esposa —dice,
levantándose de su silla y caminando alrededor de ella. Apoyándose en el
borde, cruza los tobillos uno sobre otro y los brazos sobre el pecho. Sus
ojos se desvían de mí y se dirigen a mi esposo—. Ya está todo listo. Tengo a
todos los que están en el turno de mañana al tanto de la situación.
Frunzo el ceño. ¿De qué está hablando?
—Gracias. Debería ir sin problemas, pero por si acaso...
—Lo entiendo —él interrumpe a Ryat—. Nunca se es demasiado
cuidadoso con la persona que amas.
—Sí —dice Ryat con los dientes apretados—. ¿Algo sobre Matt?
Mis oídos se agudizan al escuchar eso. Este tipo es un Lord, así que
tiene que conocer a Matt.
—No. —Su respuesta es cortante—. Pero ya se ha corrido la voz, dos
de mis guardias han escuchado a unos tipos hablar de que has eliminado a
su elegida.
¿Alguna vez sientes el cambio de aire? ¿Puedes decir el momento en
que el ambiente cambia en la habitación? Porque puedo hacerlo en este
mismo instante. El aire se vuelve más denso, la temperatura se incrementa a
medida que el estado de ánimo del hombre cambia con la mención de lo
que hizo Ryat. O tal vez solo sea yo. Temo lo que le sucederá a mi esposo
cuando Matt decida darse a conocer.
Ryat sonríe y levanta un poco la barbilla. Está orgulloso de sí mismo.
Y una parte enferma y retorcida de mí también está orgullosa de él. Este
hombre hará lo que sea no solo para protegerme, sino también para
amarme.
—Él no puede esconderse para siempre —añade.
—Sí, bueno, Matt es un pedazo de mierda y se merece que lo
cuelguen en medio de la catedral donde todos los Lords puedan ver cómo se
desangra lentamente hasta morir —afirma Tyson, la oscuridad en su voz
hace que los vellos de mi nuca se ericen.
Tanto es así que levanto mi mano y froto mi piel como si fuera a
ayudar.
—Oh, voy a darle una lección —acepta Ryat, con la misma voz
amenazante.
—Quiero estar allí cuando lo hagas. —asiente Tyson, la comisura de
sus labios se retrae en una sonrisa sádica.
—Por supuesto —concuerda Ryat.
—Avísame si necesitas algo más, hermano. —Tyson extiende su
mano derecha y Ryat la estrecha. Tyson lo atrae para darle un apretón de
manos y un abrazo varonil mientras le da una palmada en la espalda con la
mano libre—. Duerman un poco esta noche. Mañana tienen un día muy
ocupado.
Capítulo 46
RYAT

Abro la puerta del apartamento. Haciéndome a un lado, le permito


entrar antes que yo, y cierro la puerta, cerrándola detrás de mí.
—¿Estás bien? —le pregunto. Ha sido una noche larga y ella ha
bebido bastante.
Asintiendo, se dirige al dormitorio principal.
—Oye —la sigo—. Háblame. —Me doy cuenta de que tiene algo en
mente.
—¿Tyson? —pregunta sobre él, sorprendiéndome. De todas las cosas
que sucedieron esta semana y las que sucederá mañana por la noche,
dudaba que el hombre al que encontramos follando con una mujer fuera lo
último que cuestionara.
—¿Qué pasa con él? —pregunto.
—¿Es un Lord?
Bueno, eso llama mi atención. Él no usa su anillo. Ya no. La mayoría
no lo hace en público después de la graduación. Solo cuando tenemos
ocasiones especiales en la casa de los Lords. De lo contrario, preferimos
mezclarnos con la multitud en la que estemos.
—Sí.
—¿Así es cómo lo conoces? —pregunta lentamente.
Asiento.
—¿Por qué es el dueño de este club?
Siento aún más curiosidad por saber a dónde quiere llegar.
—¿Por qué importa que sea el dueño de Blackout?
—Pensé que ser un Lord tenía todo que ver con el poder. Esto es solo
un club.
Asiento.
—Lo es. Pero no todos los Lords prefieren sentarse en una oficina a
gran altura con vistas a una gran ciudad. Un Lord puede estar en cualquier
sitio. Ty eligió pasar a la clandestinidad y trabajar en el lado más sucio de
las cosas. —Siempre le gustó ensuciarse. Era despiadado. Lo mejor de su
año. Podría haber elegido cualquier profesión, y Blackout era donde quería
estar—. Ser dueño de Blackout tiene sus ventajas para los Lords —le
aseguro.
Ella lame sus labios con nerviosismo.
—Escuché sobre él... en Barrington.
Frunzo el ceño.
—¿Qué escuchaste? —No es raro que los demás hablen de los Lords.
Todos los hombres que asisten a Barrington quieren ser miembros. No por
el estatus que obtienes mientras estás en la universidad, sino por lo que
consigues una vez que te gradúas y sales al mundo real. Y a los que no lo
consiguen les gusta hablar sobre cosas que creen saber. Es por eso que los
Lords hacen que matemos, es su póliza de seguro. Si te expulsan antes de la
graduación, no hablaras de eso cuando ellos tienen la influencia para
enterrarte. Los he visto hacerlo antes, y esos lamentables bastardos fueron
literalmente enterrados vivos detrás de la catedral.
—Que su elegida engañó a su novio para ser la elegida de Tyson…
—No creas todo lo que escuchas, Blake —interrumpo, levantando la
mano y quitándome la camiseta. Me doy la vuelta y la tiro al suelo, sin que
me importe una mierda ahora mismo.
Agarra mi brazo y me jala hacia ella para que la mire. Paso una mano
por mi rostro mientras ella me mira fijamente.
—¿Sabes lo que pasó?
Por supuesto que lo sé. Pero digo:
—No importa lo que haya pasado.
—Ryat —gruñe mi nombre—. Cuéntame. Cuando me dejaste con
Gunner y Sarah, buscamos a su elegida, y no existe. No hay páginas en las
redes sociales. Ningún registro de haber asistido alguna vez a Barrington.
Es como si se la hubieran inventado.
Suspiro.
—Ella lo hizo, Blake. —Los Lords pueden hacer que cualquiera deje
de existir. Si quieren. Y querían deshacerse de su existencia muy rápido.
Sinceramente, les fallaron a Ty y a ella. Nos garantizan protección mientras
seamos fieles a nuestro juramento. Ese no fue el caso de Ty. Pero entonces,
¿Se puede garantizar una vida? No lo creo. No con el tipo de vida que
vivimos.
—¿Lo hizo? —pregunta con los ojos muy abiertos.
Asiento.
—Sí, nunca engañó a su novio con Tyson. Porque nunca tuvo uno.
Era un acosador.
Parpadea y sus labios se separan.
—¿Un acosador?
Asiento.
—Sí.
—¿Qué... qué le pasó ella? —tartamudea y humedece sus labios, que
sé que probablemente están empezando a entumecerse por la bebida.
No puedo entrar en detalles sobre lo que le hicieron. Ya fue bastante
duro presenciar lo que le hicieron a Ty, y mucho más volver a contarlo.
Acariciando su rostro, solo digo:
—Él se vengará.
Frunciendo el ceño, pregunta:
—¿Qué quieres decir? ¿Del acosador?
Niego con la cabeza.
—A veces, la mejor venganza es ir tras algo que aman tanto como tú
amabas.
—No lo entiendo. —Frunce su ceño.
Besando su frente, la atraigo hacia mí. Es exactamente lo que haría si
me pusieran en la misma situación que Ty. Solo que yo nunca esperaría
tanto tiempo. Ser un Lord te enseña a tener paciencia, pero ni siquiera yo
tendría ese tipo de fuerza.
—Vamos a la cama —digo, dando por terminada la conversación.

BLAKELY
Me despierto con el sonido de un teléfono sonando.
—¿Ryat? —murmuro, extendiendo la mano para despertarlo y que
responda. Tiene que ser el suyo. Nadie me llama. Estoy bastante segura de
que es porque tiene a la mayoría de las personas bloqueadas. —¡Ryat! —
gruño cuando sigue sonando en la silenciosa habitación.
Mis manos se extienden por la cama y no siento nada. Luego hasta la
funda de la almohada todavía nada.
—¿Qué...?
Sentándome, me giro para encender la luz de la mesita de noche y veo
que es mi celular el que está sonando.
Sosteniéndolo frente a mi rostro, cierro los ojos porque la pantalla es
muy brillante.
—¿Hola? —pregunto entre bostezos. Cuando nadie responde, lo
aparto de mi oreja y entrecierro los ojos para mirar la pantalla. Dice MÍO, y
pongo los ojos en blanco al ver que Ryat ha guardado su número mientras
yo no estaba. —Ryat, ¿Qué estás haciendo? —Me acuesto—. Ven a la cama
conmigo. —Tiene que ser tarde o muy temprano. No nos acostamos hasta
después de la una, y todavía puedo saborear el alcohol persistente en mi
lengua.
—¿Quieres ser mi chica buena? —pregunta con esa voz sexy y
profunda que hace palpitar mi coño.
Cerrando los ojos, estiro las piernas hacia su lado de la cama, casi
gimiendo. Algo en esas palabras hace que mis piernas tiemblen. Menos mal
que estoy acostada.
—Siempre.
—Sabes lo que es ser una buena chica ¿verdad? —continúa.
—¿Por qué no me lo recuerdas?
—De acuerdo. —Escucho la sonrisa en su voz, siguiéndome el juego
—. Es cuando puedo hacer lo que quiera contigo, y tú lo aceptas.
—Aceptarlo ¿eh? —Me acuesto de espaldas y miro fijamente hacia la
oscuridad, mi mano libre gira algunos mechones de mi cabello alrededor de
mis dedos—. ¿Tienes ganas de hacerme daño? —Bromeo.
—Sí.
La sola palabra envía un escalofrío por mi espalda, mis pezones se
endurecen y mis piernas se abren solas. Respirando profundamente, digo:
—Grandes palabras para un hombre que ni siquiera está aquí.
Se ríe suavemente.
—Oh, estoy aquí, Blake.
—¿Dónde...?
—Pero —me interrumpe—, antes de empezar, dímelo.
¿Decirle qué? Mi cabeza todavía está un poco lenta, y mis labios
todavía un poco entumecidos. Bebí bastante esta noche antes de
desmayarme, y ni siquiera pude dormir. Con mi mano libre, aparto el
cabello de mi rostro.
—¿Qué, exactamente? —pregunto.
—Que puedo hacer lo que quiera contigo—responde simplemente.
Sí, por favor.
—Haz lo que quieras conmigo —digo sin dudar, sabiendo que está a
punto de follarme. Y de repente ya no estoy tan cansada. Por supuesto, él no
es específico. Ryat quiere mantenerme en la oscuridad, como cuando me
secuestró y tuvimos mi fantasía de sexo forzado.
—Levántate, Blake. Y trae tu culo aquí abajo. Ahora —ordena, con
su tono juguetón, antes de colgar.
Dejo caer mi teléfono en la cama, me levanto de un salto con piernas
temblorosas y me apresuro a ir al baño. Cepillo rápidamente mis dientes y
enjuago mi boca para tratar de eliminar el sabor persistente del ron y Coca-
Cola. Luego me pongo una de sus camisetas y un par de bragas, no
queriendo bajar desnuda. Obviamente estamos solos, pero prefiero tener
algo puesto en lugar de pasearme por el club desnuda. Además, ni siquiera
sé dónde está. Voy a tener que encontrarlo.
Abriendo la puerta del apartamento, cierro suavemente la puerta sin
dejar que se bloqueé porque él tiene llave, pero yo no. Me dirijo por el
único pasillo hasta el ascensor del final y entro cuando éste se abre
inmediatamente para mí. Pulso la planta inferior y espero en silencio a que
se abra.
Retuerzo mis manos en la camiseta. Están sudando. Estoy nerviosa
porque nunca se sabe lo que va a querer Ryat. Sobre todo, aquí. ¿Está
planeando follarme en la pista de baile? ¿Doblada sobre la barra? ¿O en el
escenario donde actúan las bandas para eventos especiales?
El ascensor se detiene y la puerta se abre. “Oh Lord” de In This
Moment comienza a reproducirse. Escuchar la letra, saber que estoy a punto
de darle a mi Lord lo que quiera, hace que la letra sea aún más sexy. Algo
me dice que ha elegido esta canción como advertencia. Las luces de neón
intermitentes están encendidas como si el club estuviera abierto, pero es
diferente estar aquí cuando no hay nadie más.
Caminando por la pista de baile, miro la barra vacía y las sillas que
rodean las mesas.
—¿Ryat? —grito por encima de la música. Está más fuerte de lo
normal, al menos eso creo. Tal vez solo sea el comienzo de la resaca que se
avecina.
Pasando las manos por mi camiseta, me doy cuenta de que dejé mi
celular arriba, en la cama.
—Bueno, mierda —siseo. Cuando levanto la vista y lanzo mi cabello
por encima de mi hombro, mi pulso se acelera al verlo sentado en una mesa
en la esquina.
Está más oscuro, las luces no llegan a ese lugar, pero aún puedo
distinguir el cuerpo que está sentado allí. Está vestido con una capa negra, y
mis muslos se tensan cuando veo su rostro blanco, lleva la máscara puesta.
Él quiere jodidamente jugar.
La idea hace que la sangre se agolpe en mis oídos con anticipación.
La canción se detiene y cambia a “All The Time” de Jeremih y Lil Wayne,
lo veo levantarse de la mesa lentamente y bajar a la pista de baile.
Doy un paso atrás y él se queda de pie, inclinando la cabeza hacia un
lado. Extiende la mano derecha y agarra algo de la mesa. Su mano cae a su
costado y las luces rebotan en las esposas de metal.
¡Mierda! Mi cuerpo comienza a vibrar, a pesar de que ahora tengo
problemas para recuperar el aliento. Al notar algo más en su mano, parece
un cinturón de cuero negro de algún tipo. No, no puede ser eso. Es
demasiado difícil de ver con las luces parpadeando constantemente.
Sigo intentando parpadear, para tratar de concentrarme, pero en el
siguiente segundo, me doy cuenta de que ha estado caminando hacia mí
todo este tiempo, y se está acercando. Da un paso atrás y se detiene.
Es un baile. ¿Quién se moverá primero? Mi corazón se acelera y las
palmas de mis manos están sudorosas. Quiero que me persiga. Eso es lo que
me gusta, y él lo sabe. Y a él le gusta arrastrarme hacia él.
Así que nos doy lo que ambos queremos. Me doy la vuelta y corro a
toda velocidad, sabiendo que me va a atrapar.
Capítulo 47
RYAT

Corriendo detrás de ella, extiendo la mano y agarro un puñado de


cabello, tirando de ella para que se detenga.
Su voz resuena a través del club vacío por encima de la música.
—No lo suficientemente rápido —gruño en su oreja y la empujo
contra el lateral de la barra. Sus manos golpean la parte superior y las
agarro, tirando de ellas detrás de su espalda y esposándolas en su sitio,
asegurándome de que están bien apretadas, tal y como le gustan a mi chica.
Luego tiro de ella, la hago girar y la arrojo sobre mi hombro. Se queja
por la posición y empiezo a llevarla hacia la puerta al final del pasillo.
Sabía exactamente qué decirle a mi esposa para que viniera aquí. He
observado sus reacciones, he prestado atención a cómo responde su cuerpo
a mí y a las cosas que le hago. Mi chica tiene una manía por los elogios. Ya
lo había notado antes, pero hoy sentí la forma en que su cuerpo se derritió
contra el mío cuando estábamos en la oficina de Ty, y él elogió a la mujer
por tragar.
Sé que está nerviosa por su iniciación más tarde esta noche, y quería
hacer algo por ella para tratar de distraer su mente. Nada es más efectivo
que una buena follada. Así que voy a hacer lo que quiera con ella y luego la
elogiaré por permitirlo.
Al abrir la puerta, siento su cuerpo rebotando sobre mi hombro
mientras la llevo al sótano. Ty me había dado el código para apagar todas
las cámaras aquí en Blackout, así que me aseguré de hacerlo antes de
llamarla y hacerla bajar. Las exteriores siguen encendidas, pero no iba a
permitir que nadie entrara mientras estuviéramos despiertos o hasta que
volviera y revisara mañana.
Ya estuve aquí abajo antes, después de que ella se quedara dormida, y
preparé todo lo que quería para ella. Estoy a punto de mostrarle el lado más
oscuro de lo que nos gusta a ambos.
La dejo sobre sus pies y respira profundamente. Estoy seguro de que
mi hombro en su abdomen hacía que fuera difícil respirar en ese ángulo. Me
mira, con los ojos llenos de deseo. Está preparada para lo que sea que haya
planeado, o eso cree. Puede que después se sienta diferente.
Saco la navaja de mi bolsillo y la abro.
—Ryat —musita y está a punto de dar un paso atrás, pero extiendo la
mano y agarro su camiseta, atrayéndola hacia mí.
—No te muevas —le ordeno y rasgo el material, cortándolo por la
mitad y luego las dos mangas para poder quitársela por completo.
Mis ojos se posan en sus bonitos pezones rosados y veo que están
duros. ¡No son lo único!
—Separa las piernas —exijo, y ella separa los pies. Tiro de su ropa
interior y paso un dedo por su coño—. Eso es lo que me gusta sentir. — Lo
empujo dentro de ella con facilidad, sintiendo lo mojada que está ya. Estará
goteando semen cuando termine con ella.
Ella jadea cuando añado otro dedo, simplemente tanteando. Jugando
con ella. Bajando sus bragas, deslizo lentamente el material por sus piernas,
donde ella se las quita.
Está desnuda frente a mí, con las manos esposadas en su espalda, y
sonrío.
—Tan hermosa. —La elogio, y sus ojos se vuelven pesados—. Pero te
quiero sucia.
Cuando abre la boca para preguntar qué quiero decir con eso,
extiendo la mano, agarro su cabello y tiro de ella hacia el centro de la
habitación, haciéndola gritar.
Obligándola a arrodillarse, gime y me arrodillo detrás de ella. Tomo
la cadena corta atornillada al piso y sujeto el extremo opuesto a la cadena
que une las esposas, asegurándola al piso de concreto.
Incorporándome, camino y me coloco frente a ella para mirarla. Sus
hombros están echados hacia atrás, empujando sus ya grandes tetas hacia
fuera, éstas rebotan con cada inhalación.
—Ryat —gime mi nombre, mirándome fijamente y moviéndose sobre
sus rodillas.
—Shh —le digo, arrodillándome. Extiendo la mano y paso los dedos
por sus labios separados—. Voy a hacer que se sienta bien —le prometo.
Respira entrecortadamente y retiro mi mano de su rostro para sacar lo
que necesito de mi bolsillo.
—Abre la boca —le ordeno.
Sus ojos se agrandan cuando ve lo que tengo en la mano, pero
obedece sin dudarlo. Coloco la mordaza en su boca, teniendo que forzarla
para abrirla un poco más, asegurándome de que la junta tórica encaje detrás
de sus dientes. Luego me inclino y ajusto la hebilla detrás de su cabeza,
para que no pueda sacarla por sí sola.
Sentado sobre mis talones, la miro. Me gusta amordazarla. Por lo
general, meto ropa interior en su boca y la pego con cinta, pero quería que
esta vez fuera diferente. Quiero poder usar su boca y al mismo tiempo
limitar su voz.
Esta mordaza en particular es una mordaza de boca abierta que obliga
a su boca a permanecer abierta para facilitar su uso. No voy a decir que es
cómodo, pero el aro de metal está envuelto en cuero y también las correas
para que no duela. Su lengua se mueve en el interior de su boca, miro por
encima de sus perfectos y blancos dientes y ya puedo ver saliva en el fondo
de su garganta. Intenta tragarla lo mejor que puede y gime cuando se da
cuenta de lo difícil que va a ser para ella.
Extendiendo la mano, paso mis nudillos por su mejilla y sobre la
correa de cuero. Cierra los ojos y su cuerpo intenta luchar contra las esposas
fijas al suelo.
Dejando caer mi mano, la meto en el otro bolsillo y saco un rotulador.
Abriendo los ojos, lo ve y empieza a luchar con más fuerza contra la
restricción, tratando de hablar, pero solo suena como un gruñido.
Saco la tapa y agarro su pecho izquierdo en mi mano. Apretando
hasta que suelta lo que parece un grito, dibujo un corazón alrededor de su
duro pezón. Luego lo repito con el otro. Luego pongo mis manos en sus
rodillas y las separo. De nuevo, de su boca abierta salen ruidos
ininteligibles. Escribo MÍO encima de su coño, sobre su hueso pélvico.
—Mejor —digo, y su cuerpo se estremece.
Lanzo el rotulador al otro lado de la habitación, ya que he acabado
con él, y paso las manos por su coño, ya que sus piernas están separadas
para mí.
—Aw —digo y mis ojos se dirigen a los suyos—. Ahora estás
empapada, Blake.
Su cabeza cae hacia atrás, y mira al techo con sus ojos llorosos,
tratando de evitar mirarme como si estuviera demasiado avergonzada para
hacer contacto visual.
Eso no sirve.
Extiendo la mano que tengo libre, coloco mi pulgar debajo de su
barbilla y dos dedos dentro de la boca, obligándola a bajar la cabeza.
—¡Mírame!
Ella toma una bocanada de aire con su cuerpo tembloroso. Su lengua
está asegurada debajo de mis dedos y trata de moverlos, pero es inútil. Me
dijo lo que yo quisiera, y lo que quiero esta noche es hacer de mi esposa mi
pequeña puta.
¡Para jodidamente usarla!
Mi mano entre sus piernas introduce completamente dos dedos, y su
cuerpo se sacude. Meto un tercer dedo, y sus fuertes jadeos llenan la
habitación. Comienzo a penetrarla con los dedos y sus caderas se mueven
hacia adelante y hacia atrás al ritmo de mis movimientos, sin poder evitarlo.
Sus rodillas luchan por cerrarse, pero cambio de posición y me arrodillo
frente a ella, utilizando mis rodillas para abrir las suyas todo lo que puedo.
Está completamente inmóvil, sin voz y sin otra opción que permanecer
arrodillada y disfrutar.
Su cuerpo se pone rígido, su coño aprieta mis dedos y se viene. Retiro
mis dedos de su coño y de su boca mientras ella se hunde sobre sus rodillas.
Levanto mi mano, ahora empapada, y la miro. Me dan ganas de lamerla,
pero no lo hago. Ese orgasmo no era para mí.
Me pongo de pie y la miro. Tiene algo de baba en su barbilla, pero no
la suficiente.
—Quiero que esa boca babee tanto como ese coño —digo, y ella
gime. Sus ojos azules llenos de lágrimas brillan hacia mí.
Mi mano derecha agarra la parte superior de su cabello para mantener
su cabeza inclinada hacia arriba, meto dos dedos con sus fluidos en su boca.
Los deslizo lentamente por el interior de su mejilla antes de pasar a la otra.
—Saca la lengua para mí —ordeno en voz baja.
La desliza a través del aro y paso los dedos por encima, empujándolos
hasta el fondo de su garganta, haciendo que tenga arcadas y que su cuerpo
se estremezca. Lo vuelvo a hacer y los mantengo ahí.
Su cuerpo se resiste, las cadenas tintinean mientras tira de ellas.
—Respira por la nariz —digo.
No tiene mucha experiencia en el departamento de chupar pollas.
Solo he tenido mi polla en su boca una vez durante la ceremonia de los
votos. Las mujeres necesitan entrenamiento para chupar una polla. Algunas,
pero no la mayoría con las que he estado, pueden hacerlo desde el principio.
Es como si practicaran con consoladores en casa, solas, antes de tener novio
para dominar el arte.
Su garganta mueve mientras intenta tragar, y paso mis dedos arriba y
abajo por su lengua antes de presionarla hacia atrás, repitiendo el
movimiento. Vuelve a tener arcadas y veo lágrimas nuevas correr por su
rostro cuando parpadea.
Al retirar mi mano por completo, se ahoga y la saliva sale disparada
de su boca. Se desliza por su barbilla, cubren sus perfectos pechos y su
vientre plano mientras aspira una respiración tras otra.
—Eso está mejor.
Su cabeza cuelga hacia delante lo mejor que puede, una línea de
saliva escapa de su boca abierta y llega al suelo, y observo su cuerpo
tembloroso con satisfacción.
Mi chica.
Mi esposa.
Mi pequeña puta sucia.
Me quito la máscara, tirándola al suelo antes de quitarme la capa,
poniéndome más cómodo.

BLAKELY
No puedo sentir mis manos ni mis piernas. Están entumecidas. Mi
cuerpo está cubierto de sudor y saliva, y mi mandíbula duele.
Abriendo mis pesados ojos, lo veo ampliar su postura frente a mi
cuerpo arrodillado y sé lo que se avecina. El sonido de su cremallera no
hace más que confirmarlo.
Su mano agarra el cabello en la parte superior de mi cabeza y la
levanta, empujándola hacia atrás. Lo miro con ojos llorosos mientras él me
mira con lo que solo puedo explicar cómo dominio absoluto.
¡Me encanta!
Esto es lo que mi cuerpo quiere. Lo que necesita. Ser suya. Puedes ser
la esposa de alguien y aun así querer que te usen. Ryat nunca me hace sentir
avergonzada por eso.
Intento tragar el exceso de saliva que se acumula en la parte posterior
de mi garganta, pero no lo consigo. Mordiendo su labio inferior, él acaricia
su dura polla un par de veces antes de introducirla en mi boca.
Se desliza dentro y el exceso de saliva sale por los lados de mis labios
abiertos y corre por mi piel hasta aterrizar en mis tetas. Todo mi cuerpo está
mojado, si no es por sudor, entonces es por saliva o por la humedad que
tengo entre mis piernas.
Su polla se desliza por el interior de mi boca y trato de chuparla lo
mejor que puedo, pero es imposible ya que mis labios no pueden cerrarse a
su alrededor.
—Joder, Blake —gruñe. Soltando la parte superior de mi cabeza,
flexiona sus rodillas, bajando, y extiende su gran mano por la parte
posterior de mi cabeza, sujetándola mientras folla lentamente mi boca,
sabiendo que no permanecerá así mucho tiempo.
Empuja hasta el fondo de mi garganta provocando arcadas, mi cuerpo
lucha por no vomitar mientras intenta respirar al mismo tiempo.
Parpadeo, con nuevas lágrimas corriendo por un lado de mi rostro, él
me mira, con sus ojos verdes entrecerrados y necesitados. Pasa la lengua
por su labio inferior antes de tirar de él entre los dientes y morderlo.
Mi coño empapado se contrae, deseando que lo folle.
Cuando sale por completo de mi boca, la saliva vuelve a caer sobre
mis pechos, vuelve a introducir su polla, empujándola al fondo de mi
garganta con más fuerza esta vez. Justo cuando tengo una arcada, la saca.
Respiro rápidamente antes de que empuje sus caderas hacia delante. Su
mano en la parte posterior de mi cabeza impide que me mueva. No hay
forma de que luche contra eso.
No. Soy suya para que me use como quiera. Y tiene mis pezones
duros y mi coño rogando por ser follado.
Su buena chica.
Mi nariz gotea tanto como mis ojos lloran. Solo puedo imaginar lo
horrible que debo lucir, pero él me mira como si fuera la cosa más hermosa
que ha visto.
Saliendo, vuelve a entrar a la fuerza, y cuando sus ojos se cierran, sé
que está a punto de follar mi boca como si fuera mi coño cuando gime:
—Maldita sea.
Separo mis rodillas, esposada y amordazada para que me use,
luchando contra las ganas de vomitar y tratando de respirar cada vez que
puedo.
Sus dedos agarran mi cabello y mis ojos comienzan a ponerse en
blanco por la falta de oxígeno cuando sale de mi boca y un gruñido salvaje
recorre la habitación justo antes de que su semen se derrame en mi boca,
rostro y cuerpo.
Me desplomo en el suelo, intentando respirar, mientras lo escucho
subir la cremallera de sus jeans. Abro mis pesados ojos y lo miro a través de
mis pestañas llorosas.
Se arrodilla frente a mí, respirando con dificultad. Extiende la mano y
la envuelve alrededor de mi garganta, pero no restringe el aire. Gracias a
Dios, porque todavía estoy intentando respirar.
—Buena chica, Blake. Buena chica.
Mis ojos se cierran y un gemido ininteligible sale de mi boca abierta
ante sus elogios. ¡Ha valido la pena!
Capítulo 48
RYAT

Camino detrás de ella y suelto la cadena conectada a sus esposas. Su


cuerpo se relaja como si pensara que voy a liberarla, pero no es así.
Apoyando mi mano en su espalda, le ordeno:
—Tu rostro en el suelo. —Sé que le resulta difícil mover su cuerpo
dolorido, así que agarro su hombro y la ayudo. Apoya su rostro sobre el
semen y la saliva, separa bien las piernas para mí, mostrándome ese coño
reluciente.
Me arrodillo detrás de ella, con las manos en sus nalgas, y las mueve
para mí. Meto dos dedos en su coño y ella se pone de rodillas. Sé que el
suelo de cemento es frío e implacable, pero de eso se trata. A mi esposa le
gusta un poco de dolor con su placer.
Empujo un tercer dedo y de su boca, aún amordazada, salen gritos
ahogados. Inclinándome hacia ella, escupo en su culo y muevo mis dedos
desde su coño hacia arriba. Se mueve de nuevo y coloco mi mano en su
espalda.
—¡No te muevas, Blake! —advierto.
A pesar de que acabo de venirme, todavía estoy duro. Siempre estoy
preparado para ella. No importa lo que pase. Desabrochando de nuevo la
cremallera de mis jeans, saco mi polla aún húmeda y separo más sus piernas
con las mías, obligándola a arquear más la espalda.
Me deslizo dentro de su húmedo coño y estiro la mano para agarrar la
cadena que conecta sus esposas, manteniéndolas en su lugar mientras mi
otra mano se extiende por la parte baja de su espalda y mi pulgar se desliza
en su culo.
Ella se mueve aún con la mordaza de boca abierta, ruidos
ininteligibles invaden la habitación y sonrío. No le doy ningún aviso ni la
oportunidad de recuperarse de lo que ya le he hecho. En vez de eso, tomo a
mi esposa como si estuviera pagando por usarla: duro y rápido.
Mi cuerpo golpea el suyo. Me duelen las rodillas por el suelo de
cemento, así que sé que a ella le duele todo el cuerpo. Pero eso no le impide
llegar al orgasmo, esta vez sobre mi polla. No demoro mucho más en
seguirla.
Retirándome, me pongo de pie y ella estira su cuerpo, acostándose.
Saco la llave de mi bolsillo y le quito las esposas, seguido de la hebilla de la
mordaza. Grita cuando se la quito de la boca.
—Date la vuelta —le pido en voz baja. Su cuerpo se mueve
lentamente, pero hace lo que le digo mientras me mira con sus ojos pesados.
Me agacho, pasando mis brazos por debajo de su cuerpo tembloroso y
la levanto, sacándola del sótano y llevándola al apartamento.

***
La ayudo a salir de la bañera después de lavar su cabello y enjabonar
su cuerpo. La envuelvo con la toalla antes de levantarla en mis brazos.
Está a punto de quedarse dormida. Nuestra pequeña sesión en el
sótano tomó lo poco que le quedaba para dar. La coloco en el borde de la
cama, la seco un poco más y luego se acuesta, acurrucándose en las
sábanas.
—Toma. —Le entrego dos analgésicos, sabiendo que su mandíbula
tiene que estar dolorida junto con todo lo demás. No quería tenerla ahí
abajo por mucho tiempo, teniendo en cuenta la posición en la que la tenía.
Se los toma y me entrega su botella de agua. La coloco en la mesita
de noche y me arrastro junto a ella.
—Acuéstate boca abajo —le ordeno.
Me siento a horcajadas sobre su espalda y froto mis manos
rápidamente, calentándolas antes de colocarlas sobre su piel. Gime cuando
comienzo a masajear. Tal vez pase un minuto antes de que la escuche
comenzar a roncar suavemente, pero sigo frotando su espalda, brazos y
piernas, con la esperanza de que eso la ayude a el dolor cuando se despierte
por la mañana.
Una vez que termino, me acuesto y la atraigo hacia mí. Beso su
cabello mojado y le susurro:
—Te amo. —Espero que pueda escucharme antes de cerrar los ojos.
Los abro de golpe cuando escucho sonar mi celular.
Gimiendo, me acerco a la mesita de noche y lo agarro.

Reunión obligatoria en la Casa de los Lords.

Lo bloqueo y suspiro. Es más tarde esta noche. Por suerte, es lo


suficientemente temprano como para poder ir a la reunión y regresar a
Blackout antes de que Blake tenga que hacer su iniciación.

