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Sueño de una Sumisa

By: cleorompatt
Relaciones D/s… ¿Cuántas están dispuestas en realidad a tener un tipo de relación
de esa magnitud? O simplemente es la curiosidad, la moda, el experimentar algo
nuevo y la realidad es que no tienen la más remota idea en que se están metiendo,
Bella tiene deseos de incursionar en ese mundo, ¿Encontrara en Edward lo que ella
tanto desea?
Rated: Fiction M - Spanish - Romance - Bella, Edward - Chapters: 8 - Words:
20,781 - Reviews: 42 - Favs: 72 - Follows: 42 - Updated: Feb 4, 2015 -
Published: Jan 6, 2015 - Status: Complete - id: 10952841
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1. Chapter 12. Chapter 23. Sueño o Realidad 1era Parte4. Sueño o Realidad 2da
Parte5. La Realidad6. Ya No Quiero Seguir Soñando7. POV Edward8. Epílogo Next >

Los personajes pertenecen a la señora S. MEYER. Pero me tomé el


atrevimiento de jugar un rato con ellos, si te gusta o no puedes dejar un
comentario. Es una historia corta solo contiene cinco capítulos y aunque ya
está publicada en el blog quiero compartirla con ustedes por aquí. Las
actualizaciones serán semanales.

Gracias a mi beta Ana Idam por su valiosa colaboración y apoyo en esta


aventura.

Sin más cháchara, aquí una corta introducción.

He notado que después de la famosa trilogía de 50 sombras de Grey —de la cual


sin dudas yo también estuve y estoy totalmente enamorada—han aparecido chicas
que desean tener la experiencia de Anastasia y encontrarse a un "Puto Amo", que
las enamore, las haga sentirse cual reinas y no solo tenga el Audi y el Charlie
Tango, lo más importante que las lleve al famoso cuarto rojo.

Sin que ninguna se me ofenda y lo que menos deseo es crear polémicas…

"No más alejado de la realidad", ya que si nos ponemos a analizar por todo lo que
pasó la protagonista y sin dudas lo que le dolieron los azotes y lo que le costó
doblegarse ante su amo y aceptar ser una sumisa entregada. Aceptar el famoso
contrato, aunque Grey luego mandara a la mierda el papeleo… y terminara
enamorándose de ella. (Aunque yo particularmente no tengo resistencia al dolor,
aguantaría un par de ellos, jajaja)

Eso no es para nada sencillo, no es el simple hecho "quiero un amo que me azote y
arrodillarme ante él"… es mucho más que eso, es la entrega total, es tener la plena
confianza en tu Amo y que él decida y tenga total potestad sobre ti y tu cuerpo.
Pero puede que el Amo que encuentres nunca se enamore de ti, como puede que
compartan una relación 24/7 exitosa y el BDSM sea parte de sus vidas. Eso sería
genial. También tienes que tomar en cuenta que están los Amos asalariados… la
mayoría no son multimillonarios…

¿Pero cuantas están dispuestas en realidad a tener un tipo de relación de esa


magnitud? O simplemente es la curiosidad, la moda, el experimentar algo nuevo y
la realidad es que no tienen la más remota idea en que se están metiendo, porque
esa relación no es un simple juego de vendar los ojos, esposarte, llenarte de
chocolate o crema batida y darte los mejores orgasmos… porque aunque no lo
crean muchos vainillas hacen eso perfectamente bien… no es una novela.
Una relación D/s, es algo bastante serio, a lo que hay que respetar, es un estilo de
vida… si deseas algo así, indaga, investiga, porque en este mundillo, puedes
encontrar de todo… Amos que dicen serlo y no lo son… Algo que ha ocasionado el
desprestigio de ese estilo de vida, gente que no respeta y hace que el encontrar a
un verdadero Amo sea una tarea difícil.

Somos pocas las que tenemos la oportunidad de compartir con un verdadero Amo,
un ególatra y obseso del control, pero sobre todo un Dios del sexo que te lo
demuestre no solo en la cama, sino en el día a día, te proteja y se preocupe por tu
bienestar que sea una relación que se retroalimente, pero somos muchas más las
que nunca tendremos la oportunidad ni siquiera de conocer alguno, sin embargo,
soñar no cuesta nada… puede que ese sueño algún día se haga realidad, pero
también ten cuidado con lo que deseas…

Cleo Romano Pattinson

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Sueño de una Sumisa


Por: cleorompatt
Relaciones D/s… ¿Cuántas están dispuestas en realidad a tener un tipo de relación
de esa magnitud? O simplemente es la curiosidad, la moda, el experimentar algo
nuevo y la realidad es que no tienen la idea más remota en que se están metiendo,
Bella tiene deseos de incursionar en ese mundo, ¿Encontrara en Edward lo que ella
tanto desea?
Clasificado: Ficción M - Español - Romance - Bella, Edward - Capítulos: 8 -
Palabras: 20,781 - Reseñas: 42 - Favoritos: 72 - Seguidores: 42 - Actualizado: 4
de febrero de 2015 - Publicado: 6 de enero de 2015 - Estado: Completo -
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Los personajes pertenecen a la señora S. MEYER. Pero me tomé el


atrevimiento de jugar un rato con ellos, si te gusta o no puedes dejar un
comentario. Es una historia corta solo contiene cinco capítulos y aunque ya
está publicada en el blog quiero compartirla con ustedes por aquí. Las
actualizaciones serán semanales.

Gracias a mi beta Ana Idam por su valiosa colaboración y apoyo en esta


aventura.

Sin más cháchara, aquí el capi…

Sueño de una Sumisa.


Capítulo 1

el felino

" Los sueños, solo sueños son, pero que viva la fantasía, si sueño que eres
mía y me deja ser el dueño de tu amante corazón" Gilberto Santa Rosa

Esta tarde, al salir del trabajo, decidí ir a tomar algo y luego quizás bailar un
rato. Era fin de mes y, cada vez que cobrábamos las comisiones, era costumbre
salir a un viernes de chicas. Estos días me había esforzado el doble, mi sueldo se
encontraba abultado, estaba realmente encantada, prácticamente había acosado a
mis clientes, ofreciéndoles todos los productos existentes, ahora recibiendoa mi
recompensa.

Trabajaba como Gerente de Ventas desde hacía un par de años en una


comercializadora de productos no perecederos, allí había conocido a mis dos amigas
incondicionales, Rose y Alice, ambas solteras al igual que yo. Ellas compartían
apartamento, sin embargo, yo era una perfecta esclava de mi trabajo y podía
darme el lujo de vivir sola. Había comprado un hermoso loft en un barrio bastante
decente. Gracias a Dios, hasta el momento no tenía ninguna dificultad económica,
nunca me había hecho falta nada, aunque mis padres eran divorciados siempre
estuvieron pendientes de mi bienestar hasta que me gradué en la universidad.

Había estudiado Mercadotecnia optando por un máster en estudios de mercado y


especializándome en oferta y demanda de productos no perecederos. Ahora
trabajaba como gerente de ventas en Business Vulturi Company con un excelente
sueldo, el cual me permitía darme mis gustos, comprar ropa bonita y zapatos —que
eran mi debilidad—, además de, obviamente, salir a disfrutar con las chicas.

Lesía sugerir ir al mismo lugar de la última vez, quizás tuviera suerte y coincidiría
con el felino de ojos verdes, ese con el que había bailado en aquel antro hacía un
mes.

Era un hombre muy guapo, tenía un cabello cobrizo indomable y una boca con
labios carnosos que invitaban al pecado. Medía un metro noventa de estatura
aproximadamente, recuerdo que le llegaba a su mentón y yo llevaba tacones. Me
pareció un tipo muy misterioso, con esa mirada verde intensa, sentí que podía
desnudarme, literalmente de un vistazo, tanto que en el momento en que se había
quedado observándome fijamente sentí que me doblegaba.

Esa noche habíamos bailado varias veces, yo disfruté de su toque, de su cuerpo


duro y formado. Por encima de la camiseta negra ajustada que llevaba, pude palpar
la dureza de sus brazos y de su pecho mientras bailábamos, me giró dándole la
espalda y sentí el roce de su polla en mi trasero ¡Dios, ese hombre estaba para
comérselo! También había enviado varias bebidas a nuestra mesa esa noche, pero
en un momento lo perdió de vista y supuse que se había marchado.

Volví de mis recuerdos cuando escuché la puerta abrirse, estaba en el baño


retocando mi maquillaje y comprobando mi vestimenta, hoy me había decidido por
una camisa negra de cuello alto, una corta falda blanca y unas sandalias altas de
muchas tiritas entrecruzadas que llegaban más arriba. de mis tobillos, que me
encantaban y, además, hacían ver mis piernas más estilizadas.

—Bella, ¿esta lista? —Me preguntó Alice mientras se dirigía a uno de los servicios.
—Casi, ¿y Rose?

—Hablando con Sam, creo que lo quiere invitar.

—No te puedo creer, ese nos va a joder la noche. Es tan baboso —dije poniendo
cara de asco.

—Tranquila no te estreses, era solo una broma —comentó, riéndose


estruendosamente.

—No juegues, Alice, no es nada gracioso. —rodé mis ojos—. Eres la peor.

— ¿Quién coño es la peor? —preguntó Rose después de atravesar la puerta y


parándose a mi lado.

—Alice, me estaba diciendo que invitarías a Sam esta noche.

—¡Oh!, por favor nooooo . Eso sería una pesadilla, no puedo negar que el tipo esta
bueno, pero para que llevar arena al mar ¿No? —dijo riendo y haciendo que la
acompañamos en las carcajadas.

Terminé con mi maquillaje y me recosté en la pared del fondo para esperarlas.

—Rose, me gustaría ir al Tíbet esta noche —le pedí.

—Alguien quiere ir de cacería hoy —contestó con su voz cantarina.

—Vale, yo también quiero ir allí Rose, siempre se encuentran chicos guapos y solos
—dijo Alice, levantando sus cejas varias veces para enfatizar su punto.

Estas amigas mías eran unas pervertidas pero de buena manera, solo nos gustaba
divertirnos; Tonteábamos con los chicos, quizás unos besos, pero nunca pasábamos
de eso y siempre regresábamos solas a casa.

—No precisamente de cacería —dije —. Pero quizás nos topemos con el felino esta
noche.

—¿El felino?

—Sí, con el que baile la vez pasada ¿Recuerdan?

—Vamos, Bella, no creo que lo veamos, a mí me pareció que solo estaba buscando
una presa, y después de encontrarla se largo con ella.

— ¿Cómo puedes saber eso Rose? —pregunté.

—No estoy segura de ello, simplemente lo vi bailando con otra chica, una pelirroja
voluptuosa. Además tiene algo que no termina de cuadrarme. Demasiado
misterioso, demasiado hermoso, demasiado ¿sexy? —Rose Reía.

—Sí, y su amigo, el rubio de los rizos, estaba para chuparle los labios carnosos. —
Ahora la que se carcajeó fue Alice después de su morboso comentario—. Me dijo
que se llamaba Jasper y que siempre frecuentaban el lugar, así que lo más probable
es que los veamos allí.
—¡Por Dios!, sí definitivamente están demasiado buenos para su propio bienestar —
dije yo.

—Ok entonces está decidido, iremos allí esta noche —concluyó Rose.

Salimos y después de recorrer dos lugares llegamos al Tíbet, ya eran las doce de la
noche. Bailamos un largo set de música electrónica y volvimos a nuestra
mesa. Estaba sentada, Rose ordenó nuestras bebidas mientras yo iba al baño a
refrescarme.

Al regresar vi a un hombre inclinado levemente hablando con Rose, no sabía quién


era ya que me daba la espalda, pero era enorme, cabello oscuro, alto y
elegantemente vestido.

—Bella, él es Emmett.

—Hola, es un placer —tendí mi mano para saludarlo.

—El placer es mío, Bella —dijo sonriendo. Noté que se le hacían unos lindos
hoyuelos en sus mejillas, era adorable.

—Estudiamos juntos en la preparatoria —comentó Rose con una enorme sonrisa,


me daba la impresión de que había algo más, a mi amiga le brillaban los ojos.

—Genial —le dije—. ¿Y Alicia?

—Está bailando de nuevo, sabes que ella es incansable. —Se acercó a mí para
susurrarme al oído—: Felino a las doce, nena.

Mi corazón se aceleró ¡Vamos!, sí estaba de suerte.

Sentí como se acercó, pegó su pecho a mi espalda y me susurró al oído.

—Baila conmigo.

No era una petición, había sonado más como una orden que me estremeció. No
dejó que le contestara, con la misma me tomó de la mano posesivamente y me
llevó con él a la pista. Me colocó nuevamente recostada en su pecho y comenzó a
moverse detrás de mí, rozando su polla con mi trasero, posó sus manos en mis
caderas y nos dejamos llevar por el ritmo pegadizo.

Pude divisar a Alice, que bailaba a su vez con el rubio, a una corta distancia
nuestra. Mi amiga estaba disfrutando un montón.

Así estuvimos por un rato, intenté voltearme para enfrentarlo, pero no me dejó,
presionó más sus manos en mi cuerpo; inmovilizándome.

—Sigue bailando así, no te voltees —susurró a mi oído.

¡Otra orden, vaya que era mandodón el hombre! Esa voz ronca me calentó de una
manera insospechada, sus manos en mi cuerpo, el roce de su aliento en mi cuello
¡Dios pero si ni siquiera sabía su nombre! Sin embargo yo sigo dejándome
llevar. La verdad es que él bailaba muy bien y yo estaba aprovechando rozándome
contra su cuerpo, con mis brazos en alto meciéndolos al ritmo de la melodía
estridente.
El felino se acercó nuevamente a mi oído.

—¿Qué te parece si me acompañas a otro lugar?—. Me giró el rostro con una de sus
manos acerándome a su oído para que le contestara, ya que la música era
realmente ensordecedora.

—Lo siento, no estoy sola, mis amigas están aquí.

—Ellas están muy bien acompañadas, solo será un rato, un sitio donde podamos
hablar cómodamente y luego te dejo en tu casa.

¡Madre mía! Yo de verdad que tenía ganas, no era de las chicas que disfrutaba sexo
ocasional pero este hombre tenía algo que me atraía mucho. Por Dios, « Bella ¿Por
qué estás pensando en sexo? » Me reprendí internamente. Él no había dicho nada
de sexo. Solo me encontraba en un período de abstinencia forzada, llevaba más de
seis meses sin nada de nada, desde que había terminado mi relación con Jacob.

—Vamos. —Nos guió a la mesa de nuevo—. Solo despídete de tus amigas —me
dijo.

¿Otra orden? ¿Pero qué estaba pasando? ¿Este hombre se creía mi dueño para
estar dándome órdenes o tomar decisiones por mí? Lo peor del caso es que yo
estaba completamente obnubilada y me dejaba controlar por él.

«Creo que he dado con uno de estos hombres dominantes de los que he estado
leyendo últimamente»

—Chicas, nos vemos el lunes.

—Vale, nena. Cuídate —dijo Rose sin prestarme mucha atención. Estaba muy
entretenida hablando con Emmett, y por otro lado Alice ni me contestó, ya que en
esos momentos le comía la boca a Jasper como si no hubiera mañana.

Iba a hacer una locura, lo sabía pero ¿Qué podía pasar? Tener una noche de sexo
desenfrenado y luego volver a casa satisfecha, valía la pena ¿No?

Al salir me golpeó el frío de la noche, haciéndome estremecer, el felino entregó un


ticket al aparcar coches y se volvió hacia mí abrazándome por la cintura.

— ¿Tienes frío?

—Sí, un poco —le contesté escondiéndome en su pecho, olía increíblemente


bien. Levanté la vista separándome un poco de él para mirarle a los ojos, que
hermosas esmeraldas tenía. Él también me observó por unos segundos y bajó su
mirada a mis labios. Hasta ese momento no me había percatado del piercing que
atravesaba su ceja izquierda, dos pequeños puntos negros que resaltaban uno
arriba y otro debajo de la misma.

-¿Como te llamas? —preguntó.

-Bella.

—Yo soy Edward —dijo y me besó.


Sus labios carnosos chocaron con los míos, besándome suave al principio y luego
subiendo la intensidad. Con sus labios abrió mi boca invadiéndola con su lengua,
me estaba dominando totalmente, me mordió el labio inferior, subió una de sus
manos hasta mi cuello, enredando sus dedos en mi cabello y tirando suavemente
de él, haciendo que inclinara mi cabeza hacia atrás. exponiendo mi cuello, en el que
dio otro mordisco más fuerte, enviando descargas de placer a mi centro.

Dios, nunca en mi vida me habían besado de esa manera, ni en medio de una


sesión de sexo. Esto se sintió realmente bien, aunque seguramente dejaría una
marca en mi piel blanca.

Su coche llegó, Edward, muy amablemente, abrió la puerta del copiloto para mí y
esperó a que me sentara para colocarme el cinturón de seguridad.

