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Bonitos y pequeños pecados

Reyes de Bolten, #2
K.G. REUSS
Contenido
Bonitos y pequeños Capítulo 20 ................... 95 Capítulo 44................. 274
pecados ............................ 2 Capítulo 21 ................. 100 Capítulo 45................. 282
Contenido ........................ 3 Capítulo 22 ................. 110 Capítulo 46................. 285
Argumento ...................... 5 Capítulo 23 ................. 116 Capítulo 47................. 292
Nota de la autora .......... 8 Capítulo 24 ................. 121 Capítulo 48................. 298
Capítulo 1 ....................... 9 Capítulo 25 ................. 126 Capítulo 49................. 305
Capítulo 2 ..................... 15 Capítulo 26 ................. 132 Capítulo 50................. 308
Capítulo 3 ..................... 18 Capítulo 27 ................. 139 Capítulo 51................. 314
Capítulo 4 ..................... 22 Capítulo 28 ................. 145 Capítulo 52................. 318
Capítulo 5 ..................... 27 Capítulo 29 ................. 154 Capítulo 53................. 322
Capítulo 6 ..................... 32 Capítulo 30 ................. 160 Capítulo 54................. 327
Capítulo 7 ..................... 36 Capítulo 31 ................. 168 Capítulo 55................. 334
Capítulo 8 ..................... 40 Capítulo 32 ................. 176 Capítulo 56................. 338
Capítulo 9 ..................... 44 Capítulo 33 ................. 185 Capítulo 57................. 347
Capítulo 10 ................... 47 Capítulo 34 ................. 197 Capítulo 58................. 352
Capítulo 11 ................... 50 Capítulo 35 ................. 204 Capítulo 59................. 357
Capítulo 12 ................... 56 Capítulo 36 ................. 213 Capítulo 60................. 360
Capítulo 13 ................... 61 Capítulo 37 ................. 222 Capítulo 61................. 365
Capítulo 14 ................... 64 Capítulo 38 ................. 230 Capítulo 62................. 370
Capítulo 15 ................... 68 Capítulo 39 ................. 239 Epílogo ......................... 378
Capítulo 16 ................... 74 Capítulo 40 ................. 246 Tercer Libro ................ 381
Capítulo 17 ................... 80 Capítulo 41 ................. 258 Agradecimientos ....... 382
Capítulo 18 ................... 84 Capítulo 42 ................. 262 Sobre la autora ......... 383
Capítulo 19 ................... 89 Capítulo 43 ................. 266 Nosotros ...................... 384
Argumento

Despiadados. Malvados. Traicioneros. Pecadores.

Despertarme atada a una cama no era como imaginaba que sería mi


mañana. De hecho, después de que los Reyes descubrieran mi pequeño y
sucio secreto, debería estar muerta.
Pero si hay una oportunidad de jugar en sus peligrosos juegos, es mejor
creer que los Reyes son los primeros en tomar las decisiones.
Han cruzado la línea conmigo, y los Señores están listos para tomar
represalias.
Esto ya no es solo una guerra entre los dos lados, y ahora no soy solo
una don nadie. Soy una reina que no se detendrá ante nada para proteger
lo que me pertenece.
Este es un juego de supervivencia, y nunca he estado tan lista para
jugar.
Pretty Little Sins es un romance oscuro de academia con múltiples intereses
amorosos masculinos. Lee la nota antes de continuar.
Por todas esas veces en que un amante dijo que no, pero un novio literario
dijo: —Sí, nena. SÍ. Eres una buena chica, maldita sea.
Nota de la autora
Querido lector,
En primer lugar, gracias por esperar lo que pareció una eternidad por
este libro. Pasó por el inframundo y de regresó para llegar aquí. Pero ya está
aquí. ¡HURRA!
Esta es una serie cruzada. Conocerás a otros personajes. Puede darte
ansiedad y cambiar todo lo que crees que sabes. Toma nota. Presta atención.
Todo sucede por una razón y dará lugar a intensos momentos de gritos y
pánico.
Estoy creando todo un universo donde todos mis personajes viven y
sufren juntos. A medida que avanzan las cosas, encontrarás otros
personajes en diferentes libros. Asegúrate de prestar atención a los
nombres. Todos en mi universo tienen una historia ;)
Aguanta. Va a ser el viaje más increíble y duro de todos. Lo prometo.
No soy la reina de la tortura por nada.
Esta es una OBRA DE FICCIÓN. Por favor, no te dejes engañar por la
credibilidad. Si quisiera realismo, no escribiría libros de ficción. Ponle pausa
a tu incredulidad y simplemente disfruta del viaje. Será muy divertido. Lo
prometo.
Para obtener toda la información sobre el contenido, visita mi sitio
web www.kgreuss.com. Haz clic en el enlace del libro apropiado para
obtener una lista de escenarios.
Todo lo que necesitas saber está ahí. Conoce tus límites. Yo no tengo
ninguno, así que tenlo en cuenta cuando leas este libro y cualquiera de mis
otros libros. Las cosas pueden escalar a un lugar del que no podrás regresar
rápidamente.
Has sido advertida.
Feliz lectura.

—K.
Capítulo 1
Bianca

Mi cuerpo me gritaba mientras intentaba darme la vuelta en la suave cama,


de una habitación que no reconocía. Traté de sentarme, mi cabeza todavía
confusa, solo para darme cuenta de que mis brazos y piernas estaban
atados a la estructura de madera de la cama.
—¿Qué carajo? —Gemí, haciendo una mueca.
La parte de atrás de mi cabeza se sentía como si hubiera sido golpeada
por un mazo. El dolor se extendía a mis hombros. Me lamí los labios
agrietados, tomando nota de mi entorno tanto como me lo permitieron mis
restricciones. Paredes blancas. El olor a cedro. Moderna, pero en definitiva
una cabaña.
Parpadeé confundida después de mirar por la ventana, donde todo lo
que podía ver eran árboles.
¿Estaba en el infierno? Se suponía que estaba muerta. Levin me había
apuntado con un arma a la cabeza. ¿Era el infierno una cabaña en medio de
un bosque de la que no podía escapar? ¿Dónde tená que vivir con mis
pecados?
Fallon.
Mi mente rápidamente reprodujo las últimas cosas que recordaba.
Levin le había disparado. Fallon había planeado traicionarme. Levin y los
Reyes habían tratado de matarme.
Se me revolvieron las tripas y la bilis subió a mi garganta. Necesitaba
un baño o al menos algo donde vomitar.
—A-ayuda —grité con voz ronca—. A-alguien. Por favor.
Una lágrima rodó por mi mejilla seguida de otra. Tiré de mis ataduras,
gimiendo de frustración. Justo cuando pensaba que perdería totalmente la
cabeza, la puerta de la habitación se abrió con un crujido y Vincent entró.
Con sus ojos oscuros fijos en mí, se acercó rápidamente. Su cabello era
un desastre, pero estaba vestido a la perfección como siempre: jeans de
diseñador, un abrigo Henley negro ceñido, un brazalete en una muñeca y
anillos que adornaban sus dedos.
—Hola, bebé B —dijo en voz baja, moviéndose hacia mis ataduras.
—Yo-o necesito el baño.
No me cuestionó. Simplemente hizo un trabajo rápido para desatarme.
En el momento en que estuve libre, salté de la cama hacia la puerta que
señaló al otro lado de la habitación. Corrí y empujé la pesada puerta de
madera con una mano sobre mi boca y me dirigí directamente al baño donde
arrojé mis entrañas en la porcelana. Los sollozos destrozaron mi cuerpo.
Vomité mientras me aferraba al cuenco blanco, el dolor de saber que Fallon
se había ido se repetía en mi cabeza. El dolor de su traición ardía en mi
pecho.
—¿Bebé B? —Vincent dijo, entrando al baño.
—Aléjate de mí —dije ahogadamente antes de tirarme al baño de nuevo.
No sabía qué me dolía más: perder a Fallon, saber que planeaba entregarme
a un mundo infernal o la traición de los Reyes.
Vincent no escuchó. Se acercó rápidamente y apartó mi sucio cabello
rubio de mi cara. Una ramita cayó al suelo de baldosas. Volví a vomitar.
Vincent puso una mano cálida en mi espalda y me frotó dócilmente,
arrullando suavemente: —Está bien. Estoy aquí. Estás bien, B.
Lo empujé después de otro doloroso tirón seco, lo que provocó que
cayera sobre su trasero ya que había estado agachado a mi lado.
—No me toques —le gruñí, limpiándome la boca con el dorso de la
mano.
Levantó las manos en señal de rendición, sus ojos oscuros llenos de
preocupación. —Tranquila, B. Estoy aquí para ayudar…
—Vete a la mierda tú y tu ayuda. Has hecho más que suficiente. —
Envolví mis brazos alrededor de mis rodillas en un esfuerzo por hacerme
más pequeña mientras me hundía sobre mi trasero, con la espalda contra
la pared.
—Escucha, necesito que te relajes. Tenemos que hablar. Están
pasando cosas…
—Quiero irme. Ahora. Tengo que ir a la policía.
—¿Y qué les dirías, cariño? —Dejó caer las manos y ladeó la cabeza
hacia mí.
Mi cuerpo tembló. —Les diré que necesito denunciar un asesinato.
Vincent asintió pensativo y chasqueó la lengua después de un
momento, aparentemente despreocupado por mi amenaza. —Bueno, esa
sería una buena idea, incluso una excelente, pero te estás olvidando de una
cosa importante.
—¿Qué?
Mi labio inferior temblaba mientras trataba de mantener las lágrimas
a raya. Se arrodilló hasta el fregadero, vertió agua en una pequeña taza y
me la entregó. Se la arrebaté, tragando rápidamente.
—No hay cuerpo. Sin cuerpo, no hay crimen.
Vi rojo.
Tirando la taza a un lado, me abalancé sobre él, tirándolo de espaldas.
Golpeé y golpeé donde pude. No se defendió hasta que lo arañé. Luego
agarró mis muñecas y me volteó sobre mi espalda como si no pesara nada.
Se cernía sobre mí, la sangre de los rasguños que le había hecho en la
mejilla goteaba. Coincidían con la herida en proceso de curación que le
había hecho la noche en que murió Fallon.
—No te enojes conmigo. Yo no hice las reglas, B —dijo con un gruñido,
sujetando mis brazos sobre mi cabeza—. Y deja de atacarme. Estoy de tu
lado.
—Vete a la mierda, Vincent. Estás de tu lado. Estabas de acuerdo con
que Dominic y Levin me mataran…
Golpeó mis brazos contra el suelo cuando hice ademán de levantarme.
Hice una mueca ante el dolor que me recorría y dejé escapar un siseo.
—Aclaremos una cosa. Nunca estuve de acuerdo con que te hiciera
daño. Habría tomado tu lugar de rodillas en ese maldito bosque si hubiera
pensado que eso mejoraría las cosas. Pero no puedo hacer una mierda para
ayudar a Levin si estoy muerto. Es como un hermano para mí. Mi mejor
amigo. Lo mismo con Dom. Protegemos a los nuestros.
Solté una risa amarga. —Supongo que eso me dice cuál es mi lugar, ya
que soy yo quien tenía un arma apuntándome a la cabeza.
Vincent dejó escapar un gruñido de frustración. —Eso no es lo que
quise decir.
—Pero es lo que dijiste —respondí bruscamente—. Ahora suéltame y
déjame ir. No solo eres cómplice de asesinato, ahora también eres un
secuestrador.
—No lo soy, y lo sabes.
Ya tuve suficiente de esto. Mis brazos podrían estar inmovilizados, pero
mi cabeza no. Retrocedí antes de lanzarme hacia adelante y golpear mi
frente contra la bonita cara de Vincent. Dejó escapar una maldición y me
soltó mientras la sangre brotaba de su nariz, salpicándome la cara y la
camiseta blanca que llevaba puesta. Supuse que los imbéciles me habían
desnudado después de que me noquearan. Ser golpeada en la parte
posterior de mi cabeza en lugar de un disparo era la única explicación que
tenía de por qué todavía estaba viva y cautiva, sin mencionar el dolor
abrasador en la parte posterior de mi cráneo.
Levanté mi rodilla y la clavé en su ingle. Dejó escapar un grito mientras
se alejaba de mí, cayendo a un lado. No perdí tiempo en ponerme de pie y
salir corriendo del baño contiguo a la puerta del dormitorio. Sin molestarme
en mirar alrededor, corrí por el pasillo, mis pies descalzos golpeando contra
los pisos de madera pulida. Vestida con nada más que una camiseta blanca
larga y bragas, subí las escaleras de dos en dos. Correría desnuda si tuviera
que hacerlo. Empujé a través de la puerta principal solo para chocar
directamente con Dominic que entraba desde afuera.
La fuerza del impacto me hizo caer de culo con un grito. Mi codo golpeó
el suelo, enviando una onda de choque a través de mi brazo.
Las pesadas botas de Dominic resonaron cuando se acercó. Se detuvo
y se paró sobre mí.
—¿Ibas de salida? —Levantó sus cejas oscuras hacia mí, sus ojos
verdes brillando.
—Quiero irme —dije con voz temblorosa.
—Lo harás, pero no hasta que hayamos terminado. —Se arrodilló a mi
lado y me ofreció su mano.
Lo miré por un momento, sabiendo que mis posibilidades de
supervivencia dependían en gran medida de apaciguarlo, así que puse mi
palma en la suya y dejé que me ayudara a ponerme de pie.
—¿Sería presuntuoso de mi parte suponer que Vincent está herido en
algún lugar de la casa? —Su mirada se deslizó sobre mi rostro y mi camisa
manchada con la sangre de Vincent.
—No serías presuntuoso —le dije, levantando la barbilla para mirarlo
mientras tiraba de mi mano para liberarla.
Una pequeña sonrisa cortó sus labios, sus ojos brillando. Era una
mirada que tendía a desarmarme. Parecía… feliz.
—Mataste a Fallon —acusé.
—¿Lo hice? No recuerdo que haya sido yo quien apretó el gatillo.
—No te cortes en pelos, Dominic. Quiero irme. No me quedaré en un
lugar con los hombres que mataron a mi…
La mano de Dominic salió disparada y me apretó la cara. —No termines
esa frase, abejita. —Había pasado de aparentemente feliz a francamente
aterrador en el lapso de un latido.
Tragué saliva y lo miré fijamente. —Quiero irme.
—Y dije que lo harás, pero primero tenemos algo que hacer.
—¿Y qué es? —exigí amargamente mientras aflojaba su agarre en mi
cara.
Con ternura, pasó sus nudillos por mi mandíbula, una pequeña sonrisa
en su rostro que no llegaba a sus ojos. —Ya lo verás.
Y con esas palabras crípticas, me tomó del brazo y me arrastró de
regreso a la habitación de la que acababa de escapar y me colocó en la cama.
Sus ojos se detuvieron en mí mientras retrocedía.
—No te ataré esta vez. Vuelvo enseguida. No intentes correr. No hay
manera de salir. Estás desperdiciando energía que vas a necesitar más
tarde. Te lo prometo.
Cerró la puerta detrás de él, dejándome sola para revolcarme en el dolor
de mi corazón. El clic de la cerradura se mezcló con mis sollozos.
Capítulo 2
Dominic

—Te ves como la mierda —murmuré, mirando a Vincent, quien se quitó la


bolsa de hielo de la cara mientras entraba a mi habitación en una de mis
muchas casas de seguridad.
Esta era mi favorita: una moderna casa de troncos ubicada en lo
profundo de cientos de acres de bosques en medio de la nada. Podría haber
construido una choza con las necesidades básicas, pero no era ese tipo de
persona.
Me lanzó una mirada agria y me señaló con el dedo.
—Supongo que nuestra pequeña abejita tiene un gran aguijón, ¿eh? —
Me desabroché la camisa y la tiré sobre la cama, sin sentir ni una pizca de
humor.
Estaba tan cansado que me dolía la cabeza. Pasé la noche anterior no
solo preocupándome de una Bianca noqueada en la habitación contigua a
la mía, sino que también tuve que lidiar con mi padre cuando llegó la orden
de matarla. Le dije que estaba lidiando con eso y había llegado a un acuerdo
para mantener con vida a Natalia Vasiliev, citando mi necesidad
desesperada de torturarla, de demostrar mi poder a la Bratva. Tenía mis
manos en un millón de ollas, revolviéndolas todas con la esperanza de poder
cocinar algo en la pequeña ventana de tiempo que me quedaba.
—Tiene un maldito aguijón. Digamos que no esperaba que me pateara
el trasero —gruñó, presionando la compresa fría contra su rostro—. Agarré
la bolsa de hielo de tu pequeño congelador. —Asintió hacia la pequeña
combinación de nevera y congelador en la habitación—. ¿Dónde está? Iba a
ir tras ella, pero decidí que necesitaba hielo más que otra patada en mis
bolas. Como sabía que estabas aquí, pensé que la seguirías.
—En su habitación. Tuve que encerrarla. Afortunadamente, no puede
salir por la ventana. No quería volver a atarla.
—No me extrañaría que pusiera su lámpara a través de la ventana de
todos modos —dijo con un suspiro mientras ajustaba la bolsa en su rostro.
—Puede intentarlo. No sería inesperado. —Cogí una camisa de vestir
planchada de su percha y me la puse.
—No puedo creer que estés haciendo esto.
—Bueno, ya sabes lo que pasará si no lo hago. Estará muerta antes del
atardecer. —Tragué saliva y agarré la corbata de seda negra de su lugar en
el tocador y rápidamente la anudé mientras me miraba en el largo espejo.
Así no era como imaginaba el día de mi boda. Siempre supuse que me
casaría con una perra arreglada por mi padre o con una que buscara mi
dinero. No así. Nunca así.
Pero al menos me importaba Bianca. Tal vez no era el mejor en
mostrárselo, pero era nuevo en todo el asunto de la relación. O lo que sea
que tuviéramos.
Vincent frunció el ceño, permaneciendo en silencio. No necesitaba decir
nada. Sabía cómo se sentía. Estaba molesto porque ella iba a ser mi esposa
con mi apellido. Si sabía algo de mi mejor amigo, es que era un romántico.
Claro, usaba a las mujeres como papel higiénico, pero no era como Levin o
como yo. Donde Levin y yo solo follamos para sentirnos bien, Vincent
buscaba una conexión. Si no la sentía, pasaba a la siguiente opción. Había
encontrado esa conexión con Bianca, y yo era el bastardo que se la quitaba.
—Mi padre solo me ofreció una pequeña ventana de tiempo para
arreglar mi mierda y buscar un plan para ella. Necesito entregarle mi plan
más temprano que tarde. No estoy seguro de cuánto tiempo puedo
mantenerlo alejado. —Hice una pausa, enderezando cuidadosamente los
puños de mi camisa—. Quise decir lo que dije —murmuré, poniéndome la
chaqueta del traje—. Ella sigue siendo tanto tuya como mía. Tiene mi
nombre en el papel, pero nos pertenece a todos.
Vincent gruñó, negándose a mirarme.
Suspirando, me moví y me hundí a su lado en mi cama. Extendí la
mano y tiré de él hacia mí, abrazando a uno de mis mejores amigos.
—Ella sigue siendo nuestra —susurré mientras lo abrazaba—. Te lo
juro.
—¿De verdad crees que tu racha celosa y posesiva permitirá que eso
suceda una vez que su nombre esté junto al tuyo en esa licencia de
matrimonio? —Tragó saliva y me miró.
Apoyé mi frente contra la suya, mis manos a cada lado de su rostro. —
Soy un imbécil. No lo niego, pero si sientes aunque sea la mitad de lo que
yo siento por ella, entonces sería el idiota más grande si te quitara eso,
cuando te lo prometí para empezar. Aprenderé a controlarme. Cuando son
tú y Levin, no es tan malo. Quiero esto. Acepto esto. Te lo prometo, Vin.
Vincent asintió y exhaló. —Nunca rompes una promesa.
—Usualmente —murmuré, pensando en cómo las cosas no salieron de
la manera que había pensado que saldrían en el bosque.
Realmente no había roto mi promesa. Levin no había cumplido, algo
por lo que había orado. Por el amor de Dios, tenía a un sacerdote encerrado
en una habitación de arriba. La mierda se había intensificado con bastante
rapidez.
Dios, o el diablo, escucharon esas súplicas silenciosas. Cualquiera que
sea, le daría las gracias cuando nos encontráramos algún día.
Presioné mis labios en la frente de Vincent y me alejé.
—Te creo —dijo, sus ojos oscuros en mí cuando me puse de pie.
—Bien. —Atrapé mis pantalones de vestir de la percha, me desabroché
los pantalones caqui oscuros y los dejé caer al suelo antes de ponerme los
pantalones planchados. Capté la mirada de Vincent demorándose en mí,
aparentemente perdido en sus pensamientos, así que me aclaré la garganta.
Volvió a mirarme a la cara.
—¿Estás bien?
El asintió. —Sí. Es mucho, hombre. Nos va a odiar. No quiero eso.
—Ella lo entenderá. Es una buena chica. —Me abroché los pantalones
y me puse el cinturón, estudiando mi reflejo en el espejo.
El teléfono de Vincent vibró, atrayendo su atención. —Levin estará aquí
en diez. Tiene a Stella.
Perfecto. Mi plan ya se estaba implementando sin problemas. Resoplé.
En unas pocas horas, sería un hombre casado. Bianca D'Angelou sería mi
esposa. Y luego, pondría a mi bebé dentro de ella, un heredero al trono de
De Santis. Lo gobernaríamos a nuestra manera. Juntos. Como una familia.
Una de verdad, nada de la mierda con la que crecí.
A veces salvar una vida requería hacer una nueva. Estaba dispuesto a
hacer lo que fuera necesario para mantenerla con vida, incluso hacer que
me odiara.
Tal vez me estaba acostumbrando a esta mierda del amor.
Capítulo 3
Levin

—Creo que deberías haberte puesto la camisa blanca —se quejó Stella
mientras íbamos de vuelta a la casa de seguridad en la que Dominic estaba
escondido con Vincent y Bianca.
—Creo que debí haberte atropellado y haberte dejado retorciéndose en
la calle —le respondí, irritado por haber pasado toda la puta mañana con
su trasero quejumbroso.
—Es el día de su boda, imbécil. Lo menos que podías haber hecho era
vestir algo más elegante y del color correcto, incluso si se ve obligada a
hacerlo. —Cruzó los brazos sobre el pecho y miró por el parabrisas.
—El día de su boda es una mierda. ¿Crees que ella estará emocionada
de ver tu trasero allí?
—¿Crees que ella estará emocionada de ver el tuyo? —Me fulminó con
la mirada, con una mueca en sus labios.
—Te diré lo que no le gustaría. A ella no le gustaría que la metieran tras
una mierda de velo sin consentimiento. —Apreté mis manos en el volante—
. Pero le gustará esto. —Al menos, esperaba que lo hiciera. Nunca antes
había elegido un vestido de novia.
Dominic me había enviado, con el encargo de evitar que torturara a
Fallon en el sótano. Se había desmayado alrededor de las cuatro de la
mañana después de que casi lo ahogara en un balde de agua cuando se
negó a decirme nada a menos que lo dejara ver a Bianca. Me enojé y le dije
que ya se estaba pudriendo en un agujero en alguna parte, lo que lo hizo
llorar. Me enfermó, y no de una manera cabreada. En algún lugar en mi
corazón. Sentí su dolor, cuando sollozó su nombre suavemente. Odiaba
admitirlo, pero en la cara de imbécil se notaba que obviamente se
preocupaba por ella. Y eso me molestó. Era un maldito Señor. Me acerqué
a él con un cuchillo de caza antes de que interviniera Dom, sugiriendo que
durmiera un poco y volviera a intentarlo después de la boda para que Fallon
tuviera algo de tiempo para sanar y recuperar el sentido.
Entonces, allí estaba yo, actuando como un organizador de bodas en
un momento crítico de doce horas con una perra que no podía soportar
sentada a mi lado. Como Stella había venido pidiendo ayuda a gritos y Dom
había accedido, parecía que iba a pasar mucho tiempo con nosotros.
Significaba que ella era la única chica que podíamos usar para el siguiente
paso.
Vincent había sugerido a la amiga de Bianca, Aubrey. Pero dado lo
cerca que parecía estar Aubrey de Bianca, no pensábamos que permitiría
que Bianca fuera cautiva y obligada a casarse sin pelear. Y por el amor de
Dios, necesitábamos un descanso de todas las malditas peleas por un
minuto. Los últimos días habían sido una maldita pesadilla.
Bianca había estado fuera durante casi dos días. Fallon solo volvió en
sí cuando le di una patada en las costillas mientras yacía en el suelo en una
habitación secreta e insonorizada en el sótano. Estaba seguro de que todos
los malditos hombres de Ivanov y D’Angelou estaban buscando a Bianca, si
Hail hubiera ido a ellos. Si Stella nos decía la verdad, Hail permanecía
callado sobre todo, pero en silencio nos maldecía a todos mientras buscaba
a Fallon.
—Entonces, ¿me casaré con uno de ustedes ya que también estoy bajo
su protección? —preguntó Stella.
Dirigí mi mirada hacia ella con disgusto. —Joder, no.
Frunció el ceño. —¿Por qué no? Solo puede casarse con uno de ustedes.
Quiero decir, sí, ella consigue a Dominic, y es un gran partido, pero Vincent
y tú no están mal.
El ceño se desvaneció de su rostro cuando se estiró y apoyó su mano
en lo alto de mi muslo.
—¿Recuerdas esa vez durante el baile de graduación del año pasado
cuando me dejaste chuparte la polla detrás del auditorio? Entonces casi
follamos…
Aparté su mano de mi ingle. —Vete a la mierda. Estaba drogado. Me
habría follado un rollo de papel higiénico si hubiera pensado que gritaría
por mí. Además, Ivanov me hizo enojar esa noche más de lo habitual.
Me hizo un puchero. —Entonces, ¿no vas a detenerte y follarme?
—Estoy seguro de que no lo haré —dije con un gruñido, acelerando.
Necesitaba volver a la casa de seguridad para poder liberarme de su trasero.
—Pero estoy cachonda —se quejó, subiéndose la falda.
Apreté los dientes y no dije nada.
Dejó escapar un gemido entrecortado mientras deslizaba los dedos
debajo de sus bragas. Seguí conduciendo mientras ella se toqueteaba.
—Stella, te patearé el trasero. Detente.
—¿Por qué? —gimió suavemente—. ¿Es porque esa gran polla tuya está
llorando por estar en mi coño?
El sonido de sus dedos en su humedad resonó en el interior del coche.
—Mi gran polla va a volver a la casa para follar con Bianca. No contigo.
Nunca. Puedes detener esta mierda porque no está sucediendo.
Soltó una risa y se frotó más rápido, su cabeza cayó hacia atrás contra
el reposacabezas. —Apuesto a que ella me dejaría estar entre sus piernas.
Aplasté los frenos, las llantas chirriaron mientras nos deslizábamos
hasta detenernos. Un gemido final salió de sus labios cuando se corrió sobre
sus dedos. Aparqué el coche de golpe, salí y fui a su lado. Ella me miró con
los ojos redondos mientras abría la puerta y la sacaba.
Envolví mis dedos alrededor de su garganta y la golpeé contra el
costado del auto.
—No eres nadie. ¿Lo entiendes? No te deseo. Vincent no te desea. Dom
no te desea. Seguro que Bianca no te desea. Deja de jugar tus malditos
juegos. Bianca es nuestra chica.
Me miró. —¿Crees que te va a querer después de que se case con uno
de los futuros jefes de la mafia más importantes del país? Aparte de ese
gilipollas de De Luca del que todo el mundo ha estado hablando, Dominic
lo es. ¿Por qué querría a un secuaz cuando puede tener al jefe?
Le fruncí el ceño, mi pecho palpitante. —Vuelve a fastidiarme y te
meteré una bala en la cabeza. No me importa qué arreglo hiciste con Dom.
Te mataré y mearé en tu cadáver. Haz lo que jodidamente te digan.
¿Entiendo? —La solté.
—Sí —murmuró, sollozando.
Rodé los ojos. Dejando que Stella Monroe haga de víctima.
—Métete en el puto coche. Ni una palabra más hasta que lleguemos a
casa de Dom.
Se deslizó hacia atrás en su asiento y se puso el cinturón de seguridad,
con los brazos cruzados sobre el pecho.
Mierda. No puedo esperar para alejarme de ella.
Pero estaría saliendo de un lío a otro porque Vincent dijo que Bianca
estaba despierta y enojada.
Probablemente iba a matarme porque casi la maté.
Y en unas pocas horas, sería la esposa de mi mejor amigo. Nunca la
tendría como Dom. Nunca tendría mi nombre. Nunca sería completamente
mía...
Exhalé mientras volvía al auto y salía a la carretera, apartando mis feos
pensamientos.
Odiaba el dolor en mi pecho.
Si esto era amor, apestaba.
Capítulo 4
Vincent
Stella entró pisando fuerte en la casa, luciendo hosca y enojada. Excelente.
Dos mujeres con actitudes desagradables. Justo lo que necesitaba. No
esperaba que mi bebé B me pateara el trasero de la forma en que lo hizo,
pero no estaba enojado por eso. Probablemente me lo merecía después de
la mierda que pasó en el bosque hace dos días.
Pero, maldita sea.
Estoy bastante seguro de que me rompió la nariz y me magulló la polla.
—¿Cuál es tu problema? —pregunté con cansancio.
—Levin. —Stella lo fulminó con la mirada cuando pasó junto a él con
bolsas de ropa en los brazos.
—Parece que tiene ese efecto en las mujeres —dije.
Hizo caso omiso de mi comentario. —¿Adónde voy con el vestido?
Me encogí de hombros. —No lo sé. Dom dijo que le iba a decir a B. —
Miré mi reloj—. Estamos cortos de tiempo. El Rey del romance quiere
casarse al anochecer en el claro. Le hice un ramo con algunas flores
silvestres que encontré. —Hice un gesto hacia el surtido de flores en la mesa
de la cocina que había atado con un cordel que encontré en un cajón—. El
sacerdote está recluido en una habitación de arriba, rezando.
—No luce tan mal —dijo Stella, mirando las flores e ignorando todo lo
demás que había dicho como si no la desconcertara un poco—. Un poco
fino, pero el ramo podría ser peor.
Me sorprendió su cumplido. O medio cumplido.
—Gracias. No había abundancia de flores con las que trabajar teniendo
en cuenta lo tarde que es la temporada. Hice lo que pude. —Me lamí los
labios con nerviosismo, repentinamente consciente de lo que B pensaría de
ellas. ¿Y si las odiaba?
—No te preocupes —dijo Levin—. Yo compré el vestido. Tampoco sabía
lo que estaba haciendo.
—¿La maquillaré yo o qué? —La mano de Stella aterrizó en su cadera
mientras miraba entre nosotros. Arrugó la nariz—. ¿Qué diablos le pasó a
tu cara?
—B se golpeó la cabeza contra ella —me quejé.
Stella palideció. —No voy a entrar allí para maquillarla si va a ser
violenta. No me inscribí para esta mierda.
—Somos muy violentos —murmuró Levin—. Será mejor que te
acostumbres.
—No voy a entrar sola. De ninguna manera. Ella es un bicho raro de
todos modos…
—Cierra la puta boca —le espeté al mismo tiempo que Levin.
Es bueno ver que él y yo estábamos en la misma longitud de onda.
—¿Que está pasando? —La voz profunda de Dom retumbó mientras
bajaba las escaleras, luciendo jodidamente elegante con su atuendo de
boda.
Su cabello negro azabache estaba peinado hacia atrás, y sus ojos
verdes brillaban a la luz del techo. Sin conocerlo, cualquiera reconocería
que él era todo poder y dominación. Conocerlo solo hacía que esas cosas
fueran una certeza.
Los ojos de Stella se agrandaron.
—Y-yo les estaba diciendo a estos dos… —señaló su dedo con manicura
hacia nosotros—, que no voy a entrar a la habitación de Bianca si está
lastimando a la gente.
—¿Asustada? —Dom levantó una ceja hacia ella mientras bajaba el
último escalón y ajustaba sus gemelos.
Se burló. —Difícilmente. Simplemente no quiero ser destrozada por una
basura de remolque rabiosa.
Dom se movió rápidamente, deteniéndose frente a ella. Ella se tambaleó
hacia atrás, con los ojos muy abiertos y llenos de miedo.
—¿Quién soy? —exigió Dom.
Su mirada se lanzó alrededor, la confusión en su rostro. —¿Dominic?
—¿Dominic quién?
Ella se lamió los labios. —¿De Santis?
—¿Y quién diablos eres tú?
—¿Stella?
Se acercó más. —Esa fue una respuesta de mierda. Eres una don nadie.
Una nada. Considera esta tu única advertencia de mi parte. Insulta a mi
novia otra vez y colgaré tu maldito cadáver de un árbol para que los
animales salvajes puedan comerte. ¿Me entiendes?
—S-sí —tartamudeó, visiblemente tragando.
—Bien. Ahora toma tu mierda para que puedas ayudar a mi chica a
prepararse. Hoy es un día especial para ella. Si lo arruinas, estás muerta.
Es así de simple.
—Si —murmuró Stella, su descaro puesto en un segundo plano.
Observé a Levin, que había visto cómo se desarrollaba la escena sin
una pizca de emoción en su rostro, pero cuando me miró, había algo en las
profundidades azules de sus ojos. Pasó rápidamente a través de ellos antes
de que pudiera controlarlo y educar su expresión.
—¿Dom? ¿El vestido? —dijo Levin, sosteniendo la bolsa en alto.
Dom tragó saliva. —Dame un momento. Yo, eh, necesito hablar con
ella. Asegúrate de que Stella tenga todo lo que necesita para preparar a
Bianca.
Se alisó el traje con mano temblorosa.
—Dom. —Di un paso adelante.
Me miró y, por primera vez, vi miedo en sus ojos. —¿Sí?
—No.
La sorpresa cruzó su rostro. —¿Qué?
Negué con la cabeza. —No hables con ella. Ayudaré a Stella a
prepararla. Encuéntranos allí abajo. Tómate una copa con Levin o algo para
relajarte.
Dom resopló y asintió. —Sí. Sí, eso suena bien.
Agarré la bolsa de ropa de Levin y luego agarré a Stella por el brazo,
arrastrándola hacia las escaleras, su bolsa todavía en la mano.
Dom estaba nervioso. Aterrorizado. Supuse que yo también lo estaría
si estaba dispuesto a casarme con alguien que probablemente me aplastaría
la cabeza en la cara en el momento en que me encontrara al final del pasillo.
A pesar de la certeza de la violencia, Dom era un hombre afortunado. B era
un gran partido.
Aunque todo el asunto era jodido. Había escapado de un matrimonio
arreglado solo para caer directamente en otro. Esperaba que entendiera que
esta era la forma de Dom de salvarla, incluso si esto está rompiendo su
espíritu y probablemente su corazón.
Estaba dispuesto a obligarla a hacer esto, dispuesto a arriesgar su
propia vida, dispuesto a tener un bebé con ella con la esperanza de salvarle
la vida porque Matteo no mataría a su propio nieto. Sabía que Dom
necesitaba un heredero varón para mantener feliz a su padre. El embarazo
de Bianca la mantendría a salvo hasta que se nos ocurriera algo más. ¿Y
quién sabía? Quizás Matteo la recibiría con los brazos abiertos. Lo dudaba,
pero cosas más extrañas habían sucedido.
—¿No le va a decir que se van a casar? ¿No se lo va a proponer? —
preguntó Stella mientras la guiaba escaleras arriba.
—No.
—Sabes, realmente no me agrada mucho Bianca, pero incluso yo tengo
que admitir que eso es jodido. Te das cuenta de que le estás haciendo lo
mismo que Hail iba a hacer, ¿verdad?
—Sí.
—Entonces, ¿por qué hacerlo? —Se soltó de mi agarre y me miró.
—¿Por qué diablos estás tan enojada? No es como si te obligaran a
casarte con él.
Puso los ojos en blanco. —Como si me quejara. Es Dominic De Santis.
Era mi turno de poner los ojos en blanco. —Sí, todos saluden al Rey
Dom.
—Eres un idiota —se quejó—. No sé cómo te estás perdiendo el punto,
pero ya que lo estás, te lo explicaré con detalle. Este es el día de su boda.
Es el día más importante en la vida de una chica. Las chicas planean esto
por años. Sueñan con su vestido. El lugar. El hombre perfecto. La propuesta
romántica. Así que sí, lo está estropeando antes de empezar. Va a odiar esto.
—B ama a Dom. Se lo dijo.
—Eso fue antes de que Levin la golpeara después de apuntarle con un
arma a la cabeza, bajo el mando de Dom.
—Levin necesita mantener la boca cerrada —gruñí.
—Fue un viaje largo en auto y se enojó porque traté de que me follara.
Resoplé. —Levin no te va a follar, Stella. Jamás.
—¿Por qué? —preguntó con un puchero.
—Porque odia a los Señores, y tú has dejado que Hail y los chicos te
lleven por la ciudad desde el primer año. Nunca va a suceder. —Hice una
pausa—. Además, está enamorado de B.
—¿Se lo ha dicho? ¿Se la ha follado siquiera?
—No es asunto tuyo.
Soltó una carcajada. —Es lo que pensaba. Todavía tengo una
oportunidad.
—Inténtalo. Te patearán el culo. Levin no se anda con rodeos. Su
temperamento siempre está hirviendo a fuego lento justo debajo de la
superficie como lo está el de Dom. La única diferencia, es que Dom
generalmente explota de inmediato. Levin lo deja hervir y hervir, si entiendes
lo que quiero decir. Eso es probablemente peor.
Se encogió de hombros. —¿Tú, qué tal?
—No estoy interesado.
—Hemos tenido sexo antes…
—Estaba en aprietos.
—Mm, recuerdo que estabas duro. —Se acercó a mí, y aparté su mano
de un empujón.
—Tampoco pasará. Relájate, perra ninfómana. Solo haz tu trabajo.
Mantente en tu carril. Dom no es el único que colgará tu cadáver.
Se apartó de mí y enderezó la espalda. —No importa. No podrás
soportar ver a Dom con ella. Ya l vendrás. —Fijó una sonrisa de concurso
de belleza en su rostro.
Negué con la cabeza hacia ella. La perra estaba loca. Sin embargo, tenía
que admirar su optimismo.
—Vamos a preparar a B. No digas una mierda sobre la boda. Me
acerqué a la puerta de Bianca y saqué la llave de mi bolsillo.
—¿Así que simplemente vas a empujarla por el pasillo? —Stella soltó
una carcajada, sacudiendo la cabeza con incredulidad—. Todos ustedes son
idiotas. Me alegro de estar aquí para ver esto.
—Cierra la puta boca —gruñí empujando la puerta para abrirla solo
para recibir un golpe en la cabeza con una lámpara.
Mi visión se oscureció cuando me tambaleé hacia atrás. Stella dejó
escapar un chillido y se hizo a un lado cuando B también le dio un golpe.
Esta era la tercera vez que me atacaba en un día. No habría una maldita
cuarta vez.
Capítulo 5
Bianca

Vincent se abalanzó sobre mí, tambaleándose por el golpe en la cabeza.


Levanté la lámpara de nuevo, balanceándola, desesperada por largarme de
aquí. Cuando vi a Stella acechando detrás de él, mi furia aumentó.
La lámpara volvió a bajar, esta vez alcanzándolo en el brazo. Dejó
escapar un gruñido y me abordó, tirándome al suelo. Su mano acunó mi
cabeza mientras bajábamos, evitando que me golpeara contra el suelo duro.
La lámpara cayó fuera de mi alcance, mientras Vincent me sujetaba.
—Detente, B. No lo hagas.
Intenté golpearlo en la cara nuevamente con mi cabeza, pero
aparentemente, aprendía rápido y apoyó su antebrazo en mi garganta para
detenerme.
—Detente —gruñó de nuevo—. ¿Qué estás haciendo?
—¿No es obvio? —Suelto—. Estoy tratando de alejarme de una casa
llena de asesinos y perras.
Dejó escapar un suspiro, su aliento rozando mi rostro.
—Bebé B, nadie está aquí para lastimarte.
—Díselo a Fallon.
—¿Qué le pasó a Fallon? —Stella se asomó por la puerta—. Hail lo está
buscando. Ha estado desaparecido durante un par de días.
—Está jodidamente muerto —gruñí, mi corazón rompiéndose de nuevo
por tantas razones diferentes—. Lo mataron.
Los ojos de Stella se agrandaron. Odiaba a la perra, pero en ese
momento, no me gustaría nada más que volviera corriendo hacia Hail y le
informara que los Reyes mataron a uno de sus hombres. Si querían su
preciosa guerra, sin duda la obtendrían con la muerte de Fallon. Era el hijo
de un ejecutor. Era un Señor. Estaba segura de que Mikhail Ivanov no
dejaría su muerte sin castigo.
—¿Tú-tú mataste a Fallon? Levin dijo...
—Cierra la puta boca, Stella. No maté a nadie —dijo Vincent,
mirándome fijamente.
—Entonces, ¿dónde está? —exigí, mi voz quebrada—. Vi a Levin
dispararle. ¡Dos veces!
Vincent cerró los ojos por un momento antes de abrirlos. —B, Fallon te
iba a traicionar. Deja el tema en paz.
—Tú déjame en paz. Voy contárselo a todos como un maldito loro una
vez que me vaya de aquí. Vas a tener que matarme para mantenerme
callada. ¡Tendrás que golpearme! —La histeria se apoderó de mí mientras
gritaba tan fuerte como podía debajo de él.
—¡Detente! ¡Detente, joder! —Vincent puso su mano sobre mi boca, sus
ojos oscuros brillando—. ¿Qué diablos? Relájate.
Mi pecho se agitó mientras trataba de respirar por la nariz, las lágrimas
picaban en mis ojos. El rostro magullado de Vincent se transformó en una
expresión de tristeza.
—No llores —susurró—. Te juro que todo va a estar bien. Por favor, B.
—Se inclinó, descansando su frente contra la mía, pero sacudí mi cabeza
hacia un lado y terminó acariciando mi cuello.
—Joder, odio cuando eres así. Sé que estás sufriendo. Pero no durará
para siempre, ¿de acuerdo? Vamos. Por favor. Quise decir lo que dije en el
bosque.
Mi cuerpo tembló al recordar sus palabras. Te amo. Se había aferrado
a mí con tanta fuerza, sus lágrimas se mezclaron con las mías antes de
recuperarse para abandonarme.
Porque jodidamente me abandonó.
—Te odio —me atraganté, mi corazón dolía—. Te odio tanto.
Se puso rígido contra mí, en silencio, y luego asintió.
—Lo sé, y lo acepto. Pero voy a luchar por ti, B. Eres mía. Nuestra. Eso
nunca va a cambiar, no importa cuánto grites que me odias a mí o a ellos.
Te conozco. Joder, conozco tu corazón. Enterrado debajo de tu odio está el
dolor. Lo sé porque yo también lo siento. —Su voz tembló—. Juntos. Lo
superaremos juntos.
Apreté los dientes, odiando la angustia de la que hablaba. Lo deseaba
tanto que dolía, pero también quería darle un puñetazo en la cara porque
Fallon se había ido.
Fallon. Solo pensar en su nombre hacía que las heridas de mi corazón
sangraran de nuevo.
—Vamos, bebé. No hagas esto. Necesito que seas feliz hoy. Por favor,
no llores. Te prometo que nos iremos de aquí. Volveremos a Bolten. Las
cosas van a mejorar. Danos la oportunidad de explicar las cosas. ¿De
acuerdo? ¿Puedes hacer eso por mí? ¿Danos el beneficio de la duda?
Negué con la cabeza. No le iba a dar una mierda a nadie.
—B…
Pero nunca escaparía si sigo luchando. Necesitaba que bajaran la
guardia. Una vez que lo hicieran, iría corriendo hacia el fin del mundo y me
escondería.
—¿Lo prometes?
Asintió. —Sí. Sólo levántate y sé una buena chica. Stella te ayudará a
prepararte para esta noche.
—Odio a Stella.
Soltó una risa, la acción no llegaba a sus ojos. —Yo también.
—Estoy aquí, idiotas —dijo Stella, burlándose de nosotros mientras
entraba en la habitación.
—Ojalá no lo estuvieras —dijo Vincent con un suspiro.
No tenía idea de por qué estaba aquí. Probablemente era más de su
mierda secreta. Dios sabía que Dom y Vincent pasaban suficiente tiempo
reuniéndose con ella antes de que todo esto pasara. Probablemente Levin
estaba diciendo la verdad acerca de que Dom y Vincent se turnaron con ella
en el baño de hombres en el baile de bienvenida.
Recordar eso solo hizo hervir mi ira.
Aguarda, Bianca. Relájate. Calma. Deja que se relajen.
—Quiero levantarme.
Vincent me estudió por un momento antes de quitarme el peso de
encima y ponerse de pie. Extendió su mano hacia mí y la tomé,
permitiéndole tomarme entre sus brazos. Mi corazón dio un vuelco mientras
miraba sus ojos oscuros. Su frente sangraba de nuevo a lo largo de la línea
del cabello donde lo había golpeado con la lámpara. Si hubiera sido en otro
momento, habría besado sus heridas y las habría atendido por él. Ahora,
me contuve, odiando la guerra que se libraba dentro de mí. Él era parte de
la razón por la que Fallon se fue. Demonios, incluso nos disparó.
—Vamos a darte una ducha. —Tomó mi mano y me llevó al baño.
Volviéndose hacia Stella, dijo—: Prepara todo. Volveremos en seguida.
Prácticamente pude escuchar sus ojos rodar mientras dejaba escapar
un suspiro exagerado. Vincent la ignoró y cerró la puerta del baño. La
habitación de repente se sintió demasiado pequeña cuando lo miré.
Sin decir palabra, extendió la mano y rozó sus dedos debajo de mi
camisa mientras intentaba levantarla.
—Pensé que te había perdido —murmuró—. Me destrozó.
Tragué. Dejé que me quitara la camisa. Inmediatamente, envolví mis
brazos protectoramente alrededor de mí, cubriendo mis senos para que no
pudiera mirarme. Parecía herido por el movimiento, sus cejas se juntaron
en su frente.
—Lloré —susurró, agachándose para quitarme las bragas—, cuando
pensé que te había perdido.
—Por favor —supliqué en voz baja, deteniéndolo.
—¿Qué sucede?
—¿Puedes darte la vuelta? No quiero que me veas.
Me estudió por un momento, luciendo cabizbajo. Finalmente, asintió.
Girando, me dio la espalda y soltó una risa al agua antes de mirar hacia la
ventana.
Apresuradamente, me bajé las bragas, me metí y cerré la puerta de la
ducha, dejando que el vidrio esmerilado me ocultara de sus ojos.
—Sabes que puedo verte desnuda cuando quiera, ¿verdad?
Lo ignoré y comencé a lavarme el cabello con el shampoo dentro del
cubículo. Mi champú favorito. No era una coincidencia.
—Todo lo que tengo que hacer es cerrar los ojos. ¿Ves? Estás desnuda
ahora mismo en mi cabeza. Estás de rodillas. Estás gimiendo por mí,
tomando mi polla…
—Detente —le espeté.
Dejó escapar un profundo suspiro y se quedó en silencio.
Rápidamente me lavé el cabello y el cuerpo. Luego me quedé allí,
dejando que el agua me azotara, mezclándose con mis lágrimas. Un suave
sollozo escapó mientras me cubría la cara, enojada y rota porque todo
estaba tan jodido ahora. Debería haberme escapado la primera noche que
estuve con Fallon. Ambos podríamos haber escapado.
O no.
Podría haberme entregado al padre de Dominic en su lugar. O peor.
Pero me gustaba pensar que Fallon no era ese tipo. Tenía que aferrarme
a esa esperanza o quedarme rota para siempre. Fallon era bueno. Era tan
bueno. Solo quería salvar a su hermana. Hubiera hecho cualquier cosa para
salvar a alguien a quien amaba, incluso morir por la oportunidad. Solo
necesitaba buenos recuerdos de él, así que me concentré en ellos, mientras
alejaba todo pensamiento de su traición. Sin embargo, seguía volviendo.
Comiéndome. Desgarrándome. Devorando todo lo que era.
Tal vez realmente estoy en el infierno.
Había estado tan perdida en mis pensamientos que no había oído
abrirse la puerta de la ducha, pero sentí un cálido cuerpo desnudo detrás
del mío. Fuertes brazos me rodearon mientras lloraba.
—No sé qué hacer —susurró Vincent—. ¿Qué puedo hacer para que
todo mejore?
—Termina tu trabajo —me las arreglé para decir, casi ahogándome—.
Mátame para que deje de sufrir. Así dejaré de pensar.
—Realmente amabas a Fallon, ¿eh? —La tristeza en la voz de Vincent
hizo que cayeran más lágrimas.
—Como amaba a los Reyes.
Vincent me giró en sus brazos y me miró debajo del chorro de la ducha.
—No amabas. Amas. Todavía nos amas. Solo duele ahora. Te prometo
que el dolor eventualmente desaparecerá. Fallon iba a llevarte a una
pesadilla inimaginable, B. No era un buen tipo…
—¡Lo era! —Golpeé con mis manos el duro y húmedo pecho de
Vincent—. ¡No lo conocías! ¡Nunca lo conociste!
—Tú tampoco —dijo Vincent en voz baja, dejándome abofetearlo y
golpearlo. Ni siquiera se inmutó. Simplemente se quedó allí tomándolo.
Estaba en lo correcto. No conocía a Fallon tan bien como me hubiera
gustado, pero amaba lo que sabía, y eso importaba.
Me desplomé contra Vincent, sin aliento y con lágrimas todavía
corriendo por mis mejillas. Nos acomodó en el piso de baldosas y me abrazó
mientras sollozaba, sus dedos acariciando mi cabello mientras soltaba mis
lágrimas.
Permaneció en silencio. Cuando el agua finalmente se enfrío, me soltó
y se puso de pie, agarrando una toalla para envolver alrededor de su cintura.
Agarró una para mí también, me cubrió y me acurrucó contra él en cuestión
de momentos, sus labios colocando suaves besos en mi cara y hombros de
vez en cuando.
—Te traeré algo para que te pongas —murmuró en mi oído antes de
dejarme en el baño para mirarme en el espejo empañado.
Limpié la condensación y observé mi rostro triste. Mis ojos azules no
tenían brillo y estaban inyectados en sangre e hinchados por el llanto. Mis
labios estaban rígidos, como si hubieran perdido la voluntad de sonreír.
Esta no era la chica que yo era. O al menos no lo había sido así antes.
Temía no volver a encontrarla entre las ruinas de lo que los Reyes
habían destruido.
Capítulo 6
Bianca

—No quiero que me toque. —Miré a Stella mientras estaba de pie


sosteniendo un secador de pelo en mi habitación. Ya me había puesto la
ropa interior de seda y las medias mientras ella esperaba fuera de la puerta.
—B, necesita prepararte…
—¿Para qué? —Interrumpí—. No necesito estar preparada para nada
si voy a escapar.
Vincent dejó escapar una risa suave. —Nunca escaparás. Es una
tontería siquiera pensar así. Te encontraríamos. Soy excepcionalmente
bueno para localizar lo que quiero. Y Dom también jodidamente fantástico
en ello. Y Levin...
—Lo entiendo —me quejé—. Son los dioses de las escondidas. Aun así,
no quiero que me toque.
—Por favor, como si yo quisiera —dijo Stella con los ojos en blanco—.
Preferiría estar haciendo cualquier otra cosa.
—Como follar con Hail, maldita traidora. No puedo creer que Dominic
confíe en ti.
—Dom y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo —respondió—.
Tenemos historia…
—Solo seca su cabello, Stella. Vamos a llegar tarde, y Dom odia esa
mierda. —Se volvió hacia mí—B, déjala hacer lo que tiene que hacer. Si lo
hace, estarás mucho más cerca de obtener las respuestas que deseas y tal
vez un poco de libertad.
Lo estudié en el reflejo del espejo antes de gruñir: —De acuerdo.
Stella se puso manos a la obra, secó y peinó mi cabello. Estaba segura
de que estaba tirando demasiado fuerte con su cepillo a propósito. Cuando
me quemó con el rizador en el último rizo, me lancé de la silla y giré hacia
ella. Ella dio un paso atrás, con los ojos muy abiertos.
—Fue un total accidente. Si te acercas más, te quemaré de nuevo. —
Sostuvo el rizador como una espada caliente.
—Haré que te la metan en la garganta antes de que lo hagas —le
respondí, ansiosa por intentarlo porque me cabreaba mucho.
Ni siquiera necesitaba decir nada. Su sola presencia era suficiente para
ponerme en marcha.
—Cálmense. Ustedes dos. —Vincent se interpuso entre nosotros—. B,
déjala que te maquille…
—Puedo hacerlo sola. —Me dejé caer en mi asiento, agarré el maquillaje
de lujo y comencé a frotarme la crema hidratante en la cara antes de
aplicarme la pre base.
Vincent observó desde detrás de mí por un momento, sus ojos oscuros
captando cada movimiento que hacía.
—Stella, vete —dijo finalmente mientras me colocaba la base.
No tenía ni idea de lo que estábamos haciendo, pero me vestiría como
un payaso si eso significara que podría largarme de allí antes.
Stella no necesitaba que se lo dijeran dos veces. Salió corriendo de la
habitación, gritando el nombre de Levin.
Perra.
Terminé mi maquillaje de ojos con un delineador de alas negras,
Vincent nunca apartó los ojos de mí. Las mariposas aleteaban salvajemente
en mis tripas, pero no me atrevía a dejarlas volar. No podía. Se sentía como
una traición a toda mi maldita confusión. Les arrancaría las malditas alas
si tenía que hacerlo. Necesitaba tiempo para pensar, y necesitaba largarme
de allí y correr como Fallon me había dicho que hiciera.
—Toma —dijo Vincent en voz baja, abriendo la cremallera de la bolsa
de ropa que estaba sobre la cama y sacando un hermoso vestido negro de
volantes y encaje.
—¿Qué es eso? —Pregunté, mi voz temblaba cuando me puse de pie.
Esperaba algo rojo. Definitivamente no algo que pareciera que estaba a
punto de casarme con Drácula. Aunque el vestido era hermoso. El velo que
lo acompañaba era negro y adornado con cuentas.
—Tu vestido. Póntelo.
Retrocedí. —No. Dime qué está pasando.
—Por favor, vístete. Póntelo y te diré lo que quieras saber.
Negué con la cabeza. —Parece un vestido de novia, solo que en negro.
—B, por favor. Sé una buena chica para mí y haz lo que te diga, ¿de
acuerdo? Realmente no quiero tener que llamar por ayuda para que te
vistan.
—¿Dónde está Dominic? ¿Levin?
—Abajo, esperando.
—¿Con cuál?
—¿Importa? —preguntó suavemente, confirmando mis sospechas sin
admitirlo.
—Sí. Levin mató a Fallon. Dominic me está reteniendo aquí. Tú…
—No soy yo, B. No tuve la suficiente suerte —susurró mientras una
sonrisa triste inclinaba sus labios hacia arriba—. Te prometo que puedes
caminar por el pasillo y golpear al bastardo con suerte en la cara si quieres.
Podrías hacer que todo esto sea más fácil para algunos de nosotros al
menos.
—No me voy a casar —siseé, con la espalda contra la pared mientras
sacudía la cabeza—. De ninguna manera. Vine a los Reyes para escapar de
un matrimonio arreglado. No puedo…
—Bianca —dijo Vincent con severidad, deteniendo mi casi ataque de
pánico con el uso de mi nombre de pila—. Vas a hacer esto. No hay salida.
No habrá negociación. Esto, somos nosotros manteniéndote a salvo como
prometimos.
—¡Levin me puso una pistola en la cabeza! ¡Dominic le ordenó que me
matara! Luego Levin me noqueó. La parte de atrás de mi cabeza todavía me
duele como un hijo de puta, ¿y crees que voy a aceptar felizmente esta
mierda? —Mi pánico desapareció solo para ser reemplazado por pura furia—
. No. De ninguna manera. No lo haré. Pueden bésame el trasero.
Me apresuré a salir de la habitación, pero Vincent me agarró del brazo
y me detuvo. Traté de separarme de él, pero apretó su agarre y me apoyó
contra la puerta cerrada, su cuerpo presionado contra el mío.
—A mí tampoco me gusta, pero esto es lo que se necesita para
mantenerte con vida. ¿Quieres encontrar a tu papá? Tendrás más
posibilidades con el apellido De Santis que como una D’Angelou, confía en
mí. ¿Quieres vengarte de todos los cabrones que te han hecho daño? Como
De Santis puedes conseguirlo. Confía en mí, B, esta es la manera de tener
todo lo que siempre has querido.
—¿Qué hay del amor? ¿Y tú? —Las palabras se escaparon antes de que
pudiera detenerlas.
Su expresión se suavizó y aflojó su agarre. —Todavía me tendrás.
Siempre me tendrás.
—No si estoy casada con Dominic.
Tragó saliva, sus ojos oscuros recorriendo mi rostro. —Sí. Incluso si
estás casada con Dom, me perteneces a mí, a Levin. Un pedazo de papel no
cambiará eso. No lo dejaré.
—¿Qué pasa si no quiero esto? —Susurré—. M-mi papá no está aquí
para acompañarme por el pasillo.
Apoyó su frente contra la mía y exhaló. —Lo siento, bebé. Todos
hacemos sacrificios por los que amamos. Este será solo uno de los tuyos.
Tragué saliva, odiando todo sobre esto. Debería estar planeando a qué
universidad asistiría, pensando en mi carrera y en las fiestas, sin
preocuparme por convertirme en la esposa de un príncipe de la mafia y
seguir con vida mientras estoy de luto por la pérdida de alguien a quien
amaba. Alguien que había planeado traicionarme.
Para salvar a su hermana. Habría vuelto por mí. ¿De acuerdo?
Esto era una mierda.
—Por favor, ¿puedes ser una buena chica por una noche y hacer esto?
—Vincent murmuró, acunando mi rostro—. No quiero que te pase nada. Me
rompió el jodido corazón la primera vez que pensé… —su voz se apagó—.
No puedo hacer eso de nuevo. Así que, por favor, si alguna vez te importé
una mierda, haz esto. Mantente viva por mí.
Exhalé. —Bien.
Para ganar, para sobrevivir, para convertirme en su reina de mierda,
me sometería.
Pero solo por una noche.
Y entonces, soltaría todo i infierno sobre ellos.
Capítulo 7
Dominic

Me mecía de un lado a otro sobre mis talones en el claro, vestido con un


traje hecho a medida completamente negro, el latido de mi corazón
retumbando en mis oídos. Levin estaba a mi lado con su traje mientras el
sacerdote temblaba a mi otro lado. Necesitaba al viejo hijo de puta para
pasar esta boda sin que tuviera un ataque al corazón. Por la forma en que
temblaba y jadeaba, no me sorprendería que cayera muerto a mis pies, y no
porque le disparé en el trasero.
Le había dado a Stella la tarea de crear un pasillo con velas y pétalos
de rosa para que Bianca caminara, mi triste intento de hacer que esto fuera
especial para ella. Confié en que Levin le compró un vestido deslumbrante
porque sabía que se molestaría si tenía que usar mi camiseta blanca el día
de su boda en lugar de algo con lo que se sentía hermosa.
Iba a odiarme después de esto. Lo sabía, por mucho. Demonios,
probablemente ahora ya me odiaba, pero me prometí a mí mismo que
intentaría arreglar esta mierda y compensarla. No sabía cómo, pero era
bueno inventando cosas sobre la marcha. Con suerte, esta vez no sería
diferente.
Stella se movió para sentarse en el tocón de un árbol, con los brazos
cruzados.
—Ve y asegúrate de que Bianca no necesite nada —le dije.
—Me amenazó con ahogarme con un rizador caliente. No voy a volver
allí.
Reprimí una sonrisa. Por supuesto que lo hizo. Así debe ser mi reina. —
Vamos. Si te dice que no, te quedarás adentro y esperarás nuestro regreso.
No quiero que estés aquí incomodándola.
Stella se levantó y me miró con amargura, pero abandonó el claro.
—¿Dónde está? —Pregunté en voz baja, mirando el camino que cortaba
desde la casa de seguridad hasta el claro.
—Probablemente destripando a Vincent —dijo Levin con un gruñido.
Probablemente. Había visto lo jodido que estaba su rostro por su frente
chocando contra él. Mi abejita tenía una picadura malvada. Eso sólo me
hizo quererla más. Supuse que eso decía algo sobre lo jodido y retorcido que
era.
Esperamos en silencio por unos momentos más antes de que el
movimiento en el camino llamara mi atención. Observé, con las entrañas
retorcidas y el corazón latiendo con fuerza, mientras Vincent emergía con
su traje y Bianca del brazo, una visión completamente negra.
Un velo negro cubría su rostro, por lo que no podía ver sus rasgos, pero
su vestido abrazaba su cuerpo en todos los lugares correctos antes de caer
en cascada en un rastro de medianoche detrás de ella.
—Hermosa —exhalé, sin darme cuenta de que había hablado hasta que
Levin gruñó detrás de mí. Tendría que agradecerle más tarde por elegir un
vestido tan perfecto para mi abejita.
Se sintió como una eternidad antes de que finalmente nos alcanzaran.
Miré a Vincent por un momento y noté el dolor que se escondía dentro de
los charcos oscuros. Quise decir lo que dije sobre no apartarla de ellos. No
lo haría. Al menos no completamente. Ella me pertenecía hasta que yo
considerara lo contrario y la dejara libre para ellos.
Incliné mi cabeza hacia él mientras colocaba su palma en la mía y
retrocedía, sacando su teléfono para tomarnos fotos.
Sus dedos en los míos no estaban agarrando con tanta fuerza como
esperaba, así que le di un apretón suave y nos giré para mirar al sacerdote.
Me dio una sonrisa temblorosa antes de aclararse la garganta. —Q-
querido amado… —comenzó.
La mano de Bianca temblaba en la mía, su pecho palpitante. Nunca
había querido abrazar a alguien tanto en mi vida como en ese momento.
Tenía que odiarme, pero había una pequeña parte de mí que rezaba para
que me amara y aún me quisiera.
Desconecté el sonido de las oraciones del sacerdote mientras agarraba
su mano con fuerza, mi mente en las posibilidades de lo que significaba
estar casado. Las responsabilidades que tendría con mi esposa.
No había comenzado el año en Bolten imaginando que me casaría antes
de Navidad, pero aquí estaba, obligando a la hija de mi enemigo a casarse
conmigo en medio de la nada. Y realmente queriendo que ella sea mi esposa.
—Repite conmigo —dijo el sacerdote, su voz aún temblaba—. Yo,
Bianca Elizabeth D’Angelou, te tomo, Dominic Matteo De Santis, como mi
legítimo esposo…
Miré la sábana de tul negro frente a mí, conteniendo la respiración.
Ella permaneció en silencio.
El sacerdote se inquietó.
La abracé con más fuerza. —Abejita —insté en voz baja y peligrosa.
Ya sea que ella dijera las palabras o no, esto estaba sucediendo. Pero
maldición, realmente quería que ella dijera las palabras.
Hubo un latido de silencio antes de que hablara, su voz suave: —Yo,
Bianca Elizabeth Walker, te tomo, Dominic Matteo De Santis como mi
legítimo esposo...
Exhalé, sus dos manos en las mías, mientras continuaba
pronunciando sus votos en voz baja en el aire de la noche, su voz temblando
ligeramente con cada sílaba.
Levin le entregó mi anillo de bodas de plata. Lo empujó en mi dedo
anular sin decir palabra y quizás con demasiada brusquedad, pero ya
estaba hecho.
El sacerdote nos dio una sonrisa tambaleante de aliento antes de
instruirme para que repitiera mis votos.
Lo hice, mi voz baja y uniforme. Cuando llegué al final, decidí agregar
algo más: —Juro mantenerte a salvo, Bianca. Te dije que nunca rompo una
promesa. Nada ha cambiado en ese sentido. En todo caso, mi compromiso
contigo ha crecido. Lo siento si no es así como querías que fueran las cosas,
pero esto no es un juego para mí. No tomo estos votos a la ligera. Te
pertenezco tanto como tú me perteneces a mí. —Deslicé el diamante que
había recogido ese mismo día en su delgado dedo—. Siempre.
Levin se aclaró la garganta y se miró los pies mientras Vincent tomaba
más fotos con su teléfono. No podía ver la cara de Bianca a través del velo,
así que esperé, con la esperanza de que una vez que se levantara, ella diría
que le importaba, aunque sea un poco, mi mierda y mis esfuerzos.
—Ahora los declaro marido y mujer. D-Dominic, puedes besar a la
novia.
Suavemente, estiré la mano y le quité el velo de la cara, mirando su
belleza. Sus ondas rubias azotaban a su alrededor con la suave brisa, sus
labios rojos y carnosos se abrieron. Sus ojos azules brillaban bajo el sol
poniente. Ella era la cosa más impresionante que jamás había visto.
Y era mía.
Me incliné y presioné mis labios contra los de ella, instándola a que me
dejara saborearla mientras la acercaba más a mí. Justo cuando pensé que
no me devolvería el beso, sus labios se movieron ligeramente debajo de los
míos, haciéndome derretir contra ella de una manera que nunca antes
había hecho con nadie más.
De repente, ella rompió el beso. Su mano se levantó y me golpeó en la
mejilla con tanta fuerza que me zumbaron los oídos. Le devolví la mirada,
sorprendido, mientras todo a nuestro alrededor se quedó en silencio.
—Hijo de puta —me gruñó antes de levantar el puño.
Lo atrapé antes de que diera en el blanco cuando ella levantó la otra
mano para golpearme en la parte superior de la cabeza repetidamente con
el ramo de flores silvestres que hizo Vincent. Los pétalos volaron con la
ferocidad de su ataque.
Trató de patearme, pero afortunadamente, su vestido estaba
demasiado ajustado para levantar su pierna más que una pequeña fracción.
Un gruñido salió de sus labios mientras luchaba contra mí. Los dos
estábamos jadeando cuando Levin la sujetó contra su frente, de espaldas a
él.
Ella me miró, su cabello ahora era un desastre. Levin tenía sus brazos
sujetos a la espalda.
Me acerqué lo suficiente para tocar su labio inferior. —No podías
comportarte, ¿verdad, esposa?
—Supongo que tu tipo de enseñanza de lecciones no funciona conmigo
—dijo furiosa, con el pecho agitado.
Pasé mis dedos por su rostro antes de pasarlos por la parte superior de
sus senos cremosos.
—Bueno. Me gustas así, abejita. —Miré a Levin—. Suéltala.
La soltó inmediatamente.
Me incliné, decidiendo que sería divertido jugar un pequeño juego con
ella. —Voy a darme la vuelta y contar hasta diez. Quiero que corras tan lejos
y tan rápido como puedas. Quiero que trates de escapar de mí. Quiero que
llores pidiendo ayuda. Quiero que te ensucies mientras luchas por la noche.
No dejes que te atrape porque si lo hago, nunca más te irás. —Rocé mis
labios contra la concha de su oreja, disfrutando la forma en que su cuerpo
temblaba por mí.
Le susurré una última palabra al oído: —Corre.
Capítulo 8
Bianca
Mi pecho ardía mientras corría lo más rápido que podía mientras usaba el
vestido de novia negro a través del espeso bosque, mi cabello era un desastre
salvaje y enredado a mi alrededor. Seguí echando miradas rápidas sobre mi
hombro para ver si Dominic y los chicos me perseguían.
En cuanto a las tradiciones de la boda, no era fanática de esta. La
oportunidad de escapar de mi esposo asesino parecía un truco, pero haría
lo mejor que pudiera.
Tropecé con un tronco caído y caí de rodillas, sin aliento. Me tomó un
momento luchar para levantarme con el pesado vestido, pero estaba de pie,
moviéndome de nuevo en segundos, con el dobladillo levantado para poder
correr. Pateé mis tacones en el segundo que Dominic me dio la espalda.
Vincent y Levin me habían dado varias miradas de preocupación
cuando dudé en huir, pero a la mierda. Era una luchadora, así que si
Dominic quería pelear, le daría una gran ronda.
Una ramita me golpeó en la cara y me quemó la mejilla. Dominic me
había dado esa ventaja, pero no estaba tan segura de poder dejarlo atrás,
considerando que ni siquiera sabía dónde estábamos. Había tenido suerte
hasta ahora y tenía que estar unos buenos diez minutos en mi viaje a través
de la oscuridad.
Me dolía el pecho por el esfuerzo, así que me detuve, tragando aire
mientras me apoyaba contra el gran tronco de un árbol.
Algo en la maleza se partió, haciendo que mi corazón latiera más fuerte.
¿Podría un oso sacarme de aquí? ¿Un lobo? Cristo, ¿y si el maldito Pie Grande
me atrapa?
Me apreté más fuerte contra el tronco del árbol, mi respiración fuerte.
Rápidamente me tapé la boca para amortiguar el sonido y miré alrededor
del tronco, tratando de ver. Otra ramita se partió. Me tragué un gemido y
dejé caer mi mano, instándome a mirar más lejos. Me empujé del árbol lo
suficiente como para mirar bien alrededor mientras me inclinaba,
escuchando cómo las hojas susurraban con la brisa.
Empecé a regresar a mi escondite, pero no llegué tan lejos. Una cálida
mano me tapó la boca, silenciando mi grito antes de que pudiera comenzar
mientras pateaba y corcoveaba contra el duro cuerpo.
Dominic me dio la vuelta y me presionó contra el tronco del árbol, sin
chaqueta ni corbata.
—Eres rápida, abejita, pero no lo suficientemente rápida —dijo en su
gruñido bajo y acentuado.
Lo miré fijamente, mi pecho palpitante.
Ladeó la cabeza hacia mí, una pequeña y malvada sonrisa inclinó sus
labios hacia arriba. —Eres tan bella.
No era lo que esperaba que dijera. Su mano cayó de mi boca.
Me tensé cuando él se inclinó y presionó un tierno beso en la comisura
de mi boca antes de que arrastrara sus labios por mi mandíbula hasta mi
cuello.
Con su otra mano en mi cabello, me dio un suave tirón para inclinar
mi cuello hacia él. Jadeé mientras mordisqueaba la piel sensible, sus dedos
moviendo el tirante de mi vestido a un lado para poder besar mi clavícula.
—Dominic…
—Shh —dijo en voz baja, rozando sus labios a lo largo de mi cuello de
nuevo.
—Por favor —susurré—. Para.
—Eres mi esposa, y es nuestra noche de bodas. —Volvió a besar la
comisura de mis labios mientras apretaba suavemente mi pecho.
—No soy tu esposa. Solo me secuestraste.
—No, mia regina1 —murmuró, depositando un beso en mis labios y
haciendo que mariposas revolotearan en mis entrañas ante su término
cariñoso—. Eres más que eso.
—Intentaste que me mataran.
—Lo siento.
Solté una risa amarga. —¿Lo sientes? Dominic...
—Shh.
—No.
Empujé contra él, y retrocedió, sus ojos verdes me absorbían. Su
cabello era un desastre azotado por el viento. Mi corazón dio un vuelco
mientras lo miraba, pero estaba enojada, y dejando de lado la buena
apariencia, era un monstruo.

1 Mi reina.
—Mataste a Fallon.
—No lo hice —dijo en voz baja.
—Tú lo ordenaste —repliqué, sabiendo que iba a argumentar que Levin
fue quien apretó el gatillo.
—Estaba enfadado.
Me burlé. —¿Entonces tu respuesta es matar gente? Gente que amo…
En el momento en que las palabras salieron de mi boca, me empujó
contra el árbol, sus ojos se oscurecieron.
—Tú no lo amabas —gruñó.
—Lo hice —me atraganté mientras lo miraba—. Al igual que te amaba.
Su labio se contrajo y tembló. —Todavía me amas, y lo sabes, abejita.
Las chicas buenas no dicen mentiras. En cuanto a Fallon, era un Señor.
—Era una buena persona.
—Te iba a entregar al infierno.
—Habría vuelto por mí. Y confiaba en que si fallaba, vendrías por mí.
—Al menos ese era el argumento que seguía teniendo en mi cabeza.
—No. —Dominic negó con la cabeza hacia mí—. Era un pedazo de
mierda que fue enviado para matarte.
—Tu ibas a matarme —le respondí—. ¿Cómo te hace eso mejor que él?
Al menos él iba a darme la oportunidad de pelear.
La mano de Dominic salió disparada y se envolvió alrededor de mi
garganta. Arañé su agarre mientras restringía mi flujo de aire.
—La cagué, abejita. ¿Qué quieres de mí, eh? ¿Una puta disculpa por
escrito? Lamento haber tenido que pasar por matarte. Y estoy tan
agradecido de que Levin conociera mi puto corazón y no cumpliera mi orden.
Estaría devastado.
Una lágrima se deslizó por mi mejilla ante sus palabras. Aflojó su
agarre.
—Pero no voy a disculparme por nada más. No lamento que seas mía.
No lamento haber negociado por tu coño. Y no lamento que mi apellido sea
el tuyo. Nunca me arrepentiré de querer lo que quiero. —Me soltó por
completo, y me desplomé hasta el suelo, tragando aire.
—Joder —gruñó, tirando de su cabello antes de mirar el cielo nocturno
a través de las copas de los árboles—. Joder.
Se abalanzó y me levantó en sus brazos, acunándome contra su cuerpo
duro. No luché contra él. Estaba cansada. Tan cansada de muchas cosas.
Dejé que me llevara porque sabía que no había escapatoria. Si podía
encontrarme en medio de la nada, podría encontrarme en cualquier lugar.
—A pierdo los estribos —dijo en voz baja mientras marchaba conmigo
en sus brazos como si no pesara nada. Su respiración aún era profunda y
regular—. Digo cosas que no siento o hago cosas que no quiero. Todavía
estoy aprendiendo cómo tratar a una mujer que me importa. No estoy
acostumbrado a tener una a mi alrededor.
Tragué saliva, sin decir una palabra.
—Lo último que quiero en este mundo es que te lastimen. No me gusta
cómo me hace sentir. No me gusta cómo nada de esto me hace sentir.
Siempre estoy preocupado por ti. No puedo dejar de pensar en ti. Has
invadido cada maldito pensamiento que he tenido desde que te conocí. Me
siento fuera de control y al límite, pero no puedo dejarte ir. No quiero dejarte
ir. Nunca había sentido tantas emociones a la vez en mi vida. No sé lo que
son.
Se quedó en silencio por un momento antes de hablar en voz baja: —
¿Así es como se siente el amor?
—Sí —susurré, sollozando.
—Entonces te amo tanto que se siente como si me estuviera ahogando.
—Presionó un beso feroz en mi cabeza antes de quedarse en silencio.
Me mantuve en silencio a pesar de que mis emociones se agitaron y mi
corazón dolía por él.
La ira a veces era más fuerte que el amor.
Entonces, en lugar de susurrarle, cerré los ojos y traté de ignorar el
latido de su corazón.
Capítulo 9
Levin

—Ten —gruñó Vincent, entregándome un vaso de whisky.


Lo tomé y tragué el contenido de un trago. Se burló y me dio la botella
entera. Luego agarró otra para él del estante antes de dejarse caer a mi lado
en el sofá de mi habitación.
—¿Crees que la atrapó? —preguntó.
—Probablemente la esté follando mientras hablamos —murmuré,
llevándome el whisky a los labios. Tomé un sorbo profundo, saboreando el
ardor del licor mientras serpenteaba dentro de mí. Odiaba sentirme como lo
hacía. Ver a mi bicho caminar por ese pasillo improvisado con su vestido
hizo que me doliera el corazón como nunca antes. Cuando tomé la decisión
de salvarla, supe lo que significaría. Pero maldita sea, apestaba.
No es que no confiara en que Dom mantendría su palabra, pero
también lo conocía. Era su esposa. Sería estúpido pensar que nos la
devolvería de inmediato. O alguna vez. Supuse que había una parte de mí
que pensaba que tal vez querría quedársela para él solo después de
conseguirla. Dios sabía lo jodidamente perfecta que era, incluso si nunca lo
hubiera admitido en voz alta.
Le había hecho más de una mierda jodida a Bianca. Le había mentido
en el baile. La había hecho correr. La había perseguido. Le había puesto
una pistola en la cabeza. Creía que yo maté a Fallon.
Demonios, la golpeé y la metí en mi baúl junto a Fallon. Era un gran
delincuente. En el fondo, sabía que tenía que odiarme, pero mierda,
apestaba. Todavía había una pequeña parte de mí que esperaba que no lo
hiciera.
—Deberías haberte enterrado en ella cuando tuviste la oportunidad —
continuó Vincent—. Era el paraíso.
Gruñí, recordando lo caliente que estaba su boca en mi pene las dos
veces que habíamos hecho eso. Sí, la mierda había sido buena.
—En serio, ¿qué vamos a hacer si Dom no puede soltarla? Sabes que
luchó por compartir antes. Y eso fue antes de que ella fuera su esposa.
Me encogí de hombros y tomé otro trago de mi whisky antes de
encender un porro y darle una calada. Soplé el humo y me acomodé contra
el cuero suave y miré a Vincent. Tomó el porro e inhaló profundamente,
tosiendo el humo después de un momento.
—Follarte, supongo —le dije.
Vincent se soltó una risa entre dientes y tomó otro trago antes de
devolvérmelo y tomar un trago. —Podría tener que hacerlo.
La dulce borrosidad del subidón me cubrió, relajando mis músculos.
La mitad de mi botella de whisky se había ido. Lo sentiría mañana. Eché un
vistazo a la botella de Vincent. Parecía que se uniría a mí en la lucha.
—No fue tan malo, ¿sabes? —dijo suavemente después de un breve
momento de silencio.
—¿Qué no fue? —Miré hacia mi techo, deleitándome con los giros que
me producía. Joder, necesitaba mi liberación del día.
—Esa noche con B. El beso. —Se aclaró la garganta antes de quedarse
en silencio.
No habíamos hablado de nuestros besos o de que él frotara mi polla
hasta que casi exploté. Habría hecho cualquier cosa por ella en ese
momento.
Di otra calada y expulsé el humo. Se cernía sobre mi cabeza como una
nube de tormenta.
—Sí.
—Nunca antes había mirado a otro chico.
—Yo tampoco —dije, moviéndome en mi asiento para colocar mejor mi
cabeza contra la parte superior de los cojines.
—No es como si quisiera estar con un chico o algo así. Quiero a B. —
Hizo una pausa y volvió a aclararse la garganta—. Pero no puedo evitar
preguntarme cómo sería, ¿sabes?
Lo sabía y no sabía qué mierda pensar al respecto. Se había sentido
bien. Genial, incluso. Pero tal vez eso fue porque había estado duro como
una piedra y llorando líquido preseminal de mi polla porque las tetas de
Bianca estaban presionadas contra mí.
—Sí —gruñí.
—¿Crees que lo querrá de nuevo?
—Quizás.
—¿Qué haremos si pregunta? —Me clavó su mirada oscura.
Tomé una calada de mi porro y exhalé. Se unió a la nube que persistía
sobre mí. —No lo sé. Hacer lo se sienta bien.
El asintió. —Bueno. No querría hacer algo para enojarte. Solo quiero
hacerla feliz.
—Igual, supongo.
—¿Supones? —Dejó escapar una risa suave—. Te tiene envuelto
alrededor de su dedo meñique. Después de todo, básicamente le dijiste a
Dom que se fuera a la mierda cuando ibas en contra de sus órdenes.
—El segundo peor momento de mi vida fue ponerle una pistola en la
cabeza mientras lloraba. No había forma de que pudiera hacerlo. No a ella.
Nunca a ella —dije en voz baja, con la garganta apretada por el feo
recuerdo—. Tal vez si nunca la hubiera conocido. Incluso entonces estoy
seguro de que habría dudado. Matar a un maldito ángel parece un
sacrilegio.
Vincent tomó el porro de mí e inhaló una calada. —Mierda. —Tosió—.
Bueno, ahora está casada con nuestro mejor amigo. Si alguna vez hubo una
duda de que a Dom le importaba una mierda, ahora se ha ido. Está dando
los últimos pasos para mantenerla con vida.
—Lo sé —murmuré—. Solo espero que recuerde que también nos
importa.
—No lo olvidará. Él me lo prometió.
Ambos nos quedamos en silencio mientras bebíamos y fumábamos. Me
tensé cuando unos pasos pesados resonaron en las escaleras. Un momento
después, Dom pasó por mi puerta rota con Bianca durmiendo en sus brazos
mientras la cargaba con su vestido negro.
—Lo hiciste bien con el vestido —comentó Vincent, volviéndose hacia
mí mientras Dom desaparecía.
—Probablemente no sea lo suficientemente bueno para que ella me
perdone pronto.
Vincent soltó una carcajada. —Me pateó el trasero varias veces hoy.
Estoy seguro de que también vendrá por ti. —Se levantó y agarró otra botella
de whisky antes de dejarse caer a mi lado otra vez y tomar un largo trago.
—No merezco nada menos —dije en voz baja, mi pecho dolía por la
preocupación.
¿Y si nunca deja de odiarme?
La idea me trajo poco consuelo, así que incliné mi botella antes de
encender otro porro.
A la mierda. Mañana lloraría por eso. Por ahora, quería asegurarme de
poder ahogar los sonidos de Dom follándola si tengo la oportunidad.
Capítulo 10
Dominic

Acosté a Bianca en mi cama y la miré. Se había quedado dormida durante


el camino de regreso a la casa. Su anillo de diamantes brillaba con el suave
resplandor de la lámpara en la mesita de noche. Sus pechos casi se salían
de su vestido.
Levin había hecho un maldito buen trabajo eligiéndolo.
Me hundí en el borde del colchón y pasé mis dedos suavemente por su
cabello. Haré todo lo que esté a mi alcance para ser un mejor hombre para ti,
mia regina.
Tenía que controlar mi mierda. No podía morderla de la forma en que
tendía a hacerlo con todos los demás.
Esta noche era mi noche de bodas. Debería estar haciendo el amor con
mi esposa, pero mi esposa me odiaba. Suspiré y me puse de pie.
Suavemente, la cubrí con una manta. Necesitaba poner un bebé dentro de
ella. Sin embargo, no iba a dejarme estar entre sus piernas en el corto plazo.
Se había perdido unos días de sus píldoras anticonceptivas. No sabía
una mierda sobre cómo funcionaban, pero pensaba que las dosis olvidadas
eran un buen comienzo. Tendría que ser un imbécil y mantenerlas alejadas
de ella de ahora en adelante. O conseguir algunos placebos y esperar que
nunca se entere. Siempre he sido un villano. Nada había cambiado, excepto
que ahora era un villano enamorado de una reina y dispuesto a hacer
cualquier cosa para mantener su respiración y la mía.
Me pasé la mano por la cara, odiando tener que hacerlo así. No era
como si no pensara que alguna vez tendría hijos. Simplemente pensé que lo
haría más tarde en la vida. ¿Y tener hijos con Bianca? Joder, sería tan
afortunado.
La miré. Todavía estaba boca arriba, con los labios entreabiertos
mientras dormía. Suspirando, me moví de nuevo a su lado y le di un beso
en la frente.
—Volveré —murmuré antes de alejarme y apagar la luz. Salí de la
habitación, cerrando la puerta detrás de mí para que ella no pudiera irse.
Luego bajé al sótano.
Cuando llegué allí, abrí la habitación secreta escondida detrás del
librero. Deliberadamente, bajé los escalones, que conducían a otro nivel del
sótano, un área aún más profunda. Fallon se sentó dentro de la gran jaula
de espaldas a la pared de cemento. Me miró cuando entré, con la cara
hinchada y amoratada.
—¿Vienes a sacarme de mi miseria? —preguntó con un gruñido, su voz
era un suave rasguño.
—Quizás. —Arrastré una silla y me senté frente a él.
Se burló y miró hacia otro lado. Le esposaron las manos a la espalda y
le ataron los tobillos. No iba a escapar.
—Entonces, joder, hazlo ya. Ya mataste a Bianca. Déjame unirme a
ella.
—No seas tan dramático —dije con un giro de ojos.
Tragó saliva y me miró cuidadosamente, sus cejas se arrugaron. —
¿Que estas esperando?
—A Levin, sobre todo. Y a ti. No puedo matarte todavía si tienes
información sobre Stefan.
—Mi padre va a venir a buscarme. Recibirá la llamada de que hago
falta. Hail no se irá por las ramas cuando no pueda encontrarme. Irá directo
a su padre.
—No me importa mucho eso —dije encogiéndome de hombros—. No es
como si tuvieran pruebas de que te tengo.
—Tú también estás desaparecido, imbécil.
—¿Lo estoy? —Me incliné hacia delante y apoyé los codos en las rodillas
mientras lo examinaba—. Soy conocido por desaparecer del campus
durante días seguidos. Nadie lo notará. De mis chicos tampoco. Además,
solo es lunes. Las clases acaban de comenzar de nuevo. Tomamos un fin de
semana largo. Eso es todo. Nadie nos cuestionará. Y si lo hacen, será su
funeral.
—Eres un maldito idiota. —Negó con la cabeza hacia mí—. ¿Qué hiciste
con el cuerpo de Bianca? ¿Eh? Espero que hayas tenido la decencia de darle
un entierro apropiado y no simplemente meterla en una bolsa y tirarla en
algún lado. —Su voz se quebró y una lágrima rodó por su mejilla hinchada.
—Ella ha sido atendida adecuadamente —dije en voz baja.
Dejó escapar un suave sollozo. Lo dejé llorar por un momento, algo
desgarrando mi pecho.
Finalmente, hice la pregunta de la que no sabía si quería la respuesta.
—¿La amabas? ¿Realmente la amabas? No solo para follar.
Me miró. —Planeaba morir con ella si se trataba de eso. Tenía la
intención de luchar tan duro como pudiera para salvarla. Así que sí, la
amaba. Habría dado cualquier cosa por ella.
Era la respuesta que temía. Mi pecho ardía con el conocimiento.
—Pero ya no importa. Está muerta. —Sollozó—. Sabes, ella solo quería
encontrar a su papá. Lo extrañaba. No tenía mucha información para
ayudarla. Es uno de mis mayores arrepentimientos, que nunca lo encontré
para ella. Siento que le fallé de muchas maneras. La agonía de esto no se
detendrá. Solo quiero que me mates.
—El amor es una tortura —dije, poniéndome de pie y alejándome—.
Deja que te destruya. Es lo que te mereces por lo que habías planeado
hacerle.
—Yo no quería eso, De Santis —me gritó—. Yo no quería nada de eso,
¡y lo sabes! ¡Tú lo sabes! Nunca la amaste. No de la forma en que yo lo hice.
Ella era un mero peón para ti. Algo para usar y destruir. Arruinas todo lo
que tocas. ¡Eres como tu padre!
Me congelé en la puerta, pero no me volví hacia él mientras lloraba
suavemente.
—Jodidamente la amaba —se atragantó—. No puedes quitarme eso. O
a ella. No importa lo que digas o hagas. Siempre será una jodida verdad con
la que tendrás que vivir. Me eligió. Ella me eligió a mí.
—No hay elección —dije—. No para ella. Ya no.
—¡Pedazo de mierda! ¡Maldito imbécil! ¡Será mejor que esperes que
nunca salga vivo de aquí porque te mataré por lastimarla! Te destriparé por
arrebatármela. Lo juro. Lo juro, maldita sea —se lamentó.
Cerré la puerta detrás de mí. Dolido, me apoyé contra la pared en el
hueco de la escalera.
Por mucho que quisiera ser un buen hombre, sabía que no lo era.
Soy un monstruo, el villano.
Y en mi historia, el villano siempre gana.
Fallon Vasiliev no cambiará eso.
Capítulo 11
Vincent
—¿Dónde está tu ruborizada novia? —Pregunté, entrando a la cocina a la
mañana siguiente para encontrar a Dom arreglando una bandeja de
desayuno con la comida que había preparado.
Huevos, tocino, panqueques, gofres, fruta, jugo de naranja.
—En la cama —murmuró.
—¿Cómo te fue anoche? —Tragué saliva y lo observé.
Tenía el ceño fruncido, sus ojos verdes bajos y sus hombros pesados.
Sacudió la cabeza. —No pasó. La atrapé y la traje de vuelta. Se durmió
a mitad de camino y se quedó así toda la noche.
—¿Así que su unión no está consumada? Agradable. —Cogí un gofre
de la torre que había preparado y le eché sirope de arce por encima—. Puedo
arreglar eso por ti si quieres.
—Diablos, no —gruñó—. Lo tengo.
—Nos odia.
—Dime algo que no sepa, Valentino.
Me lanzó una mirada amarga mientras ajustaba el vaso de jugo de
naranja en la bandeja antes de volver a mirarme.
—Tu cara se ve como una mierda.
—Me golpeó con una lámpara cuando entré para prepararla la noche
anterior.
Levantó las cejas hacia mí. —¿Qué?
Asentí. —Casi noqueo mi trasero. Es salvaje, hombre.
Una pequeña sonrisa tocó sus labios. Había sonreído más en las
últimas semanas que en todo el tiempo que lo conocía. Me hizo feliz saber
que uno de mis mejores amigos estaba enamorado de la chica de sus
sueños. Aunque también era la chica de mis sueños. Y la de Levin también.
—Sé que acabas de casarte con ella y todo eso, pero ¿crees que podría
verla...
—No. Tanto tú como Levin deben presentarse en la escuela hoy.
Tenemos que decidir qué vamos a hacer con Fallon cuando vuelvas. No soy
su maldita sirvienta, así que no voy a ser niñera de su trasero.
—¿Qué tal si me quedo atrás y me ocupo de las cosas aquí, y tú haces
la aparición...
Sacudió la cabeza. —Sé que quieres ver a Bianca, pero necesito que
hable conmigo sin tratar de dar un golpe. Necesito esto. Por favor. Sólo dame
un par de días.
—Bien —me quejé, odiándolo pero aceptándolo.
—Además, debería ser yo quien se folle a mi esposa primero. —Dom
recogió la bandeja y me miró fijamente.
—Lo entiendo. —Le di una sonrisa forzada y lo vi salir de la habitación.
Levin apareció un momento después.
—Dom dijo que había comida. —Pasó a mi lado y agarró un gofre,
metiéndoselo en la boca.
—No sé si ese hijo de puta va a dejar que B se libere de su cadena el
tiempo suficiente para que la tengamos de nuevo —dije con tristeza.
Siempre había confiado en Dom. Nunca antes nos había guiado mal.
Sin embargo, todavía lo encontraba preocupante porque con B era diferente.
Y esa diferencia era jodidamente aterradora.
—Lo hará. Si no lo hace, me la llevaré. —Levin se encogió de hombros
y tomó otro gofre como si no fuera gran cosa.
Suspiré, sabiendo que no sería tan simple. —Dom quiere que hagamos
aparición hoy en la escuela. Iremos allí, sonreiremos como jodidos idiotas y
luego regresaremos.
—¿Cuál sería la diferencia? —Stella entró en la habitación, vestida con
su uniforme, su cabello oscuro recogido en una coleta alta—. Ustedes
siempre son idiotas.
Le mostré el dedo mientras Levin la ignoraba.
—Dom hizo el desayuno. Come y luego nos vamos —dije, asintiendo
hacia la pequeña pila de panqueques.
Ella arrugó la nariz. —No, gracias. No consumo carbohidratos tan
temprano en la mañana.
—Eres una maldita perra —murmuró Levin, agarrando otro gofre y
metiéndoselo en la boca.
Ella se burló de él y recogió su mochila. —¿Cuándo recuperaré mi
teléfono?
—Nunca. Ya sabes lo que dijo Dom. Tienes el que te dimos. Tendrá que
funcionar. —Cogí mi bolso del suelo mientras Levin avanzaba.
—Esto es estúpido. No soy tan tonta como para traicionar a los Reyes…
—No estamos dispuestos a averiguarlo. Podemos rastrear lo que haces
de esta manera. Si la cagas y hablas… —Hice un movimiento de corte en el
cuello que hizo que la sangre se drenara de su rostro.
Levin pasó junto a mí arrastrando los pies y agarró una bolsa negra de
la mesa, deslizándola sobre la cabeza de Stella sin decir una palabra antes
de salir.
Ella suspiró cuando agarré su mano y la saqué. Puede que tenga un
arreglo con nosotros, pero aun así, no necesitaba saber cómo llegar a
nuestra casa de seguridad.
Seguimos a Levin hasta su auto, y me deslicé en el asiento del pasajero
después de meter a Stella en la parte de atrás. Había dejado al sacerdote en
su casa anoche, prometiendo filetearlo como un pez si hablaba sobre lo que
pasó.
—Dom quiere que averigüemos qué hacer con Fallon —dije mientras
Levin salía del garaje y tomaba el camino de tierra de dos vías que
atravesaba el bosque.
—No hablará. Lo he intentado. Sin bicho, está muerto por dentro y no
le importa una mierda. No tiene nada por lo que vivir —dijo bruscamente.
—¿Lo culpas?
Sacudió la cabeza. —No. Yo sería de la misma manera, supongo.
—Yo también. ¿Entonces, qué piensas? ¿Deberíamos simplemente
matarlo y enterrar su trasero?
—No pueden matar a Fallon —interrumpió Stella, su voz ahogada a
través de la bolsa—. Hail enfurecerá si Fallon es asesinado. Fallon es muy
importante para los Señores. Hail siempre habla de sus habilidades.
Levin resopló pero no dijo nada.
Suspiré. —De todos modos, dejando de lado la entrada de la chica
maní, tendremos que matarlo si no coopera. No podemos dejarlo estas solo
así. Si Hail descubre que Fallon lo iba a traicionar, estará muerto de todos
modos.
Stella hizo un ruido de protesta, pero la miré por encima del hombro a
pesar de que sabía que no podía verme. —Tú sabes que es verdad.
Murmuró, cruzó los brazos sobre el pecho y se hundió en su asiento.
Esperaba que Levin aceptara la idea de matarlo, pero se quedó callado.
Cuando finalmente volvió a hablar, su voz temblaba: —Si lo matamos,
nunca nos lo perdonará. Sabes que no lo hará. Si tenemos miedo de
perderla, esa sería la cuña para que suceda. Tenemos la oportunidad de
traerla de vuelta a nosotros. Creo que tenemos que mantenerlo con vida.
—¿Crees que huirá de nosotros y se irá con él?
—Realmente espero que todavía le importemos después de todo lo que
hicimos. Pero si huyera, no la culparía. Se merece algo mejor que un montón
de asesinos imbéciles.
Asentí, en silencio mientras mis entrañas se revolvían.
—Lo ama —dijo Levin, su voz adquiriendo un tono frustrado—. No
podemos cambiarlo. No sé cómo vamos a salir de esto. Con vida o muerte,
pero si vive, nos van a perseguir si habla. Toda la Bratva.
Me encogí de hombros. —Queríamos una guerra.
—Si —murmuró—. Pero podría significar que todavía no está a salvo,
así que, ¿vale la pena? Matteo podría no hacerle daño, pero Ivanov seguro
que lo haría. No pensamos en esto lo suficiente. Ahora que Dom está casado
con ella, tiene un objetivo más grande en su espalda.
Apreté los dientes, pensando en toda la mierda que podría salir mal.
Levin tenía razón. No lo pensamos bien.
—¿Y ahora qué?
—Veamos cómo va hoy. Mantente en contacto con Dom. Si alguien
pregunta por ellos, diremos que decidieron pasar un fin de semana largo
juntos. En cuanto a Fallon, no sabemos una mierda. ¿Entiendo?
—Sí —dije, suspirando—. No puedo esperar a que termine este día para
que podamos volver a la casa de seguridad.
—Si Dom nos deja volver. Podría obligarnos a quedarnos en el campus
para mantener las apariencias.
El hijo de puta haría algo así.
Estaría de luna de miel con mi bebé B mientras nosotros estábamos
atrapados tratando de limpiar el desastre. Pero lo haría. Por B, haría
cualquier cosa.

