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Introducción
En el presente módulo nos ocuparemos del análisis de las relaciones humanas conflictivas y sus
posibles soluciones a través del empleo de métodos de solución creados a lo largo de la historia.
Nos ocuparemos además del estudio de los métodos modernos de resolución de controversias.
Contemplaremos a la sentencia judicial y las diferentes fuentes del derecho persiguiendo explicar
cómo entendieron a las mismas las diferentes escuelas jurídicas.
La búsqueda de soluciones posibles nos lleva a estudiar los métodos empleados a lo largo de la
historia para luego ocuparnos de los métodos modernos, persiguiendo diferenciar las técnicas
autónomas de las heterónomas.
Contenidos de la unidad
En éste video nos convertiremos en testigos presenciales de una audiencia de mediación, una de las
técnicas de resolución de conflictos. Nuestro objetivo es tomar contacto con la implementación
práctica del método para que podamos analizarla con un espíritu crítico.
Relaciones jurídicas conflictivas
El ser humano es simultáneamente un ser social y antisocial que necesita vivir en comunidad
para realizarse plenamente, pero con frecuencia no ejerce sus funciones propias, no cumple con
sus deberes, y entra en controversias y pugnas con aquellos con los que convive. Cuando a
causa de las disputas las personas se sienten desprotegidas e inseguras frente al mundo,
contrariadas en sus relaciones personales y ajenas al proyecto común, la sociedad para poder
seguir funcionando, debe igualar las posibilidades para que todas las personas puedan vivir
dignamente, inculcando ciertos patrones de conducta y procurando que todos colaboren para
alcanzar los fines sociales.
Conflicto
Un conflicto es una relación jurídica que posee un sentido disvalioso y un significado normativo claramente
ilícito o al menos controvertido. Se trata de un tramo de conducta compartida que, habiendo comenzado
sobre la base de una buena avenencia y entendimiento, se torna luego conflictivo. En toda desavenencia las
partes vivencian directamente la injusticia, por la discordia y falta de paz, al tiempo que reclaman el
ejercicio del poder que lo solucione.
A ese tramo de conducta compartida con valor negativo las normas le proveen su significado jurídico
objetivo, aunque no siempre con absoluta precisión y claridad.
A lo largo de la historia se fueron buscando distintas formas de dar solución a los conflictos referidos.
En la antigüedad los conflictos se resolvieron mediante la venganza privada. Por este método
primitivo el agredido, o su grupo de pertenencia, devolvían la agresión al victimario. Este sistema de
resolución de conflictos presenta más inconvenientes que ventajas. En general la víctima
exacerbada, suele devolver una agresión mayor que la padecida, de esta forma pasa a ser victimario
de su agresor quien, más exaltado todavía, intenta retribuirle una agresión aún superior, generando
de esta forma una escalada de violencia que en vez de resolver el conflicto lo agrava.
La venganza privada en vez de solucionar las desavenencias las profundiza, por eso los pueblos
antiguos prescribieron el talión como limite al ejercicio de la justicia salvaje. La ley del talión se
basaba en el principio de que al delincuente se le debía inferir el mismo mal que él le había causado
a la víctima. Este sistema al introducir el concepto de proporcionalidad de la pena, supuso un avance
frente a la venganza incontrolada, aunque su aplicación continúo estando en las manos del ofendido
y no en las de un juez.
En la venganza privada no prima la fuerza de la razón sino la razón de la fuerza, por eso los pueblos
antiguos primero la limitaron mediante el talión y luego la abandonaron, delegando entonces la tarea
de resolver los conflictos más graves en una persona o grupo de personas que gozaban de prestigio
social –generalmente el jefe de la comunidad, el pater familias romano, el rey, o un consejo de
ancianos–, manteniendo la autonomía de la voluntad de los damnificados sólo para solucionar las
contiendas menores.
Métodos modernos de resolución de controversias
Actualmente existen formas más evolucionadas de resolver los conflictos. Algunas dependen
totalmente de la voluntad negociadora y conciliadora de las partes en pugna; otras consisten en
acatar una solución impuesta por un árbitro elegido libremente por los contendientes; y si las partes
ni siquiera pudieran ponerse de acuerdo para elegir quién va a resolver su disputa, la tarea recae
entonces en los órganos jurisdiccionales del Estado que para restaurar la paz ejercen el poder
estableciendo normas individuales y coactivas llamadas sentencias.
Negociar significa etimológicamente negar el ocio, ponerse en actividad asumiendo personalmente la tarea
de solucionar el conflicto creando, en ejercicio de la autonomía de la voluntad, una norma particular de
carácter contractual. Podrán negociarse todos aquellos casos que pueden ser objeto de transacción.
El art. 1641 del CCyC dice que “La transacción es un contrato por el cual las partes, para evitar un litigio, o
ponerle fin, haciéndose concesiones recíprocas, extinguen obligaciones dudosas o litigiosas”.
Los acuerdos transaccionales a los que arriban libremente las partes para solucionar sus conflictos poseen:
a) el efecto de cosa juzgada en razón de los dispuesto por el art. 1642 del CCyC, lo que significa que las
convenciones pactadas en el acuerdo transaccional no pueden volver a discutirse por las partes; y,
b) la fuerza ejecutoria derivada de su carácter contractual en virtud de lo dispone el art. 959 del mismo
cuerpo legal, por la que el Estado pone a disposición de cualquiera de las partes la fuerza pública que
monopoliza para obligar a la otra a cumplir lo convenido.
Según nuestro parecer no hay diferencias técnicas sustanciales entre la mediación y la conciliación, por
eso a ésta última la asimilamos a la primera.
Negociación directa es la que se da cuando las partes en conflicto logran arribar a una transacción
que soluciona el problema de forma satisfactoria para todos los contendientes. La denominamos
técnica autónoma porque depende de la autonomía de voluntad, la facultad de señorío de los
sujetos en pugna que, mediante el diálogo y haciéndose recíprocas concesiones, logran poner fin a la
desavenencia creando una norma particular de carácter contractual. Así, si una persona al realizar
reformas en su propiedad provoca daños en la del vecino, pero ambos logran establecer un dialogo,
negociar y convenir una forma para que el damnificado sea resarcido, el conflicto queda
solucionado merced al acuerdo transaccional al que autónomamente las partes han arribado.
Negociación indirecta se da cuando una o varias de las partes en conflicto, por imposibilidad o
incapacidad para negociar, no pueden arribar por si solas a una transacción y recurren a un tercero
para que los represente y solucione satisfactoriamente su disputa. También es una técnica
autónoma porque depende de la voluntad de los sujetos en pugna comisionar a alguien idóneo –
generalmente un abogado– para que actuando por ellos, exija y haga las concesiones necesarias
para arribar a una transacción. En el ejemplo anterior si una o las dos partes por razones de edad,
falta de instrucción o simplemente ausencia, no pudieran negociar personalmente podrían encargar
esta tarea a terceros que solucionen por ellos el conflicto mediante un contrato de transacción.
Negociación asistida o mediación se da cuando las partes en conflicto, imposibilitadas para
negociar personalmente o por medio de sus representantes, solicitan la colaboración de un tercero
neutral técnicamente entrenado para ayudarlos a arribar a una transacción satisfactoria. También
aquí estamos en presencia de un método autónomo porque, aunque medie un tercero que coadyuva
a la negociación, en última instancia la solución del conflicto depende de la autonomía de la
voluntad de las partes en pugna. En el ejemplo anterior, si los vecinos no pudieran negociar pero
tuvieran al menos el interés de hacerlo, podrían ponerse de acuerdo para solicitar la colaboración de
un experto en negociación llamado mediador para que los ayude a arribar a un contrato de
transacción.
El arbitraje es una técnica de solución de controversias mediante la cual, para ciertos supuestos la
ley autoriza a la partes a elegir a un tercero para que, ejerciendo una jurisdicción limitada, entienda
en el problema y ponga fin a la contienda creando una norma particular llamada laudo. La
denominamos técnica parcialmente autónoma porque la controversia la resuelve un juez
elegido por las partes, denominado árbitro para distinguirlo de los órganos jurisdiccionales del
Estado que gozan de una jurisdicción plena.
El árbitro recibe sus facultades directamente de las partes y sólo con relación a ellas reviste el
carácter de juez, no pudiendo pronunciarse más que sobre las cuestiones propuestas.
Pueden someterse a arbitraje todas las cuestiones que pueden ser objeto de transacción, la que sólo
es permitida respecto de intereses pecuniarios. Según lo establecido por el art. 1651 del CCyC
“Quedan excluidas del contrato de arbitraje las siguientes materias:
1) de derecho que es aquel en que el árbitro, actuando como órgano competente, siguiendo los
procedimientos y respetando los contenidos previstos por las leyes, emite una norma particular
válida y ejecutable mediante el auxilio jurisdiccional denominada laudo arbitral; y
2) de amigables componedores es aquel en que los árbitros no están sujetos a las normas
procesales y resuelven según su leal saber y entender. A pesar de la mayor libertad y
discrecionalidad que poseen en la búsqueda de la solución del conflicto, igualmente deben respetar
las normas constitucionales del debido proceso legal.
Los distintos tipos de arbitraje que mencionados corresponden a lo que se denomina el arbitraje
interno o doméstico. Pero cuando la controversia excede los límites de un Estado se la resuelve
mediante un arbitraje internacional. Por ejemplo, cuando las partes al tiempo de la celebración del
acuerdo tuvieran sus establecimientos o domicilios en Estados diferentes, o también cuando el
cumplimiento de un parte sustancial de las obligaciones excediera los límites de un Estado
(Leonardi de Herbón y Feldstein de Cardenas, 1994:28).
La imposición jurisdiccional de esta norma particular es el acto por el cual el Estado resuelve
con carácter definitivo un conflicto, para ello la sentencia está investida de la autoridad de la
cosa juzgada y de fuerza ejecutoria. Por la primera las decisiones de los jueces no pueden
volver a discutirse por las partes y, por la segunda el Estado pone la fuerza pública que
monopoliza a disposición del vencedor para obligar al perdedor a cumplir el fallo (Alsina, 1963,
I:32).
a) directamente para resolver disputas –salvo en los casos de mediación o conciliación previa
obligatoria–;
b) después que hayan fracasado una o varias de las técnicas autónomas de resolución de las
controversias;
c) para exigir el cumplimiento forzado de los acuerdos contractuales o laudos arbitrales
incumplidos; y,
d) en aquellos supuestos para los que la ley sólo prevé como medio para resolver el conflicto la
instauración de un proceso judicial.
La sentencia judicial
Las leyes son establecidas y las costumbres generadas para ser aplicadas a los casos concretos.
Como la primera posibilidad que se le presenta a cada persona es la de cumplir con su propio deber,
lo habitual, lo que sucede en la inmensa mayoría de los casos, es que esa aplicación se produzca
espontáneamente, que la prestación sea voluntariamente realizada por el sujeto obligado. Pero para
el caso en que éste no cumpla con su deber, el titular del derecho subjetivo dispone de la facultad
para accionar provocando la intervención de los órganos jurisdiccionales para que se haga justicia.
Debemos aclarar que estamos empleando el término acción no con el significado de mínimo tramo de
conducta, sino con el sentido de modo de hacer valer los derechos, una acepción técnica que, originada en la
actio del Derecho romano, mantiene plena vigencia en el Derecho procesal. “La acción –decía el jurista
Celso– no es otra cosa más que el derecho de perseguir en juicio lo que a uno se le debe” (D. 44.7.51).
Como consecuencia de la prohibición de hacerse justicia por propia mano y de haber asumido el Estado la
función jurisdiccional, la acción es el derecho subjetivo que faculta a una persona a requerir la intervención
del Estado al efecto de efectivizar su pretensión jurídica.
A-La sentencia es un acto procesal:
La sentencia como acto jurídico procesal consiste en la aplicación de una norma general, llevada a
cabo por un órgano jurisdiccional del Estado, declarando la protección que aquella le acuerda a un
determinado derecho subjetivo, cuando existen intereses en actual o potencial conflicto.
En un sentido amplio la palabra sentencia designa genéricamente todo acto de aplicación del
derecho objetivo mediante la cual un juez o tribunal competente resuelve las peticiones de las partes
o dispone medidas procesales. De acuerdo al contenido de la decisión esa actividad jurisdiccional
puede resolver una cuestión incidental planteada durante la tramitación del proceso –sentencia
interlocutoria– o dirimir el conflicto poniendo fin al juicio –sentencia definitiva–.
La sentencia, cuando es definitiva pone fin al conflicto dirimiendo las cuestiones debatidas, en
consecuencia es un modo de conclusión del proceso judicial.
1. extrínsecas, que son todos los requisitos externos que no se refieren a las cuestiones de fondo
controvertidas en el proceso; y,
2. intrínsecas, llamadas también elementos de la sentencia, que son las partes donde se tratan los temas
disputados, cuyo desarrollo y exposición debe responder a reglas uniformes exigidas por la leyes
procesales.
Formalidades extrínsecas
La sentencia como documento está destinada a constatar la expresión del juicio del magistrado sobre la
cuestión sometida a su decisión, y como tal reviste los caracteres de un instrumento público, pues se trata de
un acto otorgado por un funcionario público en ejercicio de sus atribuciones y en la forma que las leyes
prescriben (art. 290 del Código civil y comercial).
En este sentido toda sentencia para ser válida debe estar instrumentada por escrito, debe consignar la fecha
de su emisión y debe estar firmada por el juez o los jueces otorgantes.
1
Instrumentación: tanto en los procesos escritos como en los orales la sentencia debe expresarse por escrito,
en idioma castellano, por medios informáticos o mecánicos, en los mismos autos, con transcripción
cronológica en un protocolo especial, rubricado y foliado, llevado al efecto por el secretario, de donde se
podrán extraer luego los testimonios que sean necesarios.
2
Fecha: debe indicar con exactitud el día, mes y año en que fue dictada. La indicación completa de la fecha
permite verificar si fue emitida dentro del plazo fijado al juez para pronunciarse, y si el día que emitió la
sentencia era hábil o inhábil, ya que las actuaciones procesales, salvo excepciones, deben efectuarse en día
hábil bajo pena de nulidad.
3
Firma: debe llevar la firma completa del juez o los jueces que la pronunciaron, algunas leyes exigen además
que contenga la firma del secretario. Si falta la firma del juez, aunque la sentencia esté suscripta por el
secretario, carece de fuerza normativa. Esta omisión no puede ser subsanada por un tribunal superior.
C-Formalidades intrínsecas
Aunque muchas veces los tres elementos no se presenten claramente perfilados, toda sentencia debe
contener: resultandos, que sinteticen los hechos probados en autos; considerandos técnico jurídicos, que
son la expresión de la comprensión e interpretación objetiva de los hechos probados; y, fallo dispositivo de
la cuestión sometida a juicio.
1
1- Resultandos: es la primera parte de la sentencia donde se exponen los hechos, en ella se consigna
todo lo que resulta de los documentos y escritos que recogen las actuaciones de un procedimiento
judicial. El juez resume la demanda, la contestación, y todo el trámite del expediente, detallando: la
designación de las partes, el objeto del litigio, las distintas versiones de los hechos, la causa de la
pretensión, el fundamento jurídico, y la relación de todo el tramite probatorio.
2
2- Considerandos: es la parte donde el juez debe exponer la motivación de su decisión, las razones que
lo llevan a adoptar una determinada solución. Dentro de los considerandos podemos distinguir: a) el
examen de la prueba que detalla lo que resulta acreditado respecto de los hechos alegados por las
partes; b) la determinación de la norma aplicable con citación expresa de las leyes correspondientes,
debiendo integrarse la norma legal en caso de laguna; y, c) el examen de las condiciones de la acción
para determinar su procedencia (derecho: normas que amparan el caso; calidad de las partes:
legitimación activa y pasiva; y, en materia de derecho privado, el interés: requisito necesario para
poner en movimiento la actividad jurisdiccional, ya que sin interés no hay acción).
RATIO DECIDENDI: Los primeros son la razón para decidir, los argumentos que constituyen la base de la
decisión del tribunal, la motivación principal de la sentencia entendida como la formulación de la norma o
principio general que constituye su fundamentación necesaria, y que puede llegar a tener fuerza vinculante
más allá del caso (art. 3 del CCyC).
OBITER DICTUM: Los segundos son los razonamientos que corroboran la decisión principal, pero
carecen de poder vinculante, pues su naturaleza es meramente complementaria y son un simple criterio de
interpretación que sólo poseen fuerza persuasiva en función del prestigio y jerarquía del tribunal del que
emanan.
3
Debemos aclarar que toda sentencia debe contener necesariamente todas las formalidades extrínsecas e
intrínsecas consignadas. Sin embargo, aun cuando ninguno de los tres elementos pueda estar ausente,
muchas veces se presentan de manera indiferenciada. Así, mientras en las sentencias de primera instancia los
resultandos y considerandos aparecen claramente escindidos, con frecuencia no lo están en las sentencias de
los tribunales superiores que, redactadas de una manera más sintética, suelen remitirse a los resultandos de la
sentencia que motivó el recurso.
El Código civil y comercial en su art. 3° prescribe “El juez debe resolver los asuntos que sean sometidos a
su jurisdicción mediante una decisión razonablemente fundada.” El acto procesal documentado por escrito
mediante el cual el juez aplica la ley o la costumbre a un caso particular es, al mismo tiempo, un acto de
creación normativa. De esta forma los jueces al crear la norma individual que pone fin al conflicto están
cumpliendo “…la función propia que les toca al completar la creación escalonada del derecho” (Cossio,
1964:179; Recaséns Siches, 1956:209).
La sentencia constituye una norma distinta de la ley que aplica y del derecho que reconoce o acuerda ; es una
norma nueva que se incorpora al ordenamiento jurídico creando para las partes la obligación de acatarla.
La sentencia es una norma jurídica individual, válida y legítima, dictada por un juez competente, con
el fin de resolver tras el debido proceso, un caso conflictivo o controvertido.
