Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
By: cleorompatt
Relaciones D/s… ¿Cuántas están dispuestas en realidad a tener un tipo de relación
de esa magnitud? O simplemente es la curiosidad, la moda, el experimentar algo
nuevo y la realidad es que no tienen la más remota idea en que se están metiendo,
Bella tiene deseos de incursionar en ese mundo, ¿Encontrara en Edward lo que ella
tanto desea?
Rated: Fiction M - Spanish - Romance - Bella, Edward - Chapters: 8 - Words:
20,781 - Reviews: 42 - Favs: 72 - Follows: 42 - Updated: Feb 4, 2015 -
Published: Jan 6, 2015 - Status: Complete - id: 10952841
+ -
1. Chapter 12. Chapter 23. Sueño o Realidad 1era Parte4. Sueño o Realidad 2da
Parte5. La Realidad6. Ya No Quiero Seguir Soñando7. POV Edward8. Epílogo Next >
"No más alejado de la realidad", ya que si nos ponemos a analizar por todo lo que
pasó la protagonista y sin dudas lo que le dolieron los azotes y lo que le costó
doblegarse ante su amo y aceptar ser una sumisa entregada. Aceptar el famoso
contrato, aunque Grey luego mandara a la mierda el papeleo… y terminara
enamorándose de ella. (Aunque yo particularmente no tengo resistencia al dolor,
aguantaría un par de ellos, jajaja)
Eso no es para nada sencillo, no es el simple hecho "quiero un amo que me azote y
arrodillarme ante él"… es mucho más que eso, es la entrega total, es tener la plena
confianza en tu Amo y que él decida y tenga total potestad sobre ti y tu cuerpo.
Pero puede que el Amo que encuentres nunca se enamore de ti, como puede que
compartan una relación 24/7 exitosa y el BDSM sea parte de sus vidas. Eso sería
genial. También tienes que tomar en cuenta que están los Amos asalariados… la
mayoría no son multimillonarios…
Somos pocas las que tenemos la oportunidad de compartir con un verdadero Amo,
un ególatra y obseso del control, pero sobre todo un Dios del sexo que te lo
demuestre no solo en la cama, sino en el día a día, te proteja y se preocupe por tu
bienestar que sea una relación que se retroalimente, pero somos muchas más las
que nunca tendremos la oportunidad ni siquiera de conocer alguno, sin embargo,
soñar no cuesta nada… puede que ese sueño algún día se haga realidad, pero
también ten cuidado con lo que deseas…
1. Chapter 12. Chapter 23. Sueño o Realidad 1era Parte4. Sueño o Realidad 2da
Parte5. La Realidad6. Ya No Quiero Seguir Soñando7. POV Edward8. Epílogo Next >
el felino
" Los sueños, solo sueños son, pero que viva la fantasía, si sueño que eres
mía y me deja ser el dueño de tu amante corazón" Gilberto Santa Rosa
Esta tarde, al salir del trabajo, decidí ir a tomar algo y luego quizás bailar un
rato. Era fin de mes y, cada vez que cobrábamos las comisiones, era costumbre
salir a un viernes de chicas. Estos días me había esforzado el doble, mi sueldo se
encontraba abultado, estaba realmente encantada, prácticamente había acosado a
mis clientes, ofreciéndoles todos los productos existentes, ahora recibiendoa mi
recompensa.
Lesía sugerir ir al mismo lugar de la última vez, quizás tuviera suerte y coincidiría
con el felino de ojos verdes, ese con el que había bailado en aquel antro hacía un
mes.
Era un hombre muy guapo, tenía un cabello cobrizo indomable y una boca con
labios carnosos que invitaban al pecado. Medía un metro noventa de estatura
aproximadamente, recuerdo que le llegaba a su mentón y yo llevaba tacones. Me
pareció un tipo muy misterioso, con esa mirada verde intensa, sentí que podía
desnudarme, literalmente de un vistazo, tanto que en el momento en que se había
quedado observándome fijamente sentí que me doblegaba.
—Bella, ¿esta lista? —Me preguntó Alice mientras se dirigía a uno de los servicios.
—Casi, ¿y Rose?
—No te puedo creer, ese nos va a joder la noche. Es tan baboso —dije poniendo
cara de asco.
—No juegues, Alice, no es nada gracioso. —rodé mis ojos—. Eres la peor.
—¡Oh!, por favor nooooo . Eso sería una pesadilla, no puedo negar que el tipo esta
bueno, pero para que llevar arena al mar ¿No? —dijo riendo y haciendo que la
acompañamos en las carcajadas.
—Vale, yo también quiero ir allí Rose, siempre se encuentran chicos guapos y solos
—dijo Alice, levantando sus cejas varias veces para enfatizar su punto.
Estas amigas mías eran unas pervertidas pero de buena manera, solo nos gustaba
divertirnos; Tonteábamos con los chicos, quizás unos besos, pero nunca pasábamos
de eso y siempre regresábamos solas a casa.
—No precisamente de cacería —dije —. Pero quizás nos topemos con el felino esta
noche.
—¿El felino?
—Vamos, Bella, no creo que lo veamos, a mí me pareció que solo estaba buscando
una presa, y después de encontrarla se largo con ella.
—No estoy segura de ello, simplemente lo vi bailando con otra chica, una pelirroja
voluptuosa. Además tiene algo que no termina de cuadrarme. Demasiado
misterioso, demasiado hermoso, demasiado ¿sexy? —Rose Reía.
—Sí, y su amigo, el rubio de los rizos, estaba para chuparle los labios carnosos. —
Ahora la que se carcajeó fue Alice después de su morboso comentario—. Me dijo
que se llamaba Jasper y que siempre frecuentaban el lugar, así que lo más probable
es que los veamos allí.
—¡Por Dios!, sí definitivamente están demasiado buenos para su propio bienestar —
dije yo.
—Ok entonces está decidido, iremos allí esta noche —concluyó Rose.
Salimos y después de recorrer dos lugares llegamos al Tíbet, ya eran las doce de la
noche. Bailamos un largo set de música electrónica y volvimos a nuestra
mesa. Estaba sentada, Rose ordenó nuestras bebidas mientras yo iba al baño a
refrescarme.
—Bella, él es Emmett.
—El placer es mío, Bella —dijo sonriendo. Noté que se le hacían unos lindos
hoyuelos en sus mejillas, era adorable.
—Está bailando de nuevo, sabes que ella es incansable. —Se acercó a mí para
susurrarme al oído—: Felino a las doce, nena.
—Baila conmigo.
No era una petición, había sonado más como una orden que me estremeció. No
dejó que le contestara, con la misma me tomó de la mano posesivamente y me
llevó con él a la pista. Me colocó nuevamente recostada en su pecho y comenzó a
moverse detrás de mí, rozando su polla con mi trasero, posó sus manos en mis
caderas y nos dejamos llevar por el ritmo pegadizo.
Pude divisar a Alice, que bailaba a su vez con el rubio, a una corta distancia
nuestra. Mi amiga estaba disfrutando un montón.
Así estuvimos por un rato, intenté voltearme para enfrentarlo, pero no me dejó,
presionó más sus manos en mi cuerpo; inmovilizándome.
¡Otra orden, vaya que era mandodón el hombre! Esa voz ronca me calentó de una
manera insospechada, sus manos en mi cuerpo, el roce de su aliento en mi cuello
¡Dios pero si ni siquiera sabía su nombre! Sin embargo yo sigo dejándome
llevar. La verdad es que él bailaba muy bien y yo estaba aprovechando rozándome
contra su cuerpo, con mis brazos en alto meciéndolos al ritmo de la melodía
estridente.
El felino se acercó nuevamente a mi oído.
—¿Qué te parece si me acompañas a otro lugar?—. Me giró el rostro con una de sus
manos acerándome a su oído para que le contestara, ya que la música era
realmente ensordecedora.
—Ellas están muy bien acompañadas, solo será un rato, un sitio donde podamos
hablar cómodamente y luego te dejo en tu casa.
¡Madre mía! Yo de verdad que tenía ganas, no era de las chicas que disfrutaba sexo
ocasional pero este hombre tenía algo que me atraía mucho. Por Dios, « Bella ¿Por
qué estás pensando en sexo? » Me reprendí internamente. Él no había dicho nada
de sexo. Solo me encontraba en un período de abstinencia forzada, llevaba más de
seis meses sin nada de nada, desde que había terminado mi relación con Jacob.
—Vamos. —Nos guió a la mesa de nuevo—. Solo despídete de tus amigas —me
dijo.
¿Otra orden? ¿Pero qué estaba pasando? ¿Este hombre se creía mi dueño para
estar dándome órdenes o tomar decisiones por mí? Lo peor del caso es que yo
estaba completamente obnubilada y me dejaba controlar por él.
«Creo que he dado con uno de estos hombres dominantes de los que he estado
leyendo últimamente»
—Vale, nena. Cuídate —dijo Rose sin prestarme mucha atención. Estaba muy
entretenida hablando con Emmett, y por otro lado Alice ni me contestó, ya que en
esos momentos le comía la boca a Jasper como si no hubiera mañana.