A la hora del almuerzo, me senté en una mesa en el patio y observé a los


estudiantes dando vueltas. No tenía mucho apetito y estaba esperando a
que apareciera Levin. No pasaba mucho en el Bolten. Nadie estaba hablando
de una mierda. La ausencia de Dom y B no parecía ser gran cosa, pero
probablemente lo sería si duraba más de un par de días.
Ivanov y los Señores estaban en su mesa cerca de uno de los viejos
robles, con sus discípulos a su lado. No había escuchado ningún murmullo
sobre la partida de Fallon, pero solo era el segundo día. Sabía que los
Señores tenían que estar buscándolo. Esperaba que con la ausencia de Dom
también, los Señores no pensaran que Fallon se había escapado con B. Por
supuesto, tal vez pensaron que lo había hecho y Dom la estaba buscando.
Ivanov me miró a través del patio por un momento antes de dar un
paso hacia mí. Luego otro. Y otro. Me puse de pie y me preparé, sabiendo
que nos encontraríamos de frente en unos momentos.
—¿Dónde está Bianca? —preguntó en el momento en que me alcanzó.
Es bueno ver que no se anduvo con rodeos.
—Fuera con Dom.
—¿Sí? ¿Dónde?
—Lo siento. ¿En qué momento se convirtió en tu problema saber dónde
diablos está nuestra chica?
—¿Nuestra chica? —Ivánov se burló—. Por favor. De Santis tiene su
polla marcada en sus tetas. Es suya, y lo sabes.
—Te equivocas. Lo sé porque me la follé durante el fin de semana.
Su cara enrojeció mientras hablaba, —Me importa un carajo lo que
hagas con tu puta.
Levanté mis cejas hacia él. —¿En serio? Entonces, ¿por qué
preguntaste?
—Vete a la mierda, Valentino.
—De acuerdo. Bueno, ahora que hemos establecido eso, vete a la
mierda —dije, dándole un movimiento rápido con mis dedos.
—Honestamente, me pregunto si has visto a Vasiliev. Supuse que
podrías saber dónde podría encontrarlo. Ya sabes, las coordenadas del lago
en el que lo arrojaste o el agujero en el que está enterrado. Me alegro de que
haya dado una buena pelea porque parece que te patearon el trasero. —Se
frotó la nariz, denunciando mis ojos ennegrecidos por el cabezazo de B.
—Sí, parece una teoría sólida —dije, asintiendo y sacando un porro. Lo
encendí y le di una calada profunda—. Pero no sé dónde está tu perra. No
lo he visto.
—Si descubro que mataste a un Señor, al maldito hijo de un ejecutor,
estás muerto. Si crees que la mierda es mala ahora, solo espera.
—Como dije, no sé a dónde se escapó tu chico. Tal vez se cansó de tu
mierda y se fue. Ya sabes, como lo hizo Bianca.
Me empujó con fuerza en el pecho, apenas balanceándome hacia atrás.
Seguí dándole un sólido puñetazo en la mandíbula. El crujido fue una
vibración repugnante y satisfactoria a través de mi puño y brazo. Antes de
que pudiera tomar represalias, sus muchachos lo arrastraron hacía atrás.
Se limpió la sangre de su labio mientras Levin se unía a mi lado.
—Quiero a Vasiliev de vuelta. Tienen setenta y dos horas para traérmelo
vivo. Si no lo hacen, iré directo a D’Angelou para contarle todo. Tu preciosa
puta ya no estará a salvo. Joder, sabes que es verdad.
Retrocedió, mirándome, antes de darse la vuelta y caminar de regreso
por donde vino con sus muchachos.
—Necesitamos hablar con Dom —dijo Levin, observando cómo Ivanov
regresaba a su lugar. Había llegado justo a tiempo.
—Tenemos que aguantar el resto del día. Si nos vamos ahora, parecerá
sospechoso.
Levin me dio una palmada en el hombro. —Bien, pero nos vamos en el
momento en que terminen las clases. Encuéntrame en el lote de atrás.
—Bien.
Puede que estemos en más problemas de los que pensábamos porque
la forma en que Ivanov fruncía el ceño hizo que me inquietara.
Pero la verdadera pregunta era cómo entregar un hombre muerto a este
imbécil sin arriesgar la seguridad de B porque sabía que Dom no se rendiría.
Solo otro maldito día en el paraíso.
Capítulo 12
Bianca

—¿Por qué Stella sigue aquí? —Pregunté mientras miraba la bandeja de


comida frente a mí.
Era la hora del almuerzo. No había probado ni un bocado del desayuno
que Dom me había traído a pesar de lo bien que olía. Se enojó y lo tiró a la
basura antes de salir corriendo de la habitación y encerrarme adentro.
—No está aquí ahora. Se fue a Bolten con Vincent y Levin. Pero para
responder a tu pregunta, tenemos un trato con ella. También necesita
protección. Tú lo sabes. —Se hundió en el asiento de la ventana y miró hacia
afuera.
—¿Esa protección incluye follarla cuando te apetezca?
Regresó su atención a mí y fijó sus ojos verdes en los míos. —No.
Supuse que me gritaría.
—Eres mi esposa, abejita. No me follaré a nadie más que a ti en el
futuro previsible.
Me burlé. —Ni siquiera harás eso, dulce esposo.
Un músculo saltó a lo largo de su mandíbula antes de volverse hacia la
ventana.
—¿Dónde enterraste a Fallon?
Se burló y sacudió la cabeza.
—Quiero saber.
—En realidad no es asunto tuyo —dijo, sin molestarse en mirarme—.
Se fue. Eso es todo lo que importa.
La ira surgió dentro de mí, y le lancé el tazón de sopa. Lo golpeó en el
brazo, salpicando los restos sobre sus pantalones negros planchados y
sobre su abrigo Henley oscuro.
El cuenco se estrelló contra el suelo y se hizo añicos, arrojando
fragmentos de vidrio sobre la madera dura. Lo miró por un momento, su
nuez de Adán se balanceó antes de ponerse de pie y acercarse a mí
lentamente.
Mi corazón saltó a mi garganta, pero me negué a retroceder.
Cuando llegó a la cama, lo miré, notando la ira nublando sus hermosos
rasgos.
—¿Por qué no puedes comportarte?
—¿Por qué no puedes dejarme ir?
—Porque eres mía. —Tragó saliva visiblemente, su cuerpo tenso.
—Esto no era parte de nuestro arreglo. Tú lo sabes. Me obligaste a
casarme contigo. Mataste a Fallon. Intentaste matarme. Discúlpame por
decir esto, pero vete a la mierda, Dominic.
Me tiró de espaldas, su gran cuerpo se cernía sobre mí mientras
sujetaba mis brazos.
—Compórtate —siseó.
—Que. Te. Jodan.
—Lo harás, cariño. —Exhaló—. Si lo quisiera, podría tomarlo. No creas
que me estás reteniendo. No es así. Solo estás prolongando lo inevitable.
—Te juro que te pateare el culo si me pones un dedo encima.
Se soltó una risa suavemente, su aliento rozando mi rostro. —No me
amenaces, abejita. Ambos sabemos que no estás hecha para la guerra.
—Dime dónde está enterrado Fallon.
Sus ojos verdes recorrieron mi cara. —¿De qué serviría? Iba a
traicionarte.
Odiaba escuchar las palabras, pero no cambiaba nada. —Necesito
saberlo.
Sacudió la cabeza. —Nunca lo sabrás.
—Dime dónde está —dije más fuerte esta vez.
Volvió a negar con la cabeza.
—Dime. Dime. ¡DIME! —Grité—. Dime dónde está. Lo quiero saber.
Dime. Dime. Necesito saber. ¡Joder, dime!
La histeria se apoderó de mí mientras gritaba, las lágrimas corrían por
mis mejillas. Tenía que saber. Era como enfrentar mis miedos. Tener la
confirmación de que se había ido sería brutal, pero lo necesitaba como mi
próximo aliento. —¡Dime! ¡Dime! ¡Dime! —Repetí las palabras una y otra vez
a través de mis sollozos mientras respiraba con dificultad.
Las cejas de Dom se arrugaron mientras me sacudía. —Detente. Basta,
Bianca. ¡Para!
—Dime. Por favor, Dominic. Dime dónde está enterrado. Dime dónde lo
pusiste. Por favor. Por favor, dímelo —mis palabras salieron ahogadas y
confusas cuando el dolor de perder a Fallon estalló en mi pecho.
Se sobrepuso a la rabia. En mi mente vi a Levin apuntándole y
lanzándolo al suelo. Reviví el sonido de los disparos en la noche, mis gritos
se repetían en mis oídos mientras lo llamaba.
—Dime —susurré de nuevo.
Dom me soltó y se puso de pie, dejando escapar un gruñido de
frustración mientras pasaba los dedos por su cabello negro.
—¡Mierda! —Golpeó la pared, haciendo un agujero en el yeso antes de
retroceder y abrir la puerta. No volvió a mirarme. Simplemente cerró la
puerta de golpe detrás de él y la echó llave, dejándome llorando en la cama,
sola.

Me quedé dormida después de que Dominic me dejara sola, para abrir los
ojos más tarde y ver la puesta de sol a través de los árboles. Lentamente,
me puse de pie. Todavía estaba vestida con la camiseta blanca de Dom que
me había puesto esa mañana. Me acerqué al cuenco roto que aún estaba en
el suelo. Recogí un trozo de vidrio y volví al colchón donde puse la astilla
segura debajo.
El vacío era lo único que sentía dentro de mí. Nada importaba. Imaginé
que me habría sentido de la misma manera si algo le hubiera pasado a
Dominic, Vincent o Levin. Sin embargo, esta situación era un poco más
profunda, dado lo que habían hecho.
Me arrastré hasta el baño contiguo y abrí la ducha. Sin molestarme en
quitarme la camiseta o las bragas, entré.
El vacío se transformó mientras lloraba suavemente bajo el cálido rocío.
Eso era lo peor. Si hubiera aguantado con Hail, tal vez Fallon todavía estaría
vivo. Tal vez él y yo hubiéramos podido huir juntos. Tal vez Fallon me habría
entregado a Matteo, y él me habría rescatado una vez que tuviera la
oportunidad de liberar a su hermana. Tal vez todo hubiera sido diferente si
me hubiera mantenido alejada de los Reyes. Tal vez yo sería diferente.
No quería que la gente muriera porque se juntaban conmigo. Fallon
pudo haber hecho arreglos para que me llevaran al infierno, pero al final lo
admitió y juró que me iba a salvar. Los Reyes no habían hecho ninguna de
esas cosas, optando simplemente por ponerme de rodillas y hacerme creer
que iba a morir. ¿Por qué no simplemente me mataron? Era una pregunta
que acechaba en la parte de atrás de mi cabeza, pero como sabía que eran
propensos a ser idiotas, solo podía asumir que era para torturarme un poco
más.
Debería de haber huido cuando tuve la oportunidad.
Pero no lo hice. Me había debilitado y había ido a los Reyes. Ahora,
tenía lo mismo de lo que había estado tratando de huir: una jaula, un
matrimonio que no elegí. Tal vez no me estaban quemando con un cigarrillo,
pero definitivamente estaba ardiendo por dentro.
No estaba segura de cuánto tiempo me quedé en la ducha, pero
finalmente el agua se enfrió cuando cerré los ojos, soñando con una
solución.
La respuesta probablemente descansaba en el fragmento de vidrio
debajo de mi colchón, si pudiera reunir el coraje para usarlo. Quería irme
en mis propios términos. No de rodillas delante de hombres que decían que
me amaban. ¿Por qué debería sufrir más? Pero vivir sabiendo que Fallon se
había ido era un dolor que no estaba segura de poder soportar. Sabiendo
que nunca tendría la oportunidad de escucharlo, de realmente explicarme
las cosas. Saber que mi muerte podía ocurrir en cualquier momento era un
sufrimiento.
Odiaba estas emociones. Me estaban asfixiando.
Cálidos brazos me rodearon y me estremecí cuando me sacaron del frío.
—Te estás congelando —murmuró Levin, envolviéndome en una toalla
cálida y pesada.
Ni siquiera lo había oído entrar en la habitación.
—Vamos, bicho. Abre los ojos y dime cuánto me odias.
Abrí mis párpados para encontrar aprensión en su rostro. No habíamos
hablado desde que pasó esa la mierda. Apartó los húmedos mechones de
pelo rubio de mi cara. Mi corazón se rompió de nuevo mientras lo miraba.
Él había estado planeando matarme. Me había puesto una pistola en la
cabeza. Había matado a Fallon.
—Vamos a calentarte.
La fuerza me abandonó cuando me apagué. No me quedaba pelea. No
importaba. No había mucho de mi ahora. Mi destino estaba firmado, sellado
y esperando su entrega.
Levin me sentó en el mostrador del baño, la preocupación en su rostro.
—Vuelvo enseguida, ¿de acuerdo?
No dije nada. Se fue rápidamente solo para regresar momentos después
con otra camiseta y un par de pantalones de chándal. Sin decir una palabra,
me quitó la camisa mojada, haciendo todo el trabajo de mover mis brazos
por mí como si fuera una muñeca rota.
Sus ojos recorrieron mi torso desnudo por un segundo antes de
secarme rápidamente con una toalla y deslizar la camisa limpia sobre mi
cabeza. Una vez hecho eso, se dedicó a quitarme las bragas y subir los
pantalones de chándal demasiado grandes por mis piernas hasta las
caderas.
Permaneció en silencio mientras me levantaba y me llevaba de regreso
a la habitación donde me acostaba en la cama.
—Vuelvo enseguida —dijo, volviendo al baño. Regresó un momento
después con un cepillo. Se arrastró detrás de mí en el colchón y cepilló mis
largos enredos antes de tejer mi cabello en una gruesa trenza por mi espalda
y atarla con una banda elástica.
Se acostó y me acomodó en el colchón a su lado, sus brazos
envolviéndome. —Estoy preocupado por ti, bicho. Lamento no haber estado
aquí cuando te despertaste, y lamento mucho haberte lastimado. Quiero
que sepas que me aplastó hacerlo.
Permanecí en silencio mientras él hacía una pausa.
—No pude apretar el gatillo —susurró—. Pensé que sería capaz de
hacerlo cuando fuera el momento, pero simplemente no pude hacerlo. Un
mundo sin ti en él sería jodidamente inútil. Te hubiera seguido hasta la
tumba. Sé que lo habría hecho. Y sé que me odias ahora mismo. Demonios,
sé que nos odias a todos, pero por favor, no hagas esto. No te cierres. —
Puso un beso en la parte superior de mi cabeza y me abrazó con fuerza.
Cerré los ojos mientras una lágrima caía.
—Siento lo de Fallon. De verdad. Sé que me desprecias. Joder, me está
matando tanto saberlo. Siento como si mi corazón fuera arrancado de mi
pecho y pisoteado. Todavía estás aquí, pero siento que te estoy perdiendo.
No quiero perderte. Acabo de encontrarte.
Se quedó en silencio después de eso, sosteniéndome contra su cuerpo
en la cama de Dom, antes de que su respiración se volviera profunda y
uniforme.
Decidiendo que dormir era lo mejor, cerré los ojos de nuevo, deseando
que la pesadilla terminara.
Capítulo 13
Levin
Dos horas más tarde, me desenredé del cuerpo dormido de Bianca y me
obligué a alejarme de su lado. Le había abierto mi corazón sobre todo lo que
sabía, pero permaneció en silencio todo el tiempo. No había nada más que
pudiera decirle. Poner mi corazón a sus pies me hizo sentir débil e inútil. Y
ni siquiera le había importado, ni una mierda.
El miedo de que ya se había ido, hizo que me doliera el corazón. No era
el tipo de persona que exponía todo para que la gente lo viera. Enterrar mis
emociones era lo único que conocía, y había funcionado bien hasta que llegó
Bianca. Ahora, estaba desgarrado y enfermo del estómago porque la chica
con la que se había casado mi mejor amigo no me quería y no le importaba
un carajo. Esto era lo que las emociones le hacían a este chico.
—¿Cómo está? —preguntó Dom cuando bajé las escaleras.
—Durmiendo —murmuré, sentándome en el sofá—. ¿Dónde está
Stella?
—En su habitación, quejándose de no tener su teléfono. —Se frotó los
ojos.
Vincent entró en la habitación y se dejó caer en la silla frente a mí.
—Ivanov estaba enojado hoy, amenazando con ir a D’Angelou si no le
decíamos nada de Fallon. Tenemos que averiguar qué vamos a hacer.
—Lo sé —dijo Dom, mirando a lo lejos, girando el anillo de bodas en su
dedo.
Bastardo con suerte. No es como si alguna vez hubiera considerado
casarme. Demonios, nunca pensé que encontraría a una chica con la que
soportaría estar más allá de correrme. Pero ahora que conocía a Bianca,
todo había cambiado de marcha prácticamente de la noche a la mañana. No
estaba seguro de cómo navegar este nuevo territorio. Claramente, era genial
echando a perder relaciones.
—Setenta y dos horas. O matamos a Vasiliev y nos deshacemos de su
cuerpo o lo liberamos —continuó Vincent.
—Si lo liberamos, correrá y hablará —dijo Dom.
—Si lo matamos, romperemos aún más a Bianca —agregué,
suspirando.
Me gustaría matar al cabrón. Había estado cortejando a nuestra chica,
y ella se había enamorado. Si a eso le sumamos que había planeado dársela
a Matteo, me daban ganas de seguir golpeando al hijo de puta en la garganta
hasta que se atragantara de arrepentimiento. Pero luego dijo que sabía
quién había matado a Stefan. El hijo de puta sabía cómo salvar su trasero,
eso era seguro.
Dom enfocó su atención en mí. —Si vive, nos la quitará. Sabes que lo
hará.
—Espero que no. B nos ama. Eso tiene que significar algo —dijo
Vincent, su voz tranquila—. Sabes que lo hace.
Un músculo se tensaba a lo largo de la mandíbula de Dom mientras
giraba el anillo más rápido en su dedo.
—Odio todo lo que tenga que ver con los Señores, pero esa chica de
arriba… —dijo Vincent, su voz llena de emoción—. Realmente odio decir
esto, pero tal vez necesitemos negociar con Vasiliev…
—Eso nunca sucederá —gruñó Dom, mirando con el ceño fruncido a
Vincent mientras se inclinaba hacia adelante.
—Tal vez Vin tenga razón —dije, odiando las palabras que salieron de
mi boca.
Dom fijó su mirada en mí.
—Solo escucha, hombre —se apresuró Vincent—. También lo ama.
Sabes que lo hace. Nos odiará para siempre si no lo dejamos vivir. Tal vez
nos ame de nuevo, o al menos nos dé una oportunidad, si lo dejamos ir. ¿No
quieres que tu esposa sea tu esposa?
Las manos de Dom se cerraron en puños por un momento mientras
inhalaba y exhalaba profundamente, como si estuviera tratando de reprimir
su ira. Odiaba la idea de dejar ir a Vasiliev también, pero la alternativa
parecía ser perder a mi bicho si acabábamos con Vasiliev. Además, si lo
mataba, nunca obtendría respuestas sobre Stefan, y el bastardo dijo que
sabía algo.
—No lo voy a dejar ir. Lo mataremos.
—Mala elección —dije—. Lo sabes. Sé que lo odias, yo también, joder,
pero estaba arriba con Bianca. Estaba sentada en la ducha con agua fría
lloviendo sobre ella. Fría como el hielo. Está consumiéndose, Dom. Nos va
a dejar, lo queramos o no. Odio decirlo, pero Vasiliev tiene que vivir. O tal
vez vivir lo suficiente como para morir. Los Señores podrían descubrirlo y
matarlo ellos mismos. Nos ahorrará muchísimos problemas y no será culpa
nuestra si eso sucede.
Esa fue una mierda asquerosa de decir, pero que se joda Vasiliev. Me
importaba una mierda él. Lo que me importaba es que ella se preocupaba
por él, así que tendría que lidiar con ello. Por ahora.
Vincent asintió rápidamente. —Levin tiene razón. Tal vez podamos
ponerlo de nuestro lado. Tal vez derrame todo lo que sabe con B…
—No —gritó Dom, poniéndose de pie—. No sucederá. No vuelvan a
sacar el tema o se unirán a él en el sótano.
—No me amenaces por tratar de traer de vuelta a nuestra chica. —
Vincent se levantó y se enfrentó a Dom—. Sé que odias a los Señores. Todos
lo hacemos. Pero estás castigando a B con tu odio. Él podría amarla lo
suficiente como para unirse a nosotros…
Dom dejó escapar un gruñido y se alejó de nosotros. Sus pasos
resonaron por las escaleras un momento después.
—Maldita sea —gimió Vincent, cayendo en el sofá y suspirando—.
Joder, hombre. ¿Qué vamos a hacer?
Negué con la cabeza. —No lo sé, pero sea lo que sea, debe hacerse
pronto.
—Necesitamos que Vasiliev hable, y necesitamos hacer feliz a B
nuevamente. Solo tenemos que conseguir que Dom se sume al imbécil ruso.
—Tal vez se dé cuenta cuando suba las escaleras y vea en qué cáscara
vacía se está convirtiendo Bianca. Dejemos que lo piense. Mientras tanto,
tal vez deberías ir a hablar con Vasiliev —dije.
—¿Yo? —Vincent resopló—. ¿Porque no tu?
—Porque… —dije suavemente—. Todavía podría matarlo por tocar a
nuestra chica y por no darme la información que tiene sobre Stefan.
Vincent suspiró y se levantó. —Bien. Pero si lo mato, no puedes
enojarte.
—No lo haré. Será bueno no tener su muerte en mi mano esta vez.
Vincent frunció el ceño y me hizo una mueca antes de irse a ver a
nuestro amigo en el sótano.
Esperaba que hiciese algo de magia porque si no lo hacía, estaríamos
jodidos.
Capítulo 14
Vincent
Entro en la mazmorra del sótano, un término que hizo que Dom pusiera los
ojos en blanco, y me concentró en el gilipollas de la habitación.
—Necesitamos hablar.
—Vete a la mierda —dijo Fallon, sin molestarse en mirarme mientras
apoyaba la cabeza contra la pared de cemento detrás de él.
—Claro, después de que hayamos terminado. Pero en serio, ¿quieres
vivir o no?
—No —dijo Fallon fácilmente como si estuviéramos discutiendo el
clima.
—Joder, hombre, vamos. Estoy tratando de ayudarte.
—Entonces solo mátame y acaba con esto.
—¿Qué tal una tregua? O una negociación.
—No estoy interesado. Mátame. Mi hermana probablemente ya esté
muerta.
—No lo está. ¿Y si Dom puede salvarla? ¿Y si podemos?
Los ojos de Fallon se abrieron y se centró en mí. —¿Qué?
Me lamí los labios, tratando de ordenar mis pensamientos. —Dom está
listo para hacerse cargo del palacio que su padre tiene para él. Tu hermana
está allí, o al menos irá allí. Dom puede liberarla. Está listo para hacer
arreglos. De hecho, ya ha comenzado.
—¿Por qué haría eso? —Fallon entrecerró los ojos hacia mí.
—Porque nos dirás lo que sabes sobre Stefan Seeley —dije, esperando
que entendiera el significado.
—¿Y me dirás dónde está el cuerpo de Bianca para que pueda
despedirme? ¿Para que pueda tener un puto entierro adecuado?
—Claro amigo.
Se burló de mí. —¿Cómo sé que no me estás jodiendo solo para sacarme
información?
—No lo sabes, pero si quieres asegurarte de que tu hermana estará
bien, entonces probablemente deberías empezar a cooperar.
Me miró. —¿Sabes lo que no entiendo de ustedes, idiotas?
—Ilumíname. —Suspiré y levanté el taburete.
—Cómo pudieron matar a Bianca como si no significara nada. Cómo
pudieron hacerle daño de la forma en que lo hicieron.
—Claro. —Asentí—. Es un negocio, hombre. Todo es negocio.
—Vete a la mierda tú y tu negocio. Prefiero morir sabiendo que los dejé
colgados que renunciar a lo que sé. Natalia probablemente ya esté muerta
de todos modos. Estás tratando de jugar conmigo. Sólo mátame. Estoy listo
para morir.
Apreté los dientes. Genial, no solo Bianca se estaba consumiendo, sino
que parecía que este imbécil también lo estaba haciendo.
—No creo que sepas a lo que estás renunciando —dije.
Se burló. —Sabes, hace unas semanas, podría haber suplicado por mi
vida. Ella me dio una razón. Si se ha ido, ¿cuál es el punto? En el poco
tiempo que tuve la suerte de amarla, me di cuenta de que una vez que
encuentras a tu persona, la vida tiene sentido. He pasado gran parte de mi
vida luchando por encontrar mi razón. Entonces lo hice. Ahora se ha ido.
He terminado. Si no me matas, me mataré yo mismo. De cualquier manera,
estoy fuera. —Cerró los ojos y se quedó en silencio.
Mierda.
No tenía nada más que pudiera decirle. La razón estaba más allá de él
ahora, sin Bianca. Y B… mierda. También lo necesitaba, o la perderíamos.
Me dirigí escaleras arriba, sabiendo que necesitaba hablar con Dom.
Probablemente tendría más posibilidades de convencer a un vampiro
de que no necesitaba sangre, que convencer al príncipe de la mafia de que
le dijera a Fallon que B estaba viva… convencerlo de que B necesitaba a
Fallon como ella nos necesitaba a nosotros.
O como esperaba que todavía nos necesitara.
Hacerle saber que Fallon todavía estaba vivo significaba que podríamos
perderla, pero preferiría perderla por su propia felicidad que verla destruida
por la tristeza.
El amor era una verdadera perra.
Me acosté en la cama esa noche en la casa de seguridad y miré hacia el
techo, pensando en mi bebé B y qué demonios podría hacer para que le
importara otra vez.
¿Un regalo? ¿Quizás algunas flores y una noche de cita? Podría cubrir a
Stella con miel y dejarla afuera para los osos...
Un suave golpe en mi puerta me hizo perder la idea de comprarle una
iguana como mascota a la que pudiera disfrazar.
—Adelante.
Mi puerta se abrió y Dom asomó la cabeza. Inmediatamente, me senté.
—¿Qué ocurre? —exigí, girando para que mis pies tocaran el suelo.
—Bianca. —Entró en la habitación, con las manos en los bolsillos y la
cabeza gacha. Parecía que alguien había cancelado la Navidad.
—¿Está bien?
Suspiró. —No, o eso parece. No me habla. Cuando entré esta noche,
estaba sentada en una silla mirando la maldita pared. Estoy preocupado.
—Se hundió en el borde de mi cama—. Traté de hablar con ella. Le dije que
me preocupaba por ella y que quería que volviera a mí. La besé, pero ella no
se movió ni un centímetro. La toqué. Nada. Es mi puta esposa, y ni siquiera
puedo tenerla como quiero. —Él tiró de su cabello oscuro, con el pecho
agitado.
—Cálmate —le instruí, preocupado de que pudiera atravesar otra pared
con el puño en cualquier momento—. Está enfadada.
Sus piernas rebotaron mientras miraba al suelo.
—Hablé con Fallon —comencé.
—A la mierda con él.
—Dom, hombre, escucha. Sé que no quieres oír esto…
—Entonces no lo digas, carajo —espetó.
Estabilicé mi respiración y me lancé, muy consciente de que su puño
podría golpear mi cara después de que las palabras salieran de mi boca: —
Lo ama. Y él la ama también. Al igual que nosotros. Mantenerlo en secreto
solo nos va a patear el trasero. Si se entera de que está vivo y realmente
terminamos matándolo más tarde, todo habrá terminado. La perderemos
para siempre. Lo sabes, hombre.
Sacudió la cabeza y se quedó en silencio, un músculo rozando su
mandíbula bajo la tenue luz de la lámpara.
—Si queremos a nuestra chica, tenemos que mantenerlo con vida. Y
como dijo Levin antes, tal vez los Señores lo maten una vez que se den
cuenta de que está de nuestro lado... sí podemos llevarlo allí. La basura se
saca sola. No es lo ideal, pero es una solución.
—Joder —gruñó—. Maldición.
—Tengo una idea.
Dejó caer la cabeza hacia atrás por un minuto, con los ojos cerrados.
Finalmente, me miró.
Me aclaré la garganta. —Le haremos saber que está viva. Que se vean…
Dom apretó las manos en puños, así que me apresuré.
—Una vez que sepa que está viva, podría estar más dispuesto a hablar.
Entonces hacemos un trato con él. Además, si B está tan enojada con él
como lo está con nosotros, es posible que no tengamos nada de qué
preocuparnos con respecto a que se escape con él.
—No voy a compartir a mi esposa con ese pedazo de basura. —Me miró.
—Si es uno de nosotros...
—Él nunca será uno de nosotros. Es un Señor. No son buenos.
—Nosotros tampoco, hombre —dije en voz baja—. Estamos igual de
jodidos, solo que tenemos una chica que estamos tratando de mantener.
Solo piénsalo, ¿de acuerdo? Por B.
Dejó escapar un suspiro y volvió a cerrar los ojos antes de finalmente
asentir. —Lo consideraré.
Lo miré estúpidamente, sorprendido de que se hubiera dado cuenta tan
rápido. Supuse que estaría trabajando en ello durante semanas.
—Por Bianca —dijo con voz espesa.
Asentí. —Por Bianca. Tenemos menos de setenta y dos horas. Sin prisa.
Se pasó los dedos por el pelo antes de darme las buenas noches.
Dom no había dicho que sí, pero tampoco me había dado un puñetazo
en la cara por la sugerencia.
Era un progreso.
Capítulo 15
Bianca
Había sido la esposa de Dominic durante dos días. Trató de besarme y
tocarme, pero me negué a reaccionar ante él. Estaba vacía por dentro.
¿Cómo podía confiar en él después de todo lo que había pasado?
Me quedé en el dormitorio. No me importaban las clases ni nada por el
estilo. Estaba esperando que me pusieran en mi tumba para que el dolor en
mi pecho por toda la mierda que rodeaba a Fallon terminara. Cuando lo
pensé, me di cuenta de que no era solo Fallon. Era el hecho de que habían
estado preparados para matarme. Que lo habían matado.
—Necesitas un baño de burbujas. Eso te ayudará a relajarte —
murmuró Dom, entrando en la habitación y colocando mi cena en la mesita
de noche. Me observó por un momento antes de avanzar y arrodillarse frente
a mí—. Necesitas comer. No has comido en todo el día. —Apartó mi cabello
de mi cara, sus labios se curvaron hacia abajo en un profundo ceño
fruncido.
Permanecí en silencio. Cualquier cosa que dijera no sería buena.
Suspiró, se puso de pie y se alejó de mí. El sonido del agua fluyendo
vino del baño antes de que Dom apareciera una vez más.
—Levin y Vincent te extrañan. —Se arrodilló frente a mí de nuevo con
una taza de budín en la mano. Sacó un poco de chocolate y me lo ofreció.
No lo tomé.
—Por favor, come —susurró, su mano temblando.
Lo intentó de nuevo, pero lo ignoré. Volvió a meter la cuchara en la taza
con tanta fuerza que el chocolate se derramó por los lados. Se levantó, su
cuerpo enroscado por la tensión. Me tragué el chillido mientras él temblaba
por un momento antes de tirar la taza entera de pudín contra la pared,
esparciendo chocolate por todas partes. Inhaló y exhaló profundamente
antes de finalmente volverse hacia mí. Agarré mi manta, preocupada de que
estuviera a punto de encontrarme con la misma muerte que el pudín. En
lugar de ser rudo, se inclinó y me tomó en sus brazos. Dom me llevó al baño
donde me puso de pie. Suavemente me quitó la camisa y luego los
pantalones de chándal.
Sus ojos verdes se detuvieron brevemente en mi cuerpo desnudo y
luego se quitó la ropa. Su pesada polla rozó contra mí mientras me conducía
a la bañera.
—Te bañaré —dijo en voz baja, ayudándome a entrar en el agua. Se
hundió y me acomodó entre sus musculosos muslos. Trabajó en silencio,
lavando mi cabello y luego mi cuerpo, sus manos demorándose sobre mis
senos antes de que se arrastraran entre mis piernas.
Me estremecí cuando pasó su dedo por mis pliegues y se frotó contra
mi clítoris. Su toque se sentía bien, pero no lo quería porque estaba furioso.
—Te extraño —murmuró en mi oído mientras me acariciaba.
Mi cuerpo tembló contra el suyo cuando movió su dedo hacia mi
entrada y empujó dentro.
—Tan apretada —gruñó, presionando sus labios en mi hombro—. ¿Te
gusta esto?
No dije nada, las lágrimas me quemaban los ojos mientras miraba al
frente.
—Quiero hacerte el amor, abejita. No follarte. Sólo quiero amarte. —
Besó mi cuello—. Déjame hacerlo. Deja que tu esposo te haga sentir bien.
Se me hizo un nudo en la garganta cuando las lágrimas amenazaron
con derramarse. Necesitaba un cierre con Fallon. ¿Cómo sigues adelante
cuando todavía estás atascada? Quería libertad. Quería... Dios, ni siquiera
sabía lo que quería. ¿Respuestas?
—No llores. Mierda. —Retiró los dedos—. ¿Que necesito hacer? No sé
qué carajo hacer. —Me empujó hacia adelante, luego se levantó de la bañera
y salió. Envolvió una toalla alrededor de su cintura—. No puedo hacer nada
bien contigo. Esto me está matando tanto como a ti, Bianca. Me estás
rompiendo el maldito corazón.
Entonces salió de la habitación, con la cabeza gacha con tristeza. Cerré
los ojos, una lágrima gorda se escapaba.
También me estaba matando.

Me acosté en la cama junto a Dominic, que dormía profundamente. La única


forma en que podría escapar sería matándolo. Tendría que acabar con
Vincent y Levin también antes de irme. El pensamiento hizo que mi corazón
doliera de muchas formas nuevas, la confusión de mi amargo amor clavó
una estaca justo en el centro de mi alma.
Quería mis Reyes. Odiaba a mis Reyes. Amaba a mis Reyes. Me odiaba
a mí misma. Odiaba esta jodida vida. Odiaba a David por ponerme aquí.
Odiaba a mi mamá por dejarlo.
Busqué a tientas el fragmento de vidrio debajo del colchón y lo saqué.
La luz de la luna se reflejaba en la porcelana blanca mientras la miraba. Si
no mataba a Dominic, acabaría matándome a mí más tarde. O esta nueva
vida sin libertad lo haría.
La idea de lo que tenía que hacer me dolía mucho. Me tragué un sollozo
antes de recuperarme y sentarme. Lentamente, me acomodé sobre Dominic,
sentándome a horcajadas sobre su torso desnudo. Dejó escapar un suave
gruñido en sueños, sus largas pestañas descansando sobre sus mejillas,
sus labios entreabiertos.
Era hermoso. Como un ángel caído.
Ajusté el fragmento en mi mano y lo presioné contra su garganta.
Hazlo. Mátalo. Huye. Jodidamente corre.
Mi mano tembló cuando presioné el fragmento en su cuello, una
lágrima cayó de mi ojo a su pecho. Y luego otra. Presioné más fuerte. Una
gota de sangre brotó de su punto de pulso.
—Si quieres matarme, lo estás haciendo bien —susurró la profunda voz
de Dominic. Envolvió su mano alrededor de mi muñeca y movió el fragmento
a su pecho—. Pero esto hará el trabajo más rápido.
Hice una mueca cuando empujó mi mano con el fragmento en un lugar
sobre su corazón. Rompió la piel, haciendo que la sangre se acumulara.
Observé el delgado rastro carmesí que salía de él.
Cerré mis ojos en los suyos antes de soltar el fragmento. En el momento
en que estuvo fuera de mi mano, lo tiró de la cama y me hizo rodar sobre
mi espalda, por lo que estaba cerniéndose sobre mí, enjaulándome con sus
brazos.
—Regla número uno de matar a alguien, hazlo. no lo dudes. Si dudas,
pierdes. Regla número dos, nunca juegues un juego que vas a perder.
Empecé a apartarlo de mí, pero me agarró las muñecas con una de sus
manos y las sujetó sobre mi cabeza. Parecía un hermoso monstruo mientras
me miraba, su collar colgaba en mi rostro, su cabello negro un desastre por
el sueño. El calor se acumuló entre mis piernas, traicionándome.
—He sido bueno contigo, abejita, ¿y con esto me pagas?
¿Asesinándome mientras dormía con un plato de sopa roto? —Su rostro se
oscureció mientras me miraba fijamente.
Un momento después, me arrancó las bragas mientras luchaba debajo
de él.
Me puse rígida cuando deslizó sus dedos por mi calor.
—Estás mojada para mí —dijo con voz ronca.
Apreté mis párpados cerrados, mi respiración entrecortada. Maldito sea
este traicionero cuerpo mío.
Luché por liberarme, avergonzada de que me estuviera excitando a
pesar de que todo dentro de mí me decía que el sentimiento estaba mal.
Pero Dios, ¿por qué se sentía tan bien?
Dom apretó su agarre sobre mí. Era fuerte. Demasiado fuerte para mí
para luchar. Estaba sin aliento por el corcovear cuando logró subirme la
camiseta.
—Hazme un favor, abejita —dijo en un gruñido bajo y peligroso lleno
de oscuras promesas. Sus labios se curvaron en una sonrisa siniestra—.
Grita para mí.
Se empujó profundamente en mi calor con un movimiento fluido,
haciéndome arquear la espalda. Grité, maldiciendo su nombre con un
respiro mientras alababa al diablo por crear un monstruo tan hermoso con
el siguiente.
Odiaba todo sobre él tanto como lo amaba.
—No. —Empujé contra él.
—Sí. —Empujó violentamente mi calor, haciéndolo doler a pesar de lo
húmeda que me había dejado—. Toma mi polla como una buena chica. Me
has estado negando el tiempo suficiente. Si puedes lastimarme, entonces yo
puedo lastimarte. Compartiremos el puto dolor.
—¿Qué te pasó con eso de solo querer amarme?
—Todavía lo hago. Y lo haré. Pero a veces el dolor es necesario.
—Te odio —le gruñí, clavando mis uñas en su espalda mientras la
mentira salía de mis labios—. ¡Te odio, carajo!
—Bueno. Hace que esto sea más fácil —exhaló, continuando con su
embestida mientras yo trataba de destrozar su espalda en tiras. Gimió,
moviéndose más rápido, sin aliento mientras me follaba en un hermoso
olvido.
Por mucho que traté de evitar mi inminente orgasmo, surgió a través
de mi cuerpo, haciéndome gritar su nombre una y otra vez mientras mi
cuerpo estrangulaba su gruesa polla.
—N-no termines en mí. Por favor. No he tomado mi pastilla —me las
arreglé para tartamudear mientras entraba y salía de mí como si estuviera
perforando en busca de jodido petróleo.
—No me digas qué hacer —cortó, presionándome más firmemente
contra el colchón.
Hice una mueca, el calor me recorrió de nuevo mientras se formaba
otra liberación dentro de mí. Dominic De Santis podía follar como un dios,
y sería una perra mentirosa si dijera que no disfrutaba de la forma en que
me hacía sentir.
—Joder —gimió, moviéndose más rápido y más fuerte, sus embestidas
tan violentas que sacudieron la cama.
El sonido de la piel golpeando y su profundo gemido llenaron la
habitación mientras descargaba su ira en mi coño.
—Dominic. Para. Estas hiriéndome. Detente. —Me retorcí contra él
mientras continuaba—. Dominic. —Grité cuando trajo dolor con el placer.
Ese dulce calor de liberación recorrió mi cuerpo de nuevo cuando me
corrí.
¿Quería que se detuviera?
Sí.
No.
Sí.
Nunca.
Mierda. Mierda. Mierda. SÍ. Se siente tan bien. Él era tan
condenadamente bueno.
—No. No te corras dentro de mí —me atraganté, clavándome las uñas
en su piel—. Por favor.
Dejó escapar un gemido bajo, su polla se espesó dentro de mí antes de
que su corrida saliera a chorro, llenándome.
Su cuerpo temblaba mientras se cernía sobre mí, la sangre de su pecho
pintaba mis pechos de rojo.
—Lo siento, Bianca —dijo en voz baja, casi aturdido, el monstruo que
había sido ahora retrocediendo y dando paso a su humanidad—. Lo siento
tanto.
Salió de mí y rodó para sentarse en el borde de la cama donde su cuerpo
tembló por un momento mientras acunaba su cabeza entre sus manos.
—A veces me descontrolo —susurró con voz ahogada—. Soy un maldito
monstruo. No importa lo que haga, siempre seré este monstruo. Traté de
detenerme. No pude. Lo siento.
Se puso de pie y fue al baño. El sonido del agua corriendo era el único
ruido mientras yacía en el charco que habíamos hecho. No estaba enojada.
Estaba triste. Con el corazón roto. Había odiado lo que habíamos hecho,
pero también lo había amado. Me asustó tener ese curso de emoción a través
de mí. Por otro lado, no se detuvo cuando le pregunté. No estaba segura de
sí debería estar aterrorizada de lo que realmente podría ser capaz de hacer
o enojada conmigo misma por disfrutar la emoción que me había hecho
sentir o preocupada por las implicaciones de que él me llenara mientras no
tomaba la píldora.
Regresó a la habitación y me limpió, la toallita tibia alivió el dolor que
había dejado entre mis piernas.
—Te hice sangrar —dijo en voz baja—. Joder. Te lastimé.
Miré hacia el techo mientras limpiaba suavemente el desastre de mí.
Con un segundo paño, lavó la sangre de mis pechos antes de levantarme en
sus brazos y acunarme contra él.
—Arreglaré esto —dijo, besando la parte superior de mi cabeza con
fiereza—. Solo promete no odiarme por mis pecados.
No dije nada porque no podía prometer nada. No cuando secretamente
me odiaba por los míos.
Capítulo 16
Dominic
Al día siguiente, Bianca seguía en silencio. Lo jodí todo de nuevo.
Magníficamente. Concedido, ella había tratado de asesinarme mientras
dormía. Estaba en mi punto de quiebre y sabía lo que tenía que hacer para
que al menos me hablara como lo había hecho una vez, pero hacerlo me
estaba matando por dentro. Estábamos al día con nuestro plazo de setenta
y dos horas para Ivanov. Era necesario tomar una decisión.
Le conté a Vincent y Levin lo que había pasado anoche con Bianca.
Intercambiaron miradas pero permanecieron en silencio. La expresión de
Levin decía que quería hacerme un agujero en la cara. Vincent parecía
resignado.
Tragué mientras miraba la puerta del sótano donde estaba la raíz de
todos mis jodidos problemas. Necesitaba expiar mis pecados. Quería
recuperar a mi esposa y quería que me perdonara.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Levin mientras yo giraba sobre mis
talones y subía las escaleras.
No dije nada. Cuando abrí la puerta de mi habitación, encontré a
Bianca sentada en esa maldita silla, vestida con mi camiseta Bianca larga
y sus bragas. Necesitábamos que todo volviera a la normalidad. Ya terminé
con esto.
Extendí la mano y tiré de ella para que se pusiera de pie. Luego la
levanté sobre mi hombro en medio de sus suaves protestas y la llevé
escaleras abajo.
Vincent se sentó en el sofá y Levin dio un paso cauteloso hacia
nosotros. Pero seguí moviéndome.
—¿Que está pasando? —Vincent se levantó y se dirigió hacia nosotros.
Abrí la puerta del sótano y arrastré a Bianca luchando por los
escalones. Se corcoveó y pateó. Cuando llegamos a la puerta secreta, la abrí
y la llevé a la habitación. Levin y Vincent estaban justo detrás de nosotros.
—Aquí —le dije, ayudándola a ponerse de pie—. Mira.
Fallon se arrastró hacia adelante, con los labios entreabiertos. Solté su
brazo. Se lanzó hacia adelante antes de caer de rodillas frente a las barras
de metal de la celda de Fallon. Mis entrañas se retorcieron cuando metió la
mano dentro y se aferró a él en medio de sus lágrimas.
—Estás viva —se atragantó Fallon—. Princesa. Oh Dios. Bebé, pensé
que estabas muerta. Pensé que te habías ido.
Dejó escapar un suave sollozo cuando su cuerpo se estremeció. Ella
balbuceó su nombre de nuevo, aferrándose a él.
—Bueno, mierda —murmuró Vincent con voz espesa.
Asentí, mi garganta apretada. Lo odiaba. Jodidamente lo odiaba. Pero
era mi abejita. Haría cualquier cosa por ella. Se lo merecía. Lo sabía. Tuvo
que aguantar mi trasero loco. Tuvo que lidiar con todos nosotros. Este era
su premio.
Miré fijamente a Levin. Nubes de tormenta se reunieron en las
profundidades de sus ojos azules mientras temblaba. Ya habíamos
discutido hacer esto, pero supuse que ninguno de nosotros estaba
preparado para ver cómo reaccionarían realmente entre sí.
Moviéndome rápidamente, envolví mi brazo alrededor de la pequeña
cintura de Bianca y la arrastré lejos de él en medio de sus protestas.
—Escucha —dije en voz baja, levantándola y agarrando su rostro para
que me mirara a mí en lugar de a él de rodillas, suplicando su nombre en
voz baja—. Me perteneces. Eres mi esposa.
Se lamió los labios, su mirada de ojos azules se lanzó rápidamente
sobre mi rostro, su mano tratando de apartar mis dedos de su rostro.
—No quiero dejarte ir —dije, para que solo ella pudiera oírme.
Hizo una pausa en su mano en mí, sus cejas se arrugaron.
—Prométeme que no te irás y lo dejaré vivir. Prométeme que sigues
siendo mía. Nuestra. —Hice una pausa, asegurándome de tener toda su
atención—. Si huyes, iré a los confines del mundo para encontrarte y
terminar el trabajo —mi voz tembló—. ¿Lo entiendes?
Sus labios se separaron mientras me miraba.
—Júralo, abejita.
—Te lo juro, Dominic —dijo, con los ojos muy abiertos y suplicantes—
. Solo déjalo ir.
Expresé la fuente de mi mayor preocupación: —No lo odias como a
nosotros.
No era una pregunta, pero decidió responder de todos modos.
—Estoy tan enojada con todos ustedes que no puedo separar mis
emociones. Lo odio tanto como te odio a ti ahora mismo. Todos ustedes
merecen pagar por lo que me iban a hacer —su voz era tan suave que tuve
que inclinarme para escucharla, pero fue una respuesta satisfactoria.
Vasiliev no estaba fuera de peligro por su ira. Disfrutaría viéndola
hacerlo retorcerse.
La estudié por un momento antes de asentir a Vincent y Levin. Guie a
Bianca hasta donde había una silla. Una vez que me senté, tiré de ella a mi
regazo. Mis dos muchachos avanzaron. Vincent abrió la puerta cuando
Levin metió la mano dentro y tiró de Fallon, tirándolo al suelo frente a mí.
Bianca se inclinó más cerca de él, pero tiré de ella hacia mí, mi brazo
envuelto firmemente alrededor de su cintura para que no pudiera irse.
—Compórtate —le gruñí al oído.
Ella tragó visiblemente antes de asentir, su pequeño cuerpo aún tenso.
Miré más allá de ella, a Fallon.
—Tienes una elección —le dije—. Puedes jurar lealtad a los Reyes, a mí,
y te dejaré vivir. O puedes negarte y morir aquí y ahora.
—¿Y mi hermana? ¿Qué pasa con Natalia?
—Haré todo lo que pueda para salvarla con la condición de que no me
traiciones. Si lo haces, dejaré que Levin y Vincent se la follen delante de ti
antes de cortarle el cuello.
Un músculo saltó a lo largo de la mandíbula de Fallon, pero me dio un
breve asentimiento. —¿Qué pasa con Bianca?
Lo observé por un momento, tomando nota de los puños cerrados de
Levin y la inquietud de Vincent.
—Dominic... —empezó Bianca.
—Shh, mia regina —murmuré, apartando la mirada de Fallon para
presionar un beso en su mandíbula—. Se paciente.
Me concentré de nuevo en Fallon.
—¿Qué quieres con ella? —pregunté.
—La quiero —dijo uniformemente.
Apreté los dientes por un momento. —No.
Bianca se movió en mi regazo, su cuerpo se tensó. Cabreada o no,
todavía quería al hijo de puta. Me dio un poco de esperanza para el resto de
nosotros considerando lo que había dicho momentos antes.
—No traicionaré a nadie. Donde sea que esté Bianca, ahí es donde
quiero estar —dijo Fallon.
—Qué tal esto... —Pasé mis nudillos por el brazo de Bianca
suavemente—. Dime quién mató a Stefan Seeley.
Fallon hizo una pausa, sus ojos saltando entre Bianca y yo. —Júrame
que viviré y que puedo estar con Bianca si ella me acepta y te diré lo que sé.
Tragué y miré a Levin ya que esto era para él. Sus manos aún estaban
cerradas en puños apretados.
—Levin decide. —Aplacé la decisión a él.
Los ojos de Levin se abrieron por un momento antes de dar un paso
adelante.
—Bianca pertenece primero a los Reyes. Si demuestras que eres digno
y haces lo que te dicen, entonces sí. Por derecho como Rey, Bianca también
será tuya. —Sus hombros temblaron mientras decía las palabras.
Sabía que le costó mucho a Levin estar de acuerdo con esto. Incliné la
cabeza hacia él. Era un trato justo, incluso si odiaba a Fallon. Lo más
probable era que fracasara y lo destriparíamos antes de que tuviera la
oportunidad de tener a nuestra chica. O tal vez Levin tendría razón y los
Señores lo harían por nosotros.
—Stefan Seeley estaba saliendo con mi hermana —comenzó Fallon.
—¿Qué? —Levin gruñó cuando Vincent dio un silbido bajo.
Negué con la cabeza.
—Los hombres de Ivanov descubrieron que estaban juntos. Así que
Stefan y Natalia planearon huir y alejarse lo más posible de esta vida. Sergio
Ivanov le dio una orden a Stefan. Lo querían vivo. Fue entregado a Ivanov.
No sé qué pasó en esa habitación, pero sé que salió con vida porque fui yo
quien lo llevó de regreso a la parada de autobús en la 53. No dijo lo que
estaba pasando. No me dijo nada más que tenía que cuidar de Nattie por él,
y él volvería por ella. Lo dejé, pero esperé, mirando desde lejos. —La voz de
Fallon se suavizó—. Klaus Seeley lo recogió. —Miró directamente a Levin—.
Tu padre fue el último que lo vio con vida. Eso es lo que sé, y ahí es donde
debes comenzar.
La habitación quedó en silencio antes de que Levin soltara una fuerte
maldición y comenzara a caminar.
Vincent frunció el ceño. —Eso no tiene ningún sentido. Klaus no
lastimaría a Stefan. Era su hijo mayor y su favorito, sin ofender a Levin.
—No lo sé —dijo Fallon, encogiéndose de hombros—. Te dije lo que sé.
Pero diré esto, creo que Hail sabe la verdad. Al igual que probablemente
sabe lo que le pasó al padre de Bianca. No presioné el tema con él, pero tuve
la impresión de que me estaba ocultando mucho.
—Idiota —murmuró Vincent, sacudiendo la cabeza.
Levin dejó de pasearse y me miró.
—Tu tarea será conseguirnos más información —dije—. Traicionar a
los Señores por los Reyes. Demuestra tu lealtad de esa manera. Entonces,
te daremos la bienvenida a nuestro reino. Pero no toques a Bianca hasta
que nosotros lo digamos.
—Trato hecho —dijo Fallon sin dudarlo, su mirada volvió a estar fija en
Bianca en mi regazo.
Pasé mis dedos por su cabello y levanté su delicada mano a mis labios
donde besé el diamante en su dedo.
—Algunas cosas que necesitas saber. Primero, Bianca es mi esposa.
Las cejas de Fallon se arrugaron antes de lanzar su mirada a Levin y
Vincent, quienes asintieron. Luego miró a Bianca. —¿Princesa?
—Nos casamos hace unos días —dijo en voz baja.
—Hijo de puta —gruñó Fallon, tratando de ponerse de pie.
Levin lo pateó y lo derribó. Fallon gimió. Bianca luchó contra mí para
ir hacia él, pero me aferré.
—Bianca necesitaba mi protección. Nadie dentro de mi círculo se
atrevería a hacerle daño a mi esposa —dije fácilmente—. Fue una elección
bastante simple porque tenías razón. Me preocupo por ella, jodidamente
mucho, y la habría salvado. Esta es una prueba de eso.
—Eres un hijo de puta —maldijo Fallon, mirándome.
Le chasqueé la lengua. —Soy muchas cosas, Vasiliev, pero soy el
marido de la mujer de la que te has enamorado. Vas a querer estar en mis
gracias si alguna vez quieres sentir a mi esposa retorciéndose debajo de ti
otra vez. Soy de ella y ella es mía. Yo elijo si la comparto y cuándo. Eso nos
lleva al número dos. Esto es lo que va a pasar. Te vamos a liberar. Quiero
que vuelvas con Ivanov y le digas que me seguiste durante unos días y te
enteraste de que tomé a Bianca como mi esposa. Regresas ahora porque
querías decírselo.
Abrió la boca para hablar, pero lo silencié al continuar: —Eres nuestro
hombre, infiltrado. Puedo salvar a Bianca de mi círculo, pero necesito ayuda
para salvarla del tuyo. Ahí es donde entras tú. Quiero saber sus planes.
Misterios. Hasta sus malditos pecados. ¿Entiendo?
Miró a Bianca antes de lamerse los labios y asentir.
—Regresarás al campus y seguirás con tu vida como si no te
importaran los Reyes, excepto para hablar mierda como lo hacen
normalmente en tu pequeño círculo idiota mientras se ahogan con las pollas
de los demás.
—¿Y qué diablos se supone que debo decir que me pasó en la cara? —
espetó, arrancando su enfoque de Bianca y devolviéndolo a mí.
Vincent sonrió. —Dile que Levin y yo te atrapamos tratando de llevarte
a Bianca como lo habías planeado y que te pateamos el trasero.
Fallon frunció el ceño a Vincent, pero asintió brevemente. —Bien.
—Vincent y Levin te llevarán de regreso al campus. Los enviaré por ti
cuando te necesite. Hasta entonces, sé un buen pequeño Señor y
consígueme toda la información que puedas. —Nivelé mi mirada sobre él—
. No me busques. No busques a Vincent o Levin. Y nunca mires dos veces a
mi reina. No hasta que te digan lo contrario. Demuestra tu puto valor.
¿Entendido?
Asintió de nuevo.
—Déjalo ir —le dije.
Vincent se agachó y se desabrochó las esposas y luego liberó sus
piernas. Fallon se puso de pie, estremeciéndose.
—Llévate a Stella contigo. También puede dormir en el campus ya que
ha estado yendo a clases. No tiene sentido dejarla aquí con nosotros —
continué.
Levin puso los ojos en blanco.
—Bianca y yo volveremos pasado mañana. Quiero que ustedes dos se
queden en el campus también —dije, señalando con la cabeza a Vincent y
Levin—. Asegúrense de que todo vaya según lo planeado antes de que lleve
a nuestra reina a casa.
Bianca había estado en silencio todo el tiempo. Tomé su barbilla entre
mis dedos e hice que me mirara a mí en lugar de a Fallon.
—Mírame —murmuré, mirándola fijamente a los ojos—. Dile adiós.
Asegúrate de que haga lo correcto. Realmente no quiero tener que matarlo,
pero sabes que lo haré si arruina esto.
—Está bien —susurró ella.
La solté, me dolía el corazón, mientras se levantaba y se acercaba a
Fallon. Él la miró con avidez. En el momento en que ella estuvo cerca de él,
él la tomó en sus brazos y la abrazó, susurrándole al oído mientras ella
hundía su rostro en su pecho, sollozando suavemente.
Lo odiaba, pero la amaba. Y el amor, según iba aprendiendo, conllevaba
mucho maldito sacrificio.
Capítulo 17
Bianca
—No te fallaré, princesa —susurró Fallon con urgencia en mi oído—.
Estaremos juntos. Te lo juro. eres tan fuerte. Mi chica fuerte. Superaremos
esto. Siento mucho lo que te hice. Jodidamente lo siento. Sé que estás
enojada, pero haré las cosas bien. Juro que lo haré. Demostraré mi valía.
Asentí contra su pecho, mi garganta dolía por tratar de ahogar mis
sollozos. Esto era mucho mejor que pensar que estaba muerto y sentir la
agonía de eso. La culpa. El remordimiento. Sabía que ahora había esperanza
para todos nosotros. Ya sea que los Reyes se dieran cuenta o no, me habían
mostrado de qué estaban hechos realmente en los últimos días.
Ahora era mi turno.
—Ten cuidado —le dije, mirándolo a escondidas—. Porque no habrá
una segunda vez para nosotros, Fallon. No te he perdonado. Lo que hiciste...
lo que me ibas a hacer... —Quería gritarle mi furia, pero me tragué, sin
saber cómo expresarlo.
Él asintió y secó mis lágrimas. —Lo siento mucho. Prometo corregir
esto y demostrártelo. Te veré pronto, bebé. —Dejó un suave beso en mi
mejilla antes de alejarse de mí.
Dominic se apresuró a venir detrás de mí y acomodó mi espalda hacia
su frente, sus brazos rodeándome mientras me sostenía.
—Él estará bien, B —dijo Vincent, inclinándose y presionando un beso
en mi otra mejilla—. Me aseguraré de ello.
Asentí y apreté su mano. Pareció hacerlo feliz porque me dio una
sonrisa torcida y retrocedió.
Levin se movió torpemente, captando mi atención. No vino hacia mí. No
hizo nada más que mirarme. Él y yo teníamos mucho de qué hablar y
resolver. Todavía estaba tan enojada con él después de lo que pasó. Lo
mismo se aplicaba a Dominic. Al menos Vincent había mostrado algún tipo
de remordimiento la noche en que Levin y Dominic habían decidido que yo
debía morir con Fallon. No significaba que Vincent estaba libre de culpa. Mi
rabia fluyó profundamente.
Observé mientras se llevaban a Fallon antes de girar en los brazos de
Dominic para enfrentarlo.
—¿Por qué no me dijiste que estaba vivo?
Sus labios se torcieron, pero no había pizca de humor en su sonrisa.
—Porque no estaba seguro de si iba a dejarlo vivir.
Tragué. Parecía una respuesta honesta.
—¿Qué te hizo cambiar de opinión?
—Tu —murmuró—. No quería perderte. El pensamiento me volvía loco.
Así que hice un sacrificio, poniéndonos potencialmente en peligro, todo en
nombre del amor.
—¿De verdad me amas? —Pregunté, con incredulidad en mi tono.
Lo miré, escudriñándolo, tratando de encontrar cualquier apariencia
de mentira. Ojos verdes llenos de sinceridad fue todo lo que encontré.
Levantó mi dedo cubierto con el anillo de bodas a sus cálidos labios y
lo besó. —Sí.
No dio más detalles y yo no presioné.
—Todavía estoy enojada —le dije con un puchero.
—Lo sé. —Besó la comisura de mis labios—. Y a mí todavía me duele
que te estuvieras follando a Vasiliev a mis espaldas. Me imagino que
estamos a mano mientras prometas ser mi chica buena y mantenerte en
línea.
—Sabes que no puedo prometer eso.
—Lo sé. Y curiosamente, creo que es lo que me pone ansioso por que
me lo prometas y luego lo rompas para que yo pueda romperte —dijo,
inclinándose y mordiéndome el labio inferior.
—Estás hecho un lío.
—No sabes ni la mitad de eso, abejita.
No lo sabía, pero algo me dijo que no tendría que esperar mucho para
averiguarlo.

—Deberías comer. —Dominic me miró fijamente mientras me sentaba con


las piernas cruzadas en su cama horas más tarde, la comida que había
traído antes aún intacta.
—Y tu deberías devolverme mi teléfono. También me gustaría unos
pantalones.
Sacudió la cabeza. —Ahora eres una De Santis. Mi esposa. Sin
embargo, hicimos un trato antes de eso, y ese trato era que usarías lo que
yo decidía que usarías. Y esto —señaló su camiseta sobre mí y mis piernas
desnudas—, es lo que quiero que uses, abejita.
—Bien. —Lamí mis labios—. Pero: esposa feliz, vida feliz. Si me niegas
mis pantalones, te estrangularé con los tuyos. ¿Entiendes?
Sus labios se arquearon mientras se reía. —Me encantaría que lo
intentaras. —Empujó el marco de la puerta y entró en la habitación—.
Hablando de amenazas de muerte, realmente apreciaría que no intentaras
matarme mientras duermo de nuevo.
—Y realmente apreciaría si no metieras tu pene dentro de mí y te
corrieras después de enfadarme —repliqué con amargura—. Especialmente
después de que te pedí que no lo hicieras.
Caminó hacia mí como un depredador y me empujó de espaldas,
sentándome a horcajadas sobre mí. Mi corazón saltó en mi garganta
mientras lo miraba. Su collar de plata colgaba y me hacía cosquillas en la
piel, su glorioso cuerpo me hacía cosas que me cabreaban porque no quería
sentirlas en ese momento. Todavía estaba tan enojada con él y los Reyes por
lo que habían hecho. Haría falta mucho más que unas cuantas sonrisas
para superarlo. Pero al menos el dolor en mi pecho al pensar en perder a
Fallon se había ido. Sabía que estaba a salvo y vivo ahora. Ayudó
inmensamente a mi estado de ánimo.
—Eres mi esposa. Te meteré la polla en cualquier parte de tu cuerpo
cuando quiera. A cambio, me perteneces, Bianca De Santis. Soy tuyo tanto
como tú eres mía.
Jadeé, mi corazón se aceleró. —¿Qué pasa con Stella?
—¿Stella quién? —murmuró, inclinándose y besando a lo largo de mi
mandíbula.
El maldito imbécil sabía cómo tratar conmigo y lo odiaba. Quería ceder,
pero también quería patearlo en el pene. Mis emociones lucharon entre sí.
—La perra que ha estado durmiendo al final del pasillo. Con la que
tienes una historia.
—La única historia que tengo con ella es una que significa una mierda
absoluta, mia regina. Es una herramienta. La tengo haciendo trabajo sucio
que podría hacer que la maten. Si muere, muere. Si vive, me trae
información valiosa. Más allá de eso, ella no vale nada para mí. No me
importa nada. Y mi pene no se acercará a ella y no lo ha hecho desde que
me di cuenta de que estaba enamorado de ti. ¿Cuándo te vas a dar cuenta
de que mi mundo gira a tu alrededor desde el momento en que te
encontraste conmigo en ese pasillo?
Tragué saliva mientras él se movía y me miraba de nuevo.
—Nunca miento y nunca rompo una promesa —murmuró.
—Prometiste que me matarías si estaba con alguien más. Le dijiste a
Levin que me matara.
—Él no cumplió mis órdenes. —Me frunció el ceño antes de bajar la voz
para decir—: Sabía que lo haría. Contaba con ello.
—¿Así que me habrías matado? —Arrugué mis cejas hacia él.
—Si hubiera llegado a eso, sí. La muerte habría sido un escape fácil en
comparación con el infierno que te esperaba a manos de mi padre. Te
hubiera estado haciendo un favor. Te amo lo suficiente como para matarte
para salvarte. No podía dejar que eso te pasara a ti. Si matarte fuera la única
forma de protegerte, lo habría hecho, aunque me hubiera roto el corazón.
—Estás enfermo —susurré.
—En primer lugar, soy un villano. Un monstruo. Nunca esperé un final
feliz para mi vida. Dudo que lo consiga. Saber que estarías libre de dolor y
tortura habría sido el final más feliz. Cualquier otra cosa me habría
aplastado. Entonces sí, tal vez estoy enfermo, pero es una enfermedad que
solo quiere que no sufras.
—Sin embargo, me obligaste a casarme contigo.
Él se soltó una risa sin humor. —Como dije, Levin no escuchó. Era
cásate conmigo o muere en su mente. Eligió tu vida.
—¿Estás contento con su elección?
Dom lamió sus labios antes de acercarse y colocar un tierno beso en la
comisura de mi boca. —Tú, mia regina, eres un sueño hecho realidad para
mí. Sí. Nunca me arrepentiré de haberme prometido a ti. Jamás.
Mi cuerpo tembló debajo de él. Maldito sea por sus palabras y la mirada
en sus ojos verdes.
Pero realmente, maldita sea por sentir lo mismo.
Tal vez yo también era un monstruo.
Capítulo 18
Fallon
—¿Dónde diablos has estado y qué te pasó en la cara? —Hail me empujó
con fuerza en el pecho.
Tropecé hacia atrás. Los Reyes no habían sido exactamente
complacientes durante mi estadía en su palacio de tortura, así que todavía
estaba cansado y débil.
—Estaba tratando de conseguir a Bianca como estaba planeado. —
Gruñí, frotándome los ojos.
Se quemaron de apenas dormir. Me quedaba despierto la mayoría de
las noches con mi mente en Bianca. Quería hacer mucho más que abrazarla
cuando la vi, pero parecía que Dominic me arrancaría la cabeza si lo
intentaba. Levin parecía que me iba a desmembrar. Supuse que si Bianca
fuera mi esposa, actuaría igual. Mierda. Esposa. Ese hijo de puta…
—¿Dónde está? —Hail se burló—. Espera. No me digas. Los jodidos
Reyes la tienen.
Asentí con fuerza. —Si, pero sé lo que estaban haciendo porque los
seguí.
Hail alzó una ceja y esperó a que continuara.
Me aclaré la garganta. Era la hora del espectáculo.
—Dominic se la llevó la noche del baile de bienvenida y se casó con ella.
Ahora es Bianca De Santis.
Hail respiró profundamente, su rostro se volvió de un brillante tono rojo
antes de que yo continuara. —Descubrieron que los seguí. —Señalé mi
cara—. Y pagué por ello. También rompieron mi teléfono.
—Joder —maldijo Hail, creyendo mi mentira de inmediato.
No era como si tuviera alguna razón para no creerme. Nunca había
traicionado su confianza antes.
—Me dejaron ir y prometieron matarme la próxima vez que me
atraparan acechando cerca de ellos —terminé.
—De Santis. Kakashka2 —juró en ruso—. Ebanashka3.
Esperé a que terminara su diatriba. Maldijo un poco más, paseándose
como un león enjaulado, antes de que finalmente se calmara y tomara una
respiración profunda.
—Bien. Tendremos que idear otro plan. Y como De Santis decidió subir
la apuesta, seguiré el juego. —Dejó escapar una risa suave y siniestra que
envió escalofríos a través de mi cuerpo—. Modificaremos nuestro plan y le
haremos pagar. No hay nada peor para un hombre que otro hombre tocando
a su mujer. Y ya que te lastimaron, dejaré que me ayudes a lastimarlos.
¿Suena bien, Vasiliev?
Asentí con la cabeza con fuerza, mis entrañas revolviéndose con las
posibilidades. —Suena jodidamente increíble.
Me dio una palmada en el hombro. —Bueno. Sabía que estarías a
bordo.
Me arriesgué a mirar alrededor del patio. En el camino de regreso al
campus, Vincent me había recordado las reglas mientras yo estaba sentado
en el asiento trasero con una bolsa en la cabeza. Levin había permanecido
en silencio. El tipo estaba jodidamente loco. La noche en que casi me mata,
se inclinó y me dijo que debía rezar para que el diablo me llevara antes de
que despertara. Luego me golpeó con una droga que me metió en el cuello
con esa aguja. Mi cabeza había dado vueltas inmediatamente antes de que
todo se volviera negro.
Aparte de tirar mi culo en esa habitación en su sótano, no había hecho
mucho para entablar una conversación conmigo.
Honestamente, no me importaba una mierda ahora. Quería hacer lo
que fuera necesario para estar con Bianca. Sabía que significaba que tenía
que unirme a los Reyes, pero había cosas peores, como pensar que estaba
muerta. Eso había sido un infierno.
—¿Dónde estabas? —Tate me miró de arriba abajo mientras se
acercaba con Drake.
—Follándote a tu hermana —le dije.
Me frunció el ceño como sabía que lo haría.
—Fallon fue atrapado por los Reyes. Los siguió la noche de regreso a
casa y descubrió que De Santis se casó con Bianca. Luego le patearon la
polla. —Hail me hizo un gesto mientras me daba una breve variación de la
historia que le había contado—. Ahora, Bianca es realmente el enemigo. ¿Y
qué hacemos con nuestros enemigos?

2 Mierda.
3 Esa perra.
—Bueno, en este en particular me gustaría hundir mi polla tan... —
Tate soltó una carcajada cuando Drake chocó sus cinco.
Resoplé tranquilamente mientras trataba de evitar que mi puño se
incrustara en las caras de los imbéciles que cacareaban.
—Me gusta esa idea. De hecho, le estaba diciendo a Fallon cómo voy a
dejar que la folle, ya que los Reyes la follaron. Parece justo, ¿verdad?
—¿Por qué él? —Tate se calmó y me miró abiertamente.
No era ningún secreto que Tate sentía algo por Bianca. Estaba loco por
ella, incluso peor que Hail. Donde Hail estaba amargado, porque ella no lo
quería, Tate estaba obsesionado. Después de la noche en que Hail la hizo
chupar nuestras pollas, Tate siguió recordándonos casi todos los días cómo
sus bolas todavía hormigueaban por la liberación que ella le dio. Había sido
demasiado gráfico en sus descripciones. Una vez, cuando Hail no estaba
cerca, Tate había confesado que haría cualquier cosa por una noche a solas
con Bianca y procedió a describir toda la mierda retorcida que le haría una
vez que la tuviera.
Salí de la habitación antes de perder los estribos y arrancarle la polla
de su cuerpo. Se burlaron de mí y me llamaron blando. Yo lo llamaba ser
un maldito ser humano decente.
—Fallon será porque claramente recibió una maldita paliza y merece
una retribución por ello —dijo Hail como si fuera la cosa más fácil de
entender en el mundo.
Tate gruñó su descontento, pero no insistió. Tenía la sensación de que
estaría buscando una manera de apaciguar a Hail para poder pasar un
tiempo con Bianca. Nunca dejaría que sucediera. Los mataría yo mismo
antes de dejar que uno de esos hijos de puta la tocara.
—¿Al menos podemos mirar? —exigió Drake.
Hail puso los ojos en blanco mientras yo trataba de mantener la calma.
—Por supuesto. Como si se los negara, chicos.
Eso parecía lo suficientemente bueno para Drake, pero Tate no parecía
feliz en lo más mínimo. Trataría de colarse porque así era Tate.
Maldito idiota.
Pero al menos las cosas iban bien con Hail. Por ahora, de todos modos.
Sin embargo, odiaba que me obligaran a ser la perra de alguien.
Por Bianca, haría cualquier cosa, incluso soportar este montón de
mierda porque sabía que ella valía la pena.
Toda la noche di vueltas y vueltas, sin dormir. Golpeé mi almohada,
preguntándome si Bianca estaba bien. Había visto la forma en que De Santis
la había mirado. La forma en que la había abrazado y susurrado con ella.
Cómo se había acurrucado contra él incluso después de la mierda que había
hecho.
Y los otros dos Reyes... sí, los tres estaban locos por ella, incluso Levin,
el imbécil duro como un clavo.
Pero yo también.
No era lo suficientemente estúpido como para pensar que las cosas
iban a ser fáciles o que los Reyes no me estaban usando solo para llegar a
Hail. Demonios, no me sorprendería si esta mierda realmente hiciera que
me mataran esta vez. Bianca Valia la pena el riesgo. Lo sentía más allá de
mi corazón y en mi alma. Simplemente… hicimos clic. Mi pieza perdida del
rompecabezas, incluso si ella estaba enojada conmigo en este momento. No
era menos de lo que me merecía después de la mierda que había hecho.
Me di la vuelta, imaginando su sonrisa. Su risa. La forma en que su
cuerpo se sentía contra el mío. Cómo mi corazón se hizo añicos en un millón
de pedazos mientras estaba atado en ese maldito sótano pensando que
estaba muerta.
Cuando ella entraba en la habitación, mi corazón casi saltaba de mi
pecho de alegría.
De Santis había aplastado mi mundo cuando dijo que se había casado
con ella. Sin embargo, era mucho mejor que Hail. No estaba exactamente
segura con De Santis, dadas las conexiones de su familia, pero estaba
mucho más segura allí que si fuera la chica de Hail. Al menos a los Reyes
parecía importarles una mierda su seguridad.
Y seguro que a mí me importa.
—Bianca —murmuré en mi cuarto oscuro.
Cerré los ojos, manteniendo su rostro en mi mente. Lo que no daría por
abrazarla en ese momento. Se me revolvió el estómago, sabiendo que eso
era exactamente lo que probablemente estaba haciendo De Santis.
Sosteniéndola. Besándola. Tocándola. Haciéndola gemir.
Apreté los dientes y empujé la imagen de ella retorciéndose debajo de
él fuera de mi cabeza. No sabía cómo diablos iba a lidiar con todo ese lío,
pero De Santis me juró que ella también sería mía si cumplía.
Si me convirtiera en Rey y fuera leal.
Sería todo lo que ellos quisieran que fuera si eso significara tener a mi
princesa de vuelta en mis brazos.
Mientras tanto, tendría que aprender a controlarme cada vez que la
viera. Ya quería alejarla de toda esta mierda, y ni siquiera había regresado
al campus todavía.
Me lamí los labios, esperando que los Reyes me dieran algo que hacer
para poder estar mucho más cerca de abrazarla de nuevo.
Pensé en mi hermana, Natalia. Por la mañana, le pediría ayuda a De
Santis con ella. Sabía que dijeron que harían lo que pudieran para salvarla.
Y sabía que se suponía que debía ser su perra, pero quería que Nattie
también estuviera a salvo. Quería confirmación de que De Santis en realidad
estaba haciendo algo para ayudarla y no usándola como una forma de
controlarme.
Algo me dijo que el gran cabrón alemán, Levin, también lo quería si eso
significaba que amaba a su hermano Stefan. Confiaba en que sus
sentimientos saldrían bien porque si no lo hacían, me vería obligado a
salirme de la línea y rezar para no arruinar las cosas peor de lo que ya
estaban.
Demonios, había funcionado la última vez.
Capítulo 19
Levin
Me senté en nuestra mesa en el patio, mi pierna rebotando mientras
esperaba a que aparecieran Dom y Bianca. No me había enviado un mensaje
de texto, pero, de nuevo, Dom probablemente tenía su teléfono bloqueado
como el de Stella.
—Te ves como una mierda —comentó Vincent, sentándose a mi lado.
Lo miré y descubrí que no le estaba yendo mucho mejor.
—¿Has tenido noticias de Dom?
—Ha estado en completo silencio —se quejó—. Vi a Vasiliev caminando
penosamente por el césped esta mañana como si estuviera muerto.
—Supongo que todos tenemos eso en común —murmuré. Apenas había
dormido, preocupándome por lo que sucedería una vez que Dom y Bianca
regresaran al campus. Ni siquiera estaba seguro de qué hacer cuando
volviera. Traté de consolarla en la casa de seguridad, pero prácticamente
ignoró mis esfuerzos, lo que no me dio muchas esperanzas de un futuro con
ella.
Esperaba que pudiera decir que aún le importaba. Después de todo,
me negué a dispararle en la cabeza como se suponía que debía hacerlo. Esa
mierda tenía que contar para algo, al menos.
—¿Estás bien? —preguntó Vincent.
Me burlé y continué mirando a un árbol al otro lado del patio. Celeste
Vander Veer se reía debajo de él con sus amigas. Su padre era dueño de
una de las fábricas de armas más grandes de todo el país. Dinero viejo. Era
alguien a quien habíamos estado tratando de acercarnos durante años.
—Tomaré eso como un no. —Vincent se movió en su asiento—. Sabes,
nos va a perdonar.
—¿Por qué haría eso? —murmuré.
Había planeado matarla. Le habíamos hecho creer que Vasiliev estaba
muerto. La habíamos forzado a casarse. Estaría loca si nos perdonara un
solo pelo de la cabeza.
—Hemos hablado de esto antes. Relájate. Ya vendrá. —Su mirada
recorrió el patio, probablemente buscando a bicho y Dom como yo. Odiaba
el silencio de parte de ellos.
—Lo que sea —gruñí, sabiendo muy bien que era más que un asunto
lo que sea.
Todo esto era mi maldita culpa, y saber eso me perseguía. Si hubiera
mantenido la distancia no me sentiría tan jodido por dentro. Esto era lo que
obtenía por involucrarme. Todos jodidamente se van. Incluso Stefan... Era
la historia de mi vida...
Suspiré, tratando de mantenerme calmado. Las palabras de Vasiliev
sobre mi hermano me habían estado pesando mucho. Fue una sorpresa
descubrir que Stefan había estado saliendo con Natalia. Sabía que había
habido alguien, pero ¿la hija de un puto ejecutor ruso? El maldito idiota
mordió más de lo que podía masticar. Imaginar a mi padre involucrado en
la muerte de Stefan me enfermaba. Sabía de lo que era capaz, pero quería
pensar que nunca le haría eso a su propio hijo. Me habría matado antes de
poner un dedo sobre Stefan. Simplemente no había manera.
—Ahí están. —Vincent me golpeó el brazo.
Seguí su mirada hasta donde Dom y Bianca caminaban por el patio.
Estaban cerca el uno del otro pero sin tocarse.
Su cabeza estaba baja mientras lo escuchaba hablar, sus ondas rubias
cayendo a su alrededor.
Froté mi pecho mientras observaba cada faceta perfecta de ella. Esas
piernas largas. Ese pelo rubio. Sus labios llenos y carnosos que me hacían
querer enterrar mi polla profundamente en su garganta solo para poder
sentir el roce de ellos contra mí. La idea de soplar mi carga en su cálida
boca y hacer que me tragara solo para que siempre fuera parte de ella hizo
que mi polla se endureciera en mis pantalones.
Respiré hondo y me obligué a pensar en lo horrible que olían los
contenedores de basura en el campus en un caluroso día de verano. Eso
ayudo. Algo.
—¿Cómo están los recién casados? —preguntó Vincent cuando se
detuvieron frente a nosotros—. B parece que está caminando bien.
Ella levantó la mirada y le frunció el ceño, con los labios fruncidos por
la irritación. Me ayudó a calmar mi ego saber que nos odiaba a todos y no
solo a mí. Al menos, no me estaba ahogando solo.
—¿Todo bien? —preguntó Dom, ignorando la mención de su
matrimonio. Con el ceño fruncido, extendió la mano y colocó un mechón de
cabello de Bianca detrás de su oreja, su anillo de bodas brillando a la luz
del sol.
Mis entrañas se apretaron, con náuseas por alguna jodida razón.
¿Celos? ¿Enfado? ¿Resentimiento?
Yo también la quería. Al ritmo que íbamos, nos congelaría el trasero
antes de animarse a la idea de estar con todos nosotros de nuevo. Aunque
la había visto con Vasiliev. Haría cualquier cosa por ese hijo de puta. Pero
a la mierda. Estaba tocando fondo y con mucho gusto comería mierda con
esa basura si eso significara que Bianca se preocupara por mí de nuevo.
—Todo está bien. Vasiliev está siendo un buen chico y está haciendo lo
que le dicen —dijo Vincent.
—Ha sido un maldito día. No le des un halo todavía —me quejé.
—No te defraudará —interrumpió Bianca, sorpresivamente
dirigiéndose a mí. Me miró fijamente con tanta certeza en su hermoso rostro
que me enfermó. Ella creía en esa pequeña mierda, pero no había tenido ni
un ápice de fe en mí.
Me levanté y le devolví la mirada. —He tenido meadas más largas
comparadas con el tiempo que lo conoces. Nosotros… —Hice un gesto a Dom
y Vincent—, lo hemos conocido a él y a toda su pandilla de mierda desde
que sabíamos caminar. Nunca confíes en un Ivanov y, por defecto, nunca
confíes en nadie asociado con ellos.
Ella tragó visiblemente. —Confío en él, a p-pesar de...
Me burlé, sabiendo que tenía sus reservas. Sin embargo, quería torcer
el cuchillo porque realmente odiaba al tipo. —Él es la última persona en la
que deberías confiar.
—¿A diferencia de ti?
Golpe bajo, pero le había puesto una pistola en la cabeza.
—Suficiente —espetó Dom, interponiéndose entre nosotros mientras mi
furia por toda la situación se apoderaba de mí.
¿Qué diablos me pasa? Había accedido a esta mierda. Podría haber
dicho que no, golpear a Vasiliev y dispararle en la cabeza como se suponía
que debía hacer. Entonces estaría libre de esta pesadilla. Pero no, había
encontrado una chispa de esperanza con Bianca y me había aferrado a ella
como un idiota. Les había salvado la vida, pero aun así no era lo
suficientemente bueno. Demonios, había salvado la vida de Vasiliev dos
veces en una semana. Aparentemente, a ella no le importaba.
—Él se mantiene en línea por lo que sabemos —dijo Vincent, lanzando
una mirada inquieta entre Bianca y yo—. Si B cree que esto funcionará,
entonces tengamos un poco de fe también.
Un músculo saltó a lo largo de la mandíbula de Dom mientras yo
rodaba los ojos. Esto era jodidamente estúpido.
—El tiempo dirá. Por ahora, jugamos como pretendíamos. Todo el
mundo. —Miró deliberadamente a Bianca—. Eso significa que tú también.
—Como si alguna vez me atrevería a desafiar a mi querido esposo —
dijo con una mueca.
—Oh, espero que lo hagas para poder darte una muy buena lección —
dijo con una voz sedosa mientras tiraba de su cuerpo contra el suyo, sus
dedos se enredaban a través de sus suaves mechones.
Apreté los dientes cuando esa horrible burbuja de celos se infló en mi
pecho de nuevo. No se apartó de él. Realmente no. Simplemente apoyó las
manos en su pecho y lo miró. Parecían compartir una extraña conversación
silenciosa entre ellos por un momento antes de que él le diera una sonrisa
maliciosa y se inclinara para besarla.
O al menos pensé que iba a besarla. Él le mordió el labio en su lugar,
haciéndola sisear.
—Sé buena, abejita —fue todo lo que dijo mientras ella lo miraba.
—Nunca.
—Entonces sé mala. De cualquier manera, yo gano. —La empujó hacia
Vincent, quien la atrapó fácilmente en sus brazos, inmediatamente
envolviéndolas alrededor de ella para que no pudiera escapar—. Vigila a mi
esposa. Tengo asuntos que atender con Vasiliev. —Y con eso, Dom se volvió
y nos dejó con Bianca.
—Hueles bien —dijo Vincent mientras la inhalaba.
—Se llama esencia de jódete —dijo, dándole un codazo en las costillas.
Dejó escapar un susurro de aire y la soltó.
Envolví mi mano alrededor de su muñeca cuando intentó salir
corriendo y tiré de ella hacia atrás a pesar de su mirada de enojo.
—Nada ha cambiado —dije—. Nos perteneces. Te observamos. Te
seguiremos. Tendrás un objetivo más grande en tu cabeza una vez que se
corra la voz de que tu apellido cambió.
—Déjame ir —me gruñó, tratando de liberar su brazo de mi agarre. Hizo
una mueca porque apreté mi mano.
—Sabes las reglas. Cíñete a ellas y deja de hacer esto jodidamente
miserable —le espeté.
—¿O qué? ¿Me llevarás al bosque y realmente me dispararás la próxima
vez?
Gruñí y tiré de ella hacia mí. —Sí. Un dolor menos en mi culo sería el
jodido cielo, bicho.
Tragó visiblemente mientras me miraba fijamente, con los labios
entreabiertos. Enterré mis emociones y continué sosteniendo su mirada.
—Los odio a todos.
—Confía en mí, siento lo mismo —le dije, empujándola hacia Vincent,
quien una vez más la rodeó con sus brazos.
—No me siento así en absoluto —dijo, dándole un apretón—. Sé que
sabes cómo me siento.
Se relajó contra él, su espalda al ras con su frente.
—Y tal vez más tarde, pueda mostrártelo —continuó.
Me di la vuelta, las náuseas me retorcían las tripas de nuevo. Tenía que
poner mi mierda bajo control.
—¿Quieres que engañe a mi esposo ya? —preguntó.
—Diablos, quiero que tu esposo se una a nosotros.
Dejó escapar una risa suave antes de girar en sus brazos y mirarlo
fijamente, sus labios a una fracción de los de él. —No voy a follarme a
ninguno de ustedes nunca más, así que siéntanse libres de irte a la mierda.
—Ouch, bebé B. Eso es un poco duro. Sabes que amo tu mierda.
Ella se burló y desvió la mirada, pero Vincent la tomó por la barbilla y
volvió a centrar su atención en él.
—Te amo. Sabes que lo hago —murmuró, inclinándose hacia ella—.
También a Dom y Levin. No nos castigues por hacer lo que pensamos que
era correcto.
—No está bien hacer lo que hicieron —dijo, con la voz temblando de
emoción—. Ninguno de ustedes está libre de pecado. Cada uno de ustedes
me lastimó de alguna manera. Algunos más que otros.
—Este no es el mismo mundo al que estás acostumbrada. Vivimos
diferente aquí. Violentamente. Peligrosamente. Si no nos importara, los
habríamos matado a ambos.
—Pero era el plan —argumentó.
—No queríamos que lo fuera. Lo quieras creer o no, Levin te salvó la
vida.
—¿Por qué no me salvaste tú?
Mordí el interior de mi mandíbula mientras los escuchaba. A ella no le
importaba una mierda que me hubiera arriesgado por ella y su pedazo de
mierda de chico amante.
—Ya hablamos de esto —dijo Vince, acunando su rostro en su mano—
. Necesitaba ayudar a Levin a averiguar quién mató a Stefan…
—A ella no le importa una mierda. Deja de intentar convencerla —le
espeté, empujándolo en el hombro y alejándola de él. La empujé hacia
adelante, haciéndola tropezar un poco—. Camina para que podamos
terminar con este día.
—Tranquilo, imbécil —dijo Vincent, empujándome a un lado para
alcanzar a Bianca, quien ni siquiera se molestó en mirarme mientras
caminaba, su trasero balanceándose en su uniforme.
Sabía que no lo estaba haciendo a propósito y estaba completamente
enojada conmigo, pero eso no impidió que sucediera. Simplemente empeoró
todo. Ella era el epítome de la perfección y ni siquiera lo sabía. Al menos
para mí lo era. Y los Reyes. Y al parecer esa mierda de Vasiliev.
Dejé escapar un suspiro cuando Vincent se acercó a ella y le dio una
palmada en el trasero. Ella le dio un codazo, haciéndolo reír.
A veces deseaba ser más como Vincent. Vivía una vida en la que
encontraba el bien y el humor en todo.
Incluso cuando nuestra chica nos dijo que nos odiaba. En su odio,
encontraría el lado positivo.
En cuanto a mí, parecía que solo lo vería hacerlo ya que no había nada
más que pudiera hacer excepto esperar y tratar de enterrar cualquier
apariencia de sentimiento que tuviera mientras tanto.
La vida era una perra.
Capítulo 20
Dominic
Me apoyé contra un pequeño nicho en el callejón detrás del edificio de
ciencias mientras miraba mi teléfono. Vasiliev ya llegaba cinco minutos
tarde. Me pasé la mano por la cara, mi irritación ya estaba en su punto
máximo del día.
Tratar con Bianca fue una pesadilla enviada desde el infierno. Era
atrevida y feroz, haciéndome desearla aún más. Pero se resistió a mis
insinuaciones, empujándome lejos. Y después de que me abrí paso entre
sus piernas, aunque ella lo había disfrutado, juré que intentaría
mantenerme bajo control. No era ese tipo, y no tenía excusa para mis
acciones aparte de que era un monstruo.
Pero era un jodido monstruo que la amaba.
Era un mundo extraño. Nunca antes había sentido algo así, y no estaba
seguro de cómo manejar estos nuevos sentimientos. Por un lado, quería
follarla hasta dejarla sin sentido, quisiera o no. Por otro lado, quería besarla
y susurrarle todas las cosas que sentía y que me dijera que me amaba y me
deseaba de igual manera. Las dos partes de mí estaban luchando entre sí.
Mientras trataba de ir sobre la marcha.
—Llegas tarde —le dije mientras Vasiliev entraba en el rincón oculto
conmigo.
—Sí, lo siento —gruñó, su rostro todavía magullado e hinchado.
Aunque empezaba a verse mejor—. Tate estaba tras mi culo por algo.
—Espero que no literalmente.
Me frunció el ceño. —Estoy aquí. ¿Que necesitas?
Dejé escapar una risa suave y peligrosa. —Necesito que recuerdes con
quién diablos estás hablando.
Me miró. —¿Cómo está Bianca?
—Mi esposa está bien —dije, examinando la ira y el resentimiento en
su rostro roto.
El asintió. —¿Cuándo puedo verla?
—Sabes. —Me apoyé contra la pared de ladrillos y encendí un porro
antes de dar una calada profunda y expulsar el humo—. Te follaste a mi
esposa.
—Más de una vez —agregó.
Me reí de eso. Vasiliev tenía cojones, eso seguro. No me cabreó menos.
—¿Por qué lo hiciste? ¿Qué te hizo lo suficientemente valiente como
para follarte a la chica de un Rey?
Me miró fijamente por un momento antes de hablar: —Porque me
enamoré de ella. Me enamoré fuerte en el momento en que la vi por primera
vez. Traté de protegerla cuando estaba con Hail. Bianca lo es... todo —
terminó encogiéndose de hombros.
Asentí, odiando que algún otro hijo de puta estuviera enamorado de
ella, pero mierda, ¿qué no había para amar de mi pequeña abejita?
—Y, sin embargo, ibas a entregarla a una vida de puto horror. Qué
manera de demostrar tu amor, pero tal vez sea diferente para ustedes,
Señores.
—No fue así —gruñó—. Habría vuelto por ella. No habría llegado tan
lejos…
—Entonces eso demuestra lo poco que sabes. Una niña linda y tierna
como Bianca en las garras de mi padre no hubiera durado ni un día. Conoce
a tu maldito enemigo. Ese es un consejo profesional de mi parte.
—La cague. Lo admito. Estaba desesperado y estúpido. En cierto modo,
estoy agradecido de que intentaras matarme. Salvaste el día tal como pensé
que lo harías.
Me burlé de él. —Tuviste suerte. Eso es todo.
—Gracias —dijo en voz baja—. Sé que no tenías que extenderme tu
misericordia, pero lo hiciste y, por eso, te estoy agradecido. Quiero esta
oportunidad de demostrar mi valía no solo a Bianca, sino también a los
Reyes.
Lo inspeccioné. Nada en la forma en que me devolvió la mirada me hizo
dudar de su sinceridad. Por mucho que quisiera verlo como una pequeña
comadreja astuta, realmente no podía. La amaba. Podía verlo. Podía oírlo.
Podía sentirlo saliendo de él en oleadas. Bianca tenía ese efecto en aquellos
bajo su hechizo.
—¿Cuándo puedo verla? —preguntó de nuevo.
—¿Estás pidiendo verla o follarla?
—Ambas cosas.
Le sonreí, nada gracioso en el gesto. —Déjame aclararte algo. Bianca
es mi esposa. Pertenece a los Reyes. No eres un Rey. Por lo tanto, no tienes
derecho a reclamar nada relacionado con ella. Tienes suerte de que te
dejemos vivir.
Su garganta se agitó mientras me miraba. —No me uses para luego
quítamela. Soy leal a los que amo, y la amo jodidamente demasiado. ¿Qué
debo hacer para convertirme en Rey y poder tener a mi chica?
La tensión atravesó mi cuerpo. Los recuerdos de la mirada en el rostro
de Bianca cuando se dio cuenta de que todavía estaba vivo inundaron mi
mente. Para mantenerla, tenía que dejarlo vivir. Tal vez incluso unirse a
nosotros.
—Cada puta cosa que te digo que hagas. Sin duda. En este momento,
no estás ganando ningún punto.
Frunció los labios y me estudió por un momento antes de hablar: —
Dame algo. Cualquier cosa. Necesito una pizca de esperanza. Sólo déjame
abrazarla por un momento…
—Ella no es un maldito cachorro, y tú no eres un niño —le espeté—.
Es mi esposa, así que ponte en fila, o te mataré yo mismo esta vez.
Él me miró, y sus manos se apretaron en puños. —Quiero saber que
no soy solo un peón y que lo que dices es en serio.
—¿Me estás interrogando?
Ese músculo se tensó a lo largo de su mandíbula mientras apretaba los
dientes.
—Porque si lo estás haciendo, estás fuera. Nadie me cuestiona.
¿Entiendo?
—Entendido —gruñó.
Jodido Cristo. Esto es ridículo. Y no sólo la situación. La mierda que
pasa por mi cabeza. Entendía lo que quería el idiota, y sabía que tenía que
darle a Bianca algo a lo que aferrarse también para que me diera la mitad
de una maldita oportunidad. Sabía que solo exigírselo no funcionaría, así
que tendría que hacer algunos ajustes. Pero me preocupaba que si hacía
concesiones, parecería que era blando y me rendía. Lo último que
necesitaba era que alguien pensara que era una presa fácil cuando no lo
era. Excepto tal vez por ella.
—¿Has visto a Ivanov? —Di otra calada a mi porro, no queriendo
desperdiciar la mierda y necesitando cada calada.
—Sí —murmuró.
—¿Y? —Soplé el humo.
Él suspiró. —Es un imbécil. Le conté la historia que inventamos. Está
sediento de sangre, no solo por mí, sino por Bianca. Todavía quiere robártela
y luego… —Se pasó los dedos por el cabello, con una mirada de pura
angustia en su rostro.
—¿Qué?
Intercambió miradas conmigo. —Dijo que una manera de cabrear a un
hombre es tomar y tocar lo que le pertenece. Quiere quitársela y follársela.
Quiere que yo también lo haga y les ha dicho a Tate y Drake que también
formarán parte de ello
Respiré, asimilando la información antes de hablar en voz baja: —¿Cuál
es el plan exactamente?
—Todavía no lo sé. Nada sólido, pero estoy seguro de que lo resolverá
lo suficientemente pronto.
—Si alguien la toca, lo mataré. Tú lo sabes. Hazles saber eso. No estoy
jugando. Cuando se aprieta un gatillo esta vez, el objetivo será la cabeza de
alguien. ¿Entendido?
—Sí —dijo.
—Entonces, si alguno de ustedes, Señores, quiere ver la luz del día, se
mantendrá alejado de lo que pertenece a los Reyes. Daré ejemplo si es
necesario, comenzando con sus malditos discípulos que los siguen como
perros leales. Me abriré camino hasta su maldita cadena de mando, sacando
las agallas de cada uno de ustedes. Asegúrate de que Ivanov no me presione.
Una guerra conmigo no terminará bien para los Señores.
—Voy a transmitir el mensaje —dijo sin una pizca de emoción en su
rostro.
Lo examiné de cerca por un momento. Si estaba mintiendo sobre sus
sentimientos en algo de esto, era un gran actor. Solo la forma en que dijo el
nombre de Bianca me hizo creer que estaba dispuesto a hacer todo lo que
tenía que hacer por ella.
—¿Y mi hermana? —presionó.
—Veré a mi padre esta noche. Haré lo que pueda. Mi informante dijo
que tu hermana todavía está viva. Le hice una petición a mi padre y parece
estar dispuesto a hacerlo. Te enviaré un mensaje una vez que regrese.
Él asintió una vez, su nuez de Adán se balanceaba mientras tragaba.
Le ofrecí mi porro, preguntándome si lo aceptaría. Lo miró por un momento
antes de tomarlo e inhalar profundamente, conteniendo el humo por un
momento antes de toser y exhalarlo.
—Eso es mierda e la buena —se atragantó, devolviéndolo.
—Todo lo que tengo es lo mejor —dije—. Quédatelo. Es solo una
muestra de las cosas que podrías tener si haces lo que te dicen. —Salí de la
alcoba y lo dejé allí, necesitaba ver qué otras tonterías habían estado
sucediendo en mi ausencia.
Capítulo 21
Vincent