BLAKELY
Estoy un poco ebria. Probablemente he bebido más de lo debido, pero
necesitaba el coraje líquido para hacer lo que hay que hacer esta noche. No
es el hecho de que tenga que fingir que coqueteo con un hombre. Es el
hecho de que sé lo que mi marido le va a hacer después. ¿Por qué este tipo
merece morir? ¿Y por qué fue elegido para mi iniciación? ¿Estas personas
son elegidas al azar?
Llevo puesto otro vestido de Sarah, y Ryat literalmente gruñó cuando
me vio con él, pero no dijo nada. Tomo otro trago antes de dejar la copa.
Echo un vistazo rápido a mi alrededor y trato de encontrar a Ryat entre la
multitud, pero hay demasiada gente y él esta noche no está en el balcón del
segundo piso.
Tampoco puedo sentirlo como siempre. Me pregunto si es porque
estoy nerviosa. El festival de sexo que tuvimos anoche en el sótano me dejó
exhausta y dormí hasta el mediodía de hoy. Me desperté muy dolorida y
necesité otro baño caliente para relajar mis músculos tensos. Funcionó lo
suficiente. Pero incluso ahora, estos tacones me están matando. Sin
mencionar que todavía tengo corazones en las tetas y MÍO escrito entre mis
piernas. Me pregunto cuánto dura el rotulador en la piel.
—Boo.
Me sobresalto cuando oigo a alguien en mi oído. Me doy la vuelta y
veo a Sarah parada frente a mí.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto, con los ojos muy abiertos,
tirando de ella para darle un abrazo.
—Traje tu auto.
—¿En serio? —Ella asiente y digo—: Gracias. —La extrañé mucho.
No he podido verla mucho desde que empezaron las clases este año. Entre
los Lords, mi huida y que alguien intentara matarme, nos hemos separado.
Más ahora que cuando salía con Matt.
—Por supuesto. Supongo que los Lords tienen una reunión en la
casa…
Frunzo el ceño. No lo sabía.
—Ryat llamó a Gunner esta mañana y le dio la dirección de la cabaña
y nos pidió que trajéramos tu auto hasta aquí. Así que Gunner me trajo y
dijo que vendría hasta aquí con Ryat cuando terminaran en la casa.
Prometió que estaría aquí.
—¿Cuándo terminarán? —le pregunto.
—Debería ser en cualquier momento. —Ella mira su celular—. Pero
quería venir a ayudar a mi chica. —Me guiña un ojo.
¿Sabe ella lo que estoy haciendo? ¿Sabe lo que hizo Gunner para
convertirse en Lord? Ni siquiera sé lo está haciendo Ryat en este momento.
Y probablemente nunca lo sabré.
Mi celular vibra en mi bolso y lo saco. Abro el mensaje de texto y
respiro profundamente, pensando que dirá que el tipo está aquí, pero es de
Ryat.
Tenía una reunión en casa de los Lords. En camino.
Bien. Nos vemos pronto.

—Mientras esperamos, voy a ir hasta mi auto muy rápido. —Voy a


tomar un par de zapatos bajos que tengo en mi maletero para ponérmelos
tan pronto como esto termine. He odiado vivir con la pequeña maleta que
trajimos. Si hubiera sabido que no íbamos a regresar después de enterrar a
Cindy, habría hecho varias maletas.
—Iré contigo.
Nos reímos cuando me cuenta algo que Gunner hizo la semana pasada
mientras salía por la parte trasera de Blackout hacia mi auto. Fue muy
amable por parte de Sarah traerlo hasta aquí por mí. Por alguna razón, se
siente como si me hubieran devuelto un poco de libertad. No he tenido la
oportunidad de conducir mi auto en casi un mes.
Lo dejé atrás mientras huía, y luego hemos estado escondidos aquí
durante cuatro días. Tengo una gran sonrisa en mi rostro.
Al desbloquearlo, suena un pitido y Sarah se detiene.
—Maldita sea.
—¿Qué? —le pregunto.
—Creo que dejé mi celular en la barra. —Palpa su vestido, sabiendo
muy bien que no tiene bolsillos. Abre de un tirón su bolso y empieza a
buscar en él.
Me dejo caer en el asiento del conductor.
—Sube. Te llevaré hasta la puerta trasera. Así no tienes que caminar.
—Además, cuanto antes llegue allí, mejor. No quiero que alguien se lleve tu
celular.
Ella entra y conduzco a través del estacionamiento ya que estaba en la
última fila (el club está lleno esta noche) y me detengo en paralelo a la
puerta.
—Estaré aquí —le digo mientras ella sale con un salto. Cierra la
puerta, tomo mi celular del portavasos y comienzo a llamar a Ryat, pero me
detengo. No quiero ser esa mujer que no puede pasar un segundo sin llamar
a su hombre. Lo veré pronto de todos modos.
La puerta de mi auto se abre y la veo caer en el asiento del copiloto.
—Eso fue rápido…
Una mano agarra mi cabello y mi rostro se estrella contra el volante.
El dolor estalla detrás de mis ojos, y al instante siento el sabor de la sangre.
Luego inclinan mi cabeza hacia atrás y ni siquiera consigo gritar antes de
que una mano tape mi boca, silenciándome.
—Has estado muy ocupada, Blakely. — Escucho una voz masculina
gruñir en mi oído.
Tengo los ojos llorosos por el impacto que acaba de recibir mi rostro,
así que cuando intento mirarlo, lo único que veo es una figura borrosa, pero
sé de quién se trata. Sacudiendo la cabeza, intento gritar, pero él solo aprieta
su agarre en mi cabello, agujas pinchan mi cuero cabelludo.
—No te preocupes, no voy a matarte. Todavía. Esto es solo una
advertencia. —Quita su mano de mi boca y vuelve a golpear mi rostro
contra el volante. Esta vez, mi visión se vuelve negra, y más sangre llena mi
boca. Comienzo a ahogarme con ella, haciendo que salga volando de mi
boca hacia el salpicadero y el parabrisas.
Su mano sigue sujetando mi cabello y su otra mano se envuelve
alrededor de mi garganta y aprieta, quitándome el poco aire que tenía.
—Sabes… —Se inclina y la humedad de su lengua se desliza por mi
mejilla palpitante mientras lame mis lágrimas—. Debería haber aceptado
esa fantasía de violación tuya. —Mi corazón, ya acelerado, se salta un
latido y trato de alcanzar la manija de la puerta, mis pulmones arden por la
falta de oxígeno mientras puntos cubren mí ya borrosa visión.
Retira la mano justo antes de que mis ojos se cierren, y tomo una
bocanada de aire con dificultad antes de volver a escupir sangre por la boca.
—Ryat va a… matarte —murmuro.
Se ríe, el sonido invade el pequeño auto.
—Dile a tu esposo que lo estaré esperando. —Luego golpea mi rostro
contra el volante por última vez.
Cuando me suelta, mi cuerpo se desploma en el asiento del conductor
y lo único que puedo escuchar es el torrente de sangre en mis oídos. Siento
como si mi corazón estuviera palpitando en mi rostro, y no puedo tragar.
La saliva y la sangre salen por las comisuras de mi boca. No puedo ver
nada, pero ni siquiera estoy segura de que mis ojos estén abiertos.
—¡Blakely! —Escucho que gritan mi nombre—. ¡Oh, Dios mío!
Me estremezco ante el sonido. Solo… solo quiero dormir.
—¡Ayúdame! —La voz vuelve a gritar—. Vas a estar bien —grita la
chica.
¿Qué pasa? No estoy segura de lo que está diciendo.
—¿Qué mierda? —grita alguien más.
Unas manos agarran mis hombros y me arrastran bruscamente fuera
del auto. Ni siquiera puedo luchar si Matt ha cambiado de opinión y ha
decidido volver por mí. En este punto, soy suya siempre y cuando me deje
dormir.
—Entra al auto. Llévanos —ordena la voz, levantándome. Siento que
la oscuridad se cierra sobre mí, permitiéndome por fin algo de paz y
tranquilidad.
Capítulo 49
RYAT

Estoy conduciendo por la autopista, mis ojos van constantemente al


reloj en mi tablero. La reunión en la casa ha durado más de lo necesario.
Ahora tengo que llevar mi trasero a Blackout, asegurándome de llegar antes
de que Blake reciba el mensaje sobre su iniciación.
El sonido de mi teléfono suena a través de los altavoces. Veo que es
Ty.
—¿Hola? —respondo.
—Ryat —grita mi nombre, y al instante mi corazón se acelera—. No
sé qué pasó. Hombre, fue solo un segundo…
—Déjame hablar con Blake —lo interrumpo.
—No puedo. —Suspira con fuerza—. Ryat, ella…
—¿Qué mierda pasó, Tyson? —grito, y Gunner ya está sacando su
celular del bolsillo, probablemente para llamar a Sarah.
—Estamos en el hospital. Reúnete con nosotros aquí. Me tengo que ir.
—Cuelga.
—No contesta —gruñe Gunner, apartando el teléfono de su oreja.
—Agárrate. —Piso el freno abruptamente para tomar la salida que ya
casi había pasado para dar la vuelta y tomar la dirección contraria.
Menos de veinte minutos después, detengo mi camioneta frente a las
puertas de la sala de emergencias. Gunner y yo salimos de un salto. Al
entrar, me encuentro con el mostrador de la enfermera.
—Blakely Rae Archer. —Grito su nombre, golpeando con mi mano la
superficie—. ¡Ella es mi esposa!
—¿Ryat? —Escucho que gritan mi nombre desde el fondo del pasillo.
—No importa —le digo a la inútil enfermera y me voy.
—Señor, usted no puede…
La ignoro y corro hacia Tyson. Está de pie en el centro del pasillo.
—¿Qué diablos está pasando? —espeto, pero mis ojos se posan en la
sangre en su camisa, y parpadeo, tratando de comprender lo que estoy
viendo. Eso no puede ser de mi esposa. He visto estas cosas durante toda mi
vida, pero ahora mismo, siento que voy a enfermar. La idea de que le pase
algo cuando debería haber estado allí con ella.
Él levanta las manos.
—No sé qué pasó. Salí y Sarah… estaba pidiendo ayuda a los gritos.
Blake… estaba sangrando…
—¿Dónde está ella? —exijo, a punto de golpear su maldito rostro ya
que tiene problemas para pronunciar una oración entera.
—Allí. —Señala la puerta ante la que estamos—. Gavin está de
guardia y ya la ha visto.
La abro de un empujón y me apresuro a entrar en la habitación para
encontrar a mi esposa acostada en una cama de hospital con Sarah sentada
en una silla junto a ella, sujetando la mano de Blake. Su rostro está
hinchado y magullado y tiene puntos de sutura en varios lugares.
—Sarah —digo su nombre en voz baja. Su maquillaje está corrido, su
rostro rojo y manchado.
—Oh, Ryat. —Soltando la mano de Blake, se precipita hacia mí y
lanza sus brazos alrededor de mi cuello, casi haciéndome retroceder.
Le doy unas palmaditas en la espalda, aturdido mientras miro el
cuerpo inconsciente de mi esposa. Se ve tan pequeña y vulnerable en esa
cama. No la han limpiado, por lo que tiene sangre seca por todo su rostro y
cuello. Incluso tiene salpicaduras en sus brazos y manos.
La puerta detrás de mí se abre y Sarah se aparta.
—Gunner. —Ella corre hacia él, me acerco a la silla ahora vacía, y me
dejo caer en ella. Tomo la cálida mano de Blake y la aprieto entre las mías.
—¿Qué pasó? —Vuelvo a preguntar, esperando que alguien me diga
algo.
—Ella quería tomar algo de su auto… salimos, pero olvidé mi
teléfono. —Ella comienza, alejándose de Gunner—. Me dejó en la parte
trasera del edificio. —Se abraza a sí misma—. Solo me fui por unos
minutos. Cuando volví, ella estaba sentada en el asiento del conductor…
así. Comencé a… gritar. —Sarah sacude la cabeza—. Para que alguien la
ayude. Estaba allí sentada, cubierta de sangre. —Mira a Blake y nuevas
lágrimas corren por su rostro—. Fue entonces cuando ese tipo se acercó a
nosotras…
—¿Quién? —Gunner la interrumpe.
Ella señala la puerta.
—El tipo que está en el pasillo. Ni siquiera sé quién es. La sacó del
auto y corrió hacia otro. Me dijo que subiera y me hizo conducir mientras él
se sentaba con ella en la parte de atrás. —Vuelve a sollozar y Gunner la
atrae hacia él, abrazándola con fuerza.
La puerta se abre de nuevo, y espero que sea Ty, abro la boca para
decirle que se vaya a la mierda, pero es otro Lord.
—Ryat. Gunner. —Nos saluda a los dos con un asentimiento.
—Doctor Gavin —digo, soltando su mano y dejándola sobre la cama.
—Tengo algunas radiografías que me gustaría revisar contigo, si
tienes un segundo. —Sostiene la placa en sus manos.
—Por supuesto. —Asiento, entumecido.
—Volveremos —nos dice Gunner y luego saca a una sollozante Sarah
de la habitación, excusándose.

BLAKELY
Escucho voces, pero suenan muy lejanas. Como si estuviera parada en
el extremo de un túnel y ellas al otro lado, resonando dentro de mi cabeza.
La cual está palpitando como si alguien la estuviera usando como batería.
—Te dije que esto pasaría…
Las voces empiezan a sonar más claras.
—Les dije que deberíamos haberla evaluado de manera diferente. —
Otra voz consigue atravesar el tamborileo detrás de mis ojos.
—¡La iniciación no le hizo esto! —arremete una voz conocida.
—¡No! ¡Fue ese pedazo de mierda con el que ibas a permitir que se
casara! —argumenta otra voz, y la reconozco. Es la de Ryat.
—¡Nunca iba a permitir eso! —el segundo grita de nuevo. —¿Por qué
crees que te obligué a elegirla? —Es mi padre—. ¿Eh? Seguro que no fue
para mierdas y risitas.
—Bueno, no es que me hayas dado una respuesta cuando te pregunté.
Abro mis pesados ojos, parpadeando un par de veces antes de que la
habitación se enfoque. Estoy en una cama de hospital. Ryat está de pie a la
derecha, apoyado en el alféizar de la ventana, vestido con una camiseta
blanca, unos jeans con una gorra de béisbol negra al revés y zapatillas.
Mi padre está sentado en un sofá a su lado, vestido con un traje color
carbón y con el celular en la mano. Mirando a mi izquierda, veo a mi suegro
caminando por la gran habitación, también vestido como si acabara de
llegar de una reunión de la junta directiva.
—No vamos a conseguir nada si estamos discutiendo —afirma,
respirando profundamente.
—Sí —consigo graznar y me estremezco—. Está empeorando… mi
dolor de cabeza.
—¡Blake! —Ryat se aparta del alféizar de la ventana y se acerca a mí
—. ¿Cómo te sientes? —Antes de que pueda intentar responderle, mira a su
padre—. Llama a la enfermera. —Él se da la vuelta y sale corriendo de la
habitación.
—Hola, princesa —dice mi padre con suavidad, acercándose al otro
lado de mi cama.
—Yo… —mis ojos se cierran, la luz los lastima.
—Apaga la luz —ordena Ryat, luego de escuchar el click del
interruptor, abro los ojos lentamente mirando una habitación más
tenuemente iluminada con la luz principal ahora apagada—. ¿Estás mejor?
—me pregunta, su mano toma la mía y la aprieta suavemente.
Asiento.
—Sí.
La puerta se abre y entra Abbot con una enfermera detrás.
—Buenas noches, Blakely. ¿Cómo te sientes?
Gimo. Ella está demasiado animada con su gran sonrisa, su cabello
rubio blanquecino está recogido en un bonito moño y noto como sus ojos
marrones escudriñan rápidamente a mi esposo antes de volver a los míos.
—Dice que le duele la cabeza —responde Ryat cuando se da cuenta
de que voy a ignorarla.
—Puedo darte unos analgésicos. —Ella asiente con entusiasmo. Y
luego lo mira de nuevo—. Volveré enseguida con ellos.
Cuando nos deja solos, cierro mis pesados ojos.
—¿Qué pasó?
—Te atacaron —responde Abbot.
Ryat vuelve a apretar mi mano.
—¿No lo recuerdas?
—No —respondo, abriendo los ojos y mirándolo.
Parece agotado. Sus bonitos ojos verdes no están tan brillantes como
los recuerdo. Tiene una barba incipiente en su mandíbula y sé que no ha
lavado su cabello porque lleva puesto la gorra.
—¿Cuánto tiempo llevo aquí? —pregunto, lamiendo mis labios
agrietados.
—Tres días —responde mi padre.
—Toma, te traje algunos de estos cuando perseguí a la enfermera. —
Abbot pone un vaso con hielo en la mano libre de Ryat.
Suelta mi mano y me da unos cuantos trozos de hielo con una
cuchara. Dejo que se derritan en mi boca, pues me apetece más el agua que
masticar hielo. Tengo mucha sed. Después de tragar, deslizo la lengua por
mis dientes superiores e inferiores, asegurándome de que están todos. Me
siento un poco mejor cuando verifico que están todos.
—¿Quieres más? —pregunta Ryat, y asiento.
La enfermera vuelve con una jeringa y esa estúpida sonrisa en su
rostro.
—Esto te dará sueño. Seguramente despertarás y volverás a
dormirte…
—No —digo, interrumpiéndola. ¿Ya he estado inconsciente durante
tres días? Es demasiado tiempo—. No quiero…
—Está bien, Blake —me dice Ryat y luego la mira, asintiendo. Sus
ojos vuelven a los míos—. Estaremos aquí cuando te despiertes. —
Inclinándose, presiona un suave beso en mis nudillos mientras mis ojos se
vuelven pesados.
Capítulo 50
RYAT

Salgo de su habitación y camino por el pasillo. Necesito una maldita


bebida energética. Demonios, necesito que me conecten a una vía
intravenosa de cafeína pura. Es como cuando ella volvió a huir, pero esta
vez, sé que está justo delante de mí, no desaparecida.
Podría haberlo estado, sin embargo. Matt podría habérsela llevado
fácilmente. Y estoy más que confundido en cuanto a por qué no lo hizo.
Quiero decir, gracias a Dios que no es el caso, pero ¿por qué? ¿Qué diablos
está haciendo?
¿Es su manera de jugar con su comida antes de comerla?
Una forma de alargar su tortura. Asesiné a sus dos únicos aliados, y él
simplemente la dejó cuando tuvo la oportunidad de llevársela y hacerle
pagar por mis pecados.
Me acerco a una máquina expendedora, meto un billete de cinco
dólares y aprieto la bebida energética que sé que no me va a hacer una
mierda.
No estoy seguro de qué diablos está tramando, pero no me gusta para
nada. Nada sobre el hecho que ella esté en una cama de hospital me sienta
bien.
—Vamos. —Golpeo el costado de la máquina cuando veo que no me
dio mi bebida—. ¡Hijo de puta! —Le doy una patada.
—Le di veinte antes y no me dio nada.
Miro a Ty, que está a mi lado, y suspiro con fuerza.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Me prometió que la cuidaría. Fui yo
quien le falló al esperar que alguien más la mantuviera a salvo.
Mete las manos en los bolsillos delanteros de sus jeans y se balancea
sobre los talones, bajando la cabeza.
—No puedo irme sabiendo que sigues aquí.
Pongo los ojos en blanco y me alejo. A la mierda los cinco dólares,
pero sus palabras me detienen.
—Tú estuviste aquí conmigo… —Sacando su mano del bolsillo, la
pasa por su cabello revuelto, y mis ojos recorren su camisa, dándome
cuenta de que sigue vestido con la misma ropa que llevaba cuando trajo a
mi esposa. Lo sé porque todavía tiene su sangre. No he dejado este lugar,
pero por suerte, Gunner me trajo ropa nueva—. Solo pensé que no deberías
estar solo en caso de que… —Se detiene.
Mis manos se cierran en puños.
—¿En caso de que ella muera? —finalizo por él. Estoy siendo
dramático. Hablé con Gavin, y me dijo que todo parecía estar bien en
cuanto a que no hay heridas graves. No hay hemorragia. Tiene la nariz rota,
algunos cortes y moretones, pero no deja de ser un hecho que podría haber
sido mucho peor.
Sus hombros caen.
—No sabía…
—¿Qué, Ty? —Levanto la voz—. ¿Que Matt estaba allí? Porque él
sabía que ella estaba allí. —Nos habíamos quedado allí toda la semana. No
es como si hubiera sido difícil para él averiguarlo. La noche anterior la dejé
bailar con Sarah, queriendo que se divirtiera. Debería haber huido con ella.
—No es tu culpa —dice en voz baja, y suelto una risa áspera.
—Gracias por la opinión que no he pedido. —Me doy la vuelta,
dándole la espalda.
—Los lords solo se preocupan por sí mismos, Ryat —dice.
Deteniéndome de nuevo, rechino los dientes y me giro para mirarlo,
pero no digo nada.
—¿Quieres salvarla? —Él camina hacia mí—. La única manera de
hacerlo es dejándola ir, porque incluso si murieras mañana, ellos serían sus
dueños. —Mi espalda se endereza ante sus palabras—. Su padre no podrá
salvarla. Tu padre no podrá salvarla. Toman prisioneros, Ryat.
Lo fulmino con la mirada.
—Entonces, ¿por qué sigues siendo miembro, Ty?. —Arqueando una
ceja, continúo—: Traiciona tu juramento y ellos tomarán esa decisión por ti.
Sonríe, y apoya su mano izquierda en mi hombro.
—¿Por qué crees que preferí el infierno que elegí? —Con eso, me da
dos palmadas en el hombro y se va.
Miro fijamente la bebida energética que nunca recibí, pero por la que
pagué, y rechino los dientes. Él estaba hablando de Blackout. Los Lords le
han puesto ese club. Compraron el terreno, construyeron el edificio y se lo
entregaron todo gratis. Ahora me pregunto qué tiene que hacer para
conservarlo.
Sacudiendo la cabeza, me digo a mí mismo que no debo preocuparme
por sus problemas. Lo hice una vez. Incluso me senté aquí en la sala de
espera con él, pero sé cómo terminó aquello. Mucho peor que mi
experiencia aquí.
Sé que Blakely volverá a casa, y sé que no la dejaré ir. He visto lo
peor de los Lords, pero también he visto cómo cuidan de sus miembros,
como si fueran la maldita realeza.
Haré lo que haya que hacer y me aseguraré de que Blakely y nuestros
futuros hijos estén muy bien cuidados y puedan esconderse si algo me
sucediera. Es lo mejor que puedo hacer por ellos.
Camino de regreso hacia la máquina, me inclino y apoyo mi frente en
el vidrio frío y suspiro con fuerza.
—¡A la mierda! —Entonces me enderezo, levanto la mano y agarro la
parte trasera de mi camiseta. La subo de un tirón, pasándola por encima de
mi cabeza, tirando mi gorra al suelo en el proceso.
—Oh, Dios mío. —La enfermera de Blake de antes se acerca—.
¿Qué… qué está haciendo, señor Archer? —pregunta, nerviosa. Sus ojos se
posan en mis abdominales que se flexionan por mi respiración pesada.
Ignorándola, envuelvo la camiseta en mi mano derecha, cierro el puño
y lo golpeo contra el vidrio.
Ella chilla y salta hacia atrás.
—¡Ryat!
Retiro mi brazo a través del vidrio, ella me mira con los ojos muy
abiertos mientras desenvuelvo la camiseta de mi puño, sacudo los restos de
vidrio y me la vuelvo a poner, junto con mi gorra.
Volviendo a meter la mano, tomo dos bebidas energéticas.
—Tu mano. —Ella da un paso hacia mí—. Estás sangrando.
Tengo sangre corriendo por mi brazo desde donde el vidrio me cortó
una vez que lo atravesé. No es gran cosa.
—Necesitas puntos de sutura…
—Estoy bien —le digo. Me he jodido más en una pelea.
—Pero… —ella extiende su mano, agarrándome—. Puede que tengas
un vidrio clavado.
—Entonces lo sacaré. —Quito mi mano de su agarre—. Ve a hacer el
trabajo por lo que te pagan y ayuda a quienes lo necesitan.
Ella jadea como si lo que dije la hubiera ofendido, lo cual no hice. Es
literalmente su trabajo. Dejándola allí con la boca abierta, me dirijo por el
pasillo a la sala de espera para ver a Ty todavía aquí.
Suspiro, me siento a su lado y, sin decir una palabra, le paso una de
las bebidas que saqué de la máquina rota.
Se ríe, pero extiende la mano y la toma. Es lo más parecido a una
disculpa que va a recibir. Mi esposa es la única persona que escuchará mis
disculpas. Pero entiendo que no fue su culpa. Era la mía. Y cuando
finalmente ella pueda regresar a casa, me daré la oportunidad de idear cómo
voy a matar a Matt por ponerle las manos encima.
—Hice que Sarah nos trajera aquí en mi auto —habla—. Así puedes
revisar el de Blakely donde se encuentra. Ver si él dejó algo.
Trago saliva, sabiendo que no me va a gustar lo que vea en el interior
del auto después de lo que le hizo. Pero tiene razón, tengo que revisar y ver
si dejó alguna pista para encontrarlo antes de que tenga la oportunidad de
volver a tocarla.
—Gracias.

BLAKELY

—Ryat —gruño—. Puedo hacerlo.


—Sé que puedes, Blake —miente. Si él pensara que puedo, entonces
realmente me dejaría hacerlo.
Apartando su brazo de mí, me rindo cuando no cede y le permito que
me ayude a caminar de regreso a la cama. Tengo la nariz rota, no una
pierna.
Me levanta en sus brazos y me mete en la cama mientras suspiro.
—¿Cuándo podré irme? —le pregunto. Siento que cinco días (estuve
inconsciente los tres primeros) es mucho tiempo para una nariz rota. Me
siguen mandando a hacer todas esas pruebas que siempre salen bien.
—Dijeron que en algún momento de mañana.
—¿Por qué no hoy? Estoy bien —digo, empujando mi labio inferior
partido hacia fuera, esperando que eso me haga ganar algo de simpatía.
No lo hace.
—Si el médico pensara que puedes irte hoy, te dejaría —dice con
naturalidad.
—Esto es como la cárcel —digo, hundiendo la cabeza en la almohada
y haciendo reír a Ryat—. ¿Qué es tan gracioso?
—Viniendo de alguien que ha estado en la cárcel, esto no se parece en
nada.
Abro la boca para preguntar cuándo diablos fue arrestado, pero se
abre la puerta y entran nuestros padres. Ahora son como los mejores
amigos, supongo. Siempre juntos. Siempre aquí. Quizá siempre lo han sido
y simplemente yo no lo sabía.
No he hablado con mi madre. Estoy bastante segura de que mi padre
le dijo que se mantuviera alejada de mí después de que Ryat le informara
que me había abofeteado. Ha sido agradable, en realidad, y un poco triste
que ni siquiera la haya extrañado.
—De acuerdo, todo parece estar bien en la cabaña —le dice mi padre
a Ryat.
—¿Qué quieres decir? —pregunto.
—Hice instalar todas las cámaras nuevas. Por dentro y por fuera —
responde Ryat—. Los envié allí para que las revisen y para asegurarme de
que estuvieran funcionando correctamente.
—¿Por qué dudas de que lo hagan? —pregunto, metiendo en mi boca
una patata frita que me trajo Abbot.
—Llevo más de una semana revisándolas y no he visto ninguna
actividad —afirma, sentándose en el sofá.
—¿No es eso algo bueno?
—Nunca se puede ser demasiado cauteloso —responde vagamente.
Meto otra patata frita en mi boca, cierro los ojos y gimo. Es tan
jodidamente bueno. Al abrir los ojos, me doy cuenta de que todos me
miran.
—¿Qué? —pregunto nerviosa.
Mi padre pasa la mano por su cabello.
—Creo que es el momento…
—Phil… —Abbot se aclara la garganta—. Acordamos…
—He cambiado de opinión —lo interrumpe.
Mis ojos se dirigen a Ryat, y él se encoge de hombros como si
tampoco tuviera idea de lo que están hablando.
—De acuerdo. —Me siento más erguida en la cama—. ¿Qué pasa?
—Bueno… —Mi padre traga saliva—. Tengo que decirte algo.
—Entonces dímelo. —Estoy tan cansada de todos los secretos. Solo
hay que sacarlo todo aquí, a la luz.
Él toma una respiración profunda y extiende su mano para quitarse la
corbata. Oh, él habla en serio. Desabrochando el botón superior de su
camisa de vestir, dice:
—Salí con una mujer en Barrington. LeAnne Mayes. Ella era mi
elegida.
No me tomó mucho darme cuenta de que mi padre es un Lord. El
hecho de que estuviera en la casa de los Lords después de que Ryat me
arrastrara fue mi mayor pista. Sin embargo, me resulta extraño nunca haber
prestado mucha atención a su vida. O que nunca me lo contara. Todos los
viajes que él y mi madre tenían que hacer por sus negocios. Cada vez que
tuvo que perderse un cumpleaños o una fiesta, ¿era porque los Lords lo
llamaban para trabajar?
Frunzo el ceño ante el nombre, sin reconocerlo y preguntándome por
qué, de repente, es importante. Miro a Ryat, y él está mirando al suelo, con
el ceño fruncido como si intentara decidir si sabe quién es o no.
—¿Debería conocerla? —pregunto.
—No. —Mi padre niega con la cabeza, pero sus ojos se dirigen a Ryat
antes de volver a los míos.
—¿Por qué es tan importante? —pregunto, mirando alrededor de la
habitación, mi esposo sigue atascado en el nombre con profunda
concentración.
—Porque la amaba —anuncia, y sus anchos hombros se hunden como
si eso fuera un gran peso que había estado cargando.
De acuerdo. Nunca esperé que mi padre no tuviera a nadie antes de
conocer a mi madre. Nunca escuché a ninguno de ellos hablar de relaciones
pasadas, pero eso no significa que no hayan existido. Así que no estoy
segura de por qué esto es una noticia.
—¿Lo sabía mamá? —pregunto.
Su rostro palidece un poco y desabrocha otro botón.
—Ella ya estaba prometida a otra persona… LeAnne —afirma,
ignorando mi pregunta. De nuevo, como si esto debiera significar algo para
mí. O para cualquiera de nosotros—. Pero tu madre… ¿sabes que nos
casamos poco después de comenzar la relación?
—Sí —respondo lentamente.
—Bueno… —Rasca su nuca—. Tuvimos un matrimonio concertado.
—No, no lo tenían —argumento como si estuviera allí y me rio por
eso
Él suspira.
—Lo teníamos. Te mentimos.
—¿Por qué...? Espera. —Me incorporo aún más—. ¿Por qué
mentirías sobre tu matrimonio? —Él baja la mirada y miro a Ryat en el
sofá. Esta vez me está mirando fijamente, y tiene una mirada de lástima en
sus ojos—. ¿Tú sabías que me habían mentido?
—Sí —responde sin dudar.
Mi rostro se contrae con confusión.
—¿Por qué inventaste eso?
Mi padre se encoge de hombros.
—Bueno, tu madre le contaba esa historia a todo el mundo y, a
medida que crecías, se convirtió en la norma.
Vuelvo a mirar a Ryat, que me observa atentamente. Me hace pensar
en cuando tengamos hijos. ¿Les contaré cómo nos conocimos? ¿Sobre el
ritual? ¿La ceremonia de los votos? ¿La casa de los Lords? Por supuesto
que no.
—Entiendo que lo ocultaras cuando era niña, pero podrías habérmelo
contado en algún momento de los últimos años. Especialmente cuando
intentabas que yo hiciera lo mismo.
Mi padre suspira.
—Nunca quise que te casaras con Matt. Eso fue cosa de tu madre.
—Podrías haberle dicho que no —argumento—. Ya sabes lo que
pensaba de un matrimonio concertado. Y lo mucho que no quería eso.
Desabrocha otro botón de su camisa.
—No pude. Ella me amenazó… —Permanezco en silencio y miro de
él a mi suegro, que está de espalda a nosotros mirando por la ventana con
las manos en los bolsillos de los pantalones.
—¿Te amenazó con qué? —Exijo mientras el silencio se prolonga—.
¿Qué cosa tan mala te hicieron hacer los Lords como para que no puedas
defenderme? —Mi madre prácticamente lo chantajeó. No me sorprende. Es
una perra vengativa.
—Bueno… —Traga saliva con nerviosismo, y veo gotas de sudor a lo
largo de su frente—. Mi elegida… fue hace tanto tiempo. Y… —Nunca
había escuchado a mi padre vacilar tanto con sus palabras.
—¡Hijo de puta! —sisea Ryat y se pone de pie.
—¿Qué? —pregunto, observando cómo empieza a caminar.
Me ignora y pasa ambas manos por su cabello de forma agresiva.
¿Qué me perdí?
—Jodidamente no puedo creerlo —murmura Ryat para sí mismo—.
Mayes…
—Ahora entiendes por qué queríamos que les contaras a los Lords lo
que pasó —le espeta mi padre. Aprovechando la oportunidad para evitar mi
pregunta anterior, él obviamente entiende lo que Ryat capta y yo me pierdo
—. Pero esta es tu oportunidad. Cuéntanos a tu padre y a mí lo que pasó
ahora mismo.
Ryat se detiene y se gira hacia él. En realidad, no habla, pero su
cuerpo tenso dice lo suficiente. Está enojado.
—Sabemos que no lo hiciste —le dice el señor Archer, dándose la
vuelta para mirar a su hijo—. Solo necesitamos saberlo.
—¡No soy una maldita rata! —grita Ryat.
¡Vaya! ¿Qué diablos me estoy perdiendo? Siento que ahora son varias
cosas.
—Papá —digo, intentando calmarlos a ambos, pero él me ignora.
—¿Una rata? —Mi padre se burla de Ryat—. ¿Hablas en serio? Ya no
es un Lord. Está huyendo, ha sido despojado de su título. Esto ya ha pasado.
Matt ha puesto a tu esposa, mi hija, en el hospital. ¿Por qué crees que te
obligué a elegirla en primer lugar? ¿Eh? —exige—. No la quería cerca de
él.
—Y él pagará por eso —gruñe Ryat con los dientes apretados.
—O por qué no acepté el dinero cuando me ofreciste comprar su
mano en matrimonio.
Entrecierro los ojos hacia Ryat por eso, todavía un poco amargada.
—Fue un honor entregarte a Blakely —añade, suavizando el tono.
Joder, actúan como si yo no estuviera aquí.
—Lo supiste todo este tiempo. —Ryat sacude la cabeza con disgusto
mirando a su padre, que no niega sus palabras.
—Hay que acabar con Matt. Y aún tienes la oportunidad de hacerlo.
—Mi padre suspira—. Todo lo que tienes que hacer es decirnos…
—¡No trabajé tan malditamente duro, ni dediqué mi vida a los
malditos Lords para perder mi credibilidad por culpa de Matt! —grita Ryat,
interrumpiéndolo.
—Entonces, ¿arriesgarás a tu esposa? —Mi padre grita en su rostro.
El pecho de Ryat se eleva mientras respira profundamente.
—No. —Niega con la cabeza, bajando la voz, y mi padre sonríe,
satisfecho con su respuesta—. No seré como tú. —Sus palabras hacen que
la sonrisa se desvanezca del rostro de papá—. Fuiste tú quien eligió
guardarle secretos a Blake. Fuiste tú quien eligió arriesgar su vida
permitiendo que Valerie siguiera con el matrimonio concertado. —Lo mira
de arriba a abajo con los labios apretados—. ¡Esa mujer la trató como una
mierda! ¡Y tú no pudiste ser un maldito hombre y defender a tu hija! —
Ryat resopla—. ¿Y te llamas a ti mismo un Lord?
—¡Escucha aquí! —Se pone en el rostro de Ryat, pero mi esposo no
retrocede—. ¡No sabes lo que hice por mi familia!
—No tengo por qué saberlo. —Ryat da un paso atrás y me señala,
mientras permanezco sentada en la cama—. Sé lo que no hiciste. —Sus ojos
verdes encuentran los míos—. Lo siento, Blake. —Mi pulso se acelera ante
la sinceridad en su voz. Ryat nunca se disculpa—. Pero tu padre te ha
estado mintiendo toda tu vida. Valerie no es tu madre.
—¿Qué? —pregunto, mis ojos van de un lado a otro entre mi esposo y
mi padre—. ¿Ryat? —susurro—. ¿Por qué… por qué dices eso? —La
habitación se queda en silencio y el señor Archer pasa una mano por su
rostro—. ¿Papá? —Mis ojos se dirigen hacia los suyos—. Dile que está
equivocado. —Mi pecho se oprime mientras el silencio se prolonga. Por
mucho que odie a mi madre la mayoría de los días, no mentirían sobre eso.
¿Lo harían?
Capítulo 51
RYAT

