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COMPORTAMIENTO DEL SECTOR AGROALIMENTARIO

INFORME POLÍTICO AÑO 2023

El casi inexistente financiamiento agrícola, la escasez de combustibles –gasoil y


gasolina-, las distorsiones de la comercialización y los fenómenos meteorológicos
del cambio climático, han sido los factores que más afectaron el normal desarrollo
de la producción agrícola, pecuaria y de la pesca en 2023. Aunado a estos
problemas intrínsecos de la producción, se sumó la constante caída del poder
adquisitivo del 86% de nuestra población.

A pesar de la falta de financiamiento, la escasez de combustibles, al deterioro de la


infraestructura y de los servicios, y a las perturbaciones climáticas indeseadas, la
siembra de cereales del primer semestre, en cuanto a superficie sembrada, cubrió
la expectativa del sector empresarial. Pero, aunque hubo un aumento del área
sembrada la productividad disminuyó en rendimiento por hectárea, el maíz
disminuyó un 25% y el arroz un 4%, causando un severo impacto en la rentabilidad.
Debido a la baja rentabilidad, muchos productores han quedado descapitalizados y
sin posibilidades ciertas de poder financiarse en 2024, se estima que el 70% de los
productores de maíz han quedado endeudados por las pérdidas del ciclo de
invierno.

Según la Encuesta Cualitativa Empresarial, la agricultura tuvo una contracción de -


3.3%. Los sectores de pequeños productores, de la agricultura familiar y de la pesca
artesanal, continuaron 2023 sin apoyo financiero, sin suministro de insumos y sin
acompañamiento tecnológico.

En el segundo semestre de 2023, la siembra del ciclo norte verano de arroz, de


ajonjolí, de frijol chino y de girasol, tuvo una disminución aproximada de entre 23%
a 30% del área de siembra, según el cultivo, debido a la escasez de combustibles y
a la falta de financiamiento. En cuanto a rendimientos por hectárea, los resultados
de la cosecha serán conocidos para el primer trimestre del presente año.

En 2023 tanto para la horticultura y para los cultivos permanentes como el café, la
palma aceitera y frutales, la escasez de combustibles y la falta de financiamiento,
influyeron también en la baja rentabilidad y en el aumento de los costos de
producción. La falta de insumos afectó la productividad y la escasez de
combustibles, la recolección, el acondicionamiento y el transporte de la cosecha.

La producción de café, se vio afectada en 2023 por los bajos rendimientos por
hectárea y pérdida de la calidad del grano, debido a la falta de la aplicación de un
paquete tecnológico acorde con el desarrollo de la caficultura moderna. La caída de
los precios internacionales, que es el marcador de los precios locales, generó
fluctuaciones del precio nacional. Los caficultores nacionales no están preparados
para competir conforme a los precios internacionales, debido al entorno económico
sometido a una elevada inflación de costos, falta de financiamiento, distorsiones en
la comercialización y practicas oligopólicas de la agroindustria.

La disminución de los niveles de productividad en casi todos los cultivos, afectó la


rentabilidad del productor y su progresiva descapitalización en 2023. La caída de
los rendimientos por hectárea se produce fundamentalmente por la falta de
financiamiento que impide la aplicación de un paquete tecnológico moderno y del
uso suficiente y oportuno de los insumos, sumado a la escasez de combustibles que
impiden el uso a tiempo de la maquinaria.

Las importaciones de materia prima en 2023, sin la debida concertación con el


sector primario, ocasiono serios problemas en las relaciones entre los sectores de
la producción de alimentos. En este caso los sectores más afectados han sido el de
la producción de cereales y el de la caña de azúcar. Los sectores agrícolas y
agroindustriales, incluido el gobierno, deben hacer un balance anual de las
necesidades de materia prima importada y de la oferta de producción nacional para
determinar el déficit y programar las importaciones sin que coincidan con la cosecha
de cereales ni con zafra de caña de azúcar.

Las importaciones de alimentos manufacturados y de materia prima con trato


preferencial son “pan para hoy y hambre para mañana”. Ya que mientras más
dependamos de las importaciones, mayor es el riesgo de no poder garantizar la
seguridad alimentaria a nuestra población. Depender de las importaciones en un
país con escasez de divisas y sin apoyo a la producción interna, es arriesgar nuestra
seguridad alimentaria ante el peligro de la escasez y de los aumentos de los precios
internacionales.

