03 - Bite The Power That Feeds - Penelope Barsetti

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EL DESVÁN DE EFFY TRADUCCION DE LILITH - DIRTY BLOOD 03 - BITE THE POWER THAT FEEDS
BooK 3
Dirty Blood
PENELOPE BARSETTI
Bite the Terror That FeedS
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Esta es una traducción hecha por y para fans. El Desván de Effy realiza esta
actividad de manera altruista y sin ánimos de lucro, con el fin de dar a
conocer las obras de autoras de habla inglesa, en países de habla hispana.
Pueden ayudarnos difundiendo nuestro trabajo con discreción para que
podamos seguir ofreciéndoles más libros (no comenten sobre esta, o
cualquier otra de nuestras traducciones, en los canales oficiales de las
autoras). Si comparten esta traducción en otros canales o blogs, les pedimos
no eliminen nuestros créditos.
Si llegaran a publicarse estos libros en su idioma, por favor apoyen a la
autora comprando su obra. Este material no pertenece a ninguna editorial,
y al estar realizado por fans y amantes de la lectura, podría contener errores.
¡¡¡Esperamos de Corazón que disfruten la lectura!!!
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TRADUCCIÓN y CORRECCIÓN
EDICIÓN, PDF, E-PUB Y SUPERVICIÓN DE PROYECTOS
POR EL EQUIPO DEL DESVÁN DE EFFY
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Ellasara vino hacia mí con una espada y me derrotó.
Pero mis ojos se abren en mi alcoba y veo a Kingsnake sentado a mi lado

con Fang junto a mi almohada. Espero sentir el horrible dolor de mi herida,
pero ya me siento curada. Cuando me siento, la habitación no da vueltas y
no me siento débil. De hecho, me siento mejor que nunca... Kingsnake me
coge la cara entre las manos y tira de mí para acercarme. El alivio en su
pecho es tan palpable que es como el calor del sol. Pero nuestro hermoso
momento se arruina al darme cuenta de que no puedo sentir los latidos de
mi corazón... Kingsnake tuvo que tomar una decisión imposible: dejarme
morir o sacrificar mi alma para que pudiera vivir en la oscuridad para
siempre. En lugar de aceptar esa decisión, me lamento. Lloro por la vida que
nunca tendré. Ahora todo entre nosotros ha cambiado. Le dije que no quería
ser un caminante nocturno, pero él me convirtió en uno de todos modos.
Kingsnake y yo aún tenemos que terminar lo que empezamos, formar una
alianza con el Etéreo y compartir la cura con los humanos, pero ahora es
difícil estar en la misma habitación con él. Hemos encontrado el camino de
vuelta el uno al otro antes... pero no estoy segura de cómo lo haremos esta
vez.
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Capítulo 1
KINGSNAKE
Estaba tumbada en nuestra cama, con el cuerpo vendado oculto bajo las
sábanas. Su respiración era entrecortada y su piel pálida como la nieve. Mi
deber era con mi pueblo, y parte de esa obligación era reconocer mi
incapacidad. No podía liderar. No podía proteger. No cuando la persona que
más amaba estaba al borde de la vida y la muerte.
Mis ojos no habían dejado su rostro.
Fang estaba al otro lado de la cama, sentado como un perro leal. También
le habían vendado las escamas rotas y una fea gasa envolvía su grueso
cuerpo. Lo siento...
No pasa nada, Fang.
Confiaste en mí para protegerla. Fracasé.
Ellasara tenía más energía que sus órdenes.
Sus ojos se desviaron hacia mí.
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Sabía que yo amaba a Larisa, y estaba furiosa.
Fang continuó mirando fijamente.
Ella no me quería, pero seguía sin querer que nadie más me tuviera. La
mierda más jodida de la historia.
Entonces es bueno que esté muerta.
Sí. No sentí dolor. Ningún remordimiento. El mundo era mejor sin ella.
Larisa volverá. Todavía respira.
Tengo miedo de su reacción cuando lo haga.
No tenías elección.
No. Tenía dos opciones muy diferentes. Igual que me habían quitado mi
elección, yo se la quité a ella.
Volvió a dirigir su mirada hacia ella. Las situaciones son desiguales.
Todavía me temo su reacción.
Todo saldrá bien, Kingsnake.
Eso espero, Fang.
La puerta se abrió y entró Viper. —Ven conmigo.
—No puedo irme, Viper. —Estaba hundido en el sillón, agobiado por la pena
y el estrés. —Por algo te di la corona.
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Viper entró en el dormitorio, Cobra detrás de él. —¿Cómo está?
—Respira.
Cobra se quedó mirándola un rato antes de volver a mirarme. —Será una

Original.
—Sí. —Como también había vertido en su boca algo del veneno de

Serpiente Dorada que habíamos recogido, no compartiríamos el mismo
veneno, lo cual era decepcionante.
—¿Ganamos la guerra? —Sólo podía suponer por la forma en que habían

entrado sin prisa.
—Sí —dijo Viper— Los Etéreos huyeron después de que mataran al rey
Elrohir.
—¿Quién lo mató? —Mis ojos se desviaron hacia Cobra.
Mi hermano tenía un vacío opaco en los ojos. —Padre.
Solté un pesado suspiro. —Por supuesto que lo hizo.
—Intenté detenerlo —dijo Cobra— Pero sólo ayudé a Padre....
—¿Qué le dirás a Clara? —Preguntó Viper.
—Ni puta idea —dijo.
—¿Y ahora qué? —Pregunté.
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—Perdimos gente buena —dijo Viper— Tendremos que quemar a los
muertos. Recuperarnos de la batalla. Luego viajaremos a Evanguard y
buscaremos la tregua que ha prometido la nueva reina. Necesitamos
asegurarla rápidamente antes de que Padre decida lanzar un ataque en su
lugar. Ahora que Aurelias le ha sido arrebatado, tiene aún más combustible
para su ira.
—Suena como un plan, —dije—. Buena suerte.
Cobra entrecerró los ojos. —Tú vienes.
—No voy a ninguna parte mientras Larisa se mantiene indispuesta.
—Vamos a esperar —dijo Viper— Es una de los nuestros.
Miré a un hermano y luego al otro.
—Literalmente —dijo Cobra con una leve sonrisa.
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Capítulo 2
LARISA
Soñé con nubes negras y llamas oscuras. Humo y hollín. Una mueca horrible.
Se me hizo un nudo en el estómago y me sentí mal. Sentí un dolor
insoportable, pero no lo suficiente como para despertarme de este pesado
sueño.
No tenía noción del tiempo, sólo oscuridad. Sudaba por todo el cuerpo. Era
consciente de cómo las sábanas se pegaban a mi piel como la arena a los
pies mojados.
Por fin abrí los ojos hacia el techo.
Estaba oscuro y tardé varios segundos en comprender dónde me

encontraba. A mi izquierda, Fang dormía en círculo, en el borde mismo de la
cama para no molestarme. Mi cabeza se inclinó hacia el otro lado y se clavó
en unos ojos que eran una mezcla de verde y marrón. Me quedé inmóvil ante
la intensidad de aquella mirada. Entonces sentí esa intensidad, sentí el alivio
supremo de un hombre que casi lo había perdido todo. Con mis ojos
clavados en los suyos, todo se precipitó hacia atrás.
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Ellasara me venció en la batalla y me atravesó la armadura y la piel. No
recuerdo qué pasó después, aparte de caer de espaldas contra la piedra.
Inmediatamente me llevé la mano a la herida y palpé la gasa húmeda que la
protegía.
Kingsnake se movió hasta el borde de la cama para acercarse a mí. —Cariño.

—Por primera vez, no necesitaba sentir sus emociones para comprender
cada pensamiento que pasaba por su mente. Podía verlo claramente escrito
en su rostro. Sus ojos estaban endurecidos por la emoción, húmedos por las
lágrimas no derramadas, llenos de un amor que antes había intentado
ocultar.
Me incorporé y esperaba sentir dolor en el abdomen, pero no sentí nada.
Me cogió la cara con las manos y me besó en la frente, con sus labios
acariciando mi piel fría. Nos quedamos así un momento antes de que se
apartara para mirarme directamente a los ojos. —¿Cómo te sientes?
—Mucho mejor de lo que esperaba.
Sus manos abandonaron mi rostro.
—¿Qué le pasó a Ellasara?
—La maté. —No hubo vacilación en sus palabras. Salieron disparadas como
una bala de cañón. No hubo emoción que acompañara lo que dijo. No sentía
nada. Nada en absoluto. —Le arrancó la cabeza de los hombros como a una
puta cucaracha.
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Recordé la mirada de suficiencia en su cara, las cosas horribles que me dijo.
Jugó sucio para hacerme bajar la guardia. Luché contra ella lo mejor que
pude, pero sus habilidades superaban las mías. —Fang, ¿estás bien? —Mi
mano se posó en su nuca.
Siento haberte fallado.
—No me fallaste. Sigo aquí.
Fang miró a Kingsnake antes de apoyar la barbilla en mi muslo.
El dorso de mis dedos acarició sus duras escamas, como si fueran de cristal.
—Me alegro de que estés bien....
Mi herida sanará. Mis cicatrices se desprenderán junto con mi piel.
—¿Qué ha pasado desde entonces? —Miré a Kingsnake de nuevo.
—Ganamos la guerra —dijo—. Como estoy seguro de que suponías.
—¿Tus hermanos están bien?
Asintió con la cabeza. —Sí.
—¿Qué pasará ahora?
—Viajaremos a Evanguard para negociar una tregua con la Reina Clara.
—Es una gran noticia, —dije—. Entonces podremos distribuir la cura a los
reinos.
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—Sí —dijo—. Marcará el comienzo de una nueva era de paz entre todas las
razas.
Sería un mundo completamente nuevo.
—Cuando estés bien, nos iremos.
—No tienes que esperarme, —dije—. Ya nadie intenta matarme, así que....
Sus ojos bajaron rápidamente y retiró su mano de la mía. —Mis hermanos y

yo no queríamos irnos sin ti, porque eres una de los nuestros.
Una sonrisa se dibujó en la comisura de mis labios. —Sois un encanto. —

Siempre había sido una marginada, siempre al margen de todo grupo social,
siempre abandonada en favor de algo mejor. Pero con Kingsnake, sentí que
yo era la primera opción. Su prioridad. —En realidad me siento bastante
bien. Creo que podría irme mañana.
Normalmente me diría que me tomara mi tiempo, que descansara varios días

antes de mover un músculo, pero ahora no lo hizo. Todo lo que hizo fue mirar
fijamente, sus emociones arremolinándose en una nube.
—¿Pasa algo malo?
Sus ojos se desviaron, sólo momentáneamente.
Cuando no dijo nada, sentí que la tensión volvía a mi cuerpo, que me tiraba
del estómago. —¿Kingsnake? —Distinguí cada emoción por separado, como
una nota diferente en una partitura. Culpa. Dolor. Pavor.
—Hay algo que deberías saber.
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Mis dedos se detuvieron contra el cuello de Fang. Todo mi alivio por estar
viva desapareció.
—No te alcancé a tiempo. —Ahora miró hacia otro lado, girando la cabeza
como si mi mirada fuera demasiado dolorosa. —Estabas tirada en un charco
de tu propia sangre cuando llegué. Apenas respirabas. Derroté a Ellasara
mientras Fang traía a Viper y al médico. —Seguía sin mirarme. —El médico
te suturó, pero dijo que no sobrevivirías.
Momentos como estos hacían que mi corazón se acelerara... pero fue

entonces cuando me di cuenta de que no tenía latidos. Ningún golpe contra
mi pecho. Sólo... silencio.
Kingsnake se volvió silencioso.
Ahora fui yo quien apartó la mirada.
Debió saber que entendía la situación porque no habló más.
Conmoción. Pena. Terror. Me golpeó todo a la vez. Levanté la mano para

mirarme la piel y vi que estaba más pálida de lo que recordaba. No había
marcas del sol. Se acabaron los besos del sol. Nunca más podría ponerme
directamente a la luz del sol... sin matarme lentamente. Mi alma había sido
sacrificada para crear esta cáscara hueca de existencia.
—Cariño... —Debió ver la desesperación pesada en mi cara.
Quería llorar, pero escondería las lágrimas hasta que él se hubiera ido.
—No fue una decisión fácil.
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Tampoco miré a Fang, evitando las miradas de ambos.
—No podía dejarte morir.
El calor me abrasó la garganta. La desesperación inundó mis pulmones. Mi

mente, mi cuerpo y mi alma habían cambiado irrevocablemente, y no podía
volver atrás. Ahora era un animal de sangre fría, igual que una serpiente.
Su voz era pesada como la lluvia. —Veo que tomé la decisión equivocada.
Si hablaba, lloraría. Guardé silencio como si mi vida dependiera de ello...

aunque ya no tenía vida. Ni podía crear vida.
Kingsnake abandonó la cama y salió.
En el instante en que la puerta volvió a su sitio, mi pecho se hinchó y lloré.
Lloré por mi alma.
Lloré por los hijos que nunca tendría.
Lloré por la decisión que no tuve la oportunidad de tomar por mí misma.
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Capítulo 3
KINGSNAKE
Me tumbé en el sofá de mi estudio, con los pies descalzos apoyados en el

reposabrazos. El fuego empezaba a arder bajo en la chimenea, pero me
había quedado sin leña. En la mesita había decantadores de ginebra y whisky
casi vacíos. La bebida ya no me afectaba como cuando era humano. Ahora
necesitaba mucho más sólo para sentir un zumbido.
Otra cosa que Larisa descubriría.
La puerta de mi estudio se abrió y alguien entró. No me vieron porque el

respaldo del sofá me tapaba. Viper se acercó al escritorio y rebuscó en mi
pila de pergaminos y mapas hasta encontrar lo que buscaba. Cuando se
volvió, dio un ligero respingo.
—Eres el general de Grayson, —dije con voz aburrida. —¿Y no tenías ni idea
de que estaba aquí? ¿El fuego no te avisó?
Viper devolvió el mapa al escritorio. —¿Por qué tienes mala cara?
—Probablemente por el dolor de cabeza.
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Mi hermano miró todas las botellas vacías. —Estarías muerto ahora mismo
si no lo estuvieras ya. —Se dirigió al sofá de enfrente y se sentó. —Supongo
que Larisa no está contenta con la decisión que has tomado.
Me incorporé, cogí una de las botellas y bebí un buen trago.
—Entendido.
Tiré la botella vacía al fuego e hice que las llamas saltaran un poco más alto.
—En su defensa, acaba de despertarse y ha recibido mucha información.
Me incliné hacia un lado y apoyé la cabeza en los nudillos cerrados. —¿Qué

coño me pasa?
Viper me miró fijamente.
—Podría tener a cualquier mujer que quisiera, pero siempre elijo a las que
no me quieren.
—¿Eso dijo Larisa?
—Deberías haber visto su cara...
—Dale algo de tiempo. Recuerda cómo te sentiste cuando Padre te cambió.

Tomó un tiempo, pero te diste cuenta. Al final te diste cuenta de que tenía
razón todo el tiempo. Eso pasará con Larisa.
Me quedé mirando el fuego.
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—Que esté enfadada no significa que sus sentimientos por ti hayan
cambiado.
—Pero estoy seguro de que sí.
Me miró fijamente. —Esta es la mujer que viajó al otro lado del mundo para
estar a tu lado. La mujer que se negó a huir de una batalla porque prefería
arriesgar su vida para estar contigo. La mujer que salvó a Aurelias, el mayor
gilipollas del planeta.
Intentó hacerme reír, pero no funcionó.
—Sus sentimientos no cambiarán, Kingsnake.
Mantuve los ojos fijos en el fuego.
Tras un largo rato de silencio, Viper cambió de tema. —Tenemos que irnos
mañana. Padre regresó a Crescent Falls para reagruparse. Tenemos que
aprovechar su ausencia. Una vez que aseguremos la paz mundial, se verá
obligado a abandonar su venganza.
—Entonces vete.
—No podemos ir sin ti, Kingsnake.
—Ahora eres el líder de nuestro pueblo, Viper. —Agarré otra botella por el
cuello y la arrojé al fuego. —Sólo soy un puto borracho.
No se inmutó ante el estruendo y el estallido de los cristales. —No nos iremos

sin ti, Kingsnake. Así que si tenemos que atarte al lomo de un caballo y que
te arrastre, que así sea.
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—Larisa no vendrá.
—Ella estará a salvo aquí. Ella necesita espacio de todos modos.
Me sentí incómodo dejándola desprotegida, pero recordé que ya no

necesitaba mi protección. Ahora era una Original, una vampira más
poderosa que yo. Y ya no tenía enemigos.
—Yo no soy el rey de Grayson, tú sí.
Mis ojos se desviaron hacia los suyos.
—Has creído en el bien mayor desde el principio. Tú eres quien debe

asegurarlo.
***
A la mañana siguiente, entré en nuestros aposentos para recoger mis cosas.

Ponerme la armadura tan pronto después de la batalla fue una decepción,
pero tampoco entraría en Evanguard con la cabeza en bandeja.
Larisa estaba sentada en el sofá de la otra habitación, con Fang colgado de

las ramas de su propio árbol. No me miró cuando entré.
No es que esperara que lo hiciera. Pero me dolió de todos modos.
Me cambié en el armario y cogí mi mochila.
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Eso captó su atención. —¿Adónde vas?
Dejé la mochila sobre la cama y puse algunas cosas dentro. —Evanguard.

Necesito hablar con la reina Clara. —Se lo había contado todo ayer. Era
imposible que lo hubiera olvidado. O tal vez sí... en su miseria.
Dejó el sofá y caminó hacia mí. Aunque seguía siendo la mujer que yo
amaba, su aspecto había cambiado sutilmente. Su piel se había vuelto más
pálida, como si nunca le hubiera dado el sol. Sus ojos eran más oscuros y
también más vibrantes, como los de un ave rapaz. Su olor era totalmente
diferente. Pero seguía siendo la cosa más hermosa que jamás había visto.
Saber que su esperanza de vida había aumentado hasta la eternidad me
complacía... aunque no lo demostrara. —¿Cuánto tiempo estarás fuera?
Otra bofetada de decepción. —Una semana. Tal vez más. —Tal vez nunca
volvería si ella no me quería. Continué empacando, enmascarando el crudo
dolor que acababa de infligirme. —Aquí estarás a salvo. Dejaré a Fang
contigo.
—Estás enojada. Muy enfadado.
Me quedé inmóvil ante su apreciación. —¿Cómo esperas que me sienta?
—Paciente, como mínimo.
Después de un suspiro, me volví para mirarla de frente. —Tenemos el resto

de la eternidad para estar juntos y estás decepcionada. Tienes la
oportunidad de ser la vampiresa más fuerte, y eso no te importa. La mayoría
de la gente haría cualquier cosa por estar donde tú estás ahora.
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—Pero tuvo un costo. Un costo que tendré que pagar más tarde.
—O quizá nunca.
Me miró fijamente, con un humor distante y frío.
Mi sangre aún existía en sus venas, haciéndola parte de mí para siempre. Yo

lo encontraba hermoso, pero ella lo encontraba despreciable.
—Mi sueño era tener una familia. Y ahora nunca la tendré.
—Si te hubiera dejado morir, tampoco los habrías tenido, —espeté. —Te dije
que te escondieras de Grayson con Fang hasta que terminara la guerra, pero
insististe en quedarte. Así que no te sientes ahí y actúes como si esto fuera
culpa mía.
Sus ojos se estremecieron ante mi crueldad.
—Tomé la mejor decisión que pude en ese momento y, a pesar de tu

decepción, no me arrepiento. Tu destino es más grande que morir joven. Tu
destino es ser la Reina de los Vampiros, la Dama de la Oscuridad. —Volví a
mi mochila y cerré la cremallera antes de echármela al hombro. Me dirigí a
la puerta para salir. —Acéptalo.
***
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Observé cómo los mozos de cuadra preparaban a los caballos para el largo
viaje. La nubosidad había vuelto a nuestro reino costero, los potentes rayos
del sol se habían fracturado y minimizado. Miré fijamente al cielo y recordé
la tarde en que Larisa y yo cabalgamos hasta la cima de la montaña y
tomamos el sol. Ella se había sentado con los ojos cerrados, disfrutando del
calor en su piel.
Nunca volvería a tener eso.
Cobra vino a mi lado. —¿Listo?
Tardé un segundo en salir del recuerdo. —Sí.
Cobra continuó observándome. —¿No se unirá a nosotros?
—No. Miré fijamente a mi hermano, advirtiéndole que no insistiera en el

tema.
Cobra apartó la mirada. —Entonces deberíamos ponernos en marcha. —Se

acercó a su gran semental y se subió a la silla.
Acababa de acercarme a mi caballo cuando me interrumpió.
Espera, espera.
¿Qué pasa?
Ya vamos.
Me aparté del caballo y miré hacia la puerta.
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Un momento después, Larisa apareció con su armadura y su espada, con
un aspecto impresionante gracias a su nueva fuerza. En lugar de que Fang
la siguiera por detrás, lo llevaba sobre los hombros, y su nuevo poder era
suficiente para soportar su peso.
Era difícil no quedarse mirando.
Se dirigió al mozo de cuadra. —Tráeme un caballo, por favor. —Sus ojos

acabaron por encontrar los míos, pero no me miró durante mucho tiempo.
Evitó mi mirada, todavía resentida por la decisión que había tomado en su
nombre.
Pero había venido.
Le trajeron una hermosa yegua blanca y, con Fang a hombros, se subió al

caballo.
Las caras de mis hermanos eran indescriptibles. Los ojos muy abiertos, las
mandíbulas flojas, miraban a Larisa como si nunca la hubieran visto de
verdad. Cobra emitió un silbido tranquilo mientras la miraba de arriba abajo.
—Te sienta bien ser vampira, cariño. —Esbozó su sonrisa juguetona.
Yo estaba demasiado feliz como para reñirle por el comentario, viéndola en

su caballo junto al nuestro, parte de nuestra manada. —Salgamos.
***
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Tomamos el mismo camino que Larisa y yo habíamos tomado juntos hasta
Grayson. A través de los valles entre las montañas, en el oscuro sendero
bajo la montaña, y hasta el bosque del otro lado. Pero ni siquiera estábamos
a mitad de camino cuando nos detuvimos a descansar.
Acampamos en el bosque una vez que el sol se puso demasiado alto en el

cielo. Ahora que no teníamos la cubierta de nubes para protegernos,
teníamos que movernos en la oscuridad, lo que era factible ya que Larisa
podía ver sin luz.
Aseguramos nuestros caballos a los árboles y acampamos mis dos

hermanos, Fang y Larisa.
Ella conocía el procedimiento después de haber viajado conmigo, y preparó

el fuego antes de montar su propio saco de dormir, lo que significaba que
pensaba dormir sola. Podría haberse unido a mí en este viaje, pero su
distancia seguía siendo enorme.
Mis hermanos cogieron sus cantimploras y bebieron frente al fuego, optando

por pasar su tiempo libre bebiendo.
Larisa se mantuvo alejada, tumbada sola en su saco de dormir.
Fang se colocó a mi lado, frente al fuego, con la cabeza apoyada sobre su

cuerpo enroscado.
Cobra bebió de su cantimplora y miró a Larisa a lo lejos.
—Ya volverá en sí —dijo Viper— Si no, no estaría aquí ahora.
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¿Cómo está?
Fang tenía los ojos cerrados, como si fuera a dormir allí mismo hasta que
pasara la tarde. Me habló en confianza.
Eso no es buena señal.
Es difícil rechazar tus creencias de toda la vida. Ella realmente cree que
su alma se ha perdido y está de luto por esa muerte. Está de luto,
despidiéndose de una vida que supuso que tendría, rodeada de niños.
Te lo tomas a pecho, cuando no tiene nada que ver contigo.
Le he dado mucho más.
Lo verá cuando esté preparada.
***
Hicimos las maletas y nos fuimos al atardecer. El sol estaba bajo en el cielo
a nuestras espaldas, bloqueado por las montañas. Los monstruos del bosque
no interfirieron con nuestro paso, y finalmente llegamos a la tierra de los
reinos.
Pasamos Raventower, las antorchas iluminando la oscuridad, pero

continuamos nuestro camino.
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Larisa y yo no habíamos hablado en todo el viaje. Me pregunté qué pensaría
mientras pasábamos por delante de su antiguo hogar, si desearía haberse
casado con aquel rey sin carácter y haber tenido a sus mocosos. Ese
pensamiento me hizo desear derribar su puerta y cortarle la cabeza de los
hombros.
Avanzamos más hacia el oeste, cerca de la frontera donde los hombres lobo
residían en el bosque. No era seguro detenerse allí y bajar la guardia, así que
continuamos hasta llegar a las tierras yermas, un lugar árido y seco parecido
a un desierto. La tierra había sido maldecida hacía mucho tiempo, por lo que
nada crecía, salvo la maleza.
Nos detuvimos junto a los árboles justo antes de cruzar, poniéndonos a

cubierto bajo la espesa copa en lugar de exponernos al sol abrasador. No
hicimos fuego, no cuando hacía tanto calor tan al oeste.
Larisa estaba sola de nuevo, en su saco de dormir, lejos del resto de

nosotros.
Cobra se apoyó en uno de los árboles, con los tobillos cruzados por delante.
—¿Quieres que hable con ella?
—¿Y decirle qué? —espeté.
—Ya me conoces. —Movió las cejas. —Guapo. Carismático...
—No creo que ligar con mi mujer vaya a ayudar ahora mismo.
Cobra tomó otro trago, todavía sonriendo.
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—¿Por qué no le tiras los tejos a la Reina Clara? —le dije.
El comentario le borró la sonrisa de la cara. —Creo que tendría más suerte

con Larisa.
—¿Por qué? —preguntó Viper, apoyándose en otro árbol.
—Bueno... —Cobra hizo una pausa mientras consideraba sus próximas

palabras. —No mantuve mi palabra.
—Las acciones de padre son sus acciones, —dije—. No las tuyas.
—Pero yo no lo impedí —dijo—. Su gente debe haberle dado la noticia una

vez que se retiraron a su reino. Así que dudo que le haga ilusión verme. —
Bebió otro trago de su cantimplora. —Irónico, ¿verdad? La única mujer en
la que estoy remotamente interesado... y es mi enemiga de toda la vida, y yo
maté a su padre.
—Tú no hiciste nada —dijo Viper— Es una consecuencia de la batalla.
—Una batalla que sólo ganamos gracias a la información que ella nos dio —
dijo Cobra—. Su padre todavía estaría vivo en este momento-
—Su padre es malvado, ¿recuerdas? —Le dije. —Estoy ansioso por saber
exactamente lo que descubrió.
—Creo que padre es igual de malvado. —Volvió a girar la tapa de su

cantimplora.
No podía estar en desacuerdo con eso.
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Viper miró a Larisa. —Deberías intentar hablar con ella.
Sería inútil.
—Dile algo que no sepa de ti.
Había compartido todo.
—Dile algo interesante para que te escuche.
—No soy tan interesante, —dije.
—Tienes mil quinientos años —dijo Viper— Estoy seguro de que puedes
encontrar algo.
—Vete —dijo Viper.
Solté un suspiro de fastidio y me levanté.
Cuéntale lo nuestro. Ella no lo sabe.
Consideré la idea por un momento antes de moverme hacia donde ella yacía
en su saco de dormir, al otro lado del campamento, de espaldas a nosotros.
Por su respiración, sabía que estaba despierta y que me ignoraba.
Me senté a su lado, con los brazos sobre las rodillas, mirando entre los
troncos hacia el bosque.
Ella siguió ignorándome.
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—Fue el veneno de Fang lo que me convirtió. Mi padre lo capturó y forzó el
veneno de sus colmillos. Ahora que sabes quién es mi padre, entiendes lo
bárbaro que puede llegar a ser. Y conoces bien a Fang... y sabes que Fang
no es del tipo obediente. Mi padre lo esclavizó, y cuando Fang se negó, mi
padre lo lastimó... —Fue duro volver a recordar esta historia, pensar en el
trato que recibió mi compañero. Fue hace tanto tiempo, Fang me había
perdonado por todo, pero aún así había dejado una cicatriz invisible. —Así
que lo liberé. Lo solté a plena luz del día para que nadie lo persiguiera.
Parecía intrigada por la historia, porque se sentó a mi lado. Tenía los brazos
sobre las rodillas, como yo. Antes olía a flores y a primavera, pero ahora olía
a bosque brumoso.
Antes de la batalla, estábamos muy unidos. Incluso ahora, la amaba más en

nuestro peor momento de lo que había amado a Ellasara en nuestro mejor
momento. Pero ahora, había una barrera entre nosotros y no tenía idea de
cómo arreglarla. —Le conmovió mi gesto... y volvió. Hemos sido
inseparables desde entonces.
—Fang lo llamó mata-serpientes...
—Porque lo es. —Mi padre y yo teníamos un millón de kilómetros de

distancia entre nosotros. Cada vez que lo desobedecía, me empujaba a una
luz más oscura, pero no tomaría una decisión diferente para permanecer en
sus buenas gracias. Mi relación con Fang significaba mucho más para mí.
—¿Fang ha convertido a alguien más?
29
—Sí. Pero por elección, no por servidumbre. Las serpientes son criaturas
muy orgullosas. No reconocen corona ni poder.
—¿Por qué se queda contigo?
Empezaba a sentirse como antes, compartiendo palabras íntimas en

soledad. —Su veneno me concedió la inmortalidad. Y mi sangre le concede
lo mismo. Pero creo que es más que eso... más profundo que eso.
—Entonces... ¿Fang también es inmortal?
—Mientras siga alimentándose de mí.
—Nunca lo he visto hacer eso.
—No es un asunto público. Me muerde la muñeca y se alimenta de mi

sangre. —Me aflojé la venda de la muñeca y dejé al descubierto la piel,
mostrándole la marca de la mordedura de serpiente en la carne. Era sutil,
imperceptible si no sabías buscarla.
Me miró fijamente y luego pasó el dedo por las hendiduras.
Ese simple contacto me hizo entrar en calor.
Volví a colocarme la venda en la muñeca y la fijé en su sitio.
—¿No tiene familia propia?
—Ha tenido varias crías, pero una vez que nacen, se independizan de
inmediato.
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—¿Las serpientes... se enamoran?
—Nunca me ha dado esa impresión.
—Bueno, es bueno saber que nunca tendré que perderlo.
Era la primera reacción positiva que había tenido ante su nueva inmortalidad.
Esperaba que esa actitud creciera con el tiempo.
—Gracias por contármelo.
—Quiero compartirlo todo contigo. —Esperaba compartir la inmortalidad

con ella, si me perdonaba.
Se quedó callada.
No fue un rechazo rotundo, pero lo interpreté así en mi inseguridad.
—Siento mi frialdad. Es que... lo estoy pasando mal.
—Puedes hablar conmigo. Recuerda que yo luché con las mismas cosas con
las que tú luchas ahora.
—Supongo que tienes razón. —Ella mantuvo sus ojos en los árboles, sin
mirarme ni una sola vez. —¿Querías una familia?
—Sí. Imaginé mi propio hogar en la granja, una esposa en la cama a mi lado

cada noche, los gritos excitados de los niños en la casa. —Pensé que tendría
cinco hijos. Criarlos para que cuidaran de su madre cuando yo no estuviera.
Criarlos para que se ocuparan de la granja cuando yo fuera demasiado viejo
y frágil para hacerlo por mí mismo.
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Giró ligeramente la cabeza y me miró.
—Comprendo tus sentimientos, cariño. Pero he hecho las paces con ello.
Se quedó callada.
—Será más fácil.
—Si nos hubiéramos conocido en otro momento... Qué diferentes podrían

haber sido nuestras vidas.
Me volví para mirarla y, por primera vez, sus ojos verdes se clavaron en los
míos. —Aunque eso hubiera estado bien, preferiría tenerte para siempre.
Una sola vida no es suficiente.
***
Tras cruzar el árido desierto, nos acercamos al perímetro de Evanguard. Sus

bosques eran más espesos que otros, con árboles tan juntos que resultaba
difícil navegar a caballo. Y el follaje era diferente al de los frescos pinos de
las montañas o las secuoyas de las afueras de Grayson. Aquí había todo tipo
de verdes, árboles frondosos con hojas de color verde claro y pelaje ceroso.
Los sonidos de la vida salvaje eran audibles incluso en las afueras, pájaros
piando, animales chillando.
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—¿Te dijo tu novia cómo entrar? —preguntó Viper mientras su caballo
caminaba junto al de Cobra.
—No. —Caminó a lo largo del perímetro, mirando entre los árboles mientras
el sol se ponía.
—Entremos y exploremos, —sugirió Viper.
—Nos perderemos —dijo Cobra—. Nadie que haya entrado en su bosque

ha salido vivo.
—¿Por qué? —me preguntó Larisa.
—Cosas peligrosas viven allí, —dije.
—Prendamos fuego al bosque —dijo Viper— Eso llamará su atención.
—¿Y tú eres el general de Grayson? —Cobra preguntó sorprendido. —Esa

es la peor manera de ser diplomático.
—¿Tienes una idea mejor? —Viper estalló. —¿No podrías enviar una misiva?
—Ninguno de nuestros pájaros conoce el camino —dijo Cobra.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer? —Preguntó Viper. —¿Seguir dando

vueltas? Tendremos que encontrar cobertura antes del amanecer, lo que
significa que tendremos que cruzar el desierto por donde vinimos.
Me cansé de sus discusiones. —Tienen exploradores por todo el bosque.

Sólo tenemos que hacerles saber que estamos aquí.
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—Entonces, ¿está ardiendo? —Preguntó Viper.
Cobra puso los ojos en blanco.
—En cierto modo. —Bajé de mi caballo y lo dejé pastar. Cogí un hacha de la

alforja y empecé a cortar el árbol más cercano. —Haremos una gran
hoguera, algo que no echarán de menos.
—Podrían dispararnos en la oscuridad —dijo Cobra.
—La reina Clara nos espera, así que lo dudo, —dije mientras hacía una
pausa. —Ahora cállense y ayúdenme.
Me ayudaron a cortar el árbol y las ramas y a prenderle fuego. Tenía

suficiente combustible para lanzar llamas a lo alto, para que se distinguieran
tanto que alguien se diera cuenta y viniera corriendo. Ahora sólo teníamos
que esperar.
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Capítulo 4
CLARA
Era tarde.
Normalmente, ahora estaría durmiendo.
O al menos en la cama, deseando estar dormida. Pero mis exploradores se

dieron cuenta de que había vampiros en nuestra frontera... y supe
exactamente de quién se trataba.
Ahora estaba en la sala del trono, con velas de bajo consumo colocadas en
todas las superficies para arrojar suficiente luz al interior. Los fuegos no
estaban permitidos en Evanguard, pero yo necesitaba hacer una excepción
para asistir a una reunión a estas horas.
Me senté en el sillón y sentí que el corazón me latía en el pecho. Era doloroso

e incómodo. Me habían entretejido flores blancas en el pelo para simbolizar
mi condición de reina de Evanguard, porque mi padre había muerto en
combate.
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Nadie sospechó de mi traición. Nadie sabía que le di la victoria a nuestro
enemigo.
Ahora tenía que cargar con eso el resto de mi vida.
Mis manos estaban manchadas para siempre con la sangre de mi padre.
Los vampiros concedieron misericordia a mi pueblo permitiéndoles huir,

pero no permitieron que mi rey se fuera con ellos. ¿Fui estúpida por pensar
que Cobra honraría esa petición? ¿O tenía razón mi padre? Que necesitaba
un marido para ser una buena gobernante. ¿Era yo una tonta?
La puerta se abrió y entró Toman. —Kingsnake, Rey de Grayson, su general

Víbora, y el Rey Cobra, Rey de la Montaña, se han aventurado a nuestro
bosque para hablar con usted. ¿Les dejo entrar? ¿O mejor los mato? —
Estaba de pie con las manos juntas a la espalda, sus ojos constantemente
muertos ahora que me servía en lugar de gobernar conmigo.
—Déjalos entrar.
Dudó, mostrando su desacuerdo en todo el rostro.
—¿Es eso un problema, Toman?
—Mataron a nuestro rey.
—Y nos dejaron huir. Si no forjamos la paz con nuestros enemigos, nos

matarán a nosotros también.
Su disconformidad seguía siendo potente. —¿Traicionarías a tu pueblo por

un vampiro bueno en la cama?
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Mi mirada permaneció estoica, pero la sangre de mi corazón hervía. —Estoy
al tanto de información que tú no, Toman. Mi padre me ha dado información
tan espeluznante que podrías gritar. Perdonaré tu comportamiento esta vez,
pero vuelve a provocarme y no seré tan misericordiosa. —Hice un gesto con
la mano para despedirle.
Dudó, su mirada hostil seguía siendo ardiente.
Le sostuve la mirada mientras me sentaba en mi trono, desafiándole a que

se opusiera a mí con una sola palabra.
Finalmente se echó atrás y se marchó.
Mi corazón volvió a acelerarse al imaginarme esos ojos oscuros y esa

mandíbula ensombrecida. Cobra me miraba con una propiedad que ningún
otro hombre podría emular. Su destreza con la espada era superior a la mía,
a pesar de mi mayor experiencia, y eso le granjeaba mi respeto. También se
ganó otras cosas, como el dominio de mi cuerpo... y el latido de mi corazón.
Temía este momento y lo anhelaba al mismo tiempo.
La puerta volvió a abrirse, y esta vez entró un grupo de apuestos vampiros.

Reconocí a Víbora de mi estancia en Grayson. El hombre que estaba a su
lado no me resultaba familiar, así que supuse que se trataba de Kingsnake,
Rey de Grayson. Una mujer estaba a su lado, vestida con una armadura
similar a la suya. Supuse que era su presa, la mujer que podía conceder la
inmortalidad a los reinos, pero definitivamente no era humana.
Y entonces lo vi a él.
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Entró el último, vistiendo la armadura negra y dorada de su pueblo, su fuerte
cuerpo aún más fuerte en las placas de fuerza, la capa que colgaba detrás
de él. Conocía tan bien aquel cuerpo que podía imaginarme todo lo que
había debajo. Era alto como sus hermanos, poseía la misma confianza
inigualable incrustada en su ADN y tenía unos ojos con tanta profundidad
que no tenían fin.
Lo único que podía hacer era mirar fijamente.
Él me devolvió la mirada. —Me alegro de volver a verle... Alteza.
Mariposas del tamaño de dragones rugieron en mi vientre. Relámpagos que

alcanzaban los picos de las montañas quemaban mis venas. —Sí... y no en
un campo de batalla.
La comisura de su boca se levantó en una sonrisa, pero sólo ligeramente,

tan sutilmente que nadie más lo notó.
Podría quedarme mirándolo eternamente, pero tenía que desviar mi atención

hacia Kingsnake. —Te he concedido la entrada sólo a ti y a tus hermanos.
La mujer tendrá que esperar fuera con los guardias hasta que nuestra
conversación haya concluido.
—Ella se queda —dijo Cobra inmediatamente. —Hablas con todos nosotros,

o no hablas con ninguno.
Miré fijamente a Cobra, sorprendida por la forma en que había espetado tan
rápidamente.
—Se llama Larisa —dijo Kingsnake.
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Volví a mirar a Kingsnake.
—Mi futura esposa y Reina de Grayson, —terminó Kingsnake. —Ella va

donde yo voy. No es negociable.
Larisa miró a Kingsnake a su lado, que tenía la mirada fija en mí.
Esta mujer debe de ser la misma. —La has convertido en una caminante
nocturna.
Kingsnake tardó un momento en responder. —Sí.
—¿Por qué? —Le pregunté. —Pensé que ella era la salvación de la

humanidad.
El aire tenía un peso que podía sentir. Una roca del tamaño de una montaña.
—Ellasara la abatió y casi se cobra su vida —dijo Kingsnake—. No tenía otra

opción.
Larisa dejó caer su mirada al suelo.
Si hubiera muerto, su alma habría viajado hasta aquí... succionada por

nuestra Montaña de Almas para alimentar nuestra inmortalidad. —Siento
que te haya pasado eso. Pero tomaste la decisión correcta.
Larisa levantó la mirada y me miró de nuevo.
—Toman, puedes retirarte.
Permaneció junto a la puerta. —No te dejaré con estos desalmados...
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—Puedo arreglármelas sola. Ahora, vete.
Se quedó un momento más y luego miró a Cobra.
Cobra le devolvió la mirada.
Ambos hombres parecían saber exactamente quién era el otro sin hacer
preguntas.
Finalmente, Toman se retiró y cerró las puertas tras de sí.
Abandoné el trono y me acerqué a la gran mesa cubierta de viejos

pergaminos y notas de mi padre. —Siéntate. —Me senté a la cabecera de la
mesa, con los brazos apoyados en los reposabrazos, las velas goteando cera
en los candelabros de plata.
Se reunieron alrededor, Kingsnake y Cobra ocupando las sillas más

cercanas a mí.
Era extraño sentarme exactamente donde se había sentado mi padre

durante nuestras conversaciones, ocupar su lugar como gobernante de
Evanguard.
Ahora que Cobra estaba más cerca de mí, sentía el pulso en el cuello, el
latido constante de la sangre. Era tan consciente de su presencia como lo
había sido en el dormitorio, con su cuerpo desnudo junto al mío en mitad de
la noche. El paso del tiempo había sido tan breve que era poco probable que
ya se hubiera acostado con alguien más, pero su apetito parecía voraz.
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Intenté mantener los ojos fijos en Kingsnake porque era más fácil que mirar
a su hermano. —Recibisteis mi advertencia.
—Lo hicimos —dijo Kingsnake—. Y nos hizo ganar la guerra, así que gracias.
Una bola de terror cayó en mi estómago.
—Siento lo de tu padre. —No fue Kingsnake quien habló, sino Cobra, su voz
suave.
Seguí sin mirarle.
—Yo también —dijo Kingsnake—. No era nuestra intención...
No podía escuchar esto. —Mi padre era mi sangre, mi pariente. Oír de su

muerte es profundamente doloroso. Pero también es complicado... porque
no era un buen hombre. Su odio hacia los de tu especie fue alimentado por
una codicia incesante.
Kingsnake se quedó mirando, con los codos sobre la mesa y las manos
juntas. —Sigue hablando.
Ahora miraba a la mesa, incapaz de mirar a nadie a los ojos. —Quiero forjar
una tregua eterna con tu pueblo. Una paz vinculante que se mantenga para
siempre. No más muerte. No más desesperación.
—Háblanos de esa codicia incesante de la que hablas —dijo Cobra.
Levanté los ojos y miré a Larisa y Viper. —Primero la tregua.
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Pude sentir el cambio de energía mientras se movía por la mesa, la forma en
que cada uno de ellos se tensaba con incomodidad.
—Te lo dije. —Viper miró a su hermano a su lado. —Sea cual sea el secreto
que esconde, es suficiente para que la matemos en el acto.
Cobra desvió su mirada hacia mí.
Le sostuve la mirada.
No había juicio ni ira en sus ojos, a diferencia de sus hermanos.
—Esas son mis condiciones, —dije—. Acepta esta tregua entre nuestros
pueblos y te daré acceso a esta información.
Todos los hermanos se miraron en silencio, como si pudieran leerse la

mente. Todos parecieron llegar a un acuerdo porque Kingsnake se volvió
hacia mí. —Queremos que nuestras razas inmortales coexistan en armonía,
independientemente de vuestros crímenes, así que firmaremos vuestra
tregua y avanzaremos en una nueva era de paz.
Viper soltó un suspiro de fastidio.
Cobra me dirigió una mirada tan acalorada que me hizo burbujear la piel.
Desenrollé el pergamino con mi firma al pie y se lo pasé a Kingsnake. Con

una pluma de ave, firmó con tinta negra en la parte inferior. Le pasó el papel
a Cobra, que también añadió su firma en letra cursiva.
Me devolvió el pergamino. —Gracias.
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Kingsnake me miró fijamente, con más intensidad que hacía un momento. —
Habla.
Vencí el pavor y avancé. —Antes de compartir esto contigo, quiero que

entiendas que no tenía conocimiento de esto hasta la semana pasada. Y la
gran mayoría de los Etéreos no son conscientes de esta verdad...
—Habla —dijo Kingsnake, con ojos venenosos.
Mi columna vertebral estaba recta, mi núcleo era fuerte, pero aún me sentía
débil de vergüenza. —La razón por la que los etéreos han forjado esta
interminable cruzada contra tu pueblo es porque competimos por los
mismos recursos.
—¿Qué recursos? —Preguntó Kingsnake.
—Los reinos de los hombres.
Todavía confuso, entrecerró los ojos.
—Tú necesitas su sangre para la inmortalidad... y nosotros necesitamos sus

almas.
Ningún movimiento. Ninguna reacción. Pero la tensión era como el calor de

un voraz incendio forestal.
Kingsnake dejó de mirar momentáneamente, con todo el rostro tenso por la

consternación. Finalmente, sus ojos volvieron a mí. —Explícate.
—No puedo explicar el mecanismo. No estoy segura de que mi padre

pudiera tampoco, ya que lleva funcionando mucho antes de que naciéramos
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cualquiera de nosotros. Pero cuando un humano pasa de esta vida... su alma
es capturada aquí. Viaja al río bajo la montaña que llega a nuestra ciudad, el
río que riega nuestras cosechas, que llena nuestras cantimploras. Los
etéreos creen de verdad que los dioses nos han bendecido con la vida
inmortal, nos han ordenado eliminar a los caminantes nocturnos, sin darse
cuenta de que se alimentan y beben las almas de los mortales. —Por fin me
desahogué, pero en lugar de sentirme mejor, me sentí peor. Sólo lo hizo más
cierto.
Una vez que Kingsnake escuchó mi historia, se volvió para mirar a Larisa a
su lado.
Estaba pálida, incluso para un vampiro.
Cobra y Viper hicieron lo mismo, mirando a la mujer que consideraban su

hermana.
Larisa no miró a Kingsnake. Sus ojos estaban fijos en la mesa, y las yemas
de sus dedos se movían sobre sus labios con asombro.
—Lo siento... —No había justificación para lo que mi gente había hecho. No
tenía sentido disculparse.
Kingsnake miró a Cobra durante un rato.
Cobra se hundió en la silla, con los brazos apoyados en la mesa.
El hecho de que no desenvainaran sus espadas y amenazaran con matarme

fue un milagro. Parecían demasiado conmocionados como para hacer otra
cosa que sentarse allí.
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Kingsnake finalmente habló. —Mi padre tenía razón... en todo.
—Joder —dijo Cobra.
—Los reinos creen que somos el enemigo —dijo Kingsnake—. Pero es a la

gente a la que adoran como dioses...
Solía estar orgullosa de mi pueblo. Ahora estaba muy avergonzada.
Viper me miró, su rostro tenso de odio. —Me das asco.
Cobra no me miró, pero saltó en mi defensa. —Viper.
—Por favor, no me digas que todavía quieres follarte a esta zorra....
—Viper. —Cobra no levantó la voz, pero de alguna manera su voz se hizo

más poderosa. —Acaba de decir que ella y todos los demás en Evanguard
no tenían ni idea. Son víctimas de este engaño al igual que nosotros.
—¿Te das cuenta de que nuestra madre no está en el más allá? —Viper
presionó. —Esos gilipollas se comieron y bebieron su puta alma....
—Para —dijo Kingsnake—. La reina Clara podría haberse guardado este

conocimiento, pero no lo hizo. No es como el rey Elrohir y los líderes que la
precedieron. Tenemos todo el derecho a estar enfadados, pero no con ella.
—¿Soy el único aquí que no es idiota? —preguntó Viper. —¿Realmente

crees que la Reina Clara o el Etéreo detendrán la misma práctica que los
mantiene vivos? En el momento en que cierren esto, toda su raza habrá
desaparecido. ¿Lo has pensado?
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Cobra bajó la mirada y no dijo nada.
Kingsnake tampoco tenía nada que decir.
Viper me miró. —No vas a pararlo, ¿verdad?
—No es tan sencillo.
Con una mirada victoriosa en su rostro, se sentó.
—Por un lado, me da tanto asco que no puedo dormir por las noches. Saber
que mi corazón palpita alimentado por las almas de inocentes es
traumatizante. Pero por otro lado, si lo detengo... muero. Igual que todos los
que conozco.
—Si dejaras de practicarlo, ¿cuánto tiempo te quedaría? —preguntó Cobra.
—No estoy segura, —respondí. —Quizá envejeceríamos y viviríamos el resto

de nuestras vidas. Como los humanos, tendríamos nuestros hijos y luego
moriríamos. O quizá pereceríamos inmediatamente....
—Yo diría que las almas han detenido el proceso de envejecimiento —dijo
Kingsnake—. Y si se detuviera, seguiríais con una vida mortal normal. Sí, tus
días serían limitados. Y sí, te acercarías a la muerte. Pero tendrías tu alma,
al igual que los demás humanos.
Asentí con la cabeza. Había vivido casi dos mil años, tiempo de sobra para
disfrutar de todos los frutos de la vida, pero la idea de perderla seguía
aterrorizándome. Los hijos nunca se me habían pasado por la cabeza porque
no había encontrado a la persona adecuada, pero saber que mis días eran
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limitados afectó de repente a esa urgencia. —En verdad, la forma en que
practicamos nuestra inmortalidad es asunto nuestro, como es asunto tuyo
cómo mantienes la tuya. Si decidimos destruir el obelisco de la Montaña de
las Almas y optar por una vida mortal o seguimos albergando las almas de
los muertos es decisión nuestra. No hay razón para que nuestras razas estén
en constante batalla.
Estaba claro que Viper me odiaba por la forma en que me miraba. —

Bebemos la sangre de los humanos, la mayoría de ellos voluntarios. Y no los
matamos. Y aunque lo hiciéramos, no les quitamos el alma. Las dos cosas
son incomparables.
—Y propagar la enfermedad a su gente sólo te beneficia a ti —dijo

Kingsnake—. Porque cuantas más muertes sufran, más fuerte te vuelves.
Nunca había admitido que fuera intencionado, pero la verdad era obvia. —
Me sentí perturbada cuando mi padre me admitió eso.
—¿Tienes un antídoto? —preguntó Kingsnake.
Negué con la cabeza. —Supusimos que ya habría seguido su curso, pero

parece empeorar. Se suponía que la idea era temporal, el tiempo suficiente
para derrotarte en tu punto más débil.
—Tenemos una cura —dijo Kingsnake—. Así que nos encargaremos de ello.
—Porque nosotros no somos los monstruos —dijo Viper— Ustedes lo son.
Esta vez, Cobra no interfirió en mi nombre.
47
Kingsnake habló de nuevo. —Tienes que detener la práctica.
Le miré una vez más.
—Sabes que es lo correcto.
Exhalé un suspiro tranquilo. —¿Y si fueras tú? ¿Sacrificarías tu inmortalidad

por cualquier motivo?
Kingsnake me sostuvo la mirada, y cuando no respondió de inmediato, supe

que poseía la madurez necesaria para comprender otros puntos de vista,
incluso los opuestos al suyo. —Si te detienes, te concederemos la
inmortalidad... como vampiros.
No esperaba la oferta, no después de un milenio de guerra. —Pero

perderíamos nuestras almas.
—Lo cual sería justo, en mi opinión. —Viper volvió a intervenir, mirándome

como si fuéramos enemigos en el campo de batalla. —Deberías estar
agradecida de que hiciéramos la oferta.
Volví a mirar a Kingsnake. —¿Por qué ofrecéis este regalo?
—Porque el alma es sagrada —dijo—. Toda persona merece decidir cómo

se utiliza. Aunque preferiría que tu especie no fuera la nuestra debido a
nuestra sangrienta historia, es preferible al abuso de gente inocente. Puede
que nosotros seamos vampiros y vosotros etéreos, pero una vez fuimos
humanos.
Podía vivir para siempre como vampiro o aceptar que había llegado mi hora.
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—¿Qué vas a decidir? —Kingsnake presionó.
—Aún tengo que contarle la verdad a mi gente. Sospecho que eso me dará
la respuesta. —Éramos una raza pacífica que respetaba los dones de la
tierra. Elegimos no comer carne, respetando a las criaturas que compartían
nuestro mundo. Sospechaba que todos ellos optarían por abolir esa
repugnante práctica y aceptar su propia muerte.
Viper pareció lívido ante aquella respuesta. —Si crees que permitiremos que
esto continúe....
—Viper. —Kingsnake fue quien le interrumpió esta vez.
Viper golpeó la mesa con la mano y se hundió en la silla, derrotado.
Kingsnake continuó. —¿Cómo explicarás esta tregua sin decirle la verdad a

tu pueblo?
—No puedo, —dije simplemente. —Tendré que contarles todo lo que mi

padre me dijo en confianza.
—¿Por qué te lo dijo? —Cobra preguntó.
Le había engañado. —Fingí estar intrigada, más que disgustada. Supuso que
estaba preparando un nuevo monarca, mientras yo tramaba su destrucción.
No fingiré que no me duele profundamente que no le perdonaras la vida....
—Hice una pausa, manteniendo la compostura para no romper a llorar. —
Pero tenía un corazón malvado. No creo que esto se hubiera resuelto
pacíficamente si él hubiera seguido viviendo.
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—Lo intenté —dijo Cobra—. De verdad que lo intenté.
No lo miraría, no cuando esperaba más lealtad de la que había mostrado.
Kingsnake habló. —¿Nos concederías hospitalidad en tus tierras mientras

informas a tu gente?
Levanté la barbilla y lo miré. —No aprecio tu desconfianza después del

sacrificio que he hecho, después de todo lo que he compartido contigo.
—No es desconfianza —dijo Kingsnake—. Pero nos gustaría conocer el

resultado de tu decisión. Nos gustaría estar presentes cuando iniciemos una
nueva era de paz. Porque aunque la concedas, es difícil de creer si no
pueden verla.
Sabía que este momento iba a llegar, y cuanto más intentaba posponerlo,
más estresante me resultaba. Acabábamos de sufrir una terrible derrota
contra los vampiros, y ahora sería yo quien inauguraría una nueva era de
camaradería... y le diría a mi gente que todo lo que habíamos creído era
mentira. Toda nuestra ideología, todo nuestro propósito... desaparecido.
Sospechaba que algunos se quitarían la vida sólo para detener el dolor.
—Siempre concederé alojamiento a mis aliados cuando me lo pidan. Sin

embargo, viene con una condición.
—No nos alimentaremos —dijo Kingsnake—. Tu preocupación es

innecesaria.
Asentí con la cabeza. —Entonces Toman hará los arreglos. Les deseo a
todos una buena noche de sueño. —Abandoné la mesa antes de que nadie
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pudiera hablar y abrí la puerta. —Por favor, acomoden a nuestros invitados.
Se quedarán con nosotros brevemente.
Toman parecía querer matarme, clavarme su espada en el estómago. —Esto

es así...
—Tienes que confiar en mí.
—¿Confiar en alguien que continuamente toma las decisiones equivocadas?
—Confía en mí, no casarme contigo fue la decisión correcta, —dije—. Ahora,

haz lo que te pido o renuncia a tu puesto para que pueda encontrar a alguien
que lo haga.
—Soy un comandante. No un sirviente...
—Entonces estás despedido.
Se enfureció en silencio.
Miré a uno de los otros guardias. —Neo. Has sido nombrado Guardia de la
Reina.
Neo abandonó inmediatamente su puesto y se acercó a mí, haciendo una

profunda reverencia una vez estuvo en mi presencia.
—Es un honor, Reina Clara.
—Acomoda a mis invitados. Necesitarán tres habitaciones.
—Por supuesto, Alteza.
51
Me hice a un lado y lo vi entrar, guiando a los invitados por las escaleras
hasta el suelo del bosque.
Excepto que Cobra no estaba con ellos.
Mi corazón se había calmado hace un momento, y ahora se aceleró un poco.

