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Staff
TRADUC C IÓ N
Albaxxi
Mar
Sand
Sirius 85
OnlyNess
C O RREC C IÓ N
Jessibel
LeyRoja
3
Mariangela
Yami
REVISIÓ N
OnlyNess
DISEÑO Y DIAGRAMAC IÓ N
Bruja_Luna_
Índice
Staff ____________________________3 Capítulo 20 ___________________ 130
Playlist __________________________6 Capítulo 21 ___________________ 135
Advertencia ______________________7 Capítulo 22 ___________________ 139
Sinopsis _________________________9 Capítulo 23 ___________________ 143
Prólogo ________________________10 Capítulo 24 ___________________ 147
Capítulo 1 ______________________11 Capítulo 25 ___________________ 157
Capítulo 2 ______________________14 Capítulo 26 ___________________ 165
Capítulo 3 ______________________24 Capítulo 27 ___________________ 175
Capítulo 4 ______________________26 Capítulo 28 ___________________ 179
Capítulo 5 ______________________28 Capítulo 29 ___________________ 191 4
Capítulo 6 ______________________35 Capítulo 30 ___________________ 197
Capítulo 7 ______________________43 Capítulo 31 ___________________ 204
Capítulo 8 ______________________52 Capítulo 32 ___________________ 209
Capítulo 9 ______________________58 Capítulo 33 ___________________ 217
Capítulo 10 _____________________61 Capítulo 34 ___________________ 222
Capítulo 11 _____________________70 Capítulo 35 ___________________ 232
Capítulo 12 _____________________77 Capítulo 36 ___________________ 239
Capítulo 13 _____________________83 Capítulo 37 ___________________ 247
Capítulo 14 _____________________89 Capítulo 38 ___________________ 252
Capítulo 15 _____________________98 Capítulo 39 ___________________ 258
Capítulo 16 ____________________104 Capítulo 40 ___________________ 273
Capítulo 17 ____________________111 Capítulo 41 ___________________ 278
Capítulo 18 ____________________114 Capítulo 42 ___________________ 285
Capítulo 19 ____________________122 Capítulo 43 ___________________ 294
Capítulo 44 ____________________307 Capítulo 56 ___________________ 399
Capítulo 45 ____________________318 Capítulo 57 ___________________ 402
Capítulo 46 ____________________322 Capítulo 58 ___________________ 414
Capítulo 47 ____________________330 Capítulo 59 ___________________ 421
Capítulo 48 ____________________339 Capítulo 60 ___________________ 430
Capítulo 49 ____________________349 Capítulo 61 ___________________ 436
Capítulo 50 ____________________356 Capítulo 62 ___________________ 440
Capítulo 51 ____________________362 Epílogo_______________________ 447
Capítulo 52 ____________________368 Epílogo II _____________________ 454
Capítulo 53 ____________________373 Adelanto _____________________ 460
Capítulo 54 ____________________377 Sobre la autora ________________ 467
Capítulo 55 ____________________392
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Playlist
“Sick” by Adelitas Way
“Gasoline” by Halsey
“DARKSIDE” by Neoni
“Lilith” by Ellise 6
“Pray” by Xana
Advertencia
Este NO es un romance limpio. Por favor, recuerde que esto es
estrictamente una obra de ficción y para su placer sexual. NO apruebo ninguna
situación o acción que tenga lugar entre estos personajes. Este es un romance
adulto y oscuro no apto para menores de dieciocho años.
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Sinopsis
PEQUEÑO DEMONIO
Elegida:
Un Lord debe permanecer célibe durante sus tres primeros años en la
Universidad de Barrington. Una vez iniciado en los Lords, se le regala una elegida
para su último año.
Una Lady: Después de graduarse en Barrington, deben casarse con una
Lady, una esposa a su servicio. Si él muere antes que ella, ésta será entregada a
otro Lord para garantizar que los secretos se mantienen dentro de la sociedad
secreta.
Capítulo 1
INIC IAC IÓ N
SIN
LEALTAD
PRIMER AÑO, UNIVERSIDAD DE BARRINGTON
DEVOCIÓN
SEGUNDO AÑO, UNIVERSIDAD DE BARRINGTON
Estoy a horcajadas sobre mi moto, con los auriculares a todo volumen con
“Sick” de Adelitas Way, cuando la canción se detiene, alertándome de un
mensaje entrante. Abro el bolsillo de mi chaqueta de cuero, saco mi celular y leo
el texto.
DESCONOCIDO: Tienes treinta minutos.
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Lo guardo y me pongo los guantes de cuero, seguidos del casco, abrochando
la hebilla debajo de mi barbilla. Enciendo mi R1, siento el motor revolucionar
entre mis piernas mientras la pongo en marcha. Salgo del estacionamiento
haciendo chirriar la rueda trasera. Tomo la carretera de atrás, me inclino en las
curvas, prácticamente arrastrando mi rodilla mientras subo la colina de la
carretera de Pensilvania.
A medida que asciendo, mis faros iluminan los dos carriles. Aquí no hay
arcén. Va desde la carretera hasta la línea de árboles. Un paso en falso y estaría
en el hospital o muerto. No hay nadie en esta carretera a estas horas de la noche,
así que, si chocara y no me matara, quién sabe cuánto tiempo pasaría allí tirado
antes de recibir ayuda. Ninguna de las dos cosas suena atractiva esta noche.
Mientras me acerco a mi destino, disminuyo la velocidad y tomo la última
curva antes de detenerme en la cima de la colina. Pongo los pies a ambos lados
del asfalto para sostener la moto observo la casa, ahora a la vista.
Nada más que una fachada de vidrio de cuatro pisos. Las luces son tan
brillantes que, si no llevara la pantalla oscurecida del casco, me dolerían los ojos.
Estuve aquí antes. Muchas veces, en realidad, a lo largo de mis veinte años
de existencia. Esta será mi primera vez por negocios.
Los autos se alinean en la rotonda adoquinada. Está teniendo una fiesta. No
me sorprende. Un hombre de su altura debe mantener las apariencias a todos
los efectos. Es un Lord respetado. Pero hizo algo con lo que no están de acuerdo.
Normalmente, me importaría una mierda lo que un hombre haya hecho, Lord
o no. Una orden es una orden. ¿Pero él? ¿En esta casa? ¿Por qué él? Obviamente
se me pasó algo por alto durante todos estos años. Tal vez he estado demasiado
cegado con unos grandes pechos y el cabello rubio blanquecino como para
prestar mucha atención a cualquier otra cosa que viva dentro de la mansión.
Levanto el pie, vuelvo a poner la moto en marcha y arranco, bajando la colina
por el camino oculto. Ninguno de sus invitados utilizaría esta vía para acceder a
la casa, así que puedo pasar desapercibido.
Al llegar al pie de la colina, paso junto a la casa antes de detener la moto a
un lado de la carretera. La empujo justo en la línea de árboles para ocultarla en
la oscuridad. Me quito el casco, los guantes de cuero, la mochila de mis hombros
y la chaqueta para tener mejor movilidad con los brazos. Saco los auriculares de
mis orejas y los meto en el bolsillo de mis jeans. Luego coloco mi mochila en el
asiento y abro la cremallera. Agarro lo que necesito y enrosco el silenciador en el
extremo del cañón. Meto el arma en la parte de atrás de mis jeans, asegurándola
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por el momento. Luego extiendo la capucha de mi sudadera y la pongo sobre mi
cabeza, junto con la máscara, antes de colocar la mochila en mi espalda, por si
acaso, y cruzar la calle hacia la casa.
Las suelas de mis botas de combate aplastan las hojas y las ramas en cuanto
llego al otro lado. La casa ilumina el bosque en mitad de la noche. Como si algún
fiestero pudiera pasar por alto la mansión de veinte millones de dólares.
Me dirijo a la casa y sonrío al ver que el idiota ni siquiera tiene seguridad en
la puerta principal esta noche. Así de malditamente engreído es. Estúpido hijo
de puta. No es intocable.
Permanezco agachado, agazapado detrás de los arbustos recortados que
bordean la propiedad. De vez en cuando, me asomo para ver a los invitados salir
de sus autos y limusinas para ser escoltados al interior por hombres vestidos de
esmoquin blanco.
No se ve ni un solo tipo que se parezca a alguien de seguridad. Aquí se siente
seguro. Me dirijo al lateral de la casa y veo el entramado de madera que sé que
ella utiliza para entrar y salir de la casa cuando se ha escapado en el pasado.
Empiezo a trepar por ella hasta llegar al segundo piso, donde salto la barandilla
del balcón. Envolviendo el pomo con la mano cubierta de cuero, lo giro y veo que
no está cerrado.
Me deslizo hasta el dormitorio, miro a mi alrededor y veo que está vacío, como
sabía que estaría. Está abajo de fiesta con los demás. Lleva horas así. Seguro
que ya está borracha y aburridísima.
La habitación está impecable. No hay nada fuera de lugar. Su cama king-size
de cuatro postes está apoyada contra la pared de la izquierda. La cubre un
edredón blanco y un número obsesivo de almohadas. En el banco del fondo está
su manta favorita, en la que prefiere envolverse cuando ve una película. Se la
regalé por su cumpleaños hace unos años.
Camino lentamente por la habitación, inhalo el aroma a vainilla. Me hace
gemir, pensar en agarrar su cabello y enterrar mi rostro en su cuello. Mis dedos
clavándose en sus suaves muslos mientras mi pene se introduce en su coño.
Estoy tan duro que duele. Sueño con ella cuando estoy dormido y despierto.
Me consume hasta asfixiarme.
Sacudiendo la cabeza, reacomodo mi pene y camino hacia la puerta. Ahora
no tengo tiempo para eso. Dejo la puerta del dormitorio abierta y salgo a un
pasillo iluminado. En las paredes cuelgan grandes y costosas obras de arte por
las que pagó millones, de artistas conocidos. 16
La música se filtra desde la planta baja mientras rodeo la barandilla de
madera con mis dedos enguantados para ver a las personas.
Todos están vestidos de punta en blanco, como siempre. Pero mis ojos ven a
una mujer rubia. Ellington Jade Asher. Ella está de pie en la esquina de un bar.
Su espalda se apoya en él mientras mira a la multitud con una mirada
inexpresiva en su hermoso rostro, y sostiene una copa de champán en la mano.
Me pregunto cuántas habrá bebido.
Mi pequeño demonio. Siempre ha sido ella. No lo sabe, pero cuando llegue el
momento se lo haré saber.
Su madre se acerca y Elli le dedica una sonrisa falsa.
Pronto, Elli. Pronto me adorarás como el diablo adora su infierno.
Un hombre sube las escaleras y sonrío al ver quién es. El premio mayor.
Me alejo de la barandilla y rápidamente me dirijo al final del pasillo hacia la
suite principal. Me escondo detrás de la puerta abierta en las sombras y espero.
El sonido de sus pies acercándose hace que mi corazón se acelere. Saco el
arma de mis jeans y quito el seguro lentamente, tratando de hacer el menor ruido
posible.
Entra en la habitación y lo observo pasar junto a la cama tamaño king y
entrar en el baño contiguo, todo mientras silba. La luz brilla debajo de la puerta
cerrada, y me dirijo hacia ella, girando suavemente la manija de la puerta y
metiendo la cabeza dentro. Lo veo en el fregadero, abriendo un frasco de
pastillas. Viagra.
Mierda, espero que alguien me dispare cuando tenga que tomar medicación
para ponerme duro.
Mete la pastilla en su boca y bebe su vaso de whisky. No sé qué diablos va a
hacer con la polla dura en medio de una fiesta, pero no importa.
Cuando se da la vuelta para salir, entro al baño y levanto mi arma para
apuntarle a la cabeza. Ni siquiera tiene tiempo de registrar lo que está a punto
de suceder cuando aprieto el gatillo.
La bala le da justo entre los ojos. La sangre corre por su rostro y su camisa,
y veo que sus ojos azules se vuelven negros. Una sonrisa tira de mis labios
mientras la vida se agota lentamente en él. Me gusta la prisa de matar. Sé que
eso es lo que diría un asesino serial. Y aunque mato personas, lo hago porque
me lo ordenan. No porque elijo personas al azar para torturar. Mis asignaciones
vienen de un superior. Y nunca dices que no. Un Lord vive en un mundo de
matar o morir. Y no sé ustedes, pero yo haría cualquier cosa para sobrevivir.
Incluso si eso significa quitarle la vida a otra persona.
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Cae de rodillas antes de desplomarse sobre el suelo de mármol blanco.
Me agacho junto a su cuerpo y saco su teléfono del bolsillo de su traje William
Westmancott. Luego saco las tenazas de mi mochila y pongo su dedo índice
derecho entre las dos cuchillas antes de arrancárselo. Al soltar la mano, un
nuevo charco de sangre brota de su dedo, ahora cortado.
—Voy a necesitar esto —digo, abriendo de nuevo la mochila y sacando la
pequeña lonchera. Coloco el dedo dentro, asegurándolo con la bolsa de hielo, y
luego abro el bolsillo de mi chaqueta y meto el teléfono dentro para guardarlo.
Está bloqueado. Nota mental: nunca uses una parte de tu cuerpo para
desbloquear el teléfono. Se puede quitar y usar fácilmente. Incluso un ojo.
Levanto la cabeza cuando escucho una respiración agitada. Ella ve al hombre
acostado boca abajo y sus labios rojos se entreabren para gritar. La copa de
champán que lleva en la mano cae al suelo, haciéndose añicos en sus pies.
—Papá...
La estampo contra la pared, junto a la puerta abierta, antes de que pueda
terminar. Tapo su boca con mi mano y la inmovilizo.
Unos grandes ojos azul hielo miran la máscara que cubre mi rostro. Nunca
he visto nada más hermoso. Podría mirarlos cada segundo de cada día. Nunca
han sido tan grandes; ella está aterrorizada de lo que ve. A mí. Puedo sentir su
pequeño cuerpo temblando contra el mío, y sus ojos comienzan a llenarse de
lágrimas. Son hermosos.
Parpadea, mira rápidamente el cuerpo del hombre y luego vuelve a mirarme.
Saco el arma de mi cintura y la presiono contra el costado de sus costillas con
mi mano libre. Ella gime, sus piernas ceden. Pero quito mi mano de su boca para
moverla alrededor de su cuello, sosteniéndola y restringiendo su aire.
Sus labios, ahora manchados, se separan y mantengo la pistola en su sitio.
—Este es nuestro pequeño secreto —susurro, sin revelar mi voz. Ella me
conoce.
Asiente y agarra mi antebrazo. Odio haberme puesto guantes porque he
soñado con mis manos en su piel. Por supuesto, en mi sueño mi polla estaba
follando su coño al mismo tiempo.
—Odiaría tener que matarte a ti también. —Presiono el arma más
profundamente de sus costillas con mis palabras, esperando que me tome en
serio. Nunca la mataría, pero seguro que haría que se arrepintiera de estar viva.
Las lágrimas se derraman sobre sus pestañas inferiores y corren por sus
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mejillas mientras sus labios empiezan a ponerse azules. Su cuerpo se resiste,
pero no tanto como esperaba. Inclino la cabeza hacia un lado cuando empuja
sus caderas hacia las mías y sé que puede sentir lo duro que estoy.
Me muerdo la lengua para no gemir. Mierda, sabía que sería así. Una parte
de mí siempre supo que sería mi putita sucia una vez que tuviera la oportunidad
de hacerla mía.
La suelto y doy un paso atrás. Cae de rodillas, tosiendo y ahogando un sollozo.
Me agacho frente a ella y uso el arma para apartar el cabello rubio de su rostro
cubierto de lágrimas. Ella me mira a través de sus pestañas acuosas, e imagino
empujar mi polla hasta el fondo de su garganta apretada. O en su coño por
detrás. Haciendo que se venga mientras mira al hombre que acabo de matar
tirado en el suelo. Quiero que sepa que algún día será mi pequeña puta sucia, y
que le haré cosas que la harán sentir asco de sí misma. La controlaré como a
una marioneta en una cuerda.
—Por favor...
Me levanto, agarro su cabello y la pongo de pie. Está a punto de gritar, pero
tapo su boca con la mano libre y la empujo hacia mí. Ya tengo la mochila al
hombro, así que presiono mi arma en sus costillas y le ordeno con los dientes
apretados:
—Camina.
Ella hace lo que le digo con los brazos levantados y extendidos hacia los lados,
y en silencio nos abrimos paso a través del cuarto de baño, salimos de la suite
principal y bajamos por el pasillo, pasando por delante de todos los invitados de
la planta baja, hasta su dormitorio.
Cierro la puerta detrás de mí con la bota, la suelto y la empujo más adentro
de la habitación antes de encerrarnos. A solas.
—P-por favor —suplica, girándose hacia mí. Me gusta que quiera mirarme.
Que no se dé la vuelta y se esconda. Esos grandes ojos azules me miran de arriba
abajo, midiendo mi tamaño y sopesando sus opciones. Cuando se da cuenta de
que no tiene ninguna posibilidad de ganar en una pelea, humedece sus labios
húmedos y decide regatear—. Dinero...
—Boca abajo en el suelo. Las manos detrás de tu espalda —ordeno en voz
baja pero tan severa como puedo, interrumpiéndola. En cuanto salga por la
ventana, correrá a pedir ayuda. Y eso es inaceptable.
Levanta las manos en señal de rendición y el movimiento levanta un poco
más su ya corto vestido negro de cóctel, dejando al descubierto la parte superior
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de sus muslos. Mis ojos se detienen en ellos un segundo, preguntándome a qué
sabe. Solo quiero abrirlos mientras entierro mi lengua tan profundamente dentro
de ella hasta que pida a gritos que me detenga.
Llorando, continúa, llamando mi atención
—No voy a...
Sostengo mi arma en su pecho, y un sollozo se libera, causando que sus
hombros tiemblen. Sus rodillas ceden y cae sobre la prístina alfombra blanca
como la buena chica que es, colocándose boca abajo.
Me quito la mochila, abro la cremallera y tomo lo que quiero. Luego me monto
a horcajadas sobre sus caderas, colocando mi arma en la parte de atrás de mis
jeans. Poniendo sus manos detrás de su espalda, las aseguro con una brida,
haciéndola sollozar una vez más.
Me pongo de pie y la miro allí acostada, atada y lista para ser utilizada.
Mierda, ¿cuántas veces imaginé esto? Es como si los Lords me estuvieran
recompensando y torturando al mismo tiempo.
Como muestra de nuestra lealtad, no podemos follar con nadie durante los
tres primeros años de nuestra iniciación. No hasta nuestro último año. Solo estoy
en segundo año. Pero aquí y ahora, siento que es una oportunidad que no puedo
dejar pasar. Mirando mi reloj, veo que tengo ocho minutos antes de que se
termine mi tiempo. Técnicamente, el trabajo está hecho, así que ya he pasado
esta iniciación.
—Abre las piernas. Culo al aire —ordeno.
Enterrando su rostro en la alfombra, hace lo que le digo. Ella entiende que no
tiene ninguna ventaja aquí. Si quiere salir viva de esta habitación, me dará lo
que quiero.
Muy despacio, separa las rodillas, y el movimiento levanta su culo en el aire,
haciendo que el dobladillo del vestido se levante en el proceso. Me agacho entre
sus piernas y miro la mancha húmeda en su tanga color piel.
—¿Qué es lo que más te excita? ¿Tu papá muerto en el suelo? ¿O mi arma
clavada en tu costado?
Un grito agudo sale de ella cuando se da cuenta de que ha sido atrapada. La
perra está excitada por eso. Sabía que lo estaba. La adrenalina del peligro puede
ser excitante para algunos.
Agarro su cabello, la pongo en pie de un tirón y la empujo contra uno de los
postes de la cama. Empiezo a quitarme el cinturón.
—¡Por favor! —Solloza, intenta huir de mí, pero la sujeto con mi cuerpo.
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Paso el cuero por las trabillas del cinturón y lo meto en la boca. Lo paso por
detrás de su cabeza y lo sujeto a la parte trasera del poste, donde lo ajusto al
máximo.
Retrocedo hasta colocarme frente a ella, con mi respiración agitada llenando
el interior de la máscara. Lo único que puede ver son mis ojos, y llevo lentillas.
Son tan rojos como la sangre que brota del tipo al que maté en la habitación al
fondo del pasillo.
Los suyos nadan en lágrimas mientras la saliva corre por su barbilla. Sus
dientes blancos y rectos muerden el cuero. Vuelvo a sacar mi arma y la levanto.
Ella gime y cierra los ojos. Desenrosco el silenciador y presiono el extremo del
cañón contra la parte superior de su muslo, levantando lentamente su vestido
para dejar al descubierto su ropa interior.
Acaricio su coño, se estremece y abre los ojos para mirarme de nuevo.
—La que no tiene voz no puede decir que no —digo simplemente.
Parpadea y sus lágrimas frescas se derraman por las pestañas inferiores y
corren por sus mejillas.
Ojalá pudiera lamerlas de su rostro, pero la máscara cubre mi boca.
—Pero no me dirías que no, ¿verdad? —Tiro de su tanga hacia un lado y paso
mis dedos enguantados por su coño. Miro hacia abajo y froto con mis dedos,
esparciendo su humedad. La ropa interior no mentía.
Sorbe la nariz, pero sus caderas empujan hacia delante. Sonrío detrás de mi
máscara. Ella lucha contra el cinturón en su boca mientras sus manos atadas
se aplastan entre su espalda y el poste al que he sujetado la cabeza.
—Lo que para una persona es el paraíso, para otra es el infierno —digo, y
luego levanto la mano y le doy un tirón a su vestido, bajando los finos tirantes
por encima de los brazos para dejar al descubierto sus pechos. Está sollozando
desconsoladamente, pero sus bonitos pezones rosas están rígidos y los rozo con
el cañón mientras ella murmura ruidos ininteligibles alrededor de la mordaza
improvisada.
Bajo la pistola por su cuerpo tembloroso, separo sus piernas con mi pie y ella
parpadea rápidamente. Me inclino hacia su cuello, inhalo su aroma y mi polla
se sacude dentro de mis jeans.
—Eres mi cielo y yo soy tu infierno —susurro, asegurándome de que
comprenda su situación.
Apartándome, veo que sus ojos se cierran y lágrimas frescas ruedan por su
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rostro una vez arreglado. Su maquillaje impecable está arruinado. Me gusta.
Todo lo que falta es mi semen untado por todas partes.
Bajo la pistola entre sus piernas y meto un dedo, haciéndola gritar. Me estoy
quedando sin tiempo, así que esto no va a ser lento. Va a ser duro.
Introduzco un segundo dedo, y ella se levanta de puntillas sobre sus tacones
Dior. Deslizo el arma por su coño y su respiración se vuelve errática. Veo cómo
sus ojos se vuelven pesados mientras meto mis dedos una y otra vez, añadiendo
un tercero y luego un cuarto. Está llorando, su cuerpo tiembla mientras solloza,
y deslizo la punta del cañón dentro de ella antes de sacarlo y volver a hacerlo.
Su coño se abre para mí y sus ojos se cierran. Una vez que el cilindro está lo
bastante húmedo como para entrar por sí solo, mis dedos abandonan su coño y
golpean sus pechos.
Su cuerpo se inclina hacia el mío y sonrío detrás de mi máscara. Sabía que
estaría así. Desesperada. Su madre y su padre la han entrenado durante años
para ser la puta de un Lord. Aunque no fuera su intención, es parte de nuestro
mundo. Sirves independientemente de si tienes una polla o un coño. Una polla
tiene más poder en este escenario.
Mientras bombeo el arma dentro y fuera de ella, se agita contra el poste de la
cama, pero nunca cierra las piernas. Ya ni siquiera las mantengo abiertas.
Pellizco su pezón, tirando de él, abofeteando sus pechos y su rostro. Ella está
sollozando, la saliva corre por su boca abierta y por su barbilla y pechos hasta
donde su vestido está amontonado alrededor de su ombligo perforado.
Cuando aparto mi arma, se hunde sobre sus tacones y abofeteo su coño,
haciéndola gritar. Empujo dos dedos dentro de ella.
—Mierda, estás empapada —gruño con los dientes apretados, mirando su
excitación untada en mis dedos enguantados. Tengo que recordarme a mí mismo
que debo ocultar mi verdadera voz. Quiero decirle quién soy y ver esa mirada en
sus ojos. Sé que le gusto porque llevamos años dándole vueltas a la idea.
Simplemente nunca funcionó, y luego comencé la iniciación, desperdiciando
cualquier oportunidad que tuviera con ella. Una mujer como Ellington Asher
necesita sexo. Ella necesita saber que la desean. Y la forma en que se excita con
mi arma follándola me muestra lo malditamente retorcida que será en la cama
cuando finalmente la haga mía.
Vuelvo a meter el cañón en su coño y esta vez no aflojo. La follo con él hasta
que ella es un desastre sollozante y babeante. Cuando lo saco, la sostengo frente
a su rostro. 22
—Mira, tus fluidos —alabo, pasándolo por su mejilla y cuello. Intenta apartar
su rostro, pero el cinturón la sujeta y el cuero pellizca sus mejillas.
—Lo que hicimos esta noche es nuestro pequeño secreto —digo, y ella asiente
lo mejor que puede—. Lo que hice esta noche es nuestro pequeño secreto,
¿entendido? —Vuelve a asentir, sorbiendo por la nariz enrojecida por el llanto.
La dejo allí unos segundos mientras cargo todo lo que tengo en la mochila en
el suelo. Después de ponérmela, quito el cinturón de su boca y ella grita
suavemente. No puedo evitar pasar mi guante de cuero por las marcas que el
cinturón ha dejado en sus mejillas.
—Abre —ordeno, y no me sorprende en absoluto que separe sus labios
hinchados. Coloco la pequeña navaja entre sus dientes perfectamente blancos y
ella la sostiene en la boca—. La necesitarás para tener las manos libres.
Sus ojos se agrandan al escuchar mis palabras, comprendiendo que la dejaré
aquí. Por si acaso decide hablar, tardará al menos un par de minutos en cortar
las bridas antes de salir corriendo a contarle a todo el mundo lo del cadáver en
el baño de sus padres y cómo el asesino la folló con un arma.
Bajo por el lateral de la casa y cruzo la calle hasta mi moto. Estoy a punto de
arrancarla, pero me detengo. La curiosidad se apodera de mí. Algo de lo que dijo
me corroe.
Abro el bolsillo de mi chaqueta de cuero y saco el teléfono y el dedo cortado
de la mochila. Lo escaneo para desbloquear el dispositivo. Recorro sus mensajes
y llamadas entrantes y salientes. Nada parece fuera de lugar. Abro su correo
electrónico y lo reviso. Nada.
Estoy a punto de cerrarlo cuando veo otra carpeta. La abro y me pongo a
revisar los correos, pero no hay ninguno. Qué raro. Pero hay varias carpetas.
Cada una está etiquetada por año. Abro una.
Mi corazón se acelera con lo que veo. Mi dedo se desplaza a través de ellos
tan rápido que mi mente tiene dificultades para seguir el ritmo de las imágenes.
Mis manos comienzan a temblar, mi pecho palpita con fuerza mientras trato de
recuperar el aliento. La sangre se precipita en mis oídos, y empiezo a tirar del
cuello de mi sudadera con capucha.
Mirando hacia el balcón, la veo parada afuera. Sus manos sostienen la
barandilla mientras mira hacia la noche oscura. No puede verme porque estoy
demasiado escondido detrás de la línea de árboles. No corrió a buscar ayuda
inmediatamente después de que maté a James. Sé que mi secreto está a salvo
con ella. Y sé por qué.
23
Capítulo 3
INIC IAC IÓ N
Sin
COMPROMISO
TERCER AÑO, UNIVERSIDAD DE BARRINGTON
UNO DE ELLOS
ÚLTIMO AÑO, UNIVERSIDAD DE BARRINGTON
34
Capítulo 6
Sin
La noche siguiente, estoy sentado en mi Zenvo TSR-S, con las luces apagadas
y escondido detrás de la hilera de árboles de la carretera de dos carriles.
El tipo que está en el asiento del copiloto cuenta los billetes de cien dólares
que le entregué.
—No te ofendas —murmura.
—No me ofendo. —Yo también contaría esa mierda. Hoy en día no se puede
confiar en nadie.
Toma unos cuantos del montón y se los entrega a través de la ventanilla rota
al amigo que trajo y que está parado fuera del auto. 35
—Prepárate —le ordena al tipo.
—Ha sido un placer hacer negocios contigo. —El chico se ríe de mí antes de
rodear la parte delantera de mi auto y subirse al suyo, estacionado a mi lado.
Esperamos en silencio. Acomodándome en mi asiento, siento el arma metida
en la parte de atrás de mis jeans. Como dije, hoy en día no puedes confiar en
nadie. Fui a un bar de mala muerte, le hice una oferta a unos hombres que sabía
que no rechazarían algo de dinero y cerré un trato.
Y aquí estamos.
Sentándome más erguido, miro unos faros que vienen hacia nosotros.
Cuando pasan, nos quedamos quietos, ocultos por la hilera de árboles. El auto
ubicado a mi izquierda enciende los suyos y sale a la carretera, siguiéndolo.
Ya era hora, enciendo mis luces y salgo a la carretera en la dirección
contraria.
Veo la casa al final de la carretera y entro en el camino de entrada. Es una
pequeña casa blanca escondida en el bosque de Pensilvania. Aislada. El lugar
perfecto para esconder cuerpos. Hay un viejo cuento que dice que estos bosques
están embrujados. Que los Lords han enterrado a tantos hombres en la tierra
que, si alguna vez hubiera una inundación, los cuerpos se flotarían y cubrirían
la calle.
No me sorprendería que sucediera. A los veintidós, mi recuento de cadáveres
es de cinco, y solo aumentará a partir de ahí.
Reduzco la velocidad y veo un auto que reconozco en la entrada. Esperaba
que estuviera aquí. Estábamos escondidos entre los árboles cuando pasó hace
dos horas de camino a esta casa.
Detengo el auto y saco el juego de llaves de repuesto de mi bolsillo.
—Llévalo directamente allí —le ordeno al hombre que está en el asiento del
copiloto.
Asiente y toma las llaves. Sale de mi auto, se sube al otro, lo arranca y lo veo
alejarse justo cuando mi celular comienza a vibrar en mi bolsillo.
—¿Hola? —respondo, girándome hacia la casa.
—Hombre, ¿dónde diablos estás? —gruñe en mi oído mi mejor amigo Jayce—
. La ceremonia de votos está a punto de comenzar. Tu elegida...
—Puedes quedártela —lo interrumpo, sabiendo adónde va esta conversación
y sin importarme.
Suelta una carcajada y finalizo la llamada cuando llego a la puerta trasera.
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Tal como sospechaba, no está cerrada con llave. La empujo suavemente para
entrar, conteniendo la respiración para que no hacer ruido y alertar a cualquiera
de mi presencia. Cerrándola detrás de mí, camino de puntillas por el suelo de
baldosas y examino rápidamente la habitación. Está a oscuras. El reloj que
cuelga en la pared a mi izquierda me indica que es un poco más de medianoche.
Tengo una misión. Entrar, hacer una lista y entregar la información
documentada a los Lords. Avanzo por el pasillo y me detengo para echar un
vistazo en la cocina. Usando mi linterna, veo una botella de vino sobre la
encimera blanca. Está vacía junto con dos copas de vino. Una tiene una mancha
de lápiz labial rosa muy característica. La reconocería en cualquier lugar.
Me alejo de la cocina y me dirijo al dormitorio principal. He pasado las últimas
veinticuatro horas estudiando los planos de esta casa, así que sé dónde está
cada cosa.
Abro de un empujón la puerta del dormitorio, enciendo la luz y veo que está
vacío. Eso significa que solo hay otro lugar donde buscar. Regreso al punto por
el que entré en la casa, pero en lugar de salir, giro a la derecha por otro pasillo.
Al final hay una puerta con dos cerraduras. Ambos son cerrojos, pero se cierran
desde fuera. Están diseñados para mantener algo en el otro lado. No para
impedir que alguien entre.
Giro ambos para abrirlos y entro, sabiendo que conducen al sótano. Mis botas
se sienten pesadas en las escaleras de madera. Al llegar al último escalón,
levanto mi linterna para ver la habitación. Es lo que cualquiera llamaría una
mazmorra. Látigos, cadenas y cinturones de cuero cuelgan de la pared del fondo
con diversas formas y tamaños. Algunos los usarían para destruir la carne. Él
los usa para hacer que las mujeres se vengan. Esposas, cadenas y cuerdas
también cuelgan de ganchos y están en estanterías con máscaras y mordazas.
Esto es una mazmorra sexual.
No puedo decir que no esté celoso, porque lo estoy. Algún día tendré la mía,
pero hasta entonces, tomaré prestada la suya.
Alumbrando la cama individual en el centro de la habitación de concreto, veo
lo que vine a buscar. Ella está acostada en medio del colchón, boca arriba, con
los brazos y las piernas abiertas. Está desnuda.
Tiene los ojos vendados, una mordaza en la boca y un trozo de cinta adhesiva
transparente sobre sus labios, pero puedo ver lo que parece ser su ropa interior
dentro de la boca, rellenando sus mejillas.
Como sé que no puede verme, enciendo la luz para ver mejor. No se mueve y,
37
por el aspecto de la segunda botella de vino vacía que veo aquí abajo, diría que
se ha desmayado por haber bebido demasiado. O tal vez la drogó. En cualquier
caso, ella condujo voluntariamente su auto hasta aquí, sabiendo que él la ataría
y la abandonaría. Planea usarla cuando regrese. Eso es lo que he encontrado en
la investigación que hice hasta ahora. Le gusta que se sienten y se pregunten
cuándo volverá para usarlas. Se excitan con la anticipación.
Esto explica por qué no me envió un mensaje para preguntarme donde estoy
y porque no fui a visitarla. Encontró a alguien que puede darle lo que quiere. Un
pene de verdad. Bueno, es su noche de suerte. Soy oficialmente un Lord y puedo
meter mi polla donde quiera.
Me acerco al extremo de la cama y la miro. La cama tiene una cabecera con
barandilla de hierro y pie de cama a juego. Barras verticales suben y bajan por
ambos extremos. Le da algo a lo que atarlas. Es de tamaño individual. No
necesita ser grande ni cómoda. No es para dormir.
La cuerda está envuelta alrededor de cada muñeca y tobillo, atadas a las
esquinas de la cama, asegurándola a ella. No hay fundas ni almohadas. Solo ella
está sobre un colchón desnudo, abierta de par en par y lista para ser usada. Mi
polla dura presiona dolorosamente contra mis jeans. La he visto desnuda antes.
La he atado y masturbado más veces de las que puedo contar en los últimos dos
años, pero esta vez es diferente. Ella está aquí para que yo la use. Como yo
quiera.
Incapaz de contenerme, muevo mi mano, desabrocho mis jeans y saco mi
polla. La acaricio un par de veces, sintiendo con los dedos los piercings que hay
a lo largo de mi eje.
Cuando te dicen que no puedes follar, encuentras otras formas de excitarte.
El porno se volvió viejo muy rápido. Una de las formas que encontré es dar y
recibir dolor.
Un grito entre dientes sale de sus labios encintados y arquea la espalda.
Después de todo, está despierta. Me acerco a la cabecera y la miro. Extiendo la
mano y paso los dedos por la cinta adhesiva que cubre sus bonitos labios. El
lápiz labial rosa está manchado por todas partes.
Ella tira de la cuerda con más fuerza y sus caderas se agitan con tanta fuerza
que la cama se traquetea cuando vuelve a golpearlas contra el colchón. Mi
corazón late con fuerza dentro de mi pecho por el hecho de que ella iba a follar
con otro hombre esta noche. Que no soy el único que puede utilizarla. La he
observado en su habitación. La he seguido a todas partes. ¿Cuándo tuvo la
oportunidad de conocerlo? ¿De tener siquiera la conversación para volverse tan
vulnerable a él?
38
La abofeteo. No tan fuerte como para dejar una huella, pero lo suficiente como
para que pique. Hace un gesto de dolor, pero me encanta la forma en que sus
pezones se endurecen. Ella es como yo. El dolor nos excita. Me inclino sobre la
cabecera, agarro sus dos pechos con las manos y los masajeo. Luego me acerco
a sus pezones y los retuerzo entre los dedos antes de tirar de ellos. Su cuerpo se
hunde en la cama y respira profundamente por la nariz.
Regresando a los pies de la cama, toco ligeramente su tobillo. Suave como
una pluma, paso las puntas de mis dedos a lo largo de su suave pierna y subo
por la parte interna de su muslo. La mujer mide un metro sesenta y no pesa más
de cincuenta kilos. Vuelve a moverse, arquea la espalda y sus brazos y piernas
tiran de las ataduras.
Sonrío, mi mano se detiene en el interior de su muslo, a solo unos centímetros
de su suave coño. Gira sus estrechas caderas, intentando que mi mano vaya
donde ella quiere. Quiero negárselo. Quitarle la venda de los ojos y ver la mirada
de sorpresa en ellos. Ver el miedo por haberla encontrado aquí tan indefensa.
Avergonzada por estar atada para otro hombre, pero seré yo quien hará de ella
una puta.
Mi mano se mueve hacia arriba, y deslizo dos dedos sobre su coño. Sin poder
evitarlo, separo sus pliegues para ver lo mojada que está. Gime, arquea su cuello
y mi mano libre se envuelve alrededor de su delicada garganta, sosteniéndola
contra la cama. Se pone frenética, sacude las caderas mientras murmura
tonterías en la mordaza.
Empujo un dedo dentro de ella, mordiendo mi labio inferior para no hacer
ruido. Ella piensa que soy otra persona y no quiero que sepa que no es él.
Introduzco un segundo dedo y los muevo dentro y fuera un par de veces antes
de añadir un tercero. Aspira profundamente por la nariz y noto cómo su garganta
se balancea mientras traga saliva contra mi mano que la rodea.
Los saco y veo cómo se hunde en la cama. Me coloco entre sus piernas
abiertas y presiono mis rodillas contra sus muslos, tensando la cuerda que rodea
sus tobillos en este ángulo. Podría desatar sus piernas, sabiendo que no se
resistirá, pero prefiero tenerla así. Ni siquiera me molesto en quitarme los jeans.
Inclinándome sobre ella, escupo en su coño, asegurándome de que lo
escuche, y luego abofeteo su pecho como hice con su rostro. Ella gime, su cuerpo
se sacude, pero sus pezones se endurecen. Mierda, sus pechos son perfectos. No
soy un experto, pero sé que ella es taza 32C. He comprobado antes su talla de
sujetador. Cuando digo que estoy obsesionado con esta mujer, lo digo en serio.
Sé todo lo que hay que saber sobre ella.
39
El hecho de que esté atada en el sótano de otro hombre me recuerda que solo
pensé que lo sabía.
El hecho de haberla tenido durante los dos últimos años fingiendo ser un
extraño solo hizo que mi obsesión sea diez veces peor. ¿Sabes lo difícil que es
mantener tu verdadera identidad en secreto cuando sabes que te desean? Es un
nuevo nivel de jodida tortura.
Mi mano baja, abofeteando su coño, y ella grita en su mordaza. Lo vuelvo a
hacer y la estructura metálica de la cama se sacude ante su inútil intento de
liberarse. Miro por encima de su coño, veo que ahora está rojo, y empiezo a
masajear su clítoris. Aún lo tiene perforado y sigo deseando saborearlo. Pero no
ahora. Ya tendré mi oportunidad. Esta noche es solo el principio del resto de su
vida siendo mía y sirviéndome.
Puede que no esté follando con mi elegida en este momento frente a mis
compañeros Lords, pero ya no tengo que ser célibe. Puedo follar con quien quiera.
He esperado años para esto (por ella) y no voy a dejar pasar la oportunidad. No
importa lo mal que algunos piensen que está.
Saco la billetera de mi bolsillo trasero y agarro un condón. No quiero usarlo,
pero sé que él lo haría. No estoy seguro de si notará la diferencia, pero quiero
asegurarme de que no lo cuestione. Nunca la he follado con mi polla, y ella nunca
la ha visto. Así que no tiene ni idea de que está perforada y, por el aspecto de las
botellas de vino vacías, ni siquiera estoy seguro de que se acuerde de esta noche.
Abro el paquete, saco la navaja de mi otro bolsillo y hago un agujero en el
extremo. Puede que esté usando un condón, pero estoy condenadamente seguro
de que quiero que mi semen escape de su coño después. Puede que ella no sepa
que es mío, pero yo sí.
Tomando mi polla con la mano, la introduzco lentamente en su coño. Muerdo
mi labio para evitar emitir algún sonido una vez más mientras ella me succiona
como si perteneciera allí.
Maldita sea. Ha pasado demasiado tiempo desde que estuve dentro de una
mujer. Tan apretado y cálido. Se me corta la respiración y cierro los ojos. Ella es
como imagino que es el cielo. Si pensara que existe. Los hombres como yo solo
conocen el infierno. Matar, tomar, sangrar. Es un sistema grabado en nuestros
cerebros.
Empujo mis caderas hacia delante, haciendo temblar la cama, y veo sus
manos atadas cerrarse en puños, sus uñas pintadas de negro clavándose en sus
palmas. La saco y vuelvo a embestirla, forzando su apretado coño a recibir mi
40
polla. De sus labios vendados salen sonidos ininteligibles.
Mis dedos se clavan en sus caderas y la inmovilizo mientras la follo, como si
la hubieran dejado aquí para que yo la encontrara y la utilizara mientras veo mi
polla entrar y salir, cubierta con su humedad.
Soltando sus caderas, abofeteo su rostro y su coño se contrae. A mi pequeño
demonio le gusta eso. Vuelvo a hacerlo y ella arquea la espalda, respirando
profundamente mientras su coño palpita alrededor de mi polla.
Me inclino hacia delante y envuelvo mis manos alrededor de su garganta,
cortando su suministro aire, y la follo contra el colchón como si no fuera a tener
otra oportunidad de nuevo, cuando sé que la tendré. Pase lo que pase, ahora me
pertenece, siempre me ha pertenecido, y está a punto de descubrirlo.
Mis ojos escanean su rostro, lo poco que puedo ver de él. Mis labios están tan
cerca que los frunzo y beso sus labios sellados. Me aparto para mirarla y escupo
en su rostro. No lo siente, pero lo escucha, lo que hace que mueva sus caderas,
con mi polla aún profundamente dentro de ella. Veo cómo la saliva se desliza por
la cinta transparente, extiendo la mano y la lamo.
El sonido de mi respiración agitada llena la habitación mientras ella lucha
conmigo. No puedo esperar a que me vea follarla. Verla llorar por mí mientras
estoy dentro de ella. Será malditamente perfecto.
Su coño se aprieta mientras arquea la espalda. Suelto su cuello y respira
agitadamente por la nariz. Mis ojos se posan en su coño y observo cómo mi polla
entra y sale, ahora cubierta por su orgasmo.
Eso es mi pequeño demonio. Esto es lo que he estado esperando todos estos
años. Saco mi polla y deslizo mi mano arriba y abajo, luego abofeteo su rostro
de nuevo. Su cuerpo se arquea. Levanto la mano y agarro un puñado de su
cabello de la coronilla, con cuidado de no quitar la venda de sus ojos, levanto su
cabeza de la cama y la follo.
Hundo los dientes en mi labio inferior y me vengo con un gemido. Maldita
sea. Coloco las manos a ambos lados de su pecho y siento mi polla palpitando
mientras está enterrada profundamente dentro de ella. Estoy mareado. La
habitación da vueltas como si yo hubiera bebido.
Tres años es mucho tiempo, especialmente cuando has pasado los últimos
dos burlándote de ti mismo.
Me retiro y su cuerpo se relaja sobre la cama, totalmente agotado, mientras
ella sigue temblando. Me levanto, me quito el condón y tomo mi mochila. Saco 41
lo que necesito y vuelvo a la cama. Agarro el borde de la cinta y la arranco de
sus labios. Luego meto la mano en su boca, quito su ropa interior y la meto en
el bolsillo de mis jeans.
Ella humedece sus labios y levanta las caderas del colchón.
Arrodillándome a su lado, deslizo la mano por debajo de su cabeza y la levanto
de la cama todo lo que puedo con los brazos atados. Luego coloco la punta del
pequeño tubo en el borde de sus labios. Ella abre para mí, pensando que le estoy
dando agua.
Inclinándolo hacia arriba, veo el líquido deslizarse en su boca. Tose y una
parte sale despedida hacia su pecho, pero no necesita tomarlo todo, ya que ha
estado bebiendo esta noche.
Vuelvo a recostar su cabeza, guardo el frasco vacío en mi mochila y saco la
sudadera con capucha que había metido ahí, sabiendo que la necesitaría.
Espero unos minutos y desato sus piernas. Ella las levanta, doblando las
rodillas, y caen hacia un lado. Acercándome a la cabecera de la cama, desato la
cuerda de las dos esquinas, pero no de sus muñecas. La pongo boca abajo y
coloco las manos detrás de su espalda, atando las dos cuerdas para sujetar sus
brazos. Luego tomo la sudadera que traje y la deslizo por encima de su cabeza
para cubrir su desnudez.
Mi celular vibra en mi bolsillo y lo saco para ver el mensaje.
Hecho.
42
Capítulo 7
El l in g t o n
—Esto es todo para lo que tenemos tiempo hoy. —Mi profesor interrumpe mi
relato.
Cierro el cuaderno y levanto la vista del estrado. Mis ojos recorren el salón de
clases, que no está ni medio llena. Si te da miedo hablar en público, ésta no es
una clase para ti. El noventa por ciento de nuestra nota depende de nuestra
participación en la elaboración de diferentes escenarios sexuales y de
compartirlos con todos.
Algunos ojos con los que me encuentro ya están puestos en mí. Otros están
ocupados haciendo cualquier otra cosa menos escuchar. Un tipo tiene la cabeza
hacia atrás y la boca abierta mientras ronca suavemente. El chico a su lado
garabatea en su cuaderno. La chica que está a su lado hace estallar su chicle.
—Buen trabajo, Ellington. Mañana serás la primera para terminar —anuncia
el señor Hamilton.
Recojo mis cosas y salgo de la clase.
—Maldita sea, chica, eso estuvo caliente. —Mi mejor amiga golpea mi hombro
con el suyo cuando entramos en el pasillo. Kira ha asistido a la clase de hoy. Mi
profesor permite que personas ajenas se unan para atraer la mayor atención
posible a su clase. No muchos quieren ponerse delante de una habitación llena
de personas y contar sus deseos más profundos y oscuros.
Pongo los ojos en blanco.
—Da igual.
—Lo digo en serio. Sinceramente, no sé cómo el señor Hamilton no se
empalma cada vez que alguien está ahí arriba compartiendo su tarea. Quiero
decir —se pone delante de mí y camina hacia atrás, con sus ojos azules muy
abiertos por la emoción—, estoy malditamente excitada después de eso.
Echo la cabeza hacia atrás, riendo.
—Eres virgen —le recuerdo.
—Ya no —canta antes de morder su labio inferior.
—¿Qué? —jadeo—. ¿Desde cuándo?
—Así que Ellington. —Mack se acerca a nosotros y Kira pone los ojos en
blanco. Entorno mis ojos mirándola, queriendo saber cuándo y con quién perdió
la virginidad, pero tendrá que esperar porque él continúa—. Esa historia... —se 45
aclara la garganta y acomoda sus jeans. Ella me lanza una mirada como
diciéndome te lo dije—. Eso fue descriptivo. —Pasa la mano por su cabeza, con
nerviosismo.
