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GoR
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E l a rc h iv o q u e a h o r a t ie n e n e n s u s m a n o s e s e l re s u lt a d o d e l t ra b a j o d e v a ria s
p e rs o n a s q u e s in n i n g ú n m o t iv o d e lu c r o , h a n d e d ic a d o s u t ie m p o a t ra d u c ir y
c o rre g i r lo s c a p ít u l o s d e l l ib ro .
E s u n a t ra d u c c ió n d e f a n s p a ra f a n s , le s p e d im o s q u e s e a n d is c re t o s y n o
c o m e n t e n c o n la a u t o ra s i s a b e n q u e e l lib ro a ú n n o e s t á d is p o n ib le e n e l
id io m a .
L e s in v it a m o s a q u e s ig a n a lo s a u t o re s e n la s re d e s s o c ia l e s y q u e e n c u a n t o
e s t é e l l ib ro a la v e n t a e n s u s p a ís e s , lo c o m p re n , re c u e rd e n q u e e s t o a y u d a a
lo s e s c rit o re s a s e g u ir p u b lic a n d o m á s l ib ro s p a ra n u e s t ro d e le it e .
D is f ru t e n d e s u l e c t u ra .

S a lu d o s d e u n a s c h ic a s q u e t ie n e n u n m illó n d e c o s a s q u e h a c e r y s in e m b a rg o
s ig u e n m e t ié n d o s e e n m á s y m á s p ro y e c t o s .

GoR
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STAFF
T R A D U C C IÓ N

°Bleu °Juli Da´Neer


°Elke °Hina
°Kerah

C O R R E C C IÓ N

°Bleu °Matlyn
°Elke °Hina
°Kerah
GoR

D IS E Ñ O

°Kerah

R E V IS IÓ N F IN AL
3

°Bleu
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CONTENIDO
Sinopsis
Dedicatoria
Prince & paige

Capítulo 19
Capítulo 1
Capítulo 20
Capítulo 2
Capítulo 21
Capítulo 3
Capítulo 22
Capítulo 4
Capítulo 23
Capítulo 5
Capítulo 24
Capítulo 6
Capítulo 25
Capítulo 7
Capítulo 26
Capítulo 8
Capítulo 27
Capítulo 9
Capítulo 28
Capítulo 10
GoR Capítulo 29
Capítulo 11
Capítulo 30
Capítulo 12
Capítulo 31
Capítulo 13
Capítulo 32
Capítulo 14
Capítulo 33
Capítulo 15
Capítulo 34
Capítulo 16
Capítulo 35
Capítulo 17
Capítulo 36
Capítulo 18 Capítulo 37
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Epílogo
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Escena bonus
Nota de autor
Agradecimientos
SINOPSIS
Cleopatra Paige odia una cosa en este mundo -sólo una- y su nombre es
Zachariah Prince.
En la escuela primaria, le tiraba de las coletas. En la secundaria, difundió
falsos rumores sobre ella. Y en la preparatoria, arruinó su baile de
graduación.
Ella odia que sus sonrisas sean injustamente sexys. Y definitivamente odia que
sus ojos oscuros parezcan seguirla a todas partes. A veces, incluso en sus
sueños.
No importa que sea rico y popular o que viva en una maldita mansión llena
de mayordomos y criadas. Es grosero, arrogante y ella quiere estar lo más
lejos posible de él.
GoR Pero desafortunadamente para Cleo, ella vive en la misma maldita mansión
que Zach.
Sólo que él es el príncipe y ella la humilde criada que le sirve.
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Lista de reproducción de Spotify


Dedicatoria

A los valientes: que defienden lo que es correcto incluso cuando tienen miedo.
A mi marido: el hombre más valiente que conozco.
Y bueno, para mí: Este libro es la prueba de que soy valiente y que siempre,
pase lo que pase, defenderé lo que es correcto.

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Prince
Prince: de origen inglés; hijo real.

Paige
Paige: de origen inglés; joven sirviente.

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Capitulo 1
Hay una línea en la ciudad en la que vivo.
Es invisible esta línea. También es delgada como un papel y muy afilada.
Pero está ahí.
Durante unos diecinueve años, he vivido a un lado de ella. En el lado sur. Es el lado
de la gente trabajadora y honesta, pero nosotros no tenemos mucho dinero. Tenemos
edificios y patios delanteros destartalados, casas que crujen y tiemblan con un viento
fuerte.
El lado norte es el de los ricos y los poderosos. Es el lado con grandes casas,
césped cortado y coches caros.
Es el lado que odio absolutamente por una gran variedad de razones. Pero no voy
GoR a entrar en eso ahora mismo.
Tengo una misión, una misión muy importante.
Durante los últimos seis meses, he estado viviendo en la esquina superior del lado
norte. No por elección, claro está. Pero por las circunstancias.
He estado llamando a una finca llamada Las Pléyades mi hogar.
Se llama así por la constelación de siete estrellas en el cielo. Probablemente porque
la mansión palaciega que se encuentra en esta finca tiene siete torres.
Y esta noche mi misión es irrumpir en ella. La mansión, quiero decir.
Bueno, para ser honesta, si conoces el código de la entrada de servicio, ¿es
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realmente allanamiento de morada?


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No lo creo.
Es más bien como introducir el código. Algo que hago todos los días.
La única diferencia es que todos los días lo hago a plena luz del día. Pero ahora
mismo, lo hago al amparo de la oscuridad con el modo sigiloso activado.
Llevo puestos mis pantalones cortos negros, junto con una sudadera negra con
capucha que cubre mi brillante pelo azul y unas tranquilas botas de cuero.
Soy como la noche: oscura y silenciosa. Oh y caliente. En cuanto a la temperatura.
Otra cosa que hay que saber de nuestra ciudad es que siempre hace calor. Siempre
es húmedo. El verano es nuestro clima perpetuo, incluso en invierno. Extrañamente, Las
Pléyades es el lugar más caliente de todos.
Estoy sudando con todas las cosas negras que llevo puestas. Pero también podría
ser el nerviosismo. No todas las noches tecleo el código y lo introduzco así.
Pero en tiempos desesperados, medidas desesperadas.
Sin mencionar que no puedo evitar la sensación de que me están observando.
Parando en la entrada de servicio con mi mano en el teclado, miro alrededor por
probablemente la décima vez desde que salí a mi misión. Pero no hay nadie allí. La noche
es oscura y los exuberantes terrenos son tranquilos y solitarios.
Tal vez la paranoia viene con hacer cosas turbias.
Suspirando y dando la vuelta, pulso las teclas e introduzco el código. Cuando la
puerta automática se abre, entro en el pequeño vestíbulo que tiene las escaleras que
bajan al sótano. Al ala de servicio.
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Lentamente bajo, evitando las escaleras que crujen para no despertar al personal
nocturno que probablemente esté durmiendo en las salas de guardia.
Llego al rellano que da paso a un amplio pasillo que está iluminado por pequeñas
luces nocturnas. Las habitaciones lo flanquean a ambos lados. Las salas de guardia
para el personal que duerme, la sala de personal donde tenemos reuniones y descansos,
la oficina del ama de llaves.
Camino lentamente y sin hacer ruido hasta que llego al otro lado del pasillo. Hay
otra escalera que nos lleva al primer piso. Una vez más, evito los crujidos mientras subo.
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Mi destino es la torre tres, situada en el este.


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Me lleva unos siete minutos recorrer todas las habitaciones y pasajes del primer
piso: el salón de baile, el salón rosa, el salón amarillo, el comedor privado y demás.
Entonces llego a la escalera que me lleva a la torre tres, donde está el ala de
invitados. Mientras subo de nuevo, meto las manos en los bolsillos para ver si aún tengo
mi arma.
Sí, está ahí.
Siento los bordes de la bolsa y sonrío en la oscuridad.
Ahora que estoy tan cerca de mi destino, no puedo esperar. Literalmente no puedo
esperar.
Mis pies son más rápidos y mis respiraciones salen en jadeos. Estoy nadando en
adrenalina. Me siento viva. Como si tuviera más de una vida en mí. Más de un corazón
y dos pares de pulmones.
Cálmate, Cleo.
No puedo cometer un error ahora y que alguien me arreste. No cuando estoy tan
cerca de mi meta.
Finalmente, finalmente, después de todo el viaje, la caminata y la escalada, llego a
ella. La habitación de invitados exacta que estaba buscando.
—Bien —Respiro y miro de lado a lado—. Estás tan muerto, cabrón.
Pesco las llaves que me llevarán a la habitación desde mi bolsillo.
La pequeña llave plateada.
Vale, así que sí, esto podría ser un poco contra la ley. Como, tal vez un diez por
ciento en contra.
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Las llaves en mi bolsillo no me pertenecen. Se las robé a la Señora Stewart, el ama
de llaves, justo después de terminar mi turno.
Pero oye, planeo devolverlas mañana, así que esto es más bien un préstamo. Tendré
que hacerlo, en realidad; es rara con las llaves. Pero eso no viene al caso.
El punto es que no soy una ladrona; soy una prestataria 1.
Mordiéndome el labio, introduzco la llave en la cerradura y gira fácilmente. El
chasquido que viene cuando abro la puerta es fuerte. O tal vez me suena así y trago,
congelándome en mi lugar.
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Dios, por favor. Estoy tan cerca.


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Necesito hacer esto. Esto tiene que suceder. Es mi única oportunidad.


Mirando de arriba a abajo el oscuro pasillo una vez más, cuento los segundos,
pero nada se mueve. La mansión sigue dormida y tranquila, como la noche afuera. No

1 Que toma algo prestado


hay ninguna indicación de movimientos desde el interior tampoco. Lo que significa que
él también está dormido. Totalmente ajeno a lo que le va a pasar.
Abro la puerta sólo lo suficiente para que pueda pasar, me arrastro dentro. La
habitación es fresca, cortesía del aire acondicionado. La lámpara nocturna está
encendida y arroja a la luz el cuerpo dormido en la cama.
El Señor Grayson.
Un huésped de 50 años que voló para ver los famosos huertos de manzanas de
Las Pléyades y hacer el gran tour de las torres seis y siete. Son más como un museo y
están abiertas para su exhibición pública.
Sí, Las Pléyades es algo importante para nuestro pueblo.
La mitad se reserva y gente privilegiada de todo el mundo viene a ver la hermosa
arquitectura de esta. Añade un campo de golf de fama mundial o dos y son felices como
un melocotón. He oído que el tour por sí solo cuesta más de lo que gano en un año
trabajando en el personal de limpieza.
La otra mitad de esta mansión es donde viven los Prince, la familia más antigua de
esta ciudad. De hecho, son los fundadores de esta ciudad con una línea.
Construyeron Las Pléyades hace mucho tiempo y han vivido aquí durante siglos.
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Un tipo vivió una vez aquí también.
Un tipo con pelo negro azabache y ojos negros azabache. Un tipo que no he visto
en tres años desde que se fue abruptamente.
Un tipo en el que no me gusta pensar.
De todos modos, basta de lecciones de historia. Es hora del espectáculo.
He estado en esta habitación de invitados cientos de veces antes, así que sé
dónde está todo. A saber, el armario que guarda mi premio.
Suavemente, voy de puntillas hacia él, manteniendo mis ojos en el hombre dormido.
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Aún no se ha movido. Probablemente esté borracho como una cuba.


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Abro la puerta del armario y ahí está: su traje recién planchado para mañana.
Desearía poder darle un puñetazo ahora mismo, pero eso sería demasiado
arriesgado. Así que saco mi arma, la pólvora que pica y abro las solapas de su chaqueta
de traje. Mirando al Señor Grayson por última vez, esparzo la pólvora por toda la tela,
especialmente en sus pantalones.
No va a saber qué lo golpeó.
Mordiéndome el labio una vez más, trato de mantener mi risa alegre en secreto. Aún
no estoy fuera de peligro. Necesito volver a mi casa sin ser detectada o la Señora
Stewart se despertará con las mejores noticias: Cleopatra Paige fue finalmente atrapada
rompiendo una regla y es hora de despedirla.
No es una gran fan de mí ni de mi pelo azul ni de mi pintalabios azul ni de mis botas
de cuero. Básicamente, me odia a muerte y no dudará en despedirme si me paso de la
raya, aunque sea un dedo del pie. Y ahora mismo estoy tan lejos de la línea que ni
siquiera puedo verla.
Con mi misión completada, me arrastro fuera de la habitación del Señor Grayson y
cierro la puerta en silencio. Luego, vuelvo sobre mis pasos, bajando, caminando, viajando
todo el camino de vuelta al ala de los sirvientes.
Con suerte, volveré a mi casa antes de que el reloj marque la medianoche y cuando
venga a trabajar mañana, el Señor Grayson se reducirá a un mono que se rasca las
pelotas.
Eres increíble, Cleo. Eres jodidamente increíble.
Sonrío.
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Justo cuando estoy a punto de subir las escaleras que me llevarán a la entrada de
servicio, escucho un crujido detrás de mí y mi nombre se susurra.
—¡Cleo!
Jadeo y mis dedos se topan con la barandilla de madera.
—Cleo.
Cierro los ojos e inclino la cabeza. Suspirando, me enfrento al que llama. Es Maggie,
la cocinera jefa.
Tiene sus brazos en jarras y sus labios fruncidos mientras me mira con ojos
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acusadores.
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—¿Qué has hecho?


—Nada.
Me mira de arriba a abajo, probablemente notando mi modo sigiloso y de alguna
manera, su mirada cae en los bolsillos de mi sudadera.
—¿Qué tienes ahí?
Les doy una palmadita y me doy cuenta de que hay un abultamiento donde metí
el polvo de la picazón y la llave.
—Nada —repito.
Ni siquiera yo me creo a mí misma y soy una excelente mentirosa.
—Dámelo.
Es hora de mejorar mi juego.
—Maggie, no hay nada en mis bolsillos, ¿de acuerdo? Entré porque pensé que había
dejado mi teléfono en la sala de personal. Pero no lo hice. Así que sí. No hay nada en
mis bolsillos. No estoy haciendo ninguna travesura ni nada.
Extiendo las palmas de mis manos en una rendición simulada mientras termino mi
discurso indiferente.
Maggie me observa durante un rato. Su mirada me pone nerviosa, o más bien más
nerviosa de lo que ya estaba.
—Te vi crecer, sabes. Sé cuándo estás mintiendo, Cleopatra Paige.
—Yo no...
—Vamos. Vamos a la cocina.
Con eso, gira a la derecha y entra en el pasillo que se divide justo antes de las
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escaleras donde estoy parada.
Maldita sea.
No es exactamente lo que tenía en mente cuando entré en la mansión esta noche.
Me quito la capucha para que mi largo y ondulado cabello pueda respirar, la sigo.
La cocina de Las Pléyades probablemente puede encajar en la cabaña en la que
vivo tres veces. Es una gran habitación circular con luces industriales y encimeras de
acero. Es más, o menos como la cocina de un restaurante muy elegante, con un
congelador y parrillas de alta gama y todo eso.
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Maggie me hace un gesto para que me siente en un rincón con una mesita junto a
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la ventana, con vistas a la noche.


Está en bata, lo que significa que estaba de guardia esta noche y sé que tiene el
sueño ligero. Qué suerte la mía.
La observo mientras corre de un lado a otro, recogiendo platos y tenedores,
sacando el pastel de arándanos de la pequeña nevera a un lado.
Maggie es súper linda. Baja y regordeta con una mopa de pelo rubio miel rizado,
salpicado de canas.
Ella nos corta a cada una un pedazo y pone uno de los platos frente a mí antes
de tomar asiento.
—Come —me dice, su cara de madre severa.
Le disparo una pequeña sonrisa. Ella sabe lo mucho que me gusta el pastel de
arándanos -en realidad, me encantan todas las cosas dulces- y siempre se asegura de
guardar algunos trozos para mí.
Deslizando el plato cerca de mí, me atrinchero.
—Gracias.
Gruñe y mi sonrisa se hace más grande.
Maggie me señala con el dedo.
—No lo hagas. No me sonrías. Aún no te has librado de la culpa.
Me muerdo el labio para no sonreír y pedir perdón.
Ella corta un pedazo de su propio pastel.
—Ahora, ¿se trata de ese invitado, el Señor Grayson?
Me trago el bocado que tenía en la boca y Maggie levanta las cejas.
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Aclarando mi garganta, susurro:
—Tal vez.
—Te dije que no te metieras en eso.
—¿Mantenerse al margen? —Pregunto con incredulidad—. ¿Me conoces siquiera? No
puedo mantenerme al margen. No me mantendré al margen. Le metió mano a Grace. La
manoseó. Prácticamente me manoseó a mí —Le hago un gesto a mis pechos—. Y no las
tocas sin consecuencias.
Grace es una de las chicas del personal de limpieza. Es tímida y no le gusta la
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confrontación. Así que cuando la pillé llorando en la sala de personal, la obligué a


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contar su historia. Aparentemente, el Señor Grayson ha estado acosándola, haciendo


comentarios lascivos y dándole palmaditas en el trasero cuando pasa por allí.
Maldito imbécil.
Hace un par de días, cuando sentí un cepillo en mi pecho mientras le servía el
desayuno en la cama, pensé que lo había imaginado. Pero la historia de Grace me hizo
reevaluar las cosas.
Así que actué. Alguien tenía que hacerlo.
Maggie me estudia con astucia y siento mis mejillas enrojecidas por el calor.
—¿Y esa es la única razón? —pregunta.
—Sí —Me muevo en mi asiento—. ¿Qué más podría ser?
Encogiéndose de hombros, come un poco de su pastel.
—No lo sé. Tal vez tenga algo que ver con el hecho de que odias este trabajo.
—No odio este trabajo.
—¿En serio?
Deslizo el pastel.
—Sí. Quiero decir, ¿me gusta limpiar el vómito cuando los huéspedes se vuelven locos
y encontrar condones usados en el suelo? No, no me gusta. ¿Me gusta quitar el polvo
de las ventanas o limpiar el suelo hasta que pueda ver mi cara en las baldosas? No.
Pero es un trabajo y sabes que lo necesito. Lo necesito más que nada en el mundo ahora
mismo.
GoR
Maggie fue la que me consiguió este trabajo.
En nuestro pueblo, si no vas a la universidad lo más probable es que vayas aquí.
Trabajas en el personal de limpieza o en el de cocina o en cualquier otro personal en
el que parezcas estar en condiciones de trabajar.
Mis padres eran los pocos elegidos que tenían otros trabajos. Mi padre pintaba
casas y mi madre daba clases particulares a los niños a veces.
La universidad nunca fue una opción para mí; no me gustan los libros y todo eso.
Pero tampoco lo era trabajar en Las Pléyades.
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Quería viajar por el mundo como mi madre solía decir cuando era pequeña. Quería
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explorarlo y ver qué me gustaba. Ver dónde estaba mi pasión. Quería encontrarme a mí
misma.
La lástima pasa por los ojos de Maggie y yo miro hacia otro lado. Si no lo hago,
podría empezar a llorar y eso es lo último que quiero esta noche.
Esta noche fue sobre el "ojo por ojo". Era sobre la aventura, el apuro de todo. Esta
noche era sobre sentirse vivo.
—¿Sabes?, no tienes que hacer esto. Este trabajo. Podrías empacar ahora mismo y
dejar esta ciudad. Tal como lo planeaste. Sólo sube a tu auto. El auto azul que tantas
amas —Ella sonríe—. Haz un viaje por carretera. Envíame postales. Nadie te va a culpar,
Cleo.
Bien, primero que nada: no puedo entrar en mi auto. No puedo.
No lo haré.
El coche azul que me gustaba tanto, el coche que pinté con mi padre me asusta
ahora. No puedo tocarlo. No lo tocaré. Porque cada vez que lo hago, no puedo dormir
durante días. Tengo pesadillas. A veces vomito, me mareo, tengo claustrofobia.
Pero no puedo decirle eso. Porque ella dirá lo mismo que ha estado diciendo
durante el último año.
Necesitas ver a alguien, Cleo. Habla con alguien.
—No puedo —susurro, uniendo los dedos—. Necesito este trabajo. Necesito recuperar
mi casa.
Mi antigua casa. La casa en la que crecí.
GoR
El banco me la quitó el año pasado por las deudas de mi padre. Después de
muchos alegatos, me dieron una segunda oportunidad, junto con un límite de tiempo
para conseguir el dinero. Sólo tengo unos cuatro meses más para reunirlo y necesito este
trabajo para llegar allí.
—Tus padres no habrían querido esto para ti.
—Bueno, no están aquí, ¿verdad?
Estaba tratando de ser brusca. Pero supongo que sonaba más... desolada, como
la huérfana que soy.
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Suspirando, Maggie se sienta.


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—Bien. No puedo obligarte a hacer nada que no quieras hacer.


Mi pecho se siente pesado, pero aun así consigo una sonrisa temblorosa.
—Pero —dice Maggie, severamente— no quiero que entres en la mansión después
de que termine tu turno. ¿Entiendes?
Yo enderezo mi columna vertebral.
—Sí.
—No importa lo que pase. No importa lo tentador que sea tomar venganza. No eres
un vigilante.
—¿Quieres decir como la Mujer Maravilla? —Yo sonrío.
—No es gracioso.
Sacudo la cabeza seriamente.
—No es así.
Maggie asiente con la cabeza en aprobación.
—No pondrás un pie dentro de este lugar si no estás trabajando. No quiero ni
pensar en lo que hubiera pasado si alguien más te hubiera encontrado merodeando en
mi lugar. Así que no más excursiones nocturnas.
—Lo entiendo.
Maggie me mira. Mi lápiz labial azul marino, mi pelo azul y mi atuendo negro.
Estoy acostumbrada a esas miradas de la gente. En el lado sur, a nadie le
importaba. Pero aquí, en el otro lado de la ciudad, la gente me mira con juicio. Mi pelo
azul, ondulado y desordenado es el primer indicio de que no soy lo suficientemente
sofisticada. Mi lápiz labial azul marino significa que no sé nada de moda.
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Pero viniendo de Maggie, como que duele. Me da vergüenza.
—No es un secreto que no sigues las reglas y que a Nora no le gustas mucho por
ello.
Nora es la Señora Stewart, también conocida como la Señora S y sí, me odia.
—Eso es decirlo suavemente.
—Lo es. Todavía puedes renunciar y dejar este pueblo, pero como no quieres, no
hagamos alarde de lo poco que nos importan las reglas en su cara. No intentemos que
nos despidan.
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—No estaba tratando de...


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—Guárdalo.
Me quedo callada y me meto un mechón de pelo detrás de la oreja mientras
Maggie continúa:
—Ahora, vacía tus bolsillos y dame lo que tengas ahí.
Mirándola por unos segundos, decidí darle todos mis bienes. Pesco el paquete de
polvo para la picazón y la llave y los pongo sobre la mesa.
Sacudiendo la cabeza, Maggie los toma en su posesión.
—Cleo. Cleo. Cleo —Ella suspira—. ¿Qué voy a hacer contigo?
—¿Quererme, tal vez?
Maggie se ríe.
—Termina tu pastel y vete a casa.
Veinte minutos más tarde y un montón de vueltas para ver si todavía me siguen,
estoy en mi cabaña
Las casas de los sirvientes están situadas un poco más lejos de la casa principal.
Hay unas cinco o seis cabañas en total, dispuestas en un semicírculo con bosques a
nuestras espaldas.
Vivo en la más pequeña con mi mejor amiga, Tina.
Hemos sido mejores amigas desde que éramos niñas. Unos tipos robaron su bicicleta
rosa y yo les pegué un puñetazo para recuperarla.
Como yo, Tina está en el personal de limpieza. La universidad tampoco era para
ella, pero a diferencia de mí, siempre planeó venir a trabajar a Las Pléyades.
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Mi habitación tiene una cama doble, un pequeño vestidor y un armario aún más
pequeño. Las paredes son de color blanco, lo cual no me gusta tanto.
Cuando me mudé por primera vez, pensé en pintarlo de azul con los pinceles de mi
padre; guardé un par de sus pinceles, entre otras cosas de mi antigua casa. Pero
entonces me di cuenta de que no quería hacerlo azul.
Esto no es un hogar.
El lado norte, las Pléyades, no están en casa. No son mi lugar seguro. Esta no es mi
gente.
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Mi gente, la gente que realmente puedo llamar mía, está muerta.


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Llevan muertos un año y me pregunto cuánto tiempo tarda en desaparecer la pena


y una huérfana en no sentirse como tal.
Me pongo el camisón de mi madre, hecho de algodón y encaje y azul. Mi madre
era una gran fan del color azul. De hecho, tenía el pelo azul como yo.
Me estoy metiendo debajo de las sábanas cuando algo parpadea en mi visión
periférica.
Es una estrella fugaz.
Me subo a la cama y me agarro a los barrotes de la ventana. Cuando era
pequeña, mi madre y yo siempre pedíamos un deseo a una estrella fugaz, si la veíamos
juntas. Era sólo una de las cosas que hacíamos.
Y como siempre, cierro los ojos y pido un deseo.
Por favor, déjame recuperar mi casa.
Cuando abro los párpados, la estrella se ha ido como si no estuviera allí.
Extrañamente, me pone triste.
Pero entonces, un segundo después, no tengo tiempo para estar triste.
Todo dentro de mí se detiene cuando noto algo más en mi visión periférica.
Va y viene tan rápido. Más rápido que una estrella fugaz, tan rápido que podría
haberlo imaginado.
Pero no. Yo lo vi.
Vi la esquina de un hombro. Un destello de un codo. Un muslo largo y musculoso
envuelto en vaqueros oscuros.
GoR
Alguien caminando por el sendero de tierra que atraviesa el bosque.
La sensación de ser observada que he estado experimentando toda la noche
vuelve con toda su fuerza. De hecho, trae otras cosas.
Cosas que había olvidado.
Un loco arrebato de mi corazón. La opresión en mi pecho como mis pulmones están
hambrientos de aire. Y esas... mariposas en mi estómago, con alas afiladas, como cuchillas.
—Oh, Dios mío —susurro.
No es posible, ¿verdad? No está aquí. Se fue hace tres años.
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Quiero decir, conozco ese hombro. Conozco ese codo y ese muslo. Los he visto
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casi todos los días desde que tenía diez años. Los he visto crecer y hacerse más grandes
y fuertes con la edad.
Podría escogerlos de una fila, incluso si fuera sonámbula.
Podría identificarlos, aunque no los haya visto, visto a él, en tres años.
Entonces, salto de mi cama y corro a la puerta de la casa. La abro y salgo
corriendo con los pies descalzos.
El suelo es caliente y duro, incluso a través de la hierba que rodea nuestro patio
delantero. Pero no me importa ninguna de esas cosas.
Me importa lo que vi.
Pero de nuevo, no hay nadie hasta donde el ojo puede ver. La noche está igual
que hace media hora cuando volví a mi casa.
Miro alrededor, arriba y abajo, de lado a lado.
¿Lo imaginé?
¿Pero por qué lo imagino? ¿Por qué iba a imaginar al tipo que he odiado durante
casi una década?
¿Es así como se siente cuando pierdes la cabeza?
Tal vez la muerte de mis padres me está afectando de manera equivocada.
Unos segundos después, estoy de vuelta dentro, en mi cama, bajo las sábanas.
Cierro los ojos para dormir, pero todo lo que puedo ver es ese hombro y ese codo
y a él.

GoR
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Capitulo 2
—¡Blue!
Sólo hay una persona en esta tierra que me llama así.
Hace tres años su voz solía ser áspera y baja. Refunfuñando. Estoy segura de que
los años deben haberlo madurado aún más. No es que me importe.
No lo hago.
Y tampoco me importa lo que vi anoche. Creo que lo inventé. Fue un sueño o algo
así. Un producto de mi imaginación.
De todos modos, esta voz es alta y risueña, un poco cursi. Pertenece a mi vecino
de cinco años, Arthur. Todos le llamamos Art y él me llama Blue.
Así que tal vez hay dos personas que me llaman por ese nombre.
GoR Me detengo y me doy la vuelta para encontrarlo corriendo hacia mí. Tiene su
mochila sobre los hombros y me sonríe.
Yo le devuelvo la sonrisa.
—Hola, grandulón.
Jadeando, se detiene y me pongo de rodillas. Tiene el pelo rubio, los ojos verdes y
un perpetuo cowlicky2 en la parte posterior de su cabeza.
—¡Mira! —Me muestra su puño—. ¿Lo hice bien?
Le he estado enseñando a hacer un puño y, sí, lo ha clavado completamente.
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—Se ve perfecto.
Él se irradia.
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—¡Yay!
Sonriendo, le doy una palmadita a su chupete.
—Vas a destruirlos.

2 Peinado parecido a una lamida de vaca


—¿Tú crees? —pregunta.
Art me mira con tal esperanza que mi corazón se aprieta.
—Duh. No te eches atrás, ¿vale? Recuerda siempre que somos los desamparados.
Pero al contrario de lo que la gente piensa, los desvalidos no son débiles. Nos
defendemos. De hecho, peleamos más duro. La gente nos subestima y ¿sabes qué?,
déjalos. Ese es su mayor error. Y no dejes que nadie te diga lo contrario, amigo mío.
Sonríe y asiente con entusiasmo.
—¡Está bien!
Art y yo estábamos destinados a ser amigos. Como yo, él también es huérfano.
Aunque sus padres murieron cuando tenía sólo dos años. Desde entonces, ha vivido aquí
en Las Pléyades con su abuela, Doris, que también es del personal de limpieza.
Pero aparte de eso, lo más importante que me une a este niño adorable y tímido
de cinco años es el hecho de que ambos somos los acosados. Al menos, yo lo fui una
vez.
Art es un poco pequeño para su edad, así que algunos chicos de su escuela le
dan problemas por ello. Lo empujan y lo amenazan, haciéndolo llorar y haciendo que la
escuela se vuelva miserable.
GoR
Que se jodan.
Los abusadores son cobardes. No pueden mantenerse en pie por sí mismos, así que
se esconden detrás de amenazas vacías. Todo lo que necesitan para enderezarlos es
un pequeño empujón y he estado enseñando a Art cómo hacerlo. Ya que tengo un poco
de experiencia en esa área.
Golpeamos el puño y yo me quedo de pie.
—Te amo. Tengo que irme. Pero te veré esta noche, ¿de acuerdo?
Asiente con la cabeza.
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—¿Es la noche de panqueques?


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Como Doris está envejeciendo, ayudo con Art siempre que puedo. Esta noche lo
estoy cuidando y como es lunes, haremos el desayuno para la cena.
—¡Puedes apostar!
Después de despedirme, corro hacia la casa principal donde nuestra reunión diaria
va a empezar en unos diez minutos.
Como anoche, introduzco el código de la entrada de servicio y entro. Incluso desde
lo alto de las escaleras, puedo oír el ajetreo del personal.
Hay gente entrando y saliendo de la cocina, de la sala de personal. Las mujeres
llevan vestidos grises con ribetes blancos en los cuellos y mangas como yo y los hombres
llevan camisas blancas con pantalones negros. Nuestro uniforme aquí en Las Pléyades.
Hay risas y charlas e incluso empujones. Toda la casa está despierta y trabajando
duro.
Bajo las escaleras, grito saludos y recibo los suyos, hasta que llego a la sala de
personal. La gente ya está sentada y Tina, que entró antes que yo porque no tiene
problemas en levantarse temprano, me guarda un asiento.
En cuanto me siento, la Señora S entra y Tina se inclina para susurrar:
—Justo a tiempo. ¿Quién lo hubiera pensado?
Soy algo famosa o infame por llegar tarde, así que le doy la vuelta al pájaro bajo
la mesa; me han pillado antes por hacerlo a la vista.
Tina simplemente se ríe.
La Señora S toma su asiento en la cabecera de la mesa y todos se callan. Hay
café, té y galletas en el medio, cortesía de Maggie y su personal, junto con la larga
GoR
mesa del comedor y las espinas rectas y las caras serias, esto podría ser una escena de
Downton Abbey 3.
—Buenos días a todos —la Señora S nos saluda, mirando a su alrededor, sus ojos se
detienen en mí—. Me alegra mucho verlos a todos aquí y a tiempo.
Yo sonrío. Aunque podría haber parecido una mueca.
—Así que, hoy, tenemos un pequeño cambio de planes.
La Señora S está sonriendo y no tengo un buen presentimiento sobre esto. Si ella es
feliz, entonces eso significa que algo está mal. Nunca está feliz y tampoco deja que
23

nadie más lo esté. A saber, yo.


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—Hoy es un día especial —Ella sigue sonriendo y mi ceño fruncido se hace más
grande—. Para celebrar esta imprevista, pero especial ocasión, el Señor y la Señora
Prince están haciendo una fiesta. Sé que es un poco pronto, pero quiero a la mayoría

3 Serie dramática británica


de ustedes en el salón de baile. Quiero cada centímetro de ese lugar limpio y pulido
antes de que lleguen los decoradores. He asignado a algunos de ustedes para que
trabajen con ellos y no quiero errores o quejas, ¿entendido?
Ella nos mira hasta que todos asentimos.
—Esta noche tiene que ir sin problemas. Es probablemente el evento más importante
en el que trabajarán aquí en Las Pléyades. Bueno, uno de los más importantes, al menos.
Vale, nos está matando y lo sabe. Sus ojos están alegres y llenos de alegría. Nunca
la había visto así antes, toda excitada y alegre. Y ni siquiera nos está contando sobre
su llamado día especial.
—¿Ninguno de ustedes me va a preguntar cuál es la ocasión?
—¿Nos despedirás si lo hacemos? —Murmuro en voz baja y Tina resopla.
La Señora S nos mira fijamente, pero, afortunadamente, Leslie, una de las chicas del
personal, le pregunta sobre ello.
La Señora S aparta su atención y sonríe.
—Hoy es el día que yo, entre otros que he trabajado aquí durante décadas, he
estado esperando ansiosamente —En este momento, Maggie y algunos otros miembros
del personal superior se alegran—. Me complace decir que la fiesta de esta noche es en
GoR
honor del Prince que regresa a Las Pléyades después de tres años. El nuestro, el Señor
Zach.
Señor Zach.
Puedo ver su boca moverse, pero no puedo oírla. Su voz parece salir de un túnel o
de algún lugar profundo y lejano.
De repente, todo lo que puedo hacer es sentir.
El corazón acelerado, las mariposas salvajes en mi vientre. La opresión en mi pecho.
24

Temblorosamente, me paso los ojos por ahí. Todos están tranquilos y concentrados.
La Señora S sigue hablando, pero todo lo que puedo oír es su nombre.
Página

Zach.
Ha vuelto.
Era él, ¿no?
Lo vi anoche o, mejor dicho, lo vi antes de que desapareciera. No fue un sueño o
mi imaginación.
No lo inventé.
Oh, Dios.
—Lo siento. ¿Qué acaba de decir? —Estallé, en voz alta y efectiva trayendo todos
los ojos de la habitación hacia mí.
La Señora S me mira fijamente. Duro.
Sé que no le gusta que la interrumpan, especialmente cuando da instrucciones a
diestra y siniestra. Pero a la mierda.
—¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí, Cleopatra? —pregunta, en cambio.
Respiro profundamente. Eso no ayuda. Todavía estoy tan sacudida como cuando
escuché su nombre.
—Escuche, sé que estoy siendo grosera y todo y que odia ser interrumpida, pero no
lo entiende —Me aclaro la garganta y me deslizo hasta el borde de mi asiento—. ¿Acaba
de decir que Zach va a volver porque creo que lo hizo? Y eso es imposible, ¿verdad?
Porque la última vez que lo comprobé, se fue. Abruptamente. Y pensé que no iba a volver.
Pensé que tal vez sus padres finalmente cortaron todos los lazos con él. Ya sabe, porque
estaba tan... fuera de control. Quiero decir... —Agito mi mano en el aire y tengo la
sensación de que la agito demasiado rápido—. Nunca compré todo el espectáculo de
GoR
ir a Oxford.
Cito el ir a Oxford.
—Nunca creí que fuera a Oxford. Pero está bien. No me importa eso. Lo que me
importa es... —Junté mis dedos en la mesa, hundiendo los codos en la madera e
inclinándome hacia adelante—. ¿Qué acaba de decir?
Mis piernas están temblando y odio que sólo pensar en su regreso me haya reducido
a esto.
Esta chica nerviosa, temblorosa y desordenada.
25

Enojada y violenta.
Página

Una chica que no podía decidir si quería esconderse para evitar la confrontación
y ser enviada a detención una vez más o darle un puñetazo en la cara como lo hizo
cuando tenía diez y él doce años.
—Cleopatra, no sé qué te pasa hoy. Pero voy a pasarlo por alto porque has estado
lidiando con mucho. Aunque diré esto, si no controlas tu comportamiento errático y ves
a alguien...
Ahí está.
—No dudaré en dejarte ir. ¿Está claro?
A mi lado, siento la mueca de Tina. Incluso puedo sentir a Maggie sacudiendo la
cabeza.
Aprieto mis manos y obligo a mis piernas a quedarse quietas. Es bueno que mi
corazón sea un órgano, firmemente enjaulado dentro de las costillas. Porque si no lo
fuera, estaría explotando de mi pecho y tirado en el suelo como un desastre pulposo.
—Como el cristal —digo con dificultad.
—¿Y Cleopatra?
—¿Sí?
—Es el Señor Prince para ti. No olvides tu lugar.
Aprieto los dientes, los rechino, los aplasto.
—No lo haré.
***
GoR
Zachariah Prince.
Lo conocí cuando tenía diez y él doce años.
De hecho, lo conocí en mi primer día en St. Patrick. Es una escuela elegante para
niños elegantes en el lado norte de la ciudad.
En ese momento, probablemente era la única del lado sur que iba allí. Mis padres
estaban muy orgullosos. Querían lo mejor para mí y trabajaron muy duro para que yo
entrara en esa escuela.
Nunca tuve grandes esperanzas en St. Patrick, para ser honesta. Me hubiera
26

gustado ir a mi escuela regular en el lado sur con Tina y todos mis otros amigos.
Página

De todos modos, lo que esperaba que pasara en mi primer día, no estaba ni


remotamente cerca de lo que realmente pasó.
Me pillaron robando, o más bien pidiendo prestados palitos de zanahoria, de una
chica en el almuerzo. No fue mi culpa. Tenía hambre y tenían una larga lista de bocadillos
prescritos que los niños podían llevar. Todo era una mierda, cosas saludables que no
hacían nada para frenar mi hambre.
Así que improvisé.
Y fue atrapada y enviada a detención.
Donde lo conocí.
El tipo que se convertiría en mi abusador durante los próximos años, sin importar
cuántos años fuera a esa estúpida escuela... St. Patrick tiene alas de escuela media y
secundaria.
Cuando las chicas de mi edad se enamoraban de chicos guapos, yo me
enamoraba de Zach. Cuando los chicos les pedían citas, cargaban sus mochilas, abrían
sus puertas, Zach y sus secuaces me empujaban a través de ellas.
Me hacían tropezar en los pasillos, derramando bebidas sobre mi uniforme y mi
tarea. Escondían mi coche azul y me enviaban pistas en mi teléfono sobre dónde podría
estar.
Por no mencionar que estaban photoshopeando mi cara en cada anuncio de
queso que podían encontrar en internet, y me llamaban Thunder Thighs, Jiggly Lump, Lard
Ass. Ya sabes, porque me encanta comer y no soy exactamente una flor delicada cuando
GoR
se trata de mi cuerpo.
Y mientras sus secuaces hacían el trabajo sucio, Zach se quedaba ahí parado
mirándome. A veces sonreía. Especialmente cuando yo me defendía.
Oh sí, me defendí.
No estaba indefensa. Estaba lejos de ello.
De hecho, le di un puñetazo en la cara un día después de conocerlo porque habían
cortado mis libros y esparcido las páginas por todo el pasillo.
Mi padre siempre me enseñó a defenderme y lo hice.
27

Incontables veces.
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Irrumpía en sus casilleros y robaba sus tareas. Solía rayar sus coches. Una vez, incluso
tuve una gran pelea con una de las chicas de su círculo íntimo porque escondió mi ropa
después de una clase de gimnasia y mandó a los chicos al vestuario para mirarme
embobados. Se convirtió en algo muy importante en la escuela.
Durante años, he planeado maneras de asesinarlos.
Para asesinar a Zach.
Yo también lo habría hecho, si no se hubiera ido. Pero ahora ha vuelto y actúo
como si estuviera en la escuela otra vez.
Estoy mirando a la izquierda y a la derecha, caminando muy, muy despacio para
no resbalar en algo. Algo como una cáscara de plátano, plantada deliberadamente
para que la gente se ría de mi cuerpo desgarbado, curvado y tembloroso.
Salto cada vez que alguien me llama por mi nombre. Alguien se ríe y yo aprieto mis
músculos y entrecierro los ojos, preparándome para el remate, que definitivamente creo
que me involucra. Estoy flexionando mis puños, recordando la técnica correcta para
hacer uno como le he estado enseñando a Art. Estoy pensando en formas en las que
puedo luchar.
Me estoy ahogando en la ira y el odio y ni siquiera lo he visto todavía.
Gah.
Así que, para reagruparme y actuar como una adulta, me he encerrado en el
armario de servicio junto a la cocina. La fiesta ha empezado y se supone que debo
servir champán, en lugar de beberlo yo misma y sentarme en un gran cubo de limpieza.
Pero como sea.
GoR
Sobrevivirán sin mí. Mucho del personal de limpieza y cocina está sirviendo esta
noche, incluyéndome a mí. Solía ser camarera en el lado sur y necesito el dinero extra,
así que siempre me ofrezco voluntaria para tales eventos.
De repente, el armario retumba y se agita, haciéndome gritar. El polvo cae del techo
y la bandeja llena de copas de champán puesta en el suelo vibra.
Alguien está llamando a la puerta.
—Cleo.
Mis hombros tensos se hunden ante la familiaridad de la voz. Es Tina.
28

Presiono una mano en mi pecho agitado, me inclino y abro la puerta, dejándola


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entrar. A diferencia de mí, su pelo rubio se ve bien arreglado y se ve muy pulida en su


uniforme. Estoy segura de que mi rímel se ha manchado con el sudor nervioso y ya me he
quitado el pintalabios.
—¿Qué haces aquí? —pregunta, con una expresión preocupada por la escasa luz
de la bombilla amarilla.
—Tratando de reagruparme.
—¿Escondiéndote?
—Oye, no juzgues.
—Bien. Lo siento.
Tina se sienta a mi lado en un cubo volcado.
—¿Estás bien?
Sacudo la cabeza.
—¿Estás borracho?
Yo reúno dos dedos.
—Tal vez un poco.
Asiente con la cabeza, como si entendiera.
—Grace dice gracias.
Yo sonrío.
—¿Sí?
—Sí. El Señor Grayson estaba todo rojo cuando se fue. No podía mantener sus manos
fuera de su entrepierna.
Riendo, chocamos los cinco.
GoR
Unos cuantos golpes de silencio. Luego dice:
—Está sucediendo realmente, ¿no?
Trago.
—¿Esto no es una pesadilla o algo así?
Tina se encoge de hombros.
—Podría pellizcarte, si quieres.
—Me pellizqué una docena de veces. Así que sí, creo que es real —Mis codos se
clavan en mis muslos—. Creo que ha vuelto de verdad.
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Puedo sentirlo.
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Ese es todo el problema, en realidad. Que puedo sentirlo. Sentirlo.


Sé que está ahí fuera, en ese salón de baile que casi me rompo la espalda
limpiando. Probablemente se esté mezclando con la gente, es decir, con sus secuaces.
Está bebiendo, riendo, sonriendo como si no le importara nada.
Como si su regreso no hubiera arruinado todo.
Señor Prince.
¿Así es como se supone que debo llamarlo ahora? ¿Mientras le quito las sábanas y
saco su maldita basura?
Asiento con la cabeza.
—¿Y si continúa donde lo dejó? —Dejo escapar mi mayor temor, me retuerzo las
manos—. ¿Y si intenta hacer algo... malo? ¿Hacer que me despidan o algo así? ¿Y si no
puedo recuperar mi casa? Tengo mucho más que perder ahora. Esto no es una guerra
de bromas o lo que sea.
—Mira, cálmate. No sabes lo que va a pasar —explica Tina, agarrándome las
manos—. Y no lo sabrás a menos que salgas y enfrentes la situación. La gente dice que
está de visita por unos días. Tal vez no se dé cuenta. Es una casa grande. ¿Cuántas
veces has visto al Señor y la Señora Prince? Apuesto a que no muchas. Además, si sigues
escondiéndote y no trabajas en el piso, la Señora S te despedirá de todos modos.
Suspiro. Ella tiene razón.
—Dios, lo odio.
—Lo sé. Es todo lo que hablabas cuando él estaba aquí.
—Bueno, duh. Arruinó cada segundo de mi vida mientras estaba aquí. Incluso arruinó
GoR
mi baile de graduación.
Dios, el baile de graduación.
El peor recuerdo de toda mi existencia.
Estaba tan feliz esa noche. Toda vestida con mi vestido azul marino de patinadora
de graduación con mis botas de cuero. Mi maquillaje era todo oscuro y pesado.
Básicamente me veía como una Cenicienta malvada lista para perderla. Su virginidad,
quiero decir.
30

Conduje a la escuela y esperé a mi novio, Neal. Era nuevo en la ciudad y del lado
sur y tan pronto como vi sus gafas hípster y sus tirantes, supe que era mi alma gemela.
Página

Pero nunca apareció.


En lugar de él, recibí un mensaje en mi teléfono, típico de Zach y sus secuaces, con
la foto de Neal chupando la cara a una chica en una fiesta en Las Pléyades.
Conduje a dicha fiesta y se la di. No a Neal. Zach.
Se lo dije a Zach. Fue una mierda, todas las cosas que le dije. Pero todas ellas eran
ciertas.
—Bueno, ya sabes, Neal no tenía que ir —ofrece Tina.
Le lanzo mi mirada.
—¿Crees que no lo sé? Por supuesto que lo sé. Por supuesto que sé que Neal no
tenía que ir. Pero el hecho de que él -Zach- lo invitara en primer lugar, me molesta, ¿vale?
Lo hizo a propósito. Ni siquiera eran amigos. Lo hizo para herirme y porque Neal era tan
idiota, mi primer y único novio estaba recibiendo un baile erótico de una chica que ni
siquiera fue a nuestra escuela. Todo en la noche del baile de graduación.
Estamos en silencio por unos segundos más.
—Me alegro de que hayamos robado todos sus tirantes —Tina resopla.
Yo también resoplo.
—¿Puedes creer que los tenía en todos los colores?
—Oh, Dios mío. También los tenía en amarillo neón.
—Oh, Dios, sí —Me río y miro al techo, sacudiendo la cabeza.
—¿Cómo pudiste salir con él, Cleo? Como, ¿cómo?
—No lo sé. Yo sólo... —Suspiro—. Supongo que sólo quería ver lo que se sentía.
GoR
—¿Qué?
—Enamorarse —Trago—. Todo lo que he hecho es odiarlo. A Zach, quiero decir. Todo
lo que he hecho es estar enfadada y odiar. Sólo quería ver lo que se sentía al estar
enamorada de un chico.
—Eso es justo, supongo —Ella también suspira—. ¿Estás lista para volver a salir?
No tengo otra opción que asentir con la cabeza y levantarme. No puedo quedarme
aquí toda la noche como una cobarde. Necesito este trabajo. Tengo una meta. No
puedo dejar que me impida hacerlo.
31

—Bien, vamos.
Página

La fiesta se está celebrando en el salón de baile, situado en la torre uno.


El espacio es grande e interminable con altos techos de catedral y decoración
victoriana de época. Cada rincón está lleno de intrincados arreglos florales y velas de
té. Es súper discreto para mí, pero lo que sea que haga flotar su barco, supongo.
He estado haciendo rondas por el piso, sirviendo champán durante las últimas horas
y, hasta ahora, no he visto a Zach.
Sé que está aquí, sin embargo. Lo sé. En algún lugar, entre todos los trajes elegantes
y vestidos de diseño, acecha el tipo que ha perseguido mis pensamientos desde que lo
conocí.
Un hombre con esmoquin me llama cuando paso junto a él y su grupo de amigos.
Me vuelvo hacia ellos con mi sonrisa de plástico de mierda en su lugar y les presento la
bandeja. Sin detener su conversación o incluso ahorrarme una mirada, cada uno coge
una flauta.
O al menos, creo que lo hacen.
No los miro ni les presto atención. Son intrascendentes. Invisibles. No existen para mí.
Nada lo hace excepto él.
Porque en el momento en que me volví, la multitud frente a mí se separó como un
inútil y catastrófico milagro y lo vi.
Zach.
Está aquí.
El chico que odio, el chico que siempre he odiado ha vuelto. Y está parado a sólo
GoR
tres metros de mí.
Dios, diez pies no es suficiente distancia entre nosotros. No. Está cerca. Está muy
cerca. Necesitamos un océano entre nosotros. Un continente. Un planeta entero. Una
galaxia entera, tal vez.
Tal como está, puedo verlo claramente.
Puedo ver cada ángulo de su cara.
Los picos afilados de sus pómulos, la inclinación de su mandíbula, su fuerte frente.
Incluso sus pestañas, lo gruesas y oscuras que son. Cómo todo junto, tiene que ser el tipo
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más hermoso que he visto. Qué ilusión, su belleza.


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Su maldad se manifiesta en su tamaño. En las venas de su cuello y en la forma en


que se comporta. Todo silencioso y vigilante e intenso y grande.
Y por Dios, se ha hecho más grande. Es más alto de lo que recuerdo. Más grande
también.
¿Era así de grande hace tres años? ¿Este... hermoso, con pelo negro y resbaladizo
y labios carnosos?
Sus hombros parecen enormes. Incluso desde tres metros de distancia, puedo ver su
pecho contra la camiseta oscura que lleva puesta. Todo su cuerpo parece estar
desbordado por su ropa: chaqueta de cuero negro y jeans.
La ropa que está completamente mal para esta ocasión. La ropa que sólo Zach
lleva puesta. El resto de la gente está vestida con ropa cara y formal.
Y así como así, se destaca.
Grita rebelde. Chico malo. Grita que no le importa una mierda.
No lo hizo hace tres años y no lo hace ahora.
Me zumba el pecho, probablemente las mariposas y también con algo más. Algo
que se siente como una pérdida.
Nunca he pensado mucho en ello, pero Zach y yo, podríamos ser... un poco
parecidos.
Siempre terminamos en detención juntos. Nuestros uniformes siempre estaban
desordenados al final del día, como si no pudiéramos esperar a salir de allí.
Y por lo que pude averiguar, Zach odiaba ir a la escuela tanto como yo.
GoR
Quiero decir, hice mis deberes, obtuve buenas notas, pero no me gustó. Zach era
igual. Estaba un grado por encima de mí, se rumoreaba que estaba retrasado un año y
que estaba reprobando todas las materias.
En mis momentos más débiles, cuando lloraba en la almohada, pensando en volver
a St. Patrick al día siguiente, imaginaba una vida en la que Zach y yo fuéramos amigos.
Una vida en la que no me molestara y yo no lo odiara.
Pero todo fue una ilusión, obviamente.
Se metió conmigo y yo lo odié.
33

Lo odio incluso ahora que le lanza una sonrisa a alguien a su derecha.


Página

Bastardo.
Odio esa sonrisa. Es tan injusto que sea hermosa y sexy.
Nunca cambiaría.
Una mano pasa delante de mis ojos y yo grito, casi perdiendo el agarre de la
bandeja.
—¿No se supone que debes irte una vez que has servido? —dice el hombre que me
llamó, con las cejas arqueadas de forma arrogante.
—Sí, no necesitamos nada ahora mismo —dice el otro hombre del grupo mientras
sorbe su champán.
El tercer hombre dice:
—Llamaremos si lo hacemos.
La única mujer del grupo, vestida con un vestido de plata, murmura:
—Pero no contengas la respiración.
Sólo los estoy escuchando sus comentarios condescendientes a medias. En realidad,
me alegro de que hayan interrumpido mi mirada.
Necesito alejarme de Zach. Ahora que sé dónde está, puedo vigilarlo y mantenerme
fuera de su vista. No quiero que me vea. No quiero que sepa que trabajo aquí ahora.
O al menos, que guarde este secreto el mayor tiempo posible.
Disculpándome con el grupo, doy un paso atrás.
Estoy a punto de salir indemne cuando algo me hace mirar hacia arriba y mi mirada
choca con la suya.
Maldita sea.
GoR
Lo sabía. Sabía que me encontraría.
Hay una cosa entre nosotros, ves.
Esta cosa nos hace conscientes del otro. No importa dónde estemos. En el pasillo
de la escuela, en la sala de detención vacía, o en un salón de baile lleno de gente.
De alguna manera, él siempre ha sido capaz de encontrarme y yo siempre he sido
capaz de encontrarlo a él.
Tal vez así es como funciona el odio, misterioso y molesto.
34

Con su copa de champán en la boca, Zach me mira con sus ojos negros de
demonio. Como solía hacerlo.
Página

Como si nunca hubiera parado. Nunca se fue. Los últimos tres años nunca ocurrieron.
Todavía es la noche del baile de graduación. Yo todavía tengo dieciséis años y él
dieciocho. Sigo esperando que mi novio aparezca mientras Zach se ríe a mis espaldas
porque está a punto de arruinar todos mis sueños de amor.
Y el lunes, cuando vaya a la escuela, me enteraré de que Zach se ha ido. Se ha
ido de la ciudad abruptamente y la gente está zumbando con el shock y los chismes.
Excepto que ahora mismo, el dolor en mi vientre es más agudo y mi corazón se ha
detenido junto con las mariposas que se han congelado, atrapadas por su enfoque en
mí.
—Oh, Cristo, ¿qué haría falta para que te vayas? ¿Estás esperando una propina o
algo así?
Esta vez la voz del hombre me asusta tanto que no se puede salvar la bandeja. Se
me escapa de las manos y veo cómo se estrella contra el suelo con horror.
Hay chillidos, jadeos y saltos cuando las delicadas flautas se rompen contra el
mármol, derramando burbujas por todas partes. Algunas de ellas caen en los zapatos
del hombre que me hizo señas. Eran mocasines italianos, nada menos. Esta información la
da la mujer del vestido de plata.
Una pequeña multitud se está reuniendo a mi alrededor. Hay murmullos y risas. No
puedo decir quién es el que lo hace. Porque mis ojos están pegados a los vasos rotos,
a la bandeja volcada.
—Lo siento mucho —no le susurro a nadie en particular, mis ojos se llenan de lágrimas
GoR
de vergüenza.
Estar de pie se ha convertido en una tarea tan difícil y me estremezco tan pronto
como mis rodillas huesudas tocan el suelo. Mis manos sobresalen para recuperar el
equilibrio. Pero accidentalmente caen en el charco de líquido, salpicándolo en las
mangas de mi blanca blusa.
Esa es la menor de mis preocupaciones, sin embargo.
Porque tan pronto como mi palma se conectó con el piso pegajoso, sentí una
punzada de dolor penetrante que atravesó mis dedos y mi muñeca.
35

—Oh, joder.
Página

¿Me acabo de cortar?


Un tajo recorre directamente la mitad de mi palma izquierda. Estoy tan sorprendida
por lo que ha pasado en los últimos veinte segundos que todo lo que puedo hacer es
mirar las gotas rojas que salen del corte.
En todos mis años de servir mesas, nunca se me ha caído una bandeja. Mi antiguo
jefe solía decir que tenía un don natural.
Entonces, ¿qué coño acaba de pasar?
De repente, mis pensamientos se apagan cuando siento que alguien toma mi mano
en la suya.
Es grande, la mano. Oscura. Tan oscura y bronceada que mi piel se ve aún más
pálida.
Tal vez sea el shock, pero estoy como en trance por la mirada de mi pequeña mano
atrapada en una grande. La sangre en mi piel es de un rojo brillante pero comparado
con los dedos de bronce que están enroscados a mi alrededor, todo parece aburrido.
—Vas a necesitar vendas.
La voz. Su voz. Es suave y baja.
Es exactamente como lo recuerdo, pero con un borde más áspero. Un borde que
no estaba ahí antes. Su voz es probablemente la única voz que puedo reconocer de
entre mil voces, incluso desde lejos, incluso después de años.
Dios, es horrible. Es jodidamente terrible.
¿Por qué sé tanto sobre él?
GoR
¿Por qué me está tocando? Nunca me ha tocado antes.
Con la respiración suspendida, lo miro, lista para decirle que se aleje de mí y me
devuelva la mano. Pero lo único en lo que me puedo concentrar es en que sus manos no
son las únicas que están bronceadas.
Por alguna razón, no lo había notado antes. Pero su cara se ha vuelto más oscura
también. Bronceada.
—No —digo, de alguna manera encontrando mi voz.
Con la cara todavía hundida, levanta los ojos hacia mí. Me estudia a fondo y yo
36

me retuerzo bajo su intenso escrutinio.


Página

—¿No qué?
Trago contra el impacto de su voz. Me golpea en el pecho y me estremezco
ligeramente.
Por supuesto, se da cuenta.
Y tal vez para fastidiarme aún más, frota su pulgar sobre la almohadilla de mi palma.
El toque es suave, no más que un susurro de su piel sobre la mía.
Pero es lo único en lo que puedo concentrarme.
Arrebato mi mano y le doy un puñetazo.
—No me toques —Luego agrego, para que quede súper claro—: Nunca.

GoR
37
Página
Capitulo 3
Ahora es más oscuro.
Es todo en lo que puedo pensar. En combinación con su voz más áspera y su
cuerpo más grande, su piel bronceada le hace parecer despiadado.
Más despiadado que antes.
Más despiadado que lo que solía parecer, parado frente a su casillero, o en las
puertas de la escuela, o sentado en la mesa más grande y ruidosa de la cafetería. O
andando en motocicleta por la autopista.
No estoy segura de que me guste eso. En realidad, estoy bastante segura de que
no me gusta. Como si no fuera lo suficientemente intimidante. Como si las palmas de mis
manos no me picaran lo suficiente como para quitarle la mirada arrogante de su cara.
GoR Maldita sea.
¿Por qué ha vuelto?
Todo estaba bien. Todo era normal. Me había acostumbrado a no esconderme o
mirar por encima del hombro y a estar tranquila todo el tiempo y no tramar el caos y el
asesinato. Me había acostumbrado a mi cuerpo curvado y a cómo mis muslos se mueven
cuando camino.
La única razón por la que acepté este trabajo fue porque pensé que no iba a
volver.
38

Sé que la gente dice que fue a la Universidad de Oxford como cualquier otro
Prince de su familia. Pero yo nunca lo creí.
Página

Zach odiaba la escuela. Era tan rebelde e infractor de las reglas que es risible
pensar que seguiría los pasos de sus antepasados.
Sin mencionar la forma en que se fue. Tan abruptamente. Algo así como en la
oscuridad de la noche. Ni siquiera se graduó en el instituto.
Sabía que cuando se fue, no fue a Oxford y no planeaba volver.
Pero supongo que me equivoqué en una de esas cosas.
Ha vuelto.
Después del dramático fiasco en el salón de baile, un par de miembros del personal
me acompañaron a la salida. Tina me ayudó a limpiar la herida y me dijo que me lo
tomara con calma. Estuve todo el día nerviosa y algo tenía que pasar. No creo que la
Señora S sea tan indulgente, sin embargo.
Pero no puedo pensar en eso ahora mismo. No puedo pensar en lo que el mañana
traerá ahora que Zach sabe que estoy aquí, en Las Pléyades.
Me pusieron a trabajar en la cocina después de que me avergonzara tanto. Hace
calor y está pegajoso ahí dentro, no sé cómo lo hace Maggie y necesito un pequeño
descanso.
Así que salgo por la entrada de servicio y trato de respirar.
El aire de la noche no es mucho mejor y mi uniforme para el evento, blusa blanca y
falda negra ajustada, se aferra a mi cuerpo sudoroso, pero no me importa. Cualquier
cosa es mejor que estar encerrada en esa cocina.
Saco los pies de mi Mary Janes de dos pulgadas de tacón y me desato la trenza,
GoR
seguido de los dos botones de mi blusa. Abanico la tela, tratando de que entre aire y
me apoyo contra la pared, cerrando los ojos.
—¿Estás bien?
La voz ronca me hace saltar.
—Jesús. Joder —casi grito.
Al principio, no veo nada más que el oscuro contorno de arbustos y árboles en la
distancia. Pero luego noto una nube de humo y me azoto en la dirección de donde
viene.
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De él.
Página

Zach está apoyado en la pared de ladrillos, con el pie en alto. Un cigarrillo cuelga
de sus labios y no tiene su chaqueta puesta, dejándolo con su camiseta oscura que
muestra sus bíceps abultados.
Oh, Dios.
Ni siquiera los está flexionando y parecen amenazadores.
—Me has dado un susto de muerte —acuso.
Una linterna victoriana de aspecto intrincado da suficiente luz para que pueda
verlo. Su rostro está dirigido hacia mí y no puedo escapar de la grandiosidad de sus
rasgos. Afilado y cortante con una mandíbula cuadrada y pómulos altos, con pelo de
terciopelo oscuro.
—Ya veo —comenta.
Entonces su pecho con cordones se hincha como una ola gigante mientras hace
un arrastre antes de enviar el humo en la noche.
—¿Y tú? —pregunta, mirándome otra vez.
Me acerco a la pared y doy un pequeño paso atrás, alejándome de él.
—¿Yo qué?
Mi única preocupación es salir de aquí. Estaría dando la vuelta y corriendo. Pero
la experiencia me ha enseñado que nunca debo dejar mi espalda expuesta y abierta.
Así que sigo caminando hacia atrás, lentamente.
—¿Estás bien?
Mis pies descalzos se quedan atrapados en mi Mary Janes abandonada, pero
evito tropezar.
GoR
—¿Qué?
Como es típico, permanece en silencio y fumando. Mirando fijamente.
Eso es lo que hace Zach: mira fijamente. Como si sus ojos fueran un microscopio y
yo fuera un bicho o un espécimen interesante que quiere estudiar. Que ha querido
estudiar durante años o aplastar bajo sus botas.
—¿Acabas de...? —Entrecierro los ojos—. ¿Pregúntame si estoy bien?
—Suena como eso.
40

Tres años.
Lo estoy viendo después de tres malditos años y esto es lo que me pregunta.
Página

Después de todo, después de todas las bromas y las cosas por las que me ha hecho
pasar, ¿realmente me está preguntando eso? Como si fuera una extraña que encontró
en la calle y ahora está preguntando por el maldito clima.
—¿Por qué?
—¿Por qué qué?
—¿Por qué lo preguntas?
Sus ojos van a dónde está mi mano herida, con el puño contra la pared. Mi herida
empieza a palpitar. Siento que la herida se calienta, como si toda mi sangre corriera
hacia ella sólo porque él lo mencionó.
Ahí es cuando recuerdo que me tocó.
No puedo creer que me haya tocado.
En ese momento, estaba tan sorprendida que no pude registrar nada sobre el
toque. Pero ahora recuerdo que su piel estaba caliente... de alguna manera, más caliente
que la de cualquier otro. Era áspera y rasposa la palma de su mano. Como si tuviera
más líneas de destino 4 que nadie que yo conozca.
Se mueve con la barbilla.
—Eso necesita un vendaje.
Abro mi sudoroso y caliente puño.
—Está bien.
—Fue un corte profundo.
—Te gustaría eso, ¿verdad?
—¿Me gustaría qué?
GoR
—Que sea un corte profundo.
De nuevo, no dice nada de eso, simplemente mantiene sus ojos en mí.
A lo largo de los años, he aprendido que esta es su táctica de intimidación. Hacerlo
todo tranquilo e intenso para que la otra persona se vea obligada a llenar el silencio.
No voy a caer en eso.
No voy a caer en nada de lo que él ha planeado. Pensaría que incluso esta reunión
fue un montaje, si no hubiera pensado espontáneamente en salir.
De hecho, ya ha hecho esto antes. Sus secuaces me encerraron en la oficina del
41

Señor Philips, nuestro profesor de historia, después de darme un mensaje falso de que me
Página

estaba esperando. Estuve encerrada en esa habitación durante dos horas hasta que el
equipo de limpieza entró y abrió la puerta.
Imbécil.

4 Líneas que se extienden desde la muñeca hasta el dedo medio. Refleja la fortuna y la carrera de uno
—¿Eres consciente de que estás caminando hacia atrás? —pregunta por fin,
volviéndose hacia mí, apoyado contra la pared en su brazo.
Me doy cuenta de que tiene razón. He estado caminando hacia atrás.
—¿Qué te importa?
—No puedes hacer eso.
Me burlo.
—¿Sí? ¿Por qué? ¿Vas a detenerme?
Sacude la cabeza lentamente.
—No, pero si sigues entonces la planta en la maceta detrás de ti lo hará.
Mis ojos se abren mucho y me detengo bruscamente.
Tiene razón.
Hay plantas en maceta a ambos lados de la entrada de servicio y siento el roce
de las hojas contra mi espalda. Si hubiera seguido adelante, me habría tropezado con
ellas o incluso me habría caído.
—Lo sabía —miento.
—Claro —dice con una voz divertida que me hace levantar la espalda; es un viejo
reflejo.
GoR
Hay algo en él, ya sabes. Alguna cualidad, algún tipo de provocación que me
enciende la piel.
—No necesitaba que me dijeras eso —insisto.
—Lo tengo —responde con ligereza.
Aunque me ofende su tono, decido quedarme callada. Me prometo a mí misma que
no diré nada.
No lo hago. Durante unos seis segundos. Luego pregunto:
42

—¿Qué coño estás haciendo aquí?


En esta ciudad. De vuelta en mi vida. De vuelta en mi maldita cabeza.
Página

—Tomar aire fresco.


—Bien. ¿Y tenías que elegir este lugar?
—Sí.
Luego tiene el valor de mover esos labios cancerosos antes de volver a arrastrarse
e inclinar la cara hacia arriba. Un gruñido sube por mi garganta, pero se corta por lo
que dice a continuación.
—Olvidé que se podían ver las estrellas aquí arriba —murmura.
Su voz casi suena como un suspiro bajo y satisfecho. Como si la visión de las estrellas
fuera algo que no ha tenido en mucho tiempo.
Mientras parece estar en paz, sus palabras están causando estragos en mi cuerpo.
Me cortan la respiración y hacen que mi corazón se acelere. Despiertan a las
mariposas.
Recuerdo la estrella fugaz de anoche. Recuerdo el deseo que pedí y ahora, él está
aquí. Un peligro potencial para todo lo que he estado trabajando durante los últimos
meses.
—¿Y no pudiste ver las estrellas de dónde vienes? —Pregunto.
Zach mira lejos del cielo y a mí.
—No.
Respuestas monosilábicas.
Genial.
GoR
Están diseñadas para avivar la curiosidad. Racionalmente, soy consciente de ello.
Irracionalmente, me pregunto sobre su paradero durante los últimos tres años.
—Ooo-kay —Asiento con la cabeza, apenas le creo—. ¿Adónde te fuiste otra vez?
En silencio, me estudia.
—¿Por qué? ¿Me has echado de menos?
—Oh sí, definitivamente. Como si extrañara que me dispararan en la cabeza.
Zach sonríe, sus ojos negros brillan.
43

—¿Sabes?, no estaba muy seguro de volver. Pero si te hace feliz, entonces estoy a
favor.
Página

—Sarcasmo —Levanto las cejas—. Me encanta.


—Mi objetivo es complacer —dice, haciendo que se me ponga la piel de gallina.
Ignoro eso y llego a la verdadera pregunta que me ha estado molestando todo el
día. No me importa a dónde fue, todo lo que me importa es por qué regresó y cuándo
se va a ir de nuevo.
—¿Por qué has vuelto?
Pensaría que mi pregunta se perdió en el viento con la forma en que permanece en
silencio. Pero eso es otra cosa especial de nuestro pueblo con una línea. Incluso el aire
está muerto. Nada se mueve, como él. Su cara está en blanco. Sin expresión. Pero hay
algo en sus ojos, su mirada.
Está ardiendo, como ese cigarrillo atrapado entre sus labios.
Entonces, esa mirada se mueve. Sus pestañas parpadean mientras toma los rizos
sueltos de mi cabello. Tengo ganas de alcanzarlas y tocarlas, pero me resisto. Golpeo
con el puño la tela de mi falda para mantener mis manos ocupadas.
—Todavía azul, ¿eh?
Levanto mi barbilla.
—Siempre.
Sus labios se mueven mientras repite en un susurro.
—Siempre.
No sé por qué me mira el pelo así, con tanta intensidad. Tal vez está pensando en
algo malo para decir. Sea cual sea la razón, no se detiene y cuando sus pestañas caen,
me olvido de la pregunta que le hice.
GoR
¿De qué estábamos hablando?
—¿Todavía usas bolígrafos de purpurina azul?
Solía hacerlo en la escuela. Yo era la niña del cartel del color azul. Mochila azul,
ropa azul, bolígrafos de purpurina azul, y cuando crecí, pelo azul.
Asiento con la cabeza.
—Sí.
Él asiente con la cabeza, mirando... nostálgico.
44

—Por supuesto que sí.


Debería decir algo. Realmente debería. Pero estoy en trance. Creo que así es como
Página

se siente estar hipnotizado.


Ahora mismo, todo lo que puedo hacer es seguir su mirada mientras se desliza por
la línea de mi garganta, que se siente atestada de rocas, lo que hace difícil tragar.
Cuando baja a mi pecho, me doy cuenta de que la última vez que me vio, yo era copa
C. Ahora soy D.
Tengo toda la intención de decirle que deje de mirarme. Imbécil pervertido. No
quiero que me mire fijamente. No quiero que me haga temblar la piel.
Pero mis palabras no saldrán. Están pegadas en la parte de atrás de mi boca y
mis dientes están apretados.
Dios, haz que se detenga.
Pero él sigue acogiéndome. Mi cintura remetida, mis caderas y muslos redondeados,
mis pies desnudos. Mi cuerpo curvado que sólo ha crecido en su ausencia.
—¿Por qué has vuelto? —Pregunto de nuevo. Esta vez con una desesperación que
no existía antes.
Vuelve su mirada a la mía, y a través del cigarrillo en su boca, dice:
—Tal vez te extrañé.
Obligándome a romper su mirada, miro hacia abajo. Mis Mary Janes están
acostadas en el suelo, una de lado y la otra a cierta distancia de él. Abandonada.
Abandonada y extraviada. Algo así como yo, en este momento.
Necesito alejarme.
Sacudiendo la cabeza, me agacho y recojo mis zapatos.
—Me voy.
GoR
—Bonito uniforme, por cierto.
Me detengo.
Abrazando mis zapatos en mi pecho, le devuelvo la mirada. Su mandíbula está
tensa. Puedo ver el tic en sus músculos faciales.
¿Está enojado porque ahora trabajo para su familia?
Mala suerte.
Como si me gustara este arreglo. Como si alguna vez hubiera puesto un pie dentro
45

de la casa donde creció.


—Gracias —digo, sonriendo falsamente y metiendo una mano por la falda—. Yo
Página

también lo creo.
Zach aparta la mirada de mí mientras deja caer al suelo su cigarro acabado y lo
aplasta bajo sus botas.
—Nunca pensé que lavar los platos y fregar los pisos fuera parte de tus objetivos
de vida.
Sabía que iba a decir algo insultante. Es Zach.
Pero, aun así, me estremezco.
Objetivos de vida.
¿Qué sabe él de objetivos y ambiciones? ¿Qué sabe sobre lo que pasa cuando te
los arrebatan en un parpadeo?
A pesar de que me pica, mantengo mi voz calmada e informal.
—Bueno, no sabes todo sobre mí ahora, ¿verdad? Y se llama trabajo. Así es como
la gente responsable compra cosas.
—Responsable, ¿eh?
—Sí.
Enderezándose y alejándose de la pared, Zach llega a su máxima altura. Ladeando
la cabeza, pregunta como si fuera tan curioso.
—¿Qué más hacen los responsables? Además de cambiar las sábanas por un
trabajo y entrar en su lugar de trabajo.
Mis ojos se abren de par en par.
—Eras... tú.
Oh, Dios.
GoR
Entonces, es un pervertido idiota. Me estuvo observando anoche.
—Era. Estuviste linda en tu pequeño traje negro. Estúpido pero lindo. ¿Realmente
pensaste que nadie te reconocería? —Se ríe—. Tan linda como eras, odio tener que
decírtelo. No tienes futuro en el espionaje. Eres un poco demasiado... —Me mira de arriba
a abajo—. Visible por eso. Así que tal vez sea bueno que puedas cambiar las sábanas
y trapear los pisos. Tienes que mantener tus opciones abiertas.
Y ahí está. Una pequeña excavación en mi cuerpo junto con otros insultos.
46

Nada ha cambiado, ¿verdad? Sigue siendo el mismo. Sólo que ahora soy más
vulnerable. Tengo más que perder. Como mi trabajo y, eventualmente, mi casa.
Página

—Gracias por preocuparte por mis elecciones de carrera.


—No lo menciones.
—Bien. No espero que lo entiendas —digo, porque realmente no puedo detenerme—
. No esperaría que alguien como tú, que ha pasado por la vida montando sobre los
hombros de su padre, completamente borracho y drogado, entienda lo que es para el
resto de nosotros.
Me mantengo firme bajo su escrutinio. Me mantengo alta y firme, aunque tiemblo por
dentro cuando da un paso hacia mí. Luego otro y otro. Hasta que está tan cerca mío
que puedo olerlo.
Cigarrillos y pastel de arándanos, como los que hornea Maggie.
Dos cosas que nunca pensé que irían juntas, pero de alguna manera lo hacen y no
me gusta eso. Ni un poco.
El rostro de Zach está en las sombras ahora. Pero el cielo y las estrellas
proporcionan suficiente luz para que pueda ver sus ojos y su boca cuando dice: —Sí,
tal vez no. Pero sí entiendo una cosa.
Aferrando mis zapatos fuertemente a mi pecho, voy por la bravuconería.
—¿Qué es?
—Si quieres mantener este trabajo, tendrás que mantenerme feliz —dibuja.
Su amenaza perdura entre nosotros pesada y oscura, como él.
Las suaves hojas que rozan mi nuca empiezan de repente a sentirse afiladas y
peligrosas.
GoR
—No soy tu esclava personal, si es lo que crees que es mi trabajo —le digo, tratando
de aferrarme a los últimos restos de mi valor.
Se inclina y su olor se vuelve tan espeso, tan penetrante que mis labios se separan.
Su mirada cae sobre ellos antes de mirarme a los ojos.
—Creo que tu trabajo es lo que yo quiera que sea.
Zach llena toda mi visión. Su camiseta oscura, sus anchos hombros. No puedo ver
nada más allá de él. Hace que mi corazón lata más rápido. Con miedo. Con odio.
47

Tanto que no puedo dejar de burlarme.


—No has cambiado nada, ¿verdad? Apuesto a que todavía crees que eres el dueño
Página

del mundo.
Sacude la cabeza, despacio, peligrosamente. Hipnóticamente.
—Me importa una mierda el mundo. Pero sí me perteneces.
Sabiendo que podría empeorar mi situación, me burlo.
—Nunca serás mi dueño. Ni ahora. Nunca.
—¿Es eso un desafío, Blue?
Blue.
¿Cómo puede una palabra tener un efecto tan drástico? Hace que mi interior se
tambalee. Mi pecho tiembla cuando el Blue se desliza por mi garganta como si lo hubiera
inhalado como una droga.
—Es una promesa.
Zach escanea mi cara, como si estuviera memorizando mis rasgos. Como si planeara
soñar conmigo esta noche.
Yo lo dejé.
Dejé que lo memorizara, que lo asimilara, para que cuando me viera detrás de sus
párpados cerrados, entendiera que no estaba bromeando. Que no importa lo que pase,
no voy a jugar sus juegos. Que, de alguna manera, voy a encontrar una manera de
poner fin a todo esto.
Recuperar mi casa es demasiado importante para mí.
—Si estamos haciendo promesas, déjame decirte una cosa —susurra, bajo y rudo—.
Si quiero que seas mi esclava, caerás al suelo tan rápido que tus rodillas sangrarán junto
con la palma de tu mano. Así que no me tientes. Soy muy fácil de tentar.
GoR
48
Página
Capitulo 4
El Príncipe Oscuro
Cielo nocturno.
Me gusta. Un azul tan profundo que es casi negro y el cúmulo de estrellas, tratando
de iluminarlo.
Es imposible, pero aprecio su determinación y que salgan noche tras noche sólo
para fracasar.
Los primeros meses fuera de este pueblo fueron duros porque no podía ver el cielo
nocturno. Es prácticamente imposible verlo en la ciudad. Probablemente por eso nadie
duerme en Nueva York. No tienen un cielo propio.
Pero incluso entonces, la falta de sueño, el hecho de que el mundo era un vacío
desconocido para mí, nunca pensé en volver.
GoR
Porque no vale la pena volver aquí. Ni entonces ni ahora.
Tres años y no ha cambiado nada. Esta ciudad todavía huele a mierda y a una
jodida tonelada de malos recuerdos. Los anchos muros, la gran arquitectura, millas y
millas de finca que la gente tonta paga un dólar de prima para recorrer.
Todo esto me hace sentir pequeño. Pequeño, sin valor.
Las Pléyades, mi lugar de nacimiento, siempre me ha hecho sentir que no pertenezco
a este lugar.
49

Estoy en mi antigua habitación. Está hecha en tonos oscuros, gris y negro. Todo
parece pulido y fresco. Probablemente pasaron un día entero limpiándolo, pensando
Página

que me quedaría.
Pero no lo haré.
Sé cómo se siente la libertad, cómo sabe. Sé que la libertad es ir en motocicleta
por una autopista sin fin. La libertad es el viento en mi cara.
La libertad es el conocimiento de que al final del día, no tengo que volver a un
lugar en el que estuve atrapado durante dieciocho putos años.
Estoy metiendo mi ropa dentro de mi mochila cuando oigo que llaman a mi puerta.
Lo dejaría pasar, pero voy a ir allí de todas formas.
Además, tengo un presentimiento de quién podría ser y necesito aclararlo de una
vez por todas.
Subiendo la cremallera de mi bolso y poniéndolo sobre mi hombro, cruzo la
habitación y abro la puerta. Nora, la Señora Stewart para todos los demás, se queda
allí, llevando una bandeja de comida. Ella me mira, seguida por la mochila en mi hombro.
Levanta la bandeja y dice:
—Te traje comida.
—Puedo tomar algo en el camino.
—Entonces, ¿te vas?
—Sí.
Se calla por un latido antes de decir:
—Las pruebas llegan la semana que viene.
Aprieto la mandíbula.
GoR
—Llámame cuando lo hagan.
Su silencio ante mi respuesta casual se extiende más que antes. Sé lo que significa.
Significa que está preparando su regreso. Esa es la cosa con Nora. Cree que sólo porque
ha trabajado para mi familia desde que nací, tiene la libertad de sermonearme. Como si
yo fuera su hijo o algo así.
En su mayor parte dejo que piense eso. Tal vez como gratitud por todas las veces
que metió comida a escondidas en mi habitación, o me durmió o secó mis lágrimas, que
era demasiado orgulloso para reconocerme a mí mismo cuando a nadie más se le
50

permitía tener ningún contacto conmigo. Pero si sabe lo que es bueno para ella,
Página

mantendrá la boca cerrada.


—Nada ha cambiado, ya sabes —comienza suavemente o más bien sería suave si
su expresión no fuera severa y su voz no sonara como si fuera la del director de una
escuela—. De hecho, las cosas han empeorado. Si pensaste que tu partida resolvería
todo, entonces te equivocaste. No sucedió. Él sigue siendo el mismo y ella sigue poniendo
excusas para él. La mayoría del personal no sabe lo que está pasando. Pero los que lo
saben, no se nos permite hablar de ello.
Ah, así que va con el chantaje emocional.
—Lo entiendo —digo, yendo por la ruta casual.
—Tu madre quiere mucho a tu padre.
Jesús.
No sabe cuándo parar, ¿verdad?
Miro al suelo, tratando de mantener mi paciencia. No soy muy bueno con eso. Nunca
lo he sido. Ni siquiera en los mejores momentos y este no es el mejor momento.
—Muy bien, este es el trato —empiezo, diciéndole cómo es—. Anoche anduve en
motocicleta la mayor parte de la noche para llegar a este pueblo de mierda. Dormí muy
poco. La reacción de mi padre al verme por primera vez en tres años fue preguntarme
si finalmente entré en razón y me arrastré de vuelta para disculparme y pedir dinero.
Todo lo que mi madre me dijo fue que, si planeaba quedarme, tenía que jugar bien y no
molestar a mi padre. Necesitaba aparecer en la fiesta, beber champán, sonreír a la gente
que me importa un carajo. Todo para mostrarle al mundo lo felices que están de tenerme
de vuelta.
GoR
Me pellizco el puente de la nariz.
—Debí haberme ido en el momento en que ella salió con el plan de la fiesta.
Cualquier cosa para que mi padre se vea bien. Pero como un idiota, me quedé. Y ahora
soy cauteloso. Estoy impaciente y estoy así de cerca de entrar en un maldito camino de
guerra. Así que deja de hablar y déjame pasar.
¿Nora lo escucha? No.
Ella me da el ojo apestoso, se aferra a su bandeja como un escudo y continúa
como si nunca me hubiera escuchado.
51

—Y tú quieres mucho a tu madre. Por eso fue necesario una llamada, sólo una, para
Página

que volvieras. Y por eso no te fuiste cuando deberías haberlo hecho.


Aprieto los dientes y miro al techo por un segundo.
—Estás despedida.
Ella sonríe.
—Bien. Pero desafortunadamente, no estarás aquí mañana para ver si tu despido
se llevó a cabo o no. Así que al menos déjame ir al grano.
—¿Y qué carajo sería eso?
—Mi punto es que no importa cuánto lo niegues o lo rechaces, estamos diseñados
para amar a nuestros padres. Así es como es. Es desafortunado. Algunas personas no
merecen nuestro amor, pero eso no significa que desaparecerá.
—Bueno, fui diseñado de manera diferente. Ahora, me tengo que ir.
Finalmente, mis palabras se registran con ella. Su cara se arruga y siento una
punzada en mi pecho. Lo ignoro. No es mi culpa que haya puesto su fe en mí. No puedo
asumir la culpa de los errores de la gente.
Asintiendo con la cabeza, dice:
—Sólo quiero que sepas que te llamé porque no quería que te arrepintieras de no
estar con ella. Años después, no quería que miraras atrás y cuestionaras tus decisiones
con ira.
—No lo haré —No sé por qué, pero sigo adelante y añado—: No me quedaré en un
lugar donde no soy bienvenido. Hice eso durante los primeros dieciocho años de mi vida
y no fue bonito. Además, no me necesita.
GoR
—Lo sé. Sé que tienes malos recuerdos aquí. Sé que no le debes nada a tu madre
ni a tu padre. Pero como dije, es desafortunado. Estamos destinados a amar a la gente
que nos da la vida. Sabía que querrías estar aquí como su hijo. No porque te necesite.
Con el debido respeto, no me importa lo que ella necesite. Sólo me importas tú.
A veces cuando dice estas cosas, me pregunto si es porque realmente se preocupa
por mí o es porque le pagan por ello.
Sacudo la cabeza y aprieto los dientes. Aun así, la pregunta sale a relucir:
—¿Quién ha estado cuidando de ella?
52

—Yo. Junto con un par de otros miembros del personal.


Página

—¿Y papá? ¿Qué hace todo el día?


Se encoge de hombros.
—Reuniones. Trabajo. No quiere reconocerlo.
Sonrío amargamente.
—Como siempre.
—Al menos quédate hasta que lleguen las pruebas —insta de nuevo.
—Odio este maldito lugar.
—Te vas a odiar más si no te quedas. No quiero que te odies a ti mismo. Lo haces
mucho de todos modos —Voy a decir algo, pero ella me corta el paso—. Si todavía no
te gusta, nadie es capaz de detenerte, Señor Zach.
—Zach —me parto de risa—. Si quieres que me quede aquí, llámame Zach. Y nadie
puede saber por qué me quedo. No quiero que se me pegue todo.
—¿Que eres un buen hijo?
—No me pongas a prueba.
—Entendido.
Suspiro y suelto la puerta, vuelvo a la cama. Mi mochila se cae al suelo.
—Y deja la bandeja.
De repente, estoy hambriento.
Miro fijamente al cielo que, a todos los efectos, debería ser negro. Es la maldita
medianoche. Pero se ve azul.
Oscuro, azul oscuro.
Escucho a Nora bajando la bandeja y retirándose de la habitación. Justo cuando
GoR
está a punto de cerrar la puerta, me doy la vuelta y le pregunto:
—¿Qué está haciendo aquí?
Nora frunce el ceño.
—¿Quién?
Mis fosas nasales se inflaman cuando respiro profundamente. Mi cuerpo se siente
apretado, herido. Necesito salir de aquí, aunque no vaya a ninguna parte.
—Cleopatra Paige.
Creo que nunca he dicho su nombre completo en voz alta y no creo que lo haga
53

después de esto tampoco.


Página

Su nombre es como ella.


Fuerte, dramático y un puto puñado. O un bocado. Lo que sea.
Puedo ver la confusión de Nora, pero ella sigue respondiendo:
—Ella trabaja para mí. Está en el personal de limpieza. ¿Esto es por lo que pasó en
la fiesta? Ella nunca ha hecho nada como esto antes. De hecho, tiene experiencia. Solía
trabajar...
—En el restaurante del lado sur. Ya lo sé. ¿Cuánto tiempo lleva trabajando aquí?
—Alrededor de seis meses —Mirándome astutamente, añade—: En realidad, ella vive
aquí mismo. En una de las cabañas.
Mis puños se cierran.
—¿Por qué? ¿Qué le pasó a su casa?
Tal vez es la intensidad de mi voz o tal vez es mi postura rígida, pero Nora se toma
un segundo para mirarme. Y eso no me gusta.
—Ella la perdió.
—¿Perdón?
—El año pasado. Junto con sus padres —explica—. Maggie pidió el trabajo para
ella y yo la acepté. No tiene adónde ir.
Creo que nunca he apretado tanto los dientes. Estoy a punto de romperlos con la
fuerza.
No tiene adónde ir.
GoR
En ninguna parte. Adónde ir.
Y ella vino al peor lugar de esta ciudad.
—No es mi mejor empleada. Ella es ruidosa y no entiendo todo el asunto del pelo
azul desordenado, pero lo ha estado haciendo bien. ¿Debería ser consciente de algo?
Su voz me llega a través de un túnel, un túnel profundo y oscuro, de alguna manera
me las arreglo para responderle.
—No.
54

—Parece que la conoces.


—No lo hago.
Página

—Pero...
Dejo que mi ira se muestre en mi cara.
—Creo que deberías irte.
Asintiendo lentamente, ella se va.
Tan pronto como la puerta se cierra, recojo las llaves de mi motocicleta.
Durante tres años, fui libre. Libre de este lugar. Libre de mis padres. Libre de todas
las cosas que me hacían sentir: ira, odio, soledad.
Pero aparentemente, he vuelto y hay una diferencia muy importante.
Ella también vive aquí, la chica de pelo azul. La chica que llevó el peso de todo
mi odio y en la que no he dejado de pensar desde que la vi por primera vez cuando
tenía doce años.
Y si lo hubiera sabido, nunca habría vuelto.
Porque no quiero tener nada que ver con ella y estoy bastante seguro de que ella
no quiere tener nada que ver conmigo.

GoR
55
Página
Capitulo 5
Anoche vino a mí en mis sueños.
Como solía estar en St. Patrick Mientras daba vueltas en la cama, en un estado de
semi-despierta, me di cuenta de que he visto crecer a Zach.
Lo he visto como un sabelotodo de secundaria con pelo puntiagudo, un uniforme
arrugado y sucio que siempre terminaba en detención. A pesar de que a esa edad era
más bajo que todos los profesores, todavía los dominaba con su actitud de "jódete".
Y entonces, creció más alto. Literalmente se disparó de la noche a la mañana y se
hizo más grande que todos los demás. Prácticamente todos tuvieron que inclinar el cuello
hacia arriba para mirarlo y mientras tanto, apenas les perdonó la mirada.
Lo vi cuando estaba en los pasillos de la escuela. Grande y descuidado. Rompe-
reglas con su corbata volteada sobre su hombro y los dos botones superiores de su
GoR
camisa del uniforme aflojados. Nunca llevaba sus libros con él. Siempre iba con las manos
vacías. Como si su memorándum el que decía que se suponía que era una escuela y que
tú debías llevar los libros de texto se hubiera perdido en el correo.
Y entonces, lo vi mirándome.
Me veía humillarme con la cara en blanco. A veces cuando me defendía y gritaba
insultos, sus labios se movían. A veces se estiraban y sonreía. Como si me hubieran puesto
en esta tierra para divertirlo.
Lo vi en su motocicleta. Su pelo y su corbata volando con el viento y el humo
56

saliendo de su boca, cortesía de su cigarrillo. El giro de su motocicleta está grabado


Página

en mi cerebro.
Así que sí, anoche vi flashes de su vida, entrelazados con la mía.
Me alegré cuando llegó la mañana y tuve que despertarme.
Mientras corro al trabajo, estoy esperando un día lleno de tareas serviles. Sólo para
no pensar en él y que está de vuelta.
Ha vuelto de verdad, de verdad. Y sabe que estoy aquí.
Estoy tan dentro de mi cabeza que no miro por donde voy y justo en la entrada
de la sala de personal, me encuentro con alguien.
—Oye, ¿estás bien?
Es Ryan. Es de mi antiguo vecindario y lo conozco de toda la vida. Ha trabajado
en Las Pléyades como chofer desde hace dos años.
Agarro la tela de su chaqueta de traje en su bíceps.
—Ups —Me río—. Lo siento. Supongo que no vi a dónde iba.
Él sonríe. Es sólo un par de años mayor que yo y siempre he pensado que su
presencia es reconfortante.
—Está bien —Me tranquiliza—. ¿Te sientes bien? Ya sabes, después de lo que pasó
anoche.
A su recordatorio, el corte en mi palma pulsa como si alguien estuviera metiendo el
dedo justo en el centro de la herida.
Me pongo la palma de la mano herida a mi lado y le disparo a Ryan una sonrisa
brillante.
—No, estoy bien. No sé qué pasó anoche. Estrés, tal vez. Pero me siento genial ahora
GoR
mismo.
—Me alegro de oír eso —dice, sonriendo cálidamente.
—Bien, me voy a ir. No puedo hacer enojar a la Señora S dos veces seguidas.
Ya estoy pasando por delante de él cuando me detiene.
—Cleo, yo... —Se rasca la frente—. Me preguntaba si te gustaría tener una cita
conmigo.
—¿Qué? —Sale como un chirrido.
—Cita. ¿Conmigo? ¿Si quieres ir?
57

¿Acaba de pedirme una cita?