Volví a la sala del trono y lo encontré exactamente donde lo había dejado,
sentado en la silla de respaldo alto, con el resplandor de las velas resaltando
los contornos de su atractivo rostro.
Me quedé mirando, con el rostro congelado en un gesto de estoicismo. —

Es tarde, Rey Cobra. Deberías retirarte por esta noche.
Abandonó la silla, dio la vuelta a la mesa y se acercó a mí. Casi un palmo

más alto que yo, cuando estuvo cerca, tuve que inclinar la cabeza hacia atrás
para mantener mi mirada fija en la suya.
—Me gusta ese vestido.
Era blanco, con una pronunciada abertura hasta el muslo derecho. Tenía
mangas largas pero un corte profundo en la parte delantera que dejaba ver
mis clavículas, el hueco de mi garganta y un poco de la parte superior de mi
pecho. Tejido a mano por nuestra mejor costurera, el vestido era elegante y
hermoso, y mostraba mi poder como reina, pero también mi humildad. Mi
corazón siguió acelerándose, pero un poco más al oír su cumplido. No lo
hizo con una sonrisa pícara y su típica petulancia. Fue sencillo y genuino.
—Y las flores... —Levantó la mano y cogió uno de mis mechones, tocando

ligeramente un iris blanco clavado en su sitio. —Preciosas.
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Intenté mantener la respiración incluso cuando me tocó. Intenté fingir que
esta intimidad no significaba nada para mí. Pero mi corazón no se detuvo.
Retiró la mano y continuó mirándome fijamente.
—¿Hay algo que quieras decir?
Ladeó ligeramente la cabeza y clavó sus ojos inteligentes en los míos. —

Muchas cosas, en realidad. ¿Pero son cosas que quieres oír? Tu corazón
acelerado me dice que sí, pero esa mirada helada en tu cara dice que no.
Odiaba que mi propio cuerpo me traicionara. Y no podía detenerlo.
—Ahí va... —Ahora apareció esa sonrisa de suficiencia.
El calor enrojeció mis mejillas. —¿Eres el único con esta habilidad?
—Es específica de los Vampiros Cobra. Podemos oír a nuestras presas a

distancia.
—¿Qué habilidades especiales tienen los Vampiros Kingsnake?
—Visión nocturna.
—Pensé que todas las serpientes tenían esa habilidad.
—La suya es diferente a la mía. Puede ver firmas de calor.
—¿Y los Originales?
—Pueden sentir las mentes.
53
—¿Sentir?
—Sí —dijo—. Tiene mucha relación.
No hice más preguntas, sabiendo que estaba llenando el silencio a propósito

con palabras para hacerlo más soportable. Cada vez que estaba cerca de él,
la tensión era tan fuerte que podía partirme el cuello de los hombros. Ahora
era peor, después de nuestro tiempo separados.
Sus ojos miraron los míos mientras se subía a la ola del silencio. —
Acordamos que tu padre se salvaría. Cumplir tu petición era lo menos que
podíamos hacer después de la información que nos diste. Pero, por
desgracia, mi padre no pensaba lo mismo. Intenté detenerlo, incluso interferí
en la batalla antes de que pudieran matarse... pero no fue suficiente.
No hice preguntas porque no quería detalles. No quería saber cómo mi padre

había encontrado la muerte.
—Lo siento. —Su voz sonaba a verdad. Y sus ojos brillaban con ella.
Desvié la mirada.
—Por favor, no te enfades conmigo...
—No lo estoy.
Me estudió un momento más. —Entonces, ¿por qué hay tanta distancia entre
nosotros?
54
Lo había mantenido a distancia desde que entramos en la misma habitación.
Me aseguré de no mirarlo. Me aseguré de no mostrar ni una pizca de
emoción. —Es complicado.
—No, no lo es. —Su tono se volvió cortante.
Aparté la mirada.
—Dímelo.
Tardé un momento en armarme de valor para volver a mirarle. —Tenías

razón en todo... y estoy avergonzada.
La dureza de su mirada se suavizó de inmediato.
—Me pediste que me quedara y me fui.
—No soy el tipo de hombre que guarda rencor.
—¿No lo eres? —susurré.
Lentamente, aquella hermosa sonrisa volvió a sus labios. —No contigo.
—Después de todo lo que ha hecho mi gente, deberías despreciarme como

lo hace Viper.
—Siempre he sido más un amante que un luchador. —La sonrisa se

mantuvo, más cálida que el sol en una tarde de primavera.
—Hablo en serio.
55
—Yo también. —Sus ojos también sonrieron, brillaron como la luz de la luna
en una noche clara. —Y por cierto, todo eso de la reina me excita muchísimo.
Aparté la mirada y ahogué la risita que se me escapó.
—Y como he dicho... me gusta ese vestido. —Sus ojos bajaron y recorrieron

cada centímetro de mi cuerpo.
El calor me quemó aún más las mejillas. —¿Me coqueteas? —Le había dicho
lo mismo cuando estaba atrapada en aquella celda. No dejaba de insinuarse,
no dejaba de pedirme sexo a cambio de libertad, lo cual era repugnante...
pero también excitante.
Su sonrisa desapareció cuando se acercó a mí, su mano se deslizó por mi

pelo mientras acercaba sus labios a los míos. Su brazo se enganchó en la
parte baja de mi espalda y me apretó contra él con un tirón masculino.
En el momento en que su boca se posó en la mía, todo volvió de golpe. Las

emociones. La pasión. El fuego.
Sus dedos apretaron la tela de mi vestido e hicieron que subiera más

mientras sus labios acariciaban los míos, sintiendo mis labios con propósito,
dándome su aliento y recibiendo el mío a cambio.
Mis dedos se encontraron con la dureza de su armadura. No importaba lo

que tocara, era acero frío. El único lugar donde podía sentir la carne era su
cara, así que le acaricié las mejillas mientras dejaba que su boca devorara la
mía.
56
Me acercó lentamente a la mesa, con las manos aún agarrando y apretando,
y su lengua se encontró con la mía con un gemido silencioso. Su mano
agarró una de mis nalgas antes de subirme a la mesa y colocarse entre mis
muslos. Con las bocas a la misma altura, nuestros besos se intensificaron,
cada vez más acalorados y duros. A veces nuestros dientes chocaban y otras
nos tragábamos los gemidos del otro. Me bajó de un tirón la cremallera de
la espalda y mi vestido cayó varios centímetros, dejando al descubierto mis
tetas. Me agarró cada una de ellas mientras seguía besándome, y su pulgar
me acarició el pezón con firmeza.
Mis dedos trabajaron en sus pantalones, aflojándolos lo suficiente bajo su

armadura para que pudiera liberarse. Mis manos volvieron a sus brazos y
hombros, sintiendo las placas de la armadura con decepción, deseando
poder sentir los poderosos músculos que solían abultarse ante mi tacto.
Me tiró hacia el borde y tiró de mis bragas hasta que se soltaron y quedaron
enganchadas alrededor de un tobillo. Nuestros besos se hicieron más
fuertes mientras nos agarrábamos el uno al otro, colocando rápidamente
nuestros cuerpos en su sitio para poder reunirnos por fin.
Se alineó en mi entrada y luego dio un fuerte empujón.
Cuando lo sentí, todo se detuvo.
Se detuvo porque me sentí muy bien.
Mis ojos se clavaron en los suyos y separé los labios para respirar.
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Me miró igual que antes, con pura posesividad. Entonces empezó a moverse,
su cara se hundió en mi cuello y los dos nos aferramos para vivir.
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Capítulo 5
LARISA
Nuestro alojamiento no estaba en el suelo, sino entre los árboles. Una

escalera de caracol nos llevó a lo más alto, una humilde morada con una
cama sencilla en la misma habitación que la cocina, con una zona de estar
separada. Abundaban las ventanas, y si no fuera de noche, la luz del día
inundaría todos los rincones.
Kingsnake echó un rápido vistazo a su alrededor, con su capa roja

moviéndose detrás de él al mover los hombros. Giró en redondo y, cuando
volvió a mirarme, lo hizo con expresión dura.
—No te gusta.
—No.
—Creo que es algo bonito...
—Es vulnerable y precario.
—Estoy segura de que la Reina Clara haría otros arreglos-
59
—Está bien. —Se desabrochó la capa y se quitó la armadura, dejando las
piezas en el sofá porque no tenía otro sitio donde ponerlas.
Me acerqué a la pequeña mesa del comedor y tomé asiento. Estaba oscuro,

pero podía distinguir perfectamente los detalles de la habitación y del
exterior. Había más variaciones de color de las que me había dado cuenta,
distintas formas de ver el mundo.
Kingsnake entró en la habitación, vestido con sus pantalones y nada más.

Tomó asiento frente a mí, con su corpulento cuerpo hundido en la silla y la
mandíbula cubierta de una espesa sombra porque no se había afeitado
durante el viaje. Para ser un hombre mimado por el lujo, podía tomar el
camino difícil y adaptarse a él perfectamente.
Cruzó los brazos sobre el pecho y se quedó mirando. Su humor era pesado
como nubes de tormenta, sus ojos oscuros brillaban como relámpagos. Su
ira era palpable, aunque yo no la sintiera pegada a mí.
No hablé.
Siguió mirándome.
Sufrí su ira en silencio, demasiado incómoda para hablar.
—Estoy esperando una disculpa.
Tampoco pude hacerlo.
—Y un reconocimiento de que tenía razón... en todo.
Desvié la mirada.
60
—Mírame.
Me negué, concentrándome en la ventana sobre el fregadero de la cocina.
—Larisa...
—Sí, te he oído. —Mantuve la mirada perdida.
Se volvió tranquilo, su mirada caliente en mi cara.
—Es tan jodido. —Pensé en mi madre. En mi padre. Amigos que habían

muerto a causa de una enfermedad que nuestros dioses habían liberado. —
Todas las personas de los últimos... miles de años. Y yo podría haber sido
uno de ellos.
Su ira pasó de hervir a hervir a fuego lento. La emoción en mi voz podría

domarlo en su peor día.
Cuando la hostilidad desapareció, volví a mirarle. —Es lo único que tenemos:

nuestra alma. Y unos bastardos arrogantes decidieron que era suya. Es tan
inquietante. Si hubieras tomado una decisión diferente... imagínate oír esa
noticia.
Apartó la mirada bruscamente, la mera sugerencia era demasiado.
—Nunca te recuperarías de algo así. —Sabía que Kingsnake habría luchado

por seguir adelante después de aquello. Habría quedado marcado para
siempre por la decisión que podría haber tomado. No habría paz con el
Etéreo. Probablemente quemaría este bosque hasta los cimientos.
—No —dijo—. No lo haría. —Su voz era tranquila, contemplativa.
61
Volví a mirar por la ventana y vi luciérnagas revoloteando cerca de las copas
de los árboles. El bosque estaba en silencio, con la excepción de un pájaro
que graznó en la noche. La brisa movía las ramas a su paso. Era el lugar más
tranquilo que había visitado nunca, aparte de la cama de Kingsnake.
—Querer estar contigo nunca fue el problema... y espero que lo sepas. —

Me había dicho que me amaba, y ese debería haber sido el momento más
romántico de mi vida. Pero se convirtió en el precursor de la conversación
más difícil de mi vida.
—He renunciado a todo por un hombre antes, y sabemos cómo resultó.
—No vuelvas a compararme con él.
—No lo hago. Sólo digo...
—Entiendo que ese imbécil te jodió, pero he demostrado muchas veces que
estoy dedicado a ti y sólo a ti. Sabías que te amaba mucho antes de que lo
dijera porque lo sentías cada vez que estábamos juntos en la misma
habitación. No finjas inseguridad en una relación que he hecho
inquebrantable.
—No quise ofenderte.
—Ellasara también me jodió, pero ni una sola vez te comparé con ella.
Dejé de hablar, sabiendo que él tenía una refutación a todo lo que yo decía.
Volvimos a hacer silencio.
Silencio.
62
Estaba cansada después de nuestros viajes, pero mi mente estaba
demasiado frita para dormir.
—¿Dónde nos deja esto?
Se volvió para mirarme, con una ceja ligeramente arqueada.
—Sé que te he hecho daño.
Me miró durante unos segundos, con la mente en blanco. —Te he dicho que
somos de hierro.
¿Cómo podía un hombre dejarme de lado por otra, pero otro hombre
amarme tan incondicionalmente? Yo era insignificante para el primer
hombre, pero irresistible para el segundo. Pero tampoco entendía cómo
Ellasara podía haber utilizado a Kingsnake tan cruelmente sin enamorarse
de él. Era el hombre más guapo que había visto nunca, fuerte y noble, era
amable sin ser débil. Pero ella no lo veía.
—¿Cuánto tardaste en aceptar tu nueva forma de vida?
—Meses. Pero probablemente nunca lo habría aceptado de verdad sin saber

la verdad.
Sabía la horrible verdad, y aún me dolía el alma que había perdido.
—Le debo una disculpa a mi padre... pero aún no estoy seguro de poder
dársela.
—¿Por qué?
63
No habló durante mucho tiempo. —Temo que no sirva de nada. Su
resentimiento es permanente.
—Me cuesta creerlo.
—Cuando vives tanto tiempo, esos malos sentimientos crecen y se agravan

hasta alcanzar proporciones épicas. —Su relación con Aurelias se ha
convertido en una hermandad, y sabe a qué atenerse con Cobra y Viper.
Pero conmigo... no ha habido más que desprecio silencioso y rencores
pesados.
—Me sorprende que te importe cuando te desagrada tanto.
—Una relación entre padre e hijo siempre es complicada. —Sus ojos

volvieron a mirar por la ventana.
—¿Y si los Etéreos se niegan a dejar lo que están haciendo?
—Más les vale.
—¿Renunciarías a tu inmortalidad?
Sus ojos volvieron a mí. —Si fuera en las mismas circunstancias, sí.
—Eres mucho más empático que tus hermanos.
—Probablemente porque fui el más cercano a nuestra madre. Ella vivía para
el amor y la paz, no para la crueldad.
—Siento que la perdieras...
64
—Yo también. —Sus emociones eran silenciosas, como si no sintiera nada.
El tiempo había enterrado su dolor.
—Pero ¿y si se niegan?
—Entonces tendremos otra batalla —dijo—. Sus asuntos son asunto suyo,
pero sus prácticas son tan inhumanas que tendremos que intervenir. El alma
de mi madre ya se ha ido, pero ella querría que detuviéramos esto por el
resto de la humanidad.
—Sí... tienes razón.
—He sido vampiro mucho más tiempo del que fui humano, pero una parte
de mí siempre conservará mi humanidad.
***
Una ducha caliente había limpiado todo el sudor y la suciedad de nuestro

viaje. Salí envuelta en una toalla, sintiéndome fresca con la piel y el pelo
limpios. Me pasé los dedos por los mechones mientras entraba en la
habitación con la cama.
Sus pensamientos me asaltaron en cuanto entré en la habitación. El calor

del sol de verano me quemaba la carne como si estuviera en medio de un
desierto en pleno mediodía. Manos invisibles me agarraban por todas partes,
65
tiraban de la toalla para que se soltara. Su necesidad era tan potente que
rozaba la ira.
Mis ojos encontraron los suyos mientras estaba tumbado en la cama, con la
espalda apoyada en el cabecero y las sábanas amontonadas en la cintura.
Sus músculos estaban cincelados y eran fuertes, con grandes bultos en los
brazos. Tenía el pelo ligeramente húmedo por la ducha. No se molestó en
secarse del todo antes de meterse en la cama.
Sus ojos se posaron en la toalla de algodón que cubría mi cuerpo. Se

quedaron allí un momento antes de volver a mirarme.
Tenía los pezones duros contra el algodón y la piel me escocía como si

acabara de bajar la temperatura. La última vez que me había acostado con
él fue antes de la batalla, antes de convertirme en una caminante nocturna.
Ahora sentía el cuerpo diferente. Más pálido. Más fuerte. Ahora que mi
sangre era inutilizable, me había preguntado si me querría menos, pero
parecía que nada había cambiado.
Agarró la toalla y tiró suavemente de ella, el material se desprendió de mis

manos y cayó al suelo. El aire frío me golpeó la piel, hizo que los bultos se
hicieran más piedrecitas. Bajó las sábanas para mostrar su enorme polla,
lista incluso antes de que mi cuerpo quedara expuesto. Sus dedos me
rodearon la muñeca y tiró de mí hacia él, queriéndome en su regazo.
Mis muslos se separaron sobre sus caderas, y él guió su longitud dentro de

mí mientras bajaba, nuestros cuerpos deslizándose juntos en perfecta
armonía.
66
Inspiró profundamente mientras sus dedos me amasaban el culo.
Mis sentidos eran más fuertes, así que me sentí aún mejor que antes. Mis
manos acariciaron su pecho mientras giraba las caderas y atesoraba la
sensación de tenerlo dentro de mí, justo donde debía estar. Cerré los ojos
mientras saboreaba la sensación de su poderosa dureza.
Se impacientó y me levantó el culo, queriendo que me levantara y volviera a

deslizarme para sentarme sobre sus pelotas.
Empecé a moverme, mis tetas pasaban junto a su cara, mi espalda se

arqueaba antes de volver a enderezarse.
Sus dedos seguían amasándome el culo mientras gemía y su polla palpitaba

dentro de mí.
Lo hice despacio y con constancia, atesorando la forma en que su cuerpo

se sentía con el mío, acostumbrándome de nuevo. Me deleitaba en el
resplandor de su deseo, sintiendo cuánto me deseaba a cada instante. No
importaba lo rápido o lento que me moviera, a él le encantaba. Cuando le
miraba, veía una onda de placer. Cuando mis dedos se movían sobre su
corazón, sentía otro latido de placer. Le encantaba todo lo que hacía, por
insignificante que fuera.
Y cuando me corrí... su cuerpo retumbó como un terremoto.
Su brazo se enganchó alrededor de mi espalda mientras me guiaba hasta la

cama y se colocaba encima de mí, nuestros cuerpos colocados a los pies de
la cama en lugar de la cabecera. Me dobló como le gustaba, consiguiendo
67
el ángulo profundo que quería, y luego me folló mientras me agarraba por la
garganta.
68
Capítulo 6
KINGSNAKE
Era por la tarde cuando despertamos.
La última vez que me había alimentado fue antes de la batalla, y había

empezado a sentirlo. Mentiría si dijera que no echaba de menos el sabor de
su sangre, pero prefería vivir sin su sangre a vivir sin Larisa. Nunca volvería
a ser tan fuerte a menos que encontrara una presa que poseyera algo similar.
Pero sólo pensarlo me hacía sentir culpable.
Ella también tendría que alimentarse. Sabía que debía tener hambre, aunque
nunca lo mencionara. La idea de alimentarse de la sangre de alguien
probablemente la repugnaba, pero en algún momento, su hambre superaría
su perturbación.
Alguien llamó a la puerta antes de entrar.
Larisa ya estaba vestida con la ropa que nos habían proporcionado, un

vestido verde oscuro con una sola manga. Una prominente abertura le
69
llegaba hasta un muslo, tan alta que su ropa interior quedaba casi al
descubierto.
Puede que no fuera fan de los elfos, pero apreciaba su estilo de diseño.
Era Cobra, con una sonrisa de oreja a oreja como si estuviera en el paraíso.
—Buenos días.
—Es más de mediodía, —dije.
—No me había dado cuenta. —Se sentó a la mesa del comedor, con su
armadura y su capa. Miró a Larisa, que se sentó a su lado. —Los elfos tienen
un gran sentido de la moda, ¿verdad?
—Cobra. —Acerqué la silla frente a ella y me senté. —Insinúate a mi

prometida y tendré que deslizar mi daga entre tus costillas.
—¿Puede ser tu prometida si no se lo has pedido? —preguntó, con una ceja

enarcada.
Cuando miré a Larisa, sus ojos estaban puestos en Cobra, como si quisiera
evitar mi mirada a propósito.
Si su respuesta hubiera sido afirmativa, se lo habría pedido antes de la

guerra. Se lo preguntaría ahora, pero todo seguía tenso. —Ahora que te has
insinuado a mi prometida y nos has provocado a los dos, ¿puedes decirnos
por qué estás aquí?
—¿Siempre sonríes así? —preguntó Larisa.
Cobra movió las cejas. —La reina Clara y yo tuvimos unas palabras....
70
—Suena a mucho más que palabras, —dije.
—Ya me conoces. Siempre un caballero. —Volvió a mover las cejas.
—¿Qué significa esto? —preguntó Larisa. —¿Estáis juntos?
—Eso nunca funcionaría, Cobra, —dije.
—¿Por qué no? —espetó. —Si destruyen su obelisco, ella se convertirá en

vampiro. Seríamos iguales.
—Pero siempre seremos diferentes, y tú lo sabes.
El buen humor de Cobra se evaporó y me miró con dureza. —No deberías

guardar rencor a alguien que no cometió un crimen. La persona que lo hizo
ya no está. Sigamos adelante.
—No es tan simple, Cobra. Nos han hecho la guerra durante miles de años.
No se puede simplemente borrar eso.
—Kingsnake. —Larisa llamó mi atención con su voz seria.
Mis ojos se desviaron hacia los suyos.
—Si los elfos aceptan disolver esta práctica por su cuenta, deberíamos
centrarnos en un nuevo horizonte. Deberíamos centrarnos en la paz. Cobra
y tú sois reyes, y no hay razón para que no podáis conseguirlo.
Cobra mantuvo sus ojos en mí. —Quizá Larisa debería gobernar en tu lugar
mientras tú te tomas unas vacaciones o algo así.
71
Ignoré el insulto. —Viper no estará feliz.
—¿Alguna vez es feliz? —contraatacó Cobra.
Me quedé callado al no recibir la respuesta que quería. —¿Así que has

venido aquí para decirnos que echaste un polvo anoche?
—No. He venido a deciros que Clara lleva hablando con los elfos desde
primera hora de la mañana.
—No ha perdido el tiempo —dijo Larisa.
—No —dijo Cobra mientras me miraba—. Porque es una buena persona. Me

contó lo horrible que se siente por todo, que respira porque alguien perdió
su alma eterna. Se la come viva.
No sentí mucha lástima. No después de todas las batallas que se habían

librado innecesariamente.
—¿Esperas que me sienta mal por ella? ¿Sabes a quién compadezco? A

nuestra madre. Nuestros otros parientes. La familia de Larisa. Toda la
humanidad. Por ellos me siento mal.
—Ella no sabía...
—Entiendo eso, —dije—. Pero ella sigue siendo beneficiado por todos estos
siglos. Hasta que ella diga que abolirán la práctica y aceptarán una vida
mortal o una inmortal como caminante nocturno, continuaré con mi
resentimiento.
72
—Hablas como padre. —Lo dijo como un insulto, y definitivamente cayó
como tal.
—¿Qué harás si dice que no?
—Ella no...
—¿Y si lo hace? ¿Y si su gente se niega a cooperar? ¿Entonces qué?
—Ella tiene fe en su pueblo.
Mis ojos se clavaron en los suyos. —Siempre hacemos lo correcto hasta que
se hace difícil hacer lo correcto. Afirman ser criaturas espirituales que
adoran a sus árboles y se abstienen de comer carne. Pero una vez que sus
vidas perfectas están en peligro, se vuelven salvajes.
Cobra me miró fijamente.
—Espero equivocarme. Espero que abrace la inmortalidad como uno de

nosotros. Espero que consiga todo lo que desea. Pero prepárate para un
resultado muy diferente.
73
Capítulo 7
CLARA
—El obelisco absorbe las almas de los que han fallecido. Luego se
transfieren al agua que hay bajo la montaña, el agua que lleva a nuestros
ríos, que riega nuestros cultivos, que sacia nuestros cuerpos con cada trago.
No sé cuánto tiempo lleva ahí. No sé quién la construyó. Pero el poder que
nos mantiene vivos... son las almas de los demás.
Los Etéreos me miraban fijamente, los generales delante, los demás detrás.
Nos sentamos en el anfiteatro de madera donde celebrábamos nuestras
obras y tocábamos nuestra música. Rara vez se utilizaba para anuncios
como éste.
—Mi padre compartió esto conmigo antes de morir. La información se la

pasó su padre antes de perecer en la batalla. Podría habérmela guardado
para mí, como quería mi padre, pero me perturbaba demasiado lo que supe.
No podía seguir adelante, sabiendo que alguien perdió su alma inmortal para
que yo pudiera seguir viviendo... y sé que todos ustedes deben sentir lo
mismo. —En realidad, no sabía cómo se sentían. Acababa de darles la noticia
74
y la mayoría estaban tan sorprendidos que se quedaron en silencio. —Sé
que esto es mucho para asimilar...
—¿Qué debemos hacer? —preguntó uno de los generales. —Si destruimos

el obelisco, todos pereceremos.
—He compartido esta información con los vampiros-
—¿Qué has hecho? —espetó el general. —¿Compartiste nuestro secreto

con nuestro enemigo?
—Ellos no son nuestro enemigo. Acabo de decirte que nunca han sido
nuestros enemigos. Simplemente competían por el mismo recurso. Hemos
cometido genocidio contra ellos innecesariamente. Y nos han ofrecido un
regalo.
—¿Qué regalo? —preguntó.
—Nos han ofrecido la inmortalidad si abolimos el acto.
Se hizo un gran silencio en el anfiteatro. Todos me miraron, perturbados.
—Sí, eso significa que seremos vampiros, pero creo que es mejor que lo que
somos ahora. Es mejor que lo que hemos estado haciendo. Fue generoso
ofrecerlo, considerando la destrucción que hemos causado a su pueblo.
Ahora todos sus ojos estaban en el suelo.
—Como Reina de Etéreo, he decidido destruir el obelisco. Eso significa que

tenéis que tomar una decisión. Podéis vivir el resto de vuestras vidas como
humanos y pasar a mejor vida cuando os llegue la hora. Y aquellos que
75
prefieran la inmortalidad... pueden elegir ser caminantes nocturnos. Sé que
esto es difícil de digerir, así que tómense su tiempo.
***
Me senté en mi estudio, mis ojos en la pared al otro lado de la habitación. Se

me había caído una flor del pelo, pero no me molesté en arreglarla. Había
supuesto que el peso se me quitaría del pecho en cuanto confesara la verdad
a mi pueblo.
Pero ahora pesaba más.
Ver sus rostros horrorizados mirándome fue lo peor que había

experimentado nunca. Podía ver que estaban paralizados por la noticia,
conmocionados por su propia muerte. Darles la opción secundaria de ser
vampiros no pareció gustarles. Querían vivir para siempre y conservar sus
almas.
Había sido reina durante tan poco tiempo, pero ya me sentía como la peor
gobernante que jamás haya existido. Tal vez debería haber destruido el
obelisco sin su conocimiento y explicar su envejecimiento como una
maldición de los dioses.
No había una buena respuesta.
76
La puerta se abrió y entró la Guardia de la Reina. —El Rey Cobra, Rey de la
Montaña, solicita unas palabras.
No estaba de humor para compañía, ni siquiera de él, pero me negué a

espantarlo. Era todo lo que tenía ahora. —Hazle pasar.
Un momento después, entró Cobra, regio con su uniforme de rey. Ocupó el

asiento a mi izquierda y giró la silla para quedar frente a mí. Cruzó un tobillo
y lo apoyó en la rodilla opuesta, y con los codos apoyados en los
reposabrazos, juntó las manos en el regazo. Me miró fijamente, sin su
encantadora sonrisa, con ojos profundos y serios.
—¿Estás bien, cariño? —La ternura de su voz era una contradicción directa
con su dureza habitual.
No le había mirado en todo ese tiempo, sólo lo había visto a través de mi

periferia. Pero ahora desplacé mi mirada hacia la suya directamente, viendo
unos ojos oscuros que me recordaban a las noches solitarias de
medianoche.
—No... en realidad no.
—¿Qué pasó?
—Se lo tomaron bastante mal.
—¿Qué dijeron?
—Nada...
Sus ojos, llenos de lástima, seguían pegados a los míos.
77
—Les dije que destruiría el obelisco. Así que tienen que decidir si quieren
vivir el resto de sus vidas como humanos... o abrazar la inmortalidad como
caminantes nocturnos. No estoy segura de lo que decidirán.
—Pensé que ibas a someterlo a votación.
—Pero luego me di cuenta de lo cruel que es hacer que la gente elija. Es un

poco más fácil cuando otro toma la difícil decisión por ti.
Hizo un sutil gesto con la cabeza. —Esto me inquieta un poco.
—¿Por qué?
—¿Y si dan un golpe de estado?
—Somos pacíficos...
—Les estás quitando su forma de vida. No todos estarán de acuerdo con tu

decisión. Como eres la única que sabe dónde está, si te matan, su
inmortalidad persevera.
Me costaba creer que los de mi especie hicieran algo tan bárbaro, pero no
estaba fuera de lo posible.
—Me quedaré contigo hasta que esté hecho.
—Tengo guardias...
—No confío en ellos.
—Cobra, tienes tus propias obligaciones-
78
—Ninguna de esas obligaciones es más importante que tú.
Mantuve una cara seria, pero mi corazón se apretó como un puño que se
cierra.
—¿Qué vas a decidir?
Sin entender la pregunta, me quedé mirando.
—¿Vivirás el resto de tu vida como humana... o te unirás a mí?
No había tomado ninguna decisión, no cuando tenía tantas otras cosas en

las que pensar. Podía vivir una vida corta y conservar mi alma... o podía vivir
para siempre como un recipiente hueco. Era obvio lo que Cobra quería que
eligiera.
—No lo sé.
Hizo todo lo posible por ocultar su decepción, pero ésta relampagueó en sus
ojos como un meteoro en el cielo.
—Si te conviertes en una vampira y vives para siempre, tu vida sería

exactamente como es ahora. Planeaste vivir para siempre... y ahora puedes
hacerlo.
—Pero si muero...
—Ahora que se ha concedido una tregua entre nuestros pueblos, no habría

razón para morir.
—No soy tan arrogante como para asumir que soy invencible.
79
—Conmigo eres invencible. —Sus ojos seguros se clavaron en los míos. —
¿Crees que dejaría que le pasara algo a mi reina?
Sucedió de nuevo, mi corazón se apretó dolorosamente. —Apenas nos

conocemos...
—Te conozco mejor que nadie. Y tú me conoces mejor que nadie. —Lo dijo
con tanta seguridad, con ojos brillantes de poder. —He vivido mucho tiempo
y me he acostado con muchas mujeres. Ninguna de ellas ha significado nada
para mí, excepto tú.
Podía sentir el pulso en mi cuello, sentirlo acelerado tanto por la excitación

como por el miedo, y eso significaba que él podía oírlo. La última vez que
alguien me profesó su amor, era mentira. Pero yo sabía que no era una
mentira con Cobra. Lo único que quería era a mí.
—¿Por qué yo?
Hubo una larga pausa, como si no tuviera una respuesta.
—No lo sé.
—¿No sabes...?
—Sé que no es la respuesta romántica. Pero lo que sea que haya entre
nosotros es más profundo que la lógica. Es química, la forma en que nuestros
cuerpos zumban cuando estamos juntos en la misma habitación. Es la forma
en que me gusta hablar contigo tanto como follarte. Después de acostarme
contigo una o dos veces, debería haberme aburrido y estar listo para la
siguiente aventura, pero quería más. Todavía quiero más. —Sus ojos
80
parecían tan hermosos cuando hablaba con tanta sinceridad. —Es algo más
que físico. También es emocional, porque cuando te fuiste, yo era un
completo desastre. Pregúntale a mis hermanos y te lo dirán.
—Yo también era un desastre.
Una sonrisa se dibujó en sus labios. —Si eliges seguir siendo mortal,
tendremos nuestro tiempo juntos, pero será breve, y luego estaré
desconsolado cuando se acabe. O puedes unirte a mí y tomarnos nuestro
dulce tiempo. Sé que hay un problema con los niños... porque eso es
importante para la mayoría de las mujeres...
—No estoy segura de quererlos. Siempre supuse que cuando encontrara a

la persona adecuada, los tendría, pero eso es sólo por mi deber de
reproducirme y continuar la línea familiar. Ahora que mi padre se ha ido y mi
hermana no me habla y los Etéreos esencialmente ya no existen... no
importa.
—Entonces tiene aún más sentido.
Sentí que su presencia me empujaba, pidiendo la respuesta que quería oír.

—Me comprometí con alguien antes, y terminó siendo el mayor error de mi
vida. Ahora me pides que sacrifique mi alma cuando no hemos tenido mucho
tiempo juntos-
—En primer lugar, no me compares con ese imbécil que te utilizó. No finjas
que no te das cuenta de que me tienes envuelta alrededor de tu dedo y
sujeta bajo tu pulgar. Estoy tan jodidamente duro para ti, todo el tiempo. Y
81
en segundo lugar, no te estoy pidiendo que decidas en este momento.
Tenemos tiempo. Sólo quiero saber si estás dispuesta.
—Estoy dispuesta. —Lo dije sin pensar. Antes de Cobra, nunca lo habría
considerado, sacrificar mi alma por un tipo después de que el último hombre
de mi vida me hubiera apuñalado por la espalda. Pero lo consideré porque
había algo en él que me parecía bien, incluso cuando estaba encerrada en
aquella celda y me traía comida.
Me miraba fijamente con expresión dura, sus ojos se movían lentamente de

un lado a otro entre los míos. Daría cualquier cosa por conocer sus
pensamientos de la misma forma que él podía oír los latidos de mi corazón,
pero sospeché que sintió una punzada de placer cuando me oyó decir eso.
—Vamos a la cama.
***
Apoyó su espada contra la mesilla de noche y colocó su daga encima. Pieza

a pieza, se fue quitando la armadura y la ropa, revelando el músculo
cincelado que había debajo de una piel tensa con venas acordonadas. Él era
el que estaba casi desnudo, pero me miró como si yo no llevara nada. Se
despojó de todo hasta quedar completamente desnudo, con su dura polla
ansiosa.
82
Tragué saliva, nunca había visto a un hombre tan guapo. Todavía llevaba mi
vestido con las flores en el pelo, pero me sentí paralizada por aquella mirada
hambrienta. Hoy había sido el peor día de mi vida, pero él, de algún modo,
hacía que pareciera un recuerdo lejano.
Rodeó la cama hacia mí con los ojos clavados en los míos y, cuando me
alcanzó, me agarró por la espalda y tiró de mí. Bajó la cremallera y el vestido
se aflojó, dejando mis tetas al aire fresco. Se deslizó hasta mis tobillos, y
entonces sus grandes pulgares se engancharon en mis bragas y tiraron de
ellas hacia abajo. Una vez desnuda, me levantó y me colocó sobre su cuerpo.
Me tiró hacia abajo sobre su polla como si deslizara la mano dentro de un
guante.
Exhalé mientras le rodeaba el cuello con los brazos. Esperaba que me

tumbara en la cama y me dominara, pero me sujetó con sus fuertes brazos
y empezó a guiarme arriba y abajo, lo bastante fuerte como para aguantar
mi peso como si nada.
Joder, qué caliente.
Con un esfuerzo mínimo, siguió moviéndome, deslizándome por su longitud

una y otra vez, con sus ojos clavados en los míos y nuestros labios muy
juntos. Nuestras respiraciones empezaron a hacerse más profundas, más
fuertes. Pronto, jadeamos el uno por el otro, nuestros cuerpos húmedos
moviéndose a la perfección.
Lo apreté mientras me corría, excitada por su fuerza, por la forma en que me

hacía sentir más ligera que una pluma, cuando tenía músculos tanto en los
83
brazos como en las piernas. Me aferré a él y rebané su piel con las uñas, mis
tetas arrastrándose contra su pecho mientras me movía. —Cobra... —Le
acaricié la cara con la mano y le besé al terminar, sintiendo más placer entre
las piernas que nunca.
Me llevó a la cama y me dejó caer sobre las sábanas antes de colocarse

sobre mí. Me hizo un ovillo y plantó uno de mis pies contra su pecho antes
de penetrarme, golpeando el cabecero contra la pared y haciendo que se
me enroscaran los dedos de los pies porque el placer continuaba. —Sé mi
nena.
Mis ojos encontraron los suyos, la necesidad posesiva en su mirada.
—Eres mi nena, —me dijo al oído. —Déjame llamarte así.
Mi brazo se enganchó en su hombro y le agarré la muñeca mientras me

sujetaba una pierna. El último hombre que me había llamado así me había
dejado en ridículo, para empezar no merecía llamarme así. Pero este hombre
sí. —Vale.
***
—Cariño, levántate.
Mis ojos permanecían cerrados, todavía muerta de sueño.
84
—Clara. Ahora.
El peligro en su voz hizo que abriera los ojos. Fue entonces cuando lo olí: el
inconfundible aroma del humo. Me incorporé y vi que Cobra ya estaba
completamente vestido con su armadura y su espada en la cadera. —¿Qué
está pasando?
—Oigo doce latidos cerca. Son frenéticos, como si estuvieran corriendo o

luchando.
Me levanté de la cama y me apresuré a entrar en el armario para ponerme

la ropa. Mi armadura estaba allí, blanca como las perlas, y me la puse antes
de coger mi espada. Cuando volví a la habitación, Cobra tenía la espada en
la mano con los ojos puestos en el techo.
—Tenemos que irnos.
—Eso es exactamente lo que quieren que hagamos.
Empecé a toser, la potencia del humo era demasiado para mis pulmones. —
Si nos quedamos aquí, moriremos.
Cobra avanzó y salió al pasillo, pero en lugar de ir a la entrada principal, se

dirigió a una de las ventanas. La golpeó con el codo y la rompió en pedazos.
—Vamos. —Me dio la mano y me ayudó a saltar por el borde. Fue una caída
de tres metros hasta el balcón de abajo, y lo logré sin perder el equilibrio.
Cobra bajó un momento después.
—Sígueme.
85
Rodeó el balcón por la parte delantera, pero el fuego lo había quemado,
creando un enorme hueco entre las dos partes. La caída por debajo de
nosotros era de seis metros, y aunque él podría sobrevivir como vampiro, yo
no lo haría como humano.
Se volvió hacia mí. —Voy a tirarte.
—Puedo hacer el salto...
—Son seis metros. —Se puso de manos y rodillas. —Corre y empújate de

mi espalda. No vas a hacerme daño, así que hazlo lo mejor que puedas.
Pensé que podría hacerlo sin ayuda, pero sería horrible estar equivocada.
—De acuerdo. Me eché hacia atrás y luego esprinté, corriendo y

subiéndome a su espalda antes de empujar con fuerza, volando a través de
la división y apenas llegando al otro lado. Me agarré al borde, colgando sobre
el abismo.
—¡Sube!, —gritó desde detrás de mí. —Puedes hacerlo.
Apreté los dientes mientras subía y cruzaba el borde.
—Buena chica.
Me puse en pie y retrocedí para que pudiera dar el salto, pero entonces vi al
enemigo detrás de él. —¡Cobra!
Se giró en el momento justo, viendo a los soldados etéreos que venían hacia
él. Eran tres, todos blandiendo sus espadas con mortal precisión.
86
Cobra desenvainó su espada con una velocidad récord y desvió la primera
espada. Pateó al otro etéreo y esquivó el ataque dirigido a su cuello. Todo
sucedió en un abrir y cerrar de ojos, y luego blandió su espada contra los
tres oponentes.
Antes de que pudiera volver a saltar para ayudar, tenía que enfrentarme a
mis propios asesinos. Cinco de ellos llegaron a la vez, todos con la intención
de ponerme bajo tierra por la decisión que había tomado. Me dolía que
Cobra hubiera tenido razón, que mi propia gente pudiera ser tan bárbara.
Saqué una daga y la lancé al cuello del primer asesino, y luego atrapé la hoja
del siguiente. No podía con cuatro hombres a la vez, pero hice todo lo posible
por bloquear y esquivar sus armas. De lo contrario, perdería un brazo o el
cuello. Las llamas arrojaban luz en la oscuridad para que pudiera ver sus
movimientos y, aunque seguía defendiéndome, mi energía se agotaba
rápidamente. Uno de ellos clavó su espada en mi armadura, y mi protector
saltó por los aires. El otro cedió, presionando con fuerza mi antebrazo y
haciéndome estremecer. Con la guardia baja, sus espadas me atravesaron
el estómago. Mi armadura se llevó la peor parte, pero aun así me dejó sin
aliento.
—¡Clara! —El grito horrorizado de Cobra llegó a través del abismo.
Esperaba que estuviera más preocupado por sí mismo que por mí. Rodé
para esquivar un golpe mortal en el cuello y me puse en pie, pero alguien
me tiró hacia atrás y volví a caer. Entonces vi sus armaduras rojas y negras,
que parecían ascuas encendidas sobre el fondo de las llamas. Kingsnake se
enfrentó a dos él solo, rebanando por la mitad a uno y decapitando al otro,
87
como si no le costara ningún esfuerzo. Viper destruyó a los otros dos,
empujando a uno al abismo y rompiéndole el cuello al otro.
Kingsnake gritó a través de la brecha. —¡La tenemos!
Cobra pateó a su oponente en el abismo y luego me miró. —Cariño, ¿estás

bien?
—Estoy bien, —dije, todavía sin aliento.
Viper se acercó y me arrancó la muñequera del brazo cuando se dio cuenta

del daño que me había causado en el antebrazo. Los moratones se notaron
de inmediato.
Cobra echó a correr y saltó por la abertura, llegando hasta el otro lado sin
vacilar. Me miró para asegurarse de que estaba bien antes de mirar a
Kingsnake. —¿Hay otros?
—Viper y yo los matamos en la entrada —dijo Kingsnake—. Larisa sintió sus

intenciones, y vinimos inmediatamente.
—¿Dónde está ella? —Cobra preguntó.
—Le pedí que se escondiera —dijo Kingsnake—. Eso no salió bien, y lo

pagaré más tarde.
Cobra vino directamente a mí y me agarró de los hombros. Me dio un repaso

antes de soltarme.
—Temía que pasara esto.
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—¿Por qué? —Preguntó Kingsnake.
—Clara le dijo a su gente que destruiría el obelisco —dijo Cobra—. Está claro
que no estaban contentos con esa decisión.
—Parece haber sido aislado a unos pocos rebeldes —dijo Viper— Cualquier
otro que tenga la misma idea será cauteloso.
—Tienes que destruir el obelisco, —me dijo Cobra—. Acaba con él para que
esto no vuelva a ocurrir.
Todavía no podía creer que mi propia gente hubiera intentado matarme y los
vampiros fueran los que me habían salvado.
—Te escoltaremos hasta allí —dijo Kingsnake.
Cobra esperó mi acuerdo. —¿Clara?
—Lo siento... sólo necesito un segundo. —Me alejé de su grupo y dejé atrás
las llamas, intentando acceder a aire fresco para limpiar mis pulmones. Mi
vida se había desmoronado pedazo a pedazo, y ahora que mi propia gente
había intentado asesinarme, toqué fondo. Miré hacia las casas de los árboles,
sabiendo que los Etéreos estaban en sus balcones y contemplaban las
llamas que se habrían cobrado mi vida. Cuando miré hacia las escaleras, vi
a los guardias muertos que habían luchado para protegerme. Vi a los demás
Etéreos que habían salido para presenciar el horrible espectáculo. Algunos
de ellos cogieron cubos y formaron una fila, trasladando los cubos desde el
río hasta el palacio para sofocar las llamas.
Lo único que pude hacer fue quedarme allí de pie.
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Mis ojos estaban en el bosque, pero podía sentirle a mi lado. Sentirle allí de
pie y mirándome fijamente, acompañándome en mi miseria. Tenía los brazos
cruzados sobre el pecho y estaba al borde de las lágrimas, pero era
demasiado orgullosa para dejarlas caer.
—Siento que estoy viviendo una pesadilla... y cada vez es peor.
Se acercó ante la silenciosa invitación.
—Mi vida no era genial antes de saber la verdad, pero tampoco era horrible.
Ahora todo en lo que he creído es una completa mentira. Mi propia gente, a
la que he servido, intentó quemarme hasta la muerte. Mi padre fue asesinado
por mi traición. Estoy destruyendo mi propia inmortalidad. Tengo que decidir
si quiero vivir una vida insignificante como un humano o para siempre como
un no-muerto. Todo ha ocurrido en tan poco tiempo... Es difícil de procesar.
—Pesada es la cabeza que lleva la corona.
Me volví lentamente hacia él.
—Estás marcando el comienzo de una nueva era para los Etéreos. Estás
tomando la decisión correcta, aunque difícil. Habrá rebeldía. Habrá
decepción. Esa es tu carga mientras lleves esa corona.
—¿Se supone que eso me hará sentir mejor?
—Se supone que endurece tu columna vertebral. Se supone que debe

infundirte valor. Heredaste un reino de mentiras y engaños. Ahora es tu
responsabilidad hacer a los Etéreos tan gloriosos como deberían haber sido.
Si pensaste que sería fácil, entonces eres una tonta.
90
Esperaba que el hombre con el que me acostaba me consolara, que me
dijera que estaba haciendo un gran trabajo, que me dijera todas las cosas
que quería oír. En lugar de eso, me dijo las cosas que necesitaba oír. Dijo la
verdad en lugar de amortiguarme con mentiras. Y eso me gustó.
—Parece que hablas desde la experiencia.
—No fue fácil comenzar nuestros reinos. Y no ha sido fácil tomar las
decisiones difíciles. Si el trabajo alguna vez es fácil, entonces no lo estás
haciendo bien. —Me miró fijamente con esa dureza en la mirada, un rey en
un reino diferente. —Sabes que estoy aquí para ti, siempre. Mi espada es
tuya. Mis hermanos te sirven. Pero es tu trabajo liderar.
—Me sorprende que uno de vosotros no tome el mando....
Sus ojos se clavaron en los míos. —Los Etéreos no nos necesitan cuando ya
tienen una reina poderosa.
Cuando su mirada se hizo demasiado intensa, aparté la vista.
—Que resulta ser la cosita más sexy que he visto nunca. —Su sonrisa estaba
en su voz, encantadora y coqueta.
Mi tristeza era demasiado potente para sentir alegría.
—Algunos de los tuyos intentaron matarte, no todos. Otros aún te siguen.

Otros te respetan por decir la verdad. Has matado a tus enemigos y ahora
te mantienes firme. Muéstrales que la Reina Clara no puede ser detenida por
espadas y fuego. Esta es tu oportunidad de mostrar tu fuerza y recordarle a
la gente por qué eres la que está en el trono.
91
Tras un par de respiraciones, dejé que la tristeza desapareciera. No había
tiempo para la autocompasión. No había tiempo para la duda.
—Partiremos hacia el obelisco al amanecer. Pero, la verdad, no tengo ni idea

de cómo destruirlo. Está hecho de piedra sólida.
—Viper tiene explosivos.
Me volví hacia él. —¿Y por qué Viper ha traído explosivos a nuestro bosque?
—Siempre los tiene a mano, por si nos encontramos con un obstáculo que
no podemos cruzar o necesitamos bloquear el camino de un enemigo que
se acerca. No es nada personal.
Después de haberme defendido contra mi propia gente, no eran más que

dignos de confianza, así que lo dejé pasar.
—¿Qué tan larga es esta caminata?
—Mi padre y yo lo hicimos de ida y vuelta en un solo día. Pero nos llevará
más tiempo porque no conozco el camino tan bien como él. Conozco la ruta
general, sé qué marcas buscar, pero seguro que habrá algún percance por
el camino.
Asintió con la cabeza. —Entonces puede que tengamos que poner esta
caminata en espera.
—¿Por qué?
Sus ojos evitaron los míos por un momento. —No previmos que nuestra
estancia durara tanto, y hace tiempo que no comemos.
92
Se me cayó el corazón al estómago. Nunca lo había visto alimentarse, así
que era fácil olvidar que era un vampiro que se alimentaba de la fuerza vital
de los demás. Nunca se le veían los colmillos y, aparte de la palidez de su
piel, era difícil decir que no era un muerto viviente.
—Honraremos tus reglas y satisfaremos nuestras necesidades fuera del

bosque.
—¿Cuánto tiempo llevará esto?
—Un par de días, probablemente.
—Y... ¿simplemente agarrarás a alguien y tomarás lo que quieras?
—En realidad no funciona así.
—¿Entonces cómo funciona? —le pregunté.
Sus ojos se apagaron, como si la pregunta no fuera bienvenida. —Se ofrece

libremente.
—¿Y por qué alguien haría eso sin más?
Desvió la mirada un momento. —Estás haciendo preguntas cuando no

quieres las respuestas. Así que dejemos esta conversación en el aire.
Los entusiastas vivían en todas partes, obsesionados con los vampiros, los
seres hermosos e inmortales. La mayoría de los humanos nos adoraban,
pero muchos también a ellos. —¿Así que encuentras a una chica guapa que
te desea y te deja ir a la ciudad?
93
Desplazó su peso, pero me sostuvo la mirada todo el tiempo. —Tu corazón
late tan rápido...
Avergonzada, aparté la mirada.
—No porque estés excitada. No porque estés nerviosa. Sino porque estás
enfadada. Tan jodidamente enfadada. Así que deja la conversación.
—¿Por qué no te alimentas de un hombre-
—Porque no voy a hacerlo. —Su voz era cortante y dura. No había lugar
para la negociación. —Me alimento, y luego me voy. No habrá nada más,
Clara. Te he sido fiel desde el momento en que te vi. Ahora eres mía, y no
voy a joder eso con una mujer inferior...
—¿Por qué no has pedido alimentarte de mí?
Se detuvo ante la pregunta.
Todos los celos y la ira hicieron que mi tono cambiara, lo hicieron más
profundo.
—Porque te respeto demasiado como para pedírtelo.
—¿No es eso lo que haces con tus otras amantes? Alimentarte y luego
follártelas...
—Tú no eres una de ellas. Eres mucho más. Nunca te pediría que hicieras
algo a lo que te opones con tanta vehemencia. Y no necesitas ofrecerte
ahora sólo porque tengo hambre. Me alimentaré y ya está.
94
El corazón aún me latía en el pecho. Como un ejército de cascos contra la
tierra. —No quiero que lo hagas.
Se acercó, nuestro intercambio estaba tan cargado que cualquiera que nos
viera juntos sabría que había algo entre nosotros. Bajó la barbilla para
encontrarse con mi mirada, y la intensidad de sus ojos se hizo mucho mayor.
—¿Estás segura, cariño? Porque los demás tendrán que irse de todos
modos.
—Podría pedir voluntarios.
—Ese es un movimiento audaz.
—Tú y tus hermanos sois muy... atractivos. No me sorprendería que aquí

hubiera mujeres interesadas, sobre todo después de que nos dejaras
retirarnos al final de la guerra. Y más ahora que os habéis ofrecido a
hacernos de los vuestros después de lo que os hemos hecho. Algunos no
están de acuerdo, lo sé, pero otros se han conmovido. Alimentarlos es lo
menos que podemos hacer.
Continuó mirándome fijamente. —Si es lo que quieres.
—¿No es lo que quieres?
Sus ojos iban y venían entre los míos. —Deseo tu sangre con la misma
intensidad que deseo tu cuerpo. Es algo en lo que pienso cada vez que
estamos juntos. Cuando tu cuerpo se pliega bajo el mío y derramas lágrimas
de placer, quiero hundir mis dientes en tu carne y tenerte. Sí, es lo que
quiero. Pero sólo lo quiero si tú también lo quieres. Sólo si quieres que te
95
posea. Así que asegúrate de que es lo que realmente quieres... porque voy
a quererlo todo el tiempo.
***
Las llamas se apagaron y el resto del bosque se salvó del infierno. Mi

alojamiento fue destruido. Las posesiones de mi padre se redujeron a
cenizas. Me vi obligada a retirarme a mi hogar anterior, la casa del árbol en
lo alto de la copa de los árboles. No tenía la misma privacidad que tenía con
la sala del trono, así que el Etéreo supo que me había llevado a uno de los
vampiros conmigo.
Cobra echó un rápido vistazo alrededor, comprobando cada puerta y

armario para asegurarse de que estábamos solos antes de bajar su espada.
—¿Serán suficientes los guardias del cuartel? Alguien podría venir con un
hacha y talarlo.
—Estos árboles no. Cuando están en su mejor momento, son prácticamente

de piedra. Llevaría meses talarlo con cien hombres. —Me quité la armadura
y me sentí kilos más ligera. La última vez que estuve aquí, había llorado la
pérdida de Cobra, el apasionado romance que me hizo darme cuenta de que
merecía algo más que a Toman. Cobra era lo mejor que me había pasado...
en muchos sentidos.
—Estás triste. —Cobra se acercó a mí, casi sin armadura y en el sofá.
96
—¿Cómo lo sabes?
—Me he familiarizado bien con tu corazón. —Su mano se deslizó por mi pelo
y me cogió la cara, tomándome con el tipo de propiedad que me excitaba.
Me agarraba cuando le apetecía. Me tiraba cuando le apetecía. —Dime.
Mis dedos se deslizaron por su muñeca. —La última vez que estuve aquí,
acababa de dejarte.
Una sutil sonrisa se dibujó en sus labios.
—Te eché de menos...
—Yo también te eché de menos, cariño. —Su pulgar se movió bajo mi

barbilla y forzó mi mirada hacia la suya. —Tu carta me hizo sonreír,
escucharte exigir más y negarte a conformarte con menos. A esperar a un
hombre digno de tu corazón.
Me encontré en la misma situación que antes, mucho antes de lo que había

previsto. No era el indicado para mí en ningún sentido, pero lo anhelaba
como anhelaba el sol. Como anhelaba las flores en primavera. El calor en
verano.
—Un hombre como yo.
Mi corazón se aceleró. Si yo lo sentía, él también. Lo sentí aletear como las

alas de un colibrí.
Su brazo me atrajo hacia su cuerpo y sus labios atraparon los míos. Me dio
un apretón mientras me besaba, un beso que rápidamente se transformó en
97
algo más profundo. Respiraciones y lenguas se intercambiaron mientras nos
acercábamos a la cama, con la ropa cayendo por el camino. El principio de
nuestra noche había estado lleno de sexo apasionado, y ahora la madrugada
estaría llena de amor.
Me subió a la cama y se colocó sobre mí, con su pesado cuerpo de músculos

abultados. Me besó mientras me agarraba la rodilla y la echaba hacia atrás,
clavándome el muslo contra la cadera. Con sus labios directamente sobre
los míos, habló. —Última oportunidad, nena. —Su polla palpitante estaba
justo contra mi clítoris, y la carne de mi muslo estaba expuesta.
Mi corazón seguía acelerado, tanto por el miedo como por la excitación. —

Sí...
No me dio la oportunidad de cambiar de opinión. Ya estaba en mi muslo

expuesto, sus colmillos ahora visibles mientras acercaba su cara a mi carne
y me mordía.
Respiré hondo cuando sentí que mi piel se rompía contra sus dientes. Dolía
como un cuchillo que corta la superficie. La sangre goteó por mi muslo hasta
las sábanas. El dolor fue rápidamente anulado por el placer más exquisito.
En lugar de un grito, emití un gemido. Mis dedos se clavaron en su pelo
mientras se alimentaba de mí. De repente, me sentí tan excitada como si no
lo había estado desde el principio. Deseaba a ese hombre cada vez que lo
veía. Cada vez que veía esa sonrisa encantadora, esos ojos intensos, esos
hombros anchos. Pero ahora era mucho más. —Cobra...
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Retiró los colmillos y se lamió los labios antes de volver a ascender por mi
cuerpo. Levantó mis caderas mientras inclinaba las suyas y se deslizó dentro
de mí hasta que llegó al fondo, tan profundo que dolía. Sus embestidas eran
duras y enérgicas, y su respiración se entrecortaba con gemidos rápidos.
Me balanceé con él y me aparté el pelo, exponiendo mi carne para él.
—Joder, nena. —Su mano se clavó en mi pelo y cerró los labios sobre mi
cuello, penetrándome de nuevo con el mismo dolor y placer. Siguió
moviéndose dentro de mí, inclinando más mis caderas para poder follarme
y alimentarse de mí al mismo tiempo.
No había nada igual. Mis brazos se engancharon en sus hombros y me

agarré a él mientras me llevaba al cielo con sus caricias. Un estruendo
comenzó en mi estómago y luego se extendió a mis extremidades. Un placer
que ningún otro hombre me había dado jamás me sacudió el cuerpo como
las olas de una violenta tormenta. Las lágrimas ardían en mis mejillas
mientras me atormentaba el éxtasis. —Cobra...
99
Capítulo 8
LARISA
Vi a Kingsnake acercarse al lugar donde me había ordenado esconderme.

Sabía que se acercaba porque sentía sus emociones a medida que se
acercaba. Mis habilidades se habían ampliado desde que me había
convertido en vampira, y pude sentirlo todo el tiempo que estuvo fuera,
sentirlo encerrado en la agonía de la batalla.
Era algo horrible de experimentar, su potente ira y concentración mientras

acuchillaba a sus enemigos. Pero también era bienvenido, porque siempre
sabía que estaba vivo. Salí del árbol cuando se acercó y vi a un poderoso
rey acercarse a mí, con la armadura arañada por las cuchillas que habían
intentado alcanzar su carne.
En cuanto me vio, lo sentí. El calor abrasador de unas llamas desenfrenadas.

Un anhelo que se extendía a través de los mares. Un alivio como la lluvia
sobre un incendio forestal. Su amor no era una sensación concreta que yo
pudiera detectar, pero era la base de todas las demás emociones que sentía.
Me cogió las mejillas con ambas palmas y me besó, un beso suave lleno de
100
amor en lugar de lujuria. Era él quien estaba en la batalla, pero temía por mi
vida en lugar de por la suya.
Antes de separarse, me besó en la frente. Era la primera vez que hacía algo
así. La primera vez que alguien hacía algo así. Envolviéndome en el
resplandor del amor incondicional. Pude sentir la excitación de Elias en
cuanto su mujer entró en la habitación. Sabía que quería follársela. Pero
Kingsnake nunca se había sentido así en presencia de nadie más. Incluso
cuando hablaba con Ellasara, sólo emanaba rabia.
Sus ojos, su corazón, su cuerpo... todo era sólo para mí. —Te amo.
Ahora tenía los brazos a los lados, pero sus ojos se endurecieron más que
nunca. No respiró. Inmóvil como una estatua, parecía como si no sintiera
nada en absoluto, pero debajo de aquella montaña había ríos con
profundidades infinitas. La calidez inundó su cuerpo como la luz del sol en
sus venas, y la profundidad de ese sentimiento no se parecía a nada que
hubiera sentido jamás.
—Siento lo de antes-
—Está olvidado.
—Quiero estar contigo para siempre, con alma o sin ella.
Absorbió esa declaración durante segundos antes de acercarse a mí de

nuevo. Su brazo se enganchó en el arco de mi espalda y me atrajo hacia él,
acercando su frente a la mía.
—Cásate conmigo.
101
Con los ojos clavados en sus labios, asentí levemente. —Sí.
—No era una pregunta, cariño.
***
Nos sentamos frente a la mesa, con la luz del sol entrando por el toldo y las
ventanas. Kingsnake había apartado la mesa de las paredes para que
estuviéramos a la sombra lo más posible. Ahora que era vampira,
comprendía la incomodidad que había mencionado antes, la forma en que
los rayos se sentían tan calientes que era como si te derritieran la carne.
Como el palacio había ardido hasta los cimientos, no sabíamos dónde

encontrar a Cobra. Se había refugiado con Clara en alguna parte, así que
tendríamos que esperar a que viniera a vernos. Mientras tanto, nos
sentábamos juntos, disfrutando de la silenciosa compañía que nacía a lo
largo de toda una vida. Pero para nosotros, había ocurrido en apenas unos
meses.
Se abrió la puerta y entró Viper. —¿Sabes algo de él?
—No. —Kingsnake mantuvo la mirada fija en la ventana.
Viper ocupó la silla de la cabecera de la mesa.
102
—Entonces supongo que nos cruzaremos de brazos y esperaremos a que
su polla esté completamente satisfecha.
Mi primer aliento como vampiro había estado lleno de fuerza y habilidades

mejoradas. Pero con cada día que pasaba, empecé a debilitarme. Mi
estómago empezó a retorcerse y ahora me roía las entrañas. No me molesté
con la comida que solía comer, porque eso no me satisfaría en absoluto.
Sabía que necesitaba sangre.
Asqueroso. Repugnante. Pero si no comía en algún momento, moriría.
Kingsnake también debía tener hambre, pero no lo mencionó. Sus ojos ahora
eran del color oscuro de la tierra, no del verde brillante de antes.
Minutos más tarde, la puerta se abrió de nuevo, y Cobra entró. —Buenos

días.
—Tómate los buenos días y vete a la mierda, —espetó Viper.
Con una sonrisa ridícula en la cara, tomó asiento. —Necesitas echar un

polvo, tío.
—Y tú necesitas follar menos —dijo Viper— Quita esa estúpida sonrisa de

tu cara...
—Estoy demasiado hambriento y cansado para tolerar esto. —Kingsnake

habló en voz baja, como si, de hecho, estuviera agotado. —¿Cuánto falta
para llegar al obelisco?
103
—Un par de días, tal vez —dijo Cobra—. Sé que tienen hambre, así que una
vez que hayan comido, comenzaremos la caminata.
—¿Tenemos hambre? —Preguntó Viper. —¿Por qué estás excluido de esa

afirmación?
Cobra se encogió de hombros mientras la sonrisa permanecía en su rostro.
—¿Te alimentaste de Clara? —preguntó Kingsnake.
Su sonrisa no hizo más que crecer. —Resulta que ella es del tipo celoso. Lo
cual me parece muy bien, porque me parece muy sexy. —Movió las cejas.
—Ella ha pedido voluntarios para el resto de ustedes, y algunos hombres y
mujeres han dado un paso adelante.
—¿Por qué? —Preguntó Viper. —¿Por qué aceptarían eso?
—Por muchas razones —dijo Cobra—. Pero principalmente por gratitud.