—Esa era la tarea. —Me encojo de hombros.
—Cielos, Mack, ¿nunca has visto porno antes? —le pregunta Kira poniendo
los ojos en blanco otra vez.
Puede que mi mejor amiga nunca haya follado con una polla hasta hace poco,
pero la chica lleva años pasando hambre. Sus padres son muy estrictos. Es
increíble que la dejen ser mi amiga.
—Sí, pero no así —responde él en voz baja.
—Se llama gang bang con BDSM —le informa ella—. Átame y ponlos en fila.
Sus mejillas enrojecen y deja caer sus ojos oscuros para mirar sus
Timberlands sin cordones.
Ella agarra mi brazo, tira de mí hacia las puertas y las abre de un empujón.
—En serio. Necesito una salida nocturna después de esto. Posiblemente un
cigarrillo también.
—Tú no fumas —añado, todavía riéndome de ella.
—Si me follaran así, empezaría.
Sus palabras hacen que muerda mi labio, pensativa. He tenido un tipo así.
Uno que te hace necesitar una maldita dosis después. Es oscuro, misterioso y
un completo desconocido. Nunca he visto su rostro, pero no necesito hacerlo. no
lo sabe. Y nunca se lo diré, pero mi vida sería muy diferente si él no hubiera
aparecido aquella noche en casa de mis padres
Hace dos años que está en mi vida. Pero en los últimos dos meses, ha estado
en silencio. No me he acercado, y él no me ha sorprendido en medio de la noche.
Dejo las puertas francesas abiertas por si acaso. Sin embargo, cada mañana me
despierto decepcionada.
Decidiendo ser yo quien se acerque, saco mi otro celular de la mochila, abro
la aplicación que utilizamos para comunicarnos y le envió un mensaje rápido.
Voy a una fiesta, pero estaré allí después. Aunque no será hasta
después de las dos. ¿Te parece bien?
Está bien. Dejaré la puerta principal abierta. Le informo.
Ha estado antes en mi casa, pero nunca para follarme. Mis padres siempre
solían hacer fiestas, y estaba llena de Lords: la élite solo se relaciona con la élite.
Observo cómo los tres puntos rebotan y se detienen antes de volver a
empezar. Vibra con un mensaje entrante.
Hasta entonces. 54
—Oh, el pequeño demonio tiene novio.
Bloqueo la pantalla y me levanto, extendiendo la mano para apartar a Sin. El
imbécil estaba de pie sobre mi hombro, mirándome. Mierda, lo odio. Intento
ignorar la sensación de su pecho musculoso debajo de mi mano. Y limpio mi
palma en mis jeans como si el idiota tuviera piojos.
—A quién me follo no es asunto tuyo —digo a la defensiva.
—Si necesitas un hombre de verdad...
Entorno los ojos hacia Jayce y él se echa a reír, luego se detiene
abruptamente.
Sin da un paso hacia mí, y mi respiración se entrecorta mientras mis ojos se
clavan lentamente en los suyos. Tengo que colocar mis manos en puños a mis
costados para no tocarlo. Nos hemos tolerado durante años, pero si alguna vez
me dieran la oportunidad...
—Estoy lista —anuncia Kira, corriendo hacia la cocina—. Vámonos.
Llegaremos tarde — añade como si yo no lo supiera ya.
—Gracias a Dios —murmuro. Apartándome de él, tomo mi mochila de la isla.
La lanzo sobre mi hombro, ignorando la sensación de los ojos de Sin en mi
espalda.
Sin
Dejo de leer y guardo mi celular. Está fuera con su tercer esposo celebrando
su décimo aniversario de boda. Llámame como quieras, pero no tengo ningún
compromiso con su esposo. No es culpa mía que ella no pueda ser fiel. También
56
soy consciente de que no soy el único. Se folló a Jayce una noche antes de
nuestra primera iniciación en la cabaña de sus padres. Estaba más que
dispuesta a darnos un último viaje antes de que tuviéramos que hacer voto de
celibato.
Recojo el cuaderno de la encimera cuando veo a mi padre entrar en la cocina.
—¿Easton?
—¿Sí? —pregunto, encontrándome con su mirada. Lleva un maletín en una
mano y el celular en la otra.
—¿Cómo va tu misión?
Mis manos aprietan el cuaderno.
—Bien —respondo.
—¿Serás capaz de completarla? —pregunta, con evidente preocupación en su
tono. Ahora soy oficialmente un Lord, lo que significa que, si no hago lo que me
han ordenado, no seré útil para ellos. La finalización es la única salida.
Resoplo.
—Sin duda alguna.
—¿Puedo hablar contigo en mi estudio por un momento? —pregunta.
Gruño. No estoy de humor, sabiendo exactamente de qué quiere hablar. Mi
elegida, mi Lady, mi futuro. No tengo tiempo ahora. Además, no importa lo que
él quiera para mi futuro. No es lo que yo quiero. Y no voy a dejar que nadie lo
dicte.
—Tengo que hacer unas llamadas importantes —miento y salgo de la cocina,
evitándolo, y me dirijo a mi habitación. Tengo que investigar algo. Mi pequeño
demonio acaba de darme la clave de todo lo que necesito para hacerla mía.
57
Capítulo 9
El l in g t o n
Camino lentamente por el pasillo, pisando lo más suavemente que puedo para
no delatarme.
58
Si es así, me meteré en problemas. Ella siempre me dice: “Estas son
conversaciones de adultos, Elli. Y poco ético por mi parte si las escuchaste”.
Apoyo la espalda contra la pared y me deslizo hasta sentarme, agudizando el
oído para escuchar.
Una mujer llora suavemente, seguida de la voz de un hombre.
—Lo siento, pensé que te gustaría.
El señor y la señora Taylor. Escuché algunas de sus sesiones antes.
—No puedes hablar en serio. —La mujer empieza a sollozar—. ¿Cómo...
pudiste...?
Suben el dobladillo del minivestido negro por mi espalda para dejar mi trasero
expuesto. Rasgan mis medias de red y empujan mi tanga a un lado.
Me penetran con los dedos, sin molestarse siquiera en comprobar si estoy
excitada, y me muevo en la cama ante la incomodidad, murmurando palabras
ininteligibles alrededor de la mordaza metálica ubicada detrás de mis dientes,
manteniendo mi boca abierta.
Bombean dentro y fuera de mí con tanta fuerza que obligan a mi cuerpo a
64
balancearse sobre la cama. La sangre se precipita en mis oídos y el sudor corre
por mi frente.
No puedo moverme ni luchar. Así es como me prefieren: atada e indefensa.
Obligada a aceptar lo que quieran darme.
Tiran de la correa conectada a mi collar, levantando mi cabeza, y sé lo que
viene. La cabeza de una polla entra en mi boca a continuación, haciendo que
expulse saliva por las comisuras.
Los audífonos me impiden escuchar. No puedo hablar, y no puedo ver debido
a la venda. Soy una muñeca sexual. Un juguete para ser follado.
Esto es para lo que he firmado.
Retiran los dedos de mi coño y los sustituyen por una polla. Sus manos agarran
mis caderas, apoya sus rodillas en mis piernas atadas y me penetra, sujetándome
mientras la otra polla llena mi boca.
Una y otra vez, cada uno de ellos me folla antes de que el que está follando mi
coño se ponga rígido y se venga dentro de mí. Sale de mí y gimo alrededor de la
polla que está follando mi boca. No me vine. Pero nunca se trata de mí. Solo de
ellos.
Tiran del collar, quitándome el poco aliento que me quedaba, y la introduce
hasta mi garganta. Provocándome arcadas, él se retira, viniéndose en mi rostro.
Saboreo un poco en mi lengua y siento el semen deslizándose por mi barbilla antes
de que me dé una bofetada. Cuando me suelta, mi cabeza vuelve a caer sobre la
cama, y me encuentro bañada en sudor y semen.
Un nuevo par de rodillas golpean la parte posterior de las mías y un dedo se
introduce en mi culo. Gimo, con los ojos llenos de lágrimas. Alguien me sostiene
con una mano debajo de mi cuello, levantando mi cabeza. Se introduce en mi boca
la polla que acaba de follar mi coño, me doy cuenta porque puedo saborearme en
él. Es brusco y tapa mi nariz. Si pudiera ver, estoy segura de que mi visión se
volvería negra.
Me acuesto mientras cada uno penetra mi culo, coño y garganta. Nunca consigo
venirme. Se trata de ellos. Y yo soy el juguete tonto que les permite hacerlo una y
otra vez.
69
Capítulo 11
El l in g t o n
Freak Show. A las diez. Usa tu disfraz de Halloween del año pasado.
Leo el texto por enésima vez. Sin me lo envió hace una hora. Estoy parada en
el estacionamiento junto a mi auto. Acabo de llegar y son las diez menos cuarto.
Después de que me las arreglé para recuperarme, salí del salón de clases y me
fui directamente a casa. Me duché y desperté unas horas más tarde en mi cama.
No era mi intención tomar una siesta, pero estaba exhausta. Luego, como una
idiota, me levanté de la cama y comencé a prepararme para él.
¿Por qué diablos estoy aquí?
¿Por qué no?
Soy yo la que lo está utilizando, ¿verdad? Siempre he tenido pensamientos
70
oscuros cuando se trataba de sexo, y siempre creí que lo que quería estaba mal.
Nadie me lo dijo nunca. Solo lo sé por escuchar las sesiones de mi madre con
sus clientes. Ella nunca los juzgó. Ellos mismos hicieron suficiente de eso.
¿Quién quiere ser estrangulada, abofeteada y tratada como un pedazo de carne?
Se supone que debemos ser tratadas como reinas, no como putas baratas. Tal
vez eso es lo que soy. Lo que siempre seré.
El Freak Show (espectáculo de fenómenos) se realiza el antiguo recinto ferial
escondido en lo profundo de los bosques de Pennsylvania. Una vez abandonado,
lo reabrieron hace unos cinco años. Está aquí todo el año. Cada día es como
Halloween. De ahí el nombre Freak Show. La gente viene de todas partes a
visitarlo.
Mi teléfono vibra, y miro hacia abajo para ver que es un mensaje de texto
nuevo de Sin.
Frunzo el ceño. ¿Luz? ¿Demonio? ¿De qué mierda está hablando? Llega otro
mensaje, lo abro y veo que es una foto de mí parada en medio del
estacionamiento.
Miro hacia arriba para ver de dónde viene la foto, y es la casa de los espejos.
Trago saliva con nerviosismo y empiezo a caminar en esa dirección, pero casi
tropiezo con mis tacones en el rocoso estacionamiento. Esto es lo que use el año
pasado para la fiesta de Halloween de los chicos que celebraron en la casa de los
Lords, que incluía tacones. Debería haberlos cambiado por zapatillas deportivas.
Abriéndome paso entre la multitud, entro en la casa torcida. No he estado
71
aquí en años. La última vez fue con Kira. Me estaba volviendo loca y ella era mi
conductora designada.
Me agarro a la barandilla metálica y subo las escaleras del interior. El sonido
de la risa de un payaso llena mis oídos y eriza los vellos de mi nuca. Sé que es
falso, pero no es diferente a sentarme a ver una película de miedo, sabiendo
perfectamente que no es real. No puedes controlar cómo reacciona tu cuerpo.
La mala atribución de la excitación es una confusión fisiológica. Mi cuerpo se
confunde a sí mismo en cuanto a por qué está siendo excitado. Por ejemplo, el
miedo. Cuando experimento una sobrecarga masiva de adrenalina, me excito.
Me excita lo desconocido.
Hay un pasillo a la izquierda y otro a la derecha. Tomo el de la derecha y
avanzo lentamente por el estrecho pasillo. Extiendo los brazos a los lados,
pasando mis dedos a lo largo de los espejos hasta el suelo. Desde arriba
parpadean luces rojas y azules que dificultan la visión. Es como si las paredes
se cerraran sobre mí, pero es solo una ilusión. Tropiezo con mis tacones, mi
respiración se acelera a cada segundo mientras “Thank You for Hating Me” de
Citizen Soldier suena en los altavoces alineados a lo largo del techo.
Llego al final del pasillo y me miro en el espejo. Llevo puestas unas orejas de
conejo de cuero negro. Cubren la mitad superior de mi rostro; solo se me ven
mis ojos. Tengo un maquillaje ahumado, con sombra de ojos negra, delineador
y máscara de pestañas. Mis labios son de color rojo sangre a juego con mis uñas.
Llevo un leotardo negro sin tirantes que tiene un sujetador incorporado para
realzar mis grandes pechos, y lo remato con medias de red. Es el mejor disfraz
de Halloween.
Extiendo la mano para tocar el espejo y caigo hacia delante, pero consigo
mantenerme de pie. No hay ningún espejo. ¿Qué? ¿Qué demonios estaba
mirando?
Veo algo detrás de mí y me doy la vuelta, pero no hay nada. Las luces se
vuelven rojas y empiezan a parpadear. Parece que estoy parpadeando
rápidamente, pero tengo los ojos muy abiertos, mirando al frente y esperando a
que algo salte sobre mí.
Mi pulso se acelera y doy un paso atrás, solo para chocar con algo. Grito y
me doy la vuelta para ver que es un espejo.
—Mierda —siseo para mí misma.
Me giro hacia la izquierda y corro por el pasillo, empujando una puerta al
final con la esperanza de que sea la salida, pero me encuentro con una 72
habitación circular llena de espejos. Y estoy sola. No hay salida, es un callejón
sin salida. Estoy a punto de darme la vuelta, pero antes de que pueda volver por
donde vine, la puerta se cierra de golpe en mis narices. No hay picaporte ni
palanca para abrirla. Solo otro maldito espejo mirándome.
Trago saliva con nerviosismo, doy un paso atrás y me giro hacia la habitación.
Del techo negro cuelgan cadenas de distintas longitudes. Algunas llegan hasta
el suelo y otras están tan altas que ni siquiera puedo alcanzarlas.
Las luces brillan mucho aquí. Levanto mi brazo derecho para impedir que me
iluminen y ver mejor la habitación, pero no lo consigo. El calor de las luces hace
que comience a sudar.
—¿Sabes cómo llaman a un demonio devoto? —susurra una voz en mi oreja.
Me doy la vuelta y descubro que estoy sola. Presiono la mano contra mi pecho
y siento mi corazón latiendo con fuerza.
—La mascota del diablo —responde otra voz.
Se escucha una carcajada.
—¿Qué diablos? —gruño más para mí que para ellos. Me dirijo hacia donde
sé que estaba la puerta, intento abrirla de nuevo y nada. Cierro las manos y las
golpeo contra el espejo—. ¿Hola? —digo—. ¡Hola! —Elevo mi voz hasta gritar.
—Ahorra energía. La vas a necesitar.
Me doy la vuelta para volver a gritar, pero me quedo sin aliento cuando veo a
tres hombres de pie en el extremo opuesto de la sala circular. Todos vestidos con
jeans negros, botas de combate, sudaderas con capucha negras y máscaras. No
son demasiado aterradores, pero hay algo en ellos que produce un cosquilleo en
mi piel y me corta la respiración.
El del extremo derecho es un payaso. Tiene unos dientes enormes que
parecen chorrear sangre. Grandes ojos negros y cara blanca con mejillas rojas.
El del centro lleva una máscara que parece un espejo. Tiene agujeros negros a
modo de ojos y es tan larga que se sumerge en su sudadera negra, de modo que
no se ve ni un centímetro de piel. No tiene boca de ningún tipo. El del extremo
izquierdo parece un rostro humano al que le han quitado toda la piel, mostrando
todas las venas y tendones.
—Sin —susurro su nombre, poniendo las manos delante de mí en señal de
defensa, como si eso fuera a mantenerlos alejados—. ¿Qué estás haciendo? —
pregunto, humedeciendo mis labios con nerviosismo. 73
Ninguno de ellos responde, y mis rodillas amenazan con ceder. Tengo el
corazón en mi garganta y la sangre se precipita en mis oídos. Las luces se apagan
y respiro profundamente. Vuelven a encenderse y ya no están.
—¿Qué? —Doy vueltas en círculo, pero solo me veo a mí misma en los espejos.
¿Estaban realmente aquí? ¿O era una ilusión de los espejos?
Las luces comienzan a parpadear en rojo y azul, como en los pasillos, y una
mano se envuelve alrededor de mi cuello. Intento gritar, pero los dedos aprietan
mi garganta y me cortan el suministro de aire. Me levantan y me empujan hacia
atrás. Un nuevo par de manos me agarran y levantan mis brazos por encima de
la cabeza. Algo los envuelve y me levantan hasta que estoy colgando. Mis tacones
apenas tocan el suelo.
Quitan la mano de mi cuello y mi cabeza se inclina hacia delante mientras
intento recuperar el aliento.
Forcejeo con las ataduras. Mi cuerpo gira de un lado a otro, sabiendo que me
han sujetado a las cadenas que cuelgan del techo. El sonido de mis movimientos
resuena en la habitación.
—¿Sin? —Me atraganto, tratando de frenar mi acelerado corazón.
Observo a mi alrededor, pero las malditas luces siguen parpadeando y me
impiden ver. Siento que voy a vomitar, así que cierro los ojos.
Unas manos agarran mis piernas y las abren de par en par. Algo las envuelve
también, igual que mis muñecas, y segundos después no puedo cerrarlas.
—¿Por favor? —gimo, mi cuerpo tiembla.
—Pero esto es lo que quieres, Elli —susurra en mi oreja. Me estremezco
cuando siento su mano en mi hombro, apartando el cabello de mi cuello para
colocarlo a lo largo de mi espalda—. Solo quiero hacer realidad tus fantasías.
Abro los ojos cuando todo se vuelve negro. Entonces las luces brillantes se
encienden de nuevo, haciéndome parpadear. Los tres están parados frente a mí.
El de la derecha tiene un cinturón en la mano. No es uno de aspecto normal. Es
tan largo que se acumula en el suelo a sus pies. El del medio tiene una cadena
alrededor de la parte posterior de su cuello, que cuelga sobre sus hombros.
Ambas manos aprietan a cada lado. El de la izquierda tiene una mochila a sus
pies. Y es el que más miedo me da porque no puedo ver lo que hay dentro.
El del medio, con la cadena, camina hacia mí. Lleva la máscara sin piel.
Inclino la cabeza hacia atrás y grito tan fuerte que me arde la garganta.
Camina detrás de mí y envuelve la cadena alrededor de mi cuello. Tira de ella,
interrumpiendo mi grito, y coloca sus labios junto a mi oreja.
74
—Gritarás cuando te lo digamos.
No me ha quitado el aire por completo, pero lo está restringiendo.
El tipo del cinturón se acerca a mí. Su máscara de espejo está rota con grietas
por todas partes como si alguien la hubiera golpeado con un bate de béisbol.
Muestra mi reflejo en pedazos rotos. Veo mi maquillaje manchado por las
lágrimas. Ladea la cabeza sin decir nada. Entonces, sin previo aviso, levanta el
cinturón y golpea con el cuero la parte interna de mi muslo justo cuando el que
está detrás de mí aprieta la cadena, quitándome el aire y limitando mi capacidad
de gritar por el dolor.
Suelta la cadena y mi cabeza queda colgando mientras tomo aire. Mi muslo
arde como si alguien hubiera acercado un mechero. Palpita, al igual que mi coño.
Mis hombros gritan por la posición en que mi cuerpo cuelga del techo. Me
duelen los pies porque mis tacones apenas se tocan y tengo las piernas abiertas.
Pero mi clítoris palpita y mis pezones están rígidos. Mi respiración es agitada.
Al segundo siguiente, hay una mano entre mis piernas y desabrochan el
leotardo. Se abre y se desliza hasta mi cintura. Gimo, mi cabeza cae hacia atrás
y cierro los ojos.
Bajan mis medias de red lo suficiente como para arrancar mi ropa interior,
haciéndome gemir al sentir el escozor del material en mis caderas. Colocan algo
en mi coño. Comienza a vibrar.
Empiezo a convulsionar y mi boca se abre cuando todo mi cuerpo se pone
rígido. Voy a venirme muy rápido. El miedo, la adrenalina, la vibración. Mierda,
esto va a ser un récord. Se detiene y maldigo en voz baja.
Arrancan las orejas de conejo de mi cabeza antes de sustituirlas por una
capucha que me quita la visión, y la cadena se aprieta alrededor de mi cuello,
pellizcando mi piel. Las cadenas a las que estoy sujeta suenan cuando tiran de
la parte superior del leotardo para dejar mis pechos al descubierto.
Unas manos agarran mis pechos. No son rudas. Son más bien suaves.
Lentamente, los masajean. Los acarician con la presión suficiente para que mi
cabeza dé vueltas. O tal vez sea la habitación. No veo nada, así que cierro los
ojos. Mi aliento caliente en el interior de la capucha cayendo sobre mi rostro me
hace sudar.
Una lengua lame mi pezón y me inclino hacia ella.
—Oh, Dios —gimo cuando sus dientes se hunden en él lo suficiente para que
mis muslos se tensen de anticipación.
Luego desaparecen y gimo de frustración. Algo aprieta mi pezón derecho y me
75
deja sin aliento. Mis hombros se encogen para intentar cubrir mi pecho, pero es
inútil. Las cadenas alrededor de mis muñecas lo hacen imposible, abierta a su
conveniencia.
—Ahora es cuando gritas. —Vuelvo a escuchar la voz en mi oreja justo antes
de que el dolor atraviese mi pezón. Y hago exactamente lo que dice.
Grito en la capucha, mi cuerpo se agita en las cadenas que me mantienen
cautiva. Un fuego ardiente me atraviesa y mi pecho se oprime. Luego, como si
nunca hubiera sucedido desaparece y vuelvo a derrumbarme, ahora llorando.
Me trago las lágrimas, el sudor y los mocos mientras estoy colgada aquí en
medio de una habitación para que jueguen conmigo. Y odio lo excitada que estoy
ahora. Intentando frotar mis muslos para conseguir algo de fricción.
Me tenso cuando siento una mano en mi otro pecho. Es lo mismo que antes.
Su boca sobre él, luego sus dientes. Tomo una respiración profunda cuando algo
lo pellizca, y entonces ese fuego nuevamente me hace gritar como nunca antes
había gritado.
Sin
Mierda. Ella es tan condenadamente hermosa. He estado tan duro desde que
leyó su diario hoy en clase. Si hubiera sabido que tenía ese tipo de fantasías, me
habría sentado en esa clase todos los días con ella.
Pero probablemente sea mejor que no lo hiciera. La tentación de hacerla
venirse los dos últimos años sin follarla ya ha sido bastante difícil para mí.
Ella cuelga frente a mí, con sus pechos y coño expuestos, y todo lo que quiero
hacer es marcarla. Grabar mi nombre en su cuerpo para que cada maldito
hombre sepa que me pertenece y que he esperado toda mi vida por esto. Por ella.
Corbin y Jayce tuvieron que ayudarme esta noche, y aunque no me importa
que la vean desnuda, nunca dejaría que se la follaran. Nadie puede tocar lo que
es mío. A menos que quieran perder un brazo.
76
—S-in —Ella solloza en la capucha y acaricio su coño. Su cuerpo se sacude
por la sorpresa y abro completamente su coño, sintiendo lo mojado que está.
—Qué pequeño demonio tan bueno —la elogio, haciendo que mueva las
caderas de un lado a otro. El traqueteo de las cadenas por sus bruscos
movimientos me hace sonreír.
—¿Por favor? —suplica con tanta dulzura. Me la imagino haciéndolo mientras
se arrastra hacia mí con la boca bien abierta, esperando que la use.
Empujo dos dedos dentro de ella, masajeando su piercing con mi pulgar, su
respiración se entrecorta. Miro a Corbin por encima de su hombro y asiento. Él
tira de la cadena, apretándola alrededor de su cuello, y ella enloquece cuando él
le quita el aire mientras yo follo su coño con mis dedos. La acerco al orgasmo
todo lo que puedo y, cuando su coño se contrae alrededor de mis dedos, me
detengo y los retiro.
La cadena se afloja y ella vuelve a derrumbarse, sus gritos llenan la
habitación.
—Acabamos de empezar, pequeño demonio.
Capítulo 12
El l in g t o n
Sin 79
Los chicos y yo entramos en su dormitorio, en su casa, y sostengo su cuerpo
inconsciente en mis brazos. Se desmayó antes de que pudiera bajarla de la
montaña rusa. Es curioso lo poco que acepta un feriante si tienes dinero en
efectivo para hacer la vista gorda. Estoy seguro de que podríamos haber cometido
un asesinato esta noche, y él habría mantenido la boca cerrada por cien dólares.
—Arranquen el edredón y la sábana de arriba —ordeno a Jayce y Corbin.
Cada uno agarra una esquina y arranca el edredón blanco y la sábana de
seda a juego.
—Las almohadas también —añado.
Quitan las diez almohadas que ella insiste en necesitar y las tiran a un lado.
La acuesto en la cama mientras Corbin arroja sus orejas de conejo y su máscara
en el escritorio de la esquina. Tiro del leotardo negro y lo bajo por su cuerpo y
piernas. Agarro la parte superior de las medias de red y también se las bajo. Ni
siquiera se mueve. Jayce deja caer los tacones al final de la cama y yo la pongo
boca abajo. Corbin me pasa su mochila. Abro la cremallera y saco el rollo de
cinta adhesiva.
Él se acerca para poner sus brazos sobre la espalda y envuelvo la cinta
alrededor de sus muñecas y subiendo un poco por los antebrazos para
asegurarme de que no pueda soltarse. La cinta adhesiva es eficaz, pero solo si
se utiliza correctamente. Usa siempre más de la que crees que necesitas.
La pongo boca arriba para que tenga los brazos por debajo. Me siento a su
lado y paso mis pulgares por sus pezones recién perforados. Pensé que le
gustaría. Quería ver qué aspecto tendrían. Son jodidamente hermosos, como
sabía que serían. No puedo esperar a que se curen para cambiarlos por cadenas.
Estará preciosa, con las lágrimas corriendo por su rostro mientras tiro de ellas
y la escucho gritar.
Arranco otros dos trozos de cinta adhesiva y los pego cruzados sobre su boca
en forma de X antes de añadir un trozo más largo y aplicarla en el medio. Me
aseguro de que vaya de oreja a oreja. De nuevo, usa siempre más de la que crees
que necesitas. Me levanto, me dirijo a sus piernas y él las sujeta mientras yo las
rodeo con cinta adhesiva por los tobillos para que no pueda soltarse.
Me levanto y le lanzo la cinta a Jayce justo cuando me arroja algo.
—¿Qué es esto? —pregunto, tomándolo entre mis manos.
—Algo que vas a querer ver —murmura—. Estaba sobre su escritorio.
Me siento en el banco dándole la espalda y abro el cuaderno. Veo que está
80
fechado a principios de este mes.
Querido diario,
15 de agosto
Volví a ver a David. Nos alquiló un hotel. Llegué primero y me preparé. Lo recibí
en la puerta vestida sin nada. Como me había dicho.
Me sentí estúpida. No sé por qué, pero no siento lo que él siente. Él cree que
esto es real. Pero para mí no lo es. Es algo para pasar el tiempo.
Intenté salir con chicos, pero no pueden darme lo que quiero. O piensan que
estoy mal de la cabeza o ponen a prueba su lealtad.
¿Qué hay de malo en que una mujer quiera que un hombre la use? Tal vez
tengan razón. Veo el sexo como placer. Y debería ser más un compromiso. Eso es
lo que él dice de todos modos.
No importa lo duro que me folle, después me siento vacía. Insatisfecha.
Tal vez sea él, pero creo que soy yo. Me dice que soy una puta por querer más.
Que cuando estoy con él, sólo con él, soy una mujer honesta. Me jode más la
cabeza que el cuerpo. Eso debería decirte todo lo que necesitas saber, pero ¿qué
otra opción tengo?
No es el mejor sexo, pero es mejor que follar con hombres al azar que podrían
despellejarme viva y tirarme a un lago donde nunca me encontrarían.
Él es de confianza, y yo soy su pequeño y sucio secreto. Así que seguiré
haciendo lo que él quiera, aunque eso signifique no conseguir lo que yo quiero.
Estoy acostumbrada a ser un secreto.
Vuelvo al principio del libro y veo otra entrada del verano pasado.
Querido diario,
10 de mayo
Sin me odia. Me odia desde que éramos niños. Lástima que sueñe con él en las
situaciones más inapropiadas. Cuando empezaba a excitarme, cerraba los ojos y
pensaba en él. Imaginaba que era él haciéndome cosas desagradables y
81
depravadas. Pero tuve que dejar de hacerlo. Estaba contaminando mis
expectativas de lo que creía que Sin podría ser capaz de hacer si alguna vez se le
daba la oportunidad. Preferiría no conocer nunca ese tipo de decepción, si soy
sincera conmigo misma.
Es todo lo que tengo: a mí misma. No hay nadie con quien pueda hablar sobre
lo que hice, o a quien quiero. Kira se enfadaría mucho conmigo si supiera que me
imagino a su hermano tratándome como un trozo de carne para usarlo como
quiera. Sin pensaría que soy loca, posiblemente patética.
Así que seguiré escribiendo mis pensamientos y fantasías como si fueran
historias. Mis personajes de ficción también podrían divertirse.
Querido Diario,
12 de agosto
Un hombre mató a papá anoche. Creo que pensó que yo iba a delatarlo. Pero
eso no iba a suceder. Me alegro de que esté muerto. Era un lamentable hijo de
puta que merecía una muerte horrible. Una bala en la cabeza fue amable.
Dejé que el hombre me follara con su pistola. Fue sucio, crudo y terapéutico en
cierto modo. Aunque suene jodido, me excitó. Nunca me había venido tan fuerte.
Espero que sepa que no voy a decir nada y que vuelva a visitarme. Aunque sea
para secuestrarme y llevarme lejos de aquí. Esta vida es aburrida. Siempre he
fantaseado con querer más. Y creo que el enmascarado puede dármelo.
Son las dos en punto cuando escucho abrirse y cerrarse la puerta principal.
La casa está tan silenciosa que el sonido resuena. Por algo tuvimos que
interrumpir nuestro recreo en el Freak Show. Mientras estaba en la cocina de
mis padres esta mañana, ella le había estado enviando mensajes de texto a David
sobre venir esta noche. Sobre mi cadáver permitiré que este imbécil siga tocando
lo que es mío. Tenía mis sospechas, pero no estaba seguro hasta que vi las fotos
que Lincoln me dio. ¿Y verla atada en su sótano la otra noche? Entonces no pude
hacer nada sin delatarme. No quiero que sepa que se vino con mi polla.
Permanezco en silencio mientras cuento cada paso de sus botas en las
escaleras. Empuja la puerta con un chirrido y entra. No enciende la luz. En lugar
de eso, se acerca a la cama y elige la lámpara. Sonrío para mis adentros.
83
—Mi chica ya está lista para mí —musita, mirando su cuerpo expuesto. Su
pecho sube y baja con cada inspiración. No se ha movido ni un centímetro desde
que la traje a casa hace treinta minutos—. Oh, me gustan estos. —Extiende la
mano y pasa sus nudillos sobre su pezón perforado, y aprieto las manos, la ira
sube por mi espina dorsal como un fuego que envuelve una pared. Estira la
mano, sujeta la parte de atrás de su camisa y la levanta por encima de su cabeza.
Me pongo en pie.
—Ella ya no es para ti.
Se da la vuelta, con las manos en alto, y jadea.
—¿Easton? —dice mi nombre de pila. Siempre me llaman Sin porque encaja
con mi personalidad. Solo mis padres me llaman por mi nombre de pila—. ¿Qué
diablos haces aquí? —Sus ojos marrones se abren ampliamente.
—Estoy aquí por ella —digo.
Frunce el ceño y se gira hacia Elli. Luego vuelve a mirarme.
—No lo entiendo.
Me acerco a él.
—Jodidamente no te acerques a ella —le advierto, haciendo que entrecierre
los ojos.
—No voy a...
—Mañana por la mañana, la dejarás fuera de tu clase. —Este hijo de puta se
sienta en su pupitre mientras ella se pone adelante en su clase a leer sus deseos
más profundos y oscuros, y luego se la folla en secreto. Utiliza a sus alumnos,
los explota. Elli no es la única alumna a la que se ha estado follando, y los Lords
lo han descubierto.
Cuando ella estaba distraída leyendo sus mensajes de texto esta mañana,
hice que Jayce se metiera en su mochila en la isla y sacara su cuaderno para
clase. Todos saben lo que pasa dentro de las clases del señor Hamilton, pero la
Universidad Barrington lo permite. Como los Lords, tiene sus propias reglas.
Vi sus mensajes e hice algunas llamadas por mi cuenta después de hablar
con mi padre. Por eso los chicos y yo aparecimos durante su clase. Estábamos
para hacer un punto. Estaba reclamando a mi chica. Supongo que debería haber
hecho que se quedara a ver lo que le hacía.
Sus hombros se ponen rígidos.
—Ahora, Easton...
Le doy un puñetazo en el rostro, echando su cabeza hacia atrás.
84
—Harás lo que yo te diga. Si no, perderás tu maldito trabajo —grito, el fuego
vuelve a crecer. Me entran sudores fríos—. Y la llevaré a la policía para que
presente una denuncia por violación contra ti. —Puede que su padre sea un Lord
poderoso, pero aún puedo acabar con él. Solo significará que tengo que
ensuciarme. Mi padre también es un Lord. Y a los Lords no les gusta que pongas
en peligro su existencia.
Él frota su rostro, la sangre corre por su nariz. Entonces aparece una sonrisa
en sus labios rotos.
—Nunca podrás demostrarlo.
—Chicos —grito. Jayce y Corbin salen de la esquina oscura, y él da un paso
atrás—. Haré lo que sea necesario para alejarte de ella. Incluso si eso significa
obligarte a follártela con una pistola en la cabeza. —A pesar de los celos que
siento por mi pequeño demonio, estoy decidido a hacer lo que sea necesario para
sacarlo de su vida.
Sus labios forman una delgada línea mientras gruñe:
—Eres un maldito enfermo.
—Puedo serlo. De ti depende hasta dónde llegaré. —Me encojo de hombros
despreocupadamente. Hay dos pistolas en la mochila de Jayce ahora mismo
junto con unos cuantos cuchillos. Lo descuartizaré como a una maldita calabaza
antes de meter unas cuantas balas en su pecho y luego tirarlo en el porche
delantero como un adorno de Halloween abandonado a su suerte.
—Tengo cámaras en mi clase. —Sus palabras hacen que mis músculos se
tensen. Aunque me lo esperaba—. Justo la semana pasada, se metió
voluntariamente debajo de mi escritorio para que pudiera follar su boca. Nadie
le cree a una puta que grita violación.
Le doy otro puñetazo. Esta vez, su cuerpo golpea la mesita de noche,
haciéndola sonar, y ella se revuelve, pero sigue con los ojos cerrados.
—Llévenlo a Barrington —ordeno a Jayce y Corbin—. Luego a su casa. Quiero
todas las cintas y unidades USB. —Me giro hacia ellos—. Consíganme todas las
grabaciones que tenga. Destruyan todas las computadoras y celulares.
—No, espera... —Levanta las manos y esta vez vuelvo a darle un puñetazo
que lo tira al suelo.
Extiendo la mano izquierda y Jayce me lanza su mochila. La tomo, abro la
cremallera y saco la Glock 19 9 mm. Le quito el seguro mientras me agacho y
presiono el extremo del cañón contra su cabeza, haciéndolo gemir. 85
—Si te veo mirar en su dirección, te cortaré las dos manos y te obligaré a ver
cómo les prendo fuego para que no tengas esperanza de volver a ponértelas. —
Presionando el arma con más fuerza contra su cráneo, lo obligo a rodar sobre su
espalda—. Para asegurarme de que nunca vuelvas a tener la oportunidad de
masturbarte pensando en ella.
Cierra los ojos con fuerza.
—Easton...
—¿Me entiendes? —pregunto con calma.
—Sí... sí, te entiendo —se apresura a responder.
Apartando la pistola de su cabeza, me pongo en pie y hago un gesto con la
cabeza a Jayce y Corbin.
—Vayan.
Se acercan a él, lo toman por los brazos y lo arrastran fuera de su habitación,
dejándome a solas con mi chica. Ahora es el momento de despertarla y darle la
buena noticia.
El diablo está aquí para reclamar a su pequeño demonio. Ella es toda mía.
El l in g t o n
Abro mis pesados ojos y gimo, pero me doy cuenta de que no puedo hablar.
El pánico hace que mi corazón se acelere y estoy a punto de incorporarme, pero
tampoco puedo hacerlo. Estoy boca arriba con los brazos debajo de mí. Al menos,
eso creo. Están entumecidos.
Giro la cabeza de un lado a otro y veo que estoy en mi habitación. Mi lámpara
está encendida, dándole a la habitación un suave resplandor. Intento mover los
pies, me giro hacia un lado y, al mirar hacia abajo, veo mis tobillos atados con
cinta adhesiva. Empiezo a gritar contra la cinta que ahora sé que cubre mi boca.
—Hola, mi pequeño demonio.
Miro a mi izquierda y veo a Sin junto a mi cama. Lleva unos jeans negros y
una sudadera con capucha a juego, pero ya no lleva la máscara del Freak Show.
Parpadeo y mi respiración se vuelve irregular. 86
Se sienta a un lado de la cama y muevo mi cuello, intentando aliviar la tensión
de mi espalda. Sus dedos acarician la zona sensible de mi piel donde uno de ellos
envolvió la cadena. Gimo.
—No voy a lastimarte, Elli. Todo lo contrario. —Sus dedos se mueven para
rodear mi garganta, y siento que mi coño se aprieta, mis muslos se tensan—.
Voy a hacer realidad todas tus oscuras fantasías —dice con sencillez.
Mis ojos se llenan de lágrimas y respiro profundamente por la nariz.
—¿No es eso lo que quieres? —pregunta, su mano abandona mi cuello y
recorre suavemente mi pecho. Una caricia ligera como una pluma, me
estremezco.
Asiento, incapaz de responder, al darme cuenta de que estoy desnuda.
Retira la mano y me inclino hacia él, esperando que me toque, pero se pone
de pie. Observo con la vista borrosa por las lágrimas que aún no han caído cómo
se quita la sudadera y la camisa y desabrocha sus jeans. Los baja y se quita los
bóxers. Está erecto. Su polla llama la atención.
Mi pulso se acelera al ver su gran tamaño y los piercings que recorren su
longitud y la cabeza de su polla. Cuento al menos seis barras y una argolla.
—Ves, pequeño demonio. —Se arrastra hasta la cama y toma mis piernas
atadas. Empujándolas hacia la izquierda, ruedo sobre un costado y él las empuja
hacia mi pecho, restringiendo aún más mi respiración.
Su mano se dirige a mi coño empapado.
—Esto me pertenece ahora. —Introduce un dedo—. Y esto también. —Lo
retira para deslizarlo hasta mi culo, introduciéndolo también, lo que me hace
tensarme y gritar contra la cinta. Sacudo la cabeza lo mejor que puedo e intento
estirar las piernas para apartarlo.
Se ríe y aparta mis piernas con la mano que tiene libre. Sus dedos se clavan
en mi piel para mantenerlas en su sitio mientras lucho contra él.
—¿Nunca han follado tu culo? Qué sorpresa. —Retira el dedo y me desplomo
contra la cama—. Pero me gusta la idea de ser la primera polla que lo folle. Voy
a ser tu primero en muchas cosas, Elli. —Escupe en su dedo y vuelve a pasarlo
por mi culo, haciendo que me tense—. Te va a encantar. Mi polla en tu culo
mientras follo tu garganta con un consolador cubierto de tus fluidos. —Gimo
ante ese pensamiento—. Te haré pasear con falda y sin ropa interior. Así podré
levantarla cuando quiera para ver mi semen saliendo de tu culo.
Saca el dedo y vuelve a meterlo. Me balanceo contra él, a mi cuerpo empieza
a gustarle la presión que ejerce. 87
—Eso es, Elli. Moja ese coño para mí. Me suplicarás que folle tu culo
enseguida.
Siento su polla empujar contra mi coño, y aspiro por la nariz cuando la cabeza
estira mi dolorido coño.
Grito cuando me penetra. Su tamaño me deja sin aliento por un momento.
Se retira y vuelve a introducirse, con sus piercings en todos los sitios. Quiero
decirle que se ponga un condón, aunque tomo anticonceptivos, pero me ha
quitado el habla.
—Mierda —gime, y mi corazón late desbocado en mi pecho al escucharlo—.
Siempre soñé con follarte, pequeño demonio.
Se me corta la respiración.
—Cada vez que te has puesto una falda corta o unos jeans ajustados. —Sus
dedos se clavan en mi piel con tanta fuerza que me van a dejar moretones. Me
encanta—. Me imaginaba arrancándotelos. Inclinándote y follándote como si
fueras mi pequeño juguete.
Gimo y mi cuerpo se balancea hacia delante y hacia atrás. La sábana de seda
se adhiere a mi rostro lleno de lágrimas.
Su mano libre agarra mi cabello y echa mi cabeza hacia atrás. Su otra mano
se desliza por detrás de mis rodillas, empujándolas hacia mi pecho. Acelera el
ritmo y su polla embiste mi empapado coño.
—Ahora me perteneces... —gruñe en mi oreja, mi cuero cabelludo arde por su
fuerte agarre—. Me suplicarás. Llorarás por mí. —Su lengua recorre mis mejillas,
lamiendo mis lágrimas—. Te arrastrarás de rodillas por mí.
Cierro los ojos y los ruedo mientras los dedos de mis pies comienzan a
curvarse.
—Tú eres mi regalo, pequeño demonio. —Besa la cinta que cubre mi boca
como si fueran mis labios—. Y harás lo que yo te diga. —Se echa hacia atrás y
me embiste con fuerza. El sonido de nuestros cuerpos chocando llena la
habitación—. ¿Lo entiendes?
Si pudiera hablar, diría que sí, pero es imposible. En vez de eso, murmuro
detrás de la cinta adhesiva que tengo pegada en mi rostro.
Justo cuando creo que estoy a punto de venirme, se retira y me suelta. Lloro
y mi cuerpo tiembla de necesidad.
Me acuesta boca abajo. Tengo las rodillas aprisionadas y el culo al aire, pero
le agradezco a mis brazos que no estén aprisionados debajo de mí. Giro la cabeza
hacia un lado para no asfixiarme.
88
Su polla se desliza contra mi coño, empujando lentamente dentro de mí una
vez más. Lo escucho escupir antes de sentir cómo la saliva cae en mi culo.
Introduce un dedo y empiezo a resistirme. Coloca su mano en mi cabeza, tira de
mi cabello y sujeta mi rostro húmedo contra la cama.
—Voy a follar este culo, pequeño demonio. Esta noche. La pregunta es: ¿me
lo darás tú o lo tomaré yo? —cuestiona. Su dedo sube y baja lentamente desde
mi culo hasta mi coño.
Inspiro profundamente y relajo mi cuerpo.
—Eso es. Qué niña tan buena —dice, introduciendo su dedo otra vez—. Y las
chicas buenas son recompensadas.
Capítulo 14
Sin
El l in g t o n
97
Capítulo 15
Sin
El l in g t o n
103
Capítulo 16
Sin
Entré por sus puertas dobles francesas, sin molestarme en ser silencioso.
Había estado llorando. ¿Qué diablos había pasado para que quisiera verme? ¿Al
yo enmascarado? No a Easton Bradley Sinnett.
Estoy condenadamente molesto. Celoso de mí mismo de que ella no llamara
a Sin. ¿No fui suficiente ayer y anoche? ¿Pensó que estaba jugando? ¿Que ella
no me pertenece?
Ha pasado una hora desde que llamó. Estaba en medio de algo y no pude
salir en ese momento. Me mataba hacerla esperar. Pero tenía que terminar lo
que estaba haciendo. No podía decirle que iba a ir. No puedo arriesgarme a que
me reconozca. 104
Me maldigo cuando me doy cuenta de que no puedo follármela. Ella sabrá
que soy yo. Quizá debería decírselo y acabar con eso de una vez. ¿Por qué ocultar
quién soy ahora? Solo demostraría que es mía. Lo ha sido desde antes de que
ella lo supiera.
Miro hacia la puerta del baño y la veo salir, sin más ropa que una toalla
envuelta bajo los brazos. Lleva el cabello recogido en un moño desordenado. Sus
ojos, que antes eran preciosos y azules como el hielo, están rojos y tiene el rostro
hinchado y húmedo por las lágrimas. ¿Estuvo llorando todo este tiempo?
Al acercarme a ella, se fija en mí. Sus piernas se detienen y veo cómo rompe
a llorar casi de inmediato. Corre hacia mí, pasa sus brazos por mi cuello y me
abraza con fuerza. Su cuerpo se estremece contra el mío mientras solloza.
La levanto, agarro sus muslos con mis manos enguantadas y ella envuelve
sus piernas alrededor de mi cintura. Dejo caer la toalla al suelo y la llevo a la
cama. Acostada, se acurruca contra mí. Es como anoche, pero no soy yo. Es
alguien que me inventé: máscara, guantes, sudadera y lentes de contacto. Ha
llegado a necesitarlo más que a nadie en su vida porque yo se lo he permitido.
Aparta su rostro de mi pecho y me mira. Mi cuerpo se tensa cuando miro más
de cerca la huella de una mano perfectamente colocada en su mejilla.
—¿Quién te golpeó? —No tengo que ocultar mi voz porque no me reconozco.
Una rabia como nunca antes había sentido eriza mi piel y acelera mi corazón.
—No... importa —dice con dificultad.
¿Se folló a David hoy? A lo mejor se pusieron rudos y él la ha abofeteado. Me
dan ganas de arrancarme la máscara, sujetarla y follar su culo para recordarle
que es mía. Si alguien va a marcarla, debería ser yo.
—Gracias —susurra.
Inclino la cabeza hacia un lado, confundido por sus palabras.
—Por salvarme —susurra, y siento que mi pecho se oprime, que la rabia se
convierte en culpa porque sé exactamente a qué se refiere. Por eso está unida a
esta versión de mí. Me doy cuenta de que quizá tenga que interpretar dos papeles
durante más tiempo del que quisiera.
La abrazo con fuerza. Cierra los ojos y veo cómo caen lágrimas nuevas por
sus mejillas, más confundido que nunca.
Se suponía que esto iba a ser fácil. Que ya no tendría que ocultar quién soy.
No con ella. Entonces, ¿por qué no puedo quitarme la máscara y dejar que vea
quién soy?
Ella no confiará en ti. 105
No como yo quiero. Ella conoce a Sin desde que éramos niños, el chico del
que siempre ha estado enamorada inofensivamente, y me dejó usarla por una
noche. Pero el de la máscara... él es su salvador. Está emocionalmente unida a
él. Y ningún orgasmo que Sin pueda darle romperá ese vínculo.
El l in g t o n
TRECE AÑOS
Salgo de la oficina de mi madre, en el cuarto piso. Tengo un refresco en una
mano y una barra de chocolate en la otra. Es verano, así que paso el día sentada
afuera escuchando sus sesiones.