Norma jurídica
La sentencia es una norma ética, una regla de conducta proyectiva que prescribe lo que debe ser. Dentro de
las normas éticas pertenece a la especie de las normas jurídicas, es decir, a aquella categoría de normas
bilaterales que no sólo imponen un deber a un sujeto, sino que al mismo tiempo autorizan a otro a exigirle
coactivamente el cumplimiento de lo que la regla prescribe. La sentencia como norma jurídica posee una
estructura lógica disyuntiva. Basándose en un conjunto de antecedentes consignados en los resultandos y
considerandos, prescribe un proceder como debido en el fallo que absuelve o condena y, expresa o
implícitamente, otro modo de actuar para el caso de incumplimiento –apercibimiento–.
Individual
A diferencia de las normas generales que prescriben lo que debe ser aludiendo a los sujetos destinatarios de
sus regulaciones como arquetipos y a sus conductas como categorías, la sentencia prescribe el proceder
concreto de las partes en juicio, es decir, referido personalmente a ellas y circunstanciado en tiempo y
lugar. Sin embargo, más adelante veremos como una sentencia, en la medida en que se torna ejemplar,
sienta jurisprudencia y adquiere cierto grado de generalidad.
Mientras la ley se refiere al locador y al locatario y prescribe que vencido el contrato de locación éste último
debe restituir el bien alquilado al primero, la sentencia condena en concreto a Juan a restituir a Pedro en el
plazo de diez días, el bien ubicado en la calle Magallanes 132, bajo apercibimiento de emplear la fuerza
pública para desalojarlo en caso de incumplimiento.
Válida y legítima
Al definir la equidad como el desempeño de la función propia del órgano jurisdiccional, explicamos que
consiste en resolver con justicia el caso particular aplicando para ello la norma general. Luego vimos
que la validez de toda norma, incluidas las sentencias, depende de su adecuada fundamentación en una
norma superior (art. 3° del CCyC). Por fin, establecimos que toda sentencia que no fuera el resultado de una
adecuada aplicación de la norma general, que no estuviera “razonablemente fundada”, podía ser recurrida
por arbitrariedad.
Si bien es necesario que toda sentencia esté formal y materialmente fundamentada en una o más normas
generales obligatorias –ley, costumbre y jurisprudencia–, ello no es suficiente ya que además debe ser
legítima, debe expresar un sentido axiológico de justicia de acuerdo con los valores sociales vigentes.
Dicho en otras palabras, los jueces no sólo deben cumplir con los requisitos previstos en las normas
superiores para crear normas individuales válidas, sino que además, con ello deben cumplir la expectativa
constitucional de “afianzar la justicia”.
Por juez debe entenderse el órgano jurisdiccional competente, que puede ser unipersonal –un juez
propiamente dicho– o colegiado –una cámara o corte). Según el órgano jurisdiccional que emite la sentencia,
ésta puede ser de primera instancia, de segunda instancia (o alzada), y aun superior, en los casos que el
ordenamiento jurídico lo permite.
La pretensión de los interesados de que se revise una sentencia se llama recurso. La sentencia que no puede
ser objeto de recurso alguno, porque los interesados no lo han interpuesto en término o porque el
ordenamiento jurídico no lo admite, se llama sentencia firme, o también sentencia pasada en autoridad de
cosa juzgada. La cosa juzgada es el principal efecto de la sentencia y constituye un resorte esencial del
sistema normativo por lo que será explicada en detalle en el siguiente punto.
Debido proceso
La sentencia que resuelve el conflicto debe estar precedida del debido proceso, deben haberse cumplido
todos los trámites prescriptos por las leyes con el fin de asegurar la inviolabilidad del derecho de defensa en
juicio garantizado por el art. 18 de la Constitución Nacional. La determinación de cuáles son los actos que
deben llevar adelante los operadores jurídicos para garantizar este derecho corresponde al Derecho procesal.
Excepcionalmente las leyes autorizan a los órganos jurisdiccionales a emitir decisiones de oficio, esto es, a
emitir resoluciones por propia iniciativa. Este proceder, sin embargo, no afecta la garantía que estudiamos,
porque en tales supuestos ese es el debido proceso. Obviamente, que cuando la sentencia queda firme ya no
puede válidamente revisarse si se ha cumplido con este requisito.
Referida al caso
La facultad de los jueces de emitir normas jurídicas se diferencia de los demás órganos estatales.
Los órganos estatales poseen libertad para valorar la oportunidad, el alcance y el contenido de las normas
generales que establecen, respetando siempre las normas superiores que regulan sus funciones.
Los jueces, en cambio, deben aguardar a que se produzca el caso, y sólo entonces podrán decidir dentro de
los límites determinados por éste.
El legislador cumpliendo los requisitos previstos en la Constitución para la creación de las leyes puede
establecer una norma general que prescriba que el deudor debe pagar lo debido al acreedor.
Pero el juez debe esperar a que una persona determinada accione; recién cuando José demande a Luis por el
cobro de cien mil pesos, el juez podrá emitir su sentencia rechazando la demanda o condenando Luis a
pagarle a José cualquier suma de dinero que no supere los mil pesos; sin embargo, no podrá condenar a Luis
a pagarle a otra persona, ni a pagar una suma mayor, ni tampoco podrá condenar a un tercero a pagarle esa
deuda a José.
Efectos de la sentencia
Cuando las personas que tienen un conflicto entablan un proceso judicial pretenden obtener del
órgano jurisdiccional una sentencia que decida definitivamente el litigio, de modo tal que la
cuestión no pueda volver a discutirse en el mismo juicio, ni en ningún otro posterior –non bis in
idem–, y que en caso de contener una condena, ésta pueda ser ejecutada sin nuevas revisiones.
Cosa juzgada
La expresión latina res iudicata significa cosa juzgada o juicio dado sobre la litis, y constituye el efecto
más importante de la sentencia: su validez y estabilidad definitivas respecto de las partes en litigio y con
relación a la concreta situación de hecho juzgada.
Explica Alsina “Por eso se dice que la cosa juzgada es el principal efecto de la sentencia: otorga a ésta la
autoridad de la ley, que se extiende no sólo a los mismos jueces, sino a todos los órganos del Estado; el
legislador no puede dictar una ley desconociendo el derecho que una sentencia admite, ni puede el Poder
ejecutivo negar su auxilio para su cumplimiento” (1961, IV:134).
1ª) una negativa para la parte condenada, o para aquél cuya demanda ha sido rechazada, ya que no podrá
volver a discutir la cuestión decidida en ese juicio, ni en ningún otro posterior; y,
2ª) una positiva para la parte cuyo derecho ha sido reconocido ya que le permite obrar en justicia sin que a
ningún juez o a otra autoridad le sea permitido desconocer la decisión tomada (Alsina, 1961, IV:123 y 124).
Para los romanos la cosa juzgada se fundamentaba en la exigencia práctica de asegurar la certidumbre en el
goce de los bienes.
Savigny, contra esa presunción, afirmó que la fuerza legal de la sentencia se fundaba en una ficción de
verdad creada para dar estabilidad a las relaciones jurídicas.
Desde entonces se han enunciado diversas teorías para fundamentar éste efecto de la sentencia, aunque
consideramos que la más acertada es la que sostiene que responde a “la necesidad de seguridad jurídica a
fin de dar estabilidad a las relaciones de derecho…” (D. 44, 2; 1879:166; Alsina, 1961, IV:130 y ss.).
Cuando la sentencia pasa en autoridad de cosa juzgada se la considera la solución jurídica que corresponde
al caso y la se tiene por verdadera –res iudicata pro veritate habetur–. La opinión que considere que una
sentencia firme es contra legem, por muy razonable que sea, constituye tan sólo un criterio particular de
quien lo emite. La realidad jurídica es que esa sentencia ha quedado incorporada al ordenamiento normativo
y que, de allí en más, prevalece jurídicamente frente a la opinión de cualquiera que la critique.
Según el grado de estabilidad que adquiera la sentencia podemos distinguir:
En la práctica puede haber cosa juzgada formal sin cosa juzgada material, pero no a la inversa,
porque la cosa juzgada material tiene como presupuesto la cosa juzgada formal. Así, una sentencia
definitiva dictada en juicio ordinario de daños y perjuicios que queda firme, produce cosa juzgada material
porque supone la inadmisibilidad de todo recurso –irrecurribilidad– y acarrea además la imposibilidad de
que esa decisión sea modificada –inmutabilidad–.
Fuerza ejecutoria
El objeto de la función jurisdiccional es ejercer el poder para mantener la paz en la coexistencia vinculada.
Por eso las personas que tienen un conflicto no deben hacer justicia por propia mano, sino que deben acudir
al órgano judicial competente para obtener una sentencia que decida la controversia.
Esta constituye una norma individual que lleva implícita una sanción, lo que supone, llegado el caso, la
posibilidad del empleo de la fuerza para lograr su aplicación.
De ahí que el juez no sólo tenga la facultad de conocer el litigio –notio–, y de resolverlo –iudicium–, sino
también de hacer cumplir lo decidido en la sentencia –executio–.
La fuerza ejecutoria es un efecto conexo al de la res iudicata, ya que sólo podrá exigirse coactivamente el
cumplimiento de las sentencias que tienen autoridad de cosa juzgada. En otras palabras, sólo podrá ser
forzado el cumplimiento de las sentencias que previamente hayan alcanzado estabilidad definitiva. Esta
característica se traduce en la fuerza que el derecho objetivo atribuye a los resultados del proceso
judicial, vale decir, en el respeto y subordinación exigidos por lo decidido en el juicio.
“Es hora de que comprendamos con toda claridad –decía Recaséns Siches– que, en definitiva, la expresión
última y máxima de lo jurídico es siempre la sentencia ejecutoria” (1985:172).
Debemos aclarar que no todas las sentencias que resuelven controversias son de condena. Las hay
meramente declarativas que contienen sólo un reconocimiento que alcanza por sí mismo para satisfacer los
intereses del beneficiario. Así, la sentencia que reconoce la filiación de una persona es simplemente
declarativa, su eficacia no depende de ningún procedimiento posterior y, aun cuando las leyes prescriban
ciertas formalidades como condición para extender sus efectos a terceros –p. e. su inscripción en algún
registro–, su omisión no la priva de los efectos de la cosa juzgada. Lo mismo ocurre con las sentencias
constitutivas de estado o derechos, que proyectan sus efectos hacia el futuro y resultan meramente
declarativas en cuanto al pasado (Alsina, 1961, V:24).
La tutela jurídica a cargo del Estado no siempre se agota con la constatación de la situación de hecho –
notio– y la consiguiente declaración del derecho –iudicium–; una nueva actividad puede ser necesaria si el
condenado no acata voluntariamente la sanción prescripta en la sentencia.
Para asegurar el acabado cumplimiento de la decisión judicial, aún contra la voluntad del condenado, el
órgano jurisdiccional dispone de la fuerza estatal –executio–. Dicho en otras palabras, cuando una
sentencia condenatoria que ha alcanzado la firmeza de cosa juzgada no es espontáneamente cumplida, se
puede lograr su acatamiento forzado mediante una nueva intervención del órgano jurisdiccional.
De lo contrario ¿de qué le valdría al locador obtener una sentencia judicial que condena al locatario a
restituirle la propiedad por haberse vencido el plazo de la locación, si una vez firme esa decisión no pudiera
hacerla efectiva, si no dispusiera de los medios jurídicos para lograr que el inquilino desocupe el inmueble?
De igual modo, ¿qué beneficio le reportaría al trabajador lograr una sentencia judicial que condena al
empleador a pagarle una indemnización por despido injustificado, si una vez estable dicha decisión judicial
no pudiera lograr el cobro efectivo del dinero que le deben?
"Un conflicto es una relación jurídica que posee un sentido disvalioso y un significado
normativo claramente ilícito o al menos controvertido. Se trata de un tramo de conducta
compartida que habiendo comenzado sobre la base de una buena aveniencia y
entendimiento se torna luego conflictivo". (Ricardo Ginés García)
En el estudio de los hechos jurídicos se abordará a los hechos como causa de la relación jurídica y
no como un hecho objeto de prestación.
Contenidos de la unidad
1
1- Origen y evolución histórica de las fuentes.
2- Las fuentes del derecho según las distintas escuelas.
3- Propuesta integrativa
4- El orden jerárquico de las fuentes, obligatoriedad de las fuentes. Panorama de las fuentes desde el
punto de vista de los operadores jurídicos.
5- Reglas de aplicación judicial del derecho. Objetividad y arbitrariedad.
¿Qué son las fuentes del derecho?
Con la expresión fuentes del derecho se intenta dar respuesta a varios interrogantes. Comenzando
por aquellos que poseen el común denominador de entender al derecho como un sistema de normas
válidas, las preguntas más frecuentes son:
¿cuál es el origen del derecho?;
¿cómo se manifiesta el derecho?;
¿quién tiene autoridad para crear el derecho?;
¿cuándo el derecho es válido?
Otras preguntas también habituales son:
¿de dónde obtiene el legislador el contenido de las leyes?;
¿cómo accede el historiador al conocimiento de un derecho antiguo?;
¿cuál es el origen de las obligaciones?
¿Cuál es el origen del derecho? Esta pregunta intenta descubrir las causas que han creado el
derecho en una comunidad, vale decir, los hechos de la vida social con fuerza para generar normas.
Sociólogos y etnólogos han propuesto a la naturaleza humana, al sentimiento jurídico del
pueblo, o a la economía, como fuentes que originan el derecho.
¿Cómo se manifiesta el derecho? Esta pregunta pretende descubrir cómo se expresa culturalmente
una entidad tan difícil de aprehender como es el derecho. Leyes, costumbres, precedentes
jurisprudenciales y doctrinas científicas serían las fuentes de manifestación del derecho.
Quién tiene autoridad para crear el derecho? Esta pregunta trata de descubrir quiénes son los
sujetos facultados para establecer normas válidas en una sociedad. Según las épocas y los países han
existido distintas personas con esta potestad. Modernamente los legisladores y otros órganos
competentes del Estado serían las fuentes porque de ellos emanan las normas.
¿Cuándo el derecho es válido? Esta pregunta pretende identificar el fundamento de validez de una
norma jurídica. En este sentido, las fuentes del derecho serían las normas jurídicas superiores,
en tanto que prescriben los requisitos que deberán cumplirse para que las inferiores sean válidas.
¿De dónde obtiene el legislador el contenido de las leyes? Esta pregunta trata de descubrir los
fenómenos jurídicos y extrajurídicos que emplea el legislador para determinar el contenido de las
normas legales. En este sentido son fuentes de las leyes las costumbres sociales, las doctrinas
jurídicas, el derecho comparado, los postulados filosóficos, las enseñanzas religiosas, los
valores sociales vigentes, y las leyes y documentos jurídicos antiguos.
¿Cuál es el origen de las obligaciones? En un sentido mucho más técnico, esta pregunta intenta
descubrir los hechos naturales y humanos capaces de generar una relación jurídica obligacional,
también denominada relación jurídica del derecho de crédito. Por tradición que viene del Derecho
romano se habla de fuentes de las obligaciones.
- fuentes en el sistema jurídica propio del continente europeo, también llamado continental,
al cual pertenece nuestro país, y cuyos orígenes se remontan sin solución de continuidad
hasta el antiguo Derecho romano.
Habiendo sido romana durante muchos siglos, al producirse la disgregación de la parte occidental del
imperio, Inglaterra se retrotrajo a un estadio consuetudinario, evolucionando de allí para conformar un
sistema jurídico distinto que se extendió a los países que formaron parte del Imperio Británico.
En sus orígenes los jueces se basaron en las costumbres para sentenciar los litigios, pero como sus
decisiones tenían el valor de precedentes obligatorios para los futuros casos, lentamente la costumbre fue
reemplazada por la jurisprudencia.
Comparten esta concepción del derecho Gran Bretaña y todos los países que
recibieron la influencia jurídica anglosajona, como por ejemplo, Australia, Nueva
Zelanda, Pakistán y Malasia. Cabe destacar sin embargo, que los Estados Unidos
de Norteamérica y Canadá, aunque suelen señalarse como formando parte de
esta concepción, en realidad poseen un sistema mixto con constitución federal
escrita, y estados particulares –como Louisiana y Québec–, que mantuvieron la
preeminencia del derecho escrito.
b) Evolución histórica de las fuentes en la tradición romanista
A la tradición llamada por su origen romanista y por su desarrollo designada también como continental o
de derecho escrito, pertenecen la República Argentina, los países iberoamericanos, los del continente
europeo, y muchos otros estados que, sin pertenecer directamente a nuestra cultura jurídica, la han adoptado
por su valor técnico. Entre los más distantes podemos mencionar al derecho chino y al japonés.
El Derecho no permanece inmóvil sino que se desarrolla y modifica. Las normas jurídicas están sujetas a
una continua mutación, quedan en vigor por algún tiempo y después son sustituidas por otras. Esta constante
renovación obedece, ante todo, a que el Derecho objetivo es un producto del espíritu humano y en la misma
medida en que éste se desarrolla aquél también evoluciona (Del Vecchio, 1936:236).
La costumbre ha sido considerada siempre como la primera fuente del derecho de nuestro sistema.
Definida por muchos como “conducta repetida con convicción de obligatoriedad”, nos preguntamos ¿la
conducta es obligatoria porque se la repite, o se la repite por ser obligatoria? Hemos expuesto en el XVI
Encuentro Nacional de Profesores de Derecho Romano, que la conducta se repite porque es obligatoria. Pero
entonces surge un nuevo interrogante ¿por qué son obligatorias ciertas conductas? Ese carácter proviene del
valor que la sociedad le asigna a determinados acciones, y cuyo fundamento originario está en el sentido
ejemplar del obrar de los arquetipos míticos. De donde podemos concluir entonces, que la primera fuente
son los valores sociales vigentes (García, 2003).
La actividad legislativa fue acrecentándose en extensión e importancia. En efecto, los órganos legislativos
que comenzaron por interpretar, compilar y redactar las costumbres preexistentes, muy pronto empezaron a
innovar y modificar el Derecho consuetudinario. Casi todas las leyes primitivas son recopilaciones de
costumbres ancestrales, pero las normas legales rápidamente adquirieron independencia, llegando a
convertirse en el medio más apto para desarrollar, reformar o abolir las normas precedentes.