¡Jodidamente debería haberlo sabido! Debería haber exigido saber


más. Los malditos Lords me impidieron obtener toda la información. No
puedes cuestionarlos.
¡Sé que mataste a una perra importante! es lo que Lincoln le había
gritado a Matt antes de ponerlo en libertad condicional y echarlo de su
oficina. LeAnne era importante porque Phil Anderson la hizo importante. El
señor Mayes no estaba tan arriba en la escala de los Lords. Por eso nunca
cuestioné por qué necesitaba morir. Traicionó su juramento. Así de simple.
—¿Por qué dices eso? —me pregunta Blake, con su labio inferior
tembloroso—. Yo… no entiendo.
Paso una mano por mi rostro sin afeitar.
—Cuando eché a Valerie de tu apartamento, le arranqué un trozo de
cabello y lo hice analizar con el tuyo. —Recibí los resultados mientras
estaba sentado en la oficina de su padre en el centro de Dallas después de
que ella huyera de mí. No tuve tiempo ni interés en investigar quién es su
madre biológica.
Sus ojos, muy abiertos, me miran fijamente, sin pestañear.
—No… —susurra.
—Sabía lo del matrimonio concertado. Es parte del curso de ser un
Lord —agrego rápidamente—. Tuve una corazonada. —Sorpresa, sorpresa,
no eran compatibles, pero no tenía ni idea de que su madre biológica era
LeAnne hasta ahora. Después de que Phil dijera su nombre, mi mente tardó
un par de minutos en atar cabos.
—Blake. —Me acerco a su cama y ella levanta las rodillas hasta su
pecho, con los ojos ahora fijos en su padre, suplicándole que le explique
todo. ¡Jodidamente lo haré! —¿Blake? —Me siento en el borde de su cama
y tiro de sus brazos, desenvolviéndolos de sus rodillas para tomar sus
manos en las mías. Lentamente, sus ojos llorosos encuentran los míos—. En
primer año, Matt y yo fuimos compañeros para una tarea. Era nuestra
iniciación. Nos dieron un nombre y una ubicación. Para acabar con un Lord
que había traicionado su juramento.
—Yo no… —susurra, tragando—. ¿Qué tiene que ver esto con… mi
madre, LeAnne?
—Algo… —No voy a darles el beneficio de escucharme decir lo que
pasó exactamente— salió mal y su esposa también fue asesinada.
Sus ojos se dirigen a su padre, pero él es demasiado cobarde para
enfrentarse a ella. En su lugar, está mirando al suelo, frotando su cuello.
—Cuando volvimos de la misión, Matt fue puesto en libertad
condicional. Luego, al año siguiente, dos semanas antes de que empezaran
las clases, cuando acababa de hacer mi juramento, tu padre me llamó para
que me reuniera con él y me dijo que tenía que elegirte a ti.
—Intentaba salvarte de Matt. —La voz de su padre se quiebra al
hablar—. Sabíamos que había matado a LeAnne. —Hace una pausa—. Y
necesitaba tiempo para demostrarlo.
Puedo sentir sus ojos perforando agujeros en la parte posterior de mi
cabeza mientras me siento frente a mi esposa. Creyeron que podrían
convencerme, obligarme a que lo entregara, pero eso no iba a suceder. Ni
entonces ni ahora. Para eso está la confesión. Cuando cuelgue a Matt como
sugirió Tyson en la catedral, Matt no solo derramará sangre, sino todos sus
secretos a una sala llena de Lords. Será él quien cuente a todos lo que hizo
aquella noche.
—Entonces —sus cejas se fruncen—, ¿Matt mató a la esposa del
Lord?
—Sí —gruñe su padre—. Ella era mí elegida… y tu madre. La
amaba. —Su voz baja a un susurro—. Todavía la amo.
Casi siento pena por el bastardo. El silencio vuelve a caer sobre la
habitación, y la primera lágrima rueda por su mejilla magullada.
Escucho a su padre suspirar.
—Blakely, tienes que entender…
—Por favor, vete —susurra ella, interrumpiéndolo.
Él se acerca al lado opuesto de ella.
—Sé que estás molesta…
—Por favor. —Ella lo ignora, sus bonitos ojos azules se encuentran
con los míos—. Por favor, haz que se vayan.
Suelto su mano y me pongo de pie, de frente a su padre.
—¿Tengo que mostrarte la salida? —Arqueo una ceja hacia él.
Endereza los hombros, toma la chaqueta de su traje, la corbata del
respaldo de la silla y sale furioso. Mi padre lo acompaña.
Inclinándome, beso su frente.
—Vuelvo enseguida.
Corriendo por el pasillo, llego al puesto de las enfermeras y veo que
me descubren.
Su padre suspira.
—Ryat, cuando seas padre, lo entenderás.
Me acerco a él, mi pecho choca con el suyo.
—Tienes que entender que la próxima vez que tenga una reunión
contigo en el centro de Dallas a las dos de la madrugada, te dejaré
inconsciente.
—Ryat —sisea mi padre.
Como si me importara una mierda lo que tiene que decir. No me
importa. Sabía todo este tiempo por qué el señor Anderson quería que
eligiera a su hija. Mi padre nunca lo cuestionó. Incluso me llamó después de
la ceremonia para asegurarse de que fuera Blake. Cuando en Nueva York,
me preguntó cuánto ofrecería por ella… y apostaría mi vida a que por eso
no me obligó a casarme con Cindy. Este era su plan.
Mis manos se cierran en puños y pienso en hacerlo ahora mismo. ¿Por
qué mierda esperar hasta Dios sabe cuándo? Pero veo a la señorita rubia
platinada detrás del puesto de enfermeras con el teléfono en la oreja y los
ojos muy abiertos fijos en mí. Probablemente ya tiene a los de seguridad en
marcación rápida. La muy perra me ha estado vigilando desde que rompí la
máquina expendedora hace un par de días. Así que, en lugar de hacer
cualquier cosa, me alejo.
—Quiero que estos hombres sean eliminados de la lista de visitantes
de la habitación de mi esposa. Ya no están permitidos.
—Ryat —gruñe su padre—. No puedes alejarme de ella.
—Mírame. —Entonces me doy la vuelta y vuelvo a su habitación. Al
entrar, la encuentro de lado en posición fetal de espaldas a mí, llorando.
Apago la luz principal y me acerco a su cama. Cuando me acuesto detrás de
ella, se da la vuelta y se acurruca contra mí, llorando más fuerte.
—Shh. —Intento calmarla frotando su espalda. Sabiendo que, si llora
demasiado, se va a provocar otro dolor de cabeza.

BLAKELY
Entrar en la cabaña se siente… diferente. Hay cortinas negras que
cuelgan del techo y cubren todas las ventanas del suelo al techo que dan al
bosque. Hace que el lugar parezca más oscuro. Me recuerda a Blackout.
—¿Cuándo pusiste esto? —pregunto.
Coloca el bolso que Sarah llevó al hospital sobre la mesa de centro.
—Hice que Gunner y Prickett lo hicieran mientras estábamos en el
club.
—¿Por qué?
—Porque pensé que tal vez Matt andaba por aquí y no quería que
viera el interior de la casa.
Asiento en señal de comprensión.
Suspirando, se acerca a mí y besa mi cabello.
—No estarán para siempre —promete como si se diera cuenta de que
las odio.
Entra en la cocina y yo me dirijo al baño, con ganas de darme un baño
caliente. Estoy mental y físicamente agotada. Me desvisto, me quito la
camiseta y luego empujo mis pantalones cortos por mis piernas junto con
mi ropa interior. Me doy la vuelta y me paro delante del espejo. No me vi
en uno desde que Matt golpeó mi rostro contra el volante. No quería tener
que ver lo que ya sabía: me dejó fea.
Este era su objetivo. Hacer que Ryat me viera como algo repulsivo.
Matt quiere que Ryat me rechace. Ya no es que Matt me quiera. No. No
pudo vencer a Ryat, así que ahora va a ponerlo en mi contra. Es el único
ángulo que le queda por jugar.
Ryat entra en el cuarto de baño y agacho la cabeza, incapaz de
encontrar sus ojos en el espejo.
—Oye. —Sintiendo las puntas de sus dedos en mi cuello, aparta el
cabello de mi rostro con una mano mientras con la otra me aparta de la
encimera para colocarme frente a él—. Blake, mírame.
Sintiéndome derrotada, levanto la cabeza.
—¿Te duele? —pregunta, preocupado en el momento en que me ve
luchando contra las lágrimas.
—No —susurro.
Me dedica una sonrisa de disculpa.
—Siento lo de tu padre.
Aparto la mirada de él, mirando el techo blanco y negándome a dejar
caer esas lágrimas. Están tan cerca del límite.
—Blake —exige mi atención—. Háblame.
Tragando el nudo en mi garganta, dejo de luchar contra él.
—Él quiere que me dejes —susurro.
—¿Qué quieres decir con que te abandone? —Su ceño se frunce ante
la pregunta—. ¿De quién estás hablando?
—De Matt. Quiere hacerme fea, para que me dejes.
—Blake… —Suspira con fuerza—. ¿Es eso lo que piensas?
—Es lo que sé.
Se acerca a mí, desliza ambas manos en mi cabello y mantiene mi
cabeza firme.
—Te amo —dice, haciéndome sorber—. Eres la única mujer a la que
le he dicho eso. Y seguirá siendo así hasta el día de mi muerte. Tu rostro se
curará, tus cicatrices se desvanecerán, pero mi amor por ti no va a cambiar.
Así que, sea lo que sea que te haya dicho, o te haya hecho sentir, no dejes
que te afecte. Eso es lo que él quiere. ¿Entiendes?
Sus palabras hacen lo que traté de evitar, y las lágrimas se derraman
sobre mis pestañas inferiores, solo que por una razón diferente. Aquella
noche todavía está bastante borrosa. Sé que fue Matt, pero no recuerdo
realmente ninguna conversación que hayamos tenido, si es que la tuvimos.
Solo sé que éste tiene que ser su plan. Quiere que me aleje de Ryat, y sabe
que nunca lo dejaría.
Se inclina y presiona un suave beso en mis labios, sabiendo que puede
saborear mis lágrimas. Cuando se aleja, me agarro a su camisa, sin dejar
que se aleje demasiado.
—¿Quieres bañarte conmigo?
—Por supuesto.

***
Entonces responde:
—Te dije que así lo hice.
—¿Tienes alguna pregunta para mí? —cuestiona, sentándose frente a
mí en la enorme bañera de hidromasaje. La llené en exceso con una
tonelada de burbujas. Toma mi pie y empieza a frotarlo mientras lo coloca
sobre su muslo bajo el agua.
—¿Sobre qué?
—Sobre la noche en que Matt y yo tuvimos nuestra misión.
—Dijiste que no lo delatarías. No estoy segura de querer saberlo. Ni
siquiera sabía que LeAnne existía, ¿y ahora se supone que debo escuchar
cómo mi ex la mató? Incluso eso es demasiado jodido para mí.
—Te diré cualquier cosa —responde Ryat.
—¿Cualquier cosa? —Arqueo una ceja y él se ríe, con una sonrisa
juguetona en sus labios.
—Esa fue probablemente la respuesta incorrecta. —su sonrisa se hace
más grande.
—Tú lo has dicho.
Asiente.
—Está bien. Cualquier cosa.
—Háblame de cuando estuviste en la cárcel. —Desde que hizo ese
comentario, no puedo quitarme la imagen de él esposado de mi cabeza.
Estoy segura de que se habrá visto tan sexy como lo imagino.
—Captaste eso, ¿eh? —Suelta mi pie por un segundo y extiende su
mano pasándola por su cabello mojándolo y poniéndolo de punta—.
¿Recuerdas esa vez que puse droga en tu agua y te acosté en tu apartamento
antes de desaparecer? —Su mano se hunde en el agua y vuelve a frotar mi
pie.
—Sí… —¿Qué tiene eso que ver?— Espera… ¿fuiste arrestado? ¿Ahí
es donde estuviste? —Prickett me dijo que estaba en una misión y que no lo
llamara ni le enviara mensajes de texto porque no respondería.
—Bueno, técnicamente no fui arrestado. Fue una misión para la que
Matt me ofreció como voluntario.
Frunzo el ceño.
—¿Por qué haría eso? ¿Otro de sus locos planes?
—Exactamente —dice, confundiéndome aún más—. ¿Recuerdas
cuando estuvimos aquí, antes de regresar a tu casa, y tenía la televisión
encendida? ¿Hubo un tiroteo? —Asiento—. Era la casa de un juez. Un
Lord. Hubo un atentado contra él. Alguien entró, pero él no estaba en casa
en ese momento. En su lugar, mataron a su hijo de seis años.
Jadeo, colocando la mano sobre mi boca.
—¿Por eso fuiste tan malo conmigo? —pregunto recordando lo que
me dijo en la casa de los Lords después de su reunión.
«Dije que no voy a hacer esto ahora. Y lo dije en serio. Así que, a
menos que quieras verme realmente enojado, te sugiero que retrocedas de
una maldita vez. —Su voz es baja, sus palabras controladas, pero su mano
alrededor de mi garganta tiembla, revelando sus verdaderos sentimientos
en este momento.»
Asiente.
—Tuvimos una reunión de emergencia en la casa de los Lords.
Necesitaban dos voluntarios. Iba a ofrecerme cuando Matt se me adelantó,
ofreciéndonos a los dos.
Los chicos no estaban en buenos términos entonces, así que ¿por qué
haría eso?
—¿Qué hiciste?
—Dije que sí. —Se encoge de hombros.
—¿Entonces qué pasó?
—Tuve cinco horas para poner mis cosas en orden, y una de esas
cosas eras tú. Te drogué con el agua, necesitaba que estuvieras dormida
mientras me iba. Matt y yo nos encontramos en la catedral y nos
secuestraron donde el juez se encontró con nosotros y…
Me siento y dejo que me cuente toda su experiencia en la cárcel con
Matt mientras frota mis pies bajo el agua caliente. Cada palabra hace que
mi corazón martillee. ¿Cómo puede hacer esto todos los días?
¿Simplemente ir a ciegas a una tarea que no tiene ni idea de qué es? ¿O de
por qué tiene que hacerlo?
—Espera. —Lo detengo—. Volviste a mi apartamento casi sin poder
permanecer de pie. ¿Acababas de salir?
—Lo hice. —Asiente—. Matt intentó matarme mientras estaba allí.
Me ofreció la misión para alejarme de ti, pero cuando se dio cuenta de que
volvería contigo en poco tiempo, tuvo que idear un nuevo plan.
Dejo escapar un largo suspiro mientras los puntos comienzan a
conectarse.
—Increíble. —Niego con la cabeza.
—¿Qué?
—Por eso te casaste conmigo —digo con conocimiento de causa—.
Porque intentó matarte. Así que necesitabas nueva munición para
restregárselo en la cara. —Él solo me mira mientras continúo—. ¿Y qué
mejor lugar para anunciarlo que la fiesta anual en casa de los Lords frente a
todos? —Todo estaba planeado. Ni siquiera puedo estar enojada en este
momento. Estaba muy bien pensado.
—Así es. —Asiente. Extendiendo la mano hacia delante, agarra mis
manos y me atrae hacia él, nuestros rostros casi se tocan, nuestros cuerpos
estallan las burbujas—. Siempre he sido una persona egoísta, Blake.
Dispuesto a hacer lo que sea necesario para llegar a donde quiero. Y de
todas las cosas que he hecho, tú eres por mucho la mayor recompensa a mi
egoísmo.
Capítulo 52
RYAT

Me acuesto de espaldas en nuestro dormitorio. Debe ser más de


medianoche y está completamente oscuro. Se escucha el sonido del
ventilador del techo junto con los truenos de fuera.
Blake está acurrucada a mi lado izquierdo, tengo un brazo debajo de
mi cabeza, apoyándolo mientras el otro sostiene mi celular. Miro las
cámaras que rodean la casa por dentro y por fuera a través de mi aplicación.
Las cámaras muestran la lluvia que corre por las canaletas y las partes del
suelo que ya se están inundando. Y de vez en cuando cae un rayo.
—Ryat —susurra—. ¿No estás cansado?
—No —digo, mis ojos se centran en una parte del patio delantero que
parece sospechosa. Como si algo o alguien estuviera parado al final del
camino de entrada. Mirando hacia la otra cámara que me da una mejor
vista, suspiro cuando veo que es el bote de basura que Gunner puso allí para
mí.
Entonces arrebatan el celular de mi mano.
—Blake… —Escucho cómo cae al suelo.
Ella retira las sábanas y se pone a horcajadas sobre mis caderas.
—Si estás despierto, préstame atención. —Pasando sus manos por mi
pecho lentamente, arrastra las puntas de sus uñas suavemente sobre mi piel,
haciéndome estremecer.
Coloco mis manos en sus caderas desnudas y las aprieto. Siempre
dormimos desnudos. Prefiero que se vista como si hubiera veinte grados
bajo cero fuera de esta casa, pero adentro, nada.
Se inclina hacia delante y presiona sus labios contra mi cuello. Un
rayo cae fuera de la ventana, iluminando la habitación a través de las
cortinas.
—Blake —le advierto, y mis manos se dirigen a sus costados,
palpando sus costillas.
—¿Qué? —pregunta inocentemente.
—No podemos —le digo, odiando que ya pueda sentir lo duro que
estoy.
—¿Por qué? —susurra, besando el lóbulo de mi oreja, y mis manos
suben por su espalda y se enredan en su cabello.
—Porque acabas de salir del hospital. —Cuando las palabras salen de
mis labios, ella empieza a mover sus caderas sobre mí.
¡Joder!
—¿Te estás volviendo suave conmigo? —Su cálido aliento cae sobre
mi piel cuando susurra, y sé que estoy a punto de romperme.
—No —digo y me doy la vuelta, arrastrándola conmigo.
Ella chilla sorprendida y la inmovilizo debajo de mí.
—Bien.
Los rayos vuelven a iluminar la habitación y veo la sonrisa en su
rostro.
—No quiero hacerte daño —digo, inclinándome para presionar mis
labios contra su cuello. Mientras sea yo quien esté encima, puedo controlar
lo que hacemos y cómo lo hacemos.
—¿Desde cuándo?
Suelto una carcajada ronca. Mi esposa intenta presionarme.
—Eso no va a funcionar, Blake.
—Quiero ser tu buena chica.
Gimo al escuchar su voz, tan ansiosa por complacerme.
—Lo eres —le digo.
—Entonces pídeme que te folle —dice suavemente.
—Blakely —gruño su nombre completo, esperando que entienda que
hablo en serio.
—Ryat —replica ella, pasando sus dedos por mi cabello y tirando
ligeramente de él—. Fóllame. —Ordena desesperadamente, levantando sus
caderas para encontrarse con las mías.
Y siento cómo se rompe la poca contención que me quedaba.
Introduzco mi mano entre nuestros cuerpos, agarro mi polla y me deslizo
dentro de su húmedo coño. Ella ya estaba preparada para mí, como yo para
ella.
Arqueando la espalda, ella deja escapar un sonido que solo puede ser
identificado como victoria mientras me prometo a mí mismo ir despacio y
tener cuidado con ella. Puedo hacer el amor con mi esposa.

BLAKELY
Han pasado tres semanas desde mi estadía en el hospital. La vida
finalmente parece estar volviendo a la normalidad. Bueno, todo lo normal
que puede ser. Nada ha sido realmente lo mismo desde que me escapé. Es
raro no ir a Barrington ahora.
Ryat se niega a permitir que eso ocurra. Jura que la persona que
contrató para sustituirme tiene sobresalientes. Cuando le pregunté cómo
espera graduarse si se salta todas las clases, su respuesta fue: Soy un Lord.
No tenemos que presentarnos. Pase lo que pase, nos graduamos.
Supongo que tenía sentido. Tienen que hacer asignaciones (mantener
la lealtad a su juramento) y algunas los mantienen alejados durante días,
incluso semanas. Barrington está en la nómina de los Lords. Siempre supe
que la Universidad era corrupta. Solo que tuve que convertirme en Lady
para descubrir cuánto.
Ryat tenía razón: mi rostro finalmente se ha curado, y ni siquiera se
nota. Sigo teniendo dolores de cabeza a menudo, y Ryat me llevó a ver a
Gavin a principios de esta semana para que me hiciera más pruebas, pero
me dio el visto bueno. Dijo que con suerte, con el tiempo, serán cada vez
menos.
—Ya casi término —anuncia Sarah mientras miro el techo del baño
de Ryat en la casa de los Lords en tanto ella trabaja en mi cuello.
Es Halloween y están organizando una gran fiesta. El hotel está
situado en varios cientos de acres y han montado una casa encantada, un
paseo en carruaje por el bosque y un laberinto de espejos. En realidad, es
genial. Tuve que rogarle a Ryat para que viniéramos. Lo juro, lo veo
volviéndose loco mientras se sienta en la cabaña mirando las cámaras.
Nadie ha visto ni escuchado de Matt, desde la última vez que lo vi en mi
auto en el Blackout. Es como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra.
—Listo. —Sarah se aleja de mí.
Bajando la cabeza para mirarla, me doy la vuelta para mirarme en el
espejo.
—Bonito. —Me sonrío a mí misma.
Soy un sacrificio. Es más jodido de lo que podría pensar. Halloween
está destinado a ser aterrador. No quería hacer lo de mírame, soy un lindo
abejorro. Iba por el camino contrario.
Ahora, no me malinterpreten, sigo vestida como una puta. Quiero que
mi esposo se ponga tan nervioso que, cuando por fin estemos a solas,
arranque esta cosa de mi cuerpo porque está cansado de que otros me vean
con ella. Me encanta ser su chica buena, pero también disfruto siendo
castigada. He llegado a un punto en el que necesitamos algo de emoción. Él
necesita que le quite de la cabeza a Matt y yo sé cómo hacerlo.
Sé lo que Ryat siente por los Lords: ha dedicado su vida a ellos.
Quería mostrarle que yo también puedo hacerlo. Ha sacrificado mucho para
llegar a donde está, y tendrá que seguir haciéndolo. Incluso después de
Barrington. Así que me estoy sacrificando por él.
Matt arruinó mi iniciación, y Ryat me dijo la semana pasada que los
Lords no van a dejar que la recupere. Una parte de mí estaba decepcionada.
Quería demostrarle que podía ser lo que un Lord necesita. Otra parte de mí
se preguntaba si el plan de Matt era ése: impedir que hiciera mi iniciación
con la esperanza de que los Lords me exiliaran. De cualquier manera, él
había perdido.
—Ya terminaron —dice Sarah, leyendo un mensaje en su celular.
Los Lords estaban en una reunión en el sótano cuando llegamos. Eso
nos dio tiempo a prepararnos.
—De acuerdo. Vamos a reunirnos con ellos ahí fuera. —Si Ryat me
encuentra vestida y con este aspecto en su habitación, no saldremos de ella
esta noche.
Agarrando mi celular de la encimera, apago la luz y salto de un pie a
otro metiendo mis pies en los tacones mientras camino por su habitación
hasta la puerta.
—Le envié un mensaje a Gunner diciendo que nos encontraremos con
ellos en el salón de baile —me informa mientras cierro la puerta detrás de
nosotras.
—De acuerdo. —Nos abrimos paso por el hotel. Se han esforzado
mucho con la decoración. Las paredes del pasillo están cubiertas de lo que
parecen telarañas. Algunas caen del techo y hay que agacharse. Tienen
máquinas de humo en el suelo para reducir la visibilidad.
—Tomemos una copa primero —grita por encima de la música, y
asiento.
Sí, por favor. Ryat y yo no hemos usado preservativo, y ya no tomo
anticonceptivos, pero no ha habido señales de estar embarazada. En el
hospital me informaron de que era el procedimiento habitual hacerme la
prueba, y resultó negativo. Además, acabo de salir de mi ciclo la semana
pasada. Sinceramente, estoy sorprendida por eso. Pero no estoy preocupada.
Al menos me gustaría graduarme en la universidad primero, y para eso falta
un año.
Entrando en la cocina, Sarah nos sirve una bebida mixta que parece
un ponche de frutas de algún tipo de caldero de bruja. Una vez hecho esto,
volvemos a atravesar el hotel y nos dirigimos al salón de baile. Aquí tienen
al DJ, como aquella primera noche, en el rincón de la cabecera de la sala.
Veo a algunos de los Lords (no mayores) caminando con bandejas,
sirviendo bebidas y aperitivos. Esta noche no están vestidos con sus capas y
máscaras. En vez de eso, están vestidos de negro y con la mitad del rostro
pintado como un esqueleto.
Yo pinté el rostro de Ryat antes de salir de la cabaña. Tuve que mentir
y decir que necesitaba que Sarah hiciera el mío una vez que llegáramos.
Podría haberlo hecho yo misma, pero no sabía lo que iba a ser.
Llevando el sorbete a mis labios, doy un trago, con la esperanza de
que no me quite el lápiz labial. Cuando siento que entra en la habitación,
sonrío para mí misma.
Una mano golpea mi trasero, haciendo que escueza.
—¿Quieres que folle este culo para recordarte quién es el dueño? —
gruñe en mi oreja.
Ese pensamiento me hace succionar más fuerte mi sorbete. Me doy la
vuelta y lo miro.
Capítulo 53
RYAT

¡Que me jodan!
Se maquilló más de lo habitual. Sombra de ojos negra con pestañas
postizas gruesas y largas. Se ven como telarañas en la parte superior hechas
con un delineador negro. Hace que sus ojos azules se destaquen aún más.
Sus labios están pintados de un rojo intenso.
Mis ojos se dirigen a su cuello. También tiene maquillaje. Ha hecho
que parezca que su cuello ha sido cortado de un lado a otro. La sangre falsa
sale de la herida y se derrama sobre sus pechos, expuestos por su vestido
escotado. En el centro de su pecho hay una cruz invertida, como la que hay
sobre la entrada principal de la catedral.
Extiendo la mano, paso mis nudillos por él y la deslizo dentro del
vestido, sintiendo lo que ya sabía: no lleva sujetador.
Arqueando una ceja, le digo.
—Realmente te lo estás buscando, ¿verdad?
—Tal vez. —Coloca el sorbete entre sus labios y succiona.
—Te faltan algunos accesorios.
Deja de succionar su bebida y me mira con el ceño fruncido.
—¿Cómo qué?
Me inclino hacia ella y acerco mis labios a su oreja.
—Esa mordaza de boca abierta con tu cuerpo cubierto de tu propia
saliva y mi semen. —Me retiro, la miro y ella traga.
¡Mierda, se vería increíble! Ese vestido hecho jirones en el suelo, su
cuerpo atado, desnudo y amordazado en el búnker, listo para que yo lo use,
suena perfecto. Preferiría pasar la noche con ella así que aquí.
Sus ojos se dirigen a mis jeans negros, y el contorno de mi dura polla
queda a la vista.
—Sí —le digo, y ella me mira—. Mi polla está tan dura como tu coño
mojado. —Estoy seguro.
—Ryat. —Empujando mi pecho, se ríe, pensando que estoy
bromeando.
Agarro su mano y tiro de ella hacia mí, su cuerpo choca contra el mío.
Levantando la mano, acaricio su mejilla, pasando suavemente mi pulgar por
sus labios pintados.
—Sé lo que estás haciendo.
—¿Y? —susurra, separando sus labios. Su lengua se desliza entre
ellos, succionando mi dedo en su boca.
—Está funcionando. —Gruño.
Retrocediendo, saco mi pulgar de su boca y ella sonríe.
—Puedes probarlo más tarde. —Luego se gira, dándome la espalda
para hablar con Sarah.