Hoy es un hombre que tiene un fetiche con los juegos de rol. Le gusta fingir que
su novia es una desconocida. Van a un bar por separado. Luego se acerca a ella,
le invita a una copa y termina follándosela en el baño mientras su esposa está en
casa con sus hijos.
Le estoy dando un mordisco a mi chocolatina cuando escucho el ascensor,
señal de que está a punto de abrirse.
Mi corazón se acelera y me pongo en pie de un salto. Estoy a punto de correr,
pero es demasiado tarde. La puerta se abre y sale el nuevo esposo de mi madre.
Sus ojos azules se encuentran con los míos.
—Elli, ¿qué haces aquí arriba? —pregunta inclinando la cabeza hacia un
costado.
La voz de mi madre viene de la puerta cerrada detrás de mí mientras habla con
su paciente. Suspira pesadamente y se acerca a mí.
Contengo la respiración, las lágrimas ya arden en mis ojos. Me meteré en un
buen problema. 106
—Elli. —Pone la mano en sus rodillas, se inclina para estar a mi altura y me
habla en voz baja—. ¿Estás escuchando las sesiones de tu madre?
No puedo contestar. Mi garganta se cierra. De repente no puedo recuperar el
aliento y chocolatina se cae.
—Oye, no pasa nada. —Toma mi mano y me lleva hacia la zona de la sala de
espera que mi madre diseñó para que sus pacientes se sintieran más a gusto
cuando venían a nuestra casa—. No estás en problemas, Elli.
—¿No? —consigo preguntar respirando profundamente.
—No. —Sus ojos se dirigen a la puerta de la oficina de mi madre y luego
regresan a los míos—. ¿Qué tal si mantenemos este pequeño secreto? —Se levanta
y pasa su mano por mi cabello oscuro.
Muerdo mi labio inferior, saboreando mis lágrimas. Asiento.
Me sonríe suavemente.
—Buena chica. —Su mano baja de mi cabello a mi pierna y doy un salto—. No
pasa nada, Elli. Si guardas mi secreto, yo guardaré el tuyo, ¿de acuerdo?
No conozco su secreto. Así que me quedo mirándolo, confundida por lo que
quiere decir, pero demasiado asustada para preguntar.
—¿Ves? —se acerca más a mí y su pierna toca la mía. Sus pantalones negros
rozan mi piel—. Si tu madre supiera que has estado escuchando, estarías en un
gran problema.
Mis lágrimas se asoman.
—Podría perder su trabajo, Elli. Y tú no quieres eso, ¿verdad?
Niego con la cabeza. Mi madre ya ha sufrido mucho el año pasado. Las cosas
están empezando a volver a ser lo que eran antes de la muerte de mi padre.
—No, señor —susurro.
Levanta la mano y frota la barba incipiente en su barbilla. Después de un
segundo, dice:
—Sabes, Elli. Ahora estoy casado con tu madre. —Asiento, sorbiendo la nariz—
. Es mi esposa, lo que te convierte a ti también en mi familia. —Vuelvo a asentir.
Mi madre me dice que vamos a ser una familia feliz y que todo irá bien—.
Entonces... —Su mano vuelve a caer sobre mi muslo—. ¿Por qué no me llamas
papá?
107
Abro los ojos, me siento erguida y jadeo por el sueño. Pero no es un sueño.
Era una pesadilla. Una que no comprendí hasta años después.
Incluso muerto, me persigue. Lleva muerto dos años, y aún eriza mi piel. Esa
fue la primera vez que me tocó. Años después, le di voluntariamente mi
virginidad.
Estoy acostumbrada a ser el secreto de alguien. La puta de alguien. Para eso
sirvo. Mi cuerpo fue hecho para servir a los hombres. Me decía todo el tiempo lo
bonita que era. Lo sexy que era. Y lo mucho que lo excitaba. Yo lo odiaba. Odiaba
que me hiciera desearlo. Lo bien que me hacía sentir. Era una enfermedad para
los dos.
Levanto la mano y froto mis ojos hinchados, deseando poder borrar el
recuerdo de mi cerebro. Mi cabeza se siente pesada y un fuerte dolor de cabeza
se avecina. Mis manos caen sobre mi regazo y miro a través de mis pestañas
para verlo de pie a los pies de mi cama.
Vino por mí.
Aún lleva la máscara negra, la sudadera con capucha, los guantes y los jeans
a juego. Los lentes de contacto rojos me miran fijamente y me pregunto qué
estará pensando. Nunca me he derrumbado así. Ni con él. Ni con nadie.
Me levanto a duras penas y me arrastro hasta el final de la cama. Él se queda
quieto como una estatua mientras yo me pongo de rodillas y mis manos caen
sobre mis muslos. Estoy desnuda. Después de que finalizó la llamada, me di un
baño caliente en el que lloré con una botella de vino, con la esperanza de que me
ayudara. Pero no fue así.
—¿Por qué no me follas? —pregunto, con voz áspera.
Él no dice nada. Se queda ahí de pie.
Extiendo la mano y levanto su sudadera lo suficiente para agarrar su cinturón
negro y comenzar a desabrocharlo. Sus manos enguantadas aprietan mis
muñecas hasta que siento dolor. Gimo y mi respiración se acelera.
—¿Por qué no me follas? —Exijo entre dientes apretados. Estoy al borde de la
manía. Puedo sentirla burbujeando en mi interior mientras mi mente se aleja
cada vez más de mí.
108
Los recuerdos de James, David y Sin... son demasiado.
Me suelta y le doy un puñetazo en el pecho.
—¿Por qué? ¡Sé un maldito hombre y fóllame! —grito, las lágrimas arden en
mis ojos mientras jadeo para recuperar el aliento—. ¿No se te para? —Intento un
ángulo diferente. Manipulación. Hacer que se pruebe a sí mismo. A ningún
hombre le gusta que lo menosprecien.
Nunca he visto su pene. Me ató y jugó conmigo, pero nunca se trata de él.
—Vamos. —Le doy una sonrisa burlona—. Folla mi boca. Vente en mi rostro.
Hazme tu puta. —Levanto las manos—. Eso es lo que soy, ¿verdad? Úsame. —
Se me caen las lágrimas y él se queda mirando cómo pierdo la cabeza.
Me bajo de la cama, rodeo el poste y me acerco a él. Se gira para mirarme.
—Si no vas a follar conmigo, lárgate —grito señalando las puertas francesas—
. ¡Lárgate de una maldita vez! —Empujo su pecho, pero no se mueve—. Eres un
inútil —espeto—. Nada más que otro pene inútil que no sabe follar.
Su mano sale tan rápido que ni siquiera tengo oportunidad de reaccionar. Me
rodea la garganta, cortándome inmediatamente el suministro aire. Sus dedos
tienen un agarre de hierro mientras me levanta de mis pies. Ni siquiera me
resisto. Un pedacito de mi corazón se rompe porque mi coño se contrae
anticipando lo que está por venir. Cómo me va a utilizar.
Me empuja sobre la cama, me suelta y me acuesta boca abajo. Estoy a punto
de arrastrarme por ella, pero una mano agarra mi cabello, tirándome hacia atrás,
y un grito escapa de mis labios. El roce de mis pezones con la sábana me corta
la respiración. Todavía están hinchados y extremadamente sensibles. Me sujeta
mientras lo escucho abrir y cerrar el cajón de la mesita de noche. Luego tira mi
brazos por detrás de mi espalda. Noto la familiar aspereza de una brida antes de
que la apriete en mis muñecas.
Luego vuelve a tirar de mi cabello y me da la vuelta. Estoy acostada mirando
su máscara de calavera. Es principalmente blanca con negro alrededor de los
ojos que bajan por su rostro como si se estuvieran desangrando. La mandíbula
y los dientes están perfilados en negro, al igual que la nariz. Sus ojos rojos me
miran fijamente. Veo su pecho agitarse a través de la sudadera negra y escucho
su respiración agitada dentro de la máscara. Lo molesté. Me alegro.
Su mano baja hasta el cinturón y lo arranca de sus jeans negros. Luego lo
pone alrededor de mi cuello, tirando de él con fuerza, dificultando mi respiración,
pero no imposibilitándola.
Sé lo que me espera, pero no será suficiente. Necesito pelea. Quiero que lo
109
tome y que haga que me guste. Así que le doy una patada y mi pie golpea su
estómago.
Se encorva, un gruñido sale de detrás de su máscara. Sujeta mi tobillo, me
tira de la cama y caigo al suelo. El impacto saca todo el aire de mis pulmones.
Me acuesto boca abajo y él cae detrás de mí. Siento sus jeans ásperos contra mi
piel mientras sus rodillas abren las mías haciéndome gemir.
Escucho su cremallera un segundo antes de que su polla entre de golpe en
mi coño. Enloquezco. Mi cuerpo se agita contra su peso. Me avergüenzo de estar
tan mojada que ni siquiera necesita penetrarme.
Lágrimas nuevas caen de mis ojos y él sujeta el cinturón, quitándome el aire.
Su cuerpo cubre el mío y su respiración agitada llena mi oído mientras me
penetra. Sollozaría si pudiera respirar. Las lágrimas caen libremente por mi
rostro mientras roza la alfombra. Voy a tener una quemadura de alfombra
cuando acabe conmigo. Coincidirá perfectamente con la huella de la mano que
me hizo David.
Mi coño se contrae y comienzo a sudar frío. De repente, se aparta, aflojando
el cinturón, y suelto un sollozo ahogado. Escucho abrirse de nuevo el cajón
detrás de él y entonces algo frío se desliza por mi culo.
Mi corazón se acelera.
—Espera...
Vuelve a agarrar el cinturón, me quita el aire y vuelve a inclinarse sobre mi
espalda.
—A una puta se la utiliza. —Su voz es un susurro bajo y siniestro, y mi
corazón late con fuerza ante la promesa que encierra—. Así que cierra la maldita
boca y tómalo.
110
Capítulo 17
Sin
113
Capítulo 18
Sin
118
El l in g t o n
Una hora después, llegamos a la casa de los Lords. Ya estuve aquí antes.
Hacen muchas fiestas grandes. Pero nunca estuve aquí con un Lord real. Solo
con Kira. Bailamos, nos emborrachamos, y tomamos un Uber a casa.
Estaciona el auto y sale mucho más despacio esta vez. Abre el maletero, toma
mi maleta y me abre la puerta.
—¿Cuánto tiempo nos quedaremos aquí? —pregunto. No he hablado con él
desde que me amenazó con sacarme a rastras de casa. Pero ha empacado
muchas de mis cosas, suficientes para más de una noche.
—Vivirás aquí conmigo. —Toma mi mano y me arrastra por los escalones de
piedra.
Suelto una carcajada.
—¿Vivir? Sin, no puedo vivir aquí. —¿Con él? ¿Desde cuándo somos pareja
solo porque dejo que me folle? Quiero decir, leyó mi diario, así que sabe lo que
he sentido por él durante años. Pero eso no significa que él sienta lo mismo,
¿verdad?
—Pues no te vas a quedar ahí —argumenta con tono cortante.
—¿Dónde? ¿En mi casa? —¿De qué demonios está hablando?
Entramos en la casa que estoy casi segura de que una vez fue un elaborado
hotel, y es un maldito caos. Hombres y mujeres por todas partes. La casa huele
a hierba y a sexo. Se nota que anoche hubo fiesta por las latas de cerveza y las
botellas de licor vacías. En el pasillo hay bolsas de basura pegadas a las paredes
que ya están llenas pero que aún no han sacado.
Se acerca a una puerta del primer piso y la abre de un empujón. Entro y miro
a mi alrededor mientras la cierra. Tiene una cama individual que, para mi
121
sorpresa, está hecha con sábanas blancas y un edredón. Dos almohadas blancas
a juego. Una cómoda y una puerta por la que entra y deja mi bolso. Me pregunto
cuándo se alojó aquí por última vez. ¿Trae mujeres aquí? ¿O se queda en su
casa?
—Ese es el baño —dice saliendo.
Asiento y entro, intentando averiguar qué mierda hago aquí y cuánto tiempo
voy a quedarme. Porque si hay algo que sé de Sin es que, si decido irme, me
atará a la cama y me obligará a quedarme. Y honestamente, eso no suena tan
mal.
Capítulo 19
Sin
124
El l in g t o n
TRECE AÑOS
—Hazlo rápido, Jayce —digo rechinando los dientes mientras la veo alejarse.
Llegué justo a tiempo para verla hablar con ese estúpido de Mack. Está
obsesionado con ella. No puedo culparlo, pero vi cómo reaccionó su cuerpo ante
su historia cuando la leyó delante de la clase del señor Hamilton. Por encima de
mi cadáver tendrá una oportunidad con mi chica. Es demasiado tímido. Nunca
podría darle lo que ella quiere. Lo que necesita. No como yo.
Sintonizo a Jayce mientras imagino dónde y cómo la tomaré esta noche. Le
di la opción de boca o culo porque quería ver hasta dónde me dejaría llegar. Sé
que tiene el culo dolorido, pero no iba a decirme que no.
Si no fuera tan celoso, la pondría de rodillas y follaría su boca delante de 130
todos para que vieran que es mía. Pero incluso yo sé que no puedo hacerlo. No
quiero compartirla. Ni siquiera quiero darle a nadie la imagen de ella de rodillas
para mí. Le sacaría los ojos a un hombre si la viera en ese estado.
—Amigo, ¿me estás escuchando? —Jayce golpea mi hombro.
—No —respondo con sinceridad.
—Sin...
—Llámame mañana —lo interrumpo y lo empujo, negándome a perderla de
vista. Al acercarme por detrás, veo que el imbécil vuelve a hablarle—. Ahí estás,
pequeño demonio. —Me acerco a ellos. Me doy cuenta de que se pone tensa
cuando la llamo nena. Puedo adivinar por qué.
Mack salta hacia atrás y luego se da la vuelta para correr.
—¿No puedo tener amigos? —gruñe.
—Te conozco de toda la vida. Mack no es tu amigo. —La única amiga íntima
que tiene es mi hermana.
—No es como si hubiera sacado su polla y la hubiera chupado.
Mi mandíbula se tensa.
—¿A cuántos hombres te estás follando ahora mismo? Ya sabes, ¿además de
David y yo? —Esta es su oportunidad. ¿Será sincera conmigo? ¿Y qué haré si
no lo es?
Aprieta los puños.
—¿Por qué? ¿Vas a encargarte de ellos como lo hiciste con David?
¿Cómo sabe que me encargué de David? Supongo que está adivinando. Me
presenté en su clase con mis amigos y lo eché. Tenía planes de venir la noche
que me la follé. Y al día siguiente, ¿ya no está en su clase? Es lo suficientemente
lista como para darse cuenta. Nunca la obligué a decirme quién la abofeteó ni a
averiguar si se la folló por última vez. Pero obtendré esas respuestas más tarde.
Sonrío y veo cómo sus ojos se entrecierran al ver que acabo de confirmar en
silencio que fui yo.
—En realidad hay uno más. —Esboza una sonrisa de suficiencia—. Anoche
estuve con él —admite, acercándose a mí—. Y nunca he tenido que fingir con él.
—Se gira, dándome la espalda, y se aleja una vez más, pensando que acaba de
ganar.
131
Han pasado dos horas desde que me echó en cara y prácticamente me dijo
que el otro hombre al que se ha estado tirando era mejor que yo. ¿Yo? Gracioso,
considerando que el otro tipo soy yo.
No puedo esperar a ver su mirada cuando le cuente las buenas noticias. Que
ella estuvo conmigo todo este tiempo.
Cuando se alejó, corrí a mi auto, tomé lo que necesitaba y me senté a beber
una cerveza. Esperando. La he observado desde la distancia. Dejándola que se
tomara su tiempo. Pensando que realmente había hecho algo al decirme que
alguien más se la había estado follando y que ella había estado fingiendo
conmigo.
Fue tan tierno. Pero será aún más dulce cuando vea su reacción. Nunca
esperé que supiera quién era el yo con la máscara, pero ya es hora. Suficiente
con esta mierda. Ella realmente piensa que ese bastardo es mejor que yo.
La veo bajar por el muelle desde el barco en el que estaba con una copa en
una mano y el celular en la otra. Me levanto de mi lugar y la sigo de cerca. Se
dirige hacia el estacionamiento.
Cuando se gira en mi dirección, me escondo detrás de una esquina. Espero a
que pase, salto detrás de ella y pongo una capucha en su cabeza. Empieza a
gritar, pero apenas se escucha por encima de la música de los barcos cercanos.
Llevo sus brazos tras su espalda y los ato con fuerza. Luego la levanto y la
llevo al otro lado del puerto, donde mi padre tiene uno de sus barcos. Lucha, su
cuerpo se agita mientras grita palabrotas a través de la capucha. Sonrío. Tiene
que ahorrar energía.
El l in g t o n
132
Estoy sentada sobre mi trasero y respiro profundamente.
—Sin —gruño, luchando contra las ataduras que sujetan mis manos detrás
de mi espalda—. ¿Qué diablos estás haciendo? —grito.
Luego intento respirar tranquilamente. Las bebidas han empezado a
golpearme hace un rato, y mi cuerpo se mueve. No, ¿meciéndose?
¿Me muevo yo o se mueve él? No estoy segura. El aire caliente de la capucha
cae sobre mi rostro, haciendo que el cabello dentro del material oscuro se pegue
a mis mejillas. Me incorporo y mi cuerpo se balancea hacia delante.
Quito la capucha de mi cabeza y la sacudo para intentar que el cabello no se
pegue a mi rostro mojado.
—Est... —Su nombre muere en mis labios cuando miro hacia arriba y veo
unos ojos rojos mirándome fijamente—. ¿Qué...? —No puedo formar una frase
porque mi mente está desbocada.
El enmascarado está de pie frente a mí con una sudadera con capucha, jeans,
guantes negros y su máscara. Sus lentes de contacto parecen brillar en medio
de la noche mientras está de pie ante mí. Mi corazón se acelera cuando mis ojos
se posan en la cadena que lleva en la mano derecha.
¿Estaba en la fiesta? ¿Me vio con Sin? ¿Con Mack? ¿Está loco? ¿Celoso? Él
me abandonó. No jugaré más a este juego con él. No voy a confiar en él.
—¿Qué mierda quieres? —grito, poniéndome en pie de un salto.
Extiende la mano, empuja mi pecho y me hace caer de nuevo sobre el asiento
blanco que, ahora me doy cuenta, es de un barco. Echo un rápido vistazo a mi
alrededor, me estremezco con el aire frío y veo la lancha que se balancea sobre
las olas. No hay otros barcos a la vista, pero veo el puerto deportivo a nuestra
derecha. Estamos lo suficientemente lejos como para que, si gritara, nadie me
oiría. Pero lo suficientemente cerca como para que las luces nos ayuden a ver en
medio del lago.
Estoy a punto de abrir la boca para decirle que se vaya a la mierda, pero sus
manos me agarran. Tira de mi cabello y sujeta mi cabeza mientras con la otra
mano me pone boca abajo. Se sienta a horcajadas sobre mi espalda y envuelve
una cadena alrededor de mi cuello. Escucho un chasquido y el peso de su cuerpo
desaparece.
De repente, tengo los brazos libres y me levanto para mirarlo con piernas
temblorosas.
—¿Qué mierda pasa? —Levanto la mano y noto la cadena que rodea mi cuello.
No está tan apretada como para cortarme el aire, pero tampoco está floja. 133
Golpeo su pecho con mis manos. Agarra mi vestido y lo arranca de mi cuerpo.
La tela cede ante su fuerza como si rasgara un trozo de papel, dejándome en
nada más que mi tanga. No llevaba sujetador y mis tacones desaparecieron hace
tiempo. Los perdí en algún momento mientras pataleaba y gritaba con la
capucha sobre la cabeza.
—¿Qué demonios te pasa? —grito, levantando las manos para cubrir mis
pechos desnudos como si no los hubiera visto nunca.
Entonces levanta la mano y agarra la parte superior de su máscara de
calavera. Contengo la respiración mientras la arranca del rostro. Miro a Sin con
los ojos muy abiertos, mi corazón palpitante, el pulso acelerado y la sangre
corriendo por mis oídos. Mis manos caen a los lados como un peso muerto,
incapaces de sostenerlas ante lo que veo.
—Hola, pequeño demonio. —Sonríe. Levanta la mano y la pasa por su cabello,
dándole ese aspecto desordenado que tanto me gusta.
—No —musito, negando con la cabeza—. No puede ser.
Se acerca a mí y no retrocedo. Toma mi rostro y mis labios se entreabren,
tratando de entenderlo todo. ¿Cuánto he bebido? Mucho. Pero no tomé ninguna
droga. ¿Cómo es posible?
—¿Sin? —Su nombre sale tembloroso de mis labios y mis rodillas amenazan
con ceder.
—Sorpresa. —Entonces me agarra por la cintura y me tira por encima de la
parte delantera del barco.
134
Capítulo 21
Sin
El l in g t o n
138
Capítulo 22
Sin
144
El l in g t o n
Miro el reloj en la mesita y veo que es casi medianoche. Mis ojos se sienten
pensados y ya no puedo mantenerlos abiertos. Mi teléfono sigue apagado. He
ignorado al mundo. Es lo mejor.
Apago el televisor, me acuesto debajo de las sábanas y cierro los ojos, pero se
abren en cuanto escucho algo. Parece una puerta que se abre y se cierra. Me
incorporo, aparto las sábanas y pongo los pies en el suelo justo cuando abren la
puerta de mi habitación de un empujón.
Sin entra en mi habitación, y mi respiración se entrecorta cuando veo sus
ojos azules fijos en los míos. Al segundo siguiente está delante de mí, antes de
que pueda pestañear.
—East...
—Shh —susurra, levantando los nudillos para acariciar mi mejilla enrojecida,
haciéndome estremecer—. No pasa nada si no quieres hablar. De hecho... —
Toma mi brazo y me hace girar para que le dé la espalda. Me rodea por detrás
con un brazo y con el otro cubre mi boca, pellizcando mi nariz—. Te ayudaré con
esto.
Me resisto a su férreo agarre. Mis piernas se levantan y mis dedos se clavan
en su antebrazo. Me revuelvo, pero él me sujeta con fuerza, cortándome el
suministro de aire mientras mis pulmones arden y mi pecho se agita.
Mi cuerpo se afloja y mis brazos caen a los lados. Espero que me suelte, pero
no lo hace. Mis ojos se cierran y la oscuridad me sumerge sin escapatoria.
146
Capítulo 24
El l in g t o n
Ella finalmente es mía. Me ha costado años llegar a este punto, pero nunca
he tenido dudas sobre lo que quería. Siempre supe que haría todo lo posible para
conseguirla.
La suelto, doy un paso atrás y ella se desploma, arrodillándose en el suelo
mirando el fuego, sus gritos entre dientes llenan la habitación.
Corbin saca su celular del bolsillo y escribe un mensaje. Jayce se gira para
mirar a David. Iba a dejarlo vivir. No pensé que fuera una gran amenaza. Pero
después de escuchar lo que ella dijo hoy en su clase, supe que tenía que
ocuparme de él. Por ella.
Sorbe la nariz, llamando mi atención, y la miro. La capa aún está amontonada
alrededor de su cintura, por lo que está mirando hacia abajo, la parte interna de
su muslo, donde la marqué con mi anillo.
Vuelvo a colocar la capa en su lugar y sus bonitos ojos se encuentran con los
míos. Lágrimas frescas se derraman por sus pestañas inferiores y corren por sus
mejillas. Junto con la saliva.
Mierda, ella es hermosa.
154
Si pudiera, la mantendría así para siempre.
Es oficialmente mía. Técnicamente, no puede ser mi elegida, pero puedo tener
más de una. La ceremonia de votos no era una tradición a los ojos de los Lords,
pero aun así lo hice. Se supone que debes sumergir a tu elegida en agua para
limpiarla de polvos pasados. Y se hace delante de una congregación para mostrar
propiedad. Dos compañeros Lords que resultaron ser mis mejores amigos fueron
suficientes. Ella lleva nuestra marca. Me pertenecerá hasta el día de su muerte.
—Vamos —digo, extendiendo la mano y agarrando su brazo. La pongo en pie
y se balancea un poco.
Ella comienza a murmurar detrás de su mordaza, con los ojos muy abiertos.
Hago caso omiso de su evidente forcejeo para recordarme que sigue amordazada
y sujeta. No va a soltarse pronto. Sus hombros tiemblan y vuelvo a deslizar la
máscara sobre su rostro para cubrirlo.
Corbin apaga el fuego antes de que salgamos por la parte de atrás, la
conduzco a mi auto y la acomodo en el asiento del copiloto. Cierro la puerta y
me giro hacia mis amigos.
—Vendré a buscarlo por la mañana —les informo.
Jayce añade:
—Podemos vernos aquí. Dime a qué hora.
Corbin sigue escribiendo en su teléfono, pero asiente.
Nos despedimos y subo al asiento del conductor. Le quito la máscara y sus
ojos pesados miran los míos. Está cansada. La adrenalina está empezando a
desaparecer.
Paso mi pulgar sobre la bola cubierta de saliva y gime, levantando las caderas
del asiento. Estirándome por encima de ella, agarro su cinturón de seguridad y
lo abrocho, encerrándola.
156
Capítulo 25
Sin
He pasado todo el fin de semana dentro de Elli. He soñado con tener tiempo
ilimitado con ella, y aproveché cada segundo. La desperté y la follé mientras aún
dormía. Me dejó hacer lo que quise con ella. Pero, de nuevo, es difícil detenerme
cuando tiene las manos atadas. O decirme que no cuando está amordazada.
Entro en la casa de los Lords y me dirijo al único ascensor que tiene acceso
al sótano. Nos llamaron. Podemos tener una asignación en cualquier momento
una vez que somos iniciados. Así que el hecho de que estuviera hasta las pelotas
dentro de su boca cuando recibí el mensaje todavía me tiene duro.
La casa fue otorgada a los Lords hace años, junto con muchas otras
propiedades en todo el mundo. Una vez fue un hotel. Un bunker fue añadido 157
después de que los Lords se hicieran cargo. Entrenamos aquí para disparar, para
cazar. Pasamos gran parte de nuestros primeros dos años aquí aprendiendo a
tomar lo que queremos.
—Oye, ¿viste lo que está pasando? —me pregunta Jayce mientras me siento
en la gran mesa. Mirando a mi alrededor, se me ocurre que solo llamaron a los
mayores.
—No. Estuve ocupado. —Mi celular sonó diciendo que tenía que estar aquí.
De lo contrario todavía estaría con mi pequeño demonio.
—Es el fiscal —susurra Corbin, inclinándose hacia delante y apoyando los
antebrazos en la mesa.
—¿Qué pasa con él? —Jayce le pregunta a Corbin.
—Salió en las noticias. Allanamiento en la casa del fiscal, disparos. Se
encontró un cadáver. —Se encoge de hombros—. Eso es todo lo que se dijo antes
de que su seguridad rompiera la cámara del reportero que estaba en el jardín
delantero.
Saco el celular de mi bolsillo, ingreso el código y reviso la cámara que tengo
en la habitación de Elli. La coloqué allí la segunda vez que la visité, hace un par
de años. Hubo veces que no pude ir a verla, pero pude vigilarla. Quería saber si
algún otro hombre estuvo alguna vez en esa habitación. Y si era así, me ocuparía
de él. Afortunadamente, nunca lo ha habido.
Está acostada boca abajo, con los brazos abiertos y las muñecas atadas a un
poste de la cama. Está desnuda, con el culo al aire. Le dije que si se movía, lo
sabría y sería castigada. Una parte de mí espera que lo haga. Me encanta hacerla
llorar.
El ascensor suena, indicando su llegada antes de abrirse. Bloqueo mi celular
y miro hacia arriba para ver entrar a Ryat, Prickett y Gunner.
Toman asiento y no me pierdo la tensión entre Ryat y Matt. Sigo sin tener ni
idea de lo que está pasando allí.
Veo a Lincoln saliendo del ascensor y me pongo rígido. Estaba fuera de la
ciudad, pero debe de haber regresado antes de tiempo. Vi que la madre de Elli le
envió ayer un mensaje de texto diciendo que mañana por la noche iban a tener
invitados para cenar después de que ella regresara de su fin de semana fuera.
No le he dicho a Elli que lo sé, pero mi trasero estará allí. Tendrá que echarme y
luego explicarles a su madre y a Elli por qué.
Da una palmada y va directo a la razón por la que estamos aquí.
—Supongo que todos habrán visto ya las noticias y estarán al tanto de lo
158
ocurrido.
Todos decimos que sí. Si Corbin nos dijo lo que vio, entonces yo diría que
estoy lo suficientemente al tanto.
Se sienta a la cabecera de la mesa.
—Necesito dos voluntarios para una tarea. No puedo darles más detalles,
salvo que el trabajo puede durar un día o tres semanas. Todo depende de lo que
tarden en hacerlo.
—Ryat y yo nos encargaremos —dice Matt antes de que nadie más pueda
decir una palabra.
Un silencio cubre la sala y todas las miradas se dirigen a Ryat. Está sentado
y no parece afectado. Si está enfadado o preocupado, no lo demuestra.
—¿Ryat? —Lincoln le pide confirmación.
—Me parece bien, señor —responde.
—Perfecto. Todos ustedes pueden retirarse. —Linc se levanta y sale como si
fuera él quien tiene a una mujer atada a una cama esperando a que la follen. Lo
que probablemente hace. Hay quince estudiantes de último curso en esta
habitación ahora mismo, y garantizo que al menos tres de nosotros tiene a una
chica atada y esperando a que volvamos con ellas.
Me levanto y me dirijo al ascensor, revisando de nuevo las imágenes para ver
que está relajada en la cama. Ahora su cuerpo está plano y su cabeza hacia un
lado. Parece como si estuviera durmiendo, con los ojos cerrados. Sonriendo,
guardo mi celular. Castigo será.
El l in g t o n
Eso fue hace dos años, la última vez que tuve que ver a Lincoln. Pero no es 163
por eso que mi mano aprieta el trozo de cristal que sostengo. Mi respiración se
acelera por el dolor cuando los bordes irregulares cortan mi piel.
—¿Por qué está aquí? —le pregunto.
—Elli —me regaña mi madre—. No hables de esa manera. Lo siento, Linc.
—No pasa nada. Esto será un ajuste para todos nosotros.
—¿Ajuste? —Repito la palabra y mis ojos se posan en el diamante en su mano
izquierda. Una punzada en mi pecho me deja sin aliento—. Mamá...
—Laura, tenemos un problema en la cocina —dice su jefe de cocina,
interrumpiéndome.
—Vuelvo enseguida. —Ella palmea el pecho de Lincoln y sigue al hombre
fuera.
Él coloca las manos sobre la mesa frente a mí, sin perder tiempo.
—Hola, Elli. Ha pasado demasiado tiempo.
—No el suficiente. —Trago saliva, mi lengua de repente se siente pesada—.
Vete de esta casa —añado, ignorando la forma en que mi cuerpo tiembla en la
silla. Puede que James me haya follado, pero se tomó su tiempo para
manipularme. Haciéndome creer que lo necesitaba. Lincoln no es ese tipo de
hombre.
Sonríe.
—¿No viste el anillo, nena? —Me estremezco ante el apodo—. Papá está en
casa. Y por la forma en que has estado actuando, veo que has olvidado tus
lecciones.
Un grito escapa de mis labios y mi cuerpo se hunde más en la silla, tratando
de escapar de él.
Sus ojos se posan en mi mano y su sonrisa se hace más grande.
—Ya estás sangrando por mí, por lo que veo.
Las lágrimas nublan mi vista y mi garganta se cierra, haciendo que sea difícil
respirar.
—Cuando te ponga las manos encima, esos seis años con James se sentirán
como el paraíso.
No salgo del comedor, corro por el pasillo y atravieso el vestíbulo, necesito
salir de este infierno. Abro de un tirón las dos puertas principales y salgo
corriendo, solo para toparme con un cuerpo duro. Un grito de sorpresa escapa
de mis labios. 164
—¡Vaya! —Unas manos agarran la parte superior de mis brazos y mis piernas
ceden, pero él envuelve sus brazos a mi alrededor, haciéndome gemir—. ¿Qué
diablos pasó, Elli? —Escucho la voz de Sin, y presiono mi rostro en su camisa.
Su aroma familiar me envuelve y empiezo a llorar.
Capítulo 26
Sin
DIECIOCHO AÑOS
178
Capítulo 28
Sin
La llevo a casa de mis padres. No quiero volver a la casa de los Lords con ella
porque Amelia probablemente esté por allí, ya que aún no la he llamado desde
el día que irrumpió en mi habitación allí. Y no llevaré a Elli a su casa. La coloco
en mi cama, cierro la puerta y me dirijo a la habitación de mi hermana.
La puerta está entreabierta, así que entro. Está sentada en la cama, de
espaldas a mí.
—Oye, yo...
—Maldición, Sin. —Se pone de pie de un salto y gira para mirarme—. Toca la
maldita puerta. 179
Lleva una toalla envuelta alrededor de su cuerpo por debajo de las axilas. Su
cabello está suelto y mojado. Sus ojos se dirigen rápidamente a la puerta del
baño y luego vuelven a los míos.
Doy un paso más en su habitación.
—¿Qué pasa? —pregunto.
—Nada —gruñe—. Pero no puedes irrumpir así en mi habitación.
—Estaba abierta —digo a la defensiva—. ¿Qué estabas haciendo?
Mis sospechas aumentan. Está tramando algo y no quiere que lo sepa. No es
propio de ella. Mi hermana no es de las que esconden cosas.
—Eso no es asunto tuyo. Lárgate de aquí.
Sus manos agarran la toalla con más fuerza mientras sus ojos se entrecierran
en los míos.
—Yo...
La puerta del baño se abre, sus ojos se agrandan y gira la cabeza para ver
salir al hombre.
—Oye, nena... —Sus ojos se encuentran con los míos y maldice en voz baja—
. Maldición.
—¿Estás bromeando? —le grito a Corbin—. ¿Qué demonios es esta mierda?
—grito—. Sal de su maldita habitación.
—Hombre, lo s...
—No te disculpes. —Ella lo detiene—. No hicimos nada malo.
—¿Hablas en serio? —¿No hicieron nada malo? Parece que mi mejor amigo se
está follando a mi hermana. Y eso está definitivamente mal—. Lárgate de una
maldita vez. —Señalo la puerta frente a la que estoy parado y luego la miro—.
Cuando papá se entere...
—Papá lo sabe. —Ella endereza los hombros—. Soy la elegida de Corbin.
Mis ojos pasan de los de ella a los de él. Ella me mira mientras los ojos de mi
mejor amigo se suavizan con... ¿arrepentimiento? Tal vez sea una ilusión. ¿Cómo
pudo no decirme esto? Sabe lo que pienso acerca de que ella esté involucrada
con un Lord. Es inaceptable. Mis padres han pasado sus vidas escondiéndola de
nuestro mundo. ¿Por qué estaría de acuerdo con esto?
—No. —Niego con la cabeza y me doy la vuelta.
—¿Sin? —grita mi hermana, pero la ignoro y bajo corriendo las escaleras. 180
Empujo la puerta de la oficina de mi padre con tanta fuerza que hago un
agujero en la pared interior. Sus ojos se encuentran con los míos y se pone en
pie de un salto.
—Te llamaré luego. —Finaliza la llamada sin esperar respuesta.
Mi hermana entra corriendo detrás de mí, aferrándose aún a su maldita
toalla.
—Papi...
—¿Dejas que sea la elegida de Corbin? —grito—. Maldita sea, ¿enloqueciste?
Corbin entra detrás de ella, pero afortunadamente se tomó un segundo para
ponerse unos jeans. Lo ignoro por completo.
—Señor...
—¡Oh! —ella interrumpe de nuevo—. ¿Así que vamos a fingir que no te estás
acostando con mi mejor amiga? ¿Pero yo no puedo acostarme con el tuyo? —
grita desde detrás de mí.
Me giro hacia ella y quiero estrangularla. Él no la amará. Mi hermana no es
como las otras elegidas. Ella era una maldita virgen. Se reservaba para el
matrimonio. No ha tenido la vida que tuvo Elli. Mis padres siempre la han
protegido.
—Solo te está usando para tener sexo.
—Sin...
—Tal vez yo lo estoy usando para tener sexo.
Cruza los brazos sobre su pecho, interrumpiendo a Corbin una vez más.
—¡Suficiente! —grita mi padre—. Kira, déjanos.
—Pero, papá...
—¡Ahora! —espeta.
Se da la vuelta, su cabello azota su rostro y me sorprende que Corbin también
la siga, aunque mi padre no le haya dicho que se fuera. Ella cierra la puerta de
golpe detrás ellos.
Me giro hacia él.
—¿Una maldita elegida?
Pasa las manos por su cabello, respirando profundamente.
—Corbin vino a mí solicitando ser su Lord. La quería a ella. 181
Resoplo.
—Maldición, lo mataré —gruño en voz baja.
—Le preguntamos a tu hermana. Ella quería ser su elegida.
—No puedes hablar en serio.
—Como elegida de Corbin, él puede protegerla.
—Díselo a Tyson Crawford —gruño, recordando por lo que pasó en su último
año.
Él suspira.
—Lo que le pasó a Whitney Minson fue desafortunado, pero confío en Corbin
con tu hermana. Le creo cuando dice que hará lo necesario para protegerla.
Mi trasero cae en la silla frente a su escritorio. Jayce ha estado hablando una
y otra vez sobre lo que me perdí durante la ceremonia de votos. ¿Pero Corbin? Ni
una palabra. Ahora sé por qué no le importó presionarme para que fuera. Sabía
todo el tiempo que se follaría a mi hermana delante de los Lords. Y eso tiene
sentido ahora en cuanto a por qué vi a Elli entrar en el auto de mi hermana fuera
de la casa de los Lords. Pensé que la había llamado para que fuera a recogerla,
pero no dejaba de preguntarme cómo había llegado mi hermana tan rápido. Pues
Kira ya estaba allí con Corbin.
Levanto la cabeza para fulminar con la mirada a mi padre.
—Haz lo que tengas que hacer para que Elli sea mi elegida.
Tiene que haber algo, aunque la ceremonia ya haya pasado. La hice mía, pero
quiero que todos lo sepan. Quiero que los Lords lo reconozcan.
Sus ojos se suavizan.
—Easton. Nicholas insistió en que nunca quiso que ella fuera una elegida. No
quería que se relacionara con los Lords de ninguna manera.
—Está muerto —gruño, haciendo que se ponga rígido—. Lo ha estado desde
que ella tenía doce años. Creo que las cosas han cambiado.
Se frota las sienes.
Me pongo de pie.
—¿Sabías que fue violada? ¿Durante años? —Su mandíbula se tensa—.
James la estaba preparando. Era una maldita niña —espeto.
Se acerca a la caja fuerte y marca el código antes de abrirla y agarrar una
caja. Luego se acerca y la coloca en mi regazo. 182
—Papá —gruño—. ¿Me estás escuchando?
—Ábrela.
Arranco la tapa y miro hacia abajo, conteniendo la respiración al ver la caja
llena de fotos. Tomo una. Es de Elli acostada boca abajo sobre una mesa de
madera. Debe de tener unos dieciocho años. Quizá diecisiete. Sus brazos están
atados detrás de su espalda, los tobillos también atados y las piernas levantadas
y atadas a los brazos. Está llorando, con cinta adhesiva en su boca. La arrojo al
suelo y tomo otra. Está desnuda en una habitación arrodillada. La foto, tomada
desde atrás, muestra marcas en su espalda y cuello. La arrojo y tomo otra. Lleva
un collar con una correa, nada más. Atada a una X negra con una venda en los
ojos.
—¿De dónde sacaste esto? —pregunto apenas con un susurro.
—¿Quién crees que puso como objetivo a James?
Levanto la cabeza y lo miro con los ojos muy abiertos.
—No... no lo entiendo. ¿Sabías lo que le estaba haciendo? ¿Todos estos años?
No sé a qué edad comenzó a violarla. Pero sí sé que vivió en la misma casa
que ella durante más de cinco años. En ese tiempo pueden pasar muchas cosas.
Niega con la cabeza.
—No. Tenía mis sospechas. Pero nunca pude probarlo. Y a los Lords, bueno,
no les importa cómo se trata a las mujeres. —Suspira. Es por eso que él y mi
madre se han esforzado tanto en proteger a mi hermana—. Pero un día recibí
esto por correo. De forma anónima. Hice copias y se las envié a un miembro
fundador de la familia con la petición de que lo eliminaran. —Aprieta las manos—
. Nicholas habría quemado el mundo si estuviera vivo. No permitiría que nadie
la lastimara. Y le prometí que cuidaría de ella. Le fallé.
Baja la cabeza.
Miro otra fotografía. No puede tener más de dieciséis años. Está boca abajo,
con el trasero al aire y hay sangre corriendo por sus piernas magulladas. La foto
de su inocencia siendo arrancada me dice todo lo que necesito saber sobre
cuánto tiempo llevaba ocurriendo.
Miro a mi padre.
—¿Tú me pediste la misión?
—No. Fue alguien que quería que fracasaras y que te mataran en el proceso.
O una broma para que lo mataras, ya que yo lo pedí.
—¿Y su teléfono? —pregunto. 183
Ladea la cabeza.
—El encargo era quitarle un dedo y entregar su celular. Había algo en él que
querían los Lords.
—No. —Se sienta.
Paso una mano por mi rostro.
—Lo revisé. Tenía fotos de ella. Empezaron cuando ella tenía tan solo trece
años.
Cuando se casó con su madre. No todas eran sexuales. Había algunas de ella
en la cama durmiendo. En otras, ella llevaba un traje de baño y nadaba en su
piscina. Cuanto mayor se hacía, más pornográficas eran. En algunas miraba a
la cámara y en otras no tenía ni idea.
—Quizá sabían que tenía pruebas en su teléfono —ofrece mi padre como
explicación.
—Las borré —anuncio.
—¿Tú qué? —gruñe—. Easton, no puedes manipular lo que ellos quieren.
—No iba a entregar un teléfono con fotos inapropiadas de ella. En algunas
era menor de edad.
Niego con la cabeza. De ninguna manera permitiría que el mundo las tuviera.
Quién sabe qué habrían hecho los Lords con ellas.
Permanece en silencio, pero me doy cuenta de que ahora está enfadado
conmigo. Saco otra foto de la caja, incapaz de contenerme, y mi pecho se oprime.
Está llorando, la sangre corre por su labio roto y tiene la huella de una mano en
su mejilla.
¿Cómo pudo hacerle esto y yo no verlo? No es que la viera todos los días. Una
vez que empecé en Barrington, mi vida giraba en torno a los Lords. Vivía en la
casa de los Lords. Siempre estaba sirviéndoles. No tienes mucha libertad ni
tiempo libre hasta que eres senior y te inicias oficialmente. Pero, aun así, ¿cómo
es que las personas no notaron marcas en ella? ¿Su madre? ¿Mi hermana? ¿Él
la mantuvo enjaulada en un lugar privado, en algún lugar donde nadie pudiera
ver lo que le estaba haciendo? Cierro la caja y me levanto.
—¿Has manipulado sus anticonceptivos?
Me detengo y me giro hacia él, pero no contesto.
Aprieta la mandíbula.
—Sea lo que sea que hayas hecho, anúlalo. Si cambiaste sus pastillas, vuelve
184
a colocar las correctas. Si le diste algo para contrarrestar la inyección, detente.
Aparto la mirada y paso las manos por mi cabello. Cuando vuelvo a mirarlo,
veo decepción en sus ojos.
—Así que no te importa que Corbin deje embarazada a Kira, pero sí que deje
embarazada a la mujer que amo. Entendido.
Conozco a mi amigo, y no usa condón cuando se folla a mi hermana. Y quién
sabe si ella está siendo inteligente.
Su rostro se relaja un segundo antes de disimularlo.
—¿Por qué crees que Linc se casó con Laura?
Mis cejas se fruncen.
—¿Lo sabes?
—Siéntate, hijo. —Señala la silla de la que me había levantado. Me desplomo
en ella—. Yo era el mejor amigo de su padre incluso antes de que él estuviera
con Laura. Se enamoraron de inmediato. Ella era su elegida. Se casaron incluso
antes de graduarse en Barrington. Querían formar una familia lo antes posible.
Laura tuvo un embarazo difícil. Postrada en cama, muy enferma. Se puso de
parto seis semanas antes. Tu madre y yo estábamos allí cuando la llevaron para
una cesárea de emergencia. Elli no respiraba. Laura estaba sangrando.
Terminaron haciéndole una histerectomía.
—¿Qué tiene esto que ver con Lincoln? —exijo, queriendo que vaya al grano.
—Linc quiere un heredero. Un heredero Asher.
Frunzo el ceño.
—Pero acabas de decir que Laura no puede tener más hijos. Aunque pudiera,
ella no es una Asher... —Me detengo, finalmente comprendiendo—. No. — Niego
con la cabeza—. Elli no...
—¿Crees que él le pediría que tuviera un hijo suyo? —espeta—. Se está
metiendo en esa casa para acercarse a Elli. Vio lo que hizo James. Hará lo mismo.
No puedes vigilarla las veinticuatro horas del día, hijo.
Tiene razón, y no me gusta el nudo que siento en mi estómago por no poder
protegerla. Terminará como Whitney Minson otra vez, y los Lords lo encubrirán
como si nunca hubiera existido. Perdería la cabeza, como lo hizo Tyson. Después
de que ella murió, nada ni nadie le importaba. Diablos, renunció a su futuro,
sabiendo que algún día tendría su oportunidad de vengarse.
Mi padre niega con la cabeza. 185
—Lincoln esperará su oportunidad, y se la follará. Cada vez que pueda.
Contra su voluntad o por manipulación. Lo que sea necesario. Elli es una buena
chica y odio por lo que ha pasado, pero ha sido preparada durante demasiado
tiempo. No se puede revertir ese tipo de daño psicológico. Lo sabes de primera
mano.
Mis ojos se entrecierran ante eso.
—Así que estás diciendo que la estoy utilizando.
¿No es así? He fingido ser otra persona para excitarla. Usé su cuerpo. Esa
noche en el Freak Show, después en su casa. Maldición, a ella le gustó. A mí
también. ¿Cuál de los dos está más perturbado? Incluso ahora, no quiero ser
gentil con ella. Quiero que se arrastre sobre sus manos y rodillas hacia mí.
Suplicándome que la folle. Para hacerla mi puta. Es tan bonita cuando llora.
Cuando suplica. La forma en que su cuerpo se inclina hacia el mío. La forma en
que sus labios se separan cuando está rogando por respirar.
—Digo que cuando tenga la oportunidad, la aprovechará. Y si has manipulado
sus anticonceptivos, tendrá su hijo. No tuyo.
Mis manos se cierran en puño ante ese pensamiento. Elli será mi mujer y
tendrá mis hijos. De nadie más.
—Él me advirtió. Me dijo que tomara a mi elegida, y que si no lo hacía, le haría
cosas a Elli. Él ya sabía que tenía planes.
¿Cómo puedo mantenerla alejada de esa casa? Esa es su casa. Elli puede
estar dispuesta a no volver, pero su madre hará preguntas.
—Hay una cosa más. —Suspira—. Amelia...
—No quiero hablar de ella. —Niego con la cabeza.
Él flexiona la mandíbula.
—Hijo, no va a desaparecer. Se han hecho planes...
—Sin mi aprobación —argumento.
