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DE LA SENTENCIA
Tiene origen en diciembre de 2014 cuando la defensa de Alfonso Del Cristo Hilsaca
Eljaude, solicito al centro de servicios judiciales, celebración de audiencia de
revocatoria de la medida de aseguramiento, dicha diligencia fue programada para
el 19 de diciembre de 2014, teniendo en cuenta que fue manipulado el reparto para
que la mencionada audiencia fuese asignada al hoy ex funcionario Edwin Ricardo
Volpe Iglesias.
Así las cosas, Edwin Ricardo limito las facultades del fiscal dándole únicamente
relevancia a la posición probatoria de la defensa, encuadrando la decisión
únicamente a lo presentado y mencionado por el abogado de Alfonso del Cristo, por
lo cual el ente acusador presento el recurso de apelación.
Una vez apelada la desición, el caso fue repartido al juzgado cuarto penal del
circuito del mismo distrito judicial, tomándolo la hoy ex funcionaria Gloria Amparo
Giraldo Ruiz, la cual sin ninguna argumentación y sustento jurídico confirmo la
revocatoria de la medida, dejando a un lado el deber de verificar los medios
probatorios aportados en la diligencia, y lo enunciado por el juez Edwin Ricardo.
Es así como el caso llega al tribunal superior del Distrito judicial de Barranquilla,
quien adelanto las respectivas etapas procesales.
Para el 30 de junio de 2021 la Sala de Decisión penal del Distrito judicial de
Barranquilla condeno a los procesados por el delito de prevaricato por acción
agravado, para Edwin Ricardo 57 meses de prisión , 87.49 SMLM a título de multa
y a 87 de mes de inhabilidad en el ejercicio de derechos y funciones públicas, no lo
condeno con pérdida del empleo porque en otro proceso esa pena ya le había sido
impuesta, por otra parte a Gloria Giraldo le impuso 48 meses de prisión, 66.66
SMLM a título de multa, 80 meses de inhabilidad en el ejercicio de derechos y
funciones públicas y finalmente la pérdida del cargo público.
Así las cosas, la Corte niega la solicitud de nulidad elevada por la ex funcionaria
Gloria Giraldo, y confirma la sentencia proferida el 30 de junio de 2021 emitida por
la Sala de Decisión Penal del Tribunal Superior de Barranquilla, mediante el cual
condeno a los acusados por prevaricato por acción agravado.
Asi las cosas la detención preventiva se debe dar en caso excepcional, siempre y
cuando se cumplan los estándares probatorios y se ajuste a la ley.
Esto entonces conlleva a analizar la decisión que tomo la corte respecto a los ex
funcionarios Gloria Giraldo y Edwin Volpe, surgiendo de esta manera el
interrogante ¿ fue correcto la decisión de los jueces en mención al decretar la
revocatoria de la medida de aseguramiento?
Tanto la revocatoria, entendida como el acto jurídico que deja sin efecto otro acto
por decisión judicial, como la sustitución o cambio de la medida de aseguramiento
por otra, constituyen instrumentos jurídico procesales destinados a preservar y
garantizar el derecho a la libertad individual consagrada expresamente en el
artículo 28 Superior, toda vez que llevan implícita la posibilidad de restablecer o
recobrar la libertad que ha sido restringida legítimamente dentro del curso del
proceso penal, una vez sea aportado ante el juez de garantías el soporte fáctico que
desvirtúe los requisitos legales que dieron lugar a la imposición de la medida de
aseguramiento.
Hay que precisar que se demostró que Volpe, no actuó imparcialmente dentro del
respectivo proceso, toda vez que se apoyó en su conocimiento personal, usando
este conocimiento privado del juez en la decisión.
Por otra parte motivo su decisión sin realizar una valoración completa de los
medios de conocimiento, dejando a un lado su experiencia en cuanto a que se debe
tener en ecuenta para la revocatoria de la medida que el medio de conocimiento
descarte, no que genere dudas sobre el actuar o participación, asi mismo la
necesidad que había de tener presente los medios aportados por la fiscalía, toda vez
que era necesario para darle claridad al proceso, luego entonces, se desdibuja la
categoría de imparcialidad que todo juez incluyendo el juez de control de garantías
debe ostentar.
Desde un punto de vista general, el principio del juez integral implica que el
proceso penal se identifica como un ámbito funcional sujeto a las categorías de
legalidad, independencia, autonomía, imparcialidad, doble instancia, motivación y
responsabilidad. De acuerdo con esto el juez debe someterse únicamente a la ley en
sentido aplio y, por tanto, comprensivo de los estándares minimos impuestos por la
comunidad internacional, la constitución política, y el producto del proceso
legislativo- y debe estar predeterminado por ella; debe contar con un adecuado
proceso de nombramiento, con una duración establecida en el cargo y con una
garantía contra presiones externas; no debe tener ideas preconcebidas en los casos
que tramita y no debe actuar de forma tal que promueva el interés de una de las
partes.
Por otra parte se analiza el actuar de Gloria Giraldo quien sin argumento alguno
confirma lo estimado por el primer juez, pese a su experiencia en el cargo y su
responsabilidad que tenía en su momento.
Es apropiado mencionar que toda providencia debe estar motivada y que uno de los
requisitos fundamentales para la aplicación del debido proceso es que el juez, en
este caso el de control de garantías argumente la decisión, desde el punto de vista,
legal doctrinario o jurisprudencial, en aras de garantizar un adecuado proceso a las
partes y así evitar que dicha providencia pueda ser prevaricadora.
Así, el juez de control de garantías, quien siempre tendrá que desplegar un
cuidadoso y certero análisis en todas sus decisiones, esto de cara a una adecuada
interpretación de la norma, lo cual garantiza el cumplimiento de derechos en el
proceso.
En cuanto al caso concreto, manifestó que la propia Corte Suprema de Justicia, ha
reconocido que el deber de debida motivación que recae sobre el juez para
fundamentar de fondo cualquiera de sus decisiones, es una exigencia constitucional
ya que las decisiones que éste profiera no pueden ser ambiguas y además debe
responder clara, expresa y suficientemente los planteamientos expuestos por los
sujetos procesales.
En efecto, los actos del juez de garantías deben estar enmarcados en las
necesidades del procedimiento penal y en los principios que ilustran dichos
procesos dentro de sus competencias legales y constitucionales como cualquier otra
autoridad judicial, salvo que, como se dijo, observe un yerro que afecte de manera
ostensible y grave los derechos fundamentales de los involucrados o resulte
imperiosa la necesidad de dar prevalencia a los preceptos constitucionales de
carácter sustancial sobre aquellos que rigen a los procedimientos.
Es asi entonces como se puede evidenciar que Gloria no cumplió con los
parámetros establecidos por la norma, ni con los principios y responsabilidades
que como funcionaria judicial y administradora de justicia le asistían.
Si bien es cierto que un juez de garantías debe velar por que se respeten los
derechos y garantías del procesado y sobre todo en el derecho a la libertad, de cara
a preservar la presunción de inocencia que le asiste al indiciado hasta en tanto
tenga una sentencia condenatoria si las pruebas lo ameritan.
A su vez, debe leerse en términos del art 8.2 de la CADH, que consagra la
presunción de inocencia y las garantías judiciales minimas, que, como se ha
indicado, guardan un vínculo inescindible con la libertad personal y ratifican la
posibilidad que las personas afronten el proceso penal en esa condición hasta tanto
se desvirtué.