Me apoyé contra los casilleros fuera de la clase de Bianca, esperando que


sonara la campana. Siempre salía temprano de clases. Sentarme allí
escuchando el zumbido de estos imbéciles no hizo mucho por mí. No era
como si necesitara saber una mierda sobre las amebas o lo que sea que
estaban tratando de meternos en la garganta.
—Hola —gritó Stella mientras se acercaba a mí.
Le di una mirada poco entusiasta antes de volver a leer un cartel que
anunciaba las pruebas para un musical escolar.
Se detuvo frente a mí, bloqueando la lista de requisitos para la
audición. —¿Por qué no viniste a verme anoche?
—¿Por qué diablos haría eso? —Levanté una ceja hacia ella,
preguntándome cuán loca estaba.
Ella soltó una risa y pasó su mano por mi pecho. —Porque sé que
Bianca no te va a dar nada. Dom no la dejará. Pensé que podría ayudarte
mientras esperas.
Aparté su mano de mi pecho. —Me follaré a Levin antes de follarte a ti.
Se burló. —Está bien. Tráelo también. Me encantaría ser la carne en
ese sándwich.
Arrugué mi nariz hacia ella. —¿Qué carajo te pasa?
Se encogió de hombros. —Yo diría que el problema es tuyo, no mío.
¿Qué clase de hombre dice no al sexo?
—Del tipo con algo de jodida decencia.
Soltó una risa de nuevo. —Deja de actuar como si fueras un santo,
Vincent. Ambos sabemos lo sucio y depravado que eres. Hemos follado
antes. No se lo diré a nadie si eso te lo pone más fácil. Sé cómo eres y lo que
te gusta. —Se inclinó hacia adelante y frotó mi pene a través de mis
pantalones. Me tensé bajo su toque, la rabia fluía a través de mí.
Con todo el control que tenía, agarré su muñeca y aparté su mano con
firmeza. —No, Stella. no me toques Soy un Rey, no un maldito Señor. Vienes
a mí si te digo que vengas a mí, no al revés. Si sigues así, te ataré a una vía
de tren y dejaré que la policía recoja tus pedazos.
Sacó su muñeca de mi agarre, con una mueca en su rostro. —Todos
sois iguales, ¿lo sabíais? Todos quieren a Bianca, ¿y para qué? Ella no te
quiere de vuelta. Sin embargo, todavía suspiras por ella. ¿Qué diablos te
pasa?
Levanté mis cejas hacia ella, fría y tranquila como podía ser. —Hazte
esa pregunta. Los Reyes no te quieren y aun así lo intentas. Explícamelo,
para que lo entienda.
—Eres un imbécil.
—De acuerdo.
Ella puso los ojos en blanco y cruzó los brazos sobre el pecho. —Lo que
sea. Ni siquiera me importa. Dom me tiene follando a Hail otra vez de todos
modos. Dom cambió de opinión sobre sus términos. Quiere que obtenga
tanta información como pueda. Esta mañana fue una pesadilla. ¿Sabes lo
que tuve que hacer para volver a estar en buenas manos con Hail después
de que me enfurecí con él la última vez?
—¿La misma mierda que siempre haces? ¿Caer de rodillas y comer
polla como un perro hambriento?
—Lo hice para seguir con vida. Si Hail supiera lo que realmente estoy
haciendo, me mataría.
—Entonces, ¿por qué diablos estás parada aquí hablándome como si
fuéramos mejores amigos? —Deslicé mi mirada hacía ella—. Piérdete.
—No tengo a nadie más con quien hablar de esto.
Negué con la cabeza hacia ella. —Esto es lo que obtienes cuando juegas
con fuego. Un montón de quemaduras. Solo quédate en tu carril, y espera
que la mierda no se descontrole. Si Dom dijo que te protegeríamos, lo
haremos, pero eso no significa que ninguno de nosotros te vaya a follar o
que nos importes una mierda. Si quieres seguir con vida, sigue las malditas
reglas. Ahora lárgate. Estás arruinando mi sueño de protagonizar el musical
de la escuela.
—Vete a la mierda, Vincent. —Giró sobre sus talones y volvió
pavoneándose por donde había venido.
—Maldita psicópata —murmuré, volviendo a leer el cartel.
Apuesto a que podría hacer una audición y conseguir el papel principal.
¿Quién diablos no querría que hiciera de Romeo? Soy una maldita estrella.
Sonó el timbre, sacándome de mis extraños pensamientos, y esperé a
que Bianca saliera de su clase. Apareció un momento después, luciendo tan
hermosa como hace una hora cuando la dejé aquí.
—Hola, bebé B —dije, colocando mi brazo sobre sus delgados
hombros—. ¿Te dije lo hermosa que estás hoy?
—Van a hacer falta mucho más que unos cuantos cumplidos para que
me gustes de nuevo, Vincent —dijo, tratando de quitarme el brazo de
encima.
—Pensé que estábamos bien. ¿Qué sucedió? —Tomé sus libros de sus
brazos y los puse debajo de mi otro brazo mientras caminábamos.
Cuando la dejé con Dom en la casa de seguridad, me dio un apretón en
la mano y actuó como si las cosas pudieran volver a la normalidad. Ahora,
estaba confundido.
—No pasó nada. No he olvidado la mierda que me hicieron. Añádele el
hecho de que ahora estoy malditamente casada…
—Estás casada con una maldita leyenda, B. Dom no es solo un cabrón.
Es alguien importante. Quiero decir, desearía que fuera mi anillo en tu dedo,
pero estoy seguro de que jugaremos a las casitas de todos modos.
—Eres demasiado optimista —se quejó, deteniéndose en su casillero.
Hizo girar la combinación y la abrió. Coloqué sus libros en el estante
sobre su cabeza mientras ella miraba hacia el espacio abierto.
—¿Qué ocurre?
—Todo —dijo en voz baja.
—Ven aquí —le indiqué suavemente, sin saber si me iba a dar una
patada en el pene, pero decidiendo que me arriesgaría. Envolví mis brazos
alrededor de ella, la tensión abandonó mi cuerpo cuando se acurrucó contra
mi pecho.
—Está bien, bebé. Sé que estás enojada, pero te juro que estás a salvo
con nosotros. Nadie te va a lastimar si podemos evitarlo.
—No te creo.
—Lo sé, pero lo prometo, ¿de acuerdo?
Se apartó y me ofreció una sonrisa triste. Mis manos todavía estaban
en su cintura cuando Drake pasó y la empujó con fuerza. Detuve su caída
y la moví contra su casillero. En cuestión de segundos, mi puño se conectó
con la parte posterior de su cabeza.
La gente saltó fuera del camino, algunos de ellos chillando, otros
gritando. Mi puño golpeó contra su nariz cuando se dio la vuelta, lo que hizo
que la sangre le corriera por la cara. Acababa de decirle a B que la
protegeríamos, y luego apareció esta mierda sin cerebro y la empujó. De
ninguna maldita manera. Enterraría a este imbécil y convertiría a B en
creyente de mis palabras.
—Pedazo de mierda —gruñí mientras le golpeaba en las costillas, lo que
hizo que se doblara y jadeara para respirar—. No toques lo que pertenece a
los Reyes. Eso incluye a nuestra chica.
—Ella no es tu chica —dijo con voz áspera, golpeando su hombro contra
mí y haciéndome tropezar hacia atrás—. Es el pequeño juguete para follar
de De Santis. Todos lo sabemos. Se casó con ella. En el momento en que
logres tenerla, será solo sobras.
Hijo de puta. Vi rojo. Le di un puñetazo de nuevo mientras se reía antes
de llevar mi rodilla hasta sus tripas, enviándolo a encorvarse de nuevo.
Estaba a punto de mencionarlo una vez más y acabar con su nariz cuando
B se lanzó frente a mí y me empujó lejos del pedazo de mierda.
—No —dijo ella.
La miré fijamente, mi furia desvaneciéndose. Noté que Vasiliev y Tate
habían entrado en la refriega y ahora estaban ayudando a Drake a ponerse
de pie. Capté la mirada de Vasiliev y noté la mirada sombría en su rostro
magullado. Su mirada se precipitó hacia B, con una mirada de anhelo en
sus ojos, antes de aprender y enfocarse en la mancha de mierda frente a él.
Tomé la mano de B y la alejé, odiando que tuviera que ver el lado feo
de nuestras vidas. A decir verdad, si ella no hubiera intervenido,
probablemente lo habría matado en el acto, optando por pisotear su maldita
cabeza en el momento en que lo pusiera en el suelo.
Dejo que B guíe el camino sin decir una palabra. Llegamos a mi
dormitorio unos momentos después.
—Siéntate —me ordenó, señalando mi cama.
Hice lo que me ordenó y observé mientras hurgaba en mi baño antes
de salir con un botiquín de primeros auxilios y un paño.
—Estoy bien —le dije mientras se arrodillaba frente a mí.
—No o estás. Estas sangrando. —Secó mi mejilla con un trapo tibio y
frunció el ceño ante un corte que ni siquiera sabía que tenía. Estudié su
rostro, asombrado por ella. Era una mujer notable.
Hice una mueca cuando limpió mi herida antes de pasar a mis manos,
donde me había roto la piel de los nudillos al golpearlo.
—No necesitabas pelear —dijo mientras terminaba de vendarme.
—No voy a dejar que nadie empuje a mi chica —respondí, flexionando
mi mano. Sí, esa mierda estaría adolorida mañana.
Frunció el ceño. —¿Soy tu chica? Ahora estoy casada con Dom.
—Sigues siendo mi chica, B —confirmé, alcanzando y acunando su
cara entre mis manos—. También eres de Dom y Levin.
—¿Y de Fallon? —Me miró, con el ceño fruncido.
Suspiré, no queriendo darle un rotundo no ya que se veía tan
malditamente esperanzada. En el gran esquema de las cosas, dudaba que
Vasiliev se convirtiera en Rey. No hacía falta ser un científico espacial para
saber que llevábamos vidas peligrosas, y probablemente la cagaría o moriría
antes de hacer el juramentado como Rey.
Dije lo mismo: —No lo sé. Tal vez si no la caga.
—No lo hará. Sé que no lo hará.
—Realmente tienes fe en él. Admiro eso. Solo quiero que tengas mucha
fe en nosotros también.
Se burló y se dio la vuelta.
Me incliné y acuné su mejilla, trayendo su atención de nuevo a mí. —
Te demostraré que puedes confiar en los Reyes. Si te soy sincero, me pones
nervioso.
—¿Si? —Sus labios estaban a un suspiro de los míos.
—Sí. No quiero que me rompas el maldito corazón. Si nos dejaras me
destruirías. El hecho de que estés dando tanto a favor de Vasiliev me hiere.
Creo que en toda esta tormenta de mierda, yo soy el que estaba a tu lado y
no quería nada de esto. Siento que mi castigo es injusto. Yo solo... te amo,
B. —No esperé a que respondiera. Cerré la distancia y presioné mis labios
contra los de ella, saboreando su brillo labial color cereza y el suave y
pequeño sonido que hizo cuando mi lengua se deslizó a lo largo de la suya.
Después de que pateó mi trasero por toda la casa de seguridad, no
esperaba que me devolviera el beso. Supuse que me noquearía con una
lámpara o con sus tacones altos, pero no, cayó en nuestro beso
rápidamente, sus dedos revolvieron mi cabello mientras lo acariciaba.
¿Gané? ¿Fueron suficientes mis palabras? ¿Ayudó joderle la cara a
Drake?
—¿Qué carajo? —La voz de Dom gruñó.
Bianca fue arrebatada de mí, dejándome con nada más que una
erección furiosa y una mirada deslumbrante en mi rostro.
—Sí. ¿Qué carajo? —Dije, frunciendo el ceño a Dom mientras sostenía
el brazo de Bianca.
Ella luchó contra él, pero él la sostuvo con fuerza.
—Déjame ir. —Ella le dio una patada en la espinilla, lo que solo lo hizo
gruñir y tirar de su cuerpo luchando contra el suyo.
—¿Qué acabo de interrumpir? —demandó Dom, mirándola fijamente,
ambas manos sosteniendo la parte superior de sus brazos.
—Pues me besó —dijo ella
—Oye, me devolviste el beso —interrumpí, sin creer que se hubiera roto
tan fácilmente y me echara toda la culpa a mí.
Me lanzó una mirada que decía lo que había supuesto. A ella le gustó.
Lo quería.
—Sabes lo que te dije. Si no me lo vas a dar a mí, entonces no se lo vas
a dar a nadie —dijo Dom, frunciendo el ceño, leyendo claramente la mirada
en su rostro.
—Es nuestra chica, imbécil —espeté, la ira creciendo en mi pecho.
Había hecho una maldita promesa. De ninguna manera lo dejaría salir
de esto.
—Y ella no estaba follando conmigo. Nos besamos.
Dom lanzó una mirada en mi dirección, sus ojos me recorrieron antes
de soltar a Bianca. Ella tuvo las pelotas para patearlo de nuevo. Él siseó y
tiró de ella hacia él una vez más.
Por el amor de Dios.
—Compórtate, abejita. —Le dio un apretón en la cara con una mano.
—Déjame ir —replicó ella, mirándolo fijamente—. No eres mi maldito
jefe, Dominic.
—Me estás volviendo loco —dijo mientras la miraba fijamente.
—Gracioso. Pensé que ya estabas allí.
Una sonrisa curvó sus labios en la más mínima forma. —Vincent.
—¿Sí?
—Mi esposa me está poniendo los nervios de punta hoy. ¿Qué harías
para darle una lección?
La mirada de Dom nunca dejó a Bianca, quien se burlaba de él. Sin
embargo, el ligero temblor en su cuerpo era inconfundible.
—¿Negarle un orgasmo? —Sugerí, recordando lo enojada que la había
hecho antes. Sus ojos se abrieron por un momento, y supe que era la
respuesta correcta.
Dom le soltó la cara y pasó los nudillos por su mandíbula. —
¿Escuchaste? Vincent cree que eso podría hacer que te comportes.
Ella no dijo nada mientras me echaba un rápido vistazo.
—Creo que tiene razón —continuó Dom, alejándose de ella—. Vincent.
Sostenla.
—No. —Se movió para lanzarse a mi alrededor, pero la agarré por la
cintura, disfrutando de su lucha en mis brazos.
—¿Qué diablos, Vinny? —gritó cuando la arrastré hacia la cama.
La forma en que dijo mi nombre hizo que mi pene se endureciera, así
que si su plan era cortejarme, lo estaba haciendo muy bien.
La acerqué contra mi frente mientras nos reclinábamos en la cama, mis
piernas enganchadas entre las suyas para abrirlas para Dom. Retorcí mis
dedos con los de ella y los sostuve sobre el colchón mientras ella se retorcía
contra mí.
—Todo lo que estás haciendo es ponerme duro —murmuré,
moviéndome contra ella. Sabía que podía sentir mi polla contra su espalda.
—Eres un Judas —gruñó ella, su pecho subiendo y bajando mientras
continuaba con su batalla inútil.
Me reí. —¿Cómo?
—Sabes cómo.
Dom se subió a la cama y se colocó entre sus piernas, sus ojos verdes
se llenaron de nubes de tormenta mientras le levantaba la falda.
—No tienes permitido besar, tocar, chupar o follar a nadie más que a
mí, a menos que te diga lo contrario —dijo Dom con voz suave y peligrosa.
Se me pusieron los pelos de punta antes de que me lanzara una mirada
que me hizo calmarme. Conocía esa mirada. Era su mirada de se paciente.
Le di un ligero asentimiento.
—Espero que chupes a Vincent casi hasta correrse como castigo ya que
él lo comenzó. —Se movió contra mí, mi polla dolorosamente dura.
Dejé escapar un gruñido suave.
Dom ladeó la cabeza como si estuviera considerando sus palabras. —
Estás bien.
—¿Qué? —Dije, con los ojos muy abiertos, al mismo tiempo que Bianca
dejó escapar un suave grito ahogado de sorpresa.
—Tal vez esto debería ser un castigo para los dos. De rodillas, abejita.
La dejé ir, confundido. Bianca dudó por un segundo antes de que Dom
le chasqueara los dedos. Rápidamente se puso de rodillas y me miró. La
miré fijamente, con el corazón en la garganta. No tenía idea de lo que este
lunático tenía en mente.
—Saca su polla y chúpala —ordenó Dom.
—Dominic… —Los ojos de Bianca se abrieron como platos mientras
pasaban por encima de mi rostro.
Mi corazón latía con fuerza ante la idea de su boca en mi pene.
Dom dejó escapar un suspiro exasperado. —Querían jugar, ¿verdad?
¿Ustedes dos?
—Solo quería un beso —murmuré, claramente mintiendo. Si B me
hubiera dado luz verde, la habría ido hasta el final sin dudarlo.
—Bueno, vas a conseguir uno —dijo Dom—. Bianca. Ahora.
—Eres un idiota —le espetó ella, sus dedos hurgando en mi cremallera.
Exhalé, más excitado de lo que debería estar, considerando que estaba
a punto de ser castigado.
Bianca me sacó la polla y la acarició, haciéndome aspirar un fuerte
suspiro.
—Chúpalo —gruñó Dom, arrodillándose detrás de ella—. Trata de
hacer que se corra en tu boca.
Bianca gruñó obscenidades antes de que mi polla se hundiera
profundamente en su boca. Mis ojos se pusieron en blanco ante el calor y
la succión perfecta.
—Joder —siseé mientras ella me chupaba.
—Abre las piernas —le instruyó Dom.
Ella gruñó a lo largo de mi polla, pero abrió las piernas para él. Enredé
mis dedos en su cabello mientras Dom le levantaba la falda y le bajaba las
bragas, sus ojos oscuros. Prácticamente podía ver una vena de crueldad e
ira rezumando de él mientras la miraba fijamente. Una punzada de
remordimiento me recorrió por haberla metido en problemas, pero no podía
evitarlo cuando se trataba de ella.
Levantó la mano y la bajó sobre su coño.
Ella aulló a lo largo de mi polla, haciéndome gemir.
Él la tocó una y otra vez hasta que jadeaba sobre mi polla. Deslizó un
dedo profundamente dentro de ella, haciendo que su espalda se arqueara
mientras se ahogaba con mi erección.
El sonido de su dedo follándola me llevó hasta el borde.
Estaba listo para explotar cuando mis bolas se estiraron para lo que
sabía sería el orgasmo más intenso de mi vida.
Dom retiró los dedos y golpeó su coño tres veces más mientras ella
gemía. Justo cuando ella comenzó a temblar con un orgasmo inminente, él
se detuvo y retorció sus dedos en su cabello, alejándola de mi dolorida polla.
—Joder, hombre. No —gruñí, desesperado por descargar mi carga.
Dom empujó a Bianca a mi lado, con el pecho agitado mientras nos
examinaba.
Él agarró mi polla con fuerza y se inclinó sobre mí. Hice una mueca por
el dolor que trajo con su agarre.
—No vuelvas a hacer esta mierda. Está siendo castigada porque nos
está castigando a nosotros. Así es como lo está haciendo. No te rindas ante
ella hasta que se someta.
Asentí con fuerza, entendiendo lo que estaba diciendo. Me besó porque
sabía que podía arrojárselo en la cara a Dom y enojarlo, provocando una
pelea entre nosotros. Pequeña descarada astuta. Que me jodan por no
haberme arrepentido de haberla besado. Había visto la mirada en su rostro.
Estaba ganando. Finalmente.
Dom soltó mi pene, permitiéndome relajarme contra mis almohadas
con el peor caso de pelotas azules de la historia. Me dolían las entrañas por
el dolor en las bolas y las náuseas se retorcían como una serpiente. Me
había negado mi orgasmo, y ciertamente sufriría por el resto de la noche.
—Abejita —dijo, acercándose a ella y acercándola mientras se
arrodillaba entre sus piernas—. No trates de hacer juegos estúpidos
conmigo. Si vuelves a hacer una mierda así, te ataré a nuestra cama y te
castigaré una y otra vez. Ninguno de ustedes puede correrse. Ninguno de
ustedes recibe sus liberaciones.
Ella tragó visiblemente y asintió. Gruñí.
—Usa tus palabras —gruñó.
—Sí, Dominic —dijo en voz baja mientras yo murmuraba mi acuerdo.
—Te follas a quien digo que te follas, y lo haces cuando yo digo que lo
haces. Eres mi esposa.
—Pensé que pertenecía a todos los Reyes, no solo a ti...
Pasó los nudillos por su mandíbula. —Es así, pero no hasta que te
sometas a mí. Si quieres a Vincent. O a Levin. Los obtienes a través de mí.
—Estás tan jodido —jadeó, con la voz temblorosa.
—Te amo —dijo con voz espesa, su cuerpo tenso.
—Estás arruinando mi vida.
—Mejor que terminarla, mia regina. —La soltó y se puso de pie, pasando
sus dedos por su cabello negro—. Guarda tu pene —me gruñó.
Me quejé e hice una mueca, pero me subí los pantalones. Dom agarró
las bragas de B del suelo y las deslizó hacia arriba por sus piernas antes de
presionar un beso sorprendentemente suave en su frente.
—Niégame lo que quiero y te negaré lo que tú quieres —murmuró
mientras arrastraba sus labios hasta su mejilla—. ¿Entiendes?
—Sí, Dominic —dijo con firmeza.
La abrazó por un momento antes de separarse y mirarme. —¿Qué paso
hoy?
Me froté los ojos, me dolían las manos por la paliza que le había dado
a Drake. Me lancé a lo que pasó en el pasillo.
Cuando llegué al final de mi relato, Dom simplemente asintió. —Obtuvo
lo que merecía. Si alguno de ellos vuelve a hacer una mierda así, golpéalo.
Lo haremos hasta que aprendan.
—No me habría detenido si B no me hubiera obligado.
Dom se volvió hacia ella. —Nunca te interpongas entre un Señor y un
Rey. Podrías haberte lastimado.
Ella le resopló. —Estoy bastante segura de que no sería tan malo como
que te lleven al bosque y te disparen.
—No creo que alguna vez te hayan llevado al bosque y te hayan
disparado. —Levantó una ceja oscura hacia ella.
Ella le mostró el dedo.
Esperaba que se lanzara sobre ella, pero solo sonrió. Joder, era incluso
más difícil de entender ahora que antes.
Y me duelen la puta polla y las pelotas.
Los froté suavemente, haciendo una nota mental para besar a B solo
cuando mi puerta estuviera cerrada.
Definitivamente me gustó aprender de la manera difícil y, a juzgar por
la pequeña sonrisa que me dio, a ella también.
Capítulo 22
Bianca
—¡Bianca! —Aubrey gritó mientras caminaba por el patio más tarde esa
noche.
Levin me siguió. No había intentado hablar conmigo, aparentemente
tan enojado conmigo como yo lo estaba con él. Supuse que también tenía
derecho a estar enojado. Juraba que no estaba viendo a Fallon cuando
realmente lo estaba. En el gran esquema de las cosas, probablemente me
habría molestado si mi pareja me hubiera mentido así.
Por supuesto, yo no era exactamente su pareja. Yo era más un trato
que habían hecho, si fuéramos técnicos. Por otro lado, amaba a Levin a
pesar de que todo me gritaba que corriera hacia el otro lado. También lo
odiaba por toda la mierda que pasaba a mi alrededor. Vincent era el único
por el que no veía rojo. Sus palabras anteriores me hicieron darme cuenta
de que tal vez estaba siendo un poco molesta por las cosas. Al menos con
respecto a él. Ceder y besarlo había hecho que todos mis sentimientos
volvieran a caer con toda su fuerza por él. Y mierda, lo deseaba. Mucho.
¿El resto de ellos? Todavía estaba enojada por la mierda que todos
habían hecho. Aun si era racional o no.
Me detuve y me giré, esperando a que Aubrey me alcanzara.
—¿Puedes darnos un minuto? —Le pregunté a Levin.
Él la miró, luego me miró a mí y se alejó a grandes zancadas hacia la
mesa de Reyes en el patio, procurando no mirarme.
Suspiré antes de fijar una sonrisa en mi rostro para mi amiga.
—Chica, ¿es verdad? —Sus ojos se abrieron cuando se detuvo frente a
mí.
Sabía lo que estaba preguntando, pero me hice la tonta de todos modos.
—¿Qué es cierto?
Ella puso los ojos en blanco. —Tú y Dominic De Santis. ¿De verdad te
casaste durante el fin de semana?
—Eh… —comencé, pero ella me agarró la mano y dejó escapar un ruido
confuso mientras miraba la enorme roca que Dominic había deslizado en
mi dedo días antes.
—Mierda santa. Eso es más grande que la de Hail —dijo.
—Por supuesto que lo es —dijo la suave voz de Dominic—.Todo lo que
puedo ofrecerle a Bianca es más grande.
Me di la vuelta para mirarlo fijamente mientras Aubrey soltaba mi
mano y daba un paso nervioso para alejarse. Aparentemente, tampoco lo
había visto acercarse, pero si tuviera que adivinar, había dado la vuelta a la
esquina del edificio de arte, por lo que los grandes arbustos lo habían
ocultado de la vista.
Miré más allá de él para ver que Vincent se había acomodado junto a
Levin. Alguien de último año, a quien reconocí como Celeste, les estaba
hablando, girando su cabello castaño alrededor de su dedo. Apartando la
enfermedad de mis entrañas, me concentré en Dominic.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Pregunté—. Pensé que estabas
ocupado, y por eso Levin me estaba vigilando.
—Estaba ocupado, y ahora no lo estoy. —Pasó su brazo alrededor de
mi cintura y miró a Aubrey—. Aubrey McIntire. ¿Te diste cuenta de que hoy
perdiste un vecino?
—¿Q-qué? —tartamudeó mientras miraba entre Dominic y yo.
Fruncí el ceño.
—Han trasladado las cosas de mi esposa a mi habitación. Es más
grande que el de ella. Tiene sentido que vivamos juntos.
—Dominic —siseé, tensándome cuando apretó su agarre sobre mí como
si supiera que estaba a punto de echarlo o patearlo en la polla. Tal vez
ambos.
—Sin argumentos —su voz tenía esa nota de autoridad que hizo que
los demás se encogieran. Pero no yo.
—Te juro que si me moviste mis osas sin avisarme…
—Lo hice. Aquí está tu llave. —Presionó el frío metal en mi palma—.
Todas tus cosas han sido trasladadas a mi dormitorio, menos tu cama y
algunas cosas que no necesitarás, por supuesto. Ropa y cosas de esa
naturaleza están en mí, nuestra, habitación ahora.
Estaba tan furiosa con él que no podía hablar. No puedo creer que no vi
venir esto.
—Eso no viene al caso. Aubrey, me preguntaba si podrías hacerme un
favor —continuó Dominic conversacionalmente como si no fuera un asesino
a sangre fría que acaba de meter toda mi mierda en su habitación.
—Um, sí. Quiero decir, claro —dijo, palideciendo visiblemente mientras
retorcía los dedos frente a ella.
—Mi esposa necesita a alguien con quien pasar unas horas esta noche.
Me preguntaba si me harías el favor de quedarte con ella en mi habitación
esta noche. Haré que les entreguen la cena y tengo cualquier servicio de
transmisión que puedas desear. Saldré esta noche y no quiero que se quede
sola.
Aubrey asintió, su cola de caballo rebotando, el alivio cubriendo su
rostro. —S-sí. Puedo hacer eso. ¿Qué…a qué hora?
—Siete estaría bien. Tengo un lugar donde necesito estar. Sin embargo,
te pido que no salgas de mi habitación. Es importante por tu seguridad y la
de Bianca que no lo hagas. Si lo haces, podría haber consecuencias. ¿Lo
entiendes?
—S-sí. Por supuesto. Nos quedaremos en tu habitación —balbuceó
Aubrey, con las mejillas oscureciéndose.
—Excelente. —Dominic se volvió hacia mí y me dio una sonrisa de
Cheshire—. Espero que hagas lo que te digo.
O no.
No necesitaba decirlo. Estaba implícito en el brillo oscuro de sus ojos
que prometía un castigo serio. Sería más que negarme un orgasmo.
Probablemente me azotaría con su cinturón otra vez y golpearía mi carne en
carne viva. Y si conocía a Dominic como creía que lo hacía, extendería su
castigo a Aubrey.
—¿A dónde vas? —Me giré en sus brazos para mirarlo completamente,
seriamente irritada porque pensó que podía dictarle a mi amiga lo que
podíamos hacer. Una cosa era darme órdenes, pero era realmente molesto
que se lo extendiera a Aubrey.
Ladeó la cabeza hacia mí y colocó un mechón de cabello detrás de mi
oreja. Tragué grueso. Maldita sea, era tan hermoso que dolía. Por un
momento, toda mi ira y frustración se desvanecieron mientras lo miraba.
—Hablaremos cuando lleguemos a nuestra habitación.
Salí de mi estupor rápidamente y reprimí una réplica sobre él moviendo
mis cosas sin mi permiso. Le ofrecí una sonrisa plástica en su lugar. —¿Y
cuándo será eso?
—Tengo que reunirme con alguien, así que después de eso.
Estaba desesperada por preguntar si ese alguien era Fallon, pero apreté
mi sonrisa en su lugar. —Excelente. Te veré en tu habitación.
Se inclinó y presionó un beso en mis labios que no correspondí antes
de que me mordiera, enviando un curso de piel de gallina a través de mi
cuerpo. —Nuestra habitación, abejita.
Y con eso, se dio la vuelta y se alejó, asintiendo con la cabeza para que
Vincent se uniera a él. Observé que Vincent se puso de pie y me lanzó esa
encantadora sonrisa suya antes de seguir a Dominic por el césped. Volví mi
atención a Levin, que seguía hablando con Celeste.
—Te veré a las siete —le gruñí a Aubrey mientras observaba a Levin
asentir ante algo que decía Celeste.
—Para que lo sepas, Celeste Vander Veer siempre está rondando. Su
papá es dueño de Rustic Rifles, la compañía de armas. Son de mucho
dinero. Dinero viejo. Realmente importante en el nuevo mundo del que eres
parte.
Tragué. —¿Debería preocuparme por ella?
—Deberías estar aterrorizada —respondió Aubrey—. Si yo fuera una
chica a la que tal vez le gustara el mejor amigo de mi marido de la mafia,
probablemente intervendría. Solo una observación que he hecho
recientemente.
Aubrey me dirigió una mirada mordaz y se despidió. De hecho, era
demasiado observadora para mi propio bien. Tendría que reducir un poco
mis reacciones hacia los chicos si quería mantener mis sentimientos bajo
llave.
Vi a Celeste con Levin. No era ningún secreto que los Reyes tenían su
parte de mujeres, pero coquetear descaradamente con ellas frente a mí me
hirió profundamente. Por supuesto, podría estar simplemente hablando, y
no era nada de qué preocuparse. Pero confiaba en Aubrey. Sabía más sobre
estas personas que yo.
Tomando una respiración profunda, me acerqué a Levin y Celeste.
—Hola —dije, dando un paso al lado de Levin y notando la mano de
Celeste en su rodilla.
Era bonita, le daría eso. Pelo castaño largo. Ojos color avellana. Un
cuerpo que estaba segura le conseguía todo lo que sus labios carnosos no
tenían.
Ella entrecerró los ojos hacia mí. —¿Hola?
Era exactamente el tipo de perra esnob que a Bolten parecía gustarle
producir. No me importa. Había terminado el día y decidí que la interacción
humana no sería buena teniendo en cuenta que estaba enojada por el
pequeño truco que Dominic acababa de hacer al trasladarme a su
habitación.
—Levin. Me gustaría irme. Dominic movió todas mis cosas y estoy
segura de que hizo un desastre.
—En un minuto —dijo Levin, sin molestarse en mirarme mientras
Celeste ampliaba su sonrisa hacia él.
Se veía hermoso sentado allí con su uniforme, sus músculos abultados
a través de la chaqueta azul marino, su corbata parcialmente desabrochada
y su cabello rubio un desastre. Podía ver por qué Celeste estaba interesada.
No me gustó ni un poco. Ella no tenía derecho...
Eché humo en silencio, mis manos apretadas en puños apretados.
—Así que… Estaba pensando, ¿por qué no, sabes? —Celeste continuó
como si yo no estuviera allí—. Podría ser divertido. Es solo por la noche, y a
papá le encantaría que pudieras venir.
—Levin —gruñí suavemente.
Me lanzó una mirada superficial antes de que su atención volviera a
ella.
—Entonces, de todos modos —continuó Celeste.
—Levin —dije, frustrada porque no estaba prestando atención.
Pasó su mirada acalorada perezosamente sobre mí, enviando un
torrente de piel de gallina a través de mi cuerpo mientras se detenía en mi
pecho antes de que sus ojos se encontraran con los míos.
—¿Necesitas algo?
Mi mirada se precipitó entre él y Celeste cuando él no hizo ningún
movimiento para moverse y levantó las cejas hacia mí.
—Eres un imbécil. —Le di la espalda, no estaba de humor para pelear
por un hombre que claramente ya no estaba interesado. Tal vez se
arrepentía de no haberme disparado en el bosque después de todo. Dijo que
al estar muerta le habría ahorrado muchos problemas.
Estaba casada con Dominic ahora de todos modos. Por mucho que
quisiera creer que todavía me dejaría estar con el resto de los Reyes, sabía
lo celoso y posesivo que era. Además, todavía estaba enojado con ellos,
incluido Fallon. Con la excepción de Vincent, todos podrían besarme el
trasero.
Entonces, ¿por qué me duele tanto cada vez que pienso en perderlos?
Corrí por el césped en dirección a mi dormitorio, mi corazón dolía y mi
cerebro era un revoltijo de pensamientos confusos. Aunque Dominic dijo
que lo había limpiado, seguía siendo mío. Por lo menos, podría conseguir
algo de paz y tranquilidad antes de que me obligaran a entrar en su guarida.
Pero no era paz y tranquilidad lo que necesitaba. Lo que necesitaba era
acurrucarme en una bola apretada y llorar. Y tal vez enviar una oración
susurrada a quien sea que pueda escucharme en el universo.
Capítulo 23
Levin

Corrí por el campus hasta la habitación de Dom. Bianca se había ido y ni


siquiera se había molestado en decirme adónde diablos iba. No es que lo
haría. A ella le gustaba hacerme enojar así. Sabía que estaba molesta
porque Celeste me habló, pero necesitaba entender que solo eran negocios.
Habíamos estado tratando de encontrar una entrada con su padre para
asegurar un gran suministro de armas y hasta ahora no habíamos tenido
éxito. Celeste acercándose y mostrando interés en mí y en Vincent era una
forma segura de deslizar nuestros traseros en las buenas gracias de su viejo
y obtener el trato que sabía que los Ivanov estaban buscando.
Cuando llegué a la puerta de Dom, llamé y no obtuve respuesta. Golpeé,
no queriendo irrumpir. Cuando nadie respondió de nuevo, suspiré y saqué
la llave. Estaba vacío, pero las cosas de Bianca estaban por todas partes.
Ver cuán en serio Dom se estaba tomando esto me enfermó profundamente
en mi alma. Robar momentos a solas con Bianca no sucedería si vivía con
él. Amaba a Dom, pero joder, era irritante.
Todo este asunto de la mudanza debe haber sido de lo que él había
estado hablando con ella. Había visto la mirada de enojo en su rostro
cuando él se había acercado a ella. El pequeño pliegue entre sus ojos. El
puchero a sus labios. La forma en que sus hombros se habían tensado.
Sin embargo, nada de eso importaba. No estaba aquí, lo que significaba
que la había cagado de nuevo y la había perdido. De nuevo. Cerré la puerta
de Dom de golpe y le envié un mensaje a Vincent.

Yo: ¿Has visto a Bianca?

Respondió segundos después.


Vincent: No me digas que la perdiste. Encuéntrala antes de que
regresemos. Vamos a ver a Snoopy.

Fruncí el ceño ante su mensaje. ¿Quién diablos es Snoopy?


No tuve tiempo de pensar en ello. Saqué el número de Bianca de mi
teléfono y pulsé LLAMAR. Fue directo al buzón de voz. Gruñendo, terminé
la llamada y metí mi teléfono en mi bolsillo antes de irme en dirección a su
dormitorio. Era una conjetura tan buena como cualquier otra, pero no podía
sacar de mi mente el persistente pensamiento de que había ido a alguna
parte para encontrarse con Fallon.
Una parte de mí quería que fuera verdad para que finalmente
pudiéramos matarlo. Pero otra parte de mí rezaba porque no fuera cierto
porque dolería demasiado si ella lo besaba y lo tocaba en un rincón oscuro.
Otra vez.
Sacudí el pensamiento, odiando cómo me dolía el pecho. Ya había
terminado de lidiar con su mierda. Si quería odiarme, entonces bien. No iba
a besar su trasero. Si no podía ver cuánto me importaba arriesgando mi
cuello por ella, entonces lo que sea. Seguiría adelante.
Al menos eso era lo que seguía diciéndome en un intento de mitigar el
dolor que sentía por su alejamiento de mí. Sin embargo, no importaba que
me lo hubiera ganado de ella.
Subí las escaleras a su habitación y golpeé la puerta. Cuando no
respondió, inserté la llave y abrí la puerta para encontrarla acurrucada en
su cama, llorando suavemente.
El alivio me inundó antes de que la preocupación tomara el volante.
Odiaba que me importara tanto. No tenía sentido ya que ella me odiaba
independientemente de todo lo bueno que hiciera.
Cerré la puerta suavemente y me arrastré al lado de su cama,
mirándola.
Aclarándome la garganta, dije: —Se supone que debes estar en la
habitación de Dom.
Permaneció en silencio excepto por sus suaves sollozos.
—Bianca, tenemos que irnos. Dom volverá pronto. Si no estamos allí,
se enfadará. No tengo ganas de tratar con un príncipe de la mafia cabreado.
Cuando no reaccionó, suspiré y me hundí a su lado.
—¿Qué puedo hacer? —La pregunta tenía tantos significados. ¿Cómo
hago esto bien? ¿Cómo me gano tu perdón? ¿Ya te importo? ¿Cómo hago para
que vuelvas a sonreír?
Sollozó por un momento más antes de sentarse.
—Nada —susurró finalmente.
—No estás bien. Háblame —dije, odiando el tono desesperado en mi
voz.
—No hay nada que decir. Está bien. Tengo que volver a la habitación
de Dominic antes de que regrese. Tengo que ser la buena y pequeña esposa
y hacer lo que me dicen.
—Bianca…
—Está bien, Levin. No tienes que fingir conmigo. No he olvidado lo que
me dijiste en el baile.
—Estaba tratando de hacerte huir —le dije bruscamente—. No quise
decir esa mierda.
Ella se encogió de hombros con desgana. —No importa, supongo.
Escuché de alguna manera. El único problema es que ustedes decidieron
perseguirme y dispararnos antes de ponerme de rodillas en el bosque para
asesinarme.
—Cuando te perseguíamos, no eras el objetivo. Estábamos tratando de
recuperarte del imbécil que te robó de nosotros.
—Todavía era un objetivo porque mi corazón se habría hecho añicos si
lo hubieras matado. Me pones en peligro con tu ira. E incluso después de
dispararle al auto, me apuntaste con un arma a la cabeza —se atragantó.
—No apreté el maldito gatillo, ¿verdad?
Se secó los ojos. —No. Supongo que no lo hiciste. La idea de torturarme
debe haber sido mucho más atractiva.
—¿Cómo diablos te estoy torturando? —exigí—. ¿Qué te estoy haciendo
que es tan jodidamente malo, Bianca? Dime. Quiero saber.
—Nada. —Se puso de pie y agarró la manta rosa con la que había
estado acostada antes de ir al baño y rebuscar en sus armarios.
Me levanté y me apoyé contra el marco de la puerta, observándola
mientras cerraba las puertas de los armarios.
—Te dije cómo me sentía acerca de esa mierda en el bosque. No quería
que murieras. Por favor, créelo. Si lo hiciera, no estarías dando portazos y
actuando como una mocosa malcriada en este momento.
—¿Mocosa malcriada? ¿Yo? ¿Una mocosa malcriada? —Se acercó y me
empujó con fuerza en el pecho, enviándome fuera del marco de la puerta—
. Vete al infierno, Levin. Lo último que soy es una mocosa que no es nada
más que mimada. Atrapada. Rota. Enfadada. Cabreada contigo y tu alegre
banda de imbéciles... esas son cosas que soy. ¡No jodidamente mimada! —
su voz se elevó mientras me miraba, con el pecho agitado.
—¿Qué quieres que haga? Ya te lo pregunté, pero me ignoraste. ¿Cómo
diablos puedo arreglar algo si no me lo dices?
—No necesitas arreglar nada. A menos que tal vez puedas retroceder
en el tiempo y terminar el trabajo porque entonces podrías sentarte y
coquetear en el patio con una perra que tiene armas bajo la falda.
La miré con incredulidad. —Estás celosa.
—No estoy celosa.
—Lo estás. Estás enojada porque estaba hablando con Celeste.
Sacudió su cabeza. —No lo estoy. Estoy enojada porque se supone que
debes estar cuidándome, pero prefieres cuidar sus tetas que asegurarte de
que estoy a salvo.
Dejé escapar una risa amarga. —Eres ridícula, ¿lo sabías? Odias que
te sigamos. Me has sacado de encima más veces de las que puedo contar. Y
ese soy yo. También te has metido con Vincent. De hecho, te escapaste para
follarte a ese pedazo de mierda, así que no actúes como si fueras un ángel,
Bianca. No lo eres. Te metiste con alguien más a nuestras espaldas después
de dar tu palabra. ¿Y qué si hablo con una chica en el patio? Al menos no
me la follé.
Ella me miró, su cuerpo temblaba. —Al menos Fallon no tenía miedo
de follarme.
Resoplé, tratando de controlar mi ira. —Nunca tuve miedo de follarte,
Bianca. No te metas esa mierda en la cabeza. Elegí no hacerlo. Eso se llama
autoconservación. Sabía qué harías este tipo de mierda. Me estaba
distanciando para que no pudieras joderme como lo hiciste con Dom y
Vincent. —Negué con la cabeza hacia ella—. ¿Por qué te importa de todos
modos? Me odias.
—Estás en lo correcto. Te odio. —Su labio inferior se tambaleó mientras
me miraba.
Retrocedí, sus palabras me golpearon más profundo de lo que quería.
—Entonces no importa con quién diablos hable o lo que haga con ellas,
¿verdad?
—No —se atragantó ella—. Si se tratara de elegir a uno de los Reyes,
habría elegido a cualquiera menos a ti. Cada. Maldita. Vez. A CUALQUIERA,
menos a ti. Tú y yo nunca volveremos a estar juntos. No te quiero cerca.
Nunca te querré, Levin Seeley. En lo que a mí respecta, ¡he terminado con
solo pensar en ti!
Tragué saliva, la bilis subió por mi garganta ante sus palabras. —Es
bueno saberlo.
No estaba dispuesto a quedarme allí y romperme así, así que giré sobre
mis talones y salí de su habitación, cerrando la puerta detrás de mí, pero
no antes de escucharla dejar escapar un sollozo ahogado, que terminó por
romperme.
A la mierda. Si no me quería, estaba bien. Me lo merecía. Pero no iba a
retroceder y ser miserable porque ella quería que lo fuera.
Si no me quería, entonces estaba seguro de que alguien más lo haría.
Saqué mi teléfono y me sequé los ojos antes de presionar LLAMAR en un
número.
—Oye —respondió una voz suave y sensual—. No pensé que llamarías
tan pronto.
—Sí. Yo, eh, pensé que salir podría ser una buena idea. ¿Qué tal el
próximo viernes?
Celeste se soltó una risa suavemente, el ruido no hizo nada por mí,
pero me obligué a concentrarme.
—El viernes es perfecto.
—Genial —logré decir—. Te escribiré un mensaje.
—Suena bien.
Me despedí de ella y colgué el teléfono. Abatido, me apoyé contra la
pared junto a la habitación de Bianca y le envié un mensaje de texto a
Vincent.

Yo: Por favor, ven a ver a Bianca a su habitación. Yo no puedo.

Él respondió de inmediato.

Vincent: ¿Por qué?

Yo: Solo necesito que vengas.

Vincent: Bien. Dame diez.

Disparé un pulgar hacia arriba y oscurecí mi pantalla, contando los


minutos hasta que pudiera alejarme de allí porque a pesar de que había
una pared entera entre nosotros, todavía podía sentir su presencia.
Y joder si no quería derribar el muro y rogarle que me amara.
Pero yo no era ese tipo, y ella claramente no era esa chica, así que
simplemente lo dejé pasar. Lección aprendida.
También terminé con esto.
Capítulo 24
Fallon
—Fallon, ven aquí —llamó Hail desde el otro lado de su habitación.
Suspiré y me levanté de la silla en la esquina, zigzagueando a través
del gran espacio y alrededor de las personas que él había invitado. Al
parecer, se sentía bastante malhumorado después de enterarse de que
Bianca se había casado con Dominic y necesitaba organizar una fiesta.
—Este es mi chico Fallon —dijo Hail, dándome una palmada en el
hombro mientras dos chicas se reían de mí, una tercera en su brazo—. Es
soltero y necesita mojarse la polla.
Les di a las chicas una sonrisa tensa, sin corregir a Hail. ¿Estaba
soltero? Supuse que sí, pero en realidad, era leal a Bianca. Lo último que
quería hacer era joder más las cosas con ella.
—Los Reyes lo jodieron porque son unos pedazos de mierda. Necesita
que sus heridas sean aliviadas —continuó Hail.
—Estoy bien —dije, levantando mi mano—. En serio.
—Eres tan valiente y fuerte —dijo una de las chicas, acercándose a mí.
Me agarró del brazo y se acercó sigilosamente a mí—. Soy Pamela.
Le ofrecí un asentimiento y traté de desenredar mi brazo de sus garras,
pero ella apretó su agarre y se soltó una risa de nuevo.
—Y yo soy Samantha —dijo la otra chica, moviéndose a mi otro lado.
Hail me guiñó un ojo. —De nada. Ve a divertirte. Llévalas a mi sala de
estar y haz que te chupen la polla o come un poco de coño. Pareces
hambriento.
Hice una mueca cuando las chicas se rieron de nuevo. Sabía que si me
quitaba de encima a las chicas, tendría que escuchar la perra de Hail. Era
el tipo de persona que detendría la fiesta, me llamaría, me bajaría los
pantalones delante de todos y haría que las chicas me la chuparan. No era
como si no hubiera sucedido antes. La noche con Bianca de rodillas frente
a mí con lágrimas en los ojos brilló en mi mente. Había estado tan asustada
esa noche cuando Hail la había hecho chupar nuestras pollas. Nunca había
estado tan jodidamente enojado como esa noche.
—Vamos —soltó una risa Pamela, guiándome a través de la sala llena
de gente de regreso a mi silla.
Me hundí mientras ella se subía a mi regazo mientras Samantha se
arrodillaba a nuestro lado, su mano en lo alto de mi muslo. No había ido a
la pequeña sala de estar que Hail había sugerido simplemente porque no
quería follarme a estas chicas. Pero parecía que tener público no les
molestaba.
—Estoy bien —repetí, alejándome de Pamela mientras ella se apretaba
más contra mí.
Su cabello era rubio y ondulado, pero le había puesto tanta laca para
darle un extraño aspecto húmedo que podía saborear la mierda en mi boca.
Frotando sus pequeñas tetas contra mí, soltó una carcajada. La chica no
era atractiva en lo más mínimo, y la vibra borracha y desesperada me
desanimaba por completo. Sin mencionar lo grandes que eran sus mejillas.
Parecía una jodida ardilla que se hubiera metido demasiadas nueces en la
mandíbula.
Yo no era de los que se burlaban de las chicas, pero ella parecía del
tipo que no aceptaba un no por respuesta, lo que me cabreaba muchísimo.
—Oye. Relájate —dije.
—Ooh, le gusta hacerse el difícil —ronroneó Samantha mientras
pasaba la mano por mi ingle y empujaba mi polla—. Me gusta eso.
—No me estoy haciendo el difícil —le dije, mirando alrededor en busca
de un escape—. No me interesa. Ha sido una semana larga.
—Déjanos ayudarte a relajarte —animó Pamela, rozando sus labios a
lo largo de mi mandíbula.
Apreté los dientes y dejé escapar un suspiro tranquilizador. Todo lo que
tenía que hacer era hacer mi parte, dejar que Hail viera y luego largarme de
allí. No quería estar allí de todos modos, aunque Dominic quería que me
metiera en el culo de Hail para recopilar información.
Miré al otro lado de la habitación para encontrar a Hail esnifando coca
y supe que estaría jodido al final de la noche y que nada de lo que hiciera
sería importante. Por lo general, terminaba jodiendo lo que fuera que se
movía cuando tomaba coca antes de desmayarse hasta la mañana.
Stella me llamó la atención cuando estaba de pie junto a él con una
pequeña falda de mezclilla y una camiseta sin mangas roja. Levantó las
cejas hacia mí cuando Samantha me desabrochó el cinturón. Stella inclinó
la cabeza ligeramente como si quisiera que fuera hacia ella.
Fruncí el ceño. Stella y yo nunca habíamos estado en buenos términos.
No la odiaba, y en su mayoría me ignoraba ya que era Hail lo que buscaba.
Volvió a inclinar la cabeza. Samantha metió la mano en mis calzoncillos en
el mismo momento en que Pamela instó mi mano debajo de su falda.
A la mierda esto. Arriesgaría a Stella cualquier día por esta mierda.
Me puse de pie y puse a Pamela sobre sus pies.
—Lo siento, señoras. Tengo que irme. —No ofrecí una explicación
mientras me abrochaba los pantalones y me dirigía a Stella.
—Dile a Hail que quieres follarme —me susurró al oído cuando la
alcancé.
—¿Qué?
Se alejó de mí y me miró con los ojos muy abiertos cuando Hail soltó
una ovación y bebió un trago de whisky.
Si me sacaba de allí, diría cualquier cosa.
—Hail, hola, hombre —dije, aclarándome la garganta.
Me miró con ojos vidriosos y sonrió. —Sé que no follas tan rápido. Te
gusta tomarte tu tiempo y excitar a las chicas como si te importara una
mierda. Maldito mujeriego.
Le di la risa que estaba buscando. —Cierto. Yo estaba, eh, sentado allí
y vi a Stella. Estaba pensando que podría, um… —La miré, y ella me dio
una rápida sonrisa y asintió—. Me preguntaba si estarías bien conmigo y
con ella.
Hail me miró parpadeando varias veces antes de esbozar una sonrisa.
—¿Quieres follarte a Stella? ¿Tú? ¿En serio?
Asentí tímidamente y la miré.
—Te diré una cosa. Dejaré que te folles a mi puta si haces una raya de
coca conmigo. Sin coca, entonces vas allí y te follas a Sam y la cara de
hámster conmigo. ¿Entendido?
Hice una mueca ante eso. La coca no era lo mío, pero lo haría si eso
significara mi libertad.
—Claro —dije con aprensión.
Dejó escapar un grito de alegría. —Tate. Ayúdame con esta mierda.
Tate se puso a trabajar preparando las líneas. Revisé el resto de la
habitación. Drake estaba recibiendo una mamada de una chica al azar cuyo
nombre no podía recordar. Estaba completamente loco y no parecía
importarle que un tipo le sujetara la polla mientras la chica se la chupaba.
Negué con la cabeza. Las fiestas de Hail nunca fueron mi escena. Mi
idea de pasar un buen rato era leer un libro y esconderme de esta mierda.
—Ahí tienes, cobarde. ¡Hazlo! —Hail gritó, golpeándome en la espalda.
Me agaché y tomé los cien enrollados que Tate me entregó, esperando
que Stella no me estuviera jodiendo, y respiré mi línea mientras Hail aspiró
la suya. Antes de que pudiera levantarme del todo, envolvió sus manos
alrededor de mi cabeza y presionó su frente contra la mía. En lugar de
alejarlo y lidiar con las consecuencias de mierda, esperé lo que fuera que
tenía que decir en su estupor colocado.
—No lo arruines.
—Por supuesto. Solo quiero ver cuál es el problema con Stella —dije
con fuerza, sabiendo muy bien que esto estaba fuera de lugar para mí.
No tenía ni idea de a qué se refería con arruinarlo. Hasta donde él sabía,
era simplemente sexo.
—Bien. Vamos. Folla a mi puta… ¡Después de que tomes un trago! —
Me soltó y empujó un chupito en mi mano y luego tomó uno de los suyos.
Suspirando, tragué el alcohol, mi cabeza daba vueltas. Empujó otro hacia
mí. Y otro. Tomé seis antes de alejarme a trompicones, sabiendo que estaba
a punto de arrepentirme de haber nacido.
—Te divertirás follándola ahora, Stella —balbuceó Hail—. Lo aflojé para
ti. Principalmente. —Me guiñó un ojo con ambos ojos.
—Gracias —dijo Stella, tomando mi mano entre las suyas y guiándome
fuera de la habitación.
En el momento en que estuvimos en el pasillo, caí de espaldas contra
la pared, con la cabeza hecha un lío y el corazón acelerado.
—Joder —gemí.
—Será mejor que te cales un poco —instruyó, ajustando sus senos en
su parte superior—. Te llevaré a algún lado.
—No estoy realmente interesado en follarte, sabes —logré decir.
—Eso es muy malo. Escuché que eres un buen polvo con una gran
polla. —Me tendió la mano de nuevo—. Estaba pensando en llevarte a ver a
Bianca.
—¿Qué? —Parpadeé hacia ella—. Dominic me va a aplastar.
—Dominic y los Reyes no están en el campus. Está con Aubrey McIntire
en la habitación de Dom en este momento. Le envié un mensaje de texto a
Dom y le pregunté cuándo volvería porque no me gusta cuando se va. Dijo
que todavía es temprano, y está con su padre. Me dijo que nos
encontráramos con él alrededor de la medianoche cuando regrese. Eso te
da dos horas sólidas de tiempo a solas con Bianca.
—¿Por qué harías esto? —Pregunté, tratando de mantener mis cosas
juntas.
Mi corazón latía con fuerza contra el músculo y el hueso, y mi visión se
nubló. La coca cola no era mi droga preferida. Si quería relajarme y
colocarme, la hierba era mi método preferido. La coca siempre me hizo sentir
como si estuviera corriendo un maratón. Uno que no pude ganar.
—Porque es divertido —dijo, encogiéndose de hombros—. Y Dom me
pone furiosa a veces. Me ignora por ella.
Resoplé ante eso. Por supuesto que la ignora por Bianca. ¿Quién
diablos no lo haría?
—Podría hacer que me maten.
—Y a mí también. —Se encogió de hombros de nuevo—. Pero la vida se
vuelve aburrida sin un poco de picante.
Negué con la cabeza. Estaba certificadamente loca. Probablemente por
eso atraía tanto a Hail. No es que él no la arrojaría debajo del autobús en la
primera oportunidad que tuviera, pero típicamente era decente con su leal
pedazo de trasero. Y por decente, quise decir que no la mataría nada más
salir. La dejaría vivir un poco antes de abandonarla. Después de todo, es la
emoción de la tortura lo que lo emocionaba.
—¿Entonces vienes o qué? —Dio unos pasos y me miró.
—Estoy drogado y borracho como las pelotas en este momento. Mi
corazón está tratando de atravesar mi pecho.
Ella se burló. —Bianca está casada con Dominic De Santis y
enamorada de Vincent y Levin. ¿Crees que es nueva en eso de que los chicos
se drogan y se emborrachan a su alrededor? ¿No conoces a los Reyes en
absoluto?
—Estás bien. —Me empujé de la pared y tropecé—. Llévame con tu
reina.
Soltó una risa. —Tu deseo de muerte es mi orden.
Capítulo 25
Bianca
Un suave golpe en la puerta me sacó de un sueño irregular. Me senté y miré
alrededor de la habitación oscura. Aubrey se había ido hace una hora. Le
dije que estaba demasiado cansada para pasar el rato. Me dio un abrazo y
dijo que se quedaría de todos modos. Sabía que estaba aterrorizada por
Dominic, así que le aseguré que cerraría la puerta con llave y me portaría lo
mejor posible. A regañadientes, se había ido.
Vincent no había dicho mucho cuando relevó a Levin más temprano
ese día. Vincent parecía preocupado con lo que sea que estaba haciendo en
su teléfono, así que tomé un baño de burbujas y lloré suavemente en el baño
sin que él lo supiera. Mi discusión con Levin había surgido de la nada y en
todas partes. Estaba tan frustrada que le grité de todo. Ya me había
lastimado con el fiasco en el baile y la pistola en mi cabeza en el bosque.
Luego tuvo la audacia de coquetear directamente con Celeste delante de mí.
No pude soportarlo. Lo dejé salir todo, y ahora mi corazón se estaba
rompiendo. Lo último que quería era odiarlo. Porque en realidad, no odiaba
a ninguno de ellos. Estaba tan furiosa por todo lo que estaba pasando.
Otro golpe suave sonó, y me puse de pie arrastrando los pies. Las
náuseas me invadieron mientras seguía pensando en Levin. Una pequeña
parte de mí esperaba que él estuviera del otro lado de la puerta. Aunque no
era posible. Estaba con Dominic y Vincent.
¿Quizás Aubrey olvidó algo?
Abrí la puerta y mi corazón saltó en mi garganta cuando Fallon me
ofreció una sonrisa.
—¿Fallon? —Abrí más la puerta—. No puedes estar aquí…
—¿Me dejas entrar? —dijo, sus palabras arrastrando las palabras.
Sacudió la cabeza como para despejarse—. ¿Por favor, princesa?
—Si Dominic regresa, te matará —siseé—. Vamos. Si alguien te ve
aquí…
—Si me dejas entrar, nadie me verá —razonó, tambaleándose. Se
agarró al marco de la puerta y gimió.
Eché un vistazo arriba y abajo del pasillo, notando que estaba vacío.
¿Pero por cuánto tiempo? Sabiendo que estábamos pisando un territorio muy
peligroso, lo agarré del brazo y lo arrastré a la habitación conmigo, cerrando
la puerta detrás de él.
Inmediatamente, me di cuenta de la terrible idea que era porque me
atrajo hacia él y me sujetó con fuerza, con la cara enterrada en mi cuello.
—Te he extrañado, princesa. Estuve en una fiesta en Hail. Tomé coca
y bebí demasiado. Se supone que debo estar follándome a Stella ahora
mismo porque estas otras dos chicas querían follarme, pero no pude
hacerlo. Así que Stella me salvó y me trajo a ti. Solo quería verte. Es más
agradable de lo que pensé que era —divagó.
Me tensé y no le devolví el abrazo.
—Joder, te extrañé. Llevo días viviendo en este infierno personal. Todo
lo que puedo pensar es en ti. Estás tan enojado conmigo. Sé que lo estás,
pero lo dije en serio cuando dije que me probaría a mí mismo. Soy una
buena elección, Bianca. Te prometo que lo soy.
—Fallon, tienes que irte —susurré, empujándolo lejos.
Su rostro cayó, revelando su preocupación y miedo. —Me odias.
—Y-yo… no —dije en voz baja, desenredándome de él—. Estoy
realmente molesta contigo. Ibas a entregarme al padre de Dominic y esperar
que alguien me rescatara. ¿Estabas planeando huir por tu cuenta o algo si
alguien más me salvaba.
Su nuez de Adán se balanceaba mientras me miraba. —Hubiera
regresado.
—¿En serio?
Parpadeó varias veces y suspiré. Estaba demasiado confundida para
tener esta conversación conmigo en este momento.
—Tienes que volver a tu habitación y recuperar la sobriedad. ¿Por qué
estabas tomando coca?
—Hail dijo que podía follarme a Stella si lo hacía con él. —Fallon se
acercó a mí, pero me aparté con disgusto.
Esa perra...
—No, bebé. No me la iba a follar, y ella no me iba a follar a mí. Estaba
tratando de ayudarme a escapar. Así que fingimos para que yo pudiera venir
a verte. Hail quería que me quedara para que él y yo pudiéramos follarnos
a estas dos chicas en la fiesta. Pero esa no es mi escena. Quiero decir, quiero
estar contigo, con los Reyes, eso es diferente. Te haría el amor mientras le
chupabas la polla a De Santis o lo que quisieras hacer. Solo dije que quería
a Stella para poder llegar a ti.
Arrugué la nariz. Dios, estaba tan drogado que ni siquiera podía
ponerse de pie. Se apoyó pesadamente en la cómoda de Dominic, el sudor
le salpicaba la frente.
—Haría cualquier cosa por ti, Bianca —dijo, empujando la cómoda y
acercándose a mí de nuevo después de un momento de silencio—. Estoy
arriesgando mi vida ahora mismo por ti.
—Bueno, no lo hagas —le dije, mirándolo—. Vuelve a tu habitación y
descansa. Por favor.
—¿Me amas? —susurró—. Por favor dime. Necesito escucharlo.
—Estoy realmente enojada con ustedes en este momento.
Él asintió, sus ojos estaban tan vidriosos que podía ver mi reflejo en
ellos. —Lo entiendo. Sólo confía en mí, ¿de acuerdo? Si fallo, tomaré mi
castigo de los Reyes, de los señores, sin mendigar. Solo te quiero a ti. Te
amo, Bianca. No quiero no estar contigo. Me está volviendo loco. Quiero
abrazarte ahora mismo y sé que no puedo. Lo siento mucho. —Cayó de
rodillas frente a mí, sollozando suavemente—. Quiero ser Rey para que
puedas ser mi chica. Así puedo adorar a mi reina.
—Fallon —dije suavemente cuando me alcanzó. No retrocedí. Dejé que
agarrara mi cintura y descansara su cabeza contra mi estómago.
Presionó sus cálidos labios contra la franja de piel que estaba expuesta
entre mi camiseta sin mangas y los pantalones cortos de pijama.
—¿Dominic está siendo bueno contigo, bebé?
—Me está volviendo loca —susurré, pasando mis dedos por su cabello—
. Pero no es terrible. Él es bueno conmigo. Realmente bueno, en realidad.
—Bueno. He estado tan preocupado. Tan jodidamente celoso de que
llegara a amarte mientras yo solo puedo mirar desde lejos. ¿Vincent y Levin
están siendo amables con mi chica?
Lamí mis labios. —Vincent lo es. Siempre lo es. Es tan... Vinny. Levin
y yo… no nos estamos hablando en este momento.
—Él es un imbécil. Es el quien me golpeó en el maldito sótano. Pensé
que me iba a matar.
Apreté los dientes. Por supuesto, Levin fue quien lo golpeó hasta casi
matarlo. Sonaba exactamente lo que haría el gigante idiota.
—Él no te hace daño, ¿verdad? Lo mataré si lo hace.
—Así no —dije, mi corazón dolía por lo que había sucedido entre
nosotros más temprano en el día.
Sabía que todo había terminado con él. Había visto la mirada en su
rostro. Levin Seeley se había cerrado en mí. Se había ido para mí. Había
sido una perra con él. Él estaba en lo correcto. Estaba celosa, pero también
era orgullosa y me negaba a admitirlo. Él me dejó vivir. Pero también me
dijo algunas cosas desagradables en el baile y nos disparó a mí y a Fallon.
Por supuesto, podía ver por qué, dado lo que Fallon había estado
planeando hacer. Gemí por dentro. Esto era un desastre. Ya no sabía hacia
dónde dirigir mi frustración.
—Los mataría por ti si me lo pidieras —murmuró Fallon—. Pero
entonces aún tendríamos que lidiar con Hail. Los Reyes te aman. Lo vi
escrito en todos ellos.
Sabía que me amaban. Al menos, Vincent y Dominic lo hacían. Aunque
no podía soportar la idea de perderlos cada vez que pensaba en ello. No me
hizo sentir menos enojada. Y con el cierre de Levin, me dolía. Todo estaba
tan desordenado y confuso. Solo quería dormir. Dormir y despertar cuando
las cosas estén mejor.
Pero conocía la vida en la que estaba. Nada sería mejor. Tal vez esto era
lo mejor que tenía, y tendría que aprender a adaptarme a mi nueva vida. Tal
vez necesitaba soltarme y dejar que las fichas cayeran donde pudieran.
—Quiero que te sientas bien —balbuceó Fallon—. ¿Dominic te hace
sentir bien?
Tragué. —Sí.
Cuando lo dejo.
—Joder, quiero hacerlo. Sin embargo, estoy realmente jodido en este
momento, bebé.
—Está bien —dije, levantando su barbilla para que me mirara—. No
quiero que Dominic te atrape aquí, así que creo que deberías irte.
—Pero te extraño.
—Lo sé, pero tienes mucho que hacer antes de que podamos pensar en
algo que suceda entre nosotros.
—Estás realmente molesta conmigo. Lo siento. ¿Qué puedo hacer para
demostrártelo?
—Puedes empezar yendo a casa y descansando. Luego, mañana, haz lo
que Dominic te diga que hagas.
Él asintió, mirándome. —Puedo hacer eso.
Dejé escapar un suspiro de alivio cuando se puso de pie. Se tambaleó
mientras me miraba.
—¿Puedo besarte antes de irme?
Lamí mis labios, queriendo besarlo, pero no así. No cuando estaba tan
mal. No cuando todavía estaba tan enojada con él. De hecho, no estaba tan
segura de dejarlo salir sin escolta. Stella parecía haberse alejado, lo que me
cabreó. Dejaría que esa perra se enterara mañana cuando la viera. La
alternativa era que ella estuviera aquí y se fuera a casa con él. Sabía cómo
era ella y cómo probablemente se desarrollaría con un Fallon drogado. El
pensamiento me disgustó.
—No deberíamos —dije gentilmente, acunando su rostro.
—Claro. Estás casada. —Arrugó las cejas—. Odio eso. Deberías estar
casada conmigo. Te habría llevado lejos y podríamos habernos casado. Ese
fue mi plan final. Supongo que De Santis es mejor jugador, ¿eh?
Le di una sonrisa débil.
—¿Hubieras dicho que sí si te lo hubiera preguntado?
—Creo que lo habría hecho —respondí honestamente—. Pero con el
tiempo. Hubiera querido tiempo.
Me sonrió, la preocupación derritiéndose de su hermoso rostro. —Eso
me habría hecho feliz y te habría esperado.
Mi corazón saltó en mi pecho ante sus palabras. Me habría hecho feliz
a mí también. Pero entonces no tendría a mi marido autoritario, posesivo y
celoso. Me burlé, odiando saber que extrañaría al idiota, pero amando en
secreto que Dominic me deseara.
Miré el reloj. —Necesitas irte. Dominic no puede volver a casa y
encontrarte aquí.
—Me iré, pero prométeme que no te olvidarás de mí.
—Lo juro —dije, todavía acunando su rostro—. Por favor, ve a
descansar y no vuelvas a hacer esto. No puedo arriesgarme a perderte. Me
dolió demasiado la última vez. Además, todavía tienes que compensarme
por todo.
Él asintió con cansancio. —Te compensaré. Lo prometo. —Me dio un
apretón en las manos antes de tropezar con la puerta.
Me moví alrededor de él y la abrí para que no cayera al pasillo. Eché un
vistazo rápidamente al pasillo, dejando que la puerta se abriera más y luego
permitiéndole salir.
—Te amo princesa.
—Yo también te amo, Fallon —dije en voz baja.
Me dio una sonrisa que iluminó mi corazón, aunque estaba teñida por
su estupor borracho y drogado.
No dijo una palabra más cuando se dio la vuelta y se tambaleó por el
pasillo. Lo vi irse, con el corazón en la garganta.
Esperaba que Dominic terminara esto pronto. Quería recuperar mi
vida, y esa vida incluía a todos mis muchachos, incluso al borracho y
drogado, y al enojado y testarudo.
Por supuesto, mucho de eso dependía de mí, y simplemente no veía que
Levin volviera a mí. No después de la mierda que le había dicho.
Y por eso, me dolía.
Capítulo 26
Dominic
—¿Cuál es el plan? —Levin preguntó con fuerza mientras sujetaba una
nueve milímetros a su costado y metía un cuchillo en su bota.
Hice girar dos cuchillas en mis manos antes de empujarlas en las
fundas a mis costados mientras Vincent cargaba una revista. Habíamos ido
a mi casa de seguridad para prepararnos. Dejar a Bianca atrás me afectó
mucho. Todo lo que quería hacer era volver lo más rápido que pudiera,
porque la conocía. Amenazar a Aubrey había sido un último esfuerzo para
que mi reina se mantuviera en línea mientras íbamos a tratar con mi padre.
Pensé que como Fallon aún en el campus, lo evaluaría. A ver si iría a
su rescate si los Señores decidieran derribar mi puerta. También tenía a
Stella observando. Todo era una prueba para esos dos. La corte, nuestros
besa traseros en el campus, estaban atentos a todo, lo que me ofrecía cierta
tranquilidad de que Bianca estaría a salvo por la noche.
—Entramos. Le informo a mi padre que Bianca es mi esposa.
Esperamos que no nos mate en su ira —gruñí, empujando una Glock en la
parte de atrás de mi cintura y una cuarenta y cinco en mi cadera. Enderecé
mi chaqueta de lana negra y me sonó el cuello.
Esta no sería una buena noche. Las visitas a mi padre nunca lo eran,
sin importar el propósito. ¿Y esta noche? Tenía que decirle que me casé con
un miembro de la familia del enemigo. Esa era la única razón por la que
Vincent y Levin iban conmigo. Si la mierda enloquecía, tendríamos que salir
disparados.
Ya tenía el mensaje de texto para Fallon escrito y listo para enviar.
Si te llega este mensaje, estoy muerto o casi muerto. Toma a Bianca y
corre...
Agregué una lista de instrucciones, así como las ubicaciones de mis
casas de seguridad. Nadie sabía dónde estaban excepto mis Reyes y yo.
¿Mataría mi padre a su único heredero? Improbable.
¿Estaba fuera del ámbito de la posibilidad? Nunca.
Estaba loco, y el estado de ánimo que tuviera ahora determinaría sus
próximos pasos... y los míos. Si pudiera hacer que entendiera esto, entonces
Bianca y yo estaríamos sentados jodidamente bonitos, al menos por un
tiempo hasta que papito hiciera su movimiento.
—¿Le dijiste a Bianca que la amas antes de irte? —preguntó Vincent,
arreglándose la chaqueta—. Porque yo no.
—Sí —dije, recordando la mirada en sus ojos.
Estaba preocupada, pero mi reina no me lo diría. En cambio, enderezó
los hombros y me dio un abrazo cuando la atraje entre mis brazos. No había
esperado a que me lo dijera, entonces podría no haberme ido. Simplemente
la dejé ir y salí por la puerta. En retrospectiva, tal vez debería haberla
besado o haberle hecho el amor, pero ella no estaba exactamente de humor
para ninguna de las dos cosas. Así que hice lo que mejor sabía hacer: fui a
trabajar.
—¿Y tú? —Vincent le dijo a Levin, quien estaba mirando fijamente a un
punto en la pared.
—No. No. Hemos terminado.
—¿Qué? —Vincent arrugó las cejas mientras lo miraba boquiabierto—
. ¿Desde cuándo?
—Desde que me dijo que me fuera a la mierda —espetó—. No voy a
esperar a que la maldita mujer se dé cuenta de cómo son las cosas. Estoy
fuera.
—¿Es por eso que me llamaste para que vaya a cuidarla? ¿Tuvieron
una pelea? Toda la atención de Vincent estaba ahora en Levin.
Fruncí el ceño. Levin había estado más tranquilo y retraído
últimamente. No había preguntado por qué. Supuse que era un problema
con Bianca, pero no tenía ganas de sacar a relucir un tema muerto. Todos
estábamos jodidos cuando se trataba de ella.
—Sí. No importa. Voy a salir con Celeste el próximo viernes de todos
modos.
—¿Qué? —Vincent y yo preguntamos al unísono.
Eso era noticia para mí. Llevábamos mucho tiempo intentando
acostarnos con los Vander Veers. Celeste siempre había tenido novio y
nunca mostró interés por ninguno de nosotros. Escuché que su juguete de
la Ivy League la había dejado recientemente.
Levin chasqueó la lengua. —Sí. Estuve hablando con ella después de
que Vincent se fue hoy. Me dio su número. Como Bianca no está interesada,
pensé que bien podría terminar con esta mierda.
—¿Estás jodidamente loco? ¿Terminaste con B solo porque está
enojada? —Vincent frunció el ceño.
—Terminé con Bianca porque ella me dijo que había terminado
conmigo. Me dijo que no me quería, y que nunca sucedería. Me siento
jodidamente seguro de que eso significa que todo terminó antes de que
comenzara. —Levin miró a Vincent, quien sacudió la cabeza con
incredulidad.
—Ella es el problema de Dom ahora. Nunca quise que todo esto
empezara. Sinceramente, ya no me importa una mierda. Solo quiero
terminar con esto para que Dom pueda relajarse un poco y podamos volver
a cómo era la mierda antes de que ella apareciera —su voz tembló.
Suspiré, mi irritación con él aumentando. —Abejita está enojada con
todos en este momento. Si bien me gusta la idea de que te unas a los Vander
Veers, también me preocupa cómo afectará nuestra relación con Bianca…
—comencé, tratando de no lanzarme completamente hacia él.
—No hay relación —gruñó Levin—. Hay una farsa de un puto
matrimonio y ya nos odia a todos. Incluso está enojada con ese cabrón de
Vasiliev. Tengo demasiada mierda en mi vida para tratar con ella también.
Dije que había terminado, y lo decía en serio. Ya nada sucederá entre ella y
yo. Fui estúpido incluso al considerarlo. —Se alejó de mí rápidamente, su
nuez de Adán se balanceaba—. Debería haberle disparado en la cabeza y
haber terminado.
Salté hacia adelante y le di un puñetazo en la cara antes de envolver
mi mano alrededor de su garganta y empujarlo contra la pared. Me miró
fijamente, un hilo de sangre goteaba de su nariz.
—¿Quieres dejarla? Bien. Más para mí. No comparto bien de todos
modos. Pero no vuelvas a decir una mierda como esa sobre mi esposa nunca
más. ¿Entiendo?
Tragó saliva y asintió bruscamente hacia mí. Sabía que estaba dolido
por lo que fuera que había pasado entre ellos. Pero amigo o no, no iba a
dejar que nadie hablara así de mi reina.
—Si ella fuera solo un pedazo de culo para mí, no me habría casado
con ella y arriesgado mi propia vida o la de ustedes por ella. Es más que
eso. O actúas como ella se merece o sal de mi vista —le susurré—. Ahora,
te lo preguntaré de nuevo. ¿Estás seguro de que has terminado con ella?
Me miró fijamente, sus ojos azules vacilantes. —H-he terminado.
Maldito mentiroso.
—Bien. Entonces te quiero hasta los huevos en Celeste para fines de la
próxima semana. Los hombres libres pueden follar nuevos coños.
Felicidades. Acabas de ganar. —Lo solté y retrocedí.
—Eres un maldito idiota —le dijo Vincent, sacudiendo la cabeza con
tristeza—. Espero que disfrutes a Celeste.
Levin se limpió la nariz antes de pasar junto a nosotros hacia el auto.
—¿Qué hacemos? —Vincent preguntó una vez que Levin se fue.
Agarré otra navaja del armario y la metí en mi chaqueta. —Hacemos lo
que siempre hacemos. Cuidamos de los nuestros, especialmente cuando
ellos no pueden cuidar de sí mismos.
—¿Y si B y Levin nunca se llevan bien?
—Entonces tú y yo vamos a tener que intensificar nuestro juego con
ella —dije, enviando una oración silenciosa al diablo para que la mierda
cambiara. Si no era así, temía por nuestro futuro, especialmente por el de
ella.

—¿La chica está muerta? —Mi padre me miró fijamente cuando me senté
frente a él con Levin y Vincent detrás de mí. Mi padre sacó un cigarro de la
caja de su escritorio mientras esperaba mi respuesta.
Me aclaré la garganta. —No.
—¿No? —Levantó sus cejas oscuras hacia mí, apoyando los codos en la
parte superior de la caoba pulida—. ¿Está contigo?
—No. Ha habido un cambio de planes.
Dejó caer el puro y juntó los dedos mientras me miraba fijamente. —
Ilumíname.
—En el espíritu por joder a la Bratva y cabrear a D’Angelou, opté por
otra ruta. —Miré fijamente a mi padre, fijándome en la expresión controlada
de su rostro. Sabía que la respuesta incorrecta lo haría volar en un ataque
de ira. Sentí la tensión en Levin y Vincent detrás de mí, listos para salir a
disparar si era necesario.
—Me casé con ella.
El silencio en la habitación era palpable mientras mi padre me
estudiaba. Le devolví la mirada, negándome a permitir que me intimidara.
Finalmente, dejó escapar una explosión de risa. —¿Te casaste con ella?
—Lo hice —dije con firmeza, mi voz fuerte.
Se soltó una risa de nuevo, todo su cuerpo temblando. Cuando
finalmente pareció calmarse, tomó su cigarro y lo encendió. Casualmente,
se hundió en su silla de cuero.
—Dime, Domenico, ¿estás enamorado de la chica?
Sabía que admitir una debilidad no era una opción, así que respondí
con voz fuerte: —No la amo. Ella es una clave que podría resultar fructífera.
Una posible moneda de cambio. No veo ninguna razón para desecharla,
cuando podría usarla.
Papá dio una calada a su cigarro y expulsó el humo, dejando que
rodeara su cabeza como un halo empañado. —Me has tomado por sorpresa,
chico. Pensé que me traerías sus tetas en bandeja, pero en lugar de eso, me
traes una llave. Inteligente. No lo había considerado. —Se quedó en silencio
por un momento antes de volver a hablar—: ¿La chica peleó contigo por el
matrimonio?
—Me abofeteó y trató de escapar.
Él sonrió, solo humor malicioso en el gesto. —Me encanta cuando
pelean. ¿La has follado?
Los chicos se movieron detrás de mí cuando me incliné hacia adelante,
dispuesto a jugar cualquier jodido juego que él quisiera jugar. —Sí. Pinté
sus sábanas de rojo con su virginidad.
Su sonrisa se ensanchó. —Eres un chico malvado, Domenico. Pero
supongo que tal vez seas un hombre ahora. Tu madre odiaría tu alma
ennegrecida. Eres demasiado como yo. Dime, ¿valió la pena la bofetada en
la cara?
Sabía lo que estaba haciendo. Poniéndome a prueba. Tratando de
encontrar una grieta en mi armadura. Me armé de valor. —Ninguna mujer
me abofetea y se sale con la suya. Ella fue castigada en consecuencia.
Padre se adelantó. —Si se pasa de la raya, una noche en tu nuevo
palacio podría hacerla apreciar lo que tiene contigo.
Asentí con fuerza. —Lo haría, pero prefiero poder castigar a mi esposa
por mi cuenta. Lo encuentro... satisfactorio.
—Me gusta eso. —Agitó su dedo cargado de cigarros hacia mí—.
Golpéala. Entrénala para que se mantenga en línea. Haz de ella una mejor
mujer de lo que fue tu madre. Y si no puedes, siempre podemos ser más
creativos con sus castigos. Así que ahora, cuéntame tu plan.
—Tengo la intención de darle la noticia a D’Angelou. Asumo que iremos
a la guerra, de verdad ahora. O porque está enojado porque la tomé o porque
arruiné sus planes con los Ivanov. De cualquier manera, habrá sangre en
las calles, o se echarán como perros a nuestros pies. Gobernaremos como
se supone que debemos hacerlo.
Mi padre se quedó pensativo por un momento antes de empujarme su
caja de puros. Tomé uno y lo encendí, inhalando el sabor dulce.
—Entonces supongo que debería conocer a tu reina, ¿no?
Soplé humo, permaneciendo tan calmado como pude. Lo último que
quería era que conociera a Bianca. —Solo di cuando.
Me dio una sonrisa siniestra. —¿Qué tal si lo hacemos en la recepción
de tu boda? Haremos un anuncio oficial de tus nupcias. La noticia no
tardará mucho en llegar a los Ivanov y D’Angelou.
—Yo haré los arreglos. —Soplé el cigarro para enmascarar mi rabia.
Se relajó en su asiento de nuevo, con una pequeña sonrisa en su rostro
que hizo que un escalofrío me recorriera la piel. —Es una tradición en
nuestra familia permitir que el padre pruebe a la novia. Lo hacemos antes
del matrimonio, pero como esto está un poco fuera de lugar, perdonaré la
demora. Tráemela antes de la recepción para que pueda probarla.
Apreté los dientes, sabiendo que todo esto era parte de la prueba. Me
puse de pie, necesitando aire antes de perderlo por completo y dispararle
entre los malditos ojos.
—Independientemente de las tradiciones, ella ya es mi esposa. Yo tomo
las decisiones sobre quién la prueba.
—Ah, eres protector, ¿eh? —Dejó escapar una risa suave y se puso de
pie mientras yo retrocedía hacia la puerta, Levin y Vincent se movían
conmigo.
Habían estado callados como solían estar cerca de mi padre.
Papá se me acercó y me dio una palmada en el hombro.
—Felicitaciones —dijo antes de inclinarse y hablarme al oído—, pero
pruebo a la novia, o la mato. Ese plan sigue siendo bueno en lo que a mí
respecta. Odiaría dejar viudo a mi hijo tan pronto. Si la mato, igual me la
follaré. Entiende que tomaré lo que quiero, hijo. —Se alejó de mí, dejándome
apenas capaz de controlar mi ira.
—Señor, ¿qué haremos con el chico Vasiliev? —preguntó Levin,
desviando la atención de mí.
—Ah, sí. El pequeño traidor. ¿Es de alguna utilidad?
—Sí —gruñí—. Tengo un uso para él.
—Que así sea. Haz que valga la pena, o haré que te chupe la polla antes
de volarle la cabeza. Si mal no recuerdo, no te gustaba mucho toda esa
sangre en ti. —Regresó a su asiento y se sentó, dándome una mirada
tranquila. Quería que lo desafiara. Castigarme lo excitaba.
—Valdrá la pena. —Respiré hondo antes de volver a hablar—: Natalia
Vasiliev. La quiero en mi palacio. La quiero intacta. Es una moneda de
cambio en mis planes. La necesito a salvo, para que cuando llegue el
momento, pueda desatar el infierno sobre ella y su hermano.
Padre inclinó la cabeza. —Aceptable. El palacio es tu joya. Haz lo que
creas conveniente. Aunque no esperaremos mucho. Así que asegúrate de
ejecutar cualquier plan que tengas en mente lo antes posible. La niña es
bastante tierna. Desgarrarla me atrae mucho. —Miró más allá de mí a
Levin—. Estoy seguro de que te encantaría ver a tu padre follarle el culo
hasta que sangre. Por Stefan.
No necesitaba mirar a Levin para saber que estaba listo para saltar.
—La cica permanecerá a salvo —interrumpí.
—Tienes mi palabra. Por ahora. Hemos terminado aquí. Vamos. —Hizo
girar su silla hacia la ventana, despidiéndome.
Salí de la habitación con mis muchachos a mis espaldas.
La mierda no había ido según lo planeado, pero al menos Bianca viviría.
Por ahora. Pero no sin antes un poco de sufrimiento.
Capítulo 27
Vincent
Seguí a Dom hasta su auto y se subió al asiento del pasajero mientras Levin
se sentaba en la parte de atrás. Dom estuvo inquietantemente callado todo
el camino de regreso al auto. Sabiendo que estaba enojado, mantuve la boca
cerrada. La idea de que su padre tocara a mi bebé B me revolvió el estómago.
Necesité todo de mí para no saltar sobre su escritorio y darle una paliza al
psicópata.
Y si casi lo pierdo, no podía imaginar lo cerca que estaba Dom.
Salimos de la finca, ninguno de nosotros hablaba. Capté la mirada de
Levin en el espejo retrovisor. Su mirada era dura cuando me devolvió la
mirada.
Él también estaba enojado, pero nunca lo admitiría.
Condujimos durante varias millas en silencio antes de que Dom se
saliera de la carretera y estacionara el auto de golpe. Golpeó el volante con
los puños, sacudiendo el auto con furia mientras maldecía en italiano, su
cuerpo temblaba y su cabello negro era un desastre.
—Mierda. Joder. ¡Mierda!—gruñó.
Levin y yo permanecimos en silencio mientras él continuaba su asalto
al volante indefenso. Finalmente, se detuvo y sacó su teléfono. Presionó
llamar a un número y presionó el teléfono contra su oreja.
—Abejita, ¿estás bien? —preguntó con voz espesa.
Escuché su débil voz a través de la línea, pero no pude entender lo que
estaba diciendo.
—Está bien —dijo, pasándose los dedos por el cabello, pareciendo
calmarse.
Todavía podía ver la tensión en su cuerpo. Sus hombros estaban
encogidos y sus manos temblaban.
—Estaré en casa pronto. Necesitamos hablar. —Escuchó por un
momento antes de soltar un suspiro y lanzar una mirada rápida a Levin en
el espejo retrovisor—. Sí... es importante... Él estará allí.
La escuché recitar algo de nuevo, y Dom dejó escapar una risa suave.
—Sabes que no permitiré eso. Ponte el camisón que puse en la mesita
de noche para ti. Te veré pronto. —Colgó y dejó caer la cabeza contra el
reposacabezas. Resopló.
—¿Qué vamos a hacer? —Me aventuré con cuidado, no me interesaba
tener que llamar a una grúa para que nos llevara de regreso a Bolten porque
destrozó el auto en un ataque de ira.
—Lo que debemos —respondió en tono monótono, poniendo el coche
en marcha.
Sabiendo que era mucho mejor mantener la boca cerrada, lo hice,
preguntándome qué diablos tenía el príncipe de la mafia bajo su manga de
diseñador.

B estaba sentada en el borde de la cama cuando llegamos a la habitación


de Dom. En el momento en que entramos, se levantó, sus ojos azules
brillando a la luz de la lámpara de la mesita de noche. Dom caminó hacia
ella y la arrastró contra él. Murmuró algo en su oído que no pude oír. Ella
permaneció tensa contra él y no le devolvió el abrazo, pero tampoco se
apartó.
Miré a Levin. Su mandíbula se apretó cuando vio las manos de Dom
apretar la pequeña cintura de B. El vestido rojo de seda que él había
insistido en que usara se levantó para mostrar la parte inferior de su trasero
de una manera deliciosa. Tuve que contener un gemido. Estaba seguro de
que Dom sabía qué juego estaba jugando con Levin. Dom podría ser el
gilipollas celoso y posesivo, pero dejaría esos sentimientos a un lado por
Levin y por mí, incluso si fuera una lucha para él. Quería que estuviéramos
con B pero en sus términos, y Levin estaba lanzando una llave inglesa del
tamaño de un hombre en sus planes.
—Siéntate —instruyó Dom, asintiendo hacia la cama.
En lugar de decirle que comiera mierda como esperaba, B se hundió en
el colchón y se deslizó hasta el centro de la cama, sus ojos azules vagando
de Dom, que estaba de pie junto a la cama, a mí. Pasaron rápidamente a
Levin, con la boca fruncida, antes de aclararse la garganta y concentrarse
en Dom.
—¿Qué pasó? ¿Le dijiste a tu padre?
—Si. —Se dirigió al pequeño bar de su habitación y se sirvió un whisky.
—¿Y?
—Y lo aceptó.
—¿Por qué eso suena como algo malo? —Ella me miró de nuevo.
—Porque lo es —dije, suspirando y moviéndome para sentarme en el
borde de la cama mientras Levin se apoyaba en la cómoda de Dom, sus ojos
fijos en un punto sobre la cabeza de B—. Está pidiendo algo completamente
jodido y repugnante.
B humedece sus labios. —¿Qué?
Dom apuró su bebida y enfocó sus ojos verdes en ella. —A ti.
—¿A mí?
—Sí. Quiere follarte —continuó Dom, con una ira apenas reprimida
saliendo de él—. O matarte. De cualquier manera, mi respuesta es no. —Le
temblaban las manos mientras se servía otro vaso de whisky.
La mirada de B se movió hacia mí. —No entiendo.
—Matteo está enfermo —dije gentilmente—. Está tratando de romper a
Dom, para ponerlo a prueba. Necesita que Dom tenga una debilidad. Es
difícil controlar a alguien si no la tiene. A Matteo le gusta explotar las cosas
que pueden causar dolor a alguien. Y en el caso de Dom, esa podrías ser tú,
ya que Dom eligió casarse contigo en lugar de matarte.
—¿Pensé que le ibas a decir la verdad? —B exigió, inclinándose hacia
adelante—. Que no quería casarme contigo. ¡Que me obligaste a hacerlo!
Dom terminó su bebida y se sirvió una tercera. —Eso hice. Y le dije que
me importas un carajo. Eso no impidió que exigiera meterse entre tus
piernas para saborearte —escupió como si las palabras le dejaran un
terrible sabor en la boca. Miró el vaso en sus manos por un momento—. Él
sabía que estaba mintiendo. A pesar de obligarte a esto, me importas. Tenía
que haberlo sentido.
B se puso de pie de un salto, sus manos se cerraron en puños. —No
quiero esto. ¡No quiero nada de eso! Ni siquiera quería venir a ti y rogar por
ayuda. No quería estar de rodillas en el bosque con un arma apuntándome
a la cabeza. ¡Y ciertamente no quería estar casada contigo! ¡Ahora mira! No
tenías que llevar las cosas tan lejos. Podrías haberme dejado ir o
simplemente matarme hace mucho tiempo cuando llegué por primera vez a
Bolten. ¿No es eso lo que dijiste? ¿Dijiste que me matarías para salvarme?
—Su pecho se agitó mientras lo miraba fijamente.
Me arriesgué a mirar a Levin, que la miraba fijamente, con un brillo
duro en los ojos.
Cuando Dom no dijo nada, se movió hacia Levin y se paró frente a él.
—Hazlo —le susurró—. Me querías muerta. Así que hazlo.
Él la miró fijamente, sin mover un músculo. Ella gruñó y agarró la
nueve milímetros de su cintura y se la puso en la mano. Con un sollozo,
cayó de rodillas frente a él.
—Mátame. Si tanto me quieres fuera de tu vida, entonces hazlo. Esta
es tu oportunidad. Sabes lo que me espera si el padre de Dom me atrapa.
Mi corazón latió con fuerza cuando Levin levantó el arma y presionó el
cañón contra su frente. Me puse de pie, el pánico vivo y conforme dentro de
mí. Miré boquiabierto a Dom, que observaba la escena en silencio como la
medianoche.
—Nos estarías haciendo un favor a los dos —dijo con voz ahogada, su
pequeño cuerpo temblando mientras Levin le fruncía el ceño—. Por favor,
Levin. Hazlo.
La mano de Levin tembló por un momento antes de dejar caer el brazo.
—No estoy en el negocio de hacerte ningún jodido favor —dijo con voz
temblorosa—. ¿Quieres morir? Entonces mátate. No busques mi ayuda.
Se derrumbó sobre sí misma, con los hombros caídos hacia adelante
mientras lloraba suavemente.
Empecé a dar un paso adelante, pero Dom me empujó y la tomó en sus
brazos, llevándola a la cama. Él la acunó en sus brazos, susurrándole en
italiano mientras la consolaba.
Ver que a Dom le importa a tal magnitud fue intenso de ver. Lo conocía
lo suficientemente bien como para saber que nunca había estado con una
mujer como lo estaba con B. Demonios, si alguien más hubiera estado de
rodillas suplicando que la mataran, Dom habría tomado el arma y le habría
disparado él mismo. Aunque no a B.
—Sé que no quieres esto, pero soy lo que tienes. Ponerte de rodillas y
rogar por la muerte no arreglará nada —murmuró mientras pasaba los
dedos por sus ondas rubias—. Resolveremos esto. No dejaré que te toque.
Te juro que no dejaré que te haga daño, mia regina.
Ella sollozó y hundió la cabeza en su pecho, sus dedos se enroscaron
en la tela de su camisa.
—Vincent —dijo, sin mirarme.
—¿Sí?
—Hay un frasco de pastillas en mi botiquín. Tráemelos.
Dudé un momento antes de ir al baño y sacar la botella de su gabinete,
odiando la idea de que drogara a B pero sabía que no debía decir una mierda
cuando claramente estaba al borde de perder completamente la cabeza.
—Ten. —Agarré una botella de agua cuando me paré frente a Dom.
Extendió su mano mientras yo desenroscaba la botella y rociaba una
pastilla en su palma.
—Abre —ordenó en voz baja a B.
Su rostro estaba empapado de lágrimas cuando abrió los labios para
él. Colocó la pequeña pastilla en su lengua y yo incliné la botella de agua
contra sus labios. Se tragó la medicina sin dudar y apoyó la cabeza contra
el pecho de Dom de nuevo.
La habitación estaba en silencio. Si no supiera que Levin todavía estaba
de pie junto a la cómoda, habría pensado que se había ido.
En cuestión de minutos, Dom estaba cambiando a B de su regazo a las
almohadas. Ya estaba completamente fuera.
Observé mientras la acomodaba suavemente en la cama antes de
cubrirla. La miró por un momento antes de levantarse y marchar hacia
Levin. Dom arrebató el arma de los dedos fláccidos de Levin y la apretó bajo
la mandíbula de Levin. Él no se inmutó mientras se miraban el uno al otro.
—Realmente me estás cabreando hoy —le gruñó Dom.
Levin no dijo nada mientras tragaba.
Miré entre ellos antes de volver a mirar a B para asegurarme de que
todavía estaba bien. Permaneció dormida, sus largas y oscuras pestañas
descansando sobre sus mejillas. Volví a centrar mi atención en Levin y Dom.
—Si alguna vez haces algo más que jodidamente sonreírle, te dispararé
—continuó Dom con voz peligrosa—. Arregla tu mierda. Todos estamos
jodidamente dolidos aquí. No lo empeores muriendo por ello. —Dom apartó
el arma y la golpeó contra el pecho de Levin—. Lárgate de aquí y vuelve con
una mejor actitud mañana.
Dom se alejó de Levin y volvió al lado de B.
—Necesito reunirme con Stella. Vincent, quédate con Bianca mientras
no estoy.
—Claro —dije.
Se inclinó y le dio un beso en la frente. —Llámame si necesitas algo.
Levin no se había movido ni un centímetro. Simplemente se quedó allí
mirando a B en la cama.
—Levin. Vete —espetó Dom, enderezándose y moviéndose hacia la
puerta. Lo abrió de un tirón.
Levin empujó la cómoda y se fue sin mirar atrás.
—Habla con él, hombre —dije en voz baja—. Está bien. Todos estamos
sufriendo aquí.
Dom suspiró y cerró la puerta sin decir una palabra más, dejándome a
solas con B. Dejé escapar mi propio suspiro, me quité la chaqueta y la puse
en la silla antes de meterme en la cama junto a B.
Empujé un mechón de su cabello lejos de su rostro antes de susurrar,
—Te amo, y a todos tus pedazos, bebé B. No te preocupes. Resolveremos
esto. Lo juro, o mataré a todos yo mismo.
Y lo haría. Sin. Maldita. Duda. Alguna. Lo haría.
Capítulo 28
Bianca

Una semana después, la vida prácticamente había vuelto a la normalidad.