Página

¿Yo?
¿Cleopatra Paige? La chica gótica, rara y de pelo azul.
Sólo ha pasado una vez más, con Neal y fui yo quien le pidió una cita. Y bueno,
todos sabemos cómo resultó eso.
—¿Cleo?
—Sí. Lo siento. Yo sólo, um, ¿quieres tener una cita conmigo?
Se ríe a carcajadas.
—Bueno, sí. Si no lo haces, entonces...
—No. Quiero decir, no es que no quiera. Siempre he pensado que eres sexy y... —
Abro los ojos porque, joder, ¿qué estoy diciendo?
No es que esté mintiendo, sin embargo.
Si soy sincera, siempre he estado un poco enamorada de él. Especialmente mientras
crecíamos. Tina y yo, ambas lo hicimos. Nos turnábamos para casarnos con él cuando
jugábamos juntos. Era tan lindo y su sonrisa solía hacerme sentir cálida y confusa.
Ryan se ríe de nuevo pero el sonido ha perdido su calidad de vergüenza.
—¿Y?
—Yo sólo... —Sacudo la cabeza, sintiéndome sonrojada—. Nunca me di cuenta de
que querías hacerlo. Ir a una cita, eso es
Encogiéndose de hombros, pasa sus manos por el pelo.
—Siempre he querido hacerlo, pero nunca tuve el valor de pedírtelo antes. Y con
todo lo que pasó el año pasado, no quise presionarte
Lo que pasó el año pasado es un peso que siempre llevo encima. Y aunque soy
GoR
más pesada por ello, la gente me trata como si fuera la cosa más frágil y delicada.
Parpadeando los ojos, me aclaro la garganta.
—Sí. No creo que pueda. Me gustas, pero no puedo. Es sólo que... no creo que esté
preparada. Con todo el trabajo y ya sabes, no puedo.
—Lo entiendo —Ryan asiente con la cabeza y me da un ligero pinchazo en el
corazón.
Se extiende y me pasa el pulgar por la mandíbula.
—Pero no me rendiré —dice con un brillo en los ojos—. Ahora que sé qué piensas
58

que estoy bueno.


Página

Con esa promesa, se va y todo lo que puedo hacer es verlo irse.


Y entonces, sonrío.
Su pulgar era suave y liso. El único lugar donde lo sentí fue donde me tocó, en mi
mandíbula.
El toque de Ryan era exactamente lo que un toque debería ser: cálido y fugaz. No
irradiaba a ninguna otra parte de mi cuerpo. No era consumista.
No como su tacto, abrasador y eléctrico. Algo en lo que pensaré en los próximos
días.
Aun sonriendo, entro en la sala de personal y me siento al lado de Tina. La Señora
S aún no ha llegado, así que todo el mundo está hablando. Bueno, sobre todo chismes
y, por supuesto, el tema de conversación es Zach.
Leslie, una de las criadas, está muy contenta de que haya vuelto.
—No puedo creer lo caliente que se ha vuelto. ¿Viste ese cuerpo? —Ella agita una
mano sobre su cara—. Hombre, oh hombre. Lo quiero a él.
Tina la hace callar.
—Baja la voz, ¿quieres? Si la Señora S te oye, estarás en el servicio de limpieza de
baños el resto del mes.
Así que la Señora S tiene una regla: no dormir con los dueños de la mansión o con
la gente con la que confraternizan. Ella dice que es malo para su reputación. No seremos
una casa cliché donde las criadas tienen aventuras y terminan embarazadas.
Sólo he trabajado aquí unos meses, pero una de las chicas fue despedida por
GoR
acostarse con un invitado que estaba aquí en la gira. Yo no estaba allí, pero se rumorea
que la Señora S las pilló in fraganti haciéndolo en una de las habitaciones de la torre
tres.
Leslie agita su mano.
—Ella no está aquí. Además, hay formas de evitarla. No crees que todo el mundo
sigue las reglas, ¿verdad?
Leslie es ruidosa y divertida y, aunque es una chismosa terrible, siempre me ha
agradado. No creo en todo lo que sale de su boca. Pero viendo que habla del tipo
59

que más o menos arruinó toda mi experiencia educativa, se me ocurre un plan.


Página

Nada diabólico, sólo algo divertido. Y voy a ahorrarle a Leslie un montón de


corazones rotos en el proceso.
—No quieres romper las reglas por él, confía en mí —le digo, inclinándome para que
sólo ella y Tina puedan oírme.
—¿Qué quieres decir? —Leslie pregunta, el interés escrito en su cara bonita.
Miro a la izquierda y luego a la derecha antes de concentrarme en ella.
—Así que, anoche, en la fiesta... Había una chica hablando con una de sus amigas.
Y ella decía que cuando intentó enrollarse con Zach antes, él tuvo un pequeño
problema.
—De ninguna manera —Leslie respira.
Asiento y levanto mi dedo antes de doblarlo.
—¿Y sabes qué?, no creo que esa haya sido la primera vez tampoco.
Los ojos de Leslie se abren mucho.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir, fui a la escuela con ese tipo —Desafortunadamente—. Sé cosas.
Tina resopla.
—¿En serio?
Ella sabe que estoy mintiendo.
Leslie me agarra la mano con emoción.
—¿Hablas en serio? ¿Qué cosas?
Yo sonrío.
—Mira, podría ser sólo un chisme. Pero en la escuela oí un rumor de que él, ya sabes,
GoR
no podía actuar per se 5, así que tuvo que tomar una pastilla o algo así.
Leslie jadea.
Tina resopla de nuevo.
—Quiero decir, escucha, no creo en eso de la píldora azul. Creo que fue una
exageración, pero... lo de no funcionar podría ser cierto. Pero ¿quién sabe? Los chismes
son chismes.
Leslie asiente con la cabeza.
—Tiene sentido. Los chismes son chismes. Aunque es una pena, si es verdad. Ese tipo
60

está bien.
Página

Me siento en mi silla, satisfecha y sonriendo.


—Oh sí, definitivamente.

5 Locución latina que significa ‘por sí mismo’ o ‘en sí mismo’


Tina sacude su cabeza hacia mí y me encojo de hombros. Al final del día, todos los
del personal sabrán del pequeño problema de Zach. Lo crean o no, se preguntarán y
eso es todo lo que me importa.
Jódete, Zach.
Todos nos quedamos callados cuando la Señora S entra y empieza a dar
instrucciones como siempre. Una de las chicas está enferma, así que me ofrezco como
voluntario para asumir sus tareas. Está bien. Cuanto más trabajo, mejor. Me compensarán
por el tiempo extra y estaré mucho más cerca de mi meta.
Pero diez minutos más tarde, cuando la reunión se termina y se supone que debemos
cumplir con nuestros deberes, mi sonrisa triunfante, cortesía de mi pequeña venganza y
trabajo extra, se derrite en mi cara.
Porque uno de los deberes que asumí con tanto entusiasmo es limpiar la habitación
de mi antiguo abusador.

GoR
61
Página
Capitulo 6
El príncipe de las Pléyades vive en la torre dos.
He estado en su habitación antes, por supuesto. La primera vez que estuve allí, me
volví un poco loca. Husmeé en su armario y en todos sus cajones. No es que haya
encontrado nada interesante. Se había ido por un par de años y su habitación estaba
vacía, además de los muebles. Excepto por los conejos de polvo, no había nada
interesante allí.
Me pregunto qué encontraré ahora que ha vuelto. No es que me importe, pero, aun
así.
Es casi la hora de la comida; he terminado de limpiar las otras habitaciones de la
torre. Excepto la suya. Lo he estado evitando hasta ahora, pero no puedo. Ya no puedo.
Tengo que hacerlo.
GoR
Empujo el carrito con todos mis artículos de limpieza y la bolsa de lavandería, junto
con toallas y sábanas limpias y voy a su puerta. Su habitación está situada al final de
un brillante pasillo hecho de mármol italiano y adornado con pinturas hechas por caras
manos extranjeras. Hay una ventana alta -que es un dolor de cabeza para limpiar-
escondida en una esquina, con vistas a un patio con una fuente de agua.
Presiono mi oído contra la puerta, pero no escucho ningún sonido.
En realidad, espero que no esté aquí. Tal vez después de la fiesta de anoche, se
reunió con sus secuaces y se destrozó, y ahora está durmiendo en algún lugar. Se sabe
62

que hace eso. Todos los lunes solía faltar a la escuela o venir a sus clases después del
Página

almuerzo con resaca y sueño.


En cualquier caso, no lo sabré a menos que llame a la puerta.
Haciendo una mueca, levanto el puño y lo hago.
Nada.
Al exhalar un poco de aire, vuelvo a llamar. No hay respuesta.
Oh, Dios mío. ¿Podría ser? ¿Podría ser tan afortunada de que no esté ahí?
No puedo controlar la sonrisa que supera mi cara. Con un puñado de aire, saco mi
llave y la deslizo en la cerradura. La cerradura cede fácilmente y empujo la puerta para
abrirla. Tal vez termine antes de que regrese y no tenga que ver su guapo, pero cruel
rostro.
Lo primero que noto cuando entro es que hay mucha luz. Cegadoramente brillante.
Tengo que levantar la mano para evitar que los rayos del sol atraviesen las ventanas.
La habitación de Zach tiene la ventana más grande de todas las habitaciones de
este lugar. Va del suelo al techo y ocupan toda una pared.
La primera vez que estuve aquí me sorprendió el tamaño. Es casi como una pared
de cristal. Puedes ver el bosque que abarca la propiedad. Puedes ver todo el cielo a
través de ella.
¿Y la mejor parte? Hay una alcoba que se extiende hasta la ventana, que sobresale
separada de la arquitectura de la habitación. Los lados y el fondo de la alcoba son
de vidrio también. Así que cuando entras en ella, es como caminar en el aire.
Por mucho que lo odie, me encanta la habitación en la que creció.
Salgo del resplandor del sol y lentamente, los puntos brillantes detrás de mis ojos
GoR
desaparecen. Me sentiría aliviada de poder ver, pero no lo hago.
Porque tan pronto como mis ojos se ajustan, caen en el lecho gigante. Que está
actualmente ocupado.
Por un Zach dormido.
Me pongo el puño en la boca para no gritar. Incluso junto las rodillas para no
hacer ningún movimiento brusco y despertarlo.
¿Por qué no pensé en esto antes? ¿Por qué no se me ocurrió que podría estar
durmiendo?
63

Soy una idiota. Por eso.


Página

Oh y otra pregunta: ¿por qué demonios duerme sin camisa?


Puedo verlo. Como, realmente verlo, carajo.
Está tendido sobre su estómago, con los dos brazos sobre él. Uno sobre la
almohada y el otro parece estar debajo. La sábana gris que tiene puesta sólo cubre la
parte inferior de su cuerpo, dejando su espalda expuesta y desnuda.
No me equivoqué anoche. Ha crecido y se ha bronceado.
Aunque nunca lo he visto sin su camisa, puedo decir que esos surcos en sus hombros
donde se encuentran con sus bíceps no estaban ahí antes. Las protuberancias de sus
brazos también han crecido, haciéndolos parecer como olas apretadas. Sin mencionar
que su espalda es un maldito estudio de los planos tensos y crestas que se mueven
cuando respira.
Jesucristo.
Es tan injusto, ¿verdad? Que alguien que roba tanto el aliento pueda estar tan
podrido.
No sé cómo puede dormir con ese sol que lo mira fijamente, pero voy a contar mis
bendiciones y me iré.
Pero no me voy como debería. Como si la política fuera no molestar cuando el
ocupante de la habitación está durmiendo.
Porque mis ojos se posan en su mochila y en su ropa de anoche. Están tiradas en
un montón a los pies de su cama.
Sin voluntad, me muevo hacia ellos.
La mochila es negra y está abierta. Me pongo de rodillas, ensancho el hueco y miro
GoR
dentro. Su ropa huele a ropa limpia, pero está toda arrugada y metida dentro, como si
fuera de prisa. Algo así como lo haría yo, descuidada y desordenada.
En el siguiente compartimento, encuentro su cartera, llaves, algunos artículos de
aseo y un libro.
¿Un libro?
Lo saco sin pensarlo.
A Zach no le gusta leer y cosas así. No. No es el tipo de imbécil que es duro por
64

fuera pero que secretamente alberga amor por la palabra escrita.


Lo he visto arrancar páginas de un libro de texto y hacer aviones con ellas, sentado
Página

en las gradas. Una vez partió un libro en dos porque un profesor le preguntó sobre los
deberes. Concedido, sólo he oído hablar de eso, pero lo creo.
Entonces, ¿por qué tendría un libro dentro de su bolso? Un libro sobre las estrellas.
Escrito en las estrellas.
Olvidé que se podían ver las estrellas aquí arriba.
Hojeo las páginas. Hay constelaciones descritas y dibujadas, junto con su origen y
las historias detrás de ellas. Está limpio y nítido. Casi intacta, pero de alguna manera,
tengo la sensación de que no lo está. En realidad, no lo está.
Zach ha tocado estas páginas. Pero eso no tiene sentido.
Siempre pensé que mirar las estrellas y observar el cielo es algo que hacen los
poetas y los filósofos. Gente que tiene profundidad.
Zachariah Prince no es un poeta ni un pensador. No tiene profundidad. Sólo es un
tipo rico y aburrido que se divierte atormentando a los demás, es decir, a mí.
Pero entonces, llego al final del libro y todos mis pensamientos se canalizan en el
hecho de que es un libro de biblioteca. Está atrasado y es de Nueva York. BPNY:
Biblioteca Pública de Nueva York.
Yo tenía razón.
No estaba en el Reino Unido, yendo a Oxford. No sé cómo, pero puedo decir con
seguridad que ha estado en Nueva York los últimos tres años.
Le echo un vistazo. Todavía está durmiendo mucho, probablemente también sin
soñar. Desearía poder preguntarle sobre la ciudad, sobre todos los lugares que ha visto.
Pero no puedo porque lo odio y piensa que soy un juguete.
GoR
Qué desperdicio de mierda.
Rápidamente reviso el resto de sus cosas y algo bueno también. Porque me saqué
la lotería con el paquete de cigarrillos. Un paquete doble en eso.
¿Su escondite, tal vez?
Mirando a los Marlboro, sonrío. No tiene ni idea de lo que se avecina.
Los tengo en mis manos y me levanto, lista para salir de aquí. Pero entonces, escucho
un sonido. El peor sonido del mundo. Peor que la explosión de una bomba.
Un gruñido.
65

Luego, un gemido.
Página

—Joder.
Otro gruñido.
—Jesucristo.
Mi mente se ha apagado completamente. Miro su espalda en la cama y hay
movimiento, crujidos.
Se está despertando.
Dios mío, se está despertando.
¿No pudo haber seguido durmiendo durante cinco segundos más? Porque cinco
segundos más y me habría ido de aquí.
Me quedo congelada en medio de su habitación mientras pierdo mi capacidad
de pensar.
¿Qué coño hago ahora?
De repente, mis piernas se mueven. Pero en lugar de llevarme a la puerta, me llevan
a su baño y, antes de que pueda comprender lo que está pasando, salto a la bañera
a un lado y corro la cortina de la ducha.
Es una de esos opacas que te esconde completamente y gracias a Dios por eso.
Entonces, me pongo contra la pared y me pongo la mano libre sobre la boca. En la otra
mano, tengo el paquete doble de Marlboro que robé.
Oigo pasos desnudos y un par de gruñidos más. Para mi horror, esos sonidos se
acercan.
Oh, Dios.
Viene hacia el baño.
GoR
Hacia mí.
¿Por qué carajo pensé que sería una buena idea esconderse dentro de su bañera?
No estaba haciendo nada ilegal... bueno, si no cuentas robar sus palillos de cáncer y
revisar sus cosas. Podría haberme ido fácilmente por la puerta.
Ahora, todo es mucho, mucho peor de lo que debería ser.
Aparentemente, no lo suficientemente peor porque viene un silbido. Un sonido
distinto de algo -un grueso chorro- golpeando la cerámica, seguido de un suspiro.
Me retracto. Este es el peor sonido del mundo. Zach meando.
66

¿Por qué? ¿Por qué me está pasando esto?


Página

Histéricamente creo que si tiene sueño y su puntería no es la adecuada y si saca


algo del bol, no lo voy a limpiar.
No.
No. Dejaré mi trabajo antes de... hacer eso.
Una eternidad después, oigo la descarga del inodoro y el chorro del grifo
abriéndose. Oh, gracias a Dios. Ha terminado.
¿Qué posibilidades hay de que se vaya ahora? ¿Y vuelva a dormir como antes
nada menos?
Cero.
Cero posibilidades de que eso suceda porque un microsegundo después, la cortina
se corre y me encuentro cara a cara con el tipo que he estado tratando de evitar
desde que tenía diez años.
—¿Qué coño estás haciendo? —truena... No sé cómo se las arregla desde que se
despertó, pero, aun así, el sonido resuena en mi pecho.
Su brazo está muy extendido, estrangulando la cortina con su agarre y, por unos
momentos, todo lo que puedo hacer es mirar su cara.
Está muy apretado, cada pequeña línea, cada músculo tenso en pantalla. Es la ira
personificada con su mandíbula que hace tictac y sus dientes apretados.
Se supone que debo responderle; lo sé.
Pero mi lengua está hinchada.
Miro fijamente la sombra de las cinco en su plaza, mandíbula asesina. Piel oscura y
GoR
atractiva. Cabello puntiagudo y desordenado. Ojos negros chorreando de rabia.
Y las venas.
Dios, tiene tantas venas, corriendo justo debajo de su piel. Una de ellas baja por
su cuello tenso. Golpea sobre su clavícula y luego desaparece debajo de sus pectorales
musculosos.
Su pecho es masivo y sus curvas forman un valle estrecho que luego se transforma
en las crestas de su abdomen. Voy a contar esas crestas; estoy bastante segura de que
tiene un paquete de seis. También podría ser de ocho.
67

Pero me desvía el hecho de que no lleva nada.


Página

Está desnudo.
Desnudo.
—¡Oh, Dios mío! —Suelto un chirrido, apretando los ojos.
—¿Cómo has entrado aquí?
—Oh, Dios mío. Oh, Dios mío —canto, tratando de disolverme en las baldosas a las
que está pegada mi columna vertebral—. Estás desnudo. Pensé que al menos tendrías los
pantalones puestos.
—¿Qué carajo estás haciendo? —gruñe, esta vez lentamente.
—¿Por qué estabas durmiendo desnudo? —Me quiebro—. ¿Quién duerme desnudo?
—Gente que quiere frotarse cuando le apetezca.
Mi respiración se detiene ante su respuesta dibujada.
Frotarse.
Se refiere a… frotar su cosa. ¿Verdad? Masturbación.
La cosa que está en plena exhibición ahora mismo. A unos pocos metros de mí. A
una distancia conmovedora. ¿Este es el castigo por inventar esa mentira sobre él?
No. No. No.
—Abre los malditos ojos —dice Zach, rompiendo mi canto interno.
Aprieto los dientes.
—Ponte unos malditos pantalones.
—No hasta que me digas qué coño estás haciendo escondiéndote en mi bañera.
No puedo creer que me esté pasando esto.
GoR
No puedo creer que esté atrapada en una bañera con un Zach desnudo
mirándome.
Pero necesita una mujer. Necesito abrir los ojos, terminar con esto e irme. De ahora
en adelante, no me ofrezco como voluntaria para asumir las obligaciones de nadie. Al
menos, no sin saber lo que implican.
Lentamente, abro los ojos y me aseguro de mantenerlos sólo en su cara.
—No me estaba escondiendo.
Me mira fijamente.
68

—Si estás ahí para ducharte, odio tener que decírtelo, pero no es así como se hace.
Página

—¿Qué?
Hace un gesto a mi ropa, mirando arriba y abajo de mi cuerpo.
—Se supone que debes quitártela. Y no sólo porque hace que sea más fácil
quitársela.
—¿Qué?
Esta vez mi qué es más alto. Me encojo en la pared un poco más. Aunque no creo
que vaya a ninguna parte.
Zach saca su otro brazo y lo coloca en la pared. Inclinándose hacia mí, dice en
un tono áspero.
—Sacando una. ¿Nunca lo has hecho en una ducha?
—Por supuesto que sí.
Oh, tío.
Lo que no es correcto. Tan completamente, completamente equivocado.
La tensión de su cara se desvanece y sus ojos brillan de alegría. Antes de que
pueda comentar mi descuidada respuesta, casi grito.
—No. No digas ni una palabra. No quiero oírla, ¿de acuerdo?
Sus ojos negros como el azabache pasan por mi cara.
—Un poco tensa ¿no? Para alguien que se esconde en mi bañera —Con una sonrisa
torcida, me dice en voz baja—: Te diré algo. Me daré la vuelta y podrás hacer lo que
quieras para que te...
Un barrido final de mis rasgos y luego:
—Sueltes.
GoR
Sueltes.
Bien.
¿Puedo matarlo? Quiero decir, ¿qué tan mala puede ser la prisión, en realidad? Te
dan comida gratis y una cama para dormir.
Exhalando un aliento de enojo que amplía su sonrisa, digo:
—Muy elegante. Estoy aquí para hacer mi trabajo, idiota. Sacando tu basura y
cambiando tus sábanas. Mis objetivos en la vida, ¿recuerdas?
Su sonrisa es reemplazada por un borde afilado de su mandíbula. Supongo que
69

todavía está enfadado por el hecho de que yo trabaje aquí.


Página

Únete al club, imbécil.


—Y, sin embargo, mis sábanas no están cambiadas y la basura sigue en el cubo de
basura.
Entrecierro los ojos ante él. Bueno, porque tiene razón. No he limpiado. Fisgoneé.
—No recuerdo haberte dejado entrar —continúa.
—Llamé a la puerta. No abriste.
—Eso todavía no explica cómo entraste.
Tengo este grave impulso de pasar de un pie a otro como si hubiera hecho algo
malo, lo cual hice.
—Tenía la llave.
—La quiero de vuelta.
—¿Qué?
—La llave. No te quiero en mi espacio.
Tiene razón. Realmente no la tiene. Soy una fisgona. Pero ¿hola? Después de todo
lo que me ha hecho a lo largo de los años, tengo el maldito derecho de revisar sus
cosas.
—Confía en mí, estar en tu espacio es lo último que quiero. ¿Quién sabe qué broma
me gastarás?
—Bromas.
Esa palabra en mi boca no sonaba tan peligrosa como en la suya. Es la forma en
que sus labios y su lengua se moldearon alrededor de la palabra y le dieron vida. Una
vida peligrosa y, de repente, me bombardean con todas estas ideas. De lo que puede
GoR
hacerme.
Al tragar, miro la curva de sus bíceps. Son enormes.
Podría aplastarme, si quisiera. Podía envolverme con sus grandes brazos, sujetarme
con su cuerpo, cubrirme y esconderme debajo de él. Y tomaría días para que alguien
me encontrara.
—Sí —Me aclaro la garganta, mis ojos siguen pegados a sus músculos ondulantes,
ya que mis pulmones se están quedando sin aire—. Si estás pensando en encerrarme aquí,
70

te haré saber que me están buscando. Mi amiga sabe que estoy aquí y si no me presento
para el almuerzo, llamará al 911.
Página

—Es bueno saberlo.


Su tono burlón me hace mirar a otro lado y a su cara.
—No estoy bromeando.
Un poco sí, pero él no necesita saber eso. Si no me presento para el almuerzo, Tina
pensará que aún estoy terminando mis deberes. Nadie va a venir por mí.
—Yo tampoco —dice—. Ahora, si has terminado de joder, quiero la llave de vuelta.
—No puedo darte la llave —digo, exasperadamente—. ¿Conoces a la Señora
Stewart? Es mi jefa y está muy rara con ellas.
—No me importa.
Imbécil.
Me agarro a los lados, como si protegiera las llaves dentro de mi bolsillo.
—No me van a despedir porque tengas problemas de privacidad.
En cuanto lo digo, me doy cuenta de lo que es esto. Mi peor temor es que se haga
realidad. Todo esto es una estratagema para hacer que me despidan.
Lo sabía.
Fijos sus ojos en mí, se inclina más. Prácticamente está colgando sobre mí, como una
sombra oscura.
—Hacer que te despidan es lo último que tengo en mente. ¿Dónde estaría la diversión
en eso? —dice, leyendo mis pensamientos y dejándome sin aliento.
Desconsiderado.
—Además, si quiero, puedo despedirte ahora mismo. En caso de que hayas olvidado
la conversación que tuvimos anoche, haz lo que te digo. Soy el jefe de tu jefe —Extiende
GoR
su brazo—. Dame las malditas llaves.
No parecía tan amenazador entonces como a la luz del día. Podría ser porque
anoche, estábamos al aire libre y ahora estamos aquí, tan cerca el uno del otro.
Con su cosa entre nosotros.
Como una marioneta, miro su brazo. Mi mirada se engancha a algo que no estaba
allí antes.
Es un tatuaje, una frase que recorre un lado de su muñeca: Puedo cruzar la línea.
—Nunca tuviste eso en la escuela... —Retrocedo.
71

—Dame las malditas llaves antes de que las coja —se escabulle, ignorando mi
Página

estúpida frase.
Le lanzo los ojos. Su ceño es feroz. Da miedo.
Mordiéndome el labio, saco las llaves de mi bolsillo y las dejo caer en su palma
abierta. Pero eso no es lo único que dejo caer. Mientras respiro profundamente aliviada,
pensando que ahora me dejará ir, mi otro puño se abre también.
Y sale el paquete doble de Marlboro que le robé.
Zach mira hacia abajo y luego hacia arriba, hacia mí. Debo parecer un animal
atrapado, con los ojos muy abiertos y la respiración jadeante.
Una corriente de escalofríos se enciende en sus ojos.
—¿Me estás robando, Blue?
—No.
—¿No?
Sacudo la cabeza, me da pánico.
—N-no.
Zach me mira el pelo. Está desordenadamente trenzado y alejado de mi cara
porque a la Señora S no le gustan los mechones sueltos.
—Entonces, ¿estás diciendo que algunas cosas cambian? ¿Ya no eres una ladrona?
Mi corazón late en mi pecho al mencionar la palabra ladrona.
Él y sus secuaces solían llamarme así en la escuela. De hecho, Zach empezó a
llamarme así desde el primer día que nos conocimos en detención. Todo porque le pedí
prestados los palitos de zanahoria a alguien sin preguntar. Los reemplacé al día
siguiente. No es que a nadie le importe eso.
GoR
Me relamo los labios sudorosos.
—No, no estaba robando.
Manteniendo sus ojos en mí, lanza las llaves sobre su hombro. Aterrizan en algún
lugar del suelo con un estruendo que me hace estremecer.
De alguna manera, el tener las dos manos libres ha hecho que la situación pase de
terrible a catastrófica.
—¿Sabes lo que les pasa a las pequeñas ladronas como tú? —pregunta, suavemente,
pasando sus ojos por mi cuerpo otra vez.
72

Un cuerpo que está explotando. Mi piel está enrojecida y llena de piel de gallina.
Página

—Te dije que no estaba robando —repito, pero con un poco más de calor.
Él me ignora, todo amontonado y alto.
—Se les castiga.
Oh, hombre ¿está creciendo justo delante de mis ojos?
Me burlo y pretendo ser valiente.
—¿Qué es esto? ¿Tu perversa fantasía? ¿Se supone que debo llamarte señor ahora?
En esto, Zach entra en la bañera y yo apenas, apenas, me las arreglo para no
chillar. Está acercando su peligroso y desnudo bulto aún más a mí.
No mires su cosa.
—Tal vez —responde a mi pregunta anterior—. Un poco de respeto serviría de mucho.
Ya que parece que tu destino está en mis manos.
—Si te acercas más, voy a gritar —le advierto.
—¿Si?
—No estoy bromeando. Y luego voy a demandar tu trasero por acoso sexual —
Asiento con la cabeza por una buena medida—. Así es, imbécil. Conozco mis derechos.
O lo haré. Tan pronto como salga de aquí, voy a buscar en Google la mierda de
esto.
Zach ladea la cabeza y sigue avanzando hacia mí.
—¿Quieres saber lo que voy a hacer con tu trasero?
Jesús.
Saco mi mano, con cuidado de no tocarlo.
—¿Puedes dejar de hacer insinuaciones sexuales? No estaba robando, ¿está bien?
GoR
Sólo estaba tratando de hacer tu vida un poco difícil.
Zach se detiene, se detiene repentinamente en su camino.
—¿Qué?
Admito que iba a tirarlas por el inodoro. Eso es todo. Cuando se calla, lo miro.
—Es justo. Después de todo lo que me has hecho.
Permanece en silencio, pero vigilando.
No hay ninguna expresión en su cara. Nada más que pura intensidad y no puedo
mirarlo. Está demasiado cerca. Demasiado grande.
73

Demasiado desnudo.
Página

Su olor y el calor de su piel me rodean como dos brazos fuertes y no puedo romper
su agarre.
Cuando lo siento inclinarse hacia mí, levanto los ojos en su dirección. Mi corazón
está en mi garganta, listo para salir volando cuando me doy cuenta de que en cualquier
momento podría tocarme.
Otra vez.
Dios mío, me va a tocar.
Estoy a punto de gritar cuando un gran torrente de agua cae sobre mi cabeza
como un peso pesado. Me lleva un segundo entender lo que ha pasado.
Zach acaba de abrir la ducha. Conmigo dentro de la bañera. Completamente
vestida y todo.
—Q-qué…
Cortando mis palabras confusas, él ordena.
—Vete.
No necesita decírmelo dos veces.
Temblando y tropezando, salto de la bañera. Mis botas salpican de agua y apenas
consigo mantenerme erguida en el suelo resbaladizo. El agua se desliza por mi pelo, mi
cara y mi uniforme está casi completamente empapado.
—Aquí.
Con su voz, me doy la vuelta, indignada y furiosa, lista para darle un pedazo de
ella. Pero Zach me lanza algo y, por instinto, lo atrapo.
—No te olvides de tomar esto.
GoR
Sin palabras, lo miro fijamente.
—Ahora vete a la mierda. No quiero ver tu cara por el tiempo que me quede aquí,
¿entendido?
Luego corre la cortina, dejándome con un vestido húmedo y pegajoso, agarrando
un paquete doble de cigarrillos Marlboro.
74
Página
Capitulo 7
Me está mirando fijamente.
Y haciendo ejercicio. Pero sobre todo mirando fijamente.
Iba de camino a la casa principal para la reunión diaria de la mañana cuando me
detuvo Grace y empezamos a charlar. Como siempre, Tina ya se había ido antes de que
yo me despertara.
A los dos segundos de la conversación, me di cuenta de una presencia. Como
cuando el aire es tan pesado, saturado y sabes que el sol va a quemar la tierra hoy.
El aire parecía lleno y rebosante, pero sabía que no era el sol.
Era él.
De todos modos, ahora mismo, está en la piscina haciendo flexiones. En nada más
que un par de pantalones negros mientras me ve hablar con Grace.
GoR
¿Cuál es su aversión a la ropa? ¿Por qué no puede hacer ejercicio con una camisa
o algo así? ¿Por qué tiene que poner sus... músculos esculpidos en exhibición?
Gente que quiere frotar.
Sacudo mi cabeza y descarto sus groseras palabras. Pero no puedo descartar lo
que está pasando delante de mí.
En cada flexión sus brazos se tensan y se abultan y creo que cada vez que esas
venas suyas se salen de su piel.
Lo que sea. No me importa.
75

Tampoco me importa el hecho de que esté brillando y puedo ver cada curva de
Página

sus hombros y su espalda. Incluso las gotas de sudor que se acumulan en esas crestas.
¿Por qué está trabajando con este calor, de todos modos? La casa principal tiene
un gran gimnasio, por el amor de Dios.
—Oye, ¿quieres caminar y hablar? —Interrumpo a Grace, en voz alta, apartando la
mirada de él.
Me mira como si hubiera perdido la cabeza.
—Está bien. Pero tenemos algo de tiempo antes de la reunión.
—Lo sé. Vámonos. Impresionemos a la Señora S con lo temprano que podemos llegar.
Grace sonríe. Tiene el pelo castaño claro y unos amables ojos marrones.
—Es por él, ¿verdad?
Empiezo a caminar y, con cada paso, siento que mis muslos tiemblan más de lo
normal. Todo mi cuerpo está rebotando más de lo habitual.
Es él. Me hace consciente de mi figura. Pensé que había olvidado todas las cosas
malas que sus secuaces me decían cuando me empezaron a crecer los pechos en el
noveno grado.
Pero eso es lo que pasa con el acoso, ¿no?
Nunca lo olvidas. Nunca. Podrías fingir que todo está bien ahora. Que ya no te
afecta, sus pequeños insultos y burlas. Que los años pueden haber opacado su efecto.
Pero me lo está devolviendo todo.
—¿Quién es él? —Le pregunto despreocupadamente.
—El nuevo Señor Prince.
El Señor Prince suena súper raro. Sólo pienso en él como Zach, el imbécil.
GoR
Decido caminar más rápido y no pensar en lo que eso le hace a mi cuerpo. Cuanto
antes me pierda de vista, mejor.
—No.
Ella se ríe.
—Vale. No me lo digas. Pero para que lo sepas, te estaba mirando fijamente.
Intento tragar, empujar saliva por la garganta, pero es como si mi corazón estuviera
atascado ahí y no se moviera.
Sé que me estaba mirando. Todavía lo hace. Puedo sentir sus ojos en mi espalda
76

mientras me alejo, tratando de no ser cohibida en mi propia piel.


Página

Tal vez ni siquiera esté pensando en mi cuerpo menos que perfecto. Tal vez está
pensando en cómo arruinar mi día como lo hizo ayer, cuando me roció con agua y
arruinó mi uniforme.
Tuve que correr de vuelta a la cabaña y buscar mi repuesto. Para cuando estuve
presentable de nuevo, la hora del almuerzo había terminado y tuve que ir a limpiar las
ventanas. Estaba casi muerta cuando salí para el día.
—No me importa —Digo.
—Lo entiendo —Luego se encoge de hombros—. Va contra las reglas, de todas
formas.
—¿Qué es?
—Ya sabes, relacionarse con la gente a la cual debemos servir.
Ella cita la palabra ‘’servir".
Me rio a carcajadas.
—Oh, Dios mío, eres adorable —La abracé de lado—. No habrá ninguna consorte
en lo que respecta al nuevo Señor Prince. Créeme.
Nadie lo odia más que yo.
En cuanto bajamos las escaleras de la entrada de servicio, huelo a pastel. Grace
camina hacia la sala de personal mientras yo me dirijo a la cocina. Necesito un trozo de
pastel después de toda esa mirada.
Antes de entrar en la cocina, grito:
GoR
—¡Maggie! Te quiero, ¿lo sabes? ¿Cómo supiste que quería pastel esta mañana? No
tienes ni idea de la mierda que ha sido mi semana...
Mis palabras se atascan en mi boca cuando lo encuentro a él, entre toda la gente,
en la cocina.
¿Cómo llegó aquí tan rápido? ¿No estaba afuera?
Zach está sentado en el rincón y Maggie se preocupa por él como si fuera un niño
pequeño. Tiene un trozo de mi pastel delante de él y acaba de darle un mordisco
cuando irrumpo.
77

Todavía está sudando por el entrenamiento. Pero, por suerte, se ha puesto una
Página

camisa. O más bien una camiseta con parches sudorosos que exhibe sus bíceps.
—Cleo —Maggie me envía un mensaje—. Siéntate.
No lo hago. Me quedo en el umbral, maldiciendo el destino. ¿Es así como será mi
vida desde ahora hasta que él se vaya? ¿Viéndolo en todas partes?
No quiero ver tu cara por el tiempo que me quede aquí.
¿Entonces por qué carajo está en el ala de los sirvientes?
Lo miro fijamente y me lo devuelve con una mirada fresca.
—¿Cleo?
—¿Eh? —Miro a Maggie—. Lo siento. Me voy a ir.
—¿Te he oído decir algo sobre una semana de mierda? —Maggie está cortando un
pedazo de pastel y lo está enchapando, probablemente para mí.
Con la mirada puesta en Zach, asiento con la cabeza.
—Sip. Súper mierda.
Sus labios se mueven.
—¿Por qué? ¿Qué ha pasado? —pregunta.
Entonces, entrecierro los ojos hacia él.
—Chinches.
—¿Qué?
—Uh-huh. Volvieron.
—¿Volvieron? ¿Qué quieres decir? Creí que habíamos llamado a los exterminadores
la última vez.
Otra cosa sobre nuestro pueblo: tenemos chinches, tanto en el lado sur como en el
GoR
norte. Probablemente sea por el calor. Y hace un par de meses, tuvimos una gran
explosión en Las Pléyades. La Señora S se asustó mucho.
—Lo sé. Yo pensaba lo mismo —Sacudo la cabeza lentamente—. Pensé que se
habían ido para siempre. Pero las malditas bastardas volvieron.
Zach baja el tenedor y mastica lentamente mientras me mira.
Sus ojos están encendidos y se mueven como la noche en que regresó. Se detienen
en mis pechos por unos segundos antes de bajar y hacer una pausa en mi vientre.
Estoy cubierta de arriba a abajo, pero sus ojos me hacen sentir... desnuda. Me
78

hacen sudar. Soy muy consciente de las gotas que se deslizan por mi columna e incluso
Página

por mi estómago. Juro que por la forma en que me mira, puede ver esa gota cayendo
en mi ombligo.
—Oh, Dios. Nora va a ser muy infeliz —dice Maggie y deja mi pastel justo enfrente
de Zach—. Ven, siéntate. El Señor Zach está desayunando.
La miro y decido, por qué no. ¿Por qué debería dejar mi pastel sólo porque el
Maestro Zach está aquí?
Caminando hacia la mesa, le respondo a Maggie.
—Lo apuesto. Yo también soy infeliz. De hecho, estoy indignada.
Llego a la mesa y saco la silla. Mirando a Zach, digo:
—Malditas sanguijuelas chupasangre.
Entonces escarbo en mi pastel y escucho una suave risa.
***
Chinches.
Habría sido una pequeña broma maravillosa.
Sin mencionar que conozco a un tipo en el lado sur que podría haberme
conseguido algo. Por el precio adecuado, podría conseguir cualquier cosa. Pero sus
honorarios eran un poco altos esta vez: yo. Él quería engancharse a mí.
Como si...
No estoy tan desesperada por hacerle la vida difícil a Zach, muchas gracias.
Así que tengo un nuevo plan y lo estoy ejecutando ahora mismo.
Tengo el turno de noche en la casa principal esta noche, lo que significa que
GoR
dormiré en una de esas salas de guardia y es la oportunidad perfecta. Aunque estoy
agotada después de un turno de día completo y luego cuidando a Art hasta que Doris
esté en casa, voy a hacer esto.
Estoy en la cocina que está iluminada por las luces nocturnas habituales. Y en mi
mano hay una botella de laxante. Lo compré en la tienda cuando Tina y yo fuimos a
hacer la compra.
Durante los últimos tres días, Maggie ha estado haciendo las cosas favoritas de
Zach, todas ellas dulces y todas ellas también mis favoritas y así, ha estado desayunando
79

en la cocina. Lo que significa que come un poco y me mira mucho, arruinando mi mojo 6.
Página

Es hora de una pequeña venganza.


Dios, me encanta la venganza.

6 Salsa o caldo de un guiso en el que se puede mojar pan


Sé de buena fuente que Maggie ha hecho natillas de frutas al estilo inglés para
Zach. Bueno, ella me lo dijo. Y está en un recipiente blanco que pesco y pongo en el
mostrador.
Odio desperdiciar la buena comida, así que meto un dedo y pruebo la deliciosa
bondad antes de que se vaya para siempre.
Me quejo. Es la cosa más sabrosa que he puesto en mi boca. Lástima que tenga
que ser arruinada.
Abriendo el frasco de laxante, echo un poco en el flan y luego lo revuelvo con una
cuchara. Perfecto.
—Esto es por arruinar mi uniforme ese día, imbécil. Y por todas las cosas que vinieron
antes —susurro al cuenco antes de volver a ponerlo.
Pero cuando me doy la vuelta, escucho un chillido que me hace gritar y doy una
palmada en la pared junto a la nevera para encender la luz.
La habitación se inunda con un resplandor y me toma un momento para acoger a
la persona que causó todo el alboroto.
Es un rostro que no he visto en un par de años. Es un rostro que ni siquiera me
gustaba al principio. Tiene sentido que lo vea ahora que Zach ha vuelto.
GoR
Es Ashley Howard.
Había rumores de que Zach y Ashley eran un objeto y que sus familias querían que
se casaran en el futuro. Tal vez lo hagan. Ambos se merecen el uno al otro. Ashley Howard
es para el príncipe Zachariah lo que Bellatrix Lestrange fue para Lord Voldemort.
Ella fue la que escondió mi ropa y envió a los chicos al vestuario aquella vez.
Ahora mismo, sus ojos están muy abiertos y tiene una botella de vino en sus manos.
—¿Cleopatra?
80

Suspiro.
—La única e incomparable.
Página

Ella se acerca más. Llevo un camisón azul; bueno, llevo el camisón azul, con el escote
y el dobladillo de encaje. Era de mi madre. Tengo una bata sobre él, pero no está atada
y me estoy arrepintiendo de eso.
—Escuché que estabas trabajando aquí —Ella sonríe mientras se pone de pie ante
mí—. Supongo que los rumores eran ciertos.
—Supongo que sí.
Ashley tiene un vestido negro ajustado y se ve un poco inestable en sus pies.
Probablemente por cortesía de la botella de vino en sus manos. Su pelo rubio está atado
en un intrincado nudo que nunca, ni en mil años, podré copiar y sus tacones altos le dan
una ventaja sobre mis pies desnudos.
Mirándome de arriba a abajo, me comprueba. No de una manera sexual, sino más
bien de una manera en la que mi figura es algo a lo que hay que mirar.
—No has cambiado nada, ¿verdad?
Me mantengo firme.
—Y tampoco tengo la intención de hacerlo.
Ves, es fácil decir estas cosas.
Le he dicho estas cosas muchas veces. Pero eso no significa que sus excavaciones
en mi cuerpo no hayan hecho un hogar dentro de mí. Durante mucho tiempo, mientras iba
a St. Patric, me sentía avergonzada de mi figura, aunque sabía que no debería haberlo
estado.
Y desde que Zach regresó, esas inseguridades han regresado rápidamente.
—Así que tú eres la que... —Toma un sorbo de su vino directamente de la botella—.
GoR
¿La criada? Como, ¿limpias y sacas la basura?
Me ruborizo y aprieto los puños.
Concedido, no me gusta este trabajo, pero no hay que avergonzarse de hacerlo.
Este no era mi plan, pero está bien. Hay un honor en el trabajo honesto.
Como tampoco es una vergüenza tener curvas.
Mantengo mi cabeza en alto, desafiante.
—Sí. Ese tipo de cosas. Entonces, ¿qué estás haciendo en estos días?
Se ríe y agita un brazo en su frente.
81

—De fiesta —Luego sobriamente—: Estoy en la universidad.


Página

Abro los ojos en un simulacro de excitación.


—De ninguna manera. Entraste en la universidad —Aplaudo—. Entonces, ¿por qué no
estás en la universidad ahora mismo?
Ashley tiene una especie de mirada, pero su propensión a la bebida lo hace un
poco difícil.
—Porque Zach está aquí. ¡Oh! Supongo que Zach es tu jefe ahora. Entonces, ¿cómo
lo llamas? ¿Señor Prince?
Ahí está otra vez. Ese estúpido nombre con el que la gente quiere que me dirija a
él.
No. Lo llamo imbécil.
Esta vez su brillo es perfecto, como solía ser.
—Ya que estás aquí, ¿por qué no me traes un vaso para esto? —Hace un gesto
hacia la botella.
Bien. La criada bromea.
—Estoy fuera de servicio. ¿Por qué no te ayudas a ti misma por una vez?
Intento irme, pero ella me lo impide. Me observa un ritmo y estoy a punto de decirle
que se retire cuando siento algo. Algo frío y líquido salpicando mi pecho. Es su vino.
Está derramando su vino en mi frente con una sonrisa maliciosa.
Estoy congelada, completamente paralizada.
No puedo creer que esté mojando el camisón de mi madre con vino tinto.
Cuando la botella está vacía, ella inclina la cabeza hacia un lado.
—Desearía poder ayudarme a mí misma, pero soy un poco torpe. Y parece que
GoR
también me he quedado sin vino.
No puedo decir nada. Todavía no.
No cuando puedo sentir las gruesas gotitas de vino que se deslizan por mi pecho.
—Yo diría que lo siento por eso —Ashley hace un movimiento hacia la mancha roja
que se está filtrando lentamente en la tela—. Pero creo que te da un buen color. No creo
que el azul sea lo tuyo en absoluto.
Para probar su punto, me mira el pelo. Está suelto y cayendo por mi espalda como
mi madre solía hacerlo cuando estaba viva y venía a mi habitación a arroparme por la
82

noche.
Página

—Sí, el azul no es tu color.


Respiro profundamente, pero todo lo que hace es mover mi pecho, haciendo que
las gotas se deslicen más rápido. El camisón está pegado a mi piel, pesado y húmedo y
mi corazón está ganando velocidad. Está latiendo como si estuviera loco.
Se da la vuelta y coloca la botella de vino en la isla.
—Tal vez intente algo más para variar. Como, no sé, volver a tu color de pelo normal
y comer menos. Y sí, usar algo que no sea tan de los ochenta.
Eso es todo.
Eso es el colmo.
Un gruñido se eleva en mi garganta y doy un paso hacia ella. Veo un destello de
sus ojos que se abren antes de que una voz retumbe en la habitación.
—¿Qué carajo está pasando?
Su voz.
Es duro e invade el aire que nos rodea.
Azoto mis ojos hacia donde él está parado en el umbral. Tan pronto como nuestras
miradas chocan, él se mueve hacia mí.
En el fondo, puedo oír crujidos y más movimientos. Pasos. Supongo que despertamos
al personal de guardia. Pero eso no me importa. Y tampoco me importa el hecho de que
Ashley salte hacia él y enrolle sus manos como garras alrededor de su bíceps.
—¿Qué demonios está pasando? —pregunta de nuevo con el ceño fruncido.
Levanto mi barbilla.
—¿Por qué no le preguntas a tu novia?
GoR
Ashley va a decir algo, pero Zach le echa una mirada y su boca se cierra.
—¿Qué coño estás haciendo aquí?
Ashley hace pucheros.
—Juro que tu casa es tan jodidamente confusa. Me perdí.
—Ayuda si estás sobria —dice Zach en serio. Incluso enojado.
Pero se ríe como una idiota, o más bien como una idiota borracha.
En serio, ¿qué tan cliché puedes actuar?
—Y luego —Se vuelve hacia mí, mirando la mancha roja de mi camisón—. la encontré.
83

Zach se enfoca en mí, sus ojos se dirigen a mi cara.


Página

—¿Estás bien?
Es una pregunta simple pero no puedo responder. Me quedo ahí, mirándolo como
si hubiera olvidado todas las palabras.
Tal vez porque su voz se había vuelto íntima y baja cuando hizo la pregunta. O
podría ser porque es la segunda vez que me pregunta eso. Esta pregunta surrealista.
Como si le importara lo que me pasa.
Antes de que pueda reunir mi ingenio, Ashley comienza a hablar y le dice lo
irrespetuosa que he sido con ella y que debería ser despedida por insubordinación.
Cuando se detiene, los ojos de Zach se mueven más abajo y, por primera vez esta
noche, me doy cuenta de que el camisón de mi madre es ligero y está hecho de algodón.
Y tiene un escote pronunciado y Zach puede ver todo eso.
—¿Qué le pasó a tu vestido? —pregunta.
Me cierro la bata, escondiendo mi camisón. No quiero que mire mi ropa arruinada.
Su mirada hace que todo sea peor, más pegajoso.
—No importa. Tengo que trabajar mañana y necesito ir a dormir.
Y necesito que mi madre y mi padre vuelvan.
Debería irme ahora que todo ha terminado pero mis piernas no se mueven. Están
atrapadas por el repentino pensamiento en mi cabeza.
Normalmente, soy buena enterrando todo dentro y haciendo lo que hay que hacer.
Estoy bien con poner una fecha a mi jodida enfermedad. Retrasar el tratamiento hasta
GoR
que recupere mi casa.
Pero aquí, delante del tipo que siempre me ha atormentado y gustado, me siento
tan sola. Nunca les dije a mis padres sobre el acoso y las bromas, pero ahora, la elección
me ha sido quitada. No podría decírselo, aunque quisiera.
Ya no están aquí.
No hay nadie que me salve. Del mundo.
De él.
84

—¿Estás llorando? —pregunta con el ceño fruncido.


A su pregunta, me doy cuenta de que sí, lo estoy. Y así como así mis lágrimas se
Página

convierten en algo caliente. Algo como la ira, porque qué carajo estoy haciendo,
mostrando debilidad frente a él.
—No, no lo estoy —le digo con una voz clara y severa—. No estoy llorando.
Especialmente delante de gente a la que le importa un carajo.
Me dijo eso una vez, en realidad.
¿No te enseñó tu madre a no llorar delante de gente a la que le importa un carajo?
Aunque fue hace años, puedo ver que él también lo recuerda. Sabe de lo que estoy
hablando. Está en la forma en que me mira, con tanta intensidad.
Tal... conexión.
Como si compartiéramos algo.
Odio eso.
Odio que compartamos una historia. Odio que siempre sea parte de mi vida.
Siempre será dueño de un rincón de mi alma.
—¿Es el vestido? —pregunta.
Este es el momento en el que Ashley dice:
—Oh, por favor, no seas una bebé. Fue un error honesto y es sólo un vestido —
Entonces, ella murmura en voz baja—: Y no es muy bueno.
El gruñido que se ha estado acumulando dentro de mí finalmente se escapa.
—¿Qué acabas de decir? —Entrecierro los ojos porque estoy harta de ella.
Estoy harta de todos. Voy a reorganizar su cara.
Se estremece ante mi pregunta.
—¿Perdón?
GoR
Creo que oigo jadeos.
Yo tenía razón. Los miembros del personal están levantados y probablemente estén
viendo este altercado ahora mismo. Pero nadie se atreve a entrar en la cocina. Tal vez
porque el Señor Prince está aquí.
A la mierda. No me importa quién esté mirando; no me voy a echar atrás.
Doy un paso amenazador hacia ella.
—Dilo otra vez. Te reto.
Ashley retrocede.
85

—Has perdido la cabeza.


Página

Me río.
—Y vas a perder los dientes ahora mismo.
Con eso, me lanzo a ella, o lo intento.
Pero de repente, Zach me tiene de rehén. Sus dedos están envueltos alrededor de
mis bíceps y mi cuerpo está al mismo nivel que el suyo.
—Es suficiente.
Incluso a través de los gritos y jadeos de la gente a mi alrededor, definitivamente
todos están mirando, escucho su bajo gruñido. Esto inflama mi ira.
—Suéltame.
—No hasta que te hayas calmado.
Yo lucho contra su agarre, pero todo lo que hace es apretar su mandíbula y
flexionar su agarre alrededor de mis brazos.
—Juro por Dios, Zach, déjame ir o gritaré por toda esta maldita casa.
Sus ojos negros brillan.
—Es la segunda vez que me amenazas con eso. Sigue así y te daré una verdadera
razón para gritar.
Zach parece amenazador, mirándome con desprecio. Sus palabras resaltan el
hecho de que es más grande y fuerte de lo que era hace tres años. Cada músculo de
su cuerpo está amontonado y apilado, lleno de poder. Y mi frente está destrozado por
el suyo.
Yo trago. Con verdadero miedo.
Nadie se atrevería a dar un paso adelante si decide hacer algo. Ni una sola
GoR
persona. Los sirvientes no tienen poder sobre los ricos.
—Déjame ir —digo con los dientes apretados.
Sus pestañas imposiblemente gruesas parpadean mientras estudia mi cara, mi cuello
-haré que la vena que late rápidamente allí se ralentice para no mostrar miedo- y luego,
finalmente, sus ojos se posan en mi pecho. Afortunadamente, está cubierto con la bata.
Me deja ir y yo doy un paso atrás. Mis bíceps han perdido sensibilidad bajo la
fuerza de su agarre y desearía poder alcanzarlos y frotar mis nervios, pero lo que dice
a continuación me detiene.
86

—Haré que te cambien el vestido.


Página

Mi aliento se atasca en mi garganta y casi se convierte en un hipo. ¿Acaba de


decir casualmente que reemplazará lo único que me queda de mi madre muerta?
—Harás que lo reemplacen —respondo en voz baja.
—No debería ser tan difícil encontrar un reemplazo.
Sus labios apenas se mueven cuando lo dice. Es tan poco importante para él que
su cuerpo ni siquiera pone el esfuerzo en las palabras.
Soy consciente de que no sabe la importancia de mi vestido. No sabe que era de
mi madre ni cómo me aferro a él todas las noches, buscando tontamente su calor, su
presencia. La tela ya ni siquiera huele a ella; la he lavado demasiadas veces.
Pienso tontamente que, si tengo algo suyo conmigo, tocando mi piel, no se ha ido
realmente. Ella está aquí, cuidando de mí.
Zach no sabe nada de eso. Y tampoco Ashley.
¿Pero les importaría realmente, incluso si lo hicieran? ¿Les molestaría realmente, les
haría sentir culpables de haber arruinado la última cosa que significaba el mundo para
mí?
—Así que este es el asunto, Zach, a menos que puedas traer de vuelta a los muertos
por arte de magia, va a ser muy difícil encontrar un reemplazo —Le digo con la garganta
llena de tantas emociones que me estoy ahogando en ellas.
» Perteneció a mi madre. Murió el año pasado en un accidente de coche. Mi
padre también. Estaban regresando de su cena de aniversario. Mi padre pensó que
sería un buen regalo para mi madre, dado que nunca la llevó a ninguna parte porque
GoR
no teníamos el dinero. Estoy segura de que lo sabes porque tú y tus secuaces no me
dejaron olvidarlo.
» No me dejaste olvidar que vengo del otro lado de la línea. El lado de la basura.
Pero, de todos modos, mi padre había conseguido un gran trabajo pintando una iglesia
en el pueblo de al lado y pensó ¿por qué no? ¿Por qué no la saco y hago algo bueno
por ella? Así que se fueron. Pero nunca volvieron.
» Ayudé a papá a planearlo todo. Además, yo también tenía buenas noticias. Iba
a decirles que después de la graduación, me iba a ir en un viaje por carretera a través
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del país. Mi mamá habría estado extasiada. Siempre quiso salir de esta ciudad, pero
Página

nunca pudo. Así que, en cierto modo, estaba cumpliendo su sueño.


» Murieron porque mi padre quería darle algo especial. Algo que nunca tuvo y que
ustedes dan por sentado —continúo con manos de puños y ojos punzantes—. Algo que
la mayoría de ustedes no merecen. Porque nunca levantas un dedo para ganar algo. Ni
siquiera cambian sus propias sábanas. Ni siquiera puedes poner tu ropa en el cesto y,
de alguna manera, la gente como tú puede gobernar el mundo entero.
Respiro profundo y miro sus ojos negros. Son brillantes, penetrantes y si los dejo, me
succionarán y me ahogarán.
—Así que no quiero que lo reemplaces porque no puedes. Todo lo que quiero que
hagas es que me dejes ir para que pueda dormir bien y volver a trabajar para ti, para
que puedas ser un gran abusador y potencialmente arruinar vidas.
No tengo ni idea de dónde tengo la energía para decir todas esas cosas. Y por
qué me molesté en decirle esto.
Pero como sea. Lo dije y ahora, necesito ir a llorar en mi almohada.
Al alejarme de ellos con mi vestido pegajoso, miro hacia arriba y encuentro a todos
mirándome. Están Grace y Leslie. También está Maggie. Todos me miran con lástima.
La Señora S no está a la vista. Pero estoy segura de que las noticias viajarán y ella
se enterará mañana.
Tal vez estoy realmente despedida después de esto.
Pero parece que no me importa. Quiero acostarme. Me siento pesada como mi
vestido mojado. Un poco muerta también, supongo.
GoR
Me dejan ir sin decir una palabra y cuando llego a mi habitación para pasar la
noche, me acurruco y abrazo la almohada, llorando en ella.
88
Página
Capitulo 8
El príncipe oscuro
Hay una pequeña botella en el mostrador.
Dejando a Ashley atrás, voy y la recojo. Laxante.
Probablemente le pertenece a ella. Suspirando, inclino la cabeza antes de
embolsarla.
—Piérdete —le digo a Ashley.
—¿Qué? —pregunta confundida.
Me doy la vuelta y la enfrento.
—Piérdete.
—Pero Zach…
—Vete a la mierda.
GoR
—¿Estás haciendo esto por ella? —Ashley pregunta, mirándome con ojos suplicantes.
Hubo un tiempo en que mi padre quería que me casara con ella. Esa fue una razón
suficiente para que me la cogiera, le robara la virginidad en un motel barato y la dejara
dormir en la cama.
Sólo para fastidiar a mi padre. Cualquier cosa para molestar a mi padre.
Pero subestimé a la princesa rubia y virgen. Ella nunca se fue realmente. Se quedó
por ahí, año tras año, viéndome follar con otras chicas. Siempre con otras, nunca con
ella.
89

Nunca entendí por qué, pero creo que ahora sí.


Página

Ella me ama. A su manera, me estaba dando tiempo para sembrar mi avena salvaje.
Ella todavía piensa que terminaremos juntos algún día.
Pobre Ashley.
—Esto ya no es St. Patrick —digo.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Significa que dejes de ser una perra y que crezcas de una puta vez.
Sus ojos destellan fuego.
—¿Perdón?
Sacudo la cabeza.
—Jesús, ¿cuánto has bebido?
Ashley se retira como si la hubiera abofeteado. Bien podría haberlo hecho. Beber
solía ser mi forma de afrontarlo hace tres años... no estoy seguro de que se me permita
predicar sobre ello. Eso y mi motocicleta.
—¿Estás... estás de su lado? —casi grita como respuesta— ¿Viste cómo estaba? Ella
iba a atacarme.
—Y estoy pensando que no debería haberla detenido.
Ashley está herida. Sus labios picados por abejas tiemblan.
—¿Por qué lo hiciste, entonces?
—La habrían despedido y tú no vales la pena.
Una lágrima real se desliza por su mejilla.
No es que quiera hacerle daño a Ashley deliberadamente. No ha hecho nada que
no hubiera hecho en la escuela.
GoR
Es sólo que no quiero tener nada que ver con ella o con la gente mayor o con
todas las cosas que hicimos en la escuela.
—Ashley, mira…
—Has cambiado —me corta, mirándome como si me hubieran crecido dos cabezas
o algo así—. No puedo creer que después de todos estos años, la defiendas. A ella.
Cleopatra. ¿Recuerdas cuánto la odiábamos? ¿Cómo no pertenecía a nosotros? ¿La
forma en que nos respondía? Y no está mejor ahora. Es una maldita criada. Una criada,
Zach. Nada de ella ha cambiado.
90

Sí, nada de ella ha cambiado.


Página

Blue sigue siendo la misma. Fuerte, valiente... brillante. Rebosante de tanta vida que
es difícil mirarla.
Pero aun así miré.
La vi humillarse durante años. Vi como la empujaban, la insultaban, se reían de ella.
Durante años, fui su abusador.
No soy un fanático de las palabras o las letras ni nada. Nunca lo he sido.
Pero abusador es la palabra que más odio. La odio tanto que podría ser una
persona viva y que respira.
Una persona a la que quiero estrangular y ahogar la vida.
—No la estoy defendiendo. Nunca la he defendido —le digo a Ashley—. Sólo te estoy
haciendo saber cómo son las cosas.
—¿Qué te hicieron en Oxford? —Ashley reflexiona.
—Esa es la cosa. Nunca estuve en Oxford. Nunca he estado en el Reino Unido.
Estuve en Nueva York, estrellándome en sofás de desconocidos.
Y darme cuenta de que el mundo es un lugar mucho más grande de lo que mi padre
me hizo creer. Un lugar donde la gente me mira como si valiera algo, aunque sólo sea
un desertor de la escuela secundaria.
Mi padre cagará un ladrillo cuando se entere de esto, de que he revelado el
secreto. El hijo pródigo no estaba en Oxford sino en cuclillas en edificios como un
vagabundo sin hogar.
No te estás esforzando lo suficiente, Zach.
Eres realmente tonto, ¿no?
GoR
Nunca llegarás a nada si ni siquiera puedes escribir bien tu nombre.
Pero eso no es nada nuevo, ¿verdad? Ha estado cagando ladrillos desde que
descubrió que su perfecto hijo pequeño tiene largas y profundas grietas.
Sé que el personal sigue aquí, vigilando todo. En Las Pléyades es difícil guardar
secretos. Hago contacto visual con una de pelo castaño y pequeña.
—Acompáñala a la salida. Está demasiado borracha para caminar sola.
Ashley grita mi nombre y me doy la vuelta para enfrentarla por última vez.
—Nunca vengas aquí sin ser invitada. Y no acoses al personal. No te va a gustar
91

cómo reaccione la próxima vez. Sólo una advertencia justa.


Página

Con eso, me voy.


Me meto la mano en el bolsillo y envuelvo mis dedos alrededor de la botella de
laxante. Me viene un dolor de cabeza; necesito un maldito cigarrillo.
Pero ¿adivina qué? No puedo conseguir ninguno. Porque alguien me los robó.
Mis dedos se aprietan alrededor de la botella en la frustración.
Maldita ladrona.

GoR
92
Página
Capitulo 9
No me despiden.
Sin embargo, la Señora S se entera de mis aventuras nocturnas. Ella me deja ir con
una advertencia. Es un shock, pero supongo que sé la razón.
Lástima.
La lástima es la razón. Lo veo reflejado en los ojos de todos. Maggie, Leslie, Grace,
incluso Ryan. Todos ellos me han estado dando sonrisas tristes y compasivas.
Es como si mis padres hubieran muerto de nuevo y yo tuviera que ir a la morgue a
identificar sus cuerpos. Y luego, es como si el banco me hubiera quitado la casa otra
vez por todas las deudas y los pagos atrasados. Ahora, tengo semanas de rogar hasta
que me den otra oportunidad de hacer un pago parcial.
Es la historia que se repite sin repetirse realmente.
Así que estoy feliz de que me envíen a mis tareas diarias. Sólo que Tina está
asignada a trabajar a mi lado y para cambiar la pena, le digo que Ryan me está
GoR invitando a salir.
—¿Qué carajo te pasa?
Y esa es su reacción cuando le digo que me negué a salir con él.
—Nada —Me encogí de hombros, empujando el carro de la limpieza mientras
caminábamos por uno de los pasillos de la torre dos—. No me pasa nada. No puedo ir.
—Ni siquiera es una pregunta, Cleo —dice, deteniéndose y poniendo sus manos en
las caderas.
—¿Sabes que pareces una madre cuando haces eso? —Pregunto.
Ella cruza los brazos sobre su pecho y luego me lanza una mirada severa.
93

—No ayudando la situación de la madre allí —canto y sigo empujando el carro.


Página

Ella saca la mano y agarra el mango, deteniendo nuestro progreso de nuevo.


—Tienes que ir. Vas a ir.
Suspirando, pongo los ojos en blanco.
—No puedo. No tengo tiempo.
—Lo siento, ¿qué?
—Trabajo todo el día y luego...
—¿Y luego qué?
—Doris podría necesitarme para cuidar de Art. Es vieja y se cansa fácilmente.
Además, estoy dando clases de puñetazos a Art. ¿Sabes que lo están acosando en su
escuela? —Sacudo la cabeza—. En serio. ¿Qué le pasa al mundo? ¿Cómo es que esta
gente, estos malditos abusadores, incluso duermen por la noche? ¿Creen que está bien
atormentar a la gente? ¿Está bien asustarlos? ¿Los hace sentir más grandes? Como, ¿en
serio? ¡Dios! El mundo está jodido, Tina. A veces pienso que debería ir y poner el miedo
de Dios en esos niños. Confía en mí...
—Deja de hablar.
—¿Qué?
Tina pone sus manos sobre mis hombros.
—Sólo detente. No vas a poner el temor de Dios en los niños, ¿de acuerdo? Respira
hondo.
—¿Qué?
—Hazlo.
—Bien. Aquí —Una respiración profunda después—: ¿Estás feliz?
—No particularmente. Pero creo que esto servirá. Ahora, repite después de mí: Me
llamo Cleo y voy a vivir mi vida.
GoR Cuando le pongo los labios encima, ella me mira.
—Me llamo Cleo —repito las palabras—. Y voy a vivir mi vida.
—Y voy a tratar de encontrar la felicidad por mí misma.
Aprieto los dientes.
—Y voy a tratar de encontrar la felicidad por mí misma. Pero. No puedo ir. —Cuando
parece que va a protestar, casi grito—. Ya sabes por qué.
—¿Por qué?
—¿En serio me estás preguntando esto?
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—Sí.
Página

—No puedo ir porque... —Miro al techo—. No puedo entrar en un coche.


—¿Está bien?
—¿Qué te pasa? No puedo entrar en un coche. Vomito, ¿recuerdas? Me da
claustrofobia. No puedo... Mis padres murieron en un accidente de coche. No he tocado
mi auto, el auto que solía amar, en un año. ¿Cómo crees que voy a llegar a esta cita?
Ryan va a querer recogerme y yo no puedo.
Tina me mira como si estuviera loco.
—Eso no es ni siquiera —Ella levanta las manos—. Eso ni siquiera es una excusa. Toma
el autobús.
Un punto legítimo.
—Pero...
—No. No hay peros. Vas a salir con Ryan. Fin de la discusión.
—Yo…
—Mira, no puedes dejar de vivir, Cleo. No puedes. ¿Recuerdas lo que me dijiste
sobre Neal? ¿Por qué saliste con él en primer lugar?
Testaruda permanezco en silencio.
—Saliste con él porque querías saber qué se sentía. Lo que se sentía estar
enamorada de un chico. Porque lo único que sentías por un chico era odio. Mira lo que
pasó anoche, Cleo. Tú explotaste. Tienes tanta ira y tristeza dentro de ti por lo que te
pasó en St. Patrick. Necesitas seguir adelante.
Las lágrimas llenan mis ojos y no sé cómo detenerlas.
—Desde que Zach volvió, has estado muy nerviosa. Has sido consumida por él. Todo
lo que haces es pensar en él y en lo que te va a hacer. Lo que puedes hacerle. Es lo
único que tienes en mente.
Ella tiene razón.
GoR
El tipo que odio es lo único que tengo en mente. Es lo primero en lo que pienso
cuando abro los ojos por la mañana. Es lo último que veo cuando los cierro. Ni siquiera
me deja sola en mis sueños.
Es peor que lo que fue en St. Patrick. Cuando la escuela terminó, tuve que cruzar la
línea y volver a casa. Esa línea invisible entre el lado sur y el norte me protegió de él.
Pero ahora vivo donde él vive.
Hay una conciencia constante de que él está cerca. Mi corazón siempre está listo
para latir al menor olor de él. Las mariposas agitan sus afiladas alas, haciéndome sangrar
por dentro. Mis pulmones siempre están a punto de perder aire.
95

Estoy obsesionada con él, con la forma en que lo odio, con la forma en que me
hace sentir.
Página

—No sé...
—No te estoy culpando —dice Tina—. Nunca te culpé. Él es el imbécil. Él es el malo
en esta situación. El abusador. ¿Pero no crees que es hora de dejarlo ir? No lo dejes
ganar, Cleo. No dejes que arruine la más mínima oportunidad de encontrar el amor o de
tener una cita maravillosa. Ryan es increíble. Tus padres lo amaban, ¿recuerdas? Ve. Vive
tu vida. Te mereces la felicidad. Mereces aliviar el dolor. Mereces enamorarte.
Sí, lo sé.
Desde luego, desde luego que sí.
Cuando Zach se fue, pude haber tenido una cita. No es que la gente me estuviera
pidiendo citas en St. Patrick, pero, aun así. No estaba allí para arruinármelo. Pude
haberme besado y besado, incluso perder mi virginidad. Podría haber hecho todas esas
cosas, pero nunca lo hice. Por alguna razón, nunca entró en mi mente.
Pero Tina tiene razón. Otra vez.
Merezco enamorarme y descubrir lo que tuvieron mis padres. Estaban tan
enamorados el uno del otro. Como asquerosamente enamorados y siempre pensé que un
día encontraría a alguien de quien enamorarme locamente también.
Sonriendo, me limpio las lágrimas y asiento. Pero antes de que pueda decir algo, mi
mirada cae sobre él.
El tipo del que hemos estado hablando.
De alguna manera, olvidé que aquí es donde está su habitación. Lo cual es
estúpido porque íbamos a hacer las ventanas justo al lado.
Zach se apoya en el marco de la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho
y los ojos sobre mí.
Está sudando y la única prenda que lleva en el cuerpo es un par de pantalones
de deporte. Cuelgan tan bajo que muestran más de lo que esconden. A saber, esa V
profunda de su pelvis esculpida. Pero lo peor y más perturbador es un indicio del mechón
GoR de pelo oscuro que desaparece bajo la cintura.
No quiero pensar a dónde lleva y cuánto tiempo ha estado ahí o si ha oído algo
de la conversación que tuvimos Tina y yo.
Y tampoco quiero pensar en el chisme que viajó esta mañana, junto con mi crisis de
medianoche.
Daba tanto miedo, lo juro. Y entonces, me miró y me dijo que la acompañara a la
salida; está borracha. Oh, y no puedes olvidar la última cosa que le dijo: no vuelvas
aquí sin invitación. Fue el momento más perfecto. Fue perfecto. Te defendió totalmente,
Cleo.
96

Grace, que raramente chismorrea o se anima sobre algo, se lo contaba a todos en


la reunión de la mañana -animadamente- y todo lo que podía hacer era escucharla
Página

mientras me quedaba sin aliento.

Me defendió. Mi abusador me defendió.


Es imposible. No me lo creo.
Pero no puedo evitar que me quede sin aliento otra vez. Porque está caminando
hacia mí.
Lento, pasos sueltos.
Pensaría que su paseo fue casual. Pero sus ojos, que están centrados en mí, hacen
que todo sea depredador.
Algo desde lo más profundo de mi ser me hace dar un paso atrás como si fuera su
presa. Una buena y pequeña presa, huyendo del depredador como debería.
Tina se da cuenta de mi distracción y se da la vuelta para ver qué la causa. Me
toma del brazo para evitar que me retire, pero le digo que se vaya.
—¿Qué?
—Deberías irte —le digo de nuevo, mirando a Zach, que sigue avanzando sobre mí
y a ella—. Puedo manejar esto.
—Pero Cleo...
—Estaré bien.
Zach se cierne sobre nosotros ahora, o más bien sobre mí. No le ha ahorrado a Tina
una mirada, pero se dirige a ella, todavía me mira.
—Ella tiene razón. Estará bien. Piérdete.
Tina traga mientras él lo mira.
—Si haces algo…
—Chinches —raspa—. Necesito hablar con ella sobre las chinches. Ahora, lárgate.
GoR
Yo también trago, pero por el bien de Tina, le doy una pequeña sonrisa.
—Ve a tomar un descanso. Iré a buscarte en un rato.
Con una última mirada a los dos, Tina se va.
Y entonces, sólo somos él y yo.
Zach reanuda su avance y yo vuelvo a retroceder.
¿Por qué sigo retrocediendo como si le tuviera miedo? Como si no pudiera
enfrentarlo.
Finalmente, me golpeo contra la pared.
97

Mi columna vertebral siente los ladrillos ásperos y fríos y miro a mi derecha. El


corredor está desierto. No está tan aislado como lo estaba la bañera, pero aun así
Página

parece un callejón oscuro y sombrío.


Zach se detiene justo delante de mí, sus músculos rojos todos magnificados y, de
alguna manera, más realzados que hace unos días cuando lo vi desnudo. Pone sus dos
brazos a cada lado de mi cabeza, asomándose sobre mí.
Está tan cerca que puedo ver el sudor brillando en su frente.
—¿Qué es lo que quieres?
—Tu vestido —dice y yo me clavo las uñas en la pared—. ¿Va a estar bien?
No me esperaba esto. No esperaba que hablara de mi camisón arruinado.
Fue el momento más perfecto. Fue perfecto. Te defendió totalmente, Cleo.
—Camisón —le digo con una voz que coincide con la suya, por alguna razón.
Entonces, me aclaro la garganta—. Se llama camisón. Y más o menos. Quiero decir, lo
estoy investigando. Las manchas de vino tinto son casi imposibles de quitar.
Zach reconoce la declaración con un sutil movimiento de su cabeza y una mirada
perezosa sobre mi cara.
—Maggie debería saber qué hacer.
Oh sí, yo también pensé en eso. Es buena con los remedios caseros y esas cosas.
Pero no voy a compartir mi plan con él.
¿Por qué estamos teniendo esta conversación?
—Ashley —en vez de eso lo digo de golpe—. Yo, eh, escuché que la enviaste lejos.
Grace estaba feliz por ello.
—No conozco a ninguna Grace.
—Ella trabaja para ti. Para tu familia. Es a la que le dijiste que acompañara a tu
novia a la salida.
—No es mi novia —Luego, un momento después—. Aunque ella lo desea.
GoR
Dios, la arrogancia. Como si cada chica de este planeta quisiera estar con él.
Pero yo no.
Yo nunca.
—¿Por qué?
—¿Por qué qué?
¿Por qué no es tu novia?

—¿Por qué la echaste? —Pregunto, chillando—. Quiero decir, es genial que lo hicieras.
98

Es una perra de primera clase. Sin ofender a tu elección de compañía o algo así —
Levanto mi dedo—. En realidad, pensándolo bien, estaba tratando de ser ofensiva. Así
Página

que sí, deberías ofenderte. De todos modos, estoy feliz por ello. Ya sabes, que la hayas
echado. Como Grace y todos los demás. No es que importe que sea feliz. Quiero decir,
¿por qué lo haría? Creo que, en realidad es lo contrario. Es como... ‘’mi infelicidad es para
lo que vives’’, ¿verdad?
Dios, no tengo ni idea de a dónde voy con esto. ¿Qué estoy diciendo? Todo lo
que sé es que mi corazón está latiendo muy rápido y está súper cerca y, de alguna
manera, todo lo que puedo oír ahora mismo es la voz de Grace.
Zach guarda silencio y me pregunto cómo puede hacerlo cuando mis palabras
tienen vida propia.
—No.
—¿Qué?
—No vivo para ti. Nada de ti me importa —responde después de unos segundos.
—Bien. Por supuesto. Ya lo sabía.
Te defendió totalmente, Cleo.
No lo hizo. Grace no sabe nada.
Escaneo la cara dura de Zach, la mandíbula angulada, los mechones de su pelo
rozando sus cejas. Por primera vez me doy cuenta de que está... pálido. Un poco
demacrado, sudoroso, incluso. Sus pómulos tienen un aspecto hundido y su barba es más
gruesa, como si no hubiera tenido tiempo de afeitarse esta mañana o simplemente se
hubiera olvidado.
—¿Estás... estás enfermo?
—¿Estás preocupada por mí?
Me burlo.
—No. Yo sólo...
—¿Tú sólo qué?
GoR Hay un mordisco en su voz y me hace arquear la espalda.
—Me pregunto si tienes fiebre. Y si la tienes, entonces es contagiosa porque no
quiero contagiarme nada de ti. Estás demasiado cerca de mí.
En esto, se acerca aún más. Como si estuviera cruzando el umbral, la línea, sólo
para asustarme.
Mi mirada se dirige a su mano derecha. La mano que más usa y en la que está su
tatuaje. Leí el guion que le recorre la muñeca. Puedo cruzar la línea.
Pero de repente, esa mano se ha ido de la pared y le devuelvo la mirada. Él saca
algo de sus bolsillos.
99

—No, Blue. No es contagioso. Lo que tengo es gracias a ti.


Me concentro en el objeto que sostiene y, Dios mío, es el laxante.
Página

Mis ojos se abren mucho cuando entiendo su significado. Se lo creyó. Cayó en mi


broma y por eso se ve así. Pálido, sudoroso y húmedo.
—Yo…
—Lo encontré en el mostrador anoche. Te pertenece, ¿verdad?
Me saco un asentimiento.
—Otra forma de vengarte de mí.
Voy a asentir con la cabeza, pero luego me detengo. ¿Dijo que lo encontró anoche?
Si lo hizo, entonces ¿por qué... se lo comió? ¿Por qué se comió las natillas? Era lo
único que había en la nevera en la que podía ponerla porque era lo único que le
interesaba. Y para mí también.
—¿Por qué te comiste las natillas? —Pregunto, confundida—. Si supieras... sobre mi
broma.
Su respuesta es un apretón de mandíbula.
Entonces se me ocurre algo más. Hace tiempo que no fuma. No le he visto con un
cigarrillo desde que le cogí la cajetilla. No es que lo tenga controlado, pero, aun así.
Incluso ahora, su olor es... no es de humo.
—Espera un segundo. ¿Estás...? —Sacudo la cabeza porque esto es extraño—. ¿No
has estado fumando? ¿Por qué no fumas?
Es la primera vez que no lo entiendo. No entiendo sus motivaciones, sus acciones.
Todos estos años, ha sido simple. Era rico, aburrido y malo. Y yo era la chica nueva
del otro lado de la línea. Él y sus amigos me intimidaban porque podían. Porque nadie
levantaría un dedo y porque yo estaba en su territorio.
¿Por qué se haría daño deliberadamente a sí mismo?
—Yo…
GoR Me voy de nuevo porque literalmente no tengo nada que decir. Mi mente está en
blanco.
En realidad, no.
Estoy mintiendo. Mi mente no está en blanco. Está inundada de pensamientos
estúpidos y locos.
Pensamientos como... tal vez lo hizo por mí.
Se ha hecho daño a sí mismo. A propósito.
100

Se hizo daño a sí mismo porque yo quería que se hiciera daño.


Zach se rebaja un poco más, haciendo que mis pensamientos confusos
desaparezcan.
Página

Bien, gracias a Dios. Porque es la cosa más loca que he pensado. A Zach no le
importa lo que yo quiera. Nunca le ha importado.
Loco con una l mayúscula.
No hay contacto entre nosotros, no. Pero el peso de su pecho a centímetros del mío
sigue siendo aplastante. Todavía me impide respirar.
—Te estás volviendo valiente, ¿no? —pregunta, en lugar de responder a mi pregunta
anterior.
—¿Qué?
—Pero hay una línea muy delgada entre ser valiente y ser estúpida.
Una amenaza apenas soltada perdura en su tono. Una amenaza que me roba la
voz.
Ladea la cabeza y se relame los labios.
—No quieres cruzar esa línea. No quieres ser estúpida y robar mis cosas o hablar
de mi polla.
Oh, Dios, me había olvidado de mi pequeña broma descuidada e inofensiva.
Él lo sabe.
¿Cómo lo sabe?
—No hay secretos en esta casa. No para mí. ¿Entiendes?
—Yo…
—Shh —Pone su dedo en mis labios pintados de azul marino—. No hables. Sólo
escucha. He sido muy amable contigo. Muy paciente. Te he estado dando pases porque
no puedo cambiar la historia. No puedo cambiar lo que pasó en St. Patrick y si estos
pequeños juegos infantiles te hacen feliz, entonces puedes divertirte. Puedo permitirte
que te diviertas.
GoR
Baja los ojos para mirar mis labios que me doy cuenta de que están separados.
Estoy respirando en su dedo, rociándolo mientras continúa.
—Pero se está volviendo un poco molesto ahora. La gente que me molesta me hace
enojar. Y realmente no quieres hacerme enojar, ¿verdad?
Estoy congelada.
Presiona con su dedo en la plenitud de mis labios, aplanando mi boca, empujando
contra mis dientes, probablemente manchando mi lápiz labial.
—Sé una buena chica, Blue y sacude la cabeza.
101

No lo hago. No puedo.
Nunca ha estado tan cerca de mí. Si pensaba que la bañera estaba cerca,
Página

entonces estaba loco. Esto está cerca. Esto está flotando y amenazando. Esta es la
definición de la palabra penetrante.
Está en todas partes.
Su olor, su respiración, su voz, su calor y su piel. Tanta piel.
Entonces su mano entera captura mi mandíbula, mientras su dedo aún está en mis
labios separados. Me presiona la barbilla y me obliga a sacudir la cabeza.
—Bien. Eso es bueno —murmura—. Te dije la primera noche que volví: no me tientes.
Mantente fuera de mi camino y yo me mantendré fuera del tuyo.
Su tono suave me golpea en el estómago. Justo en la hendidura de mi ombligo y
yo aspiro a respirar.
Zach se da cuenta.
Se da cuenta de mi pecho agitado. Apuesto a que también se da cuenta de cómo
mis pechos están golpeando la tela. Se sienten pesados para mí. Pesados, colgantes
y.… maduros.
Dios, y sudorosos. Igual que su torso, todo rugoso y corrugado con los músculos.
Es como si ambos estuviéramos suspendidos en este momento. Él con sus ojos en mi
pecho y yo con mis ojos en su cara.
Está mal y no debería suceder, pero está sucediendo y quiero que se detenga.
Lo hace un segundo después cuando un sonido viaja desde el pasillo. Oigo pasos
que se acercan. Alguien está subiendo las escaleras.
La extraña parálisis de mi cuerpo se rompe y las palmas de mis manos se resbalan
en la pared. Zach me mira, a su mano que aún está envuelta alrededor de mi mandíbula.
—Déjame ir —Miro hacia las escaleras al final del pasillo.
GoR Su reacción, sin embargo, es completamente opuesta a la mía.
Divertido, dice:
—No me gusta tu tono.
Mi corazón está en mi garganta, mis piernas están temblando.
—Estás bromeando, ¿verdad?
—¿Te estás riendo?
Aprieto los dientes.
102

—Quienquiera que sea, no quiero que me vean así. Contigo, ¿de acuerdo? No
puedo dejar que nadie piense que tenemos algo en marcha.
Página

Zach frunce el ceño como si estuviera realmente desconcertado.


—Pero tenemos algo que hacer.
Echo otra mirada hacia las escaleras, queriendo empujarlo, físicamente. Pero no
quiero tocarlo. Especialmente cuando no lleva camisa. Tengo miedo de tocar su piel.
—¿Qué?
Sus ojos se clavaron en los míos. La negrura de ellos se extiende y casi me consume.
—Piensas en mí todo el tiempo. Soy el único pensamiento en tu cabeza. Hago que
tu corazón lata más rápido, ¿no? Hago que tu pecho se sienta apretado. Tiemblas
cuando estoy cerca. Tu pulso se agita en tu cuello. Dime, ¿se agitó cuando él te invitó
a salir?
Jadeo; el bastardo lo escuchó todo.
Maldita sea.
Y tiene razón. Tiene toda la puta razón, pero no tengo tiempo para discutir con él.
Zach se ríe sin humor.
—Sin secretos, ¿recuerdas? —Sacude la cabeza una vez, lentamente—. Quieres
enamorarte, ¿eh? Déjame decirte algo sobre el amor, Blue. Duele. ¿Recuerdas cuando te
cortaste la palma de la mano y estaba sangrando? Es así. Sólo que el corte está en tu
corazón y la sangre nunca se detiene. En el amor, sangras para siempre. ¿Quieres sangrar
para siempre, Blue? Apuesto a que tu corazón es muy frágil. Apuesto a que se corta
fácilmente.
Cada parte de mi cuerpo está en sintonía con sus palabras, especialmente mi
corazón. Lo que sangra en el amor, según él. Está latiendo como un loco.
Loco, loco, loco. Como yo. ¿Por qué no lo estoy alejando?
Los sonidos y las risas se acercan cada vez más y finalmente tengo suficiente sentido
para decir algo.
GoR
—Déjame ir.
Él sonríe.
—Di por favor.
Cierro las manos en puños.
—Por favor.
—No fue tan difícil, ¿verdad? —Poniéndose serio, continúa—: ¿Y Blue? Un pueblo sólo
puede manejar un abusador y este pueblo ya tiene uno.
103

Algo parpadea en su cara rápidamente como un relámpago.


—No seas una abusadora, Blue. No seas como yo.
Página

Me aprieta la mandíbula una vez más antes de dejarme ir y alejarme.


En ese momento, un par de chicos de mantenimiento aparecen a la vista. Apenas
nos prestan atención a Zach y a mí mientras caminan en otra dirección.
Al tranquilizarme, agarro al carro y salgo de ahí.
Capitulo 10
Se siente como el baile de graduación.

La cita de esta noche con Ryan.

Llevo mi vestido azul oscuro con lunares blancos y bolsillos. No tiene tirantes y
abraza mi cuerpo fuertemente antes de terminar a mitad del muslo. Es un tipo de vestido
que siempre tengo que empujarme a usar porque creo que mis curvas son súper visibles.

Pero como sea. Lo llevo puesto y lo he emparejado con sandalias azules prestadas
de Tina.

Le dije a Ryan que me reuniría con él justo fuera del restaurante que eligió para
nosotros. Le molestaba no poder llevarme en coche, pero yo guardo esa conversación
para otro momento. Cuarta o quinta cita, tal vez.

Y ahora, estoy esperando en frente del restaurante como esperaba a Neal en el


baile de graduación.
GoR
En realidad, no creo que esto sea para nada como el baile de graduación. Ryan
nunca me cancelaría como lo hizo Neal.

De hecho, hemos estado tratando de encontrar tiempo para salir durante los últimos
días. Pero Ryan ha estado súper ocupado y yo he estado trabajando mucho en los
turnos de noche, junto con los turnos de día; hay una nueva fiesta que viene para un
recorrido por las torres y los terrenos y la Señora S se estaba volviendo loca.

Aunque eso no significa que no nos veamos todos los días o que no robemos tiempo
para hablar entre trabajos.
104

Es tan dulce. Exactamente como lo imaginé. Amable y cariñoso. Aún no nos hemos
besado -supongo que estamos esperando la fecha oficial- pero me ha besado en la
Página

mejilla. También me ha pasado el dedo por la mejilla. Ambas cosas fueron agradables y
cálidas, típico de él.

A veces, sin embargo, me mira con lástima, lo que me molesta. Pero supongo que
después de mi crisis en la cocina con Ashley, no puedo culparlo. Apuesto a que su lástima
desaparecerá después de un tiempo. La de todos los demás también.

Por ahora, estoy algo emocionada. Ha pasado mucho tiempo desde que tuve una
cita. Estoy emocionada por conocerlo, verlo sonreír, hacer que me toque. Que me bese.

Además, Tina, como siempre, tenía razón. Mis padres definitivamente lo habrían
aprobado.

Justo a tiempo, Ryan se detiene en la acera y sale del coche. Le sonrío, pero luego
mi sonrisa se desvanece cuando veo una mirada de dolor en su cara.

Se acerca a mí y me lleva a un lado, lejos de la entrada del restaurante, donde no


se nos puede escuchar cuando los clientes entran y salen.

—¿Qué pasa? —Pregunto, sintiéndome aprensiva.

Hace una mueca.

—Odio hacer esto pero voy a tener que dejarlo para otro día.

—Oh.

Me frota la mano arriba y abajo del brazo.

—Ya estaba en mi coche, listo para conducir cuando me llamaron al trabajo. Así
que pensé que debía decírtelo.

La angustia de Ryan es obvia y me hace sentir un poco mejor. No me está


abandonando como mi primer novio. Tiene una razón genuina.
GoR
—Apesta. Pero lo entiendo. Quiero decir, hemos estado tan ocupados con todo en
los últimos días, así que... —Me encogí de hombros.

Ryan me da una mirada penetrante que me hace sonrojar.

—Apesta, sí.

—Podrías haber llamado, ya sabes. —Le doy un puñetazo en el hombro—. No tenías


que venir hasta aquí sólo para decirme eso.

Sonriendo, hace lo que ha estado haciendo a menudo: me da un pulgar en la


105

mejilla, suave y liso.

—Quería verte —dice—. Te ves hermosa.


Página

Ruborizándome aún más, digo—: Gracias.

Luego lo reviso con las pestañas bajas. También se vistió para la cita. Tiene una
chaqueta de traje negro y una camisa verde salvia.

—Tú también te ves bien.


Sus ojos se calientan.

