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Reyes de Bolten, #2
K.G. REUSS
Contenido
Bonitos y pequeños Capítulo 20 ................... 95 Capítulo 44................. 274
pecados ............................ 2 Capítulo 21 ................. 100 Capítulo 45................. 282
Contenido ........................ 3 Capítulo 22 ................. 110 Capítulo 46................. 285
Argumento ...................... 5 Capítulo 23 ................. 116 Capítulo 47................. 292
Nota de la autora .......... 8 Capítulo 24 ................. 121 Capítulo 48................. 298
Capítulo 1 ....................... 9 Capítulo 25 ................. 126 Capítulo 49................. 305
Capítulo 2 ..................... 15 Capítulo 26 ................. 132 Capítulo 50................. 308
Capítulo 3 ..................... 18 Capítulo 27 ................. 139 Capítulo 51................. 314
Capítulo 4 ..................... 22 Capítulo 28 ................. 145 Capítulo 52................. 318
Capítulo 5 ..................... 27 Capítulo 29 ................. 154 Capítulo 53................. 322
Capítulo 6 ..................... 32 Capítulo 30 ................. 160 Capítulo 54................. 327
Capítulo 7 ..................... 36 Capítulo 31 ................. 168 Capítulo 55................. 334
Capítulo 8 ..................... 40 Capítulo 32 ................. 176 Capítulo 56................. 338
Capítulo 9 ..................... 44 Capítulo 33 ................. 185 Capítulo 57................. 347
Capítulo 10 ................... 47 Capítulo 34 ................. 197 Capítulo 58................. 352
Capítulo 11 ................... 50 Capítulo 35 ................. 204 Capítulo 59................. 357
Capítulo 12 ................... 56 Capítulo 36 ................. 213 Capítulo 60................. 360
Capítulo 13 ................... 61 Capítulo 37 ................. 222 Capítulo 61................. 365
Capítulo 14 ................... 64 Capítulo 38 ................. 230 Capítulo 62................. 370
Capítulo 15 ................... 68 Capítulo 39 ................. 239 Epílogo ......................... 378
Capítulo 16 ................... 74 Capítulo 40 ................. 246 Tercer Libro ................ 381
Capítulo 17 ................... 80 Capítulo 41 ................. 258 Agradecimientos ....... 382
Capítulo 18 ................... 84 Capítulo 42 ................. 262 Sobre la autora ......... 383
Capítulo 19 ................... 89 Capítulo 43 ................. 266 Nosotros ...................... 384
Argumento
—K.
Capítulo 1
Bianca
—Creo que deberías haberte puesto la camisa blanca —se quejó Stella
mientras íbamos de vuelta a la casa de seguridad en la que Dominic estaba
escondido con Vincent y Bianca.
—Creo que debí haberte atropellado y haberte dejado retorciéndose en
la calle —le respondí, irritado por haber pasado toda la puta mañana con
su trasero quejumbroso.
—Es el día de su boda, imbécil. Lo menos que podías haber hecho era
vestir algo más elegante y del color correcto, incluso si se ve obligada a
hacerlo. —Cruzó los brazos sobre el pecho y miró por el parabrisas.
—El día de su boda es una mierda. ¿Crees que ella estará emocionada
de ver tu trasero allí?
—¿Crees que ella estará emocionada de ver el tuyo? —Me fulminó con
la mirada, con una mueca en sus labios.
—Te diré lo que no le gustaría. A ella no le gustaría que la metieran tras
una mierda de velo sin consentimiento. —Apreté mis manos en el volante—
. Pero le gustará esto. —Al menos, esperaba que lo hiciera. Nunca antes
había elegido un vestido de novia.
Dominic me había enviado, con el encargo de evitar que torturara a
Fallon en el sótano. Se había desmayado alrededor de las cuatro de la
mañana después de que casi lo ahogara en un balde de agua cuando se
negó a decirme nada a menos que lo dejara ver a Bianca. Me enojé y le dije
que ya se estaba pudriendo en un agujero en alguna parte, lo que lo hizo
llorar. Me enfermó, y no de una manera cabreada. En algún lugar en mi
corazón. Sentí su dolor, cuando sollozó su nombre suavemente. Odiaba
admitirlo, pero en la cara de imbécil se notaba que obviamente se
preocupaba por ella. Y eso me molestó. Era un maldito Señor. Me acerqué
a él con un cuchillo de caza antes de que interviniera Dom, sugiriendo que
durmiera un poco y volviera a intentarlo después de la boda para que Fallon
tuviera algo de tiempo para sanar y recuperar el sentido.
Entonces, allí estaba yo, actuando como un organizador de bodas en
un momento crítico de doce horas con una perra que no podía soportar
sentada a mi lado. Como Stella había venido pidiendo ayuda a gritos y Dom
había accedido, parecía que iba a pasar mucho tiempo con nosotros.
Significaba que ella era la única chica que podíamos usar para el siguiente
paso.
Vincent había sugerido a la amiga de Bianca, Aubrey. Pero dado lo
cerca que parecía estar Aubrey de Bianca, no pensábamos que permitiría
que Bianca fuera cautiva y obligada a casarse sin pelear. Y por el amor de
Dios, necesitábamos un descanso de todas las malditas peleas por un
minuto. Los últimos días habían sido una maldita pesadilla.
Bianca había estado fuera durante casi dos días. Fallon solo volvió en
sí cuando le di una patada en las costillas mientras yacía en el suelo en una
habitación secreta e insonorizada en el sótano. Estaba seguro de que todos
los malditos hombres de Ivanov y D’Angelou estaban buscando a Bianca, si
Hail hubiera ido a ellos. Si Stella nos decía la verdad, Hail permanecía
callado sobre todo, pero en silencio nos maldecía a todos mientras buscaba
a Fallon.
—Entonces, ¿me casaré con uno de ustedes ya que también estoy bajo
su protección? —preguntó Stella.
Dirigí mi mirada hacia ella con disgusto. —Joder, no.
Frunció el ceño. —¿Por qué no? Solo puede casarse con uno de ustedes.
Quiero decir, sí, ella consigue a Dominic, y es un gran partido, pero Vincent
y tú no están mal.
El ceño se desvaneció de su rostro cuando se estiró y apoyó su mano
en lo alto de mi muslo.
—¿Recuerdas esa vez durante el baile de graduación del año pasado
cuando me dejaste chuparte la polla detrás del auditorio? Entonces casi
follamos…
Aparté su mano de mi ingle. —Vete a la mierda. Estaba drogado. Me
habría follado un rollo de papel higiénico si hubiera pensado que gritaría
por mí. Además, Ivanov me hizo enojar esa noche más de lo habitual.
Me hizo un puchero. —Entonces, ¿no vas a detenerte y follarme?
—Estoy seguro de que no lo haré —dije con un gruñido, acelerando.
Necesitaba volver a la casa de seguridad para poder liberarme de su trasero.
—Pero estoy cachonda —se quejó, subiéndose la falda.
Apreté los dientes y no dije nada.
Dejó escapar un gemido entrecortado mientras deslizaba los dedos
debajo de sus bragas. Seguí conduciendo mientras ella se toqueteaba.
—Stella, te patearé el trasero. Detente.
—¿Por qué? —gimió suavemente—. ¿Es porque esa gran polla tuya está
llorando por estar en mi coño?
El sonido de sus dedos en su humedad resonó en el interior del coche.
—Mi gran polla va a volver a la casa para follar con Bianca. No contigo.
Nunca. Puedes detener esta mierda porque no está sucediendo.
Soltó una risa y se frotó más rápido, su cabeza cayó hacia atrás contra
el reposacabezas. —Apuesto a que ella me dejaría estar entre sus piernas.
Aplasté los frenos, las llantas chirriaron mientras nos deslizábamos
hasta detenernos. Un gemido final salió de sus labios cuando se corrió sobre
sus dedos. Aparqué el coche de golpe, salí y fui a su lado. Ella me miró con
los ojos redondos mientras abría la puerta y la sacaba.
Envolví mis dedos alrededor de su garganta y la golpeé contra el
costado del auto.
—No eres nadie. ¿Lo entiendes? No te deseo. Vincent no te desea. Dom
no te desea. Seguro que Bianca no te desea. Deja de jugar tus malditos
juegos. Bianca es nuestra chica.
Me miró. —¿Crees que te va a querer después de que se case con uno
de los futuros jefes de la mafia más importantes del país? Aparte de ese
gilipollas de De Luca del que todo el mundo ha estado hablando, Dominic
lo es. ¿Por qué querría a un secuaz cuando puede tener al jefe?
Le fruncí el ceño, mi pecho palpitante. —Vuelve a fastidiarme y te
meteré una bala en la cabeza. No me importa qué arreglo hiciste con Dom.
Te mataré y mearé en tu cadáver. Haz lo que jodidamente te digan.
¿Entiendo? —La solté.
—Sí —murmuró, sollozando.
Rodé los ojos. Dejando que Stella Monroe haga de víctima.
—Métete en el puto coche. Ni una palabra más hasta que lleguemos a
casa de Dom.
Se deslizó hacia atrás en su asiento y se puso el cinturón de seguridad,
con los brazos cruzados sobre el pecho.
Mierda. No puedo esperar para alejarme de ella.
Pero estaría saliendo de un lío a otro porque Vincent dijo que Bianca
estaba despierta y enojada.
Probablemente iba a matarme porque casi la maté.
Y en unas pocas horas, sería la esposa de mi mejor amigo. Nunca la
tendría como Dom. Nunca tendría mi nombre. Nunca sería completamente
mía...
Exhalé mientras volvía al auto y salía a la carretera, apartando mis feos
pensamientos.
Odiaba el dolor en mi pecho.
Si esto era amor, apestaba.
Capítulo 4
Vincent
Stella entró pisando fuerte en la casa, luciendo hosca y enojada. Excelente.
Dos mujeres con actitudes desagradables. Justo lo que necesitaba. No
esperaba que mi bebé B me pateara el trasero de la forma en que lo hizo,
pero no estaba enojado por eso. Probablemente me lo merecía después de
la mierda que pasó en el bosque hace dos días.
Pero, maldita sea.
Estoy bastante seguro de que me rompió la nariz y me magulló la polla.
—¿Cuál es tu problema? —pregunté con cansancio.
—Levin. —Stella lo fulminó con la mirada cuando pasó junto a él con
bolsas de ropa en los brazos.
—Parece que tiene ese efecto en las mujeres —dije.
Hizo caso omiso de mi comentario. —¿Adónde voy con el vestido?
Me encogí de hombros. —No lo sé. Dom dijo que le iba a decir a B. —
Miré mi reloj—. Estamos cortos de tiempo. El Rey del romance quiere
casarse al anochecer en el claro. Le hice un ramo con algunas flores
silvestres que encontré. —Hice un gesto hacia el surtido de flores en la mesa
de la cocina que había atado con un cordel que encontré en un cajón—. El
sacerdote está recluido en una habitación de arriba, rezando.
—No luce tan mal —dijo Stella, mirando las flores e ignorando todo lo
demás que había dicho como si no la desconcertara un poco—. Un poco
fino, pero el ramo podría ser peor.
Me sorprendió su cumplido. O medio cumplido.
—Gracias. No había abundancia de flores con las que trabajar teniendo
en cuenta lo tarde que es la temporada. Hice lo que pude. —Me lamí los
labios con nerviosismo, repentinamente consciente de lo que B pensaría de
ellas. ¿Y si las odiaba?
—No te preocupes —dijo Levin—. Yo compré el vestido. Tampoco sabía
lo que estaba haciendo.
—¿La maquillaré yo o qué? —La mano de Stella aterrizó en su cadera
mientras miraba entre nosotros. Arrugó la nariz—. ¿Qué diablos le pasó a
tu cara?
—B se golpeó la cabeza contra ella —me quejé.
Stella palideció. —No voy a entrar allí para maquillarla si va a ser
violenta. No me inscribí para esta mierda.
—Somos muy violentos —murmuró Levin—. Será mejor que te
acostumbres.
—No voy a entrar sola. De ninguna manera. Ella es un bicho raro de
todos modos…
—Cierra la puta boca —le espeté al mismo tiempo que Levin.
Es bueno ver que él y yo estábamos en la misma longitud de onda.
—¿Que está pasando? —La voz profunda de Dom retumbó mientras
bajaba las escaleras, luciendo jodidamente elegante con su atuendo de
boda.
Su cabello negro azabache estaba peinado hacia atrás, y sus ojos
verdes brillaban a la luz del techo. Sin conocerlo, cualquiera reconocería
que él era todo poder y dominación. Conocerlo solo hacía que esas cosas
fueran una certeza.
Los ojos de Stella se agrandaron.
—Y-yo les estaba diciendo a estos dos… —señaló su dedo con manicura
hacia nosotros—, que no voy a entrar a la habitación de Bianca si está
lastimando a la gente.
—¿Asustada? —Dom levantó una ceja hacia ella mientras bajaba el
último escalón y ajustaba sus gemelos.
Se burló. —Difícilmente. Simplemente no quiero ser destrozada por una
basura de remolque rabiosa.
Dom se movió rápidamente, deteniéndose frente a ella. Ella se tambaleó
hacia atrás, con los ojos muy abiertos y llenos de miedo.
—¿Quién soy? —exigió Dom.
Su mirada se lanzó alrededor, la confusión en su rostro. —¿Dominic?
—¿Dominic quién?
Ella se lamió los labios. —¿De Santis?
—¿Y quién diablos eres tú?
—¿Stella?
Se acercó más. —Esa fue una respuesta de mierda. Eres una don nadie.
Una nada. Considera esta tu única advertencia de mi parte. Insulta a mi
novia otra vez y colgaré tu maldito cadáver de un árbol para que los
animales salvajes puedan comerte. ¿Me entiendes?
—S-sí —tartamudeó, visiblemente tragando.
—Bien. Ahora toma tu mierda para que puedas ayudar a mi chica a
prepararse. Hoy es un día especial para ella. Si lo arruinas, estás muerta.
Es así de simple.
—Si —murmuró Stella, su descaro puesto en un segundo plano.
Observé a Levin, que había visto cómo se desarrollaba la escena sin
una pizca de emoción en su rostro, pero cuando me miró, había algo en las
profundidades azules de sus ojos. Pasó rápidamente a través de ellos antes
de que pudiera controlarlo y educar su expresión.
—¿Dom? ¿El vestido? —dijo Levin, sosteniendo la bolsa en alto.
Dom tragó saliva. —Dame un momento. Yo, eh, necesito hablar con
ella. Asegúrate de que Stella tenga todo lo que necesita para preparar a
Bianca.
Se alisó el traje con mano temblorosa.
—Dom. —Di un paso adelante.
Me miró y, por primera vez, vi miedo en sus ojos. —¿Sí?
—No.
La sorpresa cruzó su rostro. —¿Qué?
Negué con la cabeza. —No hables con ella. Ayudaré a Stella a
prepararla. Encuéntranos allí abajo. Tómate una copa con Levin o algo para
relajarte.
Dom resopló y asintió. —Sí. Sí, eso suena bien.
Agarré la bolsa de ropa de Levin y luego agarré a Stella por el brazo,
arrastrándola hacia las escaleras, su bolsa todavía en la mano.
Dom estaba nervioso. Aterrorizado. Supuse que yo también lo estaría
si estaba dispuesto a casarme con alguien que probablemente me aplastaría
la cabeza en la cara en el momento en que me encontrara al final del pasillo.
A pesar de la certeza de la violencia, Dom era un hombre afortunado. B era
un gran partido.
Aunque todo el asunto era jodido. Había escapado de un matrimonio
arreglado solo para caer directamente en otro. Esperaba que entendiera que
esta era la forma de Dom de salvarla, incluso si esto está rompiendo su
espíritu y probablemente su corazón.
Estaba dispuesto a obligarla a hacer esto, dispuesto a arriesgar su
propia vida, dispuesto a tener un bebé con ella con la esperanza de salvarle
la vida porque Matteo no mataría a su propio nieto. Sabía que Dom
necesitaba un heredero varón para mantener feliz a su padre. El embarazo
de Bianca la mantendría a salvo hasta que se nos ocurriera algo más. ¿Y
quién sabía? Quizás Matteo la recibiría con los brazos abiertos. Lo dudaba,
pero cosas más extrañas habían sucedido.
—¿No le va a decir que se van a casar? ¿No se lo va a proponer? —
preguntó Stella mientras la guiaba escaleras arriba.
—No.
—Sabes, realmente no me agrada mucho Bianca, pero incluso yo tengo
que admitir que eso es jodido. Te das cuenta de que le estás haciendo lo
mismo que Hail iba a hacer, ¿verdad?
—Sí.
—Entonces, ¿por qué hacerlo? —Se soltó de mi agarre y me miró.
—¿Por qué diablos estás tan enojada? No es como si te obligaran a
casarte con él.
Puso los ojos en blanco. —Como si me quejara. Es Dominic De Santis.
Era mi turno de poner los ojos en blanco. —Sí, todos saluden al Rey
Dom.
—Eres un idiota —se quejó—. No sé cómo te estás perdiendo el punto,
pero ya que lo estás, te lo explicaré con detalle. Este es el día de su boda.
Es el día más importante en la vida de una chica. Las chicas planean esto
por años. Sueñan con su vestido. El lugar. El hombre perfecto. La propuesta
romántica. Así que sí, lo está estropeando antes de empezar. Va a odiar esto.
—B ama a Dom. Se lo dijo.
—Eso fue antes de que Levin la golpeara después de apuntarle con un
arma a la cabeza, bajo el mando de Dom.
—Levin necesita mantener la boca cerrada —gruñí.
—Fue un viaje largo en auto y se enojó porque traté de que me follara.
Resoplé. —Levin no te va a follar, Stella. Jamás.
—¿Por qué? —preguntó con un puchero.
—Porque odia a los Señores, y tú has dejado que Hail y los chicos te
lleven por la ciudad desde el primer año. Nunca va a suceder. —Hice una
pausa—. Además, está enamorado de B.
—¿Se lo ha dicho? ¿Se la ha follado siquiera?
—No es asunto tuyo.
Soltó una carcajada. —Es lo que pensaba. Todavía tengo una
oportunidad.
—Inténtalo. Te patearán el culo. Levin no se anda con rodeos. Su
temperamento siempre está hirviendo a fuego lento justo debajo de la
superficie como lo está el de Dom. La única diferencia, es que Dom
generalmente explota de inmediato. Levin lo deja hervir y hervir, si entiendes
lo que quiero decir. Eso es probablemente peor.
Se encogió de hombros. —¿Tú, qué tal?
—No estoy interesado.
—Hemos tenido sexo antes…
—Estaba en aprietos.
—Mm, recuerdo que estabas duro. —Se acercó a mí, y aparté su mano
de un empujón.
—Tampoco pasará. Relájate, perra ninfómana. Solo haz tu trabajo.
Mantente en tu carril. Dom no es el único que colgará tu cadáver.
Se apartó de mí y enderezó la espalda. —No importa. No podrás
soportar ver a Dom con ella. Ya l vendrás. —Fijó una sonrisa de concurso
de belleza en su rostro.
Negué con la cabeza hacia ella. La perra estaba loca. Sin embargo, tenía
que admirar su optimismo.
—Vamos a preparar a B. No digas una mierda sobre la boda. Me
acerqué a la puerta de Bianca y saqué la llave de mi bolsillo.
—¿Así que simplemente vas a empujarla por el pasillo? —Stella soltó
una carcajada, sacudiendo la cabeza con incredulidad—. Todos ustedes son
idiotas. Me alegro de estar aquí para ver esto.
—Cierra la puta boca —gruñí empujando la puerta para abrirla solo
para recibir un golpe en la cabeza con una lámpara.
Mi visión se oscureció cuando me tambaleé hacia atrás. Stella dejó
escapar un chillido y se hizo a un lado cuando B también le dio un golpe.
Esta era la tercera vez que me atacaba en un día. No habría una maldita
cuarta vez.
Capítulo 5
Bianca
1 Mi reina.
—Mataste a Fallon.
—No lo hice —dijo en voz baja.
—Tú lo ordenaste —repliqué, sabiendo que iba a argumentar que Levin
fue quien apretó el gatillo.
—Estaba enfadado.
Me burlé. —¿Entonces tu respuesta es matar gente? Gente que amo…
En el momento en que las palabras salieron de mi boca, me empujó
contra el árbol, sus ojos se oscurecieron.
—Tú no lo amabas —gruñó.
—Lo hice —me atraganté mientras lo miraba—. Al igual que te amaba.
Su labio se contrajo y tembló. —Todavía me amas, y lo sabes, abejita.
Las chicas buenas no dicen mentiras. En cuanto a Fallon, era un Señor.
—Era una buena persona.
—Te iba a entregar al infierno.
—Habría vuelto por mí. Y confiaba en que si fallaba, vendrías por mí.
—Al menos ese era el argumento que seguía teniendo en mi cabeza.
—No. —Dominic negó con la cabeza hacia mí—. Era un pedazo de
mierda que fue enviado para matarte.
—Tu ibas a matarme —le respondí—. ¿Cómo te hace eso mejor que él?
Al menos él iba a darme la oportunidad de pelear.
La mano de Dominic salió disparada y se envolvió alrededor de mi
garganta. Arañé su agarre mientras restringía mi flujo de aire.
—La cagué, abejita. ¿Qué quieres de mí, eh? ¿Una puta disculpa por
escrito? Lamento haber tenido que pasar por matarte. Y estoy tan
agradecido de que Levin conociera mi puto corazón y no cumpliera mi orden.
Estaría devastado.
Una lágrima se deslizó por mi mejilla ante sus palabras. Aflojó su
agarre.
—Pero no voy a disculparme por nada más. No lamento que seas mía.
No lamento haber negociado por tu coño. Y no lamento que mi apellido sea
el tuyo. Nunca me arrepentiré de querer lo que quiero. —Me soltó por
completo, y me desplomé hasta el suelo, tragando aire.
—Joder —gruñó, tirando de su cabello antes de mirar el cielo nocturno
a través de las copas de los árboles—. Joder.
Se abalanzó y me levantó en sus brazos, acunándome contra su cuerpo
duro. No luché contra él. Estaba cansada. Tan cansada de muchas cosas.
Dejé que me llevara porque sabía que no había escapatoria. Si podía
encontrarme en medio de la nada, podría encontrarme en cualquier lugar.
—A pierdo los estribos —dijo en voz baja mientras marchaba conmigo
en sus brazos como si no pesara nada. Su respiración aún era profunda y
regular—. Digo cosas que no siento o hago cosas que no quiero. Todavía
estoy aprendiendo cómo tratar a una mujer que me importa. No estoy
acostumbrado a tener una a mi alrededor.
Tragué saliva, sin decir una palabra.
—Lo último que quiero en este mundo es que te lastimen. No me gusta
cómo me hace sentir. No me gusta cómo nada de esto me hace sentir.
Siempre estoy preocupado por ti. No puedo dejar de pensar en ti. Has
invadido cada maldito pensamiento que he tenido desde que te conocí. Me
siento fuera de control y al límite, pero no puedo dejarte ir. No quiero dejarte
ir. Nunca había sentido tantas emociones a la vez en mi vida. No sé lo que
son.
Se quedó en silencio por un momento antes de hablar en voz baja: —
¿Así es como se siente el amor?
—Sí —susurré, sollozando.
—Entonces te amo tanto que se siente como si me estuviera ahogando.
—Presionó un beso feroz en mi cabeza antes de quedarse en silencio.
Me mantuve en silencio a pesar de que mis emociones se agitaron y mi
corazón dolía por él.
La ira a veces era más fuerte que el amor.
Entonces, en lugar de susurrarle, cerré los ojos y traté de ignorar el
latido de su corazón.
Capítulo 9
Levin
Me quedé dormida después de que Dominic me dejara sola, para abrir los
ojos más tarde y ver la puesta de sol a través de los árboles. Lentamente,
me puse de pie. Todavía estaba vestida con la camiseta blanca de Dom que
me había puesto esa mañana. Me acerqué al cuenco roto que aún estaba en
el suelo. Recogí un trozo de vidrio y volví al colchón donde puse la astilla
segura debajo.
El vacío era lo único que sentía dentro de mí. Nada importaba. Imaginé
que me habría sentido de la misma manera si algo le hubiera pasado a
Dominic, Vincent o Levin. Sin embargo, esta situación era un poco más
profunda, dado lo que habían hecho.
Me arrastré hasta el baño contiguo y abrí la ducha. Sin molestarme en
quitarme la camiseta o las bragas, entré.
El vacío se transformó mientras lloraba suavemente bajo el cálido rocío.
Eso era lo peor. Si hubiera aguantado con Hail, tal vez Fallon todavía estaría
vivo. Tal vez él y yo hubiéramos podido huir juntos. Tal vez Fallon me habría
entregado a Matteo, y él me habría rescatado una vez que tuviera la
oportunidad de liberar a su hermana. Tal vez todo hubiera sido diferente si
me hubiera mantenido alejada de los Reyes. Tal vez yo sería diferente.
No quería que la gente muriera porque se juntaban conmigo. Fallon
pudo haber hecho arreglos para que me llevaran al infierno, pero al final lo
admitió y juró que me iba a salvar. Los Reyes no habían hecho ninguna de
esas cosas, optando simplemente por ponerme de rodillas y hacerme creer
que iba a morir. ¿Por qué no simplemente me mataron? Era una pregunta
que acechaba en la parte de atrás de mi cabeza, pero como sabía que eran
propensos a ser idiotas, solo podía asumir que era para torturarme un poco
más.
Debería de haber huido cuando tuve la oportunidad.
Pero no lo hice. Me había debilitado y había ido a los Reyes. Ahora,
tenía lo mismo de lo que había estado tratando de huir: una jaula, un
matrimonio que no elegí. Tal vez no me estaban quemando con un cigarrillo,
pero definitivamente estaba ardiendo por dentro.
No estaba segura de cuánto tiempo me quedé en la ducha, pero
finalmente el agua se enfrió cuando cerré los ojos, soñando con una
solución.
La respuesta probablemente descansaba en el fragmento de vidrio
debajo de mi colchón, si pudiera reunir el coraje para usarlo. Quería irme
en mis propios términos. No de rodillas delante de hombres que decían que
me amaban. ¿Por qué debería sufrir más? Pero vivir sabiendo que Fallon se
había ido era un dolor que no estaba segura de poder soportar. Sabiendo
que nunca tendría la oportunidad de escucharlo, de realmente explicarme
las cosas. Saber que mi muerte podía ocurrir en cualquier momento era un
sufrimiento.
Odiaba estas emociones. Me estaban asfixiando.
Cálidos brazos me rodearon y me estremecí cuando me sacaron del frío.
—Te estás congelando —murmuró Levin, envolviéndome en una toalla
cálida y pesada.
Ni siquiera lo había oído entrar en la habitación.
—Vamos, bicho. Abre los ojos y dime cuánto me odias.
Abrí mis párpados para encontrar aprensión en su rostro. No habíamos
hablado desde que pasó esa la mierda. Apartó los húmedos mechones de
pelo rubio de mi cara. Mi corazón se rompió de nuevo mientras lo miraba.
Él había estado planeando matarme. Me había puesto una pistola en la
cabeza. Había matado a Fallon.
—Vamos a calentarte.
La fuerza me abandonó cuando me apagué. No me quedaba pelea. No
importaba. No había mucho de mi ahora. Mi destino estaba firmado, sellado
y esperando su entrega.
Levin me sentó en el mostrador del baño, la preocupación en su rostro.
—Vuelvo enseguida, ¿de acuerdo?
No dije nada. Se fue rápidamente solo para regresar momentos después
con otra camiseta y un par de pantalones de chándal. Sin decir una palabra,
me quitó la camisa mojada, haciendo todo el trabajo de mover mis brazos
por mí como si fuera una muñeca rota.
Sus ojos recorrieron mi torso desnudo por un segundo antes de
secarme rápidamente con una toalla y deslizar la camisa limpia sobre mi
cabeza. Una vez hecho eso, se dedicó a quitarme las bragas y subir los
pantalones de chándal demasiado grandes por mis piernas hasta las
caderas.
Permaneció en silencio mientras me levantaba y me llevaba de regreso
a la habitación donde me acostaba en la cama.
—Vuelvo enseguida —dijo, volviendo al baño. Regresó un momento
después con un cepillo. Se arrastró detrás de mí en el colchón y cepilló mis
largos enredos antes de tejer mi cabello en una gruesa trenza por mi espalda
y atarla con una banda elástica.
Se acostó y me acomodó en el colchón a su lado, sus brazos
envolviéndome. —Estoy preocupado por ti, bicho. Lamento no haber estado
aquí cuando te despertaste, y lamento mucho haberte lastimado. Quiero
que sepas que me aplastó hacerlo.
Permanecí en silencio mientras él hacía una pausa.
—No pude apretar el gatillo —susurró—. Pensé que sería capaz de
hacerlo cuando fuera el momento, pero simplemente no pude hacerlo. Un
mundo sin ti en él sería jodidamente inútil. Te hubiera seguido hasta la
tumba. Sé que lo habría hecho. Y sé que me odias ahora mismo. Demonios,
sé que nos odias a todos, pero por favor, no hagas esto. No te cierres. —
Puso un beso en la parte superior de mi cabeza y me abrazó con fuerza.
Cerré los ojos mientras una lágrima caía.
—Siento lo de Fallon. De verdad. Sé que me desprecias. Joder, me está
matando tanto saberlo. Siento como si mi corazón fuera arrancado de mi
pecho y pisoteado. Todavía estás aquí, pero siento que te estoy perdiendo.
No quiero perderte. Acabo de encontrarte.
Se quedó en silencio después de eso, sosteniéndome contra su cuerpo
en la cama de Dom, antes de que su respiración se volviera profunda y
uniforme.
Decidiendo que dormir era lo mejor, cerré los ojos de nuevo, deseando
que la pesadilla terminara.
Capítulo 13
Levin
Dos horas más tarde, me desenredé del cuerpo dormido de Bianca y me
obligué a alejarme de su lado. Le había abierto mi corazón sobre todo lo que
sabía, pero permaneció en silencio todo el tiempo. No había nada más que
pudiera decirle. Poner mi corazón a sus pies me hizo sentir débil e inútil. Y
ni siquiera le había importado, ni una mierda.
El miedo de que ya se había ido, hizo que me doliera el corazón. No era
el tipo de persona que exponía todo para que la gente lo viera. Enterrar mis
emociones era lo único que conocía, y había funcionado bien hasta que llegó
Bianca. Ahora, estaba desgarrado y enfermo del estómago porque la chica
con la que se había casado mi mejor amigo no me quería y no le importaba
un carajo. Esto era lo que las emociones le hacían a este chico.
—¿Cómo está? —preguntó Dom cuando bajé las escaleras.
—Durmiendo —murmuré, sentándome en el sofá—. ¿Dónde está
Stella?
—En su habitación, quejándose de no tener su teléfono. —Se frotó los
ojos.
Vincent entró en la habitación y se dejó caer en la silla frente a mí.
—Ivanov estaba enojado hoy, amenazando con ir a D’Angelou si no le
decíamos nada de Fallon. Tenemos que averiguar qué vamos a hacer.
—Lo sé —dijo Dom, mirando a lo lejos, girando el anillo de bodas en su
dedo.
Bastardo con suerte. No es como si alguna vez hubiera considerado
casarme. Demonios, nunca pensé que encontraría a una chica con la que
soportaría estar más allá de correrme. Pero ahora que conocía a Bianca,
todo había cambiado de marcha prácticamente de la noche a la mañana. No
estaba seguro de cómo navegar este nuevo territorio. Claramente, era genial
echando a perder relaciones.
—Setenta y dos horas. O matamos a Vasiliev y nos deshacemos de su
cuerpo o lo liberamos —continuó Vincent.
—Si lo liberamos, correrá y hablará —dijo Dom.
—Si lo matamos, romperemos aún más a Bianca —agregué,
suspirando.
Me gustaría matar al cabrón. Había estado cortejando a nuestra chica,
y ella se había enamorado. Si a eso le sumamos que había planeado dársela
a Matteo, me daban ganas de seguir golpeando al hijo de puta en la garganta
hasta que se atragantara de arrepentimiento. Pero luego dijo que sabía
quién había matado a Stefan. El hijo de puta sabía cómo salvar su trasero,
eso era seguro.
Dom enfocó su atención en mí. —Si vive, nos la quitará. Sabes que lo
hará.
—Espero que no. B nos ama. Eso tiene que significar algo —dijo
Vincent, su voz tranquila—. Sabes que lo hace.
Un músculo se tensaba a lo largo de la mandíbula de Dom mientras
giraba el anillo más rápido en su dedo.
—Odio todo lo que tenga que ver con los Señores, pero esa chica de
arriba… —dijo Vincent, su voz llena de emoción—. Realmente odio decir
esto, pero tal vez necesitemos negociar con Vasiliev…
—Eso nunca sucederá —gruñó Dom, mirando con el ceño fruncido a
Vincent mientras se inclinaba hacia adelante.
—Tal vez Vin tenga razón —dije, odiando las palabras que salieron de
mi boca.
Dom fijó su mirada en mí.
—Solo escucha, hombre —se apresuró Vincent—. También lo ama.
Sabes que lo hace. Nos odiará para siempre si no lo dejamos vivir. Tal vez
nos ame de nuevo, o al menos nos dé una oportunidad, si lo dejamos ir. ¿No
quieres que tu esposa sea tu esposa?
Las manos de Dom se cerraron en puños por un momento mientras
inhalaba y exhalaba profundamente, como si estuviera tratando de reprimir
su ira. Odiaba la idea de dejar ir a Vasiliev también, pero la alternativa
parecía ser perder a mi bicho si acabábamos con Vasiliev. Además, si lo
mataba, nunca obtendría respuestas sobre Stefan, y el bastardo dijo que
sabía algo.
—No lo voy a dejar ir. Lo mataremos.
—Mala elección —dije—. Lo sabes. Sé que lo odias, yo también, joder,
pero estaba arriba con Bianca. Estaba sentada en la ducha con agua fría
lloviendo sobre ella. Fría como el hielo. Está consumiéndose, Dom. Nos va
a dejar, lo queramos o no. Odio decirlo, pero Vasiliev tiene que vivir. O tal
vez vivir lo suficiente como para morir. Los Señores podrían descubrirlo y
matarlo ellos mismos. Nos ahorrará muchísimos problemas y no será culpa
nuestra si eso sucede.
Esa fue una mierda asquerosa de decir, pero que se joda Vasiliev. Me
importaba una mierda él. Lo que me importaba es que ella se preocupaba
por él, así que tendría que lidiar con ello. Por ahora.
Vincent asintió rápidamente. —Levin tiene razón. Tal vez podamos
ponerlo de nuestro lado. Tal vez derrame todo lo que sabe con B…
—No —gritó Dom, poniéndose de pie—. No sucederá. No vuelvan a
sacar el tema o se unirán a él en el sótano.
—No me amenaces por tratar de traer de vuelta a nuestra chica. —
Vincent se levantó y se enfrentó a Dom—. Sé que odias a los Señores. Todos
lo hacemos. Pero estás castigando a B con tu odio. Él podría amarla lo
suficiente como para unirse a nosotros…
Dom dejó escapar un gruñido y se alejó de nosotros. Sus pasos
resonaron por las escaleras un momento después.
—Maldita sea —gimió Vincent, cayendo en el sofá y suspirando—.
Joder, hombre. ¿Qué vamos a hacer?
Negué con la cabeza. —No lo sé, pero sea lo que sea, debe hacerse
pronto.
—Necesitamos que Vasiliev hable, y necesitamos hacer feliz a B
nuevamente. Solo tenemos que conseguir que Dom se sume al imbécil ruso.
—Tal vez se dé cuenta cuando suba las escaleras y vea en qué cáscara
vacía se está convirtiendo Bianca. Dejemos que lo piense. Mientras tanto,
tal vez deberías ir a hablar con Vasiliev —dije.
—¿Yo? —Vincent resopló—. ¿Porque no tu?
—Porque… —dije suavemente—. Todavía podría matarlo por tocar a
nuestra chica y por no darme la información que tiene sobre Stefan.
Vincent suspiró y se levantó. —Bien. Pero si lo mato, no puedes
enojarte.
—No lo haré. Será bueno no tener su muerte en mi mano esta vez.
Vincent frunció el ceño y me hizo una mueca antes de irse a ver a
nuestro amigo en el sótano.
Esperaba que hiciese algo de magia porque si no lo hacía, estaríamos
jodidos.
Capítulo 14
Vincent
Entro en la mazmorra del sótano, un término que hizo que Dom pusiera los
ojos en blanco, y me concentró en el gilipollas de la habitación.
—Necesitamos hablar.
—Vete a la mierda —dijo Fallon, sin molestarse en mirarme mientras
apoyaba la cabeza contra la pared de cemento detrás de él.
—Claro, después de que hayamos terminado. Pero en serio, ¿quieres
vivir o no?
—No —dijo Fallon fácilmente como si estuviéramos discutiendo el
clima.
—Joder, hombre, vamos. Estoy tratando de ayudarte.
—Entonces solo mátame y acaba con esto.
—¿Qué tal una tregua? O una negociación.
—No estoy interesado. Mátame. Mi hermana probablemente ya esté
muerta.
—No lo está. ¿Y si Dom puede salvarla? ¿Y si podemos?
Los ojos de Fallon se abrieron y se centró en mí. —¿Qué?
Me lamí los labios, tratando de ordenar mis pensamientos. —Dom está
listo para hacerse cargo del palacio que su padre tiene para él. Tu hermana
está allí, o al menos irá allí. Dom puede liberarla. Está listo para hacer
arreglos. De hecho, ya ha comenzado.
—¿Por qué haría eso? —Fallon entrecerró los ojos hacia mí.
—Porque nos dirás lo que sabes sobre Stefan Seeley —dije, esperando
que entendiera el significado.
—¿Y me dirás dónde está el cuerpo de Bianca para que pueda
despedirme? ¿Para que pueda tener un puto entierro adecuado?
—Claro amigo.
Se burló de mí. —¿Cómo sé que no me estás jodiendo solo para sacarme
información?
—No lo sabes, pero si quieres asegurarte de que tu hermana estará
bien, entonces probablemente deberías empezar a cooperar.
Me miró. —¿Sabes lo que no entiendo de ustedes, idiotas?
—Ilumíname. —Suspiré y levanté el taburete.
—Cómo pudieron matar a Bianca como si no significara nada. Cómo
pudieron hacerle daño de la forma en que lo hicieron.
—Claro. —Asentí—. Es un negocio, hombre. Todo es negocio.
—Vete a la mierda tú y tu negocio. Prefiero morir sabiendo que los dejé
colgados que renunciar a lo que sé. Natalia probablemente ya esté muerta
de todos modos. Estás tratando de jugar conmigo. Sólo mátame. Estoy listo
para morir.
Apreté los dientes. Genial, no solo Bianca se estaba consumiendo, sino
que parecía que este imbécil también lo estaba haciendo.
—No creo que sepas a lo que estás renunciando —dije.
Se burló. —Sabes, hace unas semanas, podría haber suplicado por mi
vida. Ella me dio una razón. Si se ha ido, ¿cuál es el punto? En el poco
tiempo que tuve la suerte de amarla, me di cuenta de que una vez que
encuentras a tu persona, la vida tiene sentido. He pasado gran parte de mi
vida luchando por encontrar mi razón. Entonces lo hice. Ahora se ha ido.
He terminado. Si no me matas, me mataré yo mismo. De cualquier manera,
estoy fuera. —Cerró los ojos y se quedó en silencio.
Mierda.
No tenía nada más que pudiera decirle. La razón estaba más allá de él
ahora, sin Bianca. Y B… mierda. También lo necesitaba, o la perderíamos.
Me dirigí escaleras arriba, sabiendo que necesitaba hablar con Dom.
Probablemente tendría más posibilidades de convencer a un vampiro
de que no necesitaba sangre, que convencer al príncipe de la mafia de que
le dijera a Fallon que B estaba viva… convencerlo de que B necesitaba a
Fallon como ella nos necesitaba a nosotros.
O como esperaba que todavía nos necesitara.
Hacerle saber que Fallon todavía estaba vivo significaba que podríamos
perderla, pero preferiría perderla por su propia felicidad que verla destruida
por la tristeza.
El amor era una verdadera perra.
Me acosté en la cama esa noche en la casa de seguridad y miré hacia el
techo, pensando en mi bebé B y qué demonios podría hacer para que le
importara otra vez.
¿Un regalo? ¿Quizás algunas flores y una noche de cita? Podría cubrir a
Stella con miel y dejarla afuera para los osos...
Un suave golpe en mi puerta me hizo perder la idea de comprarle una
iguana como mascota a la que pudiera disfrazar.
—Adelante.
Mi puerta se abrió y Dom asomó la cabeza. Inmediatamente, me senté.
—¿Qué ocurre? —exigí, girando para que mis pies tocaran el suelo.
—Bianca. —Entró en la habitación, con las manos en los bolsillos y la
cabeza gacha. Parecía que alguien había cancelado la Navidad.
—¿Está bien?
Suspiró. —No, o eso parece. No me habla. Cuando entré esta noche,
estaba sentada en una silla mirando la maldita pared. Estoy preocupado.
—Se hundió en el borde de mi cama—. Traté de hablar con ella. Le dije que
me preocupaba por ella y que quería que volviera a mí. La besé, pero ella no
se movió ni un centímetro. La toqué. Nada. Es mi puta esposa, y ni siquiera
puedo tenerla como quiero. —Él tiró de su cabello oscuro, con el pecho
agitado.
—Cálmate —le instruí, preocupado de que pudiera atravesar otra pared
con el puño en cualquier momento—. Está enfadada.
Sus piernas rebotaron mientras miraba al suelo.
—Hablé con Fallon —comencé.
—A la mierda con él.
—Dom, hombre, escucha. Sé que no quieres oír esto…
—Entonces no lo digas, carajo —espetó.
Estabilicé mi respiración y me lancé, muy consciente de que su puño
podría golpear mi cara después de que las palabras salieran de mi boca: —
Lo ama. Y él la ama también. Al igual que nosotros. Mantenerlo en secreto
solo nos va a patear el trasero. Si se entera de que está vivo y realmente
terminamos matándolo más tarde, todo habrá terminado. La perderemos
para siempre. Lo sabes, hombre.
Sacudió la cabeza y se quedó en silencio, un músculo rozando su
mandíbula bajo la tenue luz de la lámpara.
—Si queremos a nuestra chica, tenemos que mantenerlo con vida. Y
como dijo Levin antes, tal vez los Señores lo maten una vez que se den
cuenta de que está de nuestro lado... sí podemos llevarlo allí. La basura se
saca sola. No es lo ideal, pero es una solución.
—Joder —gruñó—. Maldición.
—Tengo una idea.
Dejó caer la cabeza hacia atrás por un minuto, con los ojos cerrados.
Finalmente, me miró.
Me aclaré la garganta. —Le haremos saber que está viva. Que se vean…
Dom apretó las manos en puños, así que me apresuré.
—Una vez que sepa que está viva, podría estar más dispuesto a hablar.
Entonces hacemos un trato con él. Además, si B está tan enojada con él
como lo está con nosotros, es posible que no tengamos nada de qué
preocuparnos con respecto a que se escape con él.
—No voy a compartir a mi esposa con ese pedazo de basura. —Me miró.
—Si es uno de nosotros...
—Él nunca será uno de nosotros. Es un Señor. No son buenos.
—Nosotros tampoco, hombre —dije en voz baja—. Estamos igual de
jodidos, solo que tenemos una chica que estamos tratando de mantener.
Solo piénsalo, ¿de acuerdo? Por B.
Dejó escapar un suspiro y volvió a cerrar los ojos antes de finalmente
asentir. —Lo consideraré.
Lo miré estúpidamente, sorprendido de que se hubiera dado cuenta tan
rápido. Supuse que estaría trabajando en ello durante semanas.
—Por Bianca —dijo con voz espesa.
Asentí. —Por Bianca. Tenemos menos de setenta y dos horas. Sin prisa.
Se pasó los dedos por el pelo antes de darme las buenas noches.
Dom no había dicho que sí, pero tampoco me había dado un puñetazo
en la cara por la sugerencia.
Era un progreso.
Capítulo 15
Bianca
Había sido la esposa de Dominic durante dos días. Trató de besarme y
tocarme, pero me negué a reaccionar ante él. Estaba vacía por dentro.
¿Cómo podía confiar en él después de todo lo que había pasado?
Me quedé en el dormitorio. No me importaban las clases ni nada por el
estilo. Estaba esperando que me pusieran en mi tumba para que el dolor en
mi pecho por toda la mierda que rodeaba a Fallon terminara. Cuando lo
pensé, me di cuenta de que no era solo Fallon. Era el hecho de que habían
estado preparados para matarme. Que lo habían matado.
—Necesitas un baño de burbujas. Eso te ayudará a relajarte —
murmuró Dom, entrando en la habitación y colocando mi cena en la mesita
de noche. Me observó por un momento antes de avanzar y arrodillarse frente
a mí—. Necesitas comer. No has comido en todo el día. —Apartó mi cabello
de mi cara, sus labios se curvaron hacia abajo en un profundo ceño
fruncido.
Permanecí en silencio. Cualquier cosa que dijera no sería buena.
Suspiró, se puso de pie y se alejó de mí. El sonido del agua fluyendo
vino del baño antes de que Dom apareciera una vez más.
—Levin y Vincent te extrañan. —Se arrodilló frente a mí de nuevo con
una taza de budín en la mano. Sacó un poco de chocolate y me lo ofreció.
No lo tomé.
—Por favor, come —susurró, su mano temblando.
Lo intentó de nuevo, pero lo ignoré. Volvió a meter la cuchara en la taza
con tanta fuerza que el chocolate se derramó por los lados. Se levantó, su
cuerpo enroscado por la tensión. Me tragué el chillido mientras él temblaba
por un momento antes de tirar la taza entera de pudín contra la pared,
esparciendo chocolate por todas partes. Inhaló y exhaló profundamente
antes de finalmente volverse hacia mí. Agarré mi manta, preocupada de que
estuviera a punto de encontrarme con la misma muerte que el pudín. En
lugar de ser rudo, se inclinó y me tomó en sus brazos. Dom me llevó al baño
donde me puso de pie. Suavemente me quitó la camisa y luego los
pantalones de chándal.
Sus ojos verdes se detuvieron brevemente en mi cuerpo desnudo y
luego se quitó la ropa. Su pesada polla rozó contra mí mientras me conducía
a la bañera.
—Te bañaré —dijo en voz baja, ayudándome a entrar en el agua. Se
hundió y me acomodó entre sus musculosos muslos. Trabajó en silencio,
lavando mi cabello y luego mi cuerpo, sus manos demorándose sobre mis
senos antes de que se arrastraran entre mis piernas.
Me estremecí cuando pasó su dedo por mis pliegues y se frotó contra
mi clítoris. Su toque se sentía bien, pero no lo quería porque estaba furioso.
—Te extraño —murmuró en mi oído mientras me acariciaba.
Mi cuerpo tembló contra el suyo cuando movió su dedo hacia mi
entrada y empujó dentro.
—Tan apretada —gruñó, presionando sus labios en mi hombro—. ¿Te
gusta esto?
No dije nada, las lágrimas me quemaban los ojos mientras miraba al
frente.
—Quiero hacerte el amor, abejita. No follarte. Sólo quiero amarte. —
Besó mi cuello—. Déjame hacerlo. Deja que tu esposo te haga sentir bien.
Se me hizo un nudo en la garganta cuando las lágrimas amenazaron
con derramarse. Necesitaba un cierre con Fallon. ¿Cómo sigues adelante
cuando todavía estás atascada? Quería libertad. Quería... Dios, ni siquiera
sabía lo que quería. ¿Respuestas?
—No llores. Mierda. —Retiró los dedos—. ¿Que necesito hacer? No sé
qué carajo hacer. —Me empujó hacia adelante, luego se levantó de la bañera
y salió. Envolvió una toalla alrededor de su cintura—. No puedo hacer nada
bien contigo. Esto me está matando tanto como a ti, Bianca. Me estás
rompiendo el maldito corazón.
