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SUMARIO
C. Decir
IV. Bibliografía.
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Nota previa:
La interpretación de carácter oral y la traducción que se efectúa por escrito representan dos
formas de expresión diferentes, pero, dado que la finalidad de ambas consiste en transmitir el
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contenido de mensajes, la teorización que se haga a partir de la experiencia de una puede
aplicarse a ambas, considerando que las diferencias que las separan se deben, más bien, a las
modalidades de expresión de cada una de ellas.
Con el transcurso de los años, he llegado al convencimiento de que las diferencias entre estas
dos actividades se asocian esencialmente con el estrés cognitivo de los intérpretes frente a la
presión de tiempo, pero las semejanzas superan con mucho las diferencias. Además, creo que el
contraste entre la interpretación y la traducción se ha exagerado en muchas escuelas, de manera
más frecuente por los intérpretes que por los traductores y más bien por razones sociológicas que
por otras verdaderamente relacionadas con parámetros operacionales.
Con la misma contundencia, aunque desde otra perspectiva, se expresa Viaggio (1995:
33):
La labor del traductor es transferir ese contenido con las herramientas (la lengua de llegada y sus
significados) que le proporciona la lengua a la que va a traducir, y hacerlo para otros receptores
distintos cuyo decir, la mayoría de las veces, culturalmente se construye de forma distinta.
Jean Herbert, en su conocido “Manual del Intérprete”, ilustra con detalles las
diferencias y características más sobresalientes entre intérprete y traductor:
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El traductor y el intérprete realizan un trabajo fundamentalmente diferente y es bastante difícil
que se combinen bien ambas actividades en una misma persona, por una razón muy sencilla: el
traductor puede y debe buscar con tranquilidad el término preciso y tratar de expresarse con la
mayor perfección gramatical y estilística; puede repetir la redacción de un párrafo diez veces o
más, mejorándolo una y otra vez; puede consultar diccionarios y libros de referencia; puede pedir
ayuda y consejo, etc., etc.; al intérprete en cambio no le da apenas tiempo de pensar, no puede
consultar ni libros ni colegas y debe «comunicar eficazmente», al instante y con la mayor
exactitud posible, todo lo que el orador desea expresar; puede en compensación, expresar
matices con variaciones en el tono de voz, parafrasear lo que oye, cuando no encuentra el
término preciso; repetir lo que acaba de decir; corregirlo, agregando algo, si nota que no le han
entendido debidamente; son pues, como se ve, dos técnicas que se destruyen entre sí.
Nosotros nos situamos entre los investigadores que piensan que hay diferencias
relevantes entre la traducción y la interpretación. Se trata, a nuestro entender, de
dos tipos de mediación interlingüística muy relacionados pero muy diferentes.
Detengámonos, como mínimo, en los parámetros siguientes:
-Las condiciones de recepción y disponibilidad del texto de origen.
-La realización material y física de la actividad: con equipamiento técnico o sin
él; con posibilidad de interrumpir la actividad o no, etc.
-La realización cognitiva de la actividad: grandes limitaciones de la memoria en
interpretación, atención compartida y automatización de ciertas tareas, etc.
-Los condicionamientos temporales: determinantes en la interpretación.
-Los condicionamientos espaciales: presencia física de los participantes en la
situación comunicativa.
La misión del intérprete consiste en ayudar a que los seres y las comunidades se
conozcan más cabalmente y se comprendan más a fondo entre sí, para llegar de este
modo a un mayor respeto mutuo y a ponerse de acuerdo, si verdaderamente lo desean.
El intérprete de conferencias es un auxiliar, cuya sensata intervención constituye
un factor indispensable para el buen funcionamiento de toda reunión internacional.
No es el intérprete una pieza mecánica que funciona a ciegas, como escribía J.
Herbert en su Manual del Intérprete, sustituyendo palabras de un idioma por las
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correspondientes de otro, ni tampoco debe ser un divo que con sus virtuosismos
distraiga la atención del auditorio.
El intérprete es realmente un mal menor, ya que por regla general dos personas
se entienden mejor cuando poseen y hablan el mismo idioma materno y no necesitan
intermediarios, pero es un mal indispensable, puesto que con frecuencia surge la
necesidad de celebrar reuniones de gentes de orígenes lingüísticos diversos, que no
pudieron dedicar una buena parte de sus años de estudio a aprender a fondo uno o varios
idiomas extranjeros. Este mal indispensable puede a veces convertirse en un factor que
une lo útil a lo agradable, porque a través de un buen intérprete consigue cada orador
expresarse con gran libertad como mejor le guste, con todo el acierto, matices y
graduaciones de sentido que juzgue oportunos y tendrá la sensación de que su
pensamiento llega fiel y completo a todas las personas de su alrededor, cosa que
difícilmente sucede cuando una persona habla en lengua extraña, o cuando las personas
que escuchan no entienden bien el idioma hablado.
