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Cortejada

Story: Cortejada
Storylink: https://www.fanfiction.net/s/10644270/1/
Category: Twilight
Genre: Romance/Drama
Author: Marce Cipriano Hale
Authorlink: https://www.fanfiction.net/u/5122502/
Last updated: 09/16/2014
Words: 23146
Rating: M
Status: Complete
Content: Chapter 1 to 9 of 9 chapters
Source: FanFiction.net

Summary: Adaptación: Días después de lo sucedido en Las Vegas Edward decide conquistar a Bella,
solo que bajo sus condiciones. Arriesgara Bella su corazón, o rechazara las condiciones de Edward.
Leer antes Perseguida.
*Chapter 1*: Chapter 1
Ni la historia, ni los personajes me pertenecen, la historia es de Marian Tee, y los personajes
de Stephenie Meyer. Yo solo los tome prestados.

Chicas aquí esta la continuación de "Perseguida", para quienes no han leído la historia antes
mencionada, les recomiendo que la lean antes de iniciar con esta.

Sinopsis

Mi nombre es Bella Swan. Solía pensar que ser una virgen pasada a la moda sería suficiente para
mantener apartados a los guapos y sexys millonarios -bueno, al menos del tipo de los que no te
enamorarías. Pero estaba equivocada. En todo caso, eso solo hacía que mi millonario me quisiera
incluso más.

Su nombre es Edward Cullen. Es caliente y frío, arrogante y cínico en un momento y malditamente


dulce al siguiente. Me hace olvidar todo sobre esperar al verdadero amor e ir directamente al sexo
caliente. Pero también es el playboy Neandertal #1, y soy dueña de mi peo enemigo. Debo estar en
guardia.

Tal vez si juego con fuerza lo conseguiré y fingiré que mi corazón no late locamente cada vez que lo
veo —fingiré que mi cuerpo no se vuelve débil cuando está cerca— tal vez finalmente parará de
seducirme.

O no.

Lección #1

Sólo hay una manera de obtener más de tu multimillonario. Y eso es que veas que está sobre ti.

Habían pasado exactamente treinta y un días desde que empecé a trabajar para Cullen inc. Dieciocho
días desde que Edward y yo hubiéramos tomado caminos separados en las Vegas.

Edward Cullen era un multimillonario holandés, un precioso gigante cobrizo a quien los medios de
comunicación le gustaba llamar el playboy #1 de los Países Bajos. Junto con dos de sus otros amigos
multimillonarios, completaban la sociedad infame de los tres mosqueteros debido a su larga lista de
conquistas sexuales. Edward estaba totalmente fuera de mi alcance, pero por alguna extraña razón
había deseado mi cuerpo. Yo lo había deseado también, pero quería más. Le había pedido que hiciera
algo imposible, y me dejó porque era imposible para él hacerlo.

Los recuerdos me habían tenido suspirando, como siempre lo hacían. Últimamente, suspiraba tanto
que era un milagro que no me hubiera quedado sin oxígeno. Debería estar totalmente ahogada en el
dióxido de carbono para ahora. Incluso en mis sueños, tenía la sensación de que todavía no paraba de
suspirar por lo que había sido y lo que podría haber sido entre Edward y yo.

Seth estaba tan mal. Lo que pasa en Las Vegas no se queda ahí. Me acosaba, me acechaba, y me
mataba cada vez que mi mirada se encontraba con Edward, y volvía a verlo riendo como si nada
estuviera mal en su mundo.

Hoy era viernes, sólo unos minutos después de las seis. Debería estar a estas alturas, divirtiéndome
con el resto del mundo, no estar atrapada en la oficina. Alice me había pedido que me quedara por
algunos trámites de último minuto que su propio secretario había pasado por alto. Por supuesto dije
"sí." Cuando estabas sola, con el corazón roto, y con la imposibilidad de masturbarte porque, uno, no
podías conseguir pasar la vergüenza y dos, tenías un (casi) asunto con un multimillonario cuya polla
ponía cada vibrador exageradamente en vergüenza, el trabajo es el mejor analgésico que se puede
pedir.
El fantástico pago de horas extras para mantenerse detrás de la oficina era otra ventaja. En cierto
modo me va bien ya que estoy totalmente en bancarrota desde que soplé mis ahorros en los últimos
dos días que había estado en Las Vegas. Así fue como el jodido Edward me había dejado.

Sí, patética de mí. No, no lo tienes que decir una y otra vez. Lo sabía. Seth lo sabía. Pero saber eso no
me impidió sentirme perdida, como si hubiera tenido una vez el sol en las manos y ahora estuviera,
como, en la oscuridad total. Me estremecí, odiando la forma poética e infantil en la que sonaba al
mismo tiempo. La angustia por lo que no me conviene. Si no te habías dado cuenta a estas alturas,
tenía esta, como, realmente horrible tendencia a modo desorientado de Alicia Silverstone cuando me
sentía súper mal.

Seth también tenía las horas extraordinarias, pero él ya estaba listo y tenía prisa por salir. Tenía una
cita con un chico del 25 / f, no importaba si los dos ya estaban comprometidos con otra persona.
Tenían una comprensión muy elástica de la palabra «Fidelidad». A veces, me hubiera gustado sentir lo
mismo. La vida habría sido menos complicada y más orgásmica si lo hacía.

—Querida, Bella —me dijo con un beso de aire en la mejilla, mientras se reasentaba las gafas dorky en
la nariz. Por una vez, sus camisas a cuadros estaban fuera de vista, reemplazadas por una chaqueta
de aspecto elegante y una camisa azul sedoso.

—Querido, Seth —devolví, riendo.

Se trataba de otra cosa que me encantaba de Seth. Era un gay sin vergüenza. A primera vista, se
podría pensar que era el muchacho del cartel para microsoft de mejor aspecto. Entonces abría la boca,
y sabías desde el momento en que te llamaba querida que le gustaban las chicas de la manera que a
Paris Hilton los caniches. Fue alrededor de las ocho de la noche cuando me estiré por última vez,
después de haber escrito el último período en mi informe. Siendo una perfeccionista, tenía que revisar
tres veces antes de salir.

Después de cerrar la puerta de nuestra oficina, me tomé mi tiempo para caminar. ¿Cuál era el punto de
salir corriendo cuando Seth y Rose estaban fuera esta noche? no era como si la última novela de
Pendergast de Preston & Child se fuera a quejar si llegaba a casa un poco tarde.

Al llegar a la habitación que contiene la oficina de Edward, me encontré ralentizando el paso hasta
detenerme, mirando mi reflejo en sus paredes de cristal tintado. ¿Por qué lo hago? no tenía ni idea.
Sólo quería… Sólo quería otra conexión con Edward, incluso algo tan endeble.

Poniendo el bolso de mano en el suelo, me enderecé, mirando mi reflejo de nuevo. Mira no soy
diferente de cualquier chica de oficina de veinticinco años, con el pelo oscuro que cae recto y fino
contra mis hombros, y traje de trabajo negro totalmente aburrido, y mis compañeros de planta aún más
aburridos que sensibles. ¿Me veo como una mujer que puede atraer a alguien tan caliente como
Edward Cullen? No. Definitivamente no. Decidí esponjarme el pelo hacia afuera, moviendo la cabeza
como una estrella de rock hasta que fuera un gran lío.

—Así —murmuré, dando a mí reflejo otra mirada crítica.

¿Ahora me veía suficientemente tonta para los gustos de Edward, tal vez alguien con una mezcla de
clásico y desvergüenza como la mujer que lo había llamado en las Vegas? su nombre era Irina Waldorf
yno estaba tan avergonzada de haberla acechado en Google, usandotodas mis habilidades de
investigación de Internet con el fin de teneracceso a sus mensajes cerrados de twitter y los mensajes
privados de lapágina de Facebook.

¿Y qué aprendí?

Que no era más que una de las muchas que estaban constantemente detrás de Edward. Mis ojos
volvieron a mi reflexión.

No, no es suficiente, decidí y busqué a tientas mi lápiz de labios en el interior del bolso. Apliqué varias
capas a mis labios, golpeándolos antes de pasar a mi reflejo. Ahora —ahora parecía Taylor Swift ida a
lo salvaje— la versión morena. Pero aun así no era lo suficiente tonta en mi opinión. Me agaché de
nuevo, dejando escapar un "ajá" cuando me encontré con mi última herramienta de cambio de imagen.
Apliqué varias capas de rubor a mis mejillas, del tipo que sólo aplicaba para la discoteca porque era
demasiado salvaje para nada más, y tras un momento de vacilación, también me quite la torera.
Después de tirar de mi camisa hacia abajo y engordar mis pechos, me volví hacia mi reflejo.

¡Oh por Dios!

Una risita se me escapó.Si Edward me viera así, estaría, como, totalmente atraído. No. Meveía más
como un payaso que como una rubia de nuevo, me agaché para coger el iPhone de mi bolso, con
laintención de tomar una foto de mí misma y enviársela a Rose y Seth sólopara que se rieran. Cuando
me volví, las luces en las oficinas deEdward estaban prendidas, y una sombra se movió en su é
escapar un grito. Y otro, y otro y otro…

El guardia de la noche vino corriendo, gritando.

— ¿Qué es?

¡Oh, gracias a Dios! temblando de terror, me quedé sin aliento.

—Hay… — Me volví a la oficina del Edward.

—Hay…

La sombra se estaba contrayendo pero viniendo más cerca de mí al mismo tiempo.

—Oh, Dios mío, hay… Edward.

Ahí estaba Edward, sonriéndome. Me di la vuelta hacia el guardia de la noche, que ahora estaba con
elceño fruncido hacia mí. Esta vez, me di cuenta de cómo no se metió laparte superior del uniforme, el
cinturón estaba colgado en bucles y lospantalones con la cremallera hasta la mitad. Oh, querido. Por lo
que no quería saber en qué acababa de interrumpirlo. Roja como un tomate, balbuceé:

—Lo siento, no sabía que alguien estaba aquí.

La mirada en el rostro del guardia nocturno me dijo que me muriera, pero se fue sin decir una palabra
después de inclinar su sombrero respetuosamente hacia Edward, que acababa de salir de su oficina.
Tenerlo cerca hizo que mi temperamento bullera, y cuando en realidad comenzó a reír de nuevo el
momento en el que el guardia de la noche nos dejó, estaba totalmente perdida.

De nuevo…. Bofetada.

— ¡Bella! —su gruñido era más feroz y furioso, que alguna vez.

Y bien, tenía que admitir que estaba más que un poco asustada al ver la expresión de su rostro,
seguramente Edward no estaba tan enfadado para olvidar que el asesinato era un crimen, me obligué a
mantenerme firme.

— ¡Te lo merecías!

— ¡Maldición que no lo hacía! —Nos miramos el uno al otro. Luego de repente su mirada cayó, y me
di cuenta del escote que había tirado por lo bajo y mi pecho palpitaba de emoción…

Crucé los brazos sobre el pecho con un grito de protesta.

— ¡Deja de mirar! —Él estaba haciendo su mejor esfuerzo para no sonreír, lo reconozco. Pero en lo
que a mí respecta, tenía que esforzarse más. De esta forma no era divertido. Bueno, está bien, lo era,
pero totalmente tenía que fingir que no lo era—. Deberías haberme hecho saber que estabas
dentro —espeté.
—Estaba a punto de… pero entonces vi tu repentina sacudida de cabeza… —Sus palabras me
hicieron recordar mis acciones con un encogimiento—. Y luego comenzó la aplicación de
maquillaje como si tuvieras un pequeño papel como uno de los de The Walking Dead… —Oh
Dios, este era el momento más vergonzoso de mi vida—. Y por si fuera poco, en realidad hiciste
que tus pechos…

—Lo entiendo —gruñí, interrumpiéndolo porque no podía soportar escuchar otra palabra—. Estaba
actuando como loca. ¿Feliz ahora?

Edward me envió una mirada de curiosidad, con la cabeza inclinada hacia un lado. Era la primera vez
que lo veía así, y mi corazón tropezó todo en sí a la vista de esto.

Edward estaba aquí. Edward estaba hablando conmigo.

El impacto de esas realizaciones, finalmente me golpeó, y de repente se me hizo difícil el respirar.

— ¿Por qué te comportas así?

Me encogí de hombros, con ganas de mentir, pero con la mente en tan mal estado que no podía
pensar en otra cosa que decir más que la verdad.

— ¿Bella?

Dejando escapar un suspiro, murmuré:

—Quería parecer una tonta.

Él se echó hacia atrás.

— ¿Por qué?

Miré hacia arriba, un poco sorprendida por la onda de choque a través de su tono. No, era más de una
descarga. Era algo más, como si un genocidio se acabara de cometer en sus ojos.

— ¿Edward?

— ¿Por qué? —preguntó, su voz notablemente más fría.

Desconcertada, le espete:

—Porque estaba pensando que si me veías como una rubia tonta te gustaría.

El silencio que siguió fue tan increíblemente tenso que no me atreví a moverme por miedo de que si lo
hacía fuese a arruinar la atmósfera. Que no era buena, no estaba mal, pero se sentía crucial. Cuando
volvió a hablar, fue con una voz cortante que me hizo olvidar todo acerca de ser suave y vulnerable y
tenía los pelos de punta, ascendentes.

—Ven a mi oficina.

Me dio la espalda y sin esperar mi respuesta, lo cual me pareció totalmente censurable. Clavé los
talones y le contesté con frialdad.

—No. Este es mi tiempo libre y…

—Bella, ¿podrías obedecerme por una maldita vez y seguirme dentro? —Desapareció en su
oficina.

Debatí conmigo, preguntándome si debía empujar mi suerte o no. Era mi tiempo libre. Y él totalmente
no dijo "por favor," lo que debería haber dicho, incluso si era mi CEO. Además, ¿de qué había que
hablar? ¿Trabajo? Mis ojos se abrieron. ¡Trabajo!
Oh, Dios mío, ¿y si nos íbamos a hablar de trabajo? Totalmente quería golpearme la cabeza contra sus
paredes de cristal hasta que se estrellaran. Era una tonta como para pensar que quería hablar
conmigo sobre cualquier otra cosa. Tenía semanas para hacerlo, pero no lo hizo. Así que, ¿qué fue lo
que me hizo pensar que esta noche iba a ser diferente?

La segunda parte esta aqui! Espero que lo disfruten, no se amo a Bella y sus pensamientos y
conversaciones a solas son graciosas! Que creen que quiera Edward? Que pasara dentro de
esa oficina?

Gracias de antemano a todas(os), los que se toman la molestia de leer las adaptaciónes que
hago, me alegra que sean de su agrado.

Gracias por los Follows, Favoritos y Reviews... El link del grupo lo encuentran en mi perfil.

Nos leemos luego

XOXO

Marce
*Chapter 2*: Chapter 2
Ni la historia, ni los personajes me pertenecen, la historia es de Marian Tee, y los personajes
de Stephenie Meyer. Yo solo los tome prestados.

Chicas aquí esta la continuación de "Perseguida", para quienes no han leído la historia antes
mencionada, les recomiendo que la lean antes de iniciar con esta.

Lección #2

Ten cuidado cuando tu millonario quiera hablar, Normalmente quiere follar

Dándome prisa después de que Edward entrase a su oficina, velozmente trato de pensar una excusa
para mi irrespetuoso comportamiento —no exactamente una buena base recomendado por la CEO—
pero no podía pensar en ninguna. Mierda, Mierda, Mierda. ¿No podría despedirme solo porque sobre
reaccioné, verdad?

Me senté lentamente mientras cruzaba la entrada de su oficina, tensa de todos modos. La última vez
que vinimos aquí él estaba en modo ataque, y terminé extendida sobre su escritorio, su boca sobre mí
—bien, no pienses en eso. Edward se detuvo en medio de la oficina, sus manos hacia atrás, mirando a
la ventana. Estaba elegantemente vestido en un traje oscuro, sin la corbata, su reflejo se mostraba en
la ventana.

Mis rodillas temblaban como respuesta tardía a su imposible belleza. Oh, Dios, ¿por qué no podía
acostumbrarme a cuan hermoso era? Hacía un tiempo tuve este gran encaprichamiento por Channing
Tatum pero después de estar viéndolo en mi gimnasio todos los malditos días, mis lentes lentamente
perdieron ese tono rosado, y se volvió humano ante mis ojos. Incluso esos abdominales por los que se
podían babear ahora eran por completo normales para mí.

¿Pero Edward?

Cada día, me parecía más guapo, sexy, y mucho mas inalcanzable de lo que ya estaba. Me aclaré la
garganta.

— ¿Señor?

Edward se dio la vuelta. Esta vez, tenía una perspectiva realmentebuena de él, y me hizo soltar un
pequeño jadeo. Se veía menos queperfecto. Todavía increíble pero, ahora era guapo en un modo
imperfectocomo no lo fue pelo parecía como si se hubiera pasado la mano a través de él(¿debido a
mí?), su ojos tenían notables círculos oscuros por debajo (¿acausa mía?), y su rostro sin afeitar
cansado llevaba una débil marca rojaen la mejilla izquierda (totalmente a causa mía).

Sus ojos se entrecerraron.

—Para con lo de señor.

Tranquilízate, tranquilízate, me recordé, mordiéndome el labio paraevitarme decir algo que no debía.
Tengo una muy mala urgencia porlanzarme a él y llorar como un bebe, lo extraño. ¡Oh querido señor,
comolo extraño!

—No creo que sea una buena idea, señor.

Sí, estaba provocándolo. No, no tenía idea de porque lo hacía. La exasperación alineó su cara.

—Bella.

—Señor Cullen —dije, imitando su tono perfectamente.


Nos miramos. Mis labios fueron los primeros en temblar, y entonces él estaba sonriendo, la mala
despedida que tuvimos semanas atrás momentáneamente palideciendo el presente.

—Eres muy obstinada —dijo, sacudiendo la cabeza, su acento grueso adorable.

Y tú eres muy adictivo. El pensamiento me tuvo golpeando el labio. Sus ojos se oscurecieron. Uh, Oh.
Rápidamente soltando mi labio, respondí:

— ¿De… de que quería hablar conmigo?

—De nosotros.

Me quedé en blanco.

—Pensé que íbamos a hablar de trabajo.

Justo apretando, respondió:

—No. Para nada.

—Entonces voy a pasar de esta conversación. —Me di la vuelta hacia las puertas aún pensando
en que no estaba segura de si tomé la mejor decisión.

—Bella, si tratas de irte antes…

Imposible evitarlo, le di una sonrisa sobre mis hombros. Oh, mierda. La mirada salvaje en su cara me
tuvo en pánico mientras pensaba, no estaba segura porque. ¿Auto preservación? ¿Timidez instintiva?
¿Todo entre los dos?

