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2
Sinopsis.......................................................... 5 Capítulo 24 ..............................................215
Lista de Reproducción .....................6 Capítulo 25 ............................................ 226
Prólogo .......................................................... 7 Capítulo 26.............................................235
Capítulo 1 .....................................................9 Capítulo 27 ............................................ 246
Capítulo 2 .................................................. 18 Capítulo 28 ........................................... 259
Capítulo 3 ................................................. 25 Capítulo 29............................................ 266
Capítulo 4 ................................................. 34 Capítulo 30 ............................................276
Capítulo 5 ................................................. 43 Capítulo 31 ............................................. 286
Capítulo 6 ................................................. 52 Capítulo 32 .............................................297
Capítulo 7 .................................................60 Capítulo 33 ............................................ 305
Capítulo 8 ................................................. 70 Capítulo 34..............................................315
Capítulo 9 ................................................. 79 Capítulo 35 .............................................325
Capítulo 10 ...............................................90 Capítulo 36.............................................332
Capítulo 11 ................................................. 98 Capítulo 37 ............................................. 341
Capítulo 12 .............................................. 105 Capítulo 38 ........................................... 350
Capítulo 13 ................................................113 Capítulo 39............................................ 359
Capítulo 14 ...............................................123 Capítulo 40 ........................................... 368
Capítulo 15 .............................................. 134 Capítulo 41 .............................................. 381 3
Capítulo 16...............................................142 Capítulo 42 ............................................. 391
Capítulo 17 ...............................................152 Capítulo 43............................................ 399
Capítulo 18 ............................................. 160 Capítulo 44............................................ 408
Capítulo 19.............................................. 168 Capítulo 45 ............................................. 416
Capítulo 20 ............................................ 178 Capítulo 46............................................ 426
Capítulo 21 .............................................. 187 Capítulo 47 ............................................ 434
Capítulo 22 ............................................. 195 Capítulo 48 ............................................ 441
Capítulo 23 ............................................ 204 Epílogo ..................................................... 450
4
Algunas historias nunca deben contarse. Otras tienen que serlo…
es la única forma.
Desde que me mudé a mi ciudad natal de Hastings, Texas, me han llamado puta,
vagabunda y destructora de hogares. Y tal vez soy todas esas cosas y más.

Pero esa gente no me conoce. No me ven. Solo ven mis errores.

Mi hermano pequeño es mi mundo entero, y si puedo darle lo que nunca tuve,


amor y seguridad, entonces valdrá la pena regresar al pueblo que me odia.

Estoy preparada para los susurros y las miradas, pero en el momento en que un
caballero en una camioneta negra se cruza en mi camino, queda claro que no estoy
lista para la bondad. Mientras él, el sexy maestro de mi hermano y el chico dorado
de la ciudad trabajan para derribar mis muros al interponerse entre el odio y yo, me
encuentro comenzando a tener esperanzas nuevamente.

Quizás la redención esté al alcance... si comparto mi historia.

5
6
Te vi hoy.

Estaban sentados en una mesa acogedora para dos, la luz de las velas parpadeaba sobre
sus rostros. Los manteles eran blancos y el vino tinto. Escogiste una ensalada mientras él comía
pasta, y tomaste algunos bocados de pan cuando él no estaba mirando.

Pero ninguno de esos detalles importaba. Lo que importaba era la forma animada en que
le hablaste. La leve sonrisa que tiró de las comisuras de sus labios mientras te miraba. Y te
miró... como si fueras la única mujer en el restaurante. En el mundo.

Te miró como me mira a mí.

Y ahí fue cuando lo supe…

No soy solo la amante.

Soy la otra mujer.

Hace dos meses.


7
Doblando cuidadosamente el papel de lino impecable, lo metí en el sobre a juego
antes de guardar la carta en mi mesita de noche. Luego, me apoyé en mi cabecera y
miré alrededor de mi apartamento estudio, tomando nota de las características que
hacían que este espacio fuera tan especial. La pared de ventanas y balcón privado
con vista a la ciudad. Los techos altos y molduras de techo. Los pisos de madera
restaurados y candelabros antiguos.

Aunque el apartamento era pequeño, estaba en uno de los edificios más


exclusivos de Dallas. Más importante aún, había sido mi refugio durante los últimos
cuatro años.

Me había quedado sin hogar. Sin amigos. Sin dinero.


Entonces lo conocí y todo cambió. Me ofrecieron la oportunidad de una vida
con la que solo había soñado... y la tomé.

Por primera vez desde que era niña, me sentí segura. Atesorada. Amada.

¿Y ahora?

Tragué más allá del nudo creciente en mi garganta.

Ahora, estaba eligiendo alejarme de él y de todo lo que me había dado.

8
Todas las personas que he conocido me dirían que estoy loca por escribirte cartas. Quiero
decir, no es como si las fuera a enviar alguna vez.

Pero parece que no puedo detenerme. Necesito poner en palabras todas las cosas que nunca
podré decirte.

¿Por dónde empiezo?

¿En el momento en que lo conocí?

Él... el hombre que tomó prestada mi inocencia y nunca se molestó en devolverla.

El hombre que me sacó de la indigencia.

El hombre que fue mi amigo cuando no tenía ninguno.

El hombre que fue mi amante cuando él no tenía derecho a serlo.

El hombre que me salvó.

Que me arruinó.

Tu marido.

Sí... Supongo que debería empezar por ahí. 9

Hoy.
Pateé mi llanta, que era más plana que el pecho de Chelsea Carpenter en décimo
grado. Eso fue antes de que sus padres se divorciaran y la apaciguaran con un nuevo
par de tetas durante las vacaciones de verano. Mientras tanto, todo lo que obtuve por
mi cumpleaños ese año fue un billete de veinte dólares y un montón de
arrepentimiento.
Al notar la nueva marca de desgaste en mi par favorito, y el único que quedaba,
de Manolo Blahniks, maldije. Este día no podría ser peor.

¿No podría ser peor?

Solté un grito de frustración mezclado con risa, rozando en maníaca. Si alguien


debería saber que es mejor no tentar al destino, esa era yo. Las cosas siempre pueden
empeorar. Había aprendido esa lección muchas veces.

Prácticamente era una ley del universo. Si Scarlett Butler estaba teniendo un mal
día, seguramente empeoraría. ¿Por qué intentar luchar contra ello?

Me metí en mi coche para agarrar mi teléfono móvil y… sin servicio. Por


supuesto. Rodeé el coche, esperando una sola barra. Nada.

Después de pasar el último mes recibiendo portazos en la cara en mi pequeña


ciudad natal de Hastings, Texas, tuve que expandir mi búsqueda de trabajo a la
ciudad. Era casi una hora en automóvil, y solo había recorrido una cuarta parte del
camino cuando el distintivo sonido de thwump me hizo saber que estaba en
problemas.

Mi entrevista era en menos de una hora y estaba varada. Simplemente genial.

El sonido de los neumáticos crujiendo sobre la grava me sacó de mi momentánea


celebración de mis miserias y mi cuerpo se puso en alerta máxima. La ciudad más
cercana podría parecerse a una versión más polvorienta de Mayberry, pero esta
carretera era lo más parecido a un desierto, y estaba más allá de una década en confiar
en alguien.

Sin mirar hacia a mi aspirante a rescatador, abrí de golpe la puerta del lado del
conductor y alcancé el bote rosa de fuerte spray de pimienta adjunto a mi llavero. 10
Más vale prevenir que lamentar.

Al golpe de la puerta de un coche detrás de mí, me di la vuelta, manteniendo mi


arma escondida detrás de mi espalda, mi dedo descansando en el seguro.

Lo primero que noté fue la camioneta montacargas negra que claramente no


había visto un camino de tierra últimamente. Eso era raro en estas partes. Detectar
una camioneta sin neumáticos embarrados era como descubrir la versión campesina
de un unicornio.

A continuación, me enfoqué en un par de piernas vestidas con mezclilla. Eran


largas, los muslos voluminosos y lo más sorprendente de ellos era el par de botas que
llevaban en los pies. Sabía de calzado, y estas no eran botas de trabajo cotidianas que
se pudieran comprar en la ferretería de la calle Main. Estas eran resistentes y estaban
hechas de cuero de alta calidad.

Costosas.

Se aclaró la garganta y obligué a mirar hacia arriba por un estómago plano, un


pecho musculoso y hombros anchos. Me tomó uno o dos segundos más, pero
finalmente pasé por la garganta, la barbilla desaliñada, los labios y la nariz para fijar
mis ojos en un par de ojos azules acerados.

Esos ojos, guau. Si los hombres tuvieran algún interés por mí, esos ojos
probablemente me robarían el alma.

Suponiendo que me quedara un alma para robar.

Ya no estaba tan segura.

—¿Necesitas ayuda?

Sus palabras fueron deliberadas, su voz profunda, y la combinación envió


escalofríos a mi espalda. Con esos intensos ojos azules taladrándome, mi cerebro
estaba revuelto de la peor manera posible. Porque no se me permitía notar cosas
como voces profundas y ojos que roban el alma. No tenía lugar en mi vida para
ningún hombre, por muy atractivo que fuera.

El extraño levantó algo impaciente su gorra de béisbol, moviendo la visera de


atrás hacia adelante. La sombra repentina sobre su rostro me sacó de mi estupor, y
moví mi atención de él a mi neumático desinflado.

—No tienes servicio en tu celular, ¿verdad?

Tal vez podría llamar a un taxi y llegar a la entrevista a tiempo. O, al menos,


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podría llamar a mi contacto en recursos humanos y explicarlo.

Sacó un celular de su bolsillo y miró la pantalla.

—Sin servicio.

Maldición.

Estiré mi mano para agarrar mi cabello, pero encontré la piel desnuda de mi


cuello en su lugar. A pesar de que me había cortado el cabello hace más de un mes,
parecía que no podía acostumbrarme al bob en ángulo. Se veía bien. Elegante,
incluso.
Pero no me sentía como yo. Al menos, no la antigua yo. Sentí que pertenecía a
la versión madura y segura de mí misma que quería ser. No, querer no era lo
suficientemente bueno. Tenía que ser esa versión. No tenía elección.

—¿Tienes una llanta de repuesto?

Dios, esa voz. Era como el crack y rápidamente me estaba volviendo adicta.

Espera, ¿qué me preguntó? ¿Una llanta de repuesto?

—Yo, eh, no lo sé.

Eso es lo que sucedía cuando creciste sin un papá y tu mamá estaba más
interesada en Jim y Jack que en sus propios hijos. No aprendiste habilidades básicas
para la vida, como cambiar una llanta. O a asegurarte de que el auto usado y barato
que compraste tuviera una llanta de repuesto.

Sacudió la cabeza, pero no hizo ningún comentario.

—Abre la cajuela.

Al no ver una alternativa viable, hice lo que me pidió y esperé mientras él


levantaba expertamente el panel en la cajuela e inspeccionaba el repuesto.

—No es seguro que uses esto —dijo unos minutos más tarde—. Tiene grietas y
podría explotar.

¿En serio?

Sacudí mentalmente un puño al cielo. Esto es lo que obtenía por atreverme a


pensar que las cosas no podían empeorar. Fue mi maldita culpa.
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Independientemente de la culpa, tenía que decidir qué hacer. No podía
permitirme gastar ninguno de mis preciosos ahorros en una grúa. Pero ¿qué opción
tenía? Estaba en medio de la nada y necesitaba este estúpido coche.

El extraño demasiado atractivo volvió a colocar el panel y cerró la cajuela antes


de regresar a su camioneta, sus largas piernas devorando la grava en cuestión de
segundos.

—Vamos. Te daré un aventón.

Permanecí clavada en mi lugar, mirándolo desaparecer dentro de la cabina. No


podía pensar que lo iba a seguir, ¿verdad?
Se inclinó y empujó para abrir la puerta del pasajero, dándome una mirada
aburrida a través del parabrisas. Lo miré y luego a mis tacones de aguja. No era como
si pudiera caminar todo el camino de regreso a la ciudad. Pero tampoco me
entusiasmaba la idea de aceptar que un extraño me llevara.

Me dirigí con cuidado hacia el lado del pasajero y me incliné.

—Mira, aprecio tu oferta, pero debería quedarme aquí. ¿Podrías llamar a una
grúa cuando vuelvas a tener señal en tu celular?

No había garantía de que lo hiciera, pero tenía la sensación de que lo haría. No


se habría detenido a ayudar si no hubiera un poco de buen samaritano en él.

Normalmente, habría asumido que había tenido una buena y larga mirada de mi
trasero, y esa era la razón por la que se había detenido. Pero no lo había sorprendido
mirándome el culo o las piernas o las tetas ni una sola vez. Y no era como si los
estuviera escondiendo. Pasé los últimos cuatro años mostrando intencionalmente
mis considerables curvas, y no podía permitirme exactamente renovar mi
guardarropa.

Además, me gustaba mi forma de vestir. Había aprendido a abrazar lo que tantas


mujeres con cuerpos voluptuosos se esforzaban por ocultar, y no quería renunciar a
eso ahora.

Puede que no amase en quién me había convertido, pero podría amar cómo me
veía.

—No.

Ante su enfática respuesta, me eché hacia atrás con sorpresa. No, ¿no llamaría
una grúa para mí? Bueno, está bien, entonces. Hasta aquí el gen del buen samaritano. 13
—No te dejaré aquí. —Metió la mano en el bolsillo trasero y sacó una billetera,
luego buscó en su bolsillo delantero para recuperar su teléfono. Dejándolos a ambos
en el asiento entre nosotros, dijo—: Puedes conservarlos como garantía hasta que
llegues a salvo a tu destino previsto. Y siempre está tu pequeña arma.

—Oh.

Dejé escapar una risa avergonzada mientras miraba el bote rosa que había estado
agarrando como si fuera mi único salvavidas. Sin embargo, me las había arreglado
para olvidarme de su existencia. Así de perpleja me dejó este hombre. No es bueno.
No es bueno en absoluto.

—¿Entonces?
Mi rescatador persistente se estaba impacientando y no lo culpé. Necesitaba
subirme a la maldita camioneta o esconderme en mi auto y esperar a que él se fuera.

Estaba bastante segura de cuál sería la respuesta inteligente, pero... a la mierda.


Nadie me había acusado nunca de ser particularmente inteligente.

—Déjame agarrar mi bolso.

Sin darle la oportunidad de responder, me apresuré a regresar a mi sedán, agarré


mi bolso y cerré el auto. No es que nadie se moleste en robar el pedazo de mierda.

Al regresar a la camioneta, agarré su teléfono y su billetera del asiento y me subí,


con cuidado de no exhibirme. Las faldas de tubo y las camionetas montacargas no
eran una buena combinación.

Una vez que me instalé, volví la cabeza para agradecer al extraño. Pero las
palabras murieron en mis labios cuando encontré su mirada entrecerrada en mis
muslos donde mi falda se había subido.

¿Qué diablos significaba esa mirada? ¿La vista de la piel desnuda ofendió su
delicada sensibilidad? O tal vez solo estaba en los muslos con un espacio que
recordaba a los dientes frontales de Madonna. Dios sabía que nunca sería dueña de
palos como esos.

Decidiendo renunciar al agradecimiento, abrí su billetera y saqué su licencia de


conducir. Wyatt Ford. Veinticinco años de edad. De Uvalde, que estaba al oeste de
San Antonio, si no recordaba mal.

—Estás lejos de casa.

—Ahora vivo en Hastings. Simplemente no he podido actualizar mi licencia.


14
—Oh.

La noticia me llenó de una confusa mezcla de anticipación y pavor. En una


ciudad tan pequeña como Hastings, estábamos obligados a encontrarnos.

Encendió el motor y puso la camioneta en marcha, sin apartar los ojos de mí.
Quería sumergirme en esos orbes azules. Lástima que apenas sabía nadar.

—¿A dónde vamos?

Buena pregunta.
—Vivo en Hastings, pero tengo una entrevista en la parte sur de Dallas en... —
Miré el reloj en el tablero. Mierda—. Cuarenta y cinco minutos.

—Eso es un viaje largo. ¿Para qué tipo de trabajo te están entrevistando?

—Camarera.

Guardé la licencia en su billetera, sin interesarme en ver su reacción. No es que


hubiera nada malo en ser camarera. Simplemente no era el tipo de carrera que los
hombres que usaban botas que costaban más de tres meses de alquiler en mi
apartamento de mierda pudieran apreciar.

No tenía exactamente ninguna habilidad comercial. Y ninguno de los otros


pueblos pequeños de la zona tenía restaurantes que pagaran lo suficiente para
mantener las luces encendidas. Conducir hasta Dallas era la única opción que pude
ver.

—¿Cómo te sientes con ser cantinera?

Como si ni siquiera hubiera hecho una pregunta, Wyatt se detuvo en la carretera


e hizo un giro en U, de modo que nos dirigimos de regreso al pueblo.

Miré por la ventana trasera y contuve un suspiro. Había estado teniendo la


esperanza de que se dirigiera hacia donde yo iba y pudiera dejarme en mi entrevista.
Pero probablemente esto era mejor. Podría pedirle que me llevara a la compañía de
remolque más cercana, probablemente la única, en el pueblo, y me ocuparía de mi
auto más temprano que tarde. Y si alguna de mis estrellas estuviera alineada, podría
reprogramar mi entrevista para mañana.

—No sé nada sobre ser cantinera. ¿Por qué?

—Sé de un puesto disponible.


15
—¿En Hastings? —pregunté, vacilante.

Claramente, este tipo no sabía quién era yo. Pero, como aprendí rápidamente
durante el último mes, la mayor parte de la ciudad lo hizo. Y ninguno de los
habitantes más-santos-que-tú iba a contratar a una puta, sus palabras, no las mías.
Preferí pensar en mí misma como una antigua amante. Sonaba más elegante.

—Sí, en Broken Spur. ¿Lo conoces?

¿Lo conocía? Reprimí una risa desdeñosa cuando los recuerdos de mi


adolescencia pasaron por mi visión como fragmentos no deseados de pornografía de
payasos. Mi madre saliendo a trompicones de Broken Spur, borracha hasta el culo.
Mi madre se desmayada en su rincón favorito. Mi madre bailando en la parte
superior de la barra para que toda la ciudad la viese y se burlara.

Sí, conocía el Broken Spur, y la mera idea de poner un pie en ese detestado bar
era suficiente para revolverme el estómago.

Pero necesitaba un maldito trabajo. Y sería mucho más fácil viajar unas pocas
cuadras al trabajo que conducir dos horas de ida y vuelta. Ahorraría dinero en
gasolina y niñeras. E incluso podría conseguir un segundo trabajo a tiempo parcial.

¿Lo mejor de todo? Era el único lugar de la ciudad donde sabía que mi madre no
estaría o le había sido prohibida la entrada de por vida años antes.

—Estoy interesada, pero no estoy segura de estar calificada.

Wyatt no apartó los ojos de la carretera, pero podría haber jurado que los
primeros signos de una sonrisa aparecieron en sus labios.

—¿Estás dispuesta a aprender? ¿Estás dispuesta a trabajar duro? ¿Tratarás a los


clientes con el respeto que se merecen?

—¿Qué eres tú, el gerente o algo así?

—Si algo así. —Algo así. Esas simples palabras en su voz profunda, con su lenta
cadencia, me hicieron algo muy, muy malo. Y ni siquiera tenía acento—. No
respondiste a mis preguntas.

—Sí, sí y sí. Pero hay algo más que debes saber.

—¿Oh?

—No bebo.
16
Ni una gota. Jamás.

Esta vez, apartó los ojos de la carretera y, obviamente, pasaron sobre mí.

—Por favor, dime que tienes más de veintiuno.

Sabía lo que estaba viendo, lo que estaba pensando. Siempre había parecido
madura para mi edad. Cuando tenía doce años, un niño en el pasillo de la escuela me
confundió con una maestra. Cuando tenía catorce años, un hombre literalmente el
doble de mi edad me invitó a una cita. Cuando tenía diecisiete... bueno, esa era una
historia para otro día.
Aunque mi apariencia finalmente se niveló, todavía parecía mayor de mis
veintiún años, especialmente con mi nuevo corte de cabello. Wyatt probablemente
asumió que yo tenía su edad.

—Los tengo.

—Entonces, no veo ningún problema. No tendrás que preocuparte de que te


gastes las ganancias.

—Está bien.

¿Significaba eso que me estaba ofreciendo el trabajo? Mis manos se pusieron


húmedas mientras esperaba que dijera algo más. Tal vez, solo por esta vez, algo
positivo pueda salir de un día horrible.

—¿Puedes empezar esta noche?

—Sí.

Mi respuesta fue inmediata y entusiasta.

—Bien. —Me miró una vez más—. Probablemente debería saber el nombre de
la mujer que contraté.

—Oh. —Me reí, sin darme cuenta de que nunca me había presentado—. Mi
nombre es Scarlett. Scarlett Butler.

Y fue entonces cuando sus hermosos ojos azules brillaron con reconocimiento.

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¿Alguna vez has amado tanto a alguien que harías cualquier cosa por él?

No, no me refiero a tu marido.

Me refiero a la razón por la que tu marido se convirtió en un factor. La única persona en


mi vida que importa. Micah, mi hermano.

¿No es lo que esperabas que dijera?

Tal vez sea porque no me conoces como crees.

Nadie lo hace.

El resto del camino pasó en un tenso silencio, y supe con cada fibra de mi ser que
Wyatt iba a retirar la oferta de trabajo. Había oído hablar de mí, e incluso él no estaba
dispuesto a contratar a una destructora de hogares.

Pero lo peor no sucedió. Me dejó en el edificio de mi apartamento con la promesa


de ayudarme con mi coche por la mañana y la instrucción de estar en Broken Spur a
las seis en punto.
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Y eso fue todo.

Abandoné su billetera y teléfono en el asiento junto a mí y salí corriendo de la


camioneta antes de que tuviera la oportunidad de cambiar de opinión. Mientras subía
las escaleras hacia el segundo piso, traté de ignorar el escalón roto, la pintura
descascarada y el persistente olor a humo. Siempre había imaginado que cuando
finalmente obtuviera la custodia de Micah, podría pagar una linda casita para
nosotros. Una con patio trasero, para que pudiéramos tener un cachorro. Había
estado rogando por uno durante años. Afortunadamente, Sherilee, nuestra madre,
no se había rendido. Dudaba que algún animal sobreviviera a sus rabietas y desmayos
provocados por el whiskey.
Al detenerme frente a mi apartamento, deslicé la llave en el cerrojo y tiré con
fuerza de la manija de la puerta. Como de costumbre, hizo falta un poco de
movimiento, pero el cerrojo finalmente cedió.

Abriendo la puerta, arrugué la nariz cuando el desagradable aroma del aire


cálido y viciado inundó mis sentidos. Para ahorrar dinero, solo había hecho
funcionar el aire acondicionado cuando era absolutamente necesario. Aunque el
calendario me decía que era otoño, Texas no se había molestado en notarlo. Las
temperaturas habían subido de treinta grados todos los días durante la última
semana. Un ventilador de techo solitario y las ventanas abiertas no lo cortaban.

Cerrando y bloqueando la puerta detrás de mí, me quité la chaqueta que había


usado para mi entrevista y...

Mierda. Me había olvidado por completo de mi entrevista.

Marqué a mi contacto y me disculpé profusamente antes de informarle que había


conseguido otro puesto. La culpa se deslizó a través de mí cuando colgué. Aunque,
lógicamente, sabía que era solo un trabajo de camarera, aborrecía no cumplir. Había
crecido con la madre más descarada y no podía soportar la idea de convertirme en
algo como ella.

Después de quitarme la ropa hasta quedar en mi sostén y ropa interior y estar


debajo del ventilador durante unos minutos, saqué el correo de mi bolso. Lo dejé caer
allí esta mañana sin mirarlo.

Correo basura. Más correo basura. Un cupón Bed Bath & Beyond destinado al
residente anterior. Y un sobre color crema con HMH grabado en letras doradas.

Mi corazón se hundió de inmediato. Otra factura de Hammond, Martin &


Haines LLP. Quería triturarlo o esconderlo debajo de un montón de basura. Mejor 19
aún, quería quemarlo. Pero eso era algo que Sherilee Butler haría. ¿Y no había jurado
nunca ser como ella?

Si no hubiera renunciado al alcohol, podría haberme bebido un trago por valor.


En cambio, busqué mi escondite de cuadrados de chocolate negro Dove y saqué uno
de la bolsa. Despegando el envoltorio rojo metálico, me metí el sabroso bocado en la
boca. Era la única indulgencia que me había permitido desde que me alejé de... él.

Ugh. ¿Por qué dejé que mi mente siquiera fuera allí? Él fue excluido
permanentemente de mis pensamientos. Si tan solo pudiera borrarlo de ellos
también.

Echando un vistazo a la frase en el interior del envoltorio, no pude evitar sonreír.


“Si estás leyendo esto, eres hermosa y lo vales”.
Yo no era de las que dan mucha credibilidad a las frases de la suerte, ya sea de
una galleta o de un envoltorio de chocolate. Pero lo aceptaría. Soy hermosa y lo valgo.
Quizás debería colgar eso en el espejo del baño o algo así. Me vendría bien el
recordatorio diario.

Todavía sintiéndome un poco bien por el chocolate y la frase alentadora, abrí el


sobre de HMH y me preparé para lo peor. Hojeé la carta, permitiendo que mi mirada
registrara el número en la parte inferior, la cantidad adeudada.

Dios bueno. Eso era más dinero del que podía ganar en un año trabajando como
cantinera y sirviendo mesas al mismo tiempo.

Me dejé caer en mi sofá de segunda mano y parpadeé para contener las lágrimas.
¿Qué diablos iba a hacer?

Si hubiera sabido que él me cargaría con las facturas de abogado que había
prometido pagar, ¿habría...

Negué con la cabeza. No, no habría hecho nada diferente. Ya sea que pudiera
pagarlos o no, esos elegantes abogados me habían conseguido la custodia de Micah.
Encontraría una manera de devolverles el dinero, incluso si eso significaba trabajar
en tres trabajos para mantenernos.

Mientras tanto, tendría que seguir enviando a Hammond, Martin & Haines LLP
tanto dinero como pudiera. Podrían seguir enviándome cartas amenazadoras; estaba
feliz de coleccionarlas. Pero me negué a tener miedo. ¿Qué iban a hacer,
demandarme?

No sabía mucho sobre la ley, pero entendía el concepto de tratar de sacar sangre
de un nabo. ¿Qué me quitaría HMH? ¿Mi par de Manolos rayados? ¿Los muebles
usados no tan suavemente que les había comprado a estudiantes universitarios 20
mimados?

Estaban invitados a ello.

Sabiendo que Micah llegaría pronto de la escuela, me levanté del sofá y archivé
la factura con las demás. Aunque no la quemaría, la dejaría a un lado para más tarde.
Desde que me pusieron el nombre por Scarlett O’Hara, tenía derecho a adoptar su
mentalidad de mañana es otro día, ¿no es así? Solo parecía apropiado.

Luego, me paré frente a mi pequeño armario, perpleja. ¿Qué se ponía uno para
trabajar en un bar? Los jeans parecían apropiados, así que comencé por ahí. No tenía
ni una sola camiseta y la mayoría de mis blusas eran escotadas. Tenía algunos
suéteres modestos, pero me asaría con ellos.
Finalmente, me decidí por una blusa cruzada carmesí con mangas tres cuartos.
Aunque mostraba una franja de escote, al menos no me sentiría como si estuviera
haciendo alarde de las chicas. Y era del tono exacto de mi lápiz labial rojo: Scarlet
Flame para Scarlett Butler, la mujer escarlata. Bien podría empujar el concepto en la
cara de la gente del pueblo; no había ningún lugar donde esconderse.

Después de que terminé de vestirme, me puse un par de sandalias y me dirigí a


la escuela primaria. Aunque Micah tenía la edad suficiente para ir y venir de la
escuela solo, me había acostumbrado a encontrarme con él a mitad de camino. Fue
una especie de compromiso. Él conservaba algo de su independencia y yo no me
estresaba hasta que finalmente llegara a casa.

Tan pronto como lo vi al final de la cuadra, un poco de mi tensión se alivió.


Mientras vivía en Dallas, mi hermano pequeño había estado en mi mente casi
constantemente. Me preocupaba saber si estaba comiendo lo suficiente. O necesitaba
ayuda con su tarea. O si Sherilee recordaba siquiera que tenía un hijo.

Pero de alguna manera era peor ahora que vivíamos bajo el mismo techo. Yo era
la única responsable de su seguridad y bienestar. Y aunque era todo lo que había
querido desde que tenía la edad suficiente para saber que debería querer la custodia,
la transición fue más desafiante de lo que esperaba. Estuve preocupada todo el
tiempo. Sobre nuestras finanzas y la disciplina adecuada y si él era feliz y un millón
de otras cosas.

Supongo que eso es lo que se sentía ser mamá.

—Hola amigo.

Revolví su cabello rubio arena, un recordatorio constante de nuestras diferentes


herencias. Aunque no tenía idea de quién era su padre, claramente se parecía a
nuestra madre. Tenían el mismo cabello sedoso, piel pálida y cuerpo delgado. Yo, 21
por otro lado, no había heredado nada de la mujer, algo por lo que estaba sumamente
agradecida.

Aunque a veces había sido difícil crecer como la única niña birracial en la
escuela, no cambiaría nada de mi apariencia. Me encantaba lucir como mi papá.

Micah se encogió de hombros lejos de mi toque.

—Por Dios, Scar. Ya no tengo cinco años.

—Así es. Cumples once el mes que viene. ¿Has pensado en qué tipo de fiesta
quieres?
Se encogió de hombros, manteniendo la cabeza gacha mientras pateaba las rocas
sueltas que cubrían la acera.

—No necesito una fiesta.

—Por supuesto que sí. ¿Qué tal en la pista de patinaje? —Era el lugar más
popular de la ciudad para las fiestas de cumpleaños cuando yo tenía su edad. Nunca
había llegado a tener una allí. De hecho, nunca había tenido una fiesta. Y, hasta
donde yo sabía, Sherilee tampoco le había organizado una a Micah.

Finalmente levantó la cabeza para darme la mirada más disgustada que pude
imaginar.

—El patinaje es para bebés.

—Bieeeen. ¿Qué tal Pizza Hut? A todos los niños de diez años les encantaba la
pizza, ¿no?

—Te dije. No necesito una fiesta.

Micah empezó a caminar más rápido, probablemente para evitar hablar


conmigo, e intenté ocultar mi decepción. Siempre habíamos tenido una relación tan
cercana y fácil. Durante casi cuatro años, lo visitaba todos los domingos. Como no
se me permitió entrar en la casa en la que crecí, me recibió en la casa de Martha
Fisher y pasaríamos la tarde juntos.

La mujer mayor vivía dos casas más abajo y había sido la niñera no oficial de
Micah desde que tengo memoria. Lo cuidaba después de la escuela y siempre que
nuestra madre trabajaba por las noches en el restaurante. Esa era la única razón por
la que podía dormir por la noche, sabiendo que Martha lo estaba cuidando.

Desde que obtuve la custodia de él, nuestra fácil relación se había vuelto... bueno,
22
no tan fácil. Habría asumido que extrañaba a nuestra madre, pero cada vez que
mencioné su visita, él inmediatamente me rechazó. Honestamente, no tenía idea de
cuál era su mal funcionamiento.

Alargué mi paso para alcanzar a mi hosco hermano.

—Obtuve un trabajo hoy.

Esa noticia fue suficiente para hacer que disminuyese la velocidad y me mirara,
sin disgusto esta vez.

—¿De verdad? ¿Dónde?


—En Broken Spur.

Arrugó la cara, haciéndome querer pellizcar sus lindas mejillas.

—¿El bar?

—Sí. Pero no te preocupes, serviré alcohol. No embeberlo.

—¿Em-beber-lo? —preguntó, sonando fuera de la palabra extranjera.

—Sí, significa beber.

—Entonces, ¿por qué no dijiste eso?

Ahora era mi turno de encogerme de hombros.

—Me gusta cambiar mi vocabulario. Hace la vida más interesante.

—Eres rara.

—Estoy muy consciente de ello. ¿Alguna petición especial para cenar?


Tendremos que comer bastante temprano para darnos tiempo de caminar hasta casa
de Martha. Mi primer turno comienza a las seis.

Notablemente registró el estacionamiento del apartamento cuando nos


acercábamos.

—¿Qué le pasó a Rusty?

Puse los ojos en blanco ante el apodo exagerado que le había dado a mi pequeño
sedán. No tanto óxido.
23
—Se ponchó una llanta y tuve que dejarlo a un lado de la carretera. Lo recuperaré
mañana.

Micah resopló.

—Tal vez, si tenemos suerte, lo robarán.

—Oye —me quejé, chocando mi hombro con el suyo—. Resulta que me gusta
mi coche.

Es cierto que no era tan agradable como el BMW deportivo que solía conducir.
Pero Rusty tenía la ventaja significativa de no estar apegado a un hombre. Era todo
mío, pagado con el dinero que había ganado.
Sacudió la cabeza con tristeza, pareciendo sabio más allá de su edad.

—Pensé que tenías buen gusto. ¿Qué te pasó?

En efecto, ¿qué me pasó?

Tal vez era más sabio para su edad, porque esa pregunta en particular definía
actualmente todos los aspectos de mi vida.

24
Algunas historias nunca deben contarse. Otras tienen que hacerlo, es la única forma.

Me han llamado puta, zorra, destructora de hogares, y tal vez soy todas esas cosas y más.

Pero no empecé de esa manera. Ninguna mujer lo hace jamás.

Érase una vez, yo era la niña de mi papá. Tenía esperanzas y sueños. Creí en el amor.

Es curioso cómo esas cosas que a menudo damos por sentadas pueden ser arrancadas en
un abrir y cerrar de ojos.

El parpadeo que destrozó mi mundo fue el de un estudiante universitario somnoliento que


conducía a casa después de los exámenes finales. Me quitó a mi papá y, en cierto modo, también
se llevó a mi madre.

Me detuve fuera del Broken Spur y miré mi teléfono al menos por duodécima
vez en los últimos tres minutos. Wyatt había dejado claro que tenía que estar en el
bar a las seis en punto, lo que significaba que tenía cuatro minutos libres.

¿Por qué fue esto tan difícil? Era solo un edificio.


25
Claro, tenía malos recuerdos de este lugar, pero eso era cierto para prácticamente
todos los negocios en Hastings. El hecho de que el propietario hubiera perpetuado
los problemas con la bebida de mi madre durante demasiados años no hacía que el
edificio en sí estuviera maldito. Podría trabajar aquí. Estaría bien.

Enderecé los hombros y entré en Broken Spur con la cabeza en alto. Pero tan
pronto como pasé la puerta, mi confianza flaqueó. Este no era el viejo y lúgubre bar
que recordaba. Había sido completamente remodelado, y recientemente, si tuviera
que adivinar. Aunque todavía conservaba la sensación de un salón histórico, con sus
paneles y techos de madera, taxidermia y obras de arte occidentales, había sido
significativamente arreglado. Las cabinas de cuero parecían nuevas, la barra relucía y
ahora había mesas de billar de aspecto caro en la esquina donde solían residir las
viejas y baratas.
Como si eso no fuera suficiente, el lugar estaba lleno. Casi todas las mesas
estaban llenas... a las seis. Y aromas deliciosos flotaron hacia mí cuando noté los
platos llenos de nachos, hamburguesas, aros de cebolla y alitas de pollo.

¿El Broken Spur servía comida? ¿Desde cuándo? En el pasado, estaba bastante
segura de que solo habían puesto cacahuates de barra rancias a disposición de sus
clientes.

—Tome cualquier asiento libre —dijo una camarera apresurada mientras pasaba
con una bandeja de cervezas.

Abrí la boca para responder, pero la cerré cuando me di cuenta de que ya había
cruzado la mitad de la habitación. Parecía que iba a tener que cazar a Wyatt yo
misma.

Cuando un escaneo completo de la habitación no reveló su ubicación, me


acerqué a la barra. Un hombre que parecía tener unos cincuenta años estaba ocupado
atendiendo pedidos de bebidas. Pero todavía levantó la vista de su tarea para darme
una amplia sonrisa.

—Hola, cariño —dijo con un lento acento texano. Rara vez había escuchado ese
tipo de acento mientras vivía en Dallas. Era asombroso lo que podían hacer ochenta
kilómetros.

—Hola. Estoy buscando a Wyatt.

Sus ojos se iluminaron y su sonrisa se ensanchó, si eso era posible.

—¿Eres su novia? Le he estado diciendo a ese hombre que necesita una buena
chica.

Buena chica, ja. Si tan solo supiera... y pronto lo haría.


26
—No yo…

—Ella es la nueva cantinera —respondió Wyatt por mí cuando apareció desde


la parte de atrás—. Scarlett, te presento a Beau. Beau, Scarlett.

Esperé a que la sonrisa amistosa de Beau se tambaleara al escuchar mi nombre,


pero él se rio entre dientes mientras miraba a Wyatt.

—Bueno, ahora todo tiene sentido.

¿Qué significaba eso?


Wyatt lo ignoró y se volvió hacia mí.

—¿Preparada para comenzar?

—Por supuesto.

Limpiándome las manos húmedas en mis jeans, intenté otra charla mental. Has
llegado hasta aquí, Scar. No hay vuelta atrás ahora.

Todavía un hombre de pocas palabras, Wyatt inclinó la cabeza hacia la puerta


por la que había entrado, y lo seguí. Pasamos por un trastero y la cocina antes de
entrar en una pequeña oficina. Apenas había espacio para un escritorio y dos sillas.

—Lo siento sobre la oficina —dijo mientras se sentaba en una silla y me hacía
un gesto para que tomara la otra—. Tuvimos que quitarle espacio para ampliar la
cocina.

—¿Supongo que las renovaciones son recientes?

—Sí. Acabamos de reabrir la semana pasada.

Oh, vaya. No es de extrañar que estuviera tan lleno. Todos los adultos de la
ciudad probablemente se pasarían durante las próximas dos semanas. Mi estómago
se encogió ante el pensamiento. Sabía que no podría esconderme mientras trabajaba
aquí. Pero me había estado imaginando el viejo bar que solo estaba lleno los sábados
por la noche. No este nuevo y mejorado que estaba repleto a mitad de semana.

Wyatt deslizó un paquete de papeles y un bolígrafo sobre el escritorio.

—Continúa y completa estos, y tendré que obtener una copia de tu licencia de


conducir y un cheque cancelado, si tienes uno.
27
—Bien.

Saqué ambos de mi bolso y los puse frente a él. Luego, me puse a trabajar en la
solicitud, W-4 y otros documentos.

—¿Trabajaste en The Midnight Room? —preguntó Wyatt, mirando la solicitud


mientras yo todavía la llenaba.

Tragué, esperando que no me preguntara por qué me había ido.

—Sí.

—¿No es un club de jazz?


—Sí.

Solo uno de los más famosos del país.

—¿Camarera?

—No. —Mantuve la vista fija en el papel que tenía delante—. Actuando.

—¿Actuando? —repitió la palabra, excepto que salió de su boca, sonaba


completamente diferente. No sucio, exactamente. Más incrédulo.

Me obligué a encontrarme con su mirada azul, acerada y que me roba el alma.

—Yo era cantante.

—Pero… —Revisó la solicitud dos veces—. Tienes veintiuno. Y trabajaste allí


durante más de tres años. —Aparentemente, era bastante hábil para leer al revés.

—Sí. Empecé en mi decimoctavo cumpleaños.

—¿Como cantante?

—Sí.

¿Era solo yo, o sonaba como un disco rayado?

Wyatt se reclinó en su silla y cruzó los brazos sobre su impresionante pecho.

—Este trabajo es un paso hacia abajo.

Eso fue un eufemismo, y tuve la sensación de que él lo sabía.


28
—Ahora vivo en Hastings. Mis opciones son limitadas.

Su boca se torció, y esperaba más preguntas, pero luego se puso de pie de repente.

—Te dejo para que termines. Ven a buscarme cuando hayas acabado.

Muy bien entonces.

Más que feliz por el indulto, completé el papeleo, negándome a ceder a la


tentación de tomarme mi tiempo. Estaba aquí para hacer un trabajo y no iba a echar
flojera. Ni siquiera si hubiera significado esconderme en la oficina por unos minutos
más.
Después de volver a aplicarme el lápiz labial, me encantaba el poder de la pintura
de guerra, me dirigí a la parte de atrás de la barra, donde Beau y Wyatt estaban
sirviendo bebidas. Inmediatamente sentí lo que debían ser docenas de ojos sobre mí,
pero los ignoré. Tendría que acostumbrarme a que me notaran. Que susurraran sobre
mí. Era la compensación de trabajar en Hastings. Mi casa estaba a poca distancia del
bar... pero todos sabían quién era yo. Y si no lo hacían ya, lo harían muy pronto.

—¿Qué sigue? —le pregunté a Wyatt mientras mi mirada se desviaba hacia sus
antebrazos.

Las dos veces que lo había visto hoy, su camiseta ajustada de manga larga los
había cubierto. Ahora, sin embargo, sus mangas estaban subidas hasta los codos,
mostrando una serie de tatuajes que estaban entrelazados en un diseño más grande.
Me concentré en las formas coloridas, tratando de distinguir una forma reconocible,
pero él estaba constantemente en movimiento.

—Seguirás a Beau por el resto de la noche —dijo Wyatt, llamando mi atención


de nuevo a su rostro.

No llevaba su gorra de béisbol esta noche, lo que me dio la oportunidad de


estudiar su cabello oscuro y corto y lo que supuse era una barba corta perpetua. Sus
rasgos individuales no eran tradicionalmente atractivos, pero cuando los ponías
todos juntos, eran sorprendentes. Incluso con su expresión sobria y sus inescrutables
ojos azules.

—Él te explicará lo básico. Mañana, volveremos aquí después de recoger tu


coche y comenzará el entrenamiento real.

—Está bien.

Como si no pudiera tener preguntas o comentarios adicionales, le entregó una 29


jarra de cerveza a la mesera que había visto cuando entre antes de desaparecer en la
parte de atrás nuevamente. Eh.

—No te lo tomes como algo personal.

Me volví hacia Beau.

—¿Tomar qué personalmente?

—Wyatt. Puede parecer espinoso por fuera, pero tiene un corazón de oro. Solo
tienes que llegar a conocerlo.

—No veo que eso suceda.


No necesitaba conocer a Wyatt. Era un compañero de trabajo, nada más. ¿O
jefe? No estaba realmente segura.

Beau se rio entre dientes.

—Solo espera. Reconozco una chispa cuando la veo.

—No. —Negué con la cabeza con empatía—. No, no, no. He renunciado a los
hombres en el futuro previsible. Quizás para siempre.

Él sonrió.

—¿Una cosa bastante joven como tú? ¿Por qué harías tal cosa?

Mi pecho se apretó dolorosamente.

—Si supieras quién soy, no tendrías que preguntar.

Su sonrisa se suavizó.

—Nunca le he dado mucha importancia a los chismes ociosos.

—Entonces, sabes quién soy.

—Escuché tu nombre, pero no sé quién eres. Todavía no. —Su sonrisa volvió a
crecer—. Pero tengo la sensación de que eso va a cambiar.

Un par de hombres vistiendo equipo de construcción se dirigieron hacia la barra,


y Beau los saludó con una sonrisa. ¿Alguna vez no sonreía?

—Buenas noches, caballeros. ¿Qué puedo ofrecerles?


30
Los dos hombres ignoraron a Beau, su atención inmediatamente se dirigió a mí.
Uno de ellos silbó suavemente.

—Bueno, bueno, ¿a quién tenemos aquí?

Resistí el impulso de estremecerme bajo sus obvias miradas y pegué una sonrisa
en mi rostro. Había sido intérprete durante años, y aunque este podría ser un tipo
diferente de escenario, podía manejarlo. Si nada más, canalizaría a mi tocaya. Nunca
habría dejado que un par de tontos la hicieran sentir menos dama.

—Hola. Soy Scarlett, cantinera en entrenamiento.

El hombre volvió a hablar.


—Tengo que decir, Scarlett, que las cervezas caras en este lugar bien valen la
pena.

—Me alegra oír eso. Ahora, ¿qué podemos ofrecerte?

Las siguientes dos horas pasaron de la misma manera. Los hombres se apiñaban
alrededor de la barra, aparentemente ansiosos por ser atendidos por la “linda nueva
cantinera”. La molestia que podría haber sentido al ser un atractivo visual para las
masas se desvaneció cuando mi frasco de propinas se llenó tanto que tuve que
vaciarlo. Y apenas mostraba escote. Quizás este trabajo pagaría bien después de todo.

Hubo algunas ocasiones en que vi un rostro familiar entre la multitud, pero


ninguno se acercó. Probablemente estaban demasiado ocupados enviando mensajes
de texto a sus amigos o publicando en las redes sociales que la infame Scarlett Butler
ahora estaba trabajando en Broken Spur.

Finalmente comencé a relajarme cuando vi una figura con un traje oscuro de tres
piezas acechando entre la multitud, con el ceño fruncido en el rostro. Aunque solo
lo había visto desde la distancia, reconocí al hombre a la vista: Carter Hastings.

Como en, un miembro de la familia fundadora de la ciudad. La familia


propietaria de Hastings Oil... quien era responsable de emplear al menos a la mitad
de los residentes de la ciudad.

Y me miraba fijamente, sus ojos verdes encendidos.

Por un segundo, pensé que iba a saltar por encima de la barra y atacarme. Pero
pasó por delante de la barra y se dirigió a la oficina.

Metí mis manos temblorosas en mis bolsillos traseros y forcé una expresión
neutral mientras me volvía hacia Beau. 31
—¿Te importa si tomo mi descanso ahora?

—Por supuesto no. Tomate tu tiempo. Y siéntete libre de comer algo de la


cocina. Soy partidario de los nachos.

Asentí con la cabeza, incluso cuando mi estómago se revolvió al pensar en la


comida. No había forma de que pudiera comer un bocado. Pero me serví una Sprite,
esperando que me calmara el estómago. Y los nervios.

Luego, me abrí paso entre la gente y salí por la puerta principal. Al ver a un grupo
de clientes merodeando en el estacionamiento, rodeé la esquina del edificio y me
dirigí hacia la parte trasera, buscando silencio.
Apoyada contra el exterior de ladrillo, tomé un sorbo de mi bebida y cerré los
ojos. Carter Hastings. De todas las personas que podrían haber entrado en Broken
Spur esta noche, ¿por qué tenía que ser uno de ellos?

Solo había dos; bueno, tres, otras personas a las que me sentiría menos inclinada
a ver.

El sonido de una puerta al cerrarse me hizo saltar, y derramé Sprite por la parte
delantera de mi blusa. Maldita sea.

Dejé el vaso en el suelo e intenté secar el líquido con la mano. Si tenía suerte, la
mayor parte se secaría cuando terminara mi descanso. De lo contrario, todos los
hombres del bar tendrían algo que mirar. Malditas tetas.

—¿En qué adorados demonios estabas pensando? —dijo una voz airada en voz
alta desde la esquina de donde me escondí.

—Necesitaba un trabajo —respondió con calma una voz que reconocí de


inmediato; Wyatt—. Necesitaba un cantinero. Fin de la historia.

Oh, Dios. El otro hombre tenía que ser Carter, y claramente estaba enojado con
Wyatt por contratarme. Iba a perder mi trabajo antes incluso de completar mi primer
turno.

—¿Fin de la historia? —dijo Carter con una risa áspera—. No es muy


condenadamente probable.

—Deja de decir condenadamente. El hecho de que hayas ido a un internado de


lujo no significa que en realidad seas británico.

—Mierda, Wyatt. ¿Cuál es tu problema? ¿No te diste cuenta de quién era ella? 32
¿Es así?

No hubo respuesta durante unos largos segundos y me encontré caminando de


puntillas hacia las voces. Era una idea horrible, pero parecía que no podía evitarlo.

—No me di cuenta al principio, no, pero no importa. No la voy a despedir. No,


a menos que ella me dé una razón para hacerlo.

Asomando mi cabeza por la esquina, inmediatamente vi a los dos hombres.


Estaban parados justo afuera de la puerta trasera del bar, la luz solitaria brillaba sobre
ellos. Con su cabello rubio perfectamente peinado y su traje caro, Carter era claro a
la oscuridad de Wyatt. Excepto por su expresión lívida. Eso le dio un borde de
oscuridad que hizo que su apariencia fuera casi aterradora.
—Ella no necesita darte una razón. —Carter levantó las manos—. Te estoy
dando la mejor razón: yo.

—Lo siento, hombre. Eso no es lo suficientemente bueno.

—¿No es lo suficientemente bueno que ella arruinara la vida de mi hermana?

Me llevé la mano a la boca con la esperanza de que de algún modo pudiera


contener la bilis que me subía a la garganta. ¿La peor parte? Carter Hastings tenía
razón. Había arruinado la vida de su hermana y él tenía todo el derecho a odiarme
por eso.

—Pensé que eras mi mejor amigo.

La voz de Carter finalmente se calmó, pero todavía no tuve problemas para


distinguir las palabras.

¿Él y Wyatt eran mejores amigos? No es de extrañar que estuviera tan enojado.
Era oficial, estaba sin trabajo.

—Lo eres.

—No si dejas que esa puta siga trabajando para ti.

Sin darle a Wyatt la oportunidad de responder, desapareció detrás de la puerta,


dejando que se cerrara de golpe con una sensación de finalidad.

Wyatt no se movió de su lugar, con la cabeza colgando. Una pequeña parte de


mí tuvo la tentación de acudir a él. Disculparse o intentar explicar o… Ni siquiera lo
sabía. Decirle que lo entendía. No tenía por qué sentirse mal por despedirme.

Pero eso era ridículo. Yo no era amiga de Wyatt Ford. Apenas estábamos en la 33
etapa de conocernos. Y necesitaba este trabajo.

Entonces, me di la vuelta y me dirigí de regreso al frente del edificio, haciendo


una pausa para ver a Carter salir del estacionamiento en un auto deportivo que
probablemente valía más que todo mi edificio de apartamentos.

—Lo siento.

Las palabras no eran más que un susurro en el viento. Pero fueron sinceras. Algo
que un hombre como Carter Hastings nunca entendería.
Durante años, hice un plan.

En cuanto cumpliera los dieciocho, me alejaría de mi madre y me llevaría a mi hermano.

En la versión más descabellada de ese plan, un ejecutivo de la música se topó con nuestro
pueblo dormido, y en el momento en que escuchó mi voz, supo que había encontrado un
diamante en bruto.

El resto del tiempo fui más realista. Me mudaría a la ciudad y conseguiría un trabajo como
camarera, o tal vez como recepcionista, si tenía suerte.

Pero incluso el pragmatismo absoluto que resultó de crecer en un hogar como el mío no
hizo que ese sueño se desvaneciera por completo. Flotó en el fondo de mi mente, calentándome
en las noches frías llenas de desesperación.

Si tan solo pudiera regresar y aplastar ese sueño como las repugnantes cucarachas que
infestaron la ruinosa casa en la que crecí.

Como se prometió, Wyatt me recogió exactamente a las diez de la mañana


siguiente. Tenía la sensación de que le gustaba la puntualidad, algo que tendría en
cuenta. No le daría una razón para despedirme, no cuando su amistad con Carter
34
Hastings era razón suficiente.

El viaje hasta mi coche fue silencioso, pero no había nada cómodo en ello. No
cuando seguí esperando a que cayera la otra bota de cuero cara. No importa lo que
haya dicho detrás de la barra anoche, Wyatt fácilmente podría elegir dejarme ir, y ni
siquiera lo culparía por ello. Parecía el tipo de persona que no aprecia el drama, y ya
había tirado un montón de cosas podridas en su regazo.

Mientras me preparaba para abrir la puerta de la camioneta y saltar, Wyatt se


volvió hacia mí.

—¿Estás segura de que quieres este trabajo?


Mis entrañas temblaron cuando sus palabras lentas y firmes se hundieron. Esto
era todo. Exactamente lo que estaba esperando.

—¿Por qué?

Si estaba cediendo a las demandas de Carter, quería que me lo dijera a la cara.

Su gorra de béisbol estaba nuevamente puesta, ensombreciendo su rostro, pero


eso no me impidió sentir el calor de su mirada.

—Quiero asegurarme de que hayas pensado bien en esto.

Bueno, eso fue malditamente diplomático de su parte.

—Puede que no desee este trabajo en particular, pero lo necesito.

Puede que eso no sea lo que él quería escuchar, pero era la verdad. No iba a
agregar la mentira a mi ya larga lista de pecados.

Me miró fijamente, probablemente juzgándome, y lo dejé. No tenía nada que


ocultar, no cuando se trataba de este tema. Si hubiera algo más que quisiera saber, le
respondería y lo haría con sinceridad.

Finalmente, centró su atención en mi auto, que parecía estar en las mismas


condiciones que cuando lo dejé ayer. Micah estaría decepcionado de que no hubiera
sido robado o se hubiera quemado misteriosamente.

—Cambiemos tu llanta para que podamos regresar al bar.

No pude evitar sonreír ante su declaración sin entusiasmo.

—Seguro, jefe. Lo que digas. 35


Salté de su camioneta, que era mucho más fácil con mis zapatillas que con mis
Manolos, y esperé junto al neumático desinflado.

Wyatt apareció unos momentos después con un neumático que era nuevo y
definitivamente no era de repuesto.

—Espera. ¿Pensé que habías dicho que ibas a traer un repuesto del tamaño
correcto?

No me miró, simplemente dejó el neumático en el suelo y caminó hacia la puerta


del pasajero.

—Desbloquea.
Saqué las llaves de mi bolso y se las entregué a Wyatt, ya que estaba parado
directamente frente a la puerta. No, Rusty no tenía cerraduras automáticas. Y sí, el
coche era así de viejo.

Después de abrir la puerta, activó el freno de mano, luego se arrodilló junto al


piso y comenzó a aflojar una... ¿tuerca? ¿Era ese incluso el término correcto? No tenía
ni puta idea.

—Wyatt. El neumático.

Seguía sin mirarme.

—Es más seguro conducir con una llanta normal que con una de repuesto.

Como si eso explicara por qué claramente me había comprado un neumático


nuevo.

Abrí la boca para discutir con él, pero mi teléfono empezó a sonar. Maldito
servicio celular. ¿Por qué no pudo haber funcionado ayer, cuando realmente lo
necesitaba?

—¿Hola?

—¿Puedo hablar con Scarlett Butler, por favor? —dijo una voz femenina nítida.

—Soy Scarlett.

—Soy la subdirectora Mattson de la Escuela Primaria Hastings. Micah tuvo un


altercado físico con otro chico, y necesito que usted venga a hablar conmigo y con su
maestro, el Sr. Cooper. Lo antes posible.

Mi corazón se hundió. 36
—¿Él está bien?

—Micah está bien. El otro niño está recibiendo puntos de sutura, mientras
hablamos.

Oh, Dios. ¿En el nombre de Sam Houston qué había pasado? A pesar de su
comportamiento hosco últimamente, Micah era un niño dulce. ¿Qué lo habría
poseído para meterse en una pelea?

—Está bien. —Miré a Wyatt, notando que ya había levantado el auto con un
gato hidráulico y estaba quitando la llanta vieja—. Puedo estar allí en unos treinta
minutos. Más o menos.
—Venga a la oficina principal.

Con eso, colgó y me quedé mirando mi teléfono celular. ¿Qué demonios? Quiero
decir, entendí que Micah estaba en problemas, pero ¿no debería haber sido un poco
más comprensiva? Era un niño, por el amor de Dios. No un soldado que había
abandonado su puesto.

—¿Está todo bien?

—Necesito ir a la escuela primaria. ¿Podemos posponer mi entrenamiento por


una hora?

Wyatt hizo una pausa y finalmente, finalmente me miró.

—¿Tienes un niño?

Respiré hondo. Entonces, había oído hablar de mí, pero no sabía todo.

—Tengo la custodia total de mi hermano, Micah. Tiene diez años y,


aparentemente, se metió en una pelea.

—Oh.

—Entonces... ¿Está bien si posponemos?

Volvió su atención al neumático.

—Por supuesto. Ven al bar cuando hayas terminado.

—Gracias.

Llegué a la Escuela Primaria Hastings con tres minutos de sobra, y no fue hasta 37
que entré en el estacionamiento que recordé la llanta que Wyatt me compró. Tendría
que insistir en devolverle el dinero. Según mi experiencia, los hombres no daban sin
esperar algo a cambio. Y yo ya no vivía así.

Mientras me dirigía hacia la oficina principal, una gran cantidad de recuerdos se


apoderaron de mí. No había vuelto a esta escuela desde el final de mi sexto grado, y
eso se sentía como si hubiera pasado una vida. Los pasillos parecían más pequeños,
el techo más bajo, pero no había cambiado mucho. Las paredes todavía estaban
pintadas del mismo gris azulado y las vitrinas estaban decoradas tal como las
recordaba.

Mi tiempo aquí probablemente había sido el mejor de mi vida. Después de la


muerte de mi padre, venir a la escuela había sido un bienvenido escape de mi madre.
Y aunque me habían molestado aquí y allá, no había experimentado el tipo de
hostigamiento severo que había soportado durante toda la escuela secundaria y
preparatoria.

La recepcionista me parecía vagamente familiar y me pregunté si había estado


trabajando aquí desde mis días en la Escuela Primaria Hastings.

—Hola. Estoy aquí para ver a la subdirectora Mattson.

Me miró por encima de sus lentes de lectura.

—¿Eres la m-guardián de Micah Butler?

—Sí.

—Está bien. Ve atrás —dijo, señalando una puerta cerrada al final del pasillo.

—Gracias.

Llamé a la puerta y me preparé para esta reunión. Tenía la sensación de que ya


estaba condenada.

—Adelante.

Al abrir la puerta, vi a una mujer que parecía estar en la treintena sentada detrás
de un escritorio grande y ordenado. Su cabello estaba recogido en un moño severo
que hacía juego con su expresión poco amistosa.

—Usted debe ser la Srta. Butler.

Su voz era tan cortante como lo había estado en el teléfono.


38
—Eso es correcto. ¿Dónde está...?

Me interrumpí cuando vi a Micah sentado en la misma esquina de la habitación,


como si estuviera en tiempo muerto. Caminé hacia él y me arrodillé junto a su silla
para inspeccionar su rostro. Incluso con la cabeza colgando, era obvio que tenía el
labio hinchado.

—Hola amigo. —Levanté su barbilla para ver mejor sus heridas—. Eso parece
doloroso.

Se encogió de hombros, todavía manteniendo la mirada apartada.

—¿Has ido a la enfermera?


Sacudió la cabeza.

¿En serio? Me paré y pegué lo que esperaba que fuera una mirada cordial pero
severa en mi rostro mientras me volvía hacia la Sra. Mattson.

—Debería ver a la enfermera y al menos conseguir un poco de hielo para su


labio.

La mujer miró a Micah antes de volver su atención hacia mí.

—Estoy segura de que puede encargarse de su cuidado tan pronto como lo lleve
a casa.

Reprimí un gruñido de frustración.

—Me sentiría más cómoda si viera a la enfermera. Ahora.

Su mirada se entrecerró, pero me dio un breve asentimiento. Caminando hacia


la puerta, gritó:

—Carol, ¿podrías llevar a Micah a la oficina de la enfermera mientras hablo con


la Srta. Butler?

Micah se puso de pie lentamente, con la cabeza todavía colgando. Le apreté el


hombro cuando pasó y le susurré:

—Todo va a estar bien.

Tal vez no ganaría un premio al mejor disciplinado del año, pero parecía
asustado y derrotado. Nunca quise que sintiera ninguna de esas emociones y,
además, tenía que haber más en esta historia.
39
Tomando el asiento directamente frente al escritorio de la subdirectora, le
pregunté:

—¿Qué pasó?

—Micah atacó a otro niño en el patio de recreo. Por lo que describieron los
testigos, Micah lo tiró al suelo y comenzó a golpearlo. Se necesitaron dos ayudas
para separarlos.

Cuando ella no continuó, crucé los brazos sobre mi pecho, inmediatamente a la


defensiva de mi hermano.

—¿Está sugiriendo que no fue provocado?


—Micah afirma que el niño dijo algo para incitar al ataque, pero no dirá qué. El
otro chico dijo que Micah se lo estaba inventando.

Sí claro. Puede que mi hermano pequeño no sea el niño más educado del planeta,
pero nunca atacaría a otro niño sin una razón. No tenía mucha confianza en estos
días, pero colgaría mi proverbial sombrero en eso.

No es que tuviera sentido discutir con esta mujer sobre los puntos más sutiles.
No parecía inclinada a darle a Micah el beneficio de la duda.

—Entonces, ¿de qué estamos hablando aquí? ¿Detención? ¿Suspensión en la


escuela?

La expresión de la Sra. Mattson se volvió incrédula.

—Absolutamente no. La violencia resulta en una suspensión automática de tres


días fuera de la escuela.

Genial. Demasiado para dar una impresión decente en el trabajo. Ahora, ni


siquiera podría completar el entrenamiento de hoy. No podría pedirle a Martha que
vigile a Micah hoy y esta noche para mi turno regular.

Un golpe sonó en la puerta, y la mujer fría frente a mí pareció transformarse ante


mis ojos. Su expresión pellizcada se transformó en una sonrisa de bienvenida, y su
voz sonó como si viniera de una persona completamente diferente cuando dijo:

—Adelante.

En el momento en que se abrió la puerta, comprendí el motivo del cambio. La


Sra. Mattson podría no ser muy humana, pero obviamente todavía era una mujer
debajo de esa fachada helada. Porque el hombre que entró en la habitación era nada
menos que un trago de agua de buena fe.
40
Con una altura de más de dos metros, apenas pudo atravesar la puerta sin
agacharse. Su complexión era larguirucha, pero los músculos tensos de sus
antebrazos sugerían que tenía músculos de sobra. Su cabello castaño era corto a los
lados y caía sobre su frente. Detrás de un cristal de marco negro, sus ojos eran
oscuros, pero parecían brillar con una luz que venía del interior.

—Hola, Sr. Cooper —dijo la subdirectora, con una sonrisa cada vez más
aterradora.

Espera, Sr. Cooper. ¿Este era el maestro de Micah?


Micah solo había tenido cosas buenas que decir sobre su maestro. Pero me había
estado imaginando a un hombre mayor con el pelo canoso y parches en los codos.
Definitivamente no me había imaginado a un tipo que pudiera adornar fácilmente la
portada de Esquire.

—Hola. —Se volvió hacia mí, extendiendo una mano mientras se elevaba por
encima de donde yo estaba sentada—. Debe ser la hermana de Micah. Soy Brady
Cooper, su maestro.

Acepté su mano y tuve que evitar reaccionar visiblemente ante la chispa de


conciencia que recorrió mi brazo ante el contacto. Mientras su mirada me evaluaba
abiertamente, no pude evitar preguntarme cuánto sabía sobre mí. Teniendo en cuenta
el impresionante flujo de chismes en esta ciudad, tuve que asumir que él lo sabía
todo. Bueno, el todo que la gente del pueblo estaba decidiendo creer.

—Es un placer conocerlo finalmente. Tenía la intención de pasar por aquí y


presentarme.

Asintió mientras soltaba mi mano.

—Desearía que fuera en mejores circunstancias, pero también es un placer


conocerlo.

Su voz era un poco más ronca de lo que hubiera esperado, dada su apariencia, y
tenía un tono que no podía ubicar. Definitivamente no era de Texas originalmente.
Eso estaba claro.

—Por favor, siéntese —dijo la Sra. Mattson, la imagen misma de encanto y


cortesía mientras señalaba la otra silla frente a su escritorio—. Le estaba explicando
a la Srta. Butler aquí que, de acuerdo con los estándares del distrito, se requiere una
suspensión fuera de la escuela de tres días, como mínimo. 41
—Pero puede contar hoy como el primer día, ¿no? —El Sr. Cooper le lanzó una
sonrisa a la Sra. Mattson y, Dios mío, fue torcida. Me encantaba una sonrisa
torcida—. El incidente ocurrió bastante temprano en la mañana, por lo que Micah
ya se está perdiendo la mayor parte del día.

La subdirectora se aclaró la garganta.

—Bueno, supongo que eso es justo. Pero necesitamos discutir medidas


adicionales para asegurarnos de que nada como esto vuelva a suceder. —Volvió su
mirada, una vez más aguda, hacia mí—. Tengo entendido que recientemente obtuvo
la custodia de Micah. ¿Quizás está teniendo problemas para adaptarse al cambio y
comportándose mal?
Mi columna se puso rígida ante su implicación. Micah era toda mi vida. Estaba
haciendo todo lo que estaba a mi alcance para ser un buen padre para él. Me aseguré
de que comiera tres comidas bien equilibradas al día. Revisé cada una de sus
asignaciones y lo ayudé a estudiar para los exámenes. Incluso limité su tiempo frente
a la pantalla.

Seguro, todavía estaba aprendiendo. Pero estaba haciendo mi mejor esfuerzo, y


eso era más de lo que Sherilee podría haber afirmado.

Antes de que tuviera la oportunidad de decirle a la fría mujer algo de mi mente,


el Sr. Cooper habló.

—Para ser justos, Micah ha sido un estudiante ejemplar durante los últimos dos
meses. Sus notas son excelentes y no ha causado ningún problema dentro o fuera de
clase. Parece que este incidente fue una anomalía.

Tragué el nudo que crecía en mi garganta. Había venido en mi defensa, y la de


Micah. Nadie hizo eso. Alguna vez había hecho eso. Y odié lo mucho que me afectó
esa pequeña porción de bondad. No quería que este hombre me afectara, en ningún
nivel.

—Bien. —La Sra. Mattson juntó las manos sobre su escritorio y miró al Sr.
Cooper y luego a mí—. Supongo que eso es todo lo que hay que decir por ahora.
Pero si algo así vuelve a suceder, garantizo que se tomarán medidas disciplinarias
más contundentes. No toleramos a los matones en esta escuela.

Me tragué una réplica sarcástica y dije:

—Entiendo. —De pie, asentí con la cabeza al maestro de Micah—. Gracias, Sr.
Cooper.
42
Luego, salí por la puerta y no aminoré la marcha hasta que salí de la oficina
principal y a la mitad del pasillo. No recordaba dónde estaba ubicada la oficina de la
enfermera, pero tenía toda la intención de encontrarla por mi cuenta.

Era hora de buscar a Micah y largarnos de aquí.


Recuerdo la primera vez que lo vi como si fuera ayer. Llevaba una camiseta de concierto
de Metallica y unos jeans gastados. Las lentes de sol de aviador cubrían sus ojos y su cabello
estaba perfectamente gelificado.

Lucía moderno pero sofisticado. Joven. Divertido.

Mirando en retrospectiva, me doy cuenta de que era una fachada cuidadosamente


cultivada.

No digo que haya venido buscando a una chica de diecisiete años para que se convirtiera
en su amante. Pero claramente estaba tratando de ser otra persona, alguien no casado.

Seguro que me engañó.

—¡Srta. Butler! ¡Espere!

Inmediatamente reconociendo la voz, me congelé y me di la vuelta, fingiendo


indiferencia.

—¿Sí, señor Cooper?


43
Sus largas zancadas se comieron la distancia entre nosotros en cuestión de
segundos, sin darme el tiempo suficiente en prepararme para su abrumadora
presencia de nuevo. No era que él fuera intimidante; eso sería lo suficientemente
simple de manejar. No, me hacía sentir cálida, cómoda, y eso fue lo que hizo al
hombre tan inquietante.

—Por favor, llámame Brady —dijo, su sonrisa torcida volviendo a hacer cosas
divertidas en mi interior.

—Claro, y yo soy Scarlett.

Él asintió con la cabeza, como si ya lo supiera. Probablemente lo hacía.


—Esperaba que pudiéramos hablar en privado sobre Micah durante unos
minutos. —Echó un vistazo a su reloj—. Mi clase está en educación física solo
durante diez minutos más, así que prometo no tomar demasiado de su tiempo.

—Bien.

La palabra se me escapó antes de que tuviera la oportunidad de contenerla y


quería patearme. Pasar más tiempo con Brady en este momento era lo último que
necesitaba. Por otra parte, quería apoyar a Micah en su educación, y comunicarme
con su maestro era el primer paso.

Me condujo un poco más adelante por el pasillo, hasta una sala donde era poco
probable que nos oyeran.

—Todo lo que dije antes era cierto. El trabajo escolar de Micah ha sido
excepcional este año, y al revisar las boletas de calificaciones anteriores y hablar con
algunos de sus antiguos maestros, deduzco que es una mejora bastante notable.

Mi corazón se hinchó un poco. Quizás no estaba arruinando todo.

—Estoy feliz de escucharlo.

—No sé exactamente qué pasó hoy, pero no dude en llamarme si Micah revela
algún detalle que pueda ayudarnos a resolverlo.

Retiró su billetera del bolsillo trasero, sacó una tarjeta y me la entregó.

La acepté, más que un poco sorprendida de descubrir que contenía varias formas
de contactarlo.

—¿Un profesor con una tarjeta de presentación? ¿Qué se les ocurrirá a


continuación?
44
Se rio, el sonido revoloteando a través de mi pecho como un caleidoscopio de
mariposas.

—Me gusta estar disponible para los padres y tutores de mis alumnos. En serio,
estoy aquí para ayudar. Se lo habría dicho en las conferencias de padres y maestros,
pero...

Pero me lo había perdido por una entrevista en Dallas.

—Lo siento. Haré todo lo posible para estar en la próxima.


—No es problema. De todos modos, debería irme. Le enviaré por correo
electrónico las asignaciones de Micah para los próximos días, para que no se quede
atrás.

—Gracias. —Metí la tarjeta de presentación en mi billetera—. Lo aprecio.

—De nada. —Sus ojos marrones brillaron con lo que parecía muchísimo
entendimiento—. Y, sea lo que sea que hayas estado haciendo con Micah, sigue así.

Asentí con la cabeza, incapaz de reprimir mi sonrisa.

—Lo haré.

Comenzó a caminar de regreso por donde habíamos venido, y de repente recordé


adónde me había dirigido originalmente.

—Oh, señor Coo, Brady. —Girándose, levantó una ceja—. ¿Por dónde queda la
oficina de la enfermera?

—Directamente por ese pasillo. Última puerta a tu izquierda.

—Gracias.

—Cuando quieras, Scarlett.

En lugar de verlo alejarse, lo cual era una propuesta tentadora, puse un pie
delante del otro hasta que estuve de pie fuera de la oficina de la enfermera. Asomando
mi cabeza por la puerta, vi a Micah sentado en una cama estilo hospital, sosteniendo
una bolsa de hielo en su labio.

—Oye. ¿Estás listo para irte?


45
Miró hacia arriba, claramente sorprendido.

—¿Me voy a casa?

—Eso es lo que pasa cuando te suspenden.

Sus mejillas se enrojecieron con evidente vergüenza.

—Lo siento.

—Hablaremos de eso más tarde. —Encontré a la enfermera en la habitación


contigua y firmé la salida de Micah. Una vez que estuvimos en el auto, le dije que
tendríamos que pasar por Broken Spur ya que Wyatt me estaba esperando. Debería
haberle pedido su número antes, pero estaba demasiado distraída.
—Puedo pasar el rato mientras tú trabajas —ofreció mi hermano—. Para que no
te metas en problemas.

—Te aburrirás.

—Tengo mi tableta.

Le lancé una mirada severa.

—¿Qué te dije sobre llevar eso a la escuela?

Él se encogió de hombros.

—La uso para leer cuando termino temprano mi tarea. Al señor Cooper no le
molesta.

Hablando de su sexy profesor...

—Conocí al señor Cooper. Parece agradable.

—Sí, es genial. —Micah recogió un rasgón en sus jeans—. ¿Estaba enojado


conmigo?

—Creo que estaba más sorprendido que nada. ¿Quieres contarme lo que pasó?

—Realmente no.

—Eso no fue una solicitud.

Su suspiro tomó dramatismo a un nivel completamente nuevo.

—Adam dijo algo imbécil y no lo sé. Lo perdí. 46


—¿Que dijo?

—No lo recuerdo —murmuró.

—¿No te acuerdas? Te enojaste tanto con él que lo empujaste al suelo y


comenzaste a golpearlo, ¿pero no recuerdas por qué?

—Sí.

Entré en el estacionamiento del Broken Spur y estacioné el auto. Luego me volví


hacia mi hermano y le di mi mejor cara de “mamá”. Al menos, esperaba que lo fuera.
Quizás debería practicar eso en el espejo.
—Micah. Dímelo ahora.

Mantuvo su atención en la rotura de sus jeans, pero finalmente dijo:

—Le estaba contando a sus amigos lo que su papá dijo sobre ti después de que
llegó a casa del bar anoche.

Reprimí una maldición. Por supuesto, se trataba de mí. Debería haberlo sabido.

—¿Qué dijo él exactamente?

Sacudió la cabeza.

—Micah. Está bien. Puedo manejarlo, pero necesito saber.

—Su padre dijo que eras la puta más sexy que jamás había visto.

Las lágrimas se acumularon de inmediato en mis ojos, pero parpadeé para


alejarlas. No dejaría que esto me afectara. Eran las palabras de un ignorante. Ellas
no importaban.

Pero lo que importaba era el sufrimiento de Micah por mis acciones. Mis
decisiones. ¿Y cómo diablos iba a arreglar esto? No podíamos dejar Hastings y yo no
tenía forma de esconderme.

Los chismes no serían tan malos si no estuviera trabajando en el pueblo. Pero


permanecer cerca era lo mejor para Micah. Y para mí.

¿Qué diablos se suponía que debía hacer?

Me acerqué a la consola y le di un abrazo.


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—Lamento que hayas tenido que lidiar con eso.

—¿Por qué los niños de la escuela siguen hablando de ti?

—¿Esta no fue la primera vez?

Sacudió la cabeza, pero no dio más detalles, y pensé que era lo mejor.
Revolviéndole el cabello, le pedí que me mirara. No quería hacer esto, esperaba
evitarlo, pero se merecía la verdad.

—He cometido errores y algunas personas de este pueblo están enojadas


conmigo por esos errores. Ojalá pudiera cambiar el pasado, pero no puedo. Así que
estoy tratando de hacer lo mejor y no dejar que sus palabras hirientes me afecten.
—¿Qué tipo de errores?

Un ardor comenzó en la parte posterior de mi garganta y tuve problemas para


tragar. Micah significaba todo para mí, y la idea de decepcionarlo me rompió el
corazón. Pero la acción ya se había cometido y ahora era el momento de reconocerla.

—Tuve una relación con un hombre casado. ¿Entiendes lo que eso significa?

Sus ojos se agrandaron.

—Creo que sí.

—Estaba mal. Y lo lamento profundamente. —La tentación de apartar la mirada


de él, de encontrar algo en lo que concentrarse, salvo en sus confiados ojos verdes,
era fuerte. Pero no me dejé llevar por esa tentación—. La gente seguirá
chismorreando sobre mí y no hay nada que ninguno de los dos pueda hacer al
respecto. La próxima vez que escuches algo malo o grosero, tendrás que alejarte.
Entiendo que quieras defenderme, pero no puedes recurrir a la violencia. Jamás.

—Pero…

—No, Micah. Tienes que prometérmelo. Se la persona más grande y aléjate.


Tengo que hacerlo, y tú también.

Sacudió la cabeza, claramente queriendo discutir. Pero finalmente murmuró:

—Está bien.

—¿Lo juras?

—Sí, lo juro.
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A pesar de mi determinación de mantenerlas a raya, las lágrimas me quemaban
los ojos.

—¿Todavía me amas?

Era una pregunta que le había hecho un millón de veces, pero era la primera vez
que no estaba segura de su respuesta.

Micah sonrió.

—Te amo hasta Neptuno y de regreso.

La luna nunca había sido lo suficientemente buena para mi hermano pequeño.


—A ti también, amigo. A ti también.

***

La sesión de entrenamiento con Wyatt fue sorprendentemente bien. No


parpadeó dos veces cuando me presenté con Micah a cuestas, y había sido un maestro
paciente mientras me guiaba a través de los cócteles más populares. Al menos, los
más populares en Hastings, Texas. Tenía la sensación de que serían muy diferentes
en la ciudad de Nueva York o Los Ángeles.

No fue una lección completa, pero fue un buen comienzo. Y no era exactamente
ciencia espacial. Había un libro de recetas al que podía consultar, si era necesario.

Cuando llevábamos casi cuatro horas trabajando, Wyatt empezó a amontonar


todos los vasos usados en una tina de plástico.

—Eso es bueno por hoy. Además, no creo que pueda tomar un sorbo de un cóctel
más repugnantemente dulce.

Se estremeció, como si la idea fuera físicamente repulsiva. Había estado


probando mis brebajes y claramente no era fanático de la mayoría de ellos.

—Bien. ¿Quieres que vuelva a las seis?

Miró a Micah, que había estado sentado en un reservado en la esquina, silencioso


como un ratón de iglesia. A pesar de que había prometido leer algo educativo, no me
sorprendería descubrir que había estado atracando episodios de Los Simpson todo este
tiempo.

—¿Qué hace él mientras estás en el trabajo?

—Lo llevo a la niñera. —Golpeé con mis dedos la barra—. No es ideal, pero
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realmente no tengo otra opción.

—Trabajaste hasta la medianoche de anoche.

—Tuvo que pasar la noche, ya que yo no tenía mi coche.

—¿Por qué no dijiste nada? Podría haberte dado un aventón.

Podría haberte dado un aventón. Maldita sea, cómo deseaba que esas palabras
pronunciadas deliberadamente por su voz profunda no hicieran que mi mente saltara
directamente a la cuneta.
¿Cuántas veces tuve que recordarme a mí misma que no estaba disponible? Entre
Wyatt y Brady, mis hormonas estaban a toda marcha hoy, y no me gustó. Ni un
poco. A este paso, tendría que ponerme un cinturón de castidad, encerrarme en una
torre y tirar la llave.

¿Por qué tenían que ser tan atractivos y complacientes? Los hombres eran mucho
más fáciles de manejar cuando eran idiotas.

Entonces, idiotas serían. Al menos, en mi mente.

Me volví hacia Wyatt, colocando mis manos en mis caderas.

—No estoy segura si tienes algún tipo de complejo de caballero de blanca


armadura o algo así, pero no soy una damisela en apuros. Aprecio el trabajo y la
ayuda con mi auto, pero no necesito tu ayuda.

Metiendo la mano debajo de la barra para agarrar mi bolso, busqué en mi


billetera y saqué los cinco billetes de veinte que había guardado allí. Era mi efectivo
de emergencia, pero eso no importaba. Esta era una emergencia.

Golpeé el dinero en la barra.

—Por favor, proporcióname el recibo de la llanta y te daré el resto después de


recibir mi primer cheque de pago.

—Scarlett...

Se frotó el vello a lo largo de la mandíbula, claramente exasperado conmigo.

—Sé que conoces mi pasado, lo que significa que deberías poder comprender por
qué necesito hacer esto por mi cuenta. —Bajé la voz para asegurarme de que Micah
no escuchara—. Cometí el error de confiar en un hombre una vez. No volveré a
50
hacerlo. ¿Nos entendemos?

Cruzó los brazos sobre el pecho, algo que había hecho varias veces en mi
presencia.

—No hay nada de malo en aceptar ayuda de vez en cuando.

—Quizás no para una persona normal. Pero ambos sabemos que no soy normal.
—Colgué el bolso sobre mi hombro—. Entonces, ¿a las seis en punto?

—¿Qué tal si trabajas de tres a nueve en su lugar? De esa manera, llevarás a


Micah a casa a una hora razonable. Al menos, durante los próximos días, mientras
no vaya a la escuela.
Mordí el interior de mi labio. Eso era considerado…

No, espera. Idiota. Idiota. Idiota. Si lo dijera lo suficiente, tal vez empezaría a
creerlo.

Aun así, trabajar antes sería lo mejor para Micah, y él era mi prioridad. El bar
no abría hasta las cuatro, pero debía haber algún tipo de trabajo de preparación.
Lavaría los platos, si fuera necesario.

Puede que esté decidida a demostrar mi independencia, pero no me rebajaría a


la total estupidez. Terminar a las nueve era muchísimo mejor que la medianoche.

—Está bien. Gracias.

Él asintió con la cabeza, y lo tomé como mi señal para salir rápidamente antes
de que hiciera algo loco. Como darle un abrazo. O llorar.

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¿Recuerdas la primera vez que un hombre, no un niño, se fijó en ti? ¿Realmente te diste
cuenta? Yo sí.

Yo tenía once años. Estaba en la cocina, hirviendo agua para hacer macarrones con queso
en caja. Del tipo sin marca con polvo que no sabía nada a queso de verdad.

Entró un hombre, uno de los “amigos” de mi madre, y se quedó allí, mirando. Realmente
no lo entendí entonces, pero sabía que me hacía sentir mal. Sucia.

—Chica, vas a crecer para ser incluso más bonita que tu mamá. Eres afortunada.

Le fruncí el ceño, pero no dije nada. Sabía que era mejor no hablar con uno de los amigos
de mi madre. Pero quería discutir con él. Ser bonita podría ser algo bueno, pero no cuando
significaba ser comparada con mi madre. Nunca me parecería en nada a ella. Ser como ella.
No sería una vergüenza.

Irónico, ¿eh?

—No entiendo por qué no pudiste dejarme en casa —se quejó Micah mientras
entramos en la tienda de comestibles el sábado por la tarde. 52
Después de pasar dos días completos conmigo en casa en lugar de ir a la escuela,
estaba claro que estaba cansado de mi maternidad. Y tal vez lo había estado
presionando un poco de más. Encontré la manera de llenar cada minuto hasta que
llegaba el momento de ir a trabajar. Él había hecho todas las asignaciones que el Sr.
Cooper; Brady; me envió por correo electrónico, y yo encontré actividades
adicionales de matemáticas y ciencias en línea para que él las hiciera. Fuimos al
parque e intentamos identificar plantas, construimos una casa con pajitas y
completamos un rompecabezas de mil piezas que había comprado en la tienda de
segunda mano.

Pero no pensé que debería permitírsele sentarse en el sofá todo el día y jugar
videojuegos durante su suspensión. Aunque la pelea había sido más culpa mía que
de él, necesitaba aprender que la violencia no era la respuesta. Una cosa era para mí
decirle eso; otra era para él sentir el dolor de las actividades educativas forzadas
cuando el televisor estaba a solo unos metros de distancia.

Al menos, eso es lo que sugería el libro sobre disciplina positiva que estaba
leyendo. No era como si tuviera ninguna experiencia personal con la crianza eficaz
de los hijos, y el sentido común solo me llevó hasta cierto punto. Los libros siempre
habían sido mi mayor fuente de información, educación y entretenimiento. Los
necesitaba más ahora que nunca.

—¿Por qué querrías quedarte en casa, cuando venir conmigo significa elegir un
regalo?

Lógicamente, sabía que tenía la edad suficiente para quedarse en casa mientras
yo corría al supermercado. Pero no estaba en un punto donde me sintiera cómoda
dejándolo solo todavía. Quizás llegaría allí... algún día.

Micah puso los ojos en blanco.

—No soy un niño pequeño. No es necesario que me sobornes con caramelos.

—¿Qué tal una dona de chocolate?

Estaba consciente de sus debilidades y sí, estaba dispuesta a explotarlas.

—Supongo que no me importaría una dona.

Agaché la cabeza para ocultar mi sonrisa.

—Bien entonces. Empuja el carro y yo me ocuparé de la lista.

Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en los productos frescos. Micah había
pasado demasiados años recibiendo comidas directamente del congelador o de una 53
caja. Estaba decidida a cambiar eso, y él había sido un buen deportista, en general.
Si pudiera conseguir que comiera verduras frescas, estaríamos en el negocio. No es
que los hubiera tocado a su edad. De hecho, no había comido mi primera ensalada
hasta después de conocerlo.

Maldita sea. ¿Por qué dejé que ese hombre siguiera apareciendo en mi mente?

—No toronja —dijo Micah, inflexible.

—Bien. —Cogí un kiwi—. ¿Qué tal este pequeño? Es nutritivo y delicioso.

—Eres muy extraña.


—Voy a tomar eso como un sí.

—Lo que sea.

Después de colocar la fruta en la canasta, le hice un gesto para que me siguiera.

—El cereal es el siguiente.

—Finalmente. Comida normal.

—Jaja.

Aunque el cereal no era el desayuno más saludable, conseguir que comiera a


primera hora de la mañana era una batalla diaria. Si comía Cheerios, estaba dispuesta
a comprometerme. Cuando intentó meter una caja de Lucky Charms en la canasta, se
la arrebaté de la mano.

—Buen intento.

—Bueno, mira aquí.

Al oír la voz de Sherilee, alcancé el carrito de la compra para estabilizarme antes


de girar. La última vez que vi a esta mujer fue en la sala del tribunal cuando me
concedieron la custodia de Micah. Después de que el juez regresó a su despacho, ella
se volvió hacia mí y me dijo:

—Las perras como tú siempre reciben lo que les espera.

Claramente, había sido un momento especial de madre e hija.

Mirándola ahora, era difícil siquiera pensar en ella como mi madre. No había
dulzura en ella, ninguna apariencia de bondad o consideración. Sus ojos inyectados 54
en sangre se entrecerraron en mí e hizo una mueca, haciendo que sus líneas de
expresión fueran más pronunciadas. Su cabello rubio arena, del mismo tono que el
de Micah, estaba recogido en una cola de caballo desordenada, y sostenía una sola
botella de Coca-Cola. Eso significaba que en realidad planeaba mezclar su alcohol esta
noche.

Ella siempre había sido delgada, yo había heredado todas mis curvas del lado de
la familia de mi padre, pero, en estos días, se había movido más allá de la delgadez
hacia un territorio demacrado. Debe ser esa dieta líquida de confianza.

—¿No es esto un espectáculo reconfortante? —dijo con una mueca de


desprecio—. La perra de mi hija y su hermano ingrato, comprando comestibles.
En serio, ¿yo era la perra? Ella era la que me estaba mirando a mí en lugar de ver
cómo estaba su hijo. A quien no había visto en casi dos meses, por cierto.

El tribunal le había concedido visitas supervisadas, pero no se había molestado


en comunicarse conmigo ni una sola vez para organizarla. Podría haber empujado el
tema, pero las pocas veces que mencioné el tema con Micah, él estaba menos que
entusiasmado con la perspectiva de verla. Y, sabiendo lo vengativa que podía ser
Sherilee, no quería hacerle pasar por las visitas a menos que fuera absolutamente
necesario.

Me paré frente a Micah, bloqueándolo de su vista.

—Por favor, abstente de usar ese tipo de lenguaje.

Ella se rio, y el sonido me crispó los nervios. No podía recordar un momento en


que hubiera sido genuina. En cambio, la usaba como un arma para blandir su cinismo
y burla.

—Tan apropiado para una zorra. ¿Fingir ser una buena chica te hace sentir mejor
contigo misma?

Agarré el asa del carrito de la compra con tanta fuerza que me empezó a doler la
mano. Pero, aun así, aguanté. Me impidió extender la mano y estrangular a la mujer
que me había dado a luz.

—¿Necesitas algo?

—Solo el dinero que me debes.

En los cuatro años desde que me echó, había hecho de extorsionarme más que
un hábito. Para ella era un juego. Si quería ver a Micah, tenía que pagarle cincuenta
dólares por semana. Una vez que se dio cuenta de que estaba dispuesta y podía
55
pagarlo, aumentó la cantidad a cien dólares por semana. Si quería verlo en
vacaciones, la tarifa se duplicaba.

Y me había rendido.

Porque Micah era más importante que el dinero. Y tenía la esperanza de que al
menos algo se filtrara en beneficio de él, incluso si ella desperdiciaba la mayor parte
en bebidas alcohólicas y billetes de lotería.

—No te debo nada.

Ahora que tenía la custodia de Micah, no tenía ninguna razón para ceder a sus
formas de chantaje. No es que tuviera dinero de sobra, de todos modos.
Se acercó y bajó la voz.

—Puedo hacer que vivir en esta ciudad sea insoportable para ti.

Me reí y, a diferencia de ella, la mía era real.

—Ya no estoy intimidada por ti, Sherilee. Guarda tus amenazas para alguien a
quien le importe.

—No tienes idea de con qué y con quién estás tratando. —Ella sonrió—. Pero lo
descubrirás.

Luego, se dio la vuelta y desapareció por la esquina.

Buen viaje.

Volviéndome hacia Micah, traté de pensar en algo que decir. Algo que lo haría
sentir menos como una ocurrencia tardía para su propia madre. Pero mi mente estaba
completamente en blanco. No podía pensar en una sola palabra o lugar común que
se ajustara a esta situación.

Lástima que ninguno de los libros para padres que había leído había cubierto
“qué hacer cuando eres el tutor de un niño cuya madre es una alcohólica narcisista y
codiciosa”.

Micah habló por mí.

—Entonces, la próxima vez, me vas a dejar en casa, ¿verdad?

Suspiré, incapaz de negar la sabiduría de su sugerencia.

—Probablemente. ¿Estás bien? 56


Su expresión hosca se transformó más rápido de lo que Bumblebee se convirtió de
un Volkswagen Beetle amarillo en un robot gigante.

—Lo estaré si puedo conseguir esa dona ahora.

—Bien. Vamos.

***

Tan pronto como terminé de escribirla, inserté la carta en su sobre y la coloqué


en el joyero reutilizado con las demás.
Cuando le escribí esa primera carta a Caroline Hastings-Davenport, asumí que
sería única. Una forma de expresar mis pensamientos vertiginosos en palabras. Una
forma de finalizar una decisión que me aterrorizaba tomar.

Pero me encontré escribiendo otra y otra después de eso. Nunca había sido de
las que escribían en un diario o recordaban mis pensamientos. Entonces, no estaba
segura de lo que me poseyó para comenzar a contar mi historia a través de pequeños
fragmentos. Sin embargo, extrañamente, parecía proporcionar cierta perspectiva.

Dios lo sabía, me culpaba a mí misma por un montón de mierda, y estaba


haciendo todo lo posible para reconocer mis errores. Pero también era lo
suficientemente consciente de mí misma como para entender que no podía asumir
culpas que no me pertenecían.

No era culpa mía que mi papá muriera.

O que mi madre lidiara con su dolor y presiones añadidas con el alcohol.

No era culpa mía que hubiera empezado a dormir y se hubiera quedado


embarazada de una aventura de una noche. Que, después del nacimiento de Micah,
había considerado a sus dos hijos cargas en lugar de bendiciones.

O que me había echado de la casa por negarme a ayudar a mantener sus malos
hábitos.

No era mi culpa que ella hubiera sido una madre de mierda, no había visto otra
opción que tomar el relevo.

O que estaba reaccionando a mi elección con, lo que tenía que esperar que
fueran, amenazas vacías.

Sin embargo, ese conocimiento no hizo que sus viciosas palabras en la tienda
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dolieran menos. Odiaba que todavía tuviera la capacidad de herirme. Después de
todos estos años, pensé que la había superado. Pensé que mi corazón se había
convertido en piedra cuando se trataba de Sherilee Butler.

Pero, lamentablemente, me había equivocado. Cuando mi ira se desvaneció, la


decepción y el dolor permanecieron debajo. Al final del día, ella era mi madre. Se
suponía que debía amarme y protegerme.

El hecho de que no podía ponerme a mí y, especialmente, a Micah primero, ni


siquiera por un día... lastimaba.

Buscando una distracción, deslicé la caja de cartas debajo de la cama, luego miré
alrededor de mi dormitorio escasamente decorado. Además de mi colchón tamaño
individual, no tenía muebles. Mis escasas pertenencias estaban escondidas en
contenedores de plástico y cajas de cartón, lo que me hacía parecer perezosa o
patética. Tal vez ambas.

Necesitaba comenzar a canalizar a Martha Stewart si tenía alguna esperanza de


transformar este lugar en menos de un basurero y más en un... bueno, basurero
brillante.

Si nada más, una capa de pintura debería ayudar. Cualquier cosa sería mejor que
el color blanquecino que de alguna manera lograba chocar con la alfombra beige. O
tal vez eran las manchas en las paredes y la alfombra lo que chocaba.

Me estremecí, negándome prestarle atención a ninguno de los dos.

Hojeando mi armario, busqué inspiración para mi nueva paleta de colores. Cogí


una blusa azul, un vestido rosa ruborizado y una bufanda amarilla. Luego, levanté
cada uno, tratando de imaginarlos en las paredes.

El azul me recordó demasiado a una guardería. Como hizo el amarillo. Pero el


rosa era perfecto. Tal vez pintaría la pared detrás de mi cama rosa, y el resto de un
gris suave. Ya me estaba imaginando un edredón floral gris y rosa y almohadas rosa
más oscuro.

Sonreí. Nunca sería Martha Stewart, pero tal vez se me ocurría algo para hacer
que este lugar se sintiera como un hogar. Comprando en tiendas de descuento, por
supuesto.

Un golpe sonó en la puerta de mi habitación, y la abrí para encontrar a Micah


de pie al otro lado. Me estaba mirando de forma extraña.

—¿Qué pasa? 58
—Estabas cantando.

—¿Qué?

Él sonrió, sus ojos brillando con una felicidad juvenil.

—Estabas cantando, Scar. Te oí.

Pensé en retrospectiva, e inmediatamente una melodía apareció en mi cabeza.


Entonces, me reí. Había empezado a cantar Four Pink Walls de Alessia Cara y ni
siquiera me había dado cuenta.

—Sí, supongo que sí.


Me rodeó con los brazos, abrazándome.

—Estoy contento. Extraño escucharte cantar.

Y yo extrañaba cantar.

59
Es un cuento tan antiguo como el tiempo.

Un hombre mayor rico conoce a una joven ingenua y desesperada. Él la colma de regalos
y le asegura que hará que todo mejore.

Y, ¿tan idiota como es? Ella le cree.

Porque quiere creer que realmente es así de simple. Que la gente es inherentemente buena.
Que dicen la verdad. Que, a veces, obtienes un descanso justo cuando lo necesitas.

Demonios, sí, quería creer todo eso.

Quería creerlo tanto que me enamoré de cada línea, sin sentir ni una sola vez que el diablo
se escondía detrás de una camiseta de concierto, una sonrisa amable y una oferta generosa.

No hasta que fue demasiado tarde.

Estaba detrás de la barra, preparándome para abrir, cuando sentí una presencia.
Alzando la vista, encontré a Jill parada directamente frente a mí, mirándome.

Aunque la había conocido oficialmente, no habíamos tenido una conversación


60
real. La había observado lo suficiente como para reconocer que era una camarera
amable y eficiente. Pero esa amabilidad no se había extendido a mí... hasta ahora.
Suponiendo que no me estuviera mirando con un propósito antagónico.

—Hola. ¿Necesitas algo?

Se apoyó contra la barra, todavía mirándome con una expresión que no pude
identificar.

—Solo tenía curiosidad. No te balanceas en ambos sentidos, ¿verdad?

Casi dejo caer el vaso que sostenía cuando su pregunta se hundió. Nadie me
había preguntado eso antes.
Observando a Jill más de cerca, noté su largo cabello castaño, impecable
maquillaje de ojos de gato y el piercing de diamante en su nariz. No había nada en
ella que me hiciera pensar que le gustaban las chicas. No es que fuera obvio por la
apariencia de una persona, por supuesto. Y sí, necesitaba detener mis divagaciones
mentales y responder la maldita pregunta.

Aclaré mi garganta.

—No, soy únicamente hetero.

Aunque, si alguna vez hubiera tenido ganas de unirme a su equipo, estaría


totalmente de acuerdo. Eso definitivamente facilitaría el cumplimiento de mi
prohibición actual sobre los hombres.

Su boca se torció, dando la impresión de que había estado leyendo todos mis
pensamientos desde su pregunta inesperada. Probablemente los había delatado con
mi expresión y una demora notablemente larga en responder.

—Eso es muy malo. Eres tan mi tipo.

El calor se apoderó de mis mejillas y casi me sentí mal por rechazarla. Ella era
realmente bonita. Tal vez si lo intentara…

No. Estaba abandonando ese hilo de pensamientos antes de que saliera de la


estación. Querer evitar a los hombres no era una razón suficiente para cambiar de
equipo. No cuando nunca había sentido ni una chispa de atracción por una mujer.

—Um, ¿gracias? —respondí finalmente, sin estar segura de lo que se suponía que
debía decir.

Ella rio. 61
—Eres linda cuando estás nerviosa. Pareces tan confiada que no esperaba esa
reacción.

¿Yo, confiada?

Correcto. Esa era la persona que había elegido para proyectar al mundo. A veces
me olvidaba.

—Nunca antes me había buscado una chica sexy —dije a la ligera, con la
esperanza de que este encuentro fuera un poco menos incómodo.

Se inclinó hacia delante y apoyó la barbilla en las palmas de las manos.


—¿Estás absolutamente segura de que no eres bi?

—Lo siento.

Jill suspiró.

—Oh bien. Entonces supongo que tendremos que ser solo amigas.

Me detuve en apilar vasos para devolverle la mirada.

—¿Estás segura de que quieres ser mi amiga?

Quiero decir, no tenía la intención de rechazarla si ella estaba dispuesta.


Necesitaba desesperadamente amigos. Pero quería asegurarme de que ella supiera en
lo que se estaba metiendo. Sería más sencillo cerrar esto ahora que arriesgarse a ser
lastimada más tarde.

—Ambas somos marginadas. Creo que eso nos convierte en mejores amigas.

Entonces, ella sabía de mí.

—¿Tú también eres una paria?

Ella me miró con incredulidad.

—Este es un pequeño pueblo de Texas y soy lesbiana. ¿Qué opinas?

Jill tenía razón. No todo el mundo tendría problemas con ella, por supuesto, pero
tenía la sensación de que había encontrado mucha resistencia y un escrutinio no
deseado.

—¿Por qué vives en Hastings? No eres de aquí. 62


Lucía bastante cercana a mi edad, lo que significaba que definitivamente la
habría conocido.

