Está en la página 1de 14

Universidad del Norte – UNINORTE

alud

Teoría Psicoanalítica.

Encargada de Cátedra:
Lic. Nancy Arguello
Psicoanálisis IV
4 año

Alumna: Paula Carina Vera Ataia

Pedro Juan Caballero


03/05/2023
Índice General

Angustia y vida pulsional .............................................................................................


Mas allá de principio del placer …………………………...............................................
El ello el yo y el Super yo …………………………………………………….……………..
El mal estar en la cultura ………………………………...................................................
Bibliografias………………………………………………………........................................
Introducción

Angustia y Vida pulsional


Este título abarca el sufrimiento psíquico desencadenado por un evento traumático,
buscando, inicialmente, en una perspectiva histórica, los elementos conceptuales que
convergen para la delimitación del cuadro clínico de la neurosis traumática en el texto
freudiano. Estudia, enseguida, su conceptuación en el trabajo de los primeros
psicoanalistas, en especial Sandor Ferenczi y Karl Abraham, para así tomar algunos
elementos conceptuales de la teoría de la seducción generalizada de Jean Laplanche,
pretendiendo enriquecer su comprensión. Juntamente con la discusión teórica, son
presentados dos fragmentos clínicos con el objetivo de ilustrar las principales ideas
defendidas a lo largo del artículo y que, en sus puntos esenciales, se fundamentan en
la tesis freudiana según la cual toda angustia delante de un evento traumático, desde
que se desarrolla, sobrentiende, invariablemente, la angustia delante del ataque
pulsional.
Dos teorías de la angustia presentadas por Freud, en torno al "Caso Juanito", durante
los siguientes períodos: 1909- 1917 y 1925 -1932. De esta manera, a lo largo de este
trabajo se analizará, a su vez, cuáles son los interrogantes que en un primer y segundo
momento lo llevan a Freud a volver sobre el caso, dando cuenta de esta manera cual
es el uso que Freud hace del mismo. En sus inicios (1896 - 1900), Freud sostiene la
existencia de una libido trasmudada directamente en angustia, que ubica como causa
de las neurosis actuales. Si bien dicha teorización, es nominada por muchos autores
como una "primer teoría de la angustia", cabe aclarar que en este trabajo, al hablar de
la primera y segunda teoría de la angustia me referiré a lo que el mismo Freud concibe
como tal en la 32ª Conferencia. Angustia y vida pulsional. (Freud. 1933. (1932).
La metodología implementada, será la lectura y rastreo de textos Freudianos, haciendo
uso a la vez de las notas de Strachey, e investigaciones actuales las que serán
tomadas como fuentes secundarias. En tanto que el uso que hace Freud del caso no es
ingenuo, se buscará cuáles fueron los objetivos que lo llevaron a Freud a presentar el
Historial y a retomar el caso por segunda vez. Es el mismo Freud el que sostiene
explícitamente que desde hace años insta a sus discípulos a encontrar observaciones
acerca de las manifestaciones sexuales de los niños y Juanito es el caso que le
permitirá, o bien corroborar, o bien refutar aquello de lo cual ha tenido noticia a través
del análisis de los adultos. Ahora bien, ¿qué es lo que hace que Juanito sea "un caso"
sobre el cual intervenir? ¿Cuáles son los conceptos que le permiten su lectura y guían
sus intervenciones? Se precisará desde que concepciones Freud piensa la fobia del
niño, y desde donde se autoriza a intervenir, situando a su vez cuales son aquellas
preguntas que Freud no puede responderse en 1909, debido a limitaciones teóricas.
Habiendo presentado la segunda tópica, y con las sucesivas complejizaciones que la
misma implica, Freud presenta en Inhibición, síntoma y angustia (Freud 1926 (1925)) la
segunda teoría de la angustia, desde la cual propone otra lectura del caso. Se
procederá a sistematizar la segunda teoría de la Angustia, con la cual Freud logra una
comprensión metapsicológica de la misma; a partir de la articulación del complejo de
Edipo con el de Castración, podrá comprender el motor del mecanismo represivo y por
lo tanto también la función de la angustia-señal en dicho proceso. En esta segunda
vuelta al caso, ya no lo motiva ni la terapéutica particular del mismo, ni la contrastación
teórica de la sexualidad infantil. La reelaboración del material clínico desde sus nuevas
teorizaciones, permite una lectura más compleja del mismo, volviendo "visible"
aspectos del material antes no pensados. La vuelta sobre el caso, posibilita la
elaboración conceptual misma, dando cuanta así de la estrecha ligazón entre la cura y
la investigación.
ANGUSTIA Y VIDA PULSIONAL
- La angustia y las pulsiones básicas de la vida anímica son las tareas más
