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ASPECTOS PSICOSOCIALES DE LA ENFERMEDAD CRÓNICA.

Contenidos:
I. Vivencia de la enfermedad.
II. Pérdidas asociadas a la enfermedad crónica.
III. Valoración del paciente crónico.
IV. Sistemas de apoyo social.

I. VIVENCIA DE LA ENFERMEDAD.

La relación que se establece entre el profesional de la salud y el enfermo tiene una gran
importancia. El encuentro entre sanitario y paciente está siempre cargado emocionalmente, es
una relación intensa por parte de ambos. El paciente en este encuentro deposita en el personal
sanitario una serie de "productos" (dolores, sufrimientos) cargados de afectividad (miedos,
angustias y un grado de incapacitación) y espera del personal sanitario el reconocimiento de
"su" enfermedad y de "él mismo" como persona enferma.

Es importante conocer las posibles reacciones del paciente ante su enfermedad y también cómo
puede reaccionar el profesional sanitario.

A) Reacciones del paciente frente a la enfermedad.

1. Reacciones de huida o negación: el paciente grave puede hacer una negación total de su
padecimiento, e intentar normalizar su vida. El enfermo crónico puede también hacer una
negación de su diagnostico, aunque el cuadro no reviste el dramatismo anterior. En la medida
en que el proceso crónico es más asintomático, favorece en mayor medida una huida de este
tipo. El sanitario puede detectarla por las consultas típicamente en "rachas", con largos
periodos en los que el paciente "desaparece".
2. Reacciones de agresión o rechazo activo: el enfermo crónico raramente expresa sin ambages
su agresividad. Fuera de la consulta, en cambio, puede ser más franco ("¿qué se habrán
creído?, =decirme que tengo que comer sin sal!; " es un médico muy malo porque solo sabe
tratar el azúcar con insulina"). Un patrón de conducta relativamente frecuente es el "pasivo-
agresivo". La agresividad se vehiculiza a través de una resistencia pasiva, casi inaparente, a las
indicaciones de= profesional de la salud (pérdida de recetas, olvidar las citas, cambiar la
posología).
3. Reacciones de racionalización: el paciente apoya su conducta en argumentos o razones. Los
pacientes crónicos pueden reinterpretar su enfermedad para justificar su conducta. Ej.: creen
que si se inyectan insulina cada vez serán más diabéticos.

B) El paciente disfuncional.
Estas reacciones del paciente ante su enfermedad hacen que el paciente desarrolle una actitud
disfuncional. Las de mayor interés son:
1. Paciente desconfiado: está tenso, ansioso e inseguro. Sospecha de todo y a todo busca
significados. Puede mostrarse pasivo, reservado, contestando con monosílabos. Ej.: "¿No seria
mejor que me enviara al especialista?". "otras veces me han dado pinchazos".
2. Paciente agresivo: se muestra cortante, maleducado, reivindicativo. Es una actitud que
genera irritación y enfado. El paciente parece que intenta provocar una espiral de mutuas
agresiones, y, por desgracia, muchas veces lo consigue. Ej.: "¿Qué le trae a la consulta?",
"Usted tiene que saberlo, para eso es el medico".
3. Paciente manipulador: exige actuaciones precisas seduciendo al profesional mediante
halagos y utilizando una educación exquisita. Intenta conseguir un determinado fármaco, la
baja laboral, etc.
(Fotocopia: "El paciente manipulador").
4. Paciente regresivo: es un paciente que se pone totalmente en nuestras manos y se des-
responsabiliza de su proceso curativo.

C) Reacciones del profesional sanitario frente a la enfermedad de sus


pacientes.
Hay un modelo de paciente que los profesionales de la salud consideramos "buen paciente".
Debe ser obediente, agradecido, confiado y tener un padecimiento "interesante". En el medio
hospitalario las enfermedades interesantes son las que se salen de la rutina diagnostica. En
Atención Primaria son aquellas que se pueden solucionar de forma definitiva.

En la mayoría de los casos los pacientes no reúnen estas características y el profesional puede
experimentar las siguientes reacciones frente a las enfermedades de sus pacientes:

1. Reacciones de huída: el profesional de la salud no puede "huir" literalmente, pero puede


desarrollar estrategias que alejen a sus pacientes. Por ejemplo, a los pacientes que caen mal se
les dedica menos tiempo.
2. Reacciones de rechazo: este rechazo se manifiesta a veces como una conducta
culpabilizadora, recriminando al paciente incluso por tener la enfermedad.
3. Reacciones de racionalización: el profesional toma el papel de "técnico", centrándose en la
patología del paciente y evitando el contacto personal con el mismo. Justifica su actitud en la
falta de tiempo, en que su función no es la de psicólogo o asistente social, la mayoría de
pacientes no presentan nada importante.