—Así son las cosas. Harás lo mejor para tus hijos, igual que yo estoy haciendo
lo mejor para ti y tu hermana.
Soy consciente de que no ha mencionado a mi madre. Sé cuál es su posición.
Me levanto, me doy la vuelta y salgo de su oficina, dando por terminada la
conversación. Entro en mi habitación y la encuentro vacía. Corro al baño
contiguo y abro la puerta de un empujón, haciéndola gritar de sorpresa.
—Solo soy yo —le digo, cerrando la puerta detrás de mí.
Está de pie frente al lavabo con su vestido sucio y desgarrado. Sus rodillas y 186
brazos están raspados. Está cubierta de sangre seca de su mano y debido a la
rudeza de cómo la follé en el bosque al costado de la carretera.
—Déjame ayudarte.
Doy un paso hacia ella y cruza los brazos sobre su pecho. Me detengo y sus
ojos se dirigen al suelo.
No me gusta esta Elli. La chica tímida que actúa con miedo. Quiero a mi
pequeño demonio que abofetea mi rostro, que lucha conmigo sabiendo que no
puede vencerme. Me acerco despacio y agarro suavemente el dobladillo de su
vestido.
—Levanta los brazos —susurro.
Levanto sus brazos por encima de su cabeza, saco el material y lo tiro al suelo.
Se queda en ropa interior, con los tacones olvidados en un rincón. Me acerco a
la ducha y la abro.
Cuando me giro hacia ella, está de pie, temblando, con la cabeza gacha. Con
su cabello rubio blanquecino enredado alrededor de su rostro. Tiene ramitas y
hojas entre los mechones.
Extendiendo mi mano, agarro la suya y la meto en la ducha. La pongo de
espaldas al rociador, la miro de frente, desenvuelvo la cinta adhesiva y quito el
trozo de camiseta de su mano. Miro la herida. Dejó de sangrar. La verdad es que
no le vendrían mal algunos puntos.
—Tengo que limpiarla —le digo, y ella asiente.
La lavo suavemente y se queda quieta en silencio mientras limpio el resto de
su cuerpo, junto con la marca de su pierna y los piercings. Ambos están
cicatrizando muy bien. Inclina la cabeza hacia atrás, cierra los ojos y lavo su
cabello con shampoo.
Una vez que enjuago su cabello, baja la cabeza y sus ojos inyectados en
sangre se encuentran con los míos.
—Lo siento —susurra.
Agarro su rostro con ambas manos.
—Maldición, no te disculpes conmigo, Elli. No tienes nada que lamentar.
Resopla y su pecho se eleva.
—Yo... no sé qué está mal conmigo.
Sus ojos se llenan de lágrimas. 187
Aprieto su rostro con mis manos, haciéndola gemir.
—Escúchame, Ellington. —Espero que las lágrimas se derramen para que
pueda verme con claridad antes de continuar—. Nada está mal contigo. Ni una
maldita cosa.
—Pero...
—Pero nada —espeto, interrumpiendo cualquier tontería que estuviera a
punto de decir—. Eres perfecta.
Comienza a llorar con más fuerza al escuchar mis palabras. Entiendo lo
jodidas que son. Ella es como es por la infancia que tuvo. Y yo soy como soy por
culpa de los Lords. Nos arruinaron a los dos de diferentes maneras.
—Eres tú —susurra y sus labios regordetes tiemblan.
—¿Qué? —pregunto con los ojos fijos en los suyos.
Ella humedece sus labios, bajando su mirada avergonzada antes de susurrar.
—Lo que siempre he querido.
Hace un par de semanas que sé lo que siente por mí. Desde que leí su diario
aquella noche después de traerla a casa del Freak Show. Pero al escucharla
decirlo en voz alta, soy incapaz de expresar con palabras cómo me siento al
reconocerlo.
Suelto su rostro y paso mis nudillos por su cuello para sentir su pulso
acelerado. Presiono mi cuerpo contra el suyo, y mi mano libre se envuelve
alrededor de su delgada cintura, sosteniéndola contra mí.
—No me iré a ninguna parte, pequeño demonio —digo, y ella sorbe la nariz,
mordiendo su labio inferior con nerviosismo—. Seré quien necesites, cuando me
necesites.
Puedo ser el hombre que la abrace cuando necesite un respiro, y puedo ser el
chico que la persiga hasta el bosque y se la folle sin piedad.
Estoy dispuesto a ser su diablo tanto como ella está dispuesta a ser mi
pequeño demonio. Nunca quiero que dude de mis intenciones. Para algunos, el
dolor es donde encuentran consuelo. Elli es ese alguien.
Con mi mano en su cuello, la obligo a mirarme a los ojos. Le doy un suave
beso en los labios y sus manos se envuelven alrededor de mi cuello, su pierna
izquierda se levanta para engancharse en mi cadera. Mi mano cae sobre ella,
agarrando su suave piel.
Voy a demostrarle a esta mujer que un hombre puede ser todo lo que ella
necesita.
188
El l in g t o n
Apoyo las manos en el borde del mostrador, con mi cabeza agachada mientras
miro fijamente las dos pastillas.
Empecé a consumir drogas a los dieciséis años. Al día siguiente de perder mi
virginidad con James. Odiaba que me hiciera sentir tan bien. Sabía que estaba
mal. Pero mi cuerpo había estado hambriento durante tres años. Anhelado algo
que no podría tener. Lloré cuando salió de mi habitación y pasé la noche en vela,
incapaz de cerrar los ojos, temiendo que volviera y me hiciera desear más.
Intenté convencerme de que yo no era el problema. Que me había sentado a
escuchar a tantas parejas a lo largo de los años hablando con mi madre en sus
sesiones, que yo no estaba tan perdida como pensaba. Algunas cosas que no
podía entender, como ¿por qué alguien sentiría placer siendo orinado? ¿Por qué?
No podía encontrar el atractivo de una lluvia dorada, ni siquiera después de ver
vídeos. Pero entonces me di cuenta de que lo que había experimentado con
James me había gustado, por muy malo que fuera. Así que tal vez lo que habían
hecho también se sentía bien.
A cada uno lo suyo, ya sabes. Fue entonces cuando me dije que probaría
cualquier cosa al menos una vez.
Agarro el cuello de la botella de vino, tomo las pastillas con la otra mano y las
meto en mi boca. Cierro los ojos, levanto la botella y las trago con un gran sorbo
de vino. Si tengo que pasar este día, estaré jodida.
Agacho la cabeza, respiro profundamente y abro los ojos. Me pongo rígida
cuando veo unos ojos azules detrás de mí. Sin se apoya en el marco de la puerta,
vestido con un traje negro de tres piezas y los brazos cruzados sobre su pecho.
Me mira fijamente.
Llevo cinco días en casa de sus padres. Pensaba que sería raro quedarme
aquí, pero me siento más como en casa que en mi propia casa. Me levanto, me
lleva a Barrington. Luego, cuando termino, volvemos aquí. Se siente normal. Y
189
el nudo en mi estómago sigue diciéndome que no me encariñe. No durará para
siempre. Es como un sueño del que no quieres despertar.
Limpio mis labios cubiertos de vino con el dorso de mi mano y me giro hacia
él. Sé que me ha visto tomarlas. Sabe que consumo drogas. Una vez, en la
escuela secundaria, me atrapó en una fiesta desmayada en el piso de un baño.
A la mañana siguiente me desperté con un mensaje en el que me decía que
tuviera cuidado con quién me metía. Nunca se lo agradecí.
—Empezando pronto la fiesta. —Las comisuras de sus labios se curvan con
una sonrisa.
—Algo así. —Me alejo del mostrador y me acerco a él, que se aparta del marco
de la puerta. Sus manos se dirigen a la cintura de mi vestido largo. Elegí seda
negra. Pensé que sería apropiado. No estoy celebrando una mierda. Estoy de
luto—. ¿Por qué no me ayudas?
—Lo que sea.
Me rodea con sus brazos, presionando mi cuerpo contra el suyo.
—Fóllame. —Beso suavemente la comisura de su boca—. Quiero tu semen
goteando de mi coño cuando haga mi brindis.
Me aparta, me hace girar y azota mi trasero.
—Agáchate y sube tu vestido —ordena, sin necesidad de que me lo diga dos
veces.
190
Capítulo 29
Sin
DIECISIETE AÑOS
Me abro paso a empujones entre los chicos de la casa, con Corbin pisándome
los talones. Estábamos pasando el rato con un par de chicas cuando mi hermana
me llamó, frenética y escondida mientras estaba en una fiesta. Al llegar a la puerta
del baño, intento abrirla, pero la encuentro cerrada.
—Abre la maldita puerta —grito por encima de la música, golpeándola con el
puño—. Kira.
Vuelvo a golpearla.
Al segundo siguiente se abre y me encuentro con los ojos muy abiertos de mi
hermana.
—Gracias a Dios, Sin. No puedo despertarla.
Me abro paso a empujones y Corbin entra, cerrándola tras de sí. Veo a su mejor
amiga en el suelo del baño en posición fetal. La falda se le ha subido por los
muslos, mostrando parte de su trasero. El cabello cubre parte de su rostro.
—¿Elli? —pregunto, sacudiendo su hombro.
Nada.
—¿Ellington? —Aparto su cabello y abro los ojos para ver que están dilatados—
. ¿Qué tomó? —pregunto.
—No lo sé. —Mi hermana sorbe la nariz—. No vi nada. Elli no toma drogas.
—Tomó algo —digo con brusquedad.
—Tal vez la drogaron —ofrece Corbin—. ¿Cómo te sientes?
Se gira hacia Kira, pone las manos en sus hombros y la mira a los ojos.
—Bien —responde ella.
—¿Alguien te dio dos copas? —pregunta, haciéndola sobresaltar.
—Sí, pero me las sirvieron de la misma botella, y me encuentro bien —grita,
rodeándose con los brazos.
La pongo boca arriba.
—¿Ellington? —Todavía nada. Pongo los dedos sobre su pulso y noto que está
192
acelerado. Deslizo la sudadera por encima de mi cabeza y le ordeno a Corbin—:
Levántala.
Él se arrodilla detrás de ella, la levanta por las axilas para que se siente y
coloco la sudadera por encima de su cabeza. Es más larga que la falda que lleva.
Y lo último que necesito es un montón de hombres tomando fotos o grabando su
coño a la vista mientras la llevo fuera.
Una vez puesta, paso los brazos por debajo de sus piernas y espalda,
levantando su cuerpo inconsciente. Corbin me ayuda a bajar la capucha para
tapar lo que pueda.
—Abre la puerta. Y despéjenme el camino —vocifero.
—Vamos.
Corbin toma la mano de mi hermana y la saca del baño mientras yo saco a Elli
de la fiesta con todas las miradas puestas en nosotros.
DOCE AÑOS
—¿PAPÁ? ¿PAPÁ? —grito. Las palabras suenan tan fuertes que lastiman mis
oídos.
Corro hacia él y rodeo sus muslos con mis brazos, intentando levantarlo.
—Papá, por favor —suplico, intentando levantarlo de nuevo. Pero pesa
demasiado.
Corro al salón contiguo y tomo una silla. La arrastro por el suelo hasta que está
a su lado. Me subo a ella, lo agarro por la cintura e intento levantarlo de nuevo.
Pero mis pies resbalan por el lado del cojín y me caigo por el borde. La silla se
vuelca con mis brazos aun rodeándolo. El peso extra hace que la cuerda se rompa
y ambos caemos al suelo de mármol.
No puedo respirar. Me duele el pecho y rechino los dientes intentando quitarme
su peso de encima.
—¡Ayúdenme! —consigo gritar—. Que alguien... me ayude... papá.
194
Consigo quitármelo de encima y me siento a horcajadas sobre su estómago.
—¡Papá! —grito, tirando de su camiseta. Sollozando, mis puños empiezan a
golpear su pecho, tratando de traerlo de vuelta, pero sé que se ha ido.
Parpadeo, mis ojos pesados se fijan en la barandilla del segundo piso donde
encontré el cuerpo de mi padre colgado cuando tenía doce años. Nunca visito el
ala oeste. No desde aquel día.
El forense dijo que yo no podía haber hecho nada. Ni nadie. Cuando lo
encontré, llevaba muerto varias horas. Acababa de llegar a casa de la escuela.
Mi madre estuvo fuera de la ciudad durante la semana.
Estuve más de una hora con él en el suelo hasta que alguien me encontró.
Tuvieron que separarme de él. La señora Sinnett llegó y me llevó con ella a su
casa hasta que mi madre regresó antes de su viaje al día siguiente.
Sin permanece en silencio a mi lado. Ha estado rondando más que antes. No
puedo respirar sin que me miré desde que tuve mi crisis nerviosa al costado de
la carretera y luego otra vez en su ducha. Por suerte, no habla. Él también se
queda mirando la barandilla que antes tenía una cuerda enrollada. Hoy, la gran
escalera que conduce a ella está decorada con rosas blancas y luces
parpadeantes. Me dan ganas de vomitar. Es como si celebrara la muerte de mi
padre. Esta casa tiene más de cinco mil metros cuadrados, ¿y no podía hacer
esto en otra ala? ¿O afuera? ¿En cualquier otro lugar del mundo?
—Señorita Asher. Señor Sinnett.
El jefe de la casa de mi madre, Francis, nos saluda con la cabeza. La forma
en que sus ojos se detienen en los míos me dice que sabe que estoy bajo los
efectos del éxtasis. Probablemente, correrá a decírselo a mi madre. Espero que
lo haga.
Toma una de las tres velas que hay en el centro de la mesa redonda. Es una
foto de mi madre y Lincoln. Están abrazados, los dos sonrientes en una playa.
Se ven sus anillos de boda. Obviamente es muy reciente. Después de casarse.
Por qué ella eligió escaparse con él y luego volver aquí y tener una recepción no
lo entiendo. Puedo asegurarle que a nadie aquí le importa una mierda que los
Lords la hayan pasado a otro pedazo de mierda. Es un ciclo sin fin. Ya me he
follado a cuatro Lords. Solo puedo esperar nunca follar con otro, y mucho menos
casarme con uno.
Francis toma una caja de cerillas y saca una, encendiendo la vela. Luego las
otras dos. Después agita la cerilla, apagándola.
195
Libero mi mano de la de Sin y, entumecida, tomo una. La acerco a mi rostro
y siento el calor de la llama. Nunca he sido suicida. Pero, de nuevo, ¿es algo que
lleva tiempo? ¿O simplemente piensas: quiero morir y acabar con todo? Mi padre
nunca pareció infeliz ni dio la impresión de odiar su vida. No que yo pudiera ver.
Creo que esa era una de las mayores preguntas que me hacía: ¿por qué?
¿Por qué ese día? ¿Por qué esa barandilla? ¿Por qué ninguna nota de
despedida? ¿Había decidido que iba a acabar con su vida cuando me dio el beso
de despedida aquella mañana antes de que su chófer me llevara al colegio? ¿Lo
había planeado la noche anterior cuando me metió en la cama y me leyó un
cuento?
Ninguna de esas cosas estaba fuera de lugar para él. Siempre estaba de buen
humor. Hacía tiempo para mí y para mi madre. Por supuesto, hubo momentos
en que los Lords lo llamaron a servir. Y su trabajo era muy exigente. Pero se
aseguró de incluirnos. De asegurarse de que fuéramos conscientes de que
éramos amadas y valoradas.
La llama entre mis dedos se agita por mi respiración pesada. Es una locura
lo que una pequeña cerilla puede hacer. Lo que una llama tan pequeña puede
destruir. Quiero ver cómo ilumina el cielo. Me acerco a las escaleras y la extiendo,
dejando que la punta de la llama bese las flores que empiezan a envolver la
barandilla, iluminándolas.
—¡Ellington! —grita Francis y corre hacia mí, arrojando agua del jarrón de
flores que había sobre la mesa redonda para apagarlo.
Observo el humo elevarse antes de desaparecer con decepción y celos. Ojalá
pudiera hacer eso. Flotar, desvanecerme en la nada.
Sigue maldiciendo en voz baja y brama órdenes para que cambien las flores.
Igual que mi madre hizo con mi padre. Sé que ella no fue la misma después de
su muerte. Pero no tardó mucho en enamorarse de James. Ella pensó que él no
podía hacer nada malo. Él llegó y la hizo caer de rodillas.
¿Cuándo es mi turno? ¿Cuándo podré destruir y ser recompensada? Tal vez
lo intente esta noche. A ver hasta dónde puedo llegar. Le doy la espalda a Francis
y me voy. Tengo ganas de arruinar algo.
196
Capítulo 30
Sin
El l in g t o n
DIECIOCHO AÑOS
Estoy en el suelo, boca abajo, y no puedo abrir los ojos. Me pesan demasiado,
pero los escucho hablar. Se ríen de mí. Ojalá me importara lo suficiente como para
levantarme e irme. Pero no puedo. Las drogas hicieron efecto y hace tiempo que
me he ido. Lincoln hizo justo lo que James le dijo que hiciera mientras me follaba.
Estoy exhausta. Me tiraron a un lado cuando terminaron. Como la basura que él
dice que soy.
En lugar de sentirme avergonzada, me siento bien.
Apartan el cabello de mi rostro y unos nudillos recorren suavemente mi mejilla.
—Llévala a su habitación —escucho que ordena James detrás de mí, sentado
en su escritorio.
Unas manos me acuestan boca arriba y me levantan en brazos. Uno de los
míos cuelga a un lado y el otro cruza mi estómago. Consigo abrir los ojos y levanto
la vista para ver al chico que me saca de la oficina de James.
El que estaba sentado en el sofá parecía tener más o menos mi edad. Sus ojos
verdes se posan sobre mi rostro y recorren mi cuerpo. Sigo desnuda de cintura
para abajo.
Si pudiera luchar contra él, lo haría, pero ni siquiera puedo sentir mis propios
labios y mucho menos conseguir que me suelte.
Empuja la puerta de mi habitación y me acuesta en la cama. Agarra el
dobladillo de mi camisa, la sube por la cabeza y desabrocha el sujetador.
—No... —consigo decir, con la lengua pesada.
Esboza una sonrisa. No es afable ni atractiva. Extiende la mano y vuelve a
pasar los nudillos por mi rostro. Luego pasa el pulgar por mis labios entreabiertos.
—No te preocupes, Ellington. No puedo tocarte. Todavía no. —Se inclina, coloca
su rostro frente al mío, su mano cae para envolverse alrededor de mi cuello,
sujetándome como si tuviera fuerzas para luchar contra él—. Pero un día me
pertenecerás. Y cuando llegue ese día, suplicarás drogas para adormecer el dolor
200
que te causaré.
Bebo otro trago de champán y miro al hombre sentado frente a mí. Es él. El
chico de la oficina de James aquella noche. No lo he vuelto a ver desde entonces.
Nunca supe a qué se refería, y nunca se lo pregunté a nadie.
James habría mentido, y yo solo había visto a Lincoln una vez más en la fiesta
aquella noche en que James fue asesinado. Pensé que tal vez lo había soñado,
inventado en mi cabeza. Que me estaba volviendo loca. Pensé que mi
imaginación había sacado lo peor de mí.
Pero aquí está, en la recepción de mi madre. ¿Por qué? ¿Quién demonios es?
¿Y por qué está en esta mesa? Sé por qué estoy aquí. Soy la hija de la novia. Sin
es mi cita. El señor y la señora Sinnett son amigos de mi madre desde antes que
yo naciera. Kira trajo a Corbin. Este chico no encaja. Sé que es un Lord, ¿pero y
qué? Casi todos los hombres en esta habitación lo son.
Ignoro los ojos de Sin sobre mí. No estoy lista para ir allí con él. ¿Cuánto
puede averiguar sobre mí antes de que levante las manos y diga “a la mierda, no
vales la pena”? No quiero averiguarlo.
Prefiero a Sin a lo que otros me harían si tuvieran la oportunidad. Easton
Sinnett puede querer destrozarme, pero él es el único que podría recomponerme
después de que haya terminado.
Confío en Sin con mi vida. En cualquier otro, no tanto.
Mi madre y Lincoln llegan al frente de la sala y toman su lugar en la mesa
junto a nosotros. Da al salón de baile. Así todos pueden ver a la feliz pareja.
Quiero vomitar.
Cuando Sin me preguntó si me iba a enfermar, quise reírme, pero ahora
puedo saborear la bilis subiendo. La trago con otro sorbo de champán. Por el
rabillo del ojo, veo que la señora Sinnett me frunce el ceño. Odio verme tan débil
ante ella. Siempre ha sido una segunda madre para mí. A veces más que la mía
propia.
Cuando descubrí que mi padre había muerto, me abrazó mientras lloraba en
la habitación de Kira. Me acunó hasta que me dormí como si fuera un bebé que
necesitaba mimos. Al día siguiente, mi madre vino a buscarme y estaba tan
angustiada que ni siquiera me miró. Nunca me preguntó si estaba bien. Ni una
sola vez pensó en ofrecerme apoyo. Fui yo quien lo encontró, maldición.
Sé que era su esposa, pero yo era su hija. No importaba. Nunca le importé.
¿Por qué iba a hacerlo entonces? ¿Por qué iba a importar ahora? 201
El chico se inclina hacia Sin y Corbin, diciendo algo que no escucho, haciendo
que ambos se rían. Por supuesto, Sin lo conoce. Tienen la misma edad. Ambos
Lords. Han vivido en la casa de los Lords desde el primer año. Por suerte,
Barrington es lo suficientemente grande como para que puedas evitar fácilmente
a alguien con quien no quieras cruzarte. Y nunca he tenido clases con ellos
porque son de último curso.
Bebo otro trago y cierro los ojos. Respiro profundamente y siento que la
habitación da vueltas. Quiero que me trague. Una mano en mi muslo me hace
abrir los ojos y me encuentro frente a frente con unos hermosos ojos azules.
Buscan los míos antes de bajar a mi pecho que luce el vestido negro de seda. No
dice nada, pero veo la pregunta en todo su rostro.
¿Estoy bien?
No. Estoy enloqueciendo. Pero no es la primera vez. Y honestamente, estoy
cansada de luchar para mantenerme cuerda. Volverme loca serían unas
vacaciones.
—Queremos agradecerles a todos por acompañarnos hoy —escucho que
Lincoln habla a la sala que se calla para su discurso—. Laura y yo no podríamos
estar más encantados de darles la bienvenida a nuestra casa...
La bilis vuelve y mi pecho se agita mientras me fuerzo a contenerla. ¿Su casa?
Ojalá tuviera esa vela para prenderle fuego.
—Para celebrar el comienzo del resto de nuestras vidas —termina, y todos
aplauden como si fuera el presidente dirigiéndose a los Estados Unidos de
América.
No es importante. Eso lo sé. No es tan poderoso como lo fueron mi padre o
James. Entonces, ¿por qué cree que lo es?
—Como acaba de decir mi esposo —comienza mi madre, y la veo sonreírles a
sus invitados. Odio admitir que está hermosa con su vestido blanco. Es ceñido
y sin hombros, muestra todas sus curvas. Alrededor de su cuello lleva las perlas
que mi padre le regaló por su aniversario de boda, dos meses antes de morir.
Quiero arrancarlas de su cuello. No se las merece—. Tenemos mucha suerte de
contar con tantos amigos y seres queridos para compartir este día tan especial
con nosotros. —Levanta su copa—. Gracias de nuevo, por todo el amor y el
apoyo...
Soy incapaz de contener la risa que sale de mis labios entumecidos. La sala
se queda en silencio y siento que me miran.
—Por la feliz pareja.
Levanto la botella de champán y bebo un buen trago. Es hora de crear
202
desorden. No soporto más. Quiero ver todo arder en llamas como las flores.
—Elli —susurra Kira, apoyándose en la mesa.
Empujo mi silla hacia atrás y me pongo de pie, girándome hacia la mesa frente
a mí y sonriendo.
—De verdad, mamá, ¿esperas que creamos que lo quieres de verdad?
Las personas jadean ante mi pregunta y los labios inyectados de mi madre se
afinan. Lincoln estira su cuello, arreglando su corbata. Bien, quiero incomodar
al bastardo todo lo que pueda.
—Quiero decir, es un Lord. —Me rio—. ¿Lo elegiste tú, o los Lords te dijeron
que era con él con quien tenías que casarte?
—Ellington —espeta, saliendo de detrás de su mesa.
—Porque entre papá y James... rebajaste tu status. —Mi risa se hace más
fuerte—. ¿Tengo razón?
Me giro para mirar a la abarrotada habitación llena de invitados.
Una mano agarra la parte superior de mi brazo y me arrastra hacia atrás.
Casi tropiezo con mis tacones, pero consigo mantenerme en pie mientras me
empujan a través de una puerta.
203
Capítulo 31
Sin
El l in g t o n
216
Capítulo 33
Sin
El l in g t o n
220
Mis ojos se abren cuando escucho el sonido de la puerta principal abriéndose.
Miro mi celular, viendo que estuve durmiendo por casi dos horas. Me estiro,
sintiéndome bien por haber regresado a la cama después de hablar con Kira.
Una sonrisa curva mis labios cuando escucho el sonido de sus zapatos
caminando hacia el dormitorio. Nuestro dormitorio.
Maldición, es una locura saber que acaba de llegar a casa conmigo. La puerta
del dormitorio se abre y él entra. Instantáneamente me siento.
—¿Todo bien? —pregunto, cuando me doy cuenta de que su mandíbula está
tensa. Sus bonitos ojos azules se entrecierran con ira.
—Bien —contesta entrecortadamente, mientras camina hacia mi lado de la
cama.
—Sin...
Toma mi cabello y tira de mí hacia la cama, interrumpiéndome. Mi respiración
se acelera cuando se inclina y coloca su rostro frente al mío.
—¿Sabes cual la mejor parte de volver a casa contigo?
Gimo ante sus palabras, pero me las arreglo para susurrar:
—¿Qué?
Con su mano libre, pasa sus nudillos sobre el piercing en mi pezón.
—Que ya estás desnuda en nuestra cama esperando a que te use.
Levanto mis caderas del colchón, mi coño se contrae.
—Sí —estoy de acuerdo. Sin puede usarme como quiera, cuando quiera. Soy
suya.
221
Capítulo 34
Sin
Elegí una minifalda plisada negra y un crop top blanco con un par de Vans.
Cómodo, pero aún elegante. Kira envió un mensaje antes e informó que Corbin
y Sin estuvieron de acuerdo en ir a Blackout esta noche. No me sorprende que
eligieran un club en lugar de ir a una cena. En cualquier lugar que requería una
conversación de verdad.
Mi cabello está recogido en una cola de caballo y no estoy usando mucho
maquillaje. Solo un poco de polvo, rubor, brillo de labios, y para rematar el
aspecto, un poco de rímel. Es suficiente para maquillar mi rostro, pero
definitivamente no es un glamour completo.
Estamos en su auto mientras él nos conduce por carreteras con curvas de
dos carriles antes de detenerse en la parte trasera de un estacionamiento. Está
lleno, pero no es sorpresa. Todos vienen a Blackout para emborracharse o
drogarse. Veo un auto conocido detenerse, se estaciona a unos pocos lugares de
nosotros y salgo para ver a Kira salir del lado del pasajero del auto de Corbin.
Ella corre hacia mí y lanza sus brazos a mi alrededor. Dios, la extrañé mucho.
—Tienes mucho con que ponerme al día —susurro mientras observo a Sin
mirar a su mejor amigo de arriba abajo. Obviamente, todavía no estoy contenta
con esto, pero si conozco a mi mejor amiga, seguro que no puede detenerlo.
—Vamos a emborracharnos. —Esboza una gran sonrisa.
Corbin toma su mano y Sin toma la mía, frenándome para dejarlos caminar
un poco por delante de nosotros. Nos miramos.
—Sin drogas.
Sus palabras me toman por sorpresa y dejo de caminar. Él también lo hace y
se gira hacia mí.
—¿Disculpa? —exijo. Sé que tengo un problema, pero nunca pareció
importarle antes. ¿Por qué lo haría ahora?
—Puedes beber todo lo que quieras, pero no consumas ninguna droga, —
ordena, mirándome fijamente.
Quiero estar enojada. Decirle que se vaya a la mierda. No pensaba consumir
nada, pero ahora quiero hacerlo. ¿Quién diablos se cree qué es? Nos mudamos
juntos y ahora va a decir lo que puedo y no puedo hacer.
—Elli… —replica mi nombre, haciendo que me sobresalte.
224
—Sí. —Niego, tragando saliva nerviosamente. Confundida por su tono—. No
—corrijo—. No lo haré. No tengo nada sobre mí.
Él resopla como si eso fuera a detenerme, pero suelta mi mano y me empuja
a través del estacionamiento hacia la puerta trasera que Corbin mantiene abierta
para nosotros.
Dos horas después, estoy bastante borracha. Tomé un par de tragos y estoy
en mi tercero. Kira y yo nos dirigimos al baño, dejando a los chicos sentados en
la mesa. Tomo su mano en la mía y prácticamente salta.
—Estoy tan feliz de verte feliz.
Ella esboza una sonrisa ebria, sus ojos están prácticamente cerrados.
—Estoy enamorada.
—Eso... —Interrumpo al chocar con un objeto duro. Nos hace retroceder unos
pasos.
—Hola señoritas.
El chico nos sonríe, pero no pasa desapercibido cómo sus ojos bajan a mi
pecho antes de ir también a los de ella. Lo conozco. Su nombre es Marcus, y va
a la Universidad de Barrington. Él es el ese chico si quieres drogas. Incluso le he
comprado antes. Sin embargo, fue hace un par de años, en una fiesta de
Halloween.
Otro chico se para junto a él; lo conozco de la universidad también.
—Lo siento —jadeo y paso a un lado a Marcus, tirando de Kira detrás de mí,
mientras tratamos de pasar entre él y la pared.
Su mano sale disparada, deteniéndonos de nuevo.
—Parece que a ustedes dos les vendría bien un poco de ayuda.
Se acerca a mí y doy un paso atrás, tropezando con Kira.
—Estamos bien.
Aparto su mano. Sin todavía no está de buen humor. A Kira y a mí nos
importan una mierda los chicos, pero se nota que no están contentos de estar
aquí con nosotras esta noche. Y Sin ha estado observándome de cerca. Sigo
225
pensando en lo que dijo en el estacionamiento, y me pregunto si esta noche es
una prueba de alguna manera.
—Podrías estar mejor —afirma el otro chico, haciendo que Kira jadee. Ella
cree que se refiere a nuestra apariencia; sé que se refieren a las drogas.
Marcus se estira y frota su barbilla, mirándome.
—¿Necesitas un recordatorio de la fiesta esta noche? —pregunta.
Kira responde antes que yo.
—No.
Estoy segura de que es por el bien de Sin y Corbin. No quiere que Corbin o
su hermano sepan que las ha probado conmigo antes. Si Sin supiera que lo hizo,
perdería la cabeza.
Los Lords nunca lo harían. Drogarse o tomar cualquier tipo de sustancia para
inhibir su comportamiento, va en contra de su juramento. Siempre están
aportando su máximo esfuerzo, enfoque y compromiso.
—¿Y tú, Elli? ¿Quieres algo?
Muerdo mi labio inferior. La necesidad de ser buena para Sin lucha contra la
necesidad de rebelarse solo para ver qué hará si voy en contra de lo que dijo. A
regañadientes, niego.
—No esta noche.
—Ven a buscarme cuando cambies de opinión —agrega Marcus, guiñando un
ojo—. Si hay algo que pueda darte.
Y luego continúan por el pasillo.
Pongo los ojos en blanco y entro al baño con Kira. Comienza a arreglar su
cabello frente al espejo.
—Dios, estoy tan contenta de no ser más parte de la escena de las citas.
—Sí —murmuro, entrando en un cubículo y levantando mi falda—. Entonces,
tú y Corbin. Infórmame. Todos los detalles. He sido una amiga de mierda.
—Síp. Es genial, Elli. —Suspira.
Salgo, acercándome a ella y empiezo a lavarme las manos.
—Espero que sea bueno contigo.
—Asombroso. —Pestañea.
Hombre, la chica lo ha malentendido. Estoy feliz por ella. 226
—Sin no parecía tan feliz.
Resopla.
—No me importa lo que él piense. Y a Corbin tampoco.
Desbloquea la puerta, la abre y entra la última persona que quiero ver esta
noche. La elegida de Sin.
Los ojos de Amelia me miran antes de liberar el labio entre sus dientes, con
un resoplido. Odio girarme para verla ir al lavabo. Abre su cartera Hermes y
vuelve a aplicar su lápiz labial. Sus ojos se encuentran con los míos en el espejo.
Los pensamientos de ella follando con mi novio pasan por mi mente y los celos
me recorren como la electricidad.
Frunce sus labios y se gira hacia nosotras. Colocando sus manos en sus
caderas, una sonrisa se extiende por su rostro.
—¿Qué se siente ser dos de dos, Elli?
Mi ceño se frunce, confundida por su pregunta, pero es Kira quien realmente
pregunta.
—¿De qué estás hablando?
Mira de mí a Kira, luego de nuevo a mí. Da un paso más cerca, mientras su
sonrisa se hace más grande.
—¿Quieres decir que tu mejor amiga no sabe lo de papi y su amigo?
Me pongo rígida ante sus palabras. La sangre ensordece mis oídos. ¿Cómo
sabría ella? Ella no lo haría. Está divagando. Permanece en silencio, resopla y
mira a Kira.
—Se ha follado a sus dos padrastros. —Se inclina hacia adelante y me
susurra al oído—: ¿Qué crees que haría tu madre si se enterara?
Mis manos se cierran en puño a mis costados. Mi madre sabe sobre James,
pero no la verdad. La historia que él contó. Estoy segura de que cree que me
encontré con él. Me lancé sobre él. Pero mi madre no tiene ni idea de Lincoln. O
ella también lo habría mencionado.
Amelia se aparta y se encoge de hombros.
—Quiero decir, si mi hija se acostara con mis esposos, sé lo que le haría a la
maldita puta.
—¿Quién te dijo eso? —exige Kira, empujándome a un lado. Ella piensa que
es una mentira. Se está difundiendo un horrible rumor sobre mí. Nunca lo he
hablado con ella. 227
Amelia empuja su cadera hacia afuera, mirando sus uñas.
—Tu hermano.
—¡Estás mintiendo, maldita sea! —grita Kira.
—¿En serio? —Ella inclina la cabeza hacia un lado—. Preguntémosle a
Ellington. Elli, dinos que James y Lincoln no te follaron en la oficina de James.
Estoy tratando de recuperar el aliento. Incapaz de responder, aunque
quisiera. La traición que siento por parte de Sin me consume demasiado. ¿Por
qué se lo diría? ¿Cuándo se lo dijo?
—¿Elli? —Una mano toca mi hombro y salto hacia atrás de Kira. Sus ojos
llenos de lástima observan los míos llenarse de lágrimas. Sabía que era
demasiado bueno para ser verdad. Sin no es el tipo de hombre del que te
enamoras y te casas. Es del tipo que te usa hasta que se aburre y sigue adelante.
—Sabes que eres una maldita lástima, ¿verdad? —continúa Amelia ante mi
silencio.
—¡Cállate! —le grita Kira.
Pero ella no lo hace. En cambio, camina hacia mí.
—Eres una puta fácil por la que él siente pena. Puede que nos esté follando a
las dos, pero te dejará a ti una vez que decida que ya no vales nada.
Kira comienza a reírse, haciendo que el rostro de Amelia se tense.
—¿En serio? Ahora sabemos que estás mintiendo. Porque mi hermano no te
está follando.
Amelia abre su cartera y saca su teléfono. Luego lo sostiene frente a nosotras
y comienza a reproducirse un video. Es la habitación de Sin en la casa de los
Lords. No hay sonido, pero el video es tan claro como el día. Él está sentado en
la cama, completamente vestido, con la espalda apoyada en la cabecera de la
cama mirando el teléfono que tiene en las manos. Sin mira hacia arriba y luego
ves a Amelia entrar en su habitación. Se pone de pie, dejando su celular en la
mesita de noche. Ella camina hacia él y no pierden el tiempo. Ella se quita el
vestido de verano. Él se quita la camisa. Ella se quita los tacones y luego baja su
ropa interior por sus piernas huesudas. No lleva sostén, exponiendo sus senos
falsos en plena exhibición para él.
Él hace un gesto hacia la cama, y ella se arrastra sobre ella, rodando sobre
su espalda. De pie junto a ella, tira de la cuerda de la cabecera y ata ambas
muñecas por encima de su cabeza.
Ella cierra los ojos, arqueando su espalda y abre las piernas para él. Baja las 228
manos a sus jeans y desabrocha su cinturón. Lo saca y luego lo envuelve
alrededor de su cuello, dejando que el exceso se extienda por el centro de su
pecho. Cuando se gira para abrir su mesita de noche, arranco de un manotazo
el teléfono en sus manos.
—Perra —espeta ella, agachándose para recogerlo.
Mi corazón está acelerado, mi estómago en mi garganta. Quiero negarlo, pero
estaba justo ahí frente a mi rostro. Llevaba la misma ropa con la que salió de
nuestra casa esta mañana. Él me mintió. Me dijo que estaba relacionado con los
Lords. ¿Pero eso era mentira? Ella es su elegida porque él es un Lord.
Simplemente, nunca cuestioné qué era.
Me folló cuando llegó a casa. En nuestra cama. En la casa que dijo que
consiguió para nosotros. Dejé que me tocara y acababa de estar con ella.
—¿Lo grabaste? —grita Kira—. Sin te va a matar cuando se entere. —Clava
su dedo en el pecho de Amelia—. Y se lo diré. Lo prometo. Ahora mismo,
maldición.
Ella se da la vuelta para salir corriendo.
Amelia se echa a reír, haciendo que mi amiga se detenga.
—Oh, Dios mío, esto es mejor de lo que imaginaba. —Su risa crece, el sonido
agudo lastima mis oídos—. Él nunca te dijo…
Ella golpea su estómago, doblándose.
—¿Quién nunca me dijo qué? —le grita Kira.
Se endereza y aparta el cabello de su rostro. Está casi llorando de tanto reírse.
—Cada Lord tiene cámaras en sus habitaciones en la casa de Lords.
El rostro de Kira palidece, sus ojos ahora están muy abiertos. Traga saliva y
susurra:
—No...
—Sí. —Amelia se acerca a ella—. Corbin te ha estado grabando cada vez que
dejas que te folle en su habitación. Y luego se lo muestra a todos sus amigos,
riéndose mientras todos ven lo mierda que eres.
Con eso, arroja su cabello sobre su hombro y sale del baño.
El silencio inunda el baño y coloco mis manos sobre el mostrador, agachando
mi cabeza. Estoy tratando de respirar una vez más.
—¿Lo sabías? —susurra.
—No. 229
No tenía ni idea de que mi novio se estaba acostando con Amelia. Quiero
decir, ella es su elegida. Simplemente, nunca pensé en eso. Pero, por supuesto,
lo hace. ¿Y en cuanto a las cámaras en sus habitaciones? Solo estuve en la suya
una vez y no hicimos nada. Salí furiosa, vi a Kira en el pasillo, y le rogué que me
sacara de allí.
—Él no se acostaría con ella. —Kira lo niega—. Ella es...
—Su elegida —grito, alejándome del mostrador para mirarla—. Yo no soy
nadie. Nada. Ella es su elegida. Ella es importante. —Incluso los Lords no me
desean. Para algunas chicas, ser una elegida significa algo para ellas. Su
oportunidad de servir. Siempre había pensado que era repugnante. ¿Pero ahora?
Ahora me doy cuenta de que no soy nada para Sin más que una follada de
lástima. Eso es peor—. ¿No viste el video?
—Eso podría haber sido hace semanas.
Pasa una mano por su cabello. Se está concentrando en mi situación para
evitar la suya. Vi el dolor en sus ojos porque Corbin no le había informado que
los había estado grabando.
Ni siquiera me molesto en decirle que ese video fue de esta mañana. Ella tiene
sus propios asuntos con los que lidiar ahora, haciéndome ver como una perra
estúpida aún más grande.
—No le cuentes a Sin sobre el video. O que hablamos con Amelia.
Muerde su labio pintado de rojo.
—Dale una oportunidad...
—Si puedes guardar un secreto sobre el maldito Corbin, entonces creo que
puedes guardar mi secreto de lo que acaba de pasar —espeto.
Sin no se merece un segundo para explicar por qué me engaña. Solo será otra
situación en la que luzco como una puta estúpida.
Ella toma una respiración profunda, enderezando los hombros, y pasa una
mano por mi cabello, tratando de reducir mi pulso acelerado.
—Tu secreto está a salvo conmigo.
Luego se da vuelta y sale del baño.
—Maldición.
Me quedo unos segundos más, limpio mi rostro y controlo mi respiración.
Justo cuando creo que finalmente he conseguido recomponerme, salgo del baño
y regreso al bar. Puedo ver nuestra mesa desde aquí, al otro lado de la habitación.
230
Corbin y Kira se han ido. No me sorprende. Probablemente, le dijo que se iban.
No es como si a él le importara; Sin no estaba hablando con ellos de todos modos.
Veo a Sin sentado allí, bebiendo una cerveza, la misma desde que llegamos
aquí. Tiene que estar caliente ahora. Y tampoco me sorprende ver a la perra reina
de pie allí mismo. Sus manos sobre la mesa inclinándose, colocando sus pechos
en su rostro. Otra vez. Al igual que en el vídeo.
Lo que me sorprende es la forma en que él la mira. Es con odio. Cómo solía
mirarme. Antes de que descubriera lo prostituta que soy.
Cualquier persona normal sabría que este proceso de pensamiento no es sano
ni racional. Pero es como pienso. Me encanta que a Sin no le importe una mierda.
Que te ate y quiera marcarte. No quiero un hombre que tenga miedo de
destrozarme. Y pensé que era él. Me equivoqué.
Giro para salir corriendo por la salida y golpeo un cuerpo duro.
—Perdón.
Miro hacia arriba, suspiro. No otra vez.
—Siento que lo estás haciendo a propósito. —Marco se ríe. Sus ojos bajan a
mis manos y luego frunce el ceño—. ¿Dónde está tu bebida?
—No tengo una —grito por encima de la música.
—Bueno, eso no servirá.
Lo dejo agarrar mi brazo y tirar de mí hacia la barra, sabiendo que voy a
enojar a Sin y me importa una mierda.
231
Capítulo 35
Sin
El l in g t o n
Salgo del baño una vez más para encontrar a Marcus listo y esperando. Dejo
que tome mi mano y mientras me acompaña por el club, miro hacia donde
estábamos todos sentados y ahora está lleno de gente que no conozco. 235
Sin la llevó a casa con él. Hace que esta decisión sea aún más fácil. A la
mierda con él y sus malditas mentiras. Se terminó. Sea lo que sea, se terminó.
Él puede tener su elegida. Yo tendré a quien quiera.
Camino afuera, entro en el auto de Marcus. Afortunadamente, sube el
volumen de la radio para que no tengamos que hablar. No hay nada que decir.
Necesito calmar mis nervios. Mi cuerpo entero está vibrando por la traición
que siento de Sin. No es solo el sexo, sino que también habló con Amelia sobre
James y Lincoln. Ella tiene una bocaza. Irá y les contará a todos.
Menos mal que me importa una mierda lo que piense la gente. No es como si
alguien pudiera creer la verdad de todos modos. Si mi mamá no lo hizo, nadie lo
hará.
Detiene el auto y veo que estamos en una cabaña de troncos.
—¿Tu casa? —pregunto.
Marcus no es de aquí. Su familia vive en California. Los chicos vienen de todas
partes del mundo para ir a Barrington. Es para la élite. No importa tus
calificaciones, todo lo que tus padres tienen que hacer es pagar una tarifa
significativa cada año y estás dentro.
—Sí. —Abre la puerta principal y la mantiene abierta para mí.
Lo sigo hasta la cocina abierta y toma una botella de vodka.
—¿Bebes?
—Por favor. —Demonios, sí. Dame toda la maldita botella y me ahogaré en
ella.
Saca dos vasos pequeños y los llena hasta el borde.
Lo tomo de él y lo bebo de un sorbo, siseando un suspiro. Viene a pararse
detrás de mí. Coloca sus manos en mis muslos. Siento cuando sube mi falda.
Extiendo la mano y agarro el vaso vacío que dejé y lo lleno de nuevo. En el
momento en que lo bebo, su mano está entre mis piernas. Lanzo el vaso al suelo
y lo escucho romperse. Levanto la botella, tomo un trago cuando tira mi ropa
interior hacia un lado.
Las lágrimas se asoman en mis ojos, pero me niego a dejarlas caer. No
permitiré que Sin me lastime. No le daré ese tipo de poder. Él tomó su decisión,
y no fui yo.
Tomo otro trago, su dedo se desliza dentro de mi vagina y gimo. La culpa
oprime mi pecho. ¿Por qué? Me estaba engañando. Follándose a alguien más.
Luego llegó a la casa que dijo que compró para nosotros. 236
Después de que terminó de hacer que me viniera en la mesa del comedor ese
día y firmamos los papeles. Tenía todo allí y listo para que lo convirtiéramos en
nuestro hogar. Llevó horas revisarlo, finalizarlo, pero es nuestro.
Entonces, ¿por qué me siento culpable? Él es el que vive dos vidas.
—Estás tan mojada.
Marcus saca el dedo y lo vuelve a meter.
—Yo... no creo...
—Cierra la maldita boca. —Golpea mi trasero, y un grito sale de mis labios
entumecidos.
Mis manos agarran la botella de vodka con más fuerza y cierro los ojos. Odio
desear a Sin ahora mismo. Que mi cuerpo pueda sentir la diferencia. Me ha
estado excitando durante dos años. Él sabe hacerlo mejor que yo misma.
Los pensamientos de él y Amelia entran en mi mente y muerdo mi lengua
para contener el sollozo. Me los imagino a él y a ella en nuestra cama. Ella atada
allí mientras él le da lo que yo quiero.
Marcus saca su dedo y luego sus manos recorren mi espalda, agarra mi
cabello. Tira de mí para ponerme de pie, me hace girar. Su mano libre agarra mi
barbilla dolorosamente, su rostro frente al mío.
Miro sus ojos verdes y él sonríe ante las lágrimas en los míos.
—¿Ya estás llorando, nena?
Me estremezco ante el apodo.
—Ni siquiera empecé todavía.
Luego presiona sus labios contra los míos.
No devuelvo el beso y su lengua se abre camino entre mis labios. Sabe a
cerveza barata. Mis brazos permanecen a mis costados mientras él sujeta mi
rostro y cabello. Estoy entumecida, mi corazón destrozado. Nunca he conocido
un dolor como este. Es como si alguien me hubiera apuñalado y me estuviera
desangrando. Puedo sentir que mi vida se escapa. Rezo para que el alcohol se lo
lleve todo pronto.
Cuando se retira, estoy tomando una respiración profunda. Me hace girar,
empujándome sobre el mostrador y abriendo mis piernas con sus zapatos.
—Espero que te guste rudo.
Suelta mi cabello, lleva mis manos a la espalda y, antes que me dé cuenta lo
237
que está haciendo, siento las esposas apretando mis muñecas.
Levanto mis piernas y voy a gritar, pero él coloca su cuerpo encima del mío,
inmovilizándome sobre el mostrador, su peso corporal me quita el aire.
—Porque nosotros vamos a usar este maldito cuerpo como estaba destinado.