difíciles
que afrontamos, pero la dificultad no reside, son justamente los fenómenos más
frecuentes y familiares los que nos plantean aquellos enigmas.
- La angustia es un estado afectivo, o sea, una reunión de determinadas
sensaciones
de la serie de placer -displacer con las correspondientes inervaciones de descarga y
percepción, pero probablemente el precipitado de cierto evento significativo,
incorporado por vía hereditaria, y es entonces comparable al ataque histérico
adquirido por el individuo
ANGUSTIA Y VIDA PULSIONAL
- La angustia y las pulsiones básicas de la vida anímica son las tareas más
difíciles
que afrontamos, pero la dificultad no reside, son justamente los fenómenos más
frecuentes y familiares los que nos plantean aquellos enigmas.
- La angustia es un estado afectivo, o sea, una reunión de determinadas
sensaciones
de la serie de placer -displacer con las correspondientes inervaciones de descarga y
percepción, pero probablemente el precipitado de cierto evento significativo,
incorporado por vía hereditaria, y es entonces comparable al ataque histérico
adquirido por el individuo
La angustia y las pulsiones básicas de la vida anímica son las tareas más difíciles
que afrontamos, pero la dificultad no reside, son justamente los fenómenos más
frecuentes y familiares los que nos plantean aquellos enigmas
32º Conferencia: Angustia y Vida Pulsional
Angustia
La angustia, en los primeros estudios freudianos, aparece como una convergencia de
afectos y sensaciones de placer
y displacer con tendencia a la descarga, y derivado de un evento significativo
comparable al ataque histérico. Especial
importancia merece el evento del nacimiento, una real angustia tóxica, debido a los
abruptos cambios entre el
estado de ingravidez y nutrición continua del periodo intrauterino al rompimiento sobre
el mundo exterior con una
alteración del ritmo cardiorrespiratorio notable y un choque sensorial. Este proceso
debe llevar una huella némica
afectiva que marca una forma de percibir el mundo exterior.
Dividimos la angustia en angustia realista y angustia neurótica.
Angustia Realista: El peligro es externo y fácilmente discernible. Se produce
un estado de atención sensorial
incrementado acompañado de tensión motriz (apronte angustiado) como reacción
lógica a una amenaza de peligro.
El desarrollo de esta angustia tiene dos desenlaces posibles:
1- Adaptativo (Prevalece lo nuevo): Por un lado se produce una señal de
angustia (apronte angustiado)
derivado de un factor traumático anterior, y por otro, se genera una respuesta para
adaptarse a la nueva
situación de peligro a fin de ponerse a salvo.
2- Angustia Incrementado (Prevalece lo antiguo): Toda la reacción se agota en el
desarrollo de angustia y
entonces el estado afectivo resultará paralizante y desacorde con el fin presente.
Angustia Neurótica: El peligro es interno y no se discierne concientemente. La vemos
en tres casos diferentes:
1- Angustia “Flotante”: Angustia inespecífica general en disposición de enlazarse
efímeramente con cada nueva
posibilidad que emerja.
2- Angustia de “Fobias”: Angustia firmemente ligada a determinados contenidos de
representación, en las que
en el fondo aún hay un enlace con un peligro externo, pero la reacción resulta
desmedida. Una angustia
neurótica se termina mudando en una realista, el miedo a algo interior se muda en algo
exterior para así
poder huir de él.
3- Angustia de “Histeria”: Varias posibilidades en esta categoría. La angustia puede
acompañar a síntomas o
emerger de manera independiente como ataque o como estado de cierta
permanencia, pero siempre
desvinculada de un peligro exterior.
En sus antiguos estudios Freud sostenía que la angustia es producto de la energía
libidinal desviada de su meta
original por el proceso de la represión. Es decir, la represión desfigura la
representación pero el monto de afecto
adherido es mudado en angustia.
Freud señala que los síntomas relevan la angustia y viceversa. Si se impide al
enfermo el cumplimiento de su
formación sustitutiva (síntoma) cae en la angustia. Los síntomas fueron creados por el
mecanismo de placer-displacer
para evitar el estallido del estado de angustia.
Nueva Concepción de Freud
El Yo es la sede de la angustia, sólo él puede producirla y sentirla. Se relaciona
íntimamente con los tres vasallajes
que tiene el Yo, del mundo exterior (angustia realista), del ello (angustia neurótica) y
del superyo (conciencia moral).
El objetivo claro es señalar una situación de peligro.
La nueva concepción teórica de Freud afirma que no es la represión lo que crea la
angustia, sino que la angustia está
primero, es ella la que crea la represión. Esta angustia original es realista ya que hay