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conferencia, una serie de términos altamente técnicos, empleados casi
exclusivamente por los especialistas en la materia; y tercero, mantener durante
un lapso de tiempo muy breve, (casi nunca de más de una hora), una imagen
completa, detallada y exacta de cuanto se está diciendo. Ulteriormente se
aconseja al intérprete que despeje la mente de casi todo lo que ha tenido que
memorizar.
A. Interpretación Bilateral
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inmediatamente después de cada una de las intervenciones de los interlocutores
presentes en la situación comunicativa. El contacto directo, la bidireccionalidad y la
dimensión interpersonal de la interacción cara a cara constituyen sus rasgos más
distintivos.
Asimismo, en esta técnica de interpretación, el material de trabajo del intérprete
se corresponde, básicamente, con la actividad conversacional. El grado de formalidad de
la interacción es variable, desde un nivel formal hasta otro muy informal. En cuanto a la
caracterización situacional de esta técnica, hay que decir que se puede realizar en una
amplia diversidad de entornos físicos.
En este tipo de interpretación, los elementos culturales pueden llegar a jugar un
papel fundamental, puesto que los interlocutores están presentes y el acercamiento al
resto de interlocutores y a sus objetivos o intereses se producirá de acuerdo con sus
pautas culturales, que pueden diferir mucho entre sí y de acuerdo con otros factores
relevantes de la situación comunicativa como la distancia social o cultural entre
participantes.
En la IB, buena parte de la labor del intérprete se orienta por tanto, a la
interpretación de las «maneras» o elementos no implícitos verbalmente (tono, actitud,
gestos, etc.). Estos aspectos de la comunicación no verbal adquieren una gran
importancia ya que el intérprete coopera en el éxito de reunión no únicamente con sus
palabras sino con su persona, que se convierte en parte esencial de la interacción.
B. Interpretación Consecutiva
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a situaciones donde no hay cabinas de simultánea (recepciones, banquetes, etc.), o se
prefiere prescindir de ellas. En relación con estos cambios en el ejercicio de la
profesión, Petit (1997-98:16) se expresa así:
Hoy en día, la IC no representa más que una parte muy pequeña de un mercado cada vez mayor
y más diversificado, lo cual significa que el número de intérpretes en ejercicio se está
multiplicando de forma vertiginosa y que la mayoría trabaja prácticamente siempre en
simultánea, en algunos casos con un alto nivel de calidad y sin ninguna formación ni experiencia
en IC.
C. Interpretación Simultánea
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interpretación y le va susurrando al oído la interpretación del discurso. Es una IS pero
sin la instalación técnica de ésta y suele utilizarse cuando hay un único receptor de la
interpretación o no es posible la instalación de cabinas (p.e. despedidas de mandatarios
en aeropuertos) o cuando el número de las mismas es insuficiente. Los problemas a los
que se enfrenta la interpretación susurrada son, en primer lugar, el riesgo de la
superposición de la voz del intérprete a la del propio ponente, con la dificultad
consiguiente, para el intérprete y para el usuario, de seguir el discurso original y la
interpretación respectivamente. En segundo lugar, hay que señalar la propia
incomodidad física de su realización.
La interpretación de relé se produce cuando la interpretación no se hace
directamente del discurso original sino que el intérprete se conecta con otra cabina, con
otra interpretación. En este caso se produce un doble filtro en la interpretación.
Modalidades
a. Interpretación de Conferencias
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social, se refieren al marco situacional prototípico en el que se lleva a cabo (el congreso
o la conferencia) y, por qué no decirlo, a la remuneración (Pym 1995:45).
