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Framy Riquelme

Efectos de las obligaciones.


Generalidades.
Los artículos 1545 a 1559 conforman el título XII del Libro IV del Código Civil, y tratan “Del efecto de las obligaciones”. El Código,
sin embargo, confunde en este título los efectos de los contratos con los efectos de las obligaciones en los artículos: 1545, 1546, 1547,
1552, 1554 y 1558.
Los efectos de un contrato son las obligaciones que crea. Los efectos de las obligaciones son las consecuencias que para el acreedor y
el deudor surgen del vínculo jurídico obligatorio que los liga.
El deudor debe cumplir voluntaria y espontáneamente su obligación, si esto no ocurre entramos a los efectos de las obligaciones el
cual se define como: los derechos o el conjunto de medios que la ley confiere al acreedor para obtener el cumplimiento exacto,
íntegro y oportuno de la obligación, por parte del deudor, cuando éste no la cumpla en todo o en parte o esté en mora de
cumplirla. Son tres:
1. Un derecho principal para exigir: la ejecución forzada de la obligación.
2. Un derecho secundario para exigir (supletoria del primero): indemnización de perjuicios.
3. Derechos auxiliares: Dejan el patrimonio del deudor afecto a cumplir la obligación, mantenerlo en las condiciones de
afrontar las obligaciones que contrajo o de pagar la indemnización. Este derecho es funcional a cualquiera de los anteriores,
tales son:
I. Derecho a impetrar medidas conservativas;
II. Acción oblicua o subrogatoria;
III. Acción pauliana o revocatoria; y
IV. Beneficio de separación de patrimonios.

La ejecución forzada.
El derecho de prenda o garantía general. Art. 2465 y 2469 CC.
El deudor debe cumplir la obligación voluntariamente, de forma exacta (total, oportuna y en el lugar convenido). Si la obligación es
de: Dar: debe entregar la cosa que se deba en el lugar y tiempo convenido. Hacer: debe ejecutar el hecho al que se obligó y no otro.
No hacer: deberá abstenerse de ejecutar el acto prohibido en la forma convenida.
Si el deudor se rehúsa a cumplir la obligación, se le otorga al acreedor los medios necesarios para obtener su cumplimiento aun contra
la voluntad del deudor, este medio es la ejecución forzada de la obligación. Sin embargo, para que esta proceda, la deuda debe ser
LÍQUIDA, ACTUALMENTE EXIGIBLE Y QUE CONSTE EN UN TÍTULO EJECUTIVO.
Se desprende de los artículos de los derechos (de los acreedores) que:
a) Derecho de persecución (todos los bienes presentes o futuros, por su embargo) Art. 2465.
b) Derecho de venta forzada (lo embargado se venda por pública subasta) Art. 2469.
c) Derecho de pago (pagarse con el producto de la venta forzada) Art. 2469.
Los dos primeros pueden ejercerse por los acreedores de forma igualitaria, el tercero por algunos conforme a las reglas de prelación
de créditos. De esta forma cuando se denomina que el deudor está constituido en prenda a favor del acreedor significa que la cosa
dada en prenda afecta al cumplimiento de la obligación principal así como también todo el patrimonio del deudor puede ser objeto de
persecución por los acreedores, exceptuando lo que se declara inembargable o sin carácter patrimonial.
Para que se puede ejercer este derecho se requiere que el acreedor sea titular de un derecho personal o crédito, de lo contrario solo
podrá perseguir el bien en particular.

Obligación Personal Obligación Real.

El individuo contrae directamente en beneficio del acreedor. Art. 2465 Aquella que pesa sobre una persona, no por haberla contraído, sino por
tener en su patrimonio una cosa determinada que se halla afecta al
cumplimiento de una obligación que otro contrajo.

Consecuencias de estos dos artículos (Art. 2469 y 2465):


1° Las reglas que contienen se aplican, cualquiera sea la fuente de la que emana la obligación.
2° La facultad de perseguir los bienes del deudor corresponde a todos los acreedores.
3° Todos los bienes del deudor están expuestos a la persecución, muebles o inmuebles, presentes o futuros. 4° Se exceptúan solamente
los bienes inembargables: Art. 1618 CC, 445 CPC y otros.
5° Los acreedores tienen derecho a solicitar que se proceda a la venta de todos los bienes embargados, de manera que con el producto
de la subasta, puedan pagarse íntegramente, si los bienes fueren suficientes, o a prorrata de sus créditos, si no lo fueren.
6º Sin embargo, algunos acreedores –los que gocen de alguna preferencia-, podrán pagarse antes que aquellos que sean titulares de
créditos ordinarios o no preferentes.

Ejecución forzada en las obligaciones de dar. Arts. 434 y sgtes. CPC


Framy Riquelme

Entablada la demanda ejecutiva el juez examinará el título y despachará el mandamiento de ejecución y embargo, tramitándose la
causa hasta subastar bienes suficientes del deudor, este se efectúa por un martillero en pública subasta previa publicación de avisos; y
el de bienes raíces también en pública subasta previa publicación de avisos pero en el Tribunal. Efectuado el remate, se hará pago al
acreedor, Art. 2469 CC.

Ejecución forzada en las obligaciones de hacer.


Por la naturaleza de esta obligación no es posible recurrir simplemente al procedimiento de la ejecución forzada, por lo que se
establecieron normas especiales en el Art. 1553, en donde el acreedor puede pedir a elección suya, junto a la indemnización de la
mora:
1. Que se apremie al deudor para la ejecución del hecho convenido:Arresto hasta por 15 días más multa proporcional, esto se
podrá repetir hasta que la obligación se cumpla.
2. Que se le autorice a él mismo para hacer ejecutar el hecho debido por un tercero a expensas del deudor: sólo será posible
cuando la obligación sea susceptible de ejecutarse por otra persona, en caso de que sea decisiva la condición personal del
deudor sólo queda la indemnización de perjuicios.
3. Que el deudor le indemnice los perjuicios resultantes de la infracción del contrato: A contrario sensu de las anteriores esta
debe ejercitarse por juicio ordinario y no ejecutivo, debido a que es necesario determinar y avaluar la extensión del derecho
del acreedor. Excepcionalmente, cuando se estipula cláusula penal la indemnización de perjuicios es líquida. Por lo que el
procedimiento es diversos según esta obligación consista en:
- La suscripción de un documento: el acreedor solicitará al juez que requiera al deudor, para que en el plazo que el
juez señale, suscriba el documento o constituya la obligación, bajo apercibimiento de hacerlo el juez a nombre del
deudor.
- Constitución de una obligación.
- Ejecución de otro hecho cualquiera: el mandamiento ejecutivo contendrá el embargo de sus bienes, si el apremio
personal, el arresto y la multa no son suficientes para obligarlo a que ejecute el hecho debido. El mandamiento
deberá contener la orden para que el deudor cumpla su obligación y la fijación de un plazo para comenzar los
trabajos.

Ejecución forzada en las obligaciones de no hacer. Art. 1555 CC


Hay que distinguir es es posible o no destruir lo hecho, y si esa destrucción es o no necesaria:
1. Si lo hecho puede destruirse y es necesario, tiene derecho a pedir la destrucción de la obra, además de que se le autorice a un
tercero destruirla a expensas del deudor.
2. Si la destrucción no es de necesidad y puede obtener el fin por otros medios, el deudor podrá cumplir su obligación por un
modo equivalente.
3. Si no es posible la destrucción, solo queda pedir la indemnización de perjuicios.
Si se opta por la primera o la segunda, de igual forma podrán reclamar que se indemnicen los perjuicios moratorios.

La cesión de bienes.
Concepto. “La cesión de bienes es el abandono voluntario que el deudor hace de todos los suyos a su acreedor o acreedores, cuando,
a consecuencia de accidentes inevitables, no se halla en estado de pagar sus deudas”. + Ley N° 20.720.

Características.
1. Es irrenunciable: art. 1615.
2. Es universal: art. 1618, inc. 1º.
3. Es un derecho personalísimo: art. 1623.

Requisitos.
1. Que el deudor no se encuentre en situación de pagar sus deudas.
2. Que lo anterior obedezca o sea consecuencia de accidentes inevitables.
3. Debe probar su inculpabilidad, en caso que alguno de los acreedores lo exija (art. 1616).
4. Que el deudor haya hecho una exposición circunstanciada y verídica del estado de sus negocios (art. 1617).

Causales de oposición a la cesión de bienes (art. 1617).


1. Cuando el deudor hubiere enajenado, empeñado o hipotecado, como propios, bienes ajenos.
2. Cuando el deudor hubiere sido condenado por hurto, robo, falsificación o cualquiera de los delitos señalados en el párrafo 7
del Título IX del Libro segundo del Código Penal.
3. Si ha obtenido quitas o esperas de sus acreedores.
4. Si ha dilapidado sus bienes.
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5. Si no ha hecho una exposición circunstanciada y verídica del estado de sus negocios, o se ha valido de cualquier otro medio
fraudulento para perjudicar a sus acreedores.

La cesión puede hacerse a uno o varios acreedores: art. 1614.

Efectos de la cesión de bienes:

1. El deudor queda privado de la administración de sus bienes, por regla general: arts. 1621 y 1622.
2. El deudor queda privado de la facultad de disponer de sus bienes y los actos que ejecute adolecen de nulidad: art. 2467.
3. Caducan los plazos y las obligaciones a plazo se hacen exigibles: ello, porque la cesión de bienes implica un estado de
“notoria insolvencia” (art. 1496 número 1).
4. El deudor queda libre de todo apremio personal (art. 1619, número 1).
5. No se transfiere el dominio de los bienes a los acreedores, éstos sólo tienen la facultad de disponer de ellos y sus frutos, hasta
pagarse de sus créditos (art. 1619, inciso final). La cesión de bienes no implica entonces una dación en pago. Por la misma
razón, el deudor podrá recobrar sus bienes (art. 1620).
6. Las deudas se extinguen únicamente “hasta la cantidad en que sean satisfechas con los bienes cedidos”: art. 1619 número 2.
El número 3 del mismo artículo es una consecuencia de lo anterior.
7. El acreedor en cuyo beneficio se hizo cesión de bienes, está obligado a conceder el beneficio de competencia: art. 1626 Nº 6.

La prelación de créditos. Art. 2465-2491


Ideas generales.
RG: todos los acreedores tienen derecho a ser pagados íntegramente con la subasta de ellos en igualdad de condiciones, recibiendo un
mismo trato (par conditio creditorum) cualquiera sea la naturaleza de su crédito, fecha de origen o naturaleza de la cosa debida.
EXCP.: hay acreedores que no están obligados a someterse a estas reglas y pueden ser pagados con anterioridad a los otros
acreedores, antes del reparto, pues son titulares de un crédito que goza de PREFERENCIA, Art. 2469.

Causas de preferencia en nuestro Derecho. Art. 2470.


Son el privilegio y la hipoteca.
La preferencia es la aptitud de que gozan ciertos créditos por disposición de la ley, para ser cobrados antes de otros, sobre bienes del
deudor en general o sobre alguno de ellos en particular.
Nada dice en el CC sobre la distinción de estas dos, sin embargo la doctrina establece que el privilegio atiende a la cualidad y la
hipoteca a la fecha.
La prelación de créditos es el conjunto de reglas legales que determinan el orden y la forma en que deben pagarse los diversos
acreedores de un deudor.
Estas reglas son de carácter general, aplicándose siempre que hayan dos o más acreedores que quieran pagarse, no es necesario
proceder a un procedimiento concursal de liquidación o que se haya hecho cesión de bienes.

Características de las preferencias.


1. Las causas de preferencia son de derecho estricto, Art. 2488: Establecidos por ley, por lo que deben interpretarse
restrictivamente, es decir, que el juez o testador no pueden conferir preferencia a un crédito no señalado por ley. Salvo, Art.
2489, los particulares pueden establecer preferenci entre los créditos de quinta clase (subordinados o no). Nada impide al
titular del crédito preferente renunciar a esta.
2. Las causas de preferencias son inherentes a los créditos, Art. 2470 inc. 2: Pasan con ellos a todas las personas que los
adquieran a cualquier título. Art. 2491, amparan tanto al crédito como a los intereses que devenguen hasta su extinción.
3. Las preferencias de leyes especiales prevalecen sobre las reglas del CC, excepto respecto a los créditos de primera
clase: Art. 4 Ley N° 19.250, estableció que los créditos de primera clase preferirán a todo otro crédito preferente o
privilegiado establecido por leyes especiales, fue así como ya la derogada ley sobre prenda industrial.

Clasificación de las preferencias.


1. Generales: Afecta a todos los bienes del deudor, de cualquier naturaleza. De primera y cuarta clase, Pueden hacerse
efectivos sobre todo el patrimonio del deudor.
2. Especiales: Afecta a determinados bienes del deudor, sólo puede ser invocada respectos a esos bienes (empeñados o
hipotecados), por lo que si el producto de la subasta fuera insuficiente pasará a ser un crédito no privilegiando, pasando a ser
de quinta clase, paga dose a prorrata con estos. Segunda y tercera clase. Art. 2490 CC.

Enumeración y orden de prelación de créditos preferentes. Son 5 clases:


1. PRIMERA CLASE DE CRÉDITOS: Art. 2472 CC:
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Enumeración. Se refieren a créditos originados por el procedimiento concursal de liquidación, la muerte o enfermedad del
deudor, tienen un carácter laboral, algunos cuyo titular es el fisco.
1. Las costas judiciales que se causen en el interés general de los acreedores, en el marco de un procedimiento
concursal.
2. Las expensas funerales necesarias del deudor difunto, podrá obtener su reembolso a manos de los herederos.
3. Los gastos de enfermedad del deudor, limitación: si enfermedad es más de 6 meses, el juez fija hasta la cual se
extiende preferencia.
4. Gastos o egresos que deben realizarse en un procedimiento concursal:
a. Los gastos en que se incurra para poner a disposición de la masa los bienes del deudor.
b. Los gastos de administración del procedimiento concursal de liquidación.
c. Los gastos de realización del activo.
d. Aquello que se invierta para el pago de los préstamos contratados por el liquidador para los efectos
mencionados.
5. Las remuneraciones de los trabajadores, asignaciones familiares (límite de 90 UF al último día del mes anterior de
pago, lo demás se considera valista) y las cotizaciones adeudadas a las instituciones de seguridad social o que se
recauden por este intermedio, para ser destinadas a ese fin.
6. Los créditos del Fisco en contra de las entidades administradoras de fondos de pensiones por los aportes que aquél
hubiere efectuado.
7. Los artículos necesarios de subsistencia suministrados al deudor y su familia durante los últimos tres meses.
8. Las indemnizaciones legales y convencionales de origen laboral que les correspondan a los trabajadores, con los
siguientes requisitos y limitaciones:
1) Dichas indemnizaciones deben estar devengadas a la fecha en que se hagan valer.
2) Están limitadas a tres ingresos mínimos mensuales remuneracionales por cada año de servicio y fracción
superior a 6 meses por cada trabajador; y
3) No pueden exceder de 11 años.
El exceso se considera un crédito valista. Las indemnizaciones estarán sujetas a los mismos límites señalados y será
determinados de forma independiente.
9. Los créditos del fisco por los impuestos de retención y de recargo, El IVA, el impuesto al timbre y estampillas son
de primera clase (no todos los del Fisco lo son).
Características:
a. General: Afectan todos los bienes del deudor
b. Personal: No aplica contra terceros poseedores
c. Se pagan con preferencia a todos los demás créditos del deudor
- No obstante, los acreedores de segunda y tercera clase pueden pagarse aún antes de pagarse todos los
créditos de primera clase.
- Situación que se produce cuando los restantes bienes del deudor no son suficientes para el pago de los
créditos de primera clase.
- Prueba acerca de que el deudor carece de otros bienes para pagar a los acreedores de primera clase.
- Los créditos de la primera clase prefieren entre sí en el orden de la enumeración establecida en el artículo
2472 del CC.

2. SEGUNDA CLASE DE CRÉDITOS: Art. 2474.


Enumeración.
1. El crédito del posadero sobre los efectos del deudor introducidos por éste en la posada, mientras permanezca en ella
y hasta concurrencia de lo que se deba por alojamiento, expensas y daños; con tal que dichos efectos sean de
propiedad del deudor, la ley presume que son propiedad del deudor.
2. El crédito del acarreador o empresario de transportes sobre los efectos acarreados, que tenga en su poder o en el de
sus agentes o dependientes, hasta concurrencia de lo que se deba por acarreo, expensas y daños; con tal que dichos
efectos sean de propiedad del deudor.
3. El acreedor prendario sobre la prenda, queda amparado por la preferencia los créditos que se derivan de la
constitución de prendas especiales. Si se ejercer el derecho legal de retención sobre bienes muebles, el crédito
respectivo se asimila a la prenda para los efectos de la preferencia.

Características.
1. Los créditos de la segunda clase constituyen preferencias especiales: se hacen efectivos sobre bienes específicos del
deudor, manifestación del principio de especialidad.
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2. Sólo los créditos de primera clase prefieren a los de segunda clase. Con todo, ello no impide que los de segunda
puedan pagarse antes de haberse extinguido totalmente los créditos de la primera clase (art. 2476).
3. Si los bienes prendados o que se encuentran en poder del posadero o transportista son insuficientes para cobrar la
totalidad de los créditos, el monto impago constituye un crédito valista, concurriendo con los demás de la misma
clase a prorrata (art. 2490 del Código Civil).
4. Pasan contra terceros poseedores, en el caso de la prenda sin desplazamiento.

3. TERCERA CLASE DE CRÉDITOS: Art. 2477 y 2480 CC, y 546 CPC.


Enumeración.
1. Los créditos hipotecarios.
2. Los créditos del censualista, cuando el censo se encuentre inscrito.
3. Los créditos del acreedor en cuyo favor ha operado el derecho legal de retención sobre un inmueble, declarado
judicialmente e inscrito en el competente registro.

Características.
1. Constituyen una preferencia especial, al igual que la segunda clase de crédito.
2. Sólo los créditos de la primera clase pueden preferir a los créditos hipotecarios, pero ello no obsta a que el acreedor
de tercera clase pueda pagarse antes que los acreedores de primera clase.
3. Si el valor de la finca hipotecada no fuere suficiente para pagar a los acreedores hipotecarios la totalidad de sus
créditos, la preferencia desaparece, pues es inherente a la hipoteca misma.
4. Pasan contra terceros poseedores, tratándose del acreedor hipotecario y del censualista.
5. Los créditos hipotecarios, los censos y retenciones legales debidamente inscritos, prefieren en el orden de la fecha
en que se hubieren inscrito, da preferencia a unos sobre otros.

4. CUARTA CLASE DE CRÉDITOS: Art. 2481 CC.


Enumeración.
1. Los del Fisco contra los recaudadores y administradores de bienes fiscales. Como señala Hernán Larraín Ríos,
cuatro requisitos deben cumplirse para que el Fisco pueda invocar este crédito preferente:
a. Que el Fisco tenga un crédito contra un recaudador o administrador de bienes fiscales;
b. Que el crédito del Fisco derive de la gestión del recaudador o administrador;
c. Que el privilegio se ejerza en tiempo oportuno; y
d. Que el Fisco pruebe la existencia del crédito privilegiado en cualquier forma permitida por las leyes.
2. Los de los establecimientos nacionales de caridad o de educación, y los de las municipalidades, iglesias y
comunidades religiosas, contra los recaudadores y administradores de sus fondos.
3. Los de las mujeres casadas, por los bienes de su propiedad que administra el marido, sobre los bienes de éste o, en
su caso, los que tuvieren los cónyuges por gananciales.
4. Los de los hijos sujetos a patria potestad, por los bienes de su propiedad que fueren administrados por el padre o
madre, sobre los bienes de éstos.
5. Los de las personas que están bajo tutela o curaduría contra sus respectivos tutores o curadores.
6. Los de todo pupilo contra el que se casa con la madre o abuela, tutora o curadora, en el caso del art. 511 del Código
Civil.

Características.
1. Los créditos de la cuarta clase prefieren indistintamente unos a otros según las fechas de sus causas (art. 2482 del
Código Civil). Agrega el precepto que dicha prelación es, a saber:
a. La fecha del nombramiento de administradores y recaudadores respecto de los créditos de los números 1º y
2º del art. 2481 del Código Civil;
b. La fecha del respectivo matrimonio en los créditos de los números 3º y 6º del mismo artículo;
c. La fecha del nacimiento del hijo en los del N° 4º del citado artículo; y
d. La fecha del discernimiento de la tutela o curaduría en los del N° 5º del art. 2481 del Código Civil (de
conformidad al art. 373, inc. 2º del CC, se llama “discernimiento” el decreto judicial que autoriza al tutor o
curador para ejercer su cargo).
2. La confesión de alguno de los cónyuges, del padre o madre, o del tutor o curador sujetos a un procedimiento
concursal de liquidación, no hará prueba por sí sola contra los acreedores (art. 2485 del Código Civil).
3. Para invocar las preferencias de los números 3º, 4º, 5º y 6º del art. 2481 del Código Civil, sólo se admitirá como
medios de pruebas instrumentos públicos o “auténticos”.
Framy Riquelme

4. Las preferencias de los créditos de la cuarta clase afectan todos los bienes del deudor:se hacen efectivos en todos los
bienes del heredero del deudor, salvo que tengan lugar los beneficios de inventario o de separación,(art. 2487, inc.
2º del Código Civil).
5. Los créditos de la cuarta clase son personales, al igual que los de la primera clase, y no pasan jamás contra los
terceros poseedores de los bienes del deudor (art. 2486 del Código Civil).
6. Los créditos de la cuarta clase se pagan una vez enterados los créditos de las tres primeras clases (art. 2486 del
Código Civil). Por tanto, los créditos de la cuarta clase se pagarán con preferencia al déficit quedado después de
realizarse los bienes afectos a los créditos de la segunda y tercera clase, pues dicho déficit, como sabemos,
constituye un crédito de la quinta clase o “valista” (art. 2490 del Código Civil).
7. Los créditos de cuarta clase se originan en la administración de bienes ajenos (salvo en el caso del crédito del
régimen de participación en los gananciales).

Crédito contemplado en la Ley Sobre Copropiedad Inmobiliaria.


Dispone el art. 4º, inc. 4º de la Ley N° 19.537 (publicada en el Diario Oficial con fecha 16 de diciembre de 1997), que el
crédito contra el copropietario de una “unidad” por los gastos comunes correspondientes, gozará de un privilegio de cuarta
clase, que preferirá, cualquiera que sea su fecha, a los enumerados en el artículo 2481 del Código Civil. Este crédito especial
hace excepción, como vemos, a la forma de pago de los demás créditos de cuarta clase, apartándose del principio general de
“las fechas de sus causas” (art. 2482 del Código Civil). De igual forma, es un crédito cuya contrapartida es una “obligación
real”, pues como señala el art. 4º, inc. 4º, la obligación del propietario de una unidad por los gastos comunes seguirá siempre
al dominio de su unidad, aun respecto de los devengados antes de su adquisición. Nos encontramos ante un crédito “real”, no
“personal”, de manera que no rige a su respecto el art. 2486 del Código Civil.

5. QUINTA CLASE DE CRÉDITOS: Art. 2489 inc. 1 CC.


No gozan de preferencia, llamados valistas, comunes o quirografarios. Son créditos de esta clase los saldos de los créditos de
segunda y tercera clase que no alcanzaron a cubrirse con el producto de los bienes afectos a dichos créditos preferentes. Dos
clases de créditos: los subordinados y no subordinados:
- No subordinados se pagan a prorrata sobre el sobrante de los bienes del deudor, sin consideración a su fecha (art.
2489, inc. 2º del Código Civil).
- Subordinados son aquellos que se pagarán después de los créditos no subordinados, son un acto o contrato en virtud
del cual uno o más acreedores de la quinta clase aceptan postergar, en forma total o parcial, el pago de sus
acreencias en favor de otro u otros créditos de dicha clase, presentes o futuros. La subordinación también podrá ser
establecida unilateralmente por el deudor en sus emisiones de títulos de crédito. En este último caso, dicha
subordinación será irrevocable. También lo será cuando la subordinación sea establecida unilateralmente por el
acreedor que acepta subordinarse.
La subordinación de ésta crédito es un acto solemne por lo que debe constar en una escritura pública o por instrumento
privado firmado ante notario y protocolizado. Esta subordinación comprenderá el capital y los intereses del crédito, a menos
que exprese lo contrario, esta será oponible al deudor en los siguientes casos:
a. Si el deudor ha concurrido al acto o contrato por el cual se estableció la subordinación;
b. Si el deudor acepta el acto de subordinación con posterioridad; o
c. Si el deudor es notificado del acto de subordinación por un ministro de fe, con exhibición del instrumento.

Indemnización de perjuicios.
Generalidades.
Es el segundo de los derechos que la ley da al acreedor. La lesión que ha sufrido el patrimonio del acreedor debe ser reparada, y ello
se alcanza mediante la indemnización de perjuicios.

Daños Perjuicios

Art. 1556, menoscabo efectivamente sufrido por una persona Art. 1557 y 1558, corresponde a la ganancia que no se obtiene
Se vincula con el daño emergente. como consecuencia del daño
Carácter directo: “valor de la pérdida sufrida o de los bienes Se vincula con el lucro cesante.
destruidos o perjudicados” Carácter indirecto o derivado de los daños: “detrimento
patrimonial que debe ser indemnizado por quien lo causa”

celebración del contrato ► conducta ilícita ► daños ► perjuicios ► indemnización

INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS: el derecho que tiene el acreedor para exigir del deudor el pago de una cantidad de dinero
equivalente a la ventaja o beneficio que le habría procurado el cumplimiento íntegro y oportuno de la obligación.
Framy Riquelme

Por ello, se habla de cumplimiento por equivalencia, en oposición al cumplimiento por naturaleza, que corresponde a lo originalmente
pactado. Dos son los fundamentos de este derecho: 1º Nadie puede ser lesionado en su patrimonio por un acto ajeno, sin derecho a
exigir una reparación. 2º El que contraviene una obligación recibe una sanción por la ley.

Clases de indemnización. procede en tres casos: cuando el deudor no cumple su obligación; cuando la cumple perfectamente; y
cuando ha retardado su cumplimiento.

1. COMPENSATORIA: la cantidad de dinero que el acreedor tiene derecho a exigir del deudor, cuando éste no cumple su
obligación o la cumple sólo en parte.

1. ¿Puede el acreedor pedir INDISTINTAMENTE el cumplimiento de la obligación o la indemnización de perjuicios


compensatoria? ¿Puede elegir una u otra, o la indemnización compensatoria sólo procede cuando la obligación es ya
imposible de cumplir?:

Obligaciones de hacer y no hacer: autorizan al acreedor para demandar, a elección suya, el cumplimiento de la obligación
o la indemnización de perjuicios. PREVENCIONES:
- Contratos bilaterales: no admite demandar directamente la indemnización de perjuicios.
- No hacer: se autoriza demandar directamente indemnización de perjuicios cuando no puede deshacerse lo hecho.
Obligaciones de dar: Distingue:
- Contratos bilaterales:
a. Si el contrato no ha expirado y aún es posible cumplir con sus obligaciones: no puede exigir indistintamente
cualquiera de las dos cosas, es decir, la obligación principal o la indemnización de perjuicios. SALVO si se
estipula cláusula penal, una vez que el deudor se encuentra en mora, el acreedor tiene el derecho alternativo
de demandar “indistintamente” el cumplimiento de la obligación o la pena (art. 1537, parte inicial).
b. Si el contrato ya expiró o no es posible su cumplimiento: es admisible demandar de manera directa
indemnización de perjuicios
- Contratos unilaterales: no existe impedimento para que el acreedor demande directamente indemnización de
perjuicios, tanto compensatoria cuanto moratoria. Ello, por dos razones:
a. Porque el art. 1489, que plantea la elección entre resolución y cumplimiento, alude sólo a los contratos
bilaterales.
b. Porque la resolución en general, y la condición resolutoria tácita en particular, no se aplican a esta clase de
contratos

2. ¿Puede el acreedor pedir CONJUNTAMENTE el cumplimiento de la obligación y el pago de la indemnización


compensatoria? En principio, ello no es posible. SALVO:
1. Cláusula penal: no se entiende extinguida la obligación principal.
2. Transacción.

2. MORATORIA: es la cantidad de dinero que el acreedor puede exigir del deudor cuando éste no cumple oportunamente su
obligación, representa el beneficio que le habría reportado al acreedor el cumplimiento oportuno de la obligación por parte
del deudor, se ACUMULA con la obligación principal.