Iba a hacer una locura, lo sabía pero ¿Qué podía pasar? Tener una noche de sexo
desenfrenado y luego volver a casa satisfecha, valía la pena ¿No?
— ¿Tienes frío?
-Bella.
Su coche llegó, Edward, muy amablemente, abrió la puerta del copiloto para mí y
esperó a que me sentara para colocarme el cinturón de seguridad.
—En este preciso momento me encantaría irme a un hotel y tener sexo toda la
noche contigo, pero no sé si tú estás en la misma sintonía que yo —dijo girando la
llave y encendiendo el auto sin dejar de mirarme.
Edward no me contestó, lo único que hizo fue asentir con una enorme sonrisa en su
rostro.
Llegamos a un hotel que estaba cerca, tenia varias villas individuales, donde
estacionabas el coche y luego cerrabas un portón para mayor intimidado.
Lo hice y seguí observando el espectáculo que me daba, lo único que faltaba era
que lo hiciera al ritmo de la música.
Sacó sus zapatos y medias, soltó su cinturón y lo puso en el sofá de dos plazas, lo
vi sacar sus pertenencias de los bolsillos junto con una cajita de condones y
colocarlo todo al lado del cinturón. Desabrochó el botón de su pantalón pero no
bajó su cremallera, pude leer la marca de su bóxer "Boss". El apodo que le había
colocado, sin duda le quedaba como anillo al dedo. Era un felino en toda la
extensión de la palabra, no solo por la mirada, sus movimientos me tenían
hechizada.
— ¿Vas a quedarte mirándome toda la noche o crees que podemos hacer algo? —
dijo sonriente.
—Vamos a ver, cambiemos de lugar —diciendo esto me tomó de la mano para que
me levantara, sentándose él en el sitio que yo ocupaba. Se sentó con las piernas
abiertas colocándome en medio de ellas.
—Tienes unos senos grandes, me gustan, podrías hacerme una buena paja con
ellos —se acercó y me mordió uno de los pezones.
Yo no salía de mi asombro, este hombre era irreverente, pero cada cosa que decía
o hacia mí excitaba más.
—Estoy completamente seguro de que puedo hacer eso —le dije después de que
reaccioné.
Sonrió, subió sus manos lentamente, rozando mis caderas, mi cintura, llegando
hasta mis pechos, pellizcando y retorciendo mis pezones. Yo no sabía si quejarme
de dolor o gemir del placer que estaba sintiendo, porque parecía dar la presión
justa para enloquecerme.
—Veamos que tienes aquí —comenzó a soltar los botones de mi blusa y descubrir
mi brasier de encaje color piel a juego con mis bragas, me la quitó dejándola a un
lado —. Prefiero el color negro, pero este te queda realmente bien —dijo mientras
apreciaba mi ropa interior—. Date la vuelta.
—Puedo hacer que tengas el culo rojo por una semana, te lo puedo asegurar.
—No te preocupes, no quiero que te asustes, hoy no lo haré. Además sería incapaz
de hacerte daño a ti oa ninguna otra —susurró.
Y así comenzó todo.
Con una de sus manos, pellizcaba mis pezones y con la otra torturaba mi clítoris
por encima de mis bragas, que ya estaban más que empapadas.
—Así ¿está bien? —pregunté dándome la vuelta para ver como colocaba su
preservativo.
Rodó mis bragas a un lado y, sin más preámbulos, me penetró, duro y certero. Yo
grité de la impresión, la intromisión no fue dolorosa, supongo que por lo empapada
que estaba. En un momento me asusté porque era todo muy brusco, pero la
adrenalina que sentía me tenía al borde, en solo cuatro estocadas más y estaba
contrayendo mi vagina con espasmos descontrolados alrededor de su duro
miembro, él continuaba moviéndose sin detenerse, adentro y afuera, Mientras me
tenía bien sujeta por mis caderas alargando mi orgasmo.
—Sí —jadeé.
—No te imaginas lo que me excita escucharte decir eso. Pídemelo por favor.
Lo único que se escuchaba, a la par que la música de fondo, eran mis gemidos y
palabras entrecortadas de Edward. Un minuto después escuché un largo gruñido
seguido de unas fuertes respiraciones. El felino había llegado a su liberación.
Esa noche lo hicimos un par de veces más, con la misma intensidad, en todo
momento Edward llevó las riendas de la situación, controlándolo todo y
regalándome los mejores orgasmos que había podido disfrutar en mis veintiocho
años de vida, incluso logró que me corriera dos. veces más tan solo acariciándome,
sin penetrarme, pero también noté que era muy dominante.
No sé en qué momento me quedó dormida, agotada y algo adolorida, pero
realmente satisfecha.
Cuando desperté aun no había amanecido, me pareció extraño, sentí que había
dormido toda la noche. Traté de enfocar en la oscuridad para levantarme e ir al
baño, me estaba orinando, pero algo me lo impidió, me encontraba encadenada y
encerrada en una enorme jaula.
Besos de a dos…
Cleo.
< Anterior 1. Capítulo 12. Capítulo 23. Sueño o Realidad 1era Parte4. Sueño o
Realidad 2da Parte5. La Realidad6. Ya No Quiero Seguir Soñando7. Punto de vista
Eduardo8. Epílogo Siguiente >
Gracias a las chicas que me tienen en sus favoritos y alertas, esas lectoras
silenciosas, que aunque no comentan nada por lo menos se toman unos
minutos para leerme.
Gracias a Andrea 17 de Cullen por ser mi primer rr… besos y espero que
sigas disfrutando de esta historia.
Capítulo 2
Ya había pasado más de una hora, la habitación estaba llena de claridad gracias a
los rayos de sol que entraban por una de las ventanas, pude ver en el reloj, que
estaba en la pared del fondo, que eran las seis de la mañana. En pánico total y
desesperada, por encontrar la forma de desprender las cadenas que me sujetaban,
lo que hice fue lastimar mis muñecas. Traté de enfocar nuevamente a través de mis
lágrimas, me percaté de que estaba efectivamente en una jaula y rodeada de
ellas. A mi derecha había una mujer como de cuarenta años; delgada, con un
cuerpo en forma y hermosa, su piel muy blanca y cabello negro, estaba sentada
leyendo. A mi izquierda encerrada también dentro de esos barrotes, otra mujer,
esta era una chica pelirroja de formas redondeadas y voluptuosa, no debía llegar a
los veinte, sus ojos color miel me observaban con curiosidad.
Las tres estábamos completamente desnudas, pero la única que estaba encadenada
era yo.
—Cómo llegaste solo tú lo debes saber, te puedo decir como llegué yo, si me
cuentas tu historia.
—¡Quiero salir de aquí! —grité—. ¿Dónde estoy? ¿Eduardo? —Me estaba dando
claustrofobia.
— ¿Pueden callarse las jodidas bocas y dejarme leer en paz? —espetó la otra
mujer. Aunque fue algo brusca su tono de voz era suave.
—Déjanos hablar, Bree, no ves que nuestro Amo ya tiene su harem completo
¿Acaso no eres feliz por eso? Nuestro Amo estará feliz y satisfecho, o es que ¿Ya no
te importa su bienestar? —preguntaba la pelirroja.
—Claro que me importa más que nadie, pero todo lo tiene que hablar con él,
nosotras no tenemos nada que hacer —le dijo mirándola fijamente, pude ver que
sus ojos eran tan verdes como los de Edward—. ¿Como te llamas? —preguntó
ahora dirigiéndose a mí.
—Bella.
—Yo soy Victoria y ella es Bree. Nuestro Amo ya tiene lo que tanto deseaba, una
blanca, una pelirroja y ya encontró su castaña, a él no le gustan las rubias —
comentó la pelirroja.
—Basta, yo no tengo Amo, necesito hablar con Edward y salir de aquí —comencé a
golpear los barrotes con mis manos, les di patadas y lo que logré fue hacerme más
daño—. Edward por favor, no me hagas esto. —Las lágrimas bajaban por mis
mejillas desconsoladamente.
Según el reloj, que había en una de las paredes, ya eran las siete de la mañana. No
dejaba de ver el movimiento de las manijas hacer su recorrido, dejaba mi vista fija
deseando que las horas pasaran más rápidas, que todo fuese un estúpido sueño del
que pronto despertaría. El único sonido que se escuchaba era mi respiración
acelerada y el cambio de páginas del libro de Bree cada cierto tiempo, ella había
continuado con su lectura y, aparentemente Victoria se había quedado dormida. Yo
quería asearme y necesitaba ir al baño urgentemente, las ganas de orinar me
estaban desesperando.
—En seguida podrás ir, en cualquier momento vendrán a por nosotras. Te aconsejo
que te quedes lo más sumisa que puedas, no desearas ganarte un castigo o que
nuestro Amo se moleste.
—¡Por Dios!, yo no tengo Amo, no soy una sumisa. —«¿O sí?», pensé.
—Sin duda, algo tuvo que ver el Amo en ti, para que traerte hasta aquí. Tienes que
agradecerle que haya posado su mirada y te escogiera. Existe una variedad de
sumisas, Bella y, definitivamente, tú serás un reto para nuestro Amo.