—Mis abuelos lo son. Mi abuelo murió el año pasado y mi abuela ha estado


luchando. Como no estaba exactamente haciéndolo en grande en la vida, decidí
mudarme con ella con el pretexto de ayudarla. Realmente, ella es la que me está
ayudando.

—Estoy segura de que le encanta tenerte aquí.

Jill volvió a ponerse de pie.


—Sí, bueno, ella no me ha pedido que me vaya, así que lo tomo como una
victoria. De todos modos, debería volver al trabajo. Abrimos en quince.

—Bien. —Ella comenzó a girarse, pero la detuve—. Oye, Jill.

—¿Sí?

—¿Qué te hizo decidir venir a hablar conmigo ahora?

—Tuve que observarte durante unos días. Decidir si eres el tipo de persona de la
que me gustaría ser amiga.

—¿Y te diste cuenta de que lo soy solo por mirarme?

Ella sonrió.

—Sí, lo hice. Mis habilidades de observación bastante agudas son útiles para
juzgar el carácter de una persona.

La risa llegó desde la esquina de la habitación y vi a Wyatt hablando con la otra


camarera de turno. Ella estaba sonriendo y riéndose de él como si fuera el hombre
más divertido del planeta, lo cual me pareció un poco extraño. No me parecía del
tipo particularmente divertido.

—Si eres tan buen juez de carácter, ¿qué piensas de él?

Jill volvió la cabeza en la dirección que le indiqué.

—¿Quién, Wyatt?

—Sí.
63
Devolviendo su atención a mí, se rio.

—Veo. Entonces, él es tu tipo.

—¿Qué? No. Eso no es lo que quise decir en absoluto. —Tomé una respiración
profunda. Sí, era consciente del concepto de protestar demasiado—. Simplemente
tenía curiosidad por saber qué piensas de él.

—Honestamente, creo que es genial. Me sacó de un trabajo que odiaba cuando


se hizo cargo de este lugar. Por cierto, nunca trabajes en la tienda de conveniencia de
la calle Main.

—¿Se hizo cargo? Como gerente, ¿te refieres?


—No… —Me miró como si me faltaran unas papas fritas para una Cajita Feliz—
. Cuando lo compró. Wyatt es el dueño de este lugar.

Espera, ¿qué?

Recordé nuestra conversación en su camioneta. Le pregunté si era el gerente y


me lo confirmó. ¿O lo había hecho? Tal vez había dicho algo evasivo y yo lo asumí.
No podía recordar.

—No tenía ni idea.

—Claramente. La venta se concretó este verano y ya ha realizado un montón de


cambios, todo para mejor. Incluso nos pagó nuestro salario habitual mientras
estábamos cerrados por renovaciones. Wyatt es bastante impresionante.

Eh.

No tuve una respuesta para eso. Pero no me sorprendió del todo. Siempre que
podía mirar más allá de su cuerpo caliente y sus hermosos ojos, recibía una buena
vibra de Wyatt Ford. No era demasiado amistoso, pero parecía honesto y estable.

—Gracias por la info.

—No hay problema. —Dio un paso adelante y bajó la voz—. Por cierto, si estás
interesada, debes saber que tienes algo de competencia. Casi todas las mujeres de la
ciudad menores de treinta años lo persiguen, incluida esa.

Jill puso los ojos en blanco mientras inclinaba la cabeza para indicar a la
camarera que reía tontamente, Bianca Stevens. Ella era alguien que no había
necesitado ninguna presentación. Aunque era unos años mayor que yo, no tuve
problemas para recordarla de la preparatoria. Ella había estado en la corte del baile
de bienvenida y estaba bastante segura de que había sido la reina del baile en su
64
último año.

Sin mencionar que se había jactado de haber sido aceptada en alguna universidad
pretenciosa en el este. No debe estar amando su vida desde que estaba de vuelta en
Hastings, como camarera.

—¿Pensé que Bianca estaba casada?

Podría haber jurado que había oído que se casó con el corredor estrella del equipo
de fútbol. Ahora que lo pensaba, probablemente él era la razón por la que ella había
terminado aquí.
—Divorciada desde hace un par de años. Y ella está al acecho. Así que ten
cuidado con eso.

—Lo haré. —Espera—. Quiero decir, no es que esté interesada en Wyatt.

Ella arqueó las cejas.

—Claro, no lo estas. Pero no te preocupes. —Su mirada se deslizó sobre mi


rostro, deteniéndose en mis labios, antes de bajar a la V en la parte delantera de mi
blusa. Mi escote era un poco más llamativo esta noche. Definitivamente necesitaba
agregar la compra de camisetas sin mangas apropiadas para el trabajo a mi lista de
tareas pendientes—. Realmente no hay competencia.

Luego, me guiñó un ojo y se alejó tranquilamente, y me quedé… sorprendida. Y


casi… ¿contenta? ¿Era esa una palabra que incluso se me permitía pensar? Después
de mi encuentro con Sherilee hoy, no lo creía.

No, feliz no era del todo correcto. En su lugar, iría con esperanzada.

El primer par de horas que el bar estuvo abierto pasó más lento que la línea en el
departamento de tránsito. A diferencia de los últimos días, solo tres de las cabinas
estaban ocupadas y nadie estaba sentado en la barra. ¿Quizás porque la gente salía
más tarde los sábados por la noche que los días de semana? Esa parecía la explicación
más lógica.

Intentando mantenerme ocupada, aproveché el tiempo para estudiar el libro de


cócteles. Aunque la mayoría de la gente pedía cerveza o chupitos, yo quería estar
lista. Al final, alguien pediría un Penicillin o un Hanky Panky.

Bueno, tal vez nadie pediría ninguno de esos. Pero esperaba tener que hacer un
Moscow Mule o un Old Fashioned más temprano que tarde. 65
—¿Qué tal esto?

Deslicé mi tercer intento con un Cosmopolitan a través de la barra para que Jill
lo probara. Había estado pasando por allí con regularidad, sobre todo porque no tenía
nada más que hacer. Y ella se había ofrecido a ser mi catadora de sabor. Solo
esperaba que no se pusiera demasiado borracha antes de que finalmente llegara la
gente para la cena.

Tomó un sorbo y luego otro.

—Eso es más parecido. El jugo de limón fresco marca la diferencia.


—Bueno, bien. —Hice una nota al lado de la receta. Ser cantinera podría no ser
el trabajo de mis sueños, pero si me iba a molestar en aparecer día tras día, quería ser
buena en eso.

Jill dejó caer la copa frente a mí.

—Quita eso antes de que me lo beba todo.

Me reí y cambié el Cosmo por un vaso de agua.

—Tal vez esto ayude.

—¿Qué tal un café en su lugar? —Ella agitó sus pestañas hacia mí—. Con una
pizca de nata y dos de azúcar. —Antes de que tuviera la oportunidad de responder,
se volvió y dijo por encima del hombro—: Cuando vuelva de revisar mis mesas.

Sonriendo, me puse manos a la obra en su café, feliz de hacérselo. Aunque no


sabía si alguna vez seríamos mejores amigas, como ella había sugerido, era agradable
tener a alguien con quien hablar. Wyatt mantuvo sus palabras al mínimo, y Beau
estaba trabajando en el último turno.

—Parece que estás pasando una buena noche.

En medio de agregar mi mejor conjetura sobre una pizca de crema, alcé la vista y
encontré unos amables ojos marrones detrás de unos lentes con montura negra y una
sonrisa torcida. Brady Cooper.

—Hola.

Su atención pareció desplazarse a mis manos y… mierda. Nunca dejé de verter


la crema y la taza ahora estaba a rebosar. Saltando hacia atrás antes de que el líquido
llegara a mi blusa, agarré una toalla y comencé a secarla.
66
—Obviamente, todavía no he entendido todo este asunto de la coctelería.

Brady se rio entre dientes.

—Mejor tú que yo en el intento. Soy un inútil en la cocina.

—¿De verdad? Prefiero cocinar. Y normalmente no soy tan torpe, te lo aseguro.

—Es mi culpa. Te distraje.

Más específicamente, esa maldita sonrisa torcida me había distraído.


—No es tu culpa. Necesito mejorar mis habilidades para realizar múltiples
tareas.

Una vez que terminé de limpiar mi desorden, rápidamente le serví a Jill una
nueva taza de café y tuve cuidado de agregar solo un poco de crema esta vez.
Seguramente, eso estaría lo suficientemente cerca de una pizca para su gusto.

—¿Qué puedo ofrecerte?

Esperaba que pidiera algo simple, porque no estaba segura de poder seguir una
receta mientras me miraba.

—Estoy bien, gracias. Solo me detuve para hablar con Wyatt.

—Oh. ¿Ustedes dos son amigos?

—Desde nuestro primer año en Baylor.

Baylor… la engreída universidad privada a la que estaba bastante segura de que


tanto Carter como Caroline Hastings habían asistido. Debía de ser así como Wyatt
conocía a Carter. Y eso significaba que Brady también era amigo de él.

De hecho, tenía mucho sentido. ¿Por qué Wyatt o Brady terminarían en una
ciudad tan pequeña sin que alguien o algo los atrajera aquí?

—¿Wyatt era tan taciturno en ese entonces? —pregunté, incapaz de imaginarlo


como un estudiante de primer año de la universidad.

Tenía el aspecto de alguien que se había saltado la infancia y había pasado toda
su vida como hombre.

Los labios de Brady se crisparon. 67


—Taciturno. Esa es una buena palabra.

—Lo intento.

—Y, para responder a tu pregunta, sí y no. Siempre ha sido reservado, pero se


abre una vez que lo conoces.

—¿Contando cuentos sobre mí? —preguntó Wyatt mientras parecía aparecer de


la nada. Probablemente tuvo menos que ver con sus habilidades furtivas y más con
el hecho de que Brady Cooper estaba atrayendo cada fragmento de mi atención.

Brady negó con la cabeza.


—Solo decía la verdad.

—¿Supongo que ya conociste a mi nueva cantinera?

Wyatt nos miró a los dos con algo que no pude identificar. ¿Curiosidad?
¿Sospecha?

—Sí, su hermano está en mi clase.

—Oh, ¿entonces es tu culpa que Micah haya sido suspendido?

Su tono era de alguna manera protector y acusador.

Brady levantó las manos en señal de rendición.

—No me mires. Todo eso dependía de la subdirectora.

—Oh, ¿te refieres a la Señorita Mujer Blanca Soltera?

Solté un bufido poco elegante y ambos hombres se volvieron a mirar.

—Perdón.

Wyatt arqueó las cejas.

—¿Tienes algo que agregar?

—No. —Cuando ninguno de los dos dijo nada más, cedí—. Podría haber notado
que la Sra. Mattson era un poco más… um, alegre con Brady.

Wyatt sonrió y me sorprendió cómo el cambio de expresión transformó su rostro.


Y, ahora, podía imaginarme cómo podría haber lucido a los dieciocho. 68
—Te lo dije, hombre. Ella te desea.

Brady frunció el ceño, pero pude ver la risa bailando en esos bonitos ojos
marrones suyos.

—Sí, sí. Lo que sea.

Wyatt lo liberó cambiando de tema.

—Entonces, ¿te quedas para presenciar el desastre total que es la noche de


karaoke?

—Sabes que no es lo mío.


—¿Noche de karaoke? —gruñí.

¿Cómo no me enteré de esto? Miré hacia el escenario al otro lado de las mesas
de billar. Lo había notado antes, pero no me había tomado el tiempo de preguntarle
sobre su propósito. Supongo que ese misterio ya estaba resuelto.

—Sí —respondió Wyatt—. Por eso está tan muerto aquí. Todo el mundo está
esperando que empiece el karaoke.

—¿Nadie te advirtió? —Brady sonrió como si estuviera tratando de contenerlo,


pero fracasando—. Te espera un regalo. Se vuelve loco aquí. Aparece la mitad de la
ciudad.

Oh, genial. Docenas de imbéciles críticos mezclados con horas de canto


clamoroso y desafinado. En otras palabras, mi peor pesadilla en ciernes. ¿Quién
necesitaba una casa embrujada cuando tuviste una noche de karaoke en Broken Spur?

—Suena encantador.

Brady se rio abiertamente de eso.

—No te preocupes. Es solo una vez al mes.

Gracias a Satanás y a todos sus secuaces. Solo tendría que habitar el infierno una
noche al mes.

69
Fue mi voz. Eso fue lo que dijo que lo atrajo hacia mí.

Irónicamente, ni siquiera me había dado cuenta de que estaba cantando. Era un hábito.
Una canción aparecía en mi cabeza, y antes de que me diera cuenta, la letra se derramaba de
mis labios.

¿La canción de ese día?

“Strawberry Wine”, una canción sobre la inocencia del primer amor.

Sin embargo, no había nada inocente en sus sentimientos por mí.

Si tan solo me hubiera dado cuenta entonces.

Brady no había estado exagerando. A la gente del pueblo le encantaba su


karaoke. Para cuando llegaron las ocho, el lugar estaba lleno y el equivalente de
Hastings de un portero estaba estacionado en la puerta, manteniendo el recuento de
cuerpos al nivel legal. Sí, había una fila real de personas esperando para entrar en
Broken Spur. Nunca pensé que vería el día.

Wyatt había convencido a Brady de que se quedara y habían cenado juntos antes
70
de que se llenara de gente. Ahora, Wyatt nos estaba ayudando a Beau ya mí detrás
de la barra mientras Brady se sentaba con un grupo de personas. Estaba con ellos,
pero no parecía divertirse como lo hacía cuando solo estaban él y Wyatt. Tenía el
lenguaje corporal de un observador en lugar de un participante en la juerga.

Tal vez esto realmente no fuera lo suyo.

Había notado que más de una mujer coqueteaba con él. Claramente, la
subdirectora Mattson no era la única interesada en él. No es que culpe a las mujeres.
Brady Cooper era un gran partido.

Él y Wyatt eran probablemente los hombres más guapos de la ciudad. Bueno,


sin incluir a Carter Hastings, pero elegí no incluirlo a él.
Como si pensar en él lo hubiera producido de la nada, Carter atravesó la puerta,
sin pasar por la fila que había fuera. No es de extrañar.

Me armé de valor para más ceño fruncido o incluso una confrontación. Pero
cuando sus ojos me recorrieron, continuaron, como si yo no tuviera importancia para
él. Se acercó a la mesa de Brady, acercó una silla y solté un suspiro tembloroso. Iba
a ignorarme. Gracias a Dios.

A pesar del canto en su mayoría terrible de fondo, el tiempo pasó rápidamente


mientras trataba de seguir el ritmo de los interminables clientes en el bar. No tenía la
experiencia suficiente para enfrentarme a este tipo de multitud, pero hice lo mejor
que pude. Afortunadamente, Wyatt siempre parecía estar ahí, echándome una mano
y tomando mi holgura.

Deslicé lo que tenía que ser mi centésimo vaso de cerveza a través de la barra
cuando Beau me dio un golpe en el hombro.

—Tú eres la siguiente.

¿La siguiente?

—¿De qué estás hablando?

Me sonrió.

—Es hora de subir al escenario. Tu canción es la siguiente.

Mi… ¿canción?

Le negué con la cabeza.

—No me inscribí en… 71


Todavía sonriendo, me empujó suavemente hacia el final de la barra.

—No te acobardes ahora. Estoy seguro de que estarás genial.

Abrí la boca para discutir un poco más con él, pero cuando las primeras notas
distintivas de Jolene sonaron por los altavoces, las palabras se atascaron en mi
garganta. Mis costillas se apretaron dolorosamente al darme cuenta de lo que estaba
pasando. Alguien me había apuntado para cantar. Y no cualquier canción. No, él o
ella me había inscrito para cantar una de las canciones más icónicas sobre infidelidad
en la historia de la música.
Estaba de pie en el escenario, desnuda, con un foco de luz brillando sobre mí.
Así de expuesta me sentí. Como si todos los ojos de Broken Spur estuvieran fijos en
mí, esperando a ver qué haría. Esperando verme tropezar.

Lo que significaba que solo podía hacer una cosa.

Empujando las náuseas que subían por mi garganta, me abrí paso a través de
cuerpos sin rostro y subí las pocas escaleras hasta el escenario. Buscando la mirada
del tipo que manejaba el equipo, asentí con la cabeza y él reinició la canción.

Fue tentador cerrar los ojos, bloquear a cada alma en la habitación. Pasé años
actuando noche tras noche, y nunca quise esconderme como lo hacía ahora.

Pero esta era una prueba, una que no tenía intención de fallar.

Entonces, cuando comencé a cantar la letra sobre una mujer que le suplicaba a
otra que no le robara a su hombre, me obligué a seguir mi rutina normal. Encontré
personas en la audiencia, haciendo y manteniendo contacto visual.

Observando expresiones que iban desde la diversión hasta el disgusto e incluso


la lástima, las empapé todas antes de rechazarlas con igual fervor. Siempre me
elogiaron por inyectar emociones en cada actuación. Pero nunca había sentido una
canción con tanta fuerza como esta… en este momento. Era como si Caroline
Hastings-Davenport viviera dentro de mí y yo estuviera contando su historia.

Una voz en el fondo de mi mente me recordó que esta gente me odiaba, se reían
de mí. Pero la ignoré. Estaba cantando esta canción como el infierno, y luego iba a
salir del escenario, con la cabeza en alto.

Cuando la nota final se desvaneció, esperaba que los abucheos y silbidos flotaran
en mi camino, como la respuesta al villano del bigote en un melodrama. Lo que no 72
esperaba era un silencio total y absoluto. Fue ensordecedor, y cuanto más duraba,
más sonido parecía llenar mis oídos. Como el romper de las olas contra una costa
rocosa. El agua corría y corría, sin darse por vencida.

Un sudor frío envolvió mi cuerpo, y necesité toda mi fuerza para bajar los
escalones y acercarme a la barra. Pero antes de llegar allí, hice un giro brusco a la
derecha y me dirigí por el pasillo, pasé la cocina y la oficina de Wyatt, y salí
directamente por la puerta trasera.

Tan pronto como estuve sola, me doblé, mi respiración salía en jadeos


irregulares. Mi estómago se contrajo y mi pecho se apretó.

¿Era esto lo que se sentía al tener un ataque de pánico? ¿O estaba saltando


directamente al infarto?
El sonido de la puerta abriéndose y cerrándose detrás de mí apenas se registró
cuando puntos negros salpicaron mi visión. ¿Por qué era tan difícil respirar?

—Scarlett. —Brazos fuertes acompañaron la voz profunda mientras se


enroscaban alrededor de mis hombros, instándome a volver a ponerme de pie—.
Vamos.

Wyatt empezó a llevarme a alguna parte y yo quería discutir, pero estaba


demasiado débil, demasiado desorientada, para molestarme. No fue hasta que
estacionó su camioneta unos minutos después que finalmente tuve mi respiración lo
suficientemente bajo control como para observar nuestro entorno.

Estábamos en un estacionamiento afuera de un viejo edificio de ladrillos de tres


pisos en la calle Main. Había sido un hotel hacía décadas, pero nunca lo había visto
más que abandonado.

—¿Por qué estamos aquí?

Wyatt salió de la camioneta sin responder y caminó a mi lado, abriendo la


puerta.

—Vamos, Scarlett.

—Pero…

Envolvió sus manos alrededor de mi cintura y me levantó de la camioneta. Grité


en protesta. Yo no era una de esas chicas que un hombre puede tomar y cargar.
Nunca lo había sido.

—¿Estás tratando de forzar tu espalda? —pregunté con altivez.

Me miró con el ceño fruncido.


73
—No seas ridícula. Vamos.

No podía seguirlo a un edificio abandonado. Pero ¿qué más iba a hacer? Volver
al bar esta noche no era una opción. Y no podía recoger a Micah en este estado.
Podría irme a casa… pero la idea de sentarme en ese apartamento lúgubre, solo, era
menos que atractiva.

Entonces, en contra de mi mejor juicio, lo seguí.

Quizás me estaba llevando aquí para cortarme en pedazos. Parecía un final


apropiado para este día.
Wyatt marcó un código en un teclado externo y la puerta se abrió a un pasillo
muy iluminado.

—¿Qué…?

—Un desarrollador tuvo la idea de convertir este lugar en apartamentos de lujo


hace unos años, pero se quedó sin dinero después de terminar solo uno de ellos.

Pulsó el botón del ascensor y las puertas se abrieron de inmediato.

—No tenía ni idea.

No sabía qué más decir, así que estaba intentando una pequeña charla. Pobre.

—Fue después de que te mudaras a Dallas.

Salimos del ascensor en el tercer piso y entramos en otro pasillo que podría haber
parecido un edificio de apartamentos normal. Excepto que solo había una puerta.

Wyatt abrió la puerta y la mantuvo abierta para mí. Cuando encendió las luces,
casi me tragué la lengua. Era como algo sacado de una revista. La pared exterior
seguía siendo el ladrillo original, pero el resto del espacioso apartamento estaba
pintado de blanco con acentos de acero y azul marino. El mobiliario era una mezcla
de rústico y moderno que nunca hubiera pensado en armar, pero funcionaba. Bueno,
más que funcionar.

—Esto es hermoso.

—No puedo tomar nada del crédito. El desarrollador que mencioné contrató a
un equipo talentoso para remodelar este lugar. Es una lástima que no hayan podido
terminar el proyecto. —Caminó hasta el refrigerador y sacó dos botellas de agua,
ofreciéndome una—. Ca-uh, el nuevo propietario expandió lo que originalmente iban
74
a ser varios apartamentos en una especie de pent-house.

—Bueno, estoy impresionada.

Y lo estaba. Nunca esperé encontrar un lugar como este en Hastings. El pueblo


era conocido por una serie de mansiones ruinosas que se construyeron durante la
fiebre del petróleo hace casi cien años. El único que había permanecido en perfectas
condiciones era la mansión de la familia Hastings. De lo contrario, las opciones de
vivienda eran menos que ideales. Era una ciudad pequeña y la mayoría de sus
residentes vivían de cheque en cheque.
Jugué con la tapa de mi botella de agua, girándola hacia adelante y hacia atrás.
De ida y vuelta. Podría seguir haciéndole preguntas estúpidas sobre su apartamento,
o podría seguir con esto.

—Entiendo si quieres dejarme ir.

Su cabeza se echó hacia atrás.

—¿Por qué diablos iba a hacer eso?

—Porque hice una escena. Porque todos en esta ciudad me odian. Porque soy
un desastre emocional y no pude terminar mi turno.

—En primer lugar, no todo el mundo en esta ciudad te odia. Y quienquiera que
te haya apuntado a esa canción hizo la escena. ¿Tengo que asumir que no fuiste tú?
—Le di mi mejor mirada de oh, por favor, e inclinó la cabeza—. Nunca me he rendido
ante los matones. No voy a empezar ahora.

—Esto es más que intimidación…

—¿Lo es? Todas esas personas que han estado chismorreando sobre ti estaban
tratando de sentirse mejor derrotándote. Y, en mi opinión, fallaron
espectacularmente esta noche.

Me burlé.

—Realmente no lo hicieron.

—Realmente lo hicieron. Porque te quedaste ahí arriba, luciendo más hermosa de


lo que cualquier mujer tiene derecho, y superaste a Dolly en su propia maldita
canción.
75
¿Pensó que me veía hermosa?

Al elegir no insistir en esa parte de su declaración, le fruncí el ceño burlonamente.

—Ahora. Nada de hablar mal de Dolly Parton en mi turno.

—Eres una fanática, ¿lo entiendo?

—¿Estás bromeando? Adoro a Dolly. Ella es una de mis ídolas.

Su boca, que rara vez estaba colocada en algo más que una línea recta, se inclinó
hacia arriba.

—Yo también.
Me reí.

—Déjame adivinar. ¿Eres fanático de su pecho de fama mundial?

Pensé que capté su mirada deslizándose hacia mi pecho, pero no podía estar
segura.

—Eso, y creo que es una compositora increíble. Ella sabe cómo contar una
historia.

—Ella lo hace.

Bueno, mira eso. Teníamos algo en común.

Wyatt apoyó los codos en la isla de la cocina, acercándolo al nivel de mis ojos.

—¿Puedo preguntarte algo?

Odiaba esa consulta en particular, porque sabía lo que significaba. Iba a


preguntar algo que no quería responder. Pero no podía rechazarlo exactamente. No
después de haber sido tan bueno conmigo.

—Está bien.

Sus ojos azules que robaban el alma me perforaron, haciéndome sentir expuesta
una vez más.

—¿Por qué estás aquí? ¿En Hastings, quiero decir?

Me ericé, no me gustó la insinuación de que no pertenecía.

—¿Qué, tampoco crees que soy lo suficientemente buena para el precioso 76


Hastings?

—Eso no es lo que quise decir. —Su boca se hundió esta vez—. No tengo tiempo
para chismes. Pero ¿por qué pasar por eso? ¿Por qué no ir a otro lugar?

—No puedo, ¿de acuerdo?

—¿No puedes?

Suspiré. Claramente, no iba a dejar pasar esto.

—Es parte de la orden de custodia. El juez dijo que Micah no debería ser
arrancado de todo y de todos los que conoce. Entonces, tenemos que residir en
Hastings. —Parpadeando para contener las lágrimas traidoras, esperaba que Wyatt
no se diera cuenta. Había llegado tan lejos sin llorar. No podía empezar ahora—.
¿Crees que quiero estar aquí? Sé que todos están hablando de mí. Cómo arruiné la
vida de la mujer más venerada de la ciudad. Lo entiendo. Nadie me quiere aquí. Pero
no tengo elección.

Se puso de pie de repente y caminó alrededor de la isla hasta que estuvo a un


metro de mí. Tuve que levantar la cabeza para mirarlo cuando empezó a hablar.

—Te quiero aquí, ¿de acuerdo? Este no soy yo tratándote como a una damisela
en apuros. Estoy tratando de tratarte como a un amigo. Si me dejas.

Mi pulso se aceleró ante la seductora combinación de su intensidad y palabras.

—¿Por qué querrías ser mi amigo?

—¿Por qué no?

—Oh, puedo enumerar una docena de razones.

Sacudió la cabeza.

—No te ves a ti misma con claridad, Scarlett. Seguro, cometiste errores, pero
¿quién no? Todos tenemos un pasado. Y no estoy en posición de juzgarte por el tuyo.

Este hombre. No lo entendía. Había aparecido con su sombrero de salvador y


seguía viniendo en mi ayuda y defensa. Sin embargo, todo lo que estaba ofreciendo
era amistad. No dio ninguna indicación de que estuviera detrás de otra cosa.

Quería confiar en él. Simplemente no estaba segura de saber cómo hacer eso.

—¿Qué hay de Carter? —pregunté finalmente.


77
—¿Qué hay de él?

—Te escuché en la parte de atrás, esa primera noche. Te dijo que me despidieras
y sé que tu amistad con él se ha resentido. Lo he visto. No quiero meterme entre
ustedes dos aún más.

—No te preocupes por Carter y yo. Hemos sobrevivido a cosas peores.

—¿De verdad? ¿Cómo qué?

Quiero decir, ¿qué podría ser peor que hacerse amigo de la mujer que arruinó el
matrimonio de su hermana?
—Oh, no lo sé. ¿Como la vez que casi lo expulsan por organizar una partida de
póquer ilegal en su dormitorio?

Mi boca se abrió.

—Estás bromeando.

—No. Afortunadamente, su padre era un ex alumno con amigos poderosos. De


lo contrario, habría estado en su culo.

Eso estuvo muy mal. Todavía... Había visto la cara de Carter. Escuché lo que
había dicho. No iba a dejar pasar esto fácilmente.

Por tercera vez esta noche, Wyatt me tocó. Puso una mano en mi hombro y lo
apretó.

—Déjame preocuparme por Carter. Solo preocúpate por ti y Micah. ¿Trato?

Con la cabeza todavía inclinada hacia arriba, mirando a este hombre confuso y
extrañamente atractivo, asentí.

—Trato.

78
Mi primera noche en The Midnight Room, creí que mi vida había cambiado para siempre.

Nunca había visto nada como el club elegante, con su iluminación tenue, clientes
glamorosos y mesas íntimas para dos.

Tan pronto como las cortinas de terciopelo rojo se abrieron para mí, ya no era Scarlett
Butler. Yo era Scarlett Rae, estrella en ascenso. La gente me amaba… vinieron desde cientos
de kilómetros para verme actuar.

¿Por qué te digo esto?

Porque quiero que entiendas a qué renuncié al alejarme de él.

Me adoraban y ahora no soy más que un cantinera humilde y aborrecida.

El sonido de un quejido agudo llegó hasta mí, interrumpiendo el momento, y


Wyatt se apartó.

—Perdón. Necesito ir a buscarlo.

¿A él?
79
Desapareció detrás de una puerta cerrada y reapareció unos momentos después
con una bola de pelusa de color caramelo y blanco metida en sus brazos musculosos
y tatuados. La vista me recordó esos calendarios de bomberos con cachorros. Era
extrañamente caliente y era muy posible que mis ovarios se quemaran
espontáneamente.

—¿Quién es? —pregunté mientras el adorable dúo se acercaba.

—Este es Dodge.

Miré de él al perro peludo.


—Dodge. De verdad.

—Por Dodge City. Porque, ya sabes, mi nombre es Wyatt. Y es


sorprendentemente rápido. Así que funciona de las dos formas.

—Ohhh, lo entiendo. Wyatt Earp. Dodge City. Eso es inteligente.

—He tenido suficiente infierno por mi nombre a lo largo de los años, pensé que
mi compañero debería al menos coordinar.

Me reí. Compañero. Era demasiado lindo. Y estaba diciendo eso de un hombre


cuyos bíceps eran más grandes que la cabeza del perro.

—¿Puedo acariciar a Dodge?

—Le encantaría eso. Pero déjame sacarlo primero. Ha estado atrapado en su caja
durante horas.

—Bien.

Vi como Wyatt enganchaba una correa de la que estaba bastante segura de que
tenía sombreros de vaquero por todas partes hasta el cuello de Dodge y lo guiaba
hacia la puerta.

—Ponte cómoda —dijo antes de cerrarla.

Preferiría husmear en el apartamento, pero ahora que tenía un momento a solas,


la fatiga me golpeó como un tren fuera de control. Entonces, me quité los zapatos y
me acurruqué en el extremo del sofá azul marino. Era más cómodo de lo que parecía,
la calidad era mucho más alta de lo que estaba acostumbrada. No es que eso diga
mucho. Después de todo, había comprado mis muebles actuales a estudiantes
universitarios.
80
Abrazando un cojín contra mi pecho, traté de pensar en otra cosa que no fuera
lo que había sucedido en Broken Spur. Los minutos que habían pasado entre que
Beau me dijo por primera vez que era mi turno y cuando escapé por la puerta trasera
ahora se sentían como nada más que un sueño. Eran confusos y casi increíbles.

Estaba orgullosa de mí misma por superarlo. Pero también me preocupaba haber


empeorado las cosas. Si hubiera ignorado la burla y hubiera continuado sirviendo
bebidas como si no pasara nada, la mayor parte de la sala nunca habría sabido que
algo estaba pasando. Al aceptar el desafío, subir allí y cantar con todo el corazón,
realmente le había dado a la gente del pueblo algo de qué hablar.
La puerta se abrió y levanté la cabeza para saludar a Wyatt y Dodge. Pero las
palabras se quedaron en mi garganta cuando apareció mi trago de agua favorito.

—Brady, hola. ¿Qué estás haciendo aquí?

Se veía igualmente sorprendido de verme.

—Yo vivo aquí.

Oh. Wyatt y él eran compañeros de casa. Eso tenía mucho sentido. Este lugar
era lo suficientemente grande para toda una familia. Sería extraño que Wyatt viviera
aquí solo.

Me senté más derecha, pero mantuve el cojín pegado a mi pecho. Sabía que había
sido testigo de la debacle de esta noche, y aunque la vergüenza no estaba en las cartas,
no podía imaginarme actuar como si nada hubiera pasado.

Se sentó en una silla frente al sofá, sus largas piernas se estiraron casi hacia mí.

—¿Wyatt está aquí?

—Sacó a Dodge.

—Debo haberlos perdido, entonces. —Jugueteó con su reloj y luego cruzó y


descruzó las piernas—. ¿Cómo estás? ¿Estás bien?

El alivio fluyó a través de mí. Podríamos superar la incomodidad y seguir


adelante con nuestras vidas.

—Honestamente, me siento una mierda por todo el asunto. Pero estaré bien.

Verdad. Fue mi respuesta a la que acudir. 81


Me miró directamente, como si me estuviera viendo.

—Eres la cantante más increíble que he escuchado. De verdad. —Sacudió la


cabeza, como si no supiera cómo expresarse—. Me quedé atónito.

—¿Estás seguro de que no estabas simplemente aturdido por mi audacia al subir


allí y cantar esa canción?

Ni siquiera me dio una de sus sonrisas torcidas. Demasiado. Pensé que la


pregunta era al menos un poco divertida.

—No, me sorprendió tu talento en bruto. ¿Qué diablos estás haciendo,


trabajando en Broken Spur con una voz así?
Me dolió el corazón ante la pregunta. Porque tenía el trabajo de mis sueños y lo
dejé. Había renunciado por la única cosa más importante para mí.

—Micah.

Si nos hiciéramos amigos, si decidiera dejarlo entrar como acababa de aceptar


dejar entrar a Wyatt, le diría más. Pero por ahora… eso fue suficiente.

Continuó mirándome, sin hablar, hasta que aparté la mirada. Expuesta.


Expuesta. Expuesta. Podría apilar mil cojines frente a mí y, esta noche, no me sentiría
nada más que expuesta.

—Bueno —dijo finalmente Brady—. Creo que eres brillante.

—Gracias.

—¿Tienes hambre?

Agradecida por haber cambiado de tema, evalué mi apetito. Después de todo, la


comida debería ser lo último que quisiera. Pero no había comido desde el almuerzo
y un bocadillo no estaría de más.

—No quiero molestarte.

Se levantó de la silla y se dirigió al refrigerador.

—Para nada. ¿Qué quieres? Tenemos sobras de pizza. Huevos. Estoy bastante
seguro de que hay pan para tostar. —Mirando por encima del hombro, me dio una
sonrisa avergonzada—. ¿Puedes decir que esto es un piso de solteros?

—Bueno, me advertiste que eres un inútil en la cocina. ¿Qué tipo de pizza?


82
Una mujer típica podría haber pedido una tostada seca. Pero yo no era típica. Y
la pizza sonaba demasiado buena para dejarla pasar.

—Queso o suprema.

—Queso, por favor.

Sacó un par de rebanadas y las puso en un plato y en el microondas. Pensé en


explicar cuánto mejor sabía cuando se recalentaba en el horno, pero decidí no
hacerlo. Guardaría eso para un tiempo cuando no estuviera pidiendo sobras después
de hacer un espectáculo de mí misma frente a la mitad de la ciudad.

Excepto… eso hizo que pareciera que iba a pasar más tiempo aquí. Y no podía
pensar así. Incluso si Wyatt y yo nos hiciéramos amigos, no era una buena idea para
mí pensar en esto como algo más que un par de chicos tratando de animarme después
de una noche de mierda.

Devoré la primera rebanada y estaba atacando la segunda cuando reaparecieron


Wyatt y Dodge. Si Wyatt pensó que era extraño que estuviera sentado en el
mostrador comiendo pizza mientras Brady miraba, porque, aparentemente, no tenía
nada mejor que hacer, no lo dejó ver.

—Siento que haya tardado tanto. Dodge tenía mucha energía para quemar.

Desenganchó la correa y el perro se lanzó inmediatamente hacia Brady.

Brady lo levantó.

—Oye, bribón. ¿Dormiste bien la siesta?

Wyatt gruñó.

—Cada siesta es una buena siesta en lo que respecta a Dodge.

Mientras los dos hombres continuaban bromeando con el perrito, miré divertida.
Podría haberme imaginado a Wyatt con un rottweiler o un pastor alemán como
mascota. Pero nunca me lo hubiera imaginado con un perrito lindo y esponjoso. Hizo
que me gustara aún más.

No es que eso fuera algo bueno.

Cinturón de castidad. Torre. Tira la llave.

—Muchas gracias por el rescate y la pizza, pero probablemente debería estar


yendo a casa.
83
Wyatt tomó mi plato vacío antes de que pudiera resistir y lo colocó con cuidado
en el lavaplatos. Estaba empezando a notar que era deliberado en muchas cosas, no
solo en su discurso.

—¿Tienes que recoger a Micah?

—No, se quedará con la niñera durante la noche.

—Entonces, ¿cuál es la prisa? Pasa el rato aquí. Podemos ver una película.

—Incluso podríamos ser persuadidos de ver una película para chicas —agregó
Brady.
Una imagen mía, intercalada entre Wyatt y Brady en el sofá, apareció en mi
cabeza, y fue tan, tan tentadora. Pero estaba cansada. Y no tenía mi teléfono, lo que
significaba que Martha no podía comunicarse conmigo si necesitaba algo.

—Gracias, pero no puedo.

—Tenemos un dormitorio de invitados. —Wyatt rodeó la isla y volvió a ponerse


cómodo en mi espacio personal—. Deberías quedarte.

—Mi bolso está en el bar, lo que significa que no tengo mi teléfono. Lo necesito
en caso de que surja algo con Micah.

—Iré a buscarlo.

Dudé. ¿Por qué estaba insistiendo tanto en esto? ¿Podía sentir que no quería estar
sola? Incluso si la respuesta era sí, dudaba de la sabiduría de estar de acuerdo.
Acercarse más a estos dos hombres era peligroso. No estaba segura de que mi
corazón pudiera soportarlo.

Wyatt se arrodilló, por lo que estuvo por debajo del nivel de mis ojos, por una
vez.

—No deberías estar sola esta noche. Déjame ser ese amigo que intento ser.

Estuve tan cerca de ceder. Él nunca sabría qué tan cerca. Pero el hecho de que
quisiera quedarme fue lo que me impulsó a negarme.

—No puedo.

Me estudió, sin responder, y no pude evitar preguntarme qué vio. ¿Vio a una
mujer que estaba tratando de hacer valer la fuerza que le había faltado en el pasado?
¿O vio a una niña asustada que se escapaba obstinadamente?
84
Honestamente, yo era ambas cosas. Decidí ser fuerte, pero la elección nació del
miedo. La idea de volver a ser vulnerable con alguien me asustó muchísimo.

Wyatt finalmente se puso de pie.

—Muy bien, vamos.

—¿Por qué no la llevo? —ofreció Brady—. Si vas al bar, te quedarás atascado


ayudando. Nadie me mirará dos veces.
Tuve que contener mi bufido. Todas las mujeres de sangre caliente en el lugar lo
notarían, excepto Jill, tal vez, y algunos de los hombres también. Pero tenía razón.
Probablemente no sería asaltado por empleados o clientes.

—Está bien. —Wyatt me miró—. ¿Si estás de acuerdo con eso?

—Claro.

Mientras estaba de pie, Dodge manoseó mis piernas, así que lo levanté y lo
acurruqué contra mí. Tenía el pelaje más suave y era tan apestosamente lindo. Micah
lo amaría.

No es que alguna vez se conocieran. Quiero decir, ¿por qué iban a hacerlo?

—Eres lo más lindo, ¿no? —Le rasqué debajo de la barbilla y detrás de las orejas
antes de entregárselo a Wyatt—. Gracias por rescatarme esta noche. Realmente lo
siento… sobre todo.

—No tienes nada que lamentar. Nada.

Asentí con la cabeza, sabiendo en el fondo que tenía razón. Pero yo había creado
toda esta jodida situación, y eso era algo por lo que lamentar.

Cuando Brady me llevó a un Camry que había pasado una buena década de su
mejor momento, tuve que ocultar mi sorpresa. Sabiendo que era el mejor amigo de
Carter y Wyatt, y viendo dónde vivía, asumí que también tenía mucho dinero para
gastar. Pero este era el auto de alguien que había asistido a Baylor con una beca y
ahora vivía con el salario de un maestro.

Abrió la puerta del pasajero y recuperó varios montones de cuadernos y papeles.

—Perdón. Tengo la mala costumbre de tirar toda mi basura al asiento delantero.


85
—No es problema. Y no sé si los planes de lecciones y los trabajos para calificar
califiquen como basura.

Sonrió mientras depositaba las pilas en la parte trasera.

—No has visto algunos de esos papeles. Muchos de ellos califican como basura,
te lo aseguro.

Me reí. Si alguna vez hubiera tenido un maestro como él, podría haber disfrutado
de la escuela. No es que lo odiara. Había sido una estudiante decente. Pero nunca
me conecté con ningún tema en particular. La única clase que me había emocionado
era el de coro.
Una vez que estuvimos en el auto, le pregunté:

—¿Cuánto tiempo llevas enseñando?

—Este es mi primer año. Pasé los últimos dos años obteniendo mi maestría, así
que estoy un poco atrasado.

—No me di cuenta de que necesitabas una maestría para enseñar.

—No lo haces. La mía es en administración de la educación.

—¿Como ser director?

Me miró, esa sonrisa torcida reapareció.

—Sí, algún día. Pero primero quiero enseñar por un tiempo. Me encanta trabajar
directamente con los niños.

Negué con la cabeza.

—Eres un hombre valiente. No puedo imaginarme pasar todo el día con los
alborotadores alumnos de quinto grado. Estoy haciendo bien en conseguir que Micah
me escuche.

—Pueden ser un poco excesivos, pero crecen en ti. Ya tengo pavor a la


primavera, cuando tengo que despedirme de mi clase.

—Teniendo en cuenta que es solo octubre, eso es decir algo.

—Está bien, puedes decirlo. Soy un blando.

Le devolví la sonrisa. 86
—Eso no es malo.

Había suficientes alfa-idiotas en el mundo. ¿Encontrar a un chico como Brady,


que era inteligente, dulce, increíblemente sexy y amaba a los niños? Fue como ver a
Pie Grande. No debería existir, pero de alguna manera lo hizo.

Brady se detuvo en un lugar de estacionamiento frente al Broken Spur.

—¿Dónde está tu bolso?

—Está en un armario debajo de la barra. Beau puede mostrarte, si es necesario.

—Bien.
Cuando salió del coche, lo seguí.

—Mi coche está aparcado a un lado del edificio. ¿Nos vemos allí?

—Por supuesto. Estaré allí en un minuto.

Me froté los brazos desnudos mientras caminaba hacia mi auto. Aunque el clima
cálido aún no amainaba, finalmente se estaba enfriando por la noche. Un par de
semanas más y podría tener una razón para usar una chaqueta.

Al acercarme a Rusty, inmediatamente sentí que algo andaba mal. Solo había
una luz en este lado del edificio, así que tuve que entrecerrar los ojos para averiguarlo.

—Hijo de puta.

Caminé alrededor del auto, sin creer lo que estaba viendo. Los cuatro neumáticos
estaban pinchados. Y había grafitis a los lados y en las ventanas con lo que parecía
ser pintura roja en aerosol.

Puta. Rompe hogares. Puta. Zorra. Ramera.

Parecía que alguien se había hecho con un diccionario de sinónimos.

Solté una serie de maldiciones que debí haber escuchado en alguna parte, porque
nunca antes había considerado juntar todas esas palabras sucias. Pero si alguna
ocasión lo ameritaba, era ésta.

El calor fluyó por mis venas, haciendo que el frío en el aire desapareciera más
rápido que un chico de fraternidad después de una aventura de una noche. Ni siquiera
estaba segura de lo que estaba sintiendo. Enojo. Humillación. Molestia.
Probablemente una combinación de los tres. Esto iba a ser imposible de limpiar, si es
que era posible.
87
—Aquí tienes —dijo Brady, apareciendo con mi bolso en la mano. Tan pronto
como vio mi expresión, su sonrisa decayó—. ¿Qué ocurre?

Hice un gesto hacia mi coche, dejándolo ver por sí mismo. Ahora que había
superado todo mi repertorio de malas palabras, no tenía nada más que decir.

—Mierda. —Rodeó el coche y luego se agachó para inspeccionar uno de los


neumáticos—. Está cortado. —De pie, se acercó a mí y puso sus manos suavemente
sobre mis brazos—. Lo siento mucho, Scarlett. Esto es... Ni siquiera lo sé. Es más
que creíble.

—¿Lo es?
Escuché la monotonía en mi propia voz, pero no pareció importarme. Las
emociones que me habían atravesado se habían desvanecido. Ahora, no podía sentir
nada. Estaba cómodamente entumecida y estaba bien con eso. No quería sentir más.

—Tenemos que llamar a la policía.

—Claro, sí, llama a la policía.

Sentí los labios de Brady rozar mi frente, pero mi mente apenas registró el gesto.
Como si apenas registrara el sonido de su voz mientras hablaba por teléfono. Me
quedé allí, mirando fijamente la palabra sonando a todo volumen con pintura roja
escarlata: puta.

Para una etiqueta, era eficaz. Quizás eso es lo que era, lo que siempre sería.
Probablemente era hora de aceptarlo. Cambié mi cuerpo por seguridad y la esperanza
de amor. Eso era un hecho. No podía esconderme ni huir de ello.

—¿Srta. Butler?

Me volví al oír mi nombre, sorprendida de encontrar a dos policías de pie con


Brady. ¿Cuándo habían llegado?

—Necesitamos obtener su declaración.

—Bien.

Respondí a sus preguntas, contándoles todo lo que sabía, que era un montón de
nada. Había demasiados posibles culpables para que me molestara en nombrarlos.
Podría haber sido cualquier persona de la ciudad, aparte de Wyatt, Brady, Beau y
Jill. Eran las únicas personas en las que confiaba actualmente... bueno, confiaba en
que no destrozarían mi auto.
88
Una vez que los oficiales terminaron conmigo, volví a mirar esa palabra mientras
la conmoción me rodeaba. Alguien me puso una sudadera con cremallera sobre los
hombros y la apreté contra mí. Apareció una grúa y observé con mínimo interés
cómo un hombre con un mono se la aseguraba a Rusty.

—Vamos, Scarlett. Vamos a llevarte a casa.

Reconocí la voz profunda antes de mirar el rostro sombrío de Wyatt.

—Seguro. Vamos.

Una parte de mí sabía que debería cuestionar cuándo había llegado. Lo que
estaba pasando con mi coche. Cómo iba a pagar por todo esto. Pero no tenía la
energía. Entonces, seguí a Wyatt y dejé que me subiera a su camioneta, sin
molestarme en hacer un comentario sarcástico sobre cómo iba a tirarse por la
espalda.

Aunque la camioneta tenía un asiento trasero, Brady se deslizó a mi lado. Me


deslicé hacia el medio y tuve la idea un poco divertida de que, después de todo, había
terminado entre los dos hombres esta noche. Fue solo un poco divertido, porque no
estaba en la mentalidad para que me importara. Ambos podrían tomar un muslo en
sus grandes manos y probablemente no desperdiciaría la energía que se necesitaría
para objetar.

Cuando ambos hombres salieron de la camioneta para acompañarme hasta la


puerta, los dejé. ¿Qué sentido tenía protestar? Obviamente estaban decididos a
llevarme a casa.

Lo que sea.

Mientras me acercaba a la puerta de mi casa, me quedé sin aliento por tercera


vez esta noche. Una “A” gigante fue pintada con aerosol con la misma pintura roja
en mi puerta.

Era extraño que estuviese casi... ¿impresionada? Al menos la persona que


destrozó mi propiedad había leído La Letra Escarlata. O tal vez simplemente había
visto la película Easy A.

Me eché a reír. Y tampoco una leve risa. No, esta fue una risa total, en auge y
con el pecho agitado. Me reía con tanta fuerza que me dolía el estómago, pero parecía
que no podía detenerme.

No había absolutamente nada gracioso en nada de esta mierda; sin embargo, fue
muy gracioso. Trate de encontrarle sentido a eso. 89
Finalmente, recuperándome, me limpié las lágrimas que habían rodado por mis
mejillas y miré a Wyatt, quien tenía una expresión de innegable preocupación.
Probablemente pensó que estaba teniendo un colapso mental. Quizás lo estaba.

—¿Qué opinas? —pregunté con un guiño descarado—. ¿Todavía quieres ser


amigo?
Mi madre me echó de la casa tres días después de conocerlo.

En ese momento, se había sentido como el destino. No tenía a nadie en el mundo, excepto...
ahí estaba él, como un caballero con una puta armadura brillante. Y estaba más que dispuesto
a ayudarme.

Ayuda. Es una palabra divertida, ¿no?

Porque, técnicamente, me ayudó. Me ayudó a encontrar trabajo. Me ayudó con un lugar


para vivir, un auto y un guardarropa.

Pero también hizo lo contrario de ayudarme: se aprovechó de mí.

Desperté envuelta en una nube de limones… lo que no tiene sentido.

Debería estar despertando con un dolor de espalda y el olor a humo de cigarrillo


rancio que parecía ser un elemento permanente sin importar cuántas velas
encendiera.

Abriendo los ojos parpadeando, me tomó unos momentos recordar dónde


estaba. No en mi apartamento de mierda. La habitación de invitados en el
90
apartamento de Wyatt y Brady, con un colchón que debió haber sido cosido por seres
celestiales y sábanas que olían a limones.

Ese descubrimiento me llevó a los recuerdos de la noche anterior: el karaoke, mi


coche y la puerta del apartamento. ¿Realmente había sucedido todo en una sola
noche? Yo tenía razón. Había habitado el infierno por una noche.

Pero si anoche había sido un infierno, esta cama era sin duda el paraíso. No
quería irme nunca. Podía quedarme en la cama, debilitándome más despacio, hasta
que tuvieran que enterrarme con ella.
Excepto que Sherilee terminaría con la custodia de Micah nuevamente si
permitía que eso sucediera. Entonces, no tuve más remedio que dejar la nube de
felicidad y enfrentar el día.

Después de revisar mi teléfono en busca de mensajes y no encontrar ninguno,


llamé a Martha para decirle que llegaría tarde a recoger a Micah. Luego, llevé mi
bolsa de viaje al baño para prepararme. Después de que Wyatt llamó para denunciar
el segundo caso de vandalismo con la promesa de que pasaría por la comisaría a
primera hora de la mañana, me dijo que hiciera una maleta. En su tono no había
lugar para la discusión y yo no había discutido. Aunque no esperaba que nadie
intentara irrumpir en mi casa, la “A” roja sangre en la puerta no me ponía
particularmente emocionada por dormir allí.

Cuando regresamos al antiguo hotel convertido en apartamento, Brady me había


mostrado la habitación de invitados y yo me encerré inmediatamente a pasar la
noche. Había lidiado con más de lo que se debería esperar que cualquier persona
manejara, y había necesitado todo en mí para no llorar hasta quedarme dormida.

Lo último que quería hacer era derramar una sola lágrima sobre el o los cabrones
que me aterrorizaban. No podía dejarlos ganar.

Una vez que me sentí medio presentable, me aventuré a salir a la sala de estar.
No había nadie alrededor y el apartamento estaba en silencio.

Mis oídos se animaron. ¿O, lo estaba?

Seguí el sonido bajo hasta que estuve de pie frente a una puerta casi cerrada. Al
mirar por la rendija de la puerta, vi a Wyatt sentado en una cama, con una guitarra
en las manos. La melodía que tocaba me era familiar y yo tarareaba, tratando de
ubicarla. Tan pronto como la letra me vino a la mente, sonreí. Here You Come Again
de la propia Dolly Parton. 91
Vi a Dodge sentado a los pies de Wyatt al mismo tiempo que debió haberme
visto u oído. Su carita se animó y saltó hacia mí, abriéndose paso fácilmente por la
puerta.

Lo levanté y traté de evitar su insistente lamida.

—Buenos días lindura.

Wyatt dejó de tocar y me vi obligada a revelarme. Abrí la puerta y le di una


sonrisa avergonzada.

—Perdón por interrumpir.


Dejó la guitarra en su cama.

—No es problema. Solo estaba tocando.

—Me gusta la canción.

Sus labios se inclinaron en una casi sonrisa.

—Pensé que podría.

—¿Te importaría llevarme a la comisaría? Martha va a la iglesia todos los


domingos y no quiero que se lo pierda.

—¿Martha?

—La niñera de Micah.

—Oh, cierto. —Se puso de pie, dándome una bonita vista de su torso con una
camiseta blanca ajustada—. Solo necesito darme una ducha rápida. Vamos, Dodge.

Dejé al perro en el suelo, pero inmediatamente se volvió hacia mí, rogando que
lo recogiera. Riendo, cedí.

—¿Por qué no lo vigilo hasta que estés listo?

Wyatt miró entre Dodge y yo.

—Parece que ustedes dos se han convertido rápidamente en amigos.

Me encogí de hombros.

—Él no conoce nada mejor. 92


Sin darle a Wyatt la oportunidad de responder, me giré y llevé a Dodge a la sala
de estar. Al ver un cuerno largo de peluche del tamaño de un perro en el suelo, lo
agarré y lo arrojé al otro lado de la habitación. Dodge inmediatamente saltó detrás
de él, ganándose su nombre mientras sus uñas se deslizaban sobre los pisos de
madera. Wyatt tenía razón: el pequeño se volvía loco rápidamente.

Recuperó el cuerno largo y me lo devolvió, iniciando un juego de arroja y trae.


Cuando finalmente se lo quité de nuevo, lo tiré aún más lejos y él corrió tras este.

Mi teléfono sonó en mi bolsillo y lo saqué para revisar el mensaje.

Sherilee: Te lo advertí.
Te lo advertí. Te lo advertí. Te lo advertí.

Las palabras daban vueltas en mi cabeza como un maldito tornado. No podía...


ella no podía…

Me dejé caer en el sofá. Pero, por supuesto, podía. Probablemente ella había
estado detrás de todo: el karaoke, los neumáticos cortados, las palabras de odio y la
“A” escarlata.

Ella no había hecho el trabajo sucio ella misma, por supuesto. Ella no era lo
suficientemente inteligente como para lograrlo. Y sabía con certeza que ella nunca
había leído La Letra Escarlata. Pero tenía muchos amigos en esta ciudad. Debe haber
convencido a uno de ellos para que le hiciera el trabajo sucio.

Esperé a que la furia se apoderara de mí, convirtiéndome en una fuerza vengativa


a tener en cuenta. Como una especie de superhéroe retorcido.

Pero para mi total y completo horror, las lágrimas llenaron mis ojos y se
derramaron por mis mejillas.

Mi propia madre…

Sabía que estaba enojada conmigo por llevarme a Micah y su flujo de efectivo.
Pero no había pensado que ella me odiara. No hasta este momento.

Porque, ¿cómo podría hacerle algo así a su propia hija si no fuera impulsada por
el odio? Habría jurado que nunca se había propuesto lastimarme intencionalmente.

Me había equivocado tanto.

Mi estómago se retorció mientras los pocos buenos recuerdos de mi infancia


flotaban dentro y fuera de mi visión. Ella empujándome en los columpios del parque.
93
Llevándome a ver Disney on Ice por mi cumpleaños. Tomando fotos cuando cantaba
en el desfile de Navidad de la iglesia.

Los recuerdos bien podrían haber sido burbujas, porque se alejaron flotando y se
desintegraron como si nunca hubieran existido.

No me había dado cuenta antes, pero lo hice ahora. Aunque Sherilee todavía
estaba viva, yo era huérfana. No quedaba nada de mi madre en ella. Solo el
caparazón de la mujer en la que se había convertido.

La puerta principal se abrió de repente y jadeé cuando Carter Hastings la


atravesó. Porque claramente era otro día de apila sobre Scarlett Butler. Alguien debe
haberlo agregado al calendario.
Tan pronto como me vio, se congeló en sus pasos, su hermoso rostro ya no era
la máscara de indiferencia que había mostrado la noche anterior.

—¿Qué diablos estás haciendo aquí?

Puse a Dodge en mi regazo y lo abracé como si de alguna manera me protegiera


de este hombre. Era la versión actual de un cojín.

—Yo, um... Wyatt y Brady...

Mierda. ¿Qué diablos se suponía que tenía que decir? Ni siquiera pude averiguar
cómo responder una pregunta estúpida.

Caminó hacia mí, de pie sobre mí como un ángel vengador, su cabello rubio
oscuro despeinado y sus mejillas sonrojadas.

—¿Por qué es que dondequiera que mire, estás ahí? ¿Estás jugando conmigo
intencionalmente?

¿Estaba bromeando? ¿Cómo podía pensar que alguna vez querría encontrarme
con él?

La sensación de agua goteando sobre mi blusa me recordó que había estado


llorando, y me limpié las mejillas empapadas, agradecida de no haberme aplicado
maquillaje esta mañana.

Carter pareció finalmente verme bien y su expresión vaciló.

No queriendo estar en el extremo receptor de nada parecido a la lástima,


especialmente de este hombre, me paré.

—Mira, Carter. Lamento que tengas que verme por la ciudad. No es mi idea de 94
pasarlo bien, te lo aseguro. Pero necesito el trabajo en el bar, y no tenía idea de que
vendrías aquí.

Su mirada no disminuyó en lo más mínimo.

—¿Y por qué estás aquí?

—Porque le pedimos que se quedara —dijo Brady con un bostezo mientras salía
de su habitación, luciendo como un dios somnoliento de los nerds.

Su cabello castaño estaba despeinado y llevaba una camiseta que decía: COMER
DORMIR FORTNITE REPITE, y pantalones de pijama cubiertos con pequeños
Pac-Mans. Entonces, él era un jugador. Me sorprendió, pero al mismo tiempo, no.
El hecho de que fuera profesor no significaba que no fuera también un chico normal.
Pero era extraño pensar en él como ambos.

Carter se volvió hacia él.

—¿Y no pensaste en advertirme?

Brady se encogió de hombros.

—Dijiste que te quedarías en la mansión todo el fin de semana. No esperaba


verte.

—Aun así. No puedo creer que la dejaras... a ella... quedarse aquí.

Dijo ella como si se estuviera refiriendo al diablo real, con la nariz ensanchada y
los ojos endurecidos.

—Scarlett es una amiga y tendrás que acostumbrarte.

¿Una amiga? ¿En serio? No me había dado cuenta de que ya nos habíamos
graduado a la condición de amigos.

La mandíbula de Carter cayó.

—¿Estás bromeando? Eres la última persona que debería defenderla.

Por primera vez desde que lo conocí, los hombros de Brady se tensaron y frunció
el ceño.

—Mi pasado es irrelevante para esta conversación y tú lo sabes.

No tenía idea de qué estaban hablando, pero no tenía intención de interrumpir. 95


Cuanto más tiempo Carter mantenía su atención en Brady, más tiempo estaba fuera
de mí.

—Irrelevante, mi culo.

Wyatt apareció de repente, y Dodge salió volando de mis brazos para ir hacia él.
No lo culpaba. Probablemente había estado apretando al pobre chico.

—¿Qué diablos está pasando aquí?

Carter cruzó los brazos sobre el pecho.

—Brady estaba intentando explicar por qué está ella aquí. Una cosa es dejarla
trabajar para ti, hombre, pero vamos. El piso de soltero es territorio sagrado.
Wyatt se pasó la mano por el pelo corto y húmedo.

—Carter, tienes que dejar pasar esto.

—Dejar. Eso. ¿Vamos? ¿Lo dejarías pasar si fuera tu hermana?

—No tengo una hermana.

—Está bien, bueno, imagina por un minuto que la tienes. —Su tono fue
sarcástico. Incluso condescendiente—. Y descubriste que alguien había follado a su
marido durante años. ¿No querrías que ese alguien...?

Carter se detuvo abruptamente, haciéndome preguntarme qué iba a decir.

¿Muriese en un ardiente accidente automovilístico?

¿Fuera devorado por un búfalo de agua?

¿Fuera atropellado por un tractor fuera de control?

Él suspiró.

—¿No querrías que ese alguien se quedara lejos?

—No lo sé, Carter. ¿Bien? —Wyatt levantó a Dodge en sus brazos, una vez más
luciendo como uno de esos tipos del calendario. Maldita sea—. No tengo una
hermana, y jugar a fingir no es lo mío. Pero lo que sí sé es que, si te vas a enfadar con
alguien, debería ser tu comadreja de cuñado. Él es quien traicionó a Caroline. Scarlett
no.

Si a uno le gustaba la semántica, seguro. Pero la mayoría de la gente no lo veía


de esa manera. Y a juzgar por el ceño fruncido en el rostro de Carter, él era uno de 96
ellos.

De repente, se volvió hacia mí.

—Dime por qué.

—¿Qué? —dije con voz ronca, sin gustarme la sensación de sus ojos verde musgo
perforando mi piel como agujas.

—Dime por qué tuviste una aventura con...

—Basta, Carter. —Brady dio un paso adelante, de modo que me estaba


protegiendo parcialmente del otro hombre—. Ella no te debe ninguna explicación.
—Tal vez no. Pero si es tan inocente como ustedes dos parecen pensar, quiero
saber por qué lo hizo.

Wyatt, Brady y Carter comenzaron a hablar entre sí, hasta que la habitación no
fue más que una cacofonía de sonidos indistinguibles. Lo odiaba. Odiaba que estos
chicos, mejores amigos, estuvieran peleando por mi culpa.

—Pensé que el matrimonio era falso, ¿de acuerdo? —grité, y de inmediato se


callaron—. Pensé que era una farsa. Para mostrar. Eso es lo que me dijo y yo le creí.
O tal vez solo quería creerle, no lo sé.

»Tenía diecisiete años y estaba desesperada y era jodidamente ingenua. ¿Es eso
lo que querías oír? Un hombre mayor rico, guapo y conectado quería usarme y lo
dejé.

»Yo. Lo. Dejé.

97
No eres lo que esperaba.

En mi mente, eras una socia desabrida. Piel de alabastro. Cabello rubio sedoso. Maquillaje
perfecto.

Pero no podría haber estado más equivocada.

Tú eras... yo.

Bueno, una versión más delgada, de piel más clara, mejor vestida y más sofisticada de mí.
Pero aún podía ver el parecido en tu cabello largo y oscuro, tus labios carnosos y tu físico
curvilíneo.

Y no sé si eso me hace sentir mejor o peor. Cuando él ya te tenía en casa, ¿por qué me
necesitaba?

Más importante aún, ¿por qué me quería?

Las piezas de mi historia que había estado guardando tan cerca de mí que casi
olvidé su verdad salieron de mi boca como una presa empujada más allá de su límite.
Y tan pronto como salieron, quise retirarlas. Sonaban como una justificación, una
98
excusa. Pero no quise decirlas de esa manera. No era idiota ni inmoral. Sabía que no
había una explicación en el mundo que excusara lo que había hecho.

La expresión de Wyatt se mantuvo sin cambios. La sonrisa de Brady fue suave


y alentadora. Y Carter se quedó estupefacto. Tan fácil como sería escapar de estos
tres hombres, me mantuve firme y esperé. Ya fueran amigos o enemigos, podía
aceptar lo que tuvieran que decir. Yo lo tomaría.

—Las chicas de diecisiete años no son capaces de dejarse utilizar por hombres
de treinta y tantos, ¿no te das cuenta? —Wyatt dio un paso adelante y pensé que
podría alcanzarme, pero mantuvo las manos quietas—. Esto no es cosa tuya. Recae
sobre él. Él es el depredador y tú eres su presa. Eras su presa. Pero ya no. Eres mayor.
Eres más fuerte. Y ya no estás sola.
Sus palabras fueron como un ungüento en una herida que había estado enconada
durante años. Pero en lugar de calmarme, me sentí enojada. ¿Cómo se atreve a
pintarme como una víctima? Podría haber sido joven y demasiado inocente, pero mis
decisiones habían sido mías, hechas por mi propia voluntad.

—No trates de absolverme de mis malas acciones. Sé que lo que hice estuvo mal
y estoy pagando por mis errores. Déjame.

Sus ojos celestes se entrecerraron en mí.

—¿Por qué eres tan terca?

—Porque Carter tiene razón. —Dejé que mi mirada se deslizara hacia el hombre
en cuestión por una fracción de segundo antes de regresarla a Wyatt—. Cometí un
error. Herí a alguien que no se lo merecía y no voy a fingir que está bien.

—No te estoy pidiendo que finjas. Te estoy pidiendo que te des un respiro. Está
en el pasado.

—Entonces, ¿por qué está afectando cada parte de mi presente? Mira lo que pasó
anoche. —Agité el brazo con tanta fuerza que Dodge ladró. Probablemente pensó
que iba a tirar su cuerno largo de peluche de nuevo—. Alguien intentó humillarme.
Luego, pasaron a vandalizar mi coche y mi apartamento. Sin mencionar el hecho de
que Micah se peleó por mí, o que eres la única persona en la ciudad que estaba
dispuesta a contratarme.

—Espera. —Brady dio un paso hacia mí, casi cerrándose en el círculo a mi


alrededor. Solo Carter retrocedió, como si no se atreviera a acercarse demasiado—.
¿Qué es eso de la pelea?

Oh, mierda. No había tenido la intención de revelar ese dato en particular. Si 99


informaba a la escuela de lo que Micah me había dicho, los padres se involucrarían
y lo convertirían en una debacle aún mayor.

—No importa.

—Sí, lo hace.

—El niño al que Micah atacó estaba repitiendo algo que su padre había dicho
sobre mí que no era particularmente halagador. Pero no quiero convertirlo en un
problema. Micah ya completó sus días de suspensión. Se acabó.

Brady reajustó sus lentes mientras me miraba, claramente inseguro.

—Si estás segura.


—Positivo.

—Bien.

Su voz era muy grave, lo que me hizo preguntarme si estaba diciendo la verdad.

—¿No le dirás nada a la subdirectora?

—No, pero no me quedaré callado si algo así vuelve a suceder.

Asentí. Eso era justo.

—¿Qué vandalismo?

Al oír la voz de Carter, lo miré con sorpresa. Casi había podido olvidar que
estaba allí.

Wyatt explicó los dos incidentes y la expresión de Carter se tornó atronadora.


Por una vez, esa ira no estaba dirigida a mí, lo cual era extraño. No estaba segura de
por qué diablos le importaba. De hecho, no me habría sorprendido demasiado
descubrir que él era el culpable. Tenía más motivos que nadie. Aparte de su hermana,
por supuesto. Pero sinceramente dudaba que hubiera hecho el viaje desde su mansión
en Dallas para vengarse al estilo de Carrie Underwood.

Antes de que esta conversación pudiera descarrilarse aún más, decidí hacer una
salida apresurada.

—Necesito llegar a la comisaría y luego averiguar qué hacer con mi apartamento


y mi coche para poder recoger a Micah.

—El administrador de tu apartamento va a volver a pintar la puerta esta mañana


y tu auto debería estar listo en unos días. 100
Me quedé mirando a Wyatt mientras la sensación de hundimiento en mi
estómago se convertía en un hoyo total.

—Pero ni siquiera sé cuánto va a costar arreglarlo.

Había planeado obtener un presupuesto y luego elaborar un plan a partir de ahí.

—Ya me encargué de eso.

Oh, tienes que estar jodidamente bromeando. Otra vez esto no.

Apreté los puños para evitar estirar la mano y sacudir al exasperante hombre.
¿Había escuchado una palabra que le había dicho desde que lo conocí?
—Te lo dije —gruñí—. No necesito tus servicios de caballero en blanca
armadura.

—Y luego accediste a ser mi amiga. Este es el tipo de mierda que hacen los
amigos el uno por el otro.

Solté una carcajada. ¿A qué tipo de amigos estaba acostumbrado?


Definitivamente nunca tuve un amigo que interviniera y resolviera todos mis
problemas.

Muy gracioso, Scarlett, dijo el diablo en mi hombro con no poca alegría. Porque
tenía un “amigo” que había hecho exactamente eso. Él había resuelto todos mis
problemas y luego había hecho de seducirme su misión principal en la vida.

El hoyo en mi estómago se convirtió en un cañón del tamaño de Texas. Maldita


sea. Él siempre estaba ahí, al acecho. ¿Me liberaría alguna vez de él?

Obligándome a permanecer concentrada en lo que era importante aquí, le di a


Wyatt lo que esperaba que fuera una mirada severa.

—Gracias por encargarte. Te lo pagaré. Cien dólares por cheque de pago. ¿Cómo
suena eso?

Murmuró algo parecido a “maldita mujer terca” en voz baja antes de asentir.

—Bien.

—Gracias. Cogeré mi bolso para que podamos irnos.

Sin darle la oportunidad de responder, regresé a la habitación de invitados y metí


mis pertenencias en mi bolsa de viaje. Pensé en preguntar si debía quitar las sábanas,
pero decidí hacer la cama. Eso parecía lo más educado que se podía hacer.
101
Mientras me dirigía a la puerta, le di a Brady una pequeña sonrisa.

—Gracias por todo.

Esperaba que entendiera que le estaba agradeciendo por algo más que llamar a
la policía y cuidarme una vez que básicamente me quedé en shock anoche. También
le estaba agradeciendo por la pizza y por dejarme quedarme en su casa y su infalible
amabilidad incluso cuando no me lo merecía.

—Por supuesto. En cualquier momento.


Mantuve mi mirada apartada de Carter mientras caminaba hacia la puerta
principal. Una parte de mí esperaba que pudiéramos llegar a una especie de tregua…
eventualmente. Solo porque vivíamos en la misma pequeña ciudad y estábamos
obligados a seguir encontrándonos. Sobre todo, porque Wyatt parecía decidido a
seguir metiendo las narices en mis asuntos.

Pero no le pediría eso ahora. Le daría tiempo.

Una vez que Wyatt depositó a Dodge en los brazos de Brady, tomó mi bolso de
mis manos y abrió la puerta principal.

—Vamos.

El resto de la mañana transcurrió tan bien como era de esperar. Le di a la policía


una declaración que era prácticamente idéntica a la de anoche. No, no vi nada. No,
no sabía quién haría tal cosa. Sí, les informaría si ocurriera algún incidente adicional.

Tenía en la punta de la lengua revelar el mensaje de texto que había recibido de


Sherilee, pero decidí guardármelo para mí. ¿Qué bien haría? No fue exactamente una
prueba. Y ya sabía que ella misma no había cometido ninguno de los actos nefastos.

Al final del día, hablé con la policía porque era de esperarse y era necesario a
efectos del seguro. No porque pensara que harían algo con el vandalismo. Aunque
los dos oficiales con los que había hablado seguían siendo profesionales, no tuve la
sensación de que estuvieran particularmente inclinados a ayudar al ciudadano más
famoso del pueblo.

Fue casi divertido. Ese título siempre le había pertenecido a Sherilee. ¿Quién
podría haber predicho que su propia hija sería la que la derribaría del trono?

Probablemente solo todos. 102


Después de asegurarse de que la puerta del apartamento estuviera arreglada,
Wyatt me llevó a casa de Martha para recoger a Micah. Insistí en que podíamos
caminar, pero él me ignoró. Al igual que me ignoró cuando intenté discutir cuando
me dijo que me tomara el día libre.

Al final, me alegré de haber cedido. Me vendría bien un día para empoderarme


y volver a entrar en Broken Spur. Y me dio a mí y a Micah la oportunidad de pasar
la noche juntos. Hice lasaña desde cero para la cena y lo sorprendí con un pudín de
chocolate de postre. No fue mucho, pero fue suficiente para hacerlo feliz.

Necesitaba hacer eso más, encontrar pequeñas formas de hacerlo feliz.


No tenía los medios para colmarlo de regalos o llevarlo a grandes aventuras. Pero
la parte lógica de mí sabía que él no necesitaba todo eso. Necesitaba amor y atención,
y yo tenía mucho de ambos de sobra.

Mi teléfono sonó, y medio esperando otro mensaje de Sherilee, respiré hondo


antes de revisarlo.

Número desconocido: Hola, soy Brady. Espero que esté bien que Wyatt me haya dado
tu número.

Intenté ocultar mi sonrisa pero fallé cuando guardé su número en mi teléfono.

Yo: Es un poco acosador, pero supongo que lo permitiré.

Brady: Bien. Es probable que esto suene aún más acosador, pero deberías abrir la puerta
de tu casa.

Bueno, mierda. ¿Estaba él aquí?

¿Qué pensaría Micah? Miré mi atuendo, que consistía en pantalones de mezclilla


descoloridos y una camiseta que había encontrado en la tienda de segunda mano.
Doble mierda.

Yo: ¿Vas a estar ahí parado con una gabardina y nada más?

Brady: Voy a fingir que no me diste algo con lo que soñar y me dijiste cortésmente que no.

Oh, Dios. ¿Por qué había hecho esa broma? Ahora, mis propias ensoñaciones se
estaban volviendo locas.

En lugar de permitir que mis pensamientos viajaran demasiado por ese camino, 103
caminé hacia la puerta y la abrí. Sin Brady. La abrí más y encontré una pequeña bolsa
de regalo en el suelo.

Resistiendo la tentación de registrar el estacionamiento en busca de señales de


su auto, recuperé la bolsa y cerré la puerta. Dentro de la bolsa había una copia de la
última película de Spiderman, todavía envuelta en plástico, y una nota.

Escuché a Micah decir que se moría por ver esto, y yo tenía una copia extra. Disfrútenla.

Brady.

Mi garganta se obstruyó con emociones que no quería examinar muy de cerca.


El gesto fue más que dulce. Le había prestado atención a Micah y se había esforzado
por hacer algo bueno por él. No entendía de dónde provenía ese tipo de
consideración, pero eso no me impidió apreciarlo.

Yo: Gracias.

La respuesta pudo haber sido demasiado simple, pero fue lo mejor que pude
lograr. Porque lo que realmente quería hacer era salir corriendo y detener a Brady
antes de que se fuera. Quería abrazarlo y dejar que me abrazara.

Y esas eran cosas que nunca podría permitir que sucedieran.

104
Al principio, no sabía que estaba casado. Era mayor, obviamente, y rico. De mundo.
Guapo. Convincente.

Y, al principio, no había importado. Porque no había nada lascivo en nuestros encuentros.


Al menos, no que yo pudiera ver.

Creía en mí y en mi talento. Quería ayudarme a prosperar.

No me había sentido tan especial desde que murió mi padre.

Maldita sea, él era bueno.

Me vestí de negro para ir a trabajar el lunes, con la esperanza de pasar a un


segundo plano. Era ridículo pensar que la estrategia podría funcionar, pero estaba de
acuerdo con eso. Tuve que prepararme de alguna manera, y usar ropa oscura fue la
mejor idea que se me ocurrió.

Porque, ¿cómo podría realmente prepararme para caminar de regreso al único


lugar donde la gente estaba destinada a aparecer para verme flaquear? No es que
tuviera la intención de dejar que la gente de Hastings me afectara. Bueno, no de 105
nuevo. Huir del bar después de mi actuación fue la única reacción que obtendrían de
mí. Esta noche, y todas las noches posteriores, estaría tan fresca como un pepino
congelado.

A los cinco minutos de estar detrás de la barra, Jill me encontró. Había vuelto a
cambiar de turno, así que ya había mucha gente dando vueltas. Pero,
afortunadamente, estaban cenando y jugando al billar en lugar de pedir bebidas.

—Oye, superestrella.

Sus ojos, que una vez más estaban perfectamente delineados, brillaron.

—¿Superestrella? —pregunté despreocupadamente mientras metía mi bolso en


el gabinete designado.
—Um, sí. Superestrella. Estoy bastante segura de que ese es tu nuevo y
permanente apodo.

—¿Me atrevo a preguntar por qué?

Se inclinó sobre la barra para mirarme con incredulidad.

—Seguramente, lo sabes.

—Si se trata de mi actuación de la otra noche...

—No sobre tu actuación —interrumpió—. Bueno, no directamente. Se trata del


video de YouTube tuyo cantando.

Mi garganta se contrajo.

—¿Qué video de YouTube?

Su sonrisa finalmente cayó.

—¿En serio no lo sabías?

Por supuesto, alguien había grabado un video. ¿Por qué no había considerado la
posibilidad? Fue tan obvio. En el mundo de las cámaras de los teléfonos celulares,
todos tomaron videos. La única razón por la que no se me había ocurrido fue porque
las cámaras estaban prohibidas en The Midnight Room, por lo que nunca antes había
sido un problema para mí.

—¿Qué tan malo es?

—Um... —Ahora, Jill parecía realmente confundida—. ¿Qué quieres decir con
malo? 106
—Quiero decir, probablemente hay cientos de comentarios desagradables a estas
alturas. O alguien me ha convertido en un meme. ¿Estoy en lo cierto?

Ella negó con la cabeza y luego comenzó a reír.

—No, superestrella. No tienes razón.

—No entiendo qué es lo gracioso de esto.

Eso la hizo reír más fuerte, y miré a mi alrededor, notando que la gente miraba
en nuestra dirección. Vestir de negro definitivamente no me haría ningún bien si ella
continuaba parada aquí, riéndose a carcajadas.
—Jill —susurré-grité—. ¿De qué diablos te estás riendo?

Se secó los ojos mientras intentaba controlarse.

—Eres tan despistada. Normalmente, me parece molesto, pero en ti, es lindo.

Puse los ojos en blanco.

—Tú eres la que está siendo molesta.

—Bien, bien. —Respiró hondo unas cuantas veces y finalmente pareció


recuperar el control—. Me río porque el video de ti cantando Jolene se está volviendo
viral. Ya hay miles de visitas y esos números están aumentando exponencialmente.

—Probablemente porque todos en Hastings lo miran una y otra vez, riéndose de


mí.

La idea probablemente debería haberme molestado más, pero realmente no me


importaba esa parte. Una buena actuación era una buena actuación, y sabía que
había cantado la mierda de esa canción.

Lo que me molestó fue darme cuenta de que esto afectaría a Micah. Si los niños
ya estuvieron hablando de mí en el patio de recreo la semana pasada, no podría
imaginar lo que haría esto. Se había ido directamente a casa de Martha después de
la escuela, pero tenía la sensación de que escucharía un ruido sordo cuando lo
recogiera después del trabajo esta noche.

—Podría haber comenzado así, pero esto es más grande que Hastings ahora. —
Jill se levantó de la barra, su expresión un poco demasiado emocionada, en mi
opinión—. No me sorprendería si terminas con Ellen. O al menos las noticias locales.

—No seas ridícula. Hay millones de videos en línea de personas cantando al


107
azar. A nadie fuera de esta pequeña ciudad le va a importar.

Una pareja a la que había servido en el bar la semana pasada pasó y saludó. A
mí.

—Buen trabajo el sábado por la noche, Scarlett —dijo la mujer. Y ella no sonó
sarcástica. Sonaba genuina.

Volví a mirar a Jill, sintiéndome completamente confundida.

—Ves. —Su sonrisa estaba fuera de control—. Eres una superestrella.

—No, eso fue extraño.


Sacudió la cabeza mientras se alejaba.

—Solo espera. Cuando Ellen derribe tu puerta, podré decir: ‘Te conocí
cuando…’.

Durante la siguiente hora, comencé a preguntarme si me habían dejado caer en


un episodio de La Dimensión Desconocida. Atrapé a algunas personas que estaban
haciendo el equivalente a señalarme y reírse de mí, lo que esperaba. Pero tres clientes
más se detuvieron en el bar para felicitarme por mi desempeño.

Me estaba volviendo loca. Pasé todo el día preparándome mentalmente para las
burlas y las risas. No tenía idea de cómo reaccionar ante el refuerzo positivo. Aunque
había recibido mucho durante mis años en The Midnight Room, nunca esperé
experimentar una gota de adulación dentro de los límites de la ciudad de Hastings.

—Hola.

Wyatt apareció desde atrás, con su gorra de béisbol en su lugar y una camisa de
manga larga cubriendo sus tatuajes. No lo había visto desde que comencé mi turno
y comencé a preguntarme si sería su día libre. Pero debería haberlo sabido mejor.
Wyatt no parecía del tipo que se tomaba un día libre.

—Hola.

Probablemente podría haberle dicho otras cosas. Como gracias por darme el día
libre ayer o gracias por salvarme el culo en numerosas ocasiones. Pero el agradecimiento
tenía sus propias desventajas. Podría empezar a creer que estaba de acuerdo con que
se metiera en mis problemas. Y yo no lo estaba.

—¿Las cosas van bien aquí?

Una pregunta tan vaga, pero detecté la verdadera pregunta debajo de ella. Quería
108
saber si alguien me estaba haciendo pasar un mal rato, y la respuesta sorprendente
fue no.

—Suave como el hielo.

Me miró como si estuviera esperando más, pero yo no tenía nada más. Aunque
era la única cantinera esta noche, la primera parte de mi turno había ido bien. No
tenía ninguna queja y no buscaba tomar prestados problemas.

—Tu coche debería estar listo mañana por la mañana. Puedo recogerte alrededor
de las diez.
¿Ya? Por lo que recordaba, siempre me había costado mucho hacer un trabajo
de ese tipo en esta ciudad.

—Está en ese taller de Maple, ¿verdad?

—Sí.

—Entonces, no es necesario. —Limpié la barra, aunque todavía estaba brillante


desde la última vez que la lavé. Pero me dio algo que hacer—. Caminaré.

Suspiró, y tuve la sensación de que estaba pensando “maldita mujer terca” de


nuevo, incluso si no lo estaba diciendo.

—Está bien.

—Bien.

Giró sobre sus talones y regresó por donde había venido. Y, esta vez, suspiré.
Porque Wyatt Ford tenía la tendencia a hacerme sentir como una idiota por
mantenerme firme, y no me gustó. Mi terquedad era necesaria. Puede que él no lo
vea, pero yo sí.

Tres pedidos de bebidas, y dos comentarios atrevidos de Jill, más tarde, Brady
entró en el bar. Seguido por Carter.

Me armé de valor... No sabía exactamente qué. ¿Para que Carter me ignore?


¿Otro enfrentamiento? ¿Una rabieta sobre cómo Wyatt debería arrojarme sobre mi
enorme trasero? Las posibilidades eran infinitas.

Brady caminó directamente hacia mí, con una sonrisa en su rostro, y Carter lo
siguió... menos la sonrisa. Tomaron los taburetes frente a mí y forcé una expresión
agradable.
109
—Hola. ¿Qué puedo ofrecerles?

—Tomaré un Spotted Cow —respondió Brady.

Le entrecerré los ojos.

—¿Se supone que debo saber qué es eso?

—Busca una botella de cerveza con una etiqueta verde y amarilla.

Caminé hacia el refrigerador y abrí la puerta... y ahí estaba. Una sola fila de
botellas con una vaca adornando el frente. Eh.
Le quité la tapa a una y la dejé frente a él.

—Interesante elección.

—Wyatt pide que las envíen desde Wisconsin para mí.

—¿Porque eres de Wisconsin? —supuse.

Después de tomar un sorbo de su bebida, sonrió.

—¿Qué me delató?

—Pensé que detecté un ligero acento cuando nos conocimos, pero no pude
ubicarlo.

Él se encogió de hombros.

—Nunca he tenido un acento fuerte, pero se desliza en ciertas palabras.

Se aclaró la garganta y giré la cabeza para mirar a Carter. Esta fue la primera vez
que tuve la oportunidad de estudiarlo de cerca, y no pude evitar notar su mandíbula
cincelada y labios perfectamente formados. No quería darme cuenta de esas cosas,
pero era imposible no hacerlo. Era increíblemente guapo... y de nuevo a mirarme
fijamente.

—Lo siento. ¿Puedo traerle algo?

—Whiskey puro.

Ante sus palabras, mi mente se quedó completamente en blanco. Recordé haber


leído sobre las diferentes formas de servir whiskey. ¿Pero ahora que Carter Hastings
era quien lo ordenaba? No tengo nada. 110
Piensa, Scarlett. Piensa.

Cuando comencé a alcanzar un vaso, se levantó de su taburete y rodeó la barra.

—Lo hare yo mismo. Es más fácil.

Se inclinó sobre mí para recuperar una copa de cóctel de bola baja, y luego vertió
lo que parecían unas dos onzas de líquido ámbar y la sostuvo en alto.

—Ahí tienes. Whiskey puro. —Echó más alcohol en el vaso—. Y ahora es un


doble.

—Deja de ser un idiota. —Brady prácticamente le gruñó—. Ella es nueva.


—Y claramente no aprende rápido. —Se bebió la mitad de su bebida antes de
señalar un reservado en la esquina—. Estaré allí, esperando que me entreguen los
nachos. —Permitiendo que su mirada se deslizara hacia mí por un segundo, agregó—
: Si puedes descubrir cómo hacer que eso suceda.

Me quedé mirando un rasguño en la barra, incapaz de mirar a Brady, sin duda,


a sus comprensivos ojos. Aunque me las arreglé para aprender más sobre el alcohol
en la última semana de lo que había querido saber en toda mi vida, no había sido
suficiente. Y Carter se había emocionado al demostrar cuánto no era suficiente. La
parte racional de mi cerebro entendió que lo que acababa de suceder no tenía nada
que ver con la bebida y todo que ver con Caroline. Pero eso no impidió que la
vergüenza se apoderara de mí.

—Sé que puede que te cueste creerlo, pero en el fondo, es un buen tipo.

Sabiendo que no podía evitarlo para siempre, levanté la cabeza para mirar a
Brady.

—No es que lo culpe por odiarme.

—Él no te odia. Protege a su hermana y ahora mismo eres un objetivo fácil. —


Extendiendo una mano sobre la barra, la colocó sobre la mía—. Pero no es justo que
él te eche la culpa. Estoy seguro de que lo sabe. Simplemente no está listo para
admitirlo todavía.

Su toque me calentó de adentro hacia afuera. Así que, por supuesto, me aparté.

—Será mejor que vaya a hacer su pedido antes de que se queje con el propietario.

Brady resopló.

—Me gustaría verlo intentarlo.


111
No pude evitar sonreír ante eso. Imaginar la reacción de Wyatt podría ser lo
único que me ayudaría a pasar el resto de esta noche.

Me volví hacia la cocina y me detuve cuando Brady volvió a hablar.

—Scarlett, espera.

Había algo en su tono que me obligó a caminar hacia él.

Parpadeó detrás de sus lentes, su expresión era sombría.


—Sé que no quieres escucharlo, pero lo que Wyatt dijo ayer es cierto. Se
aprovecharon de ti en un momento vulnerable de tu vida. No dejes que nadie en esta
ciudad, incluido Carter, te haga sentir como una mala persona. No lo eres.

—Quizás deberías haber sido consejero escolar en lugar de profesor.

Traté de mantener mi voz suave, pero el bamboleo me dijo que había fallado.

Su boca se elevó en esa maldita sonrisa torcida, haciendo que mi corazón se


detuviera.

—Iba a decir que me habría gustado ser tu consejero, pero eso no es cierto.
Porque entonces hubiera sido inapropiado que te dijera que tienes los labios más
besables que he visto en mi vida.

Los vellos de mi nuca se erizaron y mi respiración se hizo superficial.

—¿No es todavía inapropiado? —dije ásperamente—. ¿Ya que eres el maestro


de Micah?

—He leído todo el manual del maestro. No hay ninguna regla en contra.

—Oh.

¿Qué más podría decir?

Brady se puso de pie y se inclinó sobre la barra hasta que su rostro estuvo a
escasos centímetros del mío.

—No quiero ser otro chico tratando de aprovecharse de ti cuando eres


vulnerable. Pero quiero que sepas... cuando estés lista, estoy aquí.
112
Luego, se enderezó, tomó su cerveza y cruzó la habitación hasta el reservado de
Carter. Y me quedé allí, mirándolo, amando y odiando la oleada de placer que sus
palabras habían provocado.

Amándola, porque nunca antes había experimentado algo así.

Odiándola, porque el problema no era estar lista. El problema era estar dispuesta.
Algún día, me gustaría tener una relación, una real.

Pero me pregunto si soy capaz de ser lo que otra persona necesita. No es que haya tenido
modelos a seguir, y he visto lo suficiente de la vida para saber que el amor no se parece en nada
a lo que se muestra en las películas navideñas de Hallmark.

Es desordenado. Exigente. Complicado.

Todas las palabras que ya describen mi vida.

Durante la siguiente semana, me acomodé en una rutina bastante cómoda. Entre


semana, me encontré con Micah después de la escuela y lo llevé a la casa de Martha.
Aunque no pude ayudarlo con eso, le pregunté por su tarea y me aseguré de que
estuviera al día con todas sus materias.

Luego, pasaba mis tardes detrás de la barra. Desde la noche de karaoke, me


encontré relajándome en mi nuevo rol. No sabía si era la actuación en sí o el video
viral de YouTube, pero la gente de Hastings parecía estar conmovida por mí. Bueno,
no todos, obviamente. Pero muchos de los que frecuentaban Broken Spur. Y eso fue
lo suficientemente bueno para mí. 113
Brady se había acercado a tomar una cerveza y a platicar casi todas las noches.
Mantuvo la conversación ligera, ni una sola vez insinuó que estaba interesado en más
que la amistad. Pero eso no significaba que me hubiera olvidado de lo que había
dicho. Cuando estés lista, estoy aquí. Las palabras me perseguían. Quería ser el tipo de
mujer que se merecía un hombre como Brady Cooper. Simplemente no estaba segura
de poder serlo alguna vez.

—Scarlett.

Al oír la profunda voz de Wyatt, salté. A veces, me preguntaba cómo un hombre


que usaba botas de trabajo pesado siempre lograba acercarse sigilosamente a mí.

Incliné la cabeza, esperando.


—Quiero hablarte de algo.

Sin más explicaciones, se dirigió hacia un reservado y se sentó. Dándole a Beau


una mirada de qué demonios, lo seguí y me deslicé al otro lado de la cabina.

—¿Qué pasa?

Hizo un gesto a Bianca Stevens y dijo:

—Tráenos un plato de nachos con carne. Tomaré un Dr. Pepper y Scarlett


tendrá…

—Agua —respondí.

No tenía sentido pedir nada más. La posibilidad de que Bianca escupiera en la


bebida era demasiado grande para tomar un sorbo.

Aunque los clientes y el resto del personal parecían adaptarse a mi presencia, la


ex reina del baile definitivamente no lo había hecho. Ella solo me hablaba cuando
era absolutamente necesario y con frecuencia me lanzaba miradas sucias cuando
Wyatt no estaba cerca.

Teniendo en cuenta lo que Jill me había dicho acerca de que Bianca estaba detrás
de Wyatt, este pequeño tête-à-tête a mitad de turno no iba a mejorar la situación. No
es que me importara. Bianca Stevens era el menor de mis problemas.

—Sabes que puedes pedir comida durante tus descansos, ¿verdad? —dijo Wyatt
una vez que la camarera mimada estuvo fuera del alcance del oído.

—Sí.

—Entonces, ¿por qué no te he visto comer nada? ¿No eres fanática de la comida
114
de bar?

—La comida se ve muy bien, pero ceno con Micah en mi descanso todas las
noches.

Sus ojos se entrecerraron levemente, el único signo de una reacción.

—Pero solo tienes treinta minutos.

Sí, era una especie de problema. No es que le diría eso al jefe.

—Yo cocino la comida mientras Micah está en la escuela. Luego, Martha nos la
calienta justo antes de mi descanso programado. Como solo me toma unos minutos
conducir hasta su casa, tengo un montón de tiempo para comer y regresar en treinta
minutos.

Un montón de tiempo podría estar estirándolo, pero lo estaba haciendo funcionar.


Eso era todo lo que importaba.

—¿Por qué no dijiste nada?

—¿Por qué habría de hacerlo? No es de tu incumbencia, a menos que llegue


tarde.

Y no lo había hecho.

Puso los ojos en blanco y yo jadeé de falso horror.

—¿En serio me pusiste los ojos en blanco?

—Sí, Scarlett, lo hice. Porque tomas cada palabra de mi boca como un desafío a
tu independencia.

—No, no lo hago.

La boca de Wyatt hizo algo nuevo: sonrió. Y nunca se lo admitiría, pero era
increíblemente sexy. Incluso podría preferirlo a las raras ocasiones en las que lo había
visto sonreír.

—Está bien, tal vez lo haga —respondí—. Algunas veces.

—Bueno, siéntete libre de tomar un pedido para llevar para ambos. Y para
Martha también. Apuesto a que a Micah le encantaría nuestras tiras de pollo.

Aceptaría esa apuesta. 115


—¿Ofreces el mismo trato a alguno de tus otros empleados?

—Ninguno de mis otros empleados tiene un niño en casa.

Bueno, él me tenía allí.

Bianca reapareció, dándole a Wyatt una amplia sonrisa mientras entregaba la


comida y las bebidas.

—¿Hay algo más que pueda ofrecerles?

—No en este momento, gracias.


Ella se alejó sin mirar en mi dirección ni una vez, lo que probablemente era lo
mejor. No quería tener que fingir ser amigable con ella más de lo que ella lo hizo
conmigo.

—Come.

Observé los nachos con cautela. Cada chip de tortilla estaba perfectamente
aderezado con frijoles refritos, bistec sazonado y queso derretido. La crema agria, el
guacamole y los jalapeños cortados en cubitos se amontonaron encima, como nieve
en la cima de una montaña deliciosa.

—A menos que seas una de esas mujeres que no serían atrapadas muertas
comiendo nachos —agregó.

—¿Parezco a una de esas mujeres?

No pensé que nadie me confundiría con alguien cuya dieta consistía


principalmente en ensalada, palitos de zanahoria y pollo al horno. O cualquier cosa
que comiera la gente super sana.

Tampoco era como si estuviera sentada en el sofá comiendo papas fritas todo el
día. Me gustaba comer comidas abundantes y odiaba contar calorías. No ayudó que
yo estuviera en el lado más bajo. Estos nachos probablemente iban directamente a
mis caderas.

No queriendo obligar a Wyatt a responder mi sarcástica pregunta, dije:

—Me estaba preguntando simplemente cómo hacer para comer los nachos sin
mancharme.

Cogió su tenedor.
116
—Podrías probar uno de estos nuevos implementos para comer. Escuché que son
bastante útiles.

—Jaja.

Pero desenvolví mi servilleta de papel y retiré mi tenedor antes de “escarbar”.

Después de varios minutos de un silencio amistoso y lleno de comida, dije:

—No es que no esté disfrutando de la comida. —Era más que asombroso—. Pero
¿de qué querías hablarme?
Seguramente, él no me había sentado solo para discutir lo que hacía en mis
descansos.

Tomó un trago de Dr. Pepper antes de recostarse contra su asiento.

—Estoy buscando una asistente y quería ver si podrías estar interesada.

Dejé mi tenedor, de repente en alerta máxima.

—¿Una asistente?

—Sí. Alguien que pueda ayudarme con la contabilidad general, la nómina, el


inventario. Ese tipo de cosas. Estaba pensando que podrías pasar unas veinte horas
a la semana con tareas de asistente y veinte horas detrás de la barra, lo que te daría
más noches libres para pasar con Micah.

Campanas de advertencia que eran más como sirenas ensordecedoras sonaron


en mi cabeza.

—¿Inventaste este puesto para ayudarme?

—No. —A diferencia de su habitual forma lánguida de hablar, la palabra fue


cortante—. Siempre tuve la intención de contratar a un asistente, pero quería esperar
unos meses para averiguar qué necesitaba.

Eso sonaba razonable.

—No tengo ninguna experiencia en contabilidad.

—¿Sabes cómo usar una computadora?

—Sí. 117
Obviamente.

—¿Puedes ingresar números en una hoja de cálculo?

—Sí.

—¿Puedes abrir el correo, archivar el papeleo y organizar la mierda?

—No veo por qué no.

Se encogió de hombros.

—Entonces, creo que estarás bien. Y estaré para responder preguntas.


Me quedé mirando al hombre frente a mí, deseando poder leer su mente.

—Si querías que te ayudara con la contabilidad, ¿por qué no me ofreciste ese
trabajo hace dos semanas?

—Trabajaremos en estrecha colaboración, ya has visto mi pequeña oficina, y


tenía que asegurarme de que nos lleváramos bien.

—¿Nos llevamos bien?

Solo estaba bromeando parcialmente. Parecía que le hice pasar a Wyatt más de
lo que era apropiado para una relación típica de empleado-empleador. Podría
terminar odiando el tiempo que pasa conmigo cerca.

—Sí.

Bueno, está bien, entonces.

—¿Por qué no Jill? Lleva más tiempo trabajando aquí.

Sacudió la cabeza hacia mí, claramente exasperado.

—¿Estás tratando de evitar que te promocione? ¿Es eso lo que está pasando aquí?

—Quiero asegurarme de que esto no sea una caridad disfrazada de una


promoción inmerecida.

—Jill prefiere ser camarera. Lo sé porque le pregunté si alguna vez estaría


interesada en el trabajo de oficina cuando la contraté. Ella dijo que no.

—Oh.
118
Wyatt apoyó ambos codos sobre la mesa, inclinándose hacia mí.

—Mira, Scarlett. Entiendo que eres terca. Lo has sido desde el día en que nos
conocimos. Pero este no es el momento adecuado para serlo. Te estoy ofreciendo
mejor paga y mejores horas, lo cual beneficiaría a Micah. No es caridad. Soy yo
queriendo pasar menos tiempo en esa oficina sin ventanas y más tiempo
experimentando la vida.

Lo estudié. Nada de lo que había dicho me hizo pensar que estaba mintiendo.
Necesitaba un asistente. ¿Me estaba ofreciendo el trabajo porque lo necesitaba más?
Probablemente. Pero ¿era esa una razón suficiente para rechazarlo? Improbable.

—¿Qué tal un período de prueba de dos semanas? —ofrecí—. Para asegurarme


de que puedo manejar todas las cosas de la contabilidad.
—Trato.

La palabra salió volando de su boca tan rápido que casi la pierdo.

—¿Puedo volver a trabajar ahora?

Beau todavía estaba detrás de la barra, pero sabía que su descanso se acercaba
pronto, y no quería que se lo perdiera.

—Por supuesto. Te enviaré por correo electrónico tu nuevo horario. Avísame si


es necesario ajustar algo.

—Está bien. —Me metí un último nacho en la boca antes de levantarme. Empecé
a alejarme, pero luego me volví para mirar a Wyatt—. Gracias.

Casi esperaba un comentario sarcástico. Algo como, así que sabes cómo ser
agradecida. Pero él simplemente asintió con la cabeza hacia mí, su expresión no
cambió.

