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Tema 1

Intervención Psicológica en Tercera Edad

Tema 1. La
Psicogerontología.
Conceptos fundamentales
Índice
Esquema

Ideas clave

1.1. Introducción y objetivos

1.2. Envejecimiento poblacional: consecuencias y


desafíos

1.3. Envejecimiento, enfermedad y dependencia:


conceptos distintos

1.4. La variabilidad del envejecimiento

1.5. Conceptos importantes de metodología de


investigación en gerontología

1.6. Desarrollo adulto y trayectorias de envejecimiento:


cambio y estabilidad

1.7. Conclusiones

1.8. Referencias bibliográficas

A fondo

Cambios asociados al envejecimiento

El papel del psicólogo en gerontología

Test
Esquema

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Tema 1. Esquema
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Ideas clave

1.1. Introducción y objetivos

En este tema el alumno podrá comenzar a introducirse en la asignatura y conocer

algunos de los conceptos iniciales de la psicogerontología.

Es por ello que, en primer lugar, se aportarán datos de prevalencia del grupo

poblacional de personas mayores, además, se analizarán las principales

consecuencias y desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad debido al

incremento de las cifras de la población mayor. A continuación, se describirán

algunos conceptos importantes dentro del campo de la gerontología, como las

diferencias entre el envejecimiento, la enfermedad y la dependencia o conceptos que

resulta fundamental conocer sobre metodología de investigación en esta área de

conocimiento. Asimismo, el alumno conocerá una de las características

fundamentales de este grupo poblacional: la multivariabilidad, que explica la

diversidad de factores que moldean las diversas trayectorias de envejecimiento.

Los objetivos que se pretenden alcanzar con este tema son:

▸ Conocer conceptos importantes en gerontología, como, por ejemplo, envejecimiento

normal, patológico o con éxito.

▸ Conocer conceptos sobre metodología de investigación en psicogerontología.

▸ Profundizar en los factores que explican la multivariabilidad del envejecimiento.

▸ La importancia del modelo biopsicosocial en la explicación de las trayectorias de

envejecimiento.

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Ideas clave

1.2. Envejecimiento poblacional: consecuencias y


desafíos

Según datos de prevalencias, al comienzo del siglo XXI la población mayor de 60

años en el mundo ascendía a algo más de 600 millones (aproximadamente un 7 %

de la población mundial). Si bien, para el año 2050 se estima que esta cifra se

triplique, llegando incluso hasta los 2000 millones (un 19 % de la población mundial)

(ONU, 2001).

A pesar de que el ritmo de envejecimiento parece haberse ralentizado un poco

en el mundo más desarrollado (países occidentales), ha aumentado en los países en


desarrollo. De forma más específica, los datos indican que los subgrupos de edad

que más rápido crecen son el de más de 85 años y el de las mujeres, quienes

presentan una esperanza de vida superior a la de los hombres.

Este considerable aumento de la población mayor está teniendo una serie de

consecuencias de tipo biopsicosocial. Entre otras, ¿qué implicaciones o

consecuencias tiene este cambio demográfico? El envejecimiento poblacional

tiene una serie de implicaciones importantes, algunas de las cuales se comentan a

continuación.

Consecuencias socioemocionales

En el plano socioemocional, las circunstancias del envejecimiento (por ejemplo,

pérdida de red social, problemas de movilidad o dificultades para el transporte en

ambientes urbanos, etc.) son tales que llevan a muchas personas mayores a

situaciones de gran soledad y aislamiento, que impactan de forma negativa su

salud física y psicológica.

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Resulta fundamental atender a estas consecuencias que pueden estar

experimentando las personas mayores debido a que la investigación psicológica

demuestra la importancia de la integración y participación social para la salud,

habiéndose encontrado una relación muy significativa entre la ausencia de relaciones

sociales satisfactorias y el riesgo de muerte (incremento del 91 % del riesgo entre las

personas aisladas socialmente), (Holt-Lunstad, Smith y Layton, 2010).

Consecuencias económicas

En el plano económico, se plantean desafíos importantes. Existe cierta correlación

entre ser mayor de 65 años y la pobreza, especialmente en los países en desarrollo.

La estructura socioeconómica de la mayor parte de las sociedades establece que las

personas mayores ya no trabajen, reciban una prestación económica cuya

adecuación varía enormemente de unos países a otros y de unas clases sociales a

otras, en el caso de que perciban dicha prestación. En demasiados casos, la

jubilación y la ausente o escasa prestación económica sitúan a las personas en una

situación de vulnerabilidad económica que afecta de forma profundamente negativa a

su calidad de vida. Esta situación de vulnerabilidad afecta especialmente al subgrupo

de las viudas, de gran tamaño poblacional debido a la mayor esperanza de vida de


las mujeres en comparación con los hombres.

Otra consecuencia económica para las sociedades es que deben hacer frente al

gasto sanitario y asistencial que supone tener una gran proporción de la población

mayor de 85 años. Como veremos más adelante, envejecer no es sinónimo de

enfermedad, pero a partir de cierta edad (alrededor de los 85 años), se incrementa

notablemente la aparición de enfermedades crónicas y, por lo tanto, el gasto sanitario

para atenderlas de forma adecuada. En este punto cabe preguntarse: ¿estamos

preparados como sociedad para atender de manera apropiada las necesidades?

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Consecuencias sanitarias

El aumento de este grupo poblacional no solo supone cambios importantes en el

gasto sanitario y asistencial, tal y como se veía en el apartado anterior.

Centrándonos en la atención psicológica, el perfil de las personas mayores está

cambiando de forma significativa dados los cambios culturales y sociales que han
facilitado, entre otras cosas, profundas diferencias en la oportunidad para acceder a

recursos educativos, económicos y sociales de las personas ahora mayores, en

comparación con las personas mayores de hace 20 años.