Este proceso culmina cuando la ley se ubica como la fuente principal y comienza el estudio dogmático
del derecho.
Después que surgen las tres fuentes que poseen un carácter esencialmente normativo –costumbre,
jurisprudencia y ley–, están dadas las condiciones para la constitución de la ciencia jurídica. En efecto,
siendo la ciencia del derecho dogmática, es decir normativa, sólo puede desarrollarse si existen previamente
normas jurídicas que estudiar, coordinar y sistematizar con vistas a su aplicación práctica . Por eso, la
doctrina, entendida como resultado de la actividad científica de los juristas, es la última fuente del
derecho en aparecer y no posee carácter obligatorio.
En honor a la vocación jurídica descollante de los romanos nos vemos obligados a reconocer que la
doctrina –llamada por ellos iurisprudentia–, surgió como fuente antes de que establecieran la ley
decenviral por la actividad del Colegio de los Pontífices, llegando incluso, en época del Principado, a
adquirir carácter vinculante cuando los jurisconsultos ejercían el ius publicae respondendi como facultad
delegada del príncipe. Pero salvo en ésta circunstancia histórica excepcional, el desarrollo de la ciencia del
derecho y el surgimiento de la doctrina como producto intelectual, requieren de cierto grado de civilización
que no se verifica en los primitivos pueblos ágrafos.
B- Para la Escuela de la exégesis no hay más derecho que la ley establecida por el Estado.
Esta corriente de pensamiento asume un positivismo estatal y legalista que descalifica a la
costumbre como fuente. Desconoce además el valor de la doctrina y le niega toda posibilidad
creativa al juez, obligándolo a aplicar la ley por vía de un razonamiento deductivo denominado
silogismo judicial. Esta postura influyó decididamente en la redacción del primer Código civil
argentino y en los estudios doctrinarios iniciales de sus normas.
C- Para la Escuela histórica el derecho, lejos de ser una creación arbitraria del Estado, es una
manifestación del “espíritu del pueblo” cuya expresión social inmediata es la costumbre.
Reconoce sin embargo, que esta manifestación jurídica espontánea debe ser estudiada y
sistematizada por los juristas para que llegado el momento oportuno, el derecho consuetudinario
doctrinariamente esclarecido se integre como contenido de las leyes. De esta forma Savigny
reconoció la existencia de otras fuentes distintas de la ley.
D- Dentro de la Escuela científica francesa la propuesta de, François Gény significó un avance
en relación al legalismo imperante. Así, frente a la insuficiencia de la ley para resolver un caso,
sostuvo la necesidad de acudir a otras fuentes formales: primero a la costumbre, luego a la
autoridad –jurisprudencia y doctrina modernas–, después a la tradición –jurisprudencia y
doctrina antiguas–, y si todas estas fueran insuficientes, a las fuentes no formales reveladas por la
libre investigación científica.
Herrera Figueroa distingue: “Sentido y significación son algo que escalonan el ser y saber jurídico. El
primero... atiende la esfera valorativa como gajo de la conducta- existencia en que el derecho consiste...
apunta una dirección tempo-espacial estructurada axiológicamente, la significación apunta al conocimiento
del sentido. ...es algo que se objetiva, que trasciende el mundo de lo cognoscente, se cosifica en alguna
forma...” (1955:115).
Siguiendo esta distinción le asignamos a la expresión “fuentes del derecho” un alcance distinto y más amplio
del habitual. De hecho preferimos la denominación de “fuentes de sentidos jurídicos generales”, de forma tal
de englobar, no sólo los sentidos jurídicos estructurados como significados en las normas consuetudinarias,
jurisprudenciales y legales, sino también los sentidos jurídicos doctrinarios surgidos de la sistematización de
las normas en las obras científicas, e incluso los sentidos jurídicos no estructurados como normas o
doctrinas, pero que también expresan un núcleo estimativo idéntico en la multiplicidad de vivencias
individuales.
Las fuentes de sentidos jurídicos generales son criterios de objetividad que emplean los operadores
jurídicos para dar fuerza de convicción a sus interpretaciones.
Las fuentes les asignan a las acciones compartidas un sentido axiológico y un significado normativo.
Ellas son empleadas por los juristas prácticos cuando intervienen en los juicios arbitrales de derecho y en los
procesos judiciales, como herramientas técnicas para convencer a los demás operadores jurídicos y a la
sociedad, de que sus interpretaciones de los casos concretos son objetivas, vale decir, compartidas por la
comunidad de la que forman parte.
Afirma Cossio que “La fuerza de convicción también camina mediante dos
piernas, el contenido axiológico y la estructura normativa…”; y
Cueto Rúa concluye “no basta que la sentencia sea lógicamente impecable. Debe
también realizar positivamente los valores jurídicos. Para que una sentencia
tenga fuerza de convicción, ella debe convencer a los demás. Y a los demás se los
convence cuando se procede con justicia” (1964:179 y 1971:19).
a) Fuentes de producción
Los sentidos jurídicos de las acciones humanas se originan en las vivencias compartidas de toda comunidad
y constituyen su núcleo estimativo. La propia sociedad es la que produce o genera estos sentidos jurídicos
generales, desde sus expresiones más inmanentes en los valores sociales vigentes, pasando por sus
manifestaciones normativas más espontáneas en la costumbre y la jurisprudencia, hasta llegar a sus formas
normativas y científicas más conscientes en la legislación y la doctrina.
Las fuentes de producción son los hechos sociales que expresan los ideales reales de una comunidad,
vale decir, que denotan la existencia de sentidos jurídicos generales.
como fuentes inmediatas en las normas generales –ley, costumbre y jurisprudencia– que nos
permiten tener un acceso directo a su conocimiento;
como fuentes mediatas en las doctrinas científicas que nos permiten aprehender de manera indirecta
estos sentidos; y,
como fuentes remotas en los valores e ideales sociales vigentes en la comunidad que, no estando
positivizados en normas o doctrinas, sólo nos permiten un conocimiento distante de estos sentidos a
través de ese núcleo estimativo idéntico en la multiplicidad de vivencias individuales.
Fuentes inmediatas
La ley, la costumbre y la jurisprudencia son fuentes inmediatas porque nos brindan un acceso
directo al conocimiento de los sentidos jurídicos de las acciones humanas. Estas tres fuentes son una
significación objetiva de lo axiológico expresada en normas jurídicas generales dotadas de cierto
grado de obligatoriedad. En nuestro sistema la ley es la fuente más obligatoria, casi con la misma
fuerza le sigue la costumbre, y con un grado mucho menor la simple jurisprudencia.
En las fuentes inmediatas los sentidos jurídicos se nos presentan como estructuras de sentido común
de primer grado originadas a partir de la conducta repetida de la comunidad –costumbre–, o como
resultado de la actividad de sus representantes, expresa o tácitamente facultados para crear normas
generales –ley y jurisprudencia–.
Las tres son expresiones del Derecho objetivo porque los sentidos se encuentran estructurados como
normas generales, y son Derecho positivo por ser normas puestas, vale decir, creadas por el hombre
en un tiempo y lugar determinado.
Estas fuentes no solamente son una representación de los valores sociales vigentes, sino que también
estructuran esos sentidos axiológicos comunitarios como normas generales, por eso, siguiendo la
concepción egológica, son fuentes materiales y formales.
Son materiales porque expresan los valores de la comunidad, y son formales porque estructuran
objetivamente esos valores en normas generales obligatorias, que formalizan los sentidos axiológicos
como significados normativos.
Fuentes mediatas
Las doctrinas científicas son fuentes mediatas porque nos brindan un acceso indirecto al
conocimiento de los sentidos jurídicos de las acciones humanas. Estas fuentes son una significación
de lo axiológico que se manifiesta a través de las obras literarias de los científicos del derecho. Las
doctrinas jurídicas no poseen carácter normativo pero, como la ciencia que las genera es dogmática,
presuponen la existencia de las normas legales, consuetudinarias y jurisprudenciales. Tratándose de
una producción científica basada en las normas su desarrollo metódico y exposición literaria se
expresa bajo la forma de estructuras de sentido común de segundo grado.
Las fuentes mediatas no son normas positivas y carecen por completo de obligatoriedad. Sin
embargo, si tomamos la palabra “positivo” y le restituimos su sentido etimológico que viene del latín
positum, que significa poner, colocar y disponer, pronto advertimos que, así como son dispuestas las
leyes, las costumbres y la jurisprudencia, también son puestas las doctrinas. Por eso, en un sentido
más amplio que el habitual, como las doctrinas también son creaciones humanas, proponemos
considerarlas expresiones del derecho que sin ser objetivas, son positivas.
Estas fuentes no solamente son una representación de los ideales reales vigentes en una sociedad,
sino que también estructuran los sentidos axiológicos comunitarios en obras científicas, por eso,
siguiendo la concepción egológica, son fuentes materiales y formales.
Son materiales porque expresan los valores de la comunidad, y son formales porque, partiendo de
los contenidos dogmáticos de las fuentes inmediatas, estructuran metódicamente en obras científicas
esos valores significados por las normas.
a) determinando formalmente quien será el encargado de dirimir los conflictos que se presenten en la
comunidad; y,
b) determinando materialmente que debe decidir el órgano jurisdiccional. Con el paso del tiempo, y
en la medida en que los órganos jurisdiccionales tienden a resolver los casos similares de una manera
análoga, surge una nueva forma de costumbre acotada al ámbito judicial, que en el lenguaje de
nuestro país se conoce como jurisprudencia.
Si bien los órganos jurisdiccionales no están expresamente facultados para introducir normas
consuetudinarias, a partir del acatamiento general de la comunidad se les reconoce tal facultad y se
convalida su obra normativa.
Fuentes remotas
Los valores e ideales sociales vigentes en una comunidad son llamados fuentes remotas porque sólo
nos permiten conocer de una manera distante los sentidos jurídicos de las acciones humanas.
En estas fuentes los sentidos axiológicos se manifiestan únicamente como estándares valorativos
carentes de formulación normativa o de estructuración científica. Se trata simplemente de un núcleo
idéntico en la multiplicidad de vivencias individuales que carece de fuerza obligatoria y que, en
ocasiones, puede traducir inconscientemente principios generales del Derecho natural.
Estas fuentes señalan la existencia de las valoraciones sociales vigentes que no se encuentran
estructurados en normas generales ni en doctrinas científicas, por eso, siguiendo la concepción
egológica, son fuentes puramente materiales. Dada su falta de expresión formal es necesario rastrear
su manifestación en las vivencias valorativas imperantes en una comunidad y, a pesar de que estas
fuentes presentan un carácter difuso, vago e impreciso que las priva de objetividad y positividad,
igualmente tienen incidencia en el momento de resolver las controversias.
Su orden jerárquico depende del sistema jurídico que estemos estudiando –continental de
origen romanista o angloamericano también llamado del comman law–.
Sin embargo, en ambos sistemas prevalecen la normas dictadas por el Estado, El derecho
legislado o statute law, por sobre todas las demás fuentes.
Por otra parte, la mayor o menor gravitación de la fuentes depende también, de las circunstancias
históricas y de la específica actividad que desarrollan los sujetos que las emplean. Así, en la historia
romana la doctrina científica llegó a tener carácter vinculante mediante el ius publicae respondendi.
Circunscribiéndonos al ámbito del sistema de derecho de origen romanista, al que pertenece nuestro
país, las fuentes se ordenan jerárquicamente ubicándose:
Por eso, reservar la palabra fuente de manera exclusiva para aquellas que son obligatorias, es un
error frecuente que acota su espectro a las que revisten el carácter de normas jurídicas, a las
denominadas fuentes inmediatas o del derecho objetivo.
Por otra parte la obligatoriedad no es una característica que pueda determinarse tajantemente,
de forma tal que nos permitiera saber de antemano que fuentes son obligatorias y cuales no
(Aftalión-Vilanova, 1992:642).
Sobre esta cuestión resulta importante la posición de Aftalión y Vilanova cuando afirman “Dentro
de este tema tenemos que dejar bien claro que no hay ninguna fuente absolutamente obligatoria,
ni siquiera la ley”. La norma legislada tiene cierto grado preeminencia en cuanto a su
obligatoriedad, sobre todo si tenemos en cuenta que el propio juez recibe su calidad de tal de ella,
y por esa razón su sometimiento a esta fuente es muy grande. Sin embargo, esta circunstancia en
modo alguno hace de la ley una fuente absolutamente obligatoria (1992:642).
Asimismo la costumbre, que es una norma general espontáneamente creada por los miembros de
la sociedad, se presenta tan obligatoria como la ley aunque ésta, por sus desarrollo cuantitativo y
por sus ventajas técnicas prevalezca en los casos de conflicto, salvo en la hipótesis de la
desuetudo.
La simple jurisprudencia, originada en la costumbre judicial, por la índole de sus funciones propias
–especificar y aplicar la ley, asegurar la coherencia normativa, mantener la plenitud del
ordenamiento jurídico e interpretar las costumbres–, resulta ser una norma menos general
subordinada a la ley y la costumbre y, por esta razón, goza de un grado inferior de obligatoriedad
(1991:102). Por su parte la doctrina, como producto de la actividad científica de los juristas,
carece totalmente de obligatoriedad.
Los operadores jurídicos suelen emplear aquellas doctrinas que les resultan convenientes, al
tiempo que dejan de lado las que no les sirven. Podría pensarse entonces, que esta fuente no
tiene importancia, pero si tenemos en cuenta que la formación de los profesionales del derecho
se sustenta en gran medida sobre la base del estudio de textos doctrinarios –tratados, manuales,
compendios, comentarios a los códigos, etcétera–, es muy frecuente que recurran a ella, aunque
no de manera autónoma sino conjuntamente con una o varias de las fuentes inmediatas.
Por fin los valores e ideales vigentes en una comunidad, aunque sólo sean pautas estimativas
subyacentes a la realidad, inciden de manera efectiva al momento de resolver los casos
conflictivos.
Sin embargo, como se trata de estándares valorativos aceptados por la sociedad pero que no han
sido positivizados como normas ni estructurados como doctrinas, carecen por completo de
obligatoriedad, lo que no impide que se los emplee conjuntamente con otras fuentes como un
criterio más de objetividad que coadyuva a dar fuerza de convicción a las interpretaciones.
Objetividad y arbitrariedad
A las fuentes acuden el juez y los demás juristas prácticos buscando en ellas sustentar la
objetividad de sus interpretaciones. Si estas fueran sólo consideraciones subjetivas, o
caprichosos argumentos de una retórica vacía sustentada en la voluntad del intérprete, no
convencerían a nadie. Por eso, sostenemos genéricamente que los operadores jurídicos emplean
las fuentes como criterios de objetividad para dar fuerza de convicción a sus interpretaciones de
los casos conflictivos, y particularmente que los órganos jurisdiccionales buscan además en ellas
el fundamento de validez de sus sentencias (art. 3° in fine del C.c.c.).
Todos tratan de ser objetivos para alcanzar la fuerza de convicción que necesitan en el proceso,
pero el juez pretende además crear una norma individual válida que solucione el conflicto con
justicia. Cuando un operador jurídico que no es el juez plantea sus interpretaciones de manera
caprichosa basta con demostrar su subjetividad para descalificarlas e incluso decir que son
arbitrarias. Pero cuando es el propio juez el que resuelve el conflicto caprichosamente “porque sí,
porque me da la gana, porque así se me antoja”, estará emitiendo una sentencia arbitraria o
discrecionalcarente de fundamento de validez (Recaséns Siches, 1985:108 y 109; Gadamer,
1999, I:402).
Fuentes del derecho es un término con diversas acepciones, y elegir un significado depende de la
concepción iusfilosófica que adoptemos. Es decir, que el mismo término puede ser utilizado para
responder ¿cuál es el origen del derecho?, ¿Cómo se manifiesta el derecho?, ¿Quién tiene
autoridad para crear el derecho? cómo se accede al conocimiento del derecho?, ¿cuándo el
derecho es válido?, etc.
5. Interpretación de la costumbre
6. Interpretación de la jurisprudencia.
I. Interpretación en general
Para llegar a la interpretación integradora y la integración del contrato, interesa una breve
referencia histórica de los métodos interpretativos para desembocar finalmente en la
realidad actual. La expresión "interpretatio" romana proviene de "inter" y "pars".
Intérprete era el que mediaba entre las partes y para hacerlo necesariamente debería
interpretar o aclarar el derecho que les asistía. Lo cierto es que en Roma los jurisconsultos
que enla época republicana sucedieron a los colegios pontificales en la tarea de
interpretar, realizaron una verdadera creación de "ius civile" por oposición al derecho
legislado. Esa "interpretatio prudentium" de los jurisconsultos fue una extraordinaria
obra creativa llevada a cabo por los pontífices primero y los juristas después,
formulando y desarrollando el "ius civile". La "interpretatio" de las épocas preclásica y
clásica constituyó la evolución normal del derecho, por ello mucho más ambiciosa que la
simple operación interpretativa de indagar el sentido de algo previamente dado(4). Un
cambio drástico se produce en la época postclásica, en que una Constitución de
Constantino reserva la interpretación de las normas, cuando fuere necesario,
exclusivamente al emperador. La creatividad se cercenó a partir de entonces pero la
gran obra estaba en buena parte hecha (5).La causa "curiana" es un ejemplo de
interpretación integradora de un acto de última voluntad llevada a cabo en Roma por el
Tribunal Centumviral. El razonamiento para elaborar el decisorio consistió en
presuponer la intención real subyacente que determinó la disposición testamentaria e
interpretarla en consecuencia. El causante no tenía hijos y había testado poco antes
de fallecer, convencido de que su esposa estaba encinta, designando heredero al
hijo por nacer y sustituto pupilar a Curius como segundo heredero. El embarazo
resultó falso y al fallecer el causante se disputaron la herencia entre Coponius el pariente
más próximo y Curius como heredero testamentario. Coponio sostenía no se había
cumplido la condición de la que dependía el derecho de Curius,y este último fundamentó
su pretensión argumentando que por encima de la expresión literal y formal del
testamento, la voluntad real del testador lo prefería sobre cualquier heredero. Prevaleció el
criterio de Curius. Los romanistas alemanes al explicar la causa curiana aplican la tesis de
la presuposición, "voraussetzung", para referirse a la real intención testamentaria. Este es
el mismo fundamento que aplican al caso de la alteración de las circunstancias supuestas
en materia contractual y el "rebus sicstantibus" como condición de vigencia de las
prestaciones obligacionales. Si supongo como real algo inexacto, y sobre esa base me
obligo, el intérprete podrá inducir cual habrá sido mi voluntad; si hubiese conocido la
verdad. A través de este enfoque se sienta el precedente para introducir las
soluciones fundadas en la equidad(6), que en Roma tuvieron un fecundo desarrollo.En el
Derecho inglés las palabras "interpretation" y "construction" aparecen empleadas
conjuntamente y autores como Schiller(7), señalan que buena parte de la doctrina
moderna las usa como sinónimos,destacando que cuando lo que se hace es descubrir el
sentido auténtico de las palabras se dice "interpretation" y cuando se arriban a
conclusiones que están más allá del texto expreso de la norma se dice "construction".