Entonces salió de la habitación, con la cabeza gacha con tristeza. Cerré
los ojos, una lágrima gorda se escapaba.
También me estaba matando.
2 Mierda.
3 Esa perra.
—Bueno, en este en particular me gustaría hundir mi polla tan... —
Tate soltó una carcajada cuando Drake chocó sus cinco.
Resoplé tranquilamente mientras trataba de evitar que mi puño se
incrustara en las caras de los imbéciles que cacareaban.
—Me gusta esa idea. De hecho, le estaba diciendo a Fallon cómo voy a
dejar que la folle, ya que los Reyes la follaron. Parece justo, ¿verdad?
—¿Por qué él? —Tate se calmó y me miró abiertamente.
No era ningún secreto que Tate sentía algo por Bianca. Estaba loco por
ella, incluso peor que Hail. Donde Hail estaba amargado, porque ella no lo
quería, Tate estaba obsesionado. Después de la noche en que Hail la hizo
chupar nuestras pollas, Tate siguió recordándonos casi todos los días cómo
sus bolas todavía hormigueaban por la liberación que ella le dio. Había sido
demasiado gráfico en sus descripciones. Una vez, cuando Hail no estaba
cerca, Tate había confesado que haría cualquier cosa por una noche a solas
con Bianca y procedió a describir toda la mierda retorcida que le haría una
vez que la tuviera.
Salí de la habitación antes de perder los estribos y arrancarle la polla
de su cuerpo. Se burlaron de mí y me llamaron blando. Yo lo llamaba ser
un maldito ser humano decente.
—Fallon será porque claramente recibió una maldita paliza y merece
una retribución por ello —dijo Hail como si fuera la cosa más fácil de
entender en el mundo.
Tate gruñó su descontento, pero no insistió. Tenía la sensación de que
estaría buscando una manera de apaciguar a Hail para poder pasar un
tiempo con Bianca. Nunca dejaría que sucediera. Los mataría yo mismo
antes de dejar que uno de esos hijos de puta la tocara.
—¿Al menos podemos mirar? —exigió Drake.
Hail puso los ojos en blanco mientras yo trataba de mantener la calma.
—Por supuesto. Como si se los negara, chicos.
Eso parecía lo suficientemente bueno para Drake, pero Tate no parecía
feliz en lo más mínimo. Trataría de colarse porque así era Tate.
Maldito idiota.
Pero al menos las cosas iban bien con Hail. Por ahora, de todos modos.
Sin embargo, odiaba que me obligaran a ser la perra de alguien.
Por Bianca, haría cualquier cosa, incluso soportar este montón de
mierda porque sabía que ella valía la pena.
Toda la noche di vueltas y vueltas, sin dormir. Golpeé mi almohada,
preguntándome si Bianca estaba bien. Había visto la forma en que De Santis
la había mirado. La forma en que la había abrazado y susurrado con ella.
Cómo se había acurrucado contra él incluso después de la mierda que había
hecho.
Y los otros dos Reyes... sí, los tres estaban locos por ella, incluso Levin,
el imbécil duro como un clavo.
Pero yo también.
No era lo suficientemente estúpido como para pensar que las cosas
iban a ser fáciles o que los Reyes no me estaban usando solo para llegar a
Hail. Demonios, no me sorprendería si esta mierda realmente hiciera que
me mataran esta vez. Bianca Valia la pena el riesgo. Lo sentía más allá de
mi corazón y en mi alma. Simplemente… hicimos clic. Mi pieza perdida del
rompecabezas, incluso si ella estaba enojada conmigo en este momento. No
era menos de lo que me merecía después de la mierda que había hecho.
Me di la vuelta, imaginando su sonrisa. Su risa. La forma en que su
cuerpo se sentía contra el mío. Cómo mi corazón se hizo añicos en un millón
de pedazos mientras estaba atado en ese maldito sótano pensando que
estaba muerta.
Cuando ella entraba en la habitación, mi corazón casi saltaba de mi
pecho de alegría.
De Santis había aplastado mi mundo cuando dijo que se había casado
con ella. Sin embargo, era mucho mejor que Hail. No estaba exactamente
segura con De Santis, dadas las conexiones de su familia, pero estaba
mucho más segura allí que si fuera la chica de Hail. Al menos a los Reyes
parecía importarles una mierda su seguridad.
Y seguro que a mí me importa.
—Bianca —murmuré en mi cuarto oscuro.
Cerré los ojos, manteniendo su rostro en mi mente. Lo que no daría por
abrazarla en ese momento. Se me revolvió el estómago, sabiendo que eso
era exactamente lo que probablemente estaba haciendo De Santis.
Sosteniéndola. Besándola. Tocándola. Haciéndola gemir.
Apreté los dientes y empujé la imagen de ella retorciéndose debajo de
él fuera de mi cabeza. No sabía cómo diablos iba a lidiar con todo ese lío,
pero De Santis me juró que ella también sería mía si cumplía.
Si me convirtiera en Rey y fuera leal.
Sería todo lo que ellos quisieran que fuera si eso significara tener a mi
princesa de vuelta en mis brazos.
Mientras tanto, tendría que aprender a controlarme cada vez que la
viera. Ya quería alejarla de toda esta mierda, y ni siquiera había regresado
al campus todavía.
Me lamí los labios, esperando que los Reyes me dieran algo que hacer
para poder estar mucho más cerca de abrazarla de nuevo.
Pensé en mi hermana, Natalia. Por la mañana, le pediría ayuda a De
Santis con ella. Sabía que dijeron que harían lo que pudieran para salvarla.
Y sabía que se suponía que debía ser su perra, pero quería que Nattie
también estuviera a salvo. Quería confirmación de que De Santis en realidad
estaba haciendo algo para ayudarla y no usándola como una forma de
controlarme.
Algo me dijo que el gran cabrón alemán, Levin, también lo quería si eso
significaba que amaba a su hermano Stefan. Confiaba en que sus
sentimientos saldrían bien porque si no lo hacían, me vería obligado a
salirme de la línea y rezar para no arruinar las cosas peor de lo que ya
estaban.
Demonios, había funcionado la última vez.
Capítulo 19
Levin
Me senté en nuestra mesa en el patio, mi pierna rebotando mientras
esperaba a que aparecieran Dom y Bianca. No me había enviado un mensaje
de texto, pero, de nuevo, Dom probablemente tenía su teléfono bloqueado
como el de Stella.
—Te ves como una mierda —comentó Vincent, sentándose a mi lado.
Lo miré y descubrí que no le estaba yendo mucho mejor.
—¿Has tenido noticias de Dom?
—Ha estado en completo silencio —se quejó—. Vi a Vasiliev caminando
penosamente por el césped esta mañana como si estuviera muerto.
—Supongo que todos tenemos eso en común —murmuré. Apenas había
dormido, preocupándome por lo que sucedería una vez que Dom y Bianca
regresaran al campus. Ni siquiera estaba seguro de qué hacer cuando
volviera. Traté de consolarla en la casa de seguridad, pero prácticamente
ignoró mis esfuerzos, lo que no me dio muchas esperanzas de un futuro con
ella.
Esperaba que pudiera decir que aún le importaba. Después de todo,
me negué a dispararle en la cabeza como se suponía que debía hacerlo. Esa
mierda tenía que contar para algo, al menos.
—¿Estás bien? —preguntó Vincent.
Me burlé y continué mirando a un árbol al otro lado del patio. Celeste
Vander Veer se reía debajo de él con sus amigas. Su padre era dueño de
una de las fábricas de armas más grandes de todo el país. Dinero viejo. Era
alguien a quien habíamos estado tratando de acercarnos durante años.
—Tomaré eso como un no. —Vincent se movió en su asiento—. Sabes,
nos va a perdonar.
—¿Por qué haría eso? —murmuré.
Había planeado matarla. Le habíamos hecho creer que Vasiliev estaba
muerto. La habíamos forzado a casarse. Estaría loca si nos perdonara un
solo pelo de la cabeza.
—Hemos hablado de esto antes. Relájate. Ya vendrá. —Su mirada
recorrió el patio, probablemente buscando a bicho y Dom como yo. Odiaba
el silencio de parte de ellos.
—Lo que sea —gruñí, sabiendo muy bien que era más que un asunto
lo que sea.
Todo esto era mi maldita culpa, y saber eso me perseguía. Si hubiera
mantenido la distancia no me sentiría tan jodido por dentro. Esto era lo que
obtenía por involucrarme. Todos jodidamente se van. Incluso Stefan... Era
la historia de mi vida...
Suspiré, tratando de mantenerme calmado. Las palabras de Vasiliev
sobre mi hermano me habían estado pesando mucho. Fue una sorpresa
descubrir que Stefan había estado saliendo con Natalia. Sabía que había
habido alguien, pero ¿la hija de un puto ejecutor ruso? El maldito idiota
mordió más de lo que podía masticar. Imaginar a mi padre involucrado en
la muerte de Stefan me enfermaba. Sabía de lo que era capaz, pero quería
pensar que nunca le haría eso a su propio hijo. Me habría matado antes de
poner un dedo sobre Stefan. Simplemente no había manera.
—Ahí están. —Vincent me golpeó el brazo.
Seguí su mirada hasta donde Dom y Bianca caminaban por el patio.
Estaban cerca el uno del otro pero sin tocarse.
Su cabeza estaba baja mientras lo escuchaba hablar, sus ondas rubias
cayendo a su alrededor.
Froté mi pecho mientras observaba cada faceta perfecta de ella. Esas
piernas largas. Ese pelo rubio. Sus labios llenos y carnosos que me hacían
querer enterrar mi polla profundamente en su garganta solo para poder
sentir el roce de ellos contra mí. La idea de soplar mi carga en su cálida
boca y hacer que me tragara solo para que siempre fuera parte de ella hizo
que mi polla se endureciera en mis pantalones.
Respiré hondo y me obligué a pensar en lo horrible que olían los
contenedores de basura en el campus en un caluroso día de verano. Eso
ayudo. Algo.
—¿Cómo están los recién casados? —preguntó Vincent cuando se
detuvieron frente a nosotros—. B parece que está caminando bien.
Ella levantó la mirada y le frunció el ceño, con los labios fruncidos por
la irritación. Me ayudó a calmar mi ego saber que nos odiaba a todos y no
solo a mí. Al menos, no me estaba ahogando solo.
—¿Todo bien? —preguntó Dom, ignorando la mención de su
matrimonio. Con el ceño fruncido, extendió la mano y colocó un mechón de
cabello de Bianca detrás de su oreja, su anillo de bodas brillando a la luz
del sol.
Mis entrañas se apretaron, con náuseas por alguna jodida razón.
¿Celos? ¿Enfado? ¿Resentimiento?
Yo también la quería. Al ritmo que íbamos, nos congelaría el trasero
antes de animarse a la idea de estar con todos nosotros de nuevo. Aunque
la había visto con Vasiliev. Haría cualquier cosa por ese hijo de puta. Pero
a la mierda. Estaba tocando fondo y con mucho gusto comería mierda con
esa basura si eso significara que Bianca se preocupara por mí de nuevo.
—Todo está bien. Vasiliev está siendo un buen chico y está haciendo lo
que le dicen —dijo Vincent.
—Ha sido un maldito día. No le des un halo todavía —me quejé.
—No te defraudará —interrumpió Bianca, sorpresivamente
dirigiéndose a mí. Me miró fijamente con tanta certeza en su hermoso rostro
que me enfermó. Ella creía en esa pequeña mierda, pero no había tenido ni
un ápice de fe en mí.
Me levanté y le devolví la mirada. —He tenido meadas más largas
comparadas con el tiempo que lo conoces. Nosotros… —Hice un gesto a Dom
y Vincent—, lo hemos conocido a él y a toda su pandilla de mierda desde
que sabíamos caminar. Nunca confíes en un Ivanov y, por defecto, nunca
confíes en nadie asociado con ellos.
Ella tragó visiblemente. —Confío en él, a p-pesar de...
Me burlé, sabiendo que tenía sus reservas. Sin embargo, quería torcer
el cuchillo porque realmente odiaba al tipo. —Él es la última persona en la
que deberías confiar.
—¿A diferencia de ti?
Golpe bajo, pero le había puesto una pistola en la cabeza.
—Suficiente —espetó Dom, interponiéndose entre nosotros mientras mi
furia por toda la situación se apoderaba de mí.
¿Qué diablos me pasa? Había accedido a esta mierda. Podría haber
dicho que no, golpear a Vasiliev y dispararle en la cabeza como se suponía
que debía hacer. Entonces estaría libre de esta pesadilla. Pero no, había
encontrado una chispa de esperanza con Bianca y me había aferrado a ella
como un idiota. Les había salvado la vida, pero aun así no era lo
suficientemente bueno. Demonios, había salvado la vida de Vasiliev dos
veces en una semana. Aparentemente, a ella no le importaba.
—Él se mantiene en línea por lo que sabemos —dijo Vincent, lanzando
una mirada inquieta entre Bianca y yo—. Si B cree que esto funcionará,
entonces tengamos un poco de fe también.
Un músculo saltó a lo largo de la mandíbula de Dom mientras yo
rodaba los ojos. Esto era jodidamente estúpido.
—El tiempo dirá. Por ahora, jugamos como pretendíamos. Todo el
mundo. —Miró deliberadamente a Bianca—. Eso significa que tú también.
—Como si alguna vez me atrevería a desafiar a mi querido esposo —
dijo con una mueca.
—Oh, espero que lo hagas para poder darte una muy buena lección —
dijo con una voz sedosa mientras tiraba de su cuerpo contra el suyo, sus
dedos se enredaban a través de sus suaves mechones.
Apreté los dientes cuando esa horrible burbuja de celos se infló en mi
pecho de nuevo. No se apartó de él. Realmente no. Simplemente apoyó las
manos en su pecho y lo miró. Parecían compartir una extraña conversación
silenciosa entre ellos por un momento antes de que él le diera una sonrisa
maliciosa y se inclinara para besarla.
O al menos pensé que iba a besarla. Él le mordió el labio en su lugar,
haciéndola sisear.
—Sé buena, abejita —fue todo lo que dijo mientras ella lo miraba.
—Nunca.
—Entonces sé mala. De cualquier manera, yo gano. —La empujó hacia
Vincent, quien la atrapó fácilmente en sus brazos, inmediatamente
envolviéndolas alrededor de ella para que no pudiera escapar—. Vigila a mi
esposa. Tengo asuntos que atender con Vasiliev. —Y con eso, Dom se volvió
y nos dejó con Bianca.
—Hueles bien —dijo Vincent mientras la inhalaba.
—Se llama esencia de jódete —dijo, dándole un codazo en las costillas.
Dejó escapar un susurro de aire y la soltó.
Envolví mi mano alrededor de su muñeca cuando intentó salir
corriendo y tiré de ella hacia atrás a pesar de su mirada de enojo.
—Nada ha cambiado —dije—. Nos perteneces. Te observamos. Te
seguiremos. Tendrás un objetivo más grande en tu cabeza una vez que se
corra la voz de que tu apellido cambió.
—Déjame ir —me gruñó, tratando de liberar su brazo de mi agarre. Hizo
una mueca porque apreté mi mano.
—Sabes las reglas. Cíñete a ellas y deja de hacer esto jodidamente
miserable —le espeté.
—¿O qué? ¿Me llevarás al bosque y realmente me dispararás la próxima
vez?
Gruñí y tiré de ella hacia mí. —Sí. Un dolor menos en mi culo sería el
jodido cielo, bicho.
Tragó visiblemente mientras me miraba fijamente, con los labios
entreabiertos. Enterré mis emociones y continué sosteniendo su mirada.
—Los odio a todos.
—Confía en mí, siento lo mismo —le dije, empujándola hacia Vincent,
quien una vez más la rodeó con sus brazos.
—No me siento así en absoluto —dijo, dándole un apretón—. Sé que
sabes cómo me siento.
Se relajó contra él, su espalda al ras con su frente.
—Y tal vez más tarde, pueda mostrártelo —continuó.
Me di la vuelta, las náuseas me retorcían las tripas de nuevo. Tenía que
poner mi mierda bajo control.
—¿Quieres que engañe a mi esposo ya? —preguntó.
—Diablos, quiero que tu esposo se una a nosotros.
Dejó escapar una risa suave antes de girar en sus brazos y mirarlo
fijamente, sus labios a una fracción de los de él. —No voy a follarme a
ninguno de ustedes nunca más, así que siéntanse libres de irte a la mierda.
—Ouch, bebé B. Eso es un poco duro. Sabes que amo tu mierda.
Ella se burló y desvió la mirada, pero Vincent la tomó por la barbilla y
volvió a centrar su atención en él.
—Te amo. Sabes que lo hago —murmuró, inclinándose hacia ella—.
También a Dom y Levin. No nos castigues por hacer lo que pensamos que
era correcto.
—No está bien hacer lo que hicieron —dijo, con la voz temblando de
emoción—. Ninguno de ustedes está libre de pecado. Cada uno de ustedes
me lastimó de alguna manera. Algunos más que otros.
—Este no es el mismo mundo al que estás acostumbrada. Vivimos
diferente aquí. Violentamente. Peligrosamente. Si no nos importara, los
habríamos matado a ambos.
—Pero era el plan —argumentó.
—No queríamos que lo fuera. Lo quieras creer o no, Levin te salvó la
vida.
—¿Por qué no me salvaste tú?
Mordí el interior de mi mandíbula mientras los escuchaba. A ella no le
importaba una mierda que me hubiera arriesgado por ella y su pedazo de
mierda de chico amante.
—Ya hablamos de esto —dijo Vince, acunando su rostro en su mano—
. Necesitaba ayudar a Levin a averiguar quién mató a Stefan…
—A ella no le importa una mierda. Deja de intentar convencerla —le
espeté, empujándolo en el hombro y alejándola de él. La empujé hacia
adelante, haciéndola tropezar un poco—. Camina para que podamos
terminar con este día.
—Tranquilo, imbécil —dijo Vincent, empujándome a un lado para
alcanzar a Bianca, quien ni siquiera se molestó en mirarme mientras
caminaba, su trasero balanceándose en su uniforme.
Sabía que no lo estaba haciendo a propósito y estaba completamente
enojada conmigo, pero eso no impidió que sucediera. Simplemente empeoró
todo. Ella era el epítome de la perfección y ni siquiera lo sabía. Al menos
para mí lo era. Y los Reyes. Y al parecer esa mierda de Vasiliev.
Dejé escapar un suspiro cuando Vincent se acercó a ella y le dio una
palmada en el trasero. Ella le dio un codazo, haciéndolo reír.
A veces deseaba ser más como Vincent. Vivía una vida en la que
encontraba el bien y el humor en todo.
Incluso cuando nuestra chica nos dijo que nos odiaba. En su odio,
encontraría el lado positivo.
En cuanto a mí, parecía que solo lo vería hacerlo ya que no había nada
más que pudiera hacer excepto esperar y tratar de enterrar cualquier
apariencia de sentimiento que tuviera mientras tanto.
La vida era una perra.
Capítulo 20
Dominic
Me apoyé contra un pequeño nicho en el callejón detrás del edificio de
ciencias mientras miraba mi teléfono. Vasiliev ya llegaba cinco minutos
tarde. Me pasé la mano por la cara, mi irritación ya estaba en su punto
máximo del día.
Tratar con Bianca fue una pesadilla enviada desde el infierno. Era
atrevida y feroz, haciéndome desearla aún más. Pero se resistió a mis
insinuaciones, empujándome lejos. Y después de que me abrí paso entre
sus piernas, aunque ella lo había disfrutado, juré que intentaría
mantenerme bajo control. No era ese tipo, y no tenía excusa para mis
acciones aparte de que era un monstruo.
Pero era un jodido monstruo que la amaba.
Era un mundo extraño. Nunca antes había sentido algo así, y no estaba
seguro de cómo manejar estos nuevos sentimientos. Por un lado, quería
follarla hasta dejarla sin sentido, quisiera o no. Por otro lado, quería besarla
y susurrarle todas las cosas que sentía y que me dijera que me amaba y me
deseaba de igual manera. Las dos partes de mí estaban luchando entre sí.
Mientras trataba de ir sobre la marcha.
—Llegas tarde —le dije mientras Vasiliev entraba en el rincón oculto
conmigo.
—Sí, lo siento —gruñó, su rostro todavía magullado e hinchado.
Aunque empezaba a verse mejor—. Tate estaba tras mi culo por algo.
—Espero que no literalmente.
Me frunció el ceño. —Estoy aquí. ¿Que necesitas?
Dejé escapar una risa suave y peligrosa. —Necesito que recuerdes con
quién diablos estás hablando.
Me miró. —¿Cómo está Bianca?
—Mi esposa está bien —dije, examinando la ira y el resentimiento en
su rostro roto.
El asintió. —¿Cuándo puedo verla?
—Sabes. —Me apoyé contra la pared de ladrillos y encendí un porro
antes de dar una calada profunda y expulsar el humo—. Te follaste a mi
esposa.
—Más de una vez —agregó.
Me reí de eso. Vasiliev tenía cojones, eso seguro. No me cabreó menos.
—¿Por qué lo hiciste? ¿Qué te hizo lo suficientemente valiente como
para follarte a la chica de un Rey?
Me miró fijamente por un momento antes de hablar: —Porque me
enamoré de ella. Me enamoré fuerte en el momento en que la vi por primera
vez. Traté de protegerla cuando estaba con Hail. Bianca lo es... todo —
terminó encogiéndose de hombros.
Asentí, odiando que algún otro hijo de puta estuviera enamorado de
ella, pero mierda, ¿qué no había para amar de mi pequeña abejita?
—Y, sin embargo, ibas a entregarla a una vida de puto horror. Qué
manera de demostrar tu amor, pero tal vez sea diferente para ustedes,
Señores.
—No fue así —gruñó—. Habría vuelto por ella. No habría llegado tan
lejos…
—Entonces eso demuestra lo poco que sabes. Una niña linda y tierna
como Bianca en las garras de mi padre no hubiera durado ni un día. Conoce
a tu maldito enemigo. Ese es un consejo profesional de mi parte.
—La cague. Lo admito. Estaba desesperado y estúpido. En cierto modo,
estoy agradecido de que intentaras matarme. Salvaste el día tal como pensé
que lo harías.
Me burlé de él. —Tuviste suerte. Eso es todo.
—Gracias —dijo en voz baja—. Sé que no tenías que extenderme tu
misericordia, pero lo hiciste y, por eso, te estoy agradecido. Quiero esta
oportunidad de demostrar mi valía no solo a Bianca, sino también a los
Reyes.
Lo inspeccioné. Nada en la forma en que me devolvió la mirada me hizo
dudar de su sinceridad. Por mucho que quisiera verlo como una pequeña
comadreja astuta, realmente no podía. La amaba. Podía verlo. Podía oírlo.
Podía sentirlo saliendo de él en oleadas. Bianca tenía ese efecto en aquellos
bajo su hechizo.
—¿Cuándo puedo verla? —preguntó de nuevo.
—¿Estás pidiendo verla o follarla?
—Ambas cosas.
Le sonreí, nada gracioso en el gesto. —Déjame aclararte algo. Bianca
es mi esposa. Pertenece a los Reyes. No eres un Rey. Por lo tanto, no tienes
derecho a reclamar nada relacionado con ella. Tienes suerte de que te
dejemos vivir.
Su garganta se agitó mientras me miraba. —No me uses para luego
quítamela. Soy leal a los que amo, y la amo jodidamente demasiado. ¿Qué
debo hacer para convertirme en Rey y poder tener a mi chica?
La tensión atravesó mi cuerpo. Los recuerdos de la mirada en el rostro
de Bianca cuando se dio cuenta de que todavía estaba vivo inundaron mi
mente. Para mantenerla, tenía que dejarlo vivir. Tal vez incluso unirse a
nosotros.
—Cada puta cosa que te digo que hagas. Sin duda. En este momento,
no estás ganando ningún punto.
Frunció los labios y me estudió por un momento antes de hablar: —
Dame algo. Cualquier cosa. Necesito una pizca de esperanza. Sólo déjame
abrazarla por un momento…
—Ella no es un maldito cachorro, y tú no eres un niño —le espeté—.
Es mi esposa, así que ponte en fila, o te mataré yo mismo esta vez.
Él me miró, y sus manos se apretaron en puños. —Quiero saber que
no soy solo un peón y que lo que dices es en serio.
—¿Me estás interrogando?
Ese músculo se tensó a lo largo de su mandíbula mientras apretaba los
dientes.
—Porque si lo estás haciendo, estás fuera. Nadie me cuestiona.
¿Entiendo?
—Entendido —gruñó.
Jodido Cristo. Esto es ridículo. Y no sólo la situación. La mierda que
pasa por mi cabeza. Entendía lo que quería el idiota, y sabía que tenía que
darle a Bianca algo a lo que aferrarse también para que me diera la mitad
de una maldita oportunidad. Sabía que solo exigírselo no funcionaría, así
que tendría que hacer algunos ajustes. Pero me preocupaba que si hacía
concesiones, parecería que era blando y me rendía. Lo último que
necesitaba era que alguien pensara que era una presa fácil cuando no lo
era. Excepto tal vez por ella.
—¿Has visto a Ivanov? —Di otra calada a mi porro, no queriendo
desperdiciar la mierda y necesitando cada calada.
—Sí —murmuró.
—¿Y? —Soplé el humo.
Él suspiró. —Es un imbécil. Le conté la historia que inventamos. Está
sediento de sangre, no solo por mí, sino por Bianca. Todavía quiere robártela
y luego… —Se pasó los dedos por el cabello, con una mirada de pura
angustia en su rostro.
—¿Qué?
Intercambió miradas conmigo. —Dijo que una manera de cabrear a un
hombre es tomar y tocar lo que le pertenece. Quiere quitársela y follársela.
Quiere que yo también lo haga y les ha dicho a Tate y Drake que también
formarán parte de ello
Respiré, asimilando la información antes de hablar en voz baja: —¿Cuál
es el plan exactamente?
—Todavía no lo sé. Nada sólido, pero estoy seguro de que lo resolverá
lo suficientemente pronto.
—Si alguien la toca, lo mataré. Tú lo sabes. Hazles saber eso. No estoy
jugando. Cuando se aprieta un gatillo esta vez, el objetivo será la cabeza de
alguien. ¿Entendido?
—Sí —dijo.
—Entonces, si alguno de ustedes, Señores, quiere ver la luz del día, se
mantendrá alejado de lo que pertenece a los Reyes. Daré ejemplo si es
necesario, comenzando con sus malditos discípulos que los siguen como
perros leales. Me abriré camino hasta su maldita cadena de mando, sacando
las agallas de cada uno de ustedes. Asegúrate de que Ivanov no me presione.
Una guerra conmigo no terminará bien para los Señores.
—Voy a transmitir el mensaje —dijo sin una pizca de emoción en su
rostro.
Lo examiné de cerca por un momento. Si estaba mintiendo sobre sus
sentimientos en algo de esto, era un gran actor. Solo la forma en que dijo el
nombre de Bianca me hizo creer que estaba dispuesto a hacer todo lo que
tenía que hacer por ella.
—¿Y mi hermana? —presionó.
—Veré a mi padre esta noche. Haré lo que pueda. Mi informante dijo
que tu hermana todavía está viva. Le hice una petición a mi padre y parece
estar dispuesto a hacerlo. Te enviaré un mensaje una vez que regrese.
Él asintió una vez, su nuez de Adán se balanceaba mientras tragaba.
Le ofrecí mi porro, preguntándome si lo aceptaría. Lo miró por un momento
antes de tomarlo e inhalar profundamente, conteniendo el humo por un
momento antes de toser y exhalarlo.
—Eso es mierda e la buena —se atragantó, devolviéndolo.
—Todo lo que tengo es lo mejor —dije—. Quédatelo. Es solo una
muestra de las cosas que podrías tener si haces lo que te dicen. —Salí de la
alcoba y lo dejé allí, necesitaba ver qué otras tonterías habían estado
sucediendo en mi ausencia.
Capítulo 21
Vincent
Él respondió de inmediato.
—¿La chica está muerta? —Mi padre me miró fijamente cuando me senté
frente a él con Levin y Vincent detrás de mí. Mi padre sacó un cigarro de la
caja de su escritorio mientras esperaba mi respuesta.
Me aclaré la garganta. —No.
—¿No? —Levantó sus cejas oscuras hacia mí, apoyando los codos en la
parte superior de la caoba pulida—. ¿Está contigo?
—No. Ha habido un cambio de planes.
Dejó caer el puro y juntó los dedos mientras me miraba fijamente. —
Ilumíname.
—En el espíritu por joder a la Bratva y cabrear a D’Angelou, opté por
otra ruta. —Miré fijamente a mi padre, fijándome en la expresión controlada
de su rostro. Sabía que la respuesta incorrecta lo haría volar en un ataque
de ira. Sentí la tensión en Levin y Vincent detrás de mí, listos para salir a
disparar si era necesario.
—Me casé con ella.
El silencio en la habitación era palpable mientras mi padre me
estudiaba. Le devolví la mirada, negándome a permitir que me intimidara.
Finalmente, dejó escapar una explosión de risa. —¿Te casaste con ella?
—Lo hice —dije con firmeza, mi voz fuerte.
Se soltó una risa de nuevo, todo su cuerpo temblando. Cuando
finalmente pareció calmarse, tomó su cigarro y lo encendió. Casualmente,
se hundió en su silla de cuero.
—Dime, Domenico, ¿estás enamorado de la chica?
Sabía que admitir una debilidad no era una opción, así que respondí
con voz fuerte: —No la amo. Ella es una clave que podría resultar fructífera.
Una posible moneda de cambio. No veo ninguna razón para desecharla,
cuando podría usarla.
Papá dio una calada a su cigarro y expulsó el humo, dejando que
rodeara su cabeza como un halo empañado. —Me has tomado por sorpresa,
chico. Pensé que me traerías sus tetas en bandeja, pero en lugar de eso, me
traes una llave. Inteligente. No lo había considerado. —Se quedó en silencio
por un momento antes de volver a hablar—: ¿La chica peleó contigo por el
matrimonio?
—Me abofeteó y trató de escapar.
Él sonrió, solo humor malicioso en el gesto. —Me encanta cuando
pelean. ¿La has follado?
Los chicos se movieron detrás de mí cuando me incliné hacia adelante,
dispuesto a jugar cualquier jodido juego que él quisiera jugar. —Sí. Pinté
sus sábanas de rojo con su virginidad.
Su sonrisa se ensanchó. —Eres un chico malvado, Domenico. Pero
supongo que tal vez seas un hombre ahora. Tu madre odiaría tu alma
ennegrecida. Eres demasiado como yo. Dime, ¿valió la pena la bofetada en
la cara?
Sabía lo que estaba haciendo. Poniéndome a prueba. Tratando de
encontrar una grieta en mi armadura. Me armé de valor. —Ninguna mujer
me abofetea y se sale con la suya. Ella fue castigada en consecuencia.
Padre se adelantó. —Si se pasa de la raya, una noche en tu nuevo
palacio podría hacerla apreciar lo que tiene contigo.
Asentí con fuerza. —Lo haría, pero prefiero poder castigar a mi esposa
por mi cuenta. Lo encuentro... satisfactorio.
—Me gusta eso. —Agitó su dedo cargado de cigarros hacia mí—.
Golpéala. Entrénala para que se mantenga en línea. Haz de ella una mejor
mujer de lo que fue tu madre. Y si no puedes, siempre podemos ser más
creativos con sus castigos. Así que ahora, cuéntame tu plan.
—Tengo la intención de darle la noticia a D’Angelou. Asumo que iremos
a la guerra, de verdad ahora. O porque está enojado porque la tomé o porque
arruiné sus planes con los Ivanov. De cualquier manera, habrá sangre en
las calles, o se echarán como perros a nuestros pies. Gobernaremos como
se supone que debemos hacerlo.
Mi padre se quedó pensativo por un momento antes de empujarme su
caja de puros. Tomé uno y lo encendí, inhalando el sabor dulce.
—Entonces supongo que debería conocer a tu reina, ¿no?
Soplé humo, permaneciendo tan calmado como pude. Lo último que
quería era que conociera a Bianca. —Solo di cuando.
Me dio una sonrisa siniestra. —¿Qué tal si lo hacemos en la recepción
de tu boda? Haremos un anuncio oficial de tus nupcias. La noticia no
tardará mucho en llegar a los Ivanov y D’Angelou.
—Yo haré los arreglos. —Soplé el cigarro para enmascarar mi rabia.
Se relajó en su asiento de nuevo, con una pequeña sonrisa en su rostro
que hizo que un escalofrío me recorriera la piel. —Es una tradición en
nuestra familia permitir que el padre pruebe a la novia. Lo hacemos antes
del matrimonio, pero como esto está un poco fuera de lugar, perdonaré la
demora. Tráemela antes de la recepción para que pueda probarla.
Apreté los dientes, sabiendo que todo esto era parte de la prueba. Me
puse de pie, necesitando aire antes de perderlo por completo y dispararle
entre los malditos ojos.
—Independientemente de las tradiciones, ella ya es mi esposa. Yo tomo
las decisiones sobre quién la prueba.
—Ah, eres protector, ¿eh? —Dejó escapar una risa suave y se puso de
pie mientras yo retrocedía hacia la puerta, Levin y Vincent se movían
conmigo.
Habían estado callados como solían estar cerca de mi padre.
Papá se me acercó y me dio una palmada en el hombro.
—Felicitaciones —dijo antes de inclinarse y hablarme al oído—, pero
pruebo a la novia, o la mato. Ese plan sigue siendo bueno en lo que a mí
respecta. Odiaría dejar viudo a mi hijo tan pronto. Si la mato, igual me la
follaré. Entiende que tomaré lo que quiero, hijo. —Se alejó de mí, dejándome
apenas capaz de controlar mi ira.
—Señor, ¿qué haremos con el chico Vasiliev? —preguntó Levin,
desviando la atención de mí.
—Ah, sí. El pequeño traidor. ¿Es de alguna utilidad?
—Sí —gruñí—. Tengo un uso para él.
—Que así sea. Haz que valga la pena, o haré que te chupe la polla antes
de volarle la cabeza. Si mal no recuerdo, no te gustaba mucho toda esa
sangre en ti. —Regresó a su asiento y se sentó, dándome una mirada
tranquila. Quería que lo desafiara. Castigarme lo excitaba.
—Valdrá la pena. —Respiré hondo antes de volver a hablar—: Natalia
Vasiliev. La quiero en mi palacio. La quiero intacta. Es una moneda de
cambio en mis planes. La necesito a salvo, para que cuando llegue el
momento, pueda desatar el infierno sobre ella y su hermano.
Padre inclinó la cabeza. —Aceptable. El palacio es tu joya. Haz lo que
creas conveniente. Aunque no esperaremos mucho. Así que asegúrate de
ejecutar cualquier plan que tengas en mente lo antes posible. La niña es
bastante tierna. Desgarrarla me atrae mucho. —Miró más allá de mí a
Levin—. Estoy seguro de que te encantaría ver a tu padre follarle el culo
hasta que sangre. Por Stefan.
No necesitaba mirar a Levin para saber que estaba listo para saltar.
—La cica permanecerá a salvo —interrumpí.
—Tienes mi palabra. Por ahora. Hemos terminado aquí. Vamos. —Hizo
girar su silla hacia la ventana, despidiéndome.
Salí de la habitación con mis muchachos a mis espaldas.
La mierda no había ido según lo planeado, pero al menos Bianca viviría.
Por ahora. Pero no sin antes un poco de sufrimiento.
Capítulo 27
Vincent
Seguí a Dom hasta su auto y se subió al asiento del pasajero mientras Levin
se sentaba en la parte de atrás. Dom estuvo inquietantemente callado todo
el camino de regreso al auto. Sabiendo que estaba enojado, mantuve la boca
cerrada. La idea de que su padre tocara a mi bebé B me revolvió el estómago.
Necesité todo de mí para no saltar sobre su escritorio y darle una paliza al
psicópata.
Y si casi lo pierdo, no podía imaginar lo cerca que estaba Dom.
Salimos de la finca, ninguno de nosotros hablaba. Capté la mirada de
Levin en el espejo retrovisor. Su mirada era dura cuando me devolvió la
mirada.
Él también estaba enojado, pero nunca lo admitiría.
Condujimos durante varias millas en silencio antes de que Dom se
saliera de la carretera y estacionara el auto de golpe. Golpeó el volante con
los puños, sacudiendo el auto con furia mientras maldecía en italiano, su
cuerpo temblaba y su cabello negro era un desastre.
—Mierda. Joder. ¡Mierda!—gruñó.
Levin y yo permanecimos en silencio mientras él continuaba su asalto
al volante indefenso. Finalmente, se detuvo y sacó su teléfono. Presionó
llamar a un número y presionó el teléfono contra su oreja.
—Abejita, ¿estás bien? —preguntó con voz espesa.
Escuché su débil voz a través de la línea, pero no pude entender lo que
estaba diciendo.
—Está bien —dijo, pasándose los dedos por el cabello, pareciendo
calmarse.
Todavía podía ver la tensión en su cuerpo. Sus hombros estaban
encogidos y sus manos temblaban.
—Estaré en casa pronto. Necesitamos hablar. —Escuchó por un
momento antes de soltar un suspiro y lanzar una mirada rápida a Levin en
el espejo retrovisor—. Sí... es importante... Él estará allí.
La escuché recitar algo de nuevo, y Dom dejó escapar una risa suave.
—Sabes que no permitiré eso. Ponte el camisón que puse en la mesita
de noche para ti. Te veré pronto. —Colgó y dejó caer la cabeza contra el
reposacabezas. Resopló.
—¿Qué vamos a hacer? —Me aventuré con cuidado, no me interesaba
tener que llamar a una grúa para que nos llevara de regreso a Bolten porque
destrozó el auto en un ataque de ira.
—Lo que debemos —respondió en tono monótono, poniendo el coche
en marcha.
Sabiendo que era mucho mejor mantener la boca cerrada, lo hice,
preguntándome qué diablos tenía el príncipe de la mafia bajo su manga de
diseñador.
5 Frase usada en USA, que implica un encuentro sexual mientras se reproduce una
La música y los gritos de los que asistieron a la fiesta sonaron con fuerza
mientras me apoyaba contra la barandilla de la vieja casa cerca del
acantilado. Las fogatas ardían mientras la gente bailaba y se divertía, con
vasos en mano. A pesar del aire fresco del otoño, no tenía demasiado frío
con la falda corta plisada.
—Te traje un trago —dijo Vincent, deslizándose a mi lado y
entregándome una copa de alcohol.
Lo tomé y olí. —¿Lo envenenaste?
Él sonrió. —Bueno, lo drogué si eso es lo que quieres decir. Pensé que
podría emborracharte y luego te follaría como un loco cuando no pudieras
defenderte.
Levanté una ceja hacia él. —¿Realmente harías eso?
Él resopló. —No, bebé B, no lo haría. Bueno, quiero decir, podría
hacerlo si no me das algo pronto. Todavía tengo el peor caso imaginable de
bolas azules.
Tomé un sorbo de mi bebida y miré hacia donde estaba Dominic con
algunos de su corte. Parecía estar de buen humor, pero tenía la sensación
de que estaba conspirando como siempre. Si tuviera que adivinar, apostaría
a que estaba dirigiendo a sus leales seguidores sobre lo que necesitaban
hacer. Siempre era todo trabajo.
Lamí el alcohol de mis labios y me incliné hacia Vincent. Su mano
inmediatamente se movió para descansar en mi espalda baja mientras le
susurraba al oído: —Me gustaría continuar donde lo dejamos —dije
suavemente.
Se acercó más cuando incliné mi rostro para mirarlo. Su cabello oscuro
era un desastre, pero como siempre, estaba vestido para matar. Sus ojos
brillaron a la luz de la hoguera.
—Solo di cuándo —respondió—. Mi polla ha estado dura desde que
hurgué en tu cajón de bragas antes.
Comencé a inclinarme para besarlo, insegura de cómo Dominic tomaría
la demostración de afecto frente a los demás, ya que estaba bastante segura
de que quería que el mundo pensara que le pertenecía exclusivamente a él,
cuando algo me llamó la atención.
O más bien alguien.
Levin había llegado. La mano de Celeste estaba envuelta firmemente
alrededor de la suya mientras se dirigían hacia Dominic.
Sintiendo mi vacilación, Vincent se giró para ver lo que estaba mirando.
—B, vamos…
—¿Están... realmente juntos ahora? —Pregunté, mi voz temblaba.
—B, son solo negocios, ¿sabes? Además, ambos dijeron que habían
terminado…
—Sé lo que dije —espeté.
Él frunció el ceño. El hecho de que Levin se hubiera marchado tan
rápidamente le dolía. Tal vez lo estaba haciendo solo para causarme dolor
ya que no había sido amable con él cuando tenía que serlo. O tal vez era
solo negocios. En el gran esquema de las cosas, no importaba por qué, solo
importa lo que es.
Y eso realmente me rompió el corazón.
Levin se acercó a Dominic, cuya mirada revoloteó sobre el par antes de
que se excusara del grupo y asintió para que Levin lo siguiera. El beso que
Levin presionó rápidamente en la sien de Celeste hizo que la bilis subiera a
mi garganta. Su mirada se clavó en mí mientras se alejaba sin emoción en
su rostro.
—El momento perfecto. Levin nos hizo un favor. Vamos. —Vincent me
tomó del brazo y me condujo por el patio hasta un rincón oscuro fuera de
la vista de todos.
En el momento en que nos alejamos, sus labios chocaron contra los
míos y sus manos se apretaron en mis caderas. Mi mente seguía con Levin
mientras la boca de Vincent se movía con la mía.
—B, no me digas que realmente debí haberte drogado —susurró
Vincent.
Me sacudí de mi estupor y le devolví el beso. Dejó escapar un suave
gemido antes de que su lengua se deslizara a lo largo de la mía.
—¿Qué tan rápido puedo hacer que te corras? —preguntó sin aliento
mientras sus manos atravesaban debajo de mi camiseta y rozaban mis
pechos.
Tan furiosa como estaba, lo hice. Una follada de ira podría calmar mi
alma herida.
—Pruébame y descúbrelo —respondí.
Eso fue todo lo que necesitaba escuchar porque un momento después,
me levantó y me inmovilizó contra el costado de la casa, su pene ya estaba
fuera de sus pantalones y sus dedos empujando mis bragas a un lado.
—N-no estoy tomando la píldora en este momento…
—Te follaré por un rato, y luego puedes chuparme, bebé —dijo, guiando
su pene a través de mis pliegues.
Estaba bien con eso.
Empujó hacia adelante, llenándome mientras yo gritaba contra sus
labios.
—Shh. No queremos que nos atrapen —dijo ahogadamente,
embistiendo con fuerza dentro de mí.
Pasé mis dedos por su cabello, haciéndolo sisear.
—Joder, espero que te corras pronto, creo que no durare mucho tiempo
—gruñó mientras empujaba dentro de mí una vez más—. Tu coño está
estrangulando mi polla tan bien.
Mordí su cuello haciéndolo gruñir y envestirme más fuerte. Sus labios
besaron y chuparon cualquier lugar donde los presionara.
—Vinny —me atraganté mientras el calor disminuía en mi vientre—.
Más rápido.
Obedeció, atravesándome fuerte y rápido, los sonidos de nuestra
follada sucia y áspera resonando en el aire fresco de la noche.
Era exactamente lo que necesitaba mi corazón herido. Me vine con un
grito, que se tragó.
Sin aliento y débil, lo empujé y caí de rodillas. Tomé su longitud en mi
mano y lo acaricié. Su cabeza cayó hacia atrás, y un gemido escapó de sus
labios. Deslicé mi lengua a lo largo de él, saboreando el desastre que
habíamos hecho antes de succionarlo profundamente en mi boca.
Sus dedos se enredaron en mi cabello mientras follaba mi boca con
salvaje abandono, su pene golpeaba la parte posterior de mi garganta con
cada embestida.
—Joder, bebé. Eso es todo. Dios, eres jodidamente increíble —dijo con
voz áspera mientras me mantenía quieta para poder continuar con su
embestida.
Momentos después, dejó escapar un gemido bajo y erótico que hizo que
las descargas eléctricas bailaran entre mis piernas. Se corrió duro y rápido
en mi boca mientras sus piernas temblaban.
—Joder —gimió suavemente.
Cuando su pene dejó de temblar, me alejé y tragué. Extendió su mano
hacia mí y me ayudó a ponerme de pie un momento después.
—Eres un puto sueño, bebé B —dijo, subiendo el cierre de sus
pantalones y dándome una sonrisa perezosa bajo la luna.
Se inclinó, sus labios rozaron los míos mientras me enjaulaba contra
el costado de la casa entre sus brazos. —¿Cómo sabemos?
Antes de que pudiera responder, alguien se aclaró la garganta detrás
de Vincent.
Lentamente, Vincent volvió la cabeza y yo miré por encima de su
hombro. Levin se paró a unos metros de nosotros, luciendo tan enojado que
pensé que iba a sacar su arma y dispararle a alguien.
—Dom te está buscando —dijo con un gruñido.
—Justo a tiempo, ¿eh, bebé? —Vincent dijo, retrocediendo y
envolviendo su brazo alrededor de mi cintura.
—No deberías escabullirte con ella —dijo Levin con firmeza mientras
Vincent me guiaba por el costado de la casa.
—Dom sabe que está conmigo —replicó Vincent—. Y estaba
completamente a salvo, ¿verdad, B?
—Sí —dije, echando un vistazo rápido a Levin, que todavía tenía el ceño
fruncido.
Tiró de Vincent para que se detuviera. —Escucha, me importa una
mierda lo que hagas con ella, pero me importa si me rompen el culo por eso.
Así que la próxima vez que tengas ganas de follar con la esposa de Dom,
asegúrate de que él lo sepa. Me regañó porque no pudo encontrarla.
—Estoy segura de que Celeste lamerá tus heridas. —Las palabras
salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas.
Levin me miró fijamente. —Sí, lo hará. ¿Tienes algún problema con eso?
Mi labio inferior tembló mientras fruncía el ceño. —No. Ella puede
tenerte.
—Tranquila, B —dijo Vincent suavemente, dándome un apretón.
Me aparté de él, toda la felicidad y la calma se evaporaron. Volví a
sentirme como una mierda por el gilipollas gigante frente a mí.
—Parece que estás molesta —continuó Levin—. ¿Pero por qué no lo
estarías? Yo te reemplacé.
—¿R… reemplazarme? —Di un paso adelante y lo golpeé fuerte en el
pecho con mi dedo—. Tú no me reemplazaste, Levin Seeley. ¿Por qué querría
a un chico que está demasiado asustado para follarme? Celeste es un nivel
un poco más bajo, por lo que probablemente sea más tu estilo.
Apretó sus manos en puños, un músculo saltó a lo largo de su
mandíbula.
—B, ve a buscar a Dom, ¿de acuerdo? Basta de esto. —Vincent se
interpuso entre Levin y yo. Se inclinó y pasó sus labios contra los míos—.
Vamos bebé.
Miré a Levin por otro segundo antes de señalarlo con el dedo y girar
sobre mis talones, dejándolo allí de pie.
Lo que sea. Celeste puede tenerlo. Al menos eso era lo que decía mi
cerebro. Mi corazón decía algo completamente diferente, y por eso lo odiaba.
Capítulo 32
Dominic
Me senté en mi silla y observé la fiesta. Envié a Levin a buscar a Vincent y
Bianca después de que me dijera que había logrado asegurar el trato de
armas con Vander Veer. Los términos no eran terribles por mi parte, pero
parecían duros por parte de Levin.
—No tienes que hacerlo —le dije, mirándolo en busca de una respuesta—
. Encontraré otra manera de conseguir lo que necesitamos. Otros
distribuidores. Otras vías.