—No entiendo lo que quieres decir, necesito que me expliques lo de los tipos de
sumisas.
—Están las sumisas como yo, sé que soy sumisa, me gusta y mi mayor placer es el
bienestar de mi Amo, complacerlo en todo es mi mayor felicidad, estoy orgullosa de
pertenecerle, y mi máxima satisfacción es comprobar que se siente a gusto.
"Hay sumisas por convicción, por conveniencia y por curiosidad. Las hay a las que
les encanta provocar a su amo para ser castigadas, a las que les gusta el sado, a
las que le encanta complacerlo, —que ese es el mayor objetivo de una sumisa—,
las hay quienes buscan protección, o quienes por curiosidad necesitan de alguien
que saque su lado sumiso…simplemente hay unas que solo les encanta jugar.Hay
que tener cuidado con los Amos que te encuentras en el mundillo, porque hay de
todo …"
—"Tienes que entender que todos los esfuerzos de tu Amo deben ser para enseñar,
guiar y motivar a su sumisa, ayudarla a ser capaz de ser. Cuando la sumisa
comprende que es un tesoro valioso por lo que es, ella le servirá mucho mejor y la
relación crecerá mucho más fuerte. Pero en este mundo puedes encontrarte con
cualquier cosa, unos que dicen ser Amos y no lo son".
¡Mierda! ¿En qué categoría estaría Edward, si nos tenía aquí encerradas?, pero este
par se veían realmente cómodos con su sumisión.
—Me alegra que lo entiendas. En mi opinión los Amos necesitan a sus sumisas tanto
como nosotras necesitamos de ellos. Lo Amos siente placer en dominar y controlar
todo, en ocasiones para ellos es difícil encontrar una buena sumisa, que sea
totalmente entregada, respetuosa, que entienda que complacer a su Amo en todos
los aspectos es la premisa, incluso creo que ellos sufren más para encontrar a la
indicada, es algo realmente complejo —concluyó Bree.
—Todo eso es perfecto, pero es una relación que debe ser consensuada y yo estoy
aquí retenida a la fuerza. —Mis ojos se anegaron de nuevo.
—Deja que nuestro Amo te diga, estoy segura de que él tendrá una buena
explicación para esto.
—Buenos días, mi amo. —Después de decir eso se agachó y le besó los pies con
reverencia a Edward, para luego volver a su posición.
Bree levantó su rostro para mirarlo con una enorme sonrisa, parecía otra mujer,
ahora coqueta y con los ojos llenos de lujuria. Edward se inclinó hacia ella, le tiró
del cabello llevando su cabeza hacia atrás y mordiendo su boca. Ella gimió pasando
la lengua por su labio inferior, lamiendo y quitando los restos de sangre que le
había dejado el felino.
A ella no le dijo que lo mirara, Edward se dio la vuelta rodeándola, se posó detrás
de Victoria, agachándose y diciéndole cosas al oído, ella solo asentía y sonreía
dirigiendo su mirada hacia mí, mientras él le acariciaba el cuello, bajaba hasta sus
pechos y le retorcía los pezones con sus dedos.
¿Qué coño deseaba este hombre? ¿Excitarme? ¿Darme celos? Yo tenía una enorme
confusión, pero las imágenes que tenía frente a mí no me dejaban pensar con
claridad, tampoco podía ignorarlos, era imposible apartar mi mirada de ellos, era
sumamente erótica.
—Ve directa mi habitación y te aseas allí, luego iremos a desayunar —dijo y besó su
cuello.
Edward por fin salió parándose frente a la puerta de la jaula que yo ocupaba.
< Anterior 1. Capítulo 12. Capítulo 23. Sueño o Realidad 1era Parte4. Sueño o
Realidad 2da Parte5. La Realidad6. Ya No Quiero Seguir Soñando7. Punto de vista
Eduardo8. Epílogo Siguiente >
Capítulo 3
Así que sin pensarlo me arrodillé, imitando la posición que había visto
en ellas. Escuché como Edward habría mi puerta y se acercaba a mí,
pero ahora lo único que podía ver eran sus pies desnudos.
¡Santo Cristo, hasta los pies los tenia hermosos este hombre!
«¿Sería que Bree tenía razón? ¿y había una sumisa esperando a ser
liberada dentro de mí?»
—Todo va a estar bien, ya verás, pero primero quiero hacer algo para
que bajes esta tensión sexual que te está consumiendo ¿Te
parece? —Continuaba susurrando en mi oído mientras acariciaba mi
espalda, consolándome, alejando mi preocupación—. Voy a vendarte
los ojos, no te asustes, solo quiero que te relajes.
—Edward —susurré.
— Shissst, acuéstate.
— Siiii .
Abrí mis ojos de golpe, las ganas de orinar me podían, estaba algo
desubicada. Edward me tenía abrazada por la cintura, recostando su
pecho a mi espalda, continuaba acariciándome y susurrándome al
oído, estábamos acostados en la cama del hotel.
—Te decía que me tengo que ir, pero quiero dejarte primero en tu
casa.
—Tienes razón, gracias por despertarme. Igual el sueño que tuve fue
algo aterrador.
Salimos del hotel, qué noche la de anoche, creo que la recordaría por
mucho, mucho tiempo. El día estaba hermosamente soleado, después
de hacer una parada en un Starbucks, llegamos a la puerta del
edificio donde vivía.
Rozó mis labios con sus dedos, donde me había mordido, aun los
sentía hinchados.
—¿Bella?
—Ummmm . —Su cercanía, su olor y el roce de su nariz en mi cuello
me tenían de nueva excitada.
—No creo que sea buena idea, a plena luz del día, a menos que
desees que nos arresten.
—No, es una mala idea, ahora déjame ir, tú tienes cosas que hacer y
yo también.
Cleo.
< Anterior 1. Capítulo 12. Capítulo 23. Sueño o Realidad 1era Parte4. Sueño o Realidad
2da Parte5. La Realidad6. Ya No Quiero Seguir Soñando7. Punto de vista Eduardo8.
Epílogo Siguiente >
Capítulo 4
La realidad.
«Una semana y aun no sabía nada de Edward, creo que el hombre se había
arrepentido, quizás mi sueño aunado a mi realidad eran demasiado buenos para
que se materializaran, por lo menos tendría unos excelentes recuerdos de ambos».
Pensaba, mientras estaba frente al espejo y peinaba mi cabello en una cola alta, un
poco apresurada porque ya era hora de marcharme a la oficina.
El día había pasado sin mayores inconvenientes, demasiado tranquilo a mi parecer,
los almacenes estaban prácticamente vacíos, llegaba el invierno, por lo general los
consumidores se abastecían de muchos enlatados, no se sabía cuándo podía venir
una nevada que te dejara atrapado en casa y sin alimentos. Necesitaba que
llegaran los nuevos productos, sin embargo para eso debería esperar hasta la
próxima semana.
Me despedí de las chicas hasta el lunes, este fin de semana tendría una sesión de
limpieza a fondo de mi departamento, ya le hacía falta unos cariñitos, tal vez mover
los muebles de lugar para que circulara la energía, como siempre decía Alice. Esa
amiga mía tenía una extraña manera de llevar la vida según el Feng shui, algo
extraño pero que según a ella le funcionaba.
Estaba feliz por Alice, esta noche tendría una cita con Jasper, parece que iban a
dejar de tontear y comenzar a conocerse. Qué decir de Rose, que no había dejado
de mandarse mensajes con Emmett desde el viernes pasado. Ellas iban por lo
seguro, y esto me hacía pensar que definitivamente yo había empezado al revés
con Edward, primero había sido sexo y ahora nada. Me dijo que llamaría, la verdad
es que yo tampoco lo había hecho, no quería parecer desesperada, pero es que
hasta lo extrañaba.
Era él.
—Muy bien, gracias ¿y tú, qué cuentas? —pregunté mientras dejaba mi bolso en la
mesa de centro y me recostaba en el sofá.
—La verdad es que me encantaría, Edward, pero mañana tengo día de limpieza. —
Que excusa más estúpida, aunque me moría por verlo, quería hacerme la dura un
rato. Joder, ni me había enviado un simple mensaje en toda a semana.
—¿Y si lo tomamos esta noche? Digo, si puedes, o una copa quizás, no puedo beber
mucho.
—Sí, es una tontería pero el lunes nos hacen las pruebas anuales en la empresa y
me estoy cuidando.
—Claro, entiendo —me quité los zapatos y revisé mis pies, tenía que hacer la
pedicura urgente.
—Vale, entonces ¿Qué me dices?, tomamos algo esta noche y luego lo quemamos
en mi casa o en la tuya, así te ayudo con la limpieza mañana.
«Madre mía, quemarlo, así como sexo desenfrenado para bajar el alcohol» sonaba
genial.
—No, creo que la limpieza puede esperar. Nos vemos mañana entonces.
—Ya, veo que cambiaste de opinión ¿Acaso hay un marido en casa?, no me pareció
eso la semana pasada o ¿Me estás evitando?