D) Abordaje de la vivencia de la enfermedad.

Cuando se interviene sobre la vivencia de la enfermedad que tienen los pacientes, se pueden
desarrollar varias estrategias:

1. Utilización del miedo: se pueden utilizar frases intimidatorias. Hay que acompañarlo de
refuerzos positivos para evitar que sea tomado como un castigo, o puede pensar que la
enfermedad no tiene solución. Ej.: " su hígado está destrozado, como siga bebiendo no
respondo de usted". "Si no se toma estas pastillas cualquier día se estos tendrá que ir a
Urgencias, y vaya a saber si con las piernas por delante".
2. Antagonización o impugnación de la conducta del paciente: actuar impugnando una
conducta errónea puede estimular un mejor cumplimiento de una terapéutica si tenemos en
cuenta que:
- Sea realizada con empatía.
- Dar oportunidad al paciente para justificar su conducta.
- No humillar al paciente.
- Respetar las opciones del paciente cuando respondan a una opción ideológica o religiosa.
Ej.: "Se lo he dicho muchas veces, su problema principal es el tabaco; mientras no deje
de fumar no hay jarabe que valga". "No creo que haya seguido la dieta, de ser así
habría perdido más de dos kilos".
3. Confrontación y análisis de las emociones del paciente: el profesional de la salud da la
oportunidad al paciente para que verbalice emociones o creencias relativas a su padecimiento.
Hay que tener en cuenta unas condiciones:
- No aturdir al paciente con preguntas, darle tiempo suficiente.
- Crear un clima de confianza.
- Trabajar las emociones del paciente hacia actitudes o conductas positivas.
No emitir juicios de valor, ya que los sentimientos de un individuo no deben ser enjuiciados por
el profesional de la salud.

II. PERDIDAS ASOCIADAS A LA ENFERMEDAD CRÓNICA.


El diagnóstico de enfermedad crónica produce una grave distorsión en la vida de la persona,
teniendo repercusión sobre el área personal, familiar y social del individuo.

1.- Área Personal: el individuo presenta,


- Malestar físico y emocional.
- Cambios en los patrones de sexualidad.
- Pérdida de la independencia.
- Modificaciones en la escala de valores y filosofía de vida.
- Alteraciones en la autoimagen.
- Sentimiento de impotencia y desesperanza.
- Miedo a lo desconocido.
- Respuestas depresivas, de negación o de agresividad.

2.- Área Familiar: se produce una pérdida del equilibrio familiar. Se manifiesta por:
- Pérdida del rol del enfermo.
- Cambios en el rol de los demás miembros de la familia.
- Separación del entorno familiar.
- Problemas de comunicación en la familia.

3.- Área Social: los problemas que surgen son,


- Cambio o pérdida de status social por la pérdida o cambio de trabajo.
- Aislamiento social.
- Cambio en el nivel socioeconómico.
- Cambio en la utilización del tiempo libre.

III. VALORACIÓN DEL PACIENTE

Cuando la enfermera realiza un proceso de cuidados debe iniciarlo con la valoración del
paciente. En el caso del paciente crónico los aspectos más importantes que la enfermera debe
valorar son los siguientes:

1.- Tipo de enfermedad y repercusión para la persona en las diferentes esferas de su vida
(personal, familiar y social).

2.- Vivencia de la incapacidad por parte del paciente y de su familia.


Debe valorarse la existencia de ansiedad, sentimientos de desvalorización, de estigmatización,
hostilidad, temor a la enfermedad y a sus consecuencias.

3.- Creencias y valores personales y familiares.


La capacidad de adaptación a la situación de irreversibilidad, y la intención de hacerle frente
de una manera activa y positiva, viene en parte determinada por las propias creencias y
conceptos acerca de lo que es importante y lo que es accesorio (concepto de salud y bienestar,
belleza, creencia en una vida posterior que compensa los sufrimientos actuales, etc.)

4.- Limitaciones existentes para afrontar la incapacidad.


Falsas creencias, falta de apoyo, aislamiento social voluntario o involuntario, falta de
conocimientos, situación de precariedad económica, situación geográfica de aislamiento o
lejanía de los centros asistenciales.

5.- Sistema de apoyo de que dispone la persona y la familia.


Deben valorarse los recursos de apoyos naturales y organizados que pueden ayudar a los
enfermos.