Y volví a trabajar, decidiendo creer que todo lo que me había dicho era verdad.
Porque ya sea que constantemente desgastara mi independencia o no, Wyatt Ford
estaba mejorando mi vida, y la de Micah. ¿Y cómo podría no estar agradecida por
eso?

Cuando Brady apareció unos minutos más tarde, me encontré sonriéndole.

—Estaba empezando a pensar que no ibas a lograrlo esta noche. ¿Quieres una
Spotted Cow?

—No bebida para mí, gracias. Solo me detuve para preguntarte algo.

¿Una cita?
119
Me reprendí mentalmente por ir allí de inmediato. Ya me había dicho que me
estaba esperando. Y me había dejado claro, especialmente a mí misma, que las citas
no eran una opción para mí en este momento. Entonces, ¿por qué tenía que seguir
recordándome a mí misma?

—Oh, ¿sí?

Estaba bastante segura de que logré mantener mi tono indiferente.

—Un favor, en realidad.


Un favor. Me gusto el sonido de eso. Parecía que todo lo que había estado
haciendo últimamente era aceptarlos en lugar de darlos.

—Cualquier cosa.

Se sentó en el taburete frente a mí y se inclinó.

—Probablemente deberías esperar hasta que te diga qué es.

—Está bien, bueno, ahora estoy nerviosa.

—No lo estés. Uno de los padres que se suponía que iba a ayudar con la fiesta de
Halloween de la clase se retiró y estoy buscando un voluntario.

Esperé el remate, pero él simplemente me miró. Como si estuviera esperando


una respuesta mía.

Riendo, dije:

—No puedes referirte ¿a mí?

La idea era ridícula. Más que ridícula. Loca.

Brady no se rio conmigo.

—Por supuesto, me refiero a ti. ¿Por qué no iba a hacerlo?

—Porque ambos sabemos que a los otros padres no les agradaría descubrir que
‘la’ Scarlett Butler iba a pasar el día con sus preciosos, inocentes e impresionables
hijos.

Probablemente todos firmarían una petición. O organizar una sentada. O, 120


diablos, incluso podrían comenzar una maldita revuelta.

—Eso es ridículo. La gente no se preocupa por ti tanto como crees.

Tan pronto como las palabras salieron de su boca, sus ojos se abrieron y su boca
formó una “O” que era más un “oh, mierda”.

—Buena quemadura.

—No, no. —Sacudió la cabeza enfáticamente—. Eso no es lo que quise decir en


absoluto.

Arqueé las cejas, más divertida que nada. No podía esperar a escucharlo intentar
dar marcha atrás para salir de esto.
Se ajustó los lentes, claramente estancado mientras intentaba componer sus
pensamientos.

—Vi tu coche y tu apartamento. Entiendo que algunas personas en esta ciudad


están haciendo de tu vida un infierno. Pero creo que la mayoría de la gente está
demasiado absorta en su propia mierda como para preocuparse por la tuya. Y si les
importa, deben aprender a ocuparse de sus propios asuntos.

»No hay absolutamente ninguna razón por la que debas sentirte inadecuada para
ayudar con una función escolar. Sin mencionar que creo que te divertirías. Y a Micah
le encantaría tenerte allí.

Mi diversión se desvaneció. ¿Por qué siempre debía tener tanto sentido?


Probablemente era lo que menos me gustaba de él. Era demasiado racional.
Demasiado razonable.

—Tus genes consejeros se están mostrando de nuevo.

Su boca se torció, pero no sonrió.

—¿Eso significa que estás dispuesta?

—No lo sé. Creo que es una mala idea.

Cubrió su mano con la mía, como lo había hecho cuando intentaba convencerme
de que Carter no me odiaba. También había sonado completamente razonable
entonces, pero eso no significaba que tuviera razón. Y no significaba que tuviera
razón esta vez.

—Eres la mujer que subió al escenario y le demostró a todos los que estaban
aquí, y a todos los que vieron el video, que no tienes miedo. —Finalmente se permitió
sonreír—. Que no serás intimidada. Esta no es más que otra oportunidad para
121
demostrarles que eres más que el blanco de un chisme malicioso.

Podía sentirme cediendo antes de que quisiera admitirlo. Todo lo que había
dicho era verdad. No podía esperar que la gente de esta ciudad me respetara si no se
lo exigía. Había dado el primer paso en la noche de karaoke, pero tenía que seguir
avanzando. Tenía que seguir demostrando mi valía.

Era la única forma de hacer una vida real aquí con Micah.

—Joder, Brady. ¿Cómo haces eso? —Retirando mi mano de la suya, le di un


asentimiento—. Bien, lo haré. Pero si las cosas se van al infierno en una canasta de
mano, dejaré que tú cargues con la culpa.
—Trato. ¿Puedes estar allí a las diez?

—Tendré que consultar con Wyatt. Está trabajando en mi nuevo horario.

Los ojos de Brady se iluminaron.

—Oh, ¿entonces tomaste el puesto de asistente? Estoy contento.

—¿Te habló de eso?

—Bueno sí. Esperaba que estuvieras de acuerdo. Pensó que podrías ser terca a la
hora de aceptar.

Apenas reprimí mi bufido.

—No puedo imaginar por qué pensaría eso.

—Sí, yo tampoco.

—Supuse que estaba por encima del sarcasmo, Sr. Cooper —bromeé.

—No. —Se levantó—. Volveré y le diré a Wyatt que no estás disponible durante
el día del jueves. Ah, y los disfraces son recomendados, pero no obligatorios.

—¿En serio?

Faltaban dos días para Halloween. Eso solo me daba el día de mañana.

—Estoy seguro de que se te ocurrirá algo —dijo con un guiño mientras se alejaba.

Bueno, mierda.
122
¿Alguna vez te han seducido?

No, no me refiero a que un hombre te convenza para que te quites las bragas de encaje. Me
refiero a la seducción sincera. Los nueve metros completos.

Velas. Música. Champán. Palabras dulces. Suaves caricias. Promesas de para siempre.

Es un sentimiento embriagador estar en el extremo receptor de tal devoción. Y eso es lo que


tiene de peligroso. Te ciega a la verdad.

No es más que una mentira.

—Entonces, ¿en qué tipo de disfraz estás pensando? —preguntó Jill tan pronto
como la dejé entrar en mi apartamento a la mañana siguiente.

—Para eso estás aquí. No tengo ni idea.

Después de asegurarme de que Wyatt no necesitaba que comenzara mis tareas


de asistente hoy, le rogué a Jill que sacara su trasero de la cama temprano y me
ayudara a encontrar un disfraz. No tenía ideas y menos dinero extra.
123
—Está bien, echemos un vistazo a tu armario.

La llevé a mi habitación, tratando de no avergonzarme por mi falta... bueno, de


todo. Antes de hoy, Jill no sabía nada sobre mi situación financiera. Ahora, no había
forma de que pudiera perdérselo.

Miró a su alrededor, pareciendo concentrarse en las cajas que contenían la


mayoría de mis posesiones mundanas. Luego, sacó su celular de su bolso e inició una
llamada.

—Qué…
Ella levantó un dedo, diciéndome en silencio que esperara. Luego, dijo al
teléfono:

—Hola, abuela. —Pausa—. Sí, ya me he levantado. —Mirando en mi dirección,


puso los ojos en blanco—. No, no te llamo desde mi habitación. Estoy en el
apartamento de mi amiga. —Otra pausa—. Sí, tengo una amiga. De todos modos, la
razón por la que llamo. ¿Todavía tienes esos muebles de recámara en el ático?

Comencé a hacerle señas para que se detuviera, pero ella me ignoró.

—Está bien, asombroso. ¿Puedo tenerlo para mi amiga?

—Jill, no.

Me miró, pero siguió hablando con su abuela.

—Por supuesto. Encontraremos algunos hombres grandes y fuertes para


ayudarnos a moverlo. Y prometo que no rayaremos los marcos de las puertas. —
Otra pausa más—. Gracias, abuela. Hasta luego.

Cuando colgó, le devolví la mirada.

—¿Qué demonios fue eso?

—Esa fui yo consiguiéndote algunos muebles gratis.

—Estoy bien. No necesito...

Ella rio. En mi cara.

—Sí, lo haces. Y no es gran cosa. Esos muebles estuvieron en su habitación de


invitados durante los últimos veinte años antes de que me mudara y me hiciera cargo. 124
El estilo obviamente es anticuado, pero la calidad no es mala. —Sonriendo, agregó—
: ¿Y mencioné que es gratis?

Crucé mis brazos sobre mi pecho mientras la consideraba a ella y su oferta. ¿Qué
pasaba con la gente que quería ayudarme? En general, la amabilidad era una cualidad
admirable. Pero me hizo sentir patética. Como si no pudiera cuidar de mí misma.

Por supuesto, en este caso, no pude. Probablemente pasarían años antes de que
pudiera ahorrar suficiente dinero para comprar unos muebles de recamara, incluso
en una tienda de segunda mano.

¿Era realmente tan terca que no aceptaba muebles gratis que estaban
acumulando polvo en un ático?
No. Incluso yo no era tan terca.

—Está bien. Si estás segura de que tu abuela está de acuerdo con renunciar a
estos.

—Positivo.

Marcó un mensaje de texto en su teléfono, a su abuela, supuse, antes de guardar


el teléfono y caminar hacia mi armario.

—Hagamos esto. —Después de unos momentos de revisar mi ropa, se volvió


hacia mí con los ojos muy abiertos—. Mierda, mujer. Tu guardarropa es una locura.

—Lo sé.

No estaba diciendo eso para presumir, pero era prácticamente todo lo que me
sentía cómoda llevándome cuando me fui de mi apartamento en la ciudad. Durante
los cuatro años que estuvimos juntos, él había gastado decenas de miles en ropa, en
particular vestidos, para mí. Quería que me viera de cierta manera, y el gasto no era
un factor.

—Mmm. —Jill estudió vestido tras vestido—. Te encanta la música, ¿verdad?


¿Qué tal vestirse como un ícono musical?

—No creo que el vestido de carne de Lady Gaga sea muy halagador para mí.

Me lanzó una mirada divertida por encima del hombro.

—Eres graciosa. ¿Alguien te ha dicho eso alguna vez?

¿Honestamente?
125
—No.

—Bueno, te lo digo. —Volviendo su atención a mi armario, preguntó—: Además


de Gaga, ¿a quién consideras una inspiración?

Pensé en mi conversación con Wyatt sobre Dolly Parton y tuve la visión repentina
de mí rellenando mi sostén con papel de seda y pegándome en mis senos con cinta
adhesiva. No es que mis sujetadores hayan necesitado relleno alguna vez. Pero
considerando que el tamaño de mi busto era proporcional al resto de mí, necesitaría
ayuda para lograr ese look clásico de Dolly.

Sí, eso no iba a funcionar.


—No lo sé. Tantas. Nina Simone. Etta James. Billie Holiday. Ella Fitzgerald.

—¿Alguien de este siglo?

—Um... Alicia Keys, Lana Del Rey, Adele, Amy Winehouse...

—Ahora estamos llegando a alguna parte. —Se tomó su tiempo para


examinarme de la cabeza a los pies, luego comenzó a revisar mi ropa de nuevo.
Sacando un vestido negro con un modesto escote corazón de mi armario, se dio la
vuelta con expresión triunfante—. Lo tengo.

—¿Tienes qué, exactamente?

Todo lo que vi fue un sencillo vestido negro.

—Dime que conoces el video musical de Back to Black.

—¿Estás bromeando? Interpreté esa canción todo el tiempo en The Midnight


Room, y probablemente vi ese video cientos de veces cuando lo estaba
aprendiéndomela.

Ella se congeló.

—¿Discúlpame? ¿Trabajaste en The Midnight Room? ¿Como en el famoso club


de jazz?

Aquí vamos de nuevo.

—Sí.

La boca de Jill se abrió.


126
—Eres una super estrella. Quiero decir, eres increíble, obviamente, pero no tenía
ni idea. Ni idea.

—No es la gran cosa.

Cantar en el club había sido un privilegio, pero no era como si hubiera ganado
American Idol o actuado en el Carnegie Hall.

—Podemos debatir eso más tarde. Mientras tanto, imagínate como Amy
Winehouse en ese video. Este vestido y esos tacones. —Señaló un par de zapatos de
punta abierta negros que estaban en el suelo de mi armario—. Guantes negros.
Extensiones. Gran maquillaje de ojos. Te verías perfecta.
Podía imaginarme exactamente lo que ella tenía en mente y me encantó la idea.
Excepto...

—¿Estás segura de que es un disfraz apropiado para un grupo de estudiantes de


quinto grado?

—¿Por qué no lo sería así? —Sostuvo el vestido hacia mí—. Sin escote. La falda
llega hasta las rodillas. Y tal vez tengas la oportunidad de enseñar a algunos niños
solo en el mejor álbum de todos los tiempos.

Me reí de eso.

—Si estás segura.

—Lo estoy. Además, después de que saliste del trabajo anoche, hablé con Wyatt
sobre permitirnos usar disfraces mañana. Dijo que no le importaba, siempre que no
fueran ofensivos. Beau y yo seguramente nos vamos a disfrazar, y tú como Amy
Winehouse serías épica.

Pensé en lo que tendría que comprar: extensiones y guantes económicos. Eso era
todo. No sería más barato que eso.

—Está bien, estoy dentro.

Ella chilló.

—Estoy tan feliz. Te verás increíble.

—¿Estás preparada para ir a la tienda de segunda mano conmigo? ¿Y dónde crees


que podemos encontrar extensiones económicas?

—Sí, pero…
127
Un fuerte golpe sonó en mi puerta y Jill sonrió.

—Justo a tiempo.

La seguí a mi sala de estar.

—¿Quién llega a tiempo?

—Nuestro músculo —dijo, abriendo la puerta para revelar a Wyatt y… santa


mierda. Carter Hastings. En mi maldito apartamento. Mi pequeño apartamento de
dos habitaciones con su alfombra manchada y pintura descascarada y un persistente
olor a rancio.
Por la expresión de asombro en su rostro, tuve que asumir que no tenía idea de
que estaba parado afuera de mi apartamento. Eso se confirmó cuando se volvió hacia
su amigo.

—¿Por qué no me dijiste que la estábamos ayudando?

Wyatt le dio una mirada en blanco que fácilmente interpreté como, porque no
hubieras venido, idiota.

Jill ignoró la tensión y les sonrió a ambos.

—Hola, chicos. Gracias por aparecer con tan poca antelación. ¿Por qué no nos
siguen hasta la casa de la abuela? Bajaremos en un segundo.

Oh, Dios. A él es a quien le había enviado un mensaje de texto justo después de


convencerme de que aceptara los muebles gratis, a Wyatt.

Él asintió y se volvió. Noté que Carter estaba mirando el interior de mi tan


humilde morada, pero no hizo ningún comentario. En cambio, me dio una mirada
indescifrable antes de seguir a Wyatt.

Jill cerró la puerta sin dejar de sonreír.

—Coge tus llaves. Vamos.

—¿Qué diablos estabas pensando?

—Estaba pensando que Wyatt es un hombre grande y fuerte con una camioneta
grande y varonil. —Se mordió el labio inferior—. ¿Supongo que tú y Carter no son
exactamente mejores amigos?

—Vaya, ¿qué te haría pensar eso? ¿El hecho de que yo fuera la amante de su
128
cuñado? ¿O supusiste su odio solo por su mirada de muerte?

—Lo siento. No tenía idea de que Wyatt le pediría ayuda.

Ella tenía razón. No fue culpa suya. Todo esto dependía de nuestro jefe
entrometido. Sabía lo que Carter sentía por mí y lo había arrastrado hasta aquí de
todos modos.

—¿Qué es lo que quieres hacer? —preguntó Jill.

¿Qué puedo hacer? ¿Ser una perra total y rechazar su oferta de ayuda?
Ya había aprendido que no podía evitar a Carter Hastings. No tenía sentido
hacer de esto una cosa. Bueno, más de una cosa.

Agarré mis llaves y mi billetera.

—Vamos.

Tan pronto estuvimos en el auto de Jill, ella dijo:

—Quiero preguntarte algo, pero no quiero que te enojes.

—Has tenido un gran comienzo.

Me miró por el rabillo del ojo.

—Amante. ¿Qué significa eso exactamente?

Miré por la ventana, mi estado de ánimo se hundió aún más.

—No hablo de él.

—Está bien, así que no me hables de él. Cuéntame de ti. Cómo era tu vida.

¿Cómo fue mi vida? Fue una pregunta más difícil de lo que esperaba. Nunca
había hablado de esos años con nadie. Por supuesto, nadie se había molestado en
preguntar tampoco.

—Sobre todo, era solitaria. Tenía este apartamento increíble y un trabajo que
amaba, pero no tenía amigos. Y solo pude ver a Micah, mi hermano, los domingos.
Todas mis necesidades fueron atendidas, pero…

—Pero ¿qué? 129


—Viendo en retrospectiva, me pregunto si estaba viviendo. Era más como seguir
los movimientos. ¿Tiene sentido?

Giré la cabeza y la encontré mirándome. Afortunadamente, nos detuvimos en


uno de los pocos semáforos de la ciudad.

—Sí lo hace. Así me sentí antes de salir del armario. Sabía que mi familia iba a
enloquecer, así que seguí posponiéndolo. Y esos años... eran casi insignificantes,
¿sabes? Como, al no ser yo misma, no era nadie.

Una bocina sonó detrás de nosotros. Wyatt, por supuesto, y Jill volvió su
atención a la calle.
—Fue difícil al principio. Después de que salí. Pero mejoró. Estoy mucho más
feliz ahora de lo que nunca estuve en el armario.

Escuché la implicación en sus palabras. Las cosas también mejorarían para mí.

Era difícil de imaginarlo ahora mismo. Había varios mazos apilados en mi


contra. Y desconfiaba de cualquier rayo de luz al final del túnel. La esperanza era
peligrosa. No podría darle demasiada credibilidad. Tuve que protegerme.

Se detuvo frente a una casa azul de dos pisos y el alivio me inundó. Incluso esa
leve conversación sobre mi pasado me había puesto nerviosa.

Jill apagó el motor, pero no salió.

—Gracias por decirme eso. Sé que no te gusta hablar al respecto, pero si alguna
vez gustas, seré una buena oyente. Puedes confiar en mí.

—Lo sé.

Claramente, no era el mejor juez de carácter, pero cuando se trataba de Jill, creía
que mis instintos estaban en lo cierto. Quizás fue su apertura natural. O tal vez fue
porque sabía que ella también había pasado por algo que la cambió a ella y a la forma
en que la gente la veía. Ella era la única persona en mi vida que tenía alguna
esperanza de poder sentir empatía.

Sonrió antes de abrir la puerta y salir del auto. Me senté allí por unos segundos
más, preparándome para otro encuentro con Carter. Tenía que creer que se volverían
más fáciles. Eventualmente.

Jill nos condujo a la casa, tan pronto como cruzamos el umbral gritó:

—Abuela. Traje visitas.


130
Su abuela estaba sentada en una silla floral, viendo un programa matutino. En
el momento en que vi a la mujer, la reconocí.

—Hola, Scarlett. Escuché que estabas de vuelta en la ciudad.

Por supuesto que lo había hecho. Todos lo habían escuchado.

—Hola, señora Watson. Es bueno verla otra vez.

—¿Cómo se conocen? —preguntó Jill con curiosidad.

La Sra. Watson se puso de pie y caminó hacia nosotros.


—Ella solía vivir prácticamente en la biblioteca.

—¿De verdad? —Jill ni siquiera intentó ocultar su sorpresa—. Nunca lo hubiera


adivinado.

Ignorando la sugerencia de que yo no era del tipo de ratón de biblioteca, le


pregunté a la Sra. Watson:

—¿Todavía trabaja allí?

No la había visto las pocas veces que me detuve para sacar libros. Libros para
padres, en su mayoría.

—Me jubilé hace un par de años. Ahora, solo soy voluntaria unas pocas horas a
la semana.

—¿Cómo voy a encontrar lo que necesito?

Ella rio levemente.

—Estoy segura de que puedes arreglártelas. Siempre pensé que terminarías


dirigiendo el lugar.

Sentí las miradas de Jill, Wyatt y Carter clavadas en mí, pero las ignoré.

—Eso habría sido algo.

La biblioteca pública había sido mi lugar favorito mientras crecía. Había ido allí
por más que los libros; había sido mi escape. Sherilee nunca habría sido atrapada
muerta entrando en ese edificio. Y eso había sido una cosa más que me encantaba.

—¿Supongo que Scarlett es la amiga que mencionaste? —le preguntó la Sra. 131
Watson a su nieta.

—Sí. Conoces a Wyatt, por supuesto. Y él es…

—Carter Hastings —respondió la mujer mayor por ella—. Te ves igual que tu
padre a esa edad.

—Es un placer conocerla, señora —respondió Carter cortésmente.

Él obviamente no había necesitado ir a la biblioteca pública. Probablemente


había una privado que duplicaba su tamaño en la mansión de su familia.

—Tu padre organizaba una colecta de libros para niños cada diciembre. Ahora
que te has hecho cargo de la empresa, espero que continúes con la tradición.
—Absolutamente. —Sacó su celular del bolsillo—. Tomaré nota ahora mismo
para verificar el estado del evento de este año.

—Maravilloso. —Ella se volvió hacia mí—. Jill te acompañará hasta el ático.


Hay algunas otras piezas viejas ahí arriba. Elige de todo lo que encuentres.

—Gracias, señora Watson. Realmente lo aprecio.

—De nada, querida. Me alegro de que hayas vuelto a la ciudad. Tendrás que
venir a cenar pronto, para que podamos hablar de libros.

Mi corazón se hinchó con sus palabras. Hubiera esperado que ella se sintiera
decepcionada conmigo. O al menos distante. Pero era la misma bibliotecaria amada
de siempre que siempre había sido.

—Me encantaría eso.

Durante la siguiente hora, Wyatt, Carter, Jill y yo arrastramos una cama


individual, un tocador, dos mesitas de noche y un cofre que pensé que a Micah le
gustaría para sus juegos hasta la camioneta y luego hasta mi apartamento. Jill nos
obsequió a todos con historias al azar, cortando lo que podría haber sido una tensión
insoportable.

Una vez que todo estuvo en su lugar, sonrió.

—Esto en realidad parece un dormitorio ahora.

—Supongo que ahora ni siquiera tengo que pintar.

—Oh, no, definitivamente deberías pintar.

—Soy bastante hábil con la brocha —dijo Wyatt mientras se arrastraba detrás de 132
nosotras.

De acuerdo, tal vez no se había estado arrastrando intencionalmente. Pero era


tan malditamente sigiloso.

—Gracias, pero estoy segura de que puedo manejarlo.

—Estoy seguro de que puedes. No significa que tengas que hacerlo.

Lo ignoré, y sus ojos azules taladrándome, y dije:

—Gracias por tu ayuda hoy. Fuiste por encima y más allá. —Pasé junto a él para
mirar hacia la sala de estar. Vacía—. ¿Dónde está Carter?
—Está esperando afuera.

Bueno. Eso me dio la oportunidad de enfrentarme a Wyatt.

—¿Por qué diablos lo arrastraste a esto?

—Porque era la única persona que conocía que estaba disponible esta mañana.

—¿Y?

Porque esa no era una razón suficientemente buena.

—Y lo va a superar. Solo necesita pasar más tiempo contigo.

Negué con la cabeza.

—Estás pidiendo lo imposible.

—No estoy de acuerdo.

Sabiendo que no tenía sentido seguir discutiendo, atravesé el apartamento y abrí


la puerta principal. Carter estaba al otro lado de la puerta, mirando hacia el
estacionamiento. No había mucha vista, así que no tenía idea de qué había llamado
su atención.

—Finalmente. —Se dio la vuelta, obviamente esperando a Wyatt—. Oh, hola.

—Hola. Quería agradecerte por toda tu ayuda hoy.

Me miró fijamente y se sintió como si estuviera viendo a través de mí. No fue un


ceño fruncido; fue una evaluación. Y no estaba segura de que fuera mejor que la
mirada de la muerte. 133
—De nada.

Luego, bajó rápidamente las escaleras hasta la camioneta de Wyatt.

¿Eso contaba como una tregua?

Me reí de mí misma ante el pensamiento.

Ni siquiera cerca.
Antes de él, nunca había tenido novio. ¿Puedes creerlo?

Tenía amigos, y había algunos con los que coqueteaba de vez en cuando. Pero, a fin de
cuentas, los chicos no estaban interesados en la versión adolescente de mí, los hombres sí.

Y, sí, ahora siento que me lo perdí. Nunca podré recordar con cariño a mi primer novio
con sus hoyuelos y su cabello desgreñado. O liarnos en el asiento trasero de un Mustang
destartalado. O burlarnos de nuestras terribles fotos de graduación.

Porque todos mis primeros importantes fueron con él.

La última vez que entré en la Primaria Hastings, estaba preocupada por Micah.
Esta vez, estaba preocupada por mí.

Honestamente, no estaba segura de por qué dejé que Brady me convenciera de


interpretar a un padre normal e interesado por el día. Estaba interesada en Micah.
Pero no era normal y ni siquiera era padre. Realmente no.

No había pasado tiempo con otros niños desde que Micah era pequeño. ¿Y si no
les agradaba? O, ¿qué pasa si no supiera cómo hablar con ellos? Fue fácil con mi 134
hermano porque siempre habíamos sido cercanos. Otros niños de su edad eran una
historia completamente diferente. Demonios, posiblemente eran una historia
diferente escrita en otro idioma.

Exactamente a las diez en punto, me detuve fuera del salón del “Sr. Cooper” y
me asomé al interior. Estaba vacío.

Volví a comprobar el nombre de la puerta. Este era definitivamente el lugar


correcto. Revisé la hora en mi teléfono. Y el momento correcto.

Entonces, ¿dónde estaban todos?

—Justo a tiempo.
Me volví para encontrar a Brady caminando por el pasillo hacia mí, su sonrisa
tranquila. Llevaba una camisa blanca abotonada, pantalones marrones y corbata
marrón, y tres círculos pegados en su pecho.

—Eres Jim el Tres Agujeros por Puñetazo —dije riendo. Probablemente era el
disfraz más simple posible, pero me encantó. El Sr. Cooper claramente tenía sentido
del humor.

—Lo entendiste. Debes ser fanática de The Office.

—¿Quién no lo es?

—Solo monstruos, obviamente.

—Obviamente.

Me examinó de la cabeza a los pies, lentamente. Muy, muy lentamente. Aunque


me había complacido cómo quedó mi disfraz, especialmente después de que Jill de
alguna manera se las arreglara para encontrar tatuajes temporales y tinte blanco en
aerosol para el cabello, la forma en que me miró me hizo sentir cohibida.

—Vaya, Scarlett. Te ves increíble.

—Excepto que no tienes idea de quién se supone que soy, ¿verdad?

No es que esperaba que lo hiciera. Pero me habría hecho sentir menos incómoda
con mi atuendo.

—¿Qué? —Sus ojos marrones brillaban detrás de sus lentes—. ¿Crees que no soy
lo suficientemente genial como para conocer a Amy Winehouse cuando la veo?

—Me quedo corregida. Eres el maestro más genial de la escuela.


135
—Eso espero. —Se deslizó por la puerta y me hizo un gesto para que lo
siguiera—. Déjame mostrarte el lugar.

—¿Dónde está todo el mundo?

—Los niños están en la música hasta las diez y media, así que tenemos unos
minutos antes de que sobrevenga el caos.

—¿Y los otros padres?

Me sonrió mientras tomaba una taza blanca de su escritorio y tomaba un sorbo,


luciendo aún más como Jim de The Office.
—Podría haberte pedido que vinieras un poco antes, así que tendría unos
minutos a solas contigo.

—Vaya, señor Cooper. Qué escandaloso de su parte.

Se sentó en el borde de su escritorio, sus largas piernas estiradas ante él, luciendo
demasiado sexy para las palabras. ¿Dónde estaban los profesores como él cuando yo
estaba en la escuela? Algunos niños tuvieron toda la suerte.

—Simplemente iba a darte un gran recorrido, pero si quieres ponerte


escandalosa, estoy listo.

Le negué con la cabeza y finalmente vi su salón de clases. Había hecho todo lo


posible por Halloween. La puerta del armario estaba envuelta como una momia, las
calabazas cubrían casi todas las superficies disponibles y los murciélagos de papel
colgaban del techo. Sin mencionar todos los carteles con material educativo con
temas de Halloween y telas de araña meticulosamente envueltas en cada escritorio.

—Buen trabajo con las decoraciones.

—Gracias. Lo intento.

Se puso de pie y se acercó a un largo mostrador, donde se alineaban veinte


calabazas en miniatura. Junto a ellos había bolígrafos de pintura, marcadores,
pegamento, brillantina, ojos saltones y otros materiales para manualidades.

—Aquí está la artesanía que haremos tan pronto como regresen los niños.
Pueden decorarlos como quieran, dentro de lo razonable.

—¿Qué tengo que hacer?

—Cuida de ellos. Ayuda si alguien te lo pide. Nada mayor.


136
—Bien.

Eso sonaba bastante simple.

—Después de eso, haremos una hoja de trabajo de matemáticas y un Mad Libs1


de Halloween. Y luego viene la verdadera fiesta: el intercambio de golosinas, que es
una excusa para que los niños se den un atracón de comida chatarra. Antes de que
vayan a pedir dulces esta noche y hagan más de lo mismo.

1
Mad Libs es un juego de palabras de plantilla de frases que consiste en un jugador que pide a otros
una lista de palabras para sustituir los espacios en blanco en una historia antes de leer en voz alta.
—Toc, toc —llamó la voz de una mujer detrás de nosotros.

Brady antes de volverse y darle la bienvenida al recién llegado, susurró:

—Aquí vamos.

Las cosas se pusieron bastante caóticas a partir de ese momento. Las otras dos
mujeres que ayudaron con la fiesta se habían saludado cortésmente frente a Brady
antes de buscar inmediatamente algo que hacer al otro lado de la habitación.

Entonces, aparecieron los niños, hablando a un kilómetro por minuto como si


ya se hubieran comido una bolsa entera de dulces. Saludé a Micah pero no me
acerqué a él de inmediato, insegura de cómo se sentía por mí estando aquí. Dijo que
era “genial” cuando se lo conté ayer por la mañana. Pero eso no significaba que
quisiera que hablara con él frente a sus amigos.

Escaneé la habitación, observando los diferentes disfraces. Algunos fueron más


instantáneamente reconocibles que otros. Vi un Vaquero de Dallas, una bruja, una
Mujer Maravilla y un Harry Potter. Pero no vi a nadie que se viera mejor que Micah
como Miles de Spiderman: Into the Spider-Verse. Había estado tan emocionado con la
idea que no escatimé en gastos y encargué el disfraz en una tienda especializada en
línea. Hubo momentos en que me negué a ser frugal, y asegurarme de que mi
hermano disfrutara Halloween tanto como los otros niños era uno de ellos.

Ver a Brady tranquilizar a los niños e instruirlos sobre su proyecto de calabaza


fue como observar la magia de primera mano. Sus alumnos claramente lo adoraban
y parecía saber exactamente qué decir para llamar su atención. Él también tenía ese
don cuando hablaba conmigo, así que no debería haberme sorprendido.

Una vez que empezaron con sus calabazas, deambulé por los pupitres más
cercanos a mí, ofreciendo ayuda a cualquiera que pareciera estar luchando. Ayudé a 137
una niña con la purpurina para su calabaza princesa. Ayudé a un niño a encontrar el
color correcto de marcador azul para su secuaz. Y traté de ofrecer palabras de aliento
a los demás, incluso cuando no podía decir cuáles se suponía que eran sus diseños.

Con el paso del tiempo, comencé a relajarme un poco. Las otras mujeres se
mantenían en su lado de la habitación, y los niños no parecían estar particularmente
molestos por mi presencia, de una forma u otra.

Decidiendo que finalmente era hora de hablar con Micah, me acerqué a su


pupitre y lo vi dibujar una araña que se parecía a la de su disfraz.

—Eso se ve genial.

Inclinó la cabeza para mirarme.


—Gracias. —Mirándome, arrugó la cara—. ¿Quién se supone que eres?

—Amy Winehouse de su video Back to Black.

Me dio una mirada en blanco, obviamente sin seguir nada de eso.

—Eres muy extraña.

Como seguía recordándome. Pero sabía que los estudiantes no entenderían el


disfraz. No es que pueda culparlos. ¿Los niños de estos días incluso veían videos
musicales?

—Entonces, ¿puedo hablar contigo frente a tus amigos? —pregunté en voz


baja—. ¿O debería fingir que no te conozco?

Me puso los ojos en blanco.

—Ya le dije a la gente que vendrías.

—¿Lo hiciste?

Considerando mi papel involuntario en su pelea hace un par de semanas, asumí


que él querría mantener mi presencia lo más silenciosa posible.

Mientras esperaba a que los estudiantes regresaran de la clase de música, escaneé


la habitación en busca de pupitres con una placa con el nombre de “Adam”. Solo
había uno, y el niño que actualmente estaba sentado en ese escritorio vestía un disfraz
de Pennywise. Tenía que ser el pequeño idiota que había repetido las viles palabras
de su padre.

Lógicamente, sabía que era más culpa del padre que del hijo. Pero, aun así, lo
estaba vigilando. Se vería un poco malvado incluso sin el disfraz espeluznante. 138
Micah se encogió de hombros.

—La gente lo habría descubierto de todos modos. Eres demasiado joven para ser
mamá.

¿Una mamá en general? No. ¿La mamá de un niño de quinto grado?


Definitivamente.

—Está bien. Supongo que no tengo que ocultar lo mucho que te amo, entonces.
¿Qué tal un abrazo?

—Scar —susurró-gritó—. No me avergüences.


—Bien, bien. —Levanté las manos en señal de rendición—. Sin abrazos.

El sonido de risitas infantiles me llegó y miré a mi alrededor. Dos chicas estaban


acurrucadas juntas, hablando detrás de sus manos y riendo. Seguían mirando a una
chica sentada cerca, que estaba encorvada sobre su escritorio, como si estuviera
tratando de desaparecer.

Como todo esto estaba sucediendo en el otro lado de la habitación, busqué a las
mamás y las encontré de pie en la esquina, sus caras animadas me hacían pensar que
estaban chismorreando.

Consideré ir a Brady, pero él estaba ayudando a uno de sus estudiantes a crear


un esqueleto y no quería interrumpir. Además, si lo que sospechaba que estaba
pasando realmente estaba sucediendo, no quería llamar más la atención sobre la
chica.

Entonces, encontré una silla vacía y la dejé junto a su pupitre.

—Parece que podrías necesitar ayuda.

Aunque había reunido suministros, ni siquiera había comenzado a trabajar en su


calabaza.

La chica, cuyo nombre en la placa decía “Jessica”, me miró con los ojos llorosos
y las mejillas teñidas de un profundo carmesí. Llevaba un hermoso disfraz de Elsa, y
su cabello naturalmente rubio estaba recogido sobre su hombro en una trenza
perfecta.

Aunque no sabía exactamente lo que habían dicho las chicas malas, no era difícil
de imaginar. El vestido estaba ceñido sobre el estómago redondo de Jessica,
recordándome cómo la mayoría de los vestidos me quedaban a esa edad. Quería 139
mirar a las chicas que obviamente se habían estado burlando de ella, pero decidí no
darles el beneficio de ser reconocidas.

En cambio, me concentré en la chica triste frente a mí.

—Elsa es uno de mis personajes favoritos de Disney.

—El mío también —dijo entre sollozos.

—No solo porque puede crear un castillo de hielo o porque canta una canción
tan increíble. Me gusta Elsa porque sacrificó su propia felicidad durante años. Se
encerró en su habitación para proteger a su hermana y a todos los que la rodeaban.
Eso es todo un sacrificio. Ella debe haberse sentido sola.
Jessica asintió con los ojos muy abiertos.

—Probablemente lloró mucho.

—Apuesto a que lo hizo. —Le di una suave sonrisa—. Pero, finalmente, Elsa se
enteró de que no podía aislarse del mundo. Ella no podía esconderse. Estaba mejor,
todo el reino estaba mejor, cuando se dio cuenta de que estaba bien ser ella misma.

Podía ver las ruedas girando en su cabeza, pero decidí detenerme allí. Mi
pequeño discurso puede haber ayudado o no, pero al menos la distrajo.

—¿Qué opinas de una calabaza Olaf? —sugerí, refiriéndome al adorable muñeco


de nieve de Frozen.

Ella asintió enfáticamente.

—Amo a Olaf.

—Bien. Déjame ver si puedo encontrar algunos suministros.

Al acercarme a la mesa de suministros, reuní pintura blanca, un marcador negro


y naranja y tres bolas de algodón.

Las dejé sobre el escritorio de Jessica y señalé una de las bolas de algodón.

—¿Para su nariz? —Luego, señalé los otros dos—. Y, para sus pies.

Ella se rio.

—Bien.

Las siguientes horas pasaron volando mientras pasábamos de una actividad a la 140
siguiente. Sorprendentemente, Micah me pidió que lo ayudara a repartir sus
golosinas, momias de bolas de pastel caseras que hice anoche después del trabajo, y
me di cuenta de que estaba orgulloso cuando la mayoría de los otros estudiantes
gritaron y aullaron por ellos.

Para cuando finalmente terminó la fiesta, estaba más que lista para ir a casa y
relajarme un par de horas antes de que comenzara mi turno. Cogí mi bolso de la
esquina donde la había escondido y estaba buscando mis llaves cuando una de las
madres me detuvo. Su nombre era Cara, si no recuerdo mal.

—Hola, Scarlett. Quería decirte que escuché lo que le dijiste a Jessica y pensé
que fue muy amable de tu parte.

—Parecía que necesitaba un poco de ánimo.


—Bueno, definitivamente funcionó. —Miró al otro lado de la habitación, donde
Jessica sonreía mientras charlaba con uno de sus compañeros de clase—. Es una niña
dulce, pero lo ha pasado mal últimamente. Son solo ella y su padre, y sé que él está
luchando.

—Siento escuchar eso.

—De todas formas. —Cara me sonrió y, por lo que pude ver, fue genuino—. Mi
hijo, Evan —dijo, señalando al chico con el disfraz de Harry Potter—, y Micah son
amigos, y él me ha estado molestando por invitar a Micah. Pensé que tal vez
podríamos intercambiar números para programar una cita de juegos o una fiesta de
pijamas pronto.

La miré, estupefacta. ¿Era posible que ella no supiera de mí? ¿O simplemente


estaba más interesada en la felicidad de su hijo que en mi vida personal? Esperaba
que fuera lo último. Odiaría que ella cambiara de opinión acerca de fomentar la
amistad después de que Micah ya estuviera comprometido.

—Tendré que hablar con Micah, pero seguro. Eso suena genial.

Cogí mi celular e ingresé el número que me dio antes de enviarle un mensaje de


texto rápidamente para que tuviera el mío.

—Gracias. Estaré en contacto pronto.

Y con eso, se alejó, sin haber dicho nada remotamente ofensivo o grosero. ¿Era
posible que no les hubiera dado suficiente crédito a los residentes de Hastings?

Quizás a la mayoría de la gente no le importaba una mierda mi relación pasada


con él. Quizás tenían otras cosas de las que preocuparse. Cosas que no incluían a la
ex amante de uno de los hombres más influyentes de la zona. 141
Quizás.
Mi papá me dio el mejor regalo que he recibido: su amor por la música.

No recuerdo mucho de él, pero todos mis recuerdos más vibrantes tienen que ver con el jazz.
Nuestra casa parecía estar siempre llena de eso.

Papá reproducía sus discos favoritos una y otra vez, y mi joven mente los absorbía como
una esponja.

Dejé que me quitara mucho, pero nunca dejaré que manche mi amor por la música.
Siempre será parte de mí. Quizás la parte más importante.

—No.

Ante el comentario aleatorio de Jill, le di una mirada de ¿de qué diablos estás
hablando? Pero no me molesté en responder.

—No, no puedes lucir tan sexy y tan triste al mismo tiempo. No está bien.

—No me veo triste.

Ella bajó la boca y frunció el ceño exageradamente, aparentemente imitándome.


142
—Sí, lo haces. Entonces, confiesa. ¿Pasó algo en la escuela hoy?

—Sorprendentemente, no. Eso salió bien.

No pudo ocultar completamente su sorpresa.

—Increíble. Entonces, ¿qué te tiene tan deprimida?

¿Decirle o no decirle? La parte de mí que estaba acostumbrada a manejar todo


sin compartir la carga se resistió a la idea de derramar mis entrañas. Pero durante mi
corta amistad con Jill, experimenté su tenacidad de primera mano en numerosas
ocasiones. Realmente no tenía ningún sentido guardármelo para mí.
—Se suponía que Martha, la niñera de Micah, lo llevaría a pedir dulces esta
noche. Pero su rodilla enferma está mal y no puede ir.

—¿No hay nadie más?

—Nadie.

Incluso llamé a Cara para ver si había alguna forma de que Micah pudiera ir con
Evan, pero se habían ido a la casa de sus padres en Dallas justo después de la escuela.
Aparentemente, sus padres vivían en uno de esos vecindarios que repartían los
“buenos” dulces, por lo que generalmente iban allí en lugar de quedarse en Hastings.

—¿Ni siquiera tu mamá? —preguntó Jill vacilante.

No le había dicho nada sobre Sherilee, pero probablemente había escuchado


cosas. Sobre todo porque sabía a ciencia cierta que su abuela no era fanática de mi
madre. No mucha gente lo era.

—Esa no es una opción.

Por mucho que odiara decepcionar a Micah, no podía arriesgarme a invitar a


Sherilee a su vida mientras ella me guardaba un rencor del tamaño de Texas. ¿Quién
sabía qué trucos sacaría de su manga? Porque seguro que ella no tendría golosinas.

—Bien. —Ella miró alrededor de la habitación—. Entonces, ¿por qué no le pides


al jefe una hora libre y te lo llevas tú misma?

—No. De ninguna manera.

—¿Por qué no? Estoy segura de que Wyatt estaría de acuerdo.

—¿De acuerdo con qué? —preguntó el hombre en cuestión cuando, una vez más, 143
apareció de la nada.

Sus ojos se deslizaron sobre mí, bebiendo al verme con mi disfraz, pero no hizo
ningún comentario.

—Nada —respondí rápidamente.

Él ya hizo todo lo posible para acomodarme regularmente. No iba a pedir este


tipo de favor. De ninguna manera.

Jill le explicó mi situación y él comenzó a asentir antes de que ella hubiera


terminado.

—Por supuesto. ¿Será suficiente una hora?


Con un guiño de complicidad, Jill se alejó, dejándome a solas con nuestro jefe.

—No, Wyatt. No voy a dejar el trabajo por una razón que no sea de emergencia.
Puedo llevarlo a algunas casas durante mi descanso.

—Scarlett...

Escuché el tono que estaba llegando a conocer bien. Iba a soltar una mierda sobre
que no era gran cosa. Y que era lo mejor para Micah. Pero esta vez no iba a funcionar.

—No. No me iré hasta mi descanso, e incluso entonces, solo durante mis treinta
minutos designados. Fin de la historia.

—Bien.

¿En serio? Eso fue fácil.

Sacó las llaves del bolsillo.

—Entonces yo llevaré a Micah a pedir dulces.

Espera, ¿qué?

—Wyatt, no puedes...

—¿Por qué no? —replicó—. Aquí no hay mucha gente y no tengo nada que
hacer.

Tenía razón sobre la parte de no estar ocupado. Aparentemente, la mayoría de


la gente tenía mejores cosas que hacer en Halloween. Pero aún...

—¿Está seguro? 144


Él asintió.

—Será divertido. ¿Le harás saber a Martha que estoy en camino?

—¿Adónde vas? —preguntó Brady mientras aparecía detrás de Wyatt.

Estaba tan distraída que ni siquiera lo había notado llegar. Esa fue la primera
vez.

Y junto a él estaba... Carter. Por supuesto.

—Voy a llevar a Micah a pedir dulces. ¿Quieren venir?


La pregunta estaba dirigida a ambos hombres, pero solo Brady respondió.

—Demonios, sí. Vamos. —Él me miró—. ¿No vienes, Scarlett?

Hice un gesto hacia la barra frente a mí.

—Estoy trabajando.

Brady abrió la boca, pero Wyatt negó con la cabeza a su amigo.

—No preguntes.

—Bien. ¿Crees que a Micah le importará? —me preguntó en su lugar—. ¿Que su


maestro lo acompañe en su noche divertida?

Pensé en la pregunta antes de responder. Micah solo había tenido cosas buenas
que decir sobre el Sr. Cooper. Probablemente estaría encantado de pasar tiempo con
él fuera de la escuela.

—No, no le importará.

—Genial. Entonces vamos. —Envió una mirada interrogante hacia Carter—.


¿Vienes?

El otro hombre negó con la cabeza y no supe si sentirme aliviada o no. Que
aparecieran los tres hombres, especialmente cuando Micah nunca había conocido a
uno de ellos, podría ser abrumador para mi hermano. Y no estaba del todo segura de
poder confiar en que Carter no sería un idiota con él.

Aun así, si Carter no se iba, eso significaba que se quedaría en el bar. Y me vería
obligada a soportar su presencia engreída y cabreada.
145
Encantador.

Tan pronto como le envié un mensaje de texto a Martha para hacerle saber que
Wyatt y Brady estaban en camino, pegué una sonrisa agradable en mi rostro y me
volví hacia Carter. Se había sentado en la barra y me miraba con una expresión
inescrutable. Quizás estaba tratando de averiguar mi disfraz.

—¿Whiskey puro? —pregunté.

—No, tomaré una cerveza esta noche. A elección de la cantinera.

Como nunca había bebido ni una gota de alcohol, no estaba segura de cómo se
suponía que debía elegir algo que él disfrutaría. Entonces, seleccioné una que había
visto beber a Wyatt varias veces, con la esperanza de que fuera lo suficientemente
buena.

Bebió un largo trago de la botella sin hacer comentarios y siguió mirándome.


Fue desconcertante, por decir lo mínimo, pero no había mucho que pudiera hacer al
respecto. Mi trabajo consistía en estar detrás de esta barra, y si Carter Hastings optaba
por pasar la noche observándome, era su prerrogativa hacerlo.

Eso no significaba que no esperaba que se aburriera en ningún momento.

O salir corriendo. Él era bueno en eso.

—¿Cuánto se necesitaría?

Me quedé mirando a Carter, confundida. ¿Me había perdido la primera parte de


la pregunta?

—¿Disculpa?

Tomó otro trago de su cerveza antes de decir casualmente:

—¿Cuánto dinero se necesitaría para que te fueras de la ciudad y nunca


regresaras? Di tu precio.

Mis pensamientos se volvieron confusos mientras intentaba procesar su


pregunta. ¿Me estaba ofreciendo en serio un cheque en blanco para dejar Hastings?

¿Y por qué no iba a hacerlo? Le oí llamarme “puta” a Wyatt esa noche detrás de
la barra. Obviamente, pensó que yo era el tipo de mujer a la que se podía comprar.

Resistí la tentación de decirle que se jodiera mientras mi enojo daba paso a una
confusa mezcla de conmoción y dolor. ¿Me odiaba tanto que estaba dispuesto a 146
pagarme para que me fuera? ¿Solo para que no tuviera que seguir encontrándose
conmigo?

No debería doler. No debería importarme un carajo lo que Carter pensara de mí.

Pero por alguna razón inexplicable, me importaba un carajo.

—¿Por qué?

La palabra salió estrangulada, pero ni siquiera me importó. Quería escuchar su


razonamiento.
Se llevó la cerveza a los labios y, esta vez, bebió hasta tomarse lo que quedaba.
Después de golpear la botella contra la barra, su expresión se transformó en el ceño
fruncido que solía darme.

—Porque mi hermana quiere mudarse a casa y no quiero que estés aquí cuando
ella lo haga.

Mi estómago cayó hasta el suelo. ¿Caroline se mudaría de regreso a Hastings?


Aunque había asumido que la visitaría por vacaciones y eventos familiares, no había
vivido aquí desde que se fue a la universidad hace más de una década.

¿Eso significaba que se iba a divorciar?

¿O…?

Mis rodillas se debilitaron y tuve que agarrarme del borde de la barra para
estabilizarme.

¿O eso significa que él también se mudará aquí? Me pregunté, finalmente


permitiéndome completar la pregunta mental.

—¿Scarlett?

Había algo en la voz de Carter que no podía definir del todo. No fue una
preocupación; no puede ser eso. Pero bordeaba algo más suave que el desdén.

Me obligué a mirarlo y sus ojos verdes ya no me miraban. Pero no estaban menos


atentos, y deseé que encontrara algo, cualquier cosa, más para mirar.

—No puedo mudarme. Es una estipulación en mi orden de custodia.

—Y, ¿qué? Las órdenes de custodia se pueden modificar.


147
—No sin dinero.

Algo que no tenía. Debería darse cuenta de eso, había visto mi patético
apartamento.

—Yo lo pagaré.

Sí. Eso ya lo había escuchado antes.

—Carter…

—Scarlett...
Hablamos al mismo tiempo, así que cerré la boca, dándole la oportunidad de
hablar. De todos modos, no era como si supiera qué decir.

Se inclinó hacia adelante, pareciendo abandonar su comportamiento


típicamente arrogante para ir a suplicar.

—Sé que he sido un idiota contigo y no tienes ninguna razón para querer
ayudarme. Pero esto no es por mí. Es por Caroline. —Hizo girar la botella de cerveza
en sus manos—. Estoy preocupado por ella.

Las palabras de Carter hicieron que mi estómago se llenara de ácido. Aunque


escribí cartas dirigidas a ella, no me permití pensar realmente en Caroline con tanta
frecuencia. Porque cuando recordé haberla visto con él en ese restaurante, comencé
a odiarme de nuevo.

¿Cómo me había permitido creerle a él cuando juró que su matrimonio era una
farsa? Tal vez podría perdonar a mi yo de diecisiete años por aceptar sus mentiras,
pero las había aceptado durante cuatro años. No había excusa.

—Lo siento —dije finalmente—. Quizás algún día, pero ahora mismo, no hay
forma de que pueda irme. Es imposible.

—Realmente no lo es.

No entendía. Se trataba de algo más que una orden judicial. Micah no merecía
que le desarraigaran la vida por mis errores. Eso no era justo para él.

—Sí…

Carter levantó una mano, deteniendo lo que iba a decir.

—Por favor piénsalo. Sé que estoy pidiendo mucho, pero ¿no crees que serías
148
más feliz si pudieras empezar de nuevo en otro lugar?

Yo solía pensar que sí. Era todo lo que quería.

Pero, sin siquiera darme cuenta, había comenzado a ver las cosas de manera
diferente durante las últimas semanas. Wyatt, Brady y Jill estaban ahora en mi vida.
La Sra. Watson me había invitado a cenar para hablar sobre libros. Evan quería
invitar a Micah a una fiesta de pijamas.

¿Huir era lo correcto, incluso si era una opción?

Ya no estaba tan segura.


—¿Cuándo planea mudarse?

—No por un par de meses. —Debió haber confundido la pregunta con una
capitulación, porque sus ojos brillaban con esperanza—. Pero tendríamos que
empezar de inmediato si vamos a cambiar la orden de custodia.

—Voy a pensar en ello. —Era lo mínimo que podía hacer—. Pero tengo que
hacer lo mejor para Micah. Él es mi prioridad.

—Y Caroline es la mía. —Carter se puso de pie y colocó un billete de veinte


dólares en el frasco de propinas—. Entonces, debes entender por qué no voy a dejar
pasar esto.

—¿Wyatt y Brady saben de esto?

No pude resistirme a preguntar. La idea de que pudieran haber animado a Carter


a ofrecerme dinero para irme me entristecía más de lo que quería admitir.

—No. Estarían enojados, así que agradecería que no se los mencionaras.

—No lo haré.

No tenía ningún interés en aumentar la tensión en su relación con sus dos


mejores amigos… más de lo que ya lo había hecho.

Él asintió con la cabeza, luego se volvió y se dirigió hacia la puerta. Algunas


personas lo llamaron, y vi como su comportamiento cambiaba por completo
mientras se detenía a saludar. Como Cenicienta transformándose cuando el reloj dio
la medianoche, tan pronto como él estuvo fuera de mi presencia, Carter volvió a ser
amigable y confiado. Quería que todos lo amaran. Todos menos yo.

—Eso se veía intenso —dijo Jill, reapareciendo finalmente.


149
—Gracias por apoyarme —respondí cortante.

¿No podría haber aparecido dos minutos antes?

—Ustedes dos necesitan resolver las cosas.

Ahora, ella sonaba como Wyatt.

—Eso nunca va a suceder.

Me hizo un gesto con el dedo.

—Nunca digas nunca.


—Diré nunca si quiero.

—Bien, bien. —Ella comenzó a retroceder—. Vine a pedirte un favor, pero como
estás de mal humor, volveré más tarde.

—¿Qué es? —dije cortante. De acuerdo, sí, estaba un poco más de mal humor.
Suavizando mi voz, dije—: Lo siento. ¿Que necesitas?

—No es tanto lo que necesito sino lo que quiero.

—Está bien, ¿y qué es?

Sus ojos de gato, que eran más dramáticos esta noche, ya que estaba vestida de
gato negro, se agrandaron de esperanza.

—Quiero que interpretes Back to Black y algunas otras canciones, si quieres,


después de que Beau llegue aquí. Le pregunté a Wyatt —agregó rápidamente—, y él
pensó que era una gran idea. El equipo de sonido ya está configurado. Todo lo que
tienes que hacer es subir y cantar.

Sorprendentemente, no odié la idea. Durante los últimos años, me había


entrenado para liberar mis emociones actuando. Era la única vez que me sentí
realmente segura al hacerlo. Y, después de mi conversación con Carter, tenía todo
tipo de emociones reprimidas que clamaban por salir.

Eché un vistazo alrededor de la barra. Aunque los clientes llegaban poco a poco,
no había tanta gente como la noche de karaoke. Lo cual fue algo bueno, en lo que a
mí respecta. Menos gente significaba menos presión.

—Está bien.

—¿Está bien? —repitió Jill como un loro, pareciendo no creerme.


150
—Sí, está bien. Pero solo Back to Black y tal vez otra canción. Esta gente vino
aquí esta noche para relajarse, no para escucharme cantar.

—Puedes decir eso de nuevo —gruñó Bianca mientras pasaba por la barra de
camino a la cocina.

Pensé que la camarera eventualmente me dejaría por la paz, pero mi bola de la


suerte interna me decía que las probabilidades no eran tan buenas. En todo caso, era una
prueba de que ciertas personas nunca me iban a aceptar. Si todas esas personas eran
como la Bianca mimada, no me importaba especialmente.
Jill puso los ojos en blanco ante la espalda de la otra mujer, pero permaneció en
el tema.

—Está bien, dos canciones.

—Trato.

Mi camino hacia el escenario una hora después fue una experiencia


completamente diferente a la última vez. Estaba haciendo esto por mi propia
voluntad. Y estaba haciendo algo que amaba. Saber que Jill, Brady, Wyatt y Beau
estaban allí, apoyándome, tampoco me dolió.

Cuando las primeras notas de una de mis canciones favoritas sonaron por los
altavoces, fue como volver a casa.

El gerente de The Midnight Room había aceptado ocasionalmente solicitudes de


clientes importantes o famosos en mi nombre. Y no tuve ningún problema en cantar
lo que me pidieran.

Pero había una diferencia entre cantar y actuar. Para mí, actuar significaba
conocer tan bien una canción que era parte de mí. No tenía que pensar en las notas,
la letra o la sincronización, todo lo que hacía era sentir. Era tan natural como
respirar.

Y Back to Black era una de esas canciones para mí.

Mientras la letra salía de mí, permití que mis emociones hicieran lo mismo. Para
cuando canté la última palabra, ya no me aferraba a la ira, la confusión, el miedo o
el dolor que había causado mi conversación con Carter.

No estaba preocupada por él.


151
Estaba preparada para tomar un día a la vez y ver qué pasaba después.

Y me divertí muchísimo cantando Rehab mientras mi pequeña pero entusiasta


audiencia aplaudía y cantaba.
La noche de mi primera actuación, me trajo flores. Nunca había visto una docena de rosas
y mucho menos tenerlas en mis brazos.

Recuerdo que lo miré con asombro y pensé que nunca podría merecer la atención de un
hombre tan reflexivo y sofisticado.

Luego, presionó sus labios contra los míos y yo me quedé quieta.

—Eres mía, Scarlett.

Y todo cambió.

Carter no volvió a aparecer en el bar durante mis siguientes tres turnos, algo por
lo que estaba más que agradecida. Su súplica seguía sonando en mi cabeza. Esto no
es por mí. Es por Caroline. Estoy preocupado por ella.

Estaba bastante segura de que incluso había escuchado esas palabras en un sueño
temprano esta mañana.

La peor parte fue que quería decir que sí. No porque todavía deseara dejar
Hastings. Porque quería arreglar las cosas de la única forma que sabía. Irme no sería
152
suficiente, pero sería un comienzo.

Aun así, lo que le había dicho a Carter era la verdad: Micah era mi primera y
única prioridad. Y arrastrarlo a través de otra batalla judicial no era lo mejor para él.
Necesitaba estabilidad y eso significaba quedarse aquí.

Ahora, necesitaba descubrir cómo explicárselo a Carter. Cómo hacerle entender


que lastimar a Caroline, más de lo que ya lo había hecho, era lo último que quería.

—¿Scarlett?

Levanté la vista de la computadora en la oficina del bar y encontré a Wyatt


mirándome desde la puerta. ¿Cuánto tiempo había estado sentada aquí, dejando que
mi mente divagara? Su expresión me dijo que probablemente era más largo de lo que
era aceptable.

—Hola.

—Necesito que vayas a la carpeta denominada ‘entretenimiento’ y leas esos


correos electrónicos.

Al encontrar la carpeta, lo miré.

—Pero ya los has leído.

—¿Y?

—Entonces, ¿por qué quieres que pierda el tiempo en los correos electrónicos
que has leído?

Levantó una ceja.

—¿Vas a cuestionar todo lo que te pido que hagas?

—Solo cuando lo que pides no tiene sentido.

Apretó y aflojó la mandíbula.

—Solo lee los malditos correos electrónicos, Scarlett.

Tuve que ocultar mi sonrisa ante su tono. Wyatt rara vez me gritaba, me divertía
bastante cuando lo hacía. Quizás eso era extraño, pero bueno.

—Bien, bien.
153
Hojeé el primer correo electrónico antes de volver al principio para leerlo con
atención. Luego, lo leo de nuevo y por tercera vez.

—Es una petición para que yo cante con regularidad en el Broken Spur.

—Lo sé —dijo Wyatt con exagerada paciencia—. Sigue leyendo.

Lo hice y encontré cinco correos electrónicos más que contenían solicitudes


similares. ¿Qué. Demonios?

—No puedo creerlo.


—Deberías. Esos son solo los correos electrónicos. También he tenido gente que
me detuvo en el bar, sin mencionar los comentarios que les hicieron a las camareras
y a Beau.

Se sentía bien ser querida. No podía negar eso. Pero tampoco sabía qué hacer
con eso. Estaba tan decidida a creer lo peor de la gente de Hastings. ¿Cómo le di la
vuelta a eso?

—¿Quieres que les responda?

—No, quiero hablar de opciones.

—¿Opciones?

—Sí. —Se sentó en la silla frente al escritorio y deslizó sus largas piernas debajo
de ella, sus pies golpeando los míos—. He leído algo en las noches de micrófono
abierto y creo que ese podría ser el mejor formato para Broken Spur. Podríamos
limitar el número de artistas, tal vez comenzar con cinco, y requerir audiciones.
Cerrarías la noche.

Esperé el remate, pero no llegó ninguno.

—Hablas en serio.

Wyatt volvió a colocar su gorra de béisbol en su cabeza.

—¿Por qué no lo haría?

—Porque estás sugiriendo comenzar un evento completamente nuevo para


atender a algunos clientes que quieren escucharme cantar.

—Me estás haciendo parecer más altruista de lo que soy. Estoy pensando en el 154
éxito del bar, y las noches de karaoke han demostrado que la gente de esta ciudad
está desesperada por entretenerse.

—Entonces, ¿por qué no hacer noches de karaoke semanales en lugar de


mensualmente?

Su rostro se contrajo en algo parecido a un ceño fruncido. Uno disgustado.

—Porque mis nervios no pueden soportar los chillidos más de una vez al mes. Y
supongo que la mayoría de los clientes probablemente estén de acuerdo.

Tenía razón.
—Mira. No pido un compromiso a largo plazo. Podríamos probarlo una vez y
ver cómo funciona. Si tiene éxito, me gustaría que me ayudaras a llevarlo a cabo.
Organiza audiciones y selecciona los actos. También se te pagaría un porcentaje de
las ganancias de la noche.

Mi mente dio vueltas. Se estaba tomando esto en serio, esperando que se


convirtiera en un evento recurrente. No quería ceder a la esperanza, pero era difícil
no hacerlo. Wyatt me estaba ofreciendo la oportunidad de hacer lo que amaba con
regularidad.

The Broken Spur nunca sería The Midnight Room, pero eso no significaba que
no fuera digno de mi tiempo. Si la gente de Hastings estuviera pidiendo
entretenimiento, estaría más que feliz de proporcionárselo.

—Entonces, ¿qué? ¿Sería cantinera a tiempo parcial, asistente a tiempo parcial y


coordinadora y actuaría de noche de micrófono abierto a tiempo parcial?

Técnicamente todavía estaba en medio del período de prueba de asistente, y él


ya estaba tratando de promocionarme nuevamente.

Su boca tembló, y esperé una sonrisa que no apareció. Él era tan codicioso con
esas cosas.

—Podríamos considerar el puesto de coordinadora como parte de tus deberes de


asistente, si eso te hace sentir mejor.

—¿Cuándo quieres empezar?

Los labios de Wyatt finalmente se separaron mientras se dibujaban en una


sonrisa sincera, sus dientes blancos y rectos prácticamente me cegaban. Lo miré
boquiabierta, sin saber dónde enfocar mi mirada. En los lindos pliegues alrededor de 155
su boca, acentuados por su vello facial. O en su labio inferior, que era más regordete
que el superior. O en sus ojos azules que se habían transformado de robar almas a
curar almas.

—Puede que tenga que dejar de llamarte ‘Scarlett Terca’ a tus espaldas.

—Oye —me quejé por pura costumbre. Había poco que pudiera decir que me
molestara en este momento. No cuando todavía estaba desconcertada por la fuerza
de su sonrisa—. Solo por eso, estoy condicionando mi acuerdo.

—¿En qué?

Le sonreí.
—Si yo actúo, tú actúas.

Su sonrisa vaciló.

—¿Qué?

—Las noches de micrófono abierto no son solo para cantantes. Tú puedes tocar
la guitarra.

—No. De ninguna manera. Toco por diversión, no para el público.

—Pero eres bueno. Podría decirlo.

Sacudió la cabeza.

—No tan bueno.

—Si te hace sentir mejor, puedes hacer una audición con todos los demás.

Su sonrisa regresó cuando usé sus palabras anteriores en su contra.

—Bien. Haré una audición.

—Bien. Ahora, ¿qué tenemos que hacer?

***

Al hacer fila para recibir entradas para el cine lunes a medio precio, no podía
apartar la mirada de la emoción en el rostro de Micah. Odiaba admitir que Wyatt
Ford tenía razón, incluso para mí, pero tenía que dárselo. Cambiar mi horario para
estar en casa con Micah más había sido su mejor sugerencia hasta el momento. Y
eso decía algo, porque pasar la mayor parte del día haciendo planes para nuestra 156
primera noche de micrófono abierto había sido poco emocionante.

—¿Podemos conseguir palomitas de maíz? —preguntó Micah mientras


caminábamos por el vestíbulo, el delicioso aroma de la bondad mantecosa hizo que
mi estómago retumbara con anticipación.

Eché un vistazo al tablero sobre la barra de bocadillos y me encogí por dentro.


No había forma de que pudiera justificar gastar tanto dinero en algo que
probablemente costara centavos producir.

—Lo siento amigo. —Le revolví el cabello—. No esta vez.

—Puedes compartir las mías —dijo una voz familiar detrás de nosotros, y me
volví para encontrar a Brady parado allí con la mayor tarrina de palomitas de maíz
que jamás había visto. Lo sostuvo en alto, con una sonrisa tímida—. Estoy bastante
seguro de que mis ojos eran más grandes que mi estómago. No hay forma de que
pueda comer todo esto yo solo.

—Hola, Sr. Cooper. —Micah le sonrió al hombre—. ¿Quieres sentarte con


nosotros?

No tenía sentido preguntarle si estaba viendo la misma película. Había la misma


en tres salas, y la próxima proyección no sería hasta dentro de casi dos horas.

Brady me miró.

—Si está bien con tu hermana.

—Si estás dispuesto a compartir tu comida, ¿cómo puedo decir que no?

Micah estaba prácticamente rebotando cuando encontramos asientos. Entré


primera en la fila y él insistió en que el Sr. Cooper se sentara en el medio.

—Estoy bastante seguro de que solo le interesan mis palomitas de maíz —susurró
Brady mientras se sentaba a mi lado.

—Oh, definitivamente solo le interesan tus palomitas de maíz.

—¿Y a ti? —Podría haber jurado que sus ojos brillaron cuando hizo la
pregunta—. ¿Solo me quieres para los bocadillos durante la película?

No pude detenerme. Mi mirada se posó en sus labios, que estaban ligeramente


separados. Se me secó la boca y se me aceleró el pulso. Si dejaba caer la cabeza unos
centímetros…

Deslizando mi mirada hacia sus ojos, los encontré llenos de calor en lugar de 157
diversión. Quería besarme tanto como yo quería que lo hiciera. El tiempo se detuvo
mientras nos miramos el uno al otro, tan cerca pero aún tan lejos.

Comenzó a sonar el tintineo que recordaba a los espectadores que apagaran sus
teléfonos móviles, y salté, alejándome instintivamente de Brady. Me dio una suave
sonrisa antes de volverse hacia Micah y ofrecerle el cubo de palomitas de maíz.

Crucé mis brazos protectoramente sobre mi cintura mientras intentaba controlar


mi ritmo cardíaco. Pero cuando Brady ajustó su posición, tratando de hacer espacio
para sus largas piernas, su rodilla descansó contra la mía, y mi pulso comenzó a latir
con fuerza una vez más.
Esto se estaba volviendo ridículo. Estábamos rodilla a rodilla, a través de dos
capas de mezclilla. No había nada remotamente seductor en el toque y, sin embargo,
parecía que no podía relajarme.

Cuando me ofreció palomitas de maíz, agarré un puñado y comencé a


metérmelas en la boca. Quizás el exceso de mantequilla me calmaría como el
infierno. O al menos me distraería.

Las siguientes dos horas pasaron en una torturante dicha. No pensé que alguna
vez había sido tan consciente de mi cuerpo como cuando estaba sentada junto a
Brady Cooper en ese maldito cine. Aunque estaba congelada en un lugar, él se movía
casi constantemente, nunca parecía sentirse cómodo. Cada roce de su brazo o pierna
contra el mío era como si me inyectaran adrenalina pura. Y cuando colocó ese brazo
sobre el respaldo de mi asiento y pasó su pulgar por mi cuello desnudo, me mordí la
lengua con tanta fuerza que me saqué sangre.

Cuando los créditos finalmente se desplazaron por la pantalla, no estaba segura


de sí estaba más decepcionada o aliviada. No quería alejarme de él, pero tampoco
sabía si mi pobre corazón podría soportar un pico más en la presión arterial.

No hablamos hasta que llegamos al vestíbulo y Micah salió corriendo para hablar
con uno de sus amigos de la escuela.

Brady golpeó ligeramente mi hombro con el suyo.

—Sabes, si esto hubiera sido planeado y estuviéramos solos, esto casi se sentiría
como una cita.

Me reí, pero sonaba ronco, incluso para mis oídos.

—Supongo que sí. 158


Deslizando una mano por mi antebrazo, entrelazó libremente nuestros dedos.

—Incluso esta no cita fue la mejor cita que he tenido en años.

Era tan alto que tuve que esforzarme para mirarlo mientras estaba parado tan
cerca. No sabía si era su sonrisa torcida o nuestros dedos conectados o el hecho de
que su presencia hacía cosas divertidas en mi interior, pero las palabras se
derramaron de mi boca sin ninguna previsión.

—Entonces, ¿por qué no vamos a una real?

Apretó mis dedos.


—¿Está segura?

El pequeño ángel en mi hombro me recordó mi promesa de mantenerme alejada


de los hombres durante la próxima década más o menos, pero lo silencié con un ceño
fruncido mental. Entonces, el diablo apareció, trayendo a la mente el recuerdo de
Wyatt sonriéndome hoy.

¿Por qué estaba pensando en él ahora mismo? Era mi jefe y solo le interesaba ser
mi amigo. Lo había dejado en claro desde el principio.

Volviendo mi atención a Brady, quien era fácilmente el mejor chico que había
conocido, sonreí.

—Sí, estoy segura.

Su felicidad le brilló en todo el rostro.

—Bien. ¿Cuándo estas disponible? ¿Mañana por la noche? —preguntó


esperanzado.

—Tengo que trabajar. —Pensé en mi horario, un poco de mi emoción


menguando—. No tengo mucho tiempo libre cuando no estás en la escuela.

No parecía molesto por eso en absoluto.

—Entonces, envíame un mensaje de texto con algunas ventanas de tiempo libre


y averiguaré algo. Puedo ser creativo, cuando quiero serlo.

—Está bien, puedo hacer eso.

Micah se dirigía de regreso a nuestro camino, así que Brady soltó mi mano, pero
no antes de decir en voz baja: 159
—Y estaré contando los minutos hasta que te vuelva a ver.
Creo que le gustó que yo fuera virgen.

Me trajo un babydoll de seda blanca y me dijo que me lo pusiera. Mi corazón casi estalla
de los nervios cuando me deslicé en el baño para cambiarme. Podría haber cumplido dieciocho
años días antes, pero no me sentía como un adulto. Solo había besado a otro chico, y ese había
sido el resultado descuidado de un juego infantil de girar la botella.

Sin embargo, ahí estaba, preparándome para entregarme a un hombre... porque seguro
que no era un chico.

Brady no había estado mintiendo. Él había dicho que averiguaría algo, y lo hizo.

Eran cinco minutos después de las nueve del miércoles por la noche, acababa de
salir del trabajo e íbamos a nuestra primera cita oficial. Hubiera preferido ir a casa a
ducharme y cambiarme primero, pero no tuve tiempo para eso. Entonces, me puse
una blusa limpia, retoqué mi maquillaje, cambié mis zapatos de trabajo por tacones
altos y lo di por bueno.

Cuando se detuvo frente a su edificio, le di una mirada burlona.


160
—No estoy segura de que llamaría a ir a tu apartamento una solución creativa.

Él se rio entre dientes.

—Dame un poco de crédito. Espera ahí.

Luego, rodeó la parte delantera del auto y abrió mi puerta, ofreciéndome su


mano.

—Gracias buen señor.

—De nada, hermosa dama.

Esa sonrisa torcida. Ugh. Iba a ser mi muerte.


Brady me condujo al interior del edificio, hasta el tercer piso, pero en lugar de
detenerse en la puerta principal, siguió caminando. Al final del pasillo, abrió una
puerta que reveló solo oscuridad. Dudé y me tomó de la mano.

—Confía en mí.

Usando su teléfono como una linterna, me condujo por un estrecho tramo de


escaleras hasta el techo del edificio. Había una pequeña mesa a varios metros del
borde, y estaba adornada con un mantel blanco, velas, platos, vasos y varios
recipientes cubiertos.

—Brady…

No supe qué más decir. Este fue el tipo de cosas que sucedieron en los libros que
leí. No fue el tipo de cosas que me sucedieron.

Tiró de mi mano y lo seguí hasta la mesa, donde sacó mi silla y esperó a que me
sentara antes de empujarla hacia adentro.

—Esto es increíble.

—Puedes mantener tu opinión para ti hasta que pruebes la comida. —Descubrió


un plato que contenía una variedad de quesos, galletas, carnes en rodajas finas,
nueces y uvas—. Como sabes, no cocino, así que no lo intenté.

—Se ve delicioso.

Nunca fui tímida cuando se trataba de comida, llené mi plato con un poco de
todo. Tomando mi primer bocado de queso blanco en una galleta crujiente, gemí.

—No tengo idea de qué es esto, pero me encanta.


161
Estaba picante, suave y quebradizo al mismo tiempo.

—Eso es queso de cabra.

—¿De verdad? Supongo que nunca lo había probado antes.

—Es uno de esos quesos que la gente suele amar u odiar, pero siempre he sido
un fanático.

—Aparentemente, yo también lo soy.

—¿Jugo de uva espumoso? —ofreció, sosteniendo una botella verde que podría
haber confundido con Champán, si lo hubiera notado.
—Sí, por favor. ¿Sabías que no bebo?

—Wyatt lo mencionó.

Le entrecerré los ojos.

—¿Ustedes dos hablan de mí a menudo?

Mantuvo su atención en servir nuestras bebidas, pero noté que su boca se alzaba
en una sonrisa.

—No creo que haya una buena respuesta a esa pregunta en particular.

—¿Por qué?

—Porque, si digo que no, puede parecer que no estoy tan interesado en ti, y
ambos sabemos que eso no es cierto. Pero, si digo que sí, querrás saber lo que hemos
dicho, y no estoy seguro de que sea asunto tuyo.

Resoplé con fingida molestia. Lo había dicho con tan buen humor que no podía
molestarme. Y era natural que los compañeros de cuarto hablaran de mí en algún
momento u otro. Hubiera sido extraño si no lo hubieran hecho.

¿Brady le había contado a Wyatt sobre nuestra cita?

La idea hizo que mi estómago se revolviera, y me negué a examinar por qué.


Probablemente eran solo los nervios los que no tenían nada que ver con mi sexy jefe.

Entre bocados de la deliciosa comida, me empapé de nuestro entorno. Podías


ver la mayor parte de Hastings desde esta posición ventajosa, y definitivamente se
veía más bonito de noche que de día. Vi el Broken Spur, la tienda de comestibles, la
gasolinera y la escuela primaria por sus letreros iluminados. De vez en cuando pasaba 162
un coche, pero por lo demás estaba silencioso.

—Es tranquilo aquí.

—Creo que sí. A veces me gusta sentarme aquí por la noche. Cuando los
mosquitos no pican, claro.

Me reí.

—Esto es Texas. ¿Cuándo no pican?

—Buen punto.

—Entonces, ¿cómo terminó un chico de Wisconsin en Baylor?


Tenía curiosidad por él, pero era la primera vez que teníamos la oportunidad de
hablar en privado.

—Es un poco vergonzoso.

—Oh, ¿sí? Estoy intrigada.

Suspiró afablemente.

—Seguí a una chica. Solo éramos amigos en ese momento, pero ella era la chica
de la escuela secundaria. La que estaba seguro sería perfecta para mí sí solo viera más
allá de mis lentes nerd y mi aspecto desgarbado.

¿Nerd? ¿Desgarbado? No podía imaginarme a Brady como ninguno.

—¿Lo hizo?

—Eventualmente, después de que finalmente embarnecí y mi cabello suelto y mi


apariencia de anteojos comenzaron a funcionar para mí. —Él rio suavemente—.
Salimos nuestros dos últimos años de la universidad y el primer año de la escuela de
posgrado... hasta que decidió que le gustaba uno de sus compañeros de estudios de
derecho más que yo.

Mi pecho se apretó cuando las palabras de Carter de hace un par de semanas


finalmente tuvieron sentido. Dijo que Brady debería ser la última persona en darme
una oportunidad, y ahora sabía por qué.

—Ella te engañó.

—Sí. He sido tímido para comenzar una nueva relación después de ella. Hasta
ahora.
163
—¿Y estás animándote a hacerlo conmigo?

Sin duda, vio lo ridículo que era eso.

Se inclinó sobre la mesa para tomar mi mano.

—Scarlett, lo que hiciste no es lo mismo.

Bien, seguro. Técnicamente, había estado con un hombre que estaba siendo
infiel. ¿Pero a alguien le importaba esa distinción? No lo creía.

Abrí la boca para responder, pero me interrumpió.


—E incluso si lo fuera, todo eso está en el pasado. No voy a hacerte responsable
de lo que me hizo mi ex. Así como espero que no me castigues por las acciones de tu
ex. Lo que importa es lo que suceda de aquí en adelante.

Escogí la comida de mi plato.

—Esa es una visión bastante optimista de las cosas.

Él se encogió de hombros.

—Soy un chico optimista. No puedo evitarlo.

—¿Realmente no te molesta que fuera la mujer mantenida de un hombre casado


durante casi cuatro años?

Odiaba arruinar la noche al sacarlo a colación, pero necesitábamos tener esta


conversación si teníamos alguna esperanza de convertir esta cosa entre nosotros en
más de unas pocas citas.

Su expresión típicamente abierta se endureció.

—¿Me molesta que un hombre mucho mayor se aprovechara de ti? Oh sí. ¿El
resto? No.

—¿Por qué no?

Tal vez estaba golpeando a un caballo muerto, pero no podía pensar en el hecho
de que él no estaba disgustado por mi pasado. Él debería estarlo. Seguro yo que lo
estaba.

Masticó una uva mientras pensaba en cómo responder.


164
—Permíteme plantearte una hipótesis. Digamos que descubriste que un
adolescente vivía en la calle y sobrevivió robando bolsillos. ¿Encontrarías
imperdonables sus acciones?

—Por supuesto no.

—¿Por qué no? Hirió a personas inocentes. Les robó. Imagina lo violada que te
sentirías si hubieras sido una de sus víctimas.

Sabía lo que estaba haciendo y no iba a funcionar.

—No es lo mismo…

—Tienes razón. No es lo mismo. Lo que hizo fue ilegal. Lo que hiciste no lo fue.
Le negué con la cabeza.

—Eso no importa. Mis acciones fueron aún peores.

—¿Por qué? ¿Porque se lo hiciste a ellos? Estás dispuesta a perdonar a un chico


de la calle con inclinaciones criminales por sobrevivir, así que, ¿por qué no puedes
perdonarte a ti misma?

Su razonamiento era sólido, pero eso no significaba que pudiera aceptarlo. Puede
que no haya infringido la ley, pero tener una aventura con un hombre casado era una
ruina moral. Todo el mundo podría estar de acuerdo en eso.

—Eres demasiado bueno para mí, Brady.

—No soy perfecto. —Se reajustó los lentes—. No me hagas parecerlo. Solo
terminarás decepcionada.

—Entonces, ¿qué es lo peor que has hecho en tu vida?

Era fácil afirmar que tenía defectos, pero necesitaba pruebas. Porque seguro que
no veía ningún defecto.

Ni siquiera tuvo que pensar en eso.

—Después de la desagradable ruptura con mi ex, luché por un tiempo. Me atrasé


en mis cursos y no estaba preparado para un examen importante. —Él desvió la
mirada—. Así que hice trampa.

Me quedé sin aliento y lo miré sorprendida. Nunca hubiera imaginado que haría
algo así.

—Me atraparon y casi me echan del programa. Afortunadamente, mi profesor 165


se apiadó de mí, pero perdí mi beca para el último año de la escuela de posgrado.
Ahora, tengo una montaña de deudas en las que nunca debería haber incurrido, y mi
expediente académico está contaminado por una decisión estúpida. —Finalmente
me miró de nuevo—. Y ni siquiera tenía la excusa de ser joven. Yo era mayor que tú
ahora.

Al notar la tristeza en su rostro, me sentí culpable por mencionarlo.

—Lo siento. No debería haberme entrometido.

Supuse que diría algo poco convincente, como salir a escondidas de la casa o
mentir a sus padres.
—No, me alegro de que lo hicieras. Debes entender que todos, y me refiero a
todos, lo arruinan. Es una mierda que tu mayor error sea público. Pero eso no te hace
peor ni mejor que los demás. Simplemente te hace humano.

Brady se puso de pie de repente y le ofreció la mano.

—¿Bailas conmigo?

Lo miré fijamente.

—¿Ahora?

—Sí, ahora.

Atrapada en un torbellino de emociones, puse mi mano en la suya y le permití


que me ayudara a ponerme de pie. What a Wonderful World comenzó a sonar desde
un altavoz portátil debajo de la mesa, y le sonreí.

—¿Louis Armstrong?

—Ya que cantaste en un club de jazz, pensé que probablemente eras una
fanática.

—Lo soy.

Louis había sido uno de los favoritos de mi padre.

Brady levantó mis manos a sus hombros y colocó las suyas en mi cintura. Mi
cuerpo se puso rígido de inmediato mientras intentaba mantener una distancia
respetable entre nosotros. Sin embargo, no recibió el memo, porque tiró de mí más
cerca hasta que mi frente se presionó cómodamente contra el suyo.
166
Si hubiera pensado que sentarme a su lado durante la película era abrumador,
no había una palabra lo suficientemente fuerte para describir las sensaciones que me
recorrían ahora. Mis terminaciones nerviosas estaban electrificadas, asegurándome
de que una sola chispa sería suficiente para hacerme arder en llamas.

Mientras masajeaba suavemente mis caderas y espalda baja, ya no estaba


satisfecha con mantener mis manos sobre sus hombros. Quería explorar, descubrir
qué se escondía debajo de su impecable camisa de vestir. Dejé que mis manos
recorrieran su pecho, que parecía flexionarse bajo mi toque. No era demasiado
musculoso, pero no tenía suavidad. Se sintió fuerte y cálido.

—Scarlett. —Suspiró mi nombre y me encontré con su mirada.


Me estaba mirando con anhelo expuesto, y tuve la sensación de que mis ojos
estaban revelando algo similar.

Lógicamente, sabía que Brady no debería querer estar conmigo. Se merecía


alguien mucho mejor. Pero, por alguna razón, me deseaba. Y era lo suficientemente
egoísta como para permitirlo.

Bajó la cabeza lentamente, dándome la oportunidad de alejarme. No lo hice. Me


recompensó capturando mis labios en un beso que traicionó la verdad de cada
palabra que había dicho esta noche. Fue suave, haciéndome sentir digna. Fue firme,
asegurándome su certeza. Y estaba lleno de promesas.

Me hundí en él y separé mis labios, invitándolo a profundizar más. A tomar más,


de modo que yo pudiera aprender a dar.

Su agarre en mis caderas se apretó y gimió mientras deslizaba su lengua en mi


boca. Envolví mis labios alrededor de él y lo chupé por una fracción de segundo antes
de soltarlo. Pero ese debe haber sido su punto de ruptura, porque se echó hacia atrás
y me miró con un calor desenfrenado.

Cerró los ojos durante unos segundos, tomando y liberando una respiración
profunda antes de mirarme de nuevo.

—No tienes idea de lo que me haces, cariño.

—Podría tener una pequeña idea.

Ahuecando mi mandíbula con su mano, se inclinó y dijo contra mis labios:

—¿Eso significa que me he ganado una segunda cita?

Te has ganado una vida de citas, anunció mi mente traidora.


167
En lugar de soltar esa locura, lo mantuve simple.

—Sí.
Si mi padre me dio el don de la música, mi madre me dio el don de la inseguridad en mí
misma.

Nunca fui suficiente para ella, nunca lo suficientemente delgada, lo suficientemente bonita,
lo suficientemente popular.

Cuando no tenía más de seis o siete años, empezó a decirme que estaba gorda y me obligaría
a saltarme las comidas. Ella decía:

—También podrías ponerte una bolsa en la cara, porque nadie quiere mirarla.

Cuando lo conocí, finalmente creí que era suficiente para alguien.

Ahora, tengo que preguntarme qué “suficiente” había sido yo. ¿Lo suficientemente joven?
¿Lo suficientemente crédula? ¿Lo suficientemente desesperada?

—Brady y tú, ¿eh?

Me detuve en medio de llenar un tarro con el grifo para mirar a mi jefe-guion-


amigo. En los últimos treinta minutos desde que empezamos a trabajar juntos detrás
de la barra, apenas había logrado juntar más de cinco palabras. Entonces, cuando
168
finalmente decidió hablar, no esperaba que abordara el tema de su compañero de
piso y yo.

Por otra parte, tal vez no debería haberme sorprendido. Solo se me habían
programado tareas de cantinera hoy, lo que significaba que era la primera vez que
veía a Wyatt después de mi increíble cita de anoche.

Brady debió habérselo contado.

Y ahora tenía que averiguar cómo responder.

—No te importa, ¿verdad?


Estudié su rostro cuidadosamente en busca de signos de consternación o molestia
o realmente cualquier cosa que pudiera darme una pista sobre sus sentimientos. Pero,
como era de esperar, su expresión era ilegible.

—¿Por qué me importaría?

No pude resistirme a mirar su boca mientras formaba cada palabra. Habló


incluso más lento de lo habitual, su voz profunda tenía un inesperado rastro de
emoción. Si tan solo supiera qué emoción.

—Porque él es tu amigo y compañero de piso, y yo soy tu...

Terminé de llenar el tarro mientras intentaba averiguar la mejor manera de


completar esa oración.

—¿Eres mi qué? —preguntó con bastante dureza.

Dejé la cerveza al final de la barra para que Jill la recogiera, luego me obligué a
mirar a Wyatt. Su máscara de indiferencia había caído y ahora parecía un poco
enojado.

—¿Empleada y amiga?

Escuché la pregunta en mi voz, aunque no tenía la intención de plantearla como


algo más que una declaración.

Sus fosas nasales se ensancharon.

—Entonces, ¿me ves primero como tu jefe, no como tu amigo?

Ahora no cabía duda de que se había enfurecido. ¿Qué está pasando?


169
—¿Que importa? Eres mi jefe.

—Sí, lo soy. —Inclinó la cabeza hacia dos hombres que se habían sentado al otro
lado de la barra—. Deberías ir a atenderlos.

Tragué más allá del nudo en mi garganta. Nunca antes me había hablado con
tanta dureza, y no estaba segura de qué había hecho para justificar su disgusto.

—Está bien.

En lo que se había convertido en un hábito, pegué una sonrisa en mis labios y


me acerqué a los dos hombres. Habían estado varias veces desde que empecé, y
siempre estaban coqueteando inofensivamente. Por lo general, no tenía ningún
problema en bromear con ellos; era parte del trabajo, si quería buenas propinas.
Pero con el calor de la mirada de Wyatt ardiendo en mí mientras me miraba
desde varios metros de distancia, parecía que no podía hacer mucho más que cumplir
sus órdenes.

Mi mente dio vueltas mientras intentaba comprender su estado de ánimo. Quizás


él tenía un problema conmigo saliendo con Brady. No pensé que le importaran los
chismes que pudiera causar. Pero si nuestra relación terminaba mal, Wyatt podría
sentirse atrapado en el medio.

Después de obligarme a charlar con los dos clientes durante unos minutos,
regresé al otro extremo de la barra, lista para enfrentar a mi jefe temporalmente
temperamental. Lo convencería de que fuera honesto conmigo, si se tratara de eso.

—Si no quieres que salga con Brady, dilo.

Su expresión volvió a un estado ilegible.

—Yo no dije eso.

—Está bien, entonces, ¿cuál es el problema?

—No hay problema.

Solté una carcajada.

—Sí, lo hay. Los amigos no se mienten.

—Entonces, ¿ahora somos amigos?

Quería golpear un puño contra su pecho indudablemente duro como una roca.
¿Por qué estaba siendo tan difícil?
170
—Wyatt, en serio. ¿Qué demonios? Nunca dije que no fueras mi amigo.
Simplemente señalé que también eres mi empleador.

Lo cual, de nuevo, era la verdad. Pero decidí señalar eso no era lo mejor para
mí.

Apoyó una cadera contra la barra y me miró.

—No tengo ningún problema en que salgas con Brady. Es un buen tipo y te
tratará bien.

Sí, era un buen tipo. Demasiado bueno.


El pensamiento hizo que mis inseguridades más feas asomaran por la cabeza.
¿Qué estaba haciendo Brady con alguien como yo cuando podía tener a quien
quisiera?

—Probablemente sea un error.

No quise decir las palabras en voz alta, pero la evidente rigidez del cuerpo de
Wyatt me hizo saber que sí.

—¿Qué quieres decir con un error?

—Piensa en los problemas que le causaré cuando la gente se entere. Los padres
probablemente se quejarán. Arruinará su reputación en la comunidad.

¿Por qué no lo había considerado antes?

Había estado tan concentrada en mí misma que no me había detenido a evaluar


el impacto que tendría en su vida salir con “la” Scarlett Butler.

Fui tan idiota.

¿Por qué había pensado que podía tener algo bueno, cuando claramente no lo
merecía?

—Voy a acabar con esto. Es lo mejor para los dos.

Wyatt se movió tan repentinamente que se agarró a la parte superior de mi brazo


y me empujó hacia atrás antes de que tuviera la oportunidad de comprender lo que
estaba haciendo.

Empujándome a la oficina frente a él, me siguió, luego cerró la puerta detrás de


nosotros. Avanzó hacia mí y yo instintivamente me retiré hasta que mi espalda 171
estuvo presionada contra la pared. Mi corazón martilleaba en mi pecho, pero no por
miedo. Por la incertidumbre y algunas otras emociones en las que me negué a pensar.

Puso ambas manos contra la pared a cada lado de mi cabeza y se inclinó hasta
que pude ver manchas oscuras en sus ojos azules que nunca había notado antes.

—¿Qué diablos está pasando en esa cabeza tuya?

Le miré parpadeando. Estaba tan cerca que fácilmente podría extender la mano
y rozar las marcas que cubren su mandíbula y delinean su boca. No es que alguna
vez lo haría. Eso sería una locura.

—Te lo dije. No soy buena para él.


Se quitó la gorra y la arrojó al otro lado de la habitación, haciéndome saltar.

—Maldita sea, Scarlett. ¿Cuándo vas a pasar por ese grueso cráneo tuyo que no
eres una mala persona? Eres inteligente. Eres una gran trabajadora. Eres amable y
generosa. Tienes el talento más increíble que he visto en mi vida. Eres la mejor
hermana mayor que cualquier chico podría pedir. Y eres tan jodidamente hermosa
que los hombres conducen más de cincuenta kilómetros para verte mientras trabajas.

Las lágrimas llenaron mis ojos y dejé que la pared tomara todo el peso de mi
cuerpo para evitar deslizarme.

Su expresión y su voz se suavizaron.

—Cualquier hombre, incluido Brady, sería muy afortunado de estar contigo.

Incapaz de contenerlas por más tiempo, las lágrimas se derramaron por mis
mejillas. Wyatt levantó las manos y las secó suavemente con los pulgares. Abrió la
boca una vez más, pero todo lo que iba a decir fue interrumpido por un golpe en la
puerta.

—Ahora no —gruñó a quienquiera que estuviera al otro lado.

—Lo siento, Wyatt, pero tienes que salir de aquí. —Era la voz de Jill—. Tenemos
un problema.

Suspiró y me miró.

—Te quedas aquí, ¿de acuerdo?

Asentí con la cabeza, careciendo de la fuerza para moverme incluso si quisiera.

Wyatt se fue y cerró la puerta detrás de él. Pero en los pocos segundos que estuvo 172
abierta, escuché una voz que habría reconocido incluso desde las profundidades del
infierno.

Mierda.

Frenéticamente me limpié los ojos, deseando un espejo. Cuando ninguna


mancha negra llegó a mis dedos, esperé lo mejor y salí de la oficina y recorrí el pasillo.
Haciendo una pausa al final, me sumergí en la escena.

Era como un recuerdo del pasado y mi peor pesadilla se convirtió en un gran


jodido grupo de mierda.
Sherilee estaba de pie en, o mejor dicho, apoyada contra, la barra, exigiendo un
trago de whisky. Por la mirada vidriosa en sus ojos y su leve balanceo, estaba claro
que ya había tenido al menos algunos de esos antes de llegar a Broken Spur. Todo el
bar se había calmado y todos los ojos del lugar estaban fijos en ella.

Noté que Jill intentaba distraer a algunos de los clientes, pero no estaba
funcionando.

Por supuesto que no lo hizo. No había un espectáculo en la tierra que se


comparara con Sherilee Butler en un estupor ebrio.

Wyatt se acercó a ella y le preguntó en voz baja si podía llamarla un taxi.

Ella se rio en su cara.

—No necesito un taxi. Necesito una bebida.

—Lo siento, señora, pero parece que ya ha tenido suficiente.

Sherilee le agitó un puño.

—Cuánto beba no es asunto tuyo.

Medio arrastraba las palabras, medio sonaba la última palabra, y ahí fue cuando
supe que tenía que intervenir. Cuando empezaba a arrastrar las palabras, los
arrebatos violentos no se quedaban atrás.

—Tengo esto —le dije a Wyatt mientras caminaba hacia el lado de Sherilee.
Manteniendo mi voz tranquila pero firme, le dije—: Vamos, te llevaré a casa.

—Oh mira. Es la puta de mi hija que está aquí para rescatarme. —Ella se
balanceó hacia mí—. Escuché que ahora eres cantinera. ¿Por qué no me preparas una 173
bebida?

—El sr. Ford ya te pidió que te fueras. Creo que es mejor que cumplas antes de
que llame a la policía.

Ella rio.

—Llamen a la policía. No me importa.

Probablemente esa era la verdad. Había estado en la celda de los borrachos tantas
veces que probablemente lo veía como el equivalente a un día de spa.

—Vamos. Seguro que tienes más para beber en casa.


Tomé su brazo, pero con reflejos sorprendentemente rápidos considerando su
condición, ella me sacudió y luego me golpeó en la cara con el dorso de su mano.

El dolor estalló inmediatamente en mi mejilla y ojo, y tropecé hacia atrás por el


impacto.

—Oh, mierda —dijo Wyatt detrás de mí mientras me envolvía en sus brazos y


me hacía girar, de modo que su gran cuerpo estaba entre mi “madre” y yo.

El dolor me mareó, pero todavía estaba lo suficientemente lúcida como para


saber que las cosas solo iban a ir cuesta abajo desde aquí.

—Wyatt.

—Espera un segundo —dijo en voz baja antes de levantar la voz para llamar a
Bianca.

—¿Sí? —La escuché preguntar unos segundos después.

—¿Podrías llamar a la policía?

—Um…

Ante su obvia incertidumbre, me moví en los brazos de Wyatt lo suficiente como


para mirar a la perra camarera. Su mirada rebotaba entre Sherilee y yo, y parecía...
¿nerviosa?

Antes de que pudiera pensar demasiado en eso, me di cuenta de que alguien


había inmovilizado los brazos de Sherilee a los costados y la sostenía en su lugar.

Y ese alguien era Carter Hastings.


174
Oh, Dios. ¿Podría empeorar esta noche?

La risa estridente de Sherilee sonó una vez más.

—Sí, Bianca, llama a la policía. No puedo esperar para contarles cómo


vandalizaste la mierda de Scarlett.

Wyatt se puso rígido y sus brazos alrededor de mi cintura se tensaron


dolorosamente. Manteniendo la voz baja, dije:

—Me estás lastimando.

Me miró con horror y rápidamente me soltó.


—Lo siento mucho. —Aun manteniendo su cuerpo entre el mío y el de Sherilee,
miró a Bianca con el ceño fruncido—. ¿Ella está diciendo la verdad? ¿Eres tú quien
destrozó el coche y el apartamento de Scarlett?

Sus ojos eran enormes y su labio inferior comenzó a temblar. Me di cuenta de


que quería negarlo, pero finalmente dijo:

—Sí.

—¿Y Jolene? ¿Pusiste el nombre de Scarlett en la lista para cantar?

Bianca levantó la barbilla, cualquier rastro de remordimiento desapareció.

—Sí.

—Estás despedida —dijo Wyatt, volviendo a su anterior gruñido—. Vete ahora


y enviaré por correo tu último cheque.

Ella me dirigió una fea mirada.

—Esto es tu culpa. Si no hubieras vuelto a la ciudad, él se habría fijado en mí en


lugar de tu gran y cachondo trasero.

Contuve una risa. ¿Mi gran y cachondo trasero? ¿Era eso lo mejor que podía hacer?

Wyatt dio un paso amenazante hacia ella.

—Sal. Ahora.

—Bien.

Se desató el delantal de la cintura y lo tiró al suelo antes de volverse y correr 175


hacia la puerta con la cabeza en alto.

Una vez reina del baile, siempre reina del baile.

—Aquí, cariño —dijo Jill mientras presionaba una bolsa de hielo contra mi
mejilla y mi ojo.

Levanté mi mano para mantenerla en su lugar.

—Gracias.

—Sabes —dijo ella en voz baja—, antes de que Bianca comenzara aquí,
trabajaba en el restaurante. ¿No es ahí donde trabaja tu... um, Sherilee?
—Sí.

Y eso explicaba cómo Sherilee había conseguido que la otra mujer hiciera el
trabajo sucio. Las ex compañeras de trabajo probablemente se lo habían pasado
genial planeando cómo ponerme en mi lugar.

Al menos ahora todo tenía sentido.

Los mismos dos policías que se habían presentado para escribir el informe sobre
mi coche entraron por las puertas. Alguien más debía haber llamado, ya que Bianca
obviamente no lo había hecho.

Vi a Carter hablar con ellos, aunque no pude oír lo que decía. Uno de los oficiales
esposó a Sherilee por las muñecas y Carter finalmente se apartó de ella.

—Oye. —Wyatt se inclinó, de modo que su rostro estaba a mi nivel. Colocando


una mano sobre la mía, apartó la bolsa de hielo para inspeccionar mis heridas—.
Hijo de puta. Vas a tener un ojo morado.

En serio.

—Estaré bien.

—Deberías ir a casa. Yo me encargaré de todo aquí. —Se volvió hacia Jill—.


¿Puedes cuidarla?

—Yo lo haré.

Carter entró en mi línea de visión mientras hablaba. De lo contrario, nunca


hubiera creído que la oferta realmente saliera de sus labios.

Wyatt me miró. 176


—¿Está bien?

—Claro.

¿Qué se supone que debía decir? No, ¿no quiero que me pateen cuando ya estoy en el
suelo? Puede que lo esté pensando, pero no puedo decirlo exactamente.