—No, para nada, lo del café mañana me suena genial y lo de la limpieza es verdad,
pero puede esperar. —Vamos, no podía decirle que tenía que hacerme la pedicura y
el depilado, si nos veíamos mañana podría trabajar en mi cuerpo esta noche.
—Siempre, me da la impresión que el día dura más. Por lo general me levanto a las
cinco, ya es una costumbre de muchos años.
—Para mí es suficiente los días de trabajo, los fines de semana duermo mucho más.
—Sí, recuerdo que eres dormilona. Pero hagamos algo, te dejo para que descanses
temprano, así podrás levantarte sin mucho esfuerzo mañana. Espero que seas
puntual.
—No, prefiero que esperes mi llamada, y ¿Qué tal si te pones una falda?, me
encantan tus piernas.
—¿Con qué quieres jugar?, déjame decirte que te estas ganando un par de azotes—
escuché unas contagiosas carcajadas.
Gemí y carraspeé para disimular. «¡Madre mía!», tuve una fuerte contracción y no
eran mariposas precisamente. Ese hombre decía unas cosas que me ponían a mil.
—Está bien, esperaré tu llamada y estaré lista, voy a portarme como una niña
buena, no me gustaría ser castigada. —Yo sonreía de solo imaginar lo que diría
después de mi indirecta.
—Toda semana me torturé recordando tu sueño la noche que estuvimos juntos. ¿Te
apetece que juguemos un poco cuando nos veamos?
—Hasta mañana, Bella. Que tengas un sueño perverso, así tendremos algo muy
entretenido para conversar —colgó.
Después de acicalarme noté que tenía hambre, me preparé un tazón de cereal con
leche, me senté nuevamente en el sofá para ver televisión mientras comía. Hice
zapping por varios canales sin interesarme en nada, hasta que un programa llamó
mi atención. Era de automóviles, estaban comentando sobre las nuevas ventajas de
los coches eléctricos, apoyando la premisa de salvemos al planeta, pero lo que
llamó mi atención era que entre los moderadores estaba Edward.
Me dio un ataque de risa, no sé por qué me parecía tan gracioso verlo hablar por
tv, parecía tonta, pero es que no parecía él; con esas gafas transparentes de
seguridad, el ceño fruncido, estaban hablando desde una ensambladora de coches.
Pensé que lo había idealizado durante toda la semana, pero no era así; su voz
gruesa, su cabello desordenado, me mostraban que ese hombre era guapo en
realidad, incluso se veía más acuerpado, tenían razón las mujeres cuando pasaban
hambre para no verse rellenitas en la pantalla.
…"El Chevrolet Volt es un vehículo híbrido eléctrico desarrollado por General Motors,
lanzado en Estados Unidos en diciembre de dos mil diez. Las entregas en Canadá
iniciaron en septiembre de dos mil once y en el mercado europeo"…
Después de eso no escuché nada más, parecía que el mundo se había detenido y
solo veía el movimiento de sus labios, los imaginaba hablándome a mí, viéndome a
través de la pantalla, empecé a pensar que me estaba volviendo loca.
Apagué todo y me fui a la cama, no podía dejar de especular sobre mi felino de
ojos verdes, al día siguiente lo vería de nuevo, quizás pudiésemos tener una buena
amistad, me reí.
«Una amistad, Bella ¿en serio?, si lo que menos quieres es eso, tú lo que quieres es
que te folle duro, hasta que quedes muerta y harta de sexo».
Puse el despertador, con el sueño tan pesado que tenía no podía darme el lujo de
quedarme dormida, por lo menos no esa mañana.
Ya desde que me metí a la cama sabía que ropa me iba a poner, él quería una
falda, así que opté por un vestido estampado color champán, que tenía diminutas
flores blancas y me llegaba justo a mis rodillas, el detalle llamativo es que era
cruzado en la espalda y no podía usar brasier, tenía que aprovechar los pocos días
que quedaban antes que el invierno se desatara. Me coloqué unas sandalias altas
que se amarraban a mis tobillos por unas cintas del mismo color del vestido.
Cuando estuve lista me di un último vistazo.
—Hola—contesté.
—Bien, ya bajo.
Bajó sus gafas hasta la punta de su nariz observándome por encima de ellas, me
tendió una de sus manos y me dio un giro apreciándome por todos lados, hasta
quedar nuevamente frente a él.
—Me gusta. Buenos días. —Llevó mi mano a su boca, besando mi palma y luego la
parte interna de mi muñeca, sin dejar de mirarme. La bajó tirando de mí y
acercándome más a él, mientras se quitaba las gafas me rodeó con sus brazos y
me besó. Sentí su aliento caliente y su sabor mentolado. Fue un beso suave pero
invasor, saboreándonos y disfrutando del reencuentro.
—Sabes a fresa. —Su lengua hizo un descarado recorrido por sus labios.
—Ese es solo para los viernes, este es mi vehículo de trabajo. Pero para hoy pensé
que esta sería más cómoda. Aunque pensándolo bien no tanto para ti, por el
vestido.
—No, los fines de semana trato de comer completo, ya es una costumbre, dicen
que el desayuno es la comida más importante del día y, para lo que tengo pensado,
tenemos que comer bien —comentó con una enorme sonrisa en su cara.
Comimos un delicioso desayuno, tipo bufet, Edward se sirvió un poco de todo. Dios,
este hombre comía mucho, ¿dónde lo metía? supuse que también se ejercitaba
para tener ese cuerpo tan tonificado.
—Lo imaginé.
—Pero tú no te quedas atrás, tienes muy buen cuerpo ¿Practicas algún deporte?
—Donde quieras.
—Bien vamos.
Hice presión con mis talones, impulsándome para ayudarlo a sacarlas. Yo abrí mi
boca para protestar, pero el asombro y la excitación no me dejaban formar una
frase coherente, ni media oración.
—Buena chica —dijo y volvió a besarme. Cuando se separó llevó mis bragas a su
nariz oliéndolas, después de aspirar fuerte, las guardó en uno de los bolsillos
traseros de su vaquero—. Me encanta tu olor, Bella. —Apoyó sus manos a mis
rodillas, rozando con sus dedos la parte trasera de ellas—. Déjame desatar tus
zapatos, quiero que estés cómoda.
Gemí.
—Aun no estoy empezando, pero tengo una idea de cómo puedo darte varios —
decía mientras desataba los lazos de mis sandalias y acariciaba sutilmente mis pies
—.Vamos a jugar un poco, si te parece mucho solo me dices y paramos, aquí no
hay ningún acuerdo, todo lo que hagamos será para el disfrute de ambos, no quiero
que te sientas incomoda por nada, si es así pues me lo dices. Poco a poco podemos
ir viendo que nos gusta y tener la libertad de comunicarlo al otro.
—Eso suena muy bien. Lo genial es que no soy adivina, no leo mentes, así que no
tengo la menor idea de cuál será tu siguiente paso.
—Si continuamos así, te voy a saltar encima, Edward. —Le rocé su mástil
empalmado con el dorso de mi mano de forma inocente, robándole un gruñido.
—Me has dado una excelente idea. —dicho esto, cerró mi puerta y rodeó la
camioneta para montarse y conducir. Noté como se ajustaba los pantalones,
recolocando su miembro erecto —. No creo que pueda conducir hasta mi casa en
estas condiciones, tendremos que hacer una parada antes.
—No te preocupes, compré una caja de treinta. —Levantó sus cejas varias veces—.
¿Crees que sean suficientes para hoy?
—Pues tú no eres solo linda, estas realmente buena y me gustas mucho. —Tomó mi
mano presionando un poco sobre ella y la llevó a sus labios para besarla.
—Esto no es gracioso, te dije que no llegaría a casa así —dijo señalando su polla
empalmada. Soltó el botón de su vaquero, bajó su cremallera y luego los bóxer
liberando su erección—. Abre el compartimento, saca un condón y colócamelo. —
Ordenó señalando el espacio frente a mí.
—Ok, ven aquí —diciendo eso me ayudó a sentarme a horcajadas sobre sus
piernas, ubicado su polla en mi centro empapado, invadiéndome con ella
lentamente, mientras soltaba el aire que no sabía que tenía retenido, comenzó a
moverse lentamente y yo me impulsaba con mis manos apoyadas en sus hombros.
—Te tengo una sorpresa —dijo un minuto después.
Gemí.
Tomó mis manos y las llevó a mi espalda, ajustando las esposas a mis muñecas.
—Aja —Tenía una enorme sonrisa en sus labios—. No vayas a hacer presión para
que no te maltrates.
—No sé si es buena idea, alguien puede pasar y nos pueden pillar. —Estábamos
jadeantes.
—Nadie va a pasar por aquí y, si lo hacen no verán dentro, los vidrios son muy
oscuros. De todas maneras imaginar que alguien nos puede ver es excitante —
colocó sus manos en mis caderas y comenzó a movernos de forma sincronizada.
—No, solo disfruta. —Su respiración estaba tan agitada como la mía.
«¡Dios, a ese dedo tendría que hacerle un monumento!», tres estocadas y me llegó
el orgasmo, potente y arrasador. Sentí como se curvaban mis pies y convulsionaba
mi vientre con los espasmos, Edward continuaba moviéndose, cuando escuché un
gruñido amortiguado en mi cuello.
