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Desde los años veinte, cuando los teóricos del cine em pezaron a darse cuen
ta de lo que se puede conseguir con el m ontaje, ésta ha sido la técnica cinem a
tográfica más debatida. Esto no siem pre ha sido para bien, ya que algunos auto
res han encontrado erróneam ente en el m ontaje la clave del buen cine (o
incluso de todo el cin e). Muchas películas, sobre todo en el período anterior a
1904, constaban solam ente de un plano y, por lo tanto, no dependían del m on
taje en absoluto. Las películas experim entales a veces restan im portancia al
m ontaje haciendo que la duración de cada plano equivalga a los m etros de pe
lícula que puede contener el chasis de la cámara, como es el caso de La région
centrale, de Michael Snow, y Eat (1963), Sleep (1963) y Empire (1964), de Andy
W arhol. Estas películas no son necesariam ente m enos «cinematográficas» que
otras que confían en gran m edida en el m ontaje.
No obstante, es fácil advertir p o r qué el m ontaje h a ejercido tanta fascina
ción entre los estetas del cine, ya que es una técnica con m ucha fuerza. La ca
balgada del Ku-Klux-Klan en El nacimiento de una nación, la secuencia de las es
caleras de Odessa en El acorazado Potemkin, el episodio de la «caída de los dioses»
en Octubre, el asesinato en la ducha de Psicosis, el choque de trenes de La rueda,
la secuencia del salto de Olimpíada, el segm ento de «News on the March» de Ciu
dadano Kane, todos estos famosos m om entos deben u n a gran parte de su efecto
al m ontaje.
Quizás aún más im portante, sin em bargo, es el papel del m ontaje den tro
del sistema estilístico de toda la película. U n largom etraje de Hollywood con
tiene gen eralm ente en tre ochocientos y mil doscientos planos. Este hecho ais
lado sugiere que el m ontaje condiciona en o rm em en te la experiencia de los
espectadores, aunque no sean conscientes de ello. El m ontaje no es necesa
riam ente la técnica cinem atográfica más im portante, pero contribuye en gran
m ed id a a la organización de la película y al efecto que causará en los especta
dores.
QUÉ ES EL
Q u é es el m o n t a je
Aquí la unión física de un plano y otro se crea en el acto de rodar. Sin em bargo,
este «montaje de cámara» es raro; lo norm al es m ontar después de filmar. Hoy
en día tam bién se efectúa el m ontaje m ediante copias de la película en vídeo
grabadas en cintas de vídeo o discos, de form a que se puedan hacer los cortes
sin tocar la película. No obstante, la versión definitiva de la película se prepara
rá para positivar cortando y em palm ando el negativo.
Como espectadores, percibim os un plano como un segm ento ininterrum
pido de tiem po, espacio o configuraciones gráficas en la pantalla. Los fundidos,
los encadenados y las cortinillas interrum pen gradualm ente un plano y lo reem
plazan por otro. Los cortes se perciben como cambios instantáneos de un plano
a otro.
Considerem os un ejem plo de m ontaje, cuatro planos del ataque a Bahía Bo
dega en Los pájaros, de Alfred H itchcock (véanse las figs 7.5-7.8):
1.Plano medio, ángulo recto. Melanie, Mitch y el capitán están de pie, hablando,
al lado de la ventana del restaurante. M elanie aparece en el extrem o dere
cho y el cam arero al fondo (fig. 7.5).
2. Primer plano. M elanie m irando a la izquierda de la pantalla ju n to al hom bro
del capitán. Mira hacia la derecha (fuera de cuadro por una ventana),
como si siguiera algo con la m irada. Panorám ica a su derecha cuando se
gira hacia la ventana y m ira fuera (fig. 7.6).
3. Gran plano general. Punto de vista de Melanie. La gasolinera al otro lado de
la calle, la cabina de teléfonos en prim er plano a la izquierda. Los pájaros
esperan para caer en picado, de izquierda a derecha (fig. 7.7).
4. Primer plano. Perfil de M elanie. El capitán se mueve a la derecha dentro del
plano, ocultando al cam arero; Mitch se mueve a la derecha hasta situarse en
prim er térm ino. Todos, de perfil, m iran por la ventana (fig. 7.8).
Cada u no de estos cuatro planos presenta un segm ento diferente de tiem
po, espacio y m aterial gráfico. El p rim er plano m uestra a tres personas hablan
do. U n cam bio instantáneo —u n corte— nos traslada a un prim er plano de Me
lanie. (H itchcock p odría h ab er utilizado u n fundido, un encadenado o una
cortinilla para que el cambio de un plano a otro fuera más lento, o podría ha
b er m anejado la escena como u n plano continuo, como veremos enseguida.)
En el segundo plano, el espacio h a cam biado (Melanie está sola y ocupa una
porción mayor del c u a d ro ), el tiem po es continuo y las configuraciones gráficas
tam bién han variado (la disposición de las formas y los colores varía). O tro cor
te nos lleva instantáneam ente a lo que ella ve. El plano de la gasolinera (fig. 7.7)
presenta u n espacio muy diferente, u n a porción de tiem po consecutiva y una con
figuración gráfica distinta. O tro corte nos devuelve a Melanie (fig. 7.8) y de nue
vo nos vemos trastados a otro espacio, otra porción de tiem po y una configuración
gráfica distinta.De este modo, los cuatro planos están unidos por tres cortes.
Hitchcock podría haber presentado esta escena de Los pájaros sin m ontaje al
guno. Imaginem os u n movimiento de cám ara que encuadrara a las cuatro per
sonas hablando, se desplazara hasta Melanie cuando ésta se gira, hiciera una pa
norám ica hasta la ventana para m ostrar a las gaviotas cayendo en picado, y
retrocediera para captar la expresión de M elanie. Todo ello constituiría un úni
co plano, p o r lo que no tendríam os las disyunciones que ocasiona el montaje; los
movimientos de cámara, sin im portar lo rápidos que fueran, no presentarían los
m arcados y bruscos cambios que producen los cortes. A hora imaginemos una
composición con profundidad espacial que presentara a Mitch en prim er térm i
no, a Melanie y la ventana en un plano espacial interm edio y el ataque de las ga
viotas a lo lejos. U na vez más, la escena se podría m ostrar en un único plano para
que no se produjera un cambio brusco del tiempo, el espacio o los elem entos
gráficos. Ylos movimientos de las figuras no presentarían esa disyunción del m a
terial de pantalla que crea el m ontaje. En esta secuencia, pues, H itchcock podría
haber presentado la acción en un único plano, ya fuera m ediante un movimien
to de cám ara o m ediante una composición con profundidad espacial. En vez de
ello, la presenta con más de u n plano, es decir, m ediante el montaje.
U na vez que se es consciente del m ontaje, es fácil advertir no sólo por qué
es un a técnica tan extendida, sino tam bién p or qué las disyunciones del espacio,
el tiem po y los elem entos gráficos que ocasiona el m ontaje saltan a la vista para
una m irada aten ta.'T an to la disyunción instantánea del corte com o la disyun
ción más gradual del fundido, el encadenado o la cortinilla norm alm ente sepa
ran los planos de form a bastante clara.
Los espectadores, a veces, presuponen que las películas están filmadas con
varias cámaras que rued an sim ultáneam ente, y que el m ontaje es principalm en
te u n a cuestión de elegir el m ejor plano que m ostrar en un m om ento determ i
nado. Es verdad que la mayoría de los program as de televisión se graban con
esta técnica de cámaras múltiples, pero en el caso del cine esto sucede muy rara
m ente. En ocasiones, los cineastas utilizarán varias cámaras para filmar una in
terpretación desde diferentes ángulos y distancias; éste es el caso de las escenas
de M arión Brando en Apocalypse Now. Más a m enudo, el rodaje con cámaras
múltiples se utiliza para registrar acciones espectaculares o irrepetibles, como
las explosiones o los stunts complicados.
No obstante, la mayoría de las secuencias se filman con una única cámara.
En la escena de Los pájaros, p o r ejem plo, los planos están rodados en tiem pos y
espacios muy diferentes, u no (el plano 3) en exteriores y los dem ás en plato (y
quizás en diferentes d ías). Así, el m on tad o r tiene que ensam blar una gran y va
riada cantidad de m aterial. Para facilitar esta tarea, la mayoría de los cineastas
planean la fase de m ontaje d urante el rodaje. Los planos se ru ed an pensando
en cóm o se ensam blarán finalm ente. En las películas de ficción, los guiones y
los storyboards ayudan a planear detalladam ente los cortes y demás transiciones.
-5<J LA R E L A C I Ó N ENTRE PLANO Y PLANO: EL M O N T A J E
Incluso los directores de docum entales, encuadran y filman norm alm ente con
un ojo puesto en cómo se m ontarán los planos. Al exam inar el m ontaje conti
nuo, veremos que el director controla la puesta en escena y el encuadre de la ac
ción para que los cambios de plano sean suaves y discretos.
D im e n s io n e s del m o n ta je c in e m a t o g r á fic o
Los cuatro planos de Los pájaros se pu ed en considerar sim plem ente como
configuraciones gráficas, com o patrones de luz y oscuridad, líneas y formas, vo
lum en y profundidad, movimiento y estasis, independientemente de la relación del
plano con el tiem po y el espacio de la historia. Por ejem plo, H itchcock no ha al
terado drásticam ente la lum inosidad total de un plano a otro. Sin em bargo, po
dría haber cortado del segundo plano uniform em ente ilum inado (fig. 7.6, Me-
lanie girándose hacia la ventana) a un plano de la gasolinera envuelto en
sombras. Además, H itchcock ha m antenido p o r lo general la parte más im por
tante de la com posición en el centro de la im agen (com párese la posición de
M elanie en el cuadro con la de la gasolinera de la fig. 7.7). Sin em bargo, podría
haber cortado de un plano en que M elanie estuviera, p o r ejem plo, en la parte
superior izquierda del cuadro a un plano que situara a la gasolinera en la parte in
ferior derecha de la imagen.