—Para que no te escapes —dijo guiñándome un ojo.

—A dónde vamos? —pregunté después de que él se acomodara en su lugar.

—En este preciso momento me encantaría irme a un hotel y tener sexo toda la
noche contigo, pero no sé si tú estás en la misma sintonía que yo —dijo girando la
llave y encendiendo el auto sin dejar de mirarme.

— ¿Quién te dijo que no lo deseo?

—No sé, dímelo tú.

—Bien, hagámoslo —le contesté sin pensarlo mucho.

Edward no me contestó, lo único que hizo fue asentir con una enorme sonrisa en su
rostro.

Llegamos a un hotel que estaba cerca, tenia varias villas individuales, donde
estacionabas el coche y luego cerrabas un portón para mayor intimidado.

Al entrar a la habitación revisó las puertas y ventanas, puso música mientras se


quitaba la camisa negra, enseñándome sus abdominales marcados y un ombligo
con un camino de vellos que se perdía en la trabilla de su pantalón. La colocó en el
espaldar de una silla, y yo no perdí de vista ninguno de sus movimientos.

—Siéntate en la cama —dijo sacándome del escrutinio que le estaba haciendo


descaradamente.

Lo hice y seguí observando el espectáculo que me daba, lo único que faltaba era
que lo hiciera al ritmo de la música.

« ¡Madre mía!, un baile privado para mi solita » , pensé.

Sacó sus zapatos y medias, soltó su cinturón y lo puso en el sofá de dos plazas, lo
vi sacar sus pertenencias de los bolsillos junto con una cajita de condones y
colocarlo todo al lado del cinturón. Desabrochó el botón de su pantalón pero no
bajó su cremallera, pude leer la marca de su bóxer "Boss". El apodo que le había
colocado, sin duda le quedaba como anillo al dedo. Era un felino en toda la
extensión de la palabra, no solo por la mirada, sus movimientos me tenían
hechizada.
— ¿Vas a quedarte mirándome toda la noche o crees que podemos hacer algo? —
dijo sonriente.

Yo aún estaba totalmente vestida.

Sonreí y solo negué con mi cabeza.

—Vamos a ver, cambiemos de lugar —diciendo esto me tomó de la mano para que
me levantara, sentándose él en el sitio que yo ocupaba. Se sentó con las piernas
abiertas colocándome en medio de ellas.

— ¿Qué te parece si me dejas ver todo lo que escondes debajo de esta


ropa? Quiero verte —decía mientras metía sus manos debajo de mi corta falda,
subiéndola hasta mi cintura, masajeando mi trasero y dándome ligeras nalgadas,
no eran dolorosas pero si muy excitantes. Yo apoyé mis manos en sus hombros.

Edward tenía su rostro a la altura de mis pechos, pero no apartaba su mirada de la


mía.

—Tienes unos senos grandes, me gustan, podrías hacerme una buena paja con
ellos —se acercó y me mordió uno de los pezones.

Yo no salía de mi asombro, este hombre era irreverente, pero cada cosa que decía
o hacia mí excitaba más.

—Estoy completamente seguro de que puedo hacer eso —le dije después de que
reaccioné.

Sonrió, subió sus manos lentamente, rozando mis caderas, mi cintura, llegando
hasta mis pechos, pellizcando y retorciendo mis pezones. Yo no sabía si quejarme
de dolor o gemir del placer que estaba sintiendo, porque parecía dar la presión
justa para enloquecerme.

—Veamos que tienes aquí —comenzó a soltar los botones de mi blusa y descubrir
mi brasier de encaje color piel a juego con mis bragas, me la quitó dejándola a un
lado —. Prefiero el color negro, pero este te queda realmente bien —dijo mientras
apreciaba mi ropa interior—. Date la vuelta.

Hice lo que me pidió mientras sentía como bajaba la cremallera de mi falda,


bajándola y tomando una de mis manos, para que no perdiera el equilibrio, y sacar
mis pies a través de ella.

—Te he dejado las nalgas rosadas, me gusta.

—Espero que no me queden cardenales.

—Puedo hacer que tengas el culo rojo por una semana, te lo puedo asegurar.

Gemí ¡Madre mía! No sabía en qué me había metido.

Se levantó parándose detrás de mí, besando nuevamente mi cuello y mordiendo el


lóbulo de mi oreja.

—No te preocupes, no quiero que te asustes, hoy no lo haré. Además sería incapaz
de hacerte daño a ti oa ninguna otra —susurró.
Y así comenzó todo.

Con una de sus manos, pellizcaba mis pezones y con la otra torturaba mi clítoris
por encima de mis bragas, que ya estaban más que empapadas.

—Inclínate en el sofá y apoya tus manos en él.

Coloqué mis manos como me indicó, mientras escuchaba como rasgaba el


envoltorio de un condón.

—Así ¿está bien? —pregunté dándome la vuelta para ver como colocaba su
preservativo.

¡Dios! Era grande este hombre.

—Estás perfecta—. Me dio otro par de nalgadas haciéndome respingar.

Rodó mis bragas a un lado y, sin más preámbulos, me penetró, duro y certero. Yo
grité de la impresión, la intromisión no fue dolorosa, supongo que por lo empapada
que estaba. En un momento me asusté porque era todo muy brusco, pero la
adrenalina que sentía me tenía al borde, en solo cuatro estocadas más y estaba
contrayendo mi vagina con espasmos descontrolados alrededor de su duro
miembro, él continuaba moviéndose sin detenerse, adentro y afuera, Mientras me
tenía bien sujeta por mis caderas alargando mi orgasmo.

—¿Te gusta esto, Bella?

—Sí —jadeé.

—No te escucho ¿Te gusta? —gritó.

— Síiiii —Grité—. Me gusta mucho.

— ¿Quieres que pare?

—No, no pares, por favor.

—No te imaginas lo que me excita escucharte decir eso. Pídemelo por favor.

Seguía penetrándome de forma demencial, de repente sentí que tomaba mi cabello


con una de sus manos y tiraba de él, haciendo que arqueara mi espalda y
levantando mi culo todavía más, provocando que le ofreciera mi trasero.

Lo único que se escuchaba, a la par que la música de fondo, eran mis gemidos y
palabras entrecortadas de Edward. Un minuto después escuché un largo gruñido
seguido de unas fuertes respiraciones. El felino había llegado a su liberación.

Esa noche lo hicimos un par de veces más, con la misma intensidad, en todo
momento Edward llevó las riendas de la situación, controlándolo todo y
regalándome los mejores orgasmos que había podido disfrutar en mis veintiocho
años de vida, incluso logró que me corriera dos. veces más tan solo acariciándome,
sin penetrarme, pero también noté que era muy dominante.
No sé en qué momento me quedó dormida, agotada y algo adolorida, pero
realmente satisfecha.

Cuando desperté aun no había amanecido, me pareció extraño, sentí que había
dormido toda la noche. Traté de enfocar en la oscuridad para levantarme e ir al
baño, me estaba orinando, pero algo me lo impidió, me encontraba encadenada y
encerrada en una enorme jaula.

Comencé a llorar desesperada. ¿En qué me había metido?

Hasta la próxima semana…

Besos de a dos…

Cleo.

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Palabras: 20,781 - Reseñas: 42 - Favoritos: 72 - Seguidores: 42 - Actualizado: 4
de febrero de 2015 - Publicado: 6 de enero de 2015 - Estado: Completo -
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atrevimiento de jugar un rato con ellos, si te gusta o no puedes dejar un
comentario. Es una historia corta solo contiene cinco capítulos y aunque ya
está publicada en el blog quiero compartirla con ustedes por aquí. Las
actualizaciones serán semanales.

Gracias a mi beta Ana Idam por su valiosa colaboración y apoyo en esta


aventura.

Gracias a las chicas que me tienen en sus favoritos y alertas, esas lectoras
silenciosas, que aunque no comentan nada por lo menos se toman unos
minutos para leerme.
Gracias a Andrea 17 de Cullen por ser mi primer rr… besos y espero que
sigas disfrutando de esta historia.

Sin más cháchara, aquí el capi…

Sueño de una Sumisa.

Capítulo 2

Sueño o realidad. 1era parte

" A veces me creo un sueño dentro de otro sueño y me confundo en cuál de


los dos soy real..." Orlando Faias

Ya había pasado más de una hora, la habitación estaba llena de claridad gracias a
los rayos de sol que entraban por una de las ventanas, pude ver en el reloj, que
estaba en la pared del fondo, que eran las seis de la mañana. En pánico total y
desesperada, por encontrar la forma de desprender las cadenas que me sujetaban,
lo que hice fue lastimar mis muñecas. Traté de enfocar nuevamente a través de mis
lágrimas, me percaté de que estaba efectivamente en una jaula y rodeada de
ellas. A mi derecha había una mujer como de cuarenta años; delgada, con un
cuerpo en forma y hermosa, su piel muy blanca y cabello negro, estaba sentada
leyendo. A mi izquierda encerrada también dentro de esos barrotes, otra mujer,
esta era una chica pelirroja de formas redondeadas y voluptuosa, no debía llegar a
los veinte, sus ojos color miel me observaban con curiosidad.

Las tres estábamos completamente desnudas, pero la única que estaba encadenada
era yo.

— ¿Dónde estoy? —le preguntó a la pelirroja.

—En la mazmorra del Amo.

— ¿Cómo llegué aquí? —susurré.

—Cómo llegaste solo tú lo debes saber, te puedo decir como llegué yo, si me
cuentas tu historia.

—¡Quiero salir de aquí! —grité—. ¿Dónde estoy? ¿Eduardo? —Me estaba dando
claustrofobia.

—Gritar es en vano, nadie va a escucharte. A ver, déjame adivinar: estabas en un


antro bailando, en las Carabelas, en Menú o ¿En el Tíbet quizás? A nuestro Amo le
gusta cazar a chicas con clase, las que frecuentan ese tipo de lugares, él no posa
sus ojos en cualquiera.

—Él no es mi Amo, no sé de qué estás hablando. —Estaba recordando como


habíamos bailado, como me hizo el amor toda la noche, sus exigencias y la manera
en que me había dominado «¿Edward era un Amo?»—. Edward déjame salir de aquí
—volví a gritar.

— ¿Pueden callarse las jodidas bocas y dejarme leer en paz? —espetó la otra
mujer. Aunque fue algo brusca su tono de voz era suave.
—Déjanos hablar, Bree, no ves que nuestro Amo ya tiene su harem completo
¿Acaso no eres feliz por eso? Nuestro Amo estará feliz y satisfecho, o es que ¿Ya no
te importa su bienestar? —preguntaba la pelirroja.

—Claro que me importa más que nadie, pero todo lo tiene que hablar con él,
nosotras no tenemos nada que hacer —le dijo mirándola fijamente, pude ver que
sus ojos eran tan verdes como los de Edward—. ¿Como te llamas? —preguntó
ahora dirigiéndose a mí.

—Bella.

—Yo soy Victoria y ella es Bree. Nuestro Amo ya tiene lo que tanto deseaba, una
blanca, una pelirroja y ya encontró su castaña, a él no le gustan las rubias —
comentó la pelirroja.

—Basta, yo no tengo Amo, necesito hablar con Edward y salir de aquí —comencé a
golpear los barrotes con mis manos, les di patadas y lo que logré fue hacerme más
daño—. Edward por favor, no me hagas esto. —Las lágrimas bajaban por mis
mejillas desconsoladamente.

No podía creer lo que me estaba pasando, era extraño, él no me habló de sus


preferencias, simplemente tuvimos sexo impresionante y descontrolado, me había
excitado de manera insospechada, notando que era algo brusco y dominante en su
toque sin hacerme daño. Pensé que se debía a la pasión desbordada del momento,
el desespero por la larga temporada que tenía sin sexo y me dejaba llevar,
dejándolo hacer lo que él había deseado con mi cuerpo. Para qué me iba a poner a
analizar la situación si lo que estaba disfrutando, sobre todo porque, en lo más
profundo de mi ser, estaba deseando experimentar y, según lo poco que había leído
sobre el tema —ya que últimamente había tenido mucha curiosidad por conocer un
poco de ese mundillo—, se suponía que todo debería ser consentido, consensuado y
sano, pero yo estaba retenida en contra de mi voluntad. No entendía nada, estaba
secuestrada.

Según el reloj, que había en una de las paredes, ya eran las siete de la mañana. No
dejaba de ver el movimiento de las manijas hacer su recorrido, dejaba mi vista fija
deseando que las horas pasaran más rápidas, que todo fuese un estúpido sueño del
que pronto despertaría. El único sonido que se escuchaba era mi respiración
acelerada y el cambio de páginas del libro de Bree cada cierto tiempo, ella había
continuado con su lectura y, aparentemente Victoria se había quedado dormida. Yo
quería asearme y necesitaba ir al baño urgentemente, las ganas de orinar me
estaban desesperando.

—Bree, necesito ir al baño —le dije.

Ella solo levantó su mirada de la lectura y me observó fijamente, me sentí como un


ratón en un laboratorio experimental, luego desvió su mirada hacia el reloj.

—En seguida podrás ir, en cualquier momento vendrán a por nosotras. Te aconsejo
que te quedes lo más sumisa que puedas, no desearas ganarte un castigo o que
nuestro Amo se moleste.

—¡Por Dios!, yo no tengo Amo, no soy una sumisa. —«¿O sí?», pensé.
—Sin duda, algo tuvo que ver el Amo en ti, para que traerte hasta aquí. Tienes que
agradecerle que haya posado su mirada y te escogiera. Existe una variedad de
sumisas, Bella y, definitivamente, tú serás un reto para nuestro Amo.

—No entiendo lo que quieres decir, necesito que me expliques lo de los tipos de
sumisas.

—Están las sumisas como yo, sé que soy sumisa, me gusta y mi mayor placer es el
bienestar de mi Amo, complacerlo en todo es mi mayor felicidad, estoy orgullosa de
pertenecerle, y mi máxima satisfacción es comprobar que se siente a gusto.

La mayor muestra de tu sumisión será tu postura ante su presencia. De rodillas,


con la cabeza agachada y en silencio.

"Hay sumisas por convicción, por conveniencia y por curiosidad. Las hay a las que
les encanta provocar a su amo para ser castigadas, a las que les gusta el sado, a
las que le encanta complacerlo, —que ese es el mayor objetivo de una sumisa—,
las hay quienes buscan protección, o quienes por curiosidad necesitan de alguien
que saque su lado sumiso…simplemente hay unas que solo les encanta jugar.Hay
que tener cuidado con los Amos que te encuentras en el mundillo, porque hay de
todo …"

Esta mujer hablaba y yo estaba estupefacta, yo era una completa ignorante en el


tema. Sin embargo, todo lo que decía no me era desconocido, ya lo había leído,
pero ella parecía muy conocedora, una experta.

—"Tienes que entender que todos los esfuerzos de tu Amo deben ser para enseñar,
guiar y motivar a su sumisa, ayudarla a ser capaz de ser. Cuando la sumisa
comprende que es un tesoro valioso por lo que es, ella le servirá mucho mejor y la
relación crecerá mucho más fuerte. Pero en este mundo puedes encontrarte con
cualquier cosa, unos que dicen ser Amos y no lo son".

¡Mierda! ¿En qué categoría estaría Edward, si nos tenía aquí encerradas?, pero este
par se veían realmente cómodos con su sumisión.

—Creo entender todo lo que me explicas —dije yo cuando me recuperé de mi


estupor.

—Me alegra que lo entiendas. En mi opinión los Amos necesitan a sus sumisas tanto
como nosotras necesitamos de ellos. Lo Amos siente placer en dominar y controlar
todo, en ocasiones para ellos es difícil encontrar una buena sumisa, que sea
totalmente entregada, respetuosa, que entienda que complacer a su Amo en todos
los aspectos es la premisa, incluso creo que ellos sufren más para encontrar a la
indicada, es algo realmente complejo —concluyó Bree.

—Todo eso es perfecto, pero es una relación que debe ser consensuada y yo estoy
aquí retenida a la fuerza. —Mis ojos se anegaron de nuevo.

—Deja que nuestro Amo te diga, estoy segura de que él tendrá una buena
explicación para esto.

En ese momento se abrió la puerta y apareció Edward a través de ella. ¡Madre


mía!, estaba sexy, caliente e imponente. Tenía su torso desnudo, con unos
vaqueros negros y descalzo. Traía su cabello revuelto y mojado, supuse que
acababa de salir de la ducha, pude ver las gotitas de agua resbalando por sus
marcados pectorales.

Se acercó hasta la jaula de mi derecha, Bree estaba arrodillada apoyando su


trasero a sus talones, con las palmas de sus manos en sus muslos y su mirada
hacia el suelo, tal como me lo había explicado hacia unos minutos. Giré a mi
izquierda y Victoria tenia la misma postura ¿En qué jodido momento lo había
hecho? Yo pensaba que estaba dormida.