Aceptamos una tregua, cuando podríamos haberlos masacrado en su lugar.
Y después de siglos de guerra, es lo menos que pueden hacer. Además,
tenemos admiradores en todas partes. —Guiñó un ojo.
Se me revolvía el estómago, no sólo por lo que tenía que hacer, sino porque
Kingsnake se alimentaría de alguien además de mí. Yo había sido su única
presa desde el momento en que nos conocimos, y saber que le hincaría el
diente a otra hermosa mujer me hizo sentir insegura de inmediato. Mi sangre
fue lo que le hizo desearme en primer lugar. Y ahora... ya no tenía nada que
ofrecerle.
104
Kingsnake sintió el mismo pavor. Se extendió lentamente por su cuerpo
como un veneno.
—Después de que hayas comido, nos iremos —dijo Cobra—. Viper,

probablemente necesitaremos tus explosivos para destruir esta cosa. Al
parecer, está hecho de piedra sólida.
—Sólo quiero comer —dijo Viper mientras se levantaba. —Vamos.
Cobra también se puso en pie, pero se detuvo cuando nos quedamos en

nuestros asientos. Sus ojos nos miraron antes de dirigirse a la puerta. —Los
esperaremos abajo. —Salió con Viper y cerró la puerta tras ellos.
Kingsnake no me miró. Sus ojos estaban de nuevo fuera de la ventana.
La única razón por la que le miraba era porque él no me miraba a mí. Si su

mirada se cruzaba con la mía, mis ojos se desviaban.
Pasó el silencio, acompañado por los cientos de pájaros que piaban en los
árboles.
Kingsnake respiró lentamente antes de volver a mirarme. —Esto es duro

para los dos. Pero es algo que hay que hacer. Cuanto más débiles seamos,
más vulnerables seremos a nuestros enemigos.
—¿Qué enemigos? —Habíamos hecho las paces con los Etéreos. Los
humanos nos recibirían con los brazos abiertos una vez que curáramos la
enfermedad.
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—Tú y yo siempre tendremos enemigos, incluso en los tiempos de mayor
paz. Soy el Rey de los Vampiros, Señor de la Oscuridad, y pronto serás mi
reina. Una reina más poderosa que su rey, ya que posee la sangre de los
Originales. La gente siempre querrá matarnos, cariño. Pero yo vigilaré tu
espalda... y tú vigilarás la mía.
Se me pusieron los ojos vidriosos al imaginarme esta nueva vida, llevando la

armadura de los vampiros Kingsnake, a su lado en tiempos de guerra y en
tiempos de paz. Los años parecerían días. Los días como minutos. Aunque
estaría casada con un hombre poderoso, yo también sería una mujer
poderosa. Mientras nadie nos cortara, estaríamos juntos para siempre.
Literalmente para siempre. Pero si quería que eso sucediera, tenía que
alimentarme.
Tenía que clavar mis colmillos en otra persona... y beber su sangre.
Y Kingsnake tenía que hacer lo mismo, con una mujer, alguien que no fuera
yo. Esa parte de nuestra relación había terminado oficialmente.
Sus ojos volvieron a mí. —Se hace más fácil, con el tiempo.
—Se siente mal.
—No estás tomando nada que no se da libremente.
—Aún así.
—No voy a fingir que estoy totalmente cómoda con esto. Nunca he estado
en el extremo opuesto de esta situación.
106
—Ellasara era un vampiro. —Me dijeron que no la mencionara, pero tuve
que hacerlo.
Un estallido de ira silenciosa estalló a través de él, pero no me regañó. —No

la amaba como te amo a ti. No sentía los celos que siento ahora. La idea de
que te alimentes de un hombre... no me gusta.
—Puedo alimentarme de una mujer. —Todo el asunto era despreciable para

mí. Fuera hombre o mujer, no lo disfrutaría.
Me observó. —Créeme... querrás un hombre.
—¿Por qué?
—Porque es íntimo. Una vez que su sangre golpea tu lengua, es más que
una comida. Es... un momento. Es como besar. No querrías besar a una
mujer, sino a un hombre.
—Besaría a una mujer.
—Una vez que los elementos de su sangre te golpean... —Se detuvo al darse
cuenta de lo que había dicho, y una oleada de excitación le abrasó las venas.
—¿Qué acabas de decir?
—No me atraen las mujeres, pero no me repugna la idea como a ti con un

hombre.
Hizo un sutil gesto con la cabeza mientras seguía mirando. —¿Puedo mirar?
—¿Verme comer? —pregunté sorprendida.
107
—Sí. —La tensa conversación se volvió de repente mucho menos tensa. Su
desesperación se había desvanecido como la niebla sobre el océano una
vez que el sol salió de entre las nubes. Se enderezó en la silla y aseguró los
brazos sobre el pecho.
—No sabía que te gustara eso.
—A todos los hombres les gusta, cariño.
—Entonces te alimentarás de un hombre...
—No.
—Entonces, yo haré el sacrificio, pero tú no...
—Tú te ofreciste. No te lo pedí. Y no tienes que hacerlo si no quieres.
Toda esta charla me dio más hambre, me dio hambre de algo que me
repugnaba. Pero los impulsos naturales de mi cuerpo tomaron el control. —
Una mujer está bien.
—Entonces vamos. —Se levantó de la silla, mucho más vigorizado de lo que

había estado hacía unos momentos. Cuando no me levanté, me miró
fijamente. —Me llevó mucho tiempo aceptar mi nueva vida. Mucho tiempo
para aceptar esta oscuridad eterna y todo lo que conlleva. Pero cada vez
será más fácil.
***
108
Uno de los elfos se llevó a Viper y a Kingsnake, llevándolos a sus respectivas
casas en los árboles para que se alimentaran de las mujeres que se habían
ofrecido voluntarias. Me sentí aliviada de no tener que ver su aspecto. No
tenía que ver el deseo cruzar sus ojos cuando miraba a mi prometido. Debió
de verlo la primera vez que vino a Evanguard y aprovechó la oportunidad de
quedarse a solas con él. Por mucho que despreciara la oscuridad que
poseían, los vampiros eran sexys.
—¿Larisa?
Me volví a Cobra a mi lado, que se había ofrecido a esperar conmigo

mientras Kingsnake estaba fuera.
—No dejes que te moleste.
—Es más fácil decirlo que hacerlo.... —Volví a apartar la mirada, observando
cómo la luz se colaba entre las copas de los árboles.
—Es sólo una comida. Nada más.
Sabía que Kingsnake aún no se había alimentado. Su mente estaba

desprovista de emociones en ese momento. Con mis habilidades
aumentadas, podía sentirlo a grandes distancias, y aunque eso era una
bendición en la batalla, ahora era una maldición. —Ahora que no puede
alimentarse de mí, temo que me quiera menos... y menos. Que alguien más
vendrá con sangre exquisita, y eso será el final . —Le dije a Cobra la pura
verdad cuando no podía compartir ni una pizca de ella con Kingsnake.
109
—Mientras tengas las mismas tetas y el mismo culo, nunca te querrá menos.
Mis cejas se alzaron.
—No le digas que he dicho eso. —Sonrió. —Me romperá el brazo.
—Hablo en serio, Cobra.
Dio un suspiro tranquilo. —Conozco a Kingsnake desde hace mucho tiempo.

Nunca se había apegado a su presa. Su sangre se volvía rancia, y luego eran
reemplazadas. Hablo de semanas, como mucho. Y con Ellasara, era un tipo
diferente de amor. A ninguno de nosotros le gustó realmente.
—¿Por qué?
—Ella era arrogante.
—¿Y tú no lo eres? —pregunté incrédula.
Volvió a sonreír. —Por eso me gustas. Dices las cosas como son. Ellasara
habría levantado la nariz y se habría marchado como si fuera demasiado
buena para hablar con nosotros. Esa zorra estaba tiesa. Tan tiesa que
apuesto a que ni siquiera podía saber cuándo llegaba al clímax... si es que
podía tener un orgasmo. Esa mujer era de piedra. —Cruzó los brazos sobre
el pecho. —Pero contigo, se siente bien. Ya te sientes como en familia. Así
que no te preocupes si esa mujer de ahí arriba es la zorra más caliente que
ha visto nunca, eso no va a cambiar nada.
110
En ese momento, Kingsnake apareció en el claro, regio en su uniforme, con
los ojos claros y concentrados. No había señales de que se hubiera
alimentado, ni manchas de sangre en su ropa o en la comisura de sus labios.
—¿Ya ha terminado?
Cobra se volvió para mirarle. —¿Ves? Todo terminado.
—Pero yo... —Había sentido su presencia mientras subía las escaleras. Sentí
su presencia una vez que había entrado en la casa del árbol. Era una
presencia apagada, el tipo de energía que sentía cuando intentaba dormirse.
No había excitación. Ningún deseo. Nada de nada.
Kingsnake se acercó a nosotros, con los ojos fijos en mí.
—¿Te has alimentado...?
—Sí.
En el momento en que Elias había entrado en la habitación con la mujer que

se convertiría en su esposa, un calor abrasador recorrió su cuerpo. Lo había
descartado la primera vez porque la atracción no podía superarse, pero
ocurría cada vez que estaba cerca de ella... y de algunas de las criadas. Pero
con Kingsnake, nunca sentía esas sensaciones, ni siquiera cuando una mujer
le pedía un mordisco a solas en un dormitorio en lo alto de los árboles. No
tenía idea de que podía sentirlo a través de distancias como esa, y aunque
lo supiera, no podía bloquear su mente tan bien.
—¿Lista? —preguntó.
111
Había estado tan preocupado por su alimentación que me olvidé de la mía.
—Un consejo —dijo Cobra mientras ponía su mano en mi hombro. —

Simplemente disfrútalo.
—¿Todavía quieres una mujer? —preguntó Kingsnake.
Asentí, no quería hacerle pasar por lo que yo acababa de pasar.
—¿Qué? —preguntó Cobra. —Maldicioooón. ¿Vas a mirar?
—Sí —dijo Kingsnake.
—Afortunado hijo de puta. —Cobra se pasó la mano por la cara y por la

mandíbula. —Quizá pueda convencer a Clara algún día.
—¿Le pediste que se convirtiera? —preguntó Kingsnake.
Cobra se encogió de hombros. —Es la única forma de que podamos estar

juntos, y sé que está loca por mí. —Sonrió satisfecho y le dio una palmada
en la espalda a Kingsnake. —Disfruta, imbécil.
***
La mujer que me presentó el Etéreo era hermosa, de piel resplandeciente,

pelo rubio largo en rizos sueltos alrededor de los hombros. Se había ofrecido
voluntaria para Kingsnake o Viper, pero accedió a alimentarme cuando la
112
Reina Clara se lo pidió. Vi al hombre que se había ofrecido voluntario para
mí. Había servido en el ejército, así que era fuerte y fornido como Kingsnake,
y también era guapo.
Eso me hizo desear más a la mujer.
Nos escoltaron a un edificio privado en el suelo del bosque, la luz del sol de
repente ausente dentro del recinto. No le había dicho ni una palabra a la
mujer. ¿Qué se suponía que debía decir? ¿Darle las gracias? ¿Hablaba el
lobo con el cordero antes de alimentarse?
Kingsnake nos acompañó y cerró la puerta tras nosotras.
Sus ojos se dirigieron inmediatamente hacia él y se quedaron allí, el vampiro

que ella quería en un principio. Mis colmillos de novata estaban a punto de
atravesar su carne brillante, pero ella parecía imperturbable. O era un animal
de granja demasiado estúpida para ver su inminente final, o era lo bastante
valiente para aceptar lo inevitable.
Kingsnake vino a mi lado. —El proceso es sencillo. Acércate, suelta los

colmillos y luego muerde. La sangre fluirá hacia tu boca al instante. Toma
sólo hasta que el hambre se calme, luego retírate. Como es tu primera vez,
querrás más, pero tendrás que controlarte. De lo contrario, corres el riesgo
de matar a la fuente.
Recordé cuando me mordió por primera vez. Era un vampiro experimentado,

pero incluso a él le costaba controlarse cuando probaba mi sangre. Temía
que mi respuesta fuera aún peor.
113
—Estaré aquí todo el tiempo. —No podía sentir mi malestar como yo sentía
el suyo, pero lo veía escrito en mi cara como el texto de un pergamino. —Es
tu primera vez, así que no te cargues con expectativas poco realistas.
Interferiré en cuanto te pases.
De repente sentí el hambre en una oleada dolorosa. Me apretó el estómago.

Me debilitaba y me ponía ansiosa al mismo tiempo. Ahora no me importaba
que estuviera a punto de morder a una mujer en lugar de a un hombre. Sólo
quería comer.
Él pareció verlo en mis ojos, el hambre de un vampiro. —Adelante. —Había

un sillón en la habitación, así que tomó asiento, las rodillas muy separadas,
un codo sobre el reposabrazos, las yemas de los dedos rozándose como si
hubiera un grano de arena entre ellas.
La miré a ella, la mujer rubia que seguía allí de pie, sin apartar los ojos de
Kingsnake una vez que captó mi atención. Estábamos a la misma altura,
nuestros ojos al mismo nivel, así que mis dientes deberían alcanzar su
garganta con facilidad.
Era una experiencia extracorpórea, una inquietud que me recorría la

espalda. Me sentía tan insegura de mí misma, incapaz de acercarme a ella y
tomar lo que quería. Pero tenía hambre y eso impulsó mis primeros pasos.
Me acerqué, tan cerca como si fuéramos amantes. Mis ojos miraban los
suyos. Los suyos miraban los míos.
Entonces levanté la mano y agarré sus rizos dorados antes de apartarlos de

su cuello.
114
La excitación de Kingsnake fue instantánea, como el momento en que una
tetera al fuego empieza a silbar. Desde las sombras del sillón, nos observaba
con el puño cerrado tapándose la dura boca.
Mis dedos se hundieron más en su pelo y lo echaron hacia atrás para dejar
su cuello expuesto a mí, la carne tan suave e inmaculada. Mi hambre se
multiplicó por diez y sentí que mis colmillos sobresalían por sí solos, como
por instinto. Ahora el impulso estaba en su sitio, y como arrastrado por la
velocidad de la corriente, me vi impulsada hacia delante. Mis colmillos
estaban tan afilados que atravesé su carne al instante, y escuché el
silencioso jadeo que soltó ante el dolor.
El dolor que nunca volvería a sentir, porque yo era un no-muerto.
La sangre golpeó mi lengua... y fue indescriptible. Como un trago de agua

en el caluroso desierto, una comida caliente tras un largo ayuno era pura
felicidad. Mi brazo se tensó automáticamente alrededor de su espalda y la
atraje hacia mí, hundiendo mis colmillos más profundamente a medida que
más sangre inundaba mi boca. Mi hambre era insaciable. De hecho, era más
profunda que antes.
La excitación de Kingsnake había aumentado desde el momento en que la

había agarrado por la cintura. Su calor era un infierno en aquella habitación,
viéndome tomar mi primera presa con convicción. En lugar de sentir la
desesperación que yo sentía cuando saciaba su hambre, recibía un
espectáculo que sacudía su deseo.
115
Eso hizo que la comida fuera mejor, sentir su calor rodeándome mientras me
alimentaba de la mujer que ofrecía su cuerpo abiertamente. Mi mano se
quedó en su pelo y lo mantuvo hacia atrás mientras me deleitaba con su
carne. Mi hambre acabó por saciarse, pero seguí adelante, comiendo en
exceso igual que cuando estaba viva. La comida sabía tan bien que seguí
metiéndomela en la boca y forzándola a entrar en el estómago. Mis dedos
profundizaron en su cuerpo mientras la drenaba, tomando más de lo que
necesitaba, sin tener en cuenta su bienestar.
La fuerte voz de Kingsnake llegó hasta mí. —Cariño.
Mantuve mi agarre sobre ella, negándome a soltarla.
—Basta.
No podía hacerlo. No podía parar.
Ahora dijo mi nombre, algo que no había hecho en mucho tiempo. —Larisa.
—Levantó la voz, regañándome como un padre regaña a un hijo. Sólo tenía
unos segundos para comportarme antes de que llegara el castigo. —No
quieres matar a esta mujer.
Eso rompió el trance. Mis colmillos abandonaron su carne y me retiré,

sintiendo aún la euforia en mis venas. Vi la sangre gotear por su cuello. Sentí
la plenitud que no había sentido desde la última vez que estuve viva.
Se alejó y se sentó en una silla cercana.
Kingsnake se puso delante de mí y me apoyó la mano en el brazo para

equilibrarme. Sus ojos se clavaron en los míos, aún ardientes porque su
116
excitación no había desaparecido con su advertencia. Me observó, me vio
superar la experiencia.
Bajé los ojos, avergonzada por lo que había hecho y por lo mucho que lo
había disfrutado. Era oficialmente una noctámbula, tomando la sangre de
otros para mi propio placer. El único consuelo que me quedaba era haberlo
experimentado yo misma, saber lo bien que podía sentirse.
A medida que pasaban los segundos, sentía el rejuvenecimiento, la fuerza

que surgía de la nada. Me sentía mejor que nunca, incluso desde el momento
en que abrí los ojos por primera vez. La fuerza de mis brazos y piernas era
innegable. De repente, mi concentración era tan nítida como una cuchilla.
Siempre supe que tenía el poder de los Originales, pero ahora lo sentía de
verdad.
Su mano se movió hacia mi pelo y me limpió la gota de sangre de la comisura

de los labios. —¿Cómo te sientes?
Mi respuesta surgió como un susurro. —Mejor.
Me inclinó la cabeza, haciendo que mis ojos se encontraran con los suyos.
—Mucho mejor.
Sutilmente, una sonrisa se dibujó en su dura boca.
—Más fuerte y poderosa que nunca.
117
Capítulo 9
KINGSNAKE
La arrojé sobre la cama antes de quitarme todo a toda prisa. Más duro que
el acero de mi espada, tuve una visión en túnel para esta mujer, bloqueé el
mundo y todas mis responsabilidades. Como si no me hubiera alimentado,
estaba hambriento, hambriento de la mujer que sería mi esposa.
Mis rodillas golpearon la cama y la doblegué a mi voluntad, plantando un pie

contra mi pecho e inmovilizando su otra pierna con mi brazo. Ella era más
fuerte que yo, pero inconsciente de su fuerza, me dejó dominarla
exactamente a mi antojo.
La penetré con fuerza y luego la agarré por el cuello.
Su mano se aferró a mi muñeca y soltó un gemido ante mi entrada.
Me la follé con saña, como si fuera una puta en lugar de hacerle el amor
como a una prometida. Verla alimentarse de otra mujer fue una de las cosas
más sexys que había visto nunca, me puso tan tenso que mi respiración se
118
entrecortó. La había deseado allí mismo, pero primero tenía que perdonarle
la vida a aquella mujer.
Ahora por fin la tenía, viendo cómo sus ojos brillaban de un modo diferente
porque estaba llena. Los míos se volvieron verdes cuando tuve su poder en
mis venas, pero los suyos se volvieron dorados como la joya más cara que
el dinero pudiera comprar.
Su mano se aferró a mi muñeca mientras se estremecía con mis embestidas,

con mis dedos tan apretados que le costaba respirar, aunque no lo
necesitaba. No me había quitado los pantalones, sólo me los había bajado
hasta los muslos porque quería enterrarme en aquel canal inmediatamente.
Quería reclamar a la mujer que ya había reclamado hacía mucho tiempo.
Era más que mía. Era mía para siempre. Sin alma, en la oscuridad eterna.
Apreté su garganta como si la odiara en lugar de amarla, pero fue la

posesividad la que se volvió violenta. Ya no era una frágil humana que se
derrumbaría ante mi fuerza. Ahora era una poderosa caminante nocturna
que compartía mi afinidad por la sangre. Ahora era mi igual, la mujer que
tenía tanto derecho a mi reino como yo.
Malditamente caliente.
Le gustó mi violencia porque se corrió, jadeando mientras la estrangulaba,

con lágrimas en los ojos. Su coño estaba tan apretado, como si tuviera la
fuerza de mi puño de hierro. Se apretó alrededor de mi polla como si quisiera
magullarla.
119
—Joder. —Llegué a un umbral que no vi, y entonces mi semilla latente la
llenó, reclamándola una vez más. Cuando me alimentaba, la sangre satisfacía
mi hambre, pero era una decepción de principio a fin. Era como pan rancio
con vino descorchado demasiado tiempo. Me llenaba el estómago, pero no
lo llenaba de placer. La etérea que se había ofrecido quería saciar más que
mi hambre, también mi cuerpo, pero la había inmovilizado y había tomado lo
que necesitaba antes de dejarla allí.
La mano de Larisa me agarró por el culo y me atrajo hacia ella,

reclamándome como su hombre de la misma forma que yo acababa de
reclamarla a ella. Todas sus dudas y remordimientos se habían evaporado,
y ahora estaba tan comprometida conmigo como lo había estado antes de la
batalla.
Yo era un hombre de muchos rencores, pero no le guardaba ninguno.
No después de conseguir lo que quería.
***
Dijiste que esto sólo tomaría unos días.
Todo plan tiene un contratiempo.
¿Qué clase de contratiempo?
120
Puedo pedirle a la Reina Clara que te permita entrar. Ella lo permitirá.
No necesito el permiso de nadie. Estaré allí en breve.
—Fang se unirá a nosotros. —Llegué al final de las escaleras y le tendí la

mano a Larisa, aunque no la necesitaba.
—Bien. —Ella la cogió y me dejó ayudarla a bajar. —Le echo de menos.
Caminamos hasta el claro donde Cobra y Viper estaban de pie, vestidos con
su equipo completo para nuestra aventura.
Cobra se giró primero, sus ojos escaneando la cara de Larisa para ver las
diferencias en su apariencia. —Pareces una mujer nueva.
—Me siento como una mujer completamente nueva —dijo Larisa, uniéndose
a mis hermanos como si fuera uno de nosotros. Tenía una relación diferente
con cada uno de ellos, incluso con Aurelias, un vampiro de piedra. Su
asimilación a mi familia había sido fácil. Ellasara no había hecho ningún
esfuerzo, y se había sentido como meter una clavija cuadrada en un agujero
redondo.
—Así que... —Cobra me miró. —¿Cómo fue?
Ignoré la pregunta.
—¿De verdad no me lo vas a contar? —preguntó con incredulidad. —Soy tu

hermano.
—No.
121
—No, ¿no me lo vas a contar? O no, ¿no soy tu hermano?
—Las dos cosas.
Viper soltó una risita silenciosa.
Cobra se quitó de encima el insulto. —Hablaremos más tarde, entonces. —

Le guiñó un ojo. —Entendido.
Mis ojos se desviaron hacia Viper. —¿Dónde está la reina Clara?
—Ella es mi mujer —dijo Cobra—. Así que pregúntame.
—Estoy cansado de oírte hablar, —dije.
Los ojos de Larisa iban y venían entre nosotros mientras se desarrollaba la

conversación.
Cobra se inclinó hacia Larisa. —Sólo está celoso de no ser el único con
novia.
—Prometida, —corregí.
Cobra le dio un codazo antes de poner los ojos en blanco.
Ella soltó una risita.
Mis ojos se dirigieron inmediatamente a los suyos ante la traición.
Sus ojos se desviaron.
122
La reina Clara se unió a nosotros, vestida con unos pantalones color tierra y
un top de lino blanco. Llevaba una mochila y el pelo recogido en un grueso
moño. Los demás íbamos armados con nuestras espadas, pero ella no
llevaba nada. —Es mucho peso innecesario para llevar.
—Preferimos estar preparados —dijo Viper.
—Ahí fuera no hay más que naturaleza salvaje —dijo Clara. —Un oso es tu
peor enemigo.
—Estamos acostumbrados, nena —dijo Cobra—. Guíanos. —Hizo un gesto

con el brazo.
Ella dejó caer su argumento y tomó la delantera.
Cobra aprovechó el momento para admirar su culo con un gesto de

aprobación. —Tiene un culo de la hostia, ¿verdad?
Eso hizo que Larisa se riera de nuevo.
Viper y yo nunca miraríamos.
Nos pusimos en marcha, abandonando la ciudad principal de Fallonworth y

adentrándonos en la selva. A medida que nos alejábamos del centro de la
ciudad, todo se volvía más tranquilo y los ríos eran nuestra única compañía.
A veces la brisa se movía entre los árboles y agitaba las ramas. Un pájaro
graznaba antes de sobrevolarnos. Pero el resto del tiempo reinaba el
silencio.
123
Mantuve a Larisa delante de mí, por si se deslizaba por el sendero o
necesitaba mi ayuda. Aunque era una vampiresa más poderosa, mi impulso
de cuidarla nunca moriría. Siempre la trataría como a la delicada humana
que solía ser.
Cobra y la Reina Clara tomaron la delantera, los dos hablando en voz baja
mientras navegaban por el bosque. Hubo momentos en que nos detuvimos,
como si ella no pudiera recordar el camino que su padre le había mostrado.
Pasaban los minutos mientras ella intentaba pensar, mientras intentaba
buscar en su memoria el camino a seguir.
Larisa miró hacia las copas de los árboles, las ramas que sombreaban
nuestra aventura. —Esto es precioso.
La vi inclinar la cabeza hacia atrás y admirar el techo del bosque, con el oro
de sus ojos brillantes. Llevaba su armadura y su espada, y soportaba el peso
extra sin problemas. Le había pesado durante el viaje a Evanguard, pero
ahora que se había alimentado, era infinitamente más fuerte. Esperaba más
resistencia en su primera alimentación, pero el hambre debía de ser tan
poderosa que no podía cuestionarla.
—Nunca salí de Raventower en toda mi vida. —Siguió mirando hacia arriba.

—Es agradable ver nuevos lugares... cercanos y lejanos.
Admiré el lado de su cara, viendo a una mujer tan completamente

cautivadora que no podía saciarme de ella. Cuando la vi por primera vez, no
había sentido literalmente nada, pero ahora... maldita sea.
Debió sentir mi mirada porque me miró.
124
—Te llevaré a donde quieras ir, cariño.
—¿Qué más hay que ver?
—Mucho más, —le dije. —Y tenemos todo el tiempo del mundo.
Por primera vez, el dolor palpitante no brilló en sus ojos. Una sutil sonrisa
suavizó sus rasgos de pétalo de rosa. —Estoy deseándolo.
***
Era un viaje que debería haber durado sólo un día, pero se alargó mucho
más.
—Menos mal que comimos antes de salir —dijo Viper al llegar a mi lado.
—Sí.
Miró a Cobra y a la Reina Clara que estaban delante, los dos en lo alto de la
colina para admirar el entorno. —Crees que ella tendría alguna idea....
—Sólo ha estado aquí una vez, —dije en su defensa.
—Para algo tan importante, debería haber recordado hasta el más mínimo
detalle —dijo Viper con frialdad. —A menos que todo esto sea una treta. Sólo
para que pensemos que quiere destruirlo, pero en realidad, no tiene ninguna
intención...
125
—Viper.
—¿Qué? —espetó. —No pueden oír.
—Clara está aquí para quedarse, así que deberías hacer un esfuerzo por
caerle bien.
Toda su cara se tensó de fastidio. —¿Me estás diciendo que confías en ella?
—Ella le dijo a su gente que la destruiría.
—Eso es lo que ella dice... pero quién sabe.
—Si no, su gente no habría intentado matarla. —En el momento en que los
rebeldes se volvieron contra ella e intentaron quemarla hasta la muerte, supe
que Clara había dicho la verdad, que había sido totalmente transparente con
nosotros desde el principio. —Sí, confío en ella.
Viper apartó la mirada, soltando un fuerte suspiro.
—Y nuestro hermano está claramente prendado, así que tenemos que hacer
todo lo posible.
—No finjas que tu petición no es tremenda.
—Le diste una oportunidad a Larisa.
—¿Larisa? —preguntó incrédulo. —No hay comparación entre las dos.

Insultas a tu propia mujer usando los nombres de ambas en la misma frase.
—Has heredado la terquedad de Padre.
126
—Y Cobra ha heredado la ingenuidad de Madre.
—Viper. —Profundicé mi tono. —Creo que ella está realmente perdida.

También creo que encontrará su camino.
Seguía mirando a los dos colina arriba, observándoles conversar sobre su

entorno.
—Tu odio nunca será lo bastante poderoso para salvar el alma de Madre.
Continuó mirando fijamente.
—A mí también me duele, pero tenemos que dejar nuestros prejuicios contra

los inocentes. Clara está haciendo todo lo que puede para arreglar esto. Eso
requiere carácter. Sin conocerla, diría que Cobra tiene suerte de haber
encontrado a una mujer tan valiente.
Viper finalmente se volvió hacia mí. —Kingsnake, siempre he admirado tu

intelecto y empatía. Te han convertido en un gran rey. Pero no lo has
pensado bien. No te has dado cuenta de lo complicado que será.
Larisa estaba sentada en una roca a lo lejos, entretenida con el exuberante

paisaje que nos rodeaba. Fang estaba envuelto alrededor de su cuerpo,
posado en su regazo como un compañero leal. Sus dedos acariciaban
distraídamente las escamas de su cabeza, algo que yo nunca había hecho.
La miré antes de que mis ojos se desviaran hacia los suyos. —Di lo que
piensas.
—Sabes cuánto quería padre a madre. —Giró la cabeza para mirarme de

frente, sus ojos ardían con un fuego silencioso. —Su muerte le persigue,
127
incluso siglos después. La razón por la que nos convertimos en caminantes
nocturnos fue para matar a esos imbéciles que profanaron su dignidad y su
cuerpo. Ambos sabemos que su odio no tiene límites. Ambos sabemos que
ese odio sólo crecerá cuando sepa la verdad: que el Etéreo destruyó el alma
de su esposa.
Un escalofrío me recorrió la espalda.
Viper continuó mirándome fijamente. —Aunque destruyamos este obelisco,

no cambiará nada. No para él. No parará hasta masacrarlos.
Bajé los ojos, sintiendo el pavor que provocaba su afirmación. —Hablaremos

con él.
—Lo que no hará nada.
—No podemos seguir viviendo así. Tenemos que movernos.
—Si no hubieras convertido a Larisa y estuviera muerta ahora mismo,

¿seguirías adelante?
Mis ojos se mantuvieron bajos.
—Si ella tuviera que sufrir una eternidad de nada porque el Etéreo...
—Para. —El pensamiento era intolerable. Jodidamente intolerable.
—Entonces sabes que Padre nunca seguirá adelante.
128
***
Finalmente, la Montaña de las Almas estaba a la vista. Habíamos estado en

la montaña equivocada, así que esperamos hasta el atardecer para bajar la
colina y tomar otro camino. Todas las noches dormíamos en nuestros sacos
de dormir, ya que las suaves temperaturas nos permitían dormir
cómodamente bajo la luz de las estrellas.
—¿Todo bien? —La voz de Larisa me sacó de la bóveda de mis

pensamientos.
Me volví hacia ella, que estaba a mi lado, y sus ojos preocupados recorrieron
mi rostro. —Sí.
Su mirada continuó, incapaz de creer mi mentira cuando sintió mi verdad.

—Puedo sentir tu... no sé cómo describirlo.
—Pavor. Eso es lo que sientes.
—¿Y qué es lo que sientes?
Todo lo que Viper había dicho era cierto. Incluso con el obelisco destruido,
mi padre estaría furioso de que hubiéramos ofrecido una tregua, de que
hubiéramos ofrecido impartir nuestra inmortalidad a la gente que había
robado la otra vida de mi madre. —Lo discutiremos más tarde. —En privado.
Donde Cobra y la Reina Clara no pudieran oír mis preocupaciones.
129
Larisa no se dejó llevar por su curiosidad. Aceptó mi negativa sin rechistar.
—Ojalá pudiéramos comunicarnos como hablamos con Fang. Qué bonito
sería...
—Sí, sería bonito.
Nos detuvimos a medio camino de la montaña cuando estaba

completamente oscuro, la Reina Clara no podía ver nada en la pura negrura.
—Continuaremos al anochecer. —Descolgó su mochila y la acercó a un
árbol donde se retiraría a pasar la noche. Cobra siempre la acompañaba y
compartían un saco de dormir y una almohada. En ocasiones, se escabullían
en la oscuridad para satisfacer sus deseos en privado.
Yo habría hecho lo mismo con Larisa, pero estaba de mal humor desde mi
última conversación con Viper.
Larisa preparó su saco de dormir, Fang se puso inmediatamente a su

disposición y serpenteó hasta donde descansaban sus pies. Era una
serpiente grande, que ocupaba casi todo el espacio, pero a ella no parecía
importarle.
Quería a mi mejor amigo tanto como yo. También a mis hermanos. Había
estado cegado por la belleza de Ellasara, encaprichado con su porte e
inteligencia, y me había vuelto inconsciente de todo lo que le faltaba. La
había amado cuando no sabía lo que era el amor en realidad. Ahora lo sabía.
Me metí en mi saco de dormir junto a Larisa y miré al cielo nublado. Mañana

estaría nublado, así que tendríamos una gran oportunidad para destruir el
130
obelisco y ganar terreno en el viaje de vuelta. Esa caminata debería ser
mucho más corta que la de aquí.
—¿Cómo crees que está Aurelias?
Cruzaba mi mente todos los días, preguntándome si estaba vivo o muerto.

—Estoy seguro de que está bien. —Era la única persona que tenía suficiente
influencia para hacer cambiar de opinión a Padre, y era una pena que no
estuviera aquí para hacerlo.
—Sí, yo también.
—Si no regresa para cuando esto termine, iremos tras él.
—Creo que es una buena idea.
Se preocupaba por mi hermano como si fuera su hermano, y eso me hacía

quererla más.
***
Al anochecer, recogimos nuestras cosas y nos fuimos.
Seguimos subiendo por el sendero hacia la montaña, la empinada cuesta

era un esfuerzo para nuestros cuerpos. La temperatura era fresca, así que
al menos no tuvimos que vencer tanto a los elementos como al terreno.
131
Pasaron horas hasta que llegamos a la cima, con las piedras negras erguidas
y enigmáticas bajo la luz mortecina. Me pareció oír un zumbido silencioso
contra mi oído, pero era tan débil que no estaba seguro de si me lo estaba
imaginando. Cada uno de nosotros estaba absorto en su visión, los pilares
que se alzaban sobre nosotros con una incuestionable solidez.
Si no fuera un cementerio de almas, parecería arte.
De repente, la reina Clara soltó un grito.
Todos nos volvimos al oírlo y, mientras desenvainaba mi espada, me puse

delante de Larisa, a pesar de que estaba cubierta por la armadura.
La Reina Clara estaba en el suelo, una flecha justo debajo de su hombro.
—¡Es una emboscada!
Cobra corrió más rápido de lo que nunca le había visto moverse, llegando
hasta ella justo cuando se disparaba la siguiente flecha. Rebotó en su
armadura justo debajo de su cuello, una flecha destinada a su pulmón. —
Vamos. —La agarró del brazo y la arrastró detrás de uno de los pilares de
piedra, protegiéndola de las flechas que seguían disparándose.
Arrastré a Larisa detrás del pilar más cercano. Viper apareció al otro lado.
—¿Qué coño te he dicho? —gruñó Viper, sacándose el arco de la espalda.
—Rebeldes, —dije—. Lo mismo de Evanguard.
—Clara dijo que era la única que conocía este lugar, —espetó. —Así que es
una maldita mentirosa.
132
—Si ella montó esto, ¿por qué le dispararían? —Larisa dijo. —No se habría
dejado la armadura.
—Para hacernos pensar...
—Viper, podemos discutir sobre esto más tarde. —Me asomé por la esquina
y vi a un grupo de cinco soldados acercándose a la piedra que protegía a
Cobra y a la reina Clara. Reconocí al primero de la izquierda. —Toman. Ella
lo despidió de su servicio cuando llegamos aquí.
Viper también echó un vistazo, pero retrocedió rápidamente para cubrirse

cuando salió disparada una flecha. —Tienes razón.
—Su padre debió de decírselo cuando supuso que se casarían.
Viper asomó la cabeza, esquivó la flecha que venía hacia él y luego disparó
una flecha él mismo. —Le dio en el hombro.
—Quédate aquí con Fang, —le dije a Larisa.
—¿Por qué? —replicó. —Te superan en número.
—Podemos manejarlo. Ahora, haz lo que te digo.
—Soy una Original, ¿recuerdas? —espetó.
—No tenemos tiempo para esto...
—No voy a esconderme cada vez que arriesgues tu vida. ¿Soy tu reina o
no?
133
Respiré con fuerza, furioso de que esta conversación tuviera lugar ahora. —
Primero eres mi mujer.
—Tenemos que movernos —dijo Viper— Se están acercando, y Clara morirá

sin armadura. —Volvió a asomar la cabeza, con el arco preparado. —Te
cubriré. Ve.
Si continuaba esta discusión, entonces la Reina Clara moriría, así que no le

dije una palabra a Larisa mientras dejaba la protección de la roca y corría
hacia adelante.
Uno de los arqueros me apuntó con su arco, pero antes de que pudiera
disparar, Viper disparó primero. Le dio justo en el escote, entre la armadura
y el casco.
Le di una patada hacia atrás, de modo que el arco voló de sus manos
mientras se desplomaba en el suelo.
Toman estaba herido pero no muerto, así que vino a por mí con la venganza
en los ojos.
Cobra luchó solo contra dos hombres, manteniendo a Clara detrás de él

mientras protegía su cuerpo con el suyo.
Vinieron más hombres y entonces nos superaron en número. Derribé a uno

y luego lo agarré por el brazo, protegiendo mi cuerpo de la andanada de
flechas que me dispararon.
Cobra empujó a Clara más atrás en la piedra, protegiéndola de las flechas

que la habrían atravesado por todas partes sin su armadura.
134
Dejé caer el cadáver que sostenía y busqué una daga en el bolsillo. La lancé
al cuello del primero, consiguiendo que la sangre brotara de su boca antes
de que cayera al suelo. Después de eso todo se convirtió en un caos,
hombres por todas partes, que venían a por nosotros cuatro con la rabia a
flor de piel. Luchaban por su inmortalidad, así que esta pelea sería la mejor.
Abrumado, ni siquiera tuve tiempo de pensar en Larisa. Sólo esperaba que
me hubiera escuchado.
Derribé a mi oponente y luego vi cómo Colmillo le rompía el cuello a otro

enemigo. El crujido de los huesos se oyó por encima de los gritos de los
moribundos.
—¡Kingsnake!
Me volví hacia Cobra, que se había enfrentado solo a tres luchadores.
Ni siquiera podía mirarme a los ojos, pues su espada giraba en una ráfaga
de golpes. —¡Larisa!
Me giré para mirar, y eso bastó para que casi perdiera el cuello.
Pero Fang llegó primero. Su cuerpo hizo tropezar sus pies, y luego abrió un
feo tajo en el cuello del hombre. Ve.
Vi a la Reina Clara correr con Larisa. En el breve vistazo que tuve, estaba
claro que Larisa intentaba ponerla a salvo mientras luchábamos contra el
batallón de rebeldes. Dos rebeldes las persiguieron.
¡Corre!
135
Me separé de Fang y corrí todo lo que mi cuerpo podía, corriendo hacia
Larisa antes de que los rebeldes la alcanzaran primero.
Entraron en el laberinto de pilares de piedra, con los hombres pisándoles los

talones.
—¡Larisa! —Grité, delatando mi posición para que ella supiera que estaba
allí.
Al oírme, un hombre se abalanzó sobre mí, blandiendo su espada hacia mi

cuello. Me agaché a tiempo. Mi espada se clavó en la abertura entre su brazo
y su torso, causándole una muerte rápida antes de seguir adelante.
Rodeé los pilares y vi a Larisa y a un soldado enzarzados en una batalla de

espadas.
Clara estaba indefensa sin sus armas, así que cogió una piedra y la lanzó a
la cabeza del soldado.
Ambos se movieron tan rápido que falló.
El soldado desafió a Larisa con su ráfaga de golpes, moviéndose tan rápido

que ella apenas podía seguirle el ritmo. Su sangre no era suficiente para
vencerle, no cuando él tenía mucha más experiencia. Pero entonces ella
esquivó su espada, le dio un codazo en la cara y le asestó un espadazo en
el cuello. Le atravesó por completo, separándole la cabeza de los hombros.
Dio un paso atrás y respiró hondo al ver la masacre.
136
Mi impulso fue correr hacia ella y estrecharle la cara entre las palmas de las
manos, pero ahora que los dos estaban bien, mi prioridad eran mis hermanos
y Fang. Corrí hacia atrás y vi la pila de cadáveres que había causado Fang
por sí solo. Tenía al último soldado inmovilizado en el suelo con su cuerpo,
y enseñó los colmillos y lanzó un chorro de veneno al cielo.
—¡Noooo!
Me encanta cuando gritan. Fang golpeó, rasgando un agujero en su carne

con su poderoso mordisco. La sangre se derramó por el suelo. El hombre
murió al instante.
Cobra le quitó de encima a su agresor de una patada y luego Viper vino por
detrás y terminó de atravesarle el cuello con su espada.
El último enemigo cayó y todo quedó en silencio.
Cobra tenía un feo corte en la sien, pero por lo demás estaba ileso. Viper
estaba intacto. Y Fang parecía querer más sangre. Envainé mi espada y volví
hacia Larisa. Fui directo hacia ella, abrazándola para asegurarme de que
estaba bien. La miré sin decir palabra, viendo la ausencia de un solo rasguño.
—Nena. —Cobra corrió hacia Clara y le cogió la cara con las manos,
atrapando su pelo contra la cara. La miró, visiblemente angustiado y
aterrorizado. Entró en acción y le arrancó la flecha del hombro antes de
aplicar presión con la gasa que sacó de su mochila. Le levantó la camisa, de
espaldas a nosotros, y envolvió el material sobre su piel. —Sólo es una
herida superficial. Te pondrás bien.
137
Hizo una mueca de dolor, pero no se quejó. —Gracias por cubrirme, Larisa.
—Por supuesto —dijo Larisa, Fang serpenteando por su cuerpo al mismo

tiempo.
—¿Estáis todos bien? —La Reina Clara nos miró a todos.
—Estamos bien, —dije—. Descansad un momento.
Se sentó en el suelo, con la mano aún sobre el hombro. —Puto gilipollas...
Cobra estaba de pie junto a ella, observándola con un nivel de preocupación

que nunca antes le había visto expresar. Se arrodilló y vino a su lado, su
mano se movió suavemente a su hombro ileso. —Ya se ha acabado.
Larisa evitó mi mirada, como si supiera lo enfadado que estaba. Este ataque
podría haber terminado fácilmente con un resultado muy diferente. Ahora
había más en juego, porque su cuerpo no tenía alma. Podía perder la mía,
pero nunca la suya.
—¿Seguro que estás bien? —Viper le preguntó a Clara.
Ella asintió. —Sólo necesito un minuto.
—Entonces, manos a la obra. —Se dio la vuelta para marcharse,

intercambiando una mirada conmigo mientras se iba.
Volví a mirar a Larisa.
Sus ojos estaban fijos en Clara.
138
Decidí que podríamos tener esta conversación en otro momento y me uní a
mi hermano.
***
—No sé qué pensar de esto. —Viper había golpeado su espada contra la

piedra, y lo único que consiguió fue arañar su propia hoja en el proceso. —
Estas losas tienen doce pies de espesor. No estoy seguro de si mis
explosivos harán algo.
—No sabemos si las piedras son las responsables —dijo Cobra—. Y Clara
tampoco lo sabe.
Miré a las mujeres. Estaban sentadas juntas, apoyadas contra uno de los
pilares, con el brazo de la reina Clara en un cabestrillo que Cobra había
hecho con vendas. —Los pilares deben ser los responsables. Absorben las
almas y las transfieren a la tierra que hay debajo, y luego al agua.
—¿Cómo hicieron esto? —Preguntó Viper.
Cobra sacudió la cabeza. —Puede que tenga algo que ver con los cristales.
La gente dice que tienen diferentes tipos de energía. Quizá también tengan
diferentes tipos de poderes.
—¿Y si los Etéreos los reemplazan después de que los destruyamos? —

Preguntó Viper.
139
—Creo que todos los que sabían de ellos ahora están muertos, —dije.
Cobra asintió con la cabeza. —Espero que esos explosivos sean suficientes.
—Sólo tenemos unos cuantos, —dije—. Deberíamos cavar alrededor de la

base de las piedras para debilitar sus cimientos.
Viper miró a su alrededor. —Hay al menos doce.
—Sí, —dije—. Llevará un rato.
—Más que un rato —dijo Cobra—. Pero estoy de acuerdo.
Puse la palma de la mano contra la piedra y sentí su suavidad, libre de polvo

y manchas elementales. —Cojamos las palas y pongámonos a trabajar.
***
Trabajamos toda la noche y parte del día, cuando el sol era ínfimo. Pasaron
los días y, una vez que la herida de Clara se hubo curado lo suficiente, se
unió a nosotros. Larisa también ayudó, mientras Fang dormía siestas
intermitentes todo el tiempo.
Al cabo de una semana, habíamos conseguido excavar alrededor de las

piedras y derribar unas cuantas. Las demás estaban demasiado enterradas
140
en el lecho rocoso y necesitaríamos explosivos para derribarlas. Cuando
volviera la oscuridad, terminaríamos el proyecto y regresaríamos a pie.
Esperé a que la reina Clara se acobardara, pero nunca lo hizo.
Larisa y yo nos sentamos a la sombra en un grupo de árboles, apoyadas

ambas en los troncos mientras bebíamos de nuestras cantimploras. El
trabajo era agotador, así que ambos estábamos cansados. No habíamos
hablado de lo que había pasado, pero se veía venir.
—Aprecio tu valor, pero necesitas entender...
—¿Un rey puede servir a su pueblo, pero una reina no? —Su respuesta se
disparó rápidamente, por lo que claramente había practicado esto en su
cabeza.
—No elegiste ser reina. Te convertiste en una por defecto. Las

responsabilidades no son iguales.
—Pero he elegido casarme contigo y aceptar todas las responsabilidades

que conlleva.
—Larisa, no necesito recordarte lo que está en riesgo aquí. Antes, tenías un

alma, pero ahora no tienes nada.
—Lo mismo es aplicable a ti.
—Pero yo elegí eso. —La miré fijamente, viendo el rechazo en sus ojos. —
No lo elegiste.
141
Me devolvió la mirada. —Soy una Original. Cuando le atravesé el cuello con
la hoja, fue como si un cuchillo caliente atravesara mantequilla. Siento la
diferencia de fuerza ahora, siento el cambio en mi cuerpo por una sola
alimentación. Esos poderes deberían usarse.
—El poder nunca triunfará sobre la experiencia.
—Pero tú no me das experiencia, Kingsnake. Me dices que corra y me

esconda. Me conoces lo suficiente para saber que no me gusta dar la
espalda en una pelea. Si vamos a ser rey y reina, entonces lucharemos
juntos. Debo luchar por nuestro pueblo tanto como tú.
Su dedicación a nuestro reino me trajo calor al cuerpo. Ya no se identificaba

con la humanidad, con su antiguo pueblo de Raventower. Ella había
abrazado completamente esta nueva vida, incluso antes de ser convertida
en vampira. —Yo mismo podría entrenarte todos los días, pero tus
habilidades nunca se compararían con las mías, con las de otro vampiro, con
las del Etéreo. Tu vida es demasiado importante para arriesgarla. Eso es
todo.
—¿Se acabó? —Su voz era tranquila, pero sus cejas se entrecerraron con
fuerza.
—En tiempos de guerra, liderarás a nuestro pueblo mientras yo esté en el

campo de batalla. Tienes mucho que ofrecer más allá de tu espada.
—Estoy cansada de que me ordenes correr como si fuera un animal

indefenso. No le ordenas a Fang que corra...
142
—¿Viste lo que le hizo a sus enemigos? —Le espeté. —Mató a más de ellos
que el resto de nosotros juntos. No eres una serpiente de doscientos
cincuenta kilos, Larisa. Apenas pesas cincuenta kilos.
Apartó la mirada, su mal humor palpable.
—Necesito mantenerte a salvo. Te necesito viva durante mucho tiempo.
—Lo entiendo, pero no estoy indefensa.
—Nunca dije que lo estuvieras. Pero nunca poseerás mis habilidades. O las
de Viper. O las de Cobra. O las de Clara.
—Si empezamos ahora, en mil quinientos años, lo haré. —Me miró de nuevo.
—Ya te he entrenado...
—Pero no como vampiro. No como Original.
Mirando la ferocidad de sus ojos, supe que nada haría cambiar su decisión.
—Cuando las cosas se calmen, trabajaremos en ello.
—Gracias.
—Y estoy seguro de que mis hermanos también ayudarán.
—Aún mejor.
143
Capítulo 10
CLARA
Me levantaba al amanecer y me dormía poco después de la puesta de sol.

Así éramos los Etéreos, vivíamos para la luz del sol que atravesaba nuestro
dosel. Labrábamos la tierra en nuestras granjas, nutríamos nuestras plantas,
prosperábamos a la luz del sol como todos los seres vivos.
Pero ahora que estaba en compañía de vampiros, dormíamos de día y

trabajábamos de noche.
Faltaba una hora para la puesta de sol y me senté con Cobra bajo el árbol.
Estábamos separados de los demás, Larisa y Kingsnake lejos en su propia
agrupación de árboles. Viper era el único que estaba solo, normalmente con
la serpiente a la que Kingsnake estaba unido.
Cobra se apoyaba en el árbol, con la cantimplora en la punta de los dedos y

el brazo apoyado en la rodilla. Cada día que pasaba se sentía más débil y
cansado. Su encantadora sonrisa estaba ausente. Sus bromas habían
desaparecido.
144
—Aliméntate de mí.
Sus ojos permanecían fijos en el paisaje, en la próxima montaña. —No.
—Estas débil...
—Y los demás también. No me alimentaré mientras ellos mueren de hambre.
—Ellos pueden alimentarse de mí también-
—Nunca. —Me miró con dureza y eso puso fin a la conversación.
Volví a mirar hacia delante, viendo las tres piedras que seguían incrustadas
profundamente en la dura roca de la montaña. Las otras habían sido
derribadas por nuestras palas, pero el resto eran indestructibles.
—¿Te lo estás pensando?
—No. —Me llevé las rodillas al pecho y las rodeé con los brazos. —Creo que
ya se ha hecho suficiente daño de todos modos. —La mayoría de las piedras
habían desaparecido, así que probablemente ya no funcionaba, o funcionaba
a una capacidad mínima. La cantimplora que traje tenía agua de los arroyos,
tenía almas líquidas que estaban alimentando mi inmortalidad en este mismo
momento. Me daba asco.
—Te admiro. La mayoría de la gente no sería tan valiente.
—No soy valiente. Sólo me siento asqueada. —Cobra me había contado

cómo había perdido a su madre, y saber que mi gente había destruido su
entrada en el más allá me hizo odiarme a mí misma, odiar a mi padre más
allá de la tumba.
145
—Te sientes mal porque tienes conciencia. La mayoría de la gente no.
—Solía pensar que toda la gente la tenía, pero estaba equivocada. Me hizo
preguntarme sobre mi propia madre. Cuando murió, ¿también ingerimos su
alma? ¿Mi padre lo sabía pero no le importó? —¿Podrán regresar?
—Si estos explosivos funcionan —dijo—. Y si no hay más rebeldes

esperando nuestro regreso.
—Creo que ese fue el último de ellos.
—Espero que sí.
La puesta de sol finalmente llegó, el sol desapareciendo detrás de las ramas

de los árboles. El cielo se tiñó de rosa y naranja. Un escalofrío se apoderó
instantáneamente de la tierra. —Es la hora. —Me puse en pie, al igual que
los demás.
Caminamos hacia los pilares, y Viper comenzó su trabajo. —Atrás. —Colocó

un explosivo a cada lado de la primera piedra y luego retrocedió detrás de
la siguiente losa de piedra para cubrirse.
Todos hicimos lo mismo.
Viper cogió una piedra y la lanzó contra el explosivo, y en cuanto dio en el

blanco, apareció una erupción de fuego y tierra. Las rocas saltaron por los
aires y nos salpicaron. Un momento después, oímos cómo la losa se
derrumbaba y golpeaba con fuerza contra el suelo.
Nos habíamos tapado los oídos, pero lo habíamos oído todo.
146
Viper se quitó las manos de la cabeza. —Uno menos.
***
Acabamos con la última piedra y el obelisco dejó de existir. Las losas estaban
en el suelo. La tierra estaba excavada en varios lugares. Algunas piedras se
habían partido por la base, con los bordes afilados como cuchillas.
El lugar solía ser un enigmático monolito y ahora era un cementerio de

piedra.
Ya estaba hecho. No había vuelta atrás.
Inspiré y solté el aire, aceptando mi mortalidad. Al no perecer en el acto,

supe que empezaría a envejecer de forma natural a partir de ese momento.
Pero en lugar de envejecer con patas de gallo y arrugas, me acercaría cada
vez más a la muerte.
La mano de Cobra se dirigió a mi espalda. —¿Estás bien?
—Estoy bien. —Había traicionado a mi padre antes de morir y más allá de la

tumba. Pero tenía que hacer lo correcto.
—Hacer lo correcto suele ser lo difícil. —Kingsnake me miró, alto como sus
hermanos con la dureza de un rey, pero la suavidad de un hombre. —Y tú lo
hiciste valientemente, y con gracia.
147
***
Hicimos el viaje de vuelta a Fallonworth, y nos llevó aún varios días, a pesar
de conocer el camino. Todos los vampiros estaban fatigados, incluido Cobra,
ya que se negaba a comer cuando sus hermanos tenían que pasar hambre.
Cuando regresé al bosque, lo sentí completamente diferente. La pacífica

serenidad había sido reemplazada por una pesada carga. Mis parientes no
disfrutaban de la luz del sol en el suelo del bosque, ni recogían flores ni
llevaban cosechas al mercado. La mayoría se sentaba desesperada, con los
ojos vacíos, pensando en la decisión que tenían ante sí.
Una decisión que yo les había obligado a considerar.
Volvimos al centro de la ciudad, con los escombros de mi antiguo palacio

aún en el suelo. Normalmente, el Etéreo habría limpiado los escombros y
dejado al descubierto la tierra y la hierba que había debajo, pero ya no había
motivación para hacer nada. —Pediré voluntarios para ti. Sé que tienes
hambre.
—Gracias, reina Clara —dijo Kingsnake asintiendo con la cabeza.
Pedí a mis hombres, los que me quedaban, que reunieran a los que
deseaban alimentar a nuestros salvadores. Fueron los mismos voluntarios
de antes, y los vampiros se excusaron inmediatamente para alimentar sus
148
cuerpos. Cobra y yo nos retiramos a mi casa del árbol para que pudiera
alimentarse, y en lugar de quitarme la ropa y tomarme bruscamente, se limitó
a alimentarse. Estaba así de hambriento y débil. Se quedó dormido poco
después, desplomado en la cama a mi lado.
Me trasladé a la mesa del comedor y me preparé una taza de té y un frutero.

Intenté comer después de que él comiera para mantener las fuerzas. Me
senté allí sola y miré por la ventana, sabiendo que este lugar nunca volvería
a ser lo que había sido. Esta vida se basaba en mentiras y engaños, y ahora
que se había revelado la verdad, no era nada.
Las horas pasaban mientras yo permanecía ensimismada, contemplando mi

nueva vida y el camino que debía elegir. El té se me había enfriado y había
pasado tanto tiempo que el hambre me volvió a apretar el estómago.
Cobra abandonó la cama y se reunió conmigo en la mesa, en calzoncillos.

—¿Cuánto tiempo he dormido? —preguntó con voz ronca.
—No lo sé... un par de horas. —Ahora tenía una marca de mordisco en el

cuello, una marca que era visible porque estaba en carne viva.
Se hundió en la silla mientras me miraba fijamente, con los ojos todavía

cansados.
—¿Y ahora qué?
Carraspeó como si aún estuviera dormido. —Volveremos a Grayson.