BLAKELY

Camino por el patio, mis tacones se hunden en el suelo blando. Hace


frío aquí fuera, pero necesitaba un segundo para recuperar el aliento. Dentro
de la casa hacía calor y estaba llena de gente. Llevamos más de una hora
aquí y la música está demasiado alta. Ryat estaba hablando con Gunner y
Prickett, así que me tomé un segundo para alejarme.
Mirando a mi izquierda, veo el camión y el remolque que transportan
personas al bosque para el aterrador paseo en carruaje. Delante de mí, en la
parte trasera de la propiedad, es donde han instalado una casa encantada con
espejos. Planeo hacer que Ryat me lleve a todos ellos en algún momento de
esta noche.
Levantando mi nueva bebida que Ryat preparó, tomo un sorbo y me
detengo cuando escucho risas a mi derecha.
—Tyson. —Una chica chilla.
Entrecerrando los ojos, lo veo levantando a una mujer y arrojándola
sobre su hombro. La lleva hacia la línea de árboles y me encuentro
siguiéndolos. Me detengo cuando ellos lo hacen, asegurándome de
mantenerme lo suficientemente lejos como para que no puedan verme a
través de la zona densamente arbolada.
Él la deja caer sobre sus pies y ella arroja su cabello rubio sobre su
hombro, mirándolo. Él bebe su bebida antes de dejar caer la copa ahora
vacía al suelo.
—De rodillas. —Tyson le ordena—. Piernas metidas debajo de ti.
Mis labios se fruncen, succionando mi sorbete, poniéndome más
cómoda y apoyándome en un árbol.
Ella hace lo que se le dice, quitándose primero los tacones y luego
dejándose caer de rodillas con su mini vestido, apoyado su trasero en los
talones de sus pies. Tiene orejas de gato en la parte superior de la cabeza; la
punta de su nariz está pintada de color rosa y tiene bigotes negros en las
mejillas con su sombra de ojos negra y su grueso delineado, completando el
aspecto felino.
Tyson se agacha y desabrocha el cinturón, lo arranca de las presillas,
y bebo otro trago, mirando como un voyeur. Arrodillándose frente a ella,
desliza el cinturón de cuero por debajo de sus espinillas y el suelo,
colocándolo alrededor de sus piernas por encima de sus muslos, tirando de
él con fuerza, haciéndola gemir.
Puedo ver su piel tirante desde aquí. Presionando sobre sus hombros
la empuja de nuevo contra el flaco árbol ante el que la tiene arrodillada. Se
levanta y saca un par de esposas de su bolsillo trasero.
Succiono un poco más el sorbete, el ardor ya no me molesta. He
perdido la cuenta de cuántas copas he tomado desde que llegamos.
—Brazo izquierdo. —Exige y ella lo levanta sin vacilar. Envuelve el
brazalete alrededor de su muñeca apretándolo hasta el punto de hacerla
gritar. Su pecho sube y baja rápidamente. Sosteniéndolo en alto, él camina
por detrás de ella, extendiendo su brazo hasta colocarlo detrás del flaco
árbol—. El otro —chasquea los dedos, y ella lo levanta también detrás de sí
misma. Tyson sujeta ese, esposándola por encima de su cabeza y detrás del
árbol. La posición mantiene su cuerpo tenso, sus pechos empujados hacia
afuera, su pesada respiración se puede escuchar desde donde estoy.
Vuelve a caminar por delante de ella y se arrodilla, pasando los
nudillos por su rostro. Ella se inclina hacia él, separa sus labios y saca la
lengua antes de que él introduzca dos dedos en su boca. Ella se atraganta y
su pecho se agita, el quita los dedos y abofetea su rostro, haciéndola gemir.
Mi coño palpita y bebo otro trago. Debería ir…
—Abre. —Le ordena y ella vuelve a separar los labios para él—.
Buena chica. —La elogia y trago saliva, mis muslos se tensan. Metiendo de
nuevo dos dedos en su boca, los pasa lentamente por la lengua que ella saca
para él.
Tomando otro trago, hago un sonido de sorbido y me quedo inmóvil,
esperando que no hayan escuchado eso. Por la forma en que él está
metiendo los dedos en su boca y ella tiene arcadas; yo diría que no han
escuchado nada.
—Mantén la boca abierta. —Ordena, sacándolos y poniéndose de pie.
Baja la cremallera de sus jeans
¡Nop! Me doy la vuelta para correr hacia el interior, pero choco con
una pared, haciéndome chillar.
—Shh —una mano se acerca a mi cabello y tira suavemente de mi
cabeza para que pueda mirar unos ojos verdes.
Es Ryat. ¡Mierda!
—Yo…
—Shh —susurra, sus ojos miran hacia arriba y por encima de mi
cabeza y sé que puede ver lo que yo estaba mirando—. ¿Quieres verlos? —
pregunta, bajando sus ojos de nuevo a los míos.
Niego con la cabeza, pero no me atrevo a decir la palabra. Mis labios
entumecidos se niegan a mentir en este momento.
Se aleja de mí y me hace girar con las manos sobre mis hombros. Veo
a la chica todavía arrodillada y esposada con Tyson de pie frente a ella, con
una bota de combate negra a cada lado de sus piernas inmovilizadas. Tiene
una mano en su cabello, obligando a que las orejas cuelguen de un lado,
mientras que la otra agarra la base de su polla que está en su boca abierta.
—Ryat… —susurro.
—No pasa nada. —Me asegura con su profunda voz antes de sentir
sus labios en mi oreja.
—No me importa si los miras. Me importa que alguien me vea follar
contigo.
Tragando saliva, siento su mano deslizándose por mi cuerpo y
levantando lentamente mi vestido. Sus dedos se meten entre mis piernas,
tirando de mi ropa interior hacia un lado.
—Míralo follar su boca, Blake mientras yo juego con tu coño.
Capítulo 54
RYAT

Me preguntaba dónde mierda se había ido mi esposa. No me llevó


mucho tiempo encontrarla afuera. La vi seguir a Tyson y Nicki hasta el
bosque.
Blake siempre ha sido curiosa cuando se trata de sexo. Tiene una
mente muy abierta y está dispuesta a probar cualquier cosa. Y aunque,
nunca la compartiría, ni siquiera dejaría que alguien me viera follar con
ella, le gusta mirar a los demás. Lo noté la primera vez cuando encontramos
a Tyson y su camarera en el Blackout. Estaba casi avergonzada de que eso
la excitara.
Está lo suficientemente oscuro aquí afuera y estamos en la línea de
árboles como para que nadie pueda vernos. Bueno, Tyson podría si mirara
hacia arriba, pero está demasiado ocupado como para que le importe.
Además, le gusta tener audiencia.
—Estás mojada —digo y ella gime, su cuerpo tiembla.
Separo sus pliegues lo mejor que puedo en esta posición y deslizo un
dedo en su dulce coño, haciéndola aspirar una bocanada de aire.
—Ryat… yo…
Mi mano libre sube y se envuelve alrededor de su garganta desde
atrás también, cortando sus palabras. Ella no necesita darme explicaciones.
—Solo míralos —le ordeno, sintiendo que traga contra mi mano. No
voy a cortarle el aire todavía.
Tyson sale de boca de Nicki, su polla perforada está húmeda y la
saliva corre por su pecho mientras ella mantiene su boca abierta, mirándolo
lo mejor que puede. Su espalda y su cabeza están presionadas contra el
árbol debido a que él tiene sus muñecas esposadas detrás de él.
Muevo mi dedo dentro y fuera de Blake antes de introducir otro,
haciendo que su respiración se acelere. Las luces detrás de nosotros en el
exterior de la casa nos dan la suficiente iluminación para verlos a través de
los árboles.
Tyson se arrodilla y vuelve a meter los dedos en su boca, empujando
su cabeza hacia atrás en un ángulo extraño, y el coño de Blake se aprieta
alrededor de mis dedos.
Nicki tiene arcadas, su pecho se agita. Los saca y abofetea su rostro.
—¿Por favor? —Ella suplica, su cuerpo lucha contra las ataduras.
—¿Por favor qué? —le pregunta, antes de poner su mano cubierta de
saliva entre sus piernas atadas—. ¿Quieres venirte?
—¡Sí! —Ella asiente con la cabeza rápidamente—. Dios, sí. —Un
grito brota de ella cuando él encuentra lo que estaba buscando.
Blake gime, sus caderas se balancean hacia adelante y atrás contra mi
mano.
Su mano libre sube y se envuelve alrededor del cuello de Nicki,
sosteniendo la parte posterior de su cabeza contra el árbol.
—¿Qué harías por eso? —pregunta Tyson. Los músculos de su
antebrazo se flexionan mientras mete los dedos en su coño.
—Cualquier cosa. —Ella lame sus labios húmedos.
Introduzco un tercer dedo en Blake y, antes de que pueda emitir algún
sonido, muevo mi mano desde su cuello hasta su boca, silenciándola.
—Shh —susurro en su oreja—. No queremos interrumpirlos —digo.
Blake niega con la cabeza y aspira una bocanada de aire por la nariz.
Tyson retira la mano de entre sus piernas y Nicki se hunde
decepcionada.
—Cuando me vengo, tú te vienes. —Le informa.
Ella abre la boca para él, entendiendo lo que quiere. Él agarra sus
mejillas, se inclina hacia ella y escupe en su boca.
—No tragues hasta que yo te lo diga, ¿entiendes? —le ordena.
Ella no puede responder porque eso requeriría que cierre la boca, así
que Nicki asiente lo mejor que puede con la mano de él sujetando su rostro
lleno de lágrimas.
—Quiero que mi polla se ahogue con tu saliva. —Añade.
Parpadeando, nuevas lágrimas ruedan por sus mejillas y él suelta su
rostro para ponerse de pie. Agarrando el cabello en la parte superior de su
cabeza, empuja su polla dentro de su boca abierta y no parece ser
indulgente con ella.
La respiración de Blake se acelera, su cuerpo se balancea de nuevo
contra el mío mientras la follo con los dedos con la misma fuerza que Tyson
folla la boca de Nicki.
Mis dedos están empapados en la ropa interior de Blake y su coño se
aprieta alrededor de mis dedos mientras su cuerpo se pone rígido. Su coño
palpita mientras siento que se viene en mi mano segundos después.
Quitando mi mano de su boca, saco mis dedos de ella y los llevo a su boca.
—Límpialos —le ordeno con brusquedad.
Mi polla está jodidamente dura, y desearía que estuviera cubierta con
su excitación para que ella pudiera limpiarla en su lugar.
Tyson suelta un gruñido y también se viene en la boca de Nicki.
—Traga —le ordena cuando siento que las piernas de Blake ceden.
Deslizo una mano detrás de sus rodillas y la levanto, llevándola de
regreso a la casa. Creo que ya hemos tenido suficiente con esta fiesta de
Halloween. Es hora de llevar a mi esposa a casa para poder venirme.

BLAKELY
Ryat y yo estamos acostados en el suelo de la sala de estar de la
cabaña. La chimenea está encendida, las llamas calientan la habitación.
Estoy cubierta con una manta, aunque estoy sudada. Ni siquiera llegamos al
dormitorio. En cuanto entramos en la casa, me abalancé sobre él. Odié
incluso tener que esperar tanto tiempo. Si por mí fuera, habríamos tenido
sexo en su auto en el estacionamiento de la casa de los Lords.
Él se acuesta boca arriba, con una mano detrás de su cabeza, y con la
otra acaricia distraídamente mi cabello mientras mi cabeza está sobre su
pecho desnudo. Mis dedos recorren el emblema de los Lords.
—¿Cuándo obtuviste esto? —le pregunto.
—Un par de semanas antes de que empezaran las clases —responde.
—¿Este año?
—Sí.
Me siento y su mano cae de mi cabello a mi espalda desnuda.
Mirando hacia abajo, le pregunto.
—¿Dolió?
Se ríe suavemente.
—Bueno, no se sintió bien.
—¿Tendré que obtener uno?
Se sienta y toma mi rostro entre sus manos. Sus ojos verdes examinan
los míos.
—¿Por qué piensas eso?
Me encojo de hombros.
—Si los Lords tienen que tener una marca de algún tipo, me imagino
que una Lady también.
—No…
—¿Y si quiero una? —preguntó en voz baja.
El silencio se apodera de nosotros y desvío mi vista de su mirada. Mis
ojos caen sobre su marca.
—Blake —extiende su mano y la desliza por mi cabello, obligándome
a encontrarme de nuevo con sus ojos—. ¿Por qué quieres una?
Lamiendo mis labios, respondo con sinceridad. El alcohol de antes me
ayuda.
—Quiero algo para demostrar mi devoción. Para demostrar que lo
entiendo todo.
—Lo haces. —Él frunce el ceño, su mano libre va a mi mano
izquierda y la levanta para besar mi anillo de boda.
—Eso es para ti —suspiro.
—Eso es suficiente para mí. —Afirma.
Me separo de él, me pongo de pie, envolviendo la manta con más
fuerza a mí alrededor y estoy a punto de salir de la sala de estar para
dirigirme hacia nuestro dormitorio, cuando él se levanta de un salto y agarra
mi brazo, deteniéndome.
—¿Oye? —dice suavemente—: No necesito que me demuestres nada.
¿Lo entiendes?
—Lo necesitaste antes —le recuerdo.
—Eso fue entonces. —Me suelta y pasa una mano por su cabello—.
Esto es ahora.
—¿Y? —Mis ojos se posan de nuevo en el emblema. El círculo
redondo con tres líneas que lo atraviesan. Sé que representa poder. Algo que
una Lady no tiene demasiado.
—Y sé lo que sientes por mí.
Mis ojos se encuentran con los suyos. Me siento estúpida por haberlo
pensado. Por supuesto, una Lady no tiene la misma marca de un Lord.
Estamos por debajo de ellos, ¿no? La mayoría de los Lords tienen
matrimonios arreglados. Somos desechables.
—Fue una estupidez —digo, sintiéndome tonta—. Solo pensé…
quería demostrarte que te amo por completo. Incluso la parte que te aleja de
mí. —Ante su silencio, relamo mis labios con nerviosismo y añado—. Una
vez dijiste que habías elegido esta vida. Quería demostrarte que yo también
la elijo.
Estoy por alejarme, pero él envuelve un brazo a mí alrededor por
detrás, ahora mi espalda está presionada contra su pecho. Aparta el cabello
de mi hombro y lo mueve hacia mi espalda, sus labios besan suavemente mi
cuello, justo detrás de mi oreja.
—Acuéstate en el suelo. —Es su orden.
Mi corazón palpita con fuerza, mi respiración se acelera al escuchar
su voz. Sin dudarlo, me alejo y hago lo que me dice.
Se acerca a la chimenea, agarra las pinzas del gancho y se quita el
anillo de los Lords de la mano derecha. Mi corazón comienza a latir con
fuerza en mi pecho cuando lo veo colocarlo en la punta y sobre el fuego,
calentándolo.
Capítulo 55
RYAT

Traté de convencerme de no hacerlo. El hecho de que ella quiera el


emblema de los Lords en su cuerpo me enorgullece. Es solo otra forma de
reclamarla. Otra forma de mostrar que es mía. Una que no se desvanecerá
con el tiempo ni se borrará en la ducha con agua y jabón como aquel
rotulador que había usado en el sótano de Blackout.
Está acostada junto a la chimenea, con la manta enrollada alrededor
de su pecho y agarrando el material con sus manos. Por mucho que desee
esto, sigue estando nerviosa. Lo cual es comprensible.
—Quita la manta.
La abre, mostrándome su cuerpo desnudo y me abstengo de gruñir al
ver a mi esposa desnuda. Todavía lleva su maquillaje de Halloween, aún
tiene la sangre falsa en su cuello y la cruz al revés entre sus pechos.
Retiro mi anillo del fuego, me acerco a ella y me arrodillo a su lado.
Luego me acerco y recojo su tanga de antes.
—Pon esto en tu boca. Muerde el material —ordeno.
Ella toma la prenda de mi mano y hace lo que le digo. Coloco mi
mano izquierda sobre su pecho y la mantengo presionada.
—Entrelaza los dedos detrás de tu cabeza y respira profundamente.
Ella levanta la cabeza con las manos y mis ojos se posan en su
cuerpo, observando cómo su pecho se expande y no le doy ninguna
advertencia, presiono mi anillo en su piel, justo debajo de su pecho
izquierdo en su caja torácica. Ella arquea la espalda, gritando a través de su
mordaza. Su cuerpo comienza a temblar mientras lo mantengo allí durante
unos segundos antes de retirarlo.
Tiro las pinzas y el anillo a un lado y retiro la mano que la sujetaba.
Tirando de su cuerpo, la levanto y la abrazo, quitando la ropa interior de su
boca. Tiene los ojos cerrados con fuerza y las lágrimas corren por su rostro.
—Lo hiciste bien, Blake —le digo.
Sus largas pestañas oscuras se abren y sus ojos llorosos se encuentran
con los míos.
Presiono mis labios contra los suyos y saboreo sus lágrimas. Ella se
abre para mí y profundizo el beso, reacomodándonos a ambos en el suelo.
Me coloco entre sus piernas, separándolas ampliamente, ahora ella está
debajo de mí.
—Tan jodidamente bien. —La elogio y ella gime, sus manos van a mi
cabello, y sus uñas rozan mi cuero cabelludo haciéndome gemir.
Extiendo la mano libre entre nuestros cuerpos, y deslizo mi polla
dentro de ella, haciéndola sisear con un suspiro. Mis labios encuentran los
suyos y no lo suelto. Los mantengo cautivos mientras mis caderas se
mueven dentro y fuera de ella, poseyéndola.
Quiero que sepa que no se entregó a mí por nada. Tomaré todo de
ella, pero también le daré todo lo que tengo. Por mucho que la posea,
jodidamente la necesito.
—Te amo. —Aparto mis labios de los suyos el tiempo suficiente para
hablar y luego vuelven a estar en los suyos, dejándola sin aliento.

BLAKELY
Han pasado seis semanas desde la noche de Halloween. Fue lleno de
acontecimientos por decir lo menos. Vi a Tyson follar con una mujer en el
bosque. Mi esposo me marcó como si fuera una pieza de ganado de su
propiedad. Pero no me arrepiento. Quería que entendiera hasta dónde
llegaba mi amor por él.
Las cosas han ido muy bien. Hemos caído en una rutina que casi me
hace sentir que somos normales. Ir al cine, salir a cenar. Es como si
fuéramos una pareja real que no vive en una sociedad secreta. Lo cual es
una locura, ya que en realidad somos esposo y esposa. A veces tengo que
recordarme a mí misma que es mi esposo porque parece demasiado bueno
para ser verdad.
Ryat abre la puerta principal de la cabaña. Entro en el vestíbulo, pero
me detengo cuando veo a Matt sentado en medio del sofá de cuero marrón
de la sala de estar. Inclinado hacia atrás, parece relajado, con los brazos
abiertos sobre los cojines.
—Tenemos una cena mañana por la noche con Ty —me recuerda Ryat
al entrar detrás de mí—. No dejes que me olvide de conseguir esa botella de
whisky que le gusta.
Si no estuviera tan aterrada, me sonrojaría por el hecho de que
tengamos planes con un hombre al que he visto abiertamente tener sexo. En
lugar de eso, trago saliva.
—¿Ryat? —Consigo decir su nombre a través del nudo en mi
garganta, mirando por encima de mi hombro hacia él mientras está cerrando
la puerta principal.
—Es una fiesta. —Escucho decir a Matt alegremente.
Ryat levanta la vista, deteniéndose también a mi lado. Sus ojos se
fijan en Matt.
—¿Qué mierda estás haciendo aquí? —exige Ryat.
¿Cómo consiguió pasar las cámaras?
Matt se inclina hacia delante, apoyando los codos en sus rodillas.
—Vine a buscar lo que es mío. —Sus ojos se dirigen a mí.
Niego con la cabeza, mi mano es incapaz de sostener mi bolso y cae a
mis pies.
—No. —La única palabra se quiebra mientras se desliza por mis
labios.
Ryat coloca su brazo sobre mi pecho para colocarme detrás de él, pero
Matt se pone en pie de un salto, sacando una pistola de la cintura de sus
jeans, y me apunta con ella.
—No te muevas o le dispararé —advierte.
—Matt —Ryat gruñe su nombre, levantando las manos frente a él—.
Déjala ir. Esto es entre nosotros. Soy yo con quien estás enojado. Es a mí a
quien quieres.
—No… por favor…
—Tiene razón, Blakely. Te quería a ti. ¡Pero jodidamente te casaste
con él! — grita, con la pistola temblando en su mano—. Y por mucho que
eso me disguste… —Mi cuerpo tiembla, pero no puedo moverme. No
importa lo fuerte que grite mi mente. No puedo dejar a Ryat—. Si yo no
puedo tenerte, entonces nadie puede.
Siento como si hubiera sido golpeada por un camión Mack. La fuerza
me hace retroceder hasta la puerta principal. Mi cuerpo tiembla como un
terremoto mientras se escuchan fuertes golpes en la distancia. No puedo
respirar. Mi cuerpo está siendo aplastado. Al levantar los brazos, siento un
material blando. Abro los ojos y veo un borrón blanco frente a mí. Mirando
hacia arriba, me encuentro con unos ojos verdes.
—Ryat… ¿qué?
Me doy cuenta de que es Ryat quien me aplasta contra la puerta. Su
cuerpo me inmoviliza contra ella. Siento humedad contra mi pecho.
—¿Qué? —Miro hacia abajo y mi camiseta está empapada de sangre.
—Estás bien —asegura, aspirando una respiración entrecortada—.
Estás bien —repite como si intentara convencernos a los dos.
Miro su camisa blanca y veo la sangre que la cubre.
—Oh, Dios. —Jadeo—. Ryat. —Él le disparó.
—Blake. —Se levanta y agarra mi rostro, sus manos se sienten frías y
húmedas—. Lo siento…
Las lágrimas arden en mis ojos mientras intento recuperar el aliento.
—No… No hagas esto.
—Te amo, Blake. —Susurra.
—No. No. No. ¡No lo hagas! —Grito, agarrando su camisa manchada
de sangre—. ¿Por qué? —¿Por qué nos haría esto? ¿A mí?
—¿Crees que mataría por ti, pero no moriría por ti? —Niega
suavemente con la cabeza—. Niña tonta. —Sus palabras son cada vez más
suaves. Apenas puedo escucharlas por encima de la sangre que corre por
mis oídos.
—Ryat… —sollozo.
—Te merecías algo mejor —susurra.
Las lágrimas caen por mis mejillas y lamo mis labios húmedos.
—Siento no haber sido mejor.
—¿Ryat? —Lloro—. Por favor. No me dejes. —La sangre comienza a
salir por su nariz—. Por favor… —le ruego que se detenga, mi voz se
quiebra.
Sollozando, veo cómo el color empieza a desaparecer de su apuesto
rostro. Se tambalea y coloca su frente contra la mía.
Lo abrazo para intentar sostenerlo, pero sus rodillas ceden y caigo al
suelo con él. Al inclinarme sobre su cuerpo, veo que la sangre empieza a
acumularse en la baldosa a nuestro alrededor. Él acaricia mi rostro.
—¿Por qué hiciste eso? —pregunto, apretando con mis manos su
camisa.
—Porque… te amo —dice tosiendo, y entonces su mano cae al suelo
a su lado.
—¿Ryat? —grito. Mis manos golpean su pecho—. ¿Ry- at? —mi voz
se quiebra cuando un sollozo sacude mi cuerpo.
—¡Levántate! —Matt agarra mi cabello y comienza a alejarme de mi
esposo.
—¡No! ¡No lo dejaré! —grito, retorciéndome en su agarre.
—¡Levanta el culo del suelo! —demanda, inclinándose y envolviendo
un brazo alrededor de mi cuello. Tira de mí hacia atrás y mis manos pierden
el agarre de la camisa de Ryat.
Me levanta del suelo, asfixiándome, pataleo. Grito en silencio
mientras miro el cuerpo de Ryat que yace en el suelo. Sus ojos están ahora
cerrados y su cabeza está inclinada hacia un lado, mirando hacia mí.
Matt se inclina hacia mi oreja.
—Él te entregó voluntariamente a mí, Blakely. Dar su vida por ti fue
jodidamente inútil. Al menos para él. Para mí, lo fue todo. —Entonces me
arrastra fuera de la casa.
Mis dedos se clavan en su antebrazo que me asfixia. Mis pies
levantan tierra y piedras, formando una tormenta de polvo a nuestro
alrededor. Se sube a un auto, arrastrándome con él. Otra persona cierra la
puerta mientras él suelta mi cuello. Respiro entrecortadamente mientras él
presiona mi espalda sobre el asiento. Luego coloca su rodilla en mi pecho,
aplastándome.
Intento gritar, pero no sale nada. Saca una jeringa de su bolsillo y
quita la tapa con los dientes. Lloro en silencio cuando agarra mi rostro
empujándolo hacia un lado. Entonces siento el pinchazo en mi cuello. Mi
cuerpo se entumece al instante, mis brazos y piernas caen como un peso
muerto. Retira su rodilla de mi pecho y respiro entrecortadamente.
Sosteniendo con su mano mi rostro, lo mueve hasta que tengo que mirar
hacia arriba, hacia él, que se cierne sobre mí. Me sonríe.
—Siempre gano, Blakely. Y se suponía que tú siempre serías mía. —
Soltándome, pasa sus nudillos por un lado de mi rostro.
—¿Está inconsciente? —Escucho una voz a lo lejos.
Parpadeo, utilizando cada gramo de fuerza que tengo para abrirlos de
nuevo.
—Casi —responde.
—Te tomó mucho tiempo —espeta la voz.
Y trato de estrujar mi nublado cerebro para ubicarla. Me resulta tan
familiar…
—Ya tengo el trabajo hecho —gruñe él.
Esta vez, cuando mis ojos se cierran, no vuelven a abrirse.

***
Me despierto, rodando sobre mi costado. Coloco una mano en mi
cabeza y la otra en mi estómago, me siento enferma. Tengo náuseas.
Abriendo mis pesados ojos, veo que estoy sobre una cama en una
habitación desconocida. Es grande, con una decoración blanca y morada.
Salgo de la cama y me dirijo a la habitación contigua. Gracias a Dios, es un
baño. Me dejo caer frente al retrete y me abrazo a él mientras vómito,
escuchando cómo se abre la puerta de la habitación. Me siento sobre mi
trasero, limpiando el vómito de mi boca con una mano.
—Bueno, bueno, bueno, la puta está despierta.
Vuelvo a tener arcadas y vomito de nuevo. Cuando creo que he
terminado. Vuelvo a caer sobre mi trasero, golpeando mi espalda con el
lateral de la bañera de hidromasaje, y miro hacia arriba para ver a Matt de
pie en el baño. Y la persona que está a su lado es mi madre.
—Tú… —gruño—. ¿Lo ayudaste a hacer esto? —Sabía que la voz
me resultaba familiar. ¿Era mi maldita madre?
—Le diste demasiado —ella le dice a él, ignorándome.
—Le di menos de lo sugerido —él argumenta—. Necesita comer
algo. —Saliendo del baño, vuelve segundos después con una bandeja que
ya debía estar en el dormitorio. En el plato hay una tostada con huevos
revueltos. Todo parece viejo.
¿Cuánto tiempo llevo aquí?
¿Y Ryat? Oh, Dios, Ryat. El recuerdo me golpea como un puñetazo
en el rostro. ¡Ellos lo mataron! Puede que mi madre no haya apretado el
gatillo, pero estaba allí para ayudar a Matt. Las lágrimas arden en mis ojos
y se me hace un nudo en la garganta.
Matt coloca el plato en la encimera y me lanza la tostada. Cae al suelo
delante de mí.
—Come eso —me ordena.
Lentamente, lo miro a través de mis pestañas acuosas, deseando poder
prender fuego su trasero.
—¡Jódete! —gruño entre dientes apretados.
Él sonríe.
—Oh, ya llegaremos a eso. Pero primero, come.
—¡No! —grito. Ryat está muerto. Mi madre ayudó a Matt a matarlo y
a secuestrarme. ¿Por qué haría una maldita cosa de lo que me dice?
Deja escapar un resoplido.
Mi madre suspira.
—Tienes que comer…
—¡Vete a la mierda! —grito, interrumpiéndola. Mi garganta arde y
me pitan los oídos.
—Ya fue suficiente. —Matt se abalanza hacia mí y recoge la tostada
del suelo. Agarra mi cabello con una mano, inclina mi cabeza hacia atrás y
mete la tostada en mi boca, empujándola hacia mi garganta.
Me atraganto con ella y los trozos salen disparados de mis labios.
—No hagas eso —sisea mi madre, apartándolo de mí.
Vuelvo al retrete justo a tiempo para vomitar de nuevo.
—Necesita un médico. —Escucho a Matt gruñir.
—Sé lo que le pasa —afirma mi madre.
—Sí, lleva dos días inconscientes. Necesita comer.
—No —dice mi madre en desacuerdo.
Vuelvo a sentarme sobre mi trasero y limpio la saliva de mi barbilla.
—Está embarazada.
No lo he confirmado oficialmente. Quería esperar unos días más antes
de hacerme la prueba porque ya me he retrasado antes. Incluso cuando
tomaba anticonceptivos, y no quería hacerme ilusiones. Miro hacia el suelo.
—¡Hijo de puta! —sisea Matt—. ¡Dejaste que te embarazara, perra
estúpida! —me grita—. ¡Maldita sea, ese maldito bastardo! —Patea los
armarios.
Lo miro a través de mis pestañas acuosas, vomité tan fuerte que eso
me hizo llorar.
—¡Él es mi esposo! —le grito. Luego, una sonrisa tira de mis labios
mientras agrego—: Él puede hacer lo que quiera conmigo.
Su rostro se pone rojo por la ira.
—Él está jodidamente muerto, Blakely. Justo como ese bebé está a
punto de estarlo. —Comienza a remangarse. Luego cierra sus manos en
puños, caminando hacia mí.
Mi madre coloca una mano sobre su pecho, deteniéndolo.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo?
—Deshacerme de él —responde con un resoplido.
Me alejo del retrete, presionando mi espalda contra el lateral de la
bañera una vez más, llevando mis rodillas al pecho. Los observo con los
ojos muy abiertos enfrentándose el uno al otro. Puede que Ryat esté muerto,
pero no dejaré que toquen a nuestro bebé. Encontraré una forma de salir de
aquí. Ganaré algo de tiempo.
—No la tocaras. —Ella levanta la barbilla.
—No puedes estar hablando en serio. —Me señala—. Está
jodidamente embarazada. No quiero su hijo. No me digas que quieres un
maldito bebé Archer.
—Por supuesto que sí. —Cruza los brazos sobre su pecho—. Me dará
una segunda oportunidad. Para hacer las cosas bien esta vez. —Me mira y
frunce los labios con disgusto.
—No. —Él niega con la cabeza.
—Sí —ella sisea—. Todavía no se le nota, así que no puede estar tan
avanzada. Has pasado veintiún años sin ella. Puedes estar siete meses más.
Él resopla.
—Esto trae más complicaciones.
—Me encargaré de eso. Traeré un chef para una dieta especial. Un
médico, necesita vitaminas prenatales, un ultrasonido. Estará bien…
—Has perdido la maldita cabeza si crees que te voy a entregar a mi
bebé —digo entre dientes apretados. ¿Es por eso que Ryat se puso delante
de mí? ¿Porque sabía que estábamos esperando? Quizá yo emitía señales
que yo no veía, pero él sí—. Sobre todo, porque ni siquiera eres mi madre
biológica.
Esperaba que eso la hiciera enfadar, pero ella solo me sonríe mientras
Matt resopla.
—Bendito sea tu corazón, cariño —dice condescendientemente—. Te
sacaré ese bebé yo misma y luego dejaré lo que queda de ti para Matt.
Sus palabras hacen que mi estómago se revuelva. Mis ojos llorosos
recorren el cuarto de baño para ver si hay algo que pueda utilizar en su
contra. Tengo que revisar el dormitorio. Han tenido que pasar por alto algo
que pueda utilizar para escapar.
—Bien. —Matt pone los ojos en blanco—. Puedes quedártelo, pero
cuando nazca, Blakely y yo nos iremos.
Ella asiente.
—Trato.
Ambos se dan la vuelta y salen del baño. Escucho cómo se cierra la
puerta de la habitación, seguida del sonido de varias cerraduras, lo que me
hace saber que, estemos donde estemos, estoy encerrada en estas dos
habitaciones.
Comienzo a llorar, pensando en Ryat. ¿Cómo pudo hacerme esto?
Morir voluntariamente para dejarme sola. ¿Es por eso que lo hizo? ¿Porque
sabía que estaba embarazada? ¿Cómo espera que viva sin él? La bilis
comienza a subir de nuevo, y me encuentro luchando para regresar al
retrete.
Capítulo 56
RYAT

BEEP… BEEP… BEEP…


Gimo, mis manos se acercan a mi cabeza y la presionan, tratando de
detener el dolor de cabeza que late detrás de mis ojos.
Beep… beep… beep…
—¿Puede alguien apagar ese maldito sonido? —pregunto con voz
áspera, mi garganta se siente como si hubiera tragado papel de lija.
—¿Ryat? —Una voz jadea.
—Sí. —Abro los ojos para ver una figura borrosa frente a mí—.
¿Blake? —Extiendo la mano hacia ella, pero mi mano no toca nada más que
el aire.
Beep… beep… beep…
—¡Apágalo! —Espeto, el sonido de mi propia voz me hace
estremecerse mientras resuena en mi cabeza.
—No podemos. Es lo único que nos dice que estás vivo —reconozco
la voz de Gunner.
—Estoy hablando, ¿no? —gruño.
—No has hablado en una semana —afirma.
Apoyando las palmas de las manos en mis ojos, los froto una vez más.
Ahora están un poco más enfocados. Veo a Gunner en un sofá, a Prickett de
pie junto a una ventana y luego a Sarah sentada a un lado de mi cama.
—¿Dónde está Blake? —pregunto, mirando a mi alrededor.
La habitación se queda en silencio.
Beep… beep… beep…
El sonido de la máquina retoma su ritmo cuando no la veo.
—¿Dónde diablos está?
Sarah aparta la mirada de mí y la escucho sorber la nariz. Está a punto
de ponerse de pie, pero agarro su antebrazo y tiro de ella hacia mi cama de
hospital.
—¿Dónde diablos esta ella? —grito.
—Ella se ha ido.
—¡Sarah! —Gunner le grita.
Ella cubre su rostro con las manos y comienza a sollozar.
—¿Qué diablos quieres decir con que se ha ido? ¿A dónde fue?
—Matt… —Sarah llora—. Se la llevó.
Beep. Beep. Beep.
La suelto y ella sale corriendo de la habitación llorando. Me siento e
ignoro el mareo y mi visión borrosa. Empiezo a arrancar los cables de mi
cuerpo y brazos.
—Ryat —comienza Gunner—. No puedes irte. Te dispararon cuatro
veces…
—Estoy bien.
—No, no lo estás —argumenta Prickett—. Necesitas descansar. Tu
cuerpo necesita recuperarse.
—¡Necesito a Blake! —grito—. ¿Dónde está?
Gunner suspira mientras Prickett pasa las manos por su cabello.
—¿Dónde está? —El pánico se apodera de mi pecho apretándolo
como si fuera una prensa. Esto no puede estar pasando. ¿Ha dicho que llevo
una semana aquí?
—No lo sabemos. —dice Prickett en voz baja—. Llegamos a la
cabaña justo cuando otro vehículo se marchaba… entramos y te
encontramos muerto en el vestíbulo. Gunner te hizo la reanimación
cardiopulmonar mientras Sarah llamaba al 911 y yo iba detrás del vehículo.
Pero para entonces, era demasiado tarde. Había desaparecido. Después de
buscar en la casa, nos dimos cuenta de que ella tenía que haber estado en el
auto. Por la mancha de su sangre en el suelo, supusimos que se la llevaron a
rastras.
Balanceando mis dos piernas hacia el lado de mi cama, intento
ponerme de pie, pero mis rodillas ceden. Caigo, sujetándome al borde de la
cama.
—Ryat… —Gunner corre hacia mí y agarra mis brazos para
ayudarme a levantarme.
Lo empujo. Bueno, lo intento, pero no se mueve.
—Necesito mi teléfono. Tengo que ir a buscarlo…
—No.
—Sí. No puedo estar aquí. —No mientras ella esté ahí fuera. En algún
lugar sola. Perdida. Aterrorizada. Debería estar con ella. Debería estar
protegiéndola—. Mi teléfono…
—¡Ryat! —grita Gunner mientras Prickett sale corriendo de la
habitación.
Arranco la vía intravenosa de mi brazo y la sangre cae sobre la cama.
—¡Ryat, vuelve a la cama! —exige Gunner.
—No. Necesito mi maldito teléfono. —¿Por qué no me escuchan?—
Estaba en mis jeans…
La puerta se abre de golpe, golpeando la pared interior, y Prickett
entra con un par de enfermeras. Ni siquiera me dan la oportunidad de
explicarme.
Prickett clava su codo en mi espalda y me obliga a inclinarme hacia el
lado de la cama cuando siento un pinchazo en mi cadera. Entonces mis ojos
se cierran con su nombre en mis labios.
***
—¿Qué…? —Mi cabeza está nublada una vez más. La luz me ciega.
Parpadeo, inclinando la cabeza hacia un lado. Quiero frotar mis ojos, pero
me doy cuenta de que tengo las muñecas atadas a la cama del hospital.
Suspirando, murmuro:
—Tienes que estar bromeando.
—Me temo que es la única opción que les dejaste.
Al abrir los ojos, veo a mi padre de pie junto a la cama.
—Necesito irme —digo, sintiendo que mi lengua se pega al paladar.
—Necesitas recuperarte —argumenta él.
—¿Por qué todo el mundo sigue diciendo eso? Blakely…
—La encontraremos.
Desvío la mirada de él y veo a mi suegro entrando en mi habitación
con dos tazas de café. Es la última persona a la que quiero ver, pero puede
que sea el único que quiera encontrarla tanto como yo.
—Sé dónde está —gruño—. Si alguien me dejara tomar mi maldito
teléfono.
—Yo lo tengo. —Mi padre lo saca de su bolsillo trasero—. Después
de que te sedaran, Gunner volvió corriendo a la cabaña y lo sacó de tus
jeans. Supongo que cuando los paramédicos llegaron, tuvieron que
cortarlos. Todavía estaba en tu bolsillo.
Intento tomarlo, pero las malditas ataduras me impiden actuar.
Presiono mi cabeza contra la almohada plana y rechino los dientes para no
gritar. No quiero que me seden de nuevo.
—Ábrelo —gruño—. Tengo una aplicación que la rastrea.
Mi padre mira hacia el otro lado de la cama a mi suegro, que está de
pie a mi izquierda.
—Uh —comienza mi padre—. Ryat, su móvil estaba en la cabaña. No
puedes rastrearlo.
Cierro los ojos, odiando tener que explicar lo que he hice, pero
también contento por haberlo hecho.