Enderezó los hombros. —Ya acepté. No hay otros que puedan
proporcionar lo que necesitamos como lo hace Vander Veer.
—¿Y Bianca?
—Hemos terminado. Tengo mierda que hacer ahora.
Y eso fue todo. Ahora Levin estaba con Celeste, según los términos del
acuerdo, y mi esposa probablemente ahora estaba follando con uno de mis
mejores amigos.
Suspiré y me froté los ojos.
Retiré mi mano de mi cara mientras Bianca se deslizaba sobre mí y
acariciaba mi cuello.
Era algo extraño que lo hiciera, pero no iba a cuestionarla. Había sido
mucho más cariñosa en los últimos días. O le estaba empezando a importar
otra vez, o simplemente había aceptado que esta sería su vida ahora.
Puse sus piernas sobre las mías y la acuné contra mí.
—Hola, abejita —dije en voz baja, besando su frente.
Apoyó su mano en mi mejilla y me instó a acercarme para besarme. Lo
hice, necesitaba asegurarme de que ella supiera que esto significaba algo
para mí mientras la abrazaba con fuerza contra mí.
—¿Qué ocurre? —Murmuré, mi frente presionada contra la de ella.
—Nada —respondió con una voz espesa que me hizo saber que estaba
mintiendo.
Lo ignore. Sabía que tenía que ser la aparición de Levin con Celeste.
—¿Dónde estabas?
—Con Vinny —murmuró.
Pasé mis dedos por su cabello rubio. —¿Te lo follaste?
Ella dudó por un momento antes de asentir.
—¿Entró en ti? —Odiaba la posibilidad de que alguien más que yo
dejara embarazada a mi esposa. Tendría que lidiar con eso si sucediera, y
solo espero que mi padre no lo cuestione ya que ella está casada conmigo.
—Se vino en mi boca —dijo.
Suspiré aliviado. —Te das cuenta de que voy a castigarlos a los dos de
nuevo, ¿verdad?
—O podrías simplemente follarme, y podríamos olvidarnos del castigo.
—Se lamió los labios mientras su mano se deslizaba entre nosotros, y tiró
del botón de mis pantalones.
Dejé escapar una risa suave ante la tentadora idea. —¿Quieres que te
folle como castigo?
Ella asintió. —Sí, Dominic. Quiero que me folles duro.
Amaba cuando se sometía, pero una parte de mí amaba aún más
cuando se resistía. Me había privado de ella el tiempo suficiente.
—Creo que se puede arreglar algo —dije, agarrando su barbilla y
atrayéndola hacia mi beso.
Sus labios se abrieron inmediatamente para mí, permitiéndome barrer
su boca y devorarla.
Estaba perdido en ella, mis manos vagaban por todas partes mientras
me permitía dar rienda suelta a su cuerpo.
—Oye, eh, ¿Dominic? —una voz dijo con incertidumbre.
Gruñí y de mala gana me separé de Bianca, atravesando al intruso con
una mirada. Jason Manning. Uno de mis miembros de la corte.
—¿Qué? —Le espeté mientras se movía.
—Me dijeron que te diera un mensaje. Um, Stella dijo que tienes una
cita con un dios más tarde. Doce de la noche. Eso es todo lo que me dijeron.
Sin embargo, ella está allí besándose con Ivanov.
Me reí de su mensaje codificado. Seguí la dirección en la que asintió y
vi que prácticamente estaba follando a Ivanov contra un árbol. Pequeña
zorra. Sabía que era buena para algo. Hasta el momento estaba
demostrando ser más útil que Vasiliev. Al menos, hizo lo que le dije que
hiciera: vigilar a los Señores y que no la atrapen. Eso significaba hacer lo
que fuera necesario. Tal vez Fallon finalmente llegaría a su fin de esta noche.
Le di un asentimiento. —Mensaje recibido. Encuentra otro lugar para
estar.
Se escabulló como si sus pies estuvieran en llamas.
Me volví hacia Bianca. —¿Dónde estábamos, mia regina?
—Dom —gritó Vincent, interrumpiendo mi momento con mi esposa.
Mi plan de poner a mi bebé en ella no había cambiado. De hecho, estaba
prácticamente arañando las paredes para hundirme profundamente en su
apretado calor y plantar mi semilla. Pero estaba tratando de darle diversión,
amor y pruebas de mis sentimientos antes de todo. Quería que entendiera
que ella era más que un cálido agujero en el que esconderse o un peón en
este retorcido juego.
Suspiré y me aparté de Bianca para mirarlo. —¿Qué?
—¿Eres consciente de lo que ha hecho este imbécil? —Señaló con el
pulgar a Levin.
—Soy consciente —dije mientras Bianca acariciaba más
profundamente mi cuello. Quería pensar que era afecto, pero sabía que era
más probable que ella intentara no ver a Levin.
—¿Y estás de acuerdo con eso?
—Levin sabe lo que está haciendo. Le gusta bastante Celeste. Déjalo
que lo haga.
—Pero bebé B…
—Levin tomó su decisión. Déjalo ir —espetó Bianca, sentándose y
mirando a Levin—. Hemos terminado.
—Eres jodidamente ridícula —dijo Levin, sacudiendo la cabeza.
Bianca dejó escapar un gruñido de frustración pero no le devolvió el
mordisco. Eso no impidió que Levin se adelantara con más palabras para
ella.
—Tú tomaste esa decisión, bicho. Yo no. Solo reaccioné a eso.
Entonces, si estás enojada porque estoy con alguien nuevo, entonces es todo
culpa tuya porque dijiste que habías terminado conmigo. No te hagas la
puta víctima. Además, ahora estás casada con Dom. ¿Qué tal si te
concentras en tu esposo y no en toda la polla que puedes obtener como una
maldita puta de pollas?
—Vete a la mierda, Levin —gritó, poniéndose de pie de un salto.
Podría haberla detenido, pero la dejé ir hacia adelante. Su palma se
conectó con la cara de Levin con un fuerte crujido que resonó a nuestro
alrededor. Su cabeza se inclinó hacia un lado antes de enderezarse y mirarla
con furia, sus ojos azules brillando con furia.
—No vuelvas a llamarme maldita puta otra vez —le susurró ella—. O te
juro que te mataré mientras duermes.
Me puse de pie cuando Vincent dio un paso adelante. Basado en
experiencias pasadas, sabía que Bianca no le estaba dando a Levin una
amenaza vacía. La alcancé antes que Vincent y envolví mi brazo alrededor
de su cintura, arrastrándola contra mí. La ira vibró a través de su pequeño
cuerpo.
Levin dio un paso atrás, su cuerpo temblando. Giró sobre sus talones
y se dirigió hacia Celeste, que estaba de pie en lo alto de las escaleras con
la boca abierta. Sabía que no había escuchado una palabra ya que acababa
de aparecer con una bebida en la mano, pero definitivamente había visto a
Bianca abofetearlo.
—Está bien, abejita —murmuré.
Ella giró en mis brazos y se aferró a mí. Envolví mis brazos
completamente alrededor de ella y miré a Vincent.
Suspiró y sacudió la cabeza, su mirada siguiendo a Levin con Celeste.
Si conociera a Levin como creía que lo hacía, pronto se enojaría con Celeste
mientras trataba de enterrar su dolor. Era terco y violento. No había nada
que pudiera hacer por él. Tenía que venir de Bianca. Acepté que tomaría
algún tiempo. Habían estado en la garganta del otro desde el principio. Tenía
sentido que la animosidad entre ellos no desapareciera.
Sin embargo, el hecho de que Levin hiciera este trato solo había
empeorado las cosas. Todos lo sabíamos. Pero Levin hacía lo que quería,
cuando quería. Nada le hace cambiar de opinión una vez que ha decidido.
Y Bianca… esa mujer era fuego y azufre en un buen día. ¿En uno malo?
Sin comparación.
—Iré a buscarle un trago —dijo Vincent, su mirada recorriéndola.
Asentí. Necesitaba hacerla más flexible. Con suerte, emborracharla
funcionaría a mi favor en más de un sentido.
Bajó las escaleras hasta el barril. Llevé a Bianca conmigo de vuelta a
mi asiento y la senté en mi regazo.
—Mírame —le ordené en voz baja, inclinando su cabeza hacia arriba.
Sus ojos estaban inyectados en sangre mientras me miraba fijamente.
—Eso no puede volver a suceder. O superas tu ira y tu dolor y le dices
a Levin cómo te sientes, o lo dejas ir y dejas de hacer jodidas escenas delante
de la gente. No puedes tener las dos cosas...
Empezó a girar la cabeza, pero la agarré de la cara y la obligué a
mirarme de nuevo.
—No puedes tener las dos cosas. Si no le vas a decir que todavía te
importa, entonces no quiero que vuelvas a comportarte así. ¿Me entiendes?
—Puedes irte a la mierda con él —gruñó, moviéndose para bajarse de
mi regazo.
Dejé escapar un gruñido y tiré de ella hacia abajo.
—Tienes-que-calmarte, abejita. Estoy tratando de que entiendas que
esto no solo te afecta a ti y a él. Nos está afecta tanto a Vincent como a mí.
Hay un montón de mierda pasando en este momento. Tenemos que tratar
con mi padre dentro de una semana. Ni siquiera sé cómo voy a sacarnos de
ese lío sin dispararle en la puta cabeza. Tenemos que andar con cuidado
con Vasiliev. La balanza se está inclinando, y no necesitamos que se joda
porque haces una rabieta. Me encanta tu fuego, pero apágalo por ahora.
—¿Crees que estoy exagerando? —Ella me miró fijamente, sus grandes
ojos azules muy abiertos y llenos de incredulidad.
—Creo que dado lo que Vasiliev te iba a hacer, sí.
—Ibas a matarme, Dominic. Levin me apuntó con una pistola a la
cabeza…
—No necesito los jodidos detalles. Estaba allí —le espeté. Odiaba el
recuerdo de ella sollozando de rodillas, su vida en la cúspide de una maldita
tumba poco profunda. Aunque, si Levin hubiera apretado el gatillo contra
ella, le habría dado un entierro apropiado en el lugar de mi elección. Mis
conexiones eran largas y profundas.
Se apartó de mí, haciéndome odiar al monstruo gruñendo que
constantemente trataba de mantener encerrado dentro de mí.
Extendiendo la mano, le aparté el cabello de la cara mientras trataba
de controlar mi frustración. —El punto es que deberías odiar más a Vasiliev.
Sin embargo, él era por quien llorabas. Nos rompió el corazón a todos ver
eso. Levin salvó tu vida y la de Vasiliev. Y Vincent... él nunca quiso que te
hicieran daño. Ninguno de nosotros lo quería. No escuchaste la forma en
que sollozó por ti cuando pensó que te habías ido. No me viste destrozado y
rezando para que Levin me desafiara y te salvara. Sé que te pido mucho que
me creas cuando te digo que moriría para salvarte. También lo harán
Vincent y Levin, incluso si crees que Levin te odia. Pero créeme. Ahora,
tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos que esta mierda
entre tú y Levin. Descúbrelo, arréglalo en silencio, pero jodidamente
arréglalo. ¿Entiendo?
Ella asintió en silencio, con una expresión amarga en su rostro.
—Abejita… —advertí.
—Sí, Dominic —gruñó, su labio inferior sobresaliendo.
—Buena chica —la elogié—. Ahora bebamos un poco de alcohol y
pasemos un buen rato, ¿de acuerdo?
—Está bien —dijo ella, su cuerpo aún tenso.
Sabía que el impulso de pelear conmigo estaba ahí, pero vi la vacilación
en sus ojos. Sabía que teníamos mucho en juego en las próximas semanas.
—Esta mierda sabe a orina —dijo Vincent.
Tomé uno de los vasos y lo presioné contra los labios de Bianca.
—Abre —ordené.
Dudó por un segundo antes de separar sus labios. Vertí el líquido en
su boca. Sus ojos se abrieron cuando yo tomé la parte de atrás de su cabeza
y la obligué a beber todo el vaso. Tosió una vez que terminó, y asentí con la
cabeza a Vincent para que me diera otro.
—Dominic… —comenzó.
—Shh —chasqueé la lengua, presionando el segundo vaso en sus
labios. Le llevé el segundo vaso por la garganta cuando volvió a abrir la boca.
—Enciéndelo —llamé a Vincent mientras miraba a los ojos de Bianca.
Pronto, me entregó un porro encendido. Tomé una profunda calada y
lo contuve, disfrutando de la oleada de calma antes de inclinarme para
besar a mi esposa.
—No —murmuró.
Agarré su cabello y forcé su boca a la mía. Ella jadeó, y soplé el humo
en su boca. Luchó conmigo hasta que no tuvo más remedio que inhalar.
Farfulló cuando la solté.
—No fue una petición —dije, dándole una mirada mordaz antes de dar
otra profunda calada. Le ofrecí el porro.
Abrió los labios de nuevo, y dejé que le diera una calada a la hierba.
—Más profundo —instruí.
Aspiró más y lo sostuvo antes de toser y soltarlo. Le sonreí, notando
como empezaba a balancearse en mi regazo. Una abejita tranquila era una
abejita maleable.
Tomé algunas caladas más antes de devolverle el porro a Vincent. Lo
terminó mientras bebía su cerveza.
Nos sentamos en un cómodo silencio durante bastante tiempo, Vincent
se iba y volvía con más alcohol a medida que avanzaba la noche. Bianca
bebió otros dos vasos y fumó más hierba antes de estar segura de que se
sentía lo suficientemente bien.
—La hierba se vuelve cosa vieja, ¿no? —gruñó Vincent, mirando el
porro que había estado fumando.
—Nos hace ganar mucho dinero.
—Ivanov apuesta por la heroína y la coca.
—Yo no soy un Ivanov. Si encuentro un fármaco mejor, lo promoveré.
No estoy en el negocio de hacer que la gente se vuelva adicta a hábitos de
mierda que podrían matarlos. Los clientes muertos no son clientes que
regresan —dije, mirando a Celeste frotándose contra Levin.
Parecía rígido y antinatural mientras estaba allí, sin tocarla. Tendría
que esforzarse más si quería que esa mierda pareciera real.
Vincent asintió. —Entiendo tu punto, pero tiene que haber algo más
que podamos hacer. No me malinterpretes, me encanta drogarme con
hierba, pero me falta algo.
Asentí. Lo entendía. Tampoco me volaba la cabeza como quería, pero
era mejor que nada. Bianca se movió en mis brazos. Sus labios encontraron
mi cuello, haciéndome apretar mi agarre sobre ella. Si no tenía cuidado, me
la iba a follar allí mismo, delante de todos. Reclámala para que estos hijos
de puta supieran a quién pertenecía. Había visto a algunos de los chicos
mirándola boquiabiertos cuando llegamos. Una mirada mía fue todo lo que
se necesitó para que salieran corriendo, lo que probablemente salvó sus
patéticas vidas.
—¿Puedo ir contigo a medianoche? —preguntó suavemente en mi oído.
—Sí —respondí de inmediato.
Ya sea que Vasiliev tuviera buenas o malas noticias, la necesitaría allí.
Quería que fuera parte de todo lo que a él le concernía para que cuando nos
jodiera o nos traicionara, ella lo viera de primera mano. No es que pensara
que nos jodería o nos traicionaría. Había visto la forma en que miraba a mi
esposa. El imbécil realmente se preocupaba por ella. Pero seguía siendo un
cañón suelto en lo que a mí respecta.
—Mmm —ronroneó en mi oído mientras se agachaba y frotaba mi polla
a través de mis pantalones.
Me gustó, la complací. Emborracharla había sido una buena idea.
—¿Esto significa que ya no estás enojada?
—No, definitivamente estoy enojada —dijo arrastrando las palabras
suavemente—. Pero una chica tiene necesidades.
—¿Vincent no te folló lo suficientemente fuerte?
Ella se soltó una risa suavemente. —Lo hizo, pero tuvimos que
acortarlo ya que ya no tomo la píldora.
Respiré y miré a Vincent, que nos miraba con los ojos oscuros.
—¿Nos quieres a los dos? —Pregunté, con los ojos fijos en los de
Vincent.
Sus ojos se abrieron, su entusiasmo era evidente.
—Sí. Quiero sentirme bien, pero no quiero que me dejes embarazada.
—Mia regina, voy a correrme tan profundamente dentro de ti que una
vez que esté dentro, no tendrás más remedio que cargar a mi bebé. Tu
barriga hinchada con mi heredero me emociona increíblemente.
—No demasiado pronto, Dominic —dijo sin aliento, hurgando con el
botón de mis pantalones.
No la detuve mientras me los desabrochaba y me bajaba la cremallera.
Metió su mano debajo de mi cintura y agarró mi polla. El alcohol y la hierba
habían hecho a mi reina... más relajada, menos inhibida. Podría trabajar
con eso.
Pasé mis dedos por su cabello mientras ella le daba rápidos toques a
mi pene debajo de la tela.
—Vincent, ¿qué hora es? —Pregunté, desesperado por follarla sin
aliento.
—Es hora de que me una —dijo, mirándola con avidez mientras ella
chupaba mi cuello y continuaba acariciándome—. Pero son poco más de las
once si necesitas números.
Mierda. Tenía que reunirme con Vasiliev.
—Bebé —murmuré mientras pasaba mi mano por su muslo desnudo—
. Me estás poniendo tan jodidamente duro, pero tenemos que parar. Tengo
que ver a Vasiliev para tener tiempo de darte una buena follada como te
mereces.
Ella desaceleró sus movimientos en mi polla. Fue una agonía cuando
retiró la mano.
—¿Qué tal si fumas y bebes un poco más por mí? —Pregunté.
Ella hizo un puchero, completamente perdida ya. —¿Lo harán tú y
Vinny también?
Vincent asintió con entusiasmo. Se fue a buscar más bebidas.
—Sí. Nos divertiremos esta noche.
—¿Todos nosotros? —preguntó, sentándose y tambaleándose mientras
se enfocaba en mi rostro—. ¿Fallon también?
—Tal vez si eres una buena chica —fue todo lo que dije justo cuando
Vincent regresó con vasos de alcohol para nosotros.
Miré más allá de Vincent y noté a Levin parado no muy lejos del patio,
Celeste todavía aferrada a él mientras sus amigos se reían a su alrededor.
Él había estado observando a Bianca conmigo. Sonreí e incliné mi cabeza
hacia él. Inclinando mi vaso, bebí profundamente mientras Vincent
ayudaba a B. La mirada de Levin se dirigió a Vincent y Bianca.
Levin cedería eventualmente. Me aseguraría de ello. Porque si mi reina
no estaba feliz, entonces nadie estaba feliz.
Capítulo 33
Bianca
¿Dónde estás?
Miré la pantalla hasta que mis ojos ardían, pero no obtuve respuesta.
No necesitaba preguntar dónde estaba. Sabía dónde diablos estaba. Estaba
con bicho. Vincent también. Y probablemente esa maldita comadreja de
Vasiliev. La palabra con F. El capullo que se estaba llevando a mi chica.
Debería haberle disparado.
—Ven aquí, Levy —dijo Celeste, palmeando el lugar junto a ella en mi
cama.
Terminé mi cerveza y agarré una botella de whisky antes de marcharme
para sentarme a su lado.
—Sabes, eres mi novio ahora. No creo que sea una buena idea que
bebas tanto. —Tomó mi whisky lentamente de mis manos.
Apreté los dientes mientras la miraba. A propósito, metí la mano en mi
bolsillo delantero y saqué un porro. Mirándola, lo encendí con el encendedor
del bolsillo de mi pantalón.
Ella me miró con los ojos entrecerrados, sus labios frunciéndose.
Tomé una calada larga y dejé que la quemadura me llenara.
Luego tomé otra.
Me arrebató el porro de las manos y lo apagó antes de tirarlo a la
basura.
—Definitivamente no deberías drogarte como mi novio.
Le devolví la mirada adormilada y dejé escapar una risa suave. Novio.
A la mierda mi vida.
—Estaba pensando, tal vez podríamos comprarte ropa nueva para que
no te veas tan... aterrador. Llevas mucho negro.
—Me gusta el negro. A Bianca le gusta el negro.
Algo incorrecto para decir en mi estupor drogado.
—¿Bianca D’Angelou? —Celeste resopló, pura furia en su rostro.
—De Santis —corregí en voz baja—. Está casada con Dom.
—No me importa con quién se haya casado. ¿Por qué estás hablando
de ella? Ni siquiera deberías pensar en ella después de lo que nos hizo en el
almuerzo. Me avergonzó.
Me encogí de hombros. —Estaría fumando y bebiendo, pero tú los
tomaste.
Se burló. —Escucha, la vi abofetearte esta noche. Claramente no le
agradas, así que cualquier cosa rara que puedas tener con ella o lo que
tengan, ha terminado. Está casada con Dominic. Estoy segura de que no le
gustaría saber que su mejor amigo sigue mirando a su esposa.
Me burlé y negué con la cabeza. No tenía ni idea de cómo funcionaba
nuestro trío. Demonios, si Bianca no estuviera en la foto, probablemente les
habría ofrecido el coño de Celeste.
—Quería golpearla por tocarte —continuó—. Nadie toca a mi Levy.
Sonreí ante ese pensamiento. Si le hubiera levantado la mano a bicho,
se habría llevado una gran sorpresa. No habría sido el único golpeado.
Además, Dominic habría puesto a Celeste en el suelo por siquiera acercarse
a Bianca. Mujer o no, Dominic no jugaba. Cualquier amenaza era suficiente
para ponerle una bala, especialmente cuando se trataba de Bianca.
—¿Por qué sonríes?
—Oh, solo me gusta la idea de que quieras defenderme —mentí,
dándole una sonrisa a medias.
Había estado en esta farsa de relación por solo unos días y ya quería
largarme.
Me sonrió, creyendo mis tonterías.
—Eres tan dulce, Levy —suspiró, acariciando mi polla a través de mis
pantalones de nuevo.
Forcé la mueca de mi rostro.
Se puso de rodillas frente a mí y me miró fijamente mientras tiraba del
botón de mi pantalón. Tragué saliva, me dolía el corazón al pensar en mi
bicho.
Esto no cuenta como infidelidad. Bicho no es tuya. Nunca lo fue. Dijo que
todo había terminado. Dijo que no te quería. Que nunca lo haría. Nunca fuiste
una opción.
Mi mente fue a pensamientos feos de Vasiliev tocándola con Dom y
Vincent.
Celeste me sacó la polla. Mi labio tembló cuando ella chupó a lo largo
de mi longitud.
Estoy haciendo esto por Dom. Por el trato. Odio esto. Mierda. Mierda. Que
alguien me salve de esta pesadilla. Dios ayúdame…
—Tu pene es tan grande. —Celeste se soltó una risa antes de lamer mi
eje.
Tragué y traté de no saltar y salir corriendo de la habitación. No sabía
qué mierda me pasaba. En cualquier otro momento, le hubiera dado la
bienvenida a una mamada y una buena y descuidada follada borracha.
Entonces Bianca entró en mi vida y cambió todo lo que creía saber,
incluido yo mismo. Ahora, aquí estaba yo con una chica que no era mi bicho,
babeando mi polla.
Celeste me chupó profundamente en su boca y amordazó. Hice una
mueca cuando me agarró con los dientes. Y otra vez.
Joder, ¿es un maldito castor que está royendo mi tronco?
Me raspó de nuevo. Tomé una bocanada de aire que debió tomar como
un sonido de placer porque chupó más fuerte, arrastrando más los dientes
mientras se balanceaba hacia arriba y hacia abajo.
Incapaz de soportar más, la empujé por los hombros. Soltó mi polla con
un fuerte estallido.
—¿Qué ocurre? —preguntó, limpiándose los labios.
—Nada —dije, exhalando—. Uh, ¿qué tal si solo... hablamos?
—¿Hablar? —Frunció el ceño—. ¿En serio?
—Sí. —Me aclaré la garganta—. Vamos a conocernos.
—D-de acuerdo. —Se puso de pie y se sentó a mi lado mientras
apartaba mi pene, la confusión era evidente en su rostro—. Um, ¿cuál es tu
color favorito?
—Azul —dije, pensando en los ojos de bicho—. ¿El tuyo?
—Mm, rosa.
Me lo imaginaba.
—Uh... ¿qué planeas hacer después de Bolten?
Chocó su hombro contra el mío y sonrió. —Matrimonio. Niños.
Probablemente pase algún tiempo en la universidad porque papá cree que
necesito poder mantenerme y aprender el lado comercial de las cosas en
caso de que no me case, pero en serio, qué idea tan absurda. Por supuesto,
me casaré. ¿Tú qué vas a hacer?
—Mi vida está planeada para mí. Probablemente Mayfair después de
Bolten. Es donde Dominic y Vincent probablemente irán también. Entonces
trabajaré para Dom.
Arrugó la nariz. —¿Estás seguro de que quieres hacer eso? ¿Trabajar
para Dominic haciendo... cualquier cosa realmente mala que hagas?
Asentí. —Sí. Dom y Vincent son mis mejores amigos. Nací y crecí para
trabajar con ellos.
—Dijiste con. ¿No querrás decir para? Quiero decir, Dominic es el hijo
de un jefe de la mafia. Él es el heredero de, como, todo. No eres su igual,
Levy. Creo que deberías tratar de romper con esa vida. Tú y yo podríamos
ir juntos a Mayfair o Princeton o Harvard. Podríamos casarnos algún día y
tú podrías hacerte cargo de la empresa de papá. Eres mucho mejor que un
secuaz. ¿Sabes?
—No soy un secuaz. Soy igual a Dom. —Traté de mantener el gruñido
fuera de mi voz, pero fue muy difícil.
—No lo eres —murmuró, acunando mi cara y dándome una mirada de
simpatía que hizo que mis entrañas se revolvieran—. Y nunca lo serás.
Apreté los dientes y forcé una sonrisa en mi rostro. —Supongo que ese
es mi problema entonces, ¿eh?
—En realidad, es nuestro problema —dijo en voz baja—. Tu eres mi
novio. Ambos venimos de familias poderosas. Aunque yo diría que la mía es
un poco más que la tuya. No significa que no podamos gobernar este
campus. Quiero decir, la gente adora a Bianca, y ella no es nada. Llegó aquí
comprometida con Hail. Luego lo engañó con Dominic, y ahora están
casados. Es como si estuviera tratando de obtener influencia por ser una
puta.
—Bianca no es una puta —le espeté. Prácticamente la había llamado
así antes, pero no había querido decir esa mierda. Estaba enojado y me
arrepentí de las palabras en el momento en que salieron de mi boca.
—Lo que sea. Escuché que está engañando a Dominic con Vincent.
—¿Dónde has oído eso? —Traté de mantener el humor fuera de mi voz,
preguntándome si tal vez yo había sido parte de ese rumor en algún
momento.
No era como si ella y yo no hubiésemos hecho cosas juntos. Buen
material. Jodidas cosas increíbles.
Se encogió de hombros. —De todos. En serio, ¿no prestas atención?
—Supongo que no.
—Además, escuché que su papá estaba involucrado en este esquema
de lavado de dinero con su padrastro, David D’Angelou. Supongo que su
padre estaba jugando en ambos lados con la familia Ivanov y De Santis. Así
fue como desapareció. Y Bianca fue el pago a David D’Angelou por la
equivocación de su padre. Básicamente, era renunciar a su familia o morir,
así que los abandonó. David necesitaba encontrar una forma de agradar a
los Ivanov. Así que quería asegurarlo con un matrimonio. Por eso Hail
estaba comprometido con ella.
—¿Cómo... dónde escuchaste eso? —Pregunté, frunciendo el ceño.
—¿Prometes que no te enojarás?
Le devolví la mirada sin estar listo para prometer nada.
—¿Por favor, Levy? —Hizo un puchero, empujando sus pechos
cubiertos de cachemira hacia mí.
A la mierda
—Lo prometo.
Sonrió triunfante. —Estuve viendo a Drake un poco durante el verano.
No fue serio —se apresuró a decir cuando vio la expresión de mi rostro—.
Estaba pasando por una mala racha con mi novio y quería vengarme de él,
así que me metí con Drake. Ahora me arrepiento porque definitivamente no
era alguien con quien debería haberme asociado, pero me dijo cosas cuando
estábamos juntos.
—¿Te dijo algo más? ¿Dónde está el padre de Bianca?
—Mm, realmente no recuerdo.
Apreté los puños. —¿Te dijo algo más? ¿Quizás sobre mi hermano
Stefan?
Ladeó la cabeza hacia mí, sus ojos se estrecharon. —Sé algunas cosas.
—¿Qué más? —Estaba perdiendo la paciencia.
—Tú, más que nadie, deberías saber que nada en este mundo es gratis,
Levy —murmuró, inclinándose y rozando sus labios contra los míos
rígidos—. Si quieres información, hazme dártela. Hazme creer que soy la
única chica en tu mundo. Vi la forma en que mirabas a Bianca esta noche.
Quiero que me mires así. Quiero poseerte como ella te posee. Quiero que
seas mío y que yo ser tuya. Tú y yo, Levy. Dilo. Inténtalo.
Tragué saliva, mi pulso retumbaba en mis oídos.
Pero quería información. Lo necesitaba.
—Tú y yo —me atraganté, las palabras como ácido en mi lengua—.
Nosotros.
Dejó escapar una risita suave, con el labio inferior entre los dientes.
—Ahora demuéstralo.
Las náuseas se retorcieron en mis entrañas como una serpiente. Tenía
que hacer esto. Estaba a cargo de conseguir este trato para Dom, y
necesitaba cualquier información que Celeste tuviera para mí. Me incliné y
la besé, dispuesto a pagar lo que costara. ¿Qué elección tenía? Por Bianca.
Por mi hermano. Por Dom y Vincent.
Esto era por ellos.
La empujé hacia atrás sobre la cama y me desabroché los pantalones.
Capítulo 35
Bianca
—Necesitarás algo blanco —dijo Dominic mientras tomaba un nacho con
queso de su plato durante el almuerzo unos días después de que me
despertara entre él y Vincent.
Mi coño me dolía como si no hubiera un mañana al día siguiente, pero
si la memoria no me falla, ambos habían hecho un número de sí mismos
también. Cada vez que pensaba en ello, me sonrojaba.
Dios, había cambiado.
Pasé de no tener sexo, a ser llenada por dos pollas en el mismo agujero,
aparentemente de la noche a la mañana.
—No creo que el blanco me quede bien, esposo —dije, sintiendo el calor
en mis mejillas.
Me sonrió, claramente tenía la misma imagen en su cabeza que yo
acababa de tener en la mía.
—Eres un ángel, B —dijo Vincent, inclinándose—. Nos llevaste al cielo
esa noche. Definitivamente deberías vestirte de blanco.
Mi cara se puso más caliente por sus palabras.
—Abre —dijo Dominic.
Abrí mi boca sin presionar sus botones, y deslizó el nacho en mi boca.
Durante las últimas semanas, había notado un cambio en Dominic. Seguía
siendo posesivo, celoso y violento como siempre. Pero también tenía esta
vena abrumadoramente afectuosa que me hacía tropezar un poco
emocionalmente cada vez que estábamos cerca, lo que sucedía a menudo
porque Levin pasaba todo su tiempo con Celeste. Levin y yo no habíamos
hablado desde la noche en el acantilado. Lo había visto hablar con los chicos
cuando yo no estaba cerca, pero cada vez que me acercaba, me miraba y se
alejaba furioso.
Estaría mintiendo si dijera que no me dolió un poco el corazón, pero
Vincent me lo había resumido perfectamente el día anterior mientras
estábamos sentados en los espacios comunes esperando a Dominic.
—Hiciste tu cama, B. Ahora, tienes que acostarte en ella. No significa que
sea para siempre, ¿sabes?
—Pero él está con Celeste —dije, frunciendo el ceño.
Vincent asintió pero no dijo nada, así que continué, dejando que las
palabras salieran de mis labios antes de que pudiera detenerlas: —¿Crees
que están durmiendo juntos?
Vincent hizo una mueca ante la pregunta y se recostó en su asiento. —
¿Por qué importa? Como, ¿qué te hará saberlo? ¿Empeorará las cosas? ¿Es
eso lo que quieres? ¿Sentirte más miserable? Cariño, no te hagas eso. Ambos
dieron las cosas por concluidas. Solo está haciendo lo que tiene que hacer
ahora.
Tragué saliva, sabiendo que Levin estaba durmiendo con ella. Escuché
a Maria Vance hablando con Lacy Morse sobre eso en el baño el lunes.
Naturalmente, me quedé en mi puesto, escuchando. Aparentemente,
Celeste les había contado lo increíble que era Levin en la cama.
Había vomitado después de que se fueran, el conocimiento me
enfermaba.
—¿Qué ocurre? ¿Tu pequeña pandilla se separó? —Hail preguntó
mientras se cernía sobre nuestra mesa con los Señores flanqueándolo—.
Escuché que estaban todos con ella al mismo tiempo. No sabía que el coño
de Bianca podía excitar a tantos hombres a la vez.
Inmediatamente, me acurruqué contra Dominic, mi corazón latía con
fuerza.
—¿Quién diablos dijo que podías venir aquí y hablar? —Dominic gruñó,
poniéndose de pie, Vincent siguiéndolo.
Extendí la mano y tiré de la mano de Dominic. Entrelazó sus dedos con
los míos y les dio un suave apretón que contrastaba con la expresión de su
rostro y la postura que había tomado.
—Solo quería ver cómo estaba mi chica —dijo Hail inocentemente. Su
mirada se fijó en mí—. ¿Cómo estás? ¿Estás chupando las pollas de los
Reyes tan bien como chupaste las de los Señores o lo estabas ocultando?
Escuché que Levin pensó que tu coño fue tan horroroso que se fue corriendo
a follar a Celeste.
En un momento, Dominic estaba sosteniendo mi mano, y al siguiente
esa mano se convirtió en un puño y conectó con la cara de Hail en un crujido
repugnante.
Luego se convirtió en un juego de todos contra todos. Los Señores
entraron en acción y atacaron a Dominic y Vincent. Jadeé cuando el puño
de Fallon golpeó la cara de Dominic. Fallon se agachó cuando Dominic se
abalanzó sobre él con tanta furia en su rostro que me dejó sin aliento. Antes
de que pudiera llegar a Fallon, Hail lo interceptó y le dio un golpe. Dominic
lo bloqueó y le dio un puñetazo en el estómago. Fallon golpeó a Vincent,
quien se alejó.
Todavía era una pelea injusta. Cuatro contra dos. Y, ¿qué diablos
estaba haciendo Fallon? ¿Realmente necesitaba seguirle el juego con tanta
violencia?
Vincent tenía a Tate y Drake encima. Dominic se ocupaba de Hail y
Fallon, y los tres enfrentándose uno por uno. Dominic definitivamente no
estaba dando golpes como Fallon parecía estar haciendo ahora.
El codo de Hail se elevó y me golpeó en la mandíbula mientras intentaba
escapar. El golpe me hizo caer de culo, la sangre se filtraba en mi boca de
donde me había mordido el labio cuando caí.
Cálidos brazos me envolvieron y me ayudaron a ponerme de pie
mientras los estudiantes gritaban y se zambullían en medio del huracán de
la guerra de pandillas.
Levanté la vista para encontrarme mirando a los ojos azules de Levin.
Su mirada recorrió mi rostro, concentrándose en mi labio. Su pulgar lo rozó,
sus ojos se oscurecieron. Mi corazón saltó.
—Sácala de aquí —le gruñó Levin a Aubrey, que había corrido hacia
mí—. Llévala a la habitación de Dom. Ahora. —Me empujó hacia atrás y
saltó a la pelea, golpeando a Fallon en la cara.
Fallon maldijo y le devolvió el golpe, ambos cayeron al suelo en un
montón de puños y furia.
—Bianca, vamos —dijo Aubrey con urgencia mientras Stella se
levantaba de su asiento y corría hacia la puerta.
No sabía qué estaba tramando esa perra, pero había estado mintiendo
últimamente. Probablemente por orden de Dominic, pero quién sabe con
ella.
Lancé una última mirada al caos detrás de mí, notando que los
maestros ni siquiera intentaron interceder. Los guardias de seguridad se
quedaron parados mirando estupefactos.
Seguí a Aubrey fuera de la cafetería y hacia los terrenos.
—Bianca —me llamó Stella cuando doblamos una esquina para
caminar hacia el dormitorio de Dominic.
Hice una pausa y la miré mientras avanzaba. —¿Qué?
—Voy contigo.
—¿Por qué? —Le resoplé, preguntándome quién diablos se creía que
era.
—Creo que ambas sabemos por qué —replicó—. Aubrey, puedes irte.
—Ella no irá a ninguna parte si no es conmigo. Tú puedes irte —le
espeté.
Stella puso los ojos en blanco. —Lo que sea. No me iré. Dominic me
pateará el culo si lo hago.
—Confía en mí, no se lo diré.
—Yo si —murmuró Aubrey.
Stella se burló de ella. Antes de que las dos pudieran discutir, levanté
las manos y comencé mi viaje de regreso al dormitorio de Dominic. Me
ocuparía de esta mierda más tarde. En este momento, necesitaba hielo en
mi labio.
Las chicas se pusieron a mi lado y permanecieron en silencio todo el
camino a la habitación, algo por lo que estaba inmensamente agradecida.
Mi corazón todavía latía con fuerza por la mirada en los ojos de Levin y la
forma en que sus dedos habían rozado mi labio.
Entramos en la habitación de Dominic (nuestra habitación). Fui a la
nevera pequeña y encontré una bolsa de hielo en el congelador.
Suavemente, lo presioné contra mi labio antes de dejarme caer en la silla
mullida. Aubrey se sentó a mi lado en el brazo de la silla.
—Hail te dio uno bueno —murmuró Aubrey, con el ceño fruncido.
Gruñí, odiando a ese idiota.
—Lástima que probablemente no se dé cuenta de que lo hizo porque
estoy segura de que se regodearía —dijo Stella.
Le mostré el dedo y ella respondió con los ojos en blanco.
—Sólo quiero decir que se sentiría bien al respecto. No dije que yo me
sintiera bien de que lo hiciera. Contrólate.
—¿Por qué estás aquí? —exigí—. Como, ¿por qué viniste con nosotras?
Stella se lamió los labios y se sentó en el borde de la cama, alisando el
edredón mientras Aubrey me lanzaba una mirada confusa.
—Quería ayudar.
Me burlé. —¿Cuál es la verdadera razón?
—Acabo de decirte. —Suspiró y se quedó en silencio por un momento
antes de hablar—. Escucha, Bianca, sé que no nos llevamos bien, pero sé
algunas cosas, ¿de acuerdo? Cosas con las que no estoy de acuerdo.
Tenemos la oportunidad de estar solas, así que pensé en aprovechar la
oportunidad para hablar contigo.
Entrecerré los ojos hacia ella. —¿Acerca de?
—¿Estás teniendo sexo con Dominic?
Tragué saliva pero no respondí.
Ella asintió y metió la mano en su bolso y sacó paquetes de pastillas.
—Aquí. Toma estas.
Los tomé y fruncí el ceño. —¿Píldoras de control de la natalidad?
—Sí. Escucha, sé que el plan de Dominic es dejarte embarazada, y sé
que tiró tus pastillas. No solo estarías atada a él por siempre, sino que
tampoco está bien. Y si estás follando con Vincent y Levin como sospecho
que lo estás o lo estarás, entonces vas a necesitar esto.
Aubrey me lanzó una mirada de sorpresa. —¿Estás tratando de
protegerla?
—Creo que deberías elegir si quieres un bebé o no. No dejar que un
gilipollas te fuerce.
—Ya tuve sexo con Dominic un par de veces sin nada —admití en voz
baja, el calor subiendo por mis mejillas—. Estaba realmente perdida, y yo…
Stella arrugó la nariz cuando Aubrey me apretó la mano.
—No necesito los detalles. Me los he follado antes, ya sabes. Quiero
decir, no juntos, pero sí recuerdo cómo funcionan las cosas con ellos.
Náuseas rodaron en mis entrañas. Traté de no pensar en todas las
mujeres con las que habían estado, y definitivamente no quería pensar en
Stella estando con ninguno de mis Reyes.
—Mi punto es, toma las pastillas. No le digas a Dominic que te las di,
o las dos estamos muertas, ¿de acuerdo? Hazte una prueba de embarazo.
Si es negativa, puedes comenzar con el paquete de inmediato. Sin embargo,
podría hacer que te saltes un período.
—Debería comenzar el lunes —murmuré.
—Bien. Así empezar a tomar las píldoras ahora no alterará demasiado
tu horario —dijo Stella.
—¿Dónde voy a guardar esto? Especialmente aquí —dije, mirando
alrededor.
Si Dominic los encuentra, me dará una paliza.
—Podría ayudarte con eso —dijo Aubrey en voz baja—. Podría
entregarte una cada mañana. Haremos que sea un hábito pasar el rato
antes de que comiencen las clases. Desayunaremos juntas o algo así.
Asentí. Eso podría funcionar. Si fuéramos lo suficientemente discretas,
Dominic nunca sabría que ella me estaba dando las píldoras de control de
la natalidad.
—Y los fines de semana, nos veremos. Les llevaré comida o algo así —
continuó—. Haremos que funcione.
—Gracias. —La miré y sonreí.
Era una buena amiga. Una de las mejores. Me devolvió la sonrisa y me
dio unas palmaditas en la mano.
—Disculpa. Soy yo quien te las dio —gritó Stella—. ¿Dónde está mi
agradecimiento?
—Aquí mismo. —Le di el dedo de nuevo.
Ella puso los ojos en blanco. —Todavía no sé qué ve Dominic en ti. Eres
tan inculta.
—Tal vez le gusto que soy sucia e impredecible.
Gruñó. —Lo que sea. De todos modos, será mejor que encuentres un
lugar para guardarlas, de esa manera si surge algo y no estás en el campus
por la mañana o algo así, aún las tendrás. ¿Tienes una cremallera secreta
en tu bolso? —preguntó Stella.
Tenía una pequeña cremallera en el interior de mi bolso en la que
podría meterlas.
—Aparte del código de chicas o lo que sea que lo estés etiquetando,
¿por qué estás ayudando a Bianca? —preguntó Aubrey.
Stella sonrió. —Tengo mis razones.
—¿Qué son… ? —Fruncí el ceño, sabiendo muy bien que tenía algún
motivo oculto.
—Bueno, si no puede dejarte embarazada, podría encontrar consuelo
en otra parte. Puede que se dé cuenta de que necesita a alguien un poco
más refinado y... útil.
—¿Alguien como tú? —Pregunté secamente.
Sonrió. —Quizás. No se puede lastimar a una chica por intentarlo.
—Realmente eres una pequeña perra babosa, ¿no?
—La regla general es ir tras lo que quieres, incluso si puede matarte o
romperte el corazón —dijo Stella, con una amplia sonrisa—. Y Dominic sin
duda me mataría si lo supiera, así que dejemos esto entre nosotras. Será
beneficioso para ambas.
Si bien no iba a renunciar a mis Reyes, y ciertamente no a mi esposo,
de quien me estaba encariñando bastante nuevamente, tampoco estaba
lista para todo lo que Dominic me estaba imponiendo tan pronto. Así que
tomaría la espada de doble filo con la esperanza de que Dominic no se fuera
si no le daba un heredero de inmediato.
—Por cierto, Fallon realmente estaba perdido esa noche, ¿no? —Se
puso de pie, sus ojos brillando.
—Será mejor que no lo hayas tocado —gruñí, poniéndome de pie.
Su sonrisa tembló, pero rápidamente la enderezó. Antes de que pudiera
responder, la puerta de la habitación de Dominic se abrió. Aubrey me
arrebató los paquetes de píldoras y saltó, metiéndolas en el bolsillo de su
chaqueta y alejándose de mí mientras Dominic irrumpía en la habitación.
De un solo golpe, me tuvo en sus brazos, sus labios salpicando besos
a lo largo de mi cara. Cuando llegó a mis labios, gemí, alejándome.
—¿Qué ocurre? ¿Estás herida, mia regina? —Frunció el ceño cuando
vio mi labio hinchado y dejó escapar un gruñido.
—No es nada —murmuré—. El codo de Hail me golpeó cuando estaba
tratando de alejarme. —Noté el corte sobre su frente y fruncí el ceño—. Estás
herido.
Sacudió la cabeza. —Ni siquiera lo siento. —Presionó la bolsa de hielo
contra mi labio—. Mantén eso ahí.
Me soltó y miró a Aubrey, que estaba nerviosa a un lado, luego a Stella,
que ahora estaba de pie junto a Vincent. Levin se apoyó contra la cómoda
de Dominic, como si intentara pasar desapercibido.
Pero lo noté. Vi la mirada en sus ojos cuando me devolvió la mirada. El
dolor. El miedo. Me rompió el corazón. No sabía cómo arreglar este lío entre
nosotros. ¿Se podría arreglar?
Ahora estaba saliendo con Celeste. Tal vez solo necesitaba soltarme y
dejar que las fichas cayeran donde pudieran. Era mi culpa, después de todo.
—Um, yo, eh, me iré —dijo Aubrey nerviosamente mientras se deslizaba
hacia la puerta—. Bianca, desayunemos juntas mañana.
—Está bien —le dije, perdonándola por salir corriendo.
Si yo hubiera estado en su lugar, probablemente también habría
corrido. Abrió la puerta y desapareció momentos después, dejándome con
los Reyes y Stella.
—Te traeré algo para el ojo —le murmuré a Dominic.
Se hundió en la silla, pero en lugar de dejarme ir, envolvió sus brazos
alrededor de mi cintura y me acercó a su regazo.
—Tengo algo para mi ojo —respondió suavemente en mi oído para que
solo yo pudiera escucharlo. Me dio un apretón y me relajé contra él, mi
cabeza encajando en el hueco de su cuello. Volvió a colocar la bolsa de hielo
en mi labio.
—Te alegrará saber que le rompí la nariz a Tate y estoy bastante seguro
de que le rompí las costillas a Drake —dijo Vincent, moviéndose para
sentarse en la cama, luciendo como si no acabara de pelear contra tipos que
rivalizaban con él en tamaño.
Stella lo siguió y se sentó demasiado cerca. Me tensé cuando ella
extendió la mano y apartó el cabello oscuro de sus ojos.
Le dio un manotazo antes de continuar: —Y Levin golpeó a Fallon en la
cara con demasiada fuerza.
—Estaba actuando, claramente —murmuró Levin, mirándome antes de
alejarse rápidamente.
—Nunca va a sanar a este ritmo. ¿Qué te pasa, Levin? —exigió Stella.
—¿Por qué diablos estás aquí? —Levin respondió bruscamente—. Lo
último que supe, es que eras la perrita faldera de Dominic y el maldito
Ivanov. ¿No deberías estar lamiendo las heridas de Ivanov ahora mismo? A
juzgar por su cara, tiene bastantes.
Stella comenzó a protestar, pero Dominic habló: —Levin tiene razón.
Stella, ve. Ahora es un buen momento para escuchar.
—Dominic, estará enojado ahora mismo. Probablemente me hará
daño…
—Entonces prepárate —dijo Dominic con voz gélida—. Fallon está ahí.
Él se asegurará de que estés bien. Luego de eso repórtate conmigo.
Su labio inferior tembló por un momento. —Dijiste que me protegerías,
pero me estás poniendo en peligro. Me hará daño si Fallon no puede
detenerlo…
Dominic me levantó con facilidad y se puso de pie, deslizándome de
nuevo en la silla. Fue a su cómoda y rebuscó en ella. Sacó una pistola y
caminó hacia ella. Ella se estremeció, con los ojos muy abiertos por el miedo.
Le agarró la cara con fuerza con una mano y le apuntó con la pistola a la
cabeza con la otra.
—Yo te voy a lastimar. Simplemente te follará más fuerte de lo que suele
hacerlo y te lastimará el coño —su voz con un ligero acento prometía peligro
mientras presionaba el arma contra su frente—. Ahora lárgate de aquí y haz
lo que te digo.