Kingsnake y Larisa tienen que distribuir la cura a los reinos, tenemos que
hablar con mi padre... y sospecho que habrá una boda. —Me observó un
149
momento. —Te sugiero que te tomes ese tiempo para consultar con tu gente
y decidir qué es lo mejor para ellos. Sé que la decisión no será unánime, así
que tendrás que decidir cómo funcionará esa dicotomía. Aquellos que elijan
ser caminantes nocturnos tendrán que unirse a nosotros en Grayson y los
otros reinos vampíricos. Los que elijan seguir siendo mortales... se quedarán
atrás.
—¿Por qué los nuevos caminantes nocturnos no pueden quedarse aquí?
—¿Crees que los humanos querrían vivir entre vampiros? —Inclinó

ligeramente la cabeza. —¿Quieren que su vecino de al lado sea un
caminante nocturno que quiere alimentarse de su sangre? Los vivos y los
muertos tienen formas de vida muy diferentes, culturas diferentes, reglas
diferentes. Pueden ser aliados, pero no vecinos.
Probablemente todo eso era cierto.
—Esos caminantes nocturnos se someterán al gobierno de Kingsnake. Y

aquellos que elijan la mortalidad te seguirán como su reina... o tendrán que
nombrar un nuevo gobernante.
Si me convertía en vampiro, perdería todo mi poder. Ser reina nunca había

sido mi ambición, pero ahora que llevaba la corona, era difícil renunciar a
ella.
—Sé que es mucho en lo que pensar.
—Sí... lo es.
150
—Cuando regrese, aceptaré cualquier respuesta que me des. Deberías
tener la oportunidad de considerar tus opciones sin mi distracción. —Una
sutil sonrisa se dibujó en sus labios. —Y ambos sabemos lo que puedo
distraer.
La misma sonrisa tiró de mí.
—Pero te diré una cosa. —Sus ojos se desviaron un momento antes de

volver a mí. —Si eliges la inmortalidad... te pediría que te casaras conmigo.
Aquellas mariposas del tamaño de un dragón estaban de vuelta, exhalando

fuego y abrasándolo todo. —¿Por qué?
—Así no estarías renunciando a tu mortalidad sólo por un hombre, sino por

un marido. Y no un marido cualquiera... sino un marido que sea rey. Dejarías
la corona que llevas pero te pondrías otra. Dejarías la única vida que has
conocido pero estarías segura en la nueva.
—No nos conocemos tan bien.
—Y tendremos toda la vida para conocernos bien.
Aparté la mirada y tragué saliva, excitada por la perspectiva pero también

aterrorizada. Podía seguir siendo mortal, esperar enamorarme de mi igual,
formar una familia. O podía renunciar a mi alma y casarme con este sexy rey
vampiro.
—Tienes el corazón acelerado. —Sonrió.
—Es una decisión difícil.
151
—Por eso te estoy dando mucho tiempo, cariño—.
152
Capítulo 11
LARISA
Nos despedimos antes de emprender el viaje de vuelta.
Cobra fue el que más tardó, como si no quisiera dejarla. Sus manos
ahuecaron su cara y le dio un beso lento, un beso reservado para los
dormitorios privados. La intimidad era abrasadora y me hizo apartarme,
pensando en la forma en que me besaba su hermano.
Cobra acabó uniéndose a nosotros, con los hombros caídos y la cabeza

ligeramente inclinada. —¿Y si dejarla es un error? —Esperaba que se
dirigiera a Kingsnake o a Viper, pero en su lugar se dirigió a mí.
—¿Por qué iba a ser un error?
—Dos bandas de rebeldes intentaron matarla.
—Creo que los hemos matado a todos, Cobra. Y estoy segura de que ella
estará en guardia, a pesar de todo.
153
Hizo una leve inclinación de cabeza. —Sí, probablemente tengas razón. —
Avanzó y se unió a Viper, decidido a abandonar la frontera sin mirar atrás.
Me volví para mirar a Clara, con los ojos pesados y pegados a un punto entre
sus omóplatos. Lo miraba alejarse, no se permitía pestañear, como si fuera
la última vez que lo vería.
—¿Lista, cariño? —La voz de Kingsnake me devolvió a la realidad.
—Sí. —Sentí cómo Fang se deslizaba por mi pierna, me rodeaba el torso y

se posaba sobre mis hombros.
Una suave sonrisa se dibujó en sus labios. —Ahora prefiere tus hombros a
los míos.
—Fang no tiene favoritos.
La sonrisa persistió. —Sí que lo tiene. Y eso está bien.
***
Cruzamos el desierto al atardecer y cabalgamos con fuerza hacia la

oscuridad. Era abrasador y árido durante el día, pero las temperaturas
descendieron inmediatamente sin sol. La armadura y la ropa me mantenían
caliente, y de todos modos prefería el frío al calor insoportable.
154
Al amanecer, habíamos pasado el dominio de los hombres lobo y estábamos
cerca de los reinos, y nos acomodamos para la tarde.
Me obligué a aceptar mi nueva condición porque no había otra opción. Tenía

que apreciar todo lo que me ofrecía en lugar de lamentarme por lo que había
perdido. Pero estar confinada a la sombra en lugar de a la luz del sol me
causaría miseria para siempre. El sol solía ser mi amigo. Cuando llegué a
Grayson, me sentaba en el balcón y absorbía los rayos. Ahora tenía que
esconderme de ellos, como si fueran un viejo amigo que se había convertido
en un extraño.
Siempre que viajábamos, los chicos sacaban sus cantimploras de licor y

bebían a la sombra, intercambiando historias o hablando de gilipolleces
entre ellos. Había una camaradería invisible entre ellos, a pesar de los
insultos que se lanzaban de un lado a otro.
Y yo me sentía parte de ella.
—Le toca a Larisa —dijo Cobra—. ¿Tengo o no tengo?
Kingsnake se volvió hacia mí. —No tienes que jugar.
—Claro que sí —dijo Cobra—. Es prácticamente nuestra hermana.
Kingsnake siguió mirándome. —Ignóralo.
Cobra avanzó. —¿Te has acostado o no con dos personas en un día?
Kingsnake se volvió hacia Cobra, con los ojos brillantes de rabia. —¿Qué
coño te pasa...?
155
—Sí.
Cobra enarcó las cejas.
Kingsnake giró la cabeza en mi dirección.
Viper asintió sutilmente en señal de agradecimiento. —Joder.
—¿Sí? —Cobra preguntó. —¿Tú?
—No es una historia sexy, —dije—. Estaba con un tipo y me dejó por otra.
Me folló y me lo contó después, porque es así de gilipollas. Bueno, fui al bar
y levanté a este tipo para vengarme de él. No es que cambiara nada.
Kingsnake se enfadó, averiguando enseguida la identidad del tipo.
Cobra levantó su cantimplora hacia mí. —Lo respeto. Y si alguna vez mi

hermano te cabrea y quieres vengarte de él....
—¿Quieres morir? —Kingsnake lo miró fijamente a través del círculo.
Cobra sonrió y bebió un trago. —Joder, qué fácil lo pones.
—Tienes una mujer.
—Y estoy seguro de que a ella le parecería divertidísimo.
Kingsnake lanzó su cantimplora abierta a Cobra, rociándole con el licor.
—¿Estás loco? —Se pasó la mano por la cara para despejarse los ojos. —
Esa mierda es como el oro. Y no te voy a dar el mío.
156
Kingsnake le tiró la cantimplora a la sien a continuación.
—Vale, ahora sólo estás siendo un gilipollas —dijo Cobra.
—Mi turno, —dije—. Cobra, ¿lo has hecho o no?
Asintió con la cabeza. —Jugaré.
—Mejor que sea algo bueno —dijo Viper— Porque ya conozco todas sus
transgresiones.
—Eso es lo que piensas. —Cobra tomó otro trago. —Adelante, cariño.
—Llámala así otra vez —dijo Kingsnake—. Y a ver qué pasa.
—Bien —dijo Cobra—. Adelante, hermanita.
Me gustaba mucho más ese cariño. —¿Has estado o no has estado

enamorado?
La tensión se apoderó inmediatamente del campamento, y todo el regodeo

en las facciones de Cobra se evaporó. Ahora estaba pálido, incluso para un
vampiro. Agitó su cantimplora sólo para tener algo que hacer con la mano.
—Esa es una pregunta jodida....
—¿Y la tuya no lo era? —Preguntó Kingsnake. —Ahora contesta.
Cobra apartó la mirada mientras se masajeaba la nuca. —Sois unos

gilipollas...
—La respuesta debe ser sí —dijo Viper— Si no, ya habría dicho que no.
157
Cobra mantenía la mirada perdida, como si no tuviera intención de dar una
respuesta.
Esperé y esperé, pero nunca dijo nada.
Pasé a Viper. —¿Has estado... o no...?
—Sí. —La respuesta de Cobra fue silenciosa, tan silenciosa que era casi
inaudible. —Sí... lo he estoy.
***
Esperábamos volver a Grayson antes de que el sol estuviera demasiado alto

en el cielo, pero no estábamos lo suficientemente cerca. Nos vimos
obligados a acampar a la sombra, al otro lado de la montaña pero aún a
varias leguas de la ciudad.
Dejamos las maletas, dimos avena y agua a los caballos y nos acomodamos
en la oscuridad bajo los árboles.
Cobra estaba de un humor sombrío desde que habíamos jugado nuestra

partida, y me sentí culpable por haber causado su desdicha. —No debería
haberle preguntado eso.
—No debería haberte hecho su pregunta primero.
158
—No tenía que contestar.
—Entonces él tampoco tenía que hacerlo. —Kingsnake colocó nuestros

rollos de cama uno al lado del otro. No compartíamos un solo catre con sus
hermanos, no cuando también teníamos una enorme serpiente a la que
acomodar en las cálidas temperaturas.
Cobra se apoyó contra un árbol, bebiendo de su cantimplora, eligiendo

relajarse lejos del resto de nosotros.
—Voy a disculparme.
—No tienes que hacerlo, cariño —dijo—. No has hecho nada malo.
—Aún así me siento mal. —Me fui del lado de Kingsnake y tomé asiento junto
a Cobra, apoyando la espalda en el mismo tronco del árbol.
Actuó como si yo no estuviera allí. No empezó la conversación burlándose

de su hermano ni comentando mi aventura de una noche. Era el único que
siempre tenía algo que decir, pero ahora era un pozo seco.
—No debería haberte preguntado eso. Lo siento.
Siguió mirando la cantimplora que tenía en la mano. —No estoy molesto

contigo.
—Pero sin duda estás molesto.
—Es complicado.
—Bueno... puedes hablar conmigo.
159
No dijo nada, y parecía que no iba a hacerlo.
Me quedé callada y observé a Kingsnake sentarse con Fang a su lado.

Aunque no se oía nada, sabía que estaban hablando entre ellos. Fang había
rodeado una de las piernas de Kingsnake y apoyaba la barbilla en su muslo.
—La vida solía ser mucho más fácil.
Me giré lentamente ante su afirmación.
—Ahora me preocupo. Ahora tengo miedo. Emociones que nunca he sentido

en mi vida.
—¿De qué tienes miedo?
—De que le pase algo. Quiero protegerla siempre, pero no puedo hacerlo
cuando estamos en lugares diferentes. No puedo hacerlo si ella elige
permanecer mortal y dentro de sus propias tierras. Le pedí que fuera
vampira, pero temo que diga que no.
—Antes parecías confiado.
—Es sólo una fachada —dijo, con los brazos sobre las rodillas. —No sé qué
haré si dice que no.
—Todavía podéis estar juntos.
—Durante una década... y luego ella envejecerá, y todo cambiará.
—¿No la amarías de todos modos?
160
—Siempre la amaré. Pero la relación cambiará y se convertirá en una
relación que ya no quiero. Prefiero terminarla si ella elige ser mortal que
someterme a esa tortura. No esperarías que una mujer estuviera con un
hombre si hubiera una fecha de caducidad, así que ¿por qué debería hacerlo
yo?
Asentí con la cabeza en señal de comprensión.
—Si dice que no, volveré a mi antigua vida. Líos sin sentido con mujeres que
quieren mi mordisco además de mi polla. Pero nunca será lo mismo, no
cuando sé que podría haber sido más.
—Dile lo que sientes.
—Es demasiado tarde para eso.
—¿Cómo es eso?
—Debería habérselo dicho antes de irme, pero me acobardé. Le ofrecí

casarme con ella en su lugar. Ella es inteligente, así que espero que se dé
cuenta de que es más o menos lo mismo. Se supone que me dará su
respuesta cuando regrese. Y mientras tanto, no puedo influir en su decisión.
Es demasiado pronto para decir esa mierda de todos modos.
—Nunca es demasiado pronto si eso es lo que realmente sientes.
—Nunca le he dicho eso a una mujer antes, y prefiero no decirlo

directamente. Prefiero tomarme mi tiempo, asegurarme de que ella siente lo
mismo primero. Sinceramente, aún no estoy seguro de que lo sienta.
161
—Creo que podría ser —dijo—. Dejó que la mordieras.
—Cierto.
—Tal vez podría hablar con ella.
Me miró. —¿Y decirle qué?
—Contarle mis reservas sobre la inmortalidad... y cómo he cambiado de

opinión al respecto.
—¿En serio?
Asentí con la cabeza. —Quiero estar con Kingsnake, cueste lo que cueste.
—¿Es eso lo que realmente sientes? ¿O es porque así es como tienes que
sentirte?
Me aquieté ante la perversa pregunta.
—No le diré lo que dices.
—Es tu hermano.
—Y tú eres mi hermana.
A decir verdad, los hermanos de Kingsnake habían hecho esta transición

mucho más fácil. No tendría mi propia familia, pero siempre los tendría a
ellos. —Habría elegido esto, con el tiempo, pero siempre habría sido difícil.
Ojalá hubiera otra manera.
—¿Preferirías que ambos fueran mortales?
162
—En un mundo perfecto.
—¿Por qué?
—Así es como se supone que debe ser. Cómo podemos tener hijos.
—Imagina que pudiéramos. Entonces literalmente todo el mundo querría ser

vampiro.
—No sé si todo el mundo, pero sería deseable.
Sus brazos permanecieron sobre sus rodillas. —Personalmente, creo que

los niños están sobrevalorados.
—¿En serio?
—Quiero decir, míranos. Sólo somos un puñado de gilipollas.
—Ninguno de vosotros es gilipollas.
—Vamos. —Me dio un codazo en el costado. —No finjas que Aurelias no es

el mayor imbécil que has conocido.
—En realidad me gusta mucho.
Me miró incrédulo.
—Quiero decir, al principio no....
Se rió y bebió otro trago de su cantimplora.
—¿Tiene Clara reservas al respecto?
163
—No. No es una de esas mujeres obsesionadas con tener hijos. Dice que le
es indiferente.
—Entonces es probable que se una a ti.
—Tal vez —dijo encogiéndose de hombros. —Espero que lo haga. Porque

es la primera vez que me siento así, y dudo que vuelva a ocurrir.
***
Finalmente regresamos a Grayson, y se sintió como una eternidad desde

que estuvimos aquí. El lugar estaba exactamente como había estado,
completamente restaurado a su gloria antes de las batallas. La ceniza de las
piras se había lavado con la lluvia, así como la sangre de los muertos. Estaba
nublado y fresco, y las nubes formaban un espeso manto en el cielo. No
llovía, pero de vez en cuando caían gotas aleatorias sobre nuestra piel.
—Necesito una ducha —dijo Cobra—. Y un trago.
—Necesito una cama de verdad —dijo Viper.
—Viejo —dijo Cobra en voz baja.
Viper le dio un fuerte puñetazo en el hombro, haciendo que Cobra se

sacudiera hacia un lado.
164
Eran reyes y generales, pero hermanos al fin y al cabo.
—Viajaré a Crescent Falls por la mañana y hablaré con Padre —dijo

Kingsnake.
—Eso suena como un trabajo para los tres —dijo Cobra—. Cuatro, si
Aurelias estuviera disponible.
—Deseo hablar con él en privado. —El tono de Kingsnake era entrecortado,

como si no estuviera sujeto a negociación. —Larisa se quedará aquí. Por
favor, vigílala en mi lugar.
—Whoa ... espera. —Vi cómo todos se giraban para mirarme. —Primero, no
necesito a nadie que me vigile, y segundo, ¿por qué no voy con ustedes?
Kingsnake contuvo su rabia con sus hermanos, pero no pudo ocultármela.

—No estaba sugiriendo que te supervisaran. Sólo que estén aquí si necesitas
algo porque yo no estaré disponible.
—¿Y la segunda pregunta? —Pregunté.
Me sostuvo la mirada durante un largo momento. —Necesito hablar con él

en privado.
Eso no explicaba por qué no podía esperar en el dormitorio hasta que

terminara. Debe esperar que esta conversación sea incendiaria.
—Es otro largo viaje que se suma al que ya hemos hecho —dijo—.
Descansa.
165
Quería insistir más, pero sabía que tenía que respetar su intimidad. La
relación con su padre era aún más complicada que la que había tenido con
Ellasara. —Está bien.
—No te preocupes. —Cobra me dio una palmada en la espalda. —Te

supervisaremos muy bien. —Se alejó, uniéndose a Viper mientras se dirigían
a sus aposentos en el palacio.
Kingsnake no había retirado su mirada de mi cara. —No te ofendas. Esto es

algo que necesito hacer a solas.
Asentí con la cabeza. —Te deseo lo mejor.
Sus ojos permanecieron un momento más antes de bajar. —Gracias.
***
Una vez duchados y en la comodidad de nuestras alcobas, se unió a mí bajo

las sábanas, sus brazos inmediatamente agarraron mi cuerpo y lo acercaron.
Me atrajo hacia él y me dio un cálido beso en la frente. En lugar de devorar
mi cuerpo, quiso abrazarme, con una mano en mi pelo y la otra en mi culo.
—¿Cuánto tiempo estarás fuera? —Olí el aroma a pino, el jabón de la ducha

que limpiaba su cuerpo de viaje.
—Un par de días. Quizá más, dependiendo de cómo vaya.
166
Quise presionar para obtener información, pero preferí quedarme callada.
—Deberías llevarte a Fang.
—Lo haré. Y tú deberías prepararte para nuestra boda.
—¿Boda? —Pregunté.
—Te pedí que te casaras conmigo, ¿no?
—Bueno, técnicamente, me lo dijiste, no me lo pediste. Y no sabía que

pasaría tan rápido.
—Pasaría más rápido si no necesitara hablar con él primero.
—¿Crees que vendrá?
No contestó.
Ahora entendía por qué una conversación con su padre era tan importante.
—La costurera te ayudará con el vestido. Asegúrate de que muestre mucha

piel.
Me reí entre dientes, suponiendo que era una broma.
Pero se quedó callado, como si no lo fuera.
—La ceremonia será privada, sólo nosotros y mi familia. Y luego tendremos

una coronación pública.
—¿Es eso realmente necesario...?
167
—Sí. En caso de mi muerte, tú dirigirás a nuestro pueblo.
—¿La corona no pasaría a Viper?
—Viper es el general de Grayson y te servirá como me sirvió a mí.
Me había entusiasmado la boda, convertirme en algo más que su presa, su

mujer. Pero ahora, estaba a punto de heredar una abundancia de
responsabilidades. —Realmente crees que soy la persona adecuada para
esto...
—Absolutamente. Te confío mi vida. Y te confío las vidas de mi gente.
Todo aquello me conmovió. El hecho de que quisiera casarse conmigo

después de que su último matrimonio fuera una completa farsa... y me
confiara el bienestar de su gente, la gente que él ponía por encima de sí
mismo, siempre. —Gracias.
Giró ligeramente la cabeza y apretó los labios contra mi frente. Sus dedos
se hundieron más en mi pelo y me apretó contra él. De su cuerpo emanaba
calor, una temperatura que no podía sentir, pero una profundidad que podía
percibir. Era tranquilo y silencioso como una mañana de primavera, dorado
como la luz del día. No era apasionado como las llamas crepitantes de un
infierno, sino suave como las brasas rojas de un fuego apagado. Como la
última pieza de un puzzle que encaja en su sitio, se sintió completo.
Fue mucho más poderoso que las palabras que no dijo.
—Ojalá pudieras sentir lo que yo siento... —Deseaba que pudiera sentir la

forma en que lo amaba, la forma en que sentía que él me amaba.
168
—Está bien, cariño, —susurró. —Puedo verlo.
***
Volvió a hacer la maleta y se preparó para partir, completamente vestido con

su armadura, como si previera problemas en el camino. Fang estaba
enganchado a sus hombros, ya que le acompañaría en el viaje.
Estaba decepcionada, pero sabía que no podía acaparar a Fang todo el

tiempo.
Caminé con Kingsnake hasta el frente del palacio, uno de sus hombres tomó
su mochila y la llevó hasta los establos para asegurarla a su caballo.
La mirada que me dirigió Kingsnake... era como si se estuviera despidiendo

para siempre.
Yo quería que se quedara, pero no me atrevía a pedírselo. Quería unirme a

él, pero tampoco se lo pedí.
Aquel calor abrasador emanaba de él, como si quisiera rodear mi cuerpo

con sus brazos y no soltarme nunca. Me poseyó sólo con su mirada, me ató
a él para siempre sin anillo. Se movió hacia mí, una mano se deslizó por mi
pelo mientras su brazo me cruzaba la espalda. Me acercó y me besó,
sofocando mi boca con su deseo desesperado. Fue abrasador, su boca
encendió mis labios hasta que un fuego nos consumió a los dos.
169
Entonces se apartó bruscamente y sentí como si un viento invernal me
hubiera golpeado la cara. Subió las escaleras hasta el fondo sin mirar atrás,
con la capa al viento, los hombros macizos sosteniendo las placas de la
armadura y las escamas de Fang iridiscentes a pesar de la capa de nubes.
Llegó abajo y desapareció.
Seguí mirándolo, aunque sabía que no volvería.
***
La costurera me mostró las diferentes telas entre las que podía elegir. Marfil,
encaje, todo elegante y delicado. Cualquiera de ellos sería adecuado, pero
no me interesaba ninguno. —¿Tiene algo en negro?
—¿Para un vestido de novia? —preguntó sorprendida la costurera. —La

novia siempre va de blanco.
—Porque ella es virgen, y yo definitivamente no, —dije—. La mayoría de las

novias no lo son, en realidad. —Era una tradición arcaica, sobre todo
teniendo en cuenta que yo ya ni siquiera vivía y que no sería bien recibida
por los dioses una vez que me mataran.
Parpadeó varias veces antes de recoger las telas y marcharse. —Déjame ver
qué encuentro.
170
Mientras estaba sentada allí sola, quería hablar con Fang, el compañero que
siempre había tenido a mi lado cuando Kingsnake no estaba. Pero no lo tenía,
no esta vez. Era una experiencia solitaria, y aunque Kingsnake sólo había
estado fuera un día, me parecía una eternidad.
La costurera volvió con diferentes telas para que eligiera.
Tuve la primera en la mano. —Es perfecto. —Era sedoso y brillante, sin

encaje, algo sencillo y elegante. —Usemos esto.
Todavía me miraba como si yo fuera de mal gusto, pero hizo lo que le pedí.
—¿En qué tipo de estilo estabas pensando?
—Simple. Sólo dos tirantes. Ajustado en la cintura. Un vestido que llegue

hasta el suelo.
—Deja que te tome las medidas.
Me quedé en ropa interior mientras ella me colocaba la cinta métrica sobre

el cuerpo para medirme el pecho, las caderas y la cintura. Cuando terminó,
tomó notas en su cuaderno. —Te lo tendré en un par de días.
—Gracias.
Se marchó y yo volví a mi soledad.
Entonces llamaron a la puerta.
—Adelante.
171
Cobra asomó la cabeza dentro, vestido informalmente con pantalones y una
camisa negra. Incluso sin su armadura, seguía siendo un tipo grande, sus
músculos estiraban la tela de su ropa. —¿Quieres jugar una ronda? —Me
tendió la baraja.
Probablemente estaría jugando con Fang ahora mismo si estuviera aquí. —

No tienes que hacerme compañía....
Se volvió hacia atrás. —Ella dijo que sí. —Empujó la puerta y se puso
cómodo en el sofá.
Viper también entró, con varias botellas de licor en la mano.
Me uní a ellos y observé cómo Cobra repartía las cartas. —¿Jugáis por
dinero?
—Sí. —Cobra abrió una caja y sacó un par de puros. Me dio uno.
—No, gracias, —dije—. No tengo dinero.
—Pero Kingsnake sí. —Cobra movió las cejas. —Y lo que es suyo es tuyo,
¿no? —Señaló la cómoda con la cabeza. —El tercer cajón hacia abajo.
—¿Cómo lo sabes? —Me acerqué y lo abrí, encontrando allí un fajo de

billetes. Cogí un par de billetes y volví.
—Ahí es donde guardaba su dinero de niño. —Cobra terminó de repartir las

cartas y cogió su mano, con el puro colgando por un lado de la boca.
Jugamos un par de rounds, ambos fumando y bebiendo, tratándome como

si yo fuera uno de los chicos, cuando era una mujer que apenas sabía jugar.
172
Fang y yo jugábamos a un juego muy diferente, pero a estos tipos les
gustaba el póquer. Sin embargo, aprendí rápido y recuperé el dinero que
había perdido y algo más.
Teníamos una camaradería silenciosa, como si yo fuera uno de ellos en lugar

de una invitación de lástima. Me abrazaron como si fuera suya, me acogieron
como a la hermana que nunca tuvieron. Temía que una vida sin hijos fuera
solitaria, pero no era nada de eso. Había perdido a mi familia por culpa de
los noctámbulos y la enfermedad, pero ahora tenía una nueva.
Cobra dejó una tarjeta.
—Gracias.
Levantó la vista al oír mis palabras. —¿Por qué?
Viper me miró fijamente.
—Por... —No encontraba las palabras. —Por ser mis hermanos.
173
Capítulo 12
KINGSNAKE
Llevaron mi caballo a los establos y me guiaron a mi dormitorio. Era la misma

que siempre utilizaba cuando venía de visita, y la última vez que estuve aquí,
Larisa compartió el lugar conmigo. Dejé mi bolsa, me duché y luego le dije
al criado que deseaba hablar con mi padre cuando estuviera listo para
recibirme.
Fang estaba en la cama, con la cabeza y el cuello inclinados hacia arriba

para mirarme. Estás anssioso.
Sí.
Nunca estás anssioso.
Porque estoy a punto de tener una conversación que debería haber tenido
hace mil quinientos años.
Le pides perdón.
Sí.
174
Y temes que no te lo conceda.
Es muy poco probable que lo haga.
Fang me miró fijamente, con la lengua entrando y saliendo de su boca

cerrada. Un padre que se niega a perdonar a su hijo no es un padre.
Hace mucho que no es mi padre.
Otra parodia.
Se negó a venir cuando me casé con Ellasara. Dije que no me importaba...

pero lo hizo. Y ahora que sé que Larisa es realmente la elegida, no quiero
lamentar su ausencia.
No puedes lamentar la decisión de otra persona, Kingsnake.
El sirviente abrió la puerta. —Ahora te verá en su estudio.
Me dirigí hacia la puerta cuando Fang se deslizó por el suelo y subió por mi
pierna, colocándose alrededor de mi cuerpo y luego sobre mi hombro. Te
acompaño.
No pasa nada. Sé que no te gusta.
Pero tú me gustas a mí.
Caminé por el pasillo y entré en su estudio, un fuego en la chimenea negra,

su gran cuerpo ocupando la mayor parte del sillón. Tenía un vaso en la mano,
probablemente de whisky, su favorito. No se levantó a saludarme como haría
con Aurelias, pero tampoco parecía tan hostil como de costumbre.
175
Tomé asiento, con Fang sobre los hombros.
El criado me sirvió una copa y luego desapareció.
—¿Tienes que traerlo? —Miró su vaso antes de dar un trago.
No dije nada.
Asesino de sserpientes.
—Odio cómo huele.
También ignoré eso.
Fang soltó un gruñido silencioso.
Mi padre dejó el vaso. —Los Etéreos han perdido a su rey, y una reina novata
lleva su corona. La victoria es tan segura como el sol naciente.
Cabalgaremos hasta su bosque, y si se niegan a enfrentarse a nosotros en
batalla, quemaremos su bosque y a todos los que estén dentro. —Volvía a la
guerra y al derramamiento de sangre, las únicas cosas que le importaban.
—O podemos avanzar y encontrar la paz.
Sus ojos se desviaron hacia mí, carbones negros. —Mis comandantes me

informaron de tu visita. Estuviste allí mucho tiempo. —Desaprobación estaba
en su tono, así como una amenaza velada. —Mucho tiempo.
—He venido a discutir otros asuntos. El Etéreo puede esperar.
176
Bebió otro trago, decidido y despacio. —Su extinción es inevitable. Supongo
que puede posponerse. —Volvió a dejar el vaso y me miró de frente por
primera vez. —Di lo que piensas, Kingsnake.
Si tuviera corazón, lo sentiría latir con fuerza en mi pecho. Las palabras de

Aurelias volvieron a mí, una conversación que tuvimos en la nieve helada. —
Tenías razón en todo. Y lo siento. —Pensé que tendría más que decir, pero
una vez que me pusieron en el sitio, eso fue todo lo que pude reunir. Tantos
años de resentimiento. Tantos años de frialdad. Era difícil enfrentarse a la
tormenta invernal en sus ojos y esperar que se descongelara en primavera.
No dijo nada.
Yo tampoco.
Permaneció así durante minutos.
Pero nunca apartó los ojos de mi cara. Nunca me rechazó. Sólo asimiló la
disculpa.
—Mi ira era injustificada. Querías salvar a tu hijo y yo fui demasiado ingenuo
para verlo. Esta vida era la única opción para nosotros, y debería haberla
apreciado como el regalo que era.
—¿De dónde viene esto?
Aparté la mirada.
—Han pasado más de mil años en silencio. Y ahora hablas. ¿Por qué?
177
—Larisa. —Me encontré con su mirada una vez más. —Yo quería que
estuviéramos juntos en la eternidad, pero ella quería conservar su alma. La
amaba mucho antes de decirlo, pero sabía que mi declaración acabaría con
la relación en lugar de profundizarla. Entonces, en la batalla, Ellasara casi la
mata... y se me presentó una elección muy difícil. Podía dejarla morir con su
alma... o podíamos estar juntos para siempre. Ya sabes lo que elegí.
Me miró fijamente, su mirada tan dura que no poseía ni una gota de emoción.
—Estaba decepcionada... y eso me mató.
Por primera vez desde que tenía memoria, su dureza disminuyó.
—Ha cambiado desde entonces. Entiende que tomé la decisión correcta.

Pero no fue así por un tiempo, y ahora entiendo tu predicamento. La
oscuridad eterna es la única opción. Ojalá lo hubiera visto antes de decirte
todas esas cosas horribles.
Este era el momento en que debía hablar, pero todo lo que hizo fue silencio.
Aparté la mirada, cortando el contacto visual. —No me perdonas.
—Nunca entenderás lo que se siente al ser odiado por tu propio hijo. El

perdón no es la cuestión.
—Yo no te odio...
—Pero lo hiciste. Durante mucho tiempo. Hasta que te diste cuenta de que
los Etéreos eran los monstruos que yo decía que eran.
178
Mantuve la mirada fija en el fuego. —Me disculpé. Admití que tenías razón.
¿Qué más...?
—No hay nada más que puedas hacer, Kingsnake.
Fue como una bofetada.
—Estoy dispuesto a dejar esto en el pasado.
Levanté la barbilla y volví a mirarle.
—Concedí el perdón mucho antes de que me lo pidieras. Sólo he sido

testarudo... tan testarudo como tú.
Me quedé mirando a mi padre, viéndole devolverme la mirada de una forma

nueva. Fue tan catártico que no supe qué decir. —¿Y Aurelias? —Mi padre
no cabía en sí de dolor cuando mi hermano se marchó, y me culpaba a mí
de su marcha.
—Aurelias tomó su propia decisión. Su poder y su fuerza lo devolverán a

nosotros.
Asentí, esperando que fuera verdad. —Yo también lo creo.
Se hizo el silencio, pero en lugar de estar lleno de una tensión insoportable,

estaba lleno de calma.
—Larisa cambió de opinión mucho antes que tú. —No había duda en sus
palabras, pero sí en su mirada. Sabía que yo llevaba varias semanas dentro
de las fronteras de Evanguard y, por supuesto, sospechaba exactamente lo
que yo había averiguado.
179
Pero en cuanto confirmara sus sospechas, se pondría hecho una furia. —
Cuando regrese a Grayson, nos casaremos. Me gustaría que estuvieras allí.
Sus ojos permanecieron duros por un momento, negándose a soltar el tema

anterior. Pero finalmente lo soltó. —Lamento haberme perdido tu primera
boda.
—No te perdiste nada.
—Tu hermano dijo que murió por tu mano. Debió de ser difícil.
—No fue difícil en absoluto. —El amor de mi vida había yacido en un charco
de su propia sangre, apenas con vida. Arrancarle la cabeza a Ellasara de los
hombros fue lo más fácil que había hecho nunca. Podría haberla
incapacitado con una herida y perdonarle la vida, pero la quería muerta en
el suelo.
—Podrías decir que te hizo un favor.
Mis ojos encontraron los suyos, inmediatamente enrojecidos de ira.
—Si no lo hubiera hecho, ¿crees que Larisa se habría convertido

voluntariamente?
Esa era una respuesta que nunca tendría. —Ella siempre ha querido tener
hijos. —Si pudiéramos tenerlos como vampiros, probablemente habría
habido mucha menos resistencia.
180
—Como la mayoría de las mujeres. Son una bendición. No hay nada más
satisfactorio que ver a tu hijo convertirse en un hombre, en tu igual. El orgullo
vale las largas noches, las rabietas y la disciplina.
Ahora me sentía culpable por habérmelo quitado.
—¿Te arrepientes de algo?
Le sostuve la mirada, con la garganta vacía de palabras.
—¿Lo harías de otra manera si pudieras?
Mis cejas se entrecerraron cuando él insistió en la conversación.
—Sé cómo cambiarlo, si eso es lo que deseas.
Si hubiera tenido corazón, se me habría caído al estómago. Sentí una

sacudida de terror que me recorrió todas las extremidades del cuerpo, una
tensión que se apoderó de todos mis músculos. Tragué saliva aunque tenía
la boca seca. —No entiendo...
—Hace muchos años, capturé a una bruja en mis tierras. Tras meses de
tortura, descubrí que fue su magia la que creó a los hombres lobo. Y también
descubrí que es posible deshacer lo permanente, devolver el alma al cuerpo.
Hechicería.
El rostro de mi padre desapareció de mi vista. Ahora sólo veía a Larisa, su

piel dorada al sol, sus ojos como esmeraldas a la luz. Su cuello se crispaba
con el pequeño pulso que nadie más que yo notaba. El sabor de su sangre
inundó de repente mi boca, exquisito.
181
Mi padre leyó la expresión de mi cara. —Entonces esto quedará entre
nosotros.
***
Fang yacía hecho un fardo en el suelo, frente al fuego, con los ojos abiertos
y fijos en mí mientras yo me sentaba en el sillón.
Pasaron las horas y yo permanecí inmóvil, sin siquiera alcanzar mi bebida,

con los ojos concentrados en las llamas.
Fang no había hablado, pero sus ojos estaban clavados en mí como si

esperara que en algún momento abordara lo que acabábamos de oír.
Mi intención era marcharme por la mañana y regresar a Grayson. El vestido

de Larisa debería estar listo, y la boda tendría lugar poco después de mi
llegada. Aunque no había prisa, había sentido una urgencia desde el
momento en que le pedí que se casara conmigo.
Debes decírsselo.
Mis ojos se dirigieron a los suyos.
No puedes guardar este sssecreto.
Volví a mirar al fuego.
182
Kingsssnake.
Cuando le ignoré por tercera vez, insistió.
Tiene derecho a saberlo y tú lo sabes.
Dejé la silla y me alejé, paseándome lentamente por mi dormitorio mientras

cada gramo de alegría abandonaba mi cuerpo. Mi padre y yo por fin
habíamos dejado atrás el pasado, tras mil años de descontento, y ahora me
golpeaba esta miseria. —¿Quieres que sea humana? ¿Es eso lo que
quieres? ¿Que muera dentro de sesenta años?
No. Pero esa es su decisión.
Seguí caminando.
Sé que te elegirá a ti.
Me puse de cara a la otra pared, sin camiseta y en pantalones de chándal,

mirando un cuadro cualquiera que un criado había colocado en la pared. —
Entonces, ¿por qué decírselo?
Porque la quieres y nunca la traicionarías.
Me volví hacia Fang, viéndolo encaramado ahora que la discusión había

subido de tono. —La omisión no es una traición.
La omissión es tan traición como una mentira.
Finalmente había llegado a un lugar de aceptación. Finalmente me miró

como lo hacía antes. Me quería como antes. No tener que elegir hizo la
183
transición más fácil para ella, y una vez que le di la opción de nuevo, sólo
complicaría todo. —No se lo voy a decir, y tú tampoco.
Kingsssnake-
—¿Puedo confiar en ti?
Me miró fijamente con esos penetrantes ojos amarillos, su desaprobación

tan ardiente como el fuego tras él.
—Fang.
¿Quieres que le mienta?
—Sólo le jodería la cabeza. Ya lo sabes.
Fang continuó con su mirada despiadada.
—Esa conversación fue entre mi padre y yo. Es asunto mío, no tuyo. ¿Me
eres leal o no?
Siempre.
Una ráfaga de alivio me golpeó. —Entonces hemos terminado con esta

conversación.
Fang me miró como si fuera una presa, como si fuera a atacar y dejarme un
tajo sangriento en la cara. Tienes en qué confiar en ella, Kingsnake. Ella
no te dejaría.
184
Me detuve en medio de la habitación, con las manos en las caderas. —Eso
no es lo que me preocupa.
¿Entonces qué?
Mantuve la mirada fija en el fuego.
Habla.
—Me pedirá algo que no puedo dar....
No entiendo.
En un momento, pensé que esa era la vida que quería. Pensé que lo quería
más que nada. Pensé que era como la vida estaba destinada a ser vivida.
Pero rápidamente descubrí la verdad: que quería vivir para siempre. Y ahora
que tenía a Larisa, quería la inmortalidad aún más. —Me pedirá que renuncie
a mi inmortalidad y viva una vida mortal con ella.
***
Volví a Grayson en mitad de la noche, aprovechando la oscuridad para cubrir

todo el terreno posible. Mi padre tenía asuntos que requerían su atención y
partiría al día siguiente para asistir a la boda.
185
Sólo tuvimos que detenernos una vez, y fue porque hacía un día
inusualmente soleado.
Ahora con Fang era distinto. Me daba la espalda y era tan frío como el hielo.
No me dirigió la palabra durante el viaje. En lugar de envolverse en mis
hombros, prefirió sentarse en su mochila como si no estuviera allí. Cuando
acampamos, hizo lo mismo, como si mi compañía fuera insoportable.
Me negué a hacer frente a su enfado. Si tenía algo que decir, podía decírmelo
a mí.
Al cabo de un par de horas, se escabulló y se incorporó, con sus ojos a la

altura de los míos. No puedes casarte con ella.
Le ignoré.
No, a menos que se lo digas.
Me quedé mirando la arboleda, la luz del sol proyectaba sombras cortas

porque era mediodía.
El matrimonio es sssagrado.
—Fang. —Lo miré de frente. —¿Quieres que sea mortal?
Me miró fijamente.
—Porque eso es lo que pasará. Mi vida se acabará en un abrir y cerrar de

ojos, y tú seguirás toda la vida sin mí. Sí, tendré hijos, pero sus vidas
acabarán tan rápido como la mía. Conocerás a mis futuros descendientes, a
todos ellos, pero nunca podrás volver a verme. ¿Es eso lo que quieres?
186
Fang rompió el contacto visual y giró ligeramente la cabeza.
—Eso es lo que pensaba.
Pero podría decir que no.
—Entonces ella me dejaría. Preferiría morir antes que perderla, así que no
me quedaría más remedio que vivir la vida que no quiero.
Eso no lo sabes.
—Sí... lo sé.
187
Capítulo 13
LARISA
Me miré en el espejo y vi que la bata de satén me quedaba como una

segunda piel. Era sencillo, sin ninguna textura, pero eso era exactamente lo
que yo quería. El material era de alta calidad, por lo que brillaba cuando me
giraba hacia la luz. Se fruncía en la parte delantera, el material suelto como
pétalos de rosa a punto de caer.
Cobra silbó por lo bajo mientras me miraba de arriba abajo. —Joder, menudo
vestido.
—Un vestido de novia negro —dijo Viper con los brazos cruzados sobre el
pecho. —Le gustará.
—Mierda, le encantará. —Cobra se movió para mirarme desde otro ángulo.

—Lleva el pelo suelto. Ya sabes, con esas grandes cosas en espiral. Le
gustará.
—¿Rizos? —Pregunté.
188
—Sí. —Chasqueó los dedos. —Clara hace eso con su pelo a veces. Muy
sexy.
Me miré en el espejo una vez más antes de volverme hacia los dos. —
Necesito un favor... de los dos.
—Cualquier cosa, cariño —dijo Cobra.
Viper se acercó. —Sabes que estamos aquí para lo que necesites.
Se burlaban de Kingsnake y entre ellos con saña, pero su lealtad era

transparente cuando me atendían. Sabía que les caía bien, pero su
compromiso con mis necesidades era por una razón más fuerte que esa. —
Tradicionalmente, el padre lleva a la novia al altar, y mi padre murió cuando
yo era pequeña. Así que... me preguntaba si ustedes lo harían.
Las cejas de Cobra saltaron a lo alto de su cara en señal de sorpresa.
La expresión de Viper se endureció hasta convertirse en piedra, no de un

modo frío, pero así parecía expresar su conmoción.
—¿Nosotros? —Cobra plantó la mano contra el pecho y miró a su hermano.

—¿Quieres que lo hagamos nosotros?
—No tenéis por qué hacerlo. Sólo pensé...
—Nos sentiríamos honrados —dijo Viper de inmediato. —Sólo nos

sorprende que nos quieras.
—Somos idiotas —dijo Cobra.
189
—Ustedes no son idiotas, —dije—. Sois lo más parecido que he tenido a
unos hermanos... y vuestra amabilidad y compañerismo han significado el
mundo para mí. Sé que lo hacéis por Kingsnake, pero aun así me ha llegado
al corazón.
Cobra se quedó mirando al suelo un rato, como si no se sintiera cómodo con

todo ese rollo sensiblero. —Cuando estaba casado con Ellasara, ninguno de
nosotros se esforzó con ella. Aurelias era el que más la odiaba. Así que no
somos amables contigo sólo por Kingsnake. Somos amables contigo porque
nos gustas. —Levantó los ojos y me miró. —Eres la hermana más sexy que
un chico podría pedir. —Sonrió, diciéndome que sólo era una broma. —Pero
no le digas que he dicho eso.
Sonreí. —No se lo diré.
—¿Deberíamos hacer lo del abrazo? —Preguntó Cobra. —¿Nos hemos

abrazado alguna vez?
—No estoy segura de que lo hayamos hecho, —dije.
Ambos hombres me abrazaron, y se convirtió en un incómodo abrazo de

grupo.
Entonces se abrió la puerta y entró Kingsnake.
—¡Mierda, fuera! —Cobra se giró y bloqueó mi cuerpo con el suyo. —¿No

golpeas?
—No mires. —Viper intentó cubrir la cara de su hermano con la mano.
190
Kingsnake la derribó de un manotazo. —¿Qué coño haces con mi
prometida?
—Estoy vestida de novia, —le expliqué. —Y da mala suerte si la ves.
Kingsnake dejó de luchar contra su hermano y cerró los ojos. —Bien. Pensé
que estaba a punto de mataros a los dos.
Viper lo sacó por la puerta antes de que la cerrara.
—Maldición, eso estuvo cerca. —Cobra dejó de bloquearme y me encaró de

nuevo. —Cámbiate antes de que te vea. Si no, se casará contigo aquí y
ahora, y todos nos lo perderemos. —Me guiñó un ojo antes de salir al pasillo.
—¿Por qué estáis mirando a mi mujer vestida de novia? —Kingsnake dijo

desde fuera de la puerta.
—Ella quería que lo viéramos —dijo Cobra—. Pidió nuestra opinión.
—Ustedes no tienen opiniones —dijo fríamente.
—No sé... —Cobra dijo. —Yo tenía una opinión bastante fuerte sobre ese
vestido...
—Acabo de llegar a casa, ¿y quieres empezar una mierda? —Kingsnake dijo.
—Sólo porque es muy divertido.
Cuando Kingsnake entró en el dormitorio con Fang, yo ya me había quitado

el vestido. Ahora colgaba en el armario con una funda protectora para que
él no pudiera verlo. Sólo llevaba el sujetador y la ropa interior y no me
191
molesté en ponerme otra cosa, porque después de un par de días
separados, sospechaba que me lo arrancaría todo de todos modos.
El mal humor que le provocaban sus hermanos desapareció de inmediato

cuando me miró. Se acercó a mí, me rodeó con sus grandes brazos y me
dio un abrazo tan fuerte que prácticamente me aplastó. Aún llevaba puesta
la armadura, así que era mi piel contra el acero, pero aun así era mejor que
la suavidad de la cama vacía. Su boca se encontró con la mía y la tomó con
agresividad, y luego siguió el calor abrasador. Todas esas emociones me
envolvieron como el capullo más seguro, y sentí cuánto me había echado de
menos.
Entonces sus manos estaban en mi pelo, en mi cuerpo, arrancándome las

bragas y abriéndome el sujetador. Me besó mientras se quitaba la ropa, se
despojaba de toda la armadura y me acercaba a la cama. Colocó su espada
en el borde y se quitó las botas antes de quitarse los pantalones.
Una vez totalmente libre, estaba encima de mí, con mi cuerpo doblado bajo
el suyo. Aunque no pudiera verle la cara ni sentir su tacto, me seguía
excitando. Lo que sentía por mí... era lo más excitante de mi vida. Era tan
fuerte, tan apremiante, tan desesperado. Me mojaba sin tocarme, sin siquiera
oír su voz.
Su mano tomó su lugar habitual alrededor de mi garganta, y la apretó

mientras entraba en mí. —¿Me has echado de menos, cariño?
—Sí.
192
Se hundió profundamente en mi interior, rodeado de mi humedad. —Sí. —
Su pulgar se apoyó en la comisura de mi boca mientras me sujetaba a las
sábanas. Luego empezó a empujar, lento y constante al principio, hasta
alcanzar un ritmo que hizo que el cabecero de la cama repiqueteara contra
la pared.
—Te he echado tanto de menos....
***
Una noche apasionada se convirtió en mañana, y cuando me desperté, él

seguía a mi lado, sus brazos eran mi manta. Su olor me asfixiaba y me hacía
pensar en poderosos pinos después de una lluvia vespertina. Mi sueño había
sido irregular e interrumpido mientras él no estaba, pero una vez que volvió,
dormí como un tronco.
Me despertaba antes que él, así que le miraba dormir. Supe en qué momento
se despertó porque sus emociones salieron de su letargo y crecieron en
intensidad. Sus brazos me apretaron de repente y sus labios rozaron mi
frente mientras me plantaba un beso rápido.
—Buenos días, cariño. —Lo dijo contra mi oído, su voz profunda un rumor
tranquilo.
—Buenos días...
193
Me acercó y me plantó un beso en el hombro.
No quería interrumpir la tranquila mañana con una charla seria, pero me

preguntaba cómo había ido la conversación con su padre. —¿Cómo te fue?
Se sentó contra el cabecero de la cama, con una mirada soñolienta aún en

sus ojos, y se quedó mirando a nada en particular. —Va a venir a la boda.
—Oh, eso es genial.
—Creo que el pasado ha quedado atrás. —Había una ligereza en su cuerpo

mientras lo decía, como si sus emociones se hubieran moldeado en suaves
nubes que vagaban por el cielo. La última vez que había presenciado una
conversación entre él y su padre, había estallado en fragmentos y rabia.
—Me alegra mucho oír eso. —No le pedí más detalles, porque fuera como
fuera la conversación, no importaba. Lo único que importaba era que mi
futuro marido había reparado la irreparable relación con su padre. —Quizá
él y yo podamos conocernos... en mejores términos.
Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. —Sigue siendo un gilipollas,

así que no espero que te caiga bien.
—Aún así me gustaría intentarlo.
—Nunca le gustará a Fang, pero es comprensible.
—Sí, —dije—. Entonces... ¿mañana?
—Estoy listo si tú lo estás.
194
El hombre que una vez había odiado sería mi marido. La vida era un viaje
extraño, pero este era un camino que nunca había esperado tomar. —Estoy
lista. Les pedí a tus hermanos que me entregaran.
Pasaron varios segundos mientras me miraba, tomándose un momento para

asimilar las sinceras palabras que acababa de decir. —¿Dijeron que sí?
Asentí con la cabeza.
—Te han acogido como si fueras suya, y no he tenido que pedírselo.
—Son unos chicos encantadores.
—No nos dejemos llevar.
—Mientras no estabas, jugaron a las cartas conmigo, cenaron conmigo, se

aseguraron de que nunca me sintiera sola. Y tampoco me sentí incómoda,
como si no estuvieran allí sólo para complacerte. Te dije que quería una
familia... y la tengo.
Una calidez debería haber llenado su cuerpo en ese momento, pero sentí
una punzada de tristeza. Ocurrió en un instante, como una estrella fugaz en
el cielo, desapareciendo tan rápido que no estaba claro si alguna vez había
ocurrido. —Mis hermanos son tus hermanos, cariño.
195
Capítulo 14
KINGSNAKE
La noche anterior a la boda, optamos por dormir separados.
Yo no era un hombre de tradiciones, pero preferí guardar todo mi afán para

la noche siguiente, cuando pudiera romper su vestido en jirones y dejarlos
en el suelo del dormitorio. Yo nunca llevaba corona, mi armadura arañada
era mi símbolo de liderazgo, pero me la imaginaba con una corona de oro
con rubíes rojos, y eso hacía la espera mucho más insoportable.
Me senté en el sofá de mi estudio, con el fuego ardiendo en la chimenea

detrás de mí y las botellas esparcidas por la mesa. Cada vez que me retiraba
a esta habitación, solía hacerlo con el corazón encogido, la mente doblegada
por la guerra o las obligaciones sociales. Pero esta noche, sólo estaba allí
para esperar hasta mañana, hasta el momento en que me casaría con la
mujer con la que debería haberme casado en primer lugar.
Cobra estaba sentado frente a mí, con pantalones informales y una camisa,
recostado en el sofá con un vaso en la mano. Tenía la cabeza echada hacia
atrás sobre el reposabrazos circular. El suave acolchado le amortiguaba la
196
nuca mientras seguía bebiendo. —La víspera de una boda debe pasarse en
un gran libertinaje....
—¿Quieres ir a la taberna y darte un festín con todas las chicas desnudas

que hay allí?
Una sutil sonrisa se dibujó en sus labios. —Ahora tengo una mujer... y es del
tipo celoso.
—Necesitarás alimentarte en algún momento —dijo Viper, sentado en el

sillón, rígido y recto como si aún tuviera cuerda para rato.
—Sangre animal bastará hasta que nos reunamos. —Cobra bebió otro trago.
—¿Ella pidió eso? —pregunté sorprendido, sabiendo que Larisa nunca

pediría semejante sacrificio.
—No —dijo Cobra—. Pero sé que le molesta.
—¿Cómo podría saberlo? —Preguntó Viper. —Aliméntate. Necesitas tu

fuerza.
—Ella no lo sabría, pero yo sí. —Cobra se incorporó y se hundió en el

respaldo del sofá. —No es como si tuviéramos alguna guerra próxima, así
que no necesito estar en mi mejor momento de todos modos. No pasa nada.
Viper se quedó mirándolo un momento más. —Nunca me imaginé que fueras

de los que se dejan azotar.
Volvió su sonrisa de suficiencia. —Para un coño como ese... absolutamente.

—Hizo girar su vaso mientras me miraba. —¿Tienes dudas? ¿Te acobardas?
197
Mi respuesta sonó como una campana. —No.
—Tú también estás chocho, ¿eh? —preguntó Cobra.
Ignoré la pregunta dando un trago.
—Larisa, Reina de los Vampiros y Dama de las Tinieblas.... —Cobra saboreó

las palabras en su lengua. —Suena muy bien. Cuando la veas con el vestido,
te vas a volver loco, tío.
—Es bonito —dijo Viper— Ella lo hizo suyo.
Esperaba que mostrara su hermosa piel, el sexy hueco de su garganta, tal

vez un hombro. Tenía las piernas más sexys, así que esperaba que hubiera
una abertura que mostrara una. Con un vestido blanco, tendría un brillo que
rivalizaría con el de un diamante.
Uno de los comandantes llamó a la puerta antes de abrirla. —Ha llegado el

rey Serpentine. Desea hablar con usted en privado. ¿Le traigo?
Asentí con la cabeza.
El comandante desapareció.
—No puedo creer que haya venido —dijo Cobra—. Y quiere darte una
pequeña charla de ánimo antes del gran día.
—Quiere hablar sobre el Etéreo. —Era su máxima prioridad, en todo

momento, y ni siquiera sabía de las horribles tragedias que el Etéreo había
infligido. —Lo eludí en Crescent Falls, y sé que quiere seguir con ello ahora.
198
—Entonces, ¿no sabe nada? —Preguntó Viper.
—Sus espías saben de nuestra visita a su frontera, —dije—. Sé que

sospecha lo que he tratado de ocultar. Me taladrará para que se lo confirme,
y no puedo mentirle. —Larisa se resistía a su nueva identidad, pero cambió
de opinión, y sé que también sospecha de eso.
Cobra dejó su vaso vacío sobre la mesa. —¿Qué vas a hacer?
—No lo sé. —Una vez que mi padre supiera la verdad, la venganza sería su
único pensamiento. —Darle largas.
—Sólo podrás demorarte hasta que se complete la coronación —dijo

Cobra—. Eso casi no te da tiempo.
—Y declarará la guerra contra los Etéreos —dijo Viper— La guerra final.
—Más bien una masacre. —Cobra se sentó con los antebrazos sobre los
muslos. —No podemos dejar que eso ocurra.
—No estoy seguro de cómo detenerlo, —dije—. A menos que mienta. —Mi
relación con mi padre por fin se había reparado, y si descubría que le había
negado la verdad, esa relación se rompería para siempre. Una disculpa no
lo arreglaría. Pero negarme a matar a los que cosecharon el alma de Madre
también sería visto como una traición épica. —Le diré que tendremos esta
discusión cuando la coronación esté completa... y tendremos que hacer todo
lo posible para convencerlo de que lo deje pasar.
—Eso no funcionará —dijo Viper— Nada funcionará.
199
—Tenemos que intentarlo. —Por una vez, Cobra estaba totalmente de mi
lado, porque la mujer que amaba poseía la sangre del enemigo. —Debemos
hacer que entre en razón. Todos los Etéreos que conocían la verdad de la
práctica han muerto por nuestra mano. Todos los demás que quedan son
víctimas ingenuas. Seguramente, él debe entender eso. Es el hombre más
inteligente que conozco.
—Pero también es el más sanguinario, como todos sabemos —dijo Viper—

La muerte de Madre es la forma en que acabamos aquí, mil quinientos años
después, porque unos imbéciles nos la arrebataron. Una vez que sepa que
el Etéreo se llevó su alma, que es infinitamente peor, no parará nunca.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer? —Cobra preguntó. —¿Qué haremos si

decide quemar Evanguard hasta los cimientos?
Me quedé mirando mi vaso vacío.
Los ojos de Viper se habían posado en la mesita que había entre nosotros.
Cobra empezó a masajearse los nudillos con inquietud.
No quería pensar en los extremos a los que tendríamos que llegar. —Ya nos
preocuparemos de eso cuando tengamos que hacerlo.
***
200
Las botellas y los vasos vacíos se retiraron antes de que entrara. Mis
hermanos se habían retirado a sus dormitorios. Larisa probablemente ya
estaba dormida. O mi ausencia había dejado un escalofrío en las sábanas
que ella no podía ignorar.
Entró en mi estudio, una habitación en la que nunca había estado, y tomó

asiento justo enfrente de mí. La energía fue instantáneamente diferente.
Aunque su perdón fuera sincero, siempre poseía un silencioso velo de
hostilidad. Ahora sabía que no era algo personal, sino su forma de ser.
Su postura era rígida, la espalda recta. El veneno había preservado su edad,

así que seguía siendo un hombre apuesto. No estaba en la misma forma que
mis hermanos y yo, ya que pasaba la mayor parte del tiempo atendido por
cientos de sirvientes. La mayoría de las batallas se libraban en su nombre,
pero no con su espada.
El silencio se prolongó. El fuego crepitaba y estallaba.
Cogí una de las botellas y le llené el vaso.
Lo miró fijamente antes de dar un trago, que se bebió entero como si fuera
un chupito.
Se lo volví a llenar.
—Recuerdo la noche antes de mi boda. Nunca había dormido tan mal.
—Siempre supiste que era la elegida...
201
—Desde el momento en que la vi. —Sus palabras me atravesaron,
probablemente era su intención. —En la plaza del mercado, con tres
calabacines en sus brazos. Sabía que me daría a mis hijos. Y cuando ella me
miró, supe que sentía lo mismo. Amor a primera vista, dirían algunos.
—Eso es hermoso.
—¿Es eso lo que sientes por Larisa?
—Bueno, no fue amor a primera vista. Más bien odio a primera vista.
Supongo que se podría decir que fue una combustión lenta, pero ahora
nuestro fuego arde más que las forjas de la herrería. Ojalá pudiera darme
hijos, pero ella es más que suficiente.
Asintió levemente con la cabeza. —Entonces me alegro por ti.
—Gracias.
—Ella es infinitamente mejor que...
—No quiero oír su nombre nunca más, especialmente si el nombre de mi

prometida está en la misma frase.
Llevaba una mirada vacía antes de asentir. —Me parece justo.
La pesadez en el aire entre nosotros era exactamente como la recordaba.

Empezó a sentirse como antes, una conversación real en la que podíamos
ser plenamente nosotros mismos.
—Supongo que Larisa eligió permanecer inmortal contigo.
202
Me quedé mirando.
—Resistió la tentación, lo que significa que su dedicación a ti es irrefutable.