H itchcock tam bién h a contrapuesto ciertas diferencias de color. El pelo y el
traje de M elanie la convierten en una figura predom inantem ente am arilla y ver
de, m ientras que el plano de la gasolinera está dom inado p o r tristes grises azu
lados contrapuestos a toques de rojo en los surtidores de gasolina. En cambio,
H itchcock podría hab er cortado de M elanie a otra figura com puesta con colo
res similares. Además, el movimiento del plano de M elanie —el giro hacia la
ventana— no arm oniza con los movimientos del dependiente o de las gaviotas
en el plano siguiente, aunque H itchcock podría haber im itado la velocidad, di
rección o posición en el cuadro del movimiento de M elanie en el movimiento
del plano siguiente.
En resum en, m ontar ju n to s dos planos cualesquiera perm ite la interacción,
m ediante la similitud y la diferencia, de las cualidades puramente pictóricas de
esos dos planos. Los cuatro aspectos de la puesta en escena (ilum inación, deco
rados, vestuario y com portam iento de los personajes en el espacio y el tiempo)
y ia mayoría de las cualidades cinematográficas (fotografía, encuadre y movili-
DIMENSIONES DEL MONTAJE CIX;:
dad de la cám ara) p roporcionan posibles elem entos gráficos. De este m odo,
todo plano proporciona la posibilidad de un m ontaje puram ente gráfico y todo
corte crea algún tipo de relación gráfica en tre dos planos.
A unque las películas abstractas dependen m ucho de la dimensión gráfica del
m ontaje, la mayor parte del cine la ha subordinado a otras áreas de control. Sin
embargo, en u n nivel determ inado percibimos todas las imágenes cinematográfi
cas como configuraciones de material gráfico, y todas las películas manipulan esas
configuraciones. De hecho, incluso en una película que no es pura abstracción, el
montaje gráfico puede ser un a fuente de interés para el cineasta y el público.
Los elem entos gráficos se p u ed en m ontar p ara conseguir una continuidad
uniform e o un contraste repentino. El cineasta puede vincular planos por sus si
militudes gráficas, haciendo así lo que podem os denom inar un emparejamiento
gráfico. Las formas, los colores, la com posición global o el m ovimiento en el pla
no A se p u ed en retom ar en la com posición del plano B. U n ejem plo m ínim o es
el corte que une los dos prim eros planos de True Stories: Historias verdaderas (True
Stories, 1987), de David Byrne, en los que la línea del horizonte de la pradera
de Texas (fig. 7.9) está em parejada gráficam ente con la línea de flotación de un
océano (fig 7.10). Igualm ente, d u ran te la canción «Beautiful Girl», en Chantan
do bajo la lluvia, de Stanley D onen y G ene Kelly, se consiguen divertidos em pa
rejam ientos gráficos en cadenando a u n a m odelo con otra, cada figura colocada
y encuadrada de form a bastante similar de un plano a otro.
Em parejam ientos gráficos más dinám icos aparecen en Los siete samurais, de
Akira Kurosawa. Después de que los samurais hayan llegado p o r prim era vez al
pueblo, suena u n a alarm a y cabalgan para descubrir su origen. Kurosawa m on
ta seguidos seis planos de diferentes sam urais cabalgando que em pareja de for Fig. 7 .1 0
m a dinám ica m ediante la composición, la ilum inación, el movimiento de las fi
guras y el m ovim iento panorám ico de la cámara (figs. 7.11-7.16).
Fig. 7 .1 7 Fig. 7 .1 8
Fig. 7 .1 9 Fig. 7 .2 0
Fig. 7 .2 2
Los cineastas, a m enudo, llam an la atención sobre los em parejam ientos grá
ficos en los m om entos de transición. En Aliens-El regreso, un fundido crea un
em parejam iento gráfico entre el rostro de Ripley durm iendo y la curva de la tie
rra (figs. 7.17, 7.18). En El mundo de Apu (Apu sansar, 1959), de Satyajit Ray, se
pasa de una escena a otra m ediante el encadenado de u n a pantalla de cine (fig.
7.19) con la ventana rectangular de un taxi (fig. 7.20); luego la cám ara retroce
de para m ostrar a Apu y a su esposa volviendo a casa del cine (fig. 7.21).
Este em parejam iento gráfico tan preciso es relativam ente raro. Con todo,
u na continuidad gráfica aproxim ada del plano A al plano B es típica de la ma
yor parte del cine narrativo. El director se esforzará norm alm ente por m antener
el centro de interés más o m enos constante de un lado al otro del corte, para
conservar el nivel de ilum inación global y para evitar choques de color fuertes
de u n plano a otro. En Finye, de Souleymane Cissé, el abuelo se enfrenta a un
oficial corrupto, que está tum bado en u n a hamaca. Los planos alternos (figs.
7.22, 7.23) m antienen el rostro de cada hom bre en el centro superior izquierda
de la pantalla.
DIMENSIONES DEL MONTAJE CINZ}.
Fig. 7 .2 4
-
- : " 1A R E L A C I Ó N E N T R E P L A N O Y P L A N O : EL M O N T A J E
gándose (n. 30, fig. 7.28), cada plano decrece en duración dos fotogramas, de
veinte fotogram as (las cuatro quintas partes de un segundo) a 8 fotogram as (un
tercio de segundo). Dos planos, el 38 y el 39, interrum pen entonces la secuen
cia con u n a duración casi idéntica (algo m enos de un segundo y m edio cada
u n o ). El plano 40 (fig. 7.38), un plano general que dura unos 600 fotogramas,
sirve a u n mismo tiem po de pausa y de preparación llena de suspense para el
nuevo ataque. Las variaciones en el ritm o d entro de la escena alternan entre re
p resentar el salvajismo del ataque y g en erar suspense m ientras esperam os la si
guiente embestida.
H em os tenido el privilegio de p o d er contar los fotogram as en la tira de pe
lícula auténtica. El espectador no puede hacer esto, pero siente y reconoce la ace
leración y deceleración del tempo en esta secuencia debido a que la duración de
los planos varía. En general, al controlar el ritm o del m ontaje, el cineasta regu
la la cantidad de tiem po que tenem os para com prender y reflexionar sobre lo
que vemos. U na serie de planos rápidos, p o r ejem plo, nos deja poco tiem po
para pensar acerca de lo que estamos viendo. En la secuencia de Los pájaros, el
m ontaje de H itchcock hace que la percepción del espectador funcione a un rit
m o cada vez más rápido. El hecho de co m p render rápidam ente el avance del
fuego y e n ten d er los cambios de posición de M elanie se convierten en factores
esenciales de la creciente excitación que provoca la escena.
H itchcock no es, desde luego, el único director que utiliza el m ontaje rít
mico. Sus posibilidades fueron exploradas en un principio p o r directores como
D. W. Griffith (sobre todo en Intolerancia) y Abel Gance. En los años veinte, el
cine de Hollywood, la escuela de m ontaje soviética y los cineastas «impresionis
tas» franceses exploraron las posibilidades rítm icas de series de planos breves.
C uando las películas sonoras se convirtieron en la norm a, se m antuvo la utiliza
ción de u n acusado m ontaje rítm ico en dram as como Sin novedad en elfrente (All
Q uiet on the W estern Front, 1930), de Lewis Milestone, y en comedias musica
les y películas fantásticas com o ¡Viva la libertad! (A nous la liberté, 1931) y El mi
llón, de R ené Clair, Amame esta noche, de R ouben M amoulian, y La calle 42 y Des
file dé candilejas (Footlight Parade, 1933), de Busby Berkeley. En el cine clásico
de Hollywood, el uso rítm ico de los encadenados se convirtió en crucial para las
«secuencias de montaje» que discutirem os enseguida. El ritm o sigue siendo un
recurso fundam ental del m ontador, sobre todo en el uso del m ontaje rápido
para crear em oción d u ran te u n a secuencia de acción (o durante un anuncio de
televisión o u n videoclip).
El m ontaje, norm alm ente, no sólo sirve para controlar los elem entos gráfi
cos y el ritm o, sino tam bién para construir un espacio fílmico. La euforia por esa
nueva facultad se puede percibir en los escritos de cineastas como el director
soviético Dziga Vertov: «Yo soy cine-ojo. Soy u n constructor. Te he colocado...
en u n a habitación extraordinaria que no existía hasta ahora, cuando yo la he
creado. En esta habitación hay doce paredes, filmadas por m í en diferente par
tes del m undo. R euniendo planos de paredes y detalles, he conseguido dispo
nerlos en un orden agradable».
Esta euforia es com prensible. El m ontaje perm ite que u n a esfera de cono
cim iento om nisciente se vuelva visible com o om nipresencia, la capacidad para
trasladarse de u n lugar a cualquier otro. El m ontaje perm ite al cineasta relacio
n ar dos puntos cualesquiera en el espacio m ediante la similitud, la diferencia o el
desarrollo.
Se pued e com enzar, p o r ejem plo, con u n plano que establezca u n todo es
pacial y a continuación u n a parte de ese espacio. Esto es lo que hace H itch-
¿56 LA R E L A C I Ó N E N T R E P L A N O Y P L A N O : EL M O N T A J E
ejem plo, solam ente sabemos que Ju a n a y los sacerdotes están en la misma habi
tación. Puesto que los fondos blancos neutros y los num erosos prim eros planos
no proporcionan n inguna orientación de todo el espacio, rara vez podem os de
cir lo alejados que están los personajes o precisar quién está al lado de quién.
Más adelante verem os cóm o en Octubre y en El año pasado en Marienbad se crean
discontinuidades espaciales aún más extremas.
El m o n t a je c o n t in u o
A B
Fig. 7.42
Fig. 7.43
m ado desde cualquier punto de la zona coloreada crearía este cambio de direc
ción. Estos saltos en la continuidad pueden confundir.
Aún más desorientador sería cruzar la línea m ientras se establece la acción
de la escena. En el tiroteo, si el prim er plano m uestra a A cam inando de iz
quierda a derecha y el segundo plano m uestra a B (desde el otro lado de la lí
nea) tam bién cam inando de izquierda a derecha, probablem ente no estaríamos
seguros de que estuvieran cam inando el un o hacia el otro. Parecería que los dos
vaqueros están cam inando en la misma dirección en diferentes puntos de la ca
lle, como si uno estuviera siguiendo al otro. Probablem ente nos sorprendería
mos m ucho si de repente estuvieran frente a frente dentro del mismo plano.
