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INTERPRETACIÓN 1 (árabe) – 2018-19

SUMARIO

I. Diferencias entre traducción e interpretación


II. Concepto y tipos de interpretación
A. I. Bilateral
B. I. Consecutiva
C. I. Simultánea

III. Análisis del proceso de la interpretación


A. Captar o comprender
B. Verter o traducir

B.1. Interpretación Simultánea


B.2. Interpretación Consecutiva

B.2.1. Toma de notas

C. Decir

IV. Bibliografía.

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Nota previa:

El resumen que se presenta en las próximas líneas, se ha centrado en las facetas


más sobresalientes de la técnica de la interpretación, en sus tres modalidades más
conocidas. Igualmente, se aborda en esta primera introducción a la materia algunos de
los aspectos relacionados con el análisis del proceso de la interpretación, además de
algunas de las diferencias y características más notables entre traductor e intérprete.
La elaboración de este resumen se ha basado en dos manuales, que consideramos
útiles y de gran ayuda para el conocimiento de las técnicas básicas de interpretación, en
sus tres vertientes más conocidas. Uno, es el “Manual del Intérprete” del Jean Herbert, y
el otro el “Manual de Interpretación Bilateral”, coordinado por Ángela Collados y María
Manuela Fernández Sánchez, ambas profesoras de la FTI. Igualmente, se ha utilizado,
con la misma intensidad, el libro de Jean-François Rozan, “La prise de notes en
interprétation consécutive”.
Con el objeto de ampliar, si cabe, este material, recomendamos al alumnado la
consulta de las referencias bibliográficas básicas recogidas en el último apartado de este
resumen, y que puedan completarse con otras fuentes relacionadas de forma directa o
indirecta con los temas aquí tratados.
El/los profesor/es

I. DIFERENCIAS ENTRE TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN

Las comparaciones se han caracterizado por un marcado carácter subjetivo y como


apunta Henderson (1981: 384), siempre se han realizado en detrimento de una o de otra.
Cuando se ha hablado de las semejanzas, se ha señalado la finalidad comunicativa de
ambas en la mediación interlingüística. En cuanto a las diferencias, se ha insistido
mucho y de manera casi exclusiva en el medio material, oral o escrito, que sirve de
canal de transmisión en la comunicación. En palabras de Seleskovitch (1984: 69):

La interpretación de carácter oral y la traducción que se efectúa por escrito representan dos
formas de expresión diferentes, pero, dado que la finalidad de ambas consiste en transmitir el

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contenido de mensajes, la teorización que se haga a partir de la experiencia de una puede
aplicarse a ambas, considerando que las diferencias que las separan se deben, más bien, a las
modalidades de expresión de cada una de ellas.

Otros representantes de la llamada «Escuela de Paris» han defendido las


diferencias entre la traducción y la interpretación, tomando como punto de partida la
tradicional distinción entre oralidad y escritura (cf. García Landa 1984, 1985).

Por su parte, Gile, D. (1995 a: xii):

Con el transcurso de los años, he llegado al convencimiento de que las diferencias entre estas
dos actividades se asocian esencialmente con el estrés cognitivo de los intérpretes frente a la
presión de tiempo, pero las semejanzas superan con mucho las diferencias. Además, creo que el
contraste entre la interpretación y la traducción se ha exagerado en muchas escuelas, de manera
más frecuente por los intérpretes que por los traductores y más bien por razones sociológicas que
por otras verdaderamente relacionadas con parámetros operacionales.

Con la misma contundencia, aunque desde otra perspectiva, se expresa Viaggio (1995:
33):

Estoy convencido de que el proceso de la traducción y de la interpretación simultánea difieren en


aspectos fundamentales (tan fundamentales como los que diferencian al discurso oral, sin ir más
lejos), y de que las exigencias de memoria y de atención propias de la interpretación simultánea
la distinguen claramente de otras formas de mediación interlingüística. Pero estoy convencido de
que la traducción y la interpretación comparten algo aún más fundamental: ambas se ocupan del
discurso y ambas son formas de mediación interlingüística.

Jiménez Hurtado (2000: 4), dice al respecto de la comunicación interlingüística e


intercultural:

La labor del traductor es transferir ese contenido con las herramientas (la lengua de llegada y sus
significados) que le proporciona la lengua a la que va a traducir, y hacerlo para otros receptores
distintos cuyo decir, la mayoría de las veces, culturalmente se construye de forma distinta.

Jean Herbert, en su conocido “Manual del Intérprete”, ilustra con detalles las
diferencias y características más sobresalientes entre intérprete y traductor:

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El traductor y el intérprete realizan un trabajo fundamentalmente diferente y es bastante difícil
que se combinen bien ambas actividades en una misma persona, por una razón muy sencilla: el
traductor puede y debe buscar con tranquilidad el término preciso y tratar de expresarse con la
mayor perfección gramatical y estilística; puede repetir la redacción de un párrafo diez veces o
más, mejorándolo una y otra vez; puede consultar diccionarios y libros de referencia; puede pedir
ayuda y consejo, etc., etc.; al intérprete en cambio no le da apenas tiempo de pensar, no puede
consultar ni libros ni colegas y debe «comunicar eficazmente», al instante y con la mayor
exactitud posible, todo lo que el orador desea expresar; puede en compensación, expresar
matices con variaciones en el tono de voz, parafrasear lo que oye, cuando no encuentra el
término preciso; repetir lo que acaba de decir; corregirlo, agregando algo, si nota que no le han
entendido debidamente; son pues, como se ve, dos técnicas que se destruyen entre sí.

Nosotros nos situamos entre los investigadores que piensan que hay diferencias
relevantes entre la traducción y la interpretación. Se trata, a nuestro entender, de
dos tipos de mediación interlingüística muy relacionados pero muy diferentes.
Detengámonos, como mínimo, en los parámetros siguientes:
-Las condiciones de recepción y disponibilidad del texto de origen.
-La realización material y física de la actividad: con equipamiento técnico o sin
él; con posibilidad de interrumpir la actividad o no, etc.
-La realización cognitiva de la actividad: grandes limitaciones de la memoria en
interpretación, atención compartida y automatización de ciertas tareas, etc.
-Los condicionamientos temporales: determinantes en la interpretación.
-Los condicionamientos espaciales: presencia física de los participantes en la
situación comunicativa.

II. CONCEPTOS Y TIPOS DE INTERPRETACIÓN

La misión del intérprete consiste en ayudar a que los seres y las comunidades se
conozcan más cabalmente y se comprendan más a fondo entre sí, para llegar de este
modo a un mayor respeto mutuo y a ponerse de acuerdo, si verdaderamente lo desean.
El intérprete de conferencias es un auxiliar, cuya sensata intervención constituye
un factor indispensable para el buen funcionamiento de toda reunión internacional.
No es el intérprete una pieza mecánica que funciona a ciegas, como escribía J.
Herbert en su Manual del Intérprete, sustituyendo palabras de un idioma por las

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correspondientes de otro, ni tampoco debe ser un divo que con sus virtuosismos
distraiga la atención del auditorio.
El intérprete es realmente un mal menor, ya que por regla general dos personas
se entienden mejor cuando poseen y hablan el mismo idioma materno y no necesitan
intermediarios, pero es un mal indispensable, puesto que con frecuencia surge la
necesidad de celebrar reuniones de gentes de orígenes lingüísticos diversos, que no
pudieron dedicar una buena parte de sus años de estudio a aprender a fondo uno o varios
idiomas extranjeros. Este mal indispensable puede a veces convertirse en un factor que
une lo útil a lo agradable, porque a través de un buen intérprete consigue cada orador
expresarse con gran libertad como mejor le guste, con todo el acierto, matices y
graduaciones de sentido que juzgue oportunos y tendrá la sensación de que su
pensamiento llega fiel y completo a todas las personas de su alrededor, cosa que
difícilmente sucede cuando una persona habla en lengua extraña, o cuando las personas
que escuchan no entienden bien el idioma hablado.

