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VALORACIÓN ENFERMERA: VALORACIÓN DE LA PIEL

La metodología enfermera se reconoce como un modelo de trabajo estrictamente científico, sistemático y


organizado, para brindar cuidados de enfermería eficaces y eficientes en la población. La VALORACIÓN es
la primera fase del proceso de atención de enfermería, y su finalidad es recabar información relevante a
nivel sanitario. A través de la valoración se establece el juicio clínico del profesional.
Existe una relación dinámica entre las fases de 1. Valoración, 2. Diagnóstico y 3. Evolución, ya que la ciencia
enfermera es capaz de actuar no sólo sobre la enfermedad, sino también en la salud, reconociendo el
curso natural de la piel, efectuando intervenciones con carácter preventivo e implementando los
diagnósticos de riesgo. Esta dinámica brinda al enfermero la posibilidad de adaptar el plan de cuidados
según las necesidades del usuario en cada momento, sus rasgos personales y su relación con el medio.
La ciencia enfermera exige:
 Dar respuesta a las necesidades: ser realista con las expectativas y demandas del paciente,
pudiendo darse el caso de que sea el profesional quien defina finalmente las necesidades del
usuario.
 Satisfacer las demandas de cuidado: reconocer las características y necesidades de cada estado no
patológico de la piel, aplicando los cuidados y las medidas preventivas oportunas.
 Respetar el método científico: considerar en cada intervención enfermera la evidencia científica,
así como la transversalidad, las áreas de conocimiento y las competencias de cada profesional.
o ¿Qué vamos a valorar? Las alteraciones estéticas NO patológicas que presentan la piel o sus estructuras
de soporte y anejos, que generan al paciente inconfort con su aspecto estético. Cuando el usuario
presente alteraciones estéticas patológicas, será valorado y derivado al profesional especialista
pertinente.
o ¿Qué factores pueden ocasionar alteraciones NO patológicas de la piel?
Existen diversas etiologías y la posibilidad de que se potencien entre ellas:
 Factores externos: sol, tabaco, hábitos de vida, cuidados de la piel, etc.
 Factores internos: envejecimiento fisiológico, predisposición genética, idiopático.

En profundidad: Envejecimiento fisiológico


El envejecimiento fisiológico imprime características y necesidades específicas en el adulto. Es el efector de
las alteraciones estéticas que se acentúan con el paso del tiempo y en ausencia de otras patologías
descritas. Es un proceso biológico irreversible, motivado por nuestra información celular y el ritmo
metabólico en un inicio, pero que se ve afectado también por la interacción del usuario con el medio
externo, su estilo de vida o su comportamiento ante el cuidado personal, aspectos que pueden contribuir a
acelerar o enlentecer el proceso. No existe consenso sobre su edad de inicio, aunque se postula que
comienza aprox. entre los 23 a 25 y los 34 años de edad. Histológicamente la afectación va de la
hipodermis, a la dermis y la epidermis, manifestándose a través del aumento de la flaccidez cutánea, que
cursa a su vez con atrofia, alteraciones pigmentarias y vasculares. Estas modificaciones en la estructura
favorecen la aparición de pliegues y surcos, afectando también a la salud capilar, por reducir la densidad y
el volumen del cabello. Cambios anatómicos y funcionales:
- Disminución del crecimiento celular: la epidermis se vuelve más delgada, la piel más frágil, aumenta el
tiempo de cicatrización y empeora la termorregulación.
- Reducción de los capilares: la piel se vuelve pálida y contribuye al aumento del tiempo de cicatrización.
- Disminución de la elasticidad del colágeno: ocasiona flacidez y favorece la formación de surcos y
arrugas, especialmente en torno a labios y ojos.
- Disminución en los melanocitos: provoca una mayor vulnerabilidad a los rayos UV, aparición de
manchas

P.ej.: Una intervención enfermera inocua para frenar el envejecimiento es indicar la administración de
inductores de colágeno.
Cambios anatómicos Cambios funcionales
Disminución del crecimiento celular, Piel más frágil, peor termorregulación
epidermis más delgada mayor tiempo de cicatrización