No importaba al final, no cuando un Edward furioso de una zancada me agarró en unos segundos. Dejé
salir un chillido cuando de repente me levantó con solo un brazo alrededor de la cintura. Con los pies
colgando al menos tres pies en el aire, mis mejillas comenzaron a ruborizarse, luchando para que me
bajase.

— ¡Edward detén esto!

Pero no respondió, caminando constantemente hacia el sofá a un lado de la habitación. El cuero


cubriéndolo era —adivina— negro, con algunos cojines blancos, y bordeado por mesas de vidrio en
donde fotos enmarcadas de una anciana pareja estaban expuestas.

Edward me tiró sobre el sofá.

Inmediatamente me enfadé como si resucitara a un zombi, mi cabeza me apresurara a escapar, pero mi


cuerpo me decía siéntate, sintiendo cuan cerca estaba de mi adicción favorita. En cuanto a mi corazón,
siempre era el órgano más inútil. Todo lo que hacía era confundirme. Edward espero empujándome
hacia abajo, y mis piernas automáticamente se extendieron abiertas como dándole la bienvenida de
vuelta.

Mierda… ¿Qué le pasaba a mi cuerpo?

—Suéltame —siseé aun cuando los latidos de mi corazón continuaban corriendo, prácticamente
haciendo fuego para un record olímpico ahora que la polla de Edward latía pesadamente contra mi
núcleo adolorido.

Traté de empujarlo de mi camino, apoyando las manos en su pecho, pero era una semana de intentos
y lo sabíamos. Me miró, serio, sus ojos intensos.

—Bella —gruño.

Había algo que me hizo parar de golpearlo en el pecho con suaves golpes. Dios, me sentía tan débil,
incluso un bebe recién nacido podría golpearle con esa clase de resistencia que estaba poniendo.

—Tú ganas. —Y eso fue todo lo que dijo antes de que sus labios tomasen los míos por un
impresionante, deseoso, enroscado, cuerdo y aplastante beso.

Oh. Podría llorar por ese beso… Espera, lo hacía.

Las lágrimas caían de mis ojos cerrados mientras le devolvía el beso con hambre, mis brazos alrededor
de él.

—No llores, tesoro —gruñó, besando todo el camino de mis lágrimas. Las lágrimas seguían cayendo
más. Las lamió por el camino—. Por favor, corazón, me estas destrozando.

Enterrando mi cara en su cuello, sorbí:

—No entiendo que está pasando ahora.

Edward de repente nos volteó, y me encontré a mi misma acostada en su pecho en un instante.


Cuando levanté la cabeza para mirarlo con recelo, me dio una sonrisa, sin embargo una triste mientras
repetía:

—Tú ganas, Bella.

Fruncí el ceño.

—Yo gano. ¿El qué?

Tomó un mechón de mi pelo, enroscándolo alrededor de su dedo, acariciándolo como si estuviera


fascinado por su textura. Entonces lo dejó ir y, acariciando mi mejilla con el nudillo, me miró a los ojos y
dijo:

—VOY A CORTEJARTE.

Dejé de respirar. La falta de color en su cara me dijo que él consideraba sus palabras una enorme
concesión de su parte, y quizás, quizás lo era. No tenía ni idea de que lo hizo cambiar de idea, pero
ahora mismo no era importante. Lo que importaba es que dijo si.

— ¿Escuchaste lo que dije? —Edward realmente me sacudió, impaciente y viendo más que una
pequeña incertidumbre acerca de mi reacción cuando me quede mirándolo en blanco.

Aclarándome la garganta, convoqué una sonrisa temblorosa en mis labios.

—Solo estoy… abrumada.

Me devolvió la sonrisa, pero todavía no le llegaba a los ojos. Sostuvo mi cara de repente, empujándome
hacia abajo por un corto y duro beso que me tenía respirando otra vez, no, hiperventilando. Cuando me
di cuenta, él dijo:

—Te voy a cortejar pero hay condiciones.

Omg, que condiciones serán las que pone Edward? Yo creo que se merecía mas que esa
bofetada! Se que el capitulo es corto pero mejor esto que nada.

Nos estamos leyendo. El link del grupo esta en mi perfil.

Gracias por todo (=

XOXO
Marce
*Chapter 3*: Chapter 3
Ni la historia, ni los personajes me pertenecen, la historia es de Marian Tee, y los personajes
de Stephenie Meyer. Yo solo los tome prestados.

Chicas aquí esta la continuación de "Perseguida", para quienes no han leído la historia antes
mencionada, les recomiendo que la lean antes de iniciar con esta.

Lección #3

Si un billonario te permite tener la última palaba, es porque él tendrá la última risa.

—Uh…

Edward Cullen había accedido a enamorarme. Mi mente repetía las palabras una y otra vez. Parecía
haber dicho algomás de eso, algo acerca de la confusión o lo que sea, que estoyentendiendo
totalmente. Esto fue totalmente confuso para mí, también. Edward Cullen había accedido a
enamorarme. Oh, la mente aturdida. Era como si una niña, una total don nadie comoyo, le hubiese
preguntado a Ryan Gosling si iba a cortejarla (¡Nervios!) y élhubiese estado de acuerdo (¡Perra!)

— ¿Bella?

Lo miré sin comprender… Edward Cullen había accedido a enamorarme.

Él frunció el ceño.

Bueno, esa no era una mirada que un hombre que ha decidido enamorarme debería tener. Sacudiendo
la confusión de mi cabeza le dije:

— ¿Q…Q…Qué?

— ¿Escuchaste lo que dije?

— ¿Qué estás confundido?

La exasperación hizo que su acento sonara aún más grueso, gruño:

―No. Dije que tenía condiciones.

Oh.

Era mi turno para fruncir el ceño, y lo hice, con severidad.

— ¿A qué te refieres con "condiciones"?

Él era quien me quería enamorar y sin embargo, ¿estaba poniendo condiciones? ¿Los holandeses
tienen una compresión diferente de la palabra "cortejar"?

—Nadie debe saber que estoy… —hizo una pausa y luego, de mala gana y con disgusto, dijo—:
que te estoy cortejando.

Mi estómago se retorció ante sus palabras.

— ¿Te avergüenzas de mí?

Sus ojos se abrieron y entonces me volvió a besar, su lengua audazmente barrió mi boca mientras sus
manos recorrieron mi espalda, arrastrándose hacia abajo para ahuecar mis nalgas y empujarlas hacia
su polla.
―Cariño ―murmuró, soltando momentáneamente mis labios, pero nada más― Me enfadas,
confundes el infierno fuera de mí, pero si hay algo que nunca voy a sentir va a ser vergüenza
de ti.

Se movió debajo de mí, tragué un gemido porque su movimiento tenía a su erección frotándose contra
mi clítoris ya sensible. Edward tiró mi cabeza atrás contra su pecho. No pude evitar retorcerme más
cerca de él, sobre todo cuando con una sonrisa en la voz dijo:

―De hecho, eres la única mujer que no tiene mi sangre de la que estoy orgulloso.

— ¿En serio? —susurré.

—Amas tu trabajo, lo veo cada vez que te oigo hacer una presentación y hablar con los
demás sobre ello.

Su cumplido me dio ganas de llorar. Parpadeé las lágrimas porque sé que no le gustaría que llorara,
me atraganté:

—Gracias.

Edward inclinó la barbilla hacia arriba.

―Así que, no, no estoy fijando condiciones porque esté avergonzado de ti ―su voz se suavizo
—. No vas a pensar eso de nuevo, ¿verdad?

Oh, estos europeos y sus confusos finales de frases. Sonreí temblorosa hacia él, le dije:

—Sí.

Empujó mi cabeza hacia debajo de nuevo.

—Ahora las condiciones.

No pude evitarlo pero me tensé.

—No vamos a decirle a nadie sobre esto, no hasta que sea el momento adecuado. En este
momento, no estás segura de mí, así que no tiene ningún sentido que alguien se entere. Los
romances de oficina son desalentados y están prohibidos, pero aun así todos sabemos que
existen. Sin embargo, no quiero mover el bote a menos que tenga una buena razón.

― ¿Una buena razón? ―repetí, un poco confundida acerca de lo que podría ser.

Él no respondió.

Levanté la cabeza de nuevo, mirándole a los ojos, pidiendo la repuesta con preocupación.

― ¿Edward?

Una sonrisa, la sonrisa secreta y malvada que tanto me encanta, se asomó por sus labios cuando dijo:

—Como cuando aceptes que pueda follarte en cualquier momento, en donde sea, de
cualquier manera.

Oh... Ese tipo de razón.

Estaba tan mojada después de eso. Y mi millonario playboy holandés lo sabía. Fue allí, en una mirada
ardiente de deseo en sus ojos, la forma en que sus fosas nasales quemaron y la forma en la que su
polla latió con más fuerza contra mi sexo.

— ¿Estás de acuerdo, Bella? —susurró.


Oh Dios. Él estaba usando su tono seductor, y cada palabra que salía de su boca era una amenaza
seductora con la intención de darle el control total de mi cuerpo.

—Si —terminé jadeando cuando Edward se agachó y tiro de mi falda, dejando que su erección frotara
aún más estrechamente contra mi sexo. Con las bragas empapadas, era como si no hubiera un tejido
que nos separara, y yo no podía dejar de moverme.

Gemí cuando Edward me soltó inesperadamente y mi cuerpo volvió a caer, mi sexo prácticamente
empapado en su erección. Sentí su mano serpenteante hacia abajo mientras agarraba su polla y la
guiaba a mi clítoris.

Y entonces empezó a frotar.

— ¡Edward!

Sonrío.

Oh Dios. Si pudiera abofetearlo como solía hacer, lo hubiese hecho. Pero en este momento, todo en lo
que podía concentrarme era en la forma en la que su polla seguía bombeando mi clítoris.

—Escúchame con atención, Bella, porque solo lo diré una vez.

Lo miré, pero sabía que este no era mi punto fuerte, no cuando también sabía que simultáneamente
mis ojos suplicaban que se frotara más fuerte, más rápido, y solo hacer cualquier cosa que me diera un
orgasmo solo para disfrutar de su toque. De manera perversa. Edward me devolvió la sonrisa. Empezó
hablar, pero solo la mitad de mi mente podía concentrarse en las palabras.

—Para mí, cortejar es solo otro proceso que nos ayuda a conocernos mejor. Pero soy un
hombre muy ocupado. Haré mi mejor dedicación en todo el tiempo que pueda cortejarte, pero
debes de estar preparada para hacer algunos compromisos.

—Ugh.

Sentí la otra mano de Edward descendiendo de nuevo y me tensé, sin saber que esperar, pero
sabiendo que lo que fuera se sentiría… Edward arrancó mis bragas.

Se sentía como fuera de este mundo.

— ¡Edward! —siseé y luego lo arruiné totalmente gimiendo mientras su polla exigía entrar en mí.

―Mírame, Bella.

Le obedecí, mis ojos nublados de deseo. En un tono duro y sin vacilar, dijo:

—No estoy prometiendo amor, Bella. Quiero que entiendas eso a la perfección.

Oh, eso era malditamente injusto ¿Cómo iba a pensar en cómo responder eso cuando él se estaba
burlando de mi sexo con su polla? La cabeza se deslizó una fracción antes de retirarse por completo y
me dio un gusto tortuoso de lo que iba a pasar entre nosotros.

—Nunca me había enamorado, y te advierto que no pienses que puedes hacerme cambiar de
opinión en el futuro.

Gemí cuando la mano de Edward se unió a su polla, sus dedos se burlaban de mi clítoris mientras su
polla se deslizaba arriba y abajo entre mis pliegues.

―Me siento muy atraído hacia ti. Y durante el tiempo que duremos, soy tuyo.

Su pulgar apretó con fuerza contra mi clítoris. Me quedé sin aliento, mi cuerpo se arqueó, estaba a un
punto de distancia de un orgasmo y estaba segura de que me desmayaría ante el puro placer de
hacerlo. Sus ojos se encontraron con los míos, su mirada posesiva y exigente cuando con un tono
áspero pregunto:

—Y serás mía mientras te estoy cortejando ¿Cierto? No habrá otros pretendientes, ¿Verdad?

La pasión nublaba mi mente, pero a pesar de que solo la mitad de sus palabras llegaron ahí, entendí lo
suficiente como para obligarme a sacudir la cabeza. Oh no. Él no estaba saliendo con esa regla. La
exclusividad en el cortejo siempre había sido la carga de un hombre, y no iba a cambiar entre nosotros.

—No —me las arreglé para decir.

Estaba disgustado. Estaba claro en su mirada.

― ¿Estás segura de que quieres decir "no"? —se burló, moviendo su polla más rápido, sacando
otro gemido de mi—. Si no prometes exclusividad, te torturaré así todo el tiempo.

Negué con la cabeza obstinadamente, incluso mientras movía mis caderas tratando de atrapar su polla
contra mi clítoris para que pudiera venirme.

— ¿Estás segura? —respiró en mi oído haciéndome temblar. Me estremecí aún más mientras sus
dedos trazaban formas al azar en mis caderas, los movimientos era cosquillosos y excitantes
haciéndome atrapar mi aliento.

— ¡No! —la palabra de protesta salió de mi boca antes de que pudiera detenerla, mi cuerpo dolió de
deseo cuando Edward se apartó de mí sin previo aviso, llevándonos de vuelta a nuestros pies.

Boquiabierta e incrédula, solo pude verlo mientras suavizaba mi falda hasta que ningún pliegue quedó.
Lo miré con horror. ¿Realmente iba a terminar así como así? Más que ese punto, ¿no iba a terminar
esto? Me dio una sonrisa tensa, que yo regresé con una pequeña.

En voz baja, dijo:

—Nuestro cortejo ha comenzado.

Pero esas palabras no eran lo que mi mente había oído. Al ver la determinación en sus ojos y la
expresión que seguía siendo tensa en su cara mientras luchaba físicamente para mantener su
excitación bajo control, hizo que lo oyera de otra manera.

Reina, jaque. Fue su mejor jugada en nuestro tablero de ajedrez de seducción. Levantó mi barbilla,
odiando como mi cuerpo aún temblaba por la necesidad insatisfecha.

—Sí —le dije en voz baja—. Lo ha hecho —y lo mejor era que él tuviera cuidado porque podría
tener en jaque a su Rey.

O incluso un jaque mate.

Creen que Bella haya hecho bien en aceptar las condiciones de Edward? Veremos que pasa!

Gracias por sus Review/Favoritos/Follows/Etc. El link del grupo esta en mi perfil.

Tambien para las que no han leido las otras adaptaciones que tengo, las invito a que se den la
vuelta por ellas, verán que no se arrepienten.

Nos leemos el sábado.

XOXO

Marce
*Chapter 4*: Chapter 4
Ni la historia, ni los personajes me pertenecen, la historia es de Marian Tee, y los personajes
de Stephenie Meyer. Yo solo los tome prestados.

Chicas aquí esta la continuación de "Perseguida", para quienes no han leído la historia antes
mencionada, les recomiendo que la lean antes de iniciar con esta.

Lección #4

Trata de no dejarte llevar cuando tu multimillonario baile contigo. Recuerda que el baile
terminará con la última nota de la canción.

El cortejo siempre había sido comparado con la danza del apareamiento, pero entre Edward y yo, era
más como una danza de guerra, una batalla tras otra de sexos. La resistencia de Edward podría ser
debida a su incapacidad para renunciar al control. Él era de los que les gustaba tener el control de todo
lo que verdaderamente deseaban, y por alguna razón yo era a la que desesperadamente deseaba.

Aun así peleaba con él, lo provocaba, y lo desafiaba porque si me rendía antes de tiempo, significaría
que me doy por vencida ante él. Era como lo que dijo Carmen el otro día. Con Edward fuera para una
reunión, Carmen me había invitado a acompañarla por una taza de café.

—Tú sin la parte superior de tu ropa y Edward sin nada —aseguró Carmen cuando le di otra
disculpa entre dientes por el peor trío de la historia.

Sus palabras me hicieron sonrojar. Aun siendo expuesta durante mucho tiempo a la naturaleza
intensamente apasionada de Edward, todavía no podía acostumbrarme a lo fácil que era para le gente
hablar de sexo.

—He visto a mujeres dándole mamadas, bailes privados sobre la mesa, masturbándolo…

—Me hago una idea —dije a toda prisa, no queriendo escuchar otra palabra. La sola idea de todas
las mujeres que habían pasado más de un segundo en sus brazos me rompía por dentro. Lo odiaba.
Realmente, realmente lo odiaba. Oh, Edward ¿por qué no podía ser como el pastor #1 de Holanda en
lugar de un playboy?— Pero, ¿sabes cuál es la diferencia entre tú y todas esas mujeres?

— ¿Los pechos pequeños? —bromeé.

Sacudió la cabeza, su expresión sin sonrisa, misteriosamente recordándome el propio rostro serio de
Edward. Ah. ¿De tal jefe, tal secretaria?

—Ellas se quedaron para terminar lo que empezaron. Tú huiste.

Oh.

—Edward había estado muy sorprendido por eso. No sabía qué hacer con ello. Todas ellas
habían estado pegadas a su alrededor. No tenían la mentalidad que les había visto porque
había algo más que necesitaban de Edward, algo por lo que no les importaba perder el
respeto por sí mismas.

Pensé atentamente en sus palabras.

—Carmen —dije finalmente—, ¿me estás diciendo que no tenga sexo con él?

Se encogió de hombros.

— ¡Carmen!
—Todo lo que estoy diciendo es que eres diferente, y eso fue lo que le atrajo de ti.

Si había algo que odiaba en la vida, sería esto: los consejos crípticos, una contradicción de la peor
clase. ¿Por qué dar un consejo que tenía que ser resuelto como un maldito rompecabezas?

—No estás ayudando —suspiré.

—Lo estoy haciendo. Pero estás demasiado caliente por mi jefe para entender lo que estoy
diciendo.

Eso me tenía sonrojándome y riéndome al mismo tiempo.

— ¡Carmen!

Acarició mi mano, una extraña sonrisa de calidez asomándose en sus labios.

—Te estoy apoyando, querida.

Eso era genial, en realidad, sobre todo porque el estilo de cortejo de Edward no era para nada como lo
había imaginado. Era hermoso, enloquecedor, y oh, tan excitante.

Día 1 de cortejo

Un ramo gigantesco me esperaba en mi mesa, lo suficientemente alto como para que sus flores más
altas sobrepasaran la altura de las paredes de mi cubículo. Seth gritó mientras me dirigía hacia él,
ignorando los murmullos envidiosos de Heidi.

Abrí la tarjeta.

Pensando en ti todos los días…

Soñando contigo todas las noches…

No puedo esperar para follarte incesantemente duro cuando seas mía.