V. Conclusiones
HANS Kelsen
APORTACIONES TEÓRICAS DE LA TEORÍA PURA DEL
DERECHO
* Ulises Schmill Ordóñez ITAM (México)
RESUMEN.
La finalidad fundamental es la de presentar brevemente las aportaciones de Kelsen a diversos
campos del pensamiento jurídico y filosófico. Por ello, se expone tanto el concepto de la pureza
metódica como la construcción conceptual en los «Problemas Capitales» de la norma coactiva y
de la imputación (Sollen). Se expone la tesis de la identidad del Derecho y el Estado y se indica
cómo se plantean y resuelven jurídicamente los problemas relativos al Estado. Dentro de la
Dinámica Jurídica se analizan escuetamente las formas de Estado y sus relaciones con las
concepciones del mundo. Se hace mención a la primera edición de la Teoría pura del Derecho y
de la publicación de la Teoría general del Derecho y del Estado. Se presentan las aportaciones a
la teoría de la constitución y del Derecho internacional y se enumeran todos los ensayos sobre la
filosofía de Platón y sobre el origen de la ley de causalidad a partir de conceptos normativos, en
especial el principio de retribución, así como las críticas a la teoría política y jurídica del marxismo
y del comunismo. Palabras clave: Kelsen, pureza metódica, orden coactivo, elementos del
Estado, formas de Estado y concepción del mundo, Derecho internacional, Derecho
constitucional, Platón, Derecho natural, causalidad y retribución.
¿POR QUÉ Kelsen?
L a pregunta de este epígrafe es importante contestarla, pues de ello depende el sentido histórico
de una teoría y su potencia o fuerza explicativa (si se me permite la utilización de estas
metáforas) a la problemática relativa al Derecho. Lo que me importa en este lugar es presentar el
presupuesto y decisión metodológica fundamental de Kelsen para abordar el estudio del Derecho,
o lo que es lo mismo, del Estado. Dice en el primer apartado de su gran libro Teoría general del
Estado: «En la exposición de la Teoría general del Estado, lo que interesa es más bien
establecer, mediante al análisis de los problemas corrientemente tratados en esta disciplina,
aquel concepto de Estado en torno al cual giran todos o algunos, los más importantes, de
aquellos problemas, es decir, el concepto de Estado que presuponen la doctrina del poder, del
territorio, del pueblo, de la Constitución, de la forma, de los órganos, de las uniones entre
Estados, etcétera» 1 . Este párrafo establece una exigencia metodológica fundamental sobre la
completitud de la operancia explicativa de la tesis que se proponga. A continuación Kelsen se
pregunta sobre el objeto y la ciencia del Estado. Intenta contestar cómo se determina el objeto
desde el punto de vista de la ciencia. Veamos sus palabras: «Se trata de establecer el concepto
de Estado propio de la Teoría general del Estado; y esto no es posible más que a condición de
aceptar el hecho de esta ciencia en cuanto tal, de considerar esta ciencia como la unidad de un
determinado complejo de problemas, tal como históricamente ha venido desarrollándose; dando
como resultado el que tan sólo se eleva a concepto aquella significación verbal más adecuada
precisamente a este complejo de problemas históricamente dado» 2 . El objeto de una ciencia no
es un objeto dado, ya constituido de antemano, de manera que la teoría sólo tuviera que
reproducir los caracteres observables del objeto presente con todas sus cualidades y
características. La ciencia no es un espejo de los objetos. El objeto de conocimiento es un
conjunto de problemas y soluciones parciales a los mismos, históricamente dados. Pero hay una
exigencia fundamental para la construcción de la ciencia de un objeto: la hipótesis que se
construya, la conjetura que se imagine (para emplear la terminología de K. R. Popper) ha de
poder resolver esa problemática históricamente planteada de manera lo más completa posible.
Una teoría que resuelve la totalidad de la problemática en el tiempo t1 es preferible a otra teoría
que resuelve un número menor de problemas en el mismo tiempo t1 o en un tiempo t2 posterior.
Debe aceptarse para establecer la preferabilidad de una teoría sobre otras el criterio cuantitativo
del número de problemas tratados y resueltos y, también, la economía en las soluciones
correspondientes. En esta plática intentaré describir brevemente la problemática a la que se
enfrentó Kelsen y la solución unitaria que postuló. 1 H. Kelsen, Teoría general del Estado, trad.
Luis Legaz Lacambra, México, Editora Nacional, 1975, 6. 2 Ibid. 01-SCHMILL.indd 18 15/7/11
17:08:52 Hans Kelsen. Aportaciones teóricas de la teoría pura del Derecho 19
2. VIENA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
Es conveniente bosquejar, en este lugar, el ambiente social y cultural de donde surgió la teoría
pura del Derecho, con el objeto de colocarla en su contexto histórico y, con ello, poner las
condiciones mínimas necesarias para su exacta caracterización. En Viena, la capital del imperio
austro-húngaro, se desarrolló una notable sociedad, dentro de la que floreció una cultura brillante,
que ha constituido la base fundamental de la cultura del siglo xx. Por sus rendimientos culturales,
puede considerársele la Atenas del siglo xx o la Florencia del Renacimiento, por más que su
trasfondo social y económico tenga una siniestra fisonomía totalmente distinta, en contraste
radical con la brillantez de sus aportaciones en las diversas ramas de la cultura. Ahí se dieron la
escuela psicoanalítica de Freud y sus discípulos S. Ferenczy, O. Rank, E. Jung y otros; la música
dodecafónica de A. Schönberg, A. Berg y A. Webern, así como G. Mahler; el positivismo lógico de
M. Schlick, O. Neurath, R. Carnap y, de algún modo también, K. R. Popper; L. Wittgenstein era
austriaco; la jurisprudencia pura de H. Kelsen, A. Merkl, A. Verdross, F. Weyr, F. Sander, J. L.
Kunz, L. Pitamic y R. A. Métall, entre otros que sería prolijo enumerar; la termodinámica
estadística de Boltzman; en literatura A. Schnitzler, R. M. Rilke y H. von Hoffmannstal; la pintura
del Jugendstil de G. Klimt, E. Schiele y O. Kokoschka, así como el movimiento de secesión;
igualmente aparecen los precursores de la escuela de arquitectura del Bauhaus con A. Loos y O.
Wagner, independientemente de figuras tan ilustres como, predominantemente, K. Kraus, F.
Mauthner, O. Weininger, R. Musil, H. Broch, el gran físico E. Mach, la escuela austriaca de
economistas de L. von Mises, Bohm-Bawerk y Menger. Esta sociedad burguesa y conservadora,
era barroca, cortesana, hipócrita, musical, a veces de opereta, constituyendo el objeto contra el
que lucharon las corrientes culturales mencionadas 3 . En este juego de espejos, de incesante
influencia mutua, que reproducían formas de vida y lenguajes, en diversos perfiles y aspectos, la
comunicación resultaba difícil y compleja. F. Mauthner, al que Kelsen describe como «ingenioso
autor» en el inicio de su Teoría general del Estado, teórico poco conocido, coloca el problema del
lenguaje y la teoría del conocimiento en primer plano, problemática que retomará L. Wittgenstein
posteriormente, así como los miembros del Círculo de Viena, con lo que se inicia el «giro
lingüístico», según expresión acuñada por Richard Rorty, para describir la transformación del
sentido de la filosofía en el siglo xx. Dice Mauthner: «La filosofía es teoría del conocimiento y la
teoría del conocimiento es crítica del lenguaje» 4 . Este planteamiento ha determinado la casi
totalidad del pensamiento filosófico del siglo xx. 3 Cfr. S. Zweig, Die Welt von Gestern (hay
traducción castellana: El mundo de ayer. Memorias de un europeo, trad. J. Fontcuberta y A.
Arzeszek, Barcelona, El Acantilado, 2002), y A. Janik y S. Toulmin, Wittgenstein’s Viena,
Weidenfield and Nicolson, 1973. 4 Janik y Toulmin, op. cit., 122. 01-SCHMILL.indd 19 15/7/11
17:08:52 20 ulises schmill Ordóñez
3. LA PUREZA METÓDICA
Kelsen es un producto típico de su época. No podría ser de otra manera. Aunque es muy
conocido el concepto de la «pureza metódica» es conveniente en este momento presentarla
brevemente. La preocupación central de Kelsen consistió en librar a la ciencia jurídica de
elementos ajenos, ideológicos, ético-políticos y sociológicos. En uno de los primeros párrafos de
la Teoría pura del Derecho de 1934, al exponer las razones por las que califica de «pura» a su
teoría jurídica, se encuentra claramente expresada la tensión histórico-sociológica y
epistemológica de la Viena de principios del siglo xx, tal como se presentaba en el campo de la
jurisprudencia, la que era un espejo de la cultura de la Viena finisecular y de principios del siglo
pasado. Dice que: «[...] si ella se califica como teoría “pura” del Derecho, es porque pretende
garantizar un conocimiento dirigido solamente hacia el Derecho, y porque pretende eliminar de
este conocimiento todo lo que no pertenece al objeto exactamente señalado como Derecho. Es
decir: quiere librar a la ciencia jurídica de todos los elementos extraños» 5 . La pureza metódica
informa toda la labor jurisprudencial de Kelsen. Es necesario reconocer que el concepto
fundamental de su teoría aparece en su primera obra de 1911, los Hauptprobleme (HP)
(Problemas Capitales de la Teoría Jurídica del Estado, desarrollados con base en la doctrina de la
proposición jurídica).
4. LOS HAUPTPROBLEME DE 1911
«Si se toman las obras de Kelsen como obras separadas, creo que de todas ellas, la de 1911 es
aún hoy la más genial. Como Pallas Atenea de la cabeza de Zeus, así apareció en esta obra la
Teoría pura del Derecho con rasgos geniales y en su aspecto fundamental. Ya está allí
claramente delineada, en verdad, la Teoría pura del Derecho. Hallamos la base filosófica
kantiana, la estricta separación entre los mundos del ser y del deber ser, entre las ciencias
naturales y las ciencias normativas, entre causalidad e imputación jurídica, entre ciencia del
Derecho y sociología, entre ley causal y norma. Vemos la concentración de la teoría en el
concepto de la norma jurídica. En verdad, el título completo de la obra es: Problemas capitales de
la teoría jurídica del Estado, desarrollados con base en la doctrina de la proposición jurídica. Ya
encontramos allí: la comprensión de la norma jurídica como juicio hipotético; el Derecho como
sistema de normas; la doctrina de la personalidad jurídica como punto final de imputación jurídica,
como personificación de un orden jurídico parcial; la idea de la norma básica; los primeros
comienzos de la doctrina de la identidad del Estado y el orden jurídico nacional» 6 . Tiene razón
Kunz. En esta primera obra de Kelsen, publicada cuando tenía treinta años, se establecen los
fundamentos de toda su obra posterior. En realidad, puede irse más allá de lo dicho por Kunz,
pues sus afirmaciones no presentan la totalidad de los temas de importancia teórica que
aparecen en esta obra: las relaciones o el paralelismo entre la teoría jurídica y la teología, el
surgimiento de la ley de causalidad a partir del principio de retribución, el análisis de las doctrinas
del Derecho penal y civil en lo que se refiere al concepto de la voluntad, la crítica definitiva al
postulado de que 5 H. Kelsen, La teoría pura del Derecho, trad. J. G. Tejerina, Buenos Aires,
Losada, 1941, 25. 6 J. L. Kunz, op. cit, supra nota 3, 18. 01-SCHMILL.indd 20 15/7/11 17:08:52
Hans Kelsen. Aportaciones teóricas de la teoría pura del Derecho 21 la relación teleológica
constituye la ley explicativa de la normatividad, la teoría de la interpretación jurídica, etcétera.
5. LA HIPÓTESIS FUNDAMENTAL: LA NORMA COACTIVA
Podría exponer de manera muy breve y sucinta la tesis central de la teoría kelseniana: el Derecho
entendido como un orden coactivo de la conducta humana. Con esta oración ya está dado el
concepto del Derecho en la teoría pura. Sin embargo, una formulación escueta no logra
desarrollar los conceptos implícitos en tal formulación y exponer el camino, a menudo tortuoso y
siempre difícil, de los razonamientos para llegar a tal formulación. A partir de un análisis muy
detallado del concepto psicológico de la voluntad, Kelsen lleva a cabo una caracterización de lo
que los juristas entienden por «voluntad jurídica», que constituye un concepto radicalmente
diferente del psicológico. El problema de la voluntad del Estado es un problema de carácter
jurídico, pues con ese concepto se intenta determinar cuáles son los actos que pueden imputarse
o referirse al Estado, i. e., cuáles son los actos estatales. «¿Qué quiere decir el que ciertos actos
realizados por determinadas personas físicas hayan de considerarse, desde el punto de vista
jurídico, no como actos de esas mismas personas, sino de otra, distinta de ella? Sencillamente,
que se trata de un caso especial de imputación [...] Los individuos cuyos actos dan base a esta
peculiar imputación son los órganos del Estado, y el punto común de confluencia de todas las
líneas de imputación que parten de los hechos cualificados como actos de los órganos, es la
voluntad del Estado. Ahora bien, si nos preguntamos cuál es el principio con arreglo al cual se
opera esta clase de imputación y cuáles son los hechos que se hallan sujetos a ella, en otras
palabras, qué actos son actos del Estado, la respuesta nos la dará la norma jurídica: es la ley —
entendida como el conjunto de normas jurídicas— la que establece expresamente cómo quiere
obrar el Estado y bajo qué condiciones obra, por medio de sus órganos» 7 . A continuación pasa
a estudiar lo que denomina «La forma lógica de la norma jurídica», capítulo de una importancia
fundamental, que ha condicionado la totalidad de su labor teórica y su aportación fundamental: el
Derecho entendido como orden coactivo de la conducta humana. Habiendo reconocido que la
voluntad del Estado se encuentra en las normas jurídicas, Kelsen se pregunta sobre el contenido
de esta voluntad estatal, lo que equivale a decir cuál es el contenido fundamental del Derecho. Si
la voluntad del Estado es una construcción que permite la imputación de ciertos actos de
determinados individuos al Estado, Kelsen afirma que el Estado sólo puede querer su propia
conducta, pues una conducta o comportamiento imputado es una conducta propia. «Un acto u
omisión se consideran como “ajenos” con respecto a una persona cuando no le son imputados a
esta persona, sino a otra» 8 . Rechaza que la imputación tenga su fundamento en cualquier ley
causal. La imputación es un problema normativo, lo que se hace patente tratándose de omisiones
imputadas, caso en el cual 7 H. Kelsen, Hauptprobleme (HP): 156-157. 8 H. Kelsen, HP: 163. 01-
SCHMILL.indd 21 15/7/11 17:08:52 22 ulises schmill Ordóñez no es posible ver operar a la ley de
causalidad, pues la no realización de una conducta no puede ser causa de efecto alguno. La
teoría jurídica tradicional sostiene que el contenido de la voluntad estatal no son los actos
«propios» del Estado, sino la conducta de los súbditos. Exponiendo esta doctrina Kelsen dice:
«[...] lo que el Estado “quiere” en la norma jurídica no es, ni mucho menos, su propio
comportamiento, sino un comportamiento de los otros sujetos de Derecho, y, concretamente, un
comportamiento a tono con el orden jurídico, es decir, una serie de actos u omisiones ajustados a
Derecho. Lo que el Estado “quiere” —tal como lo entiende el criterio general— es que sus
súbditos no roben, no estafen, no asesinen, restituyan las cantidades recibidas en préstamo,
paguen el precio convenido en concepto de compra, hagan efectivos los impuestos, cumplan el
servicio militar, etcétera» 9 . Si el contenido de la voluntad del Estado fuera la conducta positiva o
negativa de los súbditos, la norma jurídica sería concebida como un imperativo, cuyo contenido
sería la descripción de la conducta del súbdito querida por el Estado. «La voluntad dirigida sola y
exclusivamente a un comportamiento ajeno encuentra su expresión en la orden. A los ojos de la
doctrina dominante, la doctrina (sic: debe decir “la norma”) jurídica se manifiesta bajo la forma de
una orden o una prohibición. Y esta manera de concebir al Derecho objetivo se caracteriza,
generalmente, bajo el nombre de teoría imperativa» 10. Las investigaciones anteriores sobre el
concepto de la voluntad han conducido a afirmar que el contenido de toda voluntad sólo puede
ser la propia conducta. Por tanto, la norma jurídica tiene por contenido esencial la conducta del
Estado, su propia conducta, pues considerar que el contenido de la norma jurídica es la conducta
de un sujeto distinto, sólo señala el fin de la norma que regula la propia conducta. Pero este fin, la
conducta de los súbditos, sólo se puede lograr a través del proceso psicológico de la motivación
11, es decir, «provocando en aquellos individuos las causas que han de determinar una conducta
congruente, los motivos de la voluntad» 12. Para conseguir ello, hay que coordinar la conducta
propia del Estado con el fin consistente en la conducta de los súbditos. Éstos actúan siempre con
base en el principio del placer, satisfaciendo sus necesidades, obteniendo ventajas y evitando
perjuicios. La norma jurídica ha de tener por contenido la conducta propia del Estado, capaz de
mover a los súbditos a la conducta concorde con el fin de la norma. Obsérvese que el fin de la
norma, la conducta del súbdito, no es el contenido de la norma, el cual siempre es la conducta del
órgano del Estado. «El imperativo escueto dirigido al hombre y que no sea otra cosa que la
expresión directa de una voluntad enderezada al comportamiento ajeno jamás podrá provocar,
por sí mismo, ese proceso de motivación que acabamos de señalar» 13. 9 H. Kelsen, HP: 164. 10
Ibid. 11 H. Kelsen, HP: 174. 12 Ibid. 13 Ibid. 01-SCHMILL.indd 22 15/7/11 17:08:52 Hans Kelsen.