un “marco de realidad”, el
peligro no existe, pero el niño lo siente como real. En el niño este peligro que teme el
niño es como consecuencia del
enamoramiento de la madre y su temor es la castración. En la niña es el temor a la
pérdida de amor, que e suna
continuación de la angustia del lactante cuando echa de menos a la madre. En el caso
del niño, vale decir que no es
sólo la angustia de castración de sus genitales, sino de todo lo que esboce su brillo
fálico, psíquico o material. L
32º Conferencia: Angustia y Vida Pulsional
Angustia
La angustia, en los primeros estudios freudianos, aparece como una convergencia de
afectos y sensaciones de placer
y displacer con tendencia a la descarga, y derivado de un evento significativo
comparable al ataque histérico. Especial
importancia merece el evento del nacimiento, una real angustia tóxica, debido a los
abruptos cambios entre el
estado de ingravidez y nutrición continua del periodo intrauterino al rompimiento sobre
el mundo exterior con una
alteración del ritmo cardiorrespiratorio notable y un choque sensorial. Este proceso
debe llevar una huella némica
afectiva que marca una forma de percibir el mundo exterior.
Dividimos la angustia en angustia realista y angustia neurótica.
Angustia Realista: El peligro es externo y fácilmente discernible. Se produce
un estado de atención sensorial
incrementado acompañado de tensión motriz (apronte angustiado) como reacción
lógica a una amenaza de peligro.
El desarrollo de esta angustia tiene dos desenlaces posibles:
1- Adaptativo (Prevalece lo nuevo): Por un lado se produce una señal de
angustia (apronte angustiado)
derivado de un factor traumático anterior, y por otro, se genera una respuesta para
adaptarse a la nueva
situación de peligro a fin de ponerse a salvo.
2- Angustia Incrementado (Prevalece lo antiguo): Toda la reacción se agota en el
desarrollo de angustia y
entonces el estado afectivo resultará paralizante y desacorde con el fin presente.
Angustia Neurótica: El peligro es interno y no se discierne concientemente. La vemos
en tres casos diferentes:
1- Angustia “Flotante”: Angustia inespecífica general en disposición de enlazarse
efímeramente con cada nueva
posibilidad que emerja.
2- Angustia de “Fobias”: Angustia firmemente ligada a determinados contenidos de
representación, en las que
en el fondo aún hay un enlace con un peligro externo, pero la reacción resulta
desmedida. Una angustia
neurótica se termina mudando en una realista, el miedo a algo interior se muda en algo
exterior para así
poder huir de él.
3- Angustia de “Histeria”: Varias posibilidades en esta categoría. La angustia puede
acompañar a síntomas o
emerger de manera independiente como ataque o como estado de cierta
permanencia, pero siempre
desvinculada de un peligro exterior.
En sus antiguos estudios Freud sostenía que la angustia es producto de la energía
libidinal desviada de su meta
original por el proceso de la represión. Es decir, la represión desfigura la
representación pero el monto de afecto
adherido es mudado en angustia.
Freud señala que los síntomas relevan la angustia y viceversa. Si se impide al
enfermo el cumplimiento de su
formación sustitutiva (síntoma) cae en la angustia. Los síntomas fueron creados por el
mecanismo de placer-displacer
para evitar el estallido del estado de angustia.
Nueva Concepción de Freud
El Yo es la sede de la angustia, sólo él puede producirla y sentirla. Se relaciona
íntimamente con los tres vasallajes
que tiene el Yo, del mundo exterior (angustia realista), del ello (angustia neurótica) y
del superyo (conciencia moral).
El objetivo claro es señalar una situación de peligro.
La nueva concepción teórica de Freud afirma que no es la represión lo que crea la
angustia, sino que la angustia está
primero, es ella la que crea la represión. Esta angustia original es realista ya que hay
un “marco de realidad”, el
peligro no existe, pero el niño lo siente como real. En el niño este peligro que teme el
niño es como consecuencia del
enamoramiento de la madre y su temor es la castración. En la niña es el temor a la
pérdida de amor, que e suna
continuación de la angustia del lactante cuando echa de menos a la madre. En el caso
del niño, vale decir que no es
sólo la angustia de castración de sus genitales, sino de todo lo que esboce su brillo
fálico, psíquico o material. L
La angustia es un estado afectivo o sea una unión de determinadas sensaciones de la
serie placer-displacer con las inervaciones de descargas a ellas correspondientes y su
percepción, probablemente el residuo de cierto acontecimiento importante, incorporado
por vía hereditaria y entonces comparable al ataque histérico adquirido por el
individuo.