Ella tragó saliva visiblemente cuando él la soltó, sus ojos se dirigieron
rápidamente hacia mí antes de salir corriendo de la habitación sin decir una
palabra más.
—Tendremos suerte si no nos traiciona —dijo Vincent mientras
Dominic volvía a guardar el arma en el cajón.
—Entonces morirá. Es jodidamente simple —dijo Dominic. Dejó
escapar un profundo suspiro y se volvió hacia Levin—. ¿Y tú, como van las
cosas por tu lado?
Levin me miró antes de volver a concentrarse en Dominic. —Estoy
jodidamente enamorado. ¿Qué puedo decir?
Mi pecho se apretó ante sus palabras, y miré mi regazo, deseando poder
desaparecer.
—¿Su coño es tan bueno? —presionó Dominic.
Levin gruñó pero no dio más detalles.
—Bebé B, ¿quieres venir conmigo a almorzar? No llegaste a comer
mucho —dijo Vincent.
Le lancé una mirada agradecida y me levanté. Me tendió la mano.
Deslicé la mía en la suya y dejé que me guiara hasta la puerta.
—Es lo mejor que he tenido en mucho tiempo —dijo Levin en voz baja,
con voz temblorosa.
Vincent apretó mi mano cuando me detuve en la puerta. Mi corazón
roto se hizo añicos por completo en mi pecho.
No llores. No llores. No llores. Sé mejor que eso. Deséale lo mejor y sigue
adelante.
Lentamente, me volví hacia Levin y solté palabras que quemaban como
ácido en mi lengua. —Estoy tan feliz por ti, Oso Boo.
Hizo una mueca pero no respondió nada.
—Consíguele algo de comer y llévala de vuelta a clase —dijo Dominic.
Vincent me tiró a través de la puerta abierta, mi miseria aún viva y bien
en mi pecho.
Levin era el maestro en el desamor, pero yo era probablemente una
experta en ello. Nos hicimos esto el uno al otro.
Capítulo 36
Dominic
Con los fragmentos de información que Levin había podido obtener de
Celeste hasta el momento, decidí que debía profundizar más en las cosas,
razón por la cual estaba sentado en el palacio un par de días después de mi
pelea con Hail para hablar con mi padre.
—No has estado haciendo mucho con este lugar —dijo Padre mientras
caminábamos hacia el área de las celdas—. ¿Estás tratando de traer
mujeres aquí?
—Estoy considerando administrar esto como un negocio legítimo de
servicio completo, donde las mujeres realmente quieren estar aquí —
respondí cuando nos detuvimos al pie de las escaleras.
Ya podía escuchar suaves sollozos en la oscuridad. Odiaba la forma en
que me hacía sentir. Antes de Bianca, puede que haya pasado por alto esta
mierda, pero ahora lo sentía todo, siempre poniéndola en el lugar de estas
mujeres en mi cabeza y odiando la idea.
Padre me miró. —Explíqueme los ingresos, si le estás pagando a estas
mujeres. Lo que he configurado aquí es absolutamente gratis. Todo es
ganancia.
—Excepto los pecados —dije tranquilamente—. Esos tienen un precio
que pagar.
—Me atrevo a decir que el diablo disfrutaría de nuestro negocio, hijo.
Seríamos recompensados, entonces, ¿dónde está el pecado en eso? —Dio
media vuelta y entró en la habitación tenuemente iluminada.
Algunas cosas habían cambiado desde la última vez que estuve aquí.
Me había quedado fuera de aquí desde que le disparó a una chica llamada
Macy en mi regazo después de que me chupara la polla. Traté de calmarla,
y él lo vio como una debilidad y me roció los sesos.
Ahora, había un escenario decorado con varios artilugios BDSM y
pequeñas mesas alrededor para que los jodidos enfermos como él pudieran
ver la tortura. Porque sería una tortura. Ninguna de estas chicas estaba
dando su consentimiento. Las chicas consentidas no lloraban.
—¿Qué estamos haciendo aquí abajo? —Pregunté mientras se
acomodaba en una mesa y me hacía señas para que me sentara.
Saqué la silla y me senté, mirándolo.
—Has aceptado todo lo que ha enviado la organizadora de la fiesta.
Pareció sorprendida cuando hablé con ella por teléfono, alegando que nunca
antes había tenido una novia y un novio tan agradables.
Asentí con fuerza. —La recepción no me importa. Es solo relleno. Nada
de eso hace la diferencia.
—¿Entonces no has dejado que tu esposa tome ninguna decisión con
respecto a tu celebración?
—No —dije—. Yo tomo las decisiones. No ella. No está en un lugar para
ofrecer algo que decir. Ella es simplemente mi premio, una pieza de mi
imperio.
Padre se recostó y me estudió, tratando de ver a través de mi maldita
mentira.
Joder, ¿cuándo se había convertido en algo más que una pieza del
rompecabezas? La respuesta fue fácil. En el primer puto momento mis ojos
se encontraron con los de ella. No me había dado cuenta en ese momento,
pero recordándolo, definitivamente fue entonces.
—¿Se vestirá de blanco a pesar de que la has profanado... primero? —
Había una nota de veneno en sus palabras. Todavía estaba enojado porque
la había follado antes de que pudiera saborearla.
Los hombres de mi familia tenían tradiciones absurdas, eso seguro.
—Vestirá de blanco —confirmé.
El asintió. —Todo es mentira.
Tragué saliva y permanecí en calma. —¿Qué es todo mentira?
—Esta vida. —Hizo un gesto a nuestro alrededor—. No somos
humanos, tú y yo. Somos monstruos cortados con la misma tijera. La misma
tela que ha estado cortando a los pecadores durante siglos. Sabes, tu abuelo
se folló a tu madre delante de mí antes de casarme con ella. Momentos
antes. Me hizo mirar. Ella lloró, suplicando que se detuviera. Sus hombres
se quedaron observándome. Mis hombres. La folló tan fuerte que sangró.
Por suerte, le había levantado el vestido para no arruinar la tela.
Mis tripas se revolvieron con el conocimiento de la profanación de mi
madre. Me quedé quieto, sin revelar una onza de mi ira.
—Entonces ella se levantó, se secó las lágrimas y dijo que sí en el altar.
Conseguí lo que quedaba, que no era mucho. Era una buena mujer... hasta
que dejó de serlo. Siempre tratando de correr y encontrar una salida. Se
apoderó de su mente. Luchó contra mí cada vez que pudo. —Se quedó en
silencio cuando un suave sollozo sonó en la distancia.
Qué jodido corazón a corazón.
—No estaba preparado para cómo me sentí al ver a mi padre follársela.
En cierto modo, me preguntaba si en secreto lo disfrutaba. De hecho, a
menudo creo que lo había hecho. Él la había hecho correrse con él. No era
mucho mayor que tú cuando nos casamos, así que no sabía tanto sobre el
cuerpo de una mujer como mi padre. Pero aprendí.
Miré al monstruo frente a mí, preguntándome cuándo dejaría caer la
bomba para la que estaba preparando el escenario.
—Nuestras tradiciones nos hacen más fuertes, Dominic. Puede que lo
veas como asqueroso e inmoral, pero te prometo que te hará más fuerte. —
Puso su mirada oscura en mí.
—Este eres tú diciéndome que te vas a follar a mi esposa.
—Sí.
—Y este soy yo diciéndote que no lo harás.
Nos miramos el uno al otro, los suaves gritos de las chicas encarceladas
a nuestro alrededor.
Padre chasqueó la lengua. —¿Estás seguro de eso?
—Sin una maldita duda. Ella ya es mi esposa. Ya le arranqué la
virginidad y la dejé ensangrentada sobre sus sábanas. No hay nada en lo
que necesite ayuda, padre. lo tengo cubierto. Definitivamente no necesito
que me enseñes cómo hacer que mi mujer se corra.
Su mirada se endureció, algo oscuro y feo brilló en sus ojos antes de
educar su rostro y golpear sus nudillos en la mesa.
—Entonces tal vez comencemos una nueva tradición —dijo.
—Tal vez lo haremos.
El asintió. —Que así sea.
Nos miramos el uno al otro antes de hablar de nuevo: —Sin embargo,
tengo curiosidad acerca de Nathan Walker, el padre de Bianca. He oído
rumores.
Padre levantó las cejas hacia mí. —¿Qué rumores has escuchado?
—Que trabajaba para ti.
Padre sonrió y bajó la mirada a su regazo antes de fijar su mirada en
mí. —Hizo algunos libros para nosotros. Me robó mucho dinero.
—¿Lo mataste? —Esperé, conteniendo la respiración.
Cuando se trataba de asesinatos, nunca me había mentido sobre
aquellos a los que mató. Sus nombres eran trofeos para él. Él nunca negaría
un trofeo.
—No —dijo, burlándose—. Desapareció antes de que yo pudiera,
llevándose mi dinero con él. Que te cases con su hija es como un regalo del
diablo, cayó directamente en mi regazo.
—¿Así que el querer follarte a mi esposa es una venganza?
Me dio una sonrisa maliciosa. —Es una cosa de De Santis.
Tragué saliva, asintiendo.
—Algún día tendrás un hijo, y él tomará una esposa. Continuarás con
nuestras tradiciones follándola hasta que suplique clemencia frente a él y
tus hombres. No importa si la ama o la odia. No importa el nombre que
tenga o la cantidad de mendicidad que haga. Lo que importa es que hagas
lo que tengas que hacer porque así somos nosotros. —Me examinó,
inclinándose—. No te crié para que fueras blando, Domenico. Eres un De
Santis. Nos follamos a quien queremos y lo hacemos sin culpa. Las dejamos
ir cuando necesitamos dejarlas ir. Nunca amamos. El amor es una
debilidad. Tu esposa es de carne y hueso. Un bonito y cálido agujero en el
que enterrarte cuando no estás ocupado follándote a otra persona. No lo
olvides.
—No la amo —dije en voz baja, odiando la mentira que salió de mi boca.
—Entonces no debería importarme que le abra las piernas. —Se puso
de pie y se alisó el traje.
Me levanté y crucé miradas con él. —Eso no cambia nada. Esa tradición
terminó con mi madre.
—Ya veremos —dijo con frialdad—. Por mucho que me gustaría
continuar con esta conversación, tengo algunas cosas que necesitan ser
atendidas.
—Como yo lo hice.
Su mirada me recorrió antes de asentir y caminar delante de mí por las
escaleras, su cuerpo aún rígido. Sabía que estaba enojado. Y sabía que
debería preocuparme por eso. Una parte de mí quería creer que él no haría
nada estúpido, pero la otra parte lo conocía. Él no solo retrocedería.
Simplemente le creceri6 una segunda cabeza y empezaría a destruir mierda.
—Te veré a las seis mañana por la noche —dijo, girándose hacia mí en
la puerta—. Comienza a considerar tu plan de negocios. Todavía tienes que
impresionarme con el actual. Odiaría pensar que crié a un cobarde. —Y con
esas dulces palabras, giró sobre sus talones y desapareció en el auto que lo
esperaba.
—Idiota —murmuré por lo bajo en el momento en que se fue.
Haley salió corriendo con un diminuto vestido rojo y me ofreció una
rápida sonrisa. Había guardias por todo este lugar, todos los hombres de mi
padre listos para hacer llover el infierno sobre cualquiera que se pasara de
la raya. Probablemente era por eso que Haley no se había liberado y salido
corriendo de allí. Le dispararían por la espalda antes de que llegara a la valla
de hierro forjado de dos metros y medio de altura.
—¿Necesita algo, Sr. De Santis? —preguntó nerviosa.
—Sí. —Me volví hacia ella—. Quiero que me informes si mi padre
regresa. Estaré arriba atendiendo algo. —Le entregué una tarjeta con mi
número de celular.
Ella se lamió los labios. —¿Debería anotar en el libro que recibiste
servicios de una de las chicas...
—No —le espeté.
Ella se estremeció como si la hubiera golpeado. Dejé escapar un
suspiro.
—No, eso no será necesario.
—Tu padre tampoco registra su tiempo —dijo suavemente.
Asentí. Por supuesto que no lo hacía. No estaba muy interesado en que
nadie pensara que yo, un hombre casado, estaba arriba follando el coño
encarcelado que teníamos en los terrenos, pero lo que sea.
—Envíame un mensaje de texto si él aparece o si alguien viene a
molestarme.
Ella asintió rápidamente y caminé hacia las escaleras, agradecida de
que ninguno de los guardias intentara detenerme. Miraron al frente cuando
pasé.
En el momento en que llegué a la habitación veintisiete en el tercer
piso, deslicé mi llave y abrí la puerta.
Natalia Vasiliev saltó del sofá de cuero, con los ojos muy abiertos,
cuando entré en la habitación.
—Se supone que no debo tener visitas —balbuceó—. No estoy en venta.
—Ya estás comprada y pagada, Vasiliev. Siéntate —dije, cerrando la
puerta detrás de mí.
Su esbelto cuerpo tembló, pero se mantuvo firme, su mirada endureció
cuando me acerqué a ella.
—Te juro que gritaré…
Saqué el arma escondida en mi chaqueta, que los imbéciles de mi padre
habían sido demasiado tontos para comprobar y apunté hacia ella. Dio un
paso atrás, con las manos en alto como si pudieran detener una bala.
—0Te dispararé antes de que el sonido salga de tu boca. Siéntate. —
Apunté al sofá con mi arma.
Se sentó, sus pantalones de chándal colgaban bajo sus caderas, su
camiseta sin mangas blanca torcida.
—¿Qué quieres? —Susurró—. Haré lo que sea. Simplemente no me
lastimes.
—Me alegra escuchar eso —dije, tomando asiento en el sofá—. Soy
Dominic De Santis.
Ella aspiró profundamente, sus ojos se abrieron como platos.
—Yo soy el que negoció por tu seguridad. Por supuesto, puedo revocar
eso en cualquier momento.
Se relajó visiblemente. —¿Qué quieres?
—Quiero saber lo que sabes sobre el asesinato de Stefan.
Tragó saliva y se frotó las palmas de las manos a lo largo de su sudor
antes de que las palabras fluyeran fácilmente de su boca. —No sé mucho.
Me enamoré de Stefan en la universidad. Como una cosa de Romeo y
Julieta, ¿sabes? —Parecía nostálgica mientras hacía el viaje por el camino
de la memoria.
Me gustó el hecho de que no necesitaba presionarla para obtener
información.
—Stefan era perfecto. Hermoso. Quería salir de esta vida tanto como
yo. Planeamos huir juntos, pero no lo logró.
—¿Sabes lo que pasó?
Ella negó con la cabeza, una lágrima se deslizó por su mejilla. —No.
Fue a reunirse con alguien. Dijo que nos iban a ayudar. Ni siquiera sé si eso
es cierto. Luego me envió un mensaje para decirme que Fallon lo dejó en la
53. Dijo que vendría su papá. Tenía miedo porque su padre haya
descubierto que estábamos juntos días antes, amenazó a Stefan. Le dije que
podría matarlo. Pelearon. Stefan me hizo ir al auto, así que lo hice.
—¿Escuchaste algo de la pelea?
Ella sacudió su cabeza. —Nada en realidad. Era solo él diciéndole a
Stefan que lo repudiaría si se escapaba conmigo. También amenazó con
matarme. —Sollozó y se limpió la nariz—. Fue entonces cuando Stefan me
dijo que fuera al auto y cerrara las puertas. Eso es todo lo que escuché.
Respiró hondo. —Stefan salió como diez minutos después muy molesto
y dijo que nos iríamos al día siguiente. Fui a despedirme de Fallon. No quería
revelar nada porque mi padre también habría matado a Stefan si supiera
que me iba. Fallon prometió que no diría nada. Fui a donde se suponía que
debía encontrarme con Stefan, pero él nunca volvió por mí. Pensé que tal
vez era porque su padre había ganado, y Stefan se había rendido y había
terminado conmigo. Esperé en mi departamento y luego recibí la noticia de
que S-Stefan fue asesinado. Fallon vino a decírmelo.
Lloró suavemente, su cuerpo temblando. —Alguien lo mató. Ojalá...
ojalá supiera quién. ¡Me lo quitaron! ¿Y para qué? ¿Por una estúpida
rivalidad? No es justo. No es justo.
Tragué. —Por lo que vale, lo siento.
Asintió miserablemente. —Gracias.
La estudié mientras lloraba por un momento. Luego se recompuso y
dejó escapar un suspiro lento y tembloroso.
—¿También voy a morir? Porque lo quiero. Sin Stefan…
—No vas a morir. Conocí a Stefan. Él querría que vivieras. Sé que lo
haría.
—Lo sé —dijo en voz baja, su cabello oscuro cayendo sobre sus
hombros—. Simplemente lo extraño mucho. He sido prisionera desde que
traté de salir de la ciudad.
—¿Como paso? ¿Cómo te secuestraron?
Ella se lamió los labios. —Estaba tratando de irme en medio de la
noche. Ya sabes, cuando la mayor parte del mundo está durmiendo. Pensé
que me escabulliría de la ciudad con el dinero que Stefan y yo habíamos
ahorrado. Ni siquiera logré salir de la ciudad antes de que me sacaran de la
carretera. Estos hombres con máscaras me pusieron una bolsa en la cabeza
y me noquearon. He estado bajo el control de Matteo desde entonces.
—Te equivocas. Eres de mi propiedad ahora —dije, haciendo un gesto
alrededor de la habitación—. Lo negocié como parte de un acuerdo con mi
padre. Tu seguridad para poder usarte como mejor me parezca.
Inmediatamente se tensó y se alejó de mí, con miedo en sus ojos. —
Stefan dijo que eras mejor que Matteo. D-Dijo que podía confiar en ti, V-
Vincent y L-Levin…
—Ya te habría follado si tuviera la intención de causarte daño —dije,
cortándola—. Y me refiero, en más de un sentido.
Sus manos temblaban mientras las retorcía en la pernera de sus
pantalones de chándal.
—Tu hermano. Fallon.
—No le hagas daño. Es un buen hombre. Mi hermano no es como los
demás. Está atascado como yo. Por favor. —Se levantó y se acercó a mí,
cayendo de rodillas frente a mí. Sus manos se posaron en mis muslos—.
Haré cualquier cosa para mantenerlo a salvo. Él es todo lo que me queda.
Extendí la mano y le levanté la barbilla. —No fui yo quien te lo propuso,
Natalia.
—Entonces, ¿qué quieres de mí? —susurró, con lágrimas en los ojos.
—Tu cooperación. Sabes que eres nuestro enemigo, ¿verdad?
Ella asintió miserablemente.
—Hice un trato con tu hermano para salvarte. Tengo la intención de
seguir adelante mientras él cumpla con su parte.
—Él no te defraudará. Conozco a mi hermano. Si dice que va a hacer
algo, lo hace.
Asentí. —Espero que eso sea cierto. Pero si me falla, te falla a ti. Así
que solo para que lo sepas, sin resentimientos.
—Lo sé.
Solté su rostro y la estudié. Era una chica bonita. No era una abejita,
pero nadie más lo era. Pude ver el parecido familiar entre ella y Fallon.
Mismo color de pelo. Los mismos pómulos altos.
—Si se te ocurre algo que no me dijiste, díselo a Haley. Me aseguraré
de que te consiga mejor ropa y comida aquí.
—¿Y jabón? —suplicó suavemente, con las mejillas sonrojadas por la
petición.
—No me había dado cuenta de que tenías necesidades. Me ocuparé de
que todo se solucione.
—Gracias, Dominic. En serio.
—No me des las gracias todavía —dije, poniéndome de pie y caminando
alrededor de ella—. Todavía soy tu dueño y no tengo planes inmediatos de
liberarte. Pero te cuidaré. Mejor que el trato que te dio mi padre.
Caminé hacia la puerta y me detuve antes de abrirla. —¿Te lastimó? —
Miré hacia atrás para verla temblar de nuevo.
—No es un buen hombre. Trató de sacarme información. Lo mismo hizo
el padre de Stefan. Creo que era peor, si tuviera que decirlo. Incluso después
de que me rompí y rogué por la muerte, seguí recibiendo los castigos. Meses
después.
Se paró y se levantó la camiseta sin mangas, girándose para que
pudiera ver las profundas cicatrices en su espalda. Una hoja de ruta de su
dolor. Algunas heridas todavía estaban sanando.
Apreté la mandíbula. —Me encargaré de que esas heridas sean tratadas
y de que tengas los suministros adecuados. Si sirve de algo, lo siento por
esta mierda. En un mundo diferente, estarías con Stefan y nadie los habría
lastimado a ninguno de ustedes.
—Lástima que vivamos en este mundo, ¿eh? —Me dio una sonrisa
triste.
—Lástima —respondí, saliendo de la habitación y encerrándola.
Pensé en la pesadilla que nos esperaba a Bianca y a mí mañana por la
noche en nuestra recepción porque sabía que habría una. Mi padre se
encargaría de ello. Mañana puede muy bien ser el día en que ponga una
bala entre los ojos de mi viejo.
—Que mal —murmuré.
Capítulo 37
Fallon
—Si hay una cosa que odio, es un maldito Rey —dijo Hail mientras se
sentaba en una silla en su habitación y esnifaba una línea de coca de la
mesa.
—¿Por qué estás inhalando coca, hombre? —Drake llamó—. Tengo más
azúcar. Pensé que querías probar esta mierda.
—Si quiero —gruñó Hail, ajustando su pene en sus pantalones y luego
frotándose la nariz pero perdiendo algo del polvo—. Pero después.
—Te lo estás perdiendo —dijo Tate mientras Drake sacudía la cabeza y
sacaba una bolsita pequeña.
Me senté hacia adelante, mirando mientras sacaba los artículos.
—¿Qué es eso? —Hice un gesto a la parafernalia en la mesa pequeña.
—¿Qué aspecto tiene? —Drake preguntó, sonriendo—. Son drogas.
Rodé los ojos hacia él. —No me digas. —Avancé y recogí una jeringa y
un pequeño vial, examinándolos—. ¿Inyecciones?
—Sí, el tipo de quien lo obtuve dijo que golpea más rápido y ofrece un
subidón más intenso. Dijo que la inyección tiene efectos alucinógenos.
Tendencia diferente o alguna mierda.
—¿Quieres tomar alucinógenos? —Volví a mirar a Hail, quien se
encogió de hombros.
—Quiero saber quién diablos es este tipo De Luca, pensando que puede
entrar en nuestro territorio y vender sus drogas. Necesito saber a qué nos
enfrentamos. Así que si tengo que ver hombrecitos verdes, lo haré —dijo
Hail, oliendo y limpiándose la nariz de nuevo.
El hijo de puta ya estaba sintiendo su coca.
—Creo que deberías esperar un poco antes de intentarlo —le dije—.
Creo que necesitamos saber cómo interactúa esta mierda con la mierda que
estás tomando.
Hail me despidió pero no discutió.
—Creo que el puto Valentino me rompió una costilla —dijo Drake,
haciendo una mueca mientras levantaba el brazo—. Esa mierda duele,
hombre.
—Estoy bastante seguro de que también me rompió una —dijo Tate,
chocando los cinco.
—Le diste un buen golpe a De Santis. —Drake me sonrió antes de volver
a hacer una mueca—. Pensé que podrías perder el control y dispararte en
la cara.
Asentí. Yo mismo me perdí por un minuto y saqué mis frustraciones
con él cuando sabía muy bien que no debería haberlo hecho.
Habían pasado días desde aquella noche en la habitación de Bianca
cuando Dominic me había hecho lamer su corrida y la de Vincent fuera de
su cuerpo y fuera de su coño. No me quejaba de haber comido fuera a mi
chica, pero no estaba muy contento de tener que limpiar después de los
pendejos. Me había hecho sentir como una pequeña perra de rodillas
pidiendo sobras.
Pero sabía que lo haría una y otra vez porque Bianca valía la pena para
mí. Haría cualquier cosa por ella. Quería demostrarle que era alguien en
quien podía confiar y amar. Quería que ella viera mi lealtad. Mierda, si De
Santis me dijera que me arrodillara y le chupara la polla, lo haría solo para
demostrar mi maldito punto. Los tipos no me atraían, pero ella sí. Quería
que supiera que nada me detendría cuando se tratara de ella.
—Estoy celoso. Quería darle un puñetazo en la cara —se quejó Tate,
colocando líneas de azúcar—. Pero quería agarrar más a Bianca. Y debería.
—Parecía enojado por no haberlo hecho, y esa mierda me cabreó.
—¿Qué habrías hecho? —bromeó Drake—. ¿Venirte en tu mano?
Porque todos sabemos que te correrías antes de que tu pene la tocara.
Duraste dos minutos cuando ella te chupó la polla esa vez.
—Fallon es mi MVP6 por eso. —Hail soltó una risa—. Se puso todo soy
más santo que tú, tratando de guardar su virtud. El hijo de puta ha
enterrado su polla en tantos coños que la de ella lo aterrorizó hasta la
castidad.
—Come mierda —murmuré—. No fue así. Me había follado a Maria
Vance ese mismo día. No estaba de humor.
Los chicos soltaron carcajadas en voz alta, lo que me irritó aún más.
No me había follado a Maria Vance. Nos habíamos besado en el vestuario,
pero no lo había llevado tan lejos como podía.
Estaba jodido.
Mi cabeza daba vueltas, pero me sentía increíble, como un superhéroe.
—Stella chupa la polla lo suficientemente decente —gritó Hail a la
habitación.
Había invitado a gente de nuevo, y todo el mundo estaba perdido. Por
mucho que quisiera mantener el control de mi cabeza y mi cuerpo, sabía
que había terminado en el momento en que me fumé el porro de azúcar o
cualquier mierda que fuera.
—Inyéctame. Esta mierda es de elite —murmuró Drake, tambaleándose
hacia mí y sentándose—. Creo que hay jodidos arcoíris saliendo de las tetas
de esa chica.
Me reí y miré hacia donde estaba señalando a una animadora llamada
Dara.
—Tienes que verlo, hombre. Es intenso como el infierno.
—He tenido suficiente, hombre. Necesito parar. —Intenté alejarlo, pero
soltó una risa. Ya había bebido mi peso en alcohol y fumado lo suficiente
para que me durara una buena semana.
—En serio, Hail te obligará a hacerlo. Sabes que lo hará. Extiende el
brazo y acaba con esto.
Suspiré, sabiendo que tenía razón.
—¿Dicen que no puedes tener una sobredosis de esto? —Pregunté
mientras me subía la manga.
—Eso es lo que dicen en las calles. Se trata de la fiebre del azúcar.
—¿Y un accidente?
—Todo lo que sube, debe bajar —dijo mientras movía la nueva aguja,
haciendo que el líquido blanco se nivelara. Envolvió una banda alrededor
de mi brazo y buscó una vena antes de empujar la aguja.
Cerré los ojos, esperando los arcoíris o las cabras o lo que sea que se
suponía que debía ver.
—Todo listo. Diviértete —dijo Drake segundos después, dándome una
palmada en la espalda.
Mantuve los ojos cerrados mientras el calor subía lentamente por mi
cuerpo. Me sentí ligero. Libre. Se sumó a lo que ya estaba sintiendo,
haciéndome querer reír y probar mis nuevas alas.
Tenía alas, ¿verdad?
Sacudí el ridículo pensamiento de mi cabeza y abrí los ojos. Se me cortó
la respiración en el pecho cuando Bianca caminó hacia mí con su diminuta
falda de mezclilla, sus tetas tan altas que todo lo que podía pensar era en
enterrar mi cara en ellas y nunca salir.
—¿Qué estás haciendo aquí? —dije, estaba jodido del cerebro. Mi voz
no sonaba como la mía mientras parpadeaba rápidamente.
Ella tenía alas. Mi princesa era un ángel.
—Hail dijo que necesitabas ayuda. —Ella soltó una risa, sentándose en
mi regazo y pasando sus uñas por mi cabello.
Prácticamente ronroneé bajo su toque. —Te vas a meter en problemas
por estar aquí conmigo. Soy un Señor. Si se entera, los dos estamos jodidos,
cariño.
Ella soltó una risa de nuevo. —Él es el que me dijo que viniera.
—Mm, bien —murmuré, enterrando mi cara en su cuello y besando la
piel sensible.
Se acurrucó contra mí mientras yo agarraba su trasero.
—Será nuestro secreto, princesa.
—Sí. Nuestro secreto —dijo, su voz no sonaba como la de Bianca pero
lo que sea.
Estaba drogado. Tal vez mi audición estaba apagada. Tal vez estaba
nerviosa por estar en la guarida de los Señores. Y debería estarlo. Éramos
malditos animales.
—¿Quieres que te folle el coño? —Arrastré las palabras, el techo lleno
de estrellas y ovejas voladoras. ¿Desde cuándo las malditas ovejas tienen
alas? ¿Y eso era un gato con cuernos? Joder, esta mierda era fuerte.
—Eres tan sucio, Fallon. —Me mordisqueó el lóbulo de la oreja.
Otra ola de intenso calor me golpeó. Necesitaba quitarme la maldita
ropa.
—¿Me chupas la polla? He sido bueno. He estado haciendo todo lo que
me dicen —dije, parpadeando lentamente hacia ella.
Ahora tenía una corona. Bueno, debería. Es una reina. ¿Por qué estaba
hecha de tortugas? Eso es jodidamente raro.
—Pensé que nunca lo preguntarías. Siempre me has gustado —dijo
entre jadeos mientras se movía en mi regazo, empujando sus tetas en mi
cara.
Extendí la mano y las acuné, ansioso por darles un chupetón. Dejó
escapar un grito ahogado cuando rasgué su camisa, enviando los botones
volando por la habitación. Hail dejó escapar un grito y algunas cabras se
rieron, pero yo estaba demasiado ido con mi princesa, no, mi reina, para
detenerme ahora.
Empujé su sostén hacia abajo, liberando sus tetas, y envolví mis labios
alrededor de un capullo, chupando la carne en mi boca. Ella gimió, sus
dedos en mi cabello mientras los mordisqueaba y chupaba. La acerqué más
y ella apretó su coño contra mi dolorida polla.
Saqué mis labios de una teta y me moví hacia la otra, chupando más
fuerte esta vez. Quería marcarla, para que Dominic recordara que yo
también era parte de su pequeño clan.
Gritó cuando la mordí, su cuerpo se agitó contra el mío mientras gemía
como una prostituta en la iglesia.
—Me voy a correr —jadeó cuando apreté su trasero y la mecí a lo largo
de mi pene cubierto de jean.
Hubo vítores en algún lugar de fondo, pero mantuve mi ritmo,
desesperado por marcarla.
No pasó mucho tiempo. Se corrió con el gemido más dulce, su cuerpo
se quedó fláccido mientras yo continuaba empujando contra ella. Cerré los
ojos, desesperado por tener mi propio final, pero no lo haría hasta que
estuviera enterrado en su calor.
Empujé su falda hacia arriba y pasé mis dedos a lo largo de su húmedo
coño.
—Fallon. —Alguien tocó mi hombro—. Fallon.
—¿Mm? —Murmuré mientras los dedos de Bianca tiraban del botón de
mis jeans.
—Despierta antes de que lo arruines todo —me susurró una voz.
—¿Quieres hacer un trío con Fallon? —Hail gritó—. Stella, me siento
insultado. Tienes un coño perfectamente bueno que puedes compartir
conmigo si quieres.
Stella soltó una risa. —Estás bien. —Su voz era tensa.
Algo andaba mal.
Abrí mis párpados para ver que Bianca se había ido, y la chica en mi
regazo era alguien a quien ni siquiera reconocí. Parecía una chica de mi
clase de economía, pero joder si lo sabía.
El horror se apoderó de mí cuando me di cuenta de lo que había hecho.
La empujé de mi regazo y ella cayó al suelo con un grito, sus labios se
torcieron en una mueca de vergüenza mientras sus tetas rebotaban. Ahí
estaban esos arcoíris.
Stella abrió mucho los ojos mientras Hail me miraba como si hubiera
perdido la cabeza. Y así me sentía. Había perdido la cabeza.
Mierda.
Me tambaleé sobre mis pies, mi cabeza dando vueltas. Los colores
brillaron a mi alrededor. Las cabras seguían cantando, y las tortugas
corrían por la pared. Y los malditos bichos... ¿Cuándo tuvo Hail tal
infestación?
—T-tengo que salir de aquí —grité, agarrando mi cabello—. La cague.
Mierda. ¡Joder!
—Hombre, tranquilo. Es solo un coño. No te estamos juzgando por
hacerlo delante de todos —dijo Hail riendo.
Lo empujé a un lado y me tambaleé hacia la puerta, listo para vomitar.
—Aquí, gatito, gatito, gatito —dije, abriendo la puerta y cayendo al
pasillo. Me estrellé contra la pared opuesta cuando Drake me llamó para
ver si estaba bien.
—¡Los gatos! ¡Los malditos gatos pueden conducir! Me estoy volviendo
loco. ¡La cague! —Corrí hacia el cacareo confuso de las cabras y un leopardo
de aspecto sospechoso.
Dios, odiaba a los gatos.
Capítulo 38
Levin
—¿Cuál es el plan? —Pregunté, acomodándome en mi cama mientras Dom
se instalaba en la silla de mi computadora.
Vincent se apoyó contra mis almohadas y cruzó las manos sobre su
cabeza.
—No lo sé. Puede que tenga que matarlo —dijo Dom en voz baja.
Llevaba sus gafas de montura negra esta noche. Debió estar leyendo antes
de venir y se olvidó de quitárselas.
Miré a Vincent, que tenía una mirada de preocupación en su rostro.
Matar al padre de Dom sería una gran batalla. Sus hombres probablemente
nos matarían a todos antes de que saliéramos de allí. Y bicho se quedaría
atrapada en el fuego cruzado independientemente de nuestro deseo de
protegerla de su jodido viejo.
—Moriremos —dije, tronándome los nudillos—. Te das cuenta de eso,
¿verdad?
—Lo sé. —Dominic apuró su vaso de whisky. Él y Vincent habían
llegado hace unos minutos con la noticia de un posible problema con
Matteo.
Ese problema era grande y jodido, me hizo ver rojo.
—Si morimos, ¿quién salva a B? —preguntó Vincent, sentándose.
—Podríamos lograrlo —dijo Dominic, sin sonar muy convincente.
Resoplé ante su respuesta.
—Podríamos no es una palabra lo suficientemente fuerte para mí,
amigo. Inténtalo otra vez. Si hacemos esto, estamos muertos, ya sea que
suceda en ese momento o días después, especialmente si sobrevive al
intento. ¿Cuántas veces le han disparado y luego regresa? —Me froté los
ojos.
Cinco.
Esa era la respuesta, le habían disparado cinco veces y había
sobrevivido a todas. Juraría que volvía cada vez más jodido de la cabeza
también.
Dominic encendió un porro e inhaló profundamente, recostándose en
la silla con la cabeza apoyada en el respaldo. Miró hacia el techo,
permaneciendo en silencio por un segundo antes de hablar.
—Su vestido es hermoso —dijo en voz baja—. No quiero que se ensucie
con sus manos o con un maldito recuerdo feo. No quiero que la lastimen.
Tragué saliva, mi garganta apretada. Yo tampoco quería que sufriera.
Pero mierda, estábamos atrapados entre una pared y Matteo De Santis. Sin
mencionar a mi padre, que era un infierno con un arma. ¿Agregar al viejo
de Vincent? Definitivamente estamos jodidos, aunque sabía que el padre de
Vincent era un tipo decente. Probablemente dispararía a nuestro alrededor
mientras piensa que estábamos en lo correcto.
—Esto es lo que haremos. Uno de nosotros creará una distracción.
Activará la alarma contra incendios o encenderá algo en llamas. Todos
tendrán que irse. Tomamos a nuestra reina y huimos —dijo Vincent.
—Si mi padre decide crear una nueva tradición, o adherirse a la
antigua, nos querrá a los tres allí. No podemos crear una distracción si todos
estamos viendo a mi esposa siendo follada por ese idiota.
Cerré mis manos en puños ante la mención de Matteo De Santis
poniendo sus manos sobre Bianca. Ella estaba durmiendo pacíficamente en
la habitación de Dom en este momento. Me cabreaba pensar que sería la
última noche de buen sueño que tendría si Matteo le pusiera las manos
encima. La bilis quemó mi garganta al pensar en ella gritando por ayuda
mientras él empujaba dentro de ella.
—Vasiliev —dijo Vincent de repente, chasqueando los dedos—. Él es la
distracción.
Dom levantó la cabeza del respaldo de la silla y miró a Vincent.
—Quiere probarse a sí mismo. Que esta sea la forma en que lo
demuestre. Que él sea la distracción. —Vincent miró entre Dom y yo, con
los ojos muy abiertos.
Asentí. —Es una buena idea. Incluso podría hacer que lo maten y lo
quiten de nuestro camino.
—No digas esa mierda. —Vincent suspiró—. B estaría devastada si
muriera. Puede que esté enfadada con él, pero la noche en que se la comió
con nosotros…
—¿Qué? —Gruñí, poniéndome de pie de un salto, mi cuerpo vibrando
de rabia. No era lo suficientemente estúpido como para creer que nada había
pasado con ellos tres mientras yo estaba afuera en el frío con el coño seco...
Tal vez fui estúpido. Estaba delirando, pensando que Dom no hablaba en
serio acerca de que La palabra con F se convirtiera en parte de nuestro
equipo.
—No es gran cosa —dijo Vincent con una voz que sugería que estaba
siendo un poco demasiado impulsivo—. La follamos frente a él, y luego Dom
lo obligó a limpiar nuestro desorden. Y lo hizo. B se corrió por todo el maldito
lugar. Quiero decir, me gustaría pensar que puedo comer coño como un
campeón, pero Fallon realmente tenía su espalda arqueada contra el
colchón...
Golpeé mi puño a través de mi pared.
—¿Por qué estás enojado? —Vincent exigió, dándome una mirada
amarga mientras apoyaba mis antebrazos contra la pared, mi cabeza hacia
abajo mientras trataba de tomar respiraciones lentas y uniformes para
controlar la rabia que burbujeaba dentro de mí—. Va a ser uno de nosotros.
B lo ama…
—Deja de hablar, Vin —gritó Dominic, finalmente hablando.
Vincent se quedó en silencio, y los únicos ruidos que quedaron fueron
el tictac del reloj y mi respiración.
Cuando finalmente me calmé lo suficiente, volví a la cama y me senté
en el borde de nuevo. ¿Por qué estaba molesto? Sabía que este era el plan.
Dejar que F se suba a bordo. Demonios, incluso había pensado que era una
buena idea. Quiero decir, esperaba que lo mataran en el proceso, pero al
menos había estado a bordo para el maldito esfuerzo.
—Vincent tiene razón. Bianca lo ama. Por mucho que lo odie, ella lo
hace. También nos ama. Si Vasiliev puede ser útil, lo usaremos —continuó
Dom.
—Te has vuelto suave —murmuré, tragando.
—No es ser blando —dijo Vincent cuando Dom no respondió—. Se trata
de darle a la mujer que amamos lo que quiere. Deberías saber eso, Levin.
Estuviste allí la noche que le dimos lo que quería. ¿Recuerdas? Somos sus
dueños. Pero ella también nos posee. Para que esto funcione, necesitamos
ser capaces de dar un poco más de lo que recibimos. Vasiliev no es tan malo.
Puedo aprender a querer al chico. Demonios, puede que ya me agrade. Solo
tienes que sacar la cabeza del culo y unirte a nosotros. Entonces verías lo
feliz que está ahora.
—Está feliz porque me he ido —murmuré.
—Detente con tu fiesta de lástima —espetó Dom—. Estoy cansado de
eso. Vete a follar a Celeste si eso es lo que quieres. Me importa una mierda.
Pero si terminaste con Bianca, termina con esto de una vez.
—Estoy follando a Celeste, así que… —gesticulé con enojo entre
nosotros—… conseguimos el trato de armas de su viejo.
—A la mierda el trato. No me importan las armas. Encontraré otra forma
si el plan se cae a pedazos. Si quieres volver con ella, entonces jodidamente
vuelve —dijo Dom, mirándome fijamente—. Si no, entonces déjalo ya.
Tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos ahora mismo que
tus jodidas emociones. Cómprate un osito de peluche si necesitas un
abrazo, pero cállate ya.
Apreté los dientes y no respondí. Tal vez tenía razón. Pero, ¿y si vuelvo
a poner mis sentimientos ahí afuera y me vuelve a decir que me vaya a la
mierda? ¿Luego qué? ¿Me voy a la mierda para siempre entonces? ¿Es eso?
Aparté los pensamientos. A la mierda. Iba a terminar el trato de las
armas, mantener contenta a Celeste y asegurarme de que tuviéramos un
plan para mañana por la noche. Más allá de eso, lo improvisaría. Solo, si
tenía que hacerlo.
Estaba a punto de decir todo eso cuando escuché un fuerte golpe en
mi puerta. Miré rápidamente a Dom y Vincent, quienes fruncieron el ceño.
Nadie me visitaba excepto ellos. Jamás. Tenía mis dudas de que Bianca
vendría.
Poniéndome de pie, fui a la puerta y la abrí para encontrar a Vasiliev
parado allí luciendo como si los pájaros hubieran estado jodiendo su
cabello. Estaba de pie, sus pantalones estaban desabrochados y colgando,
y le faltaba la camisa.
—¿Qué carajo? —dije.
—S-Seeley. Yo… la cague, hombre. En serio que sí. —Agarró su cabello
y dejó escapar un gruñido como un animal salvaje—. ¿Puedes dejarme
entrar antes de que el jodido leopardo me atrape? Me siguió todo el camino
hasta aquí. —Sacudió su pulgar por el pasillo, y miré hacia afuera,
confundido pero sabiendo que no podía dejar que el loco se destacara en el
pasillo hablando conmigo.
Me hice a un lado y él entró a trompicones en la habitación, sin
molestarse en mirar a su alrededor. Cerré la puerta y crucé los brazos sobre
mi pecho mientras lo examinaba.
—La cague, hombre. De Santis me va a matar. Bianca... Oh, Dios.
Bianca. —Tiró más de su cabello.
—¿Qué pasa con Bianca? —Dom llamó con voz penetrante,
levantándose y moviéndose para bloquear la puerta conmigo.
Vincent rápidamente se unió a nosotros mientras mirábamos a
Vasiliev.
—Oh, oh, eso es joooder… ¿sabes qué, jodido cerebro de mierda
alemán, de gran tamaño? Podrías haberme dicho que el Rey de Reyes se
escondía en las sombras. Pero no. Es como si estuvieras tratando de hacer
que me asesinen.
—¿Qué? —Pregunté, todavía confundido—. ¿Por qué está aquí tu culo
loco y semidesnudo, maldito ruso?
Vasiliev abrió mucho los ojos hacia mí. —Qué lindo. Es realmente
agradable. Eres amigo del puto leopardo del pasillo, ¿no? —Se movió hacia
adelante y me golpeó en el pecho. —Joder, lo sabía. No estás en el equipo
B. Estás en el equipo A. Idiota. —Me volvió a empujar.
—Se ha vuelto loco —dijo Vincent—. ¿En te fumaste, hombre?
—La jo-jodida fiebre del azúcar. ¡Joder, estos pantalones están hechos
de proteína!
Nos quedamos impactados cuando se quitó los pantalones y los arrojó
al otro lado de la habitación, dejando solo sus bóxers.
—¿Se comió una caja o alguna mierda? —Negué con la cabeza hacia su
trasero desquiciado—. ¿Es diabético o tienes un subidón de azúcar?
Vincent rápidamente dio un paso adelante y llevó a Vasiliev a mi cama
y lo sentó.
—No pongas a esa mierda en mi cama…
Dom me dio un golpecito en el brazo para callarme. Suspiré con
frustración y me dejé caer en la silla de mi computadora, haciendo una nota
mental para lavar el hongo de mi cama mañana, mientras Dom se movía
hacia Vasiliev y lo miraba fijamente.
—¿Qué pasa con mi esposa?
—¿Qué? Joder, ¿lo invitaste? —Vasiliev gimió y cerró los ojos.
Vincent levantó una ceja hacia Dom. —Está realmente jodido.
Dom gruñó y abofeteó a Vasiliev en la cara. —Despierta y responde a
mi pregunta.
—No puedo —gimió—. Maldita piraña.
—Será mejor —le dije, inclinándome hacia adelante.
—Pensé que podrías identificarlo, cara de mierda, porque has estado
rompiendo meadas con Celeste durante demasiado tiempo.
Dom se frotó los ojos mientras Vincent me sonreía.
¿Rompiendo meadas? ¿Qué carajo?
—Iré a ver cómo está B —dijo Vincent, retrocediendo. No esperó una
respuesta. Abrió la puerta y se fue.
—Dominic. Hombre. Tienes que saber. Pensé que era ella. —Vasiliev se
sentó rápidamente, sus ojos salvajes—. Nunca tocaría a otra mujer. Prefiero
cortarme la polla. Y alimentar al leopardo con ella. He terminado con esta
mierda.
—Saca a La palabra con F de mi cama —gruñí—. Nadie corta pollas en
mis sábanas.
—No merezco mi polla. Fallé. Malditas cabras, hombre. Seguían
riéndose de mí. Uf, sus tetas. Sabes lo grandes que son las tetas de la
princesa, ¿verdad? —Vasiliev extendió la mano y agarró las manos de Dom
mientras continuaba balbuceando—. Lo sabes, ¿verdad? Por supuesto que
lo sabes. Puedes tocarlas todas las noches. Los malditos arcoíris eran tan
hermosos, hombre. Como... como... hermosos arcoíris, ¿sabes?
—Lo se. Ahora dime qué droga estás tomando para que pueda tratar
de ayudarte a bajar —dijo Dom.
Vasiliev negó con la cabeza, sus labios fruncidos en una cara de pato.
—No. No. No puedo hacer eso, Rey estúpido, porque si te dijera eso el jodido
leopardo me atraparía. Él está con ustedes, ¿no?
Me pasé la mano por la cara, me levanté y serví un trago. Esto era
demasiado. Llené dos vasos mientras Vasiliev continuaba divagando sobre
cosas que no estaban aquí. Incluso gritó sobre los duendes en mi armario y
me preguntó por qué tenía tal plaga de insectos.
—B está bien. Está durmiendo —dijo Vincent, volviendo unos minutos
más tarde—. ¿Averiguaron cuál es su problema?
—Está loco de remate —dije, bebiendo mi tercer trago—.
Probablemente mala coca o heroína. Está en un mal viaje. Si muere en mi
habitación, me voy a enojar.
—La gente podría pensar que ustedes dos estaban follando —gritó
Vincent con una sonrisa.
Lo ignoré.
—Te follaré —dijo Vasiliev malhumorado—. No quiero. Pero lo haré.
Puedo cerrar los ojos y fingir. Lo haré totalmente. —Empezó a empujar su
bóxer hacia abajo, pero Dom arrojó mi manta sobre su cuerpo.
—Mantén tu polla cubierta —dijo Dom, sacudiendo la cabeza.
—Será mejor que su polla no esté fuera y tocando mis sábanas —
espeté—. Tira su trasero al pasillo y acaba con esto. Que los Señores se
ocupen de él por la mañana. O el conserje.
Un golpe rápido sonó en mi puerta de nuevo, y dejé escapar un gruñido
cuando me acerqué, en realidad esperando que Ivanov estuviera aquí para
recoger su basura. En cambio, Stella se quedó en el pasillo.
—¿Qué diablos quieres? ¿Vienes a buscar al puto leopardo? —Me
quejé, abriendo la puerta y dejándola entrar.
Me empujó y fue a pararse al lado de Dom.
—Tomó demasiado azúcar. El nuevo fármaco en el mercado. Creo que
Drake le dio una sobredosis. Uno de los discípulos dijo que no puede morir
por eso, pero que estará muy mal por un tiempo. —Stella arrugó la nariz
mientras lo miraba fijamente—. ¿Fallon? ¿Estás bien?
—Oh, gracias a Dios, estás aquí. Puedes ayudarme con estos chicos.