Consideramos submodalidades de la interpretación de conferencias, la
interpretación ante los medios de comunicación, la interpretación diplomática y la
interpretación de videoconferencias. En la interpretación ante los medios de
comunicación, la televisión y en menor medida la radio, se recurre normalmente, por
razones obvias, a la IS. Por sus características tan particulares, constituye una de las
actividades de mediación oral más exigentes: altísima repercusión social debido a la
gran audiencia, receptores habituados a locutores profesionales, horarios poco
convencionales, etc. (cf. Kurz & Pöchhaker 1995. Por lo que respecta a la interpretación
diplomática (cf. Grünberg 1997), comparte con la interpretación de conferencias un alto
grado de responsabilidad y una exigente prestación por parte del intérprete. Sus
características distintivas se justifican precisamente por la situación comunicativa en la
que tiene lugar la mediación: posible presencia de dos intérpretes, posible realización de
interpretación inversa y el recurso predominante a la IC. En cuanto a la interpretación
de videoconferencias, se diferencia de la forma clásica, fundamentalmente, en la ruptura
de la unidad de lugar, de tiempo y de acción, lo que conduce a un menor acceso a la
información por parte del intérprete (Heynold 1998: 325).
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interpretación, insistiendo en este caso en las graves repercusiones que se pueden
derivar de la inexperiencia y de la ausencia de formación.
c. Interpretación de Enlace
d. Interpretación social
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III. ANÁLISIS DEL PROCESO DE LA INTERPRETACIÓN
Aunque todas las operaciones se aglomeran las más de las veces en un lapso de
tiempo muy breve, la interpretación consta realmente de tres elementos distintos:
a) Captar o comprender
b) Verter o traducir
c) Decir.
A. CAPTAR O COMPRENDER
OIDO
El intérprete debe tener un oído fino y sensible.
“Quien carezca de esta cualidad y nada pueda hacer para remediarlo, más vale
que se dedique a otra profesión, como le sucediera al pintor que perdiera la vista,
aunque eso no quiere decir que un buen oído sea requisito suficiente en sí mismo”,
según afirma rotundamente el profesor Herbert en su “manual del intérprete”.
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El intérprete no debe vacilar en interrumpir el debate cuando no oye
debidamente, bien porque falla lo conexión, o porque la transmisión es deficiente, o
porque el orador habla fuera del micrófono, o por cualquier otro motivo.
Si el intérprete considera que el pasaje que ha silenciado es muy importante y
que su omisión puede dificultar la comprensión de cuanto sigue, puede decir por el
micrófono que hubo algo que no comprendió y por consiguiente no tradujo.
Hay que incidir aquí en que la acción de oír no consta meramente en entender
todas las palabras que se profieren, sino que también es necesario entender su sentido,
captar las inflexiones de la voz y la entonación y observar los gestos que pueden a veces
matizar de cierta manera la idea que expresan las palabras.
Por lo tanto, el intérprete debe evitar siempre, tanto caer en exageraciones
impropias, como emplear términos tan ambiguos que no llegan a expresar apenas nada.
IDIOMA DE LA DISERTACIÓN
Es absolutamente necesario que el intérprete domine a fondo el idioma que
traduce.
El intérprete que acepta traducir de un idioma que no domina perfectamente,
incurre en grave falta, y es cosa que no debe hacer nunca, ni en casos excepcionales, ni
siquiera para sacar de apuros a un colega. Toda infracción a esta norma acarreará con
toda probabilidad lamentables consecuencias para la asamblea que ha confiado en ese
intérprete, así como para la reputación y el porvenir del mismo.
Dominar una lengua implica algo más que un conocimiento completo de su
vocabulario y su gramática; supone estar empapado en su espíritu, conocer sus
tradiciones y su evolución, antiguos y modernos. Supone también un buen conocimiento
de las obras literarias que han influido más en ella, apreciar su sentido del humor,
conocer los nombres sobresalientes de su historia, distinguir los matices de estilo, los
eufemismos y frases hechas que han podido perder su significado original en todo o en
parte. También es muy conveniente tener cierto conocimiento de los giros populares
modernos.
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El intérprete debe darse cuenta de que un buen conocimiento del árabe no es
suficiente para entender los discursos de ciertos delegados yemeníes o egipcios, por
citar algunos, y que aún quien se encuentra en Paris como en su propia casa, no por eso
entenderá necesariamente a un marroquí, ni basta haber vivido en Inglaterra para
comprender a un americano de Texas, o a un pakistaní.
MATERIA DE LA INTERPRETACIÓN
Un buen conocimiento de la materia, objeto del debate o del discurso, ayuda
eficazmente a mejorar la calidad de la interpretación.
En cuestiones altamente técnicas, un experto en ellas con suficientes
conocimientos lingüísticos puede resultar un excelente intérprete improvisado, mientras
que el más ducho intérprete profesional puede sufrir un tremendo frasco, si ignora
totalmente cuando se refiere al tema que se está tratando.