Vuestro matrimonio será largo y próspero y, con suerte, eterno.
Mi mirada se desvió hacia otra parte. —No se lo he dicho nunca. —Solía

guardar mis cartas cerca del pecho cuando hablaba con él, pero ahora, las
ponía sobre la mesa como con mis hermanos. Aunque éramos cuatro, de
alguna manera se las arreglaba para mantener una relación con cada uno
de nosotros por separado. Parecía estar más presente después de la muerte
de mamá, a pesar de que todos éramos adultos en ese momento,
convirtiéndonos en dos padres en uno. No siempre fue el hombre frío y vacío
que presentaba.
Me observó durante un rato, sin juicio ni ira en su mirada. —¿Por qué?
—Me complicaría la vida.
—Así que crees que tomaría la decisión equivocada.
—Puede que sí. —Todo lo que había dicho Fang era cierto. Estaba mal
ocultarle esto, negarle una opción porque era su vida y su alma.
Pero no me importaba.
Finalmente había conseguido todo lo que quería, y no iba a arriesgarlo por

nada.
Por nada.
203
—Algunas personas son incapaces de tomar la decisión correcta. Por eso
los hombres como nosotros debemos tomar la decisión correcta por ellos.
Debí suponer que mi padre lo entendería.
—Tenemos otros asuntos que discutir. Que sea la víspera de tu boda no

significa que estés eximido de tus obligaciones como rey.
El momento había llegado.
—Me dirás exactamente por qué tú y tus hermanos estuvisteis tanto tiempo
en Evanguard... y qué ocurrió allí....
—Padre. —Si me ocupaba de esto ahora, no habría boda. —Hemos estado

en guerra con los Etéreos desde el principio. Puede esperar hasta que haya
tenido mi boda y coronado a mi reina. Entonces podremos decidir cómo
proceder.
Un destello de ira cruzó sus ojos, rápido como un relámpago.
—Hemos derrotado a los etéreos en la batalla y abatido a su rey. ¿Podemos

atesorar este momento de paz?
La tensión se mantuvo en su rostro, sus ojos quietos y fijos en los míos.
—Los Etéreos están demasiado débiles para venir a por nosotros. Pueden
esperar.
Un fuego ardía en su vientre y humo salía de sus fosas nasales.
—Puede esperar—.
204
Capítulo 15
LARISA
Estaba de pie frente al espejo, con el vestido de novia negro como la

medianoche. Uno de los sirvientes de Kingsnake había abierto la cámara
acorazada y me había regalado joyas para llevar con el vestido, y elegí un
collar de piedras negras mezcladas con diamantes. Seguí la sugerencia de
Cobra y me rizé el pelo, suave y suelto, a ambos lados del pecho. Mi pelo
había crecido más y más desde que me habían capturado, y ahora casi me
tocaba el ombligo.
Fang estaba encaramado a la cama detrás de mí, su imagen visible en el

reflejo del espejo.
Biiiiennnnn.
—Gracias.
No vere a ninguno de los dos en díasss.
Solté una risita tranquila. —Probablemente no.
205
Sonó un golpe antes de que Cobra entrara. —¿Lista para hacer esto? —En
lugar de llevar su uniforme dorado y negro que representaba a los Vampiros
Cobra, vestía el atuendo de los Kingsnake, negro y rojo, con un uniforme
similar al que llevaba Kingsnake. —Joder. —Me miró de arriba abajo
apreciativamente. —Estás preparada.
—¿Cómo está?
—Ya conoces a Kingsnake. No habla mucho. Pero sé que está ansioso por
verte caminar hacia el altar.
Una suave sonrisa se dibujó en mis labios, imaginándomelo al final, guapo

con su uniforme. Había un momento que esperaba con especial impaciencia,
pero no quería darle bombo en mi cabeza y que la realidad me decepcionara.
Cobra me tendió el brazo.
Mi brazo se enganchó en el suyo y dejé que me guiara. Cuando cruzamos la

puerta, Fang se deslizó junto a nosotros y dobló la esquina, para unirse a
Kingsnake antes de que yo llegara. Viper estaba allí, y era la única vez que
lo veía sin su espada y su arco. Mi brazo se enganchó en el suyo y
caminamos juntos.
El terreno estaba iluminado con antorchas porque había oscurecido por

completo. La noche era clara, así que las estrellas brillaban como mini soles.
Era una noche fresca, pero no lo suficiente como para ponerme una
chaqueta.
206
Me guiaron por el sendero de piedra que rodeaba el acantilado, siguiendo la
hilera de antorchas hasta que llegamos al mirador de piedra con vistas al
océano, un océano negro salvo por las olas que rompían contra la orilla. Bajo
la luna llena, las olas estaban cargadas de ímpetu, y cada vez que rompían
contra la orilla, se oía.
Kingsnake aún no había reparado en mí. Estaba de pie con Fang rodeándole
los hombros, con la mirada ligeramente baja, como si mantuviera una
conversación con su serpiente. Su padre estaba allí, sentado en una de las
pocas sillas que había.
Cobra y Viper me acompañaron hacia delante, y fue entonces cuando

Kingsnake se giró.
Sus ojos me capturaron, mi cuerpo iluminado por las rugientes llamas de

todas las antorchas del claro. Su propio fuego tardó sólo un segundo en
arder, y arder más que el sol. Tan caliente que el sol se derretía en
inferioridad. Sus ojos permanecieron clavados en mi rostro como si estuviera
demasiado embelesado para apartar la mirada, para examinar el vestido que
se ajustaba a mi cuerpo como un guante.
A medida que me acercaba, sus llamas disminuyeron hasta convertirse en

un ardor silencioso, y entonces emanó de él el calor más exquisito. En lugar
de llamas rugientes y soles derritiéndose, era la luz que cubría un lecho de
flores en primavera, una suavidad que rivalizaba con las alas de una
mariposa. La pasión se transformó en amor, un amor tan profundo que era
el fondo de un océano tranquilo.
207
Sentí que me tocaba cuando aún estaba lejos. Sentí cómo me apretaba
como si estuviéramos en la cama, cómo me rodeaba con sus brazos en lo
más frío de la noche. Mi corazón había estado vacío durante mucho tiempo
sin una familia propia, después de que un hombre me prometiera todas esas
cosas y luego me sustituyera por otra persona. Pero Kingsnake me dio todo
eso y cumplió su palabra.
Me acerqué, deseando que pudiera sentir todo lo que yo sentía.
No había pestañeado ni una sola vez, mirándome como si nunca me hubiera

visto de verdad. Como si fuera el momento en que nos encontrábamos por
primera vez y fuera amor a primera vista.
Cuando estuve justo delante de él, a escasos centímetros, sus emociones se

calmaron. Su mente se despejó, como si no sintiera nada.
Pero yo sabía lo que realmente era.
Paz.
Cobra y Viper me soltaron y se alejaron, uniéndose a su padre en los

asientos.
Kingsnake me cogió de la mano, sosteniéndome con la misma delicadeza

con la que trataría a una mariposa. Me acercó, agarrando mi otra mano
mientras me sostenía frente al vampiro con túnica que nos casaría. Que yo
supiera, los vampiros no eran religiosos, pero aquel hombre iba vestido
como un sacerdote.
208
En la oscuridad, rodeados por la luz de las antorchas y el estruendo del
océano, el sacerdote nos unió en matrimonio. Me entregó los anillos, y
cuando Kingsnake me cogió la mano izquierda para colocarme el anillo, me
di cuenta de que era una serpiente tallada, con los ojos hechos de pequeños
diamantes. El anillo encajaba perfectamente en mi dedo, ajustado pero lo
bastante holgado como para quitármelo si lo deseaba.
En cuanto lo tuve en el dedo, me sentí bien.
Como si siempre lo hubiera llevado.
Me presentó su anillo, una sencilla banda negra con un dibujo de piel de

serpiente en toda la superficie.
Lo examiné de un vistazo y luego se lo coloqué en la mano izquierda,

deslizándolo hasta el nudillo.
—Como muertos vivientes, vuestras almas no pueden estar unidas, pero

vuestra sangre sí. —El sacerdote presentó la pequeña daga.
Kingsnake la cogió.
Mantuve la cara seria, pero una pequeña sacudida de miedo se apoderó de

mí.
Se hizo un pequeño corte en el centro de la palma de la mano y me la tendió

para que bebiera.
Dudé antes de arrastrar la lengua y mancharme con su sangre negra. Al

principio ardía, oscura y ácida, con tonos florales.
209
Me cogió la mano y me hizo un pequeño corte en el dedo. Parecía un
pequeño rasguño. Luego se llevó el dedo a la boca y chupó la gota.
Mi vacilación se convirtió en deseo. El dolor era breve e insignificante, y el

significado que había detrás era primordial. En un instante, me sentí más
unida a él que nunca.
Me devolvió la daga y volvió a agarrarme la mano.
—El rey ha reclamado a su novia. Os declaro marido y mujer.
En el instante en que se hizo oficial, su cuerpo liberó la tensión que le había

atenazado. Me asfixió con un amor que nadie podía ver, sólo yo podía sentir.
Como si una serpiente hubiera envuelto su enorme cuerpo y apretado, supe
que no había escapatoria de sus garras. Si intentaba escapar, me apretaría
aún más.
Su mano se deslizó por mi pelo y me estrechó contra su cuerpo, besándome

como si no hubiera nadie allí para presenciarlo. Con la fuerza aplastante de
sus labios y sus manos, me agarró con fuerza y me abrasó los labios con su
deseo insaciable. Su emoción era tan grande que sus manos temblaban con
pequeños temblores.
Mis manos ahuecaron su rostro y dejé que me reclamara, que me entregara

por completo a aquella noche eterna. Me había casado con un vampiro, pero
yo misma era un vampiro. No era la vida que había deseado al principio, pero
la acepté plenamente.
210
Se apartó ligeramente, sus labios casi sobre los míos. —Te amo. —Sólo me
había dicho esas palabras una vez, la primera vez que declaró lo que sentía
por mí. Las palabras eran innecesarias cuando podía sentir su amor del
mismo modo que sentía el calor de su piel, el modo en que me estrechaba
entre sus fuertes brazos.
Además, sólo le había dicho esas palabras una vez, cuando debería
decírselas todos los días. Él no estaba al tanto de mis emociones como yo lo
estaba de las suyas, del modo en que mi corazón resucitaba y latía por él y
sólo por él. Si tan sólo pudiera sentir la profundidad de mis emociones como
yo sentía las suyas, la forma en que daría mi vida por la suya sin pestañear
dos veces. Pero no podía, así que le dije. —Yo también te amo.
***
El dormitorio estaba salpicado de pétalos de rosa negra.
Fang se escabulló y prefirió pasar la noche en otra parte. Era la primera vez
que nos concedía intimidad.
Había velas de bajo consumo esparcidas por las cómodas y las chimeneas,
ocupando todas las superficies libres disponibles. Apenas había asimilado el
romántico gesto cuando se acercó por detrás y me quitó uno de los tirantes
del hombro.
211
Besó la piel expuesta, sus labios acariciaron suavemente la superficie y se
acercaron a mi cuello. Su brazo se enganchó alrededor de mi estómago y
me inmovilizó firmemente contra él, haciéndome sentir su dureza justo
contra mi columna vertebral.
La otra correa cayó. Más besos.
Mi vestido cayó hacia delante, pero aún estaba demasiado apretado para
salir de mi cuerpo.
Su mano aflojó la cremallera y fue entonces cuando se desplomó en el suelo.

Me soltó el sujetador y también me besó la piel expuesta. Sus besos
hambrientos se volvieron a las bragas y empezó a apretarme con fuerza, casi
magullándome la piel con la presión. Sus manos libres agarraron mi tanga
negro y lo empujaron sobre mi culo, dejándome desnuda mientras él estaba
completamente vestido. —Túmbate en la cama. —Me lo dijo al oído, con
autoridad y delicadeza a la vez.
Me acerqué a la cama y me senté en el borde, con cada parte de mí a la

vista.
Con los ojos clavados en los míos, se desvistió, se desabrochó el uniforme y

se quitó la camisa por la cabeza, mostrando el cuerpo duro como una roca
que me había presionado contra el colchón innumerables veces.
Era todo un espectáculo, y me hizo tragar saliva.
Sus brazos eran muy gruesos, como troncos de árbol, y los ríos bajo su piel
eran las raíces. A pesar de su falta de vida, su piel no era blanca como la
212
nieve, como la mía. Su piel tenía un color dorado, como si hubiera pasado la
mayor parte del tiempo al sol antes de que lo convirtieran. Se desabrochó el
cinturón y luego los pantalones, cayendo capa a capa, y se quitó las botas.
Luego se plantó ante mí, glorioso.
No podía creer que fuera mi marido.
Caminó hacia mí, con su gruesa polla en posición de saludo, y me acarició

el cuello mientras se acercaba.
Mis labios se separaron automáticamente e incliné la cabeza para besar su

punta rezumante. Un beso suave se convirtió en más, y entonces mi lengua
recorrió su longitud, sintiendo aquel calor en mi boca.
Me agarró el pelo con la mano y echó la cabeza hacia atrás, disfrutando de

mi boca en su polla.
Verle disfrutar me hizo esforzarme más para que él disfrutara más, pero la
diversión se interrumpió cuando me sacó la polla de la boca. Me agarró de
las caderas y tiró de mí con fuerza, llevándome al borde de la cama, donde
podía inclinarme como quería. Entonces me introdujo la enorme polla, la
cabeza apretando mi estrechez, y luego se hundió. Se hundió hasta el fondo.
Se detuvo para mirarme, se detuvo para clavar sus ojos en los míos. Eran
marrones como la tierra, y nunca volverían a brillar de verde como lo habían
hecho después de alimentarse de mi sangre. Pero eran hermosos en su
intensidad, sobre todo cuando me miraba así.
213
Al borde del colchón, sobre un lecho de pétalos de rosa, me hizo el amor,
me envolvió en el amor que ardía por todo su cuerpo. Borró las cicatrices
que no se veían, remendó un corazón roto que ya no latía. Me hizo olvidar lo
que se sentía al ser rechazada y reemplazada. Era difícil creer que alguien
me hubiera hecho daño... no cuando un hombre me amaba así.
214
Capítulo 16
KINGSNAKE
Me costaba creer que había estado casado antes.
Cada sensación era nueva, desde verla caminar hacia el altar hasta cortarle
el dedo en busca de sangre y saborearla en mi lengua. La sentía como la
única mujer a la que había amado de verdad.
La noche de nuestra boda la pasamos en un éxtasis erótico. Le hice el amor

una y otra vez, como si fuera la primera vez que la tenía. La dejé dormir
durante horas, sólo para despertarla con mis besos calientes y mis manos
ansiosas. No nos dirigíamos la palabra. Lo único que intercambiábamos eran
caricias y largas miradas.
Cuando llegó la mañana, parecía que sólo habían pasado unos minutos. El
cansancio acabó por hacer mella y ambos dormimos durante horas y horas.
Fui yo quien se despertó primero, encontrándola acurrucada contra mi
cuerpo como si fuera una tormenta de invierno.
Mis dedos acariciaban su pelo mientras la miraba fijamente.
215
Tardé mil quinientos años... pero por fin sucedió. Encontré a mi amante, mi
igual, mi esposa.
Abrió los ojos poco después, entrecerrando los ojos de inmediato porque la
luz del sol se colaba por las rendijas de las cortinas. —¿Qué hora es?
—Probablemente mediodía.
Se pasó los dedos por el pelo, las sábanas se deslizaron y mostraron sus
sensuales tetas. —Anoche fue muy divertido. —Me miró somnolienta y con
una sonrisa juguetona en los labios.
—Lo fue. —Me acerqué a ella, la puse boca arriba y me deslicé entre la
suave carne de sus muslos. —Creo que nuestra mañana será aún mejor.
***
El día pasó en un abrir y cerrar de ojos, aunque no salimos del dormitorio.

Hacia el anochecer, compartimos una ducha antes de volver a la cama,
reanudando la maratón de folladas. En mis épocas más oscuras, solía
pasarme días enteros en la taberna, follándome a todas las mujeres que me
lo pedían, perdido en el sinsentido del sexo.
Pero ahora lo tenía con una sola mujer.
216
Pasó la noche y llegó la mañana siguiente, y ni una sola persona llamó a
nuestra puerta en todo ese tiempo. Viper gobernaba a Grayson en mi lugar,
y Fang se mantenía ocupado y no me molestaba ni con su presencia ni con
su mente.
Era hora de volver a la vida ordinaria, aunque la fase de luna de miel parecía
no tener fin. Pero yo tenía mis responsabilidades, y ahora ella también. —La
coronación será esta noche, delante de todos los ciudadanos de Grayson.
Prometerás tu vida y lealtad a los Vampiros Kingsnake.
—¿Qué tengo que hacer para prepararme?
—Ponte sexy.
Ella sonrió levemente antes de beber su café, aunque debía ser mediodía.
—¿Hay líneas que necesito recordar?
—No. Viper te concederá el título y te entregará la corona.
—¿Tengo que llevar corona? —preguntó sorprendida. —No llevas ninguna.
—Mi espada es mi corona.
—Entonces, ¿puedo tener una espada en su lugar?
—Creo que estarías más sexy con una corona. —Dorada y adornada con
diamantes, quedaría preciosa sobre su ya hermosa cabeza.
Volvió a esbozar una leve sonrisa. —No soy de las que llevan corona.
—De acuerdo. Una espada será.
217
Sonrió victoriosa.
—Tengo trabajo que requiere mi atención. —Me levanté y empujé la silla,

dejándola sola con su café y su escaso desayuno. La comida no sació el
hambre, pero satisfizo nuestras papilas gustativas. Un viaje por el carril de la
memoria fue un recordatorio de nuestro tiempo siendo humanos, las cosas
que una vez disfrutamos.
—¿Qué requiere tu atención?
No quería estropear la ligereza de nuestros corazones diciéndole la verdad,

así que me la guardé. —Necesito hablar con mi padre. No he hablado con él
desde antes de la boda. Probablemente esté ansioso por volver a Crescent
Falls, por si Aurelias ha regresado.
—¿Debería acompañarte?
—No, —dije—. Necesito hablar con él en privado. —Estaba casado con una
mujer que podía leer mis emociones tan bien, que estaba al tanto de las
cosas que yo trataba de ocultar. Podía cerrar mi mente, pero era más difícil
cuando ella conocía mi mente tan bien como yo.
Me miró fijamente, parecía desconfiada, pero lo dejó pasar. —Hasta luego,

entonces.
Le di un beso de despedida y me fui, caminando por los pasillos del palacio

en busca de mis hermanos o de mi padre.
Fang apareció al doblar la esquina, con su largo cuerpo arrastrándose tras

él. En el ssstudio.
218
—Gracias.
Tu padre está ansiososs.
—Seguro que lo está.
Al pasar, Fang rodeó una pierna y subió por mi torso hasta que la parte
superior de su cuerpo quedó sujeta alrededor de mis hombros. Como un
loro, se encaramó a un hombro mientras lo llevaba a mi destino.
Entré en el estudio y encontré a mis hermanos, bebiendo frente al fuego. —

Es mediodía.
Cobra levantó su vaso y bebió un trago. —Mientras tú has tenido los dos
mejores días de tu vida, nosotros hemos tenido los peores.
—¿Y eso por qué? —Me senté en el sillón.
—Padre. —Viper estaba hundido en la esquina del sofá, con las botas sobre
la mesa. —Insiste mucho en que hablemos.
—¿Qué le has dicho? —En mi dicha, me había olvidado del aliento de mi

padre en mi nuca.
—Que acordamos tener esta conversación sólo cuando estemos todos

juntos —dijo Cobra—. Y ahora que lo estamos, es inevitable. Necesitamos
un plan, porque en cuanto le digamos la verdad, se va a enfurecer.
—¿Qué tipo de plan? —Preguntó Viper.
219
—Un frente unido —dijo Cobra—. Que hemos elegido para conceder la paz
al Etéreo. Sabemos cómo va a reaccionar, y tenemos que envainar su ira.
Todos estamos de acuerdo en que los Etéreos que quedan son inocentes
en todo esto.
—Esto sería más fácil si Aurelias estuviera aquí. —El hijo predilecto.
Cobra sacudió la cabeza. —Aurelias comparte su afinidad, así como sus

ideologías. Él querría al Etéreo muerto aún más que Padre. Probablemente
nos favorezca que aún no haya regresado.
Él está preguntando por ti.
—Mierda. —Llevaba diez minutos fuera de mi habitación y él ya lo sabía.
¿Qué digo?
—¿Qué pasa? —Viper preguntó.
—Está preguntando por mí.
Cobra terminó el resto de su vaso. —Está sucediendo.
¿Qué digo?
—Vamos a hacerlo ahora —dijo Viper— Acabemos con esto de una vez.
Dile que venga aquí. Solté un suspiro y me dejé caer en el sillón. Mis dedos
se deslizaron por mi sien mientras la tensión me cautivaba, ahuyentando
todos los placeres de las últimas cuarenta y ocho horas.
220
Se acerca.
La puerta se abrió un momento después y entró mi padre, un gigante incluso

sin armadura ni placas. Musculoso y alto como el resto de nosotros, tenía
una presencia que podía sentirse incluso con los ojos vendados. La primera
persona a la que miró fue a mí. —Por fin das la cara. —Se sentó en el sillón
frente al mío.
—Acabo de casarme, padre.
—Lo comprendo. —Sus palmas fueron a cada reposabrazos. —Pero un rey

aún tiene sus obligaciones.
—Viper gobernó en mi lugar...
—Él no es rey. Tú lo eres. —Nuestra relación se había agriado tan rápido

como había mejorado. No le importaba mi matrimonio, sólo su insaciable sed
de sangre.
Mis dos hermanos permanecieron callados, como si mi padre se olvidara de

que estaban allí si se callaban lo suficiente.
Me miraba fijamente.
Yo le devolví la mirada.
—Es hora de discutir nuestros planes para el Etéreo —dijo padre. —A menos
que tengas otro asunto insignificante que sea más importante.
Mis nudillos cerrados se apoyaron bajo mi barbilla. —No tengo otros

asuntos, Padre.
221
—Bien. —Sus manos se juntaron frente a él, mirándome como si mis
hermanos no estuvieran en la habitación. —Has estado en sus tierras, lo que
significa que conoces la forma de infiltrarte en su bosque. Entraremos en sus
tierras, los mataremos a todos y reclamaremos su territorio para nosotros.
—¿Por qué? —Cobra soltó. —¿Por qué querríamos sus tierras?
Padre se tomó un momento antes de romper el contacto visual conmigo para

mirar a mis hermanos. —Es un lugar ideal para nuestra especie, para vivir
en un clima templado sin exposición al sol. También está más cerca de los
reinos, los reinos que pronto gobernaremos.
Un silencioso escalofrío recorrió la sala. Un escalofrío que nos hizo cosquillas

en la espalda.
—Cuéntame lo que descubriste en sus tierras. —Cuando habló, fue con un

tono enérgico, cansado de hacer la misma pregunta que había hecho antes.
Cobra desplazó su mirada hacia mí.
Viper se quedó mirando la mesita.
Hice una larga pausa antes de responder. —Cuando llegamos a sus tierras,
nos recibió la reina Clara, la nueva monarca de su reino. Nos concedió
amabilidad y hospitalidad.
Mi padre no pestañeó ni una sola vez.
—Son una raza pacífica, viven de la tierra, ni siquiera se comen los animales
de su bosque....
222
—No me importan sus preferencias dietéticas, Kingsnake. —Se enderezó en
la silla. —No habrías estado allí durante varias semanas sin motivo, y el
hecho de que te niegues a ser comunicativo me dice que tienes noticias
pesadas que contar. Un rey no deja las cosas para más tarde. Afronta sus
retos sin rodeos en lugar de evitarlos.
Inspiré lentamente, chamuscado por el fuego del asado de mi padre. —La

única razón por la que ganamos esa guerra fue porque Clara nos dio la
victoria. Nos dijo exactamente dónde estarían y cuándo.
—¿Y por qué hizo eso? —Preguntó Padre, con los ojos todavía clavados en
mí.
Cobra no habló.
—En su carta decía que teníamos razón en todas nuestras suposiciones

sobre su especie.
Yo no podía leer las emociones como Larisa, pero ahora podía sentir su ira,
sentirla como carbones encendidos en una chimenea.
—Asqueada por las acciones de su padre, así como de algunos miembros

selectos de su círculo íntimo, nos ayudó porque era lo correcto. Ella puso fin
a la guerra entre nuestras razas y finalmente estableció la paz. Es una
heroína.
Mi padre estaba tan enfadado por lo que le había confirmado previamente,

que ignoró todo lo demás que dije.
223
—Cuando llegamos a sus tierras, lo primero que nos pidió fue que
firmáramos un tratado de paz. Después de lo que hizo por nosotros, sentí
que se lo había ganado. Así que, Cobra y yo firmamos...
—¿Que hicisteis qué? —La habitación debe haber quedado en silencio,

porque sonaba más fuerte sin levantar la voz.
—Tuvimos que hacerlo —dijo Cobra—. Era la única forma de que

compartiera los secretos de su pueblo con nosotros.
—Entonces ella no es una heroína —dijo Padre. —Es tan manipuladora como
lo era su padre.
Cobra se enderezó. —Ella sólo quería proteger a su pueblo-
—Supongo que es otra mujer con la que te has acostado. —Padre se volvió
para mirarlo. —Porque estás terriblemente a la defensiva de alguien que no
merece defensa.
Cobra le sostuvo la mirada.
—¿Quieres saber lo que nos ha contado? —dije, desviando la atención de

Cobra.
Mi padre desvió la mirada de mi hermano hacia mí.
—Antes de que te cuente lo que nos confió, hay algunas cosas que debes
saber. —Temía pronunciar cada palabra, cada vez más cerca de la finalidad
que encendería su mecha. —Clara, junto con todos los demás en Evanguard,
desconocían estas prácticas. Creyeron las mentiras que su padre les contó
224
a todos, y las mentiras que su padre contó a todos antes de su época. Son
víctimas de esto.
La mirada de mi padre era tan dura que parecía de piedra. Mis palabras no
significaban nada para él.
—Y han destruido lo mismo que les concedió la inmortalidad. Eso es lo que

hicimos mientras estuvimos allí. Trabajamos con Clara para destruir el
obelisco que les concedía la vida inmortal. Ahora no son diferentes de los
humanos en los reinos. Su brillo se desvanecerá y envejecerán hasta que el
tiempo se los lleve.
Su rostro empezó a tensarse, enfadado porque aún me negaba a contarle

toda la historia.
—Por eso, los tres hemos decidido vivir pacíficamente con los etéreos, dejar
atrás nuestro pasado y forjar una nueva convivencia. Entiendo tu enfado...
—Oh, no entiendes mi enfado, Kingsnake, —espetó. —Pero estás a punto

de entenderlo perfectamente en cuanto te salgan pelotas y me digas la
verdad. La verdad que ya sé porque puedo verla escrita en tu maldita cara.
—Le salió saliva de la boca porque sus labios se movían más rápido que su
mente.
Bajé los ojos.
—Dilo.
Mi mirada se clavó en él una vez más, no por elección propia.
225
—Mírame a la puta cara y dilo.
Apreté uno de mis nudillos con tanta fuerza que casi se rompió.
—Dime lo que le hicieron a tu madre.
Hice todo lo posible por sostenerle la mirada, pero no pude. La culpa me

arrastraba bajo las olas. Los hermosos días que había pasado con Larisa en
la cama se borraron, sustituidos por esta agonía.
Mi padre nunca había estado tan enfadado, ni siquiera después de que

mataran a mi madre. —Perdió su alma porque esos hijos de puta se la
comieron. ¿Y vas a sentarte ahí y pedir paz? ¿Vas a perdonar sus crímenes
contra la humanidad cuando tu propia madre nunca llegó a la otra vida? Me
he enfadado con mis hijos alguna vez, pero nunca me había avergonzado
hasta ahora. Me avergüenzo de mi hijo. Asqueado de su puta cara. Ojalá
nunca hubiera nacido.
Cerré los ojos instintivamente cuando su insulto me golpeó como una palma
en la cara.
—Si te avergüenzas de él, entonces te avergüenzas de todos nosotros. —

Era la voz de Cobra, inquietantemente calmada a pesar de la tensión.
Abrí los ojos y vi cómo él recibía el calor a continuación.
—Porque todos estuvimos de acuerdo —dijo Cobra—. Estuvimos de

acuerdo, sabiendo la verdad. Es horrible y estamos enfadados, pero todos
los etéreos que conocían la práctica han muerto. Matamos a cada uno de
ellos cuando estábamos en su bosque. ¿Cómo podemos hacer la guerra
226
contra un pueblo que no tenía ni idea de cómo mantenían su inmortalidad?
Fueron alimentados con una mentira por el Rey Elrohir porque era la única
manera de hacerlos obedecer. Una vez que supieron la verdad, destruyeron
el obelisco por su cuenta. No tuvimos que coaccionarlos, porque están tan
disgustados como nosotros.
—Eso no la traerá de vuelta, padre —dijo Viper— Su alma se ha ido hace

mucho tiempo. Matar al Etéreo no cambiará eso.
Estaba tan agradecido de no estar luchando esta batalla solo. No sabría qué
hacer sin mis hermanos. No poseía la fuerza para desafiar a mi padre yo sola.
Sus palabras me hirieron tan profundamente, como si su espada atravesara
mi armadura y se clavara en mis dos pulmones.
—Hemos estado en guerra con los Etéreos desde el principio —dijo Cobra—
. Imagina una vida libre de batallas. Imagina una de paz. Los Etéreos pueden
permanecer en su bosque, nosotros en nuestras tierras, y todo puede ser
como debería.
Mi padre no dijo nada, no miraba a nadie, sus manos se movían ligeramente

mientras se masajeaba un par de nudillos. Cuando encontró su voz, era
mucho más tranquila de lo que había sido antes, pero todavía llena de rabia.
—Nuestro plan era derrotar al Etéreo y luego gobernar los reinos....
—Ese era vuestro plan, —dije—. Los reinos nunca nos declararon la guerra.
—Porque los Etéreos hicieron el trabajo sucio, —espetó. —Pero una vez
erradicados, los reinos se asustarán y vendrán a por nosotros. Una vez que
sepan que hemos matado a sus dioses, querrán matarnos.
227
—Entonces la respuesta simple es no matar a los humanos —dijo Viper—
Problema resuelto.
—Seguirán atacándonos cuando se den cuenta de que los Etéreos son

demasiado débiles para hacerlo ellos mismos. —Todos hablábamos por
encima de los demás, cada uno intentando transmitir sus argumentos. Las
voces se elevaban como el calor hacia el techo. —Gobernaré todo este
continente y despojaré a las familias reales de sus títulos. Es la única manera.
Cobra se retiró, ladeando ligeramente la cabeza mientras miraba a nuestro

padre con ojos sagaces. —No se trata de Madre. Se trata de codicia. Se trata
de tu obsesión por gobernarlo todo y a todos.
Padre lo miró fijamente. —Tanto si los Etéreos hubieran tomado el alma de

tu madre como si no, mis planes serían los mismos. Pero saber que lo han
hecho no me deja otra opción. Los etéreos que aún viven se han beneficiado
de las almas de inocentes. Lo supieran o no, merecen la muerte. Yo se la
daré.
Tenía que parar esto. —Padre...
Se puso en pie. —Puede que los Vampiros Kingsnake y los Vampiros Cobra
hayan declarado la paz con los Etéreos, pero los Originales no. Aléjate de mi
camino y haré lo que deberías haber hecho en el momento en que entraste
en sus tierras.
228
Capítulo 17
LARISA
La costurera me dio un vestido con más textura que mi vestido de novia.

Tenía serpientes cosidas en la tela, y el vestido sólo tenía un tirante, que
parecía el cuerpo de una serpiente. Tenía una prominente abertura en una
pierna, que dejaba ver mis botas de tacón. Encima había un abrigo abierto,
el exterior negro y el interior forrado de rojo. Era sexy pero también
poderoso, un uniforme que encajaba con el de Kingsnake pero con sus
propios rasgos femeninos.
Esperé a que Kingsnake regresara, pero hacía horas que no hablábamos.

Los sirvientes me dijeron que era hora de que comenzara la ceremonia, que
todo Grayson estaba reunido al pie de las escaleras del palacio, esperando
a que yo hiciera mi entrada.
Estaba nerviosa por asumir este poder, un poder que no me había ganado,
sólo obtenido por matrimonio. Me sentía mal al asumirlo, y me preguntaba si
podría ser simplemente su esposa y no su reina, pero sabía lo que él diría a
eso.
229
Extendí mi mente hacia Fang. La ceremonia está a punto de comenzar.
¿Dónde está él?
El silencio fue mi única respuesta.
Tragué saliva, esperando su voz, aterrorizada por lo que significaba aquel

rechazo. Fang, me estás asustando.
Necesitamos tiempo.
¿Qué pasa?
Silencio otra vez.
***
Los sirvientes me guiaron hasta lo alto de las escaleras del palacio. Bajando
cien escalones estaba el primer rellano, donde Viper debería estar de pie
para coronarme con mi espada. Pero no estaba allí, y todo Grayson se quedó
esperando. Las antorchas ardían. Los vampiros estaban callados. Toda mi
confianza se vio sacudida por la ausencia de mi esposo y mis hermanos.
Esposo... era la primera vez que lo decía. Ojalá fuera una ocasión feliz.
Kingsnake apareció por fin, trotando a través de las puertas dobles con su
uniforme de rey, su espada en la cadera. Cobra y Viper aparecieron también,
230
vestidos apresuradamente para la ceremonia que debería haber empezado
hacía quince minutos.
Kingsnake se acercó a mí, visiblemente nervioso.
—¿Qué ha pasado? —Sentí que Fang se deslizaba por mi pierna y rodeaba

mi cuerpo, ocupando su lugar sobre mis hombros, formando parte de mi
uniforme.
Kingsnake extendió su brazo para que lo tomara. —Lo discutiremos más

tarde.
—¿Va todo bien?
—Sí.
—¿Dónde está tu padre?
Hizo un gesto de dolor, como si mi flecha hubiera dado en el blanco. —Más

tarde.
Finalmente le cogí del brazo, y fue entonces cuando comenzó el sonido de

los tambores. Acompañaban nuestros pasos, batiendo con cada paso que
dábamos en la siguiente escalera, mi bata y mi abrigo arrastrándose detrás
de mí.
Con el brazo izquierdo a la espalda, me guió hasta el final, con la mirada al

frente y un rostro estoico y regio.
Viper estaba de pie, sosteniendo la espada con las palmas de las manos
abiertas, y su capa ondeaba ligeramente con la brisa del atardecer.
231
En el momento en que alcanzamos el último escalón frente a Viper, los
tambores se detuvieron.
Pero si hubiera tenido corazón, seguiría tamborileando con fuerza.
Viper alzó la voz para que todos los que estaban a su espalda pudieran oírle.
—Larisa, esta corona te ha sido otorgada, no sólo por el matrimonio con
Kingsnake, Rey de los Vampiros y Señor de la Oscuridad, sino por tu valentía
en nuestras dos últimas batallas. Habríamos perdido el primer combate si no
nos hubieras avisado de la llegada de los Etéreos. Te presento tu corona,
una espada forjada con los diamantes rojos de los Vampiros Kingsnake. —
Me la tendió para que la cogiera.
Levanté la espada con ambas manos y examiné el pomo, oro con diamantes
y rubíes, una joya que se cobraría la vida de mis enemigos.
—Salve, Larisa, Reina de los Vampiros y Dama de las Tinieblas.
***
La ceremonia fue seguida por una gran celebración. Era la primera vez que
veía a los vampiros participar en festividades. Parecía que estábamos en
guerra tan a menudo que no había tiempo para hacer nada como relajarse y
soltarse.
232
Como no comían como los humanos, no había mesas cubiertas de cerdos
asados, puré de patatas y otras delicias. En su lugar, había alcohol, y mucho.
Una banda tocaba música y algunos bailaban.
Pero al mirarlos a todos, vi una diferencia en su compostura. Tenían la piel

más pálida, del color de las nubes grises, y parecían... más delgados.
Como si estuvieran hambrientos.
Había estado tan absorta en los etéreos que me había olvidado de mi propia
gente y de su difícil situación. Los humanos seguían atormentados por la
enfermedad que se negaba a remitir, y yo tenía la cura escondida en mis
aposentos. Ambas razas sufrían por mi egoísmo. Había pasado dos días en
la cama con mi marido sin pensar en nadie más, y ahora eso me parecía
inaceptable.
—¿Pasa algo? —Kingsnake regresó y me entregó un vaso de vino.
—Todo el mundo parece... delgado. —La música estaba alta y no había nadie
cerca que pudiera oír mis palabras.
—Hemos tenido muchas batallas.
—Los prisioneros...
—Hemos perdido más. Es la forma natural de las cosas.
Los prisioneros eran humanos, humanos de mi propia aldea, y eso hacía la

situación más enfermiza. —Tenemos que entregar la cura a los humanos de
inmediato. Hay que aliviar su sufrimiento y el de los nuestros.
233
Una sonrisa se dibujó en sus labios.
—¿Qué?
—Dijiste nuestra gente.
—Pues lo son.
—Lo sé. —La sonrisa continuó. —Me gusta oírte decirlo. Mañana a primera
hora, nos iremos.
—Me sentiría culpable llevando esta espada si no lo hiciera.
Bebió un trago mientras rodeaba mi cintura con su brazo. —Ahora piensas

como una reina. —Sus labios se acercaron a mi oreja. —Y creo que eso es
muy sexy. —Giró la cara y atrapó mis labios, dándome un beso mientras me
acercaba. —Esposa.
Era la primera vez que me llamaba así, e inmediatamente me entraron

escalofríos. —Esposo.
Frotó su nariz contra la mía, algo que nunca había hecho antes.
—Kingsnake. —Cobra llamó su atención, hablando con un grupo de

vampiros en una de las mesas.
—Volveré.
—Más te vale. —Me costó soltarme de él, no porque tuviera miedo de estar
sola, sino porque nunca tendría suficiente de aquel hombre.
234
Se alejó y se unió a Cobra, que le dio una palmada en la espalda como si
todo fuera bien.
Vi la forma en que Kingsnake interactuaba con su gente, siempre regia pero

también accesible. No parecía ser el caso cuando llegué aquí por primera
vez, cuando la gente se dispersaba hacia el lado opuesto de la calle para
evitarle. Pero después de las dos batallas, parecía haberse convertido en un
hombre del pueblo.
Yo debería hacer lo mismo.
Con mi copa en la mano, me moví entre la multitud de vampiros, las

antorchas captando la luz de los juerguistas que parecían celebrarme...
incluso cuando yo no había hecho lo suficiente para ser celebrada, en mi
opinión.
—Su Alteza.
Me giré al oír el nombre, un nombre que no me cuadraba en absoluto.
Era el padre de Kingsnake, un hombre al que sólo conocía como Rey

Serpiente. Si tenía un nombre de pila, nunca lo compartió conmigo. Me
quedé quieta cuando sus rasgos quedaron expuestos a la luz de la antorcha.
Tenía un vaso en la mano, pero en lugar de beber vino como los demás,
tomaba algo más fuerte. —Siento haberte asustado.
Su inesperada presencia no me pilló desprevenida. Era su estado de ánimo.

Infinito y sin profundidad, un dolor que se extendía en todas direcciones,
como si estuviera herido de muerte debajo de la ropa. —No lo hiciste.
235
Un atisbo de sonrisa apareció en su rostro, similar a la de su hijo. —No es la
única que puede sentir, Alteza.
—Larisa está bien.
—Esa no es forma de dirigirse a una reina.
—Espero que no esperes que me dirija a ti como tal... ahora que eres mi
suegro.
Era alto como sus hijos, tenía el mismo pelo oscuro y la mandíbula afilada.
Tenía décadas más que yo, pero seguía siendo joven y fuerte. —Serpentine
está bien.
—Debes haber tenido diferentes nombres... antes. —No podían estar

obsesionados con las serpientes cuando eran humanos. Eso debió venir
después, cuando se transformaron y adoptaron nuevas identidades.
—Cualquiera que fuera mi nombre antes, no lo recuerdo. —Se llevó el vaso

a los labios y bebió un trago. —Kingsnake me dice que han decidido
conceder una tregua pacífica a los Etéreos. Sus hermanos también. Sólo
puedo suponer que piensan lo mismo.
Esperaba que estuviera enfadado, pero esa tristeza persistía, como si se

sintiera traicionado. —Entiendo lo difícil que debe ser para ti. Sería poco
realista esperar que aceptaras esto sin reservas.
—Y sin embargo, eso es exactamente lo que esperaban mis hijos.
236
—Cuando Ellasara me puso cara a cara con la muerte, Kingsnake me
convirtió para mantenerme con vida. Al principio me enfadé con él, pero una
vez que viajamos a Evanguard, me di cuenta de que no sólo mi vida se habría
perdido sin su interferencia, sino también mi alma. Él me salvó, y siento
mucho que tu mujer no se salvara también.
Su reacción estaba cincelada en piedra, pero el dolor en su pecho pareció

profundizarse. —Mis hijos han sido mucho menos comprensivos.
—Sé que eso no es cierto. Ellos se preocupan. Profundamente.
Apartó la mirada un momento. —Pero nunca les importará como a mí. El

único que podría entenderlo remotamente es Kingsnake, ahora que está
casado con una mujer a la que claramente ama. ¿Y si hubiera sido diferente?
—Volvió a mirarme. —¿Y si no te hubiera convertido y tu destino hubiera
sido el mismo?
Le sostuve la mirada, sabiendo exactamente lo que habría pasado.
—Los dos sabemos la respuesta. —Bebió un trago. —Kingsnake quemaría

vivo a cada uno de ellos. Y, sin embargo, niega lo que él mismo habría hecho.
Estamos hablando de su madre, pero al parecer, su memoria es débil porque
ha olvidado todos los sacrificios mundanos que ella hizo por él y sus
hermanos.
Bajé los ojos, sintiendo el aguijón de la culpa.
—Larisa.
Le miré una vez más.
237
—Necesito que le hagas cambiar de opinión.
Mi nuevo suegro acababa de pedirme un favor, un favor que nos uniría más
y ganaría su aprobación, pero el nudo de mi estómago me decía que no
podía hacerlo. Por mucho que me doliera saber lo que le había pasado a su
mujer, teníamos que seguir adelante. —Perdí a mi padre cuando era
pequeña. Y luego perdí a mi madre hace unos años cuando enfermó. Las
almas de ambos... se han ido. Nunca los volveré a ver. Aunque yo aún tuviera
mi alma, ellos ya perdieron la suya.
—Entonces hazlo por ellas, Larisa.
—Pero no los traerá de vuelta. —Vi cómo la luz abandonaba sus ojos al
decirlo. —No cambiará nada. Masacraremos a gente inocente que desprecia
la práctica tanto como nosotros. Sería un genocidio irracional.
No había parpadeado desde que le negué, y la profundidad de su tristeza

alcanzó de pronto nuevos límites. Un fuego comenzó a arder, la chispa que
se desató una vez que las llamas golpearon la madera. —Entiendo tu
razonamiento.
Había esperado una reacción muy diferente, basándome en el fuego que se

cocía a fuego lento bajo su piel. Quizás no era tan bárbaro como Kingsnake
decía que era. Controlaba sus emociones con mucha más firmeza que su
propio hijo la mayor parte del tiempo.
—Admiro tu compromiso con mi hijo. Ahora que tu alma ya no corre peligro,

eliges quedarte con él en esta oscuridad eterna. Es un testamento de tu
238
amor, renunciar a una vida con hijos por una con un hombre soltero. Criar a
cuatro hijos fue la tarea más difícil de mi vida, pero también la mejor.
Mi corazón cayó al suelo de piedra y salpicó por todas partes. Sentí pánico,
como si estuviera atrapada en un edificio en llamas sin salida. El humo me
impedía respirar. Hice todo lo posible por mantener la cara seria y controlar
las emociones que se habían desatado, pero era una batalla perdida. —
Hablas como si esto fuera reversible...
—Porque lo es.
El fuego seguía rodeándome. Mis pulmones luchaban por respirar. Mi carne

se derretía de mis huesos. —¿Y él lo sabía?
—Siempre lo ha sabido. Cuando hablamos en Crescent Falls, le dije que

había descubierto cómo hacerlo. Es un proceso complicado, pero en el que
muy pocos se embarcan porque nadie querría volver a ser mortal. —Bebió
un trago mientras me miraba fijamente, y su expresión se tensó. —¿No
compartió esto contigo?
No me atrevía a hablar. Era demasiado difícil. Lo único que hice fue sacudir
la cabeza.
—Bueno, supongo que es porque sabía cuál sería tu respuesta.
Ya no podía mirarle. No podía concentrarme en mi realidad en absoluto. La

rabia era tan profunda que ninguna cantidad de lluvia amortiguaría mis
llamas. —¿Me disculpas? —Antes de que tuviera la oportunidad de acceder
a mi petición, ya me había ido. Dejé la copa en el borde de un muro de piedra
239
y subí las escaleras de vuelta al palacio, levantando mi ridículo vestido que
de repente me pareció más pesado que una roca.
Todos los sirvientes me miraron al entrar, haciendo rápidas inclinaciones de

cabeza con saludos. —Alteza.
Los ignoré, entré en la alcoba donde Kingsnake y yo habíamos hecho el

amor apasionadamente durante días, cogí una bolsa y la llené con lo que
pude encontrar. Cogí los frascos de veneno que habíamos reunido en
nuestro viaje a través del mar y luego me dirigí a los establos.
El mozo de cuadra estaba de servicio, pero me miró extrañado cuando

llegué.
—Tráeme un caballo.
Se detuvo al oír la orden y miró hacia la fiesta, donde Kingsnake permanecía.

—Su Alteza...
—Te di mi orden. Ahora cúmplela.
Finalmente ensilló un caballo y colocó mis pertenencias a los lados. —Su

Alteza, no creo que deba-
Lo empujé contra el borde de uno de los establos y agarré la cuerda que

colgaba allí. Le até las muñecas y lo inmovilicé. Por miedo a desobedecer,
me lo permitió. Por la expresión de su cara, sabía que correría a ver a
Kingsnake en cuanto me fuera, y no podía tenerlo pisándome los talones. —
No es nada personal.
240
Monté en el caballo y clavé mis talones para salir corriendo.
Pero entonces me di cuenta... de que no tenía adónde ir.
Grayson se había convertido en mi hogar.
Mi todo.
Y ahora... no tenía nada.
241
Capítulo 18
KINGSNAKE
Cuando terminé mi conversación, busqué a mi reina.
Supuse que estaba con Viper, pero cuando lo encontré, estaba enredado
con su presa favorita en un callejón oscuro. Cobra se quedó donde lo dejé,
hablando con mis soldados porque se negaba a alimentarse si Clara no era
su presa. Algunas de las copas estaban llenas de sangre animal, un pobre
sustituto pero un freno para el hambre.
Empecé a caminar, buscando entre los grupos de gente para ver si ella se
mezclaba con los hombres y mujeres junto a los que habíamos luchado en
las dos últimas batallas. Pero no la encontré. No divisé su espesa cabellera
ni su hermosa piel. ¿Fang?
¿Ssssí?
¿Has visto a Larisa?
No.
242
Una sacudida de miedo me recorrió, pero lo acallé rápidamente, sabiendo
que no había nada que temer. Larisa ya no era humana, así que mis propios
hombres no se habían vuelto contra mí para alimentarse de su carne. Los
etéreos ya no la querían muerta, así que ya no era un objetivo. Nada era una
amenaza para ella.
Pero eso no me hizo sentir mejor.
Quizás se había retirado a descansar.
Me dirigí a las escaleras y ascendí rápidamente hasta las puertas del palacio.
Entré y me dirigí a nuestro dormitorio, esperando verla en la cama,
preferiblemente desnuda y desmayada después de tanto vino.
Pero la cama estaba vacía. No está aquí.
Debe de estar en alguna parte, Kingsnake. Cálmate, Kingsnake.
Vi su abrigo tirado sobre el sillón. Estaba aquí. Me dirigí al baño y empujé la

puerta con tanta fuerza que chocó contra la pared y dejó una abolladura.
Estaba vacío.
Entré en el armario y encendí la luz.
Faltaba su armadura.
¿Por qué coño le faltaba la armadura?
El horror se filtró en mis venas mientras miraba fijamente, mi respiración de

repente profunda y agitada, mi pánico inconsolable. Intenté resolver un
rompecabezas sin una sola pieza. Nada tenía sentido. Ella se fue.
243
¿Cómo que se fue?
Se fue, joder. A eso me refiero. Fui al alijo de veneno que habíamos recogido
juntos y había desaparecido. Habla con ella. Puede que aún esté cerca. Dejé
caer mi ropa y me puse mi propia armadura. Se suponía que esta noche
celebraría mi nueva reina, pero me preparé para una guerra que me
aterrorizaba perder.
Lo intentaré.
***
Bajé corriendo las escaleras, y todos los que estaban abajo se volvieron para
mirarme mientras mi armadura reflejaba las antorchas. Debió de reflejarse
también en mis ojos, furiosas llamas a punto de incinerar a cualquiera que
se pusiera en mi camino.
Marché hacia los establos, con los ojos enfocados hacia delante, encerrados
en una visión de túnel.
—¿Qué está pasando? —Cobra vino a mi lado cuando se dio cuenta de que
algo andaba mal.
—Larisa se ha ido.
—¿Qué quieres decir?
244
—Cogió su mierda y se fue, —espeté. —Eso es lo que quiero decir.
Pasaron tres segundos sólidos, como si Cobra estuviera tan confundido

como yo hace minutos. —¿Por qué?
—No tengo ni puta idea.
—¿Y si alguien se la llevó?
—No lo hicieron.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque ella tomó el veneno. Ella se fue en sus propios términos.
—Haz que Fang hable con ella...
—Ya lo intenté. Ella está demasiado lejos, o ella lo está bloqueando .
Cobra caminó conmigo por el camino hacia los establos. —¿Le dijiste algo
a ella...
—No.
—¿Cuál fue su última interacción?
—Le di un vaso de vino, la besé y luego me uní a ustedes para conversar.
—¿Y todo parecía estar bien?
—Sí. —Estaba agotado por todas las preguntas cuando sabía que no me
llevarían a ninguna parte. Finalmente llegué a los establos, pero no había
245
ningún jefe de cuadra que me ayudara. Marché al establo a buscar mi propio
caballo.
—Alteza. —El mozo de cuadra estaba sentado en el suelo, con las muñecas
atadas a un poste metálico.
Casi se me salen los ojos de las órbitas.
Cobra sacó su cuchillo y lo liberó. —Mierda, esto es malo.
—¿Qué ha pasado? —Lo puse en pie de un tirón y lo empujé contra la pared.

—¿Qué le ha pasado a mi mujer?
Cobra me puso la mano en el hombro y me retuvo para que no le arrancara

la cabeza de los hombros.
—Ella-ella exigió un caballo-
—¿Y tú se lo diste?
—Ella es la reina... —Cayó de espaldas contra la pared de los establos,

encogido de miedo. —Me ató antes de irse porque sabía que te alertaría de
su partida.
Quería arremeter contra ese hijo de puta.
Cobra me tiró hacia atrás. —Kingsnake, no hizo nada malo.
Le aparté de un empujón y ensillé mi propio caballo. —¿Qué coño está

haciendo?
246
—¿Dijo algo? —Cobra hizo la pregunta sin sentido.
El mozo de cuadra negó con la cabeza.
—Necesito recuperar mi armadura y mis armas —dijo Cobra—. Voy a buscar

a Viper-
—Tiene que gobernar Grayson en mi lugar. —Fue lo más rápido que había
ensillado un caballo, lo cual era una hazaña notable, ya que hacía mucho
tiempo que no lo hacía yo mismo. —Y no tengo tiempo para esperarte.
—Kingsnake, no deberías ir solo...
—No me importa. —Agarré al caballo por las riendas y tiré de él para sacarlo
del establo. Fang serpenteó por mi pierna y se aseguró alrededor de mis
hombros.
—Al menos déjame coger mi espada.
Monté en el caballo y arranqué.
—¡Kingsnake!
247
Capítulo 19
LARISA
Me acerqué a Raventower, la aldea resplandeciente por las antorchas que

bordeaban su muro exterior. El camino se volvió fangoso como si hubiera
llovido en los últimos días. Me acerqué a la puerta principal, divisando el
lugar al que había llamado hogar toda mi vida.
No había nadie en la puerta.
—¿Hola?
No hay respuesta.
—¿Hay alguien ahí?
Las antorchas parpadearon, pero no pasó nada. —Eso no es bueno... —

¿Había llegado demasiado tarde? ¿Habían muerto ya todos a causa de la
enfermedad que yo podría haber detenido hacía semanas? Desmonté del
caballo y trepé por el muro, impulsándome hasta las murallas del otro lado.
Allí no había nadie.
248
Miré hacia la ciudad y vi las antorchas que iluminaban los callejones y los
alrededores del castillo. Incluso con mi visión nocturna mejorada, no podía
distinguir los detalles del pueblo. Ni siquiera sabía si estaba habitado.
Bajé, abrí la puerta y cogí mi caballo. Lo conduje a través de la puerta y entré

en el pueblo. Los establos tenían comida en los comederos, así que aseguré
a mi caballo y llené su cubo de agua antes de seguir adelante.
Mis botas repiqueteaban contra los adoquines mientras avanzaba por la calle
principal. Había mucho silencio, se oía cada paso. Corría una fuerte brisa
que casi apagaba todas las antorchas. Hizo que mi pelo bailara con la brisa.
Luego se apagó.
En lugar de dirigirme al castillo lo más rápido posible, me tomé mi tiempo,

mirando en las oscuras casas y sin ver señales de vida. El lugar parecía
abandonado. Todo el mundo parecía estar muerto o haberse marchado a
otro lugar.
Al acercarme al castillo, vi señales de vida. Había guardias apostados

alrededor del torreón de piedra. En la muralla que rodeaba el castillo había
hombres apostados en los terraplenes. Toda la ciudad parecía concentrada
en esta zona.
No entendía por qué.
Todos estaban tan concentrados al otro lado de la muralla que no se dieron

cuenta de que me acercaba a las puertas del castillo. Incluso los guardias
249
encargados de la protección del castillo miraban hacia allí, así que no
repararon en mí cuando tiré de la puerta cerrada.
Llamé y eso fue lo que finalmente atrajo la atención de los guardias.
Se abalanzaron sobre mí y me atacaron con sus espadas.
—¡Vampiro!
Cuatro de ellos se abalanzaron sobre mí a la vez.
Desenvainé la espada y retrocedí, desviando el primer golpe y esquivando

el siguiente. Un combate contra un humano era mucho más fácil que uno
contra el Etéreo o los orcos, así que esquivar sus espadas era tarea sencilla.
—He venido a hablar con el rey Elías. Tengo una cura para la enfermedad.
Eso hizo que todos los guardias se detuvieran. Todos dieron un paso atrás y
soltaron sus espadas, mirándose unos a otros como si uno de los suyos
pudiera confirmar la verdad de mis palabras.
—Necesito hablar con él.
Uno de los guardias se acercó a la puerta y llamó, golpeando el puño de

diferentes maneras para crear una melodía específica. Aquella parecía ser
la contraseña, porque alguien abrió inmediatamente la puerta.
El guardia fijó su mirada en mí, su reacción fue la misma que la de los otros
guardias.
—Necesito hablar con el rey Elías, —dije—. Inmediatamente.
250
***
Me acompañaron a su estudio.
El mismo estudio donde me había follado sobre su escritorio. En el que me

dijo que se casaría con otra. En el que me había sugerido una aventura, para
tener su pastel y comérselo también.
Era una persona muy distinta cuando volví a entrar en aquella habitación, y
no sólo porque fuera una vampiresa.
Estaba de pie detrás de su escritorio y me miró entrar, con los ojos vacíos al
principio y luego pesados. Respiró hondo y abrió la boca para hablar, pero
luego la cerró, como si las palabras lo abandonaran.
Sabía que no tenía el mismo aspecto. No sólo tenía la piel más pálida y los
ojos más claros, sino que mi cuerpo se había endurecido por el cambio de
estilo de vida. Ahora tenía músculos en brazos y piernas. Ahora llevaba
armadura y capa en lugar de pantalones viejos.
Tampoco tenía el mismo aspecto. Estaba delgado, demasiado para ser un

rey.
Me acerqué a su escritorio, sintiéndome superior por una vez. —¿Qué ha

pasado aquí? No hay nadie en el pueblo. ¿Por qué están todos los guardias
en esta frontera?
251
Su mente tampoco era tan rápida como antes, probablemente porque
estaba agotado... y hambriento. Todo lo que pudo reunir fueron unas pocas
palabras. —Hombres lobo.
—¿Qué?
Sus manos se apoyaron en la superficie para mantener el equilibrio. —La

población humana sigue cayendo en picado a la luz de la enfermedad. A
medida que disminuyen, también lo hace la fuente de alimento de los
hombres lobo...
—¿Por qué carajo todo nos come? —Solté. Eran los vampiros, los etéreos y
ahora los hombres lobo. ¿Era ese nuestro único propósito? ¿Alimentar a
todos los monstruos?
—Amenazaron con atacar Raventower sin donaciones. No tuve elección.
Esta pesadilla acaba de empeorar.
—Pedí ayuda a los reinos, pero ellos tienen sus propios problemas.
—¿Qué problemas?
—Los hombres lobo les están haciendo lo mismo.
Después de derrotar al Etéreo, había asumido que lo peor había pasado.
—Los Etéreos tampoco han respondido a nuestra llamada.
—Y no lo harán.
252
La esperanza que le quedaba en los ojos murió.
—No nos queda nada que dar. El Rey Lobo estará aquí mañana y no
tendremos otra opción que luchar.
El Etéreo envenenó a los humanos, y sin esta cura por la que Kingsnake y
yo habíamos arriesgado nuestras vidas, los reinos se habrían convertido en
un paraíso de hombres lobo. La ira de Serpentine parecía aún más razonable
ahora. Tal vez los crímenes de los Etéreos realmente eran imperdonables.
Podrían haber destruido el mundo. —He traído una cura para la enfermedad.
Pero no estoy segura de cuánta ayuda será ahora.
—Yo tampoco lo sé —dijo con sinceridad. —Quedamos tan pocos.
—¿Tu mujer?
Bajó los ojos y negó con la cabeza. —Se puso enferma...
—Lo siento mucho.
—Una de sus doncellas se lo contagió. Ni siquiera pude consolarla una vez

que la enfermedad se instaló... nunca la volví a ver. Pero eso es lo que la
mayoría de la gente ya ha tenido que pasar. Y luego me tocó a mí.
—Lo siento. —No sabía qué más decir. La noticia era tan horrible.
Sus ojos finalmente volvieron a posarse en los míos. —Cuando perdamos

esta batalla... y lo haremos... los hombres lobo nos llevarán cautivos a su
guarida. Luego nos comerán, uno por uno. Les diré a mis hombres que
253
tienen derecho a reclamar sus propias vidas, si eso es lo que desean. Una
opción que puedo tomar para mí.
—No.
Sus ojos se endurecieron.
—Vamos a luchar.
—No lo entiendes, Larisa. Los hombres lobo son...
—He luchado contra hombres lobo y orcos, —dije—. Y ahora soy una
vampira.
Sus ojos se estremecieron de nuevo, y entonces una nube de culpa se

levantó en su interior. —Siento... haber dejado que te llevaran.
Me había dolido más de lo que las palabras podían explicar, pero había
superado su traición. Me había enamorado de un hombre que nunca...
Mis pensamientos cesaron, chocando con algo que no estaba preparada

para afrontar. Mi corazón muerto se cerró en un puño como si aún estuviera
vivo, y toda la fe que tenía en el amor se evaporó por completo. Kingsnake
me había traicionado ya tres veces. Primero, había prometido dejarme ir y
se retractó. Me había convertido cuando sabía que no era mi deseo. Y
ahora... esta era una mucho peor que las otras. Podía perdonar las
transgresiones pasadas porque eran intrascendentes, pero esto... esto era
imperdonable. Mi marido debería ser el hombre en quien más confiara en
este mundo, y me había mentido.
254
Volví a la conversación con Elias. —Te perdono.
—¿Cómo puedes perdonarme, después de lo que te han hecho?
Hasta hacía unas horas había aceptado plenamente mi inmortalidad. Ahora

estaba perdida de nuevo. —No es tan malo.
—Eres mucho más amable conmigo de lo que merezco, Larisa. —Inspiró

con dolor. —Traicioné a la única persona que realmente se preocupaba por
mí. Crecí amando a mi esposa, pero ella nunca me amó. Yo sólo fui una
oportunidad. Soy el peor rey que Raventower ha visto en su historia. Todos
están muertos... porque no supe liderar. Me quedé encerrado en mi castillo
como un cobarde.
—Elías, esta situación no tiene precedentes. No puede ser arreglada por una
sola persona.
—Acabas de decir que encontraste una cura, así que sí se puede.
Me quité la mochila de los hombros y la dejé en el suelo, teniendo cuidado

con los viales de cristal. —Ocupémonos de los hombres lobo. Luego
podemos dispersar la cura y trasladarnos a los otros reinos para hacer lo
mismo.
—Larisa, una sola vampira no va a cambiar este resultado. Si trajeras un

ejército de Vampiros Serpiente Real, tal vez eso haría la diferencia...
—Ya vienen.
Sus ojos se entrecerraron.
255
Kingsnake deduciría mi paradero rápidamente. En cuanto se diera cuenta de
que faltaba el veneno, vendría a por mí. No sabía si traería un ejército, pero
sus hermanos estarían cerca.
—¿Cuándo llegarán?
—No estoy segura. Sólo tenemos que mantener a raya a los hombres lobo
hasta entonces.
***
Era la parte más oscura de la noche, una hora antes de que la luz empezara
a iluminar el cielo de negro medianoche a azul oscuro. Me paré en las
murallas detrás de la cerca y miré fijamente en la oscuridad, viendo sus
contornos aparecer desde las antorchas que habíamos erigido en los
campos.
El que iba en cabeza iba vestido de negro y sus botas brillaban a la luz de
las antorchas. Detrás de él había varios hombres vestidos de forma similar,
algunos de ellos con capuchas para tapar la inexistente luz del sol.
Era extraño ver a hombres corrientes acercarse a la puerta sin armas ni

armaduras, pero con la sonrisa de victoria.
Me paré en la muralla y miré hacia abajo, y entonces alguien se me unió.
256
El rey Elías vestía una armadura que le quedaba un par de tallas grande y
tenía la piel pálida, como si no hubiera visto el sol en años. Sus hombres
también se volvieron para mirarlo, como si fuera la primera vez que veían a
su rey en carne y hueso.
El hombre lobo lo miró fijamente. —Alteza, me alegro de que haya venido.
Elías estaba de pie con las manos sujetas a la espalda, haciendo todo lo
posible por parecer un rey fuerte y no un hombre débil.
—Ya sabéis por qué estoy aquí. —Señaló la puerta que tenía justo delante.
—Pongámonos en marcha.
—No tenemos nada más que dar —dijo el rey Elías. —Estoy seguro de que
ya lo has deducido.
El hombre lobo dio un paso adelante. —Y estoy seguro de que has supuesto
lo que haremos si no cumples. ¿Crees que estas puertas destartaladas
mantendrán a los míos fuera? Destrozaremos esta ciudad y nos daremos un
festín con cada uno de vosotros.
—Pueden intentarlo, —dije—. Pero tu muerte será obra de mi espada.
El hombre lobo cambió su mirada hacia mí.
Al igual que el rey Elías y todos los demás.
El hombre lobo entrecerró los ojos antes de sonreír. —Eres una cosa bonita,
¿verdad? —Ladeó ligeramente la cabeza. —Pero no demasiado bonita para
comer.
257
—Hoy no habrá donación, —dije—. Te invitamos a la batalla si ese es tu
deseo.
—Esto no es una partida de póquer, Guapa. Tus fanfarronadas te costarán

mucho más que una mano.
—Entonces es bueno que no esté fanfarroneando.
El rey Elías habló en voz baja. —Ten cuidado.
El hombre lobo se adelantó. —Si eres tan valiente, ¿por qué no vienes aquí
y tenemos esta conversación cara a cara?
—No lo hagas, —susurró Elías.
—No te preocupes, no te morderé —dijo el hombre lobo.
—Entonces yo tampoco lo haré.
Se le borró la sonrisa.
Giré sobre mis talones y bajé las escaleras, con el Rey Elías detrás de mí.
—Larisa, entiendo que ahora eres una caminante nocturna, pero sigue
siendo un tres contra uno.
—No se meterá conmigo cuando sepa quién soy. —Caminé hacia la puerta.
—Abre las puertas.
—No. —Una vez que dio la orden, los hombres obedecieron. —Vas a
conseguir que te maten...
258
—La única forma de enfrentarse a un enemigo es mantenerse firme. Has
dejado que se lleven a tu gente el tiempo suficiente. Son matones, y
sabemos que sólo hay una manera de tratar con los matones. Me rompe el
corazón ver cómo mi hogar se convierte en una ciudad fantasma, y no voy a
sentarme aquí a ver cómo se llevan lo poco que queda. —Miré al guardia. —
Pues abre la maldita puerta.
El guardia miró a Elias.
Elías asintió.
Las puertas se abrieron, revelando a los tres hombres lobo.
—Vaya —dijo el hombre lobo líder. —La guapa tiene agallas.
Me acerqué.
Elías se unió a mí.
—¿Qué estás haciendo? —Me detuve.
—No voy a dejarte hacer esto sola...
—No necesito tu ayuda. Estás tan débil que apenas puedes mantenerte en
pie. —Miré hacia delante y continué. —Me encargaré de esto yo sola. —Me
adelanté hacia la hierba abierta y él no me siguió.
Hice el largo camino hasta los tres hombres lobo, y el que iba en cabeza
parecía totalmente encantado con mi compañía.
259
Me miró de arriba abajo con aprecio. —Quizá deberías ser el rey de este
lugar.
—No puedo, —le dije. —Porque ya soy Reina de los Vampiros y Señora de
las Tinieblas. Seguro que conoces a mi marido, Kingsnake, Rey de Grayson,
el vampiro más feroz que jamás haya existido. —Una parte de mí se sentía
culpable por invocar su nombre cuando ya no sabía lo que éramos. Ya no
quería ser su reina, y mucho menos su esposa, no cuando se negaba a ser
sincero conmigo, no cuando había ocultado algo tan importante para mí.
El hombre lobo no se acobardó como yo esperaba. —Kingsnake lo ha hecho

bastante bien. —Siguió objetivando mi cuerpo con esa mirada, atravesando
mi armadura como si pudiera ver mis tetas en carne viva. —Pero no está
aquí. Porque si estuviera, no te dejaría acercarte a mí. Así que tengo una
propuesta para ti, bonita. Vuelve conmigo y perdonaré a esta aldea olvidada
de Dios que tanto te importa.
—No.
—Vamos. Haré que te olvides de esa sanguijuela...
—Dije que no. Ahora abandona estas tierras y no vuelvas nunca... o recibirás
nuestra ira.
—¿Ira? —preguntó riendo. —¿Tú y ese marica sin carácter que te dejó venir
aquí sola?
—No necesito su ayuda.
260
Soltó una risita mientras me miraba de arriba abajo. —Puede que sea un
hombre lobo, pero también soy un caballero cuando se trata de una chica
guapa. Te he seguido la corriente hasta ahora, pero me he cansado del
juego. Dame lo que quiero o recibirás mi ira.
Di un paso adelante, poniéndome justo en su cara. —Yo. Dije que no.
Sus ojos se clavaron en los míos, sin pestañear.
Le devolví la mirada, manteniéndome firme contra este perro.
—Qué vergüenza. —En un instante, se había transformado, dejando de ser

el humano corriente que había sido antes para convertirse en una bestia que
rugía tan fuerte que hizo temblar la puerta.
—¡Fuego! —El rey Elías gritó a los arqueros.
Tenía la empuñadura de la espada en la mano y esquivé el primer golpe de

su enorme zarpa. La última vez que había luchado contra un hombre lobo,
había sido una humana corriente, así que mis movimientos habían sido lentos
y descuidados. Me sorprendió la forma en que ahora era capaz de esquivar
su ataque. Con la velocidad del viento, esquivé una de sus garras y le
atravesé el torso con la espada.
—¡Rooaaaarrr! —Con un fuerte grito, gruñó en la noche, chorreando sangre

por su pelaje. Me enseñó los dientes, temblando de una furia irrefrenable.
Las flechas siguieron cayendo, y entonces los otros dos hombres se giraron
también.
Me superaban en número.
261
El primero cargó contra mí.
Esquivé su ataque, pero giró sobre sí mismo y me golpeó la cabeza con su

zarpa cerrada.
Caí de espaldas y se me cayó la espada de la mano.
Se me echó encima al instante, a punto de golpearme con sus dos grandes

brazos para romperme el esternón y todo lo que tuviera conectado.
Me aparté rodando y, de paso, cogí la espada. Antes de que pudiera

alcanzarme, le clavé el cuchillo en el talón.
Gritó de furia y luego se tambaleó, como si le hubiera tocado el tendón de

Aquiles.
—¡Te dije que te fueras!
La saliva goteaba de su boca abierta, mi asesinato visible en sus ojos.