Quítame el bóxer. Quieren que folle…
—… cállate —terminó Dom por él—. Antes de que te tire por la ventana.
—Lamento haberte golpeado —murmuró Fallon—. Durante la pelea.
Me dejé ir allí por un minuto. Estaba muy molesto contigo por mantener a
mi princesa alejada de mí. Eres como Bowser 7, acaparando a la princesa.
¡Qué cabrón!
—¿Cuánto tiempo se supone que durará esto? —pregunté.
Stella se encogió de hombros. —No estoy segura. Trent dijo que escuchó
que podrían pasar varias horas hasta que le baje. Por eso se llama subidón
de azúcar. Y luego el accidente.
—¿Sabe Ivanov que te has ido? —preguntó Dom.
Ella asintió. —Me dijo que fuera a buscarlo.
—Ahora llévalo de vuelta a su habitación. —Miré al cabrón apenas
consciente en mi cama.
—Absolutamente no —resopló Stella—. No puedo tratar con él tal como
está. O llevarlo.
—Entonces déjalo en el pasillo pero sácalo de mi cama —espeté.
Dom levantó una mano para silenciarnos. —Solo dime qué pasó y por
qué está molesto por Bianca.
Stella dejó escapar un suspiro cuando Vasiliev dejó escapar un gemido
lastimero ante el nombre de Bianca.
—Drake le inyectó el subidón. Fallon ya había fumado un poco, así que
ya estaba hecho un lío. Después de que Drake le dio más, Fallon se volvió
tonto. Pensó que Bianca se estaba besando con él. Claramente no era ella.
Era una zorra llamada Abby. Ella tiene cabello rubio y grandes pechos, así
serie de juegos de Super Mario. Es el archienemigo de Mario. Se trata del rey y el más poderoso
de los Koopas.
que supongo que puedo ver cómo se confundió ya que estaba tan ido. De
todos modos, montó este gran espectáculo con ella en medio de la
habitación. Como si le hiciera llegar al orgasmo, y estoy bastante segura de
que iban a follar si no los hubiera interrumpido.
—Aguafiestas —murmuré.
Ella me sacó la lengua antes de continuar: —Normalmente, no me
habría molestado en detenerlo, pero estaba hablando de ti, sin decir tu
nombre, por supuesto, pero decía cosas realmente extrañas y aleatorias,
llamándola princesa y esas cosas. Sabía lo que estaba diciendo.
Afortunadamente, no creo que nadie más lo haya hecho. Sin embargo, era
solo cuestión de tiempo antes de que él dijera tu nombre o el de ella. Así que
intervine.
Dom asintió con fuerza. —Ya veo.
—Escucha, Rey de mierda. Lo siento, ¿de acuerdo? Tenía estas
malditas tortugas por todos lados, hombre, y extraño a mi chica. Las
tortugas tenían dientes. Como, grandes. Entonces ella estaba allí, ¿sabes?
Solo la quería. Así que la hice correrse frente a todos, pero no era mi chica.
Era solo un gato de mi clase o algo así. Dios, estoy jodido. ¿Puedes decirle
a los cuernos que dejen de tocar el piano?
Dom parpadeó varias veces mientras Vincent me miraba boquiabierto
con incredulidad.
—Bien. Gracias por la información —dijo finalmente Dom—. Yo, eh,
supongo que se quedará aquí esta noche.
—¡A la mierda que lo hará! —Me puse de pie.
—Fácil. Vincent puede quedarse para ayudarte. Estará bien. Solo
obsérvalo. Asegúrate de que no muera o algo así. —Dom asintió hacia
Stella—. Eres un héroe esta noche.
—¿Cuál es mi recompensa? —bromeó, mordiéndose el labio y
levantando las cejas hacia él.
—¿Qué quieres? —preguntó.
—Una cita contigo —dijo tímidamente, batiendo sus pestañas.
—¿Qué tal si me haces un favor? —Dom respondió.
Ella alzó las cejas, claramente intrigada. —¿Un favor? ¿Qué tipo de
favor?
—Todo lo que quiero, cuando lo quiero. —Él le guiñó un ojo—. Será un
buen favor para mí y una recompensa para ti. Algo que ambos podamos
disfrutar.
Sus ojos se iluminaron y asintió. —De acuerdo.
Miré a Vincent. Él sonrió.
Lo que sea. Dom podía hacer cualquier trato turbio que tuviera que
hacer con Stella. Tenía mis propios problemas de los que preocuparme, y
empezaban con el gilipollas en mi cama.
Capítulo 39
Vincent
—¡Jodeeer! —gimió Fallon desde el suelo.
Abrí mis párpados. Se frotaba la cara, los párpados apretados con
fuerza. Dejó escapar un grito ahogado cuando Levin le arrojó una almohada
a la cara con toda su fuerza.
—Cierra la puta boca, Vasiliev. Tuve que escuchar tu culo gimiendo
toda la noche —espetó Levin desde debajo de su manta. Había cambiado
sus sábanas y ropa de cama antes de acostarse anoche, para mi diversión.
Fallon le devolvió la almohada, lo que provocó que Levin gruñera
cuando rebotó en su cabeza.
—¿Por qué diablos estoy aquí? ¿Y dónde diablos es aquí? —Fallon se
quejó, sentándose, su cabello sobresaliendo en diferentes direcciones.
—Habitación de Levin —dije desde mi lugar en la silla—. Estás aquí
porque tenías las pelotas llenas de azúcar y estabas drogado. Llamaste a la
puerta de Levin e interrumpiste nuestra reunión hablando de un leopardo
persiguiéndote o algo así.
—Maldición. —Fallon empujó la delgada manta y la volvió a colocar
rápidamente cuando se dio cuenta de que estaba desnudo.
—Te quitaste el bóxer y te negaste a ponértelos —agregué,
sonriéndole—. Fue entonces cuando Levin te tiró de la cama y por eso estás
durmiendo en el suelo.
—Suerte que no te arranqué la polla y te ahogué con ella —se quejó
Levin debajo de su manta.
Fallon tragó saliva visiblemente. —Me siento... mal.
Me incliné hacia delante y pasé los dedos por mi cabello oscuro. —
Cómo… ¿por casi follarte a una chica frente a los Señores y sus discípulos?
¿O qué tal vez, tener sus tetas en tu boca y hacerla correrse con… como,
veinte personas mirándote hacerlo?
Fallon palideció visiblemente y se congeló antes de lograr un sonido
ahogado de su boca.
—Buen trabajo, idiota —dijo Levin, sentándose y mirándolo—.
Engañaste a Bianca.
—N-no lo hice —respondió Fallon, con los ojos muy abiertos y llenos de
miedo—. Estaba drogado. Yo nunca le haría eso. Mierda.
Se puso de pie en un instante, girando en círculos con su pene afuera
mientras trataba de encontrar su bóxer. Señalé el suelo junto a mis pies. Se
apresuró, haciendo un débil intento de cubrir su pene con la mano.
Un golpe sonó en la puerta antes de que se abriera y Dom entrara en
la habitación. Sus ojos verdes pasaron rápidamente de un Fallon con el
trasero desnudo, a un Levin de aspecto agrio, a mi sonrisa.
—Parece que todos ustedes la pasaron bien —gritó Dom.
Fallon se puso el bóxer rápidamente y se giró para mirar a Dom.
—Hombre, anoche la cague. Nunca haría esa mierda sobrio…
Dom levantó la mano y sacudió rápidamente la cabeza. Un segundo
después, la puerta se abrió de nuevo y Bianca entró. Sus ojos azules
captaron rápidamente la escena, su rostro inexpresivo.
—Bianca. Princesa —dijo Fallon densamente, dando un paso hacia ella.
Dom se movió frente a ella y le dio a Fallon una mirada que decía que
lo mataría si intentaba acercarse.
—Ponte tu maldita ropa. Tenemos que hablar —dijo Dom.
Fallon lanzó una mirada triste a Bianca, que estaba de pie con la cabeza
gacha, antes de asentir y retroceder, agarrando su ropa a medida que
avanzaba. En unos momentos, estaba vestido de cintura para abajo y
sentado en el borde de la cama de Levin.
Levin se burló y se levantó sin nada más que los pantalones negros de
su pijama. Los ojos de Bianca inmediatamente se concentraron en él
mientras se dirigía a su tocador y sacaba una camiseta blanca. Sus ojos no
se apartaron de él. Observé con curiosidad cómo Levin se detuvo y captó su
mirada. Dudó por un momento antes de arrastrar la camisa sobre su
cabeza, cubriendo su torso tatuado.
Las mejillas de Bianca enrojecieron.
Todos lo habíamos visto. Le ofrecí una sonrisa amable. Ella vino a mí
inmediatamente, y abrí mis brazos mientras gateaba sobre mi regazo como
un dulce gatito y se acurrucaba contra mí.
—¿Cómo está mi chica favorita? —Murmuré, besando su mejilla.
—Cansada —respondió suavemente, sus dedos entrelazados con los
míos—. Dominic no me dejaba dormir hasta tarde.
—¿Te ha estado follando? —Pregunté. Sabía que todos los ojos estaban
puestos en nosotros, pero tenía mis dudas de que pudieran escuchar lo que
decíamos.
—No —respondió ella.
—Que mal. —Besé la punta de su nariz—. Parece que necesitas
correrte. Puedo ayudar con eso.
Dejó escapar una risa suave y me besó.
—Suficiente —gruñó Dom, su voz llena de celos—. Tenemos cosas que
debemos hacer esta mañana.
—Sí, B —le dije, guiñándole un ojo mientras ella sacudía la cabeza
hacia mí, con una pequeña sonrisa en los labios.
A Dom le gustaba dirigir quién, qué, cuándo y dónde. Lo tengo. Me
pondré en línea.
Levin se alejó de nosotros, con un músculo a lo largo de su mandíbula
mientras se apoyaba en la pequeña encimera de su cocina.
—Bianca recibió una llamada telefónica esta mañana de D’Angelou —
dijo Dom.
Toda alegría me abandonó ante esas palabras.
—¿Qué quería ese idiota?
—Ver cómo estaban las cosas —murmuró Bianca—. Dijo que mi mamá
quería hablar conmigo ya que nunca llamo a casa. Creo que la instó porque
de todo lo que quería hablar era de Hail y cómo nos iba y los planes de boda.
No le dije nada a mamá.
—Y eso tiene que cambiar. Espero que después de los eventos de esta
noche, todo el maldito país sepa que Bianca está casada conmigo —dijo
Dom, mirándonos a cada uno de nosotros—. Todo va a ir de mal en peor en
unas pocas horas. Necesitamos estar listos. Ya nos enfrentamos a la
tradición con mi padre esta noche. Una vez que los Ivanov y D’Angelou se
enteren de lo que pasó, todos estamos metidos en una gran mierda.
Queríamos una guerra. Creo que estamos a punto de tener una por el que
valga la pena pelear.
—¿Qué tradición? —Fallon preguntó, frunciendo el ceño—. ¿Por qué
eso suena mal?
—Porque lo es —dije, dándole a B un apretón—. La familia de Dom
tiene una tradición. Cada vez que un heredero se casa, el cabeza de familia
se folla a la novia antes que el novio.
—¿Qué? —Fallon chilló, saltando, sus manos apretadas en puños
mientras su pecho subía y bajaba—. ¿Qué diablos? No me digas que dejarás
que eso suceda. Lo juro por el maldito Dios, si alguien la toca, lo mataré…
—Esa es la actitud que necesitamos —habló Levin.
Dom asintió. —Necesitamos una distracción esta noche. Cuando la
mierda suceda con mi padre, lo cual ocurrirá, tenemos que poder salir de
allí. Ahí es donde entras tú.
—¿Que necesitas que haga? —Fallon no dudó.
Le di a B otro apretón, agradecido de que no nos estuviera
abandonando y realmente parecía decidido a mantener a B en su vida. Por
mucho que me desagradaran los Señores, quería que Fallon tuviera éxito.
No porque amara al chico, sino porque B lo amaba, y yo quería su felicidad.
Si eso significaba que La palabra con F se convertiría en Rey, que así sea.
—Lo que sea necesario —dijo Dom—. Necesito que estés esperando,
listo para hacer lo que tengas que hacer para interrumpir la fiesta. Prende
fuego a algo. Rompe autos. Vuela la puta casa. No me importa. Que no te
atrapen y que no te maten.
—O que te maten —murmuró Levin.
—Cállate, Levin —espetó B, inclinándose hacia adelante—. Siempre
tienes una actitud de mierda. Todo está jodido ahora mismo. No
necesitamos que le agregues nada.
—¿Le estoy agregando algo? —Levin se irritó de inmediato.
Aquí vamos.
—No estoy agregando a la mierda. Tienes a un Señor aquí escuchando
nuestra mierda. Averiguando cuándo seremos vulnerables. Sin embargo, el
hecho de que no estés ni un poco preocupada no me sorprende porque ¿por
qué lo estarías? Todos nos estamos rompiendo el trasero aquí para
mantenerte a salvo mientras te sientas y nos haces sentir que
necesitáramos besarte el trasero. Como si no fuéramos lo suficientemente
buenos para ti. —La miró mientras la habitación se quedaba en silencio.
—Mis pensamientos sobre si eres lo suficientemente bueno para mí
realmente no importan, ¿o sí? Tienes a Celeste. Así que tal vez no
necesitemos que nos ayudes. ¡Tal vez deberías ir a follarte a tu nueva novia
ya que estamos, yo, tomando mucho de tu precioso tiempo!
—B… —comencé.
—¿Estás diciendo que no me quieres en tu maldita recepción de bodas?
¿No quieres mi ayuda esta noche? —Levin gruñó, sus ojos brillando con
furia.
—Estás oficialmente sin invitación —espetó B—. No quiero tu ayuda.
No necesito tu ayuda. Demostraste tus sentimientos cuando te escapaste
con Celeste. No quiero que vengas esta noche. No te quiero allí, Levin.
B temblaba en mis brazos mientras Levin la miraba fijamente, con el
pecho agitado y la nuez de Adán moviéndose.
—Solo está molesta —comencé, pero Dom me silenció.
—No vamos a hacer esto ahora. Levin tiene razón. Estamos tratando de
mantenerte a salvo, abejita…
—Si él va, no iré. —B cruzó los brazos sobre el pecho—. Lo digo en
serio. Trata de forzarme y haré la escena más grande que jamás hayas
presenciado. Preferiría morir antes que tenerlo allí. Debería quedarse aquí.
Puede follar con su nuevo juguete en su lugar —su voz se tambaleó.
Miré a Fallon para verlo mirándose las manos, sin palabras.
—Bianca —gruñó Dom, poniéndose de pie. La sacó de mi regazo y la
sacudió—. Déjate de mierda. ¿Qué te dije?
Las lágrimas brotaron de sus ojos antes de que un suave grito saliera
de sus labios. Empujó a Dom lejos de ella y se dirigió a la puerta. Sin mirar
atrás, la abrió de un tirón y salió, la puerta se cerró tan fuerte detrás de ella
que tiró algunos de los discos de Levin de su estante.
Nos sentamos en silencio por un momento. Dom se pasó los dedos por
el cabello mientras refunfuñaba en italiano.
—Y-yo puedo ir a ver cómo está —dijo Fallon, aclarándose la garganta—
. Si necesitan discutir algunas cosas.
—Solo regresa a tu lugar. Asegúrate de que todo esté bien con los
Señores. —Dom miró hacia la puerta como si quisiera irse y darle a B una
nueva.
—¿Qué hay de necesitar mi ayuda? ¿Qué quieres que haga?
—Te enviaré un mensaje de texto con la dirección. Inventa algo y no te
dejes matar. Nosotros nos encargaremos del resto —dijo Dom.
Fallon se puso de pie. —De acuerdo. Bien, espero que no nos maten a
todos en unas pocas horas. Solo sé que si se trata de salvarlos a ustedes o
a Bianca, la elegiré a ella.
—Es lo que espero de ti —dijo Dom bruscamente con un asentimiento—
. Ella primero. Nosotros nos las arreglaremos.
Él y Fallon compartieron una mirada antes de que Fallon se fuera,
dejándonos solo a Levin y a mí con Dom.
—Levin —comenzó Dom.
—Está bien. No creo que deba ir. Estamos tratando de hacer esto lo
más suave posible. Si está cabreada y no me quiere allí…
—Yo te quiero allí. Te necesito allí. Si todo sale mal, Vin y yo podríamos
terminar muertos. No sé si puedo confiar en Vasiliev todavía. Siempre existe
la posibilidad de que nos traicione. Bianca está sufriendo en este momento
y claramente no sabe cómo lidiar con su ira. Se pondrá en línea.
Levin negó con la cabeza. —Lo sé, pero tú conoces a Bianca. Solo
empeorará las cosas si aparezco, lastimada o no. —Su teléfono vibró y lo
agarró del tocador, frunciendo el ceño—. Tengo que irme. Tengo que
reunirme con Celeste esta mañana.
—Estás bromeando, ¿verdad? —El rostro de Dom se transformó en el
que tenía justo antes de dispararle a alguien en la cabeza.
Lancé una mirada inquieta entre ellos y me puse de pie, con la idea
muy real de tener que detener potencialmente un asesinato en mi mente.
—Mira, ya no puedo hacer esta mierda, ¿de acuerdo? Estoy
jodidamente cansado de eso. No puedo hacer nada bien por ella, pero puedo
hacer esto. Puedo irme y darle lo que quiere. Mientras ustedes estén con
ella y yo aquí, las cosas no van a empeorar. Necesito terminar con todo eso.
—No te irás de esta jodida vida —gruñó Dom, avanzando hacia él—. La
única vez que te vas es en una bolsa para cadáveres.
—Entonces dispárame, Dominic. Pon una puta bala en mi cabeza. He
hecho todo lo que he podido por ella. Salvé su puta vida y la vida de ese
pedazo de mierda que estaba follando a nuestras espaldas. ¿Qué más puedo
hacer? Si aparezco esta noche, podría terminar muerta o algo peor. Lo
sabes, joder. Sabes cómo es ella. No puede ser controlada, hombre. Deja de
intentarlo. Deja de intentar controlarlo todo. Todo se vino abajo cuando ella
llegó aquí. Va a hacer que la maten. Va a hacer que te maten. No puedo ser
la razón de ello. Tenemos un Señor tratando de infiltrarse con nosotros
ahora. No sé qué carajo esperas que haga…
—Espero que te quedes con los Reyes en las buenas y en las malas. A
través de la angustia y el amor. No espero que nos abandones cuando te
necesitamos. La amas. La amas, pero eres terco y te niegas a decirle las
palabras. Te niegas a hacer que las crea. —Dom dejó escapar un fuerte
suspiro—. Quizás tengas razón. Tal vez esto no va a funcionar. Pero este es
el trato. Esta noche llevaré a mi esposa a casa de mi padre para celebrar
nuestras nupcias. Probablemente se verá obligada a follar con mi padre. Y
probablemente me veré obligado a mirar con Vincent a mi lado.
Probablemente voy a matar a algunas personas esta noche, e incluso podría
morir. Esta noche podría perderlo todo. ¿Pero sabes lo que no voy a ser? Un
jodido marica asustado al respecto. —Sacudió la cabeza y se alejó de Levin—
. Vincent, vámonos.
Seguí a Dom hasta la puerta. No se detuvo. Se fue sin despedirse.
—¿Recuerdas cuando tú y yo estuvimos con B esa noche? ¿Recuerdas
cómo se sintió? —Pregunté, girándome para mirar a Levin mientras me
detenía en la entrada.
Me devolvió la mirada con el ceño fruncido y los labios entreabiertos.
—¿Recuerdas como nunca quisiste alejarte de su lado? ¿Recuerdas
querer hacer cualquier cosa para hacerla feliz? ¿Y luego lo hicimos?
Su labio inferior tembló.
—Si te alejas, se ha ido. Todo. Rompe con Celeste. Olvídate del puto
negocio de las armas. Olvídate de hacer feliz a su viejo. Dile a B que la amas.
Sabes que lo haces. No vivas enojado, hombre. Te vas a arrepentir. Ven a
estar donde sabes que perteneces.
Me devolvió la mirada, inmóvil. Suspirando, lo dejé allí, realmente
esperando que tomara la decisión correcta.
Nuestras vidas probablemente dependían de ello.
Capítulo 40
Bianca
Nos quedamos en nuestra habitación todo el día el sábado. Obtuve mis
píldoras anticonceptivas de Aubrey y las comencé de inmediato. Esperaba
que estuvieran a salvo en mi bolso, y esperaba que entraran en acción
rápidamente para estar protegida. Unos pocos días de pastillas tenían que
ser mejores que ningún día, ¿verdad?
Todavía no me agradaba Stella, pero no podía negar que había sido
bastante útil, incluso si era para su propio beneficio.
Mi corazón duele. Incluso el dulce Vincent no pudo sacarme de mi
depresión a pesar de que intentaba de todo, desde suaves besos hasta
suaves palabras de afecto. Dominic apenas me miró. Se había ido en algún
momento alrededor de la una de la tarde, y Vincent lo había seguido poco
después de recibir un mensaje de texto de él.
Había prometido quedarme en el dormitorio con la puerta cerrada.
Ahora, miré por la ventana hacia los terrenos de abajo, viendo pasar a los
estudiantes. Se me hizo un nudo en el estómago cuando vi acercarse a Levin
y Celeste. Ella sonrió mientras lo detuvo y presionó sus labios contra los de
él. Él le devolvió el beso, sus brazos alrededor de ella.
Se veían bien juntos. Lo odiaba, pero me odiaba más a mí misma por
ser implacable. Me hizo enojar tanto, y estaba tan cabreada el día que le dije
esas odiosas palabras. Mi furia tampoco se iba, y el hecho de que él
estuviera ahora con Celeste solo empeoraba las cosas. Verlos besarse y
tocarse en el campus. De saber que a veces él no regresaba a su dormitorio
por la noche porque estaba con ella haciendo cosas que me hacían querer
gritar a todo pulmón de rabia.
Lo dejaría ir y solo podía culparme a mí misma.
Tragué saliva cuando su mano se movió hacia su ingle y lo frotó. Él no
se apartó de ella. En cambio, tomó su mano mientras ella se reía y la
arrastró hacia nuestro edificio.
Como si me sintiera de pie en la ventana, me miró. Su expresión se
oscureció y di un paso atrás, con el corazón en la garganta. Odiaba los
sentimientos que arañaban mi corazón. Me estaban asfixiando.
Matándome.
Lo dejaste ir. Es lo que obtienes.
—Abejita —dijo Dominic cuando entró en la habitación.
Me di la vuelta rápidamente, mi cara estaba caliente. Me limpié los ojos.
Sus cejas se arrugaron y cerró la distancia entre nosotros rápidamente.
—Mia regina —murmuró, acunando mi rostro—. ¿Qué ocurre?
—Solo estoy nerviosa —respondí en voz baja.
No era mentira. Sabía que las cosas tenían el potencial de volverse
terribles en unas pocas horas.
Dominic frunció el ceño y miró más allá de mí por la ventana y suspiró.
—Ven aquí.
Me llevó a la cama y me instó a sentarme a su lado. Con ternura,
levantó mi barbilla para que nos miráramos a los ojos.
—Necesito ser honesto contigo —dijo.
—De acuerdo. —Me lamí los labios, nerviosa por adónde iba esto.
—Sé que tu corazón lamenta la ausencia de Levin...
—No lo hace —protesté débilmente.
Presionó su dedo en mis labios. —Lo hace. El lamenta perderte
también. —Apartó un mechón de cabello de mi cara—. La cosa es que Levin
solo está con Celeste porque me está cerrando un trato con su padre por
armas. Pero Levin nunca te diría eso.
Lo miré confundida. —¿Qué? Te refieres a…
Dejó escapar un suspiro. —Quiero decir, comenzó cuando él cerró el
trato por mí. Necesitaba acercarse a ella para que su padre me diera el
contrato. Necesitábamos las armas. Pagué mucho dinero para conseguirlas
y Levin hizo un gran sacrificio. También se sacrificó cuando los salvó a ti ya
Fallon aquella noche en el bosque. Salvó sus vidas a pesar de que podría
haberle costado su propia vida porque te ama.
—Entonces, ¿por qué sigue con ella si me ama?
Tocó mi labio inferior. —No necesita hacerlo, eso es cierto. Ya le dije
que volviera, pero es un capullo terco. No puedo responder a su pregunta,
pero estoy seguro de que tiene sus razones. Tal vez rompan una vez que se
entreguen las armas. No debería pasar mucho tiempo. —Hizo una pausa y
me estudió por un momento—. No viene esta noche. No sé qué significa eso
para nosotros. Hizo su elección. No nos eligió. Aunque, creo que si no
estuviera tan dolido como está, lo habría hecho. Esta es su forma de tratar
de salvarte, supongo. Ya que sabe que serás rebelde. Él no va a ser el que
dé el primer paso. Si bien hizo todas esas cosas terribles en el bosque esa
noche, también te perdonó. Levin no ha hecho nada malo. Todo esto
depende de ti, abejita. Tienes que dar el primer paso.
—N-no puedo —susurré—. No si todavía está con ella. Y debe querer
estar con ella o te habría escuchado cuando le dijeras que deje de actuar.
—Bianca. —Dominic se inclinó y besó la comisura de mis labios—. No
te matamos. Todavía estás aquí. No quiero que mi gente se vea destrozada
por esto. Arréglalo. Solo tú puedes hacerlo.
—N-no sé si puedo. Pero quiero —dije, rindiéndome porque,
sinceramente, sí quería. Quería recuperar a Levin. Estaba aterrorizada de
lo que traería la noche. Cuando lo consideré, me di cuenta de que
probablemente estaría más seguro en el campus. Tal vez estaría salvando
su vida esta vez como él una vez salvó la mía. Y si sobrevivía esta noche,
haría lo que fuera necesario para arreglarlo todo. Si es que se puede
arreglar.
—Buena chica. —Dominic se movió hacia adelante hasta que no tuve
más remedio que acostarme boca arriba y mirarlo. Arrastró sus labios a lo
largo de mi mandíbula, su mano se movió para acunar mi pecho sobre mi
camisa.
—¿Qué estás haciendo? —Pregunté suavemente.
—Pensé que era obvio. Voy a hacerle el amor a mi mujer por si es la
última vez que lo hago. —Mordisqueó mi labio inferior—. Y tal vez incluso
ponga a mi bebé dentro de ti para que puedas continuar con mi legado si
no estoy aquí.
Mi corazón latió fuerte. Todavía no se había dado por vencido con eso.
Por un momento, me sentí como una completa perra tomando el control de
la natalidad, pero luego me recordé que no estaba preparada para tener un
bebé, independientemente de lo que Dominic pensara que necesitaba. O
necesitábamos. Traer un bebé a nuestro mundo me mantendría sin dormir
porque siempre estaría preocupada por quién podría estar conspirando para
lastimarlo.
No necesitaba ese estrés. No ahora. Tenía demasiadas otras cosas que
resolver en mi vida sin agregar un bebé. Incluso si ese bebé fuera parte mía
y parte Dominic.
Empujó mi top hacia arriba. Me moví para que pudiera quitarlo junto
con mi sostén. Momentos después, el resto de mi ropa estaba apilada en el
suelo junto a la de Dominic.
Me había estado resistiendo a tener sexo solo nosotros dos desde que
nos casamos, pero reconocía una batalla perdida cuando veía una. Ceder
se sentía bien.
Los dedos de Dominic se deslizaron a través de mis pliegues,
provocándome, haciéndome jadear suavemente.
—¿A mi chica le gusta cuando la toco?
—S-sí.
Empujó un dedo en mi húmedo centro. Gemí en voz baja ante la áspera
intrusión mientras agarraba su polla dura como una roca y la frotaba. Una
gota de pre semen hizo que acariciar su grosor fuera más fácil. Él gimió en
mi boca mientras me besaba. Otro dedo empujó profundamente dentro de
mí mientras su pulgar trabajaba en círculos deliciosos en mi clítoris.
—D-Dominic —jadeé mientras el calor crecía dentro de mí.
Aceleró el paso, sus dedos hicieron magia dentro de mí hasta que grité
contra sus labios, la euforia bombeaba a través de mí mientras cabalgaba
sobre las deliciosas olas.
Con sus ojos fijos en los míos, quitó sus dedos de mí y los chupó dentro
de su boca. Tragué, lista para correrme otra vez porque maldición, estaba
caliente como el infierno.
Se movió y separó mis piernas para poder acomodarse entre ellas. Mi
esposo me miró fijamente, tanta emoción en su expresión.
Sin una palabra, empujó hacia adelante, llenándome con un
movimiento peligrosamente violento, haciéndome gritar. Pasé mis uñas por
su espalda, causando que siseara de dolor. Su polla latía dentro de mí
mientras entraba y salía. Su lengua luchó contra la mía mientras ambos
luchábamos por tomar el control.
Me corrí con otro grito, mi cuerpo temblaba bajo el peso de Dominic. Él
no cedió. Aceleró el paso, trayendo dolor con su placer.
Sin aliento, se tumbó encima de mí, su frente presionada contra la mía
antes de que pudiera encontrar mi liberación de nuevo.
—Eres tan buena —murmuró, besando la comisura de mi boca—. La
mejor, maldita sea.
Arrastré mis uñas suavemente por su espalda mientras se estremecía
contra mí. Sus labios encontraron los míos de nuevo en uno de los besos
más dulces que me había dado. Se tomó su tiempo, probando, lamiendo,
chupando. Su índice y pulgar pellizcaron expertamente mi pezón mientras
comenzaba a moverse lentamente dentro de mí otra vez. Empujando con
fuerza y saliendo lentamente. Cada golpe profundo me hizo jadear y mover
mis caderas hacia arriba para igualar su ritmo.
—Vas a tener mis bebés, mia regina —dijo con voz áspera contra mis
labios. Empujó con fuerza, una y otra vez, empujándome debajo de él
mientras mi respiración se quedaba atrapada en mi pecho—. Quiero uno
dentro de ti ahora mismo. Joder, nena, lo voy a hacer.
Dejó escapar un gemido salvaje, su polla se contrajo profundamente en
mi calor mientras me llenaba con su liberación. Él no sabía que yo estaba
en el control de natalidad. Por mucho que odiara admitirlo, me gustó la
forma en que habló sobre querer poner a su bebé dentro de mí. Había algo
caliente en pensar en pertenecerle de esa manera. Estar atada a él
irrevocablemente.
Disminuyó la velocidad cuando estaba subiendo lo suficientemente alto
como para caer impotente en la felicidad, sus palabras se repetían en mi
cabeza.
—No —jadeé cuando él se separó de mí por completo.
—Chica codiciosa. —Me levantó fácilmente, poniéndome sobre mis
manos y rodillas, con sus manos firmemente en mis caderas mientras
levantaba mi trasero.
Tragué saliva cuando él me frotó con nuestras corridas combinados y
lo empujó hacia mí, acariciando mi interior con su dedo. Exhalé cuando se
retiró y removió su pulgar en nuestros jugos antes de presionarlo contra mi
trasero.
Me sacudí con el toque, pero él agarró mi cadera con más fuerza con la
otra mano y se inclinó hacia adelante, su cuerpo sobre el mío, besando el
espacio entre mis omoplatos.
—Te voy a follar el culo, mia regina. Seré dueño de cada uno antes de
salir de esta habitación. Cada pedazo de ti es mío. Nadie me lo quitará, de
nosotros. Vas a darme todo de ti, quieras o no. —Empujó su pulgar hacia
dentro, haciéndome arquear la espalda y gemir en una suave protesta que
no era del todo creíble.
—Dominic…
Reemplazó su pulgar con su dedo índice, empujando más allá del
primer nudillo hasta que rompió el apretado anillo de músculo. Sus labios
succionaron la piel a lo largo de mi nuca enviando escalofríos por todo mi
cuerpo.
—Esa es mi chica buena —susurró mientras añadía otro dedo en mi
apretada abertura.
Jadeé ante la intrusión.
—Shh. Relájate. Haré que se sienta bien. Lo prometo.
Hizo tijera con los dedos mientras los acariciaba dentro y fuera de mi
culo. Justo cuando comenzaba a acostumbrarme a la sensación, agregó un
tercer dedo, estirándome hasta el punto de que se me escapó un gemido.
—Tengo que estirar tu apretado culo virgen para que mi polla no te
lastime. Quiero que disfrutes que te posea. Y aunque un poco de dolor
mezclado con placer me endurece, no quiero lastimarte. No demasiado.
Mientras sus dedos se movían lentamente, su otro pulgar rodeó mi
clítoris, haciendo que mi placer creciera de nuevo. Unos momentos después,
besó mi cuello y retiró sus dedos. Se sentó de nuevo y presionó su polla
contra mi culo. Me tensé, temerosa del dolor.
—No. Por favor. No estoy lista… —Las palabras vacilaron en mis labios
mientras él empujaba hacia adelante, derribándome.
Jadeé, arañando las sábanas por el dolor que trajo con el pequeño
movimiento.
—Duele —jadeé, haciendo una mueca—. Por favor…
—Bien. Solo dolerá por un minuto. Lo prometo —respondió sin aliento,
forzando su camino más profundo en mí mientras luchaba por alejarme de
él. Pero Dominic era fuerte y me sujetó con fuerza, perforando lentamente
mi trasero hasta que estuvo completamente dentro.
Las lágrimas se deslizaron por mis mejillas cuando él se retiró y empujó
lentamente hacia adentro.
—No llores —murmuró mientras me presionaba contra el colchón—.
Estás haciendo un buen trabajo, mia regina. Tan bueno. Me haces
jodidamente feliz.
Mi corazón saltó ante sus palabras. Dominic era un tipo duro, pero
escucharlo admitir sus sentimientos me hizo respirar más fuerte,
repentinamente ansiosa por complacer al monstruo enterrado dentro de mí.
Envolvió su mano firmemente alrededor de mi garganta mientras
empujaba con más fuerza. Apretó, haciéndome soltar un aliento
estrangulado tras otro.
—Esa es mi chica buena. Mi chica fuerte —elogió—. Tomas mi polla tan
bien, ¿no es así, bebé?
—S-sí, Dominic —me las arreglé para gemir cuando movió sus caderas
hacia adelante, golpeando un punto dentro de mí que hizo que mis ojos se
pusieran en blanco.
¿Puedo correrme así?
La respuesta llegó momentos después cuando la avalancha se afianzó.
Sollocé mi liberación, mis dedos retorciéndose en nuestras sábanas, mi
cabello un desastre salvaje mientras él continuaba apretando mi garganta.
Mi orgasmo se precipitó a través de mí como un tifón. Dominic mordió
la carne tierna de mi hombro mientras aceleraba el paso, follándome duro
y rápido, el olvido se arremolinaba a nuestro alrededor mientras yo gritaba
su nombre una y otra vez como una oración al diablo.
Su agarre en mi garganta se apretó hasta que las estrellas salpicaron
mi visión y estaba jadeando por aire. Más placer llovió sobre mí con cada
golpe de sus caderas, su polla reclamando hasta el último trozo de mí hasta
que gruñó en voz alta, su cuerpo temblaba mientras derramaba su segundo
orgasmo en mi culo.
Me derrumbé en el colchón cuando me soltó la garganta, cayendo
encima de mí y quedándose dentro. Derramó besos a lo largo de mis
hombros y cuello mientras ambos bajábamos de nuestro subidón. Cuando
nuestra respiración se estabilizó, se liberó de mí y entró en nuestro baño.
El agua que salpicaba en la bañera saludó mis oídos, y un momento
después, regresó y me tomó en sus brazos, llevándome al baño donde me
puso de pie y me ayudó a entrar en la bañera.
Me senté entre sus piernas, mi espalda hacia su frente mientras
masajeaba suavemente mis senos y besaba mi cuello.
—¿Estás bien? —preguntó suavemente mientras colocaba un beso en
mi clavícula.
Asentí. Cada agujero en el que se había metido se sentía tierno. Pero
me sentía bien. Genial incluso. Demonios, probablemente podría correrme
de nuevo si me diera unos minutos.
—Bien. —Volvió mi rostro hacia el suyo y me besó dulcemente.
—Te amo —susurré contra sus suaves labios. Abrí mis párpados para
mirarlo.
Sus ojos ya estaban abiertos mientras me miraba fijamente.
—Ti amo, abejita. Tan jodidamente mucho.
8 ¿Entiendes?
El músculo de la mandíbula de Vincent se contrajo mientras apretaba
los dientes antes de retirarse y empujar violentamente hacia mí. Grité por
la rudeza de sus movimientos.
Lo hizo una y otra vez hasta que mi cuerpo se apretó a su alrededor,
mi orgasmo corría fuerte y rápido a través de mí.
—Me encanta verte correrte —murmuró Dominic en mi oído—. Mira lo
jodidamente hermosa que estás tomando su gran polla. Dile a tu Vinny que
quieres que te folle el culo. Está molesto porque yo lo poseí primero. Hazlo
feliz compartiéndolo con él.
Tragué saliva mientras mi euforia se desvanecía, sabiendo que esto iba
a doler. —Vinny, por favor... fóllame el culo.
Se separó de mí inmediatamente y presionó su polla contra mi apretado
agujero, su mirada oscura clavándose en la mía. Dominic se movió,
inclinándome hacia atrás y relajando mis piernas sobre sus muslos,
abriéndome más para lo que estaba a punto de suceder. Entrelazó mis
dedos con los suyos, anclándome a él.
—Vincent —dijo suavemente, apartando la atención de Vincent de mí.
Vincent lo miró.
—Está bien. Hazlo —susurró Dominic—. Ella puede tomarlo, y tú lo
quieres.
Los ojos de Vincent se oscurecieron cuando volvió a mirarme, un
monstruo emergiendo que nunca había visto en él. Mi corazón latió con
fuerza cuando empujó hacia mí. Grité ante la dolorosa intrusión, luchando
por alejarme de él, pero Dominic se mantuvo firme mientras Vincent
acariciaba dentro y fuera de mi trasero.
—Ah —grité de nuevo, sabiendo que el conductor tenía que poder
oírme—. D-despacio…
Dominic me soltó las manos para poder cubrirme la boca y sujetarme
con el otro brazo.
—Tómalo, mia regina. Toma la polla de Vinny como una buena chica.
Puede que no pase de esta noche. Deja que el monstruo dentro de él te folle
—susurró Dominic como el diablo en mi oído mientras Vincent agarraba
mis caderas con fuerza y me follaba hasta el olvido.
Mi pecho se agitó cuando me corrí de nuevo, mi cuerpo temblaba. Pensé
que me iba a desmayar por la intensidad. Vincent no se detuvo, sus caderas
golpeando bruscamente contra mí mientras se enterraba una y otra vez
dentro de mí.
Vincent se inclinó más cerca de mí y Dominic me destapó la boca. Los
labios de Vincent chocaron contra los míos mientras movía sus caderas en
ráfagas rápidas. Su cálida lengua luchó con la mía hasta que no pude
respirar, luego interrumpió el beso, mirando por encima de mi hombro a
Dominic.
—Bien —murmuró Dominic, estirando la mano y pasando los dedos
por el cabello de Vincent.
Vincent dejó escapar un suave gemido cuando Dominic dio un tirón y
lo acercó, aplastándome entre sus cuerpos duros.
—Eres bueno —exhaló Dominic con su acento suave y sexy—. ¿Te
gusta follar con mi esposa?
—Sí —jadeó Vincent cuando Dominic ajustó su agarre en su cabello.
Se me subió el corazón a la garganta cuando Dominic se inclinó sobre
mi hombro y rozó con sus labios la mandíbula de Vincent hasta que llegó a
su oído y gruñó.
—Pruébalo. —Dominic lo soltó.
Los ojos de Vincent se oscurecieron aún más cuando Dominic volvió a
acomodarse y volvió mi rostro hacia el suyo. Capturó mis labios contra los
suyos mientras Vincent empujaba profundamente dentro de mí. Dominic se
tragó mi gemido, sus manos en mis pechos, acariciando y apretando.
—Por favor —me atraganté contra sus labios—. No puedo más.
Necesito…
—Ábrete más para que Vinny pueda follarte más profundo —murmuró
Dominic, su mano moviéndose a mi garganta.
Sabía que me iba a ahogar. Respiré hondo justo antes de que
comenzara la presión.
—Joder —jadeó Vincent, dejando caer la cabeza hacia atrás. Meció mi
cuerpo contra el de Dominic.
Retorcí mis dedos en los pantalones de Dominic mientras trataba de
mantener mi cordura.
—Si ella no vuelve a correrse en treinta malditos segundos, lo
lamentarás —gruñó Dominic, apretando su agarre hasta que mi respiración
se detuvo en mi pecho.
Luché contra él, asustada de que realmente me desmayaría esta vez.
Vincent me folló más fuerte mientras yo continuaba luchando,
desesperada por respirar.
—Cálmate, mia regina —susurró Dominic en mi oído, su agarre aún
fuerte—. Cuanto más luches, menos aire tendrás.
Inmediatamente me relajé contra él, mi cabeza daba vueltas, mi cuerpo
temblaba mientras el inminente calor del orgasmo comenzaba a apoderarse
de mí.
—Ahora grita, bebé—. Dominic me soltó la garganta y gemí como una
prostituta en la iglesia mientras me corría con fuerza, mi cuerpo sufría
espasmos por la embestida de Vincent.
Aspiré tanto aire como pude.
Vincent gimió, sus embestidas desiguales ahora. En segundos, salió de
mi trasero y agarró su longitud. Su liberación salió a borbotones, cubriendo
mi coño.
—Joder, bebé B —gritó.
Su liberación se derramó en cuerdas largas, gruesas y blancas. Su
cabeza estaba hacia atrás. Sus músculos brillaban por el duro polvo que me
había dado. Cuando terminó, se movió hacia adelante, colapsando sobre mí,
su frente contra la mía.
—Eres tan buena. Joder, bebé. —Me besó profundamente.
Cuando interrumpió el beso, Dominic acunó su rostro.
—Lo hiciste bien, Vin —murmuró.
—¿Te gustó? —preguntó Vincent, con los ojos muy abiertos mientras
buscaba la aprobación de Dominic.
—Si. Ahora, tenemos que limpiar este desastre. —Palmeó la mejilla de
Vincent.
Vincent se alejó de mí, su semilla corrió por mi coño en una cálida
corriente.
—¿Me ayudas? —Vincent preguntó en voz baja, con una leve súplica
en su voz mientras miraba a Dominic.
Dominic se soltó una risa entre dientes y movió mi cuerpo inerte de su
regazo. Con ternura, me acostó donde había estado sentado, con las piernas
aún abiertas. Se arrodilló en las tablas del suelo con Vincent y fijó su mirada
en mí.
Se me cortó la respiración cuando se inclinó, mirándome con tanto
amor y adoración mientras lamía mi húmedo centro, tragando todo lo que
recogía con su lengua. Vincent se unió, ambos me limpiaron con la lengua
como si fuera un gatito débil.
Con cada lamida, cada chupada, mi clítoris latía. A veces sus lenguas
se tocaban, pero nunca detuvieron su ritmo perfecto conmigo y nunca
siguieron saboreándose el uno al otro más allá de eso. Todo era sobre mí.
Sabía que yo era todo lo que veían cuando los vi trabajar conmigo.
Cuando me corrí por última vez, fue con dos bocas en mi núcleo
tembloroso, devorando todo lo que me quedaba para darles.
Y en mi codicia, solo podía desear que hubiera dos bocas más en mi
cuerpo para ayudar.
Capítulo 41
Fallon
Mi teléfono vibró por tercera vez mientras me metía el arma en la cintura.
Sabía sin lugar a dudas que era De Santis. Me necesitaba para crear una
distracción. ¿Cómo diablos iba a crear una distracción en casa de su padre?
Toda el área de tres millas alrededor de la casa de su padre estaba cerrada
en un día fácil, por el amor de Dios. Solo podía imaginar cómo sería la
recepción de la boda de Dom.
Entrar allí, si lograba pasar a los guardias, me matarían. Aunque
todavía estaba trabajando en un plan. Mi problema era que Hail había
decidido que teníamos trabajo que hacer con el tipo De Luca en la ciudad.
Estaba frenando seriamente lo que sería capaz de lograr para Dominic y mi
princesa.
Estaba estresado y casi al punto de darle a Stella un arma y enviarla.
Probablemente estaría dispuesta si pensara que ganaría sus puntos con
Dom. Dios sabía que se rompería la espalda por él. Pensé que estaba mal
por Hail, pero no es nada comparado con Dominic. Sabía dónde estaba su
lealtad, eso era seguro. Probablemente se acostaría y moriría por los Reyes
con una sonrisa en su rostro.
—Estás callado esta noche —dijo Hail, cargando su arma a mi lado.
Estábamos en uno de los almacenes que su familia tenía en la ciudad.
Un montón de malos negocios ocurrían dentro de él, desde deshuesar autos
hasta drogas y asesinatos. Si Hail tuviera una ubicación en el mapa, esta
sería su sede.
—Solo intento concentrarme —murmuré, agarrando un cuchillo y
deslizándolo en mi bota.
Era bueno con los cuchillos. Los prefería a las armas, sinceramente.
Era una parte fea de mi personalidad que me gustaba mantener en secreto.
La sangre era mucho más bonita cuando se extraía lentamente del cuerpo
con un solo corte preciso. Me hipnotizaba. Me hacía sentir como un
completo maldito monstruo.
Todos ya pensaban que estaba jodido, como un Señor. No necesitaba
dejar que mi lujuria por la sangre saliera de la jaula y se sumara a ella.
Quería ser un tipo normal, pero ese barco parecía haber zarpado hace
mucho tiempo. Lo mejor que podía hacer es mantener lo que quedaba de mi
alma oscura bajo llave.
—También yo. —Metió el arma en su chaqueta y agarró otra mientras
Tate y Drake cargaban al otro lado de la habitación—. Estoy enojado porque
tenemos un mal lote de azúcar. Esa mierda te jodió. No puedo creer que te
hayas despertado desnudo en el maldito bosque.
Mentí y dije que eso era lo que había sucedido. Lo último que los
Señores necesitaban saber era que había dormido desnudo en el suelo del
dormitorio de Seeley. Stella había regresado corriendo a Hail, diciendo que
no podía encontrarme.
—Fue peligroso. Los Reyes podrían haberte matado si te hubieran
encontrado solo así. No estoy feliz. Ya sea que De Luca se dé cuenta o no,
la cagó. Entró en mi territorio. Me está robando clientes. Está tomando lo
que me pertenece, y podría haberme costado uno de mis hombres. Eso no
pasará. Él y toda su pandilla mueren esta noche, o sobreviven sabiendo con
quién están jodiendo.
Asentí mientras lo miraba fijamente. Su boca estaba colocada en una
fina hendidura, sus ojos carecían de calidez. Era un hijo de puta cuando
estaba enojado. Mi dura experiencia con el azúcar puede costarles la vida a
algunas personas esta noche.
—¿Cuál es el plan? —Yo pregunté.
—Les haremos una visita. Dispara a la gente de De Luca. Si hay
rezagados, pueden culpar a los Reyes.
Tragué. —¿Así que vamos a culpar a los Reyes y comenzar una guerra
entre ellos y los Jinetes?
—Sí. Si queda algo para comenzar una guerra cuando hayamos
terminado.
Por el amor de Dios. Este iba a ser un espectáculo de mierda.
—De Santis y Bianca van a celebrar su boda esta noche —dije con
cuidado, cambiando de tema.
Hail gruñó. —Estoy jodidamente consciente. Mi padre se enterará de
sus nupcias muy pronto. Si me ocupo de De Luca como regalo para él, es
posible que no me moleste demasiado. Entonces, matar a esta gente de los
Jinetes es una muy buena idea por varias razones.
Me lamí los labios, formándose una idea. —Si hacemos todo lo posible
y necesitas salvar tu trasero, podríamos golpear a De Luca y luego ir a la
fiesta de De Santis. Quizás podamos matar a De Santis o a uno de los Reyes,
quizás a todos, más a su padre. Menos de su gente tendría que ser una
victoria. Y podría comprarte algo de buena voluntad con tu viejo. De Santis
nunca lo vería venir. No esta noche.