¿Nosotros?
—¿Nosotros?
Me las arreglo para moverme mientras el miedo se apodera de mi pecho.
Su peso se levanta de mi espalda, agarra mi cabello, tirando de mí para
ponerme de pie.
—¿Qué opinas?
Frunzo el ceño, confundida por la pregunta, pero él me hace girar y mis
piernas amenazan con ceder ante lo que veo.
Sin está apoyado en la entrada de la cocina. Tiene los brazos cruzados sobre
su pecho y sus ojos están en los míos. Mi corazón está en mi garganta. La sangre
que corre en mis oídos es todo lo que escucho.
Se mueve, da un paso hacia nosotros. Estoy a punto de correr, pero Marcus
envuelve un brazo alrededor de mi cuello, tan apretado que no puedo respirar.
Sin viene a pararse delante de mí. Su mano recorre mis senos por encima de
mi blusa, y lucho contra el agarre que Marcus ejerce sobre mí.
Sin mete la mano en su bolsillo y saca su navaja. La abre y corta mi blusa.
Mi pecho se agita cuando sus dedos recorren suavemente mis costillas y bajan
a mi falda. Cayendo al piso.
Cuando sus fríos ojos se encuentran con los míos, finalmente responde:
—Ella lo hará.
238
Capítulo 36
Sin
Marcus se ríe de mi respuesta mientras ella me mira con los ojos muy
abiertos. Va a odiarme cuando termine con ella, pero me importa una mierda.
Mi piel está en llamas, mi pulso acelerado. Ella dejó que él la tocara. La
manoseara. Le pusiera las esposas, por el amor de Dios. Olvida el hecho de que
me pertenece. Las cosas que Marcus y su amigo podrían haberle hecho son
infinitas.
¿No aprendió nada sobre los hombres? Maldición, crecer en un mundo
sabiendo que los Lords existen debería ser suficiente para aterrorizarla.
—¿Escuchas esto? —pregunta él, su boca junto a su oreja mientras ella lucha
contra su agarre—. Eres lo suficientemente buena para ser nuestra puta.
239
Ella gime, las lágrimas caen sobre sus pestañas inferiores.
—Ponla de rodillas —ordeno.
Él suelta su cuello y la empuja al piso de la cocina. Grita cuando golpea el
azulejo.
Agarro su cola de caballo y echo su cabeza hacia atrás. Ella va a hablar, pero
presiono la punta del cuchillo en su mejilla.
La miro sin pestañear. Sus ojos muy abiertos van de los míos a Marcus.
—No la mates antes de que llegue el turno. —Él se ríe, una sonrisa se extiende
por su rostro al pensar en lo que le va a hacer—. Te vamos a follar, putita.
Estarás rogando por la muerte antes de que te la concedamos.
Él se endereza y apoya la espalda contra la pared, cruzando los brazos sobre
su pecho, poniéndose cómodo para disfrutar del espectáculo.
Voy a darle uno.
—¿Drogas? —pregunto
—Le di algo —responde.
—¿Qué era? —espeto, mirándolo.
—Algo para ponerla de humor. —Sus ojos están fijos en los de ella arrodillada
frente a mí—. Disfrutará que la utilicen. Bueno, hasta que pierda el conocimiento
de todos modos.
La miro, y efectivamente sus ojos están dilatados, sus párpados cada vez más
pesados.
—¿Ella lo pidió?
Necesito saber si ella fue a él por algo, o si simplemente se lo ofreció y lo tomó.
No estoy seguro de por qué, no va a cambiar la forma en que la trate.
Él resopla.
—Ella no tenía que hacerlo. La puta es una drogadicta. Vendida en el pasado.
La vi en el club y aproveché la oportunidad.
Ella gime y mis ojos se posan en sus pezones perforados, y están duros.
Inclino la cabeza, observando la forma en que su pecho sube y baja mientras
respira.
Me arrodillo ante ella, mis nudillos recorren sus pechos y estómago. Caen
sobre sus muslos, y paso suavemente la parte de atrás de mis nudillos sobre
ellos. Se remueve sobre sus rodillas apoyadas sobre el suelo frío. Su garganta se 240
mueve cuando traga. Llego a su ropa interior.
—Abre las piernas —exijo.
Ella toma una respiración profunda pero no discute. Las abre lo mejor que
puede. Deslizo la navaja hasta su ropa interior, cortándola. La quiero desnuda.
La quiero vulnerable. Quiero que entienda que su vida está en mis manos.
Paso mis dedos por su coño y ella cierra los ojos, avergonzada. El movimiento
de su pecho se acelera mientras su agitada respiración inunda la habitación.
—Te dije que es una maldita puta. —Se ríe, haciéndola sollozar—. Ella se
excita con esta mierda. Simplemente, le encanta que la usen y abusen de ella.
Me pongo de pie.
—Abre la boca. Saca tu lengua.
Sus ojos se dirigen a Marcus, quien se apoya contra la pared a mi derecha, le
doy una bofetada en el rostro, haciéndola gritar.
—Abre la maldita boca, perra, y saca la lengua —ordeno.
Solloza, humedece sus labios y luego los separa, haciendo lo que ordeno.
—Esa es una buena chica —la alabo y sus hombros tiemblan. Paso la punta
de la navaja por sus labios, apenas tocándolos. Después la deslizo por su lengua.
Observo la suave presión haciendo una muesca en el centro. Cuando estoy casi
en la punta, aplico un poco más de presión y corto la piel.
Ella se echa hacia atrás, llorando mientras la sangre brota del corte y cae
sobre su pecho desnudo.
—Espléndido.
Mi mano libre desabrocha mis jeans y saco mi polla. Estoy tan duro para mi
pequeño demonio en este momento. Quiero azotar su trasero, pero quiero que
mi polla esté cubierta con su excitación cuando lo haga.
La sangre gotea de la punta de su lengua que sobresale de su boca abierta
sobre su pecho y el suelo a mis pies. En cualquier otro momento, sería feliz. Pero
ahora mismo, quiero lastimarla. Hacerla llorar y que suplique que la perdone.
Que diga que lamenta habernos puesto a los dos en esta situación.
Tomo mi polla dura en mi mano, la paso por sus labios ensangrentados y lo
empujo dentro de su boca. Se atraganta, su cuerpo retrocede, pero no la dejo ir
a ninguna parte.
Veo saliva y sangre caer de las comisuras de sus deliciosos labios mientras
follo su boca. Ella está llorando, sus lágrimas fluyen libremente por su hermoso
241
rostro.
—Maldición —gimo, amando la forma en que se ve así. Tendré que hacerlo de
nuevo en algún momento.
Estoy hasta el fondo de su boca cuando mi mano libre pellizca su nariz. Sus
ojos se abren ampliamente y se retuerce debajo de mí sobre sus rodillas, pero no
me rindo. La follo hasta que sus ojos se ponen en blanco y su cuerpo se afloja.
Salgo y termino por todo su pecho cubierto de saliva y sangre.
Retrocedo, la suelto y su cabeza cae hacia adelante mientras comienza a toser
y sollozar.
Levanto su rostro para que me mire, sus ojos están pesados. Ella parece
aturdida. Podría ser el alcohol, o las drogas. De cualquier manera, está a punto
de desmayarse. La saliva y la sangre salen lentamente de su boca.
—Qué pequeño demonio, tan buena.
Ella gime, sus ojos se cierran, y la dejo caer al suelo de costado en medio de
la cocina.
Escucho el débil sonido de la puerta principal abriéndose y cerrándose, lo me
hace sonreír.
—Oye, soy el siguiente.
Marcus gime como un maldito niño, moviéndose de la pared.
—De acuerdo. —Me pongo de pie y me giro para mirarlo—. Tú eres el próximo.
Entonces lanzo el cuchillo, disfrutando del grito estridente que sigue.
El l in g t o n
Estoy parado a los pies de nuestra cama. Ella se quedó dormida. La traje a
casa, le di un baño y estaba dormida antes de que su cabeza tocara la almohada.
Ella y yo somos muy parecidos, si lo piensas bien. Los Lords son entrenados,
preparados y manipulados. Puedes poner a cincuenta hombres promedio en una
habitación con cien Lords y ellos serán capaces de elegirnos a cada uno de
nosotros. Incluso si ellos no supieran que nuestra sociedad secreta existe. ¿Por
qué? Porque nos educaron igual. Estamos condicionados a pensar de cierta
manera. Estamos destinados a ser posesivos, dominantes y malditamente viles.
La muerte no significa nada para nosotros.
James tomó el entrenamiento que recibió de los Lords y lo usó con Ellington. 247
Mientras pasé tres años de celibato para la iniciación, él la hizo pasar por tres
años de iniciación también. Ella escuchó a los adultos hablar sobre sus malditos
fetiches y perversiones. Su cuerpo lo ansiaba, pero nunca se le permitió una
liberación.
¿Estoy enojado porque ella dejó voluntariamente Blackout con Marcus?
Absolutamente. ¿Puedo culparla por eso? No.
Soy el cuarto hombre con el que ha estado. Pero ¿y si ella no me hubiera
descubierto esa noche en la fiesta matando a James? ¿Y si no me hubiera visto
enmascarado salvarla? No la habría sacado de esos dos años. Se habría abierto
camino a través de la universidad. Hombre tras hombre. Polla tras polla. Tenía
que mantenerla a distancia, pero satisfecha al mismo tiempo.
Nadie sabe lo díficil que fue eso. Fue como colgar un trozo de carne frente a
un hombre hambriento.
Elli necesita que le recuerden constantemente, que la poseen. Que pertenece
a alguien. De lo contrario, se siente perdida. Como una niña vagando por las
calles buscando a sus padres a los que les importan una mierda.
Mi celular comienza a vibrar en mi bolsillo, y lo saco. Mi ceño se frunce
cuando veo quién es. Salgo del dormitorio, respondo.
—¿Hola?
—En mi oficina. Veinte minutos —espeta antes de colgar.
Guardo mi celular en el bolsillo, regreso al dormitorio y beso su frente,
subiendo las mantas hasta su cuello.
—Dulces sueños, pequeño demonio. Regreso enseguida.
Entro por la puerta trasera y tomo el ascensor hasta el tercer piso. Salgo y
toco la puerta.
—Está abierto —grita.
Entro y veo a Tyson Crawford apoyado contra su escritorio en Blackout. Son
las siete de la mañana y está vestido con pantalones negros y una camisa a juego
con las mangas arremangadas. Al igual que yo, dudo mucho que el hombre haya
dormido. 248
—¿Querías verme?
—Siéntate.
Señala el sofá a su derecha. Tyson nunca ha sido un hombre de muchas
palabras si no eres un amigo cercano de él. Va al grano y no le importa una
mierda si te gusta lo que tiene que decir o no.
Me siento sobre el cuero y me recuesto, poniéndome cómodo.
Me entrega una tarjeta. La tomo, frunciendo el ceño mientras la leo.
—Detective Haynes. No lo conozco. O ella.
Voy a regresarla, pero camina detrás de su escritorio y se sienta. Agarra un
control remoto, enciende el televisor que cuelga en la pared opuesta.
Más de doce ángulos diferentes muestran múltiples cámaras que revelan la
vigilancia de Blackout. Selecciona una que está enfocada hacia el
estacionamiento. Nos muestra a Corbin y a mí entrando con las chicas por la
entrada trasera. Va a otra cámara y avanza un poco, mostrando a las chicas
yendo al baño. Se topan con Marcus y otro chico que conozco. Luego entran al
baño, que ya no está a la vista. Avanza un poco más y veo a mi hermana salir
corriendo. Un nuevo ángulo la muestra caminando hacia nuestra mesa,
abofeteando a Corbin y luego saliendo furiosa. Él la sigue. Sonrío ante el
recuerdo. Luego, otro ángulo muestra a Elli saliendo del baño luciendo enojada.
¿Por qué ambas salieron tan enojadas?
Se detiene y mira en la dirección en la que nos sentamos. Otro ángulo en la
parte inferior muestra a Amelia sentada a mi lado. Pero ella parecía enojada
antes de ver a la cabina. Se da vuelta y se encuentra con Marcus de nuevo. Esta
vez deja que él la lleve a la barra. Él coloca su mano en su espalda y Tyson la
detiene.
—¿Quieres decirme por qué la chica con la que llegaste se fue con él?
Me giro hacia él, pero permanezco en silencio.
—Sin —gruñe—. La detective Haynes salió de Blackout cinco minutos antes
de que te llamara. Han recuperado un cuerpo. Y pertenece a este chico que tiene
su mano en tu cita.
Sonrío.
—Maldita sea, Easton —grita bruscamente mi nombre real.
Siempre me agradó Tyson. Él era un estudiante de último año cuando yo era
de primero. Por lo que he visto, era un poco más reservado. Pero siempre fue
despiadado. Luego perdió a su elegida, y bueno, lo dejó todo por Blackout. Espero
249
que todo lo que pidió a cambio haya valido la pena.
—¿Mostraste la grabación de vigilancia? —finalmente hablo.
—No. —Él niega—. Blackout no coopera con la policía.
—Bien, entonces eso es todo.
Golpeo mis muslos y levanto.
—No eres estúpido, Sin. Así que no actúes de esa manera.
Inclino mi cabeza.
—¿Qué se supone que significa eso?
Quería que encontraran su cuerpo. Tiene un amigo que se iba a follar a mi
chica con él. Quiero que la muerte de Marcus se tome como la amenaza que
pretendía ser.
—Significa que si no quieres que la chica que amas descubra que te estás
acostando con otra persona, no lleves a las dos al mismo lugar.
Resoplo.
Toma el control remoto y rebobina uno de los muchos ángulos hasta el baño
de mujeres de nuevo. Muestra a Kira y Elli entrando y un minuto después veo
entrar a Amelia también. Me acerco a la televisión mientras el tiempo pasa
lentamente. Antes lo había adelantado rápidamente. Finalmente, la puerta se
abre y sale Amelia con una sonrisa en su rostro. No mucho después, Kira sale
corriendo, luego veo a Elli. Ella hace una pausa, limpiando sus mejillas mojadas,
toma una respiración profunda y camina por el pasillo hacia el club. Me ve y se
pone rígida. Entonces sus ojos encuentran a Marcus y eso es todo. Ahora me
doy cuenta. Lo que sea que le dijo rompió algo dentro de ella y terminó conmigo.
Bueno, apesta ser ella porque no la voy a dejar ir.
Él la apaga y advierte:
—La próxima vez que planees hacer algo sobre un coño en mi club, espero
ser informado.
—Gracias —gruño, dirigiéndome a la puerta.
—¿Sin?
—¿Sí?
Me doy la vuelta para enfrentarlo.
—¿Marcus? 250
Se recuesta en su asiento.
—Todo en orden —afirmo. No obtendrán nada de lo que los chicos dejaron
para que los policías los encontraran.
Él asiente.
—La próxima vez, avísame.
—Sí, señor —confirmo y cuando voy a abrir la puerta me detengo viendo que
alguien estaba a punto de entrar.
—Siento llegar tarde —anuncia Ryat Archer, entrando en la habitación. La
última vez que lo vi, estábamos en la casa de los Lords sentados en el sótano
cuando Matt se ofreció como voluntario e involucró a Ryat para una misión.
—Justo a tiempo —informa Tyson. Entonces me mira—. Querrás volver a
sentarte, Sin.
Cierro la puerta, me acerco al sofá frente al que se sienta Ryat. Se ve
terriblemente mal. El labio roto, ojo morado y algunos moretones en la parte
superior del cuello. Lleva una sudadera con capucha, lo que dificulta ver
cualquier otra cosa, junto con un par de jeans oscuros. Se nota que son viejos.
Me pregunto si fue con Matt con quien peleó.
—¿Qué diablos te pasó? —No puedo dejar de preguntar.
Él gruñe, pero no responde. Ryat y yo no somos cercanos, pero él está con
Tyson. Los Lords son como cualquier otra cosa. Hay pandillas dentro de
nosotros. Ryat no creció aquí en Pensilvania como Jayce, Corbin y yo. Es de
Nueva York. Se mudó aquí después de graduarse de la secundaria para asistir a
Barrington.
—Estaba en una misión —responde Ryat y asiento.
—Soy consciente. ¿Qué tiene eso que ver conmigo? —pregunto.
Inclina la cabeza y pasa una mano por su cabello oscuro.
—Normalmente, no haría esto, pero si fuera tú, querría saberlo.
Levanta la cabeza y sus ojos se encuentran con los míos.
Un escalofrío recorre mi espalda cuando habla. Veo sus labios moverse,
escucho sus palabras, pero con la sangre corriendo por mis oídos, soy incapaz
de procesar lo que está diciendo. Una cosa es segura, todo está a punto de
cambiar. Y voy a estar en deuda con Ryat por mucho tiempo.
251
Capítulo 38
Sin
El l in g t o n
El l in g t o n
263
Una vez más, despierto con un fuerte dolor de cabeza. No puedo moverme.
Nunca he estado tan dolorida en toda mi vida. Estoy bastante segura de que mi
garganta está hinchada. ¿Eso es posible? Es difícil tragar y respirar.
Me levanto, poniéndome algo de ropa y salgo a la cocina para buscar algo de
comer porque muero de hambre, deteniéndome de inmediato. Mi madre está
sentada sen la isla. Lincoln frente a la nevera abierta.
—Cariño. —Ella frunce el ceño al verme. Camina, acercándose e intenta pasar
su mano por mi cabello enredado—. ¿Qué te pasó?
—Puedo adivinar. —Linc resopla.
Doy un paso atrás, su mano cae a su lado.
—¿Qué... qué está pasando? —Mi voz es áspera, mi garganta está irritada—.
¿Cómo supiste…? —Empiezo a toser y aclaro mi garganta—. ¿Cómo entraste?
¿Cómo sabían que aquí es dónde estaba?
Mi madre sonríe como si no hubiera dicho que me suicidara hace unos días.
—¿Cómo entré? —Saca una llave de su bolsillo y la deja—. Mi llave.
—¿De dónde sacaste eso? —Mi voz tiembla mientras trato de recuperar el
aliento. ¿Por qué Sin entregó una llave de nuestra casa?
—Compré esta casa para ti.
Mi corazón se acelera con sus palabras.
—No —respondo, negándome—. Tú no lo hiciste.
Ella frunce el ceño.
—¿Quién crees que es el dueño de este lugar?
—Sin y yo.
—Oh, cariño. —Ella comienza a reírse y mira a Lincoln, observándome con
lástima—. ¿Por qué, por qué tú pensarías eso?
—Porque él la compró… —interrumpo cuando ambos comienzan a reírse—.
Firmamos papeles. Él me agregó.
Nunca he comprado una casa antes. No sé lo que requiere, pero tenía todo
listo. Dijo que estaba hecho y era nuestra.
—No te crie para que fueras tan ingenua, Elli. —Mi madre niega—. Lincoln y
yo te compramos esta casa mientras nos casábamos. Fue idea de Lincoln. —Ella
lo señala y mi estómago se desploma. ¿Por qué él querría comprarme una casa?
Me quería en la casa donde están. Incluso lo dijo, dijo que haría que esos seis
264
años con James se sintieran como el cielo.
Todavía estoy dormida. Esto es una pesadilla. Tiene que serlo.
—Él quería darte un regalo. Ya que nos fugamos y sabíamos que el anuncio
de la boda sería... difícil para ti. Es un regalo. De nosotros.
Ella abre los brazos de par en par, haciendo un gesto hacia la casa.
Niego, dando otro paso hacia atrás.
—No.
Ella suspira agitadamente, mirando a Linc, pero él se encoge de hombros.
Obviamente, sin saber qué hacer o decir para hacerme creer sus mentiras.
—Sí, Elli. Esto es nuestro. Aquí… —Abre su Louis grande y saca un juego de
papeles—. Estas son tus copias. Las traje para que las tengas.
Me entrega un sobre manila, mis manos temblorosas lo toman.
Lo abro y saco la escritura de la casa. Tiene varias firmas. Se ve igual a las
que Sin y yo firmamos. Pero mi nombre no está en ninguna parte. Solo la firma
de mi mamá y Linc.
—También necesitarás esto. —Me entrega otro juego de papeles—. Esto es el
fideicomiso. Es todo tuyo. Libre y claro.
—Esto tiene que ser una broma —susurro más para mí.
Imprimieron los documentos falsos en línea para fastidiarme.
—En serio.
Resopla y saca su teléfono esta vez. Unos segundos más tarde, está
mostrando correos electrónicos. Es entre ella y un agente inmobiliario. La mujer
le envió fotos de esta casa. Está completamente amueblada, como el día que
llegamos Sin y yo. Habla de una venta al contado. Fecha de cierre. Cómo la quiere
lista antes de su regreso.
Mi corazón está palpitando. Él mintió. Mintió sobre Amelia. Sobre esta casa.
Sobre cómo me ama. ¿Qué más no fue verdad? Desplomándome en la silla de la
isla, trato de contener las lágrimas.
—Cariño. —Ella pone su mano sobre la mía y la miro—. La casa no es la razón
por la que estamos aquí.
—¿Cuál es?
¿Qué más podría ser? ¿Y dónde diablos está Sin? Después de que terminó
conmigo anoche en el sótano, me dio una ducha y me acostó en la cama. ¿Él se 265
acostó conmigo? No puedo recordarlo. ¿Qué hora es ahora mismo? ¿Cuánto
tiempo he estado inconsciente?
—Lincoln y yo hemos decidido tu futuro.
—¿Mi futuro? —El dolor de cabeza que ya tengo se intensifica.
Asiente.
—Te hemos encontrado un marido.
—No. —Me pongo de pie de un salto—. No voy a casarme, mamá.
Hemos hablado de esto. Ella sabe cómo me siento.
—Nosotros...
—Cariño, siéntate —la interrumpe Linc, y asiente, haciendo lo que dice—.
Mira, Elli, después del incidente en la recepción, hemos decidido que es hora de
que te establezcas. Convertirte en una Lady.
—No quiero...
—Esto no es tema a discusión, querida —afirma mi madre, su tono es más
duro que antes—. Te establecerás con un Lord respetado. Y serás iniciada como
una Lady. —Ella se acerca y agarra su bolso. Fin de la conversación—. La boda
será en dos semanas —afirma y Linc se acerca para tomar su mano.
¿Boda? ¿Dos semanas? ¿Iniciada?
—Espera —grito desesperadamente mientras salen de la casa—. ¿Puedo
elegir? ¿Con quién me caso?
—No. Se ha decidido. Lincoln se reunió con él esta mañana. Y él está de
acuerdo. —Ella suelta su mano y camina hacia mí. Sujeta mi rostro—. Tienes
suerte de que alguien se case contigo, Elli. Con tu... situación pasada y actual.
—Sus ojos recorren mi cabello enredado y rostro hinchado con disgusto—. Verás
que esto es lo mejor.
Mi pecho está tan oprimido que duele respirar. Siempre temí que esto pasara.
Ella dictaría lo que hago, con quién puedo salir. Cuanto más crecía, menos
pensaba en ello. Esto tiene que ser idea de Lincoln. Él está haciendo un ejemplo
de mí. Consiguiendo desecharme para siempre.
—¿Qué pasa con Sin? —susurro.
Ella frunce el ceño.
—Ya prometió casarse, Elli. Jesús, ¿no te dijo nada? Ya sabes cómo funciona
esto. Honestamente, ni siquiera sé por qué saliste con él en primer lugar,
sabiendo que no podría ir a ninguna parte.
266
¿No podría ir a ningún parte? Nunca pensé en casarme, pero tampoco pensé
en que él se casara.
—No. —Niego. ¿Cuánto tiempo he estado dormida, por el amor de Dios?—.
Él no es…
—Las familias anunciaron su compromiso esta mañana, Elli. —Sus ojos se
suavizan y suspira.
Mis hombros tiemblan. ¿Esta mañana? Después de que me folló en esta casa.
—¿Quién? —Muerdo mis labios agrietados. La mordaza de nuestro tiempo en
el sótano ayer fue dura para ellos—. ¿Quién es?
—Amelia Cleary. —Sonríe—. Ella es adorable. Toda la familia. Su madre es
amiga mía. —Levanta su mano y se da palmaditas en un lado de mi mejilla—.
Ella es quién nos vendió esta casa.
¿Se va a casar con su elegida? Mis piernas fallan y caigo en mi asiento una
vez más. Besa mi mejilla.
—Te veré el jueves. Almorzaremos.
Luego toma la mano de Lincoln y sale de mi casa. ¿Su casa?
Se supone que nos pertenece a mí y a Sin. ¿Cómo…? ¿Qué pasó? Ayer dijo
que yo era suya. Ha marcado mi muslo interior. Me tatuó…
—Mira esto —susurra en mi oreja. Sus brazos tienen que sostenerme, mis
piernas están demasiado cansadas.
Abro los ojos, mirando por encima del hombro al espejo del baño para ver la
palabra SIN en la parte baja de mi espalda, justo encima de mi trasero. Está rojo
y un poco sangriento. Gimo y él atrae mi rostro para mirarlo mientras se pone de
pie frente de mí.
—Tú... me tatuaste. —Mi voz es áspera. Tenía una idea de lo que estaba
haciendo. Podía escuchar el zumbido y sentir la aguja en mi piel. Me excité con
eso. El dolor, el hecho de saber que él estaba reclamándome de nuevo a su
manera, me excitaba.
Agarra mi mejilla, sus ojos azules buscan los míos antes de que baje su rostro,
tan cerca que nuestros labios casi se tocan.
—Tienes toda la maldita razón, lo hice. —gimo—. Es un recordatorio de que me
perteneces. Siempre has sido mía y siempre lo serás. 267
Entonces sus labios capturaron los míos en un beso impresionante.
272
Capítulo 40
Sin
—¿Qué te parece esto, nene? —grita Amelia y rechino los dientes ante el
apodo. Elli lo odiaba y yo también. Es demasiado dulce. Demasiado genérico.
Me acerco a ella y miro la muestra de platos que tienen delante para probar.
Todos parecen una mierda demasiado cara, si me preguntas. ¿Pero qué sé yo?
—No me importa —respondo, sacando el celular de mis jeans y alejándome
para tener algo de privacidad.
Subo las imágenes de la cámara justo a tiempo para ver los ojos de Corbin
mirándome a través de la pantalla como si supiera que estoy mirando, luego Kira
cierra la puerta del dormitorio en su cara. Mi hermana se acerca a la cama y
observo a Elli hundir su rostro en la almohada. Kira frota su espalda, pero Elli
273
la aparta.
—¿Nene? —chilla Amelia—. ¿Qué estás haciendo?
Ella está frente a mí al segundo siguiente, tratando de echar un vistazo a mi
teléfono.
Lo cierro, entrecerrando los ojos a ella. Abro mi boca para hablar, suena en
mis manos. El nombre de Tyson se ilumina en la pantalla.
—¿Hola? —respondo, alejándome una vez más para poner algo de distancia
entre nosotros.
—Hecho. Tienes una reunión. El viernes por la mañana, a las diez —responde
a modo de saludo, yendo al grano—. Encuéntrame en Blackout. Yo manejaré.
—¿Tú vienes también?
No puedo dejar de preguntar. Sorprendido por eso.
—Esa es la única forma en que te recibirán —gruñe, obviamente no contento
con la situación, pero entendiendo lo importante que es para mí.
Asiento para mí mismo.
—Gracias hombre.
Sé que no solo voy a deberle a Ryat, sino que también voy a deberle a Tyson.
Cuelga sin decir una palabra más y me giro para ver a Amelia mirándome.
Los brazos cruzados sobre su pecho pagado.
—¿Por qué te llama Tyson Crawford? —exige, empujando su cadera hacia
afuera.
—No es nada. —Le doy la espalda, volviendo a mirar las imágenes de la
cámara.
Ella agarra mi brazo, sus uñas se clavan en mi piel, haciéndome rechinar los
dientes.
—Easton...
—No es de tu maldita incumbencia —grito, dándome la vuelta para mirarla.
El silencio cae sobre la habitación. Ahora todos los ojos están puestos en mí.
La mujer que nos está ayudando a planear nuestra boda se queda sin aliento.
Con sus ojos muy abiertos, y la mano ahora sobre sus labios inyectados.
A la mierda este día.
Meto la mano en mi bolsillo trasero y saco mi billetera. Le entrego mi tarjeta
a Amelia, añadiendo: 274
—Consigue lo que quieras. Simplemente, no esperes que me importe.
Luego salgo por la puerta principal, dirigiéndome a mi auto. Caigo en el
asiento del conductor y cargo las imágenes de la cámara.
Elli está acostada en la cama, con los ojos cerrados. Ella parece estar
dormida. Reviso el resto de la casa donde instalé cámaras, veo a Corbin y mi
hermana en la sala de estar. Enciendo el volumen al máximo para escuchar.
—¿Por qué le dijiste todo eso? —gruñe—. Elli es frágil.
—Como dije, ella merecía saberlo. —Se encoge de hombros—. Sin se va a
casar con Amelia. La pobre chica necesita superarlo y seguir adelante.
—Oh, porque eso es tan fácil. —Kira se ríe, pero no tiene humor—. ¿Yo sería
tan fácil de superar?
—Kira —contesta bruscamente—. No empieces…
—¿Qué harías si te dejara para casarme con otra persona? ¿Mmm?
¿Simplemente me dejarías marchar?
—Eso es diferente. —Corbin pasa una mano por su cabello.
—Eso es una excusa si alguna vez he escuchado una. —Ella pone los ojos en
blanco y se aleja de él.
Él se acerca, agarrando la parte superior de su brazo, y la hace girar.
Va a empujarlo, pero él la atrae y la besa.
Regreso a la cámara en el dormitorio, no quiero ver esa mierda, y veo la cama
ahora vacía. Me siento más derecho. ¿Adónde diablos se fue?
Pongo la otra cámara, miro el baño. La muestra caminando hacia uno de los
lavabos dobles. Su mano sobre su rostro. Abre el grifo y bebé agua, enjuagándose
la boca.
Enciendo el volumen cuando entra mi hermana.
—Toc, toc.
Elli la mira, las lágrimas caen silenciosamente por su rostro hinchado.
—¿Estás bien? —pregunta suavemente.
—Bien —responde Elli y comienza a caminar hacia el dormitorio.
—¿Te enfermaste de nuevo? —le pregunta mi hermana.
—Estoy bien, Kira.
Elli ignora su pregunta.
275
—¿Estás embarazada? —pregunta Kira, y Elli se detiene.
Lentamente, se da la vuelta para mirar a mi hermana.
—No.
Pasa una mano por su cabello enredado, negando con la cabeza.
—¿Estás segura? Tal vez deberías hacerte una prueba —ofrece mi hermana,
su voz es tan baja que parece temerosa de poner el pensamiento en la cabeza de
Elli, pero también preocupada por la salud de su amiga.
—No estoy embarazada, Kira. Estoy en control de la natalidad —argumenta
Elli, irritada.
Se da la vuelta y está a punto de marcharse de nuevo cuando mi hermana
habla.
—Pero ¿y si lo estás?
Los hombros de Elli caen y suspira pesadamente, pero no responde. En
cambio, entra en la suite principal y vuelve a meterse en la cama, tirando las
sábanas sobre su cabeza para bloquear al mundo y su mejor amiga.
El l in g t o n
Estaba en Blackout a las nueve y quince esta mañana. Tyson ya estaba listo
como sabía que lo estaría. Estoy sentado en el asiento del pasajero mientras él
toma las pronunciadas curvas de las carreteras de Pensilvania. Estamos
subiendo, haciendo nuestro camino hacia las montañas en un día nublado y
frío.
Tengo mi celular en el regazo, con un auricular en la oreja mirando a Elli en
la pantalla. Ella está durmiendo. Lo ha estado haciendo mucho esta semana.
Ayer llegó a casa después de almorzar con su madre y tuvieron otra gran pelea.
Su madre irrumpió en la casa gritando; Elli dijo que se fuera al infierno. Fue
grosera como la discusión de la recepción. 278
Chance Beckham es con quien la están obligando a casarse. No me sorprende.
Supuse que ese sería el elegido por Lincoln. Es una forma de echarme en cara
que él ganó. Cree que tendrá acceso ilimitado a ella si su sobrino es su esposo.
No es tan inteligente como se cree.
Miro hacia su mesita de noche. Tiene una prueba de embarazo y una botella
de vino vacía al lado. La vi tomarla anoche y en realidad parecía decepcionada
de que fuera negativa. Sin embargo, luego celebró con una botella mientras
miraba una película de terror antes de desmayarse.
—¿Por qué te torturas a ti mismo? —habla Tyson finalmente, desde que llegué
a Blackout hace casi una hora.
Cierro el teléfono, quitándome el auricular, sin saber muy bien qué decir, así
que mantengo la boca cerrada y veo pasar el bosque.
Mi celular suena en medio del silencio y es Amelia. Presiono ignorar y paso
una mano por mi rostro.
Sentado más derecho, veo un letrero que dice Carnicería: 16 kilómetros.
—Sé directo —explica Tyson, obviamente notando la señal también—. Al
grano. No jodas. A los hermanos Spade no les gusta perder el tiempo.
—Entendido. —Asiento—. ¿Cuánto tiempo hace que los conoces?
—El tiempo suficiente —responde crípticamente.
Ni siquiera estoy seguro de por qué pregunté. Mi teléfono suena de nuevo y
esta vez contesto. Si no lo hago, seguirá llamando.
—¿Hola?
—No olvides que tenemos una cena con mis padres esta noche —contesta a
modo de saludo.
Gimo ¿En serio? Esto podría haber sido por un texto.
—No lo olvidaré.
—Mi madre y yo tenemos una cita con la floristería. Así que iré con ella y nos
reuniremos contigo para la cena. —Hace una pausa—. ¿A menos que quieras ir
a la floristería también? Entonces podemos ir juntos...
—Te veré en la cena.
Ella sabe que no quiero ser parte de la planificación de la boda. No podría
importarme menos.
—Está bien, te amo...
Cuelgo e inmediatamente vuelvo a encender las cámaras dentro de la casa de 279
Elli. Ella todavía está en la cama durmiendo. Bloqueo mi teléfono, cierro los ojos,
suspiro. Tyson tiene razón, tengo que dejar de torturarme.
El l in g t o n
Tomo asiento en el sofá, con los brazos extendidos sobre el respaldo y los ojos
fijos en la televisión. Está encendida, pero en silencio. No me gusta mucho ver
la televisión, pero tengo que hacer algo para pasar el rato hasta que se despierte.
Mis ojos se dirigen a la silla que está frente a mí. Cuando volví del sótano,
estaba desmayada en el sofá, como sabía que estaría. La levanté, la desnudé y
traje una silla de la cocina. Ahora está sentada, con las piernas abiertas y los
tobillos atados a cada pata delantera. También até sus rodillas. Tiene los brazos
detrás de la espalda, colgados de la silla y atados al respaldo, y puse un cojín
entre ella y el respaldo para empujar sus caderas.
La quiero abierta. Vulnerable. Capaz de ver todo. Tiene puesto el collarín para
mantener la barbilla hacia arriba y tres trozos de cinta adhesiva en la boca. Dos
en forma de X y el otro sobre ambas.
Se mueve y una sonrisa curva mis labios. Le toma unos minutos disipar la
niebla y asimilar la realidad. Sus grandes ojos se encuentran con los míos y
empieza a murmurar detrás de la cinta. Se agita, su cuerpo lucha en la silla.
Veo cómo sus pezones se endurecen y cómo levanta las caderas del asiento
todo lo que puede. Me inclino hacia delante, agarro la silla y la arrastro hasta
que toca el extremo del sofá, mis piernas se abren para que quede situada entre
ellas. Subo y bajo las manos por sus muslos y ella gime.
—Ya era hora de que te despertaras para mí.
Mi mano se desliza entre sus piernas y mis dedos abren su coño para que mi
pulgar recorra su clítoris, haciéndola sobresaltar. Tal como la tengo sentada, sus 286
caderas sobresalen más que su pecho. Así que tengo suficiente acceso a su coño
para jugar. La mayor parte de su peso recae sobre sus axilas que se extienden
sobre el respaldo.
Esto no se trata de comodidad. Se trata de que es mía.
Me aparto, empujo la silla un poco hacia atrás y hacia la izquierda para
alcanzar la mesa de café que hay frente al sofá. Tomo el pequeño huevo rosa y
el lubricante. Lo abro y cubro la silicona con él. Me giro hacia ella y mi mano
regresa entre sus piernas. Murmura palabras ininteligibles detrás de la cinta
mientras la follo con mis dedos un par de veces antes de deslizar el vibrador
dentro de ella.
Levanto el mando y sus ojos llorosos van de los míos a él.
—¿Recuerdas cuando te até y te excité con el consolador? —pregunto
sonriendo al recordarlo. Fue al principio, cuando me colé en su habitación como
su salvador—. Te viniste, ¿cuántas, cinco o seis veces?
Parpadea, con el pecho agitado.
—Vamos a repetirlo.
Enciendo el mando a distancia y su espalda se arquea, su cuerpo se pone
rígido durante un breve segundo antes de empezar a agitarse en la silla.
Vuelvo a sentarme, mis ojos se posan en su cuerpo, observando sus caderas
cabalgar la silla como si fuera mi pene dentro de ella. Respira por la nariz, con
las mejillas hundidas y los pezones duros.
—Hermosa —digo, y ella gime.
Grita detrás de la cinta y su cuerpo se pone rígido mientras veo como se viene.
Apago el control y se deja caer en la silla. Sus ojos llorosos se cruzan con los
míos.
Levanto mis caderas del sofá y saco lo que quiero del bolsillo de mis jeans.
Sus ojos se abren de par en par cuando me ve quitar la tapa.
—Esa es uno. —Me inclino hacia delante, pasando la punta del rotulador
negro por su pecho. Volviendo a poner la tapa, le sonrío—. No quiero perder la
cuenta. Y tampoco espero que tú lo hagas. Cuando te obligan a tener un orgasmo
una y otra vez, tu mente tiende a volverse papilla.
Vuelve a gemir e intenta apartar la cabeza de mí, pero el collar la mantiene
en su lugar. Así que cierra los ojos. Se lo permito.
Suena mi teléfono. Contesto, pongo el altavoz y lo dejo a mi lado en el sofá. 287
—¿Hola?
—Hola, cariño. —La voz de Amelia inunda la habitación.
Miro fijamente a Elli y sus ojos se abren ampliamente cuando se da cuenta
de quién está al otro lado. Vuelvo a encender el mando a distancia y veo cómo
su cuerpo lucha contra las ataduras.
—¿Dónde estás? —continúa Amelia—. Cenamos con mis padres. Te estamos
esperando.
Elli parpadea, con lágrimas frescas corriendo por sus mejillas.
—No voy a llegar. —Pongo el vibrador al máximo y me encanta ver cómo el
cuerpo de Elli se tensa.
—¿Qué? —gime Amelia—. Pero, nene...
—Esta noche no estaré en casa.
Elli solloza, comprendiendo que va a ser mi juguete toda la noche. Voy a poner
su cuerpo en el cielo, pero se va a sentir como el infierno. Voy a hacerlo brutal.
Amelia suspira agitadamente, pero luego añade:
—Bueno, entonces puedes compensármelo mañana.
Y por la forma en que baja la voz, se nota que se refiere a ella y a mí en la
cama.
—Lo que tú quieras —digo y veo cómo las caderas de Elli vuelven a levantarse
de la silla, preparándose para el orgasmo número dos. Su cuerpo es incapaz de
controlarse. Elli aspira profundamente por la nariz y su cuerpo se inclina.
—Te amo —dice Amelia.
Termino la llamada justo cuando Elli vuelve a venirse. Apago el vibrador y la
veo bajar del subidón, hundiéndose de nuevo en la silla. Abre sus ojos pesados
y aterrizan en los míos. Se entrecierram, está enfadada conmigo. Pero no lo
suficiente. No está ni cerca de donde necesito que esté.
—Si te hace sentir mejor, yo tampoco la amo.
Solloza, su cuerpo tiembla.
—¿Dónde estábamos? —Agarro el rotulador y escribo otra marca en su pecho
junto a la anterior—. Espero que estos se quiten antes de tu noche de bodas —
le digo, y ella cierra los ojos con fuerza.
Su madre ha anunciado oficialmente el compromiso de su hija con Chance.
Cuando planeas celebrar una boda dentro de dos semanas, tienes mucho tiempo
para compensar. Y su madre lo quiere ostentoso, llamativo. 288
Me aseguraré de que sea un día que mi pequeño demonio nunca olvide.
—Odiaría que Becks cuestionara tu lealtad hacia él.
Ella sacude la cabeza lo mejor que puede y grita en la cinta.
—¿Sabes lo que le hacen a las Ladies que engañan a sus Lords? —continúo
como si a ella le importara—. No importa si es una violación o si ella se abre de
piernas voluntariamente. Engañar es engañar. No digo que esté de acuerdo, pero
esas son las reglas.
Me encojo de hombros, viendo cómo su odio hacia mí crece a cada segundo
que pasa.
Levanto mis caderas de nuevo para sacar mi navaja. La abro y la paso por su
muslo tembloroso, con cuidado de no cortarla.
—Su Lord la arrastra hasta la catedral pataleando y gritando. La desnuda y
la ata al altar delante de los fieles. Luego pasa una cesta de ofrendas a sus
compañeros, que llenan los bancos. Pero en lugar de recolectar dinero, reparten
hojas de afeitar. Entonces, uno a uno, los Lords se levantan, van al altar y cortan
a su Lady. La sangre es un precio que todos debemos pagar.
Paso la punta de la cuchilla entre sus piernas y su cuerpo se pone rígido.
Lentamente, la arrastro hacia arriba y sobre su estómago.
—Por supuesto, hay reglas. Su Lord da órdenes. No cortes demasiado
profundo. No más de cinco centímetros. Mantente alejado de su coño... Pueden
ser tan pocas o tantas reglas como él quiera. Ella es su esposa. Su ofrenda.
Acerco la navaja a sus pechos y golpeo el piercing con él, haciéndola
estremecer.
—Escuché historias, pero solo lo he visto una vez. En mi segundo año. Volvió
pronto a casa de una misión y la encontró de rodillas ante su hermano. Le
disparó a su hermano, lo mató allí mismo. Decidió que ella necesitaba un destino
más doloroso. Solo tenía una regla, asegurarse de que estuviera muerta para
cuando terminaran. Dios, nunca olvidaré los gritos. Cómo resonaban. Duró
horas. Tanta sangre. Así aprendí a no matar a David tan pronto.
Sus ojos pesados se encuentran con los míos cuando vuelvo a bajar la navaja
entre sus piernas.
—El punto es hacer que la Lady sea lo más fea posible. No importa si la ama
o no. Es el hecho de que ella lo haya traicionado. Lo nuestro es la lealtad, la
devoción. Eso es lo que me gusta de ti, Elli.
Ella gime al escuchar las palabras.
289
Retiro la silla entre mis piernas abiertas, coloco la navaja en sus labios
pegados con cinta adhesiva y ella se estremece incontrolablemente. Sus ojos se
clavan en los míos y los veo bañados en lágrimas, preguntándome cuánto tardaré
en doblegarla. Es demasiado fuerte para su propio bien. Parpadea, las lágrimas
se derraman sobre sus pestañas inferiores y la cinta adhesiva.
—Él te entrenó bien, Elli —digo, y un sollozo sacude su cuerpo—. Pero es
hora de que aprendas quién eres realmente. —Mis ojos se dirigen al punto rojo
que hay en la esquina de la habitación, en el techo. Si no supieras que está ahí,
nunca lo verías. Lo escondí bien. Vuelvo a mirarla—. Puede que te conviertas en
la mujer de Chance, pero siempre serás mi puta.
Enciendo el vibrador con el mando a distancia, lo tiro al otro lado de la
habitación y me siento, disfrutando del sonido de sus gritos y gemidos ahogados
con el rotulador en la mano, listo para llevar la cuenta.
El l in g t o n
—Buena chica, Elli —susurra Sin en mi oreja—. Maldición —gime, y su mano 290
se desliza por mi cabello ya enmarañado—. Lo estás haciendo muy bien.
Empujo la cabeza hacia el colchón y ni siquiera me resisto. Es inútil. No me
queda nada. Tiene la misión de acabar conmigo, matándome a orgasmos. ¿Hay
alguna forma mejor de morir? No.
El sonido de la cabecera golpeando la pared inunda la habitación junto con su
pesada respiración. Está a punto de venirse. Otra vez.
—Ya está. —Sus caderas empujan hacia delante, presionando mi rostro hacia
lo que una vez fue nuestra cama—. Maldita sea, Elli. Tu coño se siente tan bien.
No puedo respirar, pero eso no es nada nuevo. En este punto, ni siquiera estoy
segura de cómo sigo viva. He perdido la cuenta del tiempo y los días desde que lo
encontré de pie en mi sala de estar. He sido su juguete para jugar. Para usarlo
como quiera, y mi cuerpo ha amado cada segundo.
Su mano en mi cabello levanta mi rostro y respiro por la nariz, porque aún
tengo cinta adhesiva en la boca. Solo me la quita para follar mi boca y la vuelve a
poner en su lugar una vez que termina de usarla.
Mis piernas están abiertas, mi espalda dolorosamente arqueada y los brazos
se encuentran inmovilizados entre nosotros detrás de mi espalda. Rozan mi
tatuaje recién hecho y el dolor me excita aún más.
No sé si estoy en el paraíso o en el infierno.
Mi coño palpita alrededor de su pene perforado mientras me folla sin piedad.
A estas alturas, no puedo decir cuántas veces me he venido, pero las marcas con
rotulador en mi piel llevan la cuenta por mí.
—Eso es, pequeño demonio. Demuéstrame cuánto te gusta ser mi puta
viniéndote en mi polla.
Gimo, incapaz de emitir otro sonido, mi cuerpo se pone rígido mientras hago
exactamente lo que él quiere. Mi visión se llena de puntos negros y mi respiración
se detiene por completo. Mis ojos se ponen en blanco y mis músculos empiezan a
sufrir espasmos. Controla cada parte de mí, mi mente y cuerpo. No puedo
detenerlo.
Empuja sus caderas hacia delante y se detiene mientras su polla palpita dentro
de mí. Me suelta y caigo sobre la cama, intentando recuperar el aliento.
Siento que se levanta de la cama, pero estoy demasiado cansada para abrir
los ojos. Agarra mis tobillos y tira de mi cuerpo hacia los pies de la cama. Los
extiende y envuelve algo áspero alrededor de cada uno. Una cuerda. Estoy abierta
291
de par en par para él.
Su mano agarra mi cabello y mueve mi cabeza hacia el otro lado.
—Mírame —ordena.
Mis pesados ojos se abren y veo que está inclinado sobre la cama, con su rostro
frente al mío. Su mano libre agarra mis mejillas mientras sus ojos examinan mi
rostro bañado en lágrimas. No he sido capaz de detenerlas. Además del dolor,
todo mi cuerpo está sobreestimulado. Está vibrando de adentro hacia afuera.
Suelta mis mejillas, su mano aparta el cabello enmarañado de mi rostro y lo
coloca en mi espalda sudorosa.
—Eres perfecta. —Acaricia mi rostro con sus nudillos—. Pero voy a arruinarte,
Elli.
Trago saliva ante su promesa.
—Chance nunca podrá satisfacerte. Esperarás con impaciencia mis visitas. Me
suplicarás que te use. Para hacerte mi pequeña puta.