IV. SISTEMAS DE APOYO SOCIAL.

El simple hecho de vivir conlleva la aparición de problemas propios de la vida cotidiana y de las
diferentes experiencias que se presentan a lo largo de la vida, bien sean propias de los ciclos
vitales de la persona o de la familia, bien debidas a cambios inesperados o imprevistos como
enfermedad, cambios sociales y económicos, etc.
Lo importante no es evitar esos problemas, sino resolverlos adecuadamente, de forma que
creen el mínimo estrés. Para ello, las personas disponen de una serie de recursos que ayudan a
su solución o bien a soportar los problemas de manera adaptativa.
El primer recurso es el propio enfermo. En las situaciones en que esto no es suficiente hay que
disponer de otro tipo de recursos externos que son los denominados "sistemas de apoyo social".
En el paciente crónico estos sistemas de apoyo tienen una gran importancia.

1.- Tipos de sistemas de apoyo.

1.1.- Sistemas de apoyo naturales:


- Familia
- Compañeros de trabajo
- Compañeros de estudio
- Compañeros de culto y creencias
- Amigos, vecinos, etc.

1.2.- Sistemas de apoyo organizados:


- Servicios sociales institucionales.
- Asociaciones de autoayuda.
- Organizaciones no gubernamentales.
- Ayuda profesional: médicos, enfermeras, asistentes sociales.

2.- La familia como sistema de apoyo.

La familia es la unidad básica de la sociedad alrededor de la cual se mueven todos los


individuos. Es un elemento que la enfermera deberá tener en cuenta en el proceso de cuidados.

La familia tiene unas características que ayudan a su definición:

- La familia como sistema social universal: en todas las sociedades, el grupo familiar es el
primero que entra en contacto con el individuo y el que más influencia ejerce sobre él.
- La familia como macrocosmos social: en la familia se reproducen las relaciones sociales con
un diferenciación de los roles en función de la edad, sexo, etc.
- La familia como sistema abierto: un sistema es un conjunto de partes o unidades que
conforman un todo complejo y estructurado. En la familia, los miembros constituyen las
unidades que forman subsistemas (subsistema conyugal, subsistema hermanos, subsistema
abuelos) que configuran el sistema familiar. La familia es un sistema abierto que mantiene
relaciones con otros sistemas.
- La familia como agente socializador: la familia transmite conocimientos, modelos y valores
propios de la sociedad, que el individuo asume como propios.
- La familia como grupo primario: en los primeros años de nuestra vida establecemos contacto
e intensos lazos con un grupo reducido de personas, nuestra familia. Es una relación primaria
sin la cual sería imposible sobrevivir. La pertenencia a dicho grupo viene determinada de
manera involuntario, por el hecho de haber nacido en el seno de una familia u otra.
- La familia como institución: la familia junto con la religión son las únicas instituciones
desarrolladas universalmente en todas las sociedades.
La familia es la mayor fuente de apoyo social y personal de que pueden disponer las personas,
tanto en los periodos de independencia como en los de dependencia (niñez, enfermedad,
desempleo, etc.)
Hay estados que muestran que las personas que disponen de un sistema de apoyo familiar
efectivo soportan mejor las crisis de la vida.
Los enfermos crónicos con algún grado de discapacidad reciben la mayor parte de los cuidados
del entorno familiar. Dentro de la familia suele haber un miembro que asume la
responsabilidad, organización y dedica más tiempo. A esta persona se la denomina Persona de
Apoyo Principal (PAP)
Para elaborar un buen plan de cuidados la enfermera debe obtener los siguientes datos de
valoración de la familia del enfermo crónico:

- Identificar la PAP: puede ser la que dedique más tiempo o la que tenga mayor influencia en el
grupo familiar. Esta persona puede ayudar a planificar los cambios en la vida cotidiana del
enfermo crónico.
- Valorar las ideas sobre la enfermedad de la familia: es muy importante cuando el enfermo
crónico es varón, ya que la mujer va a ser responsable de la mayoría de los cuidados, y hay que
contar con su colaboración.
- Conocer si hay limitaciones de tiempo de la PAP, por cuestiones de trabajo o familiares. De
ser así, conocer si hay apoyo sustitutorio o hay que conseguirlo. Es importante para
proporcionar periodos de descanso necesarios para el cuidador.