A unque exam inarem os algunas estratagem as para pasar «al otro lado de la
línea», por ahora es suficiente con ver que adherirse a la regla de los 180° ase
gura la dirección lógica de un plano en la pantalla. Tam bién veremos, al exa
m inar La diligencia en la cuarta parte, que no todas las violaciones de la direc
ción en la pantalla han de confundir necesariam ente.
La regla de los 180° se precia de delinear el espacio claram ente. El especta
dor sabrá siem pre dónde están los personajes en relación unos con otros y con el
decorado. Y lo que es más im portante, el espectador sabrá siem pre dónde está él
con respecto a la acción de la historia. El espacio de la escena, revelado de for
ma clara y nada ambigua, no debe sorprender o desorientar, porque esta deso
rientación, según se cree, apartaría al espectador del centro de atención: la ca
d en a de causas y efectos de la narración.
En el capítulo 3 vimos que el m odo de narración clásico de Hollywood su
bordina el tiem po, la motivación y otros factores a la secuencia causa-efecto.
EL M ON "
*%-jL
T am bién vimos cóm o la puesta en escena y la posición y el m ovim iento de la cá
m ara p u ed en funcionar para presentar m aterial de la narración. A hora pode
mos señalar cóm o el m ontaje continuo tam bién obra para subordinar el espacio
a la causalidad. A partir del principio de los 180°, los cineastas han desarrollado
el sistema continuo com o una form a de construir un espacio que fluya suave
m ente y que se m antenga subordinada a la acción de la narración. Considere
mos un ejem plo concreto, el com ienzo de la película de Jo h n H uston El halcón
malíes.
La escena com ienza en la oficina del detective Sam Spade. En los dos pri
m eros planos, se establece este espacio de diferentes modos. Prim ero, está la ven
tana de la oficina (plano la , fig. 7.44) desde el que la cám ara hace un contrapi
cado para revelar a Spade (plano Ib, fig. 7.45) liando un cigarrillo. Mientras
Spade dice «¿Sí, cariño?» aparece el plano 2 (fig. 7.46). Esto es im portante en
varios aspectos. Es un plano de situación, que delinea todo el espacio de la ofici
na: la puerta, la zona interm edia, la m esa y la posición de Spade. Nótese tam
bién que el plano 2 establece u n a línea de 180° entre Spade y su secretaria, Ef-
fie; Effie p odría ser A en la figura 7.42 y Spade B. La prim era fase de esta escena
se construiría en to rn o a la perm anencia en el mismo lado de esta línea de 180°.
U na vez que se nos han expuesto en los dos prim eros planos, empiezan a
descom ponerse los com ponentes del espacio. Los planos 3 (fig. 7.47) y 4 (fig.
7.48) m uestran a Spade y Effie hablando. Puesto que se respeta la línea de los
180° establecida al com ienzo (cada plano presenta a los dos desde el mismo
lado), conocem os su localización y sus relaciones espaciales. Al m ontar juntos
los planos m edios de ambos, sin em bargo, H uston utiliza otras dos tácticas co
m unes d en tro del sistema de 180°.
La prim era es el esquem a plano/ contraplano. U na vez que se ha establecido
la línea de 180°, podem os m ostrar prim ero un extrem o de la línea y luego el
otro. En este caso, se corta de Effie a Spade. U n contraplano no es literalm ente
el «reverso» del prim er encuadre. Es sim plem ente un plano del extrem o opues
to del eje de acción, norm alm ente tom ado en un ángulo oblicuo al sujeto. En
nuestro diagram a a vista de pájaro (fig. 7.42), los planos 2 y 3 form an un esque
m a p lan o /co n trap lan o similar al de las figuras 7.47 y 7.48. Las figuras 7.22, 7.23
y 7.24, 7.25, de este mismo capítulo, son tam bién ejemplos del m ontaje pla
n o / contraplano.
La segunda táctica que utiliza aquí H uston es el emparejamiento del eje de mi
radas. Es decir, el plano A presenta a alguien m irando algo fuera de cuadro; el
plano B nos m uestra lo que está m irando. En ningún plano están tanto el que
m ira com o el objeto presente. En el com ienzo de El halcón maltes, el corte del
plano de Effie (plano 3, fig. 7.47) al plano de Spade en su mesa (plano 4, fig.
7.48) es u n em parejam iento del eje de miradas. Los planos de Los pájaros de Me-
LA R E L A C I Ó N E N T R E P L A N O Y P L A N O : EL M O N T A J E
lanie observando el ataque de los pájaros y el fuego tam bién crean em pareja
m ientos del eje de miradas, al igual que los ejemplos de p lan o /co n trap lan o
(figs. 7.22, 7.23 y 7.24, 7.25).
Nótese que el m ontaje p lan o /co n trap lan o no necesita utilizar el em pareja
m iento del eje de miradas. Se podrían film ar ambos extrem os del eje en un es
quem a p lan o /co n trap lan o sin m ostrar a los personajes m irándose el uno al
otro. U n personaje puede ten er las m anos sobre los ojos, el otro podría estar de
espaldas a la cámara. En el ejem plo de El halcón maltes, supongam os que H uston
hubiera cortado directam ente del plano Ib, la imagen de Spade liando un ciga
rrillo (fig. 7.45) al plano 3, de Effie entrando (fig. 7.47). Este corte obedecería
al principio de plan o /co n trap lan o , pero no sería un em parejam iento del eje de
miradas porque Spade no m ira hacia arriba ni aporta una pista más sobre la pre
sencia de Effie. En conjunto, sin em bargo, la mayoría de los cortes p la n o /c o n
traplano tam bién utilizan el em parejam iento del eje de miradas.
El em parejam iento del eje de m iradas es una idea simple pero con fuerza,
puesto que el carácter direccional del eje de m iradas crea u n a fuerte conti
nuidad espacial. Para que se le p u eda ver, un objeto tiene que estar cerca de
quien lo mira. Presum iblem ente, el eje de m iradas creó los efectos que Kule
chov identificó en su construcción de un espacio falseado m ediante el m onta
je. Es decir, el inexpresivo actor parece estar m irando a cualquier cosa que esté
cerca en el plano, y el público supone que el actor está reaccionando en con
secuencia.
D entro del sistema de los 180°, el em parejam iento del eje de miradas, al
igual que la dirección constante en la pantalla, puede estabilizar el espacio. Nó
tese cóm o en el plano 3, la m irada de Effie a la izquierda fuera de cuadro reite
ra la posición de Spade aunque no esté en campo. Y aunque Spade no m ira ha
cia arriba después del corte al plano 4, la posición de la cám ara se m antiene por
com pleto en el mismo lado del eje de acción (de hecho, la posición es práctica
m ente idéntica a la del plano Ib ). Sabemos que Effie está fuera de cam po a la
izquierda. De este m odo, la interrupción del espacio que realiza la escena es
com pletam ente lógica, y esta coherencia la asegura su adhesión al sistema de los
180°. Gracias al esquem a p lan o /co n trap lan o y al em parejam iento del eje de mi
radas, sobreentendem os la localización de los personajes incluso cuando no es
tán presentes en la misma imagen.
La lógica espacial se reafirm a en el plano 5, que presenta el mismo encua
dre que el plano 2. Se nos m uestra de nuevo la oficina (plano 5a, fig. 749) cuan
do entra un nuevo personaje, Brigid O ’Shaughnessy. Spade se pone de pie para
saludarla y la cám ara reencuadra su m ovimiento con un ligero contrapicado
(plano 5b, fig. 7.50). El plano 5 es un plano de resituación, ya que restablece el es
pacio global que se analizaba en los planos 3 y 4. El esquem a, pues, ha sido si
tuación/interrupción/resituación, uno de los esquemas más com unes de desarrollo
espacial en el estilo continuo clásico.
D etengám onos a exam inar cóm o ha fu n cionado este esquem a para hacer
avanzar la narración. El plano 1 ha indicado el lugar y, lo que es más im p o r
tante, h a enfatizado al protagonista al vincularle con el letrero de la ventana.
El sonido en off y el «¿Sí, cariño?» de Spade motivan el corte al plano 2. Este
plano de situación ancla firm em ente el plano 1 desde el p u n to de vista espa
cial. T am bién in tro d u ce la fuente del sonido en off. el nuevo personaje, Effie.
El plano cam bia en el preciso m om ento en que Effie entra. De este m odo, es
poco probable que advirtam os el corte, ya que nuestras expectativas nos lle
van a q u ere r ver lo que sucede a continuación. El espacio cercano a la p u e r
ta se ha m ostrado cuando la cadena causa-efecto le convierte en im portante,
no antes.
Los planos 3 y 4 presentan la conversación entre Spade y Effie, y el pla
n o / contraplano y el em parejam iento del eje de m iradas nos reafirm an en cuan-
EL M O N T A J E C O N T I N U O
que el estilo o pera p ara conceder im portancia al flujo dram ático de la escena:
lo que dice Effie y cóm o reacciona Spade. En el plano 5, se m uestra de nuevo
una vista general de la oficina, precisam ente en el m om ento en que entra en es
cena u n nuevo personaje, y esto a su vez la sitúa firm em ente en el espacio. De
este m odo, la narración — el diálogo, la entrada de nuevos personajes— queda
enfatizada p o r la adhesión al sistema de los 180°. El m ontaje subordina el espa
cio a la acción.
Podem os seguir los mismos procedim ientos —con una variación añadida—
en los planos siguientes. En el plano 5, Brigid O ’Shaughnessy entra en la ofici
n a de Spade. El plano 6 m uestra un contraplano de ambos m ientras ella se acer
ca a él (plano 6a, fig. 7.51). Hasta este m om ento, la línea de los 180° está com
p ren d id a en tre Spade y la pu erta de entrada. A hora el eje de acción se extiende
de Spade a la silla de su cliente ju n to al escritorio. U na vez establecida, no se vio
lará esta nueva línea.