Cualidades intelectuales del intérprete


Con frecuencia se supone que basta «un buen conocimiento de idiomas» para
llegar a ser intérprete. El conocimiento de los idiomas es desde luego un requisito
previo indispensable, como es necesario que un boxeador profesional no sea manco. Sin
embargo, si poseer dos buenos puños no presupone ser un buen boxeador profesional,
tampoco el conocer varios idiomas, muchos o pocos, convierte a nadie, de buenas a
primeras, en un intérprete. Los idiomas son un instrumento que hay que aprender a
utilizar de cierta manera, si se poseen las dotes precisas para ello.
Las cualidades básicas que ha de poseer un intérprete no son excepcionales, pero la
combinación de todas ellas es muy poco común. Las características esenciales que se
requieren son:
(1) Receptividad pasiva, es decir, capacidad para asimilar prontamente y sin
reacciones personales todo cuanto se diga en la sala.
(2) Agilidad mental, o sea, aptitud para la réplica aguda, pronta y eficaz, ya que
viene a ser el intérprete como el reboteo de una partida de pelota mental.
(3) Buena memoria. Tres son los aspectos principales que ha de presentar una buena
memoria: primero, aptitud para almacenar permanentemente un vocabulario
muy completo en varios idiomas, que proporcione instantáneamente la palabra o
la frase que se necesita; segundo, retener durante todo el período de la

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conferencia, una serie de términos altamente técnicos, empleados casi
exclusivamente por los especialistas en la materia; y tercero, mantener durante
un lapso de tiempo muy breve, (casi nunca de más de una hora), una imagen
completa, detallada y exacta de cuanto se está diciendo. Ulteriormente se
aconseja al intérprete que despeje la mente de casi todo lo que ha tenido que
memorizar.

Dicho esto, vamos a hablar de manera resumida de las técnicas y modalidades de


la interpretación.

Las técnicas se caracterizan por una determinada manera de llevar a cabo la


actividad interpretativa (básicamente se diferencian en el funcionamiento de las
operaciones mentales implicadas). Las modalidades se relacionan con los eventos
comunicativos y situaciones sociales en las que tiene lugar el trabajo del intérprete.
Desde el punto de vista metodológico y didáctico es una distinción útil, al permitir
diferenciar actividades de mediación oral muy relacionadas.
Ahora bien, no parece que sea una distinción muy reconocida entre los investigadores
contemporáneos, quienes, en su mayoría, prefieren hablar simplemente de
«modalidades», de acuerdo con el entorno físico en el que se desarrolla la interacción, y
que corresponderían con diferentes categorías profesionales: intérpretes de conferencias,
ante los tribunales, de escolta y sociales («community interpreters», (Bowen M et al.
1995:245).
Aquí, lo que intentaremos hacer es reflejar la distinción inicial entre técnicas y
modalidades y hablaremos de tres técnicas básicas: la interpretación bilateral (IB), la
interpretación consecutiva (IC) y de la interpretación simultánea (IS); y de las
modalidades más relevantes: la interpretación de conferencias, la interpretación ante los
tribunales, la interpretación de enlace y la interpretación social.

A. Interpretación Bilateral

Una primera caracterización general de la IB tendría que referirse a ella como


mediación oral que se realiza por un solo intérprete, en las dos direcciones, e

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inmediatamente después de cada una de las intervenciones de los interlocutores
presentes en la situación comunicativa. El contacto directo, la bidireccionalidad y la
dimensión interpersonal de la interacción cara a cara constituyen sus rasgos más
distintivos.
Asimismo, en esta técnica de interpretación, el material de trabajo del intérprete
se corresponde, básicamente, con la actividad conversacional. El grado de formalidad de
la interacción es variable, desde un nivel formal hasta otro muy informal. En cuanto a la
caracterización situacional de esta técnica, hay que decir que se puede realizar en una
amplia diversidad de entornos físicos.
En este tipo de interpretación, los elementos culturales pueden llegar a jugar un
papel fundamental, puesto que los interlocutores están presentes y el acercamiento al
resto de interlocutores y a sus objetivos o intereses se producirá de acuerdo con sus
pautas culturales, que pueden diferir mucho entre sí y de acuerdo con otros factores
relevantes de la situación comunicativa como la distancia social o cultural entre
participantes.
En la IB, buena parte de la labor del intérprete se orienta por tanto, a la
interpretación de las «maneras» o elementos no implícitos verbalmente (tono, actitud,
gestos, etc.). Estos aspectos de la comunicación no verbal adquieren una gran
importancia ya que el intérprete coopera en el éxito de reunión no únicamente con sus
palabras sino con su persona, que se convierte en parte esencial de la interacción.

B. Interpretación Consecutiva

La interpretación consecutiva es la mediación interlingüística oral realizada por


el intérprete inmediatamente después que el orador ha terminado el discurso, o una parte
del mismo. Normalmente tiene lugar en situaciones formales o muy formales en las que
no es infrecuente que el ponente u orador lea su intervención. El discurso que se
interpreta puede, por tanto, tener un alto grado de complejidad y duración, lo que hace
necesario, en la mayoría de los casos, que el intérprete se ayude de la toma de notas
para proceder, en su momento, a la recuperación de la información. La demanda de esta
técnica en el mercado profesional ha ido decreciendo, a medida que la IS se ha ido
imponiendo y consolidando. En la actualidad, el recurso a la IC se limita
fundamentalmente a conferencias aisladas con ponentes extranjeros, ruedas de prensa y

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a situaciones donde no hay cabinas de simultánea (recepciones, banquetes, etc.), o se
prefiere prescindir de ellas. En relación con estos cambios en el ejercicio de la
profesión, Petit (1997-98:16) se expresa así:

Hoy en día, la IC no representa más que una parte muy pequeña de un mercado cada vez mayor
y más diversificado, lo cual significa que el número de intérpretes en ejercicio se está
multiplicando de forma vertiginosa y que la mayoría trabaja prácticamente siempre en
simultánea, en algunos casos con un alto nivel de calidad y sin ninguna formación ni experiencia
en IC.

C. Interpretación Simultánea

La interpretación simultánea es la técnica de la interpretación por excelencia,


siendo por lo tanto la técnica más distintiva de los intérpretes de conferencias. Consiste
en la mediación oral que se realiza simultáneamente a la emisión del discurso original.
Hablamos de simultaneidad en la escucha y en la producción oral del intérprete, lo que
supone la superposición, con un mínimo desfase, entre discurso original y la
interpretación. Consecuentemente, la característica esencial de esta técnica es que el
intérprete va realizando su interpretación a medida que se va produciendo el discurso
original, escuchando y hablando al mismo tiempo.
Este proceso requiere unas condiciones técnicas apropiadas, la cabina de IS. La
situación más conocida de la IS es la de los congresos internacionales. Se suele contar
con equipos de dos intérpretes en la cabina como mínimo. Los discursos que se
interpretan pueden ser muy especializados y densos, siendo frecuentemente leídos por
los ponentes. El elemento cultural, siendo en ocasiones importante, no cobra la
relevancia que tiene en la técnica de la IB. Entre los motivos podemos señalar el hecho
de que en un congreso los participantes a menudo forman una diacultura (Pöchhacker
1991:50), con más elementos comunes que dispares. El intérprete debe tomar sus
decisiones sobre la marcha sin mucho tiempo para el análisis y el posible cambio de
función. Asimismo, entre el público puede encontrarse miembros que comparten una
misma lengua, pero no una misma cultura (p.e. público español, peruano y argentino).
Dentro de la técnica de la IS, distinguimos algunas variantes como la
interpretación al oído o susurrada (chuchotage) y la interpretación de relé o en cadena
(relais). En la primera de ellas, el intérprete se sitúa detrás del receptor de la

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interpretación y le va susurrando al oído la interpretación del discurso. Es una IS pero
sin la instalación técnica de ésta y suele utilizarse cuando hay un único receptor de la
interpretación o no es posible la instalación de cabinas (p.e. despedidas de mandatarios
en aeropuertos) o cuando el número de las mismas es insuficiente. Los problemas a los
que se enfrenta la interpretación susurrada son, en primer lugar, el riesgo de la
superposición de la voz del intérprete a la del propio ponente, con la dificultad
consiguiente, para el intérprete y para el usuario, de seguir el discurso original y la
interpretación respectivamente. En segundo lugar, hay que señalar la propia
incomodidad física de su realización.
La interpretación de relé se produce cuando la interpretación no se hace
directamente del discurso original sino que el intérprete se conecta con otra cabina, con
otra interpretación. En este caso se produce un doble filtro en la interpretación.