Las cejas de Hail se arrugaron mientras me miraba. —¿Y Bianca?
—La traeremos de vuelta, y tú haces lo que tienes que hacer. Si
matamos a De Santis, ya no estará casada. Nadie tiene que saber. Y si lo
descubren, les diremos que él la obligó a hacerlo y que estabas salvando a
tu novia. Serías visto como un héroe. No nos pasará una mierda si tu viejo
decide echarnos la tapa encima por atacarlos sin notificárselo primero.
Hail no dijo nada mientras le daba vueltas a mi plan en la cabeza. Miró
a Tate y Drake por un momento antes de finalmente gritar: —Llama por
teléfono a nuestros mejores discípulos y a nuestros hombres más leales.
Diles que se reúnan con nosotros aquí en veinte. Tenemos un cambio de
planes.
Mi corazón saltó. Podría ser capaz de estar en dos lugares a la vez
ahora. Era algo turbio, peligroso y jodido, pero De Santis dijo que necesitaba
una distracción. Mis manos estaban atadas. Tenía que hacer lo que tenía
que hacer.
Drake y Tate se conectaron a sus teléfonos y, en veinte minutos, seis
de los mejores discípulos estaban de pie frente a nosotros y un montón de
Bratva, que le chuparían la polla a Hail si se lo exigiera porque así de
jodidamente dedicados eran a él.
—Necesito que se lleve a cabo un golpe contra De Luca esta noche. Lo
quiero a él y a su gente muertos por la mañana. Trent —llamó Hail al chico
de cabello oscuro que estaba en las filas—. Quiero que lideres eso. Elige a
tus hombres. Me conseguiste información privilegiada sobre De Luca y su
equipo. Si puedes atrapar a De Luca con vida, hazlo. Se folla a una pelirroja
sexy. La quiero viva también. Va a verme follarla con sangre antes de que lo
mate.
—¿Pero quieres que el resto de su pandilla sea asesinada, no capturado
con vida? —preguntó Tren.
—Los quiero muertos. No quiero que nadie quede con vida. No me
importa cuántos hijos de puta tengas que matar para llegar a él. Su gente
muere. Tráemelo a él y a su puta. Yo me encargo desde allí
Trento asintió.
—Tate, Drake, Fallon y el resto de nosotros haremos una visita al clan
De Santis esta noche. Necesito felicitarlo por haberlo jodido mis planes. —
Los ojos de Hail se oscurecieron cuando nos miró—. ¿Están listos,
muchachos?
Hubo un fuerte coro de gritos, emoción y peligro palpable en el aire.
Había hecho muchas cosas malas en mi vida, pero esta podría ser la peor
porque podría matar a algunas personas con las que recién comenzaba a
estar bien.
Aunque valía la pena. Bianca lo valía todo.
Tenía fe de que De Santis sabía lo que estaba haciendo, eso ayudó a
calmar mis preocupaciones. Lo último que quería era herirla de nuevo
haciendo que mataran a sus seres queridos. Sin embargo, este era el único
plan que tenía.
Ya voy, princesa. Espera.
Capítulo 42
Levin
Los gemidos de Celeste se apagaron cuando me aparté de ella. Estaba hasta
los nudillos en su coño, tratando de distraerme. Sin embargo, esta no era
la forma de hacerlo, porque en todo en lo que seguía pensando era en bicho.
La forma en que sus ojos se encontraron con los míos cuando me vio con
Celeste fuera de nuestro edificio. La forma en que Bianca apartó
rápidamente la mirada y desapareció. El cómo me había visto Dom, con una
expresión sombría en su rostro.
Probablemente la folló para calmar su ira.
Es lo que yo hubiera hecho.
Mi mente estaba de jodida. No ayudó el que supiera que el papá de Dom
era un pedazo de mierda y que Bianca estaba en un mundo de dolor esta
noche mientras yo hacía gemir a Celeste como una pequeña zorra. La idea
de que alguien que no fuera un Rey tocara a Bianca me dieron ganas de
poner balas dentro de algunos cráneos.
Dios, si alguno de ellos muere esta noche...
—¿Qué pasa, Levy? —Celeste susurró en mi oído mientras acariciaba
mi polla—. Por lo general, estás más interesado en nuestro tiempo a solas.
Miré su mano en mi pene, decidiendo que odiaba el tono rosado que
tenían sus uñas. Las uñas de Bianca serían negras. El pensamiento de su
mano en mi polla hizo que mi corazón se sacudiera. Esas uñas negras como
la noche se clavaban en mis muslos mientras me follaba su cálida boca.
Siseaba con el dolor que sus garras traían cuando me desgarraba la piel...
Joder, la echaba de menos.
Celeste movió su cuerpo casi desnudo y se arrodilló frente a mí,
chupando mi polla en su boca. Hice una mueca cuando me agarró con los
dientes.
Bianca nunca me había siquiera rozado con los diente, a menos que yo
quisiera que lo hiciera. Había sido tan cuidadosa con mi pene. Y Dios,
¿podría esta chica siquiera chupar una polla? A bicho podría ahogarla con
ella hasta que su cara fuera mi tono favorito de azul, y ella la tomaría como
una maldita campeona. Celeste se tomaba descansos cada dos jodidos
segundos. No podía follarle la boca como podía hacerlo con Bianca. Bicho
se tragaba mi polla y mi carga, y luego regresaba por más.
Celeste lo escupía.
Joder, ¿qué estoy haciendo?
Mis amigos podrían ser asesinados en cualquier momento. Mi chica...
joder, la polla de otra persona podría estar enterrada en ella ahora mismo,
mientras pide ayuda a gritos. Rompería a Dom. Sabía que lo haría. La
amaba como yo. ¿Y Vincent? Ni siquiera quería pensar en el daño que le
haría ver a su preciosa B siendo follada por alguien que no éramos nosotros.
Empujé a Celeste de mi pene y me puse de pie, tirando de mis
pantalones.
—¿Qué ocurre? —preguntó, poniéndose de pie.
Le lancé su blusa. —Tengo cosas que hacer. Vestirse.
—¿Qué? —Sostuvo su blusa y me dio una mirada de confusión.
—Muévete. Dom y Vincent me necesitan. Bianca me necesita.
El rostro de Celeste oscureció cuando me puse la camisa y me la
abotoné. Me tomó menos de un segundo decidir dónde tenía que estar esta
noche. Demonios, lo supe incluso antes de haber visto a Vincent salir de mi
habitación antes. No iba a abandonar a mi gente cuando más me
necesitaban, y por una chica de la que no estaba enamorado. Me importaba
una mierda si Bianca se enfadaba. La callaría con mi polla en su boca si era
necesario.
—¿Bianca? ¿Me estás tomando el pelo?
—No. —Tomé las llaves de la cómoda mientras me ponía los zapatos.
—¿Me vas a dejar para ir con ella? —Sus tetas todavía estaban afuera—
. ¿Qué tiene que no puedes dejarla en paz? Veo la forma en que la miras.
Cuando crees que no estoy mirando, te veo, Levy. ¿Qué está pasando?
—No pasa nada —espeté.
Bloqueó la puerta, todavía desnuda de cintura para arriba. —No me
moveré hasta que me digas cuál es el problema con ella.
—No es gran cosa. Es la esposa de mi mejor amigo —mentí.
Bueno, joder. ¿Por qué estaba mintiendo? Podría decirle que me había
follado la boca de Bianca y le había dado mi corrida después de que Vincent
me acariciara la polla y me besara. Podría decirle que todo en lo que puedo
pensar es en Bianca cada vez que Celeste tenía mi polla en su boca. O que
me corro en la ducha todas las mañanas con el recuerdo de mi polla
deslizándose por el valle de sus tetas mientras las follaba, mis dedos
enredados en su cabello. Cómo Bianca fue la única capaz de hacer que me
soltara y sintiera algo.
Joder, solo pensar en la mierda que habíamos hecho esa noche hizo
que mi polla se pusiera dura.
Dejé escapar un suspiro, mi paciencia menguando. —Me voy para
llegar a mi gente. Tenemos una mierda que estamos haciendo esta noche, y
llego tarde.
Celeste se puso el sostén y la camisa, suspirando demasiado para mi
gusto, antes de acercarse a mí. Ya estaba llegando más allá de ella hacia el
pomo de la puerta.
—Te amo, Levy. Aunque no me agrada Bianca. Siempre estás
preocupado por ella. Lo odio. Ella no es amable contigo.
—Es la esposa de mi mejor amigo —repetí uniformemente, como si
tuviera alguna relación con mi desesperada necesidad de hundir mi pene
dentro de ella y lamentando no haberlo hecho nunca.
Incluso cuando estaba enojada conmigo, todo lo que quería hacer era
follarla hasta someterla. A la mierda la pelea. Dios, ese cuerpo...
—¿Estás seguro de que eso es todo?
—Sí —mi voz salió en un gruñido bajo.
—Quiero que dejes de hablar con ella. Deja de mirarla. —Frotó mi polla
sobre mis pantalones—. Deja de pensar en ella. Quiero todo de ti, Levy.
Cualquier pensamiento que tengas en tu cabeza sobre ella debe irse. Ella
no te quiere. Si lo hiciera, estaría contigo ahora mismo, no con Dominic.
Ella eligió a Dominic. No a ti. Yo te elegí a ti. Por favor, entiende quién te
quiere de verdad. Si tienes algún tipo de enamoramiento infantil por ella,
debes dejarlo ir. Ella no es como nosotros. Es simplemente algo bonito para
que Dominic la folle hasta que encuentre a alguien más digno.
Eventualmente la echará a un lado porque es basura. No es necesaria.
Nunca consideres recoger la basura. No cuando tienes a alguien como yo.
Alguien que realmente se preocupa por ti y es digno.
—Tienes que callarte —dije, agarrándola por los hombros y
empujándola lejos de mí—. No hables así de ella. Bianca no es basura. Si
alguna vez vuelves a llamarla así, te enterraré en un lugar donde nadie
encontrará tu puto cuerpo.
Su mirada se endureció mientras me miraba. —Esto es de lo que estoy
hablando. ¡Me estás amenazando por ella! —Su voz se hizo más aguda.
Cerré los ojos, deseando que simplemente se fuera. Necesitaba salir de
aquí.
—Se supone que esta noche es nuestra noche, pero me estás haciendo
a un lado para ir a hacer Dios sabe qué con los Reyes y ella. Te quiero fuera
de los Reyes. Quiero que te mantengas alejado de todos ellos, incluida
Bianca.
—Terminé de tener esta maldita conversación —espeté, empujándola—
. No me dices qué diablos hacer o con quién diablos puedo asociarme. No
hemos estado juntos el tiempo suficiente para que siquiera pienses en
darme órdenes. No eres mi jodida madre, e incluso ella no fue lo
suficientemente estúpida como para decirme qué carajo hacer.
—Te amo —repitió, su voz suplicante mientras se acercaba a mí, con
lágrimas en los ojos—. No quiero perderte, Levy. Por favor. Sólo
prométeme…
—Celeste, tengo que irme.
—¿Por qué nunca me dices que me amas también? —Me miró con ojos
muy abiertos y serios, con sus manos envueltas alrededor de mis muñecas
mientras trataba de abrir la puerta.
Apreté los dientes. —Voy a llegar tarde. Hablaremos más tarde.
—¿En serio? —Me estudió, la preocupación clara en sus ojos.
—Sí —dije en voz baja—. Te veré cuando regrese.
Su labio inferior temblaba, las malditas lágrimas todavía en sus ojos.
—De acuerdo. Dejaré mi puerta abierta. Podemos continuar donde lo
dejamos. Me lo tragaré esta vez si quieres. No me quejaré.
Solo gruñí cuando abrí la puerta y salí, sin importarme una mierda
acompañarla de regreso a su habitación.
En cuanto a continuar donde lo habíamos dejado, lo dudaba
muchísimo.
Capítulo 43
Bianca
El padre de Dominic sabía cómo organizar una fiesta. No había tenido
mucho que decir en nada de eso, así que todo fue una completa sorpresa.
Dominic prácticamente lo aprobó todo. Lo único que me preguntó fue si
quería langosta, salmón o bistec.
—Eso significaba que las tiras de pollo están fuera del menú. —Soltó
una risa y me besó cuando se dije y me pidió langosta. Me encogí. Comer
escorpiones de mar no estaba en mi lista de cosas por hacer, pero con suerte
estaríamos fuera de allí antes de que tuviera que hacerlo.
Y si no estuviéramos fuera de allí, tal vez podría comer una ensalada
en su lugar. La idea de comer mariscos me dio ganas de vomitar. Pero
bueno, tal vez vomitar también me sacaría de eso. Ten siempre un plan B.
—¿Es aquí donde creciste? —Pregunté en voz baja mientras
atravesábamos la puerta donde cuatro hombres grandes con trajes negros
montaban guardia.
Las armas de Dominic y Vincent habían sido tomadas en la puerta, lo
que significa que estaban armados solo con puños y furia si las cosas salían
mal.
—Sobre todo —respondió Dominic, su mano en la parte baja de mi
espalda mientras me conducía a través del enorme vestíbulo. Pisos de
mármol. Una escalera de barrido. Un salón de baile al final del pasillo a
nuestra izquierda. Un salón a nuestra derecha. Incluso la casa de David no
era así. Esta mansión gritaba poder y dinero desde los pisos pulidos hasta
los candelabros de cristal. El lugar era un castillo. Una fortaleza. Me
perdería tratando de encontrar el baño.
—Pasé la mayor parte de mi tiempo entre aquí y nuestra casa en Italia
—continuó.
—Y en Bolten —agregó Vincent, guiñándome un ojo.
La sonrisa no estaba en su rostro como de costumbre. Habíamos
pasado un tiempo increíble en la limusina, pero ahora su cara de juego
estaba puesta. No sé si estaba nervioso, pero si tuviera que adivinar, diría
que estaba preparado para lo peor.
Y yo también.
—¿Dominic? —Me detuve y me volví hacia él.
—¿Mía regina?
—Todo va a estar bien, ¿verdad? —Lo miré fijamente, con el corazón
acelerado, necesitando su tranquilidad.
Rozó sus nudillos a lo largo de mi mandíbula. —Es posible que
tengamos que hacer algunas cosas malas esta noche, pero todo es en
nombre de la supervivencia. Solo sé que no importa lo que diga o haga en
esta casa, es todo para protegerte. Te amo y haré lo que tenga que hacer.
Probablemente necesitaré un poco de perdón cuando termine la noche.
Parecía una respuesta de Dominic si alguna vez escuché una.
—Haré todo lo que esté a mi alcance para mantenerte a salvo, abejita.
Todo. —Puso un beso inusualmente suave en mis labios antes de alejarse,
con una mirada severa.
—Sin embargo, las cosas son diferentes aquí —dijo—. Aquí, soy tu
dueño. Te comportarás. No hables a menos que sea necesario.
¿Comprendido?
Asentí con fuerza. Aquí estaba el príncipe dominante de la mafia que
conocía y amaba.
—Sin resentimientos, bebé B —dijo Vincent mientras caminábamos
hacia el salón de baile. Más guardias esperaban en la puerta—. Todo es
negocios detrás de estas puertas. Te acostumbrarás.
Gruñí, odiando cómo se hacían estas cosas. Odiaba que mis dos
muchachos no me mostraran cuánto se preocupaban por mí y viceversa,
sin que algún imbécil lo usara para tener poder y control. Sabía que esta
noche sería mala. La única gracia salvadora era que Levin estaría a salvo
sin importar lo que sucediera. Seguía repitiendo eso en mi cabeza. Envié
una oración silenciosa para que Fallon lograra salir con vida también.
Incluso Dominic dijo que no sabía qué había planeado Fallon.
—Recuerda —continuó Dominic en voz baja mientras yo entrelazaba
mi brazo con el suyo mientras uno de los guardias hablaba por un
auricular—. Pase lo que pase, si te digo que corras, quiero que corras tan
rápido como puedas. No mires atrás. No trates de salvarnos si se trata de
eso. Encuentra a Vasiliev. Él sabrá qué hacer.
—¿Tienen un plan? —Pregunté, mirando al frente, con la espalda
rígida.
—No te preocupes por eso —respondió justo antes de que se abrieran
las puertas y se anunciara nuestros nombres.
Me sentí como de la realeza entrando en esa habitación del brazo de
Dom. Había cientos de personas que no conocía, todos mirando y
susurrando mientras bebían champán caro. Su ropa por sí sola tenía que
costar más de lo que valía toda mi vida.
Eran las grandes ligas y yo no sabía jugar. Fue el primer pensamiento
que cruzó por mi mente cuando entramos en la sala con una oleada de
suaves aplausos. Mi segundo pensamiento fue al diablo con esto, corre. Me
sentía como comida en un tanque de pirañas hambrientas.
Los hombres me miraban como si fuera el postre. Las mujeres
sonreían, con un destello de malevolencia en sus ojos.
Dominic me acompañó a través de la habitación, asintiendo
brevemente a la gente hasta que llegamos a un hombre vestido de negro,
que se parecía mucho a mi marido. Los ojos del hombre eran oscuros
mientras que los de Dominic eran verdes. Los lados de su cabello brillaban
con la plata que estaba tomando forma, mostrando su edad. También
estaba en forma. Diría que tenía cuarenta y tantos años si tuviera que
adivinar. Era guapo como mi Dominic. Pero era malvado. Lo podía ver en
sus ojos oscuros mientras me examinaban por primera vez y en la forma en
que sus labios se curvaron en una sonrisa despiadada.
Escalofríos me recorrieron la espalda cuando nos detuvimos frente a
él. Este hombre era pura maldad.
—Domenico —dijo con un rico acento italiano. Extendió la mano y le
dio a Dominic un abrazo.
Dominic estaba rígido y solo me soltó cuando tenía que hacerlo,
palmeando rápidamente a su padre en la espalda.
—Y la hermosa novia, Bianca D’Angelou —dijo su padre, girándose
hacia mí y tomando mi mano.
Dominic se tensó a mi lado, un pequeño indicio de su ira y celos.
El padre de Dominic presionó sus labios contra el dorso de mi mano,
su mirada fija en la mía. Traté de no temblar bajo su mirada penetrante.
Dominic no se acercó para ofrecerme consuelo, y Vincent había
desaparecido entre la multitud después de que entramos en el salón de
baile.
—Este es mi padre, Matteo De Santis —nos presentó Dominic con una
voz fuerte que me hizo temblar en mis zapatos. Era su voz sensata. La que
significaba problemas si te pasabas de la raya.
—Encantada de conocerlo —mentí, poniendo una sonrisa en mi rostro
y forzando mi voz a no vacilar.
Matteo dejó escapar una risa suave. —De hecho, lo es. No tenía idea de
lo hermosa que eras. Dominic no dio más detalles sobre eso. Dime, ¿te gusta
estar casada con mi hijo?
Los invitados habían vuelto a charlar mientras estábamos frente a
Matteo. Tragué saliva, mirando a mi alrededor en busca de Vincent. Estaba
en el borde de la habitación, observándonos con los ojos entrecerrados.
—S-si —me las arreglé para decir.
Matteo soltó esa siniestra risa suya. —Eso es interesante. ¿Dirías que
es bueno porque tienes miedo de decir lo contrario o bueno porque
realmente es bueno?
¿Qué demonios?
—E-es duro —dije mientras Dominic miraba al frente, sin ayudarme en
absoluto—. Dominic puede ser autoritario.
—¿En serio? —Mateo sonrió—. ¿Cómo estuvo la propuesta?
—No hubo ninguna —respondí honestamente—. N-no tuve elección.
Matteo alzó las cejas. —¿Fuiste forzada a casarte?
—Sí —dije—. Hizo que Levin me noqueara y luego me obligó a casarme
con él cuando me desperté.
Los ojos de Matteo brillaron cuando miró a Dominic. —Bueno, sabe
hablar con la verdad, ¿eh?
—Habla demasiado —gruñó Dominic, girándose para clavarme una
mirada gélida.
Me alejé de él, confundida acerca de lo que había hecho mal.
—Me ocuparé de ti más tarde —continuó, su ceño se endureció aún
más.
Tragué saliva y me alejé más de él, obligándome a no gruñirle o decirle
que me besara el trasero. No sabía si esto era parte de su actuación o no,
pero solo podía suponer que estaba recurriendo a la crueldad para
demostrarle a su padre que significaba muy poco para él. Sabía que
teníamos que convencer a este hombre de eso, así que si tenía que ser dócil
y tímida, lo sería. Por ahora.
—Lo siento, Dominic —susurré, esperando que Matteo se lo creyera—.
Por favor…
Dominic extendió la mano, agarrando mi barbilla dolorosamente
mientras me miraba con el ceño fruncido. —Cierra la puta boca. ¿Qué te
dije? ¿Eh? Te dije que mantuvieras la maldita boca cerrada. Yo hablaré.
—Sí, Dominic —me atraganté, haciendo una nota mental para
abofetearlo cuando estuviéramos fuera de allí.
No necesitaba ser tan malditamente rudo. Me soltó y se volvió hacia su
padre. —¿Podemos terminar con esta fiesta? Tengo cosas más importantes
que hacer que celebrar esta farsa de matrimonio.
Matteo me guiñó un ojo antes de llevarnos a la mesa principal. Me senté
al lado de Dominic. Un momento después, Vincent se unió a nosotros. No
me lanzó una segunda mirada mientras se instalaba.
Matteo hizo una pausa y sacó su teléfono de su bolsillo. No nos dijo ni
una palabra mientras se alejaba, lo cual me pareció bien. Podía respirar de
nuevo.
La tensión en los hombros de Dom no se liberó.
—No compartas demasiado con mi padre —dijo Dominic con firmeza,
mirando a la gente.
—No sabía qué hacer…
—Para de hablar. —Su mirada se deslizó hacia mí—. Tienes que parecer
que te sometes, y que no te soporto. Nuestro matrimonio no puede parecer
que te amo. Lo descubrirá. Baja tu cabeza. Ahora.
Tragué saliva y agaché la cabeza.
—Codos fuera de la mesa.
Los deslicé fuera de la mesa.
—Dobla tus manos en tu regazo. Tobillos cruzados. No hagas contacto
visual con nadie en esta habitación, ni siquiera con Vincent. Debería haber
repasado esto contigo antes. Lo siento. —Dejó escapar un suspiro—. Espero
que esto termine rápido. Mientras tanto, compórtate.
Apreté los dientes pero mantuve la cabeza baja.
Me senté rígidamente, sin mirar a mi alrededor mientras la gente venía
a saludar a Dominic, nadie se dirigía a mí. Aparentemente, conocían las
reglas mejor que yo. En una hora, mi trasero y mi espalda estaban doloridos
por permanecer tan quieta en mi asiento.
—Mi padre está aquí —dijo Vincent unos momentos después de que un
hombre corpulento se riera sin cesar de que le dispararon a un tipo que
todos debían haber conocido.
Vincent asintió con la cabeza a alguien mientras yo trataba de mirarlo
de reojo.
Excelente. Más gilipollas por conocer.
Una sombra oscura se cernió sobre nosotros momentos después.
Vincent y Dominic se pusieron de pie.
—Padré —dijo Vincent cuando el hombre estrechó su mano—. ¿Come
va?9
—Sto bene10 —retumbó la profunda voz del hombre.
Vincent se alejó y Dominic lo saludó.
—È bello vederti11 —dijo Dominic en su rico italiano.
Mantuve la cabeza baja y me esforcé por entender lo que estaban
diciendo. Sonaba como un cálido saludo.
—È bello vedere anche te12 —respondió el hombre.
—Esta es mi esposa, Bianca —dijo Dominic, asintiendo hacia mí
todavía en mi asiento.
El hombre tomó mi mano. Lo miré rápidamente mientras él me sonreía.
—Felicidades por tu matrimonio. Es un placer conocerte, Bianca.
—Gracias —dije en voz baja, sin saber lo que se suponía que debía
decir. Las normas sociales dictaban que fuera amable en mi respuesta y no
callada.
—Este es mi padre, Alessio Valentino. —Vincent se recostó en su
asiento mientras Dominic tomaba el suyo.
Alessio se sentó al lado de Vincent, todavía sonriéndome. No me pareció
tan desagradable y cruel como el padre de Dominic. Alessio era un hombre
alto y ancho de unos cuarenta y tantos años con ojos oscuros y amables.
Me recordó a un Vincent mayor.
Alessio inclinó la cabeza hacia mí. —¿Estás disfrutando de la vida de
casada, tesoro?
Miré a Dominic rápidamente. Él asintió levemente.
—Es diferente.
—Me imagino, tener que estar casada con un De Santis… uff —dijo
Alessio con una carcajada, guiñándole un ojo a Dominic, quien le dedicó
una sonrisa tensa—. Lo harás bien. Si no te mata.
Le lancé una mirada a Dominic, pero no estaba prestando atención. No
pasó mucho tiempo hasta que supe por qué.
—Domenico —lo saludó Matteo—. Todo el mundo está bailando. La
cena se servirá pronto. Deberías bailar con tu novia.
—No voy a bailar esta noche —dijo Dominic con severidad.
13 Gorrión.
14 Bonita princesa.
—Tenemos una tradición en nuestra familia. Dominic no está muy
interesado en eso, y me hace preguntarme si tal vez hay más en su relación
de lo que deja entrever. Supongo que lo averiguaremos, ¿no?
—¿Qué quieres? —Me atraganté, tratando de encontrar a Dominic en
la habitación.
Estaba charlando con Vincent, Alessio y otro hombre. Dominic captó
mi expresión de pánico y rápidamente se puso de pie, excusándose. Dejé
escapar un suspiro de alivio, sabiendo que vendría a rescatarme.
—¿Qué quiero? Tener lo que es mío, por supuesto. Y esa eres tú.
Nuestra tradición lo exige. Veré que se cumpla —respondió Matteo con voz
peligrosa antes de soltarme y alejarse.
Me quedé allí, respirando con dificultad cuando Dominic se acercó.
Matteo se volvió hacia él y presionó su mano contra el pecho de Dominic.
—Ven. Tenemos que hablar —dijo Matteo.
Dominic me miró por un momento, tanta confusión en sus ojos. Luego
educó sus rasgos, asintió y giró sobre sus talones, siguiendo a su padre.
—¿Estás bien? —preguntó Vincent, tomando mi mano para bailar
conmigo.
Vi como el hombre que había estado de pie con Dominic y Vincent
siguió a Matteo. Alessio cerraba la marcha.
—¿Qué está pasando? —pregunté, aferrándome a Vincent mientras
dábamos vueltas en la pista de baile.
—Las piezas están en juego. Está a punto de pasar. Deberíamos irnos.
—No podemos dejar a Dominic —siseé, mirándolo a los ojos.
—Bebé B, esta es nuestra oportunidad. Puedo sacarte de aquí ahora
mismo. Dom puede lidiar con su viejo. Nadie tiene que salir lastimado.
Dudé por un segundo antes de asentir. Vincent agarró mi mano y me
arrastró hacia la salida. Casi habíamos llegado a la puerta cuando cuatro
guardias nos detuvieron.
—Valentino, el jefe quiere verte. Trae a la chica —dijo uno bruscamente
mientras bloqueaban nuestro camino.
El agarre de Vincent en mi mano se hizo más fuerte. Dos de los guardias
me agarraron de los brazos, haciéndome gritar.
Pero no había una mierda que pudiéramos hacer. Vi la mirada en los
ojos de Vincent. El juego había comenzado y teníamos que jugar.
Capítulo 44
Dominic
Miré a mi padre mientras estaba sentado detrás de su escritorio, fumando
un cigarro. Había visto sus manos viajar al trasero de Bianca. Casi me perdí
y me lancé sobre él, sin importarme una mierda si intentaba que me
mataran por eso.
—Tu esposa es muy hermosa —dijo, echando humo.
Gruñí. —Lo es.
Sonrió y se inclinó hacia adelante. —Sabes por qué estás aquí, ¿no es
así? —Me entregó un cigarro.
Resoplé cuando lo encendió, inhalando profundamente antes de
expulsar el humo.
—Supongo que deseas hablar sobre nuestras tradiciones familiares —
dije.
—Cierto.
—Como ya sabes, no estoy interesado en compartir a mi esposa. Le he
quitado la virginidad. El trato está hecho y sellado. Lleva mi apellido y
pronto mi hijo.
—Pero no hay niño todavía.
—Pronto —dije con fuerza—. Estoy trabajando en ello.
—¿Qué pasa si dejas de trabajar en eso y me dejas tomar el control?
Mis entrañas se retorcieron ante sus palabras. —¿Quieres embarazar
a mi esposa? ¿Para que pueda criar a mi medio hermano y él pudiera
llamarme padrastro y hermano? Lo siento, padre, pero pensé que éramos
más civilizados que una familia de montañeses del Profundo Sur.
—Tu esposa es verdaderamente hermosa, Dominic. Creada por los
dioses para que los hombres codicien —dijo, ignorándome—. Eres joven.
Atarte tan pronto no fue una de tus mejores ideas.
—¿Qué estás diciendo?
Se burló de mí y apagó su cigarro. —Solo que tenemos tradiciones.
—No estoy interesado en ellas.
Asintió. —Bien, como he dicho antes, haremos nuevas tradiciones.
Dame a tu esposa. Puedo anular tu matrimonio. La tomaré y la convertiré
en madre. No le faltará nada. No es ningún secreto que odias nuestra forma
de vida. Con un nuevo heredero, podrías ser libre cuando sea mayor de
edad.
Tragué saliva. No era que odiara exactamente nuestra forma de vida.
Lo odiaba a él. Gran jodida diferencia. Adoraba esta jodida mierda.
—No —gruñí.
—No amas a la chica. Eso fue lo que dijiste.
—Ella es mi esposa —dije con voz entrecortada—. Es mi
responsabilidad sin importar mis sentimientos. No retrocedo en mis
deberes, padre. Tú lo sabes.
Él asintió pensativamente y se quedó en silencio. —Entonces propongo
una nueva tradición. Si estás de acuerdo, lo dejaré pasar. Si no lo haces, lo
pagarás.
—¿Qué nueva tradición? —exigí, cada vez más impaciente. Esperaba
que jodidamente Vincent fuera capaz de sacar a Bianca de aquí en la
pequeña ventana de tiempo que había.
Presionó un botón en su escritorio, y un momento después su puerta
se abrió. Algunos de sus hombres entraron, Bianca fuertemente sujeta entre
dos de ellos. Vincent cerraba la marcha. Capté la expresión de preocupación
en su rostro cuando me puse de pie.
Mierda.
—Ah, mi querida nueva hija. Estábamos discutiendo tu matrimonio
con mi hijo. Estoy tan contento de que puedas unirte a nosotros. —Mi padre
se puso de pie y se dirigió a la barra para poder servirse un vaso de whisky.
Me entregó uno. Lo tomé, necesitándolo para adormecer mi rabia mientras
Bianca temblaba en el centro de la habitación.
Antes de que pudiera decir algo, cuatro de sus hombres más entraron
en la habitación, seguidos por Alessio y Klaus, el padre de Levin. En cuanto
a los hombres, Alessio era decente. Pero Klaus era una maldita pesadilla
con un latido del corazón.
—Esto es lo que va a pasar. —Padre cruzó la habitación hacia Bianca,
quien le devolvió la mirada con los ojos muy abiertos y aterrorizados.
Me dolía el corazón mientras la miraba con él. La destrozaría. El mismo
resultado del que había estado tratando de salvarla cuando le ordené a
Levin que la matara y cuando me casé con ella en lugar de dejarla morir. Y
ahora la pesadilla estaba mirando a mi abejita a la cara, lista para
destruirla.
—Voy a hacer una oferta. Si Domenico la rechaza, comenzaremos una
nueva tradición esta noche. —Hizo un gesto con la cabeza a sus hombres,
que se movieron detrás de mí.
Me tensé. —¿Qué es esto? —Gruñí cuando se engancharon a mis
brazos.
La mirada preocupada de Vincent pasó de mí a Bianca y luego volvió a
mí. No teníamos armas. No significaba que no le quitaría una a un cadáver
después de haber matado a alguien con mis propias manos.
Uno de los guardias agarró mi silla y la movió al centro de la habitación.
Me empujaron hacia abajo.
—Aquí está el trato. Me voy a follar a tu esposa. Tu mirarás. Hazte una
paja. Lo que quieras. Cuando esté bien y termine con ella, puedes llevártela
e irte. Nuestra tradición se cumple y se acaba. Los dejaré. Continúas
haciendo tu puto trabajo y creas un heredero para nuestro legado, si no
logro embarazarla esta noche yo mismo. Fácil, ¿verdad?
Bianca no estaba en control de la natalidad. Se lo había quitado. Si se
corre dentro de ella, podría dejarla embarazada. La posibilidad de que ella
llevara a su bebé aplastaba mi maldita alma. No me importaba si uno de
mis muchachos la dejaba embarazada, no es que me hiciera feliz, pero lo
prefería a esta mierda. Se suponía que sería yo. Era mi esposa. La poseía, y
eso incluía su maldito útero.
No así. No. Maldita. Sea.
—No —gruñí, apretando mis manos en puños.
Se burló. —Pensé que dirías eso.
Un pequeño grito salió de los labios de Bianca cuando uno de los
guardias sacó un arma y apuntó a su cabeza mientras el otro la empujaba
sobre sus rodillas. Mi corazón se alojó en mi garganta.
No otra vez. No joder de nuevo.
Me moví para levantarme de mi silla, listo para matar a algunos hijos
de puta. Pero un puño me golpeó en la cara y me hizo caer hacia atrás. Sus
brazos se entrelazaron alrededor de los míos, reteniéndome mientras
luchaba por despejar la habitación de todos los malditos monstruos que
había en ella.
—Relájate. No tiene por qué morir —dijo Padre con calma, como si
estuviéramos discutiendo sobre el tiempo.
Bianca me devolvió la mirada con terror en los ojos. Y debería estar
asustada. Estaba en una guarida de víboras sin escapatoria.
Padre chasqueó los dedos. Uno de los guardias fue a la puerta y la
abrió. Un hombre entró, sosteniendo a Natalia luchando. La miré fijamente,
la enfermedad lavó a través de mis entrañas.
El guardia la arrojó bruscamente al suelo frente a mí. Ella me miró
fijamente, las lágrimas manchaban su hermoso rostro, la manga de su
vestido de algodón azul se le caía del hombro.
—¿Qué es esto? —exigí, tratando de alejarme de los imbéciles detrás de
mí. Tomé nota mental de quiénes eran: Darwin Adams y Malcom Sims.
Cuando me hiciera cargo, los mataría. O tal vez lo haría esta noche.
Dependía de algunos factores, pero haría un jodido esfuerzo.
—Este es tu pequeño amigo. Natalia, ¿no es así, amor? —Mi padre miró
a Natalia, que sollozaba, y sonrió—. Pensé que como te preocupas tanto por
ella, la siguiente parte sería fácil para ti.
Observé que mi padre levantaba la barbilla de Bianca. —Déjame tener
a tu esposa. Mismos términos que antes. Puedes irte cuando hayamos
terminado.
—¿Cuál es la otra opción? —gruñí.
—Te follas a la chica Vasiliev, que tanto te importa, delante de todos
nosotros. Haremos un pequeño cambio en nuestra tradición.
—¡Maldito monstruo! —Grité, perdiendo la calma con él y
sacudiéndome con fuerza contra los imbéciles que me sujetaban en mi silla.
Apenas podían sostenerme. Uno me golpeó en la parte posterior de la
cabeza con la culata de su arma, haciendo que me pitaran los oídos. Dejé
de luchar cuando mi visión se volvió borrosa. Todavía era suficiente tiempo
para que ajustaran sus agarres sobre mí.
Padre chasqueó la lengua hacia mí. —No es tan difícil. Te arriesgaste
para mantener a salvo a la puta de Vasiliev. La has visitado. Me prometiste
que la usaríamos... pero no lo hemos hecho. Supuse que esta noche
finalmente podría sernos de alguna utilidad.
—No lo haré.
Él asintió, entrelazando sus dedos. —Pensé que también dirías eso —
dijo Padre, mirando a Bianca con cariño—. Pero aquí está la trampa. O te
follas a la puta de Vasiliev, o mato a tu linda y pequeña esposa. La que dices
que no amas, ni te importa. Debería estar bien ya que no tienes ningún
vínculo emocional con ella, ¿verdad? Cuando su corazón deje de latir, me
follaré su cadáver solo para que puedas recordar quién diablos está
realmente a cargo aquí.
Temblé, mirando al hombre que me creó, odiándolo con cada onza de
mi ser.
—¿Qué pasa si lo hago? —Pregunté después de un momento tenso,
incapaz de mirar a Bianca mientras decía las amargas palabras.
—Entonces puedes llevar a tu esposa a casa.
—¿Y Natalia?
—Estaría a salvo. Por ahora.
Me arriesgué a mirar a Bianca, el miedo se aferraba a mi corazón. Me
devolvió la mirada con ojos salvajes, con los labios entreabiertos. Ambas
opciones la lastimarían, la destrozarían. Tuve que elegir el menor de dos
males. Era ella o yo. Y nunca dejaría que fuera ella.
Debe haber sabido mi decisión porque dejó escapar un gemido que me
rompió el jodido corazón.
—Lo haré. Natalia. Por la seguridad de mi esposa.
Una sonrisa siniestra se extendió por el rostro de mi padre mientras
Natalia lloraba suavemente. Sabía lo que sucedió la última vez que obligaron
a una mujer a arrodillarse frente a mí. No dejaría que sucediera de nuevo.
Le prometí a Fallon que mantendría a salvo a su hermana. Sin embargo,
había una trampa para todo.
—Ponte a trabajar o las dos putas morirán —dijo Padre, agarrando el
cabello de Bianca con un puño y tirando de su cabeza hacia atrás.
Gruñí cuando la obligó a permanecer arrodillada frente a él con su
arma apuntándole a la cabeza. Ella sollozó suavemente cuando agarró su
cabello.
—Si la cagas, muere. No lo dudaré —dijo Padre en un susurro letal.
Asintió a sus hombres que me soltaron.
Temblé mientras miraba a Bianca. El dolor y la miseria en su rostro
convirtieron en polvo los pedazos destrozados de mi corazón. No estaba
seguro de cómo saldría de esto, cómo saldríamos de esto. Tendría que verme
follarme a otra mujer. Y no cualquier mujer. A la hermana de Fallon. Prometí
mantener a Bianca a salvo. En cualquier otra circunstancia, habría follado
como un rey para salvar a mi esposa sin importarme una mierda quién
estuviera mirando. Pero era ella, mi jodida abejita, observándome con el
corazón roto en la mirada.
¿Dónde diablos estaba un Señor cuando lo necesitabas?
Estirándome, tomé las manos de Natalia y la atraje hacia mí.
—Hazme creerlo —advirtió Padre.
Le aparté el pelo de la cara mientras ella me miraba con los ojos
empapados de lágrimas.
—Por favor. Por favor. P-por favor —dijo ahogadamente, sus dedos
clavándose en mis antebrazos mientras me agarraba con manos
temblorosas—. No me hagas esto. Por favor.
—Shh —dije en voz baja, inclinándome y rozando mis labios a lo largo
de su mandíbula antes de pasar a su oído—. Te matarán si no lo hago. Lo
siento.
Su cuerpo tembló contra mí, su destino sellado. Sollozó suavemente
mientras yo continuaba hablándole al oído. —Necesitas chuparme la polla,
porque necesito tu ayuda ahora mismo.
Me eché hacia atrás, me dolía el pecho cuando extendió la mano con
dedos torpes y me desabrochó el cinturón y los pantalones. Liberé mi suave
polla y la insté hacia adelante mientras sus gemidos se hacían más fuertes.
Empujé sus labios con la cabeza de mi pene mientras colocaba su cara
en mi regazo.
—No —gimió ella, sus gritos fuertes.
Empujé mi pene entre sus labios, silenciando sus protestas. Se turbó
y atragantó cuando empujé en su boca suave y cálida, sus dedos se clavaron
en mis muslos. Trató de alejarse, pero agarré su cabello con más fuerza y
forcé su boca más profundamente en mi polla.
Me volví hacia Bianca mientras ella cerraba los ojos con fuerza. Mi
corazón se rompió un poco más.
—No cierres los ojos —gruñó mi padre cuando extendí la mano y
empujé el vestido de Natalia por sus hombros—. Mira cómo lo disfruta.
Retorcí mis dedos en el cabello de Natalia para que se ahogara con mi
polla mientras la movía hacia arriba y hacia abajo a una velocidad que podía
manejar.
—Mira a tu esposa —ordenó el padre con una risa oscura.
El rostro de Bianca estaba húmedo por las lágrimas, su cuerpo aún
temblaba, mientras me miraba.
Todo lo que quería hacer era ir a ella y borrar su dolor. Pero no pude.
No de la manera que quería. Mantener mis ojos en ella hizo que mantener
la dureza en mi pene fuera más fácil, así que lo hice a pesar de la agonía
para ambos.
—Tienes unos cinco segundos para follártela, o voy a follar a tu esposa
—amenazó el padre.
Apreté los dientes y tiré de la cabeza de Natalia hacia arriba. Mi dura
polla se deslizó de sus labios cuando encontré su mirada con la mía.
—Dominic. No lo hagas —se atragantó—. Por favor.
—Lo siento —murmuré, jodidamente en serio.
Cayó sobre su trasero mientras trataba de alejarse de mí. Tuve que
pararme con mi pene afuera para agarrarla e incluso entonces se deslizó de
mi agarre.
Mierda. Metí mi polla en mis pantalones mientras ella se arrastraba
sobre sus manos y rodillas por la habitación. La risa de mi padre estalló
cuando la atrapé junto a su escritorio.
Ella chilló y sollozó cuando la levanté. Luego me golpeó en la cara. Por
lo general, estaría enojado, pero entendí que ella estaba asustada y no
quería esto. Así que acepté el golpe sin perder la calma.
Le di la vuelta y la obligué a bajar la cara contra el escritorio de mi
padre mientras me rogaba que me detuviera, su pequeño cuerpo se agitaba.
Mi padre hizo girar a Bianca para que mirara.
Maldito idiota.
—Tu esposo la va a violar —dijo Padre con una voz profunda y
siniestra—. Va a follar su coño y correrse dentro de él. ¿Cómo te sientes
sabiendo que su coño hará que él se corra como el tuyo? ¿Que lo disfruta?
Repetirás esto en tu cabeza cada vez que te toque. Sabrás que se folló a una
chica que sollozaba mientras mirabas.
—Para. N-no —Bianca se atragantó—. Dominic, lo haré. Tu padre. No
seas como él. No hagas esto.
Ignoré las súplicas de Bianca, levanté la falda de Natalia y tiré de sus
bragas hacia abajo, exponiendo su coño para mí. Volví a mirar a Bianca. Se
había quedado mortalmente callada y parecía como si se hubiera marchado
con su mirada en blanco y sus lágrimas silenciosas. Alcancé a ver a Vincent
por el rabillo del ojo. Parecía estar enfermo.
Quería terminar con esto, así que empujé mi polla a través de los
pliegues de Natalia mientras ella luchaba contra mí. Mi pene estaba en su
entrada cuando un fuerte golpe sonó más allá de las puertas cerradas.
Balazos. Carcajadas.
Todos entraron en acción cuando se sacaron las armas. Me alejé de
Natalia y me abroché los pantalones. Me abalancé sobre mi padre mientras
él apuntaba su arma a la puerta. El impacto lo envió de lado, liberando a
Bianca. Mi puño conectó con su rostro, dejándolo fuera de control. El arma
resbaló por el suelo. Bianca volvió a la realidad y se abalanzó sobre ella.
Vincent golpeó a Malcom en la cara y le quitó el arma y luego le disparó.
—Ingrato —me gruñó mi padre cuando lo golpeé de nuevo—. La has
jodido, muchacho.
Vincent agarró a Natalia y Bianca y salió corriendo de la habitación. No
podía culparlo. Yo hubiera hecho la misma maldita cosa si fuera él. Bianca
era lo único que importaba. Natalia estaba muy cerca en segundo lugar
porque, en lo que a mí respecta, era inocente. No quería otra Macy en mis
manos.
Padre me golpeó en el estómago, pero aguanté fuerte, golpeándolo una
y otra vez. Resolló cuando me puse de pie y le di una patada en las costillas,
pero no se quedó tirado mucho tiempo. Estaba de pie y me golpeó en la cara
de nuevo, obligándome a retroceder.
Sacó una segunda pistola de su traje. Me tomó un momento darme
cuenta de que me iba a disparar. Me zambullí cuando se disparó. Logré salir
de la habitación, pasando de una zona de guerra a otra. Los disparos
estaban demasiado cerca para su comodidad. Necesitaba llegar a Bianca.
El olor acre del humo estaba en el aire. Algo estaba en llamas.
Me ocuparía del idiota de mi padre otro día. Por ahora, solo tenía una
cosa en mente, y era salvar a mi reina.
Capítulo 45
Levin
Me zambullí detrás de una mesa volcada mientras Hail me disparaba,
maldiciendo todo el que era un Señor.
Hijo de puta Vasiliev.
Devolví el fuego. Acababa de llegar y había una maldita guerra en
marcha, lo que significaba que Vasiliev estaba aquí, creando una
distracción. Una muy buena basado en los gritos, la sangre y los pocos
cuerpos esparcidos por ahí. Sin mencionar todo el maldito humo. Maldita
sea, las cortinas estaban en llamas.
Como carajo...
Hail había traído amigos por lo que parece. No eran solo los Señores.
Parte del equipo de su padre también estaba allí, lo que significaba que
probablemente agarró a los groupies leales a él y les prometió riquezas si
iban a un tiroteo.
Le disparé a uno, alcanzándolo en el pecho. Se derrumbó cuando Hail
salió disparado. Vi a mi padre disparando a uno de los hombres de los
Señores, su rostro era una máscara de maldad. Recé en silencio para que
le dieran una bala en el cerebro y luego corrí hacia una puerta abierta.
Cualquier muerte para ese maldito bastardo ya llegaba demasiado tarde. Mi
abuela debería haberse tragado la carga de mi abuelo en lugar de dejar que
la embarazara. El mundo hubiera sido un lugar mejor sin muchos de
nosotros.
Miré alrededor. La casa era demasiado grande. Nunca me había
molestado en aprenderme el diseño. En retrospectiva, desearía haberlo
hecho porque no tenía ni idea de cómo diablos llegar a alguna parte en este
maldito lío. Tosí mientras corría a través de una nube de humo que colgaba.
Incapaz de tomar la ruta principal a la oficina de Matteo, tuve que dar
la vuelta. No es que importara en este punto. La casa estaba invadida por
las cucarachas de los Señores, sus armas ardiendo.
Disparé, derribando a dos tipos más antes de ver a Fallon. Le disparó
a mi padre y falló antes de zambullirse detrás de la pared frente a mí.
—Oye, idiota ruso —le grité.
Hizo una doble toma mientras recargaba. Su cabello oscuro era un
desastre y tenía sangre en la camisa. —Oye, hijo de puta alemán.
Resoplé y negué con la cabeza antes de apuntar mi arma a la vuelta de
la esquina y apretar el gatillo. Un cuerpo cayó al suelo.
—Buena distracción. Tal vez la próxima vez deberías traer un ejército.
—No tenía muchas opciones. No podía estar en dos lugares a la vez esta
noche, así que tuve que modificar cosas para que funcionara. Lo siento si
mi distracción no es lo suficientemente buena para ti. —Disparó a la vuelta
de la esquina y derribó a uno de los hombres de Matteo antes de lanzar una
gran cantidad de palabrotas en ruso mientras la madera se astillaba junto
a su cabeza.
—Te das cuenta de que estás disparando a las personas equivocadas,
¿verdad?
Vasiliev volvió a maldecir y le disparó a uno de los hombres de los
Señores. —Come mierda, Seeley. ¿Hay algún hombre adecuado aquí esta
noche?