El factor adicional, en este caso, es u n a tercera táctica para asegurar la con
tinuidad espacial, el corte en movimiento, u n recurso muy im portante. Suponga
mos que u n a figura com ienza a levantarse en el plano 1. Podem os esperar has
ta que el personaje esté levantado y haya dejado de moverse para cortar al plano
2. Pero, en vez de esto, podem os m ostrar el m ovimiento de la figura cuando co
mienza en el plano 1 y a continuación cortar al plano 2, que m uestra la conti
nuación del movimiento. De este m odo tendríam os un corte en movimiento,
un recurso del m ontaje que m antiene u n movimiento a lo largo del corte entre
dos planos.
Para apreciar la habilidad que im plica hacer u n corte en movimiento, ayu
da tener presente que la mayoría de las películas se filman con una sola cámara.
Al film ar planos cuya acción se ten d rá que com paginar en la fase de m ontaje, es
posible que el prim er plano, en el que com ienza el movimiento, se filme con ho
ras o días de diferencia respecto al segundo, en el que continúa el movimiento.
Así, el corte en movim iento no es sim plem ente una cuestión de m ontar segui
das dos versiones com pletas de la misma escena desde diferentes posiciones. El
proceso im plica recopilar detalladas anotaciones sobre el trabajo de cám ara,
la puesta en escena y el m ontaje para que todos los detalles puedan encajar en la
fase de m ontaje.
En la escena de El halcón maltes, el corte del final del plano 5 (fig. 7.50) al
comienzo del plano 6 (fig. 7.51) utiliza un corte en movimiento, en el que la ac
ción es el recorrido de Brigid hacia el escritorio de Spade. U na vez más, el siste
ma de los 180° ayuda a ocultar el corte, puesto que m antiene la dirección cons
tante en la pantalla: Brigid se mueve de izquierda a derecha en ambos planos.
Como es de esperar, el corte en m ovim iento es u na herram ienta de la continui
- ' " LA R E L A C I Ó N E N T R E P L A N O Y P L A N O : EL M O N T A J E
dad narrativa. Es necesario tener una m irada muy experta para reparar en un
suave corte en movimiento; es tan fuerte nuestro deseo de seguir la acción que
fluye a lo largo del corte que ignoram os el propio corte. La similitud del movi
m iento de un plano a otro m antiene más nuestra atención que las diferencias
que resultan del corte.
E xceptuando este corte en movimiento, el m ontaje del resto de la escena
utiliza las mismas tácticas que ya hem os visto. C uando Brigid se sienta, se h a es
tablecido un nuevo eje de acción (plano 6b, fig. 7.52). Esto perm ite a H uston des
com poner el espacio en planos más cortos (planos 7 a 13, figs. 7.53 a 7.59). To
dos estos planos utilizan la táctica del p lan o /contraplano: la cám ara encuadra,
en un ángulo oblicuo, u n extrem o de la línea de los 180° y luego encuadra el
otro. (Nótense los hom bros en prim er térm ino en los planos 7, 8 y 10, figs. 7.53,
7.54 y 7.56.) Aquí, de nuevo, el m ontaje del espacio presenta la acción dialoga
da de form a sencilla y clara.
A partir del plano 11, los cortes de H uston tam bién crean em parejam ientos
del eje de miradas. Brigid m ira fuera de cuadro hacia la derecha a Spade (pla
no 11, fig. 7.57). Mira fuera de cuadro hacia la izquierda cuando se oye una
puerta que se abre (plano 13, fig. 7.59). Archer, que acaba de llegar, m ira a la de
recha fuera de cuadro hacia ellos (plano 14, fig. 7.60) y ambos le m iran a él fue
ra de cuadro (plano 15, fig. 7.61). La regla de los 180° nos perm ite saber siempre
quién está m irando a quién.
¿Cuál es la función del m ontaje analítico en esta parte de la escena? H us
ton podría hab er registrado toda la conversación en u n a tom a larga, conti
n u ando con el plano 6b (fig. 7.52). ¿Por qué ha dividido la conversación en seis
planos? Al parecer, la interru p ció n analítica dirige nuestra atención, asegu
ran do que m irarem os a Brigid y a Spade en el m om ento exacto en que H us
ton quiere que lo hagam os. En la tom a larga y en u n en cuadre más lejano,
H uston habría canalizado nuestra atención de otro m odo, quizá m ediante la
com posición y el sonido.
Además, el esquem a p lan o /co n trap lan o da im portancia a la historia de Bri
gid y a la reacción de Spade ante la misma. M ientras ella entra en detalles, el
m ontaje pasa de planos con escorzo del hom bro (figs. 7.53, 7.54) a encuadres
que aíslan a Brigid (figs. 7.55, 7.57) y finalm ente a un plano que aísla a Spade
(fig. 7.58). Estos planos se producen en el m om ento en que Brigid, de un m odo
artificialm ente reservado, cuenta su historia y los planos m edios cortos despier
tan nuestra curiosidad acerca de si está diciendo la verdad. El plano de la reac
ción de Spade (fig. 7.58) sugiere que se m uestra escéptico. En resum en, el m on
taje analítico coopera con el encuadre y el com portam iento de los personajes
para centrar nuestra atención en la historia de Brigid, para dejarnos estudiar su
conducta y para insinuarnos la respuesta de Spade.
C uando entra Archer, la interrupción espacial cesa m om entáneam ente y
H uston restablece el espacio. A rcher se integra en la acción m ediante una pano
rám ica hacia la derecha (planos 16a y 16b, figs. 7.62 y 7.63). Su recorrido es co
h eren te con el prim er eje de acción de la escena, el com prendido entre Spade
y la pu erta de entrada. Además, el encuadre es similar al utilizado anteriorm en
te cuando entró Brigid. (Com párese el plano 16b con el 6a [figs. 7.63 y 7.51]).
Estas repeticiones perm iten al espectador concentrarse en la nueva inform a
ción, no en la form a en que se presenta.
Ya firm em ente situado como p arte de la escena, A rcher se apoya en el es
critorio de Spade. Su posición le coloca en el extrem o del eje de acción de Spa
de (plano 17, fig. 7.64). El m ontaje del resto de la escena analiza este nuevo gru
po de relaciones sin cruzar nunca la línea de los 180°.
Se supone que el espectador no percibe todo esto. En todo m om ento, los
planos presentan el espacio para enfatizar el flujo de la causa y el efecto: las ac
ciones de los personajes, las entradas, los diálogos, las respuestas. El m ontaje ha
MON
i/#
- ; LA R E L A C I Ó N E N T R E P L A N O Y P L A N O : EL M O N T A J E
Fig. 7 .6 5 Fig. 7 .6 6
Fig. 7 .6 7 Fig. 7 .6 8
7.77, 7.78). Este patrón de m ontaje intensifica la acción dram ática al hacer que
todos los hom bres com pitan por igual p o r ella. Están en un extrem o de la mesa
y nunca aparece ninguno de ellos en la misma im agen con ella. Además, al or
ganizar los ángulos en torno a la orientación global de Ñola en la acción (como
en la fig. 7.79), Lee la refuerza como personaje central. Finalm ente, el plano
más largo y los diferentes prim eros planos intensifican la progresión de la esce
na: los hom bres están expuestos y Ñola está juzgando fríam ente el com porta
m iento de cada uno de ellos.
O tro rasgo del sistema de los 180° es el falseamiento en el corte. Aveces, un di
rector puede no ten er u n a continuidad perfecta de un plano a otro porque ha
com puesto cada un o de ellos según razones concretas. ¿Tiene que com paginar
los dos planos perfectam ente? De nuevo es la motivación de la narración quien
decide. Dado que el sistema de los 180° enfatiza la causalidad de la narración, el
director tiene cierta libertad para «falsear» la puesta en escena de u n plano a
otro.
Considerem os dos planos d ejezabel, de William Wyler. N inguno de los per
sonajes se mueve en estos planos, pero Wyler ha falseado la posición de Julie: en
el prim er plano, la parte superior de su cabeza está al nivel de la barbilla del
hom bre (fig. 7.80), pero en el segundo parece haber crecido varios centím etros
(fig. 7.81). Sin em bargo, la gran mayoría de los espectadores no advertirá la di
ferencia, ya que lo im portante en la escena es el diálogo; en este caso, de nuevo,
las similitudes entre los planos contrarrestan las diferencias de posición. Ade
más, el cambio de un ángulo recto a un ángulo ligeram ente en picado ayuda a
ocultar el falseamiento. De hecho, en la escena de El halcón maltes tam bién hay
un falseam iento entre los planos 6b y 7; en el plano 6b (fig. 7.52), cuando Spa-
de se inclina hacia adelante, el respaldo de su silla no está cerca de él. Sin em
bargo, en el plano 7 (fig. 7.53), se ha falseado para que esté justo detrás de su
brazo izquierdo. En este caso, la prim acía del flujo de la narración resta valor a
este falseamiento.
En varios de los ejem plos m encionados hasta ahora, el m ontaje continuo
h a dem ostrado ser m uy adecuado p ara describir las interacciones de dos o
más personajes. Pero tam bién se p u e d e n utilizar las mismas técnicas cuando
un personaje está solo. La ventana indiscreta (Rear Window, 1954), de H itch
cock, incluye m uchas escenas del solitario fotógrafo Jeff observando los h e
chos que se p ro d u cen en el apartam en to que está al o tro lado del patio. H itch
cock utiliza u n p atró n estándar: corta de u n plano de Je ff m irando a algo
fuera de cam po a u n plano de lo que Jeff ve. (Puesto que, p o r lo general, no
hay n in g ú n plano de situación, o p era el efecto Kulechov.) De este m odo, el
m ontaje plano-contraplano y el em p arejam iento del eje de m iradas son fu n
dam entales p ara el efecto de la película. Más co ncretam ente, H itchcock utili
za u n a variedad del m ontaje con em p arejam iento del eje de m iradas conoci
do com o montaje subjetivo.
El plano 1 (fig. 7.82) m uestra a je ff m irando p o r la ventana y el plano 2 (fig.