Todavía estaba hosca con los Reyes. También estaba preocupada porque no
tenía idea de lo que estaba pasando con el padre de Dominic. Dom se había
quedado en silencio sobre el tema. Con la próxima celebración a la vuelta
de la esquina, me estaba enfermando el estómago. Anoche tuve un ataque
de pánico y Dominic me había dado algo que me dejó inconsciente. Tenía
que ser lo mismo de antes porque me desperté con el mismo dolor de cabeza
por resaca.
El brazo de Dominic se apretó alrededor de mi cintura, donde estaba
acurrucado contra mi espalda. Casi había renunciado a tener mi propio
espacio. Dominic no me permitía alejarme mucho de él. Vincent también
estaba siempre a un paso de distancia, ofreciéndome su sonrisa
consoladora y su mirada tranquilizadora. Levin mantuvo su distancia en
todos los aspectos. Solo lo había visto una vez desde la noche en que
Dominic llegó a casa de su padre para decirme que su padre era un maldito
enfermo. Afortunadamente, Levin estaba solo cuando lo veía, pero escuché
los rumores de él y Celeste flotando alrededor. Pasaba la mayor parte de su
tiempo con ella. Todavía no se había proclamado un estado oficial de citas,
y Dominic y Vincent no me hablan de eso en absoluto.
—¿Cómo te sientes? —La profunda voz de Dominic me saludó cuando
rodé a su lado. Apreté mis párpados cerrados y gemí. Odiaba despertarme
con la misma sensación todos los días.
—Como si pudiera volver a dormir.
Dejó escapar un suave resoplido de risa y me arrastró más cerca de su
gran y cálido cuerpo. —Deseo que pudiéramos. Desafortunadamente,
esposa, debemos mantener las apariencias.
Nos habíamos estado llevando mejor porque había dejado de pelear con
él tanto por las cosas. Estaba aprendiendo que escoger mis batallas, era
importante. Sin embargo, todavía no me había rendido y había vuelto a
tener sexo con él, lo que había sido un desafío en algunas ocasiones porque
Dominic realmente era una fuerza a tener en cuenta.
Me puse rígida cuando él se inclinó para presionar sus labios contra
los míos. Me agarró por la barbilla antes de que pudiera alejarme
demasiado.
—Detente —gruñó, apretando mi cara—. Quiero saborearte, abejita.
—Dominic… —Dejé escapar un grito ahogado de sorpresa cuando me
soltó y me empujó sobre mi espalda para que pudiera nivelar su cuerpo
duro sobre el mío.
Su camisa estaba fuera, mostrando planos de músculo y piel suave.
—¿Por qué me castigas así? —murmuró mientras me miraba fijamente,
su peso apoyado en sus codos.
—Porque tú me castigaste primero. —Lo miré a los ojos, mariposas
aleteando salvajemente en mi pecho.
—Mm, abejita, ni siquiera he comenzado a castigarte. —Pasó sus labios
por mi mandíbula.
Me tensé debajo de él, contuve la respiración. Este era uno de esos
momentos en los que sabía que si él persistía, me rendiría.
—Por favor, deja de pelear conmigo y déjame hacerlo. —Mordisqueó la
piel sensible de mi cuello—. Déjame amar a mi esposa como quiero amarla.
Tragué saliva, mi aliento salió silbando suavemente.
—Déjame enterrarme profundamente dentro de tu calor para poder
escucharte gritar mi nombre. —Apretó su dura longitud contra mi dolorido
coño mientras yo temblaba de deseo debajo de él.
—Necesito que mi control de natalidad —logré ahogar mientras
capturaba mi rostro con su mano.
—No realmente —dijo en voz baja, obligándome a seguir mirándolo.
—No quería casarme y mucho menos tener un bebé.
Una suave risa escapó de sus labios cuando soltó mi cara y apartó mis
bragas. Se me cortó la respiración cuando el calor de su pene se deslizó a
través de mis pliegues y amenazó con entrar.
—Pronto aprenderás que en esta vida, no siempre tenemos una opción.
Antes de que pudiera llevar las cosas más lejos, un golpe sonó contra
su puerta. Dejó escapar un gruñido de enfado.
—Justo a tiempo. —Se me quitó de encima.
Me apresuré a subirme las mantas hasta la barbilla. Estaba a unos
momentos de ceder a cualquier cosa que él quisiera, maldita sea esa vieja
ira.
Se puso los pantalones y fue hacia la puerta, abriéndola de un tirón.
—¿Qué diablos estás haciendo aquí? —demando.
—Necesito hablar contigo —dijo Fallon a toda prisa—. No respondiste
a mis llamadas. ¿Qué jodida opción tenía?
Dominic agarró a Fallon por la camisa y tiró de él hacia el interior de la
habitación. Fallon tropezó antes de enderezarse rápidamente. Sus ojos me
encontraron inmediatamente en la cama, y dio un paso adelante. Dominic
fue rápido para interceptarlo y se paró frente a él.
—¿Qué diablos necesitas? —espetó Dominic—. No la mires, carajo.
Mírame.
—Sin ofender, pero es mucho mejor mirarla —murmuró Fallon,
mirándome.
—¿Qué te dije acerca de venir a verme? Recuerdo haberte dicho que te
dispararía en la puta cara si no me escuchabas.
—Se suponía que me dejarías saber lo que está pasando con Natalia.
No he oído hablar de eso. Tuve una noche difícil anoche. Lo último que
quiero hacer es que me molesten, ¿de acuerdo?
Dominic lo miró fijamente y cruzó los brazos sobre el pecho. —¿Por qué
fue difícil anoche?
—Porque estaba cumpliendo tus órdenes —replicó Fallon—. ¿Tienes
alguna idea de lo que es tratar de idear formas creativas de hacerle
preguntas a Hail? Es un jodido inquisitivo y asume que cada pregunta tiene
un motivo oculto. En este caso, tiene razón.
—Entonces, ¿obtuviste alguna información? —preguntó Dominic.
—Lo hice, ¿y qué hay de mi hermana?
Observé cómo se enfrentaban los dos, preguntándome qué diablos
había hecho pescar Dominic a Fallon.
—Tu hermana está bajo mi protección. Yo mismo me he encargado de
ello y ahora ella está separada del peligro y está cómoda. Me aseguré de que
así fuera.
—¿Cómo sé que está viva?
Dominic se acercó a la mesita de noche y recogió su teléfono, sacando
algo en la pantalla y empujándolo en la cara de Fallon.
—¿Ves? Esto fue tomado hace dos noches. Literalmente está viendo la
televisión en un sofá de diez mil dólares. Ella está bien.
Fallon asintió, aparentemente aceptando lo que Dominic le mostró.
—Ahora. ¿Mi información? —preguntó Dominic.
—El padre de Levin se reunió con el de Hail dos días antes de que
mataran a Stefan. Sin embargo, Hail dijo que no conocía los detalles. Traté
de animarlo a averiguarlo para que podamos usarlo contra el viejo Seele.
Dominic asintió y volvió a colocar su teléfono en la mesita de noche. Le
tomó un momento volver a hablar. —Bien. No es solo para Levin en este
punto. Quiero saber por qué diablos su viejo se estaba reuniendo con el
enemigo.
—Si tuviera que adivinar, diría que no es exactamente leal a tu padre.
La tensión atravesó la espalda desnuda de Dominic mientras se movía,
bloqueando mi vista de Fallon.
—¿Algo sobre Nathan Walker? —Dominic continuó, en voz baja.
Me incliné hacia delante ante la mención del nombre de mi padre. No
tenía idea de que Dominic todavía estaba investigando por mí. No me lo
había mencionado, y yo no había presionado, decidiendo que de alguna
manera haría la investigación por mi cuenta.
—No llegué tan lejos en mi interrogatorio. Sentí que podría hacerlo
sospechar más si seguía investigando. Hay una fiesta mañana en el
acantilado. Intentaré ver qué puedo sacar de él entonces. Habla más cuando
está borracho, drogado y de fiesta.
—Ven directamente a mí cuando obtengas la información. ¿Entiendo?
—Sí —dijo Fallon con fuerza.
Dominic se quedó en silencio por un momento antes de llamarme.
—Bianca, ven aquí.
Nerviosa, me puse de pie y me acerqué, vestida con el vestido rojo de
seda demasiado corto que él quería que usara de nuevo. La mirada de Fallon
inmediatamente se hundió en mí, sus pupilas se dilataron. Tragué saliva y
me paré junto a Dominic. Su brazo serpenteó alrededor de mi cintura, y me
movió entre ellos.
—¿Te gusta mirar a mi esposa? —preguntó Dominic, su mano
deslizándose por el costado de mi muslo, haciéndome respirar
temblorosamente.
No tenía idea de lo que estaba haciendo.
Fallon tragó saliva. —Vine aquí para preguntar por mi hermana y
entregar lo que sabía.
Dominic soltó una risa suave y siniestra que me puso la piel de gallina.
—Entonces, ¿por qué estabas tratando de mirar lo que me pertenece cuando
entraste?
—Porque es hermosa y la amo —respondió Fallon con voz espesa. Sus
palabras hicieron que mi corazón se sacudiera—. Estoy haciendo lo que me
pediste, De Santis. No estoy aquí para joderte. Estoy aquí por ella. Quiero
ser un Rey.
—¿Escuchas eso, mia regina? Fallon quiere ser rey. ¿Qué opinas? —
Dominic rozó sus labios a lo largo de mi mandíbula.
—¿Por qué quieres ser rey? —Pregunté mientras trataba de
mantenerme concentrada.
Dominic me besó la clavícula, haciendo que la concentración fuera
realmente malditamente difícil.
—¿Aparte de ti? —Fallon preguntó, sus ojos bebiendo de mí—. No soy
un pedazo de mierda. De hecho, tengo conciencia. Que esto no se te suba a
la cabeza, De Santis, pero siempre he visto a los Reyes más justos y más
rectos que los Señores. Fui empujado a su grupo por mi padre. Si hubiera
podido elegir, no habría elegido a los Señores. Los odio.
Dominic dejó escapar su característica risa suave. —¿Eso es un hecho?
¿Seguro que no tiene nada que ver con nuestra reina? Porque podrías haber
venido a mí hace mucho tiempo y tratar de unirte. Sin embargo, no lo
hiciste. ¿No es así?
—Status quo —dijo Fallon uniformemente—. Mi plan era liberarme y
largarme tan pronto como me graduara. Habría ido a la clandestinidad para
que nunca más me encontraran si Bianca no hubiera entrado en mi vida y
la mierda no hubiera sido jodida como lo fue. Sí, es verdad. Ella es un factor
motivador, pero si no puedo escapar de esta vida, al menos quiero vivirla en
mis propios términos. Siento que los Reyes me regalarían esa opción si soy
leal.
Dominic estaba en silencio mientras su mano se demoraba en mi
cintura. Finalmente, habló. —¿Quieres más motivación para hacer las
cosas?
Fallon no dijo nada, su mirada saltaba entre Dominic y yo.
—Porque si necesitas más motivación para acelerar las cosas, puedo
ofrecértela —continuó Dominic, deslizando suavemente el fino tirante de
seda de mi camisón por mi brazo. Se movió al otro lado y deslizó esa correa
a un lado. El vestido susurró por mi cuerpo, juntándose alrededor de mis
pies y dejándome sin nada más que las bragas rojas de encaje que me había
comprado.
Fallon tragó, su nuez de Adán se balanceaba mientras me observaba.
Me quedé quieta como una piedra, sin saber dónde iba Dominic con esto,
pero descaradamente interesada en el viaje.
—Aquí está la cosa —dijo Dominic—. Mi esposa está muy molesta
conmigo. Cree que soy un hombre malo que quería hacerle daño. Ha estado
luchando con su ira hacia los Reyes desde que se despertó. Las cosas
mejoraron cuando le dijimos que no te matamos, así que eso significa que
probablemente no te odie tanto como dice que lo hace.
Fallon escuchó, sin mover un músculo, su mirada continuaba pasando
de Dominic a mí como si estuviera haciendo todo lo posible para evitar
lanzarse sobre mí.
—Realmente me gustaría que dejara de odiarme, y también a los Reyes,
entonces, ¿qué tal una pequeña ofrenda para ayudarnos a todos?
—Estoy escuchando —dijo Fallon con voz ronca.
Permanecí en silencio, con el corazón en la garganta.
—¿Qué te gustaría de ella, y de mí, que creas que te motivará?
—Me-me gustaría tu permiso para besarla —dijo Fallon en voz baja,
sus ojos completamente en mí.
El calor subió en mi cuerpo hasta que se asentó en mi vientre.
—Mía regina, ¿te gustaría eso? ¿Te haría feliz si dejo que te bese? —
Dominic me susurró al oído.
Tragué saliva, mi cabeza daba vueltas. ¿Estaba lista para superar esto
y tratar de vivir una vida decente? ¿Podría perdonar solo un poco? ¿Quería
besar a Fallon?
La respuesta llegó fácilmente. Si. Quería todo eso y algo más. Me estaba
cansando de sentirme tan mal todo el tiempo. A decir verdad, incluso
extrañaba a Levin, aunque un beso probablemente no resolvería nuestros
problemas.
Todavía podía estar molesta con todos ellos, pero no tenía que sentirme
miserable por eso. La vida se iba a poner mucho más difícil antes de
mejorar. Lo sabía. Sería más fácil superarlo como equipo que odiar a los
cuatro muchachos que solo estaban haciendo lo que pensaban que tenían
que hacer. Aferrarme a mi ira no me estaba haciendo ningún bien.
—S-sí —dije, mi voz temblaba.
—¿Haría... que me ames de nuevo? —La pregunta de Dominic fue tan
suave que estaba seguro de que Fallon no podía oírla.
—Ya te amo —respondí en voz baja, las palabras hicieron que mi
corazón se acelerara.
Dejó escapar un suave gruñido antes de barrer mis largas ondas rubias
desde el frente de mi cuerpo y enredar sus dedos detrás de mi espalda.
—Haré feliz a mi esposa con un beso. Si me consigues más información,
compartiré más de ella. ¿Acuerdo?
—Sí —dijo Fallon.
La forma en que Fallon me miró hizo hervir el calor en mi cuerpo.
—Por ti, abejita —murmuró Dominic, dándome la vuelta para poder
besarme primero.
No luché contra él. Separé mis labios para él, dejándolo besarme fuerte
y profundo, convirtiendo el calor hirviente en llamas arrolladoras. Rompió
nuestro beso con la misma rapidez y se alejó de mí, sus ojos verdes llenos
de una emoción que nunca antes había visto en él.
¿Eso es... preocupación?
No pude contemplarlo porque Fallon me dio la vuelta y acunó mi rostro.
—Te he extrañado, princesa —dijo antes de que sus labios encontraran
los míos en un suave y delicioso beso.
La llama que Dominic construyó dentro de mí estalló, un fuego salvaje
me envolvió mientras Fallon profundizaba el beso, sus manos acunándome
contra su cuerpo. Su erección presionaba mi vientre mientras me devoraba.
Caí en el beso, sabiendo muy bien que Dominic nos estaba mirando.
La idea me encendió, y pasé mis dedos por el cabello de Fallon, ganándome
un suave gemido de él. La boca de Fallon se movió a mi cuello donde chupó
la carne sensible. Jadeé y me moví contra él, olvidando su traición por un
momento para poder sentirlo de nuevo como solía hacerlo. Me tomó el culo,
apretándolo. Su cálido aliento sobre mi piel me hizo jadear. No había tenido
un orgasmo desde que Dominic se había empujado dentro de mí en la casa
de seguridad.
Estaba desesperada por uno.
Los labios de Fallon regresaron a los míos, su beso se volvió frenético.
En el pasado, este habría sido el punto de inflexión en el que enganchaba
mis piernas alrededor de su cintura y empujaba dentro de mí, poniendo fin
a mi tormento.
En cambio, los cálidos brazos de Dominic me rodearon y me apartó en
medio de protestas mías y de Fallon.
—No —susurró Fallon con voz ronca.
—Lo siento. Ese fue el trato —dijo Dominic—. Por supuesto, puedes
quedarte y verme cuidar de mi esposa.
Fallon tragó saliva visiblemente, pero no hizo ningún movimiento para
irse.
Dominic se soltó una risa entre dientes suavemente y me empujó de
vuelta a su silla. Después de quitarme las bragas, se sentó y me puso en su
regazo. Mi espalda descansaba contra su pecho. Levantó mis pies sobre sus
muslos, dejándome al descubierto ante Fallon, cuyos labios se separaron.
Las manos de Dominic se movieron entre mis piernas y pasó sus dedos
por mi coño empapado.
—¿Él hizo esto? —Dominic gruñó en mi oído.
—Ambos —me las arreglé para ahogarme cuando pasó sus dedos por
mí de nuevo.
Dominic soltó un gruñido en mi oído. —Dile que te gusta que mire
mientras tu marido te toca.
—F-Fallon —dije con voz áspera.
Dio un paso hacia delante.
—Me gusta que veas a Dominic tocarme con su dedo.
Fallon se humedeció los labios, su cuerpo temblando.
—Pregúntale si quiere hacerte esto. —Dominic movió su pulgar sobre
mi dolorido clítoris, haciéndome gemir desesperadamente.
—¿Q-quieres hacerlo?
—Sí —dijo Fallon de inmediato.
—Dile que me consiga más información y dejaré que se una a nosotros
la próxima vez. Voy a follar tu apretado y húmedo coño mientras él chupa
tu dulce y pequeño clítoris.
—Oh, Dios —gemí cuando Dominic introdujo sus dedos profundamente
en mí, el sonido húmedo de un chapoteo resonó en la habitación.
Iba a hacer que me derrumbara antes de que pudiera pronunciar las
palabras.
—M-más información, Fallon —gemí—. C-consíguele a Dominic más
información.
Fallon asintió, manteniendo los ojos fijos en todo lo que Dominic me
estaba haciendo.
—Fallon, dile que está bien que se corra —dijo Dominic mientras
continuaba con su sexo brutal y delicioso, su pulgar golpeando mi clítoris a
un ritmo perfecto.
—Córrete, princesa —dijo Fallon con voz espesa—. Por favor, quiero ver
que te corras sobre sus dedos. Hazlo por mí. Déjame escucharte.
Sus palabras fueron mi perdición mientras apretaba los dedos de
Dominic y me corría con tanta fuerza que vi estrellas. Grité, mis dedos se
clavaron en los antebrazos de Dominic. Temblé cuando bajé de mi altura,
notando el desastre que había hecho en las manos y los pantalones de
Dominic.
—Buena chica, abejita —ronroneó Dominic en mi oído—. Mi muy
buena chica.
Fallon respiraba con dificultad cuando colapsé contra el pecho de
Dominic, mi cuerpo estaba demasiado débil y sin huesos para hacer mucho
más.
Dominic pasó sus dedos suavemente por mis pechos desnudos
mientras se dirigía a Fallon. —Si quieres esto, entonces consígueme lo que
quiero —dijo con su voz profunda y autoritaria—. Tráeme más información
y avanzaremos con esto. Empieza a escuchar. No vuelvas hasta que tengas
lo que necesito. Si lo haces, se cancela el trato. Nos apegamos al plan.
¿Entiendo?
—Sí —dijo Fallon, nuestras miradas se encontraron con la del otro—.
No voy a joder esto-
—Bien. Ahora ponte a trabajar. Necesito darle un baño a mi esposa.
Fallon retrocedió mientras Dominic comenzaba a besarme a lo largo de
mi cuello, sus manos acunando mis pechos mientras hacía rodar mis
pezones entre sus dedos índice y pulgar. Mi cuerpo todavía estaba
demasiado sensible. Gemí mientras él mordisqueaba la piel sensible de mi
garganta.
Fallon finalmente llegó a la puerta y se fue, dejándonos a Dominic y a
mí solos en la habitación.
—Juegas un juego peligroso —dije suavemente.
Dejó escapar una risa suave. —Será beneficioso para todos nosotros.
—¿Lo decías en serio? ¿Lo dejarás unirse?
—Quise decir cada palabra. Eres mi reina, Bianca. Quiero tu felicidad
Quiero tu perdón. Quiero tu amor. Arriesgaría todo por esas cosas. Así que,
si Vasiliev es lo que ayudará, ¿quién soy yo para estropearlo? Puede que sea
exactamente lo que necesitan los Reyes.
Dominic me levantó y envolví mis brazos alrededor de su cuello
mientras nos llevaba al baño. Realmente me iba a bañar.
Tal vez Dominic estaba jugando un juego peligroso, pero tal vez el
peligro no era para nosotros. Tal vez el peligro sería para todos los demás
una vez que estuviéramos unidos de la forma en que sabía que debíamos
estarlo. Pero teníamos muchísimo trabajo por delante.
Empezaría por el baño.
Capítulo 29
Bianca
—Odio la clase de economía —se quejó Aubrey mientras caminábamos por
el patio—. ¿Anderson también te está haciendo la vida miserable? Dime que
sí y que no soy solo una tonta de mierda.
—B tiene un cuatro cero en esa clase —dijo Vincent a mi lado.
Aubrey gimió de nuevo.
—¿Como supiste? —Pregunté, frunciéndole el ceño.
—Sé todo sobre ti, bebé B —dijo fácilmente, dándome una sonrisa—.
No pensaste que haríamos nuestra promesa sin hacer una investigación,
¿verdad?
Suspiré. Eso no me sorprendió.
—Bueno, tienes suerte. Yo voy en el autobús de la lucha. —Aubrey se
detuvo con nosotros en la máquina expendedora.
Compré un jugo de manzana después de que Vincent deslizó algo de
dinero antes de que yo pudiera. Me lanzó un guiño.
—Probablemente pueda ayudarte si lo necesitas —le ofrecí cuando
Vincent me quitó el jugo y lo abrió antes de devolvérmelo.
—No —dijo ella—. Lance Larkin está en mi hora. Es un súper cerebro
y súper caliente. Tal vez pueda hacer que me enseñe en mi habitación.
—Chúpale la polla —dijo Vincent.
Aubrey soltó una risa.
—Vinny —dije, poniendo los ojos en blanco.
Aubrey se sentía más a gusto con Vincent que con Levin o Dominic.
Sabía que Dominic la asustaba muchísimo, y Levin la ponía nerviosa porque
siempre estaba enojado. Cuando Vincent era mi guardia, se reía y charlaba
más.
—¿Qué? —Vincent sonrió—. Haría lo que quisieras si me chuparas la
polla, B. Lo sabes.
—Lo guardaré en mi arsenal para cuando se lo pida —dijo Aubrey con
una sonrisa antes de despedirse de nosotros y sentarse con Emy.
Llegamos a nuestra mesa y nos desplomamos. Miré alrededor del patio
y vi a Fallon sentado con los Señores. Estaba mirando al vacío mientras
Blair, una de las amigas de Stella, hablaba con él. Asentía de vez en cuando,
pero sabía que no estaba escuchando. Su mirada se cruzó con la mía. La
mirada impasible en su rostro no cambió, pero su mirada me recorrió antes
de alejarse como si yo fuera una chica más.
Sabía que estaba haciendo su parte. Mis mejillas se calentaron cuando
pensé en él besándome y luego mirando mientras Dominic me hacía
correrme. El rostro de Fallon se volvió hacia mí, y una pequeña sonrisa de
complicidad cortó sus labios hacia arriba antes de apartar la mirada de
nuevo.
—Abejita —la profunda voz de Dominic saludó mis oídos.
Me tendió la mano. Lo tomé, dejándolo tirar de mí para ponerme de pie.
Deslizó su bandeja sobre la mesa mientras se sentaba. Una vez que estuvo
ubicado, tiró de mí sobre su regazo y giró mi cara hacia la suya para
besarme.
Cuando presioné mi boca contra la suya, obtuve un profundo gruñido
de aprobación de su parte. Mordió mi labio inferior antes de alejarse.
Me incliné hacia él. Me dio un apretón antes de soltarme y pasarme un
tenedor para la ensalada que me había traído.
—Gracias —dije.
Él no dijo nada. Solo asintió a mi ensalada como una forma de decirme
que comiera. Me acerqué, escuchando mientras entablaba una
conversación con Vincent.
—¿Cómo va el día?
—Nada increíblemente interesante está sucediendo —dijo Vincent—.
Ojalá me gustara la ensalada como a B.
—¿Por qué no consigues algo de comer? —Pregunté después de tragar
mi lechuga.
—Es día de pasta, y esa mierda no es pasta de verdad —murmuró
Vincent.
Dominic asintió con la cabeza. —Yo no le daría esa basura a Ivanov.
—Parece que no tienes que hacerlo —dije.
Hail estaba masticando un tenedor lleno de su almuerzo de pasta
mientras escuchaba a Tate. Rápidamente miré hacia otro lado, odiando a
esos imbéciles.
—Basura que consume basura —murmuró Vincent.
—Hola —dijo Levin, deslizándose en su asiento.
Miré hacia arriba cuando Celeste se paró junto a él.
Dominic se tensó contra mí. Incluso Vincent parecía confundido. Nadie
se sentaba en la mesa de los Reyes, excepto ellos y yo. Ni siquiera a Aubrey
se le permitió sentarse con nosotros.
—¿No comes? —Vincent preguntó mientras Celeste se paraba
torpemente al lado de Levin con su bandeja en sus manos.
—Maldita pasta. Hasta mi culo alemán sabe que eso no cuenta como
pasta. —Levin hizo una pausa y miró a Celeste—. Te puedes sentar.
Dejó su bandeja, que contenía un tazón de fruta y leche, mientras se
deslizaba en el lugar junto a él. Mastiqué mi bocado de ensalada lentamente
y luego dejé el tenedor, mi apetito desapareciendo. Dominic tomó mi tenedor
y le puso más lechuga.
—Abre —ordenó.
Dejo que me dé de comer. Levin nos mira por un momento antes de
apartar la mirada. Esperé a que Dominic le dijera algo a Celeste sobre
sentarse con nosotros. Cuando no lo hizo, me incliné hacia él y enterré mi
cara en su cuello.
Vincent y Levin hablaron mientras Celeste toqueteaba su fruta.
—¿Por qué está sentada aquí? —Pregunté suavemente al oído de
Dominic.
Su mano se deslizó arriba y abajo de mi espalda.
—Porque la alternativa es que se siente en su propia mesa y se lleve a
Levin con ella. Los Reyes se verán débiles si no permanecemos juntos —
respondió en mi oído, sus labios rozando suavemente—. Así que pórtate
bien.
—Oblígame. —Le mordisqueé el lóbulo de la oreja.
Pasó sus dedos por mi pierna y debajo de mi falda. —Con gusto.
—¿No son lindos, chicos? —les interrumpió Celeste.
Me aparté de Dominic y la miré mientras su mano detenía su peligroso
viaje.
—¿Quién hubiera pensado que Dominic alguna vez se enamoraría de
alguien? Está en toda la escuela. Tu matrimonio. ¿Realmente se casaron?
—Celeste continuó, mirando mi anillo.
—Sí —dijo Dominic antes de que pudiera responder.
—Fue una boda preciosa. Se casaron al atardecer —dijo Vincent,
guiñándome un ojo.
Le respondí con desdén, lo que solo hizo que sonriera más.
—Mi chico, Levin, fue su padrino —continuó Vincent.
—Yo no. Tú lo fuiste —gruñó Levin, mirándome antes de mirar a
Celeste—. Ven aquí.
Me tensé mientras palmeaba sus muslos. Ella se levantó ansiosamente
y se subió a su regazo.
Ese hijo de puta.
—Me sorprende que Levin esté saliendo contigo —hablé, mirándolo.
Sus ojos se abrieron. —¿Por qué?
—Porque estaba viendo a alguien más, justo antes de ti.
Entrecerró los ojos cuando Dominic se inclinó y susurró: —Pórtate
bien.
—No estaba viendo a alguien —resopló Levin—. Nadie que importara
de todos modos.
Estaba de pie, y antes de que pudiera pensarlo, le lancé mi ensalada.
Lo cubrió con pedacitos de aderezo, lechuga y picatostes. Algunos incluso
golpearon en Celeste. No es que me importara. De hecho, también había
estado apuntando a ella, un poco.
Sabía que estaba enojado conmigo, pero eso fue un golpe bajo. Me dolía
el corazón escuchar que no le importaba. Puede que no le importe ahora,
pero al menos pensé que le importaba una mierda en ese entonces. Me había
salvado la vida. Después se acostó conmigo en la cama y me susurró todas
esas cosas. No lo había olvidado.
Tal vez era su ira y su amargura las que hablaban, pero no importaba.
Fue rastrero y cruel. Hizo que mis sentimientos por él se retractaran aún
más.
—¿Qué carajo? —Levin gruñó, apartando a Celeste de su regazo.
Dejó escapar un siseo de ira, con las mejillas rojas. La gente nos
miraba. Había hecho una escena después de todo. Atrapé a Fallon mirando.
Todos los Señores se giraron para echar un vistazo. Excelente.
—Sí, ¿qué carajo? —Le respondí bruscamente—. Eres un idiota.
—¿Por decir la verdad? ¿Por eso estás enojada? —soltó una risa
amarga.
Me estremecí mientras lo miraba.
Se burló de mí. —Pensé que todo se trataba de ser sinceros.
—Está bien. Ella no te importaba. Me aseguraré de que reciba el
mensaje. —Me alejé de la mesa cuando Dominic me agarró la mano.
Vincent miró entre Levin y yo con inquietud. Un trozo de lechuga se
cayó de la chaqueta azul marino de Levin cuando me devolvió la mirada.
—Levy, ¿vas a dejar que se salga con la suya? —Celeste se quejó,
sacudiendo la lechuga de su brazo—. ¡Haz algo!
—Sí, Levy. Haz algo —le gruñí.
—Él no hará nada —dijo Dominic, poniéndose de pie—. Excepto limpiar
este puto desastre.
Dominic me tomó del brazo y me arrastró lejos de nuestra mesa. En el
momento en que estuvimos lejos de todos, me estrelló contra una pared de
ladrillos. Grité cuando me agarró la cara y la apretó.
—¿Qué demonios fue eso? —demandó.
—Estaba siendo un imbécil.
—Y tú no eras mucho mejor —espetó—. Me estoy cansando de tus
berrinches, Bianca.
Tragué saliva mientras lo miraba fijamente.
—Me dolió —susurré.
Soltó mi rostro y dejó escapar un suspiro antes de pasar sus dedos por
mi cabello. —Lo sé. Pero debes entender que exhibiciones como esa no son
más que amenazas. Lidiamos con nuestras diferencias a puerta cerrada. No
frente a todo el cuerpo estudiantil. No podemos parecer como si tuviéramos
algún problema entre ninguno de nosotros. Nos hace parecer débiles. No
estamos en condiciones de parecer débiles, abejita.
—Lo siento —exhalé.
—Sé que duele, pero tú hiciste esto. Tienes que aprender a vivir con las
consecuencias.
Tragué saliva y miré al frente.
—Mírame cuando te hablo —dijo en voz baja.
Desvié mi mirada hacia la suya.
—Eres hermosa, y me encanta tu fiereza.
—Entonces, ¿por qué tratas de detenerme?
Pasó sus nudillos por mi mandíbula. —No siempre será así. Solo por
ahora.
Asentí. Apreté la mandíbula mientras miraba un punto por encima de
su hombro.
—Mírame —ordenó de nuevo.
Lo hice, notando el brillo en sus ojos verdes.
—Sei tutto il mio mondo4 —murmuró—. Siempre, Bianca.
Arrugué mis cejas, insegura de lo que dijo. Pero su tono era
increíblemente dulce y reverente.
—Algún día te dejaré tomar decisiones. Por ahora, por favor, escucha
lo que te digo. Eres mi buena chica, ¿verdad?
—Sí.

4 Eres mi mundo entero.


—¿Si qué?
—Sí, esposo —dije con voz áspera.
Él sonrió y depositó un beso en mis labios. —Mm, mi muy buena chica.
Ven.
No tenía idea de adónde quería ir. Pero estaba agradecida cuando puse
mi mano en la suya, y me condujo más lejos del patio.
Me sonrió mientras caminábamos. Mi corazón saltó cuando le devolví
la sonrisa.
Dios, era el monstruo perfecto.
Pero también lo era Levin. Y ya no era mío. Demonios, tal vez nunca lo
fue.
Capítulo 30
Levin
Me ajusté la corbata negra y me tragué la irritación. Llevaba más de una
hora en la mansión Vander Veer y todavía no había visto al viejo de Celeste.
En cambio, había visto al menos seis pumas empapadas en un perfume en
polvo abrumador que me quemó el interior de mi nariz y tetas que eran tan
plásticas que podía reciclarlas y construir una cabaña autosuficiente, fuera
de la red. También había un maître muy sospechoso que estaba seguro me
había agarrado el culo.
Tomé una copa de champán y tomé dos frescas de una bandeja que iba
de paso. No era muy de charlar y besar culos. Interpretar el papel de un hijo
de perra rico y tenso no era mi escena. Siempre fui el músculo, no formaba
parte del jodido espectáculo. Dom era el que se necesitaba para este tipo de
trabajo. Habiéndome criado en este mundo y teniendo a Dom como mi
amigo, uno pensaría que le habría agarrado el ritmo a esta mierda a lo largo
de los años, pero siempre tendía a agarrar una botella de alcohol y
desaparecer. Incluso Vincent era mejor en esta mierda que yo.
Si Bianca no me hubiera dicho que me fuera, no estaría rodeado de
todos estos idiotas. Vincent estaba mejor preparado para esto. Él era el que
podía cortejar las bragas de una chica. Yo no. Estaba al borde de joder esto
porque quería irme para poder drogarme, emborracharme y olvidarme de la
mierda en la que se había convertido mi vida.
Después del arrebato de Bianca en el almuerzo, las cosas habían
empeorado mucho. En el momento en que las palabras salieron de mi boca,
me arrepentí y me pateé el trasero desde entonces. Sabía que llevar a Celeste
a nuestra mesa había sido una mala idea. Pero joder, ¿Bianca tenía alguna
idea de lo que era verla amando a mis dos mejores amigos y mi maldito
enemigo mientras me odiaba? Ya sé que iba a matarla, pero maldita sea.
Supéralo.
Ella y Dom se habían ido y no habían regresado. Pero me había
imaginado lo que habían estado haciendo, conociéndolo.
A la mierda mi vida. Deseaba poder enterrar mis malditos
pensamientos y sentimientos. Me estaban abrumando. Todo este dolo se
estaba convirtiendo en ira. Por eso me relacionaba tan profundamente con
la gente. Sabía cómo era cuando se iban. Joder.
—Te ves tan apuesto. —Celeste soltó una risita, pasando su mano por
el brazo de mi traje, sacándome de mis pensamientos—. Ven. Quiero
presentarte a mi madre.
Gemí por dentro. Odiaba conocer a los malditos padres. Mi sonrisa era
frágil, pero Celeste la aceptó y me condujo como un preciado perro de
exhibición hacia una mujer que se parecía mucho a ella: retocada y
majestuosa, grandes tetas, probablemente falsas como su nariz, y una cara
que decía lame mis zapatos, perra.
Excelente.
—Madre —dijo Celeste con voz entrecortada mientras nos
acercábamos.
Su madre levantó una ceja perfectamente pintada.
—Quiero que conozcas a Levin Seeley. Levin, esta es mi madre,
Katherine.
—Ah. —Su madre me tendió su mano para besarla. Al menos no era su
culo.
Tomé su mano y presioné mis labios contra ella. Me sonrió.
—Un placer conocerla —dije, fijando la sonrisa en mi rostro.
—Celeste ha estado muy emocionada de traerte a casa para que nos
conozcas —dijo Katherine—. Me dijo que eres amigo de la familia De Santis.
—Madre. —La risa de Celeste fue falsa como el infierno mientras se
aferraba a mi brazo.
—Supongo que depende de quién pregunte —dije, desesperado por
apurar esta mierda—. Pero si, estoy familiarizado con la familia. —Le ofrecí
una sonrisa. Cuando me devolvió la sonrisa, continué—: Me encantaría
conocer al Sr. Vander Veer. ¿Está disponible?
—Él está aquí en alguna parte. —Katherine me despidió, su perfume
floral era tan malo como todas las fragancias que olí en todas estas viejas—
. Te recomiendo comer algo y conocer a todos. Mi esposo tiene tendencia a
dar saltos y, a menudo, es difícil de encontrar.
Una mujer joven tocó el brazo de Katherine, atrayendo su atención.
Debe haber sido la organizadora de la fiesta porque Katherine arrugó la
nariz y comenzó a gruñirle obscenidades sobre quedarse sin algo.
—Oh, Levy. Veo a Selene Abrams. Su padre es dueño de ICW, esta
compañía que fabrica microchips para computadoras o algo así. Papá es
amigo de su padre. Honestamente, nunca he visto el atractivo en esa
amistad. Ni siquiera gana una fracción de lo que hace papá.
—Bueno, cualquier cantidad es una fracción —dije.
—¿Qué? —Frunció el ceño—. No te tomé por intelectual. Eso te hace
mucho más sexy. —Se lamió los labios.
—Sí —dije, rodando los ojos—. Soy un erudito.
—Me pareces inteligente. Me encantan los hombres inteligentes. —Soltó
una risa de nuevo.
Mierda. Sáquenme de aquí.
Seguí a Celeste a través de la mansión llena de gente y la escuché a
medias hacer su risa falsa y conversar con algunas otras herederas
mientras asentía cortésmente cuando parecía apropiado. Mi teléfono vibró
a la mitad de una conversación sobre una perra que se hizo una cirugía de
nariz fallida.
—Necesito tomar esto —dije, sin esperar a que Celeste respondiera.
Podría haber sido un vendedor telefónico tratando de venderme una
garantía extendida por algo que no era mío y aun así habría respondido.
—¿Hola?
—¿Cómo te va? —La voz de Vincent llegó por la línea.
—Joder, sácame de aquí. —Eché un vistazo rápido a mi alrededor para
asegurarme de que no había nadie cerca.
Vincent se soltó una risa a carcajadas. —Tú te hiciste esto a ti mismo,
hombre. Dom solo quería que la vieras en la escuela. Esto te lo hiciste tu y
esa gran polla tuya. Dom dijo que te mojaras la polla y obtuvieras ese trato.
—La única forma en que mi pene se mojará es si salto a la piscina en
un intento de ahogarme —murmuré.
—Oye, eso será suficiente, mientras Celeste esté contigo. Parecía
realmente interesada en ti.
—Lo está, supongo. Yo… no. —Suspiré, mirando alrededor de nuevo.
—Bebé B, ¿eh? —dijo a sabiendas.
—No —le espeté, odiando la puta mentira.
—Si bueno, lo que sea. Haz lo que necesites hacer. Pero para que lo
sepas, Fallon estuvo en la habitación con Dom y B temprano esta mañana.
No tuve la oportunidad de decírtelo porque Celeste se aferraba a ti, pero,
chico, es posible que te reemplacen. Vasiliev parecía jodidamente
enamorado cuando se fue. Me encontré con él en mi camino a ver a Dom.
Me tensé ante esta información.
—Él…
—¿Tocó a bebé B? —preguntó Vincent—. Definitivamente hizo algo. No
pregunté. Él solo sonrió y guiñó un ojo al pasar, el idiota engreído. Y Dom
estaba bañando a B cuando llegué a su habitación. Las chicas que están
limpias no se bañan.
—Maldito idiota —gruñí, arrastrando mis dedos por mi cabello con
frustración. Debería haberle disparado a ese cabrón cuando tuve la
oportunidad.
—Pero no estás enojado, ¿verdad? Dijiste que todo había terminado
entre tú y B. Y todos oímos lo que dijiste en el almuerzo…
—Terminamos —le espeté—. Él puede tenerla. Todos ustedes pueden.
—Claro. Porque tú tienes a Celeste. Bien hecho, hombre. Pero date
prisa y sella el trato antes de que te la juegues, ¿de acuerdo? Necesitamos
esas armas. Dom dijo que le hicieras saber a Vander Veer que duplicaremos
con creces lo que los Ivanov están dispuestos a pagar. Además, mañana por
la noche hay una fiesta. Se solicita su presencia.
—Por supuesto —murmuré, atrapando la mirada de Celeste mientras
me lanzaba un beso. Actué como si lo hubiera atrapado, lo que la hizo reír.
Chica tonta. Me aclaré la garganta—. ¿Qué vas a hacer esta noche?
—Voy de camino al dormitorio de Dom y B. B me envió un mensaje de
texto para pasar el rato con ellos. Como estoy bastante seguro de que leí la
palabra con F, quizás pueda obtener algo de bebé B sin problema. O al
menos, acercarme mucho. Espero no tener que pasar una noche viendo
películas de chicas con la polla seca.
—¿Qué diablos es la palabra F? —Pregunté.
—Fallon. Ese será su nuevo nombre en clave en caso de que alguien
me escuche.
Resoplé. Era un buen nombre para la maldita comadreja.
—¿Quién es Snoopy entonces? —Pregunté, recordando un mensaje
anterior.
—Stella. Tiene la nariz metida en los asuntos de todos.
Asentí como si pudiera verme. —Bueno, diviértanse.
—Oh, tengo la intención de hacerlo. B estaba de buen humor antes.
Dom también. Netflix and chill5, ¿sabes a lo que me refiero? Mantén tus
dedos cruzados por mí.
Lo hice y lo odié. Me fastidió. ¿Cómo diablos podía Bianca ir de frio a
caliente tan rápido? Vasiliev le hizo la misma mierda que nosotros, pero se

5 Frase usada en USA, que implica un encuentro sexual mientras se reproduce una

película o serie en Netflix de fondo.


preocupaba por perdonarlo. Claro, todavía estaba enojada con él, pero si ya
está de rodillas por su polla, entonces estaba jodido porque yo los había
salvado a ambos. Sin embargo, no contaba para nada en el gran esquema
de las cosas.
A la mierda. Le dije que habíamos terminado. Tenía que ser así. A la
mierda volver a sentir el dolor del rechazo.
—Levy, acabo de ver a mi papá. Vamos —dijo Celeste, tomando mi
mano.
—Me tengo que ir —gruñí en el teléfono.
—¡Moja la polla, Levy! —Vincent gritó antes de que yo desconectara la
llamada.
Ajusté la sonrisa de plástico en mi cara e hice el papel de alguien a
quien le importaba toda esta mierda mientras la dejaba guiarme por la
habitación de nuevo. Ver a todos estos imbéciles me hizo odiar todo mucho
más. Saber que estaba en esto un poco más profundo de lo que quería, me
enfermaba. Quería ser Netflix y relajarme también, pero no. Me habían
dejado, o tal vez yo había hecho que me dejaran, y ahora aquí estaba,
odiando cada puta cosa de mi vida.
Y si Dom estaba dejando estar a Vasiliev con Bianca...
Empujé el pensamiento fuera de mi cabeza. Pensar en ella solo me
cabrearía más, y tenía trabajo que hacer.
—Papá —dijo Celeste con una sonrisa tonta.
Un hombre alto con un traje planchado que probablemente costaba
más que las tetas de su esposa se giró y nos miró, sus ojos oscuros me
recorrieron rápidamente. Conocía esa mirada. Me estaba evaluando.
—Este es Levin Seeley. ¿Recuerdas que te dije que vendría esta noche?
—Sí. Levin, hola —dijo el señor Vander Veer, con un brillo acerado en
los ojos cuando me estrechó la mano.
—Hola. Un placer conocerlo. —Le di un asentimiento y solté su mano.
—Me alegro de que pudieras venir esta noche. La fiesta es un poco
aburrida en este momento, y por eso, tienes mis disculpas. Recomiendo
tratar de atrapar a uno de estos camareros y conseguir una bebida. Lo hace
mejor.
Celeste se soltó una risa. —Levin se lo está pasando bien, ¿no es así?
—De lo mejor —dije, poniendo un poco de inflexión en mi voz para
sonar como si me estuviera divirtiendo más que un cerdo en la mierda.
—Bueno, supongo que eso es bueno. Hace que la noche sea mejor.
—Lo hace. —Cogí una copa de champán cuando un camarero pasó a
mi lado.
Vander Veer sonrió cuando lo tomé de golpe y dejé caer el vaso en la
bandeja del siguiente mesero.
—Dime, Levin, eres buen amigo de la familia De Santis, ¿no? —Vander
Veer cogió una copa de champán y bebió un sorbo con el ceño fruncido.
—Depende —dije, deseando haber tomado otro trago—. ¿Hay policías
aquí?
Vander Veer soltó una carcajada. —Me agradas. Celeste, ¿por qué no
vas a hablar con las damas? Me gustaría hablar un rato a solas con Levin.
—De acuerdo. —Celeste se puso de puntillas y me dio un beso en la
mejilla antes de alejarse pavoneándose para saludar a otro grupo de chicas
que aún no había tenido la desgracia de conocer.
—Consigamos algo que no sepa a orina —dijo Vander Veer en el
momento en que Celeste estuvo fuera del alcance del oído—. Odio estas
fiestas. —Me hizo un gesto para que lo siguiera.
Avanzamos por el pasillo exterior, lejos de la fiesta.
—Bonito lugar —dije, sin disfrutar la incomodidad del momento.
—Cumple su propósito —dijo, entrando en un estudio.
Lo seguí y me senté en el sillón de cuero que me señaló. Se acercó a un
pequeño bar y sirvió dos bebidas.
—¿Un poco de whisky escocés?
—Gracias —dije, tomando el vaso de él cuando se acercó.
Se sentó detrás de su escritorio y tomó un sorbo de su bebida. Seguí
su ejemplo, disfrutando el delicioso ardor mientras atravesaba mi garganta.
—Entonces... De Santis —dijo.
—Soy culpable.
Él se soltó una risa. —Iré al grano. ¿Estás aquí con Celeste porque
necesitas armas?
Levanté mis cejas hacia él. —Me ahorraré las gilipolleces y diré que sí...
y que no. La encuentro cautivadora. Las armas son solo una ventaja.
No fue una completa mentira. Celeste era caliente como el infierno. No
era Bianca, pero dudaba que alguna vez conociera a alguien como bicho.
La saqué de mi cabeza otra vez y me concentré en la tarea que tenía
entre manos.
Él sonrió a sabiendas. —Entonces sabes que los Ivanov ya se me
acercaron con una oferta.
—La duplicaremos.
Ladeó la cabeza hacia mí. —Ni siquiera sabes cuál es su oferta.
—No importa. Dominic está preparado para dar el doble de lo que le
ofrecieron.
—Ya veo. —Vander Veer se recostó en su asiento y me examinó con
ojos penetrantes.
No lo tomaba por estúpido. Los hombres estúpidos no acumulaban
millones y tantos enemigos. Vander Veer sabía que tenía lo que
necesitábamos.
—Te diré que. Le daré las armas a De Santis y te doy mi palabra de que
tendrá prioridad si paga el doble y sales con mi hija.
—¿Qué? —No podría haberlo escuchado correctamente.
Suspiró y agitó su bebida. —A Celeste le gusta salir con hombres de los
que preferiría que se mantuviera alejada. Ninguno de ellos la quiere por más
de unas pocas noches. El último estaba durmiendo con alguien que conoció
en el campus. Me gustaría que experimentara una relación real. Una en la
que se enamora y que luego la rompa, para fortalecerla. Dame eso, y tendrás
tu contrato conmigo. Pero su relación debe durar un período de tiempo
decente y creíble. Unas pocas semanas. Cuatro. Seis. Más si te estás
divirtiendo. Te dejaré decidir.
Tragué saliva, la enfermedad se apoderó de mis entrañas. No había
planeado hacer de esto algo a largo plazo.
—Con eso conseguirán sus armas. Obtendrán mi palabra de que será
exclusivo de De Santis. Y obtendrás una chica bastante decente.
—¿Y cuánto durará el contrato y tu palabra? —Dije, temiendo su
respuesta.
—Mientras hagas feliz a Celeste. Me doy cuenta de que eres un joven
que tiene necesidades. También me doy cuenta de que mi hija no es una
princesa inocente. Me gustaría que le fueras fiel. Cuando necesites irte,
hazlo de tal manera que ella lo sienta. Enséñale a ser... más inteligente. A
tomar mejores decisiones. Últimamente, no me ha impresionado, y pronto
estará sola. No sobrevivirá por cómo es ahora. Necesita endurecerse. Me
pareces alguien que puede endurecerla un poco.
Respiré, tratando de detener el ardor en mi garganta por la bilis que
subía. ¿Qué opción tenía? Dom, nosotros, necesitábamos estas armas.
Joderíamos a la Bratva. Tendríamos más que ellos. Estarían luchando para
llenar su vacío de armas. Y las guerras se pelean con armas en mi mundo.
No tenía elección. Bianca ya me había dicho que me fuera a la mierda.
Que yo siguiera aferrándome a cualquier tipo de esperanza era una
estupidez. Vine aquí para conseguir este trato. Aquí estaba, colgando como
una zanahoria frente a mi cara.
—Trato hecho —dije—. Pero no vengas por mí cuando las cosas vayan
mal con ella. No soy bueno con las mujeres.
Él soltó una risa. —Ninguno de nosotros lo somos, no realmente. Eres
perfecto para el trabajo. —Se tiró tomo la bebida y yo hice lo mismo,
tragándome las náuseas.
—Enviaré los contratos. ¿Dominic De Santis es con quien supongo que
estaré tratando? ¿No es su padre?
—No. Ni siquiera queremos que Matteo sepa de esto.
—Comprendido. —Se puso de pie—. ¿Regresamos?
Asentí y me puse de pie. Mis piernas se sentían como de plomo cuando
lo seguí fuera de la habitación. Pero mi trabajo siempre había sido hacer la
mierda que nadie más quería hacer.
Parecía que eso no cambiaría en el corto plazo.
Capítulo 31
Bianca

—¿Por qué siempre eliges lo que se pone? —preguntó Vincent mientras


cruzaba los brazos sobre el pecho y miraba a Dominic. Él vino anoche y vio
películas con nosotros, sus ojos estaban más pegados a mí que a la pantalla.
Casi deseé que Dominic hubiera hecho un movimiento entonces, pero
no lo hizo. En cambio, los chicos terminaron bebiendo y hablando de cosas
estúpidas, como autos y armas, mientras yo me dormía con el sonido de
una película cursi para chicas que sonaba de fondo.
—Porque la harías vestir como una princesa cuando es una reina —
murmuró Dominic mientras sacaba un vestido negro de encaje de su
armario y lo estudiaba.
Negué con la cabeza hacia él. Me trataba como a una muñeca. Me vestí
con un par de jeans ajustados y una camiseta vieja y rota de la banda de
Alice Cooper esta mañana, y la vena en el cuello de Dominic parecía estar a
punto de estallar mientras su rostro enrojecía.
Me había puesto un suéter de cachemir y una falda rosa bebé para que
se relajara y dejara de quejarse tanto. Sin embargo, si era honesta, Dominic
estaba comenzando a apaciguarme. Disfrutaba cabrearlo tanto como
disfrutaba cuando me tomaba en sus brazos y me obligaba a someterme.
Sin embargo, todavía no había cedido a tener sexo. Cuando me había
bañado ayer, casi lo hice. Su toque fue tan suave y dulce mientras me
lavaba. Pero Dominic no había presionado por más, a pesar de que yo estaba
prácticamente jadeando por ello. Tal vez ese era su plan. Seducirme. Estaba
haciendo un maldito buen trabajo.
—Al menos estaría cómoda —replicó Vincent—. Vamos al acantilado.
Va a estar en el bosque. No es posible que la quieras con tacones y un
vestido.
—Entonces me subestimas —gruñó Dominic, volviendo a guardar el
vestido negro en el armario y sacando uno rojo.
—Quiero elegir su ropa.
—No es posible.
Pude sentir que se estaba gestando una discusión, así que hablé: —No
me molesta si Vinny quiere elegir algo para mí esta vez.
Dominic hizo una pausa y me miró mientras Vincent sonreía
ampliamente.
—No.
—Dominic —dije, suspirando. Me levanté y me acerqué a él—. ¿Por
favor? ¿Quizás con una promesa?
Entrecerró los ojos hacia mí. —Estoy escuchando.
Lo tomé como una buena señal. Dominic De Santis no negociaba.
Nunca. Aproveché mi oportunidad.
—¿Qué tal si cada uno de ustedes elige algo para que me ponga?
Entonces ambos podrán tenerme en lo que quieran. —Mi deseo de vivir lo
que me quedaba de vida en paz me motivó a ceder más de lo que hubiera
hecho hace una semana.
Dominic miró por encima de mi cabeza para asentir a Vincent. —Bien.
Estoy de acuerdo.
—Excelente. ¿Dónde están los zapatos de nubes? Vincent gritó,
empujando a Dominic y entrando en el armario.
Me acerqué para alejar la atención de Dominic de Vincent, que estaba
hurgando con entusiasmo en el armario. Poniendo mis manos en su rostro,
atraje su atención hacia mí.
—Gracias.
Su mirada dura se suavizó mientras me examinaba. Aproveché para
ponerme de puntillas y depositar un suave beso en sus labios. Cobró vida
debajo de mí y envolvió sus brazos alrededor de mí, el vestido rojo cayó al
suelo.
—¡Oye! —Vincent dijo, saliendo del armario con una falda en sus
manos—. Si él puede besarte, entonces yo también.
—No —gruñó Dom, mordiendo mi labio inferior.
—Escucha, hijo de puta…
Me reí y me alejé de Dominic, sintiéndome más a gusto que en las
últimas dos semanas. Fui a Vincent. Antes de que Dominic pudiera
reprenderme y decirme que no, y besé a Vincent. Sucedió tan rápido que no
tuvo tiempo de reaccionar cuando le arranqué la falda de los dedos y me
alejé bailando.
—Provocadora —dijo Vincent, todo malhumorado.
Dominic sonrió y volvió al armario para buscar en él. Tiré la falda sobre
la cama y me moví para sentarme frente al pequeño tocador. Con un toque
practicado, me puse humectante y comencé a maquillarme ya que sabía que
Dominic querría que lo hiciera. Era mucho más fácil llevarse bien con él
cuando cumplía.
Y ahora mismo, quería un poco de paz. Lo cabrearía en otro momento.
Lo último que quería era arrodillarme en el duro patio como me había hecho
hacer la última vez que hubo una fiesta en el acantilado.
—Perfecto —dijo Dominic, saliendo del armario con una blusa negra
con hombros descubiertos y un par de botas negras.
—¿Por qué tienes que elegir dos cosas? —Vincent exigió, frunciendo el
ceño cuando Dominic dejó caer los artículos en la cama junto a la falda.
—¿Porque no fuiste lo suficientemente inteligente para hacerlo?
Vincent, tu pierdes.
—Hombre…
—Vinny, puedes escoger mi ropa interior —dije, sabiendo muy bien que
eso lo complacería.
Inmediatamente se calló y fue al cajón de la cómoda.
En lugar de discutir, Dominic se me acercó y apoyó sus manos en mis
hombros, su mirada fija en la mía en el espejo.
Mi corazón saltó en mi pecho mientras nos mirábamos el uno al otro.
Maldita sea, era hermoso. Y enloquecedor. Dios, era enloquecedor.
Dominic se inclinó y susurró: —Eres una cosita astuta, ¿no es así,
abejita? —Sus labios rozaron mi oreja.
La piel de gallina revoloteó sobre mi piel. —¿Es eso un problema?
—No para mí —dijo, su aliento rozando mi piel—. Pero lo será para ti
más tarde.
Tragué saliva, pero no pude seguir interrogándolo porque Vincent se
acercó y me mostró las bragas negras de encaje que había elegido.
—Quiero esto cuando haya terminado la noche —dijo tímidamente,
guiñándome un ojo.
—¿Para qué? —Miré el trozo de encaje que tenía en las manos.
Se encogió de hombros. —Las noches se vuelven solitarias con Dom
acaparándote.
Reprimí una risa y volví a maquillarme. Me desconecté de la charla de
los chicos mientras hablaban. No fue hasta que escuché mencionar el
nombre de Levin que me animé y comencé a escuchar.
—¿Ha dicho algo? —preguntó Vincent.
—Dijo que hablaríamos esta noche. Ha estado... ocupado.
Vincent resopló. —Con sus bolas profundamente en Celeste, querrás
decir.
Mi corazón saltó ante las palabras de Vincent, el dolor irradiando a
través de mí. Dejé caer mi tubo de rímel, causando que los chicos me
miraran. Rápidamente lo recogí.
—No te preocupes, bebé B. Es un idiota —dijo Vincent suavemente.
Dominic no dijo nada, simplemente optó por mirarme sin emoción en
su rostro.
Forcé una sonrisa en mis labios. —Está bien. Le dije que había
terminado con lo que teníamos. Dijo que él también. Es libre de hacer lo que
quiera. Con quien él quiera —murmuré.
Pero eso no hacía que mi corazón doliera menos. Había estado tan
furiosa antes. No es que todavía no estuviera enojada, pero sabía que
necesitaba poner mi mierda en orden si quería superar algo de esto. Mi papá
solía decirme que mirara el lado positivo, así que eso era lo que estaba
tratando de hacer. Tenía comida. Refugio. Un esposo que parecía
preocuparse por mí a pesar de la mierda de antes. Vinny... e incluso Fallon
de una manera extraña. En lugar de luchar contra esas cosas, sin importar
lo despreciables que hubieran sido, tenía que estar agradecida. Todavía
estaba viva. Si alguien merecía mi ira, era Fallon de todos modos. Él fue
quien había tenido la intención de entregarme, mientras que los Reyes no
habían apretado el gatillo. Pero estaba tan harta de estar enojada.
Realmente quería recuperar mi paz y mi cordura.
Aparté todos los pensamientos de enfado. No esta noche. Quería, no,
necesitaba, relajarme para poder sentir algo bueno de nuevo. Así podría
superar todo. Y si lo iba a hacer sin Levin, que así sea. El hecho de que
hubiera decidido tan rápido que Celeste era a quien quería hizo que fuera
más fácil para mí dejarlo ir, incluso si dolía como una perra.
Los chicos no dijeron nada más, pero basado en la cara de Vincent,
compartía mi dolor.
Y eso era bueno. Al menos no estaba sola.

La música y los gritos de los que asistieron a la fiesta sonaron con fuerza
mientras me apoyaba contra la barandilla de la vieja casa cerca del
acantilado. Las fogatas ardían mientras la gente bailaba y se divertía, con
vasos en mano. A pesar del aire fresco del otoño, no tenía demasiado frío
con la falda corta plisada.
—Te traje un trago —dijo Vincent, deslizándose a mi lado y
entregándome una copa de alcohol.
Lo tomé y olí. —¿Lo envenenaste?
Él sonrió. —Bueno, lo drogué si eso es lo que quieres decir. Pensé que
podría emborracharte y luego te follaría como un loco cuando no pudieras
defenderte.
Levanté una ceja hacia él. —¿Realmente harías eso?
Él resopló. —No, bebé B, no lo haría. Bueno, quiero decir, podría
hacerlo si no me das algo pronto. Todavía tengo el peor caso imaginable de
bolas azules.
Tomé un sorbo de mi bebida y miré hacia donde estaba Dominic con
algunos de su corte. Parecía estar de buen humor, pero tenía la sensación
de que estaba conspirando como siempre. Si tuviera que adivinar, apostaría
a que estaba dirigiendo a sus leales seguidores sobre lo que necesitaban
hacer. Siempre era todo trabajo.
Lamí el alcohol de mis labios y me incliné hacia Vincent. Su mano
inmediatamente se movió para descansar en mi espalda baja mientras le
susurraba al oído: —Me gustaría continuar donde lo dejamos —dije
suavemente.
Se acercó más cuando incliné mi rostro para mirarlo. Su cabello oscuro
era un desastre, pero como siempre, estaba vestido para matar. Sus ojos
brillaron a la luz de la hoguera.
—Solo di cuándo —respondió—. Mi polla ha estado dura desde que
hurgué en tu cajón de bragas antes.
Comencé a inclinarme para besarlo, insegura de cómo Dominic tomaría
la demostración de afecto frente a los demás, ya que estaba bastante segura
de que quería que el mundo pensara que le pertenecía exclusivamente a él,
cuando algo me llamó la atención.
O más bien alguien.
Levin había llegado. La mano de Celeste estaba envuelta firmemente
alrededor de la suya mientras se dirigían hacia Dominic.
Sintiendo mi vacilación, Vincent se giró para ver lo que estaba mirando.
—B, vamos…
—¿Están... realmente juntos ahora? —Pregunté, mi voz temblaba.
—B, son solo negocios, ¿sabes? Además, ambos dijeron que habían
terminado…
—Sé lo que dije —espeté.
Él frunció el ceño. El hecho de que Levin se hubiera marchado tan
rápidamente le dolía. Tal vez lo estaba haciendo solo para causarme dolor
ya que no había sido amable con él cuando tenía que serlo. O tal vez era
solo negocios. En el gran esquema de las cosas, no importaba por qué, solo
importa lo que es.
Y eso realmente me rompió el corazón.
Levin se acercó a Dominic, cuya mirada revoloteó sobre el par antes de
que se excusara del grupo y asintió para que Levin lo siguiera. El beso que
Levin presionó rápidamente en la sien de Celeste hizo que la bilis subiera a
mi garganta. Su mirada se clavó en mí mientras se alejaba sin emoción en
su rostro.
—El momento perfecto. Levin nos hizo un favor. Vamos. —Vincent me
tomó del brazo y me condujo por el patio hasta un rincón oscuro fuera de
la vista de todos.
En el momento en que nos alejamos, sus labios chocaron contra los
míos y sus manos se apretaron en mis caderas. Mi mente seguía con Levin
mientras la boca de Vincent se movía con la mía.
—B, no me digas que realmente debí haberte drogado —susurró
Vincent.
Me sacudí de mi estupor y le devolví el beso. Dejó escapar un suave
gemido antes de que su lengua se deslizara a lo largo de la mía.
—¿Qué tan rápido puedo hacer que te corras? —preguntó sin aliento
mientras sus manos atravesaban debajo de mi camiseta y rozaban mis
pechos.
Tan furiosa como estaba, lo hice. Una follada de ira podría calmar mi
alma herida.
—Pruébame y descúbrelo —respondí.
Eso fue todo lo que necesitaba escuchar porque un momento después,
me levantó y me inmovilizó contra el costado de la casa, su pene ya estaba
fuera de sus pantalones y sus dedos empujando mis bragas a un lado.
—N-no estoy tomando la píldora en este momento…
—Te follaré por un rato, y luego puedes chuparme, bebé —dijo, guiando
su pene a través de mis pliegues.
Estaba bien con eso.
Empujó hacia adelante, llenándome mientras yo gritaba contra sus
labios.
—Shh. No queremos que nos atrapen —dijo ahogadamente,
embistiendo con fuerza dentro de mí.
Pasé mis dedos por su cabello, haciéndolo sisear.
—Joder, espero que te corras pronto, creo que no durare mucho tiempo
—gruñó mientras empujaba dentro de mí una vez más—. Tu coño está
estrangulando mi polla tan bien.
Mordí su cuello haciéndolo gruñir y envestirme más fuerte. Sus labios
besaron y chuparon cualquier lugar donde los presionara.
—Vinny —me atraganté mientras el calor disminuía en mi vientre—.
Más rápido.
Obedeció, atravesándome fuerte y rápido, los sonidos de nuestra
follada sucia y áspera resonando en el aire fresco de la noche.
Era exactamente lo que necesitaba mi corazón herido. Me vine con un
grito, que se tragó.
Sin aliento y débil, lo empujé y caí de rodillas. Tomé su longitud en mi
mano y lo acaricié. Su cabeza cayó hacia atrás, y un gemido escapó de sus
labios. Deslicé mi lengua a lo largo de él, saboreando el desastre que
habíamos hecho antes de succionarlo profundamente en mi boca.
Sus dedos se enredaron en mi cabello mientras follaba mi boca con
salvaje abandono, su pene golpeaba la parte posterior de mi garganta con
cada embestida.
—Joder, bebé. Eso es todo. Dios, eres jodidamente increíble —dijo con
voz áspera mientras me mantenía quieta para poder continuar con su
embestida.
Momentos después, dejó escapar un gemido bajo y erótico que hizo que
las descargas eléctricas bailaran entre mis piernas. Se corrió duro y rápido
en mi boca mientras sus piernas temblaban.
—Joder —gimió suavemente.
Cuando su pene dejó de temblar, me alejé y tragué. Extendió su mano
hacia mí y me ayudó a ponerme de pie un momento después.
—Eres un puto sueño, bebé B —dijo, subiendo el cierre de sus
pantalones y dándome una sonrisa perezosa bajo la luna.
Se inclinó, sus labios rozaron los míos mientras me enjaulaba contra
el costado de la casa entre sus brazos. —¿Cómo sabemos?
Antes de que pudiera responder, alguien se aclaró la garganta detrás
de Vincent.
Lentamente, Vincent volvió la cabeza y yo miré por encima de su
hombro. Levin se paró a unos metros de nosotros, luciendo tan enojado que
pensé que iba a sacar su arma y dispararle a alguien.
—Dom te está buscando —dijo con un gruñido.
—Justo a tiempo, ¿eh, bebé? —Vincent dijo, retrocediendo y
envolviendo su brazo alrededor de mi cintura.
—No deberías escabullirte con ella —dijo Levin con firmeza mientras
Vincent me guiaba por el costado de la casa.
—Dom sabe que está conmigo —replicó Vincent—. Y estaba
completamente a salvo, ¿verdad, B?
—Sí —dije, echando un vistazo rápido a Levin, que todavía tenía el ceño
fruncido.
Tiró de Vincent para que se detuviera. —Escucha, me importa una
mierda lo que hagas con ella, pero me importa si me rompen el culo por eso.
Así que la próxima vez que tengas ganas de follar con la esposa de Dom,
asegúrate de que él lo sepa. Me regañó porque no pudo encontrarla.
—Estoy segura de que Celeste lamerá tus heridas. —Las palabras
salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas.
Levin me miró fijamente. —Sí, lo hará. ¿Tienes algún problema con eso?
Mi labio inferior tembló mientras fruncía el ceño. —No. Ella puede
tenerte.
—Tranquila, B —dijo Vincent suavemente, dándome un apretón.
Me aparté de él, toda la felicidad y la calma se evaporaron. Volví a
sentirme como una mierda por el gilipollas gigante frente a mí.
—Parece que estás molesta —continuó Levin—. ¿Pero por qué no lo
estarías? Yo te reemplacé.
—¿R… reemplazarme? —Di un paso adelante y lo golpeé fuerte en el
pecho con mi dedo—. Tú no me reemplazaste, Levin Seeley. ¿Por qué querría
a un chico que está demasiado asustado para follarme? Celeste es un nivel
un poco más bajo, por lo que probablemente sea más tu estilo.
Apretó sus manos en puños, un músculo saltó a lo largo de su
mandíbula.
—B, ve a buscar a Dom, ¿de acuerdo? Basta de esto. —Vincent se
interpuso entre Levin y yo. Se inclinó y pasó sus labios contra los míos—.
Vamos bebé.
Miré a Levin por otro segundo antes de señalarlo con el dedo y girar
sobre mis talones, dejándolo allí de pie.
Lo que sea. Celeste puede tenerlo. Al menos eso era lo que decía mi
cerebro. Mi corazón decía algo completamente diferente, y por eso lo odiaba.
Capítulo 32
Dominic
Me senté en mi silla y observé la fiesta. Envié a Levin a buscar a Vincent y
Bianca después de que me dijera que había logrado asegurar el trato de
armas con Vander Veer. Los términos no eran terribles por mi parte, pero
parecían duros por parte de Levin.
—No tienes que hacerlo —le dije, mirándolo en busca de una respuesta—
. Encontraré otra manera de conseguir lo que necesitamos. Otros
distribuidores. Otras vías.
Enderezó los hombros. —Ya acepté. No hay otros que puedan
proporcionar lo que necesitamos como lo hace Vander Veer.
—¿Y Bianca?
—Hemos terminado. Tengo mierda que hacer ahora.
Y eso fue todo. Ahora Levin estaba con Celeste, según los términos del
acuerdo, y mi esposa probablemente ahora estaba follando con uno de mis
mejores amigos.
Suspiré y me froté los ojos.
Retiré mi mano de mi cara mientras Bianca se deslizaba sobre mí y
acariciaba mi cuello.
Era algo extraño que lo hiciera, pero no iba a cuestionarla. Había sido
mucho más cariñosa en los últimos días. O le estaba empezando a importar
otra vez, o simplemente había aceptado que esta sería su vida ahora.
Puse sus piernas sobre las mías y la acuné contra mí.
—Hola, abejita —dije en voz baja, besando su frente.
Apoyó su mano en mi mejilla y me instó a acercarme para besarme. Lo
hice, necesitaba asegurarme de que ella supiera que esto significaba algo
para mí mientras la abrazaba con fuerza contra mí.
—¿Qué ocurre? —Murmuré, mi frente presionada contra la de ella.
—Nada —respondió con una voz espesa que me hizo saber que estaba
mintiendo.
Lo ignore. Sabía que tenía que ser la aparición de Levin con Celeste.
—¿Dónde estabas?
—Con Vinny —murmuró.
Pasé mis dedos por su cabello rubio. —¿Te lo follaste?
Ella dudó por un momento antes de asentir.
—¿Entró en ti? —Odiaba la posibilidad de que alguien más que yo
dejara embarazada a mi esposa. Tendría que lidiar con eso si sucediera, y
solo espero que mi padre no lo cuestione ya que ella está casada conmigo.
—Se vino en mi boca —dijo.
Suspiré aliviado. —Te das cuenta de que voy a castigarlos a los dos de
nuevo, ¿verdad?
—O podrías simplemente follarme, y podríamos olvidarnos del castigo.
—Se lamió los labios mientras su mano se deslizaba entre nosotros, y tiró
del botón de mis pantalones.
Dejé escapar una risa suave ante la tentadora idea. —¿Quieres que te
folle como castigo?
Ella asintió. —Sí, Dominic. Quiero que me folles duro.
Amaba cuando se sometía, pero una parte de mí amaba aún más
cuando se resistía. Me había privado de ella el tiempo suficiente.
—Creo que se puede arreglar algo —dije, agarrando su barbilla y
atrayéndola hacia mi beso.
Sus labios se abrieron inmediatamente para mí, permitiéndome barrer
su boca y devorarla.
Estaba perdido en ella, mis manos vagaban por todas partes mientras
me permitía dar rienda suelta a su cuerpo.
—Oye, eh, ¿Dominic? —una voz dijo con incertidumbre.
Gruñí y de mala gana me separé de Bianca, atravesando al intruso con
una mirada. Jason Manning. Uno de mis miembros de la corte.
—¿Qué? —Le espeté mientras se movía.
—Me dijeron que te diera un mensaje. Um, Stella dijo que tienes una
cita con un dios más tarde. Doce de la noche. Eso es todo lo que me dijeron.
Sin embargo, ella está allí besándose con Ivanov.
Me reí de su mensaje codificado. Seguí la dirección en la que asintió y
vi que prácticamente estaba follando a Ivanov contra un árbol. Pequeña
zorra. Sabía que era buena para algo. Hasta el momento estaba
demostrando ser más útil que Vasiliev. Al menos, hizo lo que le dije que
hiciera: vigilar a los Señores y que no la atrapen. Eso significaba hacer lo
que fuera necesario. Tal vez Fallon finalmente llegaría a su fin de esta noche.
Le di un asentimiento. —Mensaje recibido. Encuentra otro lugar para
estar.
Se escabulló como si sus pies estuvieran en llamas.
Me volví hacia Bianca. —¿Dónde estábamos, mia regina?
—Dom —gritó Vincent, interrumpiendo mi momento con mi esposa.
Mi plan de poner a mi bebé en ella no había cambiado. De hecho, estaba
prácticamente arañando las paredes para hundirme profundamente en su
apretado calor y plantar mi semilla. Pero estaba tratando de darle diversión,
amor y pruebas de mis sentimientos antes de todo. Quería que entendiera
que ella era más que un cálido agujero en el que esconderse o un peón en
este retorcido juego.
Suspiré y me aparté de Bianca para mirarlo. —¿Qué?
—¿Eres consciente de lo que ha hecho este imbécil? —Señaló con el
pulgar a Levin.
—Soy consciente —dije mientras Bianca acariciaba más
profundamente mi cuello. Quería pensar que era afecto, pero sabía que era
más probable que ella intentara no ver a Levin.
—¿Y estás de acuerdo con eso?
—Levin sabe lo que está haciendo. Le gusta bastante Celeste. Déjalo
que lo haga.
—Pero bebé B…
—Levin tomó su decisión. Déjalo ir —espetó Bianca, sentándose y
mirando a Levin—. Hemos terminado.
—Eres jodidamente ridícula —dijo Levin, sacudiendo la cabeza.
Bianca dejó escapar un gruñido de frustración pero no le devolvió el
mordisco. Eso no impidió que Levin se adelantara con más palabras para
ella.
—Tú tomaste esa decisión, bicho. Yo no. Solo reaccioné a eso.
Entonces, si estás enojada porque estoy con alguien nuevo, entonces es todo
culpa tuya porque dijiste que habías terminado conmigo. No te hagas la
puta víctima. Además, ahora estás casada con Dom. ¿Qué tal si te
concentras en tu esposo y no en toda la polla que puedes obtener como una
maldita puta de pollas?
—Vete a la mierda, Levin —gritó, poniéndose de pie de un salto.
Podría haberla detenido, pero la dejé ir hacia adelante. Su palma se
conectó con la cara de Levin con un fuerte crujido que resonó a nuestro
alrededor. Su cabeza se inclinó hacia un lado antes de enderezarse y mirarla
con furia, sus ojos azules brillando con furia.
—No vuelvas a llamarme maldita puta otra vez —le susurró ella—. O te
juro que te mataré mientras duermes.
Me puse de pie cuando Vincent dio un paso adelante. Basado en
experiencias pasadas, sabía que Bianca no le estaba dando a Levin una
amenaza vacía. La alcancé antes que Vincent y envolví mi brazo alrededor
de su cintura, arrastrándola contra mí. La ira vibró a través de su pequeño
cuerpo.
Levin dio un paso atrás, su cuerpo temblando. Giró sobre sus talones
y se dirigió hacia Celeste, que estaba de pie en lo alto de las escaleras con
la boca abierta. Sabía que no había escuchado una palabra ya que acababa
de aparecer con una bebida en la mano, pero definitivamente había visto a
Bianca abofetearlo.
—Está bien, abejita —murmuré.
Ella giró en mis brazos y se aferró a mí. Envolví mis brazos
completamente alrededor de ella y miré a Vincent.
Suspiró y sacudió la cabeza, su mirada siguiendo a Levin con Celeste.
Si conociera a Levin como creía que lo hacía, pronto se enojaría con Celeste
mientras trataba de enterrar su dolor. Era terco y violento. No había nada
que pudiera hacer por él. Tenía que venir de Bianca. Acepté que tomaría
algún tiempo. Habían estado en la garganta del otro desde el principio. Tenía
sentido que la animosidad entre ellos no desapareciera.
Sin embargo, el hecho de que Levin hiciera este trato solo había
empeorado las cosas. Todos lo sabíamos. Pero Levin hacía lo que quería,
cuando quería. Nada le hace cambiar de opinión una vez que ha decidido.
Y Bianca… esa mujer era fuego y azufre en un buen día. ¿En uno malo?
Sin comparación.
—Iré a buscarle un trago —dijo Vincent, su mirada recorriéndola.
Asentí. Necesitaba hacerla más flexible. Con suerte, emborracharla
funcionaría a mi favor en más de un sentido.
Bajó las escaleras hasta el barril. Llevé a Bianca conmigo de vuelta a
mi asiento y la senté en mi regazo.
—Mírame —le ordené en voz baja, inclinando su cabeza hacia arriba.
Sus ojos estaban inyectados en sangre mientras me miraba fijamente.
—Eso no puede volver a suceder. O superas tu ira y tu dolor y le dices
a Levin cómo te sientes, o lo dejas ir y dejas de hacer jodidas escenas delante
de la gente. No puedes tener las dos cosas...
Empezó a girar la cabeza, pero la agarré de la cara y la obligué a
mirarme de nuevo.
—No puedes tener las dos cosas. Si no le vas a decir que todavía te
importa, entonces no quiero que vuelvas a comportarte así. ¿Me entiendes?
—Puedes irte a la mierda con él —gruñó, moviéndose para bajarse de
mi regazo.
Dejé escapar un gruñido y tiré de ella hacia abajo.
—Tienes-que-calmarte, abejita. Estoy tratando de que entiendas que
esto no solo te afecta a ti y a él. Nos está afecta tanto a Vincent como a mí.
Hay un montón de mierda pasando en este momento. Tenemos que tratar
con mi padre dentro de una semana. Ni siquiera sé cómo voy a sacarnos de
ese lío sin dispararle en la puta cabeza. Tenemos que andar con cuidado
con Vasiliev. La balanza se está inclinando, y no necesitamos que se joda
porque haces una rabieta. Me encanta tu fuego, pero apágalo por ahora.
—¿Crees que estoy exagerando? —Ella me miró fijamente, sus grandes
ojos azules muy abiertos y llenos de incredulidad.
—Creo que dado lo que Vasiliev te iba a hacer, sí.
—Ibas a matarme, Dominic. Levin me apuntó con una pistola a la
cabeza…
—No necesito los jodidos detalles. Estaba allí —le espeté. Odiaba el
recuerdo de ella sollozando de rodillas, su vida en la cúspide de una maldita
tumba poco profunda. Aunque, si Levin hubiera apretado el gatillo contra
ella, le habría dado un entierro apropiado en el lugar de mi elección. Mis
conexiones eran largas y profundas.
Se apartó de mí, haciéndome odiar al monstruo gruñendo que
constantemente trataba de mantener encerrado dentro de mí.
Extendiendo la mano, le aparté el cabello de la cara mientras trataba
de controlar mi frustración. —El punto es que deberías odiar más a Vasiliev.
Sin embargo, él era por quien llorabas. Nos rompió el corazón a todos ver
eso. Levin salvó tu vida y la de Vasiliev. Y Vincent... él nunca quiso que te
hicieran daño. Ninguno de nosotros lo quería. No escuchaste la forma en
que sollozó por ti cuando pensó que te habías ido. No me viste destrozado y
rezando para que Levin me desafiara y te salvara. Sé que te pido mucho que
me creas cuando te digo que moriría para salvarte. También lo harán
Vincent y Levin, incluso si crees que Levin te odia. Pero créeme. Ahora,
tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos que esta mierda
entre tú y Levin. Descúbrelo, arréglalo en silencio, pero jodidamente
arréglalo. ¿Entiendo?
Ella asintió en silencio, con una expresión amarga en su rostro.
—Abejita… —advertí.
—Sí, Dominic —gruñó, su labio inferior sobresaliendo.
—Buena chica —la elogié—. Ahora bebamos un poco de alcohol y
pasemos un buen rato, ¿de acuerdo?
—Está bien —dijo ella, su cuerpo aún tenso.
Sabía que el impulso de pelear conmigo estaba ahí, pero vi la vacilación
en sus ojos. Sabía que teníamos mucho en juego en las próximas semanas.
—Esta mierda sabe a orina —dijo Vincent.
Tomé uno de los vasos y lo presioné contra los labios de Bianca.
—Abre —ordené.
Dudó por un segundo antes de separar sus labios. Vertí el líquido en
su boca. Sus ojos se abrieron cuando yo tomé la parte de atrás de su cabeza
y la obligué a beber todo el vaso. Tosió una vez que terminó, y asentí con la
cabeza a Vincent para que me diera otro.
—Dominic… —comenzó.
—Shh —chasqueé la lengua, presionando el segundo vaso en sus
labios. Le llevé el segundo vaso por la garganta cuando volvió a abrir la boca.
—Enciéndelo —llamé a Vincent mientras miraba a los ojos de Bianca.
Pronto, me entregó un porro encendido. Tomé una profunda calada y
lo contuve, disfrutando de la oleada de calma antes de inclinarme para
besar a mi esposa.
—No —murmuró.
Agarré su cabello y forcé su boca a la mía. Ella jadeó, y soplé el humo
en su boca. Luchó conmigo hasta que no tuvo más remedio que inhalar.
Farfulló cuando la solté.
—No fue una petición —dije, dándole una mirada mordaz antes de dar
otra profunda calada. Le ofrecí el porro.
Abrió los labios de nuevo, y dejé que le diera una calada a la hierba.
—Más profundo —instruí.
Aspiró más y lo sostuvo antes de toser y soltarlo. Le sonreí, notando
como empezaba a balancearse en mi regazo. Una abejita tranquila era una
abejita maleable.
Tomé algunas caladas más antes de devolverle el porro a Vincent. Lo
terminó mientras bebía su cerveza.
Nos sentamos en un cómodo silencio durante bastante tiempo, Vincent
se iba y volvía con más alcohol a medida que avanzaba la noche. Bianca
bebió otros dos vasos y fumó más hierba antes de estar segura de que se
sentía lo suficientemente bien.
—La hierba se vuelve cosa vieja, ¿no? —gruñó Vincent, mirando el
porro que había estado fumando.
—Nos hace ganar mucho dinero.
—Ivanov apuesta por la heroína y la coca.
—Yo no soy un Ivanov. Si encuentro un fármaco mejor, lo promoveré.
No estoy en el negocio de hacer que la gente se vuelva adicta a hábitos de
mierda que podrían matarlos. Los clientes muertos no son clientes que
regresan —dije, mirando a Celeste frotándose contra Levin.
Parecía rígido y antinatural mientras estaba allí, sin tocarla. Tendría
que esforzarse más si quería que esa mierda pareciera real.
Vincent asintió. —Entiendo tu punto, pero tiene que haber algo más
que podamos hacer. No me malinterpretes, me encanta drogarme con
hierba, pero me falta algo.
Asentí. Lo entendía. Tampoco me volaba la cabeza como quería, pero
era mejor que nada. Bianca se movió en mis brazos. Sus labios encontraron
mi cuello, haciéndome apretar mi agarre sobre ella. Si no tenía cuidado, me
la iba a follar allí mismo, delante de todos. Reclámala para que estos hijos
de puta supieran a quién pertenecía. Había visto a algunos de los chicos
mirándola boquiabiertos cuando llegamos. Una mirada mía fue todo lo que
se necesitó para que salieran corriendo, lo que probablemente salvó sus
patéticas vidas.
—¿Puedo ir contigo a medianoche? —preguntó suavemente en mi oído.
—Sí —respondí de inmediato.
Ya sea que Vasiliev tuviera buenas o malas noticias, la necesitaría allí.
Quería que fuera parte de todo lo que a él le concernía para que cuando nos
jodiera o nos traicionara, ella lo viera de primera mano. No es que pensara
que nos jodería o nos traicionaría. Había visto la forma en que miraba a mi
esposa. El imbécil realmente se preocupaba por ella. Pero seguía siendo un
cañón suelto en lo que a mí respecta.
—Mmm —ronroneó en mi oído mientras se agachaba y frotaba mi polla
a través de mis pantalones.
Me gustó, la complací. Emborracharla había sido una buena idea.
—¿Esto significa que ya no estás enojada?
—No, definitivamente estoy enojada —dijo arrastrando las palabras
suavemente—. Pero una chica tiene necesidades.
—¿Vincent no te folló lo suficientemente fuerte?
Ella se soltó una risa suavemente. —Lo hizo, pero tuvimos que
acortarlo ya que ya no tomo la píldora.
Respiré y miré a Vincent, que nos miraba con los ojos oscuros.
—¿Nos quieres a los dos? —Pregunté, con los ojos fijos en los de
Vincent.
Sus ojos se abrieron, su entusiasmo era evidente.
—Sí. Quiero sentirme bien, pero no quiero que me dejes embarazada.
—Mia regina, voy a correrme tan profundamente dentro de ti que una
vez que esté dentro, no tendrás más remedio que cargar a mi bebé. Tu
barriga hinchada con mi heredero me emociona increíblemente.
—No demasiado pronto, Dominic —dijo sin aliento, hurgando con el
botón de mis pantalones.
No la detuve mientras me los desabrochaba y me bajaba la cremallera.
Metió su mano debajo de mi cintura y agarró mi polla. El alcohol y la hierba
habían hecho a mi reina... más relajada, menos inhibida. Podría trabajar
con eso.
Pasé mis dedos por su cabello mientras ella le daba rápidos toques a
mi pene debajo de la tela.
—Vincent, ¿qué hora es? —Pregunté, desesperado por follarla sin
aliento.
—Es hora de que me una —dijo, mirándola con avidez mientras ella
chupaba mi cuello y continuaba acariciándome—. Pero son poco más de las
once si necesitas números.
Mierda. Tenía que reunirme con Vasiliev.
—Bebé —murmuré mientras pasaba mi mano por su muslo desnudo—
. Me estás poniendo tan jodidamente duro, pero tenemos que parar. Tengo
que ver a Vasiliev para tener tiempo de darte una buena follada como te
mereces.
Ella desaceleró sus movimientos en mi polla. Fue una agonía cuando
retiró la mano.
—¿Qué tal si fumas y bebes un poco más por mí? —Pregunté.
Ella hizo un puchero, completamente perdida ya. —¿Lo harán tú y
Vinny también?
Vincent asintió con entusiasmo. Se fue a buscar más bebidas.
—Sí. Nos divertiremos esta noche.
—¿Todos nosotros? —preguntó, sentándose y tambaleándose mientras
se enfocaba en mi rostro—. ¿Fallon también?
—Tal vez si eres una buena chica —fue todo lo que dije justo cuando
Vincent regresó con vasos de alcohol para nosotros.
Miré más allá de Vincent y noté a Levin parado no muy lejos del patio,
Celeste todavía aferrada a él mientras sus amigos se reían a su alrededor.
Él había estado observando a Bianca conmigo. Sonreí e incliné mi cabeza
hacia él. Inclinando mi vaso, bebí profundamente mientras Vincent
ayudaba a B. La mirada de Levin se dirigió a Vincent y Bianca.
Levin cedería eventualmente. Me aseguraría de ello. Porque si mi reina
no estaba feliz, entonces nadie estaba feliz.
Capítulo 33
Bianca

Me aferré a Vincent mientras me llevaba a cuestas a través del campus


oscuro. Pasamos a dos guardias de seguridad, quienes rápidamente
miraron hacia otro lado como si no nos hubieran visto. O tal vez sólo había
uno. Estaba viendo doble después de todo lo que había consumido antes.
—¿Dónde… —Vincent mordió mis dedos cuando traté de juntar sus
labios, haciéndome reír—... vamos? —terminó.
—Estoy pensando que al dormitorio vacante de Bianca. Es probable
que todos en su edificio todavía estén en el declive, así que es lo hace más
fácil —dijo Dominic mientras enviaba un mensaje de texto desde nuestro
lado.
Me acerqué a él. Sus dedos inmediatamente se entrelazaron con los
míos mientras me miraba a través de la oscuridad.
—Ten cuidado —me advirtió, presionando un beso en mis nudillos—.
No necesito que te caigas y te lastimes. Agárrate a Vincent.
—No la dejaré caer —prometió Vincent mientras me levantaba por
encima de sus caderas y seguía moviéndose—. No pesa nada.
Probablemente podría correr hasta su dormitorio y no quedarme sin aliento.
—Eso es porque eres tan delicioso —dije, quitando mi mano de la de
Dominic para frotar los abdominales de Vincent debajo de su camisa.
Dejó escapar un gruñido.
—Puedo bajar más —dije arrastrando las palabras, mi cabeza dando
vueltas.
Dominic y Vincent me habían alimentado a la fuerza con alcohol y
hierba toda la noche. Tenía suerte de poder recordar mi propio nombre.
—Abejita —reprendió Dominic desde mi lado.
Sin embargo, no había ningún gruñido en su tono, lo que solo me
animó a presionar por más.
—Sabes —murmuré, mirando a los dos Dominics borrosos que
caminaban a nuestro lado—. Soy bebé B. Soy abejita. Soy… bi-bicho —dije
la última parte con un temblor en la palabra—. Debo tener, como, culo de
abeja o algo así.
Vincent soltó una carcajada cuando Dominic cerró los ojos brevemente
antes de abrir la puerta de mi edificio sin decir una palabra.
—Vamos, culo de abejita —se soltó una risa Vincent mientras entramos
en el ascensor—. Saca tu llave.
—¿Culo de abejita? —Dominic preguntó, levantando sus cejas hacia
mí—. ¿En serio?
Parpadeé inocentemente hacia él. —¿No te gusta?
Resopló y sacudió la cabeza cuando el ascensor sonó en mi piso.
Caminamos hasta mi puerta. Me deslicé de la espalda de Vincent y tropecé,
casi golpeando la pared antes de que él me atrapara y me arrastrara contra
su cuerpo.
—Tranquila, bebé B. No puedo dejar que te lastimes. El culo de ogro se
cabrearía.
—Entra en la puta habitación —se quejó Dominic, sacudiendo la
cabeza de nuevo y dejando escapar un suspiro como si fuera un padre harto,
listo para patearnos el trasero.
Eso fue solo un estímulo en lo que a mí respecta.
Me alejé de Vincent y entré bailando en mi habitación, cantando una
canción inventada sobre el culo de abejita de Dominic. En el interior, me
dejé caer en mi cama y miré al techo, los giros se apoderaron de mí y me
hicieron gemir.
—¿Mareada? —preguntó Vincent, sentándose a mi lado.
Asentí. —Pero me gusta. Me siento bien.
—Bien —dijo en voz baja, inclinándose para besarme. Sus cálidos
labios encontraron los míos brevemente antes de alejarse, dejándome
deseándolo.
Supuse que Dominic se habría abalanzado y detenido el beso, así que
miré para ver qué estaba haciendo. Una vez más, estaba mirando su
teléfono con el ceño fruncido, sin prestarnos un poco de atención.
—Está tratando de comunicarse con Vasiliev. —Vincent pasó sus dedos
por mi cabello con cariño—. Entonces nos gritará.
—Te oigo —murmuró Dominic, sin molestarse en mirarnos—. No te
preocupes. A ambos les daré una lección lo suficientemente pronto.
—Suena como una invitación para que valga la pena el castigo. —
Vincent me sonrió—. ¿Verdad, bebé?
—Definitivamente —murmuré, ansiosa por llevar lo que quisieran al
siguiente nivel.
Sus dedos recorrieron mi garganta y mi clavícula. Un golpe en la puerta
detuvo la mano de Vincent a medio camino de mi pecho. Dejó caer su mano
sobre su regazo y me ofreció un guiño de disculpa. —Más tarde, B.
Me acurruqué contra él cuando Dominic abrió la puerta y Fallon entró
rápidamente luciendo azotado por el viento.
—Llegas tarde —dijo Dominic.
—Lo siento. Estaba tratando con Tate —murmuró—. Quería que hiciera
esta mierda llamada azúcar con él antes de irme y no aceptaba un no por
respuesta.
—¿Azúcar? —preguntó Vincent.
Fallon miró a Vincent y luego a mí, una sonrisa suavizando sus rasgos.
Me senté y me tambaleé. Vincent envolvió su brazo alrededor de mi cintura
para evitar que me cayera.
Los labios de Fallon temblaron antes de aclararse la garganta y hablar:
—Es una nueva droga callejera. Hay un chico nuevo en la ciudad. Va por el
nombre de De Luca. De dinero viejo. Viejos lazos. Supongo que él y su
equipo realmente se están expandiendo. Tate se hizo con parte de su
producto y él y Drake tenían la tarea de probarlo. Supongo que también me
querían en eso.
—Ya veo —dijo Dominic, frunciendo el ceño.
Desearía que sonriera más fue el primer pensamiento que me vino a la
cabeza.
—Es buena mierda —continuó Fallon, de pie torpemente en la
habitación.
—¿Lo probaste? —Dominic se acercó a mi silla mullida y se hundió en
ella.
—Es por eso que llego tarde.
Dominic asintió por un momento antes de decir lo que aparentemente
tenía en mente: —Este tipo, De Luca... ¿qué más sabes sobre él?
—Sólo que es el heredero de una gran organización que no se anda con
rodeos. Dicen que es bastante despiadado y que su mano derecha está
jodidamente loco. Están dirigiendo el lado este. Se están filtrando al
territorio Bratva y al tuyo —dijo las últimas palabras con más suavidad.
Vincent miró a Dominic, que se inclinó hacia delante y juntó los dedos.
—Eso podría ser un pequeño problema —dijo Dominic con una voz que
me provocó escalofríos.
—Hail se siente de la misma manera.
—¿Y el producto? —Vincent intervino—. ¿Cómo te hace sentir?
—Siento que estoy jodidamente volando. Viene en estas olas intensas
de las que parece que no me canso —dijo Fallon, con los ojos muy abiertos—
. Es la mejor droga que he probado en mi vida, y créanme, saliendo con Hail
todos estos años, puedo decir que he usado una buena cantidad. Sin
embargo, lo loco de esto es que mi cabeza está despejada. Estoy
concentrado. Me siento como Dios sin un problema de drogas. Esta mierda
es algo de qué preocuparse. Marihuana, coca, heroína, addy... nada tocará
esto si empiezan a presionar. Y realmente creo que van a empezar a
presionar.
El rostro de Dominic se oscureció mientras Fallon continuaba.
—De Luca se va a hacer cargo. De ambos lados. Hail es un idiota
narcisista que piensa que no importará y que nuestros clientes nos serán
leales. Pero él no ha probado esto. Esta mierda es legítima, hombre. Es lo
mejor después del cielo.
—Gracias por la información —dijo Dominic en voz baja.
Fue como si su buen humor se disipara en el momento en que las
palabras salieron de la boca de Fallon. Miré entre ellos, los giros me hicieron
estremecer. Parecía que el Sr. De Luca podría estar en problemas si tuviera
que adivinar.
Dominic se aclaró la garganta. —¿Qué noticias tienes para mí sobre los
planes de Hail? ¿El padre de Bianca? ¿La muerte de Stefan? ¿Algo sobre
eso?
Fallon tragó saliva. —N-no tengo ninguna información.
—¿Así que fallaste? —Dominic levantó las cejas hacia él.
—No fallé —dijo Fallon furioso—. Te traje información. Incluso te di un
aviso.
—Podría haberme enterado de esto a través de mi corte —dijo Dominic,
sacando un porro del bolsillo de su camisa y encendiéndolo.
Observé mientras la cereza se balanceaba en la penumbra e inhaló
profundamente.
—Pero te enteraste más rápido a través de mí —respondió Fallon.
—Ya sabía que De Luca se estaba convirtiendo en un problema. Solo lo
confirmaste.
—Hombre, ¿qué quieres de mí? ¡Sé que quieres hacerme sufrir por
follarme a tu chica, pero también era mi chica!
—Ibas a traicionarla y dejarla suelta en una red de tráfico sexual.
Difícilmente llamo a eso amor —dijo Vincent conversacionalmente. Había
un gruñido en su voz que hizo que mi estómago se apretara. Aunque tenía
razón.
—Iba a volver por ella —gruñó Fallon—. Ustedes iban a meterle una
bala en la cabeza en el bosque y luego enterrarla donde nadie la encontraría.
—Pero no lo hicimos —dijo Dominic fácilmente—. Si te hubieras salido
con la tuya, habrías terminado lo que empezaste.
—¡Y si Seeley no se hubiera vuelto loco, estaría muerta. ¡Ambos lo
estaríamos! ¡Sigues castigándome por una situación en la que no había una
buena manera de manejarlo!
—No nos dividamos los pelos aquí. Bianca —espetó Dominic.
Lo miré con los ojos muy abiertos mientras trataba de concentrarme
en sus dos rostros.
—Ven. —Dominic se palmeó el muslo.
Me arrastré hacia él, consciente de que los ojos de Fallon estaban fijos
en cada paso. Cuando llegué a Dominic, me sentó en su regazo.
—Abejita, dile a Fallon cómo te sientes.
Tragué. —Estoy muy borracha. Y bastante drogada.
Vincent dejó escapar un resoplido de risa suave mientras Dominic
suspiraba.
—+Me refiero a él. Sobre la mierda por la que te hizo pasar. Sobre cómo
merece pagar solo un poco.
—Me lastimaste —susurré, tratando de evitar que mis palabras se
arrastraran—. Te amo como amo a mis Reyes, pero estoy enojada contigo.
Quiero que te unas a nosotros. Quiero que te pruebes a ti mismo, así no me
sentiría como una completa idiota por dejarte entrar de nuevo.
—Lo sé, princesa —se atragantó—. Lo sé, y lo haré.
—No tratamos con promesas muertas. No nos digas lo que harás.
Muéstranos —dijo Dominic, pasando sus dedos por mi cabello—. Los
buenos, los fieles, los jodidamente leales, son recompensados cuando eres
Rey. ¿El incentivo que te di ya no fue suficiente?
Fallon tragó, su nuez de Adán se balanceaba.
—La amo —dijo Fallon con voz áspera—. Por favor. Esto es una puta
tortura. ¡Basta, De Santis!
—Es suficiente cuando yo diga que lo es —respondió bruscamente
Dominic—. Tal vez no te di suficiente jodida motivación antes. Quizás
necesites vernos en acción.
Me volví hacia Dominic, confundida acerca de lo que estaba hablando
o cuáles eran sus planes dementes.
—Abejita. De rodillas. Ahora.
Tragué saliva y miré de Dominic a Vincent, quien asintió levemente. Me
deslicé del regazo de Dominic y lo miré de rodillas.
—Chúpame la polla —exhaló Dominic—. Muéstrale a este maldito
Señor cómo recompensas a los que perdonas. Esos que demuestran que
valen la pena.
Parpadeé hacia él. Levantó las cejas.
Con manos temblorosas, alargué la mano y le desabotoné los
pantalones. Saqué su gruesa longitud. Ya estaba duro.
—Chúpalo, mi buena chica —arrulló en voz baja.
Me sentí como si estuviera bajo un microscopio, siendo examinada por
todos los hombres en la habitación. Pero quería hacer esto. Quería volver a
sentir que tenía el control.
Dominic dejó escapar un suave suspiro cuando pasé mi lengua por su
pene. Cerré mis ojos en los suyos. Recibió una profunda calada del porro
que aún sostenía en una mano. Tanto deseo y cariño hervían a fuego lento
en sus charcos verdes. Lo chupé hasta el fondo de mi garganta, dispuesta
a hacer cualquier cosa por él en este momento. Tal vez me había vuelto loca.
Tal vez la hierba y el alcohol me hicieron bajar la guardia. Tal vez era
simplemente la zorra que Levin insinuó que era.
Fuera lo que fuera, me sentí empoderada y desesperada por
demostrarles a estos hombres que valía la pena. Todo ello. Vida. Muerte.
Esperanza. Amor. Me lo había ganado. Lo quería. Era mío, y lo iba a tomar.
—Ahí tienes, abejita —exhaló Dominic mientras guiaba mi cabeza al
ritmo que quería—. Mi reina perfecta.
—¿Por qué me haces ver esto? —Fallon llamó en un susurro ronco—.
Está jodidamente perdida. La estás obligando a hacer esto.
—¿Lo estoy? —preguntó Dominic mientras sorbía a lo largo de su
longitud. Sacó el porro y lo dejó en el brazo del sillón—. Parece que se está
divirtiendo, ¿verdad, mia regina?
Saber que me estaban observando me excitó más de lo que creía
posible. Los recuerdos de estar juntos con Vincent y Levin me animaron.
Dominic estaba aquí ahora. Me dolió el corazón cuando la cara de Levin
brilló en mi cabeza. Él debería estar aquí también. Pero había hecho su
elección. Y le hice pensar que yo había hecho la mía.
Chupé a Dominic con más fuerza, haciéndolo sisear.
—Así es, bebé —gruñó, empujando hacia arriba en mi boca para que
su gruesa polla golpeara la parte posterior de mi garganta—. Buena
respuesta.
—¿Mi castigo es verla chuparte la polla? —Fallon preguntó, su voz
temblando.
—No —dijo Dominic, enredando sus dedos en mi cabello y forzando mi
cara más abajo en su pene.
Tosí y me atraganté cuando me dejó tomar aire. Le gustaba que le
chuparan la polla como a Levin. Rudo. Violento. Debería haberlo imaginado.
Todo lo que hacía Dominic era rudo y violento.
—Vincent, premiemos a nuestra buena chica. Muéstrale a este imbécil
lo que se está perdiendo al no terminar su puto trabajo.
Vincent se movió hacia adelante, y un momento después sus cálidas
manos apretaron mi cintura.
Buscó a tientas el botón de mi falda por un momento antes de
desabrocharlo y tirarlo por mis muslos, mis bragas siguiéndolo poco
después.
Dominic apartó mi boca de su polla. Con movimientos impacientes, me
quitó la blusa y el sostén. Se agachó y agarró mis bragas del suelo,
acomodándolas en su mano. Agarró mi barbilla y forzó mis ojos a los suyos.
Sus dedos acariciaron suavemente mi mejilla.
—Te vamos a follar hasta que estés gritando. Te lo prometo, te va a
doler mucho, abejita. Te va a encantar. Ahora, abre la boca como una buena
chica.
Separé mis labios y él empujó mis bragas en mi boca.
Vincent ya estaba de pie cuando Dominic me levantó en sus brazos y
me llevó a la cama. Mi corazón latió con fuerza en anticipación de lo que iba
a suceder.
—Fallon, toma asiento y disfruta del espectáculo —dijo Vincent,
señalando con la cabeza el lugar que Dominic había dejado vacante.
Fallon se movió hacia la silla, sus rasgos se torcieron en una expresión
que no pude leer.
Vincent se tumbó de espaldas y me sonrió, su ropa había desaparecido
por completo.
—Entierra su polla dentro de tu coño —ordenó Dominic mientras se
desvestía.
Tragué saliva y me senté a horcajadas sobre Vincent mientras
arrastraba sus dedos a lo largo de mi coño.
—Joder, estás goteando por nosotros —gimió.
Los dedos de Dominic se unieron a los de Vincent. —¿Está lista mi
chica para nosotros? —dijo con voz áspera.
Lo miré por encima del hombro y asentí, observando cómo cubría su
pene con mi excitación. Luego se escupió en la palma de la mano,
acariciándose más. Mis entrañas se apretaron con necesidad.
Vincent robó mi atención mientras guiaba su longitud hacia mí.
Respiré por la nariz y me obligué a soltar un gemido cuando rápidamente
empujó profundamente dentro. Deseaba tanto esto que no podía pensar en
otra cosa. La cálida mano de Dominic se movió al centro de mi espalda
desnuda. Empujó mi pecho contra el de Vincent mientras se alineaba donde
Vincent ya estaba enterrado hasta la empuñadura.
Gemí mientras empujaba la estrechez con su pene.
—Esto podría doler un poco —dijo en voz baja—. Grita para mí, abejita.
Mi grito salió ahogado por mis bragas mientras él entraba a la fuerza,
su pene deslizándose contra el de Vincent dentro de mí.
Nunca me había sentido tan llena en toda mi vida. Mi corazón latió
violentamente en mi pecho cuando me di cuenta de que los tenía a ambos
dentro del mismo pequeño espacio.
Vincent empujó hacia mí, haciendo que mis ojos se pusieran en blanco.
Un gemido ahogado por las bragas sonó cuando Dominic empujó más
profundo.
Luego se movieron juntos. Una máquina bien engrasada hecha de
pollas, abdominales y violencia golpeó en mi dolorido calor, cada embestida
sincronizada, cargada de dolor y placer.
Jadeé y grité contra las bragas cuando Dominic agarró mi cabello y tiró
con fuerza, su polla se estrelló contra mí al mismo tiempo que lo hacía
Vincent.
Bofetadas de piel. Gruñidos. Gemidos. Gimoteos.
—Joder, B —gimió Vincent sin aliento—. Dios, bebé. Mierda. Tu coño
es oro.
Dominic me golpeó el trasero con tanta fuerza que grité de nuevo.
Entonces me estaban follando duro. Rápido. Implacable. Brutal. Polla
contra Polla. Piel contra piel. Mis gemidos ahogados por las bragas mientras
Vincent gemía suavemente debajo de mí y la respiración de Dominic se
hinchaba en suaves jadeos contra mi oído. Se sentía como una eternidad y,
sin embargo, no lo suficiente.
—Joder, me voy a correr —Vincent se atragantó, su cuerpo temblaba
debajo del mío mientras Dominic continuaba embistiéndome más rápido y
más fuerte.
Dominic soltó mi cabello y agarró mis caderas, empujándome fuera de
sus pollas. Luego presionó mi torso con fuerza contra el de Vincent,
atrapando la polla palpitante de Vincent contra mi vientre. Dominic se
agachó y agarró el cabello de Vincent mientras empujaba su propia polla
dentro de mi coño. Vincent gritó un momento después, su polla se contrajo
contra mí mientras derramaba su orgasmo sobre nuestros estómagos. Era
desordenado, pero tan caliente.
Dominic lo soltó y luego empujó con fuerza y profundidad. Mis ojos
rodaron hacia atrás, y arañé el pecho de Vincent cuando un orgasmo se
estrelló contra mí.
Me corrí con un gemido ahogado cuando la polla de Dominic pintó mis
entrañas de blanco con su liberación caliente. Presionó sus labios en mi
hombro desnudo.
—Mi chica perfecta —murmuró, mordisqueando mi piel.
Nos quedamos pegados juntos por un momento antes de que Dominic
se retirara. Vincent quitó las bragas de mi boca y me dio una sonrisa
perezosa y satisfecha.
Dominic me hizo rodar sobre mi espalda y pasó sus dedos por el
pegajoso lío de mi vientre, dibujando diseños en él antes de deslizar su dedo
índice por mi húmedo centro, empujando su erección hacia mí, su mirada
fija en la mía.
—¿Quieres ser incluido? —Dominic llamó a Fallon, sin molestarse en
apartar su mirada de la mía.
—Sí —susurró Fallon, con voz temblorosa.
—Ven aquí.
Fallon se puso de pie y se unió a nosotros en la cama.
—Limpia el maldito desastre que hicimos Vincent y yo —ordenó
Dominic, alejándose de mí—. Prueba lo que te estás perdiendo. Entonces
lárgate de aquí y tráeme mi maldita información. Si haces un trabajo lo
suficientemente bueno, podrías estar enterrado en ella la próxima vez.
El labio inferior de Fallon tembló por un momento antes de tomar el
lugar de Dominic y mirarme.
—Haría cualquier cosa por ti, princesa. —Momentos después, estaba
lamiendo el desorden que mis Reyes habían dejado atrás, limpiando mi
abdomen y centro.
Arqueé la espalda ante la paliza perversa que le dio a mi sensible coño.
Agarró mis caderas lo suficientemente fuerte como para hacerme
estremecer y me acercó a su boca.
Casi sollocé por el placer con el que estaba siendo atormentada.
Me retorcí y corcoveé hasta que Vincent y Dominic se sentaron a cada
lado de mi cabeza para poder sostener mis brazos hacia abajo.
—Tranquila, bebé B —dijo Vincent—. Vas a darle una conmoción
cerebral con esas caderas tan sexy como la mierda.
Gemí, pero Dominic rápidamente me silenció con un beso abrasador,
devorando mis gemidos de euforia mientras el calor barría bajo y caliente.
Una oleada de anticipación me recorrió cuando la amenaza de otro orgasmo
se apoderó de mí.
—Haz que se corra —ordenó Dominic cuando Vincent presionó sus
labios contra los míos en un beso abrasador que me hizo resistir con más
fuerza contra la boca de Fallon.
Fallon me devoró, sus dedos se clavaron en mi carne, creando
suficiente dolor para estimularme por más.
Dominic empuñó el cabello de Fallon y obligó a su rostro a hundirse
más en mis pliegues.
Fallon dejó escapar un gruñido ahogado y chupó más fuerte mi clítoris.
Mi orgasmo explotó a través de mí, haciendo que la luz de las estrellas
bailara en mis ojos.
—Comételo. Todo —gruñó Dominic, frotando la cara de Fallon contra
mi coño.
Fallon no luchó contra la demanda. Simplemente me lamió y chupó
para limpiarme de los pequeños y bonitos pecados que acabábamos de
experimentar juntos.
Yacía como un charco en mi cama, jadeando con fuerza, mi cuerpo
cubierto por una capa de sudor.
—Mira ese hermoso desastre. —Vincent se soltó una risa entre dientes,
apartando el cabello de mi cara mientras yo jadeaba.
Alcancé a Fallon, quien inmediatamente miró a Dominic en busca de
dirección.
—Dale lo que quiere —dijo Dominic en voz baja.
Fallon se adelantó, presionando sus labios contra los míos. Su cuerpo
vestido descansaba ligeramente sobre el mío, y su dura polla presionaba ese
lugar perfecto.
Lo besé profundamente, saboreando a Dominic, Vincent y yo en sus
labios. Estaba exhausta por lo que acababa de pasar. Cuando Fallon se
separó, ambos estábamos sin aliento.
—Lo valgo, princesa. Lo hago. Sólo estoy tratando de estar a salvo. Eso
es todo. Conseguiré la información.
—Díselo a Dominic —murmuré somnolienta—. Él está a cargo.
Fallon asintió. —Lo sé.
Se alejó de mí y miró a Dominic, que ya estaba vestido. Incluso Vincent
se había vuelto a poner los pantalones.
—No soy un puto fracaso. Soy leal a Bianca y lo que venga con ella. Eso
eres tú y los Reyes. No me iré nunca. Podrías ponerme una bala en la cabeza
y aun así volvería porque la amo. Pasaré toda mi vida inventando cosas para
ella. Por favor, no sigas torturándome con mis defectos. Hice lo que pensé
que tenía que hacer. Hubiera vuelto. Juro que habría vuelto por ella.
Dominic lo inspeccionó por un momento antes de hablar: —
Consígueme mi información. Esto no es un movimiento de poder de mi
parte. Tu jodida vida depende de ello. Si Ivanov planea lastimarla, necesito
saberlo. Necesito todos los detalles que pueda conseguir sobre los próximos
movimientos de Ivanov. Quiero saber todo lo que sabe. No me importa si
tienes que chuparle la polla para darme la información, te pones de rodillas
y abres tu bonita boca. Y consígueme más información sobre el idiota de De
Luca. ¿Entiendo?
Un músculo vibraba a lo largo de la mandíbula de Fallon antes de que
él asintiera. —¿Y entonces?
—Y luego consideraré lo que viene después. Maldita sea, asómbrame,
Vasiliev. Tu vida depende de ello porque si no me consigues lo que quiero,
te pondré una bala en la cabeza. ¿Me entiendes?
—Te entiendo —gruñó Fallon antes de volverse hacia mí con anhelo.
—Ahora lárgate de aquí y vuelve por donde llegaste. Mira lo que puedes
sacar de tus camaradas borrachos. ¿Mi capisci?
Fallon asintió y me dio un apretón en la mano. —Te amo, Bianca.
No dije nada, observando cómo se ponía de pie y arrastraba los pies
hacia la puerta antes de abrirla. Desapareció sin mirar atrás, con la cabeza
en alto con determinación.
—¿Crees que va a pasar? —preguntó Vincent.
—No tiene más remedio que pasar —murmuró Dominic, con la mirada
fija en la puerta cerrada por la que Fallon había desaparecido.
Cerré los ojos cuando un par de cálidos labios encontraron mi frente.
No estaba segura de cuál de los Reyes me estaba besando, pero no
importaba. Los amaba a todos. Incluso a ese imbécil de Levin.
Sin embargo, él era la pieza faltante que tenía que superar. Y ese era el
peor sentimiento del mundo.
—Todo estará bien, B —murmuró Vincent, deslizándose en la cama
contra mí y cubriéndonos a ambos con una de mis mantas extra—. Lo
prometo.
—¿Y si no es así?
—Entonces lo haremos jodidamente posible —respondió Dominic,
deslizándose a mi otro lado y dándome un beso en la sien.
Le creí. ¿Qué opción tenía?
Capítulo 34
Levin
—Vamos —exhaló Celeste mientras frotaba mi polla a través de mis jeans.
Cerré mi bebida de golpe y la ignoré. Había visto a Bianca y Dominic
uno encima del otro. Aparentemente, ya no estaba enojada con él.
Bien por él.
Pero no me dolió menos. Verla chupar a Vincent antes en la oscuridad
hizo que mi rabia se desbordara. La visión de ella de rodillas, comiendo su
polla como un perro hambriento permaneció en mi mente, haciendo que mi
furia aumentara aún más. Y no porque fuera con uno de mis mejores
amigos.
Porque no era yo. Quería estar involucrado. Pero ahora, no era más que
un extraño en algo de lo que debería haber sido parte.
Fallon se había ido poco después de que Dom y Vincent se llevaran a
Bianca. Alguna mierda estaba pasando, y yo no estaba invitado. No tenía
idea del estado de nada de eso, pero juré que lo averiguaría en la primera
oportunidad que tuviera.
Me imaginé que todos la estaban follando en la habitación de Dom. Me
la imaginé de rodillas, mirando a Dom con esos jodidos ojos demasiado
azules mientras deslizaba su polla profundamente en su boca. Su mano
acariciando la polla de Vincent mientras él dejaba escapar un gemido, su
cabeza cayendo hacia atrás.
¿Está pensando en mí mientras se turnan con ella? ¿Desea que yo esté
allí para ayudar? Ojalá estuviera allí para alimentarla con mi polla…
—¡Oye! —Celeste me mostró el labio inferior—. No me estás prestando
atención.
—Lo siento —gruñí, empujando la idea de Fallon follándola fuera de mi
cabeza. Por supuesto, el imbécil tenía que aparecer y arruinarlo todo—.
Supongo que estoy cansado.
—Podemos irnos —dijo, mordiéndose el labio inferior.
Asentí, queriendo ver si me encontraría con Dom. Nuestros dormitorios
estaban en el mismo piso.
—Vamos. —La empujé hacia adelante mientras ella se reía como una
jodida cabeza hueca.
Salimos del acantilado y caminamos hacia los dormitorios. Soltó una
risa y se aferró a mí todo el tiempo. En cuanto a las conversaciones, ella no
era para nada genial. Todo sonaba falso y demasiado agudo.
—No puedo esperar a ver tu habitación —dijo, entrelazando sus dedos
con los míos.
Resoplé y empujé la puerta de mi edificio para abrirla. Silenciosamente,
tomamos el ascensor hasta el último piso donde estaban las habitaciones
mías, de Dom y de Vincent, donde incluso estaba la habitación de Ivanov.
Afortunadamente, su habitación estaba a la vuelta de la esquina, por lo que
su estúpido trasero no era algo que veía mucho por aquí. Siempre estaba
con sus muchachos o esnifando coca con sus discípulos y sus putas.
Caminé lentamente pasando la habitación de Dom, esforzándome por
ver si podía escucharlo follando a Bianca.
Nada.
Tal vez habían ido a la habitación de Vincent. La suya estaba más abajo
en el pasillo que la mía, pero al diablo con eso. Llevé a Celeste a la habitación
de Vincent y me quedé afuera, escuchando atentamente.
De nuevo, nada.
Mierda.
—¿Vas a abrir la puerta? —preguntó Celeste, girando un mechón de
cabello alrededor de su dedo.
—Cuarto equivocado. Estoy realmente perdido —murmuré, dándome
la vuelta y regresando a mi habitación. Empujé la llave en la manija, abrí la
puerta y entré con Celeste pisándome los talones.
—Oh, está muy limpio —dijo, adentrándose más en mi espacio.
Mi corazón latía con fuerza. Odiaba tener chicas en mi habitación.
Siempre había preferido estar en la de ellas donde podía follarlas e irme.
Se detuvo frente a mi colección de discos y sacó mi álbum de los Rolling
Stones, arrugando la nariz.
—¿Qué es esto?
—Una de las mejores bandas del mundo —dije, yendo a mi pequeña
nevera y sacando una cerveza. Me bebí toda la lata de una sola vez y luego
abrí otra.
—¿Podemos escucharlo? —Me miró con ojos esperanzados.
—No —dije rápidamente.
Esa era la banda de bicho. Nuestra banda. Maldito pensamiento
ridículo, pero no iba a compartirlo con Celeste.
Tomé otro sorbo de mi cerveza y saqué mi teléfono mientras Celeste
hacía un puchero y volvía a poner mi álbum en el estante. Se acercó a mi
cama y se acomodó en el borde mientras yo me apoyaba en mi tocador.
Le envié un mensaje a Dom.