Modalidades

Entendemos por modalidades la aplicación de una o varias técnicas de


interpretación a un marco situacional determinado. Son marcos que se han ido
conformando a los largo del tiempo como respuesta a las distintas necesidades
comunicativas, lo que permite pensar en nuevas modalidades en el futuro. Hoy en
día, se suelen reconocer como mínimo las siguientes: la interpretación de
conferencias, la interpretación ante los tribunales, la interpretación de enlace y la
interpretación social.

a. Interpretación de Conferencias

Las características que distinguen a la interpretación de conferencias de otras


modalidades de mediación oral son las técnicas a las que se recurre (la IS y la IC) y su
elevado nivel de exigencia profesional (Gile 1998: 41). Se trata de la modalidad de
interpretación con mayor prestigio, la que identifica de manera exclusiva a la profesión
de intérprete, diferenciándola así del entorno profesional de los traductores y de otras
modalidades de interpretación. Otros rasgos distintivos, no exentos de reconocimiento

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social, se refieren al marco situacional prototípico en el que se lleva a cabo (el congreso
o la conferencia) y, por qué no decirlo, a la remuneración (Pym 1995:45).
Consideramos submodalidades de la interpretación de conferencias, la
interpretación ante los medios de comunicación, la interpretación diplomática y la
interpretación de videoconferencias. En la interpretación ante los medios de
comunicación, la televisión y en menor medida la radio, se recurre normalmente, por
razones obvias, a la IS. Por sus características tan particulares, constituye una de las
actividades de mediación oral más exigentes: altísima repercusión social debido a la
gran audiencia, receptores habituados a locutores profesionales, horarios poco
convencionales, etc. (cf. Kurz & Pöchhaker 1995. Por lo que respecta a la interpretación
diplomática (cf. Grünberg 1997), comparte con la interpretación de conferencias un alto
grado de responsabilidad y una exigente prestación por parte del intérprete. Sus
características distintivas se justifican precisamente por la situación comunicativa en la
que tiene lugar la mediación: posible presencia de dos intérpretes, posible realización de
interpretación inversa y el recurso predominante a la IC. En cuanto a la interpretación
de videoconferencias, se diferencia de la forma clásica, fundamentalmente, en la ruptura
de la unidad de lugar, de tiempo y de acción, lo que conduce a un menor acceso a la
información por parte del intérprete (Heynold 1998: 325).

b. Interpretación ante los Tribunales

Los profesionales y estudiosos de la interpretación ante los tribunales suelen


coincidir en la caracterización de esta modalidad como una de la más complejas, debido
a la preparación jurídica específica del intérprete y al importante e imprescindible papel
que desempeña la labor de mediación en todas las fases del proceso judicial (cf. Morris
1989). Es una modalidad en la que se puede hacer uso de cualquiera de las técnicas de
interpretación mencionadas, en función de la duración o de la importancia del proceso
judicial.
Por otra parte y salvo algunas excepciones (en países multiculturales como
Estados Unidos), no suele emplearse intérpretes con una formación específica para
llevar a cabo esta modalidad de interpretación. Volvemos, por lo tanto, a plantear la
escasa consideración social e institucional que reciben algunas modalidades de

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interpretación, insistiendo en este caso en las graves repercusiones que se pueden
derivar de la inexperiencia y de la ausencia de formación.

c. Interpretación de Enlace

Cabe destacar la confusión existente en torno a esta modalidad de interpretación:


por la variedad de denominaciones y porque suele utilizarse, de manera abrumadora, la
técnica de la IB en la interpretación de enlace. Nosotros llamamos interpretación de
enlace a la modalidad de mediación oral que permite la comunicación entre dos o más
personas presentes en la misma situación comunicativa, donde intercambian opiniones,
de manera más o menos informal sobre un tema concreto. La interpretación de enlace
suele darse en negociaciones comerciales, visitas preparatorias de eventos, en ámbito
turístico, etc. Esta modalidad de interpretación no es exclusiva de los intérpretes y suele
ser realizada por traductores.

d. Interpretación social

Se trata de una modalidad de interpretación que ha ido configurándose como


actividad profesional a partir de la segunda mitad del siglo XX. El punto de partida lo
constituyen los desplazamientos de población y los movimientos migratorios, por
causas económicas y políticas, que caracterizan el mundo en el que vivimos.
En esta modalidad, el intérprete interviene como mediador entre un equipo
médico y un enfermo (servicios de urgencias, hospitales, centros de salud…) o entre un
inmigrante y las autoridades (oficinas de inmigración, policía, funcionarios de
prisiones…), etc. Se trata, pues, de una labor de mediación donde las diferencias
sociales y las relaciones de poder están muy marcadas, llegando a coincidir en
numerosas ocasiones el papel del intérprete con el de un mediador social (cf. Wadensjö
1998). Las razones de la escasa o nula valoración profesional que sufre esta modalidad
de mediación se explican fácilmente: se lleva a cabo, a menudo, por miembros de la
familia o de la comunidad lingüística en cuestión; las lenguas implicadas en la
mediación no forman parte de las que se hablan en la diplomacia internacional (cf.
Mikkelson 1996:127).

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III. ANÁLISIS DEL PROCESO DE LA INTERPRETACIÓN

Aunque todas las operaciones se aglomeran las más de las veces en un lapso de
tiempo muy breve, la interpretación consta realmente de tres elementos distintos:

a) Captar o comprender
b) Verter o traducir
c) Decir.

Examinaremos cada uno de estos elementos por separado, pues el intérprete en


ciernes tiene que someterse a un adiestramiento particular para cada uno de ellos.

A. CAPTAR O COMPRENDER

Se sobreentiende que es requisito previo para interpretar satisfactoriamente un


discurso, haberlo entendido lo mejor y más perfectamente posible. Por ello el intérprete
debe:
1) oírlo bien
2) saber a fondo el idioma del orador
3) conocer la cultura propia del país del orador
4) conocer las peculiaridades lingüísticas de ese país en cuanto a
pronunciación, terminología, etc.
5) conocer el tema tratado
6) poseer extensa cultura general

OIDO
El intérprete debe tener un oído fino y sensible.
“Quien carezca de esta cualidad y nada pueda hacer para remediarlo, más vale
que se dedique a otra profesión, como le sucediera al pintor que perdiera la vista,
aunque eso no quiere decir que un buen oído sea requisito suficiente en sí mismo”,
según afirma rotundamente el profesor Herbert en su “manual del intérprete”.