Requisitos de la indemnización.
1. Que haya infracción de la obligación.
2. Que el incumplimiento de la obligación sea imputable al deudor.
3. Que el deudor se encuentre en mora.
4. Que la infracción de la obligación origine un perjuicio al acreedor.
5. Que exista una relación de causalidad entre el incumplimiento y los perjuicios.
6. Que no concurra una causal de exención de responsabilidad
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Que haya infracción de la obligación.

Habrá infracción en los tres casos del artículo 1556:


1º La obligación deja de cumplirse íntegramente.
2º La obligación sólo se cumple parcialmente.
3º La obligación se cumple tardíamente.
Framy Riquelme

Que el incumplimiento de la obligación sea imputable al deudor.

Cuando el incumplimiento es imputable al deudor y cuando no lo es.


Será imputable cuando el incumplimiento es el resultado del dolo, de la culpa o de un hecho del deudor. El incumplimiento es doloso
cuando el deudor no cumple deliberadamente la obligación. El incumplimiento es culpable si proviene de su descuido o negligencia.
Existe un simple hecho del deudor cuando, sin mediar dolo ni culpa, el deudor es autor de un hecho que es la causa del
incumplimiento y del consiguiente perjuicio para el acreedor. No es imputable el incumplimiento cuando proviene de un hecho
completamente extraño al deudor, es decir, de un caso fortuito o fuerza mayor o cuando el deudor prueba que no actuó
culpablemente.

El hecho del deudor.


El hecho solo se responde por el precio de la cosa debida. Se distinguen las hipótesis de:
1. herederos enajenan la cosa o cosas no teniendo conocimiento de un préstamo: Art. 2187, se presume buena fe, y si fueren dos
o más herederos responden a prorrata de sus derechos hereditarias, es decir es una obligación simplemente conjunta.
2. Destruyen la cosa debida: No puede calificarse de culpable o dolosa, se debe pagará el precio de la cosa

El caso fortuito o fuerza mayor.


Definición: caso fortuito a los fenómenos que son obra de la naturaleza , y fuerza mayor a los hechos del hombre que imposibilitan al
deudor para cumplir su obligación.
Requisitos:
1. Que provenga de una causa enteramente ajena a la voluntad del deudor . Por eso, si el caso fortuito se origina en la culpa del
deudor o si sobreviene cuando éste estaba en mora, ya no le exime de responsabilidad
2. Que se trate de un hecho imprevisto.
3. Que se trate de un hecho insuperable.
Efectos:
1. En algunos casos, el deudor quedará exento de responsabilidad: art. 1547, inc. 2°, pues tiene caracteres permanentes por lo
que el cumplimiento se torna imposible y se extingue la obligación.
2. Pero si el hecho sólo crea una imposibilidad temporal, sólo se justifica una postergación en el cumplimiento de la obligación,
no dará derecho al acreedor para exigir indemnización moratoria.
Casos en que el deudor responde del C.F. :
1. Cuando el deudor toma a su cargo el caso fortuito, estimulándose expresamente. cláusula de especie de seguro donde el
deudor toma el rol de asegurador
2. Cuando el caso fortuito sobreviene por culpa del deudor. (provenga de una causa enteramente ajena al deudor)
3. Cuando el caso fortuito sobreviene durante la mora del deudor, porque la mora implica la idea de culpa, aminora la
responsabilidad y solo responde de la moratoria.
4. Cuando la ley pone el caso fortuito a cargo del deudor: art. 1547, inciso final.
5. Cuando el deudor se hubiere comprometido a entregar una misma cosa a dos o más personas por obligaciones distintas: art.
1550. Se sanciona aquí la mala fe del deudor.
6. El riesgo de pérdida fortuita de la cosa debida bajo condición es de cargo del deudor (art. 1486, inc. 1º y art. 1820). En este
caso, no nace el contrato y el deudor nada podrá exigir al otro contratante.
Prueba: Es del deudor, quien lo alega, Art. 1547 inc. 3°

La Culpa.
Concepto: Es la falta de diligencia o cuidado, en el cumplimiento de una obligación (culpa contractual) o en la ejecución de un hecho
cualquiera (culpa extracontractual).

Culpa contractual y extracontractual.


La culpa contractual es la que incide en el cumplimiento de las obligaciones, la que proviene de un vínculo establecido con
anterioridad, y consiste en no cumplir una obligación preexistente o en cumplirla mal o tardíamente, por desidia o negligencia.
La culpa extracontractual o aquiliana (por la Lex Aquilia del Derecho Romano), es la que da origen al delito o cuasidelito.

Diferencias

Contractual Extracontractual

La culpa contractual supone un vínculo obligatorio preexistente; La culpa extracontractual no, siendo el hecho culpable el que
La culpa contractual admite graduaciones y la responsabilidad genera el vínculo u obligación, que coloca al deudor en la
Framy Riquelme

del deudor será mayor o menor. necesidad de indemnizar los daños.


Se presume culpable. No admite gradaciones, porque toda culpa aquiliana, cualquiera
Responderán en forma simplemente conjunta, salvo que que sea su gravedad, le impone al deudor la misma
hubieren pactado lo contrario o la ley lo dispusiese. responsabilidad, a saber, la de indemnizar todos los perjuicios.
Para su origen es necesario la constitución en mora. La culpa extracontractual debe ser probada por el acreedor.
Responderán solidariamente.
Basta la ejecución el hecho ilícito y culpable que provoque
perjuicios.

Culpa contractual Art. 44 cc.


La culpa lata o grave es la que impone menos responsabilidad al deudor, es aquella que le exige un cuidado mínimo; el que responde
de culpa lata, deberá solamente abstenerse de ejecutar aquellos actos que sean de tal naturaleza que puedan asimilarse al dolo.
La culpa leve constituye en el Derecho la regla general, es la culpa de que ordinariamente se responde; ella consiste en la falta de
aquel cuidado o diligencia que la gente ordinariamente emplea en el manejo de sus negocios.
La culpa levísima es el que tiene un mayor grado de responsabilidad en el Derecho. Debe emplear no sólo el cuidado del que responde
de culpa leve, sino que además el cuidado esmerado que un hombre juicioso emplea en sus negocios importantes.

Determinación del grado de culpa.


1. A lo que las partes hubieren estipulado en el contrato.
2. A falta de estipulación, lo que dispongan leyes especiales, de haberlas.
3. A falta de estipulación y de normas especiales, habrá que estar a lo dispuesto en normas del Código Civil, específicas de
cada contrato o para ciertas instituciones.
4. A falta de estipulación en el contrato o de normas especiales, sean ajenas al Código o propias de éste, debemos aplicar lo
dispuesto en el art. 1547, es decir, según si el contrato beneficie a las dos partes o a una sola de ellas. Esta es la norma
general y supletoria en esta materia:
- Si el contrato sólo reporta utilidad al acreedor, el deudor responderá exclusivamente de culpa lata: depósito, por
ejemplo (art. 2222).
- Si el contrato es beneficioso para ambas partes, el deudor responde de la culpa leve: compraventa, por ejemplo;
arrendamiento, etc.
- Si el deudor es el único beneficiado con el contrato, responde incluso de la culpa levísima: comodato, por ejemplo
(art. 2178).
Prueba: Se presume, por RG, debe probar la inculpabilidad el deudor. EXCP.: quien alega la extinción de su obligación, es él quien
debe probar dicha extinción, y si el hecho en que se funda es la culpa del mandatario, lógico es que deba probarlo.

El dolo.
Acepciones o ámbitos de aplicación.
1º Como vicio del consentimiento o más genéricamente, como vicio de la voluntad: sanción: nulidad relativa.
2º Como fuente del delito: sanción: condenarlo a indemnizar todo el daño causado a la víctima.
3º Como agravante de la responsabilidad del deudor: sanción: aumentar la cuantía de la indemnización para el contratante infractor.

Concepto: Los actos u omisiones intencionales del deudor para eludir o retardar el cumplimiento de su obligación y con ello, causar
daño a la contraparte. Tercera acepción.

Agravante de la responsabilidad del deudor: Debe indemnizar los perjuicios directos previstos y los imprevistos, se justifica en que el
actuó de mala fe lo que infringe el mandato contenido en el Art. 1546 CC

Responsabilidad solidaria: Operará cualquiera sea el dolo de que se trata (cualquiera de las 3 acepciones)

Prueba: No se presume, debe probarse por cualquier medio de prueba. Salvo los casos especialmente señalados por la ley. (page. 68)

La culpa lata equipara al dolo: Sus efectos jurídicos serán los mismos
i.- Se agrava la responsabilidad del deudor que incumple su obligación con culpa lata o grave, pues responderá tanto de los perjuicios
directos previstos como de los directos imprevistos (art. 1558).
ii.- Si varios deudores incurrieren en culpa grave, a consecuencia de la cual se retarda o se incumple la obligación contraída, todos
ellos responderán solidariamente de la indemnización de perjuicios (art. 2317, inc. 2°).
iii.- La culpa lata o grave no puede condonarse anticipadamente, siguiendo la misma suerte del dolo. En caso contrario, habría objeto
ilícito en el pacto (art. 1465).61
Framy Riquelme

El dolo no se puede condonar o renunciar anticipadamente: Esta renuncia debe ser expresa y una vez cometido.

Cláusulas modificatorias de la responsabilidad.


Es posible concluir que la responsabilidad normal del deudor puede modificarse por disposición de la ley o por acuerdo de las partes,
están sometidas a algunas limitaciones:
i.- Que no se desmaterialice la esencia del vínculo obligacional;
ii.- Que no se contravenga el orden público, la moral o las buenas costumbres;
iii.- Que no se atente contra el principio general de la buena fe ni haya ejercicio abusivo de los derechos;
iv.- Que no se atente contra la legítima libertad contractual;
v.- Que no medie en el agente dolo o culpa grave;
vi.- Que no actúe contra prohibición expresa de la ley;
vii.- Que no se esté en el campo de los derechos irrenunciables; y
viii.- Que no se configure un incumplimiento potestativo y voluntario del deudor.

Las cláusulas pueden modificar la responsabilidad en dos sentidos:


i.- Cláusulas que agravan la responsabilidad:
1. Las partes pueden estipular que el deudor responda del caso fortuito: arts. 1547 y 1673.
2. Las partes pueden estipular que el deudor responda de un grado de culpa que le obligue a emplear una mayor diligencia o
cuidado de lo que normalmente le corresponde (art. 2222).
3. Las partes pueden estipular que el deudor responda de los perjuicios de una manera más gravosa a la señalada en el art. 1558.
Por ejemplo, si hay dolo, que se responderá aún por los perjuicios indirectos; o si hay culpa, que se responderá de los
perjuicios directos previstos e imprevistos.
ii.- Cláusulas que atenúan la responsabilidad: Las partes pueden también estipular que se atenúe la responsabilidad del deudor:
1. Rebajando el grado de culpa del que ordinariamente se habría respondido; o
2. Estipulando que sólo se responderá por los perjuicios directos previstos y no por los directos imprevistos.

Con todo, nunca podrá convenirse que se le exima al deudor de responsabilidad, pues ello equivaldría a condonar el dolo futuro. Por
la misma razón, no puede eximirse al deudor de la culpa lata. En otras palabras, la irresponsabilidad del deudor sólo puede referirse a
su culpa leve y levísima o a responder por menos perjuicios.

La teoría de la imprevisión.
Concepto: Circunstancias acaecidas después de celebrar el contrato, que las partes no tuvieron en cuenta al contratar ni pudieron
prever razonablemente, pueden originar un estado de cosas que torne el cumplimiento de la obligación extremadamente oneroso para
el deudor o a la inversa, gravemente perjudicial para el acreedor.

Condiciones o requisitos:
i.- El acontecimiento que trastorna gravemente el equilibrio de las prestaciones de las partes, debe ser imprevisible.
ii.- El acontecimiento debe ser ajeno a la voluntad de las partes.
iii.- El acontecimiento debe causar una grave perturbación en las condiciones generales de la vida económica y en el desarrollo
general de los negocios.
v.- Debe hacerse considerablemente más oneroso el cumplimiento de la obligación y causar al deudor un grave daño.
v.- El contrato debe ser de aquellos de ejecución sucesiva o que importen prestaciones diferidas o a plazo. En los contratos de
ejecución instantánea o inmediata no se presenta el problema.

Fundamentos: El contrato debe cumplirse de buena fe; la interpretación de los contratos en cuanto la intención de las partes se
subentiende en el supuesto que se mantengan las condiciones vigentes al momento de contratar.

Efectos:
i.- Resolución del contrato por excesiva onerosidad sobreviniente: se faculta al juez para eximir a las partes de las consecuencias no
previstas del contrato.
ii.- Revisión de las estipulaciones del contrato, con el fin de adaptarlas a las nuevas e imprevistas condiciones.

En nuestro derecho: Las obligaciones derivadas del contrato, salvo acuerdo de las partes o circunstancias que de acuerdo con la ley
excusan de cumplirlas, deben ejecutarse estrictamente, al tenor de lo pactado y atendiendo a la verdadera intención de los
contratantes, no obstante haberse modificado las condiciones existentes al momento de contraerse dichas obligaciones.

Teoría de los riesgos.


Concepto: Es el peligro de perder un derecho que se tiene sobre una cosa, como consecuencia de su pérdida fortuita.
Framy Riquelme

Condiciones: Se plantea cuando perece fortuitamente la especie o cuerpo cierto que se debe, en virtud de una obligación emanada de
un contrato bilateral, encontrándose pendiente de cumplimiento.

El problema en las obligaciones de dar:


Si la obligación recíproca también se extingue, el riesgo es de cargo del deudor, ya que habrá perdido la cosa y nada recibirá en
cambio por tal pérdida (RES PERIT DEBITORI).
Si la obligación recíproca subsiste, el riesgo deberá soportarlo el acreedor, ya que habrá perdido el derecho a reclamar la entrega de la
cosa y él por su parte igual deberá cumplir su obligación, sin obtener a cambio prestación alguna del deudor (RES PERIT
CREDITORI).

Excepciones a la regla res perit creditori en nuestro Derecho:


i.- Los riesgos son de cargo del deudor que se encuentra en mora: art. 1550 en relación con el art. 1547, inc. 2º.
ii.- También son de cargo del deudor cuando se hubiere comprometido a entregar una misma cosa a dos o más personas por
obligaciones distintas: art. 1550. Se sanciona aquí la mala fe del deudor.
iii.- Cuando el deudor ha tomado sobre sí la responsabilidad del caso fortuito por un pacto expreso (art. 1547).
iv.- El riesgo de pérdida fortuita de la cosa debida bajo condición es de cargo del deudor (art. 1486, inc. 1º). Si la cosa perece
pendiente la condición, aunque ésta se cumpla posteriormente, el acreedor ya no está obligado a ejecutar la prestación. El art. 1820
aplica igual criterio respecto a la venta condicional: si perece la cosa vendida pendiente la condición, el riesgo de pérdida es para el
vendedor, sin que el comprador deba pagar el precio.
v.- En las obligaciones de género limitado, el riesgo de la pérdida lo soporta el deudor, mientras existan otras cosas del género (si el
género fuere ilimitado, la teoría de los riesgos no opera). Ejemplo de género limitado: entregar una pintura de Juan Francisco
González; ejemplo de género ilimitado: entregar un caballo.
vi.- El arrendamiento expira por la destrucción total de la cosa arrendada (art. 1950 Nº 1). Dicha destrucción pone fin a las
obligaciones de ambas partes. El riesgo es para el arrendador, y como él es casi siempre dueño, estamos ante una aplicación del
principio res perit domino.
vii.- En la compraventa al peso, cuenta o medida, cuando dichas operaciones se realizan para determinar la cosa misma objeto del
contrato, el riesgo será de cargo del vendedor –deudor de la cosa-, mientras no se realice la respectiva operación (art. 1821).
viii.- En la compraventa a prueba o al gusto, el riesgo será de cargo del vendedor –o sea, deudor de la cosa-, mientras el acreedor –
comprador de la cosa-, no manifieste su aprobación (art. 1823).

En las obligaciones de hacer y no hacer: La extinción de la obligación del deudor por imposibilidad de ejecución la soportaría la
contraparte.

Que el deudor se encuentre en mora.


Generalidades: cuando se hubiere pactado indemnización de perjuicios anticipadamente por las partes en virtud de cláusula penal,
será necesario constituir en mora al deudor.
Como el art. 1557 y el art. 1538 no distinguen entre indemnización moratoria y compensatoria, se concluye que ambas requieren para
hacerse exigibles, constituir en mora al deudor.
Para determinar si hay sólo RETARDO o si efectivamente ya existe MORA, es necesario formular un distingo:
- Si la obligación tiene origen en un contrato y se estipuló plazo para su pago, en principio el deudor estará en mora si dicho
plazo transcurre y no ha cumplido. En efecto, se puede afirmar en este caso que la sola llegada del plazo constituye en mora
al deudor, produciéndose de manera automática la “interpelación” del acreedor. Se entiende por tal la comunicación que el
acreedor le formula al deudor, en orden a que el incumplimiento le está ocasionando un perjuicio. Ahora bien, si las partes al
contratar estipulan un plazo para que el deudor cumpliera, de manera anticipada el acreedor le está comunicando al deudor
que de no cumplir éste en el plazo convenido, se le ocasionará un perjuicio al acreedor. Por ello, no es necesario, para
constituir en mora, que el acreedor le formule al deudor una nueva interpelación, pues ésta va implícita en el contrato y opera
en el momento mismo que se produce el incumplimiento. Con todo, habrá retardo y no mora, si a pesar de haberse cumplido
el plazo que tenía el deudor para pagar, éste no lo hace a consecuencia de un hecho no imputable a su voluntad, es decir, por
caso fortuito o fuerza mayor. En tal caso, mientras subsista el obstáculo que configura el caso fortuito o la fuerza mayor, el
deudor no se entenderá en mora. Habrá simple retardo (que no autoriza al acreedor para demandar) pero no mora (que sí
autoriza).
- Si la obligación tiene origen en un contrato, pero no se estipula plazo para su pago, habrá retardo pero no mora, mientras el
acreedor no haga saber a su deudor que el incumplimiento le está causando un perjuicio. Esta comunicación, como dijimos,
se denomina “interpelación”, y debe ser hecha mediante un requerimiento judicial. Hecha ésta, el estado del deudor mutará
desde el retardo a la mora.
Framy Riquelme

- Si la obligación tiene un origen no contractual (vale decir, emana de un delito, cuasidelito, cuasicontrato o de la ley), no cabe
la exigencia de la mora para demandar; en rigor, aquí no opera la noción de mora, pues en estos casos no podemos
encontrarnos ante un retardo culpable, pues no existía un vínculo jurídico previo (al menos, en el caso de un delito, de un
cuasidelito y de un cuasicontrato, casos en los cuáles el vínculo se origina por la comisión del hecho ilícito o al realizar un
hecho lícito pero no convencional; tratándose de las obligaciones creadas por la ley, como por ejemplo la de proporcionar
alimentos, el vínculo existe, pero el propio legislador aclara que los alimentos sólo se deben desde que ellos se demandan).

Concepto: El retardo injustificado imputable en el cumplimiento de la obligación o en la ejecución de un hecho cualquiera, que
persiste después de la interpelación del acreedor.

Requisitos:
i.- Que haya retardo en el cumplimiento de la obligación.
ii.- Que el retardo sea imputable al deudor: que provenga del hecho o culpa del deudor y con mayor razón del dolo. El retardo fortuito
no constituye en mora al deudor (arts. 1558, inc. 2º; 1873; 1826).
iii.- Que el acreedor interpele al deudor (con la salvedad explicada, en orden a que si se estipula plazo para el pago, la sola llegada de
éste supone una interpelación automática por parte del acreedor).

Interpelación del acreedor. Art. 1551 CC. N°3 RG.


El deudor está en mora,
1º. Cuando no ha cumplido la obligación dentro del término estipulado, salvo que la ley en casos especiales exija que se requiera al
deudor para constituirle en mora;
2º. Cuando la cosa no ha podido ser dada o ejecutada sino dentro de cierto espacio de tiempo, y el deudor lo ha dejado pasar sin darla
o ejecutarla;
3º. En los demás casos, cuando el deudor ha sido judicialmente reconvenido por el acreedor.

Excepción a la regla del Art. 1551: “la mora purga mora” o “excepción de contrato no cumplido”. Requisitos:
1. Tiene lugar en los contratos bilaterales.
2. Las obligaciones recíprocas deben cumplirse simultáneamente o si tenían plazos diferenciados, ellos han transcurrido para
ambos: las obligaciones de ambas partes, tienen que haberse hecho exigibles.
3. Buena fe del que opone la excepción: aunque el Código Civil no lo exige en forma expresa, la doctrina subraya que este es
un requisito de la esencia de la institución. Con ello, se evita que esta excepción se transforme en una herramienta del
demandado, para dilatar su cumplimiento o derechamente para no cumplir. De ahí que se afirme que la excepción no podría
oponerse ante un incumplimiento insignificante del demandante, como si un comprador –ejemplifica Abeliuk-, pretendiera
negarse a pagar el precio de la compraventa de un inmueble, porque una llave de la casa está en mal estado.

Efectos:
1º Da derecho a exigir indemnización de perjuicios, con arreglo a los arts. 1557 y 1537. Es el efecto fundamental de la mora.
2º Hace responsable al deudor del caso fortuito sobrevenido durante su mora (arts. 1547 y 1672); sin embargo, la responsabilidad del
deudor se aminora si el caso fortuito es de aquéllos que habrían sobrevenido igualmente si la cosa se hubiere encontrado en poder del
acreedor. Es decir, pone a cargo del deudor los riesgos de la especie o cuerpo cierto cuya entrega se deba (art. 1550). Se invierte
entonces el principio general que pone de cargo del acreedor la pérdida de la cosa debida. Si hay mora del deudor, opera el principio
res perit debitori.

Mora del acreedor.


Tiene el acreedor la obligación de recibir en la oportunidad convenida, lo que el deudor a su vez está obligado a entregarle. Pero
puede suceder que el acreedor no quiera recibir la cosa y deje al deudor en la imposibilidad de satisfacer su obligación. La situación a
que da origen esta actitud del acreedor es lo que constituye “la mora” del acreedor, a la cual se refieren especialmente los arts. 1548,
1680 y 1827. Cabe precisar que el acreedor queda constituido en mora únicamente después que la cosa le ha sido ofrecida por el
deudor. La oferta del deudor equivale a la interpelación del acreedor y encuentra su justificación en el mismo orden de
consideraciones. No ha expresado la ley cómo debe hacerse la oferta, pero parece lógico que se verifique de acuerdo al art. 1600, pago
por consignación.
Los efectos de la mora del acreedor son los siguientes:
1º Descarga al deudor del cuidado ordinario de la cosa, y le hace responsable sólo de culpa lata o dolo (arts. 1680 y 1827). La mora
del acreedor atenúa la responsabilidad del deudor, pero no lo exime totalmente de ella (art. 1827).
2º El acreedor debe indemnizar al deudor por los perjuicios que su mora le ocasione (art. 1827). Así, por ejemplo, si el acreedor se
niega a recibir productos perecibles, y el deudor se ve en la necesidad de arrendar un frigorífico para evitar su deterioro o pérdida.
3º La mora del acreedor no justifica el incumplimiento de la obligación por el deudor, no lo exonera de la ejecución de lo convenido.
El deudor debe pagar por consignación.
Framy Riquelme

Que la infracción de la obligación origine un perjuicio al acreedor.


Concepto.: toda disminución del patrimonio del acreedor, así como la pérdida de la legítima utilidad que debía reportarle el contrato,
y de que el incumplimiento le priva.

Prueba.: incumbre al acreedor, SALVO:


i.- En las obligaciones que consisten en el pago de una suma de dinero; y
ii.- En la cláusula penal.

Que exista una relación de causalidad entre el incumplimiento y los perjuicios.


Los perjuicios que se indemnizan son los que provengan del incumplimiento, debe existir un nexo o relación inmediata, de causa a
efecto, entre el acto o hecho del hombre (acción u omisión) y el evento o daño, de manera que se pueda inferir de ese nexo que el
daño no se habría verificado sin aquel acto, premisa necesaria para la verificación del daño. Una consecuencia de lo anterior, es que
no se indemnizan los perjuicios indirectos, ni siquiera por haberse incumplido la obligación dolosamente.

Que no concurra una causal de exención de responsabilidad.


Se restringe la indemnización de perjuicios sólo al daño patrimonial, excluyendo al daño moral; y en otros se excluye el lucro cesante.

La determinación o avaluación de los perjuicios.


Avaluación o liquidación legal de los perjuicios.
Es cómo se llega al monto o cuantía de lo que a título de perjuicios, el deudor debe pagar al acreedor.
La avaluación judicial y la convencional, comprenden tanto la indemnización compensatoria como la moratoria.

1. Obligaciones en que la ley avalúa los perjuicios: La ley sólo lo hace en las obligaciones que tienen por objeto el pago de una
cantidad de dinero, las llamadas “obligaciones de dinero en su origen” (art. 1559). En este caso, consiste la avaluación en
agregar a la deuda los intereses convencionales, los legales o los corrientes, según los casos, liberándose al acreedor de
probar perjuicios.

2. Características de la avaluación legal de los perjuicios:


1) Es supletoria y excepcional.
2) Corresponde a la indemnización moratoria.
3) Los perjuicios se presumen hasta concurrencia de medida, el acreedor sólo cobra intereses, la indemnización está
constituido por tasas fijas.
4) Los perjuicios se representan aquí con un equivalente en el hecho: “intereses”:
A. Interés legal: como tasa que debe aplicarse en los gastos generales, sobre operaciones de créditos y otras
obligaciones de dinero.
B. Interés corriente, es el promedio ponderado por montos, le corresponde la comisión para el mercado
financiero, bancos e instituciones financieras.
C. Interés convencional: tiene restricciones legales que se traducen en el denominado “interés máximo
convencional”. Es aquél estipulado por las partes. Estas pueden estipular la cantidad de interés sobre el
capital, sea este reajustado o no. Esta facultad se encuentra limitada por la ley sin embargo (salvo en los
cuatro casos señalados en el art. 5), disponiéndose que no podrá estipularse un interés que exceda el
producto del capital respectivo y la cifra mayor entre: i) 1,5 veces la tasa de interés corriente que rija al
momento de la convención, según determine la Superintendencia para cada tipo de operación de crédito de
dinero, y, ii) La tasa de interés corriente que rija al momento de la convención incrementada en dos puntos
porcentuales anuales, ya sea que se pacte tasa fija o variable.

3. Qué intereses deben pagarse:


Del art. 1559, N° 1, se desprenden las siguientes reglas:
1º Se deben los legales (corrientes) si nada se ha dicho para el caso de “mora”, o si se ha expresado que se cobrarán intereses
sin especificarlos o si se han estipulado en una tasa inferior al interés legal. Esta última norma, es doblemente excepcional:
i) porque altera el principio de que el contrato ha de interpretarse en favor del deudor; y
ii) porque altera el principio de la fuerza obligatoria del contrato o “ley del contrato”, pues el acreedor queda facultado
para cobrar intereses mayores a los pactados.
2º Se deben los convencionales que hayan fijado las partes, aunque con la limitación del “máximo convencional”.
Framy Riquelme

3º Si los intereses convencionales son inferiores al interés legal, se debe éste último (norma protectora de los derechos del
acreedor).
4º Si los intereses estipulados superan el máximo permitido, entra en juego el art. 2206: se rebaja el interés al interés
corriente.

4. Extensión del pago de intereses como indemnización de perjuicios:


Con el pago de intereses deben entenderse indemnizados todos los perjuicios, pues podría cobrarse una cantidad mayor pero
con una salvedad: tendrá que rendirse prueba respectiva por quien alega

5. Anatocismo: el pacto mismo que da lugar al cobro de intereses que tienen por fuente otros intereses, se autoriza
expresamente por ley pero con algunas restricciones; inclusive se presume salvo pacto en contrario.

Avaluación o liquidación judicial de los perjuicios.


Cuándo tiene lugar. Es la que hace el juez y en la práctica es la forma más frecuente de avaluar los perjuicios. Tiene lugar cada vez
que las partes no han convenido en el monto de la indemnización o cuando la ley no regula los perjuicios. La avaluación judicial de
los perjuicios supone que se entable una demanda, que se tramita como juicio ordinario. El Código de Procedimiento Civil permite al
respecto dividir la discusión en dos etapas: permite discutir en un juicio la procedencia de la obligación de indemnizar los perjuicios y
reservarse, para un juicio posterior, la discusión acerca de la naturaleza y monto de los perjuicios.

