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Curso de Intervención
Superior Psicosocial
en Intervención concon
Psicosocial Infancia,
Infancia,
MANUAL DEL
Familia y Adolescencia
Familias y Adolescencia
ALUMNADO
Curso Superior de
Intervención Psicosocial
con Infancia, Familia y
Adolescencia
MÓDULO I
Marco Legal y Aspectos
Psicosociales de la
Infancia y la Adolescencia
INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas se ha generado a nivel internacional un consenso respecto a que las niñas
y los niños son titulares de derechos humanos. Esta titularidad comprende el reconocimiento de
tales derechos desde el ámbito político, filosófico y jurídico, así como su ejercicio y
restablecimiento cuando se desconocen o se transgreden. En este sentido, la comunidad
internacional ha llegado al criterio, ampliamente compartido, de que la infancia implica un
espacio separado de la edad adulta, en el cual los niños y las niñas deben gozar de una serie de
derechos específicos que les permitan desarrollarse plenamente en todos los ámbitos de la vida.
En este sentido en el primer bloque de este primer módulo, revisaremos la legislación vigente,
así como una serie de conceptualización y terminología básica que nos servirá para introducir la
temática.
En segundo lugar, nos adentraremos en el desarrollo de los y las menores desde la perspectiva
psicológica, social y emocional.
PALABRAS CLAVE
ÍNDICE DE CONTENIDOS
BLOQUE 1
MARCO CONCEPTUAL Y LEGISLATIVO
DE ATENCIÓN, PROTECCIÓN Y
RESPONSABILIDAD DEL/LA MENOR.
Ya antes de que se aprobara la Convención de los Derechos del Niño por la Asamblea General
de las Naciones Unidas (el 20 de noviembre de 1989) y de que esta Convención fuera ratificada
por España (un año más tarde) habían comenzado a adoptarse aquí diversas medidas legislativas
y a desarrollarse servicios que significaban el reconocimiento de los derechos que se atribuyen
a la infancia, con carácter universal, en el documento aprobado por el organismo mundial.
Las modificaciones que se producen en el estatus legal y social de los niños a partir de la
Constitución Española se refieren tanto a los denominados derechos de protección (que
consisten en el derecho de todo niño o niña a recibir cuidado de padres y profesionales, y a estar
preservados de actos y prácticas abusivas) como a los derechos de provisión (que se refieren al
derecho a poseer, recibir o tener acceso a ciertos recursos y servicios y a la distribución de los
recursos entre la población infantil y adulta) y de forma sólo marginal a los derechos de
participación (que incluyen el derecho de las niñas y niños a expresarse por sí mismos y tener
voz, individual y colectivamente).
Los derechos de provisión son los que están asociados, en un sentido más propio, al abanico de
recursos, o la “cesta de políticas” que caracterizan a los estados de bienestar. Se trata de los
derechos a recibir atención sanitaria, educación, seguridad social y a un “nivel de vida digno”,
que en la Convención se recogen en los artículos que van del 24 al 29. Sin embargo, las políticas
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públicas que inciden en la mejora de la vida de los niños y que tienen la virtud de facilitar la
puesta en práctica de sus derechos, no se limitan a las comprendidas en el ámbito de las políticas
sociales, o políticas de bienestar, como tampoco se reducen a las que, de forma explícita, se
dirigen a la infancia.
Analizaremos a continuación los hitos más señalados en la aplicación de los derechos de las niñas
y niños en España, a través de las políticas públicas, a partir de la Constitución Española (CE).
Con objeto de ver la posible influencia de la Convención en ellas, distinguiremos dos periodos,
uno anterior y otro posterior a la ratificación de la misma. Cada uno de estos periodos abarca,
aproximadamente, 20 años, y se corresponde con dos etapas distintas en la evolución de la
democracia y asimismo de la sociedad española. Todo ello nos permitirá establecer
comparaciones que ayuden en el análisis. No nos limitaremos a las políticas sociales ni a las
políticas específicas de infancia, aunque tampoco la finalidad y la extensión del capítulo
permiten entrar a fondo en el estudio de toda la legislación y todos los programas que han tenido
o están teniendo influencia en el bienestar de las niñas y niños. Máxime cuando, en buenaparte,
estas normas y acciones se producen y desarrollan en el ámbito de las administraciones
autonómicas, lo que multiplicaría exponencialmente el número de actuaciones a tomar en
consideración.
El artículo 14 de la CE establece la igualdad ante la ley sin discriminación alguna por razón de
nacimiento. El artículo 39 de la misma es aún más explícito, al hablar de la igualdad de los hijos
ante la ley, con independencia de su filiación, y de que los padres deben prestar asistencia de
todo orden a los hijos habidos dentro o fuera del matrimonio. Antes de la Constitución, los hijos
estaban discriminados en función de su nacimiento y tenían distintos derechos según existiera
o no vínculo matrimonial entre sus progenitores. Con ser este aspecto importante, no es el único
en el que se pro - duce un cambio radical respecto a la situación anterior. La renovación del
marco legislativo en materia de derechos de la infancia en este periodo tiene dos normas
señaladas: 8
• La ley 11/1981, de 13 de mayo, de modificación del Código Civil en materia de filiación, patria
potestad y régimen económico del matrimonio.
• La ley 21/1987, de 11 de noviembre, por la que se modifican determinados artículos del Código
Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de adopción.
La ley de 1981 establece que la patria potestad se ejercerá conjuntamente por ambos
progenitores y siempre en beneficio de los hijos/as, y consistirá en el conjunto de derechos y
deberes de los padres sobre las personas y los bienes de sus hijos menores de edad para asegurar
su sostenimiento y educación. En caso de conflicto o desacuerdo, el juez, oirá a ambospadres y
al hijo si tuviere suficiente juicio y, en todo caso, si fuere mayor de 12 años. El concepto de
“potestad” concebido como derecho del que son titulares los progenitores, pasa a verse como
obligación para la recta defensa y materialización del interés del hijo menor de edad (Moretón,
2006: 79). Se fija también en esta ley la mayoría de edad, y por lo tanto la capacidadplena de
obrar a los 18 años y la emancipación, en los casos que proceda, a los 16. En materia de filiación,
la ley 11/1981 cambió todo el articulado del Código Civil con el fin de adaptarlo al mandato
constitucional, estableciendo que la filiación puede tener lugar por naturaleza o por adopción y
que la filiación matrimonial y no matrimonial, así como la adoptiva plena, surten los mismos
efectos. Cambia pues, de forma significativa, la situación de los hijos menores de edad dentro
de la familia quienes, aunque sujetos dependientes de sus progenitores, aparecen dotados de
un mayor abanico de derechos y mayor autonomía.
Por su parte, la ley de 1987 representa un importante cambio en lo que se refiere a la protección
jurídica y social de los niños. En esta ley la adopción se configura como un instrumento para la
integración de la persona menor de edad en un medio familiar. También se introduce, por
primera vez en el ordenamiento jurídico español, la figura del acogimiento familiar, como forma
de protección alternativa al acogimiento en centros y diferente de la adopción. Se define en la
b) El derecho a la educación
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A partir de 1982 se pone en marcha en España una ambiciosa política de reformas en la
enseñanza. El objetivo era el de garantizarla como derecho y asimismo elevar el nivel de la
enseñanza pública. La reforma se ve limitada enseguida por la fuerte problemática ideológica,
política y social que se desencadena en torno a ella. Como resultado del consenso final entre las
fuerzas políticas, en las que se amparan los distintos intereses en juego, se promulga la Ley
Orgánica del Derecho a la Educación (L.O.D.E.) en 1985, que persigue la meta de conseguir una
mayor educación para todos. La importancia de esta ley ha sido celebrada recientemente con
motivo del 25 aniversario de su aparición. A juicio de Torreblanca (2010) junto con el artículo 27
de la Constitución esta norma constituye un pilar básico en el que se sustenta el gran pacto
escolar implícito en nuestro país, afirmación que sustenta el autor en el argumento de que
ninguno de los tres principios que informaron su redacción (participación de la comunidad
escolar en los centros públicos, financiación pública de los centros privados concertados y
centros de financiación privada solo sujetos a la normativa académica) ha sido sustancialmente
modificado hasta el momento.
Desde el punto de vista de los derechos de los niños hay dos elementos de esta ley que pueden
destacarse especial - mente. Uno es el propio reconocimiento del derecho a una educación
básica que les permita el desarrollo de su personalidad y la realización de una actividad útil a la
sociedad (artículo 1º). Otro es el reconocimiento, como derecho básico de los alumnos a
participar en el funcionamiento y en la vida del centro (artículo 6º, e.), así como su derecho a
asociar - se y crear organizaciones propias (artículo 7º), la garantía del derecho de reunión en el
centro y de participación como miembros del Consejo Escolar. La reforma de los ciclos
educativos llega cinco años más tarde con la Ley Orgánica 1/1990, de Ordenación General del
Sistema Educativo (L.O.G.S.E.). En ella las enseñanzas no universitarias se organizan en cuatro
niveles:
Como resultado de esta ley, el periodo de enseñanza obligatoria y gratuita se alarga en dos años.
Sin embargo, el objetivo de tener escolarizada a toda la población comprendida en los periodos
obligatorios tarda algún tiempo en conseguirse. Así puede observarse que, incluso con los
periodos de obligatoriedad anteriores (de los 6 a los 13 años) en el curso 1985-1986, solo
quienes tenían entre 6 y 12 años estaban escolarizados al 100%, aunque para el curso 1988-
1989 ya lo estaban los comprendidos entre los 5 y los 13 años de edad. El número total de
alumnos de cada nivel educativo en estos años muestra un desarrollo que responde tanto a la
reestructuración del sistema como a la propia evolución demográfica del colectivo infantil. (Ver
Gráfico 1 ).
Previamente, el decreto sobre Estructuras Básicas de Salud, de 1984, sienta las bases para el
desarrollo del modelo de salud comunitaria, que había sido el aspecto del cuidado de la salud
más olvidado anteriormente. El carácter universalista del sistema sanitario hace que,
necesariamente, alcance a los niños sin distinguir, como en el pasado, si su padre o madre es, o
no, cotizante de la Seguridad Social. Uno de los indicadores de salud más comunes es el que se
refiere a la mortalidad infantil, donde la posición de nuestro país era de las mejores ya en 1980.
La situación no sólo había experimentado una evolución favorable comparada con la de principio
de siglo (cuando morían, antes de cumplir los 5 años, 37 de cada 100 nacidos) sino que también
era buena tomando en consideración solamente el periodo de 15 años que va de 1975 a 1990
(Gráfico 2). Al final de este periodo, tanto las tasas de mortalidad infantil, como sus distintos
componentes, se habían reducido casi a un tercio de las existentes al principio del mismo. Con
ello, las diferencias con los países de la Europa de los Doce, que en 1960 eran de más de 9 puntos,
habían desaparecido en 1980 y ya en 1990 España se situaba muy ligeramente por encima de la
media, aunque por debajo de los otros países de la Europa del Sur más Irlanda (Ministerio de
Asuntos Sociales, 1994:16). (Ver Gráfico 2).
-
Tasa de mortalidad perinatal:
mortalidad perinatal por 1.000 nacidos
(vivos y muertos) siendo la mortalidad
perinatal la suma de la mortalidad neonatal precoz (menores de una semana) y las muertes
fetales tardías
- Tasa de mortalidad neonatal: defunciones de menores de 28 días por 1.000 nacidos vivos
- Tasa de mortalidad pos neonatal: defunciones de mayores de 28 días y menores de 1 año por
cada 1.000 nacidos vivos
- Tasa de mortinatalidad: muertes fetales tardías por 1.000 nacidos (vivos y muertos)
Todo ello ha dado lugar a un modelo descentralizado y diverso que no obstante presenta ciertos
rasgos comunes 2. Estos se refieren tanto a su contenido, como a su finalidad o a su carácter
universal. También en su estructura organizativa es semejante el sistema vigente en todas las
Comunidades Autónomas. De este modo los servicios sociales se contemplan en dos niveles de
atención: primaria y especializada. La atención primaria tiene un carácter generalista, actúa en
un ámbito territorial más próximo (barrio, pequeño municipio) y es el canal de acceso a todas
las prestaciones del sistema público. El nivel especializado sigue la pauta convencional de
atención a sectores de población definidos bien por la edad (infancia, adultos, mayores) bien
por estar afectados por problemas específicos (discapacidad, enfermedad mental crónica,
exclusión…), su ámbito territorial de cobertura es más amplio, y suele estar dotado de
equipamientos específicos para el desarrollo de sus funciones.
En el caso de la atención social a la infancia, el año 1987 representa la apertura de una nueva
etapa en el modelo de servicios sociales dirigidos a la misma. Por un lado, la ley 21/1987 (de
modificación Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de adopción) atribuye a
la autoridad administrativa territorial (se entiende, a la comunidad autónoma respectiva) la
facultad de declarar la situación de desprotección de una persona menor de edad y de adoptar
las medidas de protección más indicadas. Por otra parte, en ese mismo año comienza a
desarrollarse el Plan Concertado para el desarrollo de Prestaciones Básicas de Servicios Sociales
en las Corporaciones Locales, con los objetivos de garantizar unos servicios sociales básicos a
toda la población y cooperar con los entes locales en la gestión de sus competencias.
El modelo de atención a los niños y niñas en situación de desamparo que había sido, durante
largo tiempo, el de la especialización (según el cual los niños con problemas especiales eran
apartados de su medio natural para tratarlos en un medio especializado que solía consistir en
establecimientos cerrados que incluían la escolarización) cambia por el de normalización , que
pretende, por un lado, hacer que el entorno ambiental de la niña o el niño protegido sea lo más
semejante posible a aquel en que viven la mayoría de los niños y, por otro, hacer posible que
accedan al sistema de relaciones sociales e interpersonales al que acceden otros niños de su
misma edad. Se comienza a desarrollar también el acogimiento familiar previsto como novedad
en la ley de 1987.
En lo que se refiere a las prestaciones básicas de servicios sociales desarrolladas al abrigo del
Plan Concertado, una de ellas, la de alojamiento y convivencia, se define precisamente como
una alternativa para las personas que carecen de ambiente familiar adecuado. Además, el Plan
contempla la posible creación de centros de acogida dirigidos, entre otros, a “menores en
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situación de abandono y malos tratos”. El Plan Concertado se generaliza rápidamente, pasando
de ser 2.825 los municipios concertantes en 1988 a 6.402 en 1990 (Ministerio de Asuntos
Sociales, 1991: 24), lo que significa una amplia cobertura por parte de estos servicios para toda
la población, incluidos los niños.
Junto a los permisos por maternidad, las subvenciones para las denominadas “guarderías
infantiles laborales”, o los beneficios reconocidos a las familias numerosas, las ayudas familiares
por hijo a cargo y las pensiones de orfandad, componían el abanico de prestaciones de la
seguridad social a los trabajadores y trabajadoras con hijos en la etapa que estamos presentando
en este apartado, esto es, entre 1978 y 1990.
En lo que se refiere a las prestaciones familiares, se produjo un cambio sustancial en el año 1985.
Hasta ese momento, se trataba de unas prestaciones de carácter lineal (igual para todos los
beneficiarios de la seguridad social) y habían quedado congeladas en una cuantía casi simbólica
desde la época de la dictadura. Consistían en una asignación mensual por esposa e hijo o hijos,
y otras de pago único por razón de matrimonio y de nacimiento de hijo. La ley 26/1985, de
Medidas Urgentes para la Racionalización de la Estructura y Acción Protectora de la Seguridad
Social, suprime la asignación por esposa y las de pago único e introduce un complemento para
los perceptores de pensiones mínimas y desempleados del nivel asistencial, que consiste en un
subsidio mensual de 1.050 pesetas por niño o niña. En 1990, la cobertura de esta prestación
alcanzaba a 426.956 familias y 725.253 hijos.
La pensión de orfandad se concede a los hijos del trabajador o trabajadora fallecidos que sean
menores de 18 años o mayores de esa edad si están discapacitados. Se trata pues de
prestaciones económicas causadas por una persona cotizante a favor de sus descendientes. Las
condiciones de acceso a esta prestación, en la década a la que estamos haciendo referencia, son
muy leves, pero la cuantía de la prestación también lo es, puesto que equivale a un 20% de la
base reguladora del causante, para cada beneficiario
Aunque tanto por su contenido como por su naturaleza excede el ámbito de la seguridad social,
cabe recoger en este apartado la referencia de una ley integral y absolutamente avanzada, sobre
todo si se considera la época en la que se promulgó. Se trata de la Ley 13/1982, de Integración
Social de los Minusválidos (LISMI). En ella los niños sí pueden ser titulares de derechos, ya que
estos están reconocidos a la persona cuyas posibilidades de integración educativa, laboral o
social se encuentren disminuidas, sin distinción de edad. Los beneficios de la ley alcanzan a
aspectos que van desde la prevención, la detección precoz de minusvalías y la atención
temprana, la educación normalizada, la preparación para el empleo, el empleo protegido, la
atención sanitaria, psicológica y social, etc.
Una de las funciones del Estado de Bienestar es la de redistribuir los recursos sociales de alguna
manera más equitativa o más justa que aquella que puede derivarse del fluir “natural” de la 13
riqueza en una situación de libre mercado. La extensión, la cuantía y el modo en el que se realiza
esta distribución dependen de muchos factores, entre otros, las opciones de valor que realiza
un sector mayoritario de la población, y la formación o formaciones políticas que lo representan,
a favor de unos u otros grupos sociales, unos u otros tipos de servicios garantizados, o de unas
u otras formas de prestarlos.
Esta particular ideología, que se extiende también al ámbito del análisis económico y sociológico
del bienestar, ha sido ampliamente criticada desde el campo del feminismo, lo que ha conducido
a una diferente lectura histórica del desarrollo de los Estados de Bienestar, a la vez que la
contribución real de las mujeres, tanto a la economía familiar como a la de su respectivo país,
ha terminado dejando obsoleta aquella visión androcentrista.
Sin embargo los niños/as no han logrado liberarse de una concepción que les reconoce solo
como dependientes y como receptores de beneficios sociales a través de sus padres. Entre los
múltiples pactos que están presentes, sea de forma explícita o implícita, en el Estado del
Bienestar, figura éste, así como también el que reserva para los niños la prestación de unos
servicios educativos con vocación universalista, basados en el principio de igualdad de
oportunidades. Pero, en las actuales sociedades del conocimiento, la educación resulta ser,
además, un primer escalón en la preparación de capital humano para integrarse (servir a) en el
mercado y en los procesos productivos. Esto podría conducir a un reconocimiento del papel de
los niños como agentes económicos en el presente, cosa que no sucede así, sino que su
importancia económica queda proyectada hacia el futuro.
14
En el Gráfico 4
puede observarse con toda claridad la diferencia
entre el peso de cada grupo generacional en el total
de la población (círculo exterior) y el peso de las
prestaciones atribuidas a cada grupo (círculo
interior). Conforme al tipo de solidaridad intrínseco
del modelo de bienestar, el grupo de los adultos,
como laboralmente activos, aportan recursos para
atender las necesidades de los dependientes (niños y
mayores). Ahora bien, la parte que los adultos “ceden” a favor de los mayores permite que
estos reciban prestaciones que superan el doble de su peso en la población. Mientras,los
niños reciben menos de su peso proporcional.
El crecimiento del gasto social en España que venimos señalando, significó una importante
aproximación a la media del gasto social que se observaba en los países europeos en el
periodo que estamos examinando. No obstante, el capítulo destinado a la función “familia
e hijos”, que compren - de principalmente las ayudas familiares, ha venido presentando,
ya desde entonces, las mayores diferencias respecto a las que se dan en Europa, entre
todas las funciones de gasto. En el Gráfico 5 pueden observarse estas diferencias en dos
momentos diferentes, tomando como elemento de comparación los subsidios familiares
por hijo a cargo. Así, en 1980, esta parte del gasto en España representaba el 1,6% del PIB
por habitante, frente al 8,5% de media en la entonces Comunidad Europea. En el año 1990
el porcentaje en Europa había descendido al 7,9%, pero en nuestro país había disminuido
aún más, hasta el 0,6%, con lo cual, la distancia entre ambas aumentó en este aspecto.
(Ver Gráfico 5 ).
Al igual que en otras partes del mundo, puede decirse que en España se había ido
produciendo, en la segunda mitad del siglo XX, un cambio de mentalidad con respecto a
los niños, que conducía a mirarlos con mayor interés y a preocuparse por su dignidad y su
bienestar. Las particulares condiciones que se dan en la España de la transición política
animan estos buenos sentimientos. Los tradicionales principios democráticos de igualdad,
participación y justicia, se traducen para los niños en equiparación de los derechos de
todos los hijos, cualquiera que fuera la condición de su nacimiento, la definición más
participativa de su lugar en la familia y en la escuela, o la garantía del derecho a una
educación básica de calidad para todos.
Por estas razones, España pudo firmar la Convención sobre los Derechos del Niño con la
tranquilidad de que, las cuestiones que quedaran por mejorar, serían fácilmente
implementadas, debido a la existencia de una opinión pública y una disposición de las
instituciones muy favorables.
Pero también por ello, quizá, en el imaginario colectivo comenzó a instalarse la idea de
que, aquí, los niños y niñas ya tienen de sobra cumplidos todos sus derechos. La debilidad
de su posición económica y la insuficiencia de las prestaciones económicas públicas que
podrían mejorarla, no parece que fueran motivo de preocupación, ni siquiera de
reconocimiento, salvo para algunos pocos.
En el ámbito de la Protección y Responsabilidad de las y los Menores nos encontramos con una
terminología común, que detallaremos a continuación.
ABANDONO Se trata de la delegación total de los padres/tutores del cuidado del niño en otras
personas, con desaparición física y desentendimiento completo de la compañía y cuidado del
niño.
ABUSO SEXUAL Cualquier comportamiento en el que un menor es utilizado por un adulto u otro
menor como medio para obtener estimulación o gratificación sexual. Puede darse con contacto
físico, como la violación, incesto, pornografía, prostitución infantil, sodomía, tocamientos,
estimulación sexual, o sin contacto físico, solicitud indecente a un niño o seducción verbal
explícita, realización del acto sexual o masturbación en presencia de un niño, exposición de los
órganos sexuales a un niño, promover la prostitución infantil, pornografía. También puede darse
por omisión, en el caso de no atender a las necesidades del niño y a su protección en el área de
la sexualidad, como en los casos de no dar credibilidad al niño, desatender su demanda de
ayuda, no educar en la asertividad, madre que prefiere “no verlo”, consentimiento pasivo en el
incesto, falta de protección, formación e información.
ACOGIMIENTO FAMILIAR SIMPLE Tendrá carácter transitorio, bien porque de la situación del
menor se prevea la reinserción de éste en su propia familia bien en tanto se adopte una medida
de protección que revista un carácter más estable.