Disminución de capilares Piel pálida, mayor tiempo de cicatrización

Flacidez, formación de surcos y arrugas,


Disminución de la elasticidad del colágeno
especialmente en torno a labios y ojos
Mayor vulnerabilidad frente a rayos UV,
Disminución en los melanocitos aparición de manchas oscuras por acúmulos de
melanina (lentigo), aparición de pelo cano
Reducción de la actividad de los folículos pilosos
Menor sudoración y disminución de la termorregulación
y las glándulas sudoríparas

Disminución del crecimiento y


del flujo sanguíneo en uñas

HERRAMIENTAS DE VALORACIÓN DE LA PIEL: OBSERVACIÓN


La valoración es el proceso en el que se explora al paciente, valiéndose de soportes técnicos y
herramientas sanitarias. Además, se debe efectuar una entrevista que evidencie aquellos síntomas que no
podemos metro cuantificar. El proceso de valoración comienza por la observación, focalizando la atención
para la recolección de datos. Kozier define la observación como un proceso consciente y deliberado, que
mejora con la práctica del profesional y se perfecciona con el tiempo.
Fases: en la primera fase el enfermero detecta aquellos estímulos que captan su atención y, en la segunda
fase, selecciona y organiza estos datos para ser interpretados y establecer su juicio clínico.
 Valoración simple: no requiere soportes técnicos, ya que se sirve únicamente de los sentidos para,
en una primera impresión, captar información clínica relevante para el profesional. Es un proceso
de observación consciente en el que se define de forma general el aspecto y las características de la
piel del paciente, pero que no debe emitirse hasta que éste exprese sus percepciones y demandas
para no alterar sus expectativas. En ocasiones las personas nos consultarán por motivos distintos a
los que podemos advertir como más evidentes, comunicar estas alteraciones que detectamos
puede generar nuevas necesidades, razón por la que debemos esperar a que se nos solicite consejo.
 Valoración cumplimentada: especifica, utiliza herramientas técnicas a juicio del profesional y se
basa en los objetivos terapéuticos. P.ej.: empleo del dermatoscopio y la Lámpara de Wood para
observar y registrar alteraciones en la piel.
El profesional debe aplicar un sistema organizado de colección de datos, dando importancia a la fotografía
clínica bajo consentimiento informado. Se cumplimentarán los datos filiatorios del paciente,
documentando y registrando todos los hallazgos, que quedarán almacenados inequívocamente en su
historial clínico para establecer contacto y recuperar la información en visitas posteriores. Para realizar un
registro sistemático, considere implementar los Patrones Funcionales de Salud de Gordon, las Necesidades
de V. Henderson o incluso los sistemas de evaluación de la Dra. Roy.

HERRAMIENTAS DE VALORACIÓN DE LA PIEL: ENTREVISTA


La entrevista clínica se define como una conversación planeada, orientada a conocer el motivo de consulta
del usuario y recolectar datos clínicos relevantes. Debe ser un proceso de comunicación fluido y cómodo
para ambas partes, en el que se entable un diálogo eficaz, contrastando la información que recibimos del
usuario. También se buscará conocer las expectativas del paciente, que se confrontarán con los resultados
esperados y los posibles tratamientos para, finalmente, establecer el pacto terapéutico. P.ej.: se cerciorará
de si su paciente es sensible a algún compuesto o presenta alguna alergia, si padece alguna patología, o se
ha sometido previamente a otro tratamiento estético, etc. Cuando existan múltiples intervenciones para
abordar el motivo de consulta, se deberán exponer todas en profundidad al usuario para que éste pueda
tomar una decisión consciente e informada. Se establecerá un pacto terapéutico consensuado en base a su
elección, fijando los Dx, los objetivos y las intervenciones, de modo que el paciente conozca en qué fase del
proceso se encuentra en cada momento.

