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Considera el siguiente pasaje de John of Salisbury (1115-1176), Policraticus (1159), Libro IV,

Capítulo 2 (Qué es la ley; y que el príncipe, aunque no esté obligado por la ley, es, sin
embargo, servidor de la ley y la equidad, ejerce como persona pública y derrama sangre
sin culpa.)

"No piensen los príncipes que rebajan su dignidad por no estimar que los dictados de su
justicia se han de anteponer a la justicia de Dios, cuya justicia es justicia eterna y cuya ley
es equidad. Además de la equidad, como afirman los expertos en Derecho, es la conveniente
armonía de las cosas, que pesa todo con igual medida de razón y busca la oportuna
igualdad del Derecho para las diferentes cosas, imparcial para con todos, dando a cada
uno lo suyo. La ley es su intérprete, como corresponde a quien tiene por guía la voluntad de
equidad y de justicia […] ya que toda ley es un descubrimiento y don de Dios, preceptora de
sabios varones, corrección de los excesos de la voluntad, ordenamiento ciudadano y
disuasión de cualquier delito. "

¿Podrías explicar la concepción del poder que subyace en este fragmento?

El poder en la Edad Media quedaba concentrado en el rey, el príncipe y, en menor medida,


en los tribunales y los jueces, es decir, en aquellos que formaban parte del poder público y
que por lo tanto encontraban entre sus tareas la de impartir justicia. Por lo tanto, los actos de
justicia se ejercen a través de dichos jueces y tribunales, pues el rey y el príncipe actúan
siempre a través de ellos.

La visión del poder dada en esta época era pasiva y conservadora: pasiva porque el sistema
de justicia no se encontraba siempre activo, si no que se ponía en marcha únicamente
cuando era necesario, es decir, cuando debía dar una reacción ante un problema;
conservadora porque no busca el progreso del derecho, pues se considera que este, al ser
creado por Dios, sigue el orden natural, y por lo tanto es perfecto e inalterable. Por tanto,
aquellos que buscan impartir justicia, lo que en la sociedad medieval consiste en dar a cada
uno lo que le corresponde (según el grupo social al que se pertenezca y los privilegios
consuetudinarios que este otorgue), deben mantener el orden natural creado por Dios. En la
Baja Edad Media se da una nueva concepción de justicia, basada en “decir derecho”
(decidiendo disputas) y en estatuir la equidad, para lo cual se dan normas generales. Ambas
conllevan seguir el orden natural, creando leyes que se correspondan con dicho orden, pues
es creación divina y debe ser preservado; la desigualdad existente en la sociedad medieval, al
igual que todo cuanto existe, es creada por Dios, y por lo tanto es justo que cada uno tenga lo
que tiene, pues es lo que por orden natural le corresponde.

Por tanto, aunque el rey o el príncipe sean los que administran la justicia (a través de los
jueces y tribunales), en verdad no crean nuevas leyes o normas, ni alteran la sociedad
medieval para que esta sea menos desigual. Se limitan a mantener el orden divino, a traducir
la palabra de Dios en leyes escritas, logrando de esta manera que la ruda equidad que
caracteriza al orden natural se convierta en equidad escrita. Las leyes que redactan los
juristas, por lo tanto, no son consideradas justas por ser dictadas por el rey o el príncipe, sino
porque son, en esencia, creación de Dios.

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