7.83) es u n plano de lo que ve desde su p u n to de vista óptico. Ya hem os discuti
do los encuadres subjetivos en el capítulo 6 (pág. 215) y ya hem os visto u n ejem
plo de m ontaje subjetivo en la secuencia de Los pájaros exam inada en las págs.
253-255. A hora estamos en posición de ver cóm o todo ello es com patible con el
sistema continuo de los 180°. El segundo plano, el que representa el p u nto de
\ista de Jeff, está rodado desde u n a posición en el eje de acción, desde el extre
mo que ocupa Jeff (véase fig. 7.84).
A m edida que transcurre la película, la subjetividad de los planos subjetivos Fig. 7 .83
aum enta. Al ten er cada vez más deseos de exam inar los detalles de la vida de su
vecina, Jeff com ienza a utilizar prismáticos y u n teleobjetivo fotográfico para au
m entar su visión. Utilizando planos rodados con lentes de diferente distancia
focal, H itchcock puede m ostrarnos cómo cada nuevo instrum ento amplia la vi-
Fig! 7. 84
- - LA R E L A C I Ó N E N T R E P L A N O Y P L A N O : EL M O N T A J E
sión de Jeff (figs. 7.85-7.88). A unque Jeff está solo la mayor parte de la película,
el m ontaje de H itchcock sigue las reglas de la continuidad espacial y explota las
posibilidades del punto de vista para crear curiosidad y suspense.
¿Puede el director cruzar alguna vez el eje de acción legítim am ente? Sí.
U na escena que transcurra en determ inados decorados —en una pu erta de en
trada o u n a escalera, por ejem plo— puede «rom per la línea». Tam bién el he
cho de hacer que los actores se muevan al otro lado de la línea puede crear un
nuevo eje de acción; esto, a su vez, perm ite al cineasta cortar a planos que nor
m alm ente no tendrían continuidad. (Puesto que la violación de la continuidad
solamente se puede producir en el corte, un movimiento de cám ara no puede
rom per la continuidad.) Pero la form a más usual de cruzar la línea es rodar un
Fig. 7.88 plano desde la propia línea y utilizarlo com o transición. Por ejem plo, si en el pla
no 1 un coche se mueve de izquierda a derecha, el plano 2 sería un plano fron
tal o posterior (es decir, el coche se estaría moviendo directam ente hacia el es
pectador o alejándose de é l). Luego se podría cortar al plano 3, que m ostraría
al coche m oviéndose de derecha a izquierda. Sin el plano rodado en el eje de ac
ción, un corte de 1 a 3 violaría la continuidad, pero el plano 2 sirve como tran
sición para p o der cruzar la línea. Esto es relativam ente raro en una escena dia
logada, pero es bastante com ún en las escenas de persecuciones y acción física
en exteriores. Para el cineasta, la prim era consideración a la hora de cruzar el
eje de acción es m antener com o com prensibles las relaciones espaciales de la es
cena.
El m ontaje continuo ilustra cómo el m ontaje puede dotar a la narración de
la película de un gran ámbito de conocim iento. Un corte puede llevarnos a
cualquier punto del lado correcto del eje de acción. El m ontaje tam bién puede
crear om nisciencia, ese conocim iento casi divino que intentan presentar algu
nas películas. El recurso técnico más destacado es el montaje paralelo, que explo
ró am pliam ente p o r prim era vez D. W. Griffith en sus escenas de rescates en el
últim o m om ento. El m ontaje paralelo nos proporciona un conocim iento ilimi
tado de la inform ación causal, tem poral o espacial al alternar planos de una lí
nea de acción que transcurre en un lugar con planos de otros hechos en otros
lugares. De este m odo, el m ontaje paralelo crea cierta discontinuidad espacial,
pero vincula la acción al crear u n a sensación de causa y efecto y sim ultaneidad
tem poral.
Por ejem plo, en El vampiro de Dusseldorf de Fritz Lang, m ientras la policía
busca al asesino de niños, los gángsters tam bién m erodean por las calles bus
cándole, e incluso vemos de vez en cuando al propio asesino. El m ontaje para
lelo une las diferentes líneas de acción resaltando el proceso causal de la perse
cución y u n a sim ultaneidad tem poral. Tam bién nos proporciona un ám bito de
conocim iento mayor que el de cualquier otro personaje. Sabemos que los gángs-
ters van tras el asesino, pero la policía y el asesino no lo saben. El m ontaje para
lelo tam bién crea suspense, com o cuando nos vamos form ando expectativas
que se clarifican y satisfacen gradualm ente. Tam bién puede crear paralelismos,
y Lang explota esta posibilidad sugiriendo analogías entre la policía y los male
antes. A unque pued a ten er otras funciones, el m ontaje paralelo sigue siendo so
bre todo u n m edio p ara presentar las acciones de la narración que se están pro
duciendo en varios lugares más o m enos al mismo tiempo.
Todos los recursos de la continuidad espacial ilustran cóm o la técnica cine
m atográfica im plica al espectador en u n proceso activo. Suponem os que los de
corados, el movim iento de los personajes y su posición serán coherentes y lógi
cos. N uestro conocim iento previo de las convenciones cinem atográficas nos
perm ite form arnos firmes expectativas sobre qué plano seguirá al que estamos
viendo. Tam bién hacem os deducciones a partir de pistas, p o r lo que cuando
Brigid y Spade m iran fuera de cuadro a la izquierda deducim os que está en
trando alguien en la habitación y esperam os ver un plano de esa persona. Lo
que hace que el sistema continuo sea «invisible» es su capacidad para recurrir a
un abanico de técnicas que conocem os tan bien que parecen automáticas. Esto
convierte al m ontaje continuo espacial en u n a poderosa herram ienta para el ci
neasta que desee reforzar las expectativas habituales. Tam bién se convierte en
un objetivo central para el cineasta que quiera utilizar el estilo cinem atográfico
para desafiar o cam biar nuestra actividad norm al de visión.
CONTINUIDAD TEMPORAL:
ORDEN, FRECUENCIA, DURACIÓN
Finalm ente, está el corte en m ovimiento que crea continuidad tanto espa
cial como tem poral. La razón es evidente: si una acción continúa tras el corte,
se supone que el espacio y el tiem po son continuos. (El exam en de El año pasa
do en Marienbad en el capítulo 10 m ostrará que esto no es más que una suposi
ción, no u n a verdad universal.) En resum en, la ausencia de elipsis en la acción
de la historia, el sonido diegético prolongándose después del corte y el corte en
movimiento son tres indicadores fundam entales de que la duración de la esce
na es continua.
A veces, sin em bargo, se explorará u n a segunda posibilidad: la elipsis tempo
ral. Por supuesto, la elipsis puede om itir segundos, m inutos, horas, días, años o
siglos. Algunas elipsis no son im portantes para el desarrollo de la narración y,
por lo tanto, se encubren. Exam inem os un ejem plo com ún: u n a película narra
tiva clásica norm alm ente no m uestra todo el tiem po que le lleva a un personaje
vestirse, lavarse y desayunar por la m añana. Los planos del personaje entrando
en la ducha, poniéndose los zapatos o friendo un huevo se podrían m ontar de
form a que se elim inaran los lapsos de tiem po que no se desean, con el argu
m ento presentando en segundos un proceso que podría haber durado una
hora en la historia. Como vimos en la pág. 260, las puntuaciones ópticas, los en
cuadres vacíos y los planos de acción com plem entaria se utilizan con m ucha fre
cuencia para cubrir cortas elipsis temporales.
Pero hay otras elipsis que son im portantes para la narración. El espectador
tiene que darse cuenta de que ha pasado tiem po. Para esta tarea el m ontaje con
tinuo ha creado un variado repertorio de recursos. Los encadenados, fundidos
y cortinillas se utilizan a m enudo para indicar una elipsis entre planos. De este
m odo, del últim o plano de una escena encadenam os, fundim os o colocamos
una cortinilla hasta el prim er plano de la escena siguiente. (La «regla» de Holly
wood es que el encadenado indica un breve lapso de tiem po y el fundido un lap
so m ucho mayor.) En algunos casos, los cineastas contem poráneos utilizan el
corte como transición. Por ejemplo, en 2001 Kubrick corta directam ente de un
hueso girando por el aire a una estación espacial que gira alrededor de la tierra,
uno de los em parejam ientos gráficos más atrevidos del cine narrativo. El corte
elim ina miles de años del tiem po de la historia.
En otros casos es necesario m ostrar un proceso a gran escala o un período
largo: una ciudad despertando por la m añana, una guerra, un niño creciendo, la
ascensión de un cantante. En este caso, la continuidad clásica utiliza otro recur
so para la elipsis temporal: la secuencia de montaje. Se pueden u n ir rápidam ente
breves porciones de un proceso, títulos informativos (por ejemplo «1865» o «San
Francisco»), im ágenes estereotipadas (por ejem plo, la torre Eiffel), m aterial
de noticiarios, titulares de periódicos y cosas similares m ediante encadenados y
música que condensen u n a prolongada serie de acciones en unos pocos m o
mentos.
Todos estamos familiarizados con las elipsis de las secuencias de m ontaje
más estereotipadas —las hojas de un calendario que pasan, las prensas de un pe
riódico produciendo en serie un núm ero extra, relojes funcionando a toda ve
locidad— , pero en m anos de m ontadores hábiles estas secuencias se convierten
en pequeñas obras maestras en sí mismas. Las secuencias de m ontaje de Slavko
Vorkapich, en Caballero sin espada (Mr. Smith Goes to W ashington, 1959), sobre
la vida am ericana; de Jack Killifer, en The Roaring Twenties, sobre dos décadas de
historia estadounidense; y de Edward Curtís, en Scarface, el terror del hampa (Scar-
face, shame of a nation, 1932), sobre el brutal ascenso social de un gángster,
ilustran la fuerza de este recurso. Las secuencias de m ontaje todavía se utilizan
en las películas de Hollywood, aunque tienden a ser más contenidas estilística
m ente que en los años treinta y cuarenta. Tiburón, p o r ejem plo, sim plem ente
utiliza una serie de planos aislados de los veraneantes llegando a la playa para
indicar el cambio de tiem po que acom paña a la llegada del verano. Sin embar-
ALTERNATIVAS AL M O N T A J E CONTINUO
go, la música todavía se utiliza com o acom pañam iento, como es el caso de una
secuencia de m ontaje de Tootsie (Tootsie, 1982) que m uestra el ascenso del hé
roe al éxito com o estrella de u n serial, o de otra de Terminator 2 que m uestra a la
banda de guerrilleros prep aran d o sus armas en el cam pam ento del desierto.