En algunos trabajos se ha estudiado el perfil psicológico del cuidador. Las características


más habituales son:

- Mujer
- Esposa o hija del enfermo
- Nivel cultural bajo
- Cuidan al enfermo diariamente (4 horas) y sin periodos de descanso
- Escaso apoyo

La situación del cuidador con restricciones en su vida social, en su estado de salud, en su


tiempo libre, en sus aficiones, en su intimidad, etc., perturba de modo intenso su equilibrio
personal y familiar, dañando gravemente la relación intrafamiliar y experimentando una
profunda sensación de soledad. Se puede desarrollar un síndrome de "fatiga crónica" o
"Síndrome de Burnout", que puede interferir en la calidad de los cuidados proporcionados el
enfermo.
Las manifestaciones principales son:
- Síntomas depresivos: trastornos del sueño, tristeza, fatiga que no corresponde a la actividad,
incapacidad para concentrar la atención, perdida de interés en actividades previamente
placenteras, cefaleas, enlentecimiento del pensamiento, energía, anhedonia.
- Cambios de humor, agresiones verbales y expresiones de crueldad.
- Síntomas físicos: molestias abdominales, mareos, síntomas cardiovasculares y respiratorios.
- Consumo de alcohol o drogas.

La situación de agobio que vive el cuidador es el principal predictor de la institucionalización


en pacientes dependientes como los ancianos.

Las necesidades más importantes del cuidador son:

1. Información: el cuidador necesita aumentar sus conocimientos sobre la enfermedad, sus


cuidados, complicaciones, etc.
2. Formación: desarrollo de habilidades de comunicación, afrontamiento de= estrés, cuidados
al paciente.
3. Apoyo emocional: el cuidador desea recibir afecto, comprensión y apoyo de otras personas de
su círculo social. El apoyo puede llegar de grupos de apoyo constituidos por personas que han
vivido situaciones similares y por tanto hablar el mismo lenguaje que los "cuidadores".
4. Periodos de descanso- hay que buscar fórmulas que permitan al cuidador momentos de
descanso (mañanas, vacaciones, fines de semana). Se puede recurrir a centros de día, ONGS,
voluntariado, asociaciones de familiares, cuidadores profesionales, etc.
5. Otras: económicas, ayuda en el cuidado físico, ayuda en funciones domesticas, etc.

3.- Otros sistemas de apoyo social.

La familia, como hemos visto, constituye la base del sistema de apoyo natural del
individuo. Sin embargo, son importantes otros sistemas de apoyo que puede tener el
paciente:

3.1.- Amigos.
Son elegidos por el individuo y con ellos se comparten intereses, aficiones y filosofía
de vida, generando sentimientos positivos de pertenencia, estima y seguridad.

3.2.- Compañeros de culto.


Es un sistema de apoyo muy antiguo. Es una relación que se caracteriza por
encuentros periódicos con individuos con los que se comparten creencias, valores y
un sentido de la vida. Es un apoyo disponible incluso con cambios geográficos.

3.3.- Vecinos.
Debido a la soledad en que viven algunos enfermos, con sus familias distantes
geográficamente, los vecinos se sitúan en un primer lugar en el apoyo de= paciente
en temas domésticos (compras, alimentación) y de compañía. Proporcionan una
sensación de seguridad al paciente ante los acontecimientos imprevistos que pueden
surgir.

3.4.- Asociaciones de autoayuda.


Se reúnen personas que comparten los mismos problemas y experiencias vitales. Los
fines de estas asociaciones son:
- Apoyo y soporte para todos los miembros de la asociación.
- Puesta en común de experiencias personales y conocimientos que pueden ayudar a
otras
personas.
- Promover la adaptación al cambio de vida causado por la enfermedad.
- Actuar como grupo de presión sobre la administración , instituciones y la opinión
publica, con el fin de dar a conocer su situación y encontrar salidas pertinentes a
sus problemas.

3.5.- Organizaciones no gubernamentales (Ongs) y asociaciones de voluntarios. En


nuestro país estas actividades cada vez adquieren una mayor importancia,
aumentando constantemente el número de personas que dedican parte de su tiempo
a estas actividades.
El voluntario es toda persona que de una manera desinteresada, generosa y
constante dedica su tiempo libre al servicio de los demás.

Las características de los voluntarios son:


- Solidaridad: interés por las necesidades y problemas de los demás para colaborar
en la búsqueda y hallazgo de las soluciones.
- Asociacionismo: disposición para integrarse o implicarse en el colectivo donde va a
desarrollar su tarea, que le servirá de orientación y encontrará un mejor soporte para
llevar a cabo su actividad.
- Continuidad: para posibilitar a la asociación programar sus actividades.
- Tiempo libre: para dedicarlo a la prestación de los servicios.
- Gratuidad: sin interés personal ni ánimo de lucro.
- Preparación adecuada: conocimiento de las características de las enfermedades que
va a ver y manejo de habilidades de comunicación. Las asociaciones suelen
encargarse de la formación del voluntario. Por ejemplo, la Asociación Española
Contra el Cáncer tiene cursos de formación para sus voluntarios.