¿Dónde estás?

Miré la pantalla hasta que mis ojos ardían, pero no obtuve respuesta.
No necesitaba preguntar dónde estaba. Sabía dónde diablos estaba. Estaba
con bicho. Vincent también. Y probablemente esa maldita comadreja de
Vasiliev. La palabra con F. El capullo que se estaba llevando a mi chica.
Debería haberle disparado.
—Ven aquí, Levy —dijo Celeste, palmeando el lugar junto a ella en mi
cama.
Terminé mi cerveza y agarré una botella de whisky antes de marcharme
para sentarme a su lado.
—Sabes, eres mi novio ahora. No creo que sea una buena idea que
bebas tanto. —Tomó mi whisky lentamente de mis manos.
Apreté los dientes mientras la miraba. A propósito, metí la mano en mi
bolsillo delantero y saqué un porro. Mirándola, lo encendí con el encendedor
del bolsillo de mi pantalón.
Ella me miró con los ojos entrecerrados, sus labios frunciéndose.
Tomé una calada larga y dejé que la quemadura me llenara.
Luego tomé otra.
Me arrebató el porro de las manos y lo apagó antes de tirarlo a la
basura.
—Definitivamente no deberías drogarte como mi novio.
Le devolví la mirada adormilada y dejé escapar una risa suave. Novio.
A la mierda mi vida.
—Estaba pensando, tal vez podríamos comprarte ropa nueva para que
no te veas tan... aterrador. Llevas mucho negro.
—Me gusta el negro. A Bianca le gusta el negro.
Algo incorrecto para decir en mi estupor drogado.
—¿Bianca D’Angelou? —Celeste resopló, pura furia en su rostro.
—De Santis —corregí en voz baja—. Está casada con Dom.
—No me importa con quién se haya casado. ¿Por qué estás hablando
de ella? Ni siquiera deberías pensar en ella después de lo que nos hizo en el
almuerzo. Me avergonzó.
Me encogí de hombros. —Estaría fumando y bebiendo, pero tú los
tomaste.
Se burló. —Escucha, la vi abofetearte esta noche. Claramente no le
agradas, así que cualquier cosa rara que puedas tener con ella o lo que
tengan, ha terminado. Está casada con Dominic. Estoy segura de que no le
gustaría saber que su mejor amigo sigue mirando a su esposa.
Me burlé y negué con la cabeza. No tenía ni idea de cómo funcionaba
nuestro trío. Demonios, si Bianca no estuviera en la foto, probablemente les
habría ofrecido el coño de Celeste.
—Quería golpearla por tocarte —continuó—. Nadie toca a mi Levy.
Sonreí ante ese pensamiento. Si le hubiera levantado la mano a bicho,
se habría llevado una gran sorpresa. No habría sido el único golpeado.
Además, Dominic habría puesto a Celeste en el suelo por siquiera acercarse
a Bianca. Mujer o no, Dominic no jugaba. Cualquier amenaza era suficiente
para ponerle una bala, especialmente cuando se trataba de Bianca.
—¿Por qué sonríes?
—Oh, solo me gusta la idea de que quieras defenderme —mentí,
dándole una sonrisa a medias.
Había estado en esta farsa de relación por solo unos días y ya quería
largarme.
Me sonrió, creyendo mis tonterías.
—Eres tan dulce, Levy —suspiró, acariciando mi polla a través de mis
pantalones de nuevo.
Forcé la mueca de mi rostro.
Se puso de rodillas frente a mí y me miró fijamente mientras tiraba del
botón de mi pantalón. Tragué saliva, me dolía el corazón al pensar en mi
bicho.
Esto no cuenta como infidelidad. Bicho no es tuya. Nunca lo fue. Dijo que
todo había terminado. Dijo que no te quería. Que nunca lo haría. Nunca fuiste
una opción.
Mi mente fue a pensamientos feos de Vasiliev tocándola con Dom y
Vincent.
Celeste me sacó la polla. Mi labio tembló cuando ella chupó a lo largo
de mi longitud.
Estoy haciendo esto por Dom. Por el trato. Odio esto. Mierda. Mierda. Que
alguien me salve de esta pesadilla. Dios ayúdame…
—Tu pene es tan grande. —Celeste se soltó una risa antes de lamer mi
eje.
Tragué y traté de no saltar y salir corriendo de la habitación. No sabía
qué mierda me pasaba. En cualquier otro momento, le hubiera dado la
bienvenida a una mamada y una buena y descuidada follada borracha.
Entonces Bianca entró en mi vida y cambió todo lo que creía saber,
incluido yo mismo. Ahora, aquí estaba yo con una chica que no era mi bicho,
babeando mi polla.
Celeste me chupó profundamente en su boca y amordazó. Hice una
mueca cuando me agarró con los dientes. Y otra vez.
Joder, ¿es un maldito castor que está royendo mi tronco?
Me raspó de nuevo. Tomé una bocanada de aire que debió tomar como
un sonido de placer porque chupó más fuerte, arrastrando más los dientes
mientras se balanceaba hacia arriba y hacia abajo.
Incapaz de soportar más, la empujé por los hombros. Soltó mi polla con
un fuerte estallido.
—¿Qué ocurre? —preguntó, limpiándose los labios.
—Nada —dije, exhalando—. Uh, ¿qué tal si solo... hablamos?
—¿Hablar? —Frunció el ceño—. ¿En serio?
—Sí. —Me aclaré la garganta—. Vamos a conocernos.
—D-de acuerdo. —Se puso de pie y se sentó a mi lado mientras
apartaba mi pene, la confusión era evidente en su rostro—. Um, ¿cuál es tu
color favorito?
—Azul —dije, pensando en los ojos de bicho—. ¿El tuyo?
—Mm, rosa.
Me lo imaginaba.
—Uh... ¿qué planeas hacer después de Bolten?
Chocó su hombro contra el mío y sonrió. —Matrimonio. Niños.
Probablemente pase algún tiempo en la universidad porque papá cree que
necesito poder mantenerme y aprender el lado comercial de las cosas en
caso de que no me case, pero en serio, qué idea tan absurda. Por supuesto,
me casaré. ¿Tú qué vas a hacer?
—Mi vida está planeada para mí. Probablemente Mayfair después de
Bolten. Es donde Dominic y Vincent probablemente irán también. Entonces
trabajaré para Dom.
Arrugó la nariz. —¿Estás seguro de que quieres hacer eso? ¿Trabajar
para Dominic haciendo... cualquier cosa realmente mala que hagas?
Asentí. —Sí. Dom y Vincent son mis mejores amigos. Nací y crecí para
trabajar con ellos.
—Dijiste con. ¿No querrás decir para? Quiero decir, Dominic es el hijo
de un jefe de la mafia. Él es el heredero de, como, todo. No eres su igual,
Levy. Creo que deberías tratar de romper con esa vida. Tú y yo podríamos
ir juntos a Mayfair o Princeton o Harvard. Podríamos casarnos algún día y
tú podrías hacerte cargo de la empresa de papá. Eres mucho mejor que un
secuaz. ¿Sabes?
—No soy un secuaz. Soy igual a Dom. —Traté de mantener el gruñido
fuera de mi voz, pero fue muy difícil.
—No lo eres —murmuró, acunando mi cara y dándome una mirada de
simpatía que hizo que mis entrañas se revolvieran—. Y nunca lo serás.
Apreté los dientes y forcé una sonrisa en mi rostro. —Supongo que ese
es mi problema entonces, ¿eh?
—En realidad, es nuestro problema —dijo en voz baja—. Tu eres mi
novio. Ambos venimos de familias poderosas. Aunque yo diría que la mía es
un poco más que la tuya. No significa que no podamos gobernar este
campus. Quiero decir, la gente adora a Bianca, y ella no es nada. Llegó aquí
comprometida con Hail. Luego lo engañó con Dominic, y ahora están
casados. Es como si estuviera tratando de obtener influencia por ser una
puta.
—Bianca no es una puta —le espeté. Prácticamente la había llamado
así antes, pero no había querido decir esa mierda. Estaba enojado y me
arrepentí de las palabras en el momento en que salieron de mi boca.
—Lo que sea. Escuché que está engañando a Dominic con Vincent.
—¿Dónde has oído eso? —Traté de mantener el humor fuera de mi voz,
preguntándome si tal vez yo había sido parte de ese rumor en algún
momento.
No era como si ella y yo no hubiésemos hecho cosas juntos. Buen
material. Jodidas cosas increíbles.
Se encogió de hombros. —De todos. En serio, ¿no prestas atención?
—Supongo que no.
—Además, escuché que su papá estaba involucrado en este esquema
de lavado de dinero con su padrastro, David D’Angelou. Supongo que su
padre estaba jugando en ambos lados con la familia Ivanov y De Santis. Así
fue como desapareció. Y Bianca fue el pago a David D’Angelou por la
equivocación de su padre. Básicamente, era renunciar a su familia o morir,
así que los abandonó. David necesitaba encontrar una forma de agradar a
los Ivanov. Así que quería asegurarlo con un matrimonio. Por eso Hail
estaba comprometido con ella.
—¿Cómo... dónde escuchaste eso? —Pregunté, frunciendo el ceño.
—¿Prometes que no te enojarás?
Le devolví la mirada sin estar listo para prometer nada.
—¿Por favor, Levy? —Hizo un puchero, empujando sus pechos
cubiertos de cachemira hacia mí.
A la mierda
—Lo prometo.
Sonrió triunfante. —Estuve viendo a Drake un poco durante el verano.
No fue serio —se apresuró a decir cuando vio la expresión de mi rostro—.
Estaba pasando por una mala racha con mi novio y quería vengarme de él,
así que me metí con Drake. Ahora me arrepiento porque definitivamente no
era alguien con quien debería haberme asociado, pero me dijo cosas cuando
estábamos juntos.
—¿Te dijo algo más? ¿Dónde está el padre de Bianca?
—Mm, realmente no recuerdo.
Apreté los puños. —¿Te dijo algo más? ¿Quizás sobre mi hermano
Stefan?
Ladeó la cabeza hacia mí, sus ojos se estrecharon. —Sé algunas cosas.
—¿Qué más? —Estaba perdiendo la paciencia.
—Tú, más que nadie, deberías saber que nada en este mundo es gratis,
Levy —murmuró, inclinándose y rozando sus labios contra los míos
rígidos—. Si quieres información, hazme dártela. Hazme creer que soy la
única chica en tu mundo. Vi la forma en que mirabas a Bianca esta noche.
Quiero que me mires así. Quiero poseerte como ella te posee. Quiero que
seas mío y que yo ser tuya. Tú y yo, Levy. Dilo. Inténtalo.
Tragué saliva, mi pulso retumbaba en mis oídos.
Pero quería información. Lo necesitaba.
—Tú y yo —me atraganté, las palabras como ácido en mi lengua—.
Nosotros.
Dejó escapar una risita suave, con el labio inferior entre los dientes.
—Ahora demuéstralo.
Las náuseas se retorcieron en mis entrañas como una serpiente. Tenía
que hacer esto. Estaba a cargo de conseguir este trato para Dom, y
necesitaba cualquier información que Celeste tuviera para mí. Me incliné y
la besé, dispuesto a pagar lo que costara. ¿Qué elección tenía? Por Bianca.
Por mi hermano. Por Dom y Vincent.
Esto era por ellos.
La empujé hacia atrás sobre la cama y me desabroché los pantalones.
Capítulo 35
Bianca
—Necesitarás algo blanco —dijo Dominic mientras tomaba un nacho con
queso de su plato durante el almuerzo unos días después de que me
despertara entre él y Vincent.
Mi coño me dolía como si no hubiera un mañana al día siguiente, pero
si la memoria no me falla, ambos habían hecho un número de sí mismos
también. Cada vez que pensaba en ello, me sonrojaba.
Dios, había cambiado.
Pasé de no tener sexo, a ser llenada por dos pollas en el mismo agujero,
aparentemente de la noche a la mañana.
—No creo que el blanco me quede bien, esposo —dije, sintiendo el calor
en mis mejillas.
Me sonrió, claramente tenía la misma imagen en su cabeza que yo
acababa de tener en la mía.
—Eres un ángel, B —dijo Vincent, inclinándose—. Nos llevaste al cielo
esa noche. Definitivamente deberías vestirte de blanco.
Mi cara se puso más caliente por sus palabras.
—Abre —dijo Dominic.
Abrí mi boca sin presionar sus botones, y deslizó el nacho en mi boca.
Durante las últimas semanas, había notado un cambio en Dominic. Seguía
siendo posesivo, celoso y violento como siempre. Pero también tenía esta
vena abrumadoramente afectuosa que me hacía tropezar un poco
emocionalmente cada vez que estábamos cerca, lo que sucedía a menudo
porque Levin pasaba todo su tiempo con Celeste. Levin y yo no habíamos
hablado desde la noche en el acantilado. Lo había visto hablar con los chicos
cuando yo no estaba cerca, pero cada vez que me acercaba, me miraba y se
alejaba furioso.
Estaría mintiendo si dijera que no me dolió un poco el corazón, pero
Vincent me lo había resumido perfectamente el día anterior mientras
estábamos sentados en los espacios comunes esperando a Dominic.
—Hiciste tu cama, B. Ahora, tienes que acostarte en ella. No significa que
sea para siempre, ¿sabes?
—Pero él está con Celeste —dije, frunciendo el ceño.
Vincent asintió pero no dijo nada, así que continué, dejando que las
palabras salieran de mis labios antes de que pudiera detenerlas: —¿Crees
que están durmiendo juntos?
Vincent hizo una mueca ante la pregunta y se recostó en su asiento. —
¿Por qué importa? Como, ¿qué te hará saberlo? ¿Empeorará las cosas? ¿Es
eso lo que quieres? ¿Sentirte más miserable? Cariño, no te hagas eso. Ambos
dieron las cosas por concluidas. Solo está haciendo lo que tiene que hacer
ahora.
Tragué saliva, sabiendo que Levin estaba durmiendo con ella. Escuché
a Maria Vance hablando con Lacy Morse sobre eso en el baño el lunes.
Naturalmente, me quedé en mi puesto, escuchando. Aparentemente,
Celeste les había contado lo increíble que era Levin en la cama.
Había vomitado después de que se fueran, el conocimiento me
enfermaba.
—¿Qué ocurre? ¿Tu pequeña pandilla se separó? —Hail preguntó
mientras se cernía sobre nuestra mesa con los Señores flanqueándolo—.
Escuché que estaban todos con ella al mismo tiempo. No sabía que el coño
de Bianca podía excitar a tantos hombres a la vez.
Inmediatamente, me acurruqué contra Dominic, mi corazón latía con
fuerza.
—¿Quién diablos dijo que podías venir aquí y hablar? —Dominic gruñó,
poniéndose de pie, Vincent siguiéndolo.
Extendí la mano y tiré de la mano de Dominic. Entrelazó sus dedos con
los míos y les dio un suave apretón que contrastaba con la expresión de su
rostro y la postura que había tomado.
—Solo quería ver cómo estaba mi chica —dijo Hail inocentemente. Su
mirada se fijó en mí—. ¿Cómo estás? ¿Estás chupando las pollas de los
Reyes tan bien como chupaste las de los Señores o lo estabas ocultando?
Escuché que Levin pensó que tu coño fue tan horroroso que se fue corriendo
a follar a Celeste.
En un momento, Dominic estaba sosteniendo mi mano, y al siguiente
esa mano se convirtió en un puño y conectó con la cara de Hail en un crujido
repugnante.
Luego se convirtió en un juego de todos contra todos. Los Señores
entraron en acción y atacaron a Dominic y Vincent. Jadeé cuando el puño
de Fallon golpeó la cara de Dominic. Fallon se agachó cuando Dominic se
abalanzó sobre él con tanta furia en su rostro que me dejó sin aliento. Antes
de que pudiera llegar a Fallon, Hail lo interceptó y le dio un golpe. Dominic
lo bloqueó y le dio un puñetazo en el estómago. Fallon golpeó a Vincent,
quien se alejó.
Todavía era una pelea injusta. Cuatro contra dos. Y, ¿qué diablos
estaba haciendo Fallon? ¿Realmente necesitaba seguirle el juego con tanta
violencia?
Vincent tenía a Tate y Drake encima. Dominic se ocupaba de Hail y
Fallon, y los tres enfrentándose uno por uno. Dominic definitivamente no
estaba dando golpes como Fallon parecía estar haciendo ahora.
El codo de Hail se elevó y me golpeó en la mandíbula mientras intentaba
escapar. El golpe me hizo caer de culo, la sangre se filtraba en mi boca de
donde me había mordido el labio cuando caí.
Cálidos brazos me envolvieron y me ayudaron a ponerme de pie
mientras los estudiantes gritaban y se zambullían en medio del huracán de
la guerra de pandillas.
Levanté la vista para encontrarme mirando a los ojos azules de Levin.
Su mirada recorrió mi rostro, concentrándose en mi labio. Su pulgar lo rozó,
sus ojos se oscurecieron. Mi corazón saltó.
—Sácala de aquí —le gruñó Levin a Aubrey, que había corrido hacia
mí—. Llévala a la habitación de Dom. Ahora. —Me empujó hacia atrás y
saltó a la pelea, golpeando a Fallon en la cara.
Fallon maldijo y le devolvió el golpe, ambos cayeron al suelo en un
montón de puños y furia.
—Bianca, vamos —dijo Aubrey con urgencia mientras Stella se
levantaba de su asiento y corría hacia la puerta.
No sabía qué estaba tramando esa perra, pero había estado mintiendo
últimamente. Probablemente por orden de Dominic, pero quién sabe con
ella.
Lancé una última mirada al caos detrás de mí, notando que los
maestros ni siquiera intentaron interceder. Los guardias de seguridad se
quedaron parados mirando estupefactos.
Seguí a Aubrey fuera de la cafetería y hacia los terrenos.
—Bianca —me llamó Stella cuando doblamos una esquina para
caminar hacia el dormitorio de Dominic.
Hice una pausa y la miré mientras avanzaba. —¿Qué?
—Voy contigo.
—¿Por qué? —Le resoplé, preguntándome quién diablos se creía que
era.
—Creo que ambas sabemos por qué —replicó—. Aubrey, puedes irte.
—Ella no irá a ninguna parte si no es conmigo. Tú puedes irte —le
espeté.
Stella puso los ojos en blanco. —Lo que sea. No me iré. Dominic me
pateará el culo si lo hago.
—Confía en mí, no se lo diré.
—Yo si —murmuró Aubrey.
Stella se burló de ella. Antes de que las dos pudieran discutir, levanté
las manos y comencé mi viaje de regreso al dormitorio de Dominic. Me
ocuparía de esta mierda más tarde. En este momento, necesitaba hielo en
mi labio.
Las chicas se pusieron a mi lado y permanecieron en silencio todo el
camino a la habitación, algo por lo que estaba inmensamente agradecida.
Mi corazón todavía latía con fuerza por la mirada en los ojos de Levin y la
forma en que sus dedos habían rozado mi labio.
Entramos en la habitación de Dominic (nuestra habitación). Fui a la
nevera pequeña y encontré una bolsa de hielo en el congelador.
Suavemente, lo presioné contra mi labio antes de dejarme caer en la silla
mullida. Aubrey se sentó a mi lado en el brazo de la silla.
—Hail te dio uno bueno —murmuró Aubrey, con el ceño fruncido.
Gruñí, odiando a ese idiota.
—Lástima que probablemente no se dé cuenta de que lo hizo porque
estoy segura de que se regodearía —dijo Stella.
Le mostré el dedo y ella respondió con los ojos en blanco.
—Sólo quiero decir que se sentiría bien al respecto. No dije que yo me
sintiera bien de que lo hiciera. Contrólate.
—¿Por qué estás aquí? —exigí—. Como, ¿por qué viniste con nosotras?
Stella se lamió los labios y se sentó en el borde de la cama, alisando el
edredón mientras Aubrey me lanzaba una mirada confusa.
—Quería ayudar.
Me burlé. —¿Cuál es la verdadera razón?
—Acabo de decirte. —Suspiró y se quedó en silencio por un momento
antes de hablar—. Escucha, Bianca, sé que no nos llevamos bien, pero sé
algunas cosas, ¿de acuerdo? Cosas con las que no estoy de acuerdo.
Tenemos la oportunidad de estar solas, así que pensé en aprovechar la
oportunidad para hablar contigo.
Entrecerré los ojos hacia ella. —¿Acerca de?
—¿Estás teniendo sexo con Dominic?
Tragué saliva pero no respondí.
Ella asintió y metió la mano en su bolso y sacó paquetes de pastillas.
—Aquí. Toma estas.
Los tomé y fruncí el ceño. —¿Píldoras de control de la natalidad?
—Sí. Escucha, sé que el plan de Dominic es dejarte embarazada, y sé
que tiró tus pastillas. No solo estarías atada a él por siempre, sino que
tampoco está bien. Y si estás follando con Vincent y Levin como sospecho
que lo estás o lo estarás, entonces vas a necesitar esto.
Aubrey me lanzó una mirada de sorpresa. —¿Estás tratando de
protegerla?
—Creo que deberías elegir si quieres un bebé o no. No dejar que un
gilipollas te fuerce.
—Ya tuve sexo con Dominic un par de veces sin nada —admití en voz
baja, el calor subiendo por mis mejillas—. Estaba realmente perdida, y yo…
Stella arrugó la nariz cuando Aubrey me apretó la mano.
—No necesito los detalles. Me los he follado antes, ya sabes. Quiero
decir, no juntos, pero sí recuerdo cómo funcionan las cosas con ellos.
Náuseas rodaron en mis entrañas. Traté de no pensar en todas las
mujeres con las que habían estado, y definitivamente no quería pensar en
Stella estando con ninguno de mis Reyes.
—Mi punto es, toma las pastillas. No le digas a Dominic que te las di,
o las dos estamos muertas, ¿de acuerdo? Hazte una prueba de embarazo.
Si es negativa, puedes comenzar con el paquete de inmediato. Sin embargo,
podría hacer que te saltes un período.
—Debería comenzar el lunes —murmuré.
—Bien. Así empezar a tomar las píldoras ahora no alterará demasiado
tu horario —dijo Stella.
—¿Dónde voy a guardar esto? Especialmente aquí —dije, mirando
alrededor.
Si Dominic los encuentra, me dará una paliza.
—Podría ayudarte con eso —dijo Aubrey en voz baja—. Podría
entregarte una cada mañana. Haremos que sea un hábito pasar el rato
antes de que comiencen las clases. Desayunaremos juntas o algo así.
Asentí. Eso podría funcionar. Si fuéramos lo suficientemente discretas,
Dominic nunca sabría que ella me estaba dando las píldoras de control de
la natalidad.
—Y los fines de semana, nos veremos. Les llevaré comida o algo así —
continuó—. Haremos que funcione.
—Gracias. —La miré y sonreí.
Era una buena amiga. Una de las mejores. Me devolvió la sonrisa y me
dio unas palmaditas en la mano.
—Disculpa. Soy yo quien te las dio —gritó Stella—. ¿Dónde está mi
agradecimiento?
—Aquí mismo. —Le di el dedo de nuevo.
Ella puso los ojos en blanco. —Todavía no sé qué ve Dominic en ti. Eres
tan inculta.
—Tal vez le gusto que soy sucia e impredecible.
Gruñó. —Lo que sea. De todos modos, será mejor que encuentres un
lugar para guardarlas, de esa manera si surge algo y no estás en el campus
por la mañana o algo así, aún las tendrás. ¿Tienes una cremallera secreta
en tu bolso? —preguntó Stella.
Tenía una pequeña cremallera en el interior de mi bolso en la que
podría meterlas.
—Aparte del código de chicas o lo que sea que lo estés etiquetando,
¿por qué estás ayudando a Bianca? —preguntó Aubrey.
Stella sonrió. —Tengo mis razones.
—¿Qué son… ? —Fruncí el ceño, sabiendo muy bien que tenía algún
motivo oculto.
—Bueno, si no puede dejarte embarazada, podría encontrar consuelo
en otra parte. Puede que se dé cuenta de que necesita a alguien un poco
más refinado y... útil.
—¿Alguien como tú? —Pregunté secamente.
Sonrió. —Quizás. No se puede lastimar a una chica por intentarlo.
—Realmente eres una pequeña perra babosa, ¿no?
—La regla general es ir tras lo que quieres, incluso si puede matarte o
romperte el corazón —dijo Stella, con una amplia sonrisa—. Y Dominic sin
duda me mataría si lo supiera, así que dejemos esto entre nosotras. Será
beneficioso para ambas.
Si bien no iba a renunciar a mis Reyes, y ciertamente no a mi esposo,
de quien me estaba encariñando bastante nuevamente, tampoco estaba
lista para todo lo que Dominic me estaba imponiendo tan pronto. Así que
tomaría la espada de doble filo con la esperanza de que Dominic no se fuera
si no le daba un heredero de inmediato.
—Por cierto, Fallon realmente estaba perdido esa noche, ¿no? —Se
puso de pie, sus ojos brillando.
—Será mejor que no lo hayas tocado —gruñí, poniéndome de pie.
Su sonrisa tembló, pero rápidamente la enderezó. Antes de que pudiera
responder, la puerta de la habitación de Dominic se abrió. Aubrey me
arrebató los paquetes de píldoras y saltó, metiéndolas en el bolsillo de su
chaqueta y alejándose de mí mientras Dominic irrumpía en la habitación.
De un solo golpe, me tuvo en sus brazos, sus labios salpicando besos
a lo largo de mi cara. Cuando llegó a mis labios, gemí, alejándome.
—¿Qué ocurre? ¿Estás herida, mia regina? —Frunció el ceño cuando
vio mi labio hinchado y dejó escapar un gruñido.
—No es nada —murmuré—. El codo de Hail me golpeó cuando estaba
tratando de alejarme. —Noté el corte sobre su frente y fruncí el ceño—. Estás
herido.
Sacudió la cabeza. —Ni siquiera lo siento. —Presionó la bolsa de hielo
contra mi labio—. Mantén eso ahí.
Me soltó y miró a Aubrey, que estaba nerviosa a un lado, luego a Stella,
que ahora estaba de pie junto a Vincent. Levin se apoyó contra la cómoda
de Dominic, como si intentara pasar desapercibido.
Pero lo noté. Vi la mirada en sus ojos cuando me devolvió la mirada. El
dolor. El miedo. Me rompió el corazón. No sabía cómo arreglar este lío entre
nosotros. ¿Se podría arreglar?
Ahora estaba saliendo con Celeste. Tal vez solo necesitaba soltarme y
dejar que las fichas cayeran donde pudieran. Era mi culpa, después de todo.
—Um, yo, eh, me iré —dijo Aubrey nerviosamente mientras se deslizaba
hacia la puerta—. Bianca, desayunemos juntas mañana.
—Está bien —le dije, perdonándola por salir corriendo.
Si yo hubiera estado en su lugar, probablemente también habría
corrido. Abrió la puerta y desapareció momentos después, dejándome con
los Reyes y Stella.
—Te traeré algo para el ojo —le murmuré a Dominic.
Se hundió en la silla, pero en lugar de dejarme ir, envolvió sus brazos
alrededor de mi cintura y me acercó a su regazo.
—Tengo algo para mi ojo —respondió suavemente en mi oído para que
solo yo pudiera escucharlo. Me dio un apretón y me relajé contra él, mi
cabeza encajando en el hueco de su cuello. Volvió a colocar la bolsa de hielo
en mi labio.
—Te alegrará saber que le rompí la nariz a Tate y estoy bastante seguro
de que le rompí las costillas a Drake —dijo Vincent, moviéndose para
sentarse en la cama, luciendo como si no acabara de pelear contra tipos que
rivalizaban con él en tamaño.
Stella lo siguió y se sentó demasiado cerca. Me tensé cuando ella
extendió la mano y apartó el cabello oscuro de sus ojos.
Le dio un manotazo antes de continuar: —Y Levin golpeó a Fallon en la
cara con demasiada fuerza.
—Estaba actuando, claramente —murmuró Levin, mirándome antes de
alejarse rápidamente.
—Nunca va a sanar a este ritmo. ¿Qué te pasa, Levin? —exigió Stella.
—¿Por qué diablos estás aquí? —Levin respondió bruscamente—. Lo
último que supe, es que eras la perrita faldera de Dominic y el maldito
Ivanov. ¿No deberías estar lamiendo las heridas de Ivanov ahora mismo? A
juzgar por su cara, tiene bastantes.
Stella comenzó a protestar, pero Dominic habló: —Levin tiene razón.
Stella, ve. Ahora es un buen momento para escuchar.
—Dominic, estará enojado ahora mismo. Probablemente me hará
daño…
—Entonces prepárate —dijo Dominic con voz gélida—. Fallon está ahí.
Él se asegurará de que estés bien. Luego de eso repórtate conmigo.
Su labio inferior tembló por un momento. —Dijiste que me protegerías,
pero me estás poniendo en peligro. Me hará daño si Fallon no puede
detenerlo…
Dominic me levantó con facilidad y se puso de pie, deslizándome de
nuevo en la silla. Fue a su cómoda y rebuscó en ella. Sacó una pistola y
caminó hacia ella. Ella se estremeció, con los ojos muy abiertos por el miedo.
Le agarró la cara con fuerza con una mano y le apuntó con la pistola a la
cabeza con la otra.
—Yo te voy a lastimar. Simplemente te follará más fuerte de lo que suele
hacerlo y te lastimará el coño —su voz con un ligero acento prometía peligro
mientras presionaba el arma contra su frente—. Ahora lárgate de aquí y haz
lo que te digo.
Ella tragó saliva visiblemente cuando él la soltó, sus ojos se dirigieron
rápidamente hacia mí antes de salir corriendo de la habitación sin decir una
palabra más.
—Tendremos suerte si no nos traiciona —dijo Vincent mientras
Dominic volvía a guardar el arma en el cajón.
—Entonces morirá. Es jodidamente simple —dijo Dominic. Dejó
escapar un profundo suspiro y se volvió hacia Levin—. ¿Y tú, como van las
cosas por tu lado?
Levin me miró antes de volver a concentrarse en Dominic. —Estoy
jodidamente enamorado. ¿Qué puedo decir?
Mi pecho se apretó ante sus palabras, y miré mi regazo, deseando poder
desaparecer.
—¿Su coño es tan bueno? —presionó Dominic.
Levin gruñó pero no dio más detalles.
—Bebé B, ¿quieres venir conmigo a almorzar? No llegaste a comer
mucho —dijo Vincent.
Le lancé una mirada agradecida y me levanté. Me tendió la mano.
Deslicé la mía en la suya y dejé que me guiara hasta la puerta.
—Es lo mejor que he tenido en mucho tiempo —dijo Levin en voz baja,
con voz temblorosa.
Vincent apretó mi mano cuando me detuve en la puerta. Mi corazón
roto se hizo añicos por completo en mi pecho.
No llores. No llores. No llores. Sé mejor que eso. Deséale lo mejor y sigue
adelante.
Lentamente, me volví hacia Levin y solté palabras que quemaban como
ácido en mi lengua. —Estoy tan feliz por ti, Oso Boo.
Hizo una mueca pero no respondió nada.
—Consíguele algo de comer y llévala de vuelta a clase —dijo Dominic.
Vincent me tiró a través de la puerta abierta, mi miseria aún viva y bien
en mi pecho.
Levin era el maestro en el desamor, pero yo era probablemente una
experta en ello. Nos hicimos esto el uno al otro.
Capítulo 36
Dominic
Con los fragmentos de información que Levin había podido obtener de
Celeste hasta el momento, decidí que debía profundizar más en las cosas,
razón por la cual estaba sentado en el palacio un par de días después de mi
pelea con Hail para hablar con mi padre.
—No has estado haciendo mucho con este lugar —dijo Padre mientras
caminábamos hacia el área de las celdas—. ¿Estás tratando de traer
mujeres aquí?
—Estoy considerando administrar esto como un negocio legítimo de
servicio completo, donde las mujeres realmente quieren estar aquí —
respondí cuando nos detuvimos al pie de las escaleras.
Ya podía escuchar suaves sollozos en la oscuridad. Odiaba la forma en
que me hacía sentir. Antes de Bianca, puede que haya pasado por alto esta
mierda, pero ahora lo sentía todo, siempre poniéndola en el lugar de estas
mujeres en mi cabeza y odiando la idea.
Padre me miró. —Explíqueme los ingresos, si le estás pagando a estas
mujeres. Lo que he configurado aquí es absolutamente gratis. Todo es
ganancia.
—Excepto los pecados —dije tranquilamente—. Esos tienen un precio
que pagar.
—Me atrevo a decir que el diablo disfrutaría de nuestro negocio, hijo.
Seríamos recompensados, entonces, ¿dónde está el pecado en eso? —Dio
media vuelta y entró en la habitación tenuemente iluminada.
Algunas cosas habían cambiado desde la última vez que estuve aquí.
Me había quedado fuera de aquí desde que le disparó a una chica llamada
Macy en mi regazo después de que me chupara la polla. Traté de calmarla,
y él lo vio como una debilidad y me roció los sesos.
Ahora, había un escenario decorado con varios artilugios BDSM y
pequeñas mesas alrededor para que los jodidos enfermos como él pudieran
ver la tortura. Porque sería una tortura. Ninguna de estas chicas estaba
dando su consentimiento. Las chicas consentidas no lloraban.
—¿Qué estamos haciendo aquí abajo? —Pregunté mientras se
acomodaba en una mesa y me hacía señas para que me sentara.
Saqué la silla y me senté, mirándolo.
—Has aceptado todo lo que ha enviado la organizadora de la fiesta.
Pareció sorprendida cuando hablé con ella por teléfono, alegando que nunca
antes había tenido una novia y un novio tan agradables.
Asentí con fuerza. —La recepción no me importa. Es solo relleno. Nada
de eso hace la diferencia.
—¿Entonces no has dejado que tu esposa tome ninguna decisión con
respecto a tu celebración?
—No —dije—. Yo tomo las decisiones. No ella. No está en un lugar para
ofrecer algo que decir. Ella es simplemente mi premio, una pieza de mi
imperio.
Padre se recostó y me estudió, tratando de ver a través de mi maldita
mentira.
Joder, ¿cuándo se había convertido en algo más que una pieza del
rompecabezas? La respuesta fue fácil. En el primer puto momento mis ojos
se encontraron con los de ella. No me había dado cuenta en ese momento,
pero recordándolo, definitivamente fue entonces.
—¿Se vestirá de blanco a pesar de que la has profanado... primero? —
Había una nota de veneno en sus palabras. Todavía estaba enojado porque
la había follado antes de que pudiera saborearla.
Los hombres de mi familia tenían tradiciones absurdas, eso seguro.
—Vestirá de blanco —confirmé.
El asintió. —Todo es mentira.
Tragué saliva y permanecí en calma. —¿Qué es todo mentira?
—Esta vida. —Hizo un gesto a nuestro alrededor—. No somos
humanos, tú y yo. Somos monstruos cortados con la misma tijera. La misma
tela que ha estado cortando a los pecadores durante siglos. Sabes, tu abuelo
se folló a tu madre delante de mí antes de casarme con ella. Momentos
antes. Me hizo mirar. Ella lloró, suplicando que se detuviera. Sus hombres
se quedaron observándome. Mis hombres. La folló tan fuerte que sangró.
Por suerte, le había levantado el vestido para no arruinar la tela.
Mis tripas se revolvieron con el conocimiento de la profanación de mi
madre. Me quedé quieto, sin revelar una onza de mi ira.
—Entonces ella se levantó, se secó las lágrimas y dijo que sí en el altar.
Conseguí lo que quedaba, que no era mucho. Era una buena mujer... hasta
que dejó de serlo. Siempre tratando de correr y encontrar una salida. Se
apoderó de su mente. Luchó contra mí cada vez que pudo. —Se quedó en
silencio cuando un suave sollozo sonó en la distancia.
Qué jodido corazón a corazón.
—No estaba preparado para cómo me sentí al ver a mi padre follársela.
En cierto modo, me preguntaba si en secreto lo disfrutaba. De hecho, a
menudo creo que lo había hecho. Él la había hecho correrse con él. No era
mucho mayor que tú cuando nos casamos, así que no sabía tanto sobre el
cuerpo de una mujer como mi padre. Pero aprendí.
Miré al monstruo frente a mí, preguntándome cuándo dejaría caer la
bomba para la que estaba preparando el escenario.
—Nuestras tradiciones nos hacen más fuertes, Dominic. Puede que lo
veas como asqueroso e inmoral, pero te prometo que te hará más fuerte. —
Puso su mirada oscura en mí.
—Este eres tú diciéndome que te vas a follar a mi esposa.
—Sí.
—Y este soy yo diciéndote que no lo harás.
Nos miramos el uno al otro, los suaves gritos de las chicas encarceladas
a nuestro alrededor.
Padre chasqueó la lengua. —¿Estás seguro de eso?
—Sin una maldita duda. Ella ya es mi esposa. Ya le arranqué la
virginidad y la dejé ensangrentada sobre sus sábanas. No hay nada en lo
que necesite ayuda, padre. lo tengo cubierto. Definitivamente no necesito
que me enseñes cómo hacer que mi mujer se corra.
Su mirada se endureció, algo oscuro y feo brilló en sus ojos antes de
educar su rostro y golpear sus nudillos en la mesa.
—Entonces tal vez comencemos una nueva tradición —dijo.
—Tal vez lo haremos.
El asintió. —Que así sea.
Nos miramos el uno al otro antes de hablar de nuevo: —Sin embargo,
tengo curiosidad acerca de Nathan Walker, el padre de Bianca. He oído
rumores.
Padre levantó las cejas hacia mí. —¿Qué rumores has escuchado?
—Que trabajaba para ti.
Padre sonrió y bajó la mirada a su regazo antes de fijar su mirada en
mí. —Hizo algunos libros para nosotros. Me robó mucho dinero.
—¿Lo mataste? —Esperé, conteniendo la respiración.
Cuando se trataba de asesinatos, nunca me había mentido sobre
aquellos a los que mató. Sus nombres eran trofeos para él. Él nunca negaría
un trofeo.
—No —dijo, burlándose—. Desapareció antes de que yo pudiera,
llevándose mi dinero con él. Que te cases con su hija es como un regalo del
diablo, cayó directamente en mi regazo.
—¿Así que el querer follarte a mi esposa es una venganza?
Me dio una sonrisa maliciosa. —Es una cosa de De Santis.
Tragué saliva, asintiendo.
—Algún día tendrás un hijo, y él tomará una esposa. Continuarás con
nuestras tradiciones follándola hasta que suplique clemencia frente a él y
tus hombres. No importa si la ama o la odia. No importa el nombre que
tenga o la cantidad de mendicidad que haga. Lo que importa es que hagas
lo que tengas que hacer porque así somos nosotros. —Me examinó,
inclinándose—. No te crié para que fueras blando, Domenico. Eres un De
Santis. Nos follamos a quien queremos y lo hacemos sin culpa. Las dejamos
ir cuando necesitamos dejarlas ir. Nunca amamos. El amor es una
debilidad. Tu esposa es de carne y hueso. Un bonito y cálido agujero en el
que enterrarte cuando no estás ocupado follándote a otra persona. No lo
olvides.
—No la amo —dije en voz baja, odiando la mentira que salió de mi boca.
—Entonces no debería importarme que le abra las piernas. —Se puso
de pie y se alisó el traje.
Me levanté y crucé miradas con él. —Eso no cambia nada. Esa tradición
terminó con mi madre.
—Ya veremos —dijo con frialdad—. Por mucho que me gustaría
continuar con esta conversación, tengo algunas cosas que necesitan ser
atendidas.
—Como yo lo hice.
Su mirada me recorrió antes de asentir y caminar delante de mí por las
escaleras, su cuerpo aún rígido. Sabía que estaba enojado. Y sabía que
debería preocuparme por eso. Una parte de mí quería creer que él no haría
nada estúpido, pero la otra parte lo conocía. Él no solo retrocedería.
Simplemente le creceri6 una segunda cabeza y empezaría a destruir mierda.
—Te veré a las seis mañana por la noche —dijo, girándose hacia mí en
la puerta—. Comienza a considerar tu plan de negocios. Todavía tienes que
impresionarme con el actual. Odiaría pensar que crié a un cobarde. —Y con
esas dulces palabras, giró sobre sus talones y desapareció en el auto que lo
esperaba.
—Idiota —murmuré por lo bajo en el momento en que se fue.
Haley salió corriendo con un diminuto vestido rojo y me ofreció una
rápida sonrisa. Había guardias por todo este lugar, todos los hombres de mi
padre listos para hacer llover el infierno sobre cualquiera que se pasara de
la raya. Probablemente era por eso que Haley no se había liberado y salido
corriendo de allí. Le dispararían por la espalda antes de que llegara a la valla
de hierro forjado de dos metros y medio de altura.
—¿Necesita algo, Sr. De Santis? —preguntó nerviosa.
—Sí. —Me volví hacia ella—. Quiero que me informes si mi padre
regresa. Estaré arriba atendiendo algo. —Le entregué una tarjeta con mi
número de celular.
Ella se lamió los labios. —¿Debería anotar en el libro que recibiste
servicios de una de las chicas...
—No —le espeté.
Ella se estremeció como si la hubiera golpeado. Dejé escapar un
suspiro.
—No, eso no será necesario.
—Tu padre tampoco registra su tiempo —dijo suavemente.
Asentí. Por supuesto que no lo hacía. No estaba muy interesado en que
nadie pensara que yo, un hombre casado, estaba arriba follando el coño
encarcelado que teníamos en los terrenos, pero lo que sea.
—Envíame un mensaje de texto si él aparece o si alguien viene a
molestarme.
Ella asintió rápidamente y caminé hacia las escaleras, agradecida de
que ninguno de los guardias intentara detenerme. Miraron al frente cuando
pasé.
En el momento en que llegué a la habitación veintisiete en el tercer
piso, deslicé mi llave y abrí la puerta.
Natalia Vasiliev saltó del sofá de cuero, con los ojos muy abiertos,
cuando entré en la habitación.
—Se supone que no debo tener visitas —balbuceó—. No estoy en venta.
—Ya estás comprada y pagada, Vasiliev. Siéntate —dije, cerrando la
puerta detrás de mí.
Su esbelto cuerpo tembló, pero se mantuvo firme, su mirada endureció
cuando me acerqué a ella.
—Te juro que gritaré…
Saqué el arma escondida en mi chaqueta, que los imbéciles de mi padre
habían sido demasiado tontos para comprobar y apunté hacia ella. Dio un
paso atrás, con las manos en alto como si pudieran detener una bala.
—0Te dispararé antes de que el sonido salga de tu boca. Siéntate. —
Apunté al sofá con mi arma.
Se sentó, sus pantalones de chándal colgaban bajo sus caderas, su
camiseta sin mangas blanca torcida.
—¿Qué quieres? —Susurró—. Haré lo que sea. Simplemente no me
lastimes.
—Me alegra escuchar eso —dije, tomando asiento en el sofá—. Soy
Dominic De Santis.
Ella aspiró profundamente, sus ojos se abrieron como platos.
—Yo soy el que negoció por tu seguridad. Por supuesto, puedo revocar
eso en cualquier momento.
Se relajó visiblemente. —¿Qué quieres?
—Quiero saber lo que sabes sobre el asesinato de Stefan.
Tragó saliva y se frotó las palmas de las manos a lo largo de su sudor
antes de que las palabras fluyeran fácilmente de su boca. —No sé mucho.
Me enamoré de Stefan en la universidad. Como una cosa de Romeo y
Julieta, ¿sabes? —Parecía nostálgica mientras hacía el viaje por el camino
de la memoria.
Me gustó el hecho de que no necesitaba presionarla para obtener
información.
—Stefan era perfecto. Hermoso. Quería salir de esta vida tanto como
yo. Planeamos huir juntos, pero no lo logró.
—¿Sabes lo que pasó?
Ella negó con la cabeza, una lágrima se deslizó por su mejilla. —No.
Fue a reunirse con alguien. Dijo que nos iban a ayudar. Ni siquiera sé si eso
es cierto. Luego me envió un mensaje para decirme que Fallon lo dejó en la
53. Dijo que vendría su papá. Tenía miedo porque su padre haya
descubierto que estábamos juntos días antes, amenazó a Stefan. Le dije que
podría matarlo. Pelearon. Stefan me hizo ir al auto, así que lo hice.
—¿Escuchaste algo de la pelea?
Ella sacudió su cabeza. —Nada en realidad. Era solo él diciéndole a
Stefan que lo repudiaría si se escapaba conmigo. También amenazó con
matarme. —Sollozó y se limpió la nariz—. Fue entonces cuando Stefan me
dijo que fuera al auto y cerrara las puertas. Eso es todo lo que escuché.
Respiró hondo. —Stefan salió como diez minutos después muy molesto
y dijo que nos iríamos al día siguiente. Fui a despedirme de Fallon. No quería
revelar nada porque mi padre también habría matado a Stefan si supiera
que me iba. Fallon prometió que no diría nada. Fui a donde se suponía que
debía encontrarme con Stefan, pero él nunca volvió por mí. Pensé que tal
vez era porque su padre había ganado, y Stefan se había rendido y había
terminado conmigo. Esperé en mi departamento y luego recibí la noticia de
que S-Stefan fue asesinado. Fallon vino a decírmelo.
Lloró suavemente, su cuerpo temblando. —Alguien lo mató. Ojalá...
ojalá supiera quién. ¡Me lo quitaron! ¿Y para qué? ¿Por una estúpida
rivalidad? No es justo. No es justo.
Tragué. —Por lo que vale, lo siento.
Asintió miserablemente. —Gracias.
La estudié mientras lloraba por un momento. Luego se recompuso y
dejó escapar un suspiro lento y tembloroso.
—¿También voy a morir? Porque lo quiero. Sin Stefan…
—No vas a morir. Conocí a Stefan. Él querría que vivieras. Sé que lo
haría.
—Lo sé —dijo en voz baja, su cabello oscuro cayendo sobre sus
hombros—. Simplemente lo extraño mucho. He sido prisionera desde que
traté de salir de la ciudad.
—¿Como paso? ¿Cómo te secuestraron?
Ella se lamió los labios. —Estaba tratando de irme en medio de la
noche. Ya sabes, cuando la mayor parte del mundo está durmiendo. Pensé
que me escabulliría de la ciudad con el dinero que Stefan y yo habíamos
ahorrado. Ni siquiera logré salir de la ciudad antes de que me sacaran de la
carretera. Estos hombres con máscaras me pusieron una bolsa en la cabeza
y me noquearon. He estado bajo el control de Matteo desde entonces.
—Te equivocas. Eres de mi propiedad ahora —dije, haciendo un gesto
alrededor de la habitación—. Lo negocié como parte de un acuerdo con mi
padre. Tu seguridad para poder usarte como mejor me parezca.
Inmediatamente se tensó y se alejó de mí, con miedo en sus ojos. —
Stefan dijo que eras mejor que Matteo. D-Dijo que podía confiar en ti, V-
Vincent y L-Levin…
—Ya te habría follado si tuviera la intención de causarte daño —dije,
cortándola—. Y me refiero, en más de un sentido.
Sus manos temblaban mientras las retorcía en la pernera de sus
pantalones de chándal.
—Tu hermano. Fallon.
—No le hagas daño. Es un buen hombre. Mi hermano no es como los
demás. Está atascado como yo. Por favor. —Se levantó y se acercó a mí,
cayendo de rodillas frente a mí. Sus manos se posaron en mis muslos—.
Haré cualquier cosa para mantenerlo a salvo. Él es todo lo que me queda.
Extendí la mano y le levanté la barbilla. —No fui yo quien te lo propuso,
Natalia.
—Entonces, ¿qué quieres de mí? —susurró, con lágrimas en los ojos.
—Tu cooperación. Sabes que eres nuestro enemigo, ¿verdad?
Ella asintió miserablemente.
—Hice un trato con tu hermano para salvarte. Tengo la intención de
seguir adelante mientras él cumpla con su parte.
—Él no te defraudará. Conozco a mi hermano. Si dice que va a hacer
algo, lo hace.
Asentí. —Espero que eso sea cierto. Pero si me falla, te falla a ti. Así
que solo para que lo sepas, sin resentimientos.
—Lo sé.
Solté su rostro y la estudié. Era una chica bonita. No era una abejita,
pero nadie más lo era. Pude ver el parecido familiar entre ella y Fallon.
Mismo color de pelo. Los mismos pómulos altos.
—Si se te ocurre algo que no me dijiste, díselo a Haley. Me aseguraré
de que te consiga mejor ropa y comida aquí.
—¿Y jabón? —suplicó suavemente, con las mejillas sonrojadas por la
petición.
—No me había dado cuenta de que tenías necesidades. Me ocuparé de
que todo se solucione.
—Gracias, Dominic. En serio.
—No me des las gracias todavía —dije, poniéndome de pie y caminando
alrededor de ella—. Todavía soy tu dueño y no tengo planes inmediatos de
liberarte. Pero te cuidaré. Mejor que el trato que te dio mi padre.
Caminé hacia la puerta y me detuve antes de abrirla. —¿Te lastimó? —
Miré hacia atrás para verla temblar de nuevo.
—No es un buen hombre. Trató de sacarme información. Lo mismo hizo
el padre de Stefan. Creo que era peor, si tuviera que decirlo. Incluso después
de que me rompí y rogué por la muerte, seguí recibiendo los castigos. Meses
después.
Se paró y se levantó la camiseta sin mangas, girándose para que
pudiera ver las profundas cicatrices en su espalda. Una hoja de ruta de su
dolor. Algunas heridas todavía estaban sanando.
Apreté la mandíbula. —Me encargaré de que esas heridas sean tratadas
y de que tengas los suministros adecuados. Si sirve de algo, lo siento por
esta mierda. En un mundo diferente, estarías con Stefan y nadie los habría
lastimado a ninguno de ustedes.
—Lástima que vivamos en este mundo, ¿eh? —Me dio una sonrisa
triste.
—Lástima —respondí, saliendo de la habitación y encerrándola.
Pensé en la pesadilla que nos esperaba a Bianca y a mí mañana por la
noche en nuestra recepción porque sabía que habría una. Mi padre se
encargaría de ello. Mañana puede muy bien ser el día en que ponga una
bala entre los ojos de mi viejo.
—Que mal —murmuré.
Capítulo 37
Fallon
—Si hay una cosa que odio, es un maldito Rey —dijo Hail mientras se
sentaba en una silla en su habitación y esnifaba una línea de coca de la
mesa.
—¿Por qué estás inhalando coca, hombre? —Drake llamó—. Tengo más
azúcar. Pensé que querías probar esta mierda.
—Si quiero —gruñó Hail, ajustando su pene en sus pantalones y luego
frotándose la nariz pero perdiendo algo del polvo—. Pero después.
—Te lo estás perdiendo —dijo Tate mientras Drake sacudía la cabeza y
sacaba una bolsita pequeña.
Me senté hacia adelante, mirando mientras sacaba los artículos.
—¿Qué es eso? —Hice un gesto a la parafernalia en la mesa pequeña.
—¿Qué aspecto tiene? —Drake preguntó, sonriendo—. Son drogas.
Rodé los ojos hacia él. —No me digas. —Avancé y recogí una jeringa y
un pequeño vial, examinándolos—. ¿Inyecciones?
—Sí, el tipo de quien lo obtuve dijo que golpea más rápido y ofrece un
subidón más intenso. Dijo que la inyección tiene efectos alucinógenos.
Tendencia diferente o alguna mierda.
—¿Quieres tomar alucinógenos? —Volví a mirar a Hail, quien se
encogió de hombros.
—Quiero saber quién diablos es este tipo De Luca, pensando que puede
entrar en nuestro territorio y vender sus drogas. Necesito saber a qué nos
enfrentamos. Así que si tengo que ver hombrecitos verdes, lo haré —dijo
Hail, oliendo y limpiándose la nariz de nuevo.
El hijo de puta ya estaba sintiendo su coca.
—Creo que deberías esperar un poco antes de intentarlo —le dije—.
Creo que necesitamos saber cómo interactúa esta mierda con la mierda que
estás tomando.
Hail me despidió pero no discutió.
—Creo que el puto Valentino me rompió una costilla —dijo Drake,
haciendo una mueca mientras levantaba el brazo—. Esa mierda duele,
hombre.
—Estoy bastante seguro de que también me rompió una —dijo Tate,
chocando los cinco.
—Le diste un buen golpe a De Santis. —Drake me sonrió antes de volver
a hacer una mueca—. Pensé que podrías perder el control y dispararte en
la cara.
Asentí. Yo mismo me perdí por un minuto y saqué mis frustraciones
con él cuando sabía muy bien que no debería haberlo hecho.
Habían pasado días desde aquella noche en la habitación de Bianca
cuando Dominic me había hecho lamer su corrida y la de Vincent fuera de
su cuerpo y fuera de su coño. No me quejaba de haber comido fuera a mi
chica, pero no estaba muy contento de tener que limpiar después de los
pendejos. Me había hecho sentir como una pequeña perra de rodillas
pidiendo sobras.
Pero sabía que lo haría una y otra vez porque Bianca valía la pena para
mí. Haría cualquier cosa por ella. Quería demostrarle que era alguien en
quien podía confiar y amar. Quería que ella viera mi lealtad. Mierda, si De
Santis me dijera que me arrodillara y le chupara la polla, lo haría solo para
demostrar mi maldito punto. Los tipos no me atraían, pero ella sí. Quería
que supiera que nada me detendría cuando se tratara de ella.
—Estoy celoso. Quería darle un puñetazo en la cara —se quejó Tate,
colocando líneas de azúcar—. Pero quería agarrar más a Bianca. Y debería.
—Parecía enojado por no haberlo hecho, y esa mierda me cabreó.
—¿Qué habrías hecho? —bromeó Drake—. ¿Venirte en tu mano?
Porque todos sabemos que te correrías antes de que tu pene la tocara.
Duraste dos minutos cuando ella te chupó la polla esa vez.
—Fallon es mi MVP6 por eso. —Hail soltó una risa—. Se puso todo soy
más santo que tú, tratando de guardar su virtud. El hijo de puta ha
enterrado su polla en tantos coños que la de ella lo aterrorizó hasta la
castidad.
—Come mierda —murmuré—. No fue así. Me había follado a Maria
Vance ese mismo día. No estaba de humor.
Los chicos soltaron carcajadas en voz alta, lo que me irritó aún más.
No me había follado a Maria Vance. Nos habíamos besado en el vestuario,
pero no lo había llevado tan lejos como podía.

6 Siglas en inglés que traducidas serían: Jugador más valioso.


En cuanto a mi princesa, no era alguien que disfrutara que una mujer
fuera obligada a hacer algo por mí. Bianca me había cautivado desde el
principio y tenerla de rodillas para mí con todos mirando mientras lloraba
me había molestado. Así que aproveché la oportunidad para mostrarle
desde el principio que me preocupaba por ella.
Pero hombre, qué pesadilla había sido, desearla tanto y no poder
tenerla. Eso fue todo lo que había tomado. Había estado tambaleándome al
borde de la caída, pero en el momento en que sus suaves labios se
envolvieron alrededor de mi eje, me lancé. Su fuerza, su resistencia a la
mierda, la forma en que me miró... sí, no había vuelta atrás. Ella era todo
lo que quería.
Sonaba jodido, pero había sido más que una mamada. Quería
protegerla como un puto tesoro nacional a partir de ese momento.
Sin embargo, había fallado tanto.
—Lo que sea. Me he follado a Maria Vance antes. Lo último que alguien
querría es no tener sexo después porque su coño está tan masticado que es
como follar con una bolsa de aire —dijo Hail en medio de las risas de los
chicos.
Negué con la cabeza, ignorándolos.
—Escucha. Cuando Bianca estaba chupando tu polla esa noche,
¿tuviste la sensación de que se estaba divirtiendo? —preguntó Tate.
Drake resopló y Hail se echó a reír.
—No se estaba divirtiendo. No quería chuparnos la polla —dije,
asqueado de que él pensara siquiera en algo parecido a eso.
—La forma en que acarició mi pene definitivamente no me pareció así
—continuó Tate—. Pero oye, tienes suerte, Fallon. Hail ha dicho que cuando
la agarremos te la vas a poner a follar. Deberías estar orgulloso.
Gruñí. A la mierda eso. Nunca dejaría que sucediera esa mierda, pero
seguí el juego de todos modos porque lo último que necesitaba era joder esto
también.
—Sin embargo, en serio —presionó Tate—. Vas a hacerlo, ¿verdad?
¿Cuándo la raptemos?
Tragué, sabiendo que tenía que responder. —Sí.
Drake levantó una ceja hacia mí y asintió. La expresión de su rostro
me confundió. Si bien sabía que Tate estaba jodido, la reacción de Drake no
fue la que esperaba. Parecía que estaba tratando de ocultar su enojo por la
situación sin delatarse. O tal vez solo esperaba que así fuera.
—Al menos podemos mirar, ¿verdad? —preguntó Tate.
—Por supuesto. Por un lado, ver a Fallon finalmente ceder a sus
necesidades más básicas será algo que todos deberíamos presenciar.
Encerrarlo en una habitación y decirle que puede follársela no tendrá el
mismo efecto —dijo Hail, pasándose los dedos por el pelo rubio.
—¿Crees que se defenderá? —Tate se volvió hacia Hail como si fuera la
hora del cuento.
—Absolutamente. Es una pequeña gata infernal —dijo Hail.
—¿Podemos no hablar de mí forzando mi pene dentro de una chica? —
espeté, tratando de hacer que la mierda sonara como si no me importara.
Drake asintió. —Estoy de acuerdo. Esta mierda es premeditada, y estoy
ardiendo por eso, así que droguémonos y tengamos una buena noche.
—Drake tiene razón. —Hail se estiró y buscó en su bolsillo su teléfono—
. Vamos a traer algunas chicas aquí. Tate necesita salir antes de que decida
ir a buscar a Bianca y hacerle toda la mierda que tiene en la cabeza.
Tate le lanzó una sonrisa maliciosa, lo que me hizo querer golpear las
paredes. Permanecí tranquilo y calmado y observé mientras Drake sacaba
algunos porros.
—Azúcar en polvo. Cubos de azúcar. Pajitas de azúcar. Golpe de
azúcar. Pico de azúcar. —Drake asintió hacia el alijo frente a él—. Puedes
fumar, beber, comer, esnifar o inyectarte esta mierda. Me han dicho que
cada uno hace algo diferente. Quizás son los nombres equivocados. Solo sé
que el azúcar realmente te jode.
—¿Quién es el tipo que hizo esto? ¿Fue De Luca? —Cogí uno de los
porros y lo olí. Olía a helado de vainilla.
—No. Escuché que es uno de sus hombres. Hay cuatro de ellos. los
jinetes Llaman al tipo que lo creó Maestro. Sin embargo, debe ser un maldito
científico espacial para inventar esta mierda —dijo Drake.
—Escuché que es un adicto —agregó Tate.
—En recuperación —señaló Drake—. Al menos eso es lo que dijo una
de mis fuentes.
—Muerto, si le pongo las manos encima o cualquier cosa que le guste
—murmuró Hail desde su silla—. Tate, averigua si este Maestro o De Luca
tiene una chica o algo así. Me gustaría hacerle una visita.
Mis entrañas hervían. Nunca hay razón para involucrar a los seres
queridos de alguien, pero estos imbéciles siempre iban con eso.
—Probaré su coño primero. —Tate soltó una risa.
—Encuéntrame la información, y es tuya —estuvo de acuerdo Hail.
¿Qué carajo?
Tate parecía feliz con los gritos potenciales que podía obtener y procedió
a sacar su teléfono, hojeándolo. Si tuviera que adivinar, él ya estaba
buscando a estos jinetes y tratando de obtener información sobre ellos.
—¿Cuándo vamos a secuestrar a Bianca? —Pregunté, queriendo llegar
al corazón de la mierda.
Hail se encogió de hombros. —No lo sé. Pronto lo sabremos. Cuando el
momento sea adecuado. Estoy esperando algunas cosas. Pensé que
mientras tanto deberíamos remover un poco la olla.
Y eso fue todo lo que dijo, así que me senté en silencio, esperando más
tarde cuando estuviéramos drogados con azúcar, tal vez ahí hablaría.
Necesitaba información. Cualquier cosa. Estaba cansado de ser el tipo
que se sentaba al margen y miraba a los Reyes con mi chica. Yo también
quería jugar en el campo con ella.

Estaba jodido.
Mi cabeza daba vueltas, pero me sentía increíble, como un superhéroe.
—Stella chupa la polla lo suficientemente decente —gritó Hail a la
habitación.
Había invitado a gente de nuevo, y todo el mundo estaba perdido. Por
mucho que quisiera mantener el control de mi cabeza y mi cuerpo, sabía
que había terminado en el momento en que me fumé el porro de azúcar o
cualquier mierda que fuera.
—Inyéctame. Esta mierda es de elite —murmuró Drake, tambaleándose
hacia mí y sentándose—. Creo que hay jodidos arcoíris saliendo de las tetas
de esa chica.
Me reí y miré hacia donde estaba señalando a una animadora llamada
Dara.
—Tienes que verlo, hombre. Es intenso como el infierno.
—He tenido suficiente, hombre. Necesito parar. —Intenté alejarlo, pero
soltó una risa. Ya había bebido mi peso en alcohol y fumado lo suficiente
para que me durara una buena semana.
—En serio, Hail te obligará a hacerlo. Sabes que lo hará. Extiende el
brazo y acaba con esto.
Suspiré, sabiendo que tenía razón.
—¿Dicen que no puedes tener una sobredosis de esto? —Pregunté
mientras me subía la manga.
—Eso es lo que dicen en las calles. Se trata de la fiebre del azúcar.
—¿Y un accidente?
—Todo lo que sube, debe bajar —dijo mientras movía la nueva aguja,
haciendo que el líquido blanco se nivelara. Envolvió una banda alrededor
de mi brazo y buscó una vena antes de empujar la aguja.
Cerré los ojos, esperando los arcoíris o las cabras o lo que sea que se
suponía que debía ver.
—Todo listo. Diviértete —dijo Drake segundos después, dándome una
palmada en la espalda.
Mantuve los ojos cerrados mientras el calor subía lentamente por mi
cuerpo. Me sentí ligero. Libre. Se sumó a lo que ya estaba sintiendo,
haciéndome querer reír y probar mis nuevas alas.
Tenía alas, ¿verdad?
Sacudí el ridículo pensamiento de mi cabeza y abrí los ojos. Se me cortó
la respiración en el pecho cuando Bianca caminó hacia mí con su diminuta
falda de mezclilla, sus tetas tan altas que todo lo que podía pensar era en
enterrar mi cara en ellas y nunca salir.
—¿Qué estás haciendo aquí? —dije, estaba jodido del cerebro. Mi voz
no sonaba como la mía mientras parpadeaba rápidamente.
Ella tenía alas. Mi princesa era un ángel.
—Hail dijo que necesitabas ayuda. —Ella soltó una risa, sentándose en
mi regazo y pasando sus uñas por mi cabello.
Prácticamente ronroneé bajo su toque. —Te vas a meter en problemas
por estar aquí conmigo. Soy un Señor. Si se entera, los dos estamos jodidos,
cariño.
Ella soltó una risa de nuevo. —Él es el que me dijo que viniera.
—Mm, bien —murmuré, enterrando mi cara en su cuello y besando la
piel sensible.
Se acurrucó contra mí mientras yo agarraba su trasero.
—Será nuestro secreto, princesa.
—Sí. Nuestro secreto —dijo, su voz no sonaba como la de Bianca pero
lo que sea.
Estaba drogado. Tal vez mi audición estaba apagada. Tal vez estaba
nerviosa por estar en la guarida de los Señores. Y debería estarlo. Éramos
malditos animales.
—¿Quieres que te folle el coño? —Arrastré las palabras, el techo lleno
de estrellas y ovejas voladoras. ¿Desde cuándo las malditas ovejas tienen
alas? ¿Y eso era un gato con cuernos? Joder, esta mierda era fuerte.
—Eres tan sucio, Fallon. —Me mordisqueó el lóbulo de la oreja.
Otra ola de intenso calor me golpeó. Necesitaba quitarme la maldita
ropa.
—¿Me chupas la polla? He sido bueno. He estado haciendo todo lo que
me dicen —dije, parpadeando lentamente hacia ella.
Ahora tenía una corona. Bueno, debería. Es una reina. ¿Por qué estaba
hecha de tortugas? Eso es jodidamente raro.
—Pensé que nunca lo preguntarías. Siempre me has gustado —dijo
entre jadeos mientras se movía en mi regazo, empujando sus tetas en mi
cara.
Extendí la mano y las acuné, ansioso por darles un chupetón. Dejó
escapar un grito ahogado cuando rasgué su camisa, enviando los botones
volando por la habitación. Hail dejó escapar un grito y algunas cabras se
rieron, pero yo estaba demasiado ido con mi princesa, no, mi reina, para
detenerme ahora.
Empujé su sostén hacia abajo, liberando sus tetas, y envolví mis labios
alrededor de un capullo, chupando la carne en mi boca. Ella gimió, sus
dedos en mi cabello mientras los mordisqueaba y chupaba. La acerqué más
y ella apretó su coño contra mi dolorida polla.
Saqué mis labios de una teta y me moví hacia la otra, chupando más
fuerte esta vez. Quería marcarla, para que Dominic recordara que yo
también era parte de su pequeño clan.
Gritó cuando la mordí, su cuerpo se agitó contra el mío mientras gemía
como una prostituta en la iglesia.
—Me voy a correr —jadeó cuando apreté su trasero y la mecí a lo largo
de mi pene cubierto de jean.
Hubo vítores en algún lugar de fondo, pero mantuve mi ritmo,
desesperado por marcarla.
No pasó mucho tiempo. Se corrió con el gemido más dulce, su cuerpo
se quedó fláccido mientras yo continuaba empujando contra ella. Cerré los
ojos, desesperado por tener mi propio final, pero no lo haría hasta que
estuviera enterrado en su calor.
Empujé su falda hacia arriba y pasé mis dedos a lo largo de su húmedo
coño.
—Fallon. —Alguien tocó mi hombro—. Fallon.
—¿Mm? —Murmuré mientras los dedos de Bianca tiraban del botón de
mis jeans.
—Despierta antes de que lo arruines todo —me susurró una voz.
—¿Quieres hacer un trío con Fallon? —Hail gritó—. Stella, me siento
insultado. Tienes un coño perfectamente bueno que puedes compartir
conmigo si quieres.
Stella soltó una risa. —Estás bien. —Su voz era tensa.
Algo andaba mal.
Abrí mis párpados para ver que Bianca se había ido, y la chica en mi
regazo era alguien a quien ni siquiera reconocí. Parecía una chica de mi
clase de economía, pero joder si lo sabía.
El horror se apoderó de mí cuando me di cuenta de lo que había hecho.
La empujé de mi regazo y ella cayó al suelo con un grito, sus labios se
torcieron en una mueca de vergüenza mientras sus tetas rebotaban. Ahí
estaban esos arcoíris.
Stella abrió mucho los ojos mientras Hail me miraba como si hubiera
perdido la cabeza. Y así me sentía. Había perdido la cabeza.
Mierda.
Me tambaleé sobre mis pies, mi cabeza dando vueltas. Los colores
brillaron a mi alrededor. Las cabras seguían cantando, y las tortugas
corrían por la pared. Y los malditos bichos... ¿Cuándo tuvo Hail tal
infestación?
—T-tengo que salir de aquí —grité, agarrando mi cabello—. La cague.
Mierda. ¡Joder!
—Hombre, tranquilo. Es solo un coño. No te estamos juzgando por
hacerlo delante de todos —dijo Hail riendo.
Lo empujé a un lado y me tambaleé hacia la puerta, listo para vomitar.
—Aquí, gatito, gatito, gatito —dije, abriendo la puerta y cayendo al
pasillo. Me estrellé contra la pared opuesta cuando Drake me llamó para
ver si estaba bien.
—¡Los gatos! ¡Los malditos gatos pueden conducir! Me estoy volviendo
loco. ¡La cague! —Corrí hacia el cacareo confuso de las cabras y un leopardo
de aspecto sospechoso.
Dios, odiaba a los gatos.
Capítulo 38
Levin
—¿Cuál es el plan? —Pregunté, acomodándome en mi cama mientras Dom
se instalaba en la silla de mi computadora.
Vincent se apoyó contra mis almohadas y cruzó las manos sobre su
cabeza.
—No lo sé. Puede que tenga que matarlo —dijo Dom en voz baja.
Llevaba sus gafas de montura negra esta noche. Debió estar leyendo antes
de venir y se olvidó de quitárselas.
Miré a Vincent, que tenía una mirada de preocupación en su rostro.
Matar al padre de Dom sería una gran batalla. Sus hombres probablemente
nos matarían a todos antes de que saliéramos de allí. Y bicho se quedaría
atrapada en el fuego cruzado independientemente de nuestro deseo de
protegerla de su jodido viejo.
—Moriremos —dije, tronándome los nudillos—. Te das cuenta de eso,
¿verdad?
—Lo sé. —Dominic apuró su vaso de whisky. Él y Vincent habían
llegado hace unos minutos con la noticia de un posible problema con
Matteo.
Ese problema era grande y jodido, me hizo ver rojo.
—Si morimos, ¿quién salva a B? —preguntó Vincent, sentándose.
—Podríamos lograrlo —dijo Dominic, sin sonar muy convincente.
Resoplé ante su respuesta.
—Podríamos no es una palabra lo suficientemente fuerte para mí,
amigo. Inténtalo otra vez. Si hacemos esto, estamos muertos, ya sea que
suceda en ese momento o días después, especialmente si sobrevive al
intento. ¿Cuántas veces le han disparado y luego regresa? —Me froté los
ojos.
Cinco.
Esa era la respuesta, le habían disparado cinco veces y había
sobrevivido a todas. Juraría que volvía cada vez más jodido de la cabeza
también.
Dominic encendió un porro e inhaló profundamente, recostándose en
la silla con la cabeza apoyada en el respaldo. Miró hacia el techo,
permaneciendo en silencio por un segundo antes de hablar.
—Su vestido es hermoso —dijo en voz baja—. No quiero que se ensucie
con sus manos o con un maldito recuerdo feo. No quiero que la lastimen.
Tragué saliva, mi garganta apretada. Yo tampoco quería que sufriera.
Pero mierda, estábamos atrapados entre una pared y Matteo De Santis. Sin
mencionar a mi padre, que era un infierno con un arma. ¿Agregar al viejo
de Vincent? Definitivamente estamos jodidos, aunque sabía que el padre de
Vincent era un tipo decente. Probablemente dispararía a nuestro alrededor
mientras piensa que estábamos en lo correcto.
—Esto es lo que haremos. Uno de nosotros creará una distracción.
Activará la alarma contra incendios o encenderá algo en llamas. Todos
tendrán que irse. Tomamos a nuestra reina y huimos —dijo Vincent.
—Si mi padre decide crear una nueva tradición, o adherirse a la
antigua, nos querrá a los tres allí. No podemos crear una distracción si todos
estamos viendo a mi esposa siendo follada por ese idiota.
Cerré mis manos en puños ante la mención de Matteo De Santis
poniendo sus manos sobre Bianca. Ella estaba durmiendo pacíficamente en
la habitación de Dom en este momento. Me cabreaba pensar que sería la
última noche de buen sueño que tendría si Matteo le pusiera las manos
encima. La bilis quemó mi garganta al pensar en ella gritando por ayuda
mientras él empujaba dentro de ella.
—Vasiliev —dijo Vincent de repente, chasqueando los dedos—. Él es la
distracción.
Dom levantó la cabeza del respaldo de la silla y miró a Vincent.
—Quiere probarse a sí mismo. Que esta sea la forma en que lo
demuestre. Que él sea la distracción. —Vincent miró entre Dom y yo, con
los ojos muy abiertos.
Asentí. —Es una buena idea. Incluso podría hacer que lo maten y lo
quiten de nuestro camino.
—No digas esa mierda. —Vincent suspiró—. B estaría devastada si
muriera. Puede que esté enfadada con él, pero la noche en que se la comió
con nosotros…
—¿Qué? —Gruñí, poniéndome de pie de un salto, mi cuerpo vibrando
de rabia. No era lo suficientemente estúpido como para creer que nada había
pasado con ellos tres mientras yo estaba afuera en el frío con el coño seco...
Tal vez fui estúpido. Estaba delirando, pensando que Dom no hablaba en
serio acerca de que La palabra con F se convirtiera en parte de nuestro
equipo.
—No es gran cosa —dijo Vincent con una voz que sugería que estaba
siendo un poco demasiado impulsivo—. La follamos frente a él, y luego Dom
lo obligó a limpiar nuestro desorden. Y lo hizo. B se corrió por todo el maldito
lugar. Quiero decir, me gustaría pensar que puedo comer coño como un
campeón, pero Fallon realmente tenía su espalda arqueada contra el
colchón...
Golpeé mi puño a través de mi pared.
—¿Por qué estás enojado? —Vincent exigió, dándome una mirada
amarga mientras apoyaba mis antebrazos contra la pared, mi cabeza hacia
abajo mientras trataba de tomar respiraciones lentas y uniformes para
controlar la rabia que burbujeaba dentro de mí—. Va a ser uno de nosotros.
B lo ama…
—Deja de hablar, Vin —gritó Dominic, finalmente hablando.
Vincent se quedó en silencio, y los únicos ruidos que quedaron fueron
el tictac del reloj y mi respiración.
Cuando finalmente me calmé lo suficiente, volví a la cama y me senté
en el borde de nuevo. ¿Por qué estaba molesto? Sabía que este era el plan.
Dejar que F se suba a bordo. Demonios, incluso había pensado que era una
buena idea. Quiero decir, esperaba que lo mataran en el proceso, pero al
menos había estado a bordo para el maldito esfuerzo.
—Vincent tiene razón. Bianca lo ama. Por mucho que lo odie, ella lo
hace. También nos ama. Si Vasiliev puede ser útil, lo usaremos —continuó
Dom.
—Te has vuelto suave —murmuré, tragando.
—No es ser blando —dijo Vincent cuando Dom no respondió—. Se trata
de darle a la mujer que amamos lo que quiere. Deberías saber eso, Levin.
Estuviste allí la noche que le dimos lo que quería. ¿Recuerdas? Somos sus
dueños. Pero ella también nos posee. Para que esto funcione, necesitamos
ser capaces de dar un poco más de lo que recibimos. Vasiliev no es tan malo.
Puedo aprender a querer al chico. Demonios, puede que ya me agrade. Solo
tienes que sacar la cabeza del culo y unirte a nosotros. Entonces verías lo
feliz que está ahora.
—Está feliz porque me he ido —murmuré.
—Detente con tu fiesta de lástima —espetó Dom—. Estoy cansado de
eso. Vete a follar a Celeste si eso es lo que quieres. Me importa una mierda.
Pero si terminaste con Bianca, termina con esto de una vez.
—Estoy follando a Celeste, así que… —gesticulé con enojo entre
nosotros—… conseguimos el trato de armas de su viejo.
—A la mierda el trato. No me importan las armas. Encontraré otra forma
si el plan se cae a pedazos. Si quieres volver con ella, entonces jodidamente
vuelve —dijo Dom, mirándome fijamente—. Si no, entonces déjalo ya.
Tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos ahora mismo que
tus jodidas emociones. Cómprate un osito de peluche si necesitas un
abrazo, pero cállate ya.
Apreté los dientes y no respondí. Tal vez tenía razón. Pero, ¿y si vuelvo
a poner mis sentimientos ahí afuera y me vuelve a decir que me vaya a la
mierda? ¿Luego qué? ¿Me voy a la mierda para siempre entonces? ¿Es eso?
Aparté los pensamientos. A la mierda. Iba a terminar el trato de las
armas, mantener contenta a Celeste y asegurarme de que tuviéramos un
plan para mañana por la noche. Más allá de eso, lo improvisaría. Solo, si
tenía que hacerlo.
Estaba a punto de decir todo eso cuando escuché un fuerte golpe en
mi puerta. Miré rápidamente a Dom y Vincent, quienes fruncieron el ceño.
Nadie me visitaba excepto ellos. Jamás. Tenía mis dudas de que Bianca
vendría.
Poniéndome de pie, fui a la puerta y la abrí para encontrar a Vasiliev
parado allí luciendo como si los pájaros hubieran estado jodiendo su
cabello. Estaba de pie, sus pantalones estaban desabrochados y colgando,
y le faltaba la camisa.
—¿Qué carajo? —dije.
—S-Seeley. Yo… la cague, hombre. En serio que sí. —Agarró su cabello
y dejó escapar un gruñido como un animal salvaje—. ¿Puedes dejarme
entrar antes de que el jodido leopardo me atrape? Me siguió todo el camino
hasta aquí. —Sacudió su pulgar por el pasillo, y miré hacia afuera,
confundido pero sabiendo que no podía dejar que el loco se destacara en el
pasillo hablando conmigo.
Me hice a un lado y él entró a trompicones en la habitación, sin
molestarse en mirar a su alrededor. Cerré la puerta y crucé los brazos sobre
mi pecho mientras lo examinaba.
—La cague, hombre. De Santis me va a matar. Bianca... Oh, Dios.
Bianca. —Tiró más de su cabello.
—¿Qué pasa con Bianca? —Dom llamó con voz penetrante,
levantándose y moviéndose para bloquear la puerta conmigo.
Vincent rápidamente se unió a nosotros mientras mirábamos a
Vasiliev.
—Oh, oh, eso es joooder… ¿sabes qué, jodido cerebro de mierda
alemán, de gran tamaño? Podrías haberme dicho que el Rey de Reyes se
escondía en las sombras. Pero no. Es como si estuvieras tratando de hacer
que me asesinen.
—¿Qué? —Pregunté, todavía confundido—. ¿Por qué está aquí tu culo
loco y semidesnudo, maldito ruso?
Vasiliev abrió mucho los ojos hacia mí. —Qué lindo. Es realmente
agradable. Eres amigo del puto leopardo del pasillo, ¿no? —Se movió hacia
adelante y me golpeó en el pecho. —Joder, lo sabía. No estás en el equipo
B. Estás en el equipo A. Idiota. —Me volvió a empujar.
—Se ha vuelto loco —dijo Vincent—. ¿En te fumaste, hombre?
—La jo-jodida fiebre del azúcar. ¡Joder, estos pantalones están hechos
de proteína!
Nos quedamos impactados cuando se quitó los pantalones y los arrojó
al otro lado de la habitación, dejando solo sus bóxers.
—¿Se comió una caja o alguna mierda? —Negué con la cabeza hacia su
trasero desquiciado—. ¿Es diabético o tienes un subidón de azúcar?
Vincent rápidamente dio un paso adelante y llevó a Vasiliev a mi cama
y lo sentó.
—No pongas a esa mierda en mi cama…
Dom me dio un golpecito en el brazo para callarme. Suspiré con
frustración y me dejé caer en la silla de mi computadora, haciendo una nota
mental para lavar el hongo de mi cama mañana, mientras Dom se movía
hacia Vasiliev y lo miraba fijamente.
—¿Qué pasa con mi esposa?
—¿Qué? Joder, ¿lo invitaste? —Vasiliev gimió y cerró los ojos.
Vincent levantó una ceja hacia Dom. —Está realmente jodido.
Dom gruñó y abofeteó a Vasiliev en la cara. —Despierta y responde a
mi pregunta.
—No puedo —gimió—. Maldita piraña.
—Será mejor —le dije, inclinándome hacia adelante.
—Pensé que podrías identificarlo, cara de mierda, porque has estado
rompiendo meadas con Celeste durante demasiado tiempo.
Dom se frotó los ojos mientras Vincent me sonreía.
¿Rompiendo meadas? ¿Qué carajo?
—Iré a ver cómo está B —dijo Vincent, retrocediendo. No esperó una
respuesta. Abrió la puerta y se fue.
—Dominic. Hombre. Tienes que saber. Pensé que era ella. —Vasiliev se
sentó rápidamente, sus ojos salvajes—. Nunca tocaría a otra mujer. Prefiero
cortarme la polla. Y alimentar al leopardo con ella. He terminado con esta
mierda.
—Saca a La palabra con F de mi cama —gruñí—. Nadie corta pollas en
mis sábanas.
—No merezco mi polla. Fallé. Malditas cabras, hombre. Seguían
riéndose de mí. Uf, sus tetas. Sabes lo grandes que son las tetas de la
princesa, ¿verdad? —Vasiliev extendió la mano y agarró las manos de Dom
mientras continuaba balbuceando—. Lo sabes, ¿verdad? Por supuesto que
lo sabes. Puedes tocarlas todas las noches. Los malditos arcoíris eran tan
hermosos, hombre. Como... como... hermosos arcoíris, ¿sabes?
—Lo se. Ahora dime qué droga estás tomando para que pueda tratar
de ayudarte a bajar —dijo Dom.
Vasiliev negó con la cabeza, sus labios fruncidos en una cara de pato.
—No. No. No puedo hacer eso, Rey estúpido, porque si te dijera eso el jodido
leopardo me atraparía. Él está con ustedes, ¿no?
Me pasé la mano por la cara, me levanté y serví un trago. Esto era
demasiado. Llené dos vasos mientras Vasiliev continuaba divagando sobre
cosas que no estaban aquí. Incluso gritó sobre los duendes en mi armario y
me preguntó por qué tenía tal plaga de insectos.
—B está bien. Está durmiendo —dijo Vincent, volviendo unos minutos
más tarde—. ¿Averiguaron cuál es su problema?
—Está loco de remate —dije, bebiendo mi tercer trago—.
Probablemente mala coca o heroína. Está en un mal viaje. Si muere en mi
habitación, me voy a enojar.
—La gente podría pensar que ustedes dos estaban follando —gritó
Vincent con una sonrisa.
Lo ignoré.
—Te follaré —dijo Vasiliev malhumorado—. No quiero. Pero lo haré.
Puedo cerrar los ojos y fingir. Lo haré totalmente. —Empezó a empujar su
bóxer hacia abajo, pero Dom arrojó mi manta sobre su cuerpo.
—Mantén tu polla cubierta —dijo Dom, sacudiendo la cabeza.
—Será mejor que su polla no esté fuera y tocando mis sábanas —
espeté—. Tira su trasero al pasillo y acaba con esto. Que los Señores se
ocupen de él por la mañana. O el conserje.
Un golpe rápido sonó en mi puerta de nuevo, y dejé escapar un gruñido
cuando me acerqué, en realidad esperando que Ivanov estuviera aquí para
recoger su basura. En cambio, Stella se quedó en el pasillo.
—¿Qué diablos quieres? ¿Vienes a buscar al puto leopardo? —Me
quejé, abriendo la puerta y dejándola entrar.
Me empujó y fue a pararse al lado de Dom.
—Tomó demasiado azúcar. El nuevo fármaco en el mercado. Creo que
Drake le dio una sobredosis. Uno de los discípulos dijo que no puede morir
por eso, pero que estará muy mal por un tiempo. —Stella arrugó la nariz
mientras lo miraba fijamente—. ¿Fallon? ¿Estás bien?
—Oh, gracias a Dios, estás aquí. Puedes ayudarme con estos chicos.
Quítame el bóxer. Quieren que folle…
—… cállate —terminó Dom por él—. Antes de que te tire por la ventana.
—Lamento haberte golpeado —murmuró Fallon—. Durante la pelea.
Me dejé ir allí por un minuto. Estaba muy molesto contigo por mantener a
mi princesa alejada de mí. Eres como Bowser 7, acaparando a la princesa.
¡Qué cabrón!
—¿Cuánto tiempo se supone que durará esto? —pregunté.
Stella se encogió de hombros. —No estoy segura. Trent dijo que escuchó
que podrían pasar varias horas hasta que le baje. Por eso se llama subidón
de azúcar. Y luego el accidente.
—¿Sabe Ivanov que te has ido? —preguntó Dom.
Ella asintió. —Me dijo que fuera a buscarlo.
—Ahora llévalo de vuelta a su habitación. —Miré al cabrón apenas
consciente en mi cama.
—Absolutamente no —resopló Stella—. No puedo tratar con él tal como
está. O llevarlo.
—Entonces déjalo en el pasillo pero sácalo de mi cama —espeté.
Dom levantó una mano para silenciarnos. —Solo dime qué pasó y por
qué está molesto por Bianca.
Stella dejó escapar un suspiro cuando Vasiliev dejó escapar un gemido
lastimero ante el nombre de Bianca.
—Drake le inyectó el subidón. Fallon ya había fumado un poco, así que
ya estaba hecho un lío. Después de que Drake le dio más, Fallon se volvió
tonto. Pensó que Bianca se estaba besando con él. Claramente no era ella.
Era una zorra llamada Abby. Ella tiene cabello rubio y grandes pechos, así