Para la producción bovina, el año 2023 ha sido la continuación de los problemas de


los anteriores. Además de la inseguridad jurídica y personal, la falta de acceso al
financiamiento limitó su capacidad productiva ya que el desarrollo de la producción
fue financiado con la venta de ganado. A esta problemática se sumó la escasez de
combustibles y el deficiente servicio de electricidad. La actividad ganadera del
sector empresarial tuvo un leve crecimiento, aunque no compensado con utilidades
reales, igual que en años anteriores la producción de la ganadería familiar continúa
en franco descenso.

La demanda de carne de res es suplida en su totalidad por la producción nacional.


Sin embargo, el consumo continuó muy bajo en 2023: el consumo se ha reducido
debido a la caída del ingreso familiar a 10 kilogramos por persona por año. En 2013,
según cifras oficiales, el consumo fue de 105 kilogramos por persona al año.
Uno de los graves problemas que tiene nuestra producción ganadera es no haber
podido controlar hasta un 90% la enfermedad de la fiebre aftosa en nuestro rebaño
vacuno, ya que esto nos impide la posibilidad de exportar carne con una ventaja
altamente competitiva. La carne de vacuno producida en nuestro país es muy
competitiva, si lográramos certificarla como producida 100% a pasto, tendría un
valor en el mercado internacional entre 25 a 30% superior al valor de la carne de
animales alimentados con piensos.

En 2023 el consumo de leche y sus derivados en nuestro país fue el equivalente a


60 litros al año por persona, nuestro récord histórico de consumo ha sido de 100
litros por persona por año. La recomendación de la Organización Mundial de la
Salud es un consumo de entre 120 y 150 litros por persona por año.

El sector de ganadería lechera del país puede abastecer la totalidad de la demanda


actual de leche y de lácteos, pero es necesario políticas públicas dirigidas a
fortalecer la producción, medidas de política comercial para evitar la competencia
desleal de las importaciones y garantía de financiamiento a la producción. También
existe un potencial no aprovechado para la exportación de productos lácteos
intermedios, derivados de la leche del rebaño bufalino.

En el resto del sector de la producción de proteína de origen animal: la carne de


pollo, de cerdo y los huevos, la situación fue tan problemática como la del sector
ganadero. El consumo nacional de proteína animal, es muy inferior al consumo de
la mayoría de los países del mundo y está enmarcado en un rango de entre 20
gramos por día a 50 gramos diarios de acuerdo al nivel socioeconómico, mientras
que en la mayoría de los países se consumen entre 90 gramos por día a 110 gramos
diarios. La continua caída de la capacidad adquisitiva de nuestra población también
le ha puesto límite al crecimiento de la producción avícola y porcina.

El desarrollo de la pesca siguió confrontando en 2023 un grave problema debido a


la contaminación del ecosistema marítimo, por los derrames de petróleo en amplias
zonas costeras de Zulia, Falcón Nueva Esparta y Anzoátegui. Por ejemplo, en el
Golfete de Coro se han producido en el segundo semestre 35 derrames, lo que
sumados con los 44 casos del primer semestre suma un total de 79 eventos. los
pescadores han planteado crear un programa de atención a la crisis, hacer un
estudio en el área para luego llevar a cabo un plan de saneamiento ambiental y de
apoyo a los afectados para reponer sus bienes de trabajo dañados por los derrames.

La actividad de la captura de la sardina, sigue siendo afectada por los desequilibrios


en la temperatura del agua generados por los efectos del cambio climático, estos
desequilibrios siguieron causando en 2023 despoblamientos de la especie en
algunas zonas pesqueras y sobrepoblación en otras, esta irregularidad ha
ocasionado una disminución del 60% de la captura de sardinas entre 2004 y el
primer semestre del pasado año.

Estimamos que en 2023 la oferta nacional de las especies producto de la pesca y


de la acuicultura fue de un aproximado a 300 mil toneladas, que son 50% menor a
las 600 mil toneladas de captura y de acuicultura de 1998. El consumo de especies
acuáticas fue de 8 kilogramos por habitante, inferior a los 18 kilogramos consumidos
en 1998.

La caída sistemática de la pesca se debe principalmente a la aplicación de la Ley


de Pesca y Acuicultura, y a la falta de apoyo a la pesca artesanal y de incentivos al
sector industrial. También la escasez de combustibles está impidiendo y mantiene
semiparalizada la diaria faena de la pesca, tanto la artesanal como la industrial.

