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‘DIOS NO EXISTE PORQUE MI MAMÁ MURIÓ DE

CÁNCER’

El ateísmo y el sufrimiento sin sentido.


Cuando los incrédulos justifican su falta de fe en Dios, lo hacen más
bien en base a sus experiencias de dolor y no tanto en base a su
facultad de raciocinio. La gente, por ejemplo, es más propensa a
decir que “Dios no existe porque mueren niños de hambre en
África” o “Dios no existe porque mi madre tiene cáncer” en vez de
afirmar que “Dios no existe porque es lógicamente absurdo”. Como
regla general, el argumento contra la existencia de Dios trata de un
argumento del corazón, no de la mente.
La semana pasada, explicamos que la doctrina del libre albedrío de
Adán y Eva abrió la puerta para que el pecado entrase en el mundo.
No vamos a apelar al mismo argumento ahora para no repetir lo que
ya enseñamos. Pero como cristianos, podríamos añadir dos
elementos más para responder ante este argumento inductivo contra
la existencia de Dios.
El primer elemento es un argumento objetivo, a saber, el argumento
a partir de la ley natural y el segundo un argumento subjetivo/
antropocéntrico, el argumento a partir del crecimiento espiritual/
moral.
1.- LA LEY NATURAL El argumento a partir de la ley natural
enseña que hay orden el universo. Para que haya orden moral en el
cosmos, primero tiene que haber orden natural. ¿Por qué? Porque si
todo fuera impredecible, ¿cómo podría el ser humano actuar de
forma consciente, deliberada e intencionada? [En un mundo caótico,
todo es impredecible. ¿Qué saldrá de la pistola?]
En un mundo caótico, todo es impredecible. ¿Qué saldrá de la
pistola? Si vives en un mundo caótico y desordenado sin leyes
naturales, ¿cómo puedes saber si la pistola que estás a punto de
disparar va a matar a alguien o si la bala, al salir de la pistola, se va a
convertir en una burbuja gigantesca?
En un mundo así, no existiría el concepto de la responsabilidad
moral porque todo sería posible. La suspensión de la ley natural
anularía la responsabilidad del hombre. Ya que Dios ha diseñado el
mundo con leyes naturales, con orden; podemos usar dicho orden
con fines buenos o nefastos.
La naturaleza –ya que tiene orden- permite que haya moralidad e
inmoralidad, actos generosos y actos egoístas. El hecho de que
podamos experimentar felicidad y placer también significa que
podemos experimentar dolor y tristeza. Es la ley natural, es el orden
impuesto por Dios.
Ahora bien, algunos ateos dirían que Dios –si fuera bueno- tendría
que intervenir milagrosamente cada vez que algo grave está a punto
de suceder en el planeta. Por ejemplo, si sabemos que otro terremoto
va a golpear la nación de Japón mañana; Dios tendría que hacer algo
al respecto, interviniendo antes de que suceda. Pero si Dios
decidiese intervenir cada vez que algo “malo” iba a suceder en el
mundo; estaría suspendiendo la ley natural y volveríamos al
problema que antes mencionamos, esto es, que la responsabilidad
moral desaparecería.
El ateo también se olvida de que la meta de Dios no es
antropocéntrica (1). El gran fin de todo es su propia gloria. “Todas
las cosas ha hecho el Señor para sí mismo” (Proverbios 16:4). El
ateo presupone que Dios no podría tener un propósito para con el
mal; pero los autores bíblicos, como veremos más adelante, razonan
de una forma radicalmente diferente. Además, Dios pronunció una
maldición sobre la tierra por nuestra culpa en el libro de Génesis. En
el 3:17 Dios se dirige a Adán diciendo, “Maldita será la tierra por tu
causa”.
Las amenazas de Dios no son vacías. Su sí es sí y su no es no. Hay
tantos desastres naturales porque Dios maldijo la tierra para castigar
al hombre por su pecado. Y la creación no será libertada de la
corrupción hasta la segunda venida del Señor Jesucristo.
Otros ateos han preguntado si Dios es tan bueno, ¿por qué no creó
otro mundo con otras leyes naturales que no harían daño a la
humanidad? ¿No podría un Dios todopoderoso crear un mundo sin
sufrimiento?
Hay que tener en cuenta que el Dios todopoderoso y bueno en quien
creen los cristianos no creó un mundo con sufrimiento. El
sufrimiento entró en el mundo por medio de dos criaturas rebeldes.
Tampoco creó el Dios todopoderoso y bueno a dos criaturas rebeldes
sino a dos personas rectas. Así que, por un lado el Edén era un
paraíso. Y por el lado, Adán y Eva eran inocentes. Ahora sufrimos
por culpa de nuestros padres y por nuestros propios pecados. Si Dios
no hubiera concedido una voluntad a la primera pareja de seres
humanos, habrían sido como un par de robots impersonales, como
un par de trozos de carne andante. Si Dios crease un mundo sin la
posibilidad de hacer lo malo, ¿qué pasaría con nuestra voluntad?
¿De verdad desearían los ateos vivir en un mundo donde la elección
no fuese una posibilidad?