Wyatt me dirigió una mirada larga e inquisitiva antes de decirle a Carter:

—¿Por qué no la llevas al apartamento? Brady debería estar en casa.

—No hay problema. —Me miró con sus ojos verde musgo—. ¿Estás lista?
177
No solía permitirme pensar en ti en absoluto.

Ahora, no puedo dejar de preguntarme por ti.

¿Sigues con él?

¿Dejas que te toque? ¿te bese? ¿Te haga el amor?

Espero que la respuesta sea no.

Probablemente no lo creas, pero quiero que seas feliz y te mereces algo mejor.

Sentarme junto a Carter en su Maserati fue tan incómodo como siempre imaginé
que sería. No es que alguna vez hubiera concebido un resultado tan escandaloso.
Entonces, era más que era tan incómodo como me hubiera imaginado, si el
pensamiento alguna vez hubiera cruzado por mi mente.

Y definitivamente no lo había hecho.

De hecho, cualquier día que no tuviera que pensar en nadie de la familia Hastings
era un buen día. Sobre todo porque este era el momento perfecto para que volviera a
178
plantear su oferta. Sabía que eventualmente sucedería, pero no estaba de humor para
hacerlo con él esta noche.

—Puedes llevarme a casa —le dije tan pronto como encendió el motor que
sonaba más como un gato doméstico satisfecho—. No hay razón para molestar a
Brady.

—Dudo que esté de acuerdo.

No estaba tan segura. Tuvimos nuestra primera cita hace apenas veintidós horas.
Aparecer con un ojo morado y una historia triste sobre Sherilee parecía algo que
debería esperar al menos hasta después de la tercera.
Pero mantuve la boca cerrada. Si Carter quería llevarme a casa de Brady, no iba
a discutir con él. No parecía que valiera la pena el esfuerzo.

Sonó música clásica por el estéreo e inmediatamente reconocí la pieza. Quería


preguntarle al respecto, curiosear si le gustaba Vivaldi, o si la pieza simplemente
estaba en la radio. Estudié la elegante pantalla táctil, pero no pude distinguir de qué
fuente se reproducía la música.

—Tu madre es algo.

Sobresaltada, lo miré. Su enfoque parecía estar únicamente en la calle, pero


podría haber jurado que vi sus puños apretarse en el volante.

—Ella siempre lo ha sido.

Al menos, desde la muerte de mi padre. Pero eso parecía una distinción inútil en
este momento en particular.

—¿Siempre ha abusado del alcohol?

—Desde que yo tenía siete u ocho años.

No sabía por qué estaba respondiendo a sus preguntas, pero él había sido testigo
de la debacle e incluso la detuvo. Entonces, tal vez se los merecía.

—¿Siempre te ha tratado así?

—¿Cómo? —pregunté con una risa áspera—. ¿Como si yo fuera una goma de
mascar pegada a la suela de su zapato?

—¿Es por eso que te fuiste? ¿Cuándo tenías diecisiete años?


179
Ahhh, eso es lo que quería decir. Todavía estaba tratando de entender por qué
había arruinado la vida de su hermana.

—Ella me echó, sí. No tenía a nadie más.

—¿Qué pasa con la familia? ¿O amigos?

—No hay otra familia a la que yo le importe una mierda. Y me quedé en algunos
sofás durante un rato, pero no tenía amigos que estuvieran dispuestos o capaces de
aceptarme a largo plazo.

Mis amigos en la preparatoria habían sido pocos y distantes entre sí. La mayoría
de ellos se habían rendido conmigo cuando se dieron cuenta de que no podían contar
conmigo. Siempre me estaba quedando atascada lidiando con el culo borracho de mi
madre o cuidando a Micah. No quedaba mucho espacio para la vida social.

—Eso apesta.

Carter dijo las palabras con total naturalidad, sin una pizca de simpatía. Y,
extrañamente, se sentían más genuinas de esa manera. Él estaba reconociendo que
mi vida no había sido fácil y, en lo que respecta a posibles treguas, ese fue un
comienzo decente.

—Sí.

¿Qué más iba a decir? ¿Un niño rico y mimado como tú nunca podría entender?
Probablemente era cierto, pero él no podía controlar cómo lo habían criado más que
yo.

Se estacionó frente al edificio previamente abandonado y apagó el coche.

—Gracias por el aventón, pero no tienes que entrar.

Su expresión estaba perpleja cuando me dio lo más parecido a una sonrisa que
había visto, y traté de no fijarme en sus labios perfectos. Realmente lo hice. Con
honestidad.

—¿Sabes que yo también vivo aquí, verdad?

¿Qué?

—Um, no, no lo sabía.

—Sí, soy dueño del edificio. Dormiste en mi habi… tación.


180
—Brady y Wyatt dijeron que era la habitación de invitados.

Se rio, y tuve que mantener activamente mi mandíbula apretada para evitar que
se abriera. El sonido de la risa de Carter era algo que nunca supe que necesitaba en
mi vida. ¿Pero ahora que lo había escuchado? Estaba obsesionada.

Tenía una cualidad ligera, casi infantil, que estaba completamente en desacuerdo
con todo lo que sabía de él. Aunque, para ser justos, no sabía mucho. Había estado
constantemente cabreado en mi presencia, y era ridículo suponer que era así todo el
tiempo.
—Ellos estiraron la verdad, entonces —dijo, todavía riendo—. Técnicamente, se
ha utilizado una vez como habitación de invitados. Cuando uno de los hermanos de
Brady vino de visita. Pero eso es todo.

Pensé en lo que había creído que era la habitación de invitados. Aparte de la


cama cómoda y el baño adjunto limpio y moderno, no había prestado mucha
atención a los detalles. Pero definitivamente habría notado fotos de Carter o su
familia, por lo que no debe haber habido nada personal como eso.

—¿No vives en la mansión de tu familia?

Su diversión se desvaneció en un instante.

—A veces, pero en realidad no es mi estilo.

—Oh, sí, estoy segura de que es difícil lidiar con los grandes espacios y el
personal doméstico. Debe ser terrible.

Aunque las palabras ya habían salido, me mordí el interior de la mejilla para no


soltar más tonterías sarcásticas. Demasiado para trabajar hacia una tregua.

Sin embargo, no se enojó, eligiendo mirarme fijamente. Todavía no estaba


completamente oscuro, así que no tuve problemas para ver sus labios carnosos
cuando dijo:

—Es sofocante.

Solté mi mejilla.

—¿Y tú no?

—Me gustaría pensar que no. 181


Un golpe en mi ventana me asustó muchísimo, y grité como un niño pequeño en
una montaña rusa para niños. Cuando vi a Brady y Dodge al otro lado de la ventana,
medio gemí, medio reí de vergüenza.

Abrió mi puerta, su sonrisa tímida.

—Lo siento mucho. No quise asustarte.

—No es tu culpa.

Miró a Carter, a mí y luego a la bolsa de hielo, que ahora estaba en mi regazo.

—¿Estás bien? ¿Paso algo?


Estiré una mano para rascar debajo de la barbilla de Dodge.

—Un incidente menor en el bar. No fue gran cosa.

Carter se rio de nuevo, aunque el sonido tenía un tono incrédulo distintivo esta
vez.

—No la escuches. Fue un gran problema.

Brady tomó mi mano para ayudarme a salir del auto y lo dejé. Tan pronto como
vio todo mi rostro, maldijo.

—Scarlett, oh, Dios mío. ¿Qué diablos pasó?

—Solo una pelea con Sherilee.

—¿Quién es Sherilee?

—Mi madre.

Abrió mucho los ojos, pero no hizo ningún comentario.

—Entra y te daré una bolsa de hielo nueva.

—Realmente no es necesario. Le pedí a Carter que me llevara a casa...

Brady tomó mi mano.

—No, quédate aquí. —Bajando la voz, agregó—: Déjame cuidarte.

Él quería... ¿Cuídame?
182
Era un concepto tan extraño que no sabía muy bien qué hacer con su oferta.
Recordé a mi papá cuidándome una vez cuando estaba enferma. No iba al trabajo,
me controlaba la temperatura con regularidad y ponía todas mis películas favoritas.
Era uno de mis recuerdos más preciados de mi infancia, a pesar de que había
terminado en el hospital con una fiebre peligrosamente alta esa noche.

Brady tiró de mi mano y lo dejé. No estaría de más quedarse un rato, ¿verdad?

Dejé que Carter explicara lo que sucedió en la corta caminata hasta el


apartamento. Al parecer, había presenciado la mayor parte del fiasco, aunque se
había quedado en un segundo plano hasta que Sherilee me golpeó.
—¿Por qué no me hablaste de ella? —preguntó Brady mientras me acomodaba
en el sofá con una nueva bolsa de hielo, un vaso de agua y dos Tylenol. Me cubrió
con una manta suave y, aunque no tenía frío, le di las gracias.

Dodge saltó sobre el sofá y se hundió entre mis piernas en la manta, quedándose
dormido no más de un minuto después.

Un dolor creciente en mi pecho me distrajo del dolor que ahora parecía envolver
todo el lado izquierdo de mi cara y cabeza. Brady me estaba cuidando. Dodge se
estaba acurrucando conmigo. E incluso Carter estaba siendo relativamente amable
conmigo. ¿Qué se suponía que debía hacer con todo eso?

—No me gusta hablar de Sherilee.

Brady se sentó en el otro extremo del sofá y Carter tomó una de las sillas frente
a nosotros. Supuse que desaparecería en su dormitorio. ¿Era posible que hubiera
dejado a un lado su enojo conmigo? ¿O simplemente estaba esperando la
oportunidad perfecta para hacer todo lo posible para sacarme de la ciudad?

—¿Ha sido violenta en el pasado?

Intenté bloquear los recuerdos de todas las bofetadas, agarres, empujones y


tirones de mi pasado, pero de todos modos se filtraron a través de mi conciencia. Ella
nunca había hecho lo suficiente para herirme seriamente. Pero terminé con muchos
moretones.

Esa era una de las principales razones por las que estaba tan decidido a alejar a
Micah de ella. No había visto ninguna evidencia de abuso físico, ella nunca pareció
odiarlo de la forma en que me despreciaba a mí, pero todavía no confiaba en ella
respecto a él. Solo se necesitó una rabieta de borrachera para causar una conmoción
cerebral. O algo peor. 183
—Tu silencio es suficiente respuesta. —Brady estiró un brazo largo y agarró mi
rodilla ligeramente—. ¿Es ella una amenaza para Micah?

—No de la manera que estás sugiriendo. Ella es más una amenaza para su
autoestima y auto seguridad que cualquier otra cosa.

—Entonces, abuso psicológico.

Quería hacer un comentario sobre cómo se estaba mostrando su gen de consejero


escolar, pero decidí guardármelo para mí.

—Sí, particularmente el hecho de que ella no está interesada en él. Se le concedió


visitas supervisadas, pero no ha intentado verlo ni una sola vez. Y han pasado meses.
—¿No es eso algo bueno? —preguntó Carter—. Parece que querrías mantenerlos
separados.

—Sí y no. No quiero que ella envenene su mente más de lo que ya lo ha hecho.
Pero tampoco quiero que se sienta abandonado por su propia madre.

Brady me apretó la rodilla.

—No puedes insistir en eso. Una persona puede marcar la diferencia en la vida
de un niño, y tú eres esa persona para él. Es amado y lo sabe.

—Gracias.

Por hacerme sentir mejor. Por estar aquí, a pesar de toda la locura que me persigue como
una sombra demente. No dije esas cosas, pero esperaba que él supiera.

—¿Qué hay de ti?

La pregunta de Carter interrumpió mis pensamientos y volví la cabeza para


mirarlo.

—¿Qué hay de mí?

—¿Es Sherilee una amenaza para ti? Convenció a Bianca de que te acosara y
ahora te atacó frente a decenas de testigos. Después de esta noche, seguramente estás
preocupada por tu seguridad.

Y ni siquiera sabía de la escena en la tienda de comestibles.

—Está enojada porque ya no le voy a dar dinero, pero no creo que intente
hacerme daño. Me aseguraré de mantenerme alejada de ella cuando esté borracha.
184
—¿Qué quieres decir con ya no? —preguntó Brady.

Maldita sea. ¿Por qué dije eso?

Deseando que Carter no estuviera sentado frente a nosotros, le expliqué mi trato


anterior con Sherilee: dinero a cambio de mis visitas semanales con Micah.

—Eso es enfermo.

Brady parecía disgustado y no lo culpé. Realmente era una terrible excusa para
un ser humano, y mucho menos para una madre.
—Por eso tienes problemas de dinero —dijo Carter rotundamente—. No pudiste
poner los fondos adecuados en ahorros porque tu propia madre te estaba
desangrando.

Todo mi cuerpo se puso rígido.

—No creo que eso sea asunto tuyo.

—Tal vez no. Pero eso no lo hace menos cierto.

—Carter —advirtió Brady.

El hombre demasiado guapo para su propio bien le lanzó a su amigo una sonrisa
inocente.

—¿Qué? Simplemente estaba señalando lo obvio.

—¿Por qué no te esfuerzas en señalar cosas en tu dormitorio?

Me estremecí cuando la risa ligera y aireada de Carter me inundó una vez más.

—Eso sonó sucio, hermano. —Se puso de pie y se estiró—. Pero, ahora que lo
mencionas, me vendría bien una ducha larga y caliente.

Brady lo fulminó con la mirada, pero Carter no parecía afectado en absoluto


mientras caminaba, silbando, hacia su dormitorio y cerraba la puerta.

—Lo siento por él.

—Está bien.

—Sin embargo, tiene razón sobre tu madre. Necesitas tener cuidado. 185
—¿Podemos cambiar de tema, por favor? —Dejé caer la bolsa de hielo, mi piel
ardía por el frío—. Háblame de Wisconsin. ¿Alguna vez querrías volver?

—Scarlett...

—¿Por favor? Ya no puedo hablar de ella.

Se acercó más a mí y puso mis piernas sobre su regazo. Dodge reajustó su


posición para que estuviera encima de nosotros dos.

—No, no planeo regresar.

—¿No eres cercano a tu familia?


Cambió su atención a Dodge y comenzó a acariciar a la pequeña bola de pelo
con movimientos largos y uniformes. Podría haber imaginado sus grandes manos
haciéndome lo mismo. Quizás.

—Soy el menor de cinco hermanos, un clásico bebé ‘upsie’. Cuando crecí, mis
padres estaban cansados de ser padres. Por lo general, me dejaban a mi propia
voluntad, y mis hermanos estaban demasiado involucrados en sus propias vidas
como para prestarme mucha atención.

Se encogió de hombros y volvió a mirarme.

—No es como si tuviera una historia de fondo trágica, pero no me siento


necesario allí. Todos mis hermanos están casados y tienen al menos un hijo, así que
a mis padres les salen nietos por las orejas.

»Visitarlos, por supuesto, pero no me veo nunca regresando.

—Bueno, ellos no saben lo que se están perdiendo, porque tú, Brady Cooper,
eres el mejor.

Un lado de su boca se levantó y mi corazón latió con fuerza.

—Eso es exactamente lo que siento por ti. —Se inclinó hacia adelante y me besó
suavemente, con cuidado de no golpearme la mejilla. Cuando se retiró, permitió que
su mirada vagara por mi rostro—. Odio que hayas sido lastimada.

Señalé mi ojo.

—¿Este tipo de lesión? Se cura.

Puso una mano en mi pecho, directamente sobre mi corazón. Probablemente


podría sentirlo latir al doble.
186
—Este tipo de lesión también puede curar. Si lo dejas.
No fue del todo malo.

Hubo un tiempo en que lo amaba. O, al menos, pensé que sí.

Me trató como si fuera de cristal, me puso en un estante y se aseguró de que nada ni nadie
pudiera romperme. Y había creído que eso era lo que debería ser el amor.

Ya no lo creo.

Pasé la siguiente hora acurrucada junto a Brady mientras veíamos las


repeticiones de The Office. Era extraño porque se sentía tan normal. O, al menos, lo
que imaginaba que debería ser una relación normal. Solo sabía lo que había leído en
los libros y lo que había visto en la televisión y en las películas.

Poco después de su desaparición, Carter salió de su habitación y declaró que iba


a correr. Aunque había sentido su mirada en nosotros, fingí que no estaba allí. No
tenía idea de si Brady le había hablado de nuestra cita, e incluso si lo hubiera hecho,
no estaba demasiado interesada en ver la desaprobación de Carter de primera mano.
Probablemente debería estar agradecida de que no hubiera considerado oportuno
separarnos, física o figurativamente. 187
Al sonido de la puerta principal abriéndose, los oídos de Dodge se animaron, y
tan pronto como Wyatt entró, el perrito saltó del sofá y corrió hacia él. Casi como si
estuviera imitando a Dodge, me senté, poniendo distancia entre Brady y yo.

Entonces, inmediatamente me sentí tonta. Wyatt obviamente sabía que Brady


yo estábamos saliendo; lo habíamos discutido hace menos de dos horas. Entonces,
¿por qué sentí la necesidad de alejarme en su presencia?

La visión de él acechando sobre mí en la oficina, diciendo cosas que no sabía


que necesitaba escuchar, se estrelló contra mí como una bola de boliche de dos
toneladas, respondiendo a mi propia pregunta.
Cuando indagué profundo, pude admitir que me gustaba Wyatt. Que me atraía.
Pero acepté la oferta de Brady para una cita, así que eso fue todo. No podía
permitirme pensar en Wyatt como algo más que mi empleador y amigo. Nunca
podría pasar nada entre nosotros.

—Hola, hombre. —Brady ajustó su posición en el sofá, transformándose de


relajado a alerta en un segundo—. ¿Qué pasó con la policía?

Wyatt se inclinó para recoger a Dodge y se sentó en la silla que Carter había
dejado antes.

—La madre de Scarlett fue detenida y Bianca está siendo interrogada sobre el
vandalismo.

—¿Podrán retener a Sherilee?

Wyatt me miró con expresión sombría.

—No estoy seguro. Es posible que se presenten cargos de acoso en su contra.


Pero realmente necesitas entrar y presentar cargos por agresión.

—No. —Sacudí la cabeza, arrepintiéndome instantáneamente cuando mi ojo


comenzó a palpitar—. Eso solo incitará su ira aún más. No vale la pena.

—No lo sé, Scarlett. —Brady tomó mi mano—. Solo puedo imaginar lo difícil
que debe ser esto para ti, pero piensa en Micah.

Algo en sus palabras hizo que mi frágil control sobre mi cordura finalmente se
rompiera, y aparté mi mano de él.

—¿Pensar en Micah? Eso es todo lo que hago. Me preocupo por él cada hora de
todos los días.
188
Abrió mucho los ojos y negó con la cabeza.

—No, no. No quise decirlo así.

—O, tal vez, lo dijiste exactamente así. —Me puse de pie, incapaz de mirar a
ninguno de los dos—. Necesito irme.

Brady saltó del sofá y me siguió hasta la puerta.

—Espera. Déjame explicar.

Una parte lógica de mi cerebro entendió que estaba siendo irracional. Pero la
parte frágil de mí, la parte que todavía no había procesado la escena con Sherilee y
no podía creer que estos hombres me estuvieran cuidando tan bien... esa parte estaba
desprovista de pensamientos sensibles.

Todo lo que sabía era que tenía que salir de aquí antes de empezar a llorar.

Me volví hacia Brady, pero todavía no podía animarme a mirarlo.

—Lo siento. Estoy cansada y solo quiero recoger a Micah, ir a casa y acostarme.

—Micah no debería verte así —dijo Wyatt a solo un par de metros de distancia.
No me había dado cuenta de que también me había seguido hasta la puerta.

—Sí, bueno, no hay forma de ocultárselo.

El ojo morado y el moretón en mi mejilla estarían alrededor por al menos una


semana.

—¿No puede quedarse con Martha esta noche? —insistió.

—No. No hay ninguna razón por la que no pueda buscarlo y llevarlo a casa.

Me había convencido de que me quedara en su casa una vez antes, pero esta vez
no estaba sucediendo. Sobre todo, porque ahora sabía que la “habitación de
invitados” era en realidad el dormitorio de Carter. No tenía dónde dormir excepto el
sofá o la cama de Brady, y esta última no era una gran idea en mi estado emocional
actual.

Brady se puso un par de chanclas que estaban junto a la puerta.

—Bueno, al menos déjame llevarte a casa. Probablemente no deberías conducir


hasta que baje la hinchazón.
189
Tenía razón. Mi visión fuera de mi ojo izquierdo era decididamente borrosa.

—Bien, gracias. —Me volví hacia Wyatt—. Gracias por encargarte de todo en el
bar.

—Hice lo que pude, pero sabes que la policía querrá hablar contigo.

Me encogí de hombros. Eso sonaba como un problema para otro día. Y, ahora,
estaba canalizando a mi tocaya nuevamente.

—Tómate el día de mañana.

Hice lo mejor que pude para mirarlo, pero tenía la sensación de que no tenía el
mismo efecto cuando la mitad de mi cara parecía una berenjena.
—No puedo permitirme tomarme un tiempo libre. Estaré bien.

Él me devolvió la mirada.

—Te lastimaste en el trabajo. Eso significa licencia por enfermedad pagada.

Y estaba bastante segura de que estaba inventando esa regla.

—No cuenta cuando mi propia madre me lo provocó.

Madre. Ugh. Odiaba usar esa palabra para referirme a Sherilee. Pero hizo que mi
argumento fuera más fuerte.

Wyatt cruzó sus enormes brazos sobre su pecho.

—Esto no es una negociación.

—Nunca lo es contigo.

—Bien, bien. —Brady sonrió cuando literalmente se interpuso entre Wyatt y yo,
pero me di cuenta de que era falso. Sin embargo, tuve que darle puntos por
intentarlo—. ¿Por qué no te comunicas con Scarlett mañana y ves cómo se siente?

—Me sentiré bien —dije con un poco más de descaro.

Wyatt no rompió su mirada y sus brazos cruzados.

—Supongo que ya veremos.

—Genial. —Brady puso una mano en mi espalda baja y me condujo hacia la


puerta—. Vamos a llevarte a casa.
190
—Buenas noches, Stalin —lancé por encima de mi hombro sin detenerme para
ver la reacción de Wyatt.

Brady se rio entre dientes, pero tan pronto como la puerta se cerró detrás de
nosotros, dijo:

—Solo está preocupado por ti. Lo sabes, ¿verdad?

Lo hacía.

—Sí. Sólo es, tan... tan autoritario.

Mi necesidad de luchar contra Wyatt no era algo que pudiera explicar. Era un
absoluto. Se ponía todo mandón y yo me resistía.
—Solo con las personas que le importan.

Miré a Brady por el rabillo del ojo. Si le molestaba el hecho de que su mejor
amigo se preocupara por mí, no lo estaba demostrando.

—Ha sido un buen amigo.

Apretó el botón del ascensor.

—Nunca conocerás a nadie tan leal como Wyatt Ford.

—Sé que se conocieron en la universidad, pero ¿cómo se hicieron amigos?

Era algo que me había preguntado más de una vez. Brady, Wyatt y Carter eran
tan diferentes. Sin embargo, obviamente habían creado algo duradero. Envidié su
amistad. Nunca había encontrado a nadie con quien hubiera hecho clic en ese nivel.
Al menos, no hasta hace poco.

Esperó a que entrara en el ascensor y luego me sonrió.

—Es una historia graciosa. Cuando comencé en Baylor, estaba decidido a


participar, involucrarme, conocer gente. Entonces, me inscribí en todos estos
deportes intramuros: fútbol de bandera, kickball, ultimate frisbee. Y esta cosa
llamada Canoe Battle, que es tira y afloja, excepto que lo haces en una canoa.
Convencí a Carter, que era mi compañero de cuarto, de que fuera mi pareja. Pero
logré lesionarme el brazo la semana anterior al torneo en un partido de fútbol
americano de banderas, por lo que no pude participar.

Las puertas del ascensor se abrieron y salimos al pasillo y luego afuera. El aire
fresco de la noche enfrió inmediatamente la piel que ni siquiera me había dado cuenta
de que estaba sonrojada hasta entonces. Probablemente por mi pelea con Wyatt.
191
—Carter iba a renunciar, pero lo convencí de que se quedara con la promesa de
encontrarle al tipo más grande y malo del campus para que fuera su pareja.

Me reí.

—¿Supongo que ahí es donde entró Wyatt?

—Sí. Lo había visto en el dormitorio, pero nunca le había hablado. Pero, en


comparación con mi épica flacucha en ese entonces, Wyatt parecía que vivía en un
gimnasio. Por no hablar de los tatuajes. Entonces, caminé directamente a su
dormitorio, llamé a la puerta y le pregunté si podía reemplazarme.
Traté de imaginar la escena, todavía teniendo problemas para imaginar a Brady
cómo se describía a sí mismo en ese entonces.

—¿Qué hizo él?

—Me miró durante unos segundos antes de cerrarme la puerta en la cara.

Mi mandíbula se abrió.

—¿No dijo nada?

—Ni una palabra.

Llegamos al coche de Brady, así que me apoyé en él y lo miré.

—¿Qué hiciste?

Sacudió la cabeza, riendo.

—Permíteme comenzar esto explicando que iba a la escuela con una beca
académica completa. Así que, quizás, estaba un poco presumido acerca de mi propia
inteligencia.

A pesar del dolor que me causó en la mejilla, le sonreí, esperando escuchar más.

—Volví a llamar a su puerta. Cuando abrió con lo que yo describiría como un


gruñido de oso hibernando, me ofrecí a enseñarle cualquier tema que quisiera.

—No lo hiciste.

Él asintió.
192
—Oh, lo hice. Y, para mi total sorpresa, se echó a reír.

—¿En serio? ¿Él rio?

—Sí. Resulta que Wyatt tampoco se queda atrás en el departamento académico.


De hecho, su promedio de calificaciones en la licenciatura fue mejor que el mío.
Entonces, me veía como un idiota. Pero pensó que era divertido.

—¿Y el resto es historia?

—Exactamente. Los tres fuimos bastante inseparables después de eso. Se sienten


como hermanos más que mis propios hermanos.

—¿Qué pasa con la escuela de posgrado? ¿Se quedaron juntos?


—Carter y yo fuimos compañeros de cuarto mientras él obtuvo su MBA. Pero
Wyatt regresó al sur de Texas para trabajar en su rancho.

—¿Su… rancho?

¿Qué?

Las cejas de Brady se arquearon.

¿No te ha dicho nada de eso?

—No.

—Entonces, deberías preguntarle sobre eso. Digamos que todos esos músculos
no eran en realidad del gimnasio, como había asumido.

Una imagen de Wyatt me vino a la mente. Jeans, camisetas de manga larga,


botas de trabajo, gorra de béisbol, tatuajes. Nada en él me hizo pensar en crecí en un
rancho.

—Definitivamente le preguntaré al respecto.

Necesitaba saber más.

Brady dio un paso adelante, atrapándome contra el auto. En el buen sentido.

—¿Cuándo crees que puedo conseguir esa segunda cita?

Ignorando el repunte de mi ritmo cardíaco, le dediqué una sonrisa avergonzada.

—Quizás deberíamos esperar una semana o dos. No deberías tener que mirarme
así. 193
No pareció pensar que fuera tan divertido como yo, porque su expresión se puso
seria.

—Ojalá hubiera estado allí para protegerte de ella.

—No hubo nada que pudieras haber hecho. Yo fui lo suficientemente estúpida
como para poner mi mano sobre ella primero. Ella reaccionó. Debería haberlo
esperado.

—Aun así. —Ahuecó mi mandíbula, su pulgar se cernió sobre mi mejilla—.


Ojalá supiera cómo evitar que algo como esto vuelva a suceder.
—No soy una flor marchita, Brady. Yo puedo cuidar de mí misma. Lo he estado
haciendo durante la mayor parte de mi vida.

—Que yo quiera protegerte no significa que crea que eres débil. Significa que
verte sufrir me causa dolor.

Por segunda vez esta noche, se me llenaron los ojos de lágrimas. Pero no había
forma de que las dejara caer de nuevo, así que parpadeé rápidamente hasta que supe
que las había controlado.

—Apenas me conoces.

Él sonrió suavemente.

—¿Cuándo ha sido el tiempo un factor en lo que respecta al amor? A veces,


simplemente sucede.

La cara de Brady se volvió borrosa cuando parpadeé hacia él, demasiado


aturdida para hablar, pensar o sentir. Quería alejarlo. Quería acercarlo más. Quería
que el pánico que sabía que debería estar experimentando me envolviera. Pero todo
lo que parecía sentir era entumecimiento.

—Dios, Scarlett. —Sus ojos buscaron los míos, y cuando habló de nuevo, su voz
era suave como un susurro—. Deberías ver tu cara. Parece que no quieres nada más
que salir corriendo y no volver nunca.

Un sonido de golpes me distrajo de su penetrante mirada, y después de unos


segundos, me di cuenta de que era el sonido de mis propios dientes castañeteando.

—Estás temblando. —Brady me tomó en sus brazos, su agarre extremadamente


suave—. Lo siento mucho, cariño. No debí haber dicho eso. No te estoy presionando.
Todo lo que siempre quise fue que me dieras una oportunidad.
194
Era mucho más alto que yo, mi cabeza solo llegaba a la mitad de su pecho. Pero
me gustó allí. Era cálido. Cómodo.

Mi mente intentó moverse, darle sentido a lo que estaba sucediendo.

No la dejé.

Brady Cooper me sostenía en sus brazos y tenía la intención de absorber cada


segundo. Porque no importa lo que dijera, eventualmente se daría cuenta de que yo
no era lo que él quería. Y cuando llegara ese momento, tendría este recuerdo al que
aferrarme.
¿Crees en la suerte?

El día en que mi madre me echó de la casa fue uno de mis mejores y uno de mis peores.
Finalmente me liberé de la mujer que había estado haciendo mi vida miserable durante años.
Pero irme también significó abandonar a mi hermano, y eso me rompió el corazón.

Supongo que fue una suerte que tu esposo estuviera allí para recoger los pedazos.

Es broma, creo en la abundancia, pero nunca en la suerte.

—Te ves como una mierda.

Fruncí el ceño a mi hermano pequeño.

—Lenguaje. Y gracias. Eso es justo lo que quería escuchar.

No es que estuviera equivocado. Quería huir gritando cuando vi mi cara en el


espejo esta mañana. La piel directamente alrededor de mi ojo era de un color morado
oscuro y floreció en una hermosa combinación de amarillo, rosa y morado en la parte
superior de mi mejilla. Aunque el ojo no estaba cerrado por la hinchazón, estaba
hinchado y me dolía cada vez que parpadeaba.
195
Micah se encogió de hombros.

—Estaba diciendo la verdad. ¿No es eso lo que se supone que debo hacer?

Le deslicé un plato con huevos revueltos y tostadas integrales a través de la


pequeña barra hacia él.

—Hay algunas verdades que es mejor no decir.

Comió algunos bocados de huevos antes de devorar las tostadas.

—¿Estás saliendo con el Sr. Cooper?


Me atraganté con mi jugo de naranja y usé el tiempo que pasé tosiendo para
procesar su inesperado cambio de tema.

—¿Por qué preguntarías eso?

—Porque me llevó a pedir dulces la semana pasada, lo cual fue divertido pero un
poco extraño. Y nos trajo a casa anoche.

Bueno, mierda. Se me ocurrió, ahora, que debería haber abordado este tema con
Micah antes de salir con Brady. Había estropeado ese clásico momento de los padres.

—¿Te molestaría si estuviera saliendo con el Sr. Cooper?

Pareció considerar la pregunta.

—No lo creo. ¿Pasaría el rato por aquí? ¿Con los dos?

Excelente pregunta. Antes de anoche, habría asumido que la respuesta era no.
Al menos en el futuro previsible. Pero Brady había dejado en claro que no nos veía
como algo casual. Y eso significaba que probablemente no estaría satisfecho con citas
breves en la azotea por mucho tiempo.

—Quizás. Pero solo si estaba bien para ti.

Micah se metió el resto de los huevos en la boca.

—Es genial. Me gusta el Sr. Cooper.

—¿Está seguro? ¿Qué pasa si los otros niños de la clase se enteran y se burlan de
ti?

—No creo que nadie se burle de mí. —Me lanzó una sonrisa disimulada—. Sin 196
embargo, todas las chicas estarán celosas. Siempre están hablando de que es un
bombón.

¿Un bombón? ¿Las estudiantes de quinto grado usaron seriamente ese término?
¿Y no se suponía que a las chicas de esa edad todavía les disgustaban los chicos?

—Bueno, si alguien te hace pasar un mal rato, avísame.

—¿Eso significa que estás saliendo con el Sr. Cooper?

—Hemos estado pasando el rato, pero no es oficial ni nada.

Técnicamente, eso era cierto. Habíamos estado precisamente en una cita, aunque
parecía que había más.
Bajó de un salto del taburete y llevó su plato al fregadero. Le había tomado
meses, pero finalmente estaba empezando a comprender que no podía dejar los
platos sucios por toda la casa.

—Me alegro —dijo mientras recogía su mochila—. Pareces estar mejor


últimamente. Más feliz, supongo.

—¿Lo hago?

—Sí. —Hizo un gesto hacia mi cara—. Bueno, hasta que eso sucedió. ¿Alguien
te golpeó?

Todo lo que le dije anoche fue que había habido un accidente en el bar. A la luz
del día, me pregunté si debería contarle el resto. No necesitaba saber que Sherilee era
la responsable, pero considerando el flujo de chismes en esta ciudad, ocultárselo
probablemente no era realista. Prefiero que lo escuche de mí que de otra persona.

—En realidad, nuestra madre vino a Broken Spur anoche. —Su expresión era
impasible, así que seguí adelante—. Ella había bebido demasiado y traté de animarla
a que se fuera. Y ella…

Dios, esto era difícil. ¿Cómo terminaba esa oración?

—¿Ella te golpeó?

Su voz sonaba más joven de lo habitual y mi corazón dolía por él.

Por mucho que yo hubiera terminado con Sherilee, él no tenía esa opción hasta
los dieciocho. En algún momento u otro, ella iba a solicitar visitas, o se volvería a
encontrar con ella en el pueblo. Y no quería ponerlo en su contra. Incluso durante la
batalla por la custodia, siempre había tenido cuidado de decir solo cosas positivas
sobre querer que él viviera conmigo en lugar de mencionar cosas negativas sobre
197
Sherilee.

—No creo que ella quisiera hacerlo. Simplemente estaba enojada porque estaba
tratando de que se fuera.

Encogió su mochila sobre sus hombros.

—Lo que sea.

Le di un abrazo.

—¿Todavía me amas?
Su boca no se convirtió en una sonrisa, pero algo de su tristeza se disipó.

—Hasta Neptuno y de regreso.

***

Cuando entré en Broken Spur más tarde esa mañana, el rostro de Wyatt era
cualquier cosa más que su habitual máscara ilegible. Había fruncido las cejas, sus
labios estaban apretados en una línea plana y sus fosas nasales estaban notablemente
dilatadas.

En resumen, estaba enojado.

—¿Cuál es el problema? Me comprometí.

Después de verme el ojo, y saber que no podría aplicarme maquillaje, le envié


un mensaje de texto para hacerle saber que me estaba saltando mi turno de cantinera
esta noche. Pero todavía estaba llegando para mis tareas de asistente programadas.

Pensé que era un compromiso razonable, especialmente porque el viernes por la


noche era la segunda noche más llena de la semana. Si intentaba convencerme de
que me quedara en casa mañana por la noche, me reiría en su rostro no tan estoico.

—Deberías estar en casa, en la cama.

—¿Por qué? No tengo gripe. Además, necesito terminar los volantes para las
audiciones nocturnas de micrófono abierto y colgarlos antes del fin de semana.

—Los volantes pueden esperar.

Pasé junto a él y me dirigí a la oficina.


198
—No, no pueden. No si queremos realizar audiciones el próximo fin de semana.

—Maldita mujer terca —murmuró las palabras, pero no tuve problemas para
escucharlas.

Probablemente esa era su intención. No era la primera vez que usaba esas
palabras para describirme, y probablemente no sería la última.

—Se necesita uno para conocer a otro. —Bueno, no la parte de “mujer”. Pero
definitivamente tenía la parte de maldita terca al pie de la letra.

—¿Qué es eso?

—No importa.
A pesar de su evidente molestia conmigo, Wyatt y yo trabajamos en nuestros
planes para la noche del micrófono abierto durante más de una hora sin peleas
innecesarias. Mientras jugaba con las fuentes del volante, mi mente divagaba. Hacia
Brady... y luego a nuestra conversación sobre Wyatt.

—¿Qué es esto que escuché sobre ti y un rancho?

Levantó la vista de su computadora portátil, su expresión volvió a ser impasible.

—¿Qué te dijo Brady?

—¿Cómo sabes que fue Brady?

Técnicamente, Carter y yo habíamos entablado una conversación completa que


no tenía nada que ver con su hermana ni con sacarme de la ciudad.

Wyatt me miró fijamente, sin responder.

—Bien, vale. Fue Brady. Pero no me dijo nada. Dijo que debería preguntarte al
respecto.

—No sé por qué diría eso. No hay nada que decir.

—Bueno, claramente eso no es cierto. Volviste allí después de la universidad,


¿verdad?

—Entonces, Brady contó cuentos.

—Solo eso.

No pensé que valiera la pena mencionar la broma sobre sus músculos.


199
—Crecí en un rancho en el sur de Texas.

—Uvalde, ¿verdad? —Ante su mirada interrogante, agregué—: Vi tu licencia de


conducir. ¿Recuerdas?

—Oh, sí. —Regresó su atención a su computadora portátil—. Y sí, Uvalde. Mi


abuelo me crio e hizo un trato conmigo. Si volvía a trabajar en el rancho durante dos
años después de la universidad, me dejaría vender mi participación en el rancho a mi
tío. Entonces, eso es lo que hice.

No es de extrañar que tuviera el dinero para comprar su propio bar.

—¿No te gustaba la vida en el rancho?


—No.

¿No?

—¿Eso es todo lo que voy a conseguir?

—Para alguien a quien no le gusta compartir sobre su propia vida, seguro que
estás siendo entrometida.

—Excepto, no tengo que contarte sobre mi vida. Todo el pueblo ya lo sabe todo.

Volvió a mirarme.

—Bien. No, nunca me gustó la vida en el rancho. Es un trabajo duro y sucio. Y


para las personas que lo aman, vale la pena. Pero no soy una de esas personas. Soy
la proverbial oveja negra de la familia.

—¿Qué hay de tus padres?

No los había mencionado como parte de la ecuación.

—Murieron en un accidente de avión cuando yo tenía seis años. Era uno de esos
pequeños aviones de cuatro plazas. En ese momento regresaban a casa de una gala
benéfica en Dallas.

—Lo siento mucho, Wyatt.

—Fue hace mucho tiempo.

—Eso no significa que todavía no pueda doler. —Yo debería saberlo.

La muerte de mi papá fue lo que consideré el momento decisivo de mi vida. Todo 200
lo malo que me había pasado desde entonces se remontaba a su pérdida.

—Puede, pero no es así. Estoy bastante seguro de que eran como mi abuelo, más
obsesionados con la riqueza y el prestigio del nombre Ford que con las cosas que
realmente importaban.

Escuché la amargura en su voz, pero ¿quién era yo para juzgar? Especialmente


cuando se trataba de padres malos.

—Si la ganadería nunca fue lo que querías hacer, ¿qué era? ¿Ser dueño de un bar?

—Nunca tuve un gran sueño de infancia, si es a eso a lo que te refieres. Cuando


dejé Uvalde para siempre, necesitaba hacer algo, y comprar el Broken Spur parecía
una opción tan buena como cualquier otra cosa.
—Seguramente, soñaste con algo. ¿Ser bombero, tatuador o guitarrista famoso?

Se rio entre dientes, aunque todavía era tacaño con su sonrisa.

—Bombero, ¿de verdad?

Me encogí de hombros.

—Tienes la estructura para ello. Quiero decir, confiaría en ti para sacarme de un


edificio en llamas.

—¿Esto viene de la mujer que pensó que no podía levantarte de mi camioneta


sin forzar mi espalda?

Mi cara se sonrojó. Yo había dicho eso, ¿no?

—Sí, pero el agarre del bombero es diferente.

O asumí que lo era. En realidad, no sabía nada al respecto.

Cerró la tapa de su computadora portátil.

—¿Estás cuestionando mi fuerza?

Observé sus anchos hombros, pecho y bíceps gruesos.

—Absolutamente no.

Se puso de pie y dio un paso hacia mí.

—Siento que me estás desafiando.


201
Deslicé la silla del escritorio debajo del escritorio.

—Oh no. No estoy haciendo nada por el estilo. Lo prometo.

Rodeando el escritorio, dio otro paso y luego uno más.

—No, definitivamente fue un desafío

—Nop. Te equivocas.

Como un conejo acorralado, salté de la silla del escritorio y me dirigí hacia la


puerta.
Por supuesto, con sus largas piernas, me alcanzó en cuestión de segundos. Antes
de que pudiera siquiera pensar en protestar, él me levantó, un brazo debajo de mis
muslos y el otro envuelto alrededor de mi espalda. Pude ver las manchas oscuras en
sus ojos azules de nuevo, y consideré intentar contarlas. Cualquier cosa que me
impida pensar en esta inquietante cercanía entre nosotros. Y no solo del tipo físico.

—Esto, um, no es agarre de un bombero.

Agarré sus hombros, tratando de luchar contra mi deseo de envolver mis brazos
alrededor de su cuello.

—¿No? —Su boca tembló levemente—. Supongo que después de todo no sería
un bombero tan bueno.

—Supongo que no —dije con voz ronca—. Entonces, ¿guitarrista?

Sacudió la cabeza hacia mí como si estuviera loca. Pero, debido a que su rostro
estaba a escasos centímetros del mío, capté un destello de interés en sus ojos. Puede
que solo toque para sí mismo, pero le encantaba. Podría decirlo.

—Probablemente deberías bajarme.

—No lo sé. No creo que haya defendido mi hombría todavía.

—Oh, te has defendido muchísimo.

Sus brazos deberían estar de goma a estas alturas, y ni siquiera parecía estar
esforzándose. Podría haber desarrollado originalmente sus músculos a partir del
trabajo del rancho, pero seguramente los había mantenido con un levantamiento de
pesas serio.

Su mirada se posó en mis labios.


202
—Si estás segura.

Deseé que mi voz se mantuviera firme, a pesar de que mis entrañas temblaban.

—Estoy segura.

Con la mayor gentileza, volvió a ponerme de pie. Cuando no se apartó de


inmediato, retrocedí unos pasos y señalé la computadora de escritorio.

—Probablemente debería terminar esos volantes.

—Sí.
Corrí alrededor del escritorio y regresé a mi asiento antes de que mis piernas
tuvieran la oportunidad de ceder. Sintiendo la mirada de Wyatt en mí, dirigí toda mi
atención a la pantalla. Todo lo que vi fue un texto borroso sobre un fondo azul, pero
eso no importó. No podía permitirme mirarlo. Solo terminaría revelando demasiado.

—Voy a reabastecer la barra.

Él cruzó la puerta antes de que las palabras salieran por completo, y solté un
suspiro entrecortado.

Santo infierno.

¿Cómo iba a sobrevivir trabajando con él, día tras día?

¿Y cómo diablos me había metido en esta situación en primer lugar?

Se suponía que no debía sentir nada por Wyatt Ford. Entonces, ¿por qué su
presencia me hacía sentir tan viva?

203
Ya no estoy segura de saber quién soy. Durante mucho tiempo, pensé en mí misma como
la amante. Mi relación con él se apoderó de mi vida... se convirtió en toda mi identidad.

Entonces, ¿quién soy yo sin él?

¿Sin la desgracia?

¿Sin la vergüenza?

Desearía saberlo.

La señora Watson abrió la puerta e inmediatamente hizo un chasquido.

—Scarlett, tu cara.

—Se ve peor de lo que es.

Y se veía muchísimo mejor que unos días antes. Afortunadamente, el dolor había
disminuido y no me molestaba a menos que lo tocara.

Sobre todo, era un recordatorio constante de que Sherilee nunca había sido, y 204
nunca sería la madre que necesitaba. Para consternación de Wyatt, me negué a
presentar cargos por la agresión. Entonces, ella estaba fuera de la cárcel y
probablemente solo enfrentaría una multa por intoxicación pública.

—De alguna manera, lo dudo. —La señora Watson me acompañó hasta la


casa—. Pasa, pasa. Solo estaba poniendo el almuerzo en la mesa.

Aunque originalmente me había invitado a cenar, el almuerzo era mucho más


simple, especialmente cuando también coordinaba con el horario de Jill.

—¿Qué tenemos aquí? —preguntó, espiando el contenedor en mis manos.

—Bocaditos de tarta de queso y calabaza.


Jill apareció por la esquina y agarró el recipiente.

—¿Calabaza y tarta de queso? Mis dos favoritos. —Abrió la tapa y miró dentro
antes de acercar la cara a los postres para olerlas—. Vaya, estos se ven y huelen
increíble.

—Tienen el sello de aprobación de Micah, así que pensé que lo harían.

Sacudió la cabeza hacia mí mientras seguíamos a su abuela a la cocina.

—Es tan injusto. Eres hermosa, cantas como un ángel y horneas deliciosos
postres. ¿Por qué no te casas conmigo?

La señora Watson agitó una espátula hacia ella.

—Dejar de coquetear con nuestra invitada y consigue las bebidas, ¿sí?

Jill resopló, pero se acercó a un armario y sacó tres vasos.

—¿Qué quieres beber, Scarlett? ¿Té helado, agua, Coca-Cola?

—Té por favor. —Luego, me volví hacia su abuela—. ¿Qué puedo hacer para
ayudar?

—Puedes sentarte y relajarte. Tenemos esto cubierto.

Mientras me sentaba a la mesa pequeña para tres personas, traté de recordar la


última vez que alguien me invitó a comer a su casa. Tenía que haber sido la escuela
secundaria. Mi amiga Stephanie me había invitado todo el tiempo, tanto que empecé
a sentirme parte de la familia.

Hasta que despidieron a su padre de Hastings Oil y se mudaron. Estaba 205


devastada y nunca había encontrado a otra chica con la que hiciera clic tan bien. Jill
se estaba convirtiendo rápidamente en ese tipo de amiga, aunque las amistades
adultas no eran tan simples como las de la infancia.

Una vez que llenamos nuestros platos con sándwiches de ensalada de pollo,
ensalada de espinacas y tazas de frutas, dije:

—Muchas gracias por invitarme, Sra. Watson.

—Creo que ahora tienes la edad suficiente para llamarme Elsie.

¿Elsie? Honestamente, nunca hubiera adivinado que ese era su primer nombre.
No es que lo hubiera pensado.
—Puedo hacer eso.

—Sabes que tengo que preguntar —dijo la Sra. Watson, eh, Elsie—. ¿Qué has
estado leyendo? ¿Cualquier cosa buena?

Jill gimió afablemente.

—¿Ya con la charla del ratón de biblioteca?

—Hablemos de libros, y luego puedes seleccionar el siguiente tema de discusión.


¿Trato?

—Trato.

Reprimí una sonrisa ante sus bromas. Aunque no parecían tener mucho en
común, claramente se tenían mucho afecto la una por la otra.

—No es que te haga daño tomar un libro de vez en cuando —agregó Elsie.

—Sí, sí. —Jill me miró esperanzada—. Por favor dime que leíste romance. Del
tipo realmente asqueroso. Eso haría mi día.

No pude contener la risa.

—Sí, leo romance. Pero no tanto en la parte sucia. No tienen muchos de ellos en
la biblioteca pública.

Aunque me encantaría poder pagar mis propios libros, siempre confié en mi


biblioteca local para alimentar mi hábito de lectura.

—Maldita sea.
206
Volviendo mi atención a Elsie, dije:

—Últimamente me he atascado en la mayoría de los casos en los libros para


padres. Sabía que cuidar de un niño de diez años sería un desafío, pero él me
mantiene alerta incluso más de lo que esperaba.

—Puedo escribir algunas sugerencias de libros, si quieres. No todos están


disponibles en Hastings, pero se pueden solicitar a través de un intercambio.

—Eso sería genial, gracias.

—Hablando de Micah, ¿cómo está? No lo he visto desde... bueno, desde que te


fuiste de la ciudad.
—Él está bien. Estoy tratando de compartir mi amor por la biblioteca con él,
pero conoces a los niños en estos días. Piensan que, si no está en la pantalla de una
tableta, no vale la pena su tiempo.

Ella se rio entre dientes.

—No lo sé. Debes consultar los libros electrónicos disponibles en la biblioteca.


La selección es bastante buena.

—Gracias, lo haré.

Tan pronto como hubo una pausa en la conversación, Jill intervino, claramente
lista para cambiar de tema.

—¿Escuchaste que Bianca ha vuelto a trabajar en el restaurante?

—No.

Aunque, no me sorprendió demasiado. El hombre que había sido el dueño del


restaurante desde antes de que yo naciera no era el más exigente de los empleadores.
No podía serlo, ya que había permitido que mi madre siguiera trabajando allí durante
todos estos años. Odiaría pensar cuántos turnos se había saltado o se había perdido.

Había teorizado que ella se había acostado con él durante años, pero como nunca
los había pillado juntos, no había forma de estar segura. Aun así, tenía sentido. ¿Por
qué si no seguiría aguantando su mierda?

—Yo, por mi parte, me alegro de que se haya ido. Más allá de todo el asunto del
vandalismo, ella siempre estaba tratando de robar las mejores mesas. —Jill me
esbozó una sonrisa astuta, menos el furtivo real—. Sin mencionar que ella estaba
constantemente sobre tu hombre.
207
Su abuela se animó.

—Oh, ¿estás saliendo con alguien?

—Scarlett y Wyatt tienen una química fuera de lo común —respondió Jill por
mí—. No es que esta... —Ella asintió con la cabeza hacia mí—. Lo admitirá.

—Wyatt es un joven agradable. —Elsie me sonrió suavemente—. Estoy segura


de que ustedes dos harían una pareja encantadora.

Bueno, esto fue incómodo.

—En realidad, estoy saliendo con Brady Cooper. Es el maestro de Micah.


Jill golpeó la mesa con las manos.

—Mierda. ¿Cuándo esto pasó? ¿Cómo no me lo pudiste decir?

—Solo hemos tenido una cita hasta ahora.

Después del incidente con Sherilee, y luego el casi beso con Wyatt, necesitaba
un poco de espacio. Por mucho que me gustara Brady, tenía miedo de profundizar
demasiado rápido. Pero finalmente me comprometí a una segunda cita; él vendría a
ver una película después de que Micah se fuera a la cama mañana por la noche. Las
cosas no podían ir demasiado lejos cuando había un niño de diez años en la
habitación de al lado.

—Eso no explica por qué no me lo dijiste.

Señalé mi ojo, más que feliz de usarlo como excusa.

—Han estado sucediendo otras cosas.

—No creo que conozca a un Brady Cooper —dijo Elsie, interrumpiendo la


perorata de su nieta.

—Este es su primer año en Hastings. Vive con Wyatt y Carter. Todos han sido
amigos desde su primer año en Baylor.

—Espera. —Jill se inclinó hacia adelante en su silla, luciendo como si estuviera


a punto de perder la cabeza—. ¿Carter también vive con ellos? ¿Por qué haría eso,
cuando tiene una mansión entera para él solo?

—¿No vive su madre en la mansión?

Ella sacudió su cabeza. 208


—Ella ha estado saltando continentes con su nuevo esposo durante el último
año.

Oh. Ni siquiera sabía que se había vuelto a casar después de que su esposo murió
hace un par de años.

—De todos modos, aparentemente vive a tiempo parcial en la casa de la familia


y a tiempo parcial en el hotel.

—¿Hotel? —preguntó Elsie.

—Sí, el abandonado en la calle Main. Carter compró todo el edificio y los tres
viven en un apartamento en el último piso.
—¿En serio? Me pregunté qué pasó después de que ese desarrollador se rindió
hace unos años. ¿Sabes lo que Carter planea hacer con él?

—No. No somos exactamente amigos.

La expresión de Elsie se suavizó.

—Estoy segura de que no te culpa.

Me reí, mi humor mínimo.

—Yo no tomaría esa apuesta.

—Eso es muy malo. Te iba a pedir un favor.

Jill hizo una mueca.

—No, abuela. Sin favores.

—Oh, silencio. Es muy pequeño.

—¿Qué es? —pregunté, la inquietud llenándome.

Esto tenía algo que ver con Carter, lo que significaba que no me iba a gustar.

—Necesito encontrar un voluntario para coordinar con Hastings Oil, la colecta


de libros en nombre de la biblioteca. Lo haría yo misma, pero estoy demasiado
comprometida.

—¿Por qué yo? No sé nada sobre cómo llevar a cabo una colecta de libros.

Ella me sonrió alentadoramente. 209


—Oh, es simple. Puedo darte la carpeta de años pasados para que la revises. En
su mayoría, debes acordar las fechas de la colecta. Y luego vas allí para recoger los
libros y encontrar un equipo que te ayude a clasificarlos y envolverlos según el nivel
de lectura. No es difícil.

Eso no sonaba tan mal. Y Carter no necesitaba involucrarse en absoluto.


Probablemente era algo que manejaba el asistente de su asistente.

—Si estás segura de que puedo hacerlo.

Jill gimió.

—¿Por qué, Scarlett? ¿Por qué dejas que te convenza?


—Es una colecta de libros para niños. ¿Cómo puedo decir que no?

Además, ella había sido uno de los únicos adultos solidarios en mi vida mientras
crecía. Y me había dado un juego de dormitorio completo. No iba a negarle este
pequeño favor.

—Sí, así es como te atrapa la abuela. Ella es así de astuta.

Elsie resopló imperiosamente.

—No seas ridícula. No soy astuta.

—Correcto. —Jill me sonrió—. ¿Podemos volver al tema del soñado Sr. Cooper
ahora? Nos desviamos mucho.

Suspiro.

***

Jill vio el portapapeles en la mesa frente a nosotros.

—Tengo miedo.

Era el día de las audiciones nocturnas de micrófono abierto, y le pedí que co-
juzgara conmigo. No quería que la responsabilidad de decidir quién hizo el corte para
que se sentaran únicamente sobre mis hombros. Y como Wyatt estaba audicionando,
de acuerdo con nuestro trato, no podía ayudar.

—No va a ser tan malo. Estoy segura de que algunas de esas personas tienen
talento.

Aunque, sin duda, este iba a ser un día largo. Era el tercer sábado de noviembre, 210
lo que significaba una cosa: noche de karaoke.

Terminamos con muchos más nombres en la hoja de inscripción para la audición


de los que esperaba. Me preguntaba a medias si se trataba de una situación de
American Idol, donde personas que sabían que eran malas participaban para llamar la
atención. O reírse de ello con sus amigos.

—Dudo seriamente que haya tantas gemas ocultas —replicó Jill.

—Supongo que ya veremos.

Su expresión se iluminó de repente.

—Oh, quería preguntarte algo.


—¿Incluso quiero saber?

—Probablemente no, pero eso no es relevante. —Se mordió el labio inferior—.


Es más un favor, en realidad.

—Ahora, suenas como tu abuela.

Ella rio.

—Lo hago, ¿no? Entonces intentaré canalizar algo de su astucia para que hagas
exactamente lo que quiero.

—Buen señor. Solo dime.

Jill agitó sus pestañas hacia mí, y tuve que admitir que se veía bastante tentadora.
Me pregunté si podría hacer que ella me enseñara ese movimiento.

—Quiero que cantes I Kissed a Girl en la primera noche de micrófono abierto.

Parpadeé y su expresión expectante no cambió en absoluto.

—Hablas en serio.

—Claro que sí. Haría mi año. Y a la gente le encanta esa canción. Se meterán
por completo y cantarán. Será divertido.

Mi reacción inmediata fue decirle que nunca sucedería. Pero ella tenía razón.
Era una canción divertida, y la diversión probablemente sería mucho mejor en
Broken Spur que en The Midnight Room. Si eso es todo lo que haría falta para hacer
su año…

—Lo pensaré. 211


Ella entrecerró los ojos.

—¿Es esa tu buena forma de decir que no?

—No. Necesito probar algunos arreglos diferentes de la canción, ver si puedo


hacer que funcione para mí.

—¿Y prometes que harás eso?

—Sí, lo prometo.

Me mostró unos dientes blancos y rectos.


—Oh, podría besarte.

Le puse los ojos en blanco.

—No hay ninguna razón para hacer que la experiencia de cantar esa canción sea
tan auténtica.

—¿Está segura? ¿No hay algún tipo de sistema para los cantantes que sea como
un método de actuación, en el que te conviertes en el personaje?

—Ciertamente espero que no.

—Bien.

Suspiró.

El primer acto fue un dúo, dos chicos de unos treinta años que eran habituales
en el bar. Cantaron The Good Stuff de Kenny Chesney y uno de ellos tocaba la
guitarra. Sorprendentemente, no estaban nada mal. No le dolió que aparecieran con
jeans, botas y sombreros de vaquero.

—¿Ves? —le dije en voz baja a Jill mientras salían del escenario—. Incluso son
algo lindos.

—Supongo. —Asintió a regañadientes—. Pero todo el mundo va a parecer de un


pueblo pequeño en comparación a ti.

El dúo se detuvo frente a nuestra mesa y nos saludaron con el sombrero al


unísono. Deben haberlo practicado.

—Gracias chicos. —Intenté una sonrisa que demostraba la combinación


adecuada de amabilidad y profesionalismo—. Les enviaré un correo electrónico 212
mañana en algún momento para informarles nuestra decisión.

—Gracias, Scarlett. Probablemente nos veamos más tarde esta noche.

La siguiente serie de actos se desarrolló tan bien como Jill había predicho. Una
mujer de unos cincuenta años mató una canción de Whitney Houston. Un niño que
tuvo que demostrarme que tenía dieciocho años con su licencia de conducir me hizo
desear no haber escuchado nunca la canción de Jay-Z que interpretó. Y una pareja
de setenta años cantó Summer Nights de Grease, con una sesión de besos a mitad de la
canción.
El mejor del grupo era un cuarteto de una barbería, pero dudaba que su actuación
fuera muy bien en el Broken Spur. Quizás si actualizaran sus canciones, al estilo
Pentatonix.

Para cuando estábamos a la mitad de nuestras audiciones, comencé a


preguntarme si era posible encontrar cuatro artistas que no fueran abucheados fuera
del escenario. Cuando Wyatt apareció con su guitarra en la mano, me enderecé en
mi silla. Se detuvo frente a la mesa.

—No puedo creer que me estés obligando a hacer esto.

—Oh vamos. Solo somos Jill y yo.

Beau estaba afuera, solo dejando que uno actuara a la vez.

Wyatt negó con la cabeza, pero no dijo nada más. En el escenario, se sentó en el
taburete de barra, con la cabeza gacha y la gorra cubriendo la mayor parte de su
rostro. Tocó algunos acordes y luego comenzó a tocar lo que fue inmediatamente
identificable como Ain’t No Sunshine.

El verso comenzó bastante simple, pero cuando llegó al coro, sus dedos parecían
volar. Pero no era su habilidad lo que me tenía hipnotizada. Tanta emoción brotó de
él que yo estaba sentada en el borde de mi asiento, conteniendo la respiración.

—Santa. Mierda.

Las palabras susurradas de Jill no me distrajeron en absoluto del hombre en el


escenario. Probablemente se necesitaría un terremoto real para sacudirme.

—Lo sé.

Cuando Wyatt terminó, Jill se puso de pie y comenzó a aplaudir, gritar y aullar.
213
Pero me quedé en mi silla, congelada. No sabía cómo debería haberme sentido
después de esa actuación, pero sabía que no debería ser así... anhelo.

Especialmente cuando no lo entendí completamente. ¿Qué quería yo? ¿Más de


lo que acababa de escuchar? ¿Alguien con quien compartir mi pasión por la música?
¿O quería al propio Wyatt?

Antes de que tuviera la oportunidad de responder a mis preguntas internas, él


estaba de pie frente a nosotros, con la cabeza todavía gacha.

—Eso fue increíble.

Ni siquiera supe que estaba hablando hasta que las palabras salieron de mi boca.
Inclinó la cabeza lo suficiente para encontrar mi mirada, y podría haber jurado
que encontré una ligera vulnerabilidad en la suya.

—Gracias.

—Sabes lo que esto significa, ¿no? —preguntó Jill emocionada.

—¿Que Wyatt definitivamente está haciendo el corte?

—No. Bueno, sí, pero no. —Ella resopló con exasperación exagerada—. Ustedes
dos tienen que interpretar al menos una canción. Serían mágicos juntos.

214
Si alguna vez quieres saber cómo era ser yo, no uses nada más que lencería ceñida por la
casa durante una semana. Puede que al principio sea liberador, pero con el tiempo empezarás
a sentirte como un objeto. No una persona.

Esa fue mi vida, durante años.

No era más que una cara bonita, un cuerpo voluptuoso y una voz sensual.

Quizás por eso me resulta tan difícil volver a ser una persona.

Intentando usar mis piernas en lugar de mi espalda, aparté mi cama de la pared,


gimiendo cuando solo se movió unos pocos centímetros. A pesar de lo agradecida
que estaba con Jill y Elsie por los muebles de recámara, pintar esta habitación habría
sido mucho más fácil antes de tener muebles.

—Eso no va a funcionar —murmuré para mí.

Primero tendría que empezar con las otras paredes y pedirle a alguien que me
ayude a mover la cama. O encontrar una manera de atar los bíceps de Wyatt a mis
débiles brazos. 215
Los pensamientos de Wyatt inmediatamente me recordaron su audición. Solo
habían pasado dos días, pero el recuerdo de él tocando había estado en mi mente con
tanta frecuencia que habría jurado que habían sido semanas. Estaba bastante segura
de que la imagen se grabó en mi cerebro, y eso fue después de solo una canción.
Actuaría tres para la noche de micrófono abierto.

Serían mágicos juntos.

Las palabras de Jill habían estado corriendo por mi mente casi con la misma
frecuencia. Wyatt no había comentado, simplemente dijo que nos vería más tarde
antes de salir del edificio. Y no lo había mencionado desde entonces.
Probablemente fue lo mejor. Actuar juntos significaría pasar tiempo juntos.
Solos. Practicando.

Y esa no fue ni siquiera la peor parte. Había cantado algunos dúos en The
Midnight Room con un compañero de trabajo y la experiencia siempre había sido
íntima. Ni siquiera tenía que ser una canción de amor, ya que no se trataba de la
letra. Se trataba de la conexión.

Wyatt tocaría la guitarra en lugar de cantar, por lo que podría no ser tan malo.
Pero no apostaría por eso. Ya estaba sintiendo suficiente conexión con él sin actuar
juntos.

Me las arreglé para apartar la cómoda de la pared y pegué con cinta adhesiva los
zócalos como en el video que había visto en línea. Luego, vertí cuidadosamente
pintura gris claro en la bandeja y desenvolví mi rodillo antes de darme una charla
mental.

Es solo pintura. No puede ser tan difícil. Puedo hacer esto totalmente.

Empecé a sumergir el rodillo en la pintura antes de darme cuenta de que había


olvidado algo, lo más importante. Música.

Decidiendo evitar que mis vecinos se quejan de mis canciones favoritas


resonando a través de las paredes delgadas como el papel, conecté mis auriculares a
mi teléfono y abrí mi aplicación de música. Al seleccionar mi lista de reproducción
aleatoria, sonreí cuando Raise Your Glass de P!nk comenzó a sonar.

Mis primeros intentos de poner color en la pared no salieron tan bien. Pero una
vez que descubrí la cantidad óptima de pintura para aplicar al rodillo y el tipo de
trazo que funcionó mejor, no fue tan malo. En realidad, fue bastante relajante.
216
Si tan solo no tuviera que pintar el filo alrededor del techo. Podría ver cinco
videos de demostración más sobre el tema y aún no tener la confianza suficiente para
probarlo. Sobre todo, porque iba a tener que pararme en una silla de la cocina y seguir
luchando por alcanzarlo.

El leve sonido de los golpes rompió en medio de Save a Horse (Ride a Cowboy), y
presioné la pausa en mi teléfono. Los golpes continuaron, dejé con cuidado mi rodillo
y caminé hacia la puerta principal.

Lista para decirle a uno de mis molestos vecinos que se ocupara de sus propios
asuntos, me detuve en seco cuando encontré nada menos que a Wyatt Ford al otro
lado de la puerta. Se me ocurrió que estaba usando la ropa más vieja y andrajosa de
mi armario, y no tenía ni un gramo de maquillaje. Por supuesto, había tenido que
mirarme con un ojo morado durante la última semana y media, así que era seguro
decir que ya me había visto en mi peor momento. Y, al menos, solo quedaba una
pequeña cantidad de moretones.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Cogió una escalera que había apoyado contra el costado del edificio.

—Estoy aquí para ayudar.

—¿Ayudar?

—Sí, te ayudaré a pintar.

Lo miré boquiabierta.

—¿Cómo supiste…

—Jill —dijimos al unísono.

Tan pronto como comencé a hacer la pregunta, supe la respuesta. Ella era la
única persona a la que le había mencionado mis planes, así que tenía que ser ella.

—Gracias, pero estoy bien.

Esta vez, no estaba siendo terca. Estaba bien por mi cuenta.

—¿Oh? ¿Incluso el filo? ¿Tienes una escalera resistente?

—Bueno no. Todavía no he comenzado esa parte. Y me iba a parar en una silla
de cocina.

Wyatt negó con la cabeza, pero noté una sonrisa casi imperceptible jugando en 217
sus labios.

—Scarlett, déjame ayudarte. Irá mucho más rápido con dos de nosotros.

Esa parte de mí que siempre se resistía a él asomó su fea cabeza. No lo


necesitaba. Podría hacerlo todo yo sola.

Pero solo porque podía, ¿eso significaba que debería?

Me encogí de hombros con indiferencia mientras retrocedía.

—Si así es como quieres pasar la mañana, no voy a detenerte.

—Qué magnánimo de tu parte.


—Buena palabra.

—No siempre fui un dueño de un bar —dijo al pasar junto a mí, escalera en
mano.

—Así es. Escuché que eras un estudiante bastante impresionante en tu día.

Lo llevé al dormitorio y observé mientras inspeccionaba la habitación.

—Brady necesita cerrar la boca.

—¿Por qué? ¿Te preocupa mantener tu reputación de tipo duro?

—No sabía que tenía reputación de ser un tipo duro.

Aunque mi mente me decía que no lo hiciera, no pude resistirme a permitir que


mis ojos se desplazaran sobre su barba de un par de días, los hombros anchos y los
brazos tatuados.

—¿No lo eres? Parece que perpetúas esa fachada.

—Oh, ¿ahora es una fachada?

—Bueno, creo que eres más un tipo agradable que un tipo duro.

Gimió, el sonido casi indecente cuando se combinó con su voz profunda.

—¿Agradable? ¿No sabes que llamar agradable a un chico es el beso de la muerte


a su hombría?

—No quise decir agradable aburrido. —Cogí mi cabello, encontrando solo mi


cuello desnudo una vez más. ¿Cuándo me acostumbraría a mi bob? 218
»Quise decir que tienes un buen corazón. Y no andas dándote golpes en el pecho
por el machismo.

El hecho de que pudiera admitirlo era una prueba de que finalmente estaba
viendo más allá de las tendencias mandonas de Wyatt. Como había dicho Brady, era
mandón con las personas que le importaban. Todos los demás, se mantuvo a
distancia.

Al principio no lo había notado, pero ahora no podía pasar desapercibido. Con


la gente en el trabajo, empleados y clientes por igual, era profesional y
moderadamente amable. Pero no se acercó. No se insertó en sus vidas. Se mantuvo
distante.
Excepto conmigo.

Sus ojos azules brillaron.

—Ojalá entendiera cómo funciona tu cerebro.

—Lo que sea. Tiene sentido. —Cogí mi rodillo con pintura y regresé a mi lugar
en la pared, más que lista para la distracción—. ¿Por qué más estarías aquí en tu
mañana libre, ayudándome?

—Tal vez me gusta pasar tiempo contigo.

Me congelé, mi brazo suspendido en el aire, la pintura goteaba sobre la vieja


sábana que cubría la alfombra. Wyatt estaba de pie detrás de mí y no me atreví a
darme la vuelta para enfrentarlo. Tenía miedo de que viera algo en mi rostro que
tenía que permanecer oculto.

—La pintura va aquí.

Su aliento acarició la parte posterior de mi cuello cuando alcanzó el rodillo y lo


aplicó a la pared, tomando mi brazo con él.

Agarré el mango con más fuerza y me aclaré la garganta.

—Sí. Lo tengo.

—¿Estás segura?

Podría haber jurado que sus labios rozaron mi piel, pero lo atribuí a mi
imaginación hiperactiva.

—Mmhmm. 219
—Bien.

Entregó el mango y retrocedió.

Solté un suspiro entrecortado y volví toda mi atención a la pared mientras


escuchaba a Wyatt colocar su escalera detrás de mí.

—Comenzaré en esta pared para no estorbarte.

—Suena bien —respondí sin siquiera mirar.

Trabajamos en silencio durante probablemente diez minutos antes de que


hubiera tenido suficiente. Al desconectar los auriculares de mi celular, puse la música
a través del teléfono. Los altavoces no eran las mejores, pero al menos ninguno de
los vecinos aparecía para quejarse. Probablemente.

—¿De verdad? ¿De Stacy’s Mom a Don Broco? —preguntó Wyatt varios minutos
después.

—¿Y? Es una lista de reproducción ecléctica.

—Te habría catalogado como más fanática de Aretha Franklin.

—Bueno, sí, obviamente amo a Aretha. Pero puedo amar más de un estilo de
música, ¿no?

—Por supuesto. Pero si tuvieras que elegir solo un artista, ¿cuál es tu favorito?

Finalmente me di la vuelta para mirarlo. Estaba de pie en el segundo peldaño de


la escalera y alcanzó fácilmente la pared justo debajo del techo. Su postura hizo que
sus jeans se apretaran contra su trasero, y mis ojos se quedaron allí por unos segundos
de más.

—¿Scarlett?

—¿Sí?

Hizo una pausa en su pintura para mirarme.

—¿Tu artista favorito?

Correcto.

—Eso es simplemente malvado, hacerme elegir.


220
—Tienes que preferir uno sobre todos los demás.

—¿Por qué? Puedo amar a diferentes personas por diferentes razones sin tener
que elegir entre ellas.

—¿Es eso así?

Wyatt arqueó las cejas, haciéndome repetir lo que había dicho en mi cabeza.

—Bueno, sí, cuando se trata de cantantes —aclaré rápidamente, volviéndome


para mirar la pared.

No hubo insinuaciones; estaba leyendo su pregunta y su tono. Tenía que ser eso.
—Bien, entonces, ¿qué tal una canción favorita? ¿Puedes elegir una?

—No hay una favorita, per se, pero siempre escucho I’ll Be Seeing You de Billie
Holiday cuando necesito animarme.

—¿No es esa una canción triste?

—Supongo que depende de tu perspectiva. Mi papá ponía ese disco todo el


tiempo y después de su muerte... No lo sé. Escuchar esa canción, en particular, me
hizo sentir más cerca de él. Me ayudó a recordar los buenos tiempos, a pesar de que
era muy joven.

—¿Qué le sucedió?

—Murió en un accidente automovilístico. El otro conductor se quedó dormido


al volante.

—Lo siento.

La voz profunda de Wyatt era tranquila. Comprensión. Y supe que él podía


entender. Había sufrido la pérdida de ambos padres cuando solo tenía seis años.

—Gracias.

Lo escuché bajar de la escalera y moverla a una posición diferente. En medio de


eso, me llegó un pequeño estruendo y me di la vuelta.

Oh, Dios. Oh, Dios. Oh, Dios.

Había golpeado la caja de cartas del cubículo de mi mesita de noche... y se


inclinaba para recoger los sobres desparramados.
221
—Yo los recogeré.

Corrí hacia él tan rápido como mis pequeños pies me permitieron, pero era
demasiado tarde. Estaba mirando el sobre en su mano, su postura repentinamente
rígida mientras se enderezaba en toda su estatura.

—¿Qué son estas?

Su voz era casi monótona, pero no me engañó. Estaba sorprendido y no lo culpé.

—Nada.

Le arrebaté la carta de la mano y rápidamente recogí las que aún estaban en el


suelo, devolviéndolas a su caja.
—Están dirigidas a Caroline Hastings.

Técnicamente, solo tenían su nombre, no su dirección. Pero probablemente no


tenía ningún sentido hacer esa distinción.

Sentí que el calor se extendía por mis mejillas.

—Sí.

—Entonces, ¿le escribes cartas?

—Sí y no. Piensa en ellas más como entradas de diario que como cartas. Están
dirigidas ella, pero no son para ella. Nunca las enviaré.

Miró de mi cara, a la caja en mis manos, luego de nuevo a mi cara.

—¿Por qué?

Me dejé caer en mi cama, sin importarme si tenía pintura en las sábanas que
había encontrado en el contenedor de liquidación de Wal-Mart.

—Probablemente pensarás que es una tontería.

—Lo dudo mucho.

Froté mis dedos contra los lados lisos de la caja.

—Quería explicarme a ella, lo que suena ridículo, ya que nunca las voy a enviar.
Pero... No lo sé... era algo que necesitaba hacer. Todavía tengo que hacerlo.

Wyatt se arrodilló frente a mí y puso sus manos a ambos lados de mis caderas.
222
—No hay nada de tonto en todo eso. Necesitabas una salida. Lo entiendo.

—¿Tú lo haces?

Él asintió.

—¿Qué crees que es la música para mí? Me sentí solo al crecer rodeado de
personas que técnicamente eran de la familia pero que no parecían entenderme.

—Entonces, ¿aprendiste a tocar la guitarra?

—Sí. Me enseñé a tocar por mí mismo con tutoriales en línea. Mi abuelo no me


permitía tomar lecciones, así que no pude trabajar con un instructor hasta la
universidad.
—Bueno, hiciste algo bien. Eres increíble. —Puse una de mis manos sobre la
suya en la cama—. Estaba impresionada.

—¿Lo suficientemente impresionada como para dejarme acompañarte en una


canción?

Entonces, ya no estaba ignorando el comentario de Jill. Bueno. Genial.

—Um…

Su mirada se desvió hacia mi mejilla y su boca se curvó en una sonrisa. Sus


sonrisas eran tan raras que respiré hondo ante la vista.

—Tienes un poco de pintura... —Él levantó una mano a mi mejilla y la secó con
el pulgar—. Justo ahí.

—Oh.

Mi corazón se aceleró e intenté apartar la mirada de sus ojos azules que robaban
el alma. Pero no pude hacerlo. Me habían inmovilizado en el lugar y no había
escapatoria.

Deslizó la mano en mi mejilla hasta la parte de atrás de mi cuello, y antes de que


tomara mi próximo aliento, su boca estaba sobre la mía. Sus labios estaban calientes.
Inesperadamente suaves. Engatusando.

Instintivamente moví mi boca contra la suya, queriendo saborear y explorar.


Detecté un rastro de menta y tal vez chocolate. Necesitando saborear más, separé mi
boca, invitándolo a entrar.

Mientras su lengua bailaba sobre mi labio superior, mi cerebro finalmente


alcanzó a mi cuerpo y sonaron las campanas de alarma.
223
Oh, Dios. No podía hacer esto. No con Wyatt.

Empujé contra su pecho e inmediatamente me soltó.

—¿Qué...? —La expresión de mi rostro debe haberle dado la respuesta que estaba
buscando, porque se detuvo a mitad de la frase—. Scarlett.

Negué con la cabeza mientras me desenredaba de su agarre y huía al otro lado


de la habitación.

—No, no, no.

Mi estómago se retorció y mi garganta se apretó. ¿Cómo dejé que esto sucediera?


Wyatt se puso de pie y dio un paso hacia mí. Extendí una mano, rezando para
que fuera suficiente para detenerlo.

Si no lo era, mis siguientes palabras lo serían.

—No puedo ser una infiel. No otra vez.

Las lágrimas llenaron mis ojos mientras los pensamientos de lo que sucedió con
Brady y su ex novia llenaron mi cabeza. Nunca me iba a perdonar.

Solo habíamos estado en dos citas, y ya había demostrado lo que todos en este
pueblo abandonado de Dios decían sobre mí. Yo era una zorra. Sabía que estaba
jugando con fuego cuando se trataba de Wyatt, y no había hecho nada para apagar
la creciente llama.

Me llevé la mano a la boca, segura de que iba a vomitar.

Nunca me había sentido tan disgustada conmigo misma. Ni siquiera cuando


descubrí que su matrimonio no era una farsa como él había afirmado.

Wyatt dio un paso más hacia mí.

—Eso no fue culpa tuya. Fui todo yo. No eres una infiel.

Negué con la cabeza, las lágrimas rodaban por mis mejillas como pequeños
atletas olímpicos.

—Te equivocas. Dejé que eso sucediera.

Dio otro paso y yo retrocedí dos. No podía dejar que se acercara a mí, y estaba
absolutamente segura de que no iba a permitir que me consolara.
224
—Está bien. Vamos a hablar de…

—No —dije llorando—. Tienes que irte.

Me di cuenta de que iba a discutir, así que di un paso hacia adelante y lo tomé
del brazo, tirando de él hacia la puerta.

—Ahora, Wyatt. Sal.

Me permitió arrastrarlo hasta la puerta principal, pero se detuvo allí.

—Estás exagerando, Scarlett. Puedo…

—No. —Mi pulso se disparó y mis brazos temblaron—. Sal ahora.


Cuando no se movió de inmediato, volví a empujar su pecho.

—¡Ahora!

Estaba llorando tan fuerte que no podía ver a través de mis lágrimas para evaluar
su expresión. Pero no me importaba. Todo lo que quería, todo lo que necesitaba, era
que él saliera de mi apartamento.

Finalmente pasó por el umbral y mientras desaparecía suavemente dijo:

—Lo siento.

Una vez que la cerré, me derrumbé contra la puerta y me deslicé hasta que estuve
en el suelo. Y luego dejé que mis lágrimas, ira y odio por mí misma me consumieran.
Porque eso era exactamente lo que me merecía.

225
El año pasado comencé a tomar clases universitarias en línea. Ninguno de mis cursos fue
un desafío terrible, pero dediqué tiempo. Hice el trabajo. Y aprendí algo.

Para una chica que abandonó la preparatoria y obtuvo un GED en lugar de un título, fue
un punto de inflexión. Finalmente estaba haciendo algo por mí misma. Algo de lo cual estar
orgullosa.

¿La única cosa que estropeaba todo el asunto? En lugar de buscar su apoyo, hice todo lo
posible para ocultárselo. Él no quería que me superara.

No necesitaba cerebro cuando mi único propósito en la vida era lucir y cantar bien.

—Oye, tú —Jill se plantó en el taburete frente a donde yo estaba, preparándome


para la apertura—. ¿Cómo te fue con la pintura?

Ayer me envió un mensaje de texto con la misma pregunta, ya que había sido su
noche libre, pero ignoré el mensaje. Al igual que Wyatt, afortunadamente, me había
ignorado. Por primera vez desde que comencé a trabajar en Broken Spur, no había
mostrado su rostro en el bar ni una vez durante mi turno. Y nunca había estado tan
agradecida por nada en mi vida. 226
Después de echarlo de mi apartamento, me pasé el resto del día divagando entre
el llanto y la pintura de rabia. No recomendaría este último. Terminé con más rachas
que una preadolescente obsesionada con Snapchat. Pero no estaba de humor para
que me importara.

Incluso podría decidir dejarlos, como una especie de monumento retorcido a mi


estupidez.

Teniendo que hacer un esfuerzo concertado para controlar mi ira, dejé con
cuidado el vaso en mi mano en la barra antes de mirar a Jill. Ella estaba sonriendo,
claramente sin tener idea de los eventos que había puesto en movimiento al contarle
a Wyatt sobre mis planes para pintar.
—La próxima vez que quieras entrometerte en mis asuntos, te sugiero que no lo
hagas.

Su sonrisa cayó instantáneamente.

—¿Qué?

—No necesitaba la ayuda de Wyatt y no aprecio que te involucres.

Sus ojos delineados densamente se abrieron.

—¿Qué diablos pasó?

El solo recuerdo hizo que mi estómago se revolviera.

—No importa. Solo, por favor, no vuelvas a hacer eso.

—Lo siento. Básicamente se ofreció como voluntario para ayudar ese día en tu
apartamento, y pensé que podría necesitar una mano extra. —Miró a su alrededor,
como para asegurarse de que no nos escucharan. Pero como Beau estaba en la sala
de almacenamiento y Wyatt aún no había aparecido, no había nadie alrededor para
escuchar—. Pensé que ustedes dos eran amigos. No tenía idea de que su aparición te
cabrearía.

—Somos amigos. —¿O éramos amigos? Ni siquiera lo sabía—. Y no es tu culpa.

Mi enojo con ella estaba desapareciendo más rápido que los dulces de Halloween
de Micah. Quería culpar a alguien más que solo a mí misma durante unos minutos,
y ella era un blanco fácil.

—¿Eso significa que no me vas a decir qué sucedió para causar esta…? —Hizo
un gesto con la mano hacia mi rostro, que probablemente mostraba tanta culpa y 227
tristeza como yo— ¿Reacción?

—Por favor, no me pidas que te explique.

Ni siquiera había descubierto cómo, o si, iba a decírselo a Brady.

Por un lado, fue un beso en un momento de debilidad. ¿Decirle valía la pena


poner en peligro nuestra incipiente relación y su amistad con Wyatt?

Sin embargo, sabía que era más que un beso. Había habido demasiados
momentos antes de eso. Si no hubiera sucedido entonces, habría sucedido
eventualmente. Por mucho que me doliera admitirlo, incluso ante mí misma, lo había
estado esperando. Incluso anticipándolo. Y ese conocimiento me había estado
atormentando durante las últimas veintiocho horas y media.

—Está bien, no voy a preguntar. Pero espero que, uno de estos días, confíes en
mí lo suficiente como para decirme lo que realmente está pasando contigo.

Confianza. Una palabra tan simple. Un concepto tan complicado.

Las siguientes dos horas pasaron lentamente mientras me encontraba


continuamente mirando la puerta por Wyatt y Brady. Cuando Beau mencionó que
Wyatt estaba en la oficina de atrás, lo que significaba que se había colado por la
puerta de atrás en algún momento, la aprensión y el alivio me invadieron.

No tenía idea de lo que pasaría cuando finalmente lo viera, pero posponer el


encuentro solo empeoraba mi ansiedad. Necesitaba terminar con esto antes de que
mi estómago no fuera más que una fosa común para las mariposas. Estaba batiendo
tanto, no había forma de que pudieran sobrevivir.

Finalmente había decidido volver a verlo cuando Brady apareció en el bar.


Instintivamente, busqué en su rostro cualquier signo de indignación o repulsión, pero
su expresión era tan amistosa como siempre. Si no un poco acalorado, su mirada
pasó por encima de mi cara y bajó a mi blusa ajustada. Era más reveladora de lo que
solía usar para trabajar, pero necesitaba una armadura, y sabía que esta blusa en
particular combinada con mis jeans favoritos resaltaba los mejores atributos de mi
figura curvilínea.

Una vez que agregué Scarlet Flame a mis labios, casi podía creer que era
impenetrable. Casi.

—Hola.
228
Torcí mi brazalete, preguntándome si sería capaz de sentir mi inquietud.

—Hola. —Me sonrió, sus ojos castaños brillaban—. Quiero decir algo sobre lo
increíble que te ves esta noche, pero no quiero que pienses que solo me gustas por tu
atractivo sexual.

No pude resistir una pequeña risa.

—Bien entonces. Supongo que tendré que fingir que no comentaste sobre mi
apariencia.

—Gracias. Lo aprecio.
Sin preguntar, agarré una Spotted Cow del refrigerador y abrí la tapa,
colocándola frente a él.

—¿Algún gran plan para la noche?

Extrañamente, a pesar de lo preocupada que había estado de que él apareciera,


ahora que estaba aquí, estaba feliz de verlo. Casi podía fingir que nada había
cambiado entre nosotros.

—¿Pensarás que soy un perdedor si admito que tengo toda la intención de pasar
el resto de mi noche jugando videojuegos?

—¿Por qué Sr. Cooper…? —Presioné una mano en mi boca para cubrir mi falso
impacto—. Podrás pudrir tu cerebro con esos juegos de demonios. ¿Qué pensarían
sus alumnos?

Sacudió la cabeza con tristeza.

—Estarían tan decepcionados de mí. ¿Guardarás mi secreto?

Incliné mi cabeza.

—Con el incentivo adecuado, lo consideraré.

Dios, ¿qué me pasaba? Pasé el último día convenciéndome de que necesitaba


alejarme de Brady. Dejar que las cosas se enfríen entre nosotros. ¿Y ahora estaba
coqueteando con él?

Necesitaba ayuda.

—Oh, ¿sí?
229
Apareció la sonrisa torcida, pero esta vez fue diferente. Me miraba con un cóctel
embriagador de deseo y afecto. Y la combinación fue más que embriagadora. Fue
devastadora.

Asentí con la cabeza, incapaz de hablar.

Su mirada cayó a mi boca.

—¿De qué tipo de incentivos estamos hablando?

Tragué, sin saber cómo proceder.

Jill apareció en ese momento con seis pedidos de bebidas, y podría haberla
besado por brindarme el respiro que tanto necesitaba. Charló con Brady mientras yo
servía tres cervezas y luego mezclaba tres cócteles. Cuando terminé y ella se fue a
entregarlos, se me ocurrió una sola solución potencial: cambiar de tema. Era básico
en lo que respecta a los planes, pero funcionaría.

—Entonces, ¿vas a regresar a Wisconsin para el Día de Acción de Gracias?

Dado que las vacaciones eran la próxima semana, era una pregunta
perfectamente razonable.

—No, estoy esperando la Navidad. Siempre es caótico con todas mis sobrinas y
sobrinos, pero eso también lo hace divertido. Puedo vivir indirectamente a través de
ellos y experimentar algo de esa maravilla infantil.

—Eso suena bien.

De hecho, sí. Nunca había podido hacer todo el asunto de la gran Navidad
familiar. De hecho, no había hecho muchas de las cosas que suelen aparecer en las
películas navideñas. Nunca había tenido un árbol de verdad, ni había construido una
casa de pan de jengibre, ni había ido a cantar villancicos. Y definitivamente nunca
había experimentado una Navidad blanca.

—¿Qué hay de ti y Micah? —preguntó Brady—. ¿Qué estás haciendo para el Día
de Acción de Gracias?

—Poco. No hay razón para volverse loco con la comida solo para nosotros dos.

—Ustedes dos deberían venir a casa de Carter conmigo y Wyatt. Él tiene toda la
comida preparada para que no tengas que hacer nada. A menos que quisieras.

El principal defecto de mencionar el Día de Acción de Gracias se hizo evidente


de repente. Parecía una pregunta bastante simple. Pero, sin darme cuenta, pisé
directamente una mina terrestre.
230
¿Carter y Wyatt? ¿Y Brady?

No. De ninguna manera.

—Gracias por la oferta, pero no puedo.

—Ninguno de los miembros de la familia de Carter estará allí, si eso es lo que te


preocupa. Solo seremos nosotros tres. Y ustedes dos, con suerte.

Bueno, maldita sea. Ni siquiera había considerado la posibilidad de que Caroline


o su madre estuvieran allí. Así de distraída estaba con mis problemas con Wyatt.
—Carter no me querría allí.

—Es Acción de Gracias. ¿Cómo puede negarse?

Arqueé mis cejas. Hablábamos del hombre que estaba dispuesto a entregarme un
maletín lleno de dinero en efectivo para que yo me fuera de la ciudad. Fácilmente
podría negarse.

—Tienes razón —concedió—. Pero estoy bastante seguro de que Wyatt y yo


podemos convencerlo. Entonces, ¿al menos piénsalo? Nos encantaría... me
encantaría que tú y Micah viniesen.

—Está bien.

Lo pensaría. Piense en lo desastroso que sería el Día de Acción de Gracias con


esos tres.

—Oh, y hablando de Micah. Su cumpleaños es en un par de días, ¿verdad?

—Sí, el viernes.

—¿Tiene una fiesta?

—No. —Medio gemí—. Intenté todo lo que se me ocurrió, pero no pude


convencerlo de que tuviera una.

También me había estado molestando muchísimo. No dejaba de ignorarlo,


diciendo que no le gustaba la atención. Pero me preocupaba que hubiera algo más.

—No me preocuparía demasiado por eso. Él está en esa edad en la que, a los
niños especialmente, no les gusta que los traten como niños pequeños y pueden
volverse tercos al respecto. 231
—¿Y si es algo más? Ha ido a la casa de Evan un par de veces desde Halloween.
Pero no habla de muchos amigos en la escuela. —De hecho, todavía tenía problemas
para lograr que hablara sobre la escuela—. ¿Has notado si hay otros niños con los
que pasa el rato?

Me preocupaba que se estuviera volviendo un solitario. Habiendo sido una


durante tantos años, debería reconocer las señales.

Brady se inclinó hacia mí, sus cálidos ojos reconfortantes.

—No tengo absolutamente ninguna preocupación sobre la socialización de


Micah. Se lleva bien con los otros niños de la clase. Tiene amigos con los que se
sienta a la hora del almuerzo y con los que pasa tiempo durante el recreo. Aparte de
ese incidente, no he notado ningún problema.

Solté un suspiro de alivio. Hasta ese momento no me había dado cuenta de lo


mucho que me había estado molestando. Quizás Brady tenía razón. Quizás Micah
pensó que las fiestas de cumpleaños eran tontas. Puede que no haya nada más en la
historia.

—Gracias, Sr. Cooper.

Él me guiñó.

—En cualquier momento, Srta. Butler.

Miré hacia la barra, donde Beau básicamente estaba haciendo todo el trabajo
mientras yo estaba aquí y charlaba con Brady.

—Probablemente debería volver al trabajo.

Brady se puso de pie.

—Por supuesto. Además, mi Xbox me está esperando.

—Déjame adivinar. ¿Es hora de Fortnite?

—¿Como supiste?

—La camiseta que llevabas la mañana después de que durmiera en tu casa.

Con una expresión de complicidad y voz baja, preguntó:

—¿Eso es algo que te interesaría hacer de nuevo? 232


—Brady...

—Dormir —interrumpió—. Y pasar el rato. —Se inclinó sobre la barra,


deteniéndose a centímetros de mi boca—. No puedo verte lo suficiente.

Me quedé mirando su hermoso rostro, deseando que no fuera tan malditamente


tentador. Deseando haberlo conocido en un tiempo y lugar diferente. Deseando que
mi vida no fuera tan complicada.

—Brady. Pensé que no ibas a pasar por aquí esta noche.

Al oír la profunda voz de Wyatt a mis espaldas, me estremecí, como si estuviera


sorprendida. Mientras intentaba mantener mi rostro neutral y el ritmo cardíaco
estable, su presencia detrás de mí era un ser vivo, sus tentáculos rodeando mi pecho
y apretando hasta que no pude respirar.

—Cambié de opinión. —Brady se apartó de la barra—. Pero no te preocupes.


Me voy, así que tu encantadora cantinera es toda tuya.

Si hubiera podido respirar en ese momento, me habría atragantado.

Volvió su sonrisa hacia mí.

—¿Nos vemos mañana?

Asentí con la cabeza, esperando que eso fuera suficiente confirmación para que
se fuera. Debe haber funcionado, porque se despidió de su compañero de piso y luego
se fue. Tan pronto como estuvo fuera del alcance del oído, Wyatt preguntó:

—¿Podemos hablar?

Agarré mi bolso y luego me di la vuelta, manteniendo la mirada fija en su


camiseta negra.

—Es hora de mi descanso.

Ni siquiera sabía si eso era cierto, pero lo rodeé y salí por la puerta trasera de
todos modos.

Una vez que el aire fresco llegó a mis sentidos, finalmente pude inhalar y exhalar
como una persona normal. Aun así, no perdí el tiempo rodeando el costado del
edificio y dirigiéndome hacia mi auto, con las llaves ya en la mano. Solo tenía treinta
minutos y quería hacerlos contar.

En otras palabras, tenía la intención de pasar casi cada segundo de mi descanso 233
lejos de Broken Spur. Necesitaba ese tiempo para reunir la voluntad de regresar.
Porque el mero sonido de la voz de Wyatt había sido una tortura. No podía imaginar
lo que pasaría cuando lo viera.

—Scarlett, espera.

Mierda.

Nunca había sido una gran corredora, pero en ese momento, bien podría haber
sido un velocista ganador de una medalla de oro. Llegué a mi auto y estaba saliendo
del estacionamiento antes de que Wyatt me alcanzara.
Aunque me dije a mí misma que no, miré por el espejo retrovisor y vi su
imponente figura inmóvil a la luz de la luna.

Me dolía el pecho al verlo, pero no fue suficiente para hacerme dar la vuelta.
Ahora me interesaba la autopreservación, e incluso si solo tuviera veintiocho minutos
más de libertad, los estaba tomando.

¿Después?

Diablos si lo supiera.

234
Terminé las cosas en una carta.

Sabía que era una cobardía, pero no tenía muchas opciones. Nunca me habría dejado ir
fácilmente. Entonces, empaqué toda mi ropa y pertenencias personales y las mudé a un motel
de estadía prolongada. Dejé todo lo demás, incluido el coche y el móvil que me había comprado.

Dos días después, apareció en The Midnight Room a la mitad de mi turno, totalmente
borracho. Hizo una escena y me despidieron por eso.

Irónico, ¿eh?

Me consiguió ese trabajo y también me hizo perderlo.

—No puedes evitarme para siempre.

Sin molestarme en mirar a Wyatt, que estaba en la puerta de la oficina, envié el


correo electrónico que estaba redactando, agarré mi bolso y me paré.

—Quizás no, pero puedo evitarte por un día más. Estoy oficialmente fuera de
turno.
235
Sorprendentemente, no me había presionado para hablarme de nada que no
estuviera relacionado con el trabajo desde que lo dejé de pie sobre mi polvo hace dos
noches. Sabía que estaba siendo inmadura al seguir esquivando la conversación que
claramente necesitábamos tener, pero estaba de acuerdo con eso. Nada bueno podría
resultar de discutir el evento-que-no-será-nombrado. Mi plan actual era evitar, evitar,
evitar hasta que finalmente pudiera estar en su abrumadora presencia sin sentirme
incómoda. O encendida.

Mientras caminaba hacia la puerta, y hacia él, deseé poder salirme con la mía
luciendo una gorra de béisbol como solía usar. Haría mucho más fácil evadir el
contacto visual con él.

—Scarlett.
Mi nombre en su voz profunda y sensual hizo que un escalofrío recorriera mi
espalda, muy parecido a la primera vez que lo escuché hablar.

Mantuve mi mirada fija en la pared detrás de él. Si pudiera maniobrar más allá
de su cuerpo bastante grande y dominante, sería libre.

—¿Sí?

Su tono se suavizó casi hasta convertirse en un susurro.

—Entiendo que todavía estás molesta, pero tenemos que hablar. Es importante.

Hablar. Hablar. Hablar. ¿No se suponía que los hombres querían desviar los
intentos de comunicación a toda costa? ¿Por qué estaba tan decidido a hablar?

—No puedo ahora. Tengo una cita. Luego, recogeré a Micah de la escuela y
saldremos por su cumpleaños.

—¿Qué tal mañana?

—No lo sé. Quizás.

Lo empujé y, aunque podría haberme detenido fácilmente, me dejó ir.

Probablemente me hubiera sentido más aliviada cuando llegué a mi auto sin


interrupción, pero mi próxima cita me tenía nerviosa. Gracias a las habilidades de
persuasión de Elsie Watson, me dirigía a Hastings Oil para discutir la colecta de
libros para niños con el gerente de recursos humanos.

Aunque dudaba que me encontrara con Carter, la idea de entrar en el negocio de


la familia de Caroline me dio ganas de llorar. O vomitar.
236
Con suerte, entraría y saldría rápidamente y sin ningún drama.

Dentro del edificio que de manera clara había sido actualizado recientemente,
me dirigí directamente al mostrador de recepción. Una mujer joven con atuendo
profesional levantó la vista de la pantalla de su computadora.

—¿Puedo ayudarle?

—Sí, tengo una cita con Sharon Hughes.

—¿Tu nombre?

—Scarlett Butler.
Vi que sus ojos se agrandaban, pero no hizo ningún comentario.

—Solo un momento. —Cogió el teléfono y marcó una extensión—. Hay una


Sra. Butler aquí para verte.

Unos segundos después, colgó y volvió su atención a mí. Noté que me escaneaba
de la cabeza a los pies, pero la ignoré. No fue ni inesperado ni tan perturbador. Era
natural que la gente sintiera curiosidad por mí... especialmente los empleados de
Hastings Oil. Probablemente, al entrar en el edificio, les di algo de qué chismorrear
durante el resto de la tarde.

—Ella te está esperando. Al final de ese pasillo, tercera puerta a la izquierda.

—Gracias.

Manteniendo la cabeza en alto, caminé hasta la oficina del gerente de recursos


humanos y me detuve en la puerta. Inmediatamente alzó la vista y me indicó que
entrara.

—Hola, Scarlett.

A diferencia de la recepcionista, su sonrisa era cálida y su expresión era


acogedora.

—Hola. Gracias por recibirme.

—Por supuesto. Estoy feliz de poder ayudar. ¿Mencionaste por teléfono que
querías hacer algunos cambios en el programa?

Sonaba curiosa más que molesta, lo que pensé que debía ser una buena señal.

—Sí. He estado revisando los registros de la biblioteca durante los últimos años 237
y me preguntaba si hay una razón por la que la unidad nunca se ha extendido más
allá de la empresa.

—¿Qué quieres decir?