Gavin suspira.
—Tengo que preguntarte Ryat. ¿Estas heridas fueron hechas por ti?
—No —digo bruscamente. Soy duro con Blake durante el sexo, pero
nunca la he golpeado físicamente. Matt golpeó su rostro contra el volante,
no yo.
Él arquea una ceja.
—¿Por qué mentiría sobre eso? —No es que me meta en problemas si
lo hiciera. Los Lords colocan específicamente a sus miembros en el sistema
legal. Desafortunadamente, golpear a tu esposa no es un delito. No quieren
a un Lord en prisión por casos de agresión o violencia doméstica cuando se
lo necesita para una misión.
—Durante mi examen inicial —continúa ante mi silencio—. Me di
cuenta de los escritos en su cuerpo, con un rotulador. Pensé que tal vez las
cosas se habían salido de control.
Ni siquiera me enfada el hecho de que piense que yo lo hice, pero la
idea de que la vea desnuda hace que mis manos se cierren en puños.
—No —repito—. No golpeé a mi esposa.
—Ya sabes cómo son los Lords y sus elegidas —añade—. He visto mi
parte justa aquí en los últimos veinte años desde que me gradué en
Barrington. —Entonces coloca sus radiografías en la pared y acciona el
interruptor de la luz que hay detrás, iluminando la película. Puedo ver
todos sus huesos desde el pecho hacia arriba. Y Gavin toma el extremo de
un bolígrafo y señala el punto entre su hombro derecho y su cuello—. ¿Esto
es lo que creo que es?
—Sí. —gruño y añado—: Déjalo ahí.
Él asiente una vez.
—Solo quería que supieras también que hicimos una prueba de
embarazo. Ha dado negativo.
No esperaba que ocurriera tan rápido, pero definitivamente voy a
seguir intentándolo.
—Es el procedimiento habitual —añade.

—Cuando la recuperé después de que huyera, implanté un rastreador


entre el cuello y el hombro. —Miro a su padre—. Así que, a menos que
Matt lo descubra y lo quite, seguirá ahí. —Nadie lo sabía.
Phil pasa una mano por su cabello y asiente para sí mismo.
Probablemente lucha contra el hecho de haber hecho algo tan moralmente
incorrecto, pero también, es lo único que podría salvar su vida ahora. No
iba a dejarla escapar de nuevo.
—De acuerdo. Sí, de acuerdo —finalmente acepta—. Vamos a
rastrearla, y yo iré a buscarla.
—Diablos, no —me siento, tirando de las ataduras—. Iré contigo.
—No saldrás de este hospital hasta que te den el alta —espeta mi
padre.
—¡Él no irá sin mí! —Argumento. Quiero abrazarla, tomarla en mis
brazos y hacerle saber en ese momento que está a salvo. No quiero que me
llamen para decirme que la encontraron y tener que hablar con ella por
teléfono. O peor, ¿y si encuentran su cuerpo? No. No pensaré eso. Ella no
está muerta. Está viva, y me aseguraré de eso con mis propios ojos.
»¡Estás perdiendo el tiempo! Quítame esto y vámonos. —¿Quién sabe
lo que Matt le está haciendo? Pero tengo cientos de ideas de lo que le haré a
él. No le gustará ninguna de ellas.
Mi padre pone una mano en mi hombro.
—No hasta que tu cuerpo esté curado.
—Ella está embarazada —afirmo.
El silencio llena de la habitación.
—¿Ella te lo ha dijo? —pregunta mi padre.
—No.
—Entonces no estás seguro…
—¡Jodidamente lo sé! —espeto. Me di cuenta por primera vez hace
un par de semanas. Creo que ocurrió la noche de Halloween. Tuvimos sexo
tres veces esa noche para cuando finalmente nos fuimos a dormir. Ha
habido señales. Ni siquiera estoy seguro de que ella las haya visto, pero han
estado ahí. Conozco el cuerpo de mi esposa mejor que ella misma.
Mi padre suspira y pasa una mano por su rostro.
—¿Has manipulado sus anticonceptivos?

Mi esposa se sienta a horcajadas sobre mí mientras estoy acostado de


espaldas en nuestra suite principal en la cabaña, con las manos detrás de
mi cabeza. Ella pasa su dedo por el emblema de los Lords que está grabado
a fuego en mi pecho, trazándolo ligeramente.
—Deberíamos divorciarnos en seis meses. Mi madre enloquecería.
Resoplo ante ese pensamiento.
—Eso no sucederá.
Su dedo se detiene y sus ojos recorren mi pecho y mi rostro para
encontrarse con los míos.
—Entiendo por qué hicimos esto, Ryat.
—¿Ah, sí? Ilumíname. —Quiero escuchar sus pensamientos sobre por
qué la hice mía para siempre.
—Tú no me amas. —Se encoge de hombros—. Yo no te amo. Querías
casarte conmigo para restregárselo en la cara a Matt. Dije que sí porque
no lo quería a él y además, para molestar a mi madre. Entiendo que
ninguno de los dos quiso decir para siempre en el ayuntamiento hoy. —
Bostezando, apoya su cabeza en mi pecho desnudo.
Todavía estoy duro. Podría follarla toda la noche, pero la dejaré
descansar. Después de todo, tengo el resto de mi vida para follar con mi
esposa. Porque no importa lo que ella piense, cuando hice mi voto hoy, fue
para siempre. Después de varios minutos de silencio, sus manos se apartan
de mi cuerpo y su respiración se nivela.
Se durmió.
Separando mis dedos detrás de mi cabeza, los paso por su cabello
rizado varias veces. Luego, con cuidado, me doy la vuelta y la coloco a mi
lado. Me levanto de la cama y me dirijo al baño. Saco sus píldoras
anticonceptivas y luego el paquete que tengo guardado en mi bolso en el
fondo del armario. Marco las fechas que ya ha utilizado y vuelvo a colocar
los placebos en su cajón. Blakely no irá a ninguna parte. Si tengo que
mantenerla embarazada todos los días de nuestras vidas, lo haré.

—Sí-no —gruño. Suspirando, añado—: Ella huyó y no se los llevó.


—Esa misma noche fue la ceremonia en casa de los Lords donde me dejó.
Cuando la traje de vuelta, ni siquiera me molesté en darle la mierda falsa.
Mi esposa no iba a soportarlo más.
El señor Anderson coloca su taza de café en una bandeja junto a mi
cama y desata mi muñeca izquierda.
—¿Qué estás haciendo? —gruñe mi padre cuando desata la otra.
—¿No lo escuchaste? Mi hija está embarazada. Tenemos que
encontrarla ahora. El dispositivo de rastreo nos llevará hasta ella.
—Él necesita atención médica —argumenta mi padre.
—Contrataré a un médico. Gavin. Pagaré para que viaje con nosotros.
¡Por fin! ¡Alguien lo entiende!
—Pásame mi celular —le ordeno a mi padre mientras mi suegro sale
de la habitación, dejándonos solos.
Él se aleja.
—Ryat…
—¡No me vengas con tonterías! —grito y me estremezco. Mi mano
libre presiona en mi costado para intentar aliviar la presión ardiente que
siento. No funciona.
—¿Cómo mierda vas a salvarla? —exige—. Ryat, estás herido. Sé
que la amas, pero arriesgar tu vida para salvar la suya solo los pone a ambos
en peligro. Otra vez.
Mostrando los dientes, lo fulmino con la mirada.
—Pásame mi maldito teléfono.
La puerta se abre y mi suegro regresa con Gavin.
—Debo aconsejarte que no…
—Jodidamente iré —interrumpo al médico. Mi pesada respiración
llena la habitación y muerdo el interior de mi mejilla para no gemir por el
dolor en mi costado. Joder, no puedo respirar.
—Te enviaré con pastillas para el dolor, pero Ryat… no puedo ir
contigo —me informa Gavin.
—Eso está… bien. —Me las arreglo para levantarme, las ingeriré
como si fueran caramelos. Suficientes drogas pueden hacerte sentir
invencible.
Mi padre pasa la mano por su cabello de forma agresiva y sisea una
maldición.
—Maldita sea, Ryat. ¡Ni siquiera sabes si está viva!
Ahí está. La razón por la que no quiere que arriesgue mi vida por la de
ella: porque cree que no valdrá la pena.
—He arriesgado mi vida por los Lords una y otra vez —digo,
respirando profundamente—. No haré menos por mi esposa. Ella se lo
merece. —Todo esto es por mi culpa. Yo la puse en esta vida, en esta
situación. Yo seré quien la salve.
Después de un largo segundo, me entrega mi celular y lo tomo.
Soltando un largo suspiro, rezo para que Matt no haya encontrado el
rastreador. No es común que los Lords los usen. En mi opinión, debería ser
obligatorio. Pero, de nuevo, en realidad amo a mi esposa.
Entonces, sin decir nada más, se aparta de la cama, recoge su
chaqueta del sofá y sale de la habitación.
—Ryat…
—Dame cien —interrumpo a Gavin. Después de un largo segundo,
cede.
—Necesitaré una hora.
—¡Tienes veinte minutos! —respondo bruscamente. Me vuelvo a
acostar en la cama, y él también se da la vuelta y sale furioso de la
habitación, y mi suegro le sigue.
Desbloqueo mi teléfono y voy a la aplicación.
—Por favor, por favor, por favor —repito. Cuando veo el punto rojo,
mis ojos comienzan a arder y suelto un suspiro que no sabía que estaba
conteniendo. Apoyando la cabeza en la almohada, suspiro—. Te tengo,
Blake. Ya voy. —Entonces busco un nombre en mi lista de contactos y
presiono llamar.

BLAKELY
Sentada en el medio de la cama, me balanceo hacia adelante y atrás.
Estoy bastante segura de que estoy empezando a volverme loca. Lloré hasta
que mi estómago se revolvió. Varias veces. Recuerdo a Ryat saltando
delante de mí y golpeándome contra la puerta para ser un escudo humano.
Ahora estoy enfadada con él. Tan jodidamente enfadada porque permitió
que Matt ganara y me dejó sola.
Levantándome de la cama, me dirijo al cuarto contiguo para usar el
baño. Esta es mi vida. Soledad y el aburrimiento.
Me hace preguntarme si esto es lo que sintió Ryat aquellos días que
estuvo en prisión. Pero solo que él sabía que sería liberado cuando
terminara su trabajo.
¿Yo? Estaré así de por vida. Y mi madre planea arrancar a mi bebé no
solo de mis brazos sino de mi propio cuerpo. No puedo permitir eso. No lo
permitiré. Tengo un plan, pero no estoy segura de cómo voy a ejecutarlo.
¿Y si lo intento y fracaso? ¿Qué me harán entonces?
Terminando de usar el baño, voy al lavabo y lavo mis manos. Después
de secarlas, me doy la vuelta para volver al dormitorio para pasar otra larga
tarde mirando la pared. Ni siquiera tengo televisión. Supongo que es para
no tener ni idea de lo que pasa en el mundo exterior.
Al salir del baño, grito cuando veo a Matt de pie junto a la cama,
inspeccionando mi desayuno. Tuve que obligarme a comer. No tengo
hambre, pero no voy a matar de hambre a mi hijo.
Se gira para mirarme y doy un paso atrás hacia el baño. Riendo,
camina hacia la puerta, bloqueando mi única salida con su enorme cuerpo.
¡Genial, Blake! Muy inteligente.
—¿Qué quieres? —espeto.
Sus ojos azules se dirigen a mis piernas descubiertas y recorren mis
muslos hasta llegar a la parte inferior de mis pantalones cortos. Luego sobre
mi camisa.
—Creo que sabes exactamente lo que quiero.
Niego con la cabeza.
—Mi madre…
Extiende su brazo y envuelve su mano alrededor de mi cuello,
empujando mi espalda hacia la pared de la derecha. Su cuerpo se presiona
contra el mío, y el hecho de que pueda sentir su pene duro dentro de sus
jeans me hace querer vomitar de nuevo.
—¡Tu madre no está jodidamente aquí! —Me sonríe—. Además,
puedo venirme dentro de ti y no tener que preocuparme por dejarte
embarazada.
Gimo, mis manos intentan apartar las suyas que están envueltas
alrededor de mi cuello, pero no funciona.
Inclinándose, pasa la lengua húmeda a lo largo de mi rostro, y eso me
provoca arcadas mientras las lágrimas arden en mis ojos.
—Sabes. Fingí sentir repulsión por tu fijación de ser violada.
—Se llama fantasía de sexo forzado… —Rechino los dientes—.
Imbécil.
—No. —Niega con la cabeza una vez—. Estoy hablando de
violación, Blakely. Porque te haré llorar. —Sus ojos se entrecierran sobre
los míos—. No vas a disfrutar ni a excitarte con eso. No como lo hiciste
cuando te vi hacerlo con Ryat en tu apartamento y luego otra vez en el
bosque. —Resopla—. Voy a hacerte daño, a golpearte y a jodidamente
humillarte.
Mi estómago se hunde al pensar en lo que me hará si tiene la
oportunidad. Y cómo lo que ha planeado podría dañar a mi bebé.
—Pero te daré una ventaja. —Suelta mi cuello y da un paso atrás.
Me desplomo contra la pared, aspirando una bocanada de aire
mientras froto mi garganta.
—Solo porque sé lo mucho que te gusta la persecución. —Sus ojos
caen sobre mi pecho.
—No voy a…
—Diez minutos —afirma, levantando el brazo y mirando su reloj.
—¡Matt! —grito—. No voy a…
Abofetea mi rostro, lanzando mi cabeza hacia un lado. Jadeo y coloco
las manos sobre la pared para no chocar con ella.
Agarra mi cabello y tira de mí hacia el mostrador, presionando mis
caderas contra el mueble. Grito pidiendo ayuda, aunque sé que no hay nadie
aquí.
Sujetándome en el lugar, levanta su mano libre y agarra mi cuello otra
vez.
—¿Por qué, Blakely? —Suspira como si estuviera decepcionado—.
Dejas que Ryat juegue contigo. —Tiemblo, tratando de alejarme de él—.
Pero supongo que… —Inclina mi cabeza hacia un lado y empieza a besar
mi mejilla—. Si no quieres jugar, entonces te follaré aquí y ahora.
—No. No. No. —Me apresuro a decir a través de un jadeo—. Jugaré.
—Intento asentir, con mis ojos llorosos suplicando que me dé otra
oportunidad en el espejo—. Jugaré.
—Bien. —Retrocede y me lleva hacia al dormitorio tirando de mi
cabello—. Vamos. El reloj está corriendo.
Salgo corriendo del dormitorio y cierro la puerta detrás de mí. Que él
tenga que abrirla puede darme un segundo más. Lo voy a necesitar. No
tengo ni idea de dónde estamos, pero decido bajar las escaleras hasta el
nivel inferior, con la esperanza de poder salir. Cuando llego al rellano,
tropiezo con el borde de una alfombra y caigo de bruces. Me levanto
rápidamente y corro hacia las puertas delanteras e intento abrirlas.
¡Maldita sea! Están cerradas con llave. Giro el cerrojo y lo vuelvo a
intentar. Nada. ¿Qué diablos? Mirando hacia arriba veo otra cerradura que
está demasiado alto para mí.
—Por cierto. Todas las puertas tienen candados añadidos. Y solo yo
tengo la llave.
Me doy la vuelta y mi cabello golpea mi rostro. Al mirar hacia arriba,
lo veo inclinado sobre el balcón, con un cuchillo en la mano, y lentamente
pasa la hoja por un lado de su rostro como si se estuviera afeitando.
—Y todas las ventanas son a prueba de balas. —Me dedica una
sonrisa escalofriante—. He tenido tiempo de preparar tu regreso a casa,
cariño.
Me alejo de la puerta y corro hacia el interior de la casa. El sonido de
su malvada risa rebota en las paredes y se propaga por toda la casa. Veo
otro juego de escaleras y decido que tal vez debería subir ya que él cree que
estoy aquí abajo. Me agarro a la barandilla de madera para detener mi
impulso y giro para subir cuando me topo con él.
El golpe me derriba. Grito cuando mi costado golpea el implacable
suelo y ruedo sobre mi estómago para arrastrarme lejos de él.
—¿No es esto divertido? —Se ríe. Sus manos agarran mis tobillos y
empieza a arrastrarme hacia atrás por las baldosas.
Grito, intentando agarrarme a cualquier cosa que pueda encontrar,
pero lo único que consigo es arrastrar una alfombra conmigo y una mesa
que estaba contra la pared.
Suelta mis piernas y trato de levantarme, pero sus manos agarran mi
cabello y me levanta de un tirón antes de estamparme de frente contra la
pared. Su enorme cuerpo me presiona contra ella desde atrás.
—Matt —sollozo—, por favor…
—Shh, Blakely —dice tranquilamente en mi oreja—. Está bien, nena.
Es solo un juego. Los dos vamos a ganar aquí.
Intento negar con la cabeza, pero él tira de mi cabello con más fuerza,
obligándome a mirar hacia el alto techo. Mis puños golpean la pared,
tratando de alejarme de ella y darme algo de espacio.
—Tu madre planea hacer lo que sea necesario para sacarte ese bebé.
—Presiona la punta del cuchillo en un lado de mi estómago, y me pongo
rígida, mi respiración se detiene—. Así que, mientras ella no está, vamos a
jugar. De esta manera, sigo teniendo lo que quiero. Y ella consigue lo que
quiere.
—Valerie no es mi madre. Tú mataste a mi madre —gruño, odiando
lo jodidamente indefensa que estoy. Odiando a Ryat por hacerme esto. ¡A
nosotros! Prometió protegerme.
Matt se ríe en mi oreja, haciendo que ese sabor a vómito surja una vez
más, y lo trago.
—Solo quería probarla. Me iba a follar a su hija para el resto de su
vida. Ella estaba allí, desnuda y esperando. Suplicando ser follada. ¿Qué
hombre dejaría pasar la oportunidad de tener a ambas?
—Mi esposo lo haría. —gruño.
Su risa se hace más fuerte.
—Él no tenía ni idea de quién era ella. Pero si lo hubiera sabido,
apuesto a que habría cambiado de opinión.
—¡Estás enfermo! —grito—. ¡Maldito bastardo! —Me aparta de la
pared y me empuja hacia delante con tanta fuerza que tropiezo y caigo de
rodillas.
Entonces siento sus manos sobre mí. Me arroja sobre mi espalda y se
sienta a horcajadas sobre mí. Sube mi camiseta para dejar al descubierto el
sujetador y le doy una bofetada en el rostro. Agarra mis muñecas y me las
inmoviliza a los lados.
—Sabes que tus padres tuvieron que inscribirte para ser una elegida,
¿verdad?
—No —me ahogo.
—No cualquier mujer puede entregarse a un Lord. Solo podemos
elegir entre las que están en la lista. —Sus manos aprietan su agarre, y gimo
—. Incluso ellos han reconocido la puta que eres.
Arqueo la espalda y grito pidiendo ayuda, pero se convierte en un
sollozo.
—No llores, cariño. Esta es tu fantasía. Esto es lo que quieres.
—No —sollozo, mi cabello se pega a mi rostro mojado.
—Sí. Vi a Ryat. Vi cómo te llevaba atada y amordazada y cómo te
metía en la parte de atrás de su camioneta, donde luego te ató. Incluso
levantó tu camiseta y jugó con tu teta. Luego el bosque… eso sí que fue
interesante. Quería que vinieras a buscarme, pero fue a él a quien
encontraste. Así que lo vi tomar lo que se suponía que era mío. Lo vi
follarte en el bosque —susurra—. ¿Y sabes lo que hice? Me masturbé
viendo cómo te excitabas mientras él te follaba y estrangulaba. Te encantó
cada segundo de ser tratada como la puta que eres. Te subestimé, nena. Pero
está bien. Puedo admitir mis errores.
Gimo.
—Voy a alinearlos para ti. —Lame mi rostro e intento girar la cabeza,
pero no puedo porque me tiene inmovilizada—. Pondré a mi Lady a trabajar
para los Lords. Serás la comidilla del…
—¡Tú no eres un maldito Lord! —grito por encima de él. Escuché a
alguien decir que fue despojado de su título. En la huida después de que
Ryat matara a Cindy y Ashley.
Su rostro se pone rojo de rabia y se inclina hacia a mi tan cerca que su
frente se apoya en mí mientras grita:
—YO SOY UN LORD…
Muevo mi cabeza lo suficiente para hundir mis dientes en su nariz.
Tan fuerte como puedo, sintiendo cómo se desgarra la piel y se rompen los
huesos. Su sangre llena mi boca cuando él se echa hacia atrás, liberándola
de mis dientes, le arranco la piel en el proceso. Luego se la escupo.
Sentado sobre sus rodillas, toca su rostro con manos temblorosas,
gritando de dolor.
—¡Vete a la mierda! —Me pongo de lado para hacer palanca, me
apoyo en mi brazo izquierdo y golpeo su rostro con mi pie, haciéndolo
retroceder aún más—. ¡Hijo de puta!
Echa la cabeza hacia atrás, con los brazos extendidos a los lados,
mientras la sangre brota de su rostro, gritando tan fuerte que mis oídos
zumban.
Me pongo en pie, me doy la vuelta y salgo corriendo del pasillo solo
para llegar a otro. Tiene una puerta tras otra. Las pruebo todas, necesitando
un lugar donde esconderme. Para recomponerme. Lavarme. Ahora estoy
cubierta de su sangre. Gotea de mi barbilla al suelo. Él podrá rastrearme.
Además, tengo ganas de vomitar.
Una puerta finalmente se abre y hay unas escaleras. La cierro detrás
de mí y bajo corriendo, saltándome los tres últimos escalones. Caigo de pie
y tropiezo, pero esta vez consigo mantenerme en pie. Veo una puerta a mi
derecha y la abro. La cierro detrás de mí, y me escucho a mí misma
inhalando aire una y otra vez.
La oscuridad es total. Mi mano se desliza por la pared junto a la
puerta, buscando el interruptor de la luz, pero cuando lo encuentro, me
detengo. Podría ver la luz del pasillo por debajo de la puerta. Así que la
mantengo apagada, sin querer delatarme.
—¡BLAKELY! —lo escucho gritar mi nombre.
Cubro mi boca con las manos, intentando silenciar mi sollozo
mientras camino hacia atrás desde la puerta en la oscuridad.
—¡Maldita perra! —continúa—. ¡Suplicarás de rodillas!
¡Jodidamente de rodillas, PUTA!
Al dar otro paso atrás, golpeo con algo duro y, por suerte, mi mano
amortigua el grito que emito. Es una pared.
El pánico se apodera de mi pecho y me doy la vuelta para mirarla.
Mis manos se extienden frenéticamente, esperando encontrar el pomo de
alguna puerta o cualquier forma de salida. Pero la idea de cualquier escape
se desvanece cuando la puerta de la habitación se abre de golpe.
Me doy la vuelta y veo a un Matt cubierto de sangre entrar en la
oscura habitación. La luz del pasillo que hay detrás de él solo deja ver su
silueta.
—Te encontré, pequeña perra.
Intento recuperar el aliento, pero no puedo. Siento pesadez en mi
pecho y me duele el costado de tanto correr.
—Sabía que te gustaba la pelea. —Camina dentro de la habitación,
saca dos pares de esposas de su bolsillo trasero y se me hace un nudo en la
garganta. Él sonríe—. Veremos lo mucho que luchas una vez que las tengas
puestas.
Capítulo 57
RYAT

—¿Escuchas eso? —me pregunta Phil, levantando la mano para


escuchar.
Es débil, pero lo escucho: ¡BLAKELY!
—Es Matt —confirmo lo que ya esperábamos.
—Sí. —Y suena enojado—. Sigamos avanzando.
La rastreamos hasta un lugar cerca de Niágara, en el lago de Ontario.
Está a unas cuatro horas en auto. El jet privado de Phil llegó aquí en una.
No tenemos idea de por qué eligió este lugar, pero mi suposición es que
planea trasladarla a Canadá en algún momento.
Gracias a otro Lord, pudimos conseguir los planos y vimos los túneles
que pasaban por debajo de la estructura. Afortunadamente, pudimos entrar
desde el exterior. Los planos no mostraban la construcción completa.
Sostengo el arma en mi mano derecha apoyada en mi muslo cuando
llegamos a una curva a la derecha. Apoyando mi espalda en la pared,
levanto un dedo para indicarle que haga silencio. Justo antes de mirar por la
esquina, él agarra mi brazo y susurra:
—Viene alguien.
Me detengo y efectivamente, se escuchan pasos. Y… ¿chasquean? El
sonido se hace más fuerte, los pasos se acercan. Parecen tacones altos. Miro
a mi suegro y él se encoge de hombros. ¿Quién diablos estaría aquí con
ellos? ¿Especialmente mujer?
Se acercan cada vez más. Cierro mi ojo izquierdo y levanto mi arma.
No le voy a disparar a quien sea, pero quiero que piense que lo haré.
Escucho el último paso antes de ver a la persona aparecer.
—Te volaré la cabeza…
La persona se da la vuelta y mis brazos caen inmediatamente a los
lados, bajando el arma. Unos amplios ojos verdes se encuentran con los
míos.
—Valerie —susurra Phil, mirando a su esposa en completo estado de
shock.
¡Mierda!
Ella da un paso atrás y él se adelanta. La veo abrir la boca para gritar,
justo cuando él extiende la mano y la arrastra hacia él, haciéndola girar para
que quede de espaldas a él.
—Toma la jeringa —ordena, girándola hacia mí.
Rebusco en el bolso y saco la droga, quitando la tapa de la jeringa con
los dientes. El señor Anderson mueve su cuello hacia un lado con la mano
cubriendo su rostro mientras ella grita. Clavo la aguja en su cuello y le
administro las drogas. Su cuerpo cae al instante en sus brazos y él la deja
caer al suelo.
—¡Joder! —sisea, pasando las manos por su cabello—. ¡HIJA DE
PUTA!
—¡Baja la voz! —siseo—. Si podemos escuchar a Matt, entonces él
puede escucharnos a nosotros.
Camina con las manos en su cabello.
—Tenemos que seguir moviéndonos —gruño—. No es que tengamos
mucho tiempo. Llévala de regreso…
—No —me interrumpe, sus ojos se dirigen a los míos.
—Llévala de regreso al auto —exijo, no estoy de humor para
pelearme con mi suegro, pero lo haré si es necesario—. Iré a buscar a Matt.
—Necesito…
Un grito agudo interrumpe lo que iba a decir y cierro las manos con
un puño.
—Estamos perdiendo el maldito tiempo —digo bruscamente—. Lleva
a la perra al maldito auto y espéranos. —Con eso, le doy la espalda sin
molestarme en ver si cumple.

BLAKELY

Matt tiene su mano en mi cabello mientras me arrastra por las


escaleras hacia la parte principal de la casa. Una vez que me hace pasar por
la puerta, me empuja hacia delante y me desplomo en el suelo.
—¡Joder! No sabía que podías ser tan divertida, Blakely. —Se ríe
detrás de mí.
Me levanto sobre mis manos y rodillas y comienzo a arrastrarme, pero
agarra mi tobillo, tirando de mí hacia atrás. Sollozo, mis manos tratan de
aferrarse a cualquier cosa, pero no consiguen nada mientras mi cuerpo se
desliza contra la fría baldosa.
Finalmente nos detenemos, agarra mi cabello de nuevo, me levanta y
me lleva a la sala de estar. Veo algo sentado en la silla de respaldo alto, pero
mi cabello cubre casi todo mi rostro y me impide ver.
Me empuja sobre el respaldo del sofá y coloca mis manos en mi
espalda antes de esposarlas, y toda esperanza que creía tener desaparece.
Sollozo y él me levanta de un tirón, con su mano rodeando mi cuello
desde atrás.
—Shh, Blakely. No pasa nada. Es solo una polla. Ya has follado antes.
Cerrando los ojos, muerdo el interior de mi mejilla para no darle la
satisfacción de llorar.
Se inclina y susurra en mi oreja:
—He visto a Ryat follarte, nena. No ha sido suave de ninguna manera.
—¡Eso es lo que ella prefiere!
Levanto la mirada y ahora puedo ver un rostro familiar en la silla, y
casi lloro de alegría.
—Tyson…
Matt interrumpe mis palabras, cubriendo mi boca con su mano desde
atrás.
—Deberías haber visto lo que él le hizo en el sótano de Blackout. —
Sus ojos se dirigen a mis piernas.
Mi pecho se oprime. Ryat dejó que nos observara. Me prometió…
—¿Qué mierda estás haciendo aquí? —Matt le dice a Tyson con un
gruñido.
Extiende las manos para mostrar que están libres de armas antes de
cruzar los brazos sobre su pecho.
—Solo vine a recoger a Blakely.
Matt me arroja sobre el sofá.
—¿Cómo has…? —resopla—. Él le puso un maldito rastreador.
Mis ojos se agrandan.
—No, yo lo hice. —Tyson esboza una sonrisa cruel, haciendo que su
apuesto rostro parezca malvado.
Matt resopla.
—¿Por qué diablos le pondrías un rastreador a la esposa de Ryat?
—Porque ella es un regalo.
Niego con la cabeza, sin creer eso ni un poco. Ryat nunca…
—¿Un regalo? ¿Esperas que me crea que Ryat te la regalaría?
—Oh, Dios. No. —Echa la cabeza hacia atrás, riendo—. Ella es un
regalo de los Lords.
Matt se pone rígido contra mí, y trato de calmar mi respiración para
poder escuchar por encima de la sangre que corre por mis oídos.
—Ya lo sabes… —Mira alrededor de la habitación—. Ya que me
deben una esposa y todo eso. —Se encoge de hombros, sus ojos me miran
de arriba abajo mientras tensa sus labios—. Ella no es mi primera opción,
pero… —Tyson se encoge de hombros, despreocupado—. Ya sabes cómo
funciona. Una vez que una Lady enviuda, la vuelven a regalar a otro Lord.
Esto no puede ser cierto. Me niego a creerlo.
Matt suelta una maldición en voz baja, y unas nuevas lágrimas se
forman en mis ojos.
—Sabía que eventualmente te encargarías de Ryat. Solo tenía que
sentarme y esperar. Sabes que soy un hombre paciente. —Extiende su mano
y la pasa por su rostro sin afeitar—. Además, me lo debes. —Tyson mira
fijamente a Matt, poniéndose de pie—. Por ese truco que hiciste fuera de
Blackout.
Matt se ríe.
—Sabía que te gustaría eso.
¿Espera? ¿Tyson ha estado en esto todo el tiempo?
—Una vez más, sabía que aparecerías esa noche. —Tyson continúa
—. Ryat estaba demasiado cegado por Blakely como para pensar con
claridad. No ibas a permitir que ella pasara por la iniciación para
convertirse en una Lady. A ningún hombre le gusta que una mujer tenga
más poder que él.
Matt se ríe de eso, pero no lo niega.
—Sin embargo, ¿por qué no te la llevaste? Ese fue el único fallo en tu
plan. Tuviste una oportunidad perfecta y la dejaste pasar. —Tyson inclina la
cabeza hacia un lado.
—Quería que él supiera que estuve allí, frente a él, todo el maldito
tiempo. Y que, si yo quisiera, podría tenerla —responde.
—Bueno, ahora está muerto. Así que no tienes nada más que
demostrar. Al menos no a él. Entrégala. —Ordena Tyson, acercándose a
nosotros.
—Esto podría ser divertido. —Las palabras de Matt sellan mi destino
y se siente como un puñetazo en mi pecho que me deja sin aire—. Nosotros
dos y ella.
Intento liberar mi cabeza de la mano de Matt, pero él solo aprieta su
agarre.
—Cuéntale, Blakely —me insta—. Cuéntale tu fantasía de ser
violada.
Sollozo ante sus palabras, avergonzada y aterrorizada.
—Será aún mejor con nosotros dos. —Continúa mientras Tyson se
limita a mirarme fijamente—. Ah, y le encanta el juego de la respiración. —
Pellizca mi nariz, quitándome el aire—. Podemos asfixiarla.
Parpadeo, haciendo que unas nuevas lágrimas caigan por mis mejillas,
y veo que Tyson pone los ojos en blanco.
—Follar con una chica inconsciente no es divertido. Pero no espero
que lo entiendas. Siempre has sido un perezoso.
Matt simplemente se ríe del insulto.
—Esto será divertido. Follaré su coño. Y tú, bueno... siempre has sido
un hombre de mamadas.
Tyson se inclina y mete la mano en un bolso que no había visto hasta
ahora y saca un rollo de cinta adhesiva. Gimo, mis rodillas ceden, pero Matt
me mantiene sujeta mientras los puntos empiezan a nublar mi visión, mi
pecho arde mientras trato de llevar aire a mis pulmones.
—Supongo que tengo algo de tiempo. —Tyson asiente.
No puedo luchar contra uno de ellos, y mucho menos contra los dos.
—Me gusta jugar con mis juguetes —anuncia Tyson, arrancando con
los dientes un trozo de cinta adhesiva del rollo—. ¿Y tú, Matt? —Coloca la
punta de ese trozo en su brazo, y luego arranca otro. Luego otro. Hasta que
tiene cuatro trozos en total.
Empiezo a retorcerme en sus manos, mi grito queda atascado en mi
garganta, y puedo sentir lo duro que está Matt. Van a matarme, pero no
antes de violarme.
—Esa es la mejor parte —asiente Matt—. ¿Qué tienes pensado? —
Matt me empuja hacia delante, y consigo soltar un rápido grito antes de
chocar con Tyson, su mano se envuelve alrededor de mi garganta,
cortándome el aire.
Sus ojos azules, alguna vez bonitos, se clavan en los míos. Su mano
aprieta mi cuello dolorosamente y levantándome los pies, me arroja sobre la
gran mesa de café, inmovilizando mis brazos debajo de mí una vez más.
Pataleo y me contoneo, pero, como siempre, no sirve de nada. Tyson
extiende su brazo derecho con los cuatro trozos de cinta adhesiva.
—¡Cállate! —ordena a Matt.
Arranca un trozo de cinta y la coloca en mi boca, cada una se siente
como un puñetazo en el estómago. Sabiendo que no podré quitármela.
Cuando la última está puesta, Tyson suelta mi cuello y aspiro
profundamente por la nariz.
Tyson retrocede, y ruedo sobre mi lado, mi cuerpo convulsiona sobre
la mesa de café antes de caer al suelo.
—Joder, me alegro de que te hayas unido a nosotros. —Matt se ríe y
le da una palmada en la espalda.
Tyson lo ignora y agarra un puñado de mi cabello, tirando de mí para
ponerme de pie.
—Tienes cinco minutos. —Luego me empuja lejos de ellos.
La risa de Matt se hace más fuerte y sé que he perdido. Se acabó. Mi
peor pesadilla acaba de duplicarse. Tyson estuvo jugando con Ryat todo el
tiempo. Solo otra mentira. Otra parte que nunca vi venir.
Me doy la vuelta, mi cabello azota mi rostro lleno de lágrimas, y
salgo corriendo de la sala de estar, sabiendo que no tengo a dónde ir, pero
que tengo que intentarlo.
Estoy corriendo por un pasillo cuando siento que una mano agarra la
parte de atrás de mi camisa y me jala hacia una habitación a oscuras.
Grito detrás de la cinta adhesiva mientras mi espalda es empujada
contra una pared y un cuerpo duro se presiona contra el mío.
—Shh, Blake. Soy yo.
Capítulo 58
RYAT