El desarrollo de la acuicultura ha mantenido en 2023 un ritmo de producción


creciente, debido a que el producto se destina en un 90% al mercado de
exportación, por lo tanto, es muy poco lo que aporta este sector al consumo de
proteínas de nuestra población. Esta realidad pone en evidencia que la falta del
poder adquisitivo familiar, es determinante en el crecimiento de la producción interna
de alimentos.

La producción agroindustrial en el primer semestre de 2023 disminuyó a un 30% de


su capacidad instalada, luego de tener un leve repunte en dos semestres
consecutivos en los años 2021 y 2022. En el primer semestre la industria bajó su
producción en 7.6%. La totalidad del sector manufacturero tuvo una contracción de
-2% en 2023.

Las causas principales de la disminución de la producción manufacturera han sido:


La caída de la demanda interna debido a la pérdida del poder adquisitivo de la
población, falta de financiamiento, voracidad fiscal, competencia desleal con el
producto importado libre de aranceles e impuestos, el contrabando y las prácticas
ilícitas de comercialización.

El contrabando y las prácticas comerciales de origen ilícitos representaron más del


40% del consumo y en algunos productos manufacturados, ocuparon más del 80%
del mercado. Los sectores más afectados de la agroindustria en 2023, han sido las
actividades de la producción de lácteos y del azúcar sobre todo por la importación
del producto refinado en temporada de zafra.

La producción interna de leche en 2023 fue de 4.5 millones de litros diarios, la


industria láctea procesó solo un 12% de esta oferta primaria, el resto se destinó a la
elaboración de queso artesanal, en mayor cantidad elaborado en la misma unidad
de producción.

La capacidad ociosa de la instalación industrial se debe a la disminución del


consumo del lácteo nacional debido al bajo poder adquisitivo de la población, la
poca demanda se orientó hacia el consumo de productos de origen ilícito y a los
productos importados libres de impuestos. Estos productos en el mercado se ofertan
a menor precio que el de origen nacional y esto impide a la industria pagar un precio
justo al productor.

La falta de crédito de instituciones financieras, los servicios públicos ineficientes y


los elevados impuestos, hicieron muy difícil invertir en tecnología e innovación, en
la expansión de las plantas y en la adquisición de nuevos equipos que puedan hacer
más competitiva la oferta láctea nacional.

El sector azucarero nacional está en capacidad de suplir toda la incipiente demanda


interna, pero el contrabando y la importación libre de impuestos, por su bajo precio,
mantuvieron acaparado gran parte del mercado en 2023. Esta situación fue más
grave para los fabricantes de bebidas refrescantes, principales consumidores de
azúcar nacional, donde el contrabando mantuvo la misma oferta de productos que
la de cualquiera de las plantas nacionales.

Como en años anteriores, en 2023 la comercialización interna de alimentos fue un


factor de perturbación en las relaciones entre el sector agrícola, el sector oficial, la
agroindustria y el comercio.

La producción y comercialización de hortalizas y frutas fue afectada por los bajos


precios, que apenas cubrieron los costos de producción. Es importante señalar que
los bajos precios de estos rubros no tuvieron una relación lógica con los altos
precios de venta al consumidor. Además, es inexplicable el incumplimiento por más
de dos meses para el pago de la cosecha, ya que la venta de los alimentos al
consumidor es totalmente al contado.

La falta de financiamiento en 2023 afectó el desarrollo de la productividad en los


cultivos y la rentabilidad de los productores. El casi inexistente financiamiento hace
imposible la adquisición de los insumos necesarios para desarrollar una agricultura
acorde con la agricultura mundial. Además, estos recursos son necesarios para
acceder a tecnología de punta y sustentable. La siembra directa, la biotecnología,
la aplicación moderada de agroquímicos y de fertilizantes, así como el uso de
implementos y maquinarias fabricados con materiales livianos que consumen
menos combustibles, no será posible si no hay financiamiento.

El sector primario de la producción de alimentos, para poder sostener una


producción que le ahorre al país un aproximado de 2.700 millones de dólares en
importaciones anuales, requiere un monto aproximado de 1.500 millones de dólares
en 2024 y un flujo continuo de financiamiento por cinco años consecutivos.