7 Bowser es un personaje de los videojuegos de Nintendo y principal antagonista en la

serie de juegos de Super Mario. Es el archienemigo de Mario. Se trata del rey y el más poderoso
de los Koopas.
que supongo que puedo ver cómo se confundió ya que estaba tan ido. De
todos modos, montó este gran espectáculo con ella en medio de la
habitación. Como si le hiciera llegar al orgasmo, y estoy bastante segura de
que iban a follar si no los hubiera interrumpido.
—Aguafiestas —murmuré.
Ella me sacó la lengua antes de continuar: —Normalmente, no me
habría molestado en detenerlo, pero estaba hablando de ti, sin decir tu
nombre, por supuesto, pero decía cosas realmente extrañas y aleatorias,
llamándola princesa y esas cosas. Sabía lo que estaba diciendo.
Afortunadamente, no creo que nadie más lo haya hecho. Sin embargo, era
solo cuestión de tiempo antes de que él dijera tu nombre o el de ella. Así que
intervine.
Dom asintió con fuerza. —Ya veo.
—Escucha, Rey de mierda. Lo siento, ¿de acuerdo? Tenía estas
malditas tortugas por todos lados, hombre, y extraño a mi chica. Las
tortugas tenían dientes. Como, grandes. Entonces ella estaba allí, ¿sabes?
Solo la quería. Así que la hice correrse frente a todos, pero no era mi chica.
Era solo un gato de mi clase o algo así. Dios, estoy jodido. ¿Puedes decirle
a los cuernos que dejen de tocar el piano?
Dom parpadeó varias veces mientras Vincent me miraba boquiabierto
con incredulidad.
—Bien. Gracias por la información —dijo finalmente Dom—. Yo, eh,
supongo que se quedará aquí esta noche.
—¡A la mierda que lo hará! —Me puse de pie.
—Fácil. Vincent puede quedarse para ayudarte. Estará bien. Solo
obsérvalo. Asegúrate de que no muera o algo así. —Dom asintió hacia
Stella—. Eres un héroe esta noche.
—¿Cuál es mi recompensa? —bromeó, mordiéndose el labio y
levantando las cejas hacia él.
—¿Qué quieres? —preguntó.
—Una cita contigo —dijo tímidamente, batiendo sus pestañas.
—¿Qué tal si me haces un favor? —Dom respondió.
Ella alzó las cejas, claramente intrigada. —¿Un favor? ¿Qué tipo de
favor?
—Todo lo que quiero, cuando lo quiero. —Él le guiñó un ojo—. Será un
buen favor para mí y una recompensa para ti. Algo que ambos podamos
disfrutar.
Sus ojos se iluminaron y asintió. —De acuerdo.
Miré a Vincent. Él sonrió.
Lo que sea. Dom podía hacer cualquier trato turbio que tuviera que
hacer con Stella. Tenía mis propios problemas de los que preocuparme, y
empezaban con el gilipollas en mi cama.
Capítulo 39
Vincent
—¡Jodeeer! —gimió Fallon desde el suelo.
Abrí mis párpados. Se frotaba la cara, los párpados apretados con
fuerza. Dejó escapar un grito ahogado cuando Levin le arrojó una almohada
a la cara con toda su fuerza.
—Cierra la puta boca, Vasiliev. Tuve que escuchar tu culo gimiendo
toda la noche —espetó Levin desde debajo de su manta. Había cambiado
sus sábanas y ropa de cama antes de acostarse anoche, para mi diversión.
Fallon le devolvió la almohada, lo que provocó que Levin gruñera
cuando rebotó en su cabeza.
—¿Por qué diablos estoy aquí? ¿Y dónde diablos es aquí? —Fallon se
quejó, sentándose, su cabello sobresaliendo en diferentes direcciones.
—Habitación de Levin —dije desde mi lugar en la silla—. Estás aquí
porque tenías las pelotas llenas de azúcar y estabas drogado. Llamaste a la
puerta de Levin e interrumpiste nuestra reunión hablando de un leopardo
persiguiéndote o algo así.
—Maldición. —Fallon empujó la delgada manta y la volvió a colocar
rápidamente cuando se dio cuenta de que estaba desnudo.
—Te quitaste el bóxer y te negaste a ponértelos —agregué,
sonriéndole—. Fue entonces cuando Levin te tiró de la cama y por eso estás
durmiendo en el suelo.
—Suerte que no te arranqué la polla y te ahogué con ella —se quejó
Levin debajo de su manta.
Fallon tragó saliva visiblemente. —Me siento... mal.
Me incliné hacia delante y pasé los dedos por mi cabello oscuro. —
Cómo… ¿por casi follarte a una chica frente a los Señores y sus discípulos?
¿O qué tal vez, tener sus tetas en tu boca y hacerla correrse con… como,
veinte personas mirándote hacerlo?
Fallon palideció visiblemente y se congeló antes de lograr un sonido
ahogado de su boca.
—Buen trabajo, idiota —dijo Levin, sentándose y mirándolo—.
Engañaste a Bianca.
—N-no lo hice —respondió Fallon, con los ojos muy abiertos y llenos de
miedo—. Estaba drogado. Yo nunca le haría eso. Mierda.
Se puso de pie en un instante, girando en círculos con su pene afuera
mientras trataba de encontrar su bóxer. Señalé el suelo junto a mis pies. Se
apresuró, haciendo un débil intento de cubrir su pene con la mano.
Un golpe sonó en la puerta antes de que se abriera y Dom entrara en
la habitación. Sus ojos verdes pasaron rápidamente de un Fallon con el
trasero desnudo, a un Levin de aspecto agrio, a mi sonrisa.
—Parece que todos ustedes la pasaron bien —gritó Dom.
Fallon se puso el bóxer rápidamente y se giró para mirar a Dom.
—Hombre, anoche la cague. Nunca haría esa mierda sobrio…
Dom levantó la mano y sacudió rápidamente la cabeza. Un segundo
después, la puerta se abrió de nuevo y Bianca entró. Sus ojos azules
captaron rápidamente la escena, su rostro inexpresivo.
—Bianca. Princesa —dijo Fallon densamente, dando un paso hacia ella.
Dom se movió frente a ella y le dio a Fallon una mirada que decía que
lo mataría si intentaba acercarse.
—Ponte tu maldita ropa. Tenemos que hablar —dijo Dom.
Fallon lanzó una mirada triste a Bianca, que estaba de pie con la cabeza
gacha, antes de asentir y retroceder, agarrando su ropa a medida que
avanzaba. En unos momentos, estaba vestido de cintura para abajo y
sentado en el borde de la cama de Levin.
Levin se burló y se levantó sin nada más que los pantalones negros de
su pijama. Los ojos de Bianca inmediatamente se concentraron en él
mientras se dirigía a su tocador y sacaba una camiseta blanca. Sus ojos no
se apartaron de él. Observé con curiosidad cómo Levin se detuvo y captó su
mirada. Dudó por un momento antes de arrastrar la camisa sobre su
cabeza, cubriendo su torso tatuado.
Las mejillas de Bianca enrojecieron.
Todos lo habíamos visto. Le ofrecí una sonrisa amable. Ella vino a mí
inmediatamente, y abrí mis brazos mientras gateaba sobre mi regazo como
un dulce gatito y se acurrucaba contra mí.
—¿Cómo está mi chica favorita? —Murmuré, besando su mejilla.
—Cansada —respondió suavemente, sus dedos entrelazados con los
míos—. Dominic no me dejaba dormir hasta tarde.
—¿Te ha estado follando? —Pregunté. Sabía que todos los ojos estaban
puestos en nosotros, pero tenía mis dudas de que pudieran escuchar lo que
decíamos.
—No —respondió ella.
—Que mal. —Besé la punta de su nariz—. Parece que necesitas
correrte. Puedo ayudar con eso.
Dejó escapar una risa suave y me besó.
—Suficiente —gruñó Dom, su voz llena de celos—. Tenemos cosas que
debemos hacer esta mañana.
—Sí, B —le dije, guiñándole un ojo mientras ella sacudía la cabeza
hacia mí, con una pequeña sonrisa en los labios.
A Dom le gustaba dirigir quién, qué, cuándo y dónde. Lo tengo. Me
pondré en línea.
Levin se alejó de nosotros, con un músculo a lo largo de su mandíbula
mientras se apoyaba en la pequeña encimera de su cocina.
—Bianca recibió una llamada telefónica esta mañana de D’Angelou —
dijo Dom.
Toda alegría me abandonó ante esas palabras.
—¿Qué quería ese idiota?
—Ver cómo estaban las cosas —murmuró Bianca—. Dijo que mi mamá
quería hablar conmigo ya que nunca llamo a casa. Creo que la instó porque
de todo lo que quería hablar era de Hail y cómo nos iba y los planes de boda.
No le dije nada a mamá.
—Y eso tiene que cambiar. Espero que después de los eventos de esta
noche, todo el maldito país sepa que Bianca está casada conmigo —dijo
Dom, mirándonos a cada uno de nosotros—. Todo va a ir de mal en peor en
unas pocas horas. Necesitamos estar listos. Ya nos enfrentamos a la
tradición con mi padre esta noche. Una vez que los Ivanov y D’Angelou se
enteren de lo que pasó, todos estamos metidos en una gran mierda.
Queríamos una guerra. Creo que estamos a punto de tener una por el que
valga la pena pelear.
—¿Qué tradición? —Fallon preguntó, frunciendo el ceño—. ¿Por qué
eso suena mal?
—Porque lo es —dije, dándole a B un apretón—. La familia de Dom
tiene una tradición. Cada vez que un heredero se casa, el cabeza de familia
se folla a la novia antes que el novio.
—¿Qué? —Fallon chilló, saltando, sus manos apretadas en puños
mientras su pecho subía y bajaba—. ¿Qué diablos? No me digas que dejarás
que eso suceda. Lo juro por el maldito Dios, si alguien la toca, lo mataré…
—Esa es la actitud que necesitamos —habló Levin.
Dom asintió. —Necesitamos una distracción esta noche. Cuando la
mierda suceda con mi padre, lo cual ocurrirá, tenemos que poder salir de
allí. Ahí es donde entras tú.
—¿Que necesitas que haga? —Fallon no dudó.
Le di a B otro apretón, agradecido de que no nos estuviera
abandonando y realmente parecía decidido a mantener a B en su vida. Por
mucho que me desagradaran los Señores, quería que Fallon tuviera éxito.
No porque amara al chico, sino porque B lo amaba, y yo quería su felicidad.
Si eso significaba que La palabra con F se convertiría en Rey, que así sea.
—Lo que sea necesario —dijo Dom—. Necesito que estés esperando,
listo para hacer lo que tengas que hacer para interrumpir la fiesta. Prende
fuego a algo. Rompe autos. Vuela la puta casa. No me importa. Que no te
atrapen y que no te maten.
—O que te maten —murmuró Levin.
—Cállate, Levin —espetó B, inclinándose hacia adelante—. Siempre
tienes una actitud de mierda. Todo está jodido ahora mismo. No
necesitamos que le agregues nada.
—¿Le estoy agregando algo? —Levin se irritó de inmediato.
Aquí vamos.
—No estoy agregando a la mierda. Tienes a un Señor aquí escuchando
nuestra mierda. Averiguando cuándo seremos vulnerables. Sin embargo, el
hecho de que no estés ni un poco preocupada no me sorprende porque ¿por
qué lo estarías? Todos nos estamos rompiendo el trasero aquí para
mantenerte a salvo mientras te sientas y nos haces sentir que
necesitáramos besarte el trasero. Como si no fuéramos lo suficientemente
buenos para ti. —La miró mientras la habitación se quedaba en silencio.
—Mis pensamientos sobre si eres lo suficientemente bueno para mí
realmente no importan, ¿o sí? Tienes a Celeste. Así que tal vez no
necesitemos que nos ayudes. ¡Tal vez deberías ir a follarte a tu nueva novia
ya que estamos, yo, tomando mucho de tu precioso tiempo!
—B… —comencé.
—¿Estás diciendo que no me quieres en tu maldita recepción de bodas?
¿No quieres mi ayuda esta noche? —Levin gruñó, sus ojos brillando con
furia.
—Estás oficialmente sin invitación —espetó B—. No quiero tu ayuda.
No necesito tu ayuda. Demostraste tus sentimientos cuando te escapaste
con Celeste. No quiero que vengas esta noche. No te quiero allí, Levin.
B temblaba en mis brazos mientras Levin la miraba fijamente, con el
pecho agitado y la nuez de Adán moviéndose.
—Solo está molesta —comencé, pero Dom me silenció.
—No vamos a hacer esto ahora. Levin tiene razón. Estamos tratando de
mantenerte a salvo, abejita…
—Si él va, no iré. —B cruzó los brazos sobre el pecho—. Lo digo en
serio. Trata de forzarme y haré la escena más grande que jamás hayas
presenciado. Preferiría morir antes que tenerlo allí. Debería quedarse aquí.
Puede follar con su nuevo juguete en su lugar —su voz se tambaleó.
Miré a Fallon para verlo mirándose las manos, sin palabras.
—Bianca —gruñó Dom, poniéndose de pie. La sacó de mi regazo y la
sacudió—. Déjate de mierda. ¿Qué te dije?
Las lágrimas brotaron de sus ojos antes de que un suave grito saliera
de sus labios. Empujó a Dom lejos de ella y se dirigió a la puerta. Sin mirar
atrás, la abrió de un tirón y salió, la puerta se cerró tan fuerte detrás de ella
que tiró algunos de los discos de Levin de su estante.
Nos sentamos en silencio por un momento. Dom se pasó los dedos por
el cabello mientras refunfuñaba en italiano.
—Y-yo puedo ir a ver cómo está —dijo Fallon, aclarándose la garganta—
. Si necesitan discutir algunas cosas.
—Solo regresa a tu lugar. Asegúrate de que todo esté bien con los
Señores. —Dom miró hacia la puerta como si quisiera irse y darle a B una
nueva.
—¿Qué hay de necesitar mi ayuda? ¿Qué quieres que haga?
—Te enviaré un mensaje de texto con la dirección. Inventa algo y no te
dejes matar. Nosotros nos encargaremos del resto —dijo Dom.
Fallon se puso de pie. —De acuerdo. Bien, espero que no nos maten a
todos en unas pocas horas. Solo sé que si se trata de salvarlos a ustedes o
a Bianca, la elegiré a ella.
—Es lo que espero de ti —dijo Dom bruscamente con un asentimiento—
. Ella primero. Nosotros nos las arreglaremos.
Él y Fallon compartieron una mirada antes de que Fallon se fuera,
dejándonos solo a Levin y a mí con Dom.
—Levin —comenzó Dom.
—Está bien. No creo que deba ir. Estamos tratando de hacer esto lo
más suave posible. Si está cabreada y no me quiere allí…
—Yo te quiero allí. Te necesito allí. Si todo sale mal, Vin y yo podríamos
terminar muertos. No sé si puedo confiar en Vasiliev todavía. Siempre existe
la posibilidad de que nos traicione. Bianca está sufriendo en este momento
y claramente no sabe cómo lidiar con su ira. Se pondrá en línea.
Levin negó con la cabeza. —Lo sé, pero tú conoces a Bianca. Solo
empeorará las cosas si aparezco, lastimada o no. —Su teléfono vibró y lo
agarró del tocador, frunciendo el ceño—. Tengo que irme. Tengo que
reunirme con Celeste esta mañana.
—Estás bromeando, ¿verdad? —El rostro de Dom se transformó en el
que tenía justo antes de dispararle a alguien en la cabeza.
Lancé una mirada inquieta entre ellos y me puse de pie, con la idea
muy real de tener que detener potencialmente un asesinato en mi mente.
—Mira, ya no puedo hacer esta mierda, ¿de acuerdo? Estoy
jodidamente cansado de eso. No puedo hacer nada bien por ella, pero puedo
hacer esto. Puedo irme y darle lo que quiere. Mientras ustedes estén con
ella y yo aquí, las cosas no van a empeorar. Necesito terminar con todo eso.
—No te irás de esta jodida vida —gruñó Dom, avanzando hacia él—. La
única vez que te vas es en una bolsa para cadáveres.
—Entonces dispárame, Dominic. Pon una puta bala en mi cabeza. He
hecho todo lo que he podido por ella. Salvé su puta vida y la vida de ese
pedazo de mierda que estaba follando a nuestras espaldas. ¿Qué más puedo
hacer? Si aparezco esta noche, podría terminar muerta o algo peor. Lo
sabes, joder. Sabes cómo es ella. No puede ser controlada, hombre. Deja de
intentarlo. Deja de intentar controlarlo todo. Todo se vino abajo cuando ella
llegó aquí. Va a hacer que la maten. Va a hacer que te maten. No puedo ser
la razón de ello. Tenemos un Señor tratando de infiltrarse con nosotros
ahora. No sé qué carajo esperas que haga…
—Espero que te quedes con los Reyes en las buenas y en las malas. A
través de la angustia y el amor. No espero que nos abandones cuando te
necesitamos. La amas. La amas, pero eres terco y te niegas a decirle las
palabras. Te niegas a hacer que las crea. —Dom dejó escapar un fuerte
suspiro—. Quizás tengas razón. Tal vez esto no va a funcionar. Pero este es
el trato. Esta noche llevaré a mi esposa a casa de mi padre para celebrar
nuestras nupcias. Probablemente se verá obligada a follar con mi padre. Y
probablemente me veré obligado a mirar con Vincent a mi lado.
Probablemente voy a matar a algunas personas esta noche, e incluso podría
morir. Esta noche podría perderlo todo. ¿Pero sabes lo que no voy a ser? Un
jodido marica asustado al respecto. —Sacudió la cabeza y se alejó de Levin—
. Vincent, vámonos.
Seguí a Dom hasta la puerta. No se detuvo. Se fue sin despedirse.
—¿Recuerdas cuando tú y yo estuvimos con B esa noche? ¿Recuerdas
cómo se sintió? —Pregunté, girándome para mirar a Levin mientras me
detenía en la entrada.
Me devolvió la mirada con el ceño fruncido y los labios entreabiertos.
—¿Recuerdas como nunca quisiste alejarte de su lado? ¿Recuerdas
querer hacer cualquier cosa para hacerla feliz? ¿Y luego lo hicimos?
Su labio inferior tembló.
—Si te alejas, se ha ido. Todo. Rompe con Celeste. Olvídate del puto
negocio de las armas. Olvídate de hacer feliz a su viejo. Dile a B que la amas.
Sabes que lo haces. No vivas enojado, hombre. Te vas a arrepentir. Ven a
estar donde sabes que perteneces.
Me devolvió la mirada, inmóvil. Suspirando, lo dejé allí, realmente
esperando que tomara la decisión correcta.
Nuestras vidas probablemente dependían de ello.
Capítulo 40
Bianca
Nos quedamos en nuestra habitación todo el día el sábado. Obtuve mis
píldoras anticonceptivas de Aubrey y las comencé de inmediato. Esperaba
que estuvieran a salvo en mi bolso, y esperaba que entraran en acción
rápidamente para estar protegida. Unos pocos días de pastillas tenían que
ser mejores que ningún día, ¿verdad?
Todavía no me agradaba Stella, pero no podía negar que había sido
bastante útil, incluso si era para su propio beneficio.
Mi corazón duele. Incluso el dulce Vincent no pudo sacarme de mi
depresión a pesar de que intentaba de todo, desde suaves besos hasta
suaves palabras de afecto. Dominic apenas me miró. Se había ido en algún
momento alrededor de la una de la tarde, y Vincent lo había seguido poco
después de recibir un mensaje de texto de él.
Había prometido quedarme en el dormitorio con la puerta cerrada.
Ahora, miré por la ventana hacia los terrenos de abajo, viendo pasar a los
estudiantes. Se me hizo un nudo en el estómago cuando vi acercarse a Levin
y Celeste. Ella sonrió mientras lo detuvo y presionó sus labios contra los de
él. Él le devolvió el beso, sus brazos alrededor de ella.
Se veían bien juntos. Lo odiaba, pero me odiaba más a mí misma por
ser implacable. Me hizo enojar tanto, y estaba tan cabreada el día que le dije
esas odiosas palabras. Mi furia tampoco se iba, y el hecho de que él
estuviera ahora con Celeste solo empeoraba las cosas. Verlos besarse y
tocarse en el campus. De saber que a veces él no regresaba a su dormitorio
por la noche porque estaba con ella haciendo cosas que me hacían querer
gritar a todo pulmón de rabia.
Lo dejaría ir y solo podía culparme a mí misma.
Tragué saliva cuando su mano se movió hacia su ingle y lo frotó. Él no
se apartó de ella. En cambio, tomó su mano mientras ella se reía y la
arrastró hacia nuestro edificio.
Como si me sintiera de pie en la ventana, me miró. Su expresión se
oscureció y di un paso atrás, con el corazón en la garganta. Odiaba los
sentimientos que arañaban mi corazón. Me estaban asfixiando.
Matándome.
Lo dejaste ir. Es lo que obtienes.
—Abejita —dijo Dominic cuando entró en la habitación.
Me di la vuelta rápidamente, mi cara estaba caliente. Me limpié los ojos.
Sus cejas se arrugaron y cerró la distancia entre nosotros rápidamente.
—Mia regina —murmuró, acunando mi rostro—. ¿Qué ocurre?
—Solo estoy nerviosa —respondí en voz baja.
No era mentira. Sabía que las cosas tenían el potencial de volverse
terribles en unas pocas horas.
Dominic frunció el ceño y miró más allá de mí por la ventana y suspiró.
—Ven aquí.
Me llevó a la cama y me instó a sentarme a su lado. Con ternura,
levantó mi barbilla para que nos miráramos a los ojos.
—Necesito ser honesto contigo —dijo.
—De acuerdo. —Me lamí los labios, nerviosa por adónde iba esto.
—Sé que tu corazón lamenta la ausencia de Levin...
—No lo hace —protesté débilmente.
Presionó su dedo en mis labios. —Lo hace. El lamenta perderte
también. —Apartó un mechón de cabello de mi cara—. La cosa es que Levin
solo está con Celeste porque me está cerrando un trato con su padre por
armas. Pero Levin nunca te diría eso.
Lo miré confundida. —¿Qué? Te refieres a…
Dejó escapar un suspiro. —Quiero decir, comenzó cuando él cerró el
trato por mí. Necesitaba acercarse a ella para que su padre me diera el
contrato. Necesitábamos las armas. Pagué mucho dinero para conseguirlas
y Levin hizo un gran sacrificio. También se sacrificó cuando los salvó a ti ya
Fallon aquella noche en el bosque. Salvó sus vidas a pesar de que podría
haberle costado su propia vida porque te ama.
—Entonces, ¿por qué sigue con ella si me ama?
Tocó mi labio inferior. —No necesita hacerlo, eso es cierto. Ya le dije
que volviera, pero es un capullo terco. No puedo responder a su pregunta,
pero estoy seguro de que tiene sus razones. Tal vez rompan una vez que se
entreguen las armas. No debería pasar mucho tiempo. —Hizo una pausa y
me estudió por un momento—. No viene esta noche. No sé qué significa eso
para nosotros. Hizo su elección. No nos eligió. Aunque, creo que si no
estuviera tan dolido como está, lo habría hecho. Esta es su forma de tratar
de salvarte, supongo. Ya que sabe que serás rebelde. Él no va a ser el que
dé el primer paso. Si bien hizo todas esas cosas terribles en el bosque esa
noche, también te perdonó. Levin no ha hecho nada malo. Todo esto
depende de ti, abejita. Tienes que dar el primer paso.
—N-no puedo —susurré—. No si todavía está con ella. Y debe querer
estar con ella o te habría escuchado cuando le dijeras que deje de actuar.
—Bianca. —Dominic se inclinó y besó la comisura de mis labios—. No
te matamos. Todavía estás aquí. No quiero que mi gente se vea destrozada
por esto. Arréglalo. Solo tú puedes hacerlo.
—N-no sé si puedo. Pero quiero —dije, rindiéndome porque,
sinceramente, sí quería. Quería recuperar a Levin. Estaba aterrorizada de
lo que traería la noche. Cuando lo consideré, me di cuenta de que
probablemente estaría más seguro en el campus. Tal vez estaría salvando
su vida esta vez como él una vez salvó la mía. Y si sobrevivía esta noche,
haría lo que fuera necesario para arreglarlo todo. Si es que se puede
arreglar.
—Buena chica. —Dominic se movió hacia adelante hasta que no tuve
más remedio que acostarme boca arriba y mirarlo. Arrastró sus labios a lo
largo de mi mandíbula, su mano se movió para acunar mi pecho sobre mi
camisa.
—¿Qué estás haciendo? —Pregunté suavemente.
—Pensé que era obvio. Voy a hacerle el amor a mi mujer por si es la
última vez que lo hago. —Mordisqueó mi labio inferior—. Y tal vez incluso
ponga a mi bebé dentro de ti para que puedas continuar con mi legado si
no estoy aquí.
Mi corazón latió fuerte. Todavía no se había dado por vencido con eso.
Por un momento, me sentí como una completa perra tomando el control de
la natalidad, pero luego me recordé que no estaba preparada para tener un
bebé, independientemente de lo que Dominic pensara que necesitaba. O
necesitábamos. Traer un bebé a nuestro mundo me mantendría sin dormir
porque siempre estaría preocupada por quién podría estar conspirando para
lastimarlo.
No necesitaba ese estrés. No ahora. Tenía demasiadas otras cosas que
resolver en mi vida sin agregar un bebé. Incluso si ese bebé fuera parte mía
y parte Dominic.
Empujó mi top hacia arriba. Me moví para que pudiera quitarlo junto
con mi sostén. Momentos después, el resto de mi ropa estaba apilada en el
suelo junto a la de Dominic.
Me había estado resistiendo a tener sexo solo nosotros dos desde que
nos casamos, pero reconocía una batalla perdida cuando veía una. Ceder
se sentía bien.
Los dedos de Dominic se deslizaron a través de mis pliegues,
provocándome, haciéndome jadear suavemente.
—¿A mi chica le gusta cuando la toco?
—S-sí.
Empujó un dedo en mi húmedo centro. Gemí en voz baja ante la áspera
intrusión mientras agarraba su polla dura como una roca y la frotaba. Una
gota de pre semen hizo que acariciar su grosor fuera más fácil. Él gimió en
mi boca mientras me besaba. Otro dedo empujó profundamente dentro de
mí mientras su pulgar trabajaba en círculos deliciosos en mi clítoris.
—D-Dominic —jadeé mientras el calor crecía dentro de mí.
Aceleró el paso, sus dedos hicieron magia dentro de mí hasta que grité
contra sus labios, la euforia bombeaba a través de mí mientras cabalgaba
sobre las deliciosas olas.
Con sus ojos fijos en los míos, quitó sus dedos de mí y los chupó dentro
de su boca. Tragué, lista para correrme otra vez porque maldición, estaba
caliente como el infierno.
Se movió y separó mis piernas para poder acomodarse entre ellas. Mi
esposo me miró fijamente, tanta emoción en su expresión.
Sin una palabra, empujó hacia adelante, llenándome con un
movimiento peligrosamente violento, haciéndome gritar. Pasé mis uñas por
su espalda, causando que siseara de dolor. Su polla latía dentro de mí
mientras entraba y salía. Su lengua luchó contra la mía mientras ambos
luchábamos por tomar el control.
Me corrí con otro grito, mi cuerpo temblaba bajo el peso de Dominic. Él
no cedió. Aceleró el paso, trayendo dolor con su placer.
Sin aliento, se tumbó encima de mí, su frente presionada contra la mía
antes de que pudiera encontrar mi liberación de nuevo.
—Eres tan buena —murmuró, besando la comisura de mi boca—. La
mejor, maldita sea.
Arrastré mis uñas suavemente por su espalda mientras se estremecía
contra mí. Sus labios encontraron los míos de nuevo en uno de los besos
más dulces que me había dado. Se tomó su tiempo, probando, lamiendo,
chupando. Su índice y pulgar pellizcaron expertamente mi pezón mientras
comenzaba a moverse lentamente dentro de mí otra vez. Empujando con
fuerza y saliendo lentamente. Cada golpe profundo me hizo jadear y mover
mis caderas hacia arriba para igualar su ritmo.
—Vas a tener mis bebés, mia regina —dijo con voz áspera contra mis
labios. Empujó con fuerza, una y otra vez, empujándome debajo de él
mientras mi respiración se quedaba atrapada en mi pecho—. Quiero uno
dentro de ti ahora mismo. Joder, nena, lo voy a hacer.
Dejó escapar un gemido salvaje, su polla se contrajo profundamente en
mi calor mientras me llenaba con su liberación. Él no sabía que yo estaba
en el control de natalidad. Por mucho que odiara admitirlo, me gustó la
forma en que habló sobre querer poner a su bebé dentro de mí. Había algo
caliente en pensar en pertenecerle de esa manera. Estar atada a él
irrevocablemente.
Disminuyó la velocidad cuando estaba subiendo lo suficientemente alto
como para caer impotente en la felicidad, sus palabras se repetían en mi
cabeza.
—No —jadeé cuando él se separó de mí por completo.
—Chica codiciosa. —Me levantó fácilmente, poniéndome sobre mis
manos y rodillas, con sus manos firmemente en mis caderas mientras
levantaba mi trasero.
Tragué saliva cuando él me frotó con nuestras corridas combinados y
lo empujó hacia mí, acariciando mi interior con su dedo. Exhalé cuando se
retiró y removió su pulgar en nuestros jugos antes de presionarlo contra mi
trasero.
Me sacudí con el toque, pero él agarró mi cadera con más fuerza con la
otra mano y se inclinó hacia adelante, su cuerpo sobre el mío, besando el
espacio entre mis omoplatos.
—Te voy a follar el culo, mia regina. Seré dueño de cada uno antes de
salir de esta habitación. Cada pedazo de ti es mío. Nadie me lo quitará, de
nosotros. Vas a darme todo de ti, quieras o no. —Empujó su pulgar hacia
dentro, haciéndome arquear la espalda y gemir en una suave protesta que
no era del todo creíble.
—Dominic…
Reemplazó su pulgar con su dedo índice, empujando más allá del
primer nudillo hasta que rompió el apretado anillo de músculo. Sus labios
succionaron la piel a lo largo de mi nuca enviando escalofríos por todo mi
cuerpo.
—Esa es mi chica buena —susurró mientras añadía otro dedo en mi
apretada abertura.
Jadeé ante la intrusión.
—Shh. Relájate. Haré que se sienta bien. Lo prometo.
Hizo tijera con los dedos mientras los acariciaba dentro y fuera de mi
culo. Justo cuando comenzaba a acostumbrarme a la sensación, agregó un
tercer dedo, estirándome hasta el punto de que se me escapó un gemido.
—Tengo que estirar tu apretado culo virgen para que mi polla no te
lastime. Quiero que disfrutes que te posea. Y aunque un poco de dolor
mezclado con placer me endurece, no quiero lastimarte. No demasiado.
Mientras sus dedos se movían lentamente, su otro pulgar rodeó mi
clítoris, haciendo que mi placer creciera de nuevo. Unos momentos después,
besó mi cuello y retiró sus dedos. Se sentó de nuevo y presionó su polla
contra mi culo. Me tensé, temerosa del dolor.
—No. Por favor. No estoy lista… —Las palabras vacilaron en mis labios
mientras él empujaba hacia adelante, derribándome.
Jadeé, arañando las sábanas por el dolor que trajo con el pequeño
movimiento.
—Duele —jadeé, haciendo una mueca—. Por favor…
—Bien. Solo dolerá por un minuto. Lo prometo —respondió sin aliento,
forzando su camino más profundo en mí mientras luchaba por alejarme de
él. Pero Dominic era fuerte y me sujetó con fuerza, perforando lentamente
mi trasero hasta que estuvo completamente dentro.
Las lágrimas se deslizaron por mis mejillas cuando él se retiró y empujó
lentamente hacia adentro.
—No llores —murmuró mientras me presionaba contra el colchón—.
Estás haciendo un buen trabajo, mia regina. Tan bueno. Me haces
jodidamente feliz.
Mi corazón saltó ante sus palabras. Dominic era un tipo duro, pero
escucharlo admitir sus sentimientos me hizo respirar más fuerte,
repentinamente ansiosa por complacer al monstruo enterrado dentro de mí.
Envolvió su mano firmemente alrededor de mi garganta mientras
empujaba con más fuerza. Apretó, haciéndome soltar un aliento
estrangulado tras otro.
—Esa es mi chica buena. Mi chica fuerte —elogió—. Tomas mi polla tan
bien, ¿no es así, bebé?
—S-sí, Dominic —me las arreglé para gemir cuando movió sus caderas
hacia adelante, golpeando un punto dentro de mí que hizo que mis ojos se
pusieran en blanco.
¿Puedo correrme así?
La respuesta llegó momentos después cuando la avalancha se afianzó.
Sollocé mi liberación, mis dedos retorciéndose en nuestras sábanas, mi
cabello un desastre salvaje mientras él continuaba apretando mi garganta.
Mi orgasmo se precipitó a través de mí como un tifón. Dominic mordió
la carne tierna de mi hombro mientras aceleraba el paso, follándome duro
y rápido, el olvido se arremolinaba a nuestro alrededor mientras yo gritaba
su nombre una y otra vez como una oración al diablo.
Su agarre en mi garganta se apretó hasta que las estrellas salpicaron
mi visión y estaba jadeando por aire. Más placer llovió sobre mí con cada
golpe de sus caderas, su polla reclamando hasta el último trozo de mí hasta
que gruñó en voz alta, su cuerpo temblaba mientras derramaba su segundo
orgasmo en mi culo.
Me derrumbé en el colchón cuando me soltó la garganta, cayendo
encima de mí y quedándose dentro. Derramó besos a lo largo de mis
hombros y cuello mientras ambos bajábamos de nuestro subidón. Cuando
nuestra respiración se estabilizó, se liberó de mí y entró en nuestro baño.
El agua que salpicaba en la bañera saludó mis oídos, y un momento
después, regresó y me tomó en sus brazos, llevándome al baño donde me
puso de pie y me ayudó a entrar en la bañera.
Me senté entre sus piernas, mi espalda hacia su frente mientras
masajeaba suavemente mis senos y besaba mi cuello.
—¿Estás bien? —preguntó suavemente mientras colocaba un beso en
mi clavícula.
Asentí. Cada agujero en el que se había metido se sentía tierno. Pero
me sentía bien. Genial incluso. Demonios, probablemente podría correrme
de nuevo si me diera unos minutos.
—Bien. —Volvió mi rostro hacia el suyo y me besó dulcemente.
—Te amo —susurré contra sus suaves labios. Abrí mis párpados para
mirarlo.
Sus ojos ya estaban abiertos mientras me miraba fijamente.
—Ti amo, abejita. Tan jodidamente mucho.

Respiré hondo mientras me acomodaba en el asiento trasero de una


limusina negra con mi vestido blanco. No era un vestido de novia
tradicional, pero era condenadamente bonito con una falda de pedrería en
forma de A que me llegaba a las rodillas y un escote corazón. Vincent dijo
que había sido idea suya, y que tuvo que discutir con Dominic para que lo
comprara porque Dom me quería con un vestido largo de seda ceñido al
cuerpo.
—Eres impresionante —dijo Vincent en el momento en que se deslizó
en el asiento de cuero frente a mí, sus ojos oscuros brillando mientras me
observaba.
El collar de corona que me había dado estaba alrededor de mi cuello, y
el diamante de Dominic adornaba mi dedo.
—Podría devorarte —continuó Vincent, su mirada oscura recorriendo
mi cuerpo, enviando un torrente de piel de gallina a través de mí.
Su traje negro le quedaba increíble. Me incliné un poco hacia adelante,
notando el brillo en sus ojos ante el movimiento.
Antes de que pudiera persuadirlo para que hiciera realidad su
comentario, Dominic se deslizó a mi lado y le dijo al conductor que se
partiera.
Fruncí el ceño, mis entrañas se revolvieron al pensar en las razones
por las que Levin no estaba con nosotros. Probablemente estaba enterrado
dentro de Celeste en este momento. La imagen no hizo nada para
consolarme a menos que pudiera contar con el hecho de que al menos
estaría a salvo esta noche.
Y luego estaba Fallon. Dominic dijo que Fallon sería la distracción.
Tampoco quería que le hicieran daño. Pero Fallon necesitaba demostrar su
valía ante los Reyes, así que no había mucho que pudiera hacer al respecto
aparte de susurrar una oración para que saliera a salvo y fuera incluido en
los Reyes.
—Stella dijo que Ivanov estaba tramando algo esta noche, pero no sabía
qué —dijo Dominic mientras se pasaba la mano por la parte delantera de
su traje negro a medida—. Dijo que lo escuchó maldecir el nombre de De
Luca pero que también me mencionó a mí. Supongo que vendrá por uno de
nosotros esta noche. Espero que sea la pandilla de De Luca porque esta
noche no es la noche para que lidiemos con la mierda de los Señores.
Vincent no me había quitado los ojos de encima. —No estoy
preocupado.
Dominic suspiró. —No pude comunicarme con Fallon. Asumo que lo
que sea que esté tramando Ivanov lo mantiene alejado de su teléfono.
—Estoy seguro de que si estamos en peligro, Fallon nos lo hará saber
—continuó Vincent, su mirada se dirigió a mi escote.
—Si quieres follártela, solo pídelo —espetó Dominic.
Vincent parpadeó y lo miró boquiabierto.
—Me escuchas. No estás concentrado porque estás demasiado ocupado
follándote los ojos a mi esposa. Deja que te ayude. —Bruscamente, Dominic
me agarró y me puso en su regazo, forzándome a separar las piernas—.
Fóllala si es necesario. Quiero tu cabeza en el juego esta noche. Nuestras
vidas dependen de ello. Su vida depende de ello —dijo con voz áspera, la
emoción traicionándolo por un segundo.
Miré hacia el conductor, pero la mampara oscura ya estaba levantada.
Dominic metió la mano en el escote de mi vestido y me sacó los pechos.
Frotó mis pezones entre sus dedos y pulgares. Jadeé, el calor inundando el
vértice de mis muslos.
Vincent se desabrochó el cinturón y los pantalones y luego se los bajó
por los muslos. Arrojó su chaqueta a un lado antes de perder su camisa sin
un poco de protesta o vergüenza.
En toda su gloriosa desnudez, se movía entre mis piernas.
No me preguntó si lo quería. En cambio, se alineó con mi coño y empujó
dentro de mí, gimiendo mientras su polla me llenaba.
Siseé contra la áspera intrusión mientras Dominic me sostenía contra
él. Yo era la carne en este sándwich sexy como el infierno. La polla de
Dominic me empujó con fuerza en la espalda a través de sus pantalones
mientras Vincent se deslizaba dentro y fuera de mí.
Me moví para alcanzar a Vincent, pero Dominic me agarró los brazos y
los sujetó con fuerza mientras Vincent me atacaba.
—Vas a dejar que te folle —ronroneó Dominic en mi oído—. No lo
toques. Deja que te use, para que pueda concentrarse esta noche. Voy a
dejar que haga lo que quiera contigo, y lo tomarás como mi chica buena,
¿capisci?8
—S-sí, Dominic —jadeé cuando mis ojos se pusieron en blanco.
Vincent estaba haciendo magia en mí ya dolorido coño.
—Fóllala duro —gritó Dominic en voz baja mientras Vincent me
empujaba contra el cuerpo duro de Dominic—. Quiero que seamos su único
recuerdo de esta noche si mi padre la atrapa.
Vincent gruñó, el sonido húmedo de él empujando fuerte y rápido
dentro de mí resonando en el auto. —Quiero follarla por el culo.
—Lo follé antes —dijo Dominic.
—Se suponía que su trasero sería mío primero. —Vincent redujo la
velocidad, haciéndome soltar un gemido de protesta.
Su pulgar presionó mi clítoris con movimientos deliciosamente suaves
que enviaron una chispa de electricidad a través de mi cuerpo.
—¿Qué puedo decir? Soy codicioso y es mi esposa —dijo Dominic sin
una pizca de remordimiento.

8 ¿Entiendes?
El músculo de la mandíbula de Vincent se contrajo mientras apretaba
los dientes antes de retirarse y empujar violentamente hacia mí. Grité por
la rudeza de sus movimientos.
Lo hizo una y otra vez hasta que mi cuerpo se apretó a su alrededor,
mi orgasmo corría fuerte y rápido a través de mí.
—Me encanta verte correrte —murmuró Dominic en mi oído—. Mira lo
jodidamente hermosa que estás tomando su gran polla. Dile a tu Vinny que
quieres que te folle el culo. Está molesto porque yo lo poseí primero. Hazlo
feliz compartiéndolo con él.
Tragué saliva mientras mi euforia se desvanecía, sabiendo que esto iba
a doler. —Vinny, por favor... fóllame el culo.
Se separó de mí inmediatamente y presionó su polla contra mi apretado
agujero, su mirada oscura clavándose en la mía. Dominic se movió,
inclinándome hacia atrás y relajando mis piernas sobre sus muslos,
abriéndome más para lo que estaba a punto de suceder. Entrelazó mis
dedos con los suyos, anclándome a él.
—Vincent —dijo suavemente, apartando la atención de Vincent de mí.
Vincent lo miró.
—Está bien. Hazlo —susurró Dominic—. Ella puede tomarlo, y tú lo
quieres.
Los ojos de Vincent se oscurecieron cuando volvió a mirarme, un
monstruo emergiendo que nunca había visto en él. Mi corazón latió con
fuerza cuando empujó hacia mí. Grité ante la dolorosa intrusión, luchando
por alejarme de él, pero Dominic se mantuvo firme mientras Vincent
acariciaba dentro y fuera de mi trasero.
—Ah —grité de nuevo, sabiendo que el conductor tenía que poder
oírme—. D-despacio…
Dominic me soltó las manos para poder cubrirme la boca y sujetarme
con el otro brazo.
—Tómalo, mia regina. Toma la polla de Vinny como una buena chica.
Puede que no pase de esta noche. Deja que el monstruo dentro de él te folle
—susurró Dominic como el diablo en mi oído mientras Vincent agarraba
mis caderas con fuerza y me follaba hasta el olvido.
Mi pecho se agitó cuando me corrí de nuevo, mi cuerpo temblaba. Pensé
que me iba a desmayar por la intensidad. Vincent no se detuvo, sus caderas
golpeando bruscamente contra mí mientras se enterraba una y otra vez
dentro de mí.
Vincent se inclinó más cerca de mí y Dominic me destapó la boca. Los
labios de Vincent chocaron contra los míos mientras movía sus caderas en
ráfagas rápidas. Su cálida lengua luchó con la mía hasta que no pude
respirar, luego interrumpió el beso, mirando por encima de mi hombro a
Dominic.
—Bien —murmuró Dominic, estirando la mano y pasando los dedos
por el cabello de Vincent.
Vincent dejó escapar un suave gemido cuando Dominic dio un tirón y
lo acercó, aplastándome entre sus cuerpos duros.
—Eres bueno —exhaló Dominic con su acento suave y sexy—. ¿Te
gusta follar con mi esposa?
—Sí —jadeó Vincent cuando Dominic ajustó su agarre en su cabello.
Se me subió el corazón a la garganta cuando Dominic se inclinó sobre
mi hombro y rozó con sus labios la mandíbula de Vincent hasta que llegó a
su oído y gruñó.
—Pruébalo. —Dominic lo soltó.
Los ojos de Vincent se oscurecieron aún más cuando Dominic volvió a
acomodarse y volvió mi rostro hacia el suyo. Capturó mis labios contra los
suyos mientras Vincent empujaba profundamente dentro de mí. Dominic se
tragó mi gemido, sus manos en mis pechos, acariciando y apretando.
—Por favor —me atraganté contra sus labios—. No puedo más.
Necesito…
—Ábrete más para que Vinny pueda follarte más profundo —murmuró
Dominic, su mano moviéndose a mi garganta.
Sabía que me iba a ahogar. Respiré hondo justo antes de que
comenzara la presión.
—Joder —jadeó Vincent, dejando caer la cabeza hacia atrás. Meció mi
cuerpo contra el de Dominic.
Retorcí mis dedos en los pantalones de Dominic mientras trataba de
mantener mi cordura.
—Si ella no vuelve a correrse en treinta malditos segundos, lo
lamentarás —gruñó Dominic, apretando su agarre hasta que mi respiración
se detuvo en mi pecho.
Luché contra él, asustada de que realmente me desmayaría esta vez.
Vincent me folló más fuerte mientras yo continuaba luchando,
desesperada por respirar.
—Cálmate, mia regina —susurró Dominic en mi oído, su agarre aún
fuerte—. Cuanto más luches, menos aire tendrás.
Inmediatamente me relajé contra él, mi cabeza daba vueltas, mi cuerpo
temblaba mientras el inminente calor del orgasmo comenzaba a apoderarse
de mí.
—Ahora grita, bebé—. Dominic me soltó la garganta y gemí como una
prostituta en la iglesia mientras me corría con fuerza, mi cuerpo sufría
espasmos por la embestida de Vincent.
Aspiré tanto aire como pude.
Vincent gimió, sus embestidas desiguales ahora. En segundos, salió de
mi trasero y agarró su longitud. Su liberación salió a borbotones, cubriendo
mi coño.
—Joder, bebé B —gritó.
Su liberación se derramó en cuerdas largas, gruesas y blancas. Su
cabeza estaba hacia atrás. Sus músculos brillaban por el duro polvo que me
había dado. Cuando terminó, se movió hacia adelante, colapsando sobre mí,
su frente contra la mía.
—Eres tan buena. Joder, bebé. —Me besó profundamente.
Cuando interrumpió el beso, Dominic acunó su rostro.
—Lo hiciste bien, Vin —murmuró.
—¿Te gustó? —preguntó Vincent, con los ojos muy abiertos mientras
buscaba la aprobación de Dominic.
—Si. Ahora, tenemos que limpiar este desastre. —Palmeó la mejilla de
Vincent.
Vincent se alejó de mí, su semilla corrió por mi coño en una cálida
corriente.
—¿Me ayudas? —Vincent preguntó en voz baja, con una leve súplica
en su voz mientras miraba a Dominic.
Dominic se soltó una risa entre dientes y movió mi cuerpo inerte de su
regazo. Con ternura, me acostó donde había estado sentado, con las piernas
aún abiertas. Se arrodilló en las tablas del suelo con Vincent y fijó su mirada
en mí.
Se me cortó la respiración cuando se inclinó, mirándome con tanto
amor y adoración mientras lamía mi húmedo centro, tragando todo lo que
recogía con su lengua. Vincent se unió, ambos me limpiaron con la lengua
como si fuera un gatito débil.
Con cada lamida, cada chupada, mi clítoris latía. A veces sus lenguas
se tocaban, pero nunca detuvieron su ritmo perfecto conmigo y nunca
siguieron saboreándose el uno al otro más allá de eso. Todo era sobre mí.
Sabía que yo era todo lo que veían cuando los vi trabajar conmigo.
Cuando me corrí por última vez, fue con dos bocas en mi núcleo
tembloroso, devorando todo lo que me quedaba para darles.
Y en mi codicia, solo podía desear que hubiera dos bocas más en mi
cuerpo para ayudar.
Capítulo 41
Fallon
Mi teléfono vibró por tercera vez mientras me metía el arma en la cintura.
Sabía sin lugar a dudas que era De Santis. Me necesitaba para crear una
distracción. ¿Cómo diablos iba a crear una distracción en casa de su padre?
Toda el área de tres millas alrededor de la casa de su padre estaba cerrada
en un día fácil, por el amor de Dios. Solo podía imaginar cómo sería la
recepción de la boda de Dom.
Entrar allí, si lograba pasar a los guardias, me matarían. Aunque
todavía estaba trabajando en un plan. Mi problema era que Hail había
decidido que teníamos trabajo que hacer con el tipo De Luca en la ciudad.
Estaba frenando seriamente lo que sería capaz de lograr para Dominic y mi
princesa.
Estaba estresado y casi al punto de darle a Stella un arma y enviarla.
Probablemente estaría dispuesta si pensara que ganaría sus puntos con
Dom. Dios sabía que se rompería la espalda por él. Pensé que estaba mal
por Hail, pero no es nada comparado con Dominic. Sabía dónde estaba su
lealtad, eso era seguro. Probablemente se acostaría y moriría por los Reyes
con una sonrisa en su rostro.
—Estás callado esta noche —dijo Hail, cargando su arma a mi lado.
Estábamos en uno de los almacenes que su familia tenía en la ciudad.
Un montón de malos negocios ocurrían dentro de él, desde deshuesar autos
hasta drogas y asesinatos. Si Hail tuviera una ubicación en el mapa, esta
sería su sede.
—Solo intento concentrarme —murmuré, agarrando un cuchillo y
deslizándolo en mi bota.
Era bueno con los cuchillos. Los prefería a las armas, sinceramente.
Era una parte fea de mi personalidad que me gustaba mantener en secreto.
La sangre era mucho más bonita cuando se extraía lentamente del cuerpo
con un solo corte preciso. Me hipnotizaba. Me hacía sentir como un
completo maldito monstruo.
Todos ya pensaban que estaba jodido, como un Señor. No necesitaba
dejar que mi lujuria por la sangre saliera de la jaula y se sumara a ella.
Quería ser un tipo normal, pero ese barco parecía haber zarpado hace
mucho tiempo. Lo mejor que podía hacer es mantener lo que quedaba de mi
alma oscura bajo llave.
—También yo. —Metió el arma en su chaqueta y agarró otra mientras
Tate y Drake cargaban al otro lado de la habitación—. Estoy enojado porque
tenemos un mal lote de azúcar. Esa mierda te jodió. No puedo creer que te
hayas despertado desnudo en el maldito bosque.
Mentí y dije que eso era lo que había sucedido. Lo último que los
Señores necesitaban saber era que había dormido desnudo en el suelo del
dormitorio de Seeley. Stella había regresado corriendo a Hail, diciendo que
no podía encontrarme.
—Fue peligroso. Los Reyes podrían haberte matado si te hubieran
encontrado solo así. No estoy feliz. Ya sea que De Luca se dé cuenta o no,
la cagó. Entró en mi territorio. Me está robando clientes. Está tomando lo
que me pertenece, y podría haberme costado uno de mis hombres. Eso no
pasará. Él y toda su pandilla mueren esta noche, o sobreviven sabiendo con
quién están jodiendo.
Asentí mientras lo miraba fijamente. Su boca estaba colocada en una
fina hendidura, sus ojos carecían de calidez. Era un hijo de puta cuando
estaba enojado. Mi dura experiencia con el azúcar puede costarles la vida a
algunas personas esta noche.
—¿Cuál es el plan? —Yo pregunté.
—Les haremos una visita. Dispara a la gente de De Luca. Si hay
rezagados, pueden culpar a los Reyes.
Tragué. —¿Así que vamos a culpar a los Reyes y comenzar una guerra
entre ellos y los Jinetes?
—Sí. Si queda algo para comenzar una guerra cuando hayamos
terminado.
Por el amor de Dios. Este iba a ser un espectáculo de mierda.
—De Santis y Bianca van a celebrar su boda esta noche —dije con
cuidado, cambiando de tema.
Hail gruñó. —Estoy jodidamente consciente. Mi padre se enterará de
sus nupcias muy pronto. Si me ocupo de De Luca como regalo para él, es
posible que no me moleste demasiado. Entonces, matar a esta gente de los
Jinetes es una muy buena idea por varias razones.
Me lamí los labios, formándose una idea. —Si hacemos todo lo posible
y necesitas salvar tu trasero, podríamos golpear a De Luca y luego ir a la
fiesta de De Santis. Quizás podamos matar a De Santis o a uno de los Reyes,
quizás a todos, más a su padre. Menos de su gente tendría que ser una
victoria. Y podría comprarte algo de buena voluntad con tu viejo. De Santis
nunca lo vería venir. No esta noche.
Las cejas de Hail se arrugaron mientras me miraba. —¿Y Bianca?
—La traeremos de vuelta, y tú haces lo que tienes que hacer. Si
matamos a De Santis, ya no estará casada. Nadie tiene que saber. Y si lo
descubren, les diremos que él la obligó a hacerlo y que estabas salvando a
tu novia. Serías visto como un héroe. No nos pasará una mierda si tu viejo
decide echarnos la tapa encima por atacarlos sin notificárselo primero.
Hail no dijo nada mientras le daba vueltas a mi plan en la cabeza. Miró
a Tate y Drake por un momento antes de finalmente gritar: —Llama por
teléfono a nuestros mejores discípulos y a nuestros hombres más leales.
Diles que se reúnan con nosotros aquí en veinte. Tenemos un cambio de
planes.
Mi corazón saltó. Podría ser capaz de estar en dos lugares a la vez
ahora. Era algo turbio, peligroso y jodido, pero De Santis dijo que necesitaba
una distracción. Mis manos estaban atadas. Tenía que hacer lo que tenía
que hacer.
Drake y Tate se conectaron a sus teléfonos y, en veinte minutos, seis
de los mejores discípulos estaban de pie frente a nosotros y un montón de
Bratva, que le chuparían la polla a Hail si se lo exigiera porque así de
jodidamente dedicados eran a él.
—Necesito que se lleve a cabo un golpe contra De Luca esta noche. Lo
quiero a él y a su gente muertos por la mañana. Trent —llamó Hail al chico
de cabello oscuro que estaba en las filas—. Quiero que lideres eso. Elige a
tus hombres. Me conseguiste información privilegiada sobre De Luca y su
equipo. Si puedes atrapar a De Luca con vida, hazlo. Se folla a una pelirroja
sexy. La quiero viva también. Va a verme follarla con sangre antes de que lo
mate.
—¿Pero quieres que el resto de su pandilla sea asesinada, no capturado
con vida? —preguntó Tren.
—Los quiero muertos. No quiero que nadie quede con vida. No me
importa cuántos hijos de puta tengas que matar para llegar a él. Su gente
muere. Tráemelo a él y a su puta. Yo me encargo desde allí
Trento asintió.
—Tate, Drake, Fallon y el resto de nosotros haremos una visita al clan
De Santis esta noche. Necesito felicitarlo por haberlo jodido mis planes. —
Los ojos de Hail se oscurecieron cuando nos miró—. ¿Están listos,
muchachos?
Hubo un fuerte coro de gritos, emoción y peligro palpable en el aire.
Había hecho muchas cosas malas en mi vida, pero esta podría ser la peor
porque podría matar a algunas personas con las que recién comenzaba a
estar bien.
Aunque valía la pena. Bianca lo valía todo.
Tenía fe de que De Santis sabía lo que estaba haciendo, eso ayudó a
calmar mis preocupaciones. Lo último que quería era herirla de nuevo
haciendo que mataran a sus seres queridos. Sin embargo, este era el único
plan que tenía.
Ya voy, princesa. Espera.
Capítulo 42
Levin
Los gemidos de Celeste se apagaron cuando me aparté de ella. Estaba hasta
los nudillos en su coño, tratando de distraerme. Sin embargo, esta no era
la forma de hacerlo, porque en todo en lo que seguía pensando era en bicho.
La forma en que sus ojos se encontraron con los míos cuando me vio con
Celeste fuera de nuestro edificio. La forma en que Bianca apartó
rápidamente la mirada y desapareció. El cómo me había visto Dom, con una
expresión sombría en su rostro.
Probablemente la folló para calmar su ira.
Es lo que yo hubiera hecho.
Mi mente estaba de jodida. No ayudó el que supiera que el papá de Dom
era un pedazo de mierda y que Bianca estaba en un mundo de dolor esta
noche mientras yo hacía gemir a Celeste como una pequeña zorra. La idea
de que alguien que no fuera un Rey tocara a Bianca me dieron ganas de
poner balas dentro de algunos cráneos.
Dios, si alguno de ellos muere esta noche...
—¿Qué pasa, Levy? —Celeste susurró en mi oído mientras acariciaba
mi polla—. Por lo general, estás más interesado en nuestro tiempo a solas.
Miré su mano en mi pene, decidiendo que odiaba el tono rosado que
tenían sus uñas. Las uñas de Bianca serían negras. El pensamiento de su
mano en mi polla hizo que mi corazón se sacudiera. Esas uñas negras como
la noche se clavaban en mis muslos mientras me follaba su cálida boca.
Siseaba con el dolor que sus garras traían cuando me desgarraba la piel...
Joder, la echaba de menos.
Celeste movió su cuerpo casi desnudo y se arrodilló frente a mí,
chupando mi polla en su boca. Hice una mueca cuando me agarró con los
dientes.
Bianca nunca me había siquiera rozado con los diente, a menos que yo
quisiera que lo hiciera. Había sido tan cuidadosa con mi pene. Y Dios,
¿podría esta chica siquiera chupar una polla? A bicho podría ahogarla con
ella hasta que su cara fuera mi tono favorito de azul, y ella la tomaría como
una maldita campeona. Celeste se tomaba descansos cada dos jodidos
segundos. No podía follarle la boca como podía hacerlo con Bianca. Bicho
se tragaba mi polla y mi carga, y luego regresaba por más.
Celeste lo escupía.
Joder, ¿qué estoy haciendo?
Mis amigos podrían ser asesinados en cualquier momento. Mi chica...
joder, la polla de otra persona podría estar enterrada en ella ahora mismo,
mientras pide ayuda a gritos. Rompería a Dom. Sabía que lo haría. La
amaba como yo. ¿Y Vincent? Ni siquiera quería pensar en el daño que le
haría ver a su preciosa B siendo follada por alguien que no éramos nosotros.
Empujé a Celeste de mi pene y me puse de pie, tirando de mis
pantalones.
—¿Qué ocurre? —preguntó, poniéndose de pie.
Le lancé su blusa. —Tengo cosas que hacer. Vestirse.
—¿Qué? —Sostuvo su blusa y me dio una mirada de confusión.
—Muévete. Dom y Vincent me necesitan. Bianca me necesita.
El rostro de Celeste oscureció cuando me puse la camisa y me la
abotoné. Me tomó menos de un segundo decidir dónde tenía que estar esta
noche. Demonios, lo supe incluso antes de haber visto a Vincent salir de mi
habitación antes. No iba a abandonar a mi gente cuando más me
necesitaban, y por una chica de la que no estaba enamorado. Me importaba
una mierda si Bianca se enfadaba. La callaría con mi polla en su boca si era
necesario.
—¿Bianca? ¿Me estás tomando el pelo?
—No. —Tomé las llaves de la cómoda mientras me ponía los zapatos.
—¿Me vas a dejar para ir con ella? —Sus tetas todavía estaban afuera—
. ¿Qué tiene que no puedes dejarla en paz? Veo la forma en que la miras.
Cuando crees que no estoy mirando, te veo, Levy. ¿Qué está pasando?
—No pasa nada —espeté.
Bloqueó la puerta, todavía desnuda de cintura para arriba. —No me
moveré hasta que me digas cuál es el problema con ella.
—No es gran cosa. Es la esposa de mi mejor amigo —mentí.
Bueno, joder. ¿Por qué estaba mintiendo? Podría decirle que me había
follado la boca de Bianca y le había dado mi corrida después de que Vincent
me acariciara la polla y me besara. Podría decirle que todo en lo que puedo
pensar es en Bianca cada vez que Celeste tenía mi polla en su boca. O que
me corro en la ducha todas las mañanas con el recuerdo de mi polla
deslizándose por el valle de sus tetas mientras las follaba, mis dedos
enredados en su cabello. Cómo Bianca fue la única capaz de hacer que me
soltara y sintiera algo.
Joder, solo pensar en la mierda que habíamos hecho esa noche hizo
que mi polla se pusiera dura.
Dejé escapar un suspiro, mi paciencia menguando. —Me voy para
llegar a mi gente. Tenemos una mierda que estamos haciendo esta noche, y
llego tarde.
Celeste se puso el sostén y la camisa, suspirando demasiado para mi
gusto, antes de acercarse a mí. Ya estaba llegando más allá de ella hacia el
pomo de la puerta.
—Te amo, Levy. Aunque no me agrada Bianca. Siempre estás
preocupado por ella. Lo odio. Ella no es amable contigo.
—Es la esposa de mi mejor amigo —repetí uniformemente, como si
tuviera alguna relación con mi desesperada necesidad de hundir mi pene
dentro de ella y lamentando no haberlo hecho nunca.
Incluso cuando estaba enojada conmigo, todo lo que quería hacer era
follarla hasta someterla. A la mierda la pelea. Dios, ese cuerpo...
—¿Estás seguro de que eso es todo?
—Sí —mi voz salió en un gruñido bajo.
—Quiero que dejes de hablar con ella. Deja de mirarla. —Frotó mi polla
sobre mis pantalones—. Deja de pensar en ella. Quiero todo de ti, Levy.
Cualquier pensamiento que tengas en tu cabeza sobre ella debe irse. Ella
no te quiere. Si lo hiciera, estaría contigo ahora mismo, no con Dominic.
Ella eligió a Dominic. No a ti. Yo te elegí a ti. Por favor, entiende quién te
quiere de verdad. Si tienes algún tipo de enamoramiento infantil por ella,
debes dejarlo ir. Ella no es como nosotros. Es simplemente algo bonito para
que Dominic la folle hasta que encuentre a alguien más digno.
Eventualmente la echará a un lado porque es basura. No es necesaria.
Nunca consideres recoger la basura. No cuando tienes a alguien como yo.
Alguien que realmente se preocupa por ti y es digno.
—Tienes que callarte —dije, agarrándola por los hombros y
empujándola lejos de mí—. No hables así de ella. Bianca no es basura. Si
alguna vez vuelves a llamarla así, te enterraré en un lugar donde nadie
encontrará tu puto cuerpo.
Su mirada se endureció mientras me miraba. —Esto es de lo que estoy
hablando. ¡Me estás amenazando por ella! —Su voz se hizo más aguda.
Cerré los ojos, deseando que simplemente se fuera. Necesitaba salir de
aquí.
—Se supone que esta noche es nuestra noche, pero me estás haciendo
a un lado para ir a hacer Dios sabe qué con los Reyes y ella. Te quiero fuera
de los Reyes. Quiero que te mantengas alejado de todos ellos, incluida
Bianca.
—Terminé de tener esta maldita conversación —espeté, empujándola—
. No me dices qué diablos hacer o con quién diablos puedo asociarme. No
hemos estado juntos el tiempo suficiente para que siquiera pienses en
darme órdenes. No eres mi jodida madre, e incluso ella no fue lo
suficientemente estúpida como para decirme qué carajo hacer.
—Te amo —repitió, su voz suplicante mientras se acercaba a mí, con
lágrimas en los ojos—. No quiero perderte, Levy. Por favor. Sólo
prométeme…
—Celeste, tengo que irme.
—¿Por qué nunca me dices que me amas también? —Me miró con ojos
muy abiertos y serios, con sus manos envueltas alrededor de mis muñecas
mientras trataba de abrir la puerta.
Apreté los dientes. —Voy a llegar tarde. Hablaremos más tarde.
—¿En serio? —Me estudió, la preocupación clara en sus ojos.
—Sí —dije en voz baja—. Te veré cuando regrese.
Su labio inferior temblaba, las malditas lágrimas todavía en sus ojos.
—De acuerdo. Dejaré mi puerta abierta. Podemos continuar donde lo
dejamos. Me lo tragaré esta vez si quieres. No me quejaré.
Solo gruñí cuando abrí la puerta y salí, sin importarme una mierda
acompañarla de regreso a su habitación.
En cuanto a continuar donde lo habíamos dejado, lo dudaba
muchísimo.
Capítulo 43
Bianca
El padre de Dominic sabía cómo organizar una fiesta. No había tenido
mucho que decir en nada de eso, así que todo fue una completa sorpresa.
Dominic prácticamente lo aprobó todo. Lo único que me preguntó fue si
quería langosta, salmón o bistec.
—Eso significaba que las tiras de pollo están fuera del menú. —Soltó
una risa y me besó cuando se dije y me pidió langosta. Me encogí. Comer
escorpiones de mar no estaba en mi lista de cosas por hacer, pero con suerte
estaríamos fuera de allí antes de que tuviera que hacerlo.
Y si no estuviéramos fuera de allí, tal vez podría comer una ensalada
en su lugar. La idea de comer mariscos me dio ganas de vomitar. Pero
bueno, tal vez vomitar también me sacaría de eso. Ten siempre un plan B.
—¿Es aquí donde creciste? —Pregunté en voz baja mientras
atravesábamos la puerta donde cuatro hombres grandes con trajes negros
montaban guardia.
Las armas de Dominic y Vincent habían sido tomadas en la puerta, lo
que significa que estaban armados solo con puños y furia si las cosas salían
mal.
—Sobre todo —respondió Dominic, su mano en la parte baja de mi
espalda mientras me conducía a través del enorme vestíbulo. Pisos de
mármol. Una escalera de barrido. Un salón de baile al final del pasillo a
nuestra izquierda. Un salón a nuestra derecha. Incluso la casa de David no
era así. Esta mansión gritaba poder y dinero desde los pisos pulidos hasta
los candelabros de cristal. El lugar era un castillo. Una fortaleza. Me
perdería tratando de encontrar el baño.
—Pasé la mayor parte de mi tiempo entre aquí y nuestra casa en Italia
—continuó.
—Y en Bolten —agregó Vincent, guiñándome un ojo.
La sonrisa no estaba en su rostro como de costumbre. Habíamos
pasado un tiempo increíble en la limusina, pero ahora su cara de juego
estaba puesta. No sé si estaba nervioso, pero si tuviera que adivinar, diría
que estaba preparado para lo peor.
Y yo también.
—¿Dominic? —Me detuve y me volví hacia él.
—¿Mía regina?
—Todo va a estar bien, ¿verdad? —Lo miré fijamente, con el corazón
acelerado, necesitando su tranquilidad.
Rozó sus nudillos a lo largo de mi mandíbula. —Es posible que
tengamos que hacer algunas cosas malas esta noche, pero todo es en
nombre de la supervivencia. Solo sé que no importa lo que diga o haga en
esta casa, es todo para protegerte. Te amo y haré lo que tenga que hacer.
Probablemente necesitaré un poco de perdón cuando termine la noche.
Parecía una respuesta de Dominic si alguna vez escuché una.
—Haré todo lo que esté a mi alcance para mantenerte a salvo, abejita.
Todo. —Puso un beso inusualmente suave en mis labios antes de alejarse,
con una mirada severa.
—Sin embargo, las cosas son diferentes aquí —dijo—. Aquí, soy tu
dueño. Te comportarás. No hables a menos que sea necesario.
¿Comprendido?
Asentí con fuerza. Aquí estaba el príncipe dominante de la mafia que
conocía y amaba.
—Sin resentimientos, bebé B —dijo Vincent mientras caminábamos
hacia el salón de baile. Más guardias esperaban en la puerta—. Todo es
negocios detrás de estas puertas. Te acostumbrarás.
Gruñí, odiando cómo se hacían estas cosas. Odiaba que mis dos
muchachos no me mostraran cuánto se preocupaban por mí y viceversa,
sin que algún imbécil lo usara para tener poder y control. Sabía que esta
noche sería mala. La única gracia salvadora era que Levin estaría a salvo
sin importar lo que sucediera. Seguía repitiendo eso en mi cabeza. Envié
una oración silenciosa para que Fallon lograra salir con vida también.
Incluso Dominic dijo que no sabía qué había planeado Fallon.
—Recuerda —continuó Dominic en voz baja mientras yo entrelazaba
mi brazo con el suyo mientras uno de los guardias hablaba por un
auricular—. Pase lo que pase, si te digo que corras, quiero que corras tan
rápido como puedas. No mires atrás. No trates de salvarnos si se trata de
eso. Encuentra a Vasiliev. Él sabrá qué hacer.
—¿Tienen un plan? —Pregunté, mirando al frente, con la espalda
rígida.
—No te preocupes por eso —respondió justo antes de que se abrieran
las puertas y se anunciara nuestros nombres.
Me sentí como de la realeza entrando en esa habitación del brazo de
Dom. Había cientos de personas que no conocía, todos mirando y
susurrando mientras bebían champán caro. Su ropa por sí sola tenía que
costar más de lo que valía toda mi vida.
Eran las grandes ligas y yo no sabía jugar. Fue el primer pensamiento
que cruzó por mi mente cuando entramos en la sala con una oleada de
suaves aplausos. Mi segundo pensamiento fue al diablo con esto, corre. Me
sentía como comida en un tanque de pirañas hambrientas.
Los hombres me miraban como si fuera el postre. Las mujeres
sonreían, con un destello de malevolencia en sus ojos.
Dominic me acompañó a través de la habitación, asintiendo
brevemente a la gente hasta que llegamos a un hombre vestido de negro,
que se parecía mucho a mi marido. Los ojos del hombre eran oscuros
mientras que los de Dominic eran verdes. Los lados de su cabello brillaban
con la plata que estaba tomando forma, mostrando su edad. También
estaba en forma. Diría que tenía cuarenta y tantos años si tuviera que
adivinar. Era guapo como mi Dominic. Pero era malvado. Lo podía ver en
sus ojos oscuros mientras me examinaban por primera vez y en la forma en
que sus labios se curvaron en una sonrisa despiadada.
Escalofríos me recorrieron la espalda cuando nos detuvimos frente a
él. Este hombre era pura maldad.
—Domenico —dijo con un rico acento italiano. Extendió la mano y le
dio a Dominic un abrazo.
Dominic estaba rígido y solo me soltó cuando tenía que hacerlo,
palmeando rápidamente a su padre en la espalda.
—Y la hermosa novia, Bianca D’Angelou —dijo su padre, girándose
hacia mí y tomando mi mano.
Dominic se tensó a mi lado, un pequeño indicio de su ira y celos.
El padre de Dominic presionó sus labios contra el dorso de mi mano,
su mirada fija en la mía. Traté de no temblar bajo su mirada penetrante.
Dominic no se acercó para ofrecerme consuelo, y Vincent había
desaparecido entre la multitud después de que entramos en el salón de
baile.
—Este es mi padre, Matteo De Santis —nos presentó Dominic con una
voz fuerte que me hizo temblar en mis zapatos. Era su voz sensata. La que
significaba problemas si te pasabas de la raya.
—Encantada de conocerlo —mentí, poniendo una sonrisa en mi rostro
y forzando mi voz a no vacilar.
Matteo dejó escapar una risa suave. —De hecho, lo es. No tenía idea de
lo hermosa que eras. Dominic no dio más detalles sobre eso. Dime, ¿te gusta
estar casada con mi hijo?
Los invitados habían vuelto a charlar mientras estábamos frente a
Matteo. Tragué saliva, mirando a mi alrededor en busca de Vincent. Estaba
en el borde de la habitación, observándonos con los ojos entrecerrados.
—S-si —me las arreglé para decir.
Matteo soltó esa siniestra risa suya. —Eso es interesante. ¿Dirías que
es bueno porque tienes miedo de decir lo contrario o bueno porque
realmente es bueno?
¿Qué demonios?
—E-es duro —dije mientras Dominic miraba al frente, sin ayudarme en
absoluto—. Dominic puede ser autoritario.
—¿En serio? —Mateo sonrió—. ¿Cómo estuvo la propuesta?
—No hubo ninguna —respondí honestamente—. N-no tuve elección.
Matteo alzó las cejas. —¿Fuiste forzada a casarte?
—Sí —dije—. Hizo que Levin me noqueara y luego me obligó a casarme
con él cuando me desperté.
Los ojos de Matteo brillaron cuando miró a Dominic. —Bueno, sabe
hablar con la verdad, ¿eh?
—Habla demasiado —gruñó Dominic, girándose para clavarme una
mirada gélida.
Me alejé de él, confundida acerca de lo que había hecho mal.
—Me ocuparé de ti más tarde —continuó, su ceño se endureció aún
más.
Tragué saliva y me alejé más de él, obligándome a no gruñirle o decirle
que me besara el trasero. No sabía si esto era parte de su actuación o no,
pero solo podía suponer que estaba recurriendo a la crueldad para
demostrarle a su padre que significaba muy poco para él. Sabía que
teníamos que convencer a este hombre de eso, así que si tenía que ser dócil
y tímida, lo sería. Por ahora.
—Lo siento, Dominic —susurré, esperando que Matteo se lo creyera—.
Por favor…
Dominic extendió la mano, agarrando mi barbilla dolorosamente
mientras me miraba con el ceño fruncido. —Cierra la puta boca. ¿Qué te
dije? ¿Eh? Te dije que mantuvieras la maldita boca cerrada. Yo hablaré.
—Sí, Dominic —me atraganté, haciendo una nota mental para
abofetearlo cuando estuviéramos fuera de allí.
No necesitaba ser tan malditamente rudo. Me soltó y se volvió hacia su
padre. —¿Podemos terminar con esta fiesta? Tengo cosas más importantes
que hacer que celebrar esta farsa de matrimonio.
Matteo me guiñó un ojo antes de llevarnos a la mesa principal. Me senté
al lado de Dominic. Un momento después, Vincent se unió a nosotros. No
me lanzó una segunda mirada mientras se instalaba.
Matteo hizo una pausa y sacó su teléfono de su bolsillo. No nos dijo ni
una palabra mientras se alejaba, lo cual me pareció bien. Podía respirar de
nuevo.
La tensión en los hombros de Dom no se liberó.
—No compartas demasiado con mi padre —dijo Dominic con firmeza,
mirando a la gente.
—No sabía qué hacer…
—Para de hablar. —Su mirada se deslizó hacia mí—. Tienes que parecer
que te sometes, y que no te soporto. Nuestro matrimonio no puede parecer
que te amo. Lo descubrirá. Baja tu cabeza. Ahora.
Tragué saliva y agaché la cabeza.
—Codos fuera de la mesa.
Los deslicé fuera de la mesa.
—Dobla tus manos en tu regazo. Tobillos cruzados. No hagas contacto
visual con nadie en esta habitación, ni siquiera con Vincent. Debería haber
repasado esto contigo antes. Lo siento. —Dejó escapar un suspiro—. Espero
que esto termine rápido. Mientras tanto, compórtate.
Apreté los dientes pero mantuve la cabeza baja.
Me senté rígidamente, sin mirar a mi alrededor mientras la gente venía
a saludar a Dominic, nadie se dirigía a mí. Aparentemente, conocían las
reglas mejor que yo. En una hora, mi trasero y mi espalda estaban doloridos
por permanecer tan quieta en mi asiento.
—Mi padre está aquí —dijo Vincent unos momentos después de que un
hombre corpulento se riera sin cesar de que le dispararon a un tipo que
todos debían haber conocido.
Vincent asintió con la cabeza a alguien mientras yo trataba de mirarlo
de reojo.
Excelente. Más gilipollas por conocer.
Una sombra oscura se cernió sobre nosotros momentos después.
Vincent y Dominic se pusieron de pie.
—Padré —dijo Vincent cuando el hombre estrechó su mano—. ¿Come
va?9
—Sto bene10 —retumbó la profunda voz del hombre.
Vincent se alejó y Dominic lo saludó.
—È bello vederti11 —dijo Dominic en su rico italiano.
Mantuve la cabeza baja y me esforcé por entender lo que estaban
diciendo. Sonaba como un cálido saludo.
—È bello vedere anche te12 —respondió el hombre.
—Esta es mi esposa, Bianca —dijo Dominic, asintiendo hacia mí
todavía en mi asiento.
El hombre tomó mi mano. Lo miré rápidamente mientras él me sonreía.
—Felicidades por tu matrimonio. Es un placer conocerte, Bianca.
—Gracias —dije en voz baja, sin saber lo que se suponía que debía
decir. Las normas sociales dictaban que fuera amable en mi respuesta y no
callada.
—Este es mi padre, Alessio Valentino. —Vincent se recostó en su
asiento mientras Dominic tomaba el suyo.
Alessio se sentó al lado de Vincent, todavía sonriéndome. No me pareció
tan desagradable y cruel como el padre de Dominic. Alessio era un hombre
alto y ancho de unos cuarenta y tantos años con ojos oscuros y amables.
Me recordó a un Vincent mayor.
Alessio inclinó la cabeza hacia mí. —¿Estás disfrutando de la vida de
casada, tesoro?
Miré a Dominic rápidamente. Él asintió levemente.
—Es diferente.
—Me imagino, tener que estar casada con un De Santis… uff —dijo
Alessio con una carcajada, guiñándole un ojo a Dominic, quien le dedicó
una sonrisa tensa—. Lo harás bien. Si no te mata.
Le lancé una mirada a Dominic, pero no estaba prestando atención. No
pasó mucho tiempo hasta que supe por qué.
—Domenico —lo saludó Matteo—. Todo el mundo está bailando. La
cena se servirá pronto. Deberías bailar con tu novia.
—No voy a bailar esta noche —dijo Dominic con severidad.

9 Padre, ¿cómo estás?


10 Estoy bien.
11 Es agradable verlo.
12 También es bueno verte.
—Entonces supongo que yo bailaré con tu novia. Bianca, ¿serías tan
amable de compartir un baile conmigo? —preguntó Matteo, sus ojos
brillando con algún tipo de locura en la que no quería participar.
Una vez más, comprobé con Dominic la respuesta correcta, pero Matteo
se acercó e inclinó mi barbilla en su dirección, su toque era frío y áspero. —
Me miras cuando te hablo. Él no, hija.
Me invadieron escalofríos cuando me puse de pie sin decir palabra y
deslicé mi mano en la suya, notando que parecía que Dominic apenas se
mantenía relajado. Vincent se aclaró la garganta mientras Alessio observaba
cómo Matteo me alejaba, con una mirada peculiar en su rostro.
En el momento en que estábamos en la pista de baile, Matteo me hizo
girar y presionó sus manos en la parte baja de mi espalda. Incapaz de hacer
mucho más, apoyé las palmas de las manos en sus hombros mientras me
guiaba al compás del conjunto de cinco piezas que tocaba de fondo.
—¿Te estás divirtiendo? —preguntó.
—Sí, señor —respondí espesamente.
—Veo que mi hijo te ha estado entrenando bien. Dime, ¿te hace feliz?
—Soy un pájaro con las alas cortadas atrapado en una jaula dorada —
dije, con la esperanza de que quitara el foco de atención de la relación de
Dominic conmigo.
—Ah, pero que pájaro. Adorada por todos. Envidiada. Hermosa. Una
verdadera diosa. —Se inclinó, sus labios rozaron mi oído—. Apuesto a que
follas como una estrella porno, ¿no es cierto, passerotta?13
Se me cortó la respiración y el pánico se apoderó de mi pecho.
—Un lindo gorrión capturado, tomando la polla de mi hijo todas las
noches. Dime, ¿mi hijo te hace correrte?
Temblé contra él, haciéndolo reír suavemente.
—No me importa. Mientras plante su semilla en tu vientre para
continuar con nuestro legado. Y si no puede, hay otras opciones para
conseguirte un heredero.
El frío se apresuró a través de mí. Me quería ir. Ahora. Mis instintos
me gritaban que corriera y nunca mirara atrás.
—Tiemblas tanto, mi pequeña principessa bonita14. Dime, ¿crees que
podrías tomar mi polla como tomas la de mi hijo? ¿Mmm? —La mano de
Matteo se movió hacia mi trasero, haciéndome poner rígida. Soltó una risa
suavemente, poniendo la piel de gallina en mi piel.

13 Gorrión.
14 Bonita princesa.
—Tenemos una tradición en nuestra familia. Dominic no está muy
interesado en eso, y me hace preguntarme si tal vez hay más en su relación
de lo que deja entrever. Supongo que lo averiguaremos, ¿no?
—¿Qué quieres? —Me atraganté, tratando de encontrar a Dominic en
la habitación.
Estaba charlando con Vincent, Alessio y otro hombre. Dominic captó
mi expresión de pánico y rápidamente se puso de pie, excusándose. Dejé
escapar un suspiro de alivio, sabiendo que vendría a rescatarme.
—¿Qué quiero? Tener lo que es mío, por supuesto. Y esa eres tú.
Nuestra tradición lo exige. Veré que se cumpla —respondió Matteo con voz
peligrosa antes de soltarme y alejarse.
Me quedé allí, respirando con dificultad cuando Dominic se acercó.
Matteo se volvió hacia él y presionó su mano contra el pecho de Dominic.
—Ven. Tenemos que hablar —dijo Matteo.
Dominic me miró por un momento, tanta confusión en sus ojos. Luego
educó sus rasgos, asintió y giró sobre sus talones, siguiendo a su padre.
—¿Estás bien? —preguntó Vincent, tomando mi mano para bailar
conmigo.
Vi como el hombre que había estado de pie con Dominic y Vincent
siguió a Matteo. Alessio cerraba la marcha.
—¿Qué está pasando? —pregunté, aferrándome a Vincent mientras
dábamos vueltas en la pista de baile.
—Las piezas están en juego. Está a punto de pasar. Deberíamos irnos.
—No podemos dejar a Dominic —siseé, mirándolo a los ojos.
—Bebé B, esta es nuestra oportunidad. Puedo sacarte de aquí ahora
mismo. Dom puede lidiar con su viejo. Nadie tiene que salir lastimado.
Dudé por un segundo antes de asentir. Vincent agarró mi mano y me
arrastró hacia la salida. Casi habíamos llegado a la puerta cuando cuatro
guardias nos detuvieron.
—Valentino, el jefe quiere verte. Trae a la chica —dijo uno bruscamente
mientras bloqueaban nuestro camino.
El agarre de Vincent en mi mano se hizo más fuerte. Dos de los guardias
me agarraron de los brazos, haciéndome gritar.
Pero no había una mierda que pudiéramos hacer. Vi la mirada en los
ojos de Vincent. El juego había comenzado y teníamos que jugar.
Capítulo 44
Dominic
Miré a mi padre mientras estaba sentado detrás de su escritorio, fumando
un cigarro. Había visto sus manos viajar al trasero de Bianca. Casi me perdí
y me lancé sobre él, sin importarme una mierda si intentaba que me
mataran por eso.
—Tu esposa es muy hermosa —dijo, echando humo.
Gruñí. —Lo es.
Sonrió y se inclinó hacia adelante. —Sabes por qué estás aquí, ¿no es
así? —Me entregó un cigarro.
Resoplé cuando lo encendió, inhalando profundamente antes de
expulsar el humo.
—Supongo que deseas hablar sobre nuestras tradiciones familiares —
dije.
—Cierto.
—Como ya sabes, no estoy interesado en compartir a mi esposa. Le he
quitado la virginidad. El trato está hecho y sellado. Lleva mi apellido y
pronto mi hijo.
—Pero no hay niño todavía.
—Pronto —dije con fuerza—. Estoy trabajando en ello.
—¿Qué pasa si dejas de trabajar en eso y me dejas tomar el control?
Mis entrañas se retorcieron ante sus palabras. —¿Quieres embarazar
a mi esposa? ¿Para que pueda criar a mi medio hermano y él pudiera
llamarme padrastro y hermano? Lo siento, padre, pero pensé que éramos
más civilizados que una familia de montañeses del Profundo Sur.
—Tu esposa es verdaderamente hermosa, Dominic. Creada por los
dioses para que los hombres codicien —dijo, ignorándome—. Eres joven.
Atarte tan pronto no fue una de tus mejores ideas.
—¿Qué estás diciendo?
Se burló de mí y apagó su cigarro. —Solo que tenemos tradiciones.
—No estoy interesado en ellas.
Asintió. —Bien, como he dicho antes, haremos nuevas tradiciones.
Dame a tu esposa. Puedo anular tu matrimonio. La tomaré y la convertiré
en madre. No le faltará nada. No es ningún secreto que odias nuestra forma
de vida. Con un nuevo heredero, podrías ser libre cuando sea mayor de
edad.
Tragué saliva. No era que odiara exactamente nuestra forma de vida.
Lo odiaba a él. Gran jodida diferencia. Adoraba esta jodida mierda.
—No —gruñí.
—No amas a la chica. Eso fue lo que dijiste.
—Ella es mi esposa —dije con voz entrecortada—. Es mi
responsabilidad sin importar mis sentimientos. No retrocedo en mis
deberes, padre. Tú lo sabes.
Él asintió pensativamente y se quedó en silencio. —Entonces propongo
una nueva tradición. Si estás de acuerdo, lo dejaré pasar. Si no lo haces, lo
pagarás.
—¿Qué nueva tradición? —exigí, cada vez más impaciente. Esperaba
que jodidamente Vincent fuera capaz de sacar a Bianca de aquí en la
pequeña ventana de tiempo que había.
Presionó un botón en su escritorio, y un momento después su puerta
se abrió. Algunos de sus hombres entraron, Bianca fuertemente sujeta entre
dos de ellos. Vincent cerraba la marcha. Capté la expresión de preocupación
en su rostro cuando me puse de pie.
Mierda.
—Ah, mi querida nueva hija. Estábamos discutiendo tu matrimonio
con mi hijo. Estoy tan contento de que puedas unirte a nosotros. —Mi padre
se puso de pie y se dirigió a la barra para poder servirse un vaso de whisky.
Me entregó uno. Lo tomé, necesitándolo para adormecer mi rabia mientras
Bianca temblaba en el centro de la habitación.
Antes de que pudiera decir algo, cuatro de sus hombres más entraron
en la habitación, seguidos por Alessio y Klaus, el padre de Levin. En cuanto
a los hombres, Alessio era decente. Pero Klaus era una maldita pesadilla
con un latido del corazón.
—Esto es lo que va a pasar. —Padre cruzó la habitación hacia Bianca,
quien le devolvió la mirada con los ojos muy abiertos y aterrorizados.
Me dolía el corazón mientras la miraba con él. La destrozaría. El mismo
resultado del que había estado tratando de salvarla cuando le ordené a
Levin que la matara y cuando me casé con ella en lugar de dejarla morir. Y
ahora la pesadilla estaba mirando a mi abejita a la cara, lista para
destruirla.
—Voy a hacer una oferta. Si Domenico la rechaza, comenzaremos una
nueva tradición esta noche. —Hizo un gesto con la cabeza a sus hombres,
que se movieron detrás de mí.
Me tensé. —¿Qué es esto? —Gruñí cuando se engancharon a mis
brazos.
La mirada preocupada de Vincent pasó de mí a Bianca y luego volvió a
mí. No teníamos armas. No significaba que no le quitaría una a un cadáver
después de haber matado a alguien con mis propias manos.
Uno de los guardias agarró mi silla y la movió al centro de la habitación.
Me empujaron hacia abajo.
—Aquí está el trato. Me voy a follar a tu esposa. Tu mirarás. Hazte una
paja. Lo que quieras. Cuando esté bien y termine con ella, puedes llevártela
e irte. Nuestra tradición se cumple y se acaba. Los dejaré. Continúas
haciendo tu puto trabajo y creas un heredero para nuestro legado, si no
logro embarazarla esta noche yo mismo. Fácil, ¿verdad?
Bianca no estaba en control de la natalidad. Se lo había quitado. Si se
corre dentro de ella, podría dejarla embarazada. La posibilidad de que ella
llevara a su bebé aplastaba mi maldita alma. No me importaba si uno de
mis muchachos la dejaba embarazada, no es que me hiciera feliz, pero lo
prefería a esta mierda. Se suponía que sería yo. Era mi esposa. La poseía, y
eso incluía su maldito útero.
No así. No. Maldita. Sea.
—No —gruñí, apretando mis manos en puños.
Se burló. —Pensé que dirías eso.
Un pequeño grito salió de los labios de Bianca cuando uno de los
guardias sacó un arma y apuntó a su cabeza mientras el otro la empujaba
sobre sus rodillas. Mi corazón se alojó en mi garganta.
No otra vez. No joder de nuevo.
Me moví para levantarme de mi silla, listo para matar a algunos hijos
de puta. Pero un puño me golpeó en la cara y me hizo caer hacia atrás. Sus
brazos se entrelazaron alrededor de los míos, reteniéndome mientras
luchaba por despejar la habitación de todos los malditos monstruos que
había en ella.
—Relájate. No tiene por qué morir —dijo Padre con calma, como si
estuviéramos discutiendo sobre el tiempo.
Bianca me devolvió la mirada con terror en los ojos. Y debería estar
asustada. Estaba en una guarida de víboras sin escapatoria.
Padre chasqueó los dedos. Uno de los guardias fue a la puerta y la
abrió. Un hombre entró, sosteniendo a Natalia luchando. La miré fijamente,
la enfermedad lavó a través de mis entrañas.
El guardia la arrojó bruscamente al suelo frente a mí. Ella me miró
fijamente, las lágrimas manchaban su hermoso rostro, la manga de su
vestido de algodón azul se le caía del hombro.
—¿Qué es esto? —exigí, tratando de alejarme de los imbéciles detrás de
mí. Tomé nota mental de quiénes eran: Darwin Adams y Malcom Sims.
Cuando me hiciera cargo, los mataría. O tal vez lo haría esta noche.
Dependía de algunos factores, pero haría un jodido esfuerzo.
—Este es tu pequeño amigo. Natalia, ¿no es así, amor? —Mi padre miró
a Natalia, que sollozaba, y sonrió—. Pensé que como te preocupas tanto por
ella, la siguiente parte sería fácil para ti.
Observé que mi padre levantaba la barbilla de Bianca. —Déjame tener
a tu esposa. Mismos términos que antes. Puedes irte cuando hayamos
terminado.
—¿Cuál es la otra opción? —gruñí.
—Te follas a la chica Vasiliev, que tanto te importa, delante de todos
nosotros. Haremos un pequeño cambio en nuestra tradición.
—¡Maldito monstruo! —Grité, perdiendo la calma con él y
sacudiéndome con fuerza contra los imbéciles que me sujetaban en mi silla.
Apenas podían sostenerme. Uno me golpeó en la parte posterior de la
cabeza con la culata de su arma, haciendo que me pitaran los oídos. Dejé
de luchar cuando mi visión se volvió borrosa. Todavía era suficiente tiempo
para que ajustaran sus agarres sobre mí.
Padre chasqueó la lengua hacia mí. —No es tan difícil. Te arriesgaste
para mantener a salvo a la puta de Vasiliev. La has visitado. Me prometiste
que la usaríamos... pero no lo hemos hecho. Supuse que esta noche
finalmente podría sernos de alguna utilidad.
—No lo haré.
Él asintió, entrelazando sus dedos. —Pensé que también dirías eso —
dijo Padre, mirando a Bianca con cariño—. Pero aquí está la trampa. O te
follas a la puta de Vasiliev, o mato a tu linda y pequeña esposa. La que dices
que no amas, ni te importa. Debería estar bien ya que no tienes ningún
vínculo emocional con ella, ¿verdad? Cuando su corazón deje de latir, me
follaré su cadáver solo para que puedas recordar quién diablos está
realmente a cargo aquí.
Temblé, mirando al hombre que me creó, odiándolo con cada onza de
mi ser.
—¿Qué pasa si lo hago? —Pregunté después de un momento tenso,
incapaz de mirar a Bianca mientras decía las amargas palabras.
—Entonces puedes llevar a tu esposa a casa.
—¿Y Natalia?
—Estaría a salvo. Por ahora.
Me arriesgué a mirar a Bianca, el miedo se aferraba a mi corazón. Me
devolvió la mirada con ojos salvajes, con los labios entreabiertos. Ambas
opciones la lastimarían, la destrozarían. Tuve que elegir el menor de dos
males. Era ella o yo. Y nunca dejaría que fuera ella.
Debe haber sabido mi decisión porque dejó escapar un gemido que me
rompió el jodido corazón.
—Lo haré. Natalia. Por la seguridad de mi esposa.
Una sonrisa siniestra se extendió por el rostro de mi padre mientras
Natalia lloraba suavemente. Sabía lo que sucedió la última vez que obligaron
a una mujer a arrodillarse frente a mí. No dejaría que sucediera de nuevo.
Le prometí a Fallon que mantendría a salvo a su hermana. Sin embargo,
había una trampa para todo.
—Ponte a trabajar o las dos putas morirán —dijo Padre, agarrando el
cabello de Bianca con un puño y tirando de su cabeza hacia atrás.
Gruñí cuando la obligó a permanecer arrodillada frente a él con su
arma apuntándole a la cabeza. Ella sollozó suavemente cuando agarró su
cabello.
—Si la cagas, muere. No lo dudaré —dijo Padre en un susurro letal.
Asintió a sus hombres que me soltaron.
Temblé mientras miraba a Bianca. El dolor y la miseria en su rostro
convirtieron en polvo los pedazos destrozados de mi corazón. No estaba
seguro de cómo saldría de esto, cómo saldríamos de esto. Tendría que verme
follarme a otra mujer. Y no cualquier mujer. A la hermana de Fallon. Prometí
mantener a Bianca a salvo. En cualquier otra circunstancia, habría follado
como un rey para salvar a mi esposa sin importarme una mierda quién
estuviera mirando. Pero era ella, mi jodida abejita, observándome con el
corazón roto en la mirada.
¿Dónde diablos estaba un Señor cuando lo necesitabas?
Estirándome, tomé las manos de Natalia y la atraje hacia mí.
—Hazme creerlo —advirtió Padre.
Le aparté el pelo de la cara mientras ella me miraba con los ojos
empapados de lágrimas.
—Por favor. Por favor. P-por favor —dijo ahogadamente, sus dedos
clavándose en mis antebrazos mientras me agarraba con manos
temblorosas—. No me hagas esto. Por favor.
—Shh —dije en voz baja, inclinándome y rozando mis labios a lo largo
de su mandíbula antes de pasar a su oído—. Te matarán si no lo hago. Lo
siento.
Su cuerpo tembló contra mí, su destino sellado. Sollozó suavemente
mientras yo continuaba hablándole al oído. —Necesitas chuparme la polla,
porque necesito tu ayuda ahora mismo.
Me eché hacia atrás, me dolía el pecho cuando extendió la mano con
dedos torpes y me desabrochó el cinturón y los pantalones. Liberé mi suave
polla y la insté hacia adelante mientras sus gemidos se hacían más fuertes.
Empujé sus labios con la cabeza de mi pene mientras colocaba su cara
en mi regazo.
—No —gimió ella, sus gritos fuertes.
Empujé mi pene entre sus labios, silenciando sus protestas. Se turbó
y atragantó cuando empujé en su boca suave y cálida, sus dedos se clavaron
en mis muslos. Trató de alejarse, pero agarré su cabello con más fuerza y
forcé su boca más profundamente en mi polla.
Me volví hacia Bianca mientras ella cerraba los ojos con fuerza. Mi
corazón se rompió un poco más.
—No cierres los ojos —gruñó mi padre cuando extendí la mano y
empujé el vestido de Natalia por sus hombros—. Mira cómo lo disfruta.
Retorcí mis dedos en el cabello de Natalia para que se ahogara con mi
polla mientras la movía hacia arriba y hacia abajo a una velocidad que podía
manejar.
—Mira a tu esposa —ordenó el padre con una risa oscura.
El rostro de Bianca estaba húmedo por las lágrimas, su cuerpo aún
temblaba, mientras me miraba.
Todo lo que quería hacer era ir a ella y borrar su dolor. Pero no pude.
No de la manera que quería. Mantener mis ojos en ella hizo que mantener
la dureza en mi pene fuera más fácil, así que lo hice a pesar de la agonía
para ambos.
—Tienes unos cinco segundos para follártela, o voy a follar a tu esposa
—amenazó el padre.
Apreté los dientes y tiré de la cabeza de Natalia hacia arriba. Mi dura
polla se deslizó de sus labios cuando encontré su mirada con la mía.
—Dominic. No lo hagas —se atragantó—. Por favor.
—Lo siento —murmuré, jodidamente en serio.
Cayó sobre su trasero mientras trataba de alejarse de mí. Tuve que
pararme con mi pene afuera para agarrarla e incluso entonces se deslizó de
mi agarre.
Mierda. Metí mi polla en mis pantalones mientras ella se arrastraba
sobre sus manos y rodillas por la habitación. La risa de mi padre estalló
cuando la atrapé junto a su escritorio.
Ella chilló y sollozó cuando la levanté. Luego me golpeó en la cara. Por
lo general, estaría enojado, pero entendí que ella estaba asustada y no
quería esto. Así que acepté el golpe sin perder la calma.
Le di la vuelta y la obligué a bajar la cara contra el escritorio de mi
padre mientras me rogaba que me detuviera, su pequeño cuerpo se agitaba.
Mi padre hizo girar a Bianca para que mirara.
Maldito idiota.
—Tu esposo la va a violar —dijo Padre con una voz profunda y
siniestra—. Va a follar su coño y correrse dentro de él. ¿Cómo te sientes
sabiendo que su coño hará que él se corra como el tuyo? ¿Que lo disfruta?
Repetirás esto en tu cabeza cada vez que te toque. Sabrás que se folló a una
chica que sollozaba mientras mirabas.
—Para. N-no —Bianca se atragantó—. Dominic, lo haré. Tu padre. No
seas como él. No hagas esto.
Ignoré las súplicas de Bianca, levanté la falda de Natalia y tiré de sus
bragas hacia abajo, exponiendo su coño para mí. Volví a mirar a Bianca. Se
había quedado mortalmente callada y parecía como si se hubiera marchado
con su mirada en blanco y sus lágrimas silenciosas. Alcancé a ver a Vincent
por el rabillo del ojo. Parecía estar enfermo.
Quería terminar con esto, así que empujé mi polla a través de los
pliegues de Natalia mientras ella luchaba contra mí. Mi pene estaba en su
entrada cuando un fuerte golpe sonó más allá de las puertas cerradas.
Balazos. Carcajadas.
Todos entraron en acción cuando se sacaron las armas. Me alejé de
Natalia y me abroché los pantalones. Me abalancé sobre mi padre mientras
él apuntaba su arma a la puerta. El impacto lo envió de lado, liberando a
Bianca. Mi puño conectó con su rostro, dejándolo fuera de control. El arma
resbaló por el suelo. Bianca volvió a la realidad y se abalanzó sobre ella.
Vincent golpeó a Malcom en la cara y le quitó el arma y luego le disparó.
—Ingrato —me gruñó mi padre cuando lo golpeé de nuevo—. La has
jodido, muchacho.
Vincent agarró a Natalia y Bianca y salió corriendo de la habitación. No
podía culparlo. Yo hubiera hecho la misma maldita cosa si fuera él. Bianca
era lo único que importaba. Natalia estaba muy cerca en segundo lugar
porque, en lo que a mí respecta, era inocente. No quería otra Macy en mis
manos.
Padre me golpeó en el estómago, pero aguanté fuerte, golpeándolo una
y otra vez. Resolló cuando me puse de pie y le di una patada en las costillas,
pero no se quedó tirado mucho tiempo. Estaba de pie y me golpeó en la cara
de nuevo, obligándome a retroceder.
Sacó una segunda pistola de su traje. Me tomó un momento darme
cuenta de que me iba a disparar. Me zambullí cuando se disparó. Logré salir
de la habitación, pasando de una zona de guerra a otra. Los disparos
estaban demasiado cerca para su comodidad. Necesitaba llegar a Bianca.
El olor acre del humo estaba en el aire. Algo estaba en llamas.
Me ocuparía del idiota de mi padre otro día. Por ahora, solo tenía una
cosa en mente, y era salvar a mi reina.
Capítulo 45
Levin
Me zambullí detrás de una mesa volcada mientras Hail me disparaba,
maldiciendo todo el que era un Señor.
Hijo de puta Vasiliev.
Devolví el fuego. Acababa de llegar y había una maldita guerra en
marcha, lo que significaba que Vasiliev estaba aquí, creando una
distracción. Una muy buena basado en los gritos, la sangre y los pocos
cuerpos esparcidos por ahí. Sin mencionar todo el maldito humo. Maldita
sea, las cortinas estaban en llamas.
Como carajo...
Hail había traído amigos por lo que parece. No eran solo los Señores.
Parte del equipo de su padre también estaba allí, lo que significaba que
probablemente agarró a los groupies leales a él y les prometió riquezas si
iban a un tiroteo.
Le disparé a uno, alcanzándolo en el pecho. Se derrumbó cuando Hail
salió disparado. Vi a mi padre disparando a uno de los hombres de los
Señores, su rostro era una máscara de maldad. Recé en silencio para que
le dieran una bala en el cerebro y luego corrí hacia una puerta abierta.
Cualquier muerte para ese maldito bastardo ya llegaba demasiado tarde. Mi
abuela debería haberse tragado la carga de mi abuelo en lugar de dejar que
la embarazara. El mundo hubiera sido un lugar mejor sin muchos de
nosotros.
Miré alrededor. La casa era demasiado grande. Nunca me había
molestado en aprenderme el diseño. En retrospectiva, desearía haberlo
hecho porque no tenía ni idea de cómo diablos llegar a alguna parte en este
maldito lío. Tosí mientras corría a través de una nube de humo que colgaba.
Incapaz de tomar la ruta principal a la oficina de Matteo, tuve que dar
la vuelta. No es que importara en este punto. La casa estaba invadida por
las cucarachas de los Señores, sus armas ardiendo.
Disparé, derribando a dos tipos más antes de ver a Fallon. Le disparó
a mi padre y falló antes de zambullirse detrás de la pared frente a mí.
—Oye, idiota ruso —le grité.
Hizo una doble toma mientras recargaba. Su cabello oscuro era un
desastre y tenía sangre en la camisa. —Oye, hijo de puta alemán.
Resoplé y negué con la cabeza antes de apuntar mi arma a la vuelta de
la esquina y apretar el gatillo. Un cuerpo cayó al suelo.
—Buena distracción. Tal vez la próxima vez deberías traer un ejército.
—No tenía muchas opciones. No podía estar en dos lugares a la vez esta
noche, así que tuve que modificar cosas para que funcionara. Lo siento si
mi distracción no es lo suficientemente buena para ti. —Disparó a la vuelta
de la esquina y derribó a uno de los hombres de Matteo antes de lanzar una
gran cantidad de palabrotas en ruso mientras la madera se astillaba junto
a su cabeza.
—Te das cuenta de que estás disparando a las personas equivocadas,
¿verdad?
Vasiliev volvió a maldecir y le disparó a uno de los hombres de los
Señores. —Come mierda, Seeley. ¿Hay algún hombre adecuado aquí esta
noche?
—Jesús, eres un puto desastre. ¿Sabes siquiera qué diablos estás
haciendo?
—No. —Le disparó a otra persona—. Estoy improvisando.
Ni siquiera sabía de qué lado estaba el tipo, ya que era un maldito
desastre a nuestro alrededor. Matteo pagaría mucho dinero para arreglar
este lío. Parecía que también contrataría a un decorador.
—Necesitamos encontrar a Dom y Vincent. Están donde sea que esté
Bianca, y sospecho que será la oficina de Matteo —dije, buscando un
escape. Vi uno y le hice señas a Vasiliev para que me siguiera.
Salió corriendo detrás de mí mientras corría hacia adelante,
agachándose y esquivando las balas que volaban a nuestro alrededor. El
vidrio se hizo añicos y hubo más gritos.
Llegamos a un pasillo que estaba relativamente tranquilo.
Algo me estaba carcomiendo, así que lo miré mientras inspeccionaba el
área a nuestro alrededor para que no nos bombardearan. —¿Por qué trajiste
a todo el equipo B de los Señores para pelear esta noche?
—¿No es obvio?
—Claramente no.
Me miró con los ojos en blanco mientras nos apretábamos contra una
pared donde el pasillo formaba una T. —Hail quería ir a dispararle a De
Luca y sus hombres. Estábamos listos para irnos. No podía hacer eso y esto
al mismo tiempo. Había que tomar decisiones. Puse un error en el oído de
Hail sobre esto y cómo su padre lo elogiaría. Funcionó. Ta-da. Aquí estoy,
carajo.
—¿Arriesgarías tu vida por Bianca?
Se giró hacia mí, con los ojos muy abiertos. Levantó su arma y disparó
en mi dirección. Pensé que me iba a disparar. Dejé escapar un grito y me
deslicé por la pared justo cuando un cuerpo se derrumbó detrás de mí.
—Arriesgaría mi vida por ella y por cualquiera que ella amara —dijo,
ofreciéndome su mano para ayudarme a levantarme.
Mis oídos zumbaban cuando tomé su mano y dejé que me levantara.
Me giré para ver a un hombre muerto del lado de los Señores en el pasillo,
la sangre se acumulaba a su alrededor.
Volví a mirar a Fallon. —La amas.
—Tanto como tú, sospecho. Ahora deja de tratar de hablarme
dulcemente, Seeley. Tengo que encontrar a nuestra chica.
Le sonreí y negué con la cabeza. Tal vez no lo mataría.
Hoy, de todos modos.
Capítulo 46
Bianca
Mi pecho ardía mientras corríamos. Vincent agarró mi brazo y tiró de mí
hacia atrás antes de que recibiera una bala en la cabeza.
—Ten cuidado —gritó, la preocupación cubriendo su rostro—. ¿Sabes
cómo usar esa cosa? —Asintió hacia el arma que agarraba.
—N-no lo sé.
Natalia se aferró a la espalda de Vincent, con los ojos muy abiertos por
el miedo. Se veía tan ruda como yo me sentía. Verla con Dominic me había
destrozado. Me dolió hasta el punto que estaba segura de que vomitaría.
Sabía que lo había hecho para salvarnos y, afortunadamente, no había
progresado tanto como podía. Despreciaba a su padre. Recé para que
Dominic lo hubiera matado y estuviera de regreso con nosotros. Peleé con
Vincent mientras me arrastraba, pero sabía que tenía que irme. Prometí que
me comportaría. Y lo estaba haciendo.
—Haz esto —dijo Vincent, quitándome el arma mientras las balas
pasaban a nuestro lado en el pasillo.
Se asomó por la puerta y rápidamente retrocedió, maldiciendo. El humo
flotaba en el aire, haciendo que mis ojos y pulmones ardieran.
—Mira. Está lista para disparar. Aquí. Suelta este así. —Presionó un
botón en el costado del arma y el cargador cayó—. Ponlo así. —Empujó el
nuevo en el arma y me la entregó.
La metí en la parte delantera de mi vestido mientras él preparaba el
arma para disparar. —¿Entiendo?
—¿Y luego qué?
—Entonces apuntas y disparas, bebé. No necesitas matarlos, pero sería
muy bueno si lo hicieras. —Miró a Natalia—. Quédate cerca, ¿de acuerdo?
B, cúbreme.
Natalia asintió en silencio. Apreté mi mano en el arma.
Vincent presionó su boca contra la mía, besándome rápido y fuerte. —
Por si acaso.
Salió disparado y disparó a alguien, enviándolo al suelo. Les metió otra
bala mientras lo seguíamos. Traté de no mirar al tipo muerto, pero lo hice.
Nunca lo había visto antes, así que al menos no era alguien por quien me
sentiría mal.
—Estos son hombres de los Señores —dijo Natalia, con voz
temblorosa—. Un ataque de Bratva.
Vincent asintió con tristeza. —Esto es obra de tu hermano.
—¿Fallon? No entiendo.
—Te lo explicamos más tarde —dijo Vincent, guiándonos a través de la
casa, disparando a cualquiera que se cruzara en nuestro camino.
Acabábamos de llegar a otro pasillo, cuando un hombre salió disparado
de otra habitación y golpeó a Vincent en la cabeza, haciéndolo caer al suelo
y su arma cayendo.
El hombre rápidamente agarró el arma y apuntó a Vincent. Observé
con horror cómo el hombre se limpiaba la nariz.
—Diablos, sí, seré recompensado muy bien por matar al gran Vincent
Valentino —el hombre se soltó una risa a carcajadas mientras apretaba el
arma.
Mi pulso rugía en mis oídos cuando dejé mi escondite, mi pistola
levantada. Ni siquiera dudé. Apreté el gatillo mientras Vincent se cubría la
cabeza. El hombre se tiró al suelo. Apreté el gatillo una y otra vez hasta que
dejó de moverse, el carmesí se acumulaba alrededor de su cuerpo.
Me quedé sosteniendo el arma, mi cuerpo temblando.
No vi a Vincent ponerse de pie, pero lo sentí cuando su cálido cuerpo
se presionó contra el mío.
—Dame el arma, bebé —la engatusó suavemente.
Negué, agarrándolo con más fuerza. Acabo de matar a alguien. Alguien
está muerto porque le disparé.
—Bebé, vamos —dijo Vincent de nuevo, envolviendo su mano alrededor
de la mía—. Suelta el arma.
Jadeé y dejé que la tomara. Me llevó de regreso a la habitación y me
envolvió en sus brazos, sosteniéndome con fuerza.
Un sollozo salió de mi garganta.
—Maté a ese hombre. Él-él está muerto. N-nunca he matado a nadie
antes. Iré a la cárcel. No encontraré a mi papá. Dominic me extrañará. Tú.
Fallon. Levin...
—Tranquila, bebé. Está bien. No estás en problemas. A nadie le importa
una mierda un Señor idiota. Iba a matarme. Me salvaste, B. Eres mi héroe,
bebé.
Me sacudí contra él, la urgencia de vomitar era real.
—Respira, B. Vamos —dijo Vincent, dándome una sacudida mientras
trataba de aspirar una respiración que simplemente no quería salir—.
Tenemos que largarnos de aquí. Necesito que te recuperes, ¿de acuerdo?
¿Puedes hacer eso por mí? —Se echó hacia atrás e inclinó mi cara hacia
arriba, presionando un beso en mis labios—. Vamos, niña bonita.
Necesitamos encontrar a Dom y Fallon. Nos necesitan.
Asentí, recomponiéndome. —S-sí.
—Aquí. Te devuelvo el arma. No lo dudes si vuelve a suceder, ¿de
acuerdo? Está bien matar a estos hijos de puta. Nos habrían matado sin
pestañear. —Secó las lágrimas de mi mejilla y me besó de nuevo—. Te amo.
—Yo también te amo —dije con voz ronca.
Sonrió y se alejó. —¿Natalia? ¿Estás bien?
—No —respondió débilmente—. Pero realmente necesito salir de aquí.
—Bien. —Vincent se asomó al pasillo de nuevo. Hizo un gesto para que
lo siguiéramos—. B, solo mira al frente. No mires hacia abajo.
Tragué e hice lo que me indicó, tratando de ignorar al hombre que había
matado en el suelo. Llegamos a otro corredor. Este lugar era un maldito
laberinto. Odiaba estar aquí y prometí no volver jamás.
Vincent asomó la cabeza en la T del pasillo y se agachó cuando sonaron
los disparos. Él disparó antes de empujarnos lejos.
—Vamos. Vamos. ¡Vamos!
Los pasos se precipitaron hacia nosotros con los disparos mientras
tratábamos de regresar por donde habíamos venido.
—B, vas a tener que correr. Mantendré alejados a estos tipos. Vas a
tener que volver por ese camino. Toma el pasillo de atrás. Solo ten cuidado,
¿de acuerdo? Dispara a cualquiera que se te cruce y sigue adelante.
¿Entiendo?
—¿Y tú?
—Estaré bien. Este no es mi primer rodeo. —Me dio un apretón en la
mano antes de empujarme lejos.
Las balas rebotaron en la pared cuando me di la vuelta y corrí, Natalia
justo detrás de mí. No sabía a dónde iba. Corrí a ciegas, agachándome y
esquivando disparos tanto como pude. Salté sobre los cuerpos, con la
esperanza de que Natalia pudiera mantener el ritmo porque no quería
reducir la velocidad. Tosí mientras inhalaba el humo de lo que fuera que se
estaba quemando. Quería ir a casa y lavar la mierda de mi cuerpo. Esta
tenía que ser la peor recepción de bodas en la historia.
Patiné hacia una puerta y dejé escapar un gruñido cuando me di
cuenta de que estaba cerrada con llave. Miré detrás de mí para encontrar
que Natalia se había ido. De alguna manera la había perdido en el humo y
la confusión. Recé en silencio para que no muriera en medio de los disparos
y el humo.
¡Maldición! Tenía que volver por ella.
Me giré para correr de regreso por el pasillo y choqué contra un cuerpo
duro cuando doblé una esquina. Cálidos brazos me envolvieron antes de
que tropezara hacia atrás.
—¿L-Levin? —Me atraganté, mirándolo en estado de shock.
—Hola, bicho —respondió bruscamente mientras me jalaba contra la
pared.
—¿Qué-qué estás haciendo aquí? ¿Dónde está Fallon?
—Nos separamos para encontrarte. Estoy aquí porque aquí es donde
pertenezco.
Asentí, sin cuestionarlo más. Se oyeron gritos a lo lejos, seguidos de
más disparos. Hice una mueca cuando Levin me miró.
—Debería haber una ventana en esa habitación. Debería conducir a los
jardines traseros si mi memoria de este lugar no me falla. Si lo logramos,
puedo sacarte de aquí. Mi coche está aparcado en el límite de la propiedad.
Si nos pegamos a los árboles, estaremos a salvo.
—Está bien —dije con voz espesa.
—No estás herida, ¿verdad? No te lastimó, ¿verdad? —su voz tembló
mientras me miraba.
Negué con la cabeza. —Estoy bien.
Su mirada pasó por encima de mi cara antes de asentir y hacerme un
gesto para que lo siguiera. Regresó a la puerta cerrada y disparó el
picaporte. La puerta se abrió de golpe cuando la pateó. Corrimos hacia la
ventana, a la que disparó.
Me volví justo cuando un hombre vestido de negro entraba en la
habitación con el arma en alto.
Ocurrió en cámara lenta. En un momento estaba mirando a la muerte
a la cara, y al siguiente mi cabeza se estrelló contra un escritorio mientras
caía al suelo. Levin se zambulló frente a mí, bloqueándome de la vista del
pistolero. Sonó un disparo. Levin se sacudió y se tambaleó hacia atrás, la
humedad floreció en su camisa oscura.
Me acerqué a él, gritando su nombre. Fallon entró en la habitación y le
disparó al hombre en la parte posterior de la cabeza, su sangre y sesos
salpicaron todo el lugar. Fallon pasó por encima del cuerpo y corrió hacia
nosotros con Natalia pisándole los talones.
—¿Levin? ¡Levin! —Grité mientras me inclinaba sobre él, su sangre
manchaba el material blanco de mi vestido.
Parpadeó y gimió. Mi cabeza daba vueltas por golpearme tan fuerte. Las
estrellas salpicaron mi visión. Me sacudí mientras presionaba mi mano en
la mancha oscura de su camisa junto a su abdomen.
Extendió la mano y acunó mi cara por un momento mientras sus
párpados revoloteaban.
—No —sollocé—. Vamos, Oso Boo. Quédate conmigo.
Me dio una sonrisa cansada. —Odio ese nombre.
Gemí y traté de mantenerme consciente. La sangre goteaba por mi
mandíbula desde la herida de mi cabeza.
—Ayúdalo, Fallon. Por favor. No dejes que muera.
—Tenemos que sacarte de aquí. Este lugar está en llamas. A Drake le
encanta esa mierda. Estaremos muertos si no nos ponemos en marcha.
Todo el salón de baile está en llamas. No podemos llegar a la puerta principal
y la otra mitad del lugar está llena de cabrones. —Trató de arrastrarme lejos
de Levin, pero dejé escapar un gruñido y lo empujé.
—¡No me toques! ¡No podemos dejarlo! ¡No podemos!
—Ya vienen —dijo Natalia con voz ahogada, mirando temerosa por
encima del hombro mientras los disparos se acercaban.
—El auto está en el borde de la propiedad a través de los árboles —dijo
Levin sin aliento, con voz tensa—. Las llaves están en la consola central. L-
sácala de aquí. salvarla Por favor. Llévala a un lugar seguro.
Fallon asintió y tomó mi mano. Me aparté de él mientras trataba de
detener el sangrado de Levin.
Envolvió su mano alrededor de la mía. —Bicho, vete. Por favor. Ve con
Fallon.
—No. Fallón, ayúdame. Tenemos que sacarlo por la ventana.
—Bianca, princesa, no podemos llevarlo…
—Joder, ayúdame, o lo juro por Dios —le gruñí, tambaleándome
mientras intentaba levantar a Levin, que luchaba contra mí débilmente.
Fallon gruñó y agarró el brazo de Levin, levantándolo en medio de un
gemido de agonía de Levin. La sangre goteaba de su cuerpo, dejando puntos
rojos en el suelo. Natalia me ayudó con su otro lado. Lo empujamos a través
de la ventana con mucho esfuerzo. Cayó hacia delante y golpeó el césped
con un gemido, con la camisa empapada de sangre. Yo salí a continuación,
seguido de Natalia y luego de Fallon. Tropecé y caí, mis rodillas golpearon
con fuerza el borde de un patio de concreto y me hicieron silbar de dolor.
—Tenemos que irnos. Levin, gran cabrón alemán, tienes que
despertarte el tiempo suficiente para ayudarme a llevarte. —Fallon gruñó
mientras ayudaba a Levin a ponerse de pie con Natalia.
Con cada onza de energía que teníamos, logramos atravesar los árboles
y Fallon solo tuvo que matar a dos rezagados en el camino. Llegamos al auto
de Levin. Fallon lo deslizó en el asiento trasero. Entré con él y me aferré a
él, arrancando parte de mi vestido para colocarlo sobre su herida, para
poder tratar de detener el sangrado. Natalia subió al frente con Fallon y
tomó las llaves para él.
Fallon puso en marcha el coche y salió de entre los árboles.
—Necesitamos un hospital —grité cuando Levin dejó escapar un
suspiro áspero y confuso—. ¡Se está muriendo!
—No podemos ir al hospital. Necesito llamar a Dom. ¡Mierda! —Fallon
golpeó el volante cuando llegamos a ochenta en el tramo desolado de la
carretera fuera de la ciudad.
—¿A dónde vamos entonces? —exigí—. ¡Necesita un médico!
—Dom me envió una dirección de una casa de seguridad. Vamos allí
Nattie, llama a Dom y reza para que te responda. —Le dio su teléfono.
Rápidamente hojeó sus contactos antes de ponerse el teléfono en la
oreja. —Nadie responde —gritó.
—Prueba con Vincent —gritó Fallon.
Marcó una y otra vez a nada antes de intentarlo una vez más. Se
enderezó en su asiento.
—¿D-Dominic? E-soy Natalia. V-vamos a una casa de seguridad.
Necesitamos ayuda. Le dispararon a L-Levin. Está sangrando mucho —su
voz se quebró—. Sí. Ella está con nosotros… De acuerdo…. Sí…. Bien…. De
acuerdo. —Colgó—. Dijo que está en camino con Vincent y que enviará a
alguien para ayudar.
Fallon agarró el volante con más fuerza. Una ola de mareo se apoderó
de mí.
Miré a Levin. Su respiración era superficial, sus ojos cerrados.
—No me dejes —gemí, inclinándome y presionando mi frente contra la
suya—. No te vayas. Ni siquiera llegué a decir que lo sentía. Estaba siendo
una idiota. Quédate, Levin. Por favor, quédate conmigo. Te amo. Te amo
tanto.
Mi cabeza volvió a dar vueltas, y esta vez no pude detener la caída. La
oscuridad borró la luz y me solté, el nombre de Levin en mis labios.
Capítulo 47
Falloni
Bianca no se despertaba a pesar de que Natalia la sacudía. Seeley apenas
respiraba. Conduje su coche por la carretera de dos vías y corrí hasta el
final de la carretera a través del bosque oscuro mientras Natalia se apoyaba
en la parte trasera y asumía el trabajo de Bianca de aplicar presión en la
herida de Levin. Cuando llegué a la gran cabaña de troncos, había un
hombre de mediana edad parado en el camino de entrada. Salí con mi arma
levantada. Conocía este maldito lugar. Aquí es donde me mantuvieron
cautivo en el sótano cuando pensé que Bianca estaba muerta. Me sacaron
y metieron mi cabeza en una bolsa antes de que nos fuéramos. Llámalo
PTSD15 o lo que sea, pero estaba en alerta máxima.
El hombre inmediatamente levantó las manos. —Dominic me envió.
Soy doctor. Me llamo Alan.
Bajé mi arma y asentí para que me ayudara.
—Tenemos dos. A uno le han disparado en el estómago. Y ella esta
herida. Lesión craneal. Ninguno puede morir.
—Eso me han dicho. —Alan gruñó, ayudándome a sacar a Levin
primero.
Fue una lucha, pero con el doctor, Natalia y yo logramos meterlo
adentro. El médico nos condujo a una habitación junto a la sala llena de
equipo médico.
Supuse que esta no era la primera vez para De Santis. Tenía que
admirar su preparación.
Ayudé a poner a Levin en una cama y salí corriendo para sacar a Bianca
del auto mientras Natalia se quedaba para ayudar al doctor. El pequeño
cuerpo de Bianca era bastante fácil de transportar. Su cabeza colgaba
contra mi pecho mientras la cargaba con su vestido blanco empapado en
sangre hacia la casa.