Hasta la próxima semana chicas… ya nos queda el último capítulo, Besos de a dos.
< Prev 1. Chapter 12. Chapter 23. Sueño o Realidad 1era Parte4. Sueño o Realidad
2da Parte5. La Realidad6. Ya No Quiero Seguir Soñando7. POV Edward8.
Epílogo Next >
Sueño de una Sumisa
Por: cleorompatt
Relaciones D/s… ¿Cuántas están dispuestas en realidad a tener un tipo de relación
de esa magnitud? O simplemente es la curiosidad, la moda, el experimentar algo
nuevo y la realidad es que no tienen la idea más remota en que se están metiendo,
Bella tiene deseos de incursionar en ese mundo, ¿Encontrara en Edward lo que ella
tanto desea?
Clasificado: Ficción M - Español - Romance - Bella, Edward - Capítulos: 8 -
Palabras: 20,781 - Reseñas: 42 - Favoritos: 72 - Seguidores: 42 - Actualizado: 4
de febrero de 2015 - Publicado: 6 de enero de 2015 - Estado: Completo -
identificación: 10952841
+ -
< Anterior 1. Capítulo 12. Capítulo 23. Sueño o Realidad 1era Parte4. Sueño o
Realidad 2da Parte5. La Realidad6. Ya No Quiero Seguir Soñando7. Punto de vista
Eduardo8. Epílogo Siguiente >
Capítulo 5. Final.
—Bella.
— Mmmm .
—¿Estás bien?
—Me alegra saberlo, gírate un poco para quitarte esto —dijo tocando el artículo
metálico con el que me tenía inmóvil.
—Yo soy muy fuerte. —Levanté mis brazos y le enseñé mis bíceps femeninos pero
definidos—. Toca aquí —le dije llevando una de sus manos para que tocara mi
músculo.
—Mejor me porto bien entonces, tienes brazos que aparentan pegar duro.
—Dejemos los golpes a un lado, mejor bésame —llevó mis manos a su cuello y me
enroscó dentro de sus brazos.
Besaba divino, su lengua húmeda se enroscaba con la mía, chupaba y daba leves
mordiscos a mis labios. Era el jodido paraíso. Después de que nuestras
respiraciones y pulsaciones se ralentizaran, me separé de Edward, tomando una
gran bocanada de aire, llenando mis pulmones de su aroma.
Media hora después estábamos estacionando en el sótano del edificio donde vivía
Edward, estaba ubicado en una de las zonas más exclusivas de Nueva York,
¡Joder! Si no es porque lo había visto en televisión, le preguntaría a que se
dedicaba.
Al entrar noté su escasa decoración, tenía un gusto peculiar y algo ecléctico. Las
paredes estaban adornadas con cuadros impresionistas y todo su mobiliario en
tonos blancos café anunciaba un típico departamento de soltero. Me dio un corto
recorrido donde vi la cocina de mármol negro con accesorios en acero, estaba
impecable, seguramente ahí nadie cocinaba.
Sentía que estaba en deuda con Edward, la vez anterior me había regalado dos
orgasmos y quería devolverle el favor, así que, sin pensarlo mucho, lo tomé de la
mano y lo guié hasta la cama para que se sentara, le daría una mamada que nunca
olvidaría.
Desaté mis sandalias mientras observa a Edward que estaba sentado en el borde
de la cama inclinado hacia atrás apoyado en sus manos.
Me acerqué.
Vi como levantaba su ceja haciendo que el piercing brillara con el reflejo de la luz.
Edward sonreía con burla, con sus manos cruzadas debajo de su cabeza, mientras
yo luchaba por bajar sus pantalones.
—Levanta un poco tu flojo trasero y colabora.
Escuché como se carcajeaba. Levantó su pelvis y le arrastré los vaqueros hasta sus
rodillas llevándome el bóxer en el proceso.
Noté como se incorporaba para ver de primera mano el trabajo que le hacia
Se levantó de la cama tomó mi cabello haciendo una coleta con su mano y tirando
de él hacia atrás. Sentí la presión más no era dolorosa.
—Abre más, quiero que lo metas todo en tu boquita. —Una sonrisa pícara delataba
su orden anterior. Poco a poco podía discernir cuando estábamos jugando y cuando
no.
Luego lo sacaba por completo y volvía a meterlo hasta llegar más profundo. Edward
me tenía bien sujeta por el cabello, no tenía mucha posibilidad de movimiento
mientras él bombeaba dentro de mi boca.
Le hice caso para estabilizarme, pero en vez de sujetarme a sus piernas subí mis
manos hasta su trasero, podía sentir el vaivén de sus glúteos con el movimiento y
como los contraía con cada embiste, su intromisión en mi boca era más certera,
algunas estocadas. Eran profundas y duras, que intercalaba con movimientos
suaves.
—Quiero saber hasta dónde estás dispuesta a llegar, te voy a preguntar, si es sí, te
sujetaras más a mí y si es no, simplemente dejarás caer tus manos. —Decía sin
dejar de moverse dentro y fuera de mi boca—. ¿Puedo acabar en tu boca? Estoy a
punto.
¡Dios! Me excita tanto que lo presioné más a mí, y sin dudarlo asentí.
Solo vi una sonrisa ladina que hizo que me mojara más. Continúo moviéndose, tres
embistes más.
—¡Joder!, siiiii —gruñó, llenándome la boca con su semen. Un chorro tibio paso por
mi garganta, respiró profundo y lo tragué todo, chupé y limpió su miembro hasta la
última gota, luego se separó dejándose caer sobre la cama.
Edward continuaba empalmado dispuesto a seguir con otra ronda, despejó unos
mechones de cabello de mi rostro colocándolos detrás de mis orejas, con una de
sus manos comenzó a dar masajes en mi nuca mientras que con la otra apretaba
mi trasero alejando mis movimientos sobre él.
—Tenía muchas ganas de hacerlo, Edward, ahora solo te debo uno—contesté con
una sonrisa digna de un comercial de dentífrico.
Nos giró quedando sobre mí sin dejar de mover y presionar su miembro sobre mi
botón, arrodillándose en la cama llevando mis piernas a sus caderas. Unos
movimientos más y me correría con solo la estimulación de su polla sobre mi
clítoris, pero en ese momento paró.
Resoplé frustrada.
Se carcajeo.
—Te voy a vendar los ojos y necesito que recuerdes lo que hablamos, si no te gusta
algo solo me dices y pararé de inmediato.
-All Right.
Con un pañuelo vendó mis ojos para luego darme un largo y estimulante beso, se
separó y escuché como abrió la puerta y salía de la habitación. Un minuto después
sentí como se hundía la cama de nueva por su peso.
Gotas frías caían en mis pechos aguantándolos, no sé de qué se trataba, pero luego
estas deslizaban por mi torso y otras hacia mi cuello estremeciéndome. Sentí su
boca caliente lamer mis pezones cuando percibí el olor a fresas dulces. «Sirope de
fresas» continuó esparciendo el líquido en mi cuerpo que intercalaba con deliciosos
lametazos. Frio y caliente, me estaba enloqueciendo.
Colocó una cantidad sobre mi clítoris que se derramó rodando por la entrada de mi
vagina hasta mi trasero.
—Tú ahora me perteneces, tu cuerpo es solo mío —dijo sobre mi boca para luego
besarme.
Sentí el sabor dulzón a fresas en sus labios, Edward derramó unas gotas en los
míos para luego pasar su lengua y chuparlos, comiéndose el dulce. Continuó con su
labor, bajando de nuevo a mi centro, necesitaba correrme y él no me dejaba,
estaba jugando con mi placer, me acercaba al borde y luego me alejaba.
¡Coño! Me sentí igual que Anastasia, la mujer del famoso Grey. Ya no le tenía
envidia alguna a ese personaje literario.
—Estás muy mojada e hinchada. Dime, Bella ¿te gusta lo que hago? —preguntó con
su voz ronca y pausada.
Escuché varios gruñidos que se confundían con mis gritos lastimeros, no sabía si mi
orgasmo había continuado o venia uno tras otro pero los espasmos eran
incontrolables. Mis mejillas temblaban, el calor me consumía, tenía las piernas
acalambradas. Pedazo de follada me estaba dando el felino. Un par de estocadas
más y colapsó sobre mí.
Aún, con la respiración errática, Edward se quitó la venda de mis ojos y pude
observar su torso sudoroso, sus labios brillantes. ¡Dios!, todo un espectáculo digno
de ver.
— ¿Te sientes mal, te hice daño? —preguntó con sus ojos abiertos de par en par.
—No, Edward estoy bien. Me siento como una diosa —dije regalándole una sonrisa
que fue correspondida, enseñándome su perfecta dentadura blanca.
Quitó las esposas dando suaves masajes, desató mis piernas, luego se recostó en la
cama abrazándome y dándome besos en la frente mientras acariciaba mi espalda.
—Sí, realmente lo he disfrutado mucho. Ahora tenemos que cambiar las sábanas o
se manchará el colchón—dije subiendo mi mirada para perderme en sus ojos.