ADOPCIÓN La adopción es una medida mediante la cual una persona se integra plenamente en
la vida de otra persona o personas, con los mismos efectos que produce la filiación biológica. La
adopción conlleva, como regla general, la pérdida de los vínculos jurídicos que la persona
adoptada tenía con su familia biológica.
ADOPCIÓN PLENA Es una resolución formal de autoridad extranjera en virtud de la cual entre el
adoptante o adoptantes y el adoptado surgen vínculos jurídicos idénticos a los que resultan de
la filiación biológica. Por tanto, supone la equiparación absoluta de la filiación adoptiva y la
ADOPCIÓN SIMPLE Es una resolución formal pronunciada en el país de origen del menor, por la
cual los vínculos legales del niño con su familia biológica no se rompen totalmente. En estos
casos, la adopción puede revocarse, y la situación jurídica no tiene reconocida efectos en
España. En algunos casos el menor puede tener problemas legales al llegar a España, como la
imposibilidad de adquirir de inmediato la nacionalidad española o los apellidos de los padres
adoptantes. Tras la llegada del menor a España, la adopción puede constituirse en plena.
AMONESTACIÓN Esta medida consiste en la reprensión de la persona llevada a cabo por el Juez
de Menores y dirigida a hacerle comprender la gravedad de los hechos cometidos y las
consecuencias que los mismos han tenido o podrían haber tenido, instándole a no volver a
cometer tales hechos en el futuro.
Tienen la correspondiente habilitación por parte del órgano competente del país extranjero con
el que trabajan.
EXPLOTACIÓN LABORAL INFANTIL Se puede dar por acción, cuando se utiliza a los niños para
obtener beneficio económico, que implique explotación y desempeño de cualquier trabajo que
pueda entorpecer su educación, o ser nocivo para su salud o desarrollo físico, mental, espiritual
o social. Este trabajo puede adoptar distintas formas, como la mendicidad, trabajo profesional,
venta ambulante… con desatención al niño. También puede darse por omisión, al no atender las
necesidades educativas del niño y de formación para la vida laboral, como sería la falta de
preparación laboral y/o escolarización que afecte a sus posibilidades profesionales atribuibles a
omisión o negligencia de los adultos responsables.
EXPLOTACIÓN SEXUAL La utilización del niño por sus padres o por terceras personas, cuando
aquellos no lo sepan o no lo impidan, en la prostitución, en la realización o espectáculos de
pornografía.
GUARDA La guarda puede ser asumida a solicitud de los padres o tutores o como función de la
tutela por el ministerio de la Ley, y se realizará mediante el acogimiento familiar o el acogimiento
residencial. El acogimiento familiar se ejercerá por la persona o personas que determine la
entidad pública. El acogimiento residencial se ejercerá por el Director del Centro donde sea
acogido el menor.
INCESTO Si el contacto físico sexual se realiza por parte de una persona de consanguinidad lineal
o por un hermano, tío o sobrino. También se incluye el caso en que el adulto esté cubriendo de 18
manera estable el papel de los padres.
INTERNAMIENTO EN RÉGIMEN ABIERTO Las personas sometidas a esta medida llevarán a cabo
todas las actividades del proyecto educativo en los servicios normalizados del entorno,
residiendo en el centro como domicilio habitual, con sujeción al programa y régimen interno del
mismo.
INTERNAMIENTO EN RÉGIMEN SEMI ABIERTO Las personas, sometidas a esta medida residirán
en el centro, pero realizarán fuera de la misma actividad formativa, educativa, laboral y de ocio.
KAFALA Los países islámicos no tienen regulada la adopción en su legislación, al ser ésta
contraria a su religión, ya que los lazos de sangre no pueden modificarse. En su lugar establecen
la kafala, que es una forma de cuidado considerada como definitiva. Según esta institución de
protección, que se ejecuta en España como una guarda, el niño no adquiere ni el apellido de la
familia que lo acoge ni derechos hereditarios. La guarda se constituye a través de un acta
notarial.
MALTRATO EMOCIONAL Toda acción, normalmente de carácter verbal, o toda actitud hacia un
menor que provoquen, o puedan provocar en él, daños psicológicos. Puede darse por acción,
capaz de originar cuadros psicológicos–psiquiátricos por afectar a sus necesidades, según los
diferentes estados evolutivos y características del niño (pueden causar serios deterioros en el
desarrollo emocional, social e intelectual). Pueden adoptar muchas formas, como rechazar
(negarse a admitir la legitimidad e importancia de las necesidades del niño), aterrorizar 19
(amenazar al niño con un castigo extremo o con uno vago pero siniestro que intentan crearle un
miedo intenso), violencia doméstica. También se producen por omisión o negligencia en la
atención a las necesidades emocionales del niño, como son la falta persistente de respuestas
por parte de los padres o cuidadores a la proximidad e interacción iniciadas por el niño (privación
afectiva), la falta de iniciativa de interacción y contacto por parte de una figura estable, no
atender las necesidades afectivas del niño (cariño, estabilidad, seguridad, estimulación, apoyo,
protección, rol en la familia, autoestima, etc.), ignorar (privar al niño de la estimulación necesaria
limitando su crecimiento emocional y su desarrollo intelectual), aislar (privar al niño de
oportunidades para entablar relaciones sociales).
MALTRATO EXTRAFAMILIAR Cuando los autores del maltrato no son familiares del menor, o el
grado de parentesco es muy lejano (familiares en segundo grado) o no tienen relaciones
familiares.
MALTRATO FAMILIAR Cuando los autores del maltrato son familiares del menor, principalmente
familiares en primer grado (padres, biológicos o no, abuelos, hermanos, tíos, etc.).
MALTRATO FÍSICO Toda acción de carácter físico voluntariamente realizada que provoque o
pueda provocar lesiones físicas en el menor. Puede ser un maltrato por acción, que sería
cualquier acto, no accidental, que provoque daño físico o enfermedad en el niño o le coloque en
situación de grave riesgo de padecerlo. Las formas de producirlo son las lesiones cutáneas
(equimosis, heridas, hematomas, excoriaciones, escaldaduras, quemaduras, mordeduras,
alopecia traumática), fracturas, zarandeado, asfixia mecánica, arrancamientos, intoxicaciones,
síndrome de Münchausen por poderes (provocar o inventar síntomas en los niños que inducen
a someterlos a exploraciones, tratamientos e ingresos hospitalarios innecesarios). También se
pueden producir por omisión (negligencia), que sería aquella situación en que las necesidades
físicas básicas del niño o niña (alimentación, higiene, cuidados médicos y su seguridad) no son
atendidas temporal o permanentemente por ningún miembro del grupo que convive con el niño
o niña. Se puede dar por desatención, abandono, retraso de crecimiento no orgánico, “Niños de
la calle”, constantemente sucio, problemas físicos o necesidades médicas no atendidas o
ausencia de los cuidados médicos rutinarios (vacunaciones).
MALTRATO INFANTIL Acción, omisión o trato negligente, no accidental, que prive al niño de sus
derechos y su bienestar, que amenacen y/o interfieran su ordenado desarrollo físico, psíquico
y/o social, cuyos autores pueden ser personas, instituciones o la propia sociedad.
MALTRATO INSTITUCIONAL Es el maltrato provocado por las instituciones públicas, bien sean
sanitarias, educativas, etc. Se puede dar por acción, cualquier legislación, programa,
procedimiento o actuación de los poderes públicos, o derivada de la actuación individual
profesional que comporte abuso, detrimento de la salud, seguridad, estado emocional,
bienestar físico, correcta maduración o que viole los derechos básicos del niño, como la
burocracia excesiva, realizar exploraciones médicas innecesarias o repetidas, no respetar los
derechos del niño... También puede darse por omisión o negligencia de los poderes públicos o
derivada de la actuación individual profesional que comporte abuso, detrimento de la salud, la
seguridad, el estado emocional, el bienestar físico, la correcta maduración o que viole los
derechos básicos del niño, como la falta de agilidad en la toma de medidas de protección, en la
coordinación, en los equipamientos necesarios para la atención al niño y su familia.
MALTRATO PRENATAL Cuando el maltrato se produce antes del nacimiento del niño. Puede
producirse por acción, cuando las circunstancias de vida de la madre, en las que existe
voluntariedad, influyen negativa o patológicamente en el embarazo y repercuten en el feto; las
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formas que puede adoptar son hábitos tóxicos de la madre, como alcoholismo (síndrome
alcohólico fetal), toxicomanías (síndrome de abstinencia neonatal). También puede darse por
omisión, cuando no se atiende a las necesidades y cuidados propios del embarazo, que tienen
repercusiones en el feto, como puede ser un embarazo sin seguimiento médico, alimentación
deficiente, exceso de trabajo corporal.
MALTRATO SOCIAL Cuando no hay un sujeto concreto responsable del maltrato, pero hay una
serie de circunstancias externas en la vida de los progenitores y del menor que imposibilitan una
atención o un cuidado adecuado del niño.
NEGLIGENCIA Dejar o abstenerse de atender a las necesidades del niño y a los deberes de guarda
o protección o cuidado inadecuado del niño.
PATRIA POTESTAD Conjunto de facultades -derechos y deberes- que tienen los padres sobre las
personas y los bienes de sus hijos como medio para procurar su asistencia y formación física y e
intelectual durante su minoría de edad.
RENUNCIA Cuando los padres se niegan explícitamente la paternidad/maternidad del niño y/o
negativa a mantener cualquier derecho legal sobre éste.
22
Los equipos técnicos de menores constituyen la clave de bóveda del sistema de protección de
los/as menores. En éste servicio se estructuran, dentro del ámbito de cada provincia, los equipos
técnicos de valoración y atención a los menores, los equipos de acogimiento y adopción y, en su
caso, el equipo itinerante y el equipo de niños maltratados y abusados.
- Recibir los casos de niños/as adolescentes que se puedan encontrar en una situación de
desprotección e investigar y confirmar su situación personal, familiar, educativa y social.
- Coordinar las actuaciones que se vayan desarrollando con las personas e instituciones
implicadas en la problemática de los menores atendidos.
- Valorar las solicitudes de guarda y formular las propuestas de actuación que elevarán al
Delegado/a Provincial proponiendo la guarda u otras medidas de apoyo.
En todas las autonomías la figura del Defensor/a del Pueblo prestará especial atención a (en el
caso que nos ocupa):
Se otorga el encargo de defender los derechos de los menores con independencia de las
reclamaciones que los mismos puedan efectuar; proponer medidas de cambio e informar a la
sociedad sobre el estado de la cuestión, lo cual abre una vía autónoma de actuación en las
funciones del Valedor do Pobo que no ha sido hasta la actualidad explorada.
MINISTERIO FISCAL
Por imperativo legal, recogido en el Estatuto del Ministerio Fiscal, a éste le compete el asumir,
o en su caso promover la representación y defensa en juicio o fuera de él, de quienes por carecer
de la capacidad de obrar o de representación legal no pueden actuar por sí mismos, así como
promover la constitución de los organismos tutelares que las leyes civiles establezcan y formar
parte de aquellos otros que tengan por objeto la protección y defensa de los menores y personas
desvalidas.
En esta función de velar por la protección del menor, al Ministerio Fiscal le incumbe la superior
vigilancia de la tutela, acogimiento o guarda de los menores. A tal fin, la entidad pública le dará
noticia inmediata de los nuevos ingresos de menores y le remitirá copia de las resoluciones
administrativas y de los escritos de formalización relativos a la constitución, variación y cesación
de las tutelas, guardas y acogimientos. Igualmente le dará cuenta de cualquier novedad de
interés en las circunstancias del menor.
El/La Fiscal habrá de comprobar, al menos semestralmente, la situación del menor, y promoverá
ante el Juez las medidas de protección que estime necesarias.
La vigilancia del Ministerio Fiscal no eximirá a la entidad pública de su responsabilidad para con
el menor y de su obligación de poner en conocimiento del ministerio Fiscal las anomalías que
observe (art. 174 CC).
Se pretende con la regulación legal existente, como es obvio, que los menores no dejen de 24
ejercitar sus derechos por falta de capacidad procesal o material, lo cual pone de relieve la
importancia de la función del Ministerio Público.
JUECES
Todo el entramado administrativo y social construido para proteger a los menores encuentra su
último estamento decisor y controlador en la Administración de Justicia. A los jueces les
corresponde en aplicación de lo previsto en los arts. 154 y ss. del CC proveer la patria potestad
a alguno o ambos progenitores, otorgar las guardas y custodias, nombrar tutor en los casos que
proceda, atribuir alimentos etc. Es decir es en el Código Civil, que rige las relaciones entre los
ciudadanos, donde se han residido las decisiones claves en la vida de los menores.
PRESTACIONES
-Servicio de centro de acogida: servicio residencial de estancia limitada y transitoria cuyo objeto
es realizar atención, observación y el diagnóstico de la situación o riesgo de desamparo de
menores respecto a sus familiares, a fin de elaborar la correspondiente propuesta de medida.
-Servicio de integración familiar: servicio que contempla las tareas derivadas de la valoración y
formación de la familia o persona que solicita acoger o adoptar y la integración en ésta de un/a
niño/a o un adolescente.
– Servicio de piso asistido para jóvenes mayores de 18 años: viviendas destinadas a jóvenes
entre 18 y 21 años sin recursos propios ni familiares que, al llegar a la mayoría de edad, salen de
las instituciones en las que han esta- do acogidos.
Ha de aludirse, igualmente, a la eficaz tarea realizada también por los servicios sociales
municipales en este ámbito.
Por ello, organismos públicos como los Observatorios de la Infancia, los Defensores/Valedores
del Pueblo, organismos de la infancia de Universidades, Organizaciones de la Sociedad Civil como
Asociaciones, Fundaciones, Organizaciones No Gubernamentales que tienen por objetivos la
defensa de los derechos de las niñas y los niños, así como organismos internacionales como
UNICEF son fundamentales para el desarrollo y aterrizaje de la legislación a la sociedad en
general, velar por el cumplimiento de dicha legislación así como proponer cambios en la misma
cuando fuera necesario.
Por ejemplo, no sólo hay que realizar un seguimiento a la infancia en países empobrecidos. Hoy
en día, la tendencia general de crecimiento de la pobreza infantil en los países de la OCDE es un
signo alarmante, precisamente en un grupo de países que por su capacidad económica tienen la
posibilidad de compensar de forma efectiva estas desigualdades.
En el caso de España es importante hacer hincapié en la situación de crisis económica, que está
provocando muchas presiones para la reducción del gasto público y en concreto de los gastos
sociales. Algunas medidas de austeridad ya han supuesto recortes significativos a las políticas
sociales o de ayudas a la infancia y a sus familias, tanto a nivel nacional como autonómico y local.
La CDN contempla el reconocimiento por parte de los Estados que la han ratificado del “derecho
de todo niño a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental y espiritual, moral y
social” (artículo 27.1), a la vez que compromete a los Estados Parte, de acuerdo con sus
condiciones nacionales y sus medios, a adoptar las medidas necesarias para ayudar a los padres
y a otras personas responsables de los niños a dar efectividad a este derecho y, en caso
necesario, proporcionar asistencia material y programas de apoyo (artículo 27.3). En el artículo
4 de la Convención se recoge igualmente la obligación de adoptar estas medidas “hasta el
máximo posible de los recursos que se dispongan”. España, como Estado Parte de la Convención
tiene, por tanto, el compromiso de elaborar políticas públicas que garanticen, respeten y
promuevan los derechos de los niños y niñas.
Unas adecuadas políticas públicas con enfoque de derechos son absolutamente necesarias para
garantizar el pleno cumplimiento de los derechos de la infancia en nuestro país, y al mismo
tiempo, la evaluación de los resultados e impactos de estas políticas debe ser útil a los
tomadores de decisiones y gestores públicos en el diseño e implementación de políticas y
prácticas de desarrollo basadas en evidencias que pueden hacer la política más efectiva.
En los últimos años, además de la CDN, podemos identificar varios momentos que han marcado
la evolución de las políticas públicas (especialmente las sociales) para la infancia en España y
que definen el espacio de acción de estas políticas.
Dos años más tarde (2002), los Jefes de Estado y de Gobierno, incluido el Estado Español,
suscriben una Declaración y un Plan de Acción a nivel mundial contenidos en el documento “Un 28
mundo apropiado para los Niños y Niñas”, en el que se comprometen a poner en práctica planes
de acción nacionales de infancia destinados a impulsar la protección y la garantía de los derechos
de los niños y asegurar su bienestar. Esto incluye establecer o fortalecer órganos nacionales y
un sistema de monitoreo y evaluación de los efectos de estas medidas.
Asumiendo el reto de formular una estrategia global para la infancia, el Gobierno de España
elaboró por primera vez un Plan Estratégico Nacional de Infancia y Adolescencia (PENIA), para
el periodo 2006-2009, promovido por el entonces Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y el
Observatorio de la Infancia. Este documento se propuso abordar de manera integral y
transversal la atención a la infancia y adolescencia, como elemento complementario y unificador
de los esfuerzos de todos los actores, públicos y privados (a todos los niveles) que trabajan en la
promoción y defensa de los derechos de niños, niñas y adolescentes. Este Plan Estratégico se
renueva y se realiza un PENIA II (2010-2016) que está vigente en la actualidad.
En 2010, Año Europeo de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, la Comisión Europea
elabora una nueva estrategia política, «Europa 2020», para un “crecimiento inteligente
sostenible e integrador”, que fija una meta de reducción de la pobreza en 20 millones de
personas para el 2020. Claramente esto implica una responsabilidad importante para todos los
países europeos y para España, que además asume la Presidencia Europea durante el primer
semestre de este mismo año. En el marco del Trío de presidencia, junto con Bélgica y Hungría,
España firma una declaración en la que se solicita a la UE que de los pasos necesarios para
adoptar una Recomendación de la Comisión Europea para combatir la pobreza infantil, que
establezca objetivos claros y cuantificados de reducción de la pobreza infantil e incluya el
bienestar infantil como aspecto relevante en todas las áreas políticas.
Junto a ello es preciso señalar que, de conformidad con la estructura territorial y administrativa
del Estado español, las Comunidades Autónomas, dotadas de potestad legislativa, han
Como se ha mencionado, en octubre de 2010, el Comité de los Derechos del Niño, en sus
Observaciones Finales al Informe de España sobre la aplicación de la Convención, además de
reconocer los avances en cuanto a la aplicación de las recomendaciones anteriores (de 2002),
también pone sobre la mesa serias preocupaciones que tienen que ver en particular con la
pobreza infantil, pero también con muchos otros temas como la discriminación de algunos
grupos de niños especialmente vulnerables, el fracaso escolar, la situación de los menores
inmigrantes, o los adolescentes con problemas de conducta ingresados en centros terapéuticos.
La solución a estas preocupaciones pasa necesariamente por la acción pública, es decir, por
adoptar políticas públicas como instrumento que organiza la acción colectiva para el pleno
cumplimiento de los derechos de los niños. Estas políticas, vistas desde una perspectiva
dinámica, se componen por lo menos de cuatro etapas principales: identificación del problema
e inclusión del mismo en la agenda pública; elaboración de políticas y programas para enfrentar
y solucionar este problema; implementación de las políticas a través de planes específicos; y
evaluación de los resultados e impactos generados. La fase de evaluación debe considerarse
como constitutiva de cada política pública y necesaria para retroalimentar y mejorar cada una
de las otras fases además de la política en su totalidad.
Es necesario velar para una correcta aplicación de estas políticas y planes, evaluar su nivel de
cumplimiento, eficacia y eficiencia; volver a expresar y renovar el compromiso con la infancia,
29
actualizando y mejorando estas medidas; y hacer todo los esfuerzos posibles para medir los
impactos que estas políticas han tenido y están teniendo efectivamente en los niños, niñas y
adolescentes en todo el país. Para ello es esencial la evaluación de Políticas Públicas, así como
de Programas y Proyectos dedicados a los fines determinados por la legislación y Planes
Estratégicos.
- Declaración de los Derechos del Niño. Resolución 1386 (XIV) de la Asamblea General de las
Naciones Unidas de 20 de noviembre de 1959, ratificada por España el 30 de noviembre de 1990.
La Declaración establece una relación de los derechos que corresponden a los niños señalando
las medidas esenciales -y no mecanismos de garantía- de protección de los mismos. En concreto
el art. 3 establece que:
“1. En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o
privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos
legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño.
2. Los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean
necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores
u otras personas responsables de él ante la ley y, con ese fin, tomarán todas las medidas
legislativas y administrativas adecuadas.
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3. Los Estados Partes se asegurarán de que las instituciones, servicios y establecimientos
encargados del cuidado o la protección de los niños cumplan las normas establecidas por las
autoridades competentes, especialmente en materia de seguridad, sanidad, número y
competencia de su personal, así como en relación con la existencia de una supervisión
adecuada.”
- Resolución del Consejo de Ministros Consejo de Europa sobre acogimiento de los niños, de 3
de noviembre de 1977.
- Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, de 20 de noviembre de 1989,
ratificada por España el 30 de noviembre de 1990. La Convención establece que los niños son
portadores de derechos que han de ser garantizados por los Estados sin discriminación alguna,
recogiendo en su art. 20.1 que: “los niños temporal o permanentemente privados de su medio
familiar, o cuyo superior interés exija que no permanezcan en este medio, tendrán derecho a la
protección y asistencia especiales del Estado”. Se trata de una protección especial según se
contempla en el enunciado de la Declaración de Ginebra de 1924 sobre los Derechos del Niño y
- Carta Europea sobre los Derechos del Niño, aprobada por el Parlamento Europeo el 8 de julio
de 1992.
legislación en la materia, se lleva a cabo una profunda reforma del sistema de protección de
menores, 20 años después de la aprobación de la LO 1/1996 de Protección jurídica del menor.
La reforma está integrada por dos normas, la Ley 26/2015, de 28 de julio, de Protección a la
Infancia y a la Adolescencia, y la Ley Orgánica 8/2015 que introduce los cambios necesarios en
aquéllos ámbitos considerados como materia orgánica, al incidir en los derechos fundamentales
y las libertades públicas reconocidos en los arts. 14, 15, 16, 17 y 24 de la Constitución Española.
Las modificaciones más importantes afectan a la Ley Orgánica 1/1996, de Protección Jurídica
del Menor, el Código Civil, la Ley de Adopción Internacional, o la Ley de Enjuiciamiento Civil
2000. Pero un total de 21 normas quedan afectadas por la reforma.
Esta norma, de cuyos aspectos clave detallaremos en el siguiente apartado, reforma una
veintena de leyes, modificando desde el sistema de adopción y acogimiento hasta las pensiones
de orfandad, las condiciones de los centros para chicos/as con trastornos de conducta o el
derecho de escucha en los procedimientos judiciales.