Qué comprende la indemnización de perjuicios. De conformidad al art. 1556, comprende, por regla general, tanto el daño emergente
como el lucro cesante. Exceptuando los casos en que la ley sólo permite indemnizar el daño emergente. Estos conceptos giran en
torno a la pérdida que sufrió o la ganancia de que se privó al acreedor.
El DAÑO EMERGENTE es la pérdida efectiva experimentada por el acreedor a consecuencia del incumplimiento de la obligación o
del cumplimiento imperfecto o tardío de ella. Es la disminución real del patrimonio que el acreedor sufre por el incumplimiento de la
obligación. Se le llama “daño emergente” precisamente porque es algo que sale o emerge del patrimonio, se indemniza siempre.
El LUCRO CESANTE es la utilidad que el acreedor habría obtenido con el cumplimiento efectivo, íntegro y oportuno de la
obligación. Viene a ser la privación de la ganancia que el acreedor habría obtenido si la obligación se hubiere cumplido, se requiere
una disposición legal expresa para que la indemnización no comprenda el lucro cesante

Todo lo anterior está referido al daño material o patrimonial, el único al que se refiere el Código Civil de manera explícita. A tal daño
material, puede adicionarse el daño moral, el daño indemnizable es el material y excepcionalmente el moral, procede por:
1. Porque se ha superado una interpretación literal del art. 1556.
2. Porque dicho artículo, por lo demás, no excluye la indemnización por daño moral.
3. porque otros preceptos del Código Civil (arts. 539, 544 y 1544) aceptan indemnizar todo daño, incluyendo por ende el daño
moral.
4. Porque se ha extendido el concepto de daño emergente, incluyendo tanto el daño patrimonial como el moral.
5. Porque la doctrina nacional se ha ido uniformando en orden a entender el daño en términos amplios.
6. Donde existe la misma razón, debe existir la misma disposición: si se admite indemnizar el daño moral en el campo de los
delitos y cuasidelitos, no se divisa razón para excluirlo en el campo contractual.
7. Donde la ley no distingue, no cabe distinguir el intérprete: la ley, al referirse al daño emergente, no lo circunscribe al daño
patrimonial.
8. El principio general, que se consagra en la Constitución Política y en el Código Civil, es el de resarcir todos los perjuicios
sufridos por una persona, a menos que la indemnización se excluya por motivos fundados.
9. Como principio general, procede decretar indemnización por daño moral en la esfera contractual cuando el incumplimiento
deriva del dolo o de la culpa grave, atendido lo dispuesto en el art. 1558, que hace responsable al deudor, en este caso, “de
todo perjuicio”.

Clasificación de los perjuicios.


Perjuicios DIRECTOS son aquellos que constituyen una consecuencia natural e inmediata del incumplimiento, son aquellos que no se
habrían producido si no es porque hay incumplimiento de la obligación. El incumplimiento y el daño están ligados por una inmediata
relación de causalidad.
Perjuicios INDIRECTOS son aquellos que si bien se han producido con ocasión del incumplimiento de la obligación, no han tenido
por causa directa e inmediata ese incumplimiento, sino hechos posteriores y extraños al incumplimiento. El incumplimiento es para
ellos sólo una causa remota y directamente provienen de otras causas, extrañas al incumplimiento.
La regla general es que sólo se deben los perjuicios directos. Los indirectos no se indemnizan ni aún en el caso de dolo del deudor,
porque la indemnización comprende solamente los daños de que se es real y verdadero autor. Los perjuicios DIRECTOS se dividen
en PREVISTOS e IMPREVISTOS.
Framy Riquelme

Perjuicios previstos son los que las partes previeron o pudieron preverse al tiempo del contrato.
Perjuicios imprevistos son aquellos que las partes no han previsto o no han podido prever al tiempo del contrato; son aquellos que no
entran en el cálculo de las partes.
La regla general es que sólo se deben los perjuicios previstos (art. 1558, inc. 1º); por excepción, se deben los imprevistos, si el deudor
actuó dolosamente (o si incurrió en culpa lata o grave). En principio, la indemnización de perjuicios debe ser completa, debe abarcar
todos los que sufrió el acreedor. Pero esta regla tiene las importantes limitaciones del art. 1558. Sin embargo, las partes pueden
modificar las reglas anteriores, alterando la responsabilidad que normalmente le corresponde al deudor, sea para agravarla o para
atenuarla.

Avaluación o liquidación convencional de los perjuicios o cláusula penal.


Definición. El Código Civil la define en el art. 1535, en los siguientes términos: “La cláusula penal es aquella en que una persona,
para asegurar el cumplimiento de una obligación, se sujeta a una pena, que consiste en dar o hacer algo en caso de no ejecutar o de
retardar la obligación principal.”

Oportunidad para convenirla. La ley no ha dicho en qué momento puede pactarse la cláusula penal, pero es posible sostener que puede
convenirse al tiempo de celebrar el contrato o con posterioridad, pero en todo caso antes de que la obligación se infrinja o se cumpla
tardía o imperfectamente, ya que su objetivo es asegurar su cumplimiento. Si se estipularon con posterioridad al incumplimiento de la
obligación, estaríamos más bien ante un contrato de transacción.

Objetivos de la cláusula penal:


1. Evita la determinación de los perjuicios por el juez, que en la mayoría de los casos no corresponde a la realidad; no hay que
producir prueba ni desplegar argumentos ante el juez, y éste carecerá de la atribución para señalar el monto de los perjuicios,
salvo en los casos de excepción del art. 1544, que lo habilitan para reducir la pena.
2. Acreditada por el acreedor la existencia de la obligación, acreditado que el deudor no ha cumplido, el juez deberá condenar
al deudor al pago de los perjuicios estipulados, sin que se admita alegar que el incumplimiento no le reportó perjuicio al
acreedor o le reportó un perjuicio menor o incluso un beneficio.
3. Sirve de caución o garantía para asegurar el cumplimiento de la obligación. Se llama precisamente “cláusula penal”, porque
es una pena o castigo con que se amenaza al deudor para el evento de su incumplimiento.
4. Da al acreedor una acción de la que carecería de no haberse pactado. En efecto, el acreedor de una obligación natural tiene
acción contra los terceros que caucionan dicha obligación con cláusula penal (art. 1472), careciendo de dicha acción contra el
principal obligado. Con todo, si la cláusula penal se hubiere pactado simultáneamente con la obligación principal, y hubieran
prescrito las acciones para exigir el cumplimiento de ésta, tampoco habrá acción contra el que se obliga accesoriamente.

Naturaleza jurídica:
1. Es una obligación accesoria
2. Es una obligación accesoria condicional

Características de la cláusula penal:


1. Es una obligación accesoria: de tal característica derivan tres circunstancias:
- La nulidad de la obligación principal, acarrea la de la cláusula penal.
- La pena será divisible o indivisible según lo sea la obligación principal.
- La nulidad de la cláusula penal no acarrea la de la obligación principal.
2. De la característica anterior, se desprende el carácter divisible o indivisible de la pena: art. 1540. La pena será divisible o
indivisible según lo sea la obligación principal.
3. Es una obligación condicional.
4. Es una avaluación o liquidación anticipada de los perjuicios, porque las partes avalúan el daño antes que se haya producido.
Esta característica tiene gran importancia jurídica, derivándose de ella cuatro consecuencias:
- Cuando hay cláusula penal, no puede exigirse conjuntamente la pena con la indemnización de perjuicios ordinaria,
salvo en el caso excepcional previsto en los artículos 1537 y 1543, es decir, cuando las partes así lo hubieren
estipulado.
- La exigibilidad de la pena queda sometida a las mismas reglas que rigen la exigibilidad de toda indemnización de
perjuicios.
- Si el incumplimiento proviene de un caso fortuito, no hay lugar al pago de la pena.
- No puede acumularse la obligación principal y la pena, no pueden exigirse las dos cosas, porque de lo contrario la
obligación se indemnizará dos veces. Sólo por excepción pueden acumularse, en los casos del art. 1537: Primero:
cuando la pena es moratoria; Segundo: cuando a pesar de ser compensatoria la pena, se estipuló expresamente que
por el pago de la pena no se entiende extinguida la obligación principal.
Framy Riquelme

5. Está limitada por la ley: según lo veremos, la ley no admite cláusulas penales en las que se configura una hipótesis de
cláusula penal enorme.

Exigibilidad de la cláusula penal. Acontece ello una vez que el deudor ha sido constituido en mora, o una vez que el deudor
contraviene una obligación de no hacer. Si la obligación es positiva (de dar o de hacer), la pena se debe desde el momento en que el
deudor incurre en mora; si la obligación es negativa (de no hacer), desde que el deudor contravenga la obligación. En el ámbito de la
indemnización moratoria, no se ve inconveniente por el legislador para la acumulación de la obligación principal y de la pena; por el
contrario, en el ámbito de la indemnización compensatoria, como la acumulación importa una grave carga al deudor -en verdad,
implica un pago doble-, la ley requiere un pacto expreso que permita la acumulación, o la dispone directamente la ley.

Derecho del acreedor para cobrar perjuicios en la forma ordinaria. El art. 1543 resuelve el problema: el acreedor, si pretende que se le
indemnice perjuicios por la vía ordinaria, debe desentenderse de la cláusula penal. No puede demandar el pago de la pena y luego
suplementariamente, pedir indemnización de perjuicios por la vía ordinaria. Lo anterior, salvo estipulación expresa en contrario. Lo
anterior demuestra que la cláusula penal es una garantía para el acreedor, pero no limita la responsabilidad del deudor: éste no podría
alegar que no se le puede obligar a pagar una suma mayor a la pactada por concepto de pena.

Cumplimiento parcial y rebaja proporcional. Puede ocurrir que el deudor cumpla parcialmente su obligación. Aunque el acreedor no
está obligado a aceptar tal cumplimiento parcial, de hacerlo, el deudor tiene derecho a obtener que se rebaje proporcionalmente la
pena: art. 1539.

El pago de la pena se encuentra caucionado con hipoteca. El art. 1541, es en verdad una consecuencia del carácter indivisible de la
acción hipotecaria. El deudor hipotecario que pague al acreedor hipotecario las cuotas de los demás coherederos o codeudores, podrá
repetir en contra de éstos para que le enteren sus cuotas en la deuda.

Exoneración de la prueba de los perjuicios. Puede decirse que se presume de derecho que los perjuicios se han ocasionado, resulta
superfluo investigar siquiera si dicho incumplimiento ocasionó perjuicios al acreedor.

La cláusula penal en la Ley Sobre Efecto Retroactivo de las Leyes. Dicha infracción será castigada con arreglo a la ley bajo la cual se
hubiere cometido, el acreedor podrá pues cobrar la pena, aunque conforme a la ley ahora vigente ella no se admita o se hubiere
reducido.

La cláusula penal enorme. Está regulada en el art. 1544. Se dice que es tal, cuando excede el límite fijado por la ley o el juez, para
determinar esta desproporción, la ley hace una distinción en base a la naturaleza de la obligación:

1º Contratos conmutativos en los que la obligación de una de las partes y la pena consiste en pagar una cantidad determinada: art.
1544, inc. 1º, podrá pedirse que se rebaje de la pena, todo lo que exceda el duplo de la obligación principal, incluyéndose ésta en él.
2º En el contrato de mutuo: dispone el art. 1544 que tratándose de un mutuo, se podrá rebajar la pena “en lo que exceda al máximum
del interés que es permitido estipular”, la sanción consistirá en rebajar dicho interés, pero no al interés corriente, sino que al referido
máximo convencional.

3º En las obligaciones de valor inapreciable o indeterminado: en ellas, la ley no ha podido fijar un máximo hasta el cual pueda llegar
la pena, y de ahí que haya dejado entregado a la prudencia del juez rebajar la pena, cuando según las circunstancias, la pena parezca
enorme, el derecho a pedir la reducción de la pena es irrenunciable, porque el art. 1544 no consulta el interés individual de los
deudores sino un objeto de conveniencia pública.

Los derechos auxiliares del acreedor.


Objetivos y enumeración.
Hay interés por parte de los acreedores en que el patrimonio del deudor no sufra menoscabo y que se acreciente lo más posible, por lo
que está premunido de derechos auxiliares para velar por la integridad del patrimonio. Su objeto es conservar intacto e incrementar el
patrimonio del deudor, lograr que el derecho de prenda general pueda hacerse efectivo sobre una materialidad, que el derecho
principal de pedir el cumplimiento de la obligación y el derecho secundario de exigir la indemnización de perjuicios.
Los derechos auxiliares del acreedor son cuatro:
1. Medidas conservativas o de precaución.
2. La acción oblicua o subrogatoria.
3. La acción pauliana o revocatoria.
4. El beneficio de separación de patrimonios.
Framy Riquelme

Las medidas conservativas o de precaución.


Objeto: Buscan mantener intacto el patrimonio del deudor, impidiendo que los bienes que lo integran se pierdan, deterioren o
enajenen, para asegurar así derechos principales del acreedor.

Algunos casos de medidas conservativas:


i. Art. 1222: guarda y aposición de sellos.
ii. Art. 1240: declaración de herencia yacente.
iii. Art. 1255: facción de inventario.
iv. Arts. 761, 1078 y 1492: el fideicomisario, el asignatario por causa de muerte y el acreedor condicional pueden impetrar
medidas conservativas.
v. Arts. 914, 1826, 1937, 1942, 2162 y 2401: el embargo y el derecho legal de retención que compete al poseedor vencido, al
comprador, al arrendatario, al arrendador, al mandatario y al acreedor prendario.
vi. En las normas del procedimiento concursal de liquidación, el desasimiento del deudor, es decir la privación impuesta al
deudor de administrar sus bienes, facultad que asume el liquidador que se designe, en representación de la masa de
acreedores.
vii. Arts. 273 y 290 del C.P.C.: medidas prejudiciales y precautorias.

La acción oblicua o subrogatoria.


Objeto: Consiste en el ejercicio por los acreedores de acciones y derechos que competen al deudor para incorporar al patrimonio de
éste, bienes en qué hacer efectivos sus créditos.
Los arts. 2465 y 2469 no distinguen entre bienes corporales e incorporales.En el evento que el deudor no quiera ejercer
voluntariamente determinadas o ninguna de las acciones y derechos de que es titular, la ley permite a los acreedores ejercerlas: art.
2466. La ley chilena sólo autoriza la subrogación del deudor por el acreedor en aquellos derechos y acciones del primero que se
refieren a bienes embargables.

Necesidad de texto legal.


Solo es posible en los casos que la ley expresamente señala. Tales casos son:
i. Art. 2466: los acreedores pueden subrogarse al deudor, en el ejercicio de los derechos reales de usufructo, prenda, hipoteca,
etc. Escapan de ésta regla los derechos de uso y habitación y los usufructos legales, atendido a que se trata de derechos
inembargables y personalísimos.
ii. Pueden también subrogarse los acreedores en el ejercicio del derecho legal de retención que pueda corresponderle al deudor
en ciertos casos, como arrendatario, depositario, usufructuario, etc. (art. 2466).
iii. Art. 1677, derecho a subrogarse en el ejercicio e interposición de los derechos y acciones que tenga el deudor en contra de
los terceros por cuyo hecho o culpa suya haya perecido la cosa.
iv. Arts. 1965 y 1968, relativos al arrendamiento. En el primer caso, los acreedores se subrogarán en el crédito que el arrendador
tenga en contra del arrendatario por las rentas impagas; en el segundo caso, los acreedores se subrogarán en el derecho del
arrendatario a mantener vigente el contrato de arrendamiento.
v. Arts. 1238, caso de la repudiación de una herencia o legado. Los acreedores podrán aceptar la asignación por causa de
muerte por su deudor.
vi. Artículo 1394, caso de repudiación de una donación. Los acreedores podrán aceptar la donación por su deudor.

Condiciones requeridas para el ejercicio de la acción oblicua o subrogatoria:


1. Que el crédito sea cierto, que realmente se tenga la calidad de acreedor.
2. Que el crédito no esté sujeto a condición suspensiva, porque en tal caso, el acreedor sólo tiene derecho a impetrar medidas
conservativas. En cuanto al crédito sujeto a plazo, hay discusión en la doctrina: según algunos, el acreedor a plazo podría
ejercitar la acción subrogatoria, porque tiene interés evidente en que la obligación se cumpla (Alessandri y René Jorquera);
otros, le niegan este derecho, atendido el supuesto de que debe tratarse no sólo de un crédito cierto, sino también actualmente
exigible (Meza Barros y Ramos Pazos).
3. Que el deudor no quiera ejercer las acciones o derechos de que se trate. Si el deudor actúa por sí mismo, los acreedores
carecen de interés para accionar a su vez.
4. Que la negativa o desidia del deudor perjudique a los acreedores. Si el deudor posee bienes suficientes para satisfacer
íntegramente sus obligaciones, no habrá perjuicio.

Forma como los acreedores pueden ejercer la acción oblicua o subrogatoria.


En principio, los acreedores no necesitan autorización judicial previa para intentar ejercer las acciones y derechos del deudor. Se dice
que la autorización arranca de la ley, de manera que resulta inoficiosa la autorización judicial.
Framy Riquelme

Excepcionalmente, en los casos de los arts. 1238 y 1394, es necesario que el juez autorice al acreedor para aceptar por el deudor la
asignación por causa de muerte o la donación.

Efectos de la acción oblicua o subrogatoria.


Los acreedores ejercen derechos o acciones del deudor y no actúan por ende a nombre propio, sino a nombre y en representación del
deudor; por eso se dice que ejercen una acción “oblicua” o indirecta. Los bienes que se obtengan no ingresan directamente al
patrimonio de los acreedores sino que al patrimonio del deudor, de manera que queden afectos al derecho de prenda general de los
acreedores. La acción oblicua o subrogatoria beneficia por ende a todos los acreedores, puesto que una vez incorporados los bienes al
patrimonio del deudor, pueden ser objeto de acciones de todos los acreedores, de acuerdo a los arts. 2465 y 2469.

La acción pauliana o revocatoria. Art. 3468


Finalidad.: Los bienes que el deudor hace salir de su patrimonio escapan a la persecución de los acreedores. Para evitar el daño que
por ello puede ocasionárseles, los acreedores disponen de la acción pauliana o revocatoria. Mediante su ejercicio pueden obtener que
se dejen sin efecto las enajenaciones hechas por el deudor y que se reintegren a su patrimonio los bienes enajenados. La finalidad
ulterior de la acción pauliana o revocatoria es la misma de la acción oblicua o subrogatoria: incorporar bienes al patrimonio del
deudor.

Fundamento.
Tiene por tal el acto fraudulento ejecutado por el deudor, es decir, cometido con el propósito de perjudicar a los acreedores, esta es
una acción que les es propia, es una acción directa, que está en el patrimonio de los acreedores; les pertenece, en su condición de
víctimas de un hecho ilícito del deudor, que exige reparar el daño causado y que da acción para ello.

Diferencias entre la acción oblicua y la pauliana.


ACCIÓN OBLICUA ACCIÓN PAULIANA
El antecedente es un actuar negligente del deudor, que no ha Es un acto fraudulento del deudor, que hizo salir bienes de su
hecho ingresar en su patrimonio ciertos bienes. patrimonio, el fundamento de la acción.
Se trata de hacer ingresar bienes que nunca han estado en el Busca reincorporar bienes que el deudor hizo salir
patrimonio del deudor. fraudulentamente de su patrimonio.
Los bienes obtenidos aprovechan a todos los acreedores del Sólo aprovecha a los acreedores que la han ejercitado.
deudor.
Los acreedores están ejerciendo una acción que compete al Es una acción directa, que pertenece por derecho propio a los
deudor, actúan en su nombre y representación. acreedores.
La prescripción será la que corresponda en cada uno de los casos Prescribe en el plazo de un año, contado desde el acto o contrato.
en que la ley admite la acción oblicua.
La doctrina considera que no es posible deducir la acción oblicua Puede intentar la acción el acreedor a plazo, pues la insolvencia
si el crédito no fuere actualmente exigible. del deudor, hará caducar el plazo.

Oportunidad en que la acción pauliana puede ejercitarse.: ¿Es necesario que el deudor esté sometido al procedimiento concursal de
liquidación o haya hecho cesión de bienes para ejercer la acción?
No, la circunstancia de que el art. 2468 se refiera a los actos ejecutados antes del concurso o de la cesión de bienes, tiene por objeto
señalar o demostrar la diferente situación jurídica que ante el Derecho, tienen los actos ejecutados por el deudor antes y después de la
resolución de liquidación. Pero el art. 2468 no ha pretendido decir que sólo puede intentarse la acción pauliana cuando el deudor está
sujeto al procedimiento concursal de liquidación o haya hecho cesión de bienes, debido a que el fundamento de la acción es el fraude
o perjuicio a los acreedores, y este igualmente podría producirse no obstante no haber resolución de liquidación o cesión de
bienes.

Actos jurídicos revocables por la acción pauliana.


Para determinarlos, es necesario distinguir, como se desprende de los arts. 2467 y 2468, entre los actos ejecutados por el deudor antes
de la cesión de bienes o de la resolución de liquidación, y los ejecutados con posterioridad, porque los últimos son nulos, por expresa
disposición del art. 2467.
Los actos susceptibles de revocarse por el ejercicio de la acción pauliana son los anteriores a la cesión o a la resolución de liquidación,
cuando el deudor tenía la libre administración de sus bienes, y a los cuales se refiere el art. 2468.
De lo expuesto, resulta necesario que concurran dos requisitos para revocar los actos aludidos, uno objetivo y otro subjetivo:

i.- La existencia del PERJUICIO, expresamente exigido en los números 1 y 2 del art. 2468. Un acto causa perjuicio a los
acreedores, en este contexto, cuando ocasiona la “insolvencia” del deudor o aumenta una insolvencia preexistente. En otros términos,
cuando se produce una disminución en el patrimonio del deudor, en forma tal que los demás bienes que quedan en poder del deudor
son insuficientes para hacer pago al acreedor o acreedores. En efecto, “insolvente”, según el Diccionario de la Lengua Española, es
aquél que no tiene con qué pagar sus deudas.
Framy Riquelme

Dos requisitos se exigen a su vez respecto de la insolvencia:


i) Debe ser contemporánea con el ejercicio de la acción pauliana. Por lo tanto, no serán atacables por medio de esta acción, los
actos del deudor, si a pesar de la enajenación, conserva bienes suficientes para satisfacer sus obligaciones.
ii) La insolvencia debe provenir total o parcialmente del acto ejecutado por el deudor, que se intenta revocar.
Corresponde al acreedor probar la insolvencia del deudor, y por ello se afirma que la acción pauliana es subsidiaria, los acreedores
sólo pueden recurrir a ella cuando les sea imposible obtener el pago de sus créditos por otros medios. Atendiendo al primer requisito,
se concluye también que no son susceptibles de acción pauliana los actos que únicamente dejen de enriquecer al deudor, ya que en
realidad dichos actos no suponen una disminución del patrimonio, sino que dejan de incrementarlo. Serían objeto de acción oblicua.
Tampoco pueden ser atacados por esta acción, los actos que recaigan sobre bienes inembargables, porque aquí no hay perjuicio al
derecho de prenda general de los acreedores.
Este primer requisito tiene un carácter objetivo.
ii.- El FRAUDE o MALA FE: se entiende por tal, en este contexto, el hecho que el deudor celebre el acto jurídico conociendo el mal
estado de sus negocios. Respecto a los terceros que contraten con el deudor, el fraude o mala fe consiste en el conocimiento por éstos
del mal estado de los negocios del deudor.

Acreedores que pueden intentar la acción pauliana.


Sólo los acreedores cuyos créditos sean anteriores al acto que se pretende revocar, pueden intentar la acción pauliana. También puede
intentar la acción el liquidador designado en el procedimiento concursal. Asimismo, puede intentar la acción el acreedor a plazo (art.
1496 número 1, la insolvencia del deudor es una causal de caducidad del plazo).

Naturaleza jurídica de la acción pauliana.


Se funda en un hecho ilícito cometido por el deudor, si tiene por objeto reparar los daños causados y si tiende a dejar sin efecto un
acto jurídico, estamos ante una acción eminentemente personal, porque sólo puede reclamarse de las personas que por un hecho suyo
han contraído las obligaciones correlativas, y porque no hay más acciones reales que las que nacen de los derechos reales y no hay
más derechos reales que los taxativamente señalados por la ley, y de ninguno de ellos podríamos derivar la acción pauliana.
Dos consecuencias podemos destacar, de la naturaleza personal de la acción:
 Sólo pueden deducirla aquellos que hayan sido acreedores del deudor el tiempo en que éste enajenó; y
 La acción sólo aprovechará a quién demandó, y no a los restantes acreedores.

Efectos de la acción pauliana respecto de terceros subadquirentes.


Puede suceder que al intentarse la acción pauliana, la cosa enajenada por el deudor se encuentre en manos de un tercero, a quien
(indignidades para suceder), pues aquí no se exige que el tercero haya adquirido a título oneroso el bien del heredero indigno a su vez
aquél que contrató con el deudor se la enajenó. ¿Afectan las consecuencias de la acción pauliana a este subadquirente de la cosa?
No hay unanimidad en la doctrina.
Para Alessandri, la respuesta la obtenemos de lo preceptuado en los arts. 2468 y 1681 y siguientes. Las mismas reglas que rigen la
“rescisión” en todos los actos jurídicos, deben ser aplicadas a los terceros subadquirentes, y como la nulidad judicialmente declarada
da acción contra terceros poseedores, sin importar si están de buena o mala fe y si el acto es a título gratuito u oneroso, la acción
pauliana los afectaría, debiendo restituirse las cosas al mismo estado que tenían antes de la enajenación realizada por el deudor,
porque los efectos propios de la acción pauliana serían los de la rescisión.
Meza Barros discrepa de tal interpretación. Señala que deben distinguirse dos situaciones:
i.- El tercero que contrató con el deudor no está afecto a la acción pauliana (porque adquirió de buena fe, tratándose de un acto a título
oneroso). En este caso, afirma que sería de toda evidencia que si la acción no procede contra el adquirente, tampoco procede contra el
subadquirente.
ii.- Al tercero que contrató con el deudor le afecta la acción pauliana (porque adquirió de mala fe, tratándose de un acto a título
oneroso, o porque si el acto fue a título gratuito, se probó la mala fe del deudor). La doctrina romana resolvía la cuestión en los
siguientes términos: procede la acción pauliana contra los terceros subadquirentes en los mismos términos que contra los adquirentes
de primer grado.95
De tal forma, la acción pauliana procederá contra el subadquirente a título gratuito, siempre que haya mala fe del deudor y perjuicio a
los acreedores; no afectará a los subadquirentes a título oneroso, de buena fe. Tal solución debiera aplicarse en nuestro Derecho, a
juicio de Meza Barros. Respecto a la posición de Alessandri, precisa Meza Barros que los términos del art. 2468, cuando alude a las
expresiones “rescindan” (Nº 1) y “rescindibles”, son impropios, atendido el carácter de acción revocatoria y no de acción de nulidad,
que tiene la pauliana.96

Prueba del fraude: Incumbe al acreedor que intenta la acción pauliana.

Efectos de la acción pauliana.


Si el acreedor obtiene sentencia favorable, se revocará el acto del deudor y se reintegrará a su patrimonio el bien enajenado,
recobrando los acreedores, a su respecto, la “prenda”.
Framy Riquelme

Pero la revocación en esta materia, es relativa desde dos puntos de vista:


1. No aprovecha al deudor, sino que sólo a los acreedores. No beneficia al deudor a expensas del tercero; entre el deudor y el
tercero, el acto subsiste, de manera que si pagado el crédito del acreedor queda un saldo del producido del bien, vendido por
ejemplo en subasta, dicho saldo será para el tercero y no para el deudor; de lo contrario, el fraude del deudor se revertiría en
su favor, lo que es inadmisible.
2. La revocación no aprovecha a todos los acreedores, sino a los que han sido parte en la instancia (por lo demás, respecto de la
nulidad, el art. 1690 consagra el mismo principio). Sin embargo, en caso de procedimiento concursal de liquidación, la
solución es diferente: la acción aquí es intentada “en interés de la masa”, en beneficio de todos los acreedores.