—No te preocupes por eso, tiene un protector debajo. Luego las pongo en la
lavadora.
—Bien, primero frunciste tu ceño y luego levantaste tus cejas sorprendida, eres
transparente.
—Pillada.
Entré al baño abrí los chorros del agua para darle la temperatura y metí
debajo. Unos minutos después entraba mi felino con dos vasos de Coca Cola. Me
aparte del agua y tomé un largo trago del vaso que me había ofrecido.
—Gracias, está deliciosa.
— ¿Qué tal una película? Tengo varias que no he visto. —Colocó unas junto a mí.
—Me parece bien. Esta no la he visto y me comentaron que es muy buena —dije
señalando una del lote.
Después de ver la peli comenzamos a besarnos de nuevo. Este hombre era una
máquina de follar.
Me dio una de sus camisetas y el solo se puso unos bóxer. Salimos a la cocina, vi
como sacaba todos los ingredientes del refrigerador de una manera ordenada y los
iba colocando en el mesón.
—¿Te gusta el pollo? —decía mientras colocaba una sartén en la cocina colocándole
un toque de aceite.
Vi como colocaba los cubos de pollo en el aceite caliente mientras picaba cebollas,
pimientos y otros vegetales y los iba incorporando al sartén.
-Hacer.
—¿La versión larga o la corta? —preguntó. Aunque su mirada era de sorpresa, pude
ver un amago de sonrisa en sus hermosos labios.
—Por ahora me conformo con la corta, pero si continuamos como creo, tendrás
tiempo suficiente para ir dándomela por partes.—Me estaba arriesgando a
preguntar mucho, pero tenía tantas ganas de saber más de él.
—Si continuamos ¿cómo? —Ya el amago de sonrisa se había convertido en una
amplia que mostraba su dentadura.
—Ok, me llamo Edward Cullen —dejó el cuchillo con el que estaba picando en la
mesa y se acercó a mí, tendió su mano presentándose.
—Muy gracioso.
—Vamos, mujer, es una broma —levantó sus manos en señal de disculpa—. Tengo
treinta años, soy ingeniero automotriz, trabajo en GM desde que me gradué en la
universidad. Soy hijo único, padres divorciados, mi madre es chef, mi padre es
médico. —decía mientras continuaba con su trabajo.
—¿Tu madre te enseña a cocinar? —Con razón se veía tan cómodo y familiarizado
con todo.
—Sí, después del divorcio ella quedó muy afectada y en las tardes cuando salía de
la universidad me iba al restaurante y le hacía compañía. Prácticamente me sentí
en la obligación de hacerlo —Se encogió de hombros—. Te toca—dijo apuntándome
con su dedo índice.
—Isabella Swan, veintiocho años, gerente de ventas de VB, hija única, padres
divorciados y no sé cocinar.
Hoy había conocido de primera mano lo que era ver las estrellas, Edward me hizo
sentir hermosa, deseada, llevándome al éxtasis total. Sólo su toque me
transportaba a un estado que me superaba, perdiendo toda voluntad y
raciocinio. Mi mente se nublaba y mi cuerpo se volvía plastilina que él moldeaba a
su antojo. El sexo con Edward sería algo innovador, y estaba segura que para nada
aburrido.
—¿Qué opinas si lo hacemos piel con piel? Quiero sentirte sin barreras, solo si tú
también lo deseas. Hace mucho que no estoy así con nadie y mi mano no cuenta —
sonreía—. No tengo enfermedad ninguna, pero si no quieres lo entenderé.
—Por mi está bien, Edward, yo tomo la píldora hace mucho, no porque tenga
pareja, sino por mis ciclos menstruales que son irregulares, hace un par de meses
me hice un chequeo, estoy sana y mi vibrador no cuenta.
—¡Joder! Esto es perfecto —tomó mis manos y las llevó sobre mi cabeza
sujetándome con una de las suyas, me separó las piernas, se alineó en mi centro y
me penetró de una sola estocada, ambos gritamos del placer que nos embargaba.
—Esto es el puto cielo, nena. No creas que voy a pasar por alto que dijiste que no
tienes pareja, porque ahora estoy yo. Y seré para ti lo que quieras que sea; tu
amante, tu novio o tu amo.—Decía entre jadeos mientras continuaba empujando su
cadera contra mi pelvis —. ¿Qué deseas que sea?
Su boca bajó por mi cuello hasta llegar a mis pezones y morderlos, dándole
atenciones a uno y luego al otro, tirando de mis picos erectos con sus dientes, el
calor me consumía. Sin salir de mí se incorporó agarrándome ambas piernas y las
irguió hasta su hombro izquierdo, rodeándolas con su brazo, él estaba arrodillado y
mi trasero ya no tocaba el colchón, entraba y salía sin clemencia, embestida tras
embestida me estaba llevando a tocar el cielo de nuevo.
Metió una de sus manos entre mis piernas y con su pulgar comenzó a frotar mi
clítoris, provocando un fuerte orgasmo.
.
.
Ocho meses después nos reunimos los seis en el Tíbet, celebrando el reciente
compromiso de Alice y Jasper, el lugar que más frecuentábamos, ya que uno de los
dueños resultó ser Emmett.
— Entonces, Alice, ¿nos vas a contar cómo te fue anoche en casa de Jasper? —
preguntó Rose de manera inquisitiva.
—Desembucha antes de que regresen los chicos con nuestras bebidas —intervine a
su vez.
—La verdad sus padres son increíbles y se sorprendieron por lo extrovertida que
soy, no pueden creer que Jasper se relacionara con una chica tan explosiva como
yo —dijo soltando una sonora carcajada—. Lo único que atiné a agregar es que los
polos opuestos se atraían.
Rose y yo nos unimos a sus carcajadas. Sin duda tenía razón, Alice era todo un
tornado de emociones. En unos meses Jasper le había pedido vivir juntos y su
relación marchaba viento en popa.
—Me alegra mucho por vosotros —le dije parándome y dándole un abrazo fraternal,
para luego ver como Rose hacia lo mismo.
—Sin dudas es un gran chico, nosotras también estamos sorprendidas que se haya
enamorado de ti. —Esta vez fue Rose que soltó la carcajada después de su jocoso
comentario.
—Bella, te has puesto colorada —dijo Alice sacándome de mis recuerdos eróticos
—. Cuéntanos que tal tu Felino, en todos estos meses cada quien en su mundo que
ni tiempo tenemos para nosotras, y por lo que veo nos estas ocultando algo muy
perverso.
—Mi felino es…—. Me quedé pensativa, ¿cómo podría definir a Edward?, ambas se
quedaron escudriñando mi rostro, ¿acaso querían leer mis pensamientos?
—Ya suéltalo de una vez, Bella, nos estás matando. —Rose siempre impaciente.
Menos mal que la música estaba realmente alta, de lo contrario todos hubieran
escuchado nuestras estruendosas carcajadas.
Los chicos regresaban a la mesa, pero en vez de los cocteles que habíamos pedido,
traían una botella de champaña y unas copas.
—Cortesía de la casa, Emmett dice que hay que celebrar por todo lo alto —dijo mi
felino después de darme un casto beso.
Tener sexo con Edward era muy placentero y nunca me aburría, los juegos los
disfrutábamos mucho y poco a poco íbamos conociendo nuestros cuerpos,
explorándonos al máximo en cada encuentro.
ALETA.
Este capítulo se lo quiero dedicar especialmente a dos chicas a las que aprecio
mucho y me abrió las puertas de su corazón… Sherezada y Elizabeht, a veces la
vida no nos da lo que le pedimos, si no lo que realmente necesitamos…
Y por último gracias a mi muso ya mi loca imaginación… sin ellos no hubiera podido
atreverme a escribir esta locura.
Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo disfruté escribiéndolo, y gracias a las
lectoras por sus valiosos comentarios… ustedes son mi motor para continuar
publicando.
Besos de a dos.
Cleo...
< Anterior 1. Capítulo 12. Capítulo 23. Sueño o Realidad 1era Parte4. Sueño o
Realidad 2da Parte5. La Realidad6. Ya No Quiero Seguir Soñando7. Punto de vista
Eduardo8. Epílogo Siguiente >
Sueño de una Sumisa
Por: cleorompatt
Relaciones D/s… ¿Cuántas están dispuestas en realidad a tener un tipo de relación
de esa magnitud? O simplemente es la curiosidad, la moda, el experimentar algo
nuevo y la realidad es que no tienen la idea más remota en que se están metiendo,
Bella tiene deseos de incursionar en ese mundo, ¿Encontrara en Edward lo que ella
tanto desea?
Clasificado: Ficción M - Español - Romance - Bella, Edward - Capítulos: 8 -
Palabras: 20,781 - Reseñas: 42 - Favoritos: 72 - Seguidores: 42 - Actualizado: 4
de febrero de 2015 - Publicado: 6 de enero de 2015 - Estado: Completo -
identificación: 10952841
+ -
< Anterior 1. Capítulo 12. Capítulo 23. Sueño o Realidad 1era Parte4. Sueño o
Realidad 2da Parte5. La Realidad6. Ya No Quiero Seguir Soñando7. Punto de vista
Eduardo8. Epílogo Siguiente >
Gracias por los favoritos y seguidores que aunque no comentan sé que leen
y están allí, sin embargo me gustaría saber que les parece la historia. Si te
gusta o no, puedes dejar un comentario.
