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Rechazo
Que te despierta estLa herida
El rechazo
La mascara que te pones: EL Huidizo
Su gran miedo: pánico
Debemos tener en cuenta la diferencia entre el rechazo y abandono, este es bien decir no te
quiero a mi lado, es como alejarlos de nuestro lado , un ejemplo de rechazo es cuendo un bebe
no es deseado ya sea por sus progenitores o solo por uno de ellos esto se puede activar desde
el vientre materno
La herida se activa sobre todo en la relación con el padre del mismo sexo, entendamos que el
no aceptarnos o no saber amarnos a nosotros mismos no tiene que ver mucho con lo que tu
eres si no mas bien en esto se involucra esta herida la del rechazo que viene de la no
aceptación del padre del mismo sexo.
Características:
Cuerpo pequeño, estrecho, muy delgado. Parte superior del cuerpo contracturada, plegada
sobre sí misma. Alguna parte del cuerpo es más pequeña de lo normal. Falta alguna parte o un
trozo del cuerpo (pechos, nalgas, etc.). Presencia de algún hueco en el cuerpo (en el pecho,
espalda, vientre, etc.). Alguna parte del cuerpo es asimétrica. Ojos pequeños y mirada huidiza.
Antifaz alrededor de los ojos (ojeras grises muy pronunciadas). Voz débil, apagada. Problemas
de piel (sobre todo en el rostro). Le gusta llevar ropa negra.
Herida de abandono
Despertar de la herida: entre el primer año de vida y los tres años, con el padre del sexo
opuesto. Es un niño que ha sufrido al no sentirse apoyado por el padre del sexo opuesto con
una conexión de amor-afecto. Le ha faltado afecto o ha recibido un cariño frío o distinto de lo
que él esperaba.
Máscara: el dependiente.
Que puede generar una herida de abandono, los padres ausentes, talvez porque tiene que
trabajar todo el tiempo, en contexto la herida de abandono se reaviva con el padre del sexo
opuesto, se habla mucho de que cuando tenemos un pareja proyectamos las heridas de
nuestra infancia en ellos, esto nos dice que si sentimos el abandono de nuestro padre,
sentiremos una dependencia con nuestra pareja, que nos ayudaría a superar la dependencia
seria el perdón a nuestro padre, entender que en ese momento nuestros padres hicieron lo
mejor que pudieron en medida de sus posibilidades.
Cuerpo largo, delgado, sin tono muscular. Sistema muscular poco desarrollado. Brazos que
parecen demasiado largos y colgantes a los lados del cuerpo. Hombros caídos. Espalda
curvada, que se inclina hacia delante. Alguna parte del cuerpo
caída o flácida. Alguna parte del cuerpo en posición más baja
de lo normal. Grandes ojos tristes o caídos. Voz de niño o
quejumbrosa. A menudo se apoya en algo o en alguien. Le
gusta llevar ropa amplia o colgante.
Herida de la humillación y mascara del masoquista
puede haberse vivido con uno de los padres, aquel que se ocupaba del desarrollo físico y
sexual del niño, o con los dos.
Máscara: el masoquista.
se siente humillado y acosado si siente que sus padres controlan sus movimientos, dejándole
poca libertad. Para no sentir esta herida desarrolla la máscara masoquista.
El cuerpo de una persona con la herida de la humillación suele ser de formas redondas y llenas.
El masoquista quiere demostrarse a sí mismo que es alguien sólido y que controla su vida (y la
de los demás)
Tiene una bella alma de misionero, pero con frecuencia la manifiesta por temor. Cree que Dios
(o el guardián de la moral de la familia) le observa y le juzga sin descanso.
Hace de todo por ser digno de Dios o de aquellos a los que ama. Cree que para ser espiritual y
digno, debe aliviar el sufrimiento de la humanidad. Es por eso por lo que se cree con el deber
de servir a todos a los que ama, a quienes pone por delante de sí mismo.
Por otro lado, al masoquista no le gusta que le traten como si fuese un niño. Contiene mucho
las palabras; ha aprendido que no tiene derecho a decir cosas que puedan perjudicar a otros.
Incluso puede llegar a justificarlos. No quiere reconocer ni su sensualidad ni su amor por los
placeres asociados a los sentidos. Rechaza los impulsos vinculados con los sentidos: tiene
miedo de pasarse de la raya y sentir vergüenza. También teme ser castigado si disfruta
demasiado de la vida. Suele tener historias relacionadas con la sexualidad en su infancia o
adolescencia. Se las apaña para no estar libre ya que, para él, «estar libre» significa «no tener
límites y sentir demasiado placer». Limita de este modo su libertad anteponiendo las
necesidades de los demás a las suyas, por lo que le falta tiempo para disfrutar de la vida. Cree
que disfrutar de sus sentidos le aleja de la espiritualidad. Además, no quiere que le tachen de
persona sin corazón.