HERRAMIENTAS DE VALORACIÓN DE LA PIEL: EXPLORACIÓN


La exploración forma parte de la valoración inicial. Se efectúa a través de distintos métodos de inspección,
palpación, auscultación y percusión, más habitualmente. Aplicada a la dermoestética, la exploración
implica el uso de dermatoscopios, lámparas de Wood, lupas o escalas, entre otros medios técnicos.
Además, la enfermera dermoestética tiene la posibilidad de explorar al paciente mediante ecografía,
permitiéndole conocer el comportamiento anatómico de las estructuras en las zonas de riesgo y la
ubicación de productos aplicados al paciente por otro profesional anteriormente, que hayan podido
migrar.

LA PIEL
Se considera el órgano mas grande del cuerpo humano, ya que se extiende por toda la superficie corporal,
alternándose con las mucosas en los orificios naturales. Es responsable de la cobertura y protección de
otras estructuras, y está continuamente expuesta a factores de agresión internos y externos. Representa
de forma aproximada el 6 % del peso corporal de una persona, y su densidad y estructura topográfica
varían según su localización: se denomina piel gruesa a la ubicada en la palma de las manos y la planta del
pie, con un espesor entre 0,6 y 4 mm; y piel fina al resto de zonas, entre 0,1 y 0,15 mm. Además, su
coloración varía en regiones anatómicas concretas, según la concentración de pigmento, su contenido
vascular y/o la grasa subcutánea. El origen embrionario de la piel es el ectodermo para la epidermis y
anexos (pelo, uñas, glándulas sudoríparas y sebáceas), y el mesodermo en el caso de la dermis y la
hipodermis. Cumple con las siguientes funciones:
 Reaccionar ante variaciones en la temperatura y estímulos dolorosos
 Regular el flujo y la absorción de algunos fluidos
 Desarrollar funciones metabólicas
 Actuar como fotoprotector, barrera natural y soporte de otros tejidos
 Regular su propio pH en torno a 5,5 como defensa ante las bacterias
CLASIFICACIÓN DE LA PIEL: Tipos de piel
A. Piel sana: Presenta aspecto luminoso y color mate, no se aprecian poros dilatados a simple vista, son
imperceptibles al ojo desnudo, el tejido es continuo y liso, y mantiene un equilibrio hidrolipidico que
da una funcionabilidad adecuada y apariencia saludable (no se evidencia sequedad o piel grasa).
B. Piel seca: De aspecto mate por déficit de componentes lipídicos y falta de disponibilidad de líquidos en
el estrato córneo, presenta cierta tirantez y descamaciones minúsculas pero visibles, al tacto es áspera
y es difícil percibir sus microporos con el ojo desnudo. La piel seca se clasifica en dos subgrupos:
B.I. Piel seca deshidratada: Presenta envejecimiento de progreso rápido y facilidad para generar
nuevos pliegues y líneas de expresión, además de dificultad para mantener agua en su estrato
corneo.
B.II. Piel seca alípica: Fina y frágil, con un aspecto muy tenso y un tacto áspero por la falta de lípidos
que lubriquen sus capas.
C. Piel grasa: De aspecto brillante por la concentración de grasa en el estrato superficial, los poros están
visiblemente dilatados y son muy perceptibles. La piel grasa se clasifica en dos subgrupos:
C.I. Piel grasa asfíctica: Presenta exceso de sebo que provoca abscesos en sus estratos mas
superficiales, tendencia al acné, poros muy visibles, quistes e irritaciones y aspecto graso. A la lupa
se observan acumulaciones de grasa diferenciadas, que simulan el acné.
C.II. Piel grasa deshidratada o seborreica: Presenta una pérdida excesiva de líquidos, lo que altera la
secreción de sebo y le otorga un aspecto graso y brillante a la piel. Puede irritarse con facilidad lo
que la convierte en una piel más delicada que la anterior. Existe picor y es posible distinguir micro
lesiones observándola a través de la lupa, y si se ejerce tensión se ve la aparición de grietas.
D. Piel mixta: Presenta comportamientos diferentes en el tejido de la piel, apreciándose zonas brillantes
en nariz, frente y mentón (en forma de T, normalmente del tipo piel grasa deshidratada), y aspecto
seco y descamación en el área de pómulos y mejillas. Algunos profesionales agregan a esta zona el
área del cuello en sus tratamientos. Los signos de piel grasa serán pocos o ausentes en estas últimas
regiones.
E. Pieles sensibles: Presentan reacciones exacerbadas ante la exposición al medio, la aplicación de
ciertos productos o el rozamiento. Generalmente el paciente reconoce su tipo de piel. Su coloración es
rosada o rojiza y son visibles las venas y los capilares periféricos ante el ojo desprovisto de la lupa o
lámpara. Es frecuente en personas de piel clara, con fototipos I a III. Las variaciones en la temperatura,
exposición al sol o la aplicación de productos también suelen producir eritema en el la zona expuesta.
F. Piel madura: De color amarillento, con arrugas superficiales, estáticas y dinámicas, con aspecto
áspero, variaciones en la pigmentación (manchas seniles) y pérdidas en la calidad del tejido de piel
(turgencia y tonalidad) que provoca fragilidad, cuperosis (aparición de pequeñas rojeces, irritaciones y
capilares dilatados de color rojizo y púrpura en forma de filamentos, en pómulos y aletas nasales) y
cicatrización alterada o enlentecida.