Ella se pone rígida, sus gritos cesan, pero respira con dificultad.
—Soy yo, Blake —vuelvo a decir. Entonces extiendo la mano y
enciendo la luz. Parpadea varias veces antes de que sus bonitos ojos azules
se encuentren con los míos.
Paso la mano por el costado de su rostro ensangrentado y cubierto con
cinta adhesiva.
—Voy a quitar esto, ¿de acuerdo? Pero tienes que permanecer en
silencio.
Ella asiente, parpadeando, y las lágrimas corren por su rostro.
Arranco las cuatro capas tan rápido como puedo.
—¡Oh Dios mío! Ryat, ¿qué… cómo…?
Cubro su boca con mi mano.
—Tenemos que permanecer en silencio —le digo.
Ella asiente una vez más y retiro mi mano. Aspira profundamente,
pero hace lo que le digo.
—Esa es mi chica buena.
Gime y la separo de la pared. Metiendo la mano en el bolsillo
delantero de sus pantalones cortos, saco una llave de esposas y la hago
girar, abriéndolas.
—Ryat… —Solloza suavemente, sus manos temblorosas cubren su
boca para tratar de mantenerse en silencio—. Yo no…
—Te lo explicaré más tarde, ¿de acuerdo? —Antes de que pueda
explicarlo, beso su frente. Sus manos suben y se clavan en el material de mi
camiseta—. Joder, te extrañé Blake —susurro y la atraigo hacia mí,
abrazándola con fuerza.
—Te amo —solloza ella, presionando su rostro contra mi pecho.
—Yo también te amo. —Me separo, agarrando su rostro lleno de
lágrimas—. Necesito que te quedes aquí.
—¿Qué? No. —Sus ojos se agrandan mientras el pánico se apodera de
sus rasgos—. Ryat… no.
—Necesito que te quedes aquí. En la oscuridad. Volveré, ¿de
acuerdo?
—Por favor. —Se ahoga y sus rodillas ceden. Antes de que caiga, la
atrapo, apretando los dientes por el dolor que siento en mi costado, mientras
la ayudo a llegar al suelo. He tomado varias pastillas para el dolor durante
el viaje en avión, pero no han servido de nada.
—Te lo prometo, Blake. Mírame. —Le ordeno, agarrando
bruscamente su rostro. Espero a que sus ojos se enfoquen en los míos—. Te
prometo que nos iremos a casa pronto. Pero tengo que buscar a Matt.
—Pero Tyson…
—Él vino conmigo, Blake. Está aquí para ayudarnos.
Me acuesto en la cama del hospital esperando a que Phil regrese con
mis pastillas para el dolor para que podamos salir de aquí, mientras acerco
el celular a mi oreja.
—¿Hola?
—Hola Ty, yo…
—¡Joder, Ryat! Es bueno escuchar tu voz.
—Necesito un favor —digo yendo directamente al punto de esta
llamada. No tengo el lujo del tiempo ahora mismo.
—Dilo —comenta sin dudar.
He sido injusto con él. Nada de lo que le pasó a Blake aquella noche
en el Blackout fue culpa suya. Además, fue él quien me dio la idea del
rastreador después de que ella huyera de mí. Esperemos no encontrar lo
que él encontró cuando llegue a ella.
Ella sorbe su nariz y asiente rápidamente. Apago la luz y cierro la
puerta detrás de mí, con llave para que Matt no pueda entrar sin derribar la
maldita cosa a patadas.
—Allí vamos. Lista o no. —Escucho a Matt gritar emocionado.
Saco la Glock de la parte de atrás de mi cintura y la sujeto con fuerza
con las dos manos. Voy a tener que esforzarme mucho para no meter una
bala entre sus malditos ojos, teniendo en cuenta lo que ha hecho con Blake.
Casi quiero decir a la mierda con el confesionario y deshacerme de él aquí y
ahora. Pero eso sería la salida fácil para él.
—¿Oye Ty? —La voz de Matt llega por el pasillo.
—¿Sí? —pregunta.
—¿Cómo entraste? —pregunta Matt y rechino los dientes. ¡Mierda!
Pensé que tendríamos más tiempo. Pensábamos que Matt estaría más
pendiente de la persecución que de preguntarse cómo entró Tyson en la
casa.
—Túneles. —llega su respuesta entrecortada.
Llego al final del pasillo y veo que Matt sigue de pie en la sala de
estar, con las manos en las caderas.
—¿Cuándo tuviste la oportunidad de estar a solas con Blakely que
fuiste capaz de ponerle un rastreador, sin que ella lo supiera? —él pregunta.
—¿En serio, Matt? —gruñe Ty, parado detrás del sofá, sacando un
collar y una correa de su bolso—. ¿Vamos a jugar a las cien preguntas o
vamos a jugar con la perra?
Mis dientes rechinan cuando Ty menciona que va a tocar a mi mujer,
pero entendí que esto sería necesario. Aunque eso no significa que me
guste.
—Oh, jugaremos. —Matt le asegura—. Pero tú no la tocarás.
¿Qué mierda? Mis ojos se abren de par en par cuando veo que alguien
entra en la habitación detrás de Tyson. Corriendo hacia la sala de estar,
levanto mi pistola y apunto al hombre.
—Jodidamente no te muevas.
Matt se da la vuelta para mirarme, la sorpresa cubre sus rasgos.
—Ryat. —gruñe.
—Jodidamente, retrocede. —Le ordeno al hombre que sostiene un
arma en la parte posterior de la cabeza de Ty.
—¡Jesús! —El hombre sisea, pero se queda dónde está—. No puedes
hacer un maldito trabajo, Matt.
La mandíbula de Matt se tensa.
—Estaba muerto cuando lo dejé, papá.
—¿Papá? —Ty se ríe y su cuerpo se relaja, ya no encuentra al hombre
detrás de él como una amenaza—. ¿Tú también estabas en esto?
—Por supuesto, lo estaba. —Matt resopla—. Ella iba a matarlo.
Mis ceño se frunce.
—¿Qué significa eso? —espeto—¿Por qué Blake…
—Su iniciación. —Ty me interrumpe, girándose para mirar a Jake
Winston—. Tú eras el que se suponía que estaba en Blackout. Tú eres la
razón por la que Matt estuvo allí en primer lugar.
Él presiona la pistola en el pecho de Ty y lo empuja hacia atrás contra
el sofá.
—Esa perra se ha convertido en un problema mayor de lo que debería
ser un coño—gruñe Jake.
Blake solo había recibido su primer mensaje la noche anterior a la
iniciación. Había revisado su celular en el hospital y nunca vi que recibiera
otro con los detalles de su asignación la noche del ataque. Ahora sé por qué.
Por eso Matt no la mató, ni se la llevó, fue una distracción. Solo intentaba
salvar a su padre.
—¿Por qué los Lord te querrían muerto, Jake? —Exijo—. ¿Qué has
hecho?
Me dedica una sonrisa escalofriante.
—Es lo que voy a hacer. —Levantando su arma, la coloca entre los
ojos de Ty.
Aprieto el gatillo, el sonido de mi arma disparando resuena en la
habitación, la bala se incrusta en su mano. Jake grita, el arma cae de sus
manos y Ty le da un puñetazo en el rostro.
Matt se gira y se abalanza hacia mí. Vuelvo a apretar el gatillo, pero él
ya está sobre mí y el arma dispara hacia el techo mientras levanta mis pies
del suelo. Golpea mi espalda contra la mesa de café y me deja sin aliento.
El dolor sube por mi costado y lo sigue una sensación de ardor que me hace
ver puntos flotando.
¡Jooodeeeerrr!
—No te preocupes, Ryat. —Se ríe en mi rostro—. Voy a hacer de tu
esposa mi puta.
¡No!
—Sobre mi cadáver —espeto.
Riendo, me ignora y añade.
—No seré tacaño como tú. Me aseguraré de que todos los demás
también la prueben. —Levantándome, empiezo a toser, respirando
entrecortadamente. Siento la humedad en mi espalda y sé que el impacto le
ha hecho algo a mi cuerpo ya herido. Me estoy desangrando. Probablemente
abrió los puntos de sutura. Puede que muera aquí y ahora, pero me llevaré a
Matt conmigo.
Apretando los dientes, le doy un puñetazo en el rostro y lo derribo,
sabiendo que me estoy quedando sin tiempo para hacer lo que vine a hacer.
BLAKELY
Salgo de la habitación al escuchar los disparos. Ryat me dijo que me
quedara aquí pero no puedo. Él está vivo. Vino por mí. Tengo que ayudarlo.
De cualquier forma que pueda.
Corriendo por el pasillo, escucho personas forcejeando, hombres
gruñendo. Al detenerme, veo a Tyson pateando a un hombre acurrucado en
el suelo de la sala de estar, junto al sofá. Se detiene y el hombre rueda sobre
su espalda, gimiendo de dolor, con la cara cubierta de sangre y sosteniendo
una mano ensangrentada contra su pecho.
Tyson se inclina, recuperando una pistola del suelo y se endereza,
apuntando a quien ahora reconozco, el señor Winston, padre de Matt.
—Si los Lords te quieren muerto, entonces ya lo estás. —Tyson
aprieta el gatillo del arma y le dispara a Jake en el rostro.
Grito, saltando hacia atrás, con un pitido en mis oídos.
—¡PAPÁ! —grita Matt, corriendo hacia él.
Tyson da un paso atrás, con el arma colgando a su lado.
Matt se arrodilla y golpea con los puños el pecho de su padre. Su
respiración agitada llena la habitación cuando limpia su rostro
ensangrentado con el dorso de la mano.
Sonrío, la escena me resulta demasiado familiar. Yo estaba haciendo
lo mismo con Ryat cuando Matt le disparó. Pero solo que yo sé que Ryat no
está muerto realmente. Jake está muerto. El hecho de que la mitad de su
rostro haya desaparecido, lo dice todo.
—El karma es una perra —digo, pero no creo que nadie me escuche.
Matt se levanta de un salto. Está a punto de abalanzarse hacia Tyson,
pero éste vuelve a levantar el arma, apuntando hacia el pecho de Matt. Se
detiene, con las fosas nasales ensanchadas y el pecho agitado.
—¡Hijo de puta! ¡Jodidamente seré tu dueño! —grita Matt.
—Siempre fuiste un Lord sin valor. —Tyson inclina la cabeza hacia
un lado—. Deberían haberte matado hace años.
El rostro de Matt se pone rojo y sus ojos azules se entrecierran hasta
convertirse en rendijas ante sus palabras.
—¡Hazlo! —Él golpea su pecho como un gorila—. ¡Mátame, hijo de
puta! —grita Matt.
—A su tiempo —dice Tyson con calma.
—¡No tienes las malditas pelotas! —Lo incita a seguir adelante y se
acerca al cañón.
Tyson toma el arma y golpea el rostro de Matt con ella. Tan fuerte que
lo hace caer de rodillas
—Tú más que nadie deberías saber que los Lords no nos permiten la
salida fácil. —Tyson se pone en cuclillas frente a él—. Nos hacen sufrir
más que a nadie. —Luego levanta la vista y veo que Ryat se pone detrás de
Matt.
Agarra un puñado de cabello de Matt y tira de su cabeza hacia atrás,
antes de clavar una aguja en su cuello. El cuerpo de Matt cae al suelo junto
a su padre muerto.
—¡Ryat! —jadeo, corriendo hacia él.
—Blake —murmura mi nombre cuando mi cuerpo se encuentra con el
suyo.
Envuelvo mis brazos a su alrededor y él se tambalea hacia atrás. Sus
manos van a mi cabello, pero no me abraza tan fuerte como yo a él.
—¡Whoa! —Tyson agarra mis brazos y me separa de Ryat.
—¿Qué pasa? —pregunto, limpiando las lágrimas que corren por mi
rostro. No me había dado cuenta de que estaba llorando hasta ahora.
—Tenemos que llevarlos al avión —espeta, ayudando a un Ryat con
rostro pálido a acercarse al sofá. Lo sienta y veo que está sangrando.
—Dios mío. ¿Se va a poner bien? —pregunto, el pánico se apodera de
mi pecho. ¿Qué sucedió? ¿Matt le disparó otra vez?
—Estoy bien —Ryat tose.
Y la mirada que me lanza Tyson dice lo contrario.
—Ty…
Él coloca sus manos sobre mis hombros, dándome una pequeña
sacudida.
—Necesito tu ayuda, ¿de acuerdo?

***
—Voy a llevar a Matt al avión y asegurarlo, y luego regresaré por
Ryat —me informa Tyson.
—De acuerdo. —Asiento, pasando mi mano por el cabello oscuro de
Ryat mientras su cabeza descansa sobre mi regazo en el asiento trasero—.
No puedo creerlo —digo enfadada. Ni siquiera debería haber venido. No
estaba preparado para salir del hospital.
—Estabas en problemas —logra decir con un jadeo.
—Tienes razón. Tú estás en problemas —digo bruscamente—.
Poniendo tu vida en peligro. Otra vez.
Tose.
—Tú también lo hiciste… —Apartándose de mis piernas, se levanta.
—¡Ryat! Se supone que debes esperar…
—Puedo caminar, Blake. —Empuja la puerta del auto y sale.
—¡Mierda! —Salgo de mi lado y corro alrededor de la parte trasera
justo a tiempo para ver sus rodillas doblarse—. Te tengo. —Agarro su brazo
y lo envuelvo alrededor de mis hombros, sosteniéndolo.
—¡Te dije que esperaras! —Tyson me gruñe, bajando las escaleras del
jet privado de mi padre.
—¡Fue su idea! —gruño, delatando a mi esposo como si fuera una
niña.
Acercándose a nosotros, Tyson agarra su brazo y toma mi posición.
Lo ayudo lo mejor que puedo a subir las escaleras y a entrar en el avión,
pero siento que es más bien uno de esos trabajos para una sola persona.
—Abre la puerta de la habitación. —Tyson hace un gesto con la
barbilla hacia la parte trasera del avión.
Me adelanto a ellos y la abro de un empujón, sujetándola mientras él
ayuda a Ryat a entrar. Lo coloca en el borde de la cama.
—Quédate aquí. —Luego me mira a mí—. No dejes que se acueste.
Mantenlo sentado. —Entonces rebusca en su bolsillo, entregándome una
navaja—. Corta su camiseta.
Asiento, aceptándola.
—De acuerdo.
—Blake —susurra Ryat cuando me quedo inmóvil.
—Lo sé —resoplo y tanteo intentando abrir la maldita cosa. Se me
cae al suelo—. Mierda. —La recojo.
Él se acerca, colocando sus manos ensangrentadas sobre las mías
temblorosas. Mis ojos se encuentran con los suyos, parece exhausto.
—Lo siento.
Frunce el ceño.
Mi garganta se cierra.
—Por esto… por ti. Hice esto… —Sorbiendo, mi labio inferior
comienza a temblar.
—No. No lo hiciste, Blake. —Niega con la cabeza una vez.
Una lágrima corre por mi mejilla.
—Gracias por salvarme. —Todavía me cuesta creer que esté vivo
frente a mí. He visto la imagen de él muerto en el suelo de la cabaña
demasiadas veces para aceptar ahora que esto es real. Que tengo otra
oportunidad de estar con él.
—Te lo dije. —Me da esa esa sonrisa tan de Ryat—. Siempre te
encontraré.
La puerta de la habitación se abre y Tyson entra una vez más con una
botella de whisky escocés en la mano y pastillas en la otra.
—Toma estas. —Las pone en la mano de Ryat y luego abre la botella
antes de entregársela también. Entonces sus duros ojos azules me miran—.
¡Necesito que le quites esa camiseta!
Con cuidado, corto la parte delantera, asegurándome de no cortar a
Ryat por accidente. Una vez que he terminado, Tyson la arranca hasta el
final y la tira al suelo.
—Párate frente a él. Voy a necesitar que lo mantengas en su lugar.
—¿Qué quieres decir con en su lugar? —me apresuro a decir.
Pero me ignora y se sube a la cama y se sienta detrás de él.
—Ryat, tío, tengo que cerrar esto.
—Lo sé —reconoce antes de tomar otro trago al licor.
Tyson abre una especie de maletín y mis ojos se agrandan al ver lo
que contiene. Pero no sé por qué. Debería haber esperado este tipo de cosas
en el jet privado de mi padre, ya que es un Lord. Estoy segura de que esta
situación se da a menudo cuando van de viaje.
—Tengo una aguja e hilo, pero eso llevará demasiado tiempo. Mi otra
opción son las grapas…
—Quémalo —gruñe Ryat, interrumpiéndolo—. Cauterizar será la
forma más rápida.
—¿Qué? —pregunto, el pánico oprime mi pecho—. No. Tiene que
haber algo…
—¿Quieres que se desangre? —grita Tyson, y trago saliva, negando
con la cabeza.
—Oye. —Ryat toma mis manos temblorosas entre las suyas y me
atrae hacia él, mirándome. Y todo lo que puedo pensar es que esas pastillas
para el dolor no van a hacer efecto lo suficientemente rápido. Va a sentir
esto.
—¿Tenemos alguna droga? —pregunto, lamiendo mis labios
húmedos. Necesitamos lo que Ryat me dio cuando huí. Me dejó
inconsciente casi al instante. Tyson niega con la cabeza sin siquiera
mirarme.
—Todo estará bien. Lo prometo —me asegura Ryat cuando ve la
forma en que mis hombros se tensan.
—Pásame el whisky —exige Tyson, señalándolo en la pequeña repisa
junto a la cama. Hago lo que me dice—. Ponle esto en la boca. —Me pasa
una toallita.
Antes de que pueda hacer nada, Ryat me la arrebata de la mano y se la
mete en la boca, y luego envuelve sus brazos alrededor de mi cintura,
mientras estoy de pie entre sus piernas separadas. Dejando escapar un
suspiro tembloroso, lo abrazo, sujetando el lado de su cabeza contra mi
pecho.
Tyson toma un encendedor y lo pasa por la hoja del cuchillo,
calentando el metal que va a utilizar para detener la hemorragia. Parpadeo,
permitiendo que las nuevas lágrimas caigan para poder ver mejor.
Colocando el mango del cuchillo entre los dientes, toma el whisky y
lo vierte sobre la espalda de mi esposo. Ryat se tensa y un sonido apagado
sale de su boca amordazada.
Gimo, y los ojos azules de Tyson me miran como si estuviera
empeorando las cosas.
Rasco suavemente la cabeza a Ryat, abrazándolo a mí, y sé que puede
sentirme temblar. Entonces Tyson calienta el cuchillo una vez más antes de
presionarlo, con la hoja plana, a lo largo del corte en la espalda de mi
esposo, que se aferra a mí con más fuerza.
El olor a carne quemada es suficiente para que me den ganas de
vomitar. Luego, saber que es la piel de mi esposo me provoca literalmente
arcadas. Pero me las arreglo para controlarme.
Una vez hecho esto, Tyson deja caer el cuchillo a su lado antes de
tomar algo del maletín y pegarlo con cinta adhesiva.
Miro hacia el techo, tratando de evitar que las lágrimas caigan antes
de tener que volver a mirar a Ryat a los ojos. No quiero que me vea
alterada.
—Eso será lo suficientemente bueno hasta que podamos llevarlo al
hospital. Le haré saber al piloto que estamos listos. Asegúrate de que se
acueste boca abajo. —Y con eso, nos deja solos.

***

Salgo del dormitorio, dejando la puerta abierta para poder escuchar si


me necesita. Camino por el pasillo y me acerco al frente donde está sentado
Tyson escribiendo en su celular. Me siento frente a él, pensando que sería
incómodo si eligiera otro lugar ya que somos los únicos despiertos.
—Está dormido —le informo, él asiente pero no levanta la vista hacia
mí.
—No te observé a ti y a Ryat en el sótano —dice de la nada.
Frunciendo el ceño, replico.
—Pero le dijiste a Matt…
—Le di a Ryat los códigos para apagar las cámaras de seguridad.
Sabía que ustedes dos iban a pasar algún tiempo en el sótano esa noche
cuando las apagó junto con las demás dentro del club.
Dejé escapar un suspiro solitario ante sus palabras. Ryat tenía razón:
él estaba cien por ciento de nuestro lado.
Otro silencio incómodo cae sobre nosotros, en realidad no tenemos
nada que decir sobre eso. Ahora me siento estúpida por haberle creído. Pero
en mi defensa, fue muy convincente.
—Yo… gracias. —Le tiendo la navaja.
Finalmente levanta la vista, pero no hace ningún movimiento para
quitármela.
—Da mala suerte cerrar una navaja que abrió otra persona.
Suspirando, la cierro y se la tiendo de nuevo. Esta vez la acepta.
Termina de escribir en su celular y lo guarda, volviendo a sentarse en
su sitio, y toma un vaso de whisky que hay en la mesa entre nosotros. Me
doy cuenta de que hay otro.
—Te preparé una bebida.
Me quedo mirando la copa, haciéndolo reír y añadir:
—No puse drogas.
—Ya me gustaría. Me vendría bien una buena siesta ahora mismo. —
Entonces mis ojos se deslizan por el avión vacío—. ¿Dónde está Matt?
—Donde debe estar: con el equipaje.
Vuelvo a mirar la bebida y casi bebo un sorbo, pero entonces recuerdo
la posibilidad de estar embarazada. Sin embargo, dudo que lo sepa. Me
pregunto si sabe que yo sé lo que le pasó. ¿O los rumores sobre su elegida?
—¿Puedo darte un consejo? —pregunta.
Le miro a través de mis pestañas.
—Sí. —Sinceramente, me estoy ahogando. En medio del océano con
las manos atadas a mi espalda. Mi esposo está desmayado en una habitación
detrás de mí después de que su amigo clavara un cuchillo caliente en su piel
para detener la hemorragia de una herida de bala que le hizo mi ex
intentando matarme. Joder, sí. Dame todos los consejos que tengas.
—No lo hagas elegir nunca.
Frunzo el ceño.
—Yo no…
—Entre tú y los Lords.
¿Por qué pensaría que haría que Ryat eligiera? Entiendo que hizo un
juramento por ellos. Y si traicionan eso, la pena es la muerte.
—Yo nunca…
—Lo harás. Puede que no sea tu intención, pero pelearás. Todas las
parejas lo hacen. —Toma un sorbo de su bebida—. Y cuando te enfades, él
te gritará y dirá alguna mierda hiriente y entonces lo llamarán para una
misión. Y cuando debería estar trabajando, revisará su teléfono para ver si
respondiste a sus cinco mensajes de disculpa. —Mira hacia la ventana, con
el vaso de whisky apoyado en su rodilla—. No digo que él vaya a elegir a
los Lords antes que a ti si lo pones en esa situación. —Sus ojos vuelven a
los míos—. Te estoy diciendo que te elegirá a ti. Y eso es lo que hará que lo
maten. Sé que es egoísta. Decirte que te olvides de tus sentimientos y
pongas siempre los suyos primero.
—¿No es eso lo que haces cuando amas a alguien? —pregunto
suavemente.
Se lleva la bebida a los labios y resopla antes de beber un poco.
—No hay dos personas que amen de la misma manera. Y cada uno
tiene una opinión diferente sobre lo que es realmente el amor.
Suspiro. Ryat y yo peleamos. Mucho. ¿Será siempre así? Una vez que
todo salga a la luz y no haya más secretos, ¿seguiremos peleando entre
nosotros? No puedo responder a esas preguntas, pero entiendo que Tyson no
está equivocado. Ryat se volvería loco si tuviera que irse y yo estuviera
enfadada e ignorara sus mensajes.
—¿Con qué frecuencia me lo quitarán?
—No hay fechas fijas. Pero Ryat es uno de los mejores, y los Lords lo
saben. Podrían ser tres veces en un año o podrían ser veinte. —Se encoge
de hombros despreocupadamente—. Podrían llamarlo después del desayuno
y volver antes de la cena. O podría perderse las Navidades, los aniversarios
y el nacimiento de todos los hijos que decidan tener. —Levantando la
bebida, se la termina. Deja la copa sobre la mesa, pasa una mano por sus
labios y rostro sin afeitar—. Un Lord sirve cuando es llamado. Somos
máquinas criadas para la guerra. Y alguien, en algún lugar, siempre intenta
librar una.
Su respuesta no me hace sentir mejor. Pero me hace preguntarme
cómo lo sabe. ¿Es por experiencia? Sé que algo le pasó a su elegida, pero
tampoco lleva alianza. Lo que me hace sentir curiosidad por saber por qué
nunca siguió adelante.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Claro. —Me sorprende que ni siquiera haya dudado.
—Eres mayor.
Una sonrisa maliciosa se extiende por su rostro, haciendo que sus ojos
azules brillen más.
—Eso no es una pregunta.
Trago saliva con nerviosismo.
—Tres años mayor que Ryat. ¿Por qué no estás casado con una Lady?
—Se queda mirándome fijamente, esa sonrisa ahora ha desaparecido y
siento que necesito explicarle. Moviéndome en mi asiento, coloco un
mechón de cabello detrás de mí oreja—. Pensé que sabías que casi todos
los Lords están dispuestos a casarse con alguien antes de graduarse en
Barrington.
Él asiente.
—Así es. Los Lords creen que un hombre es más respetado con una
esposa. Los hace parecer fiables y dignos de confianza para el mundo
exterior.
—¿Así que nunca tuvieron un matrimonio arreglado? —No estoy
segura de sí su elegida era solo por diversión o si era ella con quien
planeaba casarse, pero no voy a preguntárselo.
—Había. —Se relaja en el cuero de su asiento—. Pero las
circunstancias cambian. Y yo vi una oportunidad. Los Lords necesitaban a
alguien que hiciera su trabajo sucio.
—¿Blackout? —Me aseguro de estar siguiéndolo.
Asiente.
—Se suponía que debía usar traje y corbata, administrar un negocio
multimillonario, tener una hermosa esposa con un perro y dos hijos. —
Agita la mano en el aire—. Toda esa mierda. Lo que, en un momento dado,
pensé que quería. Pero, como cualquier otra persona, cambié de opinión y
presenté una oferta a los Lords. Elegí tomar Blackout por una razón.
—¿Cuál es? —cuestiono lentamente, preguntándome si estoy
indagando demasiado, pero él me está dando información de buena gana.
Ryat nunca me hablaría de Tyson, y respeto eso de él. Pero eso no significa
que no quiera saberlo.
—Aceptaron dejarme elegir con quién me caso. Cuando llegue el
momento. —Una lenta y maliciosa sonrisa se extiende por su rostro,
mostrando sus dientes perfectamente blancos.
Mi ceño se frunce.
—¿Deseabas tanto la libertad de elegir con quién casarte que
renunciaste a tu título superior de Lord?
Esa sonrisa se amplía hasta convertirse en algo siniestro.
—Soy el tipo de hombre que se arrastrará por el suelo y lamerá la
suciedad de sus zapatos como un campesino que le ruega a un rey por
algunas sobras. Solo para hacerles creer que soy débil. Entonces, cuando
miren hacia otro lado, podré cortarles la garganta.
Capítulo 59
RYAT

Abro mis ojos pesados y huelo la habitación esterilizada antes de ver


las paredes blancas y me doy cuenta de que estoy en una cama de hospital.
Estoy a punto de levantar mi brazo derecho y no se mueve.
—Otra vez no… —Mis ojos caen para mirarlo, medio esperando que
esté esposado a la barandilla, pero en vez de eso, hay una morena
acurrucada a mi lado, durmiendo sobre mi brazo.
¡Blake! Gracias a Dios. Inclinándome, beso su frente, dejando que
mis labios se detengan para sentir el tacto de su piel en mis labios.
Sus ojos se abren y le toma un segundo enfocarse en mí.
—¿Ryat? —Jadea—. Estás despierto. —Está a punto de levantarse,
pero la mantengo en su lugar.
—No, Blake…
—Pero el doctor Gavin…
—No. Por favor. —La atraigo hacia mí—. Quédate aquí. —Aspiro el
aroma de su cabello, ese familiar olor a fresa que me hace sonreír—.
Quédate aquí conmigo. Solo un poco más.
—De acuerdo, Ryat. —Me mira y besa suavemente mi mejilla.
—Dios, te extrañé —digo, y sus ojos se llenan de lágrimas.
—No vuelvas a hacer eso nunca más —gruñe—. Para que lo sepas,
patearé tu trasero cuando regreses a casa.
Me río y beso su frente.
—¿Estás bien?
—Sí.
En el momento en que responde, veo el moretón en su ojo.
—¿Te golpeó?
—Estoy bien… —Ella se aparta.
—Blake —gruño—. Dime qué te hizo. —Voy a hacer que confiese
sus pecados con LeAnne a los Lords en el confesionario, pero no lo que le
hizo a ella. No quiero que todos sepan por lo que pasó mi mujer.
Suspirando, pasa la mano por su cabello.
—Me dijo que corriera.
Frunzo el ceño, recordando algo sobre un juego.
—¿Por qué iba a…?
—Él quería representar mi fantasía —susurra nerviosa—. Me dijo que
corriera. Quería atraparme y violarme.
Aprieto los dientes, mis músculos se endurecen, empeorando mí ya
dolorido cuerpo.
—Al principio pude mantenerlo alejado. Luego me atrapó, y Tyson
estaba allí…
—Necesitábamos que Matt creyera que Tyson estaba allí por ti —le
informo. Matt iba a sospechar independientemente de cómo fuera, pero
sabíamos que no dejaría pasar la oportunidad de tener la ayuda extra para
utilizarla—. Tenía que interpretar un papel.
Ella resopla.
—Lo interpretó bien. Tyson me hizo pensar que estuvo involucrado
en el ataque en Blackout. Incluso me arrojó sobre la mesa de café…
—Tenía que acercarse a ti —digo, aunque odio el hecho de que la
haya tocado. No me molesta que haya sido brusco con ella, sino que le haya
puesto las manos encima de cualquier manera. O el hecho de que Matt
pensara sinceramente que él y Tyson iban a violar a mi esposa—. Sabíamos
que te tendría atada de alguna manera. Con cuerda, bridas o esposas.
Ella frunce el ceño, juntando sus cejas.
—¿Por eso la llave estaba en mi bolsillo? —Asiento—. Tyson la puso
allí mientras yo estaba acostada sobre la mesa de café.
En el momento en que Tyson vio que estaba esposada, tuvo que
acercarse a ella.
—Lo siento, Blake.
—Estoy bien. —Ella agarra mi mano. Dándome una suave sonrisa,
añade—: Matt nunca me tocó.
Está mintiendo. La marca en su rostro demuestra que él sí le puso las
manos encima antes de que yo pudiera llegar.
—Me salvaste. Otra vez.
Acariciando su suave mejilla, paso el pulgar por su cálida piel. No sé
qué haría si nunca volviera a verla.
—Te amo, Blake.
—Yo también te amo. —Se inclina hacia delante y presiona
suavemente sus labios contra los míos.
Cuando se separa, miro alrededor de la habitación, pero todavía
estamos los dos solos.
—¿Dónde está Matt? Por favor, dime que no se escapó de nuevo.
—No. Tyson lo tiene en el sótano de Blackout. Me dijo que te dijera
que cuando estuvieras listo, te lo entregará en la catedral.
Empiezo a impulsarme hacia arriba.
—Podemos hacerlo esta noche.
Ella pone sus manos en mi pecho y me empuja de nuevo hacia abajo.
—No.
—Blake…
—Necesito que vuelvas a ser tú mismo. Y Ryat, eso no va a suceder
hasta que sanes.
—Blake —gruño. No ella también.
—Te necesitamos.
—No tenemos tiempo… —Hago una pausa—. ¿Necesitamos?
Una sonrisa aparece en su rostro y asiente.
—Nosotros, Ryat. —Extendiendo su mano toma una foto en blanco y
negro y me la muestra—. Vamos a tener gemelos. Y vamos a necesitarte…
—¿Gemelos? —pregunto para asegurarme de haberla escuchado bien.
Ella asiente con una hermosa sonrisa en su perfecto rostro. Nunca
había visto sus ojos tan brillantes.
—Dos bebés.
Me acerco a ella, agarro su cara y la atraigo hacia mí. Esta vez, la
beso profunda y apasionadamente. Terminé yendo tras ella, pero fue ella
quien me trajo de vuelta. Esta mujer es increíble. Y soy el hombre más
afortunado por llamarla mía.

