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Seminario Mayor san José

Filosofía de la Religión.
Filosofía, II semestre, 2021
Roky Esteban Prada Roldán.

LA “PROVIDENCIA DIVINA” EN EL MAL

¿Si Dios es tan bueno, como permite que suceda tanto mal en el mundo? Típica pregunta, se
podría decir que, de cajón, hecha por una persona que se estremece ante los acontecimientos
catastróficos que suceden en el mundo y junto a esto, la ávida predicación de la Iglesia de un
Dios muy bueno que siempre quiere lo mejor para nosotros. El 6 y 9 de agosto de 1945 Japón se
estremeció ante el bombardeo nuclear que sufrieron las ciudades de Hiroshima y Nagasaki por
parte de los Estados Unidos, en donde se estima que para el final de ese año la cifra total de
victimas por la explosión pudo ser de más de 210.000 personas, entre las dos ciudades. (Serrano,
2020). En este punto, algunos se preguntarán y ¿dónde estaba Dios cuando pasó todo esto?
¿Acaso es más real la escena mitológica griega de los dioses olímpicos mirando la humanidad
con actitudes antropomórficas de ira y venganza, gozándose del dolor humano según el interés de
cada deidad?

Ante esta supuesta incompatibilidad de un Dios sumamente bueno y el mal que existe en el
mundo, Epicúreo planteará su tan famosa paradoja del mal en la que se plantea una reflexión
sobre la inexistencia de Dios intentando conciliar dos atributos divinos como lo son la
omnipotencia y la suma bondad. Aunque para los seres humanos de todos los tiempos,
consternados ante tanta maldad, la respuesta más sencilla ante esta problemática sería proponer la
no existencia de Dios, es claro, que la vía más sencilla no siempre será el mejor camino. Es así
como, teniendo en cuenta lo anterior y antes de darle la razón a Epicúreo, habría que observar
detenidamente esta postura:

“1º ¿Acaso Dios no es capaz de resolver o prevenir el problema del mal? Por tanto, no es
omnisciente, ni omnipotente, porque no lo evita.

2º ¿Es capaz, lo conoce, lo prevé, pero no desea-quiere hacerlo? Entonces no es omnibondadoso.

3º ¿Es omnipotente y es omnibondadoso, entonces de dónde surge el mal y la maldad?


4º ¿Es que no es capaz y no desea hacerlo? Entonces Dios ni es omnipotente, ni tiene es
sumamente bueno, ni es omnisciente. Por consecuencia, se deduce e induce, ergo, dirían los
antiguos, por consecuencia, Dios, ese Dios Providente de las grandes religiones y filosofías
monoteístas no existe” (Millán, 2020). De esta muy bien planteada paradoja es posible sacar algo
más de la tercera premisa, pues la pregunta que deja abierta da para pensar que la realidad del mal
al ser efectivamente incompatible con la esencia del ser de la divinidad no la elimina, esto debido
a que posee un origen no proveniente de Dios, llegando así al punto débil de dicha paradoja. Si es
posible descubrir el origen del mal, ya es más fácil comprender que el hecho de su existencia no
elimina la del ser de Dios.

Si se observa la belleza, majestuosidad, orden y dinamismo con el que se desenvuelve la


naturaleza, es posible descubrir que en realidad no hay nada malo en ella, hay una bondad que
permanece en todos los entes naturales. A demás, las acciones humanas, las cuales son libres (no
siguen un dinamismo como la naturaleza) y son ejecutas en conciencia, son las únicas que pueden
recibir el calificativo de buenas o malas en el ámbito de lo moral. Es decir, no puede haber mal
moral en la naturaleza, sólo en los actos humanos, ya que éste, solo puede ser atribuido a un ser
racional y libre, como lo es el ser humano. Entones, volviendo a la pregunta inicial: ¿de dónde
proviene el mal? Si este no proviene de lo natural, ni de Dios, ¿de dónde viene? La respuesta es
evidente y muy clara: el mal procede del actuar libre del hombre. Es por ello que resulta
imposible que el mal pueda surgir de Dios, quién hizo todas las cosas buenas (Cf. Gn 1,31) pues
en su misma definición, como el mismo ser subsistente (ipsum esse subsistens) en el cual todos
sus atributos se identifican con su ser (bondad, belleza, inefabilidad, inmortalidad), no existe ni
una gota de imperfección.

San Agustín vendría a resolver este problema de manera magistral, afirmando que el hecho de
que el ser humano posea una libertad otorgada por Dios, comporta la posibilidad del pecado
(Rodríguez, 1994), es decir, el hombre al ser libre, puede no solo hacer el bien, sino también
obrar en contra de su propia naturaleza y del mandato divino, es decir, realizar el mal.

Pero esta realidad tan catastrófica como es el mal, hizo que muchas culturas antiguas como la
de Grecia, concibiera el destino del hombre desde una mirada fatalista (fatum), en donde la
posibilidad del mal en la vida del hombre siempre está latente, ante un destino ciego. Ya con el
cristianismo y la revelación divina a través de Jesús, de llamar Padre a Dios, el hombre tuvo a
alguien que respondiera a todos los sucesos que le acaecían, sobre todo desventurados. El Dios
cristiano visto como padre providente del cristianismo no anula la libertad humana ni mucho
menos las incertidumbres de su misma condición, pero si destierra de la vida del hombre, la
causalidad y la tan temida tragedia, imponiéndole así una labor: comprender y reflexionar sobre
los caminos divinos (Morales, 2007).

Quién le dio al ser humano la existencia, la vida, el cuerpo, ¿acaso no le dará lo que necesita
para poder sobrevivir?, pues en dado caso si se supusiera que no quisiese dárselo, sería lógico
pensar, que lo mejor hubiera sido no existir, lo cual no es algo propio de Dios y de su divina
providencia. ¿Acaso no vale más el cuerpo que el vestido, diría Jesús? (Cf. Mt 6,25), “ustedes
valen más que un sinnúmero de pajarillos” (Lc 12,7), es por eso que, en el cristianismo a
diferencia de las demás religiones, se confía en un Dios que además de ser Padre, es providente,
es decir, provee al hombre de lo que este necesita para poder vivir, no solo dotándolo de lo que
este mismo le pide (según su voluntad) sino, poniéndole los medios para que éste mismo lo
consiga.

REFERENCIAS

Morales, J. (2007). Filosofía de la Religión. Navarra, España. Ediciones Universidad de Navarra,


S.A.(EUNSA).

Millán, J. (6 de diciembre de 2020). LA PARADOJA DE EPICURO Y EL DILEMA DE JOB, I.


Eldiadigital.es. https://eldiadigital.es/art/348179/la-paradoja-de-epicuro-y-el-dilema-de-
job-i-por-jesus-millan

Rodríguez, D. (1994). Filosofía Medieval. La Ceja, Colombia: Seminario Nacional Cristo


Sacerdote.

Serrano, C. (6 de agosto de 2020). Hiroshima y Nagasaki: cómo fue el "infierno" en el que murieron
decenas de miles por las bombas atómicas. BBC News.
https://www.bbc.com/mundo/resources/idt-67d6f259-8dcb-480e-94c3-b208e8f279a2

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