Se aleja y cierro los ojos, pensando que voy a dormir una siesta, pero los abro
cuando algo frío se desliza entre mis nalgas. No ha terminado conmigo.
Segundos después, siento la presión de sus dedos. Mis piernas intentan
cerrarse, pero me doy cuenta de que para eso las ató. Su dedo se desliza
fácilmente dentro de mi culo, entrando y saliendo, separándome, preparándome
para recibir lo que quiera darme. Ni siquiera me estremezco cuando el tapón anal
se desliza en su sitio. En lugar de eso, un gemido sale de mis labios encintados.
Luego me sumerjo en la oscuridad. Parpadeo, intentando averiguar si me
desmayé o no, pero no. Apagó la luz. Luego siento la puerta del dormitorio abrirse
y cerrarse mientras me deja escuchar esperando a que vuelva a utilizarme.
293
Capítulo 43
Sin
Estoy en mi habitación, en casa de mis padres, con otros dos Lords, cuando
suena el teléfono de Corbin.
Lo mira y suspira.
—Es Gunner. Me llamó tres veces en la última hora. Ryat está perdiendo la
cabeza por Blakely... —Vuelve a sonar y lo interrumpe—. Hola, hombre. —Se
acerca a mi baño—. No sé nada. No fui a la fiesta...
Se encierra dentro, dándonos intimidad a los dos.
—Lo hiciste bien —afirma el otro Lord.
Resoplo. 294
—Ya veremos.
La puerta de mi habitación se abre con tanta fuerza que choca contra la pared
interior, dejando un enorme agujero por el golpe del pomo contra la pared de
yeso.
—Lamentable hijo de puta... —Las palabras de mi hermana se interrumpen
cuando sus ojos se cruzan con los míos y luego se dirigen al hombre que está a
mi lado. Da un paso atrás como si uno de nosotros la hubiera empujado—. No.
—Sus ojos se vuelven a clavar en los míos—. Easton, por favor, dime que esto
no es lo que creo que es.
Paso una mano por mi cabello. Sabía que esto pasaría, solo pensé que tendría
más tiempo.
—Por favor —suplica—. Dime que mi mejor amiga no es una misión.
Miro a Chance y él cruza los brazos sobre su pecho, mirándola. Sé que no va
a decir una mierda. Los dos tenemos mucho que perder.
—¿Cómo pudiste hacerle esto? —pregunta.
Permanezco en silencio.
—¿No puedes simplemente dejarla ir? —Aprieto los dientes—. ¿Eh? Déjala en
paz. —Corre hacia mí y me da una bofetada—. Pedazo de mierda.
Me abofetea de nuevo.
—¡Detente! —ordena Chance, poniendo una mano en su pecho,
sosteniéndola.
—No la toques —brama Corbin, saliendo de mi baño, al escuchar el alboroto
mientras guarda el teléfono en su bolsillo.
—Entonces ocúpate de tu puta —dice Chance.
Ella mira a su novio, ahora con lágrimas en los ojos.
—¿Lo sabías? Todo lo que le dijiste... ¿estabas mintiendo? —Su voz tiembla,
mostrando lo dolida que está porque él no la puso al corriente de nuestro plan.
Como una máscara deslizándose sobre el rostro de Corbin, se queda en
blanco. Nos han entrenado para ser herméticos, para ocultar secretos a los
demás sin importar quiénes sean.
—¿Por qué no me lo dijiste? —le pregunta a Corbin.
Pero es Chance quien responde.
—Porque no es asunto tuyo. 295
Ella mira a Corbin, esperando que la defienda, pero él no dice nada. Toma
una respiración profunda y sé que está a punto de estallar contra mí.
—Acabo de salir de casa de Elli. Estaba en la ducha limpiándose. Iba a usar
lejía —grita, enfadándose de nuevo conmigo—. Maldita lejía, Easton.
Me abofetea de nuevo.
Esta vez, Corbin se acerca por detrás y la rodea con los brazos, inmovilizando
los suyos a los lados. La levanta del suelo, intenta darme una patada, pero ya
está demasiado lejos.
—Maldito bastardo —espeta—. Ella te ama.
Mi pecho se oprime.
—Ella te ama y tú la arruinaste.
—¿Qué crees que estoy haciendo? —espeto, incapaz de quedarme callado—.
¿Eh? Intento mantenerla con vida.
Él la pone sobre sus pies de nuevo.
—¿Matándola? —suelta—. Dios, Sin, déjala ir. —Empieza a llorar—. Déjala
estar con Chance. —Sobre mi cadáver—. Déjala tener una vida sin ti. Todo lo que
haces es lastimarla. Mentirle. Engañarla.
—Nunca la engañé —gruño, sin escuchar esa mierda otra vez.
—¡Te vimos! —grita tan fuerte que me hace daño en los oídos. Nunca había
visto a mi hermana tan angustiada. Desde que dejé a Elli desmayada en nuestra
cama, me preocupa el estado mental en que la puse. Estoy haciendo lo que hay
que hacer, no importa si estoy de acuerdo o no. Tengo que probarme a mí
mismo—. Amelia nos mostró el vídeo en el baño —prosigue.
Miro a Chance y él niega con la cabeza, sin entender tampoco.
—No sabes de lo que estás hablando —le digo.
—¡Deja de mentirme! No voy a creer más tus tonterías. Te vimos a ti y a Amelia
en tu habitación de la casa de los Lords. La vimos desnudarse, meterse en tu
cama y luego la ataste...
Hace una pausa para recuperar el aliento.
—¿Y qué? —exijo, con el corazón acelerado por lo que está describiendo.
—Elli tiró el teléfono de la mano de Amelia, obviamente cansada de ver cómo
su novio la engañaba. —Resopla—. Pero estaba claro, Easton. Eres un mentiroso 296
y tramposo pedazo de mierda.
Vuelve a abalanzarse sobre mí, pero Corbin se acerca y agarra su cabello,
tirándola hacia atrás.
—Nena, cálmate —gruñe, sujetándola mientras ella lucha contra su agarre.
—Y le contaste lo de James y Lincoln —continúa—. ¿Por qué? ¿Para sentirte
mejor? No eres mejor que ellos. Te aprovechas de ella.
Aprieto la mandíbula.
—Esta conversación ha terminado —gruño, ya escuché suficiente.
Corbin levanta sus pies del suelo y se gira, arrastrándola fuera de mi
habitación a patadas y gritos. Normalmente, me preocuparía adónde la lleva,
pero ahora no me importa.
—¿Cómo diablos sabe todo eso? —me pregunto.
—Amelia —responde Chance.
—¿Cómo diablos lo sabe?
Entrecierro los ojos hacia él.
Este levanta las manos.
—No le dije una mierda a esa perra.
—Eso solo deja a otra persona.
Estoy de pie en mi habitación, en casa de mis padres, frente al espejo que hay
en una esquina. Mi maquillaje y peinado están listos. Solo tengo que vestirme.
Pero parece que no puedo obligarme a hacerlo. Eso es todo. Mi madre nos
organizó una fiesta a Chance y a mí. Esta noche anunciaremos oficialmente
nuestro compromiso frente a todos sus amigos y los de Linc. Solo otro mar de
Lords y Ladies en el que quieren ahogarme.
Odio que Sin esté en mi mente. Kira fue capaz de quitar todas las marcas de
mi piel. Estoy bastante segura de que quitó una capa con ella, pero todos los
recuerdos de esa noche se han borrado como si nunca hubiera sucedido. Y no
lo he vuelto a ver desde entonces. Es como cuando el enmascarado rompió
nuestra única forma de contacto y me dejó llorando.
Me siento inadecuada. Como si estuviera demasiado ocupado con Amelia.
Ella satisface todas sus necesidades, así que he quedado en el olvido. Dejada
hasta pudrirme en el fondo de la bañera como ese teléfono inútil.
Escucho el chasquido del pomo y me giro para ver la puerta abierta. Me pongo
rígida cuando entra Linc.
301
—Sal de mi habitación —digo, intentando enderezar los hombros, pero mi voz
se quiebra, delatando que después de todos estos años el mero hecho de estar
cerca de él me afecta.
La sonrisa en su rostro me dice que lo notó. Mi corazón empieza a latir
salvajemente en mi pecho cuando cierra la puerta con llave.
—Esto solo tomará unos minutos.
Me precipito hacia la puerta del baño contiguo, pensando que puedo entrar y
ponerle cerrojo para dejarlo afuera, pero se me adelanta. Gimo y retrocedo un
paso cuando se coloca en el marco de la puerta con los brazos abiertos,
bloqueándola.
Agarra mi barbilla y me obliga a echar la cabeza hacia atrás. Tomo una
respiración profunda y lo miro con desdén.
—Ponte de rodillas y agradéceme —ordena, yendo directamente al motivo por
el que está en mi habitación.
Mis piernas comienzan a temblar. Mi respiración se agita.
—Vete a la mierda —escupo en su rostro.
Suelta mi barbilla y me da una bofetada tan fuerte que hace que caiga sobre
mis manos y rodillas. Abro mis ojos llorosos y veo que es donde me acosté
voluntariamente por primera vez para el hombre enmascarado. Clavo las uñas
en la alfombra y me niego a llorar por el escozor persistente que siento en la
mejilla. Estoy tan cansada de parecer tan débil.
—Sabes, Elli... —comienza mientras sus zapatos se alejan de mí y se acercan
a mi cama—. James se tomó su tiempo contigo al principio debido a lo joven que
eras. La edad legal de consentimiento en el estado de Pennsylvania es dieciséis.
—Hace que suene bien. Como si James fue de alguna manera un caballero por
esperar hasta que el estado dijera que yo tenía edad suficiente para dar mi
consentimiento para ser follada—. Sinceramente, me impresiona que haya
podido esperar tanto. Te habría follado en el momento en que me hice cargo de
esta casa.
—Nunca le pedí...
Su risa inunda la habitación, interrumpiéndome y provocándome un
escalofrío.
—Tienes razón. Nunca se lo pediste. Se lo suplicaste mucho antes.
Mi garganta se cierra porque no puedo discutir eso.
Abre el cajón superior de mi mesita de noche antes de cerrarlo. Intento
302
levantarme con las piernas temblorosas y correr hacia la puerta, pero agarra mi
cabello. Grito cuando tira de mí hacia atrás y me inclina sobre la cama,
sujetando mis piernas con él de pie detrás de mí.
Grito cuando lleva mis brazos a la espalda y ata mis muñecas. Mi estómago
se revuelve y no puedo contener las lágrimas que se agolpan en mis ojos.
—No pueden escucharte ahí abajo, Elli. Todos están en el ala oeste
preparándose para tu fiesta.
Me levanta de la cama y me pone de rodillas. Mi cabeza cae hacia delante y
los sollozos desgarran mi cuerpo, con tanta fuerza que no puedo recuperar el
aliento.
—Abrirás esa boca y me agradecerás todo lo que he hecho por ti.
Levanto los ojos, intentando recuperar el aliento y ralentizar mi acelerado
corazón. No es el momento de enloquecer. Lo fulmino con la mirada.
—Mira, Elli... —Baja la cremallera de sus pantalones negros—. Tu madre
quería que te casaras con Sin. —Mis ojos se agrandan—. Me confesó, después
de tu crisis en la recepción, que creía que al menos te mantendría ocupada. Que
sabía que tu padre y el suyo tenían una especie de acuerdo para que, cuando te
graduaras en Barrington, te casaras con él.
¿Mi padre quería que me casara con Sin?
—Pero claro, tu padre está muerto, así que cualquier acuerdo que él y el señor
Sinnett tuvieran es nulo ahora. Así que la convencí de que deberías casarte con
Chance. Él es un mejor Lord para ti. Te controlará como debe ser controlada una
Lady. Sin sería blando contigo. Te ama demasiado.
Está equivocado. No tiene ni idea de lo que está hablando. Sin me odia. Sus
acciones lo han demostrado.
—Y David, me lo debes por David. Yo te lo envié. Le dije que eras una buena
puta y que necesitabas ser follada. Haces que Sin sea débil. Él te dejaría hacer
lo que quieras. ¿Pero Chance? No le importas una mierda. —Se agacha y pasa
sus nudillos por mi mejilla que acaba de abofetear—. Puede que te cases con él,
pero servirás a quien él te diga.
—¿Te refieres a ti? —espeto—. Por eso me obligas a casarme con tu sobrino,
porque crees que te dejará follarme.
Si mi padre y mi madre realmente querían que me casara con Sin, sé una
cosa: puede que no sea fiel, pero nunca dejaría que otro hombre me tocara. Y
eso no funcionaría con Lincoln.
303
Se ríe ligeramente.
—Eres muy lista, Ellington. James solía decirme lo tonta que eras. Solo una
puta a la que follar. Pero sabía que eras más lista de lo que él creía.
Mete la mano en su pantalón, saca su polla y me aparto. Enreda la mano en
mi cabello, haciéndome gritar.
—Basta de hablar. Es hora de que seas una buena puta y me agradezcas todo
lo que hice por ti.
Aprieto los dientes y sacudo la cabeza lo mejor que puedo con su puño en mi
cabello. Esto no es como la última vez en la oficina de James. No estoy drogada.
Ni rogando por eso.
Suspira, decepcionado, y pone los ojos en blanco.
—¿Qué te parece Sin?
Mi corazón se detiene y lo miro con ojos llorosos.
—Si no abres la boca, lo denunciaré a los Lords.
Me quedo helada. ¿Qué quiere decir con denunciarlo?
—Verás, a Sin le dieron una misión, fuera de los libros. Por supuesto, él no
lo sabía. Fue más un experimento por mi parte. Quería ver hasta dónde llegaría
por su pequeño demonio. Y puf, el chico terminó muerto. Fotos tuyas desnuda y
siendo usada, desaparecidas. Todo por ti, Elli. Imagina mi sorpresa cuando me
di cuenta de lo mucho que se preocupa por ti, una puta usada.
Las lágrimas caen por mis mejillas. David. Linc le tendió una trampa a Sin
conectándome con David. Pero ¿por qué? ¿Qué le hizo pensar que Sin estaba
interesado en mí?
—Esta es la última vez que haré esta oferta, Ellington. Abre la boca y
agradéceme por no despojar de su título al hombre que amas.
Odio que me importe lo que le pase a Sin. Él me salvó. Aunque luego me usó
hasta que se aburrió. Pero eso es culpa mía, ¿verdad? Creí sus mentiras. Me
enamoré de alguien que realmente no era. No puedo dejar que lo despojen de su
título. No por mi culpa. Estoy cansada de ser la razón por la que la gente sale
lastimada. Este es mi futuro. Siendo pasada y usada.
Ellos tienen razón. Soy la puta. No soy nada. Sin tiene un futuro, y no voy a
dejar que lo pierda por mi culpa. No soy como ellos. Humedezco mis labios, cierro
los ojos y los separo.
—Buena perra —elogia, y mis hombros tiemblan cuando su pene se desliza 304
en mi boca abierta.
Estoy de pie junto a Corbin y Chase en el salón de baile cuando veo entrar a
mi hermana. Puedo decir desde el otro lado de la habitación que está llorando.
—¿Qué pasa? —pregunto en cuanto se abalanza sobre nosotros.
—Nos vamos —le gruñe a Corbin.
—¿Qué pasa? —pregunta él, y ella también lo ignora.
—Me voy. Ven conmigo o no vengas. —Se da la vuelta y se va furiosa, pero
tomo su brazo y tiro de ella hacia atrás—. Sin...
—Responde nuestra maldita pregunta ahora mismo —gruño en su rostro,
clavando mis dedos en su piel. Ella mira a Corbin, pero él solo cruza los brazos 307
sobre su pecho, también esperando una explicación.
Quiero a mi hermana a muerte y haría cualquier cosa por ella, pero eligió esta
vida con los Lords. Tuvo todas las oportunidades para huir y no lo hizo. Corbin
no es el tipo que ella cree que es. Es un Lord y eso siempre será lo primero. No
importa cuánto la ame. A los Lords siempre les gusta ponernos a prueba con las
cosas que amamos.
—Encontré a Elli arriba vomitando —admite finalmente, dejando escapar un
largo suspiro.
Mi ceño se frunce.
—¿Está enferma?
—Ha estado enferma —espeta, intentando liberar su brazo, pero yo no la
suelto—. Creo que... —muerde su labio—. Creo que está embarazada, pero no
quiere que nadie lo sepa.
Suelto su brazo y dejo caer el mío a mi lado. Se acerca a mí en vez de salir
corriendo.
—Si está embarazada, entonces puedes elegir casarte con ella, ¿verdad? —
Sus ojos azules están grandes y llenos de esperanza. Me quiere con Elli tanto
como Elli. Quiere que sea un buen chico y que elija a su mejor amiga.
—No funciona así. —Corbin es quien habla cuando me niego a contestar.
Sus ojos se dirigen a él.
—¿Por qué no? —suelta, irritada una vez más.
—Sin podría decidir si lo quiere o no —prosigue Corbin.
Sus ojos vuelven hacia mí y da un paso atrás.
—No. Tú no le harías eso —dice, comprendiendo lo que quiere decir su novio.
—Es complicado —continúa Corbin.
No le oculto nada. Puede que lo haya hecho a mis espaldas, pero he aceptado
lo que hizo. Sigue siendo mi mejor amigo. No dejaré que su amor por mi hermana
se interponga.
—Easton —habla en voz baja—. No puedes hacerle eso.
—Soy un Lord —digo—. Puedo hacer lo que quiera.
Con lágrimas en los ojos, mira a Corbin y, cuando él no dice nada, da media
vuelta y sale corriendo del salón de baile. 308
—Mierda —sisea Corbin.
Meto las manos en los bolsillos de mis pantalones, salgo del salón de baile y
subo las escaleras, sin molestarme en intentar hablar con él sobre lo que acaba
de ocurrir. Puede elegir seguir a Kira o no. No es mi relación, no es mi problema.
Entro en la habitación de Elli como si fuera mía y veo las puertas francesas
abiertas a su balcón. Está de pie en él, de espaldas a mí, con los antebrazos
apoyados en la barandilla.
Al salir, veo cómo su cuerpo se pone rígido al sentir mi presencia.
—¿Por qué estás aquí? —dice con voz suave. No parece enfadada ni curiosa.
Solo cansada.
—Tu madre me invitó
—Claro que sí. —Suspira, se aparta de la barandilla y se gira para mirarme.
Mi mirada recorre sus mejillas hinchadas, sus ojos inyectados en sangre y…
están dilatados. Rechino los dientes.
—Estás drogada. —No es una pregunta.
Ella parpadea lentamente, con sus bonitos ojos pesados.
Mis ojos recorren el resto de su rostro y llegan hasta su mejilla. ¿Es la huella
de una mano? Me acerco y la aprisiono contra la barandilla. Extiendo la mano
para tocar su mejilla, pero ella baja la cabeza.
—¿Quién diablos te golpeó? —pregunto.
—Tu hermana —responde, levantando la barbilla para mirarme a los ojos.
No sé si es mentira o no, pero mi hermana no pegaría tan fuerte como para
dejar una marca tan roja.
—Elli...
—Vete, por favor —me suplica.
Mis ojos buscan los suyos y empiezan a llenarse de lágrimas.
—Estoy harta de verte. —Su labio inferior empieza a temblar—. Estoy cansada
de odiarme por tu culpa. Estoy tan cansada... —Cierra los ojos con fuerza y
nuevas lágrimas caen por su rostro. Se abren y aterrizan sobre los míos,
inmovilizándome donde estoy—. Estoy cansada de ser la puta a la que nadie
puede amar.
—Elli...
—Mi padre me enseñó que la vida no es justa. —Pone la mano sobre mi pecho,
empujándome hacia atrás, y yo se lo permito—. Me voy a casar con Chance y
309
voy a ser una Lady devota, Sin. Porque estoy cansada de ser tu puta. No vale la
pena. —Con eso, camina a mí alrededor y sale de su habitación.
Con manos temblorosas, saco mi teléfono. Algo pasó. No es la misma Elli que
dejé inconsciente en nuestra cama hace una semana después de pasar todo el
fin de semana con ella. No. Estaba justo donde necesitaba que estuviera. En el
borde. Ha saltado de cabeza y no podré recuperarla.
Reviso la grabación de las cámaras que he instalado en su habitación. La veo
preparándose frente al espejo. Su puerta se abre y mi sangre se hiela cuando
entra Linc. Subo el volumen. Observo, con los ojos pegados a la pantalla y las
manos apretando el teléfono hasta el punto de romperlo mientras él la
amenaza...
Conmigo.
Ella abre su boca para él por mí.
Él la utiliza por mi culpa.
Estoy temblando cuando él la deja y ella corre al baño sintiéndose enferma.
Veo entrar a mi hermana y ni siquiera me molesto en mirar. Mintió como yo
sabía que lo había hecho. Vi cómo la golpeó dos veces. Una cuando se negó a
darle lo que quería y la segunda vez cuando estaba de rodillas chupando su
polla. Puede que mi hermana también lo hiciera, pero nunca mencionó a Lincoln
en su habitación, y sé por qué.
Guardo mi teléfono en el bolsillo, y bajo corriendo las escaleras.
—¿Elli? —grito su nombre. El salón de baile está lleno de invitados. Ni
siquiera se tomó el tiempo de volver a maquillarse. Simplemente se lo lavó por
completo y dejó su cabello suelto—. Elli, necesito hablar contigo. —Doy un paso
adelante.
—Eso no va a pasar. —Linc da un paso hacia mí.
Aprieto mis manos; quiero arrancarle la maldita cabeza, pero no puedo.
Demasiados ojos sobre nosotros, observando. Esto era una prueba. Ahora lo sé
y no puedo fallar. La perderé para siempre. Para siempre. Todo mi cuerpo está
vibrando, estoy tan furioso. Fuego caliente toca mi piel, y prácticamente estoy
jadeando.
—Yo me encargo de esto. —Chance coloca sus manos en el pecho de Lincoln
y retrocede.
—Llévalo fuera —ordena Linc a Chance. Veo por última vez a Elli en medio de
un mar de gente y me doy cuenta de lo insegura que está. Aquí nadie la
protegerá. No como yo.
310
—Vamos —gruñe Chance y dejo que me arrastre fuera de la habitación, a
través de la casa y por las puertas dobles hacia al porche delantero antes de que
me maten. Si eso ocurre, no se sabe lo que le harán a ella—. ¿Qué diablos,
hombre? —demanda en voz baja, escrutando con sus ojos la propiedad—. ¿Estás
tratando de arruinarlo todo?
Saco el celular, subo el volumen y se lo tiendo. Mi corazón está martilleando
en mi pecho. Empiezo a caminar y agarro mi cabello con mis manos. Debería
haberlo sabido en cuanto me di cuenta de que se había drogado. Es su vía de
escape. Su forma de sobrellevar acciones que sabe que están mal.
—Mierda. —Pasa una mano por su cabello, mirándome con los ojos muy
abiertos. Su mandíbula se tensa cuando escucha lo que Linc dice. Después que
termina y llega al final, me lo devuelve. Guardo el teléfono en mi bolsillo con
manos temblorosas. Los brazos de Chance caen a los lados.
—Lo siento, hombre...
Le doy un puñetazo, haciéndolo retroceder.
—Jesús, Sin...
Agarro su esmoquin y tiro de él hacia mí, chocando su pecho contra el mío.
—Si alguien, y me refiero a cualquiera, la vuelve a tocar... me importa una
mierda dónde estemos o quién esté mirando, está muerto.
—No sabía que iba a hacer eso —espeta en mi rostro, con un flujo constante
de sangre saliendo de su nariz rota.
—Y después de que lo mate, tú serás el siguiente —prometo, empujando a
Chance lejos de mí—. Ahora vuelve a meter el culo ahí y no te apartes de su lado.
—Señalo la casa.
—Cálmate, hombre. —Levanta las manos, mirando rápidamente a su
alrededor, pero todo el mundo está dentro. La fiesta ya ha empezado—. Estoy
tan enojado como tú, pero aún no podemos hacer nada.
Lo sé, pero eso no significa que me guste.
—No pierdas de vista a mi mujer. Si le pasa algo, cortaré tu maldita cabeza
con un cuchillo de mantequilla —amenazo.
Atravieso la rotonda hasta donde se encuentra el valet, quien saca mis llaves
cuando me ve venir para que vaya por mi auto. Se las arranco de la mano y me
dirijo hacia donde está estacionado. Entro en mi auto y mi teléfono comienza a
sonar.
—Easton. —La voz de mi padre llena el reducido espacio antes de que escuche
una puerta abrirse y cerrarse mientras se esconde de la multitud dentro de la
311
casa—. ¿Qué diablos pasó? Chance acaba de regresar con la nariz
ensangrentada.
—No es nada —digo apretando los dientes.
—Eso no fue nada. ¿Dónde demonios estás? Amelia y sus padres te están
buscando.
—Tuve que irme.
Suspira.
—Hijo...
Cuelgo y dejo caer el teléfono sobre mi regazo. Mi sangre está hirviendo, no
puedo dejar de temblar. Amenazó mi estatus con los Lords, y ella hizo lo que él
quiso. Lo odio. Ella no debería protegerme. Debería ser al revés. Pero los Lords
me tienen atado de brazos. Se odiaría a sí misma más de lo que ya lo hace si
supiera que las mismas personas de las que me salvó, son las mismas que me
alejan de ella.
Sabía que Lincoln intentaría algo, pero supuse que al menos esperaría hasta
después de su boda. Usarme contra ella hace que mi pecho se oprima. No me
extraña que me odie. Ella le permitió tener algo que no era suyo. Me protegió
como yo a ella todos estos años. ¿Pero a qué costo? Su cordura. Ya no es la
misma. James jugó con ella. La hizo suplicar que la follaran. Linc hará que ella
ruegue para que se detenga, cosa que él no hará. Le mintió, mi padre y el de ella
nunca acordaron que nos casaríamos. Es solo otra forma de herirla. Hacerla
sentir que estaba cerca de conseguir lo que quería, pero él tenía el poder de
quitárselo.
Mi teléfono vuelve a sonar, pero lo rechazo al ver que es mi padre. Ahora
mismo no tengo nada que decirle. Salgo a toda velocidad del camino de entrada.
Me dirijo por el camino de tierra paralelo a la casa, donde solía esconderme en
bicicleta cuando me colaba para verla, y saco el teléfono. La observo de pie junto
a Chance en el salón de baile. No hay sonrisa en su rostro. Ni siquiera parece
drogada, solo inexpresiva. Ya no es mi pequeño demonio. Es Ellington Asher, la
chica que querían romper. La chica que no tiene idea de lo poderosa que puede
ser.
Soy su única esperanza.
312
Me detengo en Blackout y entro corriendo al club, subiendo a la oficina de
Tyson.
—Llámalos de vuelta. —Cruzo la puerta sin molestarme en llamar.
Me mira desde detrás de su escritorio.
—Diles que quiero otra reunión —exijo.
—Sin, los hermanos Spade no funcionan así. Puede que sean Lords, pero no
es lo mismo que tú y yo.
—Tú no respondes ante los Lords —le recuerdo. No voy a fingir que entiendo
qué diablos hacen realmente los hermanos Spade para los Lords, y no podría
importarme menos.
Aprieta las manos.
—Naces Lord, mueres Lord. —Gruñendo, añade—: Nadie es intocable cuando
se trata de prestar juramento. —Pasa una mano por su cabello y suspira—. Solo
nos harás perder el tiempo. Te dijeron que no...
—Hay una mujer —lo interrumpo.
Recostándose en su silla, me mira. Sus ojos lo delatan. No le dije su nombre,
ni nada sobre esta perra, pero él sabe exactamente quién es y que es importante
para ellos.
—¿Tal vez podamos encontrarla? Intercambiarla o algo.
Suelta una carcajada.
—¿Intercambiarla? Entiendes que, si pudieras localizarla y entregarla, no
serías mejor que Linc.
Resoplo mientras me alejo de su escritorio y empiezo a caminar. Esa
sensación de ardor aún recorre mi piel. Podría matar a cien hombres ahora
mismo con mis propias manos. Ojalá no hubiera matado a David. Sería un buen
candidato para torturar ahora mismo.
—Hablo en serio, Sin. Estarías arrojando a esta chica a una manada de lobos.
La destrozarían pieza por pieza. Ella es la razón por la que son como son.
Habla como si yo supiera lo que quiere decir. No lo sé y, de nuevo, no me
importa. Me acerco de nuevo a su escritorio y lo golpeo con las manos, haciendo
que sus ojos se entrecierren sobre los míos. Nunca supe que Tyson fuera suave.
Es despiadado, una maldita leyenda para todos nosotros. 313
—¿Temes que nunca me lo perdone?
Se ríe como si fuera una estupidez.
—El perdón no existe en nuestro mundo.
Tal vez siente pena por la chica porque cree que es inocente. Su elegida lo
cambió. El camino de Tyson como Lord iba a convertirlo en multimillonario. Un
respetado y poderoso CEO con la familia perfecta que habría incluido niños y un
perro. Lo dejó todo cuando su elegida fue asesinada. La mataron por algo que no
hizo. Él la amaba. Tanto como un Lord puede amar a una mujer de todos modos.
La puso en peligro, y ella pagó el precio final.
No permitiré que eso le suceda a Elli. Quemaré este maldito mundo antes de
dejar que un hombre me la quite. La amaré sin importar cómo la recupere, rota
o no.
—Ella me importa una mierda. —Finalmente respondo a su pregunta anterior
sobre la mujer. Que se la queden los lobos. Si eso significa que puedo tener a mi
pequeño demonio de vuelta, entonces que así sea. Estoy dispuesto a derramar
sangre, aunque no sea la mía. Nunca nadie se preocupó por Elli, así que ¿por
qué debería preocuparme por una perra que ni siquiera conozco?
—No importa.
—Ty...
—Hace mucho que se fue, Sin. No la encontrarás.
¡Mierda! Caigo en el sofá y me recuesto, cubriendo mi rostro con las manos.
Me estoy quedando sin opciones. El tiempo se acaba. Conozco a Elli. Va a seguir
drogada las veinticuatro horas del día. Al final morirá de sobredosis. Por
accidente o a propósito, no importa.
—Vete a casa, Sin —me despide—. Descansa un poco y piénsalo dos veces
antes de ponerte irracional por un coño.
Suena su teléfono y me levanto, a punto de salir, cuando llama mi atención
llevándose el dedo a los labios en señal de que me calle. Frunzo el ceño, pero
asiento.
Contesta y pone el altavoz.
—¿Hola?
—Tyson —habla el tipo—. Algo nos ha llamado la atención. —Reconozco la
voz. Es uno de los hermanos Spade, pero no estoy seguro de cuál. Mi único
encuentro con ellos fue muy breve.
—¿Y me llamas por qué? —pregunta Tyson, cruzando los brazos sobre su
314
pecho.
—El chico con el que viniste el otro día.
—¿Qué pasa con él? —prosigue.
—Tráelo mañana. Nos gustaría verlo. —El tipo cuelga.
Tyson cierra su teléfono antes de mirarme.
—Parece que tienes una oportunidad más.
El l in g t o n
Me paré en el salón de baile, mis ojos se posan en un hombre que está en el
extremo opuesto. Lo conozco. Lo he visto antes. Vino a mi casa. Nos trajo papeles
para firmar cuando Sin dijo que nos había comprado la casa. Debería ir y
preguntarle por qué lo hizo si era mentira. ¿Por qué tomarse tantas molestias?
Pero mis pies están plantados donde estoy. Sus ojos azules están sobre los míos,
mirándome fijamente. No le importa que lo haya atrapado. Lleva una copa de
champán a sus labios y bebe un sorbo.
Una mano agarra mi brazo y me saca del salón de baile. Mis pies son
incapaces de mantener el ritmo y tropiezo, pero por suerte no caigo de bruces.
—Dios, estás drogada. Otra vez. —Es Lincoln—. Maldita sea, Elli. ¿No puedes
estar limpia ni un día?
Gimo cuando se detiene, haciéndome girar hacia él.
—¿Qué diablos dijiste? —reclama en mi rostro.
Ni siquiera estoy aquí. El éxtasis hizo efecto y estoy bebiendo. Ya no lo saboreo
en mi boca. Podría estar babeando, por lo que sé.
—¿Mmm? ¿Qué le dijiste a Sin?
Parpadeo, mis párpados están pesados, lo que hace que todo esté borroso.
Levanta la mano para abofetearme, pero se detiene en el aire. 315
—¿Qué crees que estás haciendo? —gruñe Chance.
Parpadeo de nuevo y me doy cuenta de que la mano de Chance rodea la
muñeca de Lincoln, evitando que me golpee. Ni siquiera me estremecí, la idea del
dolor hace que mis pezones se endurezcan. Quiero sentir algo. Ojalá Sin
estuviera aquí para hacerme daño. Para hacerme rogar que me empuje más allá
de lo que mi cuerpo quiere ir.
Linc se suelta de un tirón y da un paso atrás.
—Estoy teniendo una conversación con mi hijastra.
La bilis sube ante esas palabras. Mientras me revolcaba en mi propia
autocompasión, olvidé que está casado con mi madre. Oficialmente, me he
follado a dos esposos de mi madre mientras estaban casados con ella. Soy una
persona horrible.
—¿Por qué está jodida? —le pregunta Chance a Linc.
Él resopla.
—Porque es una maldita drogadicta. Ya lo sabías. Es lo que hace.
Chance se gira hacia mí y acaricia mis mejillas. Me apoyo en sus manos frías.
Qué bien se sienten.
—¿Estás bien? —pregunta.
Una risa brota y no puedo evitar dejarla salir, haciendo que mi cuerpo
tiemble.
—¿Elli? —Chance frunce el ceño, sacudiéndome un poco.
—Ella está bien —espeta Linc.
Chance suelta mi rostro y me acerca a una silla, empujándome hacia ella, y
luego se gira hacia su tío.
—¿Qué diablos crees que estás haciendo? Tu esposa está aquí. —Ladeo la
cabeza, su conversación me confunde. ¿Está? Ni siquiera he visto a mi madre
esta noche. Puede que esta fiesta sea para Chance y para mí, pero ella la ha
organizado para sí misma. Es una forma de presumir de que no soy un completo
desperdicio de espacio en su vida. Convertirse en una Lady es algo grande en
nuestro mundo. No estoy segura de cuando convertirse en una esclava era algo
de lo que estar orgullosa.
Linc endereza sus hombros.
—Teníamos un trato... 316
—Sí, sé lo que había acordado —espeta Chance, interrumpiéndolo—. Pero
aún no es mi esposa. Así que mantén las manos quietas hasta entonces.
Los ojos de Lincoln se entrecierran sobre mí y le sonrío. Al menos eso creo.
Tengo los labios entumecidos.
—Sin sabía algo...
—Sin está vigilando todos tus malditos movimientos —continúa Chance,
dando un paso atrás y pasando una mano por su cabello oscuro. No sé si está
enfadado conmigo o con su tío—. Jesús, eres un hombre adulto. Una vez
estuviste tres años sin sexo. Guárdatelo en los pantalones una semana más
antes de que arruines esto para ambos.
Lincoln arregla el cuello de su camina y me mira mientras habla con Chance.
—La quiero en la noche de bodas.
Chance suelta un resoplido.
—Hablo en serio, Becks. No es como si fuera una maldita virgen y tú fueras
el primero en llegar. La quiero después de la boda. Demonios, puedes estar allí
y mirar, pero quiero follármela antes que tú. Me lo he ganado.
Chance asiente.
—Sí, tienes razón. De acuerdo. Es tuya primero, la noche de la boda.
Linc lo empuja y camina hacia mí. Inclinándose, agarra mi barbilla,
obligándome a mirarlo desde donde estoy sentada.
—¿Escuchaste eso, Elli? Te dije que obtendría mi parte de ti.
—Nunca serás tan bueno como Sin. —No estoy segura de por qué lo dije, pero
no podría detener las palabras, aunque quisiera. Voy a casarme con Chance, y
él va a dejar que mi padrastro me folle junto con quién sabe quién, pero nunca
serán Sin. Y se lo recordaré cada vez que pueda. Puede que nunca me haya
amado, pero sabía exactamente lo que quería cuando lo necesitaba.
Espero que Lincoln se enfade, pero en lugar de eso se limita a sonreír y
apartar mi rostro, empujándome de nuevo a la silla.
—Puede que no seas virgen, pero sangrarás por mí en tu noche de bodas
cuando corte su maldito nombre de tu espalda. Se lo enviaré por correo en una
bolsita. Será mi regalo de bodas para él después de que convierta a Amelia en su
esposa.
No estoy segura de por qué Linc haría eso, a Sin no le importará una mierda.
Pero no voy a decirle eso. Lincoln puede averiguarlo por su cuenta. 317
Capítulo 45
Sin
Estoy de pie en el comedor, con las manos metidas en los bolsillos delanteros
de mi pantalón. Miro por las ventanas que van del suelo al techo cuando veo los
faros que se acercan por el camino de entrada. Entro en el gran vestíbulo, abro
de un tirón las dos puertas y salgo al porche en el aire fresco de la noche. El auto
se detiene y me dirijo a la puerta del acompañante. Al abrirla, veo a Chance salir
del lado del conductor.
—Está fuera de combate —saluda.
Miro a Elli, que está desplomada en el asiento del copiloto, aún con el vestido
de noche de la fiesta de compromiso.
Me inclino, desabrochando su cinturón de seguridad, la tomo en brazos y la
318
llevo al interior de la casa, al dormitorio principal. Acostándola en la cama, me
giro para ver a Becks en la puerta.
—Lárgate de esta casa —gruño, dispuesto a echarlo si se niega a irse.
Pone sus manos en mi pecho.
—Sin. —Suspira—. Lo siento.
Agarro su camisa y lo arrastro hasta la puerta principal, donde lo empujo
afuera. Casi tropieza en el porche.
—¿Qué diablos te pasa, hombre? —gruñe.
—Mantente alejado de ella hasta la boda. —Cierro la puerta en sus narices.
Vuelvo a la habitación y ella está donde la dejé. Acostada boca arriba, con los
brazos extendidos y la cabeza inclinada hacia un lado. El dobladillo del vestido
se subió dejando su muslo al descubierto.
Me acerco, agarro el material y lo rasgo por el centro, exponiendo su pecho
para mí. Luego me quito la camisa, bajo mis pantalones por mis piernas y me
quito los zapatos de una patada antes de quitarme los calcetines. Me arrastro
sobre la cama hasta sentarme entre sus piernas.
Mi mano cae sobre su coño y paso dos dedos sobre él. No está mojado. Escupo
en mis dedos y los paso un par de veces antes de empujarlos dentro de ella,
preparando su coño para mi polla.
Tomo mi polla en mi mano y empujo dentro de ella, con mis brazos detrás de
sus rodillas, abriéndolas ampliamente y golpeando mis caderas contra las suyas.
—Quiero que mañana estés dolorida —digo, observando cómo rebotan sus
pechos por la fuerza—. No recordarás que te follé, pero lo sentirás.
El l in g t o n
Parpadeo, mis ojos están pesados y secos. Llevo las manos a mi rostro y gimo.
¿Dónde estoy? Me incorporo, miro alrededor de la luminosa habitación y
entrecierro los ojos, la luz es demasiado intensa. Estoy en mi casa. 319
¿Cómo llegué hasta aquí?
Mi cuerpo duele. Mi coño duele y me cuesta mucho ponerme en pie. Consigo
tambalearme hasta el baño, y me duele cuando me limpio después de ir al baño.
¿Qué hice anoche? No recuerdo mucho después de que Linc viniera a visitarme.
Me pongo una camiseta y unas bragas, ya que estoy desnuda, y me dirijo a
la cocina. Tengo la boca seca, me muero de sed.
Atravieso la sala de estar, aparto el cabello de mi rostro y entro en la cocina.
Me detengo abruptamente cuando veo a Sin apoyado en la isla y a Corbin a su
lado.
—Ahí está. —Corbin se fija primero en mí.
Mis ojos están puestos en Sin. La sangre se precipita en mis oídos cuando
sus ojos se posan en mis piernas desnudas y suben lentamente por la camiseta
que apenas cubre mi coño.
Doy un paso atrás y me doy la vuelta, solo para encontrar a Jayce caminando
hacia mí. Se hace a un lado, pasa de largo y entra en la cocina, dejando la
mochila sobre la encimera.
—Está todo ahí.
Sin se aparta de la isla y asiente hacia mí.
—Atrápala.
Voy a correr, pero Corbin me agarra y me arrastra hasta la cocina,
levantándome mientras lo pateo, intentando liberarme. Es inútil. Me coloca
sobre mis pies descalzos y agarra mi cabello, sosteniéndome en el lugar.
—Deberías tener más cuidado con lo que eliges tragar —dice Sin por fin y mi
estómago cae.
¿Linc le contó lo que hice? ¿Qué abrí la boca voluntariamente y dejé que me
follara para salvar a Sin de los Lords? Mierda, espero que no. Prefiero que piense
que le rogué a Linc que follara mi boca a que sepa que lo hice por él.
Sin se da la vuelta y toma un vaso del armario y luego la botella de Everclear
de la encimera que Kira trajo la semana pasada. Desenrosca la tapa y vierte el
alcohol en el vaso hasta que está medio lleno. Sus ojos se cruzan con los míos
cuando lo levanta y bebe un pequeño sorbo. Sin nunca bebe licor fuerte. ¿Qué
demonios está haciendo?
Deja el vaso, abre la mochila y saca una pequeña bolsa. Jadeo cuando veo lo
que hay dentro. Las drogas que tenía escondidas en la habitación de casa de mis
padres.
—¿Qué demonios estás haciendo? —exijo.
320
Abre la bolsa y vierte el contenido en el vaso de Everclear.
—Sin...
—Como dije, deberías tener más cuidado con lo que eliges tragar. —Saca una
caja de fósforos del bolsillo de sus jeans y enciende uno antes de dejarlo caer en
el vaso. Sus ojos se encuentran con los míos cuando vuelve a hablar—: Te dije
que nada de drogas.
La única vez que ha mencionado las drogas fue cuando entrábamos en
Blackout. Lo miro con los ojos entrecerrados.
—No puedes decirme lo que tengo que hacer. No eres mi dueño, Easton.
Veo cómo las pastillas de éxtasis comienzan a descomponerse mientras se
asientan en el fondo, bajo las llamas, la pequeña cantidad de cocaína se
desintegra. No había mucha, pero era todo lo que me quedaba.
—Iré a comprar más. —Me encojo de hombros, como si no me importara—.
Son fáciles de conseguir.
Sus ojos se entrecierran sobre mí. Rodeando la isla, agarra mi camiseta y tira
de mí hacia delante, obligando a Corbin a soltar mi cabello.
Mi cuerpo choca contra el duro pecho de Sin. Con la mano libre, mete la mano
en su bolsillo y saca unas píldoras rosa familiar.
—¿Recuerdas que te dije que te follé esa primera noche en casa de David?
¿Cuándo te encontré atada en su sótano?
Mis ojos se cruzan con los suyos y respiro hondo, sintiendo cómo el vello de
mi nuca se eriza.
—Lo que no mencioné es que reemplacé el anticonceptivo esa noche cuando
te llevé a casa después.
No puedo respirar. Mi pecho se oprime y mis piernas quieren doblarse.
—¿Por qué crees que te follo cada vez que puedo, Elli? —continúa ante mi
silencio—: ¿Porque me atraes? —Niega con la cabeza—. Es porque quieras o no,
tendrás a mi hijo. —Soltando mi camiseta, se levanta y acaricia mi rostro—. Si
aún no estás embarazada, pronto lo estarás. Y, bueno, digamos que ninguna
mujer embarazada de mi hijo se drogará. —Sus ojos se posan en mis piernas—.
¿Cómo se siente tu coño esta mañana? ¿Mmm?
Sigo sin poder respirar, y mucho menos hablar. ¿Es por eso estoy adolorida?
¿Porque Sin y yo tuvimos sexo? ¿Por qué no puedo recordar? Bueno, sé que
estaba drogada, pero nunca antes lo había estado tanto.
Sonríe orgulloso al verme en estado de shock, mis labios son incapaces de
321
funcionar.
—Anoche follé tu coño en nuestra cama y no te moviste. Imagínate que
hubiera sido un desconocido, Elli. Alguien aprovechándose de ti en un estado
tan vulnerable. —Hace un chasquido con la lengua entre los dientes. Su sonrisa
desaparece de su rostro y rodea mi cuello con su mano, pero sin cortarme el
aire—. Si llego a pensar que estás drogada, empujaré mis dedos por tu garganta
hasta que vomites sobre ti misma. Y si eso no funciona, te haré un lavado de
estómago. ¿Me entiendes?
Mis ojos buscan los suyos mientras la sangre se agolpa en mis oídos. ¿Cómo
pude ser tan estúpida? Tomo mis anticonceptivos religiosamente. Pero que él los
cambiara. ¿Cómo no me di cuenta?
—¿Por qué? —Es todo lo que consigo decir.
—Porque me perteneces —dice simplemente—. Puede que él se case contigo,
pero siempre me pertenecerás.
Capítulo 46
Sin
324
El l in g t o n
Ella observa al tipo que prepara las bebidas y ordena una para mí antes de
volver a mirarme.
—¿Kira vino contigo? Le envié un mensaje antes y no llegó a leerlo.
—No hablé con ella. —Necesito disculparme con ella. Que Sin no haya
resultado ser el chico que yo quería que fuera no significa que Corbin no pueda
ser quien ella quiera. No todos tienen mi mala suerte.
326
—Aquí tienes. —El tipo le da la bebida a Sarah y ella me la entrega a mí.
—Gracias —digo y la levanto para dar un sorbo, pero un brazo cae sobre mis
hombros, tirando de mí hacia su cuerpo. Levanto la vista y me encuentro con
unos ojos verdes que me resultan familiares.
—Hola, Elli.
Suelto un suspiro nervioso, agradecida de que no sea Sin.
—Hola, Holland. —Es el amigo de Marcus con el que me crucé en Blackout.
Levanta los ojos hacia Gunner y asiente, pero Gunner no lo reconoce de
ninguna manera. Sus ojos siguen clavados en mí, poniéndome nerviosa. Solo
para confirmar mi punto, finalmente habla:
—¿Dónde está Sin, Ellington?
La forma en que utiliza mi nombre completo hace que mi corazón se acelere.
Los Lords tienen una manera de convertir la palabra más simple en una
amenaza.
—No lo sé, Gunner. —Le dedico una sonrisa tensa—. ¿Por qué iba a saberlo?
—Levanto la copa y bebo un trago, resoplando por el ardor.
—Gunner... —dice Sarah en voz baja, poniendo su mano sobre su pecho.
Él la ignora.
—¿Sabe que estás aquí?
Mis ojos se entrecierran sobre él.
—¿Por qué no llamas y se lo preguntas? —No sé por qué estoy participando
en una pelea que no puedo ganar.
Mentira.
Ya sé por qué. Quiero ponerle un cebo. Quiero que Gunner llame a Sin y le
diga que estoy aquí. Quiero verlo aparecer y arrastrarme fuera de aquí, pateando
y gritando. Quiero que todos vean que le pertenezco. Que ya no soy un secreto.
Quiero que el mundo vea que está engañando a la mujer con la que se va a casar.
A la mierda mis consecuencias con Chance. Valdrá la pena. Solo por saber que
alguien le diría a Amelia que Sin se preocupa por mí.