Una de las consecuencias de esto es que el número de personas mayores que

demandan servicios psicológicos se está incrementando a un ritmo acelerado.

Nuevamente, se hace necesaria la reflexión sobre si estamos preparados para

comprender y abordar de forma adecuada los problemas y las necesidades

psicológicas en esta población. Una conclusión evidente en este sentido es que cada

vez se hacen más necesarios profesionales sanitarios (médicos, psicólogos y

enfermeros) específicamente entrenados para comprender y abordar la salud en las

personas mayores.

Desafíos

No cabe duda de que nuestras sociedades se encuentran ante grandes e

importantes desafíos que deben afrontar de la mejor forma posible si se quiere

conseguir el objetivo de lograr, mantener y/o optimizar los niveles de bienestar social

e individual de las personas.

Una de las principales actuaciones en esta dirección es la de seguir mejorando

nuestras estrategias como profesionales de la psicología para prevenir y retrasar


los problemas de salud física y psicológica en la vejez, promocionando y

facilitando estilos de vida saludables que faciliten el envejecimiento activo y con

éxito de las personas de nuestra sociedad.

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Sin duda, esta línea de intervención es enormemente compleja e implica actuar en

todos los ámbitos (político, social, sanitario, educativo, asistencial, familiar e

individual). Para ello, entre otros aspectos, hay que moldear imágenes positivas del

envejecimiento en nuestra sociedad, potenciar ambientes físicos saludables y sin

barreras e incrementar los escenarios de oportunidad para que las personas

mayores puedan seguir desarrollando roles activos que aporten significado a sus

vidas y les permitan seguir «enganchados» en la corriente de la vida social, entre


otras muchas actuaciones.

La investigación, formación y entrenamiento de profesionales en las disciplinas

de la geropsicología clínica y la gerontología conductual es otro de los desafíos

que nuestras sociedades tienen que afrontar de forma satisfactoria si se quieren

conseguir estos objetivos. Estas disciplinas, que constituyen el marco de esta

asignatura, serán definidas en el apartado «Conceptos importantes de metodología

de investigación en gerontología».

Es importante subrayar que no debemos caer en la tentación de contemplar el

escenario del envejecimiento global desde una visión catastrofista, ya que el

envejecimiento de la población también se asocia con elementos positivos, tales

como el progreso y nivel de desarrollo de las sociedades. Además, es fundamental

que nuestra sociedad termine de reconocer que en el grupo poblacional que

llamamos «tercera edad» o de las personas mayores hay un enorme, y todavía

inexplorado, potencial de participación y capacidad productiva. Si sabemos conocerlo

y aprovecharlo o canalizarlo de forma adecuada, podría enriquecer enormemente el

capital humano, social y cultural de nuestras sociedades (Pérez, 2002).

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1.3. Envejecimiento, enfermedad y dependencia:


conceptos distintos

«Envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube las fuerzas

disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.»

Ingmar Bergman

E l envejecimiento puede ser definido como el conjunto de cambios, negativos

(que implican declive) y positivos (que implican crecimiento o aprendizaje), que

experimentamos las personas a medida que cumplimos años (Siegel, 2012).

En las primeras etapas del estudio del envejecimiento (geriatría y gerontología)

no se tenía, sin embargo, esta visión del acto de envejecer como una combinación

de pérdidas y ganancias, sino que imperaba una visión bastante negativa del

mismo, centrada en el déficit y el declive inherente al hecho de envejecer. Esta

visión era debida, en gran parte, a una concepción muy reduccionista del proceso de

envejecer, al que se hacía equivalente a los procesos biológicos de maduración y

deterioro que ocurren en nuestro organismo a medida que pasa el tiempo.

Así, hasta aproximadamente finales de los años 70, predominaban visiones del

envejecimiento como una etapa en la que la meta final era la aceptación resignada

del declive, la pérdida de poder inevitablemente asociado a este y la necesaria

desvinculación del mundo social (Cumming y Henry, 1961).

Afortunadamente, la investigación dio paso a nuevas formas de pensar sobre el

proceso de envejecer y hoy sabemos que envejecimiento no es sinónimo de

enfermedad o dependencia.

Cuando, allá por los años 70, era evidente que la esperanza de vida estaba

incrementándose de forma notable, fue generándose una visión pesimista según la


cual el aumento en años de vida suponía en realidad alargar un período de

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discapacidad, enfermedad y dependencia, ya que aumentar la edad no implicaba

necesariamente mejorar la salud en los «años ganados». Esta hipótesis se conoce

con el nombre de «expansión de la morbilidad», al implicar una extensión del

período de enfermedad (Gruenberg, 1977).

Sin embargo, pronto surgieron voces esperanzadoras, como la de Fries, quien en

1980 planteó la hipótesis de la compresión de la morbilidad. Según esta

hipótesis, gracias a los avances de la medicina y la adopción de estilos de vida cada

vez más saludables, el tiempo de vida con salud del que disfrutamos las personas es

cada vez mayor debido a que la morbilidad «se comprime», ya que el momento en el

que comienzan las enfermedades crónicas se retrasa en el tiempo. En otras

palabras, la etapa caracterizada por discapacidad y enfermedad crónica se va

reduciendo, transcurriendo un período progresivamente menor entre el momento en

el que comienza la discapacidad y el momento en el que se muere.

Es cierto que envejecer no es sinónimo de enfermar o ser dependiente. En

palabras de Rodríguez (2014), «la persona mayor que está enferma lo está a causa

de su enfermedad, no por su edad, porque la edad no es una enfermedad». Aunque

no se puede negar que existe cierta correlación entre la edad y la dependencia


asociada a determinados problemas de salud, parece que el inicio de esta etapa de

mayor probabilidad de enfermedad y dependencia se ha retrasado

considerablemente, en general, colocándose actualmente más allá de los 85 años.