Aportaciones teóricas de la teoría pura del Derecho 23 La norma debe provocar en el súbdito el
interés de cumplir con el fin de la norma. Esto sólo es posible si el contenido de la norma contiene
los elementos motivadores de la conducta del súbdito. Esta garantía de la motivación debe estar
contenida en la norma misma. «Esta garantía es la sanción, que puede a su vez, adoptar dos
formas: la de la pena o la de la ejecución» 14. Éste es el contenido esencial de la norma jurídica
y, por tanto, el contenido de la voluntad estatal, que regula su propia conducta. Por ello, el
imperativo no puede provocar (motivar) la conducta que es el fin de la norma. Por ello, la forma de
la norma tiene carácter condicional: Si A (conducta del súbdito contraria al fin de la norma) debe
ser B (conducta coactiva del Estado). Esta relación es lo que con posterioridad Kelsen denominó
imputación periférica. Y con lo anterior arribó al concepto del Derecho como orden coactivo de la
conducta humana. Al proceso por el cual Kelsen llegó a la tesis del Derecho como orden coactivo
consistió en introducir dentro del concepto de la norma, a la sanción. A este proceso conceptual lo
denomino primera interiorización semántica.
6. DESARROLLOS TEÓRICOS ULTERIORES DE Kelsen
A continuación, reseñaremos brevemente los temas y problemas que abordó durante los años
posteriores a 1911, hasta su muerte acaecida el 19 de abril de 1973. Dividiré la temática en
diversos rubros.
6.1. Teoría general del Derecho
En 1925 aparece su Teoría general del Estado, que, según el propio Kelsen, contiene la
exposición completa y sistemática de su pensamiento. Puede mostrarse que el concepto del
Derecho como orden coactivo de la conducta humana constituye el concepto con el cual
desarrolla la totalidad de los temas históricamente planteados en esta disciplina. Como se ve, el
sistema de Kelsen deriva de la utilización sistemática del producto de la primera interiorización
semántica.
6.1.1. La estática jurídica
Esta obra de 1925 aparece dividida en dos grades secciones: la «estática jurídica» y la «dinámica
jurídica». En la primera se analizan y definen todos los conceptos jurídicos que se suscitan
sistemáticamente por haber realizado la primera interiorización semántica, es decir, la
interiorización del acto coactivo dentro de los enunciados descriptivos de las normas. En ella se
tratan los temas del concepto de Derecho, del Derecho subjetivo, del deber jurídico u obligación,
de la persona, la responsabilidad, el concepto del Estado y la distinción entre Derecho público y
privado. Pero al haberse alcanzado 14 H. Kelsen, HP: 177. 01-SCHMILL.indd 23 15/7/11 17:08:52
24 ulises schmill Ordóñez la identificación del Derecho con el Estado, en el sentido de tratar todos
los problemas relativos al Estado como problemas jurídicos, pues éste en el sentido metodológico
correcto de tal identidad resuelve los temas de la teoría general del Estado con base en
conceptos jurídicos. El poder del Estado es un problema relativo a la validez del orden jurídico
nacional; la soberanía constituye la cuestión de si el orden jurídico puede ser fundamentado en un
conjunto de normas superiores al Derecho positivo; por tanto, significa la positividad del Derecho
y ésta es entendida como la exclusividad de la validez de un orden jurídico positivo, con una
tendencia marcadamente antijusnaturalista. Sin embargo, ya que es posible comprobar
empíricamente la existencia de una pluralidad de Estados, surge la problemática relativa al
Derecho internacional, entendido como un orden jurídico coactivo que delimita los ámbitos de
validez de los órdenes jurídicos estatales y regula su conducta mutua. Los actos coactivos del
Derecho internacional los encuentra en las represalias y la guerra. Más adelante volveremos
sobre ello.
6.1.2. Elementos del Estado
Los demás elementos del Estado son considerados como problemas jurídicos y son resueltos
como tales, i. e., normativamente: el territorio del Estado es el ámbito espacial de validez del
orden jurídico, el pueblo es el ámbito personal de validez, el poder es la validez de las normas
jurídicas creadas con base en las disposiciones que establecen las facultades de los órganos
jurídicos. En relación con el primero de estos ámbitos, el espacial, Kelsen desarrolló su teoría de
la centralización y la descentralización de los órdenes normativos y de las uniones entre Estados,
ejemplificándola con un análisis municioso y exhaustivo del Estado federal y la confederación de
Estados, así como de las Uniones de Estados. Dice Kunz que: «Esta teoría auténticamente
jurídica reemplaza las exposiciones tradicionales y ambiguas, semipolíticas y semisociológicas,
sobre las “formas de organización” del Estado» 15.
6.1.3. La dinámica jurídica
Muy importante es señalar que Kelsen lleva a cabo una segunda interiorización semántica, al
considerar como parte de las normas que integran un orden jurídico aquellos contenidos que
establecen las facultades de los órganos, entendiendo este concepto de la facultad como aquel
contenido normativo que determina los procesos de creación de otras normas y, además, sus
contenidos. Hart copió de manera muy esquemática y pobre este concepto de la facultad con su
concepto de las normas secundarias. El antecedente de las normas llamadas constitutivas, como
se acostumbra mencionarlas, se encuentra en la teoría de Merkl-Kelsen del orden dinámico de
normas. El desarrollo de estos temas se encuentra en la parte que denomina la dinámica jurídica.
En esta parte de la obra de 1925 analiza la constitución del Estado y su órgano creador, el órgano
constituyente, discutiendo si el Derecho internacional, entendido como un 15 J. L. Kunz, Teoría
pura del Derecho, México, Imprenta Universitaria, 1948, 32. 01-SCHMILL.indd 24 15/7/11
17:08:52 Hans Kelsen. Aportaciones teóricas de la teoría pura del Derecho 25 orden supraestatal,
puede constituir su fundamento jurídico, o si debe considerarse al Derecho nacional como orden
soberano. Con base en esta teoría de la constitución se analizan los poderes del Estado y su
división, los cuales constituyen jurídicamente diversas funciones, creadoras y aplicadoras de las
normas, de diverso grado en la pirámide jurídica. Los procesos de creación y el concepto de
órgano del Estado son analizados pormenorizadamente, clasificándolos desde diversos puntos de
vista y estudiando sistemáticamente la composición de diversas funciones orgánicas de contenido
idéntico y de contenido diferente. Los problemas relativos a los funcionarios y a sus facultades y a
las relaciones de subordinación y coordinación de los órganos entre sí, son presentados en toda
su amplitud y complejidad, así como la teoría del órgano representativo, que adelanta muchos
temas del capítulo referente a las formas del Estado. Un capítulo especialmente importante lo
constituye el relativo a la posición del órgano en la jerarquía del orden jurídico, con base en el
cual puede desarrollarse todo un sistema sobre los discutidos temas de las nulidades y de los
procesos de control de legalidad y de la constitucionalidad de los actos de los órganos y de los
súbditos.
6.1.4. Formas de Estado
Finalmente, dentro de esta segunda interiorización semántica, se trata el problema de las formas
de Estado. Éstas son concebidas como los métodos de creación de las normas que forman el
orden estatal. El criterio de clasificación de las formas de Estado los proporciona el concepto de la
libertad política: políticamente libre es aquel sujeto que siendo súbdito sin embargo no se
encuentra sometido a otra voluntad que la suya propia. Esta aparente paradoja se resuelve de
manera jurídica si se considera que es libre políticamente aquel que participa en el proceso de
creación de la norma que lo va a obligar, si el orden jurídico extrae su contenido de la voluntad del
súbdito expresada en un procedimiento que siga el principio de la mayoría absoluta. En la
democracia, los súbditos participan en el proceso de creación de la norma jurídica (democracia
directa) o en la elección de los órganos respectivos (democracia indirecta). En la autocracia esta
participación no se presenta. Las otras clasificaciones de Estados se dejan derivar de esta
fundamental, como modalidades de la misma.
6.1.5. Forma de Estado y concepción del mundo
Hay un problema de gran interés interdisciplinario que, en esta materia, aborda Kelsen: el de la
relación entre la forma de Estado y la concepción del mundo, sosteniendo que la democracia se
coordina con una concepción científica y relativista, mientras que las autocracias se coordinan
con concepciones absolutistas y religiosas que rechazan toda afirmación distinta de la sostenida
por esa ideología. Es digno de señalar el hecho de que esta obra resume en sus primeros
capítulos los resultados de sus investigaciones anteriores, especialmente su libro El concepto
jurídico y el sociológico del Estado, libro que se enfrenta a muchas teorías sociológicas sobre el
Estado, como las de G. Simmel, L. von Wiese, M. Weber y otros. En su contenido se incluyen los
resultados de su obra El problema de la soberanía, donde por vez primera 01-SCHMILL.indd 25
15/7/11 17:08:52 26 ulises schmill Ordóñez presenta la teoría del orden graduado de normas y la
hipótesis de la norma fundamental o básica. Sobre esto, véase el prólogo a la segunda edición de
estos Hauptprobleme. La teoría pura del Derecho siguió evolucionando, hasta que en 1932
apareció Unrecht und Unrechtsfolge im Völkerrecht (Ilicitud y la consecuencia de la ilicitud en el
Derecho internacional), publicada en Zeitschrift fuer öffentliches Recht, t. 12, 1932, en donde
existe una exposición muy clara de los conceptos fundamentales de una teoría general del
Derecho basada en los procedimientos de interiorización que hemos reseñado anteriormente, que
constituye el antecedente mediato de la primera edición de la Teoría pura del Derecho, de 1934.
El antecedente inmediato de ella lo constituye la pequeña obra titulada Methode und Grundbegriff
der Reinen Rechtslehre, aparecida en 1933 en el tercer tomo de los Anales de la Filosofía Crítica
16. Los conceptos fundamentales de su teoría fueron aplicados a problemas de Derecho positivo
nacional e internacional, como veremos más adelante. En el libro Théorie Génerale de Droit
International Public. Probléme Choisis, aparecido en el Recueil de Cours de la Académie de Droit
International, t. 42, Paris, 1933, existe una exposición de estos conceptos.
6.1.6. Teoría pura del Derecho, primera edición El año de 1934 vio la aparición de la primera
edición de la Teoría pura del Derecho.
Ella contiene una exposición muy esquemática y exacta de sus principales conceptos y además
tiene un capítulo sobre la teoría de la interpretación jurídica, la cual es presentada como un
problema específico dentro de la concepción de la dinámica jurídica, i. e., dentro de la concepción
del Derecho como un orden jerárquico de normas. El problema de la interpretación jurídica se
presenta en todo caso en que ha de crearse una norma de grada inferior con base en una norma
de grada superior. ¿Qué contenido debe tener la norma inferior si ha de ser creada conforme al
contenido de la norma superior? La norma superior determina el procedimiento de creación de la
norma de grada inferior y también determina su contenido. Pues bien, la interpretación tiene por
objeto determinar cuál es el contenido que debe tener la norma inferior conforme con el contenido
que para ella establece la norma superior, cuando ésta se aplica a un caso concreto. La
interesante conclusión a la que arriba Kelsen es que «la norma a ejecutarse constituye sólo un
marco dentro del cual se dan varias posibilidades de ejecución, por lo que es regular todo acto
jurídico que se mantiene dentro de ese marco, llenándolo en algún sentido posible» 17. Con ello,
se rechaza la teoría jurídica tradicional que afirmaba la existencia de métodos específicos de
interpretación que garantizaban, supuestamente, una determinación completa, exacta y veraz del
contenido de la norma inferior. La ilusión de la seguridad jurídica es afirmada, en consecuencia.
Es decir, el Derecho sólo puede proporcionar una relativa seguridad, nunca una seguridad
absoluta, como es el deseo de la mayoría. 16 Existe traducción española de esta obra realizada
por Luis Legaz y Lacambra con el título La teoría pura del Derecho. Método y conceptos
fundamentales, publicada por la Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1933. 17 H.
Kelsen, La teoría pura del Derecho, trad. Jorge G. Tejerina, Buenos Aires, Losada, 1941, 131. 01-
SCHMILL.indd 26 15/7/11 17:08:52 Hans Kelsen. Aportaciones teóricas de la teoría pura del
Derecho 27
6.1.7. Teoría general del Derecho y del Estado
En 1945 apareció la Teoría general del Derecho y del Estado publicada por la Harvard University
Press, de la cual hay una pulcra traducción al español hecha por Eduardo García Máynez,
publicada por la UNAM. En ella Kelsen vuelve a exponer su teoría jurídica adaptando su
terminología a la jurisprudencia anglosajona y haciendo aplicación a los problemas planteados
por el common law. Asimismo, toma posición frente a la jurisprudencia analítica de John Austin,
con la cual tiene mucha similitud y en muchos puntos puede afirmarse que hay identidad. En esta
obra se establece con toda nitidez la distinción entre la «norma de Derecho» y la «regla de
Derecho», distinción que anteriormente no había sido expuesta con la claridad necesaria. La
ciencia del Derecho o jurisprudencia hace enunciados sobre las normas jurídicas, enunciados que
pueden ser verdaderos o falsos. En cambio, las normas jurídicas, sobre las que versan esos
enunciados, son válidas o no lo son, pero no puede predicarse de ellas su verdad o falsedad.
Simplemente, los predicados de verdad y falsedad no pueden, ser aplicados a las normas
jurídicas, las cuales sólo pueden ser válidas (i. e., existen) o no válidas (i. e., no existen). Mientras
que las reglas de Derecho son descriptivas del contenido de las normas jurídicas, éstas son
fundamentalmente prescriptivas, tomando esta expresión en su sentido más amplio, es decir,
comprendiendo todas las funciones que una norma puede tener: obligar, prohibir, permitir,
sancionar, facultar y derogar. Se trata, en el fondo, aunque Kelsen nunca lo haya expresado de
esta manera, de la distinción de dos clases de lenguajes: el lenguaje-objeto y el metalenguaje, en
sentido carnapiano. La hipótesis central que se propuso al inicio de esta introducción debe
entenderse en el sentido de que las dos interiorizaciones semánticas se llevan a cabo en la
proposición jurídica o regla del Derecho, pues es ésta la que expone el sentido y las funciones de
todas las normas positivas, independientemente de que adopten una forma lingüística o no, pues
una norma bien puede ser creada con un gesto o mecánicamente con una luz, etcétera.
6.1.8. El deber ser (Sollen)
Al final de su vida comienza a notarse un progresivo interés en los temas propios de la teoría
general del Derecho y, en especial, en los problemas propios de la lógica jurídica, como el de la
validez de los principios de la lógica formal en las normas jurídicas. Hay dos ensayos que tienen
una particular importancia: «Derogation» y «Recht und Logik», los cuales se encuentran
incorporados dentro de la obra que publicó el Hans Kelsen-Institut de Viena con el título
Allgemeine Theorie der Normen (Teoría general de las normas), aparecido póstumamente en
1978 18. Es ésta una obra que retoman todos los temas generales de la teoría pura del Derecho
relativos a una teoría general sobre las normas, sin referirse a ninguna norma, positiva o no. Con
esto queda comprobado que la tesis del dualismo radical y original del ser y del deber ser fue
afirmada por Kelsen en el transcurso de toda su labor teórica. Otras 18 H. Kelsen, Allgemeine
Theorie der Normen, Viena, Manz’che Verlag una Universitaetbuchhandiung, 1978. 01-
SCHMILL.indd 27 15/7/11 17:08:52 28 ulises schmill Ordóñez aportaciones de Kelsen sobre este
tema aparecen tanto en La teoría pura del Derecho de 1960 como en la Teoría general de las
normas; en especial me refiero a su doctrina del «sustrato modalmente indiferente» 19. En estas
dos obras se intenta explicitar el sentido del deber ser (sollen) haciendo referencia al «sentido
subjetivo» y al «sentido objetivo» de un acto de voluntad, tomando estos conceptos de la
sociología de M. Weber, y señalando adicionalmente que las funciones de las normas son las de
obligar, permitir, prohibir, facultar y derogar, funciones que, en principio, agotan el sentido del
deber ser: «Una norma no sólo puede ordenar cierta conducta, también puede facultar a una
cierta conducta; y puede finalmente levantar la validez de otra norma, i. e., derogar otra norma.
Pero también permitir puede ser vista como una función normativa» 20. Todas estas funciones o
conceptos normativos se dejan derivar sistemáticamente de la hipótesis fundamental de la Teoría:
el Derecho como orden coactivo de la conducta humana, descrito con el esquema del enunciado
normativo o proposición jurídica: Si A es debe ser B. Sobre el concepto de la «validez» de las
normas puede notarse que, conforme pasaba el tiempo, fue enfatizándose fuertemente en Kelsen
una concepción que pudiera calificarse de «pragmática», mejor que «expresiva» que es la
palabra que utilizan los autores argentinos Alchourrón y Bulygin, y que algunos consideran la
etapa irracional en el desarrollo de su teoría, lo cual no es correcto. Se trató de aplicar con todo
rigor las tesis de la Dinámica jurídica. Con ello quiero decir que comprendió a la norma unida
esencialmente con el acto de su producción. En este sentido, las tesis de Kelsen fueron cada vez
más enfáticamente positivistas. Niega la existencia de normas no positivas, i. e., normas no
establecidas por actos de voluntad de seres humanos. Esta postura le permitió caracterizar y
tomar posición frente a las doctrinas del Derecho natural, como veremos más adelante.