La angustia es como estado afectivo la reproducción de un antiguo evento peligroso; la


angustia está al servicio de la autoconservación y es una señal de un nuevo peligro; se
genera a partir de una libido que de algún modo se ha vuelto inaplicable; lo hace
también a raíz del proceso de la represión; la formación de síntoma la releva, la liga
psíquicamente, por así decir; se siente que aquí falta algo que unifique los fragmentos.

Mas allá del principio del placer


En la teoría psicoanalítica, suponemos que el decurso de los procesos anímicos es
regulado automáticamente por el principio del placer. Todo lo que ocurriría estaría en
función del aumento disminución de una sensación placentera, es decir el displacer o la
producción de placer. Este decurso operaria a partir de la función económica, que se
distinguiría como exposición metapsicológica o inconsciente. Lo que nos llevó a creer
en que el principio del placer rige la vida anímica, está fundado en la teoría de que el
aparato se afana en mantener lo más baja o estable posible la cantidad de excitación
presente en él. Lo que diría de otro modo que todo lo que incrementara esa excitación
debería sentirse como displacentero y si la vida psíquica se rigiera únicamente por el
principio del placer todos los procesos anímicos deberían ser placenteros, sin embargo,
la experiencia refuta tal idea. Por lo que podemos decir que en alma hay una fuerte
tendencia a buscar el placer, pero otras fuerzas contrastan esta tendencia Fechner en
una observación dice: “pero puesto que la tendencia a la meta nos significa todavía su
logro, y en general esta meta solo puede alcanzarse mediante aproximaciones”.
La inhibición del principio del placer, tiene el carácter de una ley, puesto que sabemos
que el principio del placer es un trabajo primario del aparato psíquico pero que presenta
en un alto grado peligro para la auto-preservación del organismo frente a dificultades
del mundo exterior y, es por esto que las pulsiones de auto-conservación del yo están
reveladas bajo el principio de realidad. Lo que implica posponer la satisfacción y
renunciar a diversas posibilidades de lograrla, tolerando provisionalmente el displacer
en el largo rodeo hacia el placer. Sin embargo, el principio del placer continúa siendo el
modo de trabajo de las pulsiones sexuales presentes al interior del yo, permaneciendo
sobre el principio de realidad en deterioro del organismo como conjunto. El relevo del
principio del placer por el principio de realidad se debe a experiencias de displacer,
pero además surge a partir de conflictos y escisiones producidos en el aparato anímico
durante el desarrollo del yo, es por esto que muchas veces las metas resultan
inconciliables frente al yo, lo que ocurriría mediante la represión, que retiene estas
metas en un estado inferior del desarrollo psíquico, y le corta en un comienzo lo
posibilidad de satisfacción. Y si de alguna forma procura la satisfacción mediante
rodeos o de manera sustitutiva, esta es sentida de manera displacentero por el yo.
(pese a la insistencia del principio del placer, el principio de realidad provoca que las
metas inconciliables, sean sentidas como displacenteras por el yo). Esto es debido a
los conflictos en la represión. Por lo que todo placer neurótico no puede ser sentido
como tal, lo esencial es que el placer y displacer son percibidas como sensaciones
conscientes en el yo.