—La próxima vez, prometo que iremos. Nadie nos lo arruinará. Ni siquiera el Señor
Prince.

¿Qué?

—Pensé que el Señor Prince estaba fuera de la ciudad. ¿Cuándo volvió?

Se fue al día siguiente de la fiesta de bienvenida de Zach en un viaje de negocios


o algo así. Si hubiera vuelto, nos habríamos enterado.

Ryan se ríe.

—Tiendo a olvidar que tenemos dos Señores Prince ahora. Estoy hablando del otro.
El nuevo. Zachariah. Zach. Como sea que lo llamen. Dijo que tenía una reunión con poca
antelación.

—Zach. Le llaman Zach —le digo mecánicamente, ya que el calor anterior en mi


pecho se va lentamente.

Desde que tuve mi charla con Tina y Zach me acorraló en el pasillo hace unos días,
he mantenido mi distancia.

Todas las mañanas, de camino al trabajo, lo veo ejercitándose en la piscina, sin


camisa. Siento su mirada a través de la extensión de tierra que nos separa, pero me
GoR aseguro de no volverlo a mirar. Me esfuerzo por no ver cómo sus músculos se ondulan y
cómo el sol ilumina cada gota de sudor que derrama.

También me he propuesto no ir nunca a la cocina por la mañana porque Zach


siempre está allí, siendo molestado por Maggie.

Un par de veces lo vi salir de la torre uno, donde se encuentra el dormitorio del


Señor y la Señora Prince, a los miembros junior del personal, como yo, no se les permite
entrar en su suite. Parecía agitado, enfadado, pero en cuanto nuestros ojos se cruzaron,
miré hacia otro lado.
106

La mayoría de las noches, escucho el rugido de su motocicleta cuando sale de la


finca para ir a donde quiera que vaya. Una vez más, me esfuerzo por no pensar en ello.
Junto con otras cosas como la forma en que despidió a Ashley y cómo se enfermó con
las natillas. Como no ha fumado en un tiempo.
Página

No seas como yo.

¿Qué significa eso? No me lo pregunto.

A medida que pasaban los días, pensé que hablaba en serio. Si lo dejaba en paz,
me dejaría en paz a mí también. Volvería a tratar de ahorrar para mi casa y él haría lo
que viniera a hacer. Pensé que tal vez ahora que hemos crecido, las cosas han cambiado
de verdad.

—¿No fuiste a la escuela con él?

La pregunta de Ryan me saca de mi cabeza y yo asiento.

—Sí.

La gente me ha estado preguntando eso desde la primera noche que regresó.

¿No fueron juntos a la escuela?

¿Cómo fue su regreso a la escuela?

¿Sabes por qué se fue? ¿Por qué regresó?

¿Siempre ha sido tan sexy, tan guapo?

—¿Estabas... —Ryan hace una pausa—. ¿Eran amigos?

—No. No, no éramos amigos. —le digo a Ryan, esperando que la ira familiar contra
Zach se levante en mí.

El calor familiar, la sensación de injusticia y el impulso de darle un puñetazo por


GoR arruinarme esto.

Nada ha cambiado, ¿verdad?

Zach arruinó mi cita. Dijo que no había secretos para él. Así que probablemente se
dio cuenta de que esta noche Ryan iba a salir conmigo.

Esto es exactamente como el baile de graduación.

Pero a diferencia del baile de graduación, a diferencia de todos los años en St.
Patrick, no tengo la necesidad de desquitarme. Todo lo que siento es vacío.
107

Estoy exhausta, cansada. Asustada.

Tengo miedo. Siento que durante años, he odiado a Zach con tal intensidad que
Página

ha consumido cada pensamiento de mi cabeza. Ha ocupado todos los espacios de mi


cuerpo que no tengo nada más que dar. No me queda nada que sentir.

Tal vez lo odio tanto que nunca podré amar a nadie. Nunca tendré lo que tuvieron
mis padres.

—Esta bien, bueno, nos vemos —dice Ryan.


Me pregunta si puede dejarme en algún lugar, tal vez en Las Pléyades, pero me
niego. Finalmente, con un suave beso en mi mejilla, se aleja.

Y empiezo a caminar hacia el norte. Hacia la mansión donde él vive.

GoR
108
Página
Capitulo 11
Estoy en la habitación de Zach.

Caminé durante horas para llegar aquí.

Caminé durante millas con mis sandalias azules que me roían los pies. Tengo ampollas
en los talones y la piel desgarrada, rezumando sangre.

Pero seguí poniendo un pie delante del otro. Seguí sangrando y sudando con el
calor hasta que llegué a Las Pléyades. En lugar de ir a la cabaña, caminé hacia la casa
principal y entré por la puerta de servicio.

Si alguien me hubiera encontrado vagando por los pasillos, con un vestido azul
oscuro, con los pies ensangrentados, no sé qué le habría dicho. Maggie se habría
enojado. La Señora S se habría enterado y me habrían despedido. Pero eso no me
importaba. No me importaba el trabajo o la casa que estoy tratando de recuperar.

También es bueno porque no me encontré con nadie de camino a su habitación.


GoR
Su puerta estaba cerrada con llave.

Después del debacle 7 de que me mojara en agua y me quitara las llaves, la Señora
S dijo que no se nos permitía entrar en la habitación de Zach, a menos que fuera él
quien nos dejara entrar. Pero no dudé cuando usé el alfiler de mi pelo para entrar.

Y ahora, aquí estoy. Mareada y cansada y probablemente tan pálida como un


fantasma.

Tal vez esté en su motocicleta ahora mismo, haciendo lo que hace a esta hora de
109

la noche. Pero esperaré a que vuelva.

No sé qué haré cuando regrese o por qué entré en su habitación en medio de la


noche. Estoy bastante segura de que mañana todo esto parecerá una locura y
Página

desquiciado. Pero por ahora, no sé qué más hacer o adónde ir.

Miro alrededor de su habitación. Parece lo mismo de hace días cuando me escondí


estúpidamente en su bañera.

7 Desastre que produce mucho desorden y desconcierto, especialmente como final de un proceso
Pero hay diferencias sutiles. Algunas de sus ropas están esparcidas en el vestidor. Su
mochila está en el sofá de cuero negro, justo enfrente de su cama grande. Su colchón
vacío mantiene la forma de su cuerpo y sus sábanas oscuras arrugadas.

Y luego, está su libro, sobre la mesita de noche.

Aún con las sandalias puestas, doy la vuelta al lado de la cama y cojeo hacia él.
La portada del libro es toda blanca, con el título escrito en azul brillante.

La última vez lo hojeé, pero esta noche me tomo el tiempo de leer lo que hay dentro.
Hay una historia detrás de casi todas las constelaciones y pronto estoy volando a través
de las páginas.

No recuerdo haberme sentado en la cama, pero lo estoy. Justo en el borde mientras


leo la historia de amor de Perseo y Andrómeda. Aparentemente, el cielo nocturno está
lleno de ellos, historias de amor. De ahí viene el término: un amor escrito en las estrellas.

De nuevo, no recuerdo haberme quitado las sandalias y haberme acostado, pero


lo hago. Estoy de lado, mirando hacia la gran ventana mientras sigo leyendo. Las
sábanas se sienten calientes como un capullo y, aunque no supiera ya que aquí es donde
duerme Zach, las olería y lo averiguaría.

Tarta de arándanos y almizcle limpio.

Lo último que recuerdo antes de cerrar los ojos y ahogarme en las arenas movedizas
de su cama es pasar la página y pensar que no hay forma de que pueda dormir en su
GoR habitación.

Resulta que me equivoqué.

Dormí. Dios sabe por cuánto tiempo y Dios sabe qué me despertó con un tirón. Pero
ahora estoy despierta, un poco mareada y con niebla.

Observo la habitación; está oscura. Las luces de arriba se han apagado. Trago
con miedo. Y entonces, mis ojos caen en una sombra. Una gran sombra negra con la
forma del hombre que he venido a buscar.
110

Está sentado en una silla, en la alcoba de cristal, con vistas al cielo y las estrellas
y las viejas historias de amor.

La única luz en la habitación es el brillo de la lámpara, partiendo su cuerpo en dos:


Página

la oscuridad y la luz.

Puedo ver su codo apoyado en el brazo de la silla y sus preciosos labios suaves
ligeramente envueltos alrededor de su dedo. Está contemplando mientras me mira dormir.

Lentamente, la conciencia se filtra en mi cerebro y me apoyo. Aparentemente, el libro


que estaba leyendo estaba metido debajo de mi mejilla y mis movimientos hacen que se
caiga.

Lo hace con un ruido sordo y los dos lo vemos. Yo, con una mueca y él, con una
mirada en blanco.

Estoy a punto de levantarme de la cama cuando habla.

—Sabes...

Azoto mis ojos en su dirección.

Ahora se inclina hacia adelante, con los dedos entre los muslos abiertos, mientras
dice—: Cuando era pequeño, solía tener problemas para dormir. Así que Maggie me
contaba historias. Sobre las estrellas, porque yo me quedaba acostado y las miraba.

Señala con la punta de su barbilla donde yo estaba acostada.

—Una vez me contó una historia sobre Orión. Según la leyenda, era un cazador y
un día, conoce a estas hermanas y se enamora de ellas. Pasa años persiguiéndolas,
tratando de ganárselas. Pero Zeus lo descubre y decide ponerle fin. Así que convierte a
las hermanas en palomas. Y ellas vuelan y dejan atrás a Orión y su amor eterno. ¿Sabes
lo que les pasó?

La voz de Zach es suave, más suave de lo que nunca he oído. Una canción de
cuna, y me está contando una historia.

GoR Y estoy aquí, sentada en su cama, escuchándolo no sólo con mis oídos sino con
cada parte de mi cuerpo. Estoy escuchando cada una de sus palabras como si fueran
las últimas que escucharía.

Es como un sueño.

Agarro la sábana que ni siquiera recuerdo haberme puesto.

—No.

—Las hermanas son ahora una constelación en el cielo llamada Pléyades. Son siete
estrellas. Aunque, por alguna razón, sólo puedes ver seis de ellas.
111

Las Pléyades. Esta mansión con siete torres.


Página

—El Prince que construyó este lugar hace décadas y décadas debe haber estado
en las estrellas. —murmura Zach, leyendo mis pensamientos.

Y probablemente, este Prince recibe su amor por las estrellas de sus antepasados.

—Y Orión —susurro—. ¿Qué le pasó?

—Él también es una constelación. Y siglos más tarde, cada noche, todavía las
persigue a través del cielo. Probablemente las persiga hasta el final de los tiempos.

Hay una sonrisa en sus labios. En la oscuridad no puedo decir si es real o no, pero
aún así me afecta.

Un efecto que me hace susurrar—: Es una historia hermosa.

—¿Tú crees?

Asiento con la cabeza.

—Sí. Amar tanto a alguien que te vuelves inmortal como una estrella. Para poder
amarla para siempre. Sí, es hermoso.

Es algo que quiero. Tanto, tanto.

Es algo que me temo que nunca tendré. Por él. Por lo mucho que lo odio, el tipo que
me contó la historia de amor más impresionante.

El tipo que piensa que el amor te hace sangrar.

La sonrisa de Zach se amplía y se transforma en una risa. Se sienta y se ríe. Una risa
oxidada y dura.

—Te conté esa historia, Blue, porque es la cosa más patética que he escuchado.
Recuerdo haberme reído la primera vez que la escuché. Y la razón por la que sigo
GoR volviendo a ella es porque me hace creer en lo mierda y miserable que es el amor. Lo
solitario que es.

Ni siquiera sé por qué piensa eso. Pero puedo ver que es algo en lo que cree con
toda su alma. Con cada fibra de su ser y con cada pensamiento oscuro de su cabeza.

—El amor no es miserable. —digo finalmente, porque tengo que decir algo—. No es
una mierda. No es solitario. No te hace sangrar. Y si lo hace, bueno entonces, no es amor.
Mis padres estaban enamorados y no eran miserables. Eran felices. El amor es bueno. Es...
mágico. Se supone que hace tu vida más fácil, mejor.

Zach me estudia durante unos pocos latidos, con los dedos en la boca otra vez.
112

—No creí que fuera posible, pero eso fue lo más patético que he escuchado.
Página

Entrecierro los ojos hacia él pero él sigue diciendo.

—Además, han sido mil años de persecución y el tipo no puede captar una indirecta
y, aparentemente, tú tampoco.

Dejando las sábanas a un lado, me quedo de pie.

Sólo que me olvidé de las ampollas y el dolor, y me tropecé.


—Joder.

Probablemente me habría caído al suelo si no fuera por un fuerte agarre alrededor


de mi brazo. Sus dedos se flexionan sobre mi piel desnuda cuando me mira los pies.

—¿Qué carajo pasó?

Mis dedos del pie tienen manchas y feo furúnculos alrededor de ellos y estoy segura
de que mi piel debe de estar rasgada en el fondo y en el rincón donde mi pie se
encuentra con mi tobillo.

Ugh.

Estúpidas sandalias azules.

Antes de que pueda responderle, se arrodilla. Esos dedos suyos se desvanecen


alrededor de mi brazo y se agarran a mi tobillo izquierdo. No tengo más remedio que
agarrarme a sus hombros, sus hombros muy duros y curvados que se ondulan bajo su
camiseta desgastada mientras mueve mi pie de un lado a otro.

—¿Qué estás haciendo? —Le pregunto a su cabeza inclinada.

Su dedo traza el arco de mi pie y mis dedos se mueven.

—¿Cómo te hiciste esto?

GoR Trato de sacar mi pierna pero su agarre se estrecha.

—No importa. yo–

—Están sangrando. Locamente —dice, como si yo fuera una imbécil.

Como si no lo hubiera notado.

Le doy un apreton a su camiseta para mantener el equilibrio.

—Lo sé. Puedo ver y sentir, muchas gracias. No es mi culpa que estén sangrando. Es
tuya.
113

Mira hacia arriba.


Página

—¿Qué

—Sí. He estado caminando durante millas porque quería verte. Así que es tu culpa.

Es irracional, pero al mismo tiempo, tiene mucho sentido para mí.

—¿Por qué?
—¿Por qué qué?

—¿Por qué no llamaste un taxi o algo así?

Suspiro fuertemente por la mirada en su cara. Él sabe la respuesta. Probablemente


la escuchó el otro día cuando estaba hablando con Tina.

—Sabes por qué —le digo con los dientes apretados—. Ahora, suelta mi tobillo.

Hay un apretamiento en su mandíbula y, finalmente, se pone de pie. Suspirando,


muevo los dedos de los pies en el suelo de madera en libertad.

—Vamos —dice.

—¿Ir a dónde

Inclina su barbilla hacia adelante.

—Al baño.

—¿Qué? —Me inclino hacia atrás como si estuviera haciendo una jugada para
agarrarme—. ¿Por qué?

—Para que pueda asesinarte y tirar tu cuerpo —se pone en marcha—. Será más fácil
limpiar toda esa sangre en el baño.

Me burlo.
GoR
—Gracioso. No me asesinarías

—¿No lo haría? —dice en voz baja.

—No. Porque si muero, no puedes torturarme.

Me mira de reojo.

—Sabes que esto es allanamiento de morada, ¿no? Recuerdo que cerré la puerta
con llave. Así que o me dejas curar tus heridas o llamaré a la policía.
114

—¿Te has escuchado? —Pregunto exasperada—. ¿Estás diciendo que si no te dejo


cuidarme, harás que me arresten?
Página

Todavía me mira fijamente, saca su teléfono del bolsillo trasero.

—Como es sábado, no saldrás bajo fianza hasta el lunes. Definitivamente serás


despedida y además, para conseguir el dinero de la fianza, tendrás que usar tus ahorros,
ahorros que he oído que guardabas para pagar tu antigua casa.

—Eres un psicópata, ¿lo sabes?


—Es tu elección —dice, con calma.

—Bien. ¿Quieres vendar mis heridas? Adelante. Ni siquiera me importa. Me he vuelto


loca de todos modos. He perdido completamente la cabeza porque estoy aquí. Entré en
tu habitación como una idiota. Así que sí.

Murmurando para mí misma, empiezo a cojear en dirección al baño pero un silbido


se me escapa cuando las ampollas se revientan con la presión.

Detrás de mí, Zach maldice y yo apenas reprimo un chillido cuando me levanta en


sus brazos al estilo nupcial y se dirige a zancadas al baño. No tengo más remedio que
darle un apreton a su camisa y enrollar mi mano alrededor de su cuello.

Todo terminó en menos de cinco segundos y lo siguiente que sé es que me está


sentando en la encimera de mármol de su fregadero. Estoy de lado, con las piernas
colgando.

Creo que debería decir algo, mostrar mi postura de que estoy en contra de que
me recoja así. Pero mi aliento aún se agita y mis pies siguen palpitando, y no puedo
formar palabras.

Un segundo después, Zach se sienta frente a mí, en el asiento cerrado del inodoro,
y extiende la caja de primeros auxilios junto a mí en el mostrador.

Luego rodea con sus grandes dedos mi tobillo una vez más y pone mi pie en su
muslo.
GoR
Aspiro un aliento por lo duro que es, los músculos de allí. Es como poner mi pie sobre
una roca. Una roca muy caliente.

El olor a antiséptico llena el espacio mientras Zach se aplica un poco en una bola
de algodón con hábiles y expertos movimientos.

—No tenías una reunión, ¿verdad? —Pregunto, en lugar de centrarse en sentimientos


muy raros que invoca en mí por sus gentiles ministraciones.

Con suaves golpes de su mano, Zach limpia los cortes de mis dedos del pie. Mi pie
se sacude con el aguijón pero lo mantiene en su lugar.
115

—No.
Página

Enrosco mis dedos en el borde del mostrador.

—Te lo has inventado.

Termina con un pie y pasa al siguiente. Lo trata de la misma manera. Limpia


cuidadosamente el área, le da un toque a la sangre y pone la curita.
Tirando las bolas de algodón sucias, cierra la caja de primeros auxilios y se pone
de pie, haciéndose más alto e intimidante.

—Lo hice.

Yo también quiero estar de pie, así podemos estar en igualdad de condiciones,


pero él no me da espacio. Me agobia y levanto el cuello para mirarlo.

—Así que podrías arruinar mi cita —concluyo.

—¿Fue esta tu primera cita con él?

Sus ojos se mueven sobre mis rasgos y me retuerzo en mi asiento.

—¿Por qué?

—Porque parecía destrozado por ello. —Él escanea mis rizos azules arrugados y yo
me pongo un mechon detrás de la oreja—. Como si quisiera estar contigo en vez de
llevarme en coche sin motivo.

—Por supuesto que quería estar conmigo. ¿Qué te pareció? Teníamos una cita,
idiota. Habíamos planeado salir durante días.

—Sí, sobre eso. ¿Por qué no lo hiciste? —pregunta, casualmente.

—No había tiempo. Trabajo, ¿recuerdas? Los dos tenemos uno —digo yo.
GoR
Sus ojos caen a mi boca antes de volver a mis ojos. Siento que voy a explotar.
Tengo calor, estoy sudorosa,cansada y respiro demasiado rápido.

—¿Te gusta? —pregunta, luciendo fresco y relajado.

—¿Qué diferencia hay?

—¿Lo hace?

Clavo las uñas en el mostrador.


116

—Sí. Me gusta. Siempre me ha gustado. Me gusta desde que era un niño. Desde
antes de conocerte y llevo días esperando esta fecha. Quería salir con él. Quería pasar
un buen rato. —Sé que estoy diciendo estas cosas pero me suenan raras, como si tratara
Página

de convencerme a mí misma tanto como a él.

Aún así, sigo adelante.

—Supongo que por eso lo arruinaste, ¿no? Porque habría matado tu diversión si
hiciera una cosa que me hiciera feliz.

—No te habría hecho feliz.


—¿Perdón?

—Y tampoco lo haría Neal. Tu gusto por los hombres apesta.

—¿Qué?

Se rasca la mandíbula y me mira de arriba a abajo.

—Pero de nuevo, tal vez te gusta salir con gilipollas. Tipos que te engañan. Tipos
que no te ponen primero.

Luego se acerca aún más a mí. Estoy tan sorprendida por lo que dice que ni siquiera
protesto cuando me pone las palmas de las manos en el mostrador a cada lado de mi
cuerpo y se cuelga sobre mí.

—¿Es eso lo que quieres de la vida, Blue? Un tipo que no se preocupe por ti. Un tipo
que no hace nada ni nada para estar contigo —susurra—. Deberías agradecerme. Te
hice un favor. Te salvé.

Sus palabras susurradas están causando un alboroto en mi pecho. ¿Pueden los


susurros hacer eso? ¿No se supone que son suaves? ¿Cómo pueden significar cosas para
mi corazón, entonces?

—De lo único que necesitas salvarme es de ti —susurro.

Sus rasgos se reorganizan en algo aún más ilegible. Algo duro como el granito y
GoR afilado como el cristal antes de que raspe—: Créeme, lo estoy intentando.

Un dolor se dispara en mi pecho y me doy cuenta de que es mi corazón.

Tal vez esté sangrando. Tal vez las mariposas que creó en mí hace mucho tiempo
lo están cortando con sus alas salvajes.

En el amor, sangras para siempre.

Me pregunto si en el odio, también sangras para siempre.

De alguna manera, mis manos se mueven. Se desenroscan alrededor del borde de


117

mármol y las pongo en su pecho. Con todas mis fuerzas, intento apartarlo, pero se queda
quieto.
Página

—Entonces intenta con más fuerza. Déjeme en paz.

No quiero sangrar.

—Te dejo en paz, ¿eh?

—Sí. Dijiste que si me apartaba de tu camino, tú te apartarías del mío. Lo prometiste.


—Pero tu no te has apartado de mi camino, ¿verdad, Blue? —dice, con las palmas
de las manos a ambos lados de mí—. Entraste en mi habitación en medio de la noche. Es
un delito, ¿recuerdas? Rompiste la ley para interponerte en mi camino.

Le doy un apreton a su camisa, cada hueso, cada músculo de mi cuerpo palpita


de miedo y con algo más que no puedo nombrar.

—¿Quieres saber por qué quebranté la ley para entrar en tu habitación? Porque
estoy cansada, agotada y no sé qué más hacer. No sé dónde ir, con quién hablar. No
quiero vestirme para una cita y que la arruines una y otra vez.

Empujo su pecho de nuevo mientras continúo.

—Vine aquí para interponerme en tu camino porque quiero que me dejes en paz.
Vine aquí porque quiero que cumplas tu promesa. Tenías razón. Este pueblo ya tiene su
matón y no soy yo. No quiero ser yo. No quiero ser como tú. No quiero que me consumas.
No te quiero en mis pensamientos. Y haré cualquier cosa, cualquier cosa incluyendo
tolerar tu presencia por un tiempo si me libera para siempre. ¿Entiendes eso?

Veo que algo cruje sobre su cara. Peligroso y caliente.

En llamas.

Cuyas llamas irradian hacia afuera y lamen mi cuerpo.

—Cualquier cosa, ¿eh?


GoR
Un temblor me atraviesa por su bajo y criminal tono. Un tono más oscuro que sus
ojos, esas gruesas pestañas. Más oscuras que los mechones de terciopelo de medianoche
de su pelo.

Los ojos de Zach bajan hasta mis labios.

Mi boca late como mis pies. Tal vez su mirada tiene el poder de magullarla.

Su mirada se desliza a lo largo de mi garganta y se posa en mis pechos, la pulsación


también se desliza hacia abajo.
118

Antes de que pueda siquiera formar palabras, Zach cambia. Sus manos se enrollan
alrededor de mi cintura y ordena—: Abre las piernas.
Página

—¿Qué?

Mirándome a los ojos, sacude la cabeza una vez.

—Quieres que me aleje de ti, ¿no? ¿Quieres que mantenga mi promesa? ¿Y harás
cualquier cosa por ello?
¿Está... insinuando lo que creo que está insinuando?

Cuando sigo mirándolo con el ceño fruncido, me aprieta la cintura con fuerza. Más
fuerte de lo que había previsto y me quejo.

—Respóndeme. Harás cualquier cosa para salvarte de mí, ¿sí?

Asiento con la cabeza. Sin palabras. Como una pequeña muñeca de plástico sin
cerebro.

—Entonces veamos cuánto quieres ser salvada. Muéstrame cuánto me odias, Blue.
Abre tus malditas piernas.

Tengo un serio caso de escalofríos por su tono bajo. No estoy segura de si mis
muslos se abren solos o si se abre camino entre ellos.

Pero de repente, está aquí.

Entre mis muslos.

—Eres un imbécil —tropiezo con mis palabras, rastrillando mis uñas sobre su pecho,
jadeando ligeramente por la mayor parte de él.

—Te he escuchado las primeras mil veces.

Las manos de Zach recorren mi cintura, alisan mi vestido y la pulsación sigue. Mi piel
GoR late como mi corazón sangrante.

Sigue hasta que llega al dobladillo de mi vestido, justo encima de mis rodillas. En el
silencio del baño, mi respiración es el único sonido. No podría detenerlos, aunque quisiera.
Necesito aire extra, oxígeno extra para poder sobrevivir a esto.

Sus manos bronceadas se meten bajo la falda y todo lo que puedo ver son sus
muñecas, una de ellas con el tatuaje asomando.

El tacto de sus dedos callosos me hace levantar los ojos hacia él. Sólo para
encontrarlo mirando sus manos sobre mí también. Algo de eso es tan... necesitado. Como
si tuviera que mirar con sus propios ojos antes de creer que me está tocando.
119

Tocando la tierna piel de mis muslos, haciéndome retorcer.


Página

—Zach...

Levanta los ojos hacia mí.

—¿Eres virgen?

Mis muslos tiemblan ante la intimidad de su pregunta. En la extensión de su amplio


pecho que está llenando toda mi visión.
—¿Qué?

—Tu cereza. ¿La tienes?

Debería alejarlo. Puedo terminar todo esto ahora. Puedo saltar del mostrador y
largarme. No me importa si arruina mis citas, me usa para su diversión.

No me importa. Está bien. No quiero tener citas o enamorarme ni nada remotamente


parecido.

Mientras no me sienta así. Pesada y jadeante y tan, tan perezosa pero tan despierta
y palpitante.

Pero mi boca se abre y respondo a su pregunta en cambio.

—No.

Su pulgar se mueve en círculos, caliente y áspero contra mi suave piel, mientras


dice—: Estás mintiendo.

Lo estoy haciendo.

—No lo hago —respondo, luchando contra el efecto de sus pulgares que dan
vueltas.

¿Por qué es hipnótico?


GoR
Me está dando sueño.

Su piel está desollada y medio despegada en algunos lugares -probablemente por


la motocicleta- y cada círculo que hace se siente raspado, lleno de fricción.

La boca de Zach se extiende en una sonrisa perezosa.

—Pero te ruborizas como una.

Luego se mueve de nuevo. Presionando mis muslos, me desliza por el mostrador hasta
que mi trasero casi cuelga del borde. Me engancha las pantorrillas alrededor de su
120

cintura y mis tobillos se cruzan en la parte baja de su espalda, justo encima de su


apretado trasero.
Página

Pensé que sus pulgares me estaban volviendo loca, pero el rasguño de sus vaqueros
a lo largo de mis muslos convierte cada respiración en algo... erótico.

Antes de que pueda pensar en eso, Zach me toma la cara.

Sus manos son tan grandes que abarcan toda mi mejilla, llegando hasta mi
desordenado cabello.
—Así que, si aparto tus bragas y te meto el dedo dentro, no encontraré ese pequeño
trozo de carne que prueba que no te has tocado?

Me estremezco ante el cuadro gráfico que ha pintado.

Dentro de mí. Su dedo.

Dedos que están enredados en mi pelo ahora mismo. Dedos que están ásperos y
crudos.

Sacudo la cabeza. Sólo que no sé para qué la estoy sacudiendo. ¿Le digo que no
puede hacerlo? ¿O respondo a su pregunta?

—No lo haré, ¿eh? —Lo toma como una respuesta—. No lo encontraré.

—No.

¿Por qué estoy mintiendo?

Sus dedos en mi pelo se tensan.

—¿Quién la tomó?

—¿Qué?

—¿Quién. La. Tomo?


GoR —¿Quién tomó qué?

—Tu cereza. ¿A quién se la diste?

Mis labios se separan de los suyos. ¿Cuándo nos acercamos tanto? No tocándonos,
sino respirando sobre la piel del otro.

Agarrando sus muñecas, encuentro mi voz.

—No es asunto tuyo.


121

Sus ojos negros se arremolinan.

—¿Cuándo ocurrió?
Página

—Después de que te fuiste.

Su sonrisa es fría.

—¿Te dolió?

Asiento
—Lo hizo. ¿Era grande?

—Detente. Por favor.

—¿Era grande o no? —Me aprieta las mejillas, sus dedos se enroscan en mi pelo en
un vise-grip8—. ¿Te estiró, Blue? ¿O tu coño está muy apretado para mí?

No tengo ni idea de lo que está pasando. Literalmente no tengo ni idea de por


qué está haciendo estas preguntas.

Todo lo que sé es que estoy sonrojada, vibrando y temblando.

Todo dentro de mí es... un caos. El latido de mi corazón, todo el aire extra que estoy
aspirando, el tirón en mi estómago.

Es como un terremoto.

Soy víctima de un terremoto. Soy una víctima de él.

—Se estiró... me estiró —susurro, mirándolo con ojos nublados.

Excepto que, ¿no se supone que las víctimas deben sentir dolor? ¿No se supone que
están sin vida o cerca de ella?

No soy ninguna de esas cosas.

Estoy viva. Tengo más vida en mí que cualquier otra persona en esta tierra.
GoR
Zach traga, sus propios ojos aparecen vidriosos como los míos.

—No me mientas, Blue —raspa, agarrándome el pelo con dedos malvados.

Me sacudo cuando dice mi nombre. Bueno, el nombre que me dio. El nombre que
siempre, siempre he amado en secreto. De hecho, nunca me lo he reconocido a mí misma.

Lo reconozco ahora.

Tal vez porque Zach no sólo lo dice, sino que me hace probarlo. Nunca pensé que
122

pudieras saborear un nombre, especialmente no el tuyo. Pero el mío sabe... almizclado y


picante.
Página

Como si fuera un suero de la verdad, las palabras se me escapan de la boca antes


de que pueda detenerlas.

—Lo encontrarás. La... cosa. Dentro de mí.

8Se refiere a tomarla del pelo como una pinza de presion, ya que esta sirve para ser inmovilizada en una cierta
posición para así torcer algo
Sus labios se separan también y expulsa un aliento reprimido. Tomo su aire, llenando
mi cuerpo con lo que una vez estuvo en el suyo.

—Zach, yo...

Mis palabras se cortan cuando se aleja de mis labios. Un momento después, lo siento
en mi cuello. Me está pasando la nariz en la línea de mi garganta.

Le agarro los bíceps.

—¿Me estás oliendo?

—Sí —gime.

Me estremezco y mi cuello se inclina a un lado. No soy nada frente a su agresión en


este momento. La forma en que me está olfateando el cuello, como si estuviera esnifando
una línea de cocaína. No soy nada frente a esa necesidad.

Necesidad de un drogadicto.

—¿Por qué?

—Porque hueles bien. Como a azúcar.

Y el azúcar es su cosa favorita en el mundo. Se está comiendo mi olor.

GoR Dios.

Arqueo mi espalda cuando llega al triángulo de mi garganta y tomo un profundo


respiro de mi misma. A lo que huelo es en donde me dormí en su cama.

Su pastel de arándanos y su aroma almizclado.

—Tú también hueles bien —digo de golpe y luego cierro los ojos por vergüenza.

Zach levanta la cabeza y yo tengo que abrir los párpados cuando siento su
respiración jadeante sobre mis labios.
123

Parece drogado, lo juro.

Sus pupilas son anchas, arremolinándose como si realmente acabara de recibir un


Página

golpe de algo potente, un narcótico que aumenta los latidos de tu corazón y te envía
a la estratósfera.

—¿Sabes qué más encontraré? —raspa, sus dedos tocando el pulso en mi cuello.

—¿Qué?

—Si toco tu coño ahora mismo. ¿Sabes lo que encontraré?


La palabra con C es aún más íntima que la palabra con V y no puedo evitar
arquear aún más mi espalda y darle un tiron a su camisa.

Y tampoco puedo evitar que mi coño se apriete, se abra y se cierre como una
boca.

—No.

Zach nos frota los labios.

—Mojado. Lo encontraré mojado. E hinchado, resbaladizo y jodidamente caliente.

Resbaladizo.

Estoy resbaladiza.

Puedo sentirlo. La humedad, pegada a mis bragas.

—Puedo olerte desde aquí. Tu coño está mojado, Blue. Estás tan jodidamente
mojada. Está goteando. Para mí. Él me quiere. El no me odia, ¿verdad? —dice, vertiendo
sus palabras en mi garganta, atascándolas con ellas.

Tiene razón.

Lo está.

También puedo olerme a mí misma. Huelo picante y almizclado, como mi nombre.


GoR
Y entonces, me veo a mí misma.

Desparramada a su alrededor. Mi vestido está subido hasta la parte superior de


mis muslos, mi pálida piel está brillando bajo la luz. Me aferro a sus hombros como si fuera
a salvarme de todo lo malo del mundo.

Cuando él es todo lo malo del mundo.

En mi mundo. En él.
124

Pero lo que me sorprende más que nada es que él está... duro. Su polla esta dura y
está presionada contra la parte más íntima de mí.
Página

El bulto de sus vaqueros está justo encima de mis bragas mojadas y me gusta su
peso, su calor.

—No lo hago. No... quiero...

Finalmente, Zach se detiene, me mira a los ojos y una lágrima se libera, bajando por
mi mejilla.
Su pulgar limpia esa lágrima con tal ternura que unas pocos más se sueltan y siguen
su camino.

—No quieres sentirte así, ¿verdad?

Sacudo la cabeza.

—No. No por ti. N-no para alguien que... —Trago cuando las palabras salen de algún
lugar muy, muy profundo dentro de mí—. Alguien que me hace odiar. Alguien que no me
deja seguir adelante y me deja ir. Tú me cambias. No sé cómo lo haces, pero me cambias
en la peor versión de mí misma.

Entonces algo se dispara en mi pecho. Una bomba de recuerdos.

Recuerdos de aquella noche de hace tres años cuando le dije todo tipo de cosas:
la noche del baile.

¿Sabes que en el amor te conviertes en una mejor persona? Me haces una peor
persona, Zach. Nunca he odiado a nadie como te odio a ti. No eres más que un gran y
jodido matón. Eso es todo lo que serás. Nunca te perdonaré por lo que hiciste esta
noche. Por todas las cosas que has hecho antes. Te odiaré hasta el día que muera...

Zach respira por la nariz, apretando los dientes.

—Sí. Lo hago, ¿no? Así que la próxima vez que te diga que te alejes de mí, hazlo. Si
GoR yo te miro, tú miras para otro lado. Si me ves caminando por el pasillo, da la vuelta y
toma una ruta diferente. Porque la próxima vez que te vea delante de mí, lo tomaré como
una invitación. Si sigues lanzándote hacia mí, te atraparé. Y te haré pagar por ello en tu
maldita espalda.

Zach retira el toque y retrocede.

Cierro los muslos y salto desde el mostrador. Mis lágrimas no paran de caer y lo
último que veo es el arado agitado de su mano a través de su pelo.

Entonces, estoy huyendo de él. De su habitación. Del lugar donde creció. El lugar
125

con siete torres y una ventana de cristal a través de la cual se pueden ver las estrellas.

Me rasgo todas mis heridas vendadas mientras corro y corro. Durante kilómetros y
Página

horas. Hasta que llego a la casa en la que crecí.

Entro por una ventana abierta en la cocina y subo las desvencijadas escaleras de
mi habitación.

Luego me acurruco en el suelo y sollozo.


Capitulo 12
El príncipe oscuro
Cuando tenía unos siete años, le hice a mis padres una tarjeta para su aniversario.

No sé en qué estaba pensando, pero supongo que quería impresionarlos. Quería


mostrarles que era normal, como cualquier otro chico.

Quería que estuvieran orgullosos de mí.

Pero supongo que era demasiado pedir.

Mi padre echó un vistazo a la tarjeta y su cara se arrugó. Recuerdo que la arrugó


en sus manos y la tiró al fuego.

—Siempre serás un fenómeno analfabeto, ¿verdad?


GoR No conocía el significado de analfabeto, pero por su expresión y la forma en que
bebía el whisky en su vaso de una sola vez, me hizo pensar que no era algo bueno.

Recuerdo a mi madre irrumpiendo y tratando de consolarlo.

—Está bien, Ben. Tenemos los mejores tutores. Con la práctica, el año que viene por
estas fechas, ni siquiera sabrás...

—¿Que es defectuoso? —Mi padre apretó los dientes—. Tal vez seas tú. Tal vez no
debería haberme casado contigo. Porque sé que no soy yo. Sé que no lo estoy haciendo
lento. No me llevó tanto tiempo aprender a escribir.
126

Vi a mi madre llorar por eso y luego mi padre se volvió hacia mí.

—Ve a tu habitación y quédate allí. No hay comida para ti hasta que puedas
Página

deletrear bien tu maldito nombre.

No recuerdo mucho después de eso. Recuerdo gritos, mis padres peleando y sé que
Nora metió algo de comida en mi habitación más tarde esa noche.

Le encantaba la tarjeta que había hecho. Incluso me dijo que me amaba.


Nunca lo dije de vuelta. Nunca dije te amo también. Algo me hizo callar. Tal vez el
hecho de que me miraba con lástima, o podría ser que nunca le creí.

Aunque a esa edad, entendí que eso era lo que hacías, cuando alguien decía te
amo.

Por eso lo tenía en la tarjeta.

En la tarjeta, escribí ´´Los amo, mamá y papá", junto con mi nombre completo; he
estado practicando mucho, aprendiendo a usar las cartas.

Esperaba que me lo dijeran, pero supongo que estropeé las cartas y ahí se fue mi
"te amo también“.

En mi defensa, tenía siete años. Era patético. Aún intentaba ganar la aprobación
de mi padre esforzándome, siendo bueno, haciendo cartas estúpidas.

Ya no lo soy.

No necesito amor. No necesito aceptación o aprobación. Los rechazo antes de que


ellos me rechacen a mí.

Pero Blue es diferente. Sigue siendo ingenua. Ella cree que el amor es una cosa
increíble y mágica. Quiere caer en él.

Es curioso cómo la gente olvida que se llama enamorarse. Hay una razón para eso.
GoR Te caes y te rompes la puta pierna y sangras. Eso es lo que es el amor. Sangrar, abrirse
a propósito.

Es una debilidad estar tan loco, que te harás daño por otra persona. O que ames
a alguien a pesar de lo mucho que te hayan herido.

Pero como sea.

Ella no es mi problema.

Aunque admitiré que actué como un tonto esta noche. Sabía que era un error. En el
momento en que inventé una excusa para arruinar su cita.
127

Honestamente, no tengo ni idea de por qué lo hice. Tal vez sólo le estaba haciendo
un favor. Ese tipo Ryan no es para ella. No es lo suficientemente hombre para estar con
Página

ella.

Pero tal vez debería haberlos dejado ir. Tal vez Blue necesita un poco de angustia
en su vida para tener una imagen real.

Miro la cama donde la encontré dormida, su pelo azul tendido en mi almohada.


Y luego, están sus sandalias: también azules y cubiertas con pequeñas gotas de su
sangre. Hay pequeñas hendiduras donde los dedos de los pies y el talón se clavaron en
el plástico barato.

Joder.

No es de extrañar que estuviera sangrando. Y va a sangrar aún más porque se


escapó de aquí descalza.

Apretando los dientes, aplasto sus sandalias en mis manos y me acerco al armario.
Abriendo la puerta, las tiro y la cierro de nuevo con un golpe.

Mi polla está dura como la mierda. Más dura que nunca.

Salto a la ducha y trato de limpiar su sensación. Intento limpiar su olor, su suavidad.

Y cuando el recuerdo de ella se vuelve demasiado, me tiro de la polla.

Escucho sus palabras en mi cabeza: No quiero... No por alguien que me hace odiar.

Las lágrimas nunca han sido lo mío. Pero aún así, me masturbo con ella.

La golpeo, la tiro, la estiro, hasta que estoy rociando semen por toda la pared de
azulejos, pensando en su pelo azul y su olor a azúcar.

Joder.
GoR
Joder.

Joder.

Apoyando mis manos en la pared que lleva mi semen y respirando profundamente,


cierro los ojos. Probablemente en el arrepentimiento. Pero entonces, lo cerré.

Ella me odia de todos modos.

Un crimen más contra ella no importaría.


128
Página
Capitulo 13
—¿Cómo empezó? —Tina pregunta.

Miro hacia arriba desde donde estoy mezclando ingredientes secos para hacer
magdalenas para la venta de pasteles de Art. Soy pésima para hornear pero Doris está
enferma y me ofrecí a ayudar. Así que estoy ayudando o al menos intentando hacerlo.

—¿Qué cosa? —Pregunto.

—Todo esto entre tú y Zach. Como, ¿qué pasó? ¿Por qué te tortura a ti, de todas
las personas?

Vuelvo a tirar la harina.

—Porque es malo. Y rico y eso le da derecho a hacer lo que quiera.

Esto no es algo nuevo. Se lo he dicho mil veces. Me ha escuchado llorar y quejarme


GoR por ello durante años. Aunque no sé por qué lo hace otra vez.

—¿Recuerdas la primera vez que se conocieron?

Dejo de mezclar; ya ha incorporado más de lo que la receta pedía.

La primera vez.

Apenas recuerdo nada de eso, excepto que era mi primer día de escuela y tenía
suficiente hambre como para pedir prestados palitos de zanahoria y luego, lo conocí en
la sala de detención.
129

Aunque recuerdo que estaba mirando por la ventana, mirando una fuente de agua
y su uniforme estaba tan desordenado y arrugado como el mío. Recuerdo ese anhelo de
Página

hablar con él, el único chico que se parecía a mí: sucio y desordenado.

Recuerdo este tirón en mi estómago. Este aleteo y revoloteo. En ese momento pensé
que tenía tanta hambre que mi estómago hacía ruidos extraños. Pero más tarde, me di
cuenta de que eran las mariposas y ese tirón era la miserable conexión entre nosotros.

De todos modos, cuando hablé con él, resultó ser un completo imbécil que me llamó
ladrona, sonriendo, mirándome de arriba a abajo como si fuera una rechazada o algo
así. Me enfadé por eso y podría haberle contestado.

Pero de nuevo, no lo recuerdo.

—En realidad no. Quiero decir, yo tenía como diez años y estaba detenida. Lo único
que salta a la vista es que era súper arrogante, grosero y lo odiaba.

Tina tamborilea sus dedos en su barbilla.

—Ojalá recordara lo que me dijiste.

—¿Por qué estamos hablando de esto otra vez?

—Porque ya es suficiente —Ella le da una bofetada a la isla—. Tenemos que ir a


hablar con él

—¿Qué? No.

—Sí. ¿Vas a esperar a que se vaya y luego ir a las citas? ¿O te divertirás y vivirás
tu vida? —Ella sacude la cabeza—. No puedes esperar a nadie, Cleo. No puedes tenerle
miedo. Necesita aprender la lección. Olvídate de dejarlo ir. Tenías razón. La justicia es la
respuesta.

—No lo es. No vamos a ninguna parte y no le tengo miedo.


GoR
No es así. En realidad no.

Tengo miedo de mí misma. De las cosas de las que soy capaz.

Anoche fue exactamente como el baile de graduación. Incluso las palabras que
usé fueron las mismas.

Eso es lo que me hace. Me presiona. Los presiona y los presiona y me convierto en


algo completamente diferente.
130

No seas como yo.

Después de que me escapé ayer, pasé la noche en mi antigua casa. No podía


Página

dormir, no como si hubiera dormido en la cama de Zach, pero me quedé allí, acurrucada
y llorando hasta que llegó la mañana. Tenía suficiente presencia de ánimo para llevar un
teléfono en el bolsillo de mi vestido y enviarle un mensaje a Tina diciendo que pasaba
la noche en casa de mis padres.

Le dije cosas. Pero no todo. No sobre mi estupidez al irrumpir en su habitación. No


sobre lo que pasó entre nosotros.
Y cómo respondí.

Cómo me convertí... todo encendid y Jesucristo, mojada.

Estaba mojada. Por Zach.

—¿Por qué no? —pregunta, después de un tiempo.

Suspiro.

—Porque yo lo digo, ¿esta bien? Déjalo en paz.

Apoya sus manos en sus caderas y me mira con recelo.

—¿Por qué creo que me estás ocultando algo?

Con el corazón saltando, miento.

—No lo soy. Estás paranoica. Ahora vamos a hacer estas magdalenas, ¿está bien?

Ella sigue mirándome pero no le presto mucha atención desde donde estoy
midiendo los ingredientes húmedos.

—Cielos, deja de mirarme. Vas a hacer que la cague me quebré unos momentos
después.
GoR
—Lo que sea. Hacer magdalenas es la idea más estúpida, por cierto. Brownies. Hacer
brownies. Son cuadrados y, por lo tanto, más fáciles.

Tiene razón, pero no voy a decirle eso.

Cuando terminamos con los pastelitos, es la hora de la cena y le digo a Tina que
pida pizza y decido ir a buscar a Art.

Ha estado jugando afuera por un par de horas. Además de hacer magdalenas


para la venta de pasteles, le dije a Doris que lo vigilaría mientras descansaba. Así que
Art pasó toda la tarde conmigo y vimos una película de Batman.
131

—Art —llamo tan pronto como salgo al calor húmedo pero no obtengo respuesta.
Página

No está donde lo dejé en el patio, con su motocicleta y todos esos juguetes con
los que le gusta jugar; la cosa tipo coche que puede conducir y su camión de bomberos
y todo eso. Lo juro, la mitad de sus cosas están en nuestra casa.

Lo llamo por segunda vez. Nada otra vez.

Mi corazón late de forma repugnante.


Sé que debe estar cerca. Lo sé. A veces le gusta ir a la parte de atrás y jugar en
el bosque. Yo misma he jugado con él allí.

¿Pero por qué no responde? Él responde. Siempre responde.

A pesar de mis pies todavía palpitantes, salgo corriendo, pensando que él debe
estar atrás.

Tiene que estarlo. ¿Adónde iría? Este es un lugar seguro; ha estado jugando aquí
durante años, incluso antes de que yo llegara.

Está bien.

Daré la vuelta a la esquina y lo encontraré jugando en el bosque. Me sonreirá


tímidamente y me dirá que quiere que juegue con él. Me enseñará el fuerte que construyó
con sus juguetes y rocas como lo hizo una vez. Le despeinaré el pelo porque no puedo
resistirme cuando está siendo mi bichito de acurrucarse y luego iremos a comer pizza.

Pero no está ahí.

—¡Art! —Llamo de nuevo—. ¿Dónde estás?

Sigo yendo más lejos, aunque nunca le he visto llegar tan lejos. Doris me dijo una
vez que es tímido. Nunca va a lugares que no reconoce. Cuando empecé a cuidarlo, me
dijo: "Es un niño bastante fácil. No tendrás ningún problema con él‘‘.
GoR
Y nunca lo he hecho.

Pero ahora lo he perdido de alguna manera.

Sigo diciendo su nombre, pero todavía no recibo respuesta.

—Oh, Dios, oh, Dios, oh, Dios —murmuro, me agacho, pongo las manos en las rodillas.

¿Adónde se fue?
132

—¡Art! —Grito como una loca—. ¡Vuelve aquí!

Entonces, de repente, alguien me está sacudiendo.


Página

—¿Qué está pasando? Puedo oírte desde la casa —pregunta Tina, agarrándose a
mis brazos.

La veo a través del brillo de las lágrimas.

—No puedo encontrar a Art. No puedo... —Respiro con dificultad—. No puedo


encontrarlo. Dios mío, lo he perdido, Tina. Lo he perdido.

—Bien, cálmate. Relájate. Vamos a buscarlo juntas. Debe estar en algún lugar por
aquí dice Tina.

Asiento con la cabeza.

—O-okay.

Entonces una larga sombra se acerca a nosotros y mi enfoque cambia.

Es Zach. Está dando zancadas, sus pasos son largos y decididos.

No sé qué me pasa, pero suelto a Tina y mis piernas empiezan a moverse. Corro
hacia él, como corrí ayer cuando arruinó mi cita.

Casi choco con él, pero me detiene, me sujeta con sus manos y me mira fijamente
con el ceño fruncido.

—¿Qué ha pasado?

Le agarro las muñecas.

—Doris, una de las criadas, tiene un nieto, Art. Se suponía que yo debía vigilarlo.
Siempre lo vigilo. Estaba jugando afuera y yo lo vigilaba pero luego lo olvidé porque
GoR tenía que... tenía que hacer magdalenas para su venta de pasteles. Y cuando fui a
buscarlo, no estaba allí. No sé a dónde fue, Zach. Creo que lo perdí. Yo no...

Me aprieta los bíceps.

—Oye, está bien. Está bien. Lo encontraré.

Miro su cara, toda concentrada y dura. Y se inclina sobre mí con todo su cuerpo.
Está escondiendo el sol detrás de sus enormes hombros y con la cuerda en la espalda.

Y sé por qué corrí hacia él ahora mismo.


133

Zach es grande, fuerte y... y es capaz. Conoce este lugar. Sé que encontrará a Art.
Página

Lo sé.

—Es un buen chico. Es tan pequeño y diminuto, ¿y si está herido? Yo no... Él sólo se
desvaneció. ¿Cómo puede desaparecer, Zach?

Se endurece con mis palabras, sus dedos se vuelven rígidos en mi carne. Antes de
que pueda preguntarle qué está pasando, me deja ir y sale corriendo hacia el bosque.
Lo sigo.

Es difícil seguirle el ritmo. Mis pies gritan de dolor y sus pasos son largos. Pero sigo
adelante. Creo que Tina está detrás de mí, pero no puedo estar segura.

Nos adentramos en el bosque, más profundo que nunca, antes de que Zach se
detenga y se arrodille en el suelo.

Aquí, el suelo está cubierto de hojas secas y muertas y los árboles forman un dosel
arriba. Hay muy poca luz solar y todo es más frío.

No me gusta.

A medida que me acerco a Zach, me doy cuenta de que está mirando algo.

Es un agujero en el suelo.

Caí de rodillas a su lado, las hojas crujiendo bajo mis rodillas. Pero eso no me
importa porque es una caída de tres metros y Art está en el fondo.

—¡Art! —Grito, casi me derrumbo.

Pero Zach me saca del borde, con sus brazos alrededor de mi cintura.

—No, no, no. Tengo que ir a buscarlo. Es mi culpa. No estaba haciendo mi trabajo.
GoR Tengo que...

Me aprieta la cintura, arrodillándose a mi lado.

—No, iré a buscarlo.

Le doy un apreton a su camiseta.

—¿Por qué no se mueve? Dime por qué no se mueve.

Zach enmarca mi cara con sus manos y aplica presión, haciendo que lo mire.
134

—Porque está inconsciente. Es una caída alta. Está bien.

—P-pero...
Página

—Está respirando, Blue. Lo he comprobado.

Mis ojos llorosos corren por su cara. Frenéticamente. Locamente. Como si no me


cansara de sus rasgos afilados y angulosos. Como si nunca tuviera suficiente.

—S-sólo tráelo de vuelta. Por favor —susurro, el agua obstruye mis ojos y mi garganta.
Sus fosas nasales se iluminan cuando estudia mis rasgos, y asiente con la cabeza.

—Quédate donde estás.

Yo me quedo allí.

Me deja ir y se pone a trabajar.

Sus manos acarician el suelo, como si buscara algo bajo las hojas. Unas palmaditas
más tarde, lo encuentra.

Es un larga y gruesa raíz, enterrada bajo el follaje caído, conectada a un enorme


árbol del que no me había dado cuenta hasta ahora. La raíz es gruesa, resistente y
parece que va a bajar al agujero.

Mientras Zach la agarra, probablemente tratando de usarla como una cuerda, oigo
pasos estruendosos acercándose.

Tina está arrodillada a mi lado.

—¿Estás bien? ¿Lo encontramos?

—Sí. Está ahí dentro —Hago un movimiento con mi barbilla.

Zach se centra en Tina.


GoR
—Quiero que vayas y me consigas una cuerda. Y trae a un miembro del personal
contigo.

Asintiendo con la cabeza, Tina me aprieta los hombros.

—Vuelvo enseguida.

Con eso, da vueltas y vuelve corriendo.

Usando la raíz, Zach se hunde en el agujero, y yo me arrastro hasta el borde,


mirando hacia abajo. Art sigue inconsciente y mi cuerpo empieza a temblar.
135

Oh, Dios.
Página

¿Cómo la he cagado tanto? No volveré a ser su niñera. Nunca más.

Pero entonces, veo el pequeño movimiento de pecho de Art. Arriba y abajo. En un


ritmo.

Está respirando.
Gracias a Dios

Como dijo Zach.

Que está casi al final de la raíz colgante y robusta, que sólo baja a mitad de
camino. Antes de que pueda detenerme, grito—:Ten cuidado.

Zach me mira cuando digo esas palabras y yo me muerdo el labio.

No debería haber dicho eso. Quiero decir, es un poco demasiado personal y


agradable. Se supone que debo odiarlo, ¿verdad?

Pero pensé... que tenía derecho a decirlo.

Y no me retracto.

—Por favor —digo, agazapada en mis manos y rodillas, mirándolo, con el pelo
sudado en una cortina alrededor de mi cara sonrojada.

Sus ojos oscuros no delatan nada, pero hace un gesto de asentimiento. Luego mira
hacia abajo y suelta su raiz.

Me da un respiro cuando aterriza en el suelo, a los pies de Art. Fue suave y sin
esfuerzo.

GoR Se arrodilla al lado de Art y mi voz se quiebra cuando pregunto—: ¿Está bien?

Zach coge a Art en sus brazos. Eso es sin esfuerzo también. Suave y delicado
mientras acuna su cabeza.

No podría dejar de llorar, aunque quisiera; no quiero.

No quiero dejar de llorar porque todo está hinchado dentro de mí, crudo y agitado.
Y la mano entera de Zach cubre la cabeza de Art, ya que probablemente busca una
lesión. Le da palmaditas en la cabeza a Art lentamente, casi como una caricia y tengo
que clavar mis uñas en el suelo para mantenerme firme.
136

Todavía mirando a Art con el ceño fruncido, Zach dice—: Está bien. Tiene un chichón
en la parte posterior de su cabeza. Pero se pondrá bien.
Página

Aprieto un puño en mi boca para evitar que salgan todos los sollozos.

—¿Estás bien? —Pregunto y la forma en que la cabeza de Zach se sacude me hace


creer que era lo que no debía decir.

A la mierda.
No le tengo miedo. Lo que soy ahora mismo es súper emocional y casi desquiciado.
No me importa si mi preocupación es un sufrimiento para él.

La respuesta de Zach es un ceño fruncido y silencio.

Pronto, Tina regresa con la cuerda y ha traído un par de otros miembros del
personal, incluyendo a Ryan, con ella.

—¿Dónde está Zach? —pregunta mientras se detiene a mi lado.

—Ahí abajo.

Ryan se arrodilla en mi otro lado, la preocupación es evidente en su cara.

—¿Estás bien?

—Sí.

En un tono conciso, Zach instruye a Ryan y a los demás para que le tiren la cuerda
y le explica qué hacer. Cinco minutos después, él está fuera y Art está en mis brazos.

—Oh, Art, lo siento mucho. —Lo abrazo, oliendo su pelo, besando su frente.

Siento el chichón en la parte posterior de su cabeza y me doy cuenta de que


necesita un médico. He estado tan concentrada en que salga, que ni siquiera me he
GoR preguntado cuánto tiempo estuvo ahí.

—Tenemos que ir al hospital —le digo al grupo acurrucado a mi lado.

—Sí, prepararé el coche, vamos —dice Ryan, poniéndose de pie.

—Alguien tiene que decírselo a Doris —dice uno de los miembros del personal.

Acunando a Art, me las arreglo para estar de pie también.

Doris. Sí. Alguien tiene que decirle lo mal que la arruiné cuando se suponía que tenía
137

que cuidar a su nieto.

Y no olvidemos el coche.
Página

Tina va a decir algo, probablemente sobre mi fobia de un año a los coches, pero
sacudo la cabeza una vez para decirle que se calle.

Puedo manejarlo.

El coche es la solución perfecta. ¿De qué otra forma podríamos llegar allí? El autobús
no es una opción. Tardaremos mucho más en llegar y Art necesita la atención médica
ahora.

Ryan me acuna la mejilla de esa manera tan suave que tiene.

—Oye, todo va a estar bien. No fue tu culpa. Estas cosas pasan. Art va a estar bien.

Aprieto los hombros de Art, lo aplasto contra mi pecho, y asiento con la cabeza.

—Sí, vale, gracias. Vamos a...

—He llamado al doctor. Estará aquí en un rato. —La voz de Zach irrumpe en mis
pensamientos de pánico.

Se aleja del grupo y miro sus ojos mientras miran hacia donde Ryan me está tocando.

—No hay necesidad de ir a ninguna parte —Luego le ordena a un miembro del


personal—. Y que alguien cierre ese agujero.

Con eso, se da la vuelta y se va.

Hay hojas aferradas a sus pantalones, sus botas, barro en las mangas de su camisa,
incluso en sus codos y brazos.

Se retira, se va, después de haber salvado a Art e incluso a mí. Con Art en mis
brazos, pesado e inconsciente, voy tras él.
GoR
—Espera. Zach.

Hace una pausa pero no se da la vuelta. Sigo adelante hasta que me pongo de
pie ante él. De alguna manera, también tiene un poco de suciedad en la mandíbula.
Tengo una necesidad muy fuerte y potente de alcanzarlo y limpiarlo.

—¿Qué? —ladra.

—Yo... ¿Cómo supiste del agujero? ¿Cómo supiste que Art podría estar ahí abajo?
138

El sol no se mueve y el aire tampoco. Todo está quieto y caliente pero extrañamente,
la cara de Zach, todo su cuerpo se vuelve una sombra.
Página

La oscuridad recorta sus rasgos, su comportamiento, como anoche cuando se sentó


en esa silla suya, con toda la galaxia a su espalda.

—Zach...

Sus rudas palabras me cortan.

—Porque he estado allí abajo.


Al principio creo que no lo he escuchado claramente. Pero cuando la mirada rígida
de su cara no desaparece, me doy cuenta de que lo he hecho.

Lo he escuchado claramente.

Agarrando a Art a mi pecho aún más fuerte, pregunto—: ¿Cuándo?

Se sujeta la mandíbula antes de decir—: Hace mucho tiempo.

Y luego, da vueltas y se va.

GoR
139
Página
Capitulo 14
El príncipe oscuro
Tenía diez años cuando me caí en ese agujero.

Para entonces, había dejado de hacer cartas tontas o de intentar mejorar o ser
mejor. Sólo para que me quisieran de vuelta.

Para entonces, había aprendido a escabullirme de la casa principal y vagar


libremente por los terrenos. Tenía todo un plan para huir en cuanto descubriera cómo
ganar dinero y ahorrar lo suficiente para sobrevivir por mi cuenta. Aunque la forma en
que se produjo -yo, mudándome- no fue como esperaba que fuera.

Estuve en el agujero durante horas. Durante toda la noche, en realidad.

Recuerdo que intenté salir por mi cuenta, agarrándome a las raíces y levantándome.
GoR
También recuerdo haberme caído de trasero muchas veces.

Cuando me cansaba, recuerdo que me quedaba allí tumbado mirando el cielo.


Pensé que nadie me encontraría nunca. Nadie se molestaría en buscar, definitivamente
no mis padres.

Cuando dejé de intentar ganar su aprobación, ellos dejaron de molestarse


conmigo. Me entregaron a niñeras, tutores, criadas, a quien sea que puedan encontrar
para empeñar a su hijo. Les pagaron suficiente dinero para no abrir la boca sobre mi
discapacidad.
140

Mi padre no quería que el mundo supiera que su hijo no era nada menos que
perfecto. Y tampoco quería perder el tiempo con un niño imperfecto.
Página

¿Y mi madre? Bueno, mi madre nunca quiso un niño para empezar. No quería que
nada interfiriera con sus fiestas y su despreocupada y rica vida. Irónicamente, era mi
padre quien quería un niño. Así que cuando mi madre le dio uno imperfecto, hizo todo
lo que pudo para compensar el hecho, incluyendo el descuido de dicho niño.
Recuerdo que quería llorar en ese agujero. Llorar por mi madre, incluso por mi padre.
Recuerdo haber hecho tratos con Dios para esforzarme más. No echaría a mis tutores.
Pasaría el tiempo practicando las lecciones. No sería deliberadamente difícil y revolvería
la mierda.

Sólo si me sacaba de ese agujero.

Pero también recuerdo que me detuve y me enojé. Pensé, ¿por qué demonios
debería intentarlo? Nada es nunca lo suficientemente bueno para ellos. No importa
cuánto practicara, mi padre encontraría un defecto y me golpearía por ello.

Me fui a dormir, debatiendo y exhausto.

Fue Nora quien me encontró al día siguiente. Ella había enviado un grupo de
búsqueda cuando entró en mi habitación para despertarme para la escuela.

Durante dos días estuve en la cama; me había torcido el tobillo. Y durante dos días,
Maggie y Nora fueron las que me cuidaron.

Cuando se lo dijeron a mis padres, la reacción de mi padre fue fingir que nunca
había pasado. Y la reacción de mi madre fue decir—: ¿Por qué sigues haciendo olas,
Zach? ¿Por qué no puedes ser un chico bueno y tranquilo? Siempre me has hecho las
cosas difíciles.

Sí, mamá. Estuve tirado en un agujero de mierda toda la noche y eso es difícil para
GoR
ti.

Creo que ella contaba con que yo cayera hasta la muerte o algo así. Aunque
nunca diría algo tan grosero como eso, pero la decepción era bastante clara en su
cara.

Sí, soy una enorme y jodida decepción. Para todos. Pero no para ella.

Blue nunca actuó decepcionada conmigo porque siempre asumió lo peor. Siempre
me ha mirado con asco y odio.
141

Es reconfortante. Familiar. Es como todos en mi vida me han mirado, si contamos a


Nora y Maggie. Pero entonces, se les paga, ¿no es así?, para que sean amables conmigo.
Página

Lo que no es reconfortante es la forma en que Blue me miró hoy cuando encontré


a ese niño y lo saqué del agujero.

Hoy me miró como si yo moviera las estrellas. Me dolió.

Todavía me duele.
Nunca pensé que lo haría. Nunca pensé que esa ingenua, inocente, cálida mirada
en sus ojos sería tan deslumbrante y dura. Nunca pensé que me haría enojar.

Me hizo querer recordarle quién era yo.

Pero también me hizo querer agarrarla y besar la mierda de esos labios pintados
de azul.

Y eso nunca puede suceder. Ella no lo permitirá.

GoR
142
Página
Capitulo 15
Todos creen que es el príncipe. El salvador. El héroe.

No han dejado de hablar de cómo sacó a Art del agujero. En todas partes, alguien
está hablando del nuevo Señor Prince.

El personal de cocina lo adula cuando va a desayunar. Grace afirma que le sonrió


mientras pasaban uno al lado del otro en el pasillo. Doris lo llama mi chico bueno.

—Le di una botella —respira Leslie a un grupo de nosotros junto a las escaleras del
ala de servicio, subiendo al primer piso—. Él estaba entrenando en la piscina y yo salía
de la casa de la piscina, ya sabes. Él estaba como, oye, ¿disculpa? ¿Puedes pasarme
esa botella de agua? Tenía una botella de agua fresca. —Pongo los ojos en blanco
ante esa afirmación obvia, pero ella continúa—: Lo hice y... —Se detiene a suspirar—.
Nuestros dedos se tocaron.

GoR —¿En serio? —Los ojos de Grace están muy abiertos.

—Sí. Dios mío, sus dedos. Eran tan cálidos.

Aprieto los dientes. Sé todo sobre sus dedos. Sé lo cálidos que están, lo ásperos
que son, cómo las almohadillas están callosas y raspadas.

Sé cómo se sienten cuando están en mis muslos, en mi pelo, en mi pulso.

Lo sé.
143

Mientras hablan y hablan como si lo conocieran, admito que estoy algo celosa. Ha
pasado una semana desde que rescató a Art y no he tenido la oportunidad de hablar
con él.
Página

Ni siquiera una vez.

No es como si fuéramos amigos o algo así, que pueda casualmente acercarme a él


y decirle ‘’hey’’. De hecho, hasta hace unos días, estaba rezando para que se fuera.
Aunque ahora estoy pensando, ¿qué pasa si se va y no puedo decir nada?

No es que no lo vea. Vivimos en el mismo lugar. Claro que lo veo.


Y lo veo sobre todo con Art.

Desde el accidente de Art, me he disculpado con Doris mil veces. Ella está bastante
relajada, pero no puedo deshacerme de la culpa. También le he pedido perdón a Art,
pero de nuevo, no le importa.

En estos días, es bastante feliz en realidad. Cortesía de Zach.

Los he visto juntos muchas veces. La mayoría de las veces están en la piscina y los
veo cuando vuelvo de mi turno. Deliberadamente camino despacio sólo para verlos
juntos. A veces Zach hace ejercicio, dos veces al día; es una locura, y deja que Art sea
su observador. Art cuenta sus repeticiones y aplaude cuando termina e intenta imitarlo.

Una vez vi a Zach tirado en el suelo con Art en sus brazos, de acuerdo. Gruñendo,
bajó a Art, que se rió como nunca había visto nada más divertido. Luego, Zach lo
levantó en el aire otra vez, como si estuviera haciendo pesa de banca. Sólo que, en
lugar de pesas, tenía a Art.

Creo que me temblaron las rodillas al verlo.

Nunca supe que Zach podía ser tan... dulce y sexy al mismo tiempo.

Unas cuantas veces, me he acercado a ellos para recoger a Art a la vuelta porque
Doris todavía quiere que lo cuide mientras trabaja.
GoR Pero Zach y yo no nos hablamos. Ni siquiera me mira. A veces parece que no puede
soportar verme. Y no entiendo por qué. No entiendo por qué me molesta.

La única persona que no es fan de Zach es Tina. Ella lo odia y eso es decir algo.

—Dios, no puedo creer cómo todo el mundo está tan loco por él. ¿No lo ven, gente?
Es el diablo. Bien, él salvó a Art. Pero ¿qué hay de todas las otras cosas que ha hecho?
¿Qué pasa con ellas? La gente puede ser tan estúpida.

—Suenas como yo —le dije un día mientras limpiaba el polvo de la biblioteca de la


144

torre dos.

—Sabes, me alegro de que sigas adelante y todo eso. Pero tienes que estar más
molesta por esto. —Entonces ella jadea—. ¿Sabes qué sería lo mejor de todo esto?
Página

Deberías salir con Ryan. Eso le enseñará.

—Oh, aquí hay otra gran idea: ¿por qué no sales con Ryan? Antes te gustaba tanto
como a mí.

Se queda callada y me lleva unos diez segundos averiguar por qué.


Y cuando lo hago, mi chillido es fuerte. Quiero decir, realmente fuerte.

—Oh Dios mío, te gusta —grito, pinchando su hombro con mi plumero—. Dios, Tina.
¿Por qué no dijiste nada?

—No me gusta —Se frota el hombro. —Quiero decir, solía gustarme, pero ya no.

—O dejas de mentir o dejas de sonrojarte. Te gusta y vas a salir con él.

—Yo...

—Y te estoy vistiendo.

—No puede ser.

—Sip.

Tina me mira con culpa.

—Pero yo no...

—Mira, Ryan es genial, pero... —Repito lo que Zach me dijo esa noche en su baño
mientras me vendaba las heridas—. Pero no me habría hecho feliz.

*****
GoR
Le prometí a Maggie que no entraría en la casa principal en ninguna circunstancia.

Sin mencionar que la suite a la que quiero entrar pertenece al tipo que me dijo que
me mantuviera alejada de él.

Pero no soy muy seguidora de las reglas. Además, dejé deliberadamente mi teléfono
en la sala de personal por si acaso llegaba a esto. Si alguien me atrapa, tengo una
excusa perfecta.

Así que estoy en mi modo sigiloso de nuevo. Sudadera con capucha negra,
145

pantalones cortos negros y botas de cuero silenciosas.

Vale, en mi defensa, he intentado todo lo demás. Es la noche muerta y no puedo


Página

dormir. Debería estar cansada después de un día completo de trabajo, pero no lo estoy.
Incluso leo los libros que compré sobre astronomía; aparentemente, me gusta leer estos
días.

Y la observación de estrellas.
Todas las noches de la semana pasada, he buscado el cinturón de Orión. Lo
busqué en Internet. Es una constelación de invierno, se supone que sólo es visible de
enero a marzo.

Es invierno aquí, aunque, todo lo que sentimos es el calor, pero nunca puedo verlo.

Estoy caminando muy silenciosamente hacia la puerta de nuestra cabaña cuando


veo un destello negro en mi visión periférica.

Me lanzo a la ventana y abro una pulgada de las cortinas. Alguien está caminando
por el patio. Más tropiezos que caminatas. Es un paseo de borracho.

Y es Zach.

Dios mío, ¿qué posibilidades hay? ¿Qué hace él aquí?

Mientras presiono la palma de mi mano en la ventana, se gira y mira directamente


a mi casa. No estoy segura de si puede verme mirándolo a través de las cortinas, pero
está frunciendo el ceño a la ventana, como si estuviera loco.

Frenéticamente, miro alrededor de las otras cabañas. Están oscuras y adormecidas.


¿Pero qué pasa si alguien se despierta y lo encuentra aquí?

¿En qué está pensando?

GoR Un segundo después cae al suelo y todos mis pensamientos se desvanecen. Salgo
corriendo por la puerta antes de que pueda detenerme. Prácticamente caigo al lado
de su forma desparramada.

—¿Zach? ¿Estás bien?

Resulta que no debería haberme molestado. Porque abre los ojos y se ven claros y
alerta.

—¿Por qué no iba a estarlo?


146

Me siento en los talones.

—Porque te acabas de caer. Así de fácil. Debajo de mi ventana.


Página

Se encoge de hombros. Y luego frunce el ceño cuando me recibe.

—¿Qué llevas puesto?

Me miro a mí misma, mi sudadera negra y mis pantalones cortos.


—¿Qué?

—¿Planeabas violar la ley otra vez?

Trago y me pongo las manos en las rodillas.

—No.

Sí.

Su sonrisa torcida tarda en aparecer y por eso sé que está un poco borracho. Eso
y su olor a alcohol y almizcle.

Zach mira lejos de mí y hacia el cielo.

Pasan unos segundos en silencio y lo miro como una tonta enamorada.

Soy una tonta, en cualquier caso. Porque iba a violar la ley sólo para poder hablar
con él. El tipo que me ha hecho llorar incontables veces. El tipo que me ha insultado,
herido y atormentado repetidamente.

Mi abusador.

—¿Qué estás haciendo? —Pregunto.

GoR
—Mirando las estrellas.

Miro las cabañas otra vez. Todavía están oscuras, sin un ápice de movimiento.

—¿Por qué las miras prácticamente desde debajo de mi ventana?

Se encoge de hombros otra vez.

Ahora que estoy cerca de él, no sé qué hacer. No quiero irme, pero tampoco sé
cómo quedarme.
147

—Vigílalos desde tu habitación en la torre dos, ¿de acuerdo? Levántate.

Finalmente, se enfoca en mí, con sus ojos en sombra y brillantes por la luz de la luna.
Que parece mantecoso y amarillo cuando toca su piel.
Página

—¿Parece que puedo levantarme?

Vuelve a mirar el cielo. Sus respiraciones no son apresuradas, casi perezosas, como
si estuviera absorbiendo la noche de a una bocanada de aire a la vez.
Incluso desparramado así, se ve poderoso. Como si fuera el único hombre en todo
el mundo. El resto de nosotros somos intrascendentes.

O tal vez no es poder. Es la soledad.

¿Siempre ha estado solo? No me acuerdo. Mi odio por él era tan fuerte que nunca
presté atención a nada bajo la superficie.

Suspirando, me levanto y le ofrezco mi mano.

—Vamos. Vamos a sacarte de aquí.

Zach observa cuidadosamente mi mano durante al menos diez segundos antes de


tomarla con movimientos lentos. Nuestras manos se cierran, las mías húmedas con todo el
sudor nervioso y las suyas calientes y secas.

Y ásperas.

Al tragar, aprieto mis dedos alrededor de los suyos y lo tiro con todas mis fuerzas.
Ni siquiera se mueve. Se queda ahí, mirándome, como si no le importara nada.

Mirándole fijamente, vuelvo a tirar de él. Ni siquiera un tic.

Pero entonces, siento que enrosca sus dedos alrededor de los míos con fuerza. Y
antes de que pueda siquiera jadear, me tira hacia abajo.
GoR
Mi aliento se apaga tan pronto como hago contacto con su duro cuerpo.

—¿Qué...? —Chillo en shock.

Zach gruñe, su cabeza golpeando contra el suelo.

—Joder, eres pesada, Blue.

Trato de zafarme.
148

—Imbécil.

Sólo lo hace reír y aprieta su mano a mi alrededor.


Página

—Relájate. Podría llevarte en mi sueño con una mano.

Me pongo rígida sobre él.

—¿Estás bromeando?
Una pequeña sonrisa todavía está sonando en sus labios mientras sacude su
cabeza una vez.

—Cruza mi corazón.

Entonces, lo hace.

Hace una pequeña cruz en el lado izquierdo de su pecho con su dedo largo, y lo
siento en mi pecho. La almohadilla áspera de su dedo arrastra líneas como si yo también
hiciera una promesa. Sólo que no sé lo que estoy prometiendo.

—¿Y esperar a morir? —Exhalo. Un lento asentimiento.

—Sí.

Sus susurros son mortales. Lo son. Y también lo son sus ojos.

Pero estoy descubriendo que no me importa. Me siento aliviada de que estén sobre
mí después de tanto tiempo.

—Ya no me miras más. —digo de golpe.

—Porque me duele.

Sus palabras me hacen estremecer, aunque no había ninguna maldad en ellas.


GoR Contienen un tipo de emoción que nunca había recibido de él.

Se asemeja a una extraña mezcla de tortura y desesperación.

Me deja sin aliento y me da escalofríos por alguna razón. Un poco triste para él
también.

—¿Por qué te duele? —Pregunto.

Sus brazos se enrollan alrededor de mi cintura y sus piernas van a cada lado mío,
como acunándome en su cuerpo. Mis rodillas se hunden en la hierba y también mis codos,
149

pero eso apenas se registra, viendo cómo me arrojan sobre él.

—Porque me miras como...


Página

—¿Cómo qué?

—Como si ya no me odiaras.

Mi corazón está golpeando en mi pecho. Debe sentirlo. Debe sentir mi corazón


golpeando en su pecho a través del mío.
—Sí —me veo obligada a susurrar.

Y por alguna razón, no quiero ni pensar en cómo estoy mintiendo ahora mismo.

—Bien.

Su voz ronca hace que las mariposas vuelen en mi estómago. Hay tantas y son tan
salvajes que, si quieren, podrían volar y llevarme con ellas.

—Vas a morir pronto, lo sabes —susurro tontamente. Poco a poco, la diversión se va


alineando con sus rasgos.

—¿Lo haré?

—Sí —le explico—. ¿Cruzo mi corazón y espero morir? Te estás muriendo. Porque
mentiste.

—¿Mentir sobre qué?

No sé por qué vuelvo a su comentario, pero lo hago. Tal vez porque necesito un
recordatorio de cómo han sido las cosas entre nosotros durante años.

Cómo no debería querer esto.

—No soy una idiota. Sé que soy pesada. Tengo un buen recuerdo de todas las
GoR cosas que tus secuaces me llamaban en la escuela. Todas las veces que se burlaban de
mis muslos, mi cintura y mi pecho. Recuerdo todo eso.

—Yo también recuerdo eso.

—Por supuesto, nunca dijiste nada. Sólo mirabas. Dejaste que me dijeran y me
hicieran todas esas cosas horribles.

—Nunca los detuve —susurra, con las palmas de las manos abiertas en la parte baja
de mi espalda, ese destello de expresión que parpadea en sus rasgos otra vez. El que
vi cuando me dijo que no fuera como él.
150

Sus palabras bajas unidas a esa expresión provocan un dolor en mi vientre.


Tampoco es un dolor suave. Nada de lo que Zach causa en mí, en mi cuerpo, es nunca
Página

suave.

Sacudo la cabeza.

—No, no lo hiciste.
Pero entonces, algo se me ocurre. O más bien, me golpea en el pecho, casi me hace
jadear.

—Yo quería que lo hicieras —digo rápidamente—. Quería que los detuvieras. Por eso
yo...

Es mi turno de salir del sendero porque no sé ni cómo decirlo. Cómo decir las
palabras que estoy a punto de decir.

—¿Por eso tú qué?

—Es por eso por lo que siempre... —Hago una pausa para prepararme—. Siempre te
miré. Siempre que me decían o hacían cosas malas, yo siempre te miraba a ti.

¿Por qué lo miraría cuando sabía y cuando demostró una y otra vez que no me
ayudaría, que no los detendría? ¿Por qué mis ojos lo encontrarían en mis momentos más
miserables?

—Es una estupidez, ¿no? ¿Yo mirándote y esperando que me ayudes? Cuando supe
que estabas detrás de todas las bromas en primer lugar.

Esa expresión en su cara parpadea de nuevo y, por mi vida, no puedo entender lo


que es.

—Estúpido, sí —dice con la mandíbula apretada.


GoR
Extrañamente, quiero tocar esa mandíbula y ver cómo se siente.

—Pero eso no es cierto ahora, ¿verdad? Tú, eh, me defendiste esa noche. Enviaste
a Ashley lejos —exhalo.

Sus rasgos se tensan. Esas manos en la parte bajan de mi espalda también se tensan
y sé -sólo sé- que no lo admitiría.

No admitiría que me defendió o que vino a rescatarme.


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—¿Encontraste a alguien más? —Salto los temas y pregunto.

Él frunce el ceño.
Página

—¿Encontraste a alguien más dónde?

—¿En Nueva York?

Su ceño fruncido se profundiza y le explico—: No deberías haber soltado tu secreto


a una habitación llena de criadas si no querías que viajara a todas partes. Además, ya
sabía que no estabas en Oxford. Una mentira tan estúpida. Como si fueras a ir a Oxford.
Para estudiar, nada menos.

Algo en eso derrite su cuerpo y lo hace sonreír. Sus palmas se arrastran por mi
espalda. Me quita la capucha, liberando mi pelo y sus dedos se enroscan en las hebras,
jugando con ellas. El gesto es tan acogedor que algo se aprieta en mi pecho.

—¿Y? ¿Encontraste a alguien más en Nueva York?

—¿Para hacer qué?

Casi arranco la hierba por la vergüenza, pero de alguna manera, es imperativo


para mí saber esto.

—¿Para meterte con ella? ¿Como te metiste conmigo?

Tal vez sea una locura, pero tengo que saberlo.

En respuesta, la mano de Zach se extiende sobre la línea de mi cuello. Suavemente.


Sólo él sabe cómo ser tierno con dedos tan ásperos como los suyos.

—No —raspa mientras pasa su otra mano por los mechones de mi pelo—. Sólo hay
un tono de azul lo suficientemente desafortunado como para llamar mi atención.

Ni siquiera puedo detener el suspiro que se escapa de mis labios y me pongo


GoR pesada. Tan pesada que mi pecho se baja por voluntad propia. Hasta ahora, la parte
superior de nuestro cuerpo flotaba a una distancia que se tocaba. Pero mi suspiro me
hace ir a ras de él.

Mis pechos se estrellan contra su pecho.

Zach gime y es tan rudo y necesitado. Es... erótico.

Tan erótico que ni siquiera me avergüenzo de moverme y arrastrar mis pechos a


través de su duro pecho.
152

Girando su cara a un lado y, mirando mi pelo, me pregunta—: ¿Qué tono es? Es


diferente al que tenías en la escuela.
Página

Lo es.

Hace tres años, tenía un tono de azul más suave. Este es más fuerte, resalta más. A
mí también me sienta bien.

—Bad Boy Blue.


Sus dedos dejan de tamizar y me mira.

—No me digas.

Sacudo la cabeza.

—No.

Cambié de color justo después de que se fue. Fui a la tienda y en cuanto vi la


etiqueta, la compré.

—No me jodas —murmura para sí mismo—. Chico malo azul 9, ¿eh? Estás obsesionada
conmigo.

—En tus sueños.

—¿Cómo se llamaba el otro?

Entrecierro los ojos hacia él porque no confío en adónde va esto.

—Voodoo Blue.

Se ríe.

Y el sonido de esto no es práctico, pero es tan libre y ligero que tengo que
GoR morderme el labio. No me reiré ni sonreiré.

—No me digas que compraste eso después de que toda la mierda emo se fue abajo.

Así que, sí. En noveno grado, hubo un rumor que se extendió durante un mes más o
menos, de que yo era una adoradora del diablo. Yo era la única chica "emo" o "gótica"
en St. Patrick.

Por supuesto, sus secuaces se divertían con eso.

Le doy un codazo fuerte y se sacude, haciendo una mueca.


153

—Bien. No te lo diré. Y tampoco te diré que tenía un muñeco de vudú con tu nombre.
Solía clavarle alfileres.
Página

Su sonrisa vuelve a ser perezosa.

—Oh sí, definitivamente estás obsesionada conmigo.

9Hace referencia al nombre del tinte que en español significa ‘’Chico malo azul’’
Le doy un codazo de nuevo y me quito de encima de su cuerpo y está tan suelto
que no puede detenerme. Pero aparentemente, sigue yendo a por mí.

Incluso borracho, sus reflejos son mejores que mi torpe retirada y enrolla su brazo
alrededor de mi cintura y nos hace rodar por el suelo, hasta que se cierne sobre mí y su
cuerpo se asienta entre mis muslos extendidos.

—Te dije que te agarraría y te pondría de espaldas —musita, calumnia en realidad,


las sílabas gruesas y sangrantes juntas y me estremezco bajo él.

—¿Qué? Teníamos un trato. —Le doy un puñetazo a la hierba—. No me lancé sobre


ti. Tú me derribaste.

—Eh. Lo que sea.

Ahora que las posiciones han cambiado, es como si el hechizo se hubiera roto de
alguna manera. Recuerdo dónde estoy. Recuerdo lo que soy. Una criada y él es, a todos
los efectos, mi jefe.

Echo un vistazo a mi alrededor. Las cabañas siguen estando a oscuras. La cabaña


de la Señora S está justo enfrente de la que estamos en el suelo, todas entrelazadas
entre sí. Si ella mirara por la ventana, nos vería.

—Zach, hablo en serio. Déjame ir. ¿Y si alguien nos ve?


GoR —Todos están durmiendo.

—¿Y si se despiertan?

—¿Y entonces qué?

Le frunzo el ceño.

—Nos verán. La Señora S tiene reglas muy estrictas sobre eso, ¿de acuerdo?

—¿Qué reglas?
154

—El personal no puede... fraternizar con la familia o sus invitados.


Página

Zach se mueve entre mis piernas y coloca la parte inferior de su cuerpo sobre el
mío, su pelvis se cierra dónde está la unión de mis muslos. Su duro estómago está
empujando mi suave vientre.

—¿Y esto parece una confraternización?


—Sí. —Estoy respirando con dificultad—. No puedo perder mi trabajo. Necesito este
trabajo. Necesito mi casa de nuevo.

Me estudia. Estudia mis respiraciones jadeantes, mi cara sonrojada. El sudor de mi


labio superior, mi ceño fruncido. Estoy enloqueciendo ahora mismo, lo sé.

Si pierdo mi casa, lo perderé todo.

Pero, al mismo tiempo, no quiero que esto termine. Sea lo que sea esto. Es tan
jodidamente confuso.

Sobre mí, Zach se mueve. De alguna manera, se hace más grande, más amplio. Abre
sus brazos a cada lado de mí y estira su espalda. Me alza el cuerpo y alinea su torso
con el mío.

—¿Qué estás haciendo? —Pregunto, le doy un puñetazo a su camisa.

—Escondiéndote.

—¿Qué?

Me mira con ojos serios e intensos.

—Nadie podría ver quién está debajo de mí. Si miran, sólo verán mi espalda y nada
más. Así que no perderás tu trabajo o tu casa.
GoR
Quiero reírme de su estúpida lógica. Está borracho. Claramente.

Pero también es tan... dulce de hacer esto por mí. Y eso me hace querer agarrarme
a él y no soltarlo nunca.

Me hace querer esconderme bajo su cuerpo para siempre.

—Gracias —susurro.

Sus ojos bajan hasta mis labios separados y yo hago lo mismo. Observo como se
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relame sus propios labios. Dios, son tan suaves, tan oscuros y gruesos.

Sin pensarlo, me estiro debajo de él, frotando nuestros torsos y sus ojos se acercan
Página

a los míos.

—No lo eres, ¿verdad? —Pregunto.

—¿No soy qué?

—Una virgen, quiero decir.


Me lanza una mirada ardiente a eso y mi espalda se arquea hacia el cielo.

Hacia él.

—¿Qué piensas?

Supongo que esa es su respuesta a mi pregunta.

—¿Cuándo? —Susurro, apretando sus costados con mis muslos.

Zach mete un dedo debajo de mi sudadera y toca la piel desnuda de mi cintura.


Me golpea, como si estuviera rascando mis nervios, revolviéndolos.

—Catorce.

Bien podría ser, por la forma en que mi cuerpo está reaccionando. Mis pezones se
erectan, se convierten en balas. Me duele y me pica.

—¿Quién?

—Una tutora.

—¿Qué?

—Ella era aburrida. Estaba aburrido. Así que la hice callar.


GoR
—¿Qué hiciste?

Se burla.

—Otra vez. ¿Qué te parece?

Mis muslos no paran de apretarse rítmicamente y mi espalda no baja. Mi coño me


duele, se hincha, me duele mucho. Y me doy cuenta de que su polla está justo ahí, justo
contra mi clítoris y, tal vez, si consigo moverme un poco, pueda aliviar algo de esta
presión.
156

—¿La besaste? —Supongo que sí. Sacude la cabeza una vez.

Algo de eso y su dedo en mi cintura que ha pasado de rascarme la piel a casi


Página

rascar y escarbar en mi carne, me hace ondular contra él y darme cuenta de lo que está
hablando.

Jadeo al darme cuenta y él sonríe ligeramente.

Su polla. Eso es lo que quiso decir, ¿no? La calló con su polla.


Y la siento tan apretada contra mí, esa cosa grande y caliente. Antes de que
pueda decir algo al respecto, Zach baja su pecho sobre mí. Mis ojos se cierran antes
de abrirse y enfocarse en los suyos.

—¿Cuál es el azul de tus ojos? —pregunta, cerrando todas mis preguntas. Sus dedos
se enroscan en mis mechones. —Es diferente a tu pelo.

Todo mi cuero cabelludo se estremece.

—T-turquesa.

—Como el océano.

—Sí.

—Eso fue lo primero que vi. Después de que salí de aquí. El océano —me dice,
sonando casi melancólico—. Me recordó a tus ojos. Me recordó que era libre por primera
vez.

—¿Libre de qué?

—De este lugar. De ellos.

Sí, no estaba prestando atención antes, en la escuela. Zach se sentía solo. Estaba
tan, tan solo.
GoR
Igual que yo. En esa escuela.

Desengancho mi mano alrededor de su camiseta, lenta y cuidadosamente lo


alcanzo. Barro los mechones de su pelo y le rastro las uñas por el cuero cabelludo.

—¿Cuánto tiempo estuviste ahí abajo, en el agujero? —Pregunto.

—Toda la noche.

Horrorizada, mi mirada vuela a la suya. Creo que Art estuvo ahí una hora y tiemblo
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cada vez que pienso en esos sesenta minutos.

Ahora mismo, estoy congelada. Ni siquiera puedo respirar. Ni siquiera puedo pensar.
Página

Todo lo que puedo hacer es mirarlo con una especie de pánico aburrido.

—¿P-pero vinieron por ti? ¿Verdad? Te sacaron.

—Nora me encontró. Pero no, nunca vinieron.

Ellos.
Sus padres. Nunca vinieron.

—Estaba celoso del chico, ¿puedes creerlo? —Se ríe sin humor—. Estaba celoso de
que todos vinieran por él. Cuando...

Nadie vino por él.

—¿Cómo no iban a venir?

Sus labios se extienden en una fría pero también autodespreciativa sonrisa.

—Porque he sido prescindible. Una idea de último momento.

Siento una ráfaga de calor en mi pecho. Me lleva un segundo darme cuenta de


que es ira. En su nombre. Tiene un sabor diferente al de la ira que he sentido en a él.

Es un poco más potente, más explosivo que cualquier otro tipo de ira. ¿Cómo puede
ser una idea de último momento para alguien?

Él ha sido mi primer pensamiento, mi último pensamiento, mi único pensamiento por


años. Durante años, todo lo que he hecho ha girado en torno a él.

Gira, gira y gira.

—Eres un montón de cosas, Zach, pero no eres una idea de último momento. Nunca
GoR has podido ser una idea de último momento. —le digo con fiereza, honestamente.

Siempre ha sido mi núcleo de todo. Lo miro a él, a su cara, al cielo a su espalda.

Sí, es muchas cosas, pero no es una idea de último minuto.