—Bueno, tengo entendido que ha puesto una caja de donaciones en el vestíbulo


de este edificio, pero eso es todo. ¿Por qué no agregar cajas adicionales por la ciudad?
Quizás en la tienda de comestibles, la ferretería y las gasolineras. Imagino que las
iglesias también estarían dispuestas a participar. En las cajas de donaciones se
indicaría que la campaña está patrocinada por Hastings Oil, lo que generaría buena
voluntad en la comunidad. Y, seguramente, terminaríamos con bastantes donaciones
más de esa manera.
La Sra. Hughes no respondió de inmediato y mi ansiedad aumentó.

—Lo siento si me he sobrepasado.

—No, en absoluto. Creo que es una idea maravillosa. Honestamente, no estoy


segura de por qué no hemos hecho algo así antes.

—¿Crees que es posible implementar los cambios este año? Sé que se supone que
la campaña comenzará la próxima semana, justo a tiempo para el Día de Acción de
Gracias.

Cogió el calendario de su escritorio.

—Mmm.

—¿Scarlett?

Inmediatamente reconociendo la voz, mi estómago se retorció cuando giré mi


cabeza para encontrar a Carter de pie en la puerta. Iba vestido con un elegante traje
azul de tres piezas con un sutil patrón de tweed. No quería admitirlo particularmente,
pero se veía excepcionalmente atractivo. Y poderoso.

Arqueó una ceja rubia oscura.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Ya estás abandonando a Wyatt por un trabajo
aquí?

Quería reírme. No en este siglo.

—No, estoy aquí ayudando a coordinar la campaña de libros en nombre de la


biblioteca.
238
—Oh, ¿sí? —Entró a grandes zancadas a la oficina y se sentó en la silla junto a
mí—. ¿Dónde estamos con eso?

La Sra. Hughes lo miró de manera extraña pero rápidamente cubrió su


expresión.

—Sr. Hastings, realmente no necesita involucrarse. Tengo esto cubierto.

Se reclinó en su silla, de alguna manera luciendo como un playboy y el jefe al


mismo tiempo.

—Sé que mi padre no se involucró en cosas como esta, pero me gustaría hacerlo.

Ella le dio un breve asentimiento.


—Está bien, entonces, dejaré que la Sra. Butler le cuente sus ideas.

Ugh. ¿Por qué había pensado que esto sería simple, entrar y salir?

Manteniendo mi mirada fija en su corbata de seda en lugar de su rostro, describí


mis sugerencias para expandir el camino.

—Cuando entraste, estábamos discutiendo si había tiempo para hacer que todo
eso sucediera la próxima semana.

—Seguro que podemos.

Se encogió de hombros, como si no fuera gran cosa.

—Nuestro mayor problema es tener en nuestras manos más cajas de donaciones


— dijo Hughes—. Solo tenemos un par almacenadas que hemos usado en el pasado.

—Me haré cargo de ello.

Me quedé mirando a Carter, sin comprender. ¿Por qué se estaba metiendo en


este proyecto? ¿Y ahora estaba creando trabajo para sí mismo? No lo entendí.

—Está bien —respondió ella, claramente desinteresada en interrogar a su jefe—


. Scarlett, ¿puede comunicarse con las empresas y las iglesias para obtener permiso
para mostrar las cajas?

No podía hablar en serio.

—Lo siento, pero no creo que sea la mejor persona para ese trabajo.

Ninguno de esos mismos negocios había estado dispuesto a contratarme. Y


podría provocar que un rayo cayera accidentalmente en una de las iglesias si me 239
atreviera a entrar.

—Iré contigo —ofreció Carter—. ¿Tienes tiempo ahora?

Parpadeé hacia él, preguntándome si estaba imaginando cosas. Su boca se torció


con obvia diversión por mi sorpresa.

¿A qué estaba jugando aquí?

¿Era esto un desafío? ¿O quería pasar tiempo a solas conmigo para intentar
convencerme de que volviera a huir de la ciudad?

De cualquier manera, no estaba en condiciones de rechazarlo. Maldita sea.


Jill tenía razón: debería haberle dicho a Elsie que no cuando me pidió que
ayudara a coordinar el evento. Esta mierda no valía el buen karma que esperaba
generar.

Después de revisar mi teléfono para ver la hora, finalmente respondí:

—Solo tengo un poco más de una hora.

—Un montón de tiempo. —Saltó de su silla. ¿Siempre tuvo tanta energía?

»¿Es eso todo lo que necesitas de Scarlett por ahora, Sharon?

—Eso creo. —Esta vez no ocultó completamente su confusión. No la culpo.


Estaba haciendo un trabajo mucho menos convincente al actuar como si todo esto
fuera normal—. Te llamaré si tengo alguna pregunta.

Aparentemente sin opciones, me puse de pie.

—Suena bien. Gracias.

Prácticamente tuve que trotar para alcanzar a Carter. Tan pronto como salimos
del edificio, le pregunté:

—¿Por qué estás haciendo esto?

No me miró. Tampoco respondió a la pregunta.

—Yo manejaré.

—Está bien, te seguiré.

—No seas ridícula. —Se detuvo junto a su Maserati, que estaba estacionado en 240
un lugar reservado justo afuera de las puertas de entrada—. Podemos hacer esto
mucho más rápido en un automóvil.

Esto es por caridad. Esto es por caridad. Esto es por caridad, me recordé.

—Bien.

Me deslicé en el asiento del pasajero, una vez más tratando de ignorar el cuero
flexible y el motor ronroneando. Es posible que el dinero no pueda comprar cosas
como el amor y la felicidad, pero seguro que podría comprar un viaje dulce. No podía
imaginarme nunca conduciendo algo como esto, ni siquiera querría hacerlo, pero no
me importaría un vehículo sin óxido.
—¿Qué tal la tienda de comestibles primero? —sugirió Carter mientras se
retiraba del estacionamiento—. Podemos dar la vuelta a Main y luego pasar por esa
iglesia en Maple.

—Tú eres el conductor.

La declaración salió más cortante de lo que pretendía, y finalmente me miró.

—¿Algún problema, Sra. Butler?

Sí, tenía un problema. Él.

—¿Estás haciendo esto para torturarme?

—Si bien me parece una propuesta tentadora, no.

—Entonces, ¿por qué? —pregunté de nuevo.

Dio unos golpecitos con los dedos en el volante.

—¿Cuánto sabes de mi padre?

Bueno, eso no era en absoluto lo que esperaba que dijera.

Al crecer, siempre había escuchado el nombre de su padre pronunciado con


reverencia. Probablemente porque había sido responsable de los cheques de pago de
la mayoría de las familias de la ciudad. Demonios, mi padre incluso había trabajado
en Hastings Oil con Robert Hastings.

Pero eso no significaba que supiera algo sobre él. Siempre había parecido una
presencia más grande que la vida más que un hombre. Al menos, hasta que falleció
hace unos años. 241
—Poco.

—Era un hijo de puta mezquino. —El golpeteo de los dedos de Carter aumentó
en presión y ritmo—. Aunque era un experto en ocultarlo. Consideraba que mantener
las apariencias era lo más importante. Pero ¿en casa?

Hizo una pausa por tanto tiempo que comencé a preguntarme si continuaría.

Finalmente, dijo:

—En casa, era un tirano controlador. Y todos los días, me decía a mí mismo que
cuando creciera no sería nada como él.
Mi mente zumbó con la información inesperada. ¿Era posible que tuviéramos
algo en común? ¡Tampoco es algo superficial, como un amor compartido por figuras
Funko Pop!

Ambos habíamos crecido con un padre al que estábamos decididos a no


parecernos en nada. Si eso no era un terreno común, no sabía qué era.

—No pareces del tipo tiránico.

Estacionó fuera de la tienda de comestibles y se volvió para mirarme de lleno.

—Lo siento, ¿eso fue un cumplido?

—Nunca te he dado ninguna razón para creer que pienso mal de ti —respondí
con sinceridad.

Aparte de la única vez que lo escuché llamarme “puta” con Wyatt, Carter no
había hecho nada que se acercara a lo imperdonable. Si nuestros roles estuvieran
invertidos y él lastimara a Micah, no le daría ni una pizca de piedad.

Mis razones para querer evitarlo tenían mucho que ver con lo que sentía por mí.

Carter me miró fijamente, sus ojos verde musgo evaluándome.

—He sido un idiota contigo.

—Sí, y lo entiendo. De todos los que me han tratado como basura desde que
regresé a Hastings, eres el único que tiene justificación.

—Brady y Wyatt quieren que me haga bueno contigo.

Me reí, una risa de verdad. 242


—Eso suena a ellos. Pero no es su decisión. No quiero que empieces a fingir para
hacerlos felices.

Sacudió la cabeza hacia mí.

—Eres extraña, Scarlett Butler.

Eso había escuchado. Sobre todo de Micah. Diariamente.

Apartó la mirada de mí e inmediatamente extrañé la calidez de su mirada.


Excepto... ¿había sido cálida? Solo ahora que tenía frío sin él, me permití
considerarlo.
—Mi padre nunca se habría rebajado a pedir algo como donaciones. Exigió cosas
a la gente. Él nunca preguntó. —Carter apagó el motor y abrió la puerta. Pero antes
de salir, agregó—: Por eso estoy haciendo esto. Porque mi padre nunca lo habría
hecho.

Congelada, lo miré fijamente, sin tener idea de qué hacer con todo lo que me
había dicho. ¿Por qué revelaría algo tan personal? ¿Había sido un momento de
debilidad?

O, después de presenciar a mi propia madre golpearme en la cara, ¿sintió una


especie de afinidad conmigo que no tenía antes?

Carter golpeó el parabrisas y finalmente me moví, siguiéndolo a la tienda de


comestibles. Una vez dentro, vi cómo todas las personas con las que nos encontramos
lo trataban como una especie de celebridad. O, quizás, un rey. Hubo saludos, amplias
sonrisas y posiblemente incluso una reverencia o dos.

Si alguien reaccionó negativamente al verme con él, esperaron hasta que


pasáramos para hacerlo. Casi deseé poder llevarlo a todos lados. Su presencia era
ideal para distraer a las masas y animarlas a comportarse de la mejor manera.

Y, por supuesto, el gerente de la tienda aceptó de inmediato participar en la


campaña de recolección de libros. Tenía la sensación de que habría colocado las cajas
al final de cada pasillo si Carter se lo hubiera pedido.

Las siguientes paradas fueron muy parecidas. Nadie tuvo que pensar siquiera en
eso, lo que me hizo preguntarme si alguien en esta ciudad había rechazado alguna
vez a un Hastings por alguna razón.

—No tengo idea de por qué me estás obligando a acompañarme en esta


excursión. —Me abroché el cinturón de seguridad y miré la hora en el tablero. Treinta 243
minutos más antes de que tuviera que recoger a Micah—. Estaríamos mejor si
hicieras el resto por tu cuenta.

—¿Qué? ¿Te preocupa que empañe tu reputación?

Podría haberme ofendido, pero lo dijo con una sonrisa traviesa. Una que
encontré bastante atractiva.

—Muy divertido.

—¿Necesitas volver? —preguntó, sonando complaciente por una vez.

—¿Una parada más?


No sabía por qué dije eso, pero técnicamente, tenía tiempo.

—Trato.

Cuando entró en el estacionamiento del restaurante, instantáneamente lamenté


mi elección. No había forma de que pusiera un pie allí.

—Me quedaré aquí.

—¿Por qué? ¿No eres fanática del olor a grasa?

No, en realidad, pero eso no tenía nada que ver.

—Sherilee trabaja aquí.

Entrecerró los ojos, como si estuviera tratando de ubicar el nombre. Pero


entonces el reconocimiento cruzó su rostro.

—Tu madre, ¿verdad?

—Así es.

No había estado dentro del restaurante desde antes de irme de casa, y no estaba
a punto de terminar mi racha ahora. Incluso si Sherilee no estaba aquí,
probablemente Bianca sí. Y no tenía ganas de encontrarme con ella después de
descubrir que era la responsable de la noche de los horrores del karaoke.

No necesité decir nada más. Inmediatamente salió de su lugar de


estacionamiento y se dirigió a su oficina.

—Regresaré después de dejarte en tu coche.


244
—Gracias.

Mi gratitud fue sincera, y debió haberla escuchado en mi voz, porque me miró.

—De nada.

¿Fue esto finalmente todo? ¿El momento en que llamamos a una tregua
silenciosa?

Quería que fuera verdad. Aprendí rápidamente que Carter no era un mal tipo.
Ni siquiera era el típico imbécil rico, como siempre había asumido.

Tenía un pasado que intentaba superar, al igual que el resto de nosotros.


245
¿Aún lo amas?

Pienso en eso más de lo normal. Pienso en cómo me sentiría si nuestras posiciones se


invirtieran.

Y, sinceramente, no sé cómo me sentiría, porque no te conozco. Sé tu nombre y el color de


tus ojos. Pero no sé qué te hizo enamorarte de él en primer lugar. No sé cómo te hace sentir
cuando están solos, o si lo extrañas cuando se va.

Miré el teléfono en mi mano, releyendo el mensaje de texto que había recibido


hace unos minutos por lo menos por décima vez.

Brady: ¿Puedes pasar por mi casa esta noche? Tengo un regalo para Micah.

Parecía de mala educación rechazarlo después de que le había comprado un


regalo de cumpleaños a Micah. Y ya le había dicho que mi hermano iba a pasar la
noche en la casa de Evan, así que no podía usar a Micah como excusa.

Aun así... Era reacia a pasar tiempo a solas con Brady, mucho menos en el
apartamento de los chicos. Wyatt podría aparecer en cualquier momento, y esperaba 246
prolongar mi rutina de evitación el mayor tiempo posible.

Comprobé la hora, siete minutos después de las ocho. Lo más probable es que
Wyatt no estuviera en casa sino en Broken Spur hasta pasada la medianoche. Era
viernes por la noche y, como yo tenía la noche libre, lo necesitaban detrás de la barra.

Entonces, técnicamente, había mucho tiempo para ir, pasar el rato y luego
largarme de allí.

Tomé mi decisión, le respondí un mensaje de texto.

Yo: Puedo estar allí en diez.

A pesar de mi demora en responderle, respondió de inmediato.


Brady: No puedo esperar.

Satisfecha de que el vestido negro informal que había estado usando todo el día
se veía lo suficientemente lindo, agregué un suéter rojo delgado en la parte superior
y cambié mis zapatos bajos negros por un par de plataformas rojas. Luego, me peiné,
retoqué mi maquillaje y salí de mi apartamento.

Solo me tomó unos minutos conducir hasta el antiguo hotel, y pasé cada segundo
de ese tiempo preparándome para volver a ver a Brady. Después de mi sorpresa
inicial cuando apareció en el bar hace dos noches, las cosas habían sido normales
entre nosotros. Fáciles.

Al menos, hasta que había aparecido Wyatt.

Brady estaba esperando en la puerta de seguridad, y cuando me dejó entrar, su


mirada me recorrió.

—Te ves hermosa como siempre.

—Gracias. —Al notar que estaba usando jeans y una camiseta negra que
mostraba el contorno de Mario, sonreí—. Bonita playera.

La miró con expresión avergonzada.

—Probablemente debería mejorar mi estilo ahora que ya no estoy en la escuela


de posgrado.

—¿Estás bromeando? Amo tu ropa de videojuegos. Te hace más accesible.

Cuando me condujo al ascensor, preguntó:

—¿No soy ya accesible? ¿Qué tal estos?


247
Señaló sus lentes.

Estudié su rostro, tomando nota de la forma en que su cabello castaño caía sobre
su frente y la apertura de sus ojos oscuros detrás de sus lentes. Él estaba en lo correcto.
Debería haber sido completamente accesible. Pero cuando le agregabas su altura, su
sonrisa torcida y sus rasgos clásicamente hermosos, se volvía intimidante. No por
cómo usaba cualquiera de sus activos, sino porque era tan malditamente atractivo.

—No lo sé. Veamos sin ellos.


Brady se quitó los lentes y yo ladeé la cabeza, evaluando el cambio en él. Todavía
se veía bien, obviamente, pero extrañaba la vibra un poco geek que proporcionaban
sus gruesos marcos negros.

—Mmm. Creo que eres más sexy con ellos.

Hizo una demostración de ponérselos lo más rápido posible.

—Es bueno saberlo.

Cuando abrió la puerta no menos de un minuto después, me preparé para que la


bola de pelusa viniera hacia nosotros. Pero no lo hizo. El apartamento estaba en
silencio.

—¿Dónde está Dodge?

—Él está aquí.

Me congelé cuando Wyatt salió de su habitación con su perrito en sus grandes


brazos.

Mierda.

Aclaré mi garganta.

—Oh. Pensé que estarías en el trabajo.

Siguió caminando hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para que yo
pudiera ver la solemnidad en sus ojos azules.

—Estar aquí era más importante.


248
¿Qué diablos significaba eso? Miré de él a Brady, cuya expresión era ahora tan
sombría como la de Wyatt. Doble mierda.

—¿Qué está pasando?

—¿Por qué no nos sentamos? —sugirió Brady.

Mi columna se puso rígida ante su tono demasiado tranquilo.

—No estoy segura de querer hacerlo.

Wyatt suspiró.

—Por una vez, ¿no puedes dejar de ser tan malditamente terca?
—No —le espeté automáticamente.

A pesar de los techos altos de la gran habitación, sentí como si las paredes se
estuvieran cerrando sobre mí. Sea lo que sea, no pude hacerlo.

No lo haría.

Di un paso hacia la puerta, pero Wyatt me interrumpió.

—Detente. No puedes seguir evitándome. Evitándonos.

¿Nosotros?

Mis ojos se dispararon a los de Brady, y encontré demasiada comprensión en


ellos.

Oh, Dios, lo sabía.

Wyatt le había contado sobre el beso. ¿Y ahora querían que me sentara con ellos
y hablara de ello? ¿Estaban locos?

—¿Qué es esto, una maldita intervención?

Me habían tendido una emboscada, y sí, estaba cabreada.

Brady entrelazó su mano con la mía.

—No es así, Scarlett. Solo queremos hablar contigo.

—¿Sobre el hecho de que tu mejor amigo me besó?

Y le devolví el beso, agregué en silencio. 249


Nada menos que un yunque se apoderó de mi pecho mientras la culpa que me
había estado atormentando durante los últimos cuatro días regresó más fuerte que
nunca.

Intenté apartar mi mano de la de Brady, pero él apretó su agarre.

—Sí, sobre eso. —Me besó suavemente en la frente—. Va a estar bien.

¿Por qué estaba siendo tan dulce? Se suponía que debía estar enojado. Sentirse
traicionado. Inmediatamente decirme que me vaya al infierno donde pertenecían las
zorras como yo.

Se suponía que no debía ser comprensivo.


Se suponía que no debía consolarme.

Y seguro que no se suponía que quisiera hablar de mi épico error de juicio.

En una neblina de confusión llena de culpa, dejé que Brady me llevara al sofá y
me tirara a su lado. No soltó mi mano. Tampoco me dejó alejarme de él cuando lo
intenté. Parecía decidido a mantenerme cerca.

Mientras tanto, todo lo que quería era huir de su presencia. Era demasiado
doloroso estar tan cerca sabiendo que sería la última vez.

Esta cosa entre nosotros, que apenas había comenzado, tenía que terminar.

Esa era la única solución potencial para este jodido racimo del tamaño de Texas.

Wyatt se sentó en la otomana directamente frente a nosotros, sus piernas abiertas


para envolver las mías. Me retorcí en un intento de mover mi cuerpo más lejos del
suyo, pero no había ningún lugar adonde ir sin escapar del todo.

Con bravuconería forzada, pregunté:

—¿Podemos terminar con esto?

Wyatt entrecerró los ojos.

—¿Qué es lo que crees que está pasando aquí?

—¿No es obvio?

Finalmente me las arreglé para tirar de mi mano de la de Brady y la metí entre


mis muslos con la otra. Cuando comencé mi discurso, mantuve mi mirada fija en
Dodge, quien estaba sentado a los pies de su dueño, moviendo su pequeña cola. 250
—Brady va a decir que no éramos serios, de todos modos, así que el beso no es
el fin del mundo. Su amistad sobrevivirá, pero los dos estarán mejor si me alejo. Y
vas a decir que, por supuesto, no me despedirás por todo esto, porque sería
inapropiado. Pero sugerirás que tal vez me sienta más cómoda si encuentro otro
trabajo.

Respiré hondo después de decir todo eso como si fuera una sola oración
prolongada.

—¿Eso cubre todo?

Wyatt puso sus manos en mis rodillas y me estremecí.


—Mírame.

Enterré mis manos aún más en mis muslos y los apreté. Si me causara dolor
físico, tal vez lo emocional no me dolería tanto.

Tomándome mi tiempo, deslicé mi mirada sobre sus piernas enfundadas en


jeans, subí por su camiseta gris de manga larga y finalmente hasta su barbilla cubierta
por barba corta. Pero parecía que no podía llegar más lejos. No quería que sus ojos
succionaran más de mi alma de lo que ya habían hecho.

—Scarlett.

Ante su tono suave, no pude resistirme a completar mi viaje. Y cuando nuestros


ojos finalmente se encontraron, podría haber jurado que saltaron chispas, como había
leído en tantas novelas románticas. Pero dijo que las chispas no se trataban de sexo.
Se trataba de conciencia. Una conexión. Un vínculo.

—Ni siquiera estás cerca.

—¿Qué?

Ni siquiera podía recordar lo que se había dicho la última vez.

Frotó mis rodillas sobre mi delgado vestido.

—Tus teorías ni siquiera se acercan. Brady y yo no queremos que te alejes, y


estoy absolutamente seguro de que no quiero que renuncies a tu trabajo.

—Yo-yo no entiendo.

Estaba segura de a dónde iba esto. Después de todo, había pasado los últimos
días pensando en casi nada más que eso. 251
Brady se movió para quedar frente a mí.

—No se trata de un final. Se trata de un comienzo.

Todavía no lo entendí.

—Entonces, ¿quieres seguir saliendo conmigo?

—Sí.

El alivio se extendió a través de mí más rápido de lo que un incendio forestal


devoraba el bosque en medio de una sequía. Me estaba dando una segunda
oportunidad. Puede que no me lo merezca, pero lo quería.
Me di cuenta de las manos de Wyatt todavía sobre mí, y mi alivio se disipó casi
tan rápido como había aparecido. ¿Cómo podía quedarme con Brady cuando estaba
tan claramente atraída por su mejor amigo y mi jefe? Herirlo una vez había sido una
tortura. No podía arriesgarme a hacerlo de nuevo.

Mi garganta estaba tan seca que no estaba segura de poder pronunciar las
palabras. Pero no podía retenerlos. No sin odiarme mañana y todos los días después
de eso.

—No creo que sea una buena idea.

La expresión de Brady no cambió.

—Hay más, y antes de que des cualquier tipo de respuesta, necesitamos que nos
escuches.

¿Más? ¿Qué más podría haber?

Su sonrisa parecía pedir paciencia tanto como sus palabras, y no tenía ni idea de
qué pensar al respecto.

—Está bien…

Miró a Wyatt, y por mucho que quisiera seguir su ejemplo, mantuve mi mirada
en Brady. No dijo nada durante lo que parecieron minutos, pero probablemente solo
fueron unos segundos.

—Cuando Wyatt me contó por primera vez sobre el beso, estaba molesto, por
supuesto. Sabes que me preocupo por ti, Scarlett. Y me doy cuenta de que es
demasiado pronto para hablar de esas cosas, pero veo un futuro para nosotros.

Mi corazón se apretó, y si mis manos aún no estuvieran atrapadas entre mis


252
muslos, estaba bastante segura de que estarían temblando.

—La cosa es, que entiendo por qué te besó. Y no tengo derecho a estar enojado
por eso. Por un lado, nunca discutimos ningún tipo de exclusividad, así que esto no
se parece en nada a cuando mi ex me engañó. Sin embargo, lo más importante es que
supe que Wyatt estaba interesado en ti desde el día en que se conocieron.

Respiré profundamente y miré al hombre en cuestión. Su rostro era ilegible y


mantuvo la mirada fija en Brady.

¿Era verdad?
Pensé en ese primer día en su camioneta y estaba segura de que apenas me
toleraba. Por otra parte, había aprendido mucho sobre Wyatt Ford desde ese día. No
llevaba sus sentimientos en la manga. Los mantuvo cerca de su pecho. Tan cerca que
la mayor parte del tiempo no tenía ni idea de dónde estaba su cabeza.

Pero eso no significaba que no sintiera.

—Lo sabía, y te perseguí de todos modos. —Brady hizo una mueca, la mirada
casi antinatural en él—. No estoy orgulloso de eso, pero pensé, que si conseguía que
salieras conmigo primero, él perdería el interés. Lo cual fue estúpido, porque, ¿por
qué lo haría?

Su expresión se suavizó una vez más.

—Eres única en tu clase, Scarlett Butler.

Me lamí los labios, que se habían secado por completo en algún momento, junto
con mi garganta.

—¿Qué estás diciendo?

Había aclarado por qué no estaba indignado por “el” beso. Pero eso no explicaba
por qué Wyatt estaba sentado aquí, todavía tocándome.

Brady se inclinó hacia mí, pero no trató de tocarme más que donde su pierna
estaba presionada contra la mía.

—Lo que estoy tratando de decir es que Wyatt y yo lo hemos discutido, y


creemos...

—Quiero que salgas conmigo también —interrumpió Wyatt.


253
Giré la cabeza para mirarlo, seguro de que debí haber escuchado mal.

—¿Qué?

Habló incluso más lento de lo habitual, cada palabra deliberada.

—Si es lo que tú quieres, nos gustaría que estuvieras con los dos. Llámalo salir o
relaciones exclusivas o como quieras.

Si hubiera pensado que la habitación se me estaba cerrando antes, eso no era


nada comparado con lo que estaba sucediendo ahora. Mi pecho se apretó y mi visión
se volvió irregular. Aunque Brady y Wyatt no se habían movido, me sentí abrumada.
Claustrofóbica.
Me paré con las piernas temblorosas y me alejé del sofá.

—¿Esto es una broma?

—Para nada —respondió Wyatt—. No bromearíamos sobre algo como esto.

A pesar de que todo mi cuerpo estaba en llamas, envolví mis brazos


protectoramente a través de mi cintura. Esto no tenía ningún sentido... a menos que
¿esto era algo que habían hecho en el pasado? Parecía un juego idiota al que jugarían
los chicos de la fraternidad: seducir a la misma chica y ver cómo se desarrollaba el
caos. Probablemente habría una apuesta involucrada.

Eso explicaría por qué ambos parecían tan tranquilos.

Agité una mano entre ellos dos.

—¿Es esto como lo suyo? ¿Consiguen que la misma chica se enamore de ustedes
y se meten en su cabeza?

Los ojos de Brady se abrieron tanto que parecía una lechuza, aunque ardiente.

—Absolutamente no. Esto no fue planeado. Acaba de suceder.

—Está bien, entonces, si realmente lo dices en serio, ¿te imaginas lo que podría
hacer con mi ya estelar reputación salir con uno, sino con dos hombres? Por no hablar
de las suyas.

Dirigí mi mirada a Wyatt.

—La tuya como propietario de un negocio.

Luego hacia Brady. 254


—Y la tuya como profesor. Por el amor de Dios, podrías perder tu trabajo por
algo así. Y olvídate de tu sueño de convertirse en director. Eso nunca sucedería.

—¿No crees que ya hemos considerado todo eso?

La pregunta vino de Wyatt, y había una emoción sin nombre en su voz. No podía
decir si estaba enojado, exasperado o una combinación de ambos.

—No veo cómo pudieron haber considerado todo eso. Porque, si lo hubieran
hecho, no estaríamos teniendo esta conversación. Ya sabrían que es imposible.

Parecía que Brady quería pararse y venir hacia mí, pero se agarró a los bordes
del sofá.
—Va a ser un desafío, claro, pero no imposible.

—¿Por qué? ¿Porque quieren mantenerlo en secreto? —Un sabor amargo llenó
mi boca—. No haré eso. Me niego a volver a ser un secreto vergonzoso. Ni siquiera
por ustedes dos.

—No. Hablamos de esa opción, por tu bien, pero decidimos que ninguno de los
dos está dispuesto a fingir en público. No sería saludable para ninguno de nosotros.
—Rebotó sus rodillas, claramente luchando por mantenerse en su lugar—. Si vamos
a hacer esto, lo haremos con todo. No nos esconderemos. Y definitivamente sin
vergüenza.

—Fácil para ti decirlo.

Los hombres nunca eran los que fueron vilipendiados en estas situaciones.
Siempre fueron las mujeres. Eran las putas, las zorras y las rameras.

Agrega mi pasado indecoroso, y también podría pintar una A escarlata en mi


propio pecho. Porque así es como todos me verían siempre. No había vuelta atrás de
dos escándalos sexuales. Todavía no estaba segura de poder superar el primero.

Sorprendentemente, Wyatt fue el que cedió primero y se puso de pie. Dio unos
pasos hacia mí antes de detenerse.

—¿Puedes hacernos un favor y dejar de pensar en todos los problemas por un


segundo y pensar en lo que quieres?

¿Lo que quería?

En todo el esquema de las cosas, ¿importaba siquiera? No era más que un peón,
siempre sacrificado por un bien mayor.
255
—No, porque tengo que considerar a Micah.

—Bueno, ¿has considerado que tener una familia más grande sería bueno para
él? Nunca ha tenido un modelo a seguir masculino, ¿verdad? Ahora, podría tener
dos.

Me quedé mirando a Wyatt como si le hubiera crecido una docena de cabezas


más.

—Está bien, vaquero, ralentiza tu rollo. Pensé que estábamos hablando de salir,
¿y ahora nos estás convirtiendo en una gran familia feliz?
—No vamos a entrar en esto a la ligera, Scarlett. —Dio pasos más cuidadosos,
hasta que estuvo un pie delante de mí—. Ninguno de los dos quiere una aventura o
algo temporal. Vamos a abordar esto con la esperanza de que dure.

Sus ojos azules estaban más brillantes de lo habitual, y si no lo supiera mejor,


diría que brillaban con la esperanza que acababa de proclamar. Pero ¿cómo puede
ser eso? Literalmente habíamos tenido un beso, ¿y ahora él estaba planeando nuestro
futuro?

Ni siquiera podía imaginar cómo sería ese futuro. Los tres no podíamos
casarnos. Entonces, ¿qué, eventualmente nos mudaríamos juntos y combinaríamos
nuestras pertenencias? Vivíamos en un pequeño pueblo de Texas. Nada de eso iba a
volar.

Brady apareció a su lado.

—Wyatt tiene razón. Esto no tiene por qué ser algo negativo para Micah.
Seríamos buenos para él.

No lo dudaba. Micah prácticamente ya adoraba a Brady. Y tenía la sensación de


que Wyatt sería genial con él, a su manera.

Pero nada de eso era el punto.

—Se burlarían de él. Quizás incluso condenado al ostracismo. No puedo hacerle


eso.

Brady tomó mi mano en la suya una vez más.

—No puedes protegerlo de todo. Tendrá que aprender a defenderte y a sí mismo,


sin usar los puños. Pero eso no es malo.
256
Negué con la cabeza a ambos.

—Ustedes dos han perdido la cabeza. Esta es la sugerencia más loca que he
escuchado, por demasiadas razones para siquiera enumerarlas. Quiero decir,
básicamente me estarías compartiendo. ¿Eso no te molesta?

Dirigí esa pregunta a Wyatt, ya que parecía más probable que fuera del tipo
celoso y posesivo.

—Ya sé que sientes algo por Brady. Es obvio. —Levantó la mano, como si
estuviera buscando su gorra de béisbol, pero no la estaba usando por una vez.
Entonces, en su lugar, se frotó el pelo corto—. Y sí, estoy celoso. Pero principalmente
porque le dejé entrar y sacarte de debajo de mí.
Brady se rio de eso. Sí, se rio entre dientes.

Pero todavía no estaba convencida.

—Entonces, ¿esto no te molesta?

Me moví para que todo el frente de mi cuerpo estuviera presionado contra el de


Brady. Luego, me puse de puntillas para alcanzar su boca. Rápidamente se dio
cuenta y me envolvió en sus brazos. Inclinando su cabeza, atacó mis labios,
besándome como nunca antes lo había hecho.

Nuestros besos anteriores habían sido muy apasionados, pero palidecían en


comparación con este. Me devoró, como si aprovechara la oportunidad para
convencerme de que pertenecíamos juntos.

Y, si ese era su objetivo, estaba funcionando totalmente. Me dolía el cuerpo por


él y tuve que mantener las manos cerradas en puños para evitar buscar la piel
desnuda.

Demasiado pronto, soltó mi boca, aunque continuó usando sus brazos para
estabilizarme. Finalmente, recordando mi objetivo original, volví la cabeza para
mirar a Wyatt. Su mirada inmediatamente encontró mis labios y se lamió los suyos.

Tragué, de repente sintiendo como si estuviera agitando una capa roja hacia un
toro. Había besado a Brady para darle una lección a Wyatt, y parecía que todo lo que
había logrado era hacer que se interesara más.

Dio un paso adelante y me apartó de Brady. Aunque todavía podía sentir al otro
hombre detrás de mí, toda mi atención estaba en Wyatt. Sus ojos se habían reducido
a rendijas, haciéndolo lucir peligroso. Lo cual me resultó demasiado atractivo.

—No me molesta, siempre que pueda hacer esto.


257
Antes incluso de que hubiera terminado su oración, su boca estaba sobre la mía.

Esperaba que el beso fuera aplastante. Agotador.

Pero era todo un fervor suave y una intensidad persuasiva. Chupó ligeramente
mi labio inferior antes de pellizcarlo con los dientes. No me presionó para que abriera
la boca. Lamió, acarició y acarició.

Y nunca en mi vida me había excitado tanto. El mero conocimiento de que Brady


nos estaba mirando me hizo revivir de una manera que ni siquiera entendí. Debería
sentirme incómoda. Apenada. Incluso avergonzada.
En cambio, quería más.

Más de Wyatt.

Más de Brady.

Más de ellos juntos.

258
No puedo evitar preguntarme cómo imaginas mi relación pasada con él. ¿Te imaginas
cenas románticas y un lecho de rosas cada noche?

Apuesto a que no lo imaginas como sospechoso, constantemente revisando mi teléfono. O


la expectativa de que siempre que no estuviera en The Midnight Room le perteneciera.

Probablemente no lo veas como un necesitado. Celoso. Controlador.

O tal vez lo hagas. Estás casada con el hombre, después de todo.

—Estoy cerrando temprano.

Levanté la vista de donde estaba apoyada en la barra, mirando a la nada, para


encontrar a Wyatt mirándome con una casi sonrisa. Las había estado sacando con
bastante frecuencia últimamente. Aunque me gustaba verlas, no pude evitar
preguntarme qué haría falta para sacarle una sonrisa completa.

Dado que esa línea de pensamiento era peligrosa, me paré en toda mi estatura y
gemí.

—Gracias a Dios. Esta noche me hace sentir agradecida de que normalmente no


259
cierro.

Beau había salido de la ciudad para visitar a la familia para el Día de Acción de
Gracias, así que me ofrecí a trabajar un turno completo. La última hora se había
prolongado interminablemente. No solo estaba aburrida, el lugar estaba
prácticamente vacío, estaba muerta de pie. Comenzar mi día antes de las siete para
preparar a Micah para la escuela y terminarlo después de la medianoche no era mi
favorito. No ayudó que mi mente hubiera estado demasiado llena de Brady y Wyatt
como para dormir bien durante días.

—Vamos. Te acompañaré.
Wyatt me condujo por la puerta trasera y, tan pronto como salimos, me tomó de
la mano. Eché un vistazo a nuestras manos unidas. Esto era nuevo. Pero no del todo
desagradable.

—Todavía vendrás mañana —dijo esto con autoridad en lugar de plantearlo


como una pregunta.

Después de que él y Brady me besaran como el infierno el viernes por la noche,


me escapé como una cobarde. Pero, antes de irme, me habían ofrecido una especie
de compromiso. Me darían el espacio que necesitaba para averiguar lo que quería, si
aceptaba asistir a la cena de Acción de Gracias en la mansión de Carter. Aunque no
lo habían dicho directamente, tuve la sensación de que querían demostrar que los
cuatro; Brady, Wyatt, Micah y yo podíamos ser una pequeña familia feliz.

La idea me asustaba muchísimo. Pero, si era completamente honesta, me


emocionó tanto. Y eso me asustaba más que nada.

Sabía que era mejor no querer cosas buenas para mí.

—Sí, vamos.

Carter incluso se había asegurado de extender la invitación él mismo cuando


discutimos los detalles de la colecta de libros a principios de semana. No diría que
nos haríamos amigos, pero parecía que finalmente habíamos alcanzado la etapa de
tregua que había estado anhelando.

Wyatt no dijo nada más mientras nos acercábamos a mi coche. Me sorprendió


que no me hubiera presionado para nada durante los últimos cinco días. En todo
caso, había estado más relajado de lo habitual. Era casi como si revelar su loca
propuesta y la de Brady lo hubiera liberado. Tal vez porque la decisión ahora
dependía completamente de mí. 260
Abrí la puerta, pero no entré de inmediato, sintiendo que Wyatt no estaba listo
para dejarme ir. Mirándolo, le dije:

—Buenas noches.

Me miró con expresión suave. Al menos, para él.

—Quiero besarte.

Inconscientemente, me lamí los labios, luego me di cuenta de lo que había hecho


cuando su mirada se dirigió a ellos.
Contuve la respiración, esperando a que diera el primer paso. Pero, después de
unos largos segundos, levantó sus ojos hacia los míos.

—Hay algo que he querido decirte. —Hizo una pausa, pareciendo estar
sopesando mentalmente sus palabras—. No te di una opción real antes, así que ahora
me aseguro de que sepas que tienes una. Si Brady es a quien quieres, me inclinaré
con gracia.

Solté el aliento que había estado conteniendo en un suspiro de sorpresa. ¿Estaba


diciendo que había cambiado de opinión? ¿No me quería? ¿O no quería el drama que
causaría nuestro pequeño ménage à trois?

Agarró mi cabeza entre sus manos, su toque era suave pero firme.

—Antes de que empieces a pensar en cosas locas, nada de lo que quiero ha


cambiado. Desde que te vi agarrando ese ridículo bote rosa de aerosol de pimienta,
no he podido sacarte de mi cabeza. Lo intenté, te lo aseguro, pero fue inútil. —Sus
pulgares acariciaron mi mandíbula y me estremecí—. No quiero cosas, pero te quiero
a ti, Scarlett.

—Yo también te quiero, Wyatt.

Las palabras salieron sin pensarlo, pero no las quise retractar. Eran verdad. Tan
determinada como había estado en sacar a los hombres de mi vida para siempre, sus
ojos robadores de almas me habían atraído bajo su hechizo desde ese primer
encuentro también. Era demasiado tarde para que yo eligiera a Brady antes que a él.
No pude hacerlo.

Presionó su boca contra la mía en un suave y dulce beso. Luego, dejó caer las
manos y dio un paso atrás.
261
—Buenas noches, cariño.

Le sonreí. Eso era lo único remotamente vaquero, como me había dicho alguna
vez. Y me encantó absolutamente.

—Buena noche.

Mi sonrisa no vaciló durante el viaje a casa. A pesar de mis noches de insomnio,


no había podido tomar ningún tipo de decisión sobre salir con Wyatt y Brady. Había
tantas desventajas que me preocupaba que superaran a las ventajas.

Pero algo acerca de Wyatt proporcionando una salida de todo esto me hizo estar
segura de que no quería salir. Me estaba enamorando de ambos hombres y no era lo
suficientemente desinteresada como para renunciar a ninguno de ellos.
Quizás ni siquiera por Micah. Un pensamiento que instantáneamente hizo que
la culpa se levantara y me golpeara en la cara, al estilo Sherilee. Como su madre
sustituta, se suponía que debía pensar siempre en sus mejores intereses. Mi instinto
me dijo que involucrarme en otro escándalo sexual no podía ser bueno para él.

Aun así, una vocecita me recordó que tener más personas que se preocuparan
por él en su vida solo podría beneficiarlo.

Mi mente daba vueltas con estos pensamientos mientras salía del coche y me
dirigía a mi apartamento. Entonces, me pilló completamente desprevenida cuando
alguien llamó mi nombre.

Mi sangre se congeló, junto con mis pies, ante la voz distintiva. Era una que
nunca podré olvidar.

Una forma emergió de las sombras y los latidos de mi corazón se hicieron más
lentos.

Era él.

El maldito Asher Davenport, en carne y hueso.

Era de estatura y complexión media, pero nada era normal en él. Desde su
cincelada mandíbula, hasta su nariz perfectamente proporcionada y sus pómulos
altos, su rostro encajaba perfectamente en la categoría de demasiado bonito. Su cabello
castaño oscuro era demasiado largo en la parte superior y los lados, lo que le daba
un toque pícaro a su apariencia, por lo demás resbaladiza.

Él sonrió e inmediatamente reconocí la expresión por lo que era: depredador.

¿Por qué no podía haberme dado cuenta de lo mismo cuando me mostró por 262
primera vez esos blancos dientes nacarados? Podría haberme ahorrado tanta angustia
y miseria.

—Te cortaste el cabello. —Alcanzó mis mechones cortos y me estremecí lejos de


su toque. No es que le importara—. Me gusta. Es sexy.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Asher me dio una mirada que solía pensar que significaba que le importaba.
Ahora, sabía que no significaba nada más que un deseo de control.

—Estoy aquí para verte, por supuesto. Ha pasado mucho tiempo.

—Bueno, no quiero verte.


Me volví para alejarme, pero él se paró frente a mí. Me puse rígida, sabiendo por
experiencia que era fuerte. Si quisiera detenerme, podría hacerlo. Fácilmente.

A veces, ser mujer apestaba.

—Ahora, ahora, Scarlett. Esa no es forma de hablar con tu hombre,


especialmente después de una separación tan larga.

¿Mi hombre? ¿Había perdido la cabeza?

Caminé, más como correr, lejos de él. ¿En qué universo contaba eso como una
separación? Fue una ruptura limpia, de principio a fin.

Mis manos comenzaron a temblar y las presioné contra mis costados para ocultar
ese hecho. Estaba bastante segura de que Asher Davenport se libró del miedo. Le
encantaría que me estuviera afectando.

—Hemos terminado. Por favor, vete.

Miró detrás de mí al edificio de apartamentos y se burló.

—No puedo creer que estés viviendo en este basurero. Pero no te preocupes.
Encontré un nuevo lugar para ti.

—No tienes derecho…

Fingiendo que ni siquiera había comenzado a hablar, continuó:

—Es una linda y pequeña casa de campo en un par de acres a las afueras de la
ciudad. Hay mucho espacio para que tu hermano juegue en el patio. Apuesto a que
le encantaría un par de vehículos todo terreno y tal vez algunos animales. Y hay una
terraza acristalada que es perfecta para una sala de música. Te va a encantar. 263
En el pasado, me habría salivado lo que estaba describiendo. Un pequeño
espacio para esparcirse y respirar el aire del campo. Finalmente podría conseguirle a
Micah ese cachorro por el que había estado muriendo.

Pero ya no más. No cuando Asher estaba ligado a ello de alguna manera. Y


definitivamente no a cambio de volver a ser su amante.

—Y ya no trabajarás en ese bar sucio. —Escaneó mi cuerpo—. Deberías usar


diamantes y Manolos, no jeans y zapatillas.
—No está sucio, y resulta que me gusta trabajar allí. —Retrocedí un par de
pasos—. Hemos terminado, y no hay nada que puedas ofrecerme que me haga
cambiar de opinión.

Con las escaleras en mi enfoque, lo rodeé. Pero solo llegué a la mitad del camino
antes de que él agarrara mi brazo y me hiciera girar. Colocó su otro brazo alrededor
de mi cintura y me apretó contra él.

—Escúchame, Scarlett Butler. —Su aliento estaba caliente en mi cara y su voz


era amenazante. Había escuchado ese tono en algunas ocasiones y ninguna había
terminado bien—. Puedes pensar que puedes salirte con la tuya dejándome, pero
estás equivocada. Sin mí, no eres nadie. Nada. Sin valor. No puedes liberarte de mí.
Jamás.

Forzó su boca sobre la mía, y las náuseas aumentaron, ahogándome. Luché,


logrando apartar mi boca de la suya. Pero él simplemente me abrazó más fuerte y
comenzó a besar mi cuello en su lugar. Empujé su pecho, pero no pude escapar. Era
demasiado fuerte.

—Detente. —La palabra salió demasiado tranquila. Demasiado tímida.


Entonces, lo dije de nuevo, más fuerte—. Detente. Déjame ir.

—Sabes que lo quieres —dijo mientras soltaba mi brazo para tomar mi rostro. El
dolor atravesó mi mandíbula y cuello cuando me obligó a mirarlo—. Tomarás lo que
te estoy dando y te gustará.

Tragué mi bilis mientras intentaba idear un plan. Tenía que alejarme de él.

De repente, recordando las llaves en mi mano, busqué mi llavero y palpé el


delgado bote. Busqué el seguro y lo giré con el pulgar. Levantándolo, cerré los ojos,
preparándome para desatar el spray de pimienta sobre él. 264
Pero una fracción de segundo antes de que pudiera presionar el botón me soltó
cuando otra voz dijo:

—Quítale las manos de encima, pedazo de mierda.

Entonces, Asher estaba en el suelo, gimiendo y tapándose la nariz, la sangre


goteaba entre sus dedos. Y nada menos que Carter Hastings estaba de pie junto a él,
con los puños cerrados.

Santa. Mierda.

Todo había sucedido tan rápido que ni siquiera había visto el puñetazo. Lo cual
fue una verdadera lástima.
Carter se volvió hacia mí.

—Entra, Scarlett. Yo me ocuparé de él.

Ni siquiera lo dudé, me dirigí hacia las escaleras y me agarré a la barandilla


mientras las subía con piernas temblorosas.

—Bueno, bueno, hermano. —Escuché decir a Asher—. Supongo que ahora


también te la estás follando. Bien podría mantenerlo en la familia, ¿eh?

—No hables de ella, y yo no soy tu hermano.

La risa de Asher fue lo último que escuché antes de abrir la puerta de mi


apartamento y golpearla detrás de mí. Corrí al baño y llegué al baño sin tiempo de
sobra. Después de vaciar el contenido de mi estómago, me lavé la cara y me lavé los
dientes. Dos veces. Podría jurar que todavía lo probé en mí, y me hizo sentir sucia.

Cuando estábamos juntos, era mandón. Controlador. Pero nunca se había


puesto violento conmigo. Tal vez porque no lo había necesitado. Le había permitido
hacer lo que quisiera conmigo. Porque me había hecho sentir que se lo debía.

Pero ya no más.

Ahora, pensar en él y en nuestro tiempo juntos me enfermaba.

¿Y sabiendo que me quería de vuelta?

Eso me asustó.

Porque hombres como Asher Davenport no se detenían. No hasta que hubieran


ganado.
265
Lo vi esta noche.

Me gustaría decir que salió bien. Que fue amable o incluso indiferente.

Pero no puedo decir ninguna de esas cosas. Me trató como si fuera su propiedad que no
tenía intención de vender.

Y, ahora, no puedo evitar preguntarme si eso es todo lo que fui para él: un mueble.

Un golpe en mi puerta me hizo saltar, y me acerqué lentamente. Mirando por la


mirilla, vi una cabeza rubia oscura y solté un suspiro de alivio. Carter.

Abrí la puerta y miré detrás de él hacia el estacionamiento. No es que revelara


nada. No me había fijado en el coche de Asher cuando llegué, así que no tenía ni
idea de si todavía estaba allí.

—Se ha ido —dijo Carter, su tono revelando su ira.

—Gracias.

—¿Estás bien? ¿Te lastimó?


266
Probablemente tendría algunos moretones donde él me agarró, pero eso fue todo.
Me había asustado más que nada.

—Estoy bien. ¿Y tú? —Miré su mano y vi signos obvios de hinchazón—. Auch.


Entra y te traeré un poco de hielo para eso.

Sorprendentemente, no se opuso, me siguió al interior y a la cocina. Lo que en


realidad era solo una extensión de la pequeña sala de estar.

No tenía una bolsa de hielo adecuada, así que puse una bandeja de hielo en una
bolsita y la envolví con un paño de cocina.
—Espero que no lo hayas golpeado por mí.

—Se lo merecía por ponerte las manos encima, pero no. Llevo meses queriendo
pegarle.

Le entregué el hielo.

—Aquí tienes.

—Gracias. —Lo colocó en su mano con una notable mueca de dolor antes de
mirar alrededor del apartamento—. ¿Dónde está tu hermano?

—Ya que salí tarde del bar, él pasa la noche en casa de la niñera.

—Oh.

Carter no hizo ningún movimiento para irse, así que hice un gesto hacia el sofá.

—¿Quieres sentarte?

Se miró a sí mismo y me di cuenta por primera vez de que estaba en ropa de


correr: pantalones cortos y una camiseta sin mangas sudada que se pegaba a cada
músculo.

—Probablemente no debería.

Sin embargo, se sentó en una de mis dos sillas de cocina.

Como el sofá estaba cerca, no me sentí mal por hundirme en este y poner un
cojín.

—¿No es un poco tarde para salir a correr? 267


No es que no estuviera agradecida. Si no hubiera aparecido en ese momento...
bueno, ni siquiera quería pensar en eso.

Carter se encogió de hombros.

—Es lo que hago para aclarar mi mente.

Las preguntas surgieron en mi mente, pero no me sentía cómoda fisgoneando.


Entonces, esperé. Se quedaba por una razón. Eventualmente llegaría a revelar esa
razón.

—¿Asher viene a menudo?


Y ahí estaba.

—No. Es la primera vez que lo veo desde... —Me vinieron a la mente los
pensamientos de la última vez que lo vi en The Midnight Room. A veces, todavía
era difícil para mí creer que había aparecido borracho y con ganas de pelear. Nunca
lo había visto así antes y esperaba por Dios que nunca lo volviera a ver—. Desde que
me mudé a Hastings.

—¿Me dirás lo que quería?

Tal vez fue el hecho de que se había lastimado ayudándome. O tal vez fue la
vulnerabilidad que sentí en su pregunta. De cualquier manera, me encontré
respondiéndole.

—Aparentemente, me quiere de regreso.

Fue algo incómodo decirle a Carter, pero él me lo preguntó, y no vi el sentido de


eludir la verdad.

Él asintió.

—Pensé que era algo por el estilo.

—Solo para que lo sepas, nunca lo aceptaría.

—¿Por Brady y Wyatt?

¿Él sabía?

No estaba segura de por qué me sorprendió. Después de todo, vivía con ellos. Si
comenzaba a salir con los dos, sería imposible mantenerme fuera del camino de
Carter. Incluso más imposible de lo que ya era. 268
—No, porque lo dejé cuando finalmente me di cuenta de que su matrimonio no
era una farsa como él había afirmado. No volveré con él. Quiera aceptarlo o no, se
acabó.

Había más en ello, como cómo un poco de distancia había aportado claridad.
Cómo entendí ahora que nunca me había tratado bien. Quería creer que su
comportamiento controlador era excusable. Ya no lo creía.

—Sobre eso. —Se inclinó hacia adelante, su mirada intensa—. ¿Podrías decirme
por qué creías que su matrimonio y el de Caroline era una farsa?
Tragué al oír el nombre de su hermana. Escucharlo siempre se me metió en el
plexo solar. La hizo más real.

—Me dijo que su matrimonio fue arreglado entre tu familia y la suya. Habían
decidido permanecer juntos para mantener las apariencias, pero ambos tenían
relaciones fuera del matrimonio. Aunque se aseguró de enfatizar que fueron
increíblemente discretos al respecto.

Porque él quería mantenerme en secreto, por supuesto. Ahora era tan obvio.

Carter se rio entre dientes sin humor.

—Bueno, al menos te dio una verdad parcial. Nuestras familias alentaron su


matrimonio. Pero nunca fue falso. O, al menos, no se suponía que fuera así. ¿Cómo
supiste que te había estado mintiendo?

—Los vi cenando juntos, si puedes creerlo.

Un conjunto de circunstancias tan aleatorias me había llevado a presenciar su


cena, casi no lo creía yo misma. Había roto un tacón a un par de Jimmy Choos y había
conducido hasta un área de Dallas en la que nunca había estado para las
reparaciones. Mientras estaba allí, caminé, curioso por algunas de las tiendas.

Había algo en el restaurante que me hizo detenerme y mirar por la ventana. Me


recordó a los lugares íntimos que Asher solía llevarme.

Al parecer, llevaba a su esposa a los mismos tipos de lugares.

—¿Y? Ellos están casados. ¿Por qué no iban a cenar?

—No se trataba del hecho de que estuvieran comiendo juntos. Era como estaban
juntos. Cómo se miraban el uno al otro. —Los minutos que estuve allí mirándolos
269
quedarían grabados en mi cerebro para siempre—. Y luego me fui a casa y comencé
a buscar en Internet más pruebas. Nunca lo había hecho antes, pero no pude evitarlo.
Y encontré muchas fotos de ellos luciendo felices juntos. Ese fue el último clavo en
el ataúd.

Carter asintió lentamente, como si pudiera imaginarse cómo había ido todo.

—Sabes, cuando escuché por primera vez sobre el amorío y que te habías
mudado de regreso a la ciudad, estaba divertido más que nada. Sabía que la gente
sería cruel contigo y pensé que te lo merecías.

»Pero no tenía ninguna intención de hablar contigo nunca. No quería


involucrarme.
—Los escuché a ti ya Wyatt detrás del Broken Spur mi primera noche en el
trabajo —admití—. Estabas bastante enojado.

Él se encogió.

—Lo siento. Nunca debí haberte llamado puta. No es verdad, y fue algo horrible
decirlo.

—Gracias.

—No me disculpo, pero algo sucedió unos días antes que me llevó a un
comportamiento bastante irracional.

—¿Oh?

Reajustó la toalla que sostenía la bolsa de hielo y luego se la volvió a colocar en


los nudillos. Cuando volvió a mirarme a los ojos, todos sus rasgos parecían inclinarse
hacia abajo.

—Brady y Wyatt son las únicas otras personas que saben sobre esto, así que
agradecería que no dijeras nada.

Aunque las palabras fueron dichas con cordialidad, detecté una amenaza
subyacente. No es que lo necesitara. No estaba dispuesta a revelar ninguno de los
secretos de Carter.

—Por supuesto.

Lanzó un suspiro apenas descifrable.

—Caroline tomó una sobredosis de un cóctel de pastillas para dormir y alcohol.


Logró llamar al 9-1-1 y la ambulancia llegó a tiempo. Gracias a Dios. 270
La culpa asomó su fea cabeza una vez más, apreté el cojín contra mi pecho y me
mordí con fuerza el interior de la mejilla para no llorar. El dolor me daría algo más
en lo que concentrarme.

—Lo siento mucho, Carter.

—No es tu culpa. —Se acomodó incómodo en su silla—. Sí, quería culparte al


principio. Pero solo porque tú estabas aquí y ese imbécil no lo estaba.

—No es de extrañar que le hayas dado un puñetazo.

Se rio entre dientes, y esta vez, fue real.


—Había estado esperando. Y me hubiera gustado que se hubiera levantado y
luchado para tener una excusa para golpearle el trasero.

—Ese no es realmente su estilo. Es más experto en manipulación emocional.

Aunque no parecía haber tenido problemas para maltratarme esta noche.

—Estoy llegando a entender eso. —Suspiró, sonando cansado—. Caroline es lo


suficientemente mayor que yo por lo que no me he interesado tanto en su vida
durante años. Estaba demasiado ocupado con la universidad y la escuela de
posgrado. Honestamente, pensé que estaba feliz con Asher. Ahora, me doy cuenta
de que han tenido problemas durante años. Ojalá lo hubiera visto antes.

Debatí mi siguiente pregunta, pero finalmente decidí hacerla.

—¿Cómo está Caroline ahora?

—Ella está bien, físicamente, pero todavía estoy preocupado por su estado
mental. Ella es un desastre. Se registró en un centro voluntario de salud mental en
las afueras de Austin y planea quedarse allí hasta después del primero del año. Es
más un spa de lujo con personal psiquiátrico que cualquier otra cosa, pero creo que
ha sido bueno para ella.

—Me alegra.

—¿Lo haces?

Hizo la pregunta con tanta sinceridad que no pude resistirme a responder con la
misma.

—Sí. He pensado mucho en ella durante los últimos meses. Ojalá pudiera
retirarlo todo, pero como no puedo…
271
No había forma de terminar esa frase.

Él asintió con la cabeza, pareciendo entender.

—Siento haber sido un idiota contigo.

—Está bien. Lo entiendo.

—Aun así. —Se inclinó hacia delante en su silla de nuevo—. ¿Crees que ahora
podemos ser amigos?
Si hubiera preguntado lo mismo hace un par de semanas, le habría dicho que era
imposible. Pero las circunstancias siguieron uniéndonos, y si no lo supiera mejor,
diría que fue el destino.

—Me gustaría eso.

Me sonrió y mi corazón dio un pequeño vuelco. Cuando lo expuso, Carter


Hastings tenía un aire juvenil que resultaba bastante atractivo.

—Bien.

***

Los ojos de Micah se abrieron de asombro.

—Guau.

—Sí —respondí, mi expresión probablemente se hizo eco de la suya.

Estábamos sentados fuera de la enorme verja frente a la mansión Hastings,


ambos estupefactos por la vista frente a nosotros. A través del hierro negro, la casa
se alzaba a lo lejos. Sin embargo, no se parecía en nada a lo que esperaba,
especialmente después de que Carter la describiera como sofocante. Me había
imaginado una vivienda clásica de estilo sureño. O tal vez algún tipo de
monstruosidad moderna.

Pero, a pesar de su amplitud, esta casa era encantadora. El ladrillo claro, el techo
inclinado y la torre circular me hicieron pensar en un castillo francés. En el frente,
una fuente de tres niveles completó el efecto.

Bajé la ventanilla y sonreí trémulamente al hombre macizo apostado en la caseta


de vigilancia.
272
—Hola. Scarlett y Micah Butler.

—¿Puedo ver una identificación con foto, Sra. Butler? —preguntó cortésmente.

—Sí, por supuesto. —Agarré mi bolso del asiento trasero y recuperé mi licencia
de conducir—. Aquí tienes.

Lo estudió durante varios segundos antes de devolverla y accionar un interruptor


para abrir la puerta.

—Gracias. Disfruta tu visita.

—Feliz día de acción de gracias.


—¿Viste a ese tipo? —preguntó Micah mientras conducía a través de la verja y
estacionaba detrás de la camioneta de Wyatt—. Él era enorme.

—Sí, bueno, supongo que su tamaño sería útil para su trabajo.

—¿Porque puede golpear a cualquiera que intente pasarlo?

Lanzó puñetazos al aire, aparentemente demostrando cómo pensaba que se


vería.

—Con suerte, no llegaría a eso. Creo que la mayoría de la gente se sentiría


intimidada por su tamaño y huiría.

En particular, estaba pensando en Asher. Antes de que Carter se fuera anoche,


me había asegurado de que tendría seguridad alrededor de la propiedad, en caso de
que su cuñado descarriado decidiera mostrar su rostro hoy. Parecía poco probable,
ya que estaba bastante segura de que Carter se había roto la nariz. Pero me había
equivocado antes. Ciertamente no esperaba que él apareciera fuera de mi
apartamento anoche.

Con postres de tarta de queso y calabaza fresca en la mano, abrí el camino hacia
la puerta principal. Micah preguntó emocionado si podía probar la aldaba antigua y
yo estuve de acuerdo. Esta sería probablemente su única oportunidad. A pesar de la
oferta de amistad de Carter, no contaría con que me invitaran a volver.

Una mujer con un uniforme de sirvienta tradicional abrió la puerta y tuve que
reprimir un comentario sobre haber sido transportada mágicamente al set de Downton
Abbey.

—Hola —dijo asintiendo y con un ligero acento—. Por favor entren.

—Gracias.
273
Presioné ligeramente la espalda de Micah, instándolo a que siguiera adelante.

Cruzó la puerta tímidamente y no lo culpé por su vacilación. Una vez dentro,


comprendí de inmediato lo que había querido decir Carter. La casa estaba caliente y
fría al mismo tiempo. Los detalles arquitectónicos únicos, los pisos de madera oscura
y los acentos de hierro rompieron las paredes blancas. Sin embargo, los muebles
ornamentados y la decoración parecían sacados directamente de un museo. No podía
imaginarme realmente sentado en el sofá situado en la entrada.

—Gracias, Francesca —dijo Brady, apareciendo desde un pasillo a la derecha.


Estaba vestido con pantalones oscuros y un suéter de rombos. Se veía adorablemente
geek, mi look favorito para él—. Puedo hacerme cargo desde aquí.
Ella asintió con la cabeza y luego desapareció.

Nos sonrió a los dos.

—Bienvenidos a McChateau Hastings.

Me reí.

—Estaba pensando que la mansión me recordaba a un castillo cuando llegamos.

—La Sra. Hastings, la madre de Carter, nunca ha apreciado el apodo.


Probablemente porque la casa se inspiró en un famoso castillo francés y
probablemente no merece la designación de McMansion. —Miró directamente a
Micah—. Feliz día de acción de gracias.

—Feliz día de acción de gracias, Sr. Cooper —respondió casi con timidez.

Eso no era propio de él, y me pregunté si se sentía tan abrumado por nuestro
entorno como yo.

—Puedes llamarme Brady cuando no estemos en la escuela —dijo esto en un


susurro conspirativo—. Siempre y cuando a tu hermana le parezca bien.

Micah se volvió esperanzado y me miró con ojos brillantes, y no pude negarme.

—Por supuesto.

Brady miró el recipiente en mis manos.

—¿Qué es esto?

—Postres, tarta de queso y calabaza. 274


Los chicos habían insistido en que no debería traer nada, pero no se sentía bien
aparecer el Día de Acción de Gracias sin postre, al menos.

—Son los mejores —dijo Micah.

—Bueno, entonces, será mejor que se los ocultemos a Carter —dijo Brady
mientras tomaba el contenedor y comenzaba a caminar por el pasillo del que había
venido—. Es un entusiasta de las calabazas.

—¿Qué es un entusiasta?

Sonreí cuando Brady lo definió suavemente para él y usó la palabra en una


oración para ayudar con la explicación. Realmente era un maestro natural.
Probablemente sería igual de natural en lo que respecta a la paternidad.

El pensamiento pareció surgir de la nada, pero una vez que estuvo allí, se quedó
en mi mente como mantequilla de maní pegada al paladar. Si cedía ante él y Wyatt,
potencialmente podría convertirse en un padre sustituto de Micah. Y, tal vez algún
día, tengamos nuestros propios hijos.

Probablemente serían inteligentes, como su padre, y me encontré esperando que


tuvieran sus modales fáciles y dulces.

Mi estómago se retorció. Pero, sorprendentemente, no fue solo por ansiedad. Esa


molesta emoción estaba ahí, por supuesto. Sin embargo, no estaba solo. Se le unió la
esperanza y el anhelo.

Fue entonces cuando me di cuenta: estaba considerando seriamente entrar en


una relación con Brady Cooper y Wyatt Ford. Lo que me habían ofrecido era nada
menos que absurdo, y parecía que tenía un poco de absurdo en mí, después de todo.

275
Voy a ir a la casa de tu infancia hoy, si es que puedes llamar casa a una vivienda de ese
tamaño. Y me siento rara por eso. Como si una fuerza mística me impidiera cruzar el umbral
sin tu permiso expreso.

Pero, no soy un vampiro, y no has vivido allí en años, así que supongo que pasaré la
entrada.

Aun así... No tengo ninguna duda de que sentiré tu inquietante presencia cada segundo
que esté allí.

Brady se detuvo frente a un par de pesadas puertas de madera.

—Carter y Wyatt están ahí, así que entra. Iré a esconderlos en la cocina. —
Levantó el recipiente de los postres de tarta de queso—. ¿Estos van al refrigerador?

—Sí, si hay espacio.

Él sonrió.

—Oh, encontraré espacio.


276
Una vez que había desaparecido a la vuelta de la esquina, abrí una de las puertas
y encontré a Carter gritándole al enorme televisor montado en la pared. Mientras
tanto, Wyatt estaba reclinado en el otro extremo de la sección de cuero, bebiendo
una cerveza y luciendo totalmente relajado.

Si el resto de la casa estaba excesivamente ornamentado, esta habitación era


definitivamente la excepción. Una gran chimenea de piedra ocupaba la mayor parte
de una pared. Los muebles parecían sumamente cómodos y estaban decorados con
cojines y mantas que me dieron ganas de acurrucarme con ellos. Y varias alfombras
de aspecto acogedor estaban esparcidas por la habitación.
Era tan diferente a todo lo demás que había visto, tuve que preguntarme si la
habitación había sido completamente remodelada. O tal vez incluso agregada a la
estructura original.

—Hola —dijo Wyatt, viéndonos. Se levantó del sofá y se dirigió a Micah


primero—. Es bueno verte de nuevo, hombrecito. ¿Te gusta el fútbol?

—Sí, pero Scar no me deja verlo mucho.

Wyatt levantó su mirada hacia la mía.

—Oh, ella no lo hace, ¿verdad? Bueno, tendremos que hacer algo al respecto.

Micah me lanzó una sonrisa maliciosa.

—Gracias.

—Bueno, toma asiento. Los Cowboys están jugando y está empatado. Por eso
Carter está chillando como una niña.

Carter le lanzó a su amigo una mueca de burla y Micah se rio. Todo su cuerpo
se estremeció con él, y mi corazón se encogió al verlo. Rara vez se reía así.

—Oye, Micah —dijo Carter con aire amistoso—. Ven a sentarte a mi lado y
cuéntame todo sobre cómo es el Sr. Cooper en la escuela. ¿Es super aburrido? Por
favor, dime que sus clases te hacen dormir.

Con algo parecido a una extraña fascinación, vi como los dos empezaron a
charlar como viejos amigos. La vida a veces era extraña.

—Scar, ¿eh? —preguntó Wyatt con su famosa casi sonrisa. Tomando no más de
un segundo o dos, escaneé su cuerpo, absorbiendo su forma ancha en una camisa 277
negra abotonada metida en jeans oscuros con un cinturón negro. El look era diferente
al que estaba acostumbrada, pero me gustó. No es que Wyatt se vea mal en algo... o
nada.

Aclaré mi garganta.

—Ni siquiera lo pienses. Micah solo puede llamarme así porque lo ha hecho por
siempre y no se detendrá.

—No lo sé. Creo que es algo lindo.

—Claro, si quisiera que me compararan con el villano de El Rey León. Lo que no


quiero.
Envolvió un brazo sin apretar alrededor de mi cintura, y ni siquiera tuve que
luchar contra la tentación de alejarme. Eso decía algo sobre cuánto había cambiado
mi forma de pensar. Micah estaba a unos metros de distancia y yo no me retiraba.

—Nadie que te conozca creería que eres un villano.

Lo dijo con un tono humorístico, pero escuché el significado más profundo


detrás de eso.

—Solo lo dices porque te gusto.

Wyatt se estiró y tomó un rizo rebelde entre sus dedos. Manteniendo la voz baja,
dijo:

—Gustar no parece bastar estos días.

Le dije a mi boca que permaneciera en línea recta, pero no obedeció,


inclinándose hacia arriba en los bordes.

—Eres un conversador bastante dulce, cuando quieres.

Soltó el rizo y arrastró un pulgar sobre mis labios antes de dejar caer su mano.

—Ha pasado más de una semana y no soy un hombre paciente. Si nos das tu
respuesta al final de este fin de semana, voy a sacar las armas grandes.

Eché un vistazo a sus bíceps siempre abultados.

—Estoy bastante segura de que ya son bastante visibles.

—Lo digo en serio. Quiero mi turno, Scar... lett. —Puse los ojos en blanco y juré
que vi un brillo en los suyos—. Quiero invitarte a salir. Pasar tiempo a solas contigo. 278
Incluso pasar tiempo contigo y Brady. O tú y Micah. No me importa.

Después de todas estas semanas en las que él era un hombre de pocas palabras,
no estaba muy segura de cómo lidiar con un Wyatt hablador. Pero escuché lo que
estaba diciendo. Los había encadenado a él y a Brady durante el tiempo suficiente.
Necesitaba darles mi respuesta.

—Entiendo.

—Bien. —Tomó mi mano entre las suyas y levantó la voz, claramente queriendo
ser escuchado por la habitación—. Ahora, únete a mí contra los Cowboys.

—Blasfemia —dijo Carter sin darse la vuelta.


—¿No eres fanático de los Cowboys? —le pregunté a Wyatt.

—No puedo animarme a apoyar al equipo propiedad de Jerry Jones.

—Buen punto.

Personalmente, no me importaba ni de una forma ni de otra el fútbol profesional


ni ninguno de los equipos. Y esa fue probablemente la verdadera blasfemia contra
los hombres de mi vida.

Wyatt se aseguró de que me sentara junto a él en el sofá, y abrió las piernas para
que nos tocáramos de la cadera a la rodilla. Le entrecerré los ojos y él simplemente
parpadeó a cambio.

No es que me molestara su proximidad. Bueno, estaba molesta... en el buen


sentido. Probablemente no debería permitirle que me excitara de ninguna manera,
considerando nuestra audiencia. Pero ese conocimiento no fue suficiente para
convencerme de alejarme.

Dirigí mi atención a Micah y vi que Carter estaba compartiendo un tazón enorme


de totopos y salsa con él.

—¿De verdad? ¿Estás comiendo comida chatarra justo antes de la cena de Acción
de Gracias?

Carter se encogió de hombros.

—Es una tradición del fútbol. —Revolvió el cabello de Micah, como lo hacía yo
a diario—. Y este chico es un niño en crecimiento. Necesitaba un bocadillo.

Mi hermano me lanzó otra sonrisa traviesa y yo le negué con la cabeza. Pero no


le ordené que se alejara de los chips y la salsa. Si estaba demasiado lleno para comer
279
el postre, solo tendría que culparse a sí mismo.

Brady regresó un momento después con vasos de agua helada para mí y Micah.

—Lo siento, debería haberte preguntado qué querías beber.

—Esto es perfecto —dije, aceptando el vaso—. Gracias.

Eligió el asiento libre junto a mí e inmediatamente sacó un Wyatt y presionó su


pierna contra la mía. Aunque los toques fueron tan inocentes como vinieron, no se
sintieron de esa manera. Bien podría haber estado de pie en su apartamento, besando
a Wyatt mientras Brady se cernía detrás de mí, mirando.
Me llevé el vaso a los labios y me bebí la mitad antes de colocarlo en la mesa de
café. En la cima de una montaña rusa, por supuesto. Aunque los muebles de la sala
de estar no pertenecían a un museo, esa pieza probablemente costaba más de lo que
hice en meses.

—Les alegrará saber que han llegado los servicios de comida —dijo Brady a la
habitación—. Lo que significa que la cena está a solo unos minutos de distancia.

—¿En serio? Pero, el juego —lloriqueó Carter. Sí, lloriqueó. Podría haber
tomado lecciones de Micah, era tan bueno en eso.

—Ya estás viendo una versión grabada —dijo Wyatt—. Entonces, ¿qué importa?

—Importa, porque es la parte alta del cuarto, y no quiero esperar en suspenso.


—Nos sonrió esperanzado a los tres—. Podríamos comer aquí en lugar del comedor.

—No —respondieron Brady y Wyatt al unísono.

—No vamos a cenar en la cena de Acción de Gracias frente al televisor. —Brady


miró a Carter—. No somos paganos.

—Recuerdo al menos dos Acción de Gracias en los últimos seis años en los que
hicimos precisamente eso.

Miré entre los dos hombres, sin molestarme en ocultar mi diversión. Realmente
eran tan cercanos como hermanos.

—Nunca más. Ya no somos paganos.

Wyatt se rio entre dientes y Carter gruñó. Aparentemente, eso era su equivalente
a ceder. Para alguien que nació en la riqueza y el prestigio, seguro que no estaba
dejando que su bandera de la corteza superior ondeara hoy. Y estaba bastante
280
agradecida por eso.

Fue bastante extraño pasar las fiestas en la casa de la familia de Caroline


Hastings-Davenport. No sabía si hoy podría manejar a un Carter pretencioso.

Los tres chicos continuaron bromeando hasta que apareció Francesca para
anunciar que la cena estaba servida. Entramos en fila en el comedor, donde la mesa
parecía sacada de una película. Un mantel blanco inmaculado estaba cubierto con
calabazas pintadas con intrincados diseños en azul y blanco para combinar con la
delicada porcelana azul y blanca. Había copas de cristal delante de cada juego de
cubiertos, y estaba bastante segura de que los cubiertos habían sido bañados en oro.
Los ojos de Micah se agrandaron y supe que se estaba preguntando si debería
tocar algo de eso. Lo sabía porque me estaba preguntando lo mismo.

—Solo ten cuidado —le susurré, y él asintió.

Vinieron varios meseros y, en cuestión de minutos, todos nuestros platos estaban


llenos y estábamos comiendo.

—Todo esto es delicioso. —No era una holgazana en la cocina, pero no habría
podido encontrar una comida ni la mitad de buena—. Gracias de nuevo por
invitarnos.

El agradecimiento estaba dirigido a los tres hombres, pero mantuve mi mirada


en Carter. Me dio una pequeña sonrisa, y si no hubiera sabido anoche que las cosas
finalmente habían cambiado entre nosotros, lo sabía ahora. Puede que nunca me
perdone por completo por haber lastimado a su hermana, pero estaba eligiendo
dejarlo atrás.

—De nada. Y siéntete libre de llevarte a casa tantas sobras como quieras. El
personal siempre pide demasiado.

—Deberíamos tomar algunas de estas papas —dijo Micah con la boca llena de
ellas.

—Recuerda tus modales —le reprendí gentilmente.

—Perdón.

—Entonces, Micah —dijo Wyatt—. ¿Ya sabes lo que le vas a pedir a Santa?

Arrugó la cara.
281
—Soy demasiado mayor para creer en Santa.

—¿Qué? —Carter dejó caer el tenedor en el plato con un ruido metálico—. ¿Estás
diciendo que no existe Santa Claus? Entonces, ¿qué haré con todas las galletas que le
horneé?

Micah se rio.

—Tú, ¿haces galletas?

—Está bien... Contrato a gente para que las haga. Eso cuenta, ¿no?

Sacudió la cabeza.
—Scarlett dice que la diversión está en hacerlo tú mismo. Hacemos galletas de
azúcar juntos todos los años.

—Mmm. —Carter pareció pensativo—. Entonces, tal vez necesite que tu


hermana me dé lecciones. ¿Qué opinas?

Micah asintió con entusiasmo.

—Este año podríamos hacerlas todos juntos.

Abrí la boca para protestar, pero Carter me interrumpió.

—¿Qué les parece, muchachos? —les dijo a Brady y Wyatt—. ¿Quieren aprender
a hacer galletas de Navidad?

Brady sonrió.

—Absolutamente.

—Hagámoslo en nuestra casa —dijo Wyatt—. Hay mucho espacio en nuestra


cocina.

—Suena como un plan. —Carter finalmente dejó que su mirada se enganchara


en la mía—. ¿Si estás a la altura?

Como si pudiera decir que no, cuando los cuatro ya estaban haciendo planes.
Como si ya hubiera acordado salir con Brady y Wyatt, y Carter estaba dispuesto a
ser una cuarta rueda demasiado llamativa.

—Por supuesto. Será divertido.

—¿Cuándo podemos conseguir un árbol? —me preguntó Micah, y mi corazón 282


se hundió. Había estado tan distraída con todo el drama de mi vida que no me había
parado a pensar en lo poco preparada que estaba para las fiestas.

La semana pasada, envié otro cheque con una gran parte de mis ahorros a
Hammond, Martin & Haines LLP. Los elementos no esenciales como los árboles de
Navidad y las decoraciones e incluso los regalos iban a ser difíciles de lograr este año.

Le había dado a Micah obsequios bastante extravagantes durante los últimos


años, ya que había estado trabajando y no tenía muchos gastos. Pero ahora las cosas
eran diferentes. Y no supe cómo decepcionarlo. Yo no quise.

—No estoy segura de que podamos conseguir uno este año, amigo. Lo siento.
Pero estoy segura de que Martha te dejará ayudar a decorar el suyo.
Su expresión decayó, llevándose consigo mi resolución. Quizás debería
preguntarle a Wyatt si puedo hacer algunos turnos extra. Entonces, al menos podría
permitirme un árbol y algunas cadenas de luces.

Pasar esta temporada sin uno no era nuevo para ninguno de los dos. Pero ahora
que yo era la que decepcionaba a Micah, en lugar de a Sherilee, apestaba mucho más.

—Tenemos un montón de cosas navideñas almacenadas, si quieres pedir


prestadas algunas —ofreció Carter.

Mi boca se aflojó mientras lo miraba.

—Oh, no, no podríamos hacer eso.

—En serio. —Él sonrió, parecía gustarle cada vez más la idea—. La casa se
decora con un tema nuevo cada año, por lo que la mayoría de las cosas de años
pasados simplemente se quedan allí, acumulando polvo. De todos modos, iba a
tomar algunas cosas para nuestro apartamento.

—¿Lo ibas a hacer? —preguntó Wyatt, sonando dudoso.

—Sí, ¿por qué? ¿Crees que tres tipos no pueden tener un árbol de Navidad?

—Nunca dije eso. Deberíamos ir a verlo después de la cena y cargar mi


camioneta.

Y eso lo hicimos.

Brady, Wyatt y Micah se divirtieron buscando caja tras caja en el enorme edificio
de almacenamiento de la propiedad. Mientras tanto, disfruté retroceder y observarlos
a los tres juntos. Micah ahora llevaba un sombrero de elfo, Brady tenía un hilo de
luces parpadeantes a pilas alrededor de su cuello, y Wyatt permitió que Micah le
283
pusiera un par de astas de reno en la cabeza.

Podría haber pensado que mis dos casi novios estaban simplemente tratando de
probar un punto. Pero sinceramente parecían estar disfrutando. Incluso Wyatt.
Aparentemente, había un poco de emoción infantil escondida debajo de sus
músculos, tatuajes y expresiones generalmente en blanco.

—Son buenos con él —dijo Carter en voz baja mientras se acercaba a mí.

Asentí con la cabeza y luego lo miré.

—Tú también.
Esos dos se habían llevado bien más rápido de lo que jamás hubiera pensado que
fuera posible.

Él se rio entre dientes.

—Me han acusado de ser un niño demasiado grande de vez en cuando.

—Eso es algo que nunca hubiera creído del rey de Hastings Oil.

—Sí, bueno, es un negocio familiar. Fui preparado para convertirme en rey desde
muy joven.

—¿Alguna vez deseaste haber podido hacer otra cosa?

Sus ojos bailaron sobre los míos, como si estuviera tratando de determinar si
estaba realmente interesada. Me sorprendió un poco descubrir que lo estaba. Quería
saber más sobre él.

—No. Considero que dirigir la empresa familiar es un honor, algo que me tomo
muy en serio.

—Eso es bueno. Odiaría pensar que estabas haciendo algo que odiabas por
obligación.

—¿Como tú y ser cantinera?

Bueno, había cambiado eso rápidamente.

—No lo odio.

—Quizás no, pero claramente no es tu vocación.


284
Me encogí de hombros y aparté la mirada.

—A veces, un trabajo es solo un trabajo. —Queriendo cambiar de tema, miré un


hermoso trineo de aspecto realista en la esquina—. Este lugar debe ser increíble
cuando está todo decorado.

—Lo es. Tenemos la fiesta de Navidad de la empresa aquí todos los años, y los
empleados y sus familias se divierten al ver todas las decoraciones nuevas.

—¿Tú no lo haces?

Metió las manos en los bolsillos.


—Honestamente, extraño las Navidades en la casa de mi abuela. Eran
anticuadas, con pan de jengibre y adornos caseros y medias con nuestros nombres en
ellos. —Una leve sonrisa asomó a sus labios—. Caroline y yo íbamos y nos
quedábamos con ella durante una semana entera después de que terminaba la
escuela, y nos encantó. No ha sido lo mismo desde que falleció.

—Lo siento —dije en voz baja—. ¿Alguna vez has considerado recrear eso aquí?
¿Una Navidad más tradicional?

—Es una gran idea, pero no sin Caroline. Ya odio que se pierda todo este año.

—Mira lo que encontramos. —Micah corrió y empezó a tirar de mi mano—.


Hay un taller y un pueblo de Santa Claus hecho de Legos. Es tan bueno.

Miré a Carter y articulé: Gracias. No estaba segura de si él entendía cuánto


significaba esto para Micah y para mí.

Tendría que encontrar una manera de mostrárselo.

285
La idea del futuro tiene un significado diferente para mí ahora.

Mientras estaba con él, estaba en una pista de carreras perpetua. El tiempo daba vueltas y
vueltas, pero nada cambiaba nunca.

Ahora, me pregunto cómo será mi vida en cinco o diez años.

Ya no conduzco en círculos.

Estoy en una carretera, nada más que el horizonte en mi mira.

Pensé que reunirme con Wyatt y Brady en su casa poco antes de mi turno en
Broken Spur sería la forma más sencilla y limpia de tener esta conversación.

Pero ahora que estaba parada frente a ellos, me estaba cuestionando. Me


miraban expectantes, una mirada marrón y la otra azul. Ambos implacables.

Limpié mis palmas húmedas en mis jeans. Esto fue más difícil de lo que pensé.

—Aquí está la cosa…


286
Wyatt me interrumpió de inmediato.

—No.

—¿Disculpa?

—No está permitido rechazarnos.

Ladeé la cabeza y dije engreída:

—¿Es así?

—Sí, porque eso no es lo que quieres.


Este chico. En serio, a veces me volvía loca.

—Tienes razón. Eso no es lo que quiero.

Me miró con recelo.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que no me dejaste terminar ni la mitad de mi oración. Lo que iba


a decir es que quiero intentarlo. Y no quiero ser reservada. —Dudé. Mientras
continuaba debatiendo conmigo misma, me di cuenta de que este era un gran
problema para mí—. Pero también creo que necesitamos un período de prueba antes
de que lo hagamos públicamente. O decirle a Micah.

—¿Cómo funcionaría eso?

La boca de Brady se había convertido en una sonrisa torcida, distrayéndome.

—Bueno, me doy cuenta de que no tenemos muchas opciones de lugares a donde


ir. Entonces, ¿quizás citas informales aquí? Solo hasta que nos aseguremos de que
todos estamos de acuerdo con esto.

Wyatt cruzó los brazos sobre el pecho.

—¿Cuánto tiempo?

—No lo sé. Sin importar el tiempo que necesitemos. No hay exactamente una
ciencia en esto.

O un libro instructivo sobre cómo manejar esta situación. De repente deseé que
eso fuera una cosa. Tal vez podría buscar en línea una guía para las relaciones no
tradicionales. 287
—Estoy bien con eso —dijo Brady—. Lo que sea que necesites.

—Gracias.

Me volví hacia Wyatt y esperé.

No me hizo esperar mucho.

—No veo en qué se diferencia esto de mantener la relación en secreto.

Metí un poco de mi cabello detrás de mi oreja, deseando esta vez que fuera largo
de nuevo para poder jugar con él. O esconderme detrás de él.
—Se trata del momento adecuado. Quiero asegurarme de que esto sea realmente
lo que todos queremos antes de que cambiemos nuestras vidas al lidiar con las
consecuencias.

—Entonces, estás asumiendo que esto no funcionará.

Levanté las manos.

—¿Puedes dejar de poner palabras en mi boca? Estoy siendo cautelosa. Eso no


significa que esté alentando contra nosotros. Quiero esto. De lo contrario, no estaría
aquí.

Brady me acercó a su lado. Su cuerpo estaba cálido e instintivamente me


acurruqué contra él.

—Oye. Está bien. Lo entiendo, y estoy seguro de que una vez que Wyatt tenga
la oportunidad de pensarlo, él también lo hará.

Noté que los bíceps de Wyatt se flexionaban mientras estaba allí, mirándonos.
Finalmente, dijo:

—Bien. Pero todavía quiero tiempo a solas contigo, incluso si es aquí.

—Podríamos hacer un horario —ofreció Brady—. Solo para asegurarnos de que


ambos estemos teniendo tiempo a solas.

El otro hombre asintió levemente con la cabeza.

Brady me miró.

—¿Qué opinas?
288
—Claro, si crees que ayudará.

La palabra “horario” me hizo pensar en el trabajo. Pero vi de dónde venía. Esto


iba a ser un desafío. Inevitablemente pasaría más tiempo con Wyatt debido al trabajo.
Pero no necesariamente contaba como tiempo a solas. Y definitivamente no sería
una cita.

Wyatt dejó caer los brazos y dio un paso adelante, alcanzando mi mano que no
estaba metida en el costado de Brady.

—Está bien, entonces, comenzamos ahora.

—¿Qué quieres decir? —Busqué un reloj en la habitación—. Mi turno comienza


en treinta minutos.
—Puedes llegar un poco tarde. Y esto no tomará mucho tiempo.

Brady presionó un beso en mi sien antes de soltarme.

—Estoy tan feliz de que hayas dicho que sí.

Miré hacia arriba y luego un poco más a sus brillantes ojos marrones.

—Yo también.

Permití que Wyatt me llevara a su habitación y cerrara la puerta. La última vez


que me quedé en la puerta, estaba demasiado distraída por la guitarra en sus manos
como para prestar atención a la habitación en sí.

Sus muebles combinaban, pero como estaban hechos de madera natural, tenían
un aire rústico y masculino. Su cama estaba cubierta con un edredón azul marino
sólido, y paneles azul marino colgaban a ambos lados de la gran ventana. Aparte de
varias guitarras colgadas en la pared, la habitación estaba desprovista de efectos
personales.

—No te gusta mucho decorar, ¿eh?

—No puedo decir que lo haga. —Me dio una mirada mordaz—. Te preguntaría
si quieres ayudarme a pintar, pero…

El calor subió a mis mejillas. Nunca le había pedido disculpas por cómo había
reaccionado al beso. Aunque no creía que estuviera totalmente equivocada,
claramente había reaccionado exageradamente. En particular, literalmente
echándolo de mi apartamento.

—Sí, sobre eso...


289
Se inclinó y depositó un suave beso en mis labios.

—No, no lo hagas. Estaba fuera de lugar y lamento haberte causado dolor.

—Gracias.

—Ahora. —Se apartó y caminó hacia el otro lado de la habitación para recuperar
una guitarra acústica—. ¿Qué canción quieres tocar juntos?

—Oh, ¿es eso algo que estamos haciendo?

En realidad, nunca habíamos decidido nada.

Se sentó en el borde de la cama.


—¿Por qué no lo haríamos?

A veces, me preguntaba de dónde venía su confianza. Wyatt era tan práctico en


la mayoría de las cosas. No me importaría si algo de eso se me pegó.

Por supuesto, no me importaría rozarme un poco con Wyatt en general.

Tragué y me senté a su lado.

—¿Tienes alguna sugerencia? Para las canciones —agregué rápidamente, aunque


mi mente era probablemente la única que iba a lugares sucios, sucios.

Abrió su teléfono celular y luego me lo entregó. Estaba abierto a una lista


completa de canciones.

—¿Puedes tocar todas estas?

—Bueno sí. Pero si no te gusta ninguna de esas, hay más. Traté de reducirlo a
las que quizás quieras cantar.

Revisé la lista, sonriendo cuando encontré la canción perfecta. Señalándola, dije:

—Esta.

—¿Cowboy Take Me Away? ¿Esa es tu elección?

—¿Por qué no? Es el clásico Dixie Chicks, y si estoy acompañada por un


verdadero vaquero, también podría aprovecharme.

Él gimió.

—En realidad no soy un vaquero, ¿lo sabes? 290


—Pero creciste en un rancho, ¿no?

—Sí.

—¿Y sabes montar a caballo?

—Obviamente.

—¿Y domar vacas?

—Sí.

—Entonces, eres un vaquero.


—¿Qué te hace tan experta?

—No lo sé. Televisión, películas y una novela romántica aquí o allá.

Con mi último comentario, se animó notablemente.

—Oh, entonces tienes algo con los vaqueros.

Me encogí de hombros, provocándolo.

—No es que importe, ya que no eres un verdadero vaquero. Probablemente ni


siquiera tengas sombrero.

Dejó caer su guitarra sobre la cama, se puso de pie y desapareció en el armario.


Unos momentos después, reapareció con un destartalado sombrero de vaquero
marrón en la cabeza. Debería haber lucido extraño combinado con su camiseta negra
ajustada y jeans relativamente holgados con agujeros en las rodillas.

Pero no fue así. Se veía sexy.

—¿Te gusta?

Asentí con la cabeza, gustándome aún más el tono sensual que su voz profunda
había adquirido.

—Es bueno saberlo.

—¿Supongo que no tienes ningún Wrangler ahí para acompañarlo?

Wyatt se rio entre dientes y yo absorbí el sonido de la risa ligera. Fue como un
bálsamo para mi alma maltrecha. Quería grabarlo para poder escucharlo una y otra
vez. 291
—Lo siento, no. Los quemé todos.

Saqué mi labio inferior y él se inclinó para mordisquearlo con los dientes.

—Si estás tan ansiosa por ver mi cuerpo, estaría más que feliz de desnudarme
para ti.

Esa parte sucia de mi mente estaba más que lista para salir y jugar de nuevo. Así
que, por supuesto, elegí ser un aguafiestas y lo eliminé.

—O, finalmente podrías mostrarme los tatuajes en tus brazos.


Como por lo general usaba camisetas de manga larga, rara vez alcanzaba a
vislumbrarlos.

Después de unirse a mí en la cama de nuevo, se subió las mangas.

—Son más evidencia de un adolescente que intenta rebelarse contra su abuelo


que algo particularmente significativo.

Extendió el brazo más cercano a mí y lo volteó. En su antebrazo había una


guitarra de la que salían llamas, todo en tinta negra. Las llamas envolvieron su brazo,
creando lo que parecía un diseño de remolino genérico en el otro lado de su brazo.

Al notar palabras a lo largo del cuello de la guitarra, me incliné para leerlas. Al


reconocer de inmediato la famosa frase de Smells Like Teen Spirt, no pude resistir una
risita.

—Nirvana, ¿eh? Profundo.

Sacudió la cabeza, sus labios se inclinaron ligeramente hacia arriba.

—Sí, estaba pasando por una etapa.

—Y al parecer buscabas entretenerte.

—Algo como eso.

Pasé a su otro brazo. No estaba cubierto por una manga completa. Más bien,
solo había un diseño geométrico simple en su antebrazo. Al ver seis números
inteligentemente incorporados en el diseño, agarré su muñeca con mis manos y tiré
de su brazo para acercarlo más.

—¿Qué son éstos? —pregunté mientras acariciaba los números con mi dedo 292
índice.

—La fecha en que murieron mis padres.

Lo miré.

—Eso me parece bastante significativo.

—Fue un momento de debilidad.

—No hay nada débil en el duelo por alguien que has perdido.

—No, pero no lo hice en honor a ellos. Lo hice porque estaba enojado porque
me habían dejado para ser criado por un hombre que ni siquiera trató de entenderme.
Queriendo ver a Wyatt por completo, le quité el sombrero de vaquero de la
cabeza y lo tiré sobre la cama detrás de nosotros.

—Dices que tener esos sentimientos te convierte en una mala persona.

—¿No es así? —Sus ojos azules brillaron—. Se supone que no debes odiar a tus
propios padres muertos.

—¿Quién dice? —Pensé en las veces que había querido gritarle a mi papá por
dejarme con Sherilee. No importaba que no hubiera tenido otra opción. Todavía
había momentos en los que lo odiaba por eso—. La gente habla de las etapas del
duelo, como si fuera una y ya está. Pero yo no creo eso. Creo que es posible
experimentar ira, depresión y aceptación una y otra vez.

»Es posible que te hayas hecho ese tatuaje por las razones equivocadas, pero me
demuestra que querías recordarlos. Y eso, en sí mismo, los honra.

—Eres demasiado buena.

Solté un suave bufido.

—Eres la única persona que piensa eso.

—No creo que lo sea. —Extrajo su brazo de mis manos para colocar sus manos
en mis caderas—. Pero si soy el único que te lo dice, quiero que me escuches. Eres
buena, Scarlett Butler. Eres buena, sabia y hermosa y tienes el corazón más
asombroso. Voy a seguir diciéndote esas cosas hasta que finalmente me creas.

Mi pulso tartamudeó hasta detenerse, luego comenzó a latir tan fuerte que juré
que podía escucharlo. Esta fue la segunda vez que me tomó por sorpresa con un
discurso sobre lo increíble que era.
293
La última vez, estaba demasiado abrumada para pensar en lo que estaba tratando
de decirme. Esta vez, no lo estaba. Como había pedido, lo escuché.

Wyatt vio más allá de mis errores y se convirtió en el yo que quería ser tan
desesperadamente.

Su fe en mí me retorció por dentro. Una voz suave en mi cabeza todavía


susurraba que no era digna. Pero una voz más fuerte me dijo que lo que Wyatt dijo
era verdad y que merecía cosas buenas.

Sabiendo que no había manera de expresar adecuadamente cuánto significaban


sus palabras para mí, envolví mis brazos alrededor de su cuello y presioné mi boca
contra la suya. Su agarre en mis caderas se apretó y me puso en su regazo, frente a
él. Instintivamente abrí las piernas, sentándome a horcajadas sobre él.

Él gimió y me acercó más, tomando el beso de dulce a aplastante en un segundo.


Me aferré a su cuello y me hundí completamente en él. Su cuerpo estaba duro en
todos los lugares donde el mío era blando, y la dicotomía hizo que todos mis instintos
femeninos estallaran. Quería tocarlo y sentirlo tocarme más de lo que deseaba mi
próximo aliento.

Wyatt levantó el dobladillo de mi blusa.

—¿Puedo?

Dudé. Aunque Wyatt me había dicho que era hermosa más de una vez,
experimenté un momento frustrante de inseguridad. Los hombres como él estaban
acostumbrados a las chicas con estómagos planos y senos alegres. ¿Y si no le gustaba
lo que encontraba debajo de mi ropa?

—¿Por favor? —Su voz era suave, suplicante—. Quiero sentir tu piel.

Suprimiendo todas mis inseguridades, levanté los brazos para que pudiera
quitarme la blusa fácilmente. Lo que se sintió como una fracción de segundo después,
me expuse a él. Sus ojos se deslizaron sobre mis hombros, mi clavícula, mi sostén
negro con detalles de encaje, y luego los cerró.

—Oh Dios.

—¿Qué?

Parecía que no podía leer su reacción, y me estaba volviendo loca.

—Por el amor de Dios, mantén tu sostén puesto, o voy a venirme en mis


294
pantalones.

El alivio me golpeó y el calor se acumuló de inmediato en mi centro. Su pene


presionó contra mí, y tuve que morderme la lengua para evitar rozarlo.

Abriendo los ojos, lentamente deslizó las yemas de sus dedos por mis costados y
alrededor de mi caja torácica. Visiblemente tragó antes de deslizar un pulgar sobre la
hinchazón de un pecho y luego el otro.

—Joder, Scarlett. Tu cuerpo me vuelve loco.

Acarició un pezón hinchado a través de mi sostén, luego bajó la cabeza para


pellizcarlo con los dientes. Jadeé, el deseo de quitarnos cada pieza de ropa que nos
separaba se convirtió en una necesidad. Sin embargo, no alcancé su camiseta ni sus
jeans. Expectante, nerviosa y ansiosa, lo esperé.

Pasó una mano por mi muslo y hasta mi cintura, dejándola allí.

—Quiero tocarte, solo tocarte. ¿Me dejarás?

—Sí.

Esta vez no hubo vacilación. Estaba desesperada por él.

Cambiando fácilmente nuestras posiciones para que yo estuviera acostada en la


cama y él se cerniera sobre mí, bajó la cremallera de mis jeans y deslizó su mano
dentro de mi ropa interior. En el segundo en que metió un dedo entre mis pliegues,
ambos gemimos.

—Estás tan mojada.

—¿Es eso un problema? —dije sin aliento.

—Dios no.

Mis caderas se movieron cuando empezó a jugar conmigo, primero con un dedo
y luego con el segundo. Necesitando tocarlo, deslicé una mano debajo de su camiseta
y sentí los músculos de su estómago agruparse debajo de mi mano. Quería alcanzar
su erección, pero no había forma de que pudiera concentrarme mientras él
continuaba burlándose de mí.

—Por favor, Wyatt.

Acarició mi clítoris por un segundo antes de volver a meter un dedo dentro de


mí. 295
—¿Por favor qué?

—Por favor, hazme venir.

Nunca antes había rogado por un orgasmo, y no tenía idea de qué me estaba
obligando a hacerlo ahora. Todo lo que sabía era que él me estaba haciendo querer,
necesitar, algo de lo que solo había estado indiferente hasta este momento.

Dejó besos por mi mejilla y por mi cuello.

—Está bien, cariño.


Luego, rodeó mi clítoris con su dedo como si hubiera nacido solo para esa tarea.
En cuestión de segundos, me estaba cayendo a pedazos en sus brazos mientras su
boca se tragaba mis gritos.

296
Podría haberme salvado el trabajo en The Midnight Room. Después de todo, su escena de
borrachera fue la responsable de que yo lo perdiera. Pero no lo hizo.

Por venganza. Por ira. O de una abrumadora posesividad que no puedo comprender del
todo.

Cualquiera sea su razón, esa decisión garantizó que nunca lo aceptaría de vuelta. Porque,
por primera vez, mis ojos estaban muy abiertos al tipo de hombre que es.

No diría que estar recostada sin blusa en la cama de Wyatt mientras me


abrochaba los jeans después del mejor orgasmo de mi vida fuera incómodo. Pero fue
algo. Extraño. Inesperado. Agradable.

Puede que no le guste mucho la etiqueta de chico agradable, pero eso no significa
que no le quede. Con Asher, tuve la suerte de estar excitada durante el sexo. Los
orgasmos eran raros y nunca se daban sin la expectativa de reciprocidad.