Prescripción de la acción pauliana: De acuerdo al Nº 3 del art. 2468, prescribe en un año, contado desde la fecha del acto o contrato.
Como se trata de una prescripción de corto tiempo, no se suspende y corre contra toda persona (art. 2524).

El beneficio de separación.
Concepto.
El beneficio de separación impide la confusión de los patrimonios del causante y del heredero, y permite a los acreedores hereditarios
y testamentarios pagarse con los bienes del causante, con prioridad a los acreedores del heredero: art. 1378.
De no impetrarse este beneficio, el patrimonio del causante y el del heredero pasarán a ser uno solo, con el peligro consiguiente para
los acreedores del causante, en el caso que el heredero tenga a su vez demasiadas deudas.

Quienes pueden invocarlo.


Corresponde el beneficio a los acreedores hereditarios (es decir, los que el causante tenía en vida) y a los acreedores testamentarios
(es decir, aquellos cuyo crédito emana del testamento): art. 1097.
Pueden invocar el beneficio incluso los acreedores a plazo o bajo condición (art. 1379).
No pueden pedir este beneficio los acreedores del heredero (art.
1381).

Efectos del beneficio de separación:


1º Los acreedores hereditarios y testamentarios tienen derecho para pagarse íntegramente sus créditos con los bienes que dejó el
causante.
2º Pagados los aludidos créditos, el remanente, si lo hubiere, se agregará a los bienes propios del heredero para satisfacer a sus propios
acreedores (art. 1382).
3º Agotados los bienes del causante, los acreedores hereditarios y testamentarios pueden perseguir los saldos de sus créditos en los
bienes del heredero del deudor, pero en tal caso, los acreedores del heredero tienen derecho a pagarse antes que los acreedores del
causante (art. 1383). Con todo, debe considerarse la posibilidad de que los herederos hayan aceptado la herencia con beneficio de
inventario. En tal caso, si bien los acreedores del causante, en principio, podrían perseguir los bienes de dichos herederos, ello no será
posible si los herederos beneficiarios no realizaron ningún acto de disposición sobre los bienes dejados por el causante y éstos fueron
vendidos a petición de los acreedores del de cujus.

Casos en que no tiene lugar el beneficio de separación: art. 1380.


i.- Cuando el crédito del acreedor prescribió.
ii.- Cuando el acreedor reconoció al heredero como deudor.
iii.- Cuando los bienes de la sucesión ya salieron de manos del heredero o se confundieron con el patrimonio de éste, siendo imposible
reconocerlos.

De la responsabilidad objetiva.
Planteamiento del problema y fundamento de la responsabilidad objetiva.
En atención a su fundamento, la responsabilidad delictual o cuasidelictual civil, puede ser subjetiva u objetiva.
OBJETIVA SUBJETIVA
Se funda en el riesgo. Se funda en el dolo o en la culpa de una persona.
Prescinde en absoluto de la conducta del sujeto, Supone necesariamente la culpabilidad o intencionalidad de su
se atiende única y exclusivamente al daño producido autor; no existe sino en la medida que el hecho perjudicial
provenga de su culpa o dolo

La responsabilidad subjetiva, que es la de nuestro Código Civil.

Denominaciones que ha recibido la responsabilidad objetiva.


Framy Riquelme

a. Teoría del riesgo creado: refleja la idea de atribución de los efectos de un acto al autor del mismo. El hombre no es
responsable sino por los riesgos que él mismo ha creado.
b. Teoría del riesgo: se responde, en cualquier circunstancia, por realizar una actividad peligrosa para terceros. Sin embargo,
se ha criticado esta expresión, por ser imprecisa, ya que hace responsable incluso del caso fortuito, y porque no se plantea el
problema de la causa de la cual emana la responsabilidad.
c. Responsabilidad objetiva: se emplea esta expresión con el objeto de precisar que no es necesario el análisis de la conducta
del sujeto. Marton critica esta expresión por ser imprecisa, específicamente en dos aspectos:
 porque la culpa, que se mide según el tipo inmutable del buen padre de familia o del ideal de un hombre prudente y
diligente, ya no es en verdad un elemento subjetivo, o sea, en la llamada responsabilidad subjetiva, también hay
elementos objetivos, como este parámetro del “buen padre de familia”; y
 porque la responsabilidad “objetiva” no está constituida por la sola relación de causalidad, sino que está imbuida de
ciertos elementos moderadores que son subjetivos, como la situación de interés, la fortuna, la buena o mala fe, etc.

Principios motores o ideas directrices de la responsabilidad objetiva.

a. El principio de la causalidad.: es el hecho de haber ocasionado el daño, el que constituye el fundamento de la obligación de
reparación. Esta posición es la que sirve de base a la teoría del riesgo en su forma más depurada y primitiva, la llamada por la
doctrina francesa como teoría del riesgo puro o integral.

b. Principio del interés activo.: Conforme a éste, las pérdidas que pueden provenir de una empresa, incluyendo en éstas las
indemnizaciones por los daños a terceros, son de cargo de aquél que obtiene beneficios de la misma empresa.

c. Principio de la prevención.: Frente a la dificultad que enfrentaba la víctima, en orden a probar la culpa del autor, se plantea que
el único medio que puede poner fin a esta desventaja de la primera, consiste en la introducción de un sistema de
responsabilidad que no permita al demandado liberarse de ésta mientras no pruebe que el accidente se debió a una causa por
completo extraña a su voluntad.

d. Principio de la equidad, del interés preponderante o principio de preponderancia del mayor interés social.: Se apoya éste en la
idea de la equidad, teniendo en consideración el estado de las fortunas de las partes involucradas.

e. Principio de la repartición del daño.: Se inspira éste en la idea directriz según la cual, para poder soportar con los menores
sacrificios posibles los daños que sobrevienen, conviene, sin tomar en cuenta el origen del daño y las obligaciones de
reparación eventuales, adoptar la precaución que éstos daños sean metódicamente repartidos entre los directamente
interesados, lo que se logra a través de contratos de seguros de responsabilidad.

f. El principio de la “gefährdung” o carácter riesgoso del acto.: Se invoca, para justificar la responsabilidad objetiva, el carácter
riesgoso del acto, carácter que amenaza el ambiente con daños.

Tendencias de la teoría del riesgo.


El riesgo integral.: Se niega la necesidad de culpa para la existencia de la responsabilidad. La responsabilidad civil, para los
partidarios de esta doctrina, existe desde el instante en que concurren un daño y la relación de causalidad entre éste y la actividad del
autor.

Otros criterios propuestos por la doctrina.

a) El criterio del acto anormal.: El filósofo alemán Durkheim propone un tipo social dado y considerado en una fase determinada
de su desarrollo, se produce en el promedio de las sociedades de esa clase y en la fase correspondiente de su evolución. El
jurista francés Saleilles sostenía que no se responde de las consecuencias perjudiciales de todos los actos, sino de los riesgos
excepcionales resultantes de una actividad fuera de lo normal. Defendida por Ripert, sostenía es responsable aquel que ejerce
su derecho o usa su libertad natural de una manera anormal, sea en condiciones incompatibles con las exigencias sociales
precisadas por el lugar y la época. El problema que presente este criterio es saber qué se entiende por acto normal y anormal.

b) El criterio del “riesgo provecho”.: Se distingue entre los hechos dañosos que son o que no son para su autor fuente de
provecho. Sólo los primeros comprometen su responsabilidad. Se aplica aquí el aforismo romano ubi emolumentum, ibi onus
(donde está el beneficio, allí la carga). Para Savatier, la responsabilidad nacida del riesgo provecho es aquella que obliga a
reparar los daños producidos, aún sin culpa, por una actividad que se ejercía en el propio interés y bajo la autoridad del que
causa el daño. La teoría del riesgo se justificaría entonces, por una idea de justicia, equidad y solidaridad. Por su actividad, el
Framy Riquelme

hombre puede procurarse un provecho; es justo que por reciprocidad, repare los daños que ocasiona a los demás. El problema
que se presenta consiste en determinar qué debe entenderse por “provecho”. ¿En qué casos puede decirse que una persona
obtiene provecho de su actividad? La doctrina proporciona dos respuestas: la expresión provecho puede entenderse en un
sentido amplio o restringido. En el sentido amplio, el provecho comprende todo interés, cualquiera que sea, tanto moral como
pecuniario. En el sentido más restringido, la expresión provecho debe entenderse enfocada a la especulación económica. Quien
desarrolla una conducta de este tipo con el objeto de premunirse de una fuente de riqueza, crea un riesgo para los demás.

c) El criterio del “riesgo creado”.: La responsabilidad se funda, sencillamente, en los riesgos que la actividad o las cosas de cada
persona crea para los demás. La responsabilidad basada en el riego consiste en la obligación de reparar los hechos dañosos
producidos por una actividad que se ejerce en el propio interés. Y este interés no es necesariamente pecuniario. Se enfatiza que
la responsabilidad por riesgo se origina por las consecuencias dañosas acaecidas en actividades o conductas lícitas que recaen
sobre quien crea riesgos o peligros. Se destaca por ende que se trata de actos lícitos, pero que generan responsabilidad.

d) Criterio que distingue entre responsabilidades objetivas simples y complejas o agravadas.: en dos categorías:
 Las responsabilidades objetivas simples o también llamadas responsabilidades de simple causalidad.: Se hace en
este caso abstracción de una culpa del autor con el fin de asegurar la reparación del perjuicio sufrido por la víctima.
La característica común de estas responsabilidades reside en el hecho que ellas significan la violación de un deber
de diligencia. En consecuencia, es lógico que se les imponga una responsabilidad más estricta de lo normal desde
que existe violación de este deber.
 d.2. Las responsabilidades objetivas agravadas o llamadas responsabilidades objetivas a razón del riesgo.: Bajo
esta denominación, se comprenden ciertas responsabilidades establecidas por leyes especiales. Por ejemplo, la
responsabilidad del propietario de un vehículo, la de las empresas de ferrocarriles, la de las empresas de transporte
marítimo, aéreo o terrestre, la de aquellos que explotan instalaciones eléctricas o atómicas, etc.

e) Criterio del carácter subsidiario de la teoría del riesgo.: Intenta conciliar la noción subjetiva de culpa y la objetiva de riesgo.
Postula que, en principio, la reparación del daño debe ser demandada a quien actúa culpablemente. Determina que en todos
aquellos casos en que el daño se debe a la culpa de un sujeto, el peso de tal daño debe recaer en tal individuo culpable y no
en aquellos que hubieren asumido el riesgo, en el caso que fueren otras personas.

Críticas a la teoría del riesgo.


La teoría del riesgo suprime el elemento moral de la responsabilidad civil.: aquel en que se consideraba sólo el daño sufrido por la
víctima, sin tomar en cuenta para nada la conducta del autor.

No es efectivo que el problema de la responsabilidad se simplifique por el hecho de suprimir la culpa y de reducir aquél a una mera
cuestión de causalidad.: un daño es generado por varias causas y no es posible establecer la determinante. En tales casos, no habría
medio de atribuirlo a su autor, sin cometer una injusticia, a menos que se acepte recurrir a un sistema arbitrario que puede estar reñido
con la realidad y la equidad.

La teoría del riesgo paraliza la iniciativa y el espíritu de empresa.: Se castigaría así al que actuó, al que ejercitó una actividad que
seguramente es útil para la sociedad, y se protegería a quien ha permanecido en la más completa pasividad..

La teoría del riesgo, lejos de extender el ámbito de la responsabilidad y de contribuir a desarrollar el espíritu de solidaridad, tiende a
hacerlo desaparecer.: Sintiéndose entonces prácticamente irresponsables, ya que el asegurador se encargará de reparar el daño
causado, obrarán con menos prudencia, con lo cual aumentarán los accidentes y se irá creando una peligrosa irresponsabilidad, esta
teoría ya que fomenta la existencia de nuevas víctimas.

La teoría del riesgo no es justa ni equitativa, como pretenden sus partidarios.: Si la equidad aconseja que quien recibió el provecho
soporte los riesgos, también aconseja que quien obró en forma irreprochable no debe ser molestado.

La teoría del riesgo puede afectar la productividad industrial.: Estado quiere hacer sacrificios con el objeto de lograr el desarrollo
industrial del país, debe hacerlo a costa del conjunto de la sociedad y no en detrimento de las víctimas elegidas por la fortuna.

En razón de la cuestión de la atribución del daño.: el derecho de reparación de la víctima no es más que modificar la atribución natural
del daño. Sería necesario encontrar una razón para la atribución del daño al autor.

Crítica a la idea de solidaridad social.: El que asume los riesgos debe tener también los provechos.

Concepción económica de la responsabilidad.: Es la víctima la que asume los riesgos por su actividad o por la posesión de los bienes.
Framy Riquelme

Ventajas de la teoría del riesgo.

Aminora el peso de la prueba para la víctima.: la víctima le bastará probar el daño y el hecho que lo generó; no necesita probar la
culpa o dolo de su autor.

Plena separación de la responsabilidad penal y civil.

Es de más fácil aplicación que la responsabilidad subjetiva.: bastará establecer el daño y el hecho que lo produjo.

Es más justa y equitativa.: es justo que por reciprocidad repare ese daño.

Es más solidaria.

8.- Opiniones formuladas por autores nacionales, acerca de la teoría del riesgo.

Opinión de Arturo Alessandri Rodríguez.

Favorece a las víctimas, pues las releva de la necesidad de probar la culpa o dolo del autor del daño. Contribuye así a que la
responsabilidad sea más efectiva.
Lo jurídico no es lo que mejor se conforme con los principios consagrados por la ciencia del Derecho; lo verdaderamente jurídico es
lo que mejor realiza la justicia entre los hombres.
La teoría del riesgo tiene también un gran fondo de justicia: si el hombre con su actividad puede obtener un provecho o beneficio,
justo es que repare los daños que así cause.
Sin embargo, Alessandri no cree que la responsabilidad subjetiva deba ser desplazada totalmente. Es conveniente conservarla como
principio general de responsabilidad, porque a diferencia de la responsabilidad objetiva, descansa en un valor humano, cual es la
conducta del agente, y para una sociedad, como la nuestra, que atribuye la debida importancia a los valores espirituales, ésta es una
razón digna de considerarse.

Opinión de Pablo Rodríguez Grez.

Destaca este autor que la teoría del riesgo creado surge como consecuencia de dos hechos:
• Por un lado, la necesidad de aliviar a las víctimas del peso de la prueba; y
• Por el otro, el aumento explosivo de los peligros que enfrenta el hombre en la sociedad moderna.

Se funda en la creación de una situación de peligro que aproxima a la persona a una consecuencia dañosa.

Sin embargo, reconoce que la llamada responsabilidad objetiva o responsabilidad sin culpa, debe hallarse expresamente contemplada
en la ley para que sea operante. Mientras esto no ocurra, carece de toda trascendencia práctica. La responsabilidad objetiva es
excepcional, y por ello debe ser expresamente establecida por la ley, en supuestos específicos debidamente justificados en razones de
justicia y equidad. No cabe aquí la aplicación analógica; si no existe un factor objetivo expresamente admitido por la ley, la
responsabilidad es subjetiva si hay culpa, o no existe deber de responder, y el daño deberá soportarlo la víctima. Por ende, la regla
general seguirá siendo la responsabilidad subjetiva (con culpa), que sólo se alterará ante una norma expresa que permita prescindir de
ella.

9.- Leyes que consagran la responsabilidad objetiva en el derecho chileno.

Las principales normas que consagran en nuestro Derecho fórmulas de responsabilidad objetiva, son las siguientes:
a. Ley número 18.302 de 1984, sobre seguridad nuclear.
b. Decreto Ley número 2.222 de 1978 (Ley de Navegación) y Decreto Ley número 1.808 de 1977, que aprueba como Ley de la
República el Convenio Internacional sobre Responsabilidad Civil por daños causados por la Contaminación de las Aguas por
Hidrocarburos.
c. Ley número 18.196, Código Aeronáutico.
d. Ley número 18.290, Ley del Tránsito.
e. Artículo 19, número 7, letra i) de la Constitución Política de la República, que consagra la responsabilidad del Estado por el
error judicial.
f. Ley número 16.744 de 1968, que establece el Seguro Obligatorio sobre los Accidentes del Trabajo y las Enfermedades
Profesionales.
Framy Riquelme

g. Artículo 25, letra g) del Código de Minería.

Analizaremos los principales aspectos de algunas de las normas citadas.

a) Ley número 18.302 de 1984, sobre seguridad nuclear.

Fuente legal: artículos 49 a 66 de la Ley 18.302.


Fundamento de la responsabilidad: se trata de una responsabilidad objetiva limitada, conforme lo dispone el artículo.
Particularidades de la responsabilidad en esta ley: la responsabilidad contemplada en el título quinto de la ley, tiene dos importantes
particularidades:
1) La canalización de las responsabilidades: Se trata de una responsabilidad canalizada en el explotador, puesto que en un
accidente nuclear, pueden haber diversas personas responsables, tales como el diseñador de la instalación, el constructor, los
suministradores de materiales radioactivos, etc.; por este principio de canalización, se atribuye la responsabilidad a una
persona determinada, en este caso, al explotador.

2) Una limitación de la responsabilidad: Obedece a la inconveniencia de crear responsabilidades excesivas o ilimitadas, que
enervarían el desarrollo de las actividades nucleares, y harían muy difícil, por no decir imposible, obtener los seguros o
garantías que exige la ley.

Ambito de aplicación de esta responsabilidad: cabe distinguir entre el daño indemnizable y las personas lesionadas:
1) En cuanto al daño indemnizable: Según Frangini, el daño nuclear presenta dos características:
Es clandestino, esto es, es de difícil determinación; y Es un daño cuya manifestación puede no ser inmediata. Por ello, la
acción para reclamar tiene plazos de prescripción especiales: diez años, contados desde la fecha en que incurrió o se
denunció por un inspector el accidente nuclear (artículo 66).
2) En cuanto a las personas lesionadas: el artículo 58 excluye a las personas que trabajen profesionalmente en una instalación
nuclear, expuestas a esos riegos, en la medida que los daños nucleares estén cubiertos por algún régimen de seguridad social
o de accidentes del trabajo o enfermedades profesionales. A contrario sensu, todas las demás personas que resulten víctimas
de daños nucleares, deben ser indemnizadas.

Otros daños que se produzcan junto a los nucleares.: Se traspasa entonces el peso de la prueba al explotador, quien deberá demostrar
que los daños se pueden distinguir con certeza de los nucleares. En caso contrario, será responsable.

Exenciones de responsabilidad: artículos 56 a 59: En los siguientes casos, el explotador queda exento de responsabilidad:
1. Daños nucleares producidos por un accidente nuclear que se debe directamente a hostilidades de conflicto armado exterior,
insurrección o guerra civil: artículo 56.
2. Daños nucleares sufridos por el medio de transporte, en el que se hallaren al momento del accidente nuclear, los materiales
nucleares que lo causaron: artículo 57. Lo anterior reafirma, a juicio de algunos, que la responsabilidad civil en la Ley 18.302
se fundamenta en la teoría del riesgo provecho, ya que el transportista justamente obtiene un beneficio económico al llevar
los materiales referidos; incluso más, respecto de terceros, el legislador lo considera “explotador”.
3. Daños nucleares que sufren las personas que trabajan en una instalación nuclear profesionalmente, cumpliéndose lo exigido
en el artículo 58.

Monto de las indemnizaciones.: Según el artículo 61, es necesario distinguir si se trata de daños a las personas o daños a las cosas:
1. Respecto de los daños a las personas: se establece un monto mínimo, equivalente al doble de la cantidad que correspondiere
por aplicación de las tablas del seguro de accidentes del trabajo.
2. Respecto de los daños a las cosas: en el evento que la cantidad límite de responsabilidad establecida en el artículo 60 no sea
suficiente, se indemnizarán a prorrata de sus montos.

Intervención subsidiaria del Estado: artículo 65.


Cuando el explotador no pueda obtener total o parcialmente un seguro que cubra su responsabilidad, podrá solicitar la garantía del
Estado, y éste podrá concederla, por la parte no cubierta del seguro o por su totalidad.

b) La responsabilidad objetiva por daños causados por la contaminación de las aguas del mar por hidrocarburos y otras
sustancias nocivas.

Fuente legal: la Ley de Navegación, Decreto Ley número 2.222 de 1978, artículos 144 y siguientes; Decreto Ley número 1.808 de
1977 que aprueba como ley de la República el Convenio Internacional sobre Responsabilidad Civil por Daños Causados por la
Contaminación de las Aguas del Mar por Hidrocarburos.
Framy Riquelme

Características de la responsabilidad. La responsabilidad civil en esta materia presenta dos características: es objetiva y limitada.
1° Primera característica: responsabilidad objetiva
1.1. Contaminación por hidrocarburos.
Encontramos esta primera característica consagrada en el artículo 3 del Convenio y en el artículo 144 de la Ley de Navegación. El
artículo 3 dispone que, salvo cuando se den las circunstancias que indicaremos, el propietario de un barco al ocurrir un siniestro o al
ocurrir el primer acontecimiento si el siniestro consistiera en una serie de acontecimientos, será responsable de todos los daños por
contaminación causados por los hidrocarburos descargados o derramados desde el barco a resultas del siniestro.
Con todo, la ley previene que no podrá imputarse responsabilidad alguna al propietario del barco si prueba que los daños por
contaminación:
1° Resultaron de un acto de guerra, hostilidades, guerra civil o insurrección o de un fenómeno natural de carácter excepcional,
inevitable o irresistible;
2° Fue totalmente causado por una acción u omisión intencionada de un tercero para causar daños; o
3° Fue totalmente causado por la negligencia u otro acto lesivo de cualquier gobierno u otra autoridad responsable del mantenimiento
de luces y otras ayudas a la navegación en el ejercicio de esa función.
Si el propietario de la nave prueba que los daños por contaminación resultaron total o parcialmente de una acción u omisión
intencionada para causar daño por parte de la persona que sufrió los daños, o de la negligencia de esa persona, el propietario podrá ser
exonerado total o parcialmente de sus responsabilidades frente a esa persona.
1.2. Contaminación por derrame de otras sustancias.
Por su parte, el artículo 144 de la Ley de Navegación dispone que el mismo régimen de responsabilidad civil establecido en el citado
convenio internacional, regirá para la indemnización de los perjuicios que ocasione el derrame de cualquier clase de materias o
desechos, que ocurra dentro de las aguas sometidas a la jurisdiccional nacional, sea cual fuere la actividad que estuviere realizando la
nave o artefacto naval que lo produjo, con las siguientes normas complementarias:
1° La responsabilidad por los daños que se causen afectará solidariamente al dueño, armador u operador a cualquier título de la nave,
naves o artefacto naval que produzcan el derrame o descarga. Cuando se produzcan derrames o descargas provenientes de dos o más
naves, que causen daño a raíz de los mismos hechos y fuere procedente la responsabilidad, esta será solidaria entre todos los dueños,
armadores u operadores a cualquier título de todas las naves de donde provengan aquellos, salvo en los casos de colisión en que sea
razonablemente posible prorratear la responsabilidad.
2° El propietario, armador u operador de la nave o artefacto naval será responsable de los daños que se produzcan, a menos que
pruebe que ellos fueron causados exclusivamente por:
• Acto de guerra, hostilidades, guerra civil o insurrección; o un fenómeno natural de carácter excepcional, inevitable o
irresistible;
• Acción u omisión dolosa o culpable de un tercero extraño al dueño, armador u operador a cualquier título del barco o
artefacto naval. Las faltas, imprudencias o negligencia de los dependientes del dueño, armador u operador o las de la dotación, no
podrán ser alegadas como causal de exención de responsabilidad;
• Por “siniestro”, para estos efectos, se entiende todo acontecimiento o serie de acontecimientos que tengan el mismo origen y
que produzcan o puedan producir daños por derrames o contaminación en aguas sometidas a la jurisdiccional nacional o en sus costas
adyacentes;
• Por “sustancia contaminante” se entiende toda materia cuyo vertimiento o derrame esté específicamente prohibido, en
conformidad al reglamento de la ley;

• Se presume que el derrame o vertimiento de sustancias contaminantes del medio ambiente marino produce daño ecológico.
La doctrina ha destacado que se fundamenta la responsabilidad en la teoría del riesgo provecho, ya que la persona responsable es el
propietario de un barco (artículo 3 del Convenio) y el dueño, armador u operador de la nave, naves o artefacto naval (artículo 144
número 1 del Decreto Ley 2.222), argumento que es avalado por el artículo 148 del mismo cuerpo legal que no hace aplicable esta
reglamentación “a los buques de guerra nacionales u otros operados directamente por el Estado en actividades no comerciales”.
Aparece entonces claramente que es el provecho o beneficio económico que obtienen los sujetos anteriormente señalados, el que llevó
a establecer al legislador la responsabilidad objetiva.
2° Segunda característica: responsabilidad limitada.
El sujeto responsable tiene derecho a limitar su responsabilidad por los perjuicios derivados de cada accidente hasta un máximo de
2.000 francos de tonelada de registro de la nave o artefacto naval causante de los perjuicios con tope máximo de 210 millones de
francos, siempre que el siniestro no haya sido causado por falta o culpa del dueño, naviero u operador (artículo 5 del Convenio y
artículo 145 del Decreto Ley 2.222). vale decir, si el hecho se debe a falta o culpa del sujeto, no rige la limitación.

Contratación de seguros.
El artículo 146 del Decreto Ley 2.222 y el artículo 7 del Convenio establecen la obligación de contratar un seguro u otra garantía
financiera otorgada por un Banco o un fondo internacional de indemnizaciones, por el importe a que ascienden los límites de
responsabilidad, para las naves, artefactos navales o barcos que superen un cierto tonelaje.
Framy Riquelme

Ámbito de aplicación.
1° En cuanto al objeto dañado: tanto el artículo 3 de la Convención como los artículos 144 y 147 de la Ley de Navegación establecen
que el objeto dañado serán las aguas del mar sometidas a la jurisdicción nacional. Difieren sin embargo en cuanto a las sustancias
contaminantes, puesto que el Convenio sólo considera los hidrocarburos y la Ley de Navegación a éstas más otras sustancias nocivas.
El artículo 147 de la Ley de Navegación dispone que en el caso de instalaciones terrestres que produzcan daños al medio ambiente
marino por vertimiento o derrame de sustancias contaminantes, el dueño de ellas será siempre civilmente responsable y deberá
indemnizar todo perjuicio que se haya causado.
2° En cuanto al instrumento causante del daño: para el Convenio, el instrumento es el barco, definido como “toda nave apta para la
navegación marítima y todo artefacto flotante en el mar que esté transportando hidrocarburos a granel”.
De acuerdo a los artículos 142 a 162 de la Ley de Navegación, se indemnizan los daños que ocasione el derrame o descarga de
sustancias o materiales nocivos desde la nave, naves o artefacto naval.
Según el artículo 826 del Código de Comercio, “nave es toda construcción principal, destinada a navegar, cualquiera que sea su clase
y dimensión”; y agrega que “artefacto naval es todo aquel que, no estando construido para navegar, cumple en el agua funciones de
complemento o de apoyo a las actividades marítimas, fluviales o lacustres o de extracción de recursos, tales como diques, grúas,
plataformas fijas o flotantes, balsas u otras similares”. No se incluyen en este concepto las obras portuarias aunque se internen en el
agua.
A los instrumentos anteriores, debemos agregar las instalaciones terrestres, en los términos señalados.
3° En cuanto al lugar en que se causan los daños: conforme al artículo 2 del Convenio, éste se aplica exclusivamente a los daños por
contaminación causados en el territorio, inclusive el mar territorial, de un Estado contratante. Por su parte, el artículo 144 de la Ley de
Navegación dispone que se trata de daños causados dentro de las aguas sometidas a la jurisdicción nacional, que se extienden también
a las costas adyacentes.

Presupuestos de la responsabilidad.
1° El perjuicio: este consiste en los daños por contaminación causados por los hidrocarburos como por otras sustancias nocivas. Se
han planteado interrogantes acerca de cuándo se entiende que existe daño por contaminación. ¿Bastará el solo hecho del derrame, que
por sí solo ya provoca daño ecológico? ¿Se requiere un daño patrimonial específico con dimensión económica establecida? ¿Será el
daño ecológico suficiente, aunque sea de difícil apreciación cuantitativa económica?
2° La relación de causalidad: sólo será responsable el propietario, armador u operador desde cuyo barco, nave o artefacto naval se
produzca el derrame o descarga, o el propietario por el vertimiento o derrame de sustancias nocivas al ambiente marino desde
instalaciones terrestres, por los daños que se causen. Si el daño tiene otra causa cualquiera, no se aplica este sistema de
responsabilidad, sino que ha de recurrirse al derecho común.