El ello Y super Yo

El Yo puede producir y sentir angustia, y no tendría sentido hablar de angustia del Ello
o adscribir al Super yo la facultad de sufrir angustia, pero sí que hay una
correspondencia en el hecho de que las tres clases principales de angustia, real,
neurótica y la de la conciencia moral pueden ser referidas a las tres dependencias del
Yo, del mundo exterior, del Ello y del Super yo. De los casos clínicos se ha investigado
que el Yo no crea la angustia, ésta existe con anterioridad y ella crea la represión, pero
sólo puede ser la angustia real, la angustia ante un peligro exterior.

YO y ELLO: Tenemos que distinguir lo que a raíz de esta represión sucede en el yo y


lo que sucede en el ello. El yo dirige una investidura tentativa y suscita el automatismo
placer-displacer mediante la señal de angustia. Entonces son posibles diversas
reacciones o una mezcla de ellas en montos variables. O bien el ataque de angustia se
desarrolla plenamente y el yo se retira por completo de la excitación chocante, o bien,
en lugar de salirle al encuentro con una investidura tentativa, el yo lo hace con una
contrainvestidura, y esta se conjuga con la energía de la moción reprimida para la
formación de síntoma o es acogida en el interior del yo como formación reactiva, como
refuerzo de determinadas disposiciones, como alteración permanente. Mientras más
pueda limitarse el desarrollo de angustia a una mera señal, tanto más recurrirá el yo a
las acciones de defensa equivalentes a una ligazón psíquica de lo reprimido, y tanto
más se aproximará el proceso a un procesamiento normal, desde luego que sin
alcanzarlo. El carácter es atribuible por entero al yo. Lo que crea a ese carácter: la
incorporación de la anterior instancia parental en calidad de superyó, sin duda el
fragmento más importante y decisivo; luego, las identificaciones con ambos
progenitores de la época posterior, y con otras personas influyentes, al igual que
similares identificaciones como precipitados de vínculos de objeto resignados.
Agreguemos ahora, como un complemento que nunca falta a la formación del carácter,
las formaciones reactivas que el yo adquiere primero en sus represiones y, más tarde,
con medios más normales, a raíz de los rechazos de mociones pulsionales indeseadas.

No es tan fácil ya colegir lo que a raíz de la represión le ha pasado a la moción


pulsional combatida. Recuerdan que antes suponíamos que justamente ella era
mudada en angustia por la represión. Ya no nos atrevemos a sostenerlo; la respuesta
será: es probable que su destino no sea el mismo en todos los casos. Es probable que
exista una correspondencia íntima entre el proceso que ocurre en cada caso dentro del
yo y el que le sobreviene en el ello a la moción reprimida. En efecto, desde que hemos
hecho intervenir en la represión al principio de placer-displacer, puesto en movimiento
por la señal de angustia, estamos autorizados a modificar nuestras expectativas. Este
principio rige de manera irrestricta los procesos en el interior del ello. Podemos
concederle que provoca alteraciones muy profundas en la moción pulsional en
cuestión. En muchos casos quizá la moción pulsional reprimida retenga su investidura
libidinal, persista inmutada en el ello, si bien bajo la presión permanente del yo. Otras
veces parece sobrevenirle una destrucción completa, tras la cual su libido es conducida
de manera definitiva por otras vías.

