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1892
Fue celebrada como la primera obra de arte genuinamente argentino. Los elementos por lo
cual se la considera nacional son: el paisaje de la Pampa, la lucha contra el indio y la cautiva
que es un personaje de larga tradición literaria.
La cautiva aparece con la piel blanca y su pecho desnudo abandonada en los brazos del raptor,
sin signos de resistencia, el indio no muestra gesto de guerra. A su vez sugieren cierto
erotismo.
El cuadro aparece como una síntesis de los tópicos que circularon como justificación de la
“campaña del desierto” de Julio A. Roca en 1879, produciendo una inversión simbólica de los
términos de la conquista y el despojo.
El mismo no solo aparece como una glorificación de Roca, sino que plantea implícitamente la
campaña de exterminio como culminación de la conquista de América.
Le lever de la bonne (El
despertar de la criada)
Eduardo Sívori
1887
Fue presentado en el Salón de París 1887. Tras haber logrado su aceptación en el Salón anual,
lo envió a Buenos Aires sabiendo de antemano que su exhibición despertaría polémicas. Fue el
primer gesto vanguardista en la historia del arte argentino.
Se representa a una mujer trabajadora desnuda y sin intención erótica aparente. La sencillez
de los elementos que la acompañan como el mobiliario y el ambiente indican su condición
social.
Un foco de luz desde la izquierda destaca la piel de la mujer, hay partes que son más oscuras
porque son zonas en las que el cuerpo de una mujer trabajadora estaría expuesta al sol: las
manos, el rostro y las piernas. Las piernas gruesas y musculosas se destacan con un
tratamiento naturalista que se detiene en la representación minuciosa de unos pies toscos y
maltratados.
En Bs. As. No había habido hasta entonces más que pocas y discutidas exhibiciones de
desnudos artísticos, el cuadro fue objeto no solo de polémica, que lo calificaron de
“indecente” y “pornográfico”. Ya que también atentaba contra la moral burguesa, y las
mujeres trabajadoras eran consideradas como prostitutas.
Se puede notar que este realismo no es combativo sino más bien que denota, pero con
pasividad, muestra, pero no denuncia.
La sopa de los pobres
(Venecia)
Reynaldo Giudici
1884
La composición aparece dividida en 2 zonas: una de mayor claridad, definida por el muro
blanco de fondo sobre el que se recortan casi todos los personajes, y otra más oscura que se
abre a un interior donde hierven los grandes recipientes de sopa. Allí se destaca el tratamiento
del vapor blanco en las tinieblas, de una gran sutileza.
Los detalles nos muestran la pobreza, en todas las edades, profundizada por el pintor en
detalles de la ropa, las paredes descascaradas, los muebles corroídos por el tiempo, los pies
descalzos de los niños.
En Bs. As. fue ampliamente comentado en la prensa, los artículos ofrecieron largas
explicaciones de su asunto dramático y conmovedor: “La escena pasa en Venecia en uno de
esos fondines donde se hace sopa especial, preparada con todos los desperdicios de los
mercados. Esta sopa se vende a cinco centavos de lira la taza (un centavo) y allí acuden los
indigentes a restaurar sus escasas fuerzas”, explicó un cronista anónimo de La Nación (27 de
octubre de 1887).
Sin pan y sin trabajo
Ernesto de la Cárcova
1894
Es el primer cuadro de tema obrero con intención de crítica social en el argentino. La comienza
a pintar en Italia y la finaliza en Argentina.
Hay algunos elementos de la composición que alejan a Sin pan y sin trabajo de las recetas
naturalistas en favor de una mayor expresividad crítica, transformándolo en un cuadro de
ideas: la posición inestable y el alargamiento de la espalda del obrero, la inclinación de la silla
en que se apoya y de la mesa (que no responden a un esquema riguroso de perspectiva)
generan tensión hacia el gesto de la mano que aparta la cortina y centra la atención sobre la
escena que se desarrolla en la escena del fondo. Allí puede verse un conflicto entre obreros y
guardias a caballo, frente a una fábrica cerrada e inactiva. El plano inclinado de la mesa vacía,
se destacan las herramientas, inútiles. La figura de la mujer con el niño en brazos, a la derecha
de la composición, con un regazo extraordinariamente amplio y una expresión vacía en el
rostro, funciona como contrafigura de la tensión dramática del obrero.
Se divide en dos planos: en el primer plano el hombre que golpea la mesa está acompañado de
una luz más cercana al romanticismo; en el segundo plano en la ventana, donde ocurre la
escena de la huelga, se puede ver un tratamiento de la técnica más cercano al impresionismo.