6.1.9. Lógica jurídica
En relación con la aplicabilidad de los principios lógico-formales a las normas, durante el curso de
su vida adoptó varias posturas, concluyendo, con base en su concepción positivista de las
normas, que dichos principios no son aplicables a las normas jurídicas. Éstas se entienden como
el sentido de ciertos y determinados actos humanos y, como es de suyo comprensible, la validez
de las normas no depende de las relaciones lógicas que guarden con otras normas, sino del
hecho histórico de que son el sentido subjetivo de ciertos actos temporal y espacialmente
determinables de manera empírica. Cierto, el contenido de diversas normas puede, en un plano
puramente abstracto, estar en contradicción mutua, pero esto no determina la validez o invalidez
de esas normas, como sí determinan la verdad o falsedad de los enunciados o juicios. 19 H.
Kelsen, op. cit., supra, nota 7, 18, y nota 6, 44. 20 H. Kelsen, op. cit., supra, nota 6, 77. 01-
SCHMILL.indd 28 15/7/11 17:08:53 Hans Kelsen. Aportaciones teóricas de la teoría pura del
Derecho 29
6.2. Teoría positiva del Derecho
6.2.1. Derecho constitucional
En este rubro seré muy breve, motivado no por la poca importancia de los trabajos kelsenianos,
sino porque su contenido no podría reseñarse en un resumen como el presente. «Los trabajos
teórico-jurídicos de Kelsen no han surgido, como lo afirma a veces la crítica incomprensiva, del
“aire”. Kelsen no ha perdido nunca el contacto con el Derecho positivo, de lo cual son testigos
elocuentes sus numerosas publicaciones, sobre todo en el campo del Derecho constitucional y
del Derecho internacional» 21. En materia de jurisprudencia positiva, su interés primero estuvo
orientado al Derecho electoral de la república austriaca. Más adelante hubieron de publicarse
varios ensayos sobre el Derecho federal y sus relaciones con los Derechos locales. Como
creador de la Constitución austriaca de 1920 publicó varios trabajos, unos dedicados a la
exposición histórica del desarrollo del Derecho constitucional austriaco. Es muy importante el
ensayo denominado La garantía jurisdiccional de la Constitución (la justicia constitucional), que
constituye el antecedente de su famosa polémica con el jurista nazi C. Schmitt, quien sostenía
que el garante de la constitucionalidad debía ser el Führer y no un tribunal colegiado
constitucional.
6.2.2. Derecho internacional
Su labor en el campo del Derecho internacional fue muy abundante. La teoría pura del Derecho
es la única construcción doctrinal que ofrece una concepción unitaria del orden jurídico mundial,
entendiendo por esto una construcción conceptual que permite comprender cómo un único orden
normativo los derechos de cada Estado, en particular, en unión con el Derecho internacional. En
relación con este problema, Kelsen siempre sostuvo que era posible construir la unidad del
Derecho partiendo de dos hipótesis distintas, aunque, en su opinión, equivalentes: 1) la del
primado del orden jurídico internacional, y 2) la del primado del orden jurídico nacional. En la
primera hipótesis, el Derecho internacional se encuentra colocado en una posición de
supraordenación en relación con los órdenes jurídicos estatales, de la misma manera que la
constitución de un Estado federal se encuentra supraordenada a los órdenes parciales de la
federación y de los Estados locales miembros. El Derecho internacional se comprende con los
mismos conceptos jurídicos que se emplean para comprender el Derecho nacional. Si éste es un
orden coactivo, aquél también lo es. Las sanciones del Derecho internacional están constituidas
fundamentalmente por la guerra y las represalias, ejercitadas por los Estados miembros de la
comunidad internacional constituida por ese Derecho, pues es un orden jurídico primitivo, i. e.,
descentralizado. Los Estados miembros de la comunidad internacional son órdenes jurídicos
relativamente centralizados. La segunda hipótesis, i. e., el primado del orden jurídico nacional,
afirma que el fundamento del orden jurídico internacional se encuentra en 21 R. A. Metal, Hans
Kelsen. Vida y obra, trad. Javier Esquivel, México, UNAM, 1976, 112. 01-SCHMILL.indd 29
15/7/11 17:08:53 30 ulises schmill Ordóñez la constitución del Estado que tiene en consideración
el teórico del Derecho: generalmente es el Estado nacional en el que vive y al cual sirve. El
Derecho internacional debe, bajo este supuesto, colocarse en la pirámide jerárquica de las
normas, ya sea a la altura normativa de la propia constitución o en la grada inmediatamente
inferior a ella, como muchas constituciones estatales lo hacen, dependiendo una u otra de las
alternativas del contenido de la constitución en cuestión y si ésta se refiere o no al Derecho
internacional en su totalidad o sólo a una parte de él (el reconocido por los órganos del Estado o
del Derecho internacional convencional, los tratados). Kelsen en muchas ocasiones afirmó que la
construcción de la unidad del Derecho es posible desde cualquiera de estos dos puntos de vista y
que la decisión que se tome depende de consideraciones filosóficas. Merecen especial mención
sus libros Principles of International Law (1966), Théorie Générale de Droit International Public.
Problémes Choisis (1932), Die Technick des Völkerrechts und die Organization des Friedens
(1935, La técnica del Derecho internacional y la organización de la paz), La Transformation du
Droit International en Droit Interne (1936, La transformación de Derecho internacional en Derecho
interno), Théorie de Droit International Coutumier (1939, Teoría del Derecho internacional
consuetudinario). Kelsen tuvo una producción asombrosa por el número de ensayos sobre
diversos temas internacionales. Quizá la obra más impresionante en esta rama de la
jurisprudencia positiva sea la obra monumental de The Law of the United Nations (1951, El
Derecho de las Naciones Unidas), que constituye el modelo, el paradigma, de lo que es un trabajo
de jurisprudencia positiva. En total, pueden contarse más de treinta ensayos sobre diversos
temas del Derecho internacional.
6.3. Filosofía de Derecho
Quiero, en primer término, reseñar brevemente las publicaciones más importantes en esta
materia: — 1927/1928, Die Idee des Naturrechtes (La idea del Derecho natural). Naturrechts und
positives Recht. Eine Untersuchung ihres gegenseitige Verhältnisses (Derecho natural y Derecho
positivo. Una investigación sobre sus relaciones recíprocas). — 1928, Die Philosophischen
Grundlagen der Naturrechtslehre und des Rechtspositivismus (Los fundamentos filosóficos de la
Teoría del Derecho natural y del positivismo jurídico). — 1933, Die platonische Gerechtigkeit (La
justicia platónica). Die platonische Liebe (El amor platónico). Die hellenischmakedonische Politik
und die «Politik» des Aristóteles (La política helénico-macedónica y la «Política» de Aristóteles).
— 1947, The Metamorphoses of the Idea of Justice (La metamorfosis de la idea de justicia). —
1948, Absolutism and Relativism in Philosophy and Politics (Absolutismo y relativismo en Filosofía
y Política). — 1949, The Natural Law Doctrine before the Tribunal of Science (La doctrina del
Derecho natural ante el Tribunal de la Ciencia). 01-SCHMILL.indd 30 15/7/11 17:08:53 Hans
Kelsen. Aportaciones teóricas de la teoría pura del Derecho 31 — 1952, The Idea of Justice in the
Holy Scripture (La idea de la justicia en las Sagradas Escrituras). — 1953, Was ist Gerechtigkeit?
(¿Qué es la justicia?). Die Idee der Gerechtigkeit nach den Lebren der christlichen Theologie (La
idea de la justicia según la Teoría de la teología cristiana). — 1957, Platon und die
Naturrechtslebre (Platón y la Teoría del Derecho natural). — 1959, Justice et Droit Naturale
(Justicia y Derecho natural). — 1962, Die Grundlage der Naturrechtslebre (El fundamento del
Derecho natural).
6.3.1. El Derecho natural
La idea central de los trabajos sobre el Derecho natural consiste en afirmar su imposibilidad como
objeto de un conocimiento científico. La existencia de normas jurídicas no positivas, es decir, de
normas jurídicas que no han sido creadas por actos de voluntad humana, sino que se encuentran
en la naturaleza del hombre, de la razón, en la naturaleza misma, etc., constituye un dogma y, por
tanto, la ciencia no puede tener otra postura que su rechazo, pues normas no positivas no pueden
ser objeto de conocimiento empírico. La dualidad entre el ser y el deber ser no existiría si fuese
posible afirmar la existencia de normas que se encuentran contenidas en los acontecimientos que
forman la cadena del ser. Se trata de una teoría que afirma la existencia de normas naturales, i.e.,
que no son el producto de actos de voluntad empíricos. En el fondo, se trata de una doctrina que,
explícita o implícitamente, afirma la existencia de normas creadas por una voluntad divina, pues
no es extraño encontrar en estas doctrinas el concepto de que las leyes naturales son
manifestaciones de la voluntad divina. Un análisis comparativo del Derecho natural y del Derecho
positivo conduce a la afirmación de la imposibilidad del primero, pues no podría ejecutarse ni
aplicarse a situaciones reales concretas, i.e., individualizarse, de manera natural, sino sólo por
medio de actos volitivos humanos y, con ello, dejaría de ser un Derecho que opera en y dentro del
ser y se convertiría en Derecho positivo (cfr. La idea del Derecho natural). Muchos de sus trabajos
estuvieron dedicados a la elaboración de los supuestos filosóficos, mejor, epistemológicos, de la
doctrina del Derecho natural y del positivismo jurídico.
6.3.2. Platón
En sus libros sobre Platón, Kelsen por vez primera señala su absolutismo, su espartanismo y su
enemistad a la democracia y toda forma de vida que implique la tolerancia y la libertad,
exponiendo anticipadamente la tesis de K. R. Popper sobre Platón en su famoso libro La sociedad
abierta y sus enemigos, como un enemigo de la sociedad abierta, es decir, de la democracia. En
una visita que realicé a Popper, me dijo que la primera noticia que tuvo de un trabajo en que se
consideraba el absolutismo político de Platón fue el ensayo de Kelsen sobre El amor platónico, el
que, en su opinión, contenía una tesis muy radical. Platón es presentado como el filósofo del
absolutismo filosófico y político. Es más, demuestra que es un teólogo. En El amor platónico,
publicado en la revista Imago, editada por S. Freud, expone Kelsen que la 01-SCHMILL.indd 31
15/7/11 17:08:53 32 ulises schmill Ordóñez filosofía platónica es, en algunos aspectos, una
elaboración ideológica motivada por la situación en la que se encontraba en la Atenas clásica por
ser homosexual. Platón es el enemigo de la sofística y de la democracia ateniense del siglo de
Pericles. Vale la pena leer con atención el ensayo sobre La justicia platónica, pues constituye una
exposición muy lúcida sobre el camino que los grandes teóricos han recorrido, ansiosos de
obtener y ofrecer a la humanidad un concepto, si posible universal y eterno, de la justicia.
Póstumamente fue publicado un libro de 458 páginas, enteramente dedicado a la filosofía
platónica, con el título Die Illusion der Gerechtigkeit. Eine kritische Untersuchung der
Sozialphilosophie Platons (La ilusión de la justicia. Una investigación crítica sobre la filosofía
social de Platón). «En los ensayos dedicados al análisis del concepto sobre la justicia expone las
diversas doctrinas sobre ella y las critica, encontrando fundamentalmente que muchas de ellas no
son sino defensas o ataques al Derecho positivo, en el mejor de los casos, o simplemente vacuas
tautológicas».
6.4. Teoría política
6.4.1. La democracia
La pureza metódica, que condiciona todos los trabajos de Kelsen, determinó igualmente su
postura teórica ante las diversas teorías políticas. Aunque fue un apasionado defensor de la
democracia, en sus obras pueden encontrarse párrafos en los que desenmascara la ideología
incorporada en al teoría de la representación del pueblo por el parlamento elegido en las
democracias indirectas 22. Esto sólo puede ser entendido desde la perspectiva que determinó de
manera principal su vida: su amor por la verdad y la valentía de sostener lo que se cree ser cierto
en todas las circunstancias. En 1920 publicó su libro Esencia y valor de la democracia, el cual
encontró su complemento en 1925 con El problema del parlamentarismo. Anteriormente
transcribimos un párrafo en el que se ponían en relación mutua las formas de Estado con las
concepciones del mundo y de la vida. En esta misma categoría de investigaciones se ordena el
pequeño trabajo Forma del Estado y concepción del mundo, aparecido en 1933.
Latinoamérica, su diversidad y su
historia común
INTEGRATIVISMO JURIDICO DE PEDRO DAVID
1.- Desde la crisis del Derecho a una propuesta de superación integrativista1 La obra de Pedro
David se ocupa centralmente, a lo largo de toda su trayectoria, de construir la relación del
Derecho y las Ciencias Sociales, para construir un espacio a una criminología integrativista.
Siendo sensible a un Derecho que está jaqueado por cambios de tipo cultural, social y
económico, afronta permanentemente el desafío de llevar adelante la 1 El subtítulo es nuestro.
programación de nuevos modos de cooperación, solidaridad y orden, que según su
consideración, son los valores jurídicos a los que necesariamente tiene que responder. La
perspectiva denominada “Integrativismo” desarrollada por diferentes filósofos y sociólogos del
Derecho, entre ellos: Miguel Reale de Brasil, Herrera Figueroa y Werner Goldshmidth de
Argentina, Jerome Hall de Estados Unidos, Luis Recaséns Siches y Eduardo García Máynez de
México, entre otros. El Integrativismo postula una integración muy estrecha de los tres elementos
- hecho, valor y norma- en la reflexión jurídica. Miguel Reale sostiene que los tres elementos son
momentos de una dialéctica de implicación y complementariedad, considerando que la norma
jurídica es siempre una tensión entre un acontecimiento histórico concreto y un valor
determinado. Para Hall, el objeto del Derecho no puede ser ni precepto jurídico ni hecho o
conducta, sino simplemente una conducta que realiza valores. La norma, el valor y el hecho se
dan siempre indisolublemente unidos y únicamente por una síntesis se puede lograr un estudio
fructífero del Derecho. Presentaremos la perspectiva desarrollada por el autor a través de sus
palabras en la obra “Criminología y Sociedad” (2005), libro posterior a la Sexta Edición
Actualizada de “Sociología criminal juvenil” (2003), en donde el autor desde su primer edición (en
tiempo en que fui su alumna en el curso de Sociología de primer año de la Licenciatura en
Psicología) abogaba por la puesta en marcha de una política criminal innovadora y humanista,
orientada a la inclusión social y a sostener vigorosamente la dignidad de la persona, más aún en
sus estadios formativos, la niñez, la adolescencia y la juventud. En su análisis del delito, volcado
en términos de cultura, personalidad y estructura social, nos lleva a la más honda raíz plenaria del
hombre por ende de aquél que delinque: la de un ser social. Se trata de hacer patente que sólo la
mostración concreta del origen y génesis del delito ofrece la única posibilidad de fundamentación.
La sociología jurídica criminal presentada por el autor indaga por el derecho viviente, en una
sociedad con la impronta de a hora presente y se abre, desde la tradición hasta la captación de
nuestro tiempo, en la Argentina y en el mundo del que somos parte. Partiendo de los enfoques y
posturas reseñadas así como de la amplia experiencia que sus investigaciones le han dejado,
David se lanza, a través de la sociología del derecho, a formular una visión integradora del
hombre y sus instituciones, enfatizando que las motivaciones, el lenguaje, la comunicación y los
procesos de socialización son polos en la constitución de actitudes, valores y normas jurídicas.