BLAKELY
Ryat ha estado en el hospital durante tres semanas. Terminó
necesitando cirugía de nuevo debido a una hemorragia interna. Se excedió y
necesitó mucho reposo. Me he asegurado de que lo reciba. De hecho, me
sorprende que haya sido tan obediente. Debe haberlo necesitado de verdad,
teniendo en cuenta lo terco que es. Pero puedo igualarlo. Como Lady,
entiendo lo que mi Lord debe hacer. También entiendo que incluso él tiene
límites. Y antes de que pase mucho tiempo, habrá dos personas más que
cuidar. Necesito que se recupere al cien por cien.
He pasado cada momento aquí en esta habitación con él. Pero sé que
una vez que le den el alta hoy, estará fuera de mi control. Ha estado ansioso.
Quiere vengarse, y yo también.
Escupo la pasta de dientes y limpio mi boca, salgo de su baño privado
y entro en su habitación.
Está de pie junto a la cama del hospital, tirando de sus jeans sobre sus
piernas aún sin camiseta.
Me apoyo en la puerta y lo observo. Ha perdido algo de peso, incluso
con toda la comida que Gunner y Prickett nos han estado trayendo del
exterior. Aunque no le hacía falta. Ryat Alexander Archer está en excelente
forma. Desde sus cincelados abdominales hasta su amplio pecho y sus
musculosos brazos, el hombre está delicioso. Y se me ha antojado.
Levanta la vista y sonríe al ver que lo estoy mirando. Entonces mete
la mano en el bolso que tiene sobre la cama y saca un vestido.
—Ponte esto —me ordena.
Me río como si estuviera bromeando. Luego miro por la ventana para
ver la nieve que cubre el suelo y el edificio.
—Ryat, ayer nevó. Me congelaré hasta morir.
Él camina hacia mí.
—Yo te mantendré caliente.
—Lo digo en serio.
—Yo también. —Arquea una ceja, retándome a discutir.
Resoplo.
—¿Cómo llegó eso allí de todos modos? —Me sorprende que no lo
haya quemado.
—Le dije a Sarah que te empacara algo sexy.
—Es un poco revelador, ¿no crees?
—Quizá quiera ver lo que es mío —replica.
Suspiro, sabiendo que Ryat ha vuelto a ser cien por cien él mismo y
que mi historial apesta cuando se trata de ganar estas batallas con él.
Poniendo los ojos en blanco, me agacho y me quito el jersey,
dejándolo caer al suelo, luego desabrocho mis jeans y los deslizo por mis
piernas, pateándolos lejos.
—Levanta los brazos —ordena, y los levanto por encima de mi
cabeza, permitiéndole deslizarlo sobre mi cuerpo. El material fresco se
siente suave contra mi piel caliente—. Perfecto —elogia, pasando las
puntas de sus dedos por mis pechos que el diseño con escote en V deja ver,
y me sonrojo.
Coloca su mano entre mis muslos y la sube para acariciar mi coño.
Gimo, deseando sentirlo allí. Sentirlo sobre mí. No sé si es el embarazo o
qué, pero siempre estoy cachonda. Más de lo habitual. Tal vez solo sea el
hecho de no haber podido tenerlo mientras se recuperaba.
—Ven aquí. —Toma mi mano y me acerca a la cama. Extendiendo la
mano, empuja el bolso y lo coloca al otro lado sobre el suelo—. ¡Inclínate y
separa las piernas! —gruñe en mi oreja.
No discuto. En vez de eso, doy gracias a Dios. Inclinándome hacia la
cama, sube mi vestido de un tirón y da una palmada en mi trasero.
Entierro mi rostro en la cama, para que nadie nos escuche aquí dentro
si pasan por su habitación. Desliza sus dedos en mi tanga y pasa sus
nudillos arriba y abajo sobre mi coño empapado. Empujo mis caderas hacia
atrás.
—Alguien está ansiosa —reflexiona.
—Por favor —suplico, sabiendo que, por mucho que intente ir
despacio, tiene las mismas ganas de follar.
No responde, pero el sonido de su cremallera bajando es todo lo que
necesito saber. Segundos después, la cabeza de su polla se abre paso dentro
de mí, y gimo al sentir cómo me separa para adaptarme a su tamaño. La
sensación me hace poner los ojos en blanco. Ha pasado mucho tiempo.
Empuja hasta el fondo y se me corta la respiración. Entonces se
inclina sobre mi espalda y envuelve su mano alrededor de mi garganta con
la mano, apretando, pero no lo suficiente como para quitarme el aire.
—Joder, Blake —gruñe antes de que sus labios se posen en mi cuello,
succionando mi piel mientras sus caderas aceleran el ritmo, follándome
contra el costado de la cama.
Cubro mi boca con una mano para silenciar los ruidos ininteligibles
que me obliga a emitir. Sus dientes se hunden en mi piel y entonces se pone
rígido y se viene dentro de mí.
Se retira y me desplomo contra la cama.
—No es justo —gimo.
Riendo, me da una palmada en el muslo, haciendo que escueza.
—No has terminado. —Se arrodilla detrás de mí.
—¿Qué estás…?
—¡Quédate así! —Abofetea mi coño y grito, antes de volver a
enterrar mi rostro en la cama.
Sus dedos separan mis pliegues, y respiro profundamente cuando
siento que introduce algo frío y de goma.
—Ryat ¿qué…?
—Solo un poco de diversión. —Se levanta y agarra mi mano,
ayudándome a levantarme también.
Capítulo 60
RYAT

—¿Tienes hambre? —pregunta, mirando por la ventanilla del auto


que le pedí a Gunner me dejara en el hospital esta mañana.
—De ti —respondo, mientras mis ojos recorren sus piernas suaves y
definidas. Mi polla se endurece al saber que mi semen está saliendo de su
coño ahora mismo.
Ella pone los ojos en blanco.
—De comida de verdad. Tengo que parar en la tienda de camino a
casa. ¿Qué te gustaría para cenar?
—Podría vivir de tu coño, Blake. —Extiendo la mano y la deslizo
entre sus muslos.
—Ryat —protesta, apartando mi mano—. Estás conduciendo. —
Mirando de nuevo a su alrededor, pregunta—: ¿A dónde vamos? —Su
cabeza gira al ver que acabo de pasar nuestra salida.
—Tengo que ver a alguien antes de ir a casa —respondo vagamente.
Sabiendo que está a punto de discutir conmigo, tomo mi celular de mi
regazo y enciendo la aplicación.
—¡Ryat! —chilla segundos después cuando se enciende el vibrador
dentro de su coño.
—Tenemos treinta minutos de viaje, Blake —le informo, sonriendo
ante su incomodidad—. ¿Cuántas veces puedes venirte en ese tiempo?
—No puedes estar hablando en serio. —Ella gime, lanzando su
cabeza contra el reposacabezas mientras yo acelero por la autopista.
—Por supuesto que sí. —Dejo el teléfono sobre mi regazo,
manteniéndolo encendido.
—Mierda —gime, apretando con sus manos el dobladillo de su bonito
vestido de verano. Se lo arrancaré y lo quemaré en el momento que lleve a
mi esposa a casa. Ella tenía razón. Es demasiado revelador, pero sirve para
algo.
Sin poder evitarlo, vuelvo a extender la mano y la deslizo en la parte
superior del vestido y aprieto sus pechos.
—Ryat, por favor. No puedo…
—Puedes y lo harás —digo, pellizcando su duro pezón antes de retirar
la mano—. Quiero tu ropa interior empapada con mi semen y con tus
fluidos. Jodidamente empapada, Blake.
Sus manos se aferran a sus muslos mientras mueve sus caderas hacia
adelante y atrás. No la permití venirse cuando la follé en la habitación del
hospital. La hice esperar a propósito, sabiendo que se moría por liberarse.
Echa la cabeza hacia atrás, arqueando la espalda, y un sonido de pura
tortura y alivio invade el auto antes de que se hunda contra el asiento.
—Esa es la primera. —Cuento, e inmediatamente, comienza a
adaptarse una vez más.

***

Entro al estacionamiento trasero de Blackout y apago el auto. Ella se


hunde en el asiento cuando apago la aplicación, completamente agotada.
Inclinándome, deslizo mi mano entre sus piernas.
—Perfecto. —La elogio, mientras mis dedos recorren su tanga. Está
empapada como yo quería. Le doy una palmada en su muslo y le ordeno—:
Separa las piernas. Bien abiertas.
Cierra los ojos, traga saliva y hace lo que le digo. Tiro de su ropa
interior a un lado y agarro el vibrador, sacándolo lentamente. Ella gime por
la pérdida.
Incapaz de contenerme, lo llevo a mi boca y lamo un lado, saboreando
esa dulce miel que me encanta. Entonces lo suelto y salgo de auto. Me
acerco a su puerta, la abro para ella y la saco.
La lanzo sobre mi hombro y ella chilla. Golpeo con la palma de mi
mano su trasero expuesto y la llevo a través del estacionamiento para que
no moje sus tacones. El suelo está cubierto de nieve y charcos de agua.
Al entrar por la puerta lateral, la dejo sobre sus pies y presiono mi
cuerpo contra el suyo contra la pared pintada de negro.
—¿Quién eres tú? —Exijo, recorriendo con mis ojos su bonito rostro.
Ella sigue intentando recuperar el aliento.
—Tu buena chica —responde suavemente.
—Tienes toda la razón, lo eres. —Agarro su rostro y la beso,
permitiéndole saborear lo que acabo de hacer en el auto. Ella se abre para
mí, y profundizo el beso antes de separarme rápidamente. Luego la llevo
por las escaleras, entrando en el sótano.
Tyson está de pie en el centro de la habitación con las piernas
separadas y una manguera de agua en la mano mientras rocía a un Matt
encadenado.
—Tienes que estar lo mejor posible para tu sociedad —le dice Ty.
—¡Vete a la mierda! —grita Matt, escupiendo agua por la boca.
Está atado a una silla en el centro de la habitación. Los desagües están
situados a lo largo del suelo de hormigón precisamente por estas razones.
—Veo que nada ha cambiado —anuncio nuestra presencia—. Quería
pasarme a ver cómo estás. Ya sabes, antes de destriparte.
Matt se retuerce en la silla.
Había hablado con Tyson esta mañana antes de que Blake se
despertara. Quería pasar por aquí y darle a Matt un pequeño regalo antes de
matarlo.
—Pero primero… quería pasar por aquí y darte una cosita. —Tyson y
yo nos giramos para mirar a mi esposa, que está apoyada en la pared del
fondo, con los brazos cruzados sobre su pecho y pareciendo un poco
insegura de por qué estamos aquí—. Quítate la ropa interior. —le ordeno.
Sus ojos muy abiertos se encuentran con los míos y traga saliva. Pero
solo duda un segundo antes de utilizar la pared como apoyo y deslizar su
tanga por sus piernas aún temblorosas. Me acerco a ella y me la entrega,
con las mejillas rojas.
Me giro hacia Matt.
—Querías probarla. —Tomó algo de tiempo, pero eso era todo lo que
Blakely y yo teníamos en la habitación del hospital. Conseguí que me
contara cada pequeño detalle de lo que ocurrió mientras él la tenía—. Pensé
en complacerte. Considera esto como tu última comida. —Meto la ropa
interior cubierta de semen en su boca, luego coloco mi mano encima
mientras Tyson arranca un poco de cinta adhesiva del rollo y coloca varios
trozos sobre su boca cuando retiro la mano.
El cuerpo de Matt empieza a convulsionar como si estuviera luchando
por no vomitar y ahogarse con su propio vómito.
Agarro su rostro y lo obligo a mirarme.
—Me follé ese dulce coño hace treinta minutos y me vine dentro de
él. —Le dedico una sonrisa escalofriante al ver el horror en sus ojos
desorbitados—. Por si te preguntas por qué está tan mojada.
Su rostro se pone rojo de rabia mientras me mira.
Le dije a mi esposa que nadie me escucharía ni vería follar con ella, y
lo dije en serio. Pero nunca le prometí que otro hombre no probaría mi
semen saliendo de su coño, embadurnado en su ropa interior. Por eso mordí
su cuello y le di una palmada en el muslo en el auto. Quería mostrársela a
él. Mostrar lo que tengo que él nunca tendrá. No importa lo que haga.
Necesitaba recordarle que él me pertenece tanto como él desearía que le
perteneciera a ella. Podría haber eyaculado en una copa y obligarlo a
tragarlo, pero esto era más dulce. Pensar que se la llevaría con él, pero no
sin mí: mi mujer y yo somos un equipo. Un Lord y una Lady.
Le doy una palmada a un lado de su rostro, haciendo que se
estremezca.
—Te veré pronto.
Con eso me doy la vuelta, agarro la mano de Blake y salgo de la
habitación con Tyson detrás de nosotros.
—¿Cuándo quieres que te lo entreguen? —pregunta, después de
cerrar la puerta.
Miro a mi esposa y veo sus mejillas sonrojadas y los ojos en el suelo,
sabiendo que tengo algo de tiempo para reconciliarme con ella.
—Lo haré para el domingo por la noche. —Es jueves, así que eso me
da el resto de la semana y todo el fin de semana para pasar en casa a solas
con mi esposa, recordándole que me pertenece. Hasta que la muerte nos
separe.

BLAKELY
Es domingo por la noche, estoy sentada en el sofá dentro de la oficina
en la catedral. Ryat está sentado en silencio en el escritorio cuando se
escucha un suave golpe en la puerta.
—Entra —dice Ryat.
Levanto la vista del sofá para ver entrar a Tyson. No sé por qué
esperaba que estuviera vestido con su capa y su máscara, pero no lo está. En
vez de eso, lleva unos jeans y una camiseta de color negro de cuello en V.
Su cabello oscuro está tan desarreglado como de costumbre.
—Él está listo.
Ryat asiente.
—Gracias. Ahora mismo voy.
Tyson me mira, y tengo la sensación de que me está desafiando. Esta
es una de las veces que voy a tener que dejar de lado mis sentimientos por
mi esposo. Al salir, cierra la puerta detrás de él.
El silencio persiste entre nosotros, y miro mi anillo de boda cuando
Ryat habla.
—Blake, no tienes que…
—Me quedaré —lo interrumpo, encontrándome con su mirada.
Sus labios se afinan, pero asiente una vez.
—Solo necesito un minuto. —Vuelve a escribir en su teléfono.
Hay otro golpe en la puerta y Ryat suelta su celular con un suspiro.
—¿Qué? —espeta.
La puerta se abre y mi padre entra, cerrándola detrás de él. Me pongo
de pie.
—Debería ir…
—¡Espera! —Extiende las manos en señal de rendición.
Me detengo, mirando el suelo. No he hablado con él desde que estaba
en el hospital. Ni siquiera ha intentado llamarme o enviarme un mensaje de
texto. No estoy segura de si eso es por su parte o si Ryat lo bloqueó en mi
celular. A estas alturas, ni siquiera me importa preguntar.
—Prefiero no hacerlo —digo y paso junto a él. Pero justo cuando
agarro la manija de la puerta, me detengo y me doy la vuelta. Mi esposo
está sentado en el escritorio, con los dedos entrelazados detrás de su cabeza,
descansando en su silla, con sus ojos fijos en los míos. Mi padre, sin
embargo, parece un cachorro herido, mirando al suelo—. Necesito saber
algo.
—Cualquier cosa. —Sus ojos se encuentran con los míos y da un paso
hacia mí.
—Matt me dijo que un Lord no puede elegir a cualquier mujer. Que
tienen que estar en una lista.
Traga saliva con nerviosismo, pero asiente una vez y susurra:
—Es cierto.
Suelto una carcajada áspera que lo hace estremecerse.
—¿Me estabas prostituyendo? —exclamo, pensando que Matt me
había mentido. Pero no. ¡Era la maldita verdad!— Eso es lo que es una
elegida, padre: ¡una puta! — Entonces no lo entendía. Demonios, todavía
no lo entiendo al cien por cien, pero es obvio que estos padres prestan a
estas mujeres a los Lords para que les sirvan por su devoción. Somos un
premio. Una oferta de servidumbre. ¿Y si tengo hijas? ¡Nunca permitiré que
les pase esto! ¿O hijos? Estoy segura de que no querría que nuestros hijos
tuvieran que tomar una elegida. Joder, ni siquiera sé qué pasó con la de
Tyson, pero sé que ella no fue la primera en morir.
—No. —Mi padre niega con la cabeza rápidamente, dando otro pasó
hacia mí—. No fue así.
—¿Entonces cómo fue? —exijo.
Ryat deja caer sus manos de detrás de la cabeza y se levanta.
—Blake…
—No. Yo me encargo de esto. —Mi padre levanta la mano hacia mi
marido. Cruzo los brazos sobre mi pecho y empujo la cadera hacia un lado,
esperando impacientemente—. Tu madre…Valerie. —Se corrige—. Te
anotó porque quería que estuvieras con Matt. Ese era su plan y de Kimberly.
Cuando me enteré, tuvimos una discusión. No quería que fueras una
elegida, pero ya era demasiado tarde. No pude evitarlo. Mi única opción era
intervenir. Así que le di a Ryat el encargo que le hice, sabiendo que su
lealtad estaba con los Lords, y que no lo rechazaría. —Da otro paso hacia
mí, y yo uno para atrás, mi espalda choca con la puerta, y su rostro decae—.
Nunca pensé que esto llegaría tan lejos. Por favor, Blakely. Tienes que
creerme. Solo intentaba salvarte de Matt.
Miro a Ryat, que está parado detrás de su escritorio, con las manos
metidas en los bolsillos de sus jeans. Sus ojos color esmeralda no revelan
nada. ¿Se arrepiente? Ese es mi mayor temor. Sé que no hemos llegado aquí
por casualidad. Fue forzado. Pero aun así me enamoré de él. ¿Y si esto es
solo su compromiso con los Lords? ¿Y si solo soy un juego que se niega a
perder? Un juego que él seguirá jugando cueste lo que cueste.
—Danos un momento —le dice Ryat a mi padre.
Él suelta un suspiro y deja caer sus hombros, dirigiéndose a la puerta
y me aparto de la puerta para que pueda salir.
En silencio, miro mi alianza cuando Ryat se acerca a mí y sujeta
suavemente mi rostro son sus manos, obligándome a mirarlo.
—Detente —ordena.
Estoy a punto de apartar la mirada, pero sus manos me lo impiden.
—Veo esa mirada en tu rostro, Blake. Quiero que sepas esto… lo que
sea que se diga ahí fuera, o lo que haga… solo tienes que saber que te amo.
Asiento y las lágrimas arden en mis ojos.
—Lo digo en serio. —Atrayéndome hacia él, presiona un tierno beso
en mi frente—. Puede que haya comenzado como un encargo, pero ahora
eres mi vida. —Deja caer sus manos sobre mi vientre y lo frota suavemente
—. Ustedes tres son mi vida. Y ustedes siempre serán lo primero. ¿Me
entiendes?
Sus palabras hacen que mi corazón se acelere y trago con
nerviosismo.
—Te amo —susurro.
Dándome esta vez un tierno beso en los labios, empuja la puerta y
entramos en la catedral. Todos los Lords están presentes, sentados en los
bancos vestidos con capas y máscaras. Ryat me lleva a la primera fila, y me
siento en el mismo lugar que ocupé la última vez que lo vi torturar a alguien
que intentó destruir mi vida con él.
Ryat sube las escaleras y camina hacia una sábana negra que cuelga
del techo. Alcanza la sábana y tira hacia abajo, dejando al descubierto lo
que hay detrás: Matt.
Tiene los brazos atados por encima de su cabeza con una cuerda
sujeta al techo. Tiene los pies separados, encadenados al suelo, y solo lleva
puestos sus calzoncillos.
Está cubierto de sangre, y me pregunto qué habrá estado haciendo
Tyson para torturarlo durante el último mes mientras Ryat se recuperaba.
No fue suficiente para matarlo, pero definitivamente lo suficiente para
joderlo por los moretones y la sangre seca en su cuerpo.
Ryat se coloca detrás de la piscina de bautismo y se enfrenta a la
congregación.
—Lords, me parece que este es un momento de enseñanza para todos
ustedes. — Comienza—. Este de aquí es un compañero Lord que decidió
traicionar su juramento y ser desleal con nosotros.
Matt levanta la cabeza y mira la parte posterior de la cabeza de Ryat.
—¿Cuál es su castigo? —pregunta Ryat.
—¡La muerte! —Responden todos al mismo tiempo, haciéndome
saltar.
—Adelante —gruñe Matt—. ¡No diré una mierda!
Una sonrisa se extiende por el rostro de Ryat.
—No tienes que hacerlo… pero ella lo hará.
El sonido de una puerta abriéndose y cerrándose en el segundo piso
llena el gran espacio, y entonces veo a mi padre arrastrando a Valerie hacia
el escenario. Me siento más erguida y mis ojos se dirigen a Ryat. Sus ojos
ya están sobre los míos. Él trató de decirme que no tenía que quedarme aquí
esta noche. ¿Es por esto? Pensé que intentaba salvarme de lo que iba a
hacerle a Matt, pero quizá era para protegerme de la mujer con la que crecí
pensando que era mi madre.
Mi padre la detiene y la obliga a arrodillarse. Ella gime detrás de su
mordaza. Acercándose a ella, se la quita y ella llora más fuerte. Agarra su
cabello y tira de su cabeza hacia atrás.
—Tienes una oportunidad para explicarte —dice con calma.
Sabía que mi padre era un Lord desde que Ryat me trajo de vuelta,
pero nunca esperé verlo en acción. ¿De esto quería hablarme en la oficina?
¿Prepararme para lo que había planeado hacer? Tal vez él tampoco quería
que yo estuviera aquí.
Ella solloza y su cuerpo tiembla.
—Él la mató.
—¡Valerie! —espeta Matt—. ¡Cállate, perra estúpida!
Ryat se acerca a él y saca algo de su bolsillo trasero. Es una mordaza
de bola negra. Mete la bola de goma en su boca y la ata detrás de su cabeza.
—Ya tendrás tu turno —le asegura.
—Está bien —mi padre pasa las manos por su cabello y su cuerpo se
estremece de miedo ante el simple contacto—. Sigue adelante.
Ella sorbe la nariz.
—Yo… encontré el lugar donde habías estado hablando con LeAnne.
Querían contarle a Blakely sobre ella… —Sus ojos llenos de lágrimas se
encuentran con los míos—. No podía dejar que eso sucediera. No podía…
Mirando hacia el suelo, la ignoro. Honestamente, toda mi vida pensé
que ella era mi madre, y aunque la amaba, no puedo dejar de pensar en que
quería llevarse a mis bebés. Que pensara que le había fallado tanto, que
quería una segunda oportunidad.
—Continúa. —Mi padre la insta. Su mano sigue en su cabello con
cariño, pero ella tiembla como una hoja de árbol.
—Se suponía que solo debía asustarla. Pero Matt lo llevó demasiado
lejos. —Ella llora—. Y la mató…
—Tienes razón. —Mi padre da un paso atrás y ella se relaja aliviada.
Pensando que la va a recompensar por decir la verdad—. Matt sí lo llevó
demasiado lejos. —Está de acuerdo, asintiendo una vez—. Pero LeAnne
todavía está muy viva.
Mis ojos se disparan hacia Ryat y él está mirando a mi padre, con una
expresión de confusión en su rostro, informándome de que desconocía este
hecho tanto como yo.
—No. —Ella niega con la cabeza—. Él la mató…
El sonido de las puertas dobles abriéndose detrás de mí, chirrían.
Todos los que están en los bancos se giran para mirar a quienquiera que
haya entrado, pero yo no puedo. Estoy inmóvil en mi lugar. Mirando
fijamente a mi esposo en el desván. Su ya afilada mandíbula se tensa, su
cuerpo se pone rígido y sus ojos se oscurecen.
El sonido de un par de tacones altos sobre el suelo de cemento es todo
lo que se escucha mientras alguien, no, alguna mujer camina por él.
Envuelvo mis brazos alrededor de mi creciente estómago de manera
protectora, sin saber qué esperar mientras mis ojos se llenan de lágrimas.
—No te detengas por mí. —La voz de una mujer anuncia a la
congregación, haciendo que mi pecho se contraiga dolorosamente.
No. No. No. No lo creo.
—LeAnne. —Mi padre dice el nombre y sonríe—. Pensé que querrías
unirte a la diversión.
Parpadeando, las lágrimas ruedan por mi rostro.
Matt se agita en sus ataduras mientras Valerie solloza de rodillas.
Veo por el rabillo del ojo una figura que comienza a subir las
escaleras de la izquierda. No puedo evitar mirarla. Cabello largo y oscuro
cae por su espalda en grandes ondas. Va vestida como si fuera a un funeral.
Un gran sombrero negro con un velo de encaje negro cubre la mitad de su
rostro. Un vestido negro ajustado con una larga cola. Al llegar al desván, se
gira para mirar a la congregación y escucho a los miembros Lords sentados
en los bancos jadear ante su belleza. La mujer grita poder e irradia riqueza.
Es impresionante, con una piel bronceada y grandes ojos azules. Tiene unos
labios que parecen hechos, pero no demasiado grandes, pintados de rojo
fuego.
Me parezco a ella.
—No lo entiendo. —Ryat es el primero en hablar—. Te vi morir.
—No. Me viste tirada en el suelo. Nunca comprobaste si estaba
muerta. —LeAnne lo corrige.
Él rasca su nuca, dando un paso atrás. El hecho de que esté realmente
molesto por esto me pone aún más nerviosa.
Ella se coloca frente a Valerie, con las manos en sus delgadas caderas.
—Me has golpeado. —Se escucha el sonido de una bofetada—.
Porque no querías que Blakely supiera la verdad. —Se ríe, agarrando su
rostro y empujando su cabeza hacia atrás obligando a Valerie a mirarla—.
Si no fuera por mí, nunca habrías tenido la oportunidad de ser madre. No es
mi culpa que hayas fracasado. —LeAnne la aparta de un empujón.
Valerie solloza y su cabeza cae hacia adelante.
—Y tú —se acerca a Matt, que sigue agitándose—. Quisiste violarme.
Los hombres siempre creen que su polla les da poder. —Ella estira la mano
y lo agarra entre las piernas, haciéndole echar la cabeza hacia atrás y gritar
dentro de su mordaza—. Esto te hace débil. —Chasquea los dedos y mi
padre se acerca a ella con un cuchillo en la mano. Se lo tiende y ella suelta a
Matt justo a tiempo para apuñalarlo entre sus piernas abiertas. Todos los
Lords gimen cuando ella se lo quita y la sangre se derrama por las piernas
de Matt hasta el suelo, mientras él grita dentro de su mordaza—. Y
dejémoslo en claro: tú me empujaste.
Mis ojos vuelan hacia Ryat, que parece haberse recompuesto. Sus
manos cerradas en puños y su respiración agitada muestran su enfado por el
giro de los acontecimientos.
—¿Cómo…?
—Sabía que vendrías. —Interrumpe a mi esposo y mira a mi padre—.
Él me dio el aviso. —Se ríe suavemente—. Yo ordené el ataque a Nathaniel.
Yo lo pedí. —Presiona una uña negra y puntiaguda en el pecho de mi
esposo y mis dientes rechinan ante el contacto—. Entonces Phil me informó
de que tenías un compañero. Supe inmediatamente sus razones para
acompañarte. Todo por culpa de tu esposa.
Ryat se pone rígido, pero aparta la mano de su cuerpo mientras me
enderezo cuando sus ojos se posan en los míos.
—Súbela.
Dos hombres agarran mis brazos y me levantan de un tirón de mi
asiento.
—¡No me toquen! —grito, intentando liberar mis brazos, pero me
arrastran sin esfuerzo hacia las escaleras.
—¿Qué mierda? —espeta Ryat, corriendo hacia mí una vez que
llegamos al rellano. Me libera de los dos hombres.
—No pasa nada. —dice LeAnne, haciéndome un gesto y Ryat me
coloca detrás de él, protegiéndonos a mí y a los bebés—. No estoy aquí para
hacerle daño.
—Entonces no dejes que tus putos perros la toquen —él gruñe.
—Todo lo contrario, en realidad. —Sostiene el cuchillo que aún está
cubierto con la sangre de Matt, entregándomelo por el mango—. Estoy aquí
para darle lo que ella quiere. Venganza.
Mi corazón late con fuerza, mi adrenalina se dispara. Tragando saliva
salgo de detrás de Ryat y la miro. Extiendo una mano temblorosa y le quito
el cuchillo.
—¿Esto es… es una iniciación? —pregunto con voz temblorosa. ¿Me
están poniendo a prueba? Si es así, ¿por qué Ryat no está al tanto de esto?
Parece confundido y enfadado.
—No. —Ella da un paso atrás—. Esto es por diversión, cariño. Mamá
te vendió a los Winston para mantener en secreto su plan de enviar a Matt
para matarme.
Mis ojos se agrandan y miro a Valerie. Ella sigue sollozando,
meciéndose de un lado a otro sobre sus rodillas.
—¿Por eso estabas tan obsesionada con que me casara con Matt? —
exijo—. ¿Ibas a entregarme a él de buena gana porque papá seguía
hablando con mi madre biológica?
Ella levanta la cabeza, mocos y lágrimas corren por su rostro.
—¡Yo soy tu madre! Pequeña perra desagradecida. —Sus ojos se
dirigen a LeAnne, quien coloca su mano ensangrentada en la cadera,
luciendo aburrida—. ¡Todo lo que tenías que hacer era casarte con él!
—¡Él no me quería! —grito.
Sorbiendo la nariz, lame sus labios
—¿Crees que quería a tu maldito padre? Haces sacrificios por los
Lords.
Mi mano tiembla mientras sostengo el cuchillo y mi agarre se tensa.
—Ibas a llevarte a mi bebé. —No quiero que nadie sepa que voy a
tener dos. Eso solo lo sabremos mi esposo y yo.
—¿Ella qué? —exige Ryat, colocándose a mi lado.
Él cree que le conté todo lo que pasó durante esos días que estuve
encerrada con Valerie y Matt, pero no lo hice. Lo ignoro y me acerco a ella:
—Dijiste que tú misma me quitarías el bebé y dejarías lo que queda
de mí para Matt. —Lágrimas de ira llenan mis ojos—. Una madre nunca le
diría eso a su hija.
Gruñendo, levanta la barbilla.
—Menos mal que no soy tu madre. —Sus ojos se dirigen a Ryat, que
está a mi izquierda—. ¡Él jodidamente no te quiere! Eres un juego, Blakely.
Para Matt. Para él. Iba a hacerte un maldito favor. —Sus ojos verdes se
mueven hacia mi estómago—. ¡Merezco ese bebé! Merezco mi
oportunidad. Y voy a tenerla…
Interrumpiéndola, me coloco de rodillas y clavo el cuchillo en su
estómago, horizontalmente. La boca de Valerie se abre, y un solo suspiro
sale de sus labios separados antes de tirar del mango, atravesando su
abdomen, abriendo su maldito vientre, como ella había planeado hacer
conmigo.
Arrodillada frente a ella, siento la sangre en mi piel y empapa mis
jeans. Observo, incapaz de apartar la mirada, cómo la vida está escurriendo
de sus ojos verdes, y espero que Ryat se haya equivocado al decir que no
hay cielo ni infierno. Porque espero que ella esté ardiendo. Cuando llegue
mi día y tenga que enfrentarme a mi Dios, con gusto iré al infierno por la
vida que tomé, porque salvó a otras dos. Mis hijos merecen la oportunidad
de tener la vida que quieren. No una que esta perra iba a dictar.
Capítulo 61
RYAT