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El intérprete no debe vacilar en interrumpir el debate cuando no oye
debidamente, bien porque falla lo conexión, o porque la transmisión es deficiente, o
porque el orador habla fuera del micrófono, o por cualquier otro motivo.
Si el intérprete considera que el pasaje que ha silenciado es muy importante y
que su omisión puede dificultar la comprensión de cuanto sigue, puede decir por el
micrófono que hubo algo que no comprendió y por consiguiente no tradujo.
Hay que incidir aquí en que la acción de oír no consta meramente en entender
todas las palabras que se profieren, sino que también es necesario entender su sentido,
captar las inflexiones de la voz y la entonación y observar los gestos que pueden a veces
matizar de cierta manera la idea que expresan las palabras.
Por lo tanto, el intérprete debe evitar siempre, tanto caer en exageraciones
impropias, como emplear términos tan ambiguos que no llegan a expresar apenas nada.

IDIOMA DE LA DISERTACIÓN
Es absolutamente necesario que el intérprete domine a fondo el idioma que
traduce.
El intérprete que acepta traducir de un idioma que no domina perfectamente,
incurre en grave falta, y es cosa que no debe hacer nunca, ni en casos excepcionales, ni
siquiera para sacar de apuros a un colega. Toda infracción a esta norma acarreará con
toda probabilidad lamentables consecuencias para la asamblea que ha confiado en ese
intérprete, así como para la reputación y el porvenir del mismo.
Dominar una lengua implica algo más que un conocimiento completo de su
vocabulario y su gramática; supone estar empapado en su espíritu, conocer sus
tradiciones y su evolución, antiguos y modernos. Supone también un buen conocimiento
de las obras literarias que han influido más en ella, apreciar su sentido del humor,
conocer los nombres sobresalientes de su historia, distinguir los matices de estilo, los
eufemismos y frases hechas que han podido perder su significado original en todo o en
parte. También es muy conveniente tener cierto conocimiento de los giros populares
modernos.

NACIONALIDAD DEL ORADOR


No basta saber cuanto pertenece específicamente al idioma del orador, hay que
haber entrado además en íntimo contacto con las fuentes de cultura en que ese orador ha
bebido.

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El intérprete debe darse cuenta de que un buen conocimiento del árabe no es
suficiente para entender los discursos de ciertos delegados yemeníes o egipcios, por
citar algunos, y que aún quien se encuentra en Paris como en su propia casa, no por eso
entenderá necesariamente a un marroquí, ni basta haber vivido en Inglaterra para
comprender a un americano de Texas, o a un pakistaní.

ORADORES QUE HABLAN UN IDIOMA QUE NO ES EL SUYO


El intérprete ha de entender hasta los discursos ininteligibles.
Cuando en una sala están representados muchos países, la mayor parte de los
oradores habla en una lengua para ellos extranjera. Muchas veces la hablan mal, con
pronunciación defectuosa, sintaxis incorrecta y desacertada elección de los términos.
En estos casos la asamblea entera se vuelve con toda naturalidad hacia el
intérprete. Incluso algunos delegados, que normalmente emplean otro idioma y que
posiblemente tienen muy pobres conocimientos del idioma del intérprete, tratarán de
escuchar su traducción. Este debe entonces hablar despacio y con la mayor claridad
posible.
Este punto debe ser objeto de atento estudio durante la formación técnica de los
intérpretes. En general, entre los discursos que se den a los alumnos para que practiquen
la interpretación, debe haber bastantes hablados con malos acentos y expresión,
pronunciados con ritmo irregular y que contengan errores diversos.
En lo que se refiera a los acentos, es evidente que en las escuelas y facultades de
interpretación no pueden enseñar a distinguir y entender distintos acentos, pero un/una
aspirante a intérprete avispado debe aprovechar cuantas ocasiones se le presenten, en
sus viajes, o en el lugar donde vive, para hablar con personas que tengan toda clase de
acentos enrevesados, a fin de familiarizarse con ellos.

MATERIA DE LA INTERPRETACIÓN
Un buen conocimiento de la materia, objeto del debate o del discurso, ayuda
eficazmente a mejorar la calidad de la interpretación.
En cuestiones altamente técnicas, un experto en ellas con suficientes
conocimientos lingüísticos puede resultar un excelente intérprete improvisado, mientras
que el más ducho intérprete profesional puede sufrir un tremendo frasco, si ignora
totalmente cuando se refiere al tema que se está tratando.

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Por tanto, es imprescindible que antes del comienzo de toda reunión, el
intérprete estudie el tema, leyendo atentamente no sólo los informes y las memorias que
van a ser objeto de debates, sino además algún documento de sesiones anteriores, o
incluso obras o manuales de carácter técnico. Salvo raras excepciones, tan sólo se puede
interpretar debidamente lo que se entiende con cierto conocimiento de causa.
Es conveniente que el intérprete anote los vocablos y la terminología propios del
caso y prepare con antelación un glosario sobre el tema objeto de la reunión y sobre la
administración interior de la organización. Este glosario podrá y deberá irlo
completando durante el período de sesiones, a medida que va obteniendo más
información sobre la terminología y la fraseología propias.
También es sumamente útil leer el reglamento interior de la organización, antes
del comienzo de la sesión, a fin de conocer la terminología que ha de aplicarse.

CULTURA GENERAL
No basta al intérprete poseer amplios conocimientos sobre el tema de la
conferencia, sino que ha de poseer una cultura general sumamente vasta.
A imitación de los periodistas, de los diplomáticos y de los políticos, el
intérprete ha de ser capaz de hablar en cualquier momento de cualquier cosa, pero a
diferencia de los primeros, sin estar advertido de antemano y sin poder obtener alguna
información a última hora, ni tampoco puede escoger el momento que juzga oportuno
para tocar el tema.
El intérprete ideal tendría que ser una enciclopedia viviente completa, que
estuviera constantemente al corriente de cuanto se dice y se hace en todas las esferas de
la actividad humana. Claro que tal cosa no es posible en la realidad, pero un intérprete
concienzudo debe esforzarse incansablemente por acercarse a esa meta
En resumen, el intérprete debe conocer a fondo cierto número de materias que
surgen frecuentemente, de manera más o menos directa, en casi todas las reuniones
internacionales y que suelen discutir con facilidad personas poco especializadas en esos
temas, merece citarse entre otros, la historia contemporánea, la geografía política y
económica, el derecho civil, mercantil y constitucional, la economía, los sistemas
presupuestarios, el comercio internacional, los procedimientos parlamentarios y las
organizaciones internacionales

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B. VERTER O TRADUCIR

REGLAS GENERALES
Al decir verter, queremos indicar cuanto se realiza desde que se oye el discurso
original hasta que se pronuncia la traducción. En esta parte hemos de considerar por
separado la interpretación simultánea y la interpretación consecutiva , aunque trataremos, en
primer lugar algunos principios generales y detalles que son aplicables a ambos
métodos.

Generalidades:
El intérprete debe tener siempre presente que el objeto inmediato y fundamental
de su trabajo es permitir a su auditorio conocer con precisión cuanto el orador
pretende comunicar y que debe producir en sus oyentes la impresión que el orador
desea causar.
El intérprete, lo mismo que el traductor, no debe olvidar nunca que muchas
frases pierden vigor, viveza y colorido, cuando se traducen a otro idioma y por lo tanto,
en compensación, para restablecer el equilibrio, deben, sin dudarlo emplear frases y
giros idiomáticos expresivos y matizados, siempre que el léxico del idioma que
emplean, lo permita. Por eso conviene tener a punto términos y frases hechas propios
del caso, sin equivalencia exacta en el idioma del orador, que puntúen bien la
traducción, como, «a poder ser», «pues bien», «más vale», etc.