Oh, querido Señor. ¿Cómo podía ser tan romántico y tan vulgar al mismo tiempo? ¿Y por qué mis
bragas se mojaron lentamente? Tomé la tarjeta y la abracé cerca de mi corazón, sabiendo que la iba a
leer una yotra vez esta noche hasta que me quedara dormida.

Día 5 de cortejo

Edward me hizo volar fuera del estado en su jet privado. Quería quelos dos disfrutáramos de una cena
privada, lejos de los ojos curiosos quenos acosaban cada vez más en el trabajo. Heidi era la más
recelosa. Tomótodas las habilidades de actuación que tenía para no alejarme cada vezque la atrapaba
tratando de coquetear con Edward.

Para darle crédito, él no estaba haciendo nada para animarla, pero ¿no podía ser más grosero?

El vuelo ya llevaba diez minutos de viaje y todavía estaba toda tiesa en mi asiento, la proximidad de
Edward me estaba volviendo loca. Deseaba tanto besarlo, pero sabía que no lo haría, no podría. Y si lo
hiciera, él pensaría que estaba sucumbiendo a sus demandas.

Pero necesitaba este cortejo, necesitaba sentir la seguridad de que realmente me quería sólo a mí. No
creo que sobreviviera si alguna vez me enteraba de que él me quería al mismo tiempo que también
quería a otras mujeres.

—Bella.

Edward ronroneó mi nombre, haciendo piel de gallina todo mi cuerpo. De mala gana lo encaré. Sonrió,
la mirada pícara en sus ojos plateados diciéndome lo mucho que sabía que mi cuerpo dolía por él.
Le golpeé el rostro instintivamente.

—Bella.

El susurro inquietantemente suave me hizo girarme hacia el otro lado, sabiendo que estaba en un gran,
gran problema. ¿Me perdonaría si le dijera "ups", ahora?

— ¡Bella!

Esta vez fue un gruñido furioso. De manera servil, me giré hacia él de nuevo. La mueca aterradora en
su rostro me hizo protestar.

— ¡Pero estabas sonriendo!

—Entonces dime que me detenga —apretó los dientes, frotándose la mejilla, la cual todavía tenía la
marca de mi mano en ella. Me hizo tragar.

Oh, querido, él me iba a matar cuando la viera.

—Lo siento —murmuré.

—Deberías —replicó—. Me has abofeteado más veces que cualquier otra persona en toda mi
vida.

Mis hombros caídos.

—Lo siento de nuevo.

Inclinó la barbilla hacia arriba, y temblé, su toque reavivando el deseo dentro de mí. Cuando nuestras
miradas se encontraron, vi que él estaba sonriendo de nuevo. ¡El idiota!

Esta vez, atrapó mi mano antes de que pudiera golpearlo de nuevo. Y entonces me besó, su lengua
introduciéndose y explorando mi boca. Todo lo que pude hacer fue devolverle salvajemente el beso,
jadeando por más. Mi cuerpo se inclinó hacia él, deseando que no hubiera barrera separando nuestros
asientos.

Edward me obligó a regresar a las ventanas, todavía aprisionando mis manos detrás de mi espalda.
Gemí cuando chupó mi lengua. Gemí de nuevo cuando liberó mis labios pero sólo para que pudiera
mordisquear mi clavícula.

—Edward —sollocé.

Me soltó.

Parpadeé rápidamente en shock.

Estaba sonriendo de nuevo.

Oh, ¡maldito estúpido!

Día 15 de cortejo

—Tienes que dejar de enviarme flores —dije entre risas mientras estaba en mi baño y él estaba en
Dubái, reunido con los jefes del petróleo para el nuevo proyecto inmobiliario de Cullen, Inc.

—Pero me gusta hacerlo. No puedo dejar de pensar que cuando te tenga en mi cama, me
gustaría usar todos esos pétalos para espolvorearlos encima de ti, hacerte cosquillas, y
utilizarlos para acariciar tu clítoris… —Hizo una pausa y luego me preguntó maliciosamente—:
¿Ahora estás caliente?
—No es asunto tuyo —me las arreglé para decir.

Se echó a reír.

Ese sonido nunca fallaba para hacerme el día, o la noche. Hundiéndome nuevamente en mi baño de
burbujas, le dije otra vez:

—Lo digo en serio. Saber lo mucho que estás gastando en mí con cada ramo me está dando
dolor de cabeza.

Lo podía oír frunciendo el ceño mientras respondía:

— ¿Éste es mi maldito cortejo o qué?

Sabiendo que nunca era algo bueno tener una disputa a larga distancia, dije rápidamente:

—Te envié un mensaje con imagen. ¿Lo recibiste?

No respondió, pero podía escuchar el débil sonido de sus dedos tocando la pantalla de su teléfono
celular.

—Bella.

Esta vez, sonaba más exasperado que molesto, permitiéndome dar un suspiro de alivio. Le había
enviado un mensaje con la imagen de un ramo de flores, con una tarjeta electrónica adjunta.

¡Eres tan lindo!

Recordar el mensaje me hizo reír.

Edward dijo sombríamente:

—No soy lindo—. Eso me tenía riendo aún más—. Estás jugando conmigo de nuevo.

—Sí, esta vez, lo estoy —confesé, incapaz de dejar de reírme.

Dios, no podía creer que estaba teniendo este tipo de conversación con Edward. Quiero decir, ¿cuáles
eran las probabilidades? Él no era mucho del tipo de llamar, y Dios sabía que odiaba enviar mensajes
de texto. Si alguna vez había disfrutado de una llamada con otra mujer antes, probablemente habría
sido de la variedad explícita de sexo telefónico.

—Eres una chica mala.

Dios, me encantaba que su acento se espesara y comenzara a hablar en inglés simplificado.

—Lo aprendí de un hombre malo.

Contuvo el aliento.

—Nunca he estado tan excitado por una simple llamada.

Eso ni siquiera se acercaba. Nunca había estado tan excitada, hasta que lo conocí. Sin dejar de sonreír
con mi sonrisa locamente embelesada, le pregunté en voz baja:

—Sin embargo, ¿te gustó la imagen?

Una sonrisa también estaba en su voz cuando respondió en voz baja:

—Sí.

Me aventuré:
—Ese es el tipo de ramo que me encantaría que me dieras.

Silencio en la otra línea.

— ¿Edward?

— ¿Eres de verdad?

Una sonrisa se me escapó ante su tono de incredulidad. Traté de explicarle.

—Estoy muy incómoda con el dinero que estás gastando en mí.

—Entonces, ¿estás hablando realmente en serio?

Mi risita se convirtió en una risa genuina.

—Sí, Edward. Lo estoy.

Un suspiro se le escapó.

—No te entiendo en absoluto.

Creo que es algo bueno, pensé, pero sabía que era mejor no decirlo.

—Si no quieres que gaste mi dinero en flores, entonces, ¿en qué debería gastar mi dinero?
Quiero algo para complacerte.

—Los mensajes de texto cuestan dinero —dije amablemente.

Mi teléfono comenzó a sonar en el fondo.

—Responde —ordenó.

—No, está bien…

—Por favor.

Suspirando, me limpié y sequé una mano en la toalla que colgaba de la barandilla y busqué torpemente
mi teléfono desde la enorme tina.

Mis ojos se abrieron.

— ¿Me estás llamando?

Pero Edward ya había finalizado la llamada a mi conexión inalámbrica. Colocando la red inalámbrica en
el lavabo, contesté su llamada a mi teléfono celular, inhalando bruscamente cuando vi a

Edward aparecer en la pantalla.

Con el torso desnudo.

— ¡Edward! —Mis entrañas se convirtieron en jalea ante la vista de él usando nada más que un par de
pantalones de franela, su blanca piel brillando en la oscuridad de la noche. Estaba de pie en el balcón
de su habitación de hotel, apoyado contra el barandal. Aunque sólo fuera a través de la pantalla del
iPhone, pude apreciar cuan impresionantes eran las vistas de Dubái, con su mezcla de paraíso urbano
y la belleza salvaje del desierto.

—Me gustaría que estuvieras aquí, tesoro.

Sus palabras dichas con voz ronca hicieron que mis dedos se enroscaran debajo de las burbujas.
—Si estuvieras aquí, te habría follado en este mismo lugar, tomándote por detrás mientras
mirabas a todo el mundo y ellos te miraban a ti, sabiendo que no podrían tenerte porque eres
mía.

—Edward.

Oh, querido. Iba a necesitar otra ducha después de esto. Estaba mojada por una razón completamente
diferente ahora. Me levanté…

— ¿Estás en el baño?

Oh, mierda, lo olvidé.

Me dejé caer de nuevo dentro de las burbujas.

—Bella.

Su voz era dura, y a través de la video llamada pude ver su rostro volviéndose tenso con la misma
necesidad que corría por mi cuerpo, incitando cada nervio hasta que casi estaba temblando de deseo.

—Ten piedad de un pobre hombre y muéstrame de nuevo tus pechos, cariño.

—No puedo.

—Sí, si puedes.

Negué con la cabeza en silencio.

La intensidad en su mirada, la aguda frustración en su ojos, todo llegó hasta mí, a pesar de que
estábamos separados por medio mundo.

Tragando, dije:

—Sólo por un segundo.

—Treinta —inmediatamente negoció.

—Diez a partir de ahora.

Me levanté del agua, dejando completamente al descubierto mis pechos para su vista. A pesar de que
podía sentirme sonrojada, con mis pezones poniéndose duros, no perdí el ritmo de mi conteo mental.

Uno. Dos. Tres. Oh Dios, esto era demasiado vergonzoso. Necesitaba acelerar este proceso. ¡Cuatro,
cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez! Me dejé caer nuevamente en mi baño de burbujas con un crujido,
mi rostro completamente en llamas ahora.

—Esos no fueron diez segundos —gruñó Edward.

—Adiós, Edward.

—No te atrevas a colgar.

Riendo, me atreví.

Mi teléfono sonó un segundo más tarde, y sin dejar de sonreí abrí el mensaje de Edward.

Repito, esos NO fueron diez segundos.

Lo fueron. Los conté. Lo juro.

Lo bueno es que siempre guardo una grabación de mis llamadas de video.


Me levanté de un brinco de mi baño, golpeando el botón de llamada de inmediato.

—Bella —prácticamente ronroneó en mi oído.

—Edward —gruñí de regreso—. Elimínalo.

—No.

Totalmente podía imaginarlo sonriendo con su sonrisa maliciosa en estemomento, especialmente


cuando dijo:

—Te veo el lunes.

— ¡No te atrevas a colgar!

Pero lo hizo.

Día 23 de cortejo

— ¿Tú hiciste esto?

Una iracunda Carmen apareció ante mi cubículo, agitando en el aire una carpeta de color rosa con
corazones color lavanda. Ya que estaba segura de ser la única con ese tipo de carpeta en Cullen Inc.,
le dije tragando saliva:

— ¿Sí?

Su mirada furiosa se intensificó.

—El Sr. Cullen dice que esto es… —Aspiró—. La palabra que usó no es algo con lo que me
sienta cómoda utilizando.

Me quedé boquiabierta.

¿Mierda? ¿Jodida? ¿Fracaso épico?

—Te tienes que reportar en la oficina del Sr. Cullen, de inmediato.

No esperó a que le contestara. Dios, realmente era de tal jefe, tal secretaria con estos dos.

— ¡Espera!

Tuve un momento difícil alcanzándola, reduciendo la velocidad debido a mi nuevo par de zapatillas, las
cuales desafortunadamente decidí hacer entrar por la fuerza hoy. Enfurecida, Carmen se detuvo a la
mitad del camino hacia la oficina de Edward. Cuando llegué a su lado, ella inmediatamente comenzó a
enumerar lo que a Edward aparentemente no le gustó de mi informe.

—La extensión del informe… —Aspiró.

—Lo siento —murmuré, aunque no entendía muy bien por qué la extensión de diez páginas de mi
reporte era un problema. ¿Lo querían como el de Heidi, el cual era más corto que un mensaje de texto?
Ella sólo hacía informes de larga extensión cuando adulaba a los gerentes. Mientras caminábamos
junto a un grupo de internos, Carmen continuó:

— ¡Y esa serie que recomiendas! —Se estremeció.

Mi corazón se hundió. ¿Incluso mi recomendación de series fue un problema? Honestamente pensé


que les gustaría City Hunter, teniendo encuenta lo impresionante que la adaptación coreana era,
además delhecho de que Cullen Inc., con su propia adaptación, podría crear unmejor final, dando así
una nueva razón a los mercados asiáticos paravolver a ver la serie.
Llegamos al conjunto de oficinas de Edward.

—Entra, entra —dijo irritada, prácticamente empujándome dentro. Cuando la puerta se cerró detrás
de ella, Carmen me sobresaltó guiñando un ojo.

—Lo siento, querida. Fueron órdenes del jefe para hacer que tu visita aquí fuera discreta.

—Entonces… entonces, ¿mi reporte no era realmente malo?

—Oh, no, a Edward le encantó. Simplemente se limitó a decir que debería torturarte todo el
camino hacia aquí.

— ¡Carmen!

—Culpa al jefe, querida —dijo Carmen sobre su hombro mientras regresaba a su escritorio, ya
concentrada en sus tareas.

Cuando entré a la oficina de Edward, él ya estaba sonriendo abiertamente.

Yo vi totalmente rojo.

—Ahora no, cariño —dijo Edward, fácilmente atrapando mi mano de las cachetadas mientras lo
alcanzaba—. Tengo algo mejor en mente.

Y entonces él estaba besándome con un hambre arrasadora, tomándome por sorpresa y levantándome
completamente sobre mis pies.

Este cortejo si que sera bueno! Jaja, pobre Bella, Edward nadamas la deja con las ganas.

Recuerden que el link del grupo lo encuentran en mi perfil.

XOXO

Marce
*Chapter 5*: Chapter 5
Ni la historia, ni los personajes me pertenecen, la historia es de Marian Tee, y los personajes
de Stephenie Meyer. Yo solo los tome prestados.

Chicas aquí esta la continuación de "Perseguida", para quienes no han leído la historia antes
mencionada, les recomiendo que la lean antes de iniciar con esta.

Lección #5

Sí es la única palabra que el multimillonario quiere entender.

Cuando dices "no," Él pensará que estás diciendo "nunca."

Edward medio me llevó a su sillón, cayendo él mismo en el y me acomodó en su regazo sin romper
nuestro beso.

—Me vuelves loco de deseo, schat.

—Tú, también.

Yo jadeaba, arqueándome mientras sus labios dejaban un rastro de besos y mordiscos en mi cuello. Me
dio la vuelta en su regazo, y me dejó tumbada con la espalda contra su pecho, con las piernas abiertas
con él al medio. Gemí cuando sentí su mano tirando de mi blusa metida libre de mi falda. Y luego me
fue ahuecando, empujando mi sujetador a un lado casi con rabia por lo que sus manos podían cubrir
completamente mi piel.

—Edward.

—Quiero un regalo de despedida —dijo mientras comenzaba a pellizcar mis pezones.

— ¿Qué? —Me las arreglé para preguntar, concentrarse cuando él pellizcaba mis pezones era
bastante difícil.

—Quiero verte llegar antes de irme.

¡Oh Dios mío, oh Dios mío!...

— ¿Di que me dejas? —Sopló al oído, haciéndome estremecer.

—Edward...

—Quiero recordar tu cara cuando haga que llegues, Bella.

Cuando dijo esas palabras, cuando lo dijo así, su marcado acento holandés una caricia tierna y áspera
al mismo tiempo, todo lo que pude hacer fue asentir, girando hacia los lados, así que podía mirarlo.

Una de sus manos se sumergió en mi ropa interior de encaje.

— ¡Aaaah!

No hice ningún intento por bajar mi voz, no cuando sabía que su oficina estaba totalmente insonorizada
y no cuando sabía por ahora cuánto le gustaba a Edward oírme expresar mi placer con su toque. Me
gustaba, bueno para ser honesta me gustaba mucho. Mojando sus dedos con mi humedad, Edward me
mordió la oreja a la ligera mientras un dedo me penetró tan profundamente, sólo el tamaño de sus
nudillos le impidió ir más adentro. Dejando escapar un largo gemido, me retorcía en su regazo, separé
mis piernas aún más ampliamente para que me pudiera tocar más profundamente.
— ¿Te gusta cómo mi dedo te jode, Bella?

—Sí —lloré.

Nunca dejo de reducirme a un lloroso lio con su toque.

— ¿Estás lista para más, cariño?

— ¡Siiiii... Aaaah!

¡Dos, no, tres…. oh mi Dios, cuatro!

Mi sexo se estiró para acomodarlo, estando muy dispuesto a complacer al igual que el resto de mi
cuerpo. Sus dedos comenzaron a moverse en sincronía mientras me follan largo y duro.

—Por favor, por favor.

No pude evitar gritar las palabras cuando su pulgar comenzó a frotar mi clítoris sin parar las embestidas
de sus dedos. Mis caderas comenzaron a moverse, casi con exigencia saltando arriba y abajo en los
dedos resbaladizos.

—Después de este maldito cortejo, una vez que te des cuenta de lo mucho que te quiero, te
voy a atar a la cama y a joderte hasta que me ruegues que pare.

Mi cuerpo empezó a temblar ante sus palabras, y sabía estaba tan, tan cerca de llegar. La mano de
Edward apretada alrededor de mi pecho izquierdo mientras sus dedos continuaban su ritmo castigador,
algo que no era suficiente.

—No voy a escuchar lo que dices, sin embargo. No voy a parar, incluso me ruegues con tu
boca.

Oh, oh, oh. Imaginando su polla en mi boca me emocionó tanto que me había montado en sus dedos
con una velocidad aún más frenética.

—Edward.

Sacó mi pezón, su estado dolorosamente excitado reaccionaba aúnmás sensible a su toque.

—Mi pene ha estado ardiendo por ti durante semanas. Se necesitará el doble de tiempo
antes de que vaya a ser capaz de dejarte ir por más de un minuto sin tener que tenerte.

Empujó con fuerza contra mi clítoris al mismo tiempo, sus dedos empujaron violentamente contra mí. Me
encontré con otro grito, mi cuerpo sacudido por los temblores de mi orgasmo. Más tarde, mucho más
tarde, Edward cuidadosamente arregló mi aspecto antes de tirar de mí de nuevo en el sofá con él.
Metida en sus brazos, amando el sonido de su rápido latido del corazón.

— ¿Dónde vas a ir? —murmuré contra su pecho.

—Nueva York. Mi compañía patrocina varios eventos de caridad que requieren mi asistencia.

Me mordí el labio, porque casi dije que lo iba a extrañar. En cambio, dije:

—Ten cuidado.

Se detuvo a acariciar mi cabello para preguntar:

— ¿Te comportaras como una buena chica mientras estoy lejos?