Un segundo después me agarra la muñeca con una firmeza inquebrantable. Con la


mandíbula apretada y unos ojos brutales que se clavaron en los míos, se quita la mano
de la cara.

Estoy confundida en cuanto a lo que pasó cuando se puso de pie. Fue todo tan
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repentino que me estrellé contra la tierra y mi mente se tambaleó.

Zach se aleja de mí a trompicones y me las arreglo para sentarme.


Página

—¿Qué estás haciendo?

—Salir de aquí —dice en un tono brusco, tropezando de nuevo.

Me pongo de pie y le cojo el brazo para estabilizarlo. Sacude mi mano y empieza


a caminar de nuevo.
—Zach —grito, siguiéndolo—. ¿Qué coño estás haciendo? Ni siquiera puedes
caminar. Déjame ayudarte.

—Déjame en paz.

Dos pasos antes de que vuelva a tropezar y tenga que volver a agarrarlo.

—Jesús, ¿qué? —se rompe.

—Oye, estoy tratando de ayudarte. ¿Quieres caer a tu muerte?

—¿Estás diciendo que quieres salvarme si eso sucede?

Ambos nos miramos fijamente en el motín. No tengo ni idea de cómo llegamos aquí.
Un segundo, estaba bien, sólo letárgico y ahora es tan malo como cuando está sobrio.

—Estoy diciendo que no soy egoísta y cruel como tú. Nunca me ayudaste, pero lo
haré porque soy una buena persona. —Abre la boca para discutir, estoy segura, pero
pongo mi mano en sus labios para detenerlo—. Y cuanto antes llegues a tu habitación,
antes podré volver a dormirme.

Tres respiraciones.

Es el tiempo que tarda en apretar la mandíbula y aceptar.

GoR Lo siento todo en la palma de mi mano. Sus bocanadas de aire, esa dura
abrazadera de sus huesos, su áspera barba nocturna. Y desde la palma de mi mano
todo baja hasta mi vientre, haciendo que me duela.

Nos lleva unos minutos volver a la entrada de servicio de la mansión. Introduzco el


código para acceder.

Las luces nocturnas iluminan los pasillos vacíos. Sé que estoy cortejando el peligro,
pero no podía dejarlo ahí.

Gracias a Dios por el personal que duerme.


159

Zach tiene suficiente presencia de ánimo para agarrar la barandilla con una mano
cuando es hora de subir las escaleras.
Página

Finalmente, estamos en la puerta de Zach. Tan pronto como entramos, pierde toda
la energía y todas las plantas de la cara en el suelo. Gruñendo, lo empujó hacia su
cama, así que, si quiere caerse, el colchón estará ahí para romperlo. Cuando cae y se
estrella en la cama, suspiro de alivio y estiro la espalda.
Lo cubro con su manta y luego le quito también sus polvorientas botas manchadas
de hierba.

Mientras las pongo al lado de la cama, veo que su libro está tendido como él, con
las páginas abiertas y dobladas en los extremos.

Lo recojo y las aliso. Hay trozos de un lápiz roto, a pocos centímetros del libro. Los
recojo, también, enrollándolos en la palma de mi mano.

Qué raro, estos pedazos rotos.

¿Zach lo rompió? ¿Por qué lo haría? ¿Por qué alguien lo haría?

Justo cuando estoy por cerrar el libro y dejar de lado el lápiz arruinado, veo algo.

Su nombre. En la primera página.

No estaba ahí la última vez que vi el libro. Lo que significa que debe haberlo escrito
recientemente. Probablemente hace unos días.

¿Pero por qué parece que fue escrito hace años y no por él, sino por alguien mucho,
mucho más joven?

En realidad, no.

GoR Estoy equivocada. Estoy tan jodidamente equivocada. La edad no tiene nada que
ver con esto.

Está escrito por alguien que mezcla mayúsculas y minúsculas. Alguien que quiso usar
la cursiva, pero unas pocas letras más tarde, cambió de opinión y empezó a escribir en
letra de imprenta.

Está escrito por alguien que tiene dificultad para escribir. Está escrito por él.

El tipo que está durmiendo ahora, pero que se tropezó borracho hasta mi cabaña
y miró las estrellas desde debajo de mi ventana.
160
Página
Capitulo 16
El príncipe oscuro
Estoy soñando.

Normalmente, mis sueños son con mi motocicleta y el camino interminable mientras me


alejo de este infierno.

Pero esta noche, huelo azúcar y veo azul. Tanto el color como ella.

Ella está encima de mí y su pelo rizado y nublado nos rodea, haciendo una cortina.
Y luego, me doy la vuelta y la atrapo bajo mi cuerpo. Escondiéndola del mundo.

No puede escapar ahora y nadie puede verla. Ella está a salvo. Su trabajo está a
salvo.
GoR
Pero entonces, ella me está acostando en mi cama y cubriendo con mi manta,
cuidándome.

¿Qué carajo?

Siento que me quita los zapatos. Quiero decirle que se aleje de mí y me deje en
paz, pero no tengo la energía.

Nunca debí haber bebido tanto. Ya ni siquiera bebo. Tal vez ocasionalmente, pero
nada como lo hacía antes. No sé en qué estaba pensando.
161

Jesús...

Si beber me hace soñar con ella y estas cosas calientes y geniales, entonces lo
Página

dejaré mañana.

Joder.

Necesito un cigarrillo.
¿Por qué no estoy fumando? ¿Por qué sufro dolores de cabeza y antojos intensos
cuando puedo tomar la salida fácil?

Oh, claro. Por ella.

Ella quiere que sufra. Quiere que no duerma, que pase por el síndrome de
abstinencia.

De todas las personas en este planeta, tuve que ser un idiota con una chica que
no se acostaría con mi mierda. Que no me dejaba en paz.

Jodidamente excelente, Zach.

Incluso ahora, sus dedos están en mi pelo.

Están corriendo por los mechones, acariciando mi frente hasta la mandíbula. Todo
pulsa en mi cara. Mi mandíbula, mis mejillas, mis dientes, incluso.

—No puedo creer que esté diciendo esto, pero... lo siento —dice—. Quiero decir, yo
creo que lo siento, Zach.

Todo se vuelve negro antes de que pueda preguntarle de qué se arrepiente.

GoR
162
Página
Capitulo 17
Sé muy bien cómo comenzó todo.

Aquellos años de odio y miseria.

O al menos creo saberlo, tengo una teoría y si es correcta entonces todo en lo que
he creído mi vida entera sería una vil mentira.

Muy bien, tal vez eso suena demasiado dramático, pero, aun así.

Me estoy volviendo loca.

Han pasado por lo menos veinticuatro horas desde que vi la versión ebria de Zach,
seguida de su nombre escrito en ese cuaderno y aquel lápiz roto.

Desde entonces no puedo detener aquella avalancha de recuerdos.

Zachariah Benjamín Prince.


GoR
Hay algo muy poderoso en su nombre que los recuerdos que tenía enterrados dentro
están saliendo nuevamente a la superficie, todos ellos sobre St. Patrick.

Pero por primera vez, no pienso en como Zach y sus secuaces hicieron mi vida
miserable, esta vez no pienso en sus bromas si no que estoy pensando en todas esas
cosas que hice y dije.

Estoy pensando en nuestro primer encuentro.

Pasé toda la noche meditando sobre ello, desenterrando recuerdos y tratando de


163

rememorar todo acerca de la primera vez que nos conocimos.

Ya es de mañana y solamente una cosa estaba clara en mi cabeza, está tan clara
Página

que me sorprende cómo es que lo había llegado a olvidar.

Su escritura de doce años y mi reacción de niña de diez.

Ahora recuerdo bien lo que vi.


Se suponía que debíamos hacer planas en detención y pude vislumbrar lo que hizo
en su cuaderno y como él era un idiota conmigo me burlé, yo estaba tan enojada que
dije lo primero que se me vino a la mente en ese momento:

Son como pequeñas hormigas arrastrándose por la página. Qué asco. Tu letra es
la más fea que he visto en toda mi vida.

Pude escuchar la voz en mi cabeza y suena malvada e hiriente.

Al día siguiente después del almuerzo, encontré mis cuadernos destrozados y


esparcidos por los pasillos de la escuela. Recuerdo que pasó delante de mí y me miró
como si quisiera aplastarme con una de sus botas escolares, yo en cambio como otra
de mis represalias le di un puñetazo en la cara.

Al pasar de los años, cuando su pandilla me insultaba yo lo hacía de vuelta. Llamé


a Zach imbécil, sanguijuela analfabeta que vivía a costa de la cuenta bancaria de su
padre, también lo llamé una carga para la sociedad, una pérdida de espacio.

Cuando me escondían mi tarea simplemente sonreía alegando que al menos


deberían de estar agradecidos con Dios de que me hubieran elegido a mí para
molestarme ya que si hubieran elegido a alguien como Zach ni siquiera tendrían tarea
que esconder; porque todo el mundo sabía que él no había entregado ni un solo
proyecto desde que comenzó a ir a la escuela.

¿Sabía leer tan siquiera? Lo dudo mucho. Apuesto a que nunca aprendió.
GoR
Y ese era solamente un ejemplo.

Por años había ridiculizado la falta de intelecto de Zach, su poca concentración


para la escuela. Todo en su cara y también en privado.

¿Y si todo esto comenzó con los comentarios que hice?, ¿Qué hubiera pasado si
todos esos años de venganza y odio se hubieran podido evitar?

No voy a hacerme la víctima y decir que todo esto es mi error, pero siempre he
responsabilizado de todo a Zach y tal vez, solo tal vez ambos somos los culpables.
164

—¡Blue, mira! —dijo Art sacándome de mis pensamientos.

Estoy en la cocina preparando la cena cuando llega corriendo.


Página

Estoy tan contenta de que haya superado lo que pasó la semana pasada. En
estos días si lo estoy viendo no puede ir más allá del patio delantero, justo dónde fui
arrojada sobre Zach anoche siendo más específica.

—¡Mira! —repitió abriendo los brazos y sonriendo ampliamente.


Me espabilé sacudiendo todos los pensamientos de anoche y me di vuelta
apoyándome sobre la encimera de la cocina.

—¡Oh por Dios! —exclamé—. mírate nada más, ¿De dónde sacaste todo eso?

Llevaba sus habituales jeans y una camiseta negra de Batman, pero también una
chaqueta de cuero de color negro, estilo motociclista, de mangas adornadas con
pequeñas llamas y un par de lentes de sol. Dios, se veía como todo un tipo rudo.

—Zach me los dio. —chilló.

Escuchar su nombre me hizo congelar y mirar hacia arriba para encontrarlo en el


umbral de la puerta. Llevaba la misma chaqueta solo que sin las pequeñas llamas de
fuego ni los lentes de sol, supongo que no los necesitaba.

Ya estaba ardiente, con su piel bronceada, su áspera barba y su intensa mirada.

No pude apartar los ojos de Zach y tampoco es que quisiera hacerlo, esta era la
primera vez que lo veía en todo el día. No estaba haciendo ejercicio esta mañana y
tampoco estaba en la cocina como de costumbre con la mirada de Maggie encima de
él, así que supuse que estaría durmiendo debido a la resaca.

¿Recuerda siquiera que nos encontramos anoche?

—Dijo que podía llevarlas a la escuela —dijo Art, mientras que yo todavía miro
atenta a Zach.
GoR
—¿Ah sí?

—¡Si! Dice que me veré genial. Que nadie se meterá conmigo—dijo mientras cerraba
el puño y emitía un pequeño gruñido a lo que yo solté una carcajada. Me acerqué a él
tomando un pedazo de mechón de su cabello y acariciándolo mientras que mi mirada
seguía puesta en Zach.

—Zach tiene razón, nadie se atrevería a meterse contigo. Vamos a mostrarles a


todos lo rudo que eres.

Siempre he sido previsible, un pensamiento tardío.


165

Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando esas palabras hicieron eco en mi cabeza,
sin embargo, sus ojos se endurecieron, pero no sugerían el recuerdo de lo que pasó
Página

anoche.

Un segundo después rompió el contacto visual y retrocedió desde el umbral como


si fuera a retirarse.

—Espera —lo llamé al momento y él me lanzó una mirada.


—¿Te vas?

—Así parece.

—No te vayas… quiero decir —expliqué—. Estamos por cenar Art y yo. Tina no está
aquí, así que pasaremos el rato hasta que Doris regrese de su turno, entonces, uh, puedes
quedarte si quieres.

Y a la mierda quien lo viera aquí, no estamos haciendo nada malo es solamente


una inocente cena. Zach frunció el ceño. Era más como un gesto que un ceño, pero no
le tenía miedo. Art inmediatamente corrió hacia él y lo agarró de la mano empujándolo
hacia adentro.

—¡Sí!, será divertido —dijo Art—. Blue está haciendo panqueques es el desayuno de
la cena.

—Es para curar la tristeza del lunes —dije asintiendo y mirando a Zach.

—Ella hace los mejores panqueques de todos los tiempos —le informa Art mientras lo
acerca más.

—Es verdad, mi papá me enseñó a prepararlos.

Una expresión sombría pasó por el rostro de Zach ante la mención de mi padre, no
puedo creer que lo haya mencionado tan casualmente cuando me prometí no volver a
hablar de mis padres, ya que si no hablo de ellos; no los extraño tanto. Pero supongo
GoR que puedo hablar de ellos con Zach. Se acerca a mí con paso lento y mi capacidad
de pensar se reduce a unas cuantas preguntas, ¿Se acordará?, ¿Recordará lo de
anoche?, ¿Recordará lo que le dije la primera vez que nos vimos? Se detiene a unos
metros lejos de mí, todavía estaba siendo sostenido por Art, quien hablaba con mucho
entusiasmo. Pude verlo saltar sobre sus pies, pero no entendía realmente lo que estaba
diciendo. Me detuve al borde del mostrador y respiré el aroma fresco de tarta de
arándanos que Zach emanaba.

—Me gustan muy dulces —dijo mientras sus ojos se posaban en mis labios.

—Si bueno, tengo jarabes —dije asintiendo con la cabeza.


166

—Si tienes —respondió mirando ahora hacia arriba.


Página

—Sí, de toda clase de jarabes. Chocolate, fresa y maple, puedes escoger el que
más te guste.

Me di cuenta de que estoy hablando demasiado rápido y con la respiración


entrecortada, era como si no pudiera respirar ya que seguía mirándome como si quisiera
terminar de gastarme con sus ojos, los cuales seguían puestos sobre mí
—El que más me guste, ¿eh?

Rayos, accidentalmente dije exactamente lo mismo que la noche que me colé en su


habitación, sin embargo, mi respuesta era diferente esta vez, luché contra mi desbocado
corazón y asentí de nuevo.

—Si, el que más te guste.

Zach examinó mis rasgos con sus ojos, probablemente tratando de juzgar mis
sentimientos, pero yo le lancé una pequeña sonrisa y antes de que pudiera reaccionar
siquiera Art lo apartó, después de eso me puse a trabajar. Mezclé la masa de los
panqueques agregando un poco de chispas de chocolate para hacerlos más dulces,
no era muy buena cocinera que digamos, pero esta sería la mejor comida que Zach
haya probado en su vida. Me aseguraría de ello.

Escuché su conversación de fondo y en mayor parte son cosas intrascendentes,


pero después de un rato escuché a Zach bajar la voz lo cual hizo que me acercara al
borde de la cocina para poder escucharlo con claridad. Art estaba sentado en el sofá
con las piernas colgando y por otro lado Zach estaba arrodillado en el suelo frente a
él.

—¿Sabes qué son los abusadores? —dijo Zach—. Son cobardes, chicos que tienen
miedo de todo. Miedo de sí mismos y miedo de ti.

—No me tienen miedo a mí.


GoR
—¿Estás bromeando? —dijo—. Se aterrorizan ante ti, probablemente los persigas en
sus sueños, amigo.

—No, no lo hago —dijo Art mientras se ríe.

—Sí que lo haces —dijo Zach mientras que todo rastro de diversión desaparecía de
su rostro mientras continuaba—. Por eso se meten contigo Art. En el fondo ellos saben que
eso lo es todo, que este es el mejor momento de sus malditas vidas y cuando se acaba,
ellos se acaban por igual. Si ellos son altos, saben que eso es lo único que serán y por
eso se meten con gente más baja.
167

—¿Cuándo seré más alto? —Art murmuró.

—Tú serás alto, serás mucho más alto —Zach se ríe—. Eso es lo que pasa con los
Página

bravucones Art. Los que son molestados saben que van a cambiar, saben que las cosas
mejorarán para ellos. Los que te molestan también lo saben. Están atemorizados porque
saben que pronto llegará su hora, ya que algún día tú serás más alto y no necesitarás
más de todo aquello —continúa, envolviendo su gran mano en el pequeño puño de Art—
no vas a necesitar de tus puños, o una chaqueta ¿Y sabes qué más?

—¿Qué?
—Cuando seas más alto ellos no significarán nada para ti, es más ni siquiera los
recordarás.

—¿Estás seguro? —preguntó Art.

—Si, para los abusadores toda su vida gira en torno a ti, sobre cómo subestimarte.
Así es como ellos se sienten mejor consigo mismos. Pero para ti ni siquiera existirán después,
tú lo olvidarás y seguirás adelante, pero ellos jamás te olvidarán, ese es tu poder.

—¿Quieres decir que es como un superpoder? —preguntó Art.

—Maldición si, tu superpoder.

—No deberías de estar diciendo eso —Art ríe de nuevo inclinándose hacia Zach—
a Blue no le gustan las groserías.

—¿No le gustan, ¿eh?

—Nope, una vez Tina dijo la palabra con J en la cena y Blue enloqueció, ella piensa
que todavía soy un niño y que no debería estar escuchando cosas malas.

—¿En serio?, bueno ella enloquece fácilmente ¿No es así? —dice Zach a lo que Art
asiente con entusiasmo.

—Pero ella no enloquece conmigo, incluso una vez me dijo que yo era su persona
favorita.
GoR
—No me digas.

—Si, creo que le pediré que se case conmigo.

Había estado muy callada, muy muy callada, aunque había una enorme presión en
mi pecho y mis lágrimas estaban obstruyendo mi nariz y mi garganta, en pocas palabras
no podía respirar bien, pero me las ingenié para pasar desapercibida y que no me
escucharan. Sin embargo, ante las palabras de Zach me encontré emitiendo un gustoso
resoplido ocasionando que Zach levantara la mirada hacia mí.

Sus ojos estaban acuosos, pero no como los míos ya que yo debía estar hecha un
168

desastre ahora mismo, con ojos rojos e hinchados. Sin embargo, sus ojos tan oscuros
como siempre emanaban algunas emociones bastante intensas. Él siempre ha sido
abusivo conmigo y yo a la que siempre ha intimidado. Pero tal vez yo me haya
Página

comportado como aquellos que intimidan también.

No seas como yo.

No importa lo que sea, mi vida giraba en torno a él; siempre lo había hecho.
—Buena suerte con eso —contestó Zach hacia el comentario anterior de Art, lo cual
hizo que mi corazón se derritiera.

—Blue es difícil de atrapar.

No lo soy si no corro, ojalá no hubiera corrido esa noche, aquella noche que subí
a su habitación para confrontarlo acerca de la cita. Ojalá me hubiera quedado y lo
hubiera… besado. Ojalá hubiera podido tocarlo un poco más. Me quedé mirando sus
ojos, su cabello obscuro, el corte de su rostro y sus labios, la forma en la que estaba
arrodillado en el suelo sacando aquella ternura con Art; también se veía poderoso, el
chico más alto que había conocido. Aquel chico al que posiblemente pude haber
lastimado durante años, sin saberlo exactamente.

—L...La cena estará lista en diez minutos —dije aclarándome la garganta.

Cuando estuvo lista les dije que se fueran a lavar mientras yo les servía una enorme
pila de panqueques con todos los jarabes que pude encontrar en el refrigerador, ambos
se sentaron con obediencia en los taburetes de la barra y comenzaron a comer. Bueno
al menos Art lo hizo, sin embargo, Zach tomó su tenedor sin siquiera mirar la comida, pero
manteniendo su mirada fija en mí. Me di la vuelta inmediatamente comenzando a limpiar
la cocina y tratando de evitar su mirada. Sé que no puedo comer con ellos y la verdad
es que esta era la primera vez que había hecho algo remotamente amable por Zach.
Nunca le había sonreído siquiera y cada vez que escuchaba aquellos pensamientos del
pasado, se volvía demasiado malo.
GoR Mientras tanto, Art seguía zambulléndose la comida haciendo sonidos con la boca,
pero Zach seguía en silencio. No estoy segura de sí le gustó la comida, sin embargo,
quiero que le guste. En serio lo quiero.

Después de la cena me dispongo a enjuagar los platos en el fregadero, pero antes


de que pueda ponerlos en el lavavajillas alguien me los quita de la mano, es Zach quien
los tiene agarrados. Mis intentos de protesta son imposibilitados ya que de inmediato los
desliza todos en el estante cerrando la puerta y presionando el botón de inicio,
haciendo que el aparato encendiera.

—No tenías que hacer eso —dije mientras que él se encogía de hombros y apretaba
169

la mandíbula.

—No es nada.
Página

—Um, gracias por hablar por Art —comencé a hablar—. De todo, yo solo… traté de
enseñarle algunas cosas. Y Doris habló con los profesores con respecto al acoso que
sufría y estuvo bien por un tiempo. Pero nadie puede cuidar a este niño las veinticuatro
horas, los siete días de la semana, por eso estoy segura de que él lo aprecia mucho.
Se quedó mirando mi rostro, no sin antes detenerse en mis labios entreabiertos sin
embargo levantó los ojos inmediatamente y diciendo:

—Si el niño necesita aprender, debe de acudir directamente a la fuente, ¿no es así?

Iba a responderle algo, pero Zach no se esperó, giró sobre sus talones alejándose
solamente para detenerse junto a la barra viendo de perfil.

—Tú también deberías comer algo —dijo.

Una vez más no esperó una respuesta y se alejó, pero no estaba lista para que se
fuera así como lo seguí fuera de la cocina, sin embargo, Art se me adelantó insistiendo
en que se quedara un poco más con nosotros para ver una película, Dios como amo a
este pequeño. No voy a mentir diciendo que sé lo que estaba pasando en pantalla,
porque no lo sé. Estoy mucho más interesada en como Art se inclinaba hacia Zach con
cada escena que pasaba y el cómo Zach colocaba su brazo detrás del respaldo del
sillón, como para recordarle al pequeño que estaba allí para atraparlo si se
sobresaltaba de más con la emoción.

Doris me envió un mensaje diciendo que llegaría un poco más tarde de lo usual y
que estaría muy agradecida si le ayudaba a poner a Art a dormir, ella vendría a buscarlo
después del trabajo. Accedí a su petición, Art ya ha pasado la noche en mi habitación
antes así que no era problema en absoluto. Justo cuando estaba metiendo a Art en la
cama dijo:

GoR —¿Puede Zach leerme el cuento esta noche?

Me congelé, era como si todos los sentimientos dentro de mí se agitaran y se


expandieran, hinchándose; todos presionando contra mi pecho de una manera dolorosa.

—¿Por favor? —dijo Art de nuevo, volviéndose hacia un costado y colocando las
manos debajo de su mejilla—. Será divertido.

Estoy tan nerviosa que no sé qué decir o cómo decirlo, pero puedo sentir a Zach
parado nuevamente en el umbral de la puerta como si aquel fuera un mundo totalmente
distinto para él y no se le permitiera entrar. Cubro a Art con la cobija pensando en qué
170

excusa poner.

—Uh, ya sabes Art… Zach…


Página

—Esta noche no amigo —la voz de Zach me interrumpe.

—¿Por qué no? —preguntó Art con su cara a punto de hacer un ceño y el dolor que
sentía anteriormente se intensificó debido a Zach.

—Porque tengo que irme.


—¡Oh! —exclamó sonriente pero adormilado hacia Zach—. ¿Tal vez la próxima vez?

—Si —respondió Zach aclarándose la garganta—. La próxima vez.

Está mintiendo lo sé, puedo sentirlo. De hecho, creo que ha estado evadiendo,
mintiendo y evitando esto durante mucho tiempo; probablemente toda su vida. Pasaron
algunos segundos y escuché sus pasos yéndose. Era la tercera vez que trataba de irse
y en lo único en lo que podía pensar era, aún no. Él aún no podía irse.

—Vuelvo enseguida, ¿de acuerdo? —le dije a Art quien parecía sorprendido por la
abrupta partida de Zach. Corrí hacia mi tocador tomando el primer libro que tenía a la
mano lanzándoselo a Art—. Lee esto hasta que regrese.

Salí corriendo de la habitación encontrando a Zach en la puerta.

—¡Espera! —dije mientras Zach se detuvo y giró para mirarme.

Me daba un poco de miedo decir las cosas que quería ya que cuando me miraba,
lo hacía con ese dejo de arrogancia y crueldad, era como si quisiera aplastarme con
sus propias manos y con eso me refiero a su yo habitual.

—¡Oh! —salté en mi lugar—. Tengo algo para ti.

Corrí hacia la cocina y con mis manos temblorosas abrí uno de los cajones para
tomar lo que quería regalarle, cuando me dispuse a regresar él estaba ahí; muy cerca
de mí y el mostrador. Esto es lo más cerca que había estado de mí esta noche, pero no
GoR lo suficientemente cerca, al menos no como anoche.

—Aquí, compré esto para ti —dije extendiendo mi brazo hacia él.

—¿Me compraste algo? —preguntó, pero él ni siquiera mira lo que le estoy


ofreciendo.

—Sí —respondí.

—¿Cuándo?

—Hace unos días…


171

—Hace unos días —repitió.


Página

—Sí.

—¿Qué es? —preguntó.

—Puedes verlo por ti mismo.

—Quiero que tú me lo digas —respondió mirando mi mano.


—Tabletas masticables —dije manteniendo la cabeza agachada mientras colocaba
el regalo en el mostrador doblando las manos delante mío. Me quedé mirando hacia
abajo echando una ojeada a mis pies descalzos y a sus botas.

—Tabletas masticables —repitió.

Moví mis dedos de los pies comparándolos con sus enormes botas, mis pies se
sentían tan pequeños en comparación de aquellos zapatos del tamaño de una roca.

—Si, tabletas masticables de tabaco. Robé tu mochila y quise reemplazarlas, pero


luego recordé que estoy en contra de fumar, así que compré estos. Se supone que te
ayudarán con esos antojos—. Seguía mirando al suelo mientras jugueteaba con el
dobladillo de mi camisa suelta de tirantes y metía mechones de cabello detrás de mi
oreja.

—¿Estás diciendo que me compraste éstos porque querías hacerme la vida más
fácil? —cuestionó y yo asentí con la cabeza.

Escuché que estaba pasando por unas jaquecas tremendas y quise… ayudarlo.
Aunque esa no era la verdadera razón por la que evité que se fuera.

De acuerdo Cleo, pregúntale ya. Pregúntale si lo recuerda, deja de perder tiempo.

Casi había terminado de reunir todo el valor que necesitaba para dejar salir la
pregunta que me estaba molestando desde anoche, cuando de repente sentí sus manos
en mi desnuda cintura haciéndome levantar la cabeza. Entonces mis pies dejaron el suelo
GoR
y él me sentó en la barra.

—Tienes que dejar de manipularme —jadeé, pero no hubo calor alguno sobre mis
palabras.

Sin embargo, Zach mantuvo sus manos debajo de mi camisa, sobre la piel desnuda
de mi cintura; metiendo sus caderas sobre mis muslos extendidos.

—Comienza a hablar —emitió un gruñido que fue directamente a mi estómago.

Comenzamos a reflejar la misma posición de ayer, con sus manos sobre mi cintura y
172

las mías sobre sus hombros, mis muslos que estaban alrededor de sus caderas además
de nuestros que se golpeaban entre sí con cada respiración que hacíamos. Solamente
que ahora no estábamos en aquella posición horizontal y él no estaba borracho, es
Página

decir que estamos en pleno uso de nuestras facultades.

—¿De? —dije a lo que su mandíbula se tensó.

—Me sonríes y luego me invitas a cenar contigo. Devoro la comida que estaba
jodidamente deliciosa, así que comí un poco más mientras te sonrojaste. No puedes ni
mirarme, pero cada que intento irme, me detienes. Así que estoy preguntándote por qué
demonios estás actuando como un sarpullido del que no puedo deshacerme.

Le gustó la comida, quería sonreír, pero me vi en la necesidad de no hacerlo


mordiéndome el interior de la mejilla en cambio mis dedos que estaban posados sobre
su cuello lo agarraron más fuerte a modo de garra.

—Eso es increíblemente cruel y ofensivo.

—Yo soy increíblemente cruel y ofensivo, siempre lo he sido.

—Yo no…

—Empieza a hablar Blue —dijo mientras clavaba un poco más la yema de sus dedos
sobre mi carne.

—¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? —pregunté. Mis tobillos estaban
cruzados a su espalda y los apreté cuando él fruncía el ceño.

—¿Qué pasa con eso?

Mis dedos comenzaron a moverse suavemente pasando a rizar el cabello de su


cuello, sus fosas nasales se ensanchan y mi boca se seca. Me aclaro mi garganta
entonces para continuar:

—No… espero que recuerdes todo por supuesto, fue hace mucho tiempo, pero, nos
GoR conocimos en nuestro primer día en St. Patrick, ambos estábamos en detención. La
maestra nos pidió que hiciéramos líneas, creo. Sin embargo, no recuerdo lo que se suponía
que debíamos escribir, de todos modos, estábamos sentados como a dos asientos más
allá o algo así porque podía ver tú…

—Uno —me interrumpió.

—¿Qué?

—Un asiento más.

—Oh.
173

—Si. Y se suponía que debíamos escribir Perdón por portarme mal cien veces.
Maldita señora Pennyweather.
Página

Cierto, era muy anticuada. Ahora que recuerdo a la maestra, la señora


Pennyweather era muy vieja y ella nos obligaba a hacer planas cada vez que
terminábamos en detención con ella.

Moví mi cuerpo aún más cerca haciendo que mis muslos y tobillos se apretaran aún
más a su alrededor.
—¿Qué más recuerdas? —susurré.

Zach prácticamente me levantó hacia adelante hasta que nuestros no tuvieron


nada de espacio entre sí.

—Todo —contestó a lo que yo me estremecí contra él.

—¿Te acuerdas de todo?

—¿Por qué no vas al grano?

El punto, okay está bien. Me armé con todo el valor posible y lo miré a los ojos.

—No lo recordaba hasta anoche y yo… —me mordí los labios antes de hablar—
Zach siempre me he preguntado por qué me elegiste a mí por sobre todas las personas
en la escuela. Al principio pensé que había sido porque estaba del otro lado de la
ciudad y era nueva. Además de que no teníamos nada en común y no pertenecía a su
grupo. Y por qué la gente como tú, ya sabes con mucho dinero cree que puede hacer
lo que quiera. Pero ahora me pregunto… algo más.

No pude sentir su respiración, su pecho no se movía y su falta de aire hizo que me


mareara, como si sus órganos estuvieran conectados a los míos, así que si sus pulmones
no respiraban los míos tampoco.

—¿Zach?

GoR —¿Qué pasó anoche? —preguntó aumentando su agarre en mi cintura.

—¿Eh?

—Dijiste que no lo recordabas, pero ahora lo haces, con lo que pasó anoche. ¿Qué
pasó anoche que te hizo recordar?

No había manera de que pudiera entrelazarme más con él, pero lo intenté mientras
respondí:

—¿No te acuerdas verdad?, ¿De lo que pasó anoche?


174

—Dime —presionó.

—Vi algo —respondí.


Página

—¿Qué?

—Yo iba a… sé que me dijiste que me alejara de ti, pero estaba yendo a tu
habitación de todos modos —tragué saliva—. Tenía que hacerlo, pero luego te vi fuera
de mi ventana, ebrio y caíste. Corrí hacia ti y ahí hablamos. Luego te ayudé a subir a tu
habitación y cuando te estaba cubriendo vi tu libro.
Su agarre sobre mí era demasiado fuerte, sabía que más tarde cuando me mirara
al espejo encontraría huellas rojas de sus manos. También sabía que tocaría esas marcas
con mis dedos.

—¿Y? —preguntó, sus palabras parecían más bien un desafío. Está provocándome
a que se lo diga.

—¿Por qué te negaste a leer la historia Zach? —susurré agarrando su cuello,


tocando aquella vena tensa que estaba chisporroteante de electricidad—. ¿Por qué
mentiste acerca de eso?

Permaneció en silencio, no es que esperaba que dijera algo; pero su silencio fue
suficiente para tomarlo como respuesta.

Zach era disléxico y por lo que vi también sufría de digrafía, lo que significaba que
también tenía problemas para leer y escribir. Sabía muy poco al respecto, pero mamá
solía ser tutora de algunos niños que la padecían. Ella solía decir que sufrir una cierta
discapacidad casi siempre venía con cierto tipo de vergüenza, que esos niños siempre
eran mucho más sensibles que el resto, incluso trabajando duro, aprendiendo a leer y
escribir siempre tenían esa pequeña parte de ellos que los hacía dudar de sí mismos.
Puede que no siempre lo demostraran, pero cada pequeño fracaso los hería
profundamente. Entonces era verdad, yo corté a Zach profundamente, lo hice sangrar
tantas veces cómo él lo hizo conmigo. Todo sin tener la más mínima idea.

—Durante años he estado… te he estado diciendo todas esas cosas. Todos esos
GoR comentarios hirientes e insultantes, no tenía ni idea —dije con voz cargada de
culpabilidad. Mis dedos acariciaron su oscura barba sobre su mandíbula—. No puedo
dejar de escuchar mi propia voz, todas aquellas cosas que salieron de mi boca, todo
ese odio y siempre pensé que lo merecías y que todo era tu culpa. Tal vez no soy tan
buena como pensaba, fui muy cruel contigo y me preguntaba si esto pudo haberse
evitado.

Mis palabras se cortaron inmediatamente cuando emití un jadeo, producto de sus


pulgares que se engancharon a mi ombligo. La presión que ejercían era justamente lo
que a veces sentía por él. Esa presión se irradiaba hacia abajo, hacia la parte inferior
175

de mi abdomen, mi tórax y mis muslos, estoy encendida y eso sólo lo provocó su toque.

—Nada —dijo gruñendo de nuevo, lo sentí hasta los dedos de los pies— de lo que
pasó entre tú y yo nada pudo haberse evitado, ni una sola cosa por qué yo te elegí a
Página

ti y te elegí porque eras diferente. Sobresalías de los demás, te destacaste ante mí y no


podía dejar de mirarte, ni por un segundo. Tus locas coletas que se convirtieron en aquel
loco cabello azul. Tus calcetas que se extendieron a la rodilla y tu uniforme sucio y
manchado, exactamente como el mío. Las detenciones que solías recibir por contestarle
mal a los maestros, tus pequeños arrebatos y las consecuencias que éstas conllevaban.
Y aunque nunca acudí a tu rescate, siempre me mirabas con aquellos malditos ojos
azules, esos ojos que solían… tener ese pequeño rayo de esperanza, de que Zach
probablemente haría algo, que Zach estaría mejor, que él te salvaría.

Sacudí la cabeza una vez más y él apretó su agarre a mi cintura.

—Solías hacerme enojar, solías hacerme sentir jodidamente protector contigo. Como
si quisiera aplastar todo aquel daño que te rodeaba y solías hacerme sentir mal cuando
no lo lograba. ¿Ser cruel?, no sabes nada acerca de ser cruel —se burló—. cruel es lo
que te he hecho porque me hiciste querer cambiar, porque me hiciste querer ser mejor.
Yo no quería ser mejor, no quería ser una persona diferente, ni una persona que salvara
a alguien, tampoco una persona que hacía lo correcto. No soy esa persona, me niego
a serlo y no me importa el mundo. No me importa nadie. No me importas tú, entonces no
pasó nada entre nosotros que se hubiera podido evitar. Yo te hubiera encontrado, te
hubiera lastimado y hubiera dejado que te lastimaran de todos modos.

Sus palabras se hundieron sobre mis huesos hasta llegar a mi propia médula y me
estaba fundiendo con ellos, con ese tono ardiente, hiriente. Su mirada echaba chispas y
me moría de ganas de decirle que no era cierto. ¿Salvó a Art, no es así?

—¿Y sabes algo más? —Continuó mientras yo negaba con la cabeza o al menos
eso creí hacer ya que no era muy consciente de nada en ese momento—. Cruel es lo que
te haré si no dejas de meter tu nariz en donde no te llaman —susurró
amenazadoramente— ¿Me entendiste?

Al no asentir con la cabeza como él quería, la presión de sus pulgares en mi ombligo


GoR aumentó aún más y juré que sentía hasta el fondo de mí ser, aquella presión. Tal vez
haya un nervio que conecta de mi ombligo a mi coño y él lo había encontrado sin querer.

—¿Me en-ten-dis-te? —articuló cada palabra como si no pudiera escuchar bien,


pero es que simplemente no comprendía nada.

Asentí con la cabeza y su reacción fue apretar la mandíbula y soltarme. Dio un


paso hacia atrás alejándose de mis muslos cerrados y juré que jamás había sentido
tanto frío como ahora. Era como si él se hubiera llevado todo el calor, me deslicé sobre
el mostrador y lo vi irse dando pasos precipitados hacia la puerta, pero se detuvo con
la mano en el pomo girando bruscamente en perfil sin molestarse a dar toda la vuelta y
176

mirarme, desde ahí vi su mandíbula dura y sus altos pómulos. Es decir, un príncipe de pies
a cabeza.
Página

—¡Y come tu maldita cena!


Capitulo 18
Estaba trabajando en una cena esta noche, sin embargo, se sentía como una gran
tragedia, era un asunto íntimo con solo un par de personas: el señor y la señora Prince,
los señores Howard, padres de Ashley y por supuesto Zach. Ashley no está aquí, ella está
en la universidad, gracias a Dios.

Ahora la tragedia.

Y no creo que nadie más se diera cuenta de esto, pero yo sí, todos sentados
alrededor de una mesa de aspecto antiguo con una filigrana ornamental a lo largo de
los bordes de las patas inferiores.

Sin embargo, esa no era la verdadera tragedia.

Lo que sí lo era, fue ver al señor y a la señora Prince con los padres de Ashley
sentados todos juntos, como un grupo agradable de hombres y mujeres vestidos con
ropas caras. Zach está sentado hasta el final del otro extremo de la mesa, se siente
GoR
como si hubiera una línea entre él, su familia y sus amigos; sin mencionar que es el único
del grupo que no lleva ropas elegantes. Viéndolo así, se parecía mucho más a nosotros;
al personal, con aquella camiseta oscura y raída, además de ese cabello en punta que
tenía. Yo por otro lado estaba sirviendo vino tratando de ser invisible para ellos y hasta
ahora lo estaba logrando.

Todos estaban tan absortos consigo mismos, excepto por Zach, quien había estado
mirando fijamente la mano de su padre sobre la de su madre (Si, están tomados de la
mano y el señor Prince tiene sus dedos envueltos alrededor de la muñeca de la señora
Prince) dando sorbos a sus bebidas deliberadamente.
177

Todo se veía muy amoroso, pero por alguna razón no se sentía como tal. Había
algo mal en el señor Prince quien tomaba la mano de la señora como dominándola.
Página

—Entonces Zach, ¿Cuánto tiempo estarás aquí? —preguntó el señor Howard.

Esta era la primera vez que alguien lo incluía en la conversación, los ojos del señor
Prince se fijaron con detenimiento en su hijo y algo crujió a través de ellos; algo parecido
a una mirada fastidiada, Zach apartó la vista de las manos entrelazadas de sus padres
y se concentró en el señor Howard.

—El tiempo que sea necesario —dijo arrastrando las palabras y mirando a su madre.
La señora Prince bajó los ojos y se secó las manos con una servilleta mientras se
aclaró la garganta sonriendo levemente. Noté como el agarre del señor Prince aumentó,
que incluso pude ver como sus nudillos se pusieron blancos cuando pasaba a servirle
vino en la copa.

—¿Necesario para qué? —preguntó ahora la señora Howard tomando un bocado


de su filete. Zach por otro lado jugaba con la copa de vino, no había comido ni bebido
nada y todo lo que había hecho era mirar a sus padres con rabia.

—Para olvidar este lugar.

De inmediato sonó el roce de una silla arrastrándose por el suelo, era el señor Prince
que tal parecía que iba a ponerse de pie o a decir algo, pero no estaba seguro de
eso, sin embargo, las palabras de Zach lo detuvieron.

—Porque los extraño mucho cuando me voy —dijo mirando a su padre—. Inglaterra
es un lugar muy frío para vivir después del calor de nuestra ciudad.

Los padres de Ashley se rieron ante esto como si fuera la broma más divertida de
la historia. También hubo una risa de la señora Prince, sumándose a ésta y el señor Prince
emitió una fría sonrisa que combinaba de manera hermosa y espeluznante con la de
Zach.

—Debes de estar muy orgulloso Ben —dijo el señor Howard al señor Prince.

—Sí, muy orgulloso —contestó el señor Prince con voz violenta, casi cortando el aire
GoR
en dos piezas como si eso fuera posible.

La mandíbula de Zach se apretó y el señor Howard continuó como si nada malo


hubiera pasado.

—Todos recordamos cuán problemático era Zach en la escuela. Definitivamente


pasabas noches en vela —esta vez se dirigió a la señora Prince quien no había dicho
una sola palabra.

—Sí, pero ya sabes cómo son los niños —contestó aclarándose la garganta mientras
veía como se flexionaba su muñeca bajo el agarre del señor Prince mientras que yo le
178

llevaba el vaso al señor Howard—. Además, ahora está en Oxford y creo que todo salió
bien —dijo mientras se inclinaba hacia su marido besándolo en la mejilla—. Fue todo
gracias a Ben.
Página

Me di la vuelta para acercarme a Zach y llenar su vaso, aunque no había nada


que servir, no había estado bebiendo sin embargo yo necesitaba estar cerca de él. Sus
nudillos alrededor de la parte posterior de la copa eran más o menos del color de los
de su padre, blancos como si no corriera circulación por ellos, ni siquiera me estaba
mirando y todos hablaban a su alrededor como si él no existiera.
—Todo el mundo es problemático cuando está en la escuela George. Solamente
estaba siendo un niño —escuché la risa aireada de la señora Howard.

Mientras tanto el señor Prince tomó un sorbo de su vino.

—Problemático o no, Zach es un Prince y todo Prince nace con ciertas


características, con cierta inteligencia, con cierto intelecto. Ir a Oxford es solamente una
parte. Yo estuve ahí y mi padre igual, si Zach no lo hubiera hecho entonces no habría
sido uno de nosotros —dijo después de sonreír a la mesa mientras sus ojos permanecían
clavados en su hijo—. Y eso es inaceptable para mí y para mi esposa —volvió la mirada
hacia la señora Prince besándole el dorso de la mano.

Más risas rodean la mesa.

Malditos, todos y cada uno de ellos.

Puedo apostar cualquier cosa que el padre de Zach no lo apoyó con su dislexia
lo cual era tan injusto. No era culpa de Zach que tuviera una discapacidad de
aprendizaje, por no mencionar que era fácilmente tratable, este era el siglo XXI señores.

Zach tenía razón; era prescindible al menos para su padre ya que según él no era
un Prince, él estaba defectuoso. Era un rechazado. ¿No es eso lo que te decían los
bravucones? estás demasiado gordo, demasiado flaco, eres un perdedor, comes
demasiado, comes muy poco, eres un nerd. Entonces me di cuenta de algo, Zach no era
el abusador, su papá lo era. Casi pude ver a su padre haciéndole creer que no
GoR pertenecía a esa familia, una familia de perfeccionistas y arquitectos que construyen
fincas, mansiones que parecen palacios y de paso son fundadores de ciudades en sus
tiempos libres. Casi puedo ver a Zach como a un niño atrapado en una torre con una
ventana de vidrio donde puede ver las estrellas, pero nunca tocarlas, todo porque le
hicieron creer que no podía.

*****

Después de la cena me topé con Zach caminando por el pasillo zigzagueante que
atravesaba las cabañas, justo por el borde del bosque. Yo estoy en la cocina limpiando,
pero al verlo me lavo las manos despidiéndome de todos y salgo corriendo tras de él.
179

Todas las noches desde que regresó lo escucho tomar su motocicleta, nunca sé a
dónde va; tal vez solo conduce para sentir el viento sobre su rostro, pero después de lo
Página

que pasó esta noche no quiero dejarlo solo. Sin embargo, mi habilidad para correr se
ve obstaculizada gracias a los zapatos de tacón de dos pulgadas Mary Janes que
traigo en lugar de mis mejores amigos: mis botas de combate de cuero. Pero, aun así, lo
sigo. Quiero gritar su nombre, pero algo me lo impide, probablemente sea la rigidez en
su postura ya que trae los puños apretados, aunque el hecho es que sé que no le
gustará que lo llamase por su nombre y mucho menos que le pidiera quedarme con él
para que no esté solo. De hecho, estoy segura de que odiaría que metiera mi nariz en
sus asuntos.

Cruel es lo que te haré si no dejas de meter tu nariz en donde no te llaman.

Como sea.

Estoy metiendo mi nariz en donde no me llaman y él no puede evitarlo, pero entonces


el siguiente pensamiento me detiene y me doy cuenta de a dónde se dirige.

Maldición.

Debí de haberlo pensado antes, se dirige al garaje; al garaje principal de “Las


Pléyades”. Los miembros del personal también lo tienen justo, en frente del principal pero
mucho más pequeño. Estuve ahí una vez y no tengo intenciones de repetir esa
experiencia. Zach teclea el código y la estúpida puerta cobra vida levantándose. Bien,
ahora es el momento de llamarlo si quiero detenerlo, este es el momento. Porque si se
sube a su motocicleta todas mis buenas intenciones habrían sido en vano, sin embargo,
el momento se va por completo cuando me encuentro ahí de pie con el estómago
revuelto.

Quizá debería volver.

No puedo seguirlo en mi auto, no lo haría.

No.
GoR
Todavía no me he ocupado de mis problemas ¿de acuerdo?, no he tenido tiempo,
he estado ocupada y… simplemente no puedo. Pero si no lo hago, ¿quién lo hará? En
definitiva, no sus padres abusivos. Antes de que pudiera pensar siquiera en un plan me
encuentro corriendo frente a la puerta del garaje marcando el código que me dieron
seis meses atrás. Me invadió un gran olor a gasolina y a asientos de cuero por todos
lados, sabía que si le prestaba atención vomitaría.

Entonces no lo hice.

No le presté atención a nada más que a mi pequeño coche azul aparcado entre
180

una SUV y un camión, sé que las llaves de mi casa están en mi bolsillo junto con las del
auto. Había pensado en tirarlas un millón de veces, pero siempre me arrepentía, siempre
pensaba que cuando tuviera mi casa de regreso lidiaría con mi miedo. Supongo que
Página

hoy es un buen día para enfrentarlo y eso es lo que haré…

Por Zach.

Desactivé la alarma para abrir el auto y me deslicé lentamente en el asiento, pude


sentir como mis muslos estaban húmedos junto con todo mi cuerpo, seguro que me
pegaría al cuero de los asientos y nunca podría despegarme de ahí. La simple idea me
mareó tanto que estuve a punto de huir cuando escuché el rugido de su motocicleta.

Mierda.

No tengo tiempo para marearme, con cuidado cerré la puerta y encendí el auto,
más tarde pensaría en una idea mejor. Salí activando la puerta automática del garaje,
me sentía claustrofóbica aquí dentro y tenía una sensación muy familiar al mismo tiempo;
tan familiar que se sentía como si hubiera estado conduciendo ayer en lugar de que
hubiera pasado aproximadamente un año. Lo alcancé justo cuando iba a girar en la
curva de la carretera, habían pasado algunos años desde que tomé este camino el cual
corría en paralelo a nuestra ciudad, había tenido noches en donde simplemente me
deslizaba entre todas aquellas ventanas cerradas. Algunas noches también me topaba
con Zach paseando. Siempre me había propuesto mantenerme alejada de su vista, pero
recuerdo haber sentido aquella punzada de celos por el viento que caía en su rostro,
toda aquella libertad de estar al aire libre, esas emociones me hicieron sentir como si
volara.

Pronto saldríamos a la autopista para llegar al pueblo vecino. Creo que llevábamos
unos treinta minutos conduciendo cuando llegamos a una zona desierta con varios
almacenes y cercas eléctricas, era espeluznante, pero él no se detuvo ahí. Si no que
seguimos y seguimos hasta llegar a un par de edificios que desaparecen sobre nosotros
mientras que los árboles emergen. Atravesamos el bosque y llegamos a un claro. Un gran
claro lleno de luces, música y gente.
GoR
Dios, había demasiada gente. Así como autos, camiones y motocicletas; todos
estaban estacionados al azar sin ningún orden. Dejé el auto en el borde del enorme
campo y contemplé la escena delante de mí. Había gente gritando, bailando y
retorciéndose, pero la mayoría estaban reunidas alrededor de algo profundo y enorme.
Un agujero en el suelo, solo que no era un agujero, era más como un cañón y maldición,
había una motocicleta que estaba corriendo hacia él ahora mismo.

Me agarré del volante con fuerza y escuché el rugido de la motocicleta


desconocida mucho más grande que el gran alboroto de la gente. Se estaba
precipitando hacia el cañón, ganando velocidad por el suelo, una velocidad inexistente
181

y luego se arqueaba sobre el espacio. Juré por un segundo que nadie habló, nadie
emitió sonido alguno y todo estaba en completo silencio.
Página

Dios mío va a morir.

Pero de alguna manera la motocicleta se las arregló para lanzarse y pisar tierra
firme, supongo que no era un aterrizaje suave ya que el sujeto resbaló perdiendo el
control de la máquina en la que había estado sentado. Se arrojó de un empujón y la
motocicleta se alejó de él. Sé que debería de estar preocupada por el chico de la
motocicleta, pero tenía un círculo de personas reunidas a su alrededor y yo tenía un
problema mayor.

Un problema mucho mayor y peor, llamado Zach.

Mientras miraba al ciclista desconocido con aires de querer suicidarse perdí de


vista a Zach y una alarma se desprendió de mí, sabiendo exactamente lo que haría.
Saltará por ese agujero. Me habría reído por lo irónico que sonaba todo esto ya que
cayó de un hoyo cuando era solo un niño, sólo que ahora pasaba sus noches
aventándose por voluntad desde uno y todo con su maldita motocicleta. Dejé el auto
estacionado y salí de ahí a trompicones, ni siquiera tuve tiempo de cerrar la puerta antes
de bajar ya que caí de rodillas lastimándome sobre la grava seca y caliente. Las palmas
de mis manos se resbalaban por el impacto y mi piel se raspó.

—¡Oh mierda!

Miré mis manos sangrantes y me sentí débil, no creo que tuviera la fuerza suficiente
como para sentarme y mucho menos para levantarme. Pero debía hacerlo, había llegado
tan lejos y no pensaba echarme para atrás ahora, después de salvarlo me encargaría
de matarlo yo misma; será mejor que se cuide.

De alguna manera me levanté a cerrar la puerta de mi auto tomando respiraciones


muy profundas que hicieron muy poco para calmar a mi estómago, pero al menos pude
caminar. Crucé hacia donde la gente estaba siempre buscando a Zach, la mayoría
estaban borrachos, drogados o bien estaban por ponerse borrachos o drogados, sin
GoR mencionar que la mitad de los que estaban aquí parecían ciclistas y todos se veían
como criminales.

No estaba juzgando, solamente estaba extremadamente asustada de este lugar,


¿cómo es que no estaba lleno de policías? Nada de todo aquello parecía remotamente
seguro, incluso parecía ilegal. Pero entonces no me dio tiempo para reflexionar acerca
de las repercusiones legales ya que escuché otra motocicleta acelerando seguida de
vitoreos, eran demasiados que parecía que me habían dejado sorda esta vez.

No era Zach el chico de la motocicleta y me sentí aliviada, pero a la vez


decepcionada, ¿Dónde diablos se metió?
182

Estando así de cerca pude ver las ruedas de la motocicleta rechinando en la


grava, pude incluso oler el gas, el cuero y el maldito sudor. Este ciclista hizo lo mismo que
Página

el anterior, avanzó hacia el cañón y cuando creí que se iba a caer y romperse el
estúpido cuello se lanzó por los aires embistiendo y aterrizando del otro lado. Una vez
más el aterrizaje no fue fácil, de hecho, fue mucho peor que el otro. La gente comenzó
a jadear y gritar cuando se acurrucó sobre sí mismo tomando su pie mientras que la
motocicleta se alejaba de él.

De acuerdo, suficiente. Tengo que encontrar a Zach.


Y en cuanto me doy la vuelta lo veo.

Estaba en su motocicleta acelerando en el bosque justo en dónde se necesita dar


el salto, bajo la luz de la luna pude ver sus ojos negros como la noche mirando el cañón,
concentrado; sin embargo, mis ojos estaban clavados en él, clavados en aquel
semblante severo y congelado. Estaba a horcajadas sobre su motocicleta y de alguna
manera lo encontré mucho más alto de lo que jamás lo había visto. Después se puso su
casco antes de hacer el giro, tomando los manubrios con fuerza y lanzándose hacia el
agujero.

La multitud borracha se apartó mientras que yo traté de acercarme a él abriéndome


paso entre la gente, empujando y tropezando con ellos para acercarme al borde.

—¡Zach! —grité su nombre, pero él simplemente pasó de largo haciendo volar los
mechones de cabello a mi cara.

Me quedé ahí jadeando mientras lo veía lentamente acercarse al cañón, para


cuando arremetió la motocicleta al aire me puse una mano en la boca para dejar de
gritar. Estando en el aire su cuerpo se levantó y básicamente estaba parado sobre los
monta píes, las chicas de la multitud enloquecieron.

Maldito espectáculo

No pude evitar correr hacia el borde del agujero ancho, creo que lo mataré esta
noche.
GoR
Jesús.

Estaba tan profundo y oscuro que ni siquiera se lograba ver que tan lejos llegaba,
quizá daba al centro de la tierra donde estaba todo ese fuego de dónde vienen todos
los temblores que sacudían el suelo. Todo el mundo lo vio atravesar el aire como si fuera
una estrella fugaz, una gran y oscura estrella que estaba quitándome todo mi oxígeno
y haciendo que mi corazón latiera y puede que también lo hiciera sangrar. Todo lo que
sé es que si moría buscaría la manera de resucitarlo y lo besaría, maldita sea. Sí, lo
besaría y mordería solo para matarlo yo misma.
183

Me estaba mordiendo las manos cuando llegó el momento de que mi estrella oscura
bajara y cuando lo hizo Zach volvió a sentarse en su motocicleta y se inclinó hacia
adelante, sé que estaba lejos, pero a pesar de eso pude sentir los músculos de sus
Página

hombros, bíceps y espalda tensos, los cuales tensaban a los míos en respuesta. Quería
apartar los ojos, pero no podía, necesitaba ver esto, tenía que verlo aterrizar. Tan pronto
como las ruedas tocaron el suelo me mordí el labio, qué difícil.

El polvo salió volando a todas direcciones y en cámara lenta vi como rebotaban


los neumáticos con el impacto, sabía que en cualquier segundo iba a caer.
Es todo.

Mis ojos se llenaron de agua y mi cabeza comenzó a temblar, pero Zach todavía
estaba en su motocicleta atravesando a toda velocidad. Vi como puso su pie hacia
abajo y lo clavó sobre la tierra hasta que hizo girar la motocicleta deteniéndose
abruptamente. La multitud estalló en vitoreos, pero yo estaba demasiado estupefacta
como para siquiera moverme, como para siquiera alojar mi puño y mi cuerpo. Seguí siendo
una masa de nerviosismo y pavor.

Zach estaba sentado sobre su motocicleta como si fuera una especie de príncipe,
un príncipe oscuro con su chaqueta de cuero negro y sus enormes botas plantadas en
el suelo. Me despabilé cuando aparcó la motocicleta a un lado, algunas personas lo
rodearon golpeándolo en la espalda y dándole la mano. Se quitó el casco girando el
cuello para pasar los dedos sobre su cabello y comenzar a caminar. Corrí alrededor del
amplio espacio y mis botas Mary Janes tropezaron sobre la tierra.

—Zach —grité su nombre y cuando al fin llegué al otro lado él estaba de pie frente
a un grupo de personas.

Esta vez sí escuchó mi voz y sus ojos se fijaron en mí, parecía sorprendido, pero
lentamente desvaneció el movimiento y todo lo que quedaba es un gran ceño fruncido
y una mandíbula apretada.

Oh, por favor.

GoR Yo también estaba enojada con él, pero no me iría a ningún lado. Nos quedamos
ahí mirándonos el uno al otro sobre aquel enorme y ancho agujero por el cual él
simplemente saltó. El reflector estaba brillando y pude ver su camisa empapada de sudor,
su chaqueta ya no estaba —probablemente se la quitó en aquellos minutos que tardé
en cruzar —y el sudor goteaba por un lado de su cuello.

Cuando Zach comenzó a moverse hacia mí, mi respiración se entrecortó, él por otro
lado estaba avanzando con grandes zancadas con sus muslos fuertes que se veían a
través de sus jeans, mientras que sus piernas devoraban la distancia.

Detrás de él vi a otro motociclista saltar y la multitud vitorear nuevamente a nuestro


184

alrededor. Pero no importaba, al menos no para mí y definitivamente no para él. Ni


siquiera pestañeó ni dio indicios de darse cuenta de que estamos bajo una multitud.
Página

Zach necesitaba llegar a mí.

Lo supe como si supiera que no estaría en ningún otro lugar que no fuese aquí en
estos momentos. En definitiva, conduciría sobre ese coche nuevamente, me rompería las
rodillas y rasparía las palmas, lo haría todo de nuevo solo para poder ver aquellos ojos
oscuros, acechados por sus igualmente oscuras intenciones.
Cuando me alcanzó estiré el cuello para mirar su rostro afilado y deslumbrante,
estaba respirando por la boca y su pecho se hinchaba de arriba a abajo, su camiseta
estaba cubierta de polvo. Sin embargo, lo primero que salió de mi boca fue:

—¡Idiota!

GoR
185
Página
Capitulo 19
Zach apretó su mandíbula ante mis palabras, hubiera querido llamarlo con todas
las groserías de la historia por asustarme así, pero me callé antes de que pudiera siquiera
decir algo ya que inmediatamente se inclinó hacia mí y me levantó en sus brazos. De
alguna manera yo sabía que iba a hacer eso, lo sabía ya que manipularme era su
pasatiempo preferido y eso no era algo que yo no supiera.

Supongo que también debía tocarlo, así que subí mis muslos alrededor de sus
caderas envolviendo mis manos en su cuello y apreté su cabello húmedo. Lo abracé con
tanta fuerza y él me la devolvió. Después comencé a hablar, todo lo que sentía debía
salir a la luz. Era la adrenalina, creo.

—¿Qué estabas pensando?, ¿Qué sucede contigo? —apreté mis palabras mientras
metía la cara en su cuello. Él caminó frente a algo, pero no me importó lo que fuere o
dónde—. ¿Estás loco lo sabías? No puedo creer que te pusieras en peligro, es decir, sé
que las personas con dislexia tienen muchas cosas en las que son buenas, lo he estado
leyendo en internet, pero qué demonios. Podrías haber muerto. Podrías haberte roto el
GoR cuello, podrías haberte paralizado. ¿Viste a toda esa gente? No pudieron aterrizar, no
pudieron…

Mi respiración se entrecortó pensando en todos los intentos fallidos de aterrizaje


en el suelo y me aferré a él con más fuerza frotando mis labios sobre su cuello, en aquella
vena que marcaba sus palpitaciones, saboreé su piel y la sal de su sudor, aquello me
tranquilizó. Me hizo ver que estaba vivo y que me llevaría a algún lado con él.

—¿Tienes alguna idea de lo asustada que estaba?, ¿Alguna? —continué tirando de


su cabello y cruzando mis tobillos sobre su espalda—. Me estaba volviendo loca,
viéndote volar por los aires Noticia de última hora Zach, es una motocicleta no un maldito
186

avión. ¿Esto es legal siquiera? No lo creo, no creo que lo sea Maldición —mordí levemente
aquel lugar de su vena palpitante y su sabor explotó en mi lengua haciendo que su
Página

agarre se hiciera mucho más fuerte—. No puedo creer que sea aquí dónde vienes todas
las noches, ¿Y si te atrapan? Es que acaso quieres ir a la cárcel Zach, ¿Ese es tu plan?
Es eso…

Dejé de hablar instantáneamente cuando mi espalda golpeó algo duro, era la


puerta de una camioneta blanca y oxidada; cuando Zach me depositó en ella nos
vimos en la necesidad de separarnos. Estábamos lejos de la multitud y de los rugidos de
las motocicletas voladoras, lo único que podía escuchar era nuestra respiración
entrecortada.

—¿Qué diablos estás haciendo aquí? —gruñó inclinándose hacia mí, sus manos
bajaron a mi trasero apretando sobre mi falda haciendo que mordiera mi labio por la
presión que estaba haciendo.

—Te seguí.

—¿Qué?

—Después de la cena… no quería que estuvieras solo. No quería… —apretó mi


trasero nuevamente.

—¿Quién dijo que quería de tu compañía?

Dios, que grosero y alto y malo.

No había cambiado en nada, seguía siendo el mismo de St. Patrick. Yo al contrario


sí que había cambiado, ha cambiado mi forma de mirarlo. Su mala educación no me
molestaba, ésta simplemente…encajaba en él como una armadura. Probablemente lo
necesitaba para todas las guerras que había peleado en aquella torre de cristal.

—Yo. Yo dije que querías de mi compañía, así que aquí estoy —tiró de mi cabello
con precisión y sus fosas nasales se dilataron.

GoR —¿Que acaso necesitaré de una orden de restricción para que te alejes de mí?

—Pruébame. Te reto.

Zach inclinó su cuerpo hacia mí, fue como si las nubes obstruyeran la luna y el
mundo se oscureciera. Está bien, estoy envuelta en oscuridad y no le tengo miedo

—Recuerda la línea Blue, estás muy cerca de estar del lado estúpido —me advirtió.

Los mechones de su cabello rozaron con mi frente y mi nariz contra la suya, sabía
que incluso ese mínimo toque era suficiente para que mi espalda se arqueara clavando
mis uñas en su nuca.
187

—Tú también eres estúpido —susurré repasando mis dedos sobre el tatuaje de su
muñeca—. Mira lo que haces, saltando a través de cañones. Aunque fue… un poco
Página

magnifico.

Lo fue.

Ahora que no tengo tanto miedo puedo admitir que se veía realmente sexy,
invencible y temerario. Los ojos de Zach recorrieron mi rostro.
—Estás obsesionada conmigo.

—No —me estremecí—. Un poco.

Me empujó hacia la camioneta con su cuerpo, su torso estaba presionando mi


vientre y su pecho aventó mis pesados y vibrantes. Pese a que todo su cuerpo me tenía
aprisionada yo me sentía en total libertad.

El sentido de mi vida.

Tanta vida que podría morir por ella.

—¿No te enseñó tu mamá a mantenerte alejado de quien te molesta? —gruñó


haciéndome recordar todas las cosas que me dijo cuando nos conocimos, necesité de
un momento para recuperarme.

En ese momento lo imaginé cuando tenía doce años, todo molesto y arrogante y
yo tenía diez toda indignada y enojada. Me imaginé que hubiera pasado si él no
hubiera estado tan jodido y no hubiéramos peleado ese día. Quizá hubiéramos sido
amigos y tal vez algún día nos hubiésemos convertido en algo más. En lugar de aquella
historia de odio, hubiera sido una historia de amor.

Lo miré a los ojos mientras acunaba su dura mejilla, su barba era espesa y bajo mis
dedos su piel estaba caliente. Traía el semblante de aquella vez, aquella expresión que
había estado persiguiendo desde que me arrincono en el pasillo.
GoR Era arrepentimiento.

No puedo creer que me haya tomado tanto tiempo darme cuenta. Él estaba
arrepentido, probablemente por todas las cosas que me hizo pasar.

—Si tú eres quien me molesta, entonces yo soy la víctima, ¿verdad? —empecé—. Bueno
ya seguí adelante, yo tengo el poder así que elijo olvidar. No recuerdo al tipo que me
intimidó, al que se quedó de pie a ver cómo me humillaban una y otra vez. En su lugar,
recuerdo al tipo que vino a rescatarme cuando me corté la palma de la mano esa
primera noche en la fiesta. Recuerdo al tipo que dejó los cigarrillos porque quería que
sufriera y a quien se comió ese flan pese a que sabía lo que estaba haciendo. Recuerdo
188

al tipo que despidió a Ashley y me defendió. Yo recuerdo al chico que sacó a un niño
de cinco años de un agujero e hizo que se sintiera mejor acerca de esa situación. En
lugar del chico que me molestaba recuerdo al chico que dijo quería protegerme y
Página

cuando no cumplió su cometido, se odió cada día más.

Esta estaba siendo mi catarsis.

Tina tenía razón, tenía que dejarlo ir. O al menos eso estaba haciendo, dejando ir
esa vieja ira, el pasado y el sentido de injusticia. Simplemente no sabía que iba a ser así,
envuelta en aquel chico que me lastimó, pero supongo que tenía sentido, es decir, él
había sido el centro de mi universo. ¿Porque no estaría conmigo cuando diera ese paso?

—Y para responder a tu pregunta, mi madre me enseñó a alejarme de quien me


molestara, pero también me enseñó a no quedarme sin hacer nada si alguien estaba
siendo intimidado —observé como la respiración de Zach estaba siendo entrecortada,
podía sentirla hasta los huesos. Podía sentir su dolor, su ira, su indignación, podía sentirlo
todo Esto que estaba pasando iba a ser trascendental—. Lo siento, pero… —apreté sus
costados con mis muslos—. Tu familia está jodida, realmente jodida ¿tu papá? —Negué
con la cabeza golpeando con mi puño su camiseta—. Es una mierda. No dejes que te
manipule diciéndote que no perteneces. No dejes que te haga creer toda esa mierda
sobre ti Zach, no lo mereces; tú… —Zach comenzó a empujar mis caderas hacia mí
frotándose sobre mi tórax haciéndome callar.

—Sí, ¿qué es lo que merezco? —preguntó con brusquedad, mirándome con una
intensidad que me deja sin aliento.

Dios qué cerca estaba, además que yo estaba envuelta a su alrededor y me dio
la oportunidad de sentir que también estaba duro en la entrepierna. Pero no dejé que
eso me distrajera, necesitaba que él supiera que su padre era un idiota, que no merecía
ser tratado así, que no era su culpa.

—Hablo en serio —dije.

—Yo también —movió sus caderas contra las mías, haciéndome temblar—. Dime que
GoR es lo que merezco Blue.

—Eso no… Nadie merece ser tratado así.

Apretó su mandíbula desenrollando mi mano de su camisa y agarrando mi palma,


un dolor agudo se encendió debajo de mi tórax recordando que me había caído en el
momento que salía del auto. El pulgar de Zach estaba presionando la herida, era justo
la misma palma que me corté la noche en la cual regresó, era la izquierda
Inmediatamente miró hacia abajo frunciendo el ceño.

—¿Qué te pasó?
189

—Me caí porque estaba mareada. Cuando salí del a-auto.

Los raspones en mis rodillas aún pulsaban también, era como si la mención del auto
Página

hubiera activado todas mis heridas haciendo que éstas estallaran. Aun sosteniendo mi
mano Zach miró hacia arriba con un rostro confundido, sin embargo, después de unos
segundos su semblante se aclaró.

—Me seguiste en tu coche.

—S-Si —respondí.
Negó con la cabeza una vez más.

—Te llevaré a casa —se iba a alejar de mí, pero instantáneamente apreté mis piernas
a su alrededor.

—No.

—¿Qué?

—No quiero irme aún Yo quiero…

—¿Qué es lo que quieres?

Sus ojos eran tan intensos que brillaban en la oscuridad como señalamientos,
excepto que las señales se suponía que eran seguras, pero sus ojos corrían el riesgo de
ahogarme.

—Quiero que-que me beses.

Dios ¿Realmente había dicho eso? La fuerte inhalación de su sorprendido aliento lo


confirmó, yo había dicho eso y él estaba sorprendido.

Bueno, ¿por qué no lo estaría? Me escapé de él la última vez, cuando comencé él


me hizo sentir algo, pero supongo que estaba mintiendo. Creo que había querido que
me besara durante años, incluso cuando era quién me molestaba. Tal vez sonaba
patético y yo era aquella chica de las películas de terror que moría justo al inicio porque
GoR no podía dejar de escudriñar el sótano.

Bueno, que así sea.

Yo era esa chica.

Pasaré a la historia como la chica que era perseguida por las historias de desamor
y por lo tanto merecía solamente tragedias.

—Te hago sangrar —murmuró Zach en voz baja con un tono de pesar, pasando su
pulgar sobre la comisura de mis labios.
190

—Sí.

Su pulgar trazó sobre la piel desgarrada de mi labio, justo en medio.


Página

—Y también te hago llorar —parpadee y una lágrima se escapó, ni siquiera sabía


que estaba flotando en el borde.

—Sí.

—No me detendré, no sé cómo —susurró mientras secaba una de mis lágrimas. Él se


detendrá, haré que se detenga.
Este ciclo de acoso escolar comenzó con su papá y terminará con nosotros; yo
cambiaré nuestra historia. Si él era un falso príncipe entonces yo era una falsa Cenicienta
que no necesitaba de zapatillas de cristal, ni un bonito vestido para cambiar nuestro
destino. Podía hacerlo en mis silenciosas botas de cuero y mi uniforme gris

—Está bien —susurré y sus fosas nasales se ensancharon ante mi respuesta. Me


miraba con extrañeza y posesión.

Era oscuro y aterrador lo cual hacía que me aferrara a él con mucha más fuerza a
lo que él se sacudió para retroceder dando un paso atrás. De repente me sentí a la
deriva con mis piernas cayendo al suelo deslizándose a través de la puerta metálica de
la camioneta. Mis pies estaban temblorosos y entumecidos, además de descalzos Mis
Mary Jones habían caído hace tiempo. Me había olvidado por completo de como
sostenerme por mi cuenta.

—¿Zach?

Y para mi sorpresa se puso de rodillas casi cayendo al suelo, me agarró de la


cadera para mantenerme estable y su rostro llegó hasta el fondo entre mis piernas,
enterró la nariz justo en medio de ellas. No importaba si estaba cubierta con ropa, Zach
tenía la costumbre de destruir toda barrera entre nosotros. Envolví mis manos a su
alrededor mientras susurré:

—¿Qué estás haciendo? —pregunté a lo que él simplemente levantó la cabeza


mirándome a los ojos. Noté las manchas de suciedad en mi camisa blanca y lo retorcidos
GoR y estirados que están mis botones, presionando contra mis agitados senos.

Zach no respondió en cambio se sentó sobre sus piernas, levantando la mía sobre
su hombro.

—Besándote —dijo simplemente.

—¿Qué?

—Me escuchaste —dijo subiendo el dobladillo de mi falda.

Lo detuve tratando de empujarlo hacia abajo.


191

—Zach.
Página

—¿Qué? —me mordió.

—¿No se supone que deberías estar más cerca de mis labios si quieres besarme? —
pregunté. Era una maravilla que pudiera mantenerme en pie con una sola pierna porque
además él no dejaba que me fuera, me tenía atrapada y tampoco soltaba mi falda.

Zach sonrió lentamente.


—Eso estoy tratando de hacer.

—¿Tú qué?

—Tratando de acercarme a tus labios —lo jalé lentamente del cabello.

—¿Qué… yo… de quien es este auto? —fue la única pregunta que se me pudo
haber ocurrido en estos momentos.

—Joder, que se yo —se encogió de hombros como si no le importara.

Miré a mi alrededor, a pesar de que había una gran multitud, todo a nuestro
alrededor estaba desierto.

—¿Y si alguien viene?

Zach rio, sus manos eran mucho más grandes que las mías y las estaba utilizando
de manera ventajosa. Empujó mi falda hacia arriba exponiendo mis bragas.

—Esa es siempre tu primera preocupación, ¿No es así?

—Pero claro, no quiero que nadie nos vea. Que me vea medio desnuda.

Echó un vistazo a mis sencillos pares de short cortos de algodón y tocó la costura
haciéndome estremecer.

—Sabes, pensé que la otra noche estaba soñando contigo. Cuando tú estabas
GoR sobre mí, también querías que te besara ¿No es así?

—Estaba sobre ti porque tú me derribaste. Y sí, pero… —exhalé en un suspiro


tembloroso—. No sé cómo es esto de besar.

Él sonrió metiendo su pulgar dentro de mis bragas el simple contacto hizo que mi
tórax se sacudiera, estremeciéndose. Instintivamente grité su nombre cuando la yema de
su pulgar me rozaba el coño, tan casual, como si fuera algo normal. Él tocando el borde
de mi coño.

—Es besar. Porque voy a poner mis labios en tus labios.


192

Ante su respuesta metió más su pulgar sobre mis bragas frotando el centro de mi
núcleo. Finalmente entendí lo que quiso decir y me hizo sonrojar, fue como si hubiera
Página

absorbido todo el calor del aire que nos rodeaba.

—No me refería a ese tipo de besos.

La sonrisa de Zach seguía en su lugar, era una sonrisa torcida y excitada.


—No es mi problema, así es como beso Blue. Cuando… —guardó silencio
inclinándose como si no pudiera evitarlo. No pudo evitar olerme. Cuando lo hizo gimió y
mi cabeza cayó hacia atrás respondiendo el gemido.

—¿Cuándo qué? —me las arreglé para preguntarle ya que sus labios están ahí, tan
cerca de mi clítoris, separados solamente por el algodón de mi ropa interior.

—Cuando mi polla está enojada —miré hacia abajo tomando un lado de su cara.

—¿Tu polla?

—Uh huh —asintió arrastrando su nariz sobre mi coño.

Su abundante barba se sentía más rasposa bajo mis dedos en estos momentos, de
hecho, todo se sentía más áspero cuando tocaba mi cuerpo; su suave camiseta, su
cabello aterciopelado, el aire mismo.

—¿Por qué? —exhalé moviéndome inquietamente sobre el pie que tenía en el suelo.

Todavía seguía frotando el centro de mí con el pulgar, oliendo mi esencia.

—Gracias a ti.

—¿Yo?

—Sí, estás enojando tanto a mi polla Blue. La has estado enojando durante días, la
forma en la que te mueves con ese uniforme tan ajustado. La forma en la que corres y
GoR
esa trenza azul flotando detrás de tu espalda. Estás incitando problemas, ¿no es así?

—No.

—¿No? Tus pechos rebotan cuando caminas cariño —me estremecí ante su expresión
cariñosa, como si hubiera estado esperándola toda la vida—. ¿Sabías eso?

—No —arqueé mis caderas tratando de acercarme a su boca—. No lo hago a


propósito.

Se rio y me golpeó justo en mi mojado clítoris. Dios parece que me estaba poniendo
193

crema en las bragas delante de él y creo que él podía verlo también. Podía ver como
mi coño estaba mojándose por él.
Página

—No es así ¿eh?

—No.

Su cabeza, así como entró a mi visión, salió mientras yo trataba de parpadear


manteniendo mis ojos abiertos ante aquél ataque de lujuria y hormonas Zach arrastró
sus labios a lo largo de mi vientre, haciendo que la excitación que siempre sentía por él
se encendiera. Me golpeó dentro como si supiera que era lo que necesitaba, él sabía
que la fuente de su existencia estaba ahí mismo, mi piel. Estaba cerca de mi piel.

—Es que son tan grandes ¿no?. Tus pechos son tan jodidamente grandes que no
pueden evitar ser buenas sirvientes para mí —dijo con voz ronca pintando sus duras
palabras sobre mi piel.

—S-s-sí.

Mis pechos ahora estaban agitados, mis pezones se sentían tan duros, lo
necesitaban. Necesitaban las manos de Zach. Como si hubiera leído mi memoria Zach
sacó el pulgar del interior de mis bragas y comenzó a masajearlas con ambas manos.

—¿Estás siendo una buena sirvienta para mí?

Asentí con la cabeza enloqueciendo, creo que incluso tuve un orgasmo también,
esto debido a la forma en la que mis músculos internos se estaban agitando

—¿Vas a calmar a mi polla enojada bebé? —asentí de nuevo, pero esta vez con un
gemido —¿Sí?, ¿vas a acercar tu coño virgen, aunque haya gente cerca y pueda verte?

Mi respiración se convirtió en hipo y sollozos, mis uñas estaban rasguñando el


costado de su cuello.

GoR —Sí.

Me inmovilizó con su mirada, sus espesas pestañas le daban aquella mirada


misteriosa.

—Está bien, no les dejaré ver nada. Te esconderé, siempre te esconderé de aquellas
miradas indiscretas. Cualquier cosa que valga la pena ver, Blue estará en mi boca.

Ni siquiera había superado la primera corriente de sus palabras en mi sistema


cuando sentí un pellizco en los pezones antes de que soltara mi pierna. Hizo un trabajo
muy rápido con mis bragas, arrastrándolas hacia abajo con necesidad para después
194

meterlas en su bolsillo con sus dedos.

Y luego no quedaba nada que hacer más que besar.


Página

Me vino a la mente entonces que debía sentirme avergonzada por no haberme


rasurado ahí en años, cuando todavía era una adolescente (aunque irresponsable y
rebelde) siempre solía afeitarme con regularidad. Pero después de la muerte de mis
padres ni siquiera se me había ocurrido hacer nada con ese asunto de ahí abajo. Sin
embargo, a Zach no parecía importarle ya que si su gemido era algo por lo cual
debíamos de medirlo, entonces le gustaba. Tomó un rápido mechón de mis rizos antes
de cubrirme con su boca salvaje. Él estaba en lo correcto, me preocupé por nada.
Cualquier cosa que valiera la pena ver estaría en su boca malvada y succionante.

Colocó mi muslo sobre su hombro para así darse más acceso, abrió mis labios y
lamió mi centro, era como si estuviera lamiendo la parte de una fruta jugosa.

—Zach —gemí clavando mis dedos de la otra pierna sobre la tierra.

Las pequeñas rocas de la tierra me dolían al contacto con mi pie, pero su boca
me estaba dando el suficiente placer como para haber caminado a través de
fragmentos de vidrio sin dolor. Él maldijo sobre mi coño y yo estaba sintiendo a su vez
una cogida en mi pecho, haciendo que mi corazón se volviera loco. No podía hablar
de mariposas, estaban en todos lados; incluso sobre mi pantorrilla que colgaba sobre
su hombro, haciéndola zumbar. Lo imaginé lamiéndome, rodeando mi estrecho agujero,
pensé que si hacía eso cinco segundos más explotaría, acabaría conmigo. Mis dedos se
flexionaron sobre su cabello mientras yo gritaba mi orgasmo al cielo. Pero entonces no
sabía que sus labios se cerrarían sobre mí clítoris, en la parte superior. Hubiera jurado
que también estaba excitada por él, ya que, si la electricidad que estaba atravesando
hablara, hubiera sido ese indicio. Además de las largas chupadas de su boca y el roce
de sus dientes. Y sus gruñidos.

Dios sus gruñidos.

Estaban ocupando todos los espacios vacíos de mi alma y creo que los escucharé
hasta el día de mi muerte, me despertaré con ellos y me los imaginaré día tras día.
GoR
Eso, sus hombros ondulantes y su temblorosa espalda.

Tenía cerrados los ojos, no sé ni siquiera cuando los cerré exactamente, pero al
abrirlos lo miré de arriba abajo. Miré la imagen obscena que estábamos haciendo, mis
dedos enterrados sobre su cabello y su boca sobre mi coño moviéndose de un lado a
otro. Mis muslos abiertos y sus hombros apretados entre ellos, sin mencionar mi falda que
está en algún lugar alrededor de mi cintura, además de mi blusa arrugada.

Pero eso no era lo más impactante.

Lo impactante es que Zach, el chico que está devorándome estaba moviendo sus
195

caderas mientras toca con ahínco su polla.

Su polla enojada.
Página

Estaba tirando de él con una mano, mientras que la otra sostenía mi coño abierto,
todo dentro de sus pantalones ya que ni siquiera se los había quitado, abusando de
ese poder.

El sabor de mi coño hizo que ese poder se intensificara.


—Z-Zach… yo… —me apagué al oír sus gruñidos más fuertes, al oír su nombre en mi
boca. Luego se movió alejándose de mi coño y masajeando mi trasero desnudo que
estaba pegado al frío metal y ni siquiera me había dado cuenta.

Supongo que no me había dado cuenta de muchas cosas.

Cosas como yo estando de pie así con una pierna sobre él y la otra ligeramente
doblada. Entonces se abrió a algo más, algo que jamás hubiera pensado (ni en un millón
de años) que nadie tocaría. Ese otro agujero plisado y obscuro. Zach masajeó mi trasero
antes de haber arrastrado sus dedos hacia abajo, justo a lo largo de la zona, antes de
rozarla. Sus dedos ahí y su boca en mi clítoris hicieron que mi núcleo se mojara,
haciéndome correr. Mis caderas están sobre saliendo del auto, pero Zach las mantiene
en equilibrio con su cuerpo y su boca, la cual todavía sigue chupando mi clítoris,
lamiendo su esencia. Presionando contra el oscuro agujero que no deja de apretar.

—Dios…

Gemí y arañé su cuello mientras gritaba su nombre una y otra vez. Mi cuerpo entero
se apretó y se soltó sobre él hasta que ya no quedaba nada.

Al fondo era consciente de que él también se estremeció, Zach se estaba moviendo


y combinando gruñidos que crecían hasta convertirse en gemidos masculinos.

Me daban ganas de sonreír.

Desearía haber podido hacerlo, pero toda mi energía se había ido. Estaba casi
GoR
derrumbada sobre él y medio apoyada sobre la camioneta, pero sabía que lo que
quería era tirarme al suelo. Entonces sentí unos brazos alrededor de mi cintura,
sorprendida abrí los ojos. Los ojos de Zach estaban entrecerrados y sus labios y
mandíbula estaban cubiertos por mí. Me colgué de sus brazos.

—Creo que estoy muerta.

Extendió su otra mano y se limpió los labios.

—¿Sí? Entonces cómo es que sigues hablando.


196

—Me mataste —me reí adormilada.

—Uh huh —vi un dejo de diversión en el borde de sus ojos.


Página

—Tú también te corriste, ¿no?

Ante mi comentario apartó su mirada de mí, arreglándome la ropa sin mi ayuda


mientras que yo seguía mirando su rostro afilado.
—¿Qué? ¿Te avergüenza de haberte corrido? Está bien, yo también me vine como
un maldito tren —dijo y para cuando terminó de arreglarme levantó su mirada hacia mí—
Lo sé, inundaste mi boca.

Sonreí mordiendo mi labio.

—¿Siempre te adormeces después de un orgasmo? —enrollé mis brazos alrededor de


su cuello dejando todo mi peso sobre él para poder alcanzar su mandíbula y besarla.

—Tal vez —dijo y mis ojos se agrandaron— ¡Ohhh! tengo una idea.

—¿Por qué no intentas guardarla para ti por una sola vez? —tiré de su cabello.

—¿Qué tal si me das otro orgasmo y podemos averiguarlo?

Ríe levemente mientras que él mete los mechones sueltos detrás de mi oreja.

—Ahora mismo vamos a llevarte a casa, conseguiré que alguien conduzca tu coche
de vuelta.

—Gracias —susurré.

Sin ningún dejo de pena ni arrepentimiento Zach se inclinó levantándome en brazos


por segunda vez en esta noche. Aunque esta vez era estilo princesa.

—Oh, no tienes por qué cargarme —se quedó callado mientras comenzaba a
caminar.
GoR
—Estoy pesada —dije mientras acariciaba su clavícula.

—Si dices eso una vez más, te dejaré aquí y me iré. Estoy seguro de que puedes
encontrar el camino de regreso a casa.

No sé por qué no podía dejar de sonreír esta noche, quizás los orgasmos que había
tenido, quizá el hecho de que me sentía tan adormilada que no pensaba en nada más
o tal vez los orgasmos que le hice pasar a él.

—No lo harías —murmuré.


197

Gruñó y apretó mis brazos contra su pecho, me acurruque contra él mientras


caminábamos entre la multitud todavía ruidosa, Zach se detuvo junto a algunas personas
Página

diciéndoles que condujeran mi auto de regreso. Luego caminó hacia su motocicleta y


me sentó sobre ella, al tocar el metal caliente con mis pies descalzos me di cuenta de
que dejé mis Mary Jones en algún lugar del camión.

Eh, qué importa. Tenía a mi príncipe, no necesitaba mis zapatos.

Zach colocó un casco sobre mi cabeza y lo cerró poniéndose frente a mí.


—Sostente.

—Lo sé.

Acto seguido enrollé mis brazos alrededor de su cintura y mi mejilla sobre su espalda
deteniéndome.

—Esta es la quinta etapa de la adherencia, ¿Lo sabes verdad?

Cerré los ojos mientras respondía.

—Lo que sea. Te gusta.

Sentí su breve risa cuando puso en marcha su motocicleta, poniendo la mano en


mis brazos haciendo que apretara mi agarre alrededor de él. Vi como la motocicleta
cobraba vida debajo de mí, vibrando y mientras conducimos hacia la noche, respiraba
el aire con suma libertad decidiendo que no importa lo que la gente pensara o dijera.
Lo que estaba haciendo era salvarlo. Lo iba a salvar de su torre de cristal e iba a
salvarlo de todas las personas crueles de su vida.

Y mientras lo salvaba, lo besaría.

En la boca.

GoR
198
Página
Capitulo 20
El príncipe oscuro
Tenía seis cuando me diagnosticaron.

Todo comenzó con el TDAH 10 que los llevó a darse cuenta de que tenía dislexia. Mi
padre no estaba feliz, pero supongo que lo aceptó. Pensó en lecciones extras, clases
especiales y pensó que me dejarían como nuevo en poco tiempo.

Pero a la edad de siete, descubrieron que también tenía disgrafía. Eso le molestó
demasiado.

Creo.

Todo lo que recuerdo era que por más que trabajara duro, mi padre no estaba
feliz. Lo recuerdo encontrándome fallas y rompiendo páginas de mi libro. Todas las
GoR noches iba a mi habitación y me exigía que le leyera. Recuerdo que luchaba por
deletrear las palabras y él se marchaba frustrado. Les decía a todos que no me dejaran
salir, ni a jugar.

Solía despedir a los tutores a diestra y siniestra cuando pensaba que no estaban
haciendo bien su trabajo.

Después hice esa maldita tarjeta y fue entonces cuando me di cuenta que toda la
ira y agresión de papá era porque también él era disléxico.

No me tomó mucho tiempo aprender a escribir.


199

Eso fue lo que le dijo a mi madre esa noche. Le pregunté a Nora sobre ello y ella
me lo dijo.
Página

Así que mi padre Benjamín, el maldito Prince también era disléxico. Tal vez toda su
frustración se debía al hecho de que su hijo era imperfecto como él. Quizá lo recordaba
de sus días de infancia, tal vez me odiaba porque me parecía demasiado a él.

10 Trastorno de déficit de atención por hiperactividad


Hablando de un jodido psicólogo, estoy bastante seguro que a un psiquiatra le
encantaría haberlo descubierto a él.

Dejé de entenderlo hace mucho tiempo.

Lo único que me importaba era hacerlo tan infeliz y miserable como él me hizo a mi
toda mi vida y si eso significaba que nunca aprendería a leer ni a escribir como una
persona normal de mierda o desaprender lo que había aprendido, pues que así sea.

Blue creía que me habían intimidado, había creído toda esa mierda sobre mí. Ella
no podía estar más equivocada.

La cuestión era que no me importa lo que me hicieron creer. Todo lo que importaba
era mi venganza.

Mi odio por ese hombre que me dio la vida.

Aquél que me molestaba.

GoR
200
Página
Capítulo 21
Estaba en la habitación de Zach.

No estábamos haciendo nada malo, solamente estaba aquí para limpiar. En


realidad, se suponía que Grace debería haberlo hecho, pero cambié de torres con ella,
sonrió un poco cuando le dije, pero de ahí en fuera, no dijo nada.

Está bien, ella era buena guardando secretos. No es que estuviera sucediendo algo
secreto aquí, solo estaba haciendo mi trabajo, entre otras cosas.

Lo extraño es que la puerta estaba cerrada después de llamar, pero no me importó


y entré de todos modos. Sabía de antemano que estaba en casa.

Y lo estaba.

Estaba en el baño tomando una ducha mientras que yo estaba haciendo su cama.
Estaba tratando de no imaginarlo desnudo mientras enderezaba las almohadas y
acomodaba su ropa de cama de la manera correcta, recogía también su ropa tirada
GoR
Incluso con todo eso creo que su habitación era la más pulcra que alguna vez había
limpiado. Su libro no se veía por ningún lado y me preguntaba qué había hecho con él.
Me preguntaba si todavía lo tenía.

Después la ducha se apagó y una sombra atravesó la habitación (por más loco
que suene) sé que estaba afuera. Estaba de pie en el umbral del baño con una toalla
envuelta alrededor de sus delgadas y musculosas caderas, se estaba secando el cabello
mojado con otra toalla. Sus ojos estaban fijos en mí, sin embargo, no parecía sorprendido
de verme ahí. Podría haber estado perdiendo mi toque. Pero sé que también podría
estar perdiendo la cabeza y todos mis sentidos ya que todo lo que podía hacer era
201

mirarlo.