El yo es endeble frente al ello, es su fiel servidor, se empeña en llevar a cabo sus


órdenes, en cumplir sus reclamos. Y por el otro lado, ese yo es la parte del ello mejor
organizada, orientada hacia la realidad. El yo consigue a su vez influir sobre los
procesos del ello. El yo ejerce ese influjo cuando por medio de la señal de angustia
pone en actividad al casi omnipotente principio de placer displacer. Inmediatamente
vuelve a mostrar su endeblez, pues mediante el acto de la represión renuncia a un
fragmento de su organización, se ve precisado a consentir que la moción pulsional
reprimida permanezca sustraída a su influjo de manera duradera.

TEORÍA DE LA LIBIDO

Distinguíamos al comienzo dos pulsiones principales, según las dos grandes


necesidades: hambre y amor. Hecho biológico de que el individuo vivo sirve a dos
propósitos: su propia conservación y la de la especie. Como subrogadoras de esta
concepción, se introdujeron en el psicoanálisis las pulsiones yoicas y las pulsiones
sexuales. Entre las primeras incluimos todo lo que tiene que ver con la conservación, la
afirmación, el engrandecimiento de la persona. A las segundas debimos conferirles la
riqueza que exigían la vida sexual infantil y la perversa.

Una pulsión se distingue de un estímulo, pues, en que proviene de fuentes de estímulo


situadas en el interior del cuerpo, actúa como una fuerza constante y la persona no
puede sustraérsele mediante la huida, como es posible en el caso del estímulo externo.
En la pulsión pueden distinguirse: La fuente es un estado de excitación en lo corporal;la
meta, la cancelación de esa excitación, y en el camino que va de la fuente a la meta la
pulsión adquiere eficacia psíquica. La representamos como cierto monto de energía
que esfuerza en determinada dirección. De este esforzar recibe su nombre: pulsión. Se
habla de pulsiones activas y pasivas; más correctamente debería decirse: metas
pulsionales activas y pasivas; también para alcanzar una meta pasiva se requiere un
gasto de actividad. La meta puede alcanzarse en el cuerpo propio, pero por regla
general se interpone un objeto exterior en que la pulsión logra su meta externa; su
meta interna sigue siendo en todos los casos la alteración del cuerpo sentida como
satisfacción.

Distinguimos con el nombre de sublimación cierta clase de modificación de la meta y


cambio de vía del objeto en la que interviene nuestra valoración social. Además,
tenemos razones para distinguir pulsiones de meta inhibida, a saber, mociones
pulsionales de fuentes notorias y con meta inequívoca, pero que se detienen en el
camino hacia la satisfacción, de suerte que sobrevienen una duradera investidura de
objeto y una aspiración continua.
Las pulsiones sexuales: plasticidad, la capacidad de cambiar de vía sus metas; por la
facilidad con que admiten subrogaciones, dejándose sustituir una satisfacción pulsional
por otra, y por su posible diferimiento, de lo cual las pulsiones de meta inhibida acaban
de darnos un buen ejemplo. Tenderíamos a negar estas propiedades a las pulsiones de
autoconservación, y a enunciar acerca de ellas que son inflexibles, no admiten
diferimiento, son imperativas de manera muy diversa y tienen una relación enteramente
distinta tanto con la represión como con la angustia. Sólo que la reflexión más
inmediata nos dice que esa posición excepcional no conviene a todas las pulsiones
yoicas, sino únicamente al hambre y la sed.

Vemos un gran número de pulsiones parciales, provenientes de diversas partes y


regiones del cuerpo, que con bastante independencia recíproca pugnan por alcanzar
una satisfacción y la hallan en algo que podemos llamar placer de órgano. Entre estas
zonas erógenas, los genitales son la más tardía, y ya no rehusaremos a su placer de
órgano el nombre de placer sexual. No todas estas mociones que pugnan por alcanzar
placer serán acogidas en la organización definitiva de la función sexual. Muchas de
ellas serán dejadas de lado por inutilizables, sea mediante represión u otra vía; algunas
serán desviadas de su meta en la notable forma ya citada, y aplicadas como refuerzo
de otras mociones; otras, aún, se conservan en papeles accesorios, sirven para la
ejecución de actos introductorios, para la producción de un placer previo.