Puse los ojos en blanco.


— ¿No debería ser yo quien te lo advierte? No soy la que tiene una reputación de playboy
aquí.

—Naturalmente, ya que eres una mujer.

— ¡Edward!

— ¡Bella!

Tuve que sonreír ante eso.

—Pero ten un viaje seguro, ¿de acuerdo?

Su rostro se endureció de repente.

—No has respondido a mi pregunta. Prométeme que no estarás entretenida con otros
pretendientes.

Aun con tres semanas en nuestro noviazgo y Edward todavía tenía problemas para confiar en mí.
Nunca dejaba de preguntar por mis "otros" pretendientes, a pesar de que ya debería saber por ahora
que tendría siempre la misma respuesta para él.

—Sabes que no es de tu incumbencia.

Y no lo era, no hasta que estuviera listo para comprometerse a algo más permanente que ser amigos
de mierda uno del otro.

—Dame un maldito nombre, incluso un maldito número...

Me levanté para que pudiera enfrentarlo.

—Edward, no.

Lo dije tan suavemente como pude. Tenía que aprender a confiar en mí, de la misma forma en que
estaba luchando muy duro para confiar en él a pesar de lo que todas las historias de los medios decían
de su persona.

Un destello de irritación cruzó los ojos de Edward.

—Bella.

—Sabes que no tienes ningún derecho a decir eso.

Hice todo lo posible por mantener la voz suave. Odiaba pelear con él, pero tuve que mantenerme firme
en esto. Él tenía una personalidad dominante, y no podía dejar que se saliera con todo.

Sus ojos se cerraron.

—Bien.

Tuve la tentación de tomarlo de nuevo, pero no lo hice.

—Te echaré de menos.

Las palabras por lo general lo hacían sonreír, pero esta vez sólo lo hacían sentir más distante. Y antes
de que me diera cuenta, él se había ido.

Caliente, Caliente! Nada mas falta ver cuando seden estos dos a la pasión.
Acabo de subir una pequeña Adaptación son solo 3 Capítulos, se llama Vainilla y tiene un
poco de BDSM, por si quieren darse una vuelta por mi perfil, ahí encontraran el link de la
historia y el link del grupo de Facebook.

Nos leemos luego.

XOXO

Marce
*Chapter 6*: Chapter 6
Ni la historia, ni los personajes me pertenecen, la historia es de Marian Tee, y los personajes
de Stephenie Meyer. Yo solo los tome prestados.

Chicas aquí esta la continuación de "Perseguida", para quienes no han leído la historia antes
mencionada, les recomiendo que la lean antes de iniciar con esta.

Lección #6

El infierno no tiene la ira del desprecio de una mujer,

Pero el cielo no tiene nada tan hermoso como un millonario celoso

Mi fin de semana se sintió vacío sin una sola llamada o mensaje de Edward. Hacía que mi corazón
sollozase de miedo, pero hice lo mejor por suprimirlo. Seguí pidiendo a Edward tener fe. Aunque, aquí
estaba yo, incapaz de confiar en él solo porque estaría demasiado ocupado con el trabajo.

El lunes llegó, y nunca había estado tan ansiosa por ir al trabajo. Pero estuve sorprendida, con Carmen
diciéndome suavemente que Edward estaba retrasado y que estaría en Nueva York indefinidamente. La
oficina no era lo mismo sin él. Incluso la comida, mi mayor consuelo en la vida, no era tan confortable
como lo había sido todos estos años. Por primera vez en toda mi existencia, incluso mi lasaña favorita
sabía a capas de papel reciclado mezcladas con cartulina.

Me las arreglé para resistir el acecharlo por Google hasta el jueves. No había sabido que estaba
pasando con él. Solo un pequeño vistazo, me prometí a mí misma mientras mis dedos asaltaban
expertamente un camino secreto a su mundo. En unos pocos segundos, lo que hice y no necesitaba
hacer para ver me devolvió la mirada en dolorosos colores vivos.

Hileras de fotos de Edward asistiendo a diferentes funciones, viéndose gallardamente amable en


esmóquines y trajes, llenaban la página. Y siempre presente en su brazo estaba la encantadora Irina,
elegante y hermosa en una forma similarmente dorada, sus cabezas rubias fundiéndose siempre que
posaban juntos para las fotos.

Cuando cliqué en el link en otra portada de tabloide de los mismo eventos, encontré una foto de un
paparazzi de los dos entrando en lo que era etiquetada como la habitación de hotel de Irina, a las tres
de la mañana.

— ¿Estás bien, Bella? —preguntó Seth con el ceño fruncido desde su cubículo cuando me escuchó
soltar un jadeo de dolor.

Rápidamente cerrando la pestaña, respondí en voz insegura:

—Sip.

No lloré en el trabajo, y por primera vez en mi vida, me las arreglé para no hablar a nadie sobre esto.
No podía. Era demasiado… Oh Dios, ni siquiera podía pensar en una palabra para ello. Pero cuando
llegué a casa esa noche, rápidamente cerré la puerta, levanté las mantas, y ahí es cuando dejé que las
lágrimas cayesen, durante el resto de la noche.

Carmen se las arregló para arrinconarme al día siguiente aunque hice lo mejor por evitarla. Edward
había estado llamando y enviándome mensajes todo el día hasta que estuve forzada a quitar la batería
de mi teléfono y arrojarla dentro del cajón. Si no fuera tan práctica, también habría cambiado de
número. Pero eso era demasiado impráctico y no hacia lo impráctico. Hacia lo estúpido, tonto, absurdo
pero solo porque tenía extremadamente mal gusto en los hombres.

—El jefe está buscándote —fue todo lo que Carmen dijo mientras prácticamente me tiraba hasta la
oficina de Edward. Era terriblemente fuerte para una mujer de su edad.
Frotándome la mano, casi salté de sorpresa cuando las manos de Edward se situaron en mis hombros,
susurrando cuando me giró hacia él.

— ¿Me echaste de menos?

Por un momento, mi corazón se retorció en todo tipo de agonías cuando miré su hermoso rostro, su
desordenado pelo cobrizo. Su chaqueta estaba colgando del respaldo de la silla, dejándole en la
camiseta de seda, con las mangas enrolladas hasta los codos. También parecía diferente, como si
estuviera… como si estuviera contento de verme pero no estaba segura de que yo sintiese lo mismo.

Inteligente de él.

Retrocedí de su agarre. Al permanecer tan cerca de Edward, me sentía inmensamente pequeña en los
zapatos planos. Si hubiese sabidoque estaría de regreso hoy, en su lugar habría llevado tacones. Y, y
habríavestido algo sexy de dejar caer la mandíbula, en lugar de uno normal detres piezas.

— ¿Entonces, no me echaste de menos?

Una sonrisa incrédula apareció en sus labios.

Los labios que podrían haber tocado los labios, mejillas, cuerpo de otra mujer… Casi perdí el equilibrio,
la ola de dolor golpeándome en un peso tangible.

— ¿Estás bien? —Se acercó a mí.

Di otro paso hacia atrás, mi piel gateando ante la idea de ser tocada por las manos que podrían haber
tocado a otra mujer justo la noche anterior. A diferencia de él, yo no era del tipo que se andaba por las
ramas, así que solo dije de mal humor:

—Te vi. —Tomé un profundo respiro—. Te vi online… un puñado de fotos que mostraban a Irina
y a ti juntos e incluso una foto en la que aparecías entrando en su habitación de hotel.

Edward se quedó inmóvil, una máscara en blanco cayendo por su precioso rostro. Entonces
simplemente dijo:

—Ya veo.

— ¿Qué quieres decir con que ya ves? —Exploté, casi cayendo sobre mis rodillas ante el dolor que
sus palabras causaban.

Sus manos fueron a los bolsillos.

—No te aseguré ser el tipo que se atribuye a doblar estándares.

Me llevó varios momentos entender su significado. Palidecí cuando lo hice. Básicamente, me estaba
diciendo que ya que yo no prometí fidelidad mientras él estuviese lejos, no significaba que estuviera
obligado a hacer lo mismo. Las diferencias culturales tal vez aquí funcionan, pero, maldición, ¿no podía
él haber preguntado?

—No es así —dije rotundamente.

— ¡Es exactamente así!

— ¡No, no lo es! —Mis puños se apretaron en impotente ira y dolor—. ¡Eres quien me está
cortejando!

— ¿Así?

No podía creer que estuviera de pie ahí con tanta arrogancia, ni siquiera molestándose en defenderse
o disculparse.
— ¿De verdad no lo entiendes? —pregunté con poca energía.

—Tú eres quien no lo entiende —dijo entre los dientes apretados. Estaba enfadado, realmente
enfadado, y eso me ponía más cansada—. Te dije que no soy para ser jugado…

—Y no lo eras. Nunca fuiste… —jadeé por aire, el dolor que sin palabras estaba admitiendo me
conmocionó—. No quería prometerte que entretendría a los pretendientes porque no quería
que supieses cuanto me gustabas. Solo eso. Pero nunca entretuve a algún pretendiente. Ni
siquiera salí con nadie o hablé con otro chico además de ti. Puedes preguntar a cualquiera
aquí y es la verdad.

Edward estaba pálido en el momento que terminé, lo cual sinceramente me dolió porque incluso
después de lo que hice, nunca fue mi intención herirlo. Solo, solo quería que supiera que esto podría
realmente haber estado bien entre nosotros.

—Entonces, si ya no hay nada que puedas pensar o decir…

Un inesperado sollozo se me escapó, y cuando Edward pareció afectado ante el sonido, me di la vuelta
incapaz de soportar la mirada de compasión en su rostro.

Al diablo con esto.

Me apresuré a salir de la habitación tan rápido como mis nuevas mulas podían llevarme. Caminando
directamente hacia la habitación de descanso, me encerré en el primer cubículo que pude encontrar.

Y entonces lloré de nuevo.

̴ Ӂ
Ƹ ̴ Ʒ

Mantuve el teléfono apagado todo el fin de semana y cuando fui a trabajar el lunes, Carmen estaba de
pie observando mi puerta.

—El jefe quiere verte así que invéntate una excusa y luego…

—Carmen —susurré.

Paró de hablar, sus cejas levantándose cuando tuvo una mirada más cercana a mi cara. Ojos
hinchados, nariz roja, labios temblorosos, que era como me vi en el espejo esta mañana, y dudaba que
ahora me viese algo mejor.

—Carmen, por favor. Se terminó entre nosotros.

Me dio otra mirada antes de asentir, dándose la vuelta y alejándose. Las llamadas y mensajes vinieron
después, todo lo cual rechacé y eliminé. Las flores le siguieron, y las doné a una organización de
caridad que ocupa una oficina en el 7/F.

El jueves, Alice me dijo que tenía una llamada en su oficina. Pensando que era el cliente que se me
había asignado más antes con el que negociar, lo tomé con rapidez, pretendiendo sonar muy
profesional cuando dije:

—Buenos días, soy Bella Swan…

—Bella.

Era él.

—No cuelgues el teléfono.

Su voz sonaba en carne viva, como si se hubiera herido la garganta por la conversación. Demasiada
charla de almohada con su querida Irina, probablemente. La idea me endureció, dándome la fuerza
para responderle con silencio.

—Lo siento —habló con voz ronca—. Fui un idiota.

Nunca había esperado que se disculpase, mucho menos que admitiese ser un idiota, lo cual había sido.
Pero era demasiado tarde.

—Se terminó —dije, forzando a mi tono a permanecer simple y sin emociones a pesar de que tenía
excepcionalmente la fuerte urgencia por berrear como un bebe. Siempre era tan injusto. Me
enamoraría, me derrumbaría, entonces volvería a hacerme enamorar de él—. Por favor, no me
molestes de nuevo —susurré antes de terminar la llamada.

Alice me dio una mirada especulativa cuando colgué el teléfono.

— ¿El, err, cliente no era un buen partido? —Ella lo sabía.

Forcé una sonrisa.

—Terminó conmigo primero.

El viernes llega, esta vez con un gran evento de la compañía. Era elcumpleaños del Presidente del
Comité, con la estricta presencia requeriday el código de vestimenta formal. Habría dado cualquier
excusa parasaltarlo, extrañamente, la idea de ver a sus padres hería. Pero no podía, nocuando Alice
me dijo con tan orgullosa sonrisa como se las habíaarreglado para convencer al Consejo para hacerme
su presentadora enlugar de contratar a una profesional.

Vine al evento vestida para matar. El estilo griego de mi vestido de tono amatista añadía ilusión de un
más generoso escote para destacar mis curvas mientras los tacones plateados me prestaban unos
pocos centímetros extra. La altura añadida era necesaria. Quería asegurarme de que el micrófono no
terminaría siendo más alto que yo. Estar ahí, hacer eso, nunca quería sentirme como una enana sobre
el escenario de nuevo.

Seth me ayudó con el pelo, el cual había atado a media altura mientras dejaba el resto rizado en torno
a mis hombros. Incluso me echó una mano con el maquillaje, arreglándoselas para hacer a mis ojos
grandes y luminosos con un oscuro delineador y una dramática sombra de ojos.

—Te ves estupenda —se entusiasmó Seth mientras caminábamos de la mano a la fiesta del hotel
reservada para la función privada de Cullen Inc.

—Totalmente. —Estuve de acuerdo alegremente a pesar de que por dentro aun me sentía cien años
más vieja y ciento de veces más enfadada que el trol de peor apariencia. Un corazón roto y yo, nunca
fuimos buenos compañeros el uno para el otro.

—No, en serio —insistió Seth—. Mira a la derecha.

Cuando lo hice, distraídamente, un grupo de hombres de finanzas silbaron en apreciación, sus miradas
lindando en la lujuria.

Me sonrojé.

— ¿Ves?

—Es el maquillaje —dije al final.

Él sacudió la cabeza.

—No, Umm. Eres tú. —Entonces me palmeó el trasero, haciéndome reír—. Ahora, rómpete una
pierna. —Me empujó hacia adelante al lado de los escalones dirigiéndose al escenario.

Solo había dado unos pocos pasos cuando perdí la posición, mayormente debido al puro nerviosismo,
y habría caído de bruces, si un par de brazos no me hubieran cogido.

Con el corazón latiendo frenéticamente, miré arriba.

Oh… No era Edward.

Era Mr. Arréglalo.

Me ayudó a levantarme lentamente no noté como sus manos sostenían mis caderas un poco más de
tiempo del que debería.

—Ahora la tercera vez, Bella —dijo con una sonrisa.

Ahora que volvía a estar de pie, apropiadamente podía apreciar su apariencia, y tenía que admitir que
rozaba agradablemente la vestimenta formal. El esmoquin blanco era difícil de llevar para muchos
hombres, pero en Embry, simplemente se veía como un ángel con un malvado sentido del humor,
especialmente con la forma en la que me estaba mirando.

Sonrojándome, tartamudeé:

—Lo sé. Lo siento.

Embry rió.

—Solo estaba bromeando, Bella. No tengo quejas al ser tu caballero de brillante armadura en
cualquier momento.

Entonces dudó, su voz bajando un nivel.

—Te ves completamente deseable.

—Umm, gracias. Tu también te ves bien esta noche.

— ¿Solo esta noche?

Estaba horrorizada.

—No me refería… —Entonces vi la risa en su mirada y gruñí—. ¡Eres malo!

—Y solo quería que rieses porque creo que no hay motivo para que estés nerviosa.

Me dio una sonrisa de megavatios, de la que estaba muy segura que haría que mi corazón se sáltese
un latido si aún no estuviera en la sala de emergencias, recibiendo tratamiento para la conmoción post-
traumática, gracias a la sobreexposición por un injusto playboy multimillonario holandés.

Embry se inclinó más cerca, di marcha atrás, pero era demasiado tarde. Presionó un beso en mi frente.
Cuando se apartó, yo estaba jadeando.

—Tu beso de la buena suerte —dijo con una sonrisa antes de alejarse.

Más que un poco confusa, distraídamente me toqué la frente cuando subí al escenario, preguntándome
si tal vez, tal vez había estado bien todo este tiempo. Tal vez Embry era el único para mí y Edward
Cullen era solo el mejor intento del Diablo para seducirme de mi romance "felices para siempre jamás".
El centro de atención de inmediato se dirigió hacia mi cuando llegué al medio del escenario.
Automáticamente sonreí a la multitud.

—Bienvenidos al sesentavo cumpleaños de nuestra querida Presidente del consejo, la


Señora Esme Cullen. En nombre de la familia Cullen me gustaría agradecerles a todos por
venir.
Aunque tenía el guión en la mano, apenas lo miré, sabiendo que era mejor improvisar y mantener el
contacto visual con mi audiencia. Nunca había sido el centro de atención, pero eso no significaba que
absorbiese las presentaciones del escenario, o, en este caso, hiciera de anfitriona de trabajo. Muchas
veces, en realidad era buena en eso ya que mis habilidades públicas para hablar habían sido honradas
en edad temprana, tanto con mis padres ofreciéndome voluntaria constantemente para actuar como
anfitriona para cada fiesta de la compañía a la que salían.

Más tarde, estaba presentando un juego que tenía a Heidi como una de los contendientes. Ella,
también, se veía estupenda, especialmente con sus focos encendidos. El momento en el que vi el
pezón de alerta de Heidi, de inmediato busqué a Seth en la multitud. Nuestros ojos se encontraron, y
entonces estábamos sonriendo. Tenías que tendérselo a Heidi, en verdad. Siempre hace falta agallas
para aparecer así en el escenario y solo así ella podía seducir a Ed… quiero decir, a nuestro CEO.
Ahora tenía que comenzar a pensar en él de forma impersonal.

Dos horas más tarde, dije mi último discurso de la noche, declarando el fin del evento "oficial", lo cual
significaba tiempo para bailar e ir a lo salvaje que ahora oficialmente comenzaba.

— ¡Gracias!

Les lancé un beso de despedida, y la multitud se volvió salvaje, con uno de los chicos de Mercadeo
dejando salir un sonoro grito mientras saltaba más alto, fingiendo coger mi beso en el aire. Risas y
aplausos aun sonaban con claridad al fondo cuando bajé del escenario. Seth estaba esperándome,
sonriendo, e intercambiamos abrazos.

—Mis manos aún están temblando —confesé.

Seth rodó los ojos.

— ¡Estuviste fantástica ahí!

Nos miramos el uno al otro y entonces comenzamos a saltar como locos. ¡Dios! Eso había sido difícil,
hacer de anfitriona de una fiesta de una corporación de Fortune 500¹ y con miles de empleados de
todos los niveles asistiendo.

—Ejem.

Aún apretando los manos del otro, giramos hacia el sonido.

Oh Dios mío, era Edward con su madre.

Seth y yo rápidamente nos liberamos del otro, con las caras sonrojándose.