Los datos del Ministerio de Sanidad sobre la esperanza de vida con salud en España

(2006-2011) proporcionan apoyo empírico a la hipótesis de la compresión de la

morbilidad de Fries (1980). En el año 2011, la esperanza de vida de una persona al

nacer era de 82,3 años (1,2 años superior a la que había en el 2006), mientras que la

esperanza de vida sin enfermedad o en condiciones de salud de la población

española al nacer se incrementó hasta los 66,4 años (3,4 años más que en el año

2006).

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Sin embargo, la realidad no suele ser tan sencilla como nuestras hipótesis sobre ella

y los perfiles de envejecimiento son muy variados, como veremos en el siguiente

apartado, por lo que no siempre se ajustan a la visión positiva de la compresión

de la morbilidad.

Existe una visión intermedia entre las dos hipótesis anteriores: la hipótesis del

equilibrio dinámico (Manton, 1982). Esta hipótesis plantea que la razón por la que

las personas con enfermedades crónicas o degenerativas están viviendo más años

puede tener que ver también con un enlentecimiento del progreso de dichas

enfermedades, que no son tan graves o incapacitantes como antes debido a los

avances en prevención secundaria y a la mejora general de la salud poblacional «de

base». Según esta perspectiva, hay que reconocer que en muchas ocasiones lo que

ocurre es que aumenta el número de años que vivimos con discapacidad, si bien el

nivel de discapacidad es menor.

Aunque se ha tendido a ver estas visiones como mutuamente excluyentes, no son

necesariamente incompatibles. Cada una de ellas subraya la importancia de factores

distintos que contribuyen a explicar el incremento en la esperanza de vida: el

incremento en la supervivencia de las personas con discapacidad y enfermedad

severa (expansión de la morbilidad), el retraso en la aparición de las enfermedades


crónicas (compresión de la morbilidad) y el enlentecimiento del progreso de las

enfermedades (equilibrio dinámico). La figura 1 recoge una ilustración de estas

posibilidades.

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Figura 1. Posibles trayectorias en relación con la edad, la discapacidad y la muerte. Fuente: basado en

Fries, Bruce y Chakravarty, 2011.

Conclusiones:

Algunas conclusiones que podemos extraer de esta sección son:

▸ La esperanza de vida con salud, esto es, sin enfermedades incapacitantes, sigue

aumentando en nuestras sociedades.

▸ Es necesario seguir invirtiendo esfuerzos en prevención (primaria, secundaria y

terciaria) de cara a seguir trabajando por aumentar la esperanza de vida en las


mejores condiciones de salud posibles.

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▸ A pesar del incremento en la esperanza de vida con salud, hay que reconocer que

los escenarios de declive funcional y enfermedad crónica, ya sea leve, moderada o,


en menor medida, grave, no son infrecuentes en la última etapa de la vida. Esto
tiene implicaciones importantes para entender la intervención psicológica en la vejez,
ya que, muchas veces, tratar problemas emocionales como la ansiedad o la
depresión va a tener como escenario la enfermedad o la pérdida de funcionalidad en
la vida cotidiana.

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1.4. La variabilidad del envejecimiento

La categorización del envejecimiento

Como ya puede intuirse tras lo aprendido en el apartado anterior, hablar de personas

mayores en general es siempre algo arriesgado y, en rigor, inadecuado. Es

demasiado fácil cometer errores de generalización, ya que estamos metiendo «en el


mismo saco» a personas de edades comprendidas en un rango tan amplio como el

que va de 60 hasta más de 100 años. En no pocas ocasiones nos planteamos buscar

respuesta a la cuestión de cuándo se puede considerar a una persona como

«persona mayor». Aunque la cuestión parezca sencilla, la respuesta a la misma es

más compleja de lo que parece.

Son diferentes autores los que han tratado de responderla, basándose en diversos

criterios como, por ejemplo, la edad cronológica, la edad de jubilación, la salud, la

forma de ser, etc. En relación a esta cuestión, el Estudio CIRES (1992) realizó una

encuesta a una muestra española de 1200 personas, encontrando que el 77 %

consideraba a una persona mayor basándose en el criterio de edad cronológica,

mientras que el restante se basaba en el aspecto físico, la forma de ser, la salud, etc.

Respecto a la edad «de corte» que consideraban las personas encuestadas para

categorizar a una persona dentro este grupo poblacional de personas mayores, los

datos que se obtuvieron indicaron que la mayoría de la muestra consideraba a una

persona mayor cuando se encontraba en torno a los 65 años (lo que en España se

corresponde a la edad de jubilación). A pesar de que la fecha de publicación de este

estudio pueda estar desactualizada, refleja una idea interesante: la mayor parte de

la población se basa en criterios de edad cronológica para tomar decisiones de

inclusión- exclusión dentro del grupo de «personas mayores» y, además, la

edad de corte se establece en torno a los 65 años.

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Si bien, esta idea no deja de ser controvertida debido a la gran complejidad que

presenta este grupo poblacional, la cual el alumno verá reflejada a lo largo de toda la

asignatura. Entre las dificultades que presenta este criterio cronológico

encontramos que, teniendo en cuenta la elevada esperanza de vida actual de las

personas, se trata de un grupo poblacional que abarca un rango de edad muy

amplio, a partir de los 60-65 años en adelante (aproximadamente 40 años). Este

aspecto se torna incluso más complejo si tenemos en cuenta que no solo existen

muchas diferencias entre dos personas que tengan 70 años respectivamente (en los

próximos apartados se hablará de la variabilidad interindividual), sino que, además,

suelen existir diferencias significativas cada vez más avaladas a nivel científico entre

una persona de 65 años y otra persona de 95 años (aspectos en los que también se

profundizará a lo largo de la asignatura).