En esta larga trayectoria de desarrollo pueden discernirse varias fases pregenitales de


una organización provisional, y a partir de esta historia de la función sexual se explican
sus aberraciones y mutilaciones:

FASE ORAL: en correspondencia con el modo en que el lactante es alimentado, la


zona erógena de la boca domina también lo que es lícito llamar la actividad sexual de
este período de la vida.

FASE ANAL: en un segundo estadio esfuerzan hacia adelante los impulsos sádicos y
los anales, por cierto que en conexión con la salida de los dientes, el fortalecimiento de
la musculatura y el gobierno sobre las funciones esfinterianas.

FASE FÁLICA: en ambos sexos el miembro viril y su correspondiente en la niña


adquieren una significación que ya no puede pasarse por alto.

FASE GENITAL: para la organización sexual definitiva que se establece tras la


pubertad y en la cual los genitales femeninos hallan por primera vez el reconocimiento
que los masculinos habían conseguido mucho antes.

Nuestra teoría de la libido tuvo por base la oposición entre pulsiones yoicas y sexuales.
Cuando comenzamos a estudiar mejor el yo y asimos el punto de vista del narcisismo,
ese distingo perdió fundamento. El yo es siempre el principal reservorio de libido de él
salen y a él regresan, mientras la mayor parte permanece continuamente en el yo. Pero
entonces libido yoica y de objeto pueden ser de distinta naturaleza, no se puede
separar una energía de otra. No se permaneció largo tiempo en esto. La oposición
tomó una expresión otra. Creemos que el sadismo y el masoquismo son dos ejemplos
paradigmáticos de mezcla de pulsiones, presente en todas las mociones pulsionales,
con las más diversas proporciones. Las pulsiones eróticas introducirían en la mezcla la
diversidad de sus metas sexuales, en tanto que las otras sólo consentirían
aminoramientos y matices de su monocorde tendencia. Las mezclas pueden
descomponerse con las más serias consecuencias para la función.

EL MALESTAR EN LA CULTURA

El malestar de la cultura es una de las obras más filosóficas de Freud, que trata el
antagonismo entre las necesidades pulsionales del ser humano y las restricciones que
la cultura les impone. Freud fue un gran seguidor de Nietzsche y de su teoría sobre
que el hombre en estado puro es aquel que sigue los preceptos de lo dionisíaco; aquel
que se deja llevar por sus instintos más primarios. Las pulsiones más fuertes del
hombre, según el psicoanálisis, son la pulsión sexual (eros) y la pulsión de muerte
(thanatos). Freud retoma la concepción nietzscheana del hombre dionisíaco y
construye su obra más filosófica en 1930, El malestar en la cultura. Esta obra fue
concebida en tiempos difíciles y convulsos; tres años después sería el fin de la
República de Weimar y Hitler se alzaría con el poder. Sin duda, no eran tiempos para el
optimismo. Es el antagonismo existente entre las necesidades pulsionales del ser
humano y las restricciones que la cultura les impone. La contradicción entre cultura y
pulsiones radica en que la cultura intenta instaurar sociedades pacíficas restringiendo
la satisfacción de las pulsiones sexuales y agresivas.