La norma entró en vigor el 18 de agosto del 2015, a los 20 días de su publicación en el BOE.
33
Según declara su Exposición de motivos, la norma tiene por objeto introducir los cambios
necesarios en la legislación española de protección a la infancia y a la adolescencia que permitan
continuar garantizando a los menores una protección uniforme en todo el territorio del Estado
y que constituya una referencia para las Comunidades Autónomas en el desarrollo de su
respectiva legislación en la materia.
Además, y de modo recíproco, esta ley incorpora algunas novedades que ya han sido
introducidas por algunas normas autonómicas estos años atrás.
- Se introduce un nuevo Capítulo III en el Título I de la LO 1/1996 con la rúbrica «Deberes del
menor», en el que se reconoce a los menores como titulares, no solo de derechos, sino también
de deberes. En este sentido, se regulan los deberes de los menores en general y en los ámbitos
familiar, escolar y social en particular.
- Se refuerza la posición del/la menor frente a los delitos contra la libertad e indemnidad sexual,
trata de seres humanos y explotación de los menores, estableciendo el deber de toda persona
que tuvieran noticia de un hecho que pudiera constituir un delito de este tipo de ponerlo en
conocimiento del Ministerio Fiscal. Se establece, además, como requisito para poder acceder a
una profesión que implique contacto habitual con menores, no haber sido condenado por uno
de estos delitos.
- En materia de adopción, entre otras medidas, se regula con más detalle la capacidad de los
adoptantes y se incorpora una definición de la idoneidad para adoptar; se crea la figura de la
guarda con fines de adopción y la adopción abierta, que permite mantener a la persona
adoptada relación con su familia de origen a través de visitas o comunicaciones, lo que ha de ser
acordado por el juez y se refuerza el derecho de acceso a los orígenes de las personas adoptadas.
- Se refuerzan las previsiones de garantía de las adopciones internacionales señalando que solo
podrán realizarse a través de la intermediación de Organismos acreditados y en los casos de
países signatarios del Convenio de La Haya.
- Se detallan con mayor claridad las obligaciones de los adoptantes, tanto en fase preadoptiva
como en fase postadoptiva.
- se prohíbe de forma expresa la ejecución provisional de las sentencias que se dicten en los
procesos de oposición a las resoluciones administrativas en materia de protección de menores,
5. Otras modificaciones
- Se modifica la Ley de Protección de Familias Numerosas, para asegurar que éstas conserven
el título mientras que al menos uno de los hijos cumpla los requisitos y la edad establecida
(veintiún años o veintiséis años si está estudiando).
- Se introducen en la Ley 43/2006 para la mejora del crecimiento y del empleo determinadas
bonificaciones para los empleadores que contraten indefinidamente o con carácter temporal a
víctimas de trata de seres humanos.
- Se modifica la LGSS (Ley General de la Seguridad Social) para impedir el acceso a las
prestaciones de muerte y supervivencia a quienes sean condenados/as por la comisión de un
delito doloso de homicidio cuando la víctima sea el sujeto causante de la prestación y para
aumentar la pensión de orfandad de los hijos/as de la persona asesinada, que podrán cobrar la
pensión de orfandad absoluta.
Régimen transitorio
- Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor: arts. 5, 7, nuevo
Capítulo III Título I (arts. 9 bis a 9 quinquies), 10, 11, 12, 13, 14, 17, 18, 19, 20, 20 bis, 21, 22 bis,
22 ter, 22 quáter, 22 quinquies, 23 y 24.
- el Código Civil: arts. 9, 19, 133, 136, 158, 160, 161, 172, 172 bis, 172 ter, 173, 173 bis, 175, 176,
176 bis, 177, 178, 180, 216, 239, 239 bis, 303, 1263 y 1264.
- Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil: arts. 76, 525, 779, 780 y 781.
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38
Se modifican un total de 12 normas. Las reformas más importantes afectan a la Ley Orgánica de
Protección Jurídica del Menor , el Código Civil, la Ley de Adopción Internacional, la Ley de
Enjuiciamiento Civil 2000 , la Ley de Enjuiciamiento Civil 1881 , la LOPJ y la Ley Orgánica de
Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género . Además, se establece la
obligación de que todos los proyectos normativos valoran su impacto en la infancia y
adolescencia.
- Se desarrolla y refuerza el derecho del menor a que su interés superior sea prioritario, dotando
de contenido al concepto. Para ello se modifica el art. 2 de la LO de Protección Jurídica del Menor
incorporando tanto la jurisprudencia del Tribunal Supremo de los últimos años como los criterios
de la Observación general núm. 14, de 29 de mayo de 2013, del Comité de Naciones Unidas de
Derechos del Niño.
- Se contempla la guarda provisional de un menor por la Entidad Pública dentro de las medidas
de atención inmediata, para atender situaciones de urgencia, sin declaración previa de
desamparo ni solicitud expresa de los progenitores.
- Se regula a nivel estatal la situación de riesgo. La regulación prevé que el proyecto de actuación
pueda ser consensuado con los progenitores u otros responsables legales y, en caso de que esto
no sea posible, se declarará la situación de riesgo mediante resolución administrativa.
- Se regula la intervención en las situaciones de posible riesgo prenatal y se prevé una solución
para los casos de atención sanitaria necesaria para el menor no consentida por sus progenitores.
- Se establece una duración máxima de dos años para la guarda voluntaria de menores, salvo
que el interés superior aconseje su prórroga. La Entidad Pública deberá elaborar un plan
individual de protección en el que se incluirá un programa de reintegración familiar.
3. REFORMAS EN MATERIA DE ADOPCIÓN (Arts. 175 , 176 , 176 bis, 177 , 178 y 180 CC ; arts. 1,
2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 17, 18, 19, 22, 24, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33 y 34 Ley
de Adopción Internacional; arts. 63 y 1825 a 1832 LEC 1881 )
- Se regula con más detalle la capacidad de los y las adoptantes y se incorpora una definición de
la idoneidad para adoptar.
- Se suprime la necesidad de renovar el asentimiento para la adopción que ahora tienen que
realizar ante el juez las madres si han transcurrido más de seis meses desde que lo prestaron.
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- Se establece el carácter preferente de los expedientes de adopción y el carácter preceptivo de
la intervención del Ministerio Fiscal.
- Se regula de nuevo la guarda con fines de adopción. Esta previsión legal permitirá que, con
anterioridad a que la Entidad Pública formule la correspondiente propuesta al Juez para la
constitución de la adopción, pueda iniciarse la convivencia provisional entre el menor y las
personas consideradas idóneas para tal adopción hasta que se dicte la oportuna resolución
judicial, con el fin de evitar que el menor tenga que permanecer durante ese tiempo en un centro
de protección o con otra familia.
- Se introduce la figura de la adopción abierta, que posibilita que, una vez constituida la
adopción, el adoptado pueda mantener con algún miembro de la familia de procedencia alguna
forma de relación o contacto a través de visitas o de comunicaciones.
- Se refuerza el derecho de acceso a los orígenes de las personas adoptadas, obligando a las
Entidades Públicas a garantizarlo y mantener la información durante el plazo previsto en el
Convenio Europeo de Adopción (al menos años tras haberse hecho definitiva la adopción).
- En el art. 1 de la Ley Integral de Violencia de género, los menores pasan a ser reconocidos como
víctimas de la violencia de género, y como consecuencia de ello se hace hincapié en la obligación
de los jueces de pronunciarse sobre las medidas de protección que afecten a los menores y se
clarifica el sistema de suspensión de la patria potestad, la custodia y el régimen de estancias del
inculpado por violencia de género.
- En relación a los delitos contra la libertad e indemnidad sexual, trata de seres humanos y
explotación de los menores, se establece el deber que tienen todas las personas que tuvieran
noticia de un hecho que pudiera constituir un delito de este tipo, de ponerlo en conocimiento
del Ministerio Fiscal, y se establece, como requisito para poder ejercer una profesión que
implique contacto habitual con menores, el de no haber sido condenado por alguno de estos 41
delitos.
5. MENORES CON PROBLEMAS DE CONDUCTA (Nuevo Capítulo IV del Título II de la Ley Orgánica
de Protección Jurídica del Menor)
Se regula, como novedad importante, en el nuevo Capítulo IV del Título II de la Ley Orgánica de
Protección Jurídica del Menor, el ingreso de menores en centros de protección específicos para
menores con problemas de conducta en los que esté prevista, como último recurso, la utilización
de medidas de seguridad y de restricción de libertades o derechos fundamentales, así como las
actuaciones e intervenciones que pueden realizarse en los mismos. Estos centros de protección
a la infancia tienen en cuenta las especiales características, complejidad, condiciones y
necesidades de estos menores, que requieren de una intervención especializada. Su regulación
puede, en ocasiones, incidir en los derechos fundamentales de los menores, lo cual exige una
normativa en la que se determinen los límites de la intervención, regulándose, entre otras
materias, las medidas de seguridad como la contención, el aislamiento, los registros personales
y materiales o la administración de medicamentos.
6. REFORMAS PROCESALES (Arts. 525, 778 bis; 778 ter, 779, 780,781; arts. 63 y 1825 a 1832 LEC
1881).
- Se unifica el plazo a dos meses para formular oposición respecto a todas las resoluciones
administrativas en materia de protección de menores y se establece un mismo procedimiento
para la oposición a todas las resoluciones administrativas.
- Se concentran en un solo procedimiento los supuestos en los que, durante la tramitación del
expediente de adopción, los progenitores del adoptando pretendieran que se les reconociera la
necesidad de otorgar su asentimiento a la adopción.
Se introduce un nuevo Capítulo III en el Título I de la Ley Orgánica de Protección Jurídica del
menor con la rúbrica «Deberes de los menores», en el que, desde la concepción de los menores
como ciudadanos, se les reconoce como corresponsables de las sociedades en las que participan
y, por tanto, no solo titulares de derechos sino también de deberes. Se regulan los deberes de
los menores en general y en los ámbitos familiar, escolar y social en particular: respeto a la
familia, corresponsabilidad en el cuidado del hogar, respeto a las normas de convivencia en los
centros educativos, respeto a los recursos y las instalaciones públicas, etc.
- Se modifica la Ley de Protección de Familias Numerosas, para asegurar que éstas conserven el
título mientras que al menos uno de los hijos cumpla los requisitos y la edad establecida
(veintiún años o veintiséis años si está estudiando).
- En la Ley de Autonomía del Paciente se incorporan los criterios recogidos en la Circular 1/2012
de la Fiscalía General del Estado sobre el tratamiento sustantivo y procesal de los conflictos ante
transfusiones de sangre y otras intervenciones médicas sobre menores de edad en caso de
riesgo grave.
43
Es por ello que cada Comunidad Autónoma goza de una legislación autonómica que regula el
ámbito de la Protección de menores, que ha de revisarse en cada caso.
Asimismo, todas las comunidades autónomas han establecido un órgano gestor para todo lo que
tiene relación con los servicios sociales de atención a la infancia. Su necesidad es del todo
manifiesta, pues son los servicios sociales los encargados de valorar la situación de desamparo
del menor, con el fin de tomar las medidas urgentes que proceda ante dicha situación y, en
cualquier caso, ponerlo en conocimiento de la autoridad judicial. Por otra parte, existen muchas
actuaciones sociales relacionadas con la tutela, tales como el acogimiento familiar, la acogida
temporal en centros, la derivación a centros educativos, y un sinfín de actividades que requiere
una población tan vulnerable hoy en día como es la de la infancia y adolescencia. Actuaciones
que los servicios sociales deben realizar en el contexto de la familia, pues ésta es el núcleo
insustituible donde debe crecer y desarrollarse el niño para conseguir una plena integración
social.
45
BIBLIOGRAFÍA
Para la elaboración de este módulo hemos revisado la siguiente bibliografía:
▪ Alemán, C (2014): Políticas Públicas y Marco de Protección Jurídica del menor en España.
UNED.
▪ Fundación Pere Tarrés (2009): Estudio sobre la situación de la infancia y la adolescencia
desde la perspectiva de sus derechos y de la calidad de vida.
▪ Muñoz García, C (2015): Anteproyecto de Ley de Protección a la Infancia: Mejorar la
situación de la Infancia y Adolescencia y garantizar una protección uniforme.
Universidad Complutense de Madrid.
▪ VVAA (2013): Glosario Términos referidos al Sistema de Protección de los Derechos de
Niñas, Niños y Adolescentes. Consejo de los derechos de niños, niñas y adolescentes.
Buenos Aires.
▪ VVAA: Glosario para el correcto tratamiento de la información sobre infancia y
adolescencia.
▪ VVAA (2013): II Plan Estratégico Nacional de Infancia y Adolescencia 2013/2016. Ministerio
de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
▪ VVAA (2003): Servicios Sociales especializados en la atención a menores y sus familias.
Área de Servicios Sociales. Madrid. 2003.
46
BLOQUE 2
DESARROLLO PSICOLÓGICO, SOCIAL Y
EMOCIONAL DEL MENOR
1. APARICIÓN DE LA EXPERIENCIA EMOCIONAL.
2. LAS PRIMERAS MANIFESTACIONES AFECTIVAS (LOS ORGANIZADORES DE LA PERSONALIDAD DE SPITZ).
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3. DE LOS 2 A LOS 6 AÑOS
4. DE 6 A 12 AÑOS
5. TEMPERAMENTO
6. TEMPERAMENTO Y PROBLEMAS DE CONDUCTA.
7. INTELIGENCIA EMOCIONAL
8. BIBLIOGRAFÍA
El ser humano nace en un mundo social donde las características físicas y los patrones de
comportamiento del bebé atraen el cuidado de la gente a su alrededor. Bolwby estudió el
desarrollo del vínculo afectivo con los adultos e inspirándose en trabajos con primates propuso
que tenía su origen en comportamientos heredados y propios de la especie conocidos como 48
sistemas de respuesta innatos. El “babyness” o encanto por los niños muy pequeños es
universal. Sus patrones conductuales aseguran la proximidad del cuidador, necesaria para la
supervivencia física. De entre estos sistemas de respuesta innatos, la afectividad es esencial. El
repertorio conductual del más joven de los niños ya incluye un componente emocional.
La afectividad es considerada por algunos autores como un factor fundamental facilitador de las
primeras experiencias comunicativas en niños. El recién nacido dispone de una gama expresiva
muy variada. Como ya hemos dicho anteriormente, entre la madre y el niño se establece un
sistema de interacción afectivo que da lugar al apego, establecido con las personas que
interactúan con él de forma privilegiada. Conlleva determinadas conductas que tienen como fin
mantener al cuidador cerca para garantizar la supervivencia. Las conductas motoras de
aproximación y seguimiento son las más frecuentes. Además conlleva sentimientos por parte
del niño de seguridad, bienestar y placer ante su proximidad y de la ansiedad ante situaciones
de distanciamiento.
La sonrisa, que es el primer organizador, aparece alrededor del primer mes de vida en estado
de vigilia y que se vuelve cada vez más selectiva con respecto a los estímulos que la elicitan
siempre en contextos sociales. Según Spitz los niños no aprenden a sonreír, sino a identificar
rasgos de la cara de su cuidador. El estímulo más determinante es el rostro humano.
El segundo organizador, la ansiedad ante el extraño/a, tiene una manifestación variada en cada
niño, tanto en la edad de aparición como en el grado. Spitz señala que es debido a que ha
desarrollado memoria de evocación y por un proceso de inferencia rudimentaria compara la
representación interna de su cuidador con el desconocido. Por otro lado, a raíz de los estudios
realizados con niños institucionalizados, también se sabe que su manifestación depende de la
calidad de la relación entre el niño y su cuidador/a. Otros apuntan que tiene un valor adaptativo
como respuesta a ciertos indicadores de peligro de su entorno, ya que el fin es solicitar el auxilio
de los padres. Desde las teorías cognitivas y sociales se plantea que son manifestaciones
ambivalentes ya que sienten a la vez atracción y miedo. Y que la respuesta de los niños es más
positiva si el extraño previamente interacciona de forma positiva con el cuidador y 49
posteriormente no se dirige a él de forma brusca. Si la conducta les resulta rara desde el principio
si les provoca rechazo.
La ansiedad de separación aparece hacia el 6º-8º mes, y se caracteriza porque los niños
comienzan a protestar cuando se les separa de los padres. Tres son las principales respuestas
dependiendo del tiempo que pasen separados. Desesperación con una duración inferior a 15
días, por ejemplo por ser hospitalizado. Es una reacción de inconformismo y protesta por la
separación que se puede manifestar con trastornos de la alimentación y en la relación con los
demás como llanto y rechazo de caricias y juguetes. La ambivalencia cuando la separación supera
el mes, que supone la progresiva aceptación de los ofrecimientos de los adultos de su entorno.
Cuando reaparece la figura de apego se muestran esquivos y distantes, como protestadurante
pocas horas. El desapego se produce si la separación se alarga durante meses o años, ya que se
rompe el vínculo afectivo y puede establecer relaciones de apego con otros adultos. Hay
diferencias individuales en cuanto a la seguridad que las figuras de apego proporcionan al niño.
Pueden desarrollar seguridad en sus propias posibilidades, creándoles habilidad para actuar en
su entorno con éxito y confiar en las personas de su entorno cuando los cuidadores responden
con prontitud y adecuadamente a las necesidades de los niños. Si responden de manera
diferente ya sea con mayor o menor prontitud de la que necesitan los niños, puede no darle
seguridad el vínculo afectivo.
Con respecto al tercer organizador, la aparición del no, puede acarrear mayor conflictividad en
las relaciones con su entorno. El niño a través del desarrollo motor que le confiere mayor control
sobre su cuerpo y motilidad, reivindica mayor autonomía, rechazando normas y pautas, que se
le quieren imponer, a pesar de los conflictos que esto le provoca con figuras tan importantes
como los adultos. Además, desde que nacen sienten la necesidad de controlar su entorno y como
elementos principales de él, dominar a los adultos. Se muestran muy exigentes cuando quieren
algo, soportando muy mal las demoras entre sus demandas y el cumplimiento de las
mismas, en parte por la concepción del tiempo en presente. Se suelen mostrar descontrolados
e impulsivos, ya que sus deseos son imperativos. Así mismo sus sentimientos son apasionados y
poco matizados. El sentimiento dominante en esta época de la vida es el sentimiento posesivo
en relación con los adultos, sus padres. Sus episodios de celos manifiestan la incapacidad de
compartir con los demás el afecto o la atención de la persona querida.
Con respecto a sus relaciones con los iguales, a los 6 meses ya pueden mantener relaciones
sociales limitadas no conflictivas con otros niños. Con 12 meses, todos los niños manifiestan
conductas prosociales. En estudios realizados se ha observado que los niños que a los 6-9 meses
se muestran muy sociables con sus madres, lo son a su vez con otros niños. Todo parece indicar
que la calidad y el tipo de relaciones que establecen con los padres influyen en los estilos sociales
que desarrollan con los compañeros de su edad.
50
La construcción de la personalidad.
Así no es debido a problemas del lenguaje que no use el pronombre personal, si no a problemas
en la construcción de la identidad. Esta construcción es fundamental en este período. Otra
realidad importante en este periodo es el de la identidad sexual. Sobre los 2-3 años sabe como
categorizarse pero falla en categorizar a los demás. Así un niño de 4-5 años piensa que puede 51
convertirse alguien en una persona del sexo contrario solo con llevar atributos externos
relacionados al otro sexo: vestirse, pendientes. Se ha demostrado la precocidad en la adquisición
de los estereotipos asociados al papel social adjudicado a cada sexo de una forma muy
tradicional, siendo muchas veces más acusados de lo vivido en su ambiente familiar, si bien no
tiene problemas en admitir que sus padres tomen papeles contrarios, cuando juegan atribuyen
los roles de manera tradicional.
Desde las teorías psicoanalíticas, la construcción de la identidad sexual tiene un papel primordial
en la construcción de la personalidad, relacionándolo con la resolución del conflicto edípico
mediante la identificación con las figuras parentales que lleva a la formación del superyó,
instancia de la personalidad que supone la interiorización progresiva de las normas morales que
en la edad de 5 años es muy rígida por la necesidad de ser querido por los padres. Piaget desde
la teoría genetista-constructivista concibe esta edad la del realismo moral, en la que el niño
concibe lo que se debe o no hacer en función del castigo y recibir la sanción según el resultado
y no la intencionalidad del acto. Entre los 3 y los 5 años, se va formando la idea de un yo privado
no observable por los demás. Comienzan a surgir las rivalidades, los celos, la envidia y los
secretos.
La escala de valores y los estilos educativos varían mucho de una familia a otra ya que los padres
se encargan de la educación, formación de hábitos y normas de conducta del niño, cada familia
tiene unas características afectivas y sociales determinadas. Otro aspecto importante en la
evolución social y afectiva del niño es la disciplina, entendida como la adquisición de habilidades
tomando como modelo a una persona.
Los/as niños/as pequeños/as admiran profundamente a sus padres/madres, personas que les
protege y por tanto las más importantes en su vida, por lo que se constituye una base sólida
para que deseen imitarlos. En su imitación influye más lo que hacen que lo que dicen, de forma
que es importante dar señales de autodominio y paciencia. Los patrones de personalidad se
adquieren, según Bandura, en gran medida por la imitación activa. El autodominio no se alcanza
hasta el momento en que las personas pueden tomar sus propias decisiones, pero es importante
desde pequeños educar para ello.
La actitud del adulto/a influye mucho en el tipo de relaciones que establecen los niños entre
ellos. La más favorecedora para el desarrollo de la autonomía intelectual, afectiva y social es la
que permite que discutan y resuelvan los problemas entre ellos. Además una relación afectiva
coherente con los padres favorece el desarrollo social y afectivo con los demás. Aquellos que
con 3 años constituyeron una relación de apego seguro con sus madres eran más competentes 52
socialmente; habría por tanto una relación de continuidad entre el tipo de relaciones establecido
con los padres y el establecido con los iguales. Las relaciones con estos favorece el
descentramiento social y cognitivo (porque las perspectivas de otros niños son más próximas
que las de los adultos), la canalización y regulación de la agresividad y el reconocimiento de los
derechos y deberes de los demás.
DE 6 A 12 AÑOS
En esta etapa a parte de los progresos a nivel cognitivo se dan grandes avances en el área
afectiva y la formación de la personalidad. El progresivo descentramiento le permite analizar las
personas y las cosas desde diferentes puntos de vista lo que le permite hacerse una idea sobre
sí mismo y la realidad que le rodea. La superación del egocentrismo le permite ver los aspectos
positivos y negativos de las personas que le rodean y de sí mismos. La resolución edípica le
permite avanzar en la construcción de la propia identidad, liberarse de la rigidez del superyó y
valorar con relatividad las conductas y características personales de sus padres.