Su hermoso cuerpo.
Página

No era de esas chicas que se volvían locas por un buen físico, es decir, lo disfrutaba,
pero no lo convertía en el protector de mi pantalla, pero seguro que a él lo haría mi
papel tapiz y no me avergonzaría de ello.

Su cuello, por ejemplo, era algo tan inocente y mundano. Pero no para él. En él su
cuello adquiría otro significado. Tendones largos y ondulantes, venas erguidas, también
había gotas que se deslizaban hacia abajo, las lamería todas hundiéndome en sus
prominentes clavículas hermosamente esculpidas sobre su pecho Oh Dios, una iba hacia
su pezón oscuro y a las crestas de sus abdominales.

Seis conté como una idiota.

Tenía un “six pack” de abdominales y esa línea en V, ahora entendía por qué todo
el mundo enloquecía sobre esa línea.

Lo entendí.

Se trataba de hacia dónde lleva esa línea. Hacia…

—Mi cara está aquí —levanté la mirada sintiendo mi cara sonrojarse.

—Lo sé —moví un mechón rebelde de mi frente.

—¿Estás pensando en ponerte algo de ropa?

Con una cara divertida me miró de arriba a abajo haciendo que mi uniforme se
sintiera apretado, específicamente en la parte de mis pechos.

—No particularmente.

—Hazlo —tragué— es bueno para el medio ambiente.

La habitación estalló en llamas.

GoR —No puedo decir que sea una persona a la que le preocupe el medio ambiente —
sonrió dándole una última mirada a mi pecho—. Pero me importa lo sonrojada que te ves.
Y el estado de tus pezones. Están intentando perforar tu uniforme.

Con esta respuesta frotó su cabello por última vez con la toalla antes de dejarla
caer al suelo y alejarse.

—Idiota.

Se acercó a su tocador con aquella espalda ondulante y juré que lo había


escuchado sonreír.
202

—Supongo que estás aquí por algo —dijo mientras tomaba un par de jeans para
luego soltar la toalla que envolvía su cintura.
Página

Puse una mano sobre mi boca para detener mi chillido. Su trasero. Dios mío.

No soy una experta, pero mierda, creo que así deberían de ser todos los traseros.
Firme, duro y redondo, oh Dios mío, no sé cómo consiguió esa parte tan bronceada como
el resto, pero era tan tentadora y llena de músculos.
Le vi ponerse los jeans, boquiabierta. Además, mi corazón palpitante estaba a
punto de ceder. Sin embargo, tan pronto como se dio vuelta me obligué a voltearme. No
podía darle demasiados indicios de que estaba obsesionada con su cuerpo, aunque
me di cuenta que no se había abrochado los jeans, simplemente estaban colgados
alrededor de sus caderas con… nada.

—Sí, estoy aquí —me aclaré la garganta. Me acerqué a la toalla húmeda junto al
baño y la recogí— Limpiando.

Luego me dirigí hacia dónde él estaba parado y me arrodillé a recoger la toalla


número dos que estaba frente a sus pies. Nuestros ojos chocaron mientras yo estaba en
el suelo y él estaba flotando sobre mí. Me estaba molestando mi respiración por lo que
me levante frente a él.

—Mi trabajo ¿recuerdas? Me lo tomo en serio.

—¿Lo haces?

—Sí.

—Una buena pequeña sirvienta, ¿eh? —murmuró con esos ojos tan intensos.

Mis muslos se apretaron, literalmente sufría espasmos debido al tono de su voz,


palpitaba como una herida, una herida que necesitaba de su lengua, sus dientes y sus
succiones ásperas.
GoR Me lamí los labios y aclaré mi garganta.

—Eso me recuerda que también estoy aquí por otra cosa —dije mientras Zach fruncía
el ceño y cruzaba los brazos haciendo que su pecho y sus bíceps se flexionaran.

—¿Y ese algo más, es?

Respiré hondo y abracé sus toallas húmedas contra mi estómago.

—No quiero que te vayas —su ceño se intensificó a lo que yo expliqué—. A ese
estúpido lugar, con todas esas motocicletas y ese estúpido hueco en el suelo.
203

—Tú, no quieres que me vaya.

—Sí, es algo peligroso e ilegal —respondí apretando mis facciones en algo que
Página

parecía más severo.

Zach inclinó la cabeza hacia a un lado rascándose la mandíbula, tenía barba y


su aspecto áspero me hizo querer tocarlo también y pasar mis dedos sobre él.

—Corrígeme si estoy equivocado ¿No eras una sirvienta hace un segundo?, ¿Quién
murió y te nombró mi jefe?
—No te dejaré ir —dije ignorando sus duras palabras.

—¿Disculpa?

—Voy a evitar que vayas.

Su próxima respiración fue larga mientras que lentamente abrió los brazos dando
un paso hacia mí. Sé que necesitaba ser un poco valiente en este momento, ya que me
estaba mirando como si quisiera estrangularme y sus músculos también buscaban hacerlo.

Pero como una gallina, di un paso atrás.

—Vas a impedir que vaya —repitió.

Asentí con la cabeza y pude ver sus pies descalzos avanzar sobre mis botas, me
daba… una extraña sensación. No era miedo exactamente o más bien no solamente era
miedo, estaba a punto de reventar de emoción y excitación.

—¿Y cómo vas a hacer eso? —lo miré a los ojos amenazándolo tal como él lo hizo
conmigo la noche anterior, cuando irrumpí en su habitación.

—Llamaré a la policía —dije a lo que su mandíbula se tensó, justo el mismo recuerdo


de esa noche.

—Llamarás a la policía —repitió.

—Sí —dije mientras relamía los labios resecos y veía como una gota de agua se
GoR
soltaba de su despeinado cabello, recorriendo el lado izquierdo de su pecho, justo
donde estaba su corazón.

—Les diré que estás involucrado en algo ilegal. Te meterán a la cárcel y…

—Dime en dónde vivimos —murmuró interrumpiéndome.

—¿Qué?

—Dime el nombre de la ciudad en la que vivimos, Blue.


204

Ambos nos detenemos.

—P-Princetown.
Página

—Sí Los Prince somos los dueños de esta ciudad, la policía no tocará a ninguno de
nosotros. Ni siquiera a mí, incluso si soy malvado, sigo siendo un Prince —dijo mientras
sonreía con frialdad.

Tenía razón.
El nombre de nuestra ciudad era Princetown, un pueblo con calor del infierno, con
agujeros en el suelo, con el lado norte y sur, con Las Pléyades. Ese lugar lleno de personas
abusivas. El lugar de nacimiento de Zach y yo.

Suspiré mientras caminaba de regreso.

—Bueno entonces arruinaré tu motocicleta.

—Arruinarás mi motocicleta —repitió mientras volvía a perseguirme.

—Sip. Cortaré el freno y la rayaré con mi pasador. De hecho, con mis llaves, creo
que sería más eficaz. Y eh, me meteré con el acelerador o algo —dije.

Hubo un pequeño indicio de contradicción en la boca de Zach y me golpeaba


de nuevo el hecho de que era el chico más guapo que había visto en mi vida. Como
siempre.

—¿Sabes algo sobre motocicletas?

—No, pero puedo aprender Youtube lo tiene todo, ahí es donde aprendí a cómo
abrir una cerradura.

—Etapa cinco sanguijuelas —ese tic se convirtió en una sonrisa torcida.

—Llámalo como quieras, no vas a volver ahí nunca más.

—Entonces ¿Cómo sugieres que gane dinero?


GoR
—¿Qué?

—Dinero Blue, ¿Cómo sugieres que lo haga sin mi trabajo?

—¿Ese es tu trabajo?

—Anoche no lo fue, pero sí. Me pagan por eso. Entonces ese es mi trabajo ya sabes,
lo que hacen las personas responsables —se encogió de hombros.

Tragué saliva al recordar lo que dije en su primera noche a su regreso. Por alguna
205

razón nunca se me había ocurrido, siempre lo había visto como un tipo rico y aburrido
al que le entregaban todo lo que pedía.

Pero estaba lejos de eso.


Página

—¿Ese era tu trabajo en Nueva York?

—Sí.

—Pero eso es peligroso.


—Soy bueno en eso.

No me quedaba duda de eso.

—¿Cómo aprendiste a hacerlo?

—La gente me enseñó —fruncí el ceño ante su respuesta, pero él añadió—. Había un
sujeto en nuestro personal hace algunos años, empecé con su motocicleta y él me enseñó.
Renunció y se fue a Nueva York, él me conectó con esa gente cuando aparecí en su
puerta de la nada.

En ese momento Zach me pareció mundano, pero a la vez tan experimentado y


valiente.

—Tengo miedo por ti —susurré cuando no encontré más que decirle.

—No tienes que preocuparte por mí —respondió poniendo los ojos en blanco.

Sin embargo, lo estaba.

—¿Eso es todo? —preguntó secamente.

Llevábamos bastante tiempo con este juego de baile y justo cuando sentí mi
espalda golpeando la pared, sabía que había acabado. Necesitaba encontrar otro
motivo para mi visita Incliné mi cuello hacia arriba colocando mi columna en la pared.

—Quiero que vayas a mi cabaña mañana.


GoR
—¿Qué?

—Sí Tina no estará en casa, ella estará trabajando en el turno de noche doble y
yo no estaré cuidando de Art. Entonces estaré libre.

—¿Libre para hacer qué?

Estaba demasiado cerca y sus ojos ardían demasiado cerca de los míos, de pronto
quise apartar la mirada, pero no podía ser cobarde y dejarlo solo. Pregunté entonces.
206

—¿Dónde está tu libro? El que tenías acerca de las estrellas.

—Lo tiré.
Página

—¿Por qué?

—No soy mucho de leer.

—Bueno, pero ese no es un motivo para tirar un libro perfectamente en buen estado.

—Era mío —dijo. Me lamí los labios y sus ojos seguían fruncidos.
—Bueno, en mi cabaña mañana, vamos a leer.

—¿Disculpa? —frunció nuevamente el ceño.

No creí haberlo visto tan enojado jamás y eso que lo había visto enojado muchas
veces.

—Sí. Porque Zach tú le prometiste a un niño que le leerías un cuento. Y juro por Dios
que le leerás un cuento.

—¿En serio?

—Si —traté de inyectar coraje en mi tono de voz— la dislexia es una discapacidad


de aprendizaje. Es decir, dificulta la lectura, pero no la imposibilita, mucha gente lo tiene.
No conozco las dificultades en su totalidad, pero maldita sea Zach, vas a leer. No puedo
creer que tus padres nunca hubieran hecho el esfuerzo, es tan antiguo y arcaico que ni
siquiera puedo…

—Si lo hicieron.

—¿Qué? —pregunté.

—Tuve tutores. Ellos me enseñaron o lo intentaban.

—Bueno, eso es bueno ¿verdad?, es decir, pensaba que no habías recibido ayuda
alguna a juzgar por tu letra.
GoR
—Nunca quise aprender.

—¿Qué, por qué no? —estaba tan exasperada y confundida en ese momento, ¿Por
qué no quería aprender?

—¿Qué es eso, veinte preguntas?

Bah. Estoy tan enojada. ¿Porque lo tiene que hacer todo más difícil? Estoy tratando
de demostrarle que puede leer y superarse a sí mismo, superar cualquier mierda que su
padre le haya dicho y le haya hecho creer sobre sí mismo.
207

Pero tiene que oponer resistencia.

—¿Sabes que Art no tiene padres? —en lugar de cuestionarlo, me desvié del tema—
Página

. Sus padres murieron cuando tenía dos años, sin mencionar que está siendo acosado
en la escuela. Mi dulce pequeño no tiene amigos, excepto tú y yo y su abuela está
envejeciendo. Además de todo tuvo un accidente, ¿Sabes lo solo que está? ¿Lo sabes?
¿Cómo no puedes hacer nada por él, cómo puedes vivir contigo mismo Zach? Es el chico
más lindo de cabello rubio que he visto y sus ojos verdes te adoran. ¿Lo vas a defraudar?
—¿Terminaste con la triste historia? —Lo miré, luego de un momento lanzó una mirada
de sufrimiento con un suspiro— ¿A qué hora me quieres allí?

—¿Qué?

—No voy a repetirlo.

—Siete —dejé escapar un suspiro de alivio.

—¿Y si alguien me ve entrando a tu cabaña, ¿qué pasará con tu trabajito?

Me mordí el labio por qué mierda, tenía razón, la gente podría hablar si le veían
entrar a mi cabaña. Es decir, una vez estuvo bien ya que Art estaba con nosotros, pero
si seguía visitándome la gente hablaría y sé muy bien cómo terminarían esos rumores.

—No pensaste en eso ¿verdad? —dijo a lo que yo negué con la cabeza con
culpabilidad.

—Tienes una puerta trasera que conduce al bosque, ¿no?

—Sí.

—Te veré ahí.

Eso no solo me hizo sonreír a mí, sino que a todo mi cuerpo. Él cuidándome así. Se
aleja.
GoR —Ahora piérdete.

—Espera, una cosa más.

—¿Qué?

Había tensión en su cuerpo, sus hombros parecían muy tensos y su estómago parecía
una dura roca. Lo había molestado. Lo había puesto nervioso, pero ahora quería
suavizar la situación. Bajo esa mirada ardiente dejé caer las toallas que estaba
agarrando sobre la cama mientras daba un paso más cerca de él para poder tocarlo,
con mi pecho. Mis senos se presionaron contra sus costillas y un suspiro de alivio me
208

recorrió. A pesar de que la parte delantera de mi uniforme estaba húmeda debido a las
toallas, se sumó la humedad de su pecho filtrándose sobre la tela, alrededor de mis
pezones, eran los restos de la ducha y el calor de esta ciudad. Calor ardiente de que
Página

estábamos juntos. Sus pectorales se movían con respiración larga y pausada y yo


respiraba a pos de su pecho igual. Mis manos se apoyaban en sus hombros.

—No me diste lo que quise anoche.

Miré a su tenso rostro el cual se había oscurecido en lujuria, sus pómulos sobresalían.
—Te corriste como un maldito huracán mientras tu coño sufría espasmos en mi boca,
tratando de apartar mi lengua, ¿No querías eso?

Me sonrojé y mis labios se abrieron con una respiración entrecortada. Arrastré mis
brazos a lo largo de su cuerpo mientras me ponía de puntitas, mis ojos se cerraron por
la fricción.

—Quería que me besaras —le dije, en los labios.

—Y lo hice.

—En mi boca —lo miré a los ojos los cuales nadaban en lujuria.

—No beso en la boca.

—¿Por qué no?

—Deja corregir eso: No TE beso en la boca.

Hace una semana me hubiera ofendido y hubiera tomado represalias, tal vez
palabras cortantes o incluso hasta hubiera hecho una broma, pero ahora todo lo que
podía ver era a Zach sacando su lengua mientras trazaba la línea de su labio inferior,
es como si se estuviera imaginando ese beso. Pero por alguna razón, sé que no lo haría.

Así que mi represalia sería un poco diferente, algo como esto:

Empujé hasta la punta de mis pies mientras mis pezones rozaban contra su pecho y
GoR
me acerqué a sus labios.

—Mala suerte para ti Zach porque ahora quiero besarte.

Y lo hice. Fruncí los labios y comencé besándolo secamente, un golpe seco en medio
de su boca, el segundo en una comisura y el tercero en la mejilla. Lentamente mis manos
se arrastraron hacia su cabello mojado apretando los mechones mientras seguía
besándolo, dándole pequeños besos. Justo cuando reuní el coraje suficiente para
saborear su piel con mi lengua sus manos agarraron mi uniforme a la cintura,
arrastrándome hacia él y chocando nuestras frentes forzando mi boca abrirse sobre la
209

suya.

Su beso no fue como el mío, no era tímido, no comenzaba con pequeños picotazos
secos. Simplemente invadió mi boca con su lengua como si fuese su derecho de ley
Página

otorgado por Dios. Era como si mi boca estuviera hecha para él, para que su lengua
invadiera, abusara y le hiciera el amor. Y mi labio inferior estaba hecho para que él lo
chupara. Pero un segundo después apretó mi trenza separando nuestras bocas. Todo
lo que pude agarrar fue su cuello y frotarlo para que volviera a mí.

—La cagaste Blue —gruño sobre mi boca.


—¿Qué? —jadeé.

—Ahora estás jodida bebé —dijo mientras escaneaba mi cara. Parecía estar
memorizándola.

—¿Por qué?

Sus negros y amenazadores ojos eran tan hermosos y se acercaron a los míos.

—¿Tienes idea de cuánto tiempo he querido besar esa boca? —Preguntó a lo que
yo negué con la cabeza— Mil años —estudió mis labios separados que estaban pintados
de azul—. O al menos así lo siento. Quería besarlos desde que te pusiste ese lápiz labial
en octavo grado.

Oh, recuerdo eso.

También tengo mis reflejos azules en pequeñas tiras sobre mi cabello oscuro.

—Sabía que en el momento en el que probara tus labios me convertiría en un adicto


a ellos y ahora la has cagado —gruñó haciendo acelerar mis latidos de corazón—.
Porque ahora eres mía Blue y no tienes idea de lo que te voy a hacer.

Sus palabras sonaron como si de una corriente eléctrica se tratase, como un trago
de vodka o tal vez incluso un trago de cocaína. Todo mi cuerpo vibrante se apretó
contra él.

GoR Incluso mi alma lo hizo.

—Yo también quería besarte —admití— tal vez tanto como tú querías hacerlo.

Temblando agarró mi trasero y me arrastró sobre su cuerpo, envolví mis muslos


alrededor de su cintura mientras él casi caía a la cama conmigo en sus brazos. De
repente me sentí inundada con él, su cuerpo era cálido y estaba sobre mí, su olor estaba
impregnado en las sábanas a pesar de que acababa de poner unas nuevas y su boca
estaba sobre la mía.

Me besó una y otra vez.


210

En realidad, fue un beso largo en el que chupaba mi boca como un torbellino


obligando a mi lengua a salir, pasando la suya sobre mis dientes y enredando la mía
para sentir su sabor. Así fue exactamente como olió esa noche, se estaba comiendo mi
Página

esencia y ahora estaba comiéndose mi boca. Se estaba comiendo nuestro primer beso.
Algo se soltó en mi pecho al pensarlo.

Este era nuestro primer beso.

Lo conocía desde hacía nueve años y esta era la primera vez que conocía su
boca. Era una tragedia, era una parodia. Era indignante. Deberíamos habernos besado
durante años, durante eones, él y yo estábamos hechos para besarnos mutuamente. Sus
manos recorrían todo mi cuerpo arrastrando la tela de mi uniforme hacia arriba, hasta
que mis muslos se abrieron desnudos mientras él los tocaba mi trasero. Mis propias manos
no podían dejar de tocarlo, sentía sus hombros, su espalda, su trasero. Los tacones altos
de mis botas rozaron sus jeans mientras nos deslizamos sobre la cama, devolviéndonos
el beso.

Obedecí a todas las órdenes de su boca, abrí y lo dejé entrar, lo dejé jugar con
mi lengua, dejé que me probara y después de todo yo también lo estaba probando. Su
sabor era como tarta de arándanos mezclado con algo único y suyo. Estaba chupando
y tirando de su boca mientras gemía, estaba gimiendo tan fuerte que podía sentir las
vibraciones subiendo y bajando por mis extremidades. Podía sentir mis gemidos que
mojaban mi núcleo, también podía sentir como su polla se endurecía mientras la frotaba
contra mí. Estábamos retorciéndonos en la cama, haciendo ruidos en la boca del otro,
sentía que podría correrme así, que podía estallar como un fuego artificial, incluso mejor
que anoche.

Pero Zach volvió a cambiar mi mundo, envolviendo sus brazos alrededor de mi


cintura, levantándome. Nuestros dientes crujieron cuando cambiamos de posición y
nuestro primer beso se rompió. Estaba jadeando en su boca mientras que él abría sus
muslos haciendo maniobras con mi cuerpo, logrando que me sentara a horcajadas sobre
él. Mi uniforme estaba colocado alrededor de mi cintura dejando al descubierto mis
bragas azules. Había un punto oscuro el cual me hacía dirigirme hacia su erección.
Asomándose por la bragueta de sus jeans, no pude apartar la mirada de él. Del color
GoR púrpura de su polla enojada, rodeada de misteriosos rizos oscuros. Y de la nada quise
tocarla, quise tocar la cabeza de su polla que tenía pequeñas gotas de su secreción
saliendo.

—Muéstrame tus pechos.

Sus roncas palabras me obligaron a apartar la mirada de su erección para dirigir


mi mirada a él. Él también respiraba con dificultad, supongo que también estaba
haciendo sus propias observaciones. Mientras yo me comía su polla con mi mirada, él
miraba mis pechos. Se había desabrochado un botón estirando la tela gris que yacía
sobre él.
211

—¿Qué me harás ahora que soy tuya? —tragué saliva preguntando.


Página

Quizá eso le hubiera preguntado antes de entrar a su habitación y besarlo tan


descaradamente. Sí, al menos eso hubiera sido más inteligente.

Pero ese barco ya había zarpado.


Zach empujó mi vestido hacia arriba un poco más hasta dejar mi trasero desnudo,
masajeándolo con sus manos. Los separaba y juntaba una y otra vez y cada vez que
lo hacía mi clítoris se movía contra su polla.

—¿Tienes miedo? —preguntó con voz desgastad.

—No. Tal vez un poco —se inclinó colocando un suave beso sobre mis labios
haciendo que mi corazón se derritiera— Te voy a consumir.

—¿Qué?

Él asintió mientras que su nariz se frotaba sobre la mía, de arriba abajo.

—Sí, ¿Por qué no debería? Odio este lugar. Odio cada segundo de cada día que
paso aquí. Merezco esto, merezco por lo menos algo bueno ¿no?

—Lo mereces —dije mientras ahuecaba su mandíbula.

—He decidido que lo eres, tú eres lo que merezco.

—¿Yo?

—Uh huh —me volvió a besar suavemente haciendo contraste a todas esas cosas
posesivas que estaba diciendo.

—Así que voy a consumirte mientras esté aquí. Te voy a besar, chuparte los pechos
y jugar con tu coño tanto como quiera. Eres mi premio Blue. Eres mi premio por todo este
GoR
jodido mundo lleno de sufrimiento.

Premio.

Soy su premio.

La ráfaga de sus palabras se sintió más dulce que el orgasmo de anoche. Mucho
más dulce. Nunca había sido un premio para nadie. Nadie nunca me había querido
como recompensa, como un trofeo por todo el sufrimiento y miseria. Si, seré su premio. Me
froté contra él desnudando mi cuello para que pudiera besarme.
212

Lo hizo.

—¿Qué debo hacer? Cómo tu premio —susurré.


Página

Él exhaló un suspiro en mi clavícula como aliviado, hundiéndose en mi piel, su


respiración me hizo gemir.

—Muéstrame tus jodidamente hermosos pechos cuando te lo pida —dijo.

Tragué seco desabrochando mis botones. Mis dedos comenzaron a temblar, pero
Zach me ayudó. Los cubrió con la mano antes de desabrochar los botones por mí. Gimió
con lujuria cuando mis pechos aparecieron a la vista, tapados solamente por un sostén
color azul.

—Jesús, creo que esta vez me mataste.

—¿Entonces por qué sigues hablando? —reí.

Zach estaba inclinado sobre mí, sus abdominales se flexionaban como en adoración
frotándose la boca, la nariz y toda su cara con mi escote. Me hacía sentir bonita y…
hermosa para nada pesada.

Era su premio.

—Dios —gimió de nuevo mientras me bajaba el sostén y chupaba mi pezón.

Dio un tirón en su regazo apretándose contra mí, si esto era lo que le quitaba el
sufrimiento entonces le mostraré mis pechos cada que pueda.

—Te bajarás el uniforme cada vez que pregunte ¿No es así? —dijo antes de gemir
y dar una larga succión a mi pecho antes de soltarlo.

—Sí —me balanceé de nuevo contra él, porque al parecer leyó mi mente.

—Joder si, si lo harás. Desnudarás tus pechos para mí todos los días, varias veces al
día. Siempre que se me antoje vendrás a mi habitación y harás mi cama para después
arrojarte sobre ella, te arrancaré la ropa, sacaré tus pechos y los chuparé. Te retorcerás
GoR de placer por mi ¿No es así? —Asentí casi lloriqueando— lo harás. Seguiré chupando y
chupando hasta que hagas un desastre en la cama, la dejarás húmeda ¿no?

—Sí. Por ti.

Cualquier cosa por él.

Las manos de Zach se habían puesto duras en mi trasero, ambas tan desesperadas,
estaba prácticamente encima de él. Estábamos juntándonos uno contra el otro y no
podía evitarlo. Me balanceaba contra su polla mientras que su fluido se estaba
deslizando hacia abajo mezclándose con el mío. Ambos estamos hechos un lío.
213

—Sí que lo harás —dijo mientras nos besábamos, no podíamos separarnos el uno del
otro—. A veces te pondré de rodillas Blue. Te levantaré ese trasero y le daré la vuelta a
tu falda, te cogeré tan duro por detrás que tus pechos colgarán como frutas prohibidas.
Página

—Zach…

Mis ojos se cerraron con fuerza ante sus palabras, todo demasiado gráfico, erótico
y sucio.
—Sí, eso será difícil. Porque no sabré a dónde ir primero, a tu dulce coño o a tus
traviesos pechos. Entonces te castigaré por tentarme así, por hacerme elegir.

—¿C-Cómo? —pregunté mientras él mordía mi labio inferior.

—Jugaré con tu trasero ¿Eso te gusta no es así? —asentí bruscamente mientras


recuperaba el aliento, mi cuerpo estaba tan lleno de lujuria que no había espacio libre
sobre sus palabras—. La próxima vez meteré mi dedo en él. Lo lubricaré con el fluido de
tu coño y cuando te esté besando y metiendo mi lengua en tu garganta tocaré tu
trasero Blue. Lo tocaré hasta que te corras por toda mi cama, por todas mis sábanas.

Nuestros movimientos eran frenéticos, casi estaba saltando sobre él haciendo que
mis pechos rebotaran. Nada ni nadie me había hecho sentir tan deseable.

—Pero entonces. Yo tendré que cambiar las sábanas —rió hacia mi cuello para lamer
una gota de sudor.

—Vas a hacerlo, tengo fe en ti. Tan pronto como termine contigo te levantarás y
harás mi cama de nuevo. Enderezarás ese vestido tuyo y volverás a trenzar tu cabello
saliendo de aquí sin que nadie lo sepa, ¿Verdad?

Estaba tan cerca, tan jodidamente cerca y él no paraba de hablar, no sabía qué
hacer salvo seguir moviéndome contra él y decir que sí.

—Si lo harás, es una pena, ¿no?


GoR —¿Por qué?

—Es una pena que no sepan lo buena sirvienta que eres. Tan dedicada al trabajo,
tan dedicada a servirme. Mira cómo quitas mi dolor y mi sufrimiento. Eso nadie lo sabrá.

—Está bien,

—No diré ni una sola palabra bebé—. Zach agarró mi trasero con fuerza mientras
empujaba.

Me corrí.
214

Con sus palabras retumbantes en mis oídos y su polla contra mi clítoris terminé
temblando sobre su regazo, como una hoja en el viento o tal vez como el suelo después
de un terremoto. Y después fue su turno, se corrió con un gemido mientras que su frente
Página

presionaba la mía, su respiración me cubrió sobre una fina capa de sudor brumoso.
Estaba temblando contra mí y noté algunas gotas de semen derramadas sobre su
estómago, sus jeans y sobre mis bragas. Era la cosa más sexy que había visto en mi vida.
Aún jadeante y sudoroso me dejó sobre la cama acomodo mi vestido y el indecente sol,
desde ese ángulo encandilaba mi rostro, pero Zach lo bloqueó con su gran cuerpo
envolviendo su mano alrededor de mi cuello.
—¿Quién eres? —gruñó.

Aunque me quedaba poca energía todavía arqueé mi espalda como si su voz


fuera una llamada.

—Tu premio.

Sus dedos se flexionaron alrededor de mi garganta en posesión y se inclinó para


darme un fuerte beso en los labios.

—Mientras esté aquí.

Hubiera sonreído porque la verdad estaba totalmente feliz y me sentía querida,


pero había algo de lo que no me era consciente antes. Era su premio y posesión más
adorada, pero solamente mientras él estuviera aquí.

GoR
215
Página
Capitulo 22
El príncipe oscuro
Mía.

Mi premio.

Ella es mi premio.

Ella. Es Mi premio.

GoR
216
Página
Capítulo 23
Era su premio.

Era el premio de alguien. De él.

No había dejado de sonreír desde el día de ayer, no desde que dijo eso, no desde
que me hizo correr tan espectacularmente para que después me arreglara el vestido y
me lavara en su baño. Planché las arrugas y me acomodé el cabello antes de salir de
la habitación.

Exactamente cómo dijo que hiciera.

Estará aquí en cualquier momento, estoy con la mirada en la puerta trasera del
pasillo como si se abriera de par en par por si sola y él saliera sobre ella tan alto y
guapo como siempre.

Debería de asustarme ya que ni siquiera pensé en eso, en que alguien lo viera entrar
GoR y salir, debería de haberme preocupado. A pesar de que rompí las reglas mi trabajo era
importante para mí, esto era lo único que tenía para recuperar mi casa, la casa de mis
padres. De pronto el lugar se llenó de recuerdos sobre ellos. Podía imaginarlos en la sala
de estar, en el mostrador de la cocina, en las escaleras y en el patio trasero. En esta
casa ellos estaban vivos y yo no era huérfana. Así que sí, debería de haber pensado en
todos los detalles antes de haberlo invitado.

¿Pero no era una locura que me pareciera un tanto dulce que él hubiera pensado
en ellos?, ¿que él quisiera protegerme?

A las siete en punto suena un golpe en la puerta.


217

Él estaba aquí. Podía decirlo por su golpe, era fuerte y breve, me apresuré a la
puerta abriéndola. La cara de Zach estaba inclinada hacia abajo pero
Página

instantáneamente levantó sus ojos para mirarme.

—Viniste.

Se tomó unos segundos para mirarme y cuando hizo eso, mis dedos de los pies se
curvaron hacia abajo, me había vestido para él. Nada loco. Solamente una blusa
ajustada que mostraba un poco mi escote y unos diminutos shorts.
—Bueno, me amenazaste con llamar a la policía —dijo arrastrando las palabras
mientras me miraba de nuevo—. Y joder, nadie se mete con mi motocicleta. Así que aquí
estoy.

—¿En serio, por la motocicleta? ¿No crees que te gusta demasiado? —me reí.

Había tenido su motocicleta casi desde que lo conozco y muchas veces me lo


imaginaba haciendo lo que fuera por ella.

—Creo que la amo lo suficiente.

Menos mal que estaba agarrada al borde de la puerta o de lo contrario me


hubiera caído. Juraría que la confesión de su amor me habría hecho caer debilitando
mis rodillas. Eso y la forma en la que me había estado mirando desde que llegó. Como
si no pudiera tener suficiente de mí.

—¿Nos quedaremos aquí todo el día o me invitarás a pasar? —preguntó cuando yo


no respondí.

—Sí, pasa —respondí mientras negaba con la cabeza y me hacía a un lado.

Sus botas hicieron clic cuando cruzaron el umbral y algo en eso me hizo sonrojarme.
También resultó que me hizo más parlanchina e inquieta.

—Así que eres uno de esos chicos —dije y Zach se dio la vuelta para mirarme mientras
cerraba la puerta.
GoR
—¿Qué chicos?

—Quién llama a su medio de transporte como ella —caminé a la cocina en donde


instalé todos los libros y cosas que vamos a usar esta noche mientras seguía
balbuceando—. Creo que es un poco loco, quiero decir tengo un auto y me encanta,
aunque ahora mismo le tenga miedo, pero no lo llamo como a un él. Solo lo llamo como
a un eso, ¿sabes? Ah ¿Y los tipos que nombran su auto? Ugh ¿Qué tan patético tienes
que ser para hacer eso? Es como…

—Mi motocicleta tiene nombre —respondió a los que mis ojos casi se salieron de sus
218

cuencas. Apreté mis labios haciendo una mueca.

¿Por qué seguía diciendo cosas incorrectas a su alrededor? Me di la vuelta para


Página

encontrarlo casi detrás de mí.

—¿Cuál es su nombre?

Dio un paso hacia mí y yo retrocedí hacia el mostrador de la cocina, casi por el


borde.

—Blue.
—¿Qué?

—Se llama Blue.

Me sentí abrumada, su cuerpo alto y grande se flexionaba frente al mío, pude sentir
sus músculos presionar contra mí; ligeramente abiertos, estaba tan cerca.

Podía oír mi pulso en mis oídos. Corriendo y rugiendo.

—¿Llamaste a tu motocicleta Blue?

—Uh huh.

—Pero es negra.

—¿Y?

—Y-yo —fruncí el ceño por alguna extraña razón y él lo encontró divertido. Al


parecer fue tan divertido que se inclinó sobre mí para besar suavemente mi cabello azul.

—Sin palabras finalmente —susurró a mi cabello— y todo lo que hizo falta fue un
hecho.

Entrecerré los ojos, puse mi mano en su estómago —el estómago en el que estaba
montada ayer— y le di un empujón. Él se inclinó hacia atrás mientras susurré:

—Muy gracioso, ¿Porque llamas a tu motocicleta por el nombre que me llamas? Y ya


GoR que estamos en ese tema hablemos del por qué me llamas Blue.

—Sí, eso es un misterio —dijo mientras lanzaba una mirada sobre mi cabello, se
encogió de hombros.

—No tuve mi cabello azul hasta octavo grado. Pero tú me habías estado llamando
Blue desde el primer día.

—¿Tu punto?

—¿Por qué nunca me llamas Cleo? — solté la pregunta que ni siquiera sabía que
tenía guardada.
219

De repente me daba esa gran necesidad de que él mencionara mi nombre, no es


que no me gustara él que me dio. Me encantaba, siempre me había encantado; incluso
Página

cuando nunca lo acepté, pero quise saber cómo se escucharía en su lengua. Quise
saber que pasaba por su mente cuando me llamaba por ese nombre, ¿Por qué se lo
puso a su motocicleta?

Quise saber todo sobre él, cada pequeña cosa.

—Pero ese tampoco es tu nombre.


—¿Qué?

Zach se inclinó mientras susurró en mis labios:

—Cleopatra es tu nombre ¿No?

Tragué saliva por la avalancha de emociones, comenzaba a sentir ese aleteo de


mariposas salvajes en mi estómago, me vi en la necesidad de presionar mi vientre para
que él también las sintiera, para que sintiera esas emociones que tenía dentro de mí.

—Pero casi nadie me llama así,

—¿Sabes que Cleopatra es una reina egipcia? —dijo mientras una sonrisa torcida
se dibujaba sobre su rostro.

—Sí, mi mamá solía decirme que era la mujer más hermosa de su tiempo —asentí con
la cabeza.

—La gente está loca, ¿no? —agarré su camiseta sobre su cintura.

—¿Por qué?

—No saben de lo que hablan, una simple mirada a ti y le habrían arrebatado la


corona para ponerla a tus pies.

Un estremecimiento enorme me atraviesa. Me llamó hermosa.


GoR Hermosa.

—Estás siendo amable conmigo —parpadeé hacia él.

Sonrió levemente mientras reconocía la declaración con un pequeño gruñido. Lo


besé en la mandíbula.

—Entonces, ¿es todo esto? —Dijo mientras inclinaba la barbilla hacia los libros
esparcidos en el mostrador— asiento.

—Sí Art a veces deja sus libros de cuentos por aquí, se los pedí prestados a Doris.
220

Así que tenemos mucho material de lectura.

Asintió levemente, desganado. Pude sentir que no quería estar aquí, que no quería
hacer esto, apuesto a que tenía que ver con su padre y su maltrato. El hombre que
Página

debía de haber criado a Zach era el que le había hecho desconfiar de algo tan básico
como la lectura.

¿Qué tan jodido era eso?

—Siéntate —susurré a lo que él obedeció, se le notaba tieso.


—Entonces eh, yo pensé que deberíamos comenzar con la historia favorita de Art.
Quiero que la leas, para que podamos ver que tan avanzado estás —dije mientras me
sentaba junto a él acercando los libros.

Pude oírlo rechinar los dientes, sin embargo, no dijo nada, abrí el libro empujándolo
a su lado. Durante unos segundos se quedó quieto, no haciendo ningún movimiento para
alcanzarlo. Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras lo veía aquí sentado, luciendo
perdido y enojado. Lo había visto crecer, ¿ves? Podía imaginarlo muy fácilmente de niño,
haciendo lo mismo en clase, en su habitación y con sus tutores.

Quizá incluso frente a su padre.

Quizá todo esto era una mala idea, no quería hacerlo pensar en malos recuerdos,
solo quería que se sintiera bien consigo mismo. Estaba a punto de quitarle el libro cuando
lo agarró por los bordes como si fuera un objeto explosivo.

Luego, comenzó a leer.

Habíamos estado trabajando en su lectura durante una hora, le había pedido que
leyera algunas páginas para medir el nivel de daño que le había hecho su padre.
Resultando que era demasiado. Aunque Zach no lo hacía nada mal. Sí, era lento y se
detenía, a veces no podía pronunciar las palabras más importantes, al menos no de
inmediato, le tomaba tiempo leerlas y había tenido que ayudarlo en varias ocasiones
poniendo mi dedo debajo de las palabras para pronunciar las letras, pero no era malo.
No era tan terrible como para impedírselo.
GoR
Esto era acerca del acoso, ¿no?

No estaba limitado a un solo momento, el acoso tenía sus consecuencias y creaba


ondas que a veces se extendían durante años o a veces toda la vida. Que te llamaran
gordo te afectaba tanto que dejabas de comer, incluso vigilabas lo que comías hasta
morir. Que te llamaran nerd hacía que dejaras de leer en público y todavía mirabas por
encima del hombro cuando estabas leyendo en el parque. Destruía una parte vital de ti,
jodía tu mente y corazón cambiando tus creencias y tu estilo de vida. Te ponía ansioso,
pero de nuevo, los que son acosados son los poderosos.
221

¿No es así?

Somos fuertes y resistentes, somos una maldita fuerza.


Página

Zach es una maldita fuerza y puede hacer lo que quiera y yo podría estrangular a
su padre para siempre por haberlo hecho sentir menos. Yo podría estrangularme por no
haber visto esto antes. Su ceño se frunce en su frente mientras lo miro, no puedo dejar
de observar ese tatuaje que tiene en la mano derecha dejando escapar una pregunta:
—¿Cuándo te hiciste ese tatuaje? —en cuanto pregunté dejó de leer levantando
los ojos.

Él era realmente bueno, desde que comenzamos todo esto no se había levantado
ni una sola vez y tampoco había utilizado el sarcasmo, ni un solo comentario casual,
simplemente le di el libro y dejé que leyera. Y lo hizo.

—El primer año que me mudé.

—¿Qué significa?

—Que puedo cruzar la línea —dijo con un leve movimiento de labios.

—¿Qué línea exactamente? —dije poniendo mis ojos en blanco.

—La línea entre lo normal y yo.

Siento cómo mi corazón latente se rompe lentamente.

—Lo has hecho Zach —le dije con fiereza—. De hecho, no hay ni una sola línea que
te separe de nadie, ni una. Creo que todas esas lecciones que tuviste y esos tutores
eran jodidamente increíbles. Tú eres jodidamente increíble, no soy experta por supuesto,
pero mi madre solía dar clases particulares a algunos niños y creo que si practicas lo
suficiente y obtienes ayuda profesional serás excelente. Podrás ir a la universidad,
¿Puedes creerlo? Podrías ser abogado o médico o un ingeniero, puedes hacer lo que tú
quieras, tú podrías…
GoR
Se levantó de su asiento cortando mis palabras, no sé inclusive en qué momento
sucedió, pero en algún momento de mi largo discurso su aura se tornó oscura, su
mandíbula endureció y sus ojos brillaron enfocados en mí. A pesar de que nos habíamos
engañado dos veces sabía lo que significaba.

Significa que estaba cabreado. Muy enojado.

—¿Zach…? —no me dio tiempo de continuar, ya que se inclinó sobre mí tragándose


mis palabras con la boca.
222

Su beso era feroz incluso mucho más que el de ayer en su cama, sus dientes estaban
repasando toda mi boca y su lengua me estaba lamiendo cruelmente, finalmente se
apartó de mí limpiándose el lápiz labial azul marino.
Página

—¿Quién eres? —dijo rechinando los dientes.

Casi me quedé estupefacta gracias a la mirada erótica y posesiva en sus rasgos.

—T-t-tu premio.
—Creo que necesitas retocar ese lápiz labial, te lo quité todo —dijo mientras una
sonrisa retorcida aparecía en su rostro.

—¿Lo hiciste? —dije. Mis muslos se tensaron mientras lamía mis labios.

—Uh huh —dijo enderezándome— Y no podemos tenerlo así ¿Verdad?

—No —dije mientras cedía todo mi peso.

Se alejó de mí y de alguna manera tuve que encontrarlo para seguir de pie.

—Yo te sigo.

Dando pequeños trompicones con suma confusión me dirigí al baño con él detrás
de mí siguiéndome, tan pronto como entramos el espacio disminuyó, cerrando la puerta
detrás de él. Mi corazón comenzó a latir sobre mi pecho.

—¿Qué…?

—Lápiz labial —ordenó interrumpiendo.

Lo miré a través del espejo mientras que mis ojos recorrían su cuerpo, mis pechos se
ven tan grandes y ajustados en este top pequeño y mis shorts cortos apenas cubren mi
trasero, sus ojos se detuvieron sobre mi excitado núcleo. Con las manos temblorosas abrí
el cajón sacando el lápiz labial, lo miré de nuevo a través del espejo con una mirada
interrogante, como para preguntarle qué era lo que seguía.
GoR
—Póntelo —ordenó con voz ronca.

Lo vi retroceder un par de pasos antes de sentarse sobre la taza del baño,


cerrándola, como si estuviera preparándose para el espectáculo. Clavé los dedos de
los pies sobre la alfombra y apreté los muslos. Abrí la tapa de la barra de labios, era un
roll-on, ya con el lápiz labial en la mano avancé unos pasos para acercarme al espejo
y ponérmelo. Estaba evitando detenidamente mirarlo a través del espejo. No podía, esto
era demasiado… íntimo. De alguna manera él hizo que fuera escandaloso. Hacía esto
todos los días, inclinarme sobre el espejo y pintarme los labios, pero con esto había
adquirido un significado completamente nuevo.
223

Ahora estaba pensando en cómo mi trasero se empujaba hacia atrás mientras yo


me inclinaba para adelante, en cómo mis muslos estaban pegados y mis pantorrillas se
Página

encontraban rectas y tensas, estaba pensando en el arco de mi espalda y en la cara


que puse mientras movía el roll-on.

Estaba pensando en que pensaba él, mientras se sentaba ahí mirándome al espejo,
supongo que no tuve que esperar mucho para averiguarlo ya que justo cuando estaba
terminando pude escuchar su cremallera abriéndose, tuve que hacer un esfuerzo para
que el lápiz labial no se cayera, pero al colocarlo sobre el fregadero se movió
bruscamente. Me agarré sobre el borde del mostrador, mi respiración era demasiado
pesada, demasiado rápida.

—Ahora ven aquí.

Lo miré sobre el espejo, estaba tirado en el asiento del inodoro con los muslos
abiertos, el espacio era tan pequeño que uno de sus muslos tocaba con detenimiento
la bañera de cerámica que estaba frente a él, mientras que el otro tocaba la pared de
azulejos blancos. Sus jeans estaban abiertos alrededor de su cintura, mientras que su
camiseta dejaba al descubierto su estómago y toda su zona V.

Estaba acariciando su polla con sus ojos puestos en mí.

—¿Por qué? —pregunté.

No es que tuviera la fuerza para rechazarlo, sin duda iría a dónde él me dijera,
pero quería escucharlo de sus labios. Quería escuchar su hablar sucio conmigo, de todas
las cosas que me haría para aliviar su sufrimiento, al parecer Zach se dio cuenta de mi
pequeño juego ya que en sus ojos hubo un dejo de complicidad.

—Porque he estado siguiendo tus órdenes ahí afuera durante quién sabe cuántas
horas, estoy cansado, excitado y jodidamente enojado —dijo mientras señalaba su polla
que acariciaba de arriba abajo.

—¿Lo ves? Te necesita, necesita que envuelvas tus labios pintados de azul sobre
ella y la chupes como a una maldita paleta.
GoR
Doblé mis rodillas mientras presionaba mis piernas juntas, estaba provocando un
torbellino de emociones con sus palabras.

—¿Pero y si yo…? —Dije mientras me lamía los labios pintados de azul— ¿Lo mancho
de lápiz labial?

—Cuento con ello —dijo mientras que sus dedos se apretaban pellizcando la parte
superior de su polla.
224

Mordí mi labio de solo imaginar la longitud de esta cubierta en lápiz labial y de


repente no pude esperar a hacerlo, no pude esperar a pintar su polla con mis labios.
Me di la vuelta caminando hacia él aturdida y mientras lo hacía me arrodillé sobre él,
entre sus muslos abiertos. Lo primero que me golpeó al agacharme fue su olor. El olor a
Página

almizcle era más fuerte que el olor de tarta de arándanos, instintivamente me lamí los
labios mientras veía su mano subir y bajar.

—¿Te gustan las paletas Blue?

—Sí.
Seguí con la mirada en su polla, es como una vara. Una vara dura y pesada,
redondeada sobre la parte superior y tan grande como todo lo demás sobre él, sé que
habría un poco de incomodidad al ponerlo sobre mi boca, sé que tendré que vigilar mis
dientes para asegurarme de no cortarlo porque sé que van a chocar con ella, sé que
inclusive estará sobre mi paladar. Justo como ayer el fluido de su polla estaba filtrándose,
haciéndolo pegajoso, haciendo a su vez que su mano lo esté también. Decidí en ese
momento que haría cualquier cosa para chupársela.

—¿Cuál es tu sabor favorito? —preguntó.

Por fin me animé a mirar su rostro, estaba respirando con dificultad por la boca y
sus ojos se veían entrecerrados, sabía que él se estaba muriendo tanto como yo y
sabíamos que la única manera de mantenernos con vida era que yo pusiera mis labios
sobre su polla.

—Tú eres mi sabor favorito —susurré y él gimió en respuesta echando la cabeza


hacia atrás golpeándose contra la pared.

Abrí mis manos sobre sus muslos y con la boca abierta besando la coronilla de su
polla mientras que él echaba la cabeza hacia atrás pegando su puño sobre sus rodillas.

—Mierda.

Ese primer beso fue todo lo que necesité para que me volviera adicta, adicta a él
y a su gusto, para que mis labios se pusieran pesados y mis pezones se endurecieran.
GoR Entonces abrí la boca chupándola y nuevamente esa primera succión fue todo lo que
necesité para estar en sintonía con cada pequeño tirón de su entrecortada respiración
mientras movía mi lengua. Descubrí la redondez y la esponjosidad de su cabeza,
resonando sobre mi abdomen bajo.

—Joder Blue —gimió Zach enterrando los dedos sobre mi cabello.

Esos dedos pegajosos y llenos de lujuria, no sé por qué me excité tanto que sentí
mi propio líquido pulsando fuera de mí, filtrándose sobre mis bragas. Moví una mano a
su muslo agarrando la base de su polla, frotándola contra mi pulgar, justo sobre la vena
que corría por debajo. Decidí dejarla para más tarde, porque sabía que terminaría de
225

untarle lápiz labial y la comería toda, así como él lo hizo conmigo sobre ese camión.
Pero por ahora iba a frotar mis labios sobre esa enorme vara de carne y pintarla de
azul. Subiendo y bajando mientras mis pechos rebotaban y mis rodillas rechinaban sobre
Página

el suelo de las baldosas del baño, mientras untaba mi lápiz labial sobre su parte más
íntima. Golpeé con mi lengua justo en el agujero de donde salía su semen.

—¿Cómo se ve? —pregunté jadeando.

Ante mi pregunta abrió los ojos flexionando sus abdominales. Se quedó mirando su
polla que estaba manchada de azul para luego mirarme a mí.
—Jodidamente perfecta.

Sonreí mientras lamía esa vena que había estado mirando y sus caderas se
movieron, Dios juré que su polla era un milagro. Gruesa, larga y resistente, y entonces sentí
la necesidad de regresar a ella, así que lo hice, agarrando la base, chupando la corona
de nuevo y girando mi lengua. Cuánto más lo chupaba, más espasmos obtenía en mi
coño, más duros mis pezones se veían y mis respiraciones se habían convertido en una
fuente de tormento; tan pesados que mientras me arrodillaba sobre el duro suelo casi a
cuatro patas sabía que estaban tirando y colgándose, sacudiéndose cada vez más.
Tenía aproximadamente la mitad de su extensión dentro de mi boca y ahora estaba en
una misión para poder meterla toda.

Escuchaba y sentía desde los pequeños tirones de su cadera a su puño en mi


cabello, hasta la pronunciación de la palabra “mierda” con sus labios repetidamente,
sabía que a Zach le encantaba esto. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de
intentar meterla toda en mi boca, me apartó de él tirando de mis cabellos e inclinando
mi cuello hacia arriba y me miró a la cara.

—Has hecho un lío Blue —dijo con brusquedad mientras su mirada se movía sobre
mis labios, con su pulgar recorrió las comisuras de estos.

—Tú lo pediste —susurré.

—Lo hice.

GoR —Pero aún no he terminado.

—¿No?

—Creo que me faltaron algunos puntos, necesito ser muy minuciosa —respiré—.
Además, todavía m-me siento hambrienta, necesito chupar hasta encontrar lo que estoy
buscando.

Levanté mi mano apartando algunos mechones de su sudorosa frente, casi se inclinó


sobre el suave toque y mi corazón se apretó. Pero un segundo después me regresó a la
realidad con un tono áspero y mezquino
226

—¿Y qué es eso? —gruñó.

—El centro cremoso de tu deliciosa paleta —susurré mientras besaba su mandíbula.


Página

Me sonrojé al decir algo tan sucio sin embargo él gruñó depositando un beso fuerte
y duro sobre mi boca.

—Recámara —exigió mientras que un escalofrío me recorría ante su tono— Ahora —


ordenó cuando me le quedé mirando sin hacer nada.
Me puse de pie con las piernas temblorosas mientras que Zach me besaba de
nuevo, todavía así nos dirigimos a mi habitación. De alguna manera aterrizamos en mi
recámara, Zach atacó mis shorts abriendo los botones y empujándolos por mis piernas.
Estaba tan frenético y desesperado que ni siquiera pensé en preguntarle acerca de sus
intenciones. Inmediatamente los pateó mientras él maniobraba sobre sí mismo. Estaba
acostado sobre la cama mientras me estaba haciendo girar, de pronto su polla estaba
sobre mi boca y la suya estaba sobre mi empapado y desnudo núcleo.

Finalmente, las palabras escaparon de mi boca:

—¿Qué estás haciendo?

—Necesito tu coño en mi cara mientras chupas —murmuró.

El simple hecho de repetir esas palabras me causó un mini orgasmo haciéndome


casi caer de mi cama, pero estaba recargada sobre mis codos y mi cabello azul estaba
formando una cortina salvaje alrededor de mis labios y su polla. Dos bocas, otras cosas
que estaban hechas la una para la otra. Salí de mi concentración cuando chupaba
deliciosamente sobre mi coño, dando un golpe mientras que yo perdía la cabeza. Me
encendí y la única forma de calmarme era teniendo mis labios sobre su polla.

Oh, Dios, ¿Es acaso el sesenta y nueve?

¿Por qué me hizo sentir tan jodidamente excitada y sucia al mismo tiempo?

Mi succión se tambaleó cuando sentí sus dedos sobre mi húmedo centro


GoR
haciéndome gemir, esos dedos desafiantes jugando conmigo mientras que yo estaba
chupándosela. Mis uñas instintivamente se clavaron sobre sus muslos y mis latidos
presionaban sobre su estómago flexionado, tomé una bocanada de aire antes de
ponerlo de nuevo en mi boca tratando de llevarlo aún más lejos.

—Estás tan mojada bebé —gimió sobre mí— Y te afeitaste para mí ¿No es así?

Mi respuesta en cambio fue gemir ya que sí, lo hice. Además de que también me
puse una camiseta ajustada y los shorts cortos, también me afeité ahí. Quizá algo dentro
de mí quería que esto sucediera, quería que me lamiera y que me tocara mientras
227

estábamos tendidos de esta manera. Sus caderas se movieron ligeramente, no demasiado


pero sí lo suficiente como para que tuviera que soltarlo de mi boca y dejar que se saliera
con la suya. Me moví cuando sentí sus dedos pasar sobre el hueco de mi trasero
Página

—Te acuerdas que te dije que la próxima vez metería un dedo ahí ¿Recuerdas? —
Gemí de nuevo moviendo mi trasero al aire, invitándolo a hacerlo—. Pues mentí —lo mordí
ligeramente por ese comentario haciéndolo reír de nuevo —No solo voy a tocar tu trasero
Blue, también voy a metértelo en el coño.
Jadeé y casi saqué su polla de mis labios, sus palabras eran casi arrastradas y
vacilantes, eras como si estuviera perdiendo todo el control. Sus muslos estaban tan
apretados que creía que iba a correrse y creía que si lo hacía yo lo secundaría. Me
preparé para una invasión, pero estaba tan mojada que no sentí el impacto doloroso
cuando insertó su dedo en mi coño, al contrario, sentí una ligera presión y un poco de
estiramiento cuando lo movió, pero no estaba mal.

Para nada mal.

Estaba malditamente bien.

En el momento que deslizó el pulgar sobre el húmedo y lubricado pliegue de mi


trasero rodeando ese hoyo plisado sentí como su polla comenzó a chorrear pre-semen
sobre mi lengua. Emitió un gruñido largo que se impactó a través de mí, hasta los dedos
de los pies y justo cuando salí a tomar aire su pulgar estaba dentro de mi trasero, gemí
sobre la cabeza de su polla sacudiendo mi lengua y agarrándome de ella como si ese
fuera mi único trabajo. Se sentía extraño ese nuevo dolor palpitante de su pulgar sobre
mi trasero, pero no se detuvo ahí, deslizó uno de sus dedos largos dentro de mi coño
que aparentemente cedió con mucha facilidad y casi me tragué su polla, sollozando
sobre ella.

—Joder, joder, joder. Maldita sea Blue.

Lo sentí mover sus dedos dentro de mí, dentro de mis dos agujeros y la presión
comenzó a acumularse, sé que estaba cerca de terminar y él también lo estaba.
GoR
—Puedo sentirlo bebé —jadeó— puedo sentir tu pequeña cereza, está ahí, es
pequeña y está burlándose de mí.

La última parte de su discurso sólo eran más gruñidos que palabras.

Deberías de romperlo entonces, deberías de abrirlo para poder entrar.

Justo cuando ese pensamiento pasaba por mi cabeza, me corrí. Con espasmos
alrededor de sus dedos y eso hizo que él se moviera dentro de mi boca, dejé de lamer
haciendo que la cabeza se escapara, para que él pudiera correrse, así como yo, sobre
228

sus dedos La tensión y las convulsiones de su cuerpo se sincronizaban contra las mías y
también coincidían con sus gemidos.

Probablemente con nuestros latidos también. Bebí toda su esencia y era tal cómo
Página

la imaginé. Con un ligero sabor a almizcle picante, todo él.

Jodidamente él.

Maldito Zach.
El chico al que pertenezco, el chico que piensa que soy su premio. De alguna
manera se siente también como aquel chico al que debería dárselo todo Incluso darle
también mi virginidad.

GoR
229
Página
Capitulo 24
Me estoy muriendo.
O al menos, se siente así. El dolor es tan intenso y ha aparecido tan de repente que
no puedo respirar.
Estoy en el umbral de la cocina, tratando de ver a Zach porque sé que viene a
desayunar por las mañanas, justo después de su entrenamiento.
Hemos compartido algunas comidas de esa manera. Todo lo que hace es mirarme y
todo lo que hago es hablar con Maggie y tratar de no sonrojarme.
Pero esta mañana, él no está solo.
Su cabello está sudoroso, delicioso y tiene puesta su camiseta tipo chaleco y hay un
tazón de algo dulce delante de él. No tengo tiempo para ver qué puede ser porque
estoy ocupada mirándolo con Leslie.
No es un secreto que después de que Zach ayudara a Art, es el favorito de todos.
GoR El personal de cocina no puede esperar a servirle. Las chicas no pueden dejar de mirarlo,
reírse y chismosear sobre la magnificencia de su cuerpo y esa cara y esa sonrisa y lo
fuerte que es. Sus entrenamientos en la piscina son muy famosos también.
Leslie está haciendo lo que todas las demás chicas del personal hacen. Se ríe y se
inclina hacia él con la cadera estirada. Maggie también se está riendo, donde se
detiene junto al mostrador, lo suficientemente cerca como para ser incluida en la
conversación.
¿Y Zach?
230

Le está sonriendo.
Está tan involucrado en la conversación que ni siquiera ha tocado su comida. Está
absorto en Leslie, sus sonrisas y la forma en que ella juega con su trenza rubia. Parece
Página

que hay algo entre ellos. Como si se conocieran.


Como si ella supiera todos sus secretos y batallas. Ella sabe sobre su lectura. Sabe
que cuanto más lee, mejor se vuelve y, cuando le digo esto a él, su cara se cierra.
No he sido capaz de entender eso. ¿Por qué no estaría feliz de ver el progreso que
está teniendo? ¿Por qué no querría que le felicitara y le hiciera sonrojar de placer cada
vez que lee una frase correctamente sin confundir las letras?
A veces pienso que es por vergüenza. Está avergonzado y enfadado de estar
progresando. Lo cual es tan raro que pienso que tal vez estoy imaginando cosas.
Y cada vez que su expresión se vuelve cautelosa, sé lo que viene después. Sus besos
y sus manos.
Jesús, sus manos siempre están tan desesperadas y calientes, a punto de arrancarme
la ropa para llegar a mi piel desnuda. A mis pechos, mis muslos, mi coño. Como si lo
necesitara todo, como si necesitara el aire. Como si necesitara hacerme venir y él mismo
necesitara venirse mientras tengo espasmos en sus brazos. Y todo lo que puedo hacer
es rendirme ante él.
¿Por qué no lo haría?
Soy su premio, ¿verdad?
Excepto que, tal vez, esas son simplemente palabras.
Tal vez se las dice a todas. Tal vez se lo dijo a Leslie, la chica con la que ha estado
coqueteando tan abiertamente mientras se cuela en mi cabaña como un ladrón.
Es una locura, lo sé. Yo era la que quería todo el secreto, aunque se me olvidó
planearlo. Él sólo se adhiere a mis deseos.
GoR
Nunca nos miramos si alguna vez nos encontramos al pasar por los pasillos. No hablar
mientras desayunamos. No decir ni una palabra si me encuentro accidentalmente con él
en la piscina y está ahí fuera, haciendo ejercicio o nadando.
Soy yo. Yo pongo las reglas y Zach ha sido muy cuidadoso en protegerme a mí y a
este estúpido trabajo.
Me doy cuenta de que no me gusta.
No me gusta el secreto necesario y que esté tocando a alguien más. No me gusta
que esté demasiado absorto en ella para fijarse en mí.
231

Un sonido se eleva en mi garganta, una mezcla de un jadeo y tal vez un hipo. Un


triste y celoso hipo y, de alguna manera, le llega a él.
Página

Zach levanta los ojos y me mira directamente. Sus labios se separan y también mi
propio bolso.
Leslie se da cuenta de que ya no tiene su atención, así que se da la vuelta y, al
encontrarme allí, se asoma.
Su sonrisa es tan entusiasta que ni siquiera puedo odiarla por estar cerca de lo que
quiero.
—Hola, Cleo. Entra. —dice con un chillido.
—Ah, por fin estás aquí. Ven, he vuelto a hacer las natillas inglesas —Maggie le sonríe
con cariño a Zach—. Son las favoritas del Señor Zach.
Natillas inglesas.
Les sonrío ligeramente a ambas antes de volverme hacia Zach. Está sentado ahí
rígido, con la mandíbula apretada de esa manera enojada y mezquina suya.
¿Por qué tiene que estar enfadado? Yo soy la que se siente traicionada.
—Está bien —digo, manteniendo mis ojos en él—. Si son las favoritas del Señor Prince,
entonces él debería tenerlo todo.
Con eso, doy la vuelta y salgo de allí.
Tengo tanta prisa que me encuentro con alguien al final del pasillo. Es Ryan.
Me sujeta con las manos en los hombros.
—¿Estás bien?
Su voz gentil me hace querer llorar, pero me contengo.
—Sí. Lo siento. Debería dejar de hacerte eso.
GoR
Riéndose, dice—: No importa.
—¿Cómo estás? —Pregunto, estudiando su hermosa cara.
Siempre me ha hecho sentir segura. Siempre.
Y ahora que lo miro, me doy cuenta de que tal vez no fui hecha para estar segura.
La seguridad no hace nada por mí. No fui hecha para ser manipulada con dedos gentiles
y toques suaves.
Tal vez fui hecha para golpes bruscos, tirar de las manos y miradas duras.
232

—Bien. ¿Tú? —Frunce el ceño— ¿Está todo bien?


Asiento con la cabeza.
Página

—Uh-huh. Yo sólo, ¿ya sabes? Un día duro.


—Ni siquiera ha comenzado todavía.
Me río con tristeza.
—Lo sé. Sólo va a ser uno de esos días.
Asintiendo con la cabeza, comienza.
—Escucha, yo, uh, quería decirte. Supongo que ya lo sabes, ya que Tina es tu amiga
y...
Levanto la mano para que se detenga.
—Está bien. Lo sé. Tina me dijo que ustedes van a salir el sábado y eso es genial. De
verdad.
Tina siguió mi consejo y le pidió a Ryan una cita. Creo que se sorprendió. Ella dijo
que él no dijo nada durante unos diez segundos mientras la miraba fijamente.
Apuesto a que fue porque la miraba con nuevos ojos.
—¿Estás segura? Me siento como un, no sé, un jugador o algo así.
Me río mucho por eso y me golpeo el hombro contra su pecho. —No eres un jugador.
No, en absoluto. Eres uno de los tipos más decentes que conozco, Ryan. De hecho, eres
el tipo más decente que conozco. Así que no, no creo eso en absoluto. Sólo espero que
la pasen bien.
Él se ríe; sonríe, en realidad.
—Está bien.
Puedo ver en sus ojos que realmente lo está deseando. Tanto como Tina.

GoR —Está bien. —Asiento y me alejo de su abrazo.


Ryan se inclina y me besa en la frente. Es un beso fraternal. No puedo creer que
alguna vez hayamos querido salir. Tal vez por eso seguimos posponiéndolo,
subconscientemente. El hecho de que estuviéramos ocupados y no encontráramos el
tiempo podría haber sido una señal en primer lugar.
Justo cuando se va, siento una sensación de pinchazo en la nuca. Sé quién es antes
de que me dé la vuelta.
Zach está en el umbral de la cocina, mirándome con ojos acusadores.
233

*****
Se siente como una noche para usar el camisón de mi mamá.
Página

Después de que se arruinó, Maggie trató de limpiarlo por mí. Ella tuvo un éxito parcial.
Las manchas se opacaron, pero todavía puedo ver el enorme contorno en mi pecho,
justo debajo del encaje. Decidí doblarlo cuidadosamente y guardarlo para que no se
dañe más.
Pero esta noche, estoy sola y triste y quiero algo reconfortante junto a mí.
Zach no se presentó a nuestra reunión de esta noche y estoy muy enfadada.
Tan celosa.
Sigo viéndolo con Leslie y estoy llena de tantas emociones irracionales. Emociones
que sólo él puede provocar en mí.
Dios, este chico siempre me ha quitado la cordura y me ha dejado una masa de
locura y pasión.
Sólo pensar en él con ella me hace querer llorar otra vez como si estuviera en el
instituto o algo así. He estado llorando desde que entré por la puerta después del
trabajo y decidí buscar un helado. Tina y yo, lo mantenemos almacenado.
Lo saco del congelador, encuentro una cuchara en el cajón y me voy a mi habitación.
Pero tan pronto como entro, veo a alguien fuera de mi ventana.
Dejando a un lado el cartón de helados, me apresuro hacia él y veo los destellos del
mismo codo, muslos y hombro.
Zach. Está doblando la esquina, probablemente dirigiéndose a la puerta trasera de
la cabaña.
Suspirando bruscamente, me alejo de la ventana, meto los pies en mis botas de cuero
y corro hacia la puerta, abriéndola antes de que llegue y caminando hacia afuera.
Se detiene cuando me ve.
GoR Aunque estoy a unos pocos metros de él, puedo oír sus fuertes respiraciones. Están
agitadas y hacen que su pecho parezca infinitamente más grande y ancho.
Baja su mirada oscura, me acerco a él.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Él me recibe, sus ojos se mueven tan rápido como sus respiraciones y, ahora, también
mi corazón. Lo que encuentra en mis rasgos no le hace feliz. De hecho, lo hace enojar.
—Te lo dije —gruñe.
234

—¿Qué?
—Te dije que te haría llorar. Te dije que seguiría haciéndolo.
Página

La ira se eleva dentro de mí como una ola. ¿He estado llorando por este imbécil toda
la noche y esto es lo que tiene que decirme?
—¿Y qué?
—Así que no puedes culparme por eso. No puedes hacer pucheros por eso —me dice.
—¿Hacer pucheros por eso? —Mis uñas se están clavando en las palmas de mis
manos—. Vete a la mierda, Zach, ¿de acuerdo? Jódete. Tú. Sí, me lo dijiste. Me dijiste que
me harías llorar y, como una idiota, no te escuché. Pero finalmente estoy escuchando.
¿Estás feliz ahora? ¿Orgulloso de ti mismo? Vete a casa.
Zach se acerca más a mí y mi corazón late más fuerte cuando su olor llega a mi nariz.
La noche es calurosa como siempre pero el calor que sale de su apretado cuerpo es
como un infierno, y mis poros sudan sólo por su cercanía.
Se arrastra en un largo aliento, sus fosas nasales se ensanchan.
—Nunca te he mentido. Nunca te prometí nada. Me has visto en mi peor momento, Blue.
Te he mostrado lo peor de mí. Y cuando me rogaste que te besara, te dije que eras mía.
Y, aun así, dejaste que te tocara. Dejaste que te pusiera la boca encima.
Su ira es tan poderosa como su cuerpo y yo me aparto un poco de él. Me hace sentir
culpable y, al mismo tiempo, hace que las mariposas de mi estómago se despierten.
Maldita sea.
¿Cómo hace siempre eso? ¿Cómo controla cada cosa sobre mí?
—Es mi amigo —digo con los dientes apretados—. No le dejé hacer nada. Estaba
siendo amable. Y tú eres el que habla. No podías dejar de coquetear con Leslie esta
mañana. Ni siquiera tocaste tus malditas natillas.
Ugh.
GoR
Puedo oírme a mí misma siendo malhumorada e infantil, pero no puedo detenerme. No
puedo detener estos celos.
Un paso más y estaremos prácticamente nariz a nariz. O más bien mi cara contra su
pecho, ya que es mucho más alto que yo.
—Quiero que hagas algo por mí —grita— ¿Perdón?
—Quiero que corras.
Algo en su tono, en las líneas de su cara me hace tragar.
235

—¿Q-qué?
—Quiero que te des la vuelta y corras. Tan rápido como puedas —Hace una pausa
Página

para tomar otro respiro— La forma en que me siento ahora mismo. La forma en que estoy
retorcido. Yo no…
Apenas hay espacio entre nosotros, pero, aun así, me acerco a él. Nunca lo había
visto así. Todo agitado y lleno de angustia. Cada aliento, cada palabra que sale de
su boca está tan torturada, tan cargada de cosas horribles que todos los instintos que
poseo me hacen querer consolarlo.
Quitarle el dolor, aunque también me haga daño a mí.
—¿No qué?
Los ojos de Zach se arremolinan con un brillo depredador.
—No quiero hacerte daño.
Oh, Jesucristo.
Ni siquiera puedo decir que no me hará daño. Porque sé que puede. No físicamente,
no. Emocionalmente, sí.
Puede hacerme daño. Me hizo daño esta mañana.
Mientras lo observo ahora, me doy cuenta de lo capaz que es de destruirme.
Y no estoy hablando de intimidación o del pasado.
Estoy hablando de ahora mismo.
Estoy hablando de lo que siento por él. La forma en que ignoro las reglas de mi
trabajo, la forma en que me enorgullece cuando lee, la forma en que mi corazón se
hincha cuando está con Art, la forma en que hace que mi piel cante cuando la toca.
Tal vez lo que siento no es nada infantil.
Tal vez es la emoción más profunda que nosotros, como humanos, podemos sentir.

GoR Dios, ¿cuándo se volvió tan poderoso y cuándo me volví tan impotente?
—Yo
—Corre —gruñe, esta vez más fuerte.
Y ni siquiera me paro a pensar en ello. Hago lo que dice: corro.
Me voy al bosque. Corro tan rápido como puedo.
No estoy huyendo de mi abusador. Estoy corriendo porque él no ha sido mi abusador
desde hace mucho tiempo. Ahora es algo más para mí.
236

Algo más.
La luz de la luna me golpea a través de las ramas frondosas de los árboles. Por
alguna razón, incluso las estrellas son más brillantes.
Página

Las hojas están crujiendo bajo mis botas. Es el único sonido, excepto el de mi
respiración. Pero entonces, otro sonido se une.
Está corriendo detrás de mí. Persiguiéndome.
Sabía que lo haría.
Como Orión.
El pensamiento me hace detenerme y, jadeando, me vuelvo para enfrentarme a él.
Está justo ahí, a unos pocos metros.
—Te detuviste.
Camino hacia atrás.
—No quería correr más.
Él camina hacia adelante, hacia mí.
—¿Por qué no?
Porque él es para mí lo que los objetos afilados son para las cosas frágiles. Lo que
una llama es para una polilla.
El destino.
Somos el destino, Zach y yo. Somos estrellas, ¿no?
No puedes huir del destino. No puedes dejar atrás el destino. No puedes evitar que
una polilla perezca en llamas y no puedes evitar que un objeto afilado haga sangrar a
una cosa frágil.
—Porque ya no quiero jugar más juegos.

GoR —¿Crees que esto es un juego?


—No. Esto no es un juego. Sigo caminando hacia atrás, sin miedo porque si algo
sucede, él se abalanza hacia adelante para salvarme.
—¿Quién soy yo?
Frunce el ceño, se limpia la boca con el dorso de la mano.
—Mi premio.
Mi espalda golpea un árbol y arqueo mi columna vertebral, envolviendo mis manos
alrededor del tronco.
237

—Entonces, deberías reclamarme. Pero también deberías saber una cosa.


—¿Qué cosa?
Página

—Este premio te pertenece, pero tú también perteneces a este premio.


Zach finalmente me alcanza y se inclina hacia adelante para poner sus palmas en la
corteza áspera del árbol.
—¿Sí?
Levanto mi barbilla.
—Sí.
—¿Sabes por qué no estaba comiendo esas malditas natillas?
—¿Por qué?
—Porque te estaba esperando. Porque pensé que, como todos los días, vendrías y
nosotros...
—Comeríamos juntos.
Finalmente, sonrío.
Mueve sus manos y las entierra en mi pelo suelto, inclinando mi cuello.
—¿Sabes lo que significa pertenecerme?
—¿Qué?
Su frente cae sobre la mía.
—Significa que eres la única cosa en este mundo de la que me siento... responsable.
—Su ceño es tan profundo que lo siento en mi piel—. Eres la primera cosa que me ha
pertenecido. La primera cosa y no... no quiero hacerte daño.
Mi corazón se ha ido. No lo escucho.

GoR Poco a poco, se está cayendo de mi cuerpo y sé hasta el alma que, si no lo detengo,
se irá para siempre. Morirá.
Zach se presiona contra mí y la siento en mi estómago. Su gruesa y dura polla.
Se sacude contra mí y, en respuesta, mi núcleo se aprieta.
Y sé lo que quiso decir con sus palabras repetidas, sobre no querer hacerme daño.
Sé por qué me pidió que corriera.
—Vamos a tener sexo, ¿verdad?
—Eres virgen.
238

Me agarro a su camiseta.
—Y eres tan grande.
Página

Gruñendo, gira su frente sobre la mía.


—Eres tan pequeña, que te voy a lastimar...
Siento que una gota de esperma me abandona y se filtra en mis bragas. Esto me
recuerda tanto a esa noche cuando me preguntó si era virgen o no.
—Sí. Me vas a estirar.
Él me clava su erección y gimo, empujando mis pechos contra su pecho. —No importa
lo cuidadoso que sea.
No pasa nada.
Dejo morir mi corazón. En su lugar, haré uno nuevo. Un corazón que sólo late por este
chico solitario, solitario chico delante de mí.
—¿Y sabes lo que significa pertenecerme? —Susurro.
Zach me mira a los ojos.
—¿Qué?
Yo también me siento sola. Mis padres se han ido. Me quitaron mi casa. No hay nada
en este mundo que me pertenezca.
Excepto él.
—Significa que confío en ti. Significa que sé que tendrás cuidado. Y significa que eres
el único al que quiero darle mi cereza.
Me inclino y le doy un beso en sus suaves labios.
Pero Zach lo profundiza. Me pone una mano en la nuca y me abre la boca con la
lengua.
GoR Luego, me levanta y yo envuelvo mis miembros alrededor de su cuerpo, y volvemos a
zancadas al lugar de dónde venimos.
Mi cabaña.
239
Página
Capitulo 25
Zach me lleva a la cabaña por la puerta trasera que dejé abierta cuando salí a su
encuentro.
En mi habitación, me baja los pies al suelo y, arrodillado, me quita las botas.
La luz está apagada pero la ventana está abierta y la luna es fuerte. En algún lugar
allá arriba, tengo fe en que esta noche Orión ha alcanzado a Las Pléyades. Al menos
esta noche, está descansando.
Cuando Zach termina, se levanta y me domina. Hay tanta tensión y lujuria en el aire
que me quedo sin aliento.
Me estoy volviendo tímida.
—Te perdiste la lección de esta noche —le digo, sólo para decir algo.

GoR Veo su sonrisa torcida a la luz de la luna.


—¿Lección?
—Uh-huh —Asiento, sonriendo también—. Soy tu tutora nerd y tú eres el deportista que
necesita pasar el examen o no entrará al equipo.
Se adelanta y traza el encaje en el cuello de mi vestido, mirándolo como si fuera la
cosa más bonita del mundo.
—¿Sí? ¿Qué juego?
240

Temblando, lo miro de arriba a abajo. Es alto, ancho y parece que siempre está
reventando su ropa.
—Um, ¿fútbol?
Página

—¿Soy bueno? —pregunta y sigue tocando el encaje como si no pudiera dejar de


tocarlo.
—Sí. Eres el mejor. Sólo que no puedes concentrarte en la clase.
Me sube los dedos al cuello y se agarra a los rizos de mi pelo, jugando con ellos.
—¿Por qué no?
—Tal vez porque siempre me estás observando —susurro, deleitándome con las
pequeñas formas en que me toca.
—¿Así que también eres mi compañera de clase?
—Lo soy. También soy muy inteligente, adelantada para mi edad y por eso quieren
que te dé clases particulares.
Se ríe.
—Entonces, ¿por qué te observo?
Yo trago y me estribo hacia él.
—Al principio, creo que es para intimidarme. Para hacerme sentir menos que tú. Porque
tú eres el príncipe de la universidad y yo sólo soy... una chica rara de pelo azul.
Levanta la vista desde donde se estaba viendo a sí mismo jugando con mi pelo.
Deteniendo sus ojos en los míos, Zach suelta la hebra y me envuelve la mano en la
nuca en posesión.
—Pero tal vez te estoy mirando porque no puedo parar. Porque eres la chica más
hermosa que he visto. Y porque tu pelo azul me recuerda al cielo y al océano. La libertad.
La sangre corre justo debajo de mi piel, pintando todo de color escarlata. Nunca he
estado tan despierta en medio de la noche, tan colorida y sonrojada.

GoR —¿Es por eso por lo que me observaste en detención todo el tiempo?
La mayoría de las veces terminaba en detención y Zach solía estar ahí conmigo. De
alguna manera, siempre nos sentábamos en los mismos lugares donde nos sentamos el
primer día que nos conocimos. Y todo el tiempo mantuve mi cabeza abajo y lejos de él
porque podía sentir sus ojos en mí.
—Sí —susurra, doblando sus dedos sobre mi cuello—. Y para hacerte sonrojar.
Le doy una ligera bofetada en el hombro.
—Eso fue algo muy grosero.
241

Riéndose, me besa ligeramente.


Esta vez, soy yo quien lo profundiza. Soy la que invade su boca y le pellizca el labio
Página

inferior, haciéndole gemir.


Un segundo después, sin embargo, él se hace cargo.
Sus manos me dan un puño en el camisón antes de levantarlo y sacarlo de mi cuerpo.
Así de fácil, estoy casi desnuda, parada ahí en mis pantalones cortos azules de hombre.
En mi cabeza, sabía que íbamos a tener sexo. Pero, de alguna manera, no conecté
los puntos de que tendría que estar desnuda para ello.
Dios, estoy desnuda.
Estoy desnuda.
Delante de un chico. Delante de él. El espécimen más perfecto de todos los tiempos.
Está hecho de músculos duros y esculpidos para los que, sí, sé que trabaja todos los
días. Y yo estoy hecha de grasa pastosa y almohada que obtengo de todos los dulces
que solía robar del armario de la cocina cuando mamá no miraba.
Me miro los pies y trato de imaginarme desnuda. Pechos grandes, estómago redondo
y caderas anchas con hoyuelos en los muslos. Oh, y todo es más blanco que la luna.
Zach respira profundamente y dice, en tono gutural—: ¿Sabes cuántas veces te he
imaginado desnuda?
Levanto la vista y recuerdo que dijo algo similar acerca de besarme.
—¿Mil veces?
Una bocanada de aire se le escapa y asiente con la cabeza.
Parece hipnotizado mientras su mirada se mueve de una parte de mi cuerpo a otra.
Parece como si no supiera dónde mirar primero. Sus ojos están ligeramente anchos y su
boca está abierta.
GoR
Se me pone la piel de gallina por todas partes. Todo en mi piel es tosco y áspero.
Incluso mi suave pelo que roza la parte pequeña de mi espalda.
Zach pone su mano en el centro de mi pecho, justo en el medio de mis pechos. Se
desparrama la palma de la mano, tocando ambos al mismo tiempo.
—Jesús. La cantidad de veces que me he masturbado imaginando tus pechos. Ni
siquiera puedo decírtelo.
Rodea mi pezón izquierdo con su pulgar, encogiéndolo hasta convertirlo en un duro
242

guijarro. Le encanta jugar con ellos; lo sé. Le encanta despertarlos, preocuparlos con los
dedos, chuparlos con la boca.
Su mano se mueve hacia abajo y, sin mi voluntad, mi columna se arquea. Llega a mi
Página

estómago y mete el pulgar en el ombligo.


De alguna manera, está presionando en esa vena de nuevo. La que se hincha y se
tensa cada vez que está cerca, cada vez que pienso en él.
La respiración de Zach se ha vuelto dura a medida que sigue adelante. Su mano
viaja hacia abajo, áspera y tentadora y se desliza dentro de mis bragas. En el momento
en que toca mi núcleo empapado, mis piernas se tensan y mis talones dejan el suelo.
Estoy de puntillas, apenas puedo equilibrarme.
Se mueve hacia mí y nuestros cuerpos se encuentran, yo desnudo y expuesta y él
todavía lleva su camiseta y sus vaqueros, quemándome con su fricción.
Deslizando su brazo alrededor de mi cintura, me ayuda a mantener el equilibrio
mientras su otra mano me acaricia todo el coño.
—Zach —Gimo su nombre y lo aprieta como si fuera un objeto.
Pellizca mis labios hinchados, haciéndome golpear con el puño su camisa y
manteniéndome en la punta de mis pies. No sé por qué es tan erótico, pero lo es.
—¿Quién eres? —susurra.
—Tu premio.
Como si esas palabras fueran un catalizador, Zach captura mis labios con los suyos.
Enrollo mis brazos alrededor de su cuello, metiendo la mano por su camisa en la
espalda, halándola, tirando de ella. Impacientemente. Dios, sus besos me han hecho tan
impaciente por él, por su polla.
Recibe la señal y saca su mano de mis bragas, las empuja hacia abajo,
desnudándome completamente antes de ir a su camisa y sacarla de su cuerpo.
Quiero trabajar en la bragueta de sus vaqueros, pero él no me deja. Vuelve a
besarme y me olvido de todo menos de sus labios y sus manos errantes.
GoR
Mis manos tampoco se quedan atrás.
Siguen haciendo barridos sobre sus hombros, las crestas de su espalda, la inclinación
de su costado. No sé dónde tocarlo, cómo tocarlo para hacer desaparecer el hambre.
Está caliente, cortado y con cuerdas y puedo rastrillar mis uñas a lo largo de las losas
musculosas hasta el final de los tiempos.
Nos separamos para respirar, pero incluso entonces, nuestros labios están conectados.
Respiramos el aire del otro mientras Zach me lleva hacia atrás y me acuesta en la cama
antes de colocarse sobre mí.
243

Está sucediendo, ¿no?


Pronto estará dentro de mí.
Página

No puedo esperar.
Sus manos están a ambos lados de mi cabeza, haciendo una abolladura en la
almohada, y sus respiraciones son tan tormentosas que agitan el pelo suelto de mi frente.
Me levanto y lo beso en los labios, haciendo que todo su gran cuerpo se estremezca
entre mis piernas.
—Date prisa —susurro, abrazando sus costados con mis muslos, presionando sus
caderas contra mí.
Pensé que ahora sería el momento en que se bajaría los pantalones y entraría en mí.
Estoy lista, de todos modos. Creo que he estado lista desde hace mucho tiempo.
Pero Zach se mueve por mi cuerpo y me agarra un pezón en su boca. Le paso los
dedos por el pelo, arqueándome hacia él y echando la cabeza hacia atrás.
Con un gruñido, Zach baja hasta los codos y mete un pecho en su mano. Está
trabajando mi pezón con su boca y yo me froto contra él, inquieta.
Arrastro la parte inferior de mi cuerpo arriba y abajo, acariciando mi clítoris en las
crestas de su estómago, probablemente haciendo un lío pegajoso en él.
Pero a Zach no le importa. Él anima eso. Cada vez que mis movimientos se vuelven un
poco perezosos, me aprieta los pechos con más fuerza y me muerde el pezón, rozándome,
obligándome a acelerar mi balanceo.
Justo cuando creo que estoy a punto de llegar, arqueándome sobre sus abdominales,
Zach me suelta el pezón.
—Zach —jadeo, indignada.
—Shh. No hables.
Gruño y siento su sonrisa entre el valle de mis pechos.
GoR Pasa su lengua a lo largo de él, bajando cada vez más, hasta que llega a mi ombligo.
Enterrando su lengua, lo lavó, lo lamió, lo mordió y me hizo chupones.
Mi primer amor muerde.
Sonrío ligeramente en la oscuridad, mirando su cabeza oscura, sus labios arrugados,
trabajando duro en mi cuerpo.
Mis movimientos son frenéticos ahora. Frenéticos y rápidos. Y estoy ondulando,
meciéndome, retorciéndome; mis pies siguen resbalando en la cama.
244

—Creo que estoy...


Estoy tan, tan cerca de llegar y justo cuando siento su aliento en mi coño y su dedo
en el estrecho agujero de mi trasero, pierdo todo el control y me vengo.
Página

Se agarra a mis pliegues con su boca y yo le hago llegar mi orgasmo por la garganta,
tirando de su pelo, abrazando su cara con mis muslos.
Todavía estoy aturdida, jadeante y sudorosa, mirando al techo cuando Zach se
levanta de la cama y se quita los vaqueros. Su polla se balancea en el aire, dura y
gruesa. Tan gruesa. Conozco su peso, su sabor, cómo tengo que abrir la boca y estirarme
para ella.
Y ahora, va a estar dentro de mí.
Dentro de mi pequeño agujero.
Debería tener miedo.
Pero mientras lo veo trepar a la cama y arrastrarse entre mis muslos que acaban de
abrirse para él, para que su bulto se asiente entre ellos, me doy cuenta de que haría
cualquier cosa por él.
Cualquier cosa por este chico que se cierne sobre mí, apretado y oscurecido en
lujuria.
Cualquier cosa para que su polla me rompa y me reclame.
Subo mis piernas alrededor de sus caderas y cruzo mis tobillos en su espalda,
abriéndome a él, sin palabras.
Zach golpea con los puños las sábanas a ambos lados de mi cabeza, el sudor
goteando de su cuello.
—No tengo un condón.
—Estoy tomando la píldora.
—Podría estar plagado de enfermedades.
—No lo estás.
GoR Se cierne sobre mí y su polla, caliente y pesada, se asienta sobre mi estómago. El
tacto me hace retorcerme debajo de él.
—No lo estoy. No lo he hecho sin condón antes —me asegura.
—Bien —Le pongo la mano alrededor del cuello y lo llevo aún más abajo así que me
da todo su peso—. Seré tu primera.
Atrapo su risita en la boca en un beso y me balanceo contra él. Él se mece de vuelta.
Su mano va a mi cintura mientras rastrea el exterior de mi cuerpo antes de parar en
245

mi muslo y subirlo aún más. Hago lo mismo con el otro muslo, cerrando la parte inferior de
mi cuerpo con el suyo.
—Mantenlos ahí, ¿de acuerdo? —me instruye.
Página

Asiento con la cabeza.


Con su otra mano, se agacha y se golpea la polla con los puños. Puedo sentir sus
nudillos en mi estómago mientras la acaricia perezosamente. Incluso siento el golpe
caliente de su prepucio en mi piel y la vibración de su pecho cuando gime.
Mi estómago se ahueca cuando alinea su erección con mi coño. Me mira a la cara
y yo le pongo los ojos encima. Hay líneas de tensión alrededor de su boca mientras me
mira y acuno su mandíbula, sintiendo que él necesita consuelo tanto como yo.
No quiero hacerte daño.
Sé que sólo hablaba de sexo, pero al mirar su atormentada y caliente cara, creo que
tal vez cada depredador, cada objeto afilado, tiene un alma. Un alma que grita cuando
la llama quema una polilla y el león abre un cordero con sus dientes.
Los ojos de Zach revolotean ligeramente al tacto mientras rodea mi abertura con su
polla. La parte inferior de mi cuerpo está ansiosa y un poco rígida por el miedo a la
inminente invasión.
Y sucede en un empujón.
Manteniendo nuestros ojos conectados, Zach entra en mi cuerpo de una sola vez.
Gimoteo y mi espalda se arquea en eso. Mis ojos se cierran mientras arrastro un aliento
espantoso. Hay dolor. Un pellizco.
Está en todas partes, pero no es insoportable.
Lo que es más dominante e inmediato es la plenitud.
Se siente como si mi pelvis estuviera estirada y llena hasta el borde. Mi estómago está
hinchado y mi pecho está a punto de reventar.
GoR Estoy a punto de reventar.
La cabeza de Zach baja hasta mis hombros y siento su respiración excitada,
golpeándome como sus gemidos.
Es como si ambos hubiéramos subido una montaña y ahora necesitamos un segundo
para recuperarnos.
Está dentro de mí.
Nuestras partes más íntimas se tocan. Están encerradas juntas. Es el primer ser humano,
246

el único ser humano, que está tan cerca de mí.


Me muerdo el labio en euforia cuando siento que se acumula la presión.
Cada pequeño sonido que hace me llena de aún más lujuria. Cada movimiento de
Página

su pecho y cada ondulación de su espalda me hace sentir que soy suya y que él es mío.
Tentativamente, trato de moverme debajo de él, para aliviar esta inquietud que late.
Como si estuviera vivo, completo con venas y un corazón.
Zach levanta la cabeza.
—Detente.
—¿Q-qué?
—Te dolerá más si te mueves —dice con los dientes apretados y una expresión algo
agonizada.
Le palmo su hombro sudoroso, respirando con hipo.
—No es así.
—¿Qué?
Me muevo debajo de él otra vez, me balanceo contra su pelvis y juro que siento su
polla saltar dentro de mí.
—No me duele.
Zach se asombra y yo podría haberme reído. Pero, en este momento, estoy tan
inquieta.
Tal vez el universo sabía que nuestros cuerpos estaban hechos el uno para el otro.
Así que la naturaleza se llevó todo el dolor. Pero no puedo explicárselo ahora mismo.
Estoy demasiado necesitada.
Todo lo que puedo decir es—: Por favor, fóllame, Zach.
Me ve luchar debajo de él, intentando que se mueva, intentando frotar mi clítoris
hipersensible contra su pelvis, pero no viene a ayudarme. No me rescata y clavo las uñas
en sus bíceps, en su costado, en su espalda.
GoR
—Por favor, Zach —le ruego de nuevo.
Y entonces, da un golpe de cadera.
—¿Esto es lo que quieres, Blue?
Asiento con la cabeza, suspirando en alivio. Pero ese suspiro no es completo. Sus
movimientos hacen que la necesidad aumente. El anhelo no termina.
Sé que no terminará. No hasta que me venga y él se venga conmigo. Dentro de mí.
247

Me muero por sentir eso. Esa salpicadura, esa salpicadura de su semen que he
probado tantas veces antes. Mi sabor favorito de paleta.
Zach comienza a moverse. Sus golpes son lentos pero largos. Sale completamente,
Página

dejándome vacía, antes de volver a entrar.