—Mi madre quería felicitar a la anfitriona por su trabajo bien hecho — dijo Edward, sus ojos en
los míos mientras mis ojos estaban en… cualquier otro lugar menos en él. Incluso así, no pude evitar
robar un vistazo a su apariencia.

Mal error… Estaba, como, demasiado caliente para ser verdad.

El pelo de Edward estaba repasado en un estilo suave. Debería haberle hecho verse totalmente ruin y
mayor, pero no, maldición, solo se veía más noble, como un jodido príncipe europeo. Era todo un
Antiguo Mundo de glamour, y su blazer incluso tenía faldones, su precioso corte enfatizando el
impresionante ancho de sus hombros y altura.

—Mamá, ya conoces Bella, y él es su amigo Seth. Ambos son nuevos ejecutivos en nuestro
departamento de mercadeo.

Podía sentir a Edward disponiéndome a mirarlo, pero resistí el magnético poder de su mirada. Odiaba
como incluso después de todo lo que había hecho, aun me sintiese atraída por él, una polilla adicta a
quemarse una y otra vez.
—Seth, Bella, ¿Ya conocen a mi madre, Esme Cullen?

—Buenas tardes, Señora Cullen —murmuramos Seth y yo al unísono.

La madre de Edward era hermosa, y de hecho una versión mayor y femenina de él. Tenía un
imponente aire sobre sí, la edad solo añadiendo una atemporal calidad a su belleza. Había
especulación en sus brillantes ojos verdes cuando se giró hacia mí tras hablar con Seth.

Seth de repente estiró el cuello.

—Oh, creo que mi amigo acaba de llegar. Discúlpenme. —Desapareció un instante después, el
traidor.

—Realmente lo hiciste bien ahí, querida —dijo Esme como amablemente nos pedía llamarla, con
una cálida sonrisa. Era muy pequeña, y su chal, hacía de un falso pelaje de nieve blanca, la cual
encajaba con su figura oscura colgando, la hacía verse incluso más pequeña. Pero cuando me miró,
supe que esta mujer era del tipo que no tenía problemas para nada llevando los pantalones en la
familia.

Y ya que era nuestro Presidente, probablemente lo hacía. Dándome cuenta de que estaba esperando
una respuesta, tartamudeé:

—Solo estoy honrada de que Alice pensase que podía llevar a cabo el trabajo.

Antes de que me diera cuenta, ella me había tomado estábamos atravesando los bordes externos de la
fiesta, multitud. Edward nos seguía por detrás, descendiendo pasos, e hice lo mejor por ignorar la
forma en la que mirándome.

—Eras muy natural en el escenario.

—Umm, gra… gracias.

Tenía la sensación de que estábamos caminando sin sentido, pero ¿quién era yo para decir eso? Por
un momento, me pregunté si esto era el preludio para un pago elevado. Ella podría estar, como, tan
impresionada por mis tareas de anfitriona que estaba añadiendo un cero a mi salario, nunca importaba
si ser anfitriona tenía nada que ver con la búsqueda de márquetin. Pero entonces me di cuenta de que
si me promovía o me daba un aumento de pago, sería también debido a Edward. ¿Qué pasaba si él se
sentía culpable y pensaba que esta era una forma de disculparse?

La decepción hizo que mis hombros se hundieran un poco.

— ¿Hay algo mal?

Dios, ella era intuitiva. Forzando una sonrisa, dije:

—Solo estoy mareada. Y aliviada de que sobreviví al ser anfitriona de su cumpleaños. —


Congelada entonces añadí con prisa—: Oh Dios mío, lamento olvidar felicitarla de nuevo. Feliz
cumpleaños, Señora Cullen.

—Está bien y Esme, por favor. —Sus ojos titilaron—. Pero también puedes llamarme "Mamá" si
quieres.

Mi mandíbula se abrió.

Dejó salir una risa, la cual sonaba demasiado racheada para alguien que parecía tan refinado. Sin
siquiera mirar sobre su hombro, dijo a su hijo.

—Déjanos durante un rato, querido. Te llamaré cuando termine.

—Madre —escuché decir a Edward desde detrás en un tono de advertencia.


La voz de Esme se volvió dura.

—Márchate.

Torcí la cabeza y estuve sorprendida al ver a Edward yéndose ya. Sí, entonces eso lo hacía oficial.
Esme definitivamente era la jefa en su familia. Cuando miré atrás, Esme estaba sonriendo amablemente
de nuevo. Pero esta vez, no estaba tan liada.

— ¿Señora? —pregunté muy respetuosamente.

Sonrió.

—Oh, cariño, no tienes motivo para estar asustada de una pequeña anciana como yo.

Silenciosamente, no estaba de acuerdo.

—¿Tú y mi hijo están desparejados el uno con el otro, no?

¿Quién sabía que Edward sería tal soplón?

Tosiendo, dije vagamente:

—Umm…

Sonrió con suficiencia.

¡Oh Dios mío, así que de ella era de donde Edward heredó sus formas de reír con suficiencia!

—Querida —suspiró—, hay algo que tengo que decirte sobre mi hijo —Algo en su tono me hizo
estremecerme—. Es un burro. Lo quiero, es mi hijo, pero es un burro.

Bien. Totalmente no veía venir eso, pero oye, si ella quería llamar a Edward con la palabra B entonces
no tenía ningún problema con eso.

Suspiró de nuevo.

—En realidad, es mi culpa.

Miró alrededor, sus ojos buscando a Edward. Él permanecía opuesto a nosotras, al otro extremo de la
fiesta, una copa de algún licor de color oscuro en sus manos. Cuando nos vio mirándolo, su cabeza se
ladeó a un lado con desconfianza, una ceja levantándose.

—Tal vez algún día, cuando estés más tiempo con él, te diré porque. Probablemente tenga
que hacerlo, de una u otra forma.

Sus palabras eran tan cripticas que no pude evitar preguntarme lo que ella y Edward parecían estar
escondiendo de todo el mundo. Esme de repente levantó la mano y la ondeó. En unos segundos,
Edward estaba a nuestro lado y Esme le estaba diciendo que me llevase a la pista de baile.

¡Guao!

—Yo… —En realidad no podía decir "no," no con Esme sonriéndonos expectantemente y con todos
mirando en nuestra dirección.

Edward sonrió a su madre y ella respondió con una sonrisa.

—Eres bienvenida.

Y entonces Edward estaba llevándome hasta la pista de baile, susmanos alcanzando mi cintura
mientras el DJ reproducía una lenta mezclade algo entre One Republic y Ne-Yo.
Me puse rígida en el círculo de sus brazos.

—Mírame, Bella.

—No.

Me forcé a sonreír cuando me di cuenta de que muchas personas estaban mirándonos. Actuar con
rigidez era esperado, él era el CEO y yo no lo era, pero parecer enfadada significaba tener algo más
entre nosotros. Pero Dios, se sentía tan increíblemente bien estar de regreso en sus brazos.
Demasiado bien.

Edward dijo severamente:

—Lo siento —Mantuve la mirada tercamente sobre sus hombros incluso cuando mi estómago se
retorció ante la irregular sinceridad en su voz—. La cagué —No puedo creerlo, no puedo escucharlo,
no puedo—. Le hablé a mi madre de ti. Le conté todo.

Mi cabeza se levantó ante eso.

— ¿Tú qué?

Sus ojos me perforaron.

—No querías hablar conmigo, y no sabía cómo llegar a ti.

— ¿Pe… pero, por qué tu madre?

— ¿Me veo del tipo que tiene una novia platónica?

Tenía un punto, pero… lo miré.

—En serio, ¿tu madre?

Edward soltó:

—Era o mi madre o Alice. ¿Preferías que en su lugar hablase con tu jefa?

Maldición. También tenía un punto con eso.

Edward parecía visiblemente intentando encontrar las siguientes palabras para decir. Era raro para él
estar perdido por las palabras, y no podía evitar mirarlo incluso mientras todo mi cuerpo hormigueaba
en aguda conciencia de su cercanía, su esencia, su gran dureza.

—Bella… nunca tuve una relación en toda mi vida.

Tropecé, o lo habría hecho si él no me hubiera atrapado con rapidez, sus manos ajustándose a mi
cintura. Mis ojos estaban conectados con los suyos, los cuales resplandecían con emoción.

— ¿Nunca? —susurré.

Bruscamente dijo:

—Había una chica con la que salí brevemente cuando era un adolescente, pero además de
eso… nunca encontré un motivo para atarme a una mujer, nunca estuve interesado en ser
fiel.

Su agarre se ajustó incluso más, dijo:

—Odiaba como siempre parecías tener la delantera entre los dos, nunca dándome una
respuesta correcta…
— ¡Por qué siempre estás preguntando cosas que no tienes derecho a preguntar! —grité
medianamente.

Edward tosió. Eso fue suficiente para recordarme que teníamos audiencia, y una muy interesada en
esto. Bajando la voz con retraso, añadí.

—Señor —Sus ojos se rieron de mí, y la secreta y malvada sonrisa que tanto amaba volvió a aparecer
en sus labios cuando hice una mueca hacia él—. Mañana las personas van a hablar de nosotros
—murmuré—. Ahora debería marcharme…

—No. —La risa se fue de sus ojos, reemplazada por un furioso brillo—. No te marches. —Sus manos
se ajustaron en torno a mi cintura, Edward murmuró—: aún no hemos hablado sobre nosotros.

—Edward…

—Lo siento por arruinarlo. Puedo decirlo una y otra vez, pero no cambiará las cosas. Dame
otra oportunidad y esta vez será diferente.

Deseaba tanto creerle, pero ya me ha herido y dejado colgando dos veces. Sacudiendo la cabeza,
murmuré:

—Te perdono, Edward, pero…

—Una oportunidad más, Bella. Eso es todo lo que pido.

No, no, no, mi cabeza protestaba de modo estridente, pero era demasiado tarde. Edward está bajo mi
piel de nuevo y ha encontrado su camino de regreso a mi corazón.

—Solo dame tiempo y espacio para pensar —dije.

—Bien.

Justo cuando pensé que eso era todo lo que iba a decir, y eso era francamente decepcionante, Edward
habló de nuevo.

—Pero quiero que sepas… no solo es sexo entre nosotros, Bella. —La música estaba oscilando
para cambiar de tiempos, y de repente él me dio vueltas. Cuando lo hizo, dijo—: Me importas.

Entonces estaba conduciéndome de regreso a Seth. Literalmente estuve conmocionada por más que
unos pocos minutos, incapaz de creer que Edward Cullen hubiese hecho tal declaración. Desde la
primera vez que nos vimos, siempre había sido sexo entre nosotros, o al menos pensé que lo había
sido para él hasta ahora.

Me importas.

Oh Dios mío, oh Dios mío. Edward con su abiertamente magnetismo sexual me dejaba sin aliento, su
polla un arma contra la que yo estaba indefensa. ¿Pero a Edward en realidad le está creciendo un
corazón?

—Seth.

Estaba de nuevo siendo habladora, y estaba muriéndome por decirle a alguien lo que acababa de
ocurrir. Seth dio una mirada a mi embelesada expresión y comenzó a reír. Tampoco pude evitar reír, mi
corazón aun derritiéndose por las palabras de Edward. Era la primera vez que me había hecho sentir
suave y blanda en lugar de caliente y húmeda. Era… una buena sensación.

—Seth.

Fue todo lo que pude decir.


Seth me palmeó la mano.

—Lo sé, umm, lo sé.

Edward me gustaba. Se preocupaba por mí. Ahora estaba muy segura de eso. Volví a girarme hacia
Seth, intentando compartir con él las que fueron las palabras de despedida de Edward, mucho mejores
que la última vez, ¿verdad? En su lugar me encontré mirando al Señor Arréglalo. Quiero decir, a Embry.
Señor, tenía que parar de pensar en él como el chico que resolvía mis problemas. Porque no podía ser
eso. En el futuro, sería Edward quien estaría arreglando mis problemas ya que me gustaba, se
preocupaba por mí, estaba ena… Mala Bella, mala Bella. Para de saltar a conclusiones.

— ¿Le gustaría bailar, Señorita Swan?

Sin pensarlo, miré sobre el hombro, buscando un par de ojos esmeralda. En poco tiempo, encontré la
irónica mirada de Edward entendiendo la situación. Dejé salir un suspiro de alivio, sorprendida porque
no fuera a enloquecer.

Mi teléfono sonó.

Con el corazón acelerándose, sabiendo quien sería antes de que viese el nombre de Edward en la
pantalla, cliqué el mensaje para abrirlo.

No creas que no estoy celoso. Lo estoy. Jodidamente mucho.

Las palabras me hicieron sonreír, los dedos de mis pies se curvaron, y mi cara se calentó.

Ah. Edward y sus rudas palabras románticas, ¿qué dijo sobre mí de que no podía conseguir
suficiente de su única forma de mostrarme, umm, molesta?

Embry me ofreció su mano.

— ¿Deberíamos?

Tomándola, reí cuando de inmediato me llevó a la pista de baile con un pequeño giro. Tuve un gran
momento bailando con él, y cualquier número de otros hombres. No hubo un momento que tuviese para
mí misma, con un chico tras otro pidiendo bailar conmigo. Y lo hice, con todos. Me halagaron
escandalosamente y me pidieron mi número. Me sentía como la bella de la fiesta, sin embargo sabía
que no era porque fuera la chica más guapa de la habitación. Era porque pensaban que Edward
estaba interesado en mí, y yo lo había rechazado. Que tuviese mi "marca de valor" elevaba la belleza
en los ojos de los hombres.

Edward no estaba haciendo nada para parar las especulaciones, permaneciendo al lado de su madre a
lo largo de la tarde, nunca bailando con nadie más. Una hora después, mi teléfono sonó de nuevo y no
pude sacarlo con suficiente rapidez.

¿Bailas conmigo?

Sonriendo, escribí mi respuesta.

No.

Déjame ver lo que puedes decir a eso, pensé, casi canturreando para mí misma. Un camarero me
ofreció champan y pensé que normalmente no bebería ningún tipo de licor, me encontré aceptando una
copa de champán.

El teléfono sonó justo cuando estaba llevándome la copa a los labios.

¿Tienes sexo conmigo?

Me atraganté con el champán.


¹Fortune 500: Es un título usado para describir las 500 compañías enlistadas por la revista Fortune
por haber ganado el mayor ingreso, después de impuestos en el año, entre las compañías públicas.

Nuevo Capuitulo! Espero que les guste! Y que Bella se haga del rogar! Mujer por dios hazlo
rogar! Que tal la converzacion de Esme y Bella? Seguro seran muy buenas amigas.

El link del grupo esta en mi perfil. Y si no la han leido las invito a leer el ¿Three Shot? que
estoy adaptando hoy subí el segundo capitulo, el miércoles subo el ultimo.

Agradezco sus comentarios/favoritos y follows

XOXO

Marce
*Chapter 7*: Chapter 7
Ni la historia, ni los personajes me pertenecen, la historia es de Marian Tee, y los personajes
de Stephenie Meyer. Yo solo los tome prestados.

Chicas aquí esta la continuación de "Perseguida", para quienes no han leído la historia antes
mencionada, les recomiendo que la lean antes de iniciar con esta.

Lección #7

Algunas veces, necesitas tomar una decisión sobre tu multimillonario:

Joder o ser jodido

Era lunes de nuevo y tenía dos notas y un misterioso post-it rojo en mi pantalla LCD. A estas alturas
había renunciado a vencer a Alice en el trabajo. Había llegado incluso una hora más temprano de mi
hora de entrada pero he aquí que Alice ya estaba en su oficina tomando su capuchino para cuando
entré apresurada.

La primer nota era un mensaje de felicitación. O al menos asumí que lo era ya que el setenta por ciento
estaba escrito en francés. Realmente un día tenía que decirle a Alice que mis habilidades multilingües
no se extendían exactamente hacia su lengua nativa.

La segunda nota me hizo pasar saliva.

¿Crees que manga obsceno basado en la secundaria sería aceptado por la audiencia de TV
americana?

Explique y presente. Para el viernes.

Solo con mi suerte se consigue esta pregunta…esta sería mucho más fácil para Heidi, que no tenía
ningún problema en hablar de algo sexual en público. El viernes pasado en el evento, la escuché
preguntarle a Edward muy inocentemente si pensaba que su pecho era demasiado grande.

Sí. Lo sé. Quería vomitar después de eso.

Viendo la preocupante nota de Charli, reflexioné sobre mis opciones. Dios, obscenidad en la
secundaria, era muy difícil de abordar. Si pensabas en las escenas de cama y en la obscenidad en las
series de Gossip Girl o en Diarios de Vampiros eran calientes, esperar que leyeran Shoujo manga¹ por
decir de Kanan Minami. Esa chica había redefinido lo que era el sexo en la secundaria.

Dando un vistazo a Seth, lo vi frunciendo el ceño hacia sus notas.

— ¿Difícil tarea para el viernes?

Asintió, con emoción.

—Súper sí.

Me reí, los nervios soltándose un poco de mi estómago con la nueva palabra de Seth. Amaba cuando
hacia eso. Mirando nuevamente mi LCD, me di cuenta que había dejado un post-it. Quitándolo,
reconocí la letra inmediatamente.

Edward.

Solo de pensar en él escribiendo esta nota me quitaba el aliento. Sentía como si me hubiera escrito una
carta de amor, lo cual era totalmente romántico y totalmente diferente en él. Me encantaba.
Te extraño.

Saqué mi celular de la bolsa, incapaz de mantenerme sin darle una respuesta asi que le mandé un
texto.

Tengo tu nota.

Me contestó el texto inmediatamente.

Esa no es la respuesta que estaba esperando.

No me molesté en contestarle, pero estuve sonriendo todo el tiempo que estuve en el trabajo. Ya eran
las doce y treinta cuando Seth me fastidiaba con ir a almorzar con él. Aparentemente, el novio oficial del
chico estaba almorzando en el 25/F, lo cual significaba para Seth que no se iría con él.

La cafetería estaba más bulliciosa que lo normal. Parecía que cada uno de los presentes continuaba
hablando de la fiesta del Viernes pasado y cada persona que pasaba a su lado me felicitaban o me
miraban. Bueno, la mayoría de las mujeres me miraban. También los hombres…

Me di cuenta que me estaba acercando más y más a Seth hasta que prácticamente me estaba
escondiendo atrás de él. No era muy fácil hacerlo, con mis tacones de diez centímetros que hacían que
sobresaliera a él. De hecho los hombres solo se codeaban el uno al otro cuando pasaba cerca de ellos
y algunos hasta me guiñaron el ojo.

—Eres la sensación de la noche, querida —exclamó Seth.