A estas características, hay que unir unas cualidades que también debe poseer un
voluntario:
- Sensibilidad: la situación que vive el enfermo y su familia requiere de la
sensibilidad de la persona que les va a ayudar.
- Respeto: absoluto de las creencias y costumbres de= enfermo y su familia.
- Discreción: siempre guardando la información confidencial, no interviniendo en los
asuntos familiares y no haciendo comentarios fuera de lugar.
- Madurez: para soportar situaciones difíciles que pueden surgir.
- Profesionalidad: deben saber aislar su trabajo se su vida privada.
- No paternalismo: tratar al enfermo como una persona con todo respeto y
consideración.
- Constancia: teniendo en cuenta que el enfermo y su familia se pueden llegar a
sentir muy desilusionados si se sienten abandonados.
- Cooperación con el resto de= equipo: trabajar en colaboración, siguiendo sus
indicaciones y teniendo un clima agradable y de respeto.
- Puntualidad: antes de concertar la próxima visita estar seguro de poder cumplirla.
Llegar a la hora concertada.

En el Apéndice 1 viene una relación de Asociaciones de autoayuda y organizaciones


no gubernamentales nacionales y de la Comunidad Valenciana.

3.6.- Sistemas de ayuda profesional.


Este sistema de apoyo suele ser el ultimo al que las personas acuden en busca de
ayuda.

Anexo: El anciano diabetico


El anciano diabético y la respuesta adaptativa a
la enfermedad

RESUMEN

La diabetes mellitus es la quinta enfermedad más frecuente y una de las entidades


que genera mayores demandas psicológicas y conductuales por parte del paciente,
ya que gran parte de su manejo es conducido por este. En el paciente diabético, la
calidad de vida está relacionada con el control metabólico, el que a su vez depende
de múltiples factores psicosociales y conductuales. En el paciente geriátrico, en
particular, a la depresión, la ansiedad y sentimientos de indefensión, se suman
temores por su condición de diabético, lo que puede incidir negativamente en su
estado psíquico y conducirlo al descontrol metabólico. Es necesario, entonces, el
estudio de la respuesta adaptativa a la enfermedad en este segmento poblacional, lo
que permitirá identificar tempranamente hábitos y conductas de riesgo que pudieran
interferir con el adecuado cumplimiento del tratamiento y el control metabólico. Son
varias las áreas que conforman la respuesta adaptativa: la percepción de la
severidad de la enfermedad, su repercusión psicológica, las molestias asociadas, las
barreras para el cumplimiento del tratamiento y la conducta de salud. Entre los
factores capaces de modificar la expresión de dicha respuesta se destacan: la edad
avanzada, el deterioro cognitivo (Perteneciente o relativo al conocimiento), la
comorbilidad (La presencia de uno o más trastornos (o enfermedades) además de la
enfermedad o trastorno primario), el deterioro de la capacidad funcional, la
depresión y el apoyo social. El estudio de la respuesta adaptativa a la diabetes
constituye un reto para los interesados en el tema y una necesidad impostergable,
afín de comprender el papel del comportamiento humano en el proceso salud-
enfermedad y perfeccionar las prácticas de salud.

INTRODUCCIÓN
De todos es conocido el impacto que sobre la sociedad tiene el
envejecimiento progresivo de la población. Esta realidad tiene
trascendencia por sí misma pero aún más si se suma la morbilidad que
este envejecimiento conlleva. El fenómeno del envejecimiento
constituye, por tanto, un reto para la ciencia y la sociedad que debe dar
respuesta a los problemas psicosociales y comportamentales de este
grupo poblacional así como, desarrollar estrategias, tanto preventivas
como de intervención comunitaria, que contribuyan a mejorar la calidad
de vida de las personas de la tercera edad. Es importante resaltar que la
percepción sobre la calidad de vida de un individuo, si es buena y
expresa cierta realización personal o conformidad apoyada en su sentido
personal, puede contrarrestar los molestos efectos o los temores
provenientes de las enfermedades.

La diabetes mellitus constituye una de las principales enfermedades


crónicas no transmisibles a nivel mundial, por lo que representa un
problema de salud que alcanza proporciones epidémicas en el planeta.
En el año 2003, por ejemplo, la Federación Internacional de Diabetes
(FID) calculó que había 194 millones de personas con ese padecimiento
en el mundo, mientras que para el 2025 se calcula que esta cifra habrá
aumentado de manera alarmante, hasta alcanzar los 333 millones, lo
cual significa que el 6,3 % de la población mundial vivirá con la
enfermedad.