Autoconcepto y autoestima.
53
La identidad sexual.
A partir de esta edad tienen un concepto permanente basado en las características biológicas.
La identificación con el sexo supone la adopción de roles en un continuo de expresividad
(afectivas, expresivas, verbales)/instrumentalidad (eficaces, seguros, inexpresividad emocional)
femenino/masculino. Se han planteado tres tipos de cuestiones: 1ª hasta que punto eso sigue
estando vigente en nuestra sociedad actual; 2ª los estilos de relación y 3º en que medida son
diferencias innatas o provocadas por agentes de socialización. Con respecto a la primera
cuestión, en estudios realizados por autores como Maccoby y Jacklin, en el año 1974, se
encontraba que la diferencia más clara era la agresividad, vigente en los niños desde muy
temprana edad y hasta la primera juventud.
Con respecto a las habilidades las mujeres destacaban en las verbales y los hombres en
orientación espacial y conceptos matemáticos, pero estas diferencias se empezaban a observar
desde los 11 años.
Con respecto a los estilos comunicativos interaccionan y usan el lenguaje de forma distinta desde
esta etapa del desarrollo. Prefieren contextos diferentes y derivado de ello aprenden usos del
lenguaje diferentes: las niñas prefieren jugar en lugares interiores, juegan con mayorfrecuencia
a juegos típicos del otro sexo, y los niños en grupos de edad más amplios y a juegos competitivos,
por lo que los niños aprenden a indicar posición de dominio, atraer y mantener audiencia y las
niñas crear y mantener relaciones de intimidad con iguales, criticar a los demás e interpretar
correctamente las conversaciones de otros.
Con respecto a la tercera cuestión, no hay certeza respecto a la repercusión del sexo biológico
en las características psíquicas, pero sí muchas sobre la influencia no consciente del entorno o
de los agentes de socialización sobre las mismas.
La capacidad de situarse desde la perspectiva de los/as demás. Ya se ha dicho que a partir de los
6 años realiza grandes avances en el descentramiento social, adopta una perspectiva social
subjetiva, que puede diferenciar sus sentimientos y pensamientos de los de los otros pero aún
le cuesta verse como le ven los/as demás.
El desarrollo moral.
Relacionado con la adopción de normas y valores sociales, hay que distinguir entre principios
morales y normas convencionales. Piaget concibe la moralidad como el respeto por las reglas
sociales y la justicia fundamentada en la reciprocidad e igualdad entre los individuos. Plantea
una evolución que va desde un realismo moral como de responsabilidad objetiva, en la que se
tiene en cuenta el resultado más que la intencionalidad a una responsabilidad subjetiva. 54
Considera que la primera no solo depende del nivel de desarrollo cognitivo del niño si no de la
actitud de los adultos y la presión que ejercen sobre los niños. El niño aplica al pie de la letra lo
que interpreta de la actitud de los padres que aunque expresen por el lenguaje nivel de
desarrollo de responsabilidad subjetiva pueden conducirse por la objetiva. En esta etapa pasa
de la heteronomía moral, sumisión a los criterios que piensan que se rigen los adultos y que
supone imposición por el principio de autoridad, a la moral autónoma que surge del respeto
mutuo y del principio de igualdad, construye sus propias reglas de acuerdo a los principios
básicos de los derechos humanos.
Kohlberg con estudios primero transversales y más tarde longitudinales estudió el juicio moral
siguiendo los conceptos de Piaget. Plantea una serie de estadios en el desarrollo moral:
NIVEL I Preconvencional
• Estadio 1: moral heterónoma. Punto de vista egocéntrico en el que los demás tienen los
mismos intereses que él. Razones para cumplir normas son la evitación del castigo.
• Estadio 2: finalidad instrumental, individualismo. Criterio moral de satisfacer sus
necesidades y los demás las suyas. Entiende intereses diferentes a los suyos
NIVEL II Convencional
• Estadio 5: contrato social y derechos individuales. Reglas respetadas por contrato social
pero determinados derechos deben ser defendidos independientemente de la sociedad
y la opinión de la mayoría (como derecho vida y libertad).
• Estadio 6: principios éticos universales. Criterio moral propio que engloba principios de
justicia y derechos humanos. Hasta aquí hemos analizado las generalidades en el
desarrollo emocional normal de un niño.
Volvemos a los inicios de la vida de un niño pero ahora analizando aquellas características que
dan como resultado su individualidad: el temperamento. Más adelante analizaremos el
resultado de su interacción con el medio que acaba constituyendo el carácter o lo que,
últimamente, conceptualizamos como inteligencia emocional.
55
TEMPERAMENTO
El temperamento es la reacción singular de cada persona a la gente, los acontecimientos y las
condiciones de nuestro mundo. Existen diversas concepciones acerca del origen del
temperamento, para algunos autores es genético y para otros resultado del aprendizaje. En
cierta época se consideró que el temperamento era hereditario, que se determinaba por
"humores corporales", glándulas e, incluso, la constitución del cuerpo.
Hoy en día, hay evidencias de que se trata en gran parte de un producto del aprendizaje aun
cuando la salud y el equilibrio endocrino son influencias importantes, los estímulos emocionales
y el modo en que los niños aprenden a responder ante ellos. La línea más aceptada es que está
determinada por los genes pero se modela por el aprendizaje. El resultado de esto sería lo que
conocemos por carácter. La vida parecerá transcurrir más fácilmente cuanto mejor se adapte el
temperamento de la persona a su medio ambiente físico y social. Mientras determinados niños
suelen sonreír frecuentemente y lloran muy pocas veces, otros niños actúan de forma contraria.
Estas diferencias, que aparecen desde el nacimiento, demuestran que cada niño tiene diferentes
temperamentos o estilos característicos e individuales de aproximarse a las situaciones y a las
demás personas. Desde el primer día de nacido, comenzará a revelar un estilo de
comportamiento específico que influenciará cómo reacciona y aborda a las personas y las
situaciones en su mundo, incluido lo sensible o alegre, tranquilo o extrovertido, exaltado o
adaptable que sea. No hay manera de predecir qué tipo de temperamento tendrá el bebé.
56
Tras observar a cientos de niños desde el nacimiento hasta concluida la infancia, los
investigadores de la conducta han identificado nueve aspectos innatos del temperamento. Son
los siguientes:
III. Disposición para aceptar personas y situaciones nuevas: si su bebé se trastorna con
facilidad con alimentos nuevos o situaciones nuevas como el primer baño, o disfruta
mucho de las variaciones cuando lo manejan.
VIII. Persistencia: si el bebé tiene mucha paciencia para quedarse con un juguete nuevo
o una destreza que trata de perfeccionar, o cambia rápidamente a algo que le resulta
más fácil.
IX. Grado de sociabilidad: si disfruta que se le coja con frecuencia, o no le gusta sentirse
coartado e insiste en tener mucha actividad física.
El bebé de reacción lenta también se adapta con dificultad a las situaciones cambiantes y tiende
a rechazar a las personas y objetos desconocidos, pero luego paulatinamente va tomando
confianza y se integra. Es generalmente menos activo de comienzo hasta entrar en calor.
Representa un 15% aproximadamente de los niños.
Hay una serie de principios que ayudan a que la vida del y al lado del niño sea lo más serena
posible. Comprender como es su temperamento resulta muy útil para cuidarlo y ayudarlo a
desenvolverse en la vida. Saber que se distrae o se molesta fácilmente con muchos ruidos, hace
que intentemos calmarlo en un lugar tranquilo para que sea más fácil.
En los años escolares tener esta característica suya en cuenta sirve para facilitarle un lugar
tranquilo donde hacer sus deberes. Partir de que el temperamento del niño es único, también 57
ayuda a respetarlo como individuo, reconociendo su individualidad, en vez de tratar de cambiar
su naturaleza básica. Eso no significa aceptar todo tipo de comportamiento, sino ajustar las
técnicas de crianza para lidiar lo mejor posible con los aspectos más difíciles de su personalidad.
Al respetar la individualidad del bebé y mostrar que lo entiende, su vida comenzará más feliz y
con un sentimiento positivo de amor propio. Puede ser algo difícil al principio, sobretodo si el
temperamento del niño es diferente al del padre. Es positivo en lo que se pueda, dejarlo hacer
las cosas a su manera, a su propio ritmo. Eso hará que las cosas sean menos frustrantes para
ambos. Crecerá seguro de sí mismo. Además, tendrá mejores oportunidades de ser feliz y tener
éxito si aprende a jugar, trabajar y vivir la vida a su manera.
Por ejemplo, colóquelo sobre una manta suave y haga contacto visual con el bebé mientras
juegan, hablan y se ríen. Por último, si a veces siente inseguridad con respecto a sus habilidades
como madre o padre, es tranquilizante pensar que los aspectos difíciles del temperamento de
su hijo son, en gran medida, producto de sus genes, y no un reflejo de sus propias características.
Se ha realizado un estudio exploratorio sobre la continuidad de las dimensiones
temperamentales desde el nacimiento hasta los 9 meses (Pérez-López et al 1993).
Con respecto a la misma, hay autores que proponen una base constitucional del temperamento
y predicen su estabilidad a lo largo del tiempo mientras que otros consideran el cambio igual
que se da en otras características del desarrollo humano. Consideran que el término continuidad
se adecua mejor al carácter dinámico del desarrollo humano. Para estudiarlo parece mas
adecuado observarlo desde los primeros momentos de vida, antes que la influencia de la
socialización y las primeras experiencias puedan modificar sus características. Uno de los
instrumentos que utilizaron fue la NBAS (Escala para la evaluación del comportamiento
neonatal) de Brazelton pues se considera útil para detectar y predecir de forma temprana rasgos
temperamentales.
De los resultados obtenidos concluyeron que se puede predecir continuidad en las dimensiones
de actividad y docilidad desde el nacimiento hasta los 9 meses de vida.
INTELIGENCIA EMOCIONAL
Hemos analizado el desarrollo emocional normal en base a las características propias de cada
edad y los componentes diferenciales desde el nacimiento constituido por el temperamento.
Íntimamente relacionado con el temperamento, queríamos analizar un aspecto no menos
importante y cuyo cuidado y desarrollo promueve el éxito personal y social conocido como la
“inteligencia emocional”, que no se basa en el grado de inteligencia de un niño sino en sus
características de personalidad o carácter.
El término inteligencia emocional fue utilizado por primera vez por los psicólogos Peter Salovey
y John Mayer de la Universidad de Harvard (1990), definida como: "la habilidad para percibir,
evaluar, comprender y expresar emociones, y la habilidad para regular estas emociones que
promuevan el crecimiento intelectual y emocional". Otra buena definición sería aquella que dice
que es un subconjunto de la inteligencia social que comprende la capacidad de controlar los
sentimientos y emociones propias así como las de los demás, de discriminar entre ellas y utilizar
esta información para guiar nuestro pensamiento y nuestras acciones".
Se empleó para describir las cualidades emocionales y sociales que parecen tener importancia
para el éxito en la vida, como son: la empatía, la expresión y compresión de los sentimientos, el
control de nuestro genio, la independencia, la capacidad de adaptación, la simpatía, la capacidad
de resolver los problemas de forma interpersonal, la persistencia, la cordialidad, la amabilidad y
el respeto. El interés respecto al concepto de inteligencia emocional comienza a partir de sus
consecuencias para la crianza y educación de los niños, pero se extiende al lugar de trabajo y 59
prácticamente a todas las relaciones humanas.
Los estudios demuestran que las mismas capacidades del CE que dan como resultado que un
niño sea considerado como un estudiante entusiasta por su maestra o sea apreciado por sus
amigos, también lo ayudarán en su vida adulta. Si bien estas características no son medibles
como el Cociente Intelectual, si las podemos reconocer con facilidad en los niños. Muchos
especialistas de las ciencias sociales creen que los problemas de los niños de hoy, pueden
explicarse por los cambios complejos que se han producido en las pautas sociales en los últimos
años, incluyendo el aumento de divorcios, la influencia de la televisión y los medios de
comunicación, la falta de respeto hacia las escuelas como figuras de autoridad, y el tiempo cada
vez más reducido que los padres les dedican a sus hijos.
Suponiendo que los cambios sociales resultan inevitables, se plantea la siguiente pregunta: ¿qué
puede usted hacer para criar niños felices, saludables y exitosos? La respuesta no es simple, pero
podemos comenzar por conocer y aceptar las individualidades de nuestros hijos, para de esta
manera poder reconocer las debilidades y fortalezas que posea cada uno. Por otra parte, es de
vital importancia comprender que el ambiente, tanto familiar como escolar influye de manera
significativa (positiva o negativamente) en el rendimiento escolar. Si queremos estimular la
inteligencia emocional de nuestros hijos debemos enseñarlos a: entablar amistades y
conservarlas, trabajar en grupo, soportar las burlas, respetar los derechos de los demás,
motivarse cuando las cosas se ponen difíciles, tolerar las frustraciones y aprender de ellas,
superar sentimientos negativos como la ira y el rencor, tener autoestima elevada, manejar las
emociones, y aprender a expresar los sentimientos de manera adecuada.
BIBLIOGRAFÍA
▪ Talbott JA, Hales RE, Yudofsky SC. Tratado de Psiquiatría. Barcelona: Ed. Ancora, 1989
1991
▪ Pérez-López J, Hernández Del Rincón E, González Salinas MC, Martínez Fuentes MT.
▪ Rappoport L. La personalidad desde los 0 a los 6 años, Barcelona: Ed. Paidos, 1991.
▪ Rappoport L. La personalidad desde los 6 a los 12 años, Barcelona: Ed. Paidos, 1986.
BLOQUE 3.
ACOGIMIENTO RESIDENCIAL EN
INFANCIA Y ADOLESCENCIA
1. ¿QUÉ ES EL ACOGIMIENTO RESIDENCIAL?
2. FUNCIONES Y OBJETIVOS DEL ACOGIMIENTO RESIDENCIAL
3. TIPOS DE RECURSOS RESIDENCIALES
3.1. Programas Generales
3.2. Programas Especializados
3.3. Tipología de Recursos de Acogimiento Residencial
4. PERSONAS DESTINATARIAS DEL ACOGIMIENTO RESIDENCIAL
5. INSTALACIONES
6. RECURSOS HUMANOS
6.1. Director/a
61
6.2. Responsable del Recurso
6.3. Educador/a
6.4. Educador/a Tutor/a
6.5. Auxiliar educativo/a (técnico/a de integración)
6.6. Profesionales de apoyo técnico
6.7. Personal de administración y servicios. Auxiliar de hogar.
6.8. Voluntariado y prácticas profesionales o académicas
6.9. Ratios de Personal
6.10. Selección de Personal
6.11. Formación del personal
7. ORGANIZACIÓN Y GESTIÓN
7.1. Responsabilidad y participación
7.2. Planificación laboral
7.3. Estructuración de los centros
7.4. Metodología básica del trabajo educativo
7.5. Documentos para la gestión, planificación y evaluación
7.6. Documentos para la intervención
7.7. Gestión económica
8. PROCESO DE INTERVENCIÓN EN ACOGIMIENTO RESIDENCIAL
8.1. Ingreso en acogimiento residencial
8.2. Estancia en acogimiento residencial
8.3. Egreso de acogimiento residencial
9. DOCUMENTOS PARA LA CONSULTA
BIBLIOGRAFÍA
Es, por tanto, una medida de protección destinada a aquellas personas menores de edad que no
pueden permanecer en sus hogares, y mediante la cual se les proporciona un lugar de residencia
y convivencia que cumpla con el cometido de una adecuada satisfacción de sus necesidades.
Esta medida se basa en dos características fundamentales: su carácter instrumental , ya que está
al servicio de un Plan de Caso que contemple una finalidad estable y normalizada; y la
temporalidad , en cuanto que las personas menores de edad que requieran un hogar de
sustitución por tiempo indefinido o muy larga estancia deberían orientarse hacia el acogimiento
familiar o la adopción cuando sea posible. Así pues, los recursos de acogimiento residencial, en
sus diferentes modalidades, configuran un tipo de recurso social indicado para aquellas
personas menores de edad que precisan de un contexto de convivencia sustitutivo de la familia.
El modelo de atención que se propone para el acogimiento residencial, atendiendo a los cambios
habidos en los últimos años en la población atendida, así como en el perfil de los profesionales,
es el de una intervención intensa e individualizada, capaz de llevar a cabo estrategias tanto
preventivas como rehabilitadoras de ciertos retrasos del desarrollo o problemas de
comportamiento, que tan frecuentes son en áreas como las habilidades sociales, cognitivas o de
autonomía personal.
Se debe superar el concepto de residencia como mera estancia protectora para proponer un
modelo de contexto educativo y terapéutico donde las personas profesionales despliegan
variedad de estrategias y de recursos para potenciar al máximo el desarrollo de los niños, niñas
o adolescentes bajo su cuidado.
La intervención con las personas menores de edad en el marco de las residencias tendrá como
referencia y guía el Plan de Caso trazado por los y las responsables de los servicios de Infancia
de la Diputación. Los procedimientos de ingreso, seguimiento, bajas y las cuestiones relativas a
los expedientes, incidencias especiales y otras cuestiones importantes, seguirán lo establecido
en las normas y protocolos elaborados por la Diputación.
A diferencia del papel que desempeñaron las residencias en el pasado, en la actualidad una de
las principales características de este tipo de recursos sociales es su integración en una red
coherente de medidas e intervenciones para la protección a la infancia.
Un principio básico es que la utilización de los recursos de acogimiento residencial (en sus
diversas modalidades) resulte de una adecuada y rigurosa evaluación del caso en la que,
descartada la conveniencia o viabilidad de otro tipo de intervenciones, se considere el
acogimiento residencial como la mejor de las alternativas.
En cualquier caso el acogimiento residencial debe tener siempre una finalidad terapéutica y
rehabilitadora, habida cuenta de los daños y las experiencias traumáticas que han sufrido los
niños, niñas y adolescentes que deben ser apartados de sus familias. Estas intervenciones
pueden desarrollarse como una acción más dentro de cualquier recurso residencial, o bien
mediante recursos específicos diseñados para un tratamiento más intensivo, como son los
pertenecientes al Programa Especializado.
Por lo que respecta a los objetivos los recursos residenciales tienen como función esencial el
ejercicio de la acción educativa y socializadora que toda persona menor de edad tiene derecho
a recibir y que normativamente se desarrolla en un contexto familiar. En ausencia de éste, los
recursos residenciales de protección se convierten en su principal soporte educativo y de
64
desarrollo.
Para cumplir adecuadamente esta finalidad se deberán tener en cuenta cuatro grandes
objetivos generales:
2.- Integrar a las personas menores de edad en los principales contextos de socialización como
la escuela, la comunidad o, en su caso, el trabajo, intensificando la utilización de los recursos
sociales normalizados. En cada caso se considerará la forma más conveniente de relaciones a
mantener con el contexto familiar del niño, niña o adolescente.
3.- Constituir un entorno de seguridad y protección para las personas menores de edad donde
puedan generarse experiencias de aprendizaje basadas en adecuados modelos educativos de
responsabilidad y relación positiva.
4.- Contribuir a la consecución del Plan de Caso establecido, dando prioridad en los programas
educativos individuales (PEI) a cuantas acciones e intervenciones permitan alcanzar los objetivos
de ese plan del modo más rápido y adecuado posible.
Por otra parte, cuando la atención de urgencia se haga frecuente y necesaria para un 65
determinado grupo de personas menores de edad con características y necesidades muy
específicas, se podrán crear pisos o centros residenciales de acogida de urgencia específicos para
dicho grupo. Un ejemplo actualmente necesario es el de las residencias de primera acogida para
personas menores de edad no acompañadas.
B. Programa Básico: es el programa que permite atender por sí mismo las necesidades
educativas y de convivencia de las personas menores de edad acogidas. Este programa es el
núcleo de partida de todos los recursos residenciales y a él se podrán añadir otros más
específicos según las necesidades y las edades de niños, niñas o adolescentes atendidos. Los
recursos residenciales con prestación exclusiva de programa básico son hogares estables,
dirigidos a niños, niñas y adolescentes entre 4- 18 años, con acogimiento de duración variable
según la finalidad del caso y llevándose a cabo en pisos o centros residenciales con una
capacidad máxima de 10 personas menores de edad por piso o unidad.
C. Programa Básico de Atención a Primera Infancia: destinado a niños y niñas de 0-3 años, con
duraciones muy breves, durante el tiempo imprescindible para poder ser emplazados en un
contexto familiar. Este programa se define como a extinguir y solamente se mantendrá el tiempo
necesario hasta conseguir que los recursos de acogimiento familiar puedan dar respuesta a
todos los niños y niñas de estas edades.
C. Programa de preparación para la emancipación. Como paso previo para pasar a un programa
de emancipación, que va a requerir unas habilidades básicas de vida independiente, se puede
trabajar un programa de preparación a partir de los 14 años que facilite esa transición. Este
programa se puede aplicar a adolescentes de estas edades en cualquier tipo de centro o piso
que se encuentren.
2) Pisos de acogida: núcleos de convivencia ubicados en viviendas ordinarias, con una capacidad
máxima de 10 plazas. Se estructuran como hogares funcionales, que requieren la presencia
permanente personal educativo adecuado al número, edades y características de los niños, niñas
y adolescentes atendidos.
67
En general, pueden ser objeto de atención de los distintos recursos residenciales todas las
personas menores de 18 años que requieran una medida de guarda debido a su situación de
desprotección. De manera específica se entiende que las medidas residenciales serán aplicables
a aquellas personas menores de edad en las que existe una separación con respecto al núcleo
familiar y para los cuales la medida de acogimiento familiar no es posible o es desaconsejable.
La citada medida de guarda se puede producir como derivada de la situación de haber asumido
una tutela en un caso de desamparo o como una intervención a petición de las familias para
evitar precisamente un posible desamparo posterior. En este caso la guarda tiene una finalidad
preventiva de apoyo a la familia y ésta conserva la tutela. También es posible, como la ley señala,
que la guarda se asuma por decisión judicial.
– Cuando las personas menores de edad presentan graves problemas de conducta y se ponen a
sí mismos o a otros en grave peligro, lo que llevaría a considerar su derivación a un programa
especializado.
– Cuando las personas menores de edad presentan graves trastornos psiquiátricos que les
impiden beneficiarse de la convivencia en el recurso residencial y que deberían obtener un
recurso más específico dentro de la propia red de atención en salud mental pública o privada.
– Cuando las personas menores de edad presentan algún tipo de drogodependencia que
requiere un trabajo de desintoxicación y psicoterapéutico previo.
Cuando los casos presenten grave discapacidad se valorará si la atención a sus necesidades
puede ser adecuadamente prestada en los recursos residenciales o si precisan atención más
específica dentro de la red de servicios para personas con discapacidad.