Proverbios y metáforas
Los proverbios y refranes, si se traducen pura y simplemente, pueden perder
todo sentido, o adquirir otro significado, por evocar ideas distintas; otras veces, la
equivalencia pertenece a un género muy alejado de lo que el orador quería expresar. En
estos casos, lo mejor es decir un refrán del idioma en que habla el intérprete, que
corresponda lo más posible al del orador, lo que exige cierta rapidez y agilidad mental.
Recomendamos aquí un excelente ejercicio práctico que consiste en ir anotando
proverbios en el idioma materno, a medida que el profesor o un compañero los va
dictando en otro idioma.

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Alusiones y citas poéticas
Si el orador hace alusión a un poema de un autor muy conocido, aún resulta más
difícil traducirlo. Quizá sea lo mejor en este caso que el intérprete, aunque el orador no
lo haya hecho, indique el nombre del poeta o el de la obra diciendo: «como dijo el poeta
árabe al-Mutanabbi», o bien «el orador ha citado la célebre frase del Hamlet de
Shakespeare… »; o, «según un modismo popular americano…»; y a continuación dar
una traducción sucinta y comprensible de la cita.

Chistes y juegos de palabras


Los cuentos, los chistes y los retruécanos, son a veces imposibles de traducir. Un
cuento marsellés contado por un francés, una historieta de negros contada por un
americano, o un chiste escocés en que todo gira alrededor de la imposibilidad de
pronunciar la palabra «infierno», pierden toda su gracia en otro idioma.
También es posible explicar prolijamente el chiste, pero suelen perder toda la
gracia, o bien omitirlos pura y simplemente y decir al orador posteriormente que no
pudo hacer una traducción del cuento o chiste, porque al hacerlo hubiera quedado sin
pies ni cabeza, y que el orador se lo crea, o se lo deje de creer.

Errores del orador


Cuando el intérprete considera que el orador ha dicho algo equivocado, o que ha
cometido un lapsus linguae, debe corregirlo, si de trata de algo sencillo y claro, como
por ejemplo, si ha dicho las dos y media por las doce y media, Suecia por Suiza,
importar en lugar de exportar, etc. Si con todo, no está muy seguro, es preferible que se
sujete a lo dicho por el orador y espere a que él mismo se corrija o a que alguien
intervenga. Cuando el intérprete no está aislado de la asamblea, también puede, al llegar
a ese punto, llamar la atención del orador, acortando el ritmo de súbito, alterando la voz,
lanzando una mirada interrogatoria al orador o al presidente, y si uno tiene algún
conocimiento del idioma en que habla el intérprete, podrá corregir. En ciertos casos, el
intérprete puede fingir que no ha oído bien y pedir al orador que repita.

Puntos oscuros o ambiguos


¿Qué hemos de hacer cuando la exposición resulta en cierto modo oscura o
ambigua? En primer lugar, no preocuparnos demasiado. Con un poco de perspicacia

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psicológica muy bien podemos darnos cuenta de que ello puede deberse a diversos
motivos; unas veces el orador se abstiene deliberadamente de exponer claramente
sus intenciones porque desea lanzar unas sugerencias para tantear el terreno en
cuanto al modo de pensar y a las opiniones de los demás y quedar en libertad de
decidir en el momento oportuno, escogiendo entre los puntos de vista esbozados, el
que al fin y a la postre le parezca más conveniente, a juzgar por las reacciones del
auditorio. En tal caso el intérprete debe expresarse con cautela, dando igual
ambigüedad al tema y procurando dar a entender todos los sentidos que las palabras
del orador puedan tener.
También puede suceder que el orador ha pretendido expresar sencillamente su
idea, pero no ha sabido hacerlo claramente. En este caso el intérprete podrá ayudar,
expresando las ideas expuestas con toda claridad, tal como él cree que deben
entenderse, cosa que no deja de tener sus riesgos, a no ser que el orador entienda
algo del idioma del intérprete y éste pueda llamarle la atención al respecto de alguna
manera, para que exprese implícita aprobación o explícita desaprobación.
Hay oradores con ideas confusas o difusas que no hay más remedio que
interpretar en forma vaga e incorrecta.

B.1. INTERPRETACIÓN SIMULTÁNEA

En términos generales puede decirse que entre el tipo medio de calidad de la


interpretación simultánea, comparada con la de la interpretación consecutiva, viene
a haber una diferencia análoga a la que puede haber entre una interpretación
consecutiva y una traducción escrita.
En la interpretación simultánea se vierte inmediatamente de un idioma a otro, sin
posibilidad de consultar referencias o de pedir consejo a un colega o a un delegado,
sin tiempo para reflexionar, sin la menor oportunidad de dar un orden lógico al
discurso y ni siquiera a las frases. Aquí se halla el intérprete a merced del orador,
cuyas imperfecciones de lenguaje, de estilo o de pensamiento, tiene que verter…
aumentados, en algunos casos, con las suyas propias.
Cuantos consejos exponemos aquí pretenden aminorar los inconvenientes
inherentes a la interpretación en sí, pero nada pueden hacer corregir, en la
interpretación simultánea, las imperfecciones de calidad de los discursos originales.

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En cambio, en la interpretación consecutiva, el intérprete puede, y en muchos casos
debe, convertir un discurso malo en un discurso bueno. El intérprete, en simultánea,
tiene que contentarse con mantener el nivel de calidad del discurso original.
Relativamente poco puede decirse aquí acerca de la técnica propia de la versión
peculiar a la interpretación simultánea y cuanto a continuación indicamos, en parte
se refiere más bien a la manera de hablar en sí.

1. El intérprete debe hablar siempre a la misma distancia del micrófono.


2. Es preferible hablar en voz baja cerca del micrófono, a hacerlo en voz alta ya
alejado, pues la resonancia de la propia voz impide oír bien el discurso
original.
3. No se debe variar apenas el volumen y el tono de voz, sin que ello suponga
caer en la monotonía.
4. No conviene distanciar demasiado la traducción del discurso original.
En general, se aconseja seguir al orador a una media frase de distancia, pero
algunos intérpretes se mantienen a una frase entera de distancia.
5. Cuando hay que traducir listas de cifras (como estadísticas) o de nombres
propios (personas, países, etc.), el intérprete debe pegarse lo más posible al
orador, sin distanciarse más de un nombre o un número. Incluso si se trata de
números de más de tres cifras conviene traducirlos por parte.
6. Si al verter las cifras, el intérprete se va quedando algo retrasado, conviene,
para mayor seguridad, que las vaya anotando en una hoja de papel, a medida
que el orador las vaya anunciando.
7. Si en medio de una disertación, el intérprete no capta una frase, no debe ello
conducirle a perder o demorar el resto del discurso, pues es más sensato
omitir totalmente una frase que correr el riesgo de perder también las
siguientes.
8. Cuando el intérprete no encuentra inmediatamente la equivalencia exacta de
un término, o de una frase o parte de frase, no debe detenerse demasiado a
reflexionar, sino contentarse con dar una idea aproximada, o hacer una
paráfrasis, para no exponerse a perder la continuación.
9. Cuando un discurso se está interpretando a varios idiomas y uno de los
intérpretes no capta, o no entiende, algo importante, podrá intentar, si la
instalación lo permite, conectar con uno de sus colegas para escuchar lo que

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éste dice, y poner remedio a su fallo. Claro está que corre el peligro de
perder parte de la frase siguiente.
10. A veces en las frases largas, no es posible prever el final, ni si van a
resolverse en forma negativa o afirmativa, en cuyo caso, aunque perjudique
al estilo, más vale comenzar de manera algo imprecisa, diciendo, por
ejemplo, «en cuanto a...», «por lo que», «con referencia a». Claro que en
esos casos hay que terminar a veces la frase un tanto bruscamente con un
«me opongo», «estoy de acuerdo», pero no queda otro remedio.
11. En la interpretación simultánea, es necesario en algunas ocasiones, elegir
entre precisión, buen estilo y correcta sintaxis. Ante tal situación, el
intérprete ha de dar siempre la primacía a la precisión, sean cuales sean las
consecuencias.
12. El intérprete en simultánea, aún más que en consecutiva, sobre todo cuando
se encuentra cansado, debe estar alerta a fin de no cometer errores de
homofonía, o como dicen los franceses, no caer en el cepo de los «falsos
amigos», que consiste en confundir palabras similares, pero con significados
distintos en cada idioma.
13. Aconsejamos, por considerarlo de gran utilidad, que el aspirante a intérprete
grabe, durante el entrenamiento, en cinta magnetofónica las traducciones que
hace a viva voz, a fin de escucharlas después y tratar de descubrir los
defectos y fallos que insospechadamente se deslizan, con objeto de
corregirlos.