Respecto a la gran amplitud de este rango poblacional, afortunadamente, en la

actualidad existe bastante consenso sobre la necesidad de reconceptualizar nuestro

esquema de los grupos de edad y, concretamente, de reconocer subgrupos

dentro de la categoría de personas mayores para poder abarcar y comprender mejor

esta amplia etapa de la vida.

En este sentido, podemos mencionar la clasificación de Suzman y Riley (1985),

quienes hace ya décadas plantearon tres subgrupos dentro del grupo de personas
mayores: mayores jóvenes (entre 55 y 75 años), mayores-mayores (de entre 75 y

85 años) y mayores muy mayores (con más de 85 años). Por su parte, Baltes y

Smith (2003) distinguen entre la tercera edad y la cuarta edad; mientras que la

tercera edad incluye a las personas mayores en buenas condiciones de salud y

funcionamiento, la cuarta edad estaría formada por aquellas con problemas de salud,

fragilidad y dependencia.

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La variabilidad del envejecimiento

Variabilidad de las trayectorias evolutivas

Continuando con la polémica existente en torno a los problemas de categorización de

las personas mayores, además de por el enorme rango de edades distintas incluidas
en el grupo de las «personas mayores», otra de las razones fundamentales por las

que es inadecuado hablar de «personas mayores» de forma genérica es porque son

el grupo de edad que mayor variabilidad presenta. En este sentido, son diversos los

factores que moldean la trayectoria de envejecimiento de cada individuo a lo largo de

su vida.

El resultado de la historia de vida de cada uno, de los aprendizajes realizados, etc.

da lugar a que nos encontremos con una enorme multidiversidad dentro de este

grupo poblacional. Es por ello que es necesario encuadrar el envejecimiento dentro

de una perspectiva de ciclo vital (o lifespan), que nos indica que el envejecimiento

experimentado por cada individuo va a estar determinado por la acción de múltiples

dimensiones, las cuales van a ir evolucionando en trayectorias y ritmos diferentes

(Baltes, Reese y Lipsit, 1980; citados en Villar, 2003). En este sentido, se habla de

multidimensionalidad, multitemporalidad y multidireccionalidad. A continuación, se

describen los tres conceptos:

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Figura 2. Definición de multidimensionalidad, multitemporalidad y multidireccionalidad.

Variabilidad interindividual y variabilidad intraindividual

Toda la multidiversidad explicada en el apartado anterior hace que nos encontremos

con una gran heterogeneidad de trayectorias evolutivas y, por tanto, de tipos de

envejecimiento. Esto explica, a su vez, la variabilidad que presenta la población

mayor, tanto a nivel intraindividual como interindividual.

Se entiende por variabilidad interindividual aquella que considera que las personas

mayores se diferencian mucho entre sí en cuanto a su funcionamiento físico,

psicológico o social.

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En este sentido, dos personas de 67 años tienen menos probabilidades de parecerse

entre sí en estos dominios de funcionamiento mientras que dos niños de dos años

van a tener funcionamientos de dominio bastante semejantes entre ellos. Esta idea

queda reflejada en la «Metáfora del abanico», ilustrada en la figura 3, que muestra

esta mayor variabilidad interindividual de las personas mayores respecto a otros

grupos de edad poblacional.

Figura 3. Ilustración de la heterogeneidad en el grupo de personas mayores. Fuente: Montorio e Izal,

1999.

En cuanto a la variabilidad intraindividual, hace referencia al hecho de que los

diferentes ámbitos de funcionamiento o capacidades de una misma persona no

cambian al mismo ritmo con el paso del tiempo: una persona puede mostrar una

pérdida significativa en algunas capacidades sensoriales, pero tener una capacidad

cognitiva completamente preservada.

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Envejecimiento normal, envejecimiento patológico y envejecimiento con éxito

Tal y como se viene analizando, cada persona es el resultado de una historia única

e irrepetible, de múltiples y variadas interacciones entre sus factores biológicos y

psicológicos (genes, temperamento, etc.) y sus circunstancias (entorno físico; acceso

a recursos educativos, económicos y sociales; estructura social y cultural…). Estas

múltiples interacciones van dibujando un entramado diverso de experiencias de vida

y trayectorias particulares que contribuyen a explicar estas mayores diferencias entre

las personas a medida que se van cumpliendo años.

Centrando la atención en la salud física y psicológica de las personas que envejecen

y su capacidad para adaptarse y vivir de forma autónoma, resulta fundamental saber

distinguir entre las trayectorias de envejecimiento normal y de envejecimiento

patológico, lo cual no siempre se ha sabido hacer de forma adecuada.

Las primeras definiciones del envejecimiento humano lo equiparaban a un proceso

biológico muy similar al de la enfermedad, ya que lo definían como el proceso

intrínseco, inevitable e irreversible de pérdida de viabilidad e incremento en


vulnerabilidad biológica asociado a la edad (Comfort, 1964). Afortunadamente, pronto

surgieron voces como la de Palmore (1970, p. 7), quien planteó la importancia de

saber distinguir entre «los procesos normales e inevitables implicados en el

envejecimiento de aquellos que lo acompañan debido a accidentes, estrés,

desadaptación, falta de uso» o, podríamos añadir, enfermedad. Solo haciendo esta

distinción podremos «centrar nuestra atención y esfuerzo en los factores que pueden

ser cambiados y corregidos».

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Efectivamente, el envejecimiento normal implica procesos de cambio biológico

(pérdida de masa muscular) y psicológico que pueden implicar cierto declive

funcional (disminución de fuerza física) y que son, en gran medida, inevitables. Así,

envejecer de forma normal no conlleva necesariamente desarrollar discapacidad

física, procesos de enfermedad o deterioro generalizado, como planteaba la visión

negativa inicial de la vejez. Existen muchas personas mayores que gozan de una

gran salud tanto física como psicológica y con capacidad para funcionar de forma

autónoma y adaptada en su día a día.