Volví mi rostro nuevamente hacia los movimientos felinos de Edward, observando


cómo se acercaba cual carcelero a la jaula que ocupaba Bree, abriendo la cerradura
y entrando en ella. Le hice un escaneo completo a la situación.

—Buenos días, Bree —dijo parado frente a ella.

—Buenos días, mi amo. —Después de decir eso se agachó y le besó los pies con
reverencia a Edward, para luego volver a su posición.

—Puedes mirarme —le dijo él.

Bree levantó su rostro para mirarlo con una enorme sonrisa, parecía otra mujer,
ahora coqueta y con los ojos llenos de lujuria. Edward se inclinó hacia ella, le tiró
del cabello llevando su cabeza hacia atrás y mordiendo su boca. Ella gimió pasando
la lengua por su labio inferior, lamiendo y quitando los restos de sangre que le
había dejado el felino.

¡Por los clavos de Cristo!, yo me había excitado. Gemí y ellos me escucharon,


parecía una voyeur, no se me pasó por alto la sonrisa ladina de Edward y lo que le
susurraba a Bree.

—Puedes salir a asearte, luego nos vemos en la cocina.

—Gracias, Mi Amo —diciendo esto, salió de la jaula y luego de la habitación.

Yo seguía estupefacta, estábamos secuestradas, enjauladas y aún así, ¿ella le


agradecía?

¡Esto era de locos!

Edward salió dirigiéndose esta vez a la jaula de Victoria.

¡Joder!, yo me estaba orinando y por lo visto me dejaría de última.

Hizo los mismos movimientos, abrió la jaula y se acercó a ella.

—Buenos días, Victoria.

—Buenos días, Mi Amo —dijo y también besó sus pies.

A ella no le dijo que lo mirara, Edward se dio la vuelta rodeándola, se posó detrás
de Victoria, agachándose y diciéndole cosas al oído, ella solo asentía y sonreía
dirigiendo su mirada hacia mí, mientras él le acariciaba el cuello, bajaba hasta sus
pechos y le retorcía los pezones con sus dedos.
¿Qué coño deseaba este hombre? ¿Excitarme? ¿Darme celos? Yo tenía una enorme
confusión, pero las imágenes que tenía frente a mí no me dejaban pensar con
claridad, tampoco podía ignorarlos, era imposible apartar mi mirada de ellos, era
sumamente erótica.

—Ve directa mi habitación y te aseas allí, luego iremos a desayunar —dijo y besó su
cuello.

—Gracias, mi amo. —Al igual que Bree desapareció detrás de la puerta.

Edward por fin salió parándose frente a la puerta de la jaula que yo ocupaba.

—Buenos días, Bella.

Hasta la próxima semana mis niñas hermosas…

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Realidad 2da Parte5. La Realidad6. Ya No Quiero Seguir Soñando7. Punto de vista
Eduardo8. Epílogo Siguiente >

Sueño de una Sumisa


Por: cleorompatt
Relaciones D/s… ¿Cuántas están dispuestas en realidad a tener un tipo de relación de
esa magnitud? O simplemente es la curiosidad, la moda, el experimentar algo nuevo y la
realidad es que no tienen la idea más remota en que se están metiendo, Bella tiene
deseos de incursionar en ese mundo, ¿Encontrara en Edward lo que ella tanto desea?
Clasificado: Ficción M - Español - Romance - Bella, Edward - Capítulos: 8 - Palabras:
20,781 - Reseñas: 42 - Favoritos: 72 - Seguidores: 42 - Actualizado: 4 de febrero de
2015 - Publicado: 6 de enero de 2015 - Estado: Completo - identificación: 10952841
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Los personajes pertenecen a la señora S. MEYER. Pero me


tomé el atrevimiento de jugar un rato con ellos, si te gusta o
no puedes dejar un comentario.

Gracias a mi beta Ana Idam por su valiosa colaboración y


apoyo en esta aventura.

Gracias a los seguidores y favoritos, aunque no comenten sé


que están allí.

Sin más cháchara, aquí el capi…


Sueño de una Sumisa.

Capítulo 3

Sueño o realidad. 2da parte.

" A veces me creo un sueño dentro de otro sueño y me


confundo en cuál de los dos soy real..." Orlando Faias

—Buenos días, Bella.

—Para mí no son nada buenos, me quiero ir a mi casa.

— ¿Estás seguro? Yo te noto realmente excitada, tus ojos brillan de


lujuria y estás jadeante.

—Edward, por favor, ¿qué significa todo esto? ¿Cómo me puedes


tener retenida aquí contra mi voluntad? ¿Y a esas chicas? —cuestioné
señalando las jaulas a mi alrededor.

—Ellas quieren estar aquí, es su decisión y el día que deseen


marcharse, lo harán, romperemos el Contrato y no las retendré.

—Quizás tengas razón, pero no es lo que yo deseo. Déjame ir, por


favor.

—Si abro tu puerta ¿Te comportarás?

—Solo necesito ir al baño y luego marcharme a mi casa, esto no está


bien —recordé lo que me había dicho Bree "Te aconsejo que te
quedes lo más sumisa que puedas, no desearas ganarte un castigo o
que nuestro Amo se moleste" ¡ Joder!

Así que sin pensarlo me arrodillé, imitando la posición que había visto
en ellas. Escuché como Edward habría mi puerta y se acercaba a mí,
pero ahora lo único que podía ver eran sus pies desnudos.

¡Santo Cristo, hasta los pies los tenia hermosos este hombre!

«Céntrate, Bella» me reprendí.

—Te agradezco el respeto, en verdad lo aprecio, pero no estás en la


obligación de postarte, ya que no eres mi sumisa, por lo menos por
ahora. —Tomó mis manos haciendo que me incorpora. —Ahora irás a
asearte, desayunarás con nosotros y podrás preguntar todo lo que
desees saber. —Me abrazó, pegándome a su firme torso desnudo,
sentí mis pezones endurecer—. Te pido disculpas, Bella, no quiero
dañarte, deseo que quieras estar aquí por tu propia
voluntad. Entiendo que hice mal, pero te quedaste dormida y no
podía dejarte sola en esa habitación, te veías muy apetecible y
tentadora para tu propio bien —susurró en mi oído y yo me sentí
terriblemente excitada, por su abrazo y su forma sugerente de
hablarme.

¡Estaba totalmente perdida!

«¿Sería que Bree tenía razón? ¿y había una sumisa esperando a ser
liberada dentro de mí?»

—Edward, estoy muy confundida —susurré contra su pecho.

—Todo va a estar bien, ya verás, pero primero quiero hacer algo para
que bajes esta tensión sexual que te está consumiendo ¿Te
parece? —Continuaba susurrando en mi oído mientras acariciaba mi
espalda, consolándome, alejando mi preocupación—. Voy a vendarte
los ojos, no te asustes, solo quiero que te relajes.

Sacó un pañuelo del bolsillo trasero de su vaquero, lo ató detrás de


mi cabeza y sintió como quitaba las esposas que me ataban.

—Edward —susurré.

— Shissst, acuéstate.

¡Lo íbamos a hacer en el suelo!

Comenzó a besar mi cuello, bajando hasta mis senos, metiendo un


duro pezón en su boca, chupando y mordiendo, sintió su lengua
húmeda recorrer mi cuerpo, bajando hasta llegar a mi ombligo y
luego hasta mi vagina empapada. Se detuvo un rato dando deliciosos
lametazos a mi clítoris, enloqueciéndome mientras yo me retorcía de
placer. Luego subí, nuevamente, besando mi boca y sintiendo el
sabor de mi sexo en ella.

Posando su duro miembro en mi centro, me penetró lento y profundo.

—¿Te gusta, Bella?

— Siiii .

—Abre los ojos, mírame.


¿Cómo iba a abrir los ojos si los tenía vendados? ¿Estaba loco o
qué? Intenté quitarme la venda y al llevar mis manos a los ojos noté
que no había ninguna.

—Bella, despierta, me encantaría quedarme contigo todo el día, pero


tengo cosas que hacer. Eres una dormilona.

Abrí mis ojos de golpe, las ganas de orinar me podían, estaba algo
desubicada. Edward me tenía abrazada por la cintura, recostando su
pecho a mi espalda, continuaba acariciándome y susurrándome al
oído, estábamos acostados en la cama del hotel.

—¡Joder! —grité, haciendo que Edward diera un respingo detrás de


mí—. Revisado mis muñecas, no tenían ninguna marca, estaban
completamente sanas, había sido un sueño.

¡Mierda, una puta pesadilla!

—¿Sucedes algo, Bella?

Volteé para encararlo, vi en su hermoso rostro la duda, el pobre tenía


cara de susto, seguro estaba pensado que estaba demente. Yo
continuaba revisando mi cuerpo.

— ¿Está todo en orden? Es decir, ¿tu inventario está completo?,


espero no haberme comido alguna parte de tu cuerpo. Lo digo por la
forma en que te estás revisando —decía burlonamente—. Aunque
ganas no me faltaron.

Toqué su piercing con la yema de mis dedos, mis manos temblaban,


acaricié su rostro llegando hasta su boca.

—No, no es nada, solo tuve un mal sueño.

— ¿Te sucede con frecuencia?, te vi inquieta e intenté despertarte,


pero estabas profundamente dormida y ahora estas
temblorosa. ¿Estás bien? —preguntaba mientras acariciaba mi cabello
y despejaba mi cara de ellos.

Yo estaba perdida en el verde de sus ojos.

—Disculpa, tengo el sueño pesado. Y la verdad hacía mucho tiempo


que no soñaba.

—Bueno pero ya despertaste, ya pasó el susto ¿De qué iba tu


sueño? —dijo posándose sobre mí y susurrándome al oído.
—Déjame ir al baño y te lo cuento, estoy urgida —me levanté lo más
rápido que pude y me senté en el agua, descargando mi vejiga.

¡Dios!, había sido un sueño tan real. Volví a la cama y me acurruqué.

— ¿Qué me decías? —pregunté.

Se posó encima de mí y comenzó a moverse sugerentemente.

—Te decía que me tengo que ir, pero quiero dejarte primero en tu
casa.

-All Right. —Ya me sentía bastante espabilada, mi pulso acelerado se


había regularizado, pero Edward y sus movimientos sugerentes no
me dejaban pensar. Besaba y daba pequeños mordiscos en mi cuello
y yo estaba jodidamente caliente por el sueño tan real que había
tenido—. ¿No que te tienes que ir? —pregunté.

—Lo pasé realmente bien, Bella —decía mientras rozaba su polla en


mi centro—. Quisiera hacerlo de nuevo, pero se han acabado los
condones.

—Es una pena —le dije y sonreí—. ¿Qué hora es?

—Como las una vez, creo.

— Ummmm , dormí toda la mañana.

—Sí, si no te despierto hubiera tenido que dejarte aquí sola, pero no


me parecía muy caballeroso por mi parte.

—Tienes razón, gracias por despertarme. Igual el sueño que tuve fue
algo aterrador.

—Prepárate para llevarte a tu casa —decía mientras se levantaba y


vestía—. Y luego me cuentas de qué iba.

Salimos del hotel, qué noche la de anoche, creo que la recordaría por
mucho, mucho tiempo. El día estaba hermosamente soleado, después
de hacer una parada en un Starbucks, llegamos a la puerta del
edificio donde vivía.

Brevemente le dije lo que había soñado.

—Soñé que me tenías secuestrada y encadenada.


—¡Joder!, no voy a olvidar la imagen que acabas de dejar grabada en
mi mente ¿Te gustan los juegos de Rol? —comentó emocionado con
sus ojos muy abiertos.

—La verdad es que últimamente he estado googleando información al


respecto.

—Entiendo ¿Por curiosidad? —preguntó.

—Aja . _ —Hacia unos minutos que habíamos llegado a mi casa, pero


la conversación se estaba poniendo interesante.

Edward me tomó de la mano.

—Me gustaría poder verte de nuevo. —Rodó su asiento hacia atrás y


me sentó a horcajadas sobre él—. Ven aquí. Préstame tu móvil.

Se lo di, marcó un número y esperó.

Di un respingo, cuando sentí una vibración en la parte interna de mi


muslo izquierdo.

—No es un vibrador, es mi móvil —dijo riendo. Colgó—. Así yo tendré


tu número y tú el mío.

Rozó mis labios con sus dedos, donde me había mordido, aun los
sentía hinchados.

— Debería disculparme por esto, pero en realidad me ha gustado


dejarte marcado. Te prometo que no lo volveré a hacer a menos que
me lo pidas. —Sonreía—. Mi intención no era hacerte daño, pero en el
momento no medí.

—No hay problema, Edward, recuerdo haberte dejado una marca


también. —Yo le había mordido el hombro en plena acción y tampoco
iba a pedir disculpas por ello—. La pasta realmente genial.

—Crees qué podemos repetir?, digo si te apetece, claro. —Me


acariciaba la espalda baja y se frotaba contra mi centro.

—Vale, llámame y quedamos —le contesté mimosa, su roce estaba


haciendo estragos en mi coño que ya se estaba empapando.

—Esta vez me gustaría empezar pero por un café. Conocernos.

—Eso sería estupendo —dije.

—¿Bella?
—Ummmm . —Su cercanía, su olor y el roce de su nariz en mi cuello
me tenían de nueva excitada.

—Me gustaría estar dentro de ti, de nuevo. Podríamos hacerlo aquí en


el coche sin ningún problema, estamos cómodos. —Ahora rozaba su
boca desde el centro de mis pechos, subiendo por mi cuello, mi
clavícula y mordía mi mentón—. ¡Joder!, me encantas.

—No creo que sea buena idea, a plena luz del día, a menos que
desees que nos arresten.

—Yo te puedo arrestar, en mi casa tengo un par de esposas. Se las


robé a Jasper, su padre es policía —reía de nuevo—. Además, no se
vería nada, los vidrios son tan oscuros que nadie lo notaria.

—No, es una mala idea, ahora déjame ir, tú tienes cosas que hacer y
yo también.

—Tu sueño fue putamente erótico y me pusiste cachondo. No es mi


culpa.

—¿Eres un amo, Edward?

— Nooo , por Dios, eso no es lo mío, pegar con látigos, la ropa de


cuero, el látex, los castigos —ponía cara de circunstancias—. Pero si
me gustan los juegos y mucho, controlar la situación, dominar un
poco, y dar nalgadas, me encanta. ¿Y a ti?

—Se ve bastante interesante.

—¿Te vestirías de dominatriz y esas cosas?

—No sé, nunca lo pensó. —Ahora era yo la que reía.

—Ok, entonces te llamaré, quizás logre encadenarte al cabecero de


mi cama algún día —dijo susurrando y yo me estremecí.

Me dio un largo beso, chupando, lamiendo, enroscando su lengua con


la mía, me hubiera quedado sentada sobre él lo que restaba de día,
este hombre era jodidamente sexy y aun en el sueño había sido
excitante, me había quedado con ganas, definitivamente Me gustaría
que algún día Edward me esposara a su cama.

Hasta la próxima semana, besos de a dos.

Cleo.
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Sueño de una Sumisa


By: cleorompatt
Relaciones D/s… ¿Cuántas están dispuestas en realidad a tener un tipo de relación
de esa magnitud? O simplemente es la curiosidad, la moda, el experimentar algo
nuevo y la realidad es que no tienen la más remota idea en que se están metiendo,
Bella tiene deseos de incursionar en ese mundo, ¿Encontrara en Edward lo que ella
tanto desea?
Rated: Fiction M - Spanish - Romance - Bella, Edward - Chapters: 8 - Words:
20,781 - Reviews: 42 - Favs: 72 - Follows: 42 - Updated: Feb 4, 2015 -
Published: Jan 6, 2015 - Status: Complete - id: 10952841
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Los personajes pertenecen a la señora S. MEYER. Pero me tomé el


atrevimiento de jugar un rato con ellos. Las actualizaciones serán
semanales.

Gracias a mi beta Ana Idam por su valiosa colaboración y apoyo en esta


aventura.

Gracias por los favoritos y seguidoras que aunque no comentan sé que


leen y están allí, sin embargo me gustaría saber que les parece la historia.
Si te gusta o no, puedes dejar un comentario

Y un agradecimiento especial a Shamyx y a rolu073 por sus rr, me animan


a continuar con esta aventura.

Sin más cháchara, aquí el capi…

Sueño de una Sumisa.

Capítulo 4

La realidad.

Cuando la realidad y la ficción se confunden, creo que soy esquizofrénica.


Cleo Romano Pattinson

«Una semana y aun no sabía nada de Edward, creo que el hombre se había
arrepentido, quizás mi sueño aunado a mi realidad eran demasiado buenos para
que se materializaran, por lo menos tendría unos excelentes recuerdos de ambos».
Pensaba, mientras estaba frente al espejo y peinaba mi cabello en una cola alta, un
poco apresurada porque ya era hora de marcharme a la oficina.
El día había pasado sin mayores inconvenientes, demasiado tranquilo a mi parecer,
los almacenes estaban prácticamente vacíos, llegaba el invierno, por lo general los
consumidores se abastecían de muchos enlatados, no se sabía cuándo podía venir
una nevada que te dejara atrapado en casa y sin alimentos. Necesitaba que
llegaran los nuevos productos, sin embargo para eso debería esperar hasta la
próxima semana.