El hecho de que Wyatt pareciera contento con simplemente hacerme sentir bien
fue tan alucinante como el acto en sí. Ni siquiera estaba segura de cómo
comportarme ahora. ¿Se suponía que debía agradecerle? ¿O ofrecerle hacerlo correrse 297
la próxima vez?

Aparentemente, tener una relación sexual con un hombre no me preparó para


todas esas relaciones. Hubo una curva de aprendizaje empinada, y solo podía esperar
entender rápidamente.

Con la suave sonrisa de Wyatt dirigida hacia mí, dije lo primero que me vino a
la cabeza.

—Yo, um, se supone que debo estar en el trabajo.

—Cierto. —Bajó la cabeza, acariciando mis labios más que besándolos—. Y


probablemente debería tomar una ducha fría.
—Um, yo soy, quiero decir, yo...

—Shhh —dijo, cortando mis divagaciones—. Yo quería hacerlo.

—Bueno, gracias.

Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, quise golpearme en la cabeza.
Yo era una idiota.

Por segunda vez en menos de una hora, Wyatt se rio suavemente y mi corazón
dio un vuelco.

—En cualquier momento. Y me refiero a cualquier momento.

Se puso de pie y me ayudó a hacer lo mismo.

—El baño está por ahí. —Señaló la puerta que no era su armario—. Si quieres
refrescarte.

—Gracias.

Me ocupé de los asuntos y luego me di una mirada en el espejo.


Afortunadamente, no me veía tan desaliñada como me sentía. Pero mi lápiz labial
había desaparecido, mis mejillas estaban enrojecidas y mis ojos estaban demasiado
brillantes.

Brady iba a saber de inmediato lo que Wyatt y yo habíamos estado haciendo.


Una parte de mí esperaba que hubiera dejado el apartamento o estuviera en su
habitación. Pero tal vez sería bueno para él verme, esta podría ser nuestra primera
prueba real. Si no le molestaba la idea de que Wyatt y yo estuviéramos jugando, tal
vez esto fuera factible después de todo.
298
Cuando salí del baño, Wyatt estaba esperando justo afuera de la puerta. Me dio
un beso rápido y luego desapareció dentro. Segundos después, escuché que la ducha
comenzaba, y mi piel se puso aún más caliente al pensar en él en ella.

Después de tomar algunas respiraciones para estabilizarme, salí del dormitorio


y encontré a Brady en el sofá con Dodge. Tenía una computadora portátil abierta
frente a él, e inmediatamente la dejó a un lado cuando me vio.

Cogí mi bolso de donde lo había dejado en la isla de la cocina.

—Necesito irme. Ya llego tarde.


Caminó hacia mí, su mirada bebiéndome como si fuera un vaso de agua helada
en un día de verano en Texas.

—Supongo que tendré que esperar mi turno.

Oh, Dios. Sabía lo que habíamos estado haciendo.

—Um, ¿escuchaste algo? —Maldita sea con los “ums”.

Parecía que no podía completar una oración sin uno.

—No, pero no hace falta ser un detective para averiguarlo. —Puso sus manos
sobre mis hombros y se inclinó hasta que su rostro estuvo al mismo nivel que el mío—
. No estoy molesto, así que puedes borrar esa expresión de preocupación de tu bonito
rostro.

—¿Realmente no te molesta?

Sus ojos escanearon mi rostro y pasó unos segundos mirando mis labios.

—Tal vez debería, pero todo en lo que puedo pensar es en lo mucho que no
puedo esperar para estar a solas contigo de nuevo.

Presionó sus labios contra los míos para un beso rápido pero ferviente, luego dio
un paso atrás.

—¿Te importa si paso por el bar esta noche?

Le sonreí.

—¿Estás bromeando? Estaré contando los minutos.


299
El corto trayecto hasta Broken Spur transcurrió en medio de una neblina. Apenas
podía creer que hubiera aceptado salir con Brady y Wyatt. No sabía si alguna vez
sentiría que los merecía. Pero estaba trabajando en eso.

Se merecían la mejor versión de mí, y no podría serlo si estuviera constantemente


plagada de dudas.

—¿Qué está pasando contigo esta noche? —preguntó Jill en el momento en que
caminé detrás de la barra.

—Lo sé, llego tarde.


Sin embargo, no estaríamos abiertos por unos minutos más, así que no me sentí
muy culpable por eso. A lo mejor porque actualmente estaba a la deriva de forma
soñadora.

—Eso no es lo que quiero decir. —Ella me miró con los ojos entrecerrados—. Te
ves... contenta.

—¿No lo hago normalmente?

—No.

Me reí.

—Vaya, gracias por tu honestidad.

—No lo digo de mala manera. No es como si fueras gruñona ni nada. Eres una
persona seria.

Seria. Probablemente fue una buena forma de describirme. Nunca había sido
despreocupada o alegre. No podría serlo con Sherilee por madre.

Y estaba de acuerdo con eso.

—Te tomaré la palabra.

Agarré una botella de agua fría, todavía necesitaba refrescarme de mis


encuentros con mis novios. Mis novios. Santa mierda. Solo ahora se estaba volviendo
real.

—Mira. —Jill prácticamente gritó—. Esa mirada en tu cara ahora mismo.


Definitivamente, algo está sucediendo contigo.
300
Miré a mi alrededor, pero la otra camarera no nos estaba prestando atención y
el personal de la cocina estaba demasiado lejos para escuchar.

—Bueno, está bien. Sí, estoy teniendo un buen día.

Aunque yo fui quien estableció las reglas de mantengamos esto en silencio, estaba
haciendo una excepción con Jill. Tenía exactamente una amiga y quería que supiera
la verdad.

—¿Porque...?

Me incliné hacia adelante, manteniendo mi voz baja para estar segura.

—Porque estoy saliendo oficialmente con Brady y Wyatt.


Su boca se abrió y me miró sin pestañear.

—¿Jill? ¿Estás bien?

Sacudió la cabeza, como para quitar las telarañas.

—¿Esto es una broma?

—Eso es lo que dije también cuando sugirieron el trío, pero no. No es una broma.
Acabo de terminar... uh, besarme con Wyatt mientras Brady estaba en la habitación
de al lado.

No estaba segura de sí lo que habíamos hecho contaba como besarnos, pero


supuse que eso estaba lo suficientemente cerca.

—Santa. Mierda. —Su boca se abrió y se cerró, y no pude evitar preguntarme si


eso la convertía en un pez gato, ya que llevaba su habitual maquillaje de ojos de
gato—. No creo que me haya quedado sin palabras antes. Hasta ahora.

—Bueno, no puedes decírselo a nadie. Lo mantendremos en silencio hasta que


nos aseguremos de que funciona. Lo último que necesito es ser la causa de otro
escándalo por una relación a corto plazo.

¿O debería decir relación en plural? Era confuso.

Y todavía no tenía idea de cómo diablos iba a explicarle esto a Micah.

Jill finalmente superó su conmoción lo suficiente como para decir:

—Estoy feliz por ti. Quiero decir, sabes que he estado en el Equipo Wyatt desde
el principio. Y Brady también parece bueno para ti.
301
—Gracias. —Nerviosamente, hice girar mi botella de agua en mis manos—. ¿No
crees que estoy loca?

Ella rio.

—Obviamente, estás loca. Pero eso es lo que me encanta de ti.

***

—Terminado —dijo Micah, mientras colocaba el último adorno en el árbol.

—Ciertamente es único.
Entre las muchas cajas de decoraciones que Wyatt, Brady y Micah habían
excavado, se las habían arreglado para tropezar con varias para un árbol de
superhéroe. Entonces, en lugar de muñecos de nieve, renos y Santas, teníamos un
árbol lleno de adornos de Superman, Thor y Spiderman. Tenía que haber al menos
uno para cada personaje en los universos de Marvel y DC Comics, así como algunos
de los que nunca había oído hablar.

Carter había explicado que siempre había una habitación para niños en la fiesta
de Navidad de la empresa, de ahí el tema de los superhéroes y el pueblo de Santa
Claus construido con Legos que actualmente ocupaba la mayor parte de nuestra
mesa de café.

No eran las opciones más tradicionales, pero no había visto a Micah tan feliz
desde antes de convertirme en su figura parental con custodia, así que valió la pena.
Y los chicos se habían metido en una caja de hermosas decoraciones brillantes rojas
y verdes para mí cuando no estaba mirando. Incluso si tuvieran que ir a mi
habitación, estaba decidida a encontrar un lugar para ellos.

Levanté una réplica del escudo del Capitán América que estaba destinada a la
cima del árbol.

—¿Listo para poner esto?

—¿Puedo hacerlo, por favor, por favor?

—Solo si prometes tener cuidado.

Deslicé una silla de comedor hasta el árbol y lo sujeté por la cintura mientras él
colocaba cuidadosamente el escudo sobre la rama superior del árbol. Estaba un poco
torcido, pero me guardé ese comentario para mí. Siempre podía ajustarlo después de
que se fuera a la cama. 302
—Se ve muy bien, amigo —le dije una vez que lo ayudé a bajar.

Lo miró fijamente con una amplia sonrisa.

—Este es el mejor árbol de todos los tiempos.

—Fue amable de Carter permitirnos tomar prestado todo esto, ¿no crees?

Él asintió.

—Sí, él es bastante genial.


Tan pronto como llegamos a casa de la mansión Hastings hace dos noches,
inmediatamente comencé a tratar de pensar en formas de agradecer a Carter. Le dejé
todos los postres de tarta de queso y calabaza restantes, pero eso no parecía suficiente.

Pero ¿cómo se agradece a un hombre que lo tenía todo? Sinceramente, no tenía


ni idea.

Quizás hubiera una mejor manera…

—Sabes, deberíamos retribuir por su amabilidad más allá.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Micah.

—Dado que Carter nos ayudó proporcionándonos decoraciones navideñas que


no hubiéramos podido pagar, deberíamos encontrar a alguien por quien hacer algo
bueno.

—¿Como un regalo?

—No tiene que ser así. Puede ser algo casero. La idea es que agradezcamos a
Carter mostrándole su amabilidad a otra persona.

—¿Qué hay de las galletas?

Niños y repostería. Tenían una mente unidireccional.

—O una tarjeta o un adorno hecho a mano o cualquier cosa, en realidad. ¿Puedes


pensar en alguien en la escuela que necesite ser animado?

Sus cejas se juntaron, así que supe que estaba pensando mucho. Después de un
par de minutos, se iluminó.
303
—Lo sé. El perro de Amber murió la semana pasada y ella estaba triste.

—Está bien, ¿qué quieres hacer por ella?

Se encogió de hombros, ya no estaba interesado en el tema.

—¿Por qué no busco ideas en línea y podemos trabajar en algo mañana?

—Por supuesto. ¿Puedo jugar juegos en mi iPad ahora?

Le revolví el pelo.

—Tienes alrededor de una hora antes de la cena.


—Gracias, Scar.

Después de que Micah desapareciera en su habitación, me recliné en el sofá con


mi computadora portátil y comencé a buscar ideas para manualidades. Hubo tantas
divertidas que marqué al menos veinte en la misma cantidad de minutos. Al darme
cuenta de que podía pasar el resto de la noche buscando, volví a mis marcadores e
intenté reducirlos a uno.

Cuando saqué una media llena de pequeños obsequios, una docena de luces
navideñas parpadeantes se encendieron en mi cabeza y supe lo que tenía que hacer.
Abrí un nuevo documento y comencé a escribir ideas tan rápido como pude escribir.

Incluso mientras el plan se estaba formando, sabía que era una locura. Pero no
importaba, ya estaba decidido.

Ya era hora de que hiciera algo bueno por la única persona que lo merecía más
que cualquier otra.

Iba a pagar la amabilidad de Carter, maldita sea, incluso si me mataba.

304
Todavía no sé cómo salió el secreto.

Debo asumir que un residente de Hastings presenció la escena en The Midnight Room esa
noche, porque los rumores estaban flotando a la mañana siguiente. Lo sé, porque me desperté
con una gran cantidad de mensajes de texto de mi madre. Y ella no tuvo vergüenza de llamarme
todos los nombres ofensivos bajo el sol.

Es casi gracioso. Estuve con él durante años y, hasta donde yo sé, su discreción sistemática
funcionó a las mil maravillas.

¿Pero tan pronto como lo terminé?

El infierno se desató.

Pasé los siguientes cuatro días ejecutando mi plan. Aparte de mis sesiones de
práctica con Wyatt y charlas breves con Brady en el bar, los había mantenido alejados
a ambos. Me había metido hasta los codos en manualidades hasta que estuve segura
de que tenía pegamento pegado permanentemente en las yemas de mis dedos.

Era posible que lo hubiera perdido oficialmente. Micah ciertamente lo había


pensado cuando me sorprendió haciendo manualidades a las seis y media de esta
305
mañana. Pero finalmente estaba listo, lo que significaba que necesitaba ayuda.

Mientras Wyatt me acompañaba a mi coche al final de mi turno, como se había


convertido en nuestro hábito después de mi encuentro con Asher, casualmente dije:

—Sé que se supone que debemos trabajar en la oficina mañana, pero necesito tu
ayuda con algo.

—Cualquier cosa. Lo sabes.

—Puede que cambies de opinión cuando escuches lo que tengo que decir.

—Pruébame.
Aquí va nada.

—Quiero que averigües subrepticiamente dónde se aloja Caroline y me lleves allí


por la mañana. Sé que la instalación está cerca de Austin, pero necesito la dirección.

Wyatt me miró parpadeando. Luego parpadeó un poco más.

Mi estómago se apretó por la ansiedad, pero no aparté la mirada. Tenía un


montón de determinación y nada iba a hacer que cambiara de opinión.

—¿Me dirás por qué?

Sonreí, tomando la falta de un no definitivo como una buena señal.

—Prefiero mostrártelo. Después de que recojamos a Micah, ¿quieres pasar unos


minutos?

Su mirada se dirigió a mi boca.

—No tienes que preguntar.

Empujé su pecho y no se movió ni un centímetro.

—No para eso.

—¿No para hacerte una de mis famosos omelets? —Él se encogió de hombros—
. Tú te lo pierdes.

—Muy divertido. —Lo miré—. Aunque no me opondría a un omelet, si sabes


cómo hacerlo.

—Son prácticamente todo lo que sé hacer, así que los he perfeccionado. 306
—Bien. Me salté la cena, así que dejaré que me alimentes.

Él gimió.

—No deberías decir cosas así.

—¿Cómo qué?

Wyatt se rio entre dientes y abrió la puerta de mi auto.

—No importa, mi dulce e inocente Scarlett. Te seguiré a casa de Martha y luego


a la tuya.
—Está bien.

Tan pronto como llegamos a mi casa, envié a Micah directamente a su


habitación. Incluso mis horarios ajustados de cantinera no eran buenos para un niño
de once años. Martha siempre lo preparaba para irse a la cama y, por lo general, él
caminaba dormido desde su casa hasta el auto y desde el auto hasta nuestro
apartamento.

Wyatt miró alrededor de mi apartamento, tomando nota del árbol de Navidad


de superhéroes y las decoraciones.

—Se ve muy bien aquí.

—Gracias. Micah se divirtió mucho con todo eso.

—Entonces, ¿qué querías mostrarme?

—Bien...

Mordí mi labio inferior. ¿Fue malo que estuviese tentada a quitarme toda la ropa
en lugar de mostrarle para qué lo había traído aquí? A pesar de un poco de timidez
sobre mi cuerpo, estaba infinitamente más insegura acerca de lo que estaba
escondiendo en mi habitación.

Dio un paso adelante y tiró de mi labio lejos de mis dientes.

—No quieres lastimar esa bonita boca, ¿verdad?

—No.

—Sea lo que sea, está bien. Sin juicio.


307
—Bien, bien.

Suspiré y tomé su mano, llevándolo a mi habitación.

Nos detuvimos frente a mi tocador y pude sentir su confusión mientras absorbía


lo que estaba viendo.

—¿Qué es todo esto?

—Son regalos de Santa Secreto.

—¿Para Caroline? —preguntó con cautela.


—Sí. El día de Acción de Gracias, Carter mencionó lo mucho que él y Caroline
amaban las Navidades tradicionales en la casa de su abuela mientras crecían. Y que
se sentía mal porque ella se estaba perdiendo todo lo relacionado con las fiestas de
este año. Entonces, se me ocurrió esta idea: diez regalos, uno para entregar cada dos
días hasta Navidad.

Los regalos estaban en orden en mi tocador: galletas de jengibre, un árbol de


mesa, adornos de muñecos de nieve, un ramo de bastones de caramelo, una bola de
nieve, un libro de Cuento de Navidad, mezcla de chocolate caliente, una corona roja y
blanca hecha de estambre, guirnaldas de papel de copos de nieve y una media con el
nombre de Caroline en purpurina. Todo lo que me quedaba por hacer era ponerlos
en bolsas de regalo y etiquetarlos con las fechas correctas para ser entregados.

—¿Hiciste todo esto? —preguntó Wyatt, su tono no revelaba nada.

—Todo menos el árbol y el libro.

Decidí que los regalos hechos en casa serían más significativos, aunque Caroline
no tendría idea de quién eran. No es que me hubiera podido permitir comprar tantos
regalos, de todos modos. Tuve que asaltar mi tarro de monedas, que generalmente
estaba reservado para financiar mi hábito de chocolate negro, para pagar los
suministros.

—¿Por qué estás haciendo esto?

Empecé a morderme el labio de nuevo, pero me detuve tan pronto como su


mirada se posó en él.

—Lógicamente, sé que Asher es responsable de lastimarla, pero no puedo


ignorar mi parte en ese dolor. Si puedo hacer algo para traer incluso la más mínima
cantidad de alegría a su vida en este momento, quiero hacerlo. 308
Sus ojos azules me perforaron y me pregunté si estaban buscando en mi alma la
verdad.

—Deberías decírselo a Carter.

—¿Qué? No absolutamente no.

—¿Por qué no? Tal vez finalmente pueda dejar atrás tu relación con Asher.

Tomé las manos de Wyatt en las mías.

—Te lo dije porque confío en que no digas nada. A nadie, pero especialmente no
a Carter. Eso frustraría el propósito. No estoy haciendo esto para redimirme a los
ojos de nadie más que a los míos. No es que esto cuente como redención... —Me
encogí de hombros impotente—. Solo quería hacer algo bueno por ella.

Wyatt me atrajo a sus brazos.

—¿Y todavía no crees que eres buena?

Me ablandé contra él, absorbiendo su fuerza y calidez.

—Quiero serlo.

No el tipo de bien molesto, demasiado perfecto para ser real. Justo del tipo que
significa ayudar en lugar de lastimar a otras personas.

Pasó una mano tranquilizadora arriba y abajo de mi espalda.

—Me sorprendes constantemente.

No hubo una buena respuesta a eso, así que mantuve la boca cerrada. Cuanto
más me felicitaba Wyatt, más quería estar en desacuerdo. Sin embargo, sabía que
discutir solo lo enojaría. Y estaba disfrutando demasiado su abrazo como para
arriesgarme a eso.

—¿Lista para ese omelet? —preguntó varios minutos después.

—Muy lista.

Esperaba que primero sintiera algo, o al menos me besara. Pero simplemente me


llevó a la cocina y sacó huevos, leche, queso cheddar, tocino y un tomate de la nevera.

—¿Estás bien con todos estos ingredientes?


309
—Sí.

Comencé a abrir el gabinete con mi único tazón cuando alguien llamó a la


puerta. Inmediatamente pensando en Asher, me congelé.

—¿Esperando a alguien? —preguntó Wyatt.

—No.

—Veré quién es.

Permaneciendo en la cocina, contuve la respiración. Ni siquiera quería pensar


en lo que sucedería si Asher estuviera al otro lado de la puerta. La probabilidad de
que pudiera convencer a Wyatt de que lo ignorara por completo era minúscula.
—Es Brady —llamó unos momentos después, y solté el aliento.

En cuestión de segundos, ambos hombres estaban parados en mi pequeña


cocina, haciéndola sentir del tamaño de un baño de avión.

—¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunté a mi visitante inesperado, que llevaba
una camiseta de Yoshi que claramente pertenecía a la misma colección que la de
Mario.

Brady se inclinó para plantar un beso en mis labios.

—¿Eso significa que no soy bienvenido?

—No, claro que no. Estoy sorprendida.

—No te he visto fuera de Broken Spur en toda la semana, así que pensé en pasar
a ver si querías pasar el rato. —Le lanzó a Wyatt una mueca de burla—. Parece que
alguien más tuvo la misma idea.

—A diferencia de ti, fui invitado.

Brady negó con la cabeza a Wyatt.

—Duro, hombre. Duro.

—Bueno, me alegro de que ambos estén aquí —dije, interponiéndome entre


ellos—. Wyatt se estaba preparando para hacerme un omelet. Afirma que los ha
perfeccionado.

—Él hace un muy buen omelet. No me importaría uno también.

Wyatt resopló mientras comenzaba a cortar el tomate, pero no rechazó la 310


solicitud.

Brady volvió su sonrisa torcida hacia mí, haciendo que mi estómago se


revolviera.

—¿Por qué no nos besamos en el sofá mientras esperamos?

—Te das cuenta de que puedo ver el sofá desde aquí, ¿verdad? —preguntó Wyatt
con calma.

—Obviamente.

—Solo revisando.
Miré a ambos hombres. Brady hablaba en serio... ¿O estaba jugando con Wyatt?
Sinceramente, no podría decirlo.

Cuando puso una mano en mi espalda baja y me dirigió a la sala de estar, sentí
demasiada curiosidad para resistir. Primero se sentó en el sofá y luego me sentó en
su regazo.

—Te he extrañado.

—Me viste hace un par de horas.

—Eso no cuenta.

—¿No?

—No, porque no pude hacer esto. —Presionó un beso a un lado de mi cuello—.


O esto. —Me mordió el lóbulo de la oreja.

—Eso es cierto —dije.

Miré hacia la cocina y Wyatt nos estaba ignorando con esmero. Eso, o él
legítimamente se concentró en su cocinar.

—No te preocupes por él —dijo Brady directamente contra mi oído—. Él está


bien.

Me retiré un poco para mirarlo. Su mirada era firme, dándome el valor para
encontrar su boca en un beso. Si íbamos a superar mi período de prueba
autoimpuesto, tenía que encontrar una manera de sentirme cómoda mostrando
afecto abiertamente con uno frente al otro. También podría practicar cuando se
presente la oportunidad.
311
—Eso es de lo que estoy hablando —dijo Brady sobre mis labios.

Me reí mientras me relajaba en él y fusionaba mi boca con la suya. No pude


precisar exactamente por qué, pero cada beso con Brady Cooper era mejor que el
anterior. Variaron de dulces a calientes, siempre evocando emociones con las que no
sabía muy bien qué hacer. Me hizo querer más, y no solo más de su boca y cuerpo
calientes. Me hizo querer más ternura, amistad y pasión. Más intimidad.

Wyatt se aclaró la garganta con fuerza.

—La comida esta lista.


Empecé a retroceder, pero Brady siguió mordisqueando mis labios durante un
buen minuto más.

Cuando finalmente me dejó ir, le sonreí.

—Creo que manché tus lentes.

Se los quitó y usó su camiseta para limpiar los lentes.

—Vale la pena.

Caminé unos pocos metros hasta la mesa de la cocina, donde Wyatt ya había
colocado dos platos con tenedores, servilletas y vasos de jugo de naranja.

—Gracias.

Me puse de puntillas para besar su mejilla.

—¿De verdad? ¿Brady te tiene en su regazo con unas palabras dulces, y todo lo
que recibo es un beso en la mejilla después de prepararte la cena?

Me di cuenta de que estaba bromeando, pero ¿qué acababa de decidir sobre


aprovechar las oportunidades de oro?

Me estaba yendo al infierno.

Tirando de su camisa para acercarlo más, incliné mi cabeza hacia arriba y esperé.
No me decepcionó, inmediatamente bajó su boca a la mía. El beso fue corto pero
caliente cuando deslizó su lengua por mis labios entreabiertos y la movió con la mía.

Cuando me soltó, prácticamente depositándome en la silla más cercana a él,


quise decepcionarme. Pero el olor a comida tuvo prioridad, mi estómago gruñendo 312
me recordó que necesitaba más que besos para sobrevivir.

Busqué en mi omelet y ya había comido aproximadamente la mitad antes de que


finalmente hablara.

—Tenías toda la razón. Esto es perfección.

Wyatt hizo una pausa en medio de la limpieza de la cocina para decir:

—No hay nada que me guste más que escuchar que tenía razón.

Le levanté las cejas.

—¿Nada?
Brady se rio disimuladamente y Wyatt no respondió, dejando que su mirada
acalorada hablara. Realmente debería aprender a mantener la boca cerrada.

—¿Están listos para la noche de micrófono abierto? —preguntó Brady,


afortunadamente cambiando de tema.

—Mientras nadie se eche atrás en el último minuto, deberíamos estar listos. En


este punto, lo que más espero es que aparezca gente.

Ahora que solo faltaban dos noches para la noche del micrófono abierto,
necesitaba dejar atrás esta locura de Santa Secreto y pasar mi tiempo libre ensayando.
Después de que Wyatt y yo fuéramos hasta Austin mañana, eso era. Realmente solo
me quedaba el sábado por la mañana para ensayar.

—Oh, lo harán. Todos los que vieron tus dos últimas actuaciones, y todos los
que se enteraron de ellas o las vieron en YouTube, querrán estar allí.

—Quizás.

Parecía que la mayoría de los clientes habituales de Broken Spur estaban más
impresionados por mis videos virales de YouTube que por mi pasado. Pero sabía que
todavía había mucha gente en la ciudad a la que le encantaba chismorrear sobre mí.
Peor aún, había más personas que me consideraban basura y nada les gustaría más
que verme fracasar.

—Wyatt no me dirá qué están haciendo juntos. —Brady hizo un puchero en


broma—. ¿Quieres dejarme participar?

—¿No preferirías sorprenderte?

Su expresión se puso seria. 313


—Sé que debería decir que sí, pero ustedes dos tienen un secreto y no me gusta
sentirme excluido.

Me vinieron a la mente los comentarios que había hecho sobre su infancia, sobre
cómo básicamente lo habían olvidado y pasado por alto las personas que se suponía
que lo amaban más. Y la culpa me carcomió. No por la canción; honestamente, no
me importaba si él lo sabía. Pero por el secreto que elegí compartir con Wyatt y no
con Brady.

No fue intencional. La única razón por la que le había pedido a Wyatt que me
ayudara a entregar los regalos era porque estaba libre durante el día y Brady estaría
en la escuela. Pero eso no significaba que debiera ocultárselo.
—Permítanme comenzar mi próxima declaración con una advertencia de que
está destinada de una manera completamente no sexual —dije, sabiendo que estaría
confundido.

—Um, está bien.

—Quiero mostrarte algo en mi habitación.

Hizo un valiente esfuerzo por sofocar su sonrisa, pero no lo consiguió.

—Por supuesto.

Miré a Wyatt y él me asintió con la cabeza, lo que supuse era aprobación por lo
que estaba a punto de hacer. Luego, me dirigí directamente a mi habitación con
Brady detrás de mí.

Particularmente no quería explicarme de nuevo, pero instintivamente supe que


esta era la decisión correcta. Al ofrecerme para hacer que esta relación inusual
funcionara, él me había confiado su futuro. Lo mínimo que podía hacer era confiarle
mis secretos.

314
Tú, con suerte, recibiste tu primer regalo de Santa Secreto de mi parte esta mañana, y he
sido un desastre todo el día. Sigo preguntándome si te gustaron las galletas de jengibre y de
quién creías que eran.

¿Te hicieron sonreír?

¿O pensaste que eran tontas, infantiles?

Sobre todo, me preguntaba qué pensarías si supieras que son de mi parte. Probablemente
tirarías todos los regalos a la basura más cercana. O quemarlos.

Y diablos. Ni siquiera te culpo.

—Esto es una locura —me dijo Jill en lugar de intentar gritar por encima del rugido
de la multitud.

Aparentemente, se había corrido la voz sobre la noche de micrófono abierto,


porque parecía que todas las personas de Hastings y los pueblos circundantes
decidieron aparecer. Wyatt contrató a un par de guardias para que se encargaran de
la puerta, un movimiento que había parecido bastante drástico en ese momento, pero 315
resultó ser necesario.

No estaba segura de por qué la gente seguía formada alrededor del edificio ahora
que el espectáculo casi había terminado. Sinceramente, dudaba que alguien de dentro
se fuera antes de que se hubieran realizado todos los actos. Quizás la gente de la fila
no tenía nada mejor que hacer. Después de todo, esto era Hastings. El único otro
establecimiento abierto después de las ocho era el restaurante.

—Lo sé —le articulé a Jill. Tenía que guardar mi voz para mi set, que vendría tan
pronto como el dúo country terminara el suyo. Como esperaba, la audiencia estaba
más que un poco entusiasmada con los dos vaqueros. Miraron el papel, tocaron para
la multitud y eligieron grandes canciones. Prácticamente todas las personas en el bar
cantaban Callin ‘Baton Rouge de Garth Brooks.
Necesitando unos minutos a solas antes de subir al escenario, le indiqué a Beau
que me iba antes de escapar al relativo silencio de la oficina. Era normal para mí
experimentar algunos nervios antes de la actuación. Pero, esta noche, mi ansiedad
fue más allá de la excitación nerviosa. Iba a necesitar más que tararear una melodía
favorita, mi táctica habitual, para superarlo.

La puerta se abrió y me di la vuelta. Wyatt entró en la pequeña habitación y se


detuvo a escasos centímetros frente a mí.

—Ahí estás.

—Hola. —Le sonreí—. Estuviste increíble ahí fuera.

Desafortunadamente, tuve que permanecer detrás de la barra durante sus dos


canciones, pero le eché tantas miradas como pude. Me había asombrado tanto como
la primera vez, y los silbidos y gritos de las mujeres en la habitación me dijeron que
no era la única que encontraba a Wyatt Ford detrás de una guitarra absolutamente
fascinante.

—Espero que lo hayas disfrutado, porque no tengo la intención de volver a


hacerlo.

Mi corazón dio un vuelco, y no en el buen sentido.

—¿Eso significa que te estás echando atrás?

No sería el fin del mundo si tuviera que cantar sin su acompañamiento, pero
había estado esperando nuestra actuación conjunta.

Agarró mi cintura y me atrajo hacia él.

—Nunca.
316
Me hundí en su cuerpo duro, mi ansiedad disminuyó cuando sus brazos se
deslizaron alrededor de mi espalda.

—Bien.

—No tienes nada de qué estar nerviosa —dijo en mi cabello.

—¿Cómo lo supiste?

—Soy psíquico —dijo inexpresivo.

No es que sus respuestas típicas tuvieran mucha más emoción.


Me incliné hacia atrás para mirarlo a la cara.

—En serio.

Tocó el borde de mi boca con el pulgar.

—Tu linda boca te delató. Está en una línea, lo que me dice que estás estresada.

Le entrecerré los ojos. ¿Realmente me conocía tan bien? Quizás era cierto que
los tranquilos eran los más observadores.

—¿Qué pasa si me abuchean para que deje el escenario?

Eso nunca había sido una preocupación durante mis años en The Midnight
Room. Pero una parte de mí todavía creía que el pueblo estaba esperando el
momento perfecto para volverse en mi contra. ¿Y qué momento sería más perfecto
que este? Sería incluso más humillante ahora que en la noche de karaoke hace casi
un mes y medio, especialmente desde que yo misma había planeado este evento.

Wyatt presionó su boca contra la mía en un beso suave como un susurro.

—Eso no va a suceder. Toda esa gente está aquí para verte. No por tu pasado.
Porque tienes más talento que todos ellos juntos, y lo saben.

Mi pecho se contrajo, pero antes de que pudiera responder, la puerta se abrió de


nuevo. Una cabeza rubia oscura que sabía que pertenecía a Carter apareció un
segundo después.

Envió una sonrisa juvenil en mi dirección.

—Hola, Scarlett. Quería desearte suerte antes de que salieras.


317
—Oh, gracias —apenas logré dejar salir sin tartamudear.

Habíamos hecho un progreso asombroso, pero todavía no me había adaptado a


ver a Carter como algo más que un conocido amistoso. Y eso ya era una mejora
significativa con respecto a verlo como el adversario que parecía hace unas semanas.

Wyatt me soltó y puso una mano en mi espalda baja, instándome a avanzar.

—Estoy bastante seguro de que es ese momento.

—Bien.

Enderecé mis hombros y caminé por el pasillo, mi nerviosismo ahora manejable.


Todo lo que había necesitado fueron algunas palabras de aliento y un abrazo de
Wyatt. Y, si era honesta conmigo misma, la inesperada aparición de Carter no había
dolido. Si él había aprendido a aceptarme, tal vez la mayor parte de la ciudad también
lo hubiera hecho.

Internamente, me burlé del pensamiento bastante optimista. El optimismo


engendraba esperanza y la esperanza era peligrosa. Entonces, sí, no era una fanática.

Las cosas con Wyatt y Brady iban tan bien que no veía el sentido de arriesgar mi
suerte con el resto. En particular, mi reputación en Hastings.

Beau, hombre de muchos talentos y maestro de ceremonias de esta noche, me


encontró desde el escenario y me lanzó una sonrisa antes de volver su atención a la
audiencia.

—Ahora, es un gran honor para mí presentar nuestro acto final. Puede que la
conozcan como mi encantadora compañera de barra, pero, después de esta noche,
no tengo ninguna duda de que la conocerán como la mejor cantante del gran estado
de Texas. —Extendió un brazo en mi dirección—. ¡Ayúdenme a dar la bienvenida a
la señorita Scarlett Butler!

Instintivamente hice una pausa... por si acaso. Pero cuando la sala se llenó de
aplausos, solté un suspiro entrecortado y me uní a Beau en el escenario. Me apretó
el brazo cuando pasé y dijo algo como “estarás genial”. Todavía era demasiado fuerte
para escuchar mucho.

De pie frente al micrófono, con el intenso foco de luz sobre mí, me sentí más en
casa de lo que me había sentido en meses. Con la mayor parte de la audiencia
envuelta en la oscuridad, casi podía fingir que era simplemente otra noche en The
Midnight Room. Excepto que la habitación no estaba llena de extraños. Wyatt,
Brady, Jill, Elsie, Beau e incluso Carter me animaron, y ese conocimiento hizo que
esto fuera mejor. Más significativo. Más real. 318
Las primeras notas de mi pista de acompañamiento para Yoü and I de Lady Gaga
sonaron por los altavoces, y entré en modo de interpretación tan fácilmente como
respirar. Aunque mi versión se alteró significativamente con respecto al original, la
había interpretado muchas veces, así que no tuve que pensar en la letra o el tiempo o
incluso en mi respiración.

Tomé el micrófono en la mano aproximadamente a la mitad de la canción y


caminé hacia un extremo del escenario y luego hacia el otro. Cuando hice una pausa,
buscando a alguien con quien conectarme, encontré a Brady sentado en la mesa más
cercana a mí. Llevaba su característica sonrisa torcida y una camisa abotonada,
abierta en el cuello.
Se veía malditamente bien, y la palabra mío revoloteó por mi mente antes de
acomodarme para una larga siesta. Brady era mío, si lo dejo ser.

Aunque debería haberlo sabido antes, realmente no se registró hasta este


momento.

La relación que me habían ofrecido Brady y Wyatt parecía demasiado buena


para ser verdad, por lo que era imposible confiar. Pero confiaba en ellos.

Confío en ellos.

Esa comprensión me golpeó tan repentinamente que el foco de luz bien podría
haber sido un rayo directamente del cielo, despejando mi duda.

No quería seguir manteniendo a Wyatt y Brady alejados. No podía.

Estábamos haciendo esto.

Sin considerar las repercusiones, la próxima vez que apareció ‘Nebraska’ en la


letra, la cambié a ‘Wisconsin’. Brady se echó a reír y tuve que educar
deliberadamente mi rostro para evitar hacer lo mismo.

Manteniendo mis ojos fijos en los suyos, terminé la canción y se la canté. Para
él. Y aunque Wyatt no estaba directamente frente a mí, yo también cantaba para él.

Mientras tocaban las notas finales y la multitud vitoreaba, no podía apartar la


mirada. Una atadura invisible se extendió entre nosotros, atrayéndome hacia Brady.
No quería nada más que saltar del escenario y directamente a sus brazos. Y,
considerando la forma en que parecía listo para saltar de su asiento, estaba sintiendo
un tirón similar.

La música cambió, obligándome a finalmente liberarme de su agarre. Pero, antes


319
de que pudiera darme la vuelta, mi mirada se enganchó en el innegable atractivo
rostro del hombre sentado a su lado: Carter Hastings.

Un escalofrío recorrió mi espalda mientras me miraba, su postura recta y sus ojos


brillantes. No fruncía el ceño, pero tampoco sonreía. Su expresión parecía atrapada
en algún lugar entre la adoración y la angustia.

No lo entendí, y dudaba que él mismo lo entendiera.

Obligándome a retirarme al centro del escenario, cerré los ojos y vertí todas mis
emociones en conflicto en Girl Crush. No era lo que Jill había pedido, pero esperaba
que todavía se divirtiera.
Como prometí, había intentado hacer que I Kissed A Girl funcionara, pero no era
para mí. Las canciones alegres y divertidas eran geniales para cantar en el coche o en
la ducha. Pero cuando actuaba para una audiencia, la letra y la melodía se convertían
en una extensión de mi alma. Tenía que sentirlas.

La canción terminó antes de que me diera cuenta y Wyatt se unió a mí en el


escenario. Habíamos decidido apoyarnos en taburetes a juego, que no era mi
preferencia habitual. Sin embargo, no importaba, porque tan pronto como Wyatt
sacó las primeras notas, la audiencia fue olvidada. Bien podríamos haber estado
sentados juntos en su cama, porque éramos las únicas dos personas en el bar.

Una parte de mí sabía que debía apartar los ojos de él. Que sin duda estábamos
haciendo una escena. Pero no me importaba nadie más que Wyatt en ese momento.
Puede que no esté lista para decir lo que siento por él, pero podría cantarlo. Podría
dedicarle esta canción con mi voz y toda la emoción que vertí en ella.

Y su mirada firme y acalorada me dijo que estaba allí conmigo.

Antes de dejar el escenario, Wyatt se inclinó para besarme en la mejilla, y me


encontré deseando que él hubiera tirado la precaución al viento y hubiera ido por la
boca. Pero él no sabía que yo había tomado una decisión que cambiaría mi vida esta
noche, no había forma de que él pudiera saberlo.

Mientras interpretaba mis dos últimas canciones, noté que el escenario se sentía
solo de una manera que nunca antes se había sentido.

Una canción con Wyatt, eso fue todo lo que había necesitado para cambiar mi
perspectiva. Lo quería conmigo.

Cuando terminé mi presentación, no pude evitar sonreír ante la ovación de pie


que estaba recibiendo de gran parte de la audiencia. Sabía que todavía había mucha 320
gente hablando de mí a mis espaldas, pero ya no me importaba esa gente. No me
conocían, y la mayoría de ellos probablemente ni siquiera conocían a Caroline o a
Asher. Estaban chismorreando por el gusto de hacerlo, y yo no quería formar parte
de eso. No podía controlar lo que pensaban o hablaban. Solo podía controlar mi vida,
y me gustó bastante cómo iba tomando forma.

—Oye, Scarlett —dijo Beau con su sonrisa generalmente amistosa cuando me


uní a él detrás de la barra. Sabía que Brady y Wyatt querrían verme, pero la fila para
las bebidas me obligó a tomar la decisión responsable—. Ese tipo de allí está
esperando para hablar contigo.

Miré en la dirección que señalaba, y vi a un hombre de mediana edad que no


reconocí. Se sentó en el otro extremo de la barra, sin bebidas frente a él, y me estaba
mirando expectante.
Inquieta, me acerqué a él y le ofrecí una sonrisa cautelosa.

—Hola. ¿Puedo ofrecerte una bebida?

—No, gracias. Soy un reclutador de talentos para Summer Storm Records y me


gustaría hablar contigo sobre trabajar con nosotros.

Le miré parpadeando.

—¿Es en serio?

No dejaría que nadie, es decir, Sherilee, me joda por el gusto de hacerlo.

Sonrió y sacó una tarjeta de presentación de su billetera antes de deslizarla por


la barra hacia mí.

Brent Lawson, Adquisición de Talentos estaba impreso en la tarjeta, junto con su


número de teléfono, dirección de correo electrónico y el logotipo de la discográfica.
La cartulina era de alta calidad e incluso el logotipo estaba grabado.

Parecía legítimo.

¿Qué demonios?

—Bueno, señor Lawson, no sé qué decir.

Escuché el aumento antinatural de mi voz, pero decidí que las palabras


temblorosas y agudas eran mejores que ninguna.

Él rio levemente.

—No tienes que decir nada hasta que yo dé mi perorata. Somos un sello boutique 321
de Dallas, y actualmente estamos en la búsqueda de artistas femeninas jóvenes con
voces sobresalientes que atraigan a una audiencia diversa. —Sacudió la cabeza—.
Tengo que decir que eres el paquete completo.

¿Boutique? ¿No era ese código para pequeño?

No es que me estuviera quejando. El mero hecho de que cualquier representante


de un sello discográfico estuviera interesado en mí me alegraba de estar usando botas
en lugar de tacones. No tenía ningún deseo de desmayarme y derrumbarme frente a
esta multitud.

—Pero solo soy cantante. No tengo mis propias canciones.

Deseaba poder escribir, pero mi talento se limitaba a modificar arreglos.


—Eso no es un problema. Tenemos muchos compositores con los que
trabajamos. Y teniendo en cuenta lo bien que les ha ido a tus videos de YouTube,
incluso podríamos conseguir un álbum de covers.

Youtube. Correcto. Si Jill no hubiera insistido en mantenerme actualizada sobre


las vistas, ya me habría olvidado de ellas.

—¿Cómo sabes acerca de los videos?

—Recibí información sobre tu actuación esta noche e incluía enlaces a los videos.
Normalmente, no me molestaría en salir a un bar en medio de la nada, pero tú
cantando Jolene... —Suspiró, casi como si pudiera escucharlo ahora mismo—. Eso
fue mágico.

Mágico. Quería reírme. Si tan solo supiera.

—¿Estás interesada? —inquirió.

Mi mente dio vueltas. Por supuesto, al crecer, siempre pensé que grabar mi
propio álbum era el sueño. Pero a medida que mis sueños infantiles habían muerto
lentamente, dejé de creer que era siquiera una posibilidad.

—Creo que necesito más información —respondí finalmente. Eso era cierto. No
tenía ni idea de lo que significaría grabar un álbum a través de un sello boutique.

—Comprensible. ¿Por qué no me llamas el lunes y hablamos de algunos de los


detalles? Luego, si deseas seguir adelante, podemos programar una reunión formal.

—Bien. Gracias, Sr. Lawson.

—Llámame Brent. Y yo debería darte las gracias. —Sonrió mientras se levantaba


del taburete—. Fue un placer verte actuar. Rara vez tengo la oportunidad de
322
presenciar un talento tan crudo y desconocido. —Me señaló—. Lunes.

Asentí con la cabeza, mi garganta estaba demasiado apretada para decir algo
más.

En cuestión de segundos, sentí la gran forma de Wyatt a mi espalda. A pesar de


toda la gente que seguía esperando en el bar, lo dejé que me llevara al pasillo hacia
la oficina.

—¿Qué está pasando? ¿Ese tipo dijo algo?

Su voz era ronca, indicando su preocupación. Probablemente debido a la


expresión de asombro que no tenía ninguna duda de que estaba usando actualmente.
Levanté la tarjeta de presentación.

—Dijo que quiere que grabe un álbum con su sello.

Wyatt tomó la tarjeta y la estudió, sin responder de inmediato.

Sintiéndome extrañamente ansiosa y con picazón, continué:

—Supuse que era una broma al principio, pero parecía legítimo. No lo sé. No
puede serlo, ¿verdad? Es demasiado absurdo.

—No tiene nada de absurdo. —Wyatt sacó su teléfono y, unos momentos


después, estaba en el sitio web del sello, donde había una imagen profesional del
hombre que acababa de conocer—. Es legítimo, Scarlett.

Me moví para apoyarme contra la pared.

—Guau.

—Sí, guau. —Guardó cuidadosamente la tarjeta de presentación en su billetera


para guardarla, luego me tomó en sus brazos—. No me sorprende. Te lo he dicho,
eres el verdadero negocio. Era solo cuestión de tiempo.

Su tono práctico me hizo sospechar.

—¿Fuiste tú? ¿Fuiste quien le avisó sobre mi actuación?

—No. —Ahuecó mi mejilla—. Lo habría hecho, si hubiera sabido que era algo
que querías.

—Ni siquiera sé qué lo es. Es tan extraño… después de todos esos años en The
Midnight Room, ¿por qué ahora? No tiene sentido. 323
—Así es la vida, cariño. No siempre tiene sentido.

Envolví mis brazos alrededor de su cuello, queriendo pensar en otra cosa.

—Me encantó actuar contigo esta noche.

Acarició mi cuello y presionó suaves besos en mi piel.

—A mí también me encantó. Sentí como si me estuvieras cantándome a mí y


solo a mí.

—Lo estaba.
Echó la cabeza hacia atrás y me miró fijamente.

—¿Qué estás diciendo?

Mordí mi labio, tratando de contener mi sonrisa.

—Necesitamos a Brady para esta conversación.

—Estoy aquí —dijo una voz familiar a unos metros de distancia. Giré la cabeza
y lo vi alejarse de la pared y acercarse—. Y podría haber jurado que también me
estabas cantando directamente a mí.

Me lanzó su sonrisa torcida y agregó un guiño.

Sin importarme siquiera que obviamente había estado escuchando a escondidas,


no detuve mi sonrisa esta vez.

—Lo estaba.

—¿Qué estás diciendo? —repitió Wyatt, su profunda voz reverberando a través


de mí.

Mi sonrisa se ensanchó tanto que me dolía la cara.

—Estoy diciendo, al diablo con el período de prueba. Ya terminé de esperar a


que comience mi vida.

324
Parece que mis cartas dirigidas a ti se han convertido en nada más que anotaciones en un
diario. Espero que no te moleste.

Creo que es porque ya no estoy pensando en el pasado.

¿Por qué lo haría, cuando finalmente tengo un futuro que vale la pena anticipar?

Floté durante el resto de esa noche y la mañana siguiente con una sonrisa
perpetua en mi rostro. Micah me miró de forma extraña durante el desayuno y
mientras limpiamos el apartamento. Y lo dejé, porque no tenía ningún deseo de
permitir que nada arruinara mi disposición.

Uno podría esperar que la posibilidad de un contrato de grabación fuera


responsable de mejorar mi estado de ánimo. Y aunque ciertamente no había dolido,
sabía que no era así. La sonrisa se debió a mis tiernos, sexys y solidarios novios.

Todavía no entendía bien cómo había sucedido. Habían entrado en mi vida


como una tormenta de otoño, despertando emociones que estaba decidida a
mantener encerradas. Y aunque mi cerebro me gritó que debería haber arrojado la
llave sobre la presa más cercana, mi corazón no tenía nada de eso. 325
Wyatt Ford y Brady Cooper se habían apoderado de mi corazón y no quería
dejarlos ir.

Si algo estaba estropeando mi día, era el recuerdo de la expresión de Carter


cuando terminé de cantar Yoü and I. Tuvimos esta conexión peculiar en la cual no
me gustaba pensar en particular.

Ahora que Brady, Wyatt y yo éramos oficiales, no podríamos escondernos de su


mejor amigo. Y estaba empezando a preocuparme de que la amistad entre nosotros
dos fuera más complicada de lo que parecía en su cara. Lo que decía algo, porque ya
parecía bastante complicado.
Después de dejar a Micah en la casa de Evan para otra cita de juegos, conduje
hasta la tienda de comestibles. Desde que nos habíamos encontrado con Sherilee allí,
había dudado en llevar a Micah. No me importaba mucho si me tropezaba con ella
y provocaba una escena. Pero no quería que mi hermano fuera testigo de más de sus
antagonismos. Se merecía mucho mejor de ella.

Debido a adiciones atípicas, como los ingredientes para las galletas de azúcar,
mi lista de compras era más larga de lo habitual. Cuando la chica que me ayudó a
pagar leyó el total, me encogí interiormente y conté el dinero en efectivo, teniendo
que agregar veinte de mi alijo de emergencia. Aunque Wyatt me pagaba bien,
probablemente mejor de lo que debería, el dinero siempre fue escaso. Y las fiestas no
ayudaron.

—Estuviste genial anoche —dijo la chica con cierta timidez mientras me


entregaba mi recibo. Probablemente tenía dieciocho o diecinueve años, pero parecía
mucho más joven que mis veintiún años. ¿Me sentiría siempre mayor en
comparación con las personas que me rodeaban? ¿O eventualmente llegaría a un
punto en el que mi interior coincidiera con mi exterior?

—Gracias. Fue divertido.

—¿Habrá más noches de micrófono abierto?

Buena pregunta. Wyatt y yo necesitábamos discutirlo, pero considerando el éxito


de anoche, tenía pocas dudas de cuál sería su respuesta.

—No lo sé todavía, pero la noche de karaoke definitivamente todavía se lleva a


cabo el día veintiuno.

Ella sonrió.
326
—Oh, sí, estaré allí. Nunca me lo pierdo.

—Genial. Hasta entonces.

Manteniendo un ojo atento a los mechones rubios de Sherilee, me dirigí a mi


auto y empaqué las compras en el maletero. Mientras alcanzaba el carrito para
devolverlo al frente de la tienda, una voz familiar y muy desagradable sonó detrás de
mí.

—Debes estar extrañando tu BMW a estas alturas.

Mierda. Mierda. Mierda. El maldito Asher Davenport, se las había arreglado para
atraparme desprevenida. Otra vez.
¿Se había enterado de alguna manera de mis regalos secretos para su esposa? La
recepcionista se había comprometido a entregarlos en los días correspondientes a las
etiquetas de las bolsas de regalo. También había jurado que no daría ni una pista
sobre de quién eran.

Pero dudaba que arriesgara su trabajo para proteger esa información, y tenía que
haber cámaras en una instalación como esa. Si Caroline, o Asher, hubieran querido
descubrir de dónde venían los regalos, podrían averiguar que era yo.

—¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunté entre dientes mientras me volvía para
mirarlo.

A diferencia de la última vez que se me acercó, estábamos en el centro del pueblo


un domingo. Los coches entraban y salían del estacionamiento con regularidad, y la
iglesia de enfrente saldría en cualquier momento.

Cualquiera podía vernos juntos, y eso era lo último que necesitaba en este
momento.

Me sonrió y no pude evitar notar que llevaba una camiseta de concierto


descolorida, muy parecida a la primera vez que lo conocí. Quería poner los ojos en
blanco. Si pensaba que su elección de atuendo me haría quererlo, debe haber estado
bebiendo un poco más de su propio Kool-Aid.

—Deberías estar más feliz de verme. Vengo trayendo buenas noticias.

—Pensé que ya había dejado en claro que quería que me dejaras en paz.

La sonrisa de Asher, que estaba empezando a creer que tenía algo malvado
acechando debajo, no vaciló.

—Y dejé en claro que eres mía.


327
Apreté el carrito de la compra con más fuerza, medio tentado de embestirlo
contra él. Al menos era una pequeña defensa contra él si volvía a pasarse de manos.
No podía confiar en que Carter apareciera de la nada para rescatarme por segunda
vez.

—¿Qué pasa con tu esposa? —siseé, solo moderadamente aliviada de que no


estuviera aquí por Caroline—. Si nos ven juntos, las cosas empeorarán para ella.

—Entonces, vayamos a un lugar privado.

Ugh. Debería haberlo visto venir. Siempre había sido resbaladizo.


—Absolutamente no. —Me ajusté así toda la longitud del carrito de compras
quedó entre nosotros—. Deberías irte.

Apoyó la cadera contra la parte trasera de mi coche, pareciendo completamente


relajado.

—Bien. Supongo que hablaremos aquí.

—No hay nada de qué hablar.

—Ahora, ahora, Scarlett. Eso no es cierto. —Quitó una mota inexistente de


pelusa en su camisa—. Ahí está tu contrato de grabación, para empezar.

A pesar del clima templado, mi sangre se congeló en mis venas como si me


hubiera zambullido de cabeza en un estanque helado.

—¿Disculpa?

Levantó la cabeza, luciendo demasiado complacido consigo mismo.

—¿Qué? No pensaste que un ejecutivo de un sello discográfico se topó con tu


pequeño programa en ese antro, ¿verdad? Sé seria.

Oh, Dios. Asher había sido el que avisó a Brent Lawson sobre mi actuación.
¿Cómo no lo había visto de inmediato? Le dije a Wyatt que no tenía sentido.

¿Pero esto? Esto tenía mucho sentido.

Qué tonta fui.

—No tengo ningún interés en ningún contrato que esté vinculado a ti.
328
Su expresión engañosamente agradable finalmente cayó y se enderezó.

—Sé inteligente con esto. Me he encargado de que se te ofrezca un trato


sumamente generoso. El dinero no será un problema. Solo piensa, incluso puedes
ahorrarlo todo para pagar la universidad de Micah, si quieres. Porque una vez que te
mudes a nuestra casa, no tendrás ningún gasto.

¿Nuestra casa? Había pasado de intentar tentarme con una linda casita de campo a
referirse a ella como nuestra en menos de dos semanas.

Pero su línea sobre el fondo universitario de Micah me hizo hacer una pausa.
Hace un par de meses, ¿habría sido suficiente para recuperarme? Mi estómago se
agrió cuando reconocí que él podría haber sido capaz de atraerme con la única cosa
que más había anhelado desde que mi padre murió: la promesa de seguridad.

Ya no.

Mis relaciones con Wyatt y Brady pueden ser nuevas, pero ya podía ver la
diferencia entre cómo me trataban y cómo me había tratado Asher. No había
entendido la diferencia a los diecisiete, pero seguro que ahora lo entendía.

Incluso si no estuvieran en la foto, no volvería con el hombre que estaba frente a


mí. Caroline ya no era una belleza mítica que vivía en una torre, follando con una
larga fila de instructores de tenis. Ella era una persona real para mí ahora, y la idea
de volver a acostarme con su esposo me enfermaba físicamente.

Ninguna promesa de casas, automóviles, contratos de grabación o incluso


fondos para la universidad eran suficientes para tentarme. Jamás.

—Sin mencionar que finalmente puedes convertirte en la estrella que siempre


estuviste destinada a ser —agregó con lo que yo había llegado a reconocer como falsa
sinceridad.

Asher sabía qué decir y cuándo. Pero eso no significaba que ninguna de sus
palabras fuera sincera. De hecho, no estaba segura de que hubiera una sola cosa
sincera sobre este hombre.

¿Cómo había estado tan ciega durante tanto tiempo?

Se inclinó hacia mí, pero el carrito de compras le impidió tocarme.

—Te mereces algo mejor que este pequeño pueblo y la gente de mente estrecha
que vive en él. Ven conmigo, Scarlett. Me aseguraré de que Micah y tú pasen la mejor
Navidad de su vida. —Bajó la voz—. ¿No quieres eso para tu hermano?
329
—No.

Ante mi tono contundente, retrocedió, como si lo hubiera abofeteado. Debió


haber asumido que me tenía, lo cual no era demasiado sorprendente. Pasé años
haciendo todo lo que decía. ¿Por qué no esperaría lo mismo de mí ahora?

—¿No?

Su tono reflejó el asombro en su rostro y, extrañamente, me hizo sentir casi mal


por él. Creía, a su manera, que Asher se preocupaba por mí y realmente me quería
de regreso. Pero si me amaba, vería que liberarme era lo mejor para mí. Y así fue
como supe que se trataba de control por encima del resto. Tomé parte de su control
al alejarme, y parecía que no podía vivir sin él.

Intentando aplacarlo, un poco, suavicé mi voz y mi expresión.

—Entiendo que piensas que me quieres de vuelta, pero estás equivocado. No soy
la misma chica que conociste hace cuatro años, y ni siquiera soy la misma mujer que
te dejó hace meses. He cambiado. Madurado. Y he seguido adelante con mi vida. Es
hora de que sigas con la tuya.

Apretó la mandíbula y los ojos se endurecieron.

—¿Se trata de mi cuñado mimado? Lo estás follando, ¿no?

—¡No! —Al darme cuenta de que mi voz se había elevado a un nivel chillón,
respiré hondo e intenté mantenerme racional—. Esto no tiene nada que ver con
Carter. Tiene todo que ver conmigo. Estoy tratando de ser una mejor persona y no
puedo hacer eso mientras tengo una aventura con un hombre casado. Por favor, trata
de entender.

—Caroline ni siquiera está en la foto. Estamos separados y probablemente nos


vamos a divorciar.

—No importa. El daño ya está hecho. —Me armé de valor—. Terminamos,


Asher. Para siempre.

Dio un paso hacia adelante, pero después de mirar detrás de mí, se detuvo. Me
di cuenta de que había cerrado los puños y parecía dispuesto a saltar por encima del
carro entre nosotros y besarme o estrangularme. Ambas opciones debían evitarse a
toda costa.

—Estás cometiendo un error, Scarlett Butler —siseó antes de alejarse y


330
desaparecer en un auto deportivo que nunca había visto. Debe ser nuevo.

No fue hasta que salió del estacionamiento que finalmente me di la vuelta para
encontrarme con una pequeña multitud reunida detrás de mí. Todas eran mujeres,
incluida una pareja que reconocí de mi infancia o del bar. Y claramente habían estado
escuchando a escondidas. Por cuánto tiempo, no tenía idea.

Esperé a que alguien comenzara a arrojarme tomates o, diablos, paquetes de


verduras congeladas. Pero no pasó nada por el estilo. Comenzando con la mujer al
frente, a quien ahora identifiqué como la recepcionista de la escuela primaria de
Micah, cada una de las mujeres me asintió con la cabeza y luego se alejó.
Las miré, perpleja. ¿Era algún tipo de ritual de Hastings que no conocía? Porque
seguro que parecía que me acababan de ofrecer una pizca de respeto. Y tal vez incluso
aceptación.

331
No quiero hablar más de él. Porque, si lo hago, él gana. Cimenta su lugar en mi vida,
cuando todo lo que quiero hacer es patearle el trasero a la acera para siempre.

Pero, tal vez, todavía no estoy lista para dejarlo ir.

No a él, eso se acabó, te lo aseguro.

No estoy lista para dejar de lado la forma en que él me hace sentir conmigo misma.
Curiosamente, hay una especie de consuelo en el odio a uno mismo. Puedo confiar en que se
mostrará como un reloj.

Y nadie me hace odiarme a mí misma más que él.

Ni siquiera tú.

Conduje directamente al apartamento de Wyatt y Brady, enviando una oración


en el camino de regreso a casa. No podía imaginarme volver a mi apartamento, sola.
Sobre todo, porque Asher podría decidir cazarme allí.

Después de juntar toda la comida que pertenecía al refrigerador o congelador en


unas pocas bolsas, las arrastré adentro y subí por el ascensor hasta el tercer piso. Justo
332
afuera de su puerta, dudé. ¿Era extraño que estuviera aquí sin anunciarme?

Me habían dado el código para el exterior, pero eso no era exactamente lo mismo
que decir “ven cuando quieras”.

—Oh, al diablo —murmuré antes de llamar a la puerta.

Se abrió no más de un segundo después, revelando a Brady sonriente.

—Estaba empezando a pensar que nunca tocarías.

Um, ¿qué?
—Nuestro sistema de seguridad envía una alerta a nuestros teléfonos cuando
alguien usa el código de invitado —dijo, respondiendo a mi pregunta silenciosa.

—Eso tiene sentido.

Me hizo señas para que entrara y me tomó las bolsas de las manos cuando lo
pasé.

—¿Qué es todo esto?

—Iba de camino a casa desde la tienda de comestibles y decidí venir aquí. ¿Está
bien?

—¿Estás bromeando? —Metió las bolsas en el refrigerador y el congelador antes


de empujarme hacia él—. Quédate todo el día y holgazanea conmigo.

Acurrucándome contra su pecho, suspiré. Menos de un minuto en presencia de


Brady y ya podía olvidarme de Asher. Bueno, casi.

—No puedo quedarme tanto tiempo. Micah está en la casa de un amigo, pero
necesito recogerlo en un par de horas.

—¿Por qué no vamos a buscarlo juntos y lo traemos de regreso aquí? Podemos


pasar el rato y jugar videojuegos o ver películas o lo que sea.

—¿Estás seguro de que está bien? No quiero imponerme.

—Estoy seguro. —Levantó mi rostro con dedos suaves y me besó. Fue breve
pero más caliente que dulce—. Siempre eres bienvenida. Los dos.

Me pregunté, no por primera vez, si era real. Y lo que hice para merecer su
interés. Era el tipo de chico que la mayoría de las chicas buenas probablemente no 333
apreciarían. Estaban demasiado ocupadas codiciando a los chicos malos en
motocicleta con problemas de imbecilidad.

Pero había cometido demasiados pecados para ser considerada una buena chica.
Probablemente por eso agradecí muchísimo a Brady. Adoré su cabello suelto y sus
lentes y su sonrisa lista. Me encantó lo bien que se llevaba con Micah. Simplemente
lo amaba.

Oh, Dios. Estaba enamorada de Brady Cooper.

Antes de que pudiera hacer el ridículo al decir eso, pregunté:

—¿Qué pasa con Wyatt y Carter? ¿No les importará si Micah y yo estamos aquí?
—Por supuesto no. Pero no volverán hasta más tarde, de todos modos. Fueron
a Dallas para hacer algunas compras navideñas.

—¿Dodge también?

Brady se rio.

—Sí. Wyatt disfruta de todas las miradas confusas que recibe al caminar con un
perrito mullido en sus brazos tatuados.

—Más bien miradas codiciosas. Las mujeres aman a los hombres musculosos
con perros pequeños.

Estaba bastante segura de que había un calendario flotando en algún lugar lleno
de fotos de chicos calientes con cachorros.

—No tienes nada de qué preocuparte. Wyatt está loco por ti y solo por ti.

El calor subió por mis mejillas. Debo haber sonado celosa a nivel psicológico. Y
tal vez lo estaba. La idea de mujeres de Dallas delgadas y bien vestidas coqueteando
con mi Wyatt hizo que mi presión arterial se disparara. No quería que nadie adulara
a Wyatt y a Dodge... aparte de mí.

Brady tiró de uno de mis rizos.

—Eres linda cuando estás celosa. Incluso cuando no sea por mí.

—No te preocupes. La idea de que otras mujeres te coman con los ojos me pone
igualmente furiosa.

—Me alegra oír eso. —Pasó la punta de sus dedos sobre mi cuello y hombros,
provocando que me estremeciera—. Entonces, ¿ya te he convencido de que pases el 334
día?

—No estás jugando limpio.

No es que tuviera el menor deseo de rechazarlo. Solo quería que siguiera


tocándome.

—No siempre tengo que ser el buen chico, ¿sabes?

Aunque su boca todavía estaba levantada, su voz era más áspera de lo habitual.
Y malditamente sexy.

—¿No?
Agarró mi cintura y lentamente me hizo retroceder contra la pared.

—No.

Aprovechando el apoyo que la pared me brindaba a la espalda, me incliné hacia


ella y miré hacia arriba, hacia arriba, hacia Brady.

—Resulta que me gusta que seas bueno.

—Mmm. Entonces, creo que es un buen momento para sugerir que cuando
Wyatt llegue a casa, le digamos a Micah sobre nosotros tres. Juntos. ¿Qué opinas?

—Desearía estar lista para eso.

—¿No lo estás? —Rompió el contacto visual—. Lo siento. Supuse que después


de anoche...

—No, no quise decirlo así. Quiero decírselo. —¿Cómo podría explicar esto?

»Siento que debería tener un discurso épico preparado sobre cómo el amor es el
amor y no siempre tiene los límites que la sociedad trata de ponerle.

—Amor, ¿eh?

Su atención estaba completamente de nuevo en mí, sus ojos castaños ardían.

—Oh, um, bueno, sí, quiero decir…

Brady me detuvo con un beso que me hizo temblar las rodillas. No había tenido
la intención de mencionar la palabra con “A” de esa manera, pero no podía
lamentarlo. Me hizo querer liberarme de las restricciones que naturalmente me
ponía. El hecho de que estas emociones hubieran florecido más rápido que un campo 335
de Bluebonnets no las hacía menos reales. No estaba segura de haber experimentado
algo más real que la forma en que él me hacía sentir.

Devoró mi boca mientras presionaba contra mí, su cuerpo estaba caliente y listo
para llevar las cosas al siguiente nivel. Pero nunca se apartó de la dulzura que yo
esperaba de él. Con un solo beso, me hizo sentir deseada y como la gema más
preciosa del planeta. Y no quería que se detuviera.

Cuando finalmente soltó mi boca, dejé escapar un gemido de frustración y él se


rio ligeramente.

—Probablemente ya lo sepas, pero en caso de que no sea así, estoy


completamente enamorado de ti, Scarlett Butler. Estoy bastante seguro de que lo he
estado desde ese día en la oficina de la subdirectora. Amo tu espíritu y tu increíble
talento y amabilidad. —Sus ojos acariciaron mi rostro, como si no pudiera tener
suficiente—. Y tu belleza literalmente me hace perder el aliento. Sigo teniendo que
recordarme a mí mismo que debo respirar cuando entras en una habitación.

Mi visión se hizo un túnel, y todo lo que pude ver fueron sus profundos y
conmovedores ojos marrones y sus labios hinchados por los besos.

—Yo también te amo.

Probablemente debería haber dicho más después de su sincero discurso, pero


nunca había sido buena compartiendo mis sentimientos. Entonces, me aferré a su
camisa y levanté la cabeza, rogando en silencio por un beso. Brady obedeció con
entusiasmo, acunando un brazo debajo de mi trasero para que estuviera
completamente metida en él.

Apoyó su otro brazo contra la pared y tomó mi boca de nuevo, chupando mis
labios como si fueran el Santo Grial de los caramelos. Mis senos se volvieron pesados
y el calor inundó mi centro, haciendo que mi deseo fuera casi insoportable.
Necesitando más de... todo, intenté frotarme contra él, pero mi posición contra la
pared me mantuvo atrapada.

Y eso simplemente no serviría. Quería tocarlo en todas partes. Demonios, quería


arrastrarme sobre él.

La sensación era nueva, extraña y estimulante a la vez. El sexo se había sentido


bien en el pasado, pero nunca había experimentado esta abrumadora necesidad de
liberación. O esta desesperada necesidad de dar placer. ¿Era así como se suponía que
debía sentirse la lujuria?

¿O era algo más? ¿La unión de la lujuria y el amor en una detonación 336
supercargada?

—¿Habitación? —pregunté con un jadeo.

Brady me soltó tan repentinamente que si no hubiera estado apoyada contra la


pared, probablemente me habría derrumbado en el suelo.

—¿Está segura? —Sin darme la oportunidad de responder, siguió hablando, más


rápido de lo normal—. Si no estás lista, está bien. No quiero presionarte nunca y...

Presioné mis dedos sobre su boca, deteniendo el flujo de palabras.

—Lo que dije anoche es cierto. Ya terminé de esperar a que comience mi vida.
Suficientemente convencido, tomó mi mano y prácticamente comenzó a
arrastrarme hacia su habitación.

—Brady —dije entre risas—. Desacelera.

Se detuvo a medio paso y se volvió hacia mí con una sonrisa culpable.

—Perdón. Darme cuenta de que la mujer de mis fantasías cobra vida está a punto
de estar desnuda en mi cama significa que perdí mi capacidad de actuar relajado.

Me reí de nuevo.

—¿Actuar relajado? ¿De verdad?

Él se encogió de hombros.

—Es algo que dicen los niños en la escuela. Pensé que encajaba perfectamente
con esta situación.

—Eres lindo.

—¿Lindo? —Sacudió la cabeza con tristeza—. Maldita sea. Ahí va mi sueño de


ser un dios del sexo.

—Ahora, ahora. No nos apresuremos. —Decidiendo tomar la iniciativa, lo guie


el resto del camino hasta su dormitorio—. En lo que a mí respecta, la etiqueta del
dios del sexo todavía está sobre la mesa.

Cerró y le puso seguro a la puerta detrás de nosotros. Cuando sus ojos me


absorbieron, el humor abandonó su rostro, y mi necesidad anterior se estrelló contra
mí.
337
Cuando dio uno y luego dos pasos hacia mí, esperaba que los nervios
reemplazaran parte de mi deseo. Después de todo, en un mundo que veneraba a las
Barbies de tamaño natural, no siempre era fácil parecer el hijo del amor de Sidney
Poitier y Marilyn Monroe. Pero, extrañamente, los nervios permanecieron
empujados hacia las profundidades de mi psique, donde pertenecían.

Brady me hizo sentir cómoda en mi propia piel. Estaba dispuesta a desnudarme


ante él, en cuerpo y alma.

Sin dudarlo, me levanté la blusa por la cabeza y luego me quité los pantalones
holgados. De pie frente a él en nada más que mi sostén negro y bóxer de color rosa
intenso, me sentí más que cómoda. Me sentí poderosa.
Cuando Brady no se movió, solo me miró fijamente, su pecho palpitaba, eliminé
el pequeño espacio entre nosotros y alcancé sus lentes. No dijo una palabra mientras
los quitaba una vez que se inclinó a mi nivel, luego pasó a su camisa. Mi atención
ahora estaba en sus jeans, rocé su estómago desnudo con las yemas de mis dedos, y
él contuvo el aliento mientras yo bajaba lentamente la cremallera sobre el bulto de
sus pantalones.

En ese momento, tomó el control, se quitó los pantalones y me instó a subir a la


cama. Se arrastró por mi cuerpo y se incorporó sobre sus antebrazos. Bajando la
cabeza hasta que su boca fue un susurro de la mía, dijo:

—Te deseo tanto que creo que podría estar perdiendo la cabeza.

Pasé mis manos sobre su pecho desnudo, amando el estremecimiento que vi


rodar a través de él con el simple toque.

—Entonces, tal vez deberíamos perder la cabeza juntos.

—Sí, por favor.

Como si hubiera estado esperando toda una vida para hacerlo, inclinó la cabeza
hacia mis pechos y deslizó su lengua entre ellos.

—Oh, Dios.

Apreté mis piernas juntas, tratando de aliviar un poco el dolor.

Mientras continuaba prodigando atención en mis pechos con su boca y lengua,


movió su peso a sus rodillas y sus manos se deslizaron debajo de mi espalda y hasta
mi trasero. Tomó una nalga en cada mano y gimió.

—Tú. —Lamida—. Tienes. —Mordisco—. El. —Beso—. Culo. —Chupada—.


338
Más. —Mordida—. Exquisito que jamás he visto, y mucho menos agarrado.

Agarré las sábanas para evitar arañarlo con mis uñas de arriba a abajo por su
espalda. Nuestras partes importantes todavía estaban cubiertas, y yo estaba más
excitada de lo que antes creía posible.

—Um, ¿gracias?

Estaba bastante segura de que había felicitado mi trasero, pero ni siquiera podía
recordar sus palabras exactas.

Brady finalmente levantó la cabeza de mi escote y me dio una mirada de


adoración pero dolorida.
—Quiero hacer que esto sea bueno para ti, pero todo en lo que puedo pensar es
en estar dentro de ti.

—Ya es el mejor de todos —dije con sinceridad—. Hazme el amor, Brady.

Me sentí tonta al decir esa frase en particular. Parecía algo que solo debería
decirse en una película cursi o en una novela romántica. Pero nuestra primera vez no
podía ser otra que hacer el amor. Era lo que éramos, especialmente juntos.

Parpadeó y, aunque extrañé sus lentes, me encantó poder ver sus hermosos ojos
marrones con tanta claridad.

—¿Puedes dejar de ser tan perfecta? —preguntó, su voz casi ininteligiblemente


suave.

—Solo si tú puedes dejar de serlo.

Hizo un trabajo rápido con mi sostén y mis y sus bóxers. Admiré su cuerpo largo
y delgado mientras buscaba un condón en su mesita de noche y luego se lo ponía con
manos temblorosas.

Flotando sobre mí, deslizó una mano sobre mi muslo antes de sumergir un dedo
en mi calor húmedo. Más que preparada para que él estuviera dentro de mí, traté de
apartar su mano, pero era más fuerte que yo.

—Déjame tocarte, Scarlett.

Asentí y me relajé en la almohada mientras él me acariciaba perezosamente. No


estaba tratando de llevarme al orgasmo; simplemente estaba disfrutando de la
sensación de mí. Y, maldita sea, estaba cada vez más desesperada por que su pene
reemplazara esos largos dedos.
339
—Brady, por favor.

Después de una caricia dirigida sobre mi clítoris, retiró los dedos y se colocó en
mi entrada. Agarrando mis caderas, me levantó hacia él y se sumergió dentro de mí
con un empujón. Jadeé, pero de pura felicidad en lugar de dolor. Vaciló, pero no dejé
que se distrajera, frotándome contra él hasta que comenzó a moverse de nuevo.

Gemí cuando cambió el ángulo de sus embestidas y me recompensó con una


sonrisa. Lo hizo de nuevo, acurrucándose a mi alrededor, moviendo una mano hacia
mi espalda para acercarme más a él.

Cerrando los ojos, me dejé perder en él. Nadie había estado tan sintonizado
conmigo como Brady en este momento.
Apreté mis músculos internos a su alrededor mientras él empujaba dentro de mí,
y gimió. Bueno. Su placer me importaba tanto como el mío. Quería que sintiera lo
cerca que me estaba acercando, cómo todo, desde sus fuertes manos presionadas
contra la parte baja de mi espalda, hasta la forma en que chasqueó las caderas para
penetrar en mí, me impulsó más alto.

Brady me besó, su lengua empujó más allá de mis labios, y la chupé. Se movió
de nuevo y la madera de la cabecera crujió cuando la agarró, empujando aún más
rápido.

El calor comenzó a acumularse en mi interior, un delicioso cosquilleo que pronto


se convirtió en una ola de placer tan intenso que ni siquiera pude advertirle.

Pero no lo necesitaba. Brady sabía que estaba allí. Empujando una mano entre
nosotros, rodeó mi clítoris y me vine. Me siguió con un largo y profundo gemido.

Después de tomar mi boca en un beso sensual, desapareció en el baño por un


minuto antes de dejarse caer sobre la cama y tirar de mi espalda contra su frente.

Me acurruqué en su cuerpo deliciosamente desnudo e incliné mi cabeza hacia


arriba lo suficiente para captar su mirada amorosa.

—Para que conste, esa etiqueta de dios del sexo todavía está sobre la mesa. Y
debajo de ella. Y a su alrededor.

Él se rio entre dientes y perezosamente pasó un dedo por mi cadera y por el


interior de mi muslo.

—¿Estás segura de que no necesitas más datos? Estoy más que feliz de
proporcionar toda la evidencia que necesitas para tomar una decisión informada.

Mordí mi labio inferior, amando su charla juguetona y nerd de profesor.


340
—En ese caso, sigamos con el experimento.
No parece justo. Tengo dos novios amables, considerados e increíbles, y tú todavía estás
atrapada con él.

¿Es inapropiado de mi parte recomendarte que abandones a tu esposo y nunca mires atrás?
Probablemente, pero la sugerencia está hecha con la mejor de las intenciones, te lo aseguro.

Vi como Micah salía del apartamento con Brady y Dodge, hablando como una
tormenta sobre un videojuego del que nunca había oído hablar. Estaban llevando al
cachorro a dar un paseo corto, el único tipo de paseo que Dodge podía manejar con
sus patitas.

—¿Crees que Micah está realmente tan bien con todo como parece? —le
pregunté a Wyatt tan pronto como estuvimos solos.

Wyatt, Brady y yo habíamos lanzado la bomba sobre nuestro trío hace


aproximadamente media hora, y Micah se había tomado bien la noticia. Demasiado
bien, en lo que a mí respecta.

No es que supiera qué esperar. Si no hubiera un manual para “qué hacer cuando
eres el tutor de un niño cuya madre es una alcohólica narcisista y codiciosa”, 341
definitivamente no había uno para “decirle a tu hermano pequeño que estás en una
relación romántica con dos hombres”.

Wyatt pasó un brazo por encima de mi hombro en el sofá.

—Brady es el psicólogo infantil aficionado. Deberías preguntarle a él.

—No te hagas menos. Eres genial con Micah.

—No lo sé. Incluso le gusta Carter más que yo.

Micah se había emocionado notablemente cuando Carter entró por la puerta


antes. Tenía la sensación de que siempre lo adoraría un poco después de enviarnos a
casa con el árbol de Navidad de superhéroes.
—Solo necesita más tiempo para conocerte. —Tracé el tatuaje de la guitarra de
Wyatt con las yemas de mis dedos—. Puede que no te hayas dado cuenta de esto,
pero puedes ser un poco intimidante.

Levantó las cejas.

—¿Quién, yo?

—Sí, tú, con los músculos grandes, los tatuajes y el ceño fruncido perpetuamente.

Si era posible, su boca se dibujó en una línea aún más recta.

—No siempre frunzo el ceño.

—Bueno, no un ceño fruncido, per se, más como una expresión en blanco.

Sus ojos que roban el alma buscaron los míos con una intensidad que me hizo
sentir desnuda.

—Nunca he sido del tipo naturalmente feliz y sonriente. ¿Eso te molesta?

Lo pensé, queriendo darle una respuesta honesta. A veces me volvía loca cuando
no tenía idea de lo que estaba pensando. Pero no me molestó como él quería decir.
El hecho de que su expresión fuera típicamente cerrada no significaba que él lo fuera.
Entre los dos, yo era quien tendía a retraerse. Y era muy bueno empujándome a
abrirme.

Llevando una mano a su boca, delineé sus labios con mi dedo índice. Él tenía
razón, no descendían en un ceño fruncido. Si fuera una mujer, podría haber dicho
que tenía cara de perra en reposo. Entonces, supuse que tenía algo así como rostro
melancólico en reposo.
342
—Me gustas tal como eres —le aseguré—. Cuando obtengo la más mínima
sonrisa tuya, siento que he ganado la lotería. Y las pocas veces que he visto tu sonrisa
grande… —Niego con la cabeza, el recuerdo de esas raras y gloriosas sonrisas es
suficiente para calentarme durante todo el invierno de Texas—. Es mejor que estar
de pie en el escenario, simplemente habiendo interpretado bien una canción de
Whitney Houston.

Atrapó mi mano que aún se cernía sobre su rostro y metió mi dedo medio entre
sus labios. Inhalé bruscamente y el calor se acumuló en mi vientre mientras él
succionaba suavemente.
—Si Brady y Micah... no fueran a volver... en cualquier momento —dijo entre
pellizcos y chupadas—, encontraría algunos... lugares más interesantes... para hacer
esto.

Soltó mi dedo y se inclinó para besarlo. Pero, antes de llegar a mi boca, se


congeló. Cambiando de dirección, presionó su nariz contra la curva de mi cuello e
inhaló.

—Hueles a Brady. Como su jabón.

Mi corazón golpeó contra mis costillas y una especie de culpa confusa se apoderó
de mí. Olía a Brady por la sensual ducha que habíamos tomado juntos después de
tener sexo. Sexo increíble.

Lógicamente, sabía que no debería sentirme culpable por estar con Brady. Todos
estábamos de acuerdo con esto. Los chicos me aseguraron que podrían lidiar con
compartirme.

Pero no pude evitar el aumento de la aprensión. ¿Wyatt pensaría que había


elegido a su mejor amigo antes que a él? ¿Porque había tenido sexo con él primero?

No lo había planeado. Y ni siquiera se había sentido como una elección.


Realmente no. Se había sentido como la progresión natural de la relación mía y de
Brady.

Si hubiera pasado la tarde a solas con Wyatt, era muy posible que hubiera
sucedido lo mismo con él.

—¿Estás molesto?

Mi voz sonaba temblorosa incluso para mis oídos.


343
—Dios no.

Apretó su boca contra la mía, asegurándome con su estilo único de pasión que
no estaba enojado.

Sus besos eran del tipo que drogan, haciendo que todas las preocupaciones, el
infierno, todos los pensamientos, huyeran como una maleza rodando por las
llanuras. A pesar de haber estado más saciada que nunca hace apenas unas horas,
me dolía el cuerpo. Me imaginé subiéndome a su regazo y empalándome en su
miembro, cabalgándolo hasta el próximo año.

El mero pensamiento me dejó boquiabierta. Nunca había experimentado una


ensoñación tan erótica en toda mi vida. ¿Qué estaba pasando conmigo?
Aparentemente, todo lo que había necesitado era una probada de pura satisfacción
carnal, y ya me estaba transformando en la traviesa que el mundo creía que siempre
había sido.

La puerta principal se abrió e instintivamente me aparté de Wyatt. Micah podría


saber sobre nosotros ahora, pero eso no significaba que debería ser sometido a una
demostración de afecto demasiado gráfica en el sofá de la sala.

Sonó un silbido bajo y volví la cabeza para encontrar a Carter mirándonos


divertido. Se había ido a correr justo después de regresar del viaje de compras, y
claramente se había esforzado, porque su camisa estaba empapada de sudor y su cara
estaba sonrojada. Mientras se pasaba los dedos por el cabello húmedo, su camiseta
se levantó, revelando una piel dorada y músculos abdominales tensos por encima de
su delgada cintura. Él fácilmente podría adornar la portada de una revista de salud
masculina, y las mujeres de todo el mundo babearían, incluida yo.

Santa mierda. Había algo muy mal en mí. Iba a culpar a Brady y al glorioso sexo.
Además, Wyatt y sus besos adictivos y que me drogaban.

Eso era todo lo que era: yo, convirtiéndome en una completa pervertida. Mi
reacción hacia él no tuvo nada que ver con el propio Carter. Simplemente resultó ser
un cuerpo caliente en la distancia de visión mientras yo estaba cachonda como el
infierno.

—No me hagan caso —dijo jovialmente—. Solo estaré en la ducha, sin pensar
en la escena tórrida en la que entré.

Todo mi cuerpo ardía de vergüenza. ¿Realmente habíamos sido tan


escandalosos? Estaba tan perdida en Wyatt y los sentimientos amorosos que él
incitaba, que ni siquiera podía recordar exactamente lo que habíamos estado
haciendo. Sin embargo, el hecho de que ahora estuviera medio sentada en su regazo 344
y medio fuera de él era una pista bastante buena.

Me moví, poniendo una distancia respetable entre nosotros, pero Wyatt no


aceptaba nada de eso. Inmediatamente borró la distancia deslizándose a mi lado y
envolviéndome en sus fuertes brazos.

Luego, con voz ronca le dijo a Carter:

—Será mejor que salgas de aquí antes de que yo vaya y te golpee por ser
inapropiado.

—¿Inapropiado? —preguntó su compañero de casa con un falso jadeo—. Nunca.

—Sí, claro —murmuró Wyatt.


Carter desapareció en su habitación sin decir una palabra más, y comencé a
trabajar en un discurso para convencer a Wyatt de que mantuviera sus manos y boca
fuera de mí. Sinceramente, no quería que Micah entrara y nos atrapara el uno sobre
el otro, y no confiaba en mí misma para alejar a Wyatt una vez que comenzó a
besarme de nuevo.

Pero parecía que mi preocupación era innecesaria, porque simplemente besó la


parte superior de mi cabeza.

—Para responder a tu pregunta anterior, me alegro por ti y por Brady. Él puede


tocarte todo lo que quiera, y viceversa, siempre que yo también pueda tocarte.

La gratitud creció y tuve que esforzarme por no volver a atacarlo.

—Me encanta cuando me tocas.

—Estoy feliz de escucharlo, porque he decidido que tocarte, besarte… —Bajó la


boca hasta mi oreja—. Follarte es mi nueva vocación en la vida. Mi única vocación.

Un escalofrío me recorrió por sus palabras. Nunca pensé que hablar sucio fuera
para mí. Pero Wyatt me hizo querer que así fuera. Su enfoque del sexo era
completamente diferente al de Brady. Pero eso no lo hacía ni mejor ni peor. Ambos
hombres me convertían en un montón de papilla, y me encantaba poder
experimentar ternura y agresión y todo lo demás.

Antes de que pudiera detenerme en su referencia a follarme, Micah, Brady y


Dodge regresaron, y Carter salió de su habitación, recién duchado.

Wyatt encuestó a todos sobre los ingredientes de la pizza, dándome un descanso


muy necesario de su abrumadora presencia. Mientras esperábamos la pizza, se
dirigió al refrigerador para tomar bebidas y miró con desconcierto las bolsas que 345
había dentro.

—¿Qué es esto?

—Oh, eh, mis compras. Iba de camino a casa con ellas cuando decidí pasar por
aquí y ver si había alguien en casa.

La verdad, técnicamente.

—¿Por qué traerlos aquí? Tu apartamento está entre aquí y la tienda de


comestibles.
Maldita sea. Brady no se había tomado el tiempo de la lógica en ese punto en
particular, pero debería haber esperado que Wyatt lo hiciera. Y la noche había ido
muy bien. Es casi seguro que se arruinaría si se hablara del maldito Asher Davenport.

Miré a Micah, asegurándome de que todavía estaba distraído jugando al tira y


afloja con Dodge, luego dije en voz baja:

—Tuve un pequeño encuentro con Asher.

La expresión de Wyatt se endureció de inmediato a algo peor que el vacío: furia


pura y sin adulterar.

—¿Qué tipo de encuentro? —mordió.

—Apareció mientras yo cargaba las provisiones en la parte trasera de mi auto.


Y… dijo algunas cosas.

De hecho, muchas cosas. Pero particularmente no quería involucrarme en todo


si no tenía que hacerlo.

—¿Que dijo el exactamente?

Supongo que tenía que hacerlo.

De la manera más sucinta posible, repasé la conversación con Asher, cómo él


quería ir a un lugar privado para hablar sobre el contrato de grabación que de alguna
manera se había asegurado de que me ofrecerían. El soborno del fondo de la
universidad. Y cómo se había enojado cuando no estuve de acuerdo con nada de eso.

—¿Eso es todo? —preguntó Brady, su voz tan suave y amable como siempre.

Miré a Carter, sintiéndome repentinamente nerviosa. 346


—Mencionó que él y Caroline están separados y probablemente se van a
divorciar.

Carter entrecerró sus ojos verdes, luciendo molesto. Pero no conmigo.

—¿Lo hizo ahora?

—Sí. Estaba tratando de convencerme de que ella ya no está en la foto.

—¿Y te convenció?

—Su estado civil ya no me preocupa, porque nunca volveré a estar con Asher.
Lo juro por la tumba de mi papá.
Su boca se crispó.

—No hay necesidad de eso, te creo. —Suspiró con agotamiento de la variedad


claramente emocional—. Caroline no ha mencionado una separación legal, pero eso
no significa nada. No creo que ella ni siquiera le haya dicho dónde está, por lo que
probablemente los considere separados.

—Se está volviendo más atrevido —dijo Wyatt—. Acercándose a ti en medio del
pueblo un domingo. Estoy seguro de que media docena de personas los vieron juntos.

—Por lo menos.

Pensé en las mujeres que se habían parado detrás de mí como una pandilla de
fisgones profesionales. Por otra parte, el lenguaje corporal de Asher había traicionado
su frustración y enojo. ¿Era posible que me hubieran estado cuidando? Era casi
imposible de creer, pero solo casi.

—Necesita presentar una orden de restricción.

La mirada que dirigí a Wyatt fue nada menos que incrédula.

—¿Por qué? ¿Manipulándome una vez y hablarme a plena luz del día?

—Él te amenazó.

—‘Estás cometiendo un error’ difícilmente se puede llamar una amenaza.


Además, no comprendes cómo sus abogados inventarían algo así. Probablemente
terminaría pareciendo la villana al final de la audiencia.

—Está bien, entonces, ven y quédate aquí. No están seguros en tu apartamento.

Quería enfadarme con él, pero no podía. Había estado nerviosa desde mi primer 347
enfrentamiento con Asher. Ahora, iba a estar constantemente asustada.

Pero...

—No puedo. Le dijimos a Micah sobre nosotros. Necesita tiempo para


acostumbrarse a la idea antes de que nos mudemos, incluso temporalmente.

Wyatt me miró fijamente, claramente decidido.

—Entonces, Brady y yo nos haremos cargo de la guardia. Él trabaja de día y yo


de noche, así que lo intercambiaremos. Ya no irás a ningún lado sin compañía.

Abrí la boca para discutir, pero no tuve oportunidad porque Carter habló.
—Cuenta conmigo también.

—Eso no es necesario —dije rápidamente.

No quería convertir esto en un problema de Brady o Wyatt. Lo que significaba


que realmente no quería que Carter se involucrara.

—Lo es. —Carter miró sus manos, que estaban apretadas con fuerza—. Todo
este lío es parcialmente sobre mí.

—¿Cómo entras en esto? —preguntó Wyatt, y lo secundé en silencio.

—Debería haberle prestado más atención a mi hermana. Debería haberme dado


cuenta antes de lo idiota que es Asher. Entonces, tal vez las cosas no se hubieran
salido de las manos.

—No seas ridículo. —Saqué la voz de “mamá” que solía usar con Micah—. No
eres responsable de nada de esto.

Él se encogió de hombros.

—De cualquier manera, quiero ayudar. —Sacó su teléfono del bolsillo de sus
jeans—. Comenzaré un calendario compartido y podremos elaborar un horario en
torno al de Scarlett.

Le di a Brady una mirada suplicante. Él era el único que no había hablado de


esta loca idea de “guardia”. Quizás estaba de mi lado.

—Es una buena idea. —O no—. Puedo recoger a Micah para la escuela por las
mañanas, para que ni siquiera tengas que salir de tu apartamento hasta que sea la
hora del trabajo.
348
Negué con la cabeza.

—Chicos, no. Esto es demasiado problema y no pueden estar conmigo todo el


tiempo.

Carter se reclinó en su silla.

—Es esto, o voy a contratar seguridad profesional para que te siga día y noche.
Tú decides.

Santa mierda. No estaba jugando.


Miré de él a Brady y luego a Wyatt. Ninguno de ellos parecía dispuesto a
moverse ni un centímetro. Y no tenía ninguna duda de que Carter, y probablemente
Wyatt también, contrataría seguridad privada si los empujaba.

Eso era lo último que quería. No necesitaban gastar su dinero en mí.

Tal vez si seguía su plan, verían que no hay nada de qué preocuparse en uno o
dos días. Asher era una amenaza para mi paz mental, pero todavía no creía que fuera
una amenaza para mi seguridad. Si aparecía en otro estacionamiento, podría
manejarlo. Al menos eso esperaba.

Enterré mi rostro en mis manos.

—Bien. Pueden tomar turnos.

¿Cómo había llegado mi vida a esto? Mis dos novios y el cuñado de mi ex-sugar
daddy se estaban uniendo para protegerme de dicho ex.

Lo había pensado antes, y sin duda lo volvería a pensar: la vida a veces era
extraña.

349
No tengo un color favorito. ¿Eso es extraño?

La gente tiende a asumir que es rojo, por mi nombre. O tal vez por mi lápiz labial.

De hecho, encuentro el rojo desagradable. Probablemente por eso comencé a usarlo en mi


cara, como una señal de que la gente no debería molestarse en tratar de hacerse amigo mío.

Pero mi postura sobre los colores podría estar cambiando.

En estos días, me siento atraída por el azul, el color del océano justo antes de una tormenta.

Marrón, el color de mis cuadrados favoritos de chocolate negro.

Y verde, el color del musgo que solo se encuentra en las profundidades del bosque.

Miré tristemente mi teléfono celular.

Antes de llamar a Brent Lawson de Summer Storm Records, estaba preparada


para rechazar su oferta. Pero no estaba segura de que hubiera alguna forma de
prepararse realmente para ese tipo de conversación. En ese momento, sentía que
acababa de aplastar mis propios sueños de la infancia y no era un buen sentimiento.
350
Lo superaría. Lo sabía.

Pero, durante los siguientes minutos, me permitiría sentarme aquí y regodearme.


Y tratar de no pensar en la importante afluencia de efectivo de la que me estaba
alejando. Sobre todo, porque estaba luchando por juntar el dinero para comprar la
nueva consola de videojuegos que Micah quería para Navidad.

Ya le había insinuado que podría necesitar pensar en otros artículos menos


costosos para agregar a su lista de deseos. Pero lo odiaba. Era un buen niño y quería
que experimentara la alegría pura de abrir, la mañana de Navidad, el regalo con el
que había soñado. Dios sabía que Sherilee nunca había hecho que eso sucediera para
él.
—¿Come te fue? —preguntó Wyatt mientras entraba a la oficina y se apoyaba
contra la pared opuesta a donde yo estaba sentada.

—Tan bien como se podía esperar.

—¿Trató de hacerte cambiar de opinión?

Sabía por qué Wyatt preguntaba, él había tratado de hacerme cambiar de


opinión. Me dijo que me olvidara de Asher y que hiciera lo mejor para mí.

Pero estaba pidiendo lo imposible. Saber que Asher participó en el contrato


discográfico ofrecido lo estropeó todo.

—Sí. Brent dijo que, aunque Asher era responsable de traer su trasero aquí para
verme actuar, nunca habría ofrecido el trato si no creyera en mí.

Él arqueó las cejas, como diciendo, ¿ves?

—No importa. Incluso si Asher no estuviera en la foto, probablemente no habría


aceptado el trato. Habría muchos viajes involucrados, y no puedo dejar a Micah con
su niñera de setenta años todo el tiempo. No estaría bien.

—Parece que estás poniendo excusas.

Me encogí de hombros. Tal vez lo estaba, y tal vez no. De cualquier manera,
había tomado mi decisión. Él podría estar en desacuerdo conmigo, pero eso no
cambiaba nada.

—Si soy realmente tan buena como todo el mundo parece pensar, surgirán otras
oportunidades.

¿Y si no lo hicieran? Bueno, así era la vida.


351
Se apartó de la pared.

—Eres tan buena. Y no tengo ninguna duda de que tendrás tu oportunidad.

—Gracias.

Sacando un sobre de su bolsillo trasero, lo dejó en el escritorio frente a mí.

—Aquí está tu porcentaje del sábado por la noche.

—¿Mi porcentaje?

—Te dije que recibirías un porcentaje de las ganancias de la noche.


¿Lo hizo? Eso sonaba vagamente familiar, pero no lo habíamos vuelto a discutir.
Abrí el sobre y jadeé cuando vi la cantidad en el cheque.

—Esto es demasiado.

—Es el treinta por ciento. Quería darte el cincuenta, pero pensé que lo
rechazarías.

Santa mierda. ¿Esto era el treinta por ciento de lo que había ganado en una
noche? Seguro, el bar había estado más concurrido que nunca, pero... Guau. Eran
miles de dólares. Miles.

Wyatt apoyó las manos en el escritorio y se inclinó hacia mí.

—Y antes de que intentes discutir conmigo, ese cheque no tiene nada que ver
con nuestra relación o cualquier suposición de mi parte de que necesitas el dinero.
Organizaste el evento y atrajiste a la multitud. Te lo mereces. Demonios, te daría
todas las ganancias, si pensara que lo aceptarías.

Wyatt me conocía demasiado bien. Sabía que mi terquedad sacaría su fea cabeza
e insistiría en que no podía aceptar el dinero.

Pero estaba cansada de ser terca y él tenía razón: yo había organizado el evento.
Había reclutado el talento. Y cerré el espectáculo.

El treinta por ciento de las ganancias de la noche era justo. ¿Qué sentido tenía
ser terca al respecto?

Metí el cheque en mi bolso.

—Gracias. Ahora, por fin puedo ir a comprar los regalos de Navidad de Micah.
352
—Siempre y cuando no le vayas a comprar una nueva PlayStation.

Le di una mirada de incredulidad.

—¿Por qué no lo haría?

—Porque Brady, Carter y yo ya le compramos una. La recogí ayer.

Mi boca se abrió, pero no salieron palabras. ¿Él, Brady y Carter le compraron a


Micah una maldita PlayStation?

Eso era…

No podía creerlo.
Qué eran…

¿Cómo se suponía que iba a ...

—Scarlett.

Me volví a concentrar en Wyatt, cuyos ojos estaban claramente divertidos


incluso si no estaba sonriendo.

—No vas a estar rara con esto, ¿verdad? Micah mencionó cuánto quería una en
Acción de Gracias, y todos decidimos comprarla esa noche.

—No sé qué se supone que debo decir. Es increíblemente generoso, pero parece
demasiado.

Caminó alrededor del escritorio, me sacó de la silla y me tomó en sus brazos.

—Somos tus novios, Scarlett. Y, para todos los efectos, Micah es tu hijo. Por
supuesto, lo vamos a consentir. Y te vamos a consentir. Y vas a tener que aprender
a vivir con eso.

Se me secó la boca y sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas. Gracias al


cheque que Wyatt me había dado, ahora podía permitirme comprarle a mi hermano
una PlayStation y todos los juegos que siempre hubiera querido. Pero ese no era el
punto. El hecho de que Brady y Wyatt quisieran hacer esto por Micah lo era. Y
Carter... Ni siquiera sabía qué pensar sobre eso.

—No estamos acostumbrados.

Quiero decir, obviamente Asher me había dado obsequios extravagantes. Sin


embargo, ni siquiera el BMW me había hecho sentir así, como si mi felicidad fuera
primordial. Me había comprado ropa porque él quería que me viera bien en su brazo.
353
Y los montones de lencería eran obviamente para él. Pero, en cuatro años, no podía
pensar en un solo regalo que me había dado sin esperar algo a cambio.

—Lo sé. —Wyatt presionó sus labios contra los míos—. Pero es mejor que
empieces a acostumbrarte.

—¿Acostumbrarse a qué?

Ante el ahora familiar sonido de la voz de Carter, volví la cabeza y lo encontré


flotando en la puerta.

—¿Qué pasa con tu terrible sincronización? —le gruñó Wyatt.


Carter se rio.

—Tal vez si ustedes dos no estuvieran constantemente uno encima del otro, no
seguiría entrometiéndome entre ustedes. Por el amor de Dios, este es un lugar de
negocios. Manténganlo profesional.