Me alegra que les haya gustado y aquí les dejo este regalito, para que
conozcan un poco más a mi adorado Edward, este chico guapo que hizo
temblar a Bella.
"El verdadero Amo no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece"
Anónimo.
Mi vida laboral era exitosa, pero la sexual estaba en cero. Había dejado lo que tenía
con Victoria, sabía que eso de estar con una compañera de trabajo me traería
problemas. Los celos por su parte me tenían enfermo, y es que en GM había chicas
hermosas, pero involucrarse con una de ellas implicaba perder el trabajo o acabar
internado en un jodido manicomio. No terminaba de entender por qué algunas
mujeres eran tan complicadamente celosas, hormonales o inseguras de sí
mismas. De todas formas cuando yo estaba con una era solo con una,
particularmente me gustaba la monogamia, pero bien disfrutada, y aún no había
encontrado a esa chica sin complicaciones que solo quisiera disfrutar del momento
sin pensarlo mucho, sin problemas, pero lo más importante. : ¡que quisiera probar
y experimentar con el sexo en todas sus facetas! Sin duda el día que la encontrara
me quedaría con esa, tengo treinta años y me gusta mi vida, pero siempre es
bueno tener a alguien a tu lado, porque eso de cambiar a una chica cada semana
tampoco era lo mío.
«¡Joder!, aun no lo sé. Pero como bien dice mi padre, "mientras llega la indicada
diviértete con la equivocada"». Mirando mi reflejo en el elevador, fruncí el ceño
espejo pensando en mi padre.
Carlisle dejó plantada en el altar a la que fuera su prometida por dos años y se
escapó con mi madre al enterarse de que estaba esperando un hijo suyo —yo—,
posteriormente le pidió el divorcio a Elizabeth cuando cumplió diecisiete años,
estaba comenzando mi carrera y me tuve que encargar de recoger los pedazos del
roto corazón de mi madre.
Llegué a mi departamento vacío y silencioso tal y como estaba estos últimos días,
la verdad es que extrañaba la hiperactividad de Victoria, nuestra relación había
durado solo cinco meses, el problema era sus celos realmente enfermizos. Esta
noche lo habría pasado muy bien en compañía de esa encantadora pelirroja,
perdiéndome en sus generosas curvas, disfrutando de sus gemidos, haciendo que
se corriese unas cuantas veces, y sacando mi estrés de la mejor manera: con sexo.
En lo que menos pensaría seria en salir con uno de mis mejores amigos.
Dejé mi billetera junto a las llaves y el móvil en el mesón de la cocina, descalcé mis
pies, fui quitándome la ropa en el camino y la lancé en el cesto. Llegué a la
habitación completamente desnuda. Encienda el televisor para no sentir tanto
silencio y entre al baño.
Hice un escaneo completo del lugar, entonces la vi. Una castaña con cabello largo y
un vestido rojo sangre ceñido a su elegante cuerpo, se movía de forma sensual al
ritmo de la música. Estaba rodeado de dos chicas que no estaban nada mal, una
rubia y otra pelinegra. Enseguida golpeé con mi codo a Jasper y le hice un ademán
con mi rostro para que viera lo que se estaba perdiendo.
Aunque ya estaba bastante animada por la castaña. Había notado que de una vez
en cuando ella volteaba desde su mesa y lanzaba unas cuantas miradas en mi
dirección, comiéndome con los ojos de manera descarada. No sabía cómo se
llamaba, pero estaba jugando muy bien sus fichas con el coqueteo y eso me
gustaba.
Después de una excelente noche de sexo le aclaré a Vicky, por quinta vez, que no
podíamos seguir, yo necesitaba paz y ella era una tempestad. No era un amo, pero
eso de llevar las riendas del juego me ponían, y con Victoria no había
manera. Teníamos buen sexo pero cuando yo quería imponer mis reglas ella no las
aceptaba, en esa faceta éramos incompatibles en la cama. Deseaba hacer con ella
tantas cosas, pero con solo nalguearla se molestaba.
De ese episodio había pasado un mes, aunque no tenía con quién desfogarme mi
mano siempre era buena compañía, sobre todo en las mañanas cuando despertaba
más duro que una de las patas de hierro de mi cama.
Me encontraba en el Tibet otra vez, como cada viernes, con la excusa de que era un
buen lugar, cuando en realidad lo que deseaba era volver a ver a la
castaña. Habían pasado cuatro viernes para ser exactos y no dejaba de recordar su
hermoso culo moviéndose, rozando mi entrepierna, el olor dulzón de su cuello y su
linda cabellera larga. Esa que no podía parar de imaginarme enrollándola con una
de mis manos e inmovilizándola mientras mi polla se perdía dentro de sus nalgas,
una jodida tortura.
Necesitaba ir al baño, Jasper estaba bailando con una rubia teñida y Emmett había
ido a saludar a unos clientes. Al regresar a la barra, para ordenar otro trago, vi una
cabellera que me pareció conocida, si no era ella se parecía mucho, pero esas
piernas torneadas montadas en esas sexis armas mortales eran imposibles de
olvidar. Me fui acercando lentamente, mi excusa sería preguntarle cualquier
tontería a Emmett en cuanto le divisé de espaldas junto a la chica y verificar que en
realidad era ella. No fue necesario, al acercarme más pude ver a su amiga rubia
que conversaba con ambos.
Como la vez anterior se dejó llevar, esto me estaba encendiendo con tan solo
imaginarme que se pudiera amoldar a mí, a mi forma de ser ya mis exigencias,
jugar de la forma en que me gustaba, que me dejara mandar un poquito y, lo Lo
más importante es que le gustarán los juegos de poder en la cama. No quería
asustarla, aunque su mirada denotaba asombro, sabía que lo estaba disfrutando
tanto como yo.
Se excusó diciendo que no estaba sola, pero sus amigas estaban muy bien
custodiadas por Jasper y Emmett, así que para probar mi punto le ordenó
sutilmente que solo se despidiera, sin duda esta sería la prueba de fuego. Sabría si
me seguía el juego o no.
¡Joder!, esta chica era una cajita de sorpresas y yo un cabrón con suerte.
Tenía en mi mente varios puntos que iba tildando, cuales tareas a realizar. El
segundo paso era llevármela a follar. Si me decía que no, seguiría insistiendo, tenía
toda la noche para convencerla. Lo que nunca me imaginé es que Bella, como me
había dicho que se llamaba, me diera el sí a la primera. No podía negarlo, los genes
combinados de Elizabeth y Carlisle causaban su efecto. Eso era lo que siempre
decía mi madre.
La llevé a un motel que estaba cerca, aunque prefería mi casa, pero prácticamente
tenía que atravesar toda la ciudad y estaba urgido por desnudar y descubrir a esta
hermosa mujer.
Mordí, besé, chupé y nalgueé a esa preciosa chica. Fue el puto cielo, me perdí en
ella hasta quedar agotados. Lo que más me gustaba era que se dejaba hacer
disfrutando sin quejarse de todo lo que probamos.
Se despertó sobresaltada y gritando. «Mierda, quizás fue todo muy precipitado para
ella»
En ese momento lo único que esperaba era que no saliera corriendo, había tratado
de ser lo más sutil que pude con ella, mi intención no era asustarla pero al verla
temblar pensé lo peor. Quise indagar de qué iba su sueño, sin embargo me
respondió con una evasiva, se disculpó por tener el sueño pesado, y se levantó
para ir al baño.
Me dejó algo receloso, aunque cuando regresó a la cama venía con una tímida
sonrisa, se tumbó de nuevo a mi lado, y yo, sin miramientos me posé sobre ella,
dejándola prisionera debajo de mi cuerpo. Tenía que averiguar si todo estaba
bien. Conversamos un rato en esa posición, mi cuerpo entrando en calor de nuevo,
pero tenía que parar o no saldríamos de allí en todo el fin de semana, así que
después de verificar que no había ningún problema le dije que se preparara para
llevarla a su casa, no pude evitar demostrarle lo bien que lo había pasado con ella
y, de todo corazón, esperaba que se repitiera.
Después de ocho meses con ella cada día me sorprendía lo moldeable que era, lo
que disfrutábamos de los juegos, todo lo que se dejaba hacer, lo que más me
enamoraba de Bella era su manera de aceptar todo lo que le pedía, me había
ganado. su confianza y ella se entregaba sin inhibiciones, disfrutando de cada
encuentro.
Nos habíamos acoplado de tal manera que ella se entregaba sin reparos y yo
valoraba cada una de sus cualidades, su entrega, su confianza, incluso me gustaba
cuando Bella quería tomar el control y la dejaba hacerme aunque al final yo
terminara dominando. Agradecía todo lo que me ofrecía, nunca sería un amo, pero
yo deseaba ser todo para ella, cumplir todas sus fantasías y que ella cumpliera las
mías, sería reciproco. Bella era una mujer fuerte e independiente yo no coartaría
para nada su independencia, solo la deseaba totalmente entregada en la cama.