Dada la enorme variedad de edades, situaciones y problemas que presentan las personas
menores de edad a atender es importante que la red de recursos de protección utilice los
recursos comunitarios que precise para la cobertura adecuada de las variadas necesidades de
dichas personas menores de edad: guarderías, centros de día, centros específicos para personas
con discapacidad, centros ocupacionales, unidades terapéuticas de salud mental, y cualquier
otra que permita cubrir las necesidades de los niños, niñas y adolescentes.
Aunque la atención se realiza, por definición, con las personas menores de dieciocho años, el
acogimiento residencial deberá establecer mecanismos de preparación para la vida adulta, así
como actuaciones de seguimiento, apoyos y programas específicos de continuidad por encima
de los dieciocho años para los que finalizan la acogida y deben independizarse.
Previo acuerdo entre la persona atendida y el servicio de protección, podrán ser usuarias de los
recursos de acogimiento residencial, en el marco de un programa de emancipación, las personas
jóvenes mayores de 18 años que, con anterioridad a su mayoría de edad, residieran ya en un
recurso de la red de protección. La permanencia de estos y estas jóvenes en la red de
acogimiento residencial podrá extenderse por un máximo de 18 meses, debiendo cualquier
exceso de esta limitación motivarse adecuadamente atendiendo a las necesidades individuales
de la persona y al impacto que dicha permanencia pudiera tener, en su caso, para el resto de las
personas que residen en el mismo recurso.
Las personas menores de edad no acompañadas han sido definidas como aquellos niños, niñas
y adolescentes menores de 18 años que han realizado un proyecto migratorio solos o
acompañados y se encuentran fuera de su país de origen, separados de las personas que por ley
o costumbre los tienen a su cargo y han podido acceder al país de destino a través de una
69
solicitud de asilo o de forma irregular. Estas personas menores de edad han supuesto en los
últimos años un enorme reto para los servicios de protección de menores de prácticamente
todas las comunidades autónomas. Son varias las razones que explican estas grandes
dificultades.
Las dificultades encontradas por el sistema de protección para atender a este grupo tienen varias
causas. Por una parte, el sistema de protección a la infancia en las distintas comunidades
autónomas se había ido construyendo para hacer frente a situaciones de desprotección
derivadas fundamentalmente del inadecuado cumplimiento de las obligaciones de educación y
protección que los padres deben asumir. Este sistema estableció la prioridad del trabajo con las
familias para evitar la separación, y en el caso de que ésta se tenga que producir, la preferencia
por la búsqueda de un acogimiento en familia o en un recurso residencial de forma temporal
hasta alcanzar una situación definitiva. Las leyes establecen como criterio preferente la
reunificación familiar, siempre que sea posible, o la búsqueda de una familia alternativa por vía
de acogimiento o adopción, de modo que las personas menores de edad vean satisfecho su
derecho a vivir en familia. Desde esta perspectiva, este marco legal es claramente insuficiente
para responder a las necesidades de los niños, niñas y adolescentes no acompañados, ya que la
reunificación familiar no es normalmente posible ni deseada por la persona menor de edad y las
posibilidades de acogimiento y adopción son mínimas.
El tipo de intervención protectora que más se aproxima a las necesidades de este grupo es el de
los proyectos de independencia y apoyo en la transición a la vida adulta, en los que no se cuenta
con familia de referencia y se trabaja hasta la mayoría de edad para conseguir un
desenvolvimiento adulto autónomo. Del mismo modo que el marco legal no tenía previsto
atender este tipo de necesidades tan específicas que las personas menores de edad no
acompañadas presentan, los recursos utilizados en las intervenciones tampoco estaban
preparados para su atención. En el caso de los recursos de acogimiento residencial, cuando
empezaron a llegar las personas menores de edad no acompañadas, fueron atendidas en los
dispositivos llamados de primera acogida, lugar habitual de entrada de los casos de urgencia y
donde se realiza una evaluación para poder tomar una decisión sobre el recurso o la intervención
más apropiados.
En muchas comunidades estas residencias de primera acogida sufrieron un enorme colapso por
la llegada cada vez más numerosa de estos niños, niñas y adolescentes y la falta de recursos
apropiados en la red hacia donde poder derivarlos. Las características de estos niños, niñas y
adolescentes, en cuanto a sus dificultades lingüísticas, culturales y la variedad de perfiles que
presentan, hicieron muy difícil encontrar soluciones apropiadas. Los recursos de primera
acogida han funcionado para las personas menores de edad no acompañadas como lugares de
estancia permanente en muchas ocasiones.
En las comunidades donde se han ido abriendo hogares estables de convivencia en los que ir
acogiendo a estos y estas adolescentes, habitualmente en grupos donde conviven entre sí y no
con personas menores de edad que proceden del propio territorio, el problema derivó en que 70
la llegada cada vez más creciente de estas personas menores de edad no acompañadas obligó a
la apertura de un gran número de recursos para los cuales, en muchas ocasiones, era difícil
contar con un personal y unos proyectos educativos suficientemente adaptados a sus peculiares
necesidades.
En cualquier caso, la atención a las personas menores de edad no acompañadas, con todas las
peculiaridades y dificultades que plantea a un sistema de protección que no había previsto esta
situación, debe regirse por los mismos principios que la atención a cualquier persona menor de
edad en situación de desprotección. Esto incluye asumir la tutela cuando la situación se
determine como de desamparo y cubrir sus necesidades de protección y educación integral.
Dentro del sistema de protección se debe contemplar la posibilidad de que los casos de los niños
y niñas más pequeñas puedan tener la posibilidad de ser acogidas en familia, bien sean familias
de su misma procedencia cultural residentes en nuestro territorio u otro tipo de familias.
Sin embargo, la inmensa mayoría deberá encontrar una cobertura de sus necesidades mediante
la red de acogimiento residencial, para lo cual es necesario plantear una serie de principios de
intervención:
Por otra parte, la gran variedad de procedencias de países y referentes culturales hace que sea
necesario dotar a estas residencias de primera acogida de personal con conocimientos
suficientes en estos aspectos, a ser posible personas que conozcan bien sus idiomas y sus
costumbres. Esta es la única forma de poder establecer una relación que permita profundizar en
la evaluación y posteriormente lograr una vinculación que permita el trabajo educativo. Además,
dadas las grandes fluctuaciones en las llegadas de estos y estas adolescentes, estos recursos de
primera acogida deben tener unos márgenes de capacidad bastante más amplios que el resto
de los hogares.
Aunque es muy poco frecuente, ante la posibilidad de la llegada de personas menores de edad
no acompañadas de más corta edad, especialmente por debajo de los 12 años, se debe valorar 71
la posibilidad de la integración familiar mediante acogimiento.
La vida en los recursos residenciales requiere unas habilidades mínimas que deberían ser
adquiridas y trabajadas desde la primera acogida, de modo que se facilite la inserción en estos
recursos de convivencia con altas probabilidades de éxito.
Por otra parte, sería deseable que estas personas menores de edad no acompañadas, en cuanto
que su plan de caso de emancipación es similar al que tienen otros y otras adolescentes
procedentes del propio territorio, pudieran compartir la convivencia, creando espacios mixtos
de adolescentes de procedencia extranjera y local. No obstante, este es un criterio que está a
expensas también de la propia motivación de las personas adolescentes para tener estas
experiencias de convivencia, sin que quepa forzarla ni uno ni en otro sentido.
En definitiva, la atención a las personas menores de edad no acompañadas se plantea desde los
mismos derechos e iguales planteamientos que el resto de los niños, niñas y adolescentes con
medidas de protección. Se debe seguir el proceso establecido de una adecuada evaluación
individualizada, la elaboración de un plan de caso ajustado a sus específicas necesidades y la
derivación al recurso donde mejor se puedan satisfacer éstas. La peculiaridad más importante
de la atención a estas personas menores de edad es el proceso de primera acogida por la
necesidad de una buena recogida de documentación, constatación de su situación y una
evaluación que debe emplear personal especialmente conocedor de la realidad que presentan.
A partir de esta evaluación, el plan de caso y la utilización de los recursos correspondientes
siguen las mismas pautas de proceso que se utilizan para el resto de las personas menores de
edad y por tanto les son de aplicación los mismos criterios de atención de calidad que en este
Programa Marco se plantean con carácter general.
72
5. INSTALACIONES
Localización y recursos
Con carácter general, los recursos de acogimiento residencial deberán cumplir, en función de su
tamaño y características, las condiciones estipuladas en la legislación vigente en materia
sanitaria, urbanística, arquitectónica y de seguridad e higiene, incluidos los requisitos
relacionados con la protección acústica, las condiciones térmicas, la protección contra incendios
y la accesibilidad exterior e interior.
En el caso de los recursos con varias unidades de niños, niñas y adolescentes, cada una deberá
estructurar un espacio independiente con todas las estancias características (habitaciones, sala
de estar, cuartos de baño y, a poder ser, cocina) que responden a los patrones culturales de las
viviendas al uso. Es importante evitar las estancias de usos específicos como salas de estudio o
salas de ver la televisión, que reproducen patrones más tradicionales y menos normativos.
Aunque los programas especializados pueden requerir medidas físicas de contención y otras
particularidades, en ningún caso puede ser motivo para que los espacios interiores y el diseño
general no sea el de un hogar lo más acogedor y familiar posible.
cuando acojan a algún niño, niña o adolescente con discapacidad, deberán contar con las
adaptaciones y cumplir los requisitos regulados en la normativa de accesibilidad vigente en
relación con las viviendas reservadas a personas usuarias de sillas de ruedas o con movilidad
reducida y con las viviendas destinadas a personas con discapacidad sensorial o psíquica. En todo
caso, se garantizará la existencia, en la red de acogimiento residencial, de plazas adaptadasen
número suficiente para responder a las necesidades de los niños, niñas o adolescentes en
situación de desprotección que presenten movilidad reducida, dificultades de la comunicación
o que se encuentren en situación de dependencia.
Las habitaciones
Las habitaciones deben estar dispuestas para usos individuales o dobles, como máximo. De
forma provisional podrían autorizarse habitaciones triples cuando se requiera un esfuerzo para
mantener a un grupo de hermanos o hermanas juntos en el mismo piso o unidad. En todos los
recursos residenciales deberá existir al menos una habitación individual.
Los centros residenciales deberán contar, como mínimo, con los siguientes servicios:
– En zonas comunes: Un lavabo y un inodoro por cada 8 niños, niñas o adolescentes y un lavabo
y un inodoro reservado al personal
– En zona de habitaciones: Un inodoro, un lavabo y una ducha por cada 4 niños, niñas o
adolescentes
– Los centros residenciales que atienden a niños y niñas de edades comprendidas entre 0 y 3
años contarán además con una sala de cambio equipada con bañera alta, mesa vestidor y
armario
Los pisos de acogida contarán, como mínimo, con un baño por cada 5 niños, niñas o adolescentes
atendidos. Los pisos de emancipación contarán, como mínimo, con un baño por cada 4
adolescentes que se atiendan.
Para el uso de adolescentes, los aseos deberán disponer de pestillo de modo que puedan
utilizarse respetando la intimidad, aunque deberá disponer de un dispositivo externo de
desbloqueo para caso de necesidad o emergencia.
La decoración de las diferentes partes del recurso residencial deberá contar con la participación
de los niños, niñas y adolescentes. En las habitaciones tendrán libertad para personalizar la
decoración de su espacio con respeto siempre a las normas de la buena conservación de las
instalaciones.
Todos los recursos residenciales deberán mantener un aspecto limpio y ordenado. El equipo
educativo debe hacer un esfuerzo especial para que el recurso resulte acogedor, limpio y del
gusto de los que allí conviven, animando para ello a todos los niños, niñas y/o adolescentes a
realizar sus aportaciones y modelando con su propia conducta el gusto por el orden, la limpieza
y el cuidado de las cosas y los espacios. Cuando los recursos residenciales cuenten con exteriores
o jardines, éstos deberán mantenerse adecuadamente limpios, arreglados y sin elementos
deteriorados o peligrosos. Las averías o cualquier daño o desperfecto en la propiedad, interior
o exterior, deberá ser reparada lo antes posible.
75
Los recursos residenciales dispondrán de los mecanismos de climatización necesarios para el
bienestar de las personas menores de edad y el personal.
Otras dependencias
La sala del equipo educativo se destinará a funciones de gestión y administración, así como a
funciones de entrevista y seguimiento. Estará dotada de archivadores cerrados con llave que
permitan conservar la documentación en condiciones de confidencialidad.
El botiquín es un espacio de especial importancia ya que son muchos los niños, niñas y
adolescentes que requieren tratamientos farmacológicos de diverso tipo, además de ser un
recurso necesario frente a cualquier lesión o accidente. Deberá estar en lugar de acceso
restringido a las personas menores de edad.
La cocina deberá estar alicatada hasta el techo, contará con los utensilios y el ajuar de menaje
necesarios y dispondrá del siguiente equipamiento: despensa, equipamiento frigorífico y de
congelación, equipamiento necesario a la preparación de los alimentos, en particular placa de
cocina y horno. El equipamiento necesario para el lavado y secado de la ropa podrá ubicarse en
la cocina en el caso de los pisos, debiendo contar con instalaciones diferenciadas de aquella en
las residencias. Estos equipamientos se ajustarán en su diseño y características al tipo de
recurso. En el caso de las residencias, deberá respetarse, en cuanto les sea de aplicación, la
normativa vigente en relación con las condiciones sanitarias de los comedores colectivos.
Los recursos de acogimiento residencial deberán adoptar las siguientes medidas de protección
contra incendios:
– La difusión de este plan, por escrito, a los niños, niñas y adolescentes y al personal, así como
la colocación de un resumen, fácilmente comprensible, de las actuaciones inmediatas en caso
de incendio en los lugares siguientes: locales habitualmente ocupados por el personal del centro,
zonas de alto riesgo, habitaciones de los niños, niñas y adolescentes, salas de estar, pasillos y
vestíbulos.
c) Las entidades que gestionan los recursos de acogimiento residencial deberán formar al
personal en los aspectos tanto de prevención como de detección, en las normas de actuación
ante el fuego y en la evacuación del hogar o residencia de acuerdo con el plan de emergencia 76
contra incendios y proceder, con una periodicidad bienal, a un simulacro de evacuación.
– Señalización.
Sistemas de vigilancia
b) Se implantará un sistema que permita al personal acceder a la ayuda especializada que resulte
necesaria de forma inmediata en caso de emergencia, ya sea por enfermedad, fuego,
amotinamiento de las personas residentes o fallos del sistema de seguridad de entrada y salida.
d) Cuando exista una sala de aislamiento deberá haber algún sistema que permita acceder a ella
y/o evacuarla de forma inmediata en caso de emergencia.
77
6. RECURSOS HUMANOS
La plantilla de personal de los recursos de acogimiento residencial deberá estar formada por un
grupo de profesionales adecuado en número, sexo, formación y experiencia para desarrollar las
funciones que tienen asignadas en el marco del o de los programas de acogimiento residencial
que aplican, y responder adecuada y eficazmente a las necesidades de los niños, niñas y
adolescentes, en las distintas áreas de intervención.
6.1. Director/a
- Garantizar que estén cubiertas todas las necesidades básicas de las personas menores de edad
a su cargo (materiales, formativo-intelectuales, sanitarias, emocionales, sociales. etc.).
- Velar por que se proporcione a niños, niñas y adolescentes un contexto seguro, nutritivo,
protector, educativo y reparador.
- Conocer y presentarse a los diferentes servicios haciendo una delegación explícita de la función
de coordinación a favor de la persona responsable del recurso residencial.
b) Elaborar, controlar y realizar el seguimiento del plan económico. Provisión de fondos para el
recurso residencial.
d) Gestionar los recursos humanos y materiales del recurso residencial facilitando las
condiciones para el desarrollo de la actividad profesional.
- Garantizar que los recursos humanos puedan llevar a cabo un adecuado desempeño de su
trabajo.
- Proveer al personal de los medios materiales y económicos necesarios para realizar las tareas
asignadas.
- Intervenir y tomar decisiones en los conflictos que puedan surgir entre cualquiera de las figuras
profesionales del recurso residencial.
- Evaluar el funcionamiento del Recurso tanto a nivel estructural como del personal, a través de
una memoria anual sobre las actividades de la entidad en relación a la actividad prestada.
- Velar por el cumplimiento del Proyecto Educativo de Centro y por la reelaboración del mismo
cada año.
- Evaluar de manera continuada las funciones y prácticas de las personas profesionales sobre la
base de criterios de calidad previamente establecidos.
- Organizar cuanta formación interna sea pertinente para garantizar la adecuada atención de las
personas usuarias.
- La firma de los Convenios. Y, con ello, ser garante del cumplimiento de las obligaciones 80
contraídas y de la calidad de los servicios.
Personal educativo con responsabilidad en un recurso residencial concreto. Sus funciones son:
- Enviar semestralmente los planes de gestión del piso de acogida o centro residencial del que
es responsable.
- Autorizar la aplicación de medidas educativas correctoras por hechos graves y muy graves.
- Autorizar la aplicación de las medidas de contención física y aislamiento.
81
b) Realizar la coordinación interna del equipo.
- Consolidar técnicas y habilidades adecuadas para el desempeño de la función educativa.
d) Garantizar y supervisar la intervención educativa con las personas menores de edad acogidas
y sus familias procurando el mejor proceso con cada caso.
- Organizar y atender a las personas menores de edad y sus familias en los primeros contactos
con el acogimiento residencial.
- Asistir a las distintas reuniones establecidas por la Sección de Acogimiento Residencial: de red,
de ingreso, de egreso, reuniones de dirección.
- Conocer y presentarse ante las distintas personas profesionales donde acude el niño, niña o
adolescente (centros escolares, terapias psicológicas,...).
- Conocer los recursos comunitarios y movilizarlos en función de las necesidades del caso;
detectar, contactar o negociar con los recursos del entorno propicios para la socialización de las
personas menores de edad (polideportivo, biblioteca, grupos de tiempo libre...).
- Realizar la coordinación con los recursos que puedan estar trabajando con su familia.
- Prestar la ayuda y apoyo necesarios para hacer posible el cumplimiento del Plan de Caso.
- Acompañar a las personas menores de edad a las entrevistas o citas con el Servicio de Menores
y estar presentes en la devolución que se realiza, si de modo excepcional se aconsejara su
presencia.
- Velar por el cumplimiento de las directrices y orientaciones de Menores.
82
- Posibilitar la aplicación de programas estructurados a nivel preventivo para los niños, niñas o
adolescentes (educación sexual, habilidades sociales, consumo de drogas y alcohol, etc.).
- Supervisar y firmar los informes relacionados con las personas menores de edad y sus familias
y enviarlos al Servicio Competente.
- Enviar los informes relevantes de las personas menores de edad al resto de profesionales
intervinientes.
f) Mediar en los conflictos que puedan surgir dentro del equipo educativo, entre las personas
menores de edad, entre el personal educativo y las personas atendidas o sus familias, y entre el
recurso residencial y otros (comunidad, centro escolar...).
- Detectar las necesidades que surjan en el recurso residencial y transmitirlas al Director/a, así
como posibilitar las actuaciones pertinentes al respecto.
- Organizar el día a día del recurso, controlando el reparto de las tareas diarias y del gasto
cotidiano.
6.3. Educador/a
Es la persona profesional específica, con nivel de formación universitaria de grado medio, que
realiza el trabajo educativo con los niños, niñas y adolescentes en el marco de la convivencia
diaria y mediante la utilización de los recursos normalizadores del entorno comunitario. Es el
personal básico de referencia en el trabajo en acogimiento residencial.
Las y los educadores deberán contar con la diplomatura de educación social o, en su defecto,
con una diplomatura o licenciatura en ciencias de la educación o en ciencias sociales, siempre
que haya obtenido la habilitación del Colegio de Educadoras y Educadores Sociales. Sus
funciones son:
a) Conocer y seguir las directrices de los documentos que rigen la atención a las personas
menores de edad en el territorio (Programa Marco, Protocolos y Evaluaciones), así como los
documentos internos de su Entidad (Proyecto Educativo de Centro, Reglamento de Centro,
normas, funciones, tareas y responsabilidades propias y de los demás, etc.) asumiendo y
poniendo en práctica los criterios de funcionamiento allí reflejados y en todo caso:
- Cuidar y proteger a las personas menores de edad, tanto dentro como fuera del recurso
residencial.
- Detectar las necesidades de ropa y calzado de las personas menores de edad y acompañarles
en la compra de los mismos.
c) Velar por que se cubran las necesidades básicas emocionales, estimulando y potenciando el
pleno desarrollo de las capacidades personales de los niños, niñas y adolescentes
posibilitándoles modelos de referencia que faciliten una correcta identificación en su proceso
evolutivo.
- Orientar la relación con las personas menores de edad como una intervención educativa.
- Potenciar la autoestima.
- Ser figuras tranquilizadoras respecto a las personas menores de edad en todas aquellas
situaciones que les preocupen o inquieten y canalizar los impulsos.
- Promover la autonomía.
- Proporcionar a los y las adolescentes los recursos y habilidades necesarios para una adecuada
transición a la vida adulta y, en su caso, para iniciar una vida autónoma.
- Mantener una dinámica positiva que favorezca tanto el desarrollo personal como interpersonal
de las personas menores de edad.
- Conversar de forma periódica con sus familiares sobre el comportamiento y actitud del niño,
niña o adolescente en las visitas.
- Observar la respuesta de la persona menor de edad ante las visitas y cuando regresa de ellas.
84
- Ofrecer indicaciones y orientar a la familia y al niño, niña o adolescente.
- Servir de modelo referencial a los diferentes miembros del sistema familiar en las visitas.
- Neutralizar mensajes y/o actitudes que puedan resultar perjudiciales para las personas
menores de edad.
- Salvaguardar la integridad física y emocional de las personas menores de edad, poniendo fin a
las visitas siempre que no sea posible reconducir las actitudes negativas.
- Conocer los recursos comunitarios y movilizarlos en función de las necesidades de las personas
menores de edad.
- Realizar un seguimiento y control de las actividades que realicen las personas menores de edad
dentro del recurso residencial y velar por la buena convivencia en la comunidad (vecindad,
barrio...).
- Ayudar a las personas menores de edad a adquirir y desarrollar actitudes y habilidades sociales,
que favorezcan la convivencia dentro y fuera del recurso residencial.
f) Inculcar y transmitir a la persona menor de edad las reglas, normas y valores de convivencia
establecidos, sus derechos y obligaciones.
- Transmitir valores y normas sociales a través de la coherencia entre los mensajes verbales y las
actitudes sobre las mismas.