Me despedí de las chicas hasta el lunes, este fin de semana tendría una sesión de
limpieza a fondo de mi departamento, ya le hacía falta unos cariñitos, tal vez mover
los muebles de lugar para que circulara la energía, como siempre decía Alice. Esa
amiga mía tenía una extraña manera de llevar la vida según el Feng shui, algo
extraño pero que según a ella le funcionaba.

Estaba feliz por Alice, esta noche tendría una cita con Jasper, parece que iban a
dejar de tontear y comenzar a conocerse. Qué decir de Rose, que no había dejado
de mandarse mensajes con Emmett desde el viernes pasado. Ellas iban por lo
seguro, y esto me hacía pensar que definitivamente yo había empezado al revés
con Edward, primero había sido sexo y ahora nada. Me dijo que llamaría, la verdad
es que yo tampoco lo había hecho, no quería parecer desesperada, pero es que
hasta lo extrañaba.

Estaba metiendo la llave en la cerradura de mi departamento cuando mi móvil


sonó.

Era él.

—¿Hola? —dije titubeante, estaba emocionada, pero no quería que Edward lo


notara.

—Hola, hermosa ¿Cómo estás?

—Muy bien, gracias ¿y tú, qué cuentas? —pregunté mientras dejaba mi bolso en la
mesa de centro y me recostaba en el sofá.

—Bastante atareado esta semana, pero quería saber si podíamos desayunar


mañana y tomarnos ese café ¿Qué me dices?

—La verdad es que me encantaría, Edward, pero mañana tengo día de limpieza. —
Que excusa más estúpida, aunque me moría por verlo, quería hacerme la dura un
rato. Joder, ni me había enviado un simple mensaje en toda a semana.

—¿Y si lo tomamos esta noche? Digo, si puedes, o una copa quizás, no puedo beber
mucho.

—¿No puedes beber?

—Sí, es una tontería pero el lunes nos hacen las pruebas anuales en la empresa y
me estoy cuidando.

—Claro, entiendo —me quité los zapatos y revisé mis pies, tenía que hacer la
pedicura urgente.

—Vale, entonces ¿Qué me dices?, tomamos algo esta noche y luego lo quemamos
en mi casa o en la tuya, así te ayudo con la limpieza mañana.
«Madre mía, quemarlo, así como sexo desenfrenado para bajar el alcohol» sonaba
genial.

—No, creo que la limpieza puede esperar. Nos vemos mañana entonces.

—Ya, veo que cambiaste de opinión ¿Acaso hay un marido en casa?, no me pareció
eso la semana pasada o ¿Me estás evitando?

—No, para nada, lo del café mañana me suena genial y lo de la limpieza es verdad,
pero puede esperar. —Vamos, no podía decirle que tenía que hacerme la pedicura y
el depilado, si nos veíamos mañana podría trabajar en mi cuerpo esta noche.

—Perfecto, entonces paso por ti a las ocho.

—Ok, eres madrugador.

—Siempre, me da la impresión que el día dura más. Por lo general me levanto a las
cinco, ya es una costumbre de muchos años.

—Para mí es suficiente los días de trabajo, los fines de semana duermo mucho más.

—Sí, recuerdo que eres dormilona. Pero hagamos algo, te dejo para que descanses
temprano, así podrás levantarte sin mucho esfuerzo mañana. Espero que seas
puntual.

—A las ocho estaré abajo esperándote.

—No, prefiero que esperes mi llamada, y ¿Qué tal si te pones una falda?, me
encantan tus piernas.

¡Joder!, ya volvía el mandón, había tardado.

—Como diga el señor—dije con sorna.

—¿Con qué quieres jugar?, déjame decirte que te estas ganando un par de azotes—
escuché unas contagiosas carcajadas.

Gemí y carraspeé para disimular. «¡Madre mía!», tuve una fuerte contracción y no
eran mariposas precisamente. Ese hombre decía unas cosas que me ponían a mil.

—Está bien, esperaré tu llamada y estaré lista, voy a portarme como una niña
buena, no me gustaría ser castigada. —Yo sonreía de solo imaginar lo que diría
después de mi indirecta.

—Escuché lo anterior, aunque lo disimulaste muy bien. Y en referencia a lo de ser


castigada, se me ocurren un par de cosas que disfrutaríamos mucho.

—¿Cómo cuáles? —pregunté. Le seguiría el juego.

—Toda semana me torturé recordando tu sueño la noche que estuvimos juntos. ¿Te
apetece que juguemos un poco cuando nos veamos?

—La verdad es que lo estoy deseando, Edward.


—¡Joder!, en serio ¿no podemos vernos ahora? —susurró.

—Hasta mañana, Edward. —Tenía que cortar la llamada, de lo contrario le pediría


que viniera a casa a follarme toda la noche.

—Hasta mañana, Bella. Que tengas un sueño perverso, así tendremos algo muy
entretenido para conversar —colgó.

No sé por qué, pero me imaginaba su cara sonriente. Toda la semana había


recordado el jodido sueño ¡Dioses!, si él no lo interrumpe al despertarme,
seguramente hubiese tenido un buen orgasmo.

Me fui hasta mi habitación y terminé de quitarme la ropa, me metería a la bañera


para consentirme un rato y luego me haría la pedicura, mañana estaría radiante.
Estando dentro del agua tibia no dejaba de imaginar que tendría preparado mi
felino, había dicho "jugar un poco", el solo pensamiento me estremeció.

Después de acicalarme noté que tenía hambre, me preparé un tazón de cereal con
leche, me senté nuevamente en el sofá para ver televisión mientras comía. Hice
zapping por varios canales sin interesarme en nada, hasta que un programa llamó
mi atención. Era de automóviles, estaban comentando sobre las nuevas ventajas de
los coches eléctricos, apoyando la premisa de salvemos al planeta, pero lo que
llamó mi atención era que entre los moderadores estaba Edward.

Me dio un ataque de risa, no sé por qué me parecía tan gracioso verlo hablar por
tv, parecía tonta, pero es que no parecía él; con esas gafas transparentes de
seguridad, el ceño fruncido, estaban hablando desde una ensambladora de coches.

Pensé que lo había idealizado durante toda la semana, pero no era así; su voz
gruesa, su cabello desordenado, me mostraban que ese hombre era guapo en
realidad, incluso se veía más acuerpado, tenían razón las mujeres cuando pasaban
hambre para no verse rellenitas en la pantalla.

Edward hablaba con mucha seguridad… el generador de caracteres rezaba


Ingeniero Edward Cullen desde la planta General Motors de Michigan. Vamos, que si
había estado ocupado toda la semana, quizás por eso no me había contactado.

…"El Chevrolet Volt es un vehículo híbrido eléctrico desarrollado por General Motors,
lanzado en Estados Unidos en diciembre de dos mil diez. Las entregas en Canadá
iniciaron en septiembre de dos mil once y en el mercado europeo"…

Este hombre era un cerebrito. Yo no salía de mi asombro, aunque no estaba


familiarizada con algunos términos de los que hablaba, estaba embobada
observándolo.

"…La particularidad de este vehículo radica en que el motor de gasolina no mueve


el coche de forma directa, sino que está unido a un generador de cincuenta y tres
kilovatios que carga la batería cuando se está agotando, por lo que el coche
siempre es propulsado por el motor eléctrico"...

Después de eso no escuché nada más, parecía que el mundo se había detenido y
solo veía el movimiento de sus labios, los imaginaba hablándome a mí, viéndome a
través de la pantalla, empecé a pensar que me estaba volviendo loca.
Apagué todo y me fui a la cama, no podía dejar de especular sobre mi felino de
ojos verdes, al día siguiente lo vería de nuevo, quizás pudiésemos tener una buena
amistad, me reí.

«Una amistad, Bella ¿en serio?, si lo que menos quieres es eso, tú lo que quieres es
que te folle duro, hasta que quedes muerta y harta de sexo».

Definitivamente estaba loca.

Puse el despertador, con el sueño tan pesado que tenía no podía darme el lujo de
quedarme dormida, por lo menos no esa mañana.

Dormí como un bebé, al sonar el despertador no me molesté por el ruido estridente


como otros días, todo lo contrario, me estiré en la cama y noté la enorme sonrisa
en mi cara, me levanté con energías y feliz, «que zorra»… todo porque vería a
Edward.

Me bañe y lavé mi cabello, tenía el tiempo suficiente para secarlo y pasarle la


plancha, quería dejarlo totalmente lacio, con la toalla enrollada en mi cuerpo, me
eché crema hidratante, luego me maquillé, un poco de mascara para pestañas y
brillo labial, quizás solo tomáramos un café.

Ya desde que me metí a la cama sabía que ropa me iba a poner, él quería una
falda, así que opté por un vestido estampado color champán, que tenía diminutas
flores blancas y me llegaba justo a mis rodillas, el detalle llamativo es que era
cruzado en la espalda y no podía usar brasier, tenía que aprovechar los pocos días
que quedaban antes que el invierno se desatara. Me coloqué unas sandalias altas
que se amarraban a mis tobillos por unas cintas del mismo color del vestido.
Cuando estuve lista me di un último vistazo.

«¡Sí, estaba perfecta para matar!»

A cinco minutos para las ocho sonó mi móvil.

—Hola—contesté.

—Ya estoy abajo.

—Buenos días para ti también.

—Te los daré cuando estés aquí frente a mi ¿vale?

—Bien, ya bajo.

Edward se encontraba recostado a la puerta de una Escalade negra, que combinaba


con sus vaqueros, sus botas y gafas oscuras, llevaba una camisa blanca remangada
hasta sus codos. Hermoso. Su cabello aún se notaba húmedo por la ducha.

Bajó sus gafas hasta la punta de su nariz observándome por encima de ellas, me
tendió una de sus manos y me dio un giro apreciándome por todos lados, hasta
quedar nuevamente frente a él.
—Me gusta. Buenos días. —Llevó mi mano a su boca, besando mi palma y luego la
parte interna de mi muñeca, sin dejar de mirarme. La bajó tirando de mí y
acercándome más a él, mientras se quitaba las gafas me rodeó con sus brazos y
me besó. Sentí su aliento caliente y su sabor mentolado. Fue un beso suave pero
invasor, saboreándonos y disfrutando del reencuentro.

—Estás hermosa —susurró sobre mis labios.

—Gracias, tú también estas muy guapo.

—Sabes a fresa. —Su lengua hizo un descarado recorrido por sus labios.

—Es el brillo labial. Y tú sabes a menta.

—Es el enjuague bucal —sonrió—. ¿Desayuno?

—Si —Abrió la puerta para mí—. ¿Qué paso con tu Pontiac?

—Ese es solo para los viernes, este es mi vehículo de trabajo. Pero para hoy pensé
que esta sería más cómoda. Aunque pensándolo bien no tanto para ti, por el
vestido.

Me ayudó a subir y me llevó a un pequeño restaurante de comida internacional.

—Pensé que iríamos a por un café.

—No, los fines de semana trato de comer completo, ya es una costumbre, dicen
que el desayuno es la comida más importante del día y, para lo que tengo pensado,
tenemos que comer bien —comentó con una enorme sonrisa en su cara.

Ya comenzaba con su doble sentido y me encantaba.

Comimos un delicioso desayuno, tipo bufet, Edward se sirvió un poco de todo. Dios,
este hombre comía mucho, ¿dónde lo metía? supuse que también se ejercitaba
para tener ese cuerpo tan tonificado.

—¿Dónde se va toda esa comida? —pregunté.

—La quemo en el gimnasio, todos los días.

—Lo imaginé.

—Pero tú no te quedas atrás, tienes muy buen cuerpo ¿Practicas algún deporte?

—Corro todas las mañanas antes de ir a trabajar, y me gusta ir dos veces al


gimnasio para hacer Yoga o Pilates.

—Sí, se nota en tu flexibilidad. —sonrió.

Al terminar de comer y pagar la cuenta me preguntó:

—¿A tu casa o a la mía, Bella?

—Donde quieras.
—Bien vamos.

Al llegar a la camioneta abrió de nuevo la puerta para mí, ayudándome a subir y


tocando con descaro mi trasero. Me senté girándome dándole el frente, él aún
continuaba parado con la puerta abierta. Sin dejar de mirarme metió una de sus
manos por debajo de mi vestido, rozando mi centro por encima de las bragas,
mientras que con la otra me tomaba por el cuello y me acercaba a él para besarme,
acariciando mi mejilla con su pulgar, después de torturarme y tragarse varios de
mis gemidos, se separó dejándome jadeante.

—Pueden vernos—le dije con mi respiración entrecortada.

—Eso es lo excitante. Vámonos a mi casa —dijo susurrando sobre mis labios.

Bajó su mano tocando mi pecho y mi cintura a su paso, introduciéndola por debajo


de la falda y haciéndole compañía a la otra. Metiendo sus pulgares en las delgadas
tiras de mis bragas.

—Levántate si no quieres que las rompa.

Hice presión con mis talones, impulsándome para ayudarlo a sacarlas. Yo abrí mi
boca para protestar, pero el asombro y la excitación no me dejaban formar una
frase coherente, ni media oración.

—Buena chica —dijo y volvió a besarme. Cuando se separó llevó mis bragas a su
nariz oliéndolas, después de aspirar fuerte, las guardó en uno de los bolsillos
traseros de su vaquero—. Me encanta tu olor, Bella. —Apoyó sus manos a mis
rodillas, rozando con sus dedos la parte trasera de ellas—. Déjame desatar tus
zapatos, quiero que estés cómoda.

Gemí.

—Edward, casi tengo un orgasmo con solo verte hacer eso.

—Aun no estoy empezando, pero tengo una idea de cómo puedo darte varios —
decía mientras desataba los lazos de mis sandalias y acariciaba sutilmente mis pies
—.Vamos a jugar un poco, si te parece mucho solo me dices y paramos, aquí no
hay ningún acuerdo, todo lo que hagamos será para el disfrute de ambos, no quiero
que te sientas incomoda por nada, si es así pues me lo dices. Poco a poco podemos
ir viendo que nos gusta y tener la libertad de comunicarlo al otro.

—Eso suena muy bien. Lo genial es que no soy adivina, no leo mentes, así que no
tengo la menor idea de cuál será tu siguiente paso.

—Es bueno que estés a la expectativa. Déjame sujetarte. —Ajustó mi cinturón de


seguridad, rozando su nariz por mi cuello y haciéndome estremecer, cada palabra
que decía con doble sentido me ponía más—. Lo que te puedo asegurar, es que
nunca te haría daño.

—Si continuamos así, te voy a saltar encima, Edward. —Le rocé su mástil
empalmado con el dorso de mi mano de forma inocente, robándole un gruñido.

—Me has dado una excelente idea. —dicho esto, cerró mi puerta y rodeó la
camioneta para montarse y conducir. Noté como se ajustaba los pantalones,
recolocando su miembro erecto —. No creo que pueda conducir hasta mi casa en
estas condiciones, tendremos que hacer una parada antes.

—¿Por preservativos?, espero que esta vez tengas suficientes.

—No te preocupes, compré una caja de treinta. —Levantó sus cejas varias veces—.
¿Crees que sean suficientes para hoy?

—No sé, dímelo tú.

—Bella, no me retes, quizás luego salgamos en el Records Guinness —soltó unas


buenas carcajadas contagiándome.

Me encantaba su risa y las arruguitas que se le hacían alrededor de sus ojos.

—Te ves lindo cuando sonríes.

—¿Te parezco lindo?

—Sí, muy lindo.

—¿Eso es porque me viste desnudo?

—No, estoy segura que no es solo por eso.

—Pues tú no eres solo linda, estas realmente buena y me gustas mucho. —Tomó mi
mano presionando un poco sobre ella y la llevó a sus labios para besarla.

Me quedé sin palabras.

En cinco minutos estaba estacionando debajo de un enorme árbol, en el


aparcamiento de la parte norte de Central Park.

—¿Querías venir al parque, o es que vives en un árbol a lo Peter Pan?

—Esto no es gracioso, te dije que no llegaría a casa así —dijo señalando su polla
empalmada. Soltó el botón de su vaquero, bajó su cremallera y luego los bóxer
liberando su erección—. Abre el compartimento, saca un condón y colócamelo. —
Ordenó señalando el espacio frente a mí.

—¿Qué tienes en mente?

—Solo haz lo que te digo.

Entendí que había comenzado nuestro juego.

Abrí y de verdad si tenía un paquete de treinta condones ¡Dioses!, tomé uno,


rasgué el envoltorio y se lo puse, Edward posó su mano sobre la mía, llevándola
hasta la base de su erección y subiendo varias veces: masturbándose.