En 2023 las lluvias fueron irregulares, impidiendo el normal desarrollo de las


siembras de ambos ciclos y de la cosecha de cereales del ciclo invierno. Sin
embargo, los cultivos permanentes fueron beneficiados. En el caso de los cultivos
de ciclo corto, esta situación ha podido ser atenuada si el productor contara con los
recursos para el uso de tecnologías aplicadas al cálculo y a la simulación de estos
eventos meteorológicos.

Es de suma urgencia para este año planificar las acciones necesarias para mitigar
los efectos meteorológicos indeseables, producidos por el cambio climático sobre el
ecosistema marítimo y terrestre. Esta planificación y la toma de acciones es urgente,
debido a que los desequilibrios en la temperatura del agua están afectando los
recursos acuáticos vivos y la sequía y el exceso de lluvias, está incidiendo de forma
negativa sobre la productividad de los cultivos.

Urge entonces empezar a seleccionar especies resistentes a los cambios de


temperatura del medio acuático. Y sembrar híbridos y variedades resilientes, que
impidan la caída de la productividad de los cultivos más sensibles como los
cereales, oleaginosas y caña de azúcar. La actual situación también nos exige
planificar un desarrollo sostenible, zonificado por regiones geográficas. Así como la
toma de medidas de prevención y de programas de protección de las cuencas
hidrográficas.

Las causas de la emergencia humanitaria compleja, que está afectando a nuestra


población acentuó en 2023 la caída del consumo de alimentos, debido a la
disminución de la capacidad adquisitiva del núcleo familiar. En nuestro país existe
un estado de miseria generalizado que ha empobrecido al 90% de nuestra
población.

El ingreso mínimo se mantuvo el año pasado por debajo de diez dólares por mes.
La “bonificación” del salario del sector público tuvo aportes menores a un dólar diario
y la “bonificación” de los sueldos y de los salarios privados fueron insuficientes para
la mayoría de los asalariados para pagar el costo mensual de los alimentos,
calculados al cierre de año en más de 500 dólares.
Aunque en 2023 mejoró la disponibilidad de alimentos en el país debido a un leve
aumento de la producción nacional, en algunos rubros, y de las importaciones, para
la gran mayoría de la población su bajo poder adquisitivo le impidió consumir los
alimentos suficientes para una dieta variada y nutritiva.

El déficit de ingresos para comprar la canasta básica de alimentos llegó a 72,4%. El


86% de la población, unos 24,8 millones de personas, no tuvieron presupuesto
suficiente para comprar alimentos. Además, el 57% de las familias sacrificaron su
calidad de vida para poder comprar sus alimentos. Un poco más de la mitad de la
población (51,6%) tuvo una dieta deficitaria de alimentos proteicos. Otro informe
científico señala que, el 25,7% de la población disminuyó el número de comidas
diarias y 22,8% de las familias llegó a quedarse, por lo menos un día, sin consumir
alimentos.

Como consecuencia del bajo poder adquisitivo familiar la inseguridad alimentaria


subió en 2023 a 45,8%, manteniéndose la inseguridad moderada en 35,7% y
aumentando la inseguridad alimentaria severa, de 7,2% en 2022 a 9,5% en 2023.

En 2023 la economía nacional entró en recesión con una contracción de -1,2% con
respecto a 2022 debido, entre otras causas, a una caída en el consumo y a una
contracción real del gasto del gobierno central que tuvo un impacto negativo en la
actividad manufacturera y en la comercial. Esta caída aumentó el desempleo y la
baja remuneración del trabajador.

El empobrecimiento de nuestra población se agravó más en 2023 por el aumento


de la inflación general, que cerró el año en 193%, una de las tres más elevadas del
mundo. Las remuneraciones reales para los empleados públicos y privados han
caído dramáticamente, lo que ha reducido la capacidad de compra de los
consumidores, por lo tanto, la actividad de la producción de alimentos seguirá
estancada, o con leves repuntes de crecimiento, en algunos rubros de producción
donde la necesidad da prioridad a su consumo.

Fernando Camino Peñalver


Coordinador Nacional de Productores UNT

Caracas, enero de 2024

Fuente consultada
Fedeagro, Fedenaga, SVIAS, OVF, Cavidea, Conindustria, Consecomercio, Fedecamaras, Cedice, Pymi
avícola, AVAF, FAO, FMI, BM, BCV, Fesoca, Federación de Caficultores, Invelecar, Minuta Agropecuaria,
Feporcina, Cáritas, ONG Clima 21, CDDLatam, Fedepapa, HUM Venezuela, Fundación Bengoa.

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