En resum en, el estilo continuo utiliza la dim ensión tem poral del m ontaje
sobre todo con fines narrativos. Gracias al conocim iento previo, el espectador
espera que el m ontaje presente los hechos de la historia en orden cronológico,
con sólo algunas reorganizaciones eventuales en los flashbacks. El espectador es
pera que el m ontaje respete la frecuencia de lo hechos de la historia. Y el es
pectador supone que las acciones irrelevantes para la causalidad de la historia
se om itirán o al m enos se abreviarán m ediante las convenientes elipsis. Al me
nos, así es com o el sistema continuo clásico de Hollywood h a concebido la na
rración de historias. Al igual que los elem entos gráficos, el ritm o y el espacio, el
tiem po está organizado de form a que perm ite revelar la causa y el efecto y des
pertar curiosidad, suspense y sorpresa. Pero hay m uchas alternativas al estilo
continuo de m ontaje y m erece la pena examinarlas.
A l t e r n a t iv a s a l m o n t a je c o n t in u o
Aun siendo sólido y generalizado, el estilo continuo sigue siendo sólo un es
tilo y son m uchos los cineastas que han explorado otras posibilidades.
Las películas que poseen u n a form a asociativa o abstracta han concedido
frecu e n tem e n te a las dim ensiones gráficas y rítm icas del m ontaje u n a mayor
im po rtan cia de la que les concede el sistem a continuo. Es decir, en vez de
u n ir el plano 1 con el plano 2, sobre todo a p artir de las funciones espaciales
y tem porales que el p ro p io plano d esem p eñ a p ara p resen tar u n a historia, se
p u e d e n ensam blar a p artir de cualidades p u ram en te rítm icas o gráficas, in
d e p e n d ie n te m en te del tiem po y el espacio que rep resen ten . En películas
com o Anticipation o f the Night (1958), Scenes from under Childhoody Western His-
tory (1971), Stan B rakhage ha ex plorado sim plem ente m edios gráficos de
u n ir u n plano con otro: las co n tin u id ad es y discontinuidades de la luz, la tex
tu ra y la form a m otivan el m ontaje. Interesad o en la propia superficie de la
película misma, Brakhage h a rayado y p in tad o sobre la im agen e incluso le ha
añ ad id o alas de m ariposa en busca de com binaciones gráficas abstractas.
Igualm ente, algunas partes de Cosmic Ray (1960-1962), A M oviey Report, de
Bruce C onner, ensam blan m aterial de noticiarios, fotogram as de películas
antiguas y fotogram as en n eg ro a p artir de p atro n es gráficos de m ovim iento,
dirección y velocidad.
Muchas películas no narrativas han subordinado por com pleto el espacio y
el tiem po que se presenta en cada plano a las relaciones rítmicas entre los pla
nos. Las películas de «un único fotograma» (en las que cada uno de los planos
sólo tiene u n fotogram a) son el ejem plo más extrem o de este interés por el pre
dom inio del ritmo. Dos famosos ejemplos son FistFight (1964), de Robert Breer,
y Schwechater (1958), de Peter Kubelka.
La preem inencia del m ontaje rítm ico y gráfico en el cine no narrativo no es,
sin em bargo, u n fenóm eno tan reciente como podrían hacer pensar estos ejem
plos. Ya en 1913, algunos pintores estaban contem plando las posibilidades de
acudir al diseño p uro que ofrecía el cine, y m uchas obras de los movimientos de
vanguardia de los años veinte com binaban el interés por los elem entos gráficos
abstractos con u n deseo de explorar el m ontaje rítmico. El resultado fue tan dis-
LA R E L A C I Ó N E N T R E P L A N O Y P L A N O : EL M O N T A J E
par como puedan m ostrar Emak Bakia (1926), de Man Ray, Cinq minutes de ciné-
mapur, (1925), de H enri Chomette, Thémes et variations, (1928), (Berlin-Die Symp-
honie einer Grosstadt, 1928), de G erm aine Dulac, Vormittagsspuk [Fantasmas
antes del desayuno, 1928], de H ans Richter, y Berlín, sinfonía de una gran ciudad
(Berlin-Die Symphonie einer Grosstadt, 1928), de W alter Ruttm ann. Quizás la
obra más famosa sea la película Ballet mécanique, de F ernand Léger y Dudley
M urphy (véase capítulo 4, pág. 123). En el capítulo 9 veremos cóm o Ballet méca-
nique yuxtapone los planos según cualidades gráficas y rítmicas.
Las posibilidades gráficas y rítm icas del m ontaje, aun siendo muy in p o r
tantes para las películas no narrativas, poseen características que tam bién
h an aparecido en las películas narrativas. A unque el estilo co ntinuo busca
Fig. 7.92 una co n tin u id ad gráfica total, no rm alm en te está subordinada a un interés
p o r trazar u n m apa del espacio de la narració n y ex p o n er el tiem po de la
misma. Algunos cineastas de películas narrativas, sin em bargo, subordinan
ocasionalm ente los tem as narrativos al m odelo gráfico. Los ejem plos más fa
mosos son pro b ab lem en te las películas para las que Busby Berkeley coreo-
grafió elaborados núm eros musicales. En La calle 42, Vampiresas 1933 (Gold-
diggers o f 1933, 1933), Desfile de candilejas, Vampiresas 1935 (G olddiggers of
1935, 1935) y Música y mujeres (Dames, 1934) la narración se in te rru m p e p e
riódicam ente y las películas m uestran intrincados bailes concebidos, rodados
y m ontados m ostrando un gran intéres p o r la p u ra configuración de los bai
larines y los fondos.
Más com plejam ente relacionado con la narració n está el m ontaje gráfico
de Yasujiro Ozu. El m ontaje de Ozu está dictado a m en u d o por u n a conti
n u id ad gráfica m ucho más precisa que la que encontram os en el estilo conti
nu o clásico. En Samma no aji, corta de u n h om bre beb ien d o sake (fig. 7.89) di
rectam ente a otro (fig. 7.90) film ado casi exactam ente en la m isma posición,
con el m ism o vestuario y h aciendo los mismos gestos. Más adelante, corta de
u n h o m b re a otro (figs. 7.91, 7.92) y m an tien e u n a com posición muy similar
tras el corte. Incluso u n a botella de cerveza (una d iferen te en cada plano)
está precisam ente en la m ism a posición en la izquierda del cuadro y tam bién
la etiqueta m antiene u n a posición constante. En Buenos días (Ohayo, 1959),
Ozu utiliza el color para el mismo fin, cortar de una colada tendida al interior
de u n a casa em parejando u n a form a roja en la parte superior izquierda de cada
plano (una camiseta, una lám para). (Véanse los fotogram as en color 59 y 60.)
La continuidad gráfica es, desde luego, una cuestión de gradación, y en las
películas narrativas el espectro abarca de la continuidad gráfica aproxim ada de
Hollywood al preciso em parejam iento de Ozu, con dos planos como los de la
prim era parte de Iván el Terrible situados en algún lugar interm edio. (Véanse
A L T E R N A T I V A S AL M O N T A J E
figs. 7.93 y 7.94). La ilum inación (oscuridad en la zona izquierda y lum inosidad
en la derecha) y la form a triangular a la derecha del cuadro en el plano 1 se re
saltan en el plano 2, con la cabeza y el cuerpo de Anastasia ahora estrecham en-
te em parejados con la silla acabada en punta. Si este m ontaje gráfico motiva la
form a de toda la película, la narración se desvanecerá y el fime se volverá más
abstracto en su forma.
A lgunas películas narrativas h an su b o rd in ad o m o m en tán eam en te los fac
tores tem poral y espacial del m ontaje a los rítm icos. En los años veinte, tanto
la escuela «im presionista» francesa com o la v anguardia soviética frecu en te
m ente hiciero n que la n arració n fu era secundaria respecto al m ontaje p u ra
m ente rítm ico. En estas películas, com o La rueda, de Abel G ance, Coeurfidéle
y La glaceá trois faces (1927), de Jean Epstein, y Kean (1924), de Ivan M osjoukin,
el m ontaje acelerado transm ite el tempo de u n tren en m ovim iento, un tiovivo
dando vueltas, u n autom óvil a toda velocidad o un baile de borrachos. En El
hundimiento de la casa Usher (La ch u te de la m aison U sher, 1928), de Epstein,
u n a poética secuencia de U sher rasgueando u n a g u itarra y can tando organi
za la duració n de los planos según u n esquem a de estrofas y estribillo similar
al de u n a canción. Luch Smerty (1925), de Kulechov y, com o verem os, Octubre,
de Eisenstein hacen que el ritm o dom ine ocasionalm ente al tiem po y el es
pacio de la narració n . Más recien tem en te, podem os e n c o n tra r que el m o n ta
je rítm ico p re d o m in a m o m en tán eam en te en películas narrativas tan diversas
com o los m usicales de Busby Berkeley, Amame esta noche, de R ouben M amou-
lian, El millón, de R ené Clair, varias películas de Ozu y H itchcock, El año pa
sado en Marienbad y Muriel (M uriel o u le tem ps d ’u n reto u r, 1963), de Res
nais, y Pierrot el loco (P ierro t le fou, 1964), de G odard. Com o vimos con el
gráfico, el m ontaje rítm ico p u ed e restar valor a las dim ensiones tem poral y
espacial; cu an d o sucede esto, la n arració n se vuelve, en p ro p o rció n , m enos
im portante.