Su tono era burlón, pero tuve que admitir que estaba de acuerdo con él. Wyatt y
yo deberíamos ser más prudentes mientras esté en turno.

—Y lamento seriamente haberte dado una llave.

—Tu error. —Volvió su atención hacia mí—. Me dirijo al centro para personas
mayores para alentar algunas donaciones de último minuto para la campaña de
libros. ¿Quieres venir? —Su sonrisa se volvió malvada—. Si no estás demasiado
ocupada aquí.

—Carter —advirtió Wyatt.

—Oh, bueno, técnicamente se supone que debo actualizar los libros.

Era mi tarea programada todos los lunes. Ya habría comenzado, pero había
pasado las últimas horas respondiendo correos electrónicos y llamadas telefónicas
sobre la noche del micrófono abierto. La gente, incluidos los artistas, ya clamaba por
otro. Y, como era de esperar, Wyatt había decidido convertirlo en un evento
mensual.

Noche de micrófono abierto el primer sábado del mes y noche de karaoke el


tercero. No es un mal plan.

—Puedes hacerlo mañana —dijo Wyatt—. No hay prisa.

—¿Está seguro? Dudo que Carter necesite mi ayuda.


354
En realidad, no había ninguna duda de que no necesitaba mi ayuda. Todo lo que
tenía que hacer era mostrar esa sonrisa, y todas las ancianas sacarían sus bolsillos.
Tuve una imagen repentina de ellas tratando de meterle billetes de un dólar en sus
costosos pantalones de vestir y tuve que reprimir una carcajada.

—Oye —dijo, su tono engatusador—. Estamos juntos en esto, ¿recuerdas?

Wyatt me dio un último beso en los labios.

—Ve. Te veré más tarde para tu turno. ¿Te recojo a las cinco menos cuarto?

Apenas me resistí a poner los ojos en blanco.


—Por supuesto.

—¿La verás de regreso a casa? —le preguntó a Carter intencionadamente.

—Por supuesto. Incluso la acompañaré hasta su puerta.

—Qué caballero —respondió Wyatt secamente.

—Siempre.

Cuando una vez más me subí al asiento delantero del Maserati de Carter, me di
cuenta de que no estaba nerviosa por estar a solas con él esta vez. Contra todo
pronóstico, estábamos haciendo que una amistad funcionara. Después de superar la
incómoda conversación de Asher anoche, la cena con él y los otros chicos había sido
divertida. Fácil.

Y ya no sentía que cada segundo que pasaba en su presencia debería estar lleno
de disculpas por un pasado que no podía cambiar. Seguimos adelante.

Al menos eso esperaba.

Aunque el viaje hasta el centro para personas mayores fue corto, no pude
resistirme a soltar la pregunta que ahora ocupaba todo el espacio en mi mente.

—¿Todavía quieres que me vaya de la ciudad?

—No —respondió de inmediato—. Si Caroline decide mudarse a casa después


de que termine su tratamiento, nosotros tendremos que encontrar la manera de hacer
que su transición sea lo más sencilla posible.

—¿Nosotros?
355
—Sí. —Me miró—. Ahora somos amigos. Eso nos convierte en un nosotros.

Mi pecho se calentó. Encontraríamos una manera. Me gustaba eso.

—Haré todo lo que pueda para facilitarle las cosas.

Excepto irme, agregué en silencio. Él ya sabía por qué yo no podía.

—Lo sé. —Carter se acercó a la consola y me apretó la mano. Aunque la soltó


rápidamente, podría haber jurado que sentí un hormigueo por el toque inocente. Lo
cual no estaba bien—. Tienes un buen corazón. Wyatt trató de decirme tanto desde
el principio, pero no quise escuchar.

—Sí, bueno, tenías una buena razón.


Estacionó frente al centro para personas mayores y se volvió hacia mí.

—¿Alguna vez te has preguntado qué habría pasado si nos hubiéramos conocido
sin la complicación de mi hermana y su inútil marido?

Mi presión arterial se disparó, pero me dije a mí misma que no podía estar


preguntando lo que yo pensaba que estaba preguntando.

—¿Qué quieres decir?

Sus ojos verdes recorrieron mi rostro y se demoraron en mis labios.


Normalmente, habría descartado la acción como involuntaria, mis labios eran
indiscutiblemente regordetes. No culpaba a nadie que se distrajera con ellos. Pero
junto con su extraña pregunta, casi no había duda de su intención.

—¿Crees que podríamos haber sido más que amigos?

Oh, Dios. Él salió directo y lo dijo. Y no podía hablar. No podía moverme. No


podía respirar, joder.

Agachó la cabeza.

—Perdón. Fue una pregunta estúpida. Olvídate de que dije algo.

Intenté reírme, pero salió más como un graznido.

—No hay forma de que sea tu tipo, Carter Hastings.

—¿Qué? —Se volvió la sonrisa más traviesa que jamás había visto en mí—. ¿No
crees que me gustan las mujeres hermosas con pechos grandes y corazones aún más
grandes?
356
Me eché a reír.

—Oh, Dios mío. No puedo creer que hayas dicho eso.

Él se rio entre dientes.

—Sí, eso fue bastante malo. Pero te hizo reír. —Su sonrisa se volvió cálida—. Y
resulta que me gusta tu risa.

Bueno, mierda. Podría lidiar con un Carter tonto y carismático todo el día. ¿Pero
un Carter serio? No sabía qué diablos hacer con él.

Afortunadamente, me salvó de tener que resolverlo diciendo:


—Vamos. Vamos a encantar algunos libros de los viejos.

Me llevó al centro, donde nos inundaron de inmediato Frank Sinatra y hombres


y mujeres de pelo blanco vestidos de rojo y verde sentados en mesas elaboradamente
decoradas.

—¿Supongo que van a tener una fiesta de Navidad?

Lanzó otra sonrisa más.

—Pensé que ya estarían en el espíritu navideño y, con suerte, se tomaron el


ponche de huevo con demasiado brandy.

Observé fascinada cómo encontró a la mujer a cargo y le arrebató un micrófono


y un gorro de Papá Noel. Una vez que bajaron el volumen de la música, subió al
escenario y saludó a su audiencia cautiva con deseos navideños e incluso un par de
bromas. Maldita sea, era bueno en esto.

—Ahora, por la razón que estoy aquí. —Me señaló, y demasiados ojos curiosos
se volvieron hacia mí—. Mi encantadora compañera en el crimen, Scarlett, y yo
estamos supervisando la colecta de libros para niños de este año y necesitamos su
ayuda. Si aún no han donado, entreguen sus libros a más tardar el domingo. Pueden
encontrar una caja de donaciones en la mayoría de las empresas locales y frente a
este mismo centro. O, si tienen unos dólares extra con ustedes hoy, pasaré este gorro
por donaciones en efectivo. Scarlett y yo estaremos encantados de ir de compras por
ustedes.

Al ver una oportunidad, subí al escenario, le quité el gorro y recogí dinero


mientras él compartía una divertida historia navideña de su infancia. Tenía que
admitirlo, Carter podía cautivar a una multitud. Si no lo supiera mejor, nunca
hubiera imaginado que llevaba una carga del tamaño de Alamo en su hombro con 357
respecto a su padre. Hizo que el hombre sonara como el padre ideal, probablemente
por el bien de todas las personas en esta sala que habían pasado una buena parte de
su vida trabajando para el hombre.

Después de haber hecho un círculo completo alrededor de la habitación,


recibiendo donaciones de hombres, en su mayoría, Carter apareció a mi lado y lo
convencí de que hiciera otra ronda para las mujeres. Fue la elección correcta, porque
vi que al menos una docena de ellas de repente descubrían dinero en el fondo de sus
carteras solo por la oportunidad de obtener una sonrisa y un guiño de él.

Conté el dinero en efectivo mientras lo sacamos del gorro de Papá Noel.

—Doscientos treinta y ocho dólares. Nada mal para quince minutos de trabajo.
Carter se abanicó con la pila de dinero.

—Siempre supe que estaba destinado al escenario.

—¿Como stripper?

—Por supuesto. ¿Cuál crees que debería ser mi nombre de stripper? ¿Six-Pack
Sam? ¿Long Dong Silver?

Me cubrí la cara para evitar reírme y causar una escena en medio de la fiesta de
Navidad del centro para personas mayores.

—Oh, Dios mío, Carter —dije, mirándolo entre mis dedos—. ¿Lo has pensado
tanto?

—Nunca se sabe cuándo finalmente se hundirá la empresa familiar. Necesito un


plan de respaldo.

Negué con la cabeza.

—Eres tan... Ni siquiera tengo una palabra para lo que eres.

Y tenía una palabra para prácticamente todo.

—Lo tomaré como un cumplido. —Entrelazó su brazo con el mío—. ¿Lista para
ir a comprar libros?

—Adelante, Six-Pack Sam.

A diferencia de su, um, hombría, yo personalmente podría dar fe del estado de


sus abdominales. Los admiré anoche.
358
Y, ahora, necesitaba olvidarme de ellos. Y sobre su pregunta inesperada en el
auto. Porque mi vida ya era más que un poco complicada. Lo último que tenía que
hacer era pensar en qué pasaría si con respecto a Carter Hastings.
¿Te ha amenazado alguna vez? ¿Te darías cuenta si lo hiciera?

Solía creer que él estaba por encima de ese comportamiento. Pero ahora veo las cosas de
manera diferente. Lo veo diferente ahora.

Palabras que alguna vez pensé que eran meramente engatusadoras ahora se parecen más
a una intimidación.

Estaba empezando a sentirme prisionera en mi propia casa. Bueno, propio


apartamento deprimente. Me costaba pensar en este lugar como en casa.

Y, está bien, el comentario de prisionera fue un poco exagerado. Como mínimo,


salía del apartamento todos los días para ir a trabajar. Pero eso era todo. Los chicos
se estaban intercambiando llevar a Micah a la escuela y recogerlo. Y Wyatt incluso
lo había llevado a comprar una mochila nueva cuando se le rompió la correa. Era su
“tiempo de hombres”, aparentemente, y no me habían invitado.

Todavía no pude evitar pensar que estaban reaccionando exageradamente a la


pseudo amenaza de Asher. Como esperaba, no lo había visto en toda la semana.
Probablemente se estaba reagrupando y utilizaría una táctica completamente 359
diferente la próxima vez. No podía imaginarme que se enfrentaría a mí en un
estacionamiento por tercera vez.

Aun así, no me atreví a salir sin compañía. Había dado mi palabra y eso
significaba algo. Incluso si creyera que las restricciones eran innecesarias.

Cogí un cuadrado de chocolate Dove de mi escondite secreto y entré en mi


habitación. No había llegado demasiado lejos con la redecoración, pero se veía un
millón de veces mejor después del trabajo de pintura. Al ver mi pila de libros más
reciente de la biblioteca en mi tocador, me dirigí directamente hacia allí. Había
pasado tanto tiempo leyendo libros para padres y repasando matemáticas y ciencias
para ayudar a Micah con su tarea, no había leído por placer en años.
Con una sonrisa, alcancé un libro con una mujer y dos hombres en la portada.
Estaba claro por la forma en que los hombres la tocaban que no se trataba de un
triángulo amoroso. Sentí un hormigueo en la piel cuando me convertí en esa mujer,
y en lugar de los modelos masculinos demasiado perfectos, estaba rodeada de Wyatt
y Brady.

Llevé el libro a mi cama y comí mi único trozo de chocolate, más que lista para
sumergirme. Micah no estaría en casa de la escuela hasta dentro de una hora, y la
cena estaba lista para meterse en el horno. Podría darme este tiempo y no sentirme
culpable por ello.

Tal vez incluso obtuviese algunas ideas sobre cómo manejar mi propio trío. No
lo estaba leyendo por las escapadas sexuales. Era por investigación. Lo juro.

La historia inmediatamente comenzó a sentirse demasiado familiar. Los


hombres eran compañeros de habitación que conocieron y se enamoraron de la
misma mujer. Por supuesto, los personajes del libro se movieron mucho más rápido,
sus relaciones se desarrollaron en cuestión de días en lugar de meses. Lo encontré un
poco increíble, pero eso no me impidió disfrutarlo. Era casi como si leer sobre este
trío ficticio hiciera que el mío estuviera bien.

Lógicamente, sabía que no era la única mujer del mundo involucrada con más
de un hombre. Incluso había leído en alguna parte que el poliamor iba en aumento.

Pero unirme a estos personajes de ficción en su viaje hizo que la idea fuera más
real, más legítima, de alguna manera. Como si no estuviera loca por enamorarme de
más de un hombre. Y, lo que es más importante, aceptar estar con ambos.

Justo cuando comencé con la primera escena altamente erótica del libro, un
insistente golpe en mi puerta me sacó de mi dichosa ensoñación.
360
Como la escuela aún no había terminado, me acerqué a la puerta lentamente y
miré por la mirilla. Una Jill sonriente estaba parada al otro lado, y dejé escapar un
suspiro de alivio.

—Podrías haberme advertido que vendrías —dije mientras abría la puerta y la


dejaba entrar.

—¿No viste mi mensaje de texto?

—No.

Vi mi teléfono tirado en la mesa de café y lo levanté. Efectivamente, había un


mensaje de hace veinte minutos. Estaba tan absorta en mi libro que se me debió haber
pasado el alerta.
—¿Qué estabas haciendo? Te ves sonrojada.

Apreté las manos contra mis mejillas. ¿Sí? Probablemente porque había estado a
segundos de estar completamente inmersa en una de las escenas más calientes que
jamás había leído.

—No mucho.

Había muchas cosas que le diría a Jill, pero ella no necesitaba saber sobre mi
libro que era básicamente una versión más traviesa de mi vida real.

Dejó dos bolsas de la compra sobre la mesa.

—Vine trayendo regalos. —Dándome una lata de Navidad, dijo—: El caramelo


casero de la abuela. Es delicioso.

Luego, sacó más latas que contenían dulce de azúcar, bolas de mantequilla de
maní y pretzels cubiertos de chocolate.

—Es mucho chocolate, lo sé, pero la abuela pensó que necesitabas más, ya que
estás alimentando a tantos chicos en estos días.

—No los estoy alimentando. —En todo caso, era todo lo contrario.
Constantemente se ofrecían a recoger comida, y Wyatt incluso había hecho omelets
para toda la pandilla anoche—. ¿Y qué, exactamente, le has contado a Elsie sobre
mis chicos y yo?

Ella se encogió de hombros con indiferencia.

—Ella sabe sobre ti, Brady y Wyatt, si eso es lo que estás preguntando. —Una
vez que las palabras salieron, se congeló—. Quiero decir, ya no es un secreto,
¿verdad?
361
—Técnicamente, no, pero no es como si estuviéramos publicitándolo.

—No te preocupes. La abuela no es una chismosa.

—Estoy un poco sorprendida de que estuviera dispuesta a compartir sus


golosinas con nosotros después de enterarse.

Jill sonrió, sus ojos brillaban. Como todavía no se había maquillado los ojos de
gato para el trabajo, parecían más grandes de lo habitual.
—Bueno, ella estaba bastante sorprendida al principio. Pero luego le dije que, si
podía abrir su hogar y su corazón a su nieta lesbiana, seguramente podría abrir su
mente a ti y a tus hombres.

Me reí levemente.

—¿Y qué dijo ella a eso?

—Oh, ella frunció el ceño y lo dudó por un tiempo, pero finalmente estuvo de
acuerdo. Creo que, una vez que tuvo la oportunidad de pensar en ello, le gustó la
idea de ser la vieja más abierta de mente de la ciudad. Le da su propio tipo de
distinción.

—Bueno, me alegro de que no se asustara.

Elsie era una de mis pocas amigas en esta ciudad. No podía permitirme perder a
ninguna.

—Sí, ella es una chica genial bajo esa fachada de bibliotecaria tensa. Esa otra
bolsa son suministros de envoltura adicionales que envió. Pensé que podríamos
envolverlos juntas, si necesitabas ayuda.

Aunque había todo un grupo de voluntarios que iban a envolver todos los libros
entregados en las cajas de donaciones, me ofrecí a cuidar de los que Carter y yo
compramos con el dinero del centro para personas mayores.

—Sí, definitivamente necesito ayuda.

—Bien entonces. —Ella se frotó las manos—. Pongamos una película navideña
y pongámonos a trabajar.

—Guau. No sabía que eras de las que se metían en el espíritu navideño.


362
—¿Por qué no? Es la época más maravillosa del año, ¿no?

Entrecerré mis ojos hacia ella. Jill era una buena amiga, pero había algo raro en
que apareciera para ayudarme a envolver regalos. Si lo hubiera preguntado, seguro.
Pero, ¿ofrecerse?

—¿Qué no me estás diciendo?

—¿No eres una Susan sospechosa?

—¿Por qué no solo la Scarlett sospechosa?

Ella puso los ojos en blanco.


—Lo que sea. Y está bien, está bien. Necesito tu consejo sobre algo.

Le sonreí.

—Entonces, ¿qué tal si cambiamos ese apodo a Susan-guion-Scarlett inteligente?

—Bien.

Empujó la mesa de café contra la pared y comenzó a esparcir los suministros de


envoltura. Mi pequeña sala de estar no era el mejor lugar para esto, pero lo haríamos
funcionar.

Una vez que recuperé los libros de mi habitación y puse Love Actually en el
reproductor de DVD, esperé a que Jill soltara sus tripas. Pero estaba extrañamente
callada.

—¿Consejo sobre qué? —pregunté casualmente.

—Empecé a ver a alguien —dijo después de uno o dos minutos.

—¿De verdad? Genial.

—No estoy muy segura.

Esperé a que ella explicara, y cuando no lo hizo, le pregunté:

—¿Por qué no? ¿No te gusta tanto?

—No, no es eso en absoluto. Ella es dulce, ardiente y divertida.

—¿Bien?
363
—Pero ella todavía está en el armario.

Oh. ¿Y Jill había venido a pedirme un consejo? Ni siquiera sabía qué decir.

—Quiero decir, estoy tratando de ser comprensiva —continuó—. Sé lo difícil


que es finalmente salir del armario. Pero, al mismo tiempo, odio sentirme como su
pequeño y sucio secreto, ¿sabes?

Y ahora todo tenía sentido. Había sido un sucio secreto durante años. Años. Si
alguien sabía cómo era eso, era yo.

Se volvió hacia mí, su expresión abierta y vulnerable.

—¿Qué crees que debería hacer?


—No puedo decirte qué hacer. Tiene que ser tu decisión.

—Lo sé. —Suspiró, luciendo derrotada—. Supongo que pensé que podría ayudar
obtener tu opinión. No es exactamente lo mismo, pero has estado ahí. Lo entiendes.

He pensado en ello. Lo que había dicho era cierto, en última instancia, esta era
su decisión. Pero eso no significaba que no pudiera compartir un poco de lo que había
aprendido. Si podía ayudar a Jill, tenía que hacerlo.

—Mientras estaba con Asher, no me di cuenta de cuánto me estaba arruinando


la relación. Pero casi tan pronto como me alejé de él, comencé a verlo. Lo indigna
que me había hecho sentir. De una relación real. De ser mi propia persona. De amor.

»No estoy segura de si alguna vez superaré por completo todo eso. Brady y Wyatt
me han ayudado mucho, pero depende de mí verme a mí misma como digna.

Miré hacia abajo a mis manos, sintiéndome demasiado expuesta pero también
necesitando terminar.

—Y eso es mucho más difícil de lo que parece. A veces, los miro y pienso, ¿por
qué siquiera me quieren? Quiero ser lo suficientemente buena, pero no estoy segura de
que alguna vez lo sea.

Obligándome a levantar la cabeza, encontré a Jill parpadeando para contener las


lágrimas.

—Está bien, no estaba tratando de hacerte llorar.

Ella aspiró y se secó ambos ojos.

—Lo sé. Simplemente me rompe el corazón. Desearía haberte conocido en ese


entonces, y tal vez podría haberte detenido. Ayudado.
364
Le sonreí. Esa fue probablemente una de las cosas más bonitas que alguien me
había dicho. Después de tantos años de sentirme sola, finalmente tenía una verdadera
amiga.

—Gracias.

Regresó a su envoltura.

—Voy a acabar con esto.

—¿Está segura?
—Sí. Si alguna vez sale del armario, felizmente le daré otra oportunidad. Pero
no estoy hecha para este pequeño y sucio secreto. No es tan emocionante y sexy
como parece.

—Cuéntame sobre eso. —Le di una sonrisa triste—. Aunque lo lamento. Sé que
las citas son difíciles para ti por aquí.

—Tendré que volver a ir a bares en Dallas. —Ella movió sus cejas hacia mí—.
¿Quieres venir conmigo?

—Por supuesto.

Por Jill, iría a un centenar de bares de lesbianas, porque no tenía ninguna duda
de que ella haría lo mismo por mí.

Pasamos casi la mitad de los libros cuando se abrió la puerta principal y apareció
Micah, seguido de Brady. Hice una pausa en la película, definitivamente no era
apropiada para un niño de once años.

—Ustedes dos parecen ocupadas —dijo Brady una vez que nos saludó a mí ya
mi mejor amiga. Mejor amiga. Siempre había odiado esa palabra, pero la iba a usar
de todos modos, solo porque podía.

—Jill se compadeció de mí y se ofreció a ayudar. —Señalé la mesa—. Hay todo


tipo de golosinas allí, Micah, si quieres un bocadillo. Solo danos un segundo para
limpiar esto.

Actualmente era imposible pasar por la sala de estar.

—No recojas por nosotros. —Brady inclinó la cabeza hacia Micah—. Este chico
mencionó que necesita hacer algunas compras y yo me ofrecí a llevarlo. Si no te
importa.
365
—Oh.

Miré a mi hermano, que me dirigía una mirada suplicante.

—¿Por favor, Scar? Nunca es divertido cuando me llevas a Wal-Mart y esperas


en el frente de la tienda mientras escojo tu regalo.

—¿No necesitas volver a la escuela? —le pregunté a Brady. Sabía que solía
quedarse hasta casi las cinco.

—No.
—¿Y estás seguro de que no te importa?

—Por Dios, Scarlett —dijo Jill con evidente exasperación—. Deja que los pobres
vayan a recoger tus regalos. —Ella miró a Micah—. ¿Es ella siempre así de difícil?

Asintió enfáticamente.

—Siempre.

Brady se rio entre dientes y le envié un ceño burlón en su dirección.

—Bien. Déjame darte algo de dinero.

—Oh, no. No puedes pagar tu propio regalo de Navidad. Tenemos esto.

Quería discutir, pero estaba claro que este era otra discusión que iba a perder. De
hecho, en estos días, no estaba segura de estar ganando ninguna. No contra los
hombres de mi vida.

—Sí, tenemos esto, Scar —repitió Micah, su inflexión casi idéntica a la de su


maestro.

Reprimí una risa. Al menos si iba a emular a alguien en su vida, Brady era
obviamente la mejor opción.

—Bien, bien. —Salté y pasé por encima de los rollos de papel de regalo para
alcanzar a los chicos—. ¿Sé bueno con Brady?

Micah puso los ojos en blanco y abrió la puerta, claramente impaciente por irse.

—Voy a serlo.
366
Acompañé a mi novio hasta la puerta.

—Gracias por hacer esto. ¿Quieres quedarte a cenar cuando regreses? Hice King
Ranch Chicken.

—Definitivamente.

Incliné mi cabeza hacia arriba, y debió haber leído mi mente, porque ya se estaba
inclinando a mi nivel. El beso fue suave pero no demasiado rápido, y lo absorbí, sin
importarme nuestra audiencia.

—Hasta luego, cariño —dijo con una sonrisa mientras Micah emitía un sonido
de arcadas detrás de la espalda de Brady.
—Hasta más tarde.

Los vi bajar las escaleras y subir al auto de Brady.

Cuando cerré la puerta y me volví hacia Jill, ella me estaba mirando, su expresión
sabía.

—Oh Dios mío. Ustedes dos están tan enamorados.

—Sí, lo estamos.

Sus ojos se agrandaron. Claramente, ella no esperaba que yo lo reconociera.

—Oh, Dios mío.

—Ya dijiste eso —le respondí.

—Ustedes dos durmieron juntos, ¿no es así? ¿Cómo fue? ¿Fue asombroso?
Apuesto a que Brady es dulce en el dormitorio. ¿O es todo lo contrario y es totalmente
exigente y pervertido?

Sacudí mi cabeza hacia ella y presioné reproducir en la película. Ella realmente


era ridícula a veces.

—¿Por qué te retienes tanto? —se quejó—. Nunca he tenido sexo con un hombre.
Lo mínimo que podías hacer era darme algunos detalles.

Decidiendo tirarle un hueso, sonreí dulcemente.

—Sí, fue increíble, y ese es el único detalle que estás recibiendo de mí.

367
Él nunca hizo promesas sobre el futuro. Nunca me aseguró que algún día te dejaría. O que
simplemente estaba esperando el momento oportuno.

Ahora, sigo preguntándome por qué no se me ocurrió eso mientras todavía estábamos
juntos. ¿Había ignorado todas las señales? ¿Era demasiado joven y estúpida? ¿O siempre había
sabido que no teníamos futuro y simplemente no me había importado?

No estoy segura de qué explicación me hace sentir más tonta.

—¿Supongo que no me vas a decir adónde vamos?

Wyatt me miró a través del asiento delantero de su camioneta.

—No eres muy buena para las sorpresas, ¿verdad?

—¿Eso es lo que es esto? ¿Una sorpresa?

Mi estómago se retorció. Él tenía razón, yo no era una gran fanática de las


sorpresas. Tal vez porque había experimentado demasiadas sorpresas desagradables
en mi vida.
368
—Relájate, cariño. No es nada malo. Lo prometo.

Me derretí un poco con el apodo, y tuve la sensación de que era exactamente por
eso que había decidido usarlo.

—Está bien. Confío en ti.

—Finalmente.

Mientras salíamos del pueblo, traté de vaciar mi mente de todos los


pensamientos negativos. Aparte de volverme un poco loca, la semana pasada había
sido bastante agradable. Dado que los chicos actuaban como mis autoproclamados
guardaespaldas, había visto más de ellos que nunca. Wyatt incluso se había detenido
a cenar conmigo, Jill, Brady y Micah anoche. Nos habíamos metido en la sala de
estar como ganado en un remolque, pero no importaba. La risa había sonado fuerte
y a menudo, de ninguna manera me recordaba a mi infancia.

No era una escena que pudiera convertirse en una película de Hallmark, no con
el apartamento diminuto, los comentarios inapropiados, la mejor amiga lesbiana y la
trinidad impía. Pero era mucho mejor que una película poco realista. Fue
desordenado, auténtico y maravilloso.

Wyatt puso su mano sobre mi pierna.

—¿Qué estás pensando?

—Cómo, hace unos meses, nunca hubiera sido capaz de evocarte a ti, Brady y
Jill. Incluso Carter. A veces parece un sueño.

—No lo es. Todos los amamos a Micah y a ti. Ya no estás sola.

Tragué saliva ante su uso de amor. Sabía que él no lo decía así, pero aun así me
calentó de adentro hacia afuera.

Salió de la autopista hacia un camino de tierra en medio de la nada, aunque


estábamos a solo diez minutos de Hastings. Después de que se detuvo para
desbloquear y abrir una puerta, le pregunté:

—Ahora, ¿me dirás a dónde vamos?

Lanzándome una mirada de oh, por favor, dijo:

—Ya casi llegamos.

Condujo por el camino de tierra sorprendentemente bien mantenido durante


369
unos minutos antes de girar para maniobrar a través de la hierba alta hacia una
arboleda.

Mientras aparcaba entre dos robles, me sorprendió lo altos que eran. Los árboles
eran una rareza en esta parte de Texas y valían su peso en oro, en lo que a mí respecta.

—Quédate ahí —dijo Wyatt, como cada vez que viajaba en su camioneta.

Podría haber tomado una postura feminista e insistir en descender de la


camioneta elevada por mi cuenta, pero me encantaba la sensación de sus grandes
manos sobre mí. Entonces, ¿por qué lo rechazaría?
Girándome en mi asiento, lo esperé. Después de abrir la puerta, tiró su gorra de
béisbol hacia atrás y luego plantó sus manos en mi cintura. Pero no me levantó
inmediatamente al suelo.

—Me alegro de que finalmente tengamos tiempo a solas.

—¿Quieres decir, además de las horas que pasamos juntos en el bar? —bromeé.

—Bueno, ya que has hecho que tocarte en el trabajo esté fuera de los límites,
ninguna de esas horas cuenta.

—Ahhh, ya veo. Entonces, ¿el tiempo regular no es importante? ¿Tiene que ser
hora de que puedas acariciarme?

—Oh, es importante —respondió, su voz más profunda que nunca—.


Simplemente no cuenta como tiempo a solas.

Deslizando sus manos hacia arriba, rozó sus pulgares contra la parte inferior de
mis senos.

—No puedo hacer esto cuando no estamos solos. —Salpicó besos a lo largo de
mi mandíbula—. O eso. —Arrastró su boca hasta la mía—. O esto. —Luego, pasó
su lengua por mi labio superior antes de mordisquear el inferior.

—¿Por qué, Wyatt Ford, me trajiste al medio de la nada para seducirme?

—Quizás. ¿Estás interesada en ser seducida?

Demonios, sí.

—Tal vez sí, tal vez no. Supongo que depende de tu técnica.
370
—Es bueno saberlo. —Bajó sus manos a mis caderas una vez más y me levantó,
colocándome con cuidado en la tierra debajo de nosotros—. Pero, primero, hay algo
que quiero que veas.

Wyatt giró su gorra hacia atrás, luego tomó mi mano entre las suyas y me
condujo a través de los árboles. Era tan silencioso que todo lo que podía oír era el
canto de los pájaros y el chasquido de las ramitas bajo nuestros pies.

No menos de un minuto después, estábamos parados al otro lado de la arboleda,


mirando hacia los amplios campos abiertos. Era un tipo de belleza simple que no
pude evitar admirar.

Apretó mi mano.
—Este es el lugar.

Lo miré inquisitivamente.

—¿Para?

—Una casa de campo en expansión. Estoy pensando en dos pisos con un porche
envolvente y un techo de hojalata. Blanco, por supuesto, con contraventanas negras.

Lo miré, estupefacta.

—¿Estás construyendo una casa? ¿Aquí?

Me miró con una expresión casi severa.

—¿Qué opinas?

—¿Que pienso? Creo que es increíble. Este es el lugar perfecto para una casa,
escondida detrás de estos árboles. —Miré la extensión de tierra—. ¿Cuánto de esto
es tuyo?

—Cincuenta acres en total.

—¿Cincuenta?

¿En serio acaba de decir cincuenta?

—Sí. Soy un gran admirador de los espacios abiertos.

Canté algunas líneas de la canción del mismo nombre, pensando que seguíamos
volviendo a las Dixie Chicks de alguna manera.
371
—¿Es esta la parte en la que se supone que debo decir vaquero, llévame lejos?

Se rio entre dientes y mi corazón casi se detuvo. Maldita sea. Primero necesitaba
dar una advertencia. Su risa fue demasiado impactante para sacarla en cualquier
momento que quisiera.

—Oh, te llevaré... lejos, Scarlett. Cualquier momento. Cualquier lugar.

Mi piel se calentó, pero ahora no era el momento de distraerme con sus sensuales
palabras.

—¿Cuándo planeas hacer todo esto? ¿Pronto? O como en el camino... algún día.
—Lo antes posible. Estoy agradecido con Carter por alojarme en los últimos
meses, pero siempre he querido mi propio lugar. Un lugar que se sienta como en
casa. ¿Sabes?

Lo sabía. Quizás había experimentado esa sensación de hogar de la que todo el


mundo hablaba cuando era pequeña. Pero, desde que murió mi padre, se me había
escapado. Había residido en una casa en ruinas. En un elegante apartamento en
Dallas. Y ahora un apartamento de mierda.

Habían sido un techo sobre mi cabeza, por lo que estaba agradecida. Pero
ninguno de ellos se había sentido como más.

Comprendí que la gente debería representar el hogar más que un lugar. Pero
todavía anhelaba un lugar al que llamar hogar, de todos modos. En algún lugar
donde la gente y el lugar se juntaran para formar una unión perfecta.

¿Era mucho pedir?

—Lo sé. Y lo que estás describiendo, es perfecto.

—¿De verdad lo crees?

—Por supuesto. —Extendí mi brazo para abarcar la tierra que teníamos ante
nosotros—. Mira este lugar. Es un pedacito de cielo justo en las afueras de Hastings.

—Sí, pero ¿puedes verte aquí? ¿Y Micah?

Quería tomar aliento, pero luché por hacerlo. Santo cielo. ¿Qué estaba
preguntando?

Mi mente inmediatamente fue a la oferta de Asher, cómo incluía una linda casita
de campo en las afueras de la ciudad. Pero esto no era nada de eso, porque venía de
372
Wyatt. Él marcaba la diferencia.

—Antes de que entres en pánico, sé que no está lista para ningún tipo de
compromiso a largo plazo. Pero, hipotéticamente, ¿podrías verte viviendo aquí? ¿Es
eso algo que alguna vez querrías?

Había una vulnerabilidad en la pregunta que hizo que mi corazón se encogiera.


Wyatt rara vez revelaba algún tipo de incertidumbre que luché con la forma de
reaccionar. ¿Lo tranquilicé? ¿Inflé su ego?

Al final, decidí ir con la verdad.

—Un millón de veces, sí. No estaba bromeando, suena perfecto.


De hecho, tan pronto como empezó a describir la casa de campo, me la imaginé
llena de nosotros dos, Micah, Brady e incluso un par de niños. Iba en contra de mi
mentalidad realista incluso permitir que mi cerebro fuera allí. Mis relaciones con
Wyatt y Brady ya eran demasiado buenas para ser verdad. ¿Ese cuadro idílico que
mi cerebro traidor quería pintar? Fuera del reino de las posibilidades.

Lo sabía, pero ese conocimiento no me impidió desearlo.

Wyatt no dijo nada más, simplemente se paró detrás de mí y tiró de mi espalda


hacia su musculoso y cálido pecho. Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y
me imaginé de pie así. Excepto que estábamos en un porche, dentro de unos años,
viendo jugar a nuestros hijos, o incluso a nuestros nietos. Corriendo salvajes y libres.

Una voz en el fondo de mi cabeza me advirtió que guardara mi corazón, pero


dejé que mi satisfacción la ahogara. Ya era demasiado tarde. Estaba comprometida
en mente, cuerpo y alma. Pase lo que pase, pasó.

No estaba segura de cuánto tiempo estuvimos allí, pero finalmente, Wyatt tomó
mi mano de nuevo y me llevó de regreso a la camioneta. Pero en lugar de caminar
hacia la puerta del pasajero, me llevó a la cama. Quitó la funda, revelando lo que
parecía un colchón tipo futón, una pila de mantas y un montón de almohadas.

—Oh Dios mío. Me trajiste aquí para seducirme.

Él sonrió y puse mis manos sobre mi corazón. A este paso, me iba a matar antes
de que llegáramos a lo bueno.

—No tenemos que hacer nada. Solo quería compartir contigo mis dos lugares
favoritos.

Me subió la tapa trasera y yo quería decirle que dejara de levantarme antes de 373
que se desgarrara un músculo. Pero lo sabía mejor. Wyatt era malditamente fuerte,
y cualquier indicio de que no podía manejar mi peso probablemente solo terminaría
en que él hiciera todo lo posible para demostrar que estaba equivocada.

—¿La parte trasera de tu camioneta es uno de tus lugares favoritos? —pregunté,


la incredulidad goteaba de mi voz.

¿Exactamente con cuántas chicas había “compartido” esta cama en particular?

Wyatt separó mis piernas y se interpuso entre ellas.

—Lo es, pero no por la razón que estás sugiriendo. Tan pronto como obtuve mi
primer camioneta a los dieciséis años, finalmente me dio una manera de escapar de
mi abuelo, de la vida en el rancho, de todo. Siempre que podía salirme con la mía,
conducía lo más lejos posible de la casa. Luego, me acostaba en la cama y miraba las
nubes o las estrellas o lo que sea. A veces, tocaba mi guitarra. Otras veces, dormía
allí.

Tomó mis manos y deslizó sus dedos entre los míos.

—Aunque la camioneta ha cambiado, la forma en que me hace sentir no lo ha


hecho. Como si todo fuera posible, siempre que tenga una caja de camioneta debajo
de mí y el cielo sobre mí.

Me incliné hacia adelante y rocé con mi boca la suya. Su historia, aunque


poética, me entristeció. Puede que su abuelo no fuera el desastre irresponsable que
Sherilee había sido, y todavía era, pero la infancia de Wyatt no había sido fácil.

—Gracias por compartir eso conmigo.

Necesitaba que me recordaran que Wyatt no era el imbécil impenetrable que


parecía por fuera. Había perdido a sus padres demasiado joven y había crecido
sintiéndose como un extraño en su propia familia. Aunque nuestra vida hogareña era
muy diferente, podía relacionarme con él en un nivel que era más profundo que la
disparidad en nuestras situaciones financieras.

Ambos habíamos tomado la decisión de alejarnos de lo que era fácil para buscar
algo real. Su camino había sido más tradicional, obviamente, pero surgía de la misma
necesidad: la aceptación.

Me arrastré hacia atrás, me quité los zapatos y me senté en el colchón con una
sonrisa.

—¿Estás seguro de que no has usado esta cama para meterte en las bragas de
todas las chicas? 374
—Nunca. —Se levantó fácilmente y se quitó los zapatos antes de dejarse caer en
el colchón a mi lado—. Este es mi espacio sagrado, después de todo.

—Entonces, ¿por qué yo?

Me tiró hacia abajo hasta que estuvimos acostados uno al lado del otro.

—Creo que sabes la respuesta a eso.

Levanté la visera de su gorra de béisbol para poder ver su rostro por completo.

—Dímelo de todos modos.


—Exigente, ¿no es así?

—Solo cuando quiero serlo.

Su boca se torció, pero no logró agraciarme con otra sonrisa. Probablemente fue
lo mejor. Quería escuchar su respuesta antes de lanzarme sobre él.

—No he tenido muchas relaciones. No porque quisiera pasar mis veintes como
un mujeriego. Porque nunca había encontrado a nadie con quien quisiera
compartir… nada de esto. No mi tiempo o mi pasado o la plataforma de mi
camioneta.

Se volvió de costado, levantando la cabeza con una mano y agarrándose a mi


cadera con la otra.

—Pero casi tan pronto como te conocí, te imaginé aquí. Nos imaginé juntos,
mirando las estrellas. Tú cantando mientras toco la guitarra. —Metió varios dedos
debajo de mi camiseta y acarició la piel desnuda a lo largo de mi estómago—. Y
algunas actividades desnudas, por supuesto.

—Por supuesto —concedí a la ligera.

Pero no había nada ligero en cómo me sentía. Mi cuerpo estaba abrumado por
el deseo y la anticipación y algo más. Una cosa era necesitar a Wyatt. Necesitar su
toque y atención y la liberación que podía darme. Otra era quererlo por él.

Desde que me rescató del costado de la carretera, había estado encontrando


formas de cuidarme. Me había resistido y resistido, pero no había importado. Siguió
presionando hasta que finalmente entendí, nunca se trató de controlarme con Wyatt.
Se trataba de apoyarme.

Y malditamente lo amaba, lo deseaba, por eso.


375
Yo no lo diría. Todavía no.

Por alguna razón, pensé que Wyatt debería ser el primero en decir las palabras.

Pero podría mostrárselo.

Acaricié su mandíbula, amando el suave cosquilleo de su vello facial contra mi


piel.

—¿Te importaría demostrar algunas de esas actividades?

—Pensé que se suponía que debía probar mi técnica de seducción primero.


—¿No es eso lo que acabas de hacer? —Simplemente enarcó las cejas, así que
continué—: Básicamente me dijiste que soy la única mujer con la que te imaginaste
compartiendo tu vida. Si esa no es una técnica realmente impresionante, no sé qué
lo es.

—Oh, entonces es lo que digo lo que te excita.

—Todo sobre ti me excita.

Él gimió.

—Acabas de decir las palabras mágicas, cariño. No hay vuelta atrás ahora. —
Como si hubiera escuchado lo que dijo demasiado tarde, sus ojos se abrieron como
platos—. Quiero decir, por supuesto que, si quieres parar, nosotros...

Puse mi mano sobre su boca.

—Sé lo que quisiste decir y no quiero retroceder.

Me mordió los dedos.

—¿Estás segura?

Asentí.

—Soy tuya, Wyatt. Haz conmigo lo que quieras.

—¿Incluso si eso significa follarte en la parte trasera de mi camioneta?

Esas palabras no deberían haber sido sexys. Para nada. Pero saliendo de la voz
profunda de Wyatt con sus feroces ojos azules perforando los míos, no pude pensar
en ninguna más sexy. 376
—¿No es para eso para lo que es el colchón?

Él se rio entre dientes, y yo estaba acabada. Acabada.

—Es para dormir, ya no tengo dieciséis años. Pero seguro que también será útil
para follar.

—Entonces deja de hablar de eso y muéstrame lo que tienes.

Sin previo aviso, me levantó la camiseta por la cabeza mientras se sentaba.


Luego, estaba tirando de mis jeans por mis piernas y alcanzando mi tanga de encaje.
Todo sucedió tan rápido que me tomó un segundo darme cuenta de que fui yo quien
lo desafió.
Hizo una pausa con los dedos debajo de la cintura de mi ropa interior.

—¿Cómo te sientes con los juegos previos?

Normalmente, era una fan. Pero se las había arreglado para convertirme en una
pila temblorosa de necesidad con nada más que sus palabras.

—Ahora mismo, no estoy muy interesada.

—Gracias a Dios.

Tiró de mi tanga por mis piernas y bajó la cabeza hacia el área que acababa de
exponer.

Presa del pánico, grité:

—Espera.

Y él inmediatamente se congeló.

—¿Qué estás haciendo?

—Preparándome para lamer tu coño. ¿Qué otra cosa?

Oh, Dios. Oh, Dios. Oh, Dios.

—Pero, ¿eso no se considera juego previo?

—No, es el evento principal. —Me miró con los ojos entrecerrados—. ¿Scarlett?
¿Tú nunca…?

Mordí mi labio y negué con la cabeza. Mi ex, cuyo nombre ni siquiera quería 377
pensar en este momento, nunca había mostrado interés y yo había sido demasiado
tímida para pedirlo.

No estaba segura de por qué me estaba volviendo loca ahora. Por lo que había
leído en las novelas románticas, a las mujeres les encantaba recibir sexo oral. Pero
parecía que no podía evitar mis nervios. La idea de Wyatt… su boca ahí abajo... me
hizo sentir expuesta. Y no me gustó ese sentimiento.

—Scarlett —repitió, su voz más suave—. Por favor, permíteme. Te juro que te
gustará, y si no, me detendré.

Como si pudiera decir que no a eso.

—Bien.
Wyatt sonrió de nuevo y yo me rendí oficialmente. Él podía hacerme lo que
quisiera, cuando quisiera. Cualquier cosa por más de sus sonrisas y risas.

Deslizó sus manos debajo de mi trasero y bajó la cabeza hasta el vértice de mis
muslos. Instintivamente traté de juntar las piernas y él me miró, esperando. Sabiendo
que necesitaba calmarme, me recosté contra la almohada y respiré profundamente
unas cuantas veces. Luego, relajé mis muslos y asentí con la cabeza.

Sus movimientos lentos, volvió a bajar la cabeza y deslizó su lengua por mis
pliegues. Gemí y me agarré a las mantas. Santa mierda. No tenía idea de que se
sentiría así.

—¿Está bien? —preguntó.

—Oh, sí.

Apretó mis nalgas mientras metía su lengua más profundamente dentro de mí,
su barba raspando mis muslos. Fue el tipo de felicidad más tortuosa, casi dolorosa
por lo increíble que se sentía.

Cuando movió su lengua sobre mi clítoris, pensé que iba a perder la cabeza.
Incapaz de evitarlo, apreté mis muslos de nuevo momentos antes de correrme con su
boca todavía presionada en mi centro.

Con una risa satisfecha, soltó mis caderas, trepando por mi cuerpo para tomar
mi boca. Oh, Dios. Podía saborearme en él, y me volvía loca.

¿Por qué era tan malditamente erótico? No lo sabía, pero tampoco me importaba.
Estaba demasiado ida para preocuparme por nada más que Wyatt hundiéndose
dentro de mí. ¿Qué estaba esperando?

—Ahora, Wyatt.
378
—Me gusta tu lado mandón.

—¿Te puede gustar mientras me follas?

—Puedo.

Se echó hacia atrás y se llevó las manos a la cintura para pasar su camiseta por
la cabeza. Déjame patear, Jesús, era un espectáculo. Piel tersa y dorada. Músculos
durante días.

Mis manos tenían mente propia, porque fueron directamente a su paquete de


seis. Cerró los ojos ante mi toque y sonreí ante la expresión de euforia en su rostro.
Bueno. Me había llevado a un lugar en el que nunca había estado antes,
mostrándome con sus acciones lo hermosa que me encontraba.

Yo también lo encontraba hermoso.

Me incliné más cerca, besando mi camino a través de su pecho antes de arrastrar


mis dientes desde su cuello hasta sus labios.

—Cariño, ¿recuerdas lo que decidimos sobre los juegos previos?

¿Como podría olvidarlo?

Pero tenía un plan, porque mientras lo distraía con un beso, desabroché sus
pantalones y empujé mi mano por el frente de ellos.

Arrancando mi boca, susurré:

—¿Creo que prometiste follarme?

Mi espalda golpeó el colchón y una risa salió de mí. Wyatt se quitó los pantalones
y la ropa interior, sacó un condón del bolsillo trasero y se enfundó.

Los músculos de sus antebrazos se ondularon cuando se agarró a sí mismo,


dándole a su pene un largo tirón antes de trepar por encima de mí.

Oh, Dios. Me iba a volver loca si no lo sentía llenándome. Empujando su mano


a un lado, lo sostuve en mi puño y lo alineé con mi núcleo.

Eso era todo lo que necesitaba hacer.

Con la mirada fija en la mía, Wyatt empujó dentro de mí y jadeé. Era grande,
grueso y me llenaba tan completamente. 379
Retrocediendo, se estrelló contra mí y grité. En algún lugar cercano, los pájaros
volaron de un árbol. El sonido del batir de sus alas llenó el aire, junto con el golpe de
las caderas de Wyatt contra las mías.

Mi necesidad se volvió frenética, clavé mis uñas en sus hombros y enganché mis
piernas alrededor de su espalda. Pero todavía no estaba lo suficientemente cerca de
él. Quería algo más, algo fuera de mi alcance.

Como si leyera mi mente, deslizó una mano entre nosotros. Sus ásperas yemas
de los dedos se deslizaron por mi clítoris, solo una vez, antes de que comenzara a
frotar círculos apretados sobre este.

Apretando mi agarre, subí más y más y más y más alto.


—Vamos, Scarlett. —Él puntuó cada palabra con un empujón, y yo estaba allí.

Grité, temblando cuando me corrí mientras él gritaba mi nombre. Era ruidoso,


y una oleada de orgullo me llenó de que Wyatt, con su exterior áspero y sus sonrisas
poco frecuentes, se hubiera desmoronado tan completamente.

Respirando pesadamente, dejó caer su cabeza sobre mi hombro, su cuerpo


todavía temblaba.

—Esto es malo.

Instantáneamente me puse rígida. Seguramente, no lo había escuchado


correctamente.

—¿Malo?

Sentí más que vi su asentimiento.

—Porque, ahora que te he probado, nunca tendré suficiente.

El alivio se apoderó de mí y golpeé su estómago, que bien podría haber sido una
pared de ladrillos.

—Eso no fue gracioso.

Levantó la cabeza, su expresión más acalorada que divertida.

—No es mi culpa que hayas sacado conclusiones precipitadas, especialmente


porque ambos sabemos que todo lo que acaba de pasar fue más allá de lo excepcional.
—Besó el borde de mi boca—. Eres perfecta.

Le sonreí. 380
—No, somos perfectos.
La mayoría de mis cartas han sido sobre él. Cómo me hizo sentir conmigo misma. Y cómo
no era la persona que yo pensaba que era.

Pero esta es sobre mí.

Empiezo a creer de nuevo... en esperanzas, sueños y amor.

Y eso me asusta mucho. Porque, ¿qué pasa si me quitan todo? No quedará nada de mí.
Nada más que un caparazón vacío y hastiado.

Me estiré debajo de la manta que Wyatt había echado sobre nosotros, mi cuerpo
lánguido y ridículamente saciado. Aunque a menudo me quejaba del calor de Texas,
hoy agradecí el agradable clima de diciembre. De lo contrario, no podríamos
quedarnos holgazaneando en la parte trasera de su camioneta, completamente
desnudos.

—¿Qué hora es?

Wyatt se sentó y alcanzó sus jeans, sacando su teléfono.

—Casi las tres.


381
—Necesitamos ponernos en marcha pronto. Le prometí a Cara que
recogeríamos a Micah a las tres y media.

Pasaba parte del día con Evan, algo que se había convertido en un evento regular
desde Halloween. Esa amistad cercana parecía haber marcado la diferencia. Rara vez
realizaba el acto hosco que había sido su defecto meses atrás.

Y tenía la sensación de que la atención bastante constante de Wyatt, Brady y


Carter no estaba perjudicando las cosas. Lo trataron como un cruce entre uno de los
chicos y un hermano pequeño, y se lo comió como una cena tiritas de pollo.

Wyatt trazó mi clavícula con el pulgar.


—Supongo que no tenemos tiempo para otra ronda, entonces.

—No creo que pueda sobrevivir a otra en este momento.

Ya habíamos tenido sexo dos veces, y el aperitivo oral tenía que contar como
una ronda en sí mismo. Quiero decir, maldita sea. Había sido mucho mejor de lo que
jamás había imaginado.

Él sonrió.

—Misión cumplida.

—¿Te das cuenta de que has sonreído más hoy que todo el tiempo junto desde
que te conozco?

—No, pero no me sorprende. Soy un chico. Me gusta el sexo. No tiene nada de


misterioso.

—Entonces, ¿eso es todo lo que se necesita para sacarte una sonrisa? ¿Sexo?

Metió un pulgar entre mis pechos.

—Siempre y cuando sea sexo contigo.

Le negué con la cabeza.

—Dulce conversador.

—Tal vez, pero todo en ti es dulce. —Se inclinó para pasar su boca por encima
de mi hombro y me estremecí—. La próxima vez, me tomaré mi tiempo para
saborear cada dulce centímetro de ti.
382
Apreté mis piernas y lo alejé. Si no dejábamos esto ahora y nos vestíamos, había
un noventa y nueve por ciento de posibilidades de que volviéramos a hacerlo.

—En serio. Deberíamos irnos.

—Bien, bien.

Se puso de pie y tuve una excelente vista de su cuerpo gloriosamente desnudo.


A ningún hombre se le debería permitir lucir tan bien en la piel de ante. No estaba
bien.

Mientras tanto, busqué mi ropa y comencé a ponérmela debajo de la manta.


Todavía estaba trabajando para alcanzar el tipo de confianza que me permitiría estar
de pie frente a Wyatt a plena luz del día sin una puntada de ropa. Especialmente
cuando su pecho sin camisa pertenecía a la portada de una novela romántica y yo
me veía mejor con ropa que sin ella.

No es que a él pareciera importarle la vista, me recordé a mí misma.

Con ese pensamiento tomando el control, me paré en sostén y ropa interior y sin
prisa me puse los jeans y la blusa mientras Wyatt observaba con obvia apreciación
en su mirada. La confianza era un estado mental: podía hacer esto.

Una vez que ambos estuvimos vestidos, bajó de un salto y yo me senté en la


plataforma trasera y dejé que me ayudara a bajar al suelo.

En lugar de dar un paso atrás, me dio un abrazo y no pude evitar pensar que era
el único hombre que me había hecho sentir pequeña. Delicada. Y me gustó.

—Gracias —dijo con su voz profunda y ronca.

—Estoy bastante segura de que debería ser yo quien te agradezca.

—De ninguna manera. Estuviste increíble. Por ejemplo, voy a tener problemas
para no inclinarte sobre la barra y tomarte frente a toda la ciudad en el trabajo esta
noche. Ese tipo de increíble.

Mi piel se calentó, por el cumplido y la imagen que acababa de grabar en mi


cerebro por toda la eternidad. Buen Señor. Por eso no se suponía que salieras con tu
jefe.

—Además, no era eso por lo que te estaba agradeciendo.

Incliné mi cabeza hacia arriba para mirarlo.

—¿Oh?
383
—Te estaba agradeciendo por querer estar conmigo. Sé que esta relación no es
la más fácil para ti y quiero asegurarme de que valga la pena.

—Tú y Brady hacen que valga la pena —respondí sin dudarlo.

Hubo momentos en que todavía me preocupaba lo que sucedería cuando se


difundiera la noticia sobre nuestro trío. Pero no por mi propia reputación. Ya no.
Estaba preocupada por Micah y Brady, sobre todo. Ellos eran los que tenían más
probabilidades de verse afectados.
Me atrajo para un beso prolongado que decía todo lo que las palabras no podían.
Cuando me soltó, su boca estaba colocada en una línea agradable que era casi una
sonrisa.

—Vamos a buscar a nuestro chico.

En el camino de regreso a la ciudad, intenté definir las emociones que me


atravesaban. Nunca antes había experimentado algo como ellas. Finalmente, me
decidí por un cruce entre el vértigo y la euforia.

Todo por culpa de mis novios. Lo hicieron todo mejor.

—¿Qué quieres hacer para cenar? —preguntó Wyatt—. Podríamos recoger un


pedido para llevar del restaurante y comer juntos en mi casa antes de ir al bar.

Sabía que me negaba a poner un pie en ese lugar debido a la posibilidad de


encontrarme con Sherilee. Pero tenía la mejor comida de la ciudad, así que no
podíamos evitarlo por completo.

—Funciona para mí. ¿Quieres que le envíe un mensaje de texto a Brady y ver si
puede unirse a nosotros?

—Por supuesto.

Busqué mi bolso y lo encontré en el asiento trasero. Cuando recuperé mi celular,


se me secó la boca. Tenía media docena de llamadas perdidas, incluso más mensajes
de texto y varios mensajes de voz, todos de Cara, la mamá de Evan.

Al hojear rápidamente los mensajes de texto, vi que en su mayoría eran


solicitudes de llamada. Que era una emergencia. Y el primero fue recibido hacía casi
dos horas.
384
Mierda. Mierda. Mierda.

Cambié al buzón de voz y escuché el más reciente.

Scarlett, lamento mucho seguir llamándome así, pero no sabía qué más hacer. Ahora
estamos en la sala de emergencias y el médico dijo que Micah se pondrá bien. Tiene un brazo
roto, algunos rasguños y moretones y un golpe en la cabeza. Quieren tenerlo aquí para
observación, en caso de que tenga una conmoción cerebral. Llámame tan pronto como puedas.

La bilis subió a mi garganta y grité:

—Detente.
—Qué…

—Solo detente.

Tiró de la camioneta hacia el arcén y frenó de golpe. Estaba abriendo la puerta


antes de que él se detuviera, e inmediatamente vomité en la tierra.

Escuché a Wyatt venir detrás de mí, pero no tuve la fuerza para importarme si
me veía vomitar. Mi cabeza daba vueltas y los escalofríos sacudían mi cuerpo.

—¿Qué pasa, Scarlett? —preguntó en voz baja mientras frotaba mi espalda—.


Dime.

Me obligué a ponerme de pie.

—Es Micah. Tenemos que ir al hospital.

Nada menos que puro pánico cruzó su rostro.

—¿Está...?

—Parece que va a estar bien —dije temblorosamente—. Un brazo roto y tal vez
una conmoción cerebral.

—Bien. —Metió la mano en un recipiente en su asiento trasero y luego me


entregó una botella de agua—. Toma esto.

Me enjuagué la boca antes de beber con avidez.

—¿Mejor?

Asentí con la cabeza y me subí a la camioneta. Necesitaba recomponerme. No 385


podíamos perder más tiempo al costado de la carretera.

Mientras Wyatt aceleraba hacia el hospital más cercano, que estaba a dos
ciudades de nosotros, traté de llamar a Cara. Pero cada intento fue directo al buzón
de voz. Ella no debía tener ningún servicio.

—Maldita sea.

Wyatt se acercó y apretó mi rodilla.

—Va a estar bien.

—No puedo creer que perdí todas esas llamadas. Ni siquiera me di cuenta de que
había dejado mi teléfono dentro de la camioneta.
Ese fue un grave error de novato de mi parte. ¿No sabían todos los padres, padres
y tutores que era imperativo tener un teléfono celular al alcance en todo momento?

—No es tu culpa. Los accidentes ocurren y no puedes estar con él cada minuto.

No entendía. No había excusa. Yo era responsable de Micah, y en lugar de


presentarme en el hospital justo después de su accidente, había estado teniendo sexo
con Wyatt. No podía pensar en un escenario que demostrara menos confiabilidad de
mi parte que ese.

Me había equivocado seriamente.

Y el pobre Micah probablemente estaba muerto de miedo. También intenté con


su teléfono, pero nadie respondió. Ni siquiera sabía si todavía lo tenía encima.

Escuché a Wyatt llamar a Brady y Carter a través de su Bluetooth, pero no


escuché sus conversaciones. Todo en lo que podía pensar era en lo que Cara había
descrito en su primer mensaje de voz: Micah montando su bicicleta en el
estacionamiento de la pista de skate y siendo atropellado por un auto.

Las imágenes que se arremolinaban en mi cabeza me estaban volviendo loca. La


fractura del brazo y la conmoción cerebral ya eran bastante graves, pero podrían
haber sido mucho peores. Podría haberlo matado.

Mientras tanto, me estaba divirtiendo mucho, liándome con uno de mis novios.
Uno. De. Mis. Novios.

Oh, Dios.

¿Era este mi castigo por todas mis fechorías? O, tal vez, era una señal de que
debería cambiar mis costumbres antes de que sucediera algo peor.
386
—Scarlett. —Giré mi cabeza para encontrar a Wyatt mirándome con
preocupación—. Llegamos.

Miré por el parabrisas hacia el edificio de ladrillo frente a nosotros. Ni siquiera


me había dado cuenta de que nos habíamos detenido.

Esta vez, no esperé a que Wyatt se acercara a mi lado de la camioneta. Me bajé


por mi cuenta y corrí hacia las puertas delanteras de vidrio debajo del letrero rojo de
Emergencias. Una vez dentro, vi a Cara y Evan sentados en la sala de espera.

Cara se puso de pie y se acercó a mí con expresión sombría.


—Lo siento mucho. Crucé la calle para comprarles un bocadillo a los chicos en
la tienda. Todo es mi culpa.

—No lo es —dije automáticamente—. ¿Qué pasó exactamente?

Miró a Wyatt, a quien había oído venir detrás de mí. Envolvió un brazo
reconfortante alrededor de mi cintura, pero no lo miré. Necesitaba concentrarme.

—Evan y Micah estaban montando sus patinetas y bicicletas en la pista de skate.


Por lo que me dijo Evan, Micah quería ver qué tan rápido podía andar en bicicleta
en el estacionamiento. Y ya sabes cómo es ese lote: los vehículos rara vez lo usan, ya
que todos los niños viajan o caminan al parque.

»De todos modos, un auto se detuvo y golpeó la llanta trasera. Fue arrojado de
su bicicleta y el auto ni siquiera se detuvo. —Ella negó con la cabeza, como si todavía
no pudiera creerlo—. El nervio de algunas personas. Gracias a Dios que tu madre
estaba allí.

Espera, ¿qué?

—¿Mi madre?

—Sí. —Cara asintió enfáticamente—. Ella vio todo y corrió al otro lado de la
calle para ayudar. Ella es quien llamó a la ambulancia y se ha quedado con Micah
todo este tiempo.

Mi sangre se congeló en mis venas como si la propia Elsa hubiera lanzado su


magia sobre mí. Y luego inmediatamente me sentí culpable por ello. Debería estar
aliviada de que, por una vez en su maldita vida, Sherilee estuviera allí para Micah.

Pero el alivio no llegó. Porque Sherilee no era del tipo tranquilizador y


reconfortante. Y, considerando su propensión a tener una petaca en su bolso, no me
387
sorprendería que hubiera estado bebiendo mientras estaba sentada en la habitación
del hospital de Micah.

—Gracias por quedarte. Necesito ver a Micah ahora.

Ella asintió.

—Por supuesto. Hazme saber si necesitas algo.

—Lo haré.

Después de mostrar mi identificación a la mujer de la recepción, me dijo dónde


encontrar a Micah. Sentí la presencia de Wyatt detrás de mí, pero aun así no miré en
su dirección. Estaba descubriendo que cuanto más tiempo pasaba sin mirarlo a los
ojos, más no podía.

Fue totalmente irracional, pero una parte de mí lo culpó por todo este lío. Hasta
que finalmente vi con mis propios ojos que mi hermano estaba bien, no podía ser
otra cosa que irracional.

Finalmente llegué a su habitación, me detuve en la puerta, sin comprender


completamente lo que estaba presenciando. Micah se sentó en la cama, con un yeso
azul brillante en su brazo izquierdo. Sherilee estaba sentada en el borde de la cama,
sonriendo, y no como si hubiera bebido demasiado tequila. ¿Aún más sorprendente? Mi
hermano se reía.

¿Qué demonios?

Micah me vio y saludó.

—Oye, amigo —dije, entrando en la pequeña habitación con una sonrisa


pegada—. Lamento que me haya tomado tanto tiempo llegar aquí.

—Está bien. —Envió una sonrisa hacia mi sombra—. Hola, Wyatt.

—Hola, hombrecito. —Wyatt le dio unas palmaditas en el pie—. Ese es un yeso


bastante rudo el que tienes allí.

Micah lo levantó con orgullo.

—Sí, mamá estaba diciendo que debería dibujar en él, así que sería como si
tuviera tatuajes. ¿Quizás como uno de los tuyos?

—Suena bien. Deberías pedirle ayuda a Carter. Es un artista bastante decente.


388
La sonrisa de Micah se ensanchó.

—Genial. Voy a hacerlo.

Mientras seguían hablando de los tatuajes de marcador permanente, le eché un


vistazo a Sherilee. Ella me estaba mirando con una sonrisa obvia en su rostro.

Entrecerré mis ojos hacia ella. ¿Qué estaba tramando?

No había forma de que estuviera aquí por la bondad de su corazón. Incluso si


ella tuviera corazón, dudaba mucho que quedara algo de bondad en él.

Un hombre en bata entró en la habitación en ese momento, distrayéndome de


Sherilee. Se presentó a mí ya Wyatt y luego se volvió hacia Micah.
—Parece que te vas de aquí. No vemos ningún signo de conmoción cerebral y
todos tus signos vitales se ven bien. —Miró a Sherilee, obviamente asumiendo que
ella era la persona a cargo—. Puede tomar pequeñas dosis de analgésicos durante los
próximos días, según sea necesario, y deberá consultar con su médico de atención
primaria.

Ella le lanzó una sonrisa coqueta.

—Por supuesto. Lo que sea que necesite Micah.

El médico siguió dando instrucciones y yo anoté notas en mi teléfono para no


olvidarlo.

Mientras esperábamos el papeleo oficial de alta, Sherilee dijo sarcásticamente:

—Solo puedo imaginar lo que estabas haciendo que te mantuvo alejada durante
tanto tiempo.

Como si fuera alguien para hablar.

No le debía ni el más mínimo indicio de explicación, pero le debía una a Micah.


Caminé hasta el frente de su cama y le revolví el cabello, con cuidado de evitar el
vendaje en el costado de su cabeza.

—Lo siento mucho, amigo. Estúpidamente olvidé mi teléfono.

Su expresión decayó.

—Yo también lo siento.

—¿Por qué?
389
—Cuando me caí, aterricé en el costado con mi teléfono celular. Está roto. Como
roto, roto.

Parecía casi a punto de llorar. Probablemente porque cuando se lo di, le dije lo


importante que era cuidarlo y que no podía permitirme comprarle uno nuevo si lo
rompía o lo perdía.

—Oye, está bien. No es tu culpa. Lo reemplazaremos la semana que viene.

Soltó un suspiro de alivio.

—Gracias.
Wyatt y yo observamos desde el pasillo mientras Sherilee le daba un abrazo a
Micah y seguía hablando sobre lo asustada que había estado y lo feliz que estaba de
que él estuviera bien. Me costó todo mi corazón no poner los ojos en blanco ante su
dramatismo, pero me porté bien. Por el bien de mi hermano.

Cuando pasó a mi lado, bajó la voz para decir:

—Te veré pronto, puta.

Apreté los puños mientras mi pecho ardía con algo que se parecía mucho al odio.
Wyatt empezó a moverse hacia ella, pero le cogí el brazo.

—No lo hagas. Ella no lo vale.

Él gruñó en voz baja y Sherilee se rio a carcajadas mientras salía tranquilamente


de la habitación.

Esperamos quince minutos más, y luego se autorizó oficialmente a Micah a irse.


Mientras caminábamos por el pasillo hacia la entrada, una sensación de
entumecimiento que no había sentido en meses se apoderó de mí.

La había cagado épicamente y algo tenía que ceder.

Brady y Carter nos estaban esperando, y Micah les contó con entusiasmo sobre
la idea del tatuaje de marcador permanente. Mientras él y Carter charlaban sobre
ideas de diseño, Brady me abrazó.

—¿Cómo estás, cariño?

—Bien —respondí en piloto automático.

Descubrí que tampoco podía mirarlo. Entonces, aparentemente, no fue solo 390
Wyatt. Podían ofrecer todo el consuelo que quisieran, pero no iba a funcionar.

No merecía consuelo.
¿Recuerdas cuando te dije que solo había una persona en mi vida que importaba?

Resulta que eso ya no es cierto. Y, ahora, tengo algo nuevo por lo que sentirme culpable,
porque sigo pensando que mi hermano pequeño es el único que debería importar.

Que sacrificar mi propia felicidad para asegurar la suya es como termina mi historia.

A pesar de que Broken Spur estaba tan concurrido como cualquier sábado por la
noche, las horas pasaron lentamente. Me encontré revisando mi teléfono cada pocos
minutos en busca de actualizaciones sobre Micah. No es que hubiera nada que
actualizar.

Micah estaba bien.

Más que bien, si los mensajes de texto de Brady fueran algo por lo que pasar.
Carter y él habían insistido en vigilar a mi hermano durante la noche mientras Wyatt
y yo estábamos en el trabajo. Me había resistido, lo último que quería era dejarlo de
nuevo. Pero su entusiasmo por la perspectiva y mi falta de voluntad para hacer que
Beau cubriera la barra solo finalmente tomó la decisión por mí.
391
Le hice prometer a Brady que me avisaría en el momento en que Micah
experimentara algún dolor, malestar o signos de una conmoción cerebral. Pero, por
supuesto, ninguna de esas cosas había ocurrido. Los chicos habían cenado, visto una
película y Micah se había quedado dormido en el sofá a las nueve y media.

Él estaba bien.

Todo estaba bien.

Estaba preocupada por nada.

Y, tal vez, si me lo dijera lo suficiente, empezaría a creerlo. Porque, en este


momento, no podía entender del todo los eventos de la tarde.
En este punto, estaba cuestionando todo.

¿Debería haber permitido que Micah saliera con Evan sin mi supervisión?

¿De dónde había salido el coche que lo atropelló? ¿Y qué clase de imbécil
golpearía a un niño y luego se alejaría?

¿Por qué estaba Sherilee allí? ¿Y por qué diablos había estado actuando como
una madre amorosa en el hospital?

Más importante aún, ¿por qué había pensado que era aceptable perderme por
completo en Wyatt sin pensar en las posibles repercusiones?

Incluso si Micah estaba bien, estaba claro que yo no.

Había empezado a pensar que me estaba acostumbrando a este asunto de la


parentalidad. No podría haber estado más equivocada. Este escenario había surgido
de la nada, como ese maldito auto.

Y, ahora, volvía a obsesionarme con quién había intentado atropellar a mi


hermanito. Wyatt se había puesto en contacto con la policía, pero todo lo que
lograron informar fue la descripción proporcionada por los testigos: un automóvil
negro anodino. Muy útil.

—Oye. ¿Estás lista para irte?

Al oír la profunda voz de Wyatt detrás de mí, salté. ¿Cuánto tiempo había estado
parada aquí, mirando a la nada? No estaba segura de querer saberlo.

Usé mi teléfono para verificar la hora, ya que ya estaba actuando como una
tercera rama. No era hora de que terminara mi turno, pero estaba lo suficientemente
cerca. Sobre todo, porque no quedaban muchos clientes en el bar y Beau estaría aquí
392
hasta el cierre.

—Está bien, sí.

Metí la mano debajo de la barra en busca de mi bolso, y cuando me enderecé,


un hombre al que no reconocí estaba al otro lado.

—¿Scarlett Butler?

—¿Sí?

Deslizó un sobre manila por la barra.

—Esto es para ti.


El hombre ya se estaba alejando cuando hice acopio de ánimo para preguntarle
qué era.

—¿Conoces a ese tipo? —preguntó Wyatt.

—No.

Abrí la solapa y saqué una pila de papeles unidos con un clip de carpeta. En el
frente había una nota escrita a mano.

Puedo hacer que todo esto desaparezca. Sabes lo que tienes que hacer.

Con amor, Asher.

Por segunda vez hoy, un sabor amargo llenó mi boca. ¿Qué hizo Asher esta vez?

Wyatt puso una mano en mi espalda. Estaba tratando de ser reconfortante de


nuevo, y no estaba funcionando. Otra vez.

—¿Qué es?

Me quedé mirando, sin ver, la pila de papeles.

—Asher.

Presionó mi espalda, instándome a seguir adelante.

—Oficina. Ahora.

Le dejé que me llevara a la parte de atrás, porque no sabía qué más hacer. Lo
último que quería era examinar esta nueva amenaza de mi ex. Pero tuve la sensación
de que ya sabía lo que iba a encontrar. 393
Solo una cosa aparecía en una pila perfectamente ordenada como esta: papeles
legales.

Una vez que estuvimos en la oficina, Wyatt se sentó en la silla del escritorio y
me sentó en su regazo. Noté su calidez, pero no era la misma que cada vez que me
tocaba. No sentí nada más. No es atracción ni deseo ni una abrumadora sensación
de bienestar.

Era como si lo que sostenía en mis manos hubiera apagado todas las emociones
que no estaban reservadas para Asher.
Wyatt me quitó el papeleo y le dio la vuelta a la portada. Las palabras en el
documento legal nadaban ante mis ojos, pero aún podía distinguir palabras que
hicieron que mi estómago se revolviera.

Modificación de la orden de custodia.

Negligente.

Audiencia de emergencia.

Poner en peligro.

Orden de restricción temporal.

Relaciones románticas inapropiadas.

Alivio extraordinario.

Modelo a seguir negativo.

Página tras página, las palabras me saltaron a la vista, y ninguna de ellas era
buena. Pero no fue hasta que llegamos al final del documento que mi pavor se
transformó en rabia total.

Se había adjuntado una serie de fotografías, y todas eran mías. Brady y yo. Wyatt
y yo. Carter y yo. Y yo con los tres.

Había fotos tomadas por nuestros vehículos, fuera del Broken Spur, en mi
apartamento e incluso en el centro para personas mayores. Pero las más
sorprendentes y exasperantes mostraban el interior del apartamento de los chicos.
Varias fotos gráficas mostraban a Brady presionándome contra la pared mientras me
besaba y me tocaba. Y había igual cantidad de Wyatt y yo en el sofá, besándonos 394
como adolescentes cachondos.

—Maldito hijo de puta —gruñó Wyatt en voz baja.

Sí. Felizmente lo apoyaría.

—Tenía a alguien espiando desde el tejado al otro lado de la calle. —Su pecho
se movió contra mi espalda mientras su respiración se hacía esporádica—. Las
persianas estaban cerradas, así que esa es la única forma. Un idiota nos estaba
tomando fotos a través de las ventanas descubiertas en el techo.
Asentí con la cabeza, sin tener nada que añadir. Nunca me hubiera imaginado
que alguien pudiera ver siquiera a través de esas ventanas. Tendrían que estar en el
ángulo perfecto.

Claramente, Asher había contratado a un investigador privado inteligente para


que me siguiera. Ni siquiera me sorprendió esa parte.

De hecho, no me sorprendió nada de esto. No estaba sorprendida, pero si estaba


muchas otras cosas.

Molesta. Ansiosa. Enferma. Devastada.

Y eso solo cubría mis emociones sobre los documentos legales. Ni siquiera sabía
cómo reaccionar ante las fotos. Nunca me había sentido tan violada, y eso era decir
algo, considerando que pasé cuatro años como la amante que era follada por Asher
Davenport.

Empujándome del regazo de Wyatt, alcancé el papeleo.

—Necesito salir de aquí.

Me estaba asfixiando lentamente y necesitaba espacio. Aire. Una máquina del


tiempo.

—No te vayas. Hablemos de esto.

Ni siquiera me detuve mientras me dirigía hacia la puerta.

—No puedo. No ahora.

—Scarlett, maldita sea, mírame.


395
La ira y la miseria abyecta en su voz se dispararon directamente a mi corazón, y
me detuve, finalmente volviéndome hacia él. Su expresión era sombría pero también
suplicante, y no pude soportarlo.

La culpa, la pasión y la inquietud se arremolinaron juntas hasta que no pude


separar una de la otra.

No vi a mi novio, a quien adoraba tan claramente, en este momento. Todo lo


que vi fue al hombre que me había distraído. Quién me había convencido de tener
una relación que no tenía sentido en ningún nivel. Quién nunca entendería realmente
lo que era ser yo.

Dio un paso hacia mí.


—Va a estar bien. Lo prometo.

Le negué con la cabeza.

—No hagas eso. No puedes prometer nada, y ambos lo sabemos.

—Sí, puedo. Puedo prometer que no dejaremos que Asher gane. No perderás a
Micah. Lo juro.

—¿No lo entiendes? Asher lo está usando todo en mi contra. El accidente y mi


pasado y nosotros. Está usando mi relación contigo y Brady en mi contra, Wyatt.

»Si no lo acepto, él hará que sus abogados exorbitantemente caros presenten este
papeleo, y yo estoy oficialmente jodida.

La rabia que había estado creciendo estalló, y lágrimas calientes y furiosas se


derramaron por mis mejillas.

—Podría perder a Micah. Probablemente lo haré. Ningún juez permitirá que una
cantinera de veintiún años con dos novios y un pasado impreciso se quede con la
custodia principal de un niño de once años.

»Al menos, no este juez, en un pequeño pueblo de Texas.

Ya estaba familiarizada con el hombre de la última audiencia de custodia, y era


un duro de culo. Probablemente echaría un vistazo a las acusaciones y las fotos y me
diría que volviera al burdel del que salí.

Wyatt suavizó su tono.

—Entonces, encontraremos los mejores abogados del estado que puedan


convencerlo de lo contrario. 396
—¿Y crees que puedo pagar eso? Ya estoy nadando en deudas de los últimos
abogados.

—Me lo puedo permitir y sabes que haría cualquier cosa por ti. Déjame ayudar.

Las lágrimas seguían saliendo.

—¿Cuándo lo pasarás por tu grueso cráneo? No puedo aceptar tu ayuda. No para


esto.

El día que me alejé de Asher, me juré a mí misma que no volvería a confiar en


un hombre. No de la forma en que confié en él.
Tuve que ocuparme de esto yo misma. Se lo debía a Micah, ya mí misma,
arreglar lo que había roto.

—Este fue un error colosal.

¿Por qué había pensado, incluso por un segundo, que podría vivir mi vida a mi
manera y a nadie le importaría? ¿Que podría ser feliz?

—¿Qué fue un error? —gruñó Wyatt.

—Todo. Trabajar aquí. Tú y Brady. Lo que pasó en la parte trasera de tu


camioneta cuando debería haber estado cuidando a mi hermano.

Cuando las viles palabras salieron de mi boca, mi corazón se hizo añicos, como
si hubiera estado hecho de vidrio todo este tiempo. Y, ahora, los fragmentos
buscaban carne cálida para perforar: la de Wyatt.

Me acechó, su rostro más severo de lo que nunca lo había visto.

—No te creo.

—No importa. Ya no puedo hacer esto.

Me tomó por los hombros, su agarre firme pero no doloroso.

—Basta, Scarlett. Joder, te amo. ¿No lo sabes a estas alturas? Iría a los confines
de la tierra por ti y por Micah, así que permítemelo. Hagas lo que hagas, no me alejes.

Su bello y feroz rostro se desdibujó detrás de más lágrimas. Sería tan fácil
hundirme en su abrazo y dejar que resolviera todos mis problemas. Pero una vez
tomé el camino fácil; no lo volvería a hacer.
397
Dejé caer la cabeza, incapaz de mirarlo.

—Lo siento.

No dijo nada durante mucho tiempo. Minutos, quizás. Finalmente, me soltó los
hombros y dio un paso atrás. Inmediatamente sentí frío. Sola. Y fue mi maldita culpa.

—Al menos déjame llevarte a casa.

—No. —Levanté la pila de papeles y fotos—. Esta fue la obra de Asher. Nunca
estuve en peligro físico, porque él tenía algo mucho peor bajo la manga.
Wyatt no respondió, y tomé su silencio como un asentimiento y saqué mi trasero
del bar, prácticamente corriendo hacia mi auto. Si no me escapaba ahora, no confiaba
en mí misma para no arrojarme a sus brazos y suplicarle perdón.

En cambio, me subí a mi coche y me alejé, ya resignada a hacerlo sola. Lo había


estado haciendo durante la mayor parte de mi vida. ¿Por qué parar ahora?

398
¿Es así como te sentiste cuando te enteraste de mí? ¿Como si no hubiera suficiente luz en el
universo para disipar toda la oscuridad? ¿Como si todos los regalos que te hubieran dado alguna
vez se te hubieran arrebatado de una sola vez?

Dios, espero que no. No le deseo este sentimiento a mi peor enemigo.

Por otra parte, sí, lo haría. Felizmente le deseo este sentimiento a él. Demonios, lo
empujaría por su garganta privilegiada.

Pasé el domingo por la mañana en un estado de negación.

Asher no se tomó en serio su amenaza. No se aseguraría de que me quitaran a


Micah. No haría eso. No iría tan lejos.

Todo lo que tenía que hacer era fingir su engaño y todo saldría bien.

Pero, el domingo por la noche, había superado la ira, el regateo, la depresión y


me había decidido por la aceptación.

Sí, Asher habría archivado los documentos legales sin pensarlo dos veces si no
me rendía. Y ceder no era una opción. Me negué a siquiera considerarlo.
399
Entonces, cuando recibí un mensaje de texto de un número desconocido
preguntándome si había tomado mi decisión, no lo dudé. O cuestionar cómo había
encontrado mi número.

Simplemente respondí con, te dije que terminamos, y nada cambiará mi opinión.

Si hubiera pensado que razonar con él tenía alguna posibilidad de funcionar,


podría haberlo intentado. Pero lo sabía bien. Asher esperaba que la gente se
doblegara a su voluntad. No había conversación ni compromiso. Solo a su manera.

No recibí una respuesta, y eso estuvo bien para mí. No era como si no supiera
ya lo que se avecinaba.
Entonces, pasé el resto de la noche ideando un plan. Lo que explicaba por qué
ahora estaba entrando en las elegantes oficinas de Hammond, Martin & Haines LLP
en Dallas.

Una vez que estuve lo suficientemente tranquila como para leer los documentos
legales sin llorar, me di cuenta de que no estaban preparados por HMH, la firma que
Asher había utilizado para la batalla inicial por la custodia. Quizás hubo un conflicto
de intereses. Estaba bastante segura de que eso era una cosa. Al menos, había estado
en una novela que había leído el año pasado.

Y significaba que el mismo bufete de abogados no podía presentar una demanda


contra mí cuando ya me habían representado en un asunto anterior.

Caminé hasta el mostrador de recepción y le di a la mujer que estaba detrás una


sonrisa de confianza.

—Estoy aquí para ver a Jennifer Roberts. Mi nombre es Scarlett Butler.

—¿Tienes una cita?

—No, pero esto es una emergencia.

La expresión de respuesta de la recepcionista fue dudosa, pero siguió adelante y


llamó a la abogada.

—Lamento molestarla, Sra. Roberts, pero Scarlett Butler está aquí para verla y
dice que es una emergencia.

Mientras escuchaba la respuesta de la abogada, sus ojos se entrecerraron en mí.

—Sí, por supuesto.


400
Cuando colgó, dijo:

—La Sra. Roberts la verá en la sala de conferencias.

Señaló la habitación que había apodado la “pecera” cuando estuve aquí antes.
Estaba rodeada de vidrio por tres lados, y todos los que entraban y salían de la oficina
tenían que pasar junto a esta.

No entendí el pensamiento detrás del diseño. ¿No se suponía que los abogados
debían ser reservados? ¿Por qué elegirían exhibir a sus clientes de esa manera? No es
que me importara ahora mismo. Simplemente estaba agradecida de que Jennifer
Roberts hubiera accedido a verme.
Me hizo esperar unos veinte minutos, y durante ese tiempo, no pude dejar de
pensar en los chicos de mi vida, los cuatro.

Carter había dejado a Micah en el apartamento ayer por la mañana y lo había


recogido para la escuela hoy. Su expresión conciliadora me había hecho saber que
había oído todo sobre mi situación, pero no había dicho nada al respecto.

No había tenido noticias de Wyatt desde que me alejé de él el sábado por la


noche, lo que me dolió y me llenó de un poco de alivio. No podía soportar volver a
discutir con él, pero tampoco estaba lista para reconciliarme.

Tenía la sensación de que Wyatt y Brady habían decidido darme espacio. De lo


contrario, Brady habría estado golpeando mi puerta, obligándome a hablar con él.
En cambio, simplemente me envió mensajes en el sentido de que estoy aquí para
cualquier cosa que necesites.

Sin embargo, el espacio era lo mejor. Porque no había forma de que pudiera
ocultar mis emociones cuando estaban cerca, y no quería que Micah supiera lo que
estaba pasando hasta que fuera absolutamente necesario.

Ayer había estado en las nubes después de pasar la noche anterior con Brady y
Carter. Y había aparecido con un elenco lleno de tatuajes de Sharpie, que iban desde
el logotipo de Spiderman hasta una guitarra con llamas e incluso un cachorro. Wyatt
tenía razón: Carter era todo un artista. Micah estaba seguro de que todos los niños
de la escuela estarían celosos y yo tenía la sensación de que tenía razón.

¿Carter se daba cuenta de que había hecho totalmente la semana de Micah, si no


el mes? Y eso decía algo, ya que faltaban nueve días para Navidad.

La puerta se abrió y una mujer rubia vestida profesionalmente entró en la


habitación, interrumpiendo mis pensamientos confusos. 401
—Srta. Butler. ¿Qué puedo hacer por usted?

Dejé la pila de papeles en la mesa frente a ella.

—Me han dicho que este papeleo de custodia será presentado y necesito su ayuda
para combatirlo.

Ni siquiera lo miró.

—Por lo que tengo entendido, solo ha pagado una fracción de lo adeudado en la


última audiencia de custodia.
—Lo sé, y estoy haciendo todo lo posible en eso. —De pie, me incliné sobre la
mesa hacia ella. Mis siguientes palabras podían sonar muy bien como una súplica,
pero de todos modos no era demasiado orgullosa para pronunciarlas. No cuando
Micah estaba en juego—. Estoy aquí para pedirte, de mujer a mujer. Ambas sabemos
que no puedo pagar tus servicios. Pero eso no cambia el hecho de que necesito tu
ayuda. Puedes tomar casos pro bono, ¿verdad?

Por lo que había leído en línea, no era extraño que los abogados de grandes
firmas como ésta trabajaran en casos gratis cuando el cliente no podía pagar una
asistencia legal de calidad. Y aunque había podido ahorrar dinero del cheque de
bonificación que Wyatt me había dado, eso solo haría una pequeña mella en lo que
la empresa me cobraría.

Ella suspiró.

—Scarlett, no estoy segura de que seas elegible.

—¿Por qué no?

No tenía idea de cuáles eran las calificaciones, pero no me importaba en


particular. Seguramente, ella podría ayudarme si quisiera. Solo necesitaba hacer que
ella quisiera.

—No estoy tratando de mantener la custodia de mi hermano por mí. Todo esto
se trata de él. Si pierdo la custodia, volverá a nuestra negligente y alcohólica madre,
o terminará en un hogar de crianza. —Mi estómago se revolvió ante el pensamiento.
No podía suceder—. Por favor.

Pude ver la indecisión en su rostro, pero finalmente tomó los papeles y los hojeó.
Cuando llegó a las fotos, silbó en voz baja.
402
—Alguien realmente quiere atraparte.

—Mi ex.

—Dame un minuto.

Cogió el teléfono de la sala de conferencias y le dio instrucciones a la persona


que estaba al otro lado de la línea. Su asistente, probablemente.

Cuando colgó, su expresión era sombría.

—Esta documentación se presentó a primera hora de esta mañana y la audiencia


está programada para el miércoles. Lo que significa que casi no tenemos tiempo para
prepararnos.
Me hundí en mi silla, con el cuerpo y el corazón pesados. A pesar de que
esperaba esto, una pequeña parte de mí todavía tenía la esperanza de que Asher no
cumpliera con su amenaza.

No tuve tanta suerte.

Jennifer tomó una libreta y un bolígrafo de un armario en la esquina y se sentó


frente a mí.

—Comencemos con el incidente en el parque.

—¿Significa esto que estás tomando mi caso?

—No me dejaste mucha elección.

Escondiendo una sonrisa, le expliqué todo lo que había sucedido el sábado, solo
omitiendo el hecho de que Wyatt y yo nos habíamos estado poniendo mientras Cara
intentaba comunicarse conmigo.

—Ahora, háblame de estos tres hombres —dijo, su tono sin inflexión.

—Bueno, he estado saliendo con dos de ellos, y el tercero es solo un amigo.

Solo un amigo. ¿Por qué esa frase de repente parecía tan incorrecta? Hace unas
semanas, luché por pensar en Carter como un amigo. Y, ahora, usar ese término no
parecía suficiente.

—Dame más que ‘saliendo’. ¿Cómo definirías tu relación con los dos hombres
con los que has estado saliendo? ¿Es casual?

¿Casual? Quería reírme. Nada entre Wyatt y yo o entre Brady y yo había sido
casual. 403
—No estoy exactamente segura de cómo definirlo, pero no es casual.

—Está bien, déjame reformular. ¿Estás dispuesta a romper con ellos para ayudar
a tu caso? Generalmente, tu vida amorosa no es relevante para los procedimientos
legales. Pero, cuando se trata del interés superior de un niño, todas las apuestas están
canceladas. El tribunal puede considerar todos los factores, incluida la marca de pasta
de dientes que elegiste. Casi nada está prohibido.

»Entonces, debes decidir ahora mismo cuál es tu postura sobre estos hombres. O
son novios serios y firmes que tratan a Micah como suyo. O fueron una aventura que
ahora se terminó. Cualquier cosa en el medio nos va a arruinar en la corte.
Los recuerdos revolotearon sobre mi visión como uno de esos montajes de
películas cursis. Wyatt se arriesgó conmigo incluso cuando sabía que afectaría su
amistad con Carter. Brady defendiendo a Micah en la oficina de la subdirectora.
Carter nos abrió su casa el Día de Acción de Gracias y nos ofreció las decoraciones
navideñas que quisiéramos.

Siguieron y siguieron, terminando con mi pelea con Wyatt. Pude apagar ese
recuerdo durante el último día. Pero no pude más, y eso me llenó de desesperación.

Me había dicho que me amaba y yo me alejé de él.

Otra vez.

Y ahora tenía que decidir de una vez por todas.

O Wyatt y Brady, e incluso Carter, a su manera, eran mi futuro, o tenía que


meterlos en mi pasado y dejarlos allí.

Ahora que los dos caminos estaban claramente trazados frente a mí, me di cuenta
de que no había otra opción. Mi cabeza, mi corazón y todas las demás partes de mí
me impulsaban por el camino que me conducía directamente a los hombres que
amaba.

Una sonrisa se extendió por mi rostro y tuve la sensación de que parecía una
lunática. Pero no me importaba, porque la paz y la certeza ahora vivían donde solía
residir la duda.

—Son mis novios serios y estables que tratan a Micah como si fuera suyo.

Y quise decir cada palabra.

Ella negó con la cabeza hacia mí, pero su boca se inclinó hacia arriba en una
404
pequeña sonrisa.

—Bien entonces. Descubriremos una manera de trabajar con eso. Primero,


háblame de los testigos de carácter. ¿A quién conoces que pueda dar fe de tu carácter?

Mi sonrisa cayó.

—Trabajo en un bar. Tengo dos novios. Y soy conocida por tener una aventura
con el marido de la mujer más venerada de la ciudad. ¿A quién, exactamente, se
supone que debo pedir que dé fe de mi carácter?

Podría haber jurado que Jennifer mentalmente me estaba poniendo los ojos en
blanco, pero se las arregló para seguir siendo profesional.
—Entonces, dame una persona. ¿Quizás una mujer mayor de la comunidad? ¿O
alguien que te conoce desde hace mucho tiempo?

Bueno, cuando lo dijo así…

—Puedo hacer eso.

***

Después de mi agradable reunión con la abogada, donde básicamente tuve que


revelar todos mis secretos sucios, el viaje de regreso a Hastings se sintió como si me
llevara una eternidad.

Hasta que surgió una idea. Puede que no haya sido un golpe de brillantez, pero
me llevaría a Wyatt más rápido, y eso era todo lo que me importaba en este
momento.

Me detuve y, agradecida de tener servicio celular, envié un mensaje de texto.

Yo: Tengo otra llanta ponchada. ¿Puedes venir a buscarme?

Su respuesta fue casi instantánea.

Wyatt: ¿Dónde?

Yo: Cerca de donde me quedé tirada la última vez.

Wyatt: Estaré allí en diez.

Tiré mi teléfono en el asiento del pasajero y volví a la autopista. Si iba a llegar


allí antes que él, necesitaba moverme.
405
Usando marcadores de kilómetros para encontrar el lugar aproximado donde mi
llanta se había desinflado, di una vuelta en U y estacioné. Luego, guardé las llaves
en mi bolsillo y caminé hacia la parte trasera de mi auto para esperar.

Cuando una camioneta negra familiar se detuvo unos minutos más tarde, mi
corazón latía casi dolorosamente contra mi caja torácica. A diferencia de la última
vez que hicimos esto, no revisé primero las botas, las piernas, el pecho y los hombros
de Wyatt. No, mi mirada se disparó directamente a su rostro, buscando sus ojos que
roban el alma.

Estaban fijos en mí y no me dijeron absolutamente nada sobre lo que estaba


pensando.
—¿Necesitas ayuda?

Su voz profunda rodó a través de mí, afectando mis partes de dama tanto como
la primera vez que me había hablado. Probablemente más, ya que esas chicas sabían
lo que se sentía tenerlo moviéndose dentro de mí.

Gah. No quería nada más que arrojarme en sus grandes y musculosos brazos.
Pero necesitaba arreglarnos primero.

—Sí lo hago.

Miró detrás de mí.

—¿Qué neumático es esta vez?

—No con mi coche. —Di un miserable paso hacia él, pero todavía se sentía
demasiado lejos—. Con arreglar las cosas entre nosotros.

Sus ojos volvieron a los míos, aunque estaban un poco ensombrecidos debajo de
su gorra de béisbol.

—Ya veo.

Seguía sin darme nada y, extrañamente, eso me hizo sonreír. Desde el ceño
fruncido hasta las respuestas recortadas, este era el clásico Wyatt. Y no podría amarlo
más.

—Tuve esta epifanía hoy y quería contártela.

Echó un vistazo a los campos abiertos que nos rodeaban.

—¿Aquí? 406
—Es donde nos conocimos por primera vez. Parecía apropiado.

—Está bien. —Cruzó los brazos sobre el pecho—. ¿Y qué fue esta epifanía?

Di otro paso hacia él.

—Que aceptar ayuda tuya o de Brady o incluso de Carter no me debilita. Me


hace parte de algo. No sé por qué no pude ver eso antes.

Otro paso.

—Y mentí. Nada de esto ha sido un error. No eres un error.


Y un paso más, poniéndome casi pecho con pecho con él. Incliné mi cabeza
hacia atrás para mirarlo. Apretó la mandíbula y levanté la mano para tocarlo con
dedos temblorosos.

—Pensé que eras mi mayor debilidad, pero estaba equivocada. Eres mi fuerza.
Porque me amas, sí, pero es más que eso. —Parpadeé para contener las lágrimas,
pero esta vez eran felices—. Tú, Wyatt Ford, me haces creer que soy digna de amor.

Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, me arrastró contra él y me


envolvió en sus fuertes brazos. Deslizó una mano por mi columna y agarró la parte
de atrás de mi cuello. Justo cuando su boca aterrizó en la mía, susurró:

—Joder, te amo.

Esta vez no se dijo con ira. Fue dicho con reverencia y me dijo todo lo que
necesitaba saber.

En lo que respecta al amor, no íbamos a sobrevivir simplemente.

Íbamos a prosperar.

—Yo también te amo.

407
Algo extraño sucedió hoy. De repente se me ocurrió que mi vida ya no está definida por mi
indiscreción. Es posible que otras personas todavía me vean como nada más que su antigua
amante, pero ya no me veo así.

Soy una persona, con sentimientos, esperanzas y sueños. Y esas son todas las cosas que se
me permite tener, sin importar lo que digan los escépticos.

—Estoy en casa —gritó Micah mientras entraba al apartamento y dejaba caer su


mochila y chaqueta en el suelo.

Al salir de mi habitación para encontrarme con él, consideré darle otra lección
sobre cómo recoger sus cosas, pero finalmente lo reconsideré. La audiencia estaba
programada para mañana por la mañana, lo que significaba que quería hacer que el
día de hoy fuera divertido para él. Por si acaso.

Se me llenaron los ojos de lágrimas cuando la idea de perder la custodia rodó por
mi cabeza. El vil pensamiento había estado en un bucle constante desde mi
conversación anterior con Jennifer Roberts. Me había dicho que haría todo lo
posible, pero no para hacerme ilusiones.
408
Perder a mi hermano por el sistema era una posibilidad muy real, una con la que
no podía lidiar. Entonces, elegí regresar a la etapa de negación y fingir que todo
estaba bien.

Esperaría hasta justo antes de la audiencia para contárselo a Micah. No


necesitaba perder ni un guiño de sueño por esto. Estaba perdiendo más que suficiente
para los dos.

—Hola, amigo. ¿Ha pasado algo interesante en la escuela hoy?

—No, pero Carter agregó otro tatuaje a mi yeso.

Lo sostuvo frente a mi cara para mostrar su nuevo “tatuaje” un control de


consola de videojuego en tinta negra.
—Genial. ¿Cuándo hizo eso?

—Hace pocos minutos. Me trajo a casa.

—¿Él lo hizo?

Eso fue una sorpresa. Ahora que el clima se estaba volviendo relativamente frío,
Cara se había ofrecido a comenzar a llevar a Micah a la escuela y dejarlo, dado que
ya tenía que llevar a Evan. Tenía la sensación de que todavía se sentía mal por el
accidente y estaba tratando de compensar su falta momentánea de supervisión, pero
de cualquier manera, me hizo la vida más fácil. Sobre todo, porque los chicos no
habían renunciado por completo a mi deber de guardaespaldas.

—Espero que esté bien —respondió una voz mucho más profunda desde la
puerta.

Me volví para encontrar al hombre en cuestión de pie allí, luciendo demasiado


bien en un traje de negocios de tres piezas color carbón.

—Um, sí, está bien.

—Carter dijo que íbamos a su casa —dijo Micah con entusiasmo.

Probablemente se estaba encariñando demasiado con los tres compañeros de


casa, pero yo ya no estaba segura de que importara. No tenía ninguna intención de
dejar que mi relación con ellos se derrumbara, y si las cosas no iban bien mañana...

No, pensé, cerrando eso inmediatamente. Yo no iba a ir allí. Negación,


¿recuerdas?

—Sí, pero solo después de que termines tu tarea. —Extendí mi mano—.


¿Planificador?
409
—Oh, hombre —se quejó, volviendo a su mochila abandonada para recuperar el
cuaderno donde anotó sus tareas diarias.

Hojeé la página de hoy.

—Parece que solo tienes matemáticas. ¿Por qué no la haces ahora para que
podamos irnos?

—Bien. —Miró a Carter mientras arrastraba su mochila a su dormitorio—. No


te vayas sin mí.

Él rio.
—No lo soñaría.

Una vez que estuvimos solos, invité oficialmente a Carter a entrar.

—¿No deberías estar en el trabajo?

Me sonrió.

—Una de las ventajas de ser el jefe. Yo establezco mis propias horas.

—Debe estar bien.

—Esa parte lo es, pero toda la responsabilidad puede ser un poco excesiva. —Se
quitó el saco del traje y deambuló por la habitación, deteniéndose para inspeccionar
el árbol—. Mi director financiero está recomendando despidos, pero no puedo hacer
eso. No justo antes de Navidad.

—¿Entonces qué vas a hacer?

—Hice los arreglos necesarios para pasar el primer día del año. Pero, después de
eso, tendremos que idear un plan a largo plazo.

—¿Qué tipo de arreglos?

Sí, estaba siendo entrometida, pero sentí curiosidad por el negocio de Carter. No
tenía idea de lo que se necesitaba para administrar una compañía petrolera, pero tenía
la sensación de que sus comentarios arrogantes sobre la responsabilidad eran una
subestimación grave.

—Asigné fondos de mi propio salario y bonificaciones para los salarios de los


empleados.
410
Lo miré atónita.

—Guau.

—No es gran cosa. No necesito el dinero.

—Aun así. Tengo la sensación de que muy pocos ejecutivos tomarían esa
decisión.