- Asistir y participar en las reuniones del equipo educativo como espacios para compartir,
unificar criterios y dar coherencia al trabajo global y a las intervenciones de las personas
miembros del equipo. 85
Además de las funciones propias del educador o educadora, en su labor de referente o tutor/a
de determinados niños, niñas y adolescentes deberá realizar las siguientes:
- Servir de referencia a la persona menor de edad, favoreciendo que tenga un lugar donde se
sienta escuchado y acompañado en sus dificultades, necesidades y deseos, canalizando sus
demandas.
- Mantener un vínculo con la persona menor de edad que sea de autoridad, afecto e interés al
mismo tiempo.
- Negociar y mediar con el fin de encontrar equilibrio entre la exigencia social y las necesidades
de la persona menor de edad.
b) Realizar el seguimiento estrecho de la intervención con la persona menor de edad del que es
86
referente, garantizando la coherencia del proceso.
- Asistir a las distintas reuniones establecidas por la Sección de Acogimiento Residencial para el
seguimiento del caso (de red, de ingreso, de egreso,…).
- Informar al niño, niña o adolescente de las normas, derechos y deberes que rigen el recurso
residencial.
- Velar porque se respeten las Normativas y activar propuestas para modificar el Plan de Caso
atendiendo a la correcta atención del mismo.
- Ejercer la acción tutorial, realizando tutorías semanales con la persona menor de edad.
- Valorar semanalmente las diferentes actitudes de la persona menor de edad, usando para ello
las hojas de seguimiento diarias por áreas.
- Asegurar que se disponga de todas las informaciones relevantes y liderar los procesos para la
adopción de cambios en la intervención.
- Contribuir a la toma de decisiones que afecten al niño, niña y/o adolescente y su familia.
- Conocer y presentarse ante las distintas personas profesionales donde acude el niño, niña o
adolescente (centros escolares, terapias psicológicas,...).
- Ponerse en contacto con las diferentes figuras profesionales intervinientes en el caso: padres
y madres, referentes del ámbito escolar, terapéutico, sanitario, servicios sociales, tiempo libre o
familiares.
- Pedir y recibir los informes de otras personas profesionales (terapeutas, servicios sociales,
equipos de intervención familiar, etc.). 87
- Acompañar a las personas menores de edad a las entrevistas con el Servicio de menores y estar
presentes en la devolución que se realiza.
- Facilitar y posibilitar la relación niño, niña y/o adolescente con su familia, en la medida que sea
posible y conveniente.
- Estimular el que los padres tomen conciencia del problema que ha motivado la separación de
su hijo o hija y el ingreso en el centro, ayudándoles a analizarlo. Informar periódicamente a la
familia acerca de su hijo o hija y reunir la información que la familia le proporciona sobre la
persona menor de edad.
- Planificar, hacer un seguimiento y evaluación de los periodos vacacionales junto con el niño,
niña y/o adolescente y la familia.
- Valorar y solicitar alternativas que puedan constituir un apoyo para el niño, niña y/o
adolescente, siempre que sea recomendable, como familias de apoyo, programa devoluntariado
para acompañamiento y ocio.
- Solicitar una familia de acogida si no se prevé el retorno al hogar en un corto periodo de tiempo
y siempre que se considere un recurso adecuado para el desarrollo evolutivo de la persona
menor de edad.
- Prestar la ayuda y apoyo necesarios para hacer posible la reunificación familiar, siempre que
sea este el objetivo final de la intervención.
- Ayudar al desarrollo de apoyos comunitarios a largo plazo, así como al establecimiento de las
relaciones necesarias para el cumplimiento del Plan de Caso. 88
- Dar a conocer a las personas menores de edad todos los procedimientos de Acogimiento
Residencial.
- Liderar el trabajo que haga posible la consecución de la orientación marcada para el caso, sea
esta la de reunificación familiar, su traslado a otra familia o la autonomía y desvinculación de la
persona adolescente.
El personal auxiliar educativo es un elemento del equipo educativo que complementa las tareas
del educador o educadora. Su presencia en los equipos educativos no podrá ser superior a un
tercio del total de la suma de educadores/as y auxiliares educativos. Su dedicación será
preferentemente en los turnos de noche y de refuerzo educativo a los educadores y educadoras.
Deberá contar con una formación profesional de técnico/a superior en integración social o
análoga. Sus funciones son:
a) Conocer y seguir las directrices de los documentos que rigen la atención a las personas
menores de edad la Comunidad Autónoma (Programa Marco y Protocolos), así como los
documentos internos de su Entidad (Proyecto Educativo de Centro, Reglamento de Centro,
normas, funciones, tareas y responsabilidades propias y de los demás) asumiendo y poniendo
en práctica los criterios de funcionamiento allí reflejados y en todo caso debe:
b) Proporcionar los cuidados y cubrir las necesidades básicas materiales de la persona menor de
edad: hogar, higiene, alimentación, vestido, seguridad, procurando lograr la mayor autonomía
89
posible de acuerdo a su edad y a sus características, teniendo siempre en cuenta la orientación
de los o las educadoras tutoras.
- Acompañar a las personas menores de edad a las entrevistas.
- Cuidar y proteger a las personas menores de edad, tanto dentro como fuera del recurso
residencial.
- Detectar las necesidades de ropa y calzado de las personas menores de edad y acompañarles
en la compra de los mismos.
c) Velar por que se cubran las necesidades básicas emocionales, estimulando y potenciando el
pleno desarrollo de las capacidades personales de la persona menor de edad posibilitándole
modelos de referencia que faciliten una correcta identificación en su proceso evolutivo,
coordinándose para ello con el educador o educadora tutora.
- Orientar la relación con los niños, niñas y/o adolescentes como una intervención educativa.
- Fomentar la valoración personal y el autoconcepto positivo.
- Promover la asunción de responsabilidades en la vida diaria.
- Trabajar el desarrollo del autocontrol.
- Potenciar la autoestima.
- Ser figuras tranquilizadoras respecto a las personas menores de edad en todas aquellas
situaciones que les preocupen o inquieten y canalizar los impulsos.
- Promover la autonomía.
- Proporcionar a los adolescentes los recursos y habilidades necesarios para una adecuada
transición a la vida adulta y, en su caso, para iniciar una vida autónoma.
- Mantener una dinámica positiva que favorezca tanto el desarrollo personal como interpersonal
de las personas menores de edad.
- Fomentar el respeto y aceptación de las diferencias personales, culturales y religiosas de las
personas menores de edad.
d) Fomentar la integración social en los distintos ámbitos de convivencia, siguiendo las
orientaciones del educador o educadora tutora.
- Procurar incorporar a la persona menor de edad a la cultura y vida social.
- Conocer los recursos comunitarios y movilizarlos en función de las necesidades de las personas
menores de edad.
- Proporcionar información y vías de acceso al aprendizaje, la formación y/o al trabajo.
- Realizar un seguimiento y control de las actividades que realicen las personas menores de edad
dentro del recurso residencial y velar por la buena convivencia en la comunidad (vecindad,
barrio...).
- Ayudar a las personas menores de edad a adquirir y desarrollar actitudes y habilidades sociales,
que favorezcan la convivencia dentro y fuera del recurso residencial.
- Promover en las personas menores de edad la participación y sentimiento de pertenencia.
- Programar el tiempo libre junto con el niño, niña o adolescente.
e) Inculcar y transmitir a la persona menor de edad las reglas, normas y valores de convivencia
establecidos, sus derechos y obligaciones.
- Explicar y procurar el cumplimiento de las normas. 90
- Transmitir valores y normas sociales a través de la coherencia entre los mensajes verbales y las
actitudes sobre las mismas.
f) Participar de la coordinación del equipo educativo.
- Traspasar la información de lo acontecido en los cambios de turno.
- Asistir y participar en las reuniones del equipo educativo como espacios para compartir,
unificar criterios y dar coherencia al trabajo global y a las intervenciones de las personas
profesionales del equipo.
g) Garantizar la adecuada atención de las personas menores de edad atendidos en el recurso
residencial durante la noche.
- Permanecer despiertos durante su trabajo para responder a cualquier eventualidad que se
presente.
- Articular la respuesta pertinente ante cualquier necesidad que surja durante la noche
(urgencias médicas, fugas y comunicaciones a la policía, descontroles, llamadas al 112, ingresos
psiquiátricos, etc.).
.
Como complemento al trabajo educativo podrán existir profesionales de apoyo que aporten sus
conocimientos específicos en la intervención con las personas menores de edad, en el apoyo al
equipo educativo, y a la dirección.
Psicólogo/a:
- Realizará tareas de evaluación psicológica de los niños, niñas y/o adolescentes en los aspectos
necesarios que complementan las evaluaciones previamente realizadas en el estudio del caso y
especialmente orientadas a que los y las educadoras puedan enfocar mejor el trabajo diario.
- Prestará apoyo psicológico y terapéutico en los casos que no requieran servicios específicos de
salud mental o, no obstante, precisen un apoyo complementario.
- Coordinará las actuaciones con los Servicios de Salud Mental, sean estos públicos o privados.
- Apoyará al equipo educativo en los procesos de evaluación de los casos, programas individuales
de las personas menores de edad y detección de necesidades.
91
- Colaborará en los procesos de evaluación del recurso residencial tanto en lo referente a los
resultados como a los procesos.
- Gestionará los recursos necesarios para las personas menores de edad, elaborará y mantendrá
actualizada la guía de recursos sociales (instituciones, laborales, académicos, formativos, de
ocio, etc. para favorecer su incorporación social.
- Mantendrá relación con recursos derivantes y con las familias para involucrarles en el proceso
y asegurar la continuidad en la fase de incorporación social.
- Coordinará, junto con la figura de responsable de centro, las actuaciones de los y las
educadoras de referencia ante la problemática específica de las personas atendidas y sus
familias, especialmente cuando ésta se relacione con trastornos de conducta, trastornos
mentales, trastornos de personalidad o consumos abusivos de sustancias tóxicas.
- Será la persona referente e interlocutora para las relaciones de ambos centros con el sistema
de salud mental, cuando las personas menores acogidas deban seguir algún tratamiento en el
mismo.
- Organizará e impartirá acciones formativas para el personal del recurso, relacionadas con la
problemática específica de las personas menores de edad acogida y de sus familias.
Profesor o profesora:
- Diseñará e impartirá programas y actividades formativas para las personas menores de edad
atendidas, ajustadas a su nivel de escolarización, capacidades y necesidades específicas.
- Orientará técnicamente al equipo educativo en las actuaciones que proponga sobre el contexto
escolar y formativo de las personas menores de edad.
- Impulsará la adquisición por parte de las personas menores de edad acogidas, de las
habilidades básicas que les permitan acceder al sistema normalizado de escolarización o en su 92
imposibilidad, a otros sistemas alternativos que garanticen una mínima inserción social o laboral
al egreso del recurso.
- Será la persona referente e interlocutora para las relaciones del recurso residencial con el
sistema escolar y con los servicios de orientación laboral o búsqueda de empleo.
Supervisor/a
- El o la supervisora será profesional ajeno a la entidad y sin otras funciones dentro de la misma.
No mantendrá tampoco ninguna relación profesional ni personal con las personas usuarias de la
entidad a la que supervisa.
- La supervisión incluye formación precisa para lograr la coherencia técnica entre las personas
profesionales y la asunción de adecuados y homogéneos criterios de funcionamiento por parte
del equipo, que en todo momento deberán ser acordes a los del servicio de menores.
- Debe ser un acompañamiento regular para el equipo educativo de atención directa que,
además de ayudarles a entender qué les pasa las personas menores de edad atendidas y a sus
familias y lo que esto provoca en ellos como personas y como profesionales, debe ayudarles a
descubrir las claves para relacionarse con ellos y ellas de la manera más adecuada.
- Debe ser un acompañamiento regular para el equipo directivo, que le ayude a definir, ordenar
y cumplir sus funciones de manera diferenciada y en las distintas instituciones y contextos de
actuación.
a) Confección de los menús diarios cuidando que sean equilibrados y adaptados a las
necesidades dietéticas de las personas acogidas y teniendo en cuenta sus sugerencias y las del
equipo de profesionales.
b) Realización de la compra.
d) Velar por que los utensilios de cocina permanezcan a buen recaudo y en lugar seguro,
evitando riesgos innecesarios.
e) Realización de las tareas de limpieza del hogar o residencia y lavado y planchado de la ropa
de las personas acogidas.
93
Las personas voluntarias que colaboren en recursos de acogimiento residencial deberán reunir
los requisitos que exige la Ley del Voluntariado y su actuación deberá ser de colaboración con
las y los profesionales, al objeto de enriquecer su proceso formativo, no pudiendo en ningún
caso complementar o suplir las funciones del equipo educativo.
94
Además del personal necesario para la realización de las tareas domésticas y de mantenimiento
de los recursos de acogimiento residencial, la ratio mínima personal/ persona usuaria, referida
únicamente al personal técnico y educativo, obedecerá al tipo de recurso de acogimiento
residencial y al tipo de programa aplicado.
Equipo educativo.
- Durante el día, y con presencia de las personas acogidas, deberá garantizarse las siguientes
ratios presenciales:
Los recursos de acogimiento residencial podrán contar, además, con el personal auxiliar de
apoyo que estimen conveniente atendiendo a las necesidades y características de la población
acogida, siempre que no supere un tercio del total de la suma de educadores o educadoras y
auxiliares educativos.
96
Entre las muchas transformaciones habidas durante las últimas décadas en los recursos
residenciales de protección infantil destaca la evolución de unos perfiles de niños, niñas y
adolescentes cada vez con más necesidades de atención y más dificultades por la presencia de
problemas de conducta y salud mental. Este hecho exige al personal de atención directa de los
recursos residenciales conocimientos sobre una serie de aspectos que deben configurar la
formación específica mínima del personal educativo.
Los recursos de acogimiento residencial deberán contar con un plan de formación del personal
que contemple tanto la formación inicial como la formación continuada. Para la formación inicial
se deberán contemplar, al menos, los siguientes contenidos:
- Sistema de servicios sociales, funciones de los servicios sociales de atención primaria y de los
especializados en la protección infantil.
- Técnicas para el trabajo con niños, niñas o adolescentes con problemas de conducta y para la
prevención de situaciones conflictivas en acogimiento residencial.
- Preparación y manipulación de alimentos, en el caso del personal que tenga entre sus funciones
la preparación de alimentos.
- Documentación técnica del Programa y Recurso en el que desempeña su labor educativa, que
al menos comprenderá:
– Los derechos y obligaciones de los niños, niñas y adolescentes y de las personas profesionales. 99
La formación continuada se ajustará a las necesidades evolutivas del servicio, a las necesidades
formativas del personal y, en lo posible, a sus preferencias, y a los objetivos marcados por los
servicios territoriales especializados de atención y protección a la infancia y la adolescencia para
los recursos de acogimiento residencial.
7. ORGANIZACIÓN Y GESTIÓN
Dependiendo del tamaño y el tipo de recurso residencial las necesidades de organización son
muy distintas, aunque cabe destacar algunos elementos comunes.
Para organizar el funcionamiento y las relaciones dentro de cada recurso residencial, así como
en lo que respecta a las relaciones entre entidades y la Administración, se hace necesario
establecer una serie de figuras de referencia que permitan mayor claridad y responsabilidades
bien definidas en las relaciones entre ambas instancias:
- Educador o educadora tutora: figura educativa básica que podrá ser designada como referente
para un determinado niño, niña o adolescente, y responsable del programa educativo individual.
- Equipo educativo: órgano de participación en el que estarán representados todas las personas 100
profesionales educativas del recurso, así como dirección y/o responsable y profesionales de
apoyo técnico de la propia entidad si los hubiera.
Las diferentes funciones se han detallado en el apartado de recursos humanos del Modulo.
7.2.Planificación laboral
Por lo que respecta a los horarios laborales del personal (tanto de atención directa como de
servicios) se deberá tener muy presente que determina las posibilidades educativas del recurso
residencial y, por tanto, la calidad de la atención que las personas menores de edad recibirán.
Los turnos de trabajo deberán organizarse de tal modo que garanticen tanto la adecuada
atención de los niños, niñas y adolescentes como el trabajo de las personas profesionales en
condiciones laborales adecuadas.
- Debido al horario escolar, el tiempo educativo de los recursos residenciales se concentra entre
las horas de comida y cena, por lo que se deberá reforzar y dar prioridad a los turnos que
correspondan a esta franja horaria, de modo que cada unidad educativa tenga en esos
momentos al menos dos educadores presentes.
- El tiempo de las mañanas puede requerir la presencia de algún educador para acompañar a las
personas menores de edad que requieran alguna gestión, visita médica, etc., y constituye un 101
espacio que en muchas ocasiones puede reservarse para el trabajo de programación o
evaluación. Se tratará de que en ese tiempo la presencia de personal de atención directa sea la
mínima imprescindible.
- El diseño de turnos evitará el trabajo en rotaciones intensivas que obligan al educador/a a muy
largas jornadas y a continuación largos intervalos de días de descanso, lo que tiene como
consecuencia una relación con las personas menores de edad intermitente y con varios días de
ausencia. Los turnos deben diseñarse en función de las necesidades de los niños, niñas o
adolescentes y basadas en la mayor continuidad y estabilidad posibles, debiendo contar con el
visto bueno del servicio de menores.
- Los tiempos de relevo entre turnos, tanto de educadores/as como de otro personal de atención
directa, deberán contar con un margen suficiente, al menos de treinta minutos, que permita el
contacto de ambas personas profesionales (entrante y saliente) durante el tiempo necesario
para poder intercambiar información sobre posibles incidencias, tareas pendientes, etc.
- Deberá establecerse dentro del horario laboral un tiempo semanal de reuniones para el equipo
educativo que será de una a dos horas para realizar el seguimiento de todos los casos y tratar
cualquier otro tema necesario para una mejor coordinación y eficacia.
- Las personas profesionales que trabajen en el turno de noche dedicarán su tiempo de trabajo
a las funciones de atención y administración que necesariamente les deberán ser asignadas.
- Los grupos deben reunir personas menores de edad de ambos sexos, excepto cuando la
problemática de algunos casos en concreto lo desaconseje. Los hermanos y hermanas deben
permanecer juntos como criterio general y siempre que esto no vaya en contra de los intereses
de alguno de ellos.
- Cada unidad tendrá educadores/as responsables y específicos de modo que los niños, niñas
y/o adolescentes encuentren unas determinadas figuras de referencia. En esa unidad cada niño,
niña o adolescente tendrá su educador o educadora tutora.
El trabajo personal con cada niño, niña o adolescente se basa en una secuencia de intervención
que se articula en el Programa Educativo Individual (PEI). Las fases principales de esta secuencia
son las siguientes:
- Evaluación inicial: Cada niño, niña y/o adolescente debe ingresar en el recurso residencial en
función de un estudio previo que aconseje esta medida como la más pertinente y favorable a
sus intereses. Como consecuencia de dicho estudio existirán una serie de evaluaciones
realizadas acerca de la persona menor de edad que suponen un punto de partida básico para
conocer sus necesidades concretas. En todo caso, una vez realizada la acogida, se debe
completar la evaluación de sus necesidades y especialmente una evaluación física y psicológica.
Por otra parte, el ingreso debe ir acompañado de un Plan de Caso que establecerá los objetivos
de la medida y su duración, mediante la adscripción a uno de los programas previstos. Como
evaluación inicial complementaria el equipo educativo desarrollará, en los primeros dos meses
de estancia, una evaluación de la situación del niño, niña y/o adolescente (período de
observación) mediante el uso de instrumentos como la observación o la entrevista en el ámbito
de la relación cotidiana. Llegados a este punto se estará en disposición de realizar un PEI
ajustado a las características de cada persona menor de edad.
- Programación: cada persona menor de edad deberá tener un PEI elaborado por su educador o
educadora tutora mediante trabajo de equipo con el resto de profesionales del recurso 103
residencial y con la participación de los niños, niñas y adolescentes en función de su edad y nivel
de desarrollo. En él se detallarán los objetivos prioritarios a alcanzar, las estrategias a
desarrollar, los recursos a movilizar y la forma de evaluar los resultados. Este programa deberá
ser lo suficientemente flexible para ir adaptándose a los cambios en la situación de cada caso.
Se revisará y actualizará periódicamente y se archivará junto al resto de documentación.
- Valoración: Desde el momento en que existe una evaluación inicial y un posterior proceso de
intervención se hace necesario proceder a la valoración de los logros conseguidos. Resulta
recomendable una evaluación mensual a partir de instrumentos de evaluación y registro que
abarque los contextos de vida en los que se desenvuelve la persona menor de edad objeto de
evaluación. Con este fin los educadores deberán disponer de un sistema de evaluación que
permita ir registrando la evolución del desarrollo del caso en una serie de aspectos esenciales.
Este sistema facilitará la realización de informes de seguimiento legalmente establecidos, por
cuanto se podrán resumir las principales incidencias que atañen a cada persona menor de edad,
además del avance en los objetivos propuestos. La evaluación se llevará a cabo por su educador
o educadora tutora pero contando con el trabajo del resto del equipo, supervisado todo el
proceso por el o la responsable de piso y con la participación de los propios niños, niñas y
adolescentes y de la familia siempre que sea posible.
El desarrollo de esta metodología básica vendrá facilitado por la utilización del Sistema de
Registro y Evaluación en Acogimiento Residencial o sistema equivalente que será de aplicación
obligada en toda la red de recursos residenciales.
104
- Reglamento de régimen interno. Tiene por objeto detallar ciertos aspectos de funcionamiento
y concreción de normas especialmente relacionadas con la regulación de la convivencia y que,
por tanto, resulten especialmente importantes, tanto para el personal como para las personas
menores de edad.
- Plan Semestral de Gestión. Estos planes recogen el análisis de la situación en cada semestre,
estableciendo objetivos y prioridades de intervención a corto plazo para mejorar el recurso
residencial tanto en lo que respecta a los logros con las personas menores de edad como en el
avance en la metodología de trabajo y en la organización. Es una consecuencia de dicho análisis
105
y debe promover acciones de mejora, y detallar el programa de actividades, el presupuesto y las
personas responsables de llevarlo a cabo.
- Memoria anual. La memoria anual da cuenta de la gestión de cada entidad, y debe reflejar las
principales actividades e indicadores de cobertura y esfuerzo obtenidos a lo largo de cada año.
- Plan Anual de mantenimiento. Contiene el conjunto de acciones planificadas por cada recurso
residencial para abordar las necesidades de la vivienda donde s ubica en sus aspectos materiales
(estructura física, equipamiento, mobiliario, decoración). Debe incluir presupuesto económico.
- Informe de visitas de instituciones: Contiene un resumen del desarrollo de las visitas que
periódica o esporádicamente realizan diversas figuras profesionales de instituciones como la
Fiscalía, la Inspección de Sanidad u otras.