A nivel mundial, cada año 3,2 millones de muertes son atribuidas a la


diabetes mellitus. En los países desarrollados, como los Estados Unidos
de Norteamérica, la diabetes se ha notificado como la séptima causa de
muerte y la causa principal de amputaciones de extremidades inferiores
y ceguera en personas de 18 a 65 años. Se calcula que la diabetes
cuesta a la economía de este país más de 98 millones de dólares por año
en costos directos e indirectos. También se estima que las familias de
bajos ingresos que apoyan a un miembro adulto con diabetes dedican el
10 % de sus ingresos para su atención. Cuando esta enfermedad está
mal controlada, puede representar una pesada carga económica para el
individuo.

PRINCIPALES DIMENSIONES DE LA RESPUESTA


ADAPTATIVA A LA DIABETES MELLITUS: FACTORES
QUE MODULAN SU EXPRESIÓN EN LA EDAD
GERIÁTRICA
La diabetes mellitus constituye un grupo de enfermedades metabólicas
caracterizadas por hiperglucemia (aumento de las concentraciones de
glucosa en sangre), resultado de defectos en la secreción de insulina, en
su acción o en ambos. Se trata de una compleja enfermedad en la que
coexiste un trastorno global del metabolismo de los hidratos de carbono,
grasas y proteínas.
En las personas mayores de 65 años la diabetes mellitus se presenta de
manera peculiar, afecta generalmente al sexo femenino, lo que tal vez
está justificado por el mayor promedio de vida de las féminas y la mayor
concurrencia en estas de factores diabetógenos. Suele ser en muchas
ocasiones, asociada con la obesidad. Mediante la presencia de síntomas
inespecíficos los cuales pueden hacer sospechar la presencia de la
alteración metabólica.
La diabetes mellitus, como enfermedad crónica, acompaña al paciente
desde su debut hasta su muerte, con períodos de mejoría y
descompensación, lo afecta física y psicológicamente y puede traer como
consecuencia la negación o no aceptación de la enfermedad o el
abandono del tratamiento alegando "cansancio o aburrimiento", sobre
todo al conocerse que no resulta curable con los medios disponibles en la
actualidad.
Como el paciente cuenta con una autonomía considerable en el manejo
de su enfermedad puede tomar, en muchas ocasiones, la errónea
decisión de suspender las prescripciones médicas y alejarse de los
servicios de salud. En la práctica médica, esta situación se presenta con
bastante frecuencia, por lo que ha generado la búsqueda de variados
enfoques y metodologías en el ámbito de la atención en salud que
faciliten el acercamiento real al problema, fundamentalmente en relación
con los conocimientos, percepciones, actitudes, temores y prácticas de
las personas con enfermedades crónicas en el marco sociofamiliar.
A pesar del amplio despliegue de estrategias multidisciplinarias y los
esfuerzos realizados hasta el presente para mejorar la calidad de vida de
las personas que padecen de diabetes mellitus, todavía en las áreas de
salud se constata un número no despreciable de pacientes con
descontrol metabólico, y por tanto una mayor prevalencia de
complicaciones derivadas de la enfermedad. En el paciente diabético, la
calidad de vida está relacionada con el control metabólico, el que a su
vez depende de múltiples factores psicosociales y conductuales. En el
paciente geriátrico, en particular, a la depresión, la ansiedad y
sentimientos de indefensión, frecuentes en esta edad, se suman temores
por su condición de diabético, lo que puede incidir negativamente en su
estado psíquico y conducirlo al descontrol metabólico.
Es necesario, entonces, el estudio de la respuesta adaptativa a la
enfermedad en este segmento poblacional, ya que ello permitirá
identificar tempranamente hábitos y conductas de riesgo que pudieran
interferir con el adecuado cumplimiento del tratamiento y el control
metabólico, para desarrollar posteriormente estrategias certeras que
permitan elevar la calidad de vida del paciente diabético, en edad
geriátrica.
La respuesta adaptativa es el grado de adecuación psicosocial de la
conducta, estado emocional y valoración del paciente en relación con su
enfermedad
Entre los factores, relacionados con el proceso de envejecimiento, que
influyen en dicha repuesta, y por tanto deben tenerse en cuenta en este
tipo de estudio se encuentran:
1. El declive o deterioro del estado intelectual, que se refiere a los
decrementos relativos en las ejecuciones ante tareas intelectuales y que
puede afectar la orientación, la memoria, el pensamiento, el lenguaje y
otras funciones corticales superiores.