Postula que la conducta jurídica forma parte de la estructura empírica, de la estructura
personalitaria y de la estructura cultural sociojurídica, dado que la sociedad elabora padrones
adoptados por la mayoría de los actores, considera que la función de las normas es definir las
mutuas expectativas. Procede a escudriñar la realidad socio-jurídica en argentina y Latinoamérica
mediante la utilización de un enfoque teórico, empírico y dialéctico. En Argentina, por ejemplo,
percibe la contradicción entre las estructuras jurídicas formales y la realidad social. “Las
instituciones jurídicas, dice, poseen un peso asfixiante sobre la trama espontánea de las
relaciones sociales, desde que aquéllas se manejan en el área de la lógica mientras que la
realidad e encuentra preñada de contradicciones” (1970, p.7). Pedro David como consejero
interregional de Prevención del Delito y Justicia Penal de las Naciones Unidas (en Viena, Austria)
fue testigo y actor en los problemas de prevención y de victimización de niños y jóvenes en todas
las latitudes. En 137 misiones en los países miembros de Naciones Unidas, y 110 visitas a países
latinoamericanos, pudo constatar los problemas del delito en la niñez, la adolescencia y la
juventud eran parte de un vasto especto de situaciones que incluían la prostitución infantil, la
inequidad social, la pobreza crítica, la instrumentación en actividades delictivas por parte del
delito organizado, el desquiciamiento de las instituciones básicas, el narcotráfico, el terrorismo, la
utilización en guerras civiles e internacionales, la migración y el éxodo de los refugiados, los niños
en cárceles de adultos y la violación sistemática de sus derechos fundamentales. Estas son las
experiencias que se reflejan en sus obras, no solamente desde la mundialización y globalización
de esos problemas, sino también desde la perspectiva regional latinoamericana y la situación de
nuestro país. Insiste el autor en la prevención del delito en un sistema democrático, basada en un
profundo respeto por los derechos humanos y tratando de compatibilizar con armonía los
intereses individuales y sociales desde una perspectiva integradora. Considera que en la
prevención debe tenerse muy en claro el funcionamiento de las instituciones del sistema
sociojurídico tanto en su faz normativa, como en su aspecto valorativo y fáctico, respondiendo a
las necesidades concretas de una sociedad más equitativa. Nos detendremos en la obra
Criminología y sociedad (2005), a modo de reseña ofrecemos numerosas citas del autor, pues su
fundamentación, su fuerza, su franqueza, su modo directo, nos parecen inigualables, y no
queremos correr los riesgos de se desdibujen en nuestros comentarios. Por supuesto, la lectura
es selectiva, imposible de otro modo, pues transcribiremos aquellas consideraciones que nos han
impactado desde la labor relativo a nuestro rasgo investigativo. Es absolutamente palpable cómo
los profundos cambios sociales, ideológicos, políticos y económicos de la última parte del siglo
XX, han traído consigo la necesidad de llevar a cabo una renovación, también profunda, en las
conceptuaciones prevalentes de la Criminología tradicional […]. También de qué forma la
disciplina Criminológica ha respondido a ellos mediante profundas modificaciones en sus modos
tradicionales de enfocar la sociedad, del delincuente y el crimen. (2005) Pedro David, pionero de
la orientación integrativista en Derecho y Ciencias Sociales, desarrolla un fecundo enfoque
considerando que lo cognoscitivo, lo axiológico y lo fáctico están organizados en una totalizante
unidad, considerando que la influencia sobre la Criminología puede aspirar a superar las barreras
impuestas por una concepción normativista jurídica que […] aisló al Derecho permanentemente
del entramado social […] Ese enfoque permite a la Criminología ligarse históricamente a los
valores centrales de un pueblo de una época, y además, haciendo hincapié en los valores, tomar
contacto con la profunda crisis espiritual de nuestro tiempo. (2005, p.XVII)2 . La Criminología
integrativista trata de superar el unilateralismo de enfoques biológicos y conductistas y de
tradicionales perspectivas jurídicas enclaustradas. Propone integrar la relación de los hechos
delictivos con la normatividad y con el valor, incentivando el desarrollo de la “vocación de
innovación del pensamiento criminológico latinoamericano” (2005, p.XVIII)3 . Para el autor, todo
intento de criminología integradora debe redundar, necesariamente, en un ahodamiento de las
perspectivas humanistas, preocupándose por el modo en que el hombre está inmerso en su
comunidad y también en la forma en que la comunidad le permite al hombre la realización de su
destino desde el ejercicio de sus derechos. Considera que son los valores de un humanismo
integrado los que deben prevalecer. Es destacada la preocupación, continua en la larga labor de
David, por la labor de las instituciones penitenciarias, respecto que las mismas tengan como
objetivo principal restituir al hombre a su plenitud interior y educarle de forma tal que le abra una
perspectiva de autorrealización. Conocedor de que los postulados de la Criminología integrativista
pueden ser tomados por utópicos o excesivamente amplios, no tiene dudas que solo un enfoque
interdisciplinario, que ponga en diálogo el Derecho con otras perspectivas de las ciencias del
hombre, puede lograr unidad y validez para una labor criminológica, en una sociedad que
auspicie el mejoramiento de las 2 Ibíd., Introducción. Pág. XVII. 3 El subrayado es nuestro.
condiciones de vida del hombre de acuerdo con la Declaración Universal de los Derecho del
Hombre, preguntándose por los problemas capitales de nuestro tiempo, sin perder la vista la meta
de los valores: “in omnibus justitia, in omnibus libertas” (por la plenitud de la justicia, a la plenitud
de la libertad). 2.- Latinoamérica, su diversidad y su historia común Pedro David, si bien reconoce
la diversidad de sus culturas, sus estados socioeconómicos, sistemas de valores, y de los
impactos históricos en la trama de su formación cultural y social, en vez de remarcar las
diferencias, señala las similitudes básicas: “semejanzas básicas de hombre, sociedad y cultura
que nos permiten legítimamente apuntar hacia el futuro de una idea unívoca, la de América”
(David, 2003, p.167). Destaca como similitud en Latinoamérica, que sus habitantes, antes de
encontrarse frente al europeo, tienen un pasado dado por la experiencia primera de las razas
autóctonas establecidas antes de la llegada del español a sus tierras. Cualquiera que haya sido la
adaptación de ese hombre a su entorno, sus civilizaciones habían manejado con éxito el paisaje,
la naturaleza y la sociedad. Destaca el autor: Hoy, a cinco siglos del oficial descubrimiento de
América por la historia del hombre europeo, esas culturas que se han tejido con lo autóctono de
América, están presentes en todos los países y su presencia ya no es muda, sino que constituye
un interrogante a la pregunta por la síntesis del hombre americano, de la síntesis d su pasado, de
su presente y de su futuro. (2003, p.167) Luego del descubrimiento europeo, los pueblos “nuevos”
“se independizan” y “nuevas fronteras los separan”, “asistimos al disgregamiento de esa unidad
originaria del individuo autóctono, entre cultura, paisaje y naturaleza” (2003, p.167) El hombre
americano adopta luego de la colonización nacionalidades políticas, que aún hasta el presente,
han rechazado esa unidad originaria. Hoy, que la técnica, los medios de comunicación de masas
y el acelerado cambio tecnológico y social (…) están borrando las fronteras geográficas entre los
países, amenazan paradójicamente con incrementar las fronteras culturales y socioeconómicas.
(…) Este desafío del gran cambio tecnológico y social ha creado problemas de tensiones y
violencia que se dan en el continente americano como una unidad, y al mismo tiempo, este gran
cambio tecnológico y social pone en crisis las concepciones tradicionales, políticas y económicas
(…) Creo que todos los pueblos en este momento muy especial de la historia están sacudidos por
comunes contradicciones (…) problemas que se relacionan con la desaparición de esquemas de
vida y estructuras que viven y llenan el cuerpo social. (pp.168-169) Se trata de una crisis de una
crisis del orden jurídico social, no solamente de la crisis del orden jurídico político. La colonización
impuso nuevas actitudes y perspectivas, y las conformidades preestablecidas fueron
cuestionadas desde su raíz por la mentalidad del colonizador. Comenta David: “no es por azar,
que sean los jóvenes en todos los pueblos de nuestra América los que de forma casi frontal y sin
planes claros para el futuro, hayan comenzado la rebelión contra el orden jurídico social actual”
(p.169). Y continúa advirtiendo: En esa rebelión que encabezan los jóvenes al cuerpo social total
podemos advertir un profunda deseo de remodelación de las normas para ponerlas a tono con su
vida […] el viejo formalismo se ven como profundamente injustos y las sociedades aspiran a una
justicia y a una paz más real. (p.169) El autor considera que las actitudes de rebelión y violencia,
se tratan de una forma de manifestación de desconfianza hacia el sistema jurídico social, y una
solicitud de reconocimiento a la dignidad. Se observa en todos los países latinoamericanos, más
allá de sus diferencias. Es como si de una manera infusa, pero real, una nueva justicia se va
haciendo patenta, una justicia que no es solamente permiso que da una clase o grupo a otra para
ejercitar sus derechos y su tipo de vida, sino fundamentalmente el reconocimiento de nuevas
dignidades. (p.169) Señala el autor que toda América Latina sufre de la enorme discrepancia
entre los recursos y las posibilidades de algunos sectores, frente a la increíble imposibilidad y
desvalimiento de otros. Refiere: Hoy, ofrece América, lugar para el hombre poseedor
ilimitadamente de los recursos de la cultura y de la técnica, y ara el hombre ilimitadamente
transeúnte de su miseria económicosocial y cultural (…) La técnica y la civilización han puesto
paradójicamente de relieve los grandes problemas morales y sociales del hombre de nuestro
tiempo, y cuando en el corazón de la Puna desolada o cuando los vientos del sur de la Tierra del
Fuego (…) hay un hombre, un hombre de América que confusamente presiente que existe un
mundo que le ofrece más apoyo, pero al cual él no puede llegar de ninguna forma. (p.170) Pedro
David interpreta que la juventud se ha “convertido en escenario de actos teñidos de toda
violencia” (p.171) como un modo de construir una aproximación mayor entre la letra de los
preceptos, los valores a los que esos mandatos apuntan, y las conductas reales y efectivas. Son
expresiones de violencia de un mundo emergente. El autor, en un último capítulo titulado “Ideas
para una nueva América” del libro que comentamos (Criminología y sociedad), termina realizando
una petición a los pueblos latinoamericanos. Nos dice: Las aspiraciones de la justicia van a
envolver más estrechamente todas las naciones y culturas latinoamericanas. (…) la síntesis de
esa cultura está expresándose en la aspiración del mundo nuevo, un universo que si bien
considera esenciales los logros económicos, valora igualmente la espiritualidad, donde las formas
por sí solas, no agotan la riqueza de la realidad (…) son esenciales los puntos de acuerdo y de
desacuerdo cuando la honestidad preside la conversación, cuando el mismo sentido de
generosidad minimiza diferencias de lenguaje, de geografía, incluso las socioeconómicas. Cada
nación aporta así su presencia espiritual y civilizadora (…) Esta nueva Latinoamérica tendrá que
reflejar inevitablemente esa diversidad; mucho más rica será la vida espiritual con esa síntesis,
que permitirá a cualquier habitante de nuestros países desplazarse por la diversidad maravillosa
de nuestras regiones. Mi propósito es destacar como la crisis actual de nuestros pueblos, es nada
más que el advenimiento de nuestro tiempo. Para que ese período se realice, tenemos que darle
inserción en nuestra vida personales y sociales, debemos tener el coraje de luchar por verdades
menos parcializadoras y no por eso menos verdaderas. Estrechar una hermandad social con
todos los sectores de nuestros pueblos y la aceptación de una vocación de reforma profunda.
Cada uno de nosotros y todos en su totalidad, Homs los actores, protagonistas, apasionados
partícipes de esta idea multiforme de una nueva América, que va inaugurando una nueva
esperanza. Los modos de lograr esa unidad de perspectivas para dar vida a esa nueva idea de
Latinoamérica, no deben consistir solamente en los infinitos modos de la cooperación técnica,
económica y científica, sino que básicamente deben estar inspirados en una participación, en una
comprensión primaria de las características espirituales de nuestros pueblos. Hay en primer
término, que desprenderse de la influencia negativa de estereotipos y prejuicios que han estado
dividiendo y separando a los pueblos para alanzar una realista unión latinoamericana. (…)
adentrarnos en la verdad histórica, espiritual y social de cada uno de los pueblos. Esto no podrá
lograrse sin dar un impulso a lo que considero la prioridad esencial en los esfuerzos de
comprensión: un proceso de integración educativa, a todos los niveles, de los diversos poblados
de Latinoamérica, no solamente desde el punto de vista de sus universidades y entidades
educativas oficiales, sino desde entes no oficiales o privadas, y también por medio de la
participación directa de sus comunidades (…) El conocimiento de la idea de una nueva
Latinoamérica sólo podrá lograrse comprendiendo a los pueblos hermanos a través de sus
diversidades de todo orden, no solo desde la perspectiva de la historia, de las costumbres y de
los modos de vida personales, sino abrazando con generosidad la comprensión de las raíces de
cada país en su propio contexto histórico (…) De esa manera evitaremos juicios negativos de
unos a otros; de ese modo podremos cooperar y solidarizarnos en busca de una unidad mayor
que nos englobe y nos afiance, y de esa forma tejeremos la nueva narración de una
Latinoamérica, en este momento específico de la historia del mundo. La síntesis instalada en
Latinoamérica será como un nuevo tipo de vida en que la técnica y la vida espiritual estén
profundamente ligadas; en el que la moral y las formas jurídicas protejan la creatividad y la
innovación para un mayor mejoramiento colectivo e individual, y sobre todo, para que a lo largo
de nuestros pueblos se destaque una nueva dignidad del hombre latinoamericano (…) Si estas
ideas para una nueva América llevan entretejidas, junto a su realidad, algunas esperanzas para el
futuro, aceptemos que hemos querido cambiar aquí la idea de un futuro, que aunque hoy utópico,
será realidad sólo en la medida en que contribuyamos con nuestro esfuerzo a esta gran causa
latinoamericana. Esto implica una nueva toma de postura frente a nosotros mismos, ante el
contexto de nuestra realidad y desde allí frente a los valores permanentes. (p.174) Es importante
mencionar que sobre el tema relativo a la falta de cumplimiento de la Convención Internacional
sobre los Derechos del Hombre y la Declaración Internacional sobre los Derecho del Niño, entre
otras denuncias, el autor advirtió sobre sus consecuencias en el sentido de la violencia y presento
mucha documentación y estadísticas al respecto en su libro Globalización, prevención del delito y
justicia penal (1999)4 . En esta obra, en uno de sus capítulos, trabaja sobre “La prevención y las
respuestas globales”, y señala la 4 David. Pedro. Globalización, prevención del delito y justicia
penal. Zavalía. Bs.As. 1999. falta de cooperación internacional respecto de un organismo
especializado que emplee una metodología apropiada para fiscalizar el cumplimiento de las
mismas. Comenta que en 1961 los países firmantes alcanzaron a 144, a las cuales se agregaron,
146 en 1971 y 9 en 1988, y que Austria, Bélgica y Suiza no lo hicieron hasta 1994. No obstante,
luchas de las previsiones de la Convención de 1988 no fueron adoptadas por las legislaciones
nacionales (referencia realizada en 1999). Refiere: El problema del desarrollo alternativo para los
países productores era más que la mera sustitución de cultivos. A nivel internacional no hay
precios para los productos agrícolas provenientes de los países productores de drogas. Por otro
lado, no se habían logrado, por parte de los países consumidores, estrategias integradas de
prevención. Muy por en contrario, la cárcel, como respuesta única, había agravado la situación A
su vez, los países consumidores que enfrentaban el problema desde hacia décadas, no hacía uso
de una política social del fortalecimiento de las instituciones básicas para enforcar seriamente el
tema. Por ejemplo, el problema de los niños y la droga y su incorporación al delito organizado. No
se trata sólo de los niños sicarios de Medellín, sino de los cientos de miles que en todo el mundo
son utilizados como instrumentos para la venta y distribución de drogas y el asesinato, siendo
ellos también víctimas. (…) Mientras en los enfoques tradicionales de la criminalidad se habla de
la inserción en el delito a partir del nivel de la situación individual del niño y su desamparo, en la
actualidad las organizaciones los reclutan tanto en forma masiva como selectivamente, desde los
barrios más acomodados, donde viven generalmente los narcotraficantes, hasta en aquellos
donde viven los niños de y en la calle (…) Prevenir es difícil, pero es la única posibilidad, el delito
se previene en la sociedad más equitativa, aunque las tendencias presentes apuntan en todas
partes a incrementar la polarización, mas allá de los logros económicos globales. Véase, sino, el
panorama de la desocupación, la discriminación social, y las carencias básicas para paliar el dolor
que aquéllas provocan, el imperio del delito organizado que maneja sumas enormes (…) el delito
organizado lava 85 billones de dólares por año sólo en Europa y Nueva York. Una prestigiosa
firma de abogados, Spencer-Weining &Hirsch, lavaron entre 70y 100 millones de dólares entre
1983 y1995 (…), se confiscaron a la mafia 500 millones de dólares en Italia. El problema, desde
luego, está vinculado a los terribles efectos de la corrupción e sus diversas formas y
manifestaciones (…) En San Pablo, estadísticas policiales muestran que el 14% de los muertos
por conflictos entre bandas del narcotráfico promedian las edades entre 16 y 17 años. Hay en San
Pablo aproximadamente 300.000 niños de y en la calle. (1999, pp.57- 58). David considera que la
amenaza cotidiana de los delitos transnacionales como el terrorismo, el tráfico ilícito de drogas, el
contrabando, los delitos contra el ambiente, los delitos de tráfico de mujeres y niños y la
corrupción que los acompaña, son planeados y ejecutados a través de una vasta y compleja red
intencional, y que los Estados “conviven simbióticamente con el delito organizado transnacional”
(1999, p.25). También nos recuerda que se ha estimado que en el siglo XX han perecido cerca de
130 millones de personas a manos de estos regímenes, mientras las dos Guerras Mundiales
dejaron un saldo luctuoso de 36 millones (…) No hay ya conciencia colectiva firme a nivel
nacional sino una conciencia de consistencia esponjosa, como la espuma de las márgenes
maricas. Y eso implica de entrada no tener un centro fijo y contornos definidos sino, como la
espuma, un límite que avanza y retrocede con la marea de la moralidad del día. Frente a este
fenómeno, el derecho penal, los jueces y funcionarios que o corporizan tienen un aire de
anacronismo (…) Hoy también, como el rostro del Dios Jano, representan la duda de la
legitimidad incomprensible de esta moralidad colectiva cambiante y frágil. (1999, p.26 Pedro
David considera que la globalización no consiste en una homogeneización del mundo alrededor
de parámetros comunes sino la reconstitución de espacios signados como centrales, marginales
o grises, tratándose de un nuevo tribalismo, organizándose en redes idénticas, tanto para las
actividades lícitas como para las ilícitas. El autor sigue a Maillard que distingue dos movimientos
fundamentales respecto de la globalización: una de expansión de la red de facilitaciones entre los
Estados superpoderosos y otros de conmuters, esto es, de periferias suburbanas a los Estados
centrales. Se trata de un nuevo paradigma de características internacionales en beneficio de los
sectores dominantes, pero existen zonas grises, “donde moran los empresarios de la prostitución,
las guerrillas, las drogas, y cuyos producidos van también a engrosas, directa o indirectamente, el
patrimonio financiero de los superpoderosos” (1999, p.28). Para concluir, nos parece importante
considerar las opiniones del autor respecto de las universidades en general, y en particular las
facultades de Derecho. Refiere: en las universidades, en los organismos de estudio, no se trata
de investigar de manera abstracta el delito sino de ver en qué forma esas investigaciones pueden
servir para mejorar las políticas concretas de acción. Es decir, investigaciones ordenadas haca la
prevención del delito (…) Las facultades de derecho aún no han captado en toda su dimensión la
problemática de los delitos, por ejemplo, los fraudes por computación, cómo hacer para prevenir
el lavado de dinero, qué acuerdos bancarios a nivel internacional son necesarios (…) (1999,
p.110) Para el autor, los problemas de la delincuencia actual están ligados a la industrialización
particular denominada globalización que victimizan a grandes masas de la población y “lo que se
llama delincuencia juvenil encubre en el fondo la enorme victimización” (1999, p.110) que implica.