– Documentos personales del niño, niña o adolescente: legales, familiares, sanitarios y escolares.
– Cuantos informes propuesta se hayan derivado: incidencias, expedientes educativos por 106
incumplimientos o conductas graves y muy graves, etc.
A lo largo de la estancia del niño, niña o adolescente en el recurso residencial, desde la admisión
hasta la salida, se desarrollará una labor de observación-evaluación, esto es, un proceso
sistemático de recogida y valoración de la información significativa para conocer su situación y
evolución, así como para ajustar la intervención a sus necesidades. La evaluación siempre se
acompañará de la necesaria y adecuada devolución de los resultados de la misma al niño, niña
o adolescente y, si procede, a la familia.
Informes Propuesta: Se presentará cuando haya alguna propuesta que no se haya podido incluir
en el correspondiente informe de seguimiento y el equipo educativo considere que su
presentación y análisis no pueda demorarse hasta la presentación del siguiente informe
periódico.
107
7.7.Gestión económica
Los mecanismos de gestión económica deberán adaptarse a las peculiaridades de los servicios
residenciales, de tal modo que ninguna persona menor de edad pueda correr el riesgo de
quedarse sin acceder a algún recurso, o de tener necesidades al descubierto, por falta de
presupuesto. Los recursos residenciales deben disponer de mecanismos ágiles para hacer frente
a gastos periódicos o para gastos de urgencia.
Por otra parte, los gastos deben asegurar que las personas menores de edad no son
inadecuadamente señaladas por tener que someterse a procedimientos de compra que se salen
de lo corriente (exigencia de facturas formales para gastos muy pequeños, etc.). La
normalización es un principio fundamental a seguir en estas cuestiones.
108
En este apartado se establecerán las fases del proceso de intervención, detallando las
principales actividades a desarrollar en cada una de ellas.
La medida de acogimiento residencial se llevará a cabo tras una evaluación comprensiva y una
planificación de la intervención en la que se concluya que esta decisión es el recurso más
apropiado para responder a las necesidades del niño, niña o adolescente y su familia.
Los pasos a dar para el ingreso en acogimiento residencial serían los siguientes:
– Necesidades específicas del caso, tanto de la persona menor de edad como de su familia, y la
conveniencia de mantener o no la cercanía de la familia y/o del lugar de origen.
– Régimen de visitas.
– Plazos y temporalidad.
– Situación del recurso residencial de acogida en ese momento (nº de casos atendidos,
características y necesidades que presentan, estabilidad del centro, etc.).
- Compartir información sobre la situación actual del caso de manos de las personas
profesionales que han intervenido hasta la fecha, sobre el nuevo Plan de Caso y sobre las
orientaciones a tener en cuenta para el desarrollo de dicho plan.
Los tipos de reuniones de red pueden ser: ingreso, traslado de recurso residencial, orientación
a Acogimiento Familiar, acoplamiento a Acogimiento Familiar, egreso.
- El/la técnico/a que asume el caso convoca la reunión de red a: técnico/a de referencia que ha
llevado el caso, técnicos/as y representantes de los recursos implicados en el nuevo Plan de
Caso. Si el caso se ha orientado a Acogimiento Familiar, convocará también al/a técnico/a
referente.
- El/la técnico/a que ha llevado el caso traslada la convocatoria de reunión a las personas 110
profesionales significativas de los recursos y programas que han intervenido hasta ese
momento.
- Las reuniones de red se celebrarán los miércoles, por lo que todos los recursos de Acogimiento
Residencial tendrán disponibilidad completa para acudir a ellas, independientemente del plazo
con que sean convocados.
- La Sección que hace la orientación: los/as técnicos/as que han sido referentes del caso y una
persona que represente a cada uno de los recursos que han intervenido.
- Sección receptora: los/as técnicos/as que van a ser referentes del caso una vez que se efectúe
el cambio y una persona representante de cada uno de los recursos que van a intervenir.
- Profesionales de los recursos que se han activado en el nuevo Plan de Caso, cuando es
una reunificación familiar: Colegios, Programas de intervención familiar,…
- Técnico/a referente.
- Profesionales de los recursos que se han activado en el nuevo Plan de Caso: Colegios,
Programas de intervención familiar,…
• Técnico/a de Seguimiento.
111
• Responsable y educador/a de referencia del recurso residencial.
• Profesionales de los recursos que han intervenido en el caso
• Profesionales de los recursos que se han activado en el nuevo Plan de Caso:
psicoterapeuta, colegios, Programas de intervención familiar….
Para el desarrollo de la reunión es imprescindible que todas las personas profesionales que van
a recibir el caso hayan trabajado previamente los informes recibidos con la convocatoria, de
modo que la reunión pueda realizarse partiendo del conocimiento del caso por parte de todas
las personas que asisten.
El/la técnico/a que asume el caso debe dirigir la reunión de red, haciendo las presentaciones
previas y dando la palabra al/a profesional que considere oportuno. Es quien debe controlar el
tipo de información que es importante que se hable en la reunión y el tiempo que hay que
dedicarle a cada tema. Es importante que este técnico tenga claros los objetivos de la reunión e
identificados los aspectos sobre los que interesa recabar información o cuestiones que conviene
concretar en la reunión.
Se recomienda que la reunión de red tenga una duración máxima de una hora, distribuida del
siguiente modo:
En el caso excepcional de que surja nueva información relevante, la/el técnica/o que ha llevado
el caso la presentará, junto a la correspondiente propuesta, en la Comisión de su sección. Es
decir, las nuevas informaciones no se plantean en las reuniones de red sino en las respectivas
comisiones. Excepcionalmente, el/la Técnico/a de Seguimiento podrá plantear la necesidad de
celebrar otro tipo de reuniones de red, cuyo único objetivo sería unificar los criterios de
intervención y mejorar la coordinación entre los diferentes equipos educativos o recursos de
intervención implicados en un mismo caso. En este caso, el/la técnico/a que convoque la reunión
deberá liderar la reunión de red y establecer las bases para la unificación de criterios de
intervención de los diferentes profesionales.
El Plan de Caso que establece el modo en que va a ejercerse la guarda (modalidad de guarda,
programa, recurso, régimen de visitas, previsión de duración de la medida, etc.) siempre es
elaborado por la sección que recibe el caso. Es la sección que ejercerá la guarda y por ello, la que
transmitirá esta información a las familias.
Así, si bien los informes y Planes de Caso que elabore la sección de la que llega el caso recogen
orientaciones relativas al ejercicio de la guarda, los/as profesionales de dicha sección no pueden
ni deben asegurar a las familias que esas orientaciones vayan a ser asumidas por la sección que
lo acoge.
112
c) Proceso de acogida
El ingreso en el recurso residencial constituye uno de los momentos más importantes del
proceso de acogimiento residencial y una de las experiencias más inolvidables para los niños,
niñas y adolescentes. Es un momento de ruptura que a menudo supone distanciamiento y/o
pérdida del vínculo afectivo, pérdida de señas de identidad y del medio referencial, desarraigo,
miedo, tendencia a negar la situación que ha determinado la medida de separación y/o
autoinculpación.
– Mostrar al niño, niña o adolescente y su familia el lugar físico que le acogerá, así como la
habitación que será la suya propia.
– Responder a las dudas que puedan surgir en un primer momento tanto a la familia como al
niño/a o adolescente.
- Se ha de procurar un clima adecuado, que ofrezca al niño, niña o adolescente seguridad y ayuda
para afrontar los sentimientos y emociones que suelen acompañar a la separación del medio
familiar y su adaptación al nuevo contexto.
- Habrá que buscar un momento de tranquilidad cuando se den las mejores condiciones para
que la persona menor de edad sea bien atendida por parte de educadores o educadoras e
iguales.
- Se preparará al resto de personas menores de edad residentes para que el ingreso sea lo más
tranquilo y receptivo posible.
- Se valorará qué momento de los primeros días en el recurso es más adecuado para ir
informando del funcionamiento general del mismo (normas, derechos, deberes, protocolo de
quejas y reclamaciones).
- Se facilitará que el niño, niña o adolescente haga suyo el espacio y lo viva como propio,
permitiendo que lo personalice (decoración, distribución, posibilidad de elegir el color y
participar del pintarlo…).
El o la técnica que será referente para la persona menor de edad y su familia en Acogimiento
Residencial se reunirá con la familia para:
- Informarle de que en breve recibirá en su domicilio, por correo postal certificado, la Orden
administrativa que acuerda el ingreso en Acogimiento Residencial y dispone las condiciones del
mismo.
Preparación de la acogida
Las personas profesionales del recurso de acogimiento residencial deberán adoptar las medidas
oportunas para facilitar el proceso de acogida del niño/a, adolescente. Para ello:
a) Prepararán a las y los demás residentes para la llegada del/a nueva compañera;
La persona menor de edad conocerá el recurso antes del ingreso, siendo acompañada en las
visitas que realice por personas de referencia para ella y algún familiar o persona significativa,
siempre que la situación legal lo permita y no se estime contrario a su interés. Se realizarán un
mínimo de dos visitas al recurso residencial.
- Conocer la normativa básica del recurso, las pautas básicas de la vida residencial y sus derechos
y obligaciones.
- Recibir la información que necesiten tanto la persona menor de edad como su familia acerca
de las razones y los objetivos de la separación del núcleo familiar, el tiempo de estancia estimado
y las intervenciones que se van a llevar a cabo en el medio familiar.
Cuando el ingreso sea en un recurso del Programa Especializado se intentará por todos los
medios respetar el procedimiento general. Solamente en casos excepcionales en que sea
imposible, podrá hacerse el ingreso sin visitas previas. Se podrá proceder del mismo modo
cuando sea necesario hacer un ingreso urgente.
Si la persona menor de edad fue ya no convive con su núcleo familiar pero tiene visitas con
alguno de sus miembros, las 2 primeras visitas se harán con supervisión, a cargo de profesionales
tanto del recurso o sección del que procede el caso como del que la acoge.
-Domiciliaciones bancarias y becas: El recurso residencial o sección del que viene la persona
menor de edad traspasará al nuevo recurso toda la información referente a los pagos que deban
realizarse (centro escolar, comedor, actividades extraescolares…) y percepción de becas.
- Pruebas médicas: No podrán realizarse pruebas médicas como requisito para la entrada en
ningún recurso de la red de Acogimiento Residencial, salvo que exista una recomendación
médica que lo justifique.
Ingreso
El ingreso se realizará en un plazo máximo de 15 días a partir de la reunión de red, plazo que
únicamente podrá posponerse en circunstancias especiales que así lo aconsejen.
El día del ingreso, el niño, niña o adolescente irá acompañado por al menos un/a profesional de
referencia y siempre que sea posible y adecuado una o varias personas de su familia. Ese día
llevará sus pertenencias y su educador/a de referencia le acompañará para deshacer su maleta.
Se considera periodo de observación aproximadamente los dos meses transcurridos después del
ingreso. El objetivo de esta etapa es que la persona menor realice un adecuado proceso de
separación bien de su familia, bien del recurso o familia acogedora de la que procede. 115
Para valorar la adecuación del recurso residencial asignado y la adaptación del niño, niña o
adolescente al mismo, durante este periodo la persona profesional que ha sido su referente
realizará varias llamadas para interesarse por su estado. Asimismo, el o la técnica mantendrá
una entrevista con la persona menor de edad al mes del ingreso.
Este periodo comprende el tiempo transcurrido desde que se produce el ingreso del niño/a o
adolescente en el recurso residencial hasta el momento en que se activa el proceso de egreso.
A lo largo de este periodo cobra especial relevancia la actuación coordinada en beneficio de los
niños, niñas y adolescentes de toda la red, desde las Técnicas de Infancia, Equipos Educativos,
Servicios Sociales de Base, etc. y en definitiva la participación de todos aquellos recursos que se
soliciten y/o se pongan en marcha para dar respuesta a la complejidad de situaciones a las que
se debe atender en el proceso de intervención. El Sistema tiene que poner las condiciones que
favorezcan una evolución positiva de cada caso.
En la intervención del Caso se ve necesario trabajar en diferentes niveles para garantizar una
buena práctica y procurar que la intervención llegue a buen término. Así, la intervención se
centrará por una parte en satisfacer las necesidades del niño, niña o adolescente y por otra, en
apoyar a la familia en las suyas. Una visión sistémica permitirá ver al niño/a o adolescente y a su
familia en relación a sus sistemas de pertenencia, lo que posibilita ampliar el foco de la mirada
de las personas profesionales incluyendo en la actuación una perspectiva globalizadora.
– Las distintas intervenciones profesionales deben tener en cuenta las crisis de los microsistemas
de pertenencia del niño, niña o adolescente. De aquí la importancia del trabajo en red, como un
proceso donde facilitar, posibilitar los intercambios entre los distintos microsistemas
significativos para los niños, niñas y adolescentes y sus familias, donde los miembros pueden ser
activos en la solución de problemas y donde pueden percibir las interacciones de la red que les
proveen de ayuda.
– Principios de la Bioética:
– No-maleficencia, entendido como la obligación de no lesionar física, psíquica y
socialmente a un niño, niña o adolescente y su familia.
– Justicia. Obligación de no discriminar, partiendo de que todas las personas merecemos
igual consideración y respeto.
– Autonomía. Obliga a respetar los valores y deseos del niño, niña o adolescente y su
familia hasta donde sea posible.
– Beneficencia. Obliga a hacer el bien o ayudar a las demás personas en sus necesidades,
siempre que ellas voluntariamente lo pidan o lo acepten.
Desde los Programas de Acogimiento Residencial se ve prioritaria una filosofía participativa en
todo el Sistema, en el que se impulsen procesos de cambio desde la aceptación y la implicación
de las personas menores de edad y sus familias tanto desde el funcionamiento del sistema y de
los/las profesionales que participan en el mismo. Es desde la participación y la asunción de
filosofías, metodologías, etc. de trabajo común desde donde se hace coherente el trabajo de
toda la red y se aumenta la calidad del mismo y el bienestar tanto de los niños, niñas o
adolescentes y sus familias como de profesionales.
El egreso es el momento en que se produce la salida del recurso de acogimiento residencial del
niño, niña o adolescente.
La salida del recurso residencial debe ser el resultado de un proceso que se inicia en el momento
del ingreso en acogimiento residencial y que debe ser trabajado y planificado a lo largo de toda
la intervención. La orientación estará recogida previsiblemente en el Plan de Caso que será
evaluado en los sucesivos Informes de Seguimiento. Por lo tanto, es el resultado de un proceso
estando previsto y trabajado con anterioridad a que se produzca.
b) La familia.
b) Con la familia:
– Trabajar para que lleguen a ser conscientes de forma realista de sus capacidades y limitaciones
para dar apoyo, sustento y hacerse cargo de su hijo o hija.
– Ayudarles en la adquisición de habilidades de relación con su hijo o hija para poder rescatar el
mayor nivel de relación posible a nivel cuantitativo y cualitativo.
– Implicarles y hacerles partícipes en todo lo que afecte a su hijo o hija (información, toma de
decisiones, etc.)
– Prepararles para la aceptación de los recursos necesarios de atención y de vida para sus hijos
e hijas, bien complementarios a lo que la familia ofrezca o bien sustitutivos.
Es necesario trabajar a lo largo de toda la intervención para proporcionar a los niños, niñas y
adolescentes y sus familias la mejor atención posible y una ayuda que les posibilite una evolución
positiva, esto requerirá trabajo desde el recurso residencial pero también el contar con otras
personas profesionales dentro y fuera de la red de acogimiento residencial que enriquezcan
dicha intervención y faciliten el logro de los objetivos.
Esto implica dos niveles de trabajo, uno que debe ir en la línea de coordinar y crear una red de
trabajo con otras personas profesionales del ámbito comunitario que tenga o vaya a tener una
función con el niño, niña o adolescente o su familia (Trabajador/as sociales de ayuntamientos,
Educadores/as de calle, Club de Tiempo Libre, Tutores/as escolares, etc.).
Un segundo nivel supone solicitar todos aquellos recursos que puedan ayudar a trabajar con el
caso (Psicoterapias, Programas de Intervención Familiar, Salud Mental, abordaje de
drogodependencias, etc.) así como facilitar y poner en contacto a los niños, niñas o adolescentes
y las familias con los recursos comunitarios y de participación social de su contexto (clubes de
ocio, grupos de autoayuda, Servicios Sociales, etc.).
– Que la persona menor de edad y/o la familia hayan conseguido los objetivos establecidosal
inicio de la intervención recogidos en el Plan de Caso o en los posteriores Informes de
Seguimiento.
– Que los motivos que originaron la medida de acogimiento residencial hayan sido superadas
parcialmente y se valore pertinente o posible la reunificación familiar con recursos que apoyen
o complementen al sistema.
– Que las necesidades del caso aconsejen un cambio de Programa, Orientación o Medida. 118
Tipos de egreso
– La propia familia, si se han superado las condiciones que dieron lugar a la separación familiar
y al ingreso del niño, niña o adolescente en un recurso residencial de protección y es posible
realizar una reunificación familiar.
– Traslado a otro recurso residencial, bien dentro del sistema de acogimiento residencial o fuera
de él, que pueda dar mejor respuesta a las características y necesidades que presenta.
– Se realizará la revisión periódica de la Orientación del Caso marcada al inicio por el Plan de
Caso y después por los Informes de Seguimiento que serán como mínimo semestrales, ajustando
éstos y acomodándolos a las circunstancias y al proceso que se vaya dando.
– El o la educadora tutora valorará junto con el Equipo Educativo si se dan o no las condiciones
antes mencionadas para que se produzca el egreso, contrastándolo con las diferentes personas
profesionales intervinientes.
– En el caso de que se valore favorable el egreso, el o la educadora tutora del caso realizará el
informe de Egreso o del Informe de Seguimiento (en caso de que coincida en el tiempo la
realización de este documento).
Cada situación de egreso deberá dar lugar a un programa individual de egreso, con sus objetivos,
sus fases, sus recursos y su temporalización. A continuación se detallan algunos criterios para su
desarrollo:
– La salida debe ser entendida por todas las partes como algo positivo, indicador de un proceso
de mejora.
– Es fundamental implicar a las personas afectadas (sobre todo niños, niñas o adolescentes y su
familia) en su aceptación y en la toma de decisiones. Se debe mantener a la familia informada.
119
– Realizar un plan en el que estén implicados todas las personas profesionales intervinientes
para garantizar las acciones coordinadas a lo largo de todo el proceso.
– Hay que trabajar con la red social y profesional para que a la salida el niño, niña o adolescente
cuente con el mayor nivel de apoyo posible para facilitar su integración familiar, formativo-
laboral y social.
– La persona menor de edad debe llevarse todas sus cosas (pertenencias, álbum de fotos, libro
de vida, etc. y su documentación en regla, así como gestionar todo lo que pueda necesitar
(ayudas, documentación, tener activados los recursos de ayuda que precisen, etc.) De la misma
manera, la familia ha de contar con los recursos necesarios para garantizar la protección en esta
nueva situación.
– Previa a la salida deberá hacerse un plan en el que estén previstos los contactos del niño, niño
adolescente con el equipo educativo del recurso residencial que deja: medio, momentos,
duración, plazos, etc.
No obstante, según sea el contexto al que va a pasar el niño, niña o adolescente hay que tener
en cuenta unos aspectos específicos:
Reunificación familiar
– Trabajar desde el Equipo Educativo con la persona menor de edad y su familia unas
expectativas realistas y ajustadas a la realidad: informarles sobre la situación de ambas partes y
lo que puede afectar a la convivencia cotidiana, lo que pueden esperar y lo que no, etc.
– Realizar una planificación minuciosa y negociada con los padres y el o la hija, estableciendo
objetivos y plazos para el acercamiento.
– Ir dando pasos progresivos para la integración del niño, niña o adolescente también en el
ámbito comunitario del contexto familiar: escuela, grupo de amistades, recursos de ocio y
tiempo libre, conocimiento y uso de equipamientos (polideportivo, biblioteca, ludoteca,
programas de medio abierto, etc.). Que el niño, niña o adolescente conozca los recursos de
ayuda y como acceder a ellos.
– Coordinación previa con los servicios profesionales que les pueden dar soporte y ayuda
(Trabajadora Social, Educadores/as de calle, tutor/a y/o orientador/a escolar, etc.).
– Tener en marcha una Intervención Familiar, si se ve necesaria para facilitar el acoplamiento. 120
– Cuidar que el niño, niña o adolescente haga suyo el espacio del hogar familiar, acomodando
un espacio en la casa adecuado a sus necesidades, llevando sus pertenencias, acoplando la
decoración a sus gustos.
– Es muy importante trabajar los sentimientos que se pueden generar por el manejo de la lealtad
familiar.
– Importante trabajar también las expectativas de ambas partes: que sean realistas, haya un
buen conocimiento y aceptación de las limitaciones que puedan tener y lo que pueden suponer
en la vida cotidiana.
Pensado para aquellas personas adolescentes que no cuentan con un medio familiar que los
acoja a su salida de acogimiento residencial, o bien no resulte beneficioso para su desarrollo
personal la vuelta al hogar familiar.
También habría que trabajar en esta línea cuando puede haber un retorno con la familia a la
mayoría de edad pero sólo puede darle una cobertura parcial, por lo que el o la joven tendría
que contar con una capacidad de autonomía y madurez que le posibilite hacerse cargo de su
vida de forma responsable.
El trabajo con la autonomía debe ser una línea de actuación a lo largo de toda la estancia de la
persona menor de edad en acogimiento residencial en la medida que su edad y capacidades,
pero debe ser intensificada a partir de los 16 años hacia la preparación para la vida
independiente, para aquellos casos en que no sea posible una vuelta a la familia, ni un
acogimiento familiar (por características personales, edad de ingreso, fracasos de este
recurso...).
Se deberá trabajar con todos los y las adolescentes en acogimiento residencial el programa de
autonomía desde el contexto de su propio PEI para preparar a los chicos y chicas en cuestiones
como:
– Habilidades de búsqueda de empleo y conocimiento y manejo en los recursos para tal fin
(INEM, etc.). Mantenimiento del mismo.
La última fase debe suponer una situación puente en la que se pueda propiciar una
desvinculación gradual del piso y del apoyo del Equipo Educativo, en la que se de ayuda y
orientación a nivel personal y se vaya preparando su inserción laboral y su vinculación con otras
personas profesionales y las redes sociales, pero a su vez le permita y facilite una interacción
continua en la comunidad y un aprendizaje a través de la práctica cotidiana de las habilidades
que se trabajen.
Si van a vivir de forma independiente, deben tener gestionadas previamente las ayudas de
desvinculación, si las precisan, y conocer los recursos de ayuda con los que pueden contar
(Servicios Sociales, becas...).