Causales de exención de responsabilidad del dueño, armador u operador:


1° Daños causados exclusivamente por actos de guerra, hostilidades, guerra civil o insurrección; o un fenómeno natural de carácter
excepcional, inevitable o irresistible (artículo 144 de la Ley de Navegación y artículo 3 del Convenio).
2° Daños causados exclusivamente por acción u omisión dolosa o culpable de un tercero extraño al dueño, armador u operador a
cualquier título del barco o artefacto naval. Las faltas, imprudencias o negligencias de los dependientes del dueño, armador u operador
o de la dotación, no podrán ser alegadas como causal de exención de responsabilidad (artículo 144 de la Ley de Navegación y el
artículo 3 del Convenio).
3° Daño totalmente causado por la negligencia u otro acto lesivo de cualquier gobierno u otra autoridad responsable del
mantenimiento de luces y otras ayudas a la navegación en el ejercicio de esa función (artículo 3 del Convenio).
4° Daño causado por buques de guerra nacionales u otros operados directamente por el Estado en actividades no comerciales (artículo
148 de la Ley de Navegación).

Condiciones del sujeto responsable:

1° Debe tratarse del dueño, armador u operador a cualquier título de la nave, naves o artefactos navales (Ley de Navegación) o
propietario del barco (Convenio). Para el Convenio, propietario “significa la persona o personas matriculadas como dueños del barco
o, si el barco no está matriculado, la persona o personas propietarias del mismo. No obstante, cuando un Estado tenga la propiedad de
un barco explotado por una compañía que esté matriculada en ese Estado como empresario del barco, se entenderá que el propietario
es dicha compañía”.
Según el artículo 830, inciso 3 del Código de Comercio, propietario de la nave es la persona natural o jurídica a cuyo nombre figure
inscrita la nave en el Registro de matrícula respectivo. Conforme al artículo 882, inciso 1, armador o naviero es la persona natural o
jurídica, sea o no propietario de la nave, que la explota o expide a su nombre. De acuerdo al artículo 883, inciso 3, operador es la
persona que sin tener la calidad de armador, a virtud de un mandato de éste ejecuta a nombre propio o en el de su mandante los
contratos de transportes u otros para la explotación de naves, soportando las responsabilidades consiguientes.
2° Situación en que los derrames o descargas provienen de dos o más naves: nos remitimos a lo expuesto.
Framy Riquelme

c) La responsabilidad objetiva en la Ley número 18.916, Código Aeronáutico.

Se encuentra regulada en el Título IX, “De la responsabilidad aeronáutica”, artículos 142 a 175. Al igual que en los casos anteriores,
se establece una responsabilidad objetiva y limitada.

Sujetos concernidos por la responsabilidad aeronáutica.


Cabe distinguir como cuestión previa, entre “propietario”, “explotador” y
“transportador”.

De la responsabilidad aeronáutica.

1° De la responsabilidad en el transporte aéreo.

1.1. Respecto de las personas.

+ Sujeto responsable: el transportador estará obligado a indemnizar la muerte o lesiones causadas a los pasajeros durante su
permanencia a bordo de la aeronave o durante la operación de embarque o desembarque (art. 143). Se presumirá pasajero a
toda persona que, al momento del accidente, se encontrare a bordo de la aeronave (art. 145).
Para estos efectos, la operación de embarque se extiende desde que el pasajero, bajo las instrucciones del transportador,
ingresa a la plataforma de estacionamiento de aeronaves y hasta que aborda la aeronave; y la operación de desembarque,
desde que el pasajero, del mismo modo, abandona la aeronave y sale de la plataforma de estacionamiento de aeronaves (art.
143, inciso 2º).

+ Limitación de responsabilidad: la indemnización estará limitada a una suma que no excederá de 4.000 Unidades de
Fomento por muerte o lesión de cada pasajero. No obstante, podrá estipularse una suma superior a la señalada (art. 144).
La indemnización por retardo en la ejecución del transporte de pasajeros no excederá de 250 Unidades de Fomento por cada
uno de ellos. Sin embargo, no procederá esta indemnización si el transportador probare que adoptó las medidas necesarias
para evitar el hecho causante del retardo, o que le fue imposible adoptarlas (art. 147).

+ Causales de exención de responsabilidad: el transportador podrá liberarse de responsabilidad:


- Si el daño producido se debe al estado de salud del pasajero;
- Si la víctima del daño fue quien lo causó o contribuyó a causarlo; o
- Si el daño es consecuencia de un delito del que no sea autor un tripulante o dependiente del transportador o
explotador.

1.2. Respecto del equipaje y mercaderías.

+ Limitaciones de responsabilidad:
- La destrucción, pérdida o avería del equipaje que se produjere durante el transporte aéreo de éste, o el retardo en su
transporte, serán indemnizados con una cantidad equivalente a 40 Unidades de Fomento por cada pasajero (art. 148).
- La destrucción, pérdida o avería de la mercadería que se produjere durante el transporte aéreo de ésta, o el retardo
en su transporte, serán indemnizados con una cantidad que no exceda de una Unidad de Fomento por kilogramo de peso
bruto de la carga (art. 149).

+ Causales de exención de responsabilidad: en el transporte de mercaderías, el transportador no será responsable de la


destrucción, pérdida o avería de ellas, en los casos siguientes:
- si el daño derivare de la naturaleza o del vicio propio de la mercadería;
- si el daño proviniere del embalaje defectuoso de la mercadería, realizado por quien no sea transportador o su
dependiente; o
- si el daño derivare de un acto de la autoridad pública, efectuado en relación con la entrada, salida o tránsito de la
mercadería.
Asimismo, el transportador no será responsable del retardo en el transporte del equipaje o mercadería, si probare que adoptó
las medidas necesarias para evitar el hecho causante del retardo o que le fue imposible adoptarlas (art. 151).

+ Extinción de la responsabilidad del transportador: la responsabilidad del transportador por los equipos y
mercaderías transportados se extinguirá si el consignatario o pasajero, según el caso, no formulare protesta al transportador,
inmediatamente después de haber sido notadas las faltas o averías, o dentro de 7 días para los equipajes y de 14 días para las
Framy Riquelme

mercaderías, a contar de la fecha de la recepción. En caso de retraso, la protesta deberá hacerse dentro de los 20 días a contar
de la fecha en que el equipaje o la mercadería hayan sido puestos a disposición del consignatario (art. 153, inciso 1º).
A falta de protesta dentro de los plazos mencionados, serán inadmisibles las acciones que se interpongan contra el
transportador, salvo que provengan de su propio dolo (art. 153, 3°).

+ Responsabilidad conjunta: la indemnización pagada por un transportador por daños ocurridos en el transporte
sucesivo en un tramo que no ha sido posible determinar, será soportada conjuntamente por todos los transportadores en
proporción al trayecto ejecutado por cada uno, y acrecerá, en su caso, la cuota del insolvente a la de los demás, en la misma
proporción.

2° De la responsabilidad por daños a terceros en la superficie.

+ Daño indemnizable: el explotador indemnizará los daños que se causen a las personas o cosas que se encuentren en la
superficie, por el solo hecho de que emanen de la acción de una aeronave en vuelo, o por cuanto de ella caiga o se desprenda (art.
155). Puede observarse el carácter objetivo de la responsabilidad.
Cabe consignar que de conformidad al art. 68, letra b), el comandante de la aeronave podrá arrojar cualquier objeto de a bordo,
cuando sea necesario para la seguridad del vuelo. En todo caso, ello no exonera de responsabilidad al explotador, según lo indicado.

+ Exenciones de responsabilidad: el explotador de la aeronave no responderá de los daños a terceros en la superficie, en los
casos siguientes:
- si ha sido privado de su uso (el de la aeronave) por acto de autoridad pública;
- si los daños son consecuencia directa de un acto de guerra o de un conflicto armado;
- si son causados por un acto de sabotaje; o
- si son causados con ocasión del apoderamiento ilícito de la aeronave (art. 156).

- Daños ocasionados por persona distinta del explotador: Si sobrevienen daños a terceros en la superficie cuando una aeronave
fuere usada por persona distinta del explotador, ambos responderán solidariamente de los daños en las condiciones y límites de
responsabilidad establecidos por la ley. El explotador se eximirá de su responsabilidad si prueba que adoptó todas las medidas
necesarias para evitar el uso de la aeronave, o que le fue imposible hacerlo (art. 157).

+ Limitación de responsabilidad: la cuantía total de la indemnización a terceros en la superficie, por un accidente, tendrá los
siguientes máximos en consideración al peso de la aeronave:
- Hasta 30.000 kilogramos de peso, 5 unidades de fomento por cada kilogramo;

- En lo que exceda de 30.000 kilogramos y hasta 80.000 kilogramos, 3,75 unidades de fomento por cada kilogramo; y
- En lo que exceda de 80.000 kilogramos de peso, 2,5 unidades de fomento por cada kilogramo.
Para estos efectos el peso de la aeronave significa el peso máximo autorizado para su despegue, certificado por la autoridad
aeronáutica (art. 158).
Si en un mismo accidente hubiere varios damnificados y la suma total que debiera pagarse excediere los límites señalados, se reducirá
proporcionalmente el monto de la indemnización de cada uno de ellos (art. 160).

+ Daños a las personas y bienes: en caso de concurrencia de daños a las personas y bienes, la cantidad total a distribuir se
destinará preferentemente a indemnizar los daños causados a las personas (art. 159).

3° De la responsabilidad por abordaje aéreo.

+ Concepto de abordaje aéreo: se entiende por abordaje aéreo la colisión entre dos o más aeronaves en vuelo (art. 161, inciso
1).
Se considera también abordaje el caso en que se causen daños a aeronaves en movimiento, o a personas o bienes a bordo de ellas, por
otra aeronave en movimiento, aunque no haya verdadera colisión (art. 161, inciso 2).

+ Sujeto responsable: la responsabilidad por los daños causados a aeronaves, o a personas y cosas a bordo de ellas, en abordaje
imputable a culpa o dolo del piloto de una de las aeronaves, incumbe al explotador de ésta (art. 162).

+ Eventual responsabilidad solidaria: la obligación de indemnizar en el caso de abordaje es solidaria respecto de todos los
explotadores responsables, sin perjuicio del derecho del que hubiere pagado una suma mayor de la que le correspondiere, para repetir
en contra de los demás responsables (artículo 163).
Framy Riquelme

+ Eventual concurrencia de responsabilidad: si en el abordaje hubiere concurrencia de culpabilidad, los explotadores responsables
concurrirán al pago de la indemnización en la proporción que determine el juez de acuerdo con la participación de cada uno de ellos.
Para determinar la cuantía, se considerarán todos los daños causados, incluidos los de la aeronave propia.
Si no pudiere efectuarse la determinación anterior, la concurrencia al pago será por partes iguales (art. 164).

+ Limitación de responsabilidad: se aplicarán las limitaciones establecidas en los arts. 158 a 160, para establecer la responsabilidad de
cada explotador (art. 165).

4° De la responsabilidad por los daños causados a terceros en la superficie en caso de abordaje aéreo.

+ Responsabilidad solidaria: en caso de daños causados a terceros en la superficie por causa de abordaje de dos o más aeronaves, sus
explotadores responderán solidariamente de los daños dentro de los límites señalados en el art. 158 (art. 166).
La responsabilidad opera aún cuando el abordaje se hubiere producido por caso fortuito o fuerza mayor, manteniéndose en tal caso la
solidaridad. Con todo, se reconoce el derecho a repetir el excedente que hubiere pagado el explotador sobre la suma que le
corresponde (art. 168).

+ Culpabilidad en la operación de una de las aeronaves: si el abordaje se produjere por la operación culpable de una de las aeronaves,
los explotadores de las otras tendrán derecho a repetir el importe de las indemnizaciones que hubieren sido obligados a pagar a causa
de la solidaridad. En caso de concurrencia de culpabilidad, quien en virtud de la solidaridad hubiere pagado una suma mayor de la que
le correspondiere, tendrá derecho a repetir por el exceso (art. 167).

+ Prescripción: las acciones de repetición entre los explotadores por las sumas pagadas por daños provenientes de abordaje,
prescriben a los 6 meses, contados desde la fecha del pago (art. 169).

5° De la responsabilidad en el sobrevuelo de terrenos.

Dispone el art. 81 que ninguna persona podrá oponerse al sobrevuelo de una aeronave en razón de sus derechos sobre el suelo. Con
todo, el piloto, durante el vuelo no podrá efectuar maniobras innecesarias para la operación aérea que originen un riesgo para las
personas en la superficie o que afecten los derechos de terceros.
Si con motivo de un vuelo se ocasionare algún perjuicio, el afectado tendrá derecho a indemnización.

6° Disposiciones generales acerca de la responsabilidad en el Código Aeronáutico.

Consagran las siguientes reglas:


+ Será causal para eximir o atenuar la responsabilidad, el hecho que la víctima del daño fue quien lo causó, contribuyó a
causarlo o se expuso a él imprudentemente (artículo 170).
+ El transportador y el explotador serán responsables tanto de sus propios hechos como de los ejecutados por sus dependientes,
durante el ejercicio de las funciones de éstos (art. 171).
+ La limitación de responsabilidad opera cuando no hay dolo o culpa. Por ello, el afectado por el daño podrá demandar una
indemnización superior a los límites señalados en el Código Aeronáutico, si probare dolo o culpa del transportador, del explotador o
de sus dependientes, cuando éstos actuaren durante el ejercicio de sus funciones (art. 172, inciso 1).

+ La responsabilidad establecida en la ley, es la mínima de la que se responde: cualquier estipulación en contrario para fijar
límites de indemnización inferiores a los establecidos en el Código Aeronáutico, se tendrá por no escrita (art. 172, inciso 2).
+ Las limitaciones de responsabilidad favorecen, por regla general, a los dependientes: si se interpusiere acción directa en
contra de un dependiente, del transportador o del explotador, dicho dependiente podrá ampararse en los límites de responsabilidad
establecidos en favor del transportador o del explotador, probando que actuaba en el ejercicio de sus funciones, salvo que haya
mediado dolo o culpa de su parte (art. 173).
+ Responsabilidad solidaria, como regla general: si dos o más personas fueren responsables de las obligaciones que impone el
título IX del Código Aeronáutico, cada una de ellas estará solidariamente obligada al pago total de la indemnización. Si el explotador
fuere persona distinta del transportador, ambos responderán solidariamente de las obligaciones que impone el citado título (art. 174).
+ Prescripción de las acciones: las acciones establecidas en el título IX prescribirán en el plazo de un año contado desde el día
de los hechos, desde el día en que la aeronave llegó a su destino o desde que el transporte fue interrumpido, según el caso (art. 175).

d) La responsabilidad objetiva en la Ley Nº 18.290, del Tránsito.

Naturaleza de la responsabilidad.
Framy Riquelme

El art. 174, inciso 2, establece que, sin perjuicio de la responsabilidad de otras personas en conformidad al derecho común, estarán
obligadas solidariamente al pago de los daños y perjuicios causados, el conductor y el PROPIETARIO DEL VEHICULO y EL
TENEDOR DEL MISMO A CUALQUIER TÍTULO (por ejemplo, un comodatario, un arrendatario o un usufructuario), a menos que
estos últimos prueben que el vehículo fue usado contra su voluntad.
Cabe tener presente que el propietario o el tenedor del vehículo carecen de la posibilidad de exonerarse de responsabilidad probando
que, pese a su diligencia, autoridad o cuidado, le fue imposible evitar la producción del hecho dañoso.
Se ha sostenido por nuestros tribunales que la situación descrita configura una responsabilidad híbrida, objetiva y subjetiva, ya que
para que opere la responsabilidad del propietario o del tenedor del vehículo, es incuestionable que el conductor del vehículo debe ser
culpable del hecho que produjo el daño, ya que, si no lo es, desaparece la solidaridad aludida.

Presupuestos de la responsabilidad.

1° El perjuicio: El propietario y el conductor del vehículo son obligados solidariamente al pago total de los daños y perjuicios
causados. Deben indemnizarse tanto los daños personales como los materiales.

2° Relación de causalidad ampliada: Debe responderse por todos los daños “ocasionados”.

Sujetos responsables.

1° Según lo indicado, es sujeto responsable, conforme a la teoría de la responsabilidad objetiva, el propietario del vehículo (art. 174).
2° El conductor: salvo que pruebe que el daño se debe al mal estado y condiciones del vehículo, y que desconocía tal circunstancia.
3° Otros terceros: en conformidad a las normas del derecho común (artículos 2320, 2321 y 2322 del Código Civil).-

De la responsabilidad de los profesionales liberales en general y de la


responsabilidad de los médicos en particular.
1.- De la responsabilidad de los profesionales liberales en general.

Perfil del profesional liberal.


a) Se trata de oficios en los que predominan las destrezas intelectuales por sobre las manuales; y
b) Se ejerce “liberalmente”, es decir, sin subordinación por parte del prestador de servicios respecto del cliente.

El Código Civil distingue dos tipos de profesiones liberales:


a. Realización de obras inmateriales o en las que predomina la inteligencia sobre la mano de obra, o una larga serie de actos y
que se regulan como un contrato de arrendamiento de servicios.
b. “Las profesiones o carreras que suponen largos estudios, o a que está unida la facultad de representar y obligar a otra persona
respecto de terceros.

La responsabilidad civil del profesional liberal.


Usualmente, su responsabilidad deriva del incumplimiento de las obligaciones que le ha impuesto el contrato, sea que se hayan
explicitado, o deriven de la naturaleza de la obligación, o que por la costumbre pertenecen a ella (artículo 1546).
Habrá también supuestos de responsabilidad precontractual, como en el caso del artículo 2125, cuando la persona a quien se le
encargan negocios ajenos, no adopta providencias conservativas urgentes. El incumplimiento de esta obligación precontractual dará
lugar a la correspondiente indemnización de perjuicios.
Asimismo, habrá casos en los que la responsabilidad profesional debe ser considerada extracontractual, o al menos, no derivada de un
contrato.
¿Cómo se responde si uno de los miembros del grupo o uno de los socios causa el daño por su desempeño profesional? Si se trata del
acto de un socio, éste será responsable, pero al mismo tiempo, la sociedad también resulta responsable, pues ella ha sido parte en el
contrato. Para los grupos no constituidos como sociedad, la respuesta es distinta. El contrato de prestación de servicios se habrá
celebrado entre el cliente y el miembro del grupo que causó el daño, de manera que sólo él será responsable de su deficiente
desempeño profesional, y no el resto de los profesionales que integran la comunidad.
A su vez, cabe señalar que los profesionales liberales están excluidos de la responsabilidad que se regula por la ley número 19.496
sobre protección de derechos de los consumidores, ya que tales profesionales no ejecutan actos de comercio y no se da el requisito del
artículo 2° de dicha ley, en orden a que se trate de un acto mixto: mercantil para el proveedor y civil para el consumidor. Lo mismo
ocurre con las sociedades profesionales: el artículo 2° de la ley les hace inaplicable su normativa, al no ejecutar dichas sociedades
actos mercantiles.
Framy Riquelme

2.- De la responsabilidad de los médicos en particular.

La judicialización del daño médico y sus consecuencias: Las indemnizaciones recibidas por las víctimas terminan siendo soportadas
por todos los usuarios y, más aún, por todos los contribuyentes.

Naturaleza de la responsabilidad del médico.


Para la mayoría de nuestra doctrina, se trata de una responsabilidad contractual. Corresponde indemnizar los daños causados al
paciente que ha contratado los servicios del médico y que pueden provenir. Responde igualmente el médico por los hechos de terceros
que intervengan en una operación, como anestesistas, arsenaleras, etc.

Pero no siempre la responsabilidad es contractual. Se sostiene que habría responsabilidad extracontractual en los siguientes casos:

1) Tratándose de médicos que prestan sus servicios por amistad o gratuitamente. Dicho de otra forma, cuando el médico ejerce
su profesión por mera benevolencia y sin que haya intención de celebrar un contrato.
2) Si requerido un médico para atender a una persona, sin que medie obligación alguna, se niega, pudiendo haber prestado sus
servicios.
3) Cuando la conducta del médico causa daños a terceros: la jurisprudencia ha negado la acción de perjuicios cuando el vínculo
del tercero con el paciente fallecido, carece de certeza o legitimidad jurídica, como en el caso del concubinato. Se estima que
la relación extramarital no es indubitada sino precaria, y de duración incierta.

Del abuso de los derechos.


Planteamiento del problema
La responsabilidad extracontractual puede derivar también del ejercicio de un derecho, cuando este ejercicio es abusivo y causa daño.
El abuso de un derecho, es decir, cuando su ejercicio perjudica a otro, es, de esta forma, fuente de responsabilidad extracontractual.
Durante todo el Siglo XIX, a partir de las ideas individualistas emanadas de la Revolución Francesa, se excluía la posibilidad de
admitir responsabilidad para el titular de un derecho, por el hecho de ejercerlo, aunque en dicho ejercicio, dañase a un tercero.
Conforme a las ideas del Siglo XIX, los derechos son facultades que la ley reconoce a los individuos para que las ejerciten libremente,
a su arbitrio, como mejor les plazca. Quien ejerce un derecho, no puede, por lo mismo, incurrir en responsabilidad, aunque este
ejercicio dañe a otro. Si su acto está expresamente autorizado por la ley, no puede ser ilícito: un acto no puede ser lícito e ilícito a la
vez. Así, por ejemplo, no son indemnizables los daños que se producen al deudor por la traba de embargo de sus bienes, ni tampoco
los que sufre el comerciante por efectos de la instalación de un competidor. Rige aquí el principio ya consagrado en el Digesto: quien
ejerce su derecho a nadie ofende.

Relatividad de los derechos y evolución histórica de las ideas en torno al “abuso del derecho”.
No debe creerse, sin embargo, que la noción del ejercicio abusivo de un derecho sea una formulación reciente. En efecto, ya en Roma
el pretor fue creando un derecho impregnado de equidad, que permitió resolver casos concretos que podrían asimilarse modernamente
al abuso de un derecho. Esta función del pretor, como señala un autor, “atemperó la estricta, absoluta e ilimitada actuación del
derecho subjetivo de parte del sujeto facultado. Esta actitud de los pretores se traduce en algunas máximas que, a menudo, son puestas
de manifiesto por quienes han estudiado con algún detenimiento la figura del abuso del derecho.” Pero como señala Carlos Fernández
Sessarego, más que la existencia de una teoría general del abuso del derecho, los prudentes juristas romanos abordaron y resolvieron,
dentro del principio de la equidad, cuestiones muy concretas en las cuales percibieron ciertos matices de un uso anormal del derecho.
Su actitud fue resolver problemas determinados, sin preocuparse de agrupar y sistematizar los elementos dispersos con el propósito
deliberado de elaborar una teoría del abuso del derecho.

Posteriormente, en la Edad Media, surgirán dos doctrinas: la doctrina de los “actos de emulación” y la doctrina de las “inmisiones”.

La “aemulatio” se plantea como el ejercicio de un derecho subjetivo con el propósito de causar daño a otra persona o a un bien ajeno.
Lo preponderante, en este caso, es la intención de perjudicar, por acto de emulación se entiende entonces el ejercicio que se hace de la
propiedad sin utilidad de su dueño y sólo con la intención de dañar a otro.

Para la teoría de las inmisiones, y a diferencia del componente subjetivo implícito en el acto de emulación (la intención de dañar),
interesa un resultado puramente objetivo. En efecto, el acto de inmisión (del latín inmissio) deriva del ejercicio de la propiedad
causando perjuicio al vecino. Se ha fundado esta teoría en el Digesto, en el que se afirma que una persona puede gozar libremente de
su fundo, siempre que con ello no se verifique una inmisión en el fundo vecino. Se advierte que esta doctrina ha cobrado importancia
en nuestros días, atendido el hecho que la sociedad industrial y la contaminación, subproducto de la primera, materializan actos de
inmisión.
Framy Riquelme

Críticas a la expresión “abuso del derecho”


En concepto de Planiol, no es posible hablar de tal abuso sin incurrir en una contradicción: o el acto es abusivo, y entonces no puede
ser el ejercicio de un derecho, o está de acuerdo con éste, y en tal caso no puede haber abuso. Dice Planiol: “El derecho cesa, donde el
abuso comienza y no puede haber uso abusivo de un derecho por la razón irrefutable de que un mismo acto no puede ser a la vez
conforme y contrario al derecho. Puede haber abuso en la conducta de los hombres, pero ello no ocurre cuando ejercen sus derechos,
sino cuando los exceden.”

Josserand contesta, diciendo que tal contradicción no existe, agregando que es posible que un mismo acto sea a la vez conforme y
contrario a derecho, porque esta expresión tiene dos acepciones muy diferentes. Según una, es el conjunto de reglas jurídicas –derecho
objetivo-, y según otra, una facultad concedida al hombre para ejecutar actos determinados –derecho subjetivo. El acto abusivo es el
realizado en virtud de un derecho subjetivo, el de propiedad por ejemplo, pero en desacuerdo con el derecho objetivo, es decir, con el
conjunto de las reglas jurídicas. Así, el propietario que dentro de su heredad ejecuta un acto que daña al vecino, podría obrar en
conformidad a su derecho de dominio, pero en pugna con el Derecho en general.

Justificación de la teoría del abuso del derecho.


Rechazar la teoría, sería equivalente a permitir que se dañe al prójimo al amparo de la ley y a pretexto de que el acto realizado se
encuadra aparentemente en las facultades que ella confiere. Lo anterior, porque muchas veces, detrás de un acto en apariencia
conforme a la ley, se oculta un fraude a la misma, un propósito doloso. Cerrar los ojos a esta evidencia en nombre de su conformidad
supuesta con el texto escueto de la ley, no es hacer justicia, sino, por el contrario, amparar la inmoralidad y la mala fe.
Saleilles: “Todo acto cuyo efecto sea causar un daño sin interés legítimo y apreciable para el que lo ejecuta, nunca puede ser el
legítimo ejercicio de un derecho.” Este proyecto es criticado positivamente por Rodríguez Grez sostiene, el derecho subjetivo sólo
permite satisfacer los intereses protegidos en la norma que lo instituye. Más allá de ese “interés” no hay derecho, y por lo mismo, se
actúa al margen de la legalidad, no hay derecho.

El abuso del derecho en la legislación chilena.


Nuestro Derecho, si bien no de modo expreso pero al menos implícitamente, también sanciona el ejercicio abusivo de un derecho.
Varios preceptos así lo demostrarían:
• El artículo 2110 del Código Civil, dispone que no vale la renuncia del socio que se hace de mala fe o intempestivamente.
Salvo en los casos del inciso 2° del artículo 2108, los socios pueden renunciar a la sociedad en cualquier momento: el socio que
renuncia, no hace sino ejercitar un derecho. Pero este ejercicio no puede ser abusivo y lo es cuando el socio renuncia de mala fe o
intempestivamente;
• Por su parte, el artículo 280 del Código de Procedimiento Civil, establece la responsabilidad del que solicitó una medida
prejudicial precautoria: si no se deduce la demanda en el término legal o sin formular en dicha demanda solicitud para que la medida
decretada, se mantenga, el actor ha abusado de su derecho, y su actitud está demostrando o que tal derecho era infundado, o que ha
obrado precipitadamente o con descuido (recordemos que en este caso, la ley presume el dolo);
• El artículo 56 del Código de Aguas, que dispone en su inciso 1°: “Cualquiera puede cavar en suelo propio pozos para la
bebida y uso domésticos, aunque ello resulte menoscabarse el agua de que se alimente algún otro pozo; pero si de ello no reportare
utilidad alguna, o no tanta que pueda compararse con el perjuicio ajeno, será obligado a cegarlo.”
• El artículo 100 del Código de Comercio, en relación al derecho que tiene el oferente, de retractarse de su oferta antes de que
ésta sea aceptada

Distinción entre el abuso del derecho y la carencia de un derecho.


Sólo cabe hablar de abuso de un derecho, cuando la responsabilidad a que puede dar origen se genera en el ejercicio de un derecho, es
decir, cuando su titular obra dentro de las facultades que éste le confiere.
Si se extralimita en el ejercicio de tales atribuciones, sobrepasando los límites materiales de su derecho, no hay abuso, sino ausencia o
carencia de derecho.

Concepto del abuso del derecho: teorías.