2.- EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL/ MORAL En cuanto al


argumento inductivo, hemos comentado que las leyes naturales que
hay en el mundo hacen que el mal sea una posibilidad. Nuestro
universo, al ser un cosmos ordenado, permite que haya
responsabilidad moral.
Ahora, en segundo lugar, cuando los ateos apelan a su experiencia
para poner en tela de juicio la existencia de Dios ante la existencia
del mal moral y el mal natural que hay en el mundo, los cristianos
también pueden apelar al argumento del crecimiento espiritual, a
saber, que la adversidad nos ayuda a madurar como personas. Es por
medio de las dificultades y los desafíos que crecemos espiritual y
moralmente.
La Biblia enseña que Dios quiere que todos sus hijos sean hechos
conformes a la imagen de Jesucristo. Para que esto acontezca, hacen
falta problemas y situaciones dolorosas. No somos mascotas de Dios
sino sus hijos. Si tienes una mascota la pones en un ambiente seguro,
sin riesgos para que no se haga daño; pero a tu niño le permites ser
desafiado e incluso sufrir para que crezca y madure.
La vida cristiana es como la de un atleta. Si tienes ganas de subir el
Mulhacén, la montaña más alta de la Sierra Nevada, tienes que estar
en forma. Hace falta prepararse bien antes de procurar subirlo. No
puedes llegar a tocar al piano como Beethoven o filosofar como
Heidegger o Sartre sin mucho esfuerzo y dedicación. Es a través de
los desafíos y retos que crecemos moral y espiritualmente. [Somos
hijos de Dios, no sus mascotas.]
Somos hijos de Dios, no sus mascotas. Si viviéramos en un mundo
sin luchas o sin problemas, ¿cómo podríamos ejercer las virtudes
que Dios pide que exhibamos en el día a día? ¿Cómo puedes
manifestar tu generosidad o espíritu servicial si nunca estás en una
situación que los pone a prueba? Una cosa es decir que eres una
persona muy paciente y otra cosa es llevar 45 minutos en una cola
en el banco esperando a que te atiendan. Ahora bien, algunos ateos
aquí responden diciendo que tal vez llevemos algo de la razón en
nuestra respuesta, no obstante, hay otro tipo de mal y de sufrimiento
que no tiene sentido ninguno. El argumento del crecimiento moral
que hemos expuesto presupone que el mal siempre acaba
produciendo algún bien en nosotros. Pero, ¿qué pasa si esto no
sucede? Por ejemplo, ¿qué propósito pudieron haber tenido el
terremoto y el tsunami que causaron más de mil muertes en
Indonesia el 28 de septiembre 2018? Es un mal cien por cien
sinsentido según el ateo.
Aquí estamos ante un conflicto de cosmovisiones. Ya que el ateo
está gobernado por convicciones antropocéntricas, no puede ver un
propósito más allá en lo que él tacha de “mal sinsentido”. El
cristiano, sin embargo, confiesa una filosofía diametralmente
opuesta al sistema ateo. Puesto que la filosofía del creyente es
teocéntrica y no antropocéntrica; el cristiano puede creer que Dios
tiene un propósito incluso cuando él, humanamente hablando, no
alcanza entenderlo.
Escrito está en Deuteronomio 29:29, “Las cosas secretas pertenecen
al Señor nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para
nuestros hijos siempre, para que cumplamos todas las palabras de
esta ley”. Dios, razona el cristiano, nos ha revelado muchas cosas y