La contradicción entre cultura y pulsiones radica en que la cultura intenta instaurar


sociedades pacíficas restringiendo la satisfacción de las pulsiones sexuales y
agresivas. Precisamente por estas restricciones, dichas pulsiones terminarían
transformándose en sentimiento de culpa.
Para Freud, la cultura solo puede realizarse en plenitud cuando sofoca los instintos
más primarios del hombre. La cultura vive en perpetuo malestar porque la única
manera de que exista es que el hombre se reprima; que mutile esa parte animal que
haría de él aquella bestia libre y feroz que Nietzsche admiraba. El dionisismo
nietzscheano se encuentra maniatado por las reglas que marca la cultura, reglas que
sirven para que podamos convivir en supuesta “armonía”.
La consecuencia de todas estas represiones que la cultura impone es psicológicamente
graves: el ser humano entra en estado de neurosis, enferma de pura represión. El
sentimiento de culpa no solo reprime los instintos, sino que los castiga desde dentro y
convierte al hombre en un ser pusilánime y maleable.
Las pulsiones contra el cogito cartesiano
Para Sigmund Freud, el cogito cartesiano hecho razón ha dado como fruto una
sociedad burguesa que reprime los instintos/pulsiones del hombre, convirtiéndole en un
enfermo. El hombre no puede desarrollarse completamente, no puede sentirse pleno,
libre y vital. La vida gris de la cultura, la rutina marcada por un mundo en el que haya
una eterna tregua entre las pulsiones de unos y otros nos relegaría a una vida gris. Si
los hombres librados se matan entre sí, es lógico que parezca necesaria la imposición
de una cultura para que puedan convivir en paz. Es así como la cultura genera seres
humanos enfermos.
El amor y el odio en el malestar de la cultura
Freud admite que es difícil aceptar que el hombre tenga esta predisposición instintiva a
la vitalidad a la vez que tiene esa pulsión de muerte y destrucción; pero la supresión de
este último instinto sería la verdadera causa de la necesidad de restricciones en la
sociedad. La vida y la civilización nacen y se desarrollan a partir de la lucha entre estas
dos fuerzas interpersonales de amor y odio. El ser humano necesita someterse a la
civilización e intentar desprenderse de sus instintos a cambio de un poco de seguridad,
como ya había expuesto Hobbes años antes.
En El malestar en la cultura y en Moisés y la religión monoteísta
Freud explica la tendencia natural a la maldad y la crueldad que proviene del odio
primordial y que tiene consecuencias sociales desastrosas. El hombre satisface sus
aspiraciones eludiendo las leyes y los derechos humanos. Explota humillando,
martirizando, matando y se apropia de los bienes de otros; pero como debe renunciar a
satisfacer plenamente esta agresividad en la sociedad, recupera una cierta sensación
de control en los conflictos tribales o nacionales.

BIBLIOGRAFIAS
EL MALESTAR EN LA CULTURA
Resumen
Aparecido en 1930, en este artículo Sigmund Freud plantea que la insatisfacción del
hombre por la cultura se debe a que esta controla sus impulsos eróticos y agresivos,
especialmente estos últimos, ya que el hombre tiene una agresividad innata que puede
desintegrar la sociedad. La cultura controlará esta agresividad internalizándola bajo la
forma de Superyo y dirigiéndola contra el yo, el que entonc
https://www.bing.com/search?
q=CONFERENCIA+32+FREUD&qs=n&form=QBRE&sp=-
1&ghc=1&lq=0&pq=conferencia+32+freud&sc=10-
20&sk=&cvid=F794903C48314C728440F0327A13C9CB&ghsh=0&ghacc=0&ghpl=
https://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%A1s_all%C3%A1_del_principio_de_placer
https://www.bing.com/search?
q=mas+alla+del+principio+del+placer&qs=HS&pq=mas+alla+del&sk=HS1&sc=10-
12&cvid=E5E65042F4BA4434BF4D563B6424E9BC&FORM=QBRE&sp=2&ghc=1&lq=
0
https://psicologiaymente.com/psicologia/ello-yo-superyo-sigmund-freud
https://www.bing.com/search?
q=EL+ELLO+Y+SUPER+YO&cvid=eeb78333cbe246db958f06603e62aff5&aqs=edge..6
9i57j0l6.4142j0j9&FORM=ANAB01&PC=ASTS
http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2316-51972012000100004

https://www.bing.com/search?
q=mal+estar+en+la+cultura&cvid=d86817cdabc24e3293264a8ef48e354b&aqs=edge.0.
69i59j69i57j0l6j69i60.1956j0j9&FORM=ANAB01&PC=ASTS

También podría gustarte