15 Trastorno de estrés postraumático.


—Estarás bien, princesa —murmuré, apresurándome a entrar—. Vas
a estar bien. Lo juro. Dios, por favor.
La acosté en el sofá ya que no había otra cama en la habitación en la
que estaba Levin. Natalia entró con una bolsa de hielo y un trapo húmedo.
—N-no sé qué más hacer —susurró—. Lo siento, Fal.
—Está bien —dije, tragando saliva mientras limpiaba la fea marca
morada que estropeaba un lado de la cara y la cabeza de Bianca. Estaba
bastante hinchado. Envolví la bolsa de hielo con el trapo y la presioné a un
lado de su cabeza—. Quédate con ella. Voy a ver si el doctor necesita ayuda
con Seeley.
Me levanté y Natalia se arrodilló junto a Bianca, sosteniendo la
compresa fría en la cabeza y la cara. Mi mente se aceleró con la
preocupación. Tal vez mi distracción había sido demasiada. Al menos no
habían muerto. Dios, por favor, no te mueras. Si Seeley moría,
definitivamente no recuperaría a mi chica. Necesitaba a ese jodido alemán
para salir adelante.
—¿Como está? —pregunté, yendo al lado de Levin y mirando al hijo de
puta pálido y sin camisa frente a mí en el catre.
Miré a mi alrededor. Incluso había una máquina de rayos X en la
habitación. Maldito De Santis realmente estaba abastecido. Se exhibió una
radiografía del abdomen de Seeley, la bala claramente todavía dentro.
—Las partes vitales en su mayoría están intactas. Ha perdido mucha
sangre. — El Doctor se acercó a un pequeño refrigerador y sacó una bolsa
de sangre.
Observé mientras preparaba todo, realmente impresionado con el
pequeño hospital en la cabina. Hail no tenía nada tan elaborado. Si alguien
recibía un disparo, había muchas posibilidades de que muriera si Hail no
lograba dejarlo frente a un hospital a tiempo. O te llevaría con el viejo de la
Novena, que dirigía un restaurante dudoso en el que no alimentaría ni a mis
enemigos. A veces remendaba a la gente si el restaurante no estaba
demasiado ocupado.
Observé mientras el médico de Dominic terminaba de conectar la
sangre y la vía intravenosa.
—¿Puedes pasarme eso? —Hizo un gesto hacia un par de cosas que
parecían tenazas.
Los agarré y se los entregué, observándolo mientras miraba el agujero
de bala en el abdomen de Seeley.
—¿No vas a darle analgésicos o algo así? —Pregunté.
—Ya lo hice. Pásame una gasa.
Se la entregué. Clavó las pinzas en la herida y buscó alrededor por un
momento antes de desenterrar una bala y dejarla caer en el cuenco que yo
sostenía. Luego limpió y cosió la herida con una velocidad y precisión
insanas. Satisfecho, ajustó la máscara de oxígeno en la cara de Seeley y lo
cubrió con una manta. Los monitores emitieron un pitido, afirmando que el
gran bastardo todavía estaba vivo.
—Está estable. Le he dado suficientes medicamentos para mantenerlo
dormido durante unas horas. Vamos a echarle un vistazo a esta chica ahora
—dijo el Doctor, saliendo de la habitación y tirando sus guantes a la basura
al salir.
Lo seguí hasta donde Natalia aún sostenía la bolsa de hielo en la cara
de Bianca. El Doctor se arrodilló a su lado y le echó un vistazo.
—Necesita puntos. Coge la bandeja y la aguja. —Gruñó, comprobando
su pulso—. Está en un paquete en la bandeja de metal al lado de su cama.
Regresé corriendo a la habitación de Seeley, agarré la bandeja con toda
la mierda de puntada y se la llevé. El Doctor lo tomó y comenzó a limpiar a
Bianca. Él le dio una inyección antes de coser a lo largo de la línea del
cabello. Mis entrañas se tambalearon. Estaría marcada por esta puta
mierda.
La puerta principal se abrió de golpe. Dominic y Vincent entraron
corriendo en la habitación, ambos luciendo como si acabaran de sobrevivir
a un accidente aéreo. Cabello despeinado, ropa desgarrada, ensangrentados
como el infierno, caras oscuras con residuos de humo.
Dom se arrodilló junto a Bianca mientras yo me hacía a un lado para
él. Él agarró su mano, llevándola a sus labios y besándola.
—¿Como está? —preguntó con fuerza, sus ojos verdes la recorrieron
mientras Valentino se cernía cerca, luciendo como si fuera a vomitar.
—Va a necesitar que le escaneen la cabeza. No tienes uno de esos aquí.
Parece que el golpe fue bastante fuerte. Puede tener algo de sangrado en su
cerebro. No lo sabré hasta que mire. Espero que todo sea superficial,
también tenía una herida grande que le cosí.
Un músculo se tensó a lo largo de la mandíbula de Dom. —¿Puedes
hacerlo?
—Sí. Necesito que la lleves por la parte de atrás del hospital. Le avisaré
a Jackie que vamos.
—¿Cómo está Levin? —preguntó Dom, mirando a Bianca, su mano
todavía en la de él.
—Estable por el momento. Volveré en unas horas para ver cómo está.
Mientras tanto, hagamos que revisen a esta joven.
Dom no necesitaba que se lo dijeran dos veces. Tomó a Bianca en sus
brazos y me miró.
—Gracias. Por salvarlos.
Asentí, mi garganta apretada mientras miraba a Bianca. —Por favor,
asegúrate de que esté bien.
—Lo haré. —Y con esas palabras, se fue, siguiendo al doctor afuera.
—Voy a ver cómo está Levin —murmuró Vincent, dejándonos a Natalia
ya mí solos en la sala de estar.
Nos sentamos en silencio durante mucho tiempo antes de que
finalmente hablara. La miré. —Te extrañé, Nattie.
—También te extrañé.
Sus ojos se empañaron, y la abracé, aferrándome a ella. Ella era la
única familia que tenía. Siempre habíamos sido cercanos. Solo nos teníamos
el uno al otro. Cuando la vi en casa de Matteo, maté a dos personas que
intentaban llegar a ella mientras se escondía detrás de una gran maceta
como si estuviera perdida.
—¿Estás bien? —pregunté, echándome hacia atrás para poder
examinar su rostro.
Las lágrimas inundaron sus ojos mientras sacudía la cabeza. —No.
—¿Quieres hablar acerca de ello?
—N-no ahora mismo —dijo en voz baja, haciendo una mueca.
Asentí y la solté. Nattie siempre fue callada sobre sus sentimientos. No
le gustaba que la presionaran. Le daría el tiempo que necesitaba.
—Estaba tan preocupado por ti. Intenté de todo.
—Lo sé. —Apretó mi mano—. Aunque ahora estoy aquí. Estamos
juntos.
—¿Por cuánto tiempo? Esta noche fue un espectáculo de mierda.
Matteo De Santis va a tomar represalias. Él no va a aceptar esto. Va a haber
mucho que pagar.
—Lo sé. Tengo miedo —dijo en voz baja—. Estamos en guerra, Fal.
Estamos tan vivos como muertos.
—Shh —dije, haciéndola callar antes de que entrara en pánico—.
Siempre lo hemos logrado, ¿verdad? Esta vez no será diferente. Te lo
prometo, ¿de acuerdo? Haré lo que tenga que hacer para mantenerte a
salvo.
—¿La amas?
Lamí mis labios, la cara de Bianca destellando en mi mente. —Si. Con
todo lo que soy, la amo. Tú me conoces, Nat. No estaría aquí si no lo hiciera.
—¿Y Dominic lo sabe? ¿No está... enojado? —La preocupación nubló
sus ojos mientras me miraba fijamente.
—Lo sabe. De hecho, casi me mata. Aunque hicimos un trato. Espero
que pueda ver a través de esto. Lo ha hecho bien hasta ahora. Todavía estás
a salvo.
Ella me dio una sonrisa temblorosa, una lágrima goteando de su ojo.
Se limpió apresuradamente y sorbió la nariz. —¿Cómo funcionará contigo,
él y ella?
—¿Y Levin y Vincent? —Dejé escapar una risa suave.
Sus ojos se abrieron y yo sonreí.
—Sí. Cuatro de nosotros. Todos nos enamoramos de ella cuando no
deberíamos haberlo hecho. ¿Qué era lo que siempre decía mamá? ¿Que la
fuerza se mide en el amor, no en el odio? Si eso es cierto, acabaremos con
el maldito mundo en nombre del amor por ella. Ella lo es todo, Nattie. No
puedo esperar a que la conozcas. Nunca me había sentido así en mi vida
por nadie antes. Ella lo es, ¿sabes?
Nattie me dio una sonrisa triste y gentil. —Sí. Conozco el sentimiento.
La volví a tomar entre mis brazos y la sostuve. No estaba seguro de qué
decir, así que permanecí en silencio, dejándola llorar suavemente en mi
hombro hasta que su respiración se volvió profunda y uniforme.
—Hay una habitación con un baño adjunto arriba si ella lo necesita —
interrumpió la voz de Vincent cuando entró en la habitación—. Te mostrare.
Probablemente le vendría bien un baño.
Habían pasado casi treinta minutos y estaba casi dormido con ella.
Asentí y la desperté.
—Nattie. Oye. Despierta. Vamos arriba, ¿de acuerdo? Vincent dice que
hay un baño y una cama para ti allá arriba.
Parpadeó y asintió. Me puse de pie y la ayudé, observándola mientras
se estremecía. Vincent se dirigió hacia las escaleras, así que lo seguí con
Nattie entre nosotros. Abrió la tercera puerta a la izquierda y nos condujo
adentro.
El lugar era agradable. Sorprendentemente moderno considerando que
era una cabaña de troncos en medio de la nada. De Santis no escatimó ni
un centavo en este lugar.
—Te prepararé un baño —dijo Vincent, sin molestarse en preguntar.
Observé mientras desaparecía en el baño adjunto, el sonido del agua
corriendo llegaba a mis oídos.
—Deberíamos estar a salvo aquí —dije, observando mientras miraba
nerviosamente por la ventana.
—¿Por cuánto tiempo? —Me lanzó una mirada triste por encima del
hombro.
—No lo sé —respondí honestamente—. Confío en los Reyes. De Santis
sabe lo que hace.
—El agua está lista. Te puse una toalla y jabones —dijo Vincent,
volviendo. Caminó hacia una cómoda y sacó un par de pantalones de
chándal azules y una camiseta. Se los entregó—. No es perfecto, pero
servirá. Estarás cómoda. Rara vez tenemos mujeres aquí.
—Gracias. —Ella tomó los artículos y desapareció en el baño, cerrando
la puerta detrás de ella.
En el momento en que estuvo fuera del alcance del oído, Vincent se
volvió hacia mí.
—Necesitamos hablar.
Tragué saliva. Vincent era el más amable de los Reyes. Sin embargo, la
forma en que me miraba me hizo pensar que estaba a punto de darme mi
sentencia de muerte.
Asentí y me puse de pie. Mientras lo seguía, me pregunté si me llevaría
de regreso a la maldita mazmorra en el sótano para prender el fuego y traer
un ejército a la finca De Santis.
De cualquier manera, no me arrepentí. Unos pocos hombres menos de
Matteo en el mundo no era algo malo. Y unos cuantos menos de Ivanov
tampoco.
Capítulo 48
Bianca
Me desperté con un gemido, sintiéndose rígida. Había estado entrando y
saliendo de la conciencia por lo que pareció una eternidad.
Abrí los ojos y miré hacia un techo familiar.
La casa de seguridad en el bosque.
Me sacudí en la cama, inmediatamente me arrepentí mientras mi
cabeza palpitaba.
—Mierda —siseé, haciendo una mueca mientras agarraba mi cabeza.
Se sentía como si una banda de música estuviera golpeando contra mi
cráneo. Me senté por un momento, tratando de orientarme. Cuando el dolor
se calmó un poco, me moví y puse mis pies en el piso frío y pulido, y me
puse de pie, mi cuerpo temblaba.
Lentamente, me dirigí al baño e hice mis necesidades. Luego me estudié
en el espejo. El lado de mi cara era de un feo tono púrpura, y las puntadas
corrían a lo largo de la línea del cabello. Lo toqué con cautela y gemí. Estaba
hinchado y mi ojo no se abría del todo.
Retrocedí, encogiéndome.
Necesitaba bajar. Tenía que ver a Levin y a mis Reyes. A Fallón. Envié
una oración en silencio para que todavía estuviera aquí y para que no me
dieran malas noticias sobre Levin.
Mi estómago se revolvió con preocupación mientras estaba de pie en la
parte superior del rellano. Una ola de mareo se apoderó de mí, haciéndome
sentir débil.
—¿D-Dominic? —Llamé, sabiendo que no podía bajar las escaleras con
seguridad con mi cabeza dando vueltas—. ¿Vinny? ¿Fallon? —Hice una
mueca de nuevo, llamándolos haciendo que mi cabeza palpitara.
Estaba a punto de caer sobre mi trasero e intentar deslizarme por las
escaleras cuando Vincent apareció en la parte inferior. Se acercó a mí,
subiendo las escaleras de dos en dos.
—Hola, bebé B —me saludó suavemente cuando llegó a mí. Me tomó
de la mano y me alejó de las escaleras—. No esperaba que te levantaras tan
pronto. Pensé que dormirías unas cuantas horas más.
—¿Dónde está Levin? ¿Está bien?
—Está fuera de combate. Necesita descansar. Estoy seguro de que
también se despertará pronto. El doctor lo tiene con algunos medicamentos
para mantenerlo cómodo.
—Pero está bien, ¿verdad?
Habíamos llegado al dormitorio. Me hizo pasar y me sentó en la cama.
—Si. El doctor dijo que solo necesita descansar y recuperar su fuerza.
Perdió mucha sangre.
Se me hizo un nudo en la garganta al recordarlo, pero mientras él
siguiera respirando, podría manejarlo.
—¿Dónde está Dominic?
—Está, eh, lidiando con algo en este momento: él y Fallon.
Asentí con fuerza, aliviada de que ambos estuvieran bien. Alcancé a
Vincent. Tomó mi mano y se sentó a mi lado.
—¿Que ocurre, bebé? —preguntó suavemente.
—Estoy cansada y hambrienta. Necesito un baño. Me siento asquerosa
—dije en voz baja.
—Te prepararé un baño. —Besó mi frente—. Y te traeré algo de comer.
—Se levantó y fue al baño a dejar correr el agua de la tina.
Regresó unos momentos después y me ayudó, quitándome suavemente
el camisón rojo, sus dedos rozando suavemente mi piel. Se me puso la piel
de gallina cuando lo miré.
—Lo siento —dijo en voz baja—. Por todo lo que ha pasado. —Acunó mi
cara.
Asentí en silencio, las lágrimas mordían mis ojos.
—Escucha —continuó suavemente—. Toda la mierda que pasó en la
oficina de Matteo, sabes que Dom lo hizo por ti, ¿verdad? No siente nada
por Natalia más que una promesa que hizo de no dejarla morir. Estaba
atrapado en una posición de mierda. Le conté a Fallon lo que pasó con Dom
y Natalia. Estaba molesto pero entendió el razonamiento.
No dije nada por un momento, odiando que fuera algo que tuviera que
contarle a alguien. Otra lágrima se deslizó por mi mejilla.
—Lo sé. No estoy enojada porque lo hizo. Estoy molesta porque tenía
que hacerlo. Su padre es un monstruo. Lo odio. Ojalá estuviera muerto.
Dime que Dominic lo mató.
—Ojalá pudiera decir eso. Dominic lo destrozó bastante bien. Creo que
es seguro decir que está en desacuerdo con su padre, así que eso nos deja
en un lugar un poco feo.
Me dio un vuelco el estómago. —¿Ahora qué?
—Vamos a meterte en el baño y a darte algo de comida, ¿de acuerdo?
Hablaremos de todo lo demás en un momento. Has estado entrando y
saliendo de la conciencia durante el último día y medio. Dominic no se ha
apartado de tu lado desde que llegó aquí. Pero luego no tuvo otra opción
cuando llegó la noticia de los Jinetes.
—¿Los chicos de la droga?
Vincent me apartó el pelo de la cara. —M-hm.
—¿Es malo?
Su nuez de Adán se balanceó. —Bañera. Comida. Descansar. En ese
orden. Vamos.
Sabía no quería decírmelo, así que dejé que me ayudara a meterme en
la bañera. Me hundí bajo las cálidas burbujas y dejé escapar un suspiro de
alivio.
—¿Puedo ver a Levin? ¿Después?
—Vas a comer y luego descansar. Levin está desplomado, bebé. Cuando
se despierte y te sientas mejor, entonces sí. Puedes verlo. —Presionó un
beso en mi frente y salió de la habitación, sin dejar lugar a discusiones.
Suspirando, apoyé la cabeza contra el respaldo de la enorme bañera y
cerré los ojos, la preocupación me atravesaba.
Parecía que las cosas habían ido de mal en peor.
¿No era esa la historia de nuestras vidas?

Me desperté horas después, vestida una vez más con el camisón rojo y
sedoso que Dominic había agregado a la casa de seguridad. Los gritos
venían de abajo. Debe haber sido lo que me despertó. Gimiendo, me senté,
notando que estaba oscuro afuera.
—¡Hice lo que querías! ¡Si no te gusta el maldito resultado, entonces es
tu culpa! —Fallon bramó, su voz sonando.
Dominic maldijo en italiano y algo se rompió.
Me levanté tambaleándome de la cama y con cautela me dirigí a la parte
superior de las escaleras. Me sentía un poco mejor después de la sopa que
Vincent me había hecho. Mi estómago gruñó al pensar en la comida. Bajé
el primer escalón y luego otro, definitivamente sintiéndome más fuerte.
Dominic y Fallon se enfrentaban en la sala de estar cuando mis pies
tocaron el piso de abajo.
—¿Que está pasando? —llamé.
Toda la atención en la habitación se centró en mí. Dominic siseó y se
movió hacia mí con pasos rápidos, cerrando el espacio entre nosotros.
Pasó sus dedos por mi cabello mientras levantaba mi barbilla. —Mia
regina, deberías estar descansando.
—Es difícil descansar cuando todo lo que puedo oír es a ustedes
peleando aquí abajo. ¿Qué está pasando? —Miré más allá de Dominic para
ver a Fallon mirando al suelo y a Vincent luciendo dolorido.
—Vuelve arriba y descansa…
—Dominic, detente —le dije, interrumpiéndolo—. Quiero saber qué está
pasando. ¿Está bien Levin?
—Levin está bien. Le dimos otra dosis de morfina. Está dormido. —
Vincent se alejó de Fallon y se dejó caer en el sofá, frotándose la cara. Dejó
escapar un gemido—. Dom, hombre. Sólo díselo. Necesita saberlo.
Dominic suspiró y tomó mi mano entre las suyas para llevarme al sofá
donde me sentó. Ocupó un lugar en la mesa de café y me miró mientras
Fallon se acomodaba en la silla mullida a nuestro lado.
—¿Que está pasando? —pregunté de nuevo.
—Los Señores le dieron un golpe a De Luca y sus Jinetes. Fue bastante
malo.
—¿Gente fue asesinada? —Miré de Dominic a Fallon.
—Sí —dijo Fallon—. Trent fue a un club donde se sabía que De Luca
pasaba el rato. Le disparó. Montones de personas inocentes fueron
asesinadas y heridas.
—¿Consiguieron al tipo que buscaban? —Me volví hacia Dominic, quien
tragó saliva.
—No lo sabemos. Fue un trabajo descuidado y de aficionado.
—No entiendo.
—Dejaron una tarjeta de visita. Una tarjeta de visita de un Rey. —
Vincent arrojó una tarjeta negra con una calavera y una corona sobre la
mesa—. Estos se utilizan para enviar un mensaje a veces. Si obtienes uno
de estos, significa que nos has cabreado. Raramente los usamos, pero la
gente sabe lo que son. Aparentemente, los Señores hicieron un alijo de ellos
cuando te alejamos de Hail. Planearon jodernos. Parece que lo hicieron
porque ahora De Luca nos persigue.
Mi corazón saltó. —¿Estamos en peligro? ¿Otra vez? ¿Qué vamos a
hacer?
—Estamos mal ubicados —murmuró Dominic—. Especialmente ahora.
No tengo la mano de obra para pelear tres guerras en este momento.
—¿Tres? ¿Quiénes demonios son los tres? —Mi corazón latía más
fuerte.
—De Luca, los Señores, y ahora, mi padre —dijo Dominic con voz suave
y monótona—. Supongo que sacarle la mierda a golpes no fue buena idea.
—Oh, Dios mío —susurré—. ¿Entonces te están buscando, han puesto
una suma en tu búsqueda?
Dominic se levantó abruptamente y tiró de su cabello mientras dejaba
escapar un gruñido. Golpeó una pared y le hizo un agujero.
—Lo buscan, pero la suma de dinero no es por él. Es por ti —dijo
Vincent en voz baja—. Hay mucho dinero de por medio. Matteo pagará una
tonelada por ti, te está cazando, si sale como pensamos que sucederá. Mi
padre dijo que está enojado. Ha estado hablando de pagar por ti viva o
muerta.
—¿Cuánto es una jodida tonelada? —mi voz tembló.
—Millones —dijo Fallon en voz baja.
Mi corazón se detuvo cuando la sangre salió de mi cabeza.
—¿Millones? —Finalmente chillé.
Dominic se volvió hacia mí, con los ojos inyectados en sangre y furioso.
—Es para poder torturarte delante de mí antes de matarte. Es la única razón
por la que te querría viva. Sabe que si te atrapa, estaré detrás de ti. Se trata
de que él muestre poder y control. Si te tiene, él gana.
—¿Q-qué vamos a hacer? —Miré a cada uno de ellos—. ¿Estaremos a
salvo aquí?
—Este es mi lugar. Nadie sabe de su existencia, excepto unos pocos
elegidos a los que les confío mi vida. Estamos a salvo aquí. Por ahora. —
Dominic exhaló y volvió a sentarse frente a mí. Tomó mis manos entre las
suyas—. Siento haberte metido en esto. La cagué.
—Vine a ti, ¿recuerdas? —Dije, mi voz temblorosa.
Suspiró. —No tenía que estar de acuerdo cuando te acercaste a mí,
pero era codicioso y te deseaba. De hecho, en este momento, es posible que
hayas estado más segura con Ivanov.
—No estaba más segura con él —gruñí, señalando a Fallon—.
Pregúntale a Fallon. Estuvo allí durante mucho tiempo. Sabe por lo que
pasé. Sabe lo que fue para mí.
—Habría estado más segura si nunca nos hubiera conocido a ninguno
de nosotros —dijo Fallon con un gruñido, mirándose las manos.
—Aclaremos algunas cosas. —Me volví hacia Dominic.
Parecía que no había estado durmiendo. Su cabello era un desastre y
sus párpados pesados. Sin embargo, necesitábamos hacer esto.
—¿Fallon ya es Rey o arriesgó su vida por nada?
La mirada oscura de Vincent pasó de Fallon a Dominic mientras se
inclinaba hacia adelante. Fallon miró hacia arriba, sus cejas se arrugaron.
—Está bien. Todo es un desastre ahora mismo. No he hecho mucho
para ganar el título —comenzó Fallon, pero me levanté y me acerqué a él.
Dominic no trató de detenerme. Caí de rodillas frente a Fallon y acuné
su rostro. Me devolvió la mirada, tanta emoción en sus ojos que hizo que mi
corazón latiera más fuerte.
—Salvaste a Levin. Nos salvaste a todos. Si no fuera por ti, las cosas
podrían haberse puesto muy mal. Nos ayudaste a sacarnos a Levin y a mí
de allí. Hiciste lo que Dominic te dijo que hicieras. Mereces ser parte de los
Reyes.
—Aprecio el sentimiento, princesa, pero eso fue todo tuyo. Luchaste
conmigo y ganaste. Estaba preparado para irme, ¿recuerdas? Iba a dejar a
Levin.
—Pero no lo hiciste —dije.
Me dio una sonrisa triste. —Supongo que sí.
—Está vivo gracias a ti. Tú lo sabes. Yo también. Natalia también.
—Estoy de acuerdo —dijo Vincent.
Lo miré por encima del hombro y luego a Dominic, que miraba a Fallon.
—¿Dominic? —Pregunté—. Necesitamos a Fallon. Sabes que lo
hacemos. Llegó. Te salvó incluso a ti. Casi tuviste que violar a Natalia.
También detuvo eso. Su distracción evitó que me pasara a mí.
Un músculo vibraba a lo largo de la mandíbula de Dominic. —Está
dentro.
—¿Qué? —Fallon susurró, su voz temblando, sus ojos muy abiertos—.
¿Estoy dentro?
—Estás dentro —repitió Dominic con una voz más fuerte—. Pero si te
pasas de la raya, estás fuera. Estas muerto. Todavía hay reglas que debes
seguir. Estás dentro, pero necesito que te quedes con los Señores.
Necesitamos la vía interna.
—Está bien —dijo Fallon sin dudarlo—. Haré el trabajo.
—¿Eso es todo? —Pregunté, exhalando y poniéndome de pie.
Dominic asintió. Vincent dejó escapar un grito. Corrí hacia Dominic y
arrojé mis brazos alrededor de su cuello. Sus brazos inmediatamente
serpentearon a mi alrededor y me sujetaron con fuerza.
—Gracias —me atraganté, alejándome.
Me sonrió, tristeza y preocupación en sus ojos verdes. —Qualsiasi cosa
per te, mia regina. Cualquier cosa por ti, mi reina. —Acunó mi cara, sus
cejas se arrugaron—. ¿Te sientes bien? Tu cara está tan magullada. —
Sonaba físicamente dolido por la observación.
—Estoy bien —le dije, poniendo un beso en sus labios—. Solo un poco
dolorida.
Asintió, su nuez de Adán se balanceaba. —Ve a él. —Me soltó y se alejó.
Lo estudié por un momento. Tragó visiblemente, un músculo se
contrajo en su mandíbula. Me alejé de él y me volví hacia Fallon, que estaba
de pie. Vincent miró de Dominic a mí, luego a Fallon y luego a mí.
Fallon se acercó y me arrastró a sus brazos. Sus labios encontraron los
míos y me besó profundamente, robándome el aliento y sellando nuestro
destino.
Estaba dentro. Era un Rey.
Capítulo 49
Bianca
Miro a Levin mientras dormía. El monitor emitía un sonido lento y
constante. Tenía una vía intravenosa en el brazo y su rostro estaba pálido.
Después de que Dominic me dejara ir con Fallon, nos besamos y me
acurruqué con él en su silla mientras él, Vincent y Dominic repasaban una
lista de cosas que teníamos que hacer, incluida la permanencia de Fallon
en los Señores. Me había quedado dormida en algún momento en el regazo
de Fallon. Me había despertado en la cama de Dominic con el sol brillando
sobre mí. Inmediatamente bajé las escaleras para comprobar el estado de
Levin.
Vincent había dicho que Levin solo se había despertado lo suficiente
como para gemir antes de que le dieran más analgésicos.
Tomé la gran mano de Levin entre las mías y la sostuve. Arrastré las
puntas de mis dedos a lo largo de los tatuajes en sus dedos, deseando que
se despertara y se sintiera mejor. Había recibido una bala por mí. Casi había
muerto por mí. Tal vez no era nada. Tal vez lo era todo.
No tenía forma de saberlo porque estaba inconsciente.
—¿Todavía durmiendo? —Vincent murmuró cuando entró en la
habitación horas después.
Miré hacia arriba y sonreí. —Sí. Gimió un par de veces, pero eso fue
todo.
Se apartó de la puerta y se acercó a mí, apoyando su mano en mi
hombro. —Celeste sigue llamando. Dom se enojó y le dijo que se detuviera.
Que Levin estaba ocupado.
Dejé escapar una risa suave y triste. —Ocupado tratando de
mantenerse con vida.
—Va a estar bien. Le han disparado antes, ¿sabes?
—¿En serio? —Miré boquiabierta a Vincent.
—Sí. Una vez en el hombro el año pasado. Señaló una cicatriz apenas
visible debajo de uno de los tatuajes oscuros de Levin.
Tragué, odiando que esta fuera su vida.
—Me salvó. Un hombre entró en la habitación y me apuntó con su
arma. Levin me empujó al suelo y recibió la bala. Podría estar muerta ahora
mismo si no fuera por él.
—Se preocupa por ti —murmuró Vincent.
—Tiene novia.
—La tiene. —Me dio un apretón en el hombro—. Necesitas comer algo.
Dominic está preparando la cena. Dejemos que Levin descanse.
Asentí y me levanté, mirando a Levin una vez más antes de presionar
un beso en su mano y dejarlo ir. Vincent me condujo fuera de la habitación
a la cocina. Natalia estaba sentada en un taburete de la barra, su mirada
centrada en una ventana donde una ardilla reunía comida para el próximo
invierno. Fallon se sentó a su lado en su teléfono, enviando un mensaje de
texto a quien supuse que tenía que ser Hail.
Y Dominic estaba removiendo salsa en la estufa. Deliciosos olores
impregnaban el lugar.
—Está haciendo espaguetis —dijo Vincent mientras me conducía a la
mesa y sacaba una silla para mí.
Me senté y observé a Dominic con su delantal rojo, sus anteojos con
montura negra en la cara y su cabello oscuro revuelto. En ese momento, no
parecía un príncipe de la mafia aterrador. Lucía como un hombre hermoso
y dulce, que simplemente estaba preparando la cena.
Me miró y me ofreció la más pequeña de las sonrisas antes de volver a
moverse.
—Cocina cuando está estresado. O dispara cosas. Raro, ¿eh? —dijo
Vincent, colocándose a mi lado.
—Oh —dije en voz baja.
Natalia me miró e hizo una mueca. Se veía exactamente cómo me
sentía. Incómoda. Decepcionada. Preocupada. La había visto hacer algo que
estaba bastante segura de que nunca haría sin un arma apuntando a su
cabeza. No la culpaba en absoluto y tenía cero animosidad hacia ella. Solo
esperaba que no se molestara por la decisión de Dominic de protegerme, y
por consecuencia el lastimarla para hacerlo.
Cuando lo consideraba, probablemente era la mejor opción, a pesar de
ser tan horrible. La habrían matado. Sabía que lo harían.
Le di una pequeña y tranquilizadora sonrisa. Sus labios se torcieron en
mi dirección como si quisiera sonreír, pero sus ojos estaban vidriosos.
No estábamos allí todavía. Está bien. Algún día.
Dominic me pasó un plato de pasta antes de darle uno a Vincent.
Observé mientras repartía más en platos para Fallon y Natalia. Cuando le
entregó el suyo a Natalia, le dio un apretón en la mano. Ella lo miró
fijamente y le dio un leve asentimiento.
Supuse que era su manera de decirle que todo lo que pasó en casa de
su padre no era un reflejo de quién era él. Fue al mostrador y agarró dos
tazones grandes de ensalada y dos canastas de pan. Puso uno de cada uno
frente a Fallon y Vincent antes de que finalmente llenara las copas de vino
y se acomodara a mi lado en la mesa.
—Esto huele delicioso —le dije—. No tenía idea de que pudieras cocinar
así.
—Soy un hombre de muchos talentos —respondió, estirando la mano
y colocando un mechón de cabello detrás de mi oreja—. Come, mia regina.
Necesitas fuerza.
—Sí, B. Esta mierda está buena. Dom habría sido un buen chef si no
disfrutara matando gente —dijo Vincent con la boca llena de pan.
Dominic negó con la cabeza y yo sonreí, casi sintiéndome normal,
aunque todo en nuestras vidas sugería que nada era normal, bueno o
seguro. Pero podríamos fingir, aunque solo sea por una noche.
Capté la mirada de Fallon y me guiñó un ojo.
Fue un guiño juguetón, lleno de su felicidad. Al menos algo bueno
había salido de todo esto. Fallon era uno de nosotros ahora.
Capítulo 50
Bianca
—Creo que deberíamos volver a clases —dijo Dominic mientras me
acurrucaba en la cama a su lado esa noche.
Después de afirmar que su cocina era la mejor que había probado y
hacerlo sonreír, volví a sentarme con Levin hasta que me quedé dormida
con la cabeza en su colchón. Dominic había entrado, me levantó en sus
brazos y me llevó a nuestra habitación.
—Pienso que podríamos estar en la lista de los más buscados de tu
padre —le dije con voz cansada mientras me juntaba contra su cuerpo.
—Creo que todo sería más fácil si estamos allí. —Besó la parte superior
de mi cabeza—. No van a ir a dispararnos allí. Demasiados testigos. Será el
mejor lugar para nosotros. Bolten siempre ha sido terreno neutral. Entonces
podemos graduarnos a tiempo y largarnos de ahí. Regresaremos mañana.
Permanecer escondidos como ratas nos hace parecer débiles. No somos
débiles.
—Como si me importara algo de eso.
—A mí me importa. Eres inteligente, mia regina. Quiero que tengas una
graduación. Te lo mereces. Y quiero que la gente sepa que somos resistentes.
Me encogí de hombros contra él. En mi opinión, permanecer ocultos no
parecía una mala idea.
—¿Qué pasa con Levin? No podemos dejarlo aquí.
—Natalia se va a quedar aquí y cuidarlo —dijo. Se quedó en silencio
por un momento—. No quería hacerle eso.
No necesitaba decirme de qué estaba hablando. Era otro recuerdo feo
que se repetía en mi cabeza.
—Lo sé. —Froté mi palma sobre su corazón.
—No me arrepiento —susurró—. La habría follado hasta que no pudiera
respirar si eso significara salvarte.
Mi pecho se apretó ante sus palabras.
—Tú. Eso es en lo que pensé mientras sucedía. Me dije que eras tu
quien me estaba chupando la polla. Me dije que era tu coño. Me dije a mí
mismo que lo estaba haciendo para salvar a mi reina.
—N-no quiero hablar de eso, Dominic. Sé que no lo querías.
El dolor estalló al rojo vivo en mi corazón mientras luchaba con el feo
recuerdo de Natalia de rodillas llorando con la polla de mi marido en la boca.
De él empujando detrás de ella justo antes de que el infierno se derrumbara
sobre nosotros.
Nos quedamos en silencio por un momento antes de que volviera a
hablar: —Vincent me dijo que le disparaste a alguien.
Me encogí, mi cuerpo se tensó ante la mención de ello. Otro recuerdo
feo.
—¿Necesitas hablar de eso? —preguntó suavemente.
—No lo sé. —Pasé mis dedos a lo largo de sus músculos abdominales,
haciéndolo temblar contra mí—. Estaba asustada. Solo reaccioné cuando lo
vi apuntar con su arma a Vincent. No pensé. Luego todo terminó, y él estaba
muerto.
Dominic tomó mi mano y presionó sus labios en mis dedos. —En
nuestro mundo, a nadie le importa a quién matamos dentro de nuestros
círculos. La policía quiere que acabemos entre nosotros. Pasamos muy poco
tiempo lidiando con ellos. Simplemente tratan de discutir con nuestros
hombrecitos de bajo rango. Los de arriba nunca tienen problemas.
—¿Estás diciendo que estoy en la cima y que no me preocupe? —Lo
miré esperanzada. No es que quisiera estar en la cima. Simplemente no
quería estar en problemas.
—Eres mi reina asesina. Heredera de mi imperio. Eres jodidamente
intocable a menos que venga un pez más grande y lo ordene —su voz se hizo
más tensa.
—Como tu papá —susurré.
—El podría. Creo que podría estar esperando para ver cuál será mi
próximo movimiento. —Se quedó en silencio por un momento—. Quemé la
casa.
—¿Qué? —Me apoyé en mi codo y lo miré boquiabierta.
Me dio una sonrisa triste. —Odiaba ese lugar de todos modos. Antes de
irnos, encendí el gas en la cocina. Luego le disparé a la jodida estufa
mientras salía corriendo. Boom. Mató a mucha gente, de ambos bandos.
Padre no está contento conmigo...
—Pero está vivo.
—Ese hijo de puta es una cucaracha que se niega a morir —murmuró
Dominic, su mirada fija en la mía. Extendió la mano y tomó mi rostro,
atrayéndome hacia él. Sus labios encontraron los míos en un suave beso.
—Te deseo —dijo contra mis labios—. Verte besar a Fallon anoche me
molestó.
—Pero dijiste…
—Me enfado cada vez que alguien te besa. Vincent. Levin. Fallon. Estoy
celoso porque no soy yo, y tú eres mía.
—Estoy aquí ahora —le dije, besando a lo largo de su mandíbula.
—Quiero poner un bebé dentro de ti.
Detuve mis besos para mirarlo. —No estoy preparada para eso,
Dominic...
—Y realmente no creo que me importe una mierda, Bianca. Lo único
en lo que puedo pensar es en enterrar mi polla profundamente dentro de tu
apretado y húmedo coño y plantar mi semilla en tu útero. Quiero tu barriga
hinchada con mi heredero, una combinación perfecta entre tú y yo. Quiero
sentir la patada fuerte de mi hijo cuando le hablo mientras crece en ti.
Quiero que grites mientras traes a otro poderoso De Santis a este mundo.
Un pedazo de nosotros que nadie puede borrar o quitarme. Lo quiero.
Me volteó sobre mi espalda con un movimiento fluido y se colocó entre
mis piernas mientras lo miraba fijamente, mi corazón latía rugiendo en mis
oídos mientras empujaba mi camisón hacia arriba. Mis bragas aterrizaron
en el suelo.
Arrastró su dedo hasta mi centro. —Aquí dentro. Aquí es donde quiero
esconderme. —Empujó sus pantalones hacia abajo y presionó su polla
contra mi calor húmedo—. Quiero ser un mejor hombre para ti, pero no soy
bueno. Sabes que no lo soy.
—No tenemos que hacer esto ahora. Podemos esperar uno o dos años…
—No. —Empujó dentro de mí, sus caderas se encontraron con las mías
mientras yo gritaba contra su repentina intrusión.
Dios, si se entera de que he estado tomando esas malditas pastillas,
probablemente perderá completamente la cabeza. Gracias a Dios que las
había escondido en mi bolso y había sido capaz de escabullirlos mientras
estábamos aquí en la casa de seguridad. Estaría perdiendo la cabeza si me
hubiera perdido casi una semana de control de la natalidad.
—Ah, Dom-Dominic…
—Shh. Por favor, mia regina. Necesito esto. Necesito a mi hijo porque
necesito mantenerte. Los amaré a ambos tan jodidamente mucho que no se
arrepentirán. Lo juro. —Se estrelló contra mí de nuevo. Otra vez. Y otra vez.
—Esa noche con mi padre me rompió. La idea de que él te toque... de
poner a su bebé allí. Infiernos, no. Mía. Jodidamente mía. Necesito esto.
Mierda. —Exhaló, empujando dentro y fuera de mí.
Me acerqué a él, queriendo conectarme con él, pero empujó mis manos
sobre mi cabeza y las mantuvo allí mientras me follaba, sus caderas se
movían hacia adelante con un ritmo delicioso.
—Entrégate más a mí —dijo con voz áspera—. Quiero que te entregues
a mí. Toma mi polla, abejita.
Separé más las piernas para él. Algo desquiciado en mi cerebro. Su
polla parecía tener ese efecto en mí. Se estrelló contra mí, gimiendo,
respirando entrecortadamente.
Mi liberación inminente se deslizó a través de mí, el calor se acumulaba
con cada pistón preciso de su polla dentro de mí.
Mi cuerpo se estremeció.
—Sí, mia regina. Vente por mí. Dámelo, mi buena chica.
Grité, apretando alrededor de su longitud mientras mordisqueaba mi
pezón. Lo soltó mientras yo temblaba debajo de él. Sus caderas se movieron
más rápido hasta que se corrió con un gemido, llenándome con su
liberación.
Se balanceó sobre mí, su cuerpo brillando con una capa de sudor,
temblando.
—Te amo —dijo con voz espesa—. No estoy pidiendo tu perdón. No
puedo pedirlo cuando sé que esto es lo que soy y lo que quiero. Solo sé que
te amo jodidamente diferente a cualquier otra cosa en este mundo. Sei mia.
Eres mía.
Negarle lo que quería no haría nada por mí. Además, a una parte de mí
realmente le gustaba ser suya en todas las formas en que me poseía. Quería
mi sumisión. mi cumplimiento.
—No me vas a salvar dejándome embarazada, Dominic —dije
suavemente, acariciando su mejilla con mis dedos.
Sus ojos verdes buscaron los míos. —Pero si te alejan de mí, entonces
al menos todavía tendré un pedazo de ti.
—No me van a alejar de ti.
Tragó. —Los mataré a todos y luego te follaré con su sangre. Es nuestro
reino, abejita. Mia Regina. Nadie será lo suficientemente valiente como para
intentarlo una vez que haya terminado. Y tendrás a mi bebé. Mi pequeño
monstruo salvaje. Al igual que su papá —su voz se quebró—. Pero mejor
porque parte de él serás tú. El mundo lo necesita. Lo daré al mundo. Un
regalo después de todos mis pecados.
Fue un sentimiento hermoso. Los niños deben hacer el mundo mejor.
Salió de mí, sus dedos encontraron mi coño y empujaron su liberación
hacia mí. —Le enviaré al mundo un regalo de nuestra parte. Por jodernos.
Él será lo que nuestro mundo necesita. Corregirá mis errores.
La forma en que me miró mientras decía las palabras me dejó sin
aliento. Estaba hablando en serio.
—¿No tengo elección en esto? —Pregunté.
Su mirada revoloteó sobre mí. —No.
No extendió más explicación. Simplemente se alejó de mí. Me senté
rápidamente, pero él me empujó suavemente sobre mi espalda.
—Necesito limpiarme —dije.
Negó con la cabeza y se inclinó para darme un tierno beso. —No. Quiero
mi corrida dentro de ti toda la noche.
Se levantó y fue al baño por unos minutos antes de regresar conmigo.
Levantando las mantas, se arrastró a mi lado y me arrastró a sus brazos.
—Sé que esto no te hace feliz —dijo suavemente en la oscuridad—. Pero
es todo en lo que puedo pensar. Necesito esto. No voy a parar. Vas a tener
a mi bebé.
—¿Me obligarás? —Susurré.
—No quiero tener que hacerlo, pero si debo hacerlo, lo haré. Te follaré
cada momento de cada día hasta que suceda.
—¿Qué pasa con Fallon y Vincent? ¿Y Levin si regresa? ¿Qué pasa si
uno de ellos me deja embarazada?
Mordió mi hombro, haciéndome gritar.
—No me gustará. Pero el bebé será mío como de ellos. Protejo a los
míos. Solo planeo llegar primero. No me subestimes, abejita.
Tragué y exhalé. No había forma de ganar con este hombre. Solo tenía
que asegurarme de seguir tomando mis pastillas y esperar que no se
enterara. Necesitaba un poco más de tiempo antes de ceder a él.
—No estoy lista para ser mamá, Dominic. No he terminado la escuela
secundaria. Y tal vez me gustaría ir a la universidad —susurré, acariciando
su mejilla con mis dedos—. Además, todavía no sé qué le pasó a mi papá. Y
no olvidemos que la gente me quiere muerta. ¿Qué pasa si alguien me
lastima mientras estoy embarazada y eso me hace perder el bebé? Estaría
devastada, y tú también.
Tragó saliva y frunció el ceño.
—Simplemente no estoy lista todavía. Dame tiempo.
—No —fue todo lo que dijo antes de quedarse en silencio.
Nos acostamos en la oscuridad hasta que su respiración se volvió
profunda y uniforme, su agarre fuerte sobre mí.
No podría escapar de él aunque quisiera. Y no quería.
Lo sabía.
Capítulo 51
Dominic

Bianca se alisó el uniforme azul marino de Bolten. Vi cómo le dio un beso


de despedida a Levin en su frente mientras él entraba y salía de la
conciencia esta mañana. Natalia había prometido mantenerlo seguro y
cómodo. Alan se dirigía a ver cómo estaba. Esperaba escuchar buenas
noticias para esta tarde.
La hinchazón del rostro de Bianca había disminuido sustancialmente.
Cubrió el moretón púrpura con maquillaje y dejó que sus ondas rubias
cayeran a su alrededor para que los puntos en la línea del cabello no fueran
visibles.
Me la había follado anoche y sabía que la molesté con mi charla sobre
el bebé. Pero joder, lo quería. Se estaba convirtiendo en una enfermedad,
carcomiéndome, haciéndose más fuerte con cada día que pasaba. Era mi
reina. Quería que tuviéramos un bebé. También sabía que realmente sería
intocable con un niño en ella. Su tasa de supervivencia sería mayor si la
dejara embarazada, al menos en lo que respecta a mi padre. Si viera que
estaba haciendo un heredero, podría estar más inclinado a retirarse.
O podría decir a la mierda y luego matarla a ella y a mi bebé para darme
una lección.
Pero confiaba en que retrocediera porque realmente le pondría una bala
en la jodida cabeza. Seguro que recibió ese memorándum cuando volé su
casa con él dentro.
—Te ves hermosa —le dije a Bianca.
Sus ojos azules se clavaron en mí, y la preocupación se desvaneció,
haciendo que mi corazón latiera con fuerza.
Mi hijo podría estar en su barriga ahora mismo…
—¿Puedes ver alguno de los moretones en mi cara?
Pasé mi pulgar por ese labio inferior que jodidamente amaba tanto. —
Usa lentes de sol si estás nerviosa, porque tu ojo todavía está un poco
hinchado.
Se subió a la nariz las gafas de Gucci que le había comprado. —¿Como
me veo? ¿Como si hubiera sobrevivido a un tiroteo?
—Como si sobrevivieras al apocalipsis y reclamaras el mundo como
tuyo. —La besé, acercando su cuerpo al mío y saboreando su calor.
Cuando mordí su labio inferior, dejó escapar un pequeño gemido.
—Sei mía. —Mordí su labio—. Dímelo.
—Tuya —exhaló—. Soy tuya.
—Quiero follarte de nuevo. —Pasé mi mano debajo de su falda.
Estábamos fuera de nuestro dormitorio y definitivamente dentro del
alcance de miradas indiscretas, pero me importaba una mierda. La
empujaría contra la pared y la tomaría por detrás si el impulso me golpeara
lo suficiente.
Y definitivamente lo había hecho.
—Tranquilo —dijo Vincent mientras se acercaba.
Habíamos estado esperando a que se cambiara.
—Hay ojos jóvenes aquí —bromeó.
Me separé de Bianca y le guiñé un ojo mientras sus mejillas se
oscurecían a un color carmesí.
—Y quiero mi turno con ella —agregó, moviéndose para tomarla en sus
brazos.
Extendí mi brazo para detenerlo y le lancé una mirada de advertencia.
—¿En serio? —gruñó, deteniéndose en seco.
—Es mi esposa. Eso es todo lo que la gente aquí sabe. No necesito que
circulen rumores sobre ella —dije—. Ya estamos lidiando con suficiente.
Vincent gimió. —Bien. Pero para que lo sepas, la gente ya está
susurrando sobre nosotros. ¿No escuchaste que me la estoy follando a tus
espaldas?
—Los escuché —gruñí—. Y en realidad, he descubierto tus intentos.
—¿Intentos? —Vincent resopló—. No fue un intento. Estaba listo y
entrando.
Me reí de él y agarré la mano de Bianca. Caminamos por el campus, mi
mirada dando vueltas para asegurarme de que todo estaba bien. Observé
que Vincent hacía lo mismo.
El teléfono de Bianca sonó. Se detuvo para sacarlo cuando nos
acomodamos momentos después en nuestra mesa en el patio. Fallon estaba
con los Señores hablando con Drake mientras Ivanov besaba a Stella.
—¿Hola? —Bianca dijo en el teléfono. Se detuvo por un momento—. No
toques a mi madre, maldito enfermo…
Inmediatamente, tomé su teléfono de su mano y lo presioné contra mi
oreja. —¿Quién es?
—De Santis —una voz profunda llegó a mis oídos—. Pequeño imbécil.
¿Crees que casarte con mi hija los hace a ambos a salvo ahora? Tú más que
nadie debe saber que las palabras viajan rápido en nuestros círculos. Vas a
pagar…
Me reí cuando Bianca me miró con los ojos muy abiertos. Vincent le dio
a su mano un apretón tranquilizador.
—Bianca no es tu hija. Y tus amenazas vacías no me hacen una mierda,
D’Angelou. Hazlas. Escóndete detrás de ellas. Pero voy por ti. Ya estás
muerto y ni siquiera te das cuenta. —Terminé la llamada y le devolví a
Bianca su teléfono—. No contestes llamadas de él. Deben ir directamente al
correo de voz. ¿Entiendes?
—Pero mi mamá…
—Estará bien. La necesita viva para seguir hablándote. Si la mata, no
tiene nada.
No parecía convencida, pero no insistió en el tema mientras se mordía
el labio inferior, aparentemente perdida en sus pensamientos.
Volví a mirar a Ivanov. Se dio cuenta de nosotros y siguió nuestro
camino con sus Señores a cuestas.
—Vin —dije en voz baja.
Se enderezó y observó cómo se acercaban. Inmediatamente, me levanté
y me coloqué frente a Bianca, que estaba sentada en la mesa.
—Mira lo que trajo el maldito viento —dijo Vincent cuando Ivanov y su
gente se detuvieron frente a nosotros.
Hoy había uno más de ellos, una pequeña hormiga meada llamada
Trent Beyers. Cinco contra dos. No hay buenas probabilidades si deciden
pelear con nosotros. Pero había estado en peores situaciones.
—Basura —murmuró Vincent, sonriendo a los Señores.
Fallon se paró como un idiota duro a su lado. El chico era un gran
actor.
—Me sorprende que salieras con vida. Escuché que la recepción de tu
boda fue genial —dijo Ivanov, dándome una sonrisa de comemierda.
—Solo porque la exploté al final —dije con voz tranquila.
Drake se burló.
—Escuché que el pobre Seeley recibió una bala. ¿Está muerto? No lo
veo aquí. —Ivanov estiró el cuello, fingiendo buscarlo—. Ah, pero parece que
tu puta salió con vida al menos.
Lo empujé con fuerza en el pecho, enviándolo unos metros hacia atrás.
Sus muchachos lo atraparon. Un segundo después, se lanzó hacia adelante,
yendo cara a cara conmigo.
—No tengo que acabar contigo. Si no lo hace tu viejo, lo harán los
Jinetes. Escuché que también jodiste con ellos.
—Sé lo que hiciste, pedazo de mierda —gruñí de vuelta—. No creas que
te saldrás con la tuya.
—Ya lo hice —dijo de vuelta—. Y una vez que te maten, recuperaré a
mi chica. Todos nos turnaremos con ella. También deseará haber muerto.
Eché mi brazo hacia atrás para darle un puñetazo en la cara, pero
Bianca agarró mi mano y tiró de mí hacia atrás. Conocía a mi abejita. Sabe
que nos superan en número. Técnicamente sería tres contra dos, pero el
maldito Vasiliev me había engañado la última vez, así que en realidad, era
un cable vivo.
—Ay, qué lindo. Tu puta toma las decisiones. —Ivanov sonrió y
retrocedió, sus muchachos riéndose a su lado. Todos menos Vasiliev, que
me miraba con los ojos entrecerrados—. Disfrútalo, Bianca. Cuando vuelvas
a ser mía, lo único que hará esa bonita boca tuya será chuparme la polla.
Se volvió con su gente y comenzó a alejarse.
—Oye, Ivanov —grité, apenas levantando la voz.
Él y su gente se detuvieron para fruncirme el ceño.
—Te estoy dando la oportunidad de irte y nunca mirar atrás. De jugar
limpio. Te estoy dando la oportunidad de vivir. Este es ese momento. Tómalo
porque no pararé hasta dominarlo todo. Confía en mí cuando digo que no
quieres ser tú.
Miró antes de girar y alejarse, sus muchachos lo flanqueaban.
No era a él a quien quería matar. Quiero decir, sí, estaba en mi lista.
Pero Tate era a quien realmente quería muerto. La forma en que miraba más
allá de mí a Bianca me hizo un nudo en el estómago. Todos sabían lo jodido
y retorcido que era. Y el hecho de que tuviera los ojos puestos en mi esposa
solo me enojaba más.
Lo mataría primero. Luego a Ivanov.
Capítulo 52
Vincent
Natalia estaba demostrando ser una muy buena enfermera.
Nos llamaba varias veces al día cuando empezó a quedarse con Levin.
Luego, Levin comenzó a llamar una vez que se sintió con la fuerza de
levantarse y moverse.
Casi dos semanas después de su recuperación, estaba hablando por
teléfono quejándose de Dom mientras yo besaba a Bianca en su habitación.
Tuve que evitar a Celeste tantas malditas veces que cambié mi ruta a pie
solo para evitarla. Le dije que Levin estaba herido y se estaba recuperando,
lo que enfureció a la perra. Todo lo que ella quería hacer era visitarlo.
Eventualmente, le dije que lo llamara. Si respondía, podría ocuparse de ella.
Todavía no había hablado con B. Me había preguntado por ella la
primera vez que hablamos, pero después de eso, hubo silencio. B no había
dicho nada acerca de llamarlo. Sospeché que estaba nerviosa, así que no
presioné el tema con ella.
No estaba seguro de si mantener la distancia entre ellos era algo bueno
o no. Sabía que Levin todavía estaba hablando con Celeste.
—¿Lo hace? —preguntó Dom en el teléfono, su voz coloreada por la
sorpresa—. ¿En serio?
Empujé a B sobre su espalda y deslicé mi mano debajo de su falda.
—Vinny —murmuró, sus dedos acariciando mi cabello.
No la había follado desde la noche de la recepción. Incluso Fallon se
había quedado en el frío con respecto a su coño. Dom insistió en acapararla
y estaba empezando a enfadarme. Estaba cada vez más obsesionado con
que quedara embarazada, lo que nos dejaba al resto de nosotros en el
maldito frío. No sabía cómo lo controlaba Fallon. Su mano derecha tenía
que tener músculos en este punto.
—Sí. Prepáralo…. Estaré allí esta noche. —Dom colgó el teléfono—. Vin,
basta —me ladró.
Dejé escapar un gemido exasperado y me alejé de B, quien hizo un
puchero.
—Hombre, para un tipo que prometió compartir, seguro que eres un
maldito idiota. No he tenido sexo en casi dos semanas. Si no vas a dejar que
me folle a B, entonces será mejor que me dejes follarte.
Dom me ignoró y agarró sus lentes. Se los puso y miró su teléfono por
un minuto antes de finalmente responder, con una ceja levantada mientras
me miraba: —No pudiste manejarme, Vin.
—¿Qué? —Me senté más erguido y miré a B, cuyos ojos se abrieron
como platos, a Dom, que estaba hojeando su teléfono, con las cejas oscuras
fruncidas.
—¿Es eso lo que querías oír? —Me miró—. ¿O no?
—Pero lo puedo intentar, al menos una vez —murmuré, pensando en
mí y Levin con B.
Me di cuenta de cómo B se animó. Quería verlo, y yo le daría lo que
quisiera. De todos modos, todo se trataba de ella. No tenía ningún interés
real en los hombres, aparte de hacer lo que ella me pidiera. Tal vez eso
contaba, sin embargo. Me importaba un carajo de cualquier manera.
Simplemente me gustaba hacerla sentir bien, lo que a su vez me hacía sentir
bien. No me importaba quién estaba acariciando mi polla si eso significaba
que estaba sonriendo. No estaba tan tenso con mi sexualidad como para no
experimentar. Todo se sentía bien para mí.
Dom me sonrió antes de volverse hacia B. —Voy a recoger a Levin.
Ella se sentó. —¿E-está bien?
—Está bien. Está listo para volver al trabajo. Quería hacerlo la semana
pasada, pero no lo dejé. —Dom me miró—. Vander Veer está cumpliendo.
Esta noche. Nos reuniremos con él para conseguir el suministro.
—¿Confías en él? —preguntó B.
—Sí. Odia a los Ivanov, y odia más a mi viejo. Cualquier cosa que pueda
hacer para joderlos, lo hará con gusto. Además, tengo dinero en efectivo y
la intención de joderles la vida. No necesita mucha más motivación que esa
—dijo Dom.
—Es cierto —le aseguré a B—. Estaba considerando el trato con Ivanov
porque, sospecho, quería joderlos de alguna manera.
—¿Qué te hace pensar que no los va a joder a ustedes? —exigió B—.
Estoy segura de que no va a salir y decirte que te odia.
—Por eso me llevo a Celeste conmigo. La mataré si intenta joderme.
Los ojos de B se abrieron más. —Vas a llevarla a ver a Levin.
—B —le advertí.
—Estamos en un punto de mierda, esposa. —Dom guardó su teléfono
y se ajustó las gafas—. Tengo algunos hombres leales. Mi padre tiene el
resto. estoy reclutando Voy a estar peleando desde todos los putos lados.
Necesito todo lo que pueda conseguir, y eso significa hacer cosas que
desearía no tener que hacer. Si Levin necesita follarse a su novia para
hacerlo, le sujetaré la polla para que pueda. Esto es guerra, y no siempre se
lucha como crees. A veces tenemos que ensuciarnos y hacer cosas que no
queremos hacer. Lo viste de primera mano cuando tuve a Natalia de rodillas.
B lo fulminó con la mirada pero no le devolvió el mordisco.
—¿Cuándo nos vamos? —Pregunté.
—Tu no irás. Voy a agarrar a Celeste y luego encontrarme con Levin.
Natalia tiene el Hummer, así que llevará a Levin al lugar de entrega, yo lo
recogeré y ella regresará a la casa de seguridad. Los necesito a ti y a Vasiliev
aquí con Bianca para asegurarme de que está a salvo.
—¿Así que vas solo con Levin? —La voz de Bianca tenía una nota de
alarma—. Eso no es suficiente respaldo si te emboscan y te está atrayendo
a una trampa.
—Me encanta tu forma de pensar. —Dom se adelantó y se inclinó sobre
B, presionando sus labios contra los de ella—. Es por eso que eres mi reina.
—No te vayas —susurró, retorciendo sus dedos en su camisa negra—.
No quiero que te pase nada, ni a ti ni a Levin.
—Estaré bien. Llevaré a algunos de la corte si te hace sentir mejor.
Ella exhaló. —¿Lo prometes?
—Sí. —Mordió su labio inferior, haciéndola gemir, antes de chuparlo
con su boca, acercándola más.
Ella se derritió contra él mientras él la besaba profundamente antes de
dejarla ir.
—Tengo que irme —murmuró—. Tengo mucho que hacer. —Se alejó de
ella—. Ti amo.
—También te amo —respondió, soltando su mano.
Agarró su chaqueta de cuero, ya que se había quitado el uniforme, y
metió una pistola en su cintura.
—Mantenla a salvo —me dijo mientras caminaba hacia la puerta.
Lo seguí mientras la abría y salía.
—Sabes qué hacer si la mierda sale mal. Agarraba y corre.
—Lo sé —dije.
—Relájate. Estoy seguro de que a Vasiliev y a ti se les ocurrirán algunas
ideas si logra recuperarse —continuó en voz baja.
—¿Quieres que me folle a tu esposa con Vasiliev? —bromeé, ansioso
por cumplir sus órdenes.
—Sabes que sí, Vin. Se lo debo a Vasiliev de todos modos. Deja que se
la folle. Pero recuerda las reglas —dijo, su voz tan suave que tuve que
inclinarme para escucharlo.
Estudié su rostro, notando el descontento.
—Estará aquí esperando tu gran polla cuando regreses —dije, con la
esperanza de calmarlo.
En el fondo, sospechaba que le preocupaba que ella quisiera a Vasiliev
más que a él. Demonios, incluso yo lo consideré. B había estado dispuesta
a huir con él.
Dom extendió la mano y acunó mi cara, presionando su frente contra
la mía. —Protégela, Vin. Ella lo es todo para mí.
—Para mí también —dije con voz áspera, moviendo mis manos sobre
las suyas.
Exhaló, su aliento rozando mis labios. —Prométemelo.
—Lo juro.
Me soltó y se fue sin decir una palabra más. Lo vi irse, mi corazón latía
con fuerza. Jodidamente esperaba que las preocupaciones de B no fueran
nada. Por mucho que Dom me cabreara con su posesividad hacia ella, no
quería perderlo. O a Levin. Eran mis hermanos. Mi familia. Mis mejores
amigos.
Saqué mi teléfono y cerré la puerta de Dom antes de girarme hacia B.
—¿Quieres distraerte? —dije.
Ella asintió.
Era toda la respuesta que necesitaba.
—Súbete la falda y abre las piernas, bebé. Vamos a pasar un buen rato.
Capítulo 53
Fallon
—Perdimos el trato de armas con Vander Veer. —Hail tiró de su cabello
rubio y dejó escapar una serie de obscenidades en ruso mientras me
sentaba en la silla de cuero mullida en su habitación.
—Esa hija de puta —continuó Hail. Miró a Drake—. Te dije que no
jodieras esto. Viste a Seeley hacer su movimiento. Ni siquiera lo intentaste.
—Lo intenté. Traté de hacer que me follara en la fiesta, pero ella tiene
los ojos como una luna sobre Seeley —espetó Drake, frunciendo el ceño a
Hail—. Dijo que lo ama. Sabes muy bien que se abrió camino debajo de su
falda y se instaló allí como una puta enfermedad.
—Por eso te dije que siguieras viéndola —espetó Hail.
Drake refunfuñó y apartó la mirada.
—Entonces, ¿qué tenemos que hacer ahora? —preguntó Tate—. Es De
Santis quien consiguió el trato. Sabes que lo hizo.
—Está en desacuerdo con su padre. Todos lo saben. Matteo no
contraatacado contra él o Bianca, pero me imagino que solo está viendo
cómo se desarrolla la mierda antes de hacer un movimiento. Si tenemos
suerte, eliminará a De Santis antes de que se convierta en un problema
mayor.
—O lo harán los Jinetes —dijo Tate.
—Se dice en las calles que los Jinetes buscan sangre —agregó Trent.
Lo miré. Hail había comenzado a atraerlo más profundamente en el
redil las últimas semanas. Trent estaba en algún lugar entre Tate y Drake
en personalidad. Era más justo pero también un monstruo. Se había ganado
su lugar entre los Señores, eso era seguro. A pesar de que disparar contra
los Jinetes había sido completamente fallido, Trent se las había arreglado
para sacárselo del culo y clavarlo en los Reyes. Era un buen plan. Uno
impresionante. A Hail le gustó. Lo había conquistado por completo, y ahora,
Trent era uno de nosotros.
—Van a atacar pronto. De Santis y su equipo están casi muertos. Creo
que probablemente deberíamos descubrir cómo alejar a Bianca de él antes
de que suceda. Hacer que sufra su pérdida antes de morir sería jodidamente
dulce —continuó Tate—. Deberíamos filmarnos follándola y enviárselo.
—O no poner esa mierda en video —le gruñí—. Maldito idiota.
Drake resopló y sacudió la cabeza hacia Tate. —Realmente eres
jodidamente estúpido a veces. No quiero estar en un video violando a una
chica. De hecho, voy a mantener mi polla alejada de ella. Pueden tenerla.
—Es hermosa —dijo Trent, asintiendo.
Lo miré.
—Fallon tendrá su coño primero. Estaba decidido desde que pasó
mierda con los Reyes. Cuando termine, la golpearé. Ya está sucia, así que
ya no me importa si soy el primero. Después de eso, no me importa lo que
hagan con las sobras —dijo Hail.
Inhalé profundamente para calmarme. Drake empujó una bolsita de
azúcar en polvo en mi pecho.
—Para ti —dijo mientras lo tomaba.
—¿Por qué? Esta mierda me jodió la última vez —murmuré.
—Porque inhalarlo debería estar bien —dijo Drake, repartiendo un poco
de una bolsa en cinco líneas—. Mi inteligencia me dice que el sugar daddy
estaba teniendo problemas para perfeccionar sus inyectables. Todo lo
demás está bien. —Observé mientras arrojaba una bolsa a todos los demás.
—No quiero inhalar su producto —se quejó Hail.
—Sabes que es bueno, hombre. Podría considerar poner a los Jinetes
de nuestro lado. Podrían retroceder y pelear por nosotros o algo así. Tal vez
a De Luca no le guste el lado más sucio de las cosas —dijo Tate, inclinándose
para inhalar su línea.
—O tomamos a su chica y la convertimos en nuestra perra. —Trent
inhaló su línea y se limpió la nariz—. Tiene una pelirroja realmente
jodidamente hermosa. Rosalie Bishop es su nombre. Un culo que no se
rinde. Un par de tetas que podrías follar toda la noche. Cuerpo apretado. Y
es todo un pájaro cantor. —Abrió la pantalla de bloqueo de su teléfono y
sacó una foto de una hermosa pelirroja con un vestido lavanda corto para
mostrárnosla.
Sí. De Luca tenía una belleza. Probablemente debería huir, o terminaría
como mi princesa.
—Este tipo —continuó Trent, hojeando su teléfono y mostrándonos otra
foto de un tipo musculoso—, es Fox Evans. Es el mariscal de campo estrella
de Mayfair. Beca completa. Ya están hablando de la NFL. —Volvió a hojear
su teléfono y nos mostró otra foto—. Este es Cole Scott. La mano derecha
de De Luca. Está jodidamente loco. Pierde su mierda y prácticamente mata
a cualquier cosa que se acerque demasiado a cualquiera de ellos,
especialmente a la pelirroja. No está confirmado, pero mi inteligencia dice
que todos la follan como una gran familia feliz.
Miré al hombre rubio en la foto. A primera vista, el chico se veía como
un chico lindo, un típico americano, hasta en su brillante sonrisa y ojos
azules. Pero ahí es donde termina el parecido porque cuando lo miré a los
ojos, como si realmente los mirara, pude ver la oscuridad flotando en ellos.
Estaba chiflado, seguro.
Trent se desplazó de nuevo y sacó una foto de otro tipo fornido con
cabello oscuro. Parecía más retraído que los otros chicos. Parecía
perseguido por algo más que demonios del pasado. Era como si él mismo
fuera un fantasma. Fruncí el ceño mientras observaba su apariencia. Un
tipo guapo, pero maldita sea, otra vez con los ojos. Definitivamente loco.
—Ethan Masters. Este, caballeros, es su sugar daddy. Él es el tipo que
hace el producto. Él es el cerebro detrás de esto. Y de nuevo, corre el rumor
de que también se está tirando a la pelirroja.
Exhalé cuando Trent saca una foto final. Un apuesto, joven, italiano.
Pelo oscuro. Ojos oscuros. Me recordó a Vincent.
—Lorenzo De Luca. Heredero de la familia De Luca. En gran parte
conectado. Lazos profundos en nuestro mundo. Su padre maneja mucha
mierda en la ciudad de Nueva York, Detroit, Miami. Incluso Las Vegas. Su
alcance es lejano y se ha extendido a nuestro territorio. Si Lorenzo sigue
dirigiendo el negocio como lo hace, esencialmente podría hacerse cargo de
nuestra ciudad dentro de unos años. La buena noticia es que Lorenzo
realmente no parece estar demasiado interesado en reemplazar a su padre.
Más bien sigue los movimientos porque, con lo bien que lo está haciendo,
probablemente podría extender su alcance y la ciudad caería bajo su control
en menos de un año. No está presionando tanto como podría. Lo que me
confirma que su corazón no está en eso. Podría ser conquistado fácilmente…
creo. —Trent oscureció su teléfono y se volvió hacia Hail.
Hail asintió pensativo. —Bueno, creo que lo enojamos lo suficiente.
Está sediento de sangre con los Reyes después de que le disparáramos a su
chica y su pandilla. ¿Tenemos alguna muerte confirmada en alguno de
ellos?
Drake negó con la cabeza. —No. Si uno de ellos está muerto, lo
mantienen en secreto.
Hail asintió de nuevo antes de inclinarse sobre el azúcar e inhalar su
línea. Suspirando, me senté hacia adelante y aspire la mío, sin querer
hacerlo.
Por favor, no me dejes volver a ver jodidos leopardos y cabras.
Mi teléfono vibró cuando Hail agarró vasos de chupito y nos sirvió a
todos. Tomé el mío rápidamente y miré el texto de Vincent.

V: ¿Tienes hambre?

Fruncí el ceño ante el mensaje y le devolví uno.

Yo: ¿Supongo que si?

Dejé escapar un suave suspiro cuando el subidón se apoderó de mí.


Joder, esa mierda era buena.

V: Ven a comer.

Una foto de primer plano del coño de Bianca me saludó. La miré con
asombro. Me dejaban estar con ella. Las últimas dos semanas habían sido
una tortura. Puede que sea un Rey híbrido, pero aún no había sido capaz
de tocar a mi chica de la manera que quería. De hecho, De Santis se había
asegurado de que mantuviera la distancia después de regresar a Bolten. Sin
embargo, conocía su razonamiento. Él no quería ninguna sospecha sobre
mí. Me necesitaba con los Señores.
—¿Quién te está enviando mensajes de texto? —preguntó Tate.
Lo miré, mi cabeza era un delicioso desastre. —Alguna chica. Dice que
quiere follar.
—¿Qué chica? —Drake preguntó, inhalando otra línea antes de
recostarse en la cama de Hail y dejar escapar un suspiro.
—No te quiero decir —dije—. Creo que me gusta. Así que no quiero gafe.
—¿Quiere que la vayas a follar? —Hail alzó las cejas hacia mí—. ¿Y tú
estás aquí, inhalando azúcar en lugar de que te chupen la polla? ¿Qué
diablos te pasa, Vasiliev?
—Solo estoy pasando el rato con mis muchachos —dije, mi cabeza
dando vueltas. Joder, las olas de adrenalina eran intensas.
—No follas lo suficiente. Ve —dijo Hail, mirándome boquiabierto como
si estuviera loco.
—No hemos discutido cuál es el plan con Bianca —dije, deslizándome
hacia adelante en mi asiento, ansioso por llegar a ella.
—El plan es que la atraparemos cuando tengamos la oportunidad. Con
suerte, los Jinetes matarán a los Reyes, y ella estará libre. Eso es todo. Por
ahora, ve a echar un polvo. —Hail sirvió otra copa—. Solo vamos a celebrar
el próximo fin de los Reyes esta noche. Eso es todo. No te perderás de nada.
Salté. Bien por mí.
—Ese chico —gritó Drake mientras Hail sonreía.
Tate me lanzó una mirada desagradable. Siempre era un pequeño idiota
celoso. Se volvería loco por completo si supiera a quién iba a ver realmente.
Eso solo puso un poco de salto extra en mi paso cuando salía de la
habitación, con sus carcajadas detrás de mí.
Capítulo 54
Bianca
Vincent me tomó una foto desnuda y se la envió a Dominic, supuse.
—La disfrutará —dijo mientras se movía para besarme.
Caí en el beso fácilmente. Estaba lista para rogarle que moviera su
mano de mi pecho a mi dolorido coño. Él también debe haberlo sabido
porque se soltó una risa suavemente contra mis labios.
—¿Qué pasa, B? —preguntó—. ¿Quieres algo?
—Sí —me quejé.
Un golpe en la puerta lo hizo alejarse de mí. Me lanzó una sonrisa antes
de ponerse de pie. Inmediatamente me cubrí con mi manta cuando Vincent
abrió la puerta.
—Ya era hora —dijo, abriendo más la puerta.
Fallon entró en la habitación luciendo azotado por el viento.
—Lo siento —murmuró, girándose para encontrarme. En el momento
en que su mirada se posó en mí, se abalanzó hacia delante y me arrastró de
debajo de las sábanas, sosteniéndome contra él—. Mm, princesa.
—Hola —le dije, abrazándolo de nuevo.
Levantó mi barbilla y me besó. —Te extrañé —murmuró, besando mis
labios.
—Has estado bebiendo —le respondí, mi nariz se arrugó.
—No voy a mentir. Bebí un poco, y ahora mismo estoy jodidamente
drogado.
—Hombre, ¿qué carajo? —Vincent dijo, viniendo a sentarse a mi lado—
. Siempre estás drogado.
—Salgo con los malditos Señores. Por supuesto, siempre estoy drogado
—replicó Fallon—. Si no te drogas, te joden. No necesito ninguna razón para
que me jodan en este momento.
—Lo que sea. También me iba a drogar, así que no debería quejarme.
—Vincent metió la mano en su bolsillo y sacó un porro.
Fallon le arrojó una bolsita de polvo blanco. —Prueba esto en su lugar.
Vincent lo tomó y lo miró fijamente, con el ceño fruncido en su rostro.
—¿Qué es? Yo no inhalo coca, hombre. Ya no. Una vez me jodí tanto que
perdí mi auto y me desperté en un basurero con doce ratas jodiéndome.
Juré no volver a tomar esa mierda para siempre.
Fallon soltó una carcajada. —No es coca. Es azúcar en polvo de los
Jinetes. Drake lo consigue por nosotros. Es una mierda realmente buena.
El subidón llega en estas olas intensas. Y no puedes sufrir una sobredosis.
—Díselo a los malditos pantalones de leopardo y proteínas que llevabas
puestos —murmuró Vincent.
—Me lo inyectaron, ¿de acuerdo? Mierda fue un mal lote. Ya probé el
de esta noche. Es bueno. Lo bueno del azúcar es que no hay antojos después
de que desaparece el subidón. Como si estuvieras totalmente bien.
—¿Has sido... adicto antes? —pregunté, ladeando la cabeza mientras
volvía a taparme el cuerpo con la manta.
—No. No realmente. Tomé heroína algunas veces, lo que puede ser una
verdadera perra, pero ahora me mantengo alejado de esa mierda. Drake
sabe que es un límite para mí.
—¿Pero has consumido coca? —Presioné mientras lo examinaba.
—Sí —respondió—. He consumido muchas jodidas drogas, princesa.
Ácido, heroína, coca, addy, Molly, azúcar, hierba. Cualquier cosa que se te
ocurra, lo he intentado. Excepto metanfetamina. No toco esa mierda.
—Sí, esa metanfetamina —dijo Vincent con un resoplido—. Te jode la
vida por el culo. Arruina tu piel también. —Se palmeó la mejilla y me guiñó
un ojo.
Rodé los ojos ante su broma y miré a Fallon. —No me gusta que
consumas tantas drogas.
—Lo hago porque se espera de mí. Una vez que esté fuera de los Señores
para siempre, seré libre de hacer lo que quiera. Prefiero la hierba,
sinceramente. Me suaviza. Aunque, este azúcar es bastante bueno. —Miró
la bolsita que Vincent sostenía—. Deberías probarlo. Conoce a tu enemigo
y todo eso. Mira a lo que te enfrentas. Te sorprenderás.
—¿Seguro que no es veneno? —Vincent preguntó, lanzando la bolsita
arriba y abajo en su mano.
—Lo haré contigo —dijo Fallon uniformemente—. Entonces moriremos
juntos.
—Yo también —dije, con el corazón en la garganta.
Ambos me miraron boquiabiertos con las cejas levantadas.
—No van a morir y dejarme a mi aquí para lidiar con sus cuerpos. Si
tú vas, yo voy —dije, con los nervios atravesándome el cuerpo.
Lo único que había probado antes era hierba con Dominic.
—Bien. Pero si Dom se entera, culparemos al nuevo. —Vincent levantó
su dedo meñique hacia mí.
Lo tomé y le sonreí mientras me guiñaba un ojo.
Fallon le arrebató la bolsa a Vincent y luego la dividió en tres líneas.
Inhalo la primera con un billete enrollado. Observé, fascinada mientras
dejaba escapar un suspiro y cerraba los ojos.
—Sí —dijo.
Vincent se inclinó hacia la pequeña mesita de noche e inhaló su línea
con el billete que le dio Fallon.
Parpadeó por un momento. —Jesús, joder —murmuró, mirando a su
alrededor—. Eso es intenso.
—Bueno, sin embargo, ¿verdad? —Fallon se soltó una risa—. ¿Quién
diría que el aire tiene color?
—Azul, como los ojos del bebé B —dijo Vincent, sonriendo mientras
miraba con ojos vidriosos el aire vacío frente a él.
—No tienes que probarlo —dijo Fallon, tomando mi mano.
—Lo hare. —Tal vez me quitaría de la cabeza mis preocupaciones. Me
incliné e inhale la línea, esperando que no me matara.
—Oh, Dios —exhalé un momento después cuando tomé la mano de
Fallon.
Sostuvo mis dedos.
—S-siento como si estuviera flotando. Como si mi cabeza se moviera
rápido, pero todo es tan lento y tan… agradable. —Me reí.
—La prisa vendrá y se irá por un tiempo —dijo Fallon, tirando de mi
cuerpo desnudo sobre su regazo. Sus labios se encontraron con los míos en
un beso profundo y cálido que hizo que los dedos de mis pies se curvaran.
—Tengo que decirte algo antes de que hagamos esto —dijo.
—¿Qué? —Me alejé y le fruncí el ceño.
—Me puse muy mal cuando Drake me inyectó, y pensé que otra chica
eras tú. Casi la follé antes de que Stella me detuviera. La hice correrse
delante de todos en la fiesta de Hail. —Miró al suelo, su nuez de Adán se
balanceaba—. Te juro que nunca haría esa mierda sobrio. Por eso vine a la
habitación de Seeley esa noche. Necesitaba decirle a alguien. Me sentí tan
culpable. Todavía me siento muy mal por eso. Te amo, Bianca —su voz se
quebró—. Solo necesitaba que supieras que sucedió.
Tomé su rostro. —Está bien. También te amo.
Sus labios chocaron contra los míos mientras me movía para que
estuviera a horcajadas sobre su regazo.
—Tranquilo, chico nuevo. He estado esperando como dos semanas para
hundirme dentro de ella. No la vas a acaparar. Lo haremos juntos —exigió
Vincent.
Fallon rompió nuestro beso y asintió. —De acuerdo. Pero quiero
tomármelo bien y con calma.
—Bien. —Vincent me ayudó a bajar del regazo de Fallon y presionó su
boca contra la mía mientras me sentaba a horcajadas sobre él.
Me derretí contra él, retorciendo mis dedos en su cabello mientras una
ola de euforia de la droga me llevaba de paseo.
—Dios, follar en esta mierda va a ser increíble —gruñó Vincent contra
mis labios mientras yo jugueteaba con el botón de sus pantalones.
Me reí cuando Fallon se agachó para ayudarme con la cremallera de
Vincent.
—Trabajo en equipo —dijo mientras me reía de nuevo.
Sus labios estaban en la base de mi cuello mientras que los de Vincent
se movían a lo largo de mi clavícula.
—¿Quién te va a ayudar a quitarte los pantalones? —Bromeé con Fallon
cuando finalmente le quitamos los pantalones a Vincent.
Fallon no tuvo la oportunidad de responder porque Vincent se estiró
detrás de mí y le desabrochó los pantalones.
—Estamos a mano —jadeó Vincent, volviendo a besarme mientras
Fallon se quitaba los pantalones y los bóxers. Se sacó la camisa por la
cabeza y la arrojó al suelo detrás de él mientras Vincent hacía lo mismo.
Entonces todos estábamos desnudos y en la cama.
—¿Dominic sabe que nos estamos follando a su esposa en su cama? —
Fallon preguntó mientras acunaba mis pechos por detrás.
—Fue su idea. Aunque, estoy bastante seguro de que lo habría hecho
de todos modos. Sufriría las consecuencias con una sonrisa en mi rostro.
—Vincent se movió y chupó uno de mis pezones en su boca.
Dejé escapar un suave gemido, que Fallon capturó con su boca
mientras giraba mi cabeza para que pudiera besarlo.
Los dedos de Vincent se deslizaron entre mis piernas. Me arrodillé para
que pudiera maniobrar como lo necesitara.
Un dedo se deslizó a través de mis pliegues hasta que estuvo hasta los
nudillos en mi calor. Monté su mano con salvaje abandono.
—Joder, sí —gruñó Vincent, deslizando otro dedo dentro y presionando
su pulgar en mi clítoris.
—¿Puedo jugar también? —Fallon preguntó, sus labios arrastrándose
a lo largo de mi cuello.
Asentí. Fallon movió su mano hacia mi centro.
—No me voy a retirar. Solo tendrás que hacer que tu dedo encaje
también —dijo Vincent mientras metía y sacaba los dedos.
Fallon metió su dedo junto al de Vincent. Había tres dedos gruesos
dentro de mi calor. Gemí suavemente ante la plenitud.
—¿Puedes tomar otro? —Fallon preguntó con voz ronca en mi oído
mientras Vincent se sentaba y chupaba contra la carne de mi cuello.
Asentí, sin saber si podría pero dispuesta a intentarlo. Fallon deslizó
otro dedo dentro de mí. Gemí contra el dolor ardiente mientras trabajaban
en conjunto para hacer que mi orgasmo se libere.
—Vamos, bebé B. Córrete con nuestros dedos —instó Vincent mientras
los sonidos húmedos de sus dedos follando mi coño resonaban a nuestro
alrededor.
Fallon presionó su pulgar en mi entrada trasera, enviando una
descarga eléctrica a través de mi cuerpo. Abrió un poco mi agujero mientras
yo jadeaba. El calor hirvió en mi interior hasta que salió corriendo de mí, mi
orgasmo goteaba sobre sus dedos mientras gemía para atravesarlo.
—Jodidamente hermosa —elogió Fallon mientras temblaba contra su
cuerpo desnudo, mi espalda contra su frente.
Ambos retiraron sus dedos, dejándome sentir vacía.
—No —gemí, desesperada por tenerlos de vuelta.
—Chica codiciosa —bromeó Vincent, haciéndome rodar sobre mi
espalda—. Ten algo de coño, Palabra con F. La forma en que la comiste esa
noche mientras observábamos la hizo arquearse fuera de la cama.
Fallon sonrió y se movió entre mis piernas cuando otra ola de la droga
me arrastró más alto.
—Fallon —murmuré, completamente feliz cuando su lengua se deslizó
a través de mis pliegues. Enredé mis dedos en su cabello mientras él lamía
y chupaba, empujando mi coño para encontrar su ansiosa boca.
—¿Te gusta la forma en que te come el coño, bebé B? —Vincent
preguntó mientras arrastraba la punta de su pene a lo largo de mis labios.
—Sí. Se siente tan bien. Fallon —grité mientras empujaba su rostro
más profundamente en mi calor.
Su lengua arremetió contra mi capullo sensible mientras enterraba dos
dedos en mi coño.
—Abre —dijo Vincent.
Obedecí, y deslizó su polla en mi boca. Me vine en la boca de Fallon
segundos después. La polla de Vincent ahogó mis gritos cuando golpeó la
parte posterior de mi garganta.
—Joder, B. Dios, bebé. Chúpame. —Vincent retorció sus dedos en mi
cabello y me folló la boca.
Fallon se puso de rodillas y alineó su polla con mi coño. Empujó dentro
de mí mientras Vincent continuaba su embestida en mi boca, su pene
golpeaba la parte posterior de mi garganta con cada embestida crujiente.
—Echaba de menos tu coño —gorjeó Fallon, moviéndose dentro y fuera
de mí con movimientos lentos y precisos, su pene desnudo—. Es el mejor
coño. Mierda. Estás asfixiando mi pene tan bien.
—Prueba su trasero si crees que su coño está apretado —dijo Vincent.
—¿Puedo follarte el culo, princesa? —Fallon preguntó en voz baja,
deteniendo su sexo para deslizar un dedo más allá de mi apretado anillo.
—Sí. Por favor —jadeé cuando Vincent sacó su pene de mi boca.
Fallon empujó mi coño unas cuantas veces más antes de retirarse por
completo. Me volteó sobre mis manos y rodillas. Me arrastré hacia Vincent,
que estaba acostado boca arriba, y me senté a horcajadas sobre él.
—¿Vienes a follarme ahora? —preguntó, con una sonrisa de
complicidad en sus labios.
Asentí y alcancé debajo de mí para acariciar su pene. Se sacudió,
gimiendo contra mis labios mientras nos besábamos.
Fallon apartó mi rostro de Vincent para poder besarme. Me probé en
sus labios mientras su lengua luchaba con la mía. Acaricié a Vinny
rápidamente, haciéndolo gemir mientras me separaba de los labios de
Fallon. Fallon se dejó caer detrás de mí. La boca de Fallon encontró mi calor
desde atrás, trabajándome mientras volvía a besar a Vincent.
Momentos después, me corrí con un grito ahogado contra los labios de
Vincent. Se lo tragó todo.
—Eso estuvo caliente —murmuró Fallon, dándome una palmada en el
trasero—. Ahora déjame verlo follarte.
Con entusiasmo, me moví y Fallon guio la polla de Vincent hacia mí.
Vincent empujó hacia arriba con un movimiento fluido, atravesándome con
él. Grité, cayendo sobre su pecho mientras me follaba fuerte y rápido, sus
labios sobre los míos. Sentí a Fallon moverse detrás de mí. Vincent redujo
la velocidad hasta detenerse. Fallon reunió nuestros jugos y los presionó
contra mi trasero antes de que la cabeza de su pene besara mi apretado
agujero.
—Vas a montar nuestras dos pollas, princesa —dijo Fallon,
deslizándose lentamente dentro de mí.
Respiré hondo mientras él agarraba mis caderas. Vincent chupó mis
pechos mientras Fallon se hundía lentamente en mi trasero hasta que
estuvo enterrado hasta el fondo, mis dos Reyes llenándome por completo.
Luego se movieron. Empujando. Cambiando. Salvaje. Amable. Duro.
Más. Más. Más.
Me vine de nuevo, apretando alrededor de la polla de Vincent. Dejó
escapar un grito cuando su liberación salió de él. Fallon me siguió un
momento después, llenando mi trasero. Me acosté en el pecho de Vincent
con ambos chicos todavía enterrados dentro de mí.
Fallon me dio una palmada en el trasero y soltó una risa suave antes
de finalmente retirarse, su orgasmo goteando por mi agujero.
—Te follaría con su corrida, bebé, pero creo que necesito unos minutos
—dijo Vincent, colocando un suave beso en la parte superior de mi cabeza.
Fallon se levantó de la cama y fue al baño donde dejó correr el agua.
—¿Disfrutaste eso? —preguntó Vincent.
Asentí contra él. —¿Acaso tú no?
—Definitivamente.
Fallon volvió y me apartó de Vincent para que pudiera acomodarme
sobre su todavía dura polla.
—¿Adivina qué? —Besó la comisura de mis labios.
—Mm, ¿qué?
—Te voy a follar de nuevo. —Y con eso, empujó dentro de mí una vez
más.
Vincent soltó una carcajada y se movió para ponerse detrás de mí.
Fallon redujo la velocidad para permitir que Vincent empujara mi trasero.
—No puedo dejar que te folle solo —se quejó Vincent, llenándome.
Sonreí contra los labios de Fallon, encantada con la situación y dejando
que mis preocupaciones se desvanecieran.
Al menos por esta noche.
Esta noche podría tener esto con dos de mis Reyes.
Capítulo 55
Levin

—Te extrañé, Levy —gritó Celeste mientras se arrojaba a mis brazos.