Las películas n o narrativas, desde luego, evitan explícitam ente el estilo con
tinuo, ya que éste se basa en la presentación lógica de una historia. Pero, ¿qué
decir de las alternativas narrativas al sistema de continuidad? ¿Cómo se puede
contar u n a historia sin utilizar las reglas de continuidad? Veamos cómo cineas
tas concretos h an creado diferentes estilos de m ontaje m ediante el uso de lo
que se p odría considerar discontinuidades espaciales y tem porales.
U na opción es utilizar la continuidad espacial de form a ambigua. En Mi tío
LA R E L A C I O N E N T R E P L A N O Y P L A N O : EL M O N T A J E
Fig. 7 .1 0 0
Fig. 7 .1 0 2 Fig. 7 .1 0 3
narración. H istóricam ente, este sistema ha sido el dom inante, pero estética
m ente no tiene prioridad sobre otros estilos.
Hay otros dos recursos de discontinuidad que m erece la p en a m encionar.
En A l fin a l de la escapada, Jean-Luc G odard viola las convenciones de la conti
n u id ad espacial, tem poral y gráfica m ediante el uso sistemático del salto de
imagen. A unque este térm in o se utiliza a m en u d o de form a libre, su prim er sig
nificado es éste: cuando dos planos del mismo tem a se m ontan ju n to s, pero no
hay suficiente diferencia de distancia y angulación de cám ara, habrá un salto
p erceptible en la pantalla. La co n tin u id ad clásica evita estos saltos m ediante
u n uso generoso del p la n o /c o n tra p la n o y la regla de los 30° (aconsejando que
toda posición de cám ara debe variar al m enos en 30° respecto de la anterior).
Sin em bargo, u n exam en de los planos de A l fin a l de la escapada sugiere las Fig. 7 .1 0 4
consecuencias de los saltos de im agen de G odard. E ntre el final de un plano
de M ichel y su am iga y el com ienzo del siguiente, tam bién centrado en ellos,
se han movido algunos m etros y ha transcurrido algún tiem po de la historia
(figs. 7.100, 7.101). E n tre el p rim er plano de Patricia conduciendo un coche
y el segundo, ha cam biado el fondo y ha pasado algún tiem po de la historia
(figs. 7.102, 7.103). Lejos de fluir suavem ente, estos cortes desorientan al es
pectador.
U n a segunda y frecu en te violación de la c o n tin u id ad es la que se crea m e
dian te el inserto no diegético. En este caso el cineasta corta de u n a escena a un
plano m etafórico o sim bólico que no form a p arte del espacio y el tiem po de
la narració n . A b undan los ejem plos. En Furia, Lang corta de las amas de casa
chism orreando (fig. 7.104) a planos de gallinas cacareando (fig. 7.105). Ejem
plos más com plejos se en c u e n tra n en las películas de E isenstein y G odard. En
La huelga, de Eisenstein, la m asacre de los trabajadores está m on tad a parale- Fig. 7.105
LA R E L A C I O N E N T R E P L A N O Y P L A N O : EL M O N T A J E
Como marxista, Eisenstein creía que la ley del conflicto dialéctico y la sín
tesis de los contrarios podrían proporcionar los principios del m ontaje dinám i
co. Así, se opuso deliberadam ente al m ontaje continuo, buscando y explotando
lo que Hollywood denom ina «discontinuidades». Ponía en escena, rodaba y
m ontaba sus películas de form a que se produjera el máximo choque de un plano
a otro, de u n a secuencia a otra, ya que creía que solam ente estando obligado
por com pleto a sintetizar dichos conflictos el espectador participaba en el pro
ceso dialéctico. Eisenstein p retendía que los choques y conflictos fueran no sólo
perceptivos, sino tam bién em ocionales e intelectuales. Su intención no era otra
que alterar la conciencia total del público.
Con este propósito, Eisenstein «escribía» sus películas m ediante una yuxta
posición de planos. Sin estar ya limitadas por la dram aturgia convencional, las
películas de Eisenstein recorren librem ente el tiem po y el espacio para cons
truir intrincados patrones de im ágenes concebidas para estim ular los sentidos,
las em ociones y los pensam ientos del espectador. Soñaba con rodar El capital,
de Marx, con escribir un ensayo m ediante el m ontaje cinem atográfico. No hace
falta decir que la com plejidad del m ontaje de Eisenstein no se puede expresar
p or com pleto aquí; una única secuencia de una película de Eisenstein podría
ser el tem a de todo un capítulo entero. Sin em bargo, señalarem os brevem ente
cómo utiliza Eisenstein las discontinuidades del m ontaje en u n a breve secuen
cia de Octubre.
La secuencia es la tercera de la película (¡y consta de no m enos de 125 pla
nos! ). La acción de la historia es simple: el gobierno provisional se ha hecho car
go del po d er en Rusia después de la revolución de febrero, pero en vez de reti
rarse de la prim era guerra m undial, el gobierno ha seguido apoyando a los
Fig. 7.114 aliados. Esta m aniobra ha dejado al pueblo ruso en condiciones no más favora
bles que con el zar. En el cine clásico de Hollywood, esta historia se podría mos
trar m ediante u n a «secuencia de m ontaje» de titulares de periódicos, vinculada
suavemente con una escena en que un personaje se quejara de que el gobierno
provisional no ha cam biado nada. El protagonista de Octubre, sin em bargo, no
es u n a persona, sino todo el pueblo ruso, y la película no utiliza norm alm ente
escenas dialogadas para presentar los mensajes de la historia. En vez de ello, Oc
tubre intenta ir más allá de la simple representación de los acontecim ientos de la
historia haciendo que el publico interprete activamente estos acontecim ientos.
Para ello, la película enfrenta al público con u n grupo de im ágenes turbadoras
y disyuntivas.
La secuencia com ienza con planos que m uestran a los soldados rusos en
el frente bajando sus rifles y confraternizando librem ente con sus «enemigos»
alem anes: hablando, bebiendo, riéndose ju n to s (fig. 7.113). Eisenstein corta
Fig. 7 .1 1 5
al gobierno provisional, d o n d e u n lacayo en trega un docum en to a u n gerifal
te al que no vemos (fig. 7.114): p o r este docum ento el gobierno se com pro
m ete a ayudar a los aliados. La confraternización de los soldados q u eda in
terrum pida rep en tin am en te p o r un bom bardeo (fig. 7.115). Los soldados
vuelven a las trincheras y se ocultan m ientras cae sobre ellos el polvo y los frag
m entos de las bom bas. Eisenstein pasa a continuación a u n a serie de planos de
u n cañón que está saliendo de la cadena de m ontaje de u n a fábrica. D urante
algún tiem po, la narración m onta en paralelo estas im ágenes con las de los
soldados en el cam po de batalla (figs. 7.116, 7.117). En la últim a parte de la
secuencia, los planos del cañón están m ontados en paralelo con los de m uje
res y niños ham brientos que hacen cola en la nieve para conseguir pan (fig.
7.118). La secuencia finaliza con dos intertítulos: «Todo está igual que an
tes...»/ «H am bre y guerra».
Desde el punto de vista gráfico, existen ciertas continuidades y m uchas dis
continuidades. C uando los soldados confraternizan, m uchos planos se aseme
ja n entre sí gráficam ente, y un plano de u n a bom ba explotando se em pareja
A L T E R N A T I V A S AL M C I
gráficam ente en su m ovim iento con los hom bres apresurándose hacia la trin
chera. Pero las discontinuidades gráficas son más im portantes. Eisenstein corta
de un sonriente soldado alem án que m ira a la derecha a la am enazadora esta
tua de un águila (que m ira a la izquierda) en el cuartel general del gobierno
(figs. 7.119, 7.120). Hay un enérgico salto de im agen del lacayo inclinándose al
mismo lacayo ya de pie (figs. 7.121, 7.122). De un plano estático de rifles clava
dos en la nieve se pasa a u n plano general de una granada estallando. C uando
los soldados corren de vuelta a las trincheras, Eisenstein opone a m enudo la di
rección del movim iento de un plano a otro. Además, el m ontaje contrasta pla
nos de los hom bres acurrucados en las trincheras m irando hacia arriba con pla
nos del cañón descendiendo lentam ente (Figs. 7.116, 7.117). En la últim a fase de
la secuencia, Eisenstein yuxtapone los planos nebulosos y casi com pletam ente
-- R E L A C I O N E N T R E P L A N O Y P L A N O : EL M O N T A J E
estáticos de las m ujeres y los niños, con los planos muy definidos y dinámicos de
los trabajadores de la fábrica bajando el cañón. Estas discontinuidades gráficas
se repiten a lo largo de toda la película, sobre todo en las escenas de acción di
námicas, y estim ulan el conflicto perceptivo del público. Para ver u n a película
de Eisenstein hay que som eterse a este m ontaje gráfico percusivo y vibrante.
Eisenstein tam bién hace un enérgico uso de las discontinuidades tem pora
les. La secuencia como un todo se opone a las reglas de Hollywood por su re
chazo a presentar el orden de los acontecim ientos de form a tradicional. El m on
taje paralelo del cam po de batalla y la sede del gobierno, la fábrica y la calle,
¿indica una acción simultánea? (Considérese, p o r ejemplo, que las m ujeres y los
niños se ven de noche, m ientras que al parecer en la fábrica se trabaja de día.)
Es sim plem ente imposible decir si los hechos del cam po de batalla tienen lugar
antes, después o durante la vigilia de las mujeres. Eisenstein ha sacrificado la de
lincación del o rden 1-2-3 para p o der presentar los planos como unidades em o
cionales y conceptuales.
La duración es igualm ente variable. Los soldados confraternizan en una
continuidad relativa, pero el com portam iento del gobierno provisional se elide
drásticam ente; esto perm ite a Eisenstein identificar al gobierno con la causa in
visible del bom bardeo que interrum pe la paz. En un m om ento dado, Eisenstein
utiliza un o de sus recursos favoritos, una expansión tem poral: hay u n a serie de
planos superpuestos de un soldado bebiendo de una botella. (Más tarde, en Oc
tubre, estas expansiones de la duración dan lugar a la famosa secuencia del
p uente levadizo.) En otro m om ento, la gradual caída de las m ujeres y los niños
se elide. Los vemos de pie y luego tum bados en el suelo. Incluso la frecuencia es
discontinua: resulta difícil decir si estamos viendo varios cañones saliendo de la
cadena de m ontaje o un único cañón m ostrado varias veces. De nuevo, Eisens
tein busca una yuxtaposición concreta de elem entos, no la obediencia a una ca
dena tem poral. Las m anipulaciones del orden, duración y frecuencia del m on
taje subordinan de form a directa el tiem po de la historia a relaciones lógicas
concretas. Eisenstein crea estas relaciones yuxtaponiendo líneas de acción dife
rentes m ediante el m ontaje.