Se movió sobre sus pies, luego se movió de nuevo, caminando hacia el otro lado
de la habitación, donde una estantería estrecha contenía más parafernalia de
superhéroes.
—Te dije. Estoy tratando de no parecerme en nada a mi padre, y él nunca lo
habría hecho…

Cuando se apagó, volví mi atención a lo que fuera que había atrapado la suya, y
mi estómago cayó a mis pies. Oh, mierda.

Cogió la bola de nieve hecha en casa que estaba en el estante superior y la ahuecó
en una mano. Con los ojos muy abiertos, se volvió hacia mí.

—Eres tú.

Tragué alrededor del nudo del tamaño de una toronja en mi garganta. ¿Por qué
había pensado que hacer tres bolas de nieve idénticas era una buena idea? Por
supuesto, me iban a atrapar. Aun así, no estaba lista para admitirlo. No a Carter.

—No sé a qué te refieres.

Me miró, sus ojos verdes se llenaron de una serie de emociones que no pude
descifrar.

—Tú eres quien le ha estado enviando regalos a Caroline. No te molestes en


negarlo. Sé que eres tú.

Solté el aliento que había estado conteniendo. No había forma de salir de esto
ahora. Necesitaba reconocerlo y seguir adelante.

—¿Estás enojado?

Sus cejas se juntaron.

—¿Por qué estaría enojado?


411
—Porque soy yo, y tu hermana probablemente no apreciaría los regalos, si
supiera que son míos.

Volvió a mirar la pequeña bola de nieve del pequeño frasco, pero no habló. Froté
mis palmas en mis jeans, esperando que dijera algo. Cualquier cosa.

Finalmente, devolvió la bola de nieve al estante y preguntó:

—¿Por qué lo hiciste?

—Para agradecerte.

Su mirada sorprendida se alzó hacia la mía.


—¿Qué quieres decir?

—Después de todo esto —dije, haciendo un gesto hacia el árbol y las


decoraciones—, animé a Micah a mostrar su bondad. Y ahí fue cuando se me
ocurrió. Mencionaste que te sentías mal porque Caroline se estaba perdiendo todas
las festividades de este año y yo quería hacer algo. —Froté las palmas en mis jeans
de nuevo—. Pensé que los regalos podrían levantarle el ánimo.

Él todavía no respondió, lo que resultó en más divagaciones por mi parte.

—Sé que es una tontería.

Guirnaldas de copos de nieve, muñecos de nieve hechos a mano y un ramo de


bastones de caramelo. ¿Por qué había pensado que Caroline Hastings-Davenport, de
todas las personas, se preocuparía por la basura casera?

—Realmente esperaba que los regalos la hicieran sonreír. Y eso, de alguna


manera, te harían sentir mejor por el hecho de que ella esté atrapada...

De repente, mis palabras fueron interrumpidas por la boca de Carter aterrizando


en la mía. Todo mi cuerpo se puso rígido en estado de shock. Excepto por mis labios.
Parecían tener una mente propia, respondiendo a los suaves y suntuosos de él como
si ya lo hubiéramos hecho cientos de veces.

El beso terminó antes de que mi cerebro tuviera la oportunidad de alcanzar mi


cuerpo. Sus ojos acariciaron mi rostro y yo simplemente lo miré, sin saber qué pensar
o sentir.

Esto no fue como cuando Wyatt me besó la primera vez. En ese momento, ya
sabía que esperaba el beso. Incluso lo animé.

No esta vez. A pesar de la pregunta de Carter sobre la posibilidad de un


412
‘nosotros’ la semana pasada, nunca se me había ocurrido que él pudiera animarse y
besarme. Porque sabía de mi relación exclusiva con sus dos mejores amigos,
obviamente. Pero, también, porque honestamente no podía imaginar que Carter
Hastings estuviera interesado en mí de esa manera.

¿Cómo había sucedido eso?

Se aclaró la garganta y dio un paso atrás.

—Lo siento. Ahora no era el momento para eso.

¿Ahora no era el momento? ¿No quiso decir que no debería haber hecho eso?
Mientras intentaba enmarcar una respuesta, Micah salió de su habitación.

—¡Hecho!

En piloto automático, tomé la hoja de trabajo que me entregó y la revisé. Pero,


con el beso de Carter aún fresco en mis labios y en mi mente, todo lo que podía ver
era un revoltijo de números en la página. Dejando el papel sobre la mesa, dije:

—Lo comprobaré más tarde.

No había forma de que Micah los hubiera realizado todos bien después de solo
unos minutos. Pero eso parecía un problema para mañana. De todos modos, lo
sacaría de la escuela todo el día para la audiencia.

—¿Podemos ir ahora? —preguntó, ni siquiera tratando de ocultar su


anticipación. Le daría otro año, entonces sería demasiado genial para mostrar algo
cercano a la emoción.

—Sí, pero primero tenemos que agarrar las bolsas de la compra que están en la
encimera de la cocina.

Micah tomó una de ellas y se asomó al interior.

—¿Estamos haciendo galletas de azúcar?

—Sí.

Era la única promesa que podía cumplir ahora mismo. Y como era mi noche
libre, esta noche era el momento perfecto. Bueno, antes de que Micah se rompiera el
brazo, habría sido el momento perfecto. Pero como no podíamos viajar atrás en el
tiempo, esta noche era tan buena como iba a ser.
413
Carter tomó ambas bolsas con los suministros y nos siguió a Micah y a mí fuera
del apartamento. Mientras yo cerraba la puerta, se inclinó hacia mí.

—Yo les diré. Pero no te preocupes, no se enojarán.

A pesar de la declaración críptica, no hacía falta ser un genio para entender su


significado.

—¿Cómo lo sabes? —susurré de vuelta.

Sonrió con confianza.

—Supongo que tendrás que confiar en mí.


Confianza. Siempre volvía a eso, ¿no?

—Supongo que sí.

Durante la siguiente hora, casi pude fingir que todo era normal. Como si Carter
no me hubiera besado de la nada. Como si la audiencia de custodia no estuviera
colgando sobre mi cabeza. Como si Asher no quisiera arruinar mi vida.

Tan pronto como llegamos al apartamento de los chicos, hice la masa para
galletas, mientras los chicos se sentaban en los taburetes de la barra, observando, para
que tuviera mucho tiempo para relajarse antes de que la extendiéramos. Luego, el
grupo decidió por unanimidad que las hamburguesas estaban en orden para la cena.

Cuando Brady se dirigió al techo para hacerse cargo de la parrilla, lo seguí. No


habíamos pasado ningún tiempo solos desde que recibí el papeleo de custodia, y ya
era hora de que me disculpara con él.

—Lo siento —espeté tan pronto como llegamos al techo.

—¿Por qué?

—¿Supongo que Wyatt te habló de nuestra... discusión la otra noche?

—No entró en detalles, pero estaba bastante molesto cuando llegó a casa.

No es de sorprenderse.

—Bueno, técnicamente, fui una idiota con Wyatt, pero también te debo una
disculpa. Instintivamente me aparté de ustedes dos tan pronto como pareció que esta
relación se estaba poniendo demasiado difícil.

»No te merecías eso. No cuando has sido tan comprensivo conmigo. Y tan 414
increíblemente bueno con mi hermano. Cometí un error y lo siento.

Brady dejó la fuente de hamburguesas a un lado de la parrilla y luego me


envolvió en un abrazo.

—Lo entiendo. Estabas asustada y estresada, y no hay peor combinación.

—Aun así, no excusa mi comportamiento. De ahora en adelante, voy a correr


hacia ustedes, no lejos de ustedes.

—Me alegra. —Plantó un beso suave y sensual en mis labios—. ¿Qué te hizo
cambiar de opinión?

—Lo averigüé.
Levantó las cejas en una pregunta silenciosa.

—Todo es mejor cuando estamos juntos.

Sus ojos marrones buscaron los míos por un momento prolongado, y luego se
rio entre dientes.

—Realmente es así de simple, ¿no? Estamos mejor juntos.

El resto de la velada fue lo suficientemente dulce como para adornar la portada


de una tarjeta de Navidad. Después de la cena, Carter, Wyatt y Brady se turnaron
para ayudarme a extender la masa. Y Micah usó el surtido de cortadores de galletas
que había traído, y algunos que los chicos habían recogido, para cortar las formas
que quería.

Una vez que el primer lote estuvo fuera del horno y se enfrió, nos sentamos todos
juntos a la mesa y comenzamos a decorar. Desde un punto de vista artístico, Wyatt,
Brady y Micah eran bastante malos en eso, pero no dejaron que eso les impidiera
divertirse. O por tener una pelea de dulces y glaseado que habría vuelto loco a Dodge
si Wyatt no lo hubiera encerrado en la lavandería de antemano.

Una vez hechas las galletas, todos nos reunimos alrededor del televisor para ver
Home Alone. Las risitas de Micah eventualmente se convirtieron en bostezos, y
cuando se quedó dormido en el sofá, no tuve el corazón para despertarlo.

Si esta era nuestra última noche juntos, quería que todos sus recuerdos fueran
buenos.

No, no bueno. Perfecto.

415
Hoy es la segunda vez que me dirijo a la corte por él. La primera vez, me estaba ayudando.
Esta vez, me está destruyendo.

Y no puedo evitar preguntarme si algún día volverá contra ti esa misma intención
destructiva. ¿Entrarás en un tribunal y tendrás que luchar por tu vida?

Sabiendo lo que sé ahora de él, estoy casi segura de que la respuesta es sí. Y espero como el
infierno que ambas logremos salir victoriosas.

El camino hacia el juzgado fue sombrío.

Wyatt cambió a la estación de radio favorita de Micah, pero no ayudó. Se quedó


mirando por la ventana del pasajero delantero, luciendo como un niño perdido en
lugar del preadolescente que era. Tal vez fueron los pantalones de vestir, la camisa
blanca y la corbata. La ropa no se veía natural en su delgada figura.

O quizás era el hecho de que él se sentía tan perdido como yo.

No es que estuviera permitiendo que esos sentimientos se filtraran en mi rostro.


Jennifer Roberts me había enseñado a presentarme hoy. Llevaba el mismo traje de 416
negocios que había comprado para la audiencia anterior. Y se suponía que debía
proyectar un aire de confianza. Según ella, si pareciera segura en mis decisiones en
lo que respecta a Micah y mi vida amorosa, tal vez el juez estaría de acuerdo.

Parecía una exageración, pero tenía la intención de seguir todas sus


instrucciones. Cualquier cosa que pueda ayudar.

Brady tomó mi mano por el asiento trasero y la apretó suavemente. Levanté la


cabeza para mirarlo y su sonrisa era triste pero alentadora. Wyatt y él todavía estaban
convencidos de que todo saldría bien.

Solo deseaba poder estar tan segura.


Nos encontramos con Martha fuera de la sala del tribunal. Se quedaría con
Micah hasta que el juez quisiera hablar con él. Si el hombre decidía hablar con él.

Le revolví el pelo, como siempre.

—Va a estar bien, amigo.

Cuando las palabras se derramaron de mi boca, esperaba en Dios que no fueran


una mentira.

Asintió y se arrastró hasta el banco al otro lado del pasillo. Lo miré, odiando no
haber podido evitarlo. Después de unos meses de estabilidad, su vida volvió a ser
convulsa. Y, a pesar de que quería culpar al maldito de Asher Davenport, no pude
evitar sentir que esto era todo, mi culpa.

—¿Oye, Micah? —llamé, incapaz de dejarlo así. Se giró para mirarme—.


¿Todavía me amas?

Esperé con la respiración contenida hasta que finalmente me recompensó con


una pequeña sonrisa.

—Sí, Scar. Hasta Neptuno y de regreso.

Mi tensión se alivió un poco, entré a la sala del tribunal, dejando a Brady y Wyatt
en el área de asientos públicos para unirme a Jennifer en la mesa de abogados.
Parecía que ya estaba trabajando duro, haciendo referencia a algo en su computadora
portátil y garabateando en su bloc de notas.

Cuando tomé el asiento vacío junto a ella, se detuvo para mirarme.

—Buenos días.
417
—Buenos días.

No había absolutamente nada bueno en ello.

—¿Conoces el plan?

—Solo tengo que decir la verdad, ¿verdad?

Ella arqueó una ceja perfectamente esculpida.

—Sí, pero preferiblemente la mejor versión de la verdad.

—Entendido.
Mi mente divagó mientras esperábamos que comenzara la audiencia. Pero aún
noté el momento en que llegó Sherilee. Fue como si un viento frío entrara en la
habitación, haciendo que la atmósfera se volviera más sombría. Me disparó otra de
sus sonrisas mientras tomaba asiento al otro lado del pasillo, y la ignoré
cuidadosamente. ¿Qué sentido tenía participar?

Cuando el alguacil apareció por una puerta lateral para anunciar al juez, miré
detrás de mí. Jill y Elsie se habían unido a Wyatt y Brady, pero Carter estaba ausente.
Me sorprendió, a pesar de que en realidad nunca había dicho que estaría aquí. Solo
lo había asumido.

Todos nos pusimos de pie cuando el juez Smith entró en la sala del tribunal y
ocupó su lugar detrás de su banco. Pasó varios minutos escaneando el archivo frente
a él antes de levantar su cabeza gris para dirigirse al abogado de Sherilee, quien
claramente fue pagado por Asher.

—Poner en peligro a un menor es una acusación que me tomo muy en serio.


Espero que tenga la evidencia para respaldar sus afirmaciones.

El abogado de aspecto hábil se puso de pie.

—Sí, señoría. Creemos que lo hacemos.

—Está bien, entonces prosiga.

Primero llamó a Cara al estrado, y ella me dio una mirada de disculpa cuando
pasó a mi lado. Sabía que no era culpa suya, tenía información relevante y eso
significaba que estaba sujeta a que la llamaran como testigo involuntaria.

Mientras escuchaba a Cara y luego a Sherilee compartir sus versiones de los


eventos del sábado, tuve que esforzarme para no hundirme en mi asiento. No 418
importaba que mi presencia probablemente no hubiera hecho ninguna diferencia. La
culpa todavía me carcomía.

El abogado era particularmente experto en hacerme parecer un tutor


incompetente, y cada acusación de negligencia era como una flecha con punta de
veneno directo a mi corazón.

Después de que Sherilee terminó de contar una historia que era lo


suficientemente empalagosa como para un libro para niños, el investigador privado
responsable de las fotografías del acosador fue llamado al estrado. Cuando lo
reconocí como el hombre que me había entregado el sobre en el bar el sábado por la
noche, ni siquiera me sorprendí. Obviamente estaba haciendo todo el trabajo sucio
de Asher.
Mientras el investigador privado explicaba cómo había obtenido las fotos,
Jennifer lanzó una serie de objeciones. En particular, se opuso a las fotografías
tomadas desde el techo al otro lado de la calle del apartamento de los chicos, citando
que habían sido obtenidas ilegalmente ya que teníamos una expectativa razonable de
privacidad dentro del apartamento con las persianas cerradas.

El Juez Smith anuló sus objeciones y oficialmente hizo que las candentes fotos
se hicieran públicas. Increíble.

Estaba empezando a pensar que nada saldría a mi manera, hasta que Jennifer
comenzó a interrogar al investigador principal en el interrogatorio.

—¿Quién lo contrató para tomar fotos de mi cliente?

—Un ciudadano preocupado.

—Por favor sea especifico.

—No tengo la libertad de revelar la identidad de mi cliente —insistió.

—Responda la pregunta —dijo el juez con impaciencia.

El investigador privado vaciló y finalmente dijo:

—Asher Davenport.

Una ronda de jadeos sonó detrás de mí, y volví la cabeza para ver que varias
personas más habían entrado en la habitación. No conocía a ninguno de ellos por su
nombre, pero los reconocí en el bar y en la ciudad. O eran más testigos del otro lado,
o habían aparecido para ver el circo.

Jennifer no sonrió, pero lo escuché en su voz mientras hacía su siguiente 419


pregunta.

—¿Y para qué, específicamente, el Sr. Davenport lo contrató para hacer?

—Seguir a Scarlett Butler y tomar fotos de cualquier cosa que hiciera que pudiera
ser interesante.

—¿Le dio alguna razón para su interés en la Sra. Butler?

—No. —Él se encogió de hombros—. Me estaba pagando el doble de mi tarifa


habitual, así que realmente no me importaba.

Jennifer le hizo más preguntas, pero ninguna de ellas había sido tan reveladora
como el hecho de que Asher fue quien lo contrató. Sin embargo, no estaba segura de
que la información ayudara tanto. Al juez Smith probablemente no le importaba por
qué se habían tomado las fotos. El hecho de ellas, así como mis relaciones con dos
hombres, existieran era el problema.

Cuando finalmente fue nuestro turno de presentar nuestro caso, Jennifer llamó
a Elsie como mi primer testigo de carácter. La ex bibliotecaria tenía más que decir de
lo que esperaba. Habló de cómo me conocía desde que tuve la edad suficiente para
caminar hasta la biblioteca por mi cuenta. Cómo había sido inteligente y responsable,
siempre devolviendo mis libros a tiempo.

Luego, pasó a describir nuestras interacciones durante los últimos meses. Cómo
me ofrecí voluntariamente, que fue una exageración, para llevar a cabo la colecta de
libros para niños y trabajé tan duro que casi tripliqué las donaciones habituales. Una
vez más, fue exagerada, ya que la influencia de Carter había provocado la mayor
parte del aumento. Pero no iba a discutir con ella. No cuando ella era una de las
únicas personas en la ciudad capaces de hacerme lucir bien.

A continuación, Jill salió para quedarse con Micah mientras Jennifer interrogaba
a Martha Fisher. Como mi vecina de toda la vida, me conocía desde hacía más
tiempo que nadie. Aparte de Sherilee, obviamente.

La voz de Martha era temblorosa cuando explicó que mi apoyo financiero


durante los últimos cuatro años y medio fue lo único que la mantuvo fuera de la
indigencia. Continuó diciéndole a la sala del tribunal cómo, incluso cuando era
adolescente, le había escondido comestibles cuando ella no tenía suficiente dinero
para comprar el suyo.

Mordí el interior de mi mejilla, odiando que esta información se hiciera pública.


Ella había sido como una abuela tanto para mí como para Micah, cuidándonos
cuando nuestra madre no había mostrado ningún interés en nuestro bienestar. Por
supuesto, la apoyaría en todo lo que pudiera. No me convertía en una buena persona. 420
Era simplemente lo correcto, lo único que podía hacer.

Cuando Jennifer terminó de interrogarla, el abogado de Sherilee ni siquiera se


molestó en interrogarla. Probablemente porque no había nada que pudiera
preguntarle a la mujer de setenta años que no lo hiciera parecer un idiota.

Martha me dio una sonrisa temblorosa mientras pasaba junto a mí. Nada de lo
que había dicho había sido una mentira, pero todavía me irritaba que tuviera que
revelar detalles personales sobre su vida en un intento por ayudarme. Sobre todo,
porque el semblante severo del juez Smith no había cambiado ni un poco durante el
testimonio de ella o de Elsie.

Iba a conceder la orden de alejamiento, lo sabía.


Jennifer se puso de pie una vez más para dirigirse a la corte.

—Señoría, ahora me gustaría llamar a Scarlett Butler al estrado.

A pesar de la habitación demasiado cálida, los escalofríos recorrieron mi cuerpo


mientras estaba de pie sobre piernas temblorosas. Esto era todo. Tenía que defender
mis acciones, fueran justas o no.

Justo cuando di un paso hacia el estrado de los testigos, las puertas dobles en la
parte trasera de la sala se abrieron de golpe y Carter las atravesó como si fuera el
dueño del lugar.

—Hola, juez Smith —dijo cordialmente—. Esperaba poder tener una palabra.

Ni siquiera intenté evitar que mi boca se abriera. ¿Qué demonios estaba


haciendo?

El juez no pareció divertido.

—Este es un tribunal de justicia, señor Hastings. No es libre para todos.

Claramente, Carter no necesitaba presentación. Su padre probablemente había


jugado al golf con el juez Smith. O habían viajado juntos a Alaska en viajes de pesca
anuales. Eso sonaba bien.

Carter caminó hacia adelante hasta que estuvo de pie justo detrás de la pequeña
puerta batiente que nos separaba de los asientos públicos.

—Lo entiendo, Su Señoría, y me disculpo por interrumpir. ¿Pero esta audiencia


no se trata de determinar los mejores intereses de Micah Butler? Tengo una idea sobre
ese asunto que realmente necesita escuchar.
421
El juez lo miró con el ceño fruncido, pero finalmente dijo:

—Bien. Pero será mejor que me haga perder el tiempo.

—No lo haré. Lo prometo.

Cuando Carter empujó la mini puerta para abrirla, el abogado de Sherilee se puso
de pie.

—Objeción, Su Señoría. Este hombre no está en la lista de testigos y no es posible


que…

El juez Smith miró al abogado con el ceño fruncido y lo interrumpió.


—Como bien sabe, no hay lista de testigos. Esto no es un juicio. Es una audiencia
y puedo hablar con cualquiera que me plazca.

Eso hizo que el hombre se callara y se dejó caer de nuevo en su silla.

Miré a Jennifer, sin saber qué hacer. Ella se encogió de hombros, pero me hizo
un gesto para que me sentara.

—¿Tienes idea de lo que está haciendo? —me susurró una vez que estuve en mi
asiento.

—Ninguna.

Carter se paró entre las dos mesas de abogados, aparentemente esperando


instrucciones. Me llamó la atención y me lanzó un guiño sutil.

En serio. ¿Qué carajo?

El juez Smith miró fijamente a Carter.

—Ahora, señor Hastings, ¿le gustaría decirnos por qué ignoró tan
descaradamente las reglas de esta sala y decidió intervenir en este asunto?

Tragué un gemido. Oh, Dios. Había cabreado al juez, lo que solo podía empeorar
las cosas para mí.

—Me encantaría —respondió con suavidad—. Después de escuchar sobre el


incidente en el parque y las fotos que se tomaron de Scarlett, contraté a mi propio
investigador privado para investigar el asunto.

—Objeción —prácticamente gritó el abogado de Sherilee—. Sin el investigador


privado aquí para corroborar, lo que sea que este hombre esté a punto de decirnos no 422
es más que rumores.

—Está en camino, y está más que dispuesto a dejar constancia —respondió


Carter.

El juez Smith golpeó su mazo una vez.

—Anulado. Continúe, señor Hastings.

—Y lo que mi investigador descubrió es que Asher Davenport organizó el evento


en el parque. Bueno, al menos, le indicó a su investigador privado que “tomara las
medidas necesarias” para que Scarlett pareciera una madre incompetente. El
investigador privado fue el que finalmente decidió golpear a Micah con su auto.
Mientras Carter hablaba, mi visión se nubló. Oh, Dios mío. ¿Mi ex fue la razón
por la que Micah se lastimó?

Apreté los puños a mi lado. El maldito Asher Davenport era hombre muerto.

—Además —continuó Carter—, Asher le pagó a Sherilee Butler una suma global
para participar en el plan. Es por eso que ella estaba al otro lado de la calle cuando
ocurrió el supuesto accidente. Ella lo sabía de antemano.

El abogado de mi “madre” saltó, lanzando más objeciones, pero el juez Smith lo


ignoró. Dirigió su atención a Sherilee.

—¿Es eso cierto?

Me obligué a mirar al otro lado del pasillo a la mujer que me dio a luz, y se veía
exactamente como un ciervo atrapado por los faros. No había dicho una palabra,
pero no tenía ninguna duda de que era cierto: había ayudado a herir a su propio hijo.

—¿Es eso cierto? —repitió el juez con voz acerada.

Miró del juez a su abogado y de nuevo al juez. Finalmente, ella dijo en voz baja:

—Sí.

Cuando la sala del tribunal estalló en un caos, sentí un brazo masculino


rodeando mi cintura. Fue entonces cuando me di cuenta de que me había puesto de
pie y me dirigía hacia Sherilee. Probablemente para darle una bofetada en su cara
mezquina. Ya era hora de que le devolviera el favor.

Pero Carter me había detenido.

Me sostuvo contra su costado y dijo en voz baja:


423
—Tranquila, pequeño ruiseñor. Tengo esto.

¿Pequeño ruiseñor? Miré sus ojos verdes, que una vez más estaban llenos de
emociones que no podía descifrar. O eso, o estaba demasiado asustada para
descifrarlos. Porque me recordaban la ternura, el cariño y hasta el anhelo. Y esas
emociones que venían de Carter Hastings me asustaron como mi Justin Bieber
interior.

El sonido de un martillo golpeando me sacó de mis pensamientos y me aparté


de él para regresar a mi asiento. Con suerte, en todo el caos, el juez no se había dado
cuenta de mis violentos designios sobre Sherilee.
Cuando finalmente la sala se calmó, el juez Smith volvió a centrar su atención
en Carter.

—¿Hay algo más, señor Hastings?

—De hecho, sí —Me miró antes de enderezar los hombros y volverse hacia el
juez—. El hecho de que Scarlett esté siendo acusada de negligencia y de poner en
peligro a los niños es ridículo. Nunca he visto a nadie tan interesado en su niño como
ella en Micah. Y ni siquiera es su hijo. Si hubiera recibido la mitad del amor y la
atención de mis propios padres, habría pensado que era el niño más afortunado del
estado.

»Ella trabaja duro para cuidar a su hermano, y siempre está pensando en lo que
es mejor para él. Le ofrecí dinero, mucho dinero para que se fuera de la ciudad y lo
rechazó. No porque le guste Hastings y el mal trato que ha recibido de sus
ciudadanos. Porque no quería llevarse a Micah del único hogar que había conocido.

»Ella rechazó un contrato de grabación por las mismas razones.

»Trabaja en un bar pero se niega a beber ni una gota de alcohol.

»Ella se preocupa por los demás y hace cosas buenas por ellos sin esperar nada a
cambio.

»Cada acción que ha tomado desde que obtuvo la custodia de Micah ha


demostrado que ella es la mejor persona para cuidarlo.

Sus palabras me destrozaron, la referencia a Caroline me estaba matando


oficialmente. Con la esperanza de distraerme de la burbuja de emociones que
amenazaba con salir de mí, pellizqué mi pierna. Cuando eso no fue suficiente
distracción, lo pellizqué de nuevo, más fuerte. 424
Carter dio un paso adelante, su tono cambió de suplicante a confiado.

—Y si se trata de que Scarlett tenga dos novios, ¿a quién le importa? Ella es


hermosa, amable y tiene la voz de un ángel. Por supuesto, los hombres la quieren.
Demonios, yo mismo estoy medio enamorado de ella, y he pasado los últimos meses
haciendo todo lo posible para ignorarla.

Carter y el juez Smith intercambiaron más palabras, pero no escuché ninguna.


En cambio, yo mismo estoy medio enamorado de ella, repetí en un bucle constante en mi
cabeza.

¿Lo decía en serio? ¿O fue simplemente algo dicho en el calor del momento?
Pensé en nuestro beso el día anterior. Me había parecido tan correcto, incluso
cuando sabía que estaba mal. Después, había dicho, ahora no era el momento, lo que
implicaba que habría un mejor momento.

Y esa mirada que me dio hace unos minutos... había gritado cariño y tal vez algo
mucho más.

Jennifer me dio un golpe en el costado y me obligué a sintonizarme con lo que


me rodeaba.

El juez Smith estaba diciendo:

—Hagamos un breve receso y quiero hablar con Micah a solas en mi despacho.

—Por supuesto, señoría —respondió mi abogada—. Yo lo escoltaré.

—Oh, y que alguien traiga al fiscal de distrito aquí. Parece que tenemos uno o
dos criminales en la habitación.

Tan pronto como el juez salió de la sala del tribunal, el investigador privado de
Asher salió disparado de su asiento, solo para ser interrumpido en la puerta por el
alguacil.

Mientras tanto, sentí que había pasado por un huracán y me había tirado a la
orilla, empapada. Estaba exprimida y expuesta, pero agradecida de estar viva.

Y estaba segura de una cosa. Después de hoy, Carter siempre sería mi héroe.

425
Esta será mi última carta. Y ahora que estamos aquí, tengo mucho que decir. Sin embargo,
me quedo sin palabras.

Entonces, supongo que me limitaré a decirte lo único que realmente importa: lo siento.

¿He dicho eso antes? Sinceramente, no puedo recordar. Cuando esto comenzó, pedir tu
perdón nunca fue parte de mi plan. No porque no lo quisiera. Porque creí que no me lo merecía.

Pero las cosas han cambiado. Toda mi vida ha cambiado. Como me veo a mí misma.

Ahora comprendo que mis acciones fueron las de una niña. Estaba asustada, desesperada
y sola. Sobre todo, estaba sola. Necesitaba que alguien me quisiera. Que tuviera fe en mí. Que
viera por mí.

Y lamento mucho haber creído que tu esposo era esa persona.

Adiós, Caroline.

Con todo mi corazón, te deseo lo mejor.

Ante el sonido de un golpe en la puerta, agregué mi firma a la carta, la dejé caer


426
en mi cama y luego me apresuré a abrirla.

Mi héroe estaba al otro lado.

—Carter, hola. ¿Qué estás haciendo aquí?

Después de que el juez Smith negara las mociones para una orden de restricción
temporal y la modificación de la orden de custodia, todos habían salido para un
almuerzo de celebración. Y me refiero a todos. Jill, Elsie, Martha, Jennifer, Carter,
Brady, Wyatt, Micah y yo juntamos la mitad de las mesas en el pequeño restaurante
mexicano de la ciudad y nos atiborramos de papas fritas, queso y fajitas.
Luego, Wyatt, Carter y Brady habían sorprendido a Micah con un viaje a la sala
de juegos y láser tag más cercano, que estaba a una buena media hora en automóvil
de Hastings. Después de casi no dormir las últimas noches, los rechacé. Necesitaba
tiempo para descomprimirme y absorber los eventos del día.

Había sido una montaña rusa infernal, y aunque habíamos aterrizado en la cima
del mundo, seguía esperando caer en picado de regreso a la tierra.

Además, supuse que Micah agradecería pasar un rato a solas con los chicos. Por
eso la presencia de Carter me confundió. Me habían dejado hace menos de una hora.
No esperaba ver a ninguno de ellos durante un par de horas más, al menos.

Carter se apoyó en el marco de la puerta, su sonrisa era perezosa.

—Quería hablar contigo.

Mi ritmo cardíaco se disparó instantáneamente. Oh, Dios. Quería hablar.

No sabía si estaba lista para eso.

Pero no estaba segura de tener otra opción.

Tratando de que mi voz no se tambaleara, dije:

—Adelante.

Rozó su hombro contra el mío cuando pasó, y traté de no leer demasiado en la


acción. Demonios, podría haber sido involuntario. Quizás no era bueno juzgando
distancias.

No significaba que quisiera estar cerca de mí. Tocarme. Para exponer su


comentario de “yo mismo estoy medio enamorado de ella”. 427
Después de cerrar y ponerle seguro a la puerta, me volví para encontrarlo justo
frente a mí, con las manos metidas en los bolsillos y su sonrisa sin cambios.

—¿Qué pasa?

¿Qué pasa? Me burlé interiormente. ¿De verdad, Scarlett? ¿Eso es lo mejor que puedes
hacer cuando el hombre asaltó un castillo por ti esta mañana?

Aclaré mi garganta.

—Quiero decir, ¿de qué querías hablar?


Los ojos verdes de Carter brillaron divertidos y sentí que me quemaba la piel.
¿No debería ser mejor interactuando con el sexo opuesto a estas alturas? Tenía dos
novios, extraordinariamente calientes, por el bien de Dolly Parton.

—No tuve la oportunidad de decirlo antes, pero me alegro de que todo haya
salido bien hoy. Lo siento por llegar tarde. Mi investigador estaba trabajando hasta
el final para obtener toda esa información.

—Funcionó gracias a ti.

Lo miré, todavía sin entender del todo por qué había ido tan lejos para asegurarse
de que Micah se quedara conmigo. Inmediatamente después de la audiencia, le di las
gracias con unas breves palabras y un abrazo, pero no había sido suficiente. No estaba
segura de qué sería suficiente.

—No solo yo. Todo lo que dije fue la verdad.

¿Todo?

Se llevó las manos a los bolsillos traseros, haciéndome preguntarme si no estaba


tan a gusto como parecía.

—Eres la mejor persona para cuidar de Micah, algo que es obvio para todos los
que te conocen.

—Aun así... si no hubieras contratado a un investigador privado e interrumpido


la audiencia de esa manera, creo que las cosas habrían resultado muy diferentes.
Quiero darte las gracias como es debido, pero no tengo ni idea de cómo.

—Podrías besarme.

Su expresión permaneció ligera, pero no dio señales de que estuviera bromeando.


428
Una bandada de mariposas tomó vuelo en mi vientre incluso cuando aumentaba el
pánico.

—Carter, me siento halagada.

¿Cómo podría no estarlo? Hace unos meses, esperaba que él fuera mi villano
personal de Disney, encontrando constantemente formas de derribarme. Pero nada
podría haber estado más lejos de la verdad. Se había transformado en un príncipe y
me había rescatado incluso cuando no sabía que necesitaba ser rescatada.

—Antes de empezar con el ‘pero’ que viene, déjame explicarte. Sé que


probablemente parece que estoy tratando de convencerte de que engañes a tus novios,
pero ese no es el caso en absoluto. Wyatt y Brady ya saben lo que siento por ti y están
de acuerdo con eso.

Hizo una pausa, dando a sus palabras la oportunidad de asimilarlas. No es que


tuviera idea de qué hacer con ellas una vez que se hundieran.

—¿Está bien?

—Esto no está saliendo bien. —Se pasó los dedos por su cabello rubio oscuro y
suspiró—. Tenía todo este discurso preparado, pero ahora que estás parada frente a
mí, toda inocente y sexy, no puedo recordar nada.

—¿Inocente y sexy?

Caray. Lo estaba matando con repeticiones. ¿Qué era yo, un loro?

—Sí. —Sus ojos devoraron mi rostro como si fuera su última comida—. Tienes
esa cosa natural sensual, pero ahora que te conozco mejor, veo tu dulzura también.
Y la combinación es una maldita distracción.

—Oh.

Porque, ¿qué más puedo decir a eso?

—Nos estamos desviando. —Se pasó los dedos por el cabello de nuevo, haciendo
que algunos mechones se le pegasen hacia arriba. Reprimí una sonrisa. Me gustó ver
a Carter desordenado—. Mierda. ¿Por qué estoy tan nervioso?

En lo que se sintió como una fracción de segundo, cruzó el pequeño espacio entre
nosotros y levantó sus manos hacia la parte de atrás de mi cuello. A diferencia de
cuando me había besado ayer, el movimiento no fue una sorpresa total. Pero eso no
significaba que estuviera más preparada para su toque. El contacto causó el mejor
429
tipo de chispas eléctricas, enviando descargas placenteras desde la punta de sus dedos
hacia mi cuerpo.

—Solo lo voy a decir. Me estoy enamorando de ti, Scarlett, y quiero saber si me


darás una oportunidad.

Y ahí estaba. A pesar de las señales, había estado negando su interés. Pero no
quedó más claro que me estoy enamorado de ti. Mi corazón dio un vuelco, haciendo
una pequeña sacudida dentro de mi pecho. Pero mi duda rápidamente le dijo que se
sentara.
—¿Está seguro? Quiero decir, ¿cómo sabes que no es simplemente un caso
extremo de FOMO? —Cuando me miró sin comprender, agregué—: Ya sabes,
miedo a perderte algo.

—Sí, sé lo que significa FOMO. Simplemente no sé cómo responder a eso.


Porque es ridículo.

—No lo es. Has visto a tus dos amigos más cercanos ahondar en una relación
con la misma mujer, y es natural sentirse excluido.

Carter se rio mientras pasaba sus pulgares por el hueco de mi cuello.

—FOMO se aplica cuando decides hacer esnórquel en aguas profundas a pesar


de que le temes a los tiburones. No se aplica a decirle a la novia de tus mejores amigos
que te estás enamorando de ella.

Ugh. Intencionalmente estaba siendo obtuso.

—Bien, entonces, tal vez sea el efecto de la fruta prohibida. Teniendo en cuenta
mi historial con tu cuñado, naturalmente estoy fuera de tu alcance. Lo que me hace
parecer más deseable de lo que realmente soy.

—No te ves a ti misma con claridad si crees que necesito ayuda para detectar lo
deseable que eres.

—Carter —resoplé—. Lo digo en serio.

Pasó su boca sobre mi ceja.

—¿Es esta tu forma educada de decirme que no estás interesada en mí como más
que como un amigo? Si es así, lo entiendo. Fui un idiota contigo durante más tiempo
de lo que he sido un amigo.
430
La forma en que sus suaves caricias me estaban convirtiendo en papilla me dijo
que ese no era el problema.

—Esto es simplemente... No lo sé. Inesperado. Y confuso. Y demasiado bueno


para ser verdad.

¿Cómo sabía que Brady y Wyatt estaban realmente de acuerdo con hacer de
nuestro trío un cuarteto? Quiero decir, confiaba en que Carter me dijera la verdad.
Pero no podía estar de acuerdo con nada sin hablar con ellos.

—¿Y si lo tomamos con calma? —Besó mi otra ceja—. Ir a citas. Llegar a


conocernos. Déjame cortejarte.
Ante eso, no pude resistirme a sonreír.

—Oh, vas a cortejarme, ¿verdad?

—Sí. Tengo la sensación de que nunca te han cortejado como es debido, y eso es
una lástima.

Él estaba en lo correcto. Asher me había seducido. Brady había clavado esa


primera cita en el techo, pero las cosas se habían puesto serias tan rápido que no
habíamos vuelto a hacer nada parecido. Y Wyatt había logrado saltarse todos los
pasos, convirtiendo nuestra amistad en amor con solo pestañear con sus hermosos
ojos azules hacia mí.

—No quiero presionarte. Pero también tengo que decirte que creo que
estaríamos muy bien. Tu y yo. Y nosotros cinco. Podemos ser la familia amorosa
para los otros que nunca hemos tenido solos.

Maldita sea. Incluso se había acordado de incluir a Micah en el recuento.

Traté de pensar en su oferta de manera racional. Considerar todas las


implicaciones. Completar una lista de pros y contras mentales. Pero, cuando se
trataba de eso, solo había una cosa que me frenaba.

—¿Y tu hermana?

Si me pusiera en los zapatos de Caroline, estaría más que enojada con él por
siquiera considerar salir conmigo. Y lo que estaba ofreciendo iba más allá de las citas.
Porque, a menos que nos estrellemos y nos quememos por completo como pareja, es
probable que las cosas se pongan serias entre nosotros rápidamente. Era inevitable,
dadas mis relaciones con Wyatt y Brady.

Carter desvió la mirada, pero solo por un momento.


431
—Sé que será difícil para ella al principio, pero creo que se adaptará.

—¿Y si no lo hace?

—Ella es mi hermana y la amo, pero no soy tan abnegado como tú. Pondré mi
propia felicidad en primer lugar, si de eso se trata.

—No te creo. No cuando has sido tan protector con ella.

Él suspiró.

—No creo que entiendas cuánto quiero esto. A nosotros.


Tenía tantas ganas de decir que sí que me dolía físicamente la necesidad de
pronunciar la palabra. Pero no supe cómo. No cuando hacerlo probablemente le
causaría a Caroline aún más dolor. Quizás no hoy ni la semana que viene. Pero,
eventualmente, se enteraría de nosotros y volvería a experimentar el aguijón de la
traición. Por mí.

—No sé si puedo hacerle eso.

—Entonces, déjame ser yo quien lo haga. Eres inocente aquí. Este es todo sobre
mí. —Besó la punta de mi nariz—. Dime que sí, Scarlett. Di que me darás una
oportunidad.

El recuerdo de Carter irrumpiendo en la sala del tribunal esta mañana brilló en


mi mente, y mi corazón se llenó de más emociones de las que sabía qué hacer.
Excepto por una: adoración. No podía admitir estar enamorada de él. Todavía no
estábamos allí. Pero adoraba malditamente a este hombre.

No solo porque había salvado el día. Porque se había abierto conmigo sobre su
familia. Y nos dio la bienvenida a mí y a Micah en su casa. Y alegró el día de mi
hermano pequeño en más de una ocasión.

Sobre todo, porque estaba tomando un riesgo extraordinario conmigo. Y, ahora,


era hora de que yo hiciera lo mismo.

—Sí. Pero solo después de que lo aclare con Brady y Wyatt —agregué
rápidamente.

No había forma de que me saltara ese paso.

—Trato. —Se movió de lleno a mi espacio personal, de modo que estábamos de


muslo a muslo y de pecho a pecho—. ¿Podemos sellarlo con un beso? 432
Levanté la cabeza para mirarlo y mis labios se separaron por sí mismos. Debió
haber tomado el leve movimiento como aquiescencia, porque apretó su agarre en la
parte de atrás de mi cuello y bajó su boca hacia la mía.

El beso no fue suave y dulce. Tampoco fue exigente ni devastador. Era el término
medio perfecto. Un encuentro de dos personas dispuestas a tomarse su tiempo.
Explorador. Provocador. Aprendiendo.

Deslizó su exuberante boca sobre la mía durante agonizantes segundos antes de


trazar mis labios con su lengua, llegando a conocerlos íntimamente. Sin embargo, no
los abrí para él. Si quería cortejarme adecuadamente, lo dejaría.

E iba a disfrutar cada segundo.


433
El Broken Spur estaba una vez más, lleno hasta los bordes, y ni siquiera me
importaba. La Navidad era en cuatro días. Carter y yo íbamos a nuestra primera cita
mañana. Y Micah estaba pasando la noche en la casa de Evan, lo que significaba que
tenía una fiesta de pijamas para adultos con mis novios.

Sería mi primera noche en su apartamento desde que nos juntamos oficialmente,


y probablemente debería haberme preocupado por la posible incomodidad. ¿En la
cama de quién dormiría? ¿Nos turnaríamos? ¿Todo dependía de mí o ellos me darían
su opinión?

Pero no estaba preocupada por nada de eso. La vida era buena, e incluso la noche
de karaoke en Broken Spur no fue suficiente para deprimirme.

Jill golpeó su bandeja de servir en la barra frente a mí.

—Mierda. La mujer más sexy que he visto en mi vida, aparte de ti, por supuesto,
está sentada en mi sección.

Me reí.

—Está bien. Puedes pensar que alguien es más sexy que yo. No me ofenderé.

Dejó que su mirada se arrastrara sobre mis labios rojos, hasta mi escote y luego
mi trasero.
434
—No, todavía eres más caliente. Ella es un poco flaca para mi gusto.

—Sabes, si fueras un chico, nunca te saldrías con la tuya con esos ojos tan
descarados.

—Oh, lo sé. —Ella sonrió—. Uno de los muchos beneficios de ser mujer.

Deslizándose detrás de la barra para servir cervezas, dijo:

—De todos modos, estoy seriamente muda con esta mujer, lo que nunca me
pasa. Ella es un poco mayor. Quizás a principios de los treinta. Pero felizmente me
dejaría caer en su regazo e inspeccionaría sus amígdalas, si tuviera la oportunidad.
Hice una pausa en agitar un Old Fashioned para mirar a mi amiga. Sus mejillas
estaban claramente enrojecidas y los ojos brillantes. Ella no estaba bromeando. Esta
mujer, quienquiera que fuera, había tenido un gran impacto.

—¿Crees que le gustan las mujeres?

Jill se burló.

—Sí claro. Esto sigue siendo Hastings, y no tengo tanta suerte. Sin embargo, no
significa que no pueda disfrutar de la vista.

Serví el cóctel en un vaso y lo deslicé por la barra hacia un cliente que me entregó
dinero en efectivo a cambio. Como no me di cuenta de que nadie intentaba
detenerme, me volví hacia Jill.

—¿Dónde está ella? Necesito ver este increíble espécimen.

—Mesa dieciséis. En el lado derecho del escenario, hacia el medio.

Cuando dos mujeres empezaron a chillar; eh, a cantar I Will Survive, me puse de
puntillas para tratar de ver por encima de las masas de gente. Pero fue inútil.

—Soy muy chaparra.

Jill me entregó dos jarras de cerveza.

—Ayúdame a entregar estos, y te la señalaré.

Siguiéndola detrás, hice todo lo posible para maniobrar entre la multitud sin
derramar cerveza por la parte delantera de mi blusa. En noches como esta, estaba
particularmente contenta de trabajar detrás de la barra en lugar de en el piso.
435
Después de dejar las bebidas, me detuve en medio de la habitación para buscar
la mesa dieciséis. Me tomó un minuto, pero finalmente vi a la mujer en cuestión. Era
deslumbrante, con cabello largo, castaño oscuro, pómulos altos y labios carnosos.

Y yo la conocía.

Mi pecho se apretó y, de repente, estaba allí de regreso. Mirando a esta hermosa


mujer a través de la ventana del restaurante. Verla cenar con su esposo, como si
fueran la pareja ideal, felizmente casada.

—Caroline —susurré.

—¿Qué? —preguntó Jill—. ¿Dijiste algo?


Negué con la cabeza y la habitación empezó a dar vueltas.

—¿Puedes cubrirme? Necesito un poco de aire.

—Sí, seguro.

Finalmente, apartando mi mirada de la mujer al otro lado de la habitación, me


di la vuelta y me dirigí directamente a la parte trasera de la barra. Mientras caminaba
por el pasillo, fui interceptada por un ancho pecho.

Mirando a Wyatt, le pregunté:

—¿Sabías que ella iba a estar aquí?

—¿Quién?

—Caroline.

Sus cejas se alzaron.

—¿Caroline Hastings?

Asentí.

—¿Ella está aquí? ¿Como dentro del bar?

—Sí. Mesa dieciséis.

—Bueno, mierda. —Puso unas manos grandes y de apoyo sobre mis hombros—
. Todo va a estar bien. No tienes que estar aquí si no quieres. Puedes irte a casa.

—No. —No sabía lo que se suponía que debía hacer, pero huir no era una 436
opción—. No puedo irme.

—¿Estás segura?

¿Lo estaba? Sería muy fácil ceder a la tentación de huir. Pero me negué a tomar
el camino más fácil.

—¡Scarlett! —Al oír la voz de Carter llamándome por mi nombre, me giré—.


Caroline no me dijo que vendría —dijo antes de que tuviera la oportunidad de
hablar—. Lo siento si verla te molestó.

Quería reírme. Qué diferencia hicieron un par de meses. No había pasado tanto
tiempo que había estado tratando de pagarme para que me fuera de la ciudad para
que ella no tuviera que verme.
—Fue un shock.

—Lo apuesto.

—¿Sabes por qué está aquí? Quiero decir, se suponía que debía permanecer en el
centro de recuperación hasta después del primero del año, ¿verdad?

Un destello de algo que se parecía mucho a la culpa cruzó su rostro.

—Creo que podría saber por qué está aquí.

—Está bien…

—Hay algo que necesito decirte y no te va a gustar.

Si mi cabeza no estuviera ya dando vueltas, su tono habría provocado un caso


grave de vértigo.

—¿Qué es?

—Encontré tus cartas.

Mis... ¿cartas?

Pensando en ello, me di cuenta de que no las había visto en los últimos días.
Después de regresar a casa de la audiencia el miércoles, escribí la carta final...
entonces, el golpe en mi puerta me interrumpió, y la dejé caer en mi cama.

Porque había llegado Carter.

—Eso no es todo —dijo sombríamente—. Me las llevé.


437
Oh, Dios.

—¿Las… las leíste?

—Solo un par, pero... bueno, se las di a Caroline.

Lo miré fijamente, su hermoso rostro se convirtió en un lío borroso mientras las


lágrimas llenaban mis ojos. Wyatt envolvió sus brazos alrededor de mi cintura,
proporcionándome calor, pero no había consuelo para mí. No cuando Carter me
arrancó el corazón del pecho y lo atropelló con su llamativo coche deportivo.

—¿Por qué? ¿Por qué harías eso?


Dio un paso adelante y tomó mi cuello entre sus manos, tal como lo había hecho
cuando dijo que podíamos ser la familia del otro. Y eso me molestó. Probablemente
me habría apartado, pero con Wyatt a mi espalda, estaba encajonada.

—Quiero que todos salgamos del pasado. Tú y Caroline e incluso yo. —Acarició
la piel de mi cuello y, a pesar del dolor que me había causado, un hormigueo subió
y bajó por mi columna—. No estoy seguro de que realmente entienda con quién está
casada, y por las cartas que vi, no tuviste ningún reparo en decírselo.

—Pero se suponía que nunca las leería.

—Quizás no, pero sé que quieres ayudarla. Mira lo que hiciste con los regalos
del Santa Secreto. Y eran la punta del iceberg en comparación con las cartas. Nada
la ayudaría, ni siquiera podría, como ellas lo han hecho.

No sabía si eran sus palabras o su toque calmante, pero mi pánico comenzó a


remitir.

—¿Ella ya las leyó?

—Sí. Justo frente a mí cuando se las di el jueves... después de que le conté lo que
sentía por ti. —Me dio un beso en una ceja y luego en la otra. No estaba segura de
cuál era su obsesión por mis cejas, pero me gustó—. El resto no es mi historia para
contar, pero ella lloró durante una buena hora mientras leía y releía las cartas. Sé que
no es mi lugar y no te culpo si me odias, pero las cartas marcaron una diferencia. No,
marcaron toda la diferencia.

Lo miré con una combinación de incredulidad y asombro. Quería estar furiosa


con él por violar mi privacidad y confianza de esa manera. Pero, extrañamente, me
sentí... aliviada.
438
Carter hizo lo que yo nunca hubiera tenido el descaro de hacer. Y lo había hecho
por todas las razones correctas.

Ahora que sabía que Caroline había leído las cartas, ya me sentía más ligera.
Como si finalmente me hubiera quitado el peso de noventa kilos llamado Asher
Davenport que había estado cargando sobre mis hombros durante años.

Pensé que escribir esa última carta significaría libertad, pero me había
equivocado.

Todo el tiempo, necesitaba contar mi historia.

Y ahora, daría un paso final hacia la redención.


Presioné mis labios contra los de Carter.

—Gracias.

Sus ojos se agrandaron.

—¿De nada?

Me reí.

—No por ir a mis espaldas. Por mostrarme lo que tengo que hacer.

—¿Qué es eso? —preguntó Wyatt, rompiendo su silencio.

Incliné mi cabeza hacia arriba para mirarlo.

—Hacer las paces de la mejor manera que sé.

Sin más explicaciones, me liberé de ambos hombres y regresé por donde había
venido, con una sonrisa en mi rostro. Después de hacer los arreglos necesarios y beber
media botella de agua, llegó el momento.

Beau, siempre el fiel maestro de ceremonias, subió al escenario.

—Vamos a tomarnos un breve descanso del karaoke… —La audiencia gimió de


decepción y él les sonrió—. Ahora, espere un minuto. No me dejaron terminar. Nos
tomamos un descanso para que nada menos que la Srta. Scarlett Butler pueda venir
aquí para una actuación especial.

Los gemidos se calmaron y varias personas comenzaron a vitorear e incluso a


silbar su aprobación. Oh, cómo habían cambiado las cosas.
439
—Así que, sin más preámbulos, ¡démosle la bienvenida a Scarlett!

La buena clase de nervios revolotearon a través de mí mientras subía las escaleras


hacia el escenario y acepté el micrófono que Beau me ofreció. Quizás una parte de
mí siempre había sabido que todo se reduciría a esto.

Consideré dar algún tipo de introducción a la canción. Pero, ¿qué podría decir
que le diera algún significado? Siempre dejaba que mi actuación contara la historia y
no había razón para cambiar eso ahora.

En lugar de usar una cinta de acompañamiento, había decidido cantar a capella


esta noche. La audiencia probablemente se preguntaría qué me había pasado. Este
no era el tipo de canción que normalmente interpretaría en un bar lleno de clientes
ruidosos.
Pero esto no era para ellos.

Era para ella y solo para ella.

Aunque sabía dónde estaba sentada Caroline, dejé que mi mirada escaneara a la
multitud. Cuando encontré a Brady, Wyatt y Carter acomodados juntos en una mesa
cerca del frente, mi corazón se iluminó. Aunque no les estaba cantando esta vez, su
presencia significaba todo.

Cerrando los ojos, inhalé por la nariz y luego lo solté lentamente por la boca.

Hora de la función.

Mientras cantaba las primeras líneas de Both Sides, Now de Joni Mitchell, escuché
un crujido en mi voz. Pero no intenté disimularlo. No se trataba de la perfección. Se
trataba de contar mi historia.

Bajo la dura luz, en el escenario del Broken Spur, expuse todo mi ser. Admití
mis decepciones. Mi perdida de esperanza. Mis inseguridades y arrepentimientos.

Los admití y luego los abracé.

Porque eran parte de mí.

Sin mis errores, no estaría aquí hoy. No tendría a Wyatt, Carter y Brady para
mostrarme cómo se supone que debe ser el amor. No habría redescubierto mis
expectativas para el futuro o mi sentido de autoestima.

Se necesitaron muchos pasos en falso para llegar aquí, pero finalmente lo


entendí. Mis errores nunca me habían definido. Simplemente me habían moldeado.

Y estaba muy satisfecha con la forma que estaba tomando.


440
—Feliz Navidad —susurró una voz masculina contra mis labios.

—Demasiado pronto —murmuré sin abrir los ojos.

¿No me acababa de quedar dormida? Todavía no podía ser hora de levantarse.

Se rio entre dientes y agarró mis caderas, sacudiéndome ligeramente.

—Sabes que Micah se levantará antes del amanecer.

Gemí y me obligué a abrir los ojos. Al encontrar a un Brady desarreglado y sin


camisa flotando sobre mí, mi estado de ánimo gruñón desapareció instantáneamente.
Todavía no estaba usando sus lentes, y su rostro parecía más joven e inusualmente
ansioso.

La vista me habría hecho sonreír, pero aún no estaba lo suficientemente despierta


para eso. Aun así, tenía suficiente capacidad mental para estar agradecida de que no
hubiera ido a Wisconsin para Navidad, después de todo. De lo contrario, me habría
perdido el despertarme así.

—¿Por qué te ves tan feliz tan temprano?

El reloj de su mesita de noche me dijo que eran unos minutos después de las seis.

—Consigo pasar toda la noche contigo en mis brazos. ¿Por qué no sería feliz? 441
Negué con la cabeza, pero no pude resistirme a sonreírle.

—Yo también lo disfruté mucho.

Aunque no pudimos haber dormido más de cuatro horas.

Brady había sido insaciable anoche. Y, está bien, podría haber sido parcialmente
responsable de la falta de sueño. Pero era bastante irresistible, y no estaba segura de
que alguna vez me cansara de su boca y sus manos y…

Mi mirada viajó por su pecho desnudo hasta sus bóxers, que no estaban haciendo
mucho para ocultar su erección. Aunque todavía estaba adolorida por nuestra última
ronda de escapadas sexuales, mi cuerpo se calentó, instándome a atraerlo hacia mí.
—Oh, no —dijo con falta de convicción mientras seguía mi mirada—. No
tenemos tiempo para eso.

Llevé mis manos hacia la banda de sus bóxers.

—¿Estás seguro de eso?

Dejó caer la cabeza y dejó escapar un suspiro entrecortado.

—Bien... ¿tal vez si somos rápidos?

Sin arriesgarme a cambiar de opinión, metí mis dedos en su ropa interior y


alcancé su sedoso eje. Cuando comencé a acariciarlo, la voz de Micah sonó a través
de la puerta del dormitorio.

—Scar, ¿ya estás despierta? Es hora de los regalos.

Brady soltó una mitad risa, mitad un gemido, y retiré mi mano con un suspiro.

—Sí, estoy despierta —grité, tratando de ocultar mi decepción—. Saldré en unos


pocos minutos.

—Está bien. Pero apúrate.

Brady depositó un dulce beso en mis labios.

—Continuará.

—Puedes contar con eso.

Después de cepillarme los dientes y lavarme la cara, me aseguré de que mi


cabello no se viera demasiado despeinado por el sexo antes de ponerme la ropa. 442
Decidiendo seguir con el look casual de la mañana de Navidad, me puse un par de
pantalones cortos de dormir a cuadros, un sostén y una camiseta roja de manga larga
que sabía que hacía que mis senos se vieran bien. Tal vez fue en vano, pero esta era
mi primera Navidad con mis novios y no quería parecer totalmente indeseable.

Tan pronto como salí de la habitación de Brady, Carter estaba allí, tirándome
del brazo.

—¿Qué…?

—Shhh. —Se llevó un dedo a la boca e inclinó la cabeza hacia su dormitorio al


final del pasillo—. Ven conmigo.
Desconcertada, lo dejé que me llevara a su habitación. Cerró la puerta
silenciosamente detrás de nosotros, luego sonrió.

—Buenos días, ruiseñor.

—Um, buenos días. ¿Qué está pasando?

Metió las manos en los bolsillos de su sudadera y se encogió de hombros.

—Poco. Solo quería saludar antes de que esta mañana se vuelva loca.

Le entrecerré los ojos. No me lo tragaba, no cuando sabía que Micah estaba


sentado junto al árbol, esperándonos con impaciencia.

—¿Cuál es la verdadera razón?

Él se rio entre dientes.

—Bien, vale. Me tienes. En realidad, hay dos cosas. —Cogió un sobre de la parte
superior de su tocador y me lo ofreció—. Caroline pasó temprano esta mañana de
camino al aeropuerto y me pidió que te diera esto. Va a pasar la semana con nuestra
madre en el lago de Como.

Acepté el sobre y lo miré mientras mi mente se aceleraba. Era una carta, tenía
que serlo. Y me moría por leerla. Pero no estaba del todo segura de querer saber qué
decía.

—No sabía si debía dártela hoy —dijo Carter—. No la he visto y...

—No. —Apreté el sobre contra mi pecho y le di una sonrisa tentativa—. Hiciste


la elección correcta.
443
Sus hombros cayeron con evidente alivio.

—Bien. ¿Quieres que te deje unos minutos?

Negué con la cabeza mientras me sentaba en el borde de su cama.

—¿Quédate conmigo?

No quería hacer esto sola.

—Por supuesto.

Se sentó a mi lado, volviendo muy deliberadamente la cabeza para no leer por


encima de mi hombro.
Con dedos temblorosos, saqué la elegante papelería del sobre y respiré hondo
antes de comenzar a leer.

Solicité el divorcio y tengo que agradecértelo.

No de la forma en que probablemente estás pensando. Sí, tu relación con mi esposo fue el
catalizador. Pero, si todo lo que hubiera necesitado era enterarme del asunto, lo habría
presentado hace meses.

Meses atrás, no era lo suficientemente fuerte como para alejarme de él. No era lo
suficientemente fuerte para aceptar que estoy mejor sin él. No era lo suficientemente fuerte para
admitir que estuve casada con una serpiente durante casi una década. Y no era lo
suficientemente fuerte para hacer mi propio camino.

Hasta que leí tus cartas.

Me hiciste aceptar.

Me hiciste admitir.

Me hiciste querer más.

No me malinterpretes, te odio. Bueno, quiero odiarte. Bueno, está bien. Solía odiarte. Pero
ya no estoy segura de poder hacerlo. No después de que te abrieras el pecho para dejarme ver el
interior.

No puedo decir que te perdono. Aún no he llegado a ese punto. Pero te entiendo. Entiendo
por qué mi hermano se siente atraído por ti. Y, tal vez, eso es lo mejor que podemos esperar.

Por ahora.

444

Leí la carta tres veces antes de pasársela a Carter. Y, sorprendentemente, mis


ojos estaban secos cuando lo hice. La confusa mezcla de alivio, tristeza y placer que
sus palabras evocaban podría haberme convertido en un lío lloroso. Hace una
semana, probablemente lo hubieran hecho.

Pero, como Caroline, ahora era más fuerte.

Finalmente dejé ir el odio hacia mí misma al que me había aferrado con tanta
fuerza. Y no tenía ninguna intención de permitir que volviera a entrar.
Carter envolvió un brazo reconfortante alrededor de mi espalda.

—¿Estás bien?

Le sonreí.

—Sí, realmente lo estoy. Ahora, ¿qué era la otra cosa que querías decirme?

Estoy bastante segura de que estaba preparada para cualquier cosa después de la
primera sorpresa del día.

Se mordió el labio inferior lleno.

—Hice algo de improviso y me preocupa que te enojes cuando te enteres.

Bien, estaba retirando mi declaración anterior. Quizás no estaba preparada para


nada.

—¿Qué tipo de algo?

Se puso de pie y caminó hacia la puerta del baño.

—Ven a verlo tu misma.

Lo seguí con una creciente sensación de curiosidad y temor. Asomando la cabeza


por la puerta ahora abierta, mi boca se abrió.

—Oh, Dios mío.

Una pequeña bola de pelusa de color marrón oscuro estaba tendida sobre un
montón de mantas en una caja de alambre. Tan pronto como nos vio, se puso de pie
sobre sus patitas y meneó la cola. 445
Carter abrió la puerta de la caja y recogió la bola de pelo, acunándola en sus
brazos.

—¿No es el más lindo?

Extendí la mano para pasar mi mano por el suave pelaje del cachorro.

—Lo es. Pero, ¿por qué iba a estar enojada? —La comprensión me golpeó y
gemí—. Por favor, dime que no lo compraste para Micah.

—Um... ¿No lo compré para Micah?


—Mierda, Carter. ¿Que estabas pensando? —Di un paso atrás y me froté la
nuca—. Has visto mi apartamento, parece una caja de zapatos. Ese no es lugar para
un cachorro.

—Pero es pequeño, y es de la misma raza que Dodge, por lo que seguirá siendo
pequeño cuando sea adulto. —Levantó la bola de pelo para que me mirara
directamente—. ¿Y cómo puedes resistirte a esta cara? Especialmente cuando sabes
lo mucho que Micah quiere un cachorro.

Lo fulminé con la mirada incluso cuando me encontré cediendo. Mi hermano


había estado pidiendo un perro durante años. Esta sorpresa sería una de las mejores
de su vida. Y, después de todo lo que había pasado, ¿no se lo merecía?

—Bien. —Suspiré, tomando al cachorro de sus brazos—. Tienes razón. No


puedo resistirme a esa cara. —Le sonreí y me reí cuando me lamió la muñeca—. Eso
da cosquillas.

Al escuchar el clic distintivo de una foto tomada con un teléfono celular, miré
hacia arriba y Carter tomó otra.

—No podía perderme este momento.

—¿Te refieres al momento en que me engañaste para que aceptara al cachorro?

Me sonrió, luciendo extremadamente orgulloso de sí mismo.

—Precisamente. —Luego, dio un paso adelante y me besó suavemente—.


Además, te ves hermosa, y no pude evitarlo.

—Eres demasiado encantador para tu propio bien.

—¿Lo soy? Creo que soy lo suficientemente encantador.


446
Fingiendo estar molesta, empujé al cachorro de regreso a sus brazos.

—Toma este pequeño monstruo antes de que cambie de opinión.

—Lo que sea. Estás totalmente enamorada.

La forma en que me miraba me hizo pensar que estaba hablando de algo más
que del perro. Y, maldita sea, tenía razón.

Claro, solo habíamos estado en una cita oficial, donde él me cortejó como
prometió. Me había llevado a Dallas por el día y me sorprendió con una cena elegante
y entradas para un espectáculo de Broadway.
Nos lo habíamos pasado genial. Pero la extravagancia no fue lo que me afectó.
Fue el pensamiento que puso en todo lo que hizo. Y conseguirle a Micah un cachorro
clasificó a la altura de una de las cosas más reflexivas de la historia. Aunque
terminaría ocupándome de él la mayor parte del tiempo.

Carter regresó a la puerta del dormitorio y asomó la cabeza.

—Bien. Micah, Wyatt y Brady están todos en la sala —dijo en un susurro


fuerte—. Sal y distrae a Micah, y yo dejaré suelto a este pequeño.

—10-4 —le susurré falsamente.

Me sonrió, pero no dijo nada más.

En el segundo en que entré a la sala de estar, Micah se levantó de su lugar justo


en frente del árbol.

—Finalmente. ¿Qué te tomó tanto tiempo?

—Sabes que no debes hacer preguntas entrometidas en la mañana de Navidad.


—Me dirigí hacia la cocina—. ¿Qué tal un chocolate caliente?

—¿Ahora?

—¿Por qué no? Brady, Wyatt, ¿quieren un poco?

—¿No puedes hacer eso más tarde? —preguntó Micah, claramente haciendo un
esfuerzo por mantener el gemido fuera de su voz.

—Podría, pero...

En ese momento, la bola de pelo marrón oscuro pasó a mi lado y comenzó a dar 447
vueltas alrededor del sofá. Micah se quedó paralizado, mirando al cachorro como
nunca antes lo había visto.

—¿Dónde... quién... qué...?

—Pensamos que ya era hora de que Dodge tuviera un hermano pequeño —dijo
Carter mientras se paraba a mi lado y pasaba un brazo por encima de mi hombro.

La expresión abatida de Micah me golpeó en el estómago y pellizqué a Carter.

—Excepto, él puede vivir contigo y Scarlett la mayor parte del tiempo —agregó,
con una risa en su voz. Realmente era todo un bribón—. Pero tienes que prometer
que lo traerás de visita al menos una vez a la semana.
Los ojos de mi hermano se agrandaron y miró a Carter esperanzado.

—¿Quieres decir que puedo quedarme con él?

—Sí —respondió Brady mientras se inclinaba para levantar al enérgico


cachorro—. Es todo tuyo.

Le tendió al pequeño a Micah, quien lo tomó con tanto cuidado que pensaría
que le estaban dando un huevo Fabergé de valor incalculable.

Micah miró con asombro la bola de pelo que se retorcía en sus brazos.

—¿Cuál es su nombre?

Wyatt se acurrucó con un Dodge de aspecto celoso.

—Cualquiera que quieras que sea.

—Dentro de lo razonable —dije.

No confiaba completamente en que un niño de once años eligiera un nombre


apropiado.

Cuando Micah parecía estar luchando con las ideas, Brady sugirió:

—¿Qué tal un nombre de superhéroe? Thor es uno bueno.

Wyatt le frunció el ceño.

—No puedes llamar Thor a un perro pequeño.

—Pero ese es el punto. A algunas personas les gusta un poco de ironía en los 448
nombres de sus perros.

Debatieron de un lado a otro durante unos minutos, hasta que Micah finalmente
dijo:

—¡Lo tengo! Groot.

Gemí por dentro. Groot era uno de mis personajes favoritos en todas las películas
de Marvel que Micah veía una y otra vez. Pero no era el nombre más lindo para un
perro.

—Perfecto —dijo Carter, mientras Brady intervino—: Me encanta.

Y, así, me anularon. Bienvenido a la familia, Baby Groot.


Mientras Brady, Micah, Groot y Carter desaparecían para trabajar en un regalo
de último momento, me senté en el sofá y me acurruqué al lado de Wyatt.

—Feliz Navidad, cariño.

—Feliz Navidad.

Lágrimas inesperadas se acumularon en mis ojos y las limpié subrepticiamente.


Pero Wyatt todavía se dio cuenta.

—¿Qué pasa?

Intenté dar sentido a mis emociones exacerbadas y ponerlas en palabras.

—Tengo miedo de sentirme tan feliz.

Besó un lado de mi frente.

—La felicidad no debería asustarte.

—Quizás no, pero he aprendido a no querer cosas buenas para mí. Y todo esto…
—Hice un gesto hacia la habitación, esperando que él entendiera que estaba
abarcando más que el árbol y la montaña de regalos debajo de este—. Es mejor que
bueno.

Agarró mi barbilla, inclinando mi cabeza para que mirara sus hermosos ojos
sanadores de almas.

—Te mereces algo mejor que bien, Scarlett. Acéptalo. Acéptanos y el futuro que
queremos darte.

Cuando Micah, Carter y Brady regresaron, apiñándose a nuestro alrededor y 449


frente al sofá, de repente lo supe. Este era el momento que señalaría, el momento en
que finalmente acepté lo que había estado negando.

Yo era una increíble hermana mayor y madre sustituta.

Me merecía el amor de tres hombres increíbles.

Y yo era digna de cosas buenas.


Tres años después
—Allí están. —Entré en la sala de estar y les di a los chicos mi mejor mirada
severa—. ¿Pensé que te estarían tomando un descanso de los videojuegos esta
semana?

Micah y Brady me miraron desde sus lugares en la enorme sección con idénticas
expresiones de culpa. Reprimí mi sonrisa y esperé una explicación.

—Es mi culpa —dijo mi tímido prometido, con su sonrisa torcida en su lugar—


. Micah obtuvo una A en su examen de álgebra y le sugerí que hiciéramos algo para
celebrar.

Eso era tan propio de él. Aunque ya no era el maestro de Micah, Brady siempre
estaba en modo maestro en lo que a mi hermano se refería. Lo cual era algo bueno.
Realmente increíble. Llevaba un registro de cada examen y tarea, y siempre
encontraba formas nuevas y divertidas de ayudar a Micah a aprender.

—¿No podrías haber hecho sundaes de chocolate caliente para celebrar? —Mi
mirada se fijó en dos cuencos vacíos en la mesa de café—. No importa. Parece que
también hiciste eso.

—Fue una prueba dura —dijo Micah.


450
Le revolví el cabello y él apartó mi mano. Durante el último año, había estado
prestando cada vez más atención a su cabello. Tenía la teoría de que estaba tratando
de emular los rizos perpetuamente impecables de Carter, aunque no lo admitiría.

—Felicidades por la A, pero es hora de irse a la cama.

Dejó su control del juego en el contenedor designado y recogió ambos tazones


para llevarlos a la cocina, Dodge y Groot lo siguieron como de costumbre. Aunque
tenía muchos momentos de adolescencia en estos días, era un niño tan bueno que no
podía quejarme.

No es que pudiera tomarme mucho del crédito. Mis novios eran increíbles con
él. Habían asumido el papel de divertidos hermanos mayores-guión-padres sustitutos
con una facilidad que no comprendía del todo. Era como si hubieran sido hechos
para el papel, algo por lo que estaba especialmente agradecida cuando Sherilee se
escapó con un cliente en el restaurante hace más de un año. Eso fue después de su
breve período en la cárcel por confabularse con el investigador privado de Asher, que
todavía estaba encerrado por golpear a Micah con su auto.

Nunca había esperado que Sherilee cambiara las cosas y se convirtiera en una
supermamá, pero irse sin una palabra fue el último clavo en el ataúd.
Afortunadamente, Micah tenía mucha familia ahora y no parecía extrañarla en
absoluto.

Brady se levantó de su lugar en el sofá y le dio un abrazo a Micah.

—Buenas noches.

—Buenas noches. —Micah luego inició un abrazo no muy reacio conmigo, que
consideré un éxito—. Buenas noches, Scar.

—Buenas noches. Elsie está en su habitación, si necesitas algo.

—Bien.

Casi nueve meses después de que Wyatt me mostró por primera vez su tierra, la
casa, que se había convertido en una mansión más hogareña que en una simple
granja, estaba terminada y todos nos habíamos mudado.

Poco después, Elsie se incorporó como una especie de administradora de la casa


que se quedaba con Micah cuando era necesario. No vivía con nosotros a tiempo
completo, pero tenía su propia habitación para cuando Brady, Carter, Wyatt y yo
salíamos tarde o viajábamos todos juntos. Incluso yo no pensaba que Micah
necesitaba una niñera, pero como vivíamos en el medio de la nada, su presencia era
útil para mi tranquilidad. 451
Aunque ahora era efectivamente un miembro de la familia, a veces todavía me
resultaba extraño que la antigua bibliotecaria se hubiera convertido en una parte
integral de nuestra casa. Honestamente, no podía imaginarme superar las presiones
del día a día sin ella. Nos mantenía a los cinco organizados, a tiempo y bien
alimentados.

En su lugar, hubiéramos contratado felizmente a Martha, pero después de una


mala caída y una fractura de cadera, había llegado el momento de que se mudara a
una residencia asistida. Carter había insistido en pagarle para que viviera en una de
las comunidades más bonitas del área de Dallas. No tenía idea de cuánto costaba y
realmente no me importaba. Lo que pasaba con tener dos novios multimillonarios
era que el dinero ya no era un problema.
Las cosas que me habían pesado tanto cuando obtuve la custodia de Micah por
primera vez, como pagar el alquiler, el seguro y las facturas de los abogados, ya no
eran una consideración.

Pero eso no significaba que alguna vez quisiera aprovechar su riqueza. Claro, les
había dejado que me compraran un auto para reemplazar a Rusty. Pero era un Honda
nuevo en lugar de un BMW.

Prefería que gastaran su dinero en las personas que amaba. Por eso, cuando
Carter se ofreció a pagar por el cuidado de Martha, acepté de todo corazón.

Una vez que Micah se dirigió a la cama, Brady tiró de mí contra él.

—Espero que no estés demasiado enojada por el videojuego.

Lo miré, mi mirada se clavó en sus labios.

—Sabes que no puedo estar enojada contigo, especialmente cuando estás


haciendo feliz a Micah.

Apartó mi cabello de mi oreja y chupó el lóbulo.

—Prefiero hacerte feliz a ti.

Gemí, calculando mentalmente qué tan rápido podríamos hacer que eso
sucediera. No lo suficientemente rápido, no cuando ya estaba llegando tarde.

—Sabes que tengo que ir a trabajar.

Me soltó la oreja y dio un paso atrás.

—Está bien, pero te encontraré después de la actuación. 452


—Trato. —Le di un beso en la barbilla, ya que esa era la única parte de su rostro
que podía alcanzar sin que él se inclinara—. ¿Te veo allí?

—Siempre. —Bajó la cabeza para besarme de lleno en los labios—. Te amo,


cariño.

—Y yo te amo.

Salí corriendo de la habitación, antes de permitirle que me convenciera de llegar


excepcionalmente tarde, y me dirigí al pueblo. Cuando aparqué en mi lugar
reservado frente al hotel Hastings, no pude evitar sonreír.
La primera vez que Wyatt me trajo aquí, nunca hubiera imaginado que el edificio
anteriormente abandonado sería restaurado a su antigua gloria en menos de tres
años. Carter podría haber seguido los planes del propietario anterior y convertirlo en
apartamentos tipo loft. Pero había hecho algo mucho mejor: había ideado una
estrategia para revitalizar toda la ciudad.

Un hotel de lujo en Hastings no debería haber tenido sentido en ningún nivel.


Pero Carter era un hombre de negocios talentoso y, con la ayuda de Wyatt, había
ideado un plan brillante que había funcionado a las mil maravillas.

Había convencido a un popular programa de renovación de viviendas de Austin


para que supervisara la restauración del hotel. Habían comenzado a transmitir los
episodios poco antes de la gran inauguración, y las reservaciones llegaron de
inmediato. Ya habíamos reservado todo un año y había una lista de espera de un
kilómetro de largo para los primeros detalles de cualquier cancelación.

Todos los negocios existentes, y algunos nuevos, estaban prosperando gracias al


éxito del hotel. Incluso se había abierto una linda cafetería al otro lado de la calle.

Además de la historia de renovación normal, el productor se había aferrado a la


relación entre Carter, Wyatt, Brady y yo y la había convertido en parte del programa.
Al principio, la idea me horrorizó. Una cosa era vivir nuestras vidas como queríamos.
Otra era alardear de ello ante millones de extraños.

Pero, después de discutir el tema en profundidad, decidimos que era algo


positivo. Nuestra historia personal se trataba de amor y aceptación y de hacer nuestro
propio camino. Y ese era exactamente el tipo de mensaje que queríamos compartir
con el mundo.

Sorprendentemente, una parte distinta, pero para nada insignificante de la


población nos encontró fascinantes e incluso inspiradores. Logramos convertirnos en 453
celebridades de poca monta prácticamente de la noche a la mañana.

No toda la atención había sido positiva, por supuesto. Habíamos sido


vilipendiados en numerosos artículos y de vez en cuando aparecían manifestantes
frente al hotel. Me habían llamado demasiados nombres poco halagadores para
contarlos, y estaba bastante segura de que había un meme flotando en las redes
sociales que mostraba mi amplio escote y mi “culo gordo”.

Sin embargo, me negué a dejar que la negatividad me afectara. Por cada


comentario desagradable, hubo al menos dos positivos. El mes pasado, una pareja se
turnó para conducir hasta aquí desde Ohio para que su hija de catorce años pudiera
conocerme. Ella era una aspirante a cantante y estaba sufriendo acoso regular por su
apariencia.
Cuando me contó su historia, quise llorar. Me recordaba mucho a mí misma a
esa edad, con su figura curvilínea y su falta de confianza. Pero, a diferencia de mí,
tenía padres que se preocupaban por ella.

Saliendo de mi coche, me apresuré a atravesar las puertas delanteras y entrar en


el vestíbulo. Saludé a los empleados del hotel que pasé, pero no me detuve a charlar.
Cuando vi a un hombre con un perfil familiar, me detuve. ¿Podría ser...?

Negué con la cabeza, despejando los desagradables recuerdos que me habían


venido a la mente. No, no puede ser el maldito Asher Davenport ya no era un
problema. No después de haber sido encarcelado por múltiples cargos de solicitación
de un menor. Y felizmente vi como el juez que presidía el caso lo encerraba.

Un minuto después, encontré a Wyatt en su oficina, como esperaba. Él mismo


se había convertido en todo un hombre de negocios. Aunque todavía era dueño del
Broken Spur, había contratado a un gerente para que administrara el lugar para poder
concentrar su tiempo y atención en el hotel.

Una vez que estuvo satisfecho con el éxito de este lugar, tuve la sensación de que
pasaría a otra cosa. Me di cuenta de que estaba mirando un letrero de “se vende” en
la ferretería el otro día y me pregunté si lo seleccionaría como su próximo proyecto.
Sería un proyecto mucho más lento y sencillo, lo que significaría más tiempo en casa.
Entonces, definitivamente estaba a bordo.

Me detuve en la puerta, admirando la forma en que su Henley se estiraba sobre


sus anchos hombros.

—¿Qué sigues haciendo aquí? Sabes que este lugar funciona como una máquina
bien engrasada.

Levantó la vista de lo que fuera que había estado estudiando en su computadora. 454
—Sí, porque te aseguras de ello.

—Oh, no. Estoy bastante segura de que estás pensando en Jill.

Mi mejor amiga era la gerente adjunta y me sorprendía a diario. Tenía un trato


natural con la gente, e incluso había estado tomando cursos nocturnos de gestión
hotelera para perfeccionar sus habilidades.

Mi trabajo como coordinadora de eventos y talentos del hotel fue


significativamente menos estresante, lo que me sentaba perfectamente. Además de
buscar nuevos talentos y entrenar a nuestros artistas habituales, ayudé a asegurarme
de que los eventos especiales de nuestros clientes transcurrieran sin problemas. Fue
un gran paso adelante desde la cantinera y asistente de medio tiempo. Más que eso,
me encantó.

—Jill es bastante buena —admitió.

—Menos mal que me escuchaste y la contrataste, ¿eh?

Miró hacia el techo.

—¿Nunca me vas a dejar vivir sin eso?

—Déjame pensar en ello. —Agarré mi barbilla y me tapé la boca con un dedo—


. Eso sería un no.

Aunque Carter era el propietario del edificio, Wyatt había estado a cargo del
proyecto de renovación desde el principio. Meses antes de que lo hiciera, comencé a
molestarlo para que considerara a Jill para un puesto gerencial.

Él había estado de acuerdo, pero también había mirado a docenas de otros


solicitantes. No fue hasta que pasamos todas esas entrevistas que admitió que Jill
sería la mejor persona para el trabajo. No porque ella fuera la más calificada. Porque
ella era la única solicitante que no había hecho que Wyatt quisiera apuñalarse en el
ojo con la pluma.

Se levantó de la silla y cruzó la habitación hacia mí.

—Eres una mocosa a veces, ¿lo sabías?

—¿Te estás quejando?

Atrapándome contra el marco de la puerta, gruñó contra mi boca:


455
—Nunca. —Tomó mis caderas con sus grandes manos y apretó hasta el punto
del dolor—. Sabes que me gusta cuando te pones habladora, cariño.

—Necesito estar lista. —Respiré sin entusiasmo.

Siempre me daba al menos una hora para prepararme para una actuación. No se
trataba solo del cabello, el maquillaje y la ropa. Necesitaba ese tiempo para
recuperarme.

—Mmm. —Rozó su boca sobre la mía en un casi beso frustrantemente casto—.


Entonces, supongo que es bueno como anticipación.

—Brady ya me ha pedido después del espectáculo.


Wyatt se echó hacia atrás y me sonrió. Y sí, incluso después de más de tres años,
la vista de su sonrisa hizo que se me doblaran los dedos de los pies.

—Ya lo veremos. —Luego, me golpeó el trasero con fuerza—. Ahora, manos a


la obra.

—Sí, señor —dije con una sonrisa demasiado inocente.

Gimió y se dejó caer en su silla.

—En serio, sal de aquí.

Sintiéndome más segura de lo que probablemente era saludable, salí de la oficina


y recorrí el pasillo hasta The Scarlett Room. Tan pronto como atravesé las pesadas
puertas de madera, me sentí como en casa.

Tenía el ambiente de un bar clandestino antiguo, con su iluminación tenue,


cabinas y mesas íntimas, techo de hojalata estampada y barra de caoba brillante. Pero
era más que un bar de moda. Era un lugar para que brillaran los músicos
subestimados.

Y, por supuesto, The Scarlett Room fue mi lugar elegido para brillar también.

Al principio, simplemente había intervenido entre otros actos. Pero, debido a la


popularidad del programa de renovación de viviendas, los fanáticos habían
comenzado a clamar por un horario fijo. Entonces, actué aquí todos los jueves por la
noche, como un reloj, y completé al azar.

Aunque técnicamente me pagaron por cantar, nunca me sentí como un trabajo.


Tenía total libertad artística y probaba al menos una canción nueva cada semana. A
veces, incluso convencí a Wyatt de que me acompañara en una canción o dos. Esas
fueron siempre mis actuaciones favoritas.
456
Varios sellos discográficos más, que no estaban afiliados a Asher, gracias a Dios,
se habían acercado a mí, pero los rechacé. Ahora que tenía un hogar y una familia
tan increíbles, no tenía ningún deseo de dejarlos ni a ellos, ni siquiera temporalmente.
Tal vez algún día encontraría la opción adecuada, pero por ahora, estaba más que
feliz aquí.

—Hola, Scarlett —dijo Beau con una sonrisa desde detrás de la barra. Como
siempre, lucía elegante con su camisa blanca abotonada, chaleco negro y pajarita—.
¿Tu habitual?

—Lo sabes.
Sirvió sirope de limón, ginger ale y un chupito de granadina en un vaso con hielo
y añadió una cereza.

—Aquí tienes, dulzura.

Tomé un sorbo del sabroso cóctel sin alcohol que siempre hacía especialmente
para mí y sonreí.

—Gracias.

—De nada. —Apoyó los codos en la barra—. ¿Todos tus hombres estarán aquí
esta noche?

—Carter no. Está fuera de la ciudad por trabajo.

—Oh eso es muy malo.

Sí, lo era. Carter rara vez se perdía una de mis actuaciones. Aunque trabajaba
duro y jugaba duro, no era uno de esos hombres que se quedaban atrapados en el
trabajo e ignoraban a su familia. Era un hombre moderno, haciendo que todo
funcionara.

Pero hubo momentos en que no podía evitarlo, y lo entendía. Se había dedicado


a cambiar las cosas en Hastings Oil durante los últimos años. Y aunque las cosas
estaban mejorando para la empresa, todavía tenía más responsabilidad sobre sus
hombros de la que yo podía soportar siquiera pensar.

Terminé mi bebida y deslicé el vaso por la barra.

—Bueno, será mejor que me ponga bonita.

Beau se burló.
457
—No hay nada de ‘ponerse’ involucrado. Ya eres hermosa.

—Y eres dulce —le dije mientras me alejaba.

Habíamos tenido esta conversación muchas veces, pero siempre me hizo sonreír.

No queriendo llamar demasiado la atención sobre mí misma, me deslicé en el


pasillo de la barra y a mi camerino personal. Había un segundo camerino que todos
los demás artistas tenían que compartir, pero Wyatt y Carter habían insistido en que
necesitaba el mío.
Probablemente debería haberme sentido un poco culpable, pero no lo hice. Tenía
que haber algunas ventajas en tener una relación con el dueño del lugar y el que lo
dirigía, después de todo.

Me quité el vestido informal, cambié mi sujetador por un corpiño negro con


bordes de encaje y me encogí de hombros para ponerme una bata de seda. Luego,
me senté en mi tocador y comencé. Apliqué humectante, base, corrector y rubor
sistemáticamente antes de hacer una pausa para inspeccionar mi trabajo. Decidiendo
que todo se veía bien, pasé a la sombra de ojos, el delineador de ojos y el rímel,
teniendo que hacer un esfuerzo concertado para no distraerme con la roca brillante
en mi mano izquierda.

Intenté decirles a los chicos que era demasiado, pero no tuvieron ningún
problema en ignorarme. Mientras vislumbraba el hermoso diamante redondo
brillando a la luz de mi tocador, tuve que admitir que estaba agradecida de que no
me hubieran escuchado. Solo esta vez. Adoraba el anillo y todo lo que significaba.

Por último, pero definitivamente no menos importante, tomé mi lápiz labial


característico en Scarlet Flame y le quité la tapa. Cuando me llevé labial brillante a
la boca, la puerta se abrió. Me miré en el espejo y me congelé.

—¿Carter?

Entró en la habitación con un extravagante ramo de peonías rosas en la mano.


Incluso después de todo este tiempo, no había dejado de cortejarme.

—Hola, ruiseñor. ¿Me extrañaste?

Dejando caer mi lápiz labial, me levanté de un salto y prácticamente me sumergí


en él. Lancé mis brazos alrededor de su cuello y tomé una bocanada de su colonia
familiar. Ahhh, felicidad. 458
—¿Qué opinas?

Apoyó su frente contra la mía.

—Creo que voy a morir si no me dejas besarte.

—Conoces las reglas, no perder el tiempo antes de una actuación.

Para hacer referencia a una de las películas favoritas de Micah, no era tanto una
regla como una guía. Una que había parecido necesaria después de que Beau se viera
obligado a venir a cazarme cuando llegué tarde al escenario... porque había estado
demasiado ocupada follándome a Brady para darme cuenta de la hora.
Tiró el ramo sobre el tocador, luego pasó sus manos por mi espalda y las colocó
sobre mi trasero.

—Al diablo con las reglas.

—Me acabo de maquillar.

Di la excusa deliberadamente poco convincente, esperando que él hiciera más


para convencerme.

No me decepcionó, deslizando sus manos debajo de mi bata para ahuecar mis


nalgas a través de mis frágiles bragas de encaje. Mis tres chicos eran fanáticos de mi
trasero, pero Carter era el que estaba realmente obsesionado. Apenas podía entrar en
una habitación sin que él lo alcanzara. Lo que había resultado en demasiados
momentos incómodos con Micah y Elsie.

Gimiendo contra mi boca, me acercó a él y su erección presionó contra mi


vientre. El calor se acumuló entre mis piernas y mis pezones se endurecieron, pero,
aun así, no cedí. A Carter le gustaba la persecución y a mí me gustaba hacerme la
difícil. Hacía que ceder fuera mucho más dulce.

—Que se joda tu maquillaje. Dios, Scarlett, no te he visto en una semana.

—Técnicamente, eso no es cierto. Hablamos por video anoche.

Y más.

—No es lo mismo y lo sabes. Necesito estar dentro de ti.

Apreté las piernas juntas, prácticamente sintiendo que ya se movía dentro de mí.

—Solo crees que necesitas… 459


Me calló con un beso tan desesperado y caliente que perdí el hilo de mis
pensamientos. Usando sus labios, lengua y dientes, exploró y saqueó, al estilo Capitán
Jack Sparrow. Me aferré a sus hombros, apretándome contra él, y deseé ser más alta
para que la parte más dura de él se frotara contra la parte más suave de mí.

Con manos hábiles, aflojó el nudo atado a mi cintura y me quitó la bata de los
hombros. Cuando sintió la tela del corpiño debajo, soltó mis labios y dejó caer la
cabeza para inspeccionar mi cuerpo.

—Oh, joder. Te quedarás con eso.

—¿Qué pasa con todas las palabras con ‘j’ esta noche?
Por lo general, Carter estaba más restringido con las blasfemias que eso.

—Todo es tu culpa. Eres tan jodidamente sexy, y te extrañé muchísimo, joder.


—Comenzó a caminar hacia atrás, tirándome con él—. Nunca más me iré durante
una semana entera. Es mucho tiempo.

Se dejó caer en el sofá, luego tiró de mis muslos, instándome a sentarme a


horcajadas sobre él. Comencé a obedecer, pero él me detuvo.

—No, espera. Quítate la ropa interior.

—Tú primero.

Yo ya estaba medio desnuda y él todavía vestía pantalones de vestir y una camisa


azul oscuro.

A una velocidad récord, se desabotonó y se quitó la camisa, luego se quitó los


pantalones y los bóxers. Desparramado en el sofá de cuero sin una sola prenda de
ropa, su pene sobresalía hacia el cielo, parecía una especie de dios. Era así de
perfecto, sus músculos delgados y su piel bronceada naturalmente. Y esa cara. Debe
ser tallado en mármol y exhibido para que el mundo lo admire.

—Scarlett —dijo en tono persuasivo—, quítate esas bragas y súbete encima de


mí.

Mis piernas temblaron por la necesidad, ya que hice exactamente lo que me


dijeron. No porque no pudiera decirle que no. Porque no quise.

Agradecida por la píldora, lo que significaba sexo sin condón, me deslicé


lentamente sobre su eje. Carter cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás.

—Oh, Dios. Me estás matando.


460
Pasé mis dedos por su cabello e incliné su cabeza hacia mí.

—Solo porque te amo.

Abrió sus hermosos ojos verde musgo y me miró parpadeando.

—No tanto como yo te amo. —Tomó mis caderas y comenzó a moverme hacia
arriba y hacia abajo sobre su miembro—. No puedes. No es posible.

—Eso es lo que piensas.


Terminado con la charla, lo callé esta vez, y con un beso que no olvidaría pronto.
Puede que solo estuviéramos separados por una semana, pero él tenía razón: era
demasiado tiempo.

Desde el día en que Carter se convirtió en mi héroe, se había insertado en mi


vida y en mi corazón de una manera que iba más allá del sentido común. Nunca
deberíamos habernos juntado, pero el amor tenía una forma de ignorar lo que debería
o no debería suceder.

Quizás éramos inevitables, o quizás fuimos víctimas voluntarias de nuestras


circunstancias. De cualquier manera, cada vez que estábamos juntos, se sentía bien.

A medida que nuestro beso se volvió más desesperado, nuestros cuerpos


siguieron su ejemplo. Carter empujaba hacia mí mientras yo bajaba hacia él. La
combinación era discordante y muy buena. Estaba atada a él, pero salvaje y libre.

Cuando se estiró entre nosotros para acariciar mi clítoris, rompió el beso y


enterró su rostro en mi escote.

Cerré los ojos con fuerza.

—Oh, Dios.

—Vente para mí, nena.

Negué con la cabeza. No. No era posible. No cuando ya sentía tanto.

Pero no se rindió. Se meció aún más rápido mientras sus dedos trabajaban su
magia. En cuestión de segundos, el placer me atravesó como una marea, antes de
retroceder hacia una dicha tranquila y completamente satisfactoria.

Aun así, seguí moviéndome, usando mi cuerpo para instar a Carter a un olvido
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similar. Agarró mi trasero de nuevo, ajustando el ángulo y haciéndome gemir de
renovado placer. Luego, con mi nombre en sus labios, se tensó cuando su clímax se
apoderó de él.

Me acomodé en él mientras dejaba un rastro de besos por un hombro,


completamente agotada. Pero, por mucho que quisiera acostarme encima de él o
debajo de él o junto a él, ninguno de esos hermosos pensamientos era una opción.

—¿Qué hora es? —pregunté con un suspiro.

Encontró el reloj en la pared detrás de mí.

—Tienes quince minutos.


No tan terrible como podría haber sido, pero aun así, tenía que ponerme en
movimiento.

Cuando comencé a ponerme de pie, mantuvo mi cuerpo en su lugar con su fuerte


agarre.

—Todo sobre ti es asombroso. Por si nadie te lo ha dicho hoy.

Rocé mis labios hinchados sobre los suyos.

—Lo mismo para ti.

Luego, reuniendo todas las fuerzas, físicas y mentales, a mi disposición, me


aparté de él y desaparecí en el baño adjunto para limpiarme. Después de una ducha
de dos minutos y de ponerme un par de ropa interior limpia, regresé a la habitación
principal para encontrar a Carter exactamente como lo había dejado.

—Si vas a quedarte aquí, tienes que vestirte.

—¿Por qué? Solo voy a mirar.

—Tal vez sea así, pero la versión desnuda y satisfecha de ti me distrae demasiado
y no tengo tiempo para más distracciones.

Él sonrió con una satisfacción aun más profunda.

—De nada.

Me reí, pero no respondí, eligiendo ir a trabajar en su lugar. Solo pasé un minuto


retocando mi maquillaje antes de pasar a mi cabello. Era la definición misma de
“pelo sexual” y no estaba segura de que pudiera hacer algo al respecto.
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Al ver una gardenia de seda blanca que ocasionalmente me ponía en el pelo
cuando estaba de humor como Billie Holiday, la pegué a un lado de mi cabeza. No
estaba segura de que alguien que me conociera bien fuera engañado, pero debería
funcionar para todos los demás.

Por último, me deslicé un vestido de cuentas de color burdeos profundo por mis
piernas y por mis caderas antes de darle la espalda a Carter.

—¿Subes la cremallera?

Lo miré en el espejo mientras caminaba detrás de mí, su mirada una vez más
acalorada.

—Estás probando seriamente mi control, mujer.


—De nada —le dije, robando su respuesta anterior.

Se rio entre dientes y me dio un beso con la boca abierta en la mitad de la espalda
antes de levantar con cuidado la cremallera.

—Déjalos muertos, ruiseñor.

—Haré lo mejor que pueda.

Tarareando una canción de Alicia Keys que se me había quedado atascada en la


cabeza durante los últimos días, caminé entre bastidores y esperé mi señal.
Aparentemente, mi cita con Carter me había puesto en el estado de ánimo adecuado
para actuar, porque incluso mi habitual agitación de nervios faltaba cuando subía al
escenario.

Como era mi costumbre, miré fijamente a mis hombres justo cuando sonaban
las notas de mi primera canción. Brady y Carter me sonreían, y Wyatt me estaba
dando esa mirada sexy que era tan buena como una sonrisa cualquier día.

Luego, me escapé a las letras sobre el amor perdido y encontrado. Corazones


rotos y restaurados. La canción era inquietante y hermosa. Justo mi tipo.

Al final de mi presentación, vi a una pareja en la parte de atrás, sentada en las


sombras. Debería haberlos notado antes. Era raro ver a dos hermosas mujeres
acurrucadas juntas en The Scarlett Room.

Bueno, era raro ver a otra pareja así. Jill y Caroline eran clientes habituales,
aunque no habían ido a una de mis presentaciones en un mes o así.

Entre el horario loco de Jill y el recién anunciado embarazo de Caroline, estaban


más que ocupadas. Al entrar en su típico modo de hermano, Carter había estado
tratando de encontrar formas de aliviar un poco la carga. Pero ambas mujeres lo
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habían rechazado. Eran fuertes e independientes. Lo último que necesitaban era la
ayuda de Carter. Sin embargo, todavía era lindo que lo intentara.

Cuando Caroline notó mi mirada, me dio una suave sonrisa que congeló mi
corazón. Nunca seríamos cercanas. Eso sería antinatural. Pero intercambiamos
cartas hasta que llegamos a un tipo de amistad fácil que nos funcionó.

Se había sido ganado con mucho esfuerzo, lo que lo hacía mucho más dulce
ahora. Ella pudo mirarme sin ver a la mujer que casi arruinó su vida, y pude mirarla
a los ojos sin perderme en la culpa y el arrepentimiento.

Nunca me hubiera imaginado que terminaría con Jill, de todas las personas, y
ella parecía estar igual de sorprendida. La relación había tardado casi un año en
desarrollarse. Caroline había sido frágil después de terminar oficialmente las cosas
con Asher, y las dos mujeres comenzaron como amigas.

Jill nunca había esperado que correspondiera su enamoramiento. Pero, a medida


que pasaba el tiempo, todos pudimos ver la forma en que la mujer mayor miraba a
mi mejor amiga. Y, ahora, estaban casadas y tenían un bebé en camino.

Y no podría estar más feliz por ellas.

Mientras estaba de pie en el escenario, los aplausos resonaban en la habitación,


un sentimiento abrumador de gratitud llenó mi pecho. Durante mucho tiempo, creí
que no era digna de amor. De felicidad. De redención.

Pero las segundas oportunidades eran posibles.

Lo había demostrado más de una vez.

Puede que ya no sea la inocente niñita de mi papá, se había ido para siempre,
pero estaba segura de que la mujer en la que me había convertido era aún mejor.

Porque toda la pérdida, el dolor y la decepción de mi vida me habían enseñado


una valiosa lección: No lo des por sentado. Nada de eso.

Después de que me detuvieran para tomar fotos e incluso un par de autógrafos,


finalmente llegué a la mesa que siempre estaba reservada para Carter, Wyatt y Brady.
Me esperaban pacientemente, bebiendo, riendo y disfrutando de la compañía del
otro.

Pero, tan pronto como me vieron, sus expresiones se transformaron en un tipo


diferente de felicidad. Del tipo que solo yo sacaba de ellos.

Porque yo era de ellos: mente, cuerpo y alma. Y estos tres hombres


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imperfectamente perfectos eran míos.

—Vamos, chicos. Vayamos a casa.


Autumn es un ratón de biblioteca de toda la vida con una predilección por el
sarcasmo. Le encantan los días nublados, los perros esponjosos y asesinar suculentas.
Cuando no está dando vida a sus sueños en la página, se la puede encontrar detrás
del objetivo de una cámara digital o haciendo maratones de Veronica Mars.

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