—Ok, ven aquí —diciendo eso me ayudó a sentarme a horcajadas sobre sus
piernas, ubicado su polla en mi centro empapado, invadiéndome con ella
lentamente, mientras soltaba el aire que no sabía que tenía retenido, comenzó a
moverse lentamente y yo me impulsaba con mis manos apoyadas en sus hombros.
—Te tengo una sorpresa —dijo un minuto después.

Sacó de su lado izquierdo un juego de esposas, girándolas en su mano cerca de mi


rostro.

Gemí.

Tomó mis manos y las llevó a mi espalda, ajustando las esposas a mis muñecas.

—Me estas inmovilizando.

—Aja —Tenía una enorme sonrisa en sus labios—. No vayas a hacer presión para
que no te maltrates.

—No sé si es buena idea, alguien puede pasar y nos pueden pillar. —Estábamos
jadeantes.

—Nadie va a pasar por aquí y, si lo hacen no verán dentro, los vidrios son muy
oscuros. De todas maneras imaginar que alguien nos puede ver es excitante —
colocó sus manos en mis caderas y comenzó a movernos de forma sincronizada.

—Quiero tocarte, Edward.

—No, solo disfruta. —Su respiración estaba tan agitada como la mía.

—Esto… me lo… vas... a pagar—le decía entre gemidos, el placer me estaba


desbordando.

—Estaré dichoso… esperando tu venganza. —Subió mi falda y me dio una sonora


nalgada—. Ahora concéntrate y haz que me corra. —Besaba y mordía mis labios,
chupaba mi cuello, llegaba hasta mis pechos y torturaba mis pezones por encima
de la fina tela de mi vestido, el roce era delicioso y más teniendo en cuenta que no
llevaba brasier. Ya sentía como se concentraba la tensión en mi vientre. Edward se
impulsaba llegando más profundo hasta mi cérvix. Yo simplemente me dejaba
hacer, me tenía indefensa ante él.

Bajó una de sus manos y comenzó a masajear mi clítoris con su pulgar.

«¡Dios, a ese dedo tendría que hacerle un monumento!», tres estocadas y me llegó
el orgasmo, potente y arrasador. Sentí como se curvaban mis pies y convulsionaba
mi vientre con los espasmos, Edward continuaba moviéndose, cuando escuché un
gruñido amortiguado en mi cuello.

El felino se liberaba muy clavado dentro de mí.

Hasta la próxima semana chicas… ya nos queda el último capítulo, Besos de a dos.

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Sueño de una Sumisa
Por: cleorompatt
Relaciones D/s… ¿Cuántas están dispuestas en realidad a tener un tipo de relación
de esa magnitud? O simplemente es la curiosidad, la moda, el experimentar algo
nuevo y la realidad es que no tienen la idea más remota en que se están metiendo,
Bella tiene deseos de incursionar en ese mundo, ¿Encontrara en Edward lo que ella
tanto desea?
Clasificado: Ficción M - Español - Romance - Bella, Edward - Capítulos: 8 -
Palabras: 20,781 - Reseñas: 42 - Favoritos: 72 - Seguidores: 42 - Actualizado: 4
de febrero de 2015 - Publicado: 6 de enero de 2015 - Estado: Completo -
identificación: 10952841
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Los personajes pertenecen a la señora S. MEYER. Pero me tomé el


atrevimiento de jugar un rato con ellos.

Gracias a mi beta Ana Idam por su valiosa colaboración y apoyo en esta


aventura.

Gracias por los favoritos y seguidores que aunque no comentan sé que


leen y están allí, sin embargo me gustaría saber que les parece la
historia. Si te gusta o no, puedes dejar un comentario.

Y un agradecimiento especial a una fantasmita soñadora que comenta pero


no sé su nombre, gracias corazón, me alegra que te guste la historia. A
Shamyx, a rolu073 ya Wanda por sus rr, me animan a continuar con esta
aventura.

Sin más cháchara, aquí el capi…

Sueño de una Sumisa.

Capítulo 5. Final.

Ya no quiero seguir soñando.

" Cuando nuestros sueños se han cumplido, es cuando comprendemos la


riqueza de nuestra imaginación" Ninon de Lenclos .

Me encontraba con la cabeza apoyada en su hombro, aún sentía nuestras


respiraciones agitadas después de esta increíble sesión de sexo. El estar sin la
posibilidad de mover mis manos para poder tocarlo y sentirme indefensa, me había
enloquecido, logrando un orgasmo asombroso. Solo había esposado mis muñecas,
para mí era la primera vez y aunque pudiera ser algo no tan fuera de lo común, en
ese momento me di cuenta que estaba tocando el cielo. Parecía algo inaudito pero
no pondría en duda de que esos jueguecitos serían muy divertidos.

—Bella.

— Mmmm .

—¿Estás bien?

—Mejor que bien —susurré a su oído.

—Me alegra saberlo, gírate un poco para quitarte esto —dijo tocando el artículo
metálico con el que me tenía inmóvil.

Me saqué las esposas y revisó mis muñecas, acariciándolas y haciendo suaves


masajes.

—Estas pequeñas marcas desaparecerán en cualquier momento, solo es el roce, no


te hiciste daño.

—Mi piel es muy blanca y tiende a enrojecer fácilmente. No te preocupes, Edward.


—Le resté importancia.

—Tengo que preocuparme, de ahora en adelante tendré que cuidar de ti para no


romperte, pareces delicado—dijo sonriente mientras se movía de manera
sugerente, aún estaba encajado dentro de mí.

—Yo soy muy fuerte. —Levanté mis brazos y le enseñé mis bíceps femeninos pero
definidos—. Toca aquí —le dije llevando una de sus manos para que tocara mi
músculo.

—Mejor me porto bien entonces, tienes brazos que aparentan pegar duro.

—Pego muy duro, de hecho no querrás probar uno de mis golpes.

—Dejemos los golpes a un lado, mejor bésame —llevó mis manos a su cuello y me
enroscó dentro de sus brazos.

Besaba divino, su lengua húmeda se enroscaba con la mía, chupaba y daba leves
mordiscos a mis labios. Era el jodido paraíso. Después de que nuestras
respiraciones y pulsaciones se ralentizaran, me separé de Edward, tomando una
gran bocanada de aire, llenando mis pulmones de su aroma.

Su ímpetu, irreverencia y dominación me ponían, solo me había bastado volver a


verle, olerle y sentirle, para perderme en sus orbes verde esmeralda. No me hacía
falta nada más, podría vivir el resto de mi vida en su regazo, atada a él.

Media hora después estábamos estacionando en el sótano del edificio donde vivía
Edward, estaba ubicado en una de las zonas más exclusivas de Nueva York,
¡Joder! Si no es porque lo había visto en televisión, le preguntaría a que se
dedicaba.

Al entrar noté su escasa decoración, tenía un gusto peculiar y algo ecléctico. Las
paredes estaban adornadas con cuadros impresionistas y todo su mobiliario en
tonos blancos café anunciaba un típico departamento de soltero. Me dio un corto
recorrido donde vi la cocina de mármol negro con accesorios en acero, estaba
impecable, seguramente ahí nadie cocinaba.

Llegamos a su habitación, espaciosa con una inmensa cama en el centro, a la


izquierda una pared cubierta completamente por un espejo que iba desde el suelo
al techo ya su derecha una puerta que supuse era el baño, una mesa y dos sillas, al
fondo un gran ventanal con vista a la ciudad, por donde el sol penetraba iluminando
con luz natural toda la estancia. Se podía apreciar gran parte de Manhattan por la
altura del piso una vez, de noche debería ser todo un espectáculo. En una de las
esquinas, una televisión de plasma estaba en su base aérea colgada en la pared
con reproductor de video.

—Muy linda tu casa.

—Gracias, me alegre de que te guste, ahora se ve más bonita contigo aquí y no te


voy a dejar salir en todo lo que resta de día, estarás secuestrada —susurró en mi
oído.

De regresar inmediatamente imágenes de mi sueño secuestrada en la mazmorra,


me estremecí por el recuerdo. Edward comenzó a besar y morder mi cuello dejando
un reguero de besos húmedos a su paso.

Sentía que estaba en deuda con Edward, la vez anterior me había regalado dos
orgasmos y quería devolverle el favor, así que, sin pensarlo mucho, lo tomé de la
mano y lo guié hasta la cama para que se sentara, le daría una mamada que nunca
olvidaría.

—Siéntate—comencé a bajar la cremallera de mi vestido, para luego sacarlo por


encima de mi cabeza y quedar completamente desnuda ante su atenta mirada.

Desaté mis sandalias mientras observa a Edward que estaba sentado en el borde
de la cama inclinado hacia atrás apoyado en sus manos.

Me acerqué.

—Dame tu camisa—dije agachándome y tomando el dobladillo para sacarla por su


cabeza. No quería perder tiempo en quitar botón por botón, total ya había quedado
bastante arrugada por la sesión de sexo en su camioneta, la tiré en una de las sillas
junto a mi vestido—. Acuéstate—Fui a por el cinturón, lo saqué completamente y lo
colgué en mi cuello, para luego desabrochar el botón y bajar la cremallera de su
vaquero, estaba muy ¿duro? ¡Dioses!, le presioné un poco por encima del bóxer
robándole un fuerte gruñido.

Respir profundamente y pregunt:

— ¿Qué tienes pensado?

Vi como levantaba su ceja haciendo que el piercing brillara con el reflejo de la luz.

—Quiero jugar un rato, tú solo relájate.

Edward sonreía con burla, con sus manos cruzadas debajo de su cabeza, mientras
yo luchaba por bajar sus pantalones.
—Levanta un poco tu flojo trasero y colabora.

Escuché como se carcajeaba. Levantó su pelvis y le arrastré los vaqueros hasta sus
rodillas llevándome el bóxer en el proceso.

Frente a mi saltó su miembro erguido, brillante y venoso, una gota asomaba en su


ranura, me relamí los labios, estaba loca por probarlo. Sin dejar de mirar sus orbes
verdes bajé llevando mi boca a su polla, pasando la lengua de forma ascendente
desde la base hasta la punta de su glande y enroscándola a su alrededor
sutilmente, hice el recorrido de nuevo a la inversa bajando hasta sus testículos,
besando y chupando uno y luego el otro, mientras que con mi mano masajeaba su
largura y con la otra arañaba sus oblicuos, lo único que escuchaba era sus gruñidos
y maldiciones, subí de nuevo chupando fuertemente su punta, saboreando cual
helado, rodeándolo con mi lengua y metiendo en mi boca lo más que podía.

Noté como se incorporaba para ver de primera mano el trabajo que le hacia

—Arrodíllate —me ordenó.

Se levantó de la cama tomó mi cabello haciendo una coleta con su mano y tirando
de él hacia atrás. Sentí la presión más no era dolorosa.

—Abre más, quiero que lo metas todo en tu boquita. —Una sonrisa pícara delataba
su orden anterior. Poco a poco podía discernir cuando estábamos jugando y cuando
no.

¡Cristo!, lo metería todo aunque me ahogara, pensé en crema batida o chocolate, la


próxima vez vendría preparada y traería un bote en mi bolso.

Metía y sacaba solo la punta, follando mi boca.

—Respira por la nariz para que no te ahogues y relaja la garganta—decía.

Luego lo sacaba por completo y volvía a meterlo hasta llegar más profundo. Edward
me tenía bien sujeta por el cabello, no tenía mucha posibilidad de movimiento
mientras él bombeaba dentro de mi boca.

—Sujétate a mis piernas, si así, ¡Joder! Excelente.

Le hice caso para estabilizarme, pero en vez de sujetarme a sus piernas subí mis
manos hasta su trasero, podía sentir el vaivén de sus glúteos con el movimiento y
como los contraía con cada embiste, su intromisión en mi boca era más certera,
algunas estocadas. Eran profundas y duras, que intercalaba con movimientos
suaves.

Nuestras miradas no se apartaban, podía ver sus esmeraldas oscurecidas por la


lujuria, mientras que sentía que los míos podían salirse fuera de mis cuencas en
cualquier momento.

—Quiero saber hasta dónde estás dispuesta a llegar, te voy a preguntar, si es sí, te
sujetaras más a mí y si es no, simplemente dejarás caer tus manos. —Decía sin
dejar de moverse dentro y fuera de mi boca—. ¿Puedo acabar en tu boca? Estoy a
punto.

¡Dios! Me excita tanto que lo presioné más a mí, y sin dudarlo asentí.
Solo vi una sonrisa ladina que hizo que me mojara más. Continúo moviéndose, tres
embistes más.

—¡Joder!, siiiii —gruñó, llenándome la boca con su semen. Un chorro tibio paso por
mi garganta, respiró profundo y lo tragué todo, chupé y limpió su miembro hasta la
última gota, luego se separó dejándose caer sobre la cama.

—Ven aquí —dijo palmeando su pecho sudoroso.

Me acosté encima de Edward a horcajadas, rozando su polla con mi coño


empapado, que palpitaba con necesidad mientras me movía sobre él buscando mi
placer.

—Sigue moviéndote, no pares—habló sobre mis labios, besando y probando su


sabor en mi boca.

—Eres divino, me encanta tu sabor.

—Y tú eres jodidamente increíble mujer.

Edward continuaba empalmado dispuesto a seguir con otra ronda, despejó unos
mechones de cabello de mi rostro colocándolos detrás de mis orejas, con una de
sus manos comenzó a dar masajes en mi nuca mientras que con la otra apretaba
mi trasero alejando mis movimientos sobre él.

—Tu boca hace maravillas, me sorprendiste. No me lo esperaba, en serio, pero fue


jodidamente genial.

—Tenía muchas ganas de hacerlo, Edward, ahora solo te debo uno—contesté con
una sonrisa digna de un comercial de dentífrico.

—¿De qué hablas? —preguntó con el ceño fruncido.

—Que me diste un bono doble la semana pasada y me sentí en deuda.—le miré


fijamente para comprobar su reacción. Yo por mi parte me sentía poderosa y muy
excitada por lo que acababa de hacerle.

—Esto no era necesario me das más de lo que yo merezco, te lo puedo


asegurar. Ahora concéntrate en ti.

Nos giró quedando sobre mí sin dejar de mover y presionar su miembro sobre mi
botón, arrodillándose en la cama llevando mis piernas a sus caderas. Unos
movimientos más y me correría con solo la estimulación de su polla sobre mi
clítoris, pero en ese momento paró.

Resoplé frustrada.

—No pares —gemí.

—Dame un minuto, quiero hacer algo.

—¿Ahora? Edward, lo que sea puede esperar.—Hice morritos.


—Esto no puede esperar, te aseguro que me lo agradecerás luego. Ahora quédate
tranquila y disfruta.

—Pues en estos momentos quiero que me siga.

Se carcajeo.

—Lo haré, no te preocupes.

Me esposó las manos por encima de mi cabeza en el cabecero de la cama y cada


pie lo ató con una cinta, que supuse era de seda, atando los extremos a cada una
de las patas de la misma, estaba como una "Y" invertida. .

—Te voy a vendar los ojos y necesito que recuerdes lo que hablamos, si no te gusta
algo solo me dices y pararé de inmediato.

-All Right.

Con un pañuelo vendó mis ojos para luego darme un largo y estimulante beso, se
separó y escuché como abrió la puerta y salía de la habitación. Un minuto después
sentí como se hundía la cama de nueva por su peso.

Gotas frías caían en mis pechos aguantándolos, no sé de qué se trataba, pero luego
estas deslizaban por mi torso y otras hacia mi cuello estremeciéndome. Sentí su
boca caliente lamer mis pezones cuando percibí el olor a fresas dulces. «Sirope de
fresas» continuó esparciendo el líquido en mi cuerpo que intercalaba con deliciosos
lametazos. Frio y caliente, me estaba enloqueciendo.

Colocó una cantidad sobre mi clítoris que se derramó rodando por la entrada de mi
vagina hasta mi trasero.

—La madre que te parió.

— Shhhh —dijo y me dio una sonora cachetada en la parte interior de mi muslo


derecho, haciéndome respingar—. Cada vez que hables o escuche algún sonido te
voy a dar un azote, así que mantén tu boca cerrada.

«¡Coño, estaba metido en el papel!»

Chupó mi clítoris con fruta, rápido y luego lento.

¡Jodida mierda!, y yo quería gritar de lo placentero que era lo que me estaba


haciendo. Mordí mi labio inferior para evitar que algún tipo de sonido saliera de mi
boca. Pero si lo reconsideraba los azotes también eran muy estimulantes. Lo único
que podía hacer era retorcer mis dedos de manos y pies.

Sin más se apartó. Gemí. Otro azote.

—Tú ahora me perteneces, tu cuerpo es solo mío —dijo sobre mi boca para luego
besarme.