Cuando el proceso de envejecer va acompañado de procesos de enfermedad que

generan cambios estructurales y funcionales (arterioesclerosis, demencia tipo

alzhéimer, cataratas, accidentes cerebrovasculares, etc.) hablamos de

envejecimiento patológico. Dicho esto, hay que reconocer que no es tarea fácil

distinguir entre los procesos de envejecimiento normal y los del envejecimiento

patológico.

En la tabla 1 se recogen algunos de los principales cambios con implicaciones para

la intervención psicológica objeto de esta asignatura. Por motivos de extensión no se

recogen todos los cambios fisiológicos asociados a la edad y se remite al alumno

interesado a las fuentes citadas en la tabla. Así mismo, para ampliar información a

este respecto, se recomienda al alumno acceder al primer recurso de la sección A

fondo (Montorio e Izal, 1999).

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Tabla 1. Algunos de los cambios que se producen en el envejecimiento normal y sus consecuencias
funcionales. Fuentes: González, 2006; Olmos, Martínez y González, 2007; Ribera, 2009; Salech, Jara y

Michea, 2012.

El cuadro de posibles trayectorias de envejecimiento es todavía más complejo, ya

que existen cada vez más personas que protagonizan un envejecimiento

saludable, positivo o «con éxito». En el año 1987, Rowe y Kahn criticaron el

concepto de «envejecimiento normal» porque, al centrarse en las tendencias

«promedio», no hacía justicia a la heterogeneidad existente entre las personas

mayores que entraban dentro de esta categoría, muchas de las cuales mostraban

niveles elevados de salud, un funcionamiento óptimo y una gran autonomía.

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Estos autores proponen la conveniencia de distinguir entre envejecimiento normal

y envejecimiento con éxito, al que definen como el proceso de envejecimiento

caracterizado por (Rowe y Kahn, 1997):

▸ Ausencia o baja probabilidad de enfermedad y discapacidad asociada a la

enfermedad.

▸ Alta capacidad funcional física y cognitiva.

▸ Implicación activa con la vida.

Esta definición de envejecimiento con éxito fue criticada pronto porque era

demasiado «exigente» y dejaba fuera a un porcentaje demasiado amplio de las

personas mayores. Y es que muy pocas personas mayores reúnen estas tres
características, especialmente a partir de cierta edad en la que la probabilidad de

aparición de enfermedades o problemas de salud crónicos aumenta (Cho, Martin y

Poon, 2012). Este concepto ha sido objeto de no pocas revisiones desde su

propuesta en 1987.

En el año 2002, la Organización Mundial de la Salud propone como alternativa el

modelo de envejecimiento activo, que supera los límites de la propuesta de Rowe

y Kahn (1987; 1997) al poner el foco en la actividad de la persona y asumir que las

personas que envejecen con problemas de salud también pueden tener un

envejecimiento positivo si se mantienen activas física, cognitiva y socialmente.

Una visión alternativa de envejecimiento con éxito, especialmente interesante por su

gran trascendencia en el pensamiento gerontológico, fue la aportada por Baltes y

Baltes (1990). Para ellos, la clave del éxito del envejecimiento estaba en una

adecuada gestión de las pérdidas inevitables asociadas al envejecimiento por

parte del individuo que envejece, quien ha de ser capaz de adaptarse a estas a

través de procesos de regulación que implican seleccionar, compensar y optimizar

los recursos, fortalezas y capacidades todavía existentes.

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Estas ideas las plasmaron en su «Enfoque del ciclo vital» y, más concretamente, en

su modelo de «Optimización Selectiva con Compensación» (modelo SOC), que

será expuesto con detalle en el tema «Modelos psicosociales del envejecimiento» de

esta asignatura. Por otro lado, en el tema «Promoción del envejecimiento con éxito»

se profundiza en estos conceptos de envejecimiento activo, saludable o con éxito y

tendrás oportunidad de aprender más en relación a este asunto.

Asumiendo la complejidad, multidimensionalidad y multidireccionalidad del desarrollo

adulto y el envejecimiento, ¿existen factores que moldeen la trayectoria de

envejecimiento que sigue cada persona? Si es así, ¿cuáles son? En el siguiente

apartado, se aborda en mayor detalle el desarrollo adulto y la variabilidad en las


trayectorias de envejecimiento.

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1.5. Conceptos importantes de metodología de


investigación en gerontología

No es objetivo de este tema profundizar en la metodología de la investigación

sobre desarrollo adulto, pero sí consideramos que, de cara a entender saber

interpretar bien y poder analizar críticamente los hallazgos de la investigación en este

ámbito (algunos de los cuales se comentan más adelante), conviene comprender

algunos conceptos fundamentales en este sentido. Por eso, a continuación, se

presentan algunas notas sobre metodología de investigación en gerontología

(Cicchetti y Rogosch, 1999).

Cuando se encuentran diferencias entre grupos de personas mayores y jóvenes en

algunas variables, ¿cómo podemos interpretar estas diferencias? ¿Es la edad la

responsable de tales diferencias o hay otros factores que pueden explicarlas?

Es muy difícil aislar el efecto de la edad y conocer exactamente los cambios que se

deben exclusivamente al envejecimiento, ya que la edad se asocia con muchas

variables que también pueden influir en el comportamiento, como es el caso de los

efectos de cohorte. La única forma de acercarnos a «capturar» estos efectos de la

edad es realizando estudios longitudinales cuidadosamente diseñados, ya que los

estudios transversales no permiten separar los efectos de la edad de otras posibles

influencias. A continuación, se definen estos conceptos fundamentales para la

investigación sobre el desarrollo adulto y el envejecimiento.