Para Pedro David, la prevención del delito solo es posible con el cumplimiento de los derechos
humanos, con el cumplimiento de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre (1999,
p.111) como “instrumento efectivo de justicia social que establezca una relación armónica de
promoción espiritual y material entre Estado y sociedad, los diversos sectores sociales y
económicos, permitiendo el disfrute de derechos y libertades fundamentales” (p.213) . 3.- Un
llamado a la innovación integrativista del Derecho Penal y los fenómenos de violencia Pedro
David desarrolla un Derecho Integrativista suponiendo una posibilidad innovadora para la ciencia
jurídica, para el juez, y para los sistemas sociales en general. Nadie puede ignorar las
condiciones por las que estamos pasando en esta parte del mundo (Latinoamérica). Nuestras
normas jurídicas han sido siempre concebidas como si fueran autosuficientes. Ehrlich ya había
dicho en el siglo pasado, que el Derecho que vive en la conducta, inmediatamente que se
codifica, se rigidiza y se hace histórico, y, en alguna forma, antihistórico. No hay ninguna
posibilidad de innovar y remodelar en el Derecho si uno no tiene la historia real metida en la trama
de la reflexión jurídica. (1999, P.5) Desde la consideración relativa a que hay defectos de
estructura en el sistema legal y jurídico porque el mismo no toma en cuenta las condiciones de la
realidad, señalando un divorcio entre los expertos de las Ciencias Sociales y del Derecho, y
denunciando que los códigos penales se elaboran sin los previos estudios criminológicos
necesarios para averiguar el comportamiento de la realidad, comenta: “sería otra la suerte de la
vida social latinoamericana si se lograra superar esta situación” (1999, P.6). Varias preguntas
ponen en trabajo en su basto trayecto de vida como jurista: ¿Cómo se puede estudiar a estructura
social si no se le da al Derecho un análisis primordial? ¿Cómo puede estudiarse el Derecho si no
se concibe que él vive en la conducta concreta? ¿Por qué el Derecho, las normas jurídicas y la
realidad social están n divorcio? ¿Por qué el Derecho no marcha al unísono con la realidad
social? ¿Qué hacer para que la realidad social sea realidad jurídica? Para nuestro jurista, el
Derecho no es sólo el del código, es aquél que está en el proceso de socialización de las
personas, las familias, las escuelas. Preocupado por la situación del Derecho reducido al código,
sobre todo en Latinoamérica, comenta: Nos encontramos en el caso de normas jurídicas que
penalizan a los pueblos, como el caso de los códigos penales latinoamericanos, que en términos
generales ignoran las realidades indígenas en gran medida, con algunas pequeñas excepciones,
y por otra parte ignoran las condiciones de cambio social y cultural que han hecho variar
realmente las estructura de captación del Derecho Penal. Por ejemplo, tomando concretamente
ya un aspecto criminológico, los desafíos enormes que ha puesto frente al Derecho Penal la
circunstancia de la población, de cambio social y cultural, de crecimiento de los sectores juveniles
en esta parte del mundo. Mientras en las ciudades crece y se transforma la delincuencia
cambiando del tipo individual al de la figura grupal, siguen todavía lo códigos penales tratando al
delincuente, o al menor delincuente, con absoluta ignorancia de las posibilidades de una
prevención realista, hecha no desde las instituciones, que generalmente son escuelas de
delincuencia, sino desde la comunidad misma. (1999, PP5-6) El autor denuncia
fundamentadamente, luego de haber visitado cerca de 110 países, a pedido de éstos y para
proveerles asesoramiento técnico y programas de reforma, que el Derecho está en crisis. Nos
referiremos directamente a sus palabras, por su fortaleza inigualable en considerar el problema.
Refiere: creo que hoy como nunca en todos los pueblos, sin distinción de los sistemas de
gobierno, hay un escepticismo creciente en torno a los sistemas jurídicos, y también lo hay por la
contradicción permanente de las normas del código con la realidad social histórica. Es que,
evidentemente, muchas de las normas de nuestra legislación son calcas perfectas de doctrinas o
tratados de otras circunstancias o acontecimientos pasados, y no el resultado de la reflexión de
nuestra propia figura, sobre nuestro propio cuerpo y sobre nuestros propios valores. (1999, P.6) A
modo de ejemplificar el divorcio entre el derecho penal articulado en el plano racional, pero
absolutamente divorciado de la realidad social propia, David comenta cuestiones relacionadas
con el matrimonio de prueba incaico o el duelo criollo. Desde la época incaica existe el
matrimonio de prueba, que se llama sirvinacuy, que consistía en que el padre daba a su hija en
matrimonio a cualquier edad, después de los 12 o 13 años; luego de un año la mujer podría ser
devuelta a su padre, indemnizándolo adecuadamente. Comenta David: al copiar los legisladores
peruanos el Código Penal e la República Argentina, el contacto carnal con una menor de 15 años
se convierte en delito de estupro, con lo que el padre descontento, ante una magra
indemnización, puede denunciar al ex esposo de su hija; así se crea una posibilidad adicional de
violar costumbres básicas, sin aceptación ni ajuste previo, dificultando el control de la población
indígena al destruir sus instituciones. (1999, P.27) En muchas provincias argentinas, existe el
duelo criollo, así llamado por ser reflejo de la cultura del hombre rural, “que al no ser receptado
dentro de las disposiciones privilegiadas del Código Penal (Libro II, Título I, Capítulo V) que se
limita l duelo a la europea, es homicidio simple” (1999, p.28). Es evidente que si no modificamos
la enseñanza del Derecho, si no hacemos un esfuerzo profundo para volver a la realidad, no de la
ley, sino de la sociedad y el código juntos, si no estudiamos de qué manera los valores de la
legislación están contradiciendo el aspecto axiológico de la realidad, el camino de la legislación es
indudablemente, en esta forma, una senda de violencia, y cuando me refiero a una senda de
violencia señalo el desarrollo creciente que no es solamente escepticismo lo que el hombre
latinoamericano siente por su legislación, sino que el individuo comienza a desafiar y a rebelarse
contra los regímenes jurídicos en un modo total, radical y absoluto (…). (1999, p.6) Propone con
pasión y lógica suficiente que si el divorcio entre el Derecho y la realidad no se supera, vamos a ir
creando cada vez más una disparidad permanente en el Derecho, que tiene que ser el distribuidor
de justicia y no de desorden, distribuidor de paz y seguridad y no de violencia, distribuidor de
solidaridad y cooperación y no de conflicto y anarquía. En el fondo, lo que estoy sugiriendo es que
la innovación jurídica sea un requisito básico de todo régimen jurídico – social, y quienes estamos
en la línea integrativista creemos que debemos ser tan innovadores como algunas culturas lo
fueran. (1999, p.7) Sus estudios denuncian datos relevantes, entre ellos, que en Latinoamérica el
25% de la población menor de 20 años es analfabeta, y se pregunta: “¿Cuál es el derecho que
vive en la conducta de ese 25% de iletrados de la población latinoamericana, y de qué forma son
penalizados por una legislación que no entiende, no comprende, a ellos y a sus propios valores?”
(1999, p.7) Aclara con firmeza radical: El hecho de que los centros de reclusión estén llenos de
pobres, no significa que sea la pobreza la causa del delito, sino de aquellos que no pueden
defenderse por carecer de recursos socioeconómicos y que reciben inexorablemente la condena;
y en cambio, los delitos de cuello blanco, los de alta delincuencia económica, pasan
desapercibidos porque los buenos abogados están a su servicio. De tal forma que no se cumplen
los requisitos de una justicia distributiva, sino de una justicia sectorial. (1999, p.8) Pedro David
realiza a través de toda su labor, clases magistrales, conferencias, artículos científicos, reportajes
periodísticos, libros, un llamamiento perentorio a la necesidad de retrotraer el Derecho y las
ciencias sociales a una incorporación de valores jurídicos para todos los sectores de la vida
latinoamericana. Cree que la justicia es un mínimo de orden, de paz, de seguridad, de solidaridad,
de cooperación para todos los sectores sociales, y que en la medida en que haya sectores
sociales discriminados, y ellos no están recogidos en innovaciones inmediatas en el sistema
jurídico, “seguiremos asistiendo en nuestros países al fenómeno de la violencia que, cualesquiera
que sean sus causas, así está siendo fomentada por una inequitativa distribución de los recursos
y por un inequitativo régimen jurídico” (1999, p.8) Llamando a la reflexión, sugiere que las
ciencias sociales y los juristas deben unirse para reestructurar de nuevo la unidad originaria que
ya se conoció, por ejemplo, en los tratados de Aristóteles. Considera que no se puede segmentar
el funcionamiento del Derecho y creer que “nos expresamos sobre él cuando hablamos de la
norma jurídica, o cuando nos referimos a los procedimientos judiciales” (1999, p.8), pues en su
posición tomada desde su experiencia y amplios conocimientos teóricos y pragmáticos, previo a
la norma jurídica están los valores de las conductas efectivas. El autor dice con fortaleza y
energía: “en realidad, las constituciones de un pueblo no son las escritas, sino las que viven en la
conducta” (1999. p.8). Todo esto, para Pedro David, significa retomar el camino de una ciencia
social integrativa. Y, sus reflexiones sobre la sociedad latinoamericana vienen de la circunstancia
de su trabajo como sociólogo del Derecho, tarea que lo lleva a plantear que no se puede pensar
el Derecho sin tener en cuenta los valores de la estructura social, para evitar que el Derecho siga
siendo “la condena de los muertos sobe los vivos” (1999, p.8).5 En su libro, ocupa un comentario
extenso, el modo en que los códigos, generalmente centenarios, pasan a la legislación civil
latinoamericana. 5 El autor menciona a Ehrlich como autor de esta frase. Ejemplifica en relación
al Código Civil francés de 1806, que es retomado por las legislaciones de Latinoamérica,
estableciendo instituciones fantasmas que en realidad y en larga medida han sido dejadas de
lado por la historia. Enfáticamente realiza un llamamiento a los especialistas trabajadores del
tema: “Pretendo así incitar a que los estudios del Derecho retornen a las Ciencias Sociales en los
niveles adecuados, y que se reintegren a la Criminología con el entusiasmo y la jerarquía de
verdaderas disciplinas científicas” (1999, p.9) Concibe que las facultades de Derecho no
solamente deban preparar a los abogados en la profesión estudiando las normas, sino como
hombres conocedores de la circunstancia histórica de su país. Destaca que tanto el abogado
profesional en el ejercicio privado, como el juez, deben interesarse por la integración de la
realidad fáctica y los valores de una ciudadanía, entendida en su historia y en su presente, para
realizar con justicia su trabajo. Para convertir a la ciencia del Derecho en algo digno de su
nombre, hay que aunarla con otras disciplinas (…) la Sociología Jurídica, la Criminología, la
reflexión filosófica, la psicología, para un replanteamiento epistemológico de todo el orden jurídico
(…) Miguel Reale (…) habla de Sociología del Derecho, Psicología del Derecho, Etnología
jurídica, Historia legal, Axiología lógica formal, Teoría general del Derecho (…) Culturología
jurídica. (1999, p.13, 21) También destaca la importancia del estudio de la Economía Política
como central en la reflexión socio-jurídica, así como también todas las ciencias relacionadas con
el comportamiento humano (1999, p.21). Respecto del trabajo de abogados y jueces, nuestro
autor, con valentía, señala: “es importante saber de qué clase social proviene el juez y cual es su
ideología”. Comenta con realismo: (…) los fallos judiciales no son lo que la Constitución dice, sino
lo que los jueces interpretan del contenido de la Constitución o de las leyes (…) debemos
abandonar la concepción equivocada de los jueces, que son discos que repiten la ley en una
forma de silogismo articulado y hablemos de la teoría progresiva del juez. Ella resulta adecuada
porque en la realidad el juez es un permanente creador del Derecho, como en realidad el
abogado también lo es, y el sociólogo, en alguna medida, tiene que contribuir necesariamente a la
creación de un Derecho donde la justicia sea la circunstancia principal. (1999, p.9)
Puntualizaremos los temas más destacados en el capítulo referido a la crisis del Derecho,
siempre con los riesgos de que nuestras puntuaciones sean parcializadas por los intereses de
nuestro rasgo investigativo: 1. La crisis del Derecho radica en el divorcio entre la norma y la
realidad fáctica, entre la realidad de la norma y la realidad social. 2. El Derecho no se reduce a la
norma, sino que va más allá del precepto: propone una interacción entre realidad social y norma
(problema entre lo formal y lo fáctico). “El Derecho necesita primero, y principalmente, interpretar
las normas y los valores de un país determinado, ser expresión de una circunstancia histórica
concreta y sobre todo, hacer justicia social mayoritaria” (1999, p. 28) 3. El ser del Derecho no es
un ser exclusivamente normativo, sino que es también conducta social. 4. La realidad jurídica no
es, exclusivamente, la norma y la conducta de los individuos a los cuales se refiere la misma.
También influye concreta y precisamente, el nivel de conciencia de la ciudadanía, como punto
radical para la determinación de la realidad jurídica. 5. El Derecho es el que los jueces aplican. El
juez es el que se encarga realmente de materializar el Derecho, y es importante su formación
integrativista, para auxiliarlo en la construcción de su interpretación de las leyes, que siempre es
subjetiva, y la influencia que su ideología pueda determinar. 6. El concepto científico de Derecho
tiene que surgir a partir del Derecho efectivamente aplicado en un país, sino la realidad jurídica
está falseada. 7. No se puede prescindir en el Derecho de la tradición cultural y del momento
fáctico. 8. La causa del divorcio entre el Derecho y la realidad social, “no se trata de un fenómeno
simplemente de falta de acuerdo; la causa está en otras relaciones verdaderamente
fundamentales, que son las de la Economía Política. (…) para que exista un verdadero
matrimonio, es necesario que las desigualdades sociales-económicas desaparezcan (…) A veces
se dan normas perfectas, leyes sapientísimas, pero a la hora de cumplirse las tuerce la
Economía. (1999, pp.14-15). 9. La crisis del Derecho es “la falta de ética” (1999, p. 15). Se debe
estudiar cuál es la postura del jurista y sus renuncias éticas como legislador, como juez y como
consultor. a.- Como legislador: “el jurista está al servicio del interés que logra predominar en las
cámaras (…) El voto mayoritario se obtiene a veces por la influencia de los grupos de presión
que, con sus inmensos recursos aprovechan de la falta de ética de los hombres de leyes para
ponerlos a su servicio incondicional”. (1999, p.16) b.- Como juez: “inclina muchas veces la
balanza al servicio de los grandes intereses, fundamentalmente carentes de ética (1999, p.16) c.-
Como consultor: “el jurista consultor, ubicado desde la Presidencia de un país, hasta el último
despacho oficial o privado, el interés es complaces las demandas –muchas veces egoístasde
grupos, de personas, del funcionario, haciendo abstracción de la realidad social de ese pueblo a
que está destinada la norma”. (1999, p.16) 10. Un punto de crisis del Derecho importante es la
situación de los menores en Latinoamérica “poniendo de relieve la contradicciones que se dan
entre el Derecho de Menores y las circunstancias de salubridad, de vivienda, de educación. Hay
13 países en nuestro continente donde los niños tienen menos calorías de las que pueden
necesitar para poder sobrevivir, hay una mortalidad infantil rampante, las condiciones de vivienda
precaria han crecido tanto que, en este momento, necesitamos en América millones de viviendas
para poder dar solución a las villas de emergencia en las zonas rurales y urbanas. Esas
condiciones han inundado de miseria y destrozo ético y vital el panorama psicológico y ecológico
de la vida latinoamericana, planteando dudas acerca de la efectividad de esa legislación.
Referencias David, P. (1999). Globalización, prevención y justicia penal. Buenos Aires: Zavalia.
Davidi, P. (2005). Criminología y sociedad. México: Instituto Nacional de Ciencias Penales
La costumbre ha sido considerada siempre como la primera fuente del derecho de nuestro sistema.
Circunscribiéndonos al ámbito del sistema de derecho de origen romanista, al que pertenece nuestro
país, las fuentes se ordenan jerárquicamente ubicándose:
Un conflicto es una relación jurídica que posee un sentido disvalioso y un significado normativo
claramente ilícito o al menos controvertido.
La sentencia es una norma jurídica individual, válida y legítima, dictada por un juez competente,
con el fin de resolver tras el debido proceso, un caso conflictivo o controvertido.
Según el grado de estabilidad que adquiera la sentencia podemos distinguir la cosa juzgada formal, de la cosa
juzgada material.
La sentencia como acto jurídico procesal consiste en la aplicación de una norma general, llevada a
cabo por un órgano jurisdiccional del Estado, declarando la protección que aquella le acuerda a un
determinado derecho subjetivo, cuando existen intereses en actual o potencial conflicto.
La sentencia como acto jurídico procesal consiste en la aplicación de una norma general, llevada a
cabo por un órgano jurisdiccional del Estado, declarando la protección que aquella le acuerda a un
determinado derecho subjetivo, cuando existen intereses en actual o potencial conflicto.
En un sentido amplio la palabra sentencia designa genéricamente todo acto de aplicación del
derecho objetivo mediante la cual un juez o tribunal competente resuelve las peticiones de las partes
o dispone medidas procesales. De acuerdo al contenido de la decisión esa actividad jurisdiccional
puede resolver una cuestión incidental planteada durante la tramitación del proceso –sentencia
interlocutoria– o dirimir el conflicto poniendo fin al juicio –sentencia definitiva–.
La sentencia, cuando es definitiva pone fin al conflicto dirimiendo las cuestiones debatidas, en
consecuencia es un modo de conclusión del proceso judicial.
Denominamos heterónoma a esta técnica porque la controversia la resuelve un órgano jurisdiccional del Estado
especialmente instituido para esta tarea.
El ser humano es simultáneamente un ser social y antisocial que necesita vivir en comunidad para
realizarse plenamente, pero con frecuencia no ejerce sus funciones propias, no cumple con sus
deberes, y entra en controversias y pugnas con aquellos con los que convive.