Sentí el sabor dulzón a fresas en sus labios, Edward derramó unas gotas en los
míos para luego pasar su lengua y chuparlos, comiéndose el dulce. Continuó con su
labor, bajando de nuevo a mi centro, necesitaba correrme y él no me dejaba,
estaba jugando con mi placer, me acercaba al borde y luego me alejaba.
¡Coño! Me sentí igual que Anastasia, la mujer del famoso Grey. Ya no le tenía
envidia alguna a ese personaje literario.

De repente escuché un sonido particularmente conocido, un zumbido ¡Dioses, un


vibrador! Este hombre me iba a matar de placer. Mi reacción fue cerrar mis piernas
por una fuerte contracción en mi vientre, pero estaban abiertas y amarradas sin
posibilidad de hacerlo. Posó el objeto frío y vibratorio sobre mi botón, para luego
bajar hasta mi entrada, jugaba unos segundos y subía de nuevo a torturar mi
clítoris.

Si seguía mordiendo mi labio lo haría sangrar en cualquier momento. Pero el placer


era infinito.

—Estás muy mojada e hinchada. Dime, Bella ¿te gusta lo que hago? —preguntó con
su voz ronca y pausada.

¡Mierda!, yo no sabía si responder y recibir otro azote o quedarme callada y


concentrarme en el inminente orgasmo que me estaba haciendo temblar.

—Puedes hablar, diez centavos —insistió.

— Siiii , me gusta mucho.

— ¿Quieres que pare? —dijo apartando el vibrador de mi centro.

— Nooo , por favor, no pares —grité.

Colocó el aparato en mi clítoris y metió un par de sus dedos bombeando dentro de


mí. Sin más espera me corrí. Un orgasmo en mayúsculas, subrayado y en letras
fluorescentes. Convulsioné mojando por completo su mano y las sábanas, sin
embargo y aunque aún no terminaban mis contracciones, sacó sus dedos de mí y
sintió el calor de su cuerpo sobre el mío, alineándose y entrando con un solo
empuje.

Mi orgasmo continuo de forma infinita, Edward penetraba con estocadas duras


llenándome por completo, moviéndose de una manera demencial.

«Después de esto necesitaría un paro de tres días, no voy a poder caminar»

Escuché varios gruñidos que se confundían con mis gritos lastimeros, no sabía si mi
orgasmo había continuado o venia uno tras otro pero los espasmos eran
incontrolables. Mis mejillas temblaban, el calor me consumía, tenía las piernas
acalambradas. Pedazo de follada me estaba dando el felino. Un par de estocadas
más y colapsó sobre mí.

Aún, con la respiración errática, Edward se quitó la venda de mis ojos y pude
observar su torso sudoroso, sus labios brillantes. ¡Dios!, todo un espectáculo digno
de ver.

—Míranos —dijo volteando hacia la pared de espejos.

Giré mi rostro mirada y la imagen que vi me dejó fascinada, era jodidamente


erótica, yo tenía los labios hinchados por sus besos, el cabello desparramado sobre
su cama y mi llena de lujuria, parecía otra chica. Nunca lo olvidaría, esta proyección
quedaría grabada en mi memoria por siempre. Desnudos, sudorosos, presa por su
cuerpo, esposada y atada a su cama.

—Creo que necesitaré reposo clínico después de esto —le comentario.

— ¿Te sientes mal, te hice daño? —preguntó con sus ojos abiertos de par en par.

—No, Edward estoy bien. Me siento como una diosa —dije regalándole una sonrisa
que fue correspondida, enseñándome su perfecta dentadura blanca.

Quitó las esposas dando suaves masajes, desató mis piernas, luego se recostó en la
cama abrazándome y dándome besos en la frente mientras acariciaba mi espalda.

—Estuvo perfecto, Bella.

—Sí, realmente lo he disfrutado mucho. Ahora tenemos que cambiar las sábanas o
se manchará el colchón—dije subiendo mi mirada para perderme en sus ojos.

—No te preocupes por eso, tiene un protector debajo. Luego las pongo en la
lavadora.

«¿Este hombre había pensado en todo o era costumbre?»

—No pienses tanto, Bella.

¡Coño, también leía mentes!

— ¿Cómo puedes saber que estoy pensando? —pregunté.

—Bien, primero frunciste tu ceño y luego levantaste tus cejas sorprendida, eres
transparente.

—Pillada.

—Quieres dormir un poco, ver televisión, tomar algo?, ¿qué te apetece?

—Tengo sed y quiero darme una ducha.

—Bien, detrás de esa puerta está el baño, ve mientras te busco algo de


tomar. Tengo jugo, coca cola, agua.

—Una Coca Cola sería estupenda, Edward.

—Azúcar, es lo mejor para recuperarte —dijo sonriente.

Nos levantamos, vi como deslizaba uno de los espejos y detrás aparecía un


vestidor, sacó un juego de sábanas colocándolas sobre la cama y un par de toallas,
se enrolló una a su cintura y la otra me la tendió.

—Date la ducha, en seguida volvo.

Entré al baño abrí los chorros del agua para darle la temperatura y metí
debajo. Unos minutos después entraba mi felino con dos vasos de Coca Cola. Me
aparte del agua y tomé un largo trago del vaso que me había ofrecido.
—Gracias, está deliciosa.

Terminamos la ducha juntos, enjabonándonos el uno al otro. La temperatura de mi


cuerpo se había elevado de nuevo, pero estaba agotada. Salimos a la habitación,
Edward había cambiado las sábanas, ¡que velocidad! Sin vergüenza alguna volvió a
la cama.

— ¿Qué tal una película? Tengo varias que no he visto. —Colocó unas junto a mí.

—Me parece bien. Esta no la he visto y me comentaron que es muy buena —dije
señalando una del lote.

Después de ver la peli comenzamos a besarnos de nuevo. Este hombre era una
máquina de follar.

—¿Te tienes que ir hoy?—preguntó.

—Para serte sincera, no quiero irme.

—Pues entonces quédate y te llevo mañana a tu casa —dijo sonriente—. Vamos


tengo que alimentarte, no te vayas a desmayar.

Me dio una de sus camisetas y el solo se puso unos bóxer. Salimos a la cocina, vi
como sacaba todos los ingredientes del refrigerador de una manera ordenada y los
iba colocando en el mesón.

—¿Te gusta el pollo? —decía mientras colocaba una sartén en la cocina colocándole
un toque de aceite.

—Sí, todo lo que sea con pollo por lo general me gusta.

—Bien, porque para hoy tenemos pollo con vegetales.

—Estupendo, ¿te ayudo en algo? —pregunté para no ser descortés, aunque en


realidad yo no sabía freír ni un huevo.

—No, hoy eres mi invitada.

—Me puedo acostumbrar a esto —sonreí y respire aliviada, no deseaba dañar su


platillo—. Háblame un poco de ti, Edward.

Vi como colocaba los cubos de pollo en el aceite caliente mientras picaba cebollas,
pimientos y otros vegetales y los iba incorporando al sartén.

—¿Qué deseas saber? —Levantó su perfecta ceja atravesada por su piercing.

-Hacer.

—¿La versión larga o la corta? —preguntó. Aunque su mirada era de sorpresa, pude
ver un amago de sonrisa en sus hermosos labios.

—Por ahora me conformo con la corta, pero si continuamos como creo, tendrás
tiempo suficiente para ir dándomela por partes.—Me estaba arriesgando a
preguntar mucho, pero tenía tantas ganas de saber más de él.
—Si continuamos ¿cómo? —Ya el amago de sonrisa se había convertido en una
amplia que mostraba su dentadura.

—¿Quedándome en tu casa? —hice un ademan con mis manos para enfatizar mi


punto.

—Ok, me llamo Edward Cullen —dejó el cuchillo con el que estaba picando en la
mesa y se acercó a mí, tendió su mano presentándose.

—Muy gracioso.

—Vamos, Bella hagamos las cosas bien.

Tomé su mano y se acercó dándome un casto beso en los labios.

—Así te presentas a todas las mujeres que conoces? —bromeé.

—No, solo a las que se acuestan conmigo —me guiñó un ojo.

Ese comentario me puso de mal humor y fruncí el ceño.

—Vamos, mujer, es una broma —levantó sus manos en señal de disculpa—. Tengo
treinta años, soy ingeniero automotriz, trabajo en GM desde que me gradué en la
universidad. Soy hijo único, padres divorciados, mi madre es chef, mi padre es
médico. —decía mientras continuaba con su trabajo.

—¿Tu madre te enseña a cocinar? —Con razón se veía tan cómodo y familiarizado
con todo.

—Sí, después del divorcio ella quedó muy afectada y en las tardes cuando salía de
la universidad me iba al restaurante y le hacía compañía. Prácticamente me sentí
en la obligación de hacerlo —Se encogió de hombros—. Te toca—dijo apuntándome
con su dedo índice.

—Isabella Swan, veintiocho años, gerente de ventas de VB, hija única, padres
divorciados y no sé cocinar.

—Concisa y precisa. Tenemos cosas en común y por cocinar no te preocupes yo lo


haré por ti. Mi madre dice que es algo que se me da en forma natural, ya mí me
gusta hacerlo, así que puedes aprovecharte de mí —sonrió de esa manera picara
que tanto me afectaba.

De nuevo hablaba en doble sentido.

Estuvimos conversando toda la tarde, la comida había estado deliciosa y le ayudé a


lavar los platos después de comer. Ya era de noche y volvimos a la cama.

Hoy había conocido de primera mano lo que era ver las estrellas, Edward me hizo
sentir hermosa, deseada, llevándome al éxtasis total. Sólo su toque me
transportaba a un estado que me superaba, perdiendo toda voluntad y
raciocinio. Mi mente se nublaba y mi cuerpo se volvía plastilina que él moldeaba a
su antojo. El sexo con Edward sería algo innovador, y estaba segura que para nada
aburrido.

— ¿Tú te proteges? —preguntó mientras llenaba mi cuello de besos.


—A qué vine eso?

—¿Qué opinas si lo hacemos piel con piel? Quiero sentirte sin barreras, solo si tú
también lo deseas. Hace mucho que no estoy así con nadie y mi mano no cuenta —
sonreía—. No tengo enfermedad ninguna, pero si no quieres lo entenderé.

—Por mi está bien, Edward, yo tomo la píldora hace mucho, no porque tenga
pareja, sino por mis ciclos menstruales que son irregulares, hace un par de meses
me hice un chequeo, estoy sana y mi vibrador no cuenta.

—¡Joder! Esto es perfecto —tomó mis manos y las llevó sobre mi cabeza
sujetándome con una de las suyas, me separó las piernas, se alineó en mi centro y
me penetró de una sola estocada, ambos gritamos del placer que nos embargaba.

—Esto es el puto cielo, nena. No creas que voy a pasar por alto que dijiste que no
tienes pareja, porque ahora estoy yo. Y seré para ti lo que quieras que sea; tu
amante, tu novio o tu amo.—Decía entre jadeos mientras continuaba empujando su
cadera contra mi pelvis —. ¿Qué deseas que sea?

—Todo, Edward, lo deseo todo.

Mi cuerpo estaba caliente y anhelante, lo movía de forma sincronizada a su


encuentro con cada invitado mientras el placer se iba acumulando de forma
progresiva y ascendente.

Su boca bajó por mi cuello hasta llegar a mis pezones y morderlos, dándole
atenciones a uno y luego al otro, tirando de mis picos erectos con sus dientes, el
calor me consumía. Sin salir de mí se incorporó agarrándome ambas piernas y las
irguió hasta su hombro izquierdo, rodeándolas con su brazo, él estaba arrodillado y
mi trasero ya no tocaba el colchón, entraba y salía sin clemencia, embestida tras
embestida me estaba llevando a tocar el cielo de nuevo.

Vi su rostro, estaba distorsionado de placer pero él se había quedado mirando


nuestro reflejo en el espejo. Hizo una leve inclinación para que volteara también a
vernos.

Pude observar los movimientos de Edward, la forma en que meneaba su cintura, la


oscilación de su espalda, como se involucraba cada músculo en el ajetreo. Después
separaba un poco mis piernas para ver como salía y entraba de mí, luego volvía a
mirar el espejo.

—Estoy enloqueciendo ¡Joder! Quisiera estar enterrado dentro de ti lo que resta de


noche. Nunca me cansaría de esto.

—Yo tampoco me cansaría, Edward, no pares.

Metió una de sus manos entre mis piernas y con su pulgar comenzó a frotar mi
clítoris, provocando un fuerte orgasmo.

— Sii, siiii. Eso es, nena apriétame vamos.

El orgasmo nos llegó de manera simultánea y nuestros gritos hicieron eco en la


habitación.

.
.

Un par de meses después y continuábamos viéndonos, saliendo a bailar y


disfrutando de nuestra compañía. Que me atara, esposara, nalgueara y vendara
mis ojos, me ponían a mil revoluciones y mi reacción a esos estímulos a él le
enloquecía. Nuestros gustos sexuales simplemente eran un añadido especial a la
relación que manteníamos.

Ocho meses después nos reunimos los seis en el Tíbet, celebrando el reciente
compromiso de Alice y Jasper, el lugar que más frecuentábamos, ya que uno de los
dueños resultó ser Emmett.

— Entonces, Alice, ¿nos vas a contar cómo te fue anoche en casa de Jasper? —
preguntó Rose de manera inquisitiva.

—Desembucha antes de que regresen los chicos con nuestras bebidas —intervine a
su vez.

—La verdad sus padres son increíbles y se sorprendieron por lo extrovertida que
soy, no pueden creer que Jasper se relacionara con una chica tan explosiva como
yo —dijo soltando una sonora carcajada—. Lo único que atiné a agregar es que los
polos opuestos se atraían.

Rose y yo nos unimos a sus carcajadas. Sin duda tenía razón, Alice era todo un
tornado de emociones. En unos meses Jasper le había pedido vivir juntos y su
relación marchaba viento en popa.

—Me alegra mucho por vosotros —le dije parándome y dándole un abrazo fraternal,
para luego ver como Rose hacia lo mismo.

—Sin dudas es un gran chico, nosotras también estamos sorprendidas que se haya
enamorado de ti. —Esta vez fue Rose que soltó la carcajada después de su jocoso
comentario.

—Pues yo aún no me lo creo, Jasper es un hombre especial, me da paz y me


tranquiliza. Y en el sexo es todo un "vainilla" —enfatizaba su punto con ambas
manos en el aire simulando las comillas—. Quien se iba a imaginar que a mí me
gustaría eso después de todas las novelas eróticas que hemos leído —Con una
mano en su frente, hizo una extraña reverencia como si se desmayara, provocando
nuevas risas.

—Emmett es una "vainilla salvaje", me da todo por raciones y siempre me


sorprende.

Las carcajadas no paraban. Yo no sabría qué decir de Edward, él sí que me había


sorprendido en muchas ocasiones. Hasta sentí calor en mis mejillas de solo
recordar la noche pasada.

—Bella, te has puesto colorada —dijo Alice sacándome de mis recuerdos eróticos
—. Cuéntanos que tal tu Felino, en todos estos meses cada quien en su mundo que
ni tiempo tenemos para nosotras, y por lo que veo nos estas ocultando algo muy
perverso.

—Mi felino es…—. Me quedé pensativa, ¿cómo podría definir a Edward?, ambas se
quedaron escudriñando mi rostro, ¿acaso querían leer mis pensamientos?
—Ya suéltalo de una vez, Bella, nos estás matando. —Rose siempre impaciente.

—Edward es un banana especial, con sirope de fresa, lluvia de chocolate y doble


ración de crema batida —solté sin más después de un largo suspiro.

Menos mal que la música estaba realmente alta, de lo contrario todos hubieran
escuchado nuestras estruendosas carcajadas.

Los chicos regresaban a la mesa, pero en vez de los cocteles que habíamos pedido,
traían una botella de champaña y unas copas.

—Cortesía de la casa, Emmett dice que hay que celebrar por todo lo alto —dijo mi
felino después de darme un casto beso.

Tener sexo con Edward era muy placentero y nunca me aburría, los juegos los
disfrutábamos mucho y poco a poco íbamos conociendo nuestros cuerpos,
explorándonos al máximo en cada encuentro.

«Sin dudas Edward tenía muchos rasgos de amo y yo alma de sumisa».

ALETA.

Bueno llegamos al último capítulo, no me queda más que agradecer a mi


maravillosa beta Ana Idan, por su colaboración y valiosos consejos, nena te quiero
un montón...

Este capítulo se lo quiero dedicar especialmente a dos chicas a las que aprecio
mucho y me abrió las puertas de su corazón… Sherezada y Elizabeht, a veces la
vida no nos da lo que le pedimos, si no lo que realmente necesitamos…

Y por último gracias a mi muso ya mi loca imaginación… sin ellos no hubiera podido
atreverme a escribir esta locura.

Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo disfruté escribiéndolo, y gracias a las
lectoras por sus valiosos comentarios… ustedes son mi motor para continuar
publicando.

La próxima semana un POV Edward y luego un corto Epílogo.

Besos de a dos.