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Figura 4. Definición de conceptos fundamentales para la investigación sobre el desarrollo adulto y el

envejecimiento.

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1.6. Desarrollo adulto y trayectorias de


envejecimiento: cambio y estabilidad

Envejecimiento como proceso de cambio y estabilidad:

Actualmente, existe bastante acuerdo en afirmar que el envejecimiento va

asociado tanto a estabilidad como a cambio en el comportamiento de las

personas (Roberts, Caspi y Moffitt, 2003). La investigación aporta datos muy

interesantes que revelan patrones de envejecimiento distintos para las diferentes

habilidades cognitivas, habiendo declive en algunas de ellas y estabilidad e incluso

ganancias en otras a lo largo del ciclo vital. Por ejemplo, parece que los principales

rasgos de personalidad, como el neuroticismo o la extroversión, permanecen

bastante estables a lo largo de nuestras vidas (Roberts y DelVecchio, 2000).

Aparte de la predisposición genética a tener un determinado temperamento o ciertas

disposiciones biológicas y psicológicas concretas (por ejemplo, inteligencia), otra

razón fundamental para explicar la consistencia del comportamiento humano es la

constancia de los entornos sociales en los que se mueven las personas, quienes

tienden a escoger de forma proactiva escenarios de vida que contribuyan a mantener

y dar continuidad a su identidad o autoconcepto personales (Baltes, Lindenberger y


Staudinger, 2006).

En cuanto a la inteligencia, sus diferentes dimensiones parecen seguir trayectorias

con direcciones distintas (Hertzog y Shaie, 1986). Así, la investigación sugiere que a

los 30-40 años ya comienza a dibujarse una sutil curva de declive lento y progresivo

en nuestras capacidades intelectuales relacionadas con la denominada inteligencia

fluida (solución de problemas, razonamiento, pensamiento abstracto…).

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Ideas clave

Sin embargo, las habilidades intelectuales relacionadas con la inteligencia

cristalizada (conocimiento adquirido por la experiencia y el aprendizaje) serían

mucho más estables y solo revelarían patrones de declive a partir de la edad muy

avanzada (75-80 años) (Cattell, 1971; Stuart-Hamilton, 2002).

Como ya se ha sugerido anteriormente, el desarrollo adulto también implica

cambios. Y es que la investigación muestra que, si se compara a personas jóvenes

y mayores en múltiples aspectos del funcionamiento, se encuentran diferencias

importantes. En virtud de la multidireccionalidad del desarrollo, comentada más

arriba, estos cambios pueden implicar pérdidas o ganancias.

En la tabla 1 se presentaron algunos de los principales cambios que suelen

producirse en el ámbito del funcionamiento fisiológico con el envejecimiento normal.

Algunas consecuencias de estos cambios fisiológicos implican cierto declive

en el funcionamiento neurocognitivo y conductual (disminución en la velocidad

de procesamiento, dificultad de coordinar el movimiento, dificultades de atención y

memoria, etc.) de las personas a partir de cierta edad.

Sin embargo, la investigación ha demostrado que este declive funcional asociado

al envejecimiento se puede retrasar y reducir a través de la realización de

actividades motoras, cognitivas o físicas. Implicarse activamente en actividades

físicas o cognitivas (intelectuales) y mantenerse en ambientes en los que no se deje


de recibir estimulación multisensorial puede prevenir el declive funcional y preservar

las funciones cognitivas, consiguiendo estar en «buena forma cognitiva» (brain

fitness) (Cai, Chang, Yan y Peng, 2014).

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Ideas clave

Crecimiento y ganancias

En el envejecimiento, también hay crecimiento y ganancias tales como nuevos

aprendizajes tras un entrenamiento adecuado.

En este punto, resulta fundamental comprender la importancia de la llamada

plasticidad neural, que está en la base de la capacidad humana para retrasar el

declive funcional neurocognitivo y motor comentado en el párrafo anterior. La

plasticidad neural refiere a la capacidad del sistema nervioso central para alterar

o modificar sus estructuras y funciones corticales (anatomía y organización) en

respuesta a la experiencia, el aprendizaje y el entrenamiento o tras lesiones en

determinadas zonas cerebrales (Hubel y Wiesel, 1970).

A pesar de que Sigmund Freud (en Hernández, 2005) opinaba que a partir de los 50

años de edad las estructuras psicológicas se vuelven tan rígidas que el cambio no es

posible, hoy sabemos que el aprendizaje y el cambio psicológico también son

patrimonio de las personas mayores. Esto se debe tanto a la plasticidad neural y

conductual como a la neurogénesis o creación de nuevas neuronas, presentes a lo

largo de todo el ciclo vital (Noack, Lövdén, Schmiedek y Lindenberger, 2009; Lövdén,

Lindenberger, Bäckman, Schaefer y Schmiedek, 2010).

Las personas mayores aprenden, mejoran en algunas capacidades tras recibir el

entrenamiento adecuado y cambian o evolucionan hacia formas de comportarse más

adaptativas si se les dan las condiciones para ello (Li, Schmiedek, Huxhold, Röcke,

Smith y Lindenberger, 2008).

Intervención Psicológica en Tercera Edad 30


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Ideas clave

Factores que moldean la trayectoria de envejecimiento

Para poder analizar los múltiples factores que influyen en la trayectoria de

envejecimiento de las personas hay que atender necesariamente al modelo

biopsicosocial. Según este modelo, los factores que moldean las trayectorias de

envejecimiento son de tres tipos:

▸ Biológicos. Se incluyen aquí los factores genéticos y constitucionales, pero también

factores epigenéticos tales como la nutrición y los efectos físicos de los ambientes,

además de las consecuencias fisiológicas de comportamientos como la actividad


física a lo largo del ciclo vital.