PIEL NORMAL PIEL SECA DESHIDRATADA PIEL SECA ALÍPICA PIEL GRASA ASFÍCTICA

PIEL GRASA DESHIDRATADA PIEL MIXTA PIEL SENSIBLE PIEL MADURA

Tipos de alteraciones frecuentes en el comportamiento del tejido epidérmico


 Signo de Nikolsky: Desprendimiento de la epidermis por medio de la presión lateral del dedo sobre la
piel en enfermedades ampollosas intraepidérmicas.
 Signo de Darier: Desarrollo de un habón en las lesiones cutáneas de las mastocitosis tras el rascado.
 Signo de Auspitz: Aparición de pequeños puntos hemorrágicos (rocío hemorrágico) tras la extracción
de las escamas en las placas de psoriasis.

SIGNO DE NIKOLSKY SIGNO DE DARIER


SIGNO DE AUSPITZ

HERRAMIENTAS DE VALORACIÓN DE LA PIEL


Como elementos de ayuda en la valoración facial haremos uso de instrumentos que favorecen y amplían
de manera no invasiva la visión. Las alteraciones en el tejido de la piel serán visibles con métodos no
invasivos y, ante el desconocimiento del comportamiento de algún tipo de acromías (ausencia de la
coloración normal de la piel, visible en forma de manchas blancas), discromías (cualquier modificación
fisiológica o patológica, circunscrita o difusa del color de la piel por exceso, defecto o ausencia de
pigmentos) o el comportamiento extraño del tejido con hiperqueratosis actínica (presencia de mancha
áspera y escamosa en la piel que se manifiesta después de años de exposición al sol), será recomendable la
valoración e informe clínico de un dermatólogo.
De manera inicial, para poder realizar el análisis más básico de la piel, se debe contar con una lámpara con
lupa, un dermatoscopio y una lámpara de Wood. En la fase más avanzada de la exploración facial, se
pueden emplear medidores de pH, sebo e hidratación de la piel, valores útiles a la hora de establecer un
programa de prevención del envejecimiento en personas de apariencia sana.
 Medidor de pH: La medida del pH de la piel nos indica la disponibilidad de agua existente en el estrato
córneo, que forma parte de la barrera hidrolipídica de la piel. En este estrato el pH es de 5,5 en
mujeres y 5 en hombres aprox. admitiendo variaciones según la localización del tejido y la exposición a
factores externos.
 Colorímetro: Herramientas como la colorimetría son de utilidad a la hora de valorar la efectividad de
tratamientos para la pigmentación de la piel, y determinar la luminancia, la reflectancia y el color de la
piel. Estos aspectos son valorados por células fotoeléctricas que transmiten información al transductor
por la luz que consigue reflejarse en él, indicando la cantidad de pigmento cutáneo que las ha
absorbido.
Las alteraciones sostenidas en las mediciones del pH y el resultado de las colorimetrías deben ser valoradas
por el Servicio de Dermatología.
 Dermatoscopio: Lente con luz adecuada para valorar alteraciones, tamaño y forma.
 Sebómetro: Consiste en la medición gravimétrica de los lípidos presentes en los estratos superficiales
de piel (concentración de grasa). Se precisa una muestra que, al volcarla en el transductor, convierte la
transparencia en valores gravimétricos, que a su vez se traducen en parámetros comprensibles para el
experto, a considerar en las intervenciones. El valor de grasa normal en hombres se sitúa en torno al
15 a 17 %, y entre 22 a 24 % en mujeres.
 Hidroscopio: Transductor con forma de bolígrafo que mide la hidratación aproximada del estrato