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Por tanto, es imprescindible que antes del comienzo de toda reunión, el
intérprete estudie el tema, leyendo atentamente no sólo los informes y las memorias que
van a ser objeto de debates, sino además algún documento de sesiones anteriores, o
incluso obras o manuales de carácter técnico. Salvo raras excepciones, tan sólo se puede
interpretar debidamente lo que se entiende con cierto conocimiento de causa.
Es conveniente que el intérprete anote los vocablos y la terminología propios del
caso y prepare con antelación un glosario sobre el tema objeto de la reunión y sobre la
administración interior de la organización. Este glosario podrá y deberá irlo
completando durante el período de sesiones, a medida que va obteniendo más
información sobre la terminología y la fraseología propias.
También es sumamente útil leer el reglamento interior de la organización, antes
del comienzo de la sesión, a fin de conocer la terminología que ha de aplicarse.
CULTURA GENERAL
No basta al intérprete poseer amplios conocimientos sobre el tema de la
conferencia, sino que ha de poseer una cultura general sumamente vasta.
A imitación de los periodistas, de los diplomáticos y de los políticos, el
intérprete ha de ser capaz de hablar en cualquier momento de cualquier cosa, pero a
diferencia de los primeros, sin estar advertido de antemano y sin poder obtener alguna
información a última hora, ni tampoco puede escoger el momento que juzga oportuno
para tocar el tema.
El intérprete ideal tendría que ser una enciclopedia viviente completa, que
estuviera constantemente al corriente de cuanto se dice y se hace en todas las esferas de
la actividad humana. Claro que tal cosa no es posible en la realidad, pero un intérprete
concienzudo debe esforzarse incansablemente por acercarse a esa meta
En resumen, el intérprete debe conocer a fondo cierto número de materias que
surgen frecuentemente, de manera más o menos directa, en casi todas las reuniones
internacionales y que suelen discutir con facilidad personas poco especializadas en esos
temas, merece citarse entre otros, la historia contemporánea, la geografía política y
económica, el derecho civil, mercantil y constitucional, la economía, los sistemas
presupuestarios, el comercio internacional, los procedimientos parlamentarios y las
organizaciones internacionales
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B. VERTER O TRADUCIR
REGLAS GENERALES
Al decir verter, queremos indicar cuanto se realiza desde que se oye el discurso
original hasta que se pronuncia la traducción. En esta parte hemos de considerar por
separado la interpretación simultánea y la interpretación consecutiva , aunque trataremos, en
primer lugar algunos principios generales y detalles que son aplicables a ambos
métodos.
Generalidades:
El intérprete debe tener siempre presente que el objeto inmediato y fundamental
de su trabajo es permitir a su auditorio conocer con precisión cuanto el orador
pretende comunicar y que debe producir en sus oyentes la impresión que el orador
desea causar.
El intérprete, lo mismo que el traductor, no debe olvidar nunca que muchas
frases pierden vigor, viveza y colorido, cuando se traducen a otro idioma y por lo tanto,
en compensación, para restablecer el equilibrio, deben, sin dudarlo emplear frases y
giros idiomáticos expresivos y matizados, siempre que el léxico del idioma que
emplean, lo permita. Por eso conviene tener a punto términos y frases hechas propios
del caso, sin equivalencia exacta en el idioma del orador, que puntúen bien la
traducción, como, «a poder ser», «pues bien», «más vale», etc.
Proverbios y metáforas
Los proverbios y refranes, si se traducen pura y simplemente, pueden perder
todo sentido, o adquirir otro significado, por evocar ideas distintas; otras veces, la
equivalencia pertenece a un género muy alejado de lo que el orador quería expresar. En
estos casos, lo mejor es decir un refrán del idioma en que habla el intérprete, que
corresponda lo más posible al del orador, lo que exige cierta rapidez y agilidad mental.
Recomendamos aquí un excelente ejercicio práctico que consiste en ir anotando
proverbios en el idioma materno, a medida que el profesor o un compañero los va
dictando en otro idioma.
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Alusiones y citas poéticas
Si el orador hace alusión a un poema de un autor muy conocido, aún resulta más
difícil traducirlo. Quizá sea lo mejor en este caso que el intérprete, aunque el orador no
lo haya hecho, indique el nombre del poeta o el de la obra diciendo: «como dijo el poeta
árabe al-Mutanabbi», o bien «el orador ha citado la célebre frase del Hamlet de
Shakespeare… »; o, «según un modismo popular americano…»; y a continuación dar
una traducción sucinta y comprensible de la cita.