2. Edad: se conoce que la edad explica una parte de la varianza en el


funcionamiento intelectual y que son otros aspectos socioambientales en
constante cambio los que parecen explicar, en mayor medida, las
diferencias interindividuales.9

3. La comorbilidad: a los cambios derivados del fenómeno del


envejecimiento se le suman las enfermedades crónicas que padecen los
ancianos. Un rasgo característico de la senectud es la coexistencia de
varias enfermedades crónicas. La literatura internacional refleja que el
30 % de los senescentes padece tres o más enfermedades crónicas y
que unas con otras interactúan en detrimento de su salud.

4. Deterioro o pérdida de la capacidad funcional: que es la causa


fundamental de buena parte de los problemas médicos, económicos y
sociales del anciano.

5. La depresión: que es el problema emocional de mayor ocurrencia en


la vejez, y a la que contribuyen significativamente los cambios
biológicos, psicológicos y sociales asociados al paso de los años. Se ha
demostrado una asociación entre el padecimiento de enfermedades y la
aparición de síntomas depresivos. Sin embargo, dicha relación está
modulada por determinados indicadores como los servicios de salud y
sociales, convenientes ingresos económicos, jubilación satisfactoria,
ambiente enriquecido física y socialmente que amortiguan el impacto de
la enfermedad sobre el estado de ánimo, entre otros.

6. El apoyo social tiene para la vejez beneficiosos efectos para la salud y


su bienestar. El apoyo social no debe ser visto sólo como transacción de
ayuda material, sino también como aceptación, afecto y afirmación.En el
contexto social se tiende muchas veces a sobrevalorar la ayuda
económica como apoyo real, y subvalorar los aspectos de ayuda afectiva
y moral, sin tener en cuenta si las necesidades reales que tiene la
persona, en el momento del apoyo, son materiales o psicosociales.

Una ayuda brindada por alguien considerado como perteneciente a la red


de apoyo, significativa para la persona, puede ser una condición
importante para el desarrollo de conductas adecuadas para enfrentar la
enfermedad. Si el sujeto puede contar con más fuentes de apoyo desde
sus diferentes espacios de interacción, se encontrará en mejores
condiciones para asumir y responder a las exigencias que el proceso de
enfermedad demanda.

En situaciones donde el tipo de apoyo social recibido no es el que


precisamente demanda la persona necesitada o se brinda por una fuente
irrelevante para esa persona, los efectos que producirá esta relación
obviamente serán negativos; y quizás aún más dañinos si el proveedor
del apoyo no expresa sus verdaderos sentimientos o retiene información
por temor a lastimar o herir al receptor de la ayuda (o viceversa), con lo
que se enrarece el proceso de interacción social, y los efectos pueden
resultar sumamente dañinos para la salud y el bienestar de todos los
participantes en el proceso.

El apoyo social es un concepto de sumo interés y utilidad para los


dedicados a la salud mental, en tanto pone en primer plano la
significación de los factores sociales y psicológicos para la salud y el
bienestar. La experiencia clínica y una cantidad cada vez mayor de
resultados de investigaciones empíricas sugieren con fuerza que el apoyo
social juega un papel importante en la adaptación a la enfermedad,
sobre todo en el ajuste a la enfermedad crónica. Las personas con un
sistema de apoyo social muy reducido presentan pobres estrategias de
afrontamiento y menor estabilidad emocional que aquellas otras que
poseen una red de relaciones de apoyo mutuo bien desarrollada. Muchos
investigadores consideran que el verdadero apoyo social es el percibido,
y argumentan que si el sujeto no percibe la ayuda ofrecida o los recursos
externos que están a su disposición, difícilmente influirán sobre su salud
y bienestar

Entre los factores o dimensiones que conforman la respuesta adaptativa


a la enfermedad se encuentran la percepción de la severidad de la
enfermedad, su repercusión psicológica, las molestias asociadas, las
barreras para el cumplimiento del tratamiento y la conducta de salud.

Cada paciente suele conferir un determinado significado o connotación a


su enfermedad, lo cual puede percibirse como un alivio a
responsabilidades y situaciones personales, es decir, como un beneficio,
o más frecuentemente como un evento potencialmente estresante, como
un reto, una amenaza, una pérdida, un castigo. En función de ello, la
persona asume, en mayor o menor grado, las exigencias que implica
vivir con la enfermedad. Como se explicó, la diabetes mellitus es una
entidad cuyo tratamiento requiere de seguir, de por vida, una
determinada cantidad de acciones y cuidados que exigen un reajuste
sistemático. Dichos ajustes son particularmente difíciles en personas de
avanzada edad. El paciente debe desarrollar habilidades para el manejo
de la diabetes tales como la autoaplicación y el autoajuste de la dosis de
insulina, así como el manejo de instrumentos para la automedición de la
concentración de glicemia, entre otros.

