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(Francia, 1596-1650)
BIOGRAFÍA
Durante la Edad Moderna era también conocido por
su nombre latino Renatus Cartesius. Descartes nació
el 31 de marzo de 1596 en la Turena, en La Haye en
Touraine, hoy en día llamada Descartes en su ho-
nor, después de que su madre abandonara la ciu-
dad de Rennes, donde se había declarado una epi-
demia de peste bubónica. Pertenecía a una familia
de baja nobleza; su padre fue Joachim Descartes,
consejero en el Parlamento de Bretaña. Su madre
muere el 13 de mayo de 1597, a los trece meses
siguientes de haber alumbrado a René y pocos días,
luego del nacimiento de un niño que no sobrevive.
Su padre comenzó a llamarle su «pequeño filósofo» porque el pequeño René se pasaba el día plantean-
do preguntas.
Con once años entra en el Collège Henri IV de La Flèche. Estaba eximido de acudir a clase por la mañana
debido a su débil salud y era muy valorado por los educadores a causa de sus precoces dotes intelectua-
les. Aprendió física y filosofía escolástica, y mostró un notable interés por las matemáticas; no obstante,
no cesará de repetir en su Discurso del método que en su opinión este sistema educativo no era bueno
para un adecuado desarrollo de la razón.
En septiembre de 1649, la reina Cristina de Suecia llamó a Descartes a Estocolmo (Suecia). Allí murió de
una neumonía el 11 de febrero de 1650, a los 53 años de edad. Sin embargo, luego de la muerte hubo sos-
pechas de que Descartes murió por envenenamiento.
ESCRITOS
La primera obra de Descartes fue Reglas para la dirección del espíritu, escrita en 1628, aunque quedó
inconclusa, y que se publicó póstumamente en 1701. En 1637 publicó el Discurso del método para dirigir
bien la razón y hallar la verdad en las ciencias. Con estas obras, escritas en francés, Descartes acaba por
presentarse ante el mundo erudito, aunque inicialmente intentó conservar el anonimato. En 1641 publicó
las Meditaciones metafísicas, acompañadas de un conjunto de Objeciones y respuestas que amplió y vol-
vió a publicar en 1642. En 1644 aparecen los Principios de filosofía, que Descartes idealmente habría pla-
neado para la enseñanza. En 1649 publicó un último tratado, Las pasiones del alma. También se conserva
una copiosa correspondencia.
René Descartes llevó sus reflexiones orientadas hacia la búsqueda de la verdad hasta el extremo. Por es-
to, él se pregunta: ¿Qué es lo real? ¿Todo lo que conocí hasta ahora es real? ¿Cómo puedo saberlo? Des-
cartes duda de todo, de sus conocimientos, de su memoria. Utiliza la duda como método para encontrar
algo sobre lo que no se pueda dudar. Un método para encontrar la Verdad.
La duda metódica
“Si la aplicación de estas reglas nos conduce a una verdad indubitable, entonces habrá que asumir que esta ver-
dad es el comienzo de una larga serie de razonamientos o del fundamento del saber.”
En segundo lugar, Descartes también duda de la razón, del pensamiento. Nuestros pensamientos mu-
chas veces también pueden ser engañosos. Descartes llega a este pensamiento porque:
a) Partiendo desde las matemáticas, que parecen indudables, porque sería ilógico pensar que 2+2=4 es
falso, Descartes afirma que estas también son válidas en los sueños. Entonces, muchas veces es posible
confundir los sueños con la realidad, ya que muchas veces en un sueño pensamos que estamos despier-
tos. Así, lo que nosotros percibimos como realidad podría ser parte de un sueño sin que nosotros seamos
conscientes de ello.
b) Descartes propone otro argumento interesante para dudar de nuestra razón. ¿Y si existe un genio ma-
ligno, una especie de dios omnipotente, maligno, astuto y engañador, que pone todo su esfuerzo en
engañarnos, en hacernos creer que lo que vemos y pensamos es verdadero, pero en realidad es falso,
burlándose de mí, haciéndome creer que es real lo que en realidad no lo es?
De esta manera la duda se convierte en duda hiperbólica, que significa llevar la duda hasta el extremo.
Descartes duda de todo, hasta de lo menos pensando, intentando encontrar alguna verdad indubitable,
alguna certeza que le sirva de base sólida para todos sus conocimientos.
En palabras de Descartes: “Yo supongo que todas las cosas que veo son falsas; me digo a mí mismo que
jamás ha existido nada de lo que mi memoria llena de mentiras me representa; pienso que no tengo nin-
gún sentido; creo que el cuerpo, la figura, la extensión, el movimiento y el lugar no son más que ficciones
de mi espíritu.”
Descartes intenta llevar la duda al extremo. Quiere que su duda lo conduzca hacia la verdad. Por esto se
llama metódica, porque la utiliza como un medio, como un método para llegar hacia la verdad. Descartes
buscaba una certeza de la que no se pudiera dudar.
Descartes, luego de dudar de absolutamente todo, encuentra una certeza de la que no puede dudar. Lle-
ga a la conclusión de que él, que está dudando, puede dudar de todo pero no de que está dudando.
Existe una posibilidad de que el genio maligno me esté engañando, piensa. Pero, no hay ninguna duda
de que existo. Porque, aunque el genio maligno me engañe, me haga ver cosas que no son verdaderas, yo
estoy dudando, y tengo la certeza de que estoy dudando.
Descartes puede concluir, sin ningún temor, que: “yo soy, yo existo”. Y que esta frase, que esta afirma-
ción, es absolutamente verdadera.
Sin embargo, ahora que sabe que existe, que tiene la certeza de su propia existencia, se pregunta: “Yo sé
que existo, pero ¿qué soy?” y responde: Soy una cosa que piensa (res cogitans). ¿Pero qué es una cosa
que piensa? Una cosa que duda, entiende, concibe, afirma, niega, quiere, no quiere, imagina y siente.
Cuando Descartes habla de pensamiento se refiere a todas las funciones internas del ser humano, estas
que acabamos de enumerar, entre otras.