Cleo...

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Realidad 2da Parte5. La Realidad6. Ya No Quiero Seguir Soñando7. Punto de vista
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Sueño de una Sumisa
Por: cleorompatt
Relaciones D/s… ¿Cuántas están dispuestas en realidad a tener un tipo de relación
de esa magnitud? O simplemente es la curiosidad, la moda, el experimentar algo
nuevo y la realidad es que no tienen la idea más remota en que se están metiendo,
Bella tiene deseos de incursionar en ese mundo, ¿Encontrara en Edward lo que ella
tanto desea?
Clasificado: Ficción M - Español - Romance - Bella, Edward - Capítulos: 8 -
Palabras: 20,781 - Reseñas: 42 - Favoritos: 72 - Seguidores: 42 - Actualizado: 4
de febrero de 2015 - Publicado: 6 de enero de 2015 - Estado: Completo -
identificación: 10952841
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Los personajes pertenecen a la señora S. MEYER. Pero me tomé el


atrevimiento de jugar un rato con ellos.

Gracias a mi beta Ana Idam por su valiosa colaboración y apoyo en esta


aventura.

Gracias por los favoritos y seguidores que aunque no comentan sé que leen
y están allí, sin embargo me gustaría saber que les parece la historia. Si te
gusta o no, puedes dejar un comentario.

Y un agradecimiento especial a las chicas que han seguido esta historia


desde su inicio: Dra B Swan, Shamyx, a rolu073 y Wanda por sus rr, de
verdad me animaron a continuar con esta aventura.

Me alegra que les haya gustado y aquí les dejo este regalito, para que
conozcan un poco más a mi adorado Edward, este chico guapo que hizo
temblar a Bella.

Para el miércoles les prometo el Epílogo.

Sin más cháchara, aquí el capi…

Sueño de una Sumisa.

"El verdadero Amo no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece"
Anónimo.

Punto de vista Eduardo

«Dios, gracias por los viernes» pensaba mientras me iba a casa.


Me sentí agotado, toda la semana brinqué de reunión en reunión y de un congreso
a otro. No había podido ni descargar todo ese estrés acumulado en el gimnasio, así
que esta noche iría a por unos tragos con Jasper, me comentó que su primo
Emmett había inaugurado un antro, me tomaría unas copas y ya vería lo que hacía
con mi vida sexual. , con tanto trabajo no tenía tiempo ni para echar un polvo.

Trabajaba en GM como ingeniero Automotriz en el área de investigación desde hace


ocho años, y los nuevos avances que había logrado en esa área eran asombrosos,
sacando por fin el primer prototipo de vehículo propulsado por energía eléctrica,
uno de mis mayores logros.

Mi vida laboral era exitosa, pero la sexual estaba en cero. Había dejado lo que tenía
con Victoria, sabía que eso de estar con una compañera de trabajo me traería
problemas. Los celos por su parte me tenían enfermo, y es que en GM había chicas
hermosas, pero involucrarse con una de ellas implicaba perder el trabajo o acabar
internado en un jodido manicomio. No terminaba de entender por qué algunas
mujeres eran tan complicadamente celosas, hormonales o inseguras de sí
mismas. De todas formas cuando yo estaba con una era solo con una,
particularmente me gustaba la monogamia, pero bien disfrutada, y aún no había
encontrado a esa chica sin complicaciones que solo quisiera disfrutar del momento
sin pensarlo mucho, sin problemas, pero lo más importante. : ¡que quisiera probar
y experimentar con el sexo en todas sus facetas! Sin duda el día que la encontrara
me quedaría con esa, tengo treinta años y me gusta mi vida, pero siempre es
bueno tener a alguien a tu lado, porque eso de cambiar a una chica cada semana
tampoco era lo mío.

«A ver, Cullen y ¿qué es lo tuyo?» Continuaba con mis elucubraciones mientras


estacionaba la camioneta al lado del Pontiac.

«¡Joder!, aun no lo sé. Pero como bien dice mi padre, "mientras llega la indicada
diviértete con la equivocada"». Mirando mi reflejo en el elevador, fruncí el ceño
espejo pensando en mi padre.

Carlisle dejó plantada en el altar a la que fuera su prometida por dos años y se
escapó con mi madre al enterarse de que estaba esperando un hijo suyo —yo—,
posteriormente le pidió el divorcio a Elizabeth cuando cumplió diecisiete años,
estaba comenzando mi carrera y me tuve que encargar de recoger los pedazos del
roto corazón de mi madre.

Aunque siempre fui el centro de atención de mi padre, y no tengo queja alguna de


su trato hacia mí, por un tiempo me estuve culpando y pensando que si no hubiera
sido por mí quizás nunca se hubiera casado con ella. Que mi madre confiara en mí
y me contara esa historia me torturó, me sentí el único responsable de esa
equivocada decisión apresurada de Carlisle, que se casara quizás sin amor, solo por
cumplir como padre. Digamos que fui el paño de lágrimas de mi madre, así como
de otras tristes confesiones que tenían que ver con el sufrimiento por el alejamiento
de Carlisle. Mi adorado padre, después de vivir juntos durante tantos años, se dio
cuenta de que ya no la quería. En ese momento como adolescente no lo entendí,
pero en fin, parece ser que Esme, su actual mujer, si es la indicada para él y la
diferencia de edad no había sido ningún inconveniente. Ella podía ser su hija,
vamos, pero no lo era, era una gran chica y solo tenía seis años más que yo.

Mi madre, Elizabeth, había quedado destrozada. Nunca se imaginó que el hombre al


que había amado por tanto tiempo le abandonó por otra mujer, y se quedó
completamente sola, hasta hace un par de años que decidió rehacer su vida con
Eleazar.
Me alegré por los cuatro, porque para mí suponía estar tranquilo al saber que ella lo
había superado.

A todas estas, no es que no tuviera un buen ejemplo de familia organizada, porque


de hecho si la tuve y recuerdo que fueron mis mejores años: mi infancia y mi
adolescencia. Lo que siempre me extrañaba era la ausencia por periodos
prolongados de mi padre, ya sea por congresos o porque fuese solicitado por otros
hospitales, sin embargo era gratificante cuando estaba en casa. Mi madre se opuso
rotundamente a trasladarse por varias ciudades con un niño pequeño y,
posteriormente, en etapa adolescente. Lo que es posible que fuera una de las
causas de que muriera el amor, supongo, y de que él terminara felizmente casado
con una colega. Una conclusión a la que llegué cuando tuve la madurez suficiente
para entender que el amor acaba o se transforma y debemos seguir adelante.

Llegué a mi departamento vacío y silencioso tal y como estaba estos últimos días,
la verdad es que extrañaba la hiperactividad de Victoria, nuestra relación había
durado solo cinco meses, el problema era sus celos realmente enfermizos. Esta
noche lo habría pasado muy bien en compañía de esa encantadora pelirroja,
perdiéndome en sus generosas curvas, disfrutando de sus gemidos, haciendo que
se corriese unas cuantas veces, y sacando mi estrés de la mejor manera: con sexo.

En lo que menos pensaría seria en salir con uno de mis mejores amigos.

Dejé mi billetera junto a las llaves y el móvil en el mesón de la cocina, descalcé mis
pies, fui quitándome la ropa en el camino y la lancé en el cesto. Llegué a la
habitación completamente desnuda. Encienda el televisor para no sentir tanto
silencio y entre al baño.

Me di una ducha. Quince minutos después me enfundó una camiseta negra, un


vaquero del mismo color, mis mocasines, un toque de perfume y estaba listo. Me
preparé un sándwich y esperaría la llamada de Jasper. Nos encontraríamos en la
entrada del antro.

El local estaba atestado de gente, algunos bailando y otros tratando de mantener


una conversación pon encima de la música ensordecedora mientras disfrutaban de
sus bebidas.

Hice un escaneo completo del lugar, entonces la vi. Una castaña con cabello largo y
un vestido rojo sangre ceñido a su elegante cuerpo, se movía de forma sensual al
ritmo de la música. Estaba rodeado de dos chicas que no estaban nada mal, una
rubia y otra pelinegra. Enseguida golpeé con mi codo a Jasper y le hice un ademán
con mi rostro para que viera lo que se estaba perdiendo.

—Son tres y nosotros solo dos —me dijo.

Ignoré su comentario y me dirigí directo a la pista. Ya había visto a mi presa de esa


noche y si no tenía sexo por lo menos bailaríamos y pasaría el rato.

Me acerqué y me posicioné en medio de las tres chicas, comenzando a moverme al


compás del ritmo pegadizo, mirándola fijamente a sus ojos. Vi un amago de
sonrisa.

«Lo lograste, Cullen». Pensé.


La tomé por la cintura y la giré, pegando su espalda a mi pecho y así continuamos
bailando. Un rato después la rubia se acercó y le dijo algo al oído que no pude
escuchar por el ruido de la música, la castaña le contestó asintiendo con la cabeza
mientras la rubia se retiraba en dirección a la barra, a la par, a nuestro lado. , la
pelinegra se pegaba descaradamente y se rozaba con Jasper. Definitivamente la
noche pintaba bien.

Bailamos un par de veces, entre intervalos ellas iban a su mesa o al servicio,


mientras que Jasper y yo íbamos a la barra a comprar bebidas y conversar un rato
con Emmett. Todo estaba marchando de maravilla hasta que apareció Victoria en la
ecuación.

—Hola, Edward —susurró a mi oído, pegando toda su hermosa anatomía a mi muy


necesitado cuerpo, luego me dio un casto beso en los labios rozándome la
entrepierna. Mi maldita polla vibró, la jodida tenía cerebro propio.

Aunque ya estaba bastante animada por la castaña. Había notado que de una vez
en cuando ella volteaba desde su mesa y lanzaba unas cuantas miradas en mi
dirección, comiéndome con los ojos de manera descarada. No sabía cómo se
llamaba, pero estaba jugando muy bien sus fichas con el coqueteo y eso me
gustaba.

Sin embargo le correspondí el beso a Victoria y me la llevé a la pista a bailar. Muy a


mi pesar decidí ponerle fin al flirteo con la castaña y me fui a casa con la pelirroja
voluptuosa.

Después de una excelente noche de sexo le aclaré a Vicky, por quinta vez, que no
podíamos seguir, yo necesitaba paz y ella era una tempestad. No era un amo, pero
eso de llevar las riendas del juego me ponían, y con Victoria no había
manera. Teníamos buen sexo pero cuando yo quería imponer mis reglas ella no las
aceptaba, en esa faceta éramos incompatibles en la cama. Deseaba hacer con ella
tantas cosas, pero con solo nalguearla se molestaba.

«¡Joder! En esta vida nada es completa».

Sin discusiones, al día siguiente, Victoria tomó un taxi y se marchó, lo nuestro no


funcionaría de ninguna manera, o lo dejábamos de una vez o terminaríamos de
patitas en la calle cuando se enteraran en la empresa de lo nuestro, y ninguno de
los dos estábamos dispuestos a pagar el precio, sabiendo de antemano que la más
afectada sería ella por el cargo de secretaría que ocupaba. No era por
menospreciar, pero mi vacante como investigador en la empresa, por el momento,
era irremplazable y no quería que ella se sacrificara por mi culpa, considerando que
no existía amor por lo menos por mi parte.

De ese episodio había pasado un mes, aunque no tenía con quién desfogarme mi
mano siempre era buena compañía, sobre todo en las mañanas cuando despertaba
más duro que una de las patas de hierro de mi cama.

Me encontraba en el Tibet otra vez, como cada viernes, con la excusa de que era un
buen lugar, cuando en realidad lo que deseaba era volver a ver a la
castaña. Habían pasado cuatro viernes para ser exactos y no dejaba de recordar su
hermoso culo moviéndose, rozando mi entrepierna, el olor dulzón de su cuello y su
linda cabellera larga. Esa que no podía parar de imaginarme enrollándola con una
de mis manos e inmovilizándola mientras mi polla se perdía dentro de sus nalgas,
una jodida tortura.

Necesitaba ir al baño, Jasper estaba bailando con una rubia teñida y Emmett había
ido a saludar a unos clientes. Al regresar a la barra, para ordenar otro trago, vi una
cabellera que me pareció conocida, si no era ella se parecía mucho, pero esas
piernas torneadas montadas en esas sexis armas mortales eran imposibles de
olvidar. Me fui acercando lentamente, mi excusa sería preguntarle cualquier
tontería a Emmett en cuanto le divisé de espaldas junto a la chica y verificar que en
realidad era ella. No fue necesario, al acercarme más pude ver a su amiga rubia
que conversaba con ambos.

Sin pensarlo mucho me recosté completo en su espalda como si estuviésemos


bailando y le susurré al oído que bailara conmigo.

No espere su respuesta, le tomé la mano y la guié a la pista.

Como la vez anterior se dejó llevar, esto me estaba encendiendo con tan solo
imaginarme que se pudiera amoldar a mí, a mi forma de ser ya mis exigencias,
jugar de la forma en que me gustaba, que me dejara mandar un poquito y, lo Lo
más importante es que le gustarán los juegos de poder en la cama. No quería
asustarla, aunque su mirada denotaba asombro, sabía que lo estaba disfrutando
tanto como yo.

Deseaba conocerla, probarla, saborear esos labios y hablarle de mis preferencias


para ver como reaccionaba. Tantear el terreno. Sí, eso es lo que haría. No a todas
las mujeres les gusta jugar, y para mí el sexo sin juegos era un poco aburrido.

Bailamos un set completo de música electrónica y le pedí irnos a otro lugar, no


sabía cómo lo tomaría o si era de las chicas que tenían sexo ocasional, pero
esperaba que empezáramos por algo y lo primero que deseaba era llevarla a la
cama. En estos momentos mi polla gobernaba mi cuerpo.

Se excusó diciendo que no estaba sola, pero sus amigas estaban muy bien
custodiadas por Jasper y Emmett, así que para probar mi punto le ordenó
sutilmente que solo se despidiera, sin duda esta sería la prueba de fuego. Sabría si
me seguía el juego o no.

Al guiarla de nuevo a la mesa donde estaba la rubia, se despidió.

¡Joder!, esta chica era una cajita de sorpresas y yo un cabrón con suerte.

«Bueno, Cullen, paso uno: listo»

Tenía en mi mente varios puntos que iba tildando, cuales tareas a realizar. El
segundo paso era llevármela a follar. Si me decía que no, seguiría insistiendo, tenía
toda la noche para convencerla. Lo que nunca me imaginé es que Bella, como me
había dicho que se llamaba, me diera el sí a la primera. No podía negarlo, los genes
combinados de Elizabeth y Carlisle causaban su efecto. Eso era lo que siempre
decía mi madre.
La llevé a un motel que estaba cerca, aunque prefería mi casa, pero prácticamente
tenía que atravesar toda la ciudad y estaba urgido por desnudar y descubrir a esta
hermosa mujer.

Y así comenzó todo.

Mordí, besé, chupé y nalgueé a esa preciosa chica. Fue el puto cielo, me perdí en
ella hasta quedar agotados. Lo que más me gustaba era que se dejaba hacer
disfrutando sin quejarse de todo lo que probamos.

Hacía rato que había amanecido y me quedé deleitándome de la vista de su


figura. Era delgada pero con un cuerpo muy bien proporcionado, los cachetes de las
nalgas los tenían sonrosados. Como me sabía que era yo el que había causado eso
en ella y que lo habíamos disfrutados ambos. Sus labios estaban marcados e
hinchados por mis besos y mordidas. El jodido cielo, el maldito infierno o ambos,
pero yo estaba ardiendo de nuevo.

La vi removerse inquieta, quería enterrarme de nuevo en ella pero se me habían


acabado los cuatro condones que había traído conmigo. Intenté despertarla
acariciándola, parecía estar en una pesadilla, pero a la vez gemía. ¿Estaría teniendo
un sueño erótico quizás?

Se despertó sobresaltada y gritando. «Mierda, quizás fue todo muy precipitado para
ella»

—¿Sucedes algo, Bella? —pregunté estupefacto—. ¿Está todo en orden? Es decir,


¿tu inventario está completo?, espero no haberme comido alguna parte de tu
cuerpo. Lo digo por la forma en que te estás revisando, aunque ganas no me
faltaron.

—No, no es nada, solo tuve un mal sueño —respondió al instante.

— ¿Te sucede con frecuencia?, te vi inquieta e intenté despertarte, pero estabas


profundamente dormida y ahora estas temblorosa. ¿Estás bien? —pregunté
preocupada mientras acariciaba su cabello y despejaba su cara de ellos.

En ese momento lo único que esperaba era que no saliera corriendo, había tratado
de ser lo más sutil que pude con ella, mi intención no era asustarla pero al verla
temblar pensé lo peor. Quise indagar de qué iba su sueño, sin embargo me
respondió con una evasiva, se disculpó por tener el sueño pesado, y se levantó
para ir al baño.