Chico, desearía que fuera verdad. Si era así, entonces quería decir que todo el extraño furor
desaparecería mañana, ¿cierto? Mientras Seth y yo hacíamos fila en la estación americana, una
vozdetrás de mí preguntó:

— ¿Almuerzo tarde?

Oh, Dios, oh Dios, oh mi…

Era él. Seguro que era él. Había reconocido la voz de Edward pero una parte de mí no podía creer que
lo volvería a ver tan temprano. Cálmate, cálmate, me dije mientras plantaba una sonrisa en mis labios,
tratando de ignorar la forma en que mi corazón estaba cerca de salirse de mi pecho por la emoción.
Edward se veía absolutamente sofisticado y hermoso con su traje blanco y negro y sin su corbata
habitual. Sus ojos vagaron posesivamente sobre mí y traté de no retorcerme cuando su mirada viajo
lentamente hacia mis piernas desnudas.

Recordé su pregunta de antes, agarré mi bandeja vacía y dije:

—Alice nos dio mucho trabajo para esta semana.

Asintió en acuerdo.

—La presentación del viernes, ¿cierto?

Mis ojos se abrieron.

— ¿Estarás ahí?

—Bella —dijo muy despacio—. ¿Crees que perderé la oportunidad de verte brillar?

Oh, Dios. Por favor que alguien me ayude a mantener mi corazón o será derretido en cualquier
segundo.

—El que sigue —dijo la mesera frente a mí de forma impaciente. Y luego sus ojos se iluminaron
cuando vio a Edward a un lado mío—. ¿Señor? — Se inclinó para tomar la bandeja de Edward y yo de
mala gana me alejé.

—Disfruta tu almuerzo Bella —murmuró.

—Tú también —dije tímidamente.

Sonrió.

Yo flotaba.

Seth había encontrado una mesa para nosotros y me estaba sonriendo cuando me uní a él.

—Tu cara está roja —me dijo mientras ponía mi charola sobre la mesa.

— ¿Si? —Controlé la urgencia de abanicarme—. Supongo que es solo que está haciendo mucho
calor.

Seth, sonrió satisfecho.

— ¡Lo digo en serio!

—Sí, sí, he oído eso antes.

Me hizo sentir a la defensiva y avergonzada al mismo tiempo. A punto de contestar otra vez, me
encontré rodeada por otro pequeño grupo de chicos y los reconocí como los más nuevos agentes de
ventas recientemente contratados.

—Em… ¿sí? —pregunté vacilante. Eso parecía ser una señal y todos se lanzaron a su propia
conversación, eso me hizo reír. Unos minutos después, en medio de una conversación
vergonzosamente halagadora con los chicos acerca de cómo no era muy hermosa, mi teléfono vibró.

Sigo jodidamente celoso.

No respondí, pero esas tres palabras me habían mareado y confundido durante todo el día. Un minuto
estaba pensando en sus palabras una y otra vez. Y al siguiente minuto estaba molesta, diciéndome que
no debería estar así de feliz. Si le enviara a Edward el mismo tipo de texto, no estaría igual de feliz que
yo. Probablemente estaría, todo arrogante y sonriendo con suficiencia, pensando que era tiempo de
que admitiera lo irresistible que era.

El reloj digital marcó las siete de la tarde al tiempo en que terminaba con el trabajo y estaba sola en la
oficina desde que se había marchado Seth hacía una hora. Estiré mis brazos sobre mi cabeza
lentamente y sin prisa, disfrutando el alivio de la tensión en mis músculos y coyunturas.

Edward no me había llamado, desde hacía horas. Sabía, que no debía estar afectada por eso, pero lo
estaba. Y estaba muy enojada conmigo misma porque estaba preocupada… Detente Bella. Eso de ir de
un extremo a otro con Edward, me estaba convirtiendo en una Alicia Silverstone en su película
Despistados. Cuando usualmente solo llego a ser como Reese Witherspoon en Legalmente rubia. Esto
era mucho peor. Suspirando, hice clic en el acceso directo para guardar mi archivo y me puse de pie.
Relájate, Bella. Necesito dejar de obsesionarme con Edward. Me pongo de puntas, estirándome de
vuelta.

— ¿Cansada?

Me congelé.

¡Oh, Dios mío! ¿Por qué estaba aquí?

Girándome lentamente, vi a Edward recargado sobre la puerta, sin su saco, su camisa colgando suelta
sobre su pantalón y algunos botones desabrochados, revelando más de lo usual de su glorioso y duro
pecho.
—Pensé que estarías fuera todo el día —dije bruscamente.

Me había mandado un texto esta tarde diciendo que tendría que salir de la oficina. Había contestado
con un simple mensaje que decía Cuídate, todo el tiempo estuve tratando de no pensar en que sonaba
como si fuese un novio.

—Vine a recoger unos documentos y vi que las luces seguían prendidas aquí.

—Ah. —Empecé a arreglar mis cosas—. Bueno ¿y a dónde vas ahora?

— ¿Bella?

— ¿Si?

Caminó hacia mí y se detuvo justo antes de mi cubículo, dejando unos centímetros de distancia entre
nosotros. Por alguna razón, odié que hiciera eso, poner espacio entre nosotros.

Sabía que eso era tonto, pero así era como me sentía.

— ¿Por qué tengo el presentimiento de que algo no está bien? —dijo arrastrando las palabras.

Era inteligente, ¡realmente inteligente!, sabía que no podía ser un multimillonario sin ser inteligente. Me
encogí de hombros con inquietud.

—No lo sé. —Mentí.

—Bella. —Su voz tenía una nota de advertencia.

Continué recogiendo mis cosas pero solo estaba haciendo tiempo con algo que no duraba más de un
par de minutos. Me forcé a mirarlo.

—Es solo que… — ¡Diablos! ¿Cómo iba a decir esto?

— ¿Qué es?

—Es raro. —Estallé.

Levantó una ceja.

En el momento en que empecé a hablar, era como si no pudiera parar.

—Cada vez que me miras, ¡Es extraño! Cada vez que pienso en ti, ¡Es raro! y creo que no es
justo porque ¡No es como me siento normalmente contigo! ¡Tú hablas conmigo como si fuera
algo cotidiano pero yo cuando hablo contigo es como si me quedara sin aliento!

Y luego me di cuenta de lo que acababa de revelar. Jadeé y tapé mi boca con la mano. Mi grandísima
boca indiscreta. Pero cuando miré a Edward, no estaba sonriendo como me lo esperaba. De hecho, se
veía…furioso.

—Quizás no eres tan sensible como piensas —replicó.

— ¿Qué?

— ¿Cómo crees que me siento yo? Con todos esos jodidos hombres de aquí que pueden
verte y hablarte libremente pero yo no tengo permitido hacer eso, ¿O sí? Soy el que corteja
pero no le puedo decir a nadie eso y ¡No puedo advertir a los otros hombres para que se
larguen! —Me dio otramirada irritado—. ¿Y crees que eso no me afecta?

¡Vaya!
Quería aventarme hacia él pero me contuve. Tomó cada parte de mi control pero lo logré.

— ¡Bien!

Me miró.

Alcé los hombros con impotencia.

— ¿Quieres que mienta? Estás fuera de mi liga, Edward. Así que yo soy muy feliz de ver que
te afecta.

— ¿Te cortejaría si no me importaras? —Gruñó.

Quería consolarlo, pero no sabía cómo. O quizás aún no estaba lista.

Suspiré.

—Sé que eres impaciente. Pero es demasiado pronto. No es el tiempo correcto. —Lo miré
suplicante—. Lo entiendes, ¿verdad?

Puso sus manos dentro de los bolsillos y asintió.

—Pero tienes que confiar en mi algún día. Lo haces o no, Bella. Sé que la cagué. Admito que
cometí un error. Pero tenemos que superarlo. Si tú no quieres… entonces no hay razón para
que continúe cortejándote, ¿Cierto?

Asentí.

Nos miramos el uno al otro, con nuestras miradas tratando de ocultar las emociones que estábamos
sintiendo. Dijo lentamente:

— ¿Quizás pueda llevarte a tu casa?

¿Carro deportivo o autobús?

Era muy obvio.

—Quizás después —respondí en voz baja.

El autobús era mucho más seguro para mi corazón. Se puso rígido y sabía que estaba así porque era
del tipo que no aceptaba un rechazo tan fácilmente.

Forcé una sonrisa.

—Entonces, nos vemos mañana, ¿De acuerdo? —Esperaba que él sefuera o dijera algo, que
hiciera cualquier cosa que me dijera como estabacon él.

Edward finalmente me miró, su cara imperturbable. Se hizo a un lado.

Mi corazón dio un vuelco, de una mala manera. Eso fue muy simbólico para mí y por un instante, pude
imaginar que tan terrible me sentiría si el realmente se hiciera a un lado y dejara de buscarme.

—Nos vemos mañana —dijo solo por educación.

Caminando por un lado de donde estaba él con las piernas temblorosas, sentía su mirada en mi todo el
camino en que salía de mi oficina. Odié como él era tan indeciso, pero ahora me daba cuenta que yo
hacía lo mismo con él. Sin embargo, no era correcto y todo lo que podía hacer era sentirme mal.

Algo tenía que dar, pero no estaba segura de qué y eso me asustaba.
¹Shoujo Manga: Manga dirigido a mujeres con temas románticos y algunas veces homosexual.

Nuevo capitulo, recuerden que el link del grupo lo encuentran en mi perfil.

Gracias por su apoyo! Nos leemos el Sabado (=

XOXO

Marce
*Chapter 8*: Chapter 8
Ni la historia, ni los personajes me pertenecen, la historia es de Marian Tee, y los personajes
de Stephenie Meyer. Yo solo los tome prestados.

Chicas aquí esta la continuación de "Perseguida", para quienes no han leído la historia antes
mencionada, les recomiendo que la lean antes de iniciar con esta.

Lección #8

La única especie de trío que su multimillonario entiende:

Tendrá algo que ver con otra mujer y contigo.

Los días de la semana se veían especialmente largos cuando pensaba en Edward pero parecían
demasiados cortos cuando me concentraba en mi trabajo. Todavía no podía hacer a mi mente
decidirme por él.

¿Confiaba en él? ¿Lo amaba o estaba cegada por cuan encantador y seductor él era?

El martes fue complicado. Edward me había llamado, pero no estaba en su usual forma de humor
retorcido y nos sentimos aliviados cuando recibió la llamada urgente para una reunión de negocios vía
skype con su asistente en países bajos.

El miércoles fue un poco mejor. Edward me preguntó si quería salir, y en un impulso lo invité para que
me acompañe a la iglesia. Arrodillados en el banco de la iglesia lado a lado, cuando miré el enorme
crucifijo dorado delante de mí, me di cuenta de que quería orar para pedir algo que no debería pedir.

Quiero decir, Dios, ¿era, como, padre en el cielo correcto? Entonces no podría orar bien, querido Dios,
por favor has las cosas bien entre Edward y yo porque quiero que sea el único que tome mi virginidad.

El jueves también fue bueno, fuimos al cine. Esperé con un soplo de ansiedad todo el tiempo para que
Edward hiciera un movimiento pero no lo hizo. Cuando fuimos a casa, tuve un momento difícil
recordando acerca de se trataba la película, podría fácilmente escribir unas cincuenta páginas de
comentario de cuán bien olía Edward. En la oscuridad del teatro su esencia, la cual tenía una pisca de
su picante colonia, tejía un seductivo hechizo que me tenía literalmente temblando en un esfuerzo para
no ser la primera en tocarlo.

Oh, Edward, ¿Qué debo hacer contigo?

Y el viernes llegó, y tenía que hacer otra presentación. Estábamos en otra sala de conferencia, más
grande que la anterior. Casi me siento como ricitos de oro, dando saltitos cada vez más largos de una
cama a otra, solo que esta vez conseguí un escenario que se hace cada vez más grande y magnífico.
De hecho, este incluso tenía cortinas de seis metros.

Me tocaba de última otra vez, y cuando escuché a Seth terminar su presentación, revisé mi reflejo en el
espejo una última vez. Tenía un vestido negro corto, cuello de tortuga, con mangas largas ajustadas
que se adecuaba a mi figura a la perfección, también tenía puestas mis gafas de lectura, no porque las
necesitara (solo las usaba esta noche) si no porque quería verme sexy y seria al mismo tiempo.

Si, sabía que era tonta pero ¿y qué? Esto me daba una falsa confianza.

Hay dos formas de mirar el estilo japonés obsceno. Uno es considerarlo suave porno o la más decente
versión de hentai. La otra es también describirlo como esa clase de contenido sugestivo o escenas
sexualmente explícitas que son, sin embargo, testimonios prestados y añadirle algo a la historia.

El sexo entre parejas jóvenes de escuela secundaria en la Tv es algo que usualmente vemos, pero no
en la medida de cómo se dibuja en manga. Es más grafico, sensual, sexy y simplemente caliente, puede
fácilmente causar en el público indignación. Pero… el sexo se vende. Y sé que al final del día, eso
importa mucho. Si Kastien Inc. escoge adaptar la manga obscena para la televisión americana, solo
propongo una cosa: mostrar las consecuencias del sexo en jóvenes en las escuelas secundarias. Si
nosotros hacemos nuestra propia versión de esto finalmente, que sea así. Los padres pueden decir
todo lo que quieran acerca del sexo, pero al final ellos no pueden culpar a nuestra compañía por no
tomar la oportunidad de educar jóvenes espectadores acerca de la más dura realidad de sexo sin
planificación y protección.

Cuando terminé mi reporte, casi lloro. Sexo no era una palabra que podría decir fácilmente a una sala
llena de personas por mucho tiempo, mi voz se quebró mientras aún hablaba. Era duro porque no
estaba segura si estaba sugiriendo lo correcto. Todo lo que sabía era que creía en eso.

Pero entonces la gente empezó a aplaudir de pie. Cuando las luces se encendieron, inmediatamente vi
a Edward parado en la parte de atrás del salón, aplaudiendo también, sus ojos calientes sobre mí.
Cuando Alice tomó su lugar, pude sentir a Edward observándome, me puse nerviosa y mareada,
entonces me senté, me di la vuelta, y levanté la mirada hacia Heidi, sus ojos me atravesaban.
Rápidamente me di la vuelta e hice un rodeo hacia Seth. Ahora no era el mejor momento para tener
una cara a cara con ella por Edward.

Alice bromeaba sobre mí siendo la mejor elección sobre el tema. Dijo que era un buen ejemplo de las
regiones conservadoras de América porque yo todavía no podía ni siquiera pronunciar la palabra
"sexo" sin llorar. Me sonrojé en el momento justo y eso provocó que todos rieran aun más.

Los comentarios fueron positivos por el resultado de la conferencia. Cuando Seth y yo caminábamos
fuera de la oficina casi todos por los que pasábamos nos felicitaron. Honestamente, me hizo sentir una
superestrella. Una superestrella que estaba caminando a paso de caracol porque todavía había una
persona quien no me había felicitado.

—Bella —llamó Seth impacientemente.

Me detuve cerca de la sala de bebidas.

—Umm, estoy sedienta. Te alcanzo en un momento. —Era una mentira, claro. Estaba esperando
por Edward. Seguramente aparecería en cualquier momento.

Inclinándome, tragué varias bocanadas de agua. Pero al mismo tiempo me enderecé, alguien ya estaba
cerca de mí. Mi corazón empezó a latir rápidamente.

Era… Edward, no.

La sonrisa de Embry se volvió irónica.

— ¿Decepcionada de mi?

Estaba instantáneamente horrorizada.

— ¡Oh, no! ¡No, absolutamente! —Dios, aspiré mintiendo.

Su sonrisa se amplió.

—Está todo bien. Solo quería felicitarte. Escuché que hiciste realmente un buen trabajo esta
tarde.

—Gracias. —Estaba haciendo mi mejor esfuerzo para no ruborizarme pero fue imposible. La forma en
que Embry me miraba nunca fallaba para hacerme sentir deseable y tímida todo al mismo tiempo. Era
una lástima que me sintiera como si yo, bueno, perteneciera a alguien más.

Embry se aclaró la garganta y lo miré con sorpresa ya que esta era la primera vez que él sonaba
menos que en su usual tono seguro de sí mismo.
—Entonces… esto va sonar fuera de lugar pero realmente me gustaría invitarte alguna vez a
celebrar tu futura promoción ¿quizás?

—Ahí no hay promoción —protesté riendo.

—Pero en serio, ¿qué tal una cena?

—Uhh…—Y entonces fue cuando me di cuenta de Edward parado a una corta distancia, su mirada
entrecerrada.

¡Oh, mierda! ¿El escuchó a Embry preguntándome?

Embry se volteó curiosamente, siguiendo mi mirada y estaba visiblemente sobresaltado cuando vio la
mirada de Edward sobre nosotros.

—Señor. Cullen —murmuró saludando.

Edward, nos dio un corto asentimiento antes de volver a su oficina.

Mierda… Esto no era nada bueno.

Volviendo hacia Embry, Tartamudeé un…

—Lo siento no puedo. Estoy… estoy saliendo con alguien más. —Ahí. Lo dije.

¡Oh mi Dios le dije que estaba saliendo con Edward Cullen!

El tono de decepción de Embry, me hizo sentir culpable cuando dijo graciosamente:

—Ah. Mi derrota entonces.

Cuando se fue, miré hacia la puerta de la oficina de Edward expectante, esperando que él viniera. Pero
minutos pasaron y no lo hizo.

Oh.

Mi cabeza cayó abrumada, caminé lentamente hacia Seth que podría todavía estar esperándome.
¿Estaba loco? El pensó que yo era… La puerta de la oficina de Edward se abrió cuando ya casi había
pasado por ella. Antes de saberlo, estaba siendo jalada hacia adentro, la puerta cerrada de golpe
detrás de mí, y Edward fruncía el ceño con una mirada de furia y celos en su cara cuando me empujo
hacia la pared.

— ¡Edward!

— ¿Dijiste "si"? —gruñó, sus manos golpeaban contra la puerta a cada lado de mi cabeza,
eficazmente aprisionándome alrededor de sus brazos, y sabía que no había mejor lugar donde me
gustaría estar.

Sacudiendo mi cabeza, dije sin aliento:

—No

Deseaba tanto que me besara ahora. De hecho, lo esperaba. Cada vez que el estaba celoso, eso era
lo que hacía. Pero en este momento, se mantuvo mirándome y empecé a ponerme nerviosa.

Edward lentamente se alejó.

Mi corazón inmóvil.

—Esto no va a funcionar.
Mierda. Joder. Demonios. Que era lo que estaba diciendo.

Era irónico como esas palabras me hicieron darme cuenta que estaba a medio camino de enamorarme
de Edward, había sido así desde el principio. Pero tenía mi orgullo. Así que me empuje fuera de la
pared y dije rígidamente:

—Ya veo.