—¿Sin? —pregunta Holland, uniéndose finalmente a la conversación—.
¿Desde cuándo se preocupa por ti?
Mis hombros caen ante sus palabras. La verdad me golpea como una
bofetada. La única razón por la que Gunner sabe algo es porque es un Lord.
Probablemente Amelia tenía razón en que todos se sientan y se ríen de las 327
mujeres que se follan. Solo soy otra chica en su larga lista de ligues.
Incluso si Sin irrumpiera en la fiesta y me sacara a rastras, nadie pensaría
dos veces por qué. Lo hizo una vez y los únicos rumores que empezaron a correr
al día siguiente fueron que me follé a tres tipos. Ninguno de los cuales nombró a
Sin como uno de ellos.
Doy un gran trago a mi bebida mientras Gunner vuelve a fulminarme con la
mirada. Sarah parece incómoda, mordiendo nerviosamente su labio inferior.
—¿Quieres algo más fuerte que eso? —pregunta Holland, rompiendo la
tensión y tomando la bebida de mi mano, dejándola sobre la encimera—. Vamos.
—Ni siquiera espera una respuesta.
Dejo que me saque de la cocina y me conduzca por un pasillo. Me lleva a unas
escaleras y a una nueva habitación. Está oscura y tiene carteles de neón
colgados en la pared del fondo. Chicos y chicas sentados en sillas y recostados
en el sofá, hay una mesa de billar a la derecha y un pequeño bar en la esquina.
—Eh, hombre —ordena Holland al entrar—. Ella necesita algo.
Frunzo el ceño, mirando al tipo con el que está hablando.
—¿Mack? —Se vuelve a sentar reclinado en una silla.
—Elli. —Se levanta de un salto, atrayéndome para abrazo que me levanta del
suelo. Dejándome nuevamente sobre mis pies, frunce el ceño, mirando mi
rostro—. ¿Qué?
—Nada —respondo, negando con la cabeza. No creía que fuera de los que se
van de fiesta, pero entonces me viene a la cabeza su imagen en el puerto
deportivo. Pero aun así, incluso entonces era tan tímido. Parecía inocente.
Entonces, ¿por qué Holland le pide drogas?
Holland le da una palmada en el hombro.
—Dale lo mejor que tengas.
Mack frunce el ceño.
—¿Estás seguro?
Holland asiente.
—Por supuesto.
Mack empieza a rebuscar en su bolsillo y saca una pequeña bolsa de plástico.
La abre y saca una pastilla blanca. Se la entrega y dice:
—Solo necesitas una.
—¿Qué es? —pregunto. 328
—El mejor éxtasis que jamás tendrás. —responde Holland, guiñándome un
ojo, y la meto en mi boca, sin molestarme siquiera en pensar en eso.
Mack me pasa un vaso y tomo un trago de la bebida mezclada, tragando la
pastilla.
—Gracias, hombre —le dice Holland.
—Dale quince minutos y estarás bien —añade Mack.
Voy a devolverle la bebida y él niega con la cabeza, metiendo las manos en
sus bolsillos.
—Quédatela.
Holland agarra mi mano libre y me saca de la habitación. Caminamos por el
pasillo cuando el teléfono vibra en mi bolsillo. Esta noche me puse jeans porque
sabía que no estaría sobria. Prefería no exhibirme ante nadie. Apartando mi
mano de la suya, miro para ver que es Kira.
—¿Hola? —grito por encima de “Lilith” de Ellise.
Puedo escuchar su voz, pero no entiendo lo que dice.
—Un segundo.
Entro en una habitación y enciendo la luz. Es un medio baño.
—¿Hola? —repito.
—¿Dónde estás? —grita ella, pensando que aún no la escucho, y eso me hace
estremecer.
—En una fiesta. —No hay necesidad de mentir. No estoy segura de sí Sarah
finalmente consiguió hablar con ella o no. Kira y yo somos amigas desde hace
demasiado tiempo como para mentirnos la una a la otra. Puede que no estemos
de acuerdo en algunas cosas, pero siempre le diré la verdad.
—Elli —suspira—. ¿Estás drogada?
—Todavía no —respondo con sinceridad.
La escucho susurrar y supongo que le está contando a Corbin lo que estoy
haciendo.
—¿Con quién estás ahí? —continúa.
—¿Qué pasa con las veinte preguntas? —Miro hacia arriba para ver cómo se
abre la puerta y entra Holland, cerrándola tras de sí, evidentemente cansado de
esperarme en el pasillo.
—Elli, por favor, sal de ahí —prosigue Kira mientras Holland viene a colocarse
detrás de mí. Pone sus manos en mis caderas y las aparto.
329
Las levanta y se ríe como si fuera gracioso. No estoy ahí. No vine aquí para
tener sexo. Al único chico que quiero es a Sin. Y me odio por eso.
—¿Elli? —espeta cuando la ignoro.
—Estoy bien, Kira. Te llamo mañana. —Cuelgo y apago el celular, sabiendo
que intentaré llamar a Sin en cuanto todo se entumezca. Incluso si me tiene
bloqueada, no quiero conocer esa clase de angustia cuando lo escuche en su
buzón de voz.
—¿Qué tal si nos divertimos un poco? —Holland ofrece, sacando una bolsa
de su propia billetera.
Tomando un sorbo de la bebida que me dio Mack, rezo para que la pastilla
haga efecto pronto. Dijo que le diera quince minutos.
—No sé...
—Estás aquí para drogarte, ¿verdad? Vamos a drogarnos. —Sin otra palabra,
vierte el polvo blanco sobre el mostrador y luego saca una tarjeta de crédito. Me
entrega un billete de cien dólares y empiezo a enrollarlo mientras él prepara dos
líneas de cocaína. Supongo que una no hará daño.
Capítulo 47
Sin
—¡MIERDA!
—Estará bien —dice Tyson.
—Mierda. Mierda. —Aprieto mis manos antes de pasarlas por mi cabello—.
Son los Lords. Quieren ponerla a prueba. ¡Mierda!
Tyson no parece sorprendido. ¿Por qué iba a estarlo? Esto es lo que hacen.
Ven a alguien en una posición vulnerable y la usan en tu contra. Solo los más
fuertes consiguen llevar el escudo. Solo los que ellos consideran dignos son
recompensados.
333
—Una cosa a la vez —habla Tyson—. Envíale a Gunner la dirección de la casa.
—Luego toma su celular para hacer la llamada que necesitamos.
Camino nerviosamente por la sala de estar de la casa con Gavin. Trabaja para
los Lords. Tyson lo llamó para que se reuniera con nosotros aquí. Por suerte
estaba más cerca que nosotros y ya nos estaba esperando cuando llegamos.
Tyson está de pie frente a las ventanas que van del piso al techo, mirando hacia
el oscuro bosque.
Las puertas dobles de la entrada se abren y corro hacia ellas, pensando que
es Gunner con Elli, pero es Chance. Vuelvo a pasearme.
—Recibí el mensaje de texto —afirma ante nuestro silencio.
No tengo tiempo para pensar en eso ahora. Su lealtad no importará si ya está
muerta cuando llegue Gunner.
—¿Dónde la quieres? —grita Gunner, entrando a toda prisa en la casa con
Elli inconsciente en brazos. Una llorosa Sarah entra detrás de ellos.
—En el dormitorio —ordena Gavin, señalando el pasillo. Me apresuro delante
de él para mostrarle el camino a Gunner, donde Gavin ya se está preparado para
ella.
Gunner la coloca en la cama y su cabeza rueda hacia un lado. No me pasa
desapercibido el hecho de que sigue vestida con sus jeans y una camiseta. Lo
que me hace pensar que lo que Holland planeaba hacer con ella no era sexual.
No quería follarse a mi pequeño demonio, quería matarla.
—¿Elli? —grito, agarrando su rostro. Está húmeda y fría, tiene la piel pálida
y los labios azules—. ¿Elli? —vuelvo a grito su nombre, sacudiéndola, pero nada.
No responde. Mi pecho se aprieta
—¿Qué tomó? —pregunta Gavin, pasando sus nudillos por su esternón, pero
sigue sin responder. Se mueve como una muñeca de trapo con sus duros
movimientos, sin vida.
Gunner se aferra a una sollozante Sarah que mira fijamente a Elli.
—No lo sé. La encontré así.
334
Gavin me mira y luego a Chance, que también lo ha seguido.
—¿Qué consume normalmente?
Pasando una mano por mi cabello, digo:
—Eh, éxtasis, cocaína... —intento pensar en todo lo que quemé y la he visto
consumir en el pasado—. Tenía algunos benzodiacepinas. —Chance no lo sabe.
No es lo suficientemente cercano a ella así que permanece callado.
—¿Fentanilo? —pregunta Gavin—. ¿Opioides? —Levanta sus párpados y veo
sus preciosos ojos azul hielo, con las pupilas contraídas.
—No. —Sacudo la cabeza—. Ella no...
—Tyson, pásame el Narcan que está en mi bolso —me interrumpe, sin creer
mi respuesta.
Tyson abre el paquete y le entrega el spray nasal a Gavin. Sujeto su mano
húmeda mientras él inclina su cabeza hacia atrás. Lo coloca en su fosa nasal
izquierda y le introduce el émbolo en la nariz.
—Ayúdame a darle la vuelta —me ordena, apartándose de la cama.
Agarro su hombro y la hago rodar hacia mí.
—Pon tus manos debajo de su cabeza. —Hago lo que me dice—. Tyson, dobla
su rodilla izquierda, hasta que no pueda rodar sobre su estómago.
La ponemos en posición, y me arrodillo junto a la cama, mirándola a los ojos.
Están algo abiertos, sin ver nada. El maquillaje que llevaba esta noche se ha
corrido por su hermoso rostro. ¿Estuvo llorando? ¿Intentó llamarme? Me
necesitaba y yo no estaba allí para ella.
—¿Y ahora qué? —le pregunto a Gavin, relamiendo mis labios nerviosamente.
—Le damos un par de minutos. Si no funciona, tengo otro.
—Tienes que irte —Tyson agarra mi brazo, tirando de mí para ponerme en
pie.
—¿Qué? No. —Mis ojos se clavan en Elli y veo que parpadea, empezando a
volver en sí, y suelto un suspiro de alivio—. Elli...
—Sí, Sin —gruñe Tyson—. Chance está aquí. Es a quien necesita.
—¡No! —espeto, viendo sus ojos mirar a su alrededor sin rumbo. Gavin
empieza a hablarle y veo cómo empieza a llorar. ¿Habla malditamente en serio?
Tyson me empuja a través de la puerta del dormitorio. Gunner sale con una
Sarah sollozante y la cierra detrás de ellos, encerrándola allí con Gavin y Chance.
335
—Has llegado hasta aquí. No lo arruines. Chance es con quien necesita estar
ahora mismo. No contigo. —Luego se gira y entra en el dormitorio, cerrándome
el paso una vez más.
El l in g t o n
Despierto una vez más, estremeciéndome ante la brillante luz sobre mí. Me
cuesta mantenerme despierta. Mis ojos están pesados y mi mente se nubla.
Rodando sobre mi costado, empiezo a temblar, mi cuerpo está frío.
—Aquí. —Escucho la voz de un hombre antes de que me cubra con una
manta.
Levanto mis pesados ojos y veo a Tyson dando un paso atrás, lo que me
permite ver al tipo de pie junto a una pared. Gimo cuando veo sus ojos verdes
clavados en los míos.
—¿Dónde estoy? —pregunto, ignorándolo y escaneando la habitación.
—En casa. —Tyson es quien responde.
¿Cómo he llegado hasta aquí? Al incorporarme, la habitación da vueltas y
agacho la cabeza, presionando mi sien con una mano.
—¿Qué...? —Mi lengua se siente pesada y mi garganta irritada—. ¿Qué pasó?
Me siento drogada, pero apagada. Todo duele.
—Fuiste a una fiesta y consumiste. Como siempre —gruñe Chance,
claramente enfadado.
—No actúes como si te importara —murmuro, sin recordar gran cosa. Lo
último que me viene a la mente es a mí de pie en el baño con Holland. Hicimos
un par de líneas y empecé a sentirme diferente... mal. Entonces todo se volvió
negro.
Suspira.
—Si crees que ser una drogadicta hará que cancele la boda, te equivocas.
Por supuesto, no lo hará. Eso significaría que la suerte está a mi favor.
336
—Aquí está su bolso —escucho decir a Tyson y levanto la vista justo cuando
le entrega mi bolso a Chance. ¿Cómo lo consiguió? Estaba en mi auto. ¿Cómo
he llegado hasta aquí? ¿Tyson me encontró? ¿Me trajo a casa?
Miro al otro hombre que está en la habitación. Es mayor. Lo reconozco de
cuando los Lords lo trajeron a nuestra casa después de que James fuera
asesinado. Entonces se ocupó de mí. Recuerdo que dijo que se llamaba Gavin
cuando me desperté por primera vez. No pude mantener los ojos abiertos y me
volví a quedar dormida. Me prometió que estaba bien. Que todo saldría bien.
Solo necesitaba descansar.
Chance llama mi atención cuando abre mi bolso y se tensa mientras lo mira
fijamente. Mete la mano y saca los cinco tests de embarazo que me hice antes y
los sostiene.
—¿Celebrando?
No. Más bien ahogando mis penas. No le contesto.
Los lanza al otro lado de la habitación, golpeando la pared con tanta fuerza
que dos de sus tapas se caen. Se acerca a mí y enderezo la columna.
—¿Con quién diablos te acuestas? —pregunta.
Aprieto los dientes, negándome a responder. No diré que fue Sin. Quedaría
como una estúpida. Desesperada. No merece mi lealtad, pero no se trata de él.
Se trata de mí. Él no vino a salvarme de la fiesta. No pasaré el resto de mi vida
con Chance pagando por lo que Sin me hizo. Algunas cosas una mujer se las
tiene que llevar a la tumba. Esta es una de esas por las que moriría.
—Te hice una pregunta —grita en mi rostro, haciendo que mi dolor de cabeza
se intensifique—. ¿Eh? ¿A quién diablos te estás follando?
Trago saliva y me estremezco por el dolor, pero guardo silencio.
Agarra mi cabello y me tira de la cama. Soy incapaz de mantenerme en pie y
caigo de rodillas sobre el suelo alfombrado.
Respiro hondo y digo:
—No... te importó cuando chupé la polla de Linc. —Respiro hondo y siento
que mi pecho arde—. No estoy segura de por qué te importaría si me follo a uno.
—Al diablo con Chance y el hecho de que vaya a decidir con quién puedo y no
puedo acostarme. Al menos Sin se asegura de que esté satisfecha. Al menos él
no pasará de mí.
Chance se agacha, agarra mi rostro e inclina mi cabeza hacia atrás para que
tenga que mirarlo. Por suerte, me duelen tanto otras partes del cuerpo que no lo
337
noto.
—¿Te parece divertido? —pregunta—. ¿Crees que puedes follar a quien
quieras, cuando quieras? —Ni siquiera me da la oportunidad de responder, como
si fuera a hacerlo de todos modos.
Suelta mis mejillas y me da una bofetada, la fuerza del golpe hace que caiga
sobre mis manos. Siento que la bilis comienza a subir, pero la trago. Mi mejilla
palpita y la saliva cae de mis labios entreabiertos. La habitación da vueltas y me
pregunto si volveré a desmayarme. Rezo para que así sea.
—¿Sabes, Elli? Pensé que podríamos hacer que esto funcionara. Que, aunque
serías una molestia, podrías llegar a ser una esposa sumisa que habías
aprendido la lección hace muchos años. Al fin y al cabo, James te enseñó cómo
comportarte.
Gimo al escuchar su nombre. En algún momento de las dos últimas semanas
había olvidado que Chance vio de primera mano cómo era yo con James. Cómo
mi cuerpo me traicionaba. Haciéndome suplicar por algo que nadie debería
desear.
—Si sexo es lo que quieres, entonces sexo es lo que te daré. —Agarra mi
cabello y me levanta desde mi posición de rodillas. Empuja mi espalda contra la
pared, moviendo su mano para envolver mi dolorida garganta, cortándome el
aire. Ni siquiera lucho contra él. Dejo que me noquee. No tengo por qué mirarlo
si estoy inconsciente. Colocando su rostro frente al mío, muestra sus blancos
dientes—. Te ofreceré a todos los Lords en la catedral.
Mis ojos arden ante sus palabras. Es lo que me dijo Sin. Cómo trata un Lord
a su esposa que engaña. Sin había dicho violación o voluntariamente, ella será
castigada por sus aventuras.
—Te ataré al altar, abierta de par en par. Dejaré que tres a la vez suban y te
usen hasta que cada Lord te haya follado. Tomará días.
La primera lágrima se derrama sobre mis pestañas inferiores y él sonríe.
—No serás conocida más que como nuestra puta. Y me aseguraré de que te
ganes ese título. —Suelta mi cuello y vuelvo a caer de rodillas, aspirando aire.
—Sue-na divertido —consigo decir a través de la tos. Ya no me importa.
Prefiero que me mate. Sería lo mejor en este momento. No le sirvo para nada. No
jugará conmigo por mucho tiempo. No como Sin. Chance se dará cuenta de que
no valgo la pena y se deshará de mí. Para siempre.
Escucho reírse a Tyson. Chance me abofetea, la fuerza me hace caer de
338
bruces al suelo donde mi cuerpo empieza a tener movimientos espasmódicos
incontrolables. Me siento como si estuviera teniendo una convulsión de algún
tipo. Por suerte, se detiene y permanezco acostada, con los ojos pesados y la
boca llena de saliva.
—Créeme, Elli. No lo disfrutarás. —Se arrodilla a mi lado—. Última
oportunidad, cariño. —Gimo, sabiendo que me ha llamado así a propósito—. ¿A
quién te estás follando?
Tengo problemas para recuperar el aliento. No sé si es por las drogas o por
los golpes, pero me incorporo, apoyando la espalda en la pared, y lo miró
fijamente.
—Vas a dejar que tu tío me folle después de nuestra boda. —Hago una pausa
para respirar entrecortadamente—. No sé por qué importa a quién me folle ahora.
Capítulo 48
Sin
345
El l in g t o n
Giro mi cuerpo de costado. Agarro mi estómago con mis manos y gimo. Siento
náuseas. Mi cuerpo tiembla. Todo duele. Es difícil respirar.
—Estás bien, Elli. —Escucho la voz de Sin, pero no lo veo. Tengo los ojos
cerrados con fuerza. Probablemente me lo estoy imaginando.
—¿Qué le pasa? —Escucho una voz preguntar en la distancia.
—Está bien. —La voz de Sin es mucho más fuerte, está más cerca de mí.
Siento sus manos agarrar mis hombros, evitando responder a la pregunta—. Ve
a esperarme a la otra habitación.
Extiendo la mano y agarro una almohada. La pongo sobre mi rostro, la luz es
demasiado intensa y me hace daño en los ojos, aunque los tenga cerrados. Siento
que doy vueltas y que mi cuerpo se sacude involuntariamente.
—No voy a...
Me incorporo, abandonando la almohada mientras mi boca se llena de saliva.
—Voy... a vomitar —consigo murmurar a nadie en particular.
Sostienen mi cabello y colocan algo en mi regazo. Vomito, los músculos de mi
estómago se tensan y el ácido quema mi garganta. Hasta el punto de vomitar en
seco. Las lágrimas arden en mis ojos y nublan mi vista.
—Estás bien. —Sin frota mi espalda—. Te vas a poner bien.
Caigo de espaldas y me hago un ovillo, temblando.
—¿Qué diablos le pasa? —exige esa voz lejana.
Escucho a Sin suspirar.
—Tiene síndrome de abstinencia.
—¿Es una adicta?
—No... sí. Estaba drogada. Necesitaba Narcan. Creo que le ha provocado
abstinencia.
—Dios.
Siento que la bilis vuelve a subir y no puedo contenerla. Unas manos me
agarran y me levantan en el aire, entierro mi rostro en el duro pecho y rodeo su
346
cuello con mis temblorosos brazos.
—Haz algo útil y quita las sábanas. Hay un par limpias dobladas en la
secadora —grita Sin antes de que escuche una puerta cerrarse de golpe y luego
me coloque en un suelo frío justo cuando vuelvo a vomitar.
Abro los ojos y no siento que me esté muriendo, así que eso es una ventaja.
No soy la de siempre, pero estoy mejor de lo que recuerdo.
Al girarme, las cortinas dejan entrar un suave resplandor en la oscura
habitación, y veo que Sin está acostado a mi lado, con los ojos cerrados y los
labios ligeramente entreabiertos. Está durmiendo. No sé de dónde ha salido.
Cómo llegué a casa. Y por qué sigue aquí. ¿No debería estar con Amelia? ¿Y a
dónde fue Chance? ¿Me lo imaginé aquí en esta habitación con Tyson y el doctor?
No, fue real. Chance me ha recordado exactamente cómo será mi vida cuando se
case conmigo... diablos.
Incorporándome, miro hacia la mesita de noche y veo una botella de agua
vacía. Tengo la boca tan seca que necesito beber algo. Poniéndome en pie, me
tambaleo un poco antes de recuperar el equilibrio. Abro la puerta del dormitorio
y avanzo por el pasillo, apoyando la mano en la pared. Hay una sensación
palpitante justo detrás de mis ojos y siento náuseas.
Entro en la cocina, abro la nevera y tomo agua. Cuando la cierro, veo una
figura de pie en un rincón y grito, mi corazón se acelera, haciéndome tambalear
sobre mis pies.
—¿Elli? —escucho gritar a Sin antes de entrar corriendo en la cocina.
Enciende la luz y me giro hacia él para ver que no lleva nada más que unos
bóxers negros y una pistola en la mano derecha—. ¿Qué pasa? —pregunta, con
su pecho duro agitado por su pesada respiración. Sus ojos se posan en mis
piernas desnudas, asegurándose de que estoy bien físicamente mientras suben
rápidamente por la camiseta que llevo puesta.
—Vi a alguien. —Me doy la vuelta para mostrárselo, pero mi respiración se
atasca en mi garganta. Él sale de la esquina, dando un paso hacia nosotros y yo
retrocedo, igualándolo. Choco con Sin, y me hace gritar de sorpresa. 347
—Elli...
Me giro de nuevo hacia Sin.
—Estoy alucinando —me apresuro a decir.
Deja la pistola sobre la encimera y toma mi rostro en sus cálidas manos.
Estoy temblando, intentando recuperar el aliento. Mi corazón sigue latiendo con
fuerza y esa sensación palpitante detrás de mis ojos ahora se intensifica.
—¿Qué pasa conmigo? —susurro.
Sus ojos azules se suavizan mientras recorren mi rostro.
—Estás bien, Elli.
Humedezco mis labios.
—No. Fui a una fiesta... me drogué.
Suspira pesadamente.
—Lo sé y hablaremos de eso más tarde, ¿de acuerdo? —Una mano suelta mi
mejilla para apartar mi cabello de mi rostro.
Me tiemblan las piernas. Hasta el punto de que mis rodillas chocan entre sí.
—Sin, estoy viendo... cosas. —Mi garganta se cierra. ¿Qué tomé? ¿Cuánto
tiempo he estado inconsciente? ¿Está Sin incluso aquí? ¿Estoy soñando?
—Respira profundo —dice Sin, haciéndolo él mismo, esperando que lo siga.
No lo hago. En lugar de eso, mis manos temblorosas suben para rodear sus
muñecas y cierro los ojos con fuerza, esperando que cuando se abran, esté
acostada en la cama sola. Y que esto sea una pesadilla. Quizá sea un mal viaje.
—¿Elli? —Sin gruñe mi nombre, y mis ojos se abren de golpe para verlo
todavía aferrándose a mí—. Respira profundo. Estás bien.
Sacudo la cabeza lo mejor que puedo mientras las lágrimas empiezan a arder
en mis ojos.
—Es verdad, princesa —dice el hombre detrás de mí, y un gemido escapa de
mis labios entreabiertos.
Sin asiente, como dándome ánimos, y luego suelta mi rostro, colocando sus
manos sobre mis hombros para que me dé la vuelta. Miro con los ojos muy
abiertos unos ojos azules que no he visto hace años. No parece el mismo, pero
lo reconocería en cualquier parte.
—¿P-papá?
348
Capítulo 49
Sin
Nicholas Asher da un paso más cerca de nosotros y ella da otro paso hacia
atrás, saliendo de la cocina. Sus ojos van a los míos y luego vuelven a Elli.
—No —susurra ella—. Te vi... estabas muerto.
—Ellington —dice su nombre y otro gemido sale de sus labios temblorosos.
Elli rodea su cintura con sus brazos.
—Te encontré. —Él pasa una mano por su cabello al escuchar sus palabras—
. Sostuve tu cuerpo. —Ella da otro paso atrás, con los ojos en el suelo, incapaz
de mirarlo—. Estás muerto. Desde hace años.
Su mandíbula se tensa y me mira. Lo fulmino con la mirada. Yo tampoco sé 349
cómo es que está vivo y aquí en la cocina. Solo sé lo que Ryat había escuchado
mientras estaba en su misión y que, si el rumor era cierto, Tyson sabía dónde
estaba: en Carnage.
Los hermanos Spade lo dejaron hace dos días, pero yo he pasado todo el
tiempo con Elli. Por fin dejó de vomitar alrededor de la medianoche de anoche y
pudo descansar un poco. Me desperté solo en la cama con sus gritos.
—Vamos a sentarnos, ¿de acuerdo? —Me giro para mirarla—. Hay muchas
cosas de las que tenemos que hablar. —No me refiero solo a que su padre haya
vuelto de la tumba.
Una lágrima corre por su mejilla, pero asiente. Tomo su mano y agarro la
pistola de la encimera con la que me queda libre. Nos dirigimos a la sala de estar
y ella y yo nos sentamos en el sofá. Su padre se sienta frente a nosotros.
No me extraña que ella se acerque a mí. Su pierna desnuda toca la mía. Tomo
la manta del respaldo y la coloco sobre nosotros, ya que ella lleva una camiseta
mía y yo solo llevo bóxers.
—Elli...
—Nicholas. —La forma en que dice su nombre es tan fría, distante. Está
levantando todos sus muros, confundida y herida. Siente que le han mentido
todos estos años. Lo entiendo. No esperaba que esto fuera fácil. No después de
todo lo que ha pasado.
Su mandíbula se tensa al escuchar su nombre.
—Es raro que no me llames papá. Supongo que ya no tienes doce años.
Un sollozo escapa de sus labios y coloca su mano sobre su boca, bajando los
ojos a su regazo.
Me mira, con la ceja arqueada.
—Una cosa a la vez —gruño—. ¿Cómo diablos estás vivo? —exijo, envolviendo
mi brazo alrededor de sus hombros y acercándola hacia mí. Con la mano libre
sostengo la pistola apoyada sobre la manta. Entiendo que es su padre, pero
también soy consciente de que lleva desaparecido nueve años. No sé si es por
decisión propia o algo que planeó.
Pasa una mano por su cabello.
—No mueres en Carnage a menos que los hermanos Spade hayan acabado
contigo — afirma.
—¿Cómo sobreviviste ahorcándote? —pregunta Elli, su es voz suave y sus 350
ojos aún bajos, mirando sus manos temblorosas sobre su regazo—. Estabas...
frío —añade en voz baja.
—Jesús, Elli. ¿De verdad crees que intenté suicidarme? —musita.
Ella levanta los ojos para mirarlo a través de sus pestañas.
—Fui yo quien te encontró. Estuve tirada en el suelo con tu cadáver durante
más de una hora. Tú. Estabas. Muerto.
Niega con la cabeza.
—Me tendieron una trampa.
—¿Cómo te tendieron una trampa para suicidarte? —pregunto. Quiero decir,
no es imposible. Considerando lo que Holland intentó hacerle a Elli, pero la
situación de Nicholas es un poco diferente. No hubo drogas involucradas. No que
yo sepa.
Se inclina hacia delante, apoyando los codos en sus rodillas.
—Alguien murió ese día, pero no fui yo. Fue Nathaniel.
Frunzo el ceño, Elli guarda silencio.
—Nathaniel era mi hermano gemelo.
Me siento más erguido.
—Tú no tienes un hermano gemelo. —Yo lo sabría. Nuestras familias
crecieron juntas y lo habría recordado.
—Lo tenía. —Asiente—. Mi padre tuvo una aventura con su Lady y dejó
embarazada a mi madre. Mi padre se quedó conmigo y dejó que nuestra madre
se quedara con mi hermano. Cuando fui mayor de edad, me inicié. Quería ser
un Lord. Encontré a mi hermano y me acerqué, pero él no quiso tener nada que
ver con eso. —Se encoge de hombros—. Mi padre no quería saber nada de él.
Fue rechazado por mi padre y por mi madre, que me crió. Pero estuvo en mi vida.
Mucho, en realidad. Siempre necesitaba dinero, lo sacaba de situaciones que él
mismo no podía permitirse. Por supuesto, no muchos sabían que existía. Pero lo
mataron para que pareciera que yo me había suicidado. Y me entregaron a
Carnage.
El silencio se apodera de la habitación y siento que el cuerpo de Elli tiembla
mientras se apoya en mi costado.
—¿Qué pasa contigo? —Sus ojos van a su hija—. ¿Por qué y cuánto tiempo
has estado consumiendo drogas?
Ella se pone rígida, pero su cabeza permanece baja. No va a reponer. Admitir
lo que le ha sucedido es demasiado para que ella se lo explique a su padre. 351
—¿Por qué no vas a darte un baño? —Me inclino y beso su sien. Nick está
dispuesto a compartir su historia, pero sé que ella no. Puede que sea su padre,
pero ahora mismo es un extraño para ella—. Estaré allí para reunirme contigo
en un minuto.
Se pone de pie lentamente y empieza a caminar hacia el pasillo. Su padre se
levanta y ella sale corriendo de la sala de estar. Escucho la puerta del dormitorio
cerrarse de golpe segundos después.
—¿Qué diablos pasa con ella? —gruñe.
Esperaba que fuera así, sinceramente. Supuse que estaría más confundida
que emocionada. Pero a la larga, entrará en razón.
—Tu muerte arruinó su vida —digo simplemente.
Gime.
—La mía no ha sido la luz del sol desde que morí.
Lo miró fijamente mientras él mira hacia el pasillo por el que ella corrió, con
la pistola pesando en mi mano. Necesita saber qué está pasando porque, una
vez más, las cosas van a cambiar. Voy a darle una oportunidad. Me ayudará o
se interpondrá en mi camino. Será mejor que averigüe ahora mismo cuál va a
ser.
—Tu esposa se volvió a casar —empiezo y él resopla—. Con James, un año
después de tu muerte. Él pasó los primeros tres años de su matrimonio
preparando a tu hija. —Su cuerpo se pone rígido—. Luego le quitó la virginidad
a los dieciséis años. Y siguió violándola hasta que lo maté hace dos años. La
obligó a llamarlo Papi, así que perdónala por no llamarte así.
Se gira, dándome la espalda, pasando las manos por su cabello. Maldice en
voz baja. Cuando vuelve a mirarme, añado:
—Hace poco descubrimos, en la recepción de la tercera boda de tu mujer, que
ella era consciente de que James follaba a Elli. Pero cuando Elli dijo que la
estaban violando, tu mujer dijo que se estaba arrojando voluntariamente a su
esposo.
—¡Hija de puta! —Toma un vaso de la mesita y lo lanza al otro lado de la
habitación. Golpea la pared del fondo y se rompe en mil pedazos.
Solo puedo imaginar cómo se siente. Estoy seguro de que no pudo dejar salir
su frustración en Carnage. Ahora será una bomba de tiempo andante. Nueve
años de agresión contenida. Eso es lo que necesito. Alguien que no lo piense dos
veces antes de hacer sangrar a otros. Necesito ayuda si voy a acabar con quien 352
creo que está involucrado. Y por supuesto, ella necesita a su padre. Puede que
no lo sienta así en este momento, pero lo hará.
Me dirijo hacia el pasillo, sabiendo que Elli me está esperando, pero él me
detiene.
—¿Qué les ofreciste a los hermanos Spade a cambio de mí? —pregunta.
Lo miro por encima de mi hombro.
—Lo que quisieran.
—Easton... —gruñe.
—Descansa un poco, Nick. Lo intentaremos de nuevo más tarde. Solo
tenemos una semana para que vuelva en sí.
El l in g t o n
Me siento en la bañera, con el agua caliente hasta el pecho y los ojos fijos en
el frente, pero no veo nada.
Mi padre está vivo. Lo ha estado todos estos años. No. No lo creo. ¿Cómo es
que nadie lo sabía? Estaba muerto. En mis brazos.
—¿Papi? —Lloro, con mis brazos alrededor de su cuello mientras yacemos uno
al lado del otro en el frío suelo. La cuerda aún lo envolvía.
—Elli, está muerto. —Unas manos tiran de mi brazo.
—Noooo. —Sollozo, aferrándome a él con más fuerza.
—Elli, cariño, tienes que soltarlo. —Escucho decir suavemente a la señora
Sinnett.
Las manos vuelven a agarrarme y esta vez me separan de él. Grito, mis manos
se extienden, tratando de agarrarlo, pero estoy demasiado lejos.
—¡PAPÁ! —Suelto un sollozo cuando unos cálidos brazos me envuelven y me
atraen hacia un cuerpo suave. Me giro y entierro mi rostro en ella. Ella me levanta
353
y dejo que me saque de la casa como si fuera un bebé que no puede caminar solo.
Veo sus ojos ponerse en blanco mientras su cuerpo se relaja debajo del mío.
Sus labios se vuelven de un bonito color azul y su rostro palidece. No debería ser
tan duro con ella, no después de lo que ha pasado los dos últimos días, pero no
puedo evitarlo.
Ahora que sé que está bien, que no va a morir, quiero atarla a la cama y follar
su culo, haciéndola sangrar mientras llora, rogando que me detenga. Se lo
merece.
Suelto su cuello, abre los ojos y mira a su alrededor sin rumbo, intentando
enfocarlos mientras empieza a toser. Me levanto de sus caderas, la volteo boca
abajo y me coloco entre sus piernas, abriéndolas de par en par. 356
Tomo mi polla dura con la mano y froto su coño con la otra, sintiendo lo
mojado que está. Empujo dentro de ella, estirándola bien para que me deje
entrar, haciéndola jadear. Inclinándome sobre su espalda, envuelvo mi mano
alrededor de su boca desde atrás y acerco mis labios a su oreja.
—Lo que hiciste fue estúpido e imprudente, pequeño demonio, exactamente
lo que te dije que no hicieras.
Murmura contra mi mano, pero no me importa lo que tenga que decir. Tiro
de mis caderas hacia atrás y las empujo hacia delante, estirando su coño y
amando la forma en que su cuerpo lucha contra el mío.
—Sigues tan débil, Elli. Eso es lo que pasa cuando te joden.
Su coño palpita alrededor de mi polla y beso un lado de su rostro. Sus manos
se clavan en la sábana y siento que su cuerpo intenta levantar el mío, pero abro
más las piernas, presionando mi cuerpo contra ella para mantenerla en su lugar.
—Lucha conmigo, pequeño demonio. Muéstrame cuánto deseas que te la
quite.
Intenta mover la cabeza para intentar zafarse de mi mano, pero clavo mis
dedos a los lados de sus mejillas, haciéndola gemir y cerrar los ojos.
—Me encanta cuando luchas contra mí. Cuando finges que no lo quieres, pero
tu coño está empapado, Elli. Me dice lo mucho que te gusta que te utilicen.
Sus manos golpean el cabecero de la cama contra la pared, sin importarle si
su padre puede escucharnos o no.
—Hay una razón por la que mi nombre es el que tienes tatuado en tu espalda.
—Tiro mis caderas hacia atrás y las empujo hacia delante, haciéndola gritar
contra mi mano—. Porque me perteneces, pequeño demonio. Creo que lo
olvidaste.
Mientras su coño se aprieta alrededor de mi polla, sonrío. Voy a utilizarla todo
lo que pueda durante la próxima semana, porque el reloj ha empezado a correr
oficialmente.
El l in g t o n
Los ojos de mi padre se encuentran con los míos por encima del hombro de
Sin y éste deja de decir lo que estaba a punto de decir y lo suelta, dando un paso
atrás. Sin se gira para mirarme y suspira pesadamente.
Escuché lo suficiente para confundirme aún más. No sé qué es Carnage ni
por qué mi padre estaba allí, pero no me gustó que Sin dijera que hizo lo que
había que hacer. Si involucra a los Lords, requerirá un sacrificio
Mi padre pasa una mano por su cabello, apartándolo de su frente como si
estuviera tratando de arreglarlo. Para lucir más presentable en mi presencia. Es
359
raro verlo. Es él, pero no se ve igual. Siempre estaba en forma, se cuidaba. Pero
está más delgado de lo que recuerdo. Su cabello es canoso, y sus ojos parecen
apagados. Siempre fueron de un bonito azul. No tan azules como los míos y los
de mi madre, pero igual de bonitos. Tiene una cicatriz en la mejilla derecha que
antes no estaba. Otra en el antebrazo. Ambas parecen haber estado ahí durante
años.
—Siéntate, Elli. Necesitas desayunar —dice Sin, acercándose a la cocina.
Toma un plato y comienza a poner huevos en él.
Camino alrededor de la isla, de espaldas a la encimera para no perder de vista
a mi padre, y me acomodo en una silla. Él ocupa el asiento más alejado de mí,
en el extremo opuesto, y se sienta a la cabecera de la mesa.
Sin se acerca y deja un plato con un tenedor y una botella de agua.
Inclinándose, besa mi frente y se sienta a mi derecha, frente a la entrada de la
cocina.
—Come. Necesitas energía.
Un silencio incómodo cae sobre la habitación mientras bajo los ojos para
mirar los huevos, el tocino y la tostada.
—No tengo hambre —susurro.
—Elli...
—¿Por qué está aquí? —dejo caer el tenedor en la mesa, escuchándolo
tintinear, y miro a Sin, interrumpiendo a mi padre—. ¿Por qué está aquí? —
gruño, poniéndome en pie, la irritación aumenta—. ¿Por qué están los dos en mi
casa?
—Hay muchas cosas de las que tenemos que hablar —afirma Sin, sus ojos
muestran que también se está irritando porque no voy a rendirme. Como si no
mereciera saber la verdad.
Dejé que me follara sin sentido esta mañana, pero así es el sexo. Él sabe que
es una debilidad mía. Eso no quiere decir que no sea sensata después.
—Empecemos contigo. —Pongo las manos en mis caderas—. ¿Qué diablos
haces aquí?
—La verdad —se pone de pie, la silla raspa el suelo en el proceso, y se gira
para mirarme—, es que Gunner llamó y me dijo que estabas en una fiesta
drogándote. Como siempre. —Se acerca a mí y trago saliva—. Y me preguntó qué
quería que hiciera. Le dije que te sacara de la fiesta si era necesario. Cuando me
volvió a llamar, te había encontrado en un dormitorio, sola. Inconsciente y
vomitando.
360
Entrecierro los ojos y me acerco un paso más, con la espalda apoyada en la
encimera.
—Estaba bien...
—¡Tuviste una sobredosis! —grita—. Holland te mintió. Mack no te dio
éxtasis. Era fentanilo. Gavin tuvo que darte Narcan, lo que te provocó síndrome
de abstinencia una vez que pasó el efecto. Podrías haber muerto, Elli. ¿Por qué
lo hiciste?
No puedo responder. Eso le mostraría lo débil que soy.
—¡Dímelo! ¿Por qué tomaste algo que alguien te dio sin saber lo que era? —
exige.
—Easton... —Mi padre se levanta de la mesa—. Cálmate. Ella...
—No —lo interrumpe Sin, con los ojos clavados en mí—. Ella quiere saber qué
está pasando. Quiero saber qué diablos estaba pensando.
—De todas formas, ¿por qué demonios te importa lo que hago? —exclamo,
tratando de desviar la atención—. Te vas a casar con Amelia. Yo me casaré con
Chance. Se acabó para nosotros. Vete a casa con tu futura esposa, Sin. —
Dándole la espalda, salgo furiosa de la cocina.
—Tú eres mi esposa, Elli.
Me detengo abruptamente y me giro hacia él. Espero que se ría. O que diga
caíste. Que es otra broma de mal gusto que me está jugando. Pero en lugar de
eso, camina hacia mí, su mirada se calienta de una manera que me hace pensar
que envolverá su mano alrededor de mi garganta y me estrangulará. Si mi padre
no estuviera presente, rogaría por eso.
—Hasta que la muerte nos separe, Elli.
361
Capítulo 51
Sin
Unos ojos azul hielo muy redondos me miran fijamente. Me recuerda a cómo
me miró después de que la sorprendiera viéndome matar a James. El shock está
escrito en su rostro. Sus carnosos labios se cierran y su garganta se mueve
cuando traga saliva.
—No... no te creo —murmura.
Es lo mismo que expresó cuando le dije que no la amaba en el baño de la casa
de los Lords, cuando irrumpió exigiendo que le dijera la verdad. Que no la estaba
utilizando. Tenía razón. Le había estado mintiendo. Ella era para mí más que un
polvo. Era mi esposa.
—No te estoy mintiendo.
362
Sacudiendo la cabeza, da un paso atrás. Esos ojos muy abiertos se dirigen a
su padre, pero él no tiene ni idea de lo que hice. Si lo supiera, probablemente
intentaría echarme de esta casa. Antes tendría que matarme, y por su aspecto,
no estoy preocupado por eso.
—Me voy a casar con Chance —susurra, humedeciendo sus labios.
—Ibas a casarte con Chance porque yo se lo dije. Me estaba haciendo un
favor.
Sus cejas oscuras se fruncen.
—No —gruñe, enfadándose—. Tú y yo no tuvimos una boda...
—No hace falta una boda para casarse —digo, y sus ojos vuelven a
agrandarse—. Lo único que se necesita es una licencia de matrimonio firmada
por dos personas y un oficiante.
—Pero yo no...
—Lo hiciste —la interrumpo—. Lo deslicé en la pila para que la firmaras
cuando cerramos la compra de esta casa. Lo firmaste. Ni siquiera te molestaste
en leerlo.
Jadea.
—Llevamos casados desde entonces.
Frunce el ceño y mira sus pies descalzos durante un largo segundo. Luego
levanta la vista hacia mí y yo contengo una sonrisa al ver su mirada furiosa. Ahí
está mi pequeño demonio. Empuja mi pecho, pero no me muevo.
—¿Y qué pasa con Chance? ¿Ibas a hacerme creer que en realidad estaba
casada con él?
—Necesitaba que pareciera real —digo a la defensiva.
Sabía que su madre armaría un gran escándalo. Se suponía que cientos de
Lords estarían allí. Un par de ellos ya sabían que era mi esposa, pero los que
importaban no. Iba a ser mi secreto mejor guardado.
—¿Para tu propio placer enfermizo? —grita—. ¿Otra forma de hacerme quedar
como una idiota?
—No —respondo—. Para tenderle una trampa a Linc.
—¡Me manipulaste! ¿Por qué? ¿Ibas a dejar que me follara?
—¡Mierda, no! —grito, la idea hace que mi sangre hierva.
No volverá a acercarse a ella, y mucho menos a tocarla. Chance y yo teníamos
un plan. Iba a llevarla de vuelta a su casa y hacer que Linc se reuniera con ellos
363
aquí. Yo iba a estar esperándolos. Y en el momento en que él fuera a tocarla, yo
iba a intervenir. Tenía pruebas de que ya la había obligado a arrodillarse ante él
en su dormitorio antes de la fiesta de compromiso, y ella ya era mi esposa. Nunca
quise que la tocara, pero lo vi demasiado tarde, de lo contrario lo habría impedido
antes incluso de que eso hubiera sucedido. Al diablo las consecuencias.
—En el momento en que Linc se acercara a ti, iba a intervenir. Es un crimen
a los ojos de los Lords follarse a la Lady de otro sin el permiso de su Lord.
Echa la cabeza hacia atrás, soltando una risa áspera.
—Olvidé que una Lady no puede conseguir una polla en ningún otro lugar,
excepto de su Lord, pero él puede follarse a quien quiera. —Pone las manos en
sus caderas—. Al igual que has estado follando a Amelia todo este tiempo que
llevamos casados. Así que, en vez de ser tu compinche, voy a ser con la que
vuelvas a casa cuando hayas terminado de follarlas. —Suelta otra carcajada—.
Has hecho realidad mis sueños, Sin.
Respiro profundamente ante sus palabras y doy un paso hacia ella.
—Tú eres la que se abrió de piernas para los demás. —Jadea—. Yo, sin
embargo, no me he follado a nadie más que a ti.
—No te creo. —Pone las manos en sus caderas y ladea una—. Te vi.
El vídeo que había mencionado mi hermana.
—Puedo explicarlo...
—Claro que puedes. Seguro que será otra mentira que no podré demostrar.
Pero seré sincera contigo, le chupé la polla a Linc.
Intenta que suene como si hubiera querido hacerlo. Como si él no la hubiera
chantajeado. La entiendo. Quiere lastimarme como yo la lastimé. Pero no tiene
ni idea de lo que hice y lo que no.
—¿Cómo te hace sentir eso? —espeta ante mi silencio.
Doy un paso hacia ella, empujándola contra el mostrador, y respira
entrecortadamente cuando acaricio su rostro.
—Te observé de rodillas en tu habitación para él, Elli. —Sus ojos comienzan
a llenarse de lágrimas ante mi confesión, sus labios comienzan a temblar—. Sé
que te obligó. Y sé que lo hiciste por mí. —Suspirando, añado—: Lo siento, pero
lo vi después de que lo hizo. Nunca me perdonaré por no poder protegerte.
Sus ojos llorosos se entrecierran en los míos y entonces levanta la mano y me
da una bofetada.
—Eres un hijo de puta...
364
—¡SUFICIENTE! —grita su padre, haciéndola saltar. Creo que se olvidó de que
estaba presente. Yo no lo hice. Me importa una mierda si lo sabe o no. Ella es
mía. Nadie me la puede quitar.
Ella toma una respiración profunda y sus ojos se cruzan con los míos; la
primera lágrima cae por fin por su mejilla.
—Te odio —consigue decir apretando los dientes.
Las palabras no significan nada para mí porque no importa.
—Ódiame todo lo que quieras, sigo siendo tu esposo y nadie puede cambiar
eso. Ni siquiera tú.
El l in g t o n
¿MATRIMONIO?
¿Soy la señora Easton Sinnett?
¿Me vio chupársela a Linc en mi habitación? ¿Cómo?
Mi corazón late con fuerza por su traición. En este punto, no puedo decir qué
es verdad o mentira.
—Creo que tenemos que sentarnos. —Mi padre rompe el silencio y Sin da un
paso atrás, dejándome espacio para respirar, paso una mano por mi cabello.
Siguiéndolos a la sala de estar, me siento en el sofá, asegurándome de que
haya espacio suficiente entre Sin y yo. Mi mente me grita que debería estar
enfadada, pero también me dice te dije que no había terminado contigo. Sabía que
todo lo que dijo en el baño de la casa de los Lords era mentira. Yo era más para
él que una simple follada. Sin embargo, que sea su esposa nunca pasó por mi
mente.
Estoy casada con Easton Bradley Sinnett. Ojalá pudiera gritarlo al mundo.
Pero es obvio que tenemos que mantenerlo en secreto. Espero que no para 365
siempre.