Dada la dificultad con la que se encuentran las personas adolescentes en nuestra sociedad actual
para vivir de forma independiente en edades cercanas a su mayoría de edad, pocos son los que
logran unas condiciones económicas, laborales y de autonomía personal que se lo permitan. En
el caso de los y las jóvenes que han estado en acogimiento residencial puede ser necesario
gestionar su paso a un recurso puente de emancipación donde continuar trabajando estos
aspectos una vez cumplida su mayoría de edad, si precisan de apoyo para ello.
Cambio de Programa
Esta situación sólo se debe plantear cuando sea necesario para proporcionar al niño, niña o
adolescente una mejor respuesta a las necesidades que presenta. Como filosofía de partida hay
que evitar cambios que no sean estrictamente necesarios por la ruptura de vínculos que supone
y el daño que conlleva para la creación de otros nuevos y cuidar que el niño, niña o adolescente
no pierda la percepción de continuidad de su historia.
Es fundamental prepararle para el cambio, darle explicaciones fundadas, sencillas y adecuadas 122
a su edad y nivel de comprensión y fomentar su participación en la decisión. Deberemos
asegurar la coordinación entre los recursos residenciales implicados en el traslado y estructurar
el procedimiento para evitar las diferencias en la aplicación y/o interpretación de los criterios
educativos entre cada recurso.
Habrá que evitar en lo posible el corte emocional que supone el traslado, de manera que el
cambio no se produzca de forma brusca, sino programada y dando pasos sucesivos:
coordinación de los profesionales, aceptación de la medida por las partes implicadas,
información sobre el nuevo recurso, conocimiento físico del espacio (centro, ámbito
comunitario). Se establecerán puentes y situaciones de transición, momentos de participación
de profesionales del antiguo y nuevo recurso residencial, facilitando acompañamientos para que
la persona menor de edad adquiera seguridad y comience una vinculación positiva en el nuevo.
Es muy importante favorecer la adaptación al nuevo recurso de manera que las personas
atendidas perciban que existe una red que ampara y da continuidad a su proceso de desarrollo
personal y aprovechar positivamente los aprendizajes realizados en el recurso residencial del
que procede.
También habrá que programar visitas al recurso anterior y encuentros con los profesionales que
hayan sido significativos, sobre todo durante los primeros meses. Es especialmente importante
que la documentación correspondiente acompañe al niño, niña o adolescente a su nuevo
destino (una copia).
BIBLIOGRAFÍA
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sociales para la infancia. Situación actual y aportaciones de los enfoques
ecopsicológicos. Psicothema. 4, 531-542.
▪ JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN. (2000). Documento para los Centros de Protección a la
Infancia. Valladolid.
▪ MARTÍN, E (2015): Niños, niñas y adolescentes en acogimiento residencial. Un análisis 123
en función del género. Revista Qurrículum, 28.
▪ VVAA (2012): Acogimiento Residencial. Diputación Foral de Guipúzcoa.
▪ VVAA (2012): Manual de intervención en situaciones de desprotección infantil en la
Comunidad Foral de Navarra.
Se realizará conjuntamente con la unidad monomarental (madre e hijo o hija) en aquellos casos
de niños y niñas pequeñas (4-7 años) y en los casos de niños y niñas más grandes (8-17 años) se
podrá hacer individualmente con cada menor. La tabla referente a la ACTIVIDAD 1 en se muestra
a continuación.
2. ¿Con qué nos encontramos ahora? Cuando el menor finalice de evocar las situaciones
que deja atrás (pérdidas de juguetes, de espacios, de amigos y amigas, de ambiente,...),
comenzaremos a evocar aquellas sensaciones que nos propiciará el nuevo lugar donde
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va a permanecer durante su proceso.
Le preguntaremos “¿Qué te gustaría encontrarte en este lugar? ¿Cómo crees que podremos
ayudarte a que no sientas el miedo de antes en este ahora?” Iremos animando a la persona
menor de edad a que vaya representando a través de dibujos o palabras todos aquellos
sentimientos, situaciones, afectos,... que representará la seguridad, protección, defensa de sus
derechos, importancia de su palabra y el respeto fundamental que tendrá su persona en este
espacio.
• Pedir las cosas: “Con esta norma, ¿yo tendría derecho a quitarte
tus juegos? ...
A partir de la libre elección de los muñecos o muñecas que representarán su realidad (él mismo
o ella misma, madre, padre, hermanos y/o hermanas, familiares, amigos y/o amigas,...), el
menor irá proponiendo las situaciones más familiares o cotidianas en las que se desenvolvía
durante la violencia de género. Cada niño o niña guiará en un principio las dinámicas en las cuales
el menor podrá tomar distancia, externalizar sus historias sin sentirse integrado en la historia
que representa. Progresivamente iremos evocando situaciones propias de su historia deviolencia
de género que fomentarán la puesta en práctica de los sentimientos, afectos, y creencias (culpa,
abandono,...) que tiene cada niño de las vivencias que ha tenido.
1. Identificación de Emociones: “¿Te parece si ponemos al Sr. Mr. Face con cara 125
de............... (Propondremos emociones)?
2. Experimentar las diferentes emociones: “Entonces, cuando te encuentras alegre, cómo
pones tu cara y tu cuerpo?” .Se le animará a que lo haga frente a un espejo para un
reconocimiento de emociones y de su cuerpo. Así podremos conectar con la memoria
traumática de situaciones asociadas a la violencia de género.
3. Ahora vamos a representar aquellas situaciones en las que nos sentimos:
• Alegres: ¿Qué situaciones recuerdas en las que te hayas encontrado alegre? ¿Y
cuando vivían en el anterior domicilio, (haciendo alusión a episodios de violencia de
género)?
• Tristes: “
• Rabia: ”
• Miedo: “
• Sorpresa: “
4. ..... De las emociones expresadas, ¿cuál es la que sueles tener en la mayoría de las
ocasiones? y ¿cuál es la que menos sueles tener?
Para expresar la emoción elegida (alegría, tristeza, sorpresa, enfado, rabia,..) el niño o la niña
elegirá hasta tres elementos de psicomotricidad, entre más opciones para fomentar su proceso
de elección, y realizará un circuito psicomotriz. Por ejemplo: aros, colchonetas y pelotas.
Se les proporcionarán técnicas de comunicación afectiva a cada niña o niño, a través de un 126
espacio para la comunicación tónica con el personal terapeuta: en un espacio para el descanso,
se dará al menor masaje en las manos o pies que motive la expresión de afecto con una persona
adulta.
Este espacio permitirá a su vez descansar de las emociones expresadas y tener un espacio para
el diálogo tónico-emocional.
Comenzaremos por la representación de aquéllas cosas que nos molestan. ”En este cómic vamos
a poder representar la rabia, la desgana, y todas aquellas cosas que no podemos decir
normalmente y que aquí en el papel, podremos escribir.”
Representación verbal de las experiencias descritas: A partir de las palabras que ilustran mejor
su enfado, rabia, frustración...por las pérdidas, cambios,... Las iremos apuntando y luego iremos
animando a cada menor a realizar una historia (Terapia narrativa en la que integre los elementos
descritos) para la creación de una resignificación de su historia de violencia de género.
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Se introducirá la actividad a través de la presentación de una lupa y la labor que tiene en toda
investigación al amplificar todas las huellas imperceptibles. Es por ello, que hoy se le va a
encomendar una tarea de investigador o investigadora en la que tendrá que mirar las huellas
que representan aquellos eventos que más dolor le han producido.
En el interior de la huella, iremos haciendo segmentos en los que podrá reflejar, a través de
dibujos o palabras, aquellas experiencias más dolorosas.
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Se le otorga una carta en la que se le pondrá lo siguiente: Querido/a Niño/a (nombre): Tenemos
el placer de comunicarte que este año hemos decidido que habrá un niño o niña por cada día
del año, que será Presidente o Presidenta de los Derechos de los Niños y Niñas. Es por ello que
hoy podrás disfrutar de los enormes beneficios de ser Presidente o Presidenta, podrás comer tu
plato preferido, tu postre, se realizarán tus juegos, podrás caminar por la alfombra roja y vestir
como tú quieras (se le facilitará disfraz a modo de traje de gala).
Pero a cambio te encomendamos una gran labor que tú podrás hacer porque sabemos que
tienes poderes para ello por la situación que has vivido, y es que tendrás que decirles al resto de
las personas con las que convives cuáles son los derechos de los niños y comportarte como si
fueras el máximo defensor de los mismos, aunque ya sabemos que lo haces diariamente, hoy
queremos reconocerte tu gran labor. Enhorabuena y confiamos en ti para seguir haciendo que
los derechos de niños y niñas sigan cumpliéndose por los adultos.
El niño o niña deberá elegir cómo quiere colocar su altillo, micrófono, vestuario,...
Representación de su papel como presidente o presidenta por un día: reflejará los diferentes 129
derechos frente a la técnica o el técnico psicoeducativo. En caso de que tenga dificultades se
hará conjuntamente, de manera que el niño o niña siga teniendo el papel principal y el/la
ayudante será el auxiliar.
Identificación de los Derechos que cree el niño o niña más necesarios ser defendidos y cuál de
los derechos nombrados no ha sido respetado en su caso. “De los derechos que hoy has
defendido con tanta fuerza, ¿cuál crees que es más importante? “Y en tu caso, ¿Cuáles no se
han respetado?” “Te parece si le respondemos a la Presidencia del Gobierno, que a partir de
ahora tú serás el Embajador/a del Derecho (derecho a la no violencia, a la
protección...)”
Representación de lo vivido: El niño o niña expresará a través de una carta o mensaje de vuelta
a la Presidencia en la que podrá expresar a través de un dibujo que él o ella se ve a sí mismo
como poderoso o poderosa defensora del derecho que ha elegido.
Según el hito evolutivo se prepararán tarjetas en las que se ilustren los diferentes tipos de
violencia de género.
Las tarjetas podrán ser dibujos que reflejen situaciones o frases que identifiquen posibles
situaciones de violencia de género. A su vez, esta dinámica puede usarse para que las y los
adolescentes identifiquen situaciones en las que pueden estar expuestos a situaciones de abuso
en las relaciones afectivo-sexuales.
A continuación, se presenta una muestra de frases que reflejan situaciones de riesgo o maltrato.
• ME ESCUCHA,
• ME COMPRENDE,
• VALORA MI OPINIÓN,
• ES CARIÑOSO CONMIGO,
• NO ES EXIGENTE CONMIGO,
• NO ME AGOBIA,
• PELLIZCOS,
• INTENTA CAMBIARME,
• ME ARAÑA,
• ME APARTA VIOLENTAMENTE,
• ME DEJA EN RIDÍCULO,
• ME ZARANDEA,
• ME MANDA A CALLAR,
• ME INSULTA,
• ME CHILLA,
• DICE QUE POR MI CULPA A ÉL NO LE VAN LAS COSAS TAN BIEN COMO A OTRAS PERSONAS.
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A partir de las frases que se encuentran en las situaciones donde existe violen- cia de género,
deberán clasificarlas nuevamente según sean:
Una vez colocadas todas las frases se irán revisando aquellas frases que no correspondan a la
categoría propuesta por la menor y se debatirá sobre las razones que alude la o el menor.
Debate final: ...“de las situaciones y frases que has colocado en los distintos tipos de malos
tratos, hay alguna que te sorprendiera porque la desconocías? “¿Conoces a alguien que le haya
pasado alguna de las situaciones anteriores? ¿Y en casa, qué tipo de malos tratos sufriste?” “Si
pudieras coger ahora mismo todas esas frases y las pudieras enrollar en tu mano, qué harías con
las huellas del maltrato que ahora están en tu poder?” (Facilitarle experiencias alternativas para
elaborar el empoderamiento sobre la situación que tiene ante sí).
Dibujo de su figura humana en papel craft: se le pide que se acueste sobre una tira de papel craft
y se le delinea su figura. Posteriormente se le muestra y se le pide que se vea a sí mismo logrande
que es.
Encima de su figura humana deberá ir colocando las diferentes cualidades y poner por qué
motivo las ha puesto. A medida que el menor vaya comentando situaciones en las que se ha
comportado con esas características, iremos introduciendo un lenguaje externalizador.
Es así como le facilitamos experiencias en las que pueda dejar de sentirse culpable, así como de
reparar el daño causado o no. Recortamos la figura humana y le damos la vuelta.
Se le dará la consigna siguiente: “ Ahora vamos a buscar otras cualidades que le hacen sentir
bien a tus oídos, ¿Cuáles son esas? Vamos a buscar las cualidades que me dicen de ti “Así soy
yo”. Se le facilitará tarjetas de cualidades positivas que comenzaremos colocándolas sobre los 133
oídos de la figura humana y proseguiremos colocando las otras cualidades poniéndolas sobre el
resto de las partes del cuerpo que vaya diciendo cada menor.
Estas cualidades iremos pegándolas con pegamento a la figura humana y le pediremos que al
finalizar la sacuda para ver si realmente se le han quedado pegadas alguna de las cualidades
negativas, así le demostraremos que las etiquetas no tienen posibilidad de adherirse a nuestra
identidad, salvo que las peguemos nosotros o nosotras mismas.
A partir de la silueta que cada menor tiene sobre sí mismo, le pediremos que pinte con diferentes
colores cómo siente cada parte de su cuerpo.
En los casos de aquellos niños o niñas que tienen carencias afectivas por la poca disponibilidad
de sus progenitores para dispensarles cariño, hace que vean su cuerpo como una carga al cual
no tienen ningún aprecio porque no han podido tener experiencias de ser dignos de cariño y
atenciones.
Es por ello, que tendremos en cuenta aquellas partes del cuerpo dibujadas en colores grises,
negros o blancos para indagar sobre las emociones asociadas al mismo y posteriormente volver
a validarlas, reconocerlas,...
Con los segmentos corporales pintados le pediremos que refleje la emoción que siente hacia el
mismo (asco, bienestar, agrado, rabia, indiferencia,..)
Representación verbal sobre las emociones y las experiencias en las que han estado presentes
dichas partes de su cuerpo. Validar las emociones hacia su propio cuerpo.
Se le planteará ejercicios de expresión corporal en los que tendrá que enfatizar las partes del
cuerpo más desestimadas, tapando con telas al resto del cuerpo.
2. Identificar aquellas cualidades que posee/no posee que son fruto de la construcción
social o cultural en base al género. 135
Objetivo: Tomar conciencia de los recursos que poseen, así como de los logros o éxitos que han
conseguido.
Reflexionar sobre las cualidades, habilidades y destrezas que poseen, haciendo especial énfasis
en la relación que dichas cualidades mantienen con la consecución de los logros.
Se le dice a las/os participantes que deben pensar en alguien que cumpla los requisitos de
cada una las frases a continuación, y vaya por tanto escribiendo su nombre al lado de cada
frase.
Y lo más importante..............................
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Con ayuda de una varita mágica, se le dará un toque en una parte de su cuerpo diciéndole: “Si
ahora tienes el poder de ser la persona que te gustaría ser, ¿crees que podrías hacer todo lo que
has escrito/dicho?”
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Se les planteará diversas situaciones en las que tendrán que reaccionar de tres maneras
diferentes: AGRESIVA, SUMISA Y ASERTIVA (DEFENSA DE SUS DERECHOS).
Situación: Estamos en el parque jugando/hablando con los amigos y las amigas y viene un chico
de otro grupo y nos quita la pelota con la que estábamos jugando. ¿Cómo actuamos? Se le
facilitará tres respuestas ante la misma situación, tendrá que interpretar las tres formas.
Debate sobre las formas de defender los derechos y puesta en práctica de habilidades sociales:
¿Con cuál de las respuestas que has interpretado te has sentido mejor? ¿Qué formas crees que
hacen sentir mejor a las demás personas en el trato? (pedir las cosas, contacto ocular, saber
iniciar, mantener y finalizar conversación, respetar a la otra persona,..) ¿Te gustaría responder
de esa manera en tu vida real?
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ACTIVIDAD 22: DINÁMICA DEL ALBUM DE FOTOS: “DONDE NACIÓ NUESTRO VÍNCULO”
Se le encomienda a la unidad monomarental que tienen que buscar fotos del desarrollo de los
niños y niñas desde que la mamá estaba embarazada, hasta el momento actual de sus hijos e
hijas.
Se organizarán las fotos por orden cronológico y se pegarán en una cartulina que titularemos
“Dónde nació nuestro vínculo”. Es así como se hará un recorrido entre ellos por los episodios
más significativos entre ambos, desde el momento en el que se gestó la idea de nacimiento del
bebé, cómo fue el embarazo, cómo fueron los primeros movimientos en la barriga de la mamá,
cómo fue el primer año de la vida del niño o de la niña, su primer día de cole,...
A lo largo de este proceso se irá remarcando cada experiencia con representaciones simbólicas
de cada evento al lado de la foto que ilustra dichos recuerdos (por ejemplo, dibujar sol en la foto
del nacimiento porque nació en un mes de verano).
Todas estas resonancias afectivas permiten al niño y/o a la niña volver a sentir que existen
muchos episodios buenos que no han podido ser rememorados, por la presencia del estrés que
generó la violencia de género, y que ahora permiten crear puentes, conexiones entre madre e
hijo o hija. Es, por ello, sumamente importante simbolizar, en ese álbum personalizado, puentes,
castillos, medios de transporte,...que permitan al niño o la niña crear una nueva narrativa
significativa de la vinculación existente entre madre e hijo o hija.
Representación verbal del significado que ha tenido esta experiencia en ambos: “¿Recordaban 143
que existían tantas cosas que les unían?” “Si vuestra relación fuese como un río y el mar que
conviven, están en contacto permanentemente, ¿Creen que la violencia de género taponó el
contacto entre ustedes dos?” “¿Qué les parece si representamos el encuentro entre dos
elementos (mar y río) que hace tiempo querían estar juntos? Se les facilita plastilina a cada uno/a
para que represente el encuentro.
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SITUACIÓN 1 Silvia lleva días con un carácter bastante variable, muestra continúas faltas de
respeto hacia su madre, ignorando que su madre (María) le plantea continuamente que
mantenga su habitación ordenada.
MARÍA: Lenguaje verbal: ¿Qué te parece si me enseñas una nueva forma de ordenar tu
habitación?
Lenguaje no-verbal: mirada de entusiasmo, tono de voz alegre y motivador, brazos abiertos,
postura corporal firme y dinámica.
Lenguaje no-verbal: Mirada de curiosidad, tono de voz animado, postura corporal preparada
para la acción.
SITUACIÓN 2 Paula lleva días con un carácter bastante variable, muestra continuas faltas de
respeto hacia su madre, ignorando que su madre (Marta) le plantea continuamente que
mantenga su habitación ordenada.
MARTA: Lenguaje verbal: Si sigues dejando tu habitación así de descuidada no sé qué harás el 145
día que tengas tu propia casa, así no conseguirás nunca valerte por ti misma.
Lenguaje no-verbal: Mirada con indiferencia, rostro inexpresivo y frío, voz contenida desafiante,
postura corporal ofensiva.
SITUACIÓN 3 A Marcos le gusta mucho ver la televisión y cuando llega la hora de irse a la ducha,
su madre (Claudia) le dice:
CLAUDIA: Lenguaje verbal: “Tienes que bañarte así que ya sabes lo que tienes que hacer”.
Lenguaje no-verbal: Cejas arqueadas, manos agitadas haciendo gestos de rapidez, se da la vuelta
y se va a pintarse las uñas.
MARCOS: Lenguaje verbal: “Para que me voy a bañar hoy si me voy a ensuciar mañana”.
Lenguaje no-verbal: Sentado explayado en el sofá, excesivamente cómodo, gesto
despreocupado, piernas abiertas, brazos extendidos, bosteza continuamente, expresa
aburrimiento.
SITUACIÓN 4 A Pablo le cuesta un calvario terminarse el plato de comida, es así como todos los
dichosos días se forma una pelotera a la hora del almuerzo...
LAURA: Lenguaje verbal: “¡Cómete eso anda, que mira que se te va a enfriar, y luego no me
comes!”.
Lenguaje no-verbal: Observación constante de cada paso/gesto que da el niño o niña, vigilante
de su estado satisfacción; pendiente de modificar todo lo que al niño o niña le sale de una
manera, para que le salga mejor; puesta de los 5 sentidos en la actividad que el niño o niña está
realizando; invasión del espacio del niño o niña; reprimendas por todo, interrupciones
constantes...
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Objetivos:
• Dinámica con Globos; los cuales representan al hijo o hija. Se vivencia con ellos la
representación de un proyecto nuevo de vida (crear un globo como si de un hijo o hija se tratase),
en movimiento por la sala mientras están dentro de la barriga, proceso de dar a luz, asícomo sus
diferentes etapas (cuando son pequeños, preadolescentes, adolescentes). Ir incidiendo en la
distancia/cercanía con respecto al menor.
• Además, se representará la libertad que se le irá dando al globo a través del hilo como
facilitador de la separación entre madre e hijo o hija, así como la permisividad al dejar al hijo o
hija en su entera libertad para irse y, con ello, perderse. Se representa un globo que al darle
demasiada libertad, se ha ido y se ha perdido.
• Posterior representación del globo cogido por una cuerda que se ha hecho más larga y
extensible, pero que no se suelta como facilitador de seguridad y protección.
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Debate sobre lo expuesto:
• ¿Qué habéis visto en la representación de los globos que se identifica con vuestra puesta en
práctica de límites?
• ¿Es adecuado dar entera libertad, una vez confiamos en nuestros hijos e hijas?
• ¿Es necesario tener un vínculo que les permita tomar libertad pero sin- tiendo seguridad y
protección?
¿Cómo potenciar la autoestima en las hijas? Con lo que conocemos sobre los procesos de
reconstrucción y por la experiencia vivida, las mujeres madres sabemos qué cosas nos ayudaron
a enfrentar la vida adecuadamente. Entonces, en vez de enseñarles la claudicación, sumisión,…,
podríamos contribuir a aplacar la cultura machista, donde lo masculino se valora más que lo
femenino, trasladándole nuestra experiencia, pero sin crecernos como modelo a seguir.
En la relación madre-hija, concebida como una relación entre personas que aprenden
mutuamente una de la otra, tenemos la posibilidad de realizar una revolución del género
femenino y con ello; un laboratorio de pedagogía innovadora. Las mamás que creemos que la
solidaridad con las hijas nos implica un compromiso de vida profundo, podemos pasarles
derechos, normas, compromisos, reconocimientos. ¿Cómo potenciar la autoestima en los hijos?
La acción positiva de género con los hombres consiste en eliminar los superlativos; en eliminar
los altares a Zeus. Se trata de no ser una madre que les sirve y les adora como si fuesen seres
superiores. Necesitamos desmontar internamente las creencias donde el hombre es el centro
de todo y que se expresa en la sobrevaloración de los hombres y en la dependencia hacia ellos.