¿Cuándo se puede decir que el ejercicio de un derecho es abusivo y compromete la responsabilidad de su titular? Todos concuerdan
en que este abuso existe si el derecho se ejercita maliciosamente, con el propósito de dañar a otro, o sin que dicho ejercicio reporte
utilidad alguna para su titular.

El desacuerdo en la doctrina, comienza cuando ese ejercicio, no obstante reportar utilidad a su titular o no ser malicioso, daña a otro.

Según algunos, hay abuso del derecho cuando el derecho se ejerce contrariando su finalidad social o económica. Todo derecho, dicen,
tiene una misión que cumplir, un fin que realizar. Desviarse de él, es abusar del derecho. Es el concepto finalista sustentado por
Saleilles y Gény.
Framy Riquelme

Según otros –Josserand entre ellos-, para determinar si hay abuso, es necesario atender a los móviles o motivos que han inducido a
actuar a su titular, al fin que se ha propuesto alcanzar. Si ese móvil o fin concuerda con el espíritu del derecho, con la finalidad que
éste persigue, es legítimo y el ejercicio del derecho, correcto y normal. En caso contrario, el ejercicio es abusivo. Afirmaba Josserand:
“los derechos, productos sociales, como el mismo derecho objetivo, derivan su origen de la comunidad y de ella reciben su espíritu y
finalidad; cada uno se encamina a un fin, del cual no puede el titular desviarlo; están hechos para la sociedad y no la sociedad para
ellos; su finalidad está fuera y por encima de ellos mismos; son, pues, no absolutos, sino relativos; deben ejercerse en el plano de la
institución, con arreglo a su espíritu, o de lo contrario, seguirán una dirección falsa, y el titular que de ellos haya no usado sino
abusado, verá comprometida su responsabilidad para con la víctima de esa desviación culpada.”18 De esta forma, señala Enrique
Barros, comentando el planteamiento de Josserand, se incurriría en abuso del derecho subjetivo si los motivos concretos del titular no
están conformes al fin o a la función que el derecho subjetivo posee según el ordenamiento que lo establece. El abuso del derecho,
según esta doctrina, radicaría en el ejercicio concreto de un derecho que resulta extraño al fin socialmente valioso para el cual ha sido
atribuido.

En realidad, ambas opiniones son convergentes, pues las dos tienden a averiguar cuál es la finalidad social del derecho, el objeto con
que ha sido creado, para establecer enseguida si su titular, al ejercerlo, ha obrado o no de acuerdo con él.

Alessandri critica el criterio que se desprende de las anteriores opiniones, señalando que aparte de ser vago e impreciso, pues no
siempre es posible apreciar exactamente el espíritu o finalidad de cada derecho, tiene el inconveniente de dar ancho campo a la
arbitrariedad jurídica y de llevar la política a los estrados de la justicia, toda vez que incumbirá el juez determinar en cada caso la
finalidad social o económica de los derechos. Esta misión, además de ser difícil, es peligrosa, ya que cada uno apreciará esa finalidad
según sus ideas políticas y económicas. Así, por ejemplo, el fin que un socialista atribuye al derecho de propiedad, distará mucho,
ciertamente, del que le asigne un liberal manchesteriano.

En concepto de Alessandri, el abuso del derecho es la aplicación a una materia determinada de los principios que rigen la
responsabilidad delictual y cuasidelictual civil: ese abuso no es sino una especie de acto ilícito. Debe, por tanto, resolverse con arreglo
al criterio aplicable a cualquier hecho ilícito: habrá abuso de derecho cuando su titular lo ejerza dolosa o culpablemente, es decir, con
intención de dañar o sin la diligencia o cuidado que los hombres emplean ordinariamente en sus actos o negocios propios. Así como el
hombre debe hacer un uso juicioso y prudente de las cosas y comete delito o cuasidelito si las utiliza con la mira de perjudicar a otro o
sin la prudencia necesaria y con ello causa un daño, del mismo modo los derechos que la ley le otorga debe ejercerlos sin malicia y
con la diligencia y el cuidado debidos. Al no hacerlo, incurre en dolo o culpa. Ahora bien, los conceptos de dolo y culpa son amplios,
aplicables a todos los actos humanos, sean materiales o jurídicos. No se ve entonces por qué unos y otros actos no han de regirse por
idénticos principios. Este criterio, que también sustentan los hermanos Mazeaud, Colin, Capitant, Demogue y otros, elimina en gran
parte la arbitrariedad judicial, pues hace innecesario determinar la finalidad social o económica de su derecho.

El criterio anterior, tiene además la ventaja de responder a la realidad de las cosas, porque en el hecho, cualquiera que sea la teoría
que se adopte, sólo hay abuso de derecho cuando éste se ejerce dolosa o culpablemente, comoquiera que ejercerlo contrariando su
finalidad social o económica sin un motivo legítimo es precisamente obrar con culpa: un hombre prudente, no ejerce sus derechos en
esa forma. Tal parece ser el criterio que inspira a nuestro legislador, en el caso, por ejemplo, del artículo 2110 del Código Civil, que
según vimos, invalida la renuncia que hace el socio, de mala fe o intempestivamente, esto es, actuando con dolo o en forma
imprudente. Lo mismo ocurre en el artículo 280 del Código de Procedimiento Civil, al presumir el dolo. Es asimismo el que aplica
nuestra jurisprudencia. Cuando los tribunales se hallan en presencia de una demanda de indemnización de perjuicios fundada en el
ejercicio abusivo de un derecho, no entran a revisar si éste se ha ejercido o no de acuerdo con su finalidad económica o social, si el
móvil del agente concuerda o no con tal finalidad, sino que revisan única y exclusivamente, cuál fue la conducta, si obró o no la
persona con dolo o culpa. Si estiman que hubo dolo o culpa, ordenan su reparación y en caso contrario, la deniegan. Y en ambos
casos, fundan su decisión en los artículos 2314 y siguientes del Código Civil.

Ejercicio de un derecho con intención de dañar.


Hay abuso de derecho, dice Alessandri, cuando su titular lo ejerce dolosamente, esto es, con el propósito deliberado de causar daño,
aunque este propósito no haya sido el único que persiguió. Basta que un derecho se ejercite con la intención positiva de inferir daño a
otro, para que ese ejercicio sea abusivo y su titular quede obligado a reparar el daño causado, por lícitos que hayan sido los demás
fines que lo indujeron a obrar. En este caso, el ejercicio abusivo de un derecho constituye un delito civil (artículo 2284 del Código
Civil). Es el caso, antes citado, de quien solicita una medida prejudicial precautoria, siendo responsable de los perjuicios causados,
cuando no deduce su demanda oportunamente o al hacerlo, no solicita que se mantenga la aludida medida, considerándose doloso su
proceder.

Prueba de la intención de dañar.


La intención de dañar, a menos que la ley la presuma, debe ser acreditada por quien la alega. Esta prueba no será difícil si el ejercicio
del derecho no reporta a su titular utilidad alguna o no tanta que pueda compararse con el perjuicio ajeno.
Framy Riquelme

Acreditado que el ejercicio del derecho no reporta a su titular ninguna utilidad o que si lo reporta es ínfimo o en todo caso muy
inferior al perjuicio ajeno, quedará con ello establecida la responsabilidad en los términos del derecho común.

10.- Ejercicio de un derecho con culpa o negligencia.

Cuando el titular de un derecho lo ejerce con culpa, esto es, sin aquella diligencia o cuidado con que lo haría un hombre prudente, hay
abuso del derecho y constituye entonces un caso de cuasidelito civil (artículo 2284 del Código Civil). Habrá especialmente culpa, si
existiendo diversos medios de ejercer el derecho con el mismo resultado o utilidad, no se elige el menos perjudicial.

Ejercicio legítimo de un derecho.


Fuera de los casos anteriormente señalados, el ejercicio de un derecho no comporta ninguna responsabilidad para su titular, aunque se
dañe a otro: el ejercicio legítimo de un derecho, o sea, sin dolo o culpa, no es ni puede ser fuente de responsabilidad. La máxima
“nemo dammum facit qui suo jure utitur” (a nadie daña quien su derecho ejerce), recibe entonces plena aplicación. Es el caso de quien
entabla una demanda, creyendo tener la razón y pierde el juicio; o del Banco o agencia de informaciones (Dicom, por ejemplo) que de
buena fe da informes desfavorables sobre el crédito de un comerciante; del empresario de un teatro o dueño de un establecimiento
abierto al público que impide el acceso a él de una persona cuya presencia es inconveniente; del que publica un aviso limitándose a
hacer saber al comercio que una persona ha dejado de ser su empleado desde tal fecha, etc.

Ámbito del abuso del derecho.


Se ha concluido que todos los derechos, cualquiera que sean sus fuentes, reales o personales, patrimoniales o de familia, y aún las
garantías constitucionales, son susceptibles de un ejercicio abusivo.

El abuso del derecho en materia contractual.


También tiene cabida el ejercicio abusivo de un derecho en materia contractual: los contratos deben ejecutarse de buena fe (artículo
1546 del Código Civil). El abuso puede incidir en la formación del contrato (período precontractual, tal como se desprende de las
reglas del Código de Comercio relativas a la formación del consentimiento), en su ejecución o cumplimiento (recuérdese que los
partidarios de la teoría de la imprevisión han fundado la misma en un abuso del derecho en que incurre aquél de los contratantes que
se aferra a la ley del contrato –artículo 1545- de manera inflexible, a pesar del cambio sustancial de las circunstancias generales de la
economía), en el momento en que el contrato concluye y aún en el período post-contractual.

Naturaleza de la responsabilidad derivada del abuso del derecho.


Sea que el abuso se presente en materia contractual o fuera de ella, la responsabilidad a que da origen es siempre delictual o
cuasidelictual. La responsabilidad contractual es la que proviene del incumplimiento de un contrato; el abuso del derecho, supone su
cumplimiento. Es el caso del arrendador que rechaza sistemáticamente los diversos subarrendatarios que su arrendatario le propone en
virtud de la cláusula que le permitía subarrendar con la aceptación de aquél. En este caso, el arrendador, al ejercer su derecho, si bien
no infringe el contrato, lo cumple en forma abusiva.

Los derechos absolutos.


Son aquellos que su titular puede ejercer arbitrariamente, con cualquier propósito. Dada la naturaleza o carácter de tales derechos, el
legislador ha permitido que se ejerzan con plena libertad. Su ejercicio, por tanto, no es susceptible de abuso, ni engendra
responsabilidad para su titular, cualquiera que sea la intención con que proceda y aunque ese ejercicio sea doloso o culpable.

Entre tales derechos, pueden citarse a vía de ejemplo:


• El derecho de los ascendientes para negar su consentimiento al matrimonio de un descendiente mayor de 16 y menor de 18
años. Según el artículo 112 del Código Civil, aquellos pueden negar su asenso o consentimiento, sin expresión de causa alguna y sin
que su disenso (o sea, negativa), pueda ser calificado de irracional por la justicia. Si el menor no obtiene esta autorización,
simplemente no podrá contraer matrimonio hasta cumplir 18 años (en cambio, a falta de ascendientes del menor, la negativa al
matrimonio del curador general o del oficial civil, ha de ser fundada en alguna de las causales previstas en el propio Código, y por
ende, aquí sí podría haber un ejercicio abusivo del derecho);
• El derecho de adquirir la medianería de una cerca o pared divisoria (artículo 854 del Código Civil);
• El derecho del dueño de una heredad para pedir que se corten las ramas y para cortar él mismo las raíces del árbol ajeno que
penetran en ella (artículo 942 del Código Civil);
• El derecho a disponer de los bienes por testamento en la parte de libre disposición legal: esta disposición de bienes será
válida y oponible, cualquiera que sea el móvil que haya guiado al testador, aún el de perjudicar a los asignatarios forzosos o a los
herederos abintestato. Según el artículo 1184 del Código Civil, el causante puede disponer de la parte de libre disposición, a su
arbitrio (corresponderá a una cuarta parte, si hay legitimarios, y a toda la herencia, de no haberlos);
Framy Riquelme

• El derecho del comunero para pedir la división de la cosa común. No habiéndose estipulado lo contrario, ello podrá pedirse
siempre (artículo 1317 del Código Civil);
• El derecho del cónyuge sobreviviente, en la partición, para solicitar que se le adjudiquen, con preferencia a los otros
comuneros, los bienes indicados en el artículo 1137, regla décima, o para solicitar que le sean entregados en calidad de usuario o
habitador, en forma gratuita y vitalicia (el ejercicio de este derecho, constituye una excepción al caso anterior, pues en la práctica,
puede paralizar la partición de bienes hasta la muerte del viudo o viuda);
• El derecho del hijo no matrimonial, para repudiar el reconocimiento de la paternidad o maternidad que haya operado en su
favor (artículo 191).
• El derecho del legitimario a quien se le hicieron donaciones o legados que exceden su legítima, de optar, a su arbitrio, entre
restituir al resto de la sucesión algunas de las especies que recibió del causante o el valor de las mismas. En tal caso, previsto en el
artículo 1206 del Código Civil, nos encontramos, a juicio de Somarriva, ante un derecho absoluto en su ejercicio y por ende no cabe
aplicarle la doctrina del abuso del derecho.19
• El derecho del asignatario por causa de muerte para repudiar la herencia o legado que se le ha deferido (artículo 1225, inciso
1º).
• El derecho de la mujer o de sus herederos a renunciar a los gananciales, una vez disuelta la sociedad conyugal (artículos
1781 y siguientes).

Sanción del abuso del derecho: La indemnización pecuniaria del daño causado.

DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL EN GENERAL


Y DE LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL EN
PARTICULAR: DELITOS Y CUASIDELITOS CIVILES.

DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL EN GENERAL

Concepto de responsabilidad y funciones de la misma.


Concepto de responsabilidad.
Hans Kelsen afirma que desde un punto de vista lógico, la responsabilidad civil es un juicio normativo que consiste en imputar a una
persona una obligación reparatoria en razón del daño que ha causado a otra persona.3
Lorenzo de la Maza expresa que “La responsabilidad civil es, en general, la obligación que contrae una persona de indemnizar el daño
causado a otra, como consecuencia del incumplimiento de una obligación de que ésta es acreedora o que la ha hecho víctima de un
delito o cuasidelito civil”.
Para Hugo Rosende Alvarez, la responsabilidad civil es la obligación que pesa sobre una persona de colocar a quien se ha causado un
daño por la violación de un deber jurídico en la misma situación en que éste se encontraría con anterioridad a dicho acto.5
Para Francisco Saavedra, “debe entenderse por responsabilidad civil la prestación obligatoria puesta a cargo de un sujeto a
consecuencias de un evento dañoso”.
Para Pablo Rodríguez Grez, “consiste en el deber jurídico de reparar los daños o perjuicios que se producen con ocasión del
incumplimiento de una obligación”. Agrega este autor que “la obligación es un ‘deber de conducta tipificado en la ley’. Toda
obligación civil, por lo mismo, importa la imposición de una conducta que el destinatario de la norma debe realizar, así sea positiva
(acción) o negativa (omisión). Si dicha conducta no se despliega, quien la infringe debe indemnizar los perjuicios que de ello se
siguen”. De esta manera, “Jurídicamente la responsabilidad consiste en el deber de indemnizar los perjuicios causados por el
incumplimiento de una obligación preexistente. Esta obligación puede derivar de una relación contractual, o del deber genérico de
comportarse con prudencia y diligencia en la vida de relación, o de un mandato legal explícito”.
De las definiciones transcritas, se desprende que, usualmente, la responsabilidad se originará a consecuencia de la infracción de una
norma, en la medida en que ella ocasione un daño. Sin embargo, veremos que en algunos casos excepcionales, la ley sólo exige el
segundo de estos requisitos. Se trata de los casos de responsabilidad objetiva o sin culpa.
Cabe advertir que la voz “responsabilidad” es relativamente moderna en el campo jurídico. Como destaca la doctrina francesa, no
aparece en la obra de Domat (siglo XVII) y Pothier (siglo XVIII) sólo la emplea excepcionalmente.

Funciones de la responsabilidad.
Dos grandes funciones, cumple la responsabilidad. Por una parte, encontramos la función preventiva. Por otro lado, una función de
reparación.
En lo que respecta a la función preventiva, el sistema normativo de la responsabilidad impone a todas las personas un deber genérico
de abstención o prevención del daño.
Framy Riquelme

La responsabilidad también cumple una función resarcitoria, cuando se produce la violación del deber de no dañar a otro. En tal caso,
el deber de prevención del daño muta en el deber de reparar el perjuicio causado.

Clases de responsabilidad civil: contractual y extracontractual.


Contractual: se origina por el incumplimiento culpable o doloso de las obligaciones derivadas de un contrato.
Extracontractual: surge como consecuencia de la comisión de un hecho ilícito culpable o doloso, que ocasiona un daño a otra persona
o a los bienes de otro.

¿En qué se concreta la responsabilidad civil?: indemnización de daños y perjuicios


En el ámbito contractual: equivale a lo que habría obtenido el acreedor, de haberse cumplido lo pactado.
En el ámbito extracontractual: consiste en el derecho que tiene la víctima para exigir al victimario o a quien sea civilmente
responsable por los hechos de tal victimario, una cantidad de dinero equivalente al daño patrimonial y moral experimentado a
consecuencia de la comisión de un delito o cuasidelito.

Presupuesto de la responsabilidad en general.


El presupuesto de la responsabilidad se encuentra en el daño, o dicho de otra forma, en el incumplimiento de un deber que causa daño.
Sin daño, no hay responsabilidad civil. El daño es condición esencial de la responsabilidad patrimonial.
El daño material consiste en una lesión de carácter patrimonial. La víctima o el contratante sufren un menoscabo o disminución en su
patrimonio a consecuencia del hecho ilícito o del incumplimiento del contrato, o en el caso del último, por la privación de una
ganancia que legítimamente se esperaba obtener.
El daño moral, por su parte, según su definición doctrinaria y jurisprudencial tradicional, consiste en el dolor, la aflicción, el pesar
psíquico que causa a la víctima o al contratante el hecho ilícito o el incumplimiento del contrato. Es el precio del dolor.
El daño privado consiste en todo menoscabo que experimente un individuo en su persona o bienes por el hecho de otra persona, ya se
trate de la pérdida de un beneficio moral y material, un perjuicio patrimonial o extrapatrimonial.
El daño social se traduce en el incumplimiento de la norma legal, en el atentado de la conducta humana contra el ordenamiento que la
sociedad ha creado para la adecuada protección de sus principios, actividades o bienes más preciados.

RESPONSABILIDAD

CIVIL PENAL

DAÑ O PRIVADO, DAÑ O SOCIAL,


PARTICULAR, SOCIEDAD,
INDEMNIZACIÓ N DE IMPOSICIÓ N DE UNA
PERJUICIOS. PENA.

Principios de la responsabilidad.

1. El principio de no dañar a otro: todo acto ejecutado por una persona, con o sin la intención de producir efectos jurídicos, que
causa daño a otro, crea para su autor la obligación de repararlo. Se recoge este principio, esencialmente, en los arts. 1556, 1557
(ambos en materia contractual) y 2314 (en materia extracontractual).

2. El principio de la reparación integral del daño causado. Está consagrado, principalmente, en:
i.- El art. 2329, inc. 1º del Código Civil, en materia de responsabilidad extracontractual (…todo daño…).
ii.- El art. 2317, inc. 1º del Código Civil, también tratándose de la responsabilidad originada por delitos y cuasidelitos (“…
cada una de ellas será solidariamente responsable de todo perjuicio…”).
iii.- En el art. 1558, si hubo dolo o culpa grave, en materia de responsabilidad contractual (… pero si hay dolo, es responsable
de todos los perjuicios…).
iv.- En el art. 1458, inc. 2, dolo como vicio de la voluntad o del consentimiento, en cuanto quien lo fraguó responde “… por el
total valor de los perjuicios…”.

3. El principio de compensación de culpas: consagrado en el art. 2330 del Código Civil. Operará, cuando el resultado nocivo es
consecuencia tanto del autor del ilícito como de la víctima, lo que deriva en una reducción del monto de la indemnización en
atención a que la víctima se expuso imprudentemente al daño. Este principio, entonces, afecta al principio de la reparación
Framy Riquelme

integral del daño causado. Las culpas recíprocas se compensan aquí no para reducir la cuantía de la indemnización, sino para
impedir que una cualquiera de las partes demande a la otra.

Fundamento de la responsabilidad civil.


El fundamento de la responsabilidad extracontractual está en la culpa del autor, entendida, en términos amplios, como aquella
comprensiva tanto de culpa propiamente tal como de dolo. La responsabilidad requiere que el daño sea imputable. No basta sólo con
el daño, pues éste podría no ser atribuible a la conducta de un sujeto, o aún en tal caso, podría ocurrir que dicha conducta no haya sido
culpable. Por ende, si hay culpabilidad, hay responsabilidad. Se trata de una responsabilidad subjetiva. Diversas disposiciones en el
Código Civil confirman que en esta materia se sigue la doctrina clásica: artículos 2284, 2319, 2323, 2329, 2333.
Para mitigar los inconvenientes planteados, el legislador, la doctrina y la jurisprudencia han adoptado diversas medidas:
i.- Presunciones de culpabilidad, sea por el hecho propio, por el hecho de terceros o por el hecho de las cosas: artículos 2320; ii.- Se
ha extendido el concepto de culpa: el ejercicio abusivo de un derecho podría implicar culpa.
iii.- La teoría de la responsabilidad objetiva, estricta o sin culpa, especialmente acogida en ciertas materias del ámbito laboral o al
explotar industrias o realizar actividades económicas que son riesgosas

En lo concerniente a la responsabilidad contractual: el fundamento de la responsabilidad también consiste en una conducta culpable o
dolosa de aquella parte contratante que no cumple sus obligaciones. Ambos son los factores de imputabilidad, que pueden originar la
obligación de indemnizar. Por el contrario, si el incumplimiento obedece a una causa ajena a la voluntad del contratante, es decir al
caso fortuito o a la fuerza mayor, éste quedará exonerado de responsabilidad, a pesar de que la contraparte no obtenga la prestación
que espera. En tal caso, se extinguirá la relación jurídica, sin que el deudor deba responder ante su acreedor (art. 1547 del Código
Civil).

Origen de la responsabilidad contractual y extracontractual: fuentes de las obligaciones


La responsabilidad contractual nace cuando el daño resulta de la violación de un vínculo jurídico preexistente entre las partes, o sea,
por el incumplimiento de la obligación contraída.
No existiendo un nexo obligatorio, todo hecho culpable o doloso que cause daño a otro da origen a la responsabilidad
extracontractual.
Habrá responsabilidad cuasicontractual cuando se produzca un desequilibrio injusto de patrimonios como consecuencia de un hecho
voluntario, lícito y no convencional.
La responsabilidad será legal cuando por infracción de un mandato legal se cause daño a otro. Hay responsabilidad precontractual
cuando se causa daño a la persona o bienes de otro en el curso de la formación del consentimiento. Finalmente, hay responsabilidad
postcontractual en aquellos casos en que la ley impone obligaciones, a pesar de haberse extinguido el contrato.

El sistema de reparación de daños en la Constitución Política de la República. Normas fundamentales.


Principio de Servicialidad del Estado. Art. 1 inc 4
i.- En el art. 6° de la Constitución
ii.- En el art. 7. Dispone en su inc. 1ºiii.- En el art. 19, Nº 7, letra I
iv.- En el art. 19, Nº 9º
v.- En el art. 19, números 23, 24 y 25
vi.- En el art. 36.
vii.- En el art. 38, inc. 2
viii.- En el art. 53 N° 1, parte final

El sistema de reparación de daños en el Código Civil. Normas fundamentales.


En lo concerniente a la responsabilidad contractual, los artículos esenciales son el 1556, 1557 y 1558, los tres del Título XII del Libro
IV del Código Civil, “Del efecto de las obligaciones”.
En el ámbito de la responsabilidad extracontractual, los dos artículos fundamentales son el 2314 y el 2329 del Código Civil.
De cualquier manera, puede apreciarse que en ninguno de los cinco preceptos legales esenciales en materia de responsabilidad -1556,
1557, 1558, 2314 y 2329 del Código Civil-, se excluye el daño moral como eventual presupuesto de la acción indemnizatoria, ni en el
ámbito contractual ni en el extracontractual. Sin embargo, hay diferencias en lo relativo a las facultades otorgadas al juez para
determinar la indemnización. Tratándose de la responsabilidad extracontractual, la ley confiere al juez mayor amplitud para fijar el
daño y el monto de la indemnización. En cambio, en el ámbito de la responsabilidad contractual la ley obliga al juez a condicionar
dichos factores a la utilidad que hubiere prestado a la víctima el cumplimiento de la obligación o del contrato en su caso.

Diferencias entre la responsabilidad civil y la penal.


CIVIL PENAL
Hechos ilícitos cometidos con dolo o culpa que causan daño. Puede o no haber daño
Indemnización de perjuicios como pena. Tipificada la conducta.
Framy Riquelme

Condena a pago. Penas represivas


Juzgados civiles. Juzgados de garantía y tribunal oral en lo penal.
Extracontractual: Art. 2319; Contractual: 18 años. Responsabilidad juvenil y penal.
Subdistingue en: Contractual: contratante infractor o herederos; Es personalísima.
Extracontractual: Art. 2316
Solo tiene acción quien sufrió el daño. Acción cualquier persona, salvo acción privada.
Extracontractual: Acción prescribe en 4 años; Contractual: 5 Entre 6 meses y 15 años.
años.

Diferencias entre la responsabilidad civil contractual y la extracontractual.


CONTRACTUAL EXTRACONTRACTUAL
Artículos 1545 a 1559. Artículos 2314 a 2334.
Proviene del incumplimiento de un contrato y supone entonces la Proviene de la ejecución de un hecho ilícito, doloso o culpable,
existencia de un vínculo jurídico previo. que no supone la existencia de ningún vínculo jurídico previo.
Art. 1558; Art. 1547. Carece de importancia que la falta sea dolosa o culpable.
La culpa admite gradación (art. 1547). No admite.
Toca al deudor acreditar que se debe a caso fortuito o fuerza El acreedor o demandante es quien debe acreditar que el
mayor, salvo excepciones. perjuicio ocasionado es imputable a dolo o culpa del demandado,
salvo excepciones.
La plena capacidad se adquiere a los 18 años; A los 16 años, sin perjuicio de la responsabilidad por los hechos
del menor de 16 y mayor de 7 años, si actúa con discernimiento.
Responsabilidad simplemente conjunta (art. 1511). Solidariamente responsables del daño causado (art. 2317, inc.
1º),
Se requiere constituir al deudor en mora para poder La mora no se presenta, pues si no existe un vínculo jurídico
demandársele perjuicios, a menos que se trate de una obligación previo del cual emane una obligación, mal puede haber retardo
de no hacer, en cuyo caso la indemnización se debe desde el culpable en el cumplimiento de la misma.
momento de la contravención.
Prescribe en 5 años (art. 2515). 4 años (art. 2332).
La ley obliga al juez a condicionar dichos factores a la utilidad Jurisprudencia limitó la indemnización material y moral
que hubiere prestado a la víctima el cumplimiento de la únicamente a la derivada de los actos ilícitos
obligación o del contrato en su caso.

Diferencias entre la responsabilidad extracontractual y la responsabilidad legal.


EXTRACONTRACTUAL LEGAL
Artículos 2314 a 2334. Artículos 578, 1437 y 2284
El vínculo es sobreviniente. Hay un vínculo jurídico preexistente entre acreedor y deudor.
Exige concurrencia de dolo o culpa. la responsabilidad legal no siempre exige la concurrencia de dolo
o culpa para obligar a la correspondiente indemnización
No importa el grado de culpa en que se incurra, pues hay Artículo 44
responsabilidad en todo caso.
Responsabilidad solidaria (art. 2317). No obedecen un principio general
No es necesario constituir en mora al autor del delito o No siempre es el mismo principio.
cuasidelito para reclamar la correspondiente indemnización
La capacidad, en cuanto a la responsabilidad extracontractual, se La capacidad en la responsabilidad legal se rige sólo por las
reglamenta expresamente en los artículos 2318 y 2319 del normas previstas para cada caso en particular.
Código Civil
Cuatro años contados desde la perpetración del hecho. Fija plazos especiales.