—Jesús, eres un puto desastre. ¿Sabes siquiera qué diablos estás
haciendo?
—No. —Le disparó a otra persona—. Estoy improvisando.
Ni siquiera sabía de qué lado estaba el tipo, ya que era un maldito
desastre a nuestro alrededor. Matteo pagaría mucho dinero para arreglar
este lío. Parecía que también contrataría a un decorador.
—Necesitamos encontrar a Dom y Vincent. Están donde sea que esté
Bianca, y sospecho que será la oficina de Matteo —dije, buscando un
escape. Vi uno y le hice señas a Vasiliev para que me siguiera.
Salió corriendo detrás de mí mientras corría hacia adelante,
agachándose y esquivando las balas que volaban a nuestro alrededor. El
vidrio se hizo añicos y hubo más gritos.
Llegamos a un pasillo que estaba relativamente tranquilo.
Algo me estaba carcomiendo, así que lo miré mientras inspeccionaba el
área a nuestro alrededor para que no nos bombardearan. —¿Por qué trajiste
a todo el equipo B de los Señores para pelear esta noche?
—¿No es obvio?
—Claramente no.
Me miró con los ojos en blanco mientras nos apretábamos contra una
pared donde el pasillo formaba una T. —Hail quería ir a dispararle a De
Luca y sus hombres. Estábamos listos para irnos. No podía hacer eso y esto
al mismo tiempo. Había que tomar decisiones. Puse un error en el oído de
Hail sobre esto y cómo su padre lo elogiaría. Funcionó. Ta-da. Aquí estoy,
carajo.
—¿Arriesgarías tu vida por Bianca?
Se giró hacia mí, con los ojos muy abiertos. Levantó su arma y disparó
en mi dirección. Pensé que me iba a disparar. Dejé escapar un grito y me
deslicé por la pared justo cuando un cuerpo se derrumbó detrás de mí.
—Arriesgaría mi vida por ella y por cualquiera que ella amara —dijo,
ofreciéndome su mano para ayudarme a levantarme.
Mis oídos zumbaban cuando tomé su mano y dejé que me levantara.
Me giré para ver a un hombre muerto del lado de los Señores en el pasillo,
la sangre se acumulaba a su alrededor.
Volví a mirar a Fallon. —La amas.
—Tanto como tú, sospecho. Ahora deja de tratar de hablarme
dulcemente, Seeley. Tengo que encontrar a nuestra chica.
Le sonreí y negué con la cabeza. Tal vez no lo mataría.
Hoy, de todos modos.
Capítulo 46
Bianca
Mi pecho ardía mientras corríamos. Vincent agarró mi brazo y tiró de mí
hacia atrás antes de que recibiera una bala en la cabeza.
—Ten cuidado —gritó, la preocupación cubriendo su rostro—. ¿Sabes
cómo usar esa cosa? —Asintió hacia el arma que agarraba.
—N-no lo sé.
Natalia se aferró a la espalda de Vincent, con los ojos muy abiertos por
el miedo. Se veía tan ruda como yo me sentía. Verla con Dominic me había
destrozado. Me dolió hasta el punto que estaba segura de que vomitaría.
Sabía que lo había hecho para salvarnos y, afortunadamente, no había
progresado tanto como podía. Despreciaba a su padre. Recé para que
Dominic lo hubiera matado y estuviera de regreso con nosotros. Peleé con
Vincent mientras me arrastraba, pero sabía que tenía que irme. Prometí que
me comportaría. Y lo estaba haciendo.
—Haz esto —dijo Vincent, quitándome el arma mientras las balas
pasaban a nuestro lado en el pasillo.
Se asomó por la puerta y rápidamente retrocedió, maldiciendo. El humo
flotaba en el aire, haciendo que mis ojos y pulmones ardieran.
—Mira. Está lista para disparar. Aquí. Suelta este así. —Presionó un
botón en el costado del arma y el cargador cayó—. Ponlo así. —Empujó el
nuevo en el arma y me la entregó.
La metí en la parte delantera de mi vestido mientras él preparaba el
arma para disparar. —¿Entiendo?
—¿Y luego qué?
—Entonces apuntas y disparas, bebé. No necesitas matarlos, pero sería
muy bueno si lo hicieras. —Miró a Natalia—. Quédate cerca, ¿de acuerdo?
B, cúbreme.
Natalia asintió en silencio. Apreté mi mano en el arma.
Vincent presionó su boca contra la mía, besándome rápido y fuerte. —
Por si acaso.
Salió disparado y disparó a alguien, enviándolo al suelo. Les metió otra
bala mientras lo seguíamos. Traté de no mirar al tipo muerto, pero lo hice.
Nunca lo había visto antes, así que al menos no era alguien por quien me
sentiría mal.
—Estos son hombres de los Señores —dijo Natalia, con voz
temblorosa—. Un ataque de Bratva.
Vincent asintió con tristeza. —Esto es obra de tu hermano.
—¿Fallon? No entiendo.
—Te lo explicamos más tarde —dijo Vincent, guiándonos a través de la
casa, disparando a cualquiera que se cruzara en nuestro camino.
Acabábamos de llegar a otro pasillo, cuando un hombre salió disparado
de otra habitación y golpeó a Vincent en la cabeza, haciéndolo caer al suelo
y su arma cayendo.
El hombre rápidamente agarró el arma y apuntó a Vincent. Observé
con horror cómo el hombre se limpiaba la nariz.
—Diablos, sí, seré recompensado muy bien por matar al gran Vincent
Valentino —el hombre se soltó una risa a carcajadas mientras apretaba el
arma.
Mi pulso rugía en mis oídos cuando dejé mi escondite, mi pistola
levantada. Ni siquiera dudé. Apreté el gatillo mientras Vincent se cubría la
cabeza. El hombre se tiró al suelo. Apreté el gatillo una y otra vez hasta que
dejó de moverse, el carmesí se acumulaba alrededor de su cuerpo.
Me quedé sosteniendo el arma, mi cuerpo temblando.
No vi a Vincent ponerse de pie, pero lo sentí cuando su cálido cuerpo
se presionó contra el mío.
—Dame el arma, bebé —la engatusó suavemente.
Negué, agarrándolo con más fuerza. Acabo de matar a alguien. Alguien
está muerto porque le disparé.
—Bebé, vamos —dijo Vincent de nuevo, envolviendo su mano alrededor
de la mía—. Suelta el arma.
Jadeé y dejé que la tomara. Me llevó de regreso a la habitación y me
envolvió en sus brazos, sosteniéndome con fuerza.
Un sollozo salió de mi garganta.
—Maté a ese hombre. Él-él está muerto. N-nunca he matado a nadie
antes. Iré a la cárcel. No encontraré a mi papá. Dominic me extrañará. Tú.
Fallon. Levin...
—Tranquila, bebé. Está bien. No estás en problemas. A nadie le importa
una mierda un Señor idiota. Iba a matarme. Me salvaste, B. Eres mi héroe,
bebé.
Me sacudí contra él, la urgencia de vomitar era real.
—Respira, B. Vamos —dijo Vincent, dándome una sacudida mientras
trataba de aspirar una respiración que simplemente no quería salir—.
Tenemos que largarnos de aquí. Necesito que te recuperes, ¿de acuerdo?
¿Puedes hacer eso por mí? —Se echó hacia atrás e inclinó mi cara hacia
arriba, presionando un beso en mis labios—. Vamos, niña bonita.
Necesitamos encontrar a Dom y Fallon. Nos necesitan.
Asentí, recomponiéndome. —S-sí.
—Aquí. Te devuelvo el arma. No lo dudes si vuelve a suceder, ¿de
acuerdo? Está bien matar a estos hijos de puta. Nos habrían matado sin
pestañear. —Secó las lágrimas de mi mejilla y me besó de nuevo—. Te amo.
—Yo también te amo —dije con voz ronca.
Sonrió y se alejó. —¿Natalia? ¿Estás bien?
—No —respondió débilmente—. Pero realmente necesito salir de aquí.
—Bien. —Vincent se asomó al pasillo de nuevo. Hizo un gesto para que
lo siguiéramos—. B, solo mira al frente. No mires hacia abajo.
Tragué e hice lo que me indicó, tratando de ignorar al hombre que había
matado en el suelo. Llegamos a otro corredor. Este lugar era un maldito
laberinto. Odiaba estar aquí y prometí no volver jamás.
Vincent asomó la cabeza en la T del pasillo y se agachó cuando sonaron
los disparos. Él disparó antes de empujarnos lejos.
—Vamos. Vamos. ¡Vamos!
Los pasos se precipitaron hacia nosotros con los disparos mientras
tratábamos de regresar por donde habíamos venido.
—B, vas a tener que correr. Mantendré alejados a estos tipos. Vas a
tener que volver por ese camino. Toma el pasillo de atrás. Solo ten cuidado,
¿de acuerdo? Dispara a cualquiera que se te cruce y sigue adelante.
¿Entiendo?
—¿Y tú?
—Estaré bien. Este no es mi primer rodeo. —Me dio un apretón en la
mano antes de empujarme lejos.
Las balas rebotaron en la pared cuando me di la vuelta y corrí, Natalia
justo detrás de mí. No sabía a dónde iba. Corrí a ciegas, agachándome y
esquivando disparos tanto como pude. Salté sobre los cuerpos, con la
esperanza de que Natalia pudiera mantener el ritmo porque no quería
reducir la velocidad. Tosí mientras inhalaba el humo de lo que fuera que se
estaba quemando. Quería ir a casa y lavar la mierda de mi cuerpo. Esta
tenía que ser la peor recepción de bodas en la historia.
Patiné hacia una puerta y dejé escapar un gruñido cuando me di
cuenta de que estaba cerrada con llave. Miré detrás de mí para encontrar
que Natalia se había ido. De alguna manera la había perdido en el humo y
la confusión. Recé en silencio para que no muriera en medio de los disparos
y el humo.
¡Maldición! Tenía que volver por ella.
Me giré para correr de regreso por el pasillo y choqué contra un cuerpo
duro cuando doblé una esquina. Cálidos brazos me envolvieron antes de
que tropezara hacia atrás.
—¿L-Levin? —Me atraganté, mirándolo en estado de shock.
—Hola, bicho —respondió bruscamente mientras me jalaba contra la
pared.
—¿Qué-qué estás haciendo aquí? ¿Dónde está Fallon?
—Nos separamos para encontrarte. Estoy aquí porque aquí es donde
pertenezco.
Asentí, sin cuestionarlo más. Se oyeron gritos a lo lejos, seguidos de
más disparos. Hice una mueca cuando Levin me miró.
—Debería haber una ventana en esa habitación. Debería conducir a los
jardines traseros si mi memoria de este lugar no me falla. Si lo logramos,
puedo sacarte de aquí. Mi coche está aparcado en el límite de la propiedad.
Si nos pegamos a los árboles, estaremos a salvo.
—Está bien —dije con voz espesa.
—No estás herida, ¿verdad? No te lastimó, ¿verdad? —su voz tembló
mientras me miraba.
Negué con la cabeza. —Estoy bien.
Su mirada pasó por encima de mi cara antes de asentir y hacerme un
gesto para que lo siguiera. Regresó a la puerta cerrada y disparó el
picaporte. La puerta se abrió de golpe cuando la pateó. Corrimos hacia la
ventana, a la que disparó.
Me volví justo cuando un hombre vestido de negro entraba en la
habitación con el arma en alto.
Ocurrió en cámara lenta. En un momento estaba mirando a la muerte
a la cara, y al siguiente mi cabeza se estrelló contra un escritorio mientras
caía al suelo. Levin se zambulló frente a mí, bloqueándome de la vista del
pistolero. Sonó un disparo. Levin se sacudió y se tambaleó hacia atrás, la
humedad floreció en su camisa oscura.
Me acerqué a él, gritando su nombre. Fallon entró en la habitación y le
disparó al hombre en la parte posterior de la cabeza, su sangre y sesos
salpicaron todo el lugar. Fallon pasó por encima del cuerpo y corrió hacia
nosotros con Natalia pisándole los talones.
—¿Levin? ¡Levin! —Grité mientras me inclinaba sobre él, su sangre
manchaba el material blanco de mi vestido.
Parpadeó y gimió. Mi cabeza daba vueltas por golpearme tan fuerte. Las
estrellas salpicaron mi visión. Me sacudí mientras presionaba mi mano en
la mancha oscura de su camisa junto a su abdomen.
Extendió la mano y acunó mi cara por un momento mientras sus
párpados revoloteaban.
—No —sollocé—. Vamos, Oso Boo. Quédate conmigo.
Me dio una sonrisa cansada. —Odio ese nombre.
Gemí y traté de mantenerme consciente. La sangre goteaba por mi
mandíbula desde la herida de mi cabeza.
—Ayúdalo, Fallon. Por favor. No dejes que muera.
—Tenemos que sacarte de aquí. Este lugar está en llamas. A Drake le
encanta esa mierda. Estaremos muertos si no nos ponemos en marcha.
Todo el salón de baile está en llamas. No podemos llegar a la puerta principal
y la otra mitad del lugar está llena de cabrones. —Trató de arrastrarme lejos
de Levin, pero dejé escapar un gruñido y lo empujé.
—¡No me toques! ¡No podemos dejarlo! ¡No podemos!
—Ya vienen —dijo Natalia con voz ahogada, mirando temerosa por
encima del hombro mientras los disparos se acercaban.
—El auto está en el borde de la propiedad a través de los árboles —dijo
Levin sin aliento, con voz tensa—. Las llaves están en la consola central. L-
sácala de aquí. salvarla Por favor. Llévala a un lugar seguro.
Fallon asintió y tomó mi mano. Me aparté de él mientras trataba de
detener el sangrado de Levin.
Envolvió su mano alrededor de la mía. —Bicho, vete. Por favor. Ve con
Fallon.
—No. Fallón, ayúdame. Tenemos que sacarlo por la ventana.
—Bianca, princesa, no podemos llevarlo…
—Joder, ayúdame, o lo juro por Dios —le gruñí, tambaleándome
mientras intentaba levantar a Levin, que luchaba contra mí débilmente.
Fallon gruñó y agarró el brazo de Levin, levantándolo en medio de un
gemido de agonía de Levin. La sangre goteaba de su cuerpo, dejando puntos
rojos en el suelo. Natalia me ayudó con su otro lado. Lo empujamos a través
de la ventana con mucho esfuerzo. Cayó hacia delante y golpeó el césped
con un gemido, con la camisa empapada de sangre. Yo salí a continuación,
seguido de Natalia y luego de Fallon. Tropecé y caí, mis rodillas golpearon
con fuerza el borde de un patio de concreto y me hicieron silbar de dolor.
—Tenemos que irnos. Levin, gran cabrón alemán, tienes que
despertarte el tiempo suficiente para ayudarme a llevarte. —Fallon gruñó
mientras ayudaba a Levin a ponerse de pie con Natalia.
Con cada onza de energía que teníamos, logramos atravesar los árboles
y Fallon solo tuvo que matar a dos rezagados en el camino. Llegamos al auto
de Levin. Fallon lo deslizó en el asiento trasero. Entré con él y me aferré a
él, arrancando parte de mi vestido para colocarlo sobre su herida, para
poder tratar de detener el sangrado. Natalia subió al frente con Fallon y
tomó las llaves para él.
Fallon puso en marcha el coche y salió de entre los árboles.
—Necesitamos un hospital —grité cuando Levin dejó escapar un
suspiro áspero y confuso—. ¡Se está muriendo!
—No podemos ir al hospital. Necesito llamar a Dom. ¡Mierda! —Fallon
golpeó el volante cuando llegamos a ochenta en el tramo desolado de la
carretera fuera de la ciudad.
—¿A dónde vamos entonces? —exigí—. ¡Necesita un médico!
—Dom me envió una dirección de una casa de seguridad. Vamos allí
Nattie, llama a Dom y reza para que te responda. —Le dio su teléfono.
Rápidamente hojeó sus contactos antes de ponerse el teléfono en la
oreja. —Nadie responde —gritó.
—Prueba con Vincent —gritó Fallon.
Marcó una y otra vez a nada antes de intentarlo una vez más. Se
enderezó en su asiento.
—¿D-Dominic? E-soy Natalia. V-vamos a una casa de seguridad.
Necesitamos ayuda. Le dispararon a L-Levin. Está sangrando mucho —su
voz se quebró—. Sí. Ella está con nosotros… De acuerdo…. Sí…. Bien…. De
acuerdo. —Colgó—. Dijo que está en camino con Vincent y que enviará a
alguien para ayudar.
Fallon agarró el volante con más fuerza. Una ola de mareo se apoderó
de mí.
Miré a Levin. Su respiración era superficial, sus ojos cerrados.
—No me dejes —gemí, inclinándome y presionando mi frente contra la
suya—. No te vayas. Ni siquiera llegué a decir que lo sentía. Estaba siendo
una idiota. Quédate, Levin. Por favor, quédate conmigo. Te amo. Te amo
tanto.
Mi cabeza volvió a dar vueltas, y esta vez no pude detener la caída. La
oscuridad borró la luz y me solté, el nombre de Levin en mis labios.
Capítulo 47
Falloni
Bianca no se despertaba a pesar de que Natalia la sacudía. Seeley apenas
respiraba. Conduje su coche por la carretera de dos vías y corrí hasta el
final de la carretera a través del bosque oscuro mientras Natalia se apoyaba
en la parte trasera y asumía el trabajo de Bianca de aplicar presión en la
herida de Levin. Cuando llegué a la gran cabaña de troncos, había un
hombre de mediana edad parado en el camino de entrada. Salí con mi arma
levantada. Conocía este maldito lugar. Aquí es donde me mantuvieron
cautivo en el sótano cuando pensé que Bianca estaba muerta. Me sacaron
y metieron mi cabeza en una bolsa antes de que nos fuéramos. Llámalo
PTSD15 o lo que sea, pero estaba en alerta máxima.
El hombre inmediatamente levantó las manos. —Dominic me envió.
Soy doctor. Me llamo Alan.
Bajé mi arma y asentí para que me ayudara.
—Tenemos dos. A uno le han disparado en el estómago. Y ella esta
herida. Lesión craneal. Ninguno puede morir.
—Eso me han dicho. —Alan gruñó, ayudándome a sacar a Levin
primero.
Fue una lucha, pero con el doctor, Natalia y yo logramos meterlo
adentro. El médico nos condujo a una habitación junto a la sala llena de
equipo médico.
Supuse que esta no era la primera vez para De Santis. Tenía que
admirar su preparación.
Ayudé a poner a Levin en una cama y salí corriendo para sacar a Bianca
del auto mientras Natalia se quedaba para ayudar al doctor. El pequeño
cuerpo de Bianca era bastante fácil de transportar. Su cabeza colgaba
contra mi pecho mientras la cargaba con su vestido blanco empapado en
sangre hacia la casa.
Me desperté horas después, vestida una vez más con el camisón rojo y
sedoso que Dominic había agregado a la casa de seguridad. Los gritos
venían de abajo. Debe haber sido lo que me despertó. Gimiendo, me senté,
notando que estaba oscuro afuera.
—¡Hice lo que querías! ¡Si no te gusta el maldito resultado, entonces es
tu culpa! —Fallon bramó, su voz sonando.
Dominic maldijo en italiano y algo se rompió.
Me levanté tambaleándome de la cama y con cautela me dirigí a la parte
superior de las escaleras. Me sentía un poco mejor después de la sopa que
Vincent me había hecho. Mi estómago gruñó al pensar en la comida. Bajé
el primer escalón y luego otro, definitivamente sintiéndome más fuerte.
Dominic y Fallon se enfrentaban en la sala de estar cuando mis pies
tocaron el piso de abajo.
—¿Que está pasando? —llamé.
Toda la atención en la habitación se centró en mí. Dominic siseó y se
movió hacia mí con pasos rápidos, cerrando el espacio entre nosotros.
Pasó sus dedos por mi cabello mientras levantaba mi barbilla. —Mia
regina, deberías estar descansando.
—Es difícil descansar cuando todo lo que puedo oír es a ustedes
peleando aquí abajo. ¿Qué está pasando? —Miré más allá de Dominic para
ver a Fallon mirando al suelo y a Vincent luciendo dolorido.
—Vuelve arriba y descansa…
—Dominic, detente —le dije, interrumpiéndolo—. Quiero saber qué está
pasando. ¿Está bien Levin?
—Levin está bien. Le dimos otra dosis de morfina. Está dormido. —
Vincent se alejó de Fallon y se dejó caer en el sofá, frotándose la cara. Dejó
escapar un gemido—. Dom, hombre. Sólo díselo. Necesita saberlo.
Dominic suspiró y tomó mi mano entre las suyas para llevarme al sofá
donde me sentó. Ocupó un lugar en la mesa de café y me miró mientras
Fallon se acomodaba en la silla mullida a nuestro lado.
—¿Que está pasando? —pregunté de nuevo.
—Los Señores le dieron un golpe a De Luca y sus Jinetes. Fue bastante
malo.
—¿Gente fue asesinada? —Miré de Dominic a Fallon.
—Sí —dijo Fallon—. Trent fue a un club donde se sabía que De Luca
pasaba el rato. Le disparó. Montones de personas inocentes fueron
asesinadas y heridas.
—¿Consiguieron al tipo que buscaban? —Me volví hacia Dominic, quien
tragó saliva.
—No lo sabemos. Fue un trabajo descuidado y de aficionado.
—No entiendo.
—Dejaron una tarjeta de visita. Una tarjeta de visita de un Rey. —
Vincent arrojó una tarjeta negra con una calavera y una corona sobre la
mesa—. Estos se utilizan para enviar un mensaje a veces. Si obtienes uno
de estos, significa que nos has cabreado. Raramente los usamos, pero la
gente sabe lo que son. Aparentemente, los Señores hicieron un alijo de ellos
cuando te alejamos de Hail. Planearon jodernos. Parece que lo hicieron
porque ahora De Luca nos persigue.
Mi corazón saltó. —¿Estamos en peligro? ¿Otra vez? ¿Qué vamos a
hacer?
—Estamos mal ubicados —murmuró Dominic—. Especialmente ahora.
No tengo la mano de obra para pelear tres guerras en este momento.
—¿Tres? ¿Quiénes demonios son los tres? —Mi corazón latía más
fuerte.
—De Luca, los Señores, y ahora, mi padre —dijo Dominic con voz suave
y monótona—. Supongo que sacarle la mierda a golpes no fue buena idea.
—Oh, Dios mío —susurré—. ¿Entonces te están buscando, han puesto
una suma en tu búsqueda?
Dominic se levantó abruptamente y tiró de su cabello mientras dejaba
escapar un gruñido. Golpeó una pared y le hizo un agujero.
—Lo buscan, pero la suma de dinero no es por él. Es por ti —dijo
Vincent en voz baja—. Hay mucho dinero de por medio. Matteo pagará una
tonelada por ti, te está cazando, si sale como pensamos que sucederá. Mi
padre dijo que está enojado. Ha estado hablando de pagar por ti viva o
muerta.
—¿Cuánto es una jodida tonelada? —mi voz tembló.
—Millones —dijo Fallon en voz baja.
Mi corazón se detuvo cuando la sangre salió de mi cabeza.
—¿Millones? —Finalmente chillé.
Dominic se volvió hacia mí, con los ojos inyectados en sangre y furioso.
—Es para poder torturarte delante de mí antes de matarte. Es la única razón
por la que te querría viva. Sabe que si te atrapa, estaré detrás de ti. Se trata
de que él muestre poder y control. Si te tiene, él gana.
—¿Q-qué vamos a hacer? —Miré a cada uno de ellos—. ¿Estaremos a
salvo aquí?
—Este es mi lugar. Nadie sabe de su existencia, excepto unos pocos
elegidos a los que les confío mi vida. Estamos a salvo aquí. Por ahora. —
Dominic exhaló y volvió a sentarse frente a mí. Tomó mis manos entre las
suyas—. Siento haberte metido en esto. La cagué.
—Vine a ti, ¿recuerdas? —Dije, mi voz temblorosa.
Suspiró. —No tenía que estar de acuerdo cuando te acercaste a mí,
pero era codicioso y te deseaba. De hecho, en este momento, es posible que
hayas estado más segura con Ivanov.
—No estaba más segura con él —gruñí, señalando a Fallon—.
Pregúntale a Fallon. Estuvo allí durante mucho tiempo. Sabe por lo que
pasé. Sabe lo que fue para mí.
—Habría estado más segura si nunca nos hubiera conocido a ninguno
de nosotros —dijo Fallon con un gruñido, mirándose las manos.
—Aclaremos algunas cosas. —Me volví hacia Dominic.
Parecía que no había estado durmiendo. Su cabello era un desastre y
sus párpados pesados. Sin embargo, necesitábamos hacer esto.
—¿Fallon ya es Rey o arriesgó su vida por nada?
La mirada oscura de Vincent pasó de Fallon a Dominic mientras se
inclinaba hacia adelante. Fallon miró hacia arriba, sus cejas se arrugaron.
—Está bien. Todo es un desastre ahora mismo. No he hecho mucho
para ganar el título —comenzó Fallon, pero me levanté y me acerqué a él.
Dominic no trató de detenerme. Caí de rodillas frente a Fallon y acuné
su rostro. Me devolvió la mirada, tanta emoción en sus ojos que hizo que mi
corazón latiera más fuerte.
—Salvaste a Levin. Nos salvaste a todos. Si no fuera por ti, las cosas
podrían haberse puesto muy mal. Nos ayudaste a sacarnos a Levin y a mí
de allí. Hiciste lo que Dominic te dijo que hicieras. Mereces ser parte de los
Reyes.
—Aprecio el sentimiento, princesa, pero eso fue todo tuyo. Luchaste
conmigo y ganaste. Estaba preparado para irme, ¿recuerdas? Iba a dejar a
Levin.
—Pero no lo hiciste —dije.
Me dio una sonrisa triste. —Supongo que sí.
—Está vivo gracias a ti. Tú lo sabes. Yo también. Natalia también.
—Estoy de acuerdo —dijo Vincent.
Lo miré por encima del hombro y luego a Dominic, que miraba a Fallon.
—¿Dominic? —Pregunté—. Necesitamos a Fallon. Sabes que lo
hacemos. Llegó. Te salvó incluso a ti. Casi tuviste que violar a Natalia.
También detuvo eso. Su distracción evitó que me pasara a mí.
Un músculo vibraba a lo largo de la mandíbula de Dominic. —Está
dentro.
—¿Qué? —Fallon susurró, su voz temblando, sus ojos muy abiertos—.
¿Estoy dentro?
—Estás dentro —repitió Dominic con una voz más fuerte—. Pero si te
pasas de la raya, estás fuera. Estas muerto. Todavía hay reglas que debes
seguir. Estás dentro, pero necesito que te quedes con los Señores.
Necesitamos la vía interna.
—Está bien —dijo Fallon sin dudarlo—. Haré el trabajo.
—¿Eso es todo? —Pregunté, exhalando y poniéndome de pie.
Dominic asintió. Vincent dejó escapar un grito. Corrí hacia Dominic y
arrojé mis brazos alrededor de su cuello. Sus brazos inmediatamente
serpentearon a mi alrededor y me sujetaron con fuerza.
—Gracias —me atraganté, alejándome.
Me sonrió, tristeza y preocupación en sus ojos verdes. —Qualsiasi cosa
per te, mia regina. Cualquier cosa por ti, mi reina. —Acunó mi cara, sus
cejas se arrugaron—. ¿Te sientes bien? Tu cara está tan magullada. —
Sonaba físicamente dolido por la observación.
—Estoy bien —le dije, poniendo un beso en sus labios—. Solo un poco
dolorida.
Asintió, su nuez de Adán se balanceaba. —Ve a él. —Me soltó y se alejó.
Lo estudié por un momento. Tragó visiblemente, un músculo se
contrajo en su mandíbula. Me alejé de él y me volví hacia Fallon, que estaba
de pie. Vincent miró de Dominic a mí, luego a Fallon y luego a mí.
Fallon se acercó y me arrastró a sus brazos. Sus labios encontraron los
míos y me besó profundamente, robándome el aliento y sellando nuestro
destino.
Estaba dentro. Era un Rey.
Capítulo 49
Bianca
Miro a Levin mientras dormía. El monitor emitía un sonido lento y
constante. Tenía una vía intravenosa en el brazo y su rostro estaba pálido.
Después de que Dominic me dejara ir con Fallon, nos besamos y me
acurruqué con él en su silla mientras él, Vincent y Dominic repasaban una
lista de cosas que teníamos que hacer, incluida la permanencia de Fallon
en los Señores. Me había quedado dormida en algún momento en el regazo
de Fallon. Me había despertado en la cama de Dominic con el sol brillando
sobre mí. Inmediatamente bajé las escaleras para comprobar el estado de
Levin.
Vincent había dicho que Levin solo se había despertado lo suficiente
como para gemir antes de que le dieran más analgésicos.
Tomé la gran mano de Levin entre las mías y la sostuve. Arrastré las
puntas de mis dedos a lo largo de los tatuajes en sus dedos, deseando que
se despertara y se sintiera mejor. Había recibido una bala por mí. Casi había
muerto por mí. Tal vez no era nada. Tal vez lo era todo.
No tenía forma de saberlo porque estaba inconsciente.
—¿Todavía durmiendo? —Vincent murmuró cuando entró en la
habitación horas después.
Miré hacia arriba y sonreí. —Sí. Gimió un par de veces, pero eso fue
todo.
Se apartó de la puerta y se acercó a mí, apoyando su mano en mi
hombro. —Celeste sigue llamando. Dom se enojó y le dijo que se detuviera.
Que Levin estaba ocupado.
Dejé escapar una risa suave y triste. —Ocupado tratando de
mantenerse con vida.
—Va a estar bien. Le han disparado antes, ¿sabes?
—¿En serio? —Miré boquiabierta a Vincent.
—Sí. Una vez en el hombro el año pasado. Señaló una cicatriz apenas
visible debajo de uno de los tatuajes oscuros de Levin.
Tragué, odiando que esta fuera su vida.
—Me salvó. Un hombre entró en la habitación y me apuntó con su
arma. Levin me empujó al suelo y recibió la bala. Podría estar muerta ahora
mismo si no fuera por él.
—Se preocupa por ti —murmuró Vincent.
—Tiene novia.
—La tiene. —Me dio un apretón en el hombro—. Necesitas comer algo.
Dominic está preparando la cena. Dejemos que Levin descanse.
Asentí y me levanté, mirando a Levin una vez más antes de presionar
un beso en su mano y dejarlo ir. Vincent me condujo fuera de la habitación
a la cocina. Natalia estaba sentada en un taburete de la barra, su mirada
centrada en una ventana donde una ardilla reunía comida para el próximo
invierno. Fallon se sentó a su lado en su teléfono, enviando un mensaje de
texto a quien supuse que tenía que ser Hail.
Y Dominic estaba removiendo salsa en la estufa. Deliciosos olores
impregnaban el lugar.
—Está haciendo espaguetis —dijo Vincent mientras me conducía a la
mesa y sacaba una silla para mí.
Me senté y observé a Dominic con su delantal rojo, sus anteojos con
montura negra en la cara y su cabello oscuro revuelto. En ese momento, no
parecía un príncipe de la mafia aterrador. Lucía como un hombre hermoso
y dulce, que simplemente estaba preparando la cena.
Me miró y me ofreció la más pequeña de las sonrisas antes de volver a
moverse.
—Cocina cuando está estresado. O dispara cosas. Raro, ¿eh? —dijo
Vincent, colocándose a mi lado.
—Oh —dije en voz baja.
Natalia me miró e hizo una mueca. Se veía exactamente cómo me
sentía. Incómoda. Decepcionada. Preocupada. La había visto hacer algo que
estaba bastante segura de que nunca haría sin un arma apuntando a su
cabeza. No la culpaba en absoluto y tenía cero animosidad hacia ella. Solo
esperaba que no se molestara por la decisión de Dominic de protegerme, y
por consecuencia el lastimarla para hacerlo.
Cuando lo consideraba, probablemente era la mejor opción, a pesar de
ser tan horrible. La habrían matado. Sabía que lo harían.
Le di una pequeña y tranquilizadora sonrisa. Sus labios se torcieron en
mi dirección como si quisiera sonreír, pero sus ojos estaban vidriosos.
No estábamos allí todavía. Está bien. Algún día.
Dominic me pasó un plato de pasta antes de darle uno a Vincent.
Observé mientras repartía más en platos para Fallon y Natalia. Cuando le
entregó el suyo a Natalia, le dio un apretón en la mano. Ella lo miró
fijamente y le dio un leve asentimiento.
Supuse que era su manera de decirle que todo lo que pasó en casa de
su padre no era un reflejo de quién era él. Fue al mostrador y agarró dos
tazones grandes de ensalada y dos canastas de pan. Puso uno de cada uno
frente a Fallon y Vincent antes de que finalmente llenara las copas de vino
y se acomodara a mi lado en la mesa.
—Esto huele delicioso —le dije—. No tenía idea de que pudieras cocinar
así.
—Soy un hombre de muchos talentos —respondió, estirando la mano
y colocando un mechón de cabello detrás de mi oreja—. Come, mia regina.
Necesitas fuerza.
—Sí, B. Esta mierda está buena. Dom habría sido un buen chef si no
disfrutara matando gente —dijo Vincent con la boca llena de pan.
Dominic negó con la cabeza y yo sonreí, casi sintiéndome normal,
aunque todo en nuestras vidas sugería que nada era normal, bueno o
seguro. Pero podríamos fingir, aunque solo sea por una noche.
Capté la mirada de Fallon y me guiñó un ojo.
Fue un guiño juguetón, lleno de su felicidad. Al menos algo bueno
había salido de todo esto. Fallon era uno de nosotros ahora.
Capítulo 50
Bianca
—Creo que deberíamos volver a clases —dijo Dominic mientras me
acurrucaba en la cama a su lado esa noche.
Después de afirmar que su cocina era la mejor que había probado y
hacerlo sonreír, volví a sentarme con Levin hasta que me quedé dormida
con la cabeza en su colchón. Dominic había entrado, me levantó en sus
brazos y me llevó a nuestra habitación.
—Pienso que podríamos estar en la lista de los más buscados de tu
padre —le dije con voz cansada mientras me juntaba contra su cuerpo.
—Creo que todo sería más fácil si estamos allí. —Besó la parte superior
de mi cabeza—. No van a ir a dispararnos allí. Demasiados testigos. Será el
mejor lugar para nosotros. Bolten siempre ha sido terreno neutral. Entonces
podemos graduarnos a tiempo y largarnos de ahí. Regresaremos mañana.
Permanecer escondidos como ratas nos hace parecer débiles. No somos
débiles.
—Como si me importara algo de eso.
—A mí me importa. Eres inteligente, mia regina. Quiero que tengas una
graduación. Te lo mereces. Y quiero que la gente sepa que somos resistentes.
Me encogí de hombros contra él. En mi opinión, permanecer ocultos no
parecía una mala idea.
—¿Qué pasa con Levin? No podemos dejarlo aquí.
—Natalia se va a quedar aquí y cuidarlo —dijo. Se quedó en silencio
por un momento—. No quería hacerle eso.
No necesitaba decirme de qué estaba hablando. Era otro recuerdo feo
que se repetía en mi cabeza.
—Lo sé. —Froté mi palma sobre su corazón.
—No me arrepiento —susurró—. La habría follado hasta que no pudiera
respirar si eso significara salvarte.
Mi pecho se apretó ante sus palabras.
—Tú. Eso es en lo que pensé mientras sucedía. Me dije que eras tu
quien me estaba chupando la polla. Me dije que era tu coño. Me dije a mí
mismo que lo estaba haciendo para salvar a mi reina.
—N-no quiero hablar de eso, Dominic. Sé que no lo querías.
El dolor estalló al rojo vivo en mi corazón mientras luchaba con el feo
recuerdo de Natalia de rodillas llorando con la polla de mi marido en la boca.
De él empujando detrás de ella justo antes de que el infierno se derrumbara
sobre nosotros.
Nos quedamos en silencio por un momento antes de que volviera a
hablar: —Vincent me dijo que le disparaste a alguien.
Me encogí, mi cuerpo se tensó ante la mención de ello. Otro recuerdo
feo.
—¿Necesitas hablar de eso? —preguntó suavemente.
—No lo sé. —Pasé mis dedos a lo largo de sus músculos abdominales,
haciéndolo temblar contra mí—. Estaba asustada. Solo reaccioné cuando lo
vi apuntar con su arma a Vincent. No pensé. Luego todo terminó, y él estaba
muerto.
Dominic tomó mi mano y presionó sus labios en mis dedos. —En
nuestro mundo, a nadie le importa a quién matamos dentro de nuestros
círculos. La policía quiere que acabemos entre nosotros. Pasamos muy poco
tiempo lidiando con ellos. Simplemente tratan de discutir con nuestros
hombrecitos de bajo rango. Los de arriba nunca tienen problemas.
—¿Estás diciendo que estoy en la cima y que no me preocupe? —Lo
miré esperanzada. No es que quisiera estar en la cima. Simplemente no
quería estar en problemas.
—Eres mi reina asesina. Heredera de mi imperio. Eres jodidamente
intocable a menos que venga un pez más grande y lo ordene —su voz se hizo
más tensa.
—Como tu papá —susurré.
—El podría. Creo que podría estar esperando para ver cuál será mi
próximo movimiento. —Se quedó en silencio por un momento—. Quemé la
casa.
—¿Qué? —Me apoyé en mi codo y lo miré boquiabierta.
Me dio una sonrisa triste. —Odiaba ese lugar de todos modos. Antes de
irnos, encendí el gas en la cocina. Luego le disparé a la jodida estufa
mientras salía corriendo. Boom. Mató a mucha gente, de ambos bandos.
Padre no está contento conmigo...
—Pero está vivo.
—Ese hijo de puta es una cucaracha que se niega a morir —murmuró
Dominic, su mirada fija en la mía. Extendió la mano y tomó mi rostro,
atrayéndome hacia él. Sus labios encontraron los míos en un suave beso.
—Te deseo —dijo contra mis labios—. Verte besar a Fallon anoche me
molestó.
—Pero dijiste…
—Me enfado cada vez que alguien te besa. Vincent. Levin. Fallon. Estoy
celoso porque no soy yo, y tú eres mía.
—Estoy aquí ahora —le dije, besando a lo largo de su mandíbula.
—Quiero poner un bebé dentro de ti.
Detuve mis besos para mirarlo. —No estoy preparada para eso,
Dominic...
—Y realmente no creo que me importe una mierda, Bianca. Lo único
en lo que puedo pensar es en enterrar mi polla profundamente dentro de tu
apretado y húmedo coño y plantar mi semilla en tu útero. Quiero tu barriga
hinchada con mi heredero, una combinación perfecta entre tú y yo. Quiero
sentir la patada fuerte de mi hijo cuando le hablo mientras crece en ti.
Quiero que grites mientras traes a otro poderoso De Santis a este mundo.
Un pedazo de nosotros que nadie puede borrar o quitarme. Lo quiero.
Me volteó sobre mi espalda con un movimiento fluido y se colocó entre
mis piernas mientras lo miraba fijamente, mi corazón latía rugiendo en mis
oídos mientras empujaba mi camisón hacia arriba. Mis bragas aterrizaron
en el suelo.
Arrastró su dedo hasta mi centro. —Aquí dentro. Aquí es donde quiero
esconderme. —Empujó sus pantalones hacia abajo y presionó su polla
contra mi calor húmedo—. Quiero ser un mejor hombre para ti, pero no soy
bueno. Sabes que no lo soy.
—No tenemos que hacer esto ahora. Podemos esperar uno o dos años…
—No. —Empujó dentro de mí, sus caderas se encontraron con las mías
mientras yo gritaba contra su repentina intrusión.
Dios, si se entera de que he estado tomando esas malditas pastillas,
probablemente perderá completamente la cabeza. Gracias a Dios que las
había escondido en mi bolso y había sido capaz de escabullirlos mientras
estábamos aquí en la casa de seguridad. Estaría perdiendo la cabeza si me
hubiera perdido casi una semana de control de la natalidad.
—Ah, Dom-Dominic…
—Shh. Por favor, mia regina. Necesito esto. Necesito a mi hijo porque
necesito mantenerte. Los amaré a ambos tan jodidamente mucho que no se
arrepentirán. Lo juro. —Se estrelló contra mí de nuevo. Otra vez. Y otra vez.
—Esa noche con mi padre me rompió. La idea de que él te toque... de
poner a su bebé allí. Infiernos, no. Mía. Jodidamente mía. Necesito esto.
Mierda. —Exhaló, empujando dentro y fuera de mí.
Me acerqué a él, queriendo conectarme con él, pero empujó mis manos
sobre mi cabeza y las mantuvo allí mientras me follaba, sus caderas se
movían hacia adelante con un ritmo delicioso.
—Entrégate más a mí —dijo con voz áspera—. Quiero que te entregues
a mí. Toma mi polla, abejita.
Separé más las piernas para él. Algo desquiciado en mi cerebro. Su
polla parecía tener ese efecto en mí. Se estrelló contra mí, gimiendo,
respirando entrecortadamente.
Mi liberación inminente se deslizó a través de mí, el calor se acumulaba
con cada pistón preciso de su polla dentro de mí.
Mi cuerpo se estremeció.
—Sí, mia regina. Vente por mí. Dámelo, mi buena chica.
Grité, apretando alrededor de su longitud mientras mordisqueaba mi
pezón. Lo soltó mientras yo temblaba debajo de él. Sus caderas se movieron
más rápido hasta que se corrió con un gemido, llenándome con su
liberación.
Se balanceó sobre mí, su cuerpo brillando con una capa de sudor,
temblando.
—Te amo —dijo con voz espesa—. No estoy pidiendo tu perdón. No
puedo pedirlo cuando sé que esto es lo que soy y lo que quiero. Solo sé que
te amo jodidamente diferente a cualquier otra cosa en este mundo. Sei mia.
Eres mía.
Negarle lo que quería no haría nada por mí. Además, a una parte de mí
realmente le gustaba ser suya en todas las formas en que me poseía. Quería
mi sumisión. mi cumplimiento.
—No me vas a salvar dejándome embarazada, Dominic —dije
suavemente, acariciando su mejilla con mis dedos.
Sus ojos verdes buscaron los míos. —Pero si te alejan de mí, entonces
al menos todavía tendré un pedazo de ti.
—No me van a alejar de ti.
Tragó. —Los mataré a todos y luego te follaré con su sangre. Es nuestro
reino, abejita. Mia Regina. Nadie será lo suficientemente valiente como para
intentarlo una vez que haya terminado. Y tendrás a mi bebé. Mi pequeño
monstruo salvaje. Al igual que su papá —su voz se quebró—. Pero mejor
porque parte de él serás tú. El mundo lo necesita. Lo daré al mundo. Un
regalo después de todos mis pecados.
Fue un sentimiento hermoso. Los niños deben hacer el mundo mejor.
Salió de mí, sus dedos encontraron mi coño y empujaron su liberación
hacia mí. —Le enviaré al mundo un regalo de nuestra parte. Por jodernos.
Él será lo que nuestro mundo necesita. Corregirá mis errores.
La forma en que me miró mientras decía las palabras me dejó sin
aliento. Estaba hablando en serio.
—¿No tengo elección en esto? —Pregunté.
Su mirada revoloteó sobre mí. —No.
No extendió más explicación. Simplemente se alejó de mí. Me senté
rápidamente, pero él me empujó suavemente sobre mi espalda.
—Necesito limpiarme —dije.
Negó con la cabeza y se inclinó para darme un tierno beso. —No. Quiero
mi corrida dentro de ti toda la noche.
Se levantó y fue al baño por unos minutos antes de regresar conmigo.
Levantando las mantas, se arrastró a mi lado y me arrastró a sus brazos.
—Sé que esto no te hace feliz —dijo suavemente en la oscuridad—. Pero
es todo en lo que puedo pensar. Necesito esto. No voy a parar. Vas a tener
a mi bebé.
—¿Me obligarás? —Susurré.
—No quiero tener que hacerlo, pero si debo hacerlo, lo haré. Te follaré
cada momento de cada día hasta que suceda.
—¿Qué pasa con Fallon y Vincent? ¿Y Levin si regresa? ¿Qué pasa si
uno de ellos me deja embarazada?
Mordió mi hombro, haciéndome gritar.
—No me gustará. Pero el bebé será mío como de ellos. Protejo a los
míos. Solo planeo llegar primero. No me subestimes, abejita.
Tragué y exhalé. No había forma de ganar con este hombre. Solo tenía
que asegurarme de seguir tomando mis pastillas y esperar que no se
enterara. Necesitaba un poco más de tiempo antes de ceder a él.
—No estoy lista para ser mamá, Dominic. No he terminado la escuela
secundaria. Y tal vez me gustaría ir a la universidad —susurré, acariciando
su mejilla con mis dedos—. Además, todavía no sé qué le pasó a mi papá. Y
no olvidemos que la gente me quiere muerta. ¿Qué pasa si alguien me
lastima mientras estoy embarazada y eso me hace perder el bebé? Estaría
devastada, y tú también.
Tragó saliva y frunció el ceño.
—Simplemente no estoy lista todavía. Dame tiempo.
—No —fue todo lo que dijo antes de quedarse en silencio.
Nos acostamos en la oscuridad hasta que su respiración se volvió
profunda y uniforme, su agarre fuerte sobre mí.
No podría escapar de él aunque quisiera. Y no quería.
Lo sabía.
Capítulo 51
Dominic
V: ¿Tienes hambre?
V: Ven a comer.
Una foto de primer plano del coño de Bianca me saludó. La miré con
asombro. Me dejaban estar con ella. Las últimas dos semanas habían sido
una tortura. Puede que sea un Rey híbrido, pero aún no había sido capaz
de tocar a mi chica de la manera que quería. De hecho, De Santis se había
asegurado de que mantuviera la distancia después de regresar a Bolten. Sin
embargo, conocía su razonamiento. Él no quería ninguna sospecha sobre
mí. Me necesitaba con los Señores.
—¿Quién te está enviando mensajes de texto? —preguntó Tate.
Lo miré, mi cabeza era un delicioso desastre. —Alguna chica. Dice que
quiere follar.
—¿Qué chica? —Drake preguntó, inhalando otra línea antes de
recostarse en la cama de Hail y dejar escapar un suspiro.
—No te quiero decir —dije—. Creo que me gusta. Así que no quiero gafe.
—¿Quiere que la vayas a follar? —Hail alzó las cejas hacia mí—. ¿Y tú
estás aquí, inhalando azúcar en lugar de que te chupen la polla? ¿Qué
diablos te pasa, Vasiliev?
—Solo estoy pasando el rato con mis muchachos —dije, mi cabeza
dando vueltas. Joder, las olas de adrenalina eran intensas.
—No follas lo suficiente. Ve —dijo Hail, mirándome boquiabierto como
si estuviera loco.
—No hemos discutido cuál es el plan con Bianca —dije, deslizándome
hacia adelante en mi asiento, ansioso por llegar a ella.
—El plan es que la atraparemos cuando tengamos la oportunidad. Con
suerte, los Jinetes matarán a los Reyes, y ella estará libre. Eso es todo. Por
ahora, ve a echar un polvo. —Hail sirvió otra copa—. Solo vamos a celebrar
el próximo fin de los Reyes esta noche. Eso es todo. No te perderás de nada.
Salté. Bien por mí.
—Ese chico —gritó Drake mientras Hail sonreía.
Tate me lanzó una mirada desagradable. Siempre era un pequeño idiota
celoso. Se volvería loco por completo si supiera a quién iba a ver realmente.
Eso solo puso un poco de salto extra en mi paso cuando salía de la
habitación, con sus carcajadas detrás de mí.
Capítulo 54
Bianca
Vincent me tomó una foto desnuda y se la envió a Dominic, supuse.
—La disfrutará —dijo mientras se movía para besarme.
Caí en el beso fácilmente. Estaba lista para rogarle que moviera su
mano de mi pecho a mi dolorido coño. Él también debe haberlo sabido
porque se soltó una risa suavemente contra mis labios.