▸ Psicológicos. Se incluyen en esta categoría factores de personalidad y estrategias

de afrontamiento y autorregulación aprendidas por la persona, estilos de vida,


patrones de acción y actitudes o creencias tales como los autoestereotipos sobre la
vejez (por ejemplo: «Como ya soy mayor, no estoy para ese tipo de actividades.»).

▸ Sociales. Entre otros factores, encontramos aquí la imagen social de la vejez y los

estereotipos sobre el envejecimiento mantenidos en la sociedad; los entornos físicos

(ambiente urbano frente a rural) y sociales en los que se nueve la persona a lo largo
de su vida; las oportunidades de acceso a recursos sociales, educativos o
económicos y las oportunidades de acción.

Intervención Psicológica en Tercera Edad 31


Tema 1. Ideas clave
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Ideas clave

La figura 5 recoge un esquema de estos factores, que pueden representarse en el

marco del modelo biopsicosocial en el que debe situarse la explicación de

cualquier comportamiento humano.

Figura 5. Factores que moldean las trayectorias de envejecimiento.

Intervención Psicológica en Tercera Edad 32


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Ideas clave

Como puede verse en la figura 5, las tres áreas o niveles que actúan sobre el

envejecimiento (biológico, psicológico y social) se relacionan entre sí,

influyéndose mutuamente. Así, por ejemplo, la salud psicológica y física de las

personas mayores están íntimamente vinculadas entre sí a través de complejas vías

de interacción que deben ser conocidas, identificadas y abordadas por los

profesionales de la medicina y de la psicología que atienden a esta población.

Por otro lado, el entorno familiar y social de la persona que envejece, con sus

expectativas acerca de lo que esta puede y no puede hacer (estereotipos) y sus

interacciones con la misma (por ejemplo, los refuerzos y castigos que emiten ante

determinados comportamientos de la persona mayor, las oportunidades o incentivos

que le ofrecen para actuar de forma autónoma y saludable, ejercer roles

significativos, etc.), también moldea de forma fundamental su trayectoria de

envejecimiento.

Es por tanto que el «modelo biopsicosocial» supone un marco de referencia

necesario para los psicólogos para poder explicar así la trayectoria de envejecimiento
individual y diferenciado de cada persona mayor.

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Tema 1. Ideas clave
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Ideas clave

En el siguiente vídeo, La moldeabilidad del envejecimiento, se puede profundizar en

todos estos aspectos relacionados con la multivariabilidad del envejecimiento y sus

diferentes trayectorias vistos en este tema.

Accede al vídeo:
https://unir.cloud.panopto.eu/Panopto/Pages/Embed.aspx?id=6ded4c38-c577-
4adb-86f6-afc80108421b

Las implicaciones que tienen las complejas interacciones entre los tres niveles de

funcionamiento (biopsicosocial) para la atención psicológica a las personas mayores

serán abordadas con mayor detalle en el tema «Habilidades terapéuticas para la

evaluación y la intervención con personas mayores».

Una vez expuesto este modelo, es importante subrayar que creemos que todo
profesional que centre su actividad en la población mayor debe interiorizarlo como

marco necesario para entender la trayectoria particular de envejecimiento que ha

seguido una persona, así como para situar el análisis de cualquier problema o

comportamiento sobre el que se quiera intervenir.

Intervención Psicológica en Tercera Edad 34


Tema 1. Ideas clave
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Ideas clave

A este respecto, en la sección A fondo, el alumno podrá encontrar en el segundo

recurso disponible información sobre la relevancia del papel del psicólogo en el

campo de la psicogerontología.

En el tema «Modelos psicosociales sobre el envejecimiento» se desarrolla con mayor

detalle el enfoque del ciclo vital (Baltes y Baltes, 1990), que ampliará la información

sobre los procesos biopsicosociales que moldean las trayectorias individuales de

envejecimiento.

Intervención Psicológica en Tercera Edad 35


Tema 1. Ideas clave
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Ideas clave

1.7. Conclusiones

De lo comentado en las secciones anteriores, podemos extraer las conclusiones

siguientes:

Las personas seguimos trayectorias de envejecimiento muy diferentes, siendo la

variabilidad inter e intraindividual especialmente elevada en la población mayor.

El desarrollo adulto se caracteriza por la multidimensionalidad, la

multidireccionalidad y la variabilidad en la temporalidad (ritmos de cambio).

En virtud de su multidireccionalidad, envejecer implica cambios y estabilidad. Los

cambios pueden implicar pérdidas/declive o bien ganancias/crecimiento.

La plasticidad neural y conductual y la capacidad de aprendizaje y crecimiento

son también patrimonio de las personas mayores y pueden prevenir, retrasar y

amortiguar los cambios que implican declive funcional.

Existen factores biológicos, sociales y psicológicos que moldean las trayectorias

de envejecimiento. Es necesario conocerlos para entender los procesos particulares

de envejecimiento de cada persona: el modelo biopsicosocial nos proporciona el

marco para esta conceptualización.

Intervención Psicológica en Tercera Edad 36


Tema 1. Ideas clave
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Ideas clave

1.8. Referencias bibliográficas

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Intervención Psicológica en Tercera Edad 42


Tema 1. Ideas clave
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A fondo

Cambios asociados al envejecimiento

Montorio, I. e Izal, M. (1999). Cambios asociados al proceso de envejecimiento. En

M. Izal e I. Montorio, (Eds), Gerontología Conductual. Bases para la intervención y

ámbitos de aplicación (pp. 33-66). Madrid: Síntesis.

En este capítulo del libro se hace una revisión muy completa de los cambios

asociados al envejecimiento en el funcionamiento físico, psicológico y social de las

personas. Además, se abordan los conceptos básicos en el estudio del

envejecimiento que han sido tratados en este tema.