En cuanto cerré la puerta detrás de mí, la empujé contra el sofá que estaba en
medio de la sala, abrí sus piernas con las mías y comencé a frotarme mientras la
besaba desesperadamente.
—Bella, no sabes cuánto te deseo —le decía entre besos—. A veces creo que voy a
morir de tanta pasión que me haces sentir. ¡Joder!, quiero comerte, morderte,
hacerte maldades, creo que estoy loco.
—Mi vida ya no es igual desde que te conocí, Edward, creo que también he
enloquecido un poco —contestaba sonriente.
—Me encanta cómo te dejas hacer, cuándo quiero, dónde quiero y cómo
quiero. Eres perfecta para mí. —Subí su blusa, dejándola a mitad de camino sobre
su cabeza, haciendo que sus brazos quedaran prisioneros en el trozo de tela. Acto
seguido me dediqué a bajar las copas de su brasier para morder toda la piel que iba
descubriendo.
—Soy tan pervertida como tú. ¿Es lo que me quieres decir? —jadeaba mientras me
ofrecía más sus pechos.
—No, eres más pervertida que yo. Todas esas guarradas que lees y que luego me
envías esos mensajes con tus fotos, no dejas que me concentre en el trabajo, haces
que solo deseas verte y comerte, eres mala conmigo, me haces sufrir y paso todo
el día malditamente duro por tu culpa .
Me separé un minuto para ver su rostro, sus hermosos ojos chocolate brillaban de
lujuria, esta bendita mujer sería mi perdición.
-Si por favor. Yo también paso todo el día caliente, dije que no leería más nada de
esas chicas, escriben tan bien y describen las situaciones de tal manera que a veces
terminan con dolor de clítoris y empapada. —Soltó sin más—. Hoy leí sobre unos
dedos mágicos.
—Con que unos dedos mágicos ¿eh? —pregunté soltando una carcajada.
—Me río por tus ocurrencias. ¡Ya verás lo que son unos dedos mágicos! —La cargué
a horcajadas y la llevé corriendo a la habitación. Escuchando sus carcajadas la
recosté a la cama—. Ahora te vas a quedar tranquila y te vas a dejar hacer.
Le quité lo que le quedaba de ropa, para luego hacer lo mismo con la mía y quedar
como dios nos trajo al mundo.
—Acuéstate de lado. —Lo hizo y me recosté detrás de ella, masajeando sus senos
con una de mis manos mientras con la otra tiraba de su cabello para que arqueara
la espalda—. Abre las piernas y pon tus manos en mi cuello —le susurré al oído,
tomé una de sus piernas y la subí a mi cadera a la vez que con mi polla rozaba su
trasero.
Comencé a masajear su clítoris en forma circular, sin dejar de soltar su cabello fui
dándole besos y mordiscos por su hombro, cuello y lo que podía de su
espalda. Bella se retorcía y gemía mientras acariciaba mi cuello y tiraba de mi
cabello.
-Si.
Mientras mi lengua acariciaba su botón, mis dedos jugaban en sus dos entradas,
entrando y saliendo de manera sincronizada, en índice en su vagina y el medio en
su ano. Me separé por un segundo hablando y soplando directamente a su coño
para disfrutar de cómo se estremecía, sabía que ella lo oiría, estaba totalmente
entregada a lo que le estaba haciendo, aunque no me gustaba el silencio en esta
ocasión era de gran ayuda.
—Te puedes correr cuando quieras, hermosa —le dije y continúa con mi trabajo.
Todo un espectáculo para mis sentidos. Saboreaba la sal de su sexo, sentía como
contraía sus paredes presionando mis dedos, de inmediato escuché su grito
ahogado mientras arañaba mi cuero cabelludo y vi en primer plano como se
derramaba completamente mojando mi mano.
Casi que me corro con solo ver como estaba disfrutando de mi mujer. Porque Bella
era mía ya desde esta noche esperaba que aceptara vivir conmigo.
—Eres mía hermosa, solo mía —le dije mientras llenaba su rostro de besos y sin
salir de ella le preguntó—. Isabella, quiero proponerte algo.
—Bien, solo dame cinco minutos que me recupere y haremos todo lo que deseas —
susurró aun con los ojos cerrados.
-¿What? Edward, en serio, solo cinco minutos —abrió los ojos estupefacta.
—¿Te gustaría venirte a mi casa? ¿Vivir juntos?, era eso lo que deseaba proponerte.
Bueno mis chicas hermosas espero les haya gustado este regalito, hasta el
miércoles que les dejo el Epílogo y le decimos Bye a esta historia.
< Anterior 1. Capítulo 12. Capítulo 23. Sueño o Realidad 1era Parte4. Sueño o
Realidad 2da Parte5. La Realidad6. Ya No Quiero Seguir Soñando7. Punto de vista
Eduardo8. Epílogo Siguiente >
Sueño de una Sumisa
By: cleorompatt
Relaciones D/s… ¿Cuántas están dispuestas en realidad a tener un tipo de relación
de esa magnitud? O simplemente es la curiosidad, la moda, el experimentar algo
nuevo y la realidad es que no tienen la más remota idea en que se están metiendo,
Bella tiene deseos de incursionar en ese mundo, ¿Encontrara en Edward lo que ella
tanto desea?
Rated: Fiction M - Spanish - Romance - Bella, Edward - Chapters: 8 - Words:
20,781 - Reviews: 42 - Favs: 72 - Follows: 42 - Updated: Feb 4, 2015 -
Published: Jan 6, 2015 - Status: Complete - id: 10952841
+ -
< Prev 1. Chapter 12. Chapter 23. Sueño o Realidad 1era Parte4. Sueño o Realidad
2da Parte5. La Realidad6. Ya No Quiero Seguir Soñando7. POV Edward8. Epílogo
Gracias por los favoritos y seguidoras que aunque no comentan sé que leen
y están allí, sin embargo me gustaría saber que les parece la historia. Si te
gusta o no, puedes dejar un comentario
Epílogo
—Me siento genial porque ya han puesto la epidural. Pero los dolores son jodidos,
te cuento para que lo vayas sabiendo, Bella —dijo entonces dirigiéndose a mí.
—No creo que sea posible, pero, de todas maneras, todos los partos no son iguales
—comentaba mi suegro mientras se dirigía al baño con el uniforme de quirófano
para cambiarse y poder acompañar a Esme.
Diez minutos más tarde se la llevaban en una camilla. Edward y yo nos quedamos
en la habitación a esperar, se sentó en el sofá y me tendió sus manos jalándome y
sentándome en su regazo.
—Dentro de poco estaremos nosotros aquí pero en otras condiciones, seré el padre
nervioso y tú la flamante madre. —Acariciaba la base de mi cuello metiendo sus
dedos en mi cabello haciendo que me relajara, los hospitales siempre me ponían de
los nervios.
—Los amo —dijo rozando mi boca para luego separarse y regalarme esa amplia
sonrisa que tanto me gustaba. Esa que llegaba hasta sus ojos llenándolos de
arruguitas.
—Me dan de todo menos sueño, te lo puedo asegurar. —levanté repetidamente mis
cejas para acentuar mi punto—. ¿Quieres comprobar? —dije removiéndome en su
regazo.
Asentí e hice lo que me dijo sin protestar, la verdad es que me estaba cayendo de
sueño. Lo último que recuerdo es que me daba un beso en la frente mientras yo me
entregaba dichosa a sus brazos y a los de Morfeo.
Todo lo que comienza con un sueño termina con un sueño. Espero que lo hayan
disfrutado tanto como yo disfruté escribiéndolo.
Así le doy fin a este fic que me dio muchas satisfacciones. Me sentí genial al
escribirlo y espero que ustedes hayan disfrutado leyéndolo.
Deseo agradecer a todas las chicas por sus rr, las que en algún momento me
hicieron comentarios tanto en el Blog, por el grupo o por mensajes privados, en
realidad me hicieron sentir que había valido la pena compartir mis cortas historias
con ustedes, pero a quien les deseo agradecer de todo corazón es a mis
compañeras de Blog que siempre me animaron en esta aventura. May, Ela, Dulce, a
mi queridísima amiga en la distancia Dra B, a mi beta Ana Idam y a mi prelectora
Wanda. No tengo palabras para expresar lo agradecida que estoy con cada una de
ustedes.
Fue una experiencia que nunca olvidaré y atesoraré en mi corazón por siempre y
más cuando me ha permitido conocer gente tan especial con la que puedo
compartir mi afición día a día.
Los fics se quedaran aquí por tiempo indefinido, les estoy preparando otro relato
que ya publiqué en Facebook, el que estoy editando para ustedes… todo dependerá
de mi tiempo y de la inspiración… Un beso enorme y nos leemos por ahí.
Cleo Romano Pattinson.
< Prev 1. Chapter 12. Chapter 23. Sueño o Realidad 1era Parte4. Sueño o Realidad
2da Parte5. La Realidad6. Ya No Quiero Seguir Soñando7. POV Edward8. Epílogo