—Es inútil —continuó, pasando una mano por su cabello—. Lo siento, Bella, se que lo prometí
pero…

—Está bien —dije tontamente. ¿Que más había ahí que decir? Estaba segura como el demonio que
no iba a rogarle para volver.

Edward se vio sorprendido.

— ¿Está bien?

Forcé una mirada sorprendida.

—Sí.

Me miró, entrecerrando los ojos.

— ¿Entonces cuál es tu respuesta?

—Yo… —Espera. ¿Qué dijo? Aclaré mi garganta—. Bueno… — ¿Qué quiso decir?

—No necesito que digas que saldrás conmigo inmediatamente pero si tu pudieras darme una
maldita prueba acerca de cómo te sientes… — murmuró.

Edward me dio una mirada acusadora.

—Toda la maldita semana ha sido dura. Era un infierno no tocarte aun cuando te tenía sola
conmigo todas estas noches. Quería que te dieras cuenta que esto entre nosotros no es
solo sexo. Estaba dispuesto a esperar pero cuando vi a ese chico lanzándose hacia ti otra
vez…

Me dio una mirada, como esperando por una respuesta. Cuando todavía no podía hablar, gruñó:

—Di algo, por Dios.

¿Cómo podría cuando me tomó totalmente por sorpresa? Cuando dijo que las cosas no funcionaban
entre nosotros, mi corazón había muerto. Y entonces ahora, está diciendo en no muchas palabras que
no podría continuar sin mí si le daba aún una pequeña señal de que todavía teníamos una oportunidad
para estar juntos.

Quería reír histéricamente.

¿Una oportunidad? ¿Acaso no sabía que tenía cientos de ellas con loca que estaba por él?

Miré hacia él y sentí mi corazón derritiéndose aún más. Hizo que mi corazón se sintiera como helado de
crema frito por el Sol del desierto, todo suave y pegajoso con solo una emocionada mirada de sus ojos
plateados.

Inhalé profundamente varias veces.

Está bien, estoy lista para esto… No.

Inhalé varias veces más.


— ¿Bella? —Su tono alarmado.

Supongo que lo miré como un fantasma ahora mismo. Podía sentir mi sangre dejar mi cuerpo y estaba
solo observando que hacer. Esto era como un enorme paso para mí.

—Yo… yo…— ¡No puedo decirlo!

Así que decidí solo hacerlo en su lugar.

—Bells… —gruñó, su turno de ser tomado por sorpresa

Cuando me lance hacia él, mis labios afortunadamente descansaron de lleno en sus labios. Mi lengua
inmediatamente llegó como dardo en su boca, lo sentí jadear contra mis labios. Eso me hizo sonreír y
cerré mis ojos en total felicidad cuando Edward se recuperó del shock y me tomó en sus manos
inmediatamente arrastrándome cerca mientras profundizaba el beso, su lengua bailando con la mía.

— ¿Es esto real? —susurró contra mis labios.

—Sí —me atraganté.

El beso cambió de dulce a caliente en un instante. Edward tenía mi blusa desabotonada en segundos,
lanzándola con mí sostén al suelo, y entonces estaba empezando con mis pechos casi con adoración.

—Edward. —Podía sentirme sonrojarme toda bajo su mirada.

—Sostén tus pechos para mí —ordenó, su voz fuertemente acentuada.

Con manos temblorosas, seguí sus instrucciones, ahuecando mis pechos arriba como si esperara su
aprobación. Un gruñido bajo y sexy escapó de su boca, haciendo mis dedos enroscarse, y entonces
estaba chupando la punta de mi pezón. Torcí hacia atrás mi cabeza y gemí.

Esto hizo que chupara más fuerte y claro me hizo gemir más alto. Era como un ciclo que nos tenía a los
dos jadeando en necesidad en segundos. Me levantó en sus brazos y me fui alrededor de su cuello.
Estaba todavía respirando fuerte, mis pechos locamente sensibles y adoloridos a cada vez que
rebotaba en sus brazos cuando me movía. Edward usó sus pies para empujar su silla ejecutiva desde
detrás del escritorio hasta el medio de la habitación. Me bajó suavemente sobre él y lo miraba
fascinada sin aliento como el empujaba mi falda y mis bragas de encaje hacia abajo, lanzándolas al piso
como si nada.

Entonces él estaba mirando mi sexo.

Inmediatamente traté de cerrar mis muslos, pero su voz áspera "no" me detuvo.

—Pon tus piernas sobre la reposabrazos, Bella.

Me congelé.

La cara de Edward fue implacable.

—Hazlo —Lentamente, levanté mis piernas y coloqué una a una en el reposabrazos—. Ábrelas más.

Tratando de superar mi vergüenza, empujé mis muslos para abrirlas más con mis manos. Di un grito
cuando Edward lentamente se arrodillo y jadeé cuando el apartó mis pliegues más ampliamente
abiertos como mis muslos.

—Edward. —Tuve que gritar su nombre. Era imposible no hacerlo, con su lengua entera llenado mi
abierto sexo.

Levantó su cabeza, sus ojos brillando con fuerza y deseo como advirtiéndome con dulce suavidad.
—No cierres tus muslos. Mantenlos abiertos para mí.

Mi cuerpo entero se sacudió, presioné mis manos duro contra mis muslos para mantenerlos extendidos,
sollozando mientras veía su cabeza lentamente descender. Y entonces su lengua estaba en mí y grité.
Fue despiadado, su lengua empujando adentro y afuera en un ritmo furiosamente rápido que tenía el
cuarto entero girando alrededor de mi. Estaba tan fuera de mi, de deseo y me sentía perversa
empujando mis muslos más abiertos a medida que pensaba realmente que quería hacer para agarrar
su cabello, así podría hacer que me besara más profundamente.

Edward levantó la cabeza otra vez.

— ¿Te gusta?

— ¿Qué… que crees? —Conseguí jadear.

— ¿Qué creo? —murmuró—. Creo que quiero que ruegues.

Esa sonrisa socarrona que odio y amo estaba en su cara. Repliqué sin aliento:

—No en tu… aaahhh.

Edward estaba ahora succionando mi clítoris mientras empujaba un dedo dentro de mí al mismo tiempo,
mi cadera rosaba para encontrar su boca y dedo mientras se mantenía empujándolos para abrirme
más.

—Ábrete —ordenó mientras succionaba duro mi clítoris y luchaba por obedecer a pesar de que me
sentía que me extendía más allá de mis límites.

— ¿Estás lista para venirte, Bella?

—Sí —grité.

Estaba yéndome ahora, cada orden se sentía obligada por mi necesidad de él y lo que podía hacerle a
mi cuerpo.

—Ruega por esto —gruñó.

— ¡Edward, por favor!

Una mano estaba debajo de mis nalgas y entonces estaba levantándome al mismo tiempo el golpeaba
mi clítoris, su otro dedo empujó profundo y duro en mi interior. Grité mientras me hacia añicos, mis
manos instintivamente presionando mis piernas desinfladas sobre el reposabrazos mientras mi esencia
se mantenía desparramada. Desperté en los brazos de Edward en su sofá, extendida sobre él como
una esclava de un harem intentando convertirme en una manta humana. Pestañeé, un poco aturdida
primero y entonces estaba sonrojada cuando vi su sonrisa. Me hizo recordar que había pasado recién.

—Bienvenida de nuevo, dulzura. —Presionó un beso en mi cabello.

Mi cuerpo entero se estremeció por su beso. Estaba completamente desnuda y el estaba


completamente vestido. Esto debería sentirse mal pero no. Envolví mis brazos más firmemente a su
alrededor. Una risa sorprendida escapó de él antes de envolverme en sus brazos. Me acurruqué más
cerca, mayormente porque me gustaba saber que tenía el derecho de hacer esto.

—Demonios, pero te sientes jodidamente bien en mis brazos —Me reí ó mi barbilla, y mi aliento
atrapó una dulce sonrisa en sus labios—. Es verdad.

Oh, Señor. Edward en un tierno humor era un espectáculo de contemplar.

—Se siente bien, demasiado —admitió tímidamente.


Mientras los minutos pasaron, me encontré lentamente entrando en pánico.

¿Qué había hecho? ¿Qué iba a pasar? ¡No había vuelta atrás ahora! ¡Oh mi Dios, yo iba a tener sexo
con Edward algún día!

— ¿Qué estas pensando?

— ¿Que tú tomaras mi virginidad algún día? —Oh, demonios. ¿Qué dije?

Edward se atragantó. Y debajo de mí, lo sentí volver a la vida.

Me sonrojé.

Viendo eso, gruñó. Tomando mi cara, Edward dijo:

—No es el mejor momento aún pero pronto, muy pronto, tomaré tu virginidad.

Fingiendo un ceño fruncido, repliqué:

— ¿Tan confiado?

Una lenta, sexy, y sin arrepentimiento confidente sonrisa fue su única respuesta. Fue suficiente para
tener mi cuerpo caliente de nuevo. Entonces sus ojos se arrastraron hacia abajo, y jadeé, recordando
tardíamente que estaba todavía desnuda y él no. Miré alrededor salvajemente, maravilladla de cómo
podría conseguir vestirme de nuevo cuando mi ropa estaba toda sobre la oficina.

Edward rió.

—Déjame ayudar a vestirte, corazón.

Se puso de pie, llevándome en sus brazos fácilmente antes de dejarme cuidadosamente deslizarme
abajo a mis pies. Me pare ahí, sintiéndome aun más vergonzosa mientras él recogía primero mi sostén.
Mi cuerpo se estremeció mientras Edward presionaba un beso en cada pezón antes de colocarme mi
sostén y cerrarlo por mí.

Entonces él se arrodilló.

— ¡Edward!

Pero era demasiado tarde. Mis manos se curvaron alrededor de sus abrazos con impotencia mientras
su lengua estaba en mi clítoris alegremente y dulcemente, mordiéndome antes de dejarme ir con una
sonrisa.

Jadeando y adolorida, mire hacia abajo, a él.

—Tú...

Las palabras fallaron en mi y solo podría continuar deslumbrada hacia él, impotentemente mientras
levantaba una de mis piernas hacia arriba, presionando un tierno beso en mi pie antes de ponerme mis
bragas de vuelta. Cuando ambas piernas estaban dentro, Edward empujó hacia arriba con exquisita
lentitud, dándome más tiernos besos en mi piel mientras lo hacía. Al tiempo que lo hacía, yo era un
revoltijo tembloroso, y todo lo que podía pensar era ¿Por qué? ¿Por qué no quería tomar mi virginidad
ahora?

Oh, señor, ¿Por qué nadie me dijo que el deseo sexual no solo nos hacía tontos? ¡Nos hacía zorras a
nosotras, también!

Su risita otra vez, y cuando nuestros ojos se juntaron tuve un sentimiento de preocupación de que él
sabía exactamente donde estaban mis pensamientos.
—Quiero saborearte, corazón —murmuró mientras gentilmente fijaba el collar de mi blusa.

Estaba fascinada con cada movimiento de sus manos y más sobre sus pensamientos y sentimientos
detrás de sus acciones. Edward Cullen estaba arreglando mi collar. Edward, quien prácticamente
delegaba todo lo que tenía que hacer a sus innumerables subalternos.

¡Oh, estaba aturdida!

— ¿Bella?

Pestañeé hacia él.

— ¿Disculpa?

Su ceño fruncido.

—Te hice una pregunta.

Dándole una tímida sonrisa, le dije:

—Lo siento, estaba… —Golpeé mis labios, no queriendo dejarlo saber como de obsesionada estaba
con cada pequeña cosa que hacía.

Levantó una ceja.

Bien, esa pequeña acción era sexy. Todavía tenía a mi cuerpo hormigueando otra vez.

—Estaba solo pensando. —Me escuché a misma diciendo, bien, bien, mintiendo—. Lo que otros
dirían si nos atrapan.

Sus ojos se entrecerraron.

— ¿Atrapados… por quién? ¿El chico que quería llegar a ti?

Eso honestamente me llevó más que unos segundos para recordar a quien se refería como "chico".
Riéndome, dije:

—Tú y yo juntos sabemos que Embry no es un chico, Edward, y no, no me estaba refiriendo a
él. Me estaba refiriendo a cualquiera que trabaje aquí.

—Él es un chico y en cuanto a todos los demás, ¿Qué te preocupa? Tú eres una mujer. Eso
es todo lo que ellos tienen que saber.

Sacudí mi cabeza persistentemente.

—No. Es demasiado pronto. Tenemos que darnos… darnos esta cosa entre nosotros algo de
tiempo, darnos el tiempo de ajustarlo antes que otros sepan acerca de nosotros.

Me miró durante un largo momento.

—Bella, lo digo en serio cuando digo que no voy a cometer el mismo error otra vez… Desde
aquí en adelante, solo seremos tú y yo. Los dos, nosotros, no otra mujer… —Sus ojos
entrecerrados una vez más, su voz espeluznante mientras terminaba—. Y no toleraría algún otro
hombre en tu vida. Y no quiero siquiera tu mirada en algún otro hombre o escuchar el
nombre de otro hombre en tu lengua.

La posesividad en la mirada y palabras de Edward me hicieron temblar, pero no era miedo lo que
estaba sintiendo. Una parte de mi todavía no podía creer que me quería, que le importaba lo suficiente
para que le disguste la idea de mi teniendo algo con cualquier otro hombre. Pero tenía que pararme
sobre tierra en esto. Si las cosas iban mal entre nosotros otra vez, sabía que podría ser la que más
sufra de los dos.

—Solo…solo dame una semana. ¿Por favor?

Justo cuando pensaba que tenía un golpe en la pared de ladrillo de Edward su expresión cedió,
suavizándose ligeramente cuando dijo:

—Una semana. Y eso es todo.

Pasando un brazo alrededor de mi cintura, nos llevó fuera de su oficina, dejándome ir solo para cerrar
la puerta antes de empujar y cerrarla de nuevo. Cuando miré alrededor, casi salto del susto desde que
el chico del que Edward habló tan amablemente estaba en frente de nosotros, con una extraña mirada
en su cara.

Él no estaba solo tampoco.

Detrás de él, vi por lo menos cinco caras familiares de finanzas, el departamento donde Embry trabaja
también.

Oh, mierda.

Esto era lo que no quería que pasara. Creo cuando Edward me dijo que me estaba siendo fiel, pero…
intensiones harán solo esto, intenciones. La verdad era, que no tenía el coraje de tener a todos
sabiendo que Edward y yo estábamos saliendo. Si él termina por romper mi corazón otra vez, las
personas no pensarían que era una novia que el botó.

Cada uno pensaría que era la zorra quien no supo mantener algo que merecía.

—Hola, Bella.

Embry arrastró las palabras haciendo que me volteara hacia él, y la sonrisa en su cara era tan amable
y halagadora como antes. Tenía su blazer colgando en uno de sus brazos mientras sostenía su maletín
y varias carpetas. Su polo tenía las mangas enrolladas a los codos, las colas colgadas sobre su
pantalón, y desabotonado lo suficiente bajo para mostrar un poco del vello de su pecho.

Honestamente, sería una mentirosa si dijera que no era momentáneamente deslumbrante cuan sexy se
veía Embry ahora mismo.

—Nosotros terminamos la reunión creativa —continuó.

El modo en que su mirada se entretenía en mi cuerpo, la manera en que sus ojos estaban
descaradamente apreciando cada curva y pulgada de piel que vio, no podía evitar sonrojarme. Detrás
de mí, sentí a Edward de repente tenso, como si pudiera sentir mi sonrojo y no le gustaba.

Oh, mierda.

Sabía que Embry estaba esperando una respuesta, tartamudeé:

—Yo… estaba trabajando sobre hora para, uhh, el Sr. Cullen. Quería que… que le diera los
últimos horarios de trabajo del elenco por una posible adaptación de Hana Kimi para U.S.

En la periferia de mi ojo vi a Edward que finalmente se volteó. Cuando lo vi cerca de poner su brazo en
mi cintura, me asusté y me moví fuera antes de que pudiera llegar a mí. Embry pestañeó cuando
inesperadamente di varios pasos lejos de ellos y solo a una corta distancia del área de recepción.

— ¿Estás apurada por llegar a casa?

Tratando de ignorar a Edward, dije:

—Umm, si.
Abrí mi boca para decir adiós, pero Embry se adelantó hablando.

—Déjame llevarte a casa entonces. Sé que tomas el bus pero a esta hora de la noche, aun
una chica independiente como tú, necesita tener más cuidado.

Al mismo tiempo que lograba cerrar mi enorme boca, mi cabeza girando al inesperado vuelco de las
cosas, Embry estaba acercándose a mi lado y tomando la cartera de mí.

—Pe…pero…

—Me preocupa donde terminarías si dejo que te vayas a casa sola esta noche —murmuró
Embry.

Oh, oh, mierda.

Edward no estaba lanzándome dagas ahora. Estaba literalmente tratando de no matarme con su
mirada, y sabía que solo iba a empeorar. las dagas disparadas desde los ojos de Embry estaba
hablando a uno de sus colegas, dejando instrucciones de último minuto de las actas de su reunión. Un
coro de buenas noches siguió y entonces Embry estaba diciendo:

—Usted también, señor. Buenas noches, señor Cullen.

Mi teléfono vibró dentro de mi cartera y rápidamente, torpemente lo agarré, sabiendo quien era.

Si tu jodidamente osas irte con ese chico….

¡Oh, oh, oh, mierda!

¿Acaso no sabía que no tenía otra opción que dejarme irme con ese chico, quiero decir, hombre?

Era demasiado pronto para nosotros hacerlo público. Era solo demasiado pronto, con la herida que
dejó en mi corazón demasiado fresca, y los recuerdos del momento de él rechazándome y apartándome
demasiado frescos. El sonido de llegada del elevador me sacó de mi ensueño. Por el momento
recuperé mis sonidos, Embry estaba listo dentro del elevador, manteniendo abierto el botón.

— ¿Bella?

Pasé adentro.

La última cosa que vi fue la cara fría impasible de Edward antes de que las puertas del elevador se
cerraran frente a nosotros. Con los otros siempre caminando mas allá de Edward, ellos volvieron hacia
nosotros, me permití a mi misma suplicarle con mis ojos, una semana, trataría de comunicarme con él
inmediatamente.

Pero Edward solo miraba, ni un parpadeo en la expresión de su cara que me dijera que había llegado a
él. Cuando las puertas del elevador finalmente se cerraron de golpe, sentí que esto nos mantenía
permanentemente separados esta vez.

— ¿Está todo bien, Bella? —preguntó Embry detrás de mí.

No. No lo estaba. Solo tuve el mejor momento de mi vida hace un rato y ahora estaba teniendo el peor.

¿Iba ser así siempre entre Edward y yo una y otra vez? ¿Sería siempre una batalla de dos para
nosotros?