Cojeando, volvió a atacarme.
Me puse en pie y esquivé el ataque de otro.
Las flechas llegaron, pero no fueron suficientes para desviarlas.
Ahora estaba en serios apuros.
Una me alcanzó y me agaché justo a tiempo, con la cabeza casi fuera de mis
hombros.
—¡Larisa! —El rey Elías gritó. —¡Detrás de ti!
262
Me giré para ver al primer hombre lobo sobre mí de nuevo, con la victoria
en su mano. Con tres hombres lobo cabreados contra una vampira, no tenía
ninguna posibilidad. Había supuesto que mi estatus real les haría
escabullirse como ratas en una alcantarilla, pero era una apuesta horrible. El
nombre de mi marido no era suficiente para protegerme.
Algo me golpeó desde otra dirección y me tiró al suelo. Golpeé la tierra, mi

espada cayendo, mi mundo girando.
—Hiiisssssssss.
Me giré al oírlo, reconociendo ese ruido en cualquier parte. —¿Fang?
Kingsnake lanzó una ráfaga de golpes con su espada, su capa negra

danzando mientras se movía. Atravesó al hombre lobo en el ojo y luego se
clavó profundamente en su hombro. Su espada destelló con luz mientras
giraba, cortando al monstruo en pedazos hasta que se desplomó en el suelo.
Fang tenía al otro por la garganta, cortándole el suministro de aire para que
Cobra pudiera atravesarle el corazón.
Kingsnake ya estaba sobre el último, apuñalándolo por la espalda porque

había intentado huir.
Todo ocurrió en apenas unos segundos, la batalla terminó de inmediato en

cuanto llegaron.
Agarré mi espada y me puse en pie, sintiendo un latido fantasma en el pecho

de tanto terror.
263
Kingsnake se volvió hacia mí, y en lugar de sentirse aliviado de que estuviera
ilesa, parecía que quería hacerme mucho más daño del que me había hecho
aquel hombre lobo. —¿Qué coño pasa, Larisa? —Su cuerpo temblaba
mientras la empuñadura permanecía en su mano.
Cobra estaba de pie detrás de su hermano, observando la conversación con

mirada cautelosa.
Miré fijamente a mi marido.
Él me miró a mí.
Se acercó. —¿Cómo has podido hacerme esto? ¿Tienes idea de lo que me

has hecho pasar?
—Vaya, qué gracioso.
Pasó el límite y se enfadó más. —¿Perdona?
—Dejé a Grayson, lo que está perfectamente en mi derecho de hacer porque

no soy una prisionera. ¿Pero eso es comparable a lo que tú hiciste?
—¿Qué carajo hice...?
—Me mentiste.
—¿Y sobre qué mentí? —Cuando yo gritaba, él gritaba. Nos gritamos el uno
al otro en el campo de batalla, rodeados de hombres lobo muertos y Cobra
y Fang.
—Que puedo volver a ser humana.
264
En el chasquido de un dedo, la rabia dentro de él murió. Un cubo de agua
había apagado sus llamas, y ahora sólo quedaba un débil humo.
—Nunca ibas a decírmelo, ¿verdad?
Sus emociones eran imposibles de interpretar. Había demasiado que

desentrañar. Pero definitivamente podía ver pánico, pánico de que le
hubieran pillado.
—¿Qué coño te pasa? —Le di un fuerte empujón en el pecho y dejó que su

cuerpo retrocediera, indefenso. —Yo soy la que tiene que hacer el último
sacrificio para estar juntos, pero tú no harías lo mismo por mí. A eso se
reduce todo. Podrías darme hijos si quisieras, pero no quieres.
Respiró sin decir nada.
Quería que siguiera gritando porque esta horrible verdad era demasiado.
Quería que dijera que no era verdad y que me gritara por pensar que era
capaz de semejante traición... pero no lo hizo.
—No puedo creer que me dejaras casarme contigo.
Sus ojos se quedaron clavados en los míos, pero no dijo ni una palabra. Sus
emociones eran tal tornado que no se podía descifrar nada.
—¿No tienes nada que decir?
—Tengo mucho que decir. —Ahora su voz era tranquila, derrotada. —Es
mucho más complicado de lo que crees....
—No lo sabría porque nunca me lo has contado.
265
—Entonces déjame explicártelo ahora-
—Así no es como se supone que debe ir esta conversación. Se supone que

me grites por creer algo tan horrible sobre tu carácter. Se supone que me
grites por dejar a Grayson y ponerme en peligro. Se supone que deberías
estar cabreado conmigo porque te he traicionado creyendo esta tontería.
Pero es verdad... es jodidamente verdad. —Las lágrimas calientes
empezaron a brotar en el fondo de mis ojos, pero me negué a dejarlas caer.
—¿Por qué los hombres que amo siempre me traicionan?
Cerró los ojos, y fue entonces cuando lo sentí.
La angustia.
—Hemos terminado aquí. —Me alejé hacia la puerta donde permanecía el

rey Elías. Con expresión solemne, me miró fijamente mientras me acercaba.
Esperaba el sonido de las botas de Kingsnake detrás de mí, esperaba que
su brazo me agarrara por el codo y me tirara hacia atrás, pero nunca sucedió.
Me dejó marchar.
266
Capítulo 20
KINGSNAKE
—Se lo has dicho. —Miré a Fang junto a la chimenea, donde estaba sentado
en la alfombra frente a las llamas. El rey Elías nos había concedido
alojamiento sin dudarlo. En nuestra última interacción, me había mirado con
miedo, pero ahora me miraba sin nada en absoluto.
Cobra se sentó en el sillón, con un tobillo cruzado sobre la rodilla opuesta y

los dedos apoyados sobre los labios.
Yo no.
—¿Entonces cómo lo sabe? —espeté. —Tú eres el único que lo sabía.
—En lugar de cabrearte con Fang, quizá deberías cabrearte contigo mismo
—dijo Cobra—. Porque deberías haberle dicho la verdad.
Miré a mi hermano, con odio asesino en los ojos. —No necesito tu mierda
ahora mismo....
—Está jodido, Kingsnake. ¿Cómo pudiste no decírselo?
267
Nunca te traicionaría.
Ahora mantenía dos conversaciones a la vez. —Eres el único que lo sabía,

Fang. —Miré a mi hermano. —Y vete a la mierda, Cobra. Por fin aceptó su
nueva vida, y yo no iba a joderle la cabeza-.
—No actúes como si esa fuera la razón —dijo Cobra—. No puedes mentirme.
—Soy tu maldito hermano, —le espeté. —Tu lealtad es hacia mí.
No era el único que lo sabía.
—Sólo porque seamos parientes no significa que tengas derecho a nada —

dijo Cobra—. Ella es mi hermana, ¿no? Temías que si sabía la verdad, te
dejaría por una vida humana. O peor, te pediría que te unieras a ella.
—¿Y realmente no puedes entender por qué no querría eso? —le grité.
—¡Claro que lo entiendo!, —me gritó. —Pero ella se merecía la opción.
—¿Quieres que sea humana? —pregunté incrédulo. —Vamos, Cobra.
—No —dijo—. Pero sé que Larisa te habría elegido. Y eso habría hecho que
vuestra relación fuera un millón de veces mejor. Pero la jodiste porque no
confiabas en ella. No tenías ninguna fe.
Me di la vuelta, con la rabia bombeando en mis venas como si aún me latiera

el corazón.
Fue tu padre.
268
Lentamente volví a mirar a Fang, el terror era demasiado. —Mi padre no me
traicionaría....
Sí, lo haría, aunque no fuera yo.
La habitación quedó en silencio, salvo por el crepitar del fuego. El dolor se

apilaba sobre mis hombros, y la carga era demasiado pesada. Estaba herido
por todos lados, en batalla sin mi armadura, apuñalado por la espalda por
mis aliados más que por mis enemigos. —¿Por qué haría eso?
Tal vez no sabía que era un secreto...
—Lo sabía.
—Probablemente porque está cabreado porque no le dimos lo que quería

—dijo Cobra—. La venganza. Si él no puede tener lo que quiere, entonces
tú tampoco.
—Eso es bajo ... incluso para él. —Mi padre y yo habíamos enterrado el
hacha de guerra, pero se apresuraba a traicionarme si no le daba lo que
quería. Era como un cuchillo en el corazón en lugar de en la espalda.
—Todo lo que siempre quiso fue derrotar al Etéreo —dijo Cobra—. No puede
pensar con claridad.
La traición de mi padre se desvaneció en el fondo porque no podía hacer

nada al respecto en este momento. —No puedo perderla. —La sala
enmudeció ante mis palabras. Ninguno de los dos habló. Ninguno de ellos
me dio palabras de aliento.
269
Vete.
—Deberías estar hablando con ella en vez de con nosotros —dijo Cobra—.
270
Capítulo 21
LARISA
Me senté en el estudio de Elias, él en el sillón frente a mí, con un fuego en la

chimenea a pesar de que era mediodía. La mayoría de sus cortinas estaban
cerradas y olvidadas, como si no hubiera razón para mantenerlas abiertas a
la luz del día cuando ni siquiera tenía sentido seguir vivo.
—El viaje desde Grayson es relativamente breve, —dije—. Si salen unas

horas antes de la puesta de sol, deberían estar aquí a medianoche. Mientras
tanto, podremos entretenernos cuando los hombres lobo nos vean.
—No pudieron regresar con noticias porque tu marido los mató. Sospecho
que asumirán lo ocurrido y marcharán a nuestras puertas con todo lo que
tienen, mientras nosotros no tenemos nada.
—Pero no tienen ninguna oportunidad contra los Vampiros Kingsnake.
—Pero si no ven un ejército, no te creerán —dijo—. Un par de vampiros

puede no ser suficiente para convencerlos.
271
—Pueden enviar exploradores antes que un ejército, —dije—. Puede que
tengamos tiempo.
—Espero que tengas razón. —Se hundió en el otro sillón, ya no era el

hombre apuesto que yo recordaba. El estrés le había resecado la piel, le
había afinado el pelo, le había apagado los ojos. Sus brazos no eran
musculosos en su estado demacrado. —No estás obligada a quedarte. —Me
miró a través de la alfombra. —No hay razón para que mueras por nosotros.
No te apoyamos cuando nos necesitaste. No deberías estar a nuestro lado.
—No voy a abandonar Raventower.
—Quedamos tan pocos. No vale la pena.
—Siempre vale la pena, Elias.
Nos quedamos en silencio, un silencio confortable, algo que no creí que

fuera posible después de todo lo que habíamos pasado. Mis ojos se
desviaron hacia el fuego, pensando en el hombre con el que me negaba a
hablar.
—Siento... lo tuyo con tu marido.
—Sí... gracias.
—¿Puedo preguntar qué pasó?
Respiré hondo antes de compartir la historia. —Él nunca iba a decírmelo.

Nunca iba a darme una opción. Y eso es inaceptable.
272
En lugar de saltar y destrozar a Kingsnake, se limitó a absorber la
información. —¿Qué vas a hacer?
—No lo sé.
—Él te ama profundamente.
—No le conoces.
—Te mintió porque no quería perderte. Eso es amor, aunque no se exprese

bien.
Mis ojos se quedaron en el fuego.
—Veo que tú también le quieres.
—¿Cómo es eso?
—Te has referido a él como tu marido cuando no tenías que hacerlo. Sigue
siendo el hombre de tu corazón, incluso en tu enfado.
Ignoré su apreciación.
Sonó un golpe en la puerta antes de que el guardia asomara la cabeza

dentro. —Kingsnake, Rey de los Vampiros y Señor de la Oscuridad, desea
hablar con Larisa. Le he informado de que está en tu compañía.
Podía sentir la ira de Kingsnake desde el otro lado del castillo. Comenzó
como una simple chispa y luego se convirtió en un infierno. —Que se vaya.
—No quería hablar con él. Habían pasado unas horas desde nuestra última
conversación, y eso no era tiempo suficiente para calmarme.
273
Cerró la puerta y desapareció.
El rey Elías permaneció callado.
—¡No puedes entrar ahí!
La puerta se abrió de golpe como si Kingsnake la hubiera pateado. Entró en

el estudio con llamas en los ojos, mirando inmediatamente al rey Elías y a la
distancia que nos separaba, que era la longitud de toda la habitación. La ira
se aplacó, pero sólo un poco. —Fuera.
El rey Elías se puso inmediatamente en pie.
Puse los ojos en blanco ante la escena que acababa de montar. —No quiero
hablar contigo....
—Lamento oír eso. —Se abalanzó sobre Elias. —He dicho que te largues.
El rey Elias se apresuró a salir de su estudio y cerró la puerta tras de sí.
Kingsnake cogió el sillón que había quedado libre y lo arrastró por la

alfombra hasta que quedó frente a mí. Se dejó caer en la silla y me miró. —
No saldremos de esta habitación hasta que esto esté resuelto.
—No puedes dictar los términos de mi ira. Estoy enfadada y seguiré

enfadada todo el tiempo que quiera. La reconciliación no ocurre en tu
horario.
—Pero ocurrirá. —No era una pregunta, pero sonaba como tal, su esperanza
se dejaba entrever.
274
Desvié la mirada. —Como has dicho antes... nunca des por sentada la
victoria antes de que empiece la batalla.
Su mirada permaneció firme, pero las emociones en su interior eran como

la marea bajo la luna llena. De repente se hicieron más grandes y fuertes al
chocar contra la orilla. —¿Por qué estás a solas con él en su estudio?
—Vaya... qué gran disculpa.
—Es que no entiendo...
—Porque él es el Rey de Raventower, mi hogar.
—Tu antiguo hogar. Grayson es tu hogar ahora.
—Ahora mi antiguo hogar también.
Una chispa de ira corrió a través de él.
—Y tenemos un próximo asalto de los hombres lobo. Tratando de averiguar

la logística .
—¿Y eso es todo? —preguntó incrédulo.
Le miré de frente, con las piernas cruzadas y el codo apoyado en la rodilla.

—Kingsnake, por muy enfadada que esté contigo, no hay forma de que yo....
—No estoy preocupado por ti. Me preocupa él.
—Aunque intentara algo, el hecho de que te molestara significa que estás

preocupado por mí.
275
Sus ojos se desviaron. —Me temo que lo he jodido todo... y te he llevado a
los brazos de tu antiguo amante.
—Lo jodiste todo, Kingsnake.
Volvió a apartar la mirada.
—Pero eres el hombre que amo... a pesar de todo. —Era difícil decir eso
porque me había hecho mucho daño.
Sus ojos volvieron a mí. —Cuando jugamos a ese juego con Cobra, dijiste
que te habías enrollado con un tío cualquiera en un bar cuando Elias....
—¿De verdad vas a echarme eso en cara ahora mismo?
—No te lo estoy echando en cara. Sólo te estoy explicando mi inseguridad.

Y liarte con Elías es la forma perfecta de vengarte de mí....
Aparté la mirada, el insulto como una bofetada. —¿Tú eres el que me

traicionó, pero yo soy el que tiene que hacerte sentir seguro en nuestra
relación?
Volvió a apartar la mirada.
—No siento nada por ese hombre, excepto lástima. Estamos casados,
Kingsnake. Me lo tomo en serio. Mucho más en serio que tú, ya que elegiste
casarte conmigo sin darme opciones.
Sentía un dolor tan profundo en el pecho que irradiaba calor como el sol.
Mantenía la mirada perdida, demasiado avergonzado para mirarme. —
Éramos felices y no quise estropearlo. Por fin habíamos superado todas las
276
tonterías y los contratiempos. Por fin habías aceptado tu nueva realidad, y
me pareció cruel imponerte esta información.
—No puedo creer que nunca fueras a decírmelo...
Se miró las manos mientras las juntaba entre las rodillas. —Basándome en
tu reacción, sé cuál será tu respuesta, así que no me siento mal por haberte
mentido. En absoluto. Porque no quiero perderte, y ahora lo haré.
—Kingsnake.
Sus ojos se quedaron abajo.
—Mírame.
Sacudió sutilmente la cabeza. —No puedo.
—¿Por qué asumes que esa es mi respuesta?
—¿Por qué si no estarías tan enfadada? —Siguió mirando al suelo.
—Estoy enfadada porque antepones tus necesidades a las mías, lo último

que se debe hacer en un matrimonio. Estoy enfadada porque me has
empujado a hacer todos los sacrificios por esta relación, pero no has hecho
lo mismo por mí.
Ahora levantó la vista y clavó sus ojos en los míos. —Eso no es verdad.
—¿Qué no es verdad?
277
—Haría el sacrificio, pero joder, no quiero. —Se enderezó en la silla y luego
se hundió en el cojín, el dolor de sus ojos coincidía con el dolor de su
corazón. —No quiero vivir una sola vida contigo, viéndote enfermar y morir
o viéndome caer muerta de un ataque al corazón. Sesenta años. Setenta, si
tenemos suerte. Débiles y vulnerables a esos seres que son más fuertes que
nosotros. No es la decisión correcta.
—Sigue siendo una decisión que deberíamos haber tomado juntos -como
iguales-, pero tú elegiste tomarla por tu cuenta. ¿Cómo puedo ser tu reina si
no compartes el poder? ¿Cómo puedes confiar en mí para gobernar en tu
lugar si no confías en mis opiniones?
No tenía nada que decir a eso.
—Kingsnake... no confío en ti.
Cerró los ojos con fuerza.
—No es la primera vez que me mientes.
—No puedes echarme eso en cara. No podía dejarte ir...
—Porque decidiste que era lo mejor. No me diste opción...
—Y esa elección es cómo terminamos aquí, marido y mujer, locamente

enamorados, para siempre. No me arrepiento. —Levantó la cabeza y me
miró de frente. —No lo lamento. No lamento nada de lo que he hecho para
hacerte mía y mantenerte así.
Mis ojos bajaron decepcionados.
278
—Tienes razón... deberíamos haber tomado esa decisión juntos. Pero tenía
miedo de lo que dirías. Tenía miedo de perderte, y tú no entiendes lo mal
que lo pasaría. No tienes ni puta idea de lo mucho que te amo.
—Lo hago, —dije en voz baja. —Porque así es como te amo.
Fue la primera vez que respiró, sus emociones se suavizaron como un río.
—Entonces perdóname... y sigamos adelante.
—No estoy preparada para eso.
Su corazón se desbordó de nuevo, la depresión se extendió por su cuerpo

como una enfermedad.
Su desesperación me rompió el corazón cuando era yo la que acababa de

tener el corazón roto.
—Te prometo que nunca volveré a ocultarte nada. Tienes mi palabra...
—Me has dado tu palabra antes...
—Nuestra relación es totalmente diferente ahora.
—Dije que necesito tiempo.
—Larisa...
—Te perdonaré. Lo superaremos. Pero ahora mismo... no estoy preparada.

—Le di la seguridad que necesitaba, que esta relación era inquebrantable,
que estaríamos casados mientras ambos viviéramos. Pero aún necesitaba
279
tiempo para asimilar la traición. —Así que, por favor, dame espacio. Y no
asumas que cada vez que hablo con Elías voy a follármelo.
Me sostuvo la mirada, con calma y ferocidad a la vez. Parecía necesitar todas

sus fuerzas para aceptar. —De acuerdo.
—Si quieres que te perdone, entonces tienes que prometerme algo.
—Cualquier cosa.
—Prométeme que aceptarás lo que yo decida. —Yo ya sabía cuál era mi

decisión, la única que nos haría felices a los dos. Pero necesitaba saber que
realmente haría el sacrificio si eso era lo que yo quería, que renunciaría a
algo tan importante para él como lo era para mí, que esta no era una relación
unilateral.
El miedo volvió a invadirle como el calor. —Lo dejaría todo por estar contigo.
Mi título. Mi inmortalidad. Mi familia. A todo. Porque tú eres lo más importante
del mundo para mí. Si eso es lo que decides, lo aceptaré sin cuestionarlo.
Mientras estemos juntos, mientras podamos resolver esto, los detalles no
importan.
280
Capítulo 22
KINGSNAKE
Dormí solo en la cama con cuatro postes.
Bueno, no realmente solo, porque Fang estaba allí. Él se quedaba en su lado

de la cama y yo en el mío. Estaba como un perro a los pies, hecho un ovillo,
emitiendo silenciosos ronquidos cuando estaba en su sueño más profundo.
Aún era de día. Podía ver la luz que entraba por las cortinas cerradas. Me
costaba dormir cuando mi mujer estaba en otra parte. Nuestra fase de luna
de miel debería estar ahora en pleno apogeo, pero en lugar de eso, parecía
que estábamos al borde del divorcio.
Dejé de intentar dormir y me senté en la cama.
Uno de los ojos amarillos de Fang se abrió.
—Puedes ir con Larisa. No tienes que quedarte.
Quiero quedarme.
281
—Está bien, Fang. Sé que prefieres su compañía.
Ahora mismo, prefiero la tuya.
Apoyé la nuca contra el cabecero y me quedé mirando el fuego muerto.
Todo irá bien, Kingsssnake.
—No puedo creer que me hiciera eso... mi propio padre.
Los sssecretos nunca mueren. Ella lo habría descubierto

eventualmente. Y tú deberías habérselo dicho.
—Sí, me estoy dando cuenta.
La luz disminuyó, volviéndose de un azul tenue y oscureciendo el dormitorio.

Era duro estar allí, en el mismo castillo donde ese capullo sin carácter se
había acostado con mi mujer y luego la había dejado por otra. Yo había
estado con muchas otras mujeres, pero la idea de que ella estuviera con
otro... me ponía enfermo. ¿Follaban en un dormitorio vacío? ¿En la que yo
yacía en ese mismo momento?
Llamaron a la puerta. —Se acercan a la puerta. —Era Cobra.
Tiré las mantas y salí de la cama.
Cobra entró. —¿Has dormido algo? Estás hecho una mierda.
Me puse el uniforme y la armadura, ignorando lo que había dicho.
282
Cobra echó un vistazo a la cama vacía antes de volver a mirarme. —Ya
vendrá-
—¿Cuántos?
—Doce —dijo—. Deben de haber venido a investigar.
—Bien. Eso nos da tiempo para que llegue Viper.
Cobra continuó observándome. —Entonces, ¿qué dijo?
—Está cabreada conmigo, —espeté. —¿Qué crees que dijo?
—Pero no se ha acabado... ¿verdad?
Me aseguré la espada a la cadera y cogí la daga que había dejado en la

mesilla. —No.
Exhaló un suspiro de alivio. —Sólo dale un buen sexo, y se olvidará de todo...
—¿Parece que se está acostando conmigo?
Ahora Cobra dejó el tema. —Vamos...
Fang rodeó mis hombros, y luego salimos, tomando el largo pasillo hacia el
frente del castillo. Bajamos la escalera y llegamos al exterior, donde las
murallas rodeaban el castillo. El lugar estaba tan desaliñado y deprimente
que no estaba seguro de por qué estábamos luchando en ese momento.
Nos acercamos a la muralla y vi a Larisa de pie junto a Elias, de espaldas a

mí mientras miraba al frente.
283
El mero hecho de verlos uno al lado del otro, aunque hubiera varios metros
de distancia entre ellos, me cabreó de cojones.
Ella sintió mi rabia porque se volvió para mirarme como si supiera

exactamente dónde estaba. Me miró fijamente.
La miré fijamente.
Mi rabia fue sustituida por un anhelo desesperado. Podía intentar reprimir

mis emociones cerca de ella, pero prefería que comprendiera cuánto la
amaba para acelerar su perdón.
Nos acercamos a ella, y fue extraño acercarme sin deslizar la mano por su
pelo y besarla. Tuve que quedarme allí, mirándola como si fuera una maldita
extraña.
Cobra nos miraba de un lado a otro. —¿Qué tan cerca están?
Larisa apartó su mirada de la mía y miró a mi hermano. —Deberían llegar en

cualquier momento. Cobra, te presento al rey Elías, rey de Raventower.
El rey Elías estrechó la mano de mi hermano.
Nunca tocaría a ese cabrón.
Larisa volvió a mirarme, como si sintiera aquel repentino estallido de rabia.
Cambié de tema antes de decir algo que no debía. —¿Cuál es el plan?
—Amenazas —dijo Larisa. —¿Qué sabes de los hombres lobo?
284
—No mucho, —dije—. Siempre se han mantenido al margen, lo cual es de
agradecer. Nunca han participado en los asuntos políticos del mundo.
Sospecho que la enfermedad ha cambiado todo eso. En el fondo, son
humanos, así que es un momento excelente para luchar por el poder.
—¿Cuántos de ellos hay? —Rey Elias preguntó.
—Acabo de decir que no sé mucho sobre ellos, —espeté.
Se aquietó ante mi hostilidad.
Larisa no me quitó los ojos de encima. —Estamos en el mismo equipo,

Kingsnake.
—No, no lo estamos, —espeté. —La única razón por la que estoy aquí es
por ti. Me importa una mierda lo que le pase a este gilipollas.
El rey Elías debería acobardarse, pero se quedó. —¿He hecho algo para
ofenderte...?
—Te follaste a mi mujer.
Larisa cerró los ojos, encogiéndose ante mi arrebato. —Kingsnake...
—Y le hiciste daño. —Mis ojos se reservaron para el gilipollas que estaba

tan delgado que parecía un niño pequeño. —Sí, me ofendes. Tu maldita cara
me ofende. Te estoy salvando el culo cuando deberías estar a dos metros
bajo tierra...
285
—Basta. —Larisa me agarró del brazo para tirar de mí de nuevo a mi centro.
—Los hombres lobo se acercan a la puerta, ¿y esto es lo único que te
importa?
Volví mi mirada hacia ella. —Sí, tú eres lo único que me importa. No me

sorprende.
—Me importa este pueblo. Me importa la gente que ha sufrido mientras la

cura se quedaba en el fondo de mi mochila. Debería haber venido antes, y
la culpa es sofocante. Así que, si te importo, entonces también te importará
Raventower. Es el lugar donde crecí, es el lugar donde la Serpiente Dorada
me mordió en el campo... y me trajo hasta ti.
Sentí que mi rabia se atenuaba ligeramente.
—Así que, por favor, ayúdame. —Ella suplicó con sus ojos, y eso fue como
un gancho en mi corazón. —Necesito a mi rey...
—Sabes que siempre tendrás mi espada, cariño. —Miré fijamente a los ojos
de la mujer que amaba con todo mi corazón.
Y ella me devolvió la mirada.
Uno de los guardias gritó desde las murallas. —Ya están aquí.
El momento se hizo añicos y miramos por encima del borde, viendo a los
hombres corrientes acercarse a la puerta con el lento andar de la arrogancia.
Los anteriores hombres lobo habían sido quemados en una hoguera, y ahora
sólo era hollín, pero el hedor a carne y piel seguía en el aire. Su líder divisó
286
el campamento y se quedó mirando, y parecieron pasar sólo unos segundos
antes de que comprendiera lo que había ocurrido.
Sus ojos se volvieron hacia nosotros. —Así que habéis elegido la muerte.
El rey Elías abrió la boca para hablar, pero yo sabía que sólo mostraría
debilidad, así que hablé antes de que tuviera la oportunidad. —Como tú, si
no abandonas esta cruzada.
El hombre lobo me miró a continuación, con apenas un destello de luz aún

en el cielo. —Una alianza entre hombres y vampiros... Este mundo realmente
se está yendo a la mierda.
—Abandona esta aldea y no vuelvas jamás, o sufrirás el filo de mi espada.
—No son los únicos que necesitan alimentarse, Kingsnake.
—Esto no se trata de alimentarse, —dije—. Se trata de poder, y no finjas lo

contrario.
Mostró una sonrisa. —Hicimos un trato con Raventower. Nos dan humanos
o los matamos a todos. Y cumplimos nuestra palabra.
—Entonces cumple tu palabra. Y yo cumpliré la mía.
El hombre lobo echó un rápido vistazo a su alrededor. —No tienes ejército.

Un rey sin ejército es sólo un hombre. Y un solo hombre no es una amenaza
para nosotros.
—Sólo porque no puedas ver un ejército no significa que no esté ahí.

Regresa con tu ejército y compruébalo por ti mismo.
287
—Lo haré. Esa sonrisa se mantuvo. —Nos vemos pronto.
***
—¿Cuánto tiempo tenemos? —Larisa preguntó.
—Unas pocas horas, como mucho —dijo Cobra—. Creo que su guarida está
cerca.
—Me encontré con uno cuando huí de Raventower —dijo Larisa. —No
estaba muy lejos.
El primer momento en que nos conocimos. No había sentido atracción ni

afecto, pero luego me enamoré perdidamente de ella.
—¿Cuándo llegará Viper? —Larisa me miró a continuación.
—En cualquier momento, —dije—. Puede que llegue al mismo tiempo.
—Sin los Vampiros Kingsnake, no tenemos ninguna posibilidad —dijo el Rey

Elías, mirando a la oscuridad con vacío en los ojos. —Entre la enfermedad y
los hombres lobo, todos estamos exhaustos. Tal vez deberíamos rendirnos
o huir.
—No haremos ninguna de esas dos cosas. —Cobarde.
—No deberían arriesgar sus vidas por nosotros...
288
—Pero lo haremos, —dije—. Porque mi mujer tiene una columna vertebral
más fuerte de la que tú nunca tendrás.
Larisa me lanzó una mirada furiosa.
No me sentí mal por lo que dije. No lo dije como un marido celoso, sino como
un compañero gobernante que daba todo lo que tenía a mi pueblo.
El rey Elías me miró fijamente. —No tienes ni idea de lo que hemos sufrido.
No tienes ni idea de la pérdida y la angustia que hemos soportado. Y cuando
apenas teníamos nada, marchasteis aquí y nos quitasteis lo poco que nos
quedaba... y luego los hombres lobo... Esto no acaba nunca. Ser
perpetuamente débiles y explotados, no tiene remedio.
Por un momento, me dio lástima.
—Con el ejército de vampiros Kingsnake, los derrotaremos —dijo Larisa. —

Y sin ellos, podremos contenerlos hasta que llegue el ejército.
Preparémonos para la batalla. —Hablaba como una reina, daba órdenes sin
esfuerzo, actuaba como si ya hubiera hecho esto antes.
El rey Elías asintió. —Haremos lo que podamos.
***
Un par de horas más tarde, el ejército de hombres lobo se acercó.
289
Viper aún no había llegado.
Ya debería haber llegado, así que me preocupé por su bienestar y por el

mío.
El explorador atravesó la puerta con su caballo antes de que las puertas se

cerraran tras él. —Cien fuertes.
—¿Eso es todo? —preguntó Cobra antes de mirarme. —Realmente te

llamaron fanfarrón, Kingsnake.
—Probablemente asumieron que pediría ayuda ahora, y que el ejército

tardaría demasiado en unirse a nosotros. —Estúpido de su parte.
—Cien no es nada —dijo Cobra—. Tuvimos que lidiar con diez mil orcos la
última vez.
—Las probabilidades eran de cinco a uno, —dije—. Pero esto es de cien a

tres.
—Cuatro. —Larisa apareció, con esa expresión de no me digas qué hacer.
—No me gustan esas probabilidades, —le dije a mi hermano. —Tendremos

que contenerlos hasta que llegue Viper. Esa trinchera con fuego sólo
funcionará hasta que se consuma el petróleo. Después de eso, treparán por
las paredes como los perros que son.
Cobra asintió. —Tienes razón. Nosotros dos tendremos que acabar con los
que consigan saltar el muro.
—Tres, —espetó Larisa.
290
Cobra pasó la mirada de un lado a otro antes de hablar. —Sé que estáis
teniendo problemas ahora mismo, así que voy a darle un respiro a Kingsnake
y decir lo obvio. Larisa, eres decente con la espada, pero estos son hombres
lobo. Son orcos con garras, ¿de acuerdo?
—Y te olvidas de que soy una Original —dijo ella. —Soy más fuerte que
ustedes dos.
—Pero sin experiencia, —dije—. No te lo tomes como un insulto.
—Esos tres hombres lobo te habrían matado si no hubiéramos llegado a

tiempo —dijo Cobra—. Kingsnake y yo podemos entrenarte cuando
tengamos tiempo, pero simplemente no eres tan hábil para la batalla como
nosotros. No es nada personal.
—Entonces, ¿qué quieres que haga? —espetó. —¿Ir a comer un bocadillo?
—No te pongas en peligro, —le dije. —Porque entonces voy a tener que
salvarte. ¿En qué quieres que me centre? ¿En ganar o en protegerte?
Sabía que se sentía ofendida por todo esto, dolida por no ser realmente una
de nosotros porque sus habilidades palidecían en comparación con las
nuestras. Pero se lo tomó con calma y asintió levemente. —De acuerdo. Pero
si atraviesan esa puerta, no tendré más remedio que luchar.
—Viper estará aquí antes de que eso ocurra, —dije, sabiendo que nada
impediría a mi hermano llegar hasta nosotros cuando pidiéramos ayuda.
—Ya están aquí. —El rey Elías llevaba su uniforme completo y su armadura,
con el casco protegiéndole la cabeza.
291
Miré por encima del borde y vi las antorchas que llevaban. Los hombres lobo
podían ver en la oscuridad, así que era un intento de infundirnos miedo a
todos. No funcionó con nosotros, pero probablemente asustó a los humanos.
—Enciendan sus flechas y prepárense para disparar. —Le pisé los talones
al Rey Elías y dirigí el espectáculo, pero parecía demasiado débil e
incompetente para hacerlo él mismo. —Encended las trincheras.
Habíamos tenido poco tiempo para construir las trincheras alrededor de la

muralla, así que no eran muy profundas, pero algo era algo. Uno de los
arqueros encendió la flecha y la disparó contra las trincheras, y rápidamente,
la chispa se convirtió en llamas que corrieron por la trinchera hasta el
extremo opuesto. Las llamas saltaron a lo alto, y el calor era tan fuerte que
podía sentirlo desde donde estaba.
Larisa vino a mi lado, con Fang sobre los hombros.
—No puedo creer que esté luchando junto a humanos.
—Una parte de nosotros siempre será humana. —Giró la cabeza para

mirarme, recordándome una conversación que tuvimos en Evanguard. —
¿Verdad?
La miré fijamente a esos ojos brillantes y vi un fuego más fuerte que el que
calentaba mi piel a través de la armadura. Me bañé en su confianza, me
empapé de su intensidad. Si no hubiera un ejército de hombres lobo
marchando hacia la puerta, le acariciaría la cara y la besaría. —Bien.
Se detuvieron tras la barrera de fuego, una hilera de hombres lobo con las
fauces abiertas, mirándome fijamente como si fuera a mí a quien tuvieran
292
que destruir. Las llamas eran tan altas como ellos, pero eso sólo duraría un
par de minutos. Las llamas retrocedían con cada minuto que pasaba,
debilitándose a medida que se gastaba el aceite.
—Fuego.
Los arqueros dispararon sus flechas a través de las llamas e hirieron a

algunos. La luz de las llamas debía de ser demasiado brillante para que los
hombres lobo vieran lo que se les venía encima, porque alcanzamos a unos
cuantos y los hicimos desplomarse justo encima del fuego. El fuego ardía
más al consumir el combustible extra.
—Hoooowwwwwlllll.
—Hoowwwll.
Aullaron en la noche, su grito de batalla.
—Ahora los hicimos enojar —dijo Cobra a mi lado.
—Bien por mí. —Bajé la muralla en dirección opuesta y miré en la oscuridad,

esperando ver un ejército de vampiros a caballo, oír el sonido de mil cascos.
Pero no había nada.
***
293
Nuestros fuegos acabaron con un número decente de hombres lobo, pero
las llamas ardían demasiado bajo, y el primero cruzó el umbral. Luego el
siguiente y luego el siguiente. Pronto, todos corrían hacia la puerta.
—Mierda. —No había pensado que llegarían tan lejos.
Cobra sacó su arco y empezó a disparar.
—¡Fuego! —Grité. —Disparen tan rápido como puedan.
Las flechas llovieron sobre los atacantes, algunas en llamas y otras no,
fallando su objetivo y a veces dándoles en la carne. Pero ahora que estaban
cerca, se animaban a seguir, a escalar el muro y arrancarnos la cabeza.
Docenas de ellos llegaron a la pared y empezaron a trepar.
Protégela.
Ssssí.
Me acerqué a Larisa, colocándome frente a ella para poder matar a cualquier

hombre lobo que se le acercara.
Lograron saltar el borde y derribaron a los guardias con sus enormes garras.
Gritos espeluznantes atravesaron la noche. Los lobos cayeron sobre las
murallas. Le di una patada al primero que se acercó al borde y luego
atravesé el cuello de otro con mi espada. Cobra hizo lo mismo, haciendo
retroceder a tantos como pudo antes de que perdiéramos más arqueros.
Larisa pasó por delante de mí y se lanzó a por uno, atravesándole el pecho

y la cara antes de darle una patada. Otro llegó a su lado, y Fang no tardó en
294
saltar y arrancarle un ojo de la cara. El hombre lobo se desplomó mientras
Fang le daba otro tajo en el cuello.
Cubrirme el culo y cuidar de mi mujer al mismo tiempo no era nada fácil.
Más de ellos comenzaron a verter sobre el borde.
—¿Dónde coño está? —Cobra derribó a uno y luego a otro, pero dos más
aparecieron de la nada.
Quería pedirle a Larisa que huyera, pero nunca me abandonaría a mí ni a su

deber.
Murieron más guardias. El rey Elías no estaba a la vista.
Todo se fue a la mierda.
Maté a los que venían a por mí, ya agotado porque Cobra y yo hacíamos
todo el trabajo para que los arqueros pudieran seguir disparando. Larisa
ayudó, pero sólo eliminó a los que se nos escaparon.
Entonces dejaron de trepar por el muro.
—¡Hooowwwwllllll!
—¡Hooowll!
—¿Qué está pasando? —Cobra gritó.
Miré por encima del borde y.… alivio.
295
Viper cargó con el ejército de Vampiros Kingsnake detrás de él. Se
abalanzaron y persiguieron a los hombres lobo a caballo. Otros soldados
saltaron de sus caballos y derribaron a las bestias a pie. Fue una masacre,
los hombres lobo superados en número y sin escapatoria.
Cobra se secó el sudor de la frente. —Por fin...
***
Viper limpió la sangre de su espada en el pelaje de su enemigo más reciente

cuando nos acercamos.
—Has tardado bastante —dijo Cobra cuando nos acercamos. —¿Por qué
has tardado tanto?
Viper sólo le dirigió una dura mirada.
Le di una palmada en el hombro. —Gracias por venir.
—He mantenido a estos vivos por si querías interrogarlos —dijo—. Atenderé

a nuestros heridos y prepararé al ejército para partir. —Se marchó.
Cobra le vio marchar. —¿Por qué tiene tanta prisa?
296
Una fila de tres hombres lobo estaban en el suelo, todos atados y con forma
humana. Eran los que habían corrido primero, lo que significaba que eran
los más cobardes y, por lo tanto, más propensos a hablar.
Pateé al primero. —Así que, así es como esto va a ir. Os matarán a todos,
tanto si habláis como si no. Pero el que hable tendrá una muerte rápida, mi
espada atravesará su cuello de un solo golpe. Los que no hablen... serán
cubiertos de aceite y luego prendidos fuego. Tú eliges...
—¿Qué quieres saber? —preguntó el primero, evitando a propósito la

mirada de los compañeros a los que acababa de joder.
Asentí a Cobra. —Encárgate de estos dos.
—¡No! —Uno de ellos se resistió e intentó luchar contra Cobra.
Larisa le dio una patada en la cabeza, y eso le hizo callar.
Cobra le mostró una sonrisa antes de agarrarlo. —Volveré a por el otro.
El que quedaba no parecía pálido como un fantasma. Parecía verde como el

vómito.
Me centré en el mío. —¿Los hombres lobo están haciendo esto en otros

pueblos?
—Sí, —respondió de inmediato. —El Rey de los Hombres Lobo está

tomando los reinos para sí mismo. Empezó por las aldeas más pequeñas,
pero ha llegado hasta la Capital.
297
Todo esto había pasado delante de nuestras narices, y no teníamos ni idea.
—¿Por qué?
—¿Por qué no? —respondió. —¿Por qué ser gobernados por humanos
cuando los humanos pueden ser gobernados por hombres lobo?
—¿Cuándo ocurrió esto?
—Hace un mes, —respondió.
—No sabía que eran tantos.
—Tenemos muchas facciones diferentes. Por eso pasamos desapercibidos,

para que no sepas la amenaza que somos en realidad.
Justo cuando pensaba que habíamos llegado al final de este viaje, todo se
complicó. No podíamos entrar y dispersar la cura, no cuando un hombre
lobo se sentaba en el trono. Les convenía mantener a los humanos enfermos.
—Puedes comerlos aunque estén infectados.
—Sí.
Mierda.
Escuché el grito de su camarada cuando le prendieron fuego. Pero los gritos

fueron breves porque se desmayó o murió inmediatamente. Mantuve mis
ojos en el hombre lobo que había cooperado plenamente. —¿Cuántos sois?
—Difícil de decir... pero al menos diez mil.
298
Solté un suspiro. No podía mirar hacia otro lado, ninguno de nosotros podía,
porque los hombres lobo se harían tan fuertes que lo siguiente que harían
sería venir a por nosotros. También se habían hecho con el monopolio de
nuestra fuente de alimento. Esto era malo.
Cobra agarró al otro y lo arrastró a la hoguera a continuación.
No tenía más preguntas. —¿Qué puedes decirme sobre el Rey Lobo?
Después de una larga pausa, respondió. —Es despiadado. Incluso más

despiadado que tú.
La única manera de expulsar a los hombres lobo de los reinos era si todos
nos uníamos. Vampiros. Etéreos. Incluso orcos. —No tengo más preguntas.
***
Me acerqué a Viper. —Tenemos un problema. Los hombres lobo han

invadido los reinos. Diez mil fuertes. Todo esto sucedió mientras estábamos
concentrados en encontrar la cura y lidiar con el Etéreo...
—No tenemos tiempo para esto, Kingsnake. Agarra tus cosas y vámonos.
—¿No escuchaste lo que dije...
299
—Nuestros exploradores me informaron que los Originales han abandonado
Crescent Falls y cabalgan con fuerza en dirección a Evanguard. Al no poder
comunicarme con vosotros, no estaba seguro de qué hacer, si cabalgar
directamente hacia el Etéreo o acudir en vuestra ayuda. Ya sabes lo que
elegí. La batalla fue rápida, así que quizá aún tengamos tiempo de vencer a
Padre antes de que llegue.
Parpadeé varias veces; eso fue lo que tardé en digerir lo que había dicho. —
Va a matarlos a todos.
—Sí.
Inmediatamente me vino otro pensamiento a la cabeza. —Por eso le dijo a

Larisa...
—¿Le dijo qué a Larisa?
—Lo de ser mortal. Sabía que ella se enfadaría... y yo estaría tan distraído
que no me daría cuenta de su salida.
Viper asintió con la cabeza. —Probablemente tengas razón.
Había saboteado mi matrimonio para conseguir lo que quería. Arriesgó a su

hijo a perder a su mujer para poder matar a gente inocente. Mi padre era un
hombre despiadado, pero no me había dado cuenta de que estaba
desprovisto de toda emoción. —Saldremos inmediatamente.
***
300
Encontré a Larisa vendando a uno de los guardias.
El rey Elías estaba junto a ellos, tumbado de espaldas con una gasa
alrededor del hombro, donde había recibido un feo corte de sus garras.
Estaba pálido, como si le hubiera entrado una infección.
—Larisa.
—¿Sí? —Ella continuó su trabajo asegurando la gasa.
—Tenemos que irnos.
—¿Ahora? —Se puso de pie, una fila de hombres todavía necesitaba su

atención.
—Sí. Lo siento.
—Entonces me quedaré atrás...
—¿Qué te dijo exactamente mi padre?
Se detuvo ante mi brusca pregunta.
Cobra se acercó en ese momento, sus ojos se movían de un lado a otro entre
nosotros.
—Me pidió que te convenciera para que persiguieras al Etéreo —dijo—. Fue
una conversación larga.
—Y dijiste que no.
301
Ella asintió. —Le dije que su muerte no nos devolvería a la gente que
habíamos perdido.
Así que había intentado un enfoque diferente, y luego recurrió a lo último

impensable. —Viper acaba de informarme de que mi padre y los Originales
están cabalgando duro hacia Evanguard.
Los ojos de Cobra se abrieron de par en par.
—Sospecho que te contó mi secreto porque sabía que nos separaría. Estaría
tan desolado por nuestro distanciamiento que no me daría cuenta de sus
movimientos. —La traición fue como ácido en mi lengua. La venganza por
mi madre era más importante que su relación actual con su hijo.
—¿Cabalga sobre Evanguard mientras hablamos? —Cobra preguntó.
—Sí. —Me volví hacia él. —Coge tus provisiones y tu caballo. Tenemos que
irnos inmediatamente.
Cobra echó a correr. Probablemente saldría antes que el resto de nosotros,

decidido a llegar lo antes posible.
No intenté detenerlo. Nada me detendría si fuera Larisa. —Puedo dejarte

aquí con algunos hombres, si quieres. —No sabía qué pasaría una vez que
llegara a Evanguard. Esperaba que se evitara el derramamiento de sangre
en lugar de la razón, pero mi padre me había apuñalado por la espalda, así
que ¿por qué iba a escucharme? Podría convertirse en una guerra. Tal vez
era mejor que se quedara. —Puedo dejar a Fang aquí contigo.
302
Supuse que aceptaría la oferta de inmediato, para disfrutar de su espacio
lejos de mí, pero no lo hizo. —Quiero ayudar aquí en Raventower. El rey Elías
me informó de que muchos ciudadanos han huido a vivir al desierto porque
se sentían inseguros en la ciudad. Los heridos necesitan cuidados, y yo solía
ser sanadora. Pero... no puedo dejarte.
Sus palabras hicieron que mi corazón se abriera como una flor.
—No estoy seguro de cuánta ayuda serías si vinieras. Los únicos que
podemos razonar con él somos mis hermanos y yo. Y si no puedo, entonces
se convertirá en una batalla... y preferiría que no estuvieras allí si eso es lo
que pasa.
Sus ojos bajaron hasta su pecho mientras respiraba, pensando en sus

opciones.
Me quedé mirando sus labios, cómo se apretaban cuando estaba sumida en

sus pensamientos. La armadura se ajustaba tan bien a su seductor cuerpo.
Siempre me daba escalofríos verla con ella puesta, una mujer tan fuerte y
suave al mismo tiempo.
Sus ojos volvieron a posarse en los míos, probablemente sintiendo la

excitación que me recorría. —Entonces me quedaré. Hay mucho trabajo que
hacer aquí.
Me sentí decepcionado y aliviado al mismo tiempo. —Dejaré a Fang contigo.

Así podremos mantenernos en contacto.
303
—Sé que tu padre ha hecho cosas terribles, pero nunca te haría daño a ti ni
a tus hermanos.
—Me gustaría creer eso también, pero ya no estoy seguro. —Ya no estaba
seguro de nada, excepto de esto. Había distancia entre nosotros, pero el hilo
que nos mantenía unidos seguía siendo irrompible. Un millón de cosas
podrían habernos separado ya, pero siempre nos mantuvimos unidos.
—Curaré a los que pueda. Reúne a los aldeanos desaparecidos. Devuélveles

la salud. Necesitaremos toda la ayuda posible para recuperar los reinos de
los hombres lobo.
Asentí. —Volveré a por ti. Pero no te dejaré a menos que me hagas una
promesa.
—De acuerdo.
—Si los hombres lobo vuelven, quiero que cojas un caballo y huyas.
Su mirada estaba vacía.
—No creo que lo hagan. Pero necesito saber que correrás si lo hacen.
Habríamos perdido esa última batalla sin nuestro ejército, así que no hay
forma de que seas capaz de manejar otro asalto con nada más que soldados
débiles y heridos. Y no vale la pena morir por ello.
Finalmente asintió. —Te lo prometo.
—Entonces te dejo. —Me di la vuelta sin despedirme, dispuesto a coger mi

caballo y alejarme sin mirar atrás.
304
Su mano me agarró por el brazo.
Un rubor de alegría recorrió mi pecho, relajó todos los músculos de mis

hombros.
Me atrajo hacia ella mientras se ponía de puntillas y me acercaba la cara

para besarme.
En cuanto sentí su boca en la mía, mi brazo se enganchó en la parte baja de

su espalda y la atraje hacia mí, apretando su dura armadura contra la mía,
sin sentir su carne pero sí sus curvas.
Fue el mejor beso que nos habíamos dado nunca, un dolor entre nuestros
labios, una desesperación que mostraba la profundidad de nuestro amor en
medio de la confusión. Mis dolores se desvanecieron, algunos por la batalla
que acabábamos de librar y otros por la batalla de nuestro desamor. Clavé
mi mano en su pelo y continué besándola como si no hubiera nadie más,
como si estuviéramos los dos solos en nuestra felicidad de recién casados.
Se separó y apoyó la frente en la mía. —Te amo.
—Te amo, joder.
305
Capítulo 23
CLARA
Cobra se había ido hacía semanas.
Pensaba en él todos los días, deseaba verle la cara, ver su sonrisa cuando
hacía algún comentario inapropiado. Se suponía que su ausencia debía
ayudarme a tomar una decisión, pero no hizo más que influir aún más en mí.
¿Cómo pude enamorarme de un hombre tan profundamente, tan rápido?
¿Eso lo hacía menos real?
¿O más?
Mis hermanos pasaban el tiempo tomando sus propias decisiones sobre su

mortalidad. Algunos se sentían tan cómodos con la inmortalidad que
convertirse en caminantes nocturnos era su única opción. Otros eligieron
vivir el resto de sus vidas como humanos. Y otros... optaron por no hacerlo.
Demasiado horrorizados por la razón por la que estaban vivos, optaron por
quitarse la vida y pasar a mejor vida como debieron hacerlo hace miles de
años.
306
El modo de vida Etéreo había terminado.
Nos dividiríamos en dos grupos, la mitad de nosotros se uniría a los Vampiros

Kingsnake en su ciudad costera, mientras que los otros humanos
permanecerían en este bosque o encontrarían una nueva vida en los reinos.
Nunca sería lo mismo. Ya no era lo mismo.
Ahora que ya no tenía estudio, me senté en una mesa cerca de dos

poderosos troncos. Puesto que los Etéreos estaban a punto de disolverse
para siempre, no parecía necesario tener un trono ni un despacho... ni nada
de nada. Ya nos habíamos convertido en un pueblo desorganizado.
Por el camino, uno de los guardias echó a correr, viniendo directo hacia mí.
Se me apretó el pecho y me puse en pie, sabiendo que un guardia no

correría hacia mí a menos que fuera importante. —¿Qué pasa? pregunté
antes de que se detuviera del todo.
—Los Originales marchan hacia Evanguard. —Habló entre respiraciones

agitadas, agotado por la carrera y la pesada armadura que le pesaba. Era
blanca como una perla iridiscente, pero pesaba como una piedra.
El miedo cayó en mi estómago como una roca. —Debes de estar

equivocado.
—Llevan la armadura negra.
Los Originales eran mucho más difíciles que los vampiros Kingsnake y
Cobra. Su fuerza era mayor. Sus movimientos eran más rápidos también.
307
—Firmamos una tregua —dijo—. ¿Y faltan a su palabra tan rápido?
—La tregua era con los vampiros Kingsnake y Cobra... no con los Originales.
—No habían violado ninguno de los términos, pero debían de haberle
contado a su padre, el Rey Serpentine, la verdad sobre el obelisco y nuestros
crímenes... y él quería venganza.
El guardia esperó órdenes.
Estaba demasiado conmocionado para hablar.
—¿Vendrán en nuestra ayuda los vampiros Kingsnake y Cobra?
—Sí, si están al tanto. —Podría enviar una misiva ahora, pero para cuando
la recibieran y abandonaran sus reinos, los Originales ya habrían atacado. —
No deben saber lo que está pasando.
Siguió esperando órdenes. —Envía una misiva a Kingsnake y pídele ayuda.