Sin es el primero en romper el silencio.
—Hablé con Chance antes. Va a cancelar la boda.
Quiero ignorarlo, pero no puedo evitar preguntar:
—¿Por qué? Dijiste que necesitábamos que sucediera. Que debería parecer
creíble. —Mi voz es suave. Mis manos temblorosas se cruzan en mi regazo.
Intento calmar mis nervios. Quiero abofetearlo y follarlo ahora mismo. Nunca
estuve tan confusa en mi vida y eso es decir mucho.
—Eso dije —responde—. Pero fue antes de que dejaran a tu padre en nuestra
puerta.
Miro a mi padre, que está sentado frente a nosotros, y ya me está mirando.
Bajo los ojos, aún no estoy preparada para afrontar esa situación. Tiendo a
pensar que puedo manejar mucho, pero una cosa a la vez.
—Bueno, una vez que detuve a Linc, iba a hacer una gran escena, pero las
cosas han cambiado. —Se relaja en el sofá y los celos hacen que el calor de mi
cuerpo aumente al ver lo tranquilo que está ahora mismo después de lo que
ambos nos revelamos en la cocina—. A un Lord se le enseña a mostrar al mundo
nuestro poder. Por eso tenemos confesionarios en la catedral. Colgamos a los
que nos hacen daño delante de nuestros compañeros Lords. Y ese era mi plan
para Linc, pero ahora ya no es una opción. Tenemos que hacerlo en silencio.
Como mi padre no dice nada, vuelvo a preguntar:
—¿Por qué?
—Porque para el mundo, tu padre está muerto. Tenemos que mantenerlo
oculto y asegurarnos de que nadie lo sepa, excepto los que queremos que lo
sepan.
—Que no es nadie —afirma mi padre.
Sin lo mira con el ceño fruncido.
Mi padre se inclina hacia delante, con los codos apoyados en las rodillas.
—Solo había dos personas que sabían que mi hermano existía y podrían
haber preparado mi muerte.
—¿Quiénes son? —pregunta Sin.
—Prefiero no decirlo todavía —responde mi padre y Sin se mueve en su lugar,
ya no se siente cómodo.
—¿Hablas en serio? —pregunta. 366
Mi padre asiente.
—Arruinaría varias vidas si me equivoco.
—Ya se han arruinado varias vidas —afirmo, poniéndome en pie. ¿Por qué
está aquí si no va a ayudarnos? Quién sabe si estuvo donde dice que estuvo los
últimos nueve años. ¿Quién sabe lo que ha estado haciendo? Puede que nunca
sepamos la verdad.
—¿Elli? —Sin suspira mi nombre.
—Olvídalo, Sin. —Lo despido—. No va a ayudarnos. Así que lo que hicieras
para sacarlo no valió la pena.
Mi padre también se levanta de un salto.
—Ellington —gruñe mi nombre—. No sabes lo que está pasando.
—¡Sé lo suficiente! —grito—. Estoy tan malditamente cansada de las
mentiras, de los secretos. Los Lords no hacen más que arruinarlo todo. Y lo único
que hacen ustedes es poner excusas y encubrirlos. —Dándoles la espalda, me
dirijo a la suite principal. Cierro la puerta de un portazo y pongo el cerrojo. No
es que vaya a impedir que Sin entre. Si quisiera, la tiraría abajo.
Apoyo la frente en la fría madera, respiro profundamente y me doy cuenta de
que no me siguió.
367
Capítulo 52
Sin
—¿Cómo diablos sabías que tenías que traernos aquí? —exijo, la misma
pistola que use para matar a James y follé a su hija, ahora está apuntando a su
cabeza.
—¿Sin? —Las manos de Elli agarran la espalda de mi camisa—. ¿Qué está
pasando?
Ambos la ignoramos. Nicholas coloca sus manos en los bolsillos delanteros,
sin importarle que esté a punto de dispararle entre los ojos. Supongo que cuando
has estado muerto para el mundo durante nueve años, la muerte realmente no importa.
—Solía venir aquí. Mucho, en realidad —responde, mirando a su alrededor—
. Odio admitirlo, pero traía mujeres aquí. No aquí en particular, sino a esta casa.
373
—¿Engañaste a mamá? —pregunta, soltándome. Elli está a punto de caminar
a mí alrededor, pero la empujo detrás de mí de nuevo, mi arma sigue
apuntándolo—. ¿Cómo pudiste hacer eso? Pensé que la amabas.
Él le da una mirada comprensiva.
—Los Lords son todo apariencias, Elli. Mientras están en público, pero a
puerta cerrada, las cosas son diferentes. —Luego sus ojos vuelven a los míos—.
Lo reconocí enseguida cuando vi la foto que tenías de Ellington y que se te cayó
del bolsillo trasero.
—¿Qué foto? —pregunta, pero seguimos sin prestarle atención.
—Ve al grano —ordeno—. Esta es tu casa, ¿verdad? Después de que murieras,
James la encontró y la trajo aquí. —Es lo único que se me ocurre. Tenía
documentos de este lugar donde traía a sus putas en su casa y James usó este
lugar para su beneficio. Laura probablemente no tenía ni idea de que existe.
—¿De qué estás hablando, Sin? Nunca estuve aquí —argumenta ella.
—Sí, estuviste —le informa a Elli, sus ojos se dirigen a los de ella. Noto cómo
su cuerpo se pone rígido contra mi espalda.
—No...
—He visto la foto —prosigue asintiendo—. Pasé suficiente tiempo aquí como
para reconocer lo que vi en ella.
Siento que sus manos se deslizan hacia mis dos bolsillos traseros y no soy lo
bastante rápido para detenerla. Se da la vuelta y ya tiene la foto entre sus manos,
mirándola fijamente. La pistola cae y cuelga de mi muslo mientras el silencio
inunda la habitación.
Levanta los ojos para mirarme a través de sus oscuras pestañas. Están llenos
de lágrimas.
Doy un paso hacia ella.
—Elli...
Retrocede, sollozando.
—¿Por qué tienes esto?
Paso una mano por mi cabello y suelto un largo suspiro.
—Necesitaba averiguar quién es el segundo de la foto —respondo con
sinceridad.
—Ya sé quién es —dice su padre. 374
Me giro para mirarlo y pregunto:
—¿Quién?
—El dueño de esta casa —afirma entre dientes apretados.
—¿Quién es? —espeto. Necesito que vaya al maldito grano.
—Tu padre.
El l in g t o n
Otro silencio cae sobre la fría habitación e intento no dejar caer la primera
lágrima. ¿Desde cuándo tiene Sin esta foto mía? ¿Cuántas más hay? ¿De dónde
la ha sacado?
Recuerdo a James tomándome fotos. Me decía que era demasiado hermosa
como para no capturar el momento. O que quería algo para mirar más tarde
cuando estuviera solo. No podía evitar que las tomara. Esperaba a que estuviera
atada y no pudiera resistirme. Cerraba los ojos la mayor parte del tiempo debido
a la vergüenza que sentía por el hecho de que disfrutaba con lo que me hacía,
pero nunca me detuve a pensar adónde iban a parar. O a quién se las mostraba.
Sin se gira para mirarme una vez más.
—¿Mi padre te violó? —pregunta.
Me estremezco ante su brusquedad. Mi corazón, ya acelerado, da un vuelco.
—No —susurro.
—¿Cómo lo sabes? —continúa, señalando la foto que tengo en la mano—.
Tienes los ojos vendados. —Su cuerpo se pone rígido y sus grandes ojos se
encuentran con los míos, dejándome sin aliento—. Igual que cuando te follé y
creíste que era David —susurra más para sí mismo que para mí, y veo cómo
reajusta la pistola en su mano. Sus dedos se flexionan antes de que su puño se
apriete en la empuñadura.
Las lágrimas se derraman sobre mis pestañas inferiores, incapaces de
contenerlas por más tiempo.
—Nunca estuve aquí —susurro, negándome a creer que me he acostado con
375
su padre.
Extiende el brazo, arranca la foto de mi mano y la levanta sobre la cama sucia.
Es la misma. No puedo negarlo. Pero no parece tan vieja como ahora. Luego
señala la pared donde cuelga un espejo ante mi negativa a reconocer que es la
misma. El cristal roto en la esquina superior derecha parece una tela de araña.
—¡Es esta misma habitación, Elli! —grita.
Envuelvo los brazos a mí alrededor. Nunca me había sentido tan sucia en mi
vida. Después de todo lo que dejé que me hiciera James, luego Sin cuándo creí
que era el extraño enmascarado... diablos, ni siquiera David me hizo sentir así.
¿El padre de Sin? Si James dejó que me follara, ¿cuántos más había que yo no
supiera?
Empecé a drogarme a los dieciséis, así que no habría sido difícil para James
esperar hasta que estuviera jodida, llevarme de casa a un lugar remoto y dejar
que otros me follaran. Luego llevarme de vuelta a casa para que me despertara
en mi cama a la mañana siguiente.
—Yo... no lo sé —digo sinceramente a través del nudo en la garganta.
—Sin —llega la suave voz de mi padre.
—¿Qué? —espeta, con el pecho agitado.
—Tu padre y mi esposa eran los únicos que sabían que mi hermano existía.
376
Capítulo 54
Sin
379
385
Llego arriba, llamo a la puerta y envío rápidamente un mensaje.
Llámame.
Guardo mi celular en el bolsillo y respiro profundamente para calmarme. No
puedo perder la cabeza. No es lo que quiero. Todavía no.
—Pasa —escucho decir a mi padre desde el otro lado de la puerta.
Al abrirla, entro en el estudio de la casa de mis padres.
—¿Tienes un minuto? —pregunto.
—Easton —gruñe mi nombre, colocando sus manos en las caderas—.
Siéntate. —Me grita y señala una silla frente a su escritorio. Aprieto los dientes
y hago lo que me dice—. ¿Dónde demonios has estado?
—Ocupado —respondo vagamente.
Resopla.
—Amelia no pudo localizarte. Intentó llamarte y tu teléfono salta directamente
al buzón de voz. —Rodea el escritorio y se apoya en él—. ¿Esto tiene que ver con
Elli?
El solo sonido de su nombre saliendo de su boca me hace hervir la sangre.
No digo nada.
Suspira y su mandíbula se tensa.
—Linc me llamó. Dijo que Chance canceló la boda.
—Me lo dijo Amelia —le informo, lo cual es cierto. Pero también le digo que
hablé con ella. No tiene por qué saber que no respondí.
Sus labios esbozan una sonrisa ante mi media mentira.
—Linc me dijo que Laura no puede localizarla. Creen que está borracha y
drogada en el sótano de alguien.
Me rio de lo cerca que están de su suposición. Sí que está en el sótano de
alguien, el nuestro. Pero está sobria. Llevo dos días con mi esposa. Sexo sin
parar. Mi tiempo con ella es limitado y estoy más decidido que nunca a dejarla
embarazada. Una vez que me vaya, no hay posibilidad de que tenga a mi hijo.
—¿Qué es tan gracioso? —grita.
—Lleva años drogándose y a Linc ahora le importa dónde está y qué hace. —
Me encojo de hombros—. Quizá si se hubiera preocupado antes, ella no las
consumiría.
Él pasa una mano por su cabello oscuro.
386
—Lo dudo. La mujer es una adicta. Sexo, drogas, alcohol. Nadie puede
culparla. —Finge preocuparse por ella—. Después de lo que James le hizo pasar
a esa pobre chica, pero necesita ayuda.
Inclino la cabeza hacia un lado.
—¿Qué tipo de ayuda? —pregunto.
No contesta y eso me dice todo lo que necesito saber: no confía en mí. Si me
cuenta demasiado, cree que iré a avisarle de lo que tienen planeado para ella.
Podría ser un centro de rehabilitación a algo peor donde la ayuden a alimentar,
su adicción manteniéndola medicada. No me extrañaría que la encerraran, así
tendrían acceso a ella cuando quisieran.
Apartándose del escritorio, camina alrededor para sentarse en su silla.
—Hablé con Kira ayer y estaba en casa de Elli. Dijo que estaba bastante mal
—miento.
Ves —suspira—. Alguien va a encontrarla muerta algún día.
Me estremezco ante sus palabras porque he pensado lo mismo más veces de
las que puedo contar. No creo que mi esposa sea una suicida, pero ¿se pone en
situaciones que son condenadamente estúpidas? Sí. Por ejemplo, Holland la otra
noche en la fiesta. No quiero ni pensar lo que mi padre o Linc podrían hacerle si
tuvieran la oportunidad.
Suena mi celular y oculto mi sonrisa mientras levanto las caderas para
sacarlo del bolsillo.
—Hola, nena. —Respondo cuando veo que es Amelia. Justo a tiempo.
—Hola, ¿dónde has estado, Sin? —se apresura a decir.
—Estaba en una misión. —Otra mentira y mi padre parece preocupado. Como
si no se le hubiera ocurrido preguntarme cómo me va con los Lords. Por
supuesto, está demasiado centrado en mi mujer.
—Oh. —Parece sorprendida—. Te extraño. ¿Puedo verte esta noche?
—Estaba pensando... ¿quieres escaparte? Corbin y mi hermana están en la
cabaña de sus padres los próximos días. Me invitó ayer, pero no he tenido la
oportunidad de preguntarte. —Fui yo quien sugirió que la llevara allí. Necesito a
Kira lo más lejos posible de Elli ahora que estoy escondiendo a su padre muerto
en nuestra casa. Corbin estaba más que dispuesto a llevarse a mi hermana un
fin de semana sin interrupciones. Podría usar su relación a mi favor.
—Por supuesto —grita—. Puedo estar lista en una hora. 387
—No hay prisa. Tengo que ocuparme de algunas cosas antes de irnos. —Mi
mujer es lo más importante de mi lista—. Te recogeré esta noche a las siete. —
Finalizo la llamada antes de que pueda decirme que me ama. Cada vez que lo
dice, me dan ganas de vomitar.
—No sabía que estabas en una misión —habla mi padre una vez que guardo
el celular en mi bolsillo.
—No era nada. —Le hago un gesto con la mano restándole importancia y me
pongo de pie—. Voy a escaparme por unos días. Creo que es lo que Amelia y yo
necesitamos. Un tiempo a solas.
Él asiente.
—Estoy orgulloso de ti, hijo. Sé que es difícil, pero Amelia es la adecuada para
ti.
Quiero cortar su maldito cuello y ver cómo se desangra.
—Yo también lo creo. —La mentira me deja mal sabor de boca—. Te llamaré
cuando regrese a la ciudad.
El l in g t o n
401
Capítulo 57
Sin
Pasé los dos últimos días encerrado con Elli en nuestro sótano. La follé como
si no hubiera mañana. En cierto modo, no lo hay. Era mi última oportunidad de
dejarla embarazada. De dejarla con algo mío. Ella tiene mi apellido, pero yo
quería darle un hijo. No le di opción, no es como si a ella le importara. Se quedó
allí, atada y amordazada, dejándome hacer lo que quisiera con ella. Estaba
demasiado agotada para intentar detenerme. Su coño goteaba y mi polla estaba
tan dura que dolía. Aproveché cada segundo.
Nicholas se ha estado quedado en su antigua casa. No sé cómo ha estado
torturando a su madre y a mi padre, y tampoco me importa. Hice mi parte. Les
dediqué más tiempo del que quería. Ahora era mi momento de estar con mi
esposa, así que lo aproveché al máximo. Esta mañana, cuando terminé con ella,
402
la llevé a la cama y, cuando salí por la puerta principal, vi el todoterreno de su
madre en la entrada y me alegré de que Nicholas hubiera vuelto. No quería que
se despertara esta mañana sola en casa.
—¿Supongo que no puedo disuadirte de esto? —preguntó Tyson, rompiendo
el silencio.
—Tú más que nadie deberías saber por qué lo estoy haciendo —digo, mirando
por el parabrisas de su auto, el reloj en el salpicadero de su Bentley muestra que
ahora son casi las seis de la mañana. El sol está empezando a salir por encima
de la línea de árboles.
—¿Por qué? —cuestiona.
—Renunciaste a tu futuro por amor.
Resopla.
—Yo renuncié al mío por venganza. No es lo mismo. Uno es poder, el otro una
debilidad.
—Si darle un futuro que se merece me hace débil, que así sea.
Suelta una carcajada.
—¿En serio crees que quiere una vida sin ti?
—Creo que se merece un padre. —Saco mi celular y miro las cámaras de
nuestro dormitorio. Está acurrucada contra mi almohada, profundamente
dormida—. Estoy haciendo lo correcto. —No sé si intento convencerlo a él o a mí
mismo. Nunca le daría a Elli a su padre para llevármelo después de una semana.
Ni siquiera yo soy tan cruel. Por fin empieza a simpatizar con él.
—La gente no va a Carnage a morir, Easton. —Gruñe, y continúa—: Mierda.
Mira a Nicholas. Los años que lo han mantenido con vida. Lo suyo es la tortura,
no la muerte.
—Todos pagamos por nuestros pecados —murmuro. Ninguno de nosotros es
intocable, no importa si queremos creer que lo somos o no.
Su mano se tensa sobre el volante, pero por suerte permanece en silencio
durante el resto del trayecto de treinta minutos.
403
Llega a la rotonda y baja del auto. Sonrío, intentando relajar el ambiente.
—No hace falta que me acompañes. —Saco mi celular y lo dejo en el auto
junto al diario que me traje—. Asegúrate de que lo reciba. —No quería que lo
encontrara antes de que Tyson regresara. Me quito el anillo de los Lords y
también lo tiro en el asiento. No lo necesitaré.
Apoya los antebrazos en el techo del auto y dice:
—Sabes que no te lo perdonará, ¿verdad?
Aprieto mi mandíbula.
—¿De verdad crees que ella te quiere aquí? —Da golpecitos con el dedo en el
techo. Las gafas de sol cubren sus ojos. No puedo verlos, pero puedo sentirlos
mirándome—. ¿Crees que encontrará a alguien más? ¿Qué amará a otro? —El
niega con la cabeza—. Quiero decir, se follará a otros hombres, seguro.
—Tyson —gruño. Ya tuve esta misma conversación conmigo cientos de veces.
De alguna manera suena peor escuchándola en voz alta.
—Pero ella te ama, Easton. Y estás haciendo lo que todos hicieron siempre,
darle la espalda.
Rechino los dientes.
—La estoy protegiendo.
—¿Entregándote? —espeta, apartándose del auto—. Por el amor de Dios, Sin.
Usa la maldita cabeza.
—Caballeros, ¿podemos hacer algo por ustedes?
Me doy la vuelta y veo a los tres hermanos de pie al final de la escalera.
Cierro la puerta de golpe y camino hacia ellos, extendiendo los brazos.
El de los tatuajes de serpientes sonríe.
—Llegas pronto, Sin. ¿Seguro que no quieres tus dos días extra de libertad?
Con los puños apretados, paso junto a ellos y entro por la puerta abierta, sin
molestarme en mirar atrás. Sigo al que supongo que es el líder por un pasillo
mientras los otros dos caminan detrás de mí.
Entramos en un ascensor y mi respiración se acelera. No por lo que estoy
haciendo, sino por lo que me dijo Tyson. Espero que el dolor sea tan insoportable
que nunca piense en ella con otro hombre.
El ascensor suena antes de que se abra la puerta. El aire helado llena la caja
metálica antes de que podamos salir. Mi aliento se convierte en una nube frente
a mi rostro. Huelo sangre. Fresca y vieja. Hay una sensación inquietante en el
404
aire. Casi como si hubiera almas atrapadas aquí abajo.
Caminamos por un estrecho pasillo y él abre una puerta de un empujón,
haciéndose a un lado para permitirme entrar primero.
Ingreso y me detengo al ver la habitación.
El tipo del tatuaje de la monja amordazada me da una palmada en la espalda,
soltando una risa siniestra.
—Nunca hemos tenido a alguien que se entregue voluntariamente. No será
tan divertido sabiendo que no opondrás resistencia.
Respiro profundamente y enderezo mis hombros. Esto es lo que he aceptado.
Por ella. Se lo merece. Yo merezco esto. No somos perdonados de nuestros
pecados solo porque somos Lords. En el mundo real, los Lords son dioses. Aquí
en Carnage, no eres nada. Desaparecido hace tiempo, un alma olvidada. No estoy
seguro de lo que mi esposa le dirá al mundo cuando le pregunten cómo morí. Y
honestamente, no importa. Eventualmente nadie sabrá que alguna vez existí.
—Quítate la camiseta —ordena Uno.
Levanto la mano, agarro la parte detrás de mí cuello y deslizo la camiseta por
encima de mi cabeza, tirándolo a un rincón.
Una mano golpea mi espalda desnuda y me empuja hacia el centro de la
habitación. Al girar, me empujan contra un poste de madera. El olor a sangre es
aún más fuerte aquí. Y a juzgar por los desagües colocados por todo el suelo de
concreto, supongo que se ha derramado mucha. Incluso hay mangueras
colgando del techo. Cuento al menos tres. Fácil de lavar un cuerpo. Quieres una
limpieza rápida y fácil después de quitar una vida.
Tiran de mis brazos y colocan unas esposas en cada muñeca, apretadas hasta
el punto de pellizcarme la piel y hacerme soltar un siseo. Mierda, mis manos se
entumecerán rápidamente.
Veo al otro caminar detrás de mí con algo colgando de la mano que llama mi
atención, pero está demasiado oscuro para que pueda verlo. Al segundo
siguiente, mete una mordaza de goma en mi boca, abriéndola de par en par.
Siento que la ajusta detrás de mi cabeza.
—Esto es para que no te muerdas la lengua —susurra sombríamente en mi
oreja—. Nos gusta escuchar los gritos. Sería una pena dejarte mudo tan pronto.
Otro cinturón de cuero rodea mi cuello, fijándolo al poste, antes de apretarme
hasta el punto de restringirme el aire, pero sin dejarme completamente sin 405
respiración. Intento ralentizar mi acelerado corazón y respirar profundamente
por la nariz.
El tipo que está frente a mí tira de una cadena desde un carrete en el techo.
El sonido resuena en la sala de concreto. En el extremo lleva un eslabón que
coloca alrededor de la cadena que une las esposas, enlazándolas. Tira
bruscamente de la cadena para soltarla y levanta mis brazos por encima de mi
cabeza. La posición inmoviliza mi cabeza entre los brazos. El pellizco que las
esposas causan en mis muñecas hace que muerda la mordaza.
Mis piernas están abiertas de par en par y suben las perneras de los
pantalones hasta mis pantorrillas, donde noto que las esposan con la misma
fuerza que las muñecas antes de encadenarlas al suelo. Un tercer cinturón rodea
mis caderas y las sujeta al poste.
No puedo mover ni un músculo. Apenas puedo respirar.
La puerta se abre y vislumbro a un hombre mayor que empuja un carro con
él. Parece que lleva instrumental médico. Mi respiración se acelera y mi corazón
late con fuerza mientras la saliva comienza a salir por la comisura de mis labios.
El tipo se detiene frente a mí y se pone un par de guantes. Luego toma el
estetoscopio que lleva al cuello y lo coloca en mi pecho. Escucha en silencio y
luego mira a uno de los hermanos y asiente. Un escalofrío recorre mi espalda
cuando el tipo con los tatuajes de serpientes alrededor de su cuello me sonríe.
El médico agarra una jeringuilla e introduce la punta en un vial, extrayendo
parte del líquido, y luego se gira hacia mí.
Mi cuerpo lucha involuntariamente contra las ataduras cuando toca mi pecho
con los dedos. Siento la piel de muñecas desgarrarse a causa de las esposas
antes de que la sangre comience a correr por mis brazos.
—Sentirás un pinchazo. —Clava la aguja en mi pecho, haciendo que la
habitación se llene con mi grito amordazado.
El l in g t o n
Pequeño demonio,
413
Capítulo 58
El l in g t o n
Llegamos a lo que mi padre llamaba una catedral. Nunca había estado aquí
antes, así que no estoy segura de por qué estamos aquí ahora, pero es
exactamente lo que esperaba. Vieja e inquietante, con su rosetón en el centro y
dos torres a cada lado. Hay una cruz fuera de lugar que cuelga boca abajo.
La puerta se abre y salto, haciéndome a un lado para que puedan sacar a Sin
por la parte de atrás. Los sigo adentro porque no sé adónde van.
Los sigo por unas escaleras hasta lo que parece ser un sótano donde nos
espera el médico de nuestra casa. El los ayuda a subir a Sin a una cama de
hospital. Esto parece un centro quirúrgico. Como uno de esos centros de
clasificación que se ven en las películas de guerra. 414
—¿Qué le hicieron? —finalmente logré preguntar. No estaba segura de querer
saberlo, pero ahora necesito saberlo. No lo entiendo. Su carta decía que quería
dejarme. ¿Por qué dejaría que le hicieran esto?
—Adrenalina. —Tyson es el que responde.
—¿Qué? —me tiembla la voz.
—Le pusieron una inyección de adrenalina. Directo al corazón. Lo hacen para
que no se desmaye. Dura unos veinte minutos. Le quitan la marca de los Lords
cortándosela. Y para evitar que se desangre, la cauterizan con la suya. Tres seis.
Uno por cada hermano.
Mis manos suben para cubrir mi rostro. Lágrimas frescas se derraman por
mis mejillas.
—¿Por qué le hicieron esto?
Los ojos de Tyson se suavizan mientras me observa.
—Se lo hacen a todos, Elli. Es su iniciación. Puede variar de una persona a
otra, porque no todos los que entran en Carnage llevan el escudo de los Lords,
pero a todos los marcan.
Mis ojos se mueven hacia mi padre, que está de pie junto a ellos, y miro su
pecho. Se había quitado la camisa para usarla con Sin. Efectivamente, veo los
tres seis en su pecho. Están cicatrizados, pero no se puede pasar por alto el
trabajo que hicieron.
—Una vez que se les pasa la adrenalina, bajan y se estrellan con bastante
fuerza —añade Gavin.
Mi mirada se dirige hacia él y veo que ya le ha puesto una vía intravenosa y
le está administrando algo.
—¿Qué es eso?
—Lo he sedado. Tengo que limpiar la herida y hacer un autoinjerto —
responde Gavin. Tyson le pasa unas tijeras y Gavin empieza a cortar por el muslo
de Sin, destrozando sus jeans ensangrentados para exponer su pierna a la
habitación.
Mi mirada se dirige a Tyson, necesito más explicaciones.
—Es un tipo de injerto de piel. Va a tomar un trozo de piel del muslo de Sin,
marcarlo con el escudo de los Lords y luego volver a pegarlo sobre la marca que
le hicieron los hermanos.
—Usa la mía —casi grito, dando un paso adelante, sabiendo que puedo ser
de ayuda.
415
Ambos me miran con el ceño fruncido.
—Elli —empieza mi padre, pero se detiene cuando mis manos temblorosas se
dirigen a mis jeans. Los desabrocho y los bajo por mis piernas. Agarrando la
parte interior de mi muslo, giro la pierna lo mejor que puedo para mostrarles mi
marca.
—Tómalo.
Los tres se miran entre sí y luego vuelven a mirarme.
—Esto es lo que necesitas, ¿verdad? Úsalo.
Gavin frunce el ceño.
—¿De dónde lo sacaste?
Antes de que pueda responder, Tyson habla:
—Él la marcó con su anillo.
—Maldita sea. —Mi padre suspira.
—Pero puedes usarlo, ¿verdad? No lo cortes a él. —Estoy temblando. No
quiero verlo sufrir más. ¿Qué piel sustituirá al trozo que le quite Gavin? Parece
un círculo vicioso que no tiene buen final. Pueden quitarme la marca y él estará
entero. Una recuperación más rápida.
Tyson se acerca a mí, sube mis jeans y sostiene mis temblorosas manos entre
las suyas.
—Esto es importante, Elli. —Habla despacio, con calma. ¿Cómo puede estar
tan tranquilo ahora?—. Los Lords no pueden descubrir que Sin estuvo alguna
vez en Carnage.
—¿Y si lo hacen? —pregunto con los ojos muy abiertos. Mi mirada se dirige a
Sin, y mi corazón se rompe al verlo allí acostado. Nunca lo había visto tan
vulnerable. Quiero protegerlo. Como sea. Está cubierto de sangre. Parte está seca
en su piel; otras partes aún están frescas. No hay moretones ni cortes visibles,
aparte de los tres seis y los cortes alrededor de sus muñecas, que siguen
envueltas en trozos de la camisa de mi padre.
—No lo sabrán —me asegura Tyson, llamando mi atención, pero no le creo.
¿Cómo no lo van a saber? Lo saben todo.
—Aunque tienes el escudo de los Lords, es demasiado pequeño. El que
llevamos nosotros es de un tamaño mucho más grande. Lo siento, pero no
podemos usarlo. Tendremos que hacer uno nuevo.
Gavin vuelve a llamar mi atención cuando inclina la cabeza de Sin hacia atrás
416
y empieza a introducir un tubo por su garganta.
—¿Por qué haces eso? —Estoy a punto de caminar hacia el lado de la cama,
pero Tyson agarra mis hombros, deteniéndome, y me empuja hacia mi padre.
Envuelve sus manos alrededor de mis brazos y me mantiene en mi lugar
mientras Tyson se acerca a Sin y Gavin.
—Lo estoy intubando, para que su cuerpo no tenga que esforzarse tanto para
respirar mientras está sedado. —Sus ojos se encuentran con los míos durante
un segundo—. Merece un descanso.
Sin
Sin
429
Capítulo 60
Sin
El l in g t o n
435
Capítulo 61
Sin
Abofeteo al tipo que até a la silla. Su cabeza se mueve hacia la derecha antes
de levantarse. Parpadea y sus ojos verdes miran sin rumbo antes de posarse en
los míos.
—¿Qué...? —Da un tirón de la cuerda que ata sus manos al respaldo de la
silla y los tobillos a las patas.
Le doy otra bofetada solo porque puedo.
—Mierda —grita, mirándome. Sus ojos se agrandan y jadea. Sentado y rígido,
mira de mí a Tyson, que está de pie a mi lado—. Sin... estás muerto.
—Ya te gustaría. —Le doy un puñetazo tan fuerte esta vez que tira la silla
hacia atrás, inmovilizando sus brazos detrás de ella.
436
Sus gritos llenan la habitación y me acerco a él. Aprieto su estómago con mi
zapato y lo sujeto. Y para añadir más peso, apoyo mi cuerpo en él, apoyando el
antebrazo en mi muslo.
—De-ten-te —jadea—. Por favor.
—¿Dónde están los hermanos Spade? —Lo ignoro. Todavía estoy tratando de
averiguar qué diablos está pasando. Me llamaron. Pero cuando llegamos, Amelia
estaba muerta con una máscara y descubrimos que los otros dos enmascarados
son Chance y Holland... La mierda no cuadra.
—¿Quiénes? —Rechina los dientes, echa la cabeza hacia atrás y vuelve a
gritar. Su cuerpo lucha contra la posición en la que se encuentra sin tanta
suerte.
—Voy a cortar tu maldita garganta y ver cómo te ahogas en tu propia sangre
si no empiezas a hablar —le advierto, apretando más el pie en su estómago,
aplastando sus brazos debajo de la silla. Espero rompérselos—. Tyson. —
Extiendo la mano libre y él me tiende una navaja abierta.
La deslizo por el pecho de Chance, colocando la punta de la navaja en su
cuello justo debajo de su oreja y consigo unos dos centímetros antes de que grite.
—Para. Para. Por favor. Por favor, para. Por favor. De acuerdo. —Está
llorando.
Sonrío cuando veo el pequeño reguero de sangre que corre por el lado de su
cuello hasta la alfombra que tiene debajo.
—¿Dónde están los hermanos Spade? —Empecemos con algo fácil. Debería
haber sabido que no eran ellos cuando salimos del pasillo. Los hermanos no son
tan condenadamente estúpidos.
—No sé quién es. —Está sollozando, la saliva vuela de su boca, solo para
aterrizar en su rostro—. Lo... juro.
Miro a Tyson y se encoge de hombros. Echo un vistazo rápido a Holland y
sigue fuera de sí. Su rostro está destrozado por la pistola de Tyson.
—De acuerdo, probemos esto. —Quito el pie de su estómago y respira hondo
antes de sollozar por el gran peso que ya no tiene—. ¿Por qué diablos está Amelia
muerta al final de las escaleras?
—Elli la mató. —Confirma lo que ya pensaba.
—¿Tuviste algo que ver con eso? —Si no, ¿por qué demonios iba a estar aquí
esa perra?
Asiente. 437
—Explícamelo —exijo.
Chance traga saliva.
—Tu padre vino a verme. Me exigió que me asegurara de que no persiguieras
a Elli.
—¿Fue antes o después de que hicieras un trato conmigo? —pregunto.
Cierra los ojos con fuerza y suelta un suave sollozo.
—Antes.
—Así que por eso acudiste a mí. —Asiento, soltando una risa áspera—. Hiciste
un trato con mi padre y fingiste ayudarme.
—Siempre se supuso que me casaría con ella —se apresura a decir—. Cuando
James estaba vivo. Él y Linc me traían... me hacían mirar.
—¿Qué diablos quieres decir con que te hicieron mirar? —grito. Algo me dice
que él no tenía ningún problema en verla hacer cualquier cosa.
—James esperaría hasta que ella estuviera jodida. Le daba órdenes. La
convertía en una puta esclava y ella hacía todo lo que él quería. Me hicieron
mirar porque Linc dijo que la estaba entrenando para mí.
Doy unos pasos, cerrando el pequeño espacio que nos separa, y pateo su
rostro como si fuera el pateador de un equipo de la NFL y este partido dependiera
de mí.
Su cabeza se inclina hacia un lado y la sangre salpica el suelo. Empieza a
ahogarse y su cuerpo se convulsiona.
Me agacho, levanto la silla y la pongo en posición vertical. Agarro su rostro
destrozado, pellizco su piel ensangrentada y le exijo:
—Sigue. —Lo único que me alegra haber mantenido en secreto es que Elli y
yo estábamos casados. La llamé mi mujer un par de veces, pero nunca pareció
tomárselo en serio. Ahora sé por qué. Todo el tiempo pensó que se iba a quedar
con mi chica—. Habla. —Sacudo su rostro y escupe sangre de su labio partido.
—Yo... y Amelia les tendimos una trampa a ti y a Elli —respira
profundamente—, en Blackout aquella noche. Le di el vídeo que necesitaba para
enfrentarse a Elli en el baño. Necesitaba a Elli enfadada contigo. Si no, ella se
lanzaría contra otro. Por lo tanto, necesitábamos molestarte a ti. —Llora
suavemente—. De lo contrario, ella no iba a alejarse de ti. Necesitaba que te
alejaras de ella.
Pienso en sus palabras durante un segundo.
—Mi hermana mencionó el vídeo. —El maldito gime—. Incluso te pregunté
438
qué quiso decir con lo de James y Linc, y dijiste que no lo sabías.
—Lo siento. —Solloza, su cuerpo tiembla incontrolablemente.
—Lo sé. —Soltando su rostro, le doy una palmada en el pecho—. ¿Pero por
qué aquí? ¿Por qué esta noche? Dijiste que me dabas por muerto. —Froto mi
barbilla.
Asiente, sorbiéndose los mocos.
—Recibí un mensaje de que habías muerto...
—¿De quién? —exijo, haciéndolo saltar.
—Era un número desconocido. —Llora—. Pensé que eran los Lords.
—¿Y?
—Y llamé a Holland, preguntándole si era él quien lo había enviado. —Se
detiene para tomar aliento—. Dijo que no, pero que estaba en deuda con Elli por
lo que le hiciste a Marcus por su culpa. Y como estabas muerto... —No termina
la frase. Pero puedo atar cabos.
Tomo la navaja y apuñalo su muslo. Echa la cabeza hacia atrás, gritando.
—Concéntrate, Chance. —Golpeo su rostro ensangrentado lo suficiente para
llamar su atención—. Presta atención.
Sus ojos inyectados en sangre se encuentran con los míos, la saliva corre por
sus labios reventados mientras muestra los dientes por el dolor. Retiro la navaja,
haciéndolo sollozar.
—Entonces, ¿qué? ¿Cómo sabían que estaba aquí?
—Llevamos más de una hora esperando a que volviera a casa. Holland y yo
estábamos aquí. Amelia estaba en la otra casa. Sabíamos que una vez que le
notificaran que habías muerto, volvería a casa. —Aspirando profundamente,
cuelga la cabeza.
Miro a Tyson, que ha permanecido en silencio mientras obtenía la información
que necesitaba, y finalmente habla:
—¿Con qué la drogaron?
—Éxtasis —dice con voz temblorosa.
—¿Le diste algo más? —pregunto rechinando los dientes. No quiero que pase
otros dos días infernales como la última vez. Fue una tortura para ella y para
mí, no poder ayudarla. Estar indefenso ante la persona que amas es otro tipo de
infierno. 439
—No. —Me mira a través de sus pestañas húmedas y arqueo una ceja—. Te
lo juro. Solo queríamos que...
—¿Queríamos qué? —Tyson suelta un chasquido, listo para acabar con esto.
—Que suplicara. —Cuelga la cabeza—. No muerta.
—Tyson. —Le hago un gesto con la cabeza hacia Chance, y él camina detrás
de él.
Chance levanta la cabeza y me mira con los ojos muy abiertos.
—No lo sabía —se apresura a decir—. Estabas muerto.
—Y sin embargo, aquí estoy. —Extiendo los brazos.
Tyson agarra el cabello de Chance y tira de su cabeza hacia atrás. Paso la
punta de la hoja lentamente por su cuello, haciendo exactamente lo que dije que
haría. Retrocedo y miro al bastardo desangrarse en el suelo con una sonrisa en
mi rostro.
Capítulo 62
Sin
El l in g t o n
Abro los ojos, un poco confundida, pero solo tardo un segundo en darme
cuenta de que estoy de nuevo en casa. La luz de la mañana se filtra por la
ventana. Miro a mi derecha y veo a Sin boca abajo, con los brazos bajo la
almohada, profundamente dormido. Recuerdo fragmentos de la noche anterior.
Como en la bañera: él lavándome y yo llorando, confundida por su presencia. Me
dijeron que había muerto. Él seguía asegurándome que no se iba a ir a ninguna
parte y que yo estaba a salvo mientras lo abrazaba con fuerza. Tenía miedo de
dejarlo marchar. De que desapareciera.
444
Tengo un ligero dolor de cabeza, pero aparte de eso, me encuentro bien. Me
meto debajo de las sábanas, paso mis manos por mi cuerpo, para encontrarme
desnuda y me pregunto si tuvimos sexo. Si es así, no me acuerdo. Siento el
cuerpo tenso, me duelen los músculos. Pueden haber sido las drogas o un buen
polvo.
La idea me hace bajar la mano entre mis piernas. Paso los dedos sobre mi
coño y estoy mojada. Muy mojada. Mi coño suplica que lo follen. Para venirse.
Meto un dedo y me decepciono al no sentir dolor. Que mi esposo no se
aprovechara de mí anoche mientras estaba jodida. Probablemente porque estaba
demasiado cansado. O tal vez estaba herido. Pasó por muchas cosas en Carnage.
Mirándolo una vez más, muerdo mi labio. No quiero despertarlo. Tiene que
estar agotado. Rodando en dirección contraria, abro el cajón superior de mi
mesita de noche y saco mi vibrador plateado. Ahora mismo esto servirá.
Acostada boca arriba, lo meto entre mis piernas y lo enciendo. Se me escapa
un gemido, tapo mi boca con la mano libre y echo un vistazo a Sin. Por suerte,
no se movió.
Cierro las piernas, intentando ahogar el sonido vibrante. Funciona un poco,
pero aún se escucha lo potente que es. Lo froto hacia delante y hacia atrás sobre
mi piercing. No necesito un orgasmo estremecedor, solo algo que me mantenga
unos días, quizá una semana. Lo que tarde en recuperarse de lo de los hermanos
Spade. Me pregunto si los mató...
Aparto ese pensamiento de mi mente y respiro profundo. Concéntrate, Elli.
Piensa en Sin, atándote en el sótano. Mi clítoris palpita. Eso es. Forzando su
polla en mi garganta. Trago saliva al pensarlo, imaginando la saliva escapando
por la comisura de mi boca mientras me dice que soy su buena chica y lo bien
que lo aguanto.
Arqueo la espalda, mi mano mueve el vibrador más deprisa. Mis dedos se
hunden más en mis mejillas para mantenerme en silencio.
Mi respiración se entrecorta y mi cuerpo se pone rígido. Me vengo,
mordiéndome la lengua, y luego me relajo en la cama. Me quedo un segundo
mirando al techo, con el vibrador aún en mi mano, pero lejos de mi coño.
Extiendo la mano, lo dejo sobre la mesita y cierro los ojos. Ruedo hacia el otro
lado, suspiro, me acomodo y abro los ojos.
Suspiro y miro unos ojos azules. Muerdo mi labio con nerviosismo, sabiendo
que probablemente acaba de ver cómo me masturbo. 445
—Buenos días —digo—. ¿Cómo te encuentras?
Extiende la mano, agarrando la parte de atrás de mi cuello y me hace rodar
sobre mi estómago antes de que pueda reaccionar. Mi cuerpo está demasiado
flojo en este momento. Todavía siento los efectos del éxtasis, por no hablar del
orgasmo que acabo de tener. Sus rodillas separan piernas sin esfuerzo y me
obliga a levantar mi trasero.
—Sin...
Me da una palmada en el culo.
—He visto cómo te excitabas, pequeño demonio.
Gimo, con los dedos clavados en la sábana ajustable.
—Eso no volverá a suceder. —Sus nudillos recorren mi coño expuesto,
cubriendo sus dedos con mi excitación. Luego desaparecen y escucho chuparlos
un segundo después—. Me encanta desayunar el sabor de mi esposa —
murmura, haciéndome gemir—. ¿Quieres venirte, Elli? Haré que te vengas.
Pídemelo amablemente. —Golpea mi coño, haciéndome gritar, e intento
apartarme de él, pero su mano envuelta en mi nuca me mantiene inmovilizada.
—¿Por favor? —musito.
—Otra vez. —Abofetea mi coño.
Jadeo.
—Por favor... haz que me venga.
Introduce dos dedos hasta el fondo y yo empujo contra ellos mientras él añade
otro, abriendo mi coño.
—Sabes que una vez te vi atarte y venirte.
—Oh, Dios. —Me balanceo contra sus dedos al escuchar sus palabras,
haciendo que mi coño se apriete alrededor de ellos.
—Tenía tantas ganas de sujetarte y follarme esa boca tuya. Castigarte por
tocar lo que es mío. —Retira los dedos y me tenso, pensando que va a
abofetearme de nuevo, pero en lugar de eso siento su polla contra mi coño antes
de que empuje dentro de mí, haciendo que mi respiración se entrecorte. Se
inclina hacia delante, se apoya en mi cuerpo, acerca la boca a mi oreja y suelta
un gemido mientras me penetra profundamente, abriéndome de par en par para
acomodar su enorme tamaño. Susurra—: A partir de ahora, si te masturbas,
serás castigada, Elli. ¿Lo has entendido? —Retrocede y me embiste con fuerza.
—Sí —grito.
—Soy dueño de este coño, este culo y esta boca. —Retira las caderas y vuelve 446
a empujar hacia delante, haciendo que la cama choque contra la pared—. Dilo
—me ordena, agarrando mi cabello con una de sus manos y apretándolo con
fuerza, haciéndome gemir—. Di soy tuya, Sin.
—Soy... tuya, Sin. —Jadeo, lamiendo mis labios—. Por favor, haz que me
venga — añado, con esa sensación creciendo una vez más.
Besa suavemente un lado de mi rostro mientras su mano libre se desliza por
debajo de mí y rodea mi garganta.
—Te vendrás, pequeño demonio —gimo—. En mi polla, luego en mis dedos y
por último en mi rostro. —Su mano aprieta, quitándome el poco aire que tenía—
. Vamos a pasar todo el día en esta cama y me aseguraré de que nunca olvides
que eres mía.
Epílogo
Sin
El l in g t o n
Hace un mes que nos fuimos de vacaciones. No hemos parado desde que
volvimos. Pero no me gustaría que fuera de otra manera. Sonriendo, miro mi
anillo de boda. Sin siempre será mi diablo. Y yo siempre seré su pequeño
demonio que elegirá arder con él. Es lo que somos. 452
Una mano sube y baja por mi muslo y sonrío, mirando a Sin, que está sentado
a mi lado. Hemos invitado a mi padre a comer. Él está sentado frente a nosotros
en la mesa de la cocina.
—No lo entiendo. —Sacude la cabeza y lee los papeles que tiene frente a él.
—La vendí —le explico—. Sin ha transferido el dinero a tu cuenta. —Mi
marido le pasa el recibo de la transferencia por la mesa—. Es todo tuyo —añado.
Mi padre me mira y luego mira a Sin. Sus ojos azules se humedecen y mi
pecho se oprime.
—¿Por qué hiciste eso? —pregunta en voz baja.
—Era tu casa —respondo. Compró esa mansión cuando mi madre estaba
embarazada de mí. Volví a esa casa, allí ocurrieron tantas cosas buenas, pero
nunca volvió a ser la misma después de que asesinaran a su hermano. Allí
ocurrieron tantas cosas malas. No me sirve de nada, y sé que a él tampoco. Sin
y yo decidimos que esto es lo que queríamos hacer con él.
—Te mereces un nuevo comienzo —le dice Sin—. Tú y Tamara.
Mi padre está enamorado. La conocimos hace unas semanas y es genial. Nos
dice que planea casarse con ella. Espero que ella pueda hacerlo feliz. Que sea la
esposa que él se merece.
Toma el recibo y suspira. Había pagado en efectivo por esa casa. Fue hace
mucho tiempo, pero entonces aún costaba millones. La madre de Sin pudo
venderla por más del precio de venta, que era superior a lo que mi padre pagó
por ella hace tantos años. Ya no es un Lord y con eso viene una vida diferente
para él. Una que no se merece. Queremos ayudarlo en todo lo posible.
—Yo... no sé qué decir —susurra.
—Di que te quedarás en Pensilvania. —Ese es mi mayor miedo. Que se vaya
y no pueda verlo tan a menudo como quiero. Sé que es egoísta por mi parte, pero
quiero que forme parte de nuestras vidas y de las de nuestros hijos. Quiero que
mi familia tenga la vida que a mí me hubiera gustado tener. Rodeada de mucho
amor y apoyo.
Se levanta de su asiento y camina alrededor de la mesa. Me levanto y me da
un fuerte abrazo.
—No me iré, Elli —dice bruscamente, y siento que mis ojos se llenan de
lágrimas. Sus brazos me abrazan con más fuerza—. No me iré a ninguna parte.
—Me suelta, se acerca a Sin y comparten un abrazo de hombres. 453
Siento la primera lágrima correr por mi rostro mientras sonrío. Esto es lo que
siempre quise. Ser amada y sentirme segura.
Epílogo II
Sin
Fin
458
459
Adelanto
La ik yn
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Shantel es una de las autoras más vendidas de USA Today y Wall Street
Journal. Vive en Oklahoma con su novio del instituto, que es un esposo
maravilloso y comprensivo, y sus dos hijas. Le encanta pasar tiempo
acurrucada en el sofá con un buen libro. Aunque le apasiona escribir, su
familia es lo más importante para ella.
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