DE LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL EN PARTICULAR: DELITOS


Y CUASIDELITOS CIVILES

Elementos de la responsabilidad extracontractual.: Cuatro son los elementos que configuran un hecho ilícito, delictual o cuasi
delictual:
1. El daño;
2. Un daño imputable: la culpa o dolo;
3. La relación de causalidad entre el dolo, la culpa y el daño; y
4. Capacidad delictual.

1. El daño.
Framy Riquelme

Concepto.: Es todo menoscabo que experimente un individuo en su persona y bienes, la pérdida de un beneficio de índole material o
moral, de orden patrimonial o extrapatrimonial.

Características del daño.


Debe ser cierto. No basta un perjuicio eventual o hipotético. Lo anterior no obsta a que sea indemnizable el daño futuro, es decir, el
lucro cesante, lo que deja de percibir la víctima. Evidentemente, si el perjuicio es actual, se originará responsabilidad sin mayores
problemas; pero si el perjuicio es futuro, también puede originarse responsabilidad, cuando resulta claro que a consecuencia de un
hecho, forzosamente se ocasionará un perjuicio en el porvenir. Desde que se tenga certeza de que el demandante habrá de sufrir algún
perjuicio, sería absurdo obligar al juez a rechazar una acción que después tendrá que admitir. Equivaldría a obligarlo a dictar en el
mismo asunto una infinidad de sentencias sucesivas, cada vez que se trate de un perjuicio susceptible de escalonarse en varios años.
El perjuicio cierto, entonces, podría ser actual y futuro.

Clases de daño.: El daño puede ser material o moral.


El daño material consiste en una lesión de carácter patrimonial. La víctima sufre un menoscabo o disminución en su patrimonio.
El daño moral consiste en el dolor, la aflicción, el pesar que causa a la víctima el hecho ilícito. Usualmente, el daño moral y el daño
material se presentan conjuntamente.

2. Un daño imputable:
La culpa o dolo.: No basta con la existencia del daño para que nazca la responsabilidad: se requiere además que el perjuicio sea
imputable a dolo o culpa. El art. 44 del Código Civil define el dolo (como elemento de la responsabilidad extracontractual) y la culpa.
En cuanto a ésta, y teniendo presente la triple gradación que opera en el ámbito contractual, el mismo artículo previene que la
expresión “culpa” o “descuido”, sin otra calificación, significa culpa leve.

3. La relación de causalidad entre el dolo o la culpa y el daño:


Se requiere además que entre ambos elementos medie un vínculo de causalidad, que el primero sea el resultado del dolo o de la culpa,
se producirá esta relación de causalidad cuando el dolo o culpa ha sido la causa necesaria del daño, de manera que si no hubiera
mediado, el daño no se habría producido. Dos consecuencias importantes fluyen ante la falta de relación de causalidad:
 La responsabilidad no recaerá en el demandado, cuando el daño es imputable a culpa de la víctima. Tal exención puede
ser total o parcial. Habrá exención total de responsabilidad, cuando la culpa de la víctima excluya la del demandado; la
responsabilidad se atenuará, si la culpa de ambos provocó el daño (art. 2330).
 Si el daño es indirecto, por regla general no es indemnizable. Ahora bien, cuando más se aleja el daño del hecho inicial
que lo originó, más difícil resulta establecer una relación de causalidad.

4. Capacidad delictual:
 Criterio para determinarla: Tenga suficiente discernimiento. Se responderá entonces de las consecuencias derivadas de
los actos que se cometen, aunque el autor carezca de la capacidad necesaria para actuar por sí solo en la vida jurídica.
Como regla general, podemos enunciar que la capacidad delictual y cuasidelictual es más amplia que la capacidad
contractual. Dos razones fundamentales justifican lo anterior:
o La plena capacidad contractual supone una completa madurez intelectual, mientras que la plena capacidad
delictual sólo requiere tener conciencia del bien y del mal, el poder de discernir entre el acto lícito y el ilícito.
o El delito y el cuasidelito ponen a la víctima ante un imprevisto deudor; se elige a los deudores contractuales pero
no a los deudores cuya obligación nace de un delito o cuasidelito. Si exigiéramos al autor la misma plena
capacidad que en el ámbito contractual, cada vez que el autor no tuviera tal capacidad, se privaría a la víctima
del daño de la indemnización.

 Personas incapaces de delito o cuasidelito: La capacidad constituye la regla general y la incapacidad es excepcional. El
art. 2319 regula la materia, señalando que son incapaces:
o Los dementes: contemporánea a la ejecución del hecho.
o Los infantes: menores de 7 carecen discernimiento.
o Mayores de 7 y menores de 16: juez revolverá bajo equidad natural.
En cuanto al ebrio, el art. 2318 se preocupa de señalar que es responsable, aun cuando estuviere privado de razón por
causa de su ebriedad. La ley presume que es culpable de su ebriedad. La misma regla debemos aplicar, en general, a
quién actúe bajo los efectos de las drogas.

 Responsabilidad del que tiene a su cargo al incapaz: Art. 2319 establece que serán responsables si puede imputárseles
negligencia. A su vez, el art. 2325 priva al guardián del derecho a repetir contra el incapaz, pues sólo podría hacerlo si
el subordinado fuere “capaz de delito o cuasidelito, según el artículo 2319”. Se trata por ende de una doble sanción.
Framy Riquelme

 Responsabilidad de las personas jurídicas: Por regla general, debe circunscribirse a la Responsabilidad Civil, puesto que
la Responsabilidad Penal solo puede hacerse efectiva en las personas naturales, únicas capaces de cometer delitos. No
obstante, una persona jurídica sí podrá responder civilmente por aquellos hechos punibles cometidos por aquellos que
hubiesen actuado a nombre de la primera. Dispone al efecto el art. 58 del Código Procesal Penal. Conforme a lo
dispuesto por la Ley N° 20.393 si pueden tener responsabilidad penal. En cuanto a la Responsabilidad Civil, se debe
distinguir en Responsabilidad Contractual o Extracontractual. Tratándose de la Responsabilidad Contractual, deben
concurrir dos requisitos fundamentales para que la persona jurídica sea responsable:
o Que se contraiga una obligación a nombre de la persona jurídica.
o Que la o las personas que contraigan la obligación actúen con personería suficiente, es decir no excedan los
límites de su mandato, artículos 545 y 552 (personas jurídicas de derecho privado sin fines de lucro) y 2160
(mandato).
Concurriendo estos requisitos, las personas jurídicas deberán responder civilmente pagando la indemnización de
perjuicios que en derecho proceda. A su vez para que se disponga por el juez el pago de indemnización de perjuicios se
requiere acreditar:

o Incumplimiento de una obligación;


o Incumplimiento irrefutable, vale decir culpa o dolo del deudor (el incumplimiento no obedece a casos fortuitos o
fuerza mayor);
o Que el deudor se encuentre en mora;
o Que el incumplimiento ocasione perjuicios al acreedor, esto es daño material o moral.
Para Carlos Ducci, se incurre en esta responsabilidad por los daños que produzca la actividad de una persona jurídica
realizada por intermedio de cualquiera de las personas que la integran, tengan o no representación. Como fuente de la
obligación se cita el artículo 2320 del Código Civil, uno de cuyos ejemplos alude a los empresarios y dependientes bajo
el cuidado de los primeros.
Alessandri, sin embargo, siguiendo a los autores franceses, señala que el delito o cuasidelito civil que origina la
responsabilidad extracontractual, debe haberse cometido por el órgano a través del cual se manifiesta la voluntad de la
persona jurídica, o sea la mayoría del directorio o la asamblea según el caso y además actuando en el ejercicio de sus
funciones.
Se refuta lo anterior, señalándose que para contraer responsabilidad civil extracontractual no se requiere poseer
capacidad para ejecutar o celebrar actos jurídicos considerando que dicha responsabilidad se origina por hechos
jurídicos y no por actos jurídicos.

Presunciones de culpa. Por RG: probar la culpa del autor o demandado es del demandante o victima, salvo una serie de presunciones
de culpabilidad, en esta solo les toca probar el hecho o daño causado. Las presunciones de culpa se dividen en tres grupos:
1. Responsabilidad por el hecho propio;
2. Responsabilidad por el hecho ajeno; y
3. Responsabilidad por el hecho de las cosas.

1) Responsabilidad por el hecho propio.


El art. 2329, ya citado, advierte que se debe responder de todo daño ocasionado a otro, cuando medió por el autor malicia (dolo) o
negligencia. Dispone el artículo:
“Por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser
reparado por ésta.
Son especialmente obligados a esta reparación:
1º El que dispara imprudentemente un arma de fuego;
2º El que remueve las losas de una acequia o cañería en calle o camino, sin las precauciones necesarias
para que no caigan los que por allí transitan de día o de noche;
3º El que, obligado a la construcción o reparación de un acueducto o puente que atraviesa un camino lo
tiene en estado de causar daño a los que transitan por él”.
Se ha entendido que el inc. 1º no hace sino reiterar el principio general del art. 2314. Por ende, se exige probar culpa o dolo del autor
del hecho.
En cambio, los tres casos que enumera esta disposición en su inc. 2º, constituyen presunciones de culpabilidad. En tal sentido se
interpreta la expresión “especialmente obligados”. La víctima, entonces, no requiere probar la culpa. Sólo debe acreditar la comisión
del hecho, presumiéndose culpa del autor. Se justifican estas presunciones, porque los tres casos describen situaciones de riesgo en
que la víctima queda expuesta a un daño inminente, como consecuencia de hechos excepcionales que conllevan un peligro objetivo
(disparo, remoción de losas, mal estado de acueductos o puentes). En estos casos, se sustituye la regla general del inc. 1º propia de la
responsabilidad subjetiva, por una presunción de responsabilidad por el riego creado o provocado, propio de actividades riesgosas.
Framy Riquelme

Por ello, para la doctrina más moderna, las presunciones de responsabilidad por el hecho propio señaladas en este inc. 2º son
meramente ejemplares. De esta manera, toda otra conducta que objetivamente se estime riesgosa, podría quedar comprendida dentro
de esta presunción de culpa por hecho propio.

2) Responsabilidad por el hecho ajeno.


Fundamento de la responsabilidad por el hecho ajeno.: Por regla general, tal como lo establece el art. 2316, se responde por hechos
propios, no por hechos ajenos. Excepcionalmente, sin embargo, se debe responder por los hechos ajenos, cuando una persona debe
responder por el “hecho de aquellos que estuvieren a su cuidado” (art. 2320, inc. 1º). El art. 2320 consagra un principio general, que
debemos aplicar en cualquier caso similar.

Requisitos de la responsabilidad por el hecho ajeno.


I. Relación de dependencia entre el autor del daño y la persona responsable.
II. Que ambas partes sean capaces de delito o cuasidelito: si el que tiene a su cuidado a otra persona es incapaz, es
irresponsable. Pero también debe ser capaz el subordinado. Si es incapaz, no se aplican los artículos 2320 y siguientes, sino
el art. 2319, desapareciendo entonces la presunción. En efecto, se responde por los hechos de los incapaces, siempre que
pueda imputarse negligencia a quien los tenía a su cuidado. En otras palabras, no cabe presumir la culpa del que tiene a un
incapaz a su cuidado, para hacerle responsable, debe probarse su culpa.
III. Que se pruebe la culpabilidad del subordinado: la presunción no abarca la conducta del dependiente, sino que imputa
exclusivamente culpa a la persona que tiene a otra a su cuidado. Pero para que responda, previamente debe acreditarse que el
subordinado actuó culpablemente.

La presunción de culpa es simplemente legal.: Por tanto, el tercero civilmente responsable puede quedar exento de responsabilidad, si
prueba que empleó la diligencia o cuidado debidos: art. 2320, último inciso.
Con todo, el art. 2321 establece una excepción a esta regla, estableciendo una presunción de derecho.

Responsabilidad del subordinado.: La responsabilidad por el hecho ajeno no excluye la del autor directo del hecho ilícito, siempre que
éste tenga capacidad extracontractual. Ambas responsabilidades coexisten y la víctima puede accionar contra ambos.

Acción del tercero civilmente responsable contra el autor del daño: De conformidad a lo dispuesto en el art. 2325, quien responde por
los hechos de otro que depende del primero, tendrá derecho para ser indemnizado sobre los bienes del segundo, siempre y cuando se
cumplan dos requisitos:
I. Cuando el que perpetró el daño, lo hizo sin orden de la persona a quien debía obediencia; y
II. Cuando el que perpetró el daño, era capaz de delito o cuasidelito, según el art. 2319.
Se trata de una aplicación del principio de reparación del enriquecimiento sin causa, pues resultaría injusto que la indemnización sea
soportada, en definitiva, por el patrimonio de una persona distinta de aquella que realizó el hecho dañoso. El tercero civilmente
responsable deberá indemnizar a la víctima, pero luego, podrá repetir en contra del autor del ilícito civil. Se trata del distingo entre la
“obligación a la deuda” y la “contribución a la deuda”.

Responsabilidad de los padres.: El inc. 2º del art. 2320 establece que “...el padre, y a falta de éste la madre, es responsable del hecho
de los hijos menores que habiten en la misma casa”. Debemos relacionar esta disposición con los artículos
222 y siguientes, referidos al cuidado personal y la educación de los hijos.
Cabe preguntarse también qué ocurre si el hijo menor de edad estuviere casado. En tal caso, queda emancipado de sus padres por el
solo ministerio de la ley (art. 270). Sin embargo, el art. 2320 hace responsable a los padres por los actos del hijo menor, sin precisar si
está o no emancipado. Así las cosas, creemos que la emancipación no exonera de responsabilidad a los padres.
De cualquier manera, dos requisitos deben concurrir para hacer efectiva la responsabilidad de los padres:
I. Que el hijo sea menor de edad;
II. Que habite la misma casa que el padre o madre.
No obstante que la anterior es una presunción simplemente legal, el art. 2321 establece una presunción de derecho, bastando en este
caso que sean menores, siendo indiferente que habiten en la casa de sus padres. El hecho debe provenir de la mala educación dada al
hijo o de hábitos viciosos que le dejaron adquirir sus padres. Pero además, el hecho debe provenir “conocidamente” de estas causas.
Por lo tanto, corresponderá a la víctima probar que el hijo recibió una mala educación o que los padres lo dejaron adquirir hábitos
viciosos.

Responsabilidad de los tutores o curadores.: Señala el inc. 3º del art. 2320 que “...el tutor o curador es responsable de la conducta del
pupilo que vive bajo su dependencia y cuidado”.
Para que el guardador sea responsable, deben cumplirse los siguientes requisitos:
I. Que el pupilo viva bajo la dependencia o cuidado del guardador: La guarda general confiere al guardador la representación
del pupilo, la administración de su patrimonio y el cuidado de su persona (art. 340).
Framy Riquelme

II. Que el pupilo sea capaz extracontractualmente: si el pupilo es incapaz, no será responsable el guardador, sino probándosele
culpa.
En todo caso, como también estamos ante una presunción simplemente legal, el guardador podrá eximirse de responsabilidad
probando que no pudo impedir el hecho, pese a que ejercitó la autoridad derivada de su cargo y empleó el cuidado a que estaba
obligado.

Responsabilidad de los jefes de colegios y escuelas.: Establece el inc. 4º del art. 2320 que “...los jefes de colegios y escuelas
responden del hecho de los discípulos, mientras están bajo su cuidado”.
En este caso, habrá responsabilidad para el jefe de colegio o de escuela, cuando el discípulo esté bajo su cuidado: mientras el
discípulo permanezca en el establecimiento, durante los viajes de estudio o visitas que efectúe bajo la dirección de los aludidos jefes,
etc.
Como en los dos casos anteriores, puede destruirse la presunción, probando el jefe de colegio o escuela que no le fue posible evitar el
hecho ilícito y que empleó toda la diligencia o cuidado necesarios.

Responsabilidad de los artesanos y empresarios: Conforme al inc. 4º del art. 2320, responden también “...los artesanos y empresarios
del hecho de sus aprendices o dependientes, en el mismo caso (o sea, mientras estén bajo el cuidado de los primeros)”.
Para que respondan los artesanos o empresarios, es necesario:
I. Que los aprendices o dependientes estén bajo el cuidado del artesano o empresario, lo que quiere decir que cumplan una
actividad laboral bajo subordinación o dependencia;
II. Que se trate de hechos realizados por los aprendices o dependientes mientras están bajo el cuidado del artesano o empresario,
o sea, mientras cumplen con su jornada laboral, hecho que deberá probar la víctima.
Como en los tres casos anteriores, cesa la responsabilidad del artesano o empresario, acreditando que no pudo impedir el hecho ilícito,
no obstante su cuidado y haber ejercitado su autoridad.

Responsabilidad de los amos.: Dispone el art. 2322 que “Los amos responderán de la conducta de sus criados o sirvientes, en el
ejercicio de sus respectivas funciones”. Se denomina amo a la persona que tiene a su servicio empleados domésticos, criados o
dependientes, o en lenguaje contemporáneo, trabajadores de casa particular. El amo es responsable solamente en los actos ejecutados
por el sirviente a condición de que el hecho ilícito se verifique mientras desempeña sus labores o cumple sus órdenes, o sea, cuando el
criado actúa “en el ejercicio de sus respectivas funciones”.
No cabe al amo responsabilidad por los actos ajenos a las funciones del criado o que importan un abuso de las mismas, como por
ejemplo, si el chofer sustrae el automóvil de su patrón, contraviniendo sus órdenes y atropella a un transeúnte.
El amo puede eximirse de responsabilidad probando:
I. Que el criado ejecutó sus funciones de un modo impropio;
II. Que el amo no tenía medio de prever o impedir el ejercicio abusivo de sus funciones por parte del sirviente; y
III. Que empleó la autoridad inherente a su condición y el cuidado de una persona prudente para lograr que el sirviente ejerciera
sus funciones con propiedad.

Responsabilidad del dueño de un vehículo: El dueño de un vehículo será solidariamente responsable con el conductor, por los daños
que ocasione. La responsabilidad del dueño del vehículo es sin perjuicio de la que quepa a otras personas, en virtud del derecho
común. En otras palabras, puede coexistir con la que establece el art. 2320. La víctima, por tanto, podrá accionar, a su arbitrio, contra
la persona que tenga al conductor a su cuidado, o contra el dueño del vehículo.
Sin embargo, el propietario del vehículo puede eximirse de responsabilidad, si acredita que le fue tomado contra su voluntad o sin
autorización expresa o tácita.

3) Responsabilidad por el hecho de las cosas.

Fundamento: Se es responsable también del hecho de las cosas de que una persona es dueña o, no siéndolo, que están a su servicio. El
propietario o la persona que se sirve de la cosa, debe vigilarla y mantenerla en el estado de que no cause daño. De tal forma, el daño
que produzca la cosa denotaría omisión o falta de cuidado y por ello la ley entra a presumir la culpabilidad de quien tenía a su cargo la
cosa.
A diferencia de lo que ocurre con la presunción general de culpabilidad por el hecho ajeno, de una persona que se encuentra bajo
vigilancia o cuidado (art. 2320), tratándose de las cosas, la ley se limita a señalar algunos casos en los cuales se presume culpabilidad
del que las tiene a su cuidado. Por tanto, sólo en ellos puede presumirse culpabilidad y en cualquiera otro, deberá esta probarse por la
víctima.

Casos en que se presume culpabilidad por el hecho de las cosas.

Se contemplan en la ley tres casos:


Framy Riquelme

I. Daño causado por la ruina de un edificio;


II. Daño causado por una cosa que cae o es arrojada de la parte superior de un edificio; y
III. Daño causado por un animal.

 Daño causado por la ruina de un edificio.


Requisitos.: Se refiere a este caso el art. 2323. Deben cumplirse los siguientes requisitos:
a) La cosa que ocasiona el daño, debe ser un edificio, es decir, una obra fruto de la industria humana, destinada a la
habitación o a fines análogos, y que adhiera permanentemente al suelo;
b) El daño debe tener por origen la ruina del edificio, vale decir, su caída o destrucción, su deterioro debe causar el
daño;
c) Que el dueño haya dejado de hacer las reparaciones necesarias, o en general, faltado al cuidado de un buen padre de
familia.
La víctima del daño deberá probar que se cumplen estos tres requisitos.

Situación, cuando el edificio pertenece a una comunidad.: Si el edificio pertenece en común a varias personas, se dividirá
entre ellas la indemnización, a prorrata de sus cuotas de dominio (art. 2323, inc. 2º). Se trata por tanto de una obligación
simplemente conjunta. Esta norma constituye una excepción a la del art. 2317, que establece un caso de solidaridad pasiva,
cuando el delito o cuasidelito ha sido cometido por varias personas.

Situación si la víctima es un vecino. De conformidad a los artículos 932 a 934, y particularmente el inciso segundo del
último, el vecino, para reclamar indemnización, deberá haber interpuesto previamente la querella posesoria de denuncia de
obra ruinosa. De lo contrario, no tiene derecho a indemnización, porque se parte del supuesto que el daño se produjo, en
cierta forma, por su negligencia en acudir a la justicia para evitarlo.
En cierta medida, este caso es semejante al previsto en el art. 1547, inc. 2º, en materia de responsabilidad contractual, cuando
allí se alude al caso fortuito sobrevenido por culpa del deudor.

El art. 932 otorga al vecino dos acciones, cuando tema que la ruina de un edificio le pueda provocar perjuicio:
a) Puede demandar para que el juez mande al dueño derribar el edificio, si estuviere tan deteriorado que no admita
reparación;
b) Puede demandar para el que el juez mande inmediatamente reparar el edificio, si no estuviere tan deteriorado.
En uno u otro caso, si el querellado no cumple el fallo judicial, se derribará el edificio o se hará la reparación a su costa. Si el
daño del edificio no fuere grave, bastará que el demandado rinda caución de resarcir todo perjuicio que por el mal estado del
edificio sobrevenga.

Exención de responsabilidad.: El art. 2323 precisa que no hay responsabilidad, si se configura el caso previsto en el art. 934:
si el edificio cae por caso fortuito (como avenida, rayo o terremoto), no habrá lugar a la indemnización, salvo si se prueba
por el afectado que el caso fortuito, sin el mal estado del edificio, no lo hubiera derribado.

Ruina de un edificio por defectos de construcción.


i.- Normas del Código Civil.: Se vincula esta materia con el contrato de empresa, consistente en una modalidad del contrato
de arrendamiento de obra, y que está regulada en el art. 2003 del Código Civil. Se puede definir, conforme al inc. 1º del art.
2003, como “aquél por el cual una persona llamada empresario toma a su cargo la construcción de un edificio por un precio
prefijado”. Se trata del sistema de obra a precio alzado.
Si el edificio perece o amenaza ruina, en todo o en parte, en los cinco años subsiguientes a su entrega, por vicio de
construcción o por vicio del suelo o por vicio de los materiales, distinguimos, para determinar quien es responsable:
i) Tratándose de los vicios de construcción: será responsable el empresario;
ii) Tratándose de los vicios del suelo: será responsable en principio el dueño, a menos que el empresario o las personas
empleadas por él hayan debido conocer el vicio del suelo en razón de su oficio;
iii) Tratándose de los vicios de los materiales: será responsable el empresario, si él los proporcionó; en cambio, si los
proporcionó el dueño, él responderá, salvo que el vicio sea de aquellos que el empresario, por su oficio, haya debido
conocer, o que conociéndolo, no haya dado aviso oportuno (al dueño, se entiende).
Las reglas enunciadas, se extienden a los que se encargan de la construcción de un edificio en calidad de arquitectos (art.
2004 del Código Civil).

ii.- Normas de la Ley General de Urbanismo y Construcciones.: Las reglas del Código Civil, debemos complementarlas con
las del Decreto con Fuerza de Ley Nº 458, del año 1976, referido a la Ley General de Urbanismo y Construcciones, cuyo
artículo 1829, destinado a proteger a los adquirentes de viviendas o construcciones nuevas, establece:
Framy Riquelme

i) El propietario primer vendedor de una construcción será responsable por todos los daños y perjuicios que provengan
de fallas o defectos de ella, sea durante su ejecución o después de terminada. Se trata de un caso de responsabilidad
objetiva, pues la falla o defecto puede ser atribuible a los profesionales o las empresas que el propietario primer
vendedor contrató para construir el edificio. Aun así, el propietario primer vendedor responderá ante el adquirente del
inmueble.
ii) En el caso anterior, el propietario podrá repetir en contra de quienes sean responsables de las fallas o defectos de
construcción, que hayan dado origen a los daños y perjuicios. En este caso, la responsabilidad es subjetiva.
iii) En el caso de que la construcción no sea transferida, esta responsabilidad recaerá en el propietario del inmueble
respecto de terceros que sufran daños o perjuicios como consecuencia de las fallas o defectos de aquélla.
iv) Los proyectistas serán responsables por los errores en que hayan incurrido, si de éstos se han derivado daños o
perjuicios.
v) Sin perjuicio de lo establecido en la regla tercera del art. 2003 del Código Civil (el art. 18, erróneamente, alude al
“número” tres del artículo), los constructores serán responsables por las fallas, errores o defectos en la construcción,
incluyendo las obras ejecutadas por subcontratistas y el uso de materiales o insumos defectuosos, sin perjuicio de las
acciones legales que puedan interponer a su vez en contra de los proveedores, fabricantes y subcontratistas. A
consecuencia de la ejecución de la misma. Se trata, indudablemente, de un caso de responsabilidad civil
extracontractual.

Daños causados por un edificio en construcción, reparación o demolición.: La Ley General de Urbanismo y Construcciones
responsabiliza a los constructores de los perjuicios que con motivo de la construcción originaren a terceros. En todo caso, no
se presume la responsabilidad del constructor, y debe probarse que el daño se ocasionó por dolo o culpa.

 Responsabilidad por el hecho de la cosa que cae o es arrojada de la parte superior de un edificio: art. 2328.
Dispone este precepto: “El daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte superior de un edificio, es imputable a
todas las personas que habitan la misma parte del edificio, y la indemnización se dividirá entre todas ellas; a menos que se
pruebe que el hecho se debe a la culpa o mala intención de alguna persona exclusivamente, en cuyo caso será responsable
esta sola. / Si hubiere alguna cosa que, de la parte superior de un edificio o de otro paraje elevado, amenace caída y daño,
podrá ser obligado a removerla el dueño del edificio o del sitio, o su inquilino, o la persona a quien perteneciere la cosa o que
se sirviere de ella; y cualquiera del pueblo tendrá derecho para pedir la remoción”.
Se precisa que tratándose de cosas que se arrojan, en realidad no se responde por el hecho de las cosas, sino por el hecho
ajeno, puesto que siempre una persona debe arrojar la cosa en cuestión. La responsabilidad recae sobre todas las personas
que habiten la misma parte del edificio desde la que cayó o se arrojó la cosa (podría tratarse, por ende, del dueño, o
arrendatario, o comodatario, o usufructuario, etc.). Los responsables dividirán entre sí la indemnización.
Nada impide sin embargo singularizar la responsabilidad en una o más personas determinadas, si se acreditó que el hecho
acaeció exclusivamente por dolo o culpa de las mismas.

 Responsabilidad por el hecho de los animales: artículos 2326 y 2327.


El art. 2326 contiene dos reglas, la primera aplicable al dueño y la segunda a un mero tenedor:
i.- Responde el dueño del animal, aún por los daños ocasionados por éste después de haberse soltado o extraviado. Con
todo, su responsabilidad cesará, si acredita que adoptó todas las providencias para impedir el daño.
ii.- La misma responsabilidad recae sobre el que se sirve de un animal ajeno. Pero tal persona tiene derecho a repetir
contra el dueño, si el daño fue producto de un vicio del animal que el dueño, con mediano cuidado, debió conocer o
prever. Pero si el dueño informó al usuario del animal del vicio, éste no tendrá derecho a repetir contra el primero.
El art. 2327, por su parte, también contempla dos reglas, la primera referida a un animal fiero que no reporta utilidad para un
predio y la segunda relativa a dicho animal cuando sí reporta utilidad:
i.- Establece que siempre se responderá por el daño causado por un animal fiero, siempre que de éste no se reporte
utilidad para la guarda o servicio de un predio: “El daño causado por un animal fiero, de que no se reporta utilidad para
la guarda o servicio de un predio, será siempre imputable al que lo tenga, y si alegare que no le fue posible evitar el
daño, no será oído”. De los daños responderá quien tenga el animal, sea o no su dueño y se sirva o no de él. La
disposición establece una presunción de derecho, pues no se admite probar que fue imposible evitar el daño. Se trata,
por ende, de un caso de responsabilidad objetiva. En efecto, como señala Rodríguez Grez, en esta hipótesis, es la
mantención de un animal fiero, creando una situación de riesgo de la que no se obtiene beneficio alguno, la que justifica
la responsabilidad que se le impone el tenedor del animal.
ii.- Pero si el animal fiero reporta beneficio, la responsabilidad se transformará en subjetiva, y sólo se responderá si el
daño causado por el animal tiene como antecedente la culpa del tenedor. De tal forma, dándose los supuestos del art.
2327 (que se trate de un animal fiero y que no esté destinado a la guarda o servicio de un predio), la responsabilidad
será objetiva.
Framy Riquelme

Acción para perseguir la responsabilidad extracontractual.