Gimo su nombre y sus embestidas se convierten en golpes. Cortos e impulsados y más
rápidos. Aprieto mis muslos alrededor de su cintura, mordiéndome el labio.
—Creí que estabas mintiendo —Zach se calza sobre mí, sus ojos se posan en mi cara.
—¿Sobre qué? —Jadeo mientras empiezo a responder a sus empujes.
—Pensé que querías tanto mi polla que estabas mintiendo sobre el dolor.
—Sí que la quiero...
Sus embestidas son más duras ahora y mi canal es más hábil. No puedo creer que no
lo hayamos estado haciendo todo este tiempo. ¿Cómo volveré a la tierra de la vida
cuando me está matando tan hermosamente con su polla?
—Pensé que tu coño te hacía una mentirosa, Bleu —raspa, deslizando sus labios sobre
mí; mi lengua se asoma para probarlo—. Pero supongo que sólo te hizo una pequeña
zorra cachonda para mí.
Mi estómago se aprieta ante esa palabra y me sale un uh. Como si estuviera de
acuerdo.
Es verdad, ¿no?
Soy una zorra para él. Estoy caliente por él. He estado caliente por él durante años.
Durante siglos, incluso.
—Lo estás, ¿verdad?
—Sí.
—Sí, lo estás. Soy un animal por ti también, nena.
Desvergonzada, me arqueo debajo de él, sintiendo sus libras hasta los dientes, y
hasta los dedos de los pies.
GoR
Sus caderas se golpean contra las mías y sus pelotas me golpean el trasero. Mis
piernas se mueven hacia arriba y hacia abajo por sus lados mientras Zach martillea
dentro de mí. Me agarro de su cuello y trato de mantenerme firme, pero es inútil.
Toda la cama se sacude, golpeando la pared, haciendo de este el polvo más fuerte
de la historia de los polvos.
Y también el más caliente.
Estamos sudando el uno contra el otro, respirando bocanadas de aire caliente.
248

Él y yo.
Dos personas solitarias que se pertenecen el uno al otro y a nadie más.
Página

Acaricio su mandíbula rasposa y él me mete la cara en el cuello como si no pudiera


sostenerse más y lo abrazo a mí, dejándome llevar.
Mi respiración se agita cuando caigo sobre el borde.
Este orgasmo es, sin duda, el mejor que he experimentado. Es diferente. Empieza en mi
estómago e irradia hacia cada pequeño rincón de mi cuerpo. También es violento. Estoy
temblando, retorciéndome, arqueándome y cantando el nombre de Zach una y otra vez.
Es como si mi cuerpo no pudiera contener las hormonas. No puede contener la
avalancha de reacciones químicas dentro de mí.
Cuando vuelvo a bajar, Zach se empuja a sí mismo hacia arriba de mi cuerpo.
Permaneciendo dentro de mí, se arrodilla entre mis piernas abiertas y me levanta,
sentando mi trasero sobre sus muslos. De esta manera puede verme entera, tendida frente
a él.
Debería ser embarazoso, pero no lo es.
De hecho, es lo contrario de eso. Es emocionante. Porque él está mirando a su
pequeña zorra cachonda y ella lo siente hincharse dentro de su coño.
Me arqueo para él y presiono mis pechos juntos.
Gimiendo, juego con ellos mientras él reanuda sus movimientos.
Su cara es un estudio de líneas apretadas y hermosas mientras se golpea dentro de
mí y me mira retocar mis pezones color frambuesa. Son hipersensibles después de mi
orgasmo y tengo espasmos cada vez que los pellizco.
Su labio superior está caído, rizado sobre sus dientes y gruñe con cada golpe. Nunca
se ha visto más feroz, más oscuro que esto. Más como un animal.
Y nunca me he sentido más desvergonzada y sinvergüenza.
Su respiración ha cambiado, se ha vuelto desesperada y el sudor se desliza por su
GoR pecho y sus abdominales. Está a punto de llegar, lo sé. Conozco las señales.
Así como amaso un pecho que rebota y atrapo una gota de su sudor en su ombligo
con mi otra mano, él se aprieta. Sus tirones se vuelven desiguales y sus ojos negros se
cierran.
Su columna vertebral se arquea, lanzando las crestas de su torso en un fuerte alivio,
mientras gime mi nombre en el techo y se viene dentro de mí.
Lo siento en mi corazón que muere lentamente, ese gemido, ese tirón de su polla.
Me siento y le rodeo con mis brazos, llevándonos a ambos a la cama. Gruñendo, él
249

cae sobre mí.


Estoy calmando su espalda, trazándola con mis manos hacia arriba y abajo mientras
Página

mi canal absorbe su orgasmo.


Y, finalmente, mi cuerpo se debilita, escuchando sus latidos.
Él es mío.
El pensamiento flota en mi cabeza.
Debería sentir alivio. Pensé que, si sabía que era mío, sería feliz. Estaría contenta.
Pero ahora que sé que es mío, no puedo evitar pensar por cuánto tiempo.

GoR
250
Página
Capitulo 26
El príncipe oscuro
Me escabullo de su habitación al amanecer para que nadie me vea.
Está acostada de lado, con la mejilla pegada a la almohada. Su pelo azul está
desparramado por todas partes y hay un par de mechones ahí tirados.
Espeluznantemente, los recojo y los enrosco alrededor de mi dedo, beso su frente,
antes de irme.
Regreso a la mansión a través del bosque.
En mi habitación, saco un cuaderno que compré para mí hace unos días. Fue una
compra impulsiva; no estoy orgulloso de eso.
De hecho, a veces me enfada que lo tenga en mi poder. Lo mantengo escondido,
fuera de la vista como si estuviera empacando drogas.
GoR
Sólo lo saco cuando me siento inquieto. Cuando... la echo de menos.
Me siento en el escritorio, un escritorio que no he usado en años pero que he estado
usando con cierta frecuencia.
Dicen que es más fácil escribir palabras en un ordenador, reconociendo las letras del
teclado en lugar de intentar hacerlas uno mismo. Porque la disgrafía 11 se mete con eso.
Pero no hago esto porque esté interesado en mejorar mi escritura.
Estoy haciendo esto porque no puedo detenerme. Porque ella está en mi cabeza. En
251

estos días, siempre lo está.


Así que, tomo un lápiz. La hebra de su cabello aún está enrollada alrededor del
Página

dedo de mi mano derecha mientras abro una página nueva y escribo: Cleopatra Marie
Paige.

11Dificultad para coordinar los músculos de la mano y del brazo, impide dominar y dirigir el lápiz para
escribir de forma legible y ordenada
Capitulo 27
Estoy teniendo el peor día.
En primer lugar, me quedé dormida.
En algún momento de la noche, después del sexo alucinante, Zach y yo nos quedamos
dormidos. Dormí toda la noche sólo para ser despertada por el sonido de su motocicleta.
Resulta que estaba en mis sueños, pero, aun así.
Me asustó algo realmente malo. No lo recuerdo todo, pero tengo una imagen borrosa
de Zach dejando este pueblo para siempre. Y ni siquiera me entero de ello hasta que
me despierto a la mañana siguiente y escucho todos los chismes. Exactamente como
sucedió hace tres años.
Con el estómago revuelto, llegué al trabajo, al que llegué tarde. Es decir, la Señora.
S no estaba contenta con mi tardanza y, además, me perdí el desayuno con Zach.
GoR
Y luego, escuché que nadie lo había visto en toda la mañana. Nunca bajó a
desayunar y su suite estaba cerrada cuando una de las chicas subió a limpiar.
No podía preguntar más sin el peligro de levantar sospechas, así que me quedé
callada y me asusté en privado.
Lo cual odié, por cierto.
Odié que no estuviera conmigo cuando me desperté. Odié que probablemente
tuviera que escabullirse en medio de la noche para evitar encontrarse con alguien en
su camino de regreso.
252

Lo estaba haciendo para protegerme a mí y a mi trabajo; lo sé, pero no me gusta


eso.
Página

Empiezo a odiarlo más y más cada día.


De todos modos, ahora es el almuerzo y mi apetito no se encuentra en ninguna parte.
Estoy ansiosa, nerviosa y todo lo que quiero es ver a Zach. Que vuelva.
Dios, por favor, haz que vuelva.
Estoy en la cocina con Grace, Leslie y Tina. Todas están charlando, Maggie se ha
levantado para hablar de los nuevos invitados que llegaron esta mañana.
Aparentemente, han estado aquí antes y la última vez que se quedaron, hubo un gran
escándalo sobre una vajilla robada.
Ni siquiera estoy prestando atención. De hecho, decido irme en medio de todo esto
porque no puedo quedarme quieta. Afortunadamente, todos están demasiado absortos
para notar mi salida.
¿Dónde estás, Zach?
Tal vez me estoy volviendo loca. Tal vez perder mi virginidad me ha hecho muy
emocional y femenina. Esa es la razón por la que quiero tomarme el día libre y llorar en
mi almohada.
He estado pensando tanto en todas las cosas que no miro por donde voy y me
encuentro con alguien.
No otra vez.
Esta vez, sin embargo, es Zach.
—Tú —digo con los ojos abiertos.
Su mirada oscura me observa intensamente.
—Yo.
GoR —Estaba...
Debería estar aliviada de que haya vuelto. Que no se haya ido para siempre. Pero
de repente, me siento inquieta. Sin aliento, incluso. Mis muslos se aprietan y me duele entre
las piernas. Donde él estaba anoche.
—¿Estabas qué?
Su tono áspero y pesado hace que los dedos de mis pies se enrosquen en mis botas.
—Estaba, uh, buscándote toda la mañana.
253

—Salí a dar un paseo.


Me doy cuenta de su pelo barrido por el viento entonces. El ligero rubor en sus mejillas
y el aroma del aire libre mezclado con su propio olor dulce y delicioso. Debe de haber
Página

vuelto justo ahora.


—¿Por qué?
—Quería despejar mi cabeza.
—¿De qué? —Pregunto, distraídamente mientras observo sus labios.
—De ti.
Levanto los ojos para mirarle y me doy cuenta de que, en los últimos segundos, su
respiración se ha intensificado como la mía. Él parece al borde de algo y yo
probablemente me veo igual. Al borde de lanzarme a él, tocarlo, trepar por su cuerpo,
para asegurarme de que está realmente aquí.
Que realmente tuvimos sexo anoche.
—¿De mí?
—Sí. Sus ojos se clavaron en los míos. —Pero no pude.
Dios, estoy zumbando.
Mis respiraciones hacen temblar mis pulmones y hay un crujido bajo mi piel.
No quiero, pero rompo nuestra mirada y vuelvo a mirar. El pasillo de la cocina está
vacío y también el pasillo principal. Puedo oír a la gente hablando en la sala del
personal, pero nadie está levantado. Lo cual es super raro y sé que no va a seguir
siendo así. Alguien tiene que venir corriendo para una emergencia u otra.
Le cojo la mano y le aparto de la boca del pasillo.
—Vamos.
En silencio, me deja arrastrarlo al armario que hay junto a la cocina, como si quisiera
estar a solas conmigo tanto como yo.
GoR
Es el mismo armario en el que me escondí la primera noche que regresó. Ni siquiera lo
había visto todavía y todavía podía sentirlo, moviéndose en mi cuerpo.
Está bajo mi piel. Siempre lo ha estado.
Cerré la puerta y encendí la luz, de cara a él.
Apenas hay espacio entre nosotros. El armario era pequeño al principio, pero con él
dentro, siento que no hay suficiente aire para que podamos respirar.
Y luego, Zach se come ese mínimo espacio presionando mi cuerpo. Mi columna
254

vertebral está pegada a la puerta y mi frente está a ras de la suya.


—Había sangre. En las sábanas. La vi cuando me fui. —raspa y siento su polla
palpitando justo debajo de mis costillas.
Página

Le paso los dedos por el pelo.


—Lo sé. Yo también la vi.
El dolor se refleja en sus rasgos. Dolor y arrepentimiento. Probablemente por hacerme
sangrar.
—Yo...
—Me gusta —susurro cuando se aleja, levantando mi cuello para acercarme a sus
labios—. Significa que soy tuya y tú eres mío.
Él traga mientras me explora la cara.
—¿Te estas sintiendo bien?
En este momento, pierdo el aliento y aprieto mis brazos alrededor de su cuello como
si se fuera a ir ahora mismo, en este mismo segundo. No me he sentido bien en toda la
mañana.
—¿Blue?
Mordiéndome el labio, sacudo la cabeza una vez.
Su expresión se pone alerta y su cuerpo también. Todo apretado, grande y chocando
con la suavidad del mío.
—¿Te duele?
—Yo, uh, no es eso.
Sus manos me agarran la cintura.
—Entonces, ¿qué es?
Acaricio su mandíbula rasposa con mi pulgar, rozando la costura de su labio inferior.
GoR Es tan suave y lleno.
—¿Tú... dónde vives en Nueva York?
Un ceño fruncido corta su suave frente y voy a acariciar eso con mi otro pulgar.
—¿Qué?
Me muevo más abajo y trazo el arco de sus fuertes cejas.
—Nunca te pregunté. ¿Tienes un apartamento?
Se toma unos momentos para responder mientras me mira.
255

—Lo comparto con un par de chicos.


Sonrío ligeramente, frotando la punta de su pómulo.
Página

—¿Tus amigos?
Las almohadillas de sus dedos se clavan en mi cintura.
—Más o menos. Sólo algunas personas Scoot, el tipo que trabajaba aquí antes.
—¿Montan como tú?
—Uno de ellos lo hace. Nosotros, uh, actuamos en espectáculos y cosas así. No estoy
mucho en casa.
Todavía recuerdo la noche en que lo vi saltar por el hueco en el suelo. Fue aterrador,
tan jodidamente aterrador. Pero también era magnífico. Valiente y brillante como una
estrella.
—Eres muy bueno en eso, ¿verdad?
Algunas emociones se mueven en sus ojos, haciéndolos líquidos y yo le agarro la cara
con ambas manos.
—Sí. Me llevó mucho tiempo encontrar algo en lo que soy bueno. Algo en lo que otros
creen que soy bueno también.
Zach tiene toda otra vida fuera de esta ciudad.
Quiero decir, ya lo sabía. Pero esto le da una imagen concreta. Un apartamento que
comparte con sus amigos. Un trabajo en el que es bueno. Apuesto a que todos los que
lo ven actuar piensan de la misma manera. Que es brillante e impresionante.
Sus ojos tienen una mirada distante, entonces.
—Me llevó mucho más tiempo darme cuenta de que no todos los padres tratan a sus
hijos de esa manera. Durante mucho tiempo pensé que así es como se supone que debe
ser. Se supone que un padre debe ser malo y estar enojado y yo debo... aceptarlo y
odiarlo. Se supone que debo odiarlo tanto que me vuelvo como él —Finalmente, se centra
GoR en mí—. Un abusador.
—Zach, no eres...—Comienzo con un tono decidido y feroz—. No has sido un abusador
en mucho tiempo.
—Fuiste tú quien me hizo darme cuenta, ¿lo sabes?
—¿Yo?
Me mira con algo tan parecido al afecto que siento que me estallara la piel. Estoy
tan inquieta y necesitada.
256

Tan hambrienta de este tipo escurridizo.


—Sí. Lo que me dijiste la noche del baile de graduación. Cómo cambié y me convertía
en una peor persona. Fue entonces cuando me di cuenta de que te había estado
Página

haciéndo lo que mi padre me hacía a mí. Te había estado convirtiendo en mí, enojada
y vengativa.
No seas como yo.
Sus palabras de hace mucho tiempo tienen sentido para mí ahora. Entiendo lo que
estaba diciendo. A su manera, me estaba diciendo que siguiera adelante, que me
olvidara de él, que viviera mi vida. Me estaba diciendo que fuera una persona más
grande, una mejor persona que él.
Le agarro por la nuca y presiono nuestras frentes juntas.
—No eres como tu padre. Eres mejor que él. Eres mucho mejor e increíble y...
Zach mueve su mano de mi cintura y me agarra la cara, arqueando mi cuello hacia
arriba.
—¿Qué pasa con las veinte preguntas?
Su tono brusco hace que algo se apriete en mi estómago. Algo emocionante y
delicioso. Y envuelvo mis dedos alrededor de su muñeca, la que tiene el tatuaje. Por
alguna razón, al tocarla, me llega un golpe de corriente al corazón.
—¿Por qué has vuelto a esta ciudad? —Pregunto.
Su comportamiento toma un giro oscuro, un giro misterioso.
—¿Por qué?
Desde que regresó, lo he visto salir de la torre uno, donde viven el Señor y la Señora
Prince. Es el único lugar de esta mansión donde no está permitida la entrada del personal
subalterno. Ha habido muchos rumores sobre el por qué, pero nadie lo sabe con
seguridad y nadie se atreve a hablar de ello por encima de los susurros. La Señora S es
muy estricta al respecto.
GoR Cada vez que lo veo salir de allí, parece enfadado y agitado. No sé por qué. Pero
sé que tiene algo que ver con su padre.
Dios, odio tanto a ese hombre.
—Eras libre, Zach. —Trago con dificultad a medida que su agarre en mi cara aumenta
la presión y mi cuello se estira aún más—. De este lugar. De tu padre. ¿Por qué elegiste
volver?
Las pequeñas punzadas de dolor causadas por su agarre posesivo hacen que mi
núcleo tenga un espasmo de excitación. Con hambre y violencia. Mis pechos están
257

palpitando y mi estómago tiembla con el estruendo de las mariposas salvajes.


—¿Por qué? —me pregunta de nuevo, mirándome con ojos encapuchados.
Página

Sólo dime qué está pasando así puedo ayudar.


—Es-este lugar no es bueno para ti, Zach. No te gusta estar aquí. No deberías estar
aquí.
No sé lo que estoy diciendo porque no quiero que se vaya. Todavía no. De hecho,
eso es lo último que quiero.
Pero si no digo esto, probablemente terminaré pidiéndole que se quede. Terminaré
rogándole que se quede aquí. Conmigo.
Y nunca lo haré.
Este fue su St. Patrick durante los primeros dieciocho años de su vida. No merece estar
atrapado aquí.
—¿Por qué? —gruñe, pellizcándome la barbilla—. ¿Qué vas a hacer cuando me vaya,
Blue? ¿eh? ¿Vas a encontrar a alguien? ¿Un tipo? ¿Salir con Ryan?
Cuando se haya ido, yo seguiré aquí.
A diferencia de Zach, yo estoy atrapada aquí. En esta ciudad.
No va a terminar con sólo recuperar mi casa, ¿verdad?
Tendré que trabajar para mantenerla, lo que significa más pagos de la hipoteca. Y
para eso, tendré que trabajar aquí, en Las Pléyadas. Donde él creció, donde fue
abusado y donde nos convertimos en algo más.
Sacudo la cabeza.
—No.
—¿No?
Clavo las uñas en sus muñecas.
GoR —No. No me importan los otros tipos.
Una risita sin sentido del humor se le escapa.
—Bueno, eso no va a detenerlos, ¿verdad? De husmear a tu alrededor como perros
hambrientos. Eso es lo que haces, Blue. Una mirada a ti y el tipo queda reducido a su yo
más básico.
La felicidad florece dentro de mí con su duro tono.
No por otros tipos a los que se refiere, sino por él. Porque él es el tipo que se reduce
a lo más básico conmigo.
258

Zach me hace sentir hermosa. Me hace sentir impresionante.


—¿Qué hay de ti? —Jadeo, le doy un puñetazo a su camiseta. —¿Vas a encontrar
Página

otra chica con la que salir?


Su sonrisa es fría. —No tengo citas.
Algo se rompe dentro de mí con sus palabras. Una especie de presa y estoy inundada
de emociones. Tantas emociones salvajes, violentas y posesivas.
Él es mío. No me importa qué chica venga después de mí, él siempre será mío.
Su polla ha sido enterrada entre nuestros cuerpos y me froto contra ella, susurrando—
: Quiero que hagas algo por mí.
Zach se balancea hacia atrás incluso me mira sospechosamente.
—¿Qué es?
Es como si estuviera enferma.
Estoy poseída. Hay un demonio dentro de mí. Me lo tragué el día que lo besé.
—Quiero que me folles.
—¿Sí?
Asiento con la cabeza.
—Sí.
—¿Aquí mismo, en este armario? Donde cualquiera puede oírnos.
Pongo mis manos en sus hombros y me giro contra su erección.
—La noche que regresaste, me encerré en este armario. Porque no quería que me
vieras.
—Te estabas escondiendo de mí.
—Sí. Quiero que me cojas en este armario, Zach. Muéstrame.
GoR —¿Mostrarte qué?
—Que nunca me puedo esconder de ti. Que fui estúpida al hacerlo.
Un músculo salta en su mejilla.
—Es lo más inteligente que has hecho desde que volví.
Y entonces, se abalanza y me besa como si fuera nuestro último beso en la tierra. Me
besa como si estuviéramos llegando a un final y así es como quiere que suceda.
Así es como quiere que nos encuentren, nuestros cuerpos sin vida entrelazados y
259

nuestros labios sellados.


Le devuelvo el beso con igual fervor. Con todo este caos dentro de mí.
Página

Mi corazón no puede seguir el ritmo. Todo está desatado, suelto y golpeándose entre
sí. Todos mis órganos, mis huesos.
Mi alma.
Zach rompe nuestro beso para bajar a mi cuello y yo me muerdo el labio contra el
junco bajo mi piel. Mis dedos se entierran en su pelo y mis caderas han aumentado su
ritmo.
Llega a mi pecho y me muerde el pezón a través de mi uniforme, haciéndome jadear.
Lo está chupando, haciéndole el amor con su boca y yo lo siento, siento el látigo de su
lengua a través del algodón de mi uniforme y mi sostén.
Cuando se mueve al otro pecho, veo la mancha húmeda que ha dejado en mi vestido
y casi llego a la sucia y erótica cosa que ha hecho con mi cuerpo.
—Zach, por favor... —Le ruego, moviéndome contra él sin descanso.
Sus manos se meten bajo el dobladillo blanco de mi vestido y me agarra el trasero
mientras sigue chupando mi pezón, como si estuviera bebiendo de él. Como si estuviera
bebiendo mi lujuria y mis hormonas.
Me estoy desmoronando ahora mismo. Todo mi cuerpo se está secando.
Justo cuando creo que no puedo soportarlo más, Zach se aleja de mí, sus labios
húmedos y brillantes y me da la vuelta.
Las palmas de mis manos golpean la puerta y el sonido es tan fuerte que hace eco
dentro de mi pecho.
Jadeando, miro hacia atrás.
—¿Qué estás haciendo?
Zach también parece estar poseído. En trance mientras me mira, mi columna arqueada
y mi trasero estirado. Me agarra de las caderas y me aprieta, haciendo que mis ojos se
GoR agiten con excitación y pesadez antes de apretar su pecho de respiración salvaje
contra mi espalda.
—¿Quieres que te follen en un armario, nena? —me susurra al oído.
Asiento bruscamente.
—Así es como te follan en un armario. Por detrás. Como si fuéramos dos animales tan
desesperados y locos el uno por el otro que no podemos ni molestarnos en encontrar la
superficie horizontal más cercana.
Sus palabras son más sucias que cualquier otra cosa que haya escuchado en mi
260

vida. Más eróticas, cargadas y vivificantes que mi corazón palpitante y la sangre que
corre por mis venas.
Y todo lo que tengo para darle a cambio es mi gemido de zorra y un arco más
Página

agudo de mi espalda, ofreciéndole mi trasero.


—¿Quieres eso? ¿Quieres que te folle así? —dice con dificultad.
—Sí. Fóllame como si fuera tu puta y no te cansaras de mí.
Siento su sonrisa hasta los dedos de mis pies enroscados. Me da un suave beso en
la mejilla antes de alejarse y me sube el vestido por el trasero. Sus dedos son ásperos y
urgentes mientras los engancha alrededor de la banda de mis bragas y los empuja hacia
abajo.
Estoy jadeando. Mis pechos están presionados en la puerta y mis palmas se deslizan
con el sudor.
Me lo imagino empujando dentro de mi cuerpo en cualquier momento. Estoy
anticipándolo, muriendo por eso como mi próximo aliento.
Pero siento algo completamente diferente.
Zach baja a sus caderas y presiona su cara entre mis piernas, haciendo que me
balancee sobre mis pies.
Me doy la vuelta justo cuando me golpea el centro con la lengua plana. Mi sabor le
hace gemir y una de mis manos se echa hacia atrás y se agarra a sus hebras
aterciopeladas.
Tararea en mi coño, haciéndolo apretar.
—Dios, tu coño sabe aún mejor ahora.
—¿Es así?
—Sí —Él toma otra probada, sus manos amasando y dividiendo mi trasero.
—Porque ahora es mío y lo sabe —Una larga y profunda chupada a mis labios—. Él
sabe quién lo hizo sangrar anoche —Luego me sacude el clítoris con la lengua,
GoR haciéndome rastrillar su cuero cabelludo con mis uñas y arquearse en su boca—. Debería
estar enfadado conmigo, Blue. Lo dejé todo rojo e hinchado. Pero no lo está —Cierra su
boca sobre mis labios de nuevo, entrando en mi canal con su pulgar—. A él le encanta.
—Le encanta —digo, respirando, meciéndome en su boca.
Mucho, mucho.
Zach me come mientras perfora mi agujero con su dedo, su lengua se mueve
ligeramente en mi clítoris. No tardo mucho en venirme porque lo he estado deseando,
deseándolo a él desde que me levanté esta mañana.
261

Me bajo de mi altura cuando siento que se levanta, sus vaqueros gruesos rozando
mi trasero desnudo. Escucho el sonido de su cremallera y como una perra entrenada en
celo, mi coño saliva. Puedo sentir mis muslos sucios y húmedos temblar.
Página

—Me pregunto si estarás así de caliente cuando te coja por el trasero —susurra,
enviándome a volar al cielo, a otra estratosfera en conjunto.
¿Cómo él sabe todos mis botones?
Lentamente, agonizando cuidadosamente, Zach desliza su polla dentro. Gimoteo con
su invasión. Gimo y casi me vuelvo loca.
Sus vaqueros hacen contacto con mi trasero desnudo y me subo de puntillas,
arañando la puerta. Él probablemente solo los empujó lo suficiente para liberar su
erección y llegar a mi coño. Como un animal desesperado.
El pensamiento me hace tambalearme en mis pies, borracha y drogada con él y sus
lentos pero minuciosos golpes.
Zach envuelve mi trenza alrededor de su muñeca, tirando de mi cuerpo hacia él.
—¿Duele?
De alguna manera, reúno mis sentidos y abro los ojos, mirándolo. Está viendo el lento
deslizamiento de su polla dentro de mí.
Me enciende como el fuego, el pensamiento de que puede ver mi coño abriéndose y
cerrándose alrededor de su polla así. Ojalá pudiera ver eso.
—No —susurro—. Me hace sentir llena. Más llena que anoche. Eres tan profunda.
Sus ojos se dirigen a mí primero y luego viajan a mis pechos colgantes. El uniforme se
siente áspero, pero no tengo suficiente energía para desabrocharlo.
—Lo estoy, ¿verdad?
—Uh-huh.
—¿Te gusta eso?

GoR —Sí. Me encanta.


Susurramos como si estuviéramos en una iglesia y, de alguna manera, eso me hace
estar aún más desesperada por él.
—¿Te hace sentir caliente? —murmura suavemente, sus ojos pegados a mis pechos.
Miro hacia abajo a mis pechos y descubro que estoy amasando la correcta. No
puedo creer que no haya sentido eso. Mis dedos tiran del pezón y me muerdo el labio,
parpadeando y lloriqueando. Mostrándole cuánto lo necesito.
—Y una zorra también —susurro.
262

Su mandíbula se aprieta y su estómago se endurece. Lo siento cuando mi trasero lo


golpea mientras él toca fondo. Aun así, él entra y sale lentamente, perezosamente, como
si tuviéramos todo el tiempo del mundo y nuestra lujuria no nos llevara al borde de la
Página

locura.
—Dios, Zach, ve más rápido —le ruego, tratando de empujar mis caderas hacia atrás.
Pero él tiene tanto agarre en mi cuerpo que no puedo moverme si él no quiere. Y no
lo hace.
—No, no cuando eso puede hacerte daño.
—No lo hará.
—Cállate, Blue.
Sigue torturándome con sus lentas y largas bombas cuando quiero que me golpee.
Quiero que meta su gran polla en mi pequeño e hinchado agujero para poder sentirla
para siempre.
Así puedo sentirlo follándome cuando se haya ido y yo esté en mi cama, llorando por
él.
Porque sé que lloraré. Voy a suspirar.
Soñaré con él por el resto de mis días.
Frustrada, aprieto mis músculos internos, intento apretarlo más fuerte, le digo que no
me importa el pequeño dolor.
Todo lo que me importa es él y su polla.
Zach me mira acusadoramente mientras su perfecto ritmo tartamudea.
—Blue —advierte, abofeteando mi trasero.
Como si fuera una chica mala.
Tal vez lo soy. Soy una mala semilla. Posesiva, loca y desesperada por él.
Así que lo hago de nuevo. De hecho, lo hago mejor.
GoR
Con las últimas fuerzas que me quedan, me levanto y me alejo de la puerta. Arqueo
mi columna y pongo mis hombros sobre su pecho antes de enrollar mis brazos alrededor
de su cuello.
Su polla parece aún más profunda de esta manera, conmigo de pie y él alojado
dentro por detrás. Mi trasero se presiona en su pelvis y yo presiono mis caderas, y a
pesar de sí mismo me presiona de vuelta con un aliento gruñón.
Me giro y le digo—: No puedes torturarme así, sabes. Lo prometiste.
—¿Qué prometí qué?
263

—Que me follarías como si fuera tu puta.


Zach me agarra los pechos con las dos manos y las aprieta tan fuerte que el gemido
Página

que sale de mí es el más fuerte hasta ahora.


—¿Sí? ¿Quieres que también alguien más piense que eres mi puta? Porque si te follo
así, Blue, estarás gritando hasta el techo. Tu Señora S no será la única persona que sepa
lo que haces por mí. Cómo me sirves.
¿Por qué me excita tanto eso?
¿Por qué quiero que me haga gritar cuando sé las consecuencias?
Mi cerebro se está derritiendo y también mi cuerpo. Y ahora mismo, no me importa lo
suficiente como para analizarlo.
Todo lo que quiero es que me follen.
—No me importa —Ruedo mi cabeza de lado a lado mientras exhalo—. Sé que me
cubrirás la boca cuando grite. Sé que me mantendrás a salvo.
Lo escucho exhalar una fuerte respiración, su pecho se hincha en mi espalda.
Un segundo después, siento la ira de sus manos.
Ellas desgarran los botones de mi uniforme, estirándolo sobre mi pecho. Con dedos
furiosos, me baja el sostén, haciendo que las tiras se extiendan sobre mis hombros y
arrebatándome los pezones, derramándolos sobre mi vestido medio abierto.
Pellizca el pezón, con rabia, de forma erótica.
—Tú te lo buscaste.
Y después de eso, no se habla.
Él no dice una palabra y yo tampoco. No podría, aunque quisiera. Sus empujones son
rápidos y punzantes, haciéndome rebotar contra él.
Sus muslos y su estómago me golpean el trasero y si no me tuviera cautiva con su
GoR brazo alrededor de mi cintura y su otro sacando mi pecho, estaría en el suelo ahora
mismo.
Y me deleito con ello.
Me deleito con su pasión, su desesperación. Me encanta el aguijón de nuestros
cuerpos golpeando juntos. Me encanta la ligera quemadura en mi canal hinchado. Estoy
extasiada cuando me retuerce los pezones, preocupándolos entre sus dedos.
A través de todo esto, no ha dejado de follarme. De hecho, ha doblado sus rodillas
y ha dado una vuelta con sus muslos tensos y musculosos para poder taladrarme más
264

profundamente.
De repente, su mano en mi pecho desaparece y abro los ojos de un tirón. Escucho sus
respiraciones jadeantes y sus gruñidos en mi oído, nebulizando el lado de mi mejilla
Página

mientras siento que esa mano baja, acariciando mi coño, pellizcando los labios, los labios
que está golpeando con su gran, gran polla.
Dios, tan grande. Tan jodidamente gruesa.
Y cuando me pellizca el clítoris, me vengo.
Un fuerte grito se acumula en la base de mi garganta y lo habría dejado salir. Habría
arruinado todo por lo que he trabajado durante tantos meses, si no fuera por su mano.
Como predije, me cubre la boca con su gran y fuerte mano y absorbe mi grito con
su palma.
Zach me agarra de la cadera con su otra mano, la que me pellizcaba el clítoris, así
que me mantengo firme en mis pies mientras tengo espasmos contra él.
Cuando se viene, me entierra su cara en el cuello, chorreando dentro de mí.
Cada pulsación de su polla y cada látigo de su semen me hace temblar y retorcerme.
Me llena tanto con su crema que parte de ella se desliza por mi muslo.
Cuando bajo de mi altura, empiezo a estrellarme.
Empiezo a sentirme decepcionada. Triste, incluso.
Quería que me demostrara que estaba equivocada. Quería que me dejara gritar.
Gritar y gritar hasta que el mundo entero descubriera lo que somos el uno para el otro.
Y me pregunto por qué.

GoR
265
Página
Capítulo 28
Estamos en un carnaval.
Sí, un carnaval.
Por estamos me refiero a Zach y Art y yo. Las tres personas más improbables que
jamás han salido de excursión.
En realidad, no.
No los improbables. De hecho, los tres tenemos muchas cosas en común. Los tres hemos
sido abusados en nuestras vidas. Los tres no tenemos padres. Sé que los de Zach están
vivos, pero ¿son realmente buenos para algo?
Además, Zach es la persona favorita de Art en este momento.
Especialmente desde que leyó la historia de Art. Esa noche fue increíble.

GoR Zach estuvo brillante, aunque un poco vacilante. Se detuvo en unas pocas palabras,
pero nada importante. Art no pudo mantener el brillo de sus ojos y la sonrisa de sus
labios durante todo el tiempo. Tuve que excusarme para ir a llorar un poco al baño.
Estaba tan orgullosa. Tan impresionada por Zach.
Más tarde esa noche, cuando vino a mí, le mostré cuánto.
Eso se ha convertido en algo nuestro: él viniendo a mí por la noche. Pero no todas
las noches. Sólo cuando Tina está en el turno de noche y la cabaña está vacía excepto
por él y por mí.
266

Después de que le pregunté sobre su vida en Nueva York y me folló en el armario a


plena luz del día, tan cerca de donde podríamos haber sido atrapados, Zach ha sido
cuidadoso.
Página

Tan cuidadoso que él y yo somos el secreto mejor guardado de Las Pléyades.


No lo veo durante el día, excepto cuando hace ejercicio en la piscina y desayuna
en la cocina.
El tipo que pensé que me despediría cuando llegó hace poco más de un mes es el
que está cuidando mi trabajo como si fuera su maldito trabajo para protegerme de
todo.
A medida que pasan los días, me vuelvo más y más inquieta. Siento que podría
desaparecer cualquier día, en cualquier segundo. Y ni siquiera lo sabré hasta que se
haya ido como una de esas estrellas fugaces con las que tanto me gusta desear.
Tal vez Zach se sienta de la misma manera. No puedo asegurarlo.
Pero cada vez que llama a la puerta trasera de mi cabaña y veo la noche negra y
el bosque silencioso a sus espaldas, parece tan hambriento. Tan apasionado, una mezcla
de aliento agitado y forma corpulenta.
Gruñendo como un oso, cae sobre mis labios, me empuja a mi habitación y se sube a
la cama conmigo. Me desgarra la ropa sin decir nada. Sus dedos dejan marcas por
todas partes. Sus dientes dejan moretones en mis pechos, mis muslos, tan cerca de mi
coño que se siente como si realmente me está comiendo.
Yo soy igual.
Mi desesperación, mi violenta necesidad coincide con la suya. Le rompo la piel con
mis uñas. Le rasco la espalda, el trasero, los muslos.
Me toma con tal necesidad que siempre estoy desesperada por venirme, pero aún
rebelde porque creo que el orgasmo pondrá fin a esto.
GoR Y no quiero que se acabe nunca.
Quiero que me folle por siempre y para siempre.
Pero se acaba y, al final, ambos somos un desastre sudoroso y resbaladizo.
Y luego viene lo segundo. Le leo.
No es un secreto que nunca me ha gustado leer. Pero estoy empezando a darme
cuenta de que me gusta. Tal vez lo ignoré antes porque odiaba ir a la escuela. Odiaba
a los estudiantes, a los profesores y no leer era mi forma de rebelarme.
267

Pero ahora leo porque Zach me lo pide.


Creo que a él también le gustan los libros. Pero, por alguna razón, no quiere leerlos
él mismo. Y no es porque la dislexia le haga agotador leer.
Página

Es otra cosa.
Algo que lo hace retraerse cuando le hago un cumplido o le pregunto sobre ello. La
única vez que leerá es cuando Art se lo pide. E incluso entonces, puedo ver la suspicacia
en cada línea de su cuerpo.
Ahora mismo, estamos agotados. Los tres.
Como es sábado, me tomé un día libre. Tomamos el autobús para llegar aquí y
pasamos toda la tarde en el carnaval.
Solía ir a estos cuando era niña, pero hace mucho tiempo que no voy. Lo intentamos
todo. Los paseos, los juegos. El algodón de azúcar.
Pedí uno azul. Pero Zach y Art se negaron.
—Se siente como si te comieras el pelo azul —explicó Art.
—Sí, Blue —resaltó Zach.
—Es asqueroso —continuó Art.
—Totalmente asqueroso —dijo Zach.
—Lo que sea, amigos. No me importa. Me lo estoy comiendo.
Y para mostrarles, le di un gran mordisco al caramelo peludo y me quejé. Art se fue,
pero Zach me miró con un hambre que normalmente mantiene reservada para las noches.
De todos modos, el sol se está poniendo, el cielo es púrpura y creo que es hora de
salir.
Art está arrastrando sus pies y entonces Zach lo levanta y lo sienta sobre sus hombros.
Mis pasos se tambalean por un segundo al ver al niño más lindo sobre los hombros del
hombre más hermoso que he conocido.

GoR Mis dos chicos.


Nos dirigimos a la salida cuando Art ve un caimán gigante que quiere tener o se
desmayará aquí mismo. Se lo gana en un juego y Zach se acerca al mostrador.
Suspirando, empiezo a seguirlo, pero mis ojos se quedan atrapados en un puesto
diferente. La pizarra a su lado dice, Escrito en las Estrellas. Y hay un dibujo de una
montaña, un lago y una luna con estrellas centelleantes.
La tienda es azul marino con estrellas blancas por todas partes, y campanas de
viento cuelgan del techo de tela.
268

Es una adivina.
Nunca he sido una gran creyente, pero algo me hace acercarme a ella. Una señora
se sienta en el mostrador y, al verme, sonríe.
Página

Parece... normal, un poco mayor que yo.


Quiero decir, sin cadenas o cuentas o un millón de anillos para mostrar que puede
ver el futuro. Pero lleva un poncho y una banda púrpura en su pelo rojo.
—Hola —me saluda.
—Hola —le digo, sintiéndome un poco estúpida—. Yo no...
—¿No me crees?
Abrazo al osito de peluche gigante que Zach ganó para Art lanzando un anillo
alrededor de una botella.
—¿Lo crees?
Se sienta de nuevo en su silla, todavía radiante.
—Estoy aquí, ¿verdad?
—He oído que ustedes son sólo lectores de personas.
—Sí. Pero eso es lo que es el destino, ¿no?
—¿El destino es qué?
Se encoge de hombros.
—Sobre la gente. No es algo mágico. Aunque hay algo de magia. Pero, sobre todo,
se trata de nosotros, de lo que queremos.
—¿En serio?
Sonriendo, ella asiente.
—Sí. De verdad. Dicen que el destino es cruel y poco amable con ellos. Pero tal vez
GoR el destino sólo hace lo que ellos quieren que haga.
Burlándome, pongo los ojos en blanco.
—¿Estás diciendo que la gente quiere que les ocurran cosas crueles?
—No. Pero a veces las cosas crueles suceden porque te estás abriendo camino en
algo maravilloso.
Sí, eso es.
Fue un error. Soy una estúpida.
269

—Sí, no lo creo. —Estoy lista para irme, pero algo me hace decir—: Mis padres murieron
el año pasado. No sé qué puede salir de eso que sea maravilloso.
Ella asiente con la cabeza sombríamente.
Página

—La muerte es cruel. No hay dos maneras de hacerlo. Pero con la muerte, viene la
vida. Tal vez algún día encuentres la vida. En el camino, quiero decir.
La vida.
Algo amargo se levanta en mí. No estoy orgullos< de ello, pero está ahí. No puedo
ignorarlo.
La verdad es que, en los últimos días, he llegado a resentirme con mi trabajo. He
llegado a resentir mi meta que me ha apasionado tanto.
Y me asusta.
¿Qué tengo si no tengo esa meta? Eso era lo único que me mantenía en tierra, lo
único que mantenía a raya todo el dolor.
—¿La vida? ¿Qué significa eso?
Ha vuelto a sonreír.
—Significa algo que pulsa con demasiados latidos y demasiado aliento. Algo al rojo
vivo y apasionado.
Sólo hay una persona que me hace sentir así. Que siempre me ha hecho sentir así. Y,
actualmente, está tratando de ganar un caimán gigante para un niño de cinco años.
—Parece que ya lo tienes.
Me concentro en la mujer.
—Ahora acabas de ver mi cara y me lees.
Ella se encoge de hombros, poniendo sus codos en la mesa llena de bolas de cristal.
—Culpable. Pero en realidad, te vi con él.
—¿Con quién?
GoR
—Ese tipo de ahí. En la camiseta negra con ese chico en sus hombros.
Ella está apuntando hacia él en la siguiente cabina y mis ojos la siguen. La mirada
de Zach se vuelve al mismo tiempo y sus ojos están calientes. Ardientes, incluso.
Sus ojos son hipnóticos.
De alguna manera, me las arreglo para saludarlo y mirar a la mujer.
Ella está sonriendo.
270

—Te lo dije. No puedes quitarle los ojos de encima. Los vi pasando por aquí. —Luego
baja la voz y sale como imagino que debe salir cuando está leyendo las palmas de sus
clientes—. Lo amas.
Página

La predicción u observación, sea lo que sea, me golpea en el pecho. Incluso doy


medio paso atrás como si me hubieran empujado.
Tal vez por las manos invisibles del universo.
Un pensamiento tan extravagante y, sin embargo, me llena de... vida.
Demasiados latidos, demasiado aire, pasión al rojo vivo.
En cambio, sacudo la cabeza.
—No... no puedo...—Una respiración profunda—. No puedo amarlo.
—¿Por qué no?
—Porque él... —Me quito unos cuantos mechones de la frente—. Porque trabajo para
él. Para su familia.
—¿Y qué?
—Y va contra las reglas.
—Al amor no le importan las reglas.
Sacudo la cabeza.
—Sólo está de visita. Y ni siquiera sé por qué. Se irá pronto.
—Eso es desafortunado.
Suspiro con alivio. Ahora lo entiende. Ella entiende que no puedo amarlo. Qué injusto
sería.
—Pero eso no significa que no puedas amarlo.
El pánico se apodera de mí por un segundo. Eso y la ira, y le digo—: No quiere ser
amado.

GoR Es verdad, ¿no?


Odia el amor. Odia que lo mencionen. Ni siquiera sé si él puede amar.
Déjame decirte algo sobre el amor: duele.
No puedo amarlo. No se me permite.
—Bueno, eso no depende de él, ¿verdad?
—¿Perdón?
La chica tiene una mirada tierna en su cara.
271

—Es dueño de tu corazón. Incluso podría tenerlo en la palma de su mano. Podría


cerrar esa palma y aplastarla un día. Pero lo que no puede hacer es forzarlo a que no
lata por él. Él no tiene ese poder. Y tú tampoco, tal vez. Un corazón puede ser un
Página

verdadero dolor en el trasero. Nunca se sabe dónde están sus lealtades. Los corazones
tienen sus propios reyes y reinas. Lo siento. Así que, si tu corazón lo ama, bueno entonces,
lo ama. No puedes hacer nada al respecto. Definitivamente no puede hacer nada al
respecto. Ustedes van a tener que tragarse todo.
Emito una risa rota. Lo amo.
Amo a Zach.
De eso se trata, ¿no?
Toda esta frustración e inquietud.
El hecho de que somos un secreto. El hecho de que me dejará atrás para
reincorporarse a su nueva vida y no puedo ir con él porque tengo un objetivo diferente.
Una meta que me está empezando a molestar más que nada en este mundo.
—Soportarlo —Miro al cielo púrpura—. No le va a gustar.
—Gran problema. Además, tampoco puede quitarte los ojos de encima. Así que no sé.
Creo que te sorprenderá gratamente.
Quiero aferrarme a esa esperanza.
Sí, quiero.
Pero conozco la realidad.
Amo al tipo que odia el amor. Nada podría ser más trágico.
—Uh, vale. Bueno, me voy, pero gracias por hablar conmigo.
—De nada.
—Oh, ¿y cuánto fue?

GoR Ella agita su mano.


—No es necesario. No leí tu futuro. Sólo observé un poco. No hay cargo por eso.
Me río.
—Está bien. Gracias. Soy Cleo, por cierto.
Me ofrece su mano.
—Soy Dove.
La estrecho.
272

—¿Quieres decir, como el ave 12 ?


—Sí, exactamente como el ave.
Página

Cuando me doy la vuelta, recuerdo lo que Zach me dijo sobre las Pléyades.
Cómo Zeus convirtió a esas siete hermanas en palomas y se fueron volando para
escapar de Orión. Y cómo Orión nunca perdió la esperanza y todavía las persigue.

12 Hace referencia a que Dove significa Paloma


Qué loca coincidencia que una chica llamada Dove me haya hecho darme cuenta
de que amo a un tipo que piensa que la historia de las Pléyades es el cuento de amor
más patético que ha escuchado.
*****
No puedo dormir.
Estoy demasiado excitada. Necesito a Zach.
Después del carnaval, volvimos en el autobús y nos separamos justo fuera de las
puertas. No dije una palabra y Zach siguió dándome miradas. No sabía qué decirle. No
sabía cómo actuar con él. Así que lo dejé pasar.
Tina quiso interrogarme sobre mi día cuando volví, pero le dije que me dolía la
cabeza y me encerré en la habitación. Nada nuevo. Le he estado mintiendo mucho,
manteniendo mi relación con Zach en secreto.
Desde entonces, he estado llorando. He estado empapando mi almohada y usándola
para sofocar mis sollozos.
A medianoche, me pongo mi ropa de modo sigiloso y me pongo mis botas.
Levanto la capucha para cubrir mis rizos azules y salgo por la noche.
Es peligroso, lo sé.
Pero la cosa es que no me importa. No me importa nada en este momento excepto ir
GoR con Zach y pedirle que haga desaparecer este dolor.
No puedo estar enamorada de un tipo que puede desaparecer en cualquier
momento. No puedo amarlo cuando odia tanto el amor.
Es demasiado insoportable. Demasiado injusto.
Estoy casi a mitad de camino de la casa principal, pasando por la piscina, cuando
escucho un chapoteo. Un chapoteo continuo.
Veo a Zach bajo la luz del poste. Está dando grandes y largos golpes con sus
brazos.
273

Cambiando de dirección, me acerco. No estoy intentando estar tranquila o


acercarme sigilosamente a él, pero aún no se ha dado cuenta. O si lo ha hecho, no ha
Página

dado ninguna indicación. Sigue nadando, dando vueltas alrededor de la piscina como
si tratara de escapar de algo en el agua.
Sigo mirándolo, observando su cuerpo brillante y apretado, su cabeza oscura que
marca sus brazadas.
Lo amo.
Te amo.
Mientras estoy aquí y lo veo nadar como si tuviera aletas en vez de piernas, no tengo
dudas de que lo he amado desde el primer momento en que lo vi.
Vi a un chico, mirando por la ventana de la sala de detención, observando la fuente
de agua. Lo vi con la camisa desabrochada, el pelo desordenado, la corbata suelta y
volteado sobre sus hombros.
Y pensé: él.
Pensé que podríamos ser amigos.
Pero cuando me enteré de que era un imbécil odioso y malvado, me sentí herida.
Me dolió que el tipo que había elegido para mí fuera un imbécil. Que no sería amable
conmigo. Me hirió al rechazarme y yo le devolví el daño y seguimos adelante.
Hasta ahora.
Tal vez el odio es sólo amor envuelto en un alambre de púas. O al menos, el mío lo
fue.
Te amo, Zach.
Abruptamente, se detiene en medio de la piscina de espaldas a mí como si me
escuchara.

GoR —¿Vas a mirarme toda la noche? —pregunta, pasando los dedos por su húmedo y
resbaladizo pelo.
Con el corazón palpitante y sangrante, me acerco al borde.
—No estás durmiendo.
Zach se da la vuelta para mirarme. El agua está corriendo por sus pestañas, limpia
los rasgos duros de la cara y le pasa una mano por encima.
—Tú tampoco.
274

Se ve tenso, agitado, el agua lamiendo sus pectorales definidos. Probablemente como


yo, pero no sé la razón. No está enamorado, ¿verdad?
—Entonces, ¿qué te dijo ella? —pregunta.
Página

—¿Quién?
—La adivina.
Oh.
Me relamo los labios.
—Ella me dijo que todo pasa por una razón. Y que algo me va a pasar a mí.
Zach frunce el ceño y se acerca más.
—¿Algo como qué?
La piscina se ilumina con luces submarinas, haciendo que parezca un azul calmante.
Un azul tentador. Un azul en el que me gustaría sumergirme algún día. Esta noche, tal
vez.
Doy unos pasos atrás y Zach sigue todos mis movimientos. Me quito la capucha y la
abrocho.
—Algo como la vida.
—¿Qué?
—Algo con demasiados latidos y demasiado aire. Algo al rojo vivo y apasionado.
Me quito la capucha y me quito las botas de los pies.
Parece que quiere decir algo, pero lo corto.
—¿Zach?
—Sí.
—Estoy asustada.

GoR Su ceño fruncido se hace aún más grande.


—¿De qué?
De ti.
Agarro el dobladillo de mi camiseta y lo saco de mi cuerpo, dejándome en un
sujetador azul marino.
—Del agua.
—¿Por qué?
275

Porque tú me haces sangrar el corazón.


Mis manos van a los botones de mis pantalones cortos.
Página

—Porque no sé nadar. Nunca aprendí. Mi papá trató de enseñarme cuando era niña,
pero me asusté mucho. Pensé que me ahogaría. No podía dejar de llorar, así que me
trajo de vuelta a casa.
Zach está alerta ahora. Parece que va a salir de la piscina.
—Blue. Deja de hacer lo que sea que estés pensando.
Doblándome, me bajo los pantalones y salgo de ellos. Sus ojos recorren mi cuerpo
desnudo y digo—: Mi padre está muerto, Zach. Mi madre también —En esto, hace una
pausa, observándome cuidadosamente—. Ya no están aquí. No tengo a nadie en mi vida
a quien pueda acudir.
—Blue-
—Si salto al agua, no vendrán a salvarme. No pueden. Porque estoy sola.
Probablemente le parezca que estoy loca. Suicida.
No lo soy.
Sólo estoy enamorada de él. Y sé que, si se lo digo, romperá conmigo. Probablemente
me llamará patética o algo así y esta aventura secreta se acabará.
Lo sé en mi estúpido y maldito corazón.
—No vas a saltar al agua. Lo juro por el maldito Dios, Blue-
Lo corto otra vez.
—¿Me salvarás?
—No...
—Dime. Si salto al agua, ¿me salvarás?
Si me enamoro de ti, ¿me encontrarás?
GoR
De nuevo, un poco tarde para hacer preguntas, ¿no?
Ya he caído.
Sus hombros se mueven hacia arriba y hacia abajo en respiraciones espasmódicas.
Sus ojos están ardiendo, quemando mi cuerpo con su intensidad, su atención. Se siente
como si supiera lo que estoy preguntando. La verdadera pregunta. No la de mierda que
acabo de inventar.
Se siente como si fuera a decir que no.
276

—Sí.
El alivio se extiende a través de mis miembros. Alivio de que puedo hacer esto. Puedo
saltar y él no dejará que me pase nada.
Página

Tal vez esta es mi manera de enamorarme. Literalmente. Tal vez esta es mi manera de
decírselo. Y al pedirle que me salve, estoy fingiendo que él también diría te amo.
Me llama otra vez por mi nombre, pero no le hago caso.
Sólo corro y salto.
La salpicadura que hace eco suena como si viniera del interior de un túnel. El agua
me golpea justo en el pecho y siento un segundo de pánico antes de que sus fuertes
brazos me envuelvan. Su gran y fuerte cuerpo de salvavidas choca con el mío y me
agarro a él, jadeando para respirar.
No creo que haya estado sumergida por más de dos segundos. Aun así, siento como
si mis pulmones estuvieran llenos de agua y hambrientos.
Zach me abraza a él, me golpea, sus brazos me envuelven como bandas de acero
apretadas. En realidad, su abrazo hace que me sea más difícil respirar que lo que sentí
cuando salté a la piscina.
—No puedo... respirar —jadeo, agarrándome a él como un mono araña.
A mi pedido perturbado, él afloja su agarre, pero luego su mano se libera para
enredarse en mi pelo mojado y me echa la cabeza hacia atrás.
Me quemo con su furia mientras me mira.
—¿Estás jodidamente loca? ¿Qué carajo estás haciendo?
Sus palabras gruñidas se instalan en la proximidad de mi corazón y se enroscan como
dedos alrededor de mi órgano enfermo de amor.
—Quería averiguarlo.
Casi me sacude la cabeza por el pelo.
GoR —¿Averiguar qué?
—Lo que se siente. Caer, quiero decir.
Mi respuesta no le gusta. En absoluto. Me aprieta la cintura con brusquedad.
—Nunca, no, jamás, volverás a hacer esto. ¿Entiendes?
Quiero preguntarle cómo sabrá si doy otro paso. Se irá pronto.
Pero no soy tan cruel.
Me lamo los labios, me balanceo en el agua a pesar de que estoy pegada a él.
277

—Lo prometo —Entonces, una lágrima se escapa y susurro—. Es que extraño mucho a
mi mamá y a mi papá.
Página

La agonía se apodera de sus rasgos y me abraza de nuevo. Meto mi cara en su


salado y dulce cuello y lloro.
Eso es todo lo que necesito.
Un hombro sobre el que llorar. No necesito ningún otro lugar ni ningún falso consuelo.
Sólo él y su fuerte pecho.
Olfateando, volteo mi cara y hablo con la vena de su cuello.
—¿Conoces mi casa? ¿La que estoy tratando de recuperar?
Asiente, diciéndome que está escuchando.
—No creo que la quiera de vuelta por las razones correctas —Señalo con el dedo las
gotas en su clavícula mientras continúo—. Creo que tengo miedo de que, si no la tengo,
todos los rastros de mis padres desaparecerán.
Zach me aprieta hacia él otra vez y me besa la frente.
—Y hay otra cosa, creo —continúo.
—¿Qué?
—Creo que, si no la quiero de vuelta, entonces no tengo razón para quedarme aquí
—confieso—. Antes de que mis padres murieran, quería dejar la ciudad e ir a un viaje a
través del país en mi coche azul. Pero cuando se acercó el momento, empecé a sentir
pánico. Sentí que, si dejaba este lugar, nadie en el mundo entero sabría quién era.
¿Entiendes lo que quiero decir? Nadie en este mundo sabría cuál era mi nombre. Estaría
tan, tan sola. Y entonces, ellos murieron y yo estaba como, no puedo irme ahora. Si algo
me pasara, no sabrían a quién llamar.
Asiento como si confirmara mis propias palabras.
—Sí, así que esto es todo. Maggie me dijo que dejara mi trabajo y me fuera. Incluso
GoR Tina. Pero lo he estado usando como excusa para esconderme aquí porque nadie en el
mundo sabría mi nombre fuera de esta ciudad si me fuera.
Su manzana de Adán se balancea con su golondrina. Lo veo suceder y, por alguna
razón, es tan fascinante para mí. Es tan fascinante que el agua está fresca pero el calor
de su cuerpo es tan espeso que estoy sudando con ella.
—Yo lo sabría —dice roncamente.
—¿Qué?
—Sabría tu nombre. Estaría ahí fuera y sabría quién eres.
278

Yo sonrío, aunque se derrama otra lágrima. Y algo me pasa por la cabeza.


Un pensamiento.
Página

Un pensamiento tan extravagante: ¿y si estamos juntos? ¿Él y yo?


¿Y si cuando se vaya, me voy con él?
¿Y si me pone en la parte trasera de su motocicleta y salimos hacia el atardecer?
Me alejo de su pecho y lo miro. Sus ojos son intensos y tristes y me doy cuenta de que
es para mí. Está triste por mí.
Sus labios se separan mientras nos miramos bajo el cielo nocturno, adornado con un
millón de estrellas.
—Alguien podría verte conmigo —murmura.
—No me importa.
—Debes tener más cuidado —insiste.
—No me importa. No cuando te tengo a ti. Me protegerías —respondo con confianza—
. Me has estado protegiendo todo este tiempo, ¿verdad? Manteniéndonos en secreto.
No quieres que la gente hable de mí. No quieres que me pinten como una puta, ¿verdad?
Está callado pero su mandíbula se flexiona.
—Esta es otra de tus formas de compensar lo que hiciste. En St. Patrick. Nunca viniste
a rescatarme entonces, así que ahora lo estás compensando.
—Hablas demasiado —dice con brusquedad.
¿Cómo puedo no amarlo? Este tipo que se arrepiente de la manera más dulce y
cuidadosa.
Me pregunto si puedo pedirle que me lleve.
—Te extrañaré cuando te vayas —susurro en su lugar.
Se pone rígido contra mí.
GoR —No quiero que lo hagas.
—No depende de ti.
Su respuesta es un fuerte apretón de mandíbula.
—¿Me echarás de menos?
Zach nunca me ha dado ninguna indicación de que quiera más de lo que tenemos
ahora. Siempre hemos tenido una fecha de caducidad.
Pero más que eso, me pregunto si querría llevarse algo de su antigua vida cuando
279

se vaya para reunirse con la nueva.


No importa lo que sea esa cosa. No importa si esa cosa soy yo.
Página

—No quiero.
Pensé en su negación y sabía que sería una negación, mucho antes de que
pronunciara esas palabras, que se sentiría como una explosión.
Pero tal vez algunas almas se rompen en silencio. No hacen un ruido o incluso un
traqueteo. Mueren en silencio. En silencio.
—Quiero que hagas algo por mí —repito esas palabras.
Las que me dijo la noche en que me pidió que corriera y las usé un día después
porque quería que revelara nuestro secreto.
—¿Qué?
Me agarro a su cuerpo. Es raro estar en el agua. Me siento sin ataduras. Más ligera
y pesada al mismo tiempo. En mi agarre, él se aprieta también.
—Quiero que me beses —Sonrío ligeramente—. Aquí mismo en el agua. Bajo todas las
estrellas del cielo.
Su pulgar acaricia mi mejilla antes de inclinarse y besarme.
Es duro al principio. Una fuerte presión de su boca sobre la mía y luego comienza a
mover sus labios. Y el beso cobra vida.
Húmedo, caliente y ardiente.
En el fondo, siento a Zach moverse. Me aferro a su cuerpo mientras me ahogo en su
beso. Vamos a la deriva por el agua y luego siento algo en mi trasero. Un escalón de
cemento.
Zach nos ha hecho flotar hasta el final de la piscina y me ha sentado a salvo en uno
de los escalones, flanqueado por una barandilla plateada que conduce al agua.
Ahora que estoy en tierra firme, Zach rompe el beso para mirarme. Bloquea toda la
GoR luz, proyectando una sombra sobre mí en la forma de su gran cuerpo.
—Nunca volverás a hacer algo así, ¿sí?
—Lo prometo.
Le doy la respuesta que quiere, pero, aun así, la angustia de su cara no desaparece.
Se filtra cuando se inclina para besarme de nuevo.
No es tan cuidadoso o lento como lo era antes. Cierra su boca sobre la mía y yo la
abro debajo de él. Mis labios y mis piernas para permitirle entrar.
280

Sobre el agua, puedo sentir mi desnudez. También puedo sentir su desnudez.


Lleva un bañador negro y yo sólo llevo el sujetador y las bragas.
Página

Sus duros músculos húmedos se sienten como una combinación perfecta. Se mueven y
se amontonan bajo mis manos errantes, alimentando mi necesidad de él.
Nos besamos y nos besamos hasta que ya no podemos besarnos más.
Hasta que necesitamos algo más.
Zach hace un trabajo rápido con nuestra ropa, bajando mi sostén para llegar a mis
pechos y empujando mis bragas a un lado para exponer mi agujero. Le ayudo con sus
baúles y en un instante, está dentro de mí. Se zambulle dentro y fuera mientras me chupa
los pezones y me da besos ruidosos por todo el pecho.
Le rasco los hombros, la espalda, los bíceps, lo que sea que pueda hacer mientras
me balanceo contra él, follándolo con todas estas emociones en mi corazón.
Me doy cuenta de que lo que siento por él es demasiado intenso, demasiado
apasionado, demasiado desgarrador y triste como para llamarlo amor.
Tal vez sea una tragedia.
O tal vez es un blues13.
Tengo el blues y por eso no puedo dejar de llorar.
Zach levanta la cabeza para ver que mis lágrimas recorren mis mejillas y le duelen los
rasgos. Lloro más fuerte cuando las lame con su lengua.
No dejo de llorar ni siquiera cuando escucho el agua salpicando a nuestro alrededor
y nuestros cuerpos se sienten flotantes. Están saltando y rebotando más de lo normal,
haciendo todo doblemente erótico.
Y cuando me vengo, también lloro, derramando mi tristeza en la lengua de Zach y mi
clímax en su polla.

GoR Sí, es el blues.


Porque amo a un tipo como él.
281
Página

13 Melancolía y tristeza
Capitulo 29
Está subiendo a la torre uno.
Esto nunca sucede. Nunca.
Durante el último mes, siempre he visto a Zach bajando las escaleras, pero nunca
subiendo.
Oh, Dios mío, esta es mi oportunidad. Una oportunidad de averiguar lo que está
pasando.
Pensándolo bien, no es asunto mío. Nunca me ha revelado nada. Quiero decir, si
quisiera que lo supiera me lo habría dicho.
Pero entonces, pensándolo bien, tal vez sea una señal.
Tal vez lo que le está pasando allí es tan horrible que no puede hablar de ello y esta
es mi oportunidad para averiguarlo. Apuesto a que sea lo que sea, su padre está
definitivamente involucrado.
GoR
Y si tengo razón, entonces lo voy a joder y ni siquiera estoy bromeando.
Él es la razón por la que Zach se ha sentido tan rechazado todos estos años. Es la
razón por la que Zach está lleno de tanto resentimiento y rabia.
El Señor Prince es un abusador y ¿no es mi deber defender a Zach en su contra?
¿Defender lo que es correcto?
Mis piernas empiezan a moverse antes de que termine de pensar.
Se supone que debo llegar a la torre tres y atender a los huéspedes, pero Tina está
282

ahí arriba y puede mantener el fuerte un poco más de tiempo sin mí.
Subo rápidamente los escalones para que nadie pase y arruine mi plan.
Página

El pasillo con sus habitaciones cerradas se ve muy parecido a cualquier otra torre.
Aunque diré que es terriblemente blanca. ¿Y las luces de arriba? Son brillantes.
Es un pasillo muy duro. Me disgusta al instante.
De todas las habitaciones, hay una segunda a la derecha con la puerta entreabierta,
y me acerco a ella.
A través de una abertura, veo a alguien. Una mujer.
Es pequeña. Delgada como un riel y débil. Lleva un bata color melocotón y la cabeza
envuelta en un pañuelo beige. Está apoyada en la cama, con mantas que cubren la
parte inferior de su cuerpo.
Algo en ella es tan familiar y no me doy cuenta de lo que es hasta que toma un
respiro, sonríe ligeramente y luego comienza a toser.
Es la Señora. Prince, la madre de Zach.
Comienza con una tos suave que se vuelve más dura y violenta hasta que tiene que
quitarse las almohadas y toser en una servilleta.
Una servilleta que le dio Zach.
Casi me caigo en la puerta con shock, pero por suerte me atrapo. Aunque la empujo
suavemente para ampliar la brecha y poder ver claramente.
Zach se inclina sobre ella, su mano sobre su espalda, frotando en círculos,
tranquilizándola y los dedos de su madre están clavados sobre su otra muñeca como
apoyo. Unos segundos más tarde, su ataque de tos desaparece y ella se acuesta de
nuevo.
Puedo oír su respiración raída y ruidosa mientras intenta relajarse.
Zach tira la servilleta en un cubo de basura invisible, creo, antes de volver a la cama
GoR con un vaso de agua. Su madre la coge obedientemente, pero, aun así, él sigue
sosteniéndola. Tal vez porque piensa que ella no puede manejarlo. Y, por lo que parece,
no puede.
Todavía no puedo creer lo que estoy viendo.
¿No la vi bien arreglada y saludable en esa cena con los Howard hace unas
semanas?
En este momento, se ve desgastada. Sigue siendo hermosa, pero sus mejillas están
hundidas. Hay manchas oscuras en su piel. Sus labios están agrietados y hay una
cualidad huesuda y enferma en su comportamiento.
283

—¿Estás bien?
Ese es Zach.
Página

Me hace la misma pregunta en su misma voz baja. Es una preocupación.


—Sí.
Guarda el vaso y arrastra una silla a la cama, tomando asiento.
—¿Dónde está papá?
Y así como así, su preocupación desaparece y es reemplazada por la dureza.
—En una reunión —responde su madre.
—Por supuesto —Coge el mando a distancia del televisor de la mesa de noche y
empieza a jugar con él—. Una película, ¿de acuerdo?
Su madre asiente con la cabeza.
—¿Estaba aquí cuando el doctor vino? —continúa, pero sus ojos están en la TV. La
mira fijamente, pero tengo la sensación de que no sabe nada de lo que pasa en la
pantalla.
—No empieces, Zach.
—No estaba aquí, ¿verdad? —Pasando los dientes por su labio inferior, sacude la
cabeza—. Típico de la mierda.
—Zach.
De alguna manera, su voz se hace más fuerte y ella también se ve más fuerte. Como
un truco de la luz. Pero tal vez así es como ella engaña a todos. Es el tipo de mujer que
puede poner una cara cuando la ocasión lo requiere.
—¿Qué?
—Déjalo ir ya. Tu padre tiene otros deberes. Tiene una compañía que dirigir.

GoR —Sí, su maldita compañía. Todo se desmoronará sin él, ¿no? Ni siquiera puede
quedarse en casa para saber cuánto tiempo le queda de vida a su esposa.
Su madre lo mira fijamente.
—Deja de ser tan desagradecido. Y deja de usar malas palabras delante de mí.
¿Dónde están tus modales?
Se burla.
—Tu padre lo ha hecho todo por esta familia. Lo hizo todo por ti. Siempre ha querido
lo mejor para ti.
284

—Sólo que yo lo he tirado.


Un asentimiento cortante.
Página

—Exactamente. ¿Sabes cuánto le duele? La clase de hijo que eres. Desagradecido y


alborotador. Pero no nos detengamos en esas cosas —Ella levanta la barbilla y le da
palmaditas en el brazo—. Me gusta esta película. Me recuerda a cómo era tu padre
cuando me casé con él.
Hay una ligera sonrisa en su cara mientras ve la película que se está proyectando.
Sin embargo, la mandíbula de Zach hace tictac.
—Tu padre era un hombre muy guapo en aquellos tiempos. Te pareces a él, sabes —
le dice a Zach con cariño—. Cuando naciste, tu padre era tan feliz. Tan feliz. Me miró
como si fuera su reina. Nunca podré olvidar esa mirada.
Unos segundos de silencio.
—Y tampoco puedo olvidar la mirada en sus ojos el día que descubrió que estabas
defectuoso. Pensé que me odiaba. Tú provocaste que se pusiera tan mal recuerdos para
él, ya sabes. De su propia infancia.
El agarre en el control remoto de Zach es tan fuerte que puedo ver sus nudillos
blancos desde aquí. Me temo que se le van a salir de la piel.
Pasan unos momentos y sufre otro ataque de tos que Zach le ayuda a superar. Le
da el agua de nuevo. Y otra vez, se la retiene.
Cuando termina, le pregunta—: ¿Cómo está la muñeca?
—Está bien. Sólo es un rasguño.
—¿Qué le dijiste al doctor?
Ella se pone terca otra vez.
—No había nada que decir.
—¿Te golpeaste con el pomo de la puerta otra vez?

GoR Su madre suspira.


—En serio, Zach. ¿Qué te preocupa esta mañana? ¿Por qué no puedes dejarlo pasar?
Fue simplemente un duro agarre. A veces pierde el control. Está estresado. Tiene una...
—Una compañía que dirigir, lo sé.
Ella resopla.
—Sí y una esposa enferma. Y un hijo al que no le importa —Ella lo mira de arriba a
abajo—. ¿Por qué no te pones ropa bonita? Al menos llévala para las fiestas. Tu padre
odia que corras por ahí con esa ropa andrajosa. Pareces uno de los empleados.
285

—No me importa lo que quiera papá, Mamá —responde cáusticamente.


Su madre lo mira con indignación.
Página

—Por el amor de Dios, Zachariah deja de ser tan mocoso. No puedo creer que le haya
hecho el caso a tu padre para que te quedes. Especialmente después de lo que le
hiciste. Especialmente después de todas las veces que me has decepcionado a través
de los años. No me hagas arrepentirme de dejar que te quedes.
Zach se ríe con dureza.
—Tú me pediste que me quedara, Mamá, porque sabías que tu marido no se quedaría
a tu lado ahora que ya no eres bonita y brillante. Ahora que estás enferma y se necesita
un ejército para hacerte perfecta para sus pequeñas fiestas, papá ya no te quiere. Ni
siquiera vendrá a casa porque no quiere ver en qué te has convertido. El hombre que
amas no te quiere, ¿entiendes? ¿No es por eso por lo que lo mantenemos todo oculto?
Como si el cáncer fuera una especie de crimen. Así que me defendiste para que me
quedara incluso después de todo porque no quieres morir sola.
Su madre lo mira con una barbilla temblorosa y tanto odio y angustia que mis ojos se
llenan de agua.
—Pero no nos detengamos en esas cosas —repite Zach, con sarcasmo. —Creo que a
mí también me gusta esta película.
Y así como así, toda la conversación desaparece.
Incluso si me quedo aquí durante años, sé que no hablarán más. Todas las cosas que
podrían haberse dicho el uno al otro, ya lo han hecho.
Esto es todo.
Esta es la razón por la que Zach odia el amor, ¿no? Esta es la razón por la que
nunca amará a nadie.
Una madre ensimismada que probablemente no le importaba cuando su hijo era
abusado. Un padre odioso que debería haberlo apoyado pero que eligió golpearlo.
GoR ¿Cómo puede Zach querer amor, de cualquier tipo, ya sea familiar o romántico,
cuando ha visto cosas así?
Me pregunto cuántas veces sus padres lo rechazaron antes de que se diera cuenta
de que el amor duele. Antes de que dejara de intentarlo y se convirtiera en un cínico.
Dicen que el amor es la cosa más poderosa del mundo.
Pero incluso el amor muere cuando lo pisoteas lo suficiente. No creo que sea capaz
de vivir algo tan tóxico y disfuncional.
Algo tan violento.
286

Mis ojos se dirigen a la muñeca de la Señora Prince otra vez, por la que Zach
preguntó.
Página

Es el mismo que el Señor Prince tenía la noche de la cena con los Howard.
La noche que descubrí lo jodidos que están los padres de Zach.
Capitulo 30
Lo estoy esperando en su habitación.
Le pedí a la Señora S que me pusiera en el turno de noche esta noche y lo hizo
porque una de las otras chicas no pudo hacerlo. Así que no es realmente allanamiento
de morada. Aunque usé una horquilla para abrir su habitación.
Estoy acostada en su cama y mirando las estrellas, todavía buscando a Orión,
cuando la puerta se abre.
Zach entra y yo me siento, con el camisón de mi madre. El que le gusta con un bonito
encaje alrededor del cuello.
A pesar de su dureza, le gustan las cosas femeninas. Mi pelo rizado, mi dulce olor, mi
suave estómago y mis pesados pechos. El encaje alrededor del cuello de mi camisón.
Sus ojos encuentran los míos cuando cierra la puerta.
GoR
—Hola —susurro.
Se quita los auriculares blancos lentamente mientras se acerca. Lleva una camiseta
sudorosa como una prenda de vestir pegada a su cuerpo, aferrándose a las curvas de
sus músculos.
—¿Has estado corriendo? —Pregunto.
Asiente con la cabeza, dejando caer su teléfono móvil en el vestidor.
—¿Has estado esperando mucho tiempo?
287

Me pongo de pie y asiento.


—Sí.
Página

He estado esperándolo durante años. Pero eso no es nada comparado con todos
los años que lo esperaré, incluso cuando sé que nunca vendrá a mí.
—¿Alguien...?
—Nadie me vio —digo, cortándole el paso.
Nos encontramos en el medio de su habitación. Él mira hacia abajo y yo miro hacia
arriba y hay una prisa dentro de mí.
Un escalofrío. Un temblor. Un deslizamiento de tierra.
Tomo su mano y la pongo en mis costillas.
—¿Sientes eso?
Zach me mira fijamente a los ojos antes de mirar hacia abajo donde nuestras manos
se unen en mi estómago. Presiona su palma en mi suavidad, agarrándola como si no
pudiera evitarlo. Como una planta hambrienta y moribunda se agarra a la brizna de luz
solar.
—Estás temblando —dice.
—Sí. Son las mariposas.
Sus cejas se arrugan.
—¿Mariposas?
—Uh-huh. Tú me las das. Siempre lo has hecho —Trago, se me pone la piel de gallina
al despertarme por todas partes—. Desde el primer día.
Zach mueve sus dedos ligeramente. Yendo de un lado a otro de mi estómago como
si tratara de calmar las mariposas salvajes en el interior. Puedo oír el crujido de su áspera
palma sobre mi camisón en la tranquilidad de su habitación.
GoR
—No lo sabía —susurra, el sudor goteando en sus cejas.
Uso mi pulgar para limpiarlo.
—Solía odiarlas, pero ya no —Su mandíbula se flexiona y sus ojos se oscurecen. Más
intensos.
Ojalá pudiera decir que las amo, las mariposas, quiero decir. Pero tengo miedo.
Pero no puedo tenerlo. No esta noche. Necesito ser valiente.
Necesito confesarme.
288

No sobre el amor que le tengo, sino sobre lo que hice esta mañana. Cómo violé su
privacidad y lo observé con su madre.
Página

Ampliando mi sonrisa, agarro su camiseta y le doy un tirón.


—Venga, vamos.
—¿Ir a dónde?
—Al baño.
—¿Por qué?
—Para que pueda asesinarte y tirar tu cuerpo. Será más fácil limpiar la sangre —le
repito sus propias palabras, tirando de su camisa otra vez.
Se la quita, dejándola caer al suelo.
—Sí, no creo que me asesinarás. Necesitas demasiado mi polla.
Y tu corazón.
—Me llevas ahí —Lo arrastro hacia el baño—. Así que en realidad sólo vamos a tomar
una ducha. Porque apestas.
Escucho su risa detrás de mí.
—¿Vamos a tomar una ducha porque apesto?
Me paro en medio del baño y lo enfrento.
—Sí. Ese es el plan. Voy a limpiarte. Te voy a enjabonar muy bien.
—¿Sí?
Su voz es oscura y sensual, como el resto de él. Su cuerpo brilla bajo las luces de
arriba y puedo ver cada cresta y línea de sus músculos.
—Sí.

GoR Mete un dedo en el cuello de mi camisón, primero frotándolo sobre mi piel y luego
tirando de la tela y usándola para acercarme.
Descanso mi pecho sobre el suyo, ambos respiramos juntos e inclino mi cuello hacia
arriba.
—¿No deberías estar desnuda para eso? —él raspa, jugando con mi encaje ahora.
Asiento, me muerdo el labio.
Zach me da un apretón en el pecho y lo endurece antes de que yo pueda incluso
sacar mi próximo aliento y empujar mis bragas hacia abajo.
289

Como siempre, parece hipnotizado por mi cuerpo. Mis clavículas, mis pezones, mi
ombligo. El saliente de mis caderas. Esa abertura entre mis piernas. Mis dedos de los pies.
Página

Todo lo pequeño, curvado y suave de mi cuerpo es lo que más le gusta ver.


Y yo le muestro.
De hecho, me acerco más a él, a su cuerpo despierto y con fuerza. Masajeo sus
hombros y le froto el pecho.
—Trabajas muy duro para este cuerpo, ¿no? Todas las mañanas. —susurro, rodeando
su clavícula, frotando sus pezones—. Lagartijas, lagartijas. Sentadillas. Tablas. Ni siquiera
sé qué más.
Ahora estoy en sus costillas bronceadas y fuertes. Empujo mis pulgares hacia adentro,
giro mis nudillos sobre los músculos de la cuerda. Siento sus caderas empujar. Suavemente,
ligeramente, sólo un susurro de movimiento, rozando mi vientre desnudo.
—Sudas, respiras y jadeas. Cada músculo de tu cuerpo vibra. Tus venas se levantan.
Lo noto todo. De hecho, para cuando terminas, estoy jadeando. Me hace perder el
aliento por lo que has hecho pasar a este cuerpo.
Me agarro a sus costados antes de bajar a su apretado estómago con todos los
surcos.
—Cuando gruñes, lo siento entre mis piernas, lo juro. Me pongo toda hinchada y
caliente sólo con mirarte. Viendo lo duro que trabajas.
Paso los dedos por el mechón de su pelo rizado oscuro que baja hasta su polla. Que
ahora mismo se está tensando contra su sudor.
Mirando sus ojos encapuchados y ligeramente salvajes, le susurro, rozando mis
pezones necesitados sobre sus abdominales—: ¿Puedo hacerte sentir bien? Por favor...
Quiero hacerte sentir bien, Zach. Tratarte como a un príncipe por ser tan trabajador.
Déjame mostrarte cuánto amo tu cuerpo.
Déjame mostrar cuánto te amo.
GoR
Al oír mis palabras, mete la mano en mi pelo, tirando de mi cabeza hacia atrás. Sus
mejillas sobresalen, su mandíbula rígida y cuadrada. Su cuello está sonrojado por la
lujuria.
Es un chico al final de su paciencia, al final de su cuerda.
—¿Quién eres? —gruñe.
Una chica que te ama.
—Tu premio.
290

Su otra mano se levanta y se envuelve alrededor de mi cuello, sintiendo mi pulso


acelerado. Está más duro que nunca, más caliente, oscuro y completamente salvaje.
Página

—Quítame los pantalones.


Mis manos caen en su sudorosa cintura y, tragando, lo hago. Probablemente lo siente
bajo su palma, el tirón de mi garganta.
Me las arreglo para bajarlos hasta la parte superior de sus muslos, exponiendo su
dura polla que sale como un arma y golpea contra su abdomen. Zach hace el resto del
trabajo, empujándolos hacia abajo y fuera de sus piernas.
Luego me lleva hacia atrás, con su polla rozando la parte superior de mi estómago.
Siento su humedad frotándose sobre mi piel.
Soltando mi cuello y mi pelo, me agarra de la cintura, me levanta y me mete en su
bañera de cerámica antes de meterse dentro y cerrar la cortina de la ducha de una
sola vez.
Ahora estamos encerrados, acorralados y escondidos dentro de este espacio de
azulejos, él y yo. Él proyecta una sombra en la pared, cubriéndome completamente y sin
dejar espacio para mí en ningún lugar excepto dentro de los contornos de su gran
cuerpo.
Zach simplemente se queda ahí, mirándome con ojos intensos y, en este momento,
estoy llena con un propósito.
Quiere que sirva y lo haré.
Apretándome los muslos, busco a tientas en la pared detrás de mí la perilla de la
ducha. Cuando la encuentro, la enciendo y el agua nos cae encima.
Me acerco a él y le echo hacia atrás el pelo que está resbaladizo en su frente.
Tomando su mano, cambio de lugar, poniéndolo bajo el chorro de agua. Es difícil apartar
la vista de él, del agua que le hace ver tan magnífico, pero lo hago.
GoR
Encuentro la botella de jabón, lo rocío en la palma de mi mano antes de enjabonarlo.
Empiezo por su cuello, subiendo y bajando por su columna, antes de bajar a sus hombros
y pecho. Hago que su piel esté resbaladiza y jabonosa y le rasco los pezones, haciendo
que se ponga las manos a los costados.
Inclinándome, le enjabono el torso. Increíblemente duro, apretado y definido.
Luego me pongo de rodillas y le enjabono la polla. Es la cosa más delicada, íntima
y poderosa de su cuerpo. Larga, gruesa y orgullosa, se mantiene en pie mientras la
acaricio. Mis dedos se deslizan en el jabón y rozo mi pulgar en la raja.
291

Escucho su gemido y miro hacia arriba para verle tirar la cabeza al agua mientras
trabajo.
Página

Todo mi cuerpo se siente hinchado por mi lujuria y mi amor por él. Este altísimo príncipe
oscuro.
Me dijo una vez que, si quería, me haría su esclava y me tiraría al suelo tan rápido
que me sangrarían las rodillas.
Creo que eso es todo.
Ahora soy su esclava, arrodillada en la bañera de cerámica, sirviéndole. Aunque no
hay sangre por fuera, por dentro estoy sangrando con su amor.
Luego trabajo su saco, flexionándolo, enrollándolo en mis palmas.
Hace que su polla se mueva. Una perla de una gota se filtra por la parte superior y
se mezcla con las burbujas de su jabón de olor picante.
Cuanto quiero jugar con él, darle el alivio que necesita, me muevo más abajo.
Necesito mimarlo primero, mimarlo antes de darle su clímax.
Enjabono sus muslos, mis dedos escudriñando el vello en ellos. Lentamente, me muevo
hacia abajo y trabajo en sus pantorrillas. Los músculos en ellos, Jesús. Nunca pensé que
las pantorrillas pudieran ser sexy, pero lo son.
Lo son.
Cuando termino, me pongo de pie y sus fosas nasales se iluminan. Sus ojos se ven
drogados. Están oscuros y borrachos, completamente borrachos.
Antes de que pueda darle la vuelta, me agarra por detrás del cuello, tirando de mí
hasta su cuerpo enjabonado.
—¿Qué me estás haciendo? —susurra, excitado y enfadado.
Nuestros pechos se deslizan uno contra el otro por el jabón y se me pone la piel de
gallina sobre mi piel mojada.
GoR —Sirviendo a mi príncipe.
Su agarre vacila con la palabra y sé que significa algo para él. Yo cuidando de él
así cuando probablemente nadie lo hizo nunca.
Cuando me da un beso fuerte en la boca, sé que significa todo.
Hago que se dé la vuelta y que abra los brazos en la pared de azulejos, con la
cabeza inclinada.
Saco más jabón de la botella y sigo masajeando y enjabonando sus omóplatos y su
columna vertebral. Le meto los dedos en los hoyuelos de su espalda, le enjabono las
292

mejillas tensas del trasero.


Una vez que termino, le doy la vuelta y lo coloco bajo la llave de la ducha. Le quito
Página

todo el jabón, me pongo de puntillas para masajear su cuero cabelludo. Hago un círculo
y froto sus músculos hasta que el agua corre limpia.
Zach abre los ojos, el agua le baja por la cara y él empuja su cabello hacia atrás,
todo brillante y lavado.
Mirándolo a los ojos, me arrodillo una vez más.
Su pecho se hincha mientras me mira con dominio y posesión. Algo de eso me pone
muy caliente para él. Tan hambrienta de traerle alivio.
Lo tomo en mi boca. Ha estado duro todo el tiempo, duro y goteando y no puedo
dejar que lo aguante más. Su eje se ve enojado y necesito calmarlo.
Balanceando mis manos en sus duros muslos, le chupo la polla.
Su sabor limpio y almizclado me hace querer cerrar los párpados y saborear esto,
pero no quiero perder el contacto. La conexión.
Pero lo que puedo hacer es gemir a lo largo de su cuerpo para que pueda sentir las
vibraciones. Y eso es lo que hago.
Gimo, chupo y parpadeo con los ojos necesitados. Abro la boca grande, grande,
más grande hasta que inhalo casi cada centímetro de él.
Y encima de mí, se está tensando. Sus abdominales se flexionan y él se mueve sobre
sus pies, inquieto. Sus gemidos son más fuertes que las salpicaduras de agua en su
espalda y en la bañera. Sus puños se están apretando más en mi pelo y sobre mi hombro.
En poco tiempo, se mete en mi boca como si se metiera en mi coño.
Me quita el placer en vez de dárselo yo. Y es el mayor placer que le puedo conceder:
dejar que me quite.
Le clavo las uñas en sus muslos, en su estómago. Vuelvo y le clavo las uñas en su duro
GoR trasero, haciendo que los globos se muevan.
Entonces, hago algo que nunca pensé que haría ni en un millón de años.
Rastreo el pliegue entre sus duras y musculosas mejillas, encontrando ese oscuro
agujero.
Zach se pone rígido sobre mí, sus empujes en mi boca pierden su ritmo. Pero me hago
cargo del trabajo de nuevo. Muevo mi boca, metiéndolo y sacándolo mientras mi pulgar
rodea su estrecho y apretado agujero.
Con mi otra mano, le palmo sus bolas de nuevo, las aprieto, las tiro y froto mi dedo
293

sobre el delicado perineo. Eso lo hace subir sobre sus dedos y palmear mi pecho derecho.
Mi corazón late contra mi pecho tan fuerte por la forma ilícita en que lo toco. La
forma en que está apretado, retorciéndose y gruñendo.
Página

Dios.
Es la cosa más caliente de la historia.
Me da el coraje de meter mi húmedo y resbaladizo pulgar dentro de él, dentro de su
estrecho agujero, mientras aspiro su polla en mi boca con una larga y dura chupada.
Y, con una gran sacudida de su cuerpo, me chorrea la lengua.
Pero si pensé que me dejaría marcar el ritmo, me equivoqué. Me agarra del pelo y me
quita la boca con una mano mientras la otra agarra la base de su polla elástica.
Zach la apunta a mi pecho y yo arqueo mi columna vertebral y empujo mis pechos
para que él se acerque. Su mano rodea su polla y él acaricia, acaricia, acaricia,
derramando su semen por todo mi pecho.
Cuerdas blancas y cremosas me cubren y se deslizan por la pendiente, cayendo
sobre mis pezones. No sé qué mirar, su orgasmo en mi cuerpo o en el suyo, jadeando y
vibrando.
Cuando termina, abre sus pesados párpados.
Nuestros ojos se conectan de nuevo, los míos sumisos y enamorados y, los suyos,
mezquinos y dominantes.
Apretando su mandíbula, me levanta y me obliga a ponerme de pie. Jadeando, miro
su dura cara.
—¿Crees que puedes tocar lo que no te di? —gruñe.
Me aferro a sus hombros.
—Sólo quería hacerte sentir bien.
Me estudia a fondo y me da un beso corto y duro en la boca.
GoR
—¿Sí? Bueno, espero que estés lista entonces.
—¿Lista para qué?
—Lista para ver realmente lo que significa servirme.
Zach no me da tiempo de absorber sus palabras antes de cambiar nuestras
posiciones y luego me da vueltas.
Ahora estoy frente a esa pared de azulejos, con el chorro de la ducha corriendo por
mi espalda. Me doy la vuelta para mirarlo cuando Zach me agarra de las caderas y me
294

tira hacia atrás, aplastando su polla en el pliegue de mi trasero.


—¿Qué me vas a hacer? —Pregunto con un poco de nerviosismo y mucha emoción.
Página

Pasa su boca abierta por la columna de mi cuello.


—Creo que lo sabes.
Me arquea contra su polla que no se ha ablandado ni siquiera después de su clímax.
—¿Follarme?
—Sí. Eso es seguro.
Algo me hace preguntarle—: ¿Dónde?
Sus manos se frotan sobre mi estómago, bajan para acariciar mi coño de un solo
golpe antes de subir a apretarme el pecho.
—En tu trasero.
Me estremezco contra él y levanto mis brazos hacia arriba y hacia atrás, metiendo el
puño en su pelo empapado.
—Bien.
—Vale, ¿eh? ¿Por eso me hiciste ese movimiento, Blue? ¿Esa era tu forma de decírmelo?
Querías que te follara por el trasero.
Me froto los muslos.
—No lo sé. Tal vez.
Pellizcándome el pezón, me advierte—: Pero entonces, esto no es sobre ti ahora,
¿verdad? Estás aquí para servirme. Cuida de mí.
Mordiéndome el labio, asiento.
—Sí. Se trata de ti. Lo que tú digas es.
—Así es. —Me besa la mejilla ligeramente, en contraste con la forma en que está
jorobándome el trasero y torciéndome el pezón—. Así que digo que voy a follarte por el
GoR trasero. Pero también voy a follarte por el coño apretado.
—Oh Dios... —Me quejo cuando pronuncia esa palabra.
Esa palabra sucia, asquerosa, asquerosa. La palabra que realmente me hace sentir
como su puta, una criada contratada sólo para servirle a él y a sus necesidades básicas.
Como si me estuvieran pagando por esto. Para que pueda tener un cuerpo en el que
saciar sus lujurias.
Son todos unos tontos, entonces.
No necesitan pagarme. Seré suya, en cuerpo y alma, gratis y para siempre.
295

Zach da un fuerte empujón de su pelvis.