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psicológica muy bien podemos darnos cuenta de que ello puede deberse a diversos
motivos; unas veces el orador se abstiene deliberadamente de exponer claramente
sus intenciones porque desea lanzar unas sugerencias para tantear el terreno en
cuanto al modo de pensar y a las opiniones de los demás y quedar en libertad de
decidir en el momento oportuno, escogiendo entre los puntos de vista esbozados, el
que al fin y a la postre le parezca más conveniente, a juzgar por las reacciones del
auditorio. En tal caso el intérprete debe expresarse con cautela, dando igual
ambigüedad al tema y procurando dar a entender todos los sentidos que las palabras
del orador puedan tener.
También puede suceder que el orador ha pretendido expresar sencillamente su
idea, pero no ha sabido hacerlo claramente. En este caso el intérprete podrá ayudar,
expresando las ideas expuestas con toda claridad, tal como él cree que deben
entenderse, cosa que no deja de tener sus riesgos, a no ser que el orador entienda
algo del idioma del intérprete y éste pueda llamarle la atención al respecto de alguna
manera, para que exprese implícita aprobación o explícita desaprobación.
Hay oradores con ideas confusas o difusas que no hay más remedio que
interpretar en forma vaga e incorrecta.
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En cambio, en la interpretación consecutiva, el intérprete puede, y en muchos casos
debe, convertir un discurso malo en un discurso bueno. El intérprete, en simultánea,
tiene que contentarse con mantener el nivel de calidad del discurso original.
Relativamente poco puede decirse aquí acerca de la técnica propia de la versión
peculiar a la interpretación simultánea y cuanto a continuación indicamos, en parte
se refiere más bien a la manera de hablar en sí.
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éste dice, y poner remedio a su fallo. Claro está que corre el peligro de
perder parte de la frase siguiente.
10. A veces en las frases largas, no es posible prever el final, ni si van a
resolverse en forma negativa o afirmativa, en cuyo caso, aunque perjudique
al estilo, más vale comenzar de manera algo imprecisa, diciendo, por
ejemplo, «en cuanto a...», «por lo que», «con referencia a». Claro que en
esos casos hay que terminar a veces la frase un tanto bruscamente con un
«me opongo», «estoy de acuerdo», pero no queda otro remedio.
11. En la interpretación simultánea, es necesario en algunas ocasiones, elegir
entre precisión, buen estilo y correcta sintaxis. Ante tal situación, el
intérprete ha de dar siempre la primacía a la precisión, sean cuales sean las
consecuencias.
12. El intérprete en simultánea, aún más que en consecutiva, sobre todo cuando
se encuentra cansado, debe estar alerta a fin de no cometer errores de
homofonía, o como dicen los franceses, no caer en el cepo de los «falsos
amigos», que consiste en confundir palabras similares, pero con significados
distintos en cada idioma.
13. Aconsejamos, por considerarlo de gran utilidad, que el aspirante a intérprete
grabe, durante el entrenamiento, en cinta magnetofónica las traducciones que
hace a viva voz, a fin de escucharlas después y tratar de descubrir los
defectos y fallos que insospechadamente se deslizan, con objeto de
corregirlos.
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En términos generales, los apuntes sirven como complemento eficaz, ya que el
intérprete que pudiera recordar exacta y totalmente cuanto se ha dicho, para nada tendría
necesidad de apuntes. Por tanto, las anotaciones han de tener un carácter netamente
individual, pues mientras unos tienen la facultad de recordar los detalles, otros retienen
con más facilidad el orden de las ideas.
El intérprete debe comenzar a tomar notas en cuanto empieza la disertación,
puesto que lo que al parecer iba a ser «tan sólo unas palabras», puede inopinadamente
convertirse en un interminable discurso que ni siquiera el propio orador había previsto y
el intérprete que se deje sorprender por casos semejantes tendrá que superar enormes
dificultades.
Hay intérpretes que toman notas continuamente a medida que el orador habla,
sin esperar la exposición completa de una idea; otros prefieren seguirle a cierta
distancia, para imprimir mayor lógica a sus notas.
La práctica enseñará a cada uno el sistema que más le conviene, aunque el
mencionado en primer lugar ofrece mayor seguridad para los principiantes.
Análisis lógico
En la medida de lo posible debe el intérprete proceder a un análisis lógico del
discurso según lo va escuchando y tomar sus anotaciones en consecuencia. Esto supone
ir descomponiendo el conjunto del discurso en secciones y subsecciones, que pocas
veces se reflejan en las palabras del orador, a no ser en los discursos de personas
altamente calificadas.