La persona más importante en el manejo de esta afección es el paciente


mismo. El padecimiento de una enfermedad ya implica una carga
estresante en el desenvolvimiento de la vida de las personas, saber
cómo vivir con ella es esencial para evitar el desarrollo de
complicaciones a corto y largo plazo.17

Las barreras o problemas con el cumplimiento del tratamiento se


observan siempre que se requiere de su autoadministración,
independientemente del tipo y la gravedad de la enfermedad y de la
accesibilidad a los recursos de salud. Son muchos los factores que
contribuyen a generar barreras para el cumplimiento del tratamiento
indicado. Aunque algunos de estos factores se relacionan con la persona,
influyen también, notoriamente, las características de la enfermedad y
su proceso, y los atributos del sistema de asistencia sanitaria y de
prestación de servicios.
Entre las barreras más frecuentes para el cumplimiento del tratamiento
se destacan las psicológicas y las de orden económico. Es reconocida la
relación entre salud y personalidad, esta última como reguladora y
autorreguladora del comportamiento humano a través de funciones
como la autodeterminación, la flexibilidad, la variedad de intereses y
proyectos futuros. El estrés o tensión emocional, la desesperanza y los
sentimientos negativos, el temor a la dependencia, el sentirse
estigmatizado por la enfermedad, la angustia por los posibles efectos
adversos del tratamiento, otorga un papel importante a los factores
psicológicos como aspecto definitorio dentro del sistema de elementos
que intervienen en el proceso salud-enfermedad. 20

Al factor socioeconómico también se le atribuye un efecto considerable


sobre el cumplimiento del tratamiento. El nivel socioeconómico
deficiente, la carencia de redes de apoyo social efectivas, las precarias
condiciones de vida, las creencias, inhibidores sociales y mitos populares
acerca de la enfermedad y el tratamiento; las familias disfuncionales y
flagelos como la pobreza, el analfabetismo y el desempleo, son algunos
factores que influyen en el buen cumplimiento del tratamiento.
Por su parte, la conducta de salud está mediada por el sistema de
conocimientos, percepciones, creencias que el paciente tenga acerca de
su enfermedad, su motivación para recuperar su salud o para adaptarse
adecuadamente a su condición de persona enferma, la confianza en su
capacidad para involucrarse en los comportamientos terapéuticos de la
enfermedad y las expectativas con respecto a los resultados del
tratamiento, así como por sus actitudes, el desarrollo de los procesos
volitivos y las características de sus procesos cognitivos. Otro aspecto a
considerar es las redes de apoyo social y los recursos con que cuenta
para la ejecución de las prescripciones.
Toda enfermedad repercute, en mayor o menor medida, en la vida del
sujeto, provoca una ruptura de su comportamiento y modo de vida
habituales y genera una situación de desequilibrio. La diabetes mellitus
es un síndrome de hiperglucemia crónica cuya sintomatología determina
limitaciones en el modo de vida de estos pacientes, y en muchos de
ellos, el desarrollo de complicaciones crónicas que pueden llevarlos a la
invalidez y a la muerte prematura. Enfrentarse a dicha enfermedad
constituye un reto importante tanto en la vida del paciente afectado
como en la cotidianidad de la experiencia familiar. Los cambios en los
hábitos, la eliminación de conductas riesgosas para la salud, y la
adquisición de nuevos comportamientos que devengan en una mejor
calidad de vida no son siempre fáciles de asumir. Sin embargo, está
bien probado que es posible promover el bienestar y prevenir o retrasar
las complicaciones, a corto y largo plazos, en las personas con diabetes
mellitus mediante un buen seguimiento acompañado de un control
estricto de la glucemia, y la modificación de los factores de riesgo
cardiovascular.
Teniendo en cuenta el importante aporte de la diabetes mellitus a la
morbilidad y mortalidad en Cuba, es de gran relevancia el estudio de la
respuesta adaptativa a esta enfermedad, lo que constituye un reto para
los interesados en el tema, al ser una afección generadora de altas
demandas psicológicas y conductuales por parte del paciente, quién
conduce gran parte de su proceso de salud, así mismo, profundizar en
las respuestas adaptativas a esa enfermedad es una necesidad
impostergable en el personal de salud para comprender mejor el papel
del comportamiento humano en el proceso salud-enfermedad y
perfeccionar las prácticas de salud.

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