—¿Estás lista para eso? ¿Vas a dejar que te golpee todos tus agujeros esta noche,
Página

Blue? Ambos.
La ducha me está mojando la piel, pero aún siento que mis poros están secos.
—Sí. Lo que quieras.
Se le escapa un fuerte aliento y deja caer su frente en la curva de mi cuello en un
gemido.
—Cristo, me estás volviendo loco, nena.
Giro mi cara y le beso el pelo.
—Tú también me vuelves loca.
Entonces mira hacia arriba, con los ojos encapuchados. Al besarme, se aleja de mi
cuerpo.
Manteniendo nuestros ojos conectados, busca el jabón, lo encuentra y se lo echa en
la palma de la mano. Lo enjabona, respirando alocadamente. Pero a diferencia de mí,
no me lava todo el cuerpo.
No, él va por mi trasero.
—Saca tu trasero —ordena.
Mirando a otro lado de sus intensos ojos, lo hago. Miro fijamente a la pared de
azulejos cuando siento sus dedos enjabonados en mi pliegue.
Jadeo cuando va a mi agujero apretado y lo rodea con sus dedos. Siento que
separa las mejillas para tener mejor acceso a él y apenas reprimo mi gemido. Mis uñas
se clavan en la pared cuando me pide que me relaje.
Aun trabajando en mi agujero, presiona su pecho contra mi espalda y me chupa el
lóbulo de la oreja. Yo gimo, dejando caer mi cabeza hacia atrás y apoyándola contra
él.
GoR Tal vez ya estoy lo suficientemente relajada porque me mete el dedo dentro,
girándolo.
—Zach, yo...
—Shh, relájate. No te haré daño. Nunca te haré daño, ¿de acuerdo?
—Está bien.
—Empuja hacia atrás.
Me lleva un segundo darme cuenta de lo que quiere decir empujar hacia atrás, no
296

con mi cuerpo, sino con mis músculos internos.


Ardo de vergüenza mientras le obedezco. Como por arte de magia, su dedo se
desliza aún más adentro.
Página

Es raro, la plenitud, pero no la odio.


De hecho, me hace querer frotar mi clítoris. Empieza a dolerme en lo más profundo de
mi ser.
Zach me besa la mejilla suavemente y trae una mano para jugar con mi pezón. Eso
me hace ir aún más lejos.
Mi coño está goteando y me pongo de pie, mete su largo dedo en mi trasero aún
más profundamente.
—¿Te gusta eso?
—Uh-huh.
—Gracias, joder —murmura.
No sé cómo puedo sonreír en un momento como éste, cuando está metiendo su dedo
en mi trasero, pero lo hago.
Empieza con un ritmo de dentro hacia fuera, aflojándome un poco y yo me balanceo
contra él. Un segundo después, siento que la presión se duplica y me doy cuenta de que
Zach ha conseguido meter otro dedo. Los está tijereteando dentro de mí, estirándome
para su polla.
No creo que nada pueda prepararme para su gruesa y larga erección, pero lo quiero
por intentarlo. Por hacer que me guste.
Lujuriosamente, cubro su mano en mi pecho y la presiono. Zach baja la suya entonces,
dejándome sola para jugar con mi montículo y se va a mi clítoris. Lo rasguea, haciéndome
gemir.
Mi orgasmo me toma por sorpresa. Sucede tan rápido, tan repentinamente, tan pronto
como toca mi clítoris. Aunque no es explosivo. Pero es suficiente para apretar todos los
músculos de la parte inferior de mi cuerpo y relajarme.
GoR
Extraño su calor corporal cuando se aleja de mí.
Con ojos pesados, lo veo enjabonándose la polla y sé que es esto. Este es el momento
en que entrará en mi trasero. Estaba esperando que me relajara.
Mirándome, Zach me inclina aún más hacia adelante y posiciona su polla.
—Relájate, ¿sí? Y empuja hacia atrás.
Asiento con la cabeza.
—Está bien.
297

Algo sombrío le cubre la cara. Algo que parece gratitud.


—No te haré daño, Blue.
Página

Ya me lo ha dicho antes, pero esta vez lo siento en mi alma. Sé que se refiere a ahora.
Quiere decir que irá despacio. Pero finjo que lo dice emocionalmente y lo dice para
siempre.
—Lo sé —respondo. —Ahora mételo.
Un tic de labios.
Y entonces, siento la presión. Tengo que apartarme de él y apoyar mi frente en la
pared.
Tal vez me estoy cayendo de miedo porque siento a Zach tratando de entrar, pero
aún no me ha penetrado. Siento que se acerca y juega con mi clítoris otra vez. Me hace
temblar con lo hipersensible que estoy.
—Retrocede, Blue —susurra—. Déjame entrar, nena.
Algo en el tono engatusador de sus palabras y ese malvado dedo en mi clítoris me
suelta de nuevo y se las arregla para meter la corona de su eje.
—Dios —gimoteo, jadeo.
Zach deja caer su frente sobre mi hombro y muerde la piel.
—Maldito Cristo...
Sus caderas se mueven, con un solo y corto golpe, pero ambos lo sentimos demasiado
con la forma en que nos quejamos.
—Estás tan apretada. Tan, tan apretada. No puedo...—él raspa.
Escucho la agonía en su voz. Me recuerda tanto a la noche en que me quitó la
virginidad y estaba tan preocupado por lastimarme que me acerco y le acaricio el
cabello.
Y me echo más hacia atrás, dándole la bienvenida más profundamente.
GoR
Zach maldice, sus caderas se mecen lentamente, muy lentamente en mí. Dentro y fuera.
Apenas hay ritmo, pero, aun así, siento que estoy a punto de estallar.
Siento que podría venirme así. Con sus frágiles y cuidadosas bombas y su dedo en
mi clítoris.
Pero entonces, deja mi clítoris para agarrar mis caderas y mantenerme firme. Hasta
entonces, no me di cuenta de que me estaba balanceando, que mis piernas eran
demasiado débiles para sostenerme.
Con sus manos en mis caderas, Zach encuentra un mejor ritmo. Sus embestidas son
298

más largas ahora, más profundas, pero aun así suaves y lentas.
Puedo oír su respiración ronca. Está encordado como un arco. El placer es demasiado
Página

para él, pero se está conteniendo por mi causa.


Ese propósito lo sentí cuando empecé a lavarlo y se inundó de nuevo sobre mí.
Apoyando mi frente contra la pared, juego con mi nube resbaladiza, tratando de
aflojarme para él. Así él puede ir más profundo, más rápido. Para que pueda follarme el
trasero como quiera.
Funciona, creo.
Cuanto más juego con mi clítoris, más floja me vuelvo. El dolor es soportable. El
estiramiento no se siente como si me fuera a abrir en cualquier momento, y sus movimientos
dentro de mí son más fáciles.
No puedo creer que esto esté sucediendo. No puedo creer que lo esté llevando por
este camino, pero todo esto se siente bien.
Tan, tan bien.
Fui hecha para él. Cada parte de mi cuerpo es suya para que la tome.
Zach gime con cada centímetro que gana dentro de mí y sus sonidos calientes y
necesitados me empujan al límite.
Mi mundo entero está centrado en él ahora mismo.
Con sus respiraciones, sus sonidos, sus dedos escarbando en mis caderas, su polla
dentro de mi trasero, forzando a que se abran las partes de mi cuerpo que nunca creí
posibles.
Jadeando y moviéndose suavemente dentro de mí, dice—: Nunca olvidaré esto, Blue.
Nunca olvidaré lo que se siente... Se detiene para emitir un gemido y abrir la palma de
la mano en la parte baja de mi estómago. —Cómo se siente estar dentro de tu trasero.
Tan caliente y apretado y cómo me dejas entrar, aunque te esté lastimando. Su pulgar
se mete en mi ombligo y vuelve a encontrar esa vena, la que nos une, haciendo que se
GoR hinche—. Soñaré con esto, Blue. Extrañaré esto cuando me vaya.
Justo cuando sus palabras se apagan, me vengo.
Mi coño brota porque dijo que se lo perdería. Echará de menos estar dentro de mí.
Puede que sea patético para algunos, pero para mí, lo es todo.
Me echará de menos. Aunque sólo sea mi cuerpo, pero me echará de menos.
Me vengo tan fuerte y violentamente que ni siquiera me doy cuenta cuando Zach
entra completamente.
Su polla entera está enterrada en mi trasero mientras tengo espasmos a su alrededor.
299

Y es demasiado para él, creo. Porque él también se viene.


Su erección palpita dentro de mi trasero. Siento cada látigo, cada tirón de su polla
Página

mientras se vacía dentro de mí.


Cuando termina, me rodea con sus brazos la cintura y me pone su pecho húmedo y
jadeante en mi espalda.
Eso es bueno, también. Porque realmente no tengo energía para nada ahora.
Suavemente, Zach se separa de mí y me da la vuelta. Parpadeando, lo miro justo a
tiempo para notar sus labios cayendo sobre los míos.
Me besa bajo la ducha.
Me besa y me besa hasta que mis labios se entumecen y me da sueño. Entonces, me
lava como yo a él y me lleva a la cama.
Zach me acuesta, empapada por la ducha y se mete entre mis muslos.
Las abro de par en par y le rodeo el cuello con los brazos.
—No quiero cansarte —me dice, colocándose sobre mi cuerpo, con su polla dura y
lista de nuevo, dándome un codazo.
—No lo harás —le digo, soñolienta pero segura.
—Blue-
Alcanzándolo de alguna manera, lo beso.
—Dijiste que me follarías en mis dos agujeros. No puedes volver atrás en tu promesa
ahora.
Zach me mira fijamente a la cara antes de sacudir la cabeza una vez y entrar en mi
canal húmedo.
Es una follada lenta y sudorosa.
GoR En realidad, no es una follada en absoluto. Es amor. Estamos haciendo el amor.
Lentamente, suavemente, a fondo.
Él se mece dentro de mí como una suave ola y me estoy ahogando con cada golpe.
Mientras lo miro, me doy cuenta de que todo en él es desgarradoramente hermoso.
Sus ojos intensos, su frente fuerte, su mandíbula terca. Ese cuerpo masculino que se flexiona
y ondula sobre mí. Su calor, su olor.
No puedo dejar de sentirlo en todas partes.
300

En mi coño, en mi estómago. En mi vientre, en mi propia feminidad.


Quiero seguir mirándolo, pero soy tan perezosa y torpe que mis párpados se cierran.
Página

Y sonrío.
Lo amo tanto.
Tanto, tanto.
Si esta es la única forma en que puedo decírselo, entonces, está bien.
Puedo vivir con eso.
Te quiero, Zach. Pero nunca te lo diré.
El pensamiento me hace venir una vez más. Ni siquiera sé qué número de orgasmo es
éste. He perdido la cuenta.
Mientras Zach se estremece dentro de mí con su propio clímax, me doy cuenta de
que también perdí el secreto que quería contarle. No puedo recordar cuál era.
Un segundo después, no puedo pensar en nada excepto en ir a dormir.

GoR
301
Página
Capitulo 31
Aunque no recuerdo haberme quedado dormida me despierto sobresaltada en
medio de la noche, estoy en la cama de Zach desnuda y temblorosa como un fideo, la
habitación está oscura y la única luz encendida es la del baño. Hay una sábana sobre
mí gracias a Zach, creo. Pero él no está a mi lado. Miro a mi alrededor y lo encuentro
en su sillón junto a la gran ventana de cristal, la noche es oscura con estrellas brillantes
y supongo que es más de medianoche.
—Hey —susurré sentándome y agarrando la sábana a mis pechos. Todavía puedo
sentirlo a él entre mis piernas y a su cuerpo.
Zach estaba desnudo también, los músculos formaban diversas siluetas por la luz
plateada de la luna; sus muslos eran anchos y sus codos descansaban sobre ellos
mientras su mirada se posaba en mí.
Oh no.
GoR
Su mirada no descansaba, de hecho, había confusión en ella y una extraña
intensidad que brillaba más en la oscuridad.
—Me amas —dijo.
Mi lánguido, cálido y jodido cuerpo sintió frío ante sus palabras, igualmente frías,
muertas y entumecidas.
—¿Qué?
—Me amas —repitió como si estuviera tratando saborear las palabras de su boca
302

entre sus dientes y su lengua.


Sin embargo, lo que emanaba de él no era algo que le gustara en realidad ya que
su cuerpo se ponía más violento y sus codos se hundían aún más en sus muslos.
Página

Me sentía como una criminal por la forma en la que me estaba mirando.


Alguien que había cometido un crimen.
No sé de dónde saqué el coraje, pero levanté la barbilla y golpeé con el puño la
sábana en mi pecho, asintiendo.
—Sí.
Juraba que podía oír el crujir de sus dientes, podía oírlos rechinar. El furioso vaivén
de su sangre.
—¿Desde cuándo?
Mi corazón debía estar acelerado ahora mismo, debería entrar en pánico, debía
estar tratando de salvar esto. Pero después de la explosión helada inicial del shock,
todo lo que sentí fue alivio.
Ahora lo sabe.
Salió a la luz, mi horrible secreto, o al menos uno de ellos, está fuera de mi sistema.
—Desde siempre —respondí—. Probablemente desde el primer día que te vi.
Observé el impacto de mis palabras en su cuerpo resultando en una respiración
profunda, sus fosas nasales se abrían y la tensión de sus venas y músculos apretaban
fuertemente.
Antes de que pudiera interrogarme un poco más, le pregunté:
—¿Cómo lo supiste?
—No eres muy buena ocultando cosas.
Ahí es cuando me di cuenta de que pude haberlo dicho en voz alta, ese
GoR pensamiento que me hizo llegar al clímax y me hizo dormir.
Dios, soy una estúpida.
—En realidad, soy bastante buena escondiéndome. Es sólo que no puedo
esconderme de ti.
—¿Y no es esa la verdadera tragedia de mierda?
Me picaban las fosas nasales.
Sí, esto es una tragedia. Siempre lo fue, sin embargo, saber eso no hizo que fuera
303

más fácil de vivir.


—¿Y el segundo día? —preguntó tranquilo.
Pero sé que todo es una mentira, ya que él está hirviendo por dentro; preparándose
Página

para explotar.
—¿Segundo día de qué?
—Cuando destruí tu cuaderno... ¿Me amaste entonces, también?
—Yo…
—O el tercer día, cuando le pedí a uno de mis amigos que te hiciera una broma de
camino a clase... ¿O el cuarto? ¿Y el quinto? ¿Me amaste durante los años de humillación
y bromas que te hice? Todas las veces que pude haberte salvado con un solo movimiento
de la mano y no lo hice. ¿Cuánto me amaste entonces? ¿Y cuándo arruiné tu baile de
graduación? ¿Me amaste esa noche cuando viniste a darme un pedazo de tu mente?
¿Fue amor cuando me dijiste cuánto me odiabas y cómo te empeoraba cada día?
¿Cómo hacía una peor versión de ti?
Pensé que no me afectaría esto, que podría salir con dignidad mientras me
interrogaba sin llorar ni una vez. Pero ya estaba derramando lágrimas. Me bajaban por
las mejillas, silenciosas, pero siempre fluyendo y Zach me miró atónito.
—Yo... lo hice —asentí en respuesta—. Te amé después de todo eso. No lo sabía
entonces, pero te amaba. Cada vez que tú o tus amigos me hacían algo, me dolía. Me
hizo enojar. Solía llorar mucho. Solía planear la venganza y pensé que era porque te
odiaba. Pero era porque te amaba y el chico que amaba era incapaz de amarme en
respuesta. Así que sí, te amé a través de todo eso. Mi odio por ti era sólo un tipo de
amor que estaba enfadado, solitario y magullado.
Era difícil mirarlo después de confesar todos esos sentimientos dentro de mí, todas
las cosas que me habían confundido a lo largo de los años; eso me hizo sentir agitada
cuando él estaba cerca.
Pero de alguna manera, seguí mirándolo.
Seguí mirándolo, arrepintiéndome en el instante ya que ví algo en sus rasgos que
GoR
jamás había visto. Al menos nunca cuándo yo estaba a su alrededor.
Asco.
Zach está asqueado de mí.
—Jesucristo —se lamió el labio inferior mientras movía la cabeza—. Te vuelves aún
más patética conforme más te conozco.
Me estremecí.
304

Sabía que diría eso, pero aun así me estremecí.


—¿Sabes lo patético que es amar a alguien que te ha hecho daño? ¿Te das cuenta
de lo débil que te hace? ¿Cuán estúpido? —Zach continuó, mirándome como si fuera
Página

una extraña, como si ni siquiera me conociera—. Te admiraba, Blue. Te respetaba, carajo.


Respeté tu odio hacia mí. Admiraba que no me dejaras pasar por encima de ti. Admiré
tu fuerza—. Se pasó la mano por el pelo con agitación —no quiero tu amor. No merezco
tu amor, ¿no lo entiendes? Aunque no había sido quien te molestara en mucho tiempo, fui
tu pesadilla una vez. ¿Qué carajo te pasa? ¿Por qué carajos me amas, qué te pasa?
¿Qué tan jodido y débil tienes que ser para enamorarte de tu abusador? —sacudió la
cabeza una vez más—. ¿Sabes qué? Ni siquiera puedo mirarte. Sólo sal de aquí.
Aturdida no me movía del lugar. Estaba pegada.
—Fuera, —ordenó Zach otra vez.
—No.
Me sorprendí al oír mi propia voz. Creí que nunca volvería a hablar.
Frunció el ceño peligrosamente haciendo que la gruesa franja de sus pestañas
cubriera sus ojos, dándoles una mirada mortal.
—¿Perdón?
—¿Es eso lo que crees que eres? —pregunté—. ¿Débil?
—¿Qué?
—¿Crees que eres patético, Zach? ¿Jodido? ¿Es eso lo que piensas de ti mismo?
—¿De qué mierda estás hablando?
—Vine a tu habitación esta noche porque quería confesarte algo, —comencé—. Te
he visto hoy. Subiendo a la torre uno. Te seguí pese a que no debería haberlo hecho,
pero lo hice. Y te vi con tu madre. Estabas cuidando de ella. Ella está enferma. Por eso
volviste, ¿verdad? ¿Para estar con ella? Yo…
Mis palabras se cortaron cuando Zach se me acercó en un instante fugaz y sus
dedos amenazadores me envolvieron la mandíbula, tirando de mi cuello hacia arriba.
GoR Era alto, grande y estaba desnudo.
De alguna manera, su desnudez lo hacía aún más amenazante, tal vez porque
podía ver lo que la furia le hacía a su cuerpo; los efectos de la misma no estaban ocultos
por la ropa. Cada músculo estaba apretado como una trampa, listo para abrirse y
cortarme por la mitad.
—Si alguna vez hablas de esto...
Sacudí mi cabeza, haciendo que se detuviera.
—Nunca. La salud de tu madre no es asunto mío. Pero eso no es lo que te preocupa,
305

¿Verdad?
Agarré su muñeca sacándola de mi mandíbula, yo también me levanté un tramo de
Página

la cama, haciéndome ver más alta. Si voy a tener esta discusión con él desnudo entonces
tendré que tomar mi sábana alrededor mío y me pondré de pie.
Podría ser más pequeña, pero al menos recuperaré mi dignidad. Porque todo tiene
sentido. Todo está muy claro ahora. Sabía por qué no quería hablar de sus razones
para volver y no tenían nada que ver con la enfermedad de su madre, sino con él.
—No te preocupa que diga algo sobre tu madre. Te preocupa que yo sepa por
qué has vuelto. Te preocupa que la gente se entere de que has vuelto para cuidar de
tu madre moribunda. No quieres que sepan que pasas tus días con ella, encerrado en
su habitación, ayudándola a superar sus ataques de tos. Haciéndole compañía.
—Cállate.
Ví como su cara se enfadaba más, pero no me detuve, no podía.
—Eso es lo que haces, ¿no? Te sientas con ella y ves televisión sin sentido. Sólo para
que tenga a alguien a su lado. ¿Por qué haces eso, Zach?
Se inclinó sobre mí como una nube negra.
—Si no cierras la boca ahora mismo, yo te la cerraré. Y no te va a gustar cómo lo
hago.
Sus amenazas no significaban nada para mí.
No tengo miedo. Tal vez debería tenerlo, pero no puedo tener miedo cuando he
descubierto algo tan simple sobre él.
—Lo haces porque amas a tu mamá —lo miré con los ojos entrecerrados—. Y tú odias
eso. Odias amar a una mujer que nunca te ha puesto en primer lugar, que nunca te ha
amado. ¿No es así? Tu padre es un abusador. Por lo que vi, a tu madre no le importa y
tú odias estar aquí para ella.

GoR Y ahora que he conectado todos los puntos, no puedo dejar de hablar.
—Todo este tiempo he pensado que estás demasiado dañado por y para el amor.
Ya sea para quererlo o para darlo. Pensé que la forma en que creciste, lo perdiste. Esa
capacidad de ser abierto y vulnerable a alguien y no te habría culpado. Tuviste una
infancia de mierda. Pero de alguna manera, ese no es el problema. ¿O sí Zach? El
problema no es que no puedas amar. El problema es que sí puedes. Puedes amar. No
estás dañado. Al menos no hasta el punto de que seas incapaz de hacerlo. Por eso no
le dirás a nadie por qué estás aquí. No quieres que nadie sepa que después de todo,
todavía amas a tu madre. ¿Por qué? Porque crees que te hace débil, ¿no es así? Te hace
patético.
306

Sacudí la cabeza cuando lo vi bajo una nueva luz, no podía creer que no lo
hubiera descubierto antes. No me di cuenta de cuán víctima sigue siendo.
Página

—Dios, Zach. Tu mundo sigue girando alrededor de tu abusador. Sigues tan envuelto
en lo que hicieron que no has sido capaz de seguir adelante. Sigues tan enojado y con
tanto rencor, pero tienes que seguir adelante, Zach. Estás arruinando tu vida por culpa
de ellos. No puedes...
Mis palabras se detuvieron cuando Zach se movió.
Se acercó a su tocador todavía desnudo, pero de alguna manera tan poderosa;
sus músculos se tensaban. Sacó algo de ahí mientras giraba a dármelo, todo con
movimientos bruscos.
Es una camiseta.
Ni siquiera tengo tiempo de darme cuenta de mi confusión cuando él retrocede a
zancadas y me agarra el brazo con un fuerte apretón, sus ojos maniáticos y su
respiración salvaje.
—Zach…
Tiró de mi brazo, mientras empezaba a caminar, arrastrándome detrás de él.
—Zach, ¿qué estás haciendo?
Estaba tropezando y mis pies se estaban quedando atrapados en la sábana,
quería levantarla, pero mi mano estaba envuelta para mantenerla en su lugar junto con
la camiseta que me dio. Un segundo después y antes de que pueda reaccionar con la
sábana enredada abre la puerta y da el tirón más duro, empujándome fuera de su
habitación.
¿Acaba de...echarme?
Me doy la vuelta para encontrarlo en el umbral.
—Ponte algo y permanece fuera.
GoR Cerró la puerta de golpe, dejándome envuelta en su sábana y agarrando su
camiseta.
Garras de pánico atraviesan mi garganta y mi estómago, estoy temblando
frenéticamente. Me doy una rápida mirada y luego al pasillo vacío y poco iluminado.
Creo que voy a vomitar.
Tengo tanto frío y la única cosa caliente en mis manos es la prenda que él me dio.
No sé cuánto tiempo estuve ahí, temblando, mirando a su puerta y todavía en
307

estado de shock. Humillada hasta el alma.


Entonces escuché un choque y un golpe, seguido de un profundo gruñido.
De alguna manera me despertó, me hizo moverme.
Página

Tomé su camiseta al pecho y por pura memoria muscular, localicé un tocador unas
cuantas puertas más abajo entrando inmediatamente y dejando caer la sábana al suelo
para ponerme su camiseta. Hay un espejo a mi derecha, pero tengo miedo de mirarlo.
No quiero ver mi cuerpo dañado y vandalizado. Inclinándome, tomé la sábana y la
envolví alrededor de mis hombros.
Entonces empiezo a caminar, mirándome los pies, de pronto un salto emergió
cuando escuché más choques y un vaso rompiéndose.
Curiosamente coincidían con los sonidos de caos dentro de mi cuerpo.
No recuerdo haber bajado las escaleras o haber caminado por la mansión dormida,
hasta que me encontré en el ala de la servidumbre y de pronto una luz se encendió.
Era fuerte y me hizo entrecerrar los ojos.
—¿Cleo?
Era Maggie.
—¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? No estabas en tu habitación.
Aun temblando la miré con los ojos llenos de lágrimas.
—Yo estaba en su...
Sus ojos se abrieron mucho cuando se dio cuenta de lo que quería decir.
—¿La del señor Zach?
Asentí con la cabeza.
Me agarró de los hombros.
—¿Te... te hizo algo?
GoR —Me rompió el corazón.
De repente recordé lo que me dijo esa adivina, Dove. Que podía cerrar la palma
de la mano que sostenía a mi corazón y estrangularlo con sus dedos.
Creo que acababa de hacer eso.
Asesinó mi corazón con sus propias manos.
—¿Qué?
—Pero supongo que yo rompí sus reglas primero.
308

—¿Qué?, ¿Qué reglas?, ¿De qué estás hablando?


Miré a Maggie.
Página

—Me enamoré de él.


Su rostro se arrugó en la tristeza y la lástima.
—Estúpida, estúpida chica.
Luego, me acompañó a la sala de servicio en la que se suponía que debía estar
esta noche. Con cada paso que doy, sigo pensando que soy una chica estúpida,
estúpida.

GoR
309
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Capitulo 32
El Príncipe oscuro
Tomo el cuaderno enterrado bajo el colchón, en el que he estado escribiendo su
nombre tirándolo contra la ventana de cristal, gruñendo.
El golpe no es satisfactorio así que a continuación lanzo la silla contra la pared.
Luego el escritorio, la cómoda, mi mochila, las almohadas, las sábanas, la lámpara.
No lo entiende, ¿verdad?
Si no tengo ira, si no tengo mi venganza, mi odio, ¿entonces qué tengo? ¿Dónde
está la maldita justicia por todo lo que me han hecho?
Soy tanto el testigo como la víctima de todos los crímenes que han cometido. Si
sigo adelante, entonces toda la mierda que pasé, todo eso desaparecerá.
GoR
Están libres de culpa entonces por haberme jodido. Por hacerme sentir pequeño,
inútil y miserable.
¿Verdad?
No es así.
Nunca se librarán. Nunca los perdonaré.
A la mierda con seguir adelante. Al diablo con ser la persona más grande.
Tomo cualquier cosa y todo lo que pueda tener en mis manos hasta que todo lo
310

que queda es la destrucción.


Y su olor a azúcar.
Página

Siempre te he amado...
Su voz me causa dolor en el pecho. Es tan intenso que me pongo de rodillas.
No quiero su amor.
No lo quiero.
¿Entonces por qué coño duele tanto?

GoR
311
Página
Capitulo 33
Estaba fumando.
No creo que haya fumado desde que le robé el paquete ya que al final aceptó
las pastillas de tabaco para mascar que le compré, aunque no lo había visto usarlas
más de un par de veces.
Tampoco había visto nunca a Zach con traje.
Ahora llevaba uno.
Era negro y brillante, esos pantalones y esa chaqueta con una camisa blanca
debajo. El cuello está abierto y probablemente abierto de un par de botones de arriba
también. Era difícil de decir desde aquí, Había mucha gente entre él y yo.
El salón de baile estaba lleno.
Era otra fiesta; era el aniversario del Señor y la Señora Prince, una verdadera
celebración de amor con todas las rosas rojas y los corazones de cristal para decorar.
GoR Habían estado planeando esta fiesta durante semanas, así que no fue una sorpresa,
pero aun así, me sentía como si me hubieran golpeado con todo el amor que se estaban
mostrando descaradamente.
Era curioso cómo una noche podía cambiarlo todo.
Una llamada telefónica podría significar que tus padres están muertos y tres
pequeñas palabras podrían hacer que te echen de una habitación, en medio de la
noche, todo desnuda.
Veo a la señora Prince a lo lejos, charlando con un grupo de damas muy
engalanadas, pesadas y con vestidos caros. Ella lleva un vestido color de rosa, otra vez
312

el color del amor, que igualmente parece caro, con un aspecto nuevo y brillante y lo
más importante, saludable. Aparentemente, el maquillaje puede ocultar muchas cosas,
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aunque no puede ocultar lo frágil que se ve, además de delgada y cuándo sonríe sus
ojos artificialmente maquillados parecen vidriosos. Pero supongo que esta gente no está
mirando aquello.
A nadie aquí le importa una mujer que se encoge y desaparece de cada evento,
y una chica de pelo azul cuyos ojos pueden parecer un poco más hinchados de lo
normal para los seres humanos. En mi defensa, he conseguido estar tranquila y no
romperme en medio de la habitación como esperaba. Mis piernas tienen la fuerza para
llevarme y mi cerebro tiene suficiente sentido para sonreír y detenerse, así como de
presentar la bandeja llena de copas de champán en los momentos apropiados.
Maggie quería que llamara para avisar que estaba enferma, dijo que sería bueno
que durmiera un poco y descansara, después de la noche que había pasado, después
de todos los sollozos y llantos como si el mundo se acabara.
Y tal vez lo hizo.
Tal vez sea el apocalipsis.
El sol ha quemado la tierra y toda la vida está muerta, excepto algunos
desafortunados como yo que están vivos para ver al amor de su vida transformarse de
nuevo en el abusador que solía ser. He estado caminando en círculos por la habitación
llevando mi bandeja y hasta ahora he evitado ir al lado de Zach. Él está escondido en
un rincón junto a las puertas francesas que dan a la hierba y al cielo estrellado.
Y no está solo.
Está con su antigua pandilla.
Como el príncipe que es, Zach está en el centro del círculo con la espalda
apoyada en la pared. Se mantiene mirando por las puertas francesas de vez en cuando,
llenando de humo sus pulmones y bebiendo champán. Ashley está a su derecha, parada
súper cerca, tan cerca que con cada respiración sus pechos tocan su brazo. Quiero
decirle que él es un demonio que le gustan los pechos grandes —un sujeto con
GoR
necesidades simples— pero no lo hago, quiero dejar que lo averigüe por las malas.
A su izquierda está Rob, solía ser el más hablador del grupo y también es el que
me había hecho tropezar en mi segundo día en St. Patrick. Nunca había visto a Zach
estar cerca de alguien, pero si tuviera que elegir, diría que estaba más cerca de Rob.
O al menos, Rob se ocupó de eso porque nunca se apartó de su lado, luego estaban
Chase, Alex y Samantha formando una especie de semicírculo y honestamente me había
olvidado de ellos. Samantha solía seguirle la pista de Ashley y Chase repetía cualquier
cosa que le dijeran mientras que Alex se reía.
Y Zach era el más callado. Miraba atento a todo, pero nunca decía nada.
313

Ahora viéndolos juntos todos crecidos y vestidos con ropas caras, todos parecían
réplicas de los demás. Altas, rubias, hermosas y hechas del mismo tejido de crueldad.
Página

Zach es el único que era oscuro, lleno de una oscuridad innata.


La oscuridad que conocí anoche.
O tal vez me había encontrado con esa oscuridad hacía mucho tiempo, sólo pensé
que no importaba.
Pensé que cuando me llamaba su premio, al menos tendría la cortesía de vestirme
antes de echarme de su habitación.
De todos modos, ahora lo sé.
Durante la siguiente hora continúo sirviendo bebidas y zigzagueando alrededor de
esta gente, logrando mantenerme de este lado de la línea, lejos de Zach y sus secuaces
adultos. En el momento en que alguien me llama al otro lado, sé que mi tiempo se acabó.
Sé que tendré que enfrentarme a ellos. Me harán enfrentarlos.
Tan pronto como he servido las bebidas a un grupo de señoras mayores que se
burlan de mi pelo azul y mi lápiz labial, escuché mi nombre en la voz muy nasal y chirriante
de Ashley. Respiré profundamente apretando el puño antes de soltar todo el aire y
mientras me tragaba la bilis.
No pasa nada. Puedo hacerlo.
Había hecho esto, un millón de veces antes, excepto que se sentía como si todo
eso hubiera sucedido en otra vida.
Doy la vuelta y camino hacia ellos.
O más bien camino hacia él ya que es lo único que puedo ver.
No hay signos externos en él de lo que pasó anoche. Se ve igual de impresionante
y mezquino, un poco apuesto e incluso con su traje que abraza su cuerpo como un
GoR guante o la mano de un amante.
Mi mano.
Su pelo se riza en su cuello y se pega en algunos lugares dándole un aspecto
perezoso y sexy, casi puedo verlo en futuras fiestas como está vistiendo trajes, bebiendo
champaña y rompiendo corazones. Con sus ojos negros, me observó acercarme a su
grupo.
Mi estúpido, estúpido cuerpo no se ha puesto al día en absoluto ya que todavía
parpadea con calor en su mirada. Flashes que he tenido toda la noche y que me hacen
pensar que él sabía dónde estaba todo el tiempo, como yo lo hacía con él.
314

Al llegar a ellos me paro en un extremo de su grupo.


—Hey, Cleo —Ashley intervino envolviendo su mano alrededor del brazo de Zach,
Página

como si tuviera algo que probar.


Aparté la mirada de su mano y me concentro en su cara.
—Hola.
—¿Has estado evitándonos?
—Algo así.
—Vamos —dijo con un ceño fruncido de broma—. Somos viejos amigos.
El grupo se ríe de eso. Y yo también lo hago.
Esa era una mentira tan descarada.
—Sí, definitivamente.
—¿No nos vas a servir, mientras refrescamos tu memoria?
Le doy una mirada dando un paso adelante para incluirme al grupo, entonces
Ashley comienza con las presentaciones como si nunca los hubiera visto.
—Esta es Samantha. Pero es la señorita Bridges para ti, por supuesto.
La señorita Bridges coge un vaso y se ríe.
Quiero sacarle la lengua y envolverla alrededor de su garganta para que pare
ese sonido agudo, pero todo lo que hago es dispararle una sonrisa. Cuanto antes tenga
Ashley la satisfacción de humillarme, antes podré salir de aquí. Porque sus insultos no son
lo que me está afectando.
Es él.
Él me está afectando.
Parado ahí como un oscuro y silencioso espectro, un fantasma de mi pasado. Puedo
GoR sentir la explosión de su mirada caliente sobre mí, observándome, observando mis
reacciones mientras Ashley me reintroduce en el grupo de personas que hicieron de mi
vida un infierno hace años.
Y no está haciendo nada.
Podría haberlos detenido con un movimiento de la mano.
¿Todavía me amas?
¿Me amaste a través de todo eso?
315

Esta es su respuesta a mi amor.


Sabe que lo amo y ahora está haciendo todo lo posible para matarlo; para
aplastarlo, para pisotearlo, para sacarlo de mi corazón.
Página

¿Qué otra opción tengo sino mantenerme firme?


Permanecer rígida y luchar, ser valiente, aunque me sienta mal del estómago. Quiero
decirle que, de hecho, lo amo. Lo amé y lo amaré, a pesar de todo. A pesar de su
frialdad, su crueldad, su abuso. A pesar de que me ha arrojado a los lobos una vez más.
Mientras Ashley llega al final de sus presentaciones, el Señor Simmons, el Señor Brandt
y demás, me pregunto si Zach me salvaría si salto a la piscina como la otra noche.
¿Me atrapará o dejará que me ahogue?
Finalmente me reintroduce al amor de mi vida. Ella le da una mano indulgente.
—Y este, por supuesto que sabes quién es. Este es el tipo para el que trabajas: El
Señor Prince.
Toma una calada de su cigarrillo antes de soplarlo de sus suaves labios.
—Sí, sé quién es —dije mirándolo, pero dirigiéndome a Ashley.
A Zach le digo con mis ojos que sé quién eres. Sé que eres mejor que esto. Sólo
que no lo admitirás jamás.
Antes de que pueda leer su reacción, Samantha salta:
—¿Es ese tu antiguo uniforme de la escuela?
Me miro a mí misma y me doy cuenta que sí podría pasar por ello; blusa blanca y
falda negra, sólo falta la corbata.
Ashley se ríe.
—¿Verdad? Yo también lo pensé. Parece que está... estallando.
Ah, las bromas sobre el cuerpo. Nunca terminan.
GoR
—Resulta que me gusta lo visual —dijo Rob.
Chase repite lo mismo con diferentes palabras y Alex se ríe.
En mi visión periférica, veo a Zach saliendo de la pared, no estoy segura de la
razón. Difícilmente podría ser para defenderme, así que tomo el asunto en mis propias
manos, dirigiéndose primero a Rob.
—¿Era eso un cumplido?
—¿Qué te parece? —respondió mirando mi pecho y sonriendo de forma
316

desagradable.
—No lo sé. No puedo decidir si dar las gracias o darte un rodillazo ahí abajo —dije
a lo que su sonrisa se desvaneció de su cara.
Página

Estoy lista para regresar después de eso ya que seguro están felices y contentos
de humillarme, así que espero que ahora me dejen en paz. Pero supongo que todavía
tienen más que dar, porque de repente oigo un lento charco formándose a mis pies. Miro
hacia arriba para encontrar la fuente, es Ashley quien se burla de mí mientras derrama
su bebida en el suelo.
—Ups. Soy torpe, ¿recuerdas? —se encogió de hombros con los ojos abiertos.
—Sí y también un pony de un solo truco.
—Está bien, Ash. Creo que podemos hacer que lo limpien. —es el turno de Samantha
de encogerse de hombros y agrandar sus ojos.
—¿Verdad? ¿Quiero decir, estoy segura de que está incluido en la descripción de
tu trabajo? —Ashley añadió.
La miro a ella y luego al charco a nuestros pies que estaba extendiéndose, tocando
mis prestados Mary Janes y los de Zach de cuero negro pulidos y brillantes, como el
resto de él.
Trago sacando una servilleta del pequeño delantal atado a mi cintura para estas
emergencias.
Bien, Cleo, puedes hacerlo. Esto es como limpiar cualquier desastre normal.
Mordiéndome el labio, me pongo de rodillas sintiendo cómo el suelo me golpea con
fuerza, aunque me lo esperaba. Mi bandeja está vacía ahora, así que la dejo a mi lado
y me pongo a trabajar. Extiendo la servilleta sobre el charco y escucho risas desde
arriba. Pero no me concentro en eso. Nunca se trató de sus risas o insultos o burlas.
Siempre se trató de él.
El tipo que no haría nada para detenerlo. Como ahora.

GoR Saco la servilleta para absorber todo y luego limpio el resto con el rincón seco, mis
nudillos golpean el extremo puntiagudo de sus zapatos y me devuelve al día en que
encontré mis libros destrozados y desparramados en el pasillo.
Un Zach de doce años se me acercó ese día también, lo vi. Primero los zapatos
pisando las páginas y cuando levanté la vista, me sonrió. Fue tan cruel ese día, aquel
chico del que me había enamorado a primera vista y esta noche también. Mientras miro
hacia arriba, lo encuentro mirándome fijamente, pero en lugar de sonreír, su cara está en
blanco y su mirada está ardiendo. Tal vez también esté recordando ese día de hace
mucho tiempo, o tal vez está pensando en cómo lo bañé ayer y cómo me senté en mis
talones y lo tomé en mi boca, amándolo.
317

Parecía un príncipe entonces y lo parece ahora.


Probablemente yo también me vea igual.
Página

La humilde criada que le sirve.


Lentamente me levanto, dejando la servilleta sucia en la bandeja.
—Estabas mintiendo.
No hay ninguna indicación en su cara de que me haya escuchado, pero sé que lo
hizo, también sé que puede oír los latidos de mi corazón roto.
—No eres mío, ¿verdad? Nunca lo fuiste.
Al decir esto su mandíbula se apretó.
Sus ojos brillaban y yo estaba empapada de tanto calor que sentía proveniente
del mismo vapor que encendía mi piel, no esperaba una respuesta de él, pero me da
una de todas formas.
—Pero eres mía, ¿no?
No puedo leer su tono, aquel tono de las primeras palabras que me ha dicho en
toda la noche. ¿Es condescendiente? ¿Insultante?
¿Es incredulidad?
Lo que sea. Voy a decirle la verdad.
Asiento con la cabeza.
—Estúpidamente.
—Estúpidamente —dijo aceptando también.
—Y ya he terminado de demostrarlo.
Di un paso atrás mirando las bocas abiertas de todos sus secuaces y suspirando,
GoR pongo las manos en mi cintura.
Y entonces, sonrío.
—Ashley gracias por las reintroducciones —me agaché para quitarme mis Mary
Janes, de una en una—. Pero no era totalmente necesario, recuerdo quién eres. Los
recuerdo a todos ustedes. Ustedes son las personas que nunca llegarán a nada. Nunca
lo hicieron en St Patrick y no lo harán ahora. Oh y también les llamo subordinados del
anticristo, en mi cabeza y claro el anticristo es Zach.
Me dirijo a Samantha condenando mis pechos.
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—Así que estos... se llaman pechos. Es difícil saber qué son cuando no los tienes tú
misma —dije mientras desabrochaba los dos botones superiores y seguía hablando—.
Pero estoy segura de que, si se lo pides a tu padre amablemente, te comprará un par.
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Por otro lado, a Rob, Chase y Alex les digo—: Dejen de ser pervertidos y dejen de
coquetear con las sirvientas. Los tipos como ustedes envejecen para ser el tipo de
hombres espeluznantes de mediana edad que me obligará a usar polvos pica pica. No
quieren que use polvos pica pica en ustedes, ¿verdad?
Me miran fijamente con los ojos abiertos y finalmente me dirijo a Zach mirándolo
fijamente a los ojos. Me desato mi cabello, despeinándome lenta y metódicamente. Con
cada nudo que sale, siento que puedo respirar de nuevo. Cuando termino de soltarme
el pelo, lo sacudo y le lanzo una sonrisa.
—Renuncio, oh —me dirijo a una sorprendida Ashley—. ¿Y la forma en que te frotas
en el brazo de Zach? Eso no va a funcionar. Le gustan las chicas más curvilíneas con
pechos más grandes. Ya sabes, alguien como yo.
Con eso, doy vuelta y salgo del salón de baile, descalza y con mi largo pelo azul
balanceándose en mi espalda. Cuando llego a la salida, veo una solitaria copa de
champán y la tiro. Puede que esté un poco en shock porque no siento ni una pizca de
arrepentimiento.
Sin arrepentimientos. Ni uno solo.
No voy a recuperar mi casa y bueno, no la quiero. No va a traer de vuelta a mis
padres y tengo que cortar los lazos alguna vez.
Tengo que ir a buscar... mi vida.
Mientras camino por el pasillo, decido que voy a hacer ese viaje por carretera. Lo
juro por Dios. No más excusas.
¿Y qué si nadie sabe mi nombre ahí fuera? ¿Y qué si estoy sola? Me tengo a mí
misma y tengo mi auto azul.
GoR Estoy caminando por el pasillo pasando por una habitación cuando de repente
escucho un choque, no el tipo de choque violento que escuché en la habitación de
Zach anoche, pero, aun así. Es un choque creo, porque va seguido de un gemido. Me
detengo y me arrastro hacia la puerta sorprendiéndome de encontrarla abierta cuando
giro el pomo. Por alguna razón, siento que lo que sea que esté pasando ahí dentro es
algo que sucede detrás de puertas cerradas.
Y tengo razón.
Abrí la puerta y metí la cabeza para ver a la supuesta pareja feliz cuyo amor se
está celebrando allí.
319

El señor y la señora Prince.


Hay una gran diferencia entre sus alturas y ahora mismo se muestra de una manera
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más peligrosa. El señor Prince se eleva sobre su pequeña y delgada estructura y su mano
se envuelve alrededor de la misma muñeca por la que Zach preguntaba ayer.
Le dice algo, pero en voz baja que ni siquiera yo puedo oír, y cuando ella responde
algo de manera vacilante, él se lo da.
Oh, Dios mío.
La golpea, le da una bofetada en la mejilla y ella apenas hace ruido, un gemido;
eso es todo, incluso más bajo que el que yo escuché.
¿Cuántas veces la ha golpeado para que no hiciera ruido? ¿Para qué se esté
callada? Parece que va a golpearla de nuevo y me sorprendo entrando por la puerta.
—Aléjate de ella —le grité mientras lo ataco.
Ambos parecen sorprendidos por mi repentina aparición, sorprendidos y
descontentos. Pero no me importa.
—¿Qué coño te pasa, viejo cabrón? —lo empujé del pecho cuando llegué hacia
él—. ¡Es tu mujer! Y está enferma.
El padre de Zach se congela, pero sólo por un segundo ya que después gruñió y
me atacó, me empujaba en consecuencia de mi acción y Dios, me dolió. Mi pecho se
siente maltratado y él sólo me ha empujado unos pasos hacia atrás.
—Eres un abusador, ¿lo sabías? Un maldito abusador y te voy a joder tan mal —dije
mientras trataba de acercarme nuevamente a él con mis puños y palabras, respirando
con dificultad.
Le doy un puñetazo en la cara para mostrarle lo que quiero decir. Su cabeza gira
hacia un lado, pero se recupera muy rápido.
—Perra —me gruñó.

GoR Oigo a la mamá de Zach gritando en el fondo. Basta, no lo lastimes. ¿Quién dijo
que podías venir aquí?
Pero entonces, mi audición se va a la mierda.
El padre de Zach me da una fuerte bofetada que me envía contra el suelo,
chocando y lastimando mis rodillas haciendo que me saque el aliento.
Me toma unos momentos recuperarme.
Unos momentos para recuperar el aliento y unos momentos para darme cuenta de
que voy a vivir a través del dolor paralizante. Así como reúno suficiente energía para
320

pensar en sentarme y volver a hacerlo con el señor Prince, alguien está a mi lado.
Son Tina y Grace.
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Las dos me están sosteniendo, preguntándome si estoy bien, pero todavía estoy un
poco desorientada. No supe cómo es que podían estar aquí a mi lado. Deberían estar
en la fiesta.
No pude calcular los ruidos que vienen de la distancia.
Parpadeé tratando de concentrarme mientras jadeaba dolorosamente, fue ahí
cuando vi a Zach. Estaba inclinado sobre su padre, a horcajadas de él en realidad y
le está dando un puñetazo. Repetidamente. Una y otra vez. Sus golpes eran feroces y su
brazo ondulaba con furia. Dios, daba miedo así. Tan enojado y desenfado.
Casi me sentí mal por su padre.
En algún lugar a un lado oigo a la señora Prince gritando, algunos de los miembros
del personal la están reteniendo y unos pocos están en camino hacia Zach,
probablemente para hacer lo mismo.
—Zach —susurré con desahogo.
No había forma de que pudiera oírme, pero lo intenté de nuevo de todas formas.
—Zach, detente.
Su padre no se movía y estaba segura de que lo había matado o si no, entonces
lo haría.
Abrí la boca para decírselo de nuevo cuando se detiene abruptamente.
—No vuelvas a tocarla nunca más. ¿Entiendes? Nunca más. Porque te mataré con
mis propias manos, como debí hacerlo hace tres años. Y esta vez, mamá no vendrá a
salvarte —dijo mientras jadeaba agarrando el cuello de su padre. Que estaba vivo,
gracias a Dios.
Su padre no le respondió y dudo que pueda. Zach lo deja ir con un tirón y se puso
de pie, antes de girar hacia mí como una brújula que siempre apunta al norte. Sus ojos
GoR brillaban de miedo dando un paso hacia mí, pero entonces se desató el infierno, la
habitación se convirtió en un caos cuando los policías irrumpieron. Alguien debió haber
llamado al 911. Cuando entraron lo primero que hicieron fue comprobar el estado de la
habitación, mientras que hablaban con una señora Prince que lloraba y empezaron a
dar órdenes. Y antes de que pudiera levantarme, se llevaron a Zach. Pasó tan rápido
que me dejó mareada y con náuseas. Uno de ellos se acercó a mí diciéndome que
necesitaba que hiciera una declaración una vez que terminase con el doctor.
—¿Hay un doctor? —pregunté sorprendida y tantas otras cosas que ni siquiera pude
comprender ahí mismo—. ¿Qué...? ¿adónde se llevaron a Zach?
321

—Se lo han llevado para interrogarlo —dijo—. No tienes que preocuparte por eso.
—Pero él estaba...
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Me alejé cuando él se dio la vuelta y entonces, me inundaron de abrazos y simpatía.


Alguien lloraba en mis hombros, alguien me sentó en una silla y me dio un vaso de agua
del que no tomé ni un sorbo.
—Sólo intentaba salvar a su madre —le susurré a nadie en particular, mirando la
puerta por la que se llevaron a Zach.
Pero alguien responde. Era Tina. quien estaba arrodillada frente a mí.
—No, estaba tratando de salvarte.

GoR
322
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Capitulo 34
No presenté cargos contra el señor Prince, pero me preguntan si quiero hacerlo,
aunque creo que esa solo fue sólo una formalidad, esto es Princetown; no creo que nadie
pueda tocar a los Prince.
Me preguntan qué vi y cómo surgió todo, a lo que yo les hablé de la bofetada del
señor Prince y de las sospechas que tenía sobre el abuso, las muñecas de la señora
Prince, que estaban aparentemente marcadas.
Aunque la señora Prince afirmó que ataqué a su marido sin ninguna razón. pero
supongo que cuando su marido empezó a empujarme la gente ya estaba en la puerta
por todo el ruido, corriendo a mi rescate y vieron realmente lo que pasó. Sin mencionar
que hay otra gran huella de su mano en sus mejillas maquilladas.
Tardaron unas horas en interrogarme y volver a hacerlo antes de dejarme ir. El
doctor ya me había dado el visto bueno, diciendo que todo lo que tenía era un pequeño
labio roto y que necesitaba tomarlo con calma.
GoR Antes de irme, les pregunté sobre Zach y sobre lo que le va a pasar. Uno de ellos
me dio una respuesta brusca, diciendo que sería retenido más tiempo para el
interrogatorio y que eso era todo lo que necesitaba saber. El policía que me escoltó me
dio la verdadera primicia, porque es joven y tal vez novato y cuando le digo que soy
del lado sur, se anima a decirme.
—Era violento. No hay duda de ello, y dijo algunas cosas que podrían ser usadas
en su contra.
—¿Cómo qué?
323

Echa un vistazo alrededor pero finalmente dijo:


—Hizo amenazas contra su padre delante de testigos —ante mi mirada aterrorizada,
se apresura a explicar— mira, mientras el señor Prince esté vivo y coleando, no creo que
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nada vaya a atacar, hay gente que vio cómo le atacaban y la mayoría confirmó que
actuaba en su defensa. Es sólo una mierda burocrática.
Estaba tratando de salvarte.
—Dijiste que la mayoría de ellos. ¿Por qué no todos?
Aprieta los labios.
—Es su madre, ¿no? Ella insiste en que lo hizo por despecho.
Su silencio lo confirma.
Dios, esa maldita mujer.
Antes de que pueda seguir hablando, veo a Maggie y Tina caminando hacia mí,
las dos parecen preocupadas y en cuanto llegan a mí, estallan con todas las preguntas
mientras tratan de alejarme del policía y me ayudan a salir del edificio. El edificio donde
Zach está siendo retenido para ser interrogado.
En Las Pléyades, Tina me pone en la cama y Maggie me trae el té tendiéndome una
pastilla para el dolor que honestamente, no siento en absoluto. Pero la tomo de todos
modos, esa noche no duermo para nada dando vueltas y vueltas, pensando en dónde
podría estar Zach.
Si ha vuelto o si está bien.
Por la mañana, me entero de que está la cárcel, y se va a quedar allí durante el
fin de semana. Estoy en la isla de la cocina cuando escucho las noticias, mientras salto
fuera del taburete cuando Maggie viene y me detiene.
—No vas a ir a ninguna parte. Tienes que cuidarte a ti.
—Pero...
—Él va a estar bien. Fuimos a la estación, todos los miembros del personal superior,
GoR y dimos nuestra declaración sobre cómo el señor Prince ha sido abusivo en los últimos
años. No retendrán a Zach por nada. Sólo están tratando de hacer valer su peso.
La miré con incredulidad.
—¿Sabías lo del abuso?
—Sí. Todos los antiguos miembros del personal. Lo sabíamos —dijo mientras suspiraba
tristemente asintiendo.
—¿Por qué no dijiste nada?
324

—Porque sólo somos... el personal. Nadie nos habría creído. Además, la señora Prince
nunca presentó cargos. Somos nosotros contra ellos. Ellos son los dueños de esta ciudad.
Esta vez, sin embargo, hubo testigos, pruebas. Hay marcas en su piel. No estoy segura
de que sirvan para nada, pero despertará sospechas.
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Entonces se me ocurre algo. Algo horripilante.


—¿Crees que su padre presentará cargos contra él?
El señor Prince está en el hospital, pero dicen que se pondrá bien. No quiero ni
pensar en lo que le pasaría a Zach si no lo estuviera.
Esta vez, la sonrisa de Maggie es aún más triste y eso hace que mi cansado y
dolido corazón se acelere.
—No entiendes a esta gente, Cleo, —explicó—. Todo lo que les importa son las
apariencias. Cuando el señor Zach regresó, hicieron una fiesta cuando fueron los que lo
echaron. Mintieron acerca de adónde fue. Han estado mintiendo sobre el abuso, la
enfermedad de la señora Prince. Mentirán sobre esto también. Así que será la palabra
de los Prince contra el mundo. Y este es su mundo.
Ella tiene razón, este es su mundo, un mundo que ellos controlan, un mundo que ellos
escriben y difunden a su gusto. Quisiera cruzar ese límite que me separa de ellos, que me
llevará muy, muy lejos de aquí, de esta ciudad con gente de mierda. Con toda esta
locura olvidé decirles que lo había renunciado.
Cuando Tina regresó de su turno hice que se sentara junto con Maggie —quien
había cuidado de mí todo este día mientras que todos me visitaban— fue justo cuando
les dije de mi decisión. Ambas están felices por mí, siempre habían querido que yo
explorase fuera de aquí. Hacer cosas que hubiera querido hacer antes de perder a mis
padres, solamente que ellas no sabían que había tenido miedo de hacerlas durante
tanto tiempo.
Sólo él lo sabía.
Me pasé la noche empacando, no es que tuviera muchas cosas conmigo, pero, aun
así. Cuando voy a empacar la camiseta negra que Zach me tiró cuando me echó, me
doy cuenta de que el camisón de mi mamá está arriba en su cuarto.
GoR
De alguna manera, me olvidé de eso.
Pensé que separarme de una última cosa que pertenecía a mi madre me devastaría.
Sería como si hubiera muerto de nuevo.
Pero estoy bien.
Su camisón no es ella y tampoco nuestra casa.
Además, me siento contenta de saber que Zach tiene algo de mí.
325

Su instinto sería tirarlo. Pero, aun así.


Cuando termino de hacer las maletas, me siento y escribo una carta.
Página

Sé que es impulsivo, pero cuando empiezo, no puedo parar.


El día siguiente es Domingo y lo paso despidiéndome de todos mientras cobro mi
último cheque. La señora S es severa, como siempre. Pero, aun así, dice que hice algo
muy valiente, al ir a rescatar a la señora Prince. No dijo nada sobre cómo Zach vino a
rescatarme, pero da igual. No tienen derecho a decir nada de todos modos. Ya no
trabajo para ella.
Leslie y Grace me abrazan y se preocupan por mí y me dicen que envíe fotos de
todos los lugares que visito.
—Siempre supe que le gustabas —susurró Grace.
Las lágrimas llenan mis ojos y asiento.
—Sí. Le gustaba.
Entonces llega el momento de decir adiós a un niño que extrañaré mucho: Art.
Pasé mi última noche con él. Vimos películas. Le hice sus panqueques favoritos. Le
leí su historia favorita.
—¿Dónde está Zach? —preguntó.
Se formó un bulto en mi garganta y salió un pequeño jadeo que logró cubrir con
una tos.
—Está fuera. Pero volverá.
—¿Cuándo?
—Tal vez mañana.
—¿Se irá como tú? —preguntó, mirándome con ojos inocentes y tristes.
No puedo detener mis lágrimas entonces. Técnicamente, Art no era nada para mí.
No compartimos una relación de sangre, ni siquiera lo conocía antes del año pasado,
GoR pero siento que lo conozco desde siempre. Es mi hermano pequeño. Mi bebé. Huérfano
e intimidado como yo. Y como yo, totalmente enamorado de Zach. Agarré su mano y
juego con sus pequeños dedos.
—Sí. Pero ¿sabes qué?
—¿Qué?
—Un día tú también te irás —dije mientras besaba su primer dedo.
—¿Yo?
326

—Sí. Vas a dejar esta ciudad y te vas a ir a un lugar muy bonito. Tal vez una ciudad
u otro pueblo donde haya lagos y montañas y haya tanto cielo, y el invierno. Nieve, tal
vez. ¿Te gusta la nieve? —seguí, besando su segundo dedo.
Página

—Nunca lo he visto —dijo mientras su rostro se iluminó.


—Lo sé. Vivimos en un lugar caliente, ¿eh? —estoy en su tercer dedo ahora.
—Bueno, entonces irás a un pueblo de nieve y te encantará allí. Conocerás a toda
esta gente interesante y harás muchos amigos.
—¿Serán como los niños de la escuela?
—Tal vez. Los abusadores están en todas partes, ya sabes. Vienen en todas las
formas, tamaños y edades. ¿Pero recuerdas lo que dijo Zach? Los abusadores nunca
cambiarán, pero nosotros sí. Cambiaremos y creceremos y un día, no nos importará lo
que hagan. Seremos nosotros mismos. Nuestros yo más fuertes y valientes —puse ahora un
beso en su cuarto dedo seguido de su pulgar.
—Sí, seremos tan valientes que no nos tocarán —asintió con la cabeza todavía
sonriendo.
—Sip —finalice centrando un beso en su palma.

*****
Es lunes.
El día que me voy y el día que dejan ir a Zach.
Lo estoy esperando afuera de la estación de policía, hoy parece ser una mañana
calurosa con un sol abrasador y una humedad chisporroteante. Pero luego me recuerdo
a mí misma que no importa. No voy a estar aquí para eso. Hoy cruzaré la línea e iré al
norte. A algún lugar invernal y nevado para poder enviarle a Art todas las fotos.
Mis ojos están clavados en la entrada mientras espero al otro lado de la calle, y
tan pronto como se abre y revela al tipo que he estado esperando, salto del
parachoques de mi auto azul.
GoR
Los ojos de Zach se dirigen inmediatamente a mí y hace una pausa a mitad de
camino.
No me esperaba, supongo.
Oh bueno, me gusta sorprender a la gente.
Una vez que supera el shock inicial, comienza a moverse. Sus largas piernas saltan
por las escaleras y se comen el asfalto hasta que se pone de pie ante mí.
—Hola —susurré, frotando mis palmas sudorosas a lo largo de mis muslos.
327

Llevaba mi camiseta y pantalones cortos habituales junto con mis botas de cuero
y él está en su ropa de la noche de la fiesta, la camisa blanca manchada y arrugada
y medio metida en su pantalón negro, su chaqueta de traje cubierta sobre su antebrazo.
Página

—Hola —dijo con una voz áspera, apenas perceptible.


—¿Estás bien? —pregunté y él asiente con la cabeza, puedo ver el grueso vello de
su mandíbula producto de los tres días que estuvo ahí atrapando motas de sol.
—¿Tú? —preguntó mientras que sus ojos se iban a mi labio.
—Sí. No es nada —dije mientras tocaba la pequeña parte lastimada de la esquina
del labio.
El resplandor de sus fosas nasales me dice que no es nada.
—Hubo testigos que dijeron que viniste a rescatarme. Inmediatamente. —me moví de
pie—. Así que, um, gracias por eso.
—Debí haberlo matado —dijo mientras me estudiaba más a fondo.
—No digas eso. Ni siquiera estás en casa todavía —mis ojos se abrieron mucho y
barrí el área para buscar algún rastro de policías que quedaban por la zona.
—Es la verdad.
—No vayas por ahí matando gente por mi culpa, ¿de acuerdo? Esa no es una razón
—suspiré sacudiendo la cabeza.
Noto su cabello desordenado que se mueve con una ligera brisa.
—Esa es la única razón que puede haber para mí: tú.
Retrocedí un paso ante eso, ante aquella declaración toscamente pronunciada,
presionando mis muslos sobre el parachoques. Hay un momento de silencio, un momento
incómodo y pesado. Sin embargo, escucho sus zapatos arrastrándose hacia mí.
—Blue, yo...

GoR —Así que tu padre, ¿no va a presentar cargos? —hablé por encima de él
rápidamente.
No sé qué iba a decir, pero no quise oírlo.
—No lo haría —se burló—. Esto fue un escándalo suficiente para él.
—¿De verdad le diste una paliza hace tantos años?
—Lo hice. Le di algunos golpes antes de que mi madre me detuviera y me echara
—dijo mientras daba un pequeño asentimiento.
—¿Y ahora? ¿Presentará cargos?
328

—Ella no hará algo que él no haría —dijo con una sonrisa amarga.
—¿Sigue siendo un secreto? ¿Que está enferma?
Página

—No será por mucho tiempo. Tuvieron que trasladarla a un centro médico después
de esa noche —dijo encogiéndose de hombros.
—Sí. Me lo han dicho. —dije tragando—. Lo siento. Lo de tu madre. Nunca... nunca
llegué a decir eso.
—Mi padre. Él, uh, siempre ha tenido problemas de ira, creo. O al menos, los tenía
conmigo. No era muy paciente cuando yo era un niño. Tal vez porque le recordaba su
propia infancia, también es disléxico. Nunca conocí a mi abuelo; murió antes de que yo
naciera. Pero puedo adivinar que tal vez no fue un padre muy amable con mi padre. No
lo sé. La noche que atacó a mi madre, creo que fue la primera vez que la golpeó —
aceptó con una inclinación leve de cabeza mientras continuaba—. Cuando lo aparté
de ella y le di un puñetazo, dijo que era culpa mía. Que siempre había sido un chico
jodido y rebelde y que era por mi culpa que mi padre estaba tan estresado. Me dijo
que me fuera. Siempre quise irme, siempre quise huir, pero nunca pensé que sería así. De
todos modos, me fui porque estaba envenenando todo. Te estaba contaminando con
mi odio. Estaba convirtiendo a mi padre en un hombre violento, aparentemente. Y nunca
habría vuelto —dijo mientras sacudía la cabeza.
—Pero tu mamá se enfermó —dije mientras él hacía una pausa.
—Sí. Nora me llamó y me habló del cáncer de mi madre —dejó salir una risa dura—.
Recuerdo haberme reído. Recuerdo que pensé, bien; ella se lo merece. Mi madre nunca
vino a rescatarme cuando era un niño. Creo que eso me dolió más que el comportamiento
de mi padre. Siempre le preocupaba lo estresado que estaba mi padre por mí y cómo
eso afectaba su relación con él. Y al final, ella fue la que me echó cuando fui a
rescatarla. No tenía intención de volver y cuidar de ella. Pero algo me hizo subirme a mi
moto y salir.
Algo como el amor.
GoR Me mordí el interior de la mejilla hasta que probé la sangre para sostenerme y no
desmoronarme delante de él. Zach me morí como si quisiera que dijera algo, no sé qué
quería que dijera. Todo lo que tenía fue lo que le escribí en la carta.
—Tengo algo que decirte —dije mientras suspiraba.
Me estudió un poco con ojos intensos.
—Está bien —tragó y asintió con la cabeza.
Me acerco y saco el sobre de mi bolsillo trasero.
—Te escribí una carta —lamiéndose el labio, se quedó mirando—. Porque quería
329

escribir mis pensamientos antes de decirlos. Sé que no la leerás. Lo sé. Así que te la voy
a leer. ¿Está bien?
Página

Tiene las manos en los costados mientras aprieta la mandíbula.


—Sí.
—Bien.
Abro el sobre mientras que saco dos papeles finos, parecen tan cortos por la
cantidad de tiempo que me llevó escribir esto, y sin embargo tan largos, porque ahora
tengo que leérselo. Desdoblé las páginas mientras plantaba mis pies sobre el piso para
un mejor equilibrio, estoy tan agitada que un pequeño empujón podría tirarme al suelo.
—Bien, entonces no es poesía ni nada, pero aquí va... —comencé.
Querido... tú.
Te amo. Sé que no quieres oírlo. Ni siquiera lo quieres; me lo has dicho suficientes
veces, pero tengo que decirlo porque es mi verdad.
Ha sido mi verdad desde que tenía diez años. Desde que te vi por primera vez en
la sala de detención. Estaba asustada y hambrienta y estaba a punto de llorar. Pero
entonces, te encontré sentado en uno de los bancos de atrás. Tu cabeza estaba girada
y estabas mirando por la ventana. Estabas mirando esa gran fuente de agua con tanta
atención que ni siquiera me viste cuando entré. No sé por qué la mirabas, aunque ahora
sé que lo hacías por el azul, porque te encanta ese color. De todos modos, sentí algo.
Justo en mi estómago..."
Tuve que hacer una pausa porque estaba sintiendo lo mismo en ese momento, el
mismo zumbido que sentí hace todos esos años. Las mariposas. Parpadeando me puse
en marcha de nuevo.
"No sabía lo que era, no hasta años después cuando crecí y me di cuenta de lo
que significaba el deseo o la pasión. Todo lo que sabía entonces era que quería hablar
contigo. Y lo hice. No resultó tan bien. Fuiste grosero conmigo. Y tú fuiste malo. Durante
años, nos peleamos. Durante años, fuimos crueles el uno con el otro. A veces tú más que
GoR yo. Pero, sin embargo, me hizo enojar. Me amargaba. Me hizo sentir mal del estómago.
Ahora entiendo por qué. Porque te amaba y quería que tú me amaras a mí también".
Sollocé mientras me limpiaba una lágrima que me corría por la mejilla. Tenía que
seguir adelante. Si no lo decía ahora, no podría hacerlo nunca más. No sé qué estaba
pensando Zach. No lo había mirado. Había mantenido mi mirada en el papel hasta
ahora.
"Pero basta de hablar de mí. Quiero hablar de ti. Quiero decirte tu verdad... La
verdad es que tú también me amas. Me has amado tanto como yo te he amado a ti.
Cuando te diste vuelta y pusiste tus ojos en mí ese primer día, también sentiste algo. Algo
330

que sentí en mi estómago, probablemente lo sentiste en tu pecho. Para mí fueron


mariposas y para ti, fue una chispa, tal vez. Una chispa diferente a cualquier otra que
hayas sentido. Esa chispa que te hizo querer ser mejor. Hizo que quisieras salvarme de
Página

tus amigos y sus bromas. Sin embargo, no lo hiciste.


Porque vienes de un lugar de odio. Vienes de un lugar que te hizo pensar que el
amor es una debilidad. Así que cada vez que sentías algo por mí, lo rompías con tus
propias manos. Me heriste. Me hiciste llorar. Me hiciste querer resentirme contigo. Y en eso,
te resentiste a ti mismo. Quiero que sepas que tu secreto está a salvo conmigo. Nunca le
diré a nadie que cometiste el error de enamorarte cuando era lo último que querías para
ti. Nunca le diré a nadie que estamos hechos el uno para el otro. Que nuestras almas
están hechas de una tela que hace juego. O que estamos escritos en las estrellas. Todo
lo que haré es mirarlas. Las estrellas, quiero decir. Cada noche, desde dondequiera que
esté. Todo lo que haré es recordarte y recordar la vez que tuvimos..."
Me limpio las lágrimas otra vez. Están cayendo en las páginas, haciendo grandes
gotas acuosas, manchando de tinta azul. Esta es la última parte así que tengo que
superarlo, y luego me iré.
Para siempre y empezaré mi vida.
"Es el deseo de todo amante de estar con la persona que ama. Pero nunca desearé
pasar más tiempo contigo. Rezaré para que nunca nos crucemos en el camino del otro.
Que este sea nuestro último encuentro. Porque este amor que tengo por ti, lo protegeré.
Sé que, si me quedo, lo matarás algún día. Me lo quitarás. Y no puedo permitir que eso
suceda. Quiero amarte hasta el final de los tiempos. Hasta que la luna se oscurezca y
las estrellas se desvanezcan.
"Tuya, yo".
Me temblaban las manos cuando terminé, al igual que mis piernas y mi voz y mi
respiración. Nunca había tenido tanto dolor. Se sentía como morir. O en realidad, se
sentía como... vivir.
Sin él.
Y ni siquiera he ido a ninguna parte todavía.
GoR
Sigo aquí, de pie ante él, mirando sus zapatos, llorando como una estúpida que se
enamoró de él cuando tenía diez años.
Arrugo las páginas en mis manos mirando hacia arriba.
Lo que veo casi me obliga a arrodillarme.
Veo a un chico, un chico cansado pero guapo, que me mira como si yo fuera su
mundo. Su mandíbula está apretada y rígida y sus ojos, esos oscuros ojos son vidriosos
y rojizos. Hay tal vulnerabilidad en ellos que siento que nuestros papeles se han invertido.
331

Como si yo fuera un objeto afilado, una cuchilla tal vez, y él fuera mi cosa frágil,
una sábana hecha de seda de gasa.
Página

Dejé que la carta se fuera con la ligera brisa que de alguna manera sopla hoy.
Parece que quiere decir algo más, pero lo detengo, otra vez. Porque aparentemente, no
había terminado de hablar.
—¿Harías algo por mí?
—Cualquier cosa.
Sonrío tristemente, pensando en este magnífico, pero tan cínico chico.
Pienso en todas las veces que le animé a leer, pero se cerró. Se retiraba, se volvía
cauteloso como si estuviera avergonzado. Pienso en todos los días que cuidó de su
madre, pero lo mantuvo en secreto.
Pienso en su ira, su odio. Su venganza.
—¿Sabes cuál es tu mejor venganza, Zach? Es vivir una vida feliz. Una vida libre de
ellos y de sus abusos. Una vida en la que no te avergüences o te avergüence querer
más para ti. Una vida en la que cuidas de tu madre o ayudas a un extraño en la calle
o sacas a un niño de un agujero. Una vida en la que lees un libro y te sientes orgulloso
de ello. Quiero que vivas esa vida, Zach, ¿de acuerdo? Intenta vivir esa vida por mí.
Porque la alternativa es demasiado dolorosa para que yo la comprenda.
Y entonces, no puedo soportar más.
Tengo que irme o me volveré loca, estando aquí de pie, mirándolo. Tan roto y jodido
es como algún tipo de sueño. Corrí hasta el lado del conductor del coche mientras
saltaba y lo arrancaba, apretando el acelerador y arrancando, todo en un solo
movimiento suspendido.
No puedo mirar por el espejo retrovisor, al menos no hasta que estaba a punto de
dar un giro, el giro que hará que desaparezca de mi vista para siempre.
Él está parado ahí, donde lo dejé.
GoR Su chaqueta de traje está en el suelo y sus manos están flácidas a los lados mientras
me está viendo salir de ahí a toda prisa con su pelo balanceándose sobre esa rara
brisa.
Después de esa última mirada, no hay nada.
Está mi vida sin él.
Sólo de pensarlo me dan ganas de vomitar. Aunque sé que también es mi fobia al
auto.
Aparco el auto y me salgo de él mientras que tengo arcadas en la acera. Todo el
332

tiempo pensando que estúpidamente no lo besé por última vez.


Estúpida, estúpida chica.
Página
Capitulo 35
El Príncipe oscuro
Voy a ir tras ella.
No porque ella sea mía, sino porque yo soy suyo.
Porque ella lo sabía incluso antes de que yo lo supiera.
Después de que se fue, me lancé a por esos papeles que ella soltó con el ligero
viento. Los recogí de la calle, arrugados y casi desgarrados, doblándolos antes de
guardarlos.
Siempre supe, desde el momento en que la vi, que era hermosa. Era magnífica con
sus mejillas redondeadas, su suave barbilla y esos conmovedores ojos azules. Era suave
de una manera que siempre había anhelado, incluso cuando la aplasté con mis acciones.

GoR Pero nunca se ha visto más hermosa que entonces, con el sol brillando en su pelo
azul y ondulado, leyéndome su carta en voz alta.
Nunca se había visto más valiente, más dulce, más vulnerable y más como la chica
que no merezco.
Pero que, no pude dejarla sola.
No la dejaré salir al mundo, pensando que está sola. Que nadie sabe quién es o
cómo se llama.
Se llama Blue y es la chica que amo. Desde que tenía doce años.
333

Me apresuro a volver a la mansión a empacar mi ropa. Le traigo sus sandalias


azules de hace mucho tiempo, todavía cubiertas de su sangre seca y su camisón.
Página

Bajo las escaleras y corro al ala de los sirvientes, encontrándome a Nora en la sala
de personal con probablemente todos los miembros que hay en Las Pléyades mirándome.
Pero eso no me disuade de irrumpir y declarar:
—Me voy, pero quiero que me llames si el estado de mamá empeora, ¿de acuerdo?
Supongo que he sorprendido a todos con mi repentina entrada, pero no tengo
tiempo para el shock. Cuando Nora me mira con la boca abierta, me dirijo a todos en
la habitación.
—Mi madre tiene cáncer. Cáncer de ovarios. No tiene mucho tiempo y, bueno, volví
porque quería... —dije mientras tragaba las palabras que se volvían gruesas y torpes en
mi boca—. Quería estar con ella en sus últimos días.
Hay silencio.
Con eso me basta, me quedo con el silencio de todos estupefactos.
En mi cabeza, siempre pensé que, si les decía que estoy aquí por mi madre, por la
mujer que me echó y que nunca se preocupó lo suficiente por mí como para molestarse
por mi paradero estos últimos años, la gente me miraría con lástima. Especialmente los
miembros del personal que sabían cómo era para mí mientras crecía.
Pensé que, para ellos, me vería débil. Me hacía débil.
Pero durante los dos días que estuve encerrado, había estado pensando en cómo
me amaba Blue. Cómo me dijo que era mía, incluso después de que repitiera mis errores
de St Patrick y no la salvara de los juegos infantiles de Ashley, de lo orgullosa que estaba
mientras estaba de rodillas, limpiando el desastre.
Era la persona más fuerte que conozco y me perdonó mis crímenes hace mucho
tiempo. Me dio su confianza, su cuerpo, su amor.
GoR Así que tal vez perdonar a tu abusador no te hace débil.
Tal vez te hace valiente. Te acerca un poco más a ser invencible.
Nora se levanta de su silla y pregunta
—¿Adónde vas?
—Voy a ir tras ella.
Todavía está confundida, pero no tengo tiempo de explicarle. Me dirijo a Maggie.
334

—¿Adónde se fue?
Maggie me da una mirada severa desde donde está sentada en el medio de la
mesa.
Página

—Déjala en paz. Ya ha sufrido bastante.


—Sólo dime a dónde fue.
—¿Por qué? ¿Para que puedas herirla un poco más? Lleva tres días llorando. Pensé
que se le saldrían los ojos.
Me froto una mancha en el pecho.
Sentiste una chispa, probablemente en tu pecho.
—Dímelo para que pueda mejorarlo.
Maggie me estudia con los labios fruncidos. De hecho, toda la habitación me
estudia.
—Maggie —gruñí.
—Bien. Dijo que iba al norte. Quiere ir a un lugar con nieve. Es todo lo que sé.
Al norte.
—Bien, gracias. —entonces, miré a Nora—. Gracias por todo lo que has hecho por
mí, ah y Maggie, a ti también.
Después de eso, me voy corriendo.
No me detengo hasta que llego a mi moto y me voy tras ella.

GoR
335
Página
Capitulo 36
Alguien me está siguiendo.
O al menos, eso parece.
Creo que estoy perdiendo la cabeza, tal vez quiero que alguien me siga.
Alguien como él. Es una locura.
Estoy loca.
En primer lugar, ¿cómo sabría siquiera dónde estoy? Nunca le dije a dónde iba. Eso
no era parte del plan. Ha vuelto a su mansión, probablemente esté durmiendo o tomando
un baño resultado de la cárcel antes de ir con su madre.
Y en segundo lugar, no quiero que me siga. Quiero que me deje en paz y que
muera en paz, o al menos, que desee mi muerte en paz.
Tal como están las cosas he perdido mi paz tan pronto como había perdido los
límites de la ciudad en mi espejo retrovisor. He estado conduciendo despacio y de forma
GoR
imprecisa. Las carreteras son anchas y los autos lo son aún más, se precipitaban como
si estuvieran todos en busca de mí. Durante las primeras horas tomé cada salida en
dónde había una parada y vomitaba mis órganos fuera.
Después me agarró un hambre voraz, así que me paré en la salida de la comida y
me pedí con básicamente todo. Papas fritas, hamburguesas, rebanadas de pizza y hot
dogs; refrescos, aguas, jugos y galletas de obleas, funyuns y caramelos.
Dios, tantos caramelos.
Tengo más comida que equipaje.
336

Me senté en el estacionamiento mientras me llenaba la boca de ositos de goma,


veía a la gente a través de mi ventana. Todos parecían felices, como si estuvieran en el
Página

mejor viaje de la historia. Supongo que no saben lo que se siente cuando te alejas de
todo lo que has conocido.
La única persona que se puede relacionar con eso es de la que estoy huyendo. Y
lo más gracioso es que ni siquiera le importa. Ni siquiera vendrá por mí.
De nuevo, no es que quiera que lo haga.
O mejor dicho, a estas alturas del día sintiéndome cansada y agotada, puedo
admitir que quiero que lo haga, pero no puedo querer eso.
Y eso me hace llorar.
Así que me siento en ese estacionamiento por una hora, atiborrándome de
caramelos y sollozando con el corazón roto desplomada sobre el volante.
Cuando se me acabaron las lágrimas, me doy cuenta de que tengo un hormigueo
en la nuca.
Tanto hormigueo que es casi cómo un picor.
Haciéndome salir del auto de un salto, hay millas y millas de camino aunado a un
cielo infinito y todas las caras que no reconozco.
Suspirando, vuelvo a entrar al auto arrancándolo para salir de allí. Conduzco el
resto del día, parando por aquí y por allá, pero cuando el sol se pone ya he terminado.
No puedo soportarlo más, entonces encuentro un motel en mi GPS y me detengo. En la
recepción, consigo una habitación por la noche y subo mi equipaje por las escaleras.
Sin ninguna obligación de ahorrar para mi casa, tengo suficiente dinero para pasar unos
meses. Necesitaré encontrar algo después de eso, pero no estoy preocupada por eso
ahora.
Ahora mismo, sólo quiero dormir.
Deslicé la llave en la cerradura y la habitación se abre, las paredes son de color
GoR marrón y tiene una cama de matrimonial con sábanas blancas y una manta marrón más
oscuro. Me doy una ducha rápida y me pongo un par de pantalones cortos y frescos
con una camiseta suave, más bien, su camiseta. Creo que huele a él: una mezcla de
almizcle y pastel de arándanos. Me cubre hasta la mitad del muslo y se hunde alrededor
de los hombros y el pecho.
A pesar de que tengo más comida de la que puedo manejar, tomo la decisión de
ir a la máquina expendedora que vi al final del pasillo. Sólo que la estúpida máquina
está rota. Apuñalo los botones, pero no pasa nada.
Mirándola, murmuré:
337

—Estúpido pedazo de mierda. Quiero mi maldito Twix, idiota —dije mientras gruñía y
la agitaba, dándole a su vez una patada por si acaso.
Página

—No creo que se consigan dulces de esa manera.


Esa voz me hizo girar a mi derecha incluso cuando perdí la coordinación en mis
miembros, ya que casi caigo sobre la máquina que he estado golpeando cuando lo
veo.
—Tú... —exhalé mirándolo como si fuera un fantasma.
¿Estoy soñando?
¿Me quedé dormida al volante? O tal vez estoy en la cama de ese motel ahora
mismo.
—Hola.
Sin embargo, su voz ronca me hizo sentir muy despierta.
Súper híper despierta, como si pudiera oír todos los sonidos, el zumbido de la luz
de arriba, los tonos bajos de la televisión en algún lugar.
—Qué... cómo... me has estado siguiendo todo el día —me las arreglo para decir
mientras mis ojos no pueden dejar de llenarse de él.
Se siente como una eternidad, aunque sólo lo vi esta mañana y con la misma ropa
a excepción de que estas ropas están aún más arrugadas. Sus mangas están dobladas
hasta los codos, exponiendo sus antebrazos bronceados y su tatuaje, sus zapatos están
llenos de barro y también sus pantalones y ni siquiera hablar de la camisa arrugada y
el cuello desordenado.
—Sí.
Él estaba haciendo lo mismo, llenándose de mí, sus ojos suben y bajan, barriendo mi
pelo mojado que dejaba caer gotas en la alfombra del suelo y empapaba la parte de
atrás de la camiseta que llevaba puesta.

GoR Su camiseta.
—Se ve bien en ti —dijo mientras agarraba el dobladillo nerviosamente y él notó mi
tensión.
—¿Por eso la elegiste? —dije tragando mientras recordaba cómo me la había dado.
No hay veneno en mi voz, pero aun así se estremece.
—Lo elegí porque incluso entonces, quería que tuvieras algo mío. Sólo que ahora
me estoy dando cuenta.
Sus palabras siempre me han llenado de sorpresa y lamentablemente unos pocos
338

kilómetros de distancia no han cambiado eso. No creo que ni siquiera los años luz
puedan cambiarlo. Comienzo a sentir los primeros aleteos de las mariposas en mi
estómago y es muy difícil cuando trato de mantener la distancia.
Página

—¿Cómo supiste siquiera dónde estaba?


—Maggie.
—¿Qué?
—Me dijo que ibas al norte y sólo hay una autopista que sale de nuestra ciudad,
además conduces muy despacio.
—No conduzco despacio —dije de golpe y lo primero que puedo agarrar para
romper de alguna manera la intensidad que nada en sus ojos.
No lo hago.
La intensidad sigue estando ahí cuando responde, como si fuera consciente de
cómo estoy tratando de decir tonterías para disipar esta tensión entre nosotros.
—Bien. Todos los demás son más rápidos entonces.
—Te haré saber... que... —me aclaré la garganta y me meto un mechón mojado detrás
de las orejas—. He recibido toneladas de multas por exceso de velocidad, ¿de acuerdo?
Solía ser una amenaza en el lado sur.
—No lo dudo —sus labios se movieron al oír mi estúpido comentario.
¿Cuántas veces he besado ese tic en el pasado?
De hecho, hasta la semana pasada, estuve besando cada centímetro de su piel.
¿Qué mierda pasó? ¿Por qué estamos tan separados?
Bien.
Porque le dije que lo amaba y él me dijo que era patética.
GoR —¿Por qué me estabas siguiendo?
—Para que no tengas que estar sola, —respondió con voz grave y con ojos
igualmente intensos.
—¿Sola?
—Sí —respondió, vi cómo su manzana de Adán se movía—. Para que conozcas al
menos a una persona sin importar a dónde vayas. Y al menos esa persona sabrá tu
nombre.
Mis extremidades, mis dedos de los pies y de las manos, se enroscan. El peso de su
339

declaración era demasiado ya que invocaba demasiados recuerdos. La noche que salté
al agua por él. Parecía otra vida y había sido tan valiente e imprudente. Pensé que
nada podía dañar a mi amor, sólo para darme cuenta de que una cosa sí podía.
Página

Él.
Podría lastimarlo, el chico del que estoy enamorada.
Suspirando agudamente, dije:
—¿Y qué? ¿Vas a seguirme a donde quiera que vaya?
—Ese es el plan —lo dijo tan casualmente que me hizo enojar.
—Es un plan estúpido.
—Bueno, es el único que tengo.
—Mira...
—Sé cómo se siente, Blue —su voz apasionada me cortó instantáneamente—. Estar
solo en un lugar, un lugar grande y desconocido, donde nadie te conoce. Te jode la
cabeza. Te hace cínico y duro. Te hace pensar que no importa adónde vayas, a quién
conozcas, siempre estarás solo. Te hace extrañar el hogar de una manera feroz. Te hace
sentir que nunca encontrarás un lugar al que pertenezcas. No voy a dejar que eso te
pase a ti. Eres demasiado dulce para eso. Demasiado buena y brillante. No voy a dejarte
sola en un mundo cruel y desordenado.
Enmudeció por unos segundos, había estado contando sus respiraciones y los
largos tragos de saliva desde entonces, siete, había respirado siete veces desde que
me estranguló con sus palabras. Tengo las manos en los costados y el cabello goteando
agua, desearía poder bajar al suelo, así como el agua y convertirme en nada.
Su mirada, sus palabras, su olor... él. Todo es demasiado. Me atrae y me hace sentir
nostalgia, exactamente como sus palabras de hace un momento.
—No soy... —sacudí la cabeza—. No soy tu responsabilidad.
—Tú eres mi vida.
GoR
Mis muslos se aprietan.
Mi cuerpo entero se aprieta.
¿En preservación? ¿En el amor? No lo sé. Todo lo que sé es que necesito alejarme
de él.
—¿Sí? —me tragué mis lágrimas—. Así que me protegerás del mundo.
—Sí.
340

—Pero ¿quién me protegerá de ti?


Su respuesta es un gesto de dolor y un movimiento de su mandíbula.
Suspirando, me voy.
Página

Unos minutos después, cuando me estoy acomodando en la cama, oigo un golpe


seco y sé que es él, sin embargo, no le abro, agarrando las sábanas y mirando fijamente
la puerta marrón.
Los minutos pasan, pero el segundo golpe no llega.
Lentamente, me levanto de la cama y giro la perilla. No está ahí. No hay nadie.
Pero a mis pies hay una bolsa de papel marrón y dentro hay suficiente Twix para
que me dure días.

GoR
341
Página
Capitulo 37
Me sigue todos los días.
Cada vez que miro por el espejo retrovisor, él está ahí.
Siempre presente con el casco puesto y su cuerpo enroscado sobre su moto,
haciéndolo parecer tan jodidamente sexy y completamente masculino.
La primera vez que me detuve a descansar había sido porque me dieron náuseas,
Zach también se detuvo, siguiéndome al baño de damas, al salir me sentí un poco mejor
pero muy cansada, él ya estaba esperándome con servilletas y un ginger ale.
—Estás siendo ridículo —dije débilmente una vez que terminé de limpiarme la boca
y de beber un poco de la soda.
Me estudió con un ceño fruncido preocupado
—Creo que hoy tienes que tomarte las cosas con calma. Encuentra un motel y
descansa.
GoR
El sol era fuerte y Zach estaba justo delante de él, brillando como una estrella. Ha
vuelto a su ropa vieja, camiseta oscura raída y vaqueros lavados con botas gigantes,
entrecerré los ojos en respuesta.
—Y creo que deberías estar en otro lugar. En una parte diferente del mundo.
—Estoy exactamente donde se supone que debo estar —dijo mientras sus labios
sonreían ligeramente, pero sus ojos permanecían inmóviles.
Frustrada, le lancé la lata de ginger ale a sus abdominales, derramando una
pequeña cantidad en el proceso.
342

—Bien. Que así sea. En esta parte del mundo, no hay criadas —le hago un gesto a
su camiseta—. Tienes que limpiarla tú mismo.
Página

—Creo que puedo manejarlo —dijo mientras agarraba la lata y se encogía de


hombros.
Creo que sí puede y ese es el problema. Puede hacer cualquier cosa que se
proponga y ahora mismo parece que su mente está puesta en seguirme. Cuando me
detengo a comer, él también se detiene. ¿Cuándo me detengo a echar gasolina? Sí, él
también está ahí. Cuando me detengo en un motel por la noche, él está justo detrás de
mí. Cuanto más nos alejamos de Princetown, más fría se pone la temperatura, pero el sol
siempre está ahí en el fondo, acechando.
Como Zach.
No intenta hablarme o acercarse a mí, excepto cuando me enfermo en las paradas
de descanso. Lo cual parece haber disminuido por completo ya que el olor de mi coche,
los asientos de cuero y las carreteras ya no me asustan, he vuelto a ser la chica de
antes, la chica de antes de que mis padres murieran. Creo que me había forzado
demasiado, había forzado a mi fobia.
O tal vez tengo miedo de algo más ahora, de cierto tipo alto, moreno y guapo
que no deja de seguirme y después de días de conducir sin rumbo, decido detenerme
en un lugar al azar.
Se llama Punto Azul.
Bueno, tiene el nombre en azul, así que tal vez no sea al azar en absoluto.
Está más al norte y se encuentra entre las montañas. Dicen que allí nieva en invierno
y que los veranos no son tan calurosos como en Princetown.
Llegamos allí un par de días después y digo nosotros porque Zach no me ha dejado
todavía, ha pasado poco más de una semana desde todo eso y él ha estado ahí como
una sombra, no confío en él, sé que se aburrirá y se irá después de un tiempo.
¿Por qué se quedaría? Tiene una vida en Nueva York. Un apartamento, compañeros
GoR de habitación. Un trabajo que le gusta y en el que es bueno.
Tú eres mi vida.
Sé que dijo eso. Lo sé.
Pero no puedo creer esas palabras, no puedo creerlas, no después de todo lo que
ha hecho y de lo cruel que ha rechazado mi amor.
Paramos en un restaurante para comer tan pronto como llegamos a Punto Azul.
Yo me senté en un extremo de la barra y él se sentó en el otro, la camarera es joven
343

y habladora por lo que ella y yo entablamos una conversación. Cuando le digo que
podría quedarme aquí por un tiempo, me dice que están contratando. También me
consigue una cama y desayuno a un par de cuadras de aquí, la ciudad es pequeña
Página

incluso más pequeña que Princetown, pero me gusta. Y hace frío aquí, el invierno está en
pleno apogeo con mucho viento. También hay un lago y es tan azul que me enamoro
de él en cuanto lo veo. Como si me hubiera enamorado de Zach.
Al día siguiente llegué al restaurante a las siete y él estaba allí.
Dios, ¿no duerme? ¿Se toma un día libre o algo así?
La camarera que me habló de este trabajo me explica todo y me dice qué sección
será mía ese día.
¿Y qué sabes? Zach ya está sentado ahí.
Me acerco a él.
—¿Qué estás haciendo aquí? —dije mientras él inclinaba su barbilla hacia el menú.
—Me encanta el café de aquí.
—Te encanta el café. —dije con su asentimiento mientras continúo—. Nunca has
tomado café aquí.
—Ayer tomé un poco.
—No, no lo hiciste. Te comiste una hamburguesa y una rebanada de pastel. Lo vi.
Cuando sonrió, me di cuenta de que no debería haberlo dicho, me hizo parecer
una acosadora espeluznante. Una acosadora en la etapa cinco, dobló los brazos sobre
la mesa mientras asentía con la cabeza.
—Sí, me atrapaste. Sólo estoy aquí por el pastel.
Puse una mano en la cabina mientras alzaba mi cadera.
—¿Vas a verme trabajar todo el día?
Los rayos del sol iluminaban su mandíbula y se entrecruzaron en su cabello,
GoR haciéndolo tan guapo que tuve que respirar profundamente y componerme.
No cedas, Cleo. No cedas.
—No. Pero puedo, si tú quieres.
—Ya sabes lo que quiero.
—Bueno, entonces volveré en el almuerzo.
—¿Y qué? Pastel. ¿Es esa tu orden? —suspiré parándome derecha.
344

—Uh-huh. Y una taza de café.