córneo de la piel. La medición se basa en los parámetros de corriente dieléctrica y las propiedades del
agua que se almacena en la piel. Las zonas recomendadas para la valoración de la hidratación son:
mentón, región frontal y perímetro inferior de la orbita ocular medial y lateral. El valor normalizado se
encuentra entre 15 y 25 % para las capas mas externas, por debajo del 10 % la piel presenta un
aspecto áspero y seco.
 Elastómetro: Es un dispositivo con un grado de succión, que ejerce presión negativa produciendo un
vacío que tracciona la piel. Desplazando la sonda del elastómero, el dispositivo efectúa un calculo que,
según la profundidad del tejido, determina su elasticidad. Esta medición permite valorar y predecir el
comportamiento de la piel con respecto al envejecimiento. A mayor elasticidad, menor será la
agresión ocasionada por el envejecimiento y mejor la respuesta al tratamiento. No existe un valor
normalizado, aunque distintas casas comerciales han tratado de estandarizar los valores, en realidad
se estima o no la capacidad de retracción.
 Lámpara de Wood: Esta herramienta es de gran utilidad, ya que consigue un alcance profundo a
través de la luz ultravioleta, que penetra hasta la dermis media. Es efectiva en la detección de
alteraciones pigmentarias, manchas seniles, melasmas e infecciones bacterianas o micóticas activas.
Las variaciones en el color de la piel indican el tipo de afectación y orientan las intervenciones del plan
de cuidados que son viables para producir una mejora o fomentar la salud de la piel. Además, permite
conocer el estrato en el que se sitúa la alteración cutánea. También existe la posibilidad de identificar,
bajo la luz de esta lámpara, colonias de bacterias que producen infecciones en la piel, siendo preciso
derivar al paciente a un dermatólogo hasta que se resuelva la infección, antes de realizarle cuidados
dermoestéticos.
Infecciones bacterianas:
- Las pseudomonas son fácilmente detectables, ya que generan una fluorescencia verdosa ante la luz
de la lámpara, producto de la pioverdina generada en el metabolismo de las colonias de estas
bacterias.
- El eritrasma presenta una fluorescencia color rojo coral característica bajo la lámpara, producto de la
porfirina generada por la colonización de Corynebacterium minutissimum.
- El acné se identifica por la presencia de colonias de Propionibacterium acnés, localizadas en el
interior de los comedones, que bajo la lámpara de Wood adquieren una fluorescencia roja-
anaranjada debido a las porfirinas.
Infecciones fúngicas:
- La colonia de hongos Malassezia furfur ocasiona Ptiriasis versicolor, que bajo la luz de la lámpara de
Wood adquiere una fluorescencia anaranjada. Es visible con el ojo desnudo.
- La infección por dermatofitos, producto de la colonia Microsporum y causante, en múltiples
ocasiones, de tiñas capitis, adquiere una fluorescencia verde muy característica, por la producción de
pteridina.
Alteraciones pigmentarias:
- Alteraciones hipopigmentarias: Debido a la escasez o ausencia total de melanina, se apreciará un
color blanco-azulado. P.ej.: Intertrigo.
- Alteraciones hiperpigmentarias: En respuesta a la absorción de los rayos UV por la melanina de la
piel, se observa una menor fluorescencia. P.ej.: Melasma y mancha senil.

- 12. ESCALAS DE VALORACIÓN FACIAL


- Las escalas de valoración facial son la escala de Merz, Glogau y el meridiano de Frankfurt.

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