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Desde que empezó la universidad hacía 6 meses, había rendido poco en los exámenes y
se había mostrado incapaz de cumplir su programa de estudios. La preocupación de que
le acabaran de suspendiendo y echando de la universidad le provocaba insomnio, mala
concentración y sensación general de desesperanza. Después de una semana
especialmente dura, regresó a casa inesperadamente y comunicó a su familia que creía
que debía dejar los estudios. La madre lo llevó enseguida al centro donde ya habían
ayudado previamente a Carlos y a su hermano mayor. La madre se preguntaba en
concreto si el “TDAH” de Carlos podía ser el problema o si ya lo había superado gracias a
la edad.
A Carlos ya lo habían visto en ese mismo centro a los 9 años, momento en que le
diagnosticaron un trastorno por déficit de Atención con hiperactividad (TDAH) de
presentación combinada. Las notas de aquella evaluación clínica indicaban que Carlos
había tenido problemas escolares por no seguir las instrucciones, no hacer los deberes,
levantarse del asiento, perder cosas, no esperar su turno y no escuchar. Le costaba
concentrarse excepto en los videojuegos. A los que “podía jugar durante horas”. Carlos,
aparentemente, había empezado a hablar tardíamente, pero el parto y el desarrollo
habían sido por lo demás normales. La familia había emigrado a Estados Unidos desde
México cuando Carlos tenía 5 años. Este había repetido el primer grado por inmadurez
conductual y problemas para aprender a leer. No se observó la facilidad con que Carlos
había aprendido inglés, su segunda lengua.
Desde que había empezado la universidad, Carlos refirió que con frecuencia no había
podido concentrarse en la lectura y las clases, Se distraía con frecuencia y tenía problemas
para entregar a tiempo los trabajos. Se quejó de sentirse inquieto, agitado y preocupado.
Refirió dificultades para conciliar el sueño, poca energía e incapacidad para “divertirse”
como sus compañeros. Dijo que los síntomas depresivos “iban y venían” durante la semana,
pero que no parecían influir en sus problemas de concentración.
Carlos dijo que en el bachillerato había tenido muy buenos profesores que lo habían
comprendido, ayudado a entender lo que leía y permitido grabar en audio las clases y
emplear otros formatos (p. ej., vídeos, wikis, presentaciones visuales) para los trabajos finales.
Sin este apoyo en la universidad, dijo que se sentía “solo, estúpido, fracasado e incapaz de
salir adelante”.
Aunque el profesor de bachillerato se lo había aconsejado, Carlos no se inscribió en la
oficina de servicios para estudiantes con discapacidad en la universidad. Prefería que no
lo consideraran distinto a sus compañeros y pensaba que debía ser capaz de superar la
universidad por sí mismo.
En la exploración, Carlos iba vestido con unos vaqueros limpios, una camiseta y una
sudadera cuya capucha se echaba una y otra vez en la cara. Permanecía sentado, quieto
y encorvado. Suspiraba constantemente y rara vez miraba al clínico a los ojos.
Tamborileaba los dedos con frecuencia y se removía en el asiento, pero era educado y
respondía debidamente a las preguntas. Su dominio del inglés parecía sólido, pero hablaba
con un ligero acento español. A menudo balbuceaba y pronunciaba mal algunas palabras
de varias sílabas (p. ej., decía “literatura” en lugar de literatura e “intimar” cuando quería
decir “intimidar”). Dijo que no tenía pensamientos suicidas. Parecía tener una conciencia
razonable de sus problemas.
DIAGNÓSTICOS:
EXPLICACIÓN:
Carlos tiene antecedentes de TDAH. Cuando se le evaluó a los 9 años de edad, los criterios
para el DSM-IV para el TDAH requerían seis de los nueve síntomas enumerados en cualquiera
de sus dos categorías inatención o hiperactividad-impulsividad (además del inicio antes de
los 12 años). Le diagnosticaron un TDAH de tipo combinado, indicando de esta forma que
el especialista había detectado al menos seis síntomas de cada una de estas esferas.
Carlos se presenta ahora a los 19 años de edad y el informe del caso indica que tiene cinco
síntomas distintos de falta de atención y dos síntomas de hiperactividad-impulsividad. Esto
parece indicar una mejoría sintomática. La remisión parcial del TDAH es frecuente con la
edad, sobre todo en lo referente a los síntomas de hiperactividad. Conforme al DSM-IV, el
TDAH de Carlos se diría que ha remitido. Sin embargo, el DSM 5 posee un umbral más bajo
de cinco síntomas en cada categoría en lugar de seis. En consecuencia, Carlos sí cumple
este criterio diagnóstico del TDAH.
No obstante, es importante buscar explicaciones alternativas al TDAH y una posibilidad sería
que los síntomas actuales pudieran explicarse mejor por un trastorno del ánimo.
Durante los 6 últimos meses, Carlos ha tenido síntomas ansiosos y depresivos, pero su
inatención y escasa concentración no parecen limitarse a estos episodios ni estar
exacerbados por ellos. Sus síntomas de TDAH son crónicos y el trastorno se inició en la niñez
sin trastornos del ánimo o de ansiedad concurrentes. Más aún, los síntomas depresivos de la
presentación parecen haber durado tan solo alrededor de 1 semana, mientras que los
problemas académicos son crónicos.
Las pruebas psicológicas repetidas indican un TEAp de intensidad moderada. Como los
problemas de aprendizaje ya empezaron en la edad escolar y siguen causando deterioro
académico. Carlos cumple los criterios diagnósticos del DSM-5 para el TEAp. Al ser capaz
de documentar tanto un TDAH como un TEAp, Carlos podrá acceder a ayudas académicas
que deberán permitirle continuar con mayor solidez sus estudios universitarios.