En cuanto al espacio, la secuencia de Octubre pasa de la continuidad aproxi
m ada a la discontinuidad extrem a. A unque a veces se respeta la regla de los 180°
(sobre todo en los planos de las m ujeres y los niños), Eisenstein nunca com ien
za u n a sección con un plano de situación. Los planos de resituación son raros y
norm alm ente los com ponentes im portantes de los lugares nunca se m uestran
en un plano. Además, estos tres lugares están construidos a base de prim eros
planos (de los rifles, el cañón, los pies de las m ujeres).
En resum en, pues, la continuidad espacial clásica se interrum pe con la in
tercalación de diferentes lugares. ¿Con qué fin? Al violar el espacio de esta ma
nera, la película nos invita a establecer conexiones em ocionales y conceptuales.
Por ejemplo, el m ontaje paralelo del gobierno provisional le convierte en el ori
gen del bom bardeo, un significado reforzado p o r la form a en que las prim eras
explosiones se ven seguidas p o r un salto de im agen del lacayo del gobierno.
Más osadam ente, al cortar de los soldados acurrucados a un cañón que des
ciende, Eisenstein describe con fuerza a los hom bres visualmente aplastados
p or el aparato de guerra del gobierno. Esto se refuerza con un falso em pareja
m iento de la línea del eje de miradas de los soldados m irando hacia arriba, como
si m iraran al cañón: es falso, desde luego, porque los dos elem entos están en lu
gares com pletam ente separados (figs. 7.116, 7.117). Al m ostrar a los trabajado
res de la fábrica bajando el cañón (fig. 7.125), el m ontaje vincula a los soldados
oprim idos con el proletariado oprim ido. Finalm ente, cuando el cañón llega a
tierra, Eisenstein m onta en paralelo im ágenes de éste con planos de las ham
brientas familias de los soldados y los trabajadores. Tam bién se les m uestra
Fig. 7 .1 2 5 aplastados por la m áquina del gobierno. C uando las ruedas del cañón bajan len-
tam ente hasta el suelo, pasamos a los pies de las m ujeres en la nieve, y el peso de
la m áquina se vincula m ediante títulos («una libra», «media libra») con la ina
nición de las m ujeres y los niños. A unque todos los espacios están en la historia,
estas discontinuidades convierten al argum ento de la película en u n com enta
rio político directo sobre los acontecim ientos de la historia.
En resum en, el m ontaje espacial de Eisenstein, com o el m ontaje tem poral y
gráfico, crea correspondencias, analogías y contrastes que interpretan los hechos
de la historia. La interpretación no se entrega sim plem ente al espectador; más
bien, las discontinuidades del m ontaje fuerzan al espectador a determ inar sig
nificados implícitos. Esta secuencia, com o otras de Octubre, dem uestra que exis
ten firmes alternativas a los principios de la continuidad clásica.
R esum en
lizar una secuencia de una película com o se ha hecho en este capítulo. (Se pue
de hacer con casi todas las películas.) De este m odo, aum entarán considerable
m ente nuestro conocim iento y com prensión de las facultades del m ontaje.
N o t a s y c u e s t io n e s
QUÉ ES EL MONTAJE
Se ha escrito muy poco sobre los aspectos gráficos del m ontaje. Véase The
Cinema as a Graphic Art (Nueva York, Hill & Wang, 1959), de Vladimir Nilsen;
«The D ram aturgy o f Film Form», de Sergei Eisenstein, en Selected Works, Vol 1:
Writings 1922-1934 (Bloom ington, Indiana University Press, 1988), págs. 161-
180; y «An Interview with P eter Kubelka», de Joñas Mekas, Film Culture, 44 (pri
mavera de 1967), págs. 42-47.
Lo que estamos llam ando «montaje rítmico» com prende las categorías
de m ontaje «métrico» y «rítmico» discutidas p or Eisenstein en «The Fourth Di
m ensión in Cinema», Selected Works, Vol 1, págs. 181-194. En cuanto al análisis de
u n ejem plo del ritm o en u n a película, véase «D. W. Griffith» en The Rise of the
American Film (Nueva York, T eachers College Press, 1968), cap. 11, págs. 171-
201, de Lewis Jacobs. Los anuncios com erciales de televisión son útiles para es
tudiar el m ontaje rítm ico, ya que su selección de imágenes enorm em ente este
reotipadas perm ite que el m on tad o r m onte los planos siguiendo el com pás del
anuncio en la banda sonora.
Para u n a bu en a discusión sobre el m ontaje espacial y tem poral, véanse The-
ory ofFilm Practice (Princeton, Princeton University Press, 1981), de Noel Burch,
sobre todo págs. 3-16, 32-48 (trad. cast.: Praxis del cine, M adrid, Fundam entos,
1986, 63 ed.); y Lessons with Eisenstein (Nueva York, Hill & Wang, 1962), págs. 63-
92, de Vladim ir Nizhny.
Los experim entos de Kulechov se han descrito en m uchas obras. Los dos in
form es más autorizados se hallan en Film Technique (Nueva York, Grove, 1960),
de V. I. Pudovkin, passim, y Kuleshov on Film: Writings of Lev Kuleshov (Berkeley,
University of California Press, 1974), págs. 51-55, trad. y comp. de Ronald Leva-
co. Para u n resum en de la obra de Kulechov, véase «The Kuleshov W orkshop»,
de Vanee K epleyjr., en Iris, 4, 1 (1986), págs. 5-23. A ndré Bazin ataca el efecto
Kulechov en «The Virtues an d Limitations of M ontage», W hatls Cinema?, págs.
44-52 (trad. cast.: Qué es el cine, Madrid, Rialp, 1966 y 1990).
■ EL MONTAJE CONTINUO
Único testigo'. «Lo que sucede norm alm ente es que tal vez hay siete m om entos en
cada escena que son brillantes. Pero todos ellos están en tomas diferentes. Mi
trabajo consiste en en co n trar y organizar todos esos siete m om entos y sin em
bargo hacer que parezca que no hay ninguna costura, para que nadie sepa que
hay montaje» [Citado en Moviemakers at Work (Redm ond, Wash., Microsoft
Press, 1987), págs. 81-82, de David Chell (com p.)].
Puesto que el sistema «continuo» se guiaba por «reglas» explícitas, son m u
chas las fuentes que enum eran los principios de continuidad. Véase Technique of
FilmEditing (Nueva York, Hastings House, 1968), de Karel Reisz (trad. cast.: Téc
nica del montaje cinematográfico, M adrid, Taurus, 1960), págs. 147-163; A Grammar
of the Film Language (Nueva York, Focal Press, 1978), de Daniel Arijohn; y On
Screen Directing (Boston, Focal Press, 1984), de Edward Dmytryk. E ntre las fuen
tes ya antiguas pero aún informativas se incluyen «Film Editor», de Sidney Colé,
en Working for the Films (Londres, Focal Press, 1947), págs. 152-160, de Oswell
Blakeston (comp.); «Cutting the Film», de A nne Bauchens, en We Make the Mo-
vies (Nueva York, N orton, 1937), págs. 199-215, de Nancy N aum burg; y A Practi-
cal M anual of Screen Playioritingfor Theater and Televisión Films (Nueva York, Meri-
dian, 1974), págs. 93-165, de Lewis H erm án. El diagram a de un hipotético eje
de acción se ha adaptado de la concisa discusión de Edward Pincus en su Guide
to Filmmaking (Nueva York, Signet, 1969), págs. 120-125. Pat P. Miller explica
cómo evitar las discontinuidades en Script Supervising and Film Continuity (Bos
ton, Focal Press, 1986).
La erudición reciente ha com enzado cada vez más a analizar el estilo conti
nuo. Véase «The Obvious and the Code», de Raymond Bellour, en Screen, 15, 4
(invierno de 1974-1975), págs. 7-17; «Spatial A rticulation in the Classical Cine
ma: A Scene from His Girl Friday», de Vanee Kepley Jr., en Wide Angle, 5, 3
(1983), págs. 50-58; «Detours in Film Narrative: The D evelopm ent of Cross-Cut-
ting», de A ndré G audreault, en Cinema Journal, 19, 1 (otoño de 1979), págs. 35-
59; y «An A pproach to Point of View», de William Simón, en Film Readér, 4,
(1979), págs. 141-151.
Se pu ed en estudiar miles de películas p o r su uso del m ontaje continuo,
pero he aquí unos cuantos clásicos: La fiera de mi niña (1938), de Hawks; Un la
drón en la alcoba (1932), de Lubitsch; El mago de Oz (1938), de Fleming; Cantan
do bajo la lluvia (1952), de D onen y Kelly; Alma en suplicio (M ildred Pierce,
1945), de Curtiz; The Roaring Twenties (1939), de Walsh; A l rojo vivo (1949), de
Walsh; Winchester 73 (1950), de M ann; Historias deFiladelfia (1940), de Cukor; El
maquinista de la general (1927), de Keaton; Caballero sin espada (1939), de Capra.
En todas estas películas, debem os observar las violaciones ocasionales de las re
a las de continuidad. La segunda escena de Caballero sin espada es especialm ente
instructiva a este respecto. ¿Hay un patrón o razón tras las frecuentes rupturas
de continuidad de Capra, o son sim plem ente errores? ¿Se obedecen las reglas
de continuidad en películas europeas como Les enfants du paradis (1945), de
Carné; El ángel azul (Der Blaue Engel, 1930), de Von Sternberg; El vampiro de
Dusseldorf (1931), de Lang; y Persona (Persona, 1965), de Bergman?