Aunque la reciba demasiado tarde, al menos habrá sido alertado de lo que
está pasando. Mientras tanto, prepara a todos los Etéreos para la guerra.
Puede que los Originales sean más fuertes que nosotros, pero aún tenemos
los números para desafiarlos.
Salió corriendo para cumplir mis órdenes.
Cogí mi espada y mi armadura, aterrorizado por lo que vendría después.
Elegí enfrentarme a los Originales en lugar de permanecer oculta en nuestro

bosque. Si Rey Serpentine no podía atacarnos directamente, infligiría su ira
en el bosque, y todos preferiríamos morir antes que dejar que los árboles y
308
las criaturas sufrieran por nuestras fechorías. Así que allí estábamos,
alineados para la batalla, unos a caballo y otros a pie.
Ya habían cruzado el desierto y las tierras áridas y se acercaban por los

valles abiertos. Empezaron como puntos negros en la distancia, pero luego
sus formas se hicieron más definidas, su oscuridad un contraste directo con
el verdor que pisaban. Cuanto más se acercaban, más me latía el corazón.
El pulso me latía en los oídos.
Sabía que Cobra nunca me abandonaría. Sabía que Kingsnake no se

retractaría de su palabra. No nos habían abandonado. Simplemente no eran
conscientes de nuestra difícil situación. Y para cuando se dieran cuenta,
probablemente habríamos sido borrados de esta tierra. Teníamos los
números para enfrentarlos en batalla, pero ya no teníamos la fuerza ni la
ferocidad.
Rey Serpentine estaba enojado, y no se detendría hasta que mi cabeza

estuviera en el suelo.
—¡Reina Clara! —Me volví hacia mi comandante, que estaba situado en el

límite de nuestras fuerzas.
Entonces lo vi: un jinete solitario a caballo. Venían del norte, no del oeste.
Iba a horcajadas sobre un semental marrón, y cabalgaba con fuerza, como
si la muerte le persiguiera desde la retaguardia. Giré mi caballo para ver
mejor, ya sin interés por el ejército que cargaba directo hacia mí.
309
A medida que se acercaba, distinguí el pelo castaño oscuro... y los ojos
marrones.
—Cobra.
Desmonté de mi caballo y me preparé para recibirle.
No frenó su caballo hasta que estuvo a pocos metros de mí. Tiró con fuerza
de las riendas e hizo que su caballo retrocediera unos pasos antes de saltar
del corcel. Casi se tambaleó al tocar el suelo, como si estuviera agotado,
como si hubiera cabalgado noche y día para llegar hasta mí. —Kingsnake y
Viper vienen detrás de mí con el ejército. No supimos de la partida de mi
padre hasta mucho después de que se fuera. —Estaba casi sin aliento a
pesar de que el caballo había hecho toda la carrera. —Siento mucho no
haberlo impedido...
—Estás aquí. —Me moví hacia sus brazos y lo abracé. —Eso es todo lo que
importa.
Me devolvió el abrazo, agarrándome con fiereza.
Nos dimos el gusto de abrazarnos más de lo debido, aferrándonos el uno al

otro durante segundos.
Fui yo quien se separó primero.
—Teníamos que decírselo —dijo—. Ya lo sospechaba todo.
Asentí. —Lo entiendo. No debería tener que mentir sobre nuestras

transgresiones. Asumimos la responsabilidad de los delitos que cometimos,
310
aunque en aquel momento no fuéramos conscientes de ellos. Estamos
dispuestos a reparar el daño, si tu padre está dispuesto a escuchar.
—Destruisteis el obelisco —dijo—. Ésa es tu reparación.
Me volví para mirarle a lo lejos, viendo cuánto terreno habían cubierto ya sus
caballos. —Con nuestros dos ejércitos, deberíamos prevalecer. Pero
preferiría no matar a tu padre, como harías tú. Sé lo que es que tu padre
muera en batalla, aunque se lo mereciera. No quiero eso para ti.
Sus ojos se suavizaron, convirtiéndose en nubes cargadas de lluvia.
—Quizá podamos hablar con él.
—Sé que ahora no es razonable, pero no creo que nos hiciera daño ni a mí
ni a mis hermanos.
Asentí. —Estoy de acuerdo. Si no, sería un lunático.
Cobra volvió a subir a su caballo. —Cabalguemos juntos.
Volví a subirme a mi yegua blanca y abandonamos la línea de Etéreos para

adentrarnos en las praderas que nos separaban. Detuvimos los caballos y
esperamos a que su padre se reuniera con nosotros. Mientras estábamos
allí, el golpeteo de los cascos se hizo más fuerte y la tierra tembló.
Cobra y yo no nos dirigimos la palabra, sólo miramos a los vampiros que se

acercaban.
Mi corazón se aceleró de inquietud, al ver a estos poderosos caminantes

nocturnos que venían a destruir a mis hermanos y mi hogar.
311
Cobra debió oír mi corazón acelerado porque dijo: —No dejaré que te pase
nada, nena. —Lo dijo sin mirarme, con los ojos fijos en el frente.
Su padre apareció a la vista, con una armadura negra brillante y un casco

que le tapaba casi toda la cara excepto los ojos. Su armadura era similar a
la que llevaban los demás, pero sus placas tenían diseños más intrincados.
En su pecho había una Serpiente Dorada.
Lo único que hizo para frenar a su ejército fue levantar una mano.
Todos se detuvieron. Todos y cada uno de ellos.
Se adelantó, llevando su caballo a paso lento. Se tomó su tiempo, los ojos

clavados en los de Cobra. Era como si yo ni siquiera estuviera allí, lo cual
estaba bien para mí. Finalmente detuvo el caballo, y su mirada se clavó en
el rostro de su hijo.
Cobra le devolvió la mirada.
Ninguno de los dos habló. Los caballos movían la cola y cambiaban de peso.
Había silencio, demasiado silencio.
Rey Serpentine rompió el silencio. —Sal de mi camino, Cobra.
—No.
—¿Crees que eres suficiente para detenerme?
—Ya que soy tu hijo, espero que sí.
El concurso de miradas se reanudó.
312
—Eso fue jodido, lo que hiciste —dijo Cobra—. Joder a Kingsnake de esa
manera.
—Le enseñé una lección. Nunca guardes secretos a tu mujer, porque

siempre se entera. Debería haber sido el hombre que le enseñé a ser y decir
la verdad sin dudarlo. Si ella se fue, entonces ella no era adecuada para él
de todos modos.
—Eso es mentira, y lo sabes —dijo—. Sólo querías que se distrajera.
Se quedó mirando un rato. —Un rey nunca se distrae de su pueblo. Ese fue
su error, no el mío.
No tenía ni idea de qué hablaban. Tal vez se lo preguntaría más tarde... si es

que había un más tarde.
—Has venido a Evanguard a asesinar a gente inocente —dijo Cobra—. No

tienen nada que ver con lo que ha ocurrido aquí.
—Siguen vivos, ¿verdad? —Rey Serpentine cambió su mirada hacia mí. —

Sé que Clara ha vivido mil ochocientos años. Es más vieja que tú. Incluso
más que yo. —Su mirada estaba llena de asco, como si yo fuera gusanos en
carne podrida. —El alma de tu madre puede ser la razón por la que su carne
es tan suave. —Se volvió hacia Cobra. —¿Has pensado en eso? Que esta
mujer sólo está aquí porque tu madre está muerta.
Cobra siguió agarrando las riendas de su caballo. Erguido y rígido, miraba

fijamente, pero no tenía nada que decir.
313
—Hemos destruido la fuente de nuestra inmortalidad para expiar lo que
nuestro gobierno ha decidido en nuestro nombre. Ahora somos mortales, y
cuando las almas dejen de alimentar nuestros cuerpos, nos debilitaremos y
nos convertiremos en humanos. Entonces envejeceremos... y moriremos.
Eso es lo máximo que puedo darte como arrepentimiento.
Sus ojos volvieron a mí. —Y eso no es suficiente.
—Tiene que ser suficiente —dijo Cobra—. Porque no hay nada más que se
pueda hacer.
—Estos monstruos nos han atacado durante un milenio-
—El rey Elrohir ha sido asesinado, así como los generales que lo siguieron.
Cualquiera asociado con esa línea ha sido ejecutado desde entonces. Debes
dejarlo ir, Padre. Si Kingsnake, Viper y yo podemos perdonar sus pecados,
tú también puedes. Nosotros también luchamos en todas esas guerras.
Hemos perdido vampiros que nos importaban tanto como tú. Si quieres
destruir a los Etéreos, entonces tendrás que destruirme a mí también,
porque lucharé con ellos contra ti.
Rey Serpentine no tenía nada que decir a eso.
Oí el ruido de muchos caballos y supe que Kingsnake había llegado con su

ejército. Tomaron filas con sus antiguos enemigos y se alzaron con nosotros
contra nuestro agresor. Eso aflojó la puntada de mi pecho porque hoy no
perdería a ninguno más de los míos.
314
Un par de caballos se acercaron a nosotros por detrás. Kingsnake apareció
a mi lado, a la derecha de Cobra, mientras Viper se movía hacia el lado
opuesto.
Ahora sentía que no pertenecía en absoluto a esta conversación.
Rey Serpentine miraba fijamente a sus hijos, a cada uno por separado.
Imaginé que todos le devolvían la mirada con el mismo tipo de mirada.
Cobra volvió a hablar. —Tendrás que matarnos a los tres primero si tanto
quieres a Evanguard.
Rey Serpentine ignoró sus palabras y me miró fijamente. Su rostro no

mostraba ninguna emoción, como el de sus hijos, pero yo sabía que había
lava corriendo por el fondo de sus ojos. Me responsabilizaba de todos los
pecados, a pesar de que era yo quien había detenido las parodias.
—Siento mucho lo que han hecho los de mi especie, —dije—. No hay nada
más que pueda darte que la promesa de paz eterna y la destrucción del
obelisco. Cobra tiene razón. Matarnos no cambiará nada.
—Eso no significa que merezcas vivir —dijo Rey Serpentine. —Me han
llamado monstruo innumerables veces, pero nunca he tomado la otra vida
de alguien, sólo su sangre. Si yo fuera tú, me clavaría una daga en mi propio
corazón y acabaría con él.
—Padre —dijo Cobra.
315
—Por última vez, —dije, manteniendo mi voz firme. —Yo no cometí estos
crímenes. Tampoco lo hicieron las personas que están detrás de mí. A la
primera oportunidad, enmendé nuestros pecados y destruí el obelisco. Si
otro estuviera en la misma situación, no estoy segura de que hubiera hecho
lo mismo. Puede que no te guste, y está bien, pero debes admitir que no caí
en la tentación cuando otro lo habría hecho.
El Rey Serpentine volvió a mirar a Cobra, como si supiera algo que yo no

capté. —Ahora esto tiene sentido. Te la estás tirando.
Cobra no dijo nada.
Recordé lo que me había dicho sobre los Originales, que podían sentir las
mentes. Rey Serpentine debe haber sentido lo que sea que estaba en la
cabeza de su hijo en ese momento.
—No, no me la estoy tirando. —Cobra prefirió negarlo. —La amo.
Mantuve la mirada al frente, pero un relámpago recorrió mi cuerpo. Mi

mundo se estremeció ante la declaración, la forma en que lo confesó, no
sólo a su padre, sino también a sus dos hermanos, algo que ni siquiera había
compartido conmigo.
—La protegeré con mi vida, —continuó Cobra. —Y protegeré a su gente

como si fueran los míos. Deseo que nos separemos como aliados en lugar
de luchar como enemigos en este campo, pero desenvainaré mi espada y
derramaré sangre contra ti si no me dejas otra opción.
316
—Así que la eliges a ella antes que a mí, —bromeó Rey Serpentine. —Por
encima de tu propia familia.
—No —dijo Cobra—. Elijo el bien sobre el mal.
Se produjo un enfrentamiento.
Kingsnake habló a continuación. —Mientras has estado obsesionado con el

Etéreo, los hombres lobo han tomado los reinos. El Rey Lobo se sienta en el
trono, convirtiendo a los humanos en sus súbditos.
Rey Serpentine desvió la mirada hacia su otro hijo.
—Pueden comerse a los infectados sin consecuencias —dijo Kingsnake—.

Así que no hay nada que les impida hacerse más fuertes, mientras todos los
demás se debilitan. Si no curamos a los humanos, nos quedaremos sin
comida. Esto es lo que tiene prioridad, no está ridícula venganza.
Necesitamos aliados si queremos derrotar a los hombres lobo. Acabamos
de conquistar un pequeño ejército de un centenar de ellos-y son fuertes.
Más fuertes que los orcos. Necesitamos a todos los soldados disponibles si
queremos erradicar a estos monstruos del trono. El Etéreo luchará a nuestro
lado, no contra nosotros, y necesito que tú hagas lo mismo.
El aire parecía cambiar a nuestro alrededor, la hostilidad se alejaba con la

brisa en movimiento. La ocupación de los reinos por parte de los hombres
lobo era una noticia inquietante, pero probablemente era lo único lo bastante
convincente como para desviar la atención del Etéreo.
317
Miraba fijamente a sus hijos, pero su mente parecía estar en otra parte.
Mantenía el control del caballo distraídamente, con sus pensamientos
concentrados en una tierra muy lejana de donde nos encontrábamos.
—El Etéreo te ayudará a restaurar los reinos a lo que eran, —dije—. A

cambio, queremos la paz con los Originales.
—No tenéis derecho a peticiones —dijo fríamente el Rey Serpentine. —

Vuestra participación es lo menos que podéis hacer... y lo haréis. —Miró de
nuevo a Cobra. —Cuando derrotemos a los hombres lobo, quiero la
soberanía sobre los reinos.
—Ya eres un rey, padre —dijo Cobra.
—Si quieres que perdone a los Etéreos y les conceda la paz eterna, ese es
mi precio.
—¿Así que lo único que reemplazará el vacío de la muerte de Madre es el

poder? —preguntó Kingsnake con incredulidad. —¿Eso es un intercambio
igualitario para ti?
Rey Serpentine miró fríamente a su hijo. —Nada será nunca comparable,

Kingsnake. Pero ese es mi precio. Liberamos a los humanos del dominio de
los hombres lobo y luego...
—Los sometes —dijo Cobra—. Eso no es una liberación.
—Los humanos vivirán sus vidas normales como lo hacían antes —dijo Rey
Serpentine. —Pero cuando necesito algo, me lo entregan. Soy mucho más
318
preferible que el perro bárbaro que debe haber arrojado una nube de lluvia
sobre los reinos.
—¿Por qué no podemos vivir como antes? —Kingsnake dijo. —Sin el Etéreo,
estaremos en paz-
—Porque los humanos pueden sublevarse en cualquier momento y marchar

sobre nuestras fronteras —dijo Rey Serpentine. —Son más débiles que
nosotros, pero también nos superan en número. Este es mi precio. Tómalo,
o lucha contra los hombres lobo por tu cuenta.
Los Originales eran los vampiros más fuertes. Una lucha sería mucho más
difícil sin ellos, especialmente cuando necesitábamos cada soldado que
pudiéramos encontrar.
Los hermanos no hablaron en voz alta, pero intercambiaron expresiones

como si mantuvieran una conversación en silencio. Se intercambiaron
algunos asentimientos antes de que Kingsnake hablara. —De acuerdo.
—Entonces nuestros ejércitos se reunirán en Grayson antes de marchar

hacia adelante —dijo Rey Serpentine. —Llamaré a los Diamondbacks en
nuestra ayuda desde las montañas. Os veré allí. —Tiró de las riendas y dirigió
su caballo hacia su ejército. —¡Adelante!
Dirigieron sus caballos en dirección opuesta y echaron a correr, sus colores

oscuros se iban haciendo menos nítidos a medida que se alejaban sobre los
valles. El sonido de miles de cascos se hizo más silencioso a medida que
avanzaban.
319
Respiré por primera vez desde que esto había empezado, aliviada de que mi
pueblo no tuviera que luchar hoy en un campo de batalla. Ya habíamos
sufrido mucho dolor. No necesitábamos más, sobre todo cuando ya no nos
sentíamos Etéreos en absoluto.
—Siento que mi padre sea tan gilipollas, —me dijo Cobra.
—No pasa nada, —le dije. —Ya sé cómo va eso.
—¿Dónde está Larisa? —Cobra preguntó a continuación.
—Raventower, —respondió Kingsnake. —Ella quería quedarse atrás y

atender a los heridos y encontrar a los otros residentes que han huido en el
desierto. Fang está con ella.
—Lo siento —dijo Cobra.
—Está bien —dijo Kingsnake—. Estaremos bien.
—Descansemos aquí por hoy —dijo Viper— Luego regresaremos a Grayson

al atardecer. Kingsnake, puedes agarrar a Larisa y reunirte con nosotros allí.
Reina Clara, tu ejército puede unirse a nosotros, y nos moveremos juntos.
—Clara está bien.
Dirigimos nuestros caballos de vuelta a la línea, y mi gente ya estaba relajada

y fuera de sus caballos, aliviados de que el ataque había sido evitado. Todos
se dispersaron y regresaron al bosque, llevando a sus caballos tras ellos.
320
Llegué al suelo y alguien cogió mi caballo. Apenas había puesto los pies en
el suelo cuando Cobra estaba sobre mí, rodeándome la cintura con el brazo
mientras sus labios me besaban.
Me apretó contra él, sus manos se movieron hacia mi pelo para apartarlo de
mi cara. —Te he echado mucho de menos.
Me faltaron las palabras porque aquel beso fue muy profundo. Nunca nadie
me había besado así, ni siquiera Cobra. Mi mano fue a su muñeca y miré
esos ojos terrosos. —Yo también te amo.
***
Fuimos directamente a la cama. La ropa y la armadura cayeron al suelo.

Nuestras espadas se colocaron en la mesa del comedor, una al lado de la
otra. En cuanto nuestros cuerpos se reunieron, todo volvió a sentirse bien.
Fue como si no hubiera pasado el tiempo, pero nuestros cuerpos se
absorbieron mutuamente como si hubiera sido toda una vida de separación.
No me pidió permiso antes de clavarme los dientes en el cuello, pero no le

hizo falta. Aquel placer abrasador me recorrió desde los dedos de las manos
hasta los de los pies, y me sentí en las nubes.
Así pasaron las horas, sin que ninguno de los dos hablara, con el sol
moviéndose por el cielo y cambiando las sombras de la habitación. Mientras
321
sus hermanos dormían y se recuperaban del viaje, Cobra se recuperaba de
su síndrome de abstinencia.
Finalmente terminamos, con gotas de sangre sobre mi almohada, nuestros

cuerpos enredados bajo las sábanas. Su brazo estaba enganchado
alrededor de mi cintura con mi pierna subida sobre su cadera, mi sexo
húmedo justo contra su piel.
Tenía los ojos cansados, pero seguía mirándome.
—Estaré aquí cuando te despiertes. —Mis dedos rozaron ligeramente sus

labios, sintiendo la espesa barba que le había crecido en los últimos días.
—Quiero que siempre estés ahí cuando me despierte. —La pregunta estaba
en sus ojos, pero no la hizo con los labios. Me dio la opción de desviarla si
no estaba preparada para afrontarla.
Pero mi respuesta fue fácil de dar. —Me casaré contigo.
Su expresión concentrada se relajó de inmediato y, poco a poco, esa

hermosa sonrisa apareció en su rostro, una ligereza en sus ojos que
rivalizaba con el sol en un día despejado. Nunca nadie me había mirado así,
como si yo fuera intrínseca a su felicidad.
—Y.… me convertiré.
322
Capítulo 24
LARISA
Me adentré en la ciudad desierta y encontré la vieja botica, que había sido

abandonada ante la invasión de los hombres lobo. El almacén estaba lleno
de medicinas y hierbas, fundamentales para enfermedades y heridas
superficiales, pero inútiles contra la enfermedad que se había cobrado la
vida de tantos.
Lo recogí todo y regresé al castillo para administrar los medicamentos a

todos los que mostraban signos de infección, incluido el rey Elías. Varios
hombres habían muerto en el ataque, pero la mayoría sólo estaban heridos.
Trabajé para curarlos a todos, y al instante tuve recuerdos de mi época en
Raventower, cuando me había convertido en la sanadora de la ciudad
porque era la única que no podía enfermar.
Toda mi vida había sido este castillo. Cambiando las sábanas de las camas
y limpiando el polvo de todas las superficies para mantenerlo inmaculado. Y
acostarme con el príncipe cuando todos estaban muertos de sueño. Yo ya
no era esa persona, y me costaba creer que alguna vez lo hubiera sido.
323
Los soldados sanos habían sido enviados a buscar a los aldeanos que habían
huido y traerlos de vuelta al castillo ahora que era seguro. Esperaba que su
esfuerzo tuviera éxito, porque Raventower se sentía sin vida sin ellos.
¿Cómo está? Le hablé a Fang con la mente y no en voz alta, para que nadie
supiera que podía hablar con serpientes. Podría aterrorizarlos.
Detuvieron el ataque. Convencieron a su padre de unirse a ellos en la

lucha contra los hombres lobo.
Qué alivio.
Cobra y Viper volverán a Grayson con sus ejércitos, así como el Etéreo,
para prepararse para la batalla.
¿Y Kingsnake?
Está en camino ahora.
Bien.
Él ha preguntado por ti muchas veces.
Estoy segura que sí.
Entré en la habitación del rey Elías. Estaba en la cama, pálido y gris, con
sudor en la frente. Perdía y recuperaba el conocimiento cada vez que se le
pasaba el efecto de los analgésicos. Cuando me acerqué a su cama, dio una
rápida sacudida.
324
—Soy yo, —le dije suavemente. —He encontrado la medicina que
buscaba....
Se quitó las sábanas de encima, dejando ver la gasa que le envolvía el

hombro y el pecho.
La herida estaba mucho mejor. Pudimos vencer la infección antes de que se

instalara. En lugar de tener un aspecto verdoso por el pus, sólo estaba
hinchada por la inflamación. La piel había empezado a recuperar su color
normal. —Tiene buen aspecto.
—¿Entonces por qué duele tanto?
Vertí el suero en una cuchara y se lo di. —Esto te quitará el dolor y te dejará

inconsciente durante mucho tiempo. Yo haría tus necesidades ahora, y
cuando despiertes, deberías sentirte mucho mejor.
—Gracias. —Sus ojos estaban en el techo, nunca en mí.
—Vamos a movernos contra los hombres lobo después de reagruparnos.

Eliminarlos de los reinos para que los humanos recuperen sus vidas. He
administrado la cura a todos aquí, incluyéndote a ti, así que ya no tienes que
preocuparte por enfermar de la plaga.
—Si sobrevivo a esto...
—Lo harás, Elias. Puede que tardes unos días más. —Aseguré la gasa de
nuevo y ajusté la presión.
—Parece que tú y tu marido tenéis problemas.
325
Esa pesadez volvió a mi corazón. —Son cosas que pasan. Lo
solucionaremos.
—¿Te... gusta ser vampiro?
—Fue un ajuste difícil al principio, pero he llegado a abrazarlo.
—Entonces... ¿te has alimentado?
—Sí.
Ahora sus ojos se desviaron hacia mí.
—No te preocupes, no estoy interesada en alimentarme de ti, Elias. No

pareces precisamente apetitoso.
Soltó un suspiro.
—Kingsnake está de camino para recogerme. Volveremos a Grayson antes

de atacar.
—¿Y qué debemos hacer?
—No creo que nadie aquí está en condiciones de luchar, por desgracia. Los
soldados están buscando a los aldeanos en el desierto. Esperemos que los
encuentren. Necesitarás a alguien que te atienda mientras estoy fuera.
—No te preocupes por mí. Ya has hecho suficiente, Larisa. Raventower era
mío para defenderlo... y fallé.
326
—Raventower siempre será mi hogar, así que también era mío para
defenderlo. —Mi mano tocó ligeramente su hombro, dándole afecto antes
de partir.
—Quiero que sepas... que me arrepentí de mi decisión en el momento en

que la tomé.
Le miré fijamente a los ojos antes de apartar lentamente mi mano.
—Sí, me sentí atraído por ella, pero eso desapareció rápidamente. Pronto vi
a una mujer que me utilizaba como una oportunidad para encumbrarse a sí
misma y a su familia. Cuando yo hablaba, sus ojos se ponían vidriosos como
si sólo escuchara parcialmente. Si estaba de mal humor, ni siquiera se daba
cuenta, porque nunca me prestaba atención. Si estuviera viva ahora, no creo
que me cuidara como tú lo has hecho. Me tentó la corona... pero al final esa
corona no significó nada. —Sus ojos se desviaron, como avergonzados. —
Debería haber renunciado a ella por ti. Debería haberme alejado de todo. No
estoy seguro de por qué te estoy contando esto...
Una epifanía me golpeó, una que me dejó callada por un momento. —

Quieres un cierre... porque ambos sabemos que esta es la última vez que
nos veremos.
***
327
Los soldados encontraron a otros aldeanos y los llevaron de vuelta a
Raventower. Empezaron a llegar más, de alguna manera escuchando las
noticias de que los hombres lobo habían sido expulsados. En lugar de calles
y casas vacías, el pueblo empezó a llenarse de gente que había vivido allí
durante generaciones.
Larisssa.
—¿Sí? —Me paré frente al castillo, mirando la actividad en el pueblo. Las

antorchas estaban encendidas y el sol empezaba a ocultarse en el horizonte.
Pronto estaría completamente oscuro. Eso significaba que Kingsnake estaba
en camino y llegaría pronto.
Deseaba hablar lo que pensaba. Fang estaba en el suelo a mi lado, con la

cabeza levantada para mirar la ciudad.
—Te escucho. —Me volví para mirarle, utilizando un paño húmedo para
limpiarme debajo de las uñas y restregarme la piel hasta eliminar hasta el
último gramo de mugre. Hacía tiempo que no tenía las manos tan sucias,
pesadas de atender a enfermos y moribundos.
Intenté convencerle de que te lo dijera, pero tenía miedo. Asustado de

que le dejaras y no tuviera más remedio que seguirte. Tendría que dejar
atrás a sus hermanoss y a su padre... y a mí.
Seguí mirándole fijamente.
Le dije que te quedarías. Que tuviera fe en su compromiso.
—Parece que le estás delatando....
328
Su mentira no era maliciosa. Sólo quería proteger lo que tienes.
Continué mirándole fijamente.
No puedo sentir su dolor como tú, pero puedo verlo. Puedo verlo, y me
duele.
***
Kingsnake se acercó a la puerta.
Salí del castillo y me acerqué a la muralla. Los guardias acababan de abrir

la puerta, y el semental negro de Kingsnake entró en Raventower, llevando
a su poderoso jinete a lomos.
Supe el momento en que se fijó en mí porque una oleada de emoción se

agolpó en su pecho al verme. Saltó del caballo y se acercó a mí, alto y
poderoso en su armadura, con sus ojos oscuros asiéndome como manos
ansiosas. Su intensidad aumentaba cuanto más se acercaba, su afecto me
envolvía y me asfixiaba. Se detuvo justo delante de mí, pero no me tocó; su
saludo reflejaba las emociones que sabía que yo podía sentir.
—¿Lo harías por mí? —Dije en voz baja.
329
Tardó un momento en entender mis pensamientos, como si no hubiera
esperado que esas fueran mis primeras palabras. Apartó la mirada un
segundo, respirando hondo como si esta conversación fuera perversa. —Sí.
—¿Tendrías hijos conmigo? ¿Vivir una vida conmigo?
Otro suspiro. —¿Es eso lo que has decidido?
—Sí.
La decepción se apoderó de él, no sólo en sus ojos, sino en su corazón. —

Entonces no tengo otra opción... porque prefiero vivir una vida contigo que
mil vidas sin ti.
Elias se había negado a renunciar a su poder para estar conmigo. Pero

Kingsnake no lo hizo. Fue entonces cuando supe que había encontrado al
hombre adecuado. —Por mucho que quiera hijos... no quiero perderte. Este
tiempo juntos ha pasado como un abrir y cerrar de ojos. Sé que toda una
vida pasaría igual.
La decepción fue sustituida por un glorioso amanecer en su pecho. Sus ojos

se iluminaron sutilmente al mirarme. —Perdóname.
No sentí ni una pizca de amargura. Ni un gramo de resentimiento. Le

apreciaba más que nunca. —Ojalá pudieras sentir lo que yo siento cada vez
que entras en una habitación. —Su corazón había explotado en el momento
en que me había visto, y deseé que supiera que mi corazón había hecho
exactamente lo mismo. —Por supuesto que te perdono.
330
Capítulo 25
COBRA
—Necesito viajar a la Montaña a buscar a mi ejército. Es un viaje arduo, así

que deberías quedarte aquí. —No quería separarme de ella tan pronto,
dejarla en Grayson sin mi compañía, pero necesitaba descansar antes de la
batalla. Su sangre era más vigorizante que cualquier sueño que yo pudiera
conseguir. —Viper estará a tu disposición.
Parecía que quería desafiar mi decisión, pero probablemente se dio cuenta

de que era la más lógica.
—Me casaría contigo ahora, pero quiero que Kingsnake esté ahí.
—¿Quieres casarte ahora? —preguntó. —Tal vez debería esperar hasta

después de la gran guerra-
—Puede que no sobreviva a la gran guerra. Este momento es todo lo que

tenemos. Prefiero no desperdiciarlo. Y prefiero casarme contigo como
humana... y convertirte después.
—¿Vas a convertirme antes de la batalla?
331
—Es la mayor protección que podrías tener. Han pasado semanas desde
que el obelisco fue destruido. Tu resplandor es más apagado de lo que solía
ser. Tu fuerza ya mengua. —Sería mucho más fuerte como caminante
nocturna, especialmente contra enemigos varios metros más altos que ella.
—A menos que hayas cambiado de opinión...
—No. —Su ritmo cardíaco era lento como el agua que gotea de un grifo roto.
—Pero no puedes morir, Cobra. Condenada a vivir una eternidad sin ti... no
podría soportarlo.
—Haré lo que pueda, nena. —La besé, la abracé frente a las puertas dobles
del palacio, sentí tanta paz que fue como si el mundo se hubiera detenido.
Por primera vez en mi vida, tenía algo por lo que vivir, algo mejor que la
bebida y las mujeres sin nombre.
Pero también era aterrador, porque ahora tenía algo que perder. —Te amo.
Me miró con esos brillantes ojos verdes, su pelo ondeando al viento, y me

dijo las palabras con tanta convicción. —Yo también te amo.
***
Tomé el túnel secreto de vuelta a la Montaña. Era el camino ideal porque la

exposición al sol no me preocupaba, pero era estrecho, por lo que sólo
332
cabían unos caballos al lado de otros. Viajar a cielo abierto era más fácil,
menos claustrofóbico.
Cuando llegué a la Montaña, hablé con mi general. —Es una historia muy
larga, pero prepara a nuestro ejército para la guerra. Los hombres lobo han
tomado los reinos, y es hora de que los recuperemos. Cabalgamos hacia
Grayson.
Mostró su sorpresa pero no me molestó con preguntas. —Sí, Su Alteza.
—Y liberen a todos los humanos. Son libres de ir y venir a su antojo.
Estaba a punto de darse la vuelta, pero ahora dio una vuelta de campana. —
¿Qué has dicho?
—Suelta a las víctimas.
—Esa es nuestra fuente de alimento...
—Siempre habrá voluntarios.
—Para ti. Pero no para el resto de nosotros...
—Sigue mis órdenes, o encontraré a alguien que lo haga. —Una vez ganada
la batalla y reanudadas nuestras vidas, llevaría a mi nueva esposa a su casa,
y a ella le repugnaría la práctica. Incluso si ella misma fuera vampira, vernos
enjaular a todo un pueblo dentro de nuestras murallas le parecería una
barbaridad. Podría abandonarme, y yo no podría soportarlo. —
Encontraremos una manera. Siempre lo hacemos.
333
Capítulo 26
CLARA
Me probé el vestido blanco que me entregó la costurera, con dos tirantes

finos sobre los hombros y un corte profundo en la parte delantera. Tenía una
gran abertura en una pierna, parecida a la del vestido que llevé cuando me
convertí en reina. Cuando me miré en el espejo, me pregunté qué aspecto
tendría cuando me convirtiera en una de ellas. Pálida. Sin vida. Fría.
Llamaron a la puerta.
—Adelante.
Larisa entró. Llevaba un vestido negro y botas, ya no llevaba el uniforme

como hacía tiempo que estaba en Grayson. —Wow. Eso se ve impresionante
en ti.
—Gracias. —Forcé una sonrisa cuando nuestras miradas se cruzaron en el

espejo. —¿Cuándo llegaron Kingsnake y tú?
334
—Esta mañana temprano. Aún duerme. —Se acercó más a la habitación,
mirándome de frente sin usar el espejo. —Te ves hermosa. Sé que Cobra
tendrá mucho que decir cuando te vea.
—Sí, ese hombre es bastante hablador.
Larisa soltó una risita tranquila. —No sabía que te ibas a casar.
—Cobra quería tener la ceremonia antes de la batalla. Quería casarse

conmigo antes de... ya sabes.
—Lo siento, no lo sé.
—Antes de que me convierta en una de ustedes. —Volví a mirar mi reflejo

en el espejo.
Larisa se me quedó mirando un rato antes de tomar asiento en el sillón. —

Detecto tristeza en tu voz.
—No es tristeza. Es... no estoy segura de lo que es.
—Miedo.
La miré de frente.
—Yo sentía lo mismo. No estaba segura de querer convertirme, pero

entonces Kingsnake no tuvo elección.
—¿Y has recapacitado desde entonces?
335
—Sí —dijo asintiendo con la cabeza. —Aunque pudiera cambiarlo, no lo
haría. Espero que eso te tranquilice.
—Lo hace. Gracias.
Nos quedamos en silencio.
Me miré al espejo un rato. —Estuve a punto de casarme con un hombre que

no me amaba. Ahora me caso con un hombre que conozco desde hace muy
poco. Me siento bien... pero me pregunto si estoy siendo ilusa y tonta.
Me observó, asimilando mis palabras y dándoles tiempo para digerirlas antes

de dar una respuesta. —El tiempo no es la mejor medida para amar.
Kingsnake y yo llevamos juntos relativamente poco tiempo, pero sé que
durará para siempre. Cobra ha llevado su corazón en la manga conmigo
antes. Y créeme cuando te digo que su amor por ti es real.
El corazón se me apretó en un puño y supe que debía atesorar esa sensación

porque pronto desaparecería. Ya no podría oír los latidos de mi corazón...
porque estaría muerta.
—Te estás arriesgando. Lo comprendo. Pero si te hace sentir mejor, se

puede revertir.
Cada músculo de mi cuerpo se tensó ante aquella revelación. —¿Qué

quieres decir?
—No sé cómo funciona. Sólo sé que es posible. Probablemente sea difícil y

complicado, pero se puede hacer. Así que si alguna vez decides que esto
fue un error, hay una salida.
336
—¿Y tú nunca te lo has planteado?
Se quedó mirando un rato antes de contestar. —Sí, brevemente. Siempre

he querido tener hijos, y eso no es posible siendo una caminante nocturna.
Pero preferiría tener a Kingsnake para siempre que vivir una vida corta con
él.
—Entonces, ¿él también aceptó convertirse en mortal?
—Él lo hizo. Pero no es la decisión correcta para nosotros.
Me miré en el espejo de nuevo.
—Creo que Cobra haría lo mismo por ti si se lo pidieras.
Mis manos se aplastaron contra mi estómago y alisaron el vestido a pesar

de que no había ni una sola arruga. —No quiero pedírselo.
—Parece que te he hecho sentir mejor.
—Es sólo un gran cambio. Un cambio muy grande. Alimentarse de sangre...

no más luz solar... visión nocturna. Es una forma de vida diferente.
Ella asintió con la cabeza. —Pero una vez que tienes algo por lo que vivir, la
eternidad parece lo mínimo a lo que aspirar.
337
Capítulo 27
KINGSNAKE
Me paré frente a la puerta, viendo a los Etéreos que habían acampado en

tiendas en el campo. Hacía poco, habíamos tenido una batalla en este mismo
campo, los etéreos por un lado, nosotros por el otro, y el rey Elrohir de los
etéreos había caído.
Ahora éramos aliados.
El ejército de Cobra era visible en la distancia, y a medida que se acercaban,

sus caballos aminoraban la marcha. No había espacio suficiente para su
ejército dentro de Grayson, así que también tendrían que pasar el día en
tiendas de campaña.
Cobra entregó su caballo al mozo de cuadra y se acercó a mí, incansable,

como si el viaje de ida y vuelta no fuera nada cuando estaba colocado de
felicidad. Su mano me dio una palmada en el hombro. —Hermano.
Le devolví el gesto. —¿Podemos confiar en que tus hombres se comporten?

—Con los Etéreos acampados justo al lado, podría ser un baño de sangre.
338
—Todos se alimentaron antes de partir. Su última comida antes de liberar a
nuestros prisioneros.
—¿Liberaron a su horda de presas? —pregunté, con una ceja enarcada.
—Lo he hecho.
Continué con mi mirada inquisitiva.
—Dudo que Clara aprobara semejante barbaridad después de que les

pidiéramos que destruyeran el obelisco.
—Esas dos cosas no son comparables, pero entiendo lo que dices.
—¿Cómo está ella?
—Larisa dijo que su vestido es impresionante.
—No es el vestido, sino la mujer que hay debajo. —Sonrió. —Y después de

esta noche, ella es toda mía.
—Después de que te cases, Viper será el único que quede.
—Y seguirá siendo así —dijo Cobra—. Ese tipo es demasiado rígido para
una mujer, y no en el buen sentido.
Me reí entre dientes.
Él también se rió. —¿Tú y Larisa estáis bien?
—Lo solucionamos.
339
—¿Le diste sexo como te sugerí? Me guiñó un ojo.
—Yo siempre le doy sexo.
—Entonces tal vez lo hiciste mejor. —Me dio una palmada en el hombro de
nuevo, y luego caminamos hasta el palacio. —¿Ya llegó papá?
—No.
—Sospecho que vendrá mañana. No me hace mucha ilusión.
—Yo tampoco. —Sería extraño estar cara a cara, luchar a su lado como un
aliado después de que me hubiera apuñalado por la espalda. No estaba
seguro de cómo se desarrollaría una conversación ni de si la aceptaría si se
disculpaba.
***
Cuando volví al dormitorio, Larisa estaba sentada en el sofá con Fang, los
dos jugando una partida de cartas.
—¿Por qué juegas si siempre pierdes?
Larisa dejó su carta y me miró. —Ay.
—Lo siento.
340
—Estoy intentando mejorar. —Miró a Fang, que estaba enfrente. —Pero al
parecer, Fang es un genio. —Dejó el resto de sus cartas y se acercó a mí,
con un vestido negro que le quedaba muy bien a su cuerpo sexy. Sus ojos
se iluminaron cuando se acercó a mí, como si no me hubiera visto en días y
no en horas, y me besó como si fuera su único amor.
La agarré fuerte y le apreté el culo.
Sonrió contra mis labios antes de separarse. —¿Ha vuelto Cobra?
—Acaba de llegar.
—¿Entonces tendremos la boda esta noche?
—Sí.
—¿Deberíamos esperar a tu padre?
—No creo que eso sea importante para ninguno de nosotros.
Sus ojos se apagaron. —¿Cuándo crees que estará aquí?
—Mañana. Después de que su ejército descanse, partiremos al anochecer.
—Sobre eso... —Cruzó los brazos sobre el pecho. —Sé que esta
conversación se acerca, así que he decidido adelantarme. Voy contigo. No
voy a quedarme sentada esperando a que vuelvas.
—Larisa, has visto a esos hombres lobo de primera mano-
341
—Sí, no pude aguantar cuando eran tres contra uno, pero puedo manejar a
uno yo sola. No tienes que ponerme en primera línea con el resto de
vosotros, pero puedo ayudar de alguna manera. Dame algo, Kingsnake. La
reina de Grayson no debería quedarse en su palacio mientras su gente
arriesga la vida.
—Saca tu orgullo de esto por un momento, cariño. No eres hábil con la

espada como mis hermanos y yo. Y si tú mueres y yo vivo... yo también
muero.
En lugar de enfurecerse, sus ojos se suavizaron.
—No solo te arriesgas a ti, sino a nosotros. Y no merece la pena.
—Lo entiendo, pero no puedo quedarme atrás. Tiene que haber algo que
pueda hacer. ¿Qué hay de todos los humanos que necesitan ser evacuados
mientras esta batalla está comenzando? Yo podría hacerlo.
Inspiré hondo, aún contrariado por aquello.
—Puedes tener un grupo de guardias conmigo... y con Fang.
—Si pudiera salirme con la mía, te quedarías aquí, sentada sobre tu trasero,
y me esperarías.
Ella se quedó mirando.
—Pero sé lo atroz que es eso para ti.
Ella asintió sutilmente.
342
—No podré protegerte, cariño. Necesito que lo entiendas. Estaré lejos, en
otra parte de la ciudad, al igual que Cobra y Viper. Puedes gritar mi nombre,
y no lo oiré. Fang puede llamarme, pero nunca podría llegar a ti a tiempo.
—Tendré cuidado. Pondré a la gente a salvo fuera del muro. Y si viene el

peligro... correré.
—Prométemelo.
—Sí.
—¿Me prometes que abandonarás a tus hombres y a la gente y te salvarás

a ti misma?
—Sí.
Todavía no me gustaba, pero era el único compromiso que encontraríamos.

—Entonces acepto.
Mis poderosos colmillos y mi fuerza aplastadora de huesos la

mantendrán a salvo, Kingsssnake.
Sé que lo harás.
Sus manos se posaron en mi pecho y bajaron hasta mis pantalones para

poder deslizar sus dedos por mi pecho desnudo. —Parece que tenemos
tiempo que matar antes de la boda....
Estaba acalorado y sudoroso de trabajar todo el día, organizando a los

Etéreos en los campos y luego trabajando en mi estudio cuando el sol estaba
más alto en el cielo, ideando un plan para la invasión. —No me he duchado.
343
—Me parece bien. —Sus dedos empujaron mi camisa hacia arriba,
subiéndola por mi pecho y luego por encima de mi cabeza. —Te vas a
ensuciar igual.
***
Nos metimos juntos en la ducha, con el agua caliente corriendo por nuestros
cuerpos, entre sus tetas y su vientre plano. El pelo mojado se le pegaba a la
piel como pegamento y le caían gotas por el borde de la nariz.
Era la mujer más hermosa que había visto nunca. No sé cómo no me había
dado cuenta la primera vez que la había visto. En lugar de abrazar su belleza,
me había centrado en su desobediencia.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Sí.
—¿Siempre supiste que la oscuridad podía invertirse... o fue la primera vez

que te diste cuenta?
Pensaba que esta conversación había muerto y había sido enterrada, pero
aún así despertó su interés. No había ira ni acusación en sus ojos, así que lo
acepté como simple curiosidad. —Siempre sospeché que era posible, pero
nunca supimos cómo.
344
—¿Cómo sabías que era posible?
—Rumores... historias. Nunca lo había visto con mis propios ojos, pero tenía
que creer que existía.
—¿Y tu padre descubrió cómo facilitarlo?
—Sí.
—¿Y cómo lo facilita?
Me quedé mirando, sintiendo que un muro se levantaba en mi corazón.
—No porque pretenda dedicarme a ello —dijo rápidamente. —Sólo tengo

curiosidad por saber cómo es posible devolver el alma al cuerpo después
de haber estado separadas durante mucho tiempo. Debe de ser magia.
—Mi padre no me explicó los detalles. Dijo que capturó a una bruja en sus
tierras, y ella le ofreció la magia a cambio de su libertad. Yo tampoco estoy
seguro de cómo funciona, y hasta que no lo vea suceder de verdad,
probablemente nunca lo sabré.
—Cuando Clara y yo hablamos, estaba un poco nerviosa por todo el asunto.

Le dije que podía revertirse.
—¿Crees que lo hará?
—Sí —dijo ella. —El sacrificio no es su indecisión. Creo que una parte de
ella siempre tendrá miedo de que Cobra la traicione como su último amante.
Y ella sólo necesita saber que hay una salida si eso sucede .
345
—Mi hermano dice un montón de mierda, pero es leal. Prefiere que le jodan
a que jodan a otro, especialmente cuando se trata de una mujer a la que
ama. Ambos sabemos que su amor es genuino, aunque haya pasado poco
tiempo.
—Lo sé.
—Cuando estén casados y lleven más tiempo juntos, todas esas

inseguridades se desvanecerán. —Había visto cómo las inseguridades de
Larisa se desvanecían cada vez más a medida que nuestra relación
continuaba, a pesar de mis transgresiones. Después de nuestra última pelea,
su confianza en mí pareció aumentar. Ahora éramos más fuertes que nunca.
Una vez derrotados los hombres lobo y liberados los reinos, sobrevendría
una paz eterna, y yo esperaba con impaciencia ese momento con ella.
Estábamos los dos solos a la sombra de un árbol, mirando cómo el océano
se estrellaba contra la orilla, Fang enredado en las ramas por encima de
nosotros.
Sus ojos se clavaron en los míos y una sutil sonrisa se dibujó en sus labios.
—Sé que lo harán.
346
Capítulo 28
CLARA
Estaba de pie con mi vestido de novia, un ramo de flores en la mano, las

primeras flores que había visto en Grayson. Su ciudad era de piedra y
madera, con serpientes talladas en los cimientos y los pilares. Hierba,
árboles y montañas rodeaban la fortaleza, pero no se veían flores por
ninguna parte. Sabía que Cobra debía de haber enviado hombres a
recogerlas de la naturaleza, para tener en mis manos algo que me recordara
a Evanguard.
Kingsnake se movió delante de mí. —Cobra tiene un mensaje para ti.
—¿Lo tiene? Voy a verle dentro de un momento.
—Dijo que si tuviera un corazón, se aceleraría tan rápido como el tuyo.
Yo estaba en el otro lado del palacio, pero él todavía podía oírlo,

probablemente porque yo era el único ser vivo en las proximidades.
—No de miedo, sino de emoción —dijo Kingsnake—. ¿Estás preparada?
347
Asentí con la cabeza. —Han cambiado muchas cosas en los últimos meses.
Cuando conocí a Cobra, estaba prometida a un hombre al que no amaba
porque el hombre al que amaba me había traicionado. Y ahora estoy aquí...
a punto de casarme con un vampiro... y convertirme en una.
Con la barbilla baja, estudió mi rostro, con los pensamientos a flor de piel. —
Sé que Larisa te confió sus luchas. No estás sola en tus dudas y temores. Si
te sirve de consuelo, sé que si esto fuera al revés, Cobra haría el sacrificio
sin mirar atrás. Y sé que, en adelante, haría todos y cada uno de los
sacrificios por ti, incluso la muerte.
Asentí, sabiendo que Cobra era todo lo que yo creía que era.
—Larisa también luchó contra su soledad. Sin tener una sola relación en este
mundo y sin capacidad para hacer una. Pero mis hermanos se han
convertido en sus hermanos, y lo mismo es para tí.
—Gracias, Kingsnake.
Extendió el brazo.
Pasé mi brazo por el suyo y nos dirigimos al sendero que conducía al

acantilado. Viper me esperaba en el camino y me cogió del otro brazo.
Juntos, los tres subimos por el sendero, con el corazón como un pájaro
cantor en el pecho, y entonces lo vi.
Allí estaba, guapo con su uniforme de rey, sus ojos tan clavados en los míos
que no se movían. Algunos dirían que marché hacia mi muerte, hacia la
348
oscuridad eterna, pero mientras miraba fijamente su apuesto rostro, supe
que era mucho más que eso.
Su mirada rígida permaneció fija en mí, incrédula ante mi aspecto.
Entonces se le escapó una sonrisa y emitió un silbido cuando me acerqué.

—Demoniioss. —Ignoró a sus hermanos mientras me cogía de la mano y me
acercaba. Me colocó frente a él y me cogió la otra mano. —¿Estás lista,
nena?
Aquella sonrisa encantadora y la forma en que me hacía arder el estómago

derritieron todos mis miedos. Todas mis inseguridades parecían
desaparecer mientras él me miraba fijamente, mientras me envolvía en el
resplandor de su amor, mientras me hacía sentir despampanante cuando
ningún hombre me había dicho nunca que era hermosa. Todo sacrificio
parecía intrascendente cuando él era la recompensa. —Sí... estoy lista.
***
Mis piernas se engancharon alrededor de su cintura mientras me llevaba por

el pasillo, mis brazos rodeando su cuello y hombros, besándole tan fuerte
como él a mí, mi vestido una cortina que llegaba hasta el suelo.
Llegó a la puerta y entró, cerrándola de una patada antes de llevarme a la

cama. Trató mi vestido como un obstáculo entre nosotros y no dudó en jalar
349
y tirar de la delicada tela, lo que tuviera que hacer para quitármelo. Tiró de
los tirantes hacia abajo y luego arrancó los botones para poder quitármelo
por fin.
Se tiró de la camisa por encima de la cabeza y se bajó los pantalones a toda

prisa, quitándose los zapatos de una patada. Uno de ellos salió volando y
derribó la lámpara, pero actuó como si no se hubiera dado cuenta. Se bajó
los bóxers y dejó libre su ansiosa polla antes de agarrarme por los muslos y
tirar de mí hacia el borde, de modo que mi culo quedó colgando de la cama.
Se introdujo dentro de mí con un movimiento suave, soltando un gemido de
satisfacción cuando sintió mi humedad.
Yo también gemí, como si nunca antes hubiera sentido a este hombre.
Su brazo me rodeó la espalda y me levantó hacia él, apoyando la otra mano

en la cama para sostenerse mientras se inclinaba hacia delante. Me dio
fuertes embestidas una y otra vez, con sus ojos clavados en los míos para
verme disfrutarlas.
Joder, cómo disfrutaba.
Parecía tomarse nuestra noche de bodas como un reto para darme el mejor
sexo que jamás había tenido, porque hizo todo lo posible para que me
sintiera bien, para que me sintiera sexy, para que me corriera lo más rápido
posible.
Me mojé en cuanto vi aquel pecho duro como una roca, así que no tardé en
sentir exactamente lo que él quería que sintiera, un calor abrasador entre las
piernas, un subidón que me hizo flotar hasta las nubes.
350
Me subió a la cama y acercó nuestros cuerpos, anclando su brazo detrás de
una rodilla mientras se inclinaba más sobre mí, acercando nuestras caras
mientras empezaba a penetrarme, con la polla cubierta de mi corrida.
Le agarré un lado de la cara y giré la cabeza, dejando al descubierto mi

garganta y las cicatrices de sus mordiscos anteriores. Sería la última vez que
me probaría con su lengua. Después de esta noche tendría que encontrar a
mi sustituta... y yo tendría que alimentarme por primera vez.
Su mano se aferró a mi pelo y hundió sus colmillos en mi carne, rompiendo

la piel y provocando una sacudida de dolor que rápidamente se convirtió en
el placer más exquisito. Se llevó la sangre a la boca y, aunque yo me
debilitaba, también me relajaba.
Continuamos moviéndonos juntos, perdidos en el mayor placer. Se detuvo

y retiró los colmillos, devolviéndoselos a la boca antes de volver a encararse
conmigo; el único indicio de que se estaba alimentando era la pequeña gota
de sangre que tenía en la comisura de los labios. Acercó su boca a la mía y
me besó, y yo saboreé mi propia sangre.
—Te amo. —Lo dijo contra mis labios mientras empujaba, con la polla un
poco más dura ahora que mi sangre había satisfecho su ansia.
Mi mano siguió acariciando su cara y escarbando en su pelo corto. —Yo

también te amo.
***
351
Pasaron las horas y hacíamos el amor de forma intermitente. Aún estaba
oscuro fuera, así que los otros vampiros se preparaban para la guerra
mientras nosotros estábamos perdidos en el país de las maravillas. Nos
tumbamos juntos sobre las almohadas, con su cuerpo duro pegado al mío.
En algún momento se había quedado dormido, pero ahora estaba despierto

y me miraba como si yo fuera lo único que quería mirar. —Nunca pensé que
tendría una esposa, pero sabía que si la tenía, sería sexy. Y tú eres
condenadamente sexy.
Mis labios se alzaron en una sonrisa mientras soltaba una risita. —Tú eres
sexy. —Guapísima y sexy fuera de mi liga.
—Claro que lo soy. Eres una mujer afortunada.
Ahora me reí.
—Pero yo tengo más suerte. —Me besó el hombro y me apretó más fuerte.
—¿Alguna vez hablas en serio?
—Sólo contigo. —Sus ojos se endurecieron cuando me miró, cubriéndome

de ese amor una vez más. —Eres mucho más que tu aspecto, cariño. Me
enamoré de esto. —Su mano se dirigió a mi corazón. —Y de esto. —Me
apretó el bíceps. —Todo lo demás es sólo un extra.
Mi mano rozó su pecho, sobre la zona donde estaría su corazón si aún

funcionara. Cuando me imaginé cómo era mi marido, no era Cobra. Era un
352
Etéreo, alguien que engendraría a mis hijos y me ayudaría a liderar a mi
pueblo. Pero ahora Cobra se sentía como la única opción, el hombre que era
mi destino.
—¿Estás lista?
Su pregunta me trajo de vuelta a la realidad, el siguiente paso de este

matrimonio. Necesitaba tiempo para entrar adecuadamente en mi nuevo
estado, así que las próximas horas eran críticas para la transformación.
Cuando no dije que sí inmediatamente, sus ojos se movieron de un lado a

otro entre los míos. —No tienes que hacer nada que no quieras, cariño. Ya
lo solucionaremos.
—No... estoy lista.
—No pareces preparada.
—Es un gran momento. Sólo necesitaba un segundo.
Continuó mirándome, como si no estuviera seguro de si debía proceder.
—No pasa nada. De verdad.
Me miró fijamente un momento más antes de abrir el cajón de su mesita de

noche y sacar un frasco de cristal. Había un poco de veneno en el fondo,
casi todo transparente con un toque de amarillo. —Bébete esto.
Cogí el frasco y le quité la tapa.
353
—Una vez que lo bebas, no hay vuelta atrás. Si no te conviertes, el veneno
puede matarte.
Me quedé mirando el líquido que había dentro antes de volver a mirarle. —

De acuerdo. —Eché la cabeza hacia atrás y me bebí el veneno rápidamente,
tosiendo al instante porque lo sentía como humo en la lengua.
Cobra se llevó la muñeca a la boca y se mordió, atravesándose la carne con

los colmillos. Luego me la trajo para que bebiera, las pequeñas gotas
goteando por su piel y luego manchando las sábanas. En lugar de roja como
la mía, su sangre era negra. No se acercó, lo que me permitió inclinarme
hacia delante cuando estuve preparada.
Agarré su antebrazo y me lo llevé a la boca. Mi lengua saboreó la gota terrosa

y luego chupé, llevándome su sangre a la boca. El sabor era como a aceite
y ácido, un sabor que nunca había experimentado en mi vida.
Me observó, sus ojos se oscurecieron al verme beber su sangre.
Cuando tuve suficiente, apartó la muñeca. —Ahora duerme. Cuando

despiertes, serás mi esposa y la Reina de los Vampiros Cobra.
354
Capítulo 29
KINGSNAKE
Mi padre llegó con su ejército.
Los Originales acamparon en el campo con los Diamondbacks. Hacía mucho

tiempo que todos los vampiros no se unían contra un solo enemigo. Antes
de que Larisa llegara a mi vida, habían pasado varios cientos de años desde
que los Etéreos nos atacaron. Todas las batallas terminaban con pérdidas
de vidas, pero ninguno de los dos salía verdaderamente vencedor, así que
esos ataques se hicieron menos frecuentes.
Pero ahora teníamos un nuevo enemigo.
Vi a mi padre entrar en Grayson, con la misma armadura y casco que llevaba

cuando marchaba por las fronteras de los etéreos. Una figura corpulenta con
una gran densidad muscular era el hombre que yo siempre había aspirado
a ser. Por suerte, había heredado la compasión y la simpatía de mi madre.
De lo contrario, sería el hombre bárbaro en que él se había convertido.
355
Sus ojos se clavaron en los míos antes de alcanzarme, y el largo paseo que
siguió pareció durar una eternidad. Incluso antes de llegar el uno al otro,
supe que esta conversación sería tensa basándome en esa mirada.
Llegó ante mí y se detuvo.
Mientras nos mirábamos fijamente en el campo de batalla, no nos dijimos

nada.
Él fue el primero en hablar. —Partiremos unas horas antes del anochecer. Si

cabalgamos duro, deberíamos llegar a medianoche, y si ganamos esta
guerra rápidamente, no tendremos que temer la luz del sol.
Era exactamente como esperaba, pero aún así estaba decepcionado. —

Entonces, ¿vamos a fingir que no me has jodido? ¿Así es como vas a jugar
a esto?
—Estamos al borde de la guerra, ¿y esta es tu preocupación?
—Ambos podríamos morir mañana. ¿Cómo es que esto no es de tu

incumbencia?
—Kingsnake...
—Está bien. ¿Por qué esperaba una disculpa cuando no lo sientes?

Vayamos al grano y trabajemos en nuestra estrategia. —Me di la vuelta y me
acerqué a las escaleras, cortando la conversación y cualquier posibilidad de
reconciliación.
—Kingsnake.
356
Me detuve cuando debería haber seguido.
—Hijo.
No te des la vuelta. No te des la vuelta. No lo hagas.
En lo alto de la escalinata del palacio, vi salir a Larisa a toda prisa, sus ojos
frenéticos buscándome.
Porque podía sentir mi angustia.
Sus ojos acabaron por encontrar los míos y miró a mi padre detrás de mí,
comprendiendo perfectamente la situación. Sus ojos volvieron a mí con pena
antes de darse la vuelta y entrar de nuevo en palacio.
Su rostro me dio fuerzas para volverme.
—Prioricé mi venganza a vuestra relación....
—Nuestra relación.
—Deberías haber sabido que era un secreto demasiado grande para

guardarlo....
—Debería haber sabido que mi padre no se llevaría mis secretos a la tumba.