Me dejó algo receloso, aunque cuando regresó a la cama venía con una tímida
sonrisa, se tumbó de nuevo a mi lado, y yo, sin miramientos me posé sobre ella,
dejándola prisionera debajo de mi cuerpo. Tenía que averiguar si todo estaba
bien. Conversamos un rato en esa posición, mi cuerpo entrando en calor de nuevo,
pero tenía que parar o no saldríamos de allí en todo el fin de semana, así que
después de verificar que no había ningún problema le dije que se preparara para
llevarla a su casa, no pude evitar demostrarle lo bien que lo había pasado con ella
y, de todo corazón, esperaba que se repitiera.

Salimos del hotel y, después de hacer una parada en un Starbucks, llegamos a la


puerta del edificio donde vivía Bella. Lo que nunca me imaginé era de qué iba su
sueño. Cuando me lo contó no podía dar crédito a lo que estaba escuchando. Me
puso tan duro de solo imaginarla esposada a mi cama. ¡Y yo que temía asustarla!
«¡Definitivamente era el idiota más suertudo del planeta!»

La puse en mi regazo y así estuvimos rozándonos y calentando nuestros cuerpos no


sé por cuanto tiempo, luego grabé mi número en su móvil, no quería irme pero
deseaba pasar un rato por el restaurante a ver a mi madre y en la noche tenía una
reunión. familiar en la casa de Carlisle. Así que no tuve otra alternativa que dejarla
ir, pero con la promesa de que la llamaría.

Aunque definitivamente yo no era un amo, le hablé de mis preferencias. Lo que no


le dije era todo lo que mi mente perversa estaba pensando en hacerle. Sería muy
divertido y placentero descubrir hasta donde podía llegar con Bella, mientras que
ambos disfrutásemos conociéndonos.

Después de ocho meses con ella cada día me sorprendía lo moldeable que era, lo
que disfrutábamos de los juegos, todo lo que se dejaba hacer, lo que más me
enamoraba de Bella era su manera de aceptar todo lo que le pedía, me había
ganado. su confianza y ella se entregaba sin inhibiciones, disfrutando de cada
encuentro.

«Sí, estaba enamorado de esa mujer»

Nos habíamos acoplado de tal manera que ella se entregaba sin reparos y yo
valoraba cada una de sus cualidades, su entrega, su confianza, incluso me gustaba
cuando Bella quería tomar el control y la dejaba hacerme aunque al final yo
terminara dominando. Agradecía todo lo que me ofrecía, nunca sería un amo, pero
yo deseaba ser todo para ella, cumplir todas sus fantasías y que ella cumpliera las
mías, sería reciproco. Bella era una mujer fuerte e independiente yo no coartaría
para nada su independencia, solo la deseaba totalmente entregada en la cama.

Hoy estábamos celebrando el compromiso de Jasper y Alice. Después de bailar unas


horas y un brindis que terminó con tres de botellas de champaña nos fuimos a mi
departamento. Le tenía una sorpresa, quería proponerle que se viniera a vivir
conmigo, había visto la cara de felicidad que tenía por el compromiso de su amiga,
algo que me hizo reconsiderar nuestra relación. A la larga eso lo tendríamos que
hacer tarde o temprano, que mejor que conocernos compartiendo el día a
día. Decidí que no tenía sentido esperar más.

En cuanto cerré la puerta detrás de mí, la empujé contra el sofá que estaba en
medio de la sala, abrí sus piernas con las mías y comencé a frotarme mientras la
besaba desesperadamente.

—Bella, no sabes cuánto te deseo —le decía entre besos—. A veces creo que voy a
morir de tanta pasión que me haces sentir. ¡Joder!, quiero comerte, morderte,
hacerte maldades, creo que estoy loco.

—Mi vida ya no es igual desde que te conocí, Edward, creo que también he
enloquecido un poco —contestaba sonriente.

—Me encanta cómo te dejas hacer, cuándo quiero, dónde quiero y cómo
quiero. Eres perfecta para mí. —Subí su blusa, dejándola a mitad de camino sobre
su cabeza, haciendo que sus brazos quedaran prisioneros en el trozo de tela. Acto
seguido me dediqué a bajar las copas de su brasier para morder toda la piel que iba
descubriendo.

—Soy tan pervertida como tú. ¿Es lo que me quieres decir? —jadeaba mientras me
ofrecía más sus pechos.

—No, eres más pervertida que yo. Todas esas guarradas que lees y que luego me
envías esos mensajes con tus fotos, no dejas que me concentre en el trabajo, haces
que solo deseas verte y comerte, eres mala conmigo, me haces sufrir y paso todo
el día malditamente duro por tu culpa .

—Merezco unas nalgadas entonces —decía mientras se retorcía debajo de mí.

Me separé un minuto para ver su rostro, sus hermosos ojos chocolate brillaban de
lujuria, esta bendita mujer sería mi perdición.

— ¿Quieres unos azotes? —pregunté asombrado—. ¿Te das cuenta que no me


equivoco al decir que eres la más pervertida?

-Si por favor. Yo también paso todo el día caliente, dije que no leería más nada de
esas chicas, escriben tan bien y describen las situaciones de tal manera que a veces
terminan con dolor de clítoris y empapada. —Soltó sin más—. Hoy leí sobre unos
dedos mágicos.

—Con que unos dedos mágicos ¿eh? —pregunté soltando una carcajada.

—No te rías, Edward, es en serio. —Sacó la blusa por encima de su cabeza y me


abrazó.

—Me río por tus ocurrencias. ¡Ya verás lo que son unos dedos mágicos! —La cargué
a horcajadas y la llevé corriendo a la habitación. Escuchando sus carcajadas la
recosté a la cama—. Ahora te vas a quedar tranquila y te vas a dejar hacer.

Le quité lo que le quedaba de ropa, para luego hacer lo mismo con la mía y quedar
como dios nos trajo al mundo.

—Acuéstate de lado. —Lo hizo y me recosté detrás de ella, masajeando sus senos
con una de mis manos mientras con la otra tiraba de su cabello para que arqueara
la espalda—. Abre las piernas y pon tus manos en mi cuello —le susurré al oído,
tomé una de sus piernas y la subí a mi cadera a la vez que con mi polla rozaba su
trasero.

Comencé a masajear su clítoris en forma circular, sin dejar de soltar su cabello fui
dándole besos y mordiscos por su hombro, cuello y lo que podía de su
espalda. Bella se retorcía y gemía mientras acariciaba mi cuello y tiraba de mi
cabello.

—No quiero escuchar ningún ruido o te azotaré y no lo hagas a propósito o te


dejaré con las ganas de correrte. Quiero que absorbas todo el placer,
concéntrate. Solo deseo oírte gritar cuando te corras para mí ¿Entendido? —Ya
estaba en modo mandón y el que ella se dejara llevarme ponía más duro todavía.

-Si.

—Está bien, comenzamos.


Metí mi índice de dedo en su vagina moviéndolo en forma circular, dilatándola,
luego lo sacaba de nuevo y torturaba su botón. Así la tuve por un rato, luego volvía
a penetrarla de nuevo, pero metiendo dos de mis dedos y después tres. Ya sentía
como se contraía en su interior, pero los saqué y la puse de espaldas a la cama
separando sus piernas con mis manos. Posé mis labios en su clítoris y me lo comí
como una fruta madura, sus fluidos se derramaban en mi boca y su olor me
embriagaba inundando mis fosas nasales.

Mientras mi lengua acariciaba su botón, mis dedos jugaban en sus dos entradas,
entrando y saliendo de manera sincronizada, en índice en su vagina y el medio en
su ano. Me separé por un segundo hablando y soplando directamente a su coño
para disfrutar de cómo se estremecía, sabía que ella lo oiría, estaba totalmente
entregada a lo que le estaba haciendo, aunque no me gustaba el silencio en esta
ocasión era de gran ayuda.

—Te puedes correr cuando quieras, hermosa —le dije y continúa con mi trabajo.

Todo un espectáculo para mis sentidos. Saboreaba la sal de su sexo, sentía como
contraía sus paredes presionando mis dedos, de inmediato escuché su grito
ahogado mientras arañaba mi cuero cabelludo y vi en primer plano como se
derramaba completamente mojando mi mano.

Casi que me corro con solo ver como estaba disfrutando de mi mujer. Porque Bella
era mía ya desde esta noche esperaba que aceptara vivir conmigo.

Sin esperar a que terminaran sus contracciones me incorporé y la penetré de una


certera estocada alargando su orgasmo, yo estaba muy duro y en lo más alto así
que no duraría mucho. Los gritos de ella se confundían con mis gruñidos, solo
bastaron unos cuantos invitaciones para derramarme dentro de Bella.

—Eres mía hermosa, solo mía —le dije mientras llenaba su rostro de besos y sin
salir de ella le preguntó—. Isabella, quiero proponerte algo.

—Bien, solo dame cinco minutos que me recupere y haremos todo lo que deseas —
susurró aun con los ojos cerrados.

—No, ahora —dije moviéndome dentro y fuera de ella nuevamente, yo podía


continuar un asalto más sin sacarlo, pero, aunque lo deseaba, necesitaba una
respuesta primero.

-¿What? Edward, en serio, solo cinco minutos —abrió los ojos estupefacta.

—¿Te gustaría venirte a mi casa? ¿Vivir juntos?, era eso lo que deseaba proponerte.

Bueno mis chicas hermosas espero les haya gustado este regalito, hasta el
miércoles que les dejo el Epílogo y le decimos Bye a esta historia.

Gracias infinitas, besos de a dos, Cleo.

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Sueño de una Sumisa
By: cleorompatt
Relaciones D/s… ¿Cuántas están dispuestas en realidad a tener un tipo de relación
de esa magnitud? O simplemente es la curiosidad, la moda, el experimentar algo
nuevo y la realidad es que no tienen la más remota idea en que se están metiendo,
Bella tiene deseos de incursionar en ese mundo, ¿Encontrara en Edward lo que ella
tanto desea?
Rated: Fiction M - Spanish - Romance - Bella, Edward - Chapters: 8 - Words:
20,781 - Reviews: 42 - Favs: 72 - Follows: 42 - Updated: Feb 4, 2015 -
Published: Jan 6, 2015 - Status: Complete - id: 10952841
+ -
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Los personajes pertenecen a la señora S. MEYER. Pero me tomé el


atrevimiento de jugar un rato con ellos.

Gracias a mi beta Ana Idam por su valiosa colaboración y apoyo en esta


aventura.

Gracias por los favoritos y seguidoras que aunque no comentan sé que leen
y están allí, sin embargo me gustaría saber que les parece la historia. Si te
gusta o no, puedes dejar un comentario

Y un agradecimiento especial a las chicas que han seguido esta historia


desde su inicio: Dra B Swan, Shamyx, rolu073, Mimi83 y a Wanda por sus
rr, de verdad me animaron a continuar con esta aventura.

Ahora si llegamos al final.

Sin más cháchara, aquí el capi…

Sueño de una Sumisa

Epílogo

"Cuando la persona indicada llegue, no la dejes escapar. Porque siempre


habrá un cada quien para un cada cual. ¿Qué es lo más que puede pasar?
Que te caigas y te vuelvas a levantar"... Cleo Romano.

Estaba profundamente dormida, sin embargo el insistente sonido del móvil de


Edward se escuchaba como en el fondo de mi cabeza, no sabía si estaba soñando.
La música cesó y volvió a sonar de nuevo, sentí el movimiento de la cama y como
se levantaba atendiendo a quién fuese que estaba llamando con tanta insistencia.
—Hola, padre… No te preocupes, ¿qué sucede?... Entiendo, sí, no hay problema…
¿Estás en camino?...Vale, gracias por llamar… Nos vemos luego.

Sentí como volvía a la cama, me abrazaba pegándose a mi espalda y acariciaba con


sus dedos mi abultado vientre mientras me daba suaves besos por el cuello y
detrás de la oreja.

—Nena, puedes seguir durmiendo pero me voy a la clínica para acompañar a


Carlisle, mi hermana decidió nacer justo ahora.

—Ummm, ¿Qué hora es?

—Las tres de la mañana.

—Vale, yo te acompaño —le dije ya espabilada.

Cuando llegamos a la clínica nos fuimos directos a la sala de maternidad en el


segundo piso, al salir del ascensor nos encontramos a un Carlisle nervioso, mi
suegro seria padre por segunda vez después de treinta y tres años. Sí, Edward y yo
nos habíamos mudado juntos, llevábamos dos años viviendo bajo el mismo techo y
esperábamos a nuestro primer hijo que ya contaba con cinco meses de gestación,
era extraño pero mi bebé tendría una tía que más bien parecería su hermana.

Lo saludamos y entramos a ver a Esme, tenía monitores en su panza y ya la


estaban preparando para ir al quirófano.

—¿Qué tal marcha todo? —preguntó Edward, dándole un beso en la frente—. Te


veo genial, obviando los aparatos.

—Me siento genial porque ya han puesto la epidural. Pero los dolores son jodidos,
te cuento para que lo vayas sabiendo, Bella —dijo entonces dirigiéndose a mí.

Le di un beso en cada mejilla.

—Ni me lo digas. A mí que me pongan la epidural un mes antes si es posible —dije


poniendo cara de susto logrando relajar el ambiente y que todos rieran.

—No creo que sea posible, pero, de todas maneras, todos los partos no son iguales
—comentaba mi suegro mientras se dirigía al baño con el uniforme de quirófano
para cambiarse y poder acompañar a Esme.

Diez minutos más tarde se la llevaban en una camilla. Edward y yo nos quedamos
en la habitación a esperar, se sentó en el sofá y me tendió sus manos jalándome y
sentándome en su regazo.

—Dentro de poco estaremos nosotros aquí pero en otras condiciones, seré el padre
nervioso y tú la flamante madre. —Acariciaba la base de mi cuello metiendo sus
dedos en mi cabello haciendo que me relajara, los hospitales siempre me ponían de
los nervios.

—En eso te equivocas. Yo seré la madre nerviosa y tú el flamante y guapísimo


padre —contesté para luego dejar salir un enorme bostezo. Yo siempre fui
dormilona, pero con el embarazo se había acentuado—. Será hermoso mientras
estés a mi lado— concluí.
Edward me acercó a sus labios dándome un beso cargado de amor, suave, lento,
dándose su tiempo, acariciándome con su lengua e invadiendo mi boca entre
suspiros, un beso totalmente diferente de cuando hacíamos el amor descontrolado.
Definitivamente mi marido tenía besos para cada ocasión.

—Los amo —dijo rozando mi boca para luego separarse y regalarme esa amplia
sonrisa que tanto me gustaba. Esa que llegaba hasta sus ojos llenándolos de
arruguitas.

—Yo más. — Y volví a bostezar.

—¿Mis besos te dan sueño? —preguntó.

—Me dan de todo menos sueño, te lo puedo asegurar. —levanté repetidamente mis
cejas para acentuar mi punto—. ¿Quieres comprobar? —dije removiéndome en su
regazo.

—¿Aquí, ahora? No me tientes—gruñó y me volvió a besar—. No señora,


espantaremos tanto a los pacientes como a los médicos, tú eres muy ruidosa y
Carlisle nos mataría por hacer espectáculos en su trabajo.

—Puedo ser callada, a veces.

—Hagamos algo, mejor acuéstate y apoya tu cabeza en mis piernas. Duerme


mientras esperamos, no sé cuánto demoren en regresar.

Asentí e hice lo que me dijo sin protestar, la verdad es que me estaba cayendo de
sueño. Lo último que recuerdo es que me daba un beso en la frente mientras yo me
entregaba dichosa a sus brazos y a los de Morfeo.

Todo lo que comienza con un sueño termina con un sueño. Espero que lo hayan
disfrutado tanto como yo disfruté escribiéndolo.

Así le doy fin a este fic que me dio muchas satisfacciones. Me sentí genial al
escribirlo y espero que ustedes hayan disfrutado leyéndolo.

Deseo agradecer a todas las chicas por sus rr, las que en algún momento me
hicieron comentarios tanto en el Blog, por el grupo o por mensajes privados, en
realidad me hicieron sentir que había valido la pena compartir mis cortas historias
con ustedes, pero a quien les deseo agradecer de todo corazón es a mis
compañeras de Blog que siempre me animaron en esta aventura. May, Ela, Dulce, a
mi queridísima amiga en la distancia Dra B, a mi beta Ana Idam y a mi prelectora
Wanda. No tengo palabras para expresar lo agradecida que estoy con cada una de
ustedes.

Fue una experiencia que nunca olvidaré y atesoraré en mi corazón por siempre y
más cuando me ha permitido conocer gente tan especial con la que puedo
compartir mi afición día a día.

Los fics se quedaran aquí por tiempo indefinido, les estoy preparando otro relato
que ya publiqué en Facebook, el que estoy editando para ustedes… todo dependerá
de mi tiempo y de la inspiración… Un beso enorme y nos leemos por ahí.
Cleo Romano Pattinson.

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