muchas verdades; pero esto no quiere decir que nos lo haya revelado
todo. Hay muchas cosas que no podemos saber.
Por ejemplo, un dato que Cristo dijo que nunca sería revelado al
hombre es la fecha de su Segunda Venida. Por mucho que
estudiemos y nos entreguemos a la tarea de las matemáticas
escatológicas, no podremos saber a ciencia cierta cuándo Cristo haya
de volver. Es información secreta, misteriosa, no revelada.
Aplicamos la misma regla a la cuestión del mal sinsentido. Ya que
Dios no juzga según un criterio humano sino divino, Él puede tener
un propósito incluso en las situaciones más adversas y difíciles.
Cuando pensamos en la destrucción de Sodoma y Gomorra,
podríamos llegar a la conclusión de que se trató de un mal
sinsentido. Pero en realidad, Dios estaba cumpliendo su voluntad
por medio de aquella destrucción. Cuando pensamos en la
deportación de los israelitas a Babilonia y en la destrucción del
Templo, Dios estaba cumpliendo su voluntad. Cuando pensamos en
Cristo en la cruz, el acto más pecaminoso de la historia humana,
Dios estaba cumpliendo su voluntad. [La cruz de Cristo revela que
Dios tiene el propósito aun en los momentos más oscuros de la
historia.]
La cruz de Cristo revela que Dios tiene el propósito aun en los
momentos más oscuros de la historia. Es cierto que humanamente
hablando, en los casos de Sodoma, la deportación y la muerte de
Cristo que el mal sinsentido estaba triunfando; pero las Escrituras
nos enseñan que Dios seguía siendo soberano sobre todo.
El libro bíblico que más nos ayuda en este sentido es el amado tomo
de Job. Aquel siervo del Señor lo perdió todo y el pobre no entendía
nada; pero Dios estaba cumpliendo su propósito en su vida. Cuando
un cristiano, pues, se encuentra en una situación adversa, puede
consolarse con textos tales como: Romanos 8:28, “Sabemos que a
los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los
que conforme a su propósito son llamados”. 2 Corintios 4:17, “Esta
leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más
excelente y eterno peso de gloria”.
Pocos varones han sufrido tanto como Pablo; pero el apóstol
encontró fortaleza sabiendo que aunque no lo entendía todo, que
todo estaba ayudándole para bien. En última instancia, para el
cristiano, no hay tal cosa como un mal sinsentido. Todo –
absolutamente todo- tiene sentido porque todo está sujeto al Rey de
reyes y Señor de señores. Es el ateo el que se ve obligado a soportar
las adversidades de esta vida sin ningún tipo de esperanza o sentido.
Es cierto que el cristiano sufre también; pero lo analiza todo a la luz
de las grandes promesas que Dios ha dado en las Escrituras.
Y es esta clase de fe la que es capaz de dar alegría y gozo a una
querida madre que está muriendo de cáncer. ¿Pero qué clase de
esperanza, pregunto yo, ofrecería el ateísmo?

(1) Antropocentrismo

Descripción
El antropocentrismo es la doctrina que, en el plano de la
epistemología, sitúa al ser humano como medida y centro de todas
las cosas, y en el de la ética defiende que los intereses de los seres
humanos son aquellos que deben recibir atención moral por encima
de cualquier otra cosa.

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