Fang no estaba de acuerdo con mi decisión con vehemencia. Es tan leal a
Larisa como a mí. Pero él nunca, nunca me haría eso. Eres mi propio padre,
y explotaste mi debilidad para tu beneficio.
—Sabía que ella no te dejaría...
357
—No la conoces. No conoces nuestra relación. No tienes ni idea de lo que
habría pasado.
—Veo que sigue siendo tu esposa, Kingsnake. No se hizo ningún daño...
—No se hizo ningún daño porque mi esposa me ama más de lo que tú nunca
me has amado. Si mi madre estuviera viva, se avergonzaría de ti. Siento que
la hayas perdido. Mi única compasión por tu comportamiento proviene de
mi imaginación. Porque si yo perdiera a Larisa, estaría inconsolable, y no
momentáneamente, sino permanentemente. Pero recuerdo el espíritu de mi
madre tan bien como tú, y ella querría que siguiéramos adelante y
encontráramos la paz. Ella no querría esta necesidad implacable de
derramamiento de sangre y venganza. Ella no querría que sacrificaras la
relación con tu hijo para matar a gente inocente, especialmente cuando sus
muertes no la traerán de vuelta. Perdiste nuestra relación para conseguir lo
que querías, y ahora no puedes recuperarlo.
Se quedó en silencio, quieto como una estatua, y probablemente tan vacío

como una.
—Ya no soy tu hijo. Somos aliados y nada más.
***
358
Los tres nos quedamos en el estudio, esperando a que Cobra se uniera a
nosotros.
Viper estaba callado, como si no quisiera comprometer su lealtad hacia mí

hablando con Padre, lo cual era innecesario.
La puerta se abrió y Larisa entró con Fang sobre los hombros y vino a
colocarse a mi lado. Sus ojos estaban clavados en el gran mapa que
poseíamos, ignorando a mi padre tanto como yo.
Fang le miraba fijamente al otro lado de la mesa. —Hiiiiissssss.
Fang.
Mi padre lo miró fijamente, con una mirada helada.
Asessino de sserpientesss. Traidor a la sangre.
—¿Tu mascota va a ser un problema, Kingsnake? —preguntó mi padre.
Fang se enderezó sobre su hombro, apoyándose más alto. —

Hiiiiiiisssssssssssss.
—No es una mascota —dijo Larisa. —No vuelvas a hablarle así.
Ignoró a mi mujer y mantuvo su mirada fija en mí. —¿Es apropiado que tu

mujer...?
—Mi mujer, —le espeté. —Y como reina de Grayson, es apropiado que esté
en la habitación que desee.
359
Fang siseó de nuevo. —Hiiisssssssss.
Mi padre me dirigió una dura mirada antes de mirar el mapa.
La puerta se abrió y entró Cobra, seguido de Clara, que tenía un aspecto

diferente al de la última vez que la vi. Su piel había sido clara, pero ahora
parecía nieve. Sus ojos verdes eran ahora viridianos, tan distintos que
parecían dos bosques. Había cambiado su armadura etérea por la de los
Vampiros Cobra, y vestía de dorado y negro.
Todos nos quedamos mirándola.
Cobra soltó una sonrisa. —Le queda bien lo vampírico, ¿verdad?
Nadie habló, la tensión seguía tensa con mi padre en la habitación.
Proseguí. —Puede que sospechen que venimos. Cuando se den cuenta de

que su ejército en Raventower ha sido destruido, sabrán que los humanos
se han alineado con los vampiros o los Etéreos. Creo que es razonable
asumir que la victoria habría sido imposible de otra manera. Así que
realmente no tenemos el elemento sorpresa.
—Pero dudo que anticiparan que los Etéreos forjaran una alianza con los
vampiros —dijo Viper— Como llevamos miles de años en guerra, eso es
sencillamente imposible. Tendremos el elemento sorpresa, porque para
cuando se den cuenta de que marchamos a sus puertas, serán incapaces
de prepararse para la embestida.
—Suponiendo que los humanos no luchen por ellos —dijo Cobra—. Esto
debería ser una derrota rápida.
360
—Pero si luchan por ellos, —dije—. Eso cambiará drásticamente las cosas.
—¿Cómo podrían los hombres lobo imponer eso? —Cobra preguntó con
incredulidad. —En cuanto lleguemos, se volverán contra ellos.
—A menos que los hombres lobo hayan envenenado sus mentes. Les hayan
dicho que un gobernante vampiro es peor que un hombre lobo, —dije.
—Eso es una exageración —dijo Cobra—. Considerando que prácticamente

los hemos dejado solos.
—¿Por qué otra razón marcharíamos a sus puertas? —Pregunté. —¿Por la

bondad de nuestro corazón?
—Kingsnake tiene razón —dijo mi padre. —¿Por qué arriesgaríamos

nuestras vidas por las suyas?
—Porque los hombres lobo vendrán a por nosotros —dijo Cobra—. Los
vampiros y los humanos acaban de aliarse.
—Tenemos que estar preparados para cualquier cosa —dijo Viper—

Tenemos que asumir que los humanos lucharán contra nosotros, y si no lo
hacen, entonces nuestro asedio acaba de hacerse más fácil.
—Los hombres lobo son despiadados —dijo Clara. —Hemos tratado con
ellos ocasionalmente en nuestra historia, pero son distintivamente
desagradables. He conocido al Rey de los Hombres Lobo, y es siniestro. Me
imagino que amenazaría a los humanos con cualquier cosa para conseguir
su obediencia. Por ejemplo, si no luchan por los hombres lobo y ellos ganan,
cada soldado perderá a su esposa o a su primogénito.
361
Era bárbaro, pero creíble.
—Entonces debemos asumir lo peor —dijo Viper— Tendremos que dividir

su atención en varios puntos. —Agarró las piezas de madera y las colocó
sobre el mapa. —Tengo suficientes explosivos para estos tres lugares.
Volamos la muralla, y nuestros ejércitos entrarán en la ciudad por estos
pasadizos.
—¿Por qué estas ubicaciones? —Cobra preguntó.
—Porque estas calles conducen directamente al castillo. —Arrastré el dedo

por el mapa para mostrárselo a Cobra. —Es un tiro recto donde tenemos
que ir. El Rey Lobo se sentará en el trono y esperará a que termine la batalla.
Si lo matamos, los demás huirán.
Cobra asintió en señal de comprensión. —Buen plan.
—Viper y yo lideraremos a nuestros hombres en el primer pasaje. Cobra

guiará a sus hombres por el segundo. Y Rey Serpentine guiará a los
Originales y a los Diamondbacks por el último pasaje. —Demasiado
enfadado para dirigirme a él como mi padre, opté por insultarlo en su lugar,
por hacer caso omiso de nuestra sangre compartida. —Larisa se encargará
de evacuar a la gente de las calles. Clara, ¿te gustaría ayudarla?
—Lideraré a mi gente junto a los Vampiros Cobra, —respondió ella. —Yo

pertenezco a la batalla. He entrenado toda mi vida para ello.
Miré a Cobra.
362
No puso ninguna objeción. —Entonces tenemos un plan. Preparaos para
partir en unas horas.
***
Entregué nuestras pertenencias al mozo de cuadra y luego me acerqué al

caballo de Larisa. Comprobé la silla de montar para asegurarme de que
estaba bien sujeta. Hace unos meses, uno de mis hombres se había caído y
se había roto el cuello porque la silla no estaba bien sujeta. Nunca lo olvidé,
así que ahora siempre lo comprobaba, y primero comprobé la de Larisa.
Cobra estaba a mi lado, asegurando su espada en la bolsa lateral. —

¿Nervioso?
—No. ¿Y tú?
—No.
—¿Entonces por qué preguntas? —Me volví hacia él.
—Para ver si eras sincero, y no lo fuiste. —Se enfrentó a mí en su armadura

de batalla completa, su casco enganchado a la silla de montar detrás de él.
—Hemos ganado todas las batallas antes. Ganaremos esta.
—Viper siempre ha dicho que la arrogancia es lo que hace que te maten.
363
—Estoy tratando de hacerte sentir mejor.
—No estoy realmente preocupado por mí. —Se acercó más. —Estoy
preocupado por mi esposa ... que todavía suena raro decir. La he visto en
acción, y es genial. No tan buena como yo, pero muy buena. Pero ahora me
preocupa.
—Sé cómo te sientes.
—Le pediría que se quedara atrás, pero sé que no lo haría. Tampoco se vería
débil frente a su gente. Si ella no los lleva a la batalla, ¿quién lo hará? No
seguirán a uno de nosotros.
—Te enamoraste de ella porque es fuerte. No puedes pedirle que se quede

atrás.
—Sí, lo sé. Pero ahora tengo que cuidar su espalda y la mía. Nunca lo había
hecho. Sólo me preocupaba por mi cuello.
No sabía qué decir. Nada le consolaría.
—Tienes suerte de que Larisa aceptara quedarse detrás del ejército.
—Ella no es la luchadora que es Clara. Todavía es una novata. Es testaruda,

pero no irrazonable.
Cobra agarró sus guantes y los aseguró en sus muñecas.
Fue entonces cuando me fijé en sus manos. —Has elegido no llevar anillos.
364
—Las joyas no son lo mío. Sólo hace más difícil agarrar la empuñadura de
mi espada.
—¿Y ella?
—Ella tampoco lleva.
Era una elección interesante, pero no la juzgué.
—No necesito un anillo para que las mujeres sepan que estoy casado.
—¿Entonces cómo lo sabrán? —pregunté.
—Porque mi mano estará en su culo. —Agarró el pomo de la silla y se subió

al caballo.
Clara entró en el establo en ese momento, con la armadura que Cobra le

había proporcionado, luciendo como su reina.
La vio asegurar su espada al caballo y subir a su yegua blanca.
Larisa fue la siguiente, deslumbrante con su armadura roja y negra, y mi

compañero de toda la vida sobre sus hombros. Su cabello oscuro se movía
con la brisa, su capa ondeaba tras ella, la mujer que había captado mi mirada
y la había mantenido.
Su mirada se encontró con la mía al sentir mis pensamientos, al sentir mi

admiración. —¿Estás bien?
—Sabes que estoy bien.
365
—Me refiero a tu padre.
—Mis hermanos pueden continuar su relación con él. Pero yo he elegido no

hacerlo.
En vez de aliviada, parecía disgustada. —Nada ha cambiado entre nosotros...
—Esa no es la cuestión.
—Sé que lo que hizo estuvo mal, pero es tu padre....
—No se disculpó conmigo.
Ahora estaba callada.
—No lo siente. No lamenta haberme lastimado. No lo siente por nada. Prefirió

ignorar el asunto o poner excusas.
Ella todavía no tenía nada que decir.
—No quiero volver a hablar de esto.
—¿Le dejarás sentarse en el trono si ganamos?
La muerte sería lo único que lo detendría en este momento, y no estaba

dispuesta a cruzar esa línea. —No me importa lo que haga.
366
Capítulo 30
LARISA
Éramos demasiados para tomar la misma ruta hacia los reinos. Algunos
íbamos por debajo de la montaña a través del pasadizo oculto y el Bosque
Muerto, pero otros tomaban el camino más peligroso por encima de la
montaña. Ahora que el invierno había terminado, la nieve no se interpondría
en su camino, así que era mucho más fácil pasar por ahí.
Llegamos a los valles y a Raventower, el primer reino más cercano a

Grayson, y seguimos adelante. Había reinos más pequeños y aldeas fuera
de la ciudad principal, pero Magnion era el centro del reino, donde el Alto
Rey Orión gobernaba sobre los reinos más pequeños. Hacía mucho tiempo
que los demás reinos se habían trasladado tras la protección de la nueva
muralla a cambio de renunciar a su soberanía. Había otros reyes, pero sus
títulos eran sólo para preservar su línea y estatus. En realidad, no
significaban nada, no cuando un verdadero rey gobernaba sobre todos los
demás.
367
Estaba seguro de que el Rey Orión estaba muerto en ese momento. El Rey
Lobo lo habría matado en cuanto hubiera invadido sus reinos.
Probablemente lo decapitó y se comió su cabeza sólo para asustar a todo el
mundo.
La muralla se veía a lo lejos, más alta que la mayoría de los castillos,

impenetrable desde el exterior. Mi visión nocturna me permitía ver cosas en
la oscuridad total a grandes distancias. Estaba seguro de que podíamos
verlos, pero ellos no podían vernos en absoluto.
Teníamos que volar las paredes para entrar, pero apuesto a que los hombres
lobo simplemente usarían sus garras para trepar por el borde, como putas
cucarachas.
Viper maniobró su caballo para llegar al lado de Kingsnake. —Colocaré los

dispositivos y haré que los hombres los detonen simultáneamente. En ese
momento, tendremos que dividirnos en los tres grupos para que todos
estemos listos para cargar una vez que el camino esté despejado.
—Entendido —dijo Kingsnake.
—Viajaremos a pie para evitar ser detectados. —Viper desmontó su caballo,

reunió a sus hombres y sus provisiones, y partió.
Ahora esto realmente se hizo real.
Kingsnake se reunió con Cobra y su padre. —Separemos nuestros ejércitos.

Una vez que esos muros caigan, cargamos. Aquellos con caballos van
primero para despejar a la gente en nuestro camino.
368
—Entendido. —Cobra le asintió. —Buena suerte, hermano.
Kingsnake se lo devolvió. —Buena suerte, hermano.
Su padre apartó el caballo y no dijo nada.
Kingsnake volvió su atención hacia mí. —Necesito que te muevas a la

retaguardia ahora, cariño.
Era hora de despedirse.
Me quedé sobre mi caballo y le miré fijamente, sin saber qué decir.
Estaba vacío, sin emoción alguna, como si fuera un día cualquiera.
Sospeché que me había despejado la mente, que había intentado

asegurarme que no había nada de qué preocuparse.
Pero me preocuparía de todos modos. —Por favor, ten cuidado.
—Sabes que lo tendré.
No pude abrazarlo en el caballo. No pude besarle. Sólo mirarlo fijamente. —

Te amo.
Un rubor de emoción lo recorrió, como cada vez que lo decía. —Yo también
te amo, cariño.
Tiré de las riendas de mi caballo y me fui a la retaguardia, lejos de las filas

de soldados, lejos de mi marido, el rey que llevaría a nuestro pueblo a la
victoria... o a la derrota.
369
***
Me quedé en la retaguardia con el pequeño ejército que Kingsnake había

desplegado para protegerme. Fang estaba envuelto alrededor de mis
hombros, sus ojos enfocados hacia adelante mientras esperaba que los
explosivos hicieran agujeros en las paredes.
—¿Tienes miedo?
No.
—¿Crees que estará bien?
Kingsssnake ha sobrevivido a muchas batallas.
—¿Pero alguna de las batallas fue así?
Esta es la primera vez que los hombres lobo son nuestros enemigos.
—¿Y eso no te asusta?
Tengo fe. Como tú deberías tenerla.
De repente, el mundo tembló cuando el primer explosivo catapultó bloques

de piedra hacia el cielo. Ocurrió tan rápido, pero todo se movió tan despacio.
Las piedras parecían flotar en el aire antes de volver lentamente al suelo.
Entonces, el segundo y el tercer muro estallaron simultáneamente, con un
370
sonido ensordecedor. Mi caballo se asustó, se movió y se dio la vuelta,
pisando la tierra con los cascos, angustiado.
—No pasa nada, cariño. —Tiré de las riendas para que se quedara quieto.
Vi a los ejércitos cargando en la oscuridad, tres líneas distintas de soldados

de Etéreos y vampiros que se dirigían a la ciudad para matar a todo el que
se interpusiera en su camino. Permanecí a una distancia segura, protegida
por mi propio cuerpo de caballería, pero la visión era tan estresante que me
sentí aliviada de que Kingsnake me hubiera pedido que me quedara atrás.
—Está pasando...
—¡Hooowwwwlllll!
—¡Hooowll!
—Hooowwwllll.
Como perros aullando a la luna llena, los gritos de los hombres lobo
atravesaron el cielo.
371
Capítulo 31
KINGSNAKE
Cabalgué con fuerza por las calles con mis hombres detrás de mí. En cuanto
se abrió la primera brecha en la muralla, los cuernos sonaron en la noche
para señalar nuestra entrada. Los arqueros se apresuraron a coger sus arcos
y flechas y dispararon contra nosotros cuando entramos en la ciudad.
Yo estaba lejos de su fuego, así que seguí cabalgando con fuerza,

dirigiéndome directamente al castillo, en la retaguardia. Mi padre, Cobra y
yo iríamos directos al castillo para acabar con el Rey Lobo y poner fin a esta
batalla rápidamente para reducir el número de vidas perdidas. Viper y Clara
dirigirían a nuestros soldados para hacer frente a la furia que los hombres
lobo y los hombres nos lanzarían.
No estaban preparados para nuestro ataque, así que sus soldados a pie
tardaron en entrar en la ciudad para enfrentarse a nuestras espadas. Para
entonces, yo ya había cabalgado calle arriba, con un grupo de mis guardias
detrás, corriendo entre los humanos que gritaban y se retiraban a sus casas.
Esperaba que Cobra tuviera la misma facilidad que yo.
372
El castillo estaba a la vista y fue entonces cuando vi aparecer a los hombres
lobo. Como gárgolas, pululaban por toda la torre del homenaje, como si
treparan con lo puesto. Enormes criaturas de ojos negro-oliva que brillaban
a la luz de la luna.
Vigilaban la entrada del torreón, y eso me decía exactamente lo que

necesitaba saber.
El Rey Lobo estaba dentro.
Bajé del caballo y corrí escaleras arriba, con mis hombres detrás. Mi espada
estaba desenvainada y la hice girar con la muñeca, lista para cortar pieles y
músculos. Soltaron gruñidos y rugidos, pero permanecieron junto a la
puerta.
Más vampiros subieron las escaleras conmigo, y entonces se vieron

acorralados.
Se produjo un enfrentamiento, breve, porque entonces empezó la lucha.
Dos se abalanzaron sobre mí a la vez, y esquivé el poderoso zarpazo que me

habría golpeado contra la columna. Le asesté un tajo con la espada en el
tobillo al de la derecha, que se tambaleó hacia un lado, dándome tiempo
para asestarle un tajo en el cuello al otro. —¡A por el tobillo! —Sus piernas
se doblaban en sentido contrario a las nuestras, así que el corte en la parte
posterior del talón les hizo perder todo el sentido del equilibrio.
373
Vampiros y hombres lobo cayeron al suelo, formando montones de
cadáveres mientras seguíamos luchando por entrar en el castillo que
albergaba al cobarde que prefería esconderse tras las puertas cerradas.
Los demás bajaron de lo alto del castillo, y uno saltó sobre mí.
Me tiraron al suelo, mi espada salió despedida de mis manos y aquella bestia

feroz se dejó caer sobre mi pecho para que no pudiera moverme. Me gruñó,
escupiendo sobre mi placa pectoral como gotas de lluvia. Su aliento caliente
me bañaba, y no de la forma cariñosa de una mascota.
Cogí mi daga y le apuñalé en la pierna una y otra vez, pero él gritó y se quedó
encima de mí, a punto de arrancarme la cabeza de un mordisco.
Entonces una espada le atravesó el pecho, haciendo que se quedara inmóvil,

y se desplomó en el suelo a mi lado.
Con un rápido vistazo a la hoja, la empuñadura dorada y la malaquita negra

me dijeron exactamente de quién era. La arranqué de la carne de la bestia
y me giré para ver a Cobra a cuatro metros de distancia, con un montón de
cadáveres a su alrededor. Le lancé la espada y la cogió con una sola mano.
—Gracias.
—Me debes una. —Se dio la vuelta y continuó la lucha.
Otro hombre lobo saltó hacia abajo, pero esta vez lo esquivé rodando para
apartarme. Le atravesé el tobillo con mi espada, y en vez de hacerle un
simple corte, se lo seccioné directamente.
374
Gritó como un perro pateado, incapaz de mantener el equilibrio sobre los
huesos. Se volcó y otro vampiro le apuñaló en el cuello.
El peligro inmediato había pasado, pues los hombres lobo que trepaban por
el castillo habían sido derrotados. Cuando me volví para mirar la ciudad, vi
vampiros luchando contra humanos y hombres lobo en las calles. Había
arqueros en algunos edificios, disparándose unos a otros y a la multitud.
Cobra trotó hacia mí. —Tenemos que derribar esta puerta y entrar en el
castillo.
—Pensé que los humanos se volverían contra ellos.
—Tal vez lo hagan una vez que el Rey Lobo esté muerto. —Cobra comenzó
a dar órdenes. —Derriben ese pilar. —Era de madera, caoba profunda,
tallada con ciervos y osos porque los humanos siempre habían estado
obsesionados con la caza.
Los vampiros trabajaron para cortarlo hasta que se derrumbó como un

nuevo árbol caído.
—En marcha.
Todos cogimos el pilar y empezamos a embestirlo contra la puerta.
La puerta no se movió, como si fuera una pared sólida.
Lo hicimos una y otra vez, pero no cedía.
Mi padre apareció, con la armadura manchada de sangre por haber

masacrado a todos los hombres lobo y humanos que se cruzaron en su
375
camino. Enseguida se dio cuenta de nuestra intención y ordenó a sus
hombres que nos ayudaran. Ocupó un lugar en la parte delantera y nos
ayudó a embestir las puertas.
Finalmente, se movieron un poco.
—¡Otra vez!, —gritó mi padre.
Seguimos embistiendo el pilar de madera contra la puerta, con nuestros

hombres detrás para cubrirnos las espaldas. Hicieron falta cinco minutos
para que la puerta cediera en las bisagras, para que el material se abollara
por nuestra fuerza.
Finalmente, la puerta se abrió y la mitad cayó de la bisagra.
—Adelante. —Mi padre fue primero con sus hombres, y las flechas
rebotaron inmediatamente en su armadura porque nos esperaba un asalto.
Entramos en tropel, arqueros humanos por todas partes, lloviendo flechas

sobre todos nosotros. No fueron más que un sacrificio, porque una vez que
los vampiros se abalanzaron sobre ellos, fueron abatidos donde estaban,
otro cementerio de huesos.
—Separémonos. —Mi padre llevó a sus hombres en una dirección.
—Vamos. —Asentí a Cobra, y ambos nos dirigimos por otro camino,

entrando en el castillo con candelabros bajos por todas las habitaciones,
gruesas alfombras en granate y azul noche, retratos del rey cazando en la
naturaleza, y grandes chimeneas que podían asar un jabalí entero.
376
Avanzamos por las habitaciones vacías hasta que nos acercamos a otro
conjunto de puertas dobles, aún más grandes que las que habían prohibido
la entrada al castillo.
—Debe de ser la sala del trono —dijo Cobra—. La pequeña zorra está
escondida.
Me moví alrededor de la habitación, para ver si había otra forma de entrar,

pero todo lo que encontré fue una pared sólida que encerraba cualquier otra
habitación. En lo alto, hacia el techo, había vidrieras, pero debían de estar al
menos a seis metros de altura, inaccesibles. —Tendremos que derribar esta
puerta también.
—¡Hooowwwwwlllll!
Ambos nos giramos al oír el sonido, escuchándolo desde el frente.
Cobra me miró. —Emboscada.
—Nos han acorralado. —Me volví hacia los hombres. —Cerrad el paso con
lo que encontréis. Arqueros, preparen sus arcos.
Los hombres lobo entraron en tropel, por detrás, al menos tres docenas, y
no teníamos espacio suficiente para luchar.
Entonces las puertas detrás de nosotros se abrieron al mismo tiempo, y más

vinieron de la retaguardia.
—Mierda —dijo Cobra—. Esto no es bueno.
377
Aplasté a los que venían por la retaguardia, confiando en nuestros hombres
para eliminar a los que entraban por la parte delantera del castillo.
Cobra recibió un puñetazo en la cara tan fuerte que rodó por el suelo. Se le
cayó la espada y, cuando la cogió, otro hombre lobo se la quitó de una
patada y se burló de él.
Sólo tuve un segundo para reaccionar y, con todas mis fuerzas, atravesé con
mi espada el estómago de mi enemigo, de modo que sus entrañas se
desparramaron. Agarré mi daga y la lancé al ojo del monstruo que estaba a
punto de llevarse la cabeza de mi hermano. Al otro le di con mi espada,
haciéndole caer justo al lado de Cobra.
Cobra aprovechó el hueco y se arrastró hasta su espada, dándose la vuelta

justo a tiempo para apuñalar a la bestia que estaba a punto de descender.
El cuchillo le atravesó la columna vertebral y desapareció de inmediato. —
Gracias.
—Ahora estamos a mano-
Un hombre lobo más fuerte que todos los demás me agarró y me lanzó al
otro lado de la habitación, cuatro metros por los aires, haciendo que mi
cuerpo golpeara la pared con tanta fuerza que mi armadura se hundió
ligeramente. Caí al suelo, y eso me dejó sin aliento.
—Rey de los Vampiros. —El Rey de los Hombres Lobo medía dos metros,
más alto que todos sus hermanos, y su pelaje era negro como la
medianoche, mientras que todos los demás eran una mezcla entre gris y
negro. —Señor de la Oscuridad. Y pronto, Señor de la Muerte.
378
Me puse en pie con la espada en la mano, negándome a mostrar debilidad
por la forma en que me había tirado como a un puto muñeco de trapo.
Cobra luchaba contra dos hombres lobo a la vez, intentando llegar hasta mí
pero incapaz de liberarse.
El Rey Lobo me miró con desprecio. —¿Crees que no lo sabía? —Se acercó,
con sus ojos negros como el aceite. —¿Crees que Raventower es lo bastante
fuerte como para derrotar a mi ejército él solo? No, sabía que venías,
Kingsnake, y deberías haber supuesto que lo sabía.
Hice girar la espada alrededor de mi muñeca y me moví hacia un lado,

preparado para que arremetiera y así poder encontrar una abertura. El cuello
y los tobillos eran sus puntos débiles, pero esto sería más difícil porque él
era más grande... y más fuerte.
—Quieres jugar. —Se apretó en su postura defensiva, las orejas dobladas

hacia atrás, los dientes extendidos.
—Quiero matar.
—Adelante. —Se abalanzó sobre mí, pero sucedió muy rápido.
Sin saber cómo, salí despedido por la habitación y contra otra pared, a tres
metros de altura. Mi espalda chocó contra la madera, me hundió más la
armadura y aterricé con fuerza contra la baldosa.
Una risa fría salió de su boca, allí de pie mientras los hombres lobo y los
vampiros luchaban entre sí, los cuerpos amontonándose unos sobre otros.
379
—¡Kingsnake! —Cobra intentó liberarse, pero un hombre lobo vino por
detrás, y se vio obligado a salvar su propio cuello ya que no podía salvar el
mío.
Joder, podría morir.
El Rey Lobo se acercó. —Ningún vampiro puede matarme.
Estaba de pie, mirando a un enemigo un metro más alto que yo, con una
masa muscular varias veces superior a la mía. Me lanzó como si no pesara
nada, como si mi armadura fuera un conjunto de plumas tejidas.
—¿Creías que serías la excepción? —me preguntó riendo. Ahora sólo

estaba jugando conmigo, sabiendo que no era una pelea justa, que no tenía
ninguna posibilidad de matarlo, así que más le valía joderme. Se acercó,
separándome de los demás. —Te arrancaré la cabeza de los hombros y la
clavaré en una pica para que todo el mundo pueda verla, incluida esa presa
que has convertido en tu mujer.
Me sentí mal, no por mi muerte inminente, sino por el dolor que dejaría tras
de mí. Pero no rogaría por mi vida. No le pediría a Fang que me salvara, no
cuando estaba demasiado lejos e impotente ante este monstruo.
Tenía que luchar.
Cogí mi daga y la lancé tan rápido como pude, apuntando a su corazón.
Él fue más rápido, inclinó el brazo y recibió el puñal en el antebrazo. Giró el

brazo hacia delante y hacia atrás para ver la hoja y la gota de sangre que
manchaba su pelaje. Era intrascendente para él. Absolutamente.
380
Volvió a mirarme. —Un poco de cosquillas. —Sacó la daga y la tiró a un lado.
Los hombres lobo no podían hablar en su forma de lobo, pero por alguna
razón, éste sí podía, y eso lo hacía aún más siniestro.
Se abalanzó sobre mí y, de milagro, lo esquivé y le atravesé el costado con

mi espada.
Pero inmediatamente me agarró y me lanzó de nuevo, arrojándome contra

la pared del otro lado de la habitación.
Volví a desplomarme, y fue entonces cuando reconocí las heridas bajo mi

armadura. Me golpearía hasta que no pudiera mantenerme en pie, tan
agonizante como para moverme, y entonces me arrancaría la cabeza de los
hombros y se comería mi cadáver.
No había salida.
Fang. Me puse en pie y agarré mi espada. Dile que lo siento... y que la amo.
¡Nooooo!
Apagué mi mente para no tener que escuchar su dolor. No tendría que

escuchar cualquier mensaje que Larisa tuviera a cambio. Con mi espada
agarrada entre los dedos, me enderecé y me enfrenté a mi enemigo,
negándome a rendirme hasta que estuviera muerto.
—Tienes más agallas de las que pensaba —dijo—. Lástima que tendré que
rompértela. —Se abalanzó sobre mí y yo me aparté, clavándole la espada
381
en el costado. Pero eso no le frenó, y me agarró con su zarpa y me estampó
contra el suelo antes de lanzarme de nuevo.
Esta vez, caí al suelo y no me moví.
Mi espada seguía en su cuerpo, y él la dejó allí, como una insignia de honor.
Se acercó, sus pies se oían contra las baldosas, incluso por encima del ruido
de la batalla.
Me empujé hacia arriba, pero a duras penas, todo temblando, los huesos
rotos. Resbalé y mis rodillas golpearon la baldosa.
—Casi me siento mal. —Se burló de mí, con una sonrisa dentada.
Me obligué a levantarme, a morir de pie en lugar de débil en el suelo. Pero

necesité todas mis fuerzas para mantenerme en pie. Necesité todas mis
fuerzas para no derrumbarme y dejarle terminar su tortura.
Me agarró por el pecho y me obligó a levantarme del suelo, sujetándome

como si no pesara absolutamente nada. Luego me cogió por la cabeza y me
clavó las garras en el cuello y la mandíbula, sacándome sangre mientras se
preparaba para hacerme pedazos. —¿Algunas últimas palabras, Rey de los
Vampiros y Señor de las Tinieblas? —Se burló de mí, se burló de mí al borde
de mi muerte.
—Que te jodan.
Un gruñido brotó de su boca abierta, y se movió para retorcerme la cabeza.
Pero entonces gritó y me dejó caer al suelo.
382
Volví a golpear la baldosa y miré para ver a mi salvador, esperando que no
fueran Fang y Larisa.
—No toques a mi hijo. —En su armadura negra con la Serpiente Dorada en

el pecho, mi padre blandió su espada hacia la rodilla del hombre lobo y luego
al estómago. Sólo tuvo un instante, el hombre lobo estaba tan distraído por
el inesperado ataque que bajó la guardia.
Me obligué a levantarme y agarré mi daga, impulsándome hacia delante para

apuñalarle donde pudiera.
El rey lobo agarró a mi padre y lo arrojó contra la pared, igual que había
hecho conmigo.
Le clavé la hoja justo en el tobillo, una y otra vez, desgarrando los tendones
y la carne.
—¡Hooooowwwwwwllllllll! —Chilló como el animal herido que era y cayó de

lado, manando sangre de la herida.
La herida no lo mataría, así que salté encima de él y agarré mi espada que

aún tenía en el estómago. La agarré por la empuñadura justo cuando sus
ojos se abrieron de terror. Estaba a punto de apartarme de un manotazo
cuando saqué la espada y se la clavé en la parte delantera del cuello,
atravesando la espina dorsal que unía la cabeza al cuerpo.
Quedó inerte, muerto al instante.
Ahora que había terminado, mi cuerpo no podía más, así que me desplomé
en el suelo, de pura agonía por las costillas rotas, la pierna rota, el brazo
383
roto... todo estaba roto. La lucha continuaba a mi alrededor, espada contra
espada, gritos de terror mientras vampiros y hombres lobo perdían la vida.
Mi mente empezó a desvanecerse. Mis ojos se cerraron.
—Hijo. —Sentí una mano contra mi pecho y luego unos dedos cálidos contra
mi piel fría. —Hijo, quédate conmigo. —Me dio una sacudida.
Mis ojos se abrieron de nuevo, pero momentáneamente.
—Siento lo que hice.
Oí las palabras, pero mi mente estaba en una neblina demasiado profunda

para importarme.
—Te amo, hijo.
Mis ojos se cerraron. Y no volvieron a abrirse.
384
Capítulo 32
LARISA
Fang no intentó disuadirme.
Cabalgué por las calles en dirección al castillo, esquivando los combates que
se libraban a ambos lados. Los Hombres Lobo atacaban a los Vampiros
Serpiente y a los Vampiros Cobra. La armadura blanca de los Etéreos estaba
amontonada por todos los muertos. Todo eran gritos, alaridos y aullidos.
Estábamos a mitad de camino cuando comenzaron los aullidos.
—¡Hoooowwwwl!
—¡Hooowlll!
—Hooowwwwlll.
Los hombres lobo estaban en los tejados y en lo alto del castillo, emitiendo
sus llamadas para que los demás las oyeran. Debía de significar algo, porque
los hombres lobo empezaron a correr por las calles hacia la puerta principal.
385
La lucha cesó cuando emprendieron el éxodo. Pasaron junto a mí,
ignorándome en mi caballo.
El Rey de los Hombres Lobo está muerto.
—¿Entendiste eso?
Entiendo una rendición cuando la veo.
Continué galopando por el camino hacia el castillo, agarrando las riendas

como si mi vida dependiera de ello. —¿Puedes alcanzarlo?
No.
Tenía lágrimas calientes en los ojos, sabiendo que había ocurrido lo peor.
Kingsnake nunca me diría eso a menos que fuera el final. No me torturaría si
hubiera alguna esperanza de que sobreviviera.
Salté del caballo cuando llegué y corrí hacia el castillo. —¡Kingsnake! —Corrí
por las habitaciones vacías, pasando entre los hombres lobo y vampiros
muertos, sin ver a mi marido entre ninguno de ellos. —¡Kingsnake!
—¡Aquí! —Era Cobra.
Corrí, Fang deslizándose detrás de mí.
Casi tropiezo cuando entré por la puerta. —¿Dónde está?
Cobra tenía el semblante sombrío, pálido como el invierno. Clara estaba

detrás de él, con los brazos cruzados sobre el pecho, sin dirigirme la mirada
a propósito.
386
—¿Dónde está? —Las lágrimas brotaron y se derramaron por mis mejillas,
la verdad tan clara como las palabras en una página.
—Luchó contra el Rey Lobo y venció, pero....
—Oh, no... —Me tapé la boca con la mano para ahogar las lágrimas.
—Fue golpeado severamente...
—¿Dónde coño estabas? —le espeté. —¿Por qué no le ayudaste?
Mantuvo la voz firme. —Lo intenté... pero no pude.
—No lo intentaste lo suficiente.
—Todavía respira, Larisa. Puede que se recupere. Puede que no... no lo sé.
—Él... todavía está vivo.
—Sí.
Fang ya se había ido, deslizándose por las baldosas hacia otra zona de la
habitación.
Me aparté de Cobra y le seguí, encontrando a Kingsnake en el suelo, con la

cara tan ensangrentada que estaba irreconocible.
Su padre estaba allí, quitándole la placa del pecho, tan dañada que parecía
que una manada de caballos la hubiera pisoteado bajo mil cascos.
Caí de rodillas a su lado y vi cómo su pecho subía y bajaba profundamente,

como si sufriera un dolor inimaginable.
387
Su padre no dijo nada. No me miró. Sólo se afligió.
Mi mano buscó la suya y la agarré. —Estoy aquí…—Lágrimas silenciosas

cayeron por mis mejillas.
Su padre le puso la mano en el hombro. —Vamos, hijo.
Fang le rodeó la cabeza y los hombros, y apoyó la cabeza en uno de los

brazos de Kingsnake. Cerró los ojos y dos lágrimas amarillas brotaron de las
comisuras.
Nos sentamos juntos, todos rezando para que el hombre al que amábamos
volviera con nosotros.
***
Lo llevamos a una habitación vacía del piso de arriba, incapaces de

devolvérselo a Grayson en su estado. Me senté junto a su cama con Fang,
alimentándolo con sangre y vigilándolo para asegurarme de que seguía
respirando.
No había dormido en tres días.
Temía demasiado que si lo hacía, me despertaría... y él se habría ido.
388
Su padre y sus hermanos vinieron de visita, se quedaron mirando su cara
dormida. No me hablaron. Yo no les hablé.
Ya me sentía viuda.
Cobra entró en la habitación, ya sin armadura ni uniforme, sino con ropa de

calle normal. La batalla se había ganado hacía días. Los hombres lobo habían
vuelto a sus guaridas. Los humanos habían limpiado la ciudad que habíamos
destruido y liberado. La vida continuaba, pero no para mí.
Cobra acercó una silla y se sentó al lado de su hermano. Así pasaban todas
las visitas: en silencio. Se miraba las manos en el regazo y ni siquiera miraba
a su hermano. —El Rey Lobo medía dos metros y medio... era más grueso
que doce bueyes juntos....
—No quiero oír esto.
—Luchó valientemente. Si hubiera sido yo... no habría durado tanto.
—Para.
—Él todavía está aquí, Larisa. —Levantó la barbilla y me miró. —Si ha

aguantado tanto... creo que saldrá adelante.
—Por favor, no me des esperanzas.
—Creo que esperanza es exactamente lo que necesitamos. —Sus ojos se

desviaron hacia su hermano. —Su cara se ve mejor.
El cambio era difícil de ver para mí, porque lo miraba todos los días, todo el
día.
389
—¿Has comprobado sus huesos?
—No quiero ver.
—¿Quieres que lo compruebe?
—Sólo déjalo en paz. —Si su cuerpo podía sanar, sucedería naturalmente.

No quería tocar nada y causarle dolor. Yo no quería hacer nada para
interferir con su curación.
Cobra se quedó en silencio.
—Lo siento... por lo que dije antes. —Había culpado a Cobra por el estado
de Kingsnake, y eso no estaba bien. —Sólo estaba molesta...
—Está bien, Larisa —dijo con voz vacía. —Debería haberlo intentado más.
—Habrías ayudado si hubieras podido.
—Ojalá fuera yo en vez de él... viva o muera.
Mis manos se agarraron entre sí mientras el dolor se apoderaba de mí. Me

miré los dedos, obligándome a mantener la compostura. —¿Qué está
pasando ahora? —Si no cambiaba de tema, me derrumbaría.
—Mi padre se ha convertido en Rey de los Reinos. A cambio de su liberación,

él los gobernará. Sus vidas se reanudarán como antes, pero habrá que hacer
sacrificios, una eterna gratitud por lo que hemos hecho aquí.
—Los humanos no deberían ser gobernados por un vampiro...
390
—Estoy de acuerdo. Pero no me importa lo suficiente como para detenerlo.
A nadie le importa.
A Kingsnake le importaría... si pudiera importarle.
391
Capítulo 33
KINGSNAKE
El Rey Lobo me gruñó. —Siento lo que hice. —Volvió a gruñir. —Hijo,

quédate conmigo. —Pasó sus garras por mi cuerpo, arrancándome la
cabeza. La vi en el suelo, mirándome con expresión horrorizada.
Me incorporé de un tirón y me quedé mirando una pared oscura, respirando

con dificultad, con la ropa empapada en sudor. Tardé varios segundos en
comprender que estaba en una alcoba. La luz de la luna entraba por la
ventana abierta. No tenía ni idea de dónde estaba, pero sabía que estaba
vivo.
Kingsssnake, estoy aquí. Fang se apoyó en la cama, con sus ojos amarillos
como velas brillantes en la oscuridad. No se deslizó sobre mi cuerpo para
acercarse a mí, por miedo a tocarme.
—Larisa…—La busqué, encontrándola dormida en la silla junto a mi cama.
Llevaba cuatro días ssin dormir.
—Estoy vivo...
392
Sssí.
Fang debió de despertarla, porque dio una sacudida al despertarse, abrió

los ojos de golpe y buscó los míos. Cuando nuestras miradas se cruzaron,
dio un suspiro tan profundo que parecía haber estado bajo el agua hasta que
sus pulmones pidieron aire. Abandonó la silla y se acercó a mí. Me cogió la
cara con las manos mientras sus mejillas se llenaban de lágrimas.
Se me humedecieron los ojos al verla llorar por mí, testigo de todo el dolor
que le había causado. —Lo siento.
—No pasa nada. Estás aquí. —Acercó su cara a la mía y apretó un beso en
mi frente, siendo lo más suave posible, como si yo fuera frágil como el cristal.
—Estás aquí conmigo.
***
Me senté sobre las almohadas que Larisa me había proporcionado,

consciente pero todavía muy dolorido. Cuando moví la pierna, me estremecí
al darme cuenta de que seguía rota. También el hombro. También las
costillas. Si estaba mejor que hacía cinco días, no notaba la diferencia.
Viper fue el primero en verme. Se acercó a mi cama y me cogió el hombro,

pero en el último segundo se lo pensó mejor. Retiró la mano antes de
tocarme. —¿Cómo te sientes?
393
—Terrible. —Lo peor que había sentido nunca, al menos físicamente.
Fang estaba hecho un ovillo a mi lado, acompañándome a todas horas.
Larisa se había vuelto a quedar dormida en la silla después de avisar a todos

de que me había despertado.
Viper la miró, con su pequeño cuerpo acurrucado en el sillón. —Quizá

debería volver más tarde.
—Creo que se ha quedado inconsciente, —dije—. Es la primera vez que se

permite dormir profundamente en cinco días.
Asintió. —Sí, ha sido un desastre. —Viper nunca había sido bueno con las
palabras, y no era bueno con ellas ahora. —Nunca he estado tan asustado.
—Lo sé.
—No sabía lo que iba a pasar.
—Estoy sorprendido de estar vivo, para ser honesto. —Cuando cerré los
ojos por última vez, pensé que era el final. —¿Qué ha pasado?
—¿Larisa no te lo dijo?
—No hablamos mucho... —Todo eran miradas y lágrimas. Se habría hecho

el amor si fuera capaz de ello.
—Los hombres lobo huyeron de los reinos después de que mataras a ese
perro. Padre tomó la corona, diciendo que su subyugación es un intercambio
394
justo por su liberación. Su forma de vida no cambiará mientras le paguen
por su sacrificio.
—¿Por qué no me sorprende...
—¿Cómo creció tanto el Rey Lobo?
—Ni idea. —No podía creer que hubiera durado tanto. —¿Los persiguieron?
—Los dejamos ir. Estábamos más concentrados en ti.
Asentí en señal de comprensión.
—Va a pasar un tiempo antes de que puedas moverte.
—Lo sé, —dije—. Pero estoy vivo... así que puedo ser paciente.
***
Larisa se duchó y se cambió de ropa. Era la primera vez que se cuidaba

porque había tenido demasiado miedo de separarse de mí. Ahora llevaba un
vestido, el pelo castaño limpio y peinado. Me daba regularmente viales de
sangre, donaciones de los humanos que habíamos liberado.
Me traía analgésicos que solía utilizar en Raventower. Lo mezclaba con la

sangre que me daba para enmascarar el sabor y, cuando hacía efecto, por
395
fin me relajaba. El dolor constante me impedía conciliar el sueño, pero una
vez que me lo quitó, pude descansar.
Por fin hice la pregunta que me rondaba por la cabeza. —¿Por qué no ha
venido mi padre a visitarme?
Se sentó en la silla junto a mi cama, sin compartirla conmigo porque temía

que presionara accidentalmente algo que no debía y me hiciera daño. —No
estaba seguro de si querrías hablar con él. Le dije que le avisaría si
preguntabas por él.
La miré fijamente a la cara, sintiendo a la vez rabia y afecto por mi padre.
—No quería disgustarte mientras tratas de curarte.
—Quiero verle.
—De acuerdo. —Dejó la silla y salió de la alcoba.
Fang se encaramó para encontrarse con mi mirada. Te sientes mejor si

quieres verlo.
Supongo.
Lo morderé sssi quieress.
No será necesario, Fang.
Volvió a enroscarse en la bola.
396
Un momento después, entró mi padre. Larisa debió quedarse en otro sitio
porque no se unió a nosotros. Con su uniforme de rey, se acercó, su mirada
de afecto sustituyendo su frialdad típica. Se acercó a mi cama y me puso la
mano en la nuca, agarrándome como cuando era niño, en uno de los pocos
lugares donde no estaba herido. —Tienes mucho mejor aspecto.
—Tengo mejor aspecto del que siento. Aún tengo los huesos rotos.
—Lleva tiempo. Hay muchos más traumas que esos huesos rotos que tu
cuerpo tiene que curar. —Me soltó y se sentó en la silla que Larisa había
dejado libre. Tenía un tobillo apoyado en la rodilla opuesta y las manos juntas
delante de él, con los codos apoyados en los reposabrazos. Me miró
fijamente.
Yo le devolví la mirada. —Gracias... por salvarme.
—No me des las gracias, hijo.
—¿Estabas herido?
—Un rasguño en comparación contigo.
—Le vi lanzarte contra la pared.
Se encogió de hombros sutilmente. —No he vuelto a ser el que era, pero lo

seré. Fueran cuales fueran las consecuencias, merecieron la pena. Tu vida
es más valiosa de lo que jamás será la mía.
No sabía que se sentía así. Nunca compartía afecto conmigo, ni física ni

verbalmente. —Me alegro de que estés bien.
397
Su mirada absorbió la mía durante un rato. —¿Lo dices en serio?
Asentí.
—¿Me perdonas?
—Sí.
Respiró, el aire entró rápido pero salió despacio. —Gracias.
—Viper me ha dicho que has tomado los reinos para ti.
—Así es.
—¿Crees que es prudente?
—No importa si es sabio. Es el trato que hicimos.
—Si gobiernas los reinos, entonces todo este continente es territorio

vampiro.
—Como debe ser. —Se relajó en la silla, con las manos agarrando los bordes
de los reposabrazos ahora que hablábamos de negocios.
—Tenemos nuestros reinos, padre. ¿Podemos dejar a los humanos en paz?
—Los etéreos son los que les quitaron esa paz cuando los envenenaron.
Puedo proteger a los humanos de los hombres lobo. Sólo puedo tomar lo
que necesitamos. Puedo prevenir un ataque a los vampiros. Mantener a tus
amigos cerca... y a tus enemigos más cerca.
398
Nada de lo que dijera le haría cambiar de opinión, así que opté por dejarlo
estar.
—Viper y Cobra han comenzado a distribuir el veneno. Deberías ver la línea.
—¿Tenemos suficiente?
—No estoy seguro. Incluso si no lo hacemos, la mayoría de los humanos

serán inmunes ahora, y eso es todo lo que importa. Los otros morirán, pero
los más fuertes sobrevivirán. Con el tiempo, esta enfermedad desaparecerá.
Todo estará bien con el mundo, una vez que estés bien.
***
Estuve en cama durante semanas.
Semanas.
El mayor tiempo que había estado consumido por una lesión. O en mi caso,
lesiones. Sería fácil para mí estallar en mi frustración, pero recordé el
momento en que me di cuenta de que iba a morir. El momento en que le dije
a mi mujer que la amaba por última vez. El dolor que sentí en ese momento
fue infinitamente peor que el que sentía ahora.
Esto no era nada.
399
Me senté en la cama y jugué a las cartas con Fang mientras Larisa se sentaba
en el sillón, leyendo un libro.
Fang dejó su última carta.
—Vaya, eres bueno en esto.
Te lo dije. Metió y sacó la lengua.
Larisa no apartó los ojos de las palabras de la página. —Hace trampas.
Mientessss.
Cogí las cartas y las devolví al montón antes de barajarlas. Mis huesos rotos
se habían realineado y solidificado, pero el dolor me decía que necesitaba
más tiempo antes de poder ponerme la armadura y salir de allí.
Otra ronda.
—Me has pateado el culo tres veces seguidas.
¿Y?
—No me interesa que sean cuatro.
Entonces mejórate.
Puse las cartas en la mesilla de noche.
Fang acurrucó el cuerpo y me lanzó esa mirada decepcionada.
400
—Te estás tomando el reposo en cama mejor de lo que pensaba. —Larisa
cerró el libro y lo dejó sobre la mesilla.
—El reposo en cama es mejor que estar muerto.
Sus ojos se suavizaron. —Lo es.
—Cuando pensé que iba a morir... me sentí como una mierda por dejarte
atrás. Prefiero el reposo en cama a eso cualquier día.
***
Mi armadura estaba demasiado rota para ser reparada, así que fue
reemplazada por una nueva. Negra y roja, con serpientes negras sobre las
piezas rojas y serpientes rojas sobre las negras. Estaba pulida y brillante, sin
marcas de batallas anteriores. Una armadura nueva para un nuevo
comienzo.
Me miré en el espejo una vez que todo estuvo seguro, más delgado de lo
que solía estar, porque estar tumbado en una cama durante tres semanas
me había debilitado el tono muscular. Pero una vez que volviera a mi rutina
anterior, volvería.
—¿Cómo estás? —Larisa habló desde detrás de mí, con su cuerpo

bloqueado por el mío.
401
Me dolía todo el cuerpo, en los lugares donde me había roto algo, pero quizá
nunca desaparecieran. —Nunca he estado mejor. —Me di la vuelta para
mirarla, para demostrarle que era el hombre que recordaba, no el tullido que
había estado atrapado en la cama.
Sus ojos se iluminaron al mirarme, inclinando ligeramente la cabeza. Se

acercó a mí y me rodeó el cuello con los brazos para besarme. Se puso de
puntillas y buscó mi boca.
Mis brazos se metieron en su cuerpo y la levantaron, poniéndola

perfectamente a la altura de mi boca para que pudiera besarme exactamente
como quería.
Dejó de tratarme como a un frágil trozo de cristal que se rompería en infinitos

pedazos al menor roce. Me abrazó como a un hombre curado, un hombre
tan fuerte como yo había sido antes de que me golpearan hasta casi
matarme. Fue una gran sensación.
Se suponía que debíamos abandonar los reinos y regresar a casa, pero

ahora que la tenía en mis brazos y su boca en la mía, me dirigí directamente
a la cama y la dejé caer sobre las sábanas.
Fang salió de inmediato y cerró la puerta con la cola.
Llevaba puesto el uniforme de viaje, así que le quité las botas y le arrastré
los pantalones por el culo hasta los tobillos. Me desabroché los pantalones
lo suficiente para que mi polla quedara libre, las placas de la armadura eran
demasiado para que pudiera bajarme más los pantalones. Pero fue suficiente
402
para atraerla hacia mí y deslizarme en su interior, finalmente reencontrado
con la mujer que amaba.
Jadeó por mí como siempre lo hacía, sus manos buscaron mis caderas
mientras doblaba las rodillas hacia su cintura.
Mis manos se aferraron a su cintura, mis pulgares se tocaron en medio de

su vientre, y empujé con fuerza, disfrutando por fin de una de las mejores
razones para estar vivo. La miré mientras la tomaba, mientras volvía a
reclamarla como mía.
Se balanceaba conmigo, jadeando y retorciéndose, con las uñas clavadas

en mi carne mientras aguantaba. —Kingsnake...
403
Capítulo 34
LARISA
Regresamos a Grayson, la nublada fortaleza costera que siempre tenía una

brisa fresca. Ahora que era vampira, apreciaba el clima más que nunca. Me
permitía disfrutar tanto del día como de la noche, al tiempo que protegía mi
piel de los dañinos rayos del sol.
Ahora que la mayoría de los humanos eran inmunes a la enfermedad, la

comida para los vampiros ya no escaseaba. Incluso después de la guerra,
seguía habiendo entusiastas, y aún aparecían más ahora que el Rey Lobo
había sido derrotado. La mayoría de ellos estaban interesados en Kingsnake,
pero él pasó de todos y se los dio a los demás.
Por primera vez, la vida era sencilla... pacífica.
Casi no sabía qué hacer con mi misma.
Kingsnake y yo continuamos nuestra luna de miel, la que había sido

interrumpida por el sabotaje de su padre, y no fue hasta una semana
404
después de nuestro regreso que salimos de nuestras alcobas y
comprobamos el bienestar de Grayson.
Kingsnake volvía a ser el de antes, sólo que con un nuevo añadido de

cicatrices de su experiencia cercana a la muerte. Entramos en su estudio,
donde trabajaba en el escritorio, y me senté en el sillón cerca del fuego.
Tenía un libro en las manos y Fang estaba acurrucado en la alfombra frente
al fuego, como un perro al que le gusta tumbarse al sol.
—¿Kingsnake? —Cerré el libro.
Kingsnake captó mi tono y no me contestó desde el escritorio. Se unió a mí

en la sala de estar, tomando asiento en el sofá y alcanzando la jarra de whisky
escocés que había allí. Llenó su vaso sin ofrecerme nada y bebió un trago.
—¿Sí, cariño?
—¿Crees que es inteligente dejar que tu padre gobierne los reinos?
Se quedó mirando el fuego. —Sabía que esto acabaría surgiendo.
—Me preocupa.
—Aunque no estuviera de acuerdo, que lo estoy, no puedo hacer nada.
—Podrías preguntar.
—Dejé muy clara mi desaprobación. Igual que mis hermanos. —Volvió a

mirarme. —Después de las batallas que hemos librado, no tengo ganas de
seguir con esto. Siento decepcionarte, pero estoy harto de pelearme con mi
padre.
405
Mis ojos se desviaron hacia el fuego.
—Si estuviera abusando de los ciudadanos o haciendo algo nefasto, sería

diferente. Pero independientemente de quién se siente en ese trono,
siempre va a ser alguien corrupto. Siempre será alguien que anteponga sus
necesidades a las de los demás. En todo caso, tal vez esto reduzca la división
entre humanos y vampiros.
Mis ojos volvieron a los suyos. —Quiero la paz tanto como tú.
—Entonces vivamos en paz. Y si se convierte en un problema, entonces nos

ocuparemos de él.
Llamaron a la puerta.
—Está abierta —dijo Kingsnake.
Cobra entró, seguido por Clara, ambos vestidos para su partida. —Es hora
de que regresemos a la Montaña. Estoy ansioso por mostrar a mi reina su
nuevo reino, así como a sus súbditos que han decidido unirse a nosotros en
la oscuridad.
Kingsnake dejó su vaso y se unió a su hermano en la entrada. —¿Y los

Etéreos que han decidido permanecer humanos?
—Volverán al bosque —dijo Clara. —Ahora que Rey Serpentine tiene lo que
quiere, dudo que vuelva a pensar en ellos. Y con suerte, los hombres lobo
nunca descubrirán su ubicación.
406
Llegué al lado de Kingsnake y me enfrenté a ellos, mi cuñado y mi cuñada.
—Me entristece que te vayas.
—A mí también. —Clara sonrió. —Pero estamos a poca distancia.
—Os visitaremos —dijo Cobra—. Pero no hemos tenido una luna de miel
apropiada...
—Lo entiendo —dijo Kingsnake rápidamente, sin querer más detalles.
Clara y yo nos abrazamos. —Hasta pronto, —dije.
—A ti también. —Me apretó antes de soltarme y luego abrazó a Kingsnake.
Todos intercambiamos abrazos, despidiéndonos después de mucho tiempo

juntos.
—Podemos hablar de esto más tarde —dijo Cobra—. Pero ha estado en mi

mente desde que nos fuimos...
—Aurelias. —Kingsnake inmediatamente enrojeció de incomodidad, el peso

sentado en su pecho.
Cobra asintió. —Sí.
—Él ha estado en mi mente también —dijo Kingsnake—. Pensé que ya

estaría de vuelta.
—Estoy de acuerdo, —dije—. Tal vez no pudo conseguir un barco o algo así.
407
—Entonces deberíamos ir a buscarlo —dijo Clara. —Si es hermano tuyo, es
hermano mío.
—Es un buen tipo, —dije—. Sólo un poco tosco...
—Entonces estamos de acuerdo —dijo Kingsnake—. Zarparemos y

buscaremos a Aurelias.
Cobra asintió. —Ven a la Montaña en una semana. Cabalgaremos hasta

Crescent Falls y navegaremos juntos. Viper puede manejar nuestros reinos
mientras estamos fuera.
Kingsnake asintió. —Suena como un plan.
Cobra y Clara salieron y nos dejaron solos en el estudio.
—¿Crees que está bien? —pregunté, amando a Aurelias como amaba a

Viper y a Cobra.
—Creo que lo está —dijo Kingsnake—. Eso es lo que yo creo de todos

modos....
FIN
408

03 - Bite The Power That Feeds - Penelope Barsetti

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¡¡¡Esperamos de Corazón que disfruten la lectura!!!

EDICIÓN, PDF, E-PUB Y SUPERVICIÓN DE PROYECTOS

POR EL EQUIPO DEL DESVÁN DE EFFY

Pero mis ojos se abren en mi alcoba y veo a Kingsnake sentado a mi lado

Mis ojos no habían dejado su rostro.

No pasa nada, Fang.

Confiaste en mí para protegerla. Fracasé.

Ellasara tenía más energía que sus órdenes.

Sus ojos se desviaron hacia mí.

Fang continuó mirando fijamente.

Entonces es bueno que esté muerta.

Larisa volverá. Todavía respira.

Tengo miedo de su reacción cuando lo haga.

Volvió a dirigir su mirada hacia ella. Las situaciones son desiguales.

Todavía me temo su reacción.

Todo saldrá bien, Kingsnake.

Eso espero, Fang.

La puerta se abrió y entró Viper. —Ven conmigo.

Cobra se quedó mirándola un rato antes de volver a mirarme. —Será una

—Sí. —Como también había vertido en su boca algo del veneno de

—¿Ganamos la guerra? —Sólo podía suponer por la forma en que habían

—¿Quién lo mató? —Mis ojos se desviaron hacia Cobra.

Mi hermano tenía un vacío opaco en los ojos. —Padre.

Solté un pesado suspiro. —Por supuesto que lo hizo.

—Intenté detenerlo —dijo Cobra— Pero sólo ayudé a Padre....

—¿Qué le dirás a Clara? —Preguntó Viper.

—Ni puta idea —dijo.

—¿Y ahora qué? —Pregunté.

—Suena como un plan, —dije—. Buena suerte.

Cobra entrecerró los ojos. —Tú vienes.

—No voy a ninguna parte mientras Larisa se mantiene indispuesta.

—Vamos a esperar —dijo Viper— Es una de los nuestros.

Miré a un hermano y luego al otro.

—Literalmente —dijo Cobra con una leve sonrisa.

Por fin abrí los ojos hacia el techo.

Estaba oscuro y tardé varios segundos en comprender dónde me

Kingsnake se movió hasta el borde de la cama para acercarse a mí. —Cariño.

Me incorporé y esperaba sentir dolor en el abdomen, pero no sentí nada.

—Mucho mejor de lo que esperaba.

Sus manos abandonaron mi rostro.

—¿Qué le pasó a Ellasara?

Siento haberte fallado.

—No me fallaste. Sigo aquí.

Fang miró a Kingsnake antes de apoyar la barbilla en mi muslo.

Mi herida sanará. Mis cicatrices se desprenderán junto con mi piel.

—¿Qué ha pasado desde entonces? —Miré a Kingsnake de nuevo.

—Ganamos la guerra —dijo—. Como estoy seguro de que suponías.

—¿Tus hermanos están bien?

Asintió con la cabeza. —Sí.

—¿Qué pasará ahora?

—Viajaremos a Evanguard para negociar una tregua con la Reina Clara.

Sería un mundo completamente nuevo.

—Cuando estés bien, nos iremos.

Sus ojos bajaron rápidamente y retiró su mano de la mía. —Mis hermanos y

Una sonrisa se dibujó en la comisura de mis labios. —Sois un encanto. —

Normalmente me diría que me tomara mi tiempo, que descansara varios días

—¿Pasa algo malo?

Sus ojos se desviaron, sólo momentáneamente.

—Hay algo que deberías saber.

Momentos como estos hacían que mi corazón se acelerara... pero fue

Kingsnake se volvió silencioso.