—Maravilloso. —La perra loca aplaude, girándose hacia la


congregación—. Pueden retirarse, Lords —anuncia LeAnne—. Esto es un
asunto familiar. Fuera. —Agita sus manos en el aire.
Ignorándola, me arrodillo junto a mi esposa. Sigue de rodillas,
temblando y sujetando con su mano el mango del cuchillo que está dentro
de una Valerie muerta.
—¿Blake? —digo en voz baja, apartando el cabello de su hombro,
moviéndolo hacia la espalda para poder ver mejor su perfil—. ¿Blakely?
—Está bien, cariño. —LeAnne se ríe como si fuera una broma.
La miro, entrecerrando mis ojos.
—Tú también puedes irte.
Abre la boca, pero Phil se acerca a ella.
—Vamos. Démosles un poco de espacio.
—Pero...
—Tienes mucho tiempo para hablar con ella. —Él le asegura a
LeAnne y lo único que puedo pensar es ¡sobre mi cadáver! Esa zorra no se
acercará a mi esposa. No confío en ella.
—De acuerdo. —Asiente y mira a un Matt ensangrentado, pero muy
vivo, colgando de sus ataduras—. ¿Pero qué pasa con...?
—¡Me encargaré de eso! —Me pongo de pie—. ¡Vete a la mierda!
Su rostro se endurece y se acerca a mí.
—Escucha, chico. —Apunta con un dedo mi rostro—. Todo lo que
tienes es gracias a mí. Puedo quitártelo así de fácil... —Chasquea sus dedos
y cierro mis manos en puños para no romper su maldito cuello.
—Ya, ya, ya. Ha sido un largo día. —Phil agarra sus hombros y la
aparta de mí—. Nos vamos. —Asiente con la cabeza y luego toma su mano,
tirando de ella hacia las escaleras.
—¿Blake? —Gruñó con un poco más de fuerza de lo que pretendía.
No se inmuta.
Permanece de rodillas, con su ropa ahora empapada de sangre y
sorbiendo la nariz.
—Vamos. —Me inclino, sujetándola por debajo de sus brazos, tiro de
ella para ponerla de pie.
—Yo... la maté... yo...
La hago girar para que me mire y tomo su rostro con ambas manos.
—Mírame.
Las lágrimas corren por sus mejillas, manchando el maquillaje que
antes era bonito.
—Ella iba a llevarse a nuestros bebés... —Se apresura a decir.
—Oye —digo suavemente.
—No podía... no la dejaría hacer eso. —Ella lame sus labios
húmedos.
—No tienes que dar explicaciones, Blake. Está bien.
—Y Matt —sus ojos acuosos se dirigen a su cuerpo ensangrentado—.
Él iba a permitir que ella lo haga.
—No pueden tocarte, Blake. Nunca más. —La tranquilizo cuando veo
algo por el rabillo del ojo. Echando un vistazo rápido, espero que sea
LeAnne pero es Ty quien se une a nosotros.
—Lo prometo —comienza a llorar—. Prometo protegerlos... —Deja
caer el cuchillo a nuestros pies, y cubre su vientre con sus brazos.
Mi corazón se rompe por ella. Lo insegura que debe sentirse ahora.
Todas las mentiras que le han dicho a lo largo de su vida. Diablos, ni
siquiera yo esperaba que LeAnne estuviera viva. Eso sí que fue algo
inesperado.
—Lo sé. —respondo. Sabiendo que cualquier otra cosa no llegará a
ella en este momento—. Lo hiciste bien, Blake —digo pasando mi mano
por su largo cabello oscuro—. Eres mi chica buena.
Sus manos ensangrentadas agarran mi camisa y entierra su rostro en
ella. Envolviendo mis brazos alrededor de su cuerpo tembloroso, la acerco a
mí. Miro a Tyson, que está de pie junto a Matt, y le hago un gesto con la
cabeza.
Esta noche no salió como lo había planeado, pero en este momento
solo quiero que termine. Quiero llevar a mi esposa embarazada a casa, darle
un baño y seguir adelante con nuestra vida juntos.
Ty agarra una cuerda de la mesa y camina detrás de Matt. La envuelve
alrededor de su cuello varias veces y luego lo lanza para que cuelgue sobre
las vigas. Saca una navaja de su bolsillo, se inclina y corta las dos que tiene
enrolladas en los tobillos. Luego, Ty tira de la nueva cuerda alrededor de su
cuello, levantando sus pies descalzos del suelo.
Deslizo un brazo por detrás de las rodillas de Blake y el otro
alrededor de su espalda, levantándola y camino con ella hacia las escaleras
mientras escucho a Matt luchar antes de que el silencio caiga sobre la
catedral.
Epílogo
RYAT

DIEZ SEMANAS DESPUÉS

Entro a la cabaña.
—¿Blake? —Llamo, pero me encuentro con el silencio—. ¿Blake? —
digo un poco más alto, pero de nuevo no obtengo respuesta. Cuando corro a
nuestro dormitorio, la puerta golpea la pared interior por mi fuerza—.
¿Blakely? —digo su nombre completo.
Todavía nada.
Entrando al baño, suelto un suspiro cuando veo que sale vapor de la
ducha. Empiezo a quitarme los zapatos y desabrocho mis jeans, seguidos de
mi camiseta. Al abrir la puerta de vidrio, la encuentro de pie, de espaldas a
mí y con la cabeza debajo del agua.
Extiendo la mano, envuelvo mi brazo a su alrededor y la levanto,
haciéndola chillar.
—¡Ryat!
La giro hacia mí doy y la inmovilizo contra la pared, ahuecando su
rostro, y ella se ríe.
—Me asustaste.
—Lo siento. —Sonrío, y hace un gesto que dice que sabe que no lo
siento en absoluto—. ¿Cuánto me amas? —Mis manos caen sobre su
creciente vientre. La semana pasada nos enteramos de que vamos a tener
gemelos. No podría estar más extasiado, pero una parte de mí siente pena
por mi esposa. El hecho de que vaya a vivir en una casa conmigo y con dos
niños como yo. Menos mal que es terca y cabezota.
Su rostro decae, y se pone rígida contra mí.
—¿Qué hiciste?
—Mentí —admito.
—¿Sobre qué? —gruñe.
Le había dicho que tenía una reunión temprano en la casa de los
Lords, pero no es ahí donde estuve las últimas dos horas.
—Tenía una reunión, pero no era con los Lords.
Frunce el ceño.
—¿Por qué mentirías sobre eso? ¿No me he probado a mí misma,
Ryat? Que puedo manejar esto.
—Por supuesto que sí. —No quería darle esperanzas por si no
funcionaba, pero lo hizo. Y ahora muero por decírselo—. Tuve una reunión
con Gregory Mallory.
Su ceño se frunce, inclinando la cabeza hacia un lado.
—Yo... espera, ¿no es el juez por el que fuiste a la cárcel?
Asiento.
—Me debía un favor.
—¿Qué clase de favor? —pregunta escépticamente.
—¿Recuerdas que dijiste que, si pudieras elegir, elegirías quedarte
viviendo aquí en la cabaña, en Pensilvania?
—Sí —responde lentamente.
—Bueno, acabo de cobrar mi favor.
—No lo entiendo. —Humedece sus labios.
—Él se va a jubilar y cuando eso ocurra, voy a ocupar su puesto. —
Ser un Lord es una vía rápida para tu carrera. Pero aún faltan unos diez años
para que sea juez. Mientras tanto, seré un abogado de alto precio para
conseguir el tiempo necesario en la sala del tribunal. Si empiezo desde el
principio, se plantearán demasiadas preguntas.
Jadea y coloca sus las manos sobre su boca.
—¿Hablas en serio?
Asiento.
—Sí.
—¿Nos quedaremos aquí? —Sus manos golpean mi pecho con
entusiasmo—. ¿No tenemos que ir a Nueva York?
—No. —Niego con la cabeza.
Ella salta arriba y abajo antes de presionar sus labios contra los míos.
Mis manos se dirigen a su cabello mojado.
Nunca quise ir a Nueva York. La negativa de mi mujer me lo ha
confirmado. Puedo ser poderoso dondequiera que vaya. Los Lords quieren
que sea juez, así que eso es lo que seré, pero nunca dijeron dónde tenía que
vivir. Todos esperaban que volviera a casa, pero las cosas han cambiado.
Esta mujer se ha convertido en mi hogar. Va a tener a mis hijos. Y más hijos
míos después de eso. Quiero una casa llena de ellos. Voy a mantenerla
embarazada. Se merece que le dé la vida que quiere. Y eso es aquí, en esta
cabaña, conmigo y con nuestra creciente familia.
No puedo garantizar que vaya a envejecer con ella, pero pasaré cada
segundo de cada día que esté vivo demostrándole que es lo primero pase lo
que pase.

BLAKELY
Entro en la casa en la que crecí en Texas. Cierro la puerta detrás de mí
y camino por el pasillo hasta la oficina de mi padre. Giro la manija de la
puerta, hago una pausa y golpeo en su lugar.
—Entra. —La voz grita.
Respirando profundamente, entro. LeAnne está sentada detrás de su
escritorio, luciendo como la reina sentada en su trono, vestida con un
vestido negro sin hombros con sus tetas falsas asomando por la parte
superior. Su cabello oscuro recogido en un apretado moño.
Odio lo mucho que me parezco a ella. Es un recordatorio de lo
estúpida que fui todos esos años en los que creí las mentiras que me
contaron sobre mi madre.
—¿Sabe Ryat que estás aquí? —Es su primera pregunta.
—Por supuesto. —Mentira—. No tengo secretos con mi esposo. —De
ninguna manera me dejaría ir a verla sin él. ¡Él la odia! No confía en ella.
Yo siento lo mismo, pero una parte de mí no podía rechazar su petición de
verla hoy. Anoche llamaron a Ryat para una misión y siento que no fue una
coincidencia. Algo me dice que esta mujer tiene mucha influencia con los
Lords. Solo rezo para que esté demasiado ocupado como para revisar el
rastreador que me colocó después de huir. Una parte de mí quiere
arrancarlo. La otra parte me recuerda que me salvó la vida y que ser una
Lady significa que nunca estoy realmente a salvo.
Sonríe, señalando la silla frente al escritorio.
—Aprenderás que incluso en un matrimonio, a veces la única persona
en la que puedes confiar es en ti misma.
—Viniendo de la mujer que abandonó a su familia. —espeto. Me
siento mal por mi padre también, no fui a la única a la que dejó atrás. Pero
ella lo tiene engañado. Teniendo en cuenta que todavía parece amarla.
Abre un cajón del escritorio y me entrega un papel.
—¿Qué es? —pregunto, manteniendo las manos en mi regazo.
—Échale un vistazo.
Extiendo la mano, lo tomo y leo lo que está escrito. Es una licencia de
matrimonio con su nombre y el de mi padre.
—No lo entiendo.
—Tu padre y yo nos casamos en su último año en Barrington.
Frunzo el ceño.
—¿Qué tiene que ver esto conmigo? —Arrojo el papel sobre el
escritorio y me vuelvo a sentar en la silla—. Solo demuestra aún más mi
punto de que no solo dejaste a tu hija, sino también a tu esposo.
—La bigamia es ilegal en todos los estados —responde.
Mis ojos se dirigen a su dedo anular y veo un enorme diamante en él.
—Entonces ¿te divorciaste y te casaste con otro? —Ella asiente—. No
estoy segura de por qué eso era tan importante. —Recuerdo que Tyson y
Matt hablaban de que una vez que un Lord muere, su Lady es entregada a
un nuevo Lord. Me pregunto si ella pidió a mi padre ya que Ryat mató a su
esposo el año pasado, ahora que Valerie también está muerta.
—Solo he estado casada con un hombre, Blakely. —Abre otro cajón y
saca una foto, colocándola en el escritorio frente a mí.
Al levantarla, veo que es una versión más joven de ella, pero se
parece a mí. El tipo que está junto a ella es mi padre.
—Yo... no. —La alejo—. Estabas casada con el hombre que mató
Ryat. —No recuerdo su nombre. No estoy segura de que alguien me haya
dicho nunca esa información.
Ella inclina la cabeza hacia un lado.
—El matrimonio de tu padre con Valerie fue una mentira. Nunca fue
legal porque ya estábamos casados.
Paso una mano por mi cabello.
—¿Por qué importa esto?
—Porque quiero que sepas la verdad.
Resoplo.
—Nada es verdad. Todo lo que me cuentan son mentiras.
—Crees que te dejé por tu padre. Te dejé porque los Lords me
llamaron. Y nunca, nunca les dices que no.
—¿Por qué te dirían que lo dejaras? —resoplo. Sé que los Lords
tienen que obedecer su juramento, pero nunca me han dicho que una Lady
tenga que ver con eso.
—Porque Nathaniel Myers era mi asignación.
Mi columna vertebral se pone rígida ante su respuesta.
—Un encargo que acabó durando mucho más de lo que debía. Por eso
hice que le dieran el golpe. Estaba acabado y necesitaba que terminara.
Tragando, me muevo en mi asiento.
—Todavía no sé qué tiene que ver esto conmigo.
—Los hombres van y vienen, Blakely. ¿Pero tus hijos? Ahí es donde
te atrapan. Estos Lords prefieren los matrimonios arreglados porque se
niegan a enamorarse de sus esposas porque eso mostraría debilidad —ella
resopla—. Los hombres pueden conseguir coños en cualquier parte. Las
mujeres pueden conseguir pollas en cualquier parte. Son los hijos los que
nos convierten en salvajes. Ya lo has demostrado con la forma en que
manejaste a Valerie en el confesionario. Tomaste su amenaza de llevarse a
tu hijo como algo personal.
Admito que entré en pánico después de lo que hice. Pero si tuviera la
oportunidad de rehacerlo, ¿lo haría? Absolutamente. Sin dudarlo.
—¿Es eso lo que piensas hacer? ¿Obligarme a hacer lo que quieres o
llevarte a mi hijo?
—Por supuesto que no —resopla como si eso fuera absurdo—. Solo
quiero que entiendas que hice lo que tenía que hacer... por ti.
Golpeo mis manos sobre el escritorio.
—¡Deja de mentirme! —Poniéndome en pie me inclino hacia ella—.
¡No has estado aquí durante veinte años! Nada de lo que hiciste fue por mí.
Se echa hacia atrás en su asiento cruzando una pierna sobre la otra,
sin inmutarse por mi arrebato.
—Ryat.
El nombre de mi esposo en sus labios pintados de rojo hace que mi
corazón lata más rápido.
—¿Qué pasa con él?
—Esa fui yo. —Inclina la cabeza hacia un lado.
—No. —Me niego a creerlo—. Papá...
—Valerie te inscribió como elegida para pagar su deuda con Matt por
matarme. ¿Pero cómo crees que terminaste con Ryat?
Me dejo caer en mi asiento.
—Papá lo hizo elegir...
—Yo tomé esa decisión.
No. No puede ser. Mi padre me dijo que sabía que Ryat era la mejor
opción. Me estaba salvando de Matt. Pero mi padre me ha mentido más de
una vez. Esta mujer que dice ser mi madre biológica no tiene motivos para
mentirme, ¿verdad?
—¿Por qué? —susurro
—Vi cómo estaba esa noche. Entró, hizo el trabajo y no le dijo a nadie
lo que hizo Matt. O trató de hacer. Ese es un gran Lord.
Pongo los ojos en blanco.
—Estoy tan cansada de los malditos Lords.
—¿Y Janett? —Se ríe—. ¿De verdad creías que esa mujer te iba a
contratar? No tenías experiencia. Sin identificación, sin dinero. Nada. Por
no mencionar que eras menor de edad. —Extiende las manos—. Me
aseguré de que te contratara.
—No —susurro. Mi padre se enfadó cuando regresé—. Nadie sabía
dónde estaba. —Si ella sabía dónde estaba, entonces mi padre lo habría
sabido. Nunca me habría dejado estar fuera tanto tiempo como ellos.
—Oh, sí lo sabía. Por supuesto, lo guardé para mí. —Sonríe—.
Quería ver hasta dónde llegaría Ryat para encontrarte. No me decepcionó.
Entonces supe que había tomado la decisión correcta.
Permanezco inmóvil, escuchándola. Cómo esta perra planeo todo. Fue
como un juego para ella.
—¿Y el hecho de que papá y el señor Archer quisieran que Ryat
confesara lo que Matt había planeado hacerte? —pregunto. No tiene
sentido. Cuando estaba en el hospital, papá quería que Ryat confesara. Si
sabían que LeAnne estaba viva, entonces ya sabían la verdad sobre lo que
hizo Matt aquella noche.
Echa la cabeza hacia atrás riéndose como si yo fuera demasiado
estúpida para captar algo que debería ser fácil de comprender.
—Lo estaban poniendo a prueba. Verás, los Lords siempre hacen que
los Lords se pongan a prueba. Y bueno, el hecho de que no fuera un soplón
le salvó la vida.
—Entonces, ¿su padre lo estaba probando, sabiendo que, si fallaba, lo
matarían? —Eso es lo que le hacen a un Lord que va en contra de su
juramento.
Agita una mano bien cuidada en el aire como si no fuera gran cosa.
Vivir o morir e ella no le importaba lo que podría pasarle a mi esposo.
—No tenía elección.
Es lo mismo que me dijo Ryat cuando le pregunté por los papeles del
divorcio. Los Lords se lo habían ordenado y eso fue todo.
LeAnne extiende la mano y agarra un cigarro. Lo acerca a sus labios y
está a punto de encenderlo, pero se lo arrebato de la mano, dejándolo sobre
la superficie del escritorio.
—Estoy jodidamente embarazada —le recuerdo
—Oh, sí. —Sonríe—. De mis nietos.
Me recuesto lentamente y la expresión en mi rostro la hace reír.
—Lo sé todo —dice con naturalidad.
—¿Qué es lo quieres? —Pregunto, con lágrimas en mis ojos—. Estoy
cansada de juegos. Solo dime por qué querías que me reuniera contigo hoy.
Pasa su lengua por la parte superior de sus dientes y luego me dedica
una suave sonrisa.
—Solo quería verte.
Mis cejas se juntan.
—Quería decirte, frente a frente, que estoy orgullosa de ti.
Odio la forma en que mi corazón se acelera con esas palabras. No
conozco a esta mujer y no quiero conocerla.
—No necesito tu validación.
—Lo sé, pero eso no significa que no pueda decírtelo. —Se encoge de
hombros.
—Increíble. —Me levanto de la silla y me dirijo a la puerta.
—Un Lord no es nada sin su Lady. —dice, haciendo que me detenga.
Me doy la vuelta para mirarla—. Ryat, sin ti, no es más que otro hombre
común. —Se levanta, rodea el escritorio y se acerca a mí—. Tú lo
conviertes en un Lord, Blakely. —Ella extiende la mano, respiro
profundamente cuando sus dedos agarran un mechón de mi cabello—. No
te arrodilles nunca pensando que tienes que servirle. Arrodíllate porque
quieres servirle. —Trago con nerviosismo—. Tienes el poder de hacerlo
escuchar, ver y creer lo que quieras. Tenlo en cuenta cuando te diga que te
ama.
Apartando su mano de mí, resoplo.
—No me parezco en nada a ti, madre. No abandonaré a mi familia ni
manipularé a mi esposo.
—Tal vez no en este momento. —Está de acuerdo, y sus ojos se
dirigen a mi creciente estómago—. Pero para cuando ellos estén listos para
comenzar la iniciación, lo harás.
Le doy una bofetada, el sonido rebota en las paredes de la oficina de
mi padre. Me acerco a ella y presiono mi pecho contra el suyo, con la
sangre hirviendo ante su elección de palabras.
—Te mantendrás jodidamente alejada de mí, de mi esposo y de mis
hijos. ¿Me entiendes?
—Blakely —ella frota su mejilla, riendo suavemente—. Es inevitable.
—No. —Me niego a creerlo—. Mis hijos no serán un Lord, o una
Lady. Me niego...
—El único problema con eso, cariño. Es que no es tu decisión. —Mi
pecho se contrae—. ¿Por qué crees que tu padre y yo no queríamos que
supieras de nuestra vida? —Arquea una ceja—. ¿Nuestra verdadera
historia? —Sacudiendo la cabeza, sus ojos se suavizan—. No puedes
evitarlo, por mucho que lo intentes. Es mejor que lo aceptes ahora.
La primera lágrima se derrama sobre mis pestañas inferiores porque
tiene razón. Lo sé. No hay manera de que Ryat pueda salir de los Lords y no
hay manera de que yo pueda mantenerlo fuera de nuestro futuro.
—Haré lo que sea necesario —digo finalmente.
Una sonrisa, que la hace parecer el gato de Cheshire aparece en su
rostro.
—Y eso mismo es lo que te convierte en mí, te guste o no.
Epílogo 2
RYAT

DIECIOCHO AÑOS DESPUÉS

Estoy de pie en nuestra cocina, vestido con mi traje, una taza de café
en una mano y papeles en la otra. Esta tarde tengo un juicio. El segundo día
de un juicio que ya sé que durará meses. Es un Lord que la ha cagado. Pero
para el mundo, es otro multimillonario corporativo que merece pudrirse en
el infierno. Ya sé el resultado, pero tenemos que darle al mundo el
espectáculo que quiere. Una vez que sea sentenciado y olvidado, será
eliminado. Como todos los Lords antes que él que traicionaron su
juramento.
Al levantar la vista veo entrar a Reign, vestido con un par de
pantalones cortos de baloncesto y nada más, luciendo como si no hubiera
dormido en días.
—¿Quieres decirme por qué he recibido una notificación de que la
alarma se desactivó a las tres de la mañana? —pregunto, dejando mi taza
sobre la encimera.
Él sonríe.
—Creo que preferirías no saberlo. —Abre la nevera, agarra una jarra
de leche y la bebe sin usar un vaso. Sabe que su madre odia que haga eso.
—Sea quien sea, será mejor que se vaya. —Le informo cuando baja la
jarra.
Vuelve a sonreír. La mirada en sus ojos verdes me dice que ella
definitivamente sigue en esta casa.
—Tienes diez minutos —advierto.
—Solo necesita dos. —Royal, su hermano gemelo; entra en la cocina
sin verse mejor. Su cabello es un desastre. Es difícil no ver los arañazos en
su espalda desnuda y las marcas de mordiscos en su cuello. Solo lleva un
pantalón de deporte.
—Tu madre llegará a casa en cualquier momento con tu hermana, y
no voy a cubrirlos. —Niego con la cabeza.
Los dos resoplan, tratando de actuar sin inmutarse. Se elevan por
encima de su metro sesenta y cinco, pero la he visto nivelarlos con una sola
mirada.
—Oye, yo solo tengo una chica en mi habitación, el imbécil de aquí
tiene dos. —Reign señala a Royal.
Blake y yo siempre hemos sido abiertos con los chicos sobre el sexo.
Entendimos que iba a suceder. Están en el último año de la escuela
secundaria a punto de graduarse, pero eso no significa que lo permita
abiertamente bajo nuestro techo. —Roy...
—Ya se fueron —asegura.
—Entonces, papá... —Reign se apoya en la esquina opuesta de la
encimera, mirándome y ya sé lo que viene—. Nosotros tenemos que hablar
contigo.
Royal niega con la cabeza, su cabello rebelde cae sobre sus ojos.
—No hay ningún nosotros. Esta es una conversación de ustedes.
Reign pone los ojos en blanco hacia su gemelo antes de que se
encuentren con los míos de nuevo.
—Se acerca la graduación. Solo tres semanas más. Entonces la
iniciación en Barrington comienza este verano…
—Deberíamos tener esta conversación cuando llegue tu madre —lo
interrumpo.
—Sabemos lo que piensa de los Lords —suspira—: Pero queremos
unirnos.
—No. —Royal empuja su hombro juguetonamente—. Tú quieres ser
un Lord. ¿Por qué mierda querría abstenerme del sexo solo para demostrar
que soy un hombre? —Resoplando añade—. Me gustan demasiado los
coños para esa mierda.
Paso una mano por mi rostro afeitado.
—Chicos...
—Tal vez si dejaras de follar durante cinco segundos, serías capaz de
ver el panorama general aquí. —Reign le dice a Royal—. Ser un Lord...
—Está sobrevalorado. —Royal me mira—. No te ofendas, papá.
Me encojo de hombros.
—No me ofendo. —Una parte de mí está orgullosa de que Reign
quiera unirse, pero una parte más grande quiere que sea él mismo. Tardé
mucho tiempo en darme cuenta de hasta qué punto los Lords controlaban
mi vida. Les dediqué todo a ellos mucho antes de que empezara la
iniciación. Pero pase lo que pase, nunca podré arrepentirme de mi decisión
de unirme porque eso me llevó a Blake.
—Yo...
El sonido de la puerta principal abriéndose y cerrándose interrumpe a
Reign y sus labios se afinan al ver que su madre está en casa. Ella ha dejado
muy claro lo que piensa acerca de que se unan a los Lords: no va a suceder.
Hemos hablado con ellos sobre el tema a lo largo de los años. Por supuesto,
hubo algunos detalles personales que no les contamos, pero queríamos que
vieran la clase de maldad que se vive ahí fuera. Que el diablo, de hecho,
viene a ti en la forma más seductora
—Buenos días —Mi esposa entra en la cocina con nuestra hija detrás.
Su larga melena oscura suelta y en grandes rizos, vestida con un traje color
carbón y tacones negros. Sigue siendo tan impresionante como cuando me
la encontré en Barrington.
—Buenos días —agarro su mano y la atraigo hacia mí, acunando su
rostro—. Te extrañé. —Solo estuvo fuera por dos días, pero se sintió como
una eternidad.
—También te extrañé —Se inclina sobre sus tacones y besa
suavemente mis labios antes de separarse.
—¿Cómo estuvo Stanford? —pregunto, mirando a nuestra hija.
Ryann se parece a su madre, pero no me preocupo mucho porque Royal y
Reign no dejan que los chicos se acerquen a ella. La protegen como yo
protejo a su madre. Es bueno tener un respaldo. Este año cursa su último
año de secundaria. Y me recuerda a Blake: no puede esperar para largarse
de aquí.
Cuando conocí a Blake, ella anhelaba una vida diferente a la que sus
padres le permitían tener. Y hemos hecho todo lo posible para asegurarnos
de que nuestra hija tenga la oportunidad de conseguir lo que quiera.
—¡Asombroso! —Ella sonríe.
—¿No pueden hablar en serio sobre dejarla ir a Stanford? —Exige
Reign—. Pensé que era una broma.
—No todo el mundo quiere quedarse en casa con papá y mamá. —
Ryann coloca las manos en sus caderas—. Algunos tenemos sueños.
Reign resopla.
—Está como a treinta horas de distancia…
—Prueba con cuarenta —corrige Royal.
—Existen esas cosas llamadas aviones —dice Ryann con sarcasmo—.
Tenemos uno. Puedes ir a visitarme cuando quieras. —Mira a Royal—. Hay
muchas chicas sexys allí. Piensa en clima cálido, playa y trajes de baño.
—¿En serio? —Levanta una ceja oscura con interés.
—Hablando de chicas. Parece que has perdido una pelea con un árbol.
—Blake observa a Royal, sus ojos miran por encima de sus arañazos con
desaprobación.
Reign empieza a reírse, Ryann afina sus labios y Royal se limita a
negar con la cabeza.
—Algo así.
—Espero que uses protección —afirma Ryann.
—¿Qué diablos, Ry? Tú no deberías saber de esas cosas —dice
Reign.
—¿Condones? —pregunta ella inclinando la cabeza hacia un lado.
—Sexo —responde Reign.
—Tengo diecisiete años, no diez. —Lanza su largo cabello oscuro
sobre su hombro y sale de la cocina.
—¿Papá...? —Los ojos de Reign van de los míos a los de su madre,
cuando asiente con la cabeza.
—Lo discutiremos más tarde —digo mientras Blake sale de la cocina.
La sigo por el pasillo hasta nuestra habitación principal.
—¿Esta conversación que tendremos más tarde tiene algo que ver con
las dos chicas conduciendo por nuestro camino de entrada a las siete de la
mañana, o con la que vi escabullirse por la puerta corrediza de vidrio?
Sonrío, ella lo ve todo.
—No. Quiere unirse a los Lords.
Su cuerpo se pone rígido.
—No. —Niega con la cabeza.
—Blake...
—¡La respuesta es no, Ryat! Ya sabes lo que pienso al respecto. —Se
quita la chaqueta del traje y la tira sobre la cama.
—Todos lo sabemos, pero él quiere unirse a ellos tanto como tú
querías ir a Stanford. —Mi esposa nunca quiso asistir a Barrington, pero de
nuevo, no se le dio esa opción. Durante los últimos dos meses, ella y Ryann
han estado visitando universidades para ver cuál es su opción favorita
después de su graduación de la escuela secundaria el próximo año. Hasta
ahora parece que Stanford está ganando.
—Eso no es justo. —Coloca las manos en sus caderas y me mira
fijamente.
—Lo sé.
—No, quiero decir que no es justo para mí. Una opción es educación,
la otra puede hacer que lo maten —espeta.
—Siempre les dijimos a los chicos que escucharíamos lo que
quisieran —Le recuerdo.
—Excepto esto. —Se aparta de mí y me da la espalda.
—Estás siendo irrazonable.
Deteniéndose, se gira, con la boca abierta.
—Y tú pareces olvidar todo lo que pasaste por culpa de ellos.
Caminando hacia ella, agarro sus caderas manteniéndola en su lugar.
—Él no necesita nuestro permiso.
Su labio inferior comienza a temblar,
—Lo sé. —susurra—. Simplemente no quería que ella tuviera razón.
—¿Quién? —Frunzo el ceño.
—No importa. —Evita responder.
Alguien llama a la puerta antes de que nuestra hija entre. —Oye, mi
auto está en E...
—¡Otra vez! —grita Royal desde el pasillo.
—Así que voy a ir con los chicos a la escuela. —Nos informa.
—De acuerdo —asiente Blake—. ¿Seguro que has dormido lo
suficiente en el avión?
—Sí. —Sonríe—. Los amo. Nos vemos después de la escuela.
—Te amo —decimos al unísono
Ella se gira quedando de espaldas a mí y la escucho sorber su nariz.
Suspiro.
—Blake...
—Nos vamos. —Reign asoma la cabeza.
—¡Espera! —ella grita, levantando la mano y limpiando su rostro
antes de darse la vuelta para mirarlo—. Tu padre dijo que querías hablar
sobre los Lords.
Él me mira fijamente y luego le devuelve la mirada a ella.
Respondiendo, cuadra los hombros.
—Sí, eso quiero.
Ella coloca una mano en su cadera y la otra en su cabello, y asiente
más para sí misma que para él.
—De acuerdo. Hablaremos cuando llegues a casa.
—¿En serio? —pregunta él y su rostro se ilumina.
—En serio—responde ella.
—Gracias, mamá. Los amo —Se va y los dos nos quedamos en
silencio, escuchando cómo se cierran las puertas, y discuten. Entonces
escuchamos el auto de Royal arrancar antes de que se vayan. Dejándonos en
silencio una vez más.
Me acerco a ella y me mira con los ojos llenos de lágrimas.
—No quiero que me odie. —Se lamenta.
Tirando de ella hacia mí, la abrazo con fuerza besando su cabello.
—Él nunca podría odiarte, Blake.
Se separa.
—Odié a mi padre y a Valerie durante mucho tiempo porque no
entendía lo que realmente pasaba. Pensé que ser sincera con ellos era lo
correcto.
—Lo es.
—¿Cómo? —Señala la puerta—. Él cree que es un juego.
—No. No lo cree. —Reign entiende más de los Lords que yo a su
edad. Me lancé de cabeza sin saber qué esperar. He intentado darle toda la
información que pudiera necesitar, sabiendo que este día llegaría—. Todo lo
que tenemos que hacer es escuchar. Todavía tenemos unos meses antes de
que comience la iniciación.
Asintiendo, pasa una mano por su cabello.
—Supongo —dice en voz baja—. Solo siento que mis manos están
atadas.
—Están a punto de estarlo. —Mis ojos se fijan en la forma en que su
blusa de seda abotonada se ajusta a su pecho.
—Ryat... —Empuja mi hombro y agarro sus muñecas, atrayéndola
hacia mí. Su cuerpo choca contra el mío, interrumpiéndola.
Usando solo una mano para agarrar sus muñecas, deslizo la otra por
su largo y oscuro cabello y tiro de los suaves mechones, obligándola a
levantar la barbilla, de modo que tiene que mirarme.
—Tenemos la casa para nosotros, y tengo unas horas antes de tener
que irme. —Mi esposa lleva dos días fuera y pienso recuperar el tiempo
perdido.
Traga saliva y sus bonitos ojos azules estudian los míos.
—¿Qué hacemos?
Sonrío, bajando mis labios a su cuello.
—Sé varias cosas que puedo hacer. —Lo primero es arrancarle esta
maldita ropa.
Después de que ella matara a Valerie y se encargaran de Matt, todo se
calmó. Nuestra vida se volvió algo normal, tanto como puede serlo siendo
un Lord y una Lady. Me ofrecí a darle una gran boda, una adecuada, con
amigos y familia. Quería que mi esposa tuviera la oportunidad de que el
mundo me viera profesarle mi amor eterno. Después de todo, ser un Lord
me ha enseñado que si no hay un público que lo presencie, no existe.
Ella se negó. Mi esposa entiende lo mucho que la amo y no necesitaba
una audiencia. En su lugar, tomó fotos. Todo el tiempo. De mí y de ella. De
nuestros gemelos y de nuestra hija. Quería que tuviéramos una familia
numerosa, pero las complicaciones durante el embarazo de Ryann
provocaron una cesárea de urgencia y una histerectomía2. Y aunque me
imaginaba que tendríamos más, no podría estar más contento con la familia
que ella me dio.
Compré esta cabaña en medio de la nada para estar solos. Para
alejarme de todo. Mi esposa la convirtió en un hogar. La casa, que antes
estaba vacía, ahora está llena de fotos de los años que hemos pasado juntos,
de vacaciones, de salidas nocturnas, del éxito de nuestros hijos en la escuela
y en los deportes. Cuenta la historia de nuestra vida.
Por supuesto, no siempre ha sido bonita. No esperaba que lo fuera.
Blake puede ser tan terca como yo. Nos peleamos por los Lords, por mi
carrera, por los niños. Una vez me preguntó si creía en la vida después de la
muerte. Si había algo mejor que esto. Casi veinte años después y mi
respuesta no ha cambiado.
Me vi obligado a elegirla como mi elegida, pero ella sigue
eligiéndome cada día. Y eso es lo que yo llamo cielo. Porque la vida sin ella
sería un infierno.

FIN
Sobre la autora

Shantel es una de las autoras más vendidas de USA


Today y Wall Street Journal. Vive en Oklahoma con su novio del instituto,
que es un esposo maravilloso y comprensivo, y sus dos hijas. Le encanta
pasar tiempo acurrucada en el sofá con un buen libro. Aunque le apasiona
escribir, su familia es lo más importante para ella.
Notas
[←1]
Gamma hidroxibutirato, droga que se fabrica específicamente con el objetivo de que a
sus consumidores les den “subidones” de euforia. También se lo conoce como éxtasis líquido.
[←2]
Operación para extraer el útero de una mujer.

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