El análisis lógico es una operación ardua, que exige entrenamiento previo
minucioso. El intérprete en ciernes debe practicarlo por sí solo, tomando unas cuantas
páginas de textos sólidos y macizos, en que las ideas no están expuestas con excesivo
método, transcribiéndolas en forma de apuntes de intérprete, claros y lógicos. Con
práctica suficiente se llega a hacer esto casi automáticamente.
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Legibilidad
Ante todo, las notas han de leerse fácilmente y deben por consiguiente ofrecer
buena visualidad. El intérprete no puede permitirse el lujo de vacilar y reflexionar al
irlas descifrando, por lo cual la grafía ha de ser extremadamente clara y no dar lugar
ambigüedad alguna. Todo cuanto se relaciona con una idea determinada del discurso
debe figurar en la misma página, por tanto es preferible utilizar hojas de papel bastante
grandes, según el tipo de caligrafía, espacios entre líneas, márgenes, etc., que
acostumbre emplear el intérprete.
Símbolos y abreviaturas
La enorme ventaja que posee la mayor parte de los signos y símbolos, es que no
pertenecen a ningún idioma en particular y pueden sin esfuerzo alguno escribirse en un
idioma y leerse en otro, igual que acontece con las cifras.
Si el intérprete estuviera ya acostumbrado a ciertos símbolos y abreviaturas, que
posiblemente adoptó en sus años de estudio en la escuela o en la universidad, hará muy
bien en seguirlos utilizando.
Los signos y los símbolos se suelen adoptar por la relación que tienen con una
palabra o término, pero el intérprete debe, siempre que le sea posible, asociarlos a un
concepto, sin tener en cuenta los términos con que se expresa tal concepto en cada
idioma.
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hacerlo, conviene anotar los nuevos símbolos en una hoja aparte, con su significado
escrito completo, y tenerla a la vista en todo momento, en calidad de referencia.
A fin de evitar una excesiva abundancia de símbolos, conviene emplear un
mismo símbolo para diversas formas de un verbo y el correspondiente sustantivo, así
por ejemplo, «proponer», «propongo», «propuse», «propuesta», «proposición», pueden
representarse por la letra griega «». El sentido de la frase con ayuda de la memoria
permite hallar luego la palabra exacta. Por temor a dudas, también se pueden añadir una
o dos letras que indiquen la terminación, así en el ejemplo indicado, «proposiciones»
podría representarse por « iones».
Siempre que sea posible, aunque el término tenga gran relación etimológica con
otros términos, debe emplearse el mismo símbolo para todos los que sean sinónimos o
casi sinónimos. Así, el símbolo que hemos indicado para el término «proponer», puede
emplearse para «sugerir», o para «rogar», cuando se le ha dado esa acepción, a no ser
que el orador haya acentuado con énfasis un cierto vocablo, en cuyo caso el intérprete
en general lo recordará, aunque no lo haya notado.
Si el intérprete emplea un cierto símbolo, o una cierta abreviatura, para un
término determinado, muy bien puede emplearlo para esa misma palabra cuando toma
otro sentido, así el símbolo que se emplee para la palabra «paz» puede aplicarse
igualmente a «Océano Pacífico».
Símbolos fonéticos
Los símbolos fonéticos muy sencillos son de gran utilidad para indicar afijos,
prefijos y sufijos, que se reiteran con frecuencia, como, «con», «ción», «mente»,
«able», Así, para el sufijo «ción» empleamos el signo «», según el sistema antes
indicado podríamos especificar que el orador dijo «proposición» y no «propuesta» de la
siguiente manera: «».
Abreviaturas
Ni que decir tiene que las abreviaturas más conocidas, como ONU, USA, OIT,
etc., deben utilizarse siempre y algunas aún podrían abreviarse más, como por ejemplo,
«Unes» y «Urs» por «UNESCO» y la antigua «URSS».
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Las siglas empleadas en las placas de matrícula de los automóviles suelen
utilizarse para designar los correspondientes países y sus adjetivos, así por ejemplo,
«DK» puede servir tanto para «Dinamarca» como para «danés.»
Cifras
Es muy importante poder anotar con rapidez y precisión largas series de cifras,
como sucede cuando se trata de estadísticas, de presupuestos, etc.
Al anotar fechas de años, que a veces se suceden con gran rapidez, en
enumeraciones de estadísticas o en otros casos, se pueden suprimir las dos primeras
cifras e incluso las tres primeras, sustituyéndolas por un apóstrofe. Por ejemplo, «de
1942 a 1944» puede anotarse «´42-´4».