—¿Qué pasa, B? —preguntó—. ¿Quieres algo?
—Sí —me quejé.
Un golpe en la puerta lo hizo alejarse de mí. Me lanzó una sonrisa antes
de ponerse de pie. Inmediatamente me cubrí con mi manta cuando Vincent
abrió la puerta.
—Ya era hora —dijo, abriendo más la puerta.
Fallon entró en la habitación luciendo azotado por el viento.
—Lo siento —murmuró, girándose para encontrarme. En el momento
en que su mirada se posó en mí, se abalanzó hacia delante y me arrastró de
debajo de las sábanas, sosteniéndome contra él—. Mm, princesa.
—Hola —le dije, abrazándolo de nuevo.
Levantó mi barbilla y me besó. —Te extrañé —murmuró, besando mis
labios.
—Has estado bebiendo —le respondí, mi nariz se arrugó.
—No voy a mentir. Bebí un poco, y ahora mismo estoy jodidamente
drogado.
—Hombre, ¿qué carajo? —Vincent dijo, viniendo a sentarse a mi lado—
. Siempre estás drogado.
—Salgo con los malditos Señores. Por supuesto, siempre estoy drogado
—replicó Fallon—. Si no te drogas, te joden. No necesito ninguna razón para
que me jodan en este momento.
—Lo que sea. También me iba a drogar, así que no debería quejarme.
—Vincent metió la mano en su bolsillo y sacó un porro.
Fallon le arrojó una bolsita de polvo blanco. —Prueba esto en su lugar.
Vincent lo tomó y lo miró fijamente, con el ceño fruncido en su rostro.
—¿Qué es? Yo no inhalo coca, hombre. Ya no. Una vez me jodí tanto que
perdí mi auto y me desperté en un basurero con doce ratas jodiéndome.
Juré no volver a tomar esa mierda para siempre.
Fallon soltó una carcajada. —No es coca. Es azúcar en polvo de los
Jinetes. Drake lo consigue por nosotros. Es una mierda realmente buena.
El subidón llega en estas olas intensas. Y no puedes sufrir una sobredosis.
—Díselo a los malditos pantalones de leopardo y proteínas que llevabas
puestos —murmuró Vincent.
—Me lo inyectaron, ¿de acuerdo? Mierda fue un mal lote. Ya probé el
de esta noche. Es bueno. Lo bueno del azúcar es que no hay antojos después
de que desaparece el subidón. Como si estuvieras totalmente bien.
—¿Has sido... adicto antes? —pregunté, ladeando la cabeza mientras
volvía a taparme el cuerpo con la manta.
—No. No realmente. Tomé heroína algunas veces, lo que puede ser una
verdadera perra, pero ahora me mantengo alejado de esa mierda. Drake
sabe que es un límite para mí.
—¿Pero has consumido coca? —Presioné mientras lo examinaba.
—Sí —respondió—. He consumido muchas jodidas drogas, princesa.
Ácido, heroína, coca, addy, Molly, azúcar, hierba. Cualquier cosa que se te
ocurra, lo he intentado. Excepto metanfetamina. No toco esa mierda.
—Sí, esa metanfetamina —dijo Vincent con un resoplido—. Te jode la
vida por el culo. Arruina tu piel también. —Se palmeó la mejilla y me guiñó
un ojo.
Rodé los ojos ante su broma y miré a Fallon. —No me gusta que
consumas tantas drogas.
—Lo hago porque se espera de mí. Una vez que esté fuera de los Señores
para siempre, seré libre de hacer lo que quiera. Prefiero la hierba,
sinceramente. Me suaviza. Aunque, este azúcar es bastante bueno. —Miró
la bolsita que Vincent sostenía—. Deberías probarlo. Conoce a tu enemigo
y todo eso. Mira a lo que te enfrentas. Te sorprenderás.
—¿Seguro que no es veneno? —Vincent preguntó, lanzando la bolsita
arriba y abajo en su mano.
—Lo haré contigo —dijo Fallon uniformemente—. Entonces moriremos
juntos.
—Yo también —dije, con el corazón en la garganta.
Ambos me miraron boquiabiertos con las cejas levantadas.
—No van a morir y dejarme a mi aquí para lidiar con sus cuerpos. Si
tú vas, yo voy —dije, con los nervios atravesándome el cuerpo.
Lo único que había probado antes era hierba con Dominic.
—Bien. Pero si Dom se entera, culparemos al nuevo. —Vincent levantó
su dedo meñique hacia mí.
Lo tomé y le sonreí mientras me guiñaba un ojo.
Fallon le arrebató la bolsa a Vincent y luego la dividió en tres líneas.
Inhalo la primera con un billete enrollado. Observé, fascinada mientras
dejaba escapar un suspiro y cerraba los ojos.
—Sí —dijo.
Vincent se inclinó hacia la pequeña mesita de noche e inhaló su línea
con el billete que le dio Fallon.
Parpadeó por un momento. —Jesús, joder —murmuró, mirando a su
alrededor—. Eso es intenso.
—Bueno, sin embargo, ¿verdad? —Fallon se soltó una risa—. ¿Quién
diría que el aire tiene color?
—Azul, como los ojos del bebé B —dijo Vincent, sonriendo mientras
miraba con ojos vidriosos el aire vacío frente a él.
—No tienes que probarlo —dijo Fallon, tomando mi mano.
—Lo hare. —Tal vez me quitaría de la cabeza mis preocupaciones. Me
incliné e inhale la línea, esperando que no me matara.
—Oh, Dios —exhalé un momento después cuando tomé la mano de
Fallon.
Sostuvo mis dedos.
—S-siento como si estuviera flotando. Como si mi cabeza se moviera
rápido, pero todo es tan lento y tan… agradable. —Me reí.
—La prisa vendrá y se irá por un tiempo —dijo Fallon, tirando de mi
cuerpo desnudo sobre su regazo. Sus labios se encontraron con los míos en
un beso profundo y cálido que hizo que los dedos de mis pies se curvaran.
—Tengo que decirte algo antes de que hagamos esto —dijo.
—¿Qué? —Me alejé y le fruncí el ceño.
—Me puse muy mal cuando Drake me inyectó, y pensé que otra chica
eras tú. Casi la follé antes de que Stella me detuviera. La hice correrse
delante de todos en la fiesta de Hail. —Miró al suelo, su nuez de Adán se
balanceaba—. Te juro que nunca haría esa mierda sobrio. Por eso vine a la
habitación de Seeley esa noche. Necesitaba decirle a alguien. Me sentí tan
culpable. Todavía me siento muy mal por eso. Te amo, Bianca —su voz se
quebró—. Solo necesitaba que supieras que sucedió.
Tomé su rostro. —Está bien. También te amo.
Sus labios chocaron contra los míos mientras me movía para que
estuviera a horcajadas sobre su regazo.
—Tranquilo, chico nuevo. He estado esperando como dos semanas para
hundirme dentro de ella. No la vas a acaparar. Lo haremos juntos —exigió
Vincent.
Fallon rompió nuestro beso y asintió. —De acuerdo. Pero quiero
tomármelo bien y con calma.
—Bien. —Vincent me ayudó a bajar del regazo de Fallon y presionó su
boca contra la mía mientras me sentaba a horcajadas sobre él.
Me derretí contra él, retorciendo mis dedos en su cabello mientras una
ola de euforia de la droga me llevaba de paseo.
—Dios, follar en esta mierda va a ser increíble —gruñó Vincent contra
mis labios mientras yo jugueteaba con el botón de sus pantalones.
Me reí cuando Fallon se agachó para ayudarme con la cremallera de
Vincent.
—Trabajo en equipo —dijo mientras me reía de nuevo.
Sus labios estaban en la base de mi cuello mientras que los de Vincent
se movían a lo largo de mi clavícula.
—¿Quién te va a ayudar a quitarte los pantalones? —Bromeé con Fallon
cuando finalmente le quitamos los pantalones a Vincent.
Fallon no tuvo la oportunidad de responder porque Vincent se estiró
detrás de mí y le desabrochó los pantalones.
—Estamos a mano —jadeó Vincent, volviendo a besarme mientras
Fallon se quitaba los pantalones y los bóxers. Se sacó la camisa por la
cabeza y la arrojó al suelo detrás de él mientras Vincent hacía lo mismo.
Entonces todos estábamos desnudos y en la cama.
—¿Dominic sabe que nos estamos follando a su esposa en su cama? —
Fallon preguntó mientras acunaba mis pechos por detrás.
—Fue su idea. Aunque, estoy bastante seguro de que lo habría hecho
de todos modos. Sufriría las consecuencias con una sonrisa en mi rostro.
—Vincent se movió y chupó uno de mis pezones en su boca.
Dejé escapar un suave gemido, que Fallon capturó con su boca
mientras giraba mi cabeza para que pudiera besarlo.
Los dedos de Vincent se deslizaron entre mis piernas. Me arrodillé para
que pudiera maniobrar como lo necesitara.
Un dedo se deslizó a través de mis pliegues hasta que estuvo hasta los
nudillos en mi calor. Monté su mano con salvaje abandono.
—Joder, sí —gruñó Vincent, deslizando otro dedo dentro y presionando
su pulgar en mi clítoris.
—¿Puedo jugar también? —Fallon preguntó, sus labios arrastrándose
a lo largo de mi cuello.
Asentí. Fallon movió su mano hacia mi centro.
—No me voy a retirar. Solo tendrás que hacer que tu dedo encaje
también —dijo Vincent mientras metía y sacaba los dedos.
Fallon metió su dedo junto al de Vincent. Había tres dedos gruesos
dentro de mi calor. Gemí suavemente ante la plenitud.
—¿Puedes tomar otro? —Fallon preguntó con voz ronca en mi oído
mientras Vincent se sentaba y chupaba contra la carne de mi cuello.
Asentí, sin saber si podría pero dispuesta a intentarlo. Fallon deslizó
otro dedo dentro de mí. Gemí contra el dolor ardiente mientras trabajaban
en conjunto para hacer que mi orgasmo se libere.
—Vamos, bebé B. Córrete con nuestros dedos —instó Vincent mientras
los sonidos húmedos de sus dedos follando mi coño resonaban a nuestro
alrededor.
Fallon presionó su pulgar en mi entrada trasera, enviando una
descarga eléctrica a través de mi cuerpo. Abrió un poco mi agujero mientras
yo jadeaba. El calor hirvió en mi interior hasta que salió corriendo de mí, mi
orgasmo goteaba sobre sus dedos mientras gemía para atravesarlo.
—Jodidamente hermosa —elogió Fallon mientras temblaba contra su
cuerpo desnudo, mi espalda contra su frente.
Ambos retiraron sus dedos, dejándome sentir vacía.
—No —gemí, desesperada por tenerlos de vuelta.
—Chica codiciosa —bromeó Vincent, haciéndome rodar sobre mi
espalda—. Ten algo de coño, Palabra con F. La forma en que la comiste esa
noche mientras observábamos la hizo arquearse fuera de la cama.
Fallon sonrió y se movió entre mis piernas cuando otra ola de la droga
me arrastró más alto.
—Fallon —murmuré, completamente feliz cuando su lengua se deslizó
a través de mis pliegues. Enredé mis dedos en su cabello mientras él lamía
y chupaba, empujando mi coño para encontrar su ansiosa boca.
—¿Te gusta la forma en que te come el coño, bebé B? —Vincent
preguntó mientras arrastraba la punta de su pene a lo largo de mis labios.
—Sí. Se siente tan bien. Fallon —grité mientras empujaba su rostro
más profundamente en mi calor.
Su lengua arremetió contra mi capullo sensible mientras enterraba dos
dedos en mi coño.
—Abre —dijo Vincent.
Obedecí, y deslizó su polla en mi boca. Me vine en la boca de Fallon
segundos después. La polla de Vincent ahogó mis gritos cuando golpeó la
parte posterior de mi garganta.
—Joder, B. Dios, bebé. Chúpame. —Vincent retorció sus dedos en mi
cabello y me folló la boca.
Fallon se puso de rodillas y alineó su polla con mi coño. Empujó dentro
de mí mientras Vincent continuaba su embestida en mi boca, su pene
golpeaba la parte posterior de mi garganta con cada embestida crujiente.
—Echaba de menos tu coño —gorjeó Fallon, moviéndose dentro y fuera
de mí con movimientos lentos y precisos, su pene desnudo—. Es el mejor
coño. Mierda. Estás asfixiando mi pene tan bien.
—Prueba su trasero si crees que su coño está apretado —dijo Vincent.
—¿Puedo follarte el culo, princesa? —Fallon preguntó en voz baja,
deteniendo su sexo para deslizar un dedo más allá de mi apretado anillo.
—Sí. Por favor —jadeé cuando Vincent sacó su pene de mi boca.
Fallon empujó mi coño unas cuantas veces más antes de retirarse por
completo. Me volteó sobre mis manos y rodillas. Me arrastré hacia Vincent,
que estaba acostado boca arriba, y me senté a horcajadas sobre él.
—¿Vienes a follarme ahora? —preguntó, con una sonrisa de
complicidad en sus labios.
Asentí y alcancé debajo de mí para acariciar su pene. Se sacudió,
gimiendo contra mis labios mientras nos besábamos.
Fallon apartó mi rostro de Vincent para poder besarme. Me probé en
sus labios mientras su lengua luchaba con la mía. Acaricié a Vinny
rápidamente, haciéndolo gemir mientras me separaba de los labios de
Fallon. Fallon se dejó caer detrás de mí. La boca de Fallon encontró mi calor
desde atrás, trabajándome mientras volvía a besar a Vincent.
Momentos después, me corrí con un grito ahogado contra los labios de
Vincent. Se lo tragó todo.
—Eso estuvo caliente —murmuró Fallon, dándome una palmada en el
trasero—. Ahora déjame verlo follarte.
Con entusiasmo, me moví y Fallon guio la polla de Vincent hacia mí.
Vincent empujó hacia arriba con un movimiento fluido, atravesándome con
él. Grité, cayendo sobre su pecho mientras me follaba fuerte y rápido, sus
labios sobre los míos. Sentí a Fallon moverse detrás de mí. Vincent redujo
la velocidad hasta detenerse. Fallon reunió nuestros jugos y los presionó
contra mi trasero antes de que la cabeza de su pene besara mi apretado
agujero.
—Vas a montar nuestras dos pollas, princesa —dijo Fallon,
deslizándose lentamente dentro de mí.
Respiré hondo mientras él agarraba mis caderas. Vincent chupó mis
pechos mientras Fallon se hundía lentamente en mi trasero hasta que
estuvo enterrado hasta el fondo, mis dos Reyes llenándome por completo.
Luego se movieron. Empujando. Cambiando. Salvaje. Amable. Duro.
Más. Más. Más.
Me vine de nuevo, apretando alrededor de la polla de Vincent. Dejó
escapar un grito cuando su liberación salió de él. Fallon me siguió un
momento después, llenando mi trasero. Me acosté en el pecho de Vincent
con ambos chicos todavía enterrados dentro de mí.
Fallon me dio una palmada en el trasero y soltó una risa suave antes
de finalmente retirarse, su orgasmo goteando por mi agujero.
—Te follaría con su corrida, bebé, pero creo que necesito unos minutos
—dijo Vincent, colocando un suave beso en la parte superior de mi cabeza.
Fallon se levantó de la cama y fue al baño donde dejó correr el agua.
—¿Disfrutaste eso? —preguntó Vincent.
Asentí contra él. —¿Acaso tú no?
—Definitivamente.
Fallon volvió y me apartó de Vincent para que pudiera acomodarme
sobre su todavía dura polla.
—¿Adivina qué? —Besó la comisura de mis labios.
—Mm, ¿qué?
—Te voy a follar de nuevo. —Y con eso, empujó dentro de mí una vez
más.
Vincent soltó una carcajada y se movió para ponerse detrás de mí.
Fallon redujo la velocidad para permitir que Vincent empujara mi trasero.
—No puedo dejar que te folle solo —se quejó Vincent, llenándome.
Sonreí contra los labios de Fallon, encantada con la situación y dejando
que mis preocupaciones se desvanecieran.
Al menos por esta noche.
Esta noche podría tener esto con dos de mis Reyes.
Capítulo 55
Levin
16 Perfecto.
Capítulo 60
Bianca
—Hola —dijo un hermoso chico rubio mientras esperaba mi bebida en el
bar.
Dom había establecido una cuenta activa para nosotros. No tenía
planes de beber mucho. Solo quería un poco antes de irnos a casa. Había
pasado tanto tiempo desde que me había divertido, así que iba a aprovechar
todo el tiempo que pudiera.
—Hola —dije, golpeando mis dedos en la barra.
Aubrey se había ido al baño y yo prometí traer bebidas. Sabía que los
chicos estaban en el área VIP probablemente con ojos de águila sobre
nosotros, así que no tenía preocupaciones en mi cuerpo cuando el chico se
inclinó a mi lado, su rica colonia flotando hacia mí.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó, su mirada recorriendo mi cuerpo.
Tragué y le di una sonrisa nerviosa. —Bianca.
—Bianca. Bonito nombre. —Sus ojos azules brillaron—. Soy Cole.
—Encantada de conocerte —le dije, estrechando la mano que me
ofreció.
—¿Estás aquí con alguien esta noche? Las chicas bonitas como tú no
deberían estar solas en lugares como este.
—¿Debido al frío? —Pregunté, ladeando la cabeza hacia él y
entrecerrando los ojos.
Él sonrió. —Sí. Debido al frío. Entonces, ¿estás sola?
—No. Mi amiga está en el baño. Mi esposo está arriba. Probablemente
te esté mirando ahora mismo.
—¿Esposo? ¿No eres un poco joven para estar casada?
—Somos poco convencionales —dije, mirando hacia atrás para ver
dónde estaba el camarero con mis bebidas.
—Escuche eso. —Se pasó los dedos por el pelo.
Un anillo en su pulgar me llamó la atención. Era bonito con una
pequeña piedra preciosa incrustada en él.
El tipo estaba en forma, le daría eso. Probablemente tenía chicas
colgando de él a diestra y siniestra. Era del tamaño de mis muchachos. Me
recordó un poco a ellos: músculos, altura, apariencia. Su ropa gritaba
dinero. Su actitud decía que probablemente era de alto mantenimiento. Y
tal vez un poco loco, a juzgar por la forma en que sus ojos azules seguían
recorriendo a la multitud.
—¿Estás aquí solo? —Me aventuré mientras continuaba esperando mis
bebidas. También podía hacer una pequeña charla.
—No, muñeca. No estoy solo. Estoy aquí con mis muchachos.
—¿Recogiendo chicas?
—Difícilmente —dijo entre risas.
—¿Recogiendo chicos?
Su sonrisa se ensanchó. —Eres graciosa. Me gusta eso. Pero no. Chicos
tampoco. Simplemente pasando un buen rato. Entonces, ¿cómo se llama su
marido?
—Eso no es algo que me pregunten a menudo —murmuré.
—Realmente no. ¿Cómo se llama para saber a quién felicitar cuando lo
conozca por enganchar a una chica tan hermosa? —Él me guiñó un ojo.
—Dominic —dije, frunciendo el ceño mientras trataba de descifrarlo.
Era mucha pompa y sonrisas para alguien con locura escrita en los
ojos.
—¿De Santis?
Lamí mis labios. —¿Lo conoces?
—Aún no hemos sido presentados formalmente. Pero lo haremos antes
de que termine la noche. —Deslizó un billete de veinte en la barra—. Invito
yo. Cuídate ahí afuera, Bianca. No vayas a ningún lado sola. Hay un montón
de frío por ahí.
—Gracias —dije, observándolo mientras se giraba y desaparecía entre
la multitud.
Qué tipo tan extraño.
—Aquí tienes —gritó el cantinero, ofreciéndome dos bebidas de frutas.
Asentí con la cabeza a los veinte, y él los tomó, agradeciéndome.
—Chica, dime que uno de esos es mío —dijo Aubrey, acercándose a mí.
—Sí, un tipo los compró para nosotros —dije, escaneando la multitud
en busca de él.
Algo no se sentía bien. Tomé un sorbo de mi bebida y le di a Aubrey su
bebida.
Vi al chico hablando con otros tres chicos en un rincón con poca luz.
El de cabello oscuro y ojos igualmente oscuros me devolvió la mirada,
haciendo que mi respiración se quedara atrapada en mi pecho. Maldita sea.
También era hermoso. Todos lo eran. Miré hacia el balcón para ver que
Dominic no estaba allí. Había estado allí toda la noche.
Fruncí el ceño, mi ansiedad creciendo.
—Vamos a bailar. Estoy segura de que Dominic querrá irse pronto —
dijo Aubrey, terminando su bebida.
Me bebí el mío rápidamente y la seguí a la pista de baile, sin querer
separarme y sin querer arruinar su cumpleaños. Me dije a mí misma que
probablemente Dominic estaba cómodo y tomando asiento.
Bailamos con la música. Una canción tras otra. Una chica de tiro se
acercó y me ofreció un trago.
—De Dominic —dijo en mi oído.
Lo busqué en el balcón pero todavía no lo veía.
Lo que sea. Si me estaba enviando bebidas, entonces todo debe estar
bien.
Bebí del vaso y le entregué al mesero el vaso vacío. Se alejó de nosotras
y se adentró más en la multitud. Volví a bailar con Aubrey y podría haber
jurado que vi a Fallon moviéndose entre la multitud hacia las escaleras con
Stella.
Eso no podría ser correcto.
Mi cabeza dio vueltas. El calor recorrió mi cuerpo.
—Necesito usar el baño otra vez —dijo Aubrey, inclinándose para
gritarme al oído por encima de la música—. ¿Quieres venir?
Asentí, haciendo una mueca ante las luces estroboscópicas
intermitentes. Tropecé detrás de ella, el mareo empeoraba.
—¿Estás bien? —preguntó Aubrey cuando nos detuvimos afuera del
baño.
—N-no me siento bien. —Mi cabeza dio un giro perverso.
—Podemos ir a buscar a Dominic —dijo—. Puedo esperar para usar el
baño.
—N-no. Vamos. Date prisa —dije débilmente—. Probablemente sean
todas las luces intermitentes y el alcohol.
Dudó por un momento. —De acuerdo. Seré rápida.
Me apoyé contra la pared del pasillo mientras ella desaparecía dentro
del baño. Tomé una respiración profunda. Mi cabeza estaba tan ligera que
pensé que me iba a desmayar.
—Te ves mal —dijo una voz profunda a mi lado.
Miré al dueño de la voz y vi que tenía dos cabezas borrosas. Pelo oscuro.
Ojos oscuros. Parecía italiano. Definitivamente era el chico sexy que había
visto antes con Cole.
—E-estoy realmente mareada. ¿P-puedes traer a mi esposo?
—Por supuesto. ¿Quieres sentarte?
Asentí, haciendo una mueca. Me tendió la mano y la tomé. Su agarre
fue firme mientras me conducía más profundo por el pasillo. Muchos anillos
en sus dedos. Sostener su mano me recordó a sostener la mano de Vinny.
Tropecé, y él me agarró por la cintura, ayudándome a mantenerme de pie.
—¿Hay una oficina aquí atrás? —arrastré las palabras.
No había manera de que hubiera bebido lo suficiente para que esto me
pasara. Tres tragos nunca me hacían sentir así.
—Sí —respondió suavemente, abriendo una puerta.
Una ráfaga de aire fresco golpeó mi cara. Tropecé de nuevo mientras
me conducía escaleras abajo. Un todoterreno oscuro se detuvo y se abrió
una puerta. Mi corazón dio un vuelco cuando me di cuenta de que podría
estar en una situación muy mala. Se sentía como si me hubiera desmayado
durante la caminata y no llegara a mi destino.
Cole, el chico rubio del bar, saltó y me agarró por la cintura. Lo
abofeteé, gritando mientras me arrastraba hacia los oscuros confines del
vehículo. La puerta se cerró de golpe y el tipo que me había sacado se sentó
en el asiento del conductor.
—¿Nosotros vamos? ¿Enzo? —Cole preguntó mientras gemía, sin dejar
de patearlo. Dejó escapar un siseo cuando lo golpeé en el pecho con mi
talón.
—Un minuto —gruñó el tipo llamado Enzo.
Enzo. ¿Por qué sabía ese nombre? Mi cerebro se sentía como si se
estuviera construyendo una pared en su interior, y no podía alinear mis
pensamientos.
—Por el amor de Dios, ¿dónde están? —Cole gruñó, agarrándome de
nuevo.
Me abalancé sobre él, haciéndolo gruñir cuando lo golpeé en la cara.
—Están aquí —dijo Enzo.
La puerta se abrió y dos tipos más empujaron a un tercero antes de
meterse detrás de él.
—Maldita sea. Nos estaba siguiendo. Lo noqueó —dijo uno de los
muchachos, cerrando la puerta.
Enzo puso el todoterreno en marcha y salimos chillando del
aparcamiento.
Luché contra Cole mientras trabajaba para someterme.
—Jesús, joder, ayúdame. Ella es salvaje —gritó Cole cuando lo pateé
en el pecho de nuevo.
Uno de los chicos me agarró las muñecas. Luchamos mientras yo
trataba de pelear con él. Era más grande y más fuerte que yo, su duro
cuerpo presionado contra el mío mientras luchábamos en el asiento trasero.
—No. Para. Por favor —grité, golpeándome contra él.
—Lo estás empeorando, muñeca —dijo Cole con los dientes apretados
mientras aseguraba mis tobillos.
El tipo que estaba encima de mí finalmente me ató las muñecas y
respiré con dificultad mientras lo miraba.
—Por favor —me atraganté—. No…
—Lo siento —dijo, sonando realmente apenado mientras me tapaba la
boca con cinta adhesiva.
Sollocé mientras miraba a la figura desplomada en el suelo.
Vinny.
El tipo que me había puesto cinta adhesiva hizo un trabajo rápido
asegurando las manos y los pies de Vincent. Grité cuando metió una aguja
en el cuello de Vincent.
—No vas a matarlo todavía, ¿verdad, E? —Cole gruñó cuando E se
hundió en su asiento.
—No. Esto solo lo mantendrá noqueado para que sea más fácil de
manejar. Golpeó a Fox en la cara justo antes de que lo noqueáramos. Casi
lo pone de culo.
El tipo llamado Fox me miró. Tenía los ojos azules más bonitos.
Su mirada me recorrió rápidamente. —¿Es la esposa de De Santis?
—Eso es lo que dijo. A juzgar por la piedra en su dedo, diría que es la
verdad —respondió Cole—. Además, uno de sus secuaces vino a buscarla.
Estoy bastante seguro de que está casada con Dominic.
—Noquéenla —gritó Enzo, girando bruscamente a la izquierda.
Observé con horror cómo E se deslizaba hacia adelante con otra aguja
en la mano.
—Realmente lo siento, melocotón. Esto podría doler un poco.
Grité detrás de la cinta adhesiva, el sonido fue amortiguado y apenas
audible cuando E me clavó la aguja en el cuello.
Hijo de puta. No otra vez.
Me hundí en la oscuridad, sin saber si alguna vez sería capaz de salir
con las garras esta vez. Por la forma en que se veían las cosas, era un no.
Capítulo 61
Dominic
17 ¿Entendido?
18 Entendido.
—Espero que puedan atraparla —dije en voz baja, agarrando la
granada con fuerza antes de ponerla en el bolsillo de mi chaqueta.
No había comenzado la noche pensando que iba a morir, pero mi vida
nunca salió según lo planeado. Esperaba morir en algún momento como
este. Si tenía que acabar con algunos cabrones en mi salida, entonces
estaba listo para sacar el alfiler.
Si morir por alguien a quien amo era mi forma de morir, felizmente
tomaría mi último aliento con su nombre en mis labios. Por mi abejita, haría
cualquier cosa.
Siempre.
Capítulo 62
Bianca
Observé a mis captores hablando en una habitación cerca de donde yo
estaba atada a una silla. Vincent estaba desplomado frente a mí en su
asiento, con las manos y los pies atados a las barras de metal de su silla.
Con la cinta sobre mi boca, no podía llamarlo. Luché contra mis
ataduras, con la esperanza de liberarme. Lo que haría una vez fuera libre
era otra historia. No podía cargar a Vinny en mi espalda. Lo único que podía
hacer era correr y esperar haber logrado salir para buscar ayuda. Todavía
tenía la cabeza confusa por la droga que me habían dado.
—Tranquila, Bianca.
Dirigí mi mirada al dueño de la voz. Cole. El hermoso rubio. Se paró
frente a mí. Había estado tan concentrada en liberarme que no me había
dado cuenta de su llegada.
Lo miré fijamente, temblando. Los otros tres tipos se unieron a él, todos
grandes y amenazantes. Y totalmente cautivadores. Apuesto que rompieron
muchos corazones, los corazones de todas las mujeres que encontraban.
—Vamos a quitar la cinta, si prometes no gritar —dijo el del pelo oscuro
y desordenado y los ojos azules—. ¿De acuerdo? Asiente para mí.
Asentí, con el corazón en la garganta.
Dio un paso adelante y me quitó la cinta de la boca. Jadeé por el dolor
antes de dejar escapar un grito ensordecedor.
—Por el amor de Dios —gruñó Enzo mientras el tipo de ojos azules me
tapaba la boca con cinta adhesiva de nuevo.
Me resistí, tan fuerte como pude contra mis ataduras, mirándolos
mientras juraba en silencio que patearía seriamente algunos traseros si
lograba liberarme.
—Bianca. Vamos —dijo Cole—. Muñeca, esto no nos va a llevar a
ninguna parte. Sólo queremos hablar, ¿de acuerdo? Habla con nosotros, y
las cosas pueden salir mejor de lo que esperas. Así que vamos a quitar la
cinta, y vas a estar bien. ¿De acuerdo?
Lo miré.
El asintió. —Continua. Hazlo.
El tipo de ojos azules regreso y volvió a quitar la cinta.
—Lo siento por eso —dijo, mirando como si fuera en serio mientras sus
cejas oscuras se arrugaban.
—Malditos pendejos. ¿Te das cuenta de lo jodido que estarán una vez
que mi marido llegue aquí? —dije hirviendo de ira, mirándolos a todos.
—Creo que es él quien va a ser jodido —dijo Cole con una sonrisa.
—¿Q-quién eres? —Pregunté, mi voz temblaba mientras trataba de
calmarme con una respiración profunda.
—Mi nombre es Fox —dijo el tipo de ojos azules—. Estos son Enzo, Cole
y Ethan —continuó, asintiendo a cada uno por turno.
—Los Jinetes —susurré, diciendo en voz alta lo que había estado
temiendo—. Tú eres el líder. —Miré al chico de cabello oscuro, que me había
llevado en el pasillo. Enzo.
—Todos lideramos de una manera u otra —dijo, arrodillándose frente
a mí y alejando una ola rubia de mi rostro—. Pero sí, supongo que lo soy.
—¿Me van a matar?
Mi corazón saltó en mi pecho mientras esperaba su juicio.
Ladeó la cabeza mientras me estudiaba. —Eres realmente bonita.
Sinceramente, odiaría lastimarte, pero sí, te mataré si De Santis no aparece.
Mi pecho se contrajo más. —¿Qué pasa con Vinny? Por favor, no le
hagas daño.
—Vincent Valentino. Un rey. —Enzo chasqueó la lengua—. Bueno,
querida, él es parte del problema, y el trato que hice con tu esposo dicta que
él debe morir.
—¿Qué? No, por favor. Dominic no querría eso. ¡É-él no haría ese trato!
No quiero eso. Haré lo que quieras. Sólo déjalo ir.
—¿Cualquier cosa? —preguntó Cole, animándose.
Ethan dejó escapar un suspiro y Fox le lanzó una mirada irritada.
—Cualquier cosa. Para cualquiera de ustedes —dije, las náuseas me
revolvían las tripas por las implicaciones.
—No sé cómo los Reyes hacen sus negociaciones, pero yo no follo a mis
rehenes —dijo Enzo, su mirada oscura deslizándose sobre mí—. Aunque, en
otra vida, puede que haya aceptado tu oferta. Realmente eres malditamente
hermosa.
—También estás casado. —No era una pregunta. También tenía un
anillo similar al de Cole en su pulgar.
Me dio una sonrisa. —Algo como eso.
—Entonces sabes lo que se sentiría si te la quitaran. Eso es lo que me
estás haciendo.
Extendió la mano y limpió una lágrima de mi mejilla. —Sé exactamente
cómo es. Ya he vivido ese horror en particular unas cuantas veces. No me
importa mucho.
—Los Reyes no hicieron lo que crees que hicieron. Dominic no ordenó
el tiroteo. Era Hail. Mikhail Ivanov. Es hijo de S-Sergio Ivanov, jefe de Bratva.
Hizo que los Reyes parezcan culpables para que los eliminaras y despejaras
el camino para los Ivanov. Hail es un monstruo. ¡Él hizo esto! —supliqué.
—La cuestión es que todos somos monstruos —dijo Enzo suavemente—
. Desafortunadamente, cuando un monstruo ataca a otro, luchamos hasta
la muerte. Todo el mundo miente. No sabemos quién nos está diciendo la
verdad. Incluso si eres honesta, De Santis sigue siendo una amenaza. Es
mejor cortarle la cabeza a la serpiente que correr el riesgo de que me muerda
cuando no estoy mirando. Ponemos nuestra confianza en la familia, y tú,
Bianca De Santis, no eres nuestra familia. Espero que lo entiendas.
—No estoy mintiendo. Te juro que no. ¿Qué quieres que haga? Por
favor. Lo haré. —Solté un grito de angustia—. ¡No tienes que hacer esto!
Enzo se levantó y se alejó de mí.
—Lo que queremos que hagas es observar y aprender —dijo Cole
cuando Fox dio un paso adelante y presionó la cinta sobre mi boca.
Las lágrimas corrían por mis mejillas mientras mi cuerpo temblaba de
tanto sollozar.
Ethan no dijo nada, simplemente miraba en silencio, su cuerpo tenso
mientras su mirada me recorría con una mirada angustiada.
—Espero sinceramente que aprendas de esto y aproveches la segunda
oportunidad que De Santis te dará para elegir mejores hombres para follar
—continuó Cole.
Cole siguió a Fox de regreso a la pequeña habitación con Enzo.
Ethan se acercó a mí, con una mirada triste en su rostro.
—¿Lo amas? —Asintió hacia Vincent—. Solo suplicamos y negociamos
por aquellos a quienes amamos.
Asentí miserablemente, mi rostro empapado en lágrimas.
—Así es como es con nosotros. Nuestra chica nos quiere a los cuatro.
Hemos estado donde tú estás. También habría muerto por ella. Toma lo que
dice Cole y corre. De Santis va a morir por ti esta noche. No permitas que
su sacrificio sea en vano.
La bilis quemó mi garganta mientras caían más lágrimas.
—Por lo que vale, realmente lo siento. Si hubiera otra manera, lo
haríamos. Esto es el infierno, melocotón, y aquí no hay ángeles. Solo
nosotros, demonios acicateados por la venganza.
Se alejó de mí con una mirada triste en su rostro. El resto de su pandilla
volvió a salir.
Vincent gimió en su silla, sus párpados se abrieron. Cole extendió la
mano y tiró de la cinta de la boca de Vincent, haciéndolo maldecir en voz
baja. Sollocé con más fuerza cuando Enzo extendió la mano y agarró su
cabello, tirando de su cabeza hacia atrás y poniendo un cuchillo en su
garganta.
Vincent me miró mientras tragaba.
—Uno de ustedes va a morir esta noche. Estoy bastante seguro de que
vas a ser tú —dijo Enzo, presionando la hoja con más fuerza en el cuello de
Vincent.
Brotó una gota de sangre. Me mecí en mi silla, apenas capaz de respirar
mientras lloraba.
—¿Es un hecho? —Vincent dijo con voz áspera, haciendo una mueca.
Enzo deslizó el cuchillo por la garganta de Vincent, marcándolo con
una delgada línea roja que chorreaba sangre pero no cortaba lo
suficientemente profundo como para causar mucho daño. Aunque, estaba
segura de que luciría una fea cicatriz.
La cabeza de Vincent cayó hacia adelante cuando Enzo lo soltó.
Me estremecí violentamente en mi asiento.
—No necesitamos obligarla a mirar —dijo Ethan en voz baja.
—¿Cómo va a recordarlo si no llega a ver? —Cole preguntó con el aire
de alguien que simplemente habla del clima.
Sabía que estaba loco.
—Estoy de acuerdo con E. No debería ver esto —dijo Fox con fuerza,
lanzando a Cole una mirada irritada—. Ya es bastante malo que le hayas
enviado la bebida y la hayas drogado.
Supongo que eso explica de dónde vino la bebida. Cole debió haberla
comprado y le dijo a la chica que me dijera que la bebida era de parte de
Dominic. Que idiota.
Cole se burló y me dio una mirada de disculpa. —Lo siento. Pensé que
ya te habías dado cuenta de ese lío. No querrás escucharnos discutir sobre
matarlo, ¿verdad? —Me arrancó la cinta de los labios mientras Vincent le
gritaba que se alejara de mí.
—Dile adiós a tu amante antes de que se desmaye por el dolor.
—Vinny —me atraganté—. Vinny.
—No me voy a morir, B.
Enzo hizo girar el cuchillo en sus manos. En un movimiento borroso,
empujó el cuchillo en el muslo de Vincent y lo dejó allí.
—¡Mierda! —Vincent gimió, jadeando mientras la sangre goteaba sobre
el suelo de cemento sucio.
Grité histéricamente.
—Esto es lo que vamos a hacer —dijo Enzo tranquilamente, haciendo
girar otro cuchillo y dando vueltas alrededor de la silla de Vincent—. Te voy
a hacer preguntas y tú me vas a responder. Si creo que dices la verdad, no
te apuñalaré. Si creo que estás mintiendo, te va a doler.
—No. Por favor. —Luché contra mis ataduras de nuevo.
El pánico se apoderó de mis sentidos. Respirar me quemaba el pecho.
Mi visión todavía estaba nublada por la droga que me habían dado.
—Shh, muñeca. Sólo mira. No quiero tener que hacerte daño a ti
también. —Cole sacó su arma y la arrastró por mi barbilla y sobre mis
senos—. Sé una buena chica y solo escucha como te dije, ¿de acuerdo?
—¿Dominic De Santis ordenó el golpe contra mí y mi gente? —demandó
Enzo, la hoja destellando rápidamente en su mano.
—N-no. Joder —gimió Vincent, jadeando—. Ivanov lo hizo.
Enzo se balanceó hacia abajo y clavó su cuchillo en el otro muslo de
Vincent, haciendo que tanto Vincent como yo aulláramos.
Enzo asintió y chasqueó la lengua mientras sacaba una tercera hoja de
su chaqueta de cuero. —¿Por qué encontramos una tarjeta de visita de los
Reyes en la escena?
—Ivanov estaba enojado porque Dom le quitó a Bianca. Hail estaba
buscando venganza. Bianca estaba en un matrimonio arreglado con Ivanov.
Él abusó de ella. Bianca vino a nosotros en busca de ayuda. Dom se
enamoró de ella. Todos lo hicimos. Dom se casó con ella para mantenerla a
salvo.
Grité cuando Enzo se abalanzó y presionó la hoja contra la mejilla de
Vincent.
—No estoy mintiendo, maldito psicópata. Si vas a seguir apuñalándome
cada vez que digo la verdad, entonces mátame, joder —dijo Vincent sin
aliento—. No soy un jodido alfiletero humano. Solo mátame.
Enzo retrocedió, riendo suavemente.
—¿Así que estás jurando que los Señores están detrás del ataque? —
preguntó Fox, con los brazos cruzados sobre el pecho.
—Eso es lo que jodidamente dije. Esta es la forma que tiene Ivanov de
hacer que ustedes, cabrones, despejen el tablero para él. Estás jugando en
su mano. Malditos idiotas novatos.
El puño de Cole chocó con la cara de Vincent, haciendo que la cabeza
de Vincent se volcara hacia un lado. Mi garganta estaba tan ronca de
gritarles que se detuvieran que mis súplicas salieron entrecortadas y
suaves.
—Sé amable, Valentino —lo amonestó Cole—. No hay necesidad de
insultos.
Vincent escupió sangre sobre el cemento y miró a Cole.
—Vete a la mierda, cabrón. Mátame si no me crees, pero te apuesto a
que no será la última vez que escuches mi maldito nombre. Los Reyes somos
más que yo y De Santis.
—Oh, nos enteramos —dijo Enzo—. Ese jodido viejo de De Santis,
Matteo. Sabemos todo sobre él. Lo que me lleva a mi siguiente pregunta. En
realidad, es la pregunta de Ethan.
Ethan dio un paso adelante. —¿Conoces a una chica llamada Macy?
Vincent exhaló, una mirada de confusión cruzó por su rostro. —¿M-
Macy? No lo sé, hombre. Conozco a muchas chicas. Tendrás que ser más
específico. ¿Tenía grandes tetas y un culo que no se rendía? ¿Le gustaba
que la follaran en público? ¿Cabello rojo? ¿Rubio? ¿Púrpura? Los detalles
importan, cabrón.
Cole le dio un puñetazo en la cara de nuevo. El ojo de Vincent se hinchó
mientras le sonreía a Cole.
—Golpeas como una perra.
Cole lo golpeó dos veces más antes de que Enzo interviniera para
detenerlo. Gemí suavemente y cerré los ojos con fuerza, rezando mucho por
un milagro.
—¿Conoces a Macy o no? —Ethan volvió a preguntar.
—No la conozco. —Vincent se quedó en silencio por un momento antes
de soltar un resoplido.
—¿Qué? —exigió Fox.
—Solo conozco a una Macy. Matteo De Santis la agarró cerca del
campus de Mayfair. La puso en el palacio. La obligó a chupar la polla de
Dom. Cuando Dom trató de ayudarla, Matteo le voló los sesos para
enseñarle a Dom una lección sobre la debilidad. Dom la conoce mejor que
yo. Fue él quien tuvo que lavarse los sesos de la cara.
Mi estómago se revolvió con las palabras de Vincent. Matteo era un
jodido monstruo. Hice un voto silencioso para asegurarme de que lo sacaran
de este mundo antes de que pudiera lastimar a alguien más.
Ethan dejó escapar un suspiro tembloroso y se humedeció los labios.
—¿Macy está muerta?
—Si esa era tu Macy, lo está, a menos que pueda sobrevivir a una bala
en el cráneo —dijo Vincent.
—Eso es muy malo —murmuró Enzo, con los ojos bajos.
Ethan se dio la vuelta y se pasó las manos por la cara, un músculo
zumbando a lo largo de su mandíbula.
—Dom trató de detenerlo. Trató de ayudarla. No es su padre —dijo
Vincent con fiereza—. Si ustedes, estúpidos de mierda, escucharan, se
darían cuenta de que están siendo engañados. Los Reyes quieren derribar
a Matteo De Santis tanto como tú. Es el maldito monstruo más grande que
existe.
Enzo giró hacia adelante y clavó su hoja en el hombro de Vincent.
Vincent dejó escapar un fuerte gemido cuando el acero se encontró con el
músculo, su rostro se contrajo en agonía.
—Todos somos jodidos monstruos —exhaló Enzo antes de alejarse,
dejando los tres cuchillos incrustados en el cuerpo de Vincent.
Vincent estaba perdiendo demasiada sangre. Su camisa estaba
empapada en ella. La sangre se acumulaba a sus pies. Su rostro estaba
pálido y el sudor salpicaba su frente.
Enzo se volvió hacia Cole. —Mátalo.
—No. ¡No, no! —Grité. Me revolví contra mi silla, gritando el nombre de
Vincent. Ni siquiera vi a Ethan acercarse a mí, pero sentí el mordisco de su
aguja en mi cuello y sus labios en mi oído.
—No quiero que veas esto, melocotón —murmuró—. Duerme. Habrá
terminado cuando te despiertes.
Mi visión se nubló y mi cabeza se inclinó hacia un lado mientras miraba
el dolor en los ojos de Vincent.
—Te amo. Para siempre, mi B —se atragantó antes de que mi mundo
se volviera negro por última vez y todo lo que me quedó fue el rugido que se
desvanecía en mis oídos.
Epílogo
Maestro Ethan
Su pecho se agitó mientras luchaba contra sus ataduras. Ya podía ver los
feos verdugones rojos que rodeaban sus muñecas.
Con cada tirón desesperado, mi corazón se partía un poco más.
Necesité todo lo que tenía para mantener la calma porque todo lo que veía
en esa silla era a mi amada, Rosalie, retorciéndose desesperada. No era la
chica de los Reyes en agonía; era la mía.
La razón por la que ahora era parte de una sesión de tortura enfermiza
y jodida que me recordaba demasiado a lo que vi sufrir a Rosalie no hace
mucho, estaba más allá de mí. Ella también había estado aterrorizada.
Odiaba esto.
Yo no era este tipo.
Este… monstruo.
Pero sabía lo que estaba en juego. Sabía que proteger a quien amaba
significaba que el amor de otra persona tenía que irse.
El mundo era así de malvado.
Y todavía no me sentaba bien.
Me estaba matando por dentro.
Macy estaba muerta. Vincent Valentino lo había confirmado. Había
sido una persona tan especial para mí. Para nosotros. Ella fue quien…
Joder. No podía pensar con claridad.
Saber que se había ido…
Macy. Estaba. Muerto. Esta muerta.
¿Desde hace cuánto tiempo que es una de nosotros? ¿Desde Rosalie,
mi amor?
La jeringa en mi bolsillo presionaba contra mi muslo.
No importa si esta pobre chica era la esposa de nuestro enemigo. Era
inocente y no merecía ver morir a alguien a quien amaba.
E iba a morir. Si los tres cuchillos que sobresalían de su cuerpo
dictaban eso.
La sangre que se acumulaba a sus pies dictaba eso.
Los jodidos Jinetes dictaban eso.
Todo en nombre del amor.
—Mátalo —ordenó Enzo, su rostro lleno de una crueldad que me heló
la sangre.
—No. ¡No, no! —Bianca, la belleza rubia gritó, sus sollozos crearon un
terremoto en su cuerpo mientras temblaba—. Vin. ¡Vinny! ¡VINNY!
Mis muchachos me dijeron que la dejara mirar. Pero yo no era ese tipo.
Había estado en la misma posición que ella. Todavía me perseguía.
—No quiero que veas esto, melocotón —le murmuré a su oído, sacando
la jeringa de mi bolsillo y metiéndola en su delicado cuello—. Duerme. Habrá
terminado cuando te despiertes.
El nombre de Vincent siguió saliendo suavemente de sus labios hasta
que sus pestañas revolotearon y su cabeza se desplomó hacia un lado.
—Te amo. Para siempre, mi B —Vincent se atragantó cuando ella se
quedó quieta.
Mi corazón se hizo añicos en mi pecho por su promesa a ella.
Cole levantó una ceja hacia mí. —¿En serio, E?
—No lo entenderías —murmuré.
Fox me lanzó una mirada triste y cómplice.
—Si B está herida, te juro que volveré y perseguiré a tus malditos
cabrones —gruñó Vincent—. Cazzi del cazzo. Ti maledico in questa vita e
nella prossima. Lo giro.19
No tenía idea de lo que había dicho. Miré a Enzo, quien entrecerró los
ojos y se arrodilló frente a él.
—¿Me maldices en esta vida y en la próxima? —Enzo murmuró—. Ya
estoy jodidamente maldito, re morto20. Todos lo estamos, mi muerto amigo.
—Dom no dejará que esto quede sin castigo —dijo Vincent con voz
áspera, su rostro pálido, el sudor salpicando su frente.
—Realmente espero que sea todo lo que he oído que es. —Enzo empujó
el cuchillo en el muslo de Vincent un poco más profundo, haciendo que
Vincent gritara—. Pero por si acaso, será mejor que le demos algo por lo que
luchar.
Mi mirada se disparó hacia Bianca desmayada en su silla.
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