El delito y el cuasidelito producen como efecto normal, la obligación de indemnizar los perjuicios: art. 2314. Para ello, debemos
determinar quiénes son sujetos activos y pasivos de la acción:

Sujeto activo de la acción: Es en primer lugar el que ha sufrido un daño. Asimismo, también puede interponer la acción el que teme
verse expuesto al perjuicio. En otras palabras, la acción puede interponerse cuando el daño se ha producido o para impedir que el daño
acontezca. Revisemos ambas situaciones:
a. Daño contingente o eventual: A este caso se refiere el artículo 2333, que concede acción para impedir un daño contingente o
eventual. Al respecto, debemos distinguir:
i.- En los casos de daño contingente que por imprudencia o negligencia de alguien amenace a personas indeterminadas: se
concede acción popular (en este caso, debemos aplicar los artículos 948 y 2334, que confieren derecho a recompensa (el
primero) y derecho a obtener el reembolso de las costas de la acción y lo que valga el tiempo y diligencia empleados en
dicha acción (el segundo).
ii.- En los casos en que el daño amenazare solamente a personas determinadas, sólo alguna de éstas podrá intentar la
acción.
b. Daño ya acaecido: para determinar al sujeto activo, debemos distinguir:
Daño en las cosas: la acción corresponderá a las personas mencionadas en el art. 2315, que dispone: “Puede pedir esta
indemnización no sólo el que es dueño o poseedor de la cosa que ha sufrido el daño, o su heredero, sino el usufructuario, el
habitador o el usuario, si el daño irroga perjuicio a su derecho de usufructo o de habitación o uso. Puede también pedirla en
otros casos el que tiene la cosa con obligación de responder de ella; pero sólo en ausencia del dueño”. De esta manera,
corresponde la acción:
i.- Al dueño de la cosa o al poseedor de la cosa;
ii.- A todos los que tenían derechos reales en ella o con relación a ella, que hayan resultado menoscabados. Debemos
precisar, con todo, que la enumeración del artículo no es taxativa y que la acción, por ejemplo, también podría
interponerla el acreedor prendario o hipotecario.
iii.- Agrega el art. 2315 que también pueden reclamar la indemnización, pero sólo en ausencia del dueño, los meros
tenedores de la cosa, es decir, aquellos que la tienen con la obligación de responder de la misma, como el arrendatario,
el comodatario, el depositario. Se trata de titulares de derechos personales. En realidad, los titulares de derechos reales
son igualmente meros tenedores de la cosa, pero sus derechos recaen directamente sobre la cosa, a diferencia de los
titulares de derechos personales. Cabe subrayar que el requisito de la “ausencia del dueño” sólo opera si el demandante
fuere un titular de un derecho personal.
iv.- Los herederos del dueño o poseedor.
Daño a las personas: conforme al art. 2314, se responde cada vez que “se ha inferido daño a otro”. El “otro” será pues
quien podrá intentar la acción. Encontramos aquí a las siguientes personas:
i.- En primer lugar, la víctima principal o directa;
ii.- Asimismo, pueden demandar las víctimas indirectas, esto es, aquellas que experimentan un daño a consecuencia del
experimentado por la víctima principal. Son las llamadas “víctimas por repercusión”.
Cabe destacar que a diferencia de los herederos, que como es obvio sólo pueden demandar una vez fallecido el causante,
las víctimas por repercusión podrían demandar en dos escenarios: tras la muerte de la víctima directa o conjuntamente con
éste.

Sujeto pasivo de la acción.


La acción puede dirigirse:
a) Contra el causante del daño.: Dispone el inc. 1º del art. 2316: “Es obligado a la indemnización el que hizo el daño, y sus
herederos”. El causante del daño, como es lógico, es el primero que está obligado a repararlo, en la medida en que su conducta haya
sido imputable o incluso no siéndolo en los casos excepcionales de responsabilidad objetiva.
b) Contra las personas civilmente responsables: Hemos aludido a su responsabilidad, contemplada en los arts. 2320 a 2322.
c) Contra el que se aprovechó del dolo ajeno sin ser cómplice en él.: Reiteramos la regla del inc. 2º del art. 2316: “El que recibe
provecho del dolo ajeno, sin ser cómplice en él, sólo es obligado hasta concurrencia de lo que valga el provecho”.
Como se dijo al tratar de las diferencias entre la responsabilidad civil y penal, el concepto de “autor” es más amplio en el ámbito del
Derecho Civil que en el Derecho Penal. En materia de responsabilidad extracontractual, debe considerarse como autor no sólo al que
ocasionó el daño, sino también a quienes concurrieron a provocarlo en calidad de cómplices o encubridores. Además, el propio art.
2316 establece dos reglas fundamentales a este respecto:
i.- Se responde hasta concurrencia del beneficio obtenido por el que se aprovecha del dolo ajeno sin ser cómplice en él (regla
similar en materia contractual: art. 1458).
ii.- A contrario sensu, el cómplice responde por el total de los perjuicios, conforme al art. 2316, inc. 2° del Código Civil.
Framy Riquelme

d) Contra los herederos de todos los anteriores: ello es lógico, porque la obligación de indemnizar por los daños provenientes de
un hecho ilícito, se transmite a los herederos.

Caso de responsabilidad solidaria pasiva: art. 2317: Es solidaria la responsabilidad de varias personas que han intervenido en la
perpetración del delito o cuasidelito como autores, cómplices o encubridores.
Excepcionalmente, no es solidaria la responsabilidad:
a) En el caso del art. 2323, inc. 2º: se responde a prorrata de las cuotas de dominio, por los dueños de un edificio que causa un
daño con ocasión de su ruina.
b) En el caso del art. 2328, inc. 1º: se responde en partes iguales por quienes habitan la parte del edificio de la que cae o se
arroja una cosa que causa daño.
Por su parte, el art. 2317, inc. 2º, dispone que también produce obligación solidaria de indemnización de perjuicios, “todo fraude o
dolo cometido por dos o más personas”. Se ha entendido que esta disposición apunta a dolo que no ocasione un delito civil, pues de
lo contrario constituiría una inútil repetición de la regla del inc. 1º del art. 2317. En otras palabras, esta norma se referiría al dolo
como maquinación fraudulenta o vicio del consentimiento o al dolo en el cumplimiento de las obligaciones. Así, si varios contratantes
infringen una obligación común y media dolo en tal infracción, serán solidariamente responsables por los perjuicios que el
incumplimiento ocasione al acreedor. Se trata de casos de responsabilidad contractual, por ende.

Extensión de la indemnización.
a) Regla general: reparación integral del daño (art. 2329): La indemnización dependerá de la magnitud del daño, que debe ser
íntegramente resarcido. En consecuencia, la indemnización deberá abarcar tanto los perjuicios materiales -daño emergente como lucro
cesante-, como los morales.

b) Excepciones.: Sin embargo, la extensión de la indemnización puede reducirse, cuando el daño se debió también o
parcialmente a culpa de la víctima: art. 2330.
La culpa de la víctima, si bien no libera de responsabilidad al autor, sí la atenúa. Esta regla del art. 2330, nos demuestra que si bien la
culpa extracontractual no admite gradaciones y la responsabilidad dependerá de la cuantía del daño, para el legislador no es
completamente indiferente o inocua la gravedad de la culpa que exhibe el autor. En definitiva, la culpa mutua del autor y de la víctima
del daño, impone una compensación de las culpas. La responsabilidad será compartida, aún cuando en proporciones diferentes,
dependiendo de la gravedad de la culpa de cada cual. La culpa más grave absorberá a la más leve, respondiendo el que incurrió en la
primera, por lo que exceda la segunda.

Cúmulo de indemnizaciones: ¿Puede acumularse la indemnización que se deba por el autor con otras prestaciones que se deban a la
víctima por terceros con motivo del daño sufrido? ¿Puede la víctima reclamar ambas indemnizaciones o prestaciones?
Por ejemplo, si la víctima de un accidente automovilístico tiene asegurado su vehículo: ¿Puede acumular la indemnización por el
cuasidelito con la indemnización que le debe la aseguradora?
Se señala que la acumulación de indemnizaciones implicaría un enriquecimiento para la víctima; en efecto, desde el momento que
ésta recibe una de las indemnizaciones -de la aseguradora, en el ejemplo,- no habría daño en definitiva, y si el perjuicio desaparece,
faltaría uno de los elementos de la responsabilidad extracontractual. Se contesta al planteamiento anterior indicándose que no resulta
equitativo que el autor del daño resulte beneficiado de la prestación que un tercero haga a la víctima. En el caso del seguro, se agrega,
se llegaría al absurdo que el contrato cedería en la práctica en favor de un tercero extraño, causante del propio daño.
Para llegar a una solución, se sostiene que habría que indagar si la prestación del tercero significa o no una reparación integral del
daño causado. Si la respuesta es afirmativa, el cúmulo de indemnizaciones sería inaceptable, pues implicaría una doble indemnización
o reparación del daño. En cambio, si la reparación sólo fuere parcial, sería procedente dirigirse en contra del autor, por la diferencia.

Tribunales competentes y procedimientos aplicables.: Cabe distinguir según si el delito o cuasidelito es sólo civil o si es penal y civil
a la vez.

a) Delito o cuasidelito exclusivamente civil.: En este caso, obviamente será el juez civil ante el cual deberá necesariamente
deducirse la acción. Respecto del procedimiento, corresponde aplicar las reglas del juicio ordinario.

b) Delito y cuasidelito penal y civil a la vez.: Las reglas están contenidas en los artículos 59 y siguientes del Código Procesal
Penal. Las reseñamos a continuación:

1. La acción civil que tenga como único objeto la restitución de la cosa, deberá interponerse siempre durante el
respectivo procedimiento penal, ante el juez de garantía (art. 59, inc. 1º y art. 189, inc. 1º). Para estos efectos, el art. 189 del
Código Procesal Penal distingue dos situaciones:.
Framy Riquelme

i) Reclamaciones o tercerías que los intervinientes o terceros entablen durante la investigación con el fin de obtener la
restitución de objetos recogidos o incautados: la resolución del juez de garantía se limitará a declarar el derecho del reclamante sobre
dichos objetos, pero no se efectuará la devolución de éstos sino hasta después de concluido el procedimiento, a menos que el tribunal
considerare innecesaria su conservación (art. 189, inc. 1º);
ii) Tratándose de las cosas hurtadas, robadas o estafadas, no se aplicará la regla anterior, y se entregarán al dueño o legítimo
tenedor en cualquier estado del procedimiento, una vez comprobado su dominio o tenencia por cualquier medio y establecido su valor
(art. 189, inc. 2º).
En los dos casos precedentes, se dejará constancia mediante fotografías u otros medios que resultaren convenientes de las especies
restituidas o devueltas en virtud del artículo 189 (inciso final del mismo).

2. Demanda civil deducida directamente por la víctima en contra del responsable del delito o cuasidelito: la ley le
franquea al primero dos caminos alternativos:
i) Durante la tramitación del proceso penal, la víctima podrá deducir respecto del imputado todas las restantes acciones (se
entiende, además de aquella a la que aludimos en el número 1) que tuvieren por objeto perseguir las responsabilidades civiles
derivadas del hecho punible. En este caso, entonces, la acción se deduce ante el juez de garantía.
ii) La víctima también podrá accionar ante el tribunal civil correspondiente, pero siempre y cuando no se hubiere admitido a
tramitación la acción civil deducida ante el juez de garantía, pues en tal caso dicha acción no se podrá deducir nuevamente ante un
tribunal civil (artículo 59, inciso 2º).

3. Demanda civil deducida por terceros o deducidas por la víctima o por terceros contra personas distintas del
imputado: las acciones civiles encaminadas a obtener la reparación de las consecuencias civiles del hecho punible que
interpusieren personas distintas de la víctima, o que se dirigieren por la víctima o por terceros contra personas diferentes del
imputado, deberán plantearse ante el tribunal civil que fuere competente de acuerdo a las reglas generales (art. 59, inc. 3º).
Cabe advertir que de acuerdo al art. 108 del Código Procesal Penal, “víctima” no siempre es aquél que sufrió en su persona o
patrimonio la comisión del hecho ilícito. En efecto, dispone el precepto: “Artículo 108. Concepto. Para los efectos de este Código, se
considera víctima al ofendido por el delito. En los delitos cuya consecuencia fuera la muerte del ofendido y en los casos en que éste
no pudiere ejercer los derechos que en este Código se le otorgan, se considerará víctima:
a) al cónyuge o conviviente civil y a los hijos;
b) a los ascendientes;
c) al conviviente;
d) a los hermanos, y
e) al adoptado o adoptante.
Para los efectos de su intervención en el procedimiento, la enumeración precedente constituye un orden de prelación, de manera que
la intervención de una o más personas pertenecientes a una categoría excluye a las comprendidas en las categorías siguientes”.
Cabe prevenir que el orden de prelación enunciado en el art. 108, sólo opera para los efectos de intervenir en el respectivo proceso
penal, y no cuando se trata de una demanda civil interpuesta en sede civil. En este último caso, no existirá prelación, y múltiples
personas podrían demandar indemnización –principalmente por daño moral-, en la medida que acrediten el perjuicio sufrido a
consecuencia del fallecimiento de la víctima. Así, por ejemplo, los padres de la víctima podrían demandar la indemnización del daño
moral, no obstante que la cónyuge y los hijos de la misma víctima, también habían accionado y obtenido indemnización. Aunque sólo
los últimos son herederos de la víctima, los primeros se encuadran dentro de las “víctimas por repercusión” o “por rebote”, y también
tendrán legitimación activa. En tal sentido, ha señalado la Corte Suprema que “Un mismo delito o cuasidelito puede dañar a varias
personas y en distinta forma. En tales casos, si se dan los requisitos de la responsabilidad respecto de todos, el juez debe conceder a
cada demandante una indemnización distinta, considerando la entidad del daño sufrido y probado respecto de cada uno. La acción de
responsabilidad pertenece a todos los que sufren el perjuicio causado por el ilícito, esto es, a la víctima directa y a la que lo es por
repercusión. No debe haber restricción o condición de admisibilidad para demandarla, porque se reconoce acción de reparación a todo
sujeto que tenga interés en ello, por la sola autoatribución o mera afirmación de corresponderle un derecho o una situación jurídica,
sin perjuicio que la procedencia final de su pretensión habrá de ser juzgada con arreglo al derecho sustantivo que regula este derecho
subjetivo.

4. En cuanto a la oportunidad para deducir la demanda civil, distinguimos según se trate de aquella interpuesta ante el
juez de garantía o ante el juez civil:
4.1. Demanda civil interpuesta ante el juez de garantía: establece el art. 60 del Código Procesal Penal que la demanda civil en el
procedimiento penal deberá interponerse en la oportunidad prevista en el art. 261 del mismo cuerpo legal. Este último precepto
dispone, por su parte, que hasta quince días antes de la fecha fijada para la realización de la audiencia de preparación del juicio oral, el
querellante, por escrito, podrá deducir demanda civil, cuando procediere. En cuanto a los requisitos de esta demanda, ordena el art.
60: i) deducirla por escrito (lo que reitera el art. 261, según acabamos de ver); ii) cumpliendo con los requisitos exigidos por el art.
254 del Código de Procedimiento Civil;
Framy Riquelme

iii) deberá deducirse la demanda civil del querellante, dentro del plazo indicado, conjuntamente con su escrito de adhesión o
acusación; y iv) deberá contener la indicación de los medios de prueba, en los términos expresados en el art. 259 del Código Procesal
Penal (éste precepto exige, en cuanto a la prueba de testigos, presentar la lista respectiva, individualizándolos con nombre, apellidos,
profesión y domicilio o residencia, y señalar, además, los puntos sobre los que habrán de recaer sus declaraciones. Si se ofrece rendir
prueba pericial, el escrito deberá individualizar al perito o los peritos cuya comparecencia se solicite, indicando sus títulos o
calidades).
El art. 61 del Código Procesal Penal, contempla la posibilidad de “preparar” la demanda civil. Al efecto, consigna el artículo citado
que con posterioridad a la formalización de la investigación, la víctima podrá preparar la demanda civil solicitando la práctica de
diligencias que considerare necesarias para esclarecer los hechos que serán objeto de su demanda. En tal caso, se aplicará lo
establecido en los artículos 183 y
184 del mismo Código. El primero, permite solicitarle al fiscal todas aquellas diligencias que se consideren pertinentes y útiles para el
esclarecimiento de los hechos. El fiscal ordenará que se lleven a efecto aquellas que estimare conducentes. Si el fiscal rechazare la
solicitud, se podrá reclamar ante la respectiva autoridad del ministerio público. El segundo artículo, establece la facultad para asistir a
las actuaciones o diligencias que practique el fiscal, cuando éste lo estimare útil. Agrega el inc. 3º del art. 61 que le preparación de la
demanda civil interrumpe la prescripción. Sin embargo, si no se deduce demanda en la oportunidad prevista en el art. 60 en relación
con el art. 261, la prescripción se considerará como no interrumpida.
El inc. 2º del art. 61 señala que también se podrá “cautelar” la demanda civil, solicitando alguna de las medidas previstas en el art.
157 del mismo Código. Este precepto dispone, en su inciso 1º, que durante la etapa de investigación, la víctima podrá solicitar por
escrito al juez de garantía que decrete respecto del imputado, una o más de las medidas precautorias autorizadas en el Título V del
Libro Segundo del Código de Procedimiento Civil. La demanda civil deberá interponerse siempre en el plazo previsto en el art. 60 en
relación con el art. 261. Del mismo modo, al deducir la demanda civil, la víctima podrá solicitar que se decrete una o más de dichas
medidas (inc. 2º, art. 157).
4.2. Demanda civil interpuesta ante el juez civil: en este caso, la acción podrá deducirse en cualquier tiempo, iniciada que sea la
tramitación del procedimiento penal contra el imputado, con la sola limitación de que si se hubiere admitido a tramitación la demanda
civil en el procedimiento penal, no se podrá deducir nuevamente ante un tribunal civil (art. 59, inc. 2º, del Código Procesal Penal).

5. Plazo para notificar la demanda civil, interpuesta ante el juez de garantía.


Conforme al art. 262 del Código Procesal Penal, la demanda civil deberá ser notificada al acusado a más tardar, diez días antes de la
realización de la audiencia de preparación del juicio oral.

6. Actuación del demandado, tratándose de la demanda civil interpuesta ante el juez de garantía.
Dispone el art. 62 del Código Procesal Penal que el imputado deberá oponer las excepciones que corresponda y contestar la demanda
civil en la oportunidad señalada en el art. 263 del mismo Código. Este artículo, por su parte, establece que hasta la víspera del inicio
de la audiencia de preparación del juicio oral, por escrito, o al inicio de dicha audiencia, en forma verbal, el acusado podrá deducir
excepciones de previo y especial pronunciamiento y exponer los argumentos de defensa que considere necesarios y señalar los medios
de prueba cuyo examen en el juicio oral solicitare, en los mismos términos previstos en el art. 259, ya comentados.
Respecto de las excepciones de previo y especial pronunciamiento, el art. 264 dispone cuáles podrán oponerse; las que dicen relación
con la responsabilidad civil, son la de litis pendencia y cosa juzgada.
Todos los incidentes y excepciones deducidos con ocasión de la interposición o contestación de la demanda deberán resolverse
durante la audiencia de preparación de juicio oral, sin perjuicio de lo establecido en el art. 270 (art. 63). El art. 270, se refiere a la
facultad del juez de garantía, que debe ejercer en la audiencia de preparación de juicio oral, para ordenar corregir vicios formales de
los que adolezca la demanda civil, sin suspender la audiencia, si ello fuere posible. En caso contrario, ordenará la suspensión de la
audiencia, por el período necesario para la corrección del procedimiento, el que en ningún caso podrá exceder de cinco días. Si
transcurrido dicho plazo, la demanda civil no hubiere sido rectificada, se tendrá por no presentada.

7. Desistimiento y abandono de la demanda civil, interpuesta ante el juez de garantía.


Conforme al art. 64, la víctima podrá desistirse de su acción en cualquier estado del procedimiento. Se considerará abandonada la
acción civil interpuesta en el procedimiento penal, cuando la víctima no compareciere, sin justificación, a la audiencia de preparación
del juicio oral o a la audiencia del juicio oral.

8. Independencia de la acción civil respecto de la acción penal.


El art. 67 deja en claro que la circunstancia de dictarse sentencia absolutoria en materia penal, no impedirá que se de lugar a la acción
civil, si fuere legalmente procedente.
El art. 68 regula el curso de la acción civil, ante la suspensión o terminación del procedimiento penal. Si se dispusiere la suspensión o
terminación del procedimiento penal, sin que hubiere decisión acerca de la acción civil que se hubiere deducido oportunamente, la
prescripción continuará interrumpida siempre que la víctima presentare su demanda ante el tribunal civil competente en el término de
60 días siguientes a la resolución ejecutoriada que dispusiere la suspensión o terminación (art. 68, inc. 1º). En este caso, la demanda y
la resolución que recayere en ella se notificarán por cédula y el juicio se sujetará a las reglas del procedimiento sumario. Si la
Framy Riquelme

demanda no fuere deducida en el citado plazo, la prescripción continuará corriendo como si no se hubiere interrumpido (art. 68, inc.
2º).
Si en el procedimiento penal suspendido o terminado se hubieren decretado medidas destinadas a cautelar la demanda civil, éstas se
mantendrán vigentes por el referido plazo de 60 días, tras lo cual quedarán sin efecto si, solicitadas oportunamente, el tribunal civil no
las mantuviere (art. 68, inc. 3º).
Si, comenzado el juicio oral, se dictare sobreseimiento de acuerdo a las prescripciones del Código Procesal Penal, el tribunal deberá
continuar con el juicio para el solo conocimiento y fallo de la cuestión civil (art. 68, inc. 4º).

9. Procedimiento aplicable, tratándose de la demanda civil deducida ante el juez civil.


Al efecto, debemos distinguir, según si se dedujo o no acción penal, y si ésta fue acogida o rechazada.
 Se dedujo acción penal y ésta no fue acogida: Si el juez de garantía dispusiere la suspensión o terminación del procedimiento
penal, la víctima podrá presentar su demanda civil ante el tribunal civil competente, en cuyo caso el juicio se sustanciará a las
reglas del procedimiento sumario.
 Se dedujo acción penal y ésta fue acogida, dictándose la respectiva sentencia penal condenatoria y ejecutoriada: Se aplicarán
también las normas del procedimiento sumario, de conformidad a lo previsto en el art. 680, Nº 10, del Código de
Procedimiento Civil.
 Se dedujo acción penal y el procedimiento se suspendió o terminó sin que la víctima dedujere acción civil en el citado plazo de
60 días o no se dedujo acción penal: En estos casos, el juicio se sustanciará conforme a las reglas del procedimiento ordinario
civil.

Extinción de la acción.
La acción encaminada a reparar el daño causado por el delito o cuasidelito se extingue por los modos generales de extinción de las
obligaciones.
Tres modos de extinguir requieren algunos alcances:
a) La renuncia: a diferencia de lo que acontece con la acción penal, la acción civil derivada de un delito o cuasidelito es
renunciable. La renuncia afectará solamente al renunciante y a sus herederos.
b) La transacción: artículos 2449 y 2461, de los que se desprenden las siguientes reglas:
i.- La transacción no puede recaer en la acción criminal, pero sí sobre la acción civil que nace de un delito;
ii.- La transacción sólo surte efecto entre los contratantes;
iii.- Si son muchos los interesados en el negocio sobre el cual se transige, la transacción consentida por el uno de ellos no perjudica ni
aprovecha a los otros; esta norma tiene especial importancia en el caso de la solidaridad, y para determinar su alcance, hay que hacer
algunas distinciones:
i) Efectos de la transacción consentida por un codeudor solidario, sin que haya novación: por regla general, cuando una
obligación solidaria se extingue por uno de los codeudores, se extingue también respecto de los demás; tal constante, que se da
respecto a cualquier medio de extinguir las obligaciones, se altera en la transacción, por tratarse de un contrato intuitu personae. Por
ello, si la transacción es consentida por uno de los codeudores solidarios, no se extiende a los otros, a menos que dicha transacción
envuelva una novación de la obligación solidaria;
ii) Efectos de la transacción consentida por un codeudor solidario cuando aquélla envuelve novación: si la transacción con uno
de los codeudores envuelve una novación, los otros codeudores se liberan de la obligación (lo que guarda perfecta concordancia con
los artículos 1519 y 1645).53
c) La prescripción: según lo hemos referido, dispone el art. 2332 del Código Civil que “Las acciones que concede este título por
daño o dolo, prescriben en cuatro años contados desde la perpetración del acto”. En las líneas que siguen, resumiremos los dos
enfoques interpretativos que se han formulado, para dilucidar los alcances de la expresión “perpetración del acto”, esto es, si se trata
necesariamente del momento de la comisión del hecho, o si se trata del momento en que el daño derivado del hecho ilícito, se
manifiesta para la víctima, cuestión que cobra relevancia cuando el daño no es coetáneo con la comisión del hecho.

Causas eximentes y atenuantes de responsabilidad.


Eximentes de responsabilidad: En materia civil, hay una sola y genérica causal eximente de responsabilidad: la ausencia de dolo o
culpa del autor. Habrá exención de responsabilidad entonces, cuando el hecho no sea imputable al autor:
a. El caso fortuito o fuerza mayor. Excepcionalmente sin embargo, el caso fortuito no exime de responsabilidad, cuando
sobreviene por culpa (art. 934 respecto a la ruina de un edificio, pero la regla debe generalizarse).
b. La falta de culpa: art. 2320, inc. final.
c. La culpa de la víctima, siempre y cuando sea la causa exclusiva del daño. Si el daño se debe sólo parcialmente a la culpa de la
víctima, que comparte el autor del mismo, la responsabilidad únicamente se atenúa con una reducción de la indemnización (art.
2330).
d. El hecho de un tercero extraño, por cuyos actos no se responde: por ejemplo, el caso de un vehículo que a consecuencia de ser
colisionado por otro, causa daño.
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e. Cuando se actúa en legítima defensa: rigen las mismas condiciones que en el ámbito penal. La agresión debe ser ilegítima, el
medio empleado para repeler el ataque debe ser proporcionado y no ha de mediar provocación suficiente por parte del que se
defiende y ocasiona el daño.
f. Cuando existe estado de necesidad: cuando una persona, puesta en situación apremiante de evitar un daño, accidentalmente
causa otro. Rigen las mismas reglas que en el campo del Derecho Penal.

Cláusulas de irresponsabilidad: Cometido el delito o cuasidelito el afectado puede renunciar válidamente a su derecho a reclamar las
indemnizaciones pertinentes.
¿Qué ocurre cuando antes de la comisión de un delito o cuasidelito se pacta la irresponsabilidad del autor? Tratándose del dolo y de la
culpa grave, tales cláusulas serían inadmisibles por objeto ilícito: art. 1465.
Se circunscribe el problema a la culpa leve y levísima. Aunque no hay unanimidad en la doctrina, la mayoría considera que las
cláusulas de irresponsabilidad referidas a la culpa leve y levísima, serían válidas. Con todo, habrá que distinguir en la naturaleza del
daño:
 Si el daño recae en las cosas, la cláusula sería válida. El art. 1558 establece su validez respecto de la responsabilidad
contractual, de manera que ninguna razón justifica que el mismo criterio no sea aplicable a la responsabilidad
extracontractual.
 Distinta debe ser la solución si el daño recae en las personas: en tal caso, la cláusula no sería válida, puesto que no puede
renunciarse o disponerse de la vida, la integridad física o el honor de las personas.

Atenuantes de responsabilidad.: Son las siguientes:


a. Si el daño ha sido causado parcialmente por la víctima.
b. Si se ha estipulado una cláusula atenuante de la responsabilidad, en los casos en que se admite su validez conforme a lo
expuesto.

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