Intervención Psicológica en Tercera Edad 43


Tema 1. A fondo
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A fondo

El papel del psicólogo en gerontología

American Psychological Association (2004). Psychology and Aging: Psychologist

make a significant contribution. Recuperado de

https://www.apa.org/pi/aging/resources/guides/aging.pdf

En esta guía de la American Psychological Association se define y justifica la

necesidad de la disciplina de la geropsicología clínica, se analiza el papel del

psicólogo especializado en las personas mayores, con algunos ejemplos de

intervención, y se abordan otras cuestiones fundamentales sobre la intervención

psicológica en el ámbito de la clínica con las personas mayores.

Intervención Psicológica en Tercera Edad 44


Tema 1. A fondo
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Test

1. El aumento de las prevalencias de la población mayor está generando una serie

de consecuencias sociales, económicas y sanitarias. Según lo revisado en el tema,

señala la respuesta incorrecta:

A. Se ha incrementado el gasto sanitario y asistencial.

B. Ha aumentado la cantidad de personas mayores que se encuentran en

situación de aislamiento.

C. Está disminuyendo la demanda de asistencia psicológica por parte de las

personas mayores.

D. El ritmo de envejecimiento parece haberse ralentizado un poco en países

más desarrollados.

2. Señala la definición correcta de envejecimiento:

A. Es un conjunto de cambios tanto negativos como positivos que

experimentan las personas que superan los 60 años.

B. Es un conjunto de cambios positivos que experimentamos a medida que

vamos cumpliendo años.

C. Es un conjunto de cambios negativos que experimentamos a medida que

vamos cumpliendo años.

D. Es un conjunto de cambios, tanto negativos como positivos, que

experimentamos las personas a medida que vamos cumpliendo años.

Intervención Psicológica en Tercera Edad 45


Tema 1. Test
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Test

3. ¿Cuál de las siguientes hipótesis sobre la relación entre envejecimiento y

dependencia plantea que, con los cambios demográficos y sociales y el avance de la

medicina, se ha producido un enlentecimiento del progreso y una disminución de la

gravedad de las enfermedades crónicas en la vejez?

A. Hipótesis de la compresión de la morbilidad.

B. Hipótesis de la expansión de la morbilidad.

C. Hipótesis del equilibrio dinámico.

D. Hipótesis del equilibrio estático.

4. La metáfora del abanico hace referencia a:

A. La plasticidad neural en el envejecimiento.

B. La heterogeneidad en el envejecimiento.

C. El incremento progresivo de la esperanza de vida con salud en nuestras

sociedades.

D. Un lenguaje gestual utilizado por las mujeres del siglo XVIII.

5. El hecho de que los cambios asociados al envejecimiento en las distintas

dimensiones de funcionamiento puedan reflejar o bien ganancias/crecimiento o bien

pérdidas/declive se conoce con el término de:

A. Multidimensionalidad del desarrollo.

B. Multifuncionalidad del desarrollo.

C. Multidireccionalidad del desarrollo.

D. Temporalidad del desarrollo.

Intervención Psicológica en Tercera Edad 46


Tema 1. Test
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Test

6. Juan se está mirando al espejo y puede observar las arrugas que se le dibujan en

la piel a sus 73 años. Con el paso de los años, cada vez están más marcadas. Este

cambio que está experimentando Juan es debido a:

A. Envejecimiento normal.

B. Envejecimiento anormal.

C. Envejecimiento patológico.

D. Todos los anteriores.

7. A pesar de que Pepa y Lola tienen la misma edad (86 años), entre ambas existen

muchas diferencias en sus dimensiones de funcionamiento. Por ejemplo, mientras

Lola tiene muy buenas capacidades de memoria, Pepa suele tener muchas más

dificultades para recordar acontecimientos. Según lo estudiado en el tema, ¿cómo se

pueden explicar estas diferencias entre pepa y Lola?

A. Por la no variabilidad.

B. Por la variabilidad temporal.

C. Por la variabilidad intraindividual.

D. Por la variabilidad interindividual.

8. Paco y Luis acuden juntos al centro de día. Ambos tienen un diagnóstico de

demencia de 5 años de evolución, pero, mientras Paco está en una fase leve de la

enfermedad, el alzhéimer de Luis ha avanzado hasta una fase moderada. ¿Cómo se

explicaría esta diferencia que hace que el alzhéimer de ambos avance a ritmos
diferentes?

A. La multitemporalidad.

B. La multidimensionalidad.

C. La multirehabilitación.

D. La multidireccionalidad.

Intervención Psicológica en Tercera Edad 47


Tema 1. Test
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Test

9. ¿Cuál de los siguientes no es un cambio que se haya visto asociado a la edad?

A. Adelgazamiento de las válvulas cardiacas.

B. Reducción de la visión periférica.

C. Incremento en la dificultad para percibir sonidos de alta frecuencia.

D. Menor capacidad para concentrar la orina.

10. Un equipo de investigación quiere analizar las diferencias asociadas a la edad

en la inteligencia emocional. Para ello, compara a un grupo de personas de edades

comprendidas entre 18 y 30 años con otro grupo de personas con edades situadas
en el rango entre 65 y 85. Encuentran que el grupo de jóvenes presenta mayor

inteligencia emocional que el grupo de mayores. ¿Cuál de las siguientes

afirmaciones es correcta?

A. Se trata de un estudio secuencial puesto que evalúa a diferentes grupos de

edad a lo largo del tiempo.

B. Es un estudio transversal del que puede concluirse que la edad

(envejecimiento) tiene efectos negativos sobre la inteligencia emocional.

C. Es un estudio transversal del que no puede concluirse que la edad

(envejecimiento) tiene efectos negativos sobre la inteligencia emocional.

D. Es un estudio longitudinal del que puede concluirse que el envejecimiento

va asociado a un declive en la inteligencia emocional.

Intervención Psicológica en Tercera Edad 48


Tema 1. Test
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