Dejé escapar un gruñido cuando el dolor me atravesó las entrañas y le
di un abrazo a medias con un solo brazo.
Dom levantó las cejas pero no dijo nada.
Sabía lo que estaba pensando. Bianca. Me había dicho que me amaba
cuando pensaba que me estaba muriendo. Quería gritárselo de vuelta. No
lo hice. Ahora lo lamentaba porque tenía a alguien presionando sus labios
contra los míos que no era mi bicho.
Dom miró hacia otro lado y miró por la ventana de su auto mientras
empujaba a Celeste.
—Levy —se quejó con un puchero.
—Me dispararon, Celeste —dije—. Todavía me siento como una mierda,
¿de acuerdo?
No era del todo la verdad. Me sentía mucho mejor desde hace unos
días, pero Dom me había hecho quedarme atrás, citando que me necesitaba
al cien por cien en caso de que algo pasara pronto. Mi descanso y comodidad
eran su principal prioridad.
Honestamente, fue agradable tener un descanso. Había llegado a
conocer a Natalia y había oído hablar de su amor por mi hermano. Al menos,
dejó este mundo sabiendo cómo se sentía estar enamorado. Y al menos,
sabía que la amaba antes de que el diablo se lo robara.
Escuché sobre ella chupando la polla de Dom para salvar a Bianca. Me
hervía la sangre saber que Matteo era un cabrón tan enfermo.
Recé por la muerte de Matteo De Santis tanto como recé por la de mi
padre, que fue muchísimo.
—Lo siento. Tal vez pueda hacerte sentir mejor. —La mano de Celeste
se deslizó hasta mi cremallera.
Este trato aún nlibertad.0erminado. Esta noche acabaría. Entonces
tendría una cierta sensación de libertad.
Capté la mirada de Dom en el espejo retrovisor. Aunque no pude leerlo.
Tal vez me estaba diciendo que detuviera su viaje hacia mi polla o tal vez
me estaba diciendo que lo hiciera. Todavía estaba en esto, así que dejé que
me sacara la polla.
Todavía no estaba seguro acerca de Bianca. Ciertamente no había
tratado de comunicarse. Eso tenía que significar algo.
La cálida boca de Celeste sorbió mi polla. Me tragué un gemido. Estaba
haciendo un mejor trabajo esta vez que la última docena de veces que había
intentado chuparme la polla.
A la mierda.
Me empujé hacia arriba en su garganta, haciéndola ahogarse. Dom me
sonrió en el espejo retrovisor, sus ojos aún fijos en los míos. Su anillo de
bodas brillaba a la luz de la luna. Hijo de puta afortunado.
Empujé de nuevo mientras forzaba la cabeza de Celeste sobre mi polla.
Se ahogó y se atragantó cuando la asfixié con mi polla en su garganta.
Cuando soltó mi pene para tomar aire, su cara estaba roja y respiraba
con dificultad.
—¿Funcionó? —pregunté inocentemente.
No podía chuparme la polla de la manera que quería. No importaba
cuánto lo intentara. Nunca sería Bianca.
—Eres tan rudo. No me gusta —se quejó, alejándose de mí.
Dom negó con la cabeza.
—¿Qué es tan divertido, Dominic? —preguntó, inclinándose hacia
adelante—. Chuparé el tuyo si quieres que lo haga.
—¿En serio? —Se volvió para mirarla por encima del hombro—. ¿Me
chuparías la polla? ¿En este momento?
Ella asintió. —Ambos pueden follarme si quieren. No me importa que
estés casado.
—¿Has oído eso, Levin? Quiere que la follemos y no le importa si tengo
esposa.
—La escuché. —Sabía que había una trampa. Y conocía a Dominic De
Santis. Bianca era todo su mundo.
—Sin embargo, aquí está la cosa —continuó Dom—. No quiero tu coño
masticado cuando tengo uno perfectamente bueno esperándome en mi
cama ahora mismo.
Celeste dejó escapar un sonido de indignación mientras se recostaba
en su asiento, con los brazos cruzados sobre el pecho.
—Seeley, controla a tu puta —gruñó, dándose la vuelta.
—No soy una puta, Dominic De Santis. Acabo de escuchar rumores de
que tú y Vincent comparten a Bianca. Pensé en ofrecerme, entonces ustedes
tres podrían compartirme.
Me burlé y miré por la ventana. Mi pene estaba suave y de vuelta en
mis pantalones ya.
—Hablo por todos nosotros cuando digo que realmente no estamos
interesados. —Dom abrió la puerta cuando Vander Veer se acercó.
Nuestros hombres salieron de sus autos detrás de él.
—Eso estuvo jodido —le murmuré a Celeste.
—Solo intento hacerte feliz. Nunca eres feliz. Supuse que si me ofrecía
a tus amigos, me querrías.
—No deberías ofrecerte a mis amigos. Especialmente Dom. Ama a
Bianca. Es su esposa. Preferiría morir antes que follarte.
—Estás loco.
—Estoy enojado —le dije, sin molestarme en dar más detalles.
Salí del auto y me ajusté la chaqueta de cuero. Seguí a Dom hasta
donde esperaba Vander Veer. Andrew, uno de nuestra corte, cerró la puerta
de Celeste y sacudió la cabeza. Solo se le permitía salir si la necesitábamos.
Más allá de eso, podría mantener su trasero en el auto.
—Ah, mi futuro yerno —me saludó Vander Veer con un guiño, sus
hombres armados hasta los dientes a su lado.
—¿Cómo le va? —Gruñí, extendiendo la mano y estrechándole la mano.
—Estoy bien. Escuché que todos tuvieron un pequeño incidente en la
finca De Santis.
—La recepción de mi boda no salió según lo planeado —dijo Dom con
voz tranquila—. La pandilla de Ivanov se coló a la fiesta.
—Entre otras cosas, escuché —dijo Vander Veer conversacionalmente.
—Entre otras cosas —estuvo de acuerdo Dom.
—Bueno, no te ofendas, Dominic, pero tu viejo es un imbécil.
—No podría estar más de acuerdo.
Vander Veer sonrió. —Y es por eso que te di el contrato. Confío en que
solucionarás los problemas de ambos. —Nos hizo un gesto para que lo
siguiéramos.
Cuando llegamos a la parte trasera de una de las camionetas, sus
hombres la abrieron y nos mostraron el alijo de armas en la parte trasera.
Dom asintió. Eran muchas armas. Cogí una nueve milímetros y la
examiné. Vander Veer hacía productos de calidad. A la perfección.
—Esos son mis favoritos —dijo Vander Veer—. Incluí algo de munición
para que te pongas en marcha. El resto de lo que necesitas está en camino
al sitio que indicaste.
—El saldo del pago estará en su cuenta tan pronto como reciba la
entrega —dijo Dom.
—Fantástico. Bueno, fue un placer hacer negocios contigo —dijo,
extendiendo la mano para que Dom se la estrechara.
Dom la tomó y la sacudió antes de que se separaran.
—Una última cosa. —Vander Veer metió la mano en su chaqueta y sacó
una granada—. Un regalo de despedida. Seguro que le encuentras un buen
uso. son nuevas. Tiempo de detonación extendido. He incluido un estuche,
sin cargo, con la entrega.
Dom miró la granada por un momento antes de guardarla en su
chaqueta.
—¿Hasta la próxima vez? —Vander Veer guiñó un ojo cuando Dom
asintió y luego retrocedió.
Se terminó. Y no habíamos tenido que matar a alguien por una vez.
Siempre había una primera vez.
Capítulo 56
Bianca
Fallon y Vincent me follaron hasta que no pude sostenerme por mi cuenta
antes de que me bañaran y me acostaran entre ellos.
Alrededor de las dos de la mañana, Vincent recibió un mensaje de texto
de Dom diciendo que se hospedaba en un hotel con Levin y que regresarían
por la mañana. Saber que ambos estaban a salvo y que el trato se llevó a
cabo sin problemas permitió que la preocupación se disipara de mi cuerpo.
Fallon me despertó justo antes del amanecer para darme un beso de
despedida y prometió verme pronto. Sabía que tenía que irse. Realmente
apestaba. No quería separarme de ninguno de mis muchachos.
Salí de la cama y fui al baño, donde me preparé para el día, sabiendo
que Dominic estaría allí en cualquier momento ya que era un madrugador.
Estaba tirando de mi cabello en una cola de caballo cuando Vincent envolvió
sus brazos alrededor de mí por detrás y me besó en el cuello.
—Te extrañé —murmuró, abrazándome contra su pecho desnudo.
—Mm, me acabas de ver —dije con una sonrisa.
—¿Si?
Giré en sus brazos y planté mis labios en los suyos. Cayó en el beso
inmediatamente, su lengua bailando contra la mía.
—Tienes un chupetón en el cuello, bebé —dijo, separándose—. Dom
podría enfadarse por eso.
—No me importa —dije justo cuando escuché el picaporte de la puerta
del dormitorio sonar.
Vincent se alejó corriendo de mí y salió a la sala principal. Escuché la
voz profunda de Dominic un momento después.
Rápidamente me puse mi uniforme y entré en la habitación esperando
ver a Levin, pero no estaba allí.
—¿Dónde está Levin? —Pregunté, frunciendo el ceño.
—Probablemente en su habitación. Tenía que dejar a Celeste en su
habitación. Dijo que iba a tomar una siesta después de eso —dijo Dominic,
su mirada recorriendo sobre mí. Empujó a Vincent y pasó sus dedos por mi
cabello, inclinando mi cabeza hacia atrás—. ¿Por qué está marcada?
—Dominic. —Me aparté de él—. Para. ¿Por qué está Levin con ella?
—Se quedó con él anoche.
—¿Qué? —Se me hizo un nudo en la garganta.
—Probablemente no sea nada —interrumpió Vincent, lanzando una
mirada a Dominic, que todavía estaba frunciendo el ceño ante el chupetón
en mi cuello—. Dom la llevó con ellos anoche en caso de que el trato saliera
mal. Era básicamente una rehén.
Dom resopló. —No era una gran rehén a menos que se excitara con una
mierda como esa. Se ofreció a follarnos juntos a Levin y a mí después de
que ella le chupara la polla en el asiento trasero.
—¿Qué? —gruñí.
No fue solo el hecho de que Levin todavía estuviera con ella lo que me
golpeó. Fue su pensamiento de que podría tratar de acercarse a Dominic,
mi esposo. Ya se había llevado a uno de mis chicos. No iba a dejar que
tomara otro.
—¿Eso te molesta, abejita? —preguntó Dominic, dándole una mirada
amarga al chupetón en mi cuello.
No dije nada, simplemente pasé junto a él y deslicé mis pies en mis
zapatos.
—Bebé B, ¿a dónde vas? —Vincent me llamó cuando abrí la puerta y
salí al pasillo—. ¡B!
Cerré la puerta de golpe y caminé por el pasillo, yendo directamente a
la habitación de Levin. Golpeé la puerta hasta que la entreabrió, su cabello
hecho un desastre.
—¿Bianca? —murmuró, sin abrir más la puerta.
Pateé la puerta. Rebotó en su pecho, haciéndolo tropezar hacia atrás.
Era suficiente espacio para deslizarme, así que aproveché la oportunidad y
entré a su habitación para encontrar a Celeste mirándome desde su cama
mientras estaba sentada en el borde.
—¿Qué carajo es esto? —exigí, mirándola fijamente.
—Disculpa. ¿Quién diablos te crees, metiéndote en la habitación de
Levy?
Extendí la mano y agarré su cabello, arrastrándola fuera de la cama de
Levin. Había algo de conmoción detrás de mí. Miré por encima del hombro
y vi entrar a Vincent y a Dominic. Demasiado jodidamente tarde. Era una
mujer en una misión.
Celeste cayó de rodillas en el suelo, mis dedos enredados en su cabello.
Tiré con fuerza, haciéndola gritar.
—Nunca más le vuelvas a proponer un trio a mi marido, perra —gruñí,
dándole un tirón en la cabeza.
—Levy —gimió, aferrándose a mis manos.
La sacudí de nuevo. —Él no es el indicado para ti. Dominic De Santis
es mío. Vincent Valentino es mío. El jodido Levin Seeley es mío . Y estás
jodidamente muerta por tocar lo que es mío. —Solté su cabello.
Pero antes de que pudiera ponerse de pie, la golpeé en la cara,
enviándola al suelo. Dejó escapar un grito y me acarició los pies, arañando
mis piernas mientras gritaba como una niña.
Aunque era rápida. Un segundo estaba de espaldas, y al siguiente
estaba de pie, empujándome. Tropecé hacia atrás antes de esquivarla. Me
lancé hacia ella, derribándola de nuevo, golpeando cualquier parte de ella
que mis puños pudieran alcanzar. Chilló y tiró de mi cabello, un movimiento
que solo me molestó más. La golpeé en la cara, golpeando su cabeza contra
el suelo.
Vi rojo, y sólo rojo, mientras me balanceaba sobre ella.
Manos cálidas me arrastraron lejos. Luché contra quienquiera que me
sujetara, esforzándome por llegar a la perra que lloraba en el suelo.
—Tranquila, B —me tranquilizó Vincent, apretando su agarre sobre mí.
Puso mi espalda al ras de su frente y besó mi mejilla—. Relájate.
Mi pecho subía y bajaba mientras miraba a Levin, que estaba
arrastrando a Celeste a sus pies.
—Sácala de aquí —gruñí—. Lo juro por Dios, Levin. Sácala de aquí
antes de que la mate.
Los ojos azules de Levin se clavaron en los míos. Pensé que me diría
que me fuera al infierno.
En cambio, miró a Celeste. —Necesitas irte. Vuelve a tu habitación.
—¿Estás poniéndote de su lado? —Celeste lloró—. ¿Después de que me
atacó, Levy?
—No me hagas repetirlo —dijo Levin en una voz suave que sonaba poco
característica en él—. Vamos. Hablaremos más tarde. Necesito lidiar con
esto.
Me lanzó una mirada y se limpió la sangre que goteaba de su nariz
antes de salir furiosa, dejándonos a mí y a tres Reyes atrás.
—Eso fue caliente como la mierda, B —murmuró Vincent en mi oído,
su polla dura contra mí—. Maldita sea, chica. Ni siquiera te dejó una marca.
—Vin, démosles un poco de tiempo —dijo Dominic, retrocediendo.
Vincent me soltó y fue a la puerta con Dominic.
Dominic miró a Levin, que me miraba fijamente con el ceño fruncido.
—Levin, llámame si me necesitas —dijo Dominic, abriendo la puerta y
saliendo.
—B, no lo mates —añadió Vincent antes de cerrar la puerta y dejarme
a solas con Levin.
Nos miramos el uno al otro durante un largo y silencioso momento
antes de que hablara.
—Me alegra ver que te sientes mejor.
—Que te jodan, Levin —le espeté.
—¿Qué me jodan? —Dejó escapar una risa suave—. Eso es rico
viniendo de alguien que tenía dos pollas dentro de ella anoche. —Señaló el
chupetón en mi cuello—. Bonito, por cierto. ¿Fue Vasiliev quien te lo hizo o
Vin?
—No recuerdo ya que sus bocas estaban sobre mí —respondí.
Sacudió la cabeza y fue a su refrigerador a buscar una botella de jugo
de manzana. Observé mientras lo bebía lentamente, su mirada fija en la
mía.
—¿No te encanta el jugo de manzana? —preguntó, lamiendo sus
labios—. Te ofrecería un poco, pero parece que estoy fuera.
Le rechiné los dientes. El jugo de manzana era mi favorito. —¿Cuál es
tu problema?
—No sé a qué te refieres. Estaba en mi habitación ocupándome de mis
propios asuntos cuando irrumpiste aquí y empezaste a golpear a la gente.
Así que tal vez deberías decirme cuál es tu problema. —Levantó las cejas
hacia mí.
—Tú sabes cuál es mi problema, Levin.
—¿Yo? —Se encogió de hombros—. Me temo que no.
—Estabas casi muerto hace dos semanas. ¡Recibiste una bala por mí!
Me quedé a tu lado mientras estábamos en la casa de seguridad. ¿Entonces
escuché que estabas recibiendo mamadas en el asiento trasero del auto de
Dominic, y tu novia estaba tratando de que mi esposo la folle contigo?
Se burló. —Dom ni siquiera consideró la idea por un momento, Bianca.
La rechazo de inmediato. Sin preocupaciones. Tu marido es fiel a ti.
—Él no es quien me preocupa.
Levin deslizó su botella de jugo vacía sobre el mostrador y me miró
fijamente. —Entonces, ¿por quién estás preocupada? Lo último que supe
era que odiabas mis malditas entrañas y que ya no estaba en la carrera para
ser tu pequeña perra. ¿Sigue siendo cierto? Definitivamente no me llamaste
una vez que regresaste a Bolten.
Tragué saliva y lo miré fijamente mientras se acercaba lentamente,
como un depredador acechando a su presa. Se detuvo cuando su cuerpo
casi tocaba el mío.
Levantó mi barbilla para mirarlo. —Te hice una pregunta. ¿Sigue siendo
cierto?
—No son mis perras —respondí suavemente—. Son a quienes amo y
me aman de vuelta.
—¿Soy uno de ellos? —murmuró—. ¿Me amas, Bianca?
Sus nudillos rozaron mi mandíbula mientras continuaba mirándome.
—Cuando estaba drogado con analgésicos, me sentía como si estuviera en
un sueño y tú estabas a mi lado. Te escuché susurrarme que me amabas.
¿Era sólo un sueño?
—No —me atraganté.
—¿No qué?
—No fue solo un sueño.
Una lágrima se deslizó por mi mejilla, que él secó.
—Solo di lo que necesitas decirme.
—Lo siento —susurré, finalmente rompiéndome—. Por atribuirte mi
ira. Estaba equivocada. Estaba furiosa. Fui... tan estúpida. Me arrepentí de
esa mierda en el momento en que lo dije. Quise retractarme tantas veces.
Pero luego te juntaste con Celeste. Estaba tan herida. Lo hizo mucho peor.
Entonces me salvaste. Te amaba y te deseaba. Estaba demasiado asustada
para hacer algo al respecto.
—¿Por qué estabas asustada? —preguntó con voz suave.
—No quería que me dijeras que me odiabas —dije con voz espesa—. No
quería escuchar que amabas a alguien más. No quería dejarte ir si lo hacías.
—Pero no amo a nadie más.
—¿No?
Sacudió la cabeza. —Te amo, bicho.
—¿Me amas? —Lo miré con los ojos muy abiertos, mi corazón saltando.
Su mirada se dirigió a mis labios. —Sí. Tanto que moriría por ti. ¿O no
recibiste ese memorándum?
Dejé escapar una risa llorosa mientras limpiaba las lágrimas de mis
mejillas de nuevo.
—Haz tu movimiento, bicho —murmuró—. No puedo hacerlo por ti.
Hecho. Iba a tomar lo que era mío.
Choqué mis labios contra los suyos, derritiéndome en su agarre
mientras sus brazos me rodeaban con fuerza. Sus labios se separaron y su
lengua se deslizó a lo largo de la mía en un beso áspero y feroz. Me levantó
en sus brazos y envolví mis piernas alrededor de su cintura mientras me
presionaba contra la pared, todo labios, músculos y manos.
Su beso fue exigente y brutal, tal como lo recordaba. Sus palmas
sostuvieron mi trasero mientras movía su gruesa erección contra mi centro.
Gemí en su boca cuando golpeó un lugar que hizo que mis ojos se pusieran
en blanco.
Sus manos apretaron mi trasero hasta que siseé contra sus labios.
—No sabes lo que me hiciste —gruñó, mordiendo mi labio inferior hasta
que grité—. Estaba en el infierno sin ti.
—L-lo siento. —Me moví en su agarre hasta que bajó mis piernas,
mientras seguía sujetando mi cuerpo. Desabroché su cremallera y empujé
sus pantalones y calzoncillos hacia abajo.
Salió de ellos rápidamente sin alejarse demasiado de mí.
—¿Cómo me lo vas a compensar? —Presionó, quitando una de sus
manos de mi trasero y acunando mi rostro. Lentamente, movió su mano
más abajo hasta que estuvo en mi garganta. Frotó un círculo suave en la
carne sensible mientras lo miraba.
—Cualquier cosa. Lo que quieras —dije con una suave exhalación.
—Cuidado con hacer un trato con el diablo, bicho. Tengo la intención
de hacer que lo cumplas. —Me arrastró de la pared para poder acostarme
en su cama, perdiendo nuestras camisas en el camino.
Se apoyó sobre mí mientras mi pulso rugía en mis oídos.
—¿Estás bien? —Pregunté, notando la herida roja que se estaba
curando en su abdomen. Tracé suavemente el área, ahora libre de puntos,
pero aún con aspecto de doler.
—Sí, estoy bien —respondió, acunando mis pechos y enterrando su
rostro en mi cuello—. Puedo manejarlo.
Su declaración fue lo suficientemente buena para mí. Extendí la mano
y pasé mis dedos por su cabello. Me quitó las bragas y luego la falda,
dejando todo amontonado en el suelo. Su boca apenas dejó la mía mientras
continuaba besándome, sus manos recorriendo todo mi cuerpo.
Dejé escapar un suspiro mientras se movía lentamente por mi cuello,
dejando un rastro de besos calientes en mi piel. Cuando llegó a mis pechos,
prestó especial atención a cada uno, lamiendo, chupando y mordisqueando.
—¿Quién dejó esta marca? —preguntó, mordiendo el pequeño
chupetón en mi cuello,
—Y-yo creo que Vinny —me las arreglé para decir.
Sus labios regresaron a mis pechos. Chupó con fuerza contra uno,
haciéndome estremecer mientras dejaba su propia marca en mí.
Con una mirada acalorada, continuó hacia el sur, dejando más besos
atrás. Cuando llegó al vértice de mis muslos, exhaló.
—Abre las piernas —ordenó en voz baja.
Lo hice sin protestar. Pasó su lengua por mi calor, haciéndome gemir.
Movió su lengua contra mi clítoris antes de chuparlo. Un torrente de
electricidad y piel de gallina corrió por mi piel mientras atormentaba mi
dolorido centro con su boca. Mordisqueando. Lamiendo. Moviendo.
Me retorcí contra su rostro mientras me llevaba a un nuevo nivel antes
de empujarme al límite. Caí libremente, su nombre en mis labios mientras
me comía hasta llenarse. Cuando terminó, se arrastró por mi cuerpo, su
gruesa erección provocando mi entrada.
—Te amo —susurré mientras me miraba fijamente.
Entrelazó sus dedos con los míos y los empujó sobre mi cabeza,
manteniéndolos allí.
—Lo sé, bicho. Lo sé.
Y luego empujó dentro de mí, llenándome por completo, su gemido bajo
llenó la habitación.
—Oh, Dios —me atraganté, haciendo una mueca cuando él empujó
dentro de mí otra vez, sus caderas moviéndose de la manera más deliciosa.
Golpeó el lugar perfecto dentro de mí con cada movimiento de sus
caderas, haciendo que los dedos de mis pies se curvaran y mi espalda se
arqueara. No tenía idea de que sus caderas pudieran moverse así. Follar
con Levin Seeley era como hacer un baile íntimo donde él tomaba la
iniciativa. Cada embestida me hizo gritar. Cada respiración que me pasaba
por la cara me hacía inclinarme contra su cuerpo, desesperada por que me
inhalara y me mantuviera dentro de él.
Levin Seeley sabía follar.
Estaba lista para correrme en segundos mientras él golpeaba dentro de
mí a un ritmo uniforme. Cada vez que empujaba dentro de mí, cada vez que
presionaba su cuerpo contra el mío, cada vez que apretaba su agarre en mis
manos, me daban ganas de gritar su nombre hasta que el diablo me
escuchara y lo coronara rey del puto mundo.
Su mirada estuvo en la mía todo el tiempo, sus labios entreabiertos.
Finalmente soltó mis manos, descansando más de su peso sobre mí
mientras continuaba su asalto a mi coño. Clavé mis uñas en su espalda
cuando sus labios encontraron los míos. Empujé mis caderas hacia arriba
para encontrar sus embestidas.
—Joder —gimió contra mis labios—. Así, cariño. Joder.
Sus palabras me enviaron al borde, y me corrí con un grito. Se tragó
mis gemidos mientras me besaba profundamente, mi cuerpo temblaba bajo
el suyo. Su ritmo se aceleró. Los sonidos de todas las cosas sucias que le
estaba haciendo a mi cuerpo eran fuertes en la habitación.
Rompió nuestro beso mientras su respiración se aceleraba. Pasé mis
dedos por su cabello. Se estremeció ante mi toque, se le puso la piel de
gallina cuando separó los labios.
—Dime que lo sientes otra vez —dijo con voz áspera, estrellándose
contra mí en medio de mis gritos.
—Lo siento, Levin. Lo siento mucho —gemí, aferrándome a él mientras
se mecía dentro y fuera de mi cuerpo.
Golpeó profundo de nuevo, casi levantándome de la cama mientras me
atravesaba fuerte y rápido.
—Dime que me amas. Dime que soy tuyo.
—Te amo. Te amo mucho. Eres mío, Levin. Todo mío. De nadie más.
Un gemido bajo y sexy salió de sus labios cuando se corrió duro dentro
de mí, su liberación me llenó. Se meció dentro y fuera de mí a través de él
hasta que sus movimientos se hicieron más lentos y presionó su frente
contra la mía.
—Nunca te vas a deshacer de mí —murmuró—. Ahora también eres
mía, bicho.
—¿Lo prometes? —susurré, pasando mis dedos por su cabello rubio.
—Lo juro. —Se apartó y me miró fijamente—. Sé mi novia.
—Sí —dije, mi corazón bailaba de alegría—. Soy tuya. Sin embargo,
primero tendrás que romper con tu novia.
Me sonrió. —¿Qué crees que estaba haciendo cuando irrumpiste en mi
habitación y la empezaste a tirar del cabello?
—¿Tú… rompiste con ella?
—No. Estaba en medio de eso hasta que me interrumpieron.
—Lo siento —murmuré tímidamente.
Soltó una risa. —No. Me gustó mucho.
—Supongo que también estoy un poco loca.
Me besó suavemente. —Me gusta la locura. Me encanta. Estás justo
donde perteneces. —Me sonrió.
La máscara que había estado usando durante semanas había
desaparecido, dando paso a quien realmente era: un dulce gigante al que le
importaba muchísimo. No había pared arriba. Era solo Levin, un chico que
amaba a una chica.
—¿Estamos bien ahora? —Pregunté, lamiendo mis labios
nerviosamente.
—Bueno, mi pene todavía está duro dentro de ti, y no me has
amenazado con matarme en la última hora. Yo diría que somos lo mejor que
hemos sido nunca, cariño.
Sonreí. —Entonces no deberíamos desperdiciarlo.
—Estoy de acuerdo —dijo, presionando sus labios contra los míos antes
de rodarme rápidamente para que estuviera encima de él—. Muéstrame más
de lo que me he estado perdiendo.
Y así lo hice.
Capítulo 57
Bianca
—Mi cumpleaños es este fin de semana —dijo Aubrey mientras
caminábamos juntas por el campus una semana después.
Levin, Vincent y Dominic nos seguían en alguna parte.
No habíamos escuchado una palabra acerca de que Matteo quisiera
matarnos a ninguno de nosotros, pero Vincent dijo que eso no significaba
que todavía no lo estaba considerando. Según el padre de Vincent, Matteo
estaba haciendo lo que Dominic había dicho, esperando, observando.
Probablemente anticipando que los Jinetes nos mataran ya que todavía eran
una amenaza muy real.
Fallon informó que los Señores habían estado haciendo lo mismo que
Matteo, esperando y esperando. Parecía que la pelota estaba en el campo de
los Jinetes.
—¿Lo es? —Pregunté—. ¡Deberíamos celebrarlo!
—Estaba pensando que podríamos ir a Beats. Es este nuevo club que
abrió. Podría ser muy divertido. —Aubrey se detuvo y me miró—. ¿Crees que
te dejarían ir conmigo?
Sabía que estaba hablando de los Reyes. Estaba bastante segura de
que sabía mi situación con ellos tres y Fallon sin que yo dijera una palabra.
Había sorprendido a Levin besándome en la biblioteca hace dos días, y
Vincent no se molestaba en ocultar su afecto cuando ella estaba conmigo.
Y ella fue quien me ayudó a ver a Fallon antes en mi relación con él.
—¿Dejarla ir a dónde? —Dominic y su maldita audición biónica.
—Es el cumpleaños de Aubrey este fin de semana —le expliqué—.
Quiere ir a Beats y celebrar. —Esperé a que dijera que no.
Miró de mí a Aubrey, quien se apartó de su mirada.
—¿Beats? —Vincent se detuvo a nuestro lado—. Estoy dentro.
—Realmente no deberíamos salir del campus —dijo Levin, uniéndose a
nosotros—. Considerando todas las cosas.
—No seas aguafiestas, Seeley. Somos Reyes. No nos acobardamos y
escondemos. —Vincent me miró y me guiñó un ojo—. ¿Verdad, B?
Sonreí. —Me gustaría ir, pero es decisión de Dominic. Levin tiene razón.
Podría ser arriesgado.
La mirada de Dominic me recorrió rápidamente. —Traeré a algunos de
la corte con nosotros. No nos quedaremos mucho tiempo. Entonces
podemos volver a mi habitación y divertirnos más.
—¿En serio? ——pregunté, sorprendida de que hubiera accedido.
—Sí. Vincent tiene razón. Pareceremos maricas si nos quedamos en el
campus. Tendremos a nuestros muchachos con nosotros. Deberíamos estar
bien durante unas horas. —Dominic tomó mi mano y me atrajo hacia él,
poniendo un beso en mi anillo de bodas—. ¿Estás de acuerdo con mis
términos, abejita?
—Sí —respondí, mordiéndome el labio inferior mientras lo miraba.
—Bueno. —Me arrastró más cerca y pasó su brazo alrededor de mi
cintura.
Celeste pareció surgir de la nada.
—Levin. —Se paró detrás de nosotros.
Si tuviera que adivinar, había oído todo lo que habíamos estado
hablando. Levin había dicho que su ruptura no había ido bien. Ella había
amenazado con suicidarse si se iba, y él le había dejado su cuchillo para
que lo hiciera.
Sonaba como una cosa que haría Levin. Pero incluso yo podía sentirme
un poco mal por ella. Levin era un gran partido.
Él gimió y cerró los ojos antes de volverse para mirarla. —Celeste, te
dije que te detuvieras. Hemos terminado.
—Solo quiero hablar —dijo, dando un paso más cerca—. Te extraño,
Levy. L-lo siento, por lo que sea que hice.
—Necesitas irte. No te lo voy a decir de nuevo. —Levin me lanzó una
mirada rápida.
Sabía que le importaba lo que pensaba y sentía, pero no quería que
pensara que estaría enojada por esto. Claro, Celeste era molesta, pero esto
necesitaba ser manejado.
—Me envías mensajes de texto y me llamas a todas horas de la noche.
Dije que habíamos terminado. Lo dije en serio. Entiende eso, Celeste —
continuó Levin.
—Dijiste que conociste a alguien más —susurró—. Quiero saber quién.
Creo que me estás mintiendo porque necesitas tiempo para pensar. Todo lo
que tienes que hacer es ser honesto, Levy. Entenderé. Juro que lo haré. —
Cerró el espacio entre ellos y apoyó las manos en su pecho.
Empecé a dar un paso adelante y apartar sus manos de él, pero
Dominic apretó su agarre sobre mí.
—Déjalos —susurró en mi oído.
Me tragué mi ira y esperé el movimiento de Levin.
—Conocí a alguien más. Ahora déjate de mierdas, Celeste.
—No te creo —dijo ella, su labio inferior temblando. Celeste parecía un
desastre. Por lo general, era tan organizada. Hoy, su cabello era un desastre
salvaje, y su rímel estaba corrido como si hubiera estado llorando antes de
acercarse.
—Los estás eligiendo a ellos sobre nosotros, Levy. Puedo dejarlo ir. No
te haré elegir. Entiendo que son tus amigos. Sin embargo, creo que con algo
de tiempo, podrías encontrar nuevos amigos. Unos que no sean tan
peligrosos…
—¿Qué tengo que hacer para demostrarte que hemos terminado? —le
espetó—. Estoy harto de las llamadas telefónicas y los mensajes de texto a
altas horas de la noche. Estoy cansado de que me arrincones cada vez que
puedes. Esta es mi gente. Nunca hubo una puta elección, Celeste.
—Pero Levy… Sólo… por favor. Solo quiero saber la verdad. Sigues
diciéndome que conociste a alguien más, pero si lo hiciste, ella no está aquí.
Por eso creo que es una mentira…
—¿Quieres una maldita prueba, Celeste? ¿Es eso lo que necesitas para
arreglar tu mierda? —Se acercó a mí y me arrastró fuera del agarre de
Dominic.
Entonces Levin presionó su boca contra la mía justo en el centro del
patio. El lugar estaba repleto de estudiantes. Cuando Dominic no lo golpeó
en la cara y me apartó, caí en el beso, enredando mis dedos en su cabello
mientras su lengua bailaba con la mía mientras sus manos agarraban mi
trasero.
Cuando se separó, estaba sin aliento.
—Lo siento, bicho —murmuró, tocando mi labio inferior. Se apartó de
mí y miró a Celeste, que nos miraba con la boca abierta y lágrimas en los
ojos.
—Tenías razón. Tenía un extraño enamoramiento por ella.
Aparentemente, también me ama. Así que estoy aquí. Y tú debes irte. —
Levin entrelazó sus dedos con los míos—. Terminamos, Celeste.
Sabía que teníamos una audiencia. Podía ver a la gente boquiabierta
por el rabillo del ojo. Sin embargo, Dominic no intervino. Simplemente se
quedó en silencio detrás de nosotros.
—No hemos terminado, Levy. Me aseguraré de que estés de vuelta
conmigo en poco tiempo —gruñó peligrosamente, cambiando por completo
su comportamiento—. Y me aseguraré de que esté muerta.
Esta vez Dominic entró en acción. Se movió rápidamente y estuvo frente
a ella en unos momentos.
—Maldita sea, inténtalo —gruñó—. Si tan solo frunce el ceño o algo
toca los labios de mi esposa por algo que hiciste, te arrepentirás de tu puta
existencia. —Extendió la mano y agarró su rostro con fuerza. Ella lo miró,
el miedo evidente en sus ojos.
—Me aseguraré de que tu muerte sea larga y dolorosa. Ahora vete a
algún lado. —Dominic la soltó.
Ella se tambaleó hacia atrás. El odio en sus ojos envió un escalofrío a
través de mí. Dominic se alejó de ella y se inclinó, besándome sin alejarme
de Levin.
—Te amo, mia regina —dijo contra mis labios antes de retroceder.
—Bueno, mierda. Yo también te amo —dijo Vincent, alejándome de
Levin y sumergiéndome antes de plantar sus labios en los míos.
Le devolví el beso y solté una risita suave cuando me enderezó, con un
brillo en sus ojos oscuros.
—No me gustaba sentirme excluido —dijo cuando le negué con la
cabeza.
—Supongo que el gato está fuera de la bolsa ahora —dijo Levin,
mirando a todos los que nos miraban boquiabiertos.
—Iba a suceder eventualmente. —Vincent me empujó a los brazos de
Dominic, quien inmediatamente me abrazó.
—Sí, supongo —dijo Dominic con un suspiro.
Seguí su mirada hacia los Señores, que miraban con dagas en nuestra
dirección. Fallon nos ofreció una sonrisa rápida antes de educar su rostro
y montar un espectáculo junto al resto de los Señores.
—Vamos. Tengo hambre. Toda esa animosidad me abrió el apetito. —
Vincent se alejó de nosotros y Levin se echó a reír.
—Maldito idiota —murmuró Levin.
—Aubrey, vamos. Tenemos que planificar esta fiesta tuya —dijo
Vincent.
Aubrey me miró con los ojos muy abiertos antes de correr para alcanzar
a Vincent, que estaba listo para la fiesta.
—¿Estás loco? —le pregunté a Dominic mientras caminaba entre él y
Levin.
—No. —Le sonrió a Levin—. Esto es lo más feliz que he estado en mucho
tiempo.
Levin se acercó y me tomó la mano mientras Dominic mantenía su
mano en mi cintura.
—Igual yo, hombre. Igual yo.
No podía discutir, así que caminé con mis dos Reyes, ansiosa por el fin
de semana.
Capítulo 58
Vincent
Observo cómo Bianca se pavoneaba hacia mí con su ceñido vestido rojo, su
cabello rubio cayendo a su alrededor en suaves ondas.
—Mírate —murmuré mientras daba un pequeño giro frente a mí.
—¿Te gusta? —preguntó, con un tono nervioso en su voz mientras
jugueteaba con el collar de la corona que le había dado.
—¿Gustarme? Bebé B, me encanta. —Le di un beso en los labios,
haciéndola reír.
—Vamos —ordenó Dominic—. Levin está esperando abajo.
Bianca se alejó de mí y se movió hacia el abrazo expectante de Dom.
Inmediatamente envolvió su brazo alrededor de su cintura y la condujo
fuera. La seguí y tomé su mano. Él me lanzó una sonrisa por encima de su
cabeza. Ahora que todo Bolten sabía que ella era nuestra chica, no nos
molestamos en ocultarlo. La besaba cuando quería. Levin la tocaba cuando
quería. Y Dom… bueno, hizo lo que siempre ha hecho, cualquier cosa que
le diera la gana.
Acordamos que esta noche sería una salida rápida y luego
regresaríamos a la habitación de Dom y B, y nos relajaríamos. Todos nos
tomaríamos un descanso rápido del campus y luego regresaríamos antes de
la medianoche. Debería ir sin problemas.
Cuando salimos, Levin ya estaba esperando, teniendo una acalorada
discusión con Celeste. Apreté más la mano de B porque sabía que se estaba
cansando de que Celeste no se rindiera.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Dom demandó cuando Aubrey apareció,
mirando nerviosamente la situación frente a ella.
Su vestido verde halter le quedaba bien. La admiré por un momento,
feliz de que B tuviera una amiga decente con ella. Aubrey se aseguraba de
llevarle café a Bianca todas las mañanas. A veces me sentaba fuera del
dormitorio de Aubrey mientras hacían mierda de chicas juntas.
—Necesito hablar con Levy. —Celeste le dio a Dom una mirada
desafiante.
—Celeste, tienes que dejarlo ir. Levin ha seguido adelante…
—Con tu esposa —interrumpió, señalando a B—. ¡El hecho de que estés
de acuerdo con eso me enferma! ¡Ella no tiene ni la mitad de lo que yo tengo
o podría darle! Dijo que la odiaba. Que ella era basura…
—Yo nunca dije eso —gruñó Levin—. Vete a la mierda, vete. Realmente
me estás cabreando, Celeste. Te dije que habíamos terminado. Eras un coño
mediocre y algunas mamadas de mierda. Lo mejor que saqué de ti fue un
trato de armas con tu viejo.
Sus fosas nasales se ensancharon. —Te vas a arrepentir. Todos
ustedes.
Se alejó, dejándonos para mirarla.
Levin se volvió hacia B una vez que Celeste se perdió de vista. —Nunca
dije esa mierda, Bianca. Te juro que no lo hice.
Bianca se acercó a él y lo rodeó con sus brazos. Él le devolvió el abrazo
y soltó un suspiro.
—Lo sé. E incluso si lo hicieras, tenías derecho a tu ira. Me lo merecía
después de la mierda que nos hizo pasar.
Le inclinó la cabeza hacia atrás y le dio un beso en los labios. —No o
dije.
—Te creo.
Le sonrió. —Te ves caliente como la mierda. Voy a disfrutar quitándote
esto más tarde.
—Vamos a disfrutar quitárselo más tarde —lo corregí.
Dom dejó escapar una risa suave. El rostro de Aubrey enrojeció y soltó
una risa, chocando los hombros con B.
¿Y B? Ella sonrió como si hubiera ganado la lotería. Me gustaba pensar
que lo había hecho. Era un gran partido. Estos otros polvos eran
bonificaciones.
—Vamos —dijo Dom, asintiendo para que lo siguiéramos.
Levin tomó la mano de B, ambos aparentemente felices de estar uno al
lado del otro. Era un cambio agradable. Por una vez, la mierda estaba
funcionando.
Caminé junto a Dom y observé cómo le enviaba un mensaje de texto a
Fallon sobre lo que estábamos haciendo. El pobre bastardo no había
recibido más de B desde nuestra noche juntos. Los Señores y Dom lo
mantuvieron ocupado, pero nunca se quejó. Honestamente, era un buen
tipo. De hecho, disfruté el poco tiempo que había estado con él. El hecho de
que amaba a mi bebé B hizo que fuera más fácil que me agradara.
—¿Vas a contarle a B sobre su papá? —Pregunté mientras
continuábamos hacia el estacionamiento, Levin y B delante de nosotros con
Aubrey.
—No. Todavía estoy buscando más información. Si era un doble agente,
quiero asegurarme de saberlo antes de salir y lanzar acusaciones. Levin
obtuvo la información de Celeste. No sabemos mucho más allá de lo que ella
y La palabra con F recolectaron.
Sonreí ante el apodo de Fallon. El tipo sabía cómo follar. Lo vi llevar a
B al borde de la explosión. No es de extrañar que ella tuviera una erección
femenina por él. Demonios, incluso yo no podía negar que él era puro sexo.
Me hizo querer mejorar mi juego aún más.
Llegamos a las puertas y nos metimos en el todoterreno oscurecido de
Dom. B se metió en la parte de atrás con Levin. Aubrey se sentó en la fila
del medio y yo me senté en el asiento del pasajero. En poco tiempo,
estábamos rodando por la carretera, todo transcurría sin problemas y
sonaba música. Me giré para ver a Levin y B besándose en la parte de atrás.
Aubrey me dio una sonrisa agotada, y me reí. Iba a hacer que mi misión
esta noche fuera a acostarme con ella. Se merecía una buena follada.
Por mucho que quisiera arrastrarme en la parte de atrás y mostrarle a
B un buen momento con Levin, sabía que debía dejarlos en paz. Para ser
justos, se besaban y tocaban en cada momento que encontraban. Sabía que
estaba irritando a Dom, pero se había mantenido en silencio al igual que yo.
Supuse que él pensaba de la misma manera que yo cuando se trataba de
ellos. Si estaban manteniendo la paz y todo iba bien, no tenía sentido
separarlos.
Aunque, Dom nos dio una charla severa acerca de que él quería ser el
que embarazara a B. Asegurándonos de que entendíamos dónde se nos
permitía terminar y dónde no. Hasta el momento ella no estaba embarazada
todavía. Si bien no quería que mi chica quedara embarazada tan pronto,
podía apreciar el razonamiento de Dom. Levin se había limitado a gruñir al
respecto y prometió que tendría cuidado y cuidaría el maldito calendario
que Dom había hecho para seguir su ciclo de lady-bits. Sospeché que B no
lo sabía porque si lo supiera, probablemente le habría dado una patada en
el pene.
Cuando llegamos al club, Dom nos hizo entrar. Pasamos por alto la
línea para consternación de la gente, que probablemente había estado allí
durante eones.
—Guau —dijo Aubrey, observando el club.
Tonos rojos, azules, rosas, morados y verdes decoraban el lugar, y las
luces estroboscópicas a juego se sumaban a los efectos. Con una enorme
pista de baile y hielo seco bombeando al ritmo de la música de discoteca,
parecía un lugar divertido.
—Vuelvo enseguida —dijo Dom, alejándose de nosotros.
Se acercó a un portero. Hablaron durante unos minutos antes de que
el hombre hablara por el micrófono en su cuello. Unos momentos después
se unieron más hombres. Dom estrechó sus manos. Luego nos miró por
encima del hombro y nos hizo un gesto para que lo siguiéramos.
—¿Crees que compró el lugar? —preguntó Levin mientras nos
dirigíamos hacia él al pie de unas escaleras.
—Probablemente —dije, comprobando para asegurarme de que Aubrey
todavía estaba con nosotros. No me había perdido que todos los chicos del
lugar estaban mirándola a ella y a B cuando entramos. Normalmente no era
un chico celoso, pero B me hizo algo. Tomó esa parte de mí y la convirtió en
algo que ni siquiera yo reconocí.
Seguimos a Dominic hasta la sección VIP. Ya había una mesa
esperándonos. Se sentó y agarró a B, tirando de ella sobre su regazo y
acariciando su cuello. Ella se fundió en él, sus manos vagando por sus
muslos.
Me puso duro solo verlos. Si jugamos bien nuestras cartas,
terminaríamos con ella debajo de nosotros en unas pocas horas.
Levin sirvió un poco de champán que se había estado enfriando en
nuestra mesa. Lo cerré de nuevo, sin molestarme en ser elegante.
—Agh. Odio el champán. —Hice una mueca y detuve a una de las
chicas camareras y nos ordené un montón de mierda.
Nunca nos ficharon en ningún lado. ¿Quién diablos sería lo
suficientemente valiente? Éramos los Reyes y dirigidos por Dominic De
Santis. Un plus de trabajo seguro.
—Es bueno —dijo Aubrey, mirando la copa—. Es, como, dulce.
B asintió. —A mí también me gusta.
—Moët & Chandon Nectar Impérial Rosé. —Dom tomó un sorbo—. No
es terriblemente caro, pero lo suficientemente decente como para estar
sentado en la mesa para un par de exuberancias.
Rodé los ojos. Por supuesto, no creía que costara lo suficiente.
—No somos exuberantes —dijo B, besando su mejilla.
Su mano se movió debajo de su vestido cuando sus labios encontraron
los suyos, y se besaron.
Vi a un tipo sentado en un rincón oscuro, con la cabeza ladeada
mientras nos observaba.
Toqué la mesa y capté la atención de Levin cuando otro tipo se unió al
otro. Ambos eran jóvenes. Probablemente alrededor de nuestra edad. El
rubio, a quien había visto primero, le habló rápidamente al de cabello
oscuro, que se había unido a él. El chico miró en nuestra dirección, su
expresión facial no cambió. Parecía familiar. Como si tal vez lo hubiera visto
en la televisión o algo así.
—¿Los conoces? —le pregunté a Levin, tratando de no ser obvio
mientras los miraba de reojo.
Sacudió la cabeza y se bebió un trago. Puede haber parecido que no
estaba interesado en ellos, pero sabía que estaba sintonizado, curioso
acerca de por qué estaban mirando.
B y Dom finalmente se separaron y Aubrey tiró de su mano para hacerla
bailar. Dom vaciló por un momento antes de soltarla y dejarla irse.
—Estamos siendo observados —le murmuré, sorbiendo mi bebida.
—Lo sé. —Había un tercero con ellos cuando llegamos—. Dom se
levantó y deslizó su vaso sobre la mesa. Casualmente, caminó hacia el
balcón para poder ver a B.
Me moví para pararme a su lado cuando Levin se fue al baño. Observé
mientras B y Aubrey bailaban, ambas sonriendo.
—Se ve feliz —le dije.
—Bien —respondió Dom, con una pequeña sonrisa en los labios.
—Todavía estoy celoso de que te hayas casado con ella. Hijo de puta
afortunado.
—Lo sé. —Me miró fijamente—. Pero te ama, Vin. Nunca dudes de
cuánto.
Sonreí, sintiéndome ligero. Sí, me amaba. Supongo que también soy un
hijo de puta afortunado.
—¿Qué vamos a hacer con nuestros nuevos fans? —Pregunté, sintiendo
su mirada todavía sobre nosotros.
—Vigílalos. Puede que no sea nada.
—O podría ser algo —dije.
Siempre lo es. Su rostro se endureció mientras miraba a la multitud
como un rey inspeccionando su reino. —Nos quedaremos un poco más. Si
las cosas empiezan a ponerse más sospechosas, nos iremos.
Parecía un buen plan. ¿Qué era lo peor que podía pasar?
Capítulo 59
Fallon
—Tienes que ir más despacio. No puedo entender lo que dices cuando lloras
—espetó Hail mientras Celeste sollozaba frente a nosotros en su habitación
esa noche.
Recibí el mensaje de Dom de que se dirigía fuera del campus con Bianca
y los Reyes para celebrar el cumpleaños de Aubrey. Él había dicho que no
planeaban irse por mucho tiempo. Baets. Hacia allí se dirigía.
Odiaba estar atrapado con los Señores, viéndolos drogarse mientras
Tate recibía una mamada de una chica becada sin nombre.
—Levin se fue del campus con ella. Bianca —dijo Celeste cuando Stella
entró y se sentó a mi lado.
Le lancé una mirada superficial y luego volví mi atención a Celeste y
Hail.
—¿Por qué me importa un carajo? —Hail preguntó—. No eres
precisamente bienvenida aquí, Celeste. No después de que jodiste a Drake.
—No lo hice —exclamó, limpiándose la nariz—. ¿Puedes simplemente
escuchar? ¿Por favor? Dominic De Santis se ha ido esta noche. Todos los
Reyes con él. Tienen a Bianca y Aubrey McIntire con ellos.
—¿Están fuera del campus? —Hail se animó—. ¿A dónde fueron?
—Sé lo de los Jinetes. y los fusilamientos que les hicieron los Reyes.
Papá me dijo que fue realmente trágico. Si te lo digo, quiero tu protección si
pasa algo.
Hail asintió mientras me sentaba hacia adelante. Stella me dio un
codazo en el muslo.
—Nos aseguraremos de que estés bien atendida. Escuché que Seeley te
dejó alto y seco por Bianca.
—Me hizo daño. Me usó. Quiero que pague. Pensé que tal vez podrías
avisar a esos Jinetes y decirles dónde encontrar a los Reyes esta noche.
Mierda. Mierda. Esta perra...
—Me gusta la forma en que piensas. Dímelo y veré qué puedo hacer. —
Hail le dedicó una sonrisa maliciosa.
—¿Me prometes que me protegerás? —Ella lo miró con los ojos muy
abiertos.
—Por supuesto que lo hare. —Hail extendió las manos cuando Drake
sacó su teléfono.
Joder... maldita sea...
—Dime dónde están los Reyes y sus rameras.
—Fueron a este nuevo club llamado Beats para el cumpleaños de
Aubrey. Están allí ahora mismo. —Celeste dejó escapar un suspiro—.
Quiero que Bianca muera.
—Ah, vamos. No quiero eso. Todavía no —dijo Hail, mirando a Drake.
Tate sonrió como el maldito lunático que era. Trent me sonrió. Sonreí,
interpretando el papel pero muriéndome por dentro para llegar a los Reyes
y Bianca para que pudiera hacerles saber que la mierda iba a pasar.
—Bueno, quiero que sufran —se quejó Celeste, sorbiendo su nariz—.
Entonces, como sea que puedas hacer que eso suceda, sería bueno.
—Por supuesto. Trent. Haz la llamada. —Hail se recostó en su asiento.
—Tenemos que hacer algo —siseó Stella.
La única forma de salir de allí era joderme. Agarré su mano y presioné
mis labios contra los suyos. Se puso rígida debajo de mi boca antes de caer
en ella, su lengua deslizándose a lo largo de la mía.
—Oh, por el amor de Dios. Consigue una habitación —gruñó Hail
mientras Stella tomaba la iniciativa y se sentaba a horcajadas sobre mi
regazo, con sus dedos en mi cabello mientras se apretaba contra mí.
Por el amor de Dios. Es una gran actriz.
—Sé que estamos pasando mierda, hombre, pero me gustaría irme —
dije mientras Stella enterraba su cara en mi cuello y chupaba mi carne.
Quería mover su jodida nariz y escucharla gritar solo para quitarme los
labios de encima, pero me contuve.
—¿Stella es la chica a la que te estás acercando? —La mirada de Hail
nos recorrió—. Dijiste que te gustaba alguien. ¿Es Stella? Porque Stella es
mía. No me importa prestarla, pero nunca les pertenecerá a ustedes.
—No —dije mientras ella continuaba besando mi cuello—. No creo que
eso vaya a funcionar, así que necesito desahogarme.
—Bien. Vamos. Trent está haciendo la llamada. Estaremos sentados
aquí esperando una actualización de todos modos. De ninguna manera nos
vamos a involucrar en ese festival de mierda. Los Jinetes están sedientos de
sangre y se llevarán a los Reyes por nosotros. Nos abalanzaremos y los
mataremos una vez que hayan terminado con los Reyes. Sovershenstvo16.
—Gracias hombre. Déjame saber cómo va. Intentaré, eh, responder si
llamas. —Me puse de pie, trayendo a Stella conmigo mientras continuaba
tocándome.
Agarré su trasero y ella soltó una risa. La conduje fuera de la habitación
con el sonido de silbidos.
En el momento en que estuvimos en el pasillo, me aparté de ella y corrí
con ella pisándome los talones.
—¿A dónde diablos vas? —preguntó mientras salíamos.
—Tenemos que llegar a Beats. Llama a Dom. Intenta advertirle. —
Saqué mis llaves y comencé a trotar.
Stella se quedó a mi lado. Llegamos a mi auto nuevo y se deslizó en el
asiento del pasajero con el teléfono pegado a la oreja.
—Deberías quedarte aquí.
—Vete a la mierda, Fallon. Siempre soy excluida. Iré esta vez —dijo,
terminando su llamada a Dom e intentándolo de nuevo.
Mierda.
—Bien. Trata de que no te maten —dije, saliendo del estacionamiento
con los neumáticos chirriando, con el corazón en la garganta.
—Envíale un mensaje de texto. Llama a Vin o Seeley. B. Alguien.
Mierda.
Stella agarró mi teléfono y llamó desde nuestros dos teléfonos y envió
mensajes, pero nadie respondió.
Mierda. Bianca. Por favor, que esté bien.
Corrimos por las calles tan rápido como pude.
—Coge mi arma —le dije con fuerza—. Está en la guantera.
—Jesús —murmuró, sacando el arma.
La agarré y metí en mi chaqueta.
—¿De verdad vas a ir a matar gente?
—No será la primera vez —murmuré, girando a la derecha.
Ella me maldijo antes de volver a hacer llamadas telefónicas.
Mi corazón estaba en mi garganta. Necesitaba unas jodidas vacaciones
de toda esta mierda. Todos nosotros. Sugeriría una la próxima reunión del
equipo.

16 Perfecto.
Capítulo 60
Bianca
—Hola —dijo un hermoso chico rubio mientras esperaba mi bebida en el
bar.
Dom había establecido una cuenta activa para nosotros. No tenía
planes de beber mucho. Solo quería un poco antes de irnos a casa. Había
pasado tanto tiempo desde que me había divertido, así que iba a aprovechar
todo el tiempo que pudiera.
—Hola —dije, golpeando mis dedos en la barra.
Aubrey se había ido al baño y yo prometí traer bebidas. Sabía que los
chicos estaban en el área VIP probablemente con ojos de águila sobre
nosotros, así que no tenía preocupaciones en mi cuerpo cuando el chico se
inclinó a mi lado, su rica colonia flotando hacia mí.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó, su mirada recorriendo mi cuerpo.
Tragué y le di una sonrisa nerviosa. —Bianca.
—Bianca. Bonito nombre. —Sus ojos azules brillaron—. Soy Cole.
—Encantada de conocerte —le dije, estrechando la mano que me
ofreció.
—¿Estás aquí con alguien esta noche? Las chicas bonitas como tú no
deberían estar solas en lugares como este.
—¿Debido al frío? —Pregunté, ladeando la cabeza hacia él y
entrecerrando los ojos.
Él sonrió. —Sí. Debido al frío. Entonces, ¿estás sola?
—No. Mi amiga está en el baño. Mi esposo está arriba. Probablemente
te esté mirando ahora mismo.
—¿Esposo? ¿No eres un poco joven para estar casada?
—Somos poco convencionales —dije, mirando hacia atrás para ver
dónde estaba el camarero con mis bebidas.
—Escuche eso. —Se pasó los dedos por el pelo.
Un anillo en su pulgar me llamó la atención. Era bonito con una
pequeña piedra preciosa incrustada en él.
El tipo estaba en forma, le daría eso. Probablemente tenía chicas
colgando de él a diestra y siniestra. Era del tamaño de mis muchachos. Me
recordó un poco a ellos: músculos, altura, apariencia. Su ropa gritaba
dinero. Su actitud decía que probablemente era de alto mantenimiento. Y
tal vez un poco loco, a juzgar por la forma en que sus ojos azules seguían
recorriendo a la multitud.
—¿Estás aquí solo? —Me aventuré mientras continuaba esperando mis
bebidas. También podía hacer una pequeña charla.
—No, muñeca. No estoy solo. Estoy aquí con mis muchachos.
—¿Recogiendo chicas?
—Difícilmente —dijo entre risas.
—¿Recogiendo chicos?
Su sonrisa se ensanchó. —Eres graciosa. Me gusta eso. Pero no. Chicos
tampoco. Simplemente pasando un buen rato. Entonces, ¿cómo se llama su
marido?
—Eso no es algo que me pregunten a menudo —murmuré.
—Realmente no. ¿Cómo se llama para saber a quién felicitar cuando lo
conozca por enganchar a una chica tan hermosa? —Él me guiñó un ojo.
—Dominic —dije, frunciendo el ceño mientras trataba de descifrarlo.
Era mucha pompa y sonrisas para alguien con locura escrita en los
ojos.
—¿De Santis?
Lamí mis labios. —¿Lo conoces?
—Aún no hemos sido presentados formalmente. Pero lo haremos antes
de que termine la noche. —Deslizó un billete de veinte en la barra—. Invito
yo. Cuídate ahí afuera, Bianca. No vayas a ningún lado sola. Hay un montón
de frío por ahí.
—Gracias —dije, observándolo mientras se giraba y desaparecía entre
la multitud.
Qué tipo tan extraño.
—Aquí tienes —gritó el cantinero, ofreciéndome dos bebidas de frutas.
Asentí con la cabeza a los veinte, y él los tomó, agradeciéndome.
—Chica, dime que uno de esos es mío —dijo Aubrey, acercándose a mí.
—Sí, un tipo los compró para nosotros —dije, escaneando la multitud
en busca de él.
Algo no se sentía bien. Tomé un sorbo de mi bebida y le di a Aubrey su
bebida.
Vi al chico hablando con otros tres chicos en un rincón con poca luz.
El de cabello oscuro y ojos igualmente oscuros me devolvió la mirada,
haciendo que mi respiración se quedara atrapada en mi pecho. Maldita sea.
También era hermoso. Todos lo eran. Miré hacia el balcón para ver que
Dominic no estaba allí. Había estado allí toda la noche.
Fruncí el ceño, mi ansiedad creciendo.
—Vamos a bailar. Estoy segura de que Dominic querrá irse pronto —
dijo Aubrey, terminando su bebida.
Me bebí el mío rápidamente y la seguí a la pista de baile, sin querer
separarme y sin querer arruinar su cumpleaños. Me dije a mí misma que
probablemente Dominic estaba cómodo y tomando asiento.
Bailamos con la música. Una canción tras otra. Una chica de tiro se
acercó y me ofreció un trago.
—De Dominic —dijo en mi oído.
Lo busqué en el balcón pero todavía no lo veía.
Lo que sea. Si me estaba enviando bebidas, entonces todo debe estar
bien.
Bebí del vaso y le entregué al mesero el vaso vacío. Se alejó de nosotras
y se adentró más en la multitud. Volví a bailar con Aubrey y podría haber
jurado que vi a Fallon moviéndose entre la multitud hacia las escaleras con
Stella.
Eso no podría ser correcto.
Mi cabeza dio vueltas. El calor recorrió mi cuerpo.
—Necesito usar el baño otra vez —dijo Aubrey, inclinándose para
gritarme al oído por encima de la música—. ¿Quieres venir?
Asentí, haciendo una mueca ante las luces estroboscópicas
intermitentes. Tropecé detrás de ella, el mareo empeoraba.
—¿Estás bien? —preguntó Aubrey cuando nos detuvimos afuera del
baño.
—N-no me siento bien. —Mi cabeza dio un giro perverso.
—Podemos ir a buscar a Dominic —dijo—. Puedo esperar para usar el
baño.
—N-no. Vamos. Date prisa —dije débilmente—. Probablemente sean
todas las luces intermitentes y el alcohol.
Dudó por un momento. —De acuerdo. Seré rápida.
Me apoyé contra la pared del pasillo mientras ella desaparecía dentro
del baño. Tomé una respiración profunda. Mi cabeza estaba tan ligera que
pensé que me iba a desmayar.
—Te ves mal —dijo una voz profunda a mi lado.
Miré al dueño de la voz y vi que tenía dos cabezas borrosas. Pelo oscuro.
Ojos oscuros. Parecía italiano. Definitivamente era el chico sexy que había
visto antes con Cole.
—E-estoy realmente mareada. ¿P-puedes traer a mi esposo?
—Por supuesto. ¿Quieres sentarte?
Asentí, haciendo una mueca. Me tendió la mano y la tomé. Su agarre
fue firme mientras me conducía más profundo por el pasillo. Muchos anillos
en sus dedos. Sostener su mano me recordó a sostener la mano de Vinny.
Tropecé, y él me agarró por la cintura, ayudándome a mantenerme de pie.
—¿Hay una oficina aquí atrás? —arrastré las palabras.
No había manera de que hubiera bebido lo suficiente para que esto me
pasara. Tres tragos nunca me hacían sentir así.
—Sí —respondió suavemente, abriendo una puerta.
Una ráfaga de aire fresco golpeó mi cara. Tropecé de nuevo mientras
me conducía escaleras abajo. Un todoterreno oscuro se detuvo y se abrió
una puerta. Mi corazón dio un vuelco cuando me di cuenta de que podría
estar en una situación muy mala. Se sentía como si me hubiera desmayado
durante la caminata y no llegara a mi destino.
Cole, el chico rubio del bar, saltó y me agarró por la cintura. Lo
abofeteé, gritando mientras me arrastraba hacia los oscuros confines del
vehículo. La puerta se cerró de golpe y el tipo que me había sacado se sentó
en el asiento del conductor.
—¿Nosotros vamos? ¿Enzo? —Cole preguntó mientras gemía, sin dejar
de patearlo. Dejó escapar un siseo cuando lo golpeé en el pecho con mi
talón.
—Un minuto —gruñó el tipo llamado Enzo.
Enzo. ¿Por qué sabía ese nombre? Mi cerebro se sentía como si se
estuviera construyendo una pared en su interior, y no podía alinear mis
pensamientos.
—Por el amor de Dios, ¿dónde están? —Cole gruñó, agarrándome de
nuevo.
Me abalancé sobre él, haciéndolo gruñir cuando lo golpeé en la cara.
—Están aquí —dijo Enzo.
La puerta se abrió y dos tipos más empujaron a un tercero antes de
meterse detrás de él.
—Maldita sea. Nos estaba siguiendo. Lo noqueó —dijo uno de los
muchachos, cerrando la puerta.
Enzo puso el todoterreno en marcha y salimos chillando del
aparcamiento.
Luché contra Cole mientras trabajaba para someterme.
—Jesús, joder, ayúdame. Ella es salvaje —gritó Cole cuando lo pateé
en el pecho de nuevo.
Uno de los chicos me agarró las muñecas. Luchamos mientras yo
trataba de pelear con él. Era más grande y más fuerte que yo, su duro
cuerpo presionado contra el mío mientras luchábamos en el asiento trasero.
—No. Para. Por favor —grité, golpeándome contra él.
—Lo estás empeorando, muñeca —dijo Cole con los dientes apretados
mientras aseguraba mis tobillos.
El tipo que estaba encima de mí finalmente me ató las muñecas y
respiré con dificultad mientras lo miraba.
—Por favor —me atraganté—. No…
—Lo siento —dijo, sonando realmente apenado mientras me tapaba la
boca con cinta adhesiva.
Sollocé mientras miraba a la figura desplomada en el suelo.
Vinny.
El tipo que me había puesto cinta adhesiva hizo un trabajo rápido
asegurando las manos y los pies de Vincent. Grité cuando metió una aguja
en el cuello de Vincent.
—No vas a matarlo todavía, ¿verdad, E? —Cole gruñó cuando E se
hundió en su asiento.
—No. Esto solo lo mantendrá noqueado para que sea más fácil de
manejar. Golpeó a Fox en la cara justo antes de que lo noqueáramos. Casi
lo pone de culo.
El tipo llamado Fox me miró. Tenía los ojos azules más bonitos.
Su mirada me recorrió rápidamente. —¿Es la esposa de De Santis?
—Eso es lo que dijo. A juzgar por la piedra en su dedo, diría que es la
verdad —respondió Cole—. Además, uno de sus secuaces vino a buscarla.
Estoy bastante seguro de que está casada con Dominic.
—Noquéenla —gritó Enzo, girando bruscamente a la izquierda.
Observé con horror cómo E se deslizaba hacia adelante con otra aguja
en la mano.
—Realmente lo siento, melocotón. Esto podría doler un poco.
Grité detrás de la cinta adhesiva, el sonido fue amortiguado y apenas
audible cuando E me clavó la aguja en el cuello.
Hijo de puta. No otra vez.
Me hundí en la oscuridad, sin saber si alguna vez sería capaz de salir
con las garras esta vez. Por la forma en que se veían las cosas, era un no.
Capítulo 61
Dominic

—¡Dominic! ¡Dom! —Aubrey se agarró el pecho mientras respiraba


profundamente.
Inmediatamente, entré en alerta máxima cuando me puse de pie.
—¿Qué ocurre? ¿Dónde está Bianca?
—S-se fue. No puedo encontrarla. No se sentía bien. Fuimos al baño y
ella me estaba esperando en el pasillo. Cuando salí, se había ido. ¿Le
enviaste un trago?
—¿Qué? —Fruncí el ceño—. No.
—Bebió algo, y ahora se ha ido. La camarera dijo que se lo habías
enviado.
Levin se acercó al balcón y miró a la multitud mientras Vincent se
alejaba de nosotros. Seguí su mirada para ver a Fallon y Stella corriendo
hacia nosotros.
Esto no se ve malditamente bien. Mi pecho se apretó. Todos los
pensamientos sobre la posibilidad de que volviera a bailar me abandonaron.
Acabábamos de lidiar con un imbécil que me empujó y gritó que le había
robado sus bebidas.
Distracción. ¡Era una jodida distracción!
—¿Dónde está Bianca? —exigió Fallon, sin aliento.
—Desaparecida —dijo Vincent con voz temblorosa.
—Los Jinetes. Celeste está enfadada. Le dijo a Hail dónde estarían esta
noche. Trent llamó a su contacto, para que los Jinetes sepan que estaban
aquí. Tenemos que largarnos de aquí. Tenemos que encontrar a Bianca —
recitó Fallon, con los ojos llenos de pánico.
—Aubrey, ¿dónde estuvo por última vez? —exigí.
—En el pasillo junto a los baños. Lo siento, Dominic. Yo…
Me aparté de sus lágrimas y me concentré en mis hombres. —No pudo
haber ido muy lejos. Encuéntrenla. Busquen en todas partes.
Todos se dispersaron como cucarachas en la luz cuando respiré
profundamente, mi mente corría a mil por hora.
—¿Dónde está? —Gruñí, mirando la pista de baile desde el balcón, con
la esperanza de poder verla debajo.
Fallon se paró a mi lado, mirando los cuerpos retorciéndose.
—Maldita Celeste —gruñí—. Esta muerta.
—Hail le ofreció su protección —dijo Fallon con firmeza—. No puedo ser
visto contigo. No la veo aquí arriba. Voy a bajar a la pista a buscarla.
No lo detuve. En cambio, bajé las escaleras traseras y llamé a su
teléfono en silencio. Sonó varias veces antes de que respondiera su buzón
de voz. Llamé de nuevo. Y otra vez. Nada. Mis entrañas se retorcieron
mientras mi corazón latía con fuerza, mi pulso rugía en mis oídos.
No puedo perderla. Mierda. Necesito encontrarla.
Corrí a la pista de baile y me abrí paso entre los cuerpos que se
agitaban, buscando a Bianca.
—No está aquí. Vin fue a revisar los baños —dijo Levin con firmeza.
Tragué. —Echa un vistazo al frente. Miraré en la parte de atrás. La
corte también está buscando.
—Dom, si lo que dijo Fallon es cierto, los Jinetes…
—Solo encuéntrala —dije espesamente—. Tenemos que encontrarla.
Levin asintió y salió corriendo, dejándome de pie en el centro de la pista
de baile. Cuando no la vi, me dirigí al pasillo trasero y le pregunté a un
portero si la había visto.
—¿Vestido rojo? ¿Rubia caliente? Se fue con De Luca. No hace diez
minutos.
Tragué, mi sangre se helaba.
—¿Lorenzo De Luca?
—Sí. Por la parte de atrás. No escuchaste eso de mí.
Pasé junto a él y corrí hacia las puertas traseras, abriéndolas de golpe.
Nada.
—Joder —gruñí, pasándome las manos por la cara mientras la sangre
me corría por las venas.
Algo oscuro en el suelo me llamó la atención. Lo levanté. La billetera de
Vincent.
MIERDA.
Saqué mi teléfono y llamé a Levin. —Tienen a Vin y a Bianca. Estoy en
el lote de atrás.
No esperé su respuesta. Colgué y miré las estrellas.
—Dame fuerza —susurré, exhalando—. Y no dejes que esos imbéciles
me los quiten.
Levin se detuvo con mi camioneta momentos después. Abrí la puerta
del pasajero y subí sin decir una palabra. Fallon estaba en la parte de atrás
de su teléfono, escribiendo un mensaje de texto.
—Stella y Aubrey regresarán a Bolten en mi auto —dijo con firmeza,
oscureciendo su pantalla mientras nos sentábamos.
—¿A dónde vamos? —Levin preguntó en voz baja, sus manos
temblaban.
—Honestamente no tengo una respuesta —dije, mi cabeza dando
vueltas.
¿Cómo diablos había dejado que esto sucediera? Tanto Vin como
Bianca. Ya podrían estar muertos. Mi estómago se revolvió con náuseas de
lo que podría significar. Joder, moriría con ellos. Me suicidaría porque no
quería pasar por este mundo sin ellos. El idiota borracho gritando por sus
bebidas era una distracción. Probablemente alguien que nos habían
enviado.
Mi teléfono sonó. Miré un número que no reconocí. Levin y yo nos
miramos a los ojos cuando respondí y lo llevé a mi oído.
—¿Hola?
—Dominic De Santis —me saludó una voz rica y profunda—. Desearía
poder decir que fue un placer hablar finalmente contigo, pero estaría
mintiendo.
—De Luca —gruñí de vuelta, tratando de sofocar la rabia hirviendo en
mis venas—. ¿Dónde está mi esposa? ¿Dónde está Vincent?
—Ambos están inconscientes en este momento.
—No soy el maldito tipo que buscas.
—Suena como algo que diría alguien que le disparó a mi gente cuando
tengo a mejor amigo y esposa caliente como la mierda, ¿no es así? Quiero
decir, ves mi situación, ¿verdad?
—¿Qué quieres? Puedo demostrar que no soy el tipo.
—Quiero que mueras, De Santis. No es que esté pidiendo mucho.
Entrégate a mí y muérete. Es simple, de verdad. Tu vida por la de tu esposa.
No podré soltar el otro. A menos, por supuesto, que prefieras morir por él
en lugar de por ella. Un alma por un alma .
—Fueron los Señores. Mintieron y dejaron nuestra tarjeta de visita.
Estaba en la maldita recepción de mi boda cuando sucedió. —Mi mano
tembló cuando presioné el teléfono en mi oído—. Estamos en guerra con
ellos por un montón de mierda. No fui yo quien te hizo eso.
—Tu vida por la de ella, De Santis. O la mato. Tu elección. Sin embargo,
debo decir que sería una pena perderla. Es realmente hermosa. Y este
vestido. Sus tetas son reales, ¿eh? Jodidamente agradable .
—No te atrevas a tocarla. Iré hacia ti. ¿Dónde estás?
—En el almacén de la Novena y Broadway. Te lo haré agradable y fácil.
Primer piso. Sin armas. Sin policías. Si apareces con cualquiera de esas
cosas, los mataré a ambos en cuanto los vea. ¿Capisci?17
—Capisco18 —dije firmemente.
—Dentro de una hora. Me pica el dedo. Tic, tac, De Santis.
Se cortó la comunicación.
—La Novena y Broadway. El viejo almacén de la esquina —dije con voz
áspera, con el pecho apretado.
Levin salió del estacionamiento. Saqué un arma de mi guantera. Luego
agarré una de debajo de mi asiento y se la entregué a Levin junto con una
navaja para cada uno de nosotros.
—Espero que tengas un arma —le dije a Fallon.
—Si. Varias —dijo, su voz un gruñido suave.
—No sabemos a qué nos enfrentamos, Dom… —comenzó Levin.
—¿Importa? —Rompí—. Es nuestra chica, y es Vin. De Luca quiere mi
muerte a cambio de uno de ellos. Es ella o él. Uno de ellos tiene que morir
según De Luca.
Levin apretó las manos sobre el volante. —Hijo de puta.
Fallon se ajustó la chaqueta y se pasó la mano por la cara. —Moriré en
lugar de Vincent.
—No te vas a llevar la puta gloria, maldito idiota ruso —espetó Levin.
—Si Bianca pierde a Vin, se morirá de dolor. Moriré para que ella no
sienta su pérdida, jodido idiota alemán.
—Y entonces ella lloraría por ti —grité—. Es una situación sin salida.
Pase lo que pase, quienquiera que sobreviva, solo ocupante de ella.
Manténganla feliz. Y llevanza lejos de esta mierda y nunca dejen que nadie
vuelva a hacerle daño.
Nos quedamos en silencio mientras continuamos nuestro camino.
Respiré, una idea tomando forma. Abrí la guantera y saqué la granada que
me había dado Vander Veer.
—¿Es eso una puta granada? —Fallon preguntó mientras lo miraba a
él y luego a Levin, quien asintió lentamente, aparentemente en la misma
página.

17 ¿Entendido?
18 Entendido.
—Espero que puedan atraparla —dije en voz baja, agarrando la
granada con fuerza antes de ponerla en el bolsillo de mi chaqueta.
No había comenzado la noche pensando que iba a morir, pero mi vida
nunca salió según lo planeado. Esperaba morir en algún momento como
este. Si tenía que acabar con algunos cabrones en mi salida, entonces
estaba listo para sacar el alfiler.
Si morir por alguien a quien amo era mi forma de morir, felizmente
tomaría mi último aliento con su nombre en mis labios. Por mi abejita, haría
cualquier cosa.
Siempre.
Capítulo 62
Bianca
Observé a mis captores hablando en una habitación cerca de donde yo
estaba atada a una silla. Vincent estaba desplomado frente a mí en su
asiento, con las manos y los pies atados a las barras de metal de su silla.
Con la cinta sobre mi boca, no podía llamarlo. Luché contra mis
ataduras, con la esperanza de liberarme. Lo que haría una vez fuera libre
era otra historia. No podía cargar a Vinny en mi espalda. Lo único que podía
hacer era correr y esperar haber logrado salir para buscar ayuda. Todavía
tenía la cabeza confusa por la droga que me habían dado.
—Tranquila, Bianca.
Dirigí mi mirada al dueño de la voz. Cole. El hermoso rubio. Se paró
frente a mí. Había estado tan concentrada en liberarme que no me había
dado cuenta de su llegada.
Lo miré fijamente, temblando. Los otros tres tipos se unieron a él, todos
grandes y amenazantes. Y totalmente cautivadores. Apuesto que rompieron
muchos corazones, los corazones de todas las mujeres que encontraban.
—Vamos a quitar la cinta, si prometes no gritar —dijo el del pelo oscuro
y desordenado y los ojos azules—. ¿De acuerdo? Asiente para mí.
Asentí, con el corazón en la garganta.
Dio un paso adelante y me quitó la cinta de la boca. Jadeé por el dolor
antes de dejar escapar un grito ensordecedor.
—Por el amor de Dios —gruñó Enzo mientras el tipo de ojos azules me
tapaba la boca con cinta adhesiva de nuevo.
Me resistí, tan fuerte como pude contra mis ataduras, mirándolos
mientras juraba en silencio que patearía seriamente algunos traseros si
lograba liberarme.
—Bianca. Vamos —dijo Cole—. Muñeca, esto no nos va a llevar a
ninguna parte. Sólo queremos hablar, ¿de acuerdo? Habla con nosotros, y
las cosas pueden salir mejor de lo que esperas. Así que vamos a quitar la
cinta, y vas a estar bien. ¿De acuerdo?
Lo miré.
El asintió. —Continua. Hazlo.
El tipo de ojos azules regreso y volvió a quitar la cinta.
—Lo siento por eso —dijo, mirando como si fuera en serio mientras sus
cejas oscuras se arrugaban.
—Malditos pendejos. ¿Te das cuenta de lo jodido que estarán una vez
que mi marido llegue aquí? —dije hirviendo de ira, mirándolos a todos.
—Creo que es él quien va a ser jodido —dijo Cole con una sonrisa.
—¿Q-quién eres? —Pregunté, mi voz temblaba mientras trataba de
calmarme con una respiración profunda.
—Mi nombre es Fox —dijo el tipo de ojos azules—. Estos son Enzo, Cole
y Ethan —continuó, asintiendo a cada uno por turno.
—Los Jinetes —susurré, diciendo en voz alta lo que había estado
temiendo—. Tú eres el líder. —Miré al chico de cabello oscuro, que me había
llevado en el pasillo. Enzo.
—Todos lideramos de una manera u otra —dijo, arrodillándose frente
a mí y alejando una ola rubia de mi rostro—. Pero sí, supongo que lo soy.
—¿Me van a matar?
Mi corazón saltó en mi pecho mientras esperaba su juicio.
Ladeó la cabeza mientras me estudiaba. —Eres realmente bonita.
Sinceramente, odiaría lastimarte, pero sí, te mataré si De Santis no aparece.
Mi pecho se contrajo más. —¿Qué pasa con Vinny? Por favor, no le
hagas daño.
—Vincent Valentino. Un rey. —Enzo chasqueó la lengua—. Bueno,
querida, él es parte del problema, y el trato que hice con tu esposo dicta que
él debe morir.
—¿Qué? No, por favor. Dominic no querría eso. ¡É-él no haría ese trato!
No quiero eso. Haré lo que quieras. Sólo déjalo ir.
—¿Cualquier cosa? —preguntó Cole, animándose.
Ethan dejó escapar un suspiro y Fox le lanzó una mirada irritada.
—Cualquier cosa. Para cualquiera de ustedes —dije, las náuseas me
revolvían las tripas por las implicaciones.
—No sé cómo los Reyes hacen sus negociaciones, pero yo no follo a mis
rehenes —dijo Enzo, su mirada oscura deslizándose sobre mí—. Aunque, en
otra vida, puede que haya aceptado tu oferta. Realmente eres malditamente
hermosa.
—También estás casado. —No era una pregunta. También tenía un
anillo similar al de Cole en su pulgar.
Me dio una sonrisa. —Algo como eso.
—Entonces sabes lo que se sentiría si te la quitaran. Eso es lo que me
estás haciendo.
Extendió la mano y limpió una lágrima de mi mejilla. —Sé exactamente
cómo es. Ya he vivido ese horror en particular unas cuantas veces. No me
importa mucho.
—Los Reyes no hicieron lo que crees que hicieron. Dominic no ordenó
el tiroteo. Era Hail. Mikhail Ivanov. Es hijo de S-Sergio Ivanov, jefe de Bratva.
Hizo que los Reyes parezcan culpables para que los eliminaras y despejaras
el camino para los Ivanov. Hail es un monstruo. ¡Él hizo esto! —supliqué.
—La cuestión es que todos somos monstruos —dijo Enzo suavemente—
. Desafortunadamente, cuando un monstruo ataca a otro, luchamos hasta
la muerte. Todo el mundo miente. No sabemos quién nos está diciendo la
verdad. Incluso si eres honesta, De Santis sigue siendo una amenaza. Es
mejor cortarle la cabeza a la serpiente que correr el riesgo de que me muerda
cuando no estoy mirando. Ponemos nuestra confianza en la familia, y tú,
Bianca De Santis, no eres nuestra familia. Espero que lo entiendas.
—No estoy mintiendo. Te juro que no. ¿Qué quieres que haga? Por
favor. Lo haré. —Solté un grito de angustia—. ¡No tienes que hacer esto!
Enzo se levantó y se alejó de mí.
—Lo que queremos que hagas es observar y aprender —dijo Cole
cuando Fox dio un paso adelante y presionó la cinta sobre mi boca.
Las lágrimas corrían por mis mejillas mientras mi cuerpo temblaba de
tanto sollozar.
Ethan no dijo nada, simplemente miraba en silencio, su cuerpo tenso
mientras su mirada me recorría con una mirada angustiada.
—Espero sinceramente que aprendas de esto y aproveches la segunda
oportunidad que De Santis te dará para elegir mejores hombres para follar
—continuó Cole.
Cole siguió a Fox de regreso a la pequeña habitación con Enzo.
Ethan se acercó a mí, con una mirada triste en su rostro.
—¿Lo amas? —Asintió hacia Vincent—. Solo suplicamos y negociamos
por aquellos a quienes amamos.
Asentí miserablemente, mi rostro empapado en lágrimas.
—Así es como es con nosotros. Nuestra chica nos quiere a los cuatro.
Hemos estado donde tú estás. También habría muerto por ella. Toma lo que
dice Cole y corre. De Santis va a morir por ti esta noche. No permitas que
su sacrificio sea en vano.
La bilis quemó mi garganta mientras caían más lágrimas.
—Por lo que vale, realmente lo siento. Si hubiera otra manera, lo
haríamos. Esto es el infierno, melocotón, y aquí no hay ángeles. Solo
nosotros, demonios acicateados por la venganza.
Se alejó de mí con una mirada triste en su rostro. El resto de su pandilla
volvió a salir.
Vincent gimió en su silla, sus párpados se abrieron. Cole extendió la
mano y tiró de la cinta de la boca de Vincent, haciéndolo maldecir en voz
baja. Sollocé con más fuerza cuando Enzo extendió la mano y agarró su
cabello, tirando de su cabeza hacia atrás y poniendo un cuchillo en su
garganta.
Vincent me miró mientras tragaba.
—Uno de ustedes va a morir esta noche. Estoy bastante seguro de que
vas a ser tú —dijo Enzo, presionando la hoja con más fuerza en el cuello de
Vincent.
Brotó una gota de sangre. Me mecí en mi silla, apenas capaz de respirar
mientras lloraba.
—¿Es un hecho? —Vincent dijo con voz áspera, haciendo una mueca.
Enzo deslizó el cuchillo por la garganta de Vincent, marcándolo con
una delgada línea roja que chorreaba sangre pero no cortaba lo
suficientemente profundo como para causar mucho daño. Aunque, estaba
segura de que luciría una fea cicatriz.
La cabeza de Vincent cayó hacia adelante cuando Enzo lo soltó.
Me estremecí violentamente en mi asiento.
—No necesitamos obligarla a mirar —dijo Ethan en voz baja.
—¿Cómo va a recordarlo si no llega a ver? —Cole preguntó con el aire
de alguien que simplemente habla del clima.
Sabía que estaba loco.
—Estoy de acuerdo con E. No debería ver esto —dijo Fox con fuerza,
lanzando a Cole una mirada irritada—. Ya es bastante malo que le hayas
enviado la bebida y la hayas drogado.
Supongo que eso explica de dónde vino la bebida. Cole debió haberla
comprado y le dijo a la chica que me dijera que la bebida era de parte de
Dominic. Que idiota.
Cole se burló y me dio una mirada de disculpa. —Lo siento. Pensé que
ya te habías dado cuenta de ese lío. No querrás escucharnos discutir sobre
matarlo, ¿verdad? —Me arrancó la cinta de los labios mientras Vincent le
gritaba que se alejara de mí.
—Dile adiós a tu amante antes de que se desmaye por el dolor.
—Vinny —me atraganté—. Vinny.
—No me voy a morir, B.
Enzo hizo girar el cuchillo en sus manos. En un movimiento borroso,
empujó el cuchillo en el muslo de Vincent y lo dejó allí.
—¡Mierda! —Vincent gimió, jadeando mientras la sangre goteaba sobre
el suelo de cemento sucio.
Grité histéricamente.
—Esto es lo que vamos a hacer —dijo Enzo tranquilamente, haciendo
girar otro cuchillo y dando vueltas alrededor de la silla de Vincent—. Te voy
a hacer preguntas y tú me vas a responder. Si creo que dices la verdad, no
te apuñalaré. Si creo que estás mintiendo, te va a doler.
—No. Por favor. —Luché contra mis ataduras de nuevo.
El pánico se apoderó de mis sentidos. Respirar me quemaba el pecho.
Mi visión todavía estaba nublada por la droga que me habían dado.
—Shh, muñeca. Sólo mira. No quiero tener que hacerte daño a ti
también. —Cole sacó su arma y la arrastró por mi barbilla y sobre mis
senos—. Sé una buena chica y solo escucha como te dije, ¿de acuerdo?
—¿Dominic De Santis ordenó el golpe contra mí y mi gente? —demandó
Enzo, la hoja destellando rápidamente en su mano.
—N-no. Joder —gimió Vincent, jadeando—. Ivanov lo hizo.
Enzo se balanceó hacia abajo y clavó su cuchillo en el otro muslo de
Vincent, haciendo que tanto Vincent como yo aulláramos.
Enzo asintió y chasqueó la lengua mientras sacaba una tercera hoja de
su chaqueta de cuero. —¿Por qué encontramos una tarjeta de visita de los
Reyes en la escena?
—Ivanov estaba enojado porque Dom le quitó a Bianca. Hail estaba
buscando venganza. Bianca estaba en un matrimonio arreglado con Ivanov.
Él abusó de ella. Bianca vino a nosotros en busca de ayuda. Dom se
enamoró de ella. Todos lo hicimos. Dom se casó con ella para mantenerla a
salvo.
Grité cuando Enzo se abalanzó y presionó la hoja contra la mejilla de
Vincent.
—No estoy mintiendo, maldito psicópata. Si vas a seguir apuñalándome
cada vez que digo la verdad, entonces mátame, joder —dijo Vincent sin
aliento—. No soy un jodido alfiletero humano. Solo mátame.
Enzo retrocedió, riendo suavemente.
—¿Así que estás jurando que los Señores están detrás del ataque? —
preguntó Fox, con los brazos cruzados sobre el pecho.
—Eso es lo que jodidamente dije. Esta es la forma que tiene Ivanov de
hacer que ustedes, cabrones, despejen el tablero para él. Estás jugando en
su mano. Malditos idiotas novatos.
El puño de Cole chocó con la cara de Vincent, haciendo que la cabeza
de Vincent se volcara hacia un lado. Mi garganta estaba tan ronca de
gritarles que se detuvieran que mis súplicas salieron entrecortadas y
suaves.
—Sé amable, Valentino —lo amonestó Cole—. No hay necesidad de
insultos.
Vincent escupió sangre sobre el cemento y miró a Cole.
—Vete a la mierda, cabrón. Mátame si no me crees, pero te apuesto a
que no será la última vez que escuches mi maldito nombre. Los Reyes somos
más que yo y De Santis.
—Oh, nos enteramos —dijo Enzo—. Ese jodido viejo de De Santis,
Matteo. Sabemos todo sobre él. Lo que me lleva a mi siguiente pregunta. En
realidad, es la pregunta de Ethan.
Ethan dio un paso adelante. —¿Conoces a una chica llamada Macy?
Vincent exhaló, una mirada de confusión cruzó por su rostro. —¿M-
Macy? No lo sé, hombre. Conozco a muchas chicas. Tendrás que ser más
específico. ¿Tenía grandes tetas y un culo que no se rendía? ¿Le gustaba
que la follaran en público? ¿Cabello rojo? ¿Rubio? ¿Púrpura? Los detalles
importan, cabrón.
Cole le dio un puñetazo en la cara de nuevo. El ojo de Vincent se hinchó
mientras le sonreía a Cole.
—Golpeas como una perra.
Cole lo golpeó dos veces más antes de que Enzo interviniera para
detenerlo. Gemí suavemente y cerré los ojos con fuerza, rezando mucho por
un milagro.
—¿Conoces a Macy o no? —Ethan volvió a preguntar.
—No la conozco. —Vincent se quedó en silencio por un momento antes
de soltar un resoplido.
—¿Qué? —exigió Fox.
—Solo conozco a una Macy. Matteo De Santis la agarró cerca del
campus de Mayfair. La puso en el palacio. La obligó a chupar la polla de
Dom. Cuando Dom trató de ayudarla, Matteo le voló los sesos para
enseñarle a Dom una lección sobre la debilidad. Dom la conoce mejor que
yo. Fue él quien tuvo que lavarse los sesos de la cara.
Mi estómago se revolvió con las palabras de Vincent. Matteo era un
jodido monstruo. Hice un voto silencioso para asegurarme de que lo sacaran
de este mundo antes de que pudiera lastimar a alguien más.
Ethan dejó escapar un suspiro tembloroso y se humedeció los labios.
—¿Macy está muerta?
—Si esa era tu Macy, lo está, a menos que pueda sobrevivir a una bala
en el cráneo —dijo Vincent.
—Eso es muy malo —murmuró Enzo, con los ojos bajos.
Ethan se dio la vuelta y se pasó las manos por la cara, un músculo
zumbando a lo largo de su mandíbula.
—Dom trató de detenerlo. Trató de ayudarla. No es su padre —dijo
Vincent con fiereza—. Si ustedes, estúpidos de mierda, escucharan, se
darían cuenta de que están siendo engañados. Los Reyes quieren derribar
a Matteo De Santis tanto como tú. Es el maldito monstruo más grande que
existe.
Enzo giró hacia adelante y clavó su hoja en el hombro de Vincent.
Vincent dejó escapar un fuerte gemido cuando el acero se encontró con el
músculo, su rostro se contrajo en agonía.
—Todos somos jodidos monstruos —exhaló Enzo antes de alejarse,
dejando los tres cuchillos incrustados en el cuerpo de Vincent.
Vincent estaba perdiendo demasiada sangre. Su camisa estaba
empapada en ella. La sangre se acumulaba a sus pies. Su rostro estaba
pálido y el sudor salpicaba su frente.
Enzo se volvió hacia Cole. —Mátalo.
—No. ¡No, no! —Grité. Me revolví contra mi silla, gritando el nombre de
Vincent. Ni siquiera vi a Ethan acercarse a mí, pero sentí el mordisco de su
aguja en mi cuello y sus labios en mi oído.
—No quiero que veas esto, melocotón —murmuró—. Duerme. Habrá
terminado cuando te despiertes.
Mi visión se nubló y mi cabeza se inclinó hacia un lado mientras miraba
el dolor en los ojos de Vincent.
—Te amo. Para siempre, mi B —se atragantó antes de que mi mundo
se volviera negro por última vez y todo lo que me quedó fue el rugido que se
desvanecía en mis oídos.
Epílogo
Maestro Ethan
Su pecho se agitó mientras luchaba contra sus ataduras. Ya podía ver los
feos verdugones rojos que rodeaban sus muñecas.
Con cada tirón desesperado, mi corazón se partía un poco más.
Necesité todo lo que tenía para mantener la calma porque todo lo que veía
en esa silla era a mi amada, Rosalie, retorciéndose desesperada. No era la
chica de los Reyes en agonía; era la mía.
La razón por la que ahora era parte de una sesión de tortura enfermiza
y jodida que me recordaba demasiado a lo que vi sufrir a Rosalie no hace
mucho, estaba más allá de mí. Ella también había estado aterrorizada.
Odiaba esto.
Yo no era este tipo.
Este… monstruo.
Pero sabía lo que estaba en juego. Sabía que proteger a quien amaba
significaba que el amor de otra persona tenía que irse.
El mundo era así de malvado.
Y todavía no me sentaba bien.
Me estaba matando por dentro.
Macy estaba muerta. Vincent Valentino lo había confirmado. Había
sido una persona tan especial para mí. Para nosotros. Ella fue quien…
Joder. No podía pensar con claridad.
Saber que se había ido…
Macy. Estaba. Muerto. Esta muerta.
¿Desde hace cuánto tiempo que es una de nosotros? ¿Desde Rosalie,
mi amor?
La jeringa en mi bolsillo presionaba contra mi muslo.
No importa si esta pobre chica era la esposa de nuestro enemigo. Era
inocente y no merecía ver morir a alguien a quien amaba.
E iba a morir. Si los tres cuchillos que sobresalían de su cuerpo
dictaban eso.
La sangre que se acumulaba a sus pies dictaba eso.
Los jodidos Jinetes dictaban eso.
Todo en nombre del amor.
—Mátalo —ordenó Enzo, su rostro lleno de una crueldad que me heló
la sangre.
—No. ¡No, no! —Bianca, la belleza rubia gritó, sus sollozos crearon un
terremoto en su cuerpo mientras temblaba—. Vin. ¡Vinny! ¡VINNY!
Mis muchachos me dijeron que la dejara mirar. Pero yo no era ese tipo.
Había estado en la misma posición que ella. Todavía me perseguía.
—No quiero que veas esto, melocotón —le murmuré a su oído, sacando
la jeringa de mi bolsillo y metiéndola en su delicado cuello—. Duerme. Habrá
terminado cuando te despiertes.
El nombre de Vincent siguió saliendo suavemente de sus labios hasta
que sus pestañas revolotearon y su cabeza se desplomó hacia un lado.
—Te amo. Para siempre, mi B —Vincent se atragantó cuando ella se
quedó quieta.
Mi corazón se hizo añicos en mi pecho por su promesa a ella.
Cole levantó una ceja hacia mí. —¿En serio, E?
—No lo entenderías —murmuré.
Fox me lanzó una mirada triste y cómplice.
—Si B está herida, te juro que volveré y perseguiré a tus malditos
cabrones —gruñó Vincent—. Cazzi del cazzo. Ti maledico in questa vita e
nella prossima. Lo giro.19
No tenía idea de lo que había dicho. Miré a Enzo, quien entrecerró los
ojos y se arrodilló frente a él.
—¿Me maldices en esta vida y en la próxima? —Enzo murmuró—. Ya
estoy jodidamente maldito, re morto20. Todos lo estamos, mi muerto amigo.
—Dom no dejará que esto quede sin castigo —dijo Vincent con voz
áspera, su rostro pálido, el sudor salpicando su frente.
—Realmente espero que sea todo lo que he oído que es. —Enzo empujó
el cuchillo en el muslo de Vincent un poco más profundo, haciendo que
Vincent gritara—. Pero por si acaso, será mejor que le demos algo por lo que
luchar.
Mi mirada se disparó hacia Bianca desmayada en su silla.

19 Idiotas de mierda. Los maldigo en esta vida y en la siguiente. Lo juro.


20 Rey muerto.
—Está bien, hombre —me dijo Fox en voz baja—. Apesta. Duele. Sin
embargo, mantente firme, ¿de acuerdo?
—Ya me arrepiento de esto —respondí.
Fox asintió. —Lo entiendo, pero estamos dentro. De por vida. Sabes lo
que significa.
—Lo sé —susurré. Joder, lo sabía, y lo odiaba con todo mi ser.
Esta escena se convertiría en otra pesadilla más que me mantendría
despierto por la noche. No conocía a Bianca, pero conocía su dolor. No
quería eso para ella, pero como me habían dicho innumerables veces, esto
era la guerra. Así era como se veía estar dentro. Ya habíamos hecho cosas
mucho peores. Y seguiríamos haciéndolo hasta que el diablo reclamara
nuestras malditas almas.
Enzo se levantó y nos miró. —Es hora de ver de qué están hechos los
Reyes. Ya hemos visto lo que pueden hacer los Señores. En este nuevo
mundo, no somos héroes, E. Recuerda eso.
Asentí con fuerza.
En este nuevo mundo, éramos los monstruos.
En este mundo, me convertiría en uno de los monstruos más grandes
de todos.
Todo en nombre del amor, el poder… y azúcar.
Tercer Libro

Vengativos. Salvajes. Mortales. Villanos.

Los Jinetes hicieron su movimiento y me sacaron de mi reino.


Sin embargo, hay una cosa que no esperaban.
La verdad.
Con una alianza formada y nuestro mundo en guerra, elegimos bando
o moriremos por aquellos a quienes amamos.
Hay reglas para la guerra, pero las reglas están destinadas a romperse,
al igual que los Reyes.
Nuestros enemigos lo saben. Pero no seré yo a quien usen para
demostrarlo.

Deadly Little Promises es el libro tres de la serie Kings of Bolten. Es un


romance oscuro de la mafia con cuatro Reyes y su reina. Si no estás de
acuerdo con el romance oscuro, este libro no es para ti. Has sido advertida.
Agradecimientos
Muchas gracias a mis lectores alfa. Mahida, Crystal, Erika, Rebecca, The
Jess's y Valarie. Gracias a mi editora. Es la chispa en estas palabras.
Gracias a mis lectores y fans, mis lectores de ARC y mi a pequeña
familia.
Finalmente, tengo que reconocer todas las voces en mi cabeza.
Ustedes... *sacude la cabeza*. Gracias por volverme loca.
Caramba. Incluso hablo conmigo mismo aquí.
Sobre la autora

Cariñosamente apodada Reina de Cliffy, Suspenso, Dolores del Corazón


y Tortura de Lectores, la autora de éxitos de ventas de USA Today, K.G.
Reuss, es conocida principalmente por hacer llorar a los lectores con sus
escritos. Una enredadera de cementerio y entusiasta de los fantasmas,
KG pasa la mayor parte de su tiempo en la línea entre la imaginación y
la edad adulta forzada.
Después de una temporada en la universidad en Iowa, KG regresó a
su casa en Michigan para trabajar en medicina de emergencia.
Actualmente está criando a tres pequeños necrófagos y está casada con
un señor supremo vampiro (en realidad no, pero tal vez podría serlo algún
día).
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