Los grupos de tres ceros se anotan mediante un signo simple, así «42.000» puede
anotarse «42» con un guión encima y «317.000.000» por «317» con dos guiones
encima.
Reservas de recursos
El intérprete debe contar siempre con una reserva de signos y símbolos, lo más
sencillos posible, sin un significado fijo, a fin de recurrir a ellos para representar frases
o términos técnicos, raros o complicados, que surjan con frecuencia durante una
reunión, como «droga que engendra hábito», «exportaciones invisibles», «farmacopea
internacional», «clasificación de carbones bituminosos según su contenido de materias
volátiles», «antología de la poesía árabe», etc.
Hay quien para esos fines reserva un alfabeto completo, simple o rodeado de un
círculo, siempre que sean letras que no puedan confundirse fácilmente con las de otro
alfabeto.
Estos símbolos y signos especiales y su significado en ambos idiomas, deben
anotarse en una hoja aparte, a fin de tenerlos siempre a mano para rápida y fácil
referencia.
Dicho esto, vamos a citar algunos consejos valiosos, de los infinitos que propone
J. Herbert, en su manual del intérprete, del que hemos extraído la mayor parte de este
material, antes de pasar a exponer la toma de notas recomendada por J. F. Rozan, que es
la que sigue la mayoría de los estudiosos y teóricos de la materia y la que más
aceptación tiene entre casi todo el mundo de la interpretación consecutiva.
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El intérprete debe saber que la técnica de los apuntes es independiente del
proceso de traducción. Durante su entrenamiento debe diferenciar ambas cosas y
practicar el apunte de notas haciendo abstracción de toda preocupación lingüística.
Conviene, pues, escuchar discursos, conferencias, o sermones y tomar notas que
permitan repetirlos después en el idioma original, completos, con toda precisión, buena
gramática y pura dicción. Cuando se consigue esto, ya está cumplida una de las
condiciones esenciales más difíciles de la interpretación consecutiva.
El siguiente ejercicio permite perfeccionar el sistema de toma de notas y
comprobar el grado de perfección que el alumno ha alcanzado:
1. Procurar que alguien lea en alta voz a velocidad normal de conversación, dos
o tres páginas de un texto cualquiera.
2. Tomar notas con toda precisión posible.
3. Redactar el texto completo en el idioma original, ayudándose exclusivamente
de las notas.
4. Comparar la redacción hecha con el texto original.
5. Hallar los motivos de cada omisión y de cada error.
6. Introducir en el sistema de toma de notas empleado, las mejoras que se
consideren oportunas, a la vista de los resultados obtenidos.
Rozan (1956), seguido por muchos autores, divide su manual en tres partes, una
primera la dedica a los principios, segunda a los símbolos y tercera y última a ejercicios
prácticos.
Rozan hace una importante observación que todo intérprete principiante debe
tener muy presente, y que recogemos textualmente:
Il faut bien sûr, que tous ceux qui exercent notre métier garde leur personnalité propre.
Il ne faut donc pas copier servilment ce système. Il faut s`en inspirer et l`adapter dans ce
qu`il a pour chacun de plus assimilable. Il est à base de logique, d`analyse et de
compréhensión de l`idée plutôt que des mots; ce serait donc le dénaturer que l`appliquer
automatiquement (…) En somme, tout ce que j`ai fait, c`est une synthèse. Les sept
principes et les dix symboles essentiels qui font ce cahier sont ceux qui font
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l`interprétation consécutive. S`ils étaient plus nombreux, le système ne voudrait pas
grand-chose.
Rozan considera que los principios que deben guiar a cualquier intérprete
consecutivo en la creación de su propio sistema de anotación son:
1. Transcripción de las ideas más que de la palabra.
2. Reglas de abreviación.
3. Encadenamiento de ideas.
4. Negación.
5. Acentuación.
6. Verticalidad.
7. Desplazamiento diagonal y décalage (desfase).
NOTA
C. DECIR
Respiración y voz
La voz del intérprete debe tener buena resonancia y ser grata al oído.
Los intérpretes, como los actores, los predicadores y los profesores, han de
hablar largo tiempo en locales cerrados, de grandes dimensiones, en ocasiones con
deficiente acústica, siendo necesario que todo el auditorio les oiga correctamente.
Además, el intérprete tropieza con frecuencia con otras dos dificultades, una, que el
ambiente de la sala suele estar cargado de humo de tabaco y otra, que muchos de sus
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oyentes entienden mal el idioma en que habla. Por tanto es imprescindible que actúe con
cautela y que tome ciertas precauciones.
Gestos y tono
Constituye un punto sumamente difícil y delicado elegir el tono o modo de
hablar. Aquí el intérprete tan sólo podrá guiarse en cada caso por su tacto e intuición.
Únicamente podemos decir a este respecto que deben evitarse todos los extremos, como
voz desentonada, sin timbre, descolorida, apagada, aburrida, o mecánica, ya que estos
defectos privan todo discurso de interés, adormecen al auditorio y pueden irritar
enormemente al autor del discurso original y a sus amigos.
Constituye el extremo contrario la exuberancia, con lujos de gestos y clamores,
como suelen afectar los políticos de baja estofa de algunos países. El intérprete que haga
ese papel de payaso, quizá arranque algunas carcajadas entre los elementos menos
distinguidos de su auditorio, pero carece de dignidad, traiciona al orador y la mayor
parte de las veces, puede estar seguro de que por ese medio se ganará amargas
enemistades.
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Por lo general, se puede aconsejar al intérprete que hable en un tono algo menos
vivo, en todos los sentidos, que el orador en su discurso original. Aún es necesario
guardar mayor circunspección en los gestos.
Dicción y estilo
El intérprete está obligado a conocer a fondo y perfectamente el idioma en que
habla.
En la medida de lo posible y salvo raras excepciones, no se debe interpretar más
que hacia la lengua materna.
Si el intérprete habla en un idioma que no domina cabalmente, cometerá muchos
más errores de los que cometería hablando en ese mismo idioma para otros fines, pues
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en la interpretación ha de tener toda su atención fija en otra cosa y no puede
concentrarla en construir las frases o en hallar los términos.
Para elegir el estilo que debe emplear en su interpretación, el intérprete tendrá
que emplear tanto tacto y cuidado como para elegir el tono o modo de hablar.
En relación con el tono oratorio y el estilo, podemos decir que consideramos una
buena norma general práctica, acercar algo más hacia un justo medio, tanto cuando se
aleje demasiado de él.
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2. a diferencia de los oradores, no tiene motivos para vacilar durante el
discurso, ni debe hacer pausas para seleccionar los términos o la
secuencia de ideas.
3. Puede suprimir la mayor parte de las frases redundantes, que
normalmente no habrían tenido lugar en el texto original si se hubiera
redactado de antemano.
4. Con frecuencia podrá abreviar considerablemente cuanto constituye
meramente frases de ceremonia y cortesías.
5. Puede omitir las repeticiones que no fueron intencionadas.
Puntos dudosos
Especialmente durante los debates de carácter técnico, es casi inevitable que
surjan términos cuya traducción exacta desconoce el intérprete. Sin embargo, si conoce
el tema y comprende el significado y el sentido, podrá mediante una paráfrasis dar una
idea clara de lo que quiere decir y en muchos casos un delegado, o un secretario,
suplirán, soplándoselo, el término exacto. Esto es más fácil de hacer en la interpretación
consecutiva que en la simultánea. Cuando no sean posibles tales artimañas, el intérprete
debe confesar francamente su ignorancia, sin temor a censuras, que de ordinario nadie
le hará. Lo mejor es mencionar el término en cuestión en el idioma original y agregar:
«lo siento, pero no conozco su equivalencia en…».
Cuando el intérprete duda acerca de la exactitud de alguno de los términos que
está empleando, debe, siempre que sea posible, llamar la atención de alguien sobre ello,
a fin de que le corrija si fuera menester. Estando en cabina, el intérprete puede con
sencillez intercalar en su traducción las siguientes palabras: «el intérprete no está seguro
de que este sea el término exacto».
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Intervenciones imposibles de traducir
En ciertas intervenciones, la rapidez excesiva del orador, unida al carácter
técnico del tema, hacen imposible que ni en simultánea ni en consecutiva, el mejor de
los intérpretes pueda hacer una traducción fiel y lúcida.
¿Cuál es la actitud que debe adoptar el intérprete en estos casos?
Cuando se encuentra en la sala de conferencias entre los participantes, se dirigirá
al Presidente y le pedirá que intervenga.
Cuando se encuentre en cabina, materialmente aislado de la sala, debe decir
claramente por el micrófono, que es imposible traducir al orador, pero que hará cuanto
pueda y tratará de dar al menos algo en síntesis, del fondo del discurso. Tras esta
declaración, se guardará mucho de caer en la tentación de traducir frases sueltas, que
queden carentes de sentido, o como suele decirse sin pies ni cabeza, sino que debe
intentar expresar de la mejor manera posible las ideas que pueda captar.
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