Forzando una sonrisa a Embry, mentí.

—Estoy bien. Solo cansada.

Casi inconscientemente, me encontré escribiendo un texto a Edward.


Una semana. Prometiste una semana solo para mantener las cosas entre nosotros, y eso son un
período de siete días empezando esta noche.

Pero él no respondió, aunque esperé hasta la mañana siguiente, incluso por el más pequeño signo de
que todavía había algo por lo que esperar.

Hay estos dos hacen que me de dolor de cabeza! Les tengo una noticia, ya nada mas queda
un capitulo de esta historia, si lo se! No lemmon aun, pero ya se vendrá en la tercera y ultima
parte, y serán 15 capítulos mas epilogo.

Gracias por sus Review/Favoritos/Follows.

Link del grupo en mi perfil.

Y no se les olvide pasar por las demás historia que tengo.

XOXO

Marce
*Chapter 9*: Chapter 9
Ni la historia, ni los personajes me pertenecen, la historia es de Marian Tee, y los personajes
de Stephenie Meyer. Yo solo los tome prestados.

Chicas aquí esta la continuación de "Perseguida", para quienes no han leído la historia antes
mencionada, les recomiendo que la lean antes de iniciar con esta.

Lección #9

Los multimillonarios no lamen sus heridas cuando están heridos.

Ellos consiguen incluso más.

— ¿Estáis viendo esto? —les dije con un chillido a Jane y Rose, con quienes estaba teniendo una
videoconferencia en mi iPad, mientras señalaba hacia la TV. Rose se rió tan fuerte que estuve tentada
a golpear su rostro en la pantalla—. Eres como un niño. ¡Realmente estás saltando!

— ¡No puedo evitarlo!

Estaba tan enojada que deseé que el piso bajo mis pies pudiera convertirse en el duro, elegante y
desalineado cuerpo de un hombre llamado Edward Cullen.

— ¡Me estaba cortejando y ahora está saliendo con otra chica! ¡En televisión!

Mirando hacia la pantalla, siseé:

—Puto.

Jane estaba riendo. Alta con corto cabello rizado y destellantes ojos grises, era la más franca en
nuestro pequeño grupo. También era peligrosamente impulsiva, pero Rose y yo esperábamos que el
matrimonio pudiera refrenar un poco eso.

—Deberías colarte en el evento, demostrarle quién manda —sugirió ella.

O no.

—Sé realista. No puedo colarme en la recaudación de fondos de su padre.

—Sabes, creo que ella tiene razón —Rose se entrometió mientras se ponía una ancha banda para
el cabello sobre su juvenil corte de pelo. Mientras comenzaba a palmear crema sobre su rostro, uno de
sus cientos de rituales antes de ir a dormir.

Rose añadió:

—Él no puede hacer esto cada vez que discutan o tengan un malentendido.

Sacudí mi cabeza. El simple pensamiento de colarme, y de ponerme allí para la humillación de Edward,
me tenía hiperventilando. Jane se inclinó hacia adelante, los ojos estrechándose.

—Bella, puedo ver que estás teniendo un ataque de pánico desde aquí.

Si eso era cierto, entonces tenía mejor vista que Clark Kent, ya que Jane tenía su iPad en una posición
de alguna manera alejada de ella. Yo prácticamente podía ver la cama entera en la que estaba sentada
con las piernas cruzadas, la cual era tan enorme que probablemente podría caber un equipo completo
de fútbol. Desde el lado de la pantalla de Jane, escuché un sonido masculino en el fondo, seguido de
un tintineo de vasos y después el tono con acento griego del magnate marido de Jane.
— ¿Por qué Bella está teniendo un ataque de pánico? —preguntó Alec mientras aparecía a la
vista, vistiendo una blanca camisa tipo polo desabotonada y vaqueros.

Alto, rubio, peligroso y un macho alfa hasta la médula, solía ser el mayor idiota del mundo. Incluso lo
odiaba, y me tomó mucho decir la palabra con M (Marido). Un malentendido había ocasionado que Alec
confundiera a Jane con una ninfómana y la había tratado como una mierda. Afortunadamente, el amor
verdadero, y una buena dosis de verdad, lo habían reformado, y no cabía duda de eso cuando veías el
modo en que Alec actuaba alrededor de su esposa en estos días.

Tomando asiento junto a Jane en su cama, Alec le entregó a ella un vaso de champaña y le dio un
beso en la frente. Por un momento, tuve que cerrar los ojos, no queriendo que mis amigos vieran lo
completamente envidiosa que de repente me sentía acerca de la cercanía entre un viejo matrimonio de
meses.

Me obligué a mirarlos cuanto Alec volvió a hablar.

—Hola, Rose, Bella.

Rose le dedicó un pulgar hacia arriba.

—Hola, Alec. Así que, ¿cuántos hoy?

Jane gimió, Alec sonrió, y yo fruncí el ceño en completa confusión.

— ¿Cuántos qué?

—Siete —respondió Alec, su sonrisa ensanchándose.

Jane gimió de nuevo.

— ¿Siete qué? —demandé.

—Siete orgasmos para Jane hoy —dijo Rose pacientemente.

Esta vez, me uní a Jane con un gemido.

— ¿En serio, Rose? ¿De verdad tenías que preguntarle eso?

— ¡Sólo tenía curiosidad! Jane solía odiar…

—Oh, mira, ¡la cita de Edward lo está violando totalmente en televisión! —soltó volteamos a ver,
y aunque yo esperaba que sólo fuera su manera de cambiar de tema—no lo era.

Mi pecho dolía más y más a medida que seguía viendo la cita de Edward—sorpresa, sorpresa, otra
rubia tonta—moliendo sus labios sobre los suyos. ¡Eso labios eran míos! O al menos lo habían sido
hasta hace unos días. Más segundos pasaron, y la cámara seguía centrándose en su beso francés.

En serio, ¿cuándo se habían convertido los shows de estilos de vida en una extensión del canal
Playboy? ¿No podían ver que la mano de ella estaba a sólo unos centímetros de distancia de agarrar
su…? En un movimiento suave, Edward había obligado a su cita aliberarlo, al mismo tiempo que
sutilmente alejaba su mano.

—Zorra —gruñí.

— ¿Quién? —preguntó inocentemente Rose mientras se untaba más crema en la frente. Su rostro
ahora era 25% carne, 75% menjunje azul—. ¿Edward o su cita?

— ¡Ambos!

—Bella, deja de saltar. Me estás dando dolor de cabeza. —Jane se giró hacia Alec—. ¿Tú qué
piensas? Ya sabes cómo Bella botó a Edward por su Sr. Arréglalo, ¿verdad?

—No lo boté.

Apreté el cinturón de mi bata de noche, deseando que fuera una soga alrededor del cuello de Edward.

— ¿Por qué llamas al chico el Sr. Arréglalo? —preguntó Alec al mismo tiempo.

—Él no es un chico —gemí. ¡Dios! A veces, Alec era demasiado parecido a Edward y casi no quería
hablar con él.

—Porque él sigue apareciendo en el momento y lugar adecuados para actuar como el


caballero de brillante armadura para Bella —explicó Jane.

—Ah.

—Eso no suena cono un buen "ah" —dije con el ceño fruncido.

—Porque no lo es —respondió Alec sin reparos. Mientras ponía a Jane en su regazo, continuó—. Sé
cómo se siente Cullen, Bella. Si hay una cosa con la que los hombres pueden sentirse
incómodos…

—Quiere decir inseguros —añadió su esposa—… Entonces serían chicos que son mucho más
agradables de lo que nosotros alguna vez podríamos ser. Eso es algo que realmente no
podemos vencer y si tú elegiste al Sr. Arréglalo por encima de él en ese momento, ¿quién
dice que no volverás a hacerlo cuando él meta la pata la próxima vez?

—Pero no fue así —protesté—. No elegí al Sr. Arréglalo, quiero decir Embry por encima de él.
Sólo pensé que sería una buena idea irme con Embry para que nadie fuera a sospechar de
nosotros.

—Y hay algo más —dijo Alec triunfalmente.

Rose sonrió.

— ¿Por qué tengo la sensación de que los multimillonarios con las mismas plumas arrogantes
se mantienen unidos?

Pero Alec sólo sonrió de regreso.

—Rose, Rose —ronroneó con una voz tan seductora que me hizo retorcerme incómodamente. Esta
era mi primera visión de cuán atractivo Alec podría ser si realmente se lo proponía.

—Todo en ti dice que cuando es tu turno de enamorarte, tendrás el momento más difícil.
Elegiste a un millonario incluso más idiota de lo que yo era o incluso más que Cullen.

Rose levantó la barbilla.

—Quisieras.

Jane se aclaró la garganta.

—Muy bien, pongan fin a esto, chicos. No queremos que a vosotras dos se os quite el sueño
de nuevo en otra revancha interminable de boxeo vía WiFi en la Wii.

Viendo la mirada significativa de Jane sobre mí, también la hice un poco de árbitro, añadiendo:

—Y la video llamada de esta noche es completamente acerca de mí, ¿no?

Tan pronto como las palabras salieron, una ola de depresión me golpeó, y mi voz se apagó. Esta
llamada era sobre mí porque, francamente, estaba en el límite. Era aterradora, la manera en que no
podía dejar de pensar en él, la forma en que no podía dejar de sufrir con cada segundo que Edward no
estaba a mi lado.

—Bella. —Sonó sobrio Alec.

Me las arreglé para sonreír.

— ¿Sí?

—La otra cosa de la que estaba hablando, bueno, no podemos manejar el ser mantenidos
como un secreto. Es por eso que los hombres toman amantes pobres. Probablemente lo
hiciste sentir que estabas avergonzada…

— ¿Avergonzada de qué? ¿De él?

Señalé a la pantalla, la cual todavía estaba en Edward ya que era una cobertura de una hora de
duración de un show sobre las mejores opciones de los hombres más sexys del planeta. La televisión
mostró una foto de él en un evento de moda el invierno pasado. Su cabello dorado teñido de cobrizo
estaba un poco más largo de lo habitual, con una toma trasera de Edward revelando cómo sus rizos
caían más allá de su bufanda blanca como la nieve. Su maravillosamente ajustada gabardina negra
hacía que sus hombros parecieran aún más amplios de lo que eran y era un exquisito contraste con la
sombra de color rosa de su camisa y el gris de sus pantalones.

Era increíblemente hermoso, y el hecho de que hubiera sido mío— incluso brevemente—hacía que
fuera difícil respirar.

—Sí, Bella, él podría haber pensado eso. Cullen no es perfecto, nadie lo es. Todos tenemos
nuestros secretos. Fallas. Puntos débiles, y tú podrías ser uno de ellos.

Mordiendo mi labio, pregunté lentamente:

— ¿Estás diciendo que realmente debería colarme a la recaudación de fondos?

Alec miró a Jane y una sonrisa apareció de inmediato en su rostro.

—Puaj —murmuró Rose—. Ellos se están comunicando en silencio.

Haciendo caso omiso de eso, Jane me dijo:

—Bella, nena, este es uno de esos momentos en que deberías de ser feliz de tener a un
arrogante multimillonario como uno de tus amigos.

No me estoy colando. Repetí las palabras en mi mente una y otra vez, pero no fueron suficientes para
disipar la ansiedad que apretaba mi pecho mientras tartamudeaba mi nombre.

El hombre en un esmoquin le dio la vuelta a un par de páginas.

—Correcto. ¿Boleto, por favor?

Un par de otros invitados pasaron delante de mí, mientras sacaba el brillante pedazo de papel que le
había costado a Alec dos mil dólares. Supongo que su valor facial era mucho más alto que el mío.
Honestamente, el precio de la entrada para la recaudación de fondos de Carlisle Cullen me asombró.
De hecho, me dieron ganas de retractarme, pero Alec había ido a comprarlo, diciendo que de todos
modos era una buena causa.

El oficial de seguridad escaneó mi boleto antes de mirarme con una sonrisa respetuosa.
—Gracias, Sra. Swan. Disfrute la noche.

Apretó un botón que tenían las puertas de cristal tintado para que se abrieran. Entré y me encontré en
un extraño y resplandeciente mundo. Así que de esta forma era como festejaban los ricos y famosos.
En mi mente, las recaudaciones de fondo eran poco coloridas y aburridas ocasiones en las que no
deberías mostrar tus dientes cuando sonreías. Pero esta recaudación de fondos, estaba fuera de este
mundo, o tal vez los Cullens realmente sabían cómo organizar una buena fiesta.

El padre de Edward había reservado todo un museo para su recaudación de fondos y lo había
transformado en una especie de paraíso blanco y negro. Las paredes estaban cubiertas de terciopelo
a rayas blancas y negras, mientras que el piso brillaba como si fueran perlas. En un lado, la mesa de
cristal negro del buffet estaba iluminada desde abajo, haciendo parecer como si las hileras de platillos
de cócteles estuvieran flotando en un mar de oro y ónix.

En todas partes a mi alrededor había Ken's y Barbie's de todas las formas y tamaños. Podrían ser de la
talla 1 a la 10, pero todavía parecían perfectos de una manera brillante y cerosa, si me tropezara con
uno de ellos, tendría miedo de hacerlo añicos. Caminé hacia adelante, estirando el cuello de vez en
cuando con la esperanza de vislumbrar la familiar cabeza con cabello cobrizo.

No me estoy colando, no me estoy colando, no me…

Accidentalmente tropecé con el borde de mi propio vestido—un strapless de dos tonos, creación que
Jane me había enviado desde Atenas—haciendo que tropezara con un camarero, quien perdió el
agarre de su bandeja de copas de champán. Las cuales se estrellaron en el piso, y todos los ojos de
repente estuvieron sobre nosotros. Incluyendo la mirada esmeralda que me había estado persiguiendo
en mis sueños.

Edward me miró fijamente. Iba vestido todo de blanco, lo cual debería haberlo hecho parecer ridículo,
pero no. No lo hacía. Lucía perfecto. En ese momento, me di cuenta de lo mucho que lo había echado
de menos, y lo mucho que todavía lo extrañaba. Él volteó mi vida al revés con una sola mirada, me hizo
volver a la vida con una sola caricia…

Y cuando Edward se dio la vuelta, rompió mi corazón de nuevo en una sola instancia.

Un jadeo silencioso se me escapó. La gente se estaba riendo a mí alrededor, y las miradas silenciosas
e insolentes eran incluso peor. Levanté una mano, buscando sin ver algo a lo que sostenerme, pero la
bajé de nuevo cuando me di cuenta de que sólo sería capaz de agarrar aire.

Alguien de pronto tomó mi mano.

Miré hacia arriba, y mis labios se abrieron en estado de conmoción. Esta tenía que ser la peor
coincidencia de toda mi vida.

— ¿Embry?

Una irónica sonrisa familiar trazó su rostro.

—No suenas muy feliz.

Mis mejillas se ruborizaron. Dios, qué perra era. Embry Call habría sido un buen partido a los ojos de
cualquier otra mujer. Incluso parecía más hermoso cuando estaba vestido formalmente, y aún no
estaba haciendo nada ocultar lo mucho que, um, disfrutaba de mi compañía.

—Lo siento Embry. No quise decir… —Con un suspiro, confesé—: Sólo tienes la mejor y la peor
sincronización, Embry.

Su sonrisa se convirtió en una mueca.

— ¿Por qué Cullen continúa atrapándote en mi compañía?


Mis ojos se abrieron.

— ¿Cómo…? —Palidecí—. ¿Yo misma me delaté?

Él negó.

—Relájate, Bella. Ninguno de los dos se delató. Pero me gustas mucho y debido a eso, veo
más cosas de lo que otras personas ven.

—No es lo que piensas.

Él levantó una ceja.

—En serio. No estamos… sólo estamos saliendo.

— ¿No exclusivamente?

Pensando en la última rubia con la que lo había visto en televisión, respondí lentamente:

—No.

Decirlo en voz alta dolía, y me hizo buscar inconscientemente a Edward de nuevo, como si realmente
tuviera que confirmar la verdad de lo que estaba diciendo con mis ojos. Tenía que verlo con otra mujer,
en persona. Si lo hacía, tal vez por fin podría renunciar a él. No me tomó más de un segundo encontrar
a Edward, como si el destino sólo estuviera esperando para darnos una oportunidad para que nuestras
miradas colisionaran. Estaba elegantemente de pie sobre otro par de puertas de cristal que daban al
conservatorio del museo. Sabía que no era la única que lo miraba. Había muchos otros, era un
presentimiento que tenía. Pero Edward sólo tenía ojos para mí.

Oh, Dios mío.

Las crudas emociones en su mirada me hicieron recuperar el aliento, pero luego Edward se alejó de
repente, con tal brusquedad que casi pareció grosero, nada como el multimillonario más sofisticado por
el que era conocido. Cuando desapareció a través de otro conjunto de puertas, supe que había
decidido alejarse otra vez de mí, tal vez para siempre.

—Embry, lo siento… me tengo que ir. —Me atraganté incluso mientras era incapaz de alejar mi
mirada de las puertas que Edward acaba de pasar.

Las lágrimas quemaron en mis ojos e hice mi mejor esfuerzo para parpadearlas lejos antes de que
pudieran arruinar mi mascara de pestañas y terminara luciendo como alguien que acababa de escapar
de un manicomio y seguridad tuviera que expulsarme de la fiesta.

Detrás de mí, Embry dijo en voz baja:

—Ve a buscarlo.

Eso me hizo mirarlo por encima del hombro con una sonrisa temblorosa. Un día, pronto, realmente
tendría que preguntarle porque parecía conocerme tan bien, por qué siempre parecía estar allí para mí
en el momento y lugar adecuado.

Pero no ahora, no cuando finalmente acepté lo que mi subconsciente había sabido todo el tiempo. Mis
pies comenzaron a moverse, la pesadez en mi interior disipándose con cada paso que daba hacia el
hombre cuyo hermoso rostro ocultaba una gran cantidad de fallas desgarradoras.

Esta vez sería diferente. Esta vez lo cortejaría yo misma si tuviera que hacerlo, porque para bien o para
mal, esta vez sabía que estaba enamorada de él.

Que tal Embry, siempre llega en el momento inadecuado.. Casi lo odio si no fiera por lo
ultimo... Zaz y Edward, de seguro malinterpreto las cosas! Creen que Bella logre
"Conquistarlo?

Bueno pues eso lo sabrán el la tercera y ultima parte de esta trilogía.. La empezare a subir el
Sábado.

Gracias por el apoyo que le dieron a la historia, a las chicas que se toman la molestia de dejar
un Review, y a todas las que han puesto esta historia en sus Favoritos y le dan Follow...
Lectoras Silenciosas Gracias por seguirme apoyando (=

Link del grupo en mi perfil.

XOXO

Marce

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