B.2. INTERPRETACIÓN CONSECUTIVA

Anotaciones del intérprete


Las anotaciones del intérprete constituyen el factor esencial de la técnica de la
interpretación consecutiva.
La calidad del trabajo depende en mucho mayor grado de las notas que de todo
otro elemento factible de perfeccionamiento. El modo certero de tomar notas puede
incluso influir beneficiosamente en determinadas deficiencias en que pudiera a veces
incurrir el intérprete principiante. Por consiguiente, nunca se podrá insistir bastante en la
necesidad de una buena preparación a este respecto.

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En términos generales, los apuntes sirven como complemento eficaz, ya que el
intérprete que pudiera recordar exacta y totalmente cuanto se ha dicho, para nada tendría
necesidad de apuntes. Por tanto, las anotaciones han de tener un carácter netamente
individual, pues mientras unos tienen la facultad de recordar los detalles, otros retienen
con más facilidad el orden de las ideas.
El intérprete debe comenzar a tomar notas en cuanto empieza la disertación,
puesto que lo que al parecer iba a ser «tan sólo unas palabras», puede inopinadamente
convertirse en un interminable discurso que ni siquiera el propio orador había previsto y
el intérprete que se deje sorprender por casos semejantes tendrá que superar enormes
dificultades.
Hay intérpretes que toman notas continuamente a medida que el orador habla,
sin esperar la exposición completa de una idea; otros prefieren seguirle a cierta
distancia, para imprimir mayor lógica a sus notas.
La práctica enseñará a cada uno el sistema que más le conviene, aunque el
mencionado en primer lugar ofrece mayor seguridad para los principiantes.

Análisis lógico
En la medida de lo posible debe el intérprete proceder a un análisis lógico del
discurso según lo va escuchando y tomar sus anotaciones en consecuencia. Esto supone
ir descomponiendo el conjunto del discurso en secciones y subsecciones, que pocas
veces se reflejan en las palabras del orador, a no ser en los discursos de personas
altamente calificadas.
El análisis lógico es una operación ardua, que exige entrenamiento previo
minucioso. El intérprete en ciernes debe practicarlo por sí solo, tomando unas cuantas
páginas de textos sólidos y macizos, en que las ideas no están expuestas con excesivo
método, transcribiéndolas en forma de apuntes de intérprete, claros y lógicos. Con
práctica suficiente se llega a hacer esto casi automáticamente.

Elección del idioma para los apuntes


Es preferible, a fin de simplificar la lectura y hacer la traducción con buena
dicción y fácil palabra, que los problemas inherentes a la traducción en sí se vayan
resolviendo a medida que se van tomando los apuntes. Por consiguiente, la mayor parte
de los intérpretes calificados consideran más conveniente tomar las notas en el idioma
en que ha de hacerse la interpretación.

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Legibilidad
Ante todo, las notas han de leerse fácilmente y deben por consiguiente ofrecer
buena visualidad. El intérprete no puede permitirse el lujo de vacilar y reflexionar al
irlas descifrando, por lo cual la grafía ha de ser extremadamente clara y no dar lugar
ambigüedad alguna. Todo cuanto se relaciona con una idea determinada del discurso
debe figurar en la misma página, por tanto es preferible utilizar hojas de papel bastante
grandes, según el tipo de caligrafía, espacios entre líneas, márgenes, etc., que
acostumbre emplear el intérprete.

Símbolos y abreviaturas
La enorme ventaja que posee la mayor parte de los signos y símbolos, es que no
pertenecen a ningún idioma en particular y pueden sin esfuerzo alguno escribirse en un
idioma y leerse en otro, igual que acontece con las cifras.
Si el intérprete estuviera ya acostumbrado a ciertos símbolos y abreviaturas, que
posiblemente adoptó en sus años de estudio en la escuela o en la universidad, hará muy
bien en seguirlos utilizando.
Los signos y los símbolos se suelen adoptar por la relación que tienen con una
palabra o término, pero el intérprete debe, siempre que le sea posible, asociarlos a un
concepto, sin tener en cuenta los términos con que se expresa tal concepto en cada
idioma.

Modo de emplear los signos


Para el intérprete los apuntes constituyen una garantía.
Puede suceder que, al hablar, los emplee poco o nada, porque la memoria le va
suministrando cuanto necesita.
No conviene emplear símbolos en excesiva cantidad, ya que se corre el riesgo de
olvidar momentáneamente su significado al efectuar la lectura.
El estudiante no debe comenzar a emplear nuevas series de signos, las cuales
nunca constarán de más de seis a ocho por serie, hasta que no está totalmente seguro de
haber asimilado perfectamente la serie anterior.
También es peligroso improvisar símbolos e incluso abreviaturas, durante el
trabajo, pues se puede olvidar su significado. Cuando sea imperiosamente necesario

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hacerlo, conviene anotar los nuevos símbolos en una hoja aparte, con su significado
escrito completo, y tenerla a la vista en todo momento, en calidad de referencia.
A fin de evitar una excesiva abundancia de símbolos, conviene emplear un
mismo símbolo para diversas formas de un verbo y el correspondiente sustantivo, así
por ejemplo, «proponer», «propongo», «propuse», «propuesta», «proposición», pueden
representarse por la letra griega «». El sentido de la frase con ayuda de la memoria
permite hallar luego la palabra exacta. Por temor a dudas, también se pueden añadir una
o dos letras que indiquen la terminación, así en el ejemplo indicado, «proposiciones»
podría representarse por « iones».
Siempre que sea posible, aunque el término tenga gran relación etimológica con
otros términos, debe emplearse el mismo símbolo para todos los que sean sinónimos o
casi sinónimos. Así, el símbolo que hemos indicado para el término «proponer», puede
emplearse para «sugerir», o para «rogar», cuando se le ha dado esa acepción, a no ser
que el orador haya acentuado con énfasis un cierto vocablo, en cuyo caso el intérprete
en general lo recordará, aunque no lo haya notado.
Si el intérprete emplea un cierto símbolo, o una cierta abreviatura, para un
término determinado, muy bien puede emplearlo para esa misma palabra cuando toma
otro sentido, así el símbolo que se emplee para la palabra «paz» puede aplicarse
igualmente a «Océano Pacífico».

Símbolos fonéticos
Los símbolos fonéticos muy sencillos son de gran utilidad para indicar afijos,
prefijos y sufijos, que se reiteran con frecuencia, como, «con», «ción», «mente»,
«able», Así, para el sufijo «ción» empleamos el signo «», según el sistema antes
indicado podríamos especificar que el orador dijo «proposición» y no «propuesta» de la
siguiente manera: «».

Abreviaturas
Ni que decir tiene que las abreviaturas más conocidas, como ONU, USA, OIT,
etc., deben utilizarse siempre y algunas aún podrían abreviarse más, como por ejemplo,
«Unes» y «Urs» por «UNESCO» y la antigua «URSS».

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Las siglas empleadas en las placas de matrícula de los automóviles suelen
utilizarse para designar los correspondientes países y sus adjetivos, así por ejemplo,
«DK» puede servir tanto para «Dinamarca» como para «danés.»