Hice un espectáculo escribiéndolo en mi nuevo bloc
—Un trozo de pastel y café con un poco de saliva, en camino.
Página

Cuando me doy la vuelta, le oigo dar una risa que se derrite como la mantequilla
en mis huesos, pero sé que tengo que ser fuerte.
Mucho más fuerte en realidad de lo que había planeado porque después de eso,
Zach aparecía a las siete de la mañana diariamente a ordenar lo mismo y simplemente
me observaba mientras me movía. Me recordaba mucho a cuando regresó por primera
vez, me veía correr a la mansión por la mañana, a veces en los pasillos con mi uniforme.
Él estaba haciendo lo mismo aquí.
Me veía trabajar, tomar pedidos, entregar comida, charlar con los clientes, todo
con mi uniforme de camiseta roja y pantalones cortos negros y como en Las Pléyades
sentía su mirada sobre mí desde que se sentaba en la cabina hasta que se iba una hora
después.
Odiaba que estuviera haciendo esto.
Odiaba que se estuviera haciendo tan difícil mantenerme alejado de él.
Cada día que pasaba se me hacía más difícil resistirme a él, resistir sus intensos ojos,
su singular enfoque en mí. Las cosas que decía inclusive cuando no estaba hablando.
Maldita sea, odiaba sus silencios tan intensos.
A veces pensaba que estaba siendo estúpida.
Lo amo, ¿no?
¿Qué importa si no quiere eso? ¿Qué importa si rechaza mi amor a cada paso y
me hace daño?
Yo lo tomaría.

GoR Me lo llevaré todo si puedo acercarme a él y tocar esos mechones aterciopelados


de medianoche. Si consigo cogerle la mano o acariciar esa dura mandíbula. Si consigo
besarlo, olerlo, hacer el amor con él.
Pero entonces, ¿qué pasaría si me rechazara una y otra vez, tantas veces que me
amargo? Haciéndome enfadar y llenándome de odio. Exactamente como lo hice en St.
Patrick.
No puedo hacer eso.
No puedo odiarlo cuando sé lo que se siente amarlo.
345

No puedo dejar que mate mi amor.


Así que voy a esperar a que salga. No puede seguirme siempre, ¿verdad? No puede
venir a la cafetería todos los días por el resto de su vida.
Página

Resulta que tengo razón.


Después de venir todos los días durante una semana, se detiene.
Una mañana, no entra. Preocupada, miro el reloj y salto cada vez que la puerta se
abre y llega un nuevo cliente.
Sin embargo, Zach nunca aparece.
Paso el día alternativamente preocupándome por él, pensando que algo le ha
pasado, y enojándome porque se rindió tan fácilmente.
Lo cual es una estupidez. Quería que se rindiera. Quería que se fuera y me dejara
en paz. Es algo bueno.
Por fin puedo empezar mi vida ahora, sin el pasado. Sin él.
A la mañana siguiente, cuando no aparece de nuevo, decido que ni siquiera voy
a vigilar la puerta. No. No voy a actuar como un drogadicto, no importa cuánto lo
desee. No me reduciré a eso.
Pero entonces, lo veo a través de la ventana.
Está en el lado opuesto de la calle, caminando por la acera.
Rápidamente, voy hacia mi jefe y le pido un descanso de cinco minutos, aunque
acabo de empezar. Ya estoy fuera de la puerta, tirando de mi chaqueta porque, por
Dios, hace frío, antes de confirmarlo siquiera.
Caminé por la calle hasta el otro lado y lo seguí. No sé qué le voy a decir cuando
lo alcance, pero tengo que ver a dónde va.
Imbécil.
Es un maldito imbécil, ¿no? Me hizo pensar que me esperaría para siempre. Que no
GoR se movería, sin importar cómo lo alejara.
Pero míralo ahora. Bajando por la acera como si no le importara nada.
Vale, eso podría ser una exageración. No está deambulando sino lanzándose, como
si tuviera prisa.
Finalmente, se detiene en un taller de carrocería en la esquina de la calle.
Jadeando, yo también hago una pausa.
Ahí es cuando me doy cuenta de la ropa que lleva puesta. Un mono gris oscuro, un
346

uniforme.
¿Por qué lleva un uniforme?
Página

Poco a poco, avanzo, me lo observo todo. Hay un espacio de oficina con un


tablero en la parte superior, que dice Blue Dot Auto Body Inc. Justo al lado hay un gran
cobertizo con unos cuantos autos aparcados dentro, junto con un par de motos.
Zach se detiene con un tipo que está tomando café, mientras charla con él. Lleva
el mismo uniforme que Zach.
Respirando ruidosamente, los veo juntos. Hasta que el tipo me espía y alerta a Zach
de mi presencia.
Se da la vuelta e inmediatamente se le frunce el ceño.
—¿Blue? —se excusó del tipo y se acercó a mí—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Está
todo bien?
Hay un logo en el lado derecho de su pecho, deletreando el nombre de la tienda.
—No viniste a la cafetería.
—Sí —se rascó la frente con el pulgar—. Ayer estuve retenido aquí todo el día.
Aparentemente, están muy ocupados. Un tipo se fue y no tenían refuerzos.
Simplemente parpadeo ante él, ante su explicación.
—Pero iba a aparecer para el almuerzo de hoy —terminó mientras me observaba
cuidadosamente.
—Pensé que te había pasado algo. Estaba preocupada.
Zach sonrió ligeramente.
—Estoy bien, Blue. Sólo trabajando
Miro la tienda una vez más. El tipo que hablaba con Zach se había ido, parecía
que éramos las únicas dos personas aquí ahora mismo.
GoR —¿Trabajas aquí? —mirándolo le pregunté.
—Eso es lo que dije —se rió
—¿Por qué?
—Bueno, me imaginé que soy bueno con las motos. Y parecían muy desesperados.
Así que por qué no. Además, viene con un apartamento.
—¿Un apartamento?
—Sí. Ahí arriba, en realidad —él inclinó la barbilla y yo me di la vuelta para ver un
347

apartamento en el segundo piso, al otro lado de la calle, había una pequeña cafetería
abajo. Sin embargo y después de eso, continué enfrentándolo—. Estaba pensando, el
apartamento es bastante grande. Podría tomar el sofá.
Página

—Tomarías el sofá.
—Sí. Es un futón. Se despliega. Tiene que ser mejor que el lugar en la que te estás
quedando y...
—Deja de hablar —le dije, saliendo finalmente de mi estupor.
Zach frunció el ceño como si estuviera confundido.
¿Está confundido? Me estoy tambaleando.
Tambaleándome.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté con los dientes apretados.
—¿Qué quieres decir?
—Qué quieres decir con eso —dije, histéricamente—. ¿Acabas de pedirme que viva
contigo?
—Bueno, sí. Como dije, el apartamento tiene mucho espacio.
—Mucho espacio. Bien. —sacudí la cabeza mientras miraba al suelo—. ¿Por qué
tienes un trabajo? ¿Por qué tienes un apartamento?
—No puedo quedarme en el motel para siempre. ¿Dónde sugieres que duerma? —
levanté las manos rendida.
—En Nueva York. Tienes todas estas cosas en Nueva York. Un apartamento. Un
trabajo que me dijiste que te gustaba y en el que eres bueno. Tu vida está en Nueva
York.
Con una sonrisa torcida, se encoge de hombros.
—No tengo nada allí que no sea reemplazable. Y te lo dije.
—¿Decir qué?
GoR La fría brisa le da vueltas a su pelo puntiagudo mientras dice:
—Tú eres mi vida.
Sus palabras tienen más impacto esta vez. Tal vez porque ahora puedo ver lo que
quiere decir con eso. Me lo está mostrando, reorganizando su vida a mi alrededor.
Me golpearon justo en las tripas y las mariposas se volvieron locas. Siento sus
afiladas alas agitarse, haciendo que todo sangre dentro de mí.
Me envuelvo los brazos alrededor de la cintura, tratando de calmarlas.
348

—¿Por qué haces esto?


—¿Hacer qué?
Página

—¿Por qué no me dejas en paz?


Hubo un ligero rubor en sus duros pómulos, creo que era cortesía del clima más frío
de aquí, ya que ni siquiera llevaba un suéter. No sé por qué pensaba en eso cuando
estaba en juego algo mucho más importante.
—Porque no quiero que estés sola. O asustada —dijo apretando la mandíbula.
—No estoy sola, —le digo de golpe, mirándolo.
Habíamos estado parados a unos centímetros de distancia, pero mientras
hablábamos nos acercábamos. Podía sentir su calor corporal, su olor envolvente,
deteniendo los escalofríos provocados por el clima.
—¿Qué?
Me lamí los labios.
—Encontré un chico.
—Un chico.
—Sí —asentí con la cabeza—. Vino a la cafetería ayer. Se sentó en mi sección. Me
dijo que era hermosa y cuando le dije que era nueva en la ciudad, se ofreció a mostrarme
los alrededores. Así que vamos a salir este fin de semana.
Es una mentira. Obviamente.
Y hasta el contarlo me daban ganas de vomitar, pero tenía que decirlo.
Zach está aquí de pie, todo tenso y ruborizado por el frío. Sus ojos negros me
miraron con atención.
—¿Vas a arruinar mi cita? —pregunté cuando no dijo nada.
—¿Quieres que arruine tu cita? —preguntó mientras la vena de su cuello pulsaba.
GoR Me acerqué más por alguna razón, uniendo los dedos de nuestras botas a ras.
—No —sacudí mi cabeza una vez mientras me posaba sobre sus ojos—. Quieres
vigilarme, ¿verdad? No me dejarás en paz. Así que quiero que me vigiles en mi cita.
Quiero que mires como alguien más me hace sonreí, me hace reír. Como alguien más me
toma de la mano, me da un beso de buenas noches. Quiero que veas todo eso, Zach.
Sus fosas nasales se inflaman y el color de sus afilados pómulos se profundiza. Creo
que es por la ira, más que por el frío.
—Eso es lo que quieres, ¿no? Observarme. Por eso no te irás. ¿Qué crees que va a
349

pasar? ¿Crees que siempre estaré sola? —me burlé—, eres mi primer amor. A veces, creo
que serás el único amor de mi vida. Pero eso no significa que no sea más fácil. Que no
encontraré a alguien con quien quiera pasar el resto de mi vida. Quiero eso, ya sabes.
Página

Tal vez no lo ame como te amo a ti. Tal vez no haga que mi corazón lata más rápido o
no haga que las mariposas exploten en mi estómago. Pero está bien. Quiero un hogar.
Quiero bebés. Quiero un futuro, Zach. Tal vez esté bien que vivas en el pasado, pero yo
quiero construir mi vida. Quiero pertenecer a algún lugar. A alguien.
A ti.
Oh, Dios, cómo lo deseo. Cómo deseo pertenecerle. Cómo deseo que me
pertenezca.
Pero supongo que algunas historias están condenadas. No tienen vida, no importa
cuán vivos se sientan.
Zach tragó y bajó la cabeza mientras observaba el suelo durante unos cinco
segundos, los cinco segundos más largos de mi vida, en esos cinco segundos, creo que
lo entiende. Finalmente entiende lo que digo. En esos cinco segundos, tengo pánico de
que se vaya, me doy cuenta de que no podría vivir sin mis días mirándolo, sin mis días
tocándolo. Entonces miró hacia arriba y sus ojos estaban vidriosos.
Vulnerable. Desbordante de emociones.
—Me acordé de algo el otro día, —comenzó—. Cuando estaba en ese agujero, me
asusté. Pensé que nadie me encontraría. Ni siquiera se molestarían en buscar. Yo era un
dolor en el trasero. ¿Por qué me buscarían? Así que me quedé allí, mirando el cielo. Sentí
como si estuviera en algún lugar profundo. Hacía calor y humedad y el cielo parecía tan
lejano. Y entonces, vi una estrella fugaz. Fue rápido. Sólo un flash, pero fue suficiente
para que cerrara los ojos y pidiera un deseo.
—Esto en realidad mostraba lo desesperado que estaba, ya que no creía en los
deseos. ¿Sabes lo que deseaba? —rió.
Sin palabras, sacudí la cabeza.
—Deseaba a alguien que se preocupara por mí. Alguien que me amara. Que me
GoR
soportara a mí y a todas las cosas destructivas que me sentía obligado a hacer.
Deseaba a alguien suave. Alguien brillante y luminoso. Pero más que eso, deseaba
alguien para quien pudiera ser mejor. Te deseaba a ti. Y entonces, te encontré, pero
estaba demasiado ciego para verlo. Estaba demasiado enojado y envuelto en mí mismo
para darme cuenta de que eras tú. Que eras una estrella. No importaba cuánta
suciedad te arrojara, seguías brillando. Y seguí viéndote. Me destruirá ver que
perteneces a otra persona. Moriré un poco cada día si le das tus sonrisas. Me destrozará
ver cómo construyes un futuro con él. Un futuro que podría haber tenido contigo, pero
estaba demasiado jodido para alcanzarlo. Pero te observaré, no importa lo que pase.
350

En tu carta, dijiste que mirarías las estrellas todas las noches. Bueno, tú eres mi estrella,
Blue. No puedo dejar de mirarte. Siempre pensé que el amor te hace sangrar. Pero
supongo que está bien. Me lo llevo. Si eres feliz con otro tipo, Blue, me quedaré con la
Página

hemorragia. Porque te amo.


Justo delante de mí, Zach se veía más alto. Más ancho. Su cuerpo se volvía más
apretado. Los tendones de su cuello sobresalían de esa vena palpitante. Está creciendo
delante de mí, haciéndose más fuerte de alguna manera y todo lo que puedo hacer es
presenciarlo en silencio. Con lágrimas en los ojos.
Y cuando me pone la mano encima, no puedo detenerlo.
No quiero hacerlo. He perdido todas mis fuerzas. No me queda nada más que... él.
Está corriendo por mis venas y golpeando en mi pecho.
—Estoy enamorado de ti, Blue —susurró con sus pulgares trabajando en limpiar mis
lágrimas—. Tenías razón. Pero no empezó ese día. No empezó en esa sala de detención.
Empezó hace mucho tiempo, probablemente en ese agujero. Tal vez incluso antes de
que yo naciera. No sólo te he amado por años, sino por toda la vida. Porque no te amo
sólo con mi corazón. El corazón es sólo un órgano. Puede ser arrancado del cuerpo,
pisoteado, aplastado como una pulpa. No te amo con todo mi corazón. Te amo con
toda mi alma. Estás en el centro de mí. Estás en mi maldita esencia. Y nadie puede
quitarme eso. Ni siquiera la muerte.
Él dejó caer su frente sobre la mía y yo me puse a sollozar.
Era un desastre.
Era un maldito desastre, tanto que era vergonzoso.
Era tan malo que Zach tenía que agarrarme en su cálido y duro pecho, mientras
que yo le rodeaba con mis brazos, agarrándome a él como si me estuviera ahogando.
No tengo idea de cuánto tiempo me quedé babeando sobre él, pero finalmente
mis lágrimas se secaron y me alejé de él para mirar su cara, observando esos pómulos
susurré:
—Hace frío afuera.
GoR
—Lo sé —sus labios se movieron.
—¿Por qué no llevas un suéter? Una chamarra.
Se quedó mirando mi chaqueta, era azul e hinchada fue lo primero que me compré
el día que llegamos.
—Supongo que lo olvidé.
—Eres un idiota — le di un puñetazo a su uniforme.
—Lo soy.
351

—Arruiné tu uniforme.
Mira la mancha húmeda sobre su pecho.
Página

—Te hice llorar.


—Siempre lo haces.
Ante mi declaración, me clavó sus ojos antes de dar un paso atrás y luego me quitó
el aliento cuando se puso de rodillas.
—¿Qué estás...? —le pregunté—. ¿Qué estás haciendo?
—Te hago una promesa —dijo mirando hacia arriba.
—¿Qué promesa?
—Sé que la he cagado. Sé que la he jodido un millón de veces a lo largo de los
años. No te merezco. No merezco respirar el mismo aire que tú. Pero si por algún milagro,
me das una oportunidad, Blue, pasaré el resto de mi vida tratando de probarte que
puedo ser mejor. Que soy el tipo que te deseó una noche hace mucho tiempo y se da
cuenta de eso.
No es la primera vez que Zach se arrodilla delante de mí. No es la primera vez que
lo miro.
Pero se siente así.
Todas esas otras veces fueron por sexo, porque quería probarme, pero esto
es...diferente, como si fuera sometido. Esto era una inversión de roles.
Este era él pidiéndome y rogándome que le diera una oportunidad. Observé su
cabello revuelto por el viento y su magnífica cara, el sol es mínimo, pero aún así, su piel
bronceada brilla bajo él.
Incluso de rodillas, parece un príncipe.
Mi príncipe.
GoR —Bien.
—¿Está bien? —sus ojos brillaron.
—Sí. Está bien —dije mientras una sonrisa aparecía en mi rostro.
—¿Estás bromeando?
Algo de eso me hizo reír, mi abrigo me golpeó en medio del muslo y mis miembros
desnudos rozaban su pecho cuando me acerqué a él.
—No. Levántate. El suelo está frío.
352

Aun así, no se movió. Me estaba mirando seriamente, como si toda su vida


dependiera de ello.
Página

—Te amo, Zach. Te he amado siempre. No sé cómo viví separada de ti cuando te


fuiste por tres años. Tal vez fue más fácil entonces porque no sabía que te amaba. Todo
lo que sentía por ti era una pasión profunda que creía que era odio. ¿Pero ahora? Ahora
sé lo que se siente al amarte y es difícil. Es mucho más difícil sobrevivir sin ti.
—Nunca más te haré pasar por algo así. Nunca te dejaré —dijo mientras sus manos
subían hasta mi cintura.
Al agacharme, lo besé ligeramente.
—Lo sé. Pero tienes que levantarte. Mi descanso ha terminado y tienes que besarme
bien.
—Tengo que... —se burló.
—Uh-huh. Me estoy muriendo aquí.
Riéndose, me dio un beso en la boca antes de levantarse y me tomó en sus brazos
de la manera típica de él.
Y luego me besó. Completamente.

GoR
353
Página
Epilogo

Lo llaman el Príncipe Oscuro.

Se rumorea que tiene el par de ojos más negros que nadie ha visto nunca. Y el
mismo cabello negro.

Aunque nadie puede decirlo con seguridad porque siempre lleva el casco puesto,
es una cosa grande y negra que esconde toda su cara, y se va justo después del
espectáculo. No le gusta mucho la fanfarria o cosas así.

No. Él es todo sobre la motocicleta.

La moto que él llama Blue.

Puede hacer un caballito con los ojos cerrados y puede volar sobre los agujeros.
Cuando está en el aire, gira su motocicleta como si no pesara nada. La multitud se vuelve
loca por él, cantando y gritando su nombre artístico.

Esta noche, va a dar un paseo por el muro de la muerte.


GoR
Suena siniestro y juro que lo es por la forma en que tiemblo sólo de pensarlo. Es una
cosa tipo pozo donde los motociclistas comienzan en el fondo, ganando lentamente
velocidad mientras dan vueltas y vueltas. Hasta que ganan suficiente impulso para ir en
paralelo al suelo.

Se supone que se basa en un principio muy simple de la física, pero no me gustaba


mucho la ciencia en la escuela.

Todo me parece mágico. Una magia que puede fallar en cualquier momento.
354

Aunque, Zach ha estado practicando para ello durante semanas. Le he visto


hacerlo y lo hace de forma maravillosa.
Página

Aún así, estoy nerviosa.

Supongo que siempre estaré nerviosa cuando salga al escenario. Es lo más


preciado del mundo para mí.

Es el amor de mi vida.
Y lo espero en la pista, colgada sobre la barandilla, siendo empujada por la
multitud, impaciente por que salga. Es el último en salir y siento como si no lo hubiera visto
en días. Cuando sólo lo vi un hace unas horas en la casa en la que nos quedaremos las
próximas semanas.

Estamos en Las Vegas para el carnaval donde está actuando. Sus amigos de Nueva
York le avisaron y ahora, estamos compartiendo un apartamento con ellos.

Son un buen grupo; los conocí hace un par de días cuando llegamos. Aunque Zach
se vuelve un poco territorial cuando me hablan. Me ha pedido que me aleje de ellos y
que esté a su lado todo el tiempo.

Normalmente pongo los ojos en blanco cuando se pone celoso y le digo que no es
mi jefe. Y procede a demostrarme que me equivoco jugando con mi cuerpo como si fuera
suyo.

Lo hace. No me avergüenzo ni tengo reservas para admitirlo.

Yo también soy su dueña.

Y ahora, estoy excitada parada en medio de la multitud. No puedo esperar a que


salga y termine para que podamos regresar y estar solos.

Se pone todo sudoroso e impaciente después de uno de sus espectáculos.


GoR Aunque, para ser justos, esta es sólo la segunda vez que lo veo actuar ante una
multitud. La última vez fue en un carnaval como este en Nueva York. Ese espectáculo fue
salvaje. Estuvimos allí durante una semana y cada noche fue increíble.

Todavía no puedo creer lo popular que es entre la gente. Cómo la gente le canta
y cómo las chicas se vuelven locas.

Eso no me gusta y me alegro de que no le interese la fama o lo que sea.

Sólo está interesado en mí.


355

Me dedmuestra eso todos los días. Me lo ha estado demostrando los últimos seis
meses, desde que se arrodilló y me pidió que le diera una oportunidad.
Página

Decidimos quedarnos en Blue Dot porque a ambos nos encanta el lugar. El frío, las
montañas, el lago. Hay tanto cielo allí y todo es tan amplio y abierto y azul.

Se siente como la libertad.

Vivimos juntos ahora, en el mismo apartamento que consiguió con su trabajo en la


tienda. Al principio, pensé que sería un poco incómodo. Mudarnos juntos cuando ni
siquiera hemos salido nunca.

Pero no lo fue.

Nada con Zach es nunca incómodo. Siempre está lleno de pasión, sí. Intensidad y
un calor innato. Pero nunca es raro. Incluso cuando chocamos, chocamos tan gloriosa y
naturalmente, como dos cuerpos celestes destinados a chocar, quemarse y, aún así, de
alguna manera orbitan uno alrededor del otro.

De todos modos, durante las primeras semanas, yo tomé el dormitorio y él durmió en


el sofá. Éramos una especie de compañeros de habitación.

Compañeros de cuarto que estaban irrevocablemente enamorados el uno del otro.

Salimos en citas, exploramos la ciudad, hicimos algunos amigos. Era la forma de Zach
de hacerme sentir querida, haciendo lo correcto por mí. Sin embargo, al final de su cortejo,
me quedé sin costuras. Quería sus manos sobre mí, sus labios, sus dientes. Quería poder
sumergirme en sus brazos cuando quisiera y quería que se sumergiera en mi suavidad
cuando quisiera.

Menos mal que también estaba a punto de arder.

Así que nos graduamos de compañeros de cuarto a novia y novio un mes después
de mudarnos.
GoR A Zach no le gusta ese término: novia y novio. Cree que es infantil. Pero como sea.
A mí me gusta. Me hace pensar que somos jóvenes y estamos enamorados y que el tiempo
que perdimos peleando y hiriéndonos no fue tan largo.

En realidad, pensamos que fue cerca de una década.

Una década de odio, de errores y de miseria. Cuando podríamos haber estado ahí
el uno para el otro, a través de años de intimidación.

Pude haberle dicho que era increíble cuando su papá lo golpeó y a su mamá no
le importó lo suficiente. Y podría haberme hecho darme cuenta de que no importaba
356

que no poseyera un cuerpo certificado por la sociedad o si mi pelo era azul o si venía
del otro lado de la ciudad, seguía siendo hermosa para él.
Página

Podríamos habernos ahorrado tanto dolor.

Pero me alegro de que estemos juntos ahora. Nosotros contra el mundo.

Me alegro de haber estado con él cuando su madre falleció hace un par de meses.

La Señora S lo llamó con la noticia y volvimos a Princetown al día siguiente para el


funeral.

Vimos a todos: Maggie, la Señora S, Grace, Tina, Leslie y Art. Lo está haciendo muy
bien y se ha hecho muy grande. Estoy deseando que llegue el día en que sea el chico
más alto de su clase. Nadie tendrá las agallas de molestarlo.

El padre de Zach también estuvo en el funeral. Se reunió con Zach como si el


incidente de la prisión nunca hubiera ocurrido. Zach nunca le dio un puñetazo y el Señor
Prince nunca abofeteó a la Señora Prince.

Como era de esperar, nada surgió de ese incidente, de todos modos.

No sé qué le pasa a la gente rica, pero me alegro de que nos vayamos de esa
ciudad. Me alegro de que Zach siga adelante.

Hizo el panegírico14 que él mismo escribió.

Nunca he estado más orgullosa de él. Ni siquiera cuando trajo a casa libros y
cuadernos y me dijo que quería aprender.

Quería ser mejor. Para él mismo.

Todas las noches antes de dormir, leemos juntos. Se siente como un sueño, donde
estamos desnudos y sudorosos, envueltos en una sábana, leyendo sobre el amor y la
pasión.
GoR
¿Quién iba a saber que la lectura podía ser tan caliente? ¿Quién sabía que querría
hacerlo por el resto de mi vida? Tal vez incluso conseguir un título en literatura. Pero no
estoy pensando en eso ahora mismo.

Ahora mismo, estoy enamorada.

Miro hacia abajo cuando el locutor presenta a Zach, alias el Príncipe Oscuro.

Es una mini versión de un estadio con el pozo en el fondo y el área de espectadores


arriba. Estoy dos pisos arriba y el fondo parece mucho más profundo que hace un
357

segundo. Tragando, escaneo la pared en la que Zach estará montando, dando vueltas
en círculos.
Página

Dios, no quiero imaginarme lo lejos que está la parte superior de la inferior y lo duro
que parece el suelo. ¿Por qué no pueden tener redes de seguridad o algo así?

¿Por qué tienen que hacerlo tan peligroso?

14 Discurso que se hace para alabar a alguien


Agarro la barandilla con fuerza cuando la puerta del otro lado del pozo se abre
y Zach sale de ella.

Tiene su casco y su traje es todo negro. De ahí el nombre.

Sale a la mitad, agitando la grava a su paso y los sonidos son ensordecedores. Me


quedo ahí como un mudo, con las piernas temblorosas mientras lo veo revolucionar la
moto y verse tan invencible ahí abajo.

Pero no es invencible.

Es sólo un... tipo. Un tipo hermoso y con muchas capas del que estoy enamorada y
que me asusta tanto por él.

Soplando un aliento, miro al cielo. Está lleno de estrellas.

Nuestras estrellas.

Ahora se sienten como nuestras, las mías y las de Zach. Las observamos noche tras
noche, a través de la ventana sobre nuestra cama. A veces, las observo cuando se mueve
dentro de mí. Rápido y furioso, o lento y perezoso.

Ahora las miro y les pido que lo mantengan a salvo.

Por favor, manténgalo a salvo.


GoR
Bajo la mirada cuando el rugido de su motocicleta se eleva más alto que el canto
de la multitud. Y entonces, él se va. Va hacia la pared a una velocidad que me roba el
aliento y antes de que pueda siquiera parpadear, se desliza hacia arriba.

Está ahí, en la pared.

Me inclino sobre la barandilla, cuelgo mi cuerpo como mucha otra gente mientras
da vueltas en la pared. Da vueltas y vueltas, cada vez más alto, ganando velocidad.

Cuando llega a la cima, me muerdo el labio tan fuerte que saboreo mi sangre. Es
358

metálica y llena de nervios cuando lo veo finalmente ir paralelo al suelo.

En este momento, mis nervios se calman un poco.


Página

Están ahí, por supuesto, pero algo más se arrastra.

Algo como la adrenalina.

Siento que viene de él. Justo cuando golpea la parte superior de la pared, se siente
eufórico. Se siente como si hubiera conquistado el mundo. Está tocando el cielo porque,
en este momento, él mismo es una estrella. Oscura pero aún así, brillante.

Y sonrío incluso cuando me arden los ojos.

Es como si pudiera sentirlo, sus emociones a través del espacio. Puedo sentir lo
mucho que le gusta. Cuánto se deleita en él.

Esta es la libertad para él.

Las mariposas aletean justo debajo de mis costillas y me pongo una mano en el
estómago. Estoy temblando, pero no sólo por los nervios.

Estoy temblando de verlo dar vueltas y vueltas. Estoy temblando de verlo bajar por
este agujero artificial y volver a subir. Todo en un parpadeo.

Es ligero como el aire y la gravedad no significa nada para él.

Zach no sigue las leyes básicas de la naturaleza. Está por encima de eso.

Es el príncipe oscuro.

Es mi príncipe y cuando su acto termina y lleva su motocicleta al medio del pozo


de nuevo, me doy la vuelta.

Me abro paso entre la multitud que canta y me precipito por las escaleras. Hay una
GoR entrada para el personal en la parte inferior del estadio y le muestro mi pase de visitante
al tipo que hace guardia.

El interior está lleno de actividad y de gente. La tripulación tiene los auriculares


puestos y están corriendo como si el mundo entero dependiera de ellos. Bueno, al menos
el acto lo hace, así que estoy feliz de que parezcan tan dedicados.

Es un gran espacio que se rompe en un túnel, que lleva al fondo del pozo. Llego a
la boca del túnel y veo a Zach bajándose de su motocicleta. Se quita el casco, seguido
de su chaqueta.
359

Incluso cuando está practicando, siempre está súper caliente y sudoroso después
de su maniobra.
Página

Su camiseta negra está pegada a su musculoso pecho y su pelo está todo


despeinado y puntiagudo. Hay un matiz oscuro en sus mejillas por la prisa, creo.

Una multitud se reúne a su alrededor, un par de miembros del personal y sus amigos
de Nueva York y, aunque estoy impaciente por tenerlo a solas, no me importa esperar
hasta que termine.
Pero resulta que no tengo que esperar mucho.

Me mira en cuanto termina de tirar la chaqueta en su motocicleta estacionada.


Cuando lo odiaba o pensaba que lo odiaba, esta conexión entre nosotros solía
molestarme. Pero ahora, estoy agradecida por ello. Me hace sentir especial, la única
chica para él en este mundo. En toda esta galaxia.

Su mirada es oscura, como siempre, y hambrienta.

Parece hambriento y se me pone la piel de gallina cuando empieza a caminar


hacia mí, en medio de la conversación.

Respirando con fuerza, me quedo ahí, observando cómo se acerca a mí.

Lo primero que noto cuando se acerca a mí es su olor. Es almizcle mezclado con su


favorito: pastel de arándanos. Cuando estuvimos en Princetown, Maggie me dio la receta.
Soy un desastre en la cocina, pero de alguna manera, aprendí a perfeccionarla para
Zach.

—Eso es muy grosero —le digo, levantando mi cuello—. Alejarse en medio de una
conversación.

Se inclina sobre mí.

—Siempre he sido grosero.


GoR
Sacudiendo la cabeza, le sonrío y me acerco para limpiar una gota de sudor
errante, serpenteando hasta sus cejas.

—Estuviste increíble ahí abajo. Como, realmente, realmente increíble.

—¿Qué ha pasado?

—¿Qué?

Su mano se extiende y traza mi labio inferior con la almohadilla áspera de su pulgar.


360

—¿Te has estado mordiendo el labio?


Página

Oh, me olvidé de eso.

Asiento, agarrando su muñeca y frotando el extremo de su tatuaje en su muñeca.

—Sólo un poco. Estaba nerviosa.

—Sigo haciéndote sangrar —murmura.


Me acerco a él y su pecho roza el mío.

—No eres tú. Soy una gallina de mierda en estas cosas. Sigo pensando que algo te
va a pasar.

—No me pasará nada.

Luego, se inclina y me besa suavemente. Me chupa el labio inferior y pasa la lengua


por la piel desgarrada, calmándola. Disculpándose por hacerme preocupar por él,
aunque ya se lo he dicho cientos de veces: Siempre me preocuparé y él no necesita
disculparse por ello.

Enrollo mis brazos alrededor de su cuello, yendo a ras de él. Así como nuestros
cuerpos se conectan entre sí, Zach pone sus manos bajo mi trasero y me levanta.

Mis piernas rodean sus estrechas caderas y él empieza a caminar, sin romper nuestro
beso. Escucho algunos gritos en el fondo pero no me importa.

Zach me está besando. El mundo puede incendiarse y aún así no me importaría.

Me saca por la puerta, donde se ha reunido una multitud, probablemente


esperando que salgan los motociclistas. Escucho a alguien decir el nombre artístico de
Zach y especular si es realmente él, pero sigue caminando hasta que nos alejamos de
ellos. Encuentra un lugar aislado entre dos remolques estacionados en el lado más
alejado del suelo.
GoR
Apoyándome contra la pared de metal, se rompe.

—No, no te detengas —exhalo, levantando mi barbilla para ir tras sus labios otra
vez.

Su fuerte cuerpo se mueve entre mis muslos, su pelvis rozando mi clítoris hinchado.

—¿Qué llevas puesto?

Zach frunce el ceño a mi camiseta y me doy cuenta de que es la primera vez que
361

se fija en mi atuendo. Mi inusual atuendo para la noche.

Se ha centrado en mi diafragma desnudo. Está pálido, suave y, ahora mismo, con


Página

hoyuelos en la forma de sus dedos que me están agarrando.

—¿Es una camiseta?

Él mira hacia arriba.

—¿Por qué no está ocultando nada, entonces?


A pesar de que estoy un poco nerviosa por su reacción ante un atuendo tan
atrevido y tan excitada, me las arreglo para reírme.

—¿Qué? Lo está ocultando todo.

Clava sus dedos en mi carne y yo estiro mi columna vertebral, atrapada entre él y


el remolque.

—No tu estómago.

—Quería disfrazarme un poco. —Luego, porque no puedo detenerme—. ¿Crees que


yo... ya sabes, me veo rara? Quiero decir, no estoy hecha como una hoja y...

—¿Quieres que te deje aquí y me vaya? —gruñe, levantándose en mi cara.

Sus palabras me recuerdan la noche en que lo seguí en mi auto y descubrí que


puede volar motocicletas. De hecho, todo este encuentro me hace recordar cómo puso
su boca en mi cuerpo por primera vez y me besó. Ahí abajo.

Le doy un puñetazo en el hombro.

—Deja de ser malo. Estoy realmente preocupada. Nunca me he puesto algo así.

—Y no te pondrás algo así nunca más porque te ves muy sexy y sólo yo puedo
apreciarlo. Eres mía, ¿recuerdas?
GoR
Dios, ¿por qué tiene que ser tan sexy y posesivo?

¿Cómo se supone que voy a evitar que salte sobre sus huesos y mee enamore de él
cada segundo de cada día?

Sonriendo, le pico los labios.

—Lo sé. Lo dice en la camiseta.

Hago un gesto hacia mi pecho y, confundido, Zach mira hacia abajo.


362

A través de mis pechos, dice: Cenicienta del Príncipe Oscuro. Y hay una foto de
botas de cuero en la parte inferior.
Página

Tengo esta camiseta hecha a medida para esta noche. Sabía que le encantaría. Y
le encanta. Desenvolviendo una mano alrededor de mi cintura, me toca las letras del
pecho. Pesa como un loco cuando roza mi pezón izquierdo, yendo y viniendo,
despertándolo.

Vuelvo a estirar mi columna vertebral, frotando la parte inferior de nuestros cuerpos.


Manteniendo su cara sumergida, Zach levanta los ojos.

—Cenicienta, ¿eh?

—Sí —susurro en voz baja, me balanceo contra él una vez—. Y tú eres mi príncipe.
Aunque actúas como una bestia malvada la mayor parte del tiempo. Pero puedo
sobrellevarte.

Una sonrisa torcida y luego sus ojos se mueven sobre mi cabello.

—¿También te hiciste algo en el pelo?

Mordiéndome el labio, asiento con la cabeza.

—Es un color diferente.

No sé cómo puede saber cuando mi nuevo color, que conseguí especialmente para
esta noche, es tan similar al que tenía antes. Hay una diferencia muy sutil entre los dos,
pero si alguien es un experto en mi cabello, es Zach.

Está obsesionado con eso. Más que con mis pechos, está tan obsesionado que
todavía pasa los dedos por encima.

—Es Royal Blue —le digo.

GoR —¿Para tu príncipe?

—Siempre.

Una emoción parpadea en su cara que le hace apretar la mandíbula. Reconozco


lo que es; es amor.

A veces es tan intenso para él que roza el dolor; yo paso por lo mismo.

Sé que siente esa chispa en su pecho. Al igual que yo siento el zumbido en mi


estómago.
363

Acaricio su mandíbula y le susurro—: Te amo.


Página

Zach se queda en silencio pero su agarre en mi cintura se aprieta y su pulgar se


engancha en mi ombligo.

Una vez le hablé de la vena que corre justo detrás de mi ombligo. Le dije cómo
siento que algo se mueve dentro de mi vientre cada vez que está cerca y cómo cuando
se presiona contra él, mi cuerpo se vuelve loco. No tuve que decirle esto último porque
ha pasado incontables horas besando y lamiendo ese punto él mismo, pero aún así.
Ahora, me hace gemir, la presión que está ejerciendo con su pulgar.

—Tengo algo para ti también —dice, en lugar de decir yo también te amo.

No dice las palabras a menudo. O al menos, no tan a menudo como yo. Lo digo
todo el tiempo: antes de ir a dormir cada noche, saliendo corriendo al trabajo por la
mañana, cuando terminamos una conversación telefónica. Cuando está dentro de mí.

Y cada vez que lo digo, siento que absorbe esas palabras. Siento que se mueven
a través de su cuerpo. Siento su amor irradiando en la forma en que me da un beso en
la boca, en la forma en que sus ojos se vuelven vidriosos.

Así que, supongo que no necesita hacerlo. Él me muestra.

Acaricio su mandíbula de ángulo duro.

—¿Para mí?

Su manzana de Adán se balancea al asentir con la cabeza. Luego, sin apartar la


vista de mí, se echa atrás y saca algo de su bolsillo.

Es un pedazo de papel, doblado una vez.

—Quiero leértelo —dice y mi corazón salta en mi pecho.

GoR La lectura de Zach ha mejorado mucho en los últimos meses. Su escritura también.
Se esfuerza en ello cada día. De hecho, estamos pensando en que obtenga su GED
pronto.

Y sé que lo que sea que haya escrito para mí, es importante para él. Probablemente
es más importante que todas las palabras que me dirá y tal vez por eso las escribió.

Para impartir su gravedad, su valor.

—Vale —susurro, golpeando con el puño su camiseta húmeda.


364

Frunciendo el ceño y aclarando su garganta, comienza:

Blue, Sé que la he jodido mucho. No he hecho daño a nadie de la manera en que


Página

te he hecho daño a ti.

Ninguna cantidad de ‘ lo siento‘‘ compensará nunca ese hecho.

Pero aún así, lo siento. Por todo.

Por todas las veces que pude haberte salvado pero no lo hice. Por todas las veces
que te hice llorar y no estuve ahí para secar tus lágrimas. Por todas las veces que te hice
amargarte y enojarte tanto que empezaste a odiarte un poco.

Las palabras siempre han sido difíciles de encontrar para mí. No soy bueno con
ellas. Probablemente nunca lo seré. Pero quiero que sepas que lo siento.

Te siento.

Justo en mi pecho, con cada respiración que tomo.

Me salvaste cuando menos lo merecía. Y pasaré el resto de mi vida probándote


que hiciste lo correcto al elegirme.

Pero más que eso, quiero que sepas que me casaré contigo algún día. Te voy a
dar tu futuro.

Cuando sea más sabio, mejor y no demasiado imbécil.

Cuando sea realmente el príncipe que crees que soy.

Tuyo,

Prince.

Me lleva un largo momento recuperar el aliento después de que haya dejado de


GoR leer. Probablemente me veo como un desastre, llorando como si alguien hubiera muerto.

Mientras que, en realidad, no creo que una noche haya estado más viva. Más llena
de electricidad, emociones y energía.

Le perdoné hace mucho tiempo por todo. No necesitaba disculparse, pero siempre
llevaré sus palabras en mi corazón.

Las aceptaré y las mantendré a salvo, así como lo mantendré a salvo dentro de mi
pecho.
365

—¿Cuándo escribiste esto? —Me las arreglo para preguntar después de un tiempo.

Zach me está limpiando las lágrimas y me pone el pelo recién coloreado detrás de
Página

la oreja.

—He estado escribiéndolo durante mucho tiempo. Probablemente cuando decidiste


darme una oportunidad —Mis ojos se abren de par en par ante su respuesta—. Las
versiones anteriores sonaban tontas.

Yo resoplo.
—Oh, por favor. Nada de lo que me digas puede sonar tonto. Excepto una cosa.

—¿Qué?

Lo beso primero y cruzo mis tobillos en la parte baja de su espalda.

—Siempre has sido el príncipe que creo que eres.

Sonríe en mis labios.

—¿Sí?

—Uh-huh. Sabes lo que eso significa, ¿verdad?

—¿Qué?

—Vas a tener que casarte conmigo ahora.

—¿Es eso cierto?

—Sí. Lo prometiste. Lo tengo por escrito.

Me besa de nuevo, presionando nuestros cuerpos tan juntos que respiramos como
uno solo. Etapa cinco de clinger15.

—Te gusta.
GoR
Entonces profundizo nuestro beso.

Su sabor me inunda la boca y todo lo que puedo hacer es aferrarme a él. Cuando
sus labios se mueven hacia mi mandíbula, bajando hasta mi cuello, le digo—: Quiero que
me beses. Como te gusta.

Gime en mi piel y baja mis pies al suelo.

Mirándome a los ojos, se pone de rodillas.


366

—Ten cuidado con lo que deseas, Blue.

No espera mi respuesta mientras su boca cae sobre mi vientre desnudo y empieza


Página

a trabajar en mis botones.

Gimiendo, arqueo mi cuello hacia arriba y vuelvo a mirar las estrellas. Son hermosas
e impresionantes, como siempre. Pero, como cada noche, busco la más brillante de todas.

15 Persona o cosa que se aferra


Cuando las encuentro, dos de ellas, de hecho, las nombro: Zachariah y Cleopatra.

Después de eso, cierro los ojos y me pierdo en su beso en mi corazón.

***

El príncipe oscuro
Me llama príncipe y a ella misma, Cenicienta.

Estoy de acuerdo.

Ella es mi Cenicienta. Excepto que en nuestra historia, Cenicienta salva al príncipe.

Yo quise decir cada palabra que escribí; ella me salvó cuando menos lo merecía.
Me salvó de mi pasado y de mi ira. Me hizo darme cuenta de que era lo suficientemente
poderoso para seguir adelante. Que el pasado no me define. Me defino a mí mismo.
Hago mi propio futuro.

GoR Me hizo creer que puedo romper las cadenas y salir volando de mi torre.

Sí, me hizo creyente. Del amor.

Y ahora, voy a pasar el resto de mi vida matando a sus dragones.

Porque es mía.

Mi Blue.

Mi premio.
367

Fin
Página
ESCENAS BONUS

Primer encuentro

Zach: 12 años

Cleo: 10 años

Creen que soy una ladrona.

Como si lo fuera.

No estaba robando. No lo hacía. Estaba pidiendo prestado.


GoR
Sí.

Estaba tomando prestados unos palitos de zanahoria de la chica sentada a mi


lado durante el almuerzo. No es que los quiera o algo así. Es sólo que tenía tanta hambre
y el estúpido sándwich que me dio mi madre no me hizo nada. Y nada de dulces.

Dios, me encantan los dulces.


368

Mi mamá me empacaba algunos cuando iba a mi antigua escuela. Pero aquí, en


mi nueva escuela, tienen una lista prescrita de bocadillos para los estudiantes. Y no se
Página

permiten dulces.

Es estúpido y loco y no me gusta nada esta escuela.

En mi antigua escuela, además de comer lo que quisiera, también podía vestir lo


que quisiera. Que era mayormente azul, pero lo que sea.
Aquí tenemos un uniforme: camisa blanca, falda negra con corbata negra.

Mátame ahora.

Esta gente es muy estirada. Pero, aun así, he estado siguiendo las instrucciones de
mi madre y siendo amable con todos.

Me dio un trabajo para el día en que le dije que no quería ir a esta escuela. Me
dijo que hiciera un amigo. Dijo que cambiaría de opinión cuando hiciera amigos.

Hasta ahora, nada de amigos. Y ahora, todos piensan que soy una ladrona o lo
que sea.

—Tenemos una política de tolerancia cero aquí en St. Patrick, Señorita Paige. No
importa si lo iba a devolver mañana, se supone que no debe tomar nada en primer lugar.
Y, porque lo hizo, recibirá una detención y sus padres escucharán un informe completo
de ello.

—Pero es sólo una zanahoria…

La Señora Robins levanta el dedo.


GoR
—Silencio, por favor. Hablas demasiado alto.

La gente se ríe de su comentario y yo les disparo una mirada. No puedo creer que
esté parada frente a toda la clase, durante el almuerzo, nada menos, y que me regañen
por zanahorias.

—Ahora, como dije que recibirás una detención y se lo diré personalmente a tus
padres. Tal comportamiento no puede ser tolerado aquí. Tal vez estaba bien en tu
369

antigua escuela, pero en St. Patrick tomamos estas cosas en serio. —Se mete las gafas en
la nariz—. Así es como empieza.
Página

No puedo evitar preguntar.

—¿Qué es lo que empieza?

—La vida de un criminal.

Las risas se hacen más fuertes y la Señora Robins estrecha los ojos ante ellas.
¿Yo? Estoy... sin palabras. Lo cual nunca sucede.

Me encanta hablar. Mamá dice que es uno de mis rasgos menos deseables, aunque
siempre sonríe cuando lo dice. Pero papá dice que está bien porque siempre debemos
decir lo que pensamos.

De todos modos, ¿acaba de llamarme criminal?

Qué perra.

Sé que se supone que no debo decir palabrotas. Así que no lo hago en voz alta.
Mi madre me mataría. Sólo lo hago en mi cabeza.

La Señora Robins se vuelve hacia mí y me ordena que me siente. Me llevará a la


detención cuando termine la escuela.

Dios, odio esta escuela.

La odio.

Cuando suena la última campana, la Señora Robins me lleva a la sala de detención.


Me dice que mi madre ha sido informada de mi comportamiento y que vendrá más tarde
GoR
a recogerme cuando termine la detención. Quiero pisotearla. En lugar de eso, me pongo
las manos a los costados y sigo caminando.

El cuarto de detención es amarillo con pequeñas ventanas. Incluso tienen barrotes


como los que se ven en las películas de la prisión.

No, no me gusta nada este lugar.

Hay una anciana sentada en el escritorio de enfrente, leyendo una revista. Me mira
370

con miedo por encima de sus gafas y me muerdo los labios con el corazón latiendo como
un loco en el pecho. Se llama Señora Pennyweather y la Señora Robins empieza a
Página

contarle la historia de los palitos de zanahoria como un chisme.

Pero no le presto atención.

Creí que la habitación estaba vacía y que yo era la única que había roto una
regla en St. Patrick hoy. Y, francamente, eso me puso un poco triste.
Pero resulta que no estoy sola.

Yay.

Hay un chico sentado en la parte de atrás. Su cabeza está girada, así que no
puedo verle más que su cara lateral. Haciendo girar un lápiz en sus dedos, está mirando
por la ventana.

Está mirando la fuente de agua con un pez de piedra y un alto arco de agua. Se
ve tan azul y brillante bajo el sol y me dan ganas de salir y andar en bicicleta con mi
mejor amiga, Tina.

Ugh.

Eso me recuerda que tengo que pasar una hora extra en la escuela.

Ni siquiera me gustan los palitos de zanahoria; tenía tanta hambre.

—Ya veo que está aquí otra vez. —La Señora Robins dice y mis oídos se animan.

—Sí. ¿Cuándo no está aquí? —La Señora Pennyweather dice.

GoR —¿Qué hizo?

—Lo de siempre —La Sra. Pennyweather sacude la cabeza—. No puedo esperar el


día en que deje esta escuela. Es más problemático de lo que vale.

—Niños ricos.

Sé que hablan del tipo sentado atrás y, extrañamente, me siento enojada por él.
Tal vez porque, ahora mismo, él es el único de mi equipo.
371

También lo están castigando a él. ¿Y quién sabe si ha hecho algo malo o no?

Tal vez sea como yo. Todo inocente e incomprendido.


Página

La Señora Robins me deja con la Señora Pennyweather que me dice que tengo que
hacer líneas hasta que termine mi hora.

Lamento haber sido mala.


Hago muecas. Quiero preguntarle qué edad cree que tengo.

Tengo diez, maldita sea.

No quiero hacer líneas.

Pero no digo eso. Sólo asiento con la cabeza y voy a tomar mi asiento.

Toda la habitación está vacía excepto por el chico, así que cualquier asiento está
libre de verdad. Pero, por alguna razón, sigo caminando hacia él.

Me doy cuenta de que tiene el pelo revuelto y parado. Como el mío. No porque
sea una chica y mi pelo sea más largo. Pero, aun así.

Mi madre lo trenzó esta mañana porque, bueno, la escuela quiere que lo hagas.
Pero ahora mismo, mi trenza casi se ha ido y mi pelo está suelto alrededor de mi cara.

Todo el día la gente me miraba por mi desorden. Bueno, no es mi culpa; la trenza


estaba apretada y me picaba. Sin mencionar que el uniforme estaba apretado y también
me picaba. Así que seguí tirando de él y terminé arrugándolo.

Al acercarme al chico, me doy cuenta de que su uniforme también está estropeado.


GoR
De nuevo, como el mío.

Me hace sentir mejor. Me hace sentir que no estoy sola.

Tan pronto como llego al escritorio junto a él, escucho un gruñido en mi estómago.

Vaya. Qué vergüenza. Me pongo una mano en la barriga para calmarla.

Tal vez sea el hambre. Tengo hambre, después de todo.


372

Pero nunca había tenido este tipo de cosquillas en mi estómago. Tal vez estoy más
hambrienta de lo que pensaba.
Página

Sea lo que sea, no quiero que este chico escuche cómo mi estómago hace ruidos.

Aunque no debería haberme preocupado por ello. Ni siquiera me mira. No hasta


que dejo mi mochila en el suelo y tomo mi asiento y diga—: Hola.

Su lápiz sale disparado de su mano y se da la vuelta para mirarme.


Vaya.

Sus ojos son tan negros. Como súper negros. Como su pelo puntiagudo. No creo
que haya conocido a nadie con ojos negros puros antes. Marrones, claro. Pero no negros.

—Hola —repito, viendo el lápiz rodar por el suelo y luego a él—. Soy Cleo.

En silencio, frunce el ceño.

Hago una mueca.

—Siento lo de tu lápiz. Pero aquí... —Me agacho y saco mi bolsa de lápices azules
de mi mochila. Sacando un lápiz, para dárselo—. Puedes tener uno de los míos, si no te
apetece recoger el tuyo. Tengo toneladas.

Le muestro el interior de mi bolsa, llena de lápices azules. Pero no mira la bolsa. No


deja de mirarme y no hace ningún movimiento para quitarme el lápiz de la mano.

Supongo que lo hice enojar sin querer.

Así que le hago señas con el lápiz.

GoR —Tómalo. De verdad. No me importa. Además, es azul. No puedes decir que no al


azul.

—¿No puedo?

Esas son sus primeras palabras para mí. Su voz es muy madura y baja.

Por alguna razón creo que, si la voz tuviera un color, su voz sería negra.
Exactamente como sus ojos y su pelo.
373

—No —respondo, sonriendo—. Porque el azul es increíble. Es mi color favorito.

Su ceño fruncido se hace grande mientras me mira de arriba a abajo.


Página

Me retuerzo en mi asiento, mis pies apenas tocan el suelo. Es entonces cuando me


doy cuenta de que sus pies lo están. Tocando el suelo, quiero decir.

Dios, es alto.
Excepto por mi padre, la única persona alta que conozco es Ryan. Vive en mi calle
y estoy muy enamorada de él. A mi mejor amiga Tina y a mí nos gustan los tipos altos.

Aunque tengo la sensación de que este tipo va a ser mucho más alto que mi
enamoramiento, Ryan.

—No me gusta el azul —dice finalmente.

—Oh —digo, decepcionada, poniendo el lápiz de nuevo en mi bolsa.

Tengo la sensación de que no quiere hablar conmigo. Normalmente, no lo


presionaré. Mi madre dice que, si la gente quiere que la dejen en paz, deberíamos
dejarla en paz.

Pero no puedo dejar esto en paz.

En todo el día, nadie me ha hablado. Ni una persona. Todos me han mirado de


forma extraña y me han sonreído de forma desagradable. No hice ni un solo amigo. ¿Qué
tan triste es eso?

No quiero ser la chica solitaria. Una chica con la que nadie habla.
GoR
Además, en mi antigua escuela, todos decían que podía hacer hablar hasta a un
árbol.

Puedo hacer que este tipo me hable, ¿verdad?

—Entonces, ¿cuál es tu color favorito? —Le pregunto cuando ha vuelto a su


cuaderno.

Sus manos están en forma de puño mientras lo mira fijamente. El ceño que le está
374

poniendo al cuaderno es más grande que el que me dio a mí y me pregunto por qué.

Me mira de nuevo.
Página

—¿Por qué?

Me encogí de hombros.

—Sólo estoy... tratando de hablar.


—No hablo.

—¿No hablas?

—No.

—Entonces, ¿cómo haces amigos?

—No necesito amigos.

—Vamos. Todo el mundo necesita amigos. —Mis ojos se abren de par en par con la
emoción—. Yo puedo ser tu amiga.

Oh, Dios, tengo razón. Tengo tanta razón.

La gente de aquí también ha sido mala con él. Tanto profesores como estudiantes.

St. Patrick es horrible.

Suspira y luego gira su cuerpo hacia mí.

—¿Quieres ser mi amiga?

—Sí.
GoR
Asintiendo con la cabeza, me mira un poco más, mis mejillas se calientan y empiezan
a picar.

—¿Quién eres? —pregunta.

—Soy Cleo. ¿Quién eres tú?

—¿Alguien te dijo que hablas demasiado?


375

Me ruborizo.

—Bueno, sí, mi madre. Pero mira, la cosa es que mi padre dice que-
Página

—Eres nueva.

Asiento con la cabeza.

—Sí. Es mi primer día.


—Y estás aquí.

—¿Aquí?

Le echa un vistazo a la Señora Pennyweather que está ocupada leyendo su libro.

—En detención.

Yo también la miro, sintiendo un poco de vergüenza

—Sí. Es una estupidez, de verdad. No debería estar aquí.

Levantando la barbilla, pregunta—: ¿Qué hiciste? —Mi estómago refunfuña ante su


pregunta otra vez.

Estúpidos palitos de zanahoria.

Estoy avergonzada, aunque sé que no debería estarlo. No hice nada malo.

—Bueno, porque tomé prestado.

—¿Prestado qué?

Me rasco la pierna derecha con la punta del zapato izquierdo.


GoR
—Palitos de zanahoria.

Arquea las cejas.

—Pediste prestados palitos de zanahoria.

—Uh-huh.

Sus ojos son realmente negros. Tan negros como la noche y me siento sudorosa
376

mientras me mira. Intento recordar si alguien más me ha observado así. Sin parpadear.

Es un poco incómodo.
Página

Entonces, hace algo completamente diferente.

Sonríe. Pero sólo con un lado de la boca.

Es... linda, su sonrisa.


—Robaste —concluye.

—¿Qué?

Se ríe.

—Eres una ladrona —Jadeo fuerte.

La Señora Pennyweather nos hace callar y yo me muerdo el labio para no hablar.


Cuando vuelve a leer su libro, me vuelvo hacia él otra vez.

Sigue sonriendo y sigue siendo lindo, pero no estoy segura de que me guste más.

—No soy una ladrona. Le señalo con el dedo, sintiéndome herida—. Tenía hambre y
tu estúpida escuela tiene una estúpida lista de bocadillos, ¿está bien? Es estúpido —
repito—. Mi antigua escuela no tenía eso. En Sunnyside, podíamos comer cualquier cosa...

—Sunnyside.

Parpadeo en su dirección

—Así que no eres de aquí. Eres del otro lado.

GoR Frunzo el ceño.

—Sí, ¿y qué?

Él sacude la cabeza, todo divertido.

—No me sorprende, entonces.

Me echo para atrás.


377

—¿Qué significa eso?

Se encoge de hombros y se rasca el labio con el pulgar, mirándome de arriba a


Página

abajo.

—Debería haberlo sabido. Te pareces a ellos.

—¿A quiénes?

—Los rechazados del lado sur.


—¿Qué? —Chirrido.

La Señora Pennyweather nos hace callar de nuevo pero este chico no tiene respeto
por las reglas. Todavía habla.

—Apuesto a que tu mami no tenía suficiente dinero para empacarte un almuerzo


decente.

Mi boca está abierta y mi corazón late muy, muy rápido.

No puedo creer que me esté diciendo estas cosas. No puedo creer que el único
amigo que iba a tener en esta escuela resultara ser tan malo.

Me siento tan traicionada.

El chico se inclina y recoge mi bolsa. Estoy tan aturdida que ni siquiera puedo
detenerlo. La estudia, luego echa raíces por dentro, antes de sacar un lápiz.

—Pensándolo bien, creo que me voy a llevar esto. Aunque creo que el azul es un
color de mierda.

Tira mi bolsa a mi escritorio.


GoR
—¿Tu mamá te enseñó a robar? Si lo hizo, entonces no hizo un buen trabajo ahora,
¿verdad? Te atraparon.

Apuesto a que estoy todo roja ahora mismo. Ni siquiera puedo respirar bien; estoy
tan enojada.

—Estás tan...
378

Sus labios se estiran un poco más y, finalmente, entiendo el tipo de sonrisa que me
lanza. Leí sobre eso en un libro una vez. Se llama Smirk. 16
Página

Se supone que es fría, mezquina y engreída.

Este chico me sonríe y todo lo que quiero hacer es quitársela de la cara.

16 A español se traduce igual como ‘’sonrisa’’, pero es una que evoca insolencia, desprecio o petulancia ofensiva
—¿Y qué? —pregunta, casualmente, claramente disfrutando.

—Eres un imbécil.

—Y yo que pensaba que querías ser mi amiga.

Gruño.

Su sonrisa se vuelve aún más malvada.

Me inclino y saco mi mano, arrebatándole mi lápiz.

—Consigue tu propio lápiz.

Se ríe.

Idiota.

Entonces, mis ojos se posan en su cuaderno.

Está abierto a una página y él también ha estado haciendo líneas. Pero ninguna
de sus líneas es realmente una línea recta. Son zigzagueantes y onduladas como el agua.
Sus letras están todas desordenadas, algunas grandes, otras pequeñas. Nunca había
GoR visto nada parecido antes.

Sólo para vengarme de él, le digo—: tu escritura es asquerosa. Es como si las


hormigas se arrastraran por toda tu página. Es la cosa más asquerosa que he visto
nunca. —Y le lanzo mi sonrisa ganadora cuando su sonrisa desaparece.

¡Ja!

Aunque salto hacia atrás cuando se levanta de su asiento. Está loco.


379

Como, loco de atar. Su cara es toda dura y aterradora.


Página

Me mira mal, toma su mochila y se aleja a zancadas. Al frente, le dice a la Señora


Pennyweather que ya terminó, pero sale del salón sin darle el cuaderno. Ella sacude la
cabeza como si él pensara algo así todo el tiempo. Saliendo de las habitaciones sin
mirar hacia atrás.
Probablemente no debería haber dicho eso. Pero me hizo enojar tanto. Pensé que
íbamos a ser amigos.

Ugh.

Tal vez debería pedir perdón mañana.

Al día siguiente, después de la hora del almuerzo -devolví los estúpidos palitos de
zanahoria, por cierto- encuentro mis cuadernos destrozados y desparramados justo
delante de mi taquilla.

Todos me miran y se ríen. Es peor que mi primer día.

Ahora, todos me llaman ladrona y rechazada del lado sur.

Alguien lo hizo a propósito, lo sé. Y eso me hace enojar y querer llorar.

¿Por qué alguien haría esto? Ni siquiera conozco a nadie aquí. Es el segundo día
de clases y ni siquiera he hablado con nadie.

Me agacho para recoger las páginas, mis ojos se sienten pesados y llorosos,
cuando veo un par de zapatos acercándose a mí.
GoR
Miro hacia arriba para encontrar al chico de la sala de detención.

Me sonríe como lo hacía ayer.

Él hizo esto, ¿no?

Lo hizo para vengarse de mí por lo que dije. Planeaba preguntarle a la Señora


Robins sobre él, porque no lo encontré en el almuerzo. Quería pedirle disculpas por haber
380

sido mala.

Se detiene, pisando una de las páginas.


Página

—¿No te enseñó tu madre a no llorar cuando a nadie le importa un carajo, Blue? —


Y entonces, su sonrisa se convierte en una risa y se va.

La huella de su zapato está ahí, sin embargo. En una esquina de mi página.

Olvídate de las disculpas. Le voy a romper la nariz ahora mismo.


Enojada, salto sobre mis pies.

—¡Eh!

Se detiene y yo salgo tras él. Sé que la gente está mirando, pero no me importa.
Voy a matarlo.

Lo alcanzo justo cuando se da la vuelta.

Sin pensarlo demasiado, le doy un puñetazo en la nariz.

—Aléjate de mí —grito.

Al tercer día, alguien me hace tropezar en el pasillo. Es un chico que no conozco.


Pero sé que es amigo del chico malo. Porque riéndose, corre hacia él al final del pasillo
y choca los cinco.

El cuarto día, descubrí el nombre del chico malo: Zachariah Prince.

Está un grado por encima de mí y su familia es la que fundó nuestro pueblo.

Estúpido y rico cuerpo.

GoR Ese día, decido que lo odiaré por siempre.


381
Página
Noche del baile de graduacion

Zach: 18 años

Cleo: 16 años

—Creo que deberías pensar en esto —dice Tina, mi mejor amiga.

Agarro las ruedas con fuerza.

—He pensado en ello.

Ella se gira para mirarme.

—¿En serio? ¿Cuándo?

Le doy una mirada.


GoR
—Los cinco minutos que miré la foto con la boca abierta.

Tina sacude la cabeza.

—¿Qué vas a hacer?

Apretando los dientes, respiro con fuerza.

—¿Matarlo a él?
382

—¿Quién es el él? ¿Neal o ya sabes, él?


Página

Solté el volante y giré en mi asiento del coche para enfrentarme a ella.

—Él. Voy a matarlo a él. Porque sé que lo hizo a propósito. Lo hizo para fastidiarme.

—¿Y qué pasa con Neal? El tipo que te está engañando ahora mismo. —Inclina su
barbilla—. Ahí dentro.
Por ahí dentro, quiere decir: Las Pléyades. La mayor y más monstruosa finca con una
mansión en medio de ella.

—Encontraremos la manera de vengarnos de él. Por ahora, tengo que lidiar con ese
imbécil.

—¿Por qué no puedes hacer eso en la escuela? ¿El lunes?

—Porque no puedo esperar dos días para pegarle un puñetazo en la cara, ¿está
bien? Quiero hacerle daño. Esta noche. Voy a lastimarlo esta noche. Como él me ha
lastimado a mí.

Tina piensa en eso un segundo antes de asentir con la cabeza.

—Vale. Lo entiendo. Sin embargo... —Levanta el dedo—. Quiero que pienses en esto.

—Te dije que ya lo había pensado.

—No, quiero decir, no eso. Esto: Si lo lastimas de la forma en que él te lastima a ti,
entonces ¿cuál es la diferencia entre ustedes dos? —Sus palabras me hacen enojar.

Bueno, porque me hacen pensar.


GoR
Pero que se joda el pensamiento.

Ha cruzado una línea esta noche. Una gran línea. No puedo dejar que quede
impune. Necesita saber cómo me siento. Cómo de destrozada y enfadada estoy ahora
mismo.

Arruinó lo que podría haber sido la mejor noche de mi vida.


383

Arruinó mi baile de graduación. Me quitó al chico que amo.

—No me importa la diferencia. No en este momento. Seré la persona más importante


Página

mañana, ¿de acuerdo? Ahora dame el código.

—Está bien.
Ella hace sonar el código en las grandes puertas que conducen a la finca. Tina
trabaja aquí a tiempo parcial en el personal de limpieza. Planea venir a trabajar aquí
a tiempo completo después de graduarse de la secundaria en dos años.

¿Yo? Voy a ir a ver el mundo. Aunque no voy a pensar en lo que eso implica hasta
que llegue el momento.

Sólo puedo manejar una situación estresante a la vez.

—¿Estás segura de que no quieres que vaya contigo? —me pregunta cuando abro
la puerta para salir del coche.

—No. Puedo hacerlo —le aseguro.

No quiero que se meta en problemas por mi culpa.

—Si no vuelves en diez minutos, entraré allí —advierte.

Asintiendo con la cabeza, salgo del coche y corro hacia la gran puerta. Tan pronto
como introduzco el código en el teclado, se abren, revelando un gran y sinuoso camino,
subiendo la colina, donde se encuentra la mansión con siete torres.
GoR
Tan pronto como vi la foto en mi texto, lo supe. Supe que iba a matarlo esta noche.

Va a morir.

La foto mostraba a mi novio, mi alma gemela, chupándose la cara con otra chica.
Bueno, sólo mostraba su puto codo y sus vaqueros gastados que le encanta llevar a
todas partes. Pero eso fue suficiente para que lo reconociera.

Está bien, no estoy orgullosa de ello, pero sé cosas de él que no debería. Como,
384

por ejemplo, su bebida favorita es la cerveza: Corona. Y que odia el champán.

No vale la pena si no lo estás lamiendo de una parte del cuerpo de una chica.
Página

Le oí decirle esto a uno de sus amigos, alias secuaces. La gente que hace su
voluntad y me hace la vida imposible en nuestra escuela, St. Patrick.

O que su color favorito es el azul.


Lo que me hace súper enojar porque es mi color favorito. ¿Hola?

Todo lo que tengo es azul. Es mi color.

Mío.

Pero también tuvo que quitarme eso.

Sé que es infantil pensar eso; no puedes tener un color. Pero odio compartirlo con
el tipo que he odiado desde que lo conocí cuando tenía diez años.

De todas formas, no me gusta el hecho de que sepa tanto sobre él. Pero, de alguna
manera, lo sé. Pero ¿sabes qué? Un día, cuando salga de aquí, lo olvidaré.

Será un recuerdo lejano.

No pensaré en él. No soñaré con él. Ni siquiera recordaré su rostro.

Por ahora, voy a planear maneras de asesinarlo o al menos de herirlo de manera


que no me llegue y no termine en prisión por su culpa.

Y qué mejor día para hacerlo que en su cumpleaños.

GoR Hoy es su cumpleaños y todos los años, hace una gran y lujosa fiesta.

Como si el día en que nació fuera algo para celebrar.

He oído que sus fiestas están llenas de alcohol, drogas y chicas. Dios sabe cómo lo
consigue cuando es menor de edad. Todos los años rezo para que lo arresten por todo
el alcohol ilegal que fluye o, por lo menos, que se contagie algún tipo de enfermedad
por las chicas que le gusta que lo atiendan.
385

Hasta ahora, no ha habido tal suerte. Pero mantengo los dedos cruzados.

Hoy cumple dieciocho años. Así que supongo que deben estar volviéndose locos
Página

ahí dentro.

En lugar de caminar, corro.

Con toda la energía, la ira y el miedo corriendo por mis venas, corro, corro y no
dejo de correr hasta que estoy al pie de un millón de pasos de piedra.
¿En serio? Gah.

No soy atlética. Para nada.

Pero, aun así, subo todos los escalones tan rápido como puedo y me paro frente a
una puerta marrón con pomos de latón y una intrincada filigrana de oro en los bordes.

Está ligeramente entreabierta, así que la abro.

Lo que me saluda es un montón de humo, golpes y cuerpos palpitantes. Es un caos.


Y, aunque lo esperaba, no estoy preparada para ello. No estoy lista para que tanta
gente esté en el mismo lugar. No estoy lista para que el humo me golpeé en la cara y me
queme los pulmones en cuanto entre.

Agito mi mano, tratando de limpiar los vapores de cáncer. Estoy en la entrada que
conduce a una escalera expansiva, subiendo y girando alrededor del espacio
gigantesco. Cada centímetro está lleno de gente. Bebiendo, riendo, retorciéndose.

¿Cómo se supone que voy a encontrar a Neal en este caos? ¿Cómo se supone que
voy a encontrarlo?

GoR Maldición.

La gente está empujando en mi contra mientras me acerco más. Como no tengo ni


idea de dónde ir, decido improvisar e ir a la izquierda.

La parte trasera de la casa no es mejor que la delantera. La multitud es densa y el


aire es brumoso, huele a alcohol y almizcle y está cargado de hormonas. De vez en
cuando, mis botas patean algo en el suelo, pero no me detengo a ver qué.
386

Sigo adelante y, de alguna manera, me encuentro con un espacio que no está tan
lleno. Nadie baila aquí o se interpone en el camino. Porque todos están pegados a los
Página

labios de alguien. Este debe ser el lugar para besarse. Es como una gran orgía, llena de
gemidos, quejidos y jorobas.

Justo entonces, dos de los cuerpos se despegan y veo a mi novio, Neal.


Tiene a alguien en su regazo, la misma chica de la foto y sus bocas están
fusionadas. Aparentemente, ni siquiera han cambiado de posición. Ambos se ven
exactamente igual que en la foto.

Sus manos están en su trasero, instándola a que se frote contra él, su polla y, por lo
que parece, lo hace con todo el entusiasmo.

Me pongo las manos a los costados. Las uñas se me clavan en las palmas de las
manos y sé que debo mirar hacia otro lado. No debería ponerme a mí misma en esto. No
debería ser testigo de la traición de Neal.

No me merezco eso.

El vestido que usé para él ha empezado a escarbar en mi piel. El vestido azul de


patinadora que compré después de ahorrar durante dos meses enteros. Mi pesado
maquillaje parece literalmente pesado, como si llevara un peso físico.

Y mis ojos están borrosos y llorosos.

Cuanto más los veo juntos, más triste me pongo. Más tonta me siento. Todos los
planes que tenía para asesinarlo se evaporan. Mi cara está sonrojada y mi respiración
GoR
coincide con el choque rítmico de sus cuerpos inferiores.

Pero, en algún punto del camino, el patrón de mi respiración cambia. Mi corazón


acelerado empieza a latir de forma diferente. El lado de mi cara arde más caliente que
el resto de mi cuerpo. Como si me viniera la fiebre y sintiera un fuerte tirón, desde las
profundidades de mi estómago.

Por supuesto, debería haberlo sabido.


387

Presionando una mano sobre mi vientre, escaneo el espacio. Buscándolo entre la


multitud.
Página

Hay un conjunto de puertas frente a mí que no había notado antes. Conducen a


un patio trasero con un porche abierto. Ahí es donde lo encuentro.

Zachariah Prince.
El tipo que me enseñó sobre el odio. Lo apasionante que puede ser. Obsesivo y
explosivo y, cómo cuando lo siento, no puedo sentir nada más.

Está de pie al borde del porche, apoyado en un pilar blanco. Un cigarrillo cuelga
de sus labios y sus piernas están cruzadas en los tobillos.

Ahí está el par de vaqueros que vi en la foto. Es negro con un agujero en la rodilla
derecha. Como los vaqueros, su camiseta es vieja y también está gastada. Oh, y también
es negra.

Para un tipo que ama el azul, su armario está lleno de negro.

Su cara está hundida, pero me está mirando. De hecho, probablemente me ha


estado observando todo el tiempo que estuve viendo a Neal besándose con la chica
extraña.

Sin voluntad, mis piernas empiezan a moverse.

Hacia él.

La rabia que sentí cuando vi la foto está volviendo lentamente.


GoR
Con cada paso que doy hacia él, me enfado cada vez más.

Parada a unos metros de distancia, inclino mi cuello para mirarlo, más bien como un
resplandor. Durante unos segundos, no decimos nada. Ni un solo mundo. Sólo somos él,
yo y los frenéticos y furiosos latidos de mi corazón. Luego, su pecho se mueve y me echa
una nube de humo en la cara.

—Estás invadiendo —Imbécil.


388

Estoy así de cerca de cerrar los ojos y toser mi pulmón. Pero no lo hago. Me aguanto.
Si está tratando de intimidarme, no va a ganar. No esta noche.
Página

—La foto. Fue un toque muy agradable, como siempre —digo, manteniendo mi voz
tranquila y mis ojos ardientes abiertos—. Pero tenías que pensar en algo más original. Te
estás volviendo un poco viejo.
—No recuerdo haberte invitado a mi fiesta —dice, agarrando el cigarrillo entre los
dientes.

—No me importa tu estúpida fiesta.

—No lo parece.

—Entonces tal vez deberías mirar de cerca.

—Y tal vez la próxima vez que quieras una invitación, deberías decir por favor.

Estoy jadeando.

Siento que el odio hacia él se expande, se ramifica, se extiende a cada rincón de


mi cuerpo. Me está robando todos mis pensamientos racionales.

Con los ojos encapuchados, Zach me acoge. Mi pulcro pelo recogido, mi piel
pálida, mi maquillaje oscuro y mis hombros desnudos, bajando para mostrar una buena
cantidad de escote.

Un escote que se está hinchando ahora mismo. Por él, nada menos.

GoR Vete a la mierda, Zach.

Se me pone la carne de gallina y me dan ganas de cubrirme y esconderme de él.

—Tú preparaste esto, ¿no? Lo invitaste a tu fiesta, a propósito. Lo emborrachaste y


luego lo empujaste con... —Una maldita prostituta—. una chica en su regazo sólo para
que tus… —Secuaces—. amigos pudieran tomarle una foto. ¿Verdad?

—No.
389

—¿En serio? ¿Vas a quedarte ahí parado y mentirme?

—No lo emborraché. Y tampoco empujé a una chica en su regazo.


Página

—¿Cómo sé que no estás mintiendo?

—No lo sabes —comenta, llenando sus pulmones de humo, antes de exhalarlo en la


noche—. Pero ese no es mi problema.
Sí, por supuesto que no lo es.

Aparentemente, nada es problema de Zach. Es descuidado, imprudente y


desconsiderado.

Un gruñido salvaje se cuece en la base de mi garganta. Me agarro con las manos


a los costados, con el puño en el vestido. Si no lo hago, me lanzaré sobre él y le rastrillaré
mis uñas pintadas de azul marino por toda su arrogante cara.

—¿Qué hiciste para que viniera a tu fiesta? —Pregunto con una voz que pierde
rápidamente la calma. Y él lo sabe.

—¿Qué crees que hice?

—Secuestrarlo —le digo de golpe antes de poder detenerme—. Porque él nunca


habría venido aquí. Teníamos planes. Se suponía que nos encontraríamos en la escuela.

—Tal vez cambió de opinión.

—No lo haría. Yo lo conozco.

—Claramente no tan bien como pensabas. —Está bien, eso dolió. Me picó.
GoR
Un destello de Neal y esa chica chocando entre sí hace que mi corazón tartamudee.
Ese fue un beso intenso.

—Sí, Bueno, felicitaciones. Has demostrado que es exactamente como tú.

—¿Y cómo soy yo?

Levanto la mano y le quito todos sus rasgos con los dedos.


390

—Maleducado, arrogante, autodenominado. Básicamente, un mocoso rico y


malcriado.
Página

Es mi turno de estudiarlo. Estudiar las líneas y pendientes de su cara.

Dicen que el diablo viene en paquetes tentadores y atractivos. Hace que el engaño
sea fácil. Estoy de acuerdo con esto.

La cara de Zach es angular y esculpida. Cejas arqueadas, pestañas gruesas.


Pómulos altos y una mandíbula asesina, todo angular y cuadrado.

Parece un verdadero príncipe. Un príncipe oscuro y cruel.

Mientras lo observo, me doy cuenta de que estaré feliz de ver un solo apretón de
esa mandíbula afilada. O incluso un sutil arrebato de ira en esas mejillas. Incluso frunce
el ceño cortando esa fuerte frente.

Pero no hay nada. Su cara está cuidadosamente en blanco y relajada cuando


dice de forma perezosa—: Y casi te estás saliendo del vestido.

—¿Qué?

Bajo la mirada y miro mi escote.

Maldita sea.

Mis pechos se tensan contra mi vestido.

Quiero decir, ya lo sabía. Sabía que era un vestido de forma cuando lo compré y
sabía que no tenía tirantes. Y, por supuesto, sabía que tengo grandes pechos. Culpo a
los dulces que amo tanto.
GoR
Me costó mucho valor llevar este vestido. Mucho coraje para dejar atrás todas las
burlas que sus secuaces me han hecho.

Y ahora, me siento desnuda.

Tan jodidamente desnuda y avergonzada y todo lo que quiero hacer es llorar. Veo
botas en mi línea de visión y miro hacia arriba para encontrar a Zach acercándose a
mí. Mis labios se separan en su cercanía. A su olor a humo y su mirada oscura.
391

Unas gotas de sudor ruedan por mi espalda y, de repente, me siento más caliente
que antes.
Página

—Te pusiste eso para él, ¿verdad? —Él sacude su cabeza una vez—. Mal movimiento,
Blue. Una mala jugada, carajo. No se lo merece.

Con eso, se aleja de mí, se agarra a los escalones y se va. Rápidamente, se disuelve
en la noche caliente y húmeda y eso seca mis lágrimas muy rápido.
¿Cómo se atreve?

¿Cómo se atreve a despedirme después de romperme el corazón así?

¿Después de aplastar todas mis esperanzas bajo sus gigantescas botas?

Sintiéndome inquieta y enojada, me lanzo tras él, entonces. Ni siquiera sabía lo que
significaba la inquietud hasta que conocí a Zach y déjame decirte que no es un
sentimiento bonito.

—¿No has hecho suficiente? —Casi le grito a su forma oscura, frustrada—. ¿No has
arruinado mi vida lo suficiente como para ir y arruinar esta noche especial para mí
también? Yo lo amaba. Lo amaba, imbécil.

Sus pasos de ataque se detienen por fin.

El cielo no tiene luna y, en la oscuridad, sólo puedo ver el contorno de su alto


cuerpo. Su cabeza está inclinada y está quieto. Tan quieto como el aire.

Por alguna razón, su inmovilidad, su pausa, acelera mi respiración. No estoy segura


de si lo que dije le afectó de la manera que yo quería o si está planeando algo en la
GoR oscuridad de espaldas a mí. Probablemente lo último.

Entonces, se da la vuelta y camina hacia mí, con sus botas aplastando la suave
hierba.

Parándose unos centímetros delante de mí, se inclina hacia abajo, trayendo su


majestuoso y malvado rostro a la luz.

—No es mi problema que hayas amado a un imbécil que no puede mantenerlo en


392

sus pantalones. O que piense que un poco de whisky le da derecho a follarse a una
chica cualquiera.
Página

Mis respiraciones están golpeando mi pecho; estoy tan enojada.

—Tal vez me hubiera engañado en el camino. Tal vez. Pero no tenías que hacérselo
tan fácil. No tenías que... No tenías que humillarme enviándome la prueba. No tenías que
romperme el corazón de esa manera.
Mi voz se quebró un poco allí y estoy casi segura de que mis ojos están rojos y
llorosos. No estoy orgullosa de mí misma. De hecho, estoy muy avergonzada...

Porque nada se le escapa a Zach. El gilipollas tiene esta extraña habilidad de


entender todas las cosas débiles y embarazosas de mí.

He demostrado que tengo razón con sus próximas palabras insensatas—: Si vas a
llorar por el coño de tu novio, debes saber que me importa un carajo.

Muevo las piernas. Retrocedo. Ya es suficiente. No tengo que aguantar esto. Ya he


soportado muchos de sus abusos, su odio innecesario a lo largo de los años.

Pero me estoy muriendo por saber algo.

Muriendo.

—¿Por qué yo? —Susurro con curiosidad genuina.

Nunca le he preguntado esto antes. La mayoría de las veces, siempre he asumido


que la razón por la que me eligió era tan vieja como el tiempo.

Porque Zach es un tipo rico y guapo, con el mundo a su alcance y yo soy la chica
GoR
pobre de aspecto medio del otro lado de la ciudad. Los tipos como él nacieron para
ser crueles con chicas como yo.

Pero ahora siento que tengo que hacerlo.

De todas las personas en la escuela, en esta ciudad, en este maldito mundo, ¿por
qué me eligió a mí?

¿Por qué?
393

Sus ojos negros me recorren toda la cara. Sobre mis mejillas redondeadas y
sonrojadas, mi barbilla que sobresale un poco más de lo necesario, mis labios que están
Página

un poco demasiado llenos y mis ojos que son de un tono azul más claro que mi pelo.

Es intenso, poderoso y tengo la sospecha de que es el tipo de aspecto que sentiré


en los años venideros.
Luego, soplando una nube de humo, responde, con frialdad y su habitual sonrisa
en su lugar—: Tal vez sólo eres especial, Bleu. Tal vez sólo te miré una vez y pensé que
serías un buen juguete.

Sus palabras casuales y descuidadas hacen un hogar en mi pecho, en mi corazón


roto. Se disuelven en mi sangre y corren por mis venas.

Él corre por mis venas.

Tengo la sensación de que siempre lo hará.

Aprieto mis dientes tan fuerte que siento el sabor a metal en mi boca.

—Probablemente no te importe una mierda, pero quiero que sepas algo. Quiero que
sepas que te odio. Que te he odiado toda mi vida. No tienes idea de cuánto te odio,
Zach. Cuánto envenenas mis pensamientos. Cómo ocupas cada segundo de cada día.

>> Por tu culpa temo despertarme por la mañana. Temo ir a la escuela. Temo abrir
mi maldito casillero porque quién sabe lo que podrías haber puesto ahí. Temo caminar
por los pasillos porque siempre espero que alguien se tropiece conmigo, que me haga
caer. Temo sentarme en la primera fila y que me tiren cosas. Temo ir al baño porque creo
GoR
que alguien me encerrará de nuevo. Temo, temo, temo y, carajo, temo. Pero no es eso.
No. Haces que quiera matarte. Me haces desear que estuvieras muerto o herido o
mutilado y yo no soy esa persona. Y esta noche, quería estrangularte, golpearte en la
cara. Quería lastimarte como tú me lastimaste a mí. Y no soy odiosa y vengativa y una
maldita maníaca como tú y tus secuaces.

>> ¿Sabes que el amor te convierte en una mejor persona? Me haces una peor
394

persona, Zach. La forma en que te odio me hace una peor persona. Porque nunca he
odiado a nadie como te odio a ti. Y déjame decirte algo más. No eres más que un gran
Página

y maldito abusador. Eso es todo lo que serás. Nunca te perdonaré por lo que hiciste
esta noche. Y por todas las cosas que has hecho antes. Te odiaré hasta el día de mi
muerte. —Y ahora, es mi turno de irme.

Las lágrimas me corren por la cara, me doy la vuelta y salgo de allí.


Siento su mirada clavada en mi espalda, pero no me detengo. De hecho, salgo
corriendo. No me importa Neal o esa chica con la que se está besando. No me importa
que la gente gire la cabeza y vea mi pesado cuerpo correr.

Todo lo que quiero es salir de este lugar.

Nunca voy a poner un pie en esta finca. Jamás.

Y ya me cansé de dejar que Zach me afecte.

Jódete, Zach. Jó. De. Te

GoR
395
Página
NOTA DE LA AUTORA

Muchas gracias por leer la historia de Zach y Cleo. Normalmente estoy muy feliz
cuando termino un libro, pero este me hizo llorar. Decirle adiós a estos personajes fue muy
difícil. Tal vez porque sus experiencias son muy personales para mí. Y sé que siempre me
inspirarán para ser fuerte ante la adversidad.

La intimidación, como todos sabemos, es un problema sociológico. Es una


enfermedad en realidad, una enfermedad desenfrenada. Y mi objetivo al escribir este
libro es hacer que la gente sea consciente de sus efectos.

La intimidación tiene consecuencias y repercusiones que pueden durar toda la vida.


Incluso un comentario desconsiderado y cruel puede quebrar el espíritu de alguien hasta
el punto de que le lleve años volver a armarlo. Sin mencionar que la intimidación no está
confinada a una escuela, un aula o un patio de recreo. Puedes encontrarlo en tu lugar
de trabajo, en tu mesa de comedor y en esta era de las redes sociales, definitivamente
en Internet.

Como intimidados, siempre pensamos que si mantenemos la cabeza baja y no


reaccionamos, las cosas se detendrán. La tortura se detendrá. Las burlas y el ridículo
GoR desaparecerán. El matón desaparecerá.

Sin embargo, puedo asegurarte que huir no es la respuesta. La respuesta es


enfrentarse a tu abusador. La respuesta es luchar. La respuesta es hacer lo correcto y
quitarle los poderes a tu abusador.

Sin ti y tu miedo, un matón no es nada. Un abusador ni siquiera es un abusador. Es


simplemente un cobarde y un ser humano inseguro con una vida muy pequeña.

Como dije antes, muchas de las experiencias y emociones de los personajes son muy
personales para mí. Lo que significa que yo misma las he vivido. He pasado por el ridículo,
396

la ansiedad y el pánico que causa.

Como siempre, estoy muy agradecida por su tiempo y su apoyo. Es mi más sincera
Página

esperanza que la lectura de esta historia les haya dado la fuerza que obtuve mientras
la escribía.

XoXo

Saffron.
AGRADECIMIENTOS

Mi esposo: Él es y siempre será mi apoyo número uno. Tiene más fe en mí que yo en


mí misma. No sé cómo he tenido esta suerte pero gracias por todo, cariño.

Mi hermana: Escribí este libro mientras la visitaba y se convirtió en una campeona


de Zach y su personaje. Me lo pasé muy bien contigo, hermana. Te quiero hasta la luna
y de vuelta.

Mis padres: Son los mejores y más comprensivos padres que una chica puede pedir.
Gracias por estar tan orgullosos de mí.

Sophia Karlson: Has estado conmigo desde el principio y tus consejos, tus consejos
y el coraje que me diste mientras estaba aterrorizada por tantas cosas, es por lo que
este libro está ahí fuera hoy. Espero que sepas que significas el mundo para mí.

Mi intrépido equipo: Mi asistente personal, Melissa Panio-Peterson y mi publicista,


Danielle Sanchez de Wildfire Media Solutions Inc. Son una de las mujeres más profesionales,
dedicadas e inteligentes de esta industria. Gracias por estar en mi equipo y gracias por
su invaluable apoyo y orientación.
GoR
Mis amigos: Bella Love, Autumn Davis, Heather M. Orgeron, Mara White y Stephanie
Rose. Todos saben las dificultades que pasé con este libro y cómo casi me abrumó.
Gracias por estar ahí y por creer en mí. Sea o no el mundo de los libros, son unos de los
buenos y estoy muy orgullosa de conocerlos.

Corazones Púrpuras y mis lectores: Gracias por estar ahí para mí. Gracias por su
entusiasmo y su amor. Ustedes son mi lugar feliz y !los amo a todos!
397
Página
ACERCA DE LA AUTORA

Escritora de malos romances. Aspirante a Lana Del Rey del Mundo de los Libros.

Saffron A. Kent es una autora de best-sellers de USA Today de romance adulto


contemporáneo y nuevo. La mayoría de las veces, sus historias de amor son atrevidas,
prohibidas y apasionadas. Su trabajo ha sido publicado en Buzzfeed, Huffington Post,
New York Daily News y en USA Today's Happy Ever After.

Tiene un máster en escritura creativa y vive en la ciudad de Nueva York con su empollón
y su marido que la apoya. Junto con un millón de libros.

Está representada por Meire Dias de la Agencia Bookcase

GoR
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