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La depresión es un tipo de enfermedad del ánimo que puede explicarse como la

disminución persistente del estado de anímico, con diversos signos y síntomas que
comprometen el desempeño de la persona.

Esta patología mental puede manifestarse a cualquier edad, con evolución episódica y
con una frecuencia de curso recurrente. Aunque con con tendencia a la recuperación
entre los episodios.

Se trata de una enfermedad con una frecuencia importante en la población general, de


gran impacto en salud pública y en la economía, que complica de manera significativa
la evolución de las enfermedades físicas.

Por ejemplo, como causa de años perdidos por discapacidad y muerte prematura a
nivel mundial pasó desde el cuarto lugar el año 1990, al segundo el año 2020.

Las primeras aparecen el año 2600 A.C. en documentos egipcios y sumerios.


En el Antiguo Testamento (I Samuel 16-17), Saúl es aliviado por la cítara de David. En
la tragedia de Ayax, Sófocles describe un episodio depresivo que lo lleva al suicidio,
450 A.C.
Y en similar periodo, Hipócrates estudia la melancolía y explica su emergencia por el
predominio de uno de los humores corporales.
También es interesante consignar que Aristóteles (384-322 A.C.), llama la atención
sobre la coincidencia entre depresión y creatividad. Al comienzo de la era cristiana
Areteo de Capadocia y luego Galeno continúan los estudios.
La depresión en los siglos XIX y XX
A lo largo del siglo XIX, las nociones de manía y melancolía se transforman en los
conceptos de manía y depresión. Y se mezclan en los estados combinados: locura
circular (Falret, año 1850); doble forma (Baillarger, año 1854).
Este proceso finaliza con la integración de todos los estados afectivos en la locura
maniaco-depresiva de Kraepelin (Sexta edición de su Tratado).
Finalmente, esta enfermedad se fue subdividiendo por los estudios de Leonhard, en
1957, hasta culminar en la propuesta de Angst y Perris de 1966, cuando separa la
depresión unipolar del trastorno bipolar, aceptada desde 1980 por el DSM-III.
La influencia de la genética
Otras descripciones sobre enfermedades del ánimo pueden ser más antiguas: desde
más de 5000 años se conoce la influencia del clima en el ánimo.
Por lo anterior, en la actualidad no nos puede sorprender que los «genes depresivos»
sean una herencia del mestizaje con neandertal: se sabe que los genomas de los
euroasiáticos modernos contienen una pequeña fracción, 1.5 a 4% del ADN heredado
de neandertales de hace unos 50.000 años.
Regiones genómicas de humanos actuales enriquecidas con alelos neandertal tendrían
efectos potenciales sobre algunos fenotipos actuales, entre otros, la depresión.
Sin embargo, no significa que esa especie fuera «más depresiva», pues desconocemos
el impacto de su medio ambiente.

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