Cifras
Es muy importante poder anotar con rapidez y precisión largas series de cifras,
como sucede cuando se trata de estadísticas, de presupuestos, etc.
Al anotar fechas de años, que a veces se suceden con gran rapidez, en
enumeraciones de estadísticas o en otros casos, se pueden suprimir las dos primeras
cifras e incluso las tres primeras, sustituyéndolas por un apóstrofe. Por ejemplo, «de
1942 a 1944» puede anotarse «´42-´4».
Los grupos de tres ceros se anotan mediante un signo simple, así «42.000» puede
anotarse «42» con un guión encima y «317.000.000» por «317» con dos guiones
encima.

Reservas de recursos
El intérprete debe contar siempre con una reserva de signos y símbolos, lo más
sencillos posible, sin un significado fijo, a fin de recurrir a ellos para representar frases
o términos técnicos, raros o complicados, que surjan con frecuencia durante una
reunión, como «droga que engendra hábito», «exportaciones invisibles», «farmacopea
internacional», «clasificación de carbones bituminosos según su contenido de materias
volátiles», «antología de la poesía árabe», etc.
Hay quien para esos fines reserva un alfabeto completo, simple o rodeado de un
círculo, siempre que sean letras que no puedan confundirse fácilmente con las de otro
alfabeto.
Estos símbolos y signos especiales y su significado en ambos idiomas, deben
anotarse en una hoja aparte, a fin de tenerlos siempre a mano para rápida y fácil
referencia.

Dicho esto, vamos a citar algunos consejos valiosos, de los infinitos que propone
J. Herbert, en su manual del intérprete, del que hemos extraído la mayor parte de este
material, antes de pasar a exponer la toma de notas recomendada por J. F. Rozan, que es
la que sigue la mayoría de los estudiosos y teóricos de la materia y la que más
aceptación tiene entre casi todo el mundo de la interpretación consecutiva.

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El intérprete debe saber que la técnica de los apuntes es independiente del
proceso de traducción. Durante su entrenamiento debe diferenciar ambas cosas y
practicar el apunte de notas haciendo abstracción de toda preocupación lingüística.
Conviene, pues, escuchar discursos, conferencias, o sermones y tomar notas que
permitan repetirlos después en el idioma original, completos, con toda precisión, buena
gramática y pura dicción. Cuando se consigue esto, ya está cumplida una de las
condiciones esenciales más difíciles de la interpretación consecutiva.
El siguiente ejercicio permite perfeccionar el sistema de toma de notas y
comprobar el grado de perfección que el alumno ha alcanzado:
1. Procurar que alguien lea en alta voz a velocidad normal de conversación, dos
o tres páginas de un texto cualquiera.
2. Tomar notas con toda precisión posible.
3. Redactar el texto completo en el idioma original, ayudándose exclusivamente
de las notas.
4. Comparar la redacción hecha con el texto original.
5. Hallar los motivos de cada omisión y de cada error.
6. Introducir en el sistema de toma de notas empleado, las mejoras que se
consideren oportunas, a la vista de los resultados obtenidos.

B.2.1. TOMA DE NOTAS

Rozan (1956), seguido por muchos autores, divide su manual en tres partes, una
primera la dedica a los principios, segunda a los símbolos y tercera y última a ejercicios
prácticos.
Rozan hace una importante observación que todo intérprete principiante debe
tener muy presente, y que recogemos textualmente:
Il faut bien sûr, que tous ceux qui exercent notre métier garde leur personnalité propre.
Il ne faut donc pas copier servilment ce système. Il faut s`en inspirer et l`adapter dans ce
qu`il a pour chacun de plus assimilable. Il est à base de logique, d`analyse et de
compréhensión de l`idée plutôt que des mots; ce serait donc le dénaturer que l`appliquer
automatiquement (…) En somme, tout ce que j`ai fait, c`est une synthèse. Les sept
principes et les dix symboles essentiels qui font ce cahier sont ceux qui font

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l`interprétation consécutive. S`ils étaient plus nombreux, le système ne voudrait pas
grand-chose.

Rozan considera que los principios que deben guiar a cualquier intérprete
consecutivo en la creación de su propio sistema de anotación son:
1. Transcripción de las ideas más que de la palabra.
2. Reglas de abreviación.
3. Encadenamiento de ideas.
4. Negación.
5. Acentuación.
6. Verticalidad.
7. Desplazamiento diagonal y décalage (desfase).

NOTA

Algunos de estos principios ya han sido mencionados en los anteriores


párrafos, y para no abundar en lo mismo, os adjunto un resumen fotocopiado de
estos principios y símbolos, extraído del “Programa de Técnicas de Interpretación
consecutiva” (francés), elaborado por las profesoras Elisabeth Stévaux y Mariela
Fernández Sánchez.
(Se adjunta en PDF aparte).

C. DECIR

Respiración y voz
La voz del intérprete debe tener buena resonancia y ser grata al oído.
Los intérpretes, como los actores, los predicadores y los profesores, han de
hablar largo tiempo en locales cerrados, de grandes dimensiones, en ocasiones con
deficiente acústica, siendo necesario que todo el auditorio les oiga correctamente.
Además, el intérprete tropieza con frecuencia con otras dos dificultades, una, que el
ambiente de la sala suele estar cargado de humo de tabaco y otra, que muchos de sus

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oyentes entienden mal el idioma en que habla. Por tanto es imprescindible que actúe con
cautela y que tome ciertas precauciones.

La elocución debe ser, por supuesto, lo más perfecta posible.


El intérprete debe hablar sin tragarse parte de las palabras y sin olvidar nunca
que la mayor parte de su auditorio se compone de extranjeros. De vez en cuando,
mientras interpreta, debe observar a los que le escuchan y en particular a aquellos que
siguen el idioma en que él habla. Si tiene la impresión de que le entienden con
dificultad, debe aminorar el ritmo de sus palabras, o levantar la voz, según el caso, y si
lo permite el método de interpretación que está empleando, debe recalcar los
monosílabos importantes, en particular las negaciones. También debe emplear términos
sencillos y frases que no sean excesivamente idiomáticas. Si fuera necesario, debe
repetir las manifestaciones que considere más importantes. Cuando la interpretación es
consecutiva, si observa que los miembros de la conferencia están anotando lo que dice,
no debe vacilar en reducir el ritmo del discurso hasta la velocidad de dictado si fuera
preciso, repitiendo cuanto considere necesario. A veces, deberá repetir lo que ya ha
dicho, o incluso detenerse de súbito, si observa que por una u otra razón, un delegado
dejó de escuchar algo que era para él de especial interés, o que precisamente a él iba
dirigido.

Gestos y tono
Constituye un punto sumamente difícil y delicado elegir el tono o modo de
hablar. Aquí el intérprete tan sólo podrá guiarse en cada caso por su tacto e intuición.
Únicamente podemos decir a este respecto que deben evitarse todos los extremos, como
voz desentonada, sin timbre, descolorida, apagada, aburrida, o mecánica, ya que estos
defectos privan todo discurso de interés, adormecen al auditorio y pueden irritar
enormemente al autor del discurso original y a sus amigos.
Constituye el extremo contrario la exuberancia, con lujos de gestos y clamores,
como suelen afectar los políticos de baja estofa de algunos países. El intérprete que haga
ese papel de payaso, quizá arranque algunas carcajadas entre los elementos menos
distinguidos de su auditorio, pero carece de dignidad, traiciona al orador y la mayor
parte de las veces, puede estar seguro de que por ese medio se ganará amargas
enemistades.

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Por lo general, se puede aconsejar al intérprete que hable en un tono algo menos
vivo, en todos los sentidos, que el orador en su discurso original. Aún es necesario
guardar mayor circunspección en los gestos.

Facultades oratorias del intérprete


Un buen intérprete ha de poseer dotes de buen orador público
En una asamblea nadie se molestará si algunos de los oradores son malos,
vacilantes, tartamudos o balbucientes, porque lo que interesa principalmente al auditorio
– o al menos debiera interesarle- es el fondo de lo que se dice y además la mayoría de
los oradores hablan en idiomas que no son el suyo propio. Sin embargo, no mostrarán
tanta tolerancia hacia un intérprete, ya que a éste corresponde ser un buen orador
profesional y se le paga por hacer ese trabajo.
El aspirante a intérprete debe, por consiguiente, entrenarse asiduamente y
practicar el arte de hablar en público, expresando sus ideas propias.
En condiciones normales de trabajo la interpretación consecutiva debe resultar
más perfecta que el discurso o intervención original, y esto por dos razones: la primera,
porque el intérprete debe ser un orador profesional y la segunda porque su discurso va a
continuación del original y el delegado ha de buscar mentalmente la palabra exacta,
volver sobre lo que ya había dicho, o corregirlo para darle mayor precisión o relieve,
alterar, o adaptar, sus palabras según las reacciones que observa en su auditorio,
(sorpresa, antagonismo, incomprensión, contrariedad, aprobación, etc.). Como es
natural, si el orador pudiera pronunciar el mismo discurso por segunda vez ante el
mismo auditorio, seguramente lo haría en casi todos los casos mejor que la primera, y
ésa es precisamente la feliz situación en que se encuentra el intérprete y que debe
aprovechar al máximo.

Dicción y estilo
El intérprete está obligado a conocer a fondo y perfectamente el idioma en que
habla.
En la medida de lo posible y salvo raras excepciones, no se debe interpretar más
que hacia la lengua materna.
Si el intérprete habla en un idioma que no domina cabalmente, cometerá muchos
más errores de los que cometería hablando en ese mismo idioma para otros fines, pues

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en la interpretación ha de tener toda su atención fija en otra cosa y no puede
concentrarla en construir las frases o en hallar los términos.
Para elegir el estilo que debe emplear en su interpretación, el intérprete tendrá
que emplear tanto tacto y cuidado como para elegir el tono o modo de hablar.
En relación con el tono oratorio y el estilo, podemos decir que consideramos una
buena norma general práctica, acercar algo más hacia un justo medio, tanto cuando se
aleje demasiado de él.

El intérprete debe procurar terminar siempre las frases y no dejarlas nunca en


el aire.
En la interpretación simultánea se plantea aquí una dificultad grave, pues son
muchos los oradores que no se molestan en rematar sus frases, sino que por el contrario
se lanzan de súbito por el camino de las digresiones y omiten luego volver a la oración
iniciada, y otras veces modifican la construcción gramatical de sus frases a mitad de las
mismas. Pase lo que pase y sea por lo que sea, si el intérprete dice algo carente de
sentido siempre recaerá sobre él toda la responsabilidad, por ello debe redondear
siempre sus frases, aunque poniendo gran cuidado de no agregar nada al fondo de lo que
dijo el orador.
En la interpretación consecutiva, son siempre peligrosas y deben evitarse, las
frases excesivamente largas y las digresiones encadenadas y concatenadas.

Duración de las interpretaciones


Salvo raras excepciones, justificadas solamente por motivos muy especiales, la
interpretación consecutiva nunca debe durar más del 75 por ciento del tiempo que
empleó el orador original.
Comete una falta profesional el intérprete que tarda más, por las siguientes
razones:

1. El intérprete ha de hablar con ritmo algo más vivo que el orador


original, a no ser que haya recibido instrucciones concretas en
contrario, o se le haya rogado que hable muy despacio, porque algunos
de los participantes que le escuchan no dominan suficientemente el
idioma en que habla.

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2. a diferencia de los oradores, no tiene motivos para vacilar durante el
discurso, ni debe hacer pausas para seleccionar los términos o la
secuencia de ideas.
3. Puede suprimir la mayor parte de las frases redundantes, que
normalmente no habrían tenido lugar en el texto original si se hubiera
redactado de antemano.
4. Con frecuencia podrá abreviar considerablemente cuanto constituye
meramente frases de ceremonia y cortesías.
5. Puede omitir las repeticiones que no fueron intencionadas.

A pesar de todo cuanto sucede, en ciertos casos el intérprete debe


emplear tanto tiempo como el orador, vale por ejemplo, cuando ambos textos se
toman en taquigrafía para imprimirlos en ambos idiomas a dos columnas.
El intérprete debe estar siempre dispuesto a abreviar su traducción
cuando se le indique, sin quejarse ni sentirse frustrado si el presidente le concede
solamente dos tercios, o la mitad, o la cuarta parte, o incluso la décima del
tiempo que había adjudicado al orador.

Puntos dudosos
Especialmente durante los debates de carácter técnico, es casi inevitable que
surjan términos cuya traducción exacta desconoce el intérprete. Sin embargo, si conoce
el tema y comprende el significado y el sentido, podrá mediante una paráfrasis dar una
idea clara de lo que quiere decir y en muchos casos un delegado, o un secretario,
suplirán, soplándoselo, el término exacto. Esto es más fácil de hacer en la interpretación
consecutiva que en la simultánea. Cuando no sean posibles tales artimañas, el intérprete
debe confesar francamente su ignorancia, sin temor a censuras, que de ordinario nadie
le hará. Lo mejor es mencionar el término en cuestión en el idioma original y agregar:
«lo siento, pero no conozco su equivalencia en…».
Cuando el intérprete duda acerca de la exactitud de alguno de los términos que
está empleando, debe, siempre que sea posible, llamar la atención de alguien sobre ello,
a fin de que le corrija si fuera menester. Estando en cabina, el intérprete puede con
sencillez intercalar en su traducción las siguientes palabras: «el intérprete no está seguro
de que este sea el término exacto».

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Intervenciones imposibles de traducir
En ciertas intervenciones, la rapidez excesiva del orador, unida al carácter
técnico del tema, hacen imposible que ni en simultánea ni en consecutiva, el mejor de
los intérpretes pueda hacer una traducción fiel y lúcida.
¿Cuál es la actitud que debe adoptar el intérprete en estos casos?
Cuando se encuentra en la sala de conferencias entre los participantes, se dirigirá
al Presidente y le pedirá que intervenga.
Cuando se encuentre en cabina, materialmente aislado de la sala, debe decir
claramente por el micrófono, que es imposible traducir al orador, pero que hará cuanto
pueda y tratará de dar al menos algo en síntesis, del fondo del discurso. Tras esta
declaración, se guardará mucho de caer en la tentación de traducir frases sueltas, que
queden carentes de sentido, o como suele decirse sin pies ni cabeza, sino que debe
intentar expresar de la mejor manera posible las ideas que pueda captar.

Errores del intérprete


Hasta los mejores intérpretes pueden equivocarse. Unas veces son ellos mismos
los primeros en darse cuenta, otras lo advierte alguien al auditorio.
Cuando el mismo intérprete se da cuenta de que ha cometido un error debe corregirse
inmediatamente, pues incluso errores mínimos pueden motivar tergiversaciones que si se
averiguan horas o días después, podrán ocasionar lamentables pérdidas de tiempo para toda la
asamblea. Ni por timidez ni por orgullo, debe nunca ocultar el intérprete los errores que ha
cometido. Si es un delegado quien corrige el error cometido por el intérprete, bien
inmediatamente, o bien al final del discurso, el intérprete debe aceptar siempre la corrección,
aunque se refiera a algo nimio o desprovisto de interés. Es correcto y cortés que pida disculpas y
que dé las gracias con mucha brevedad y nunca se embarcará en una discusión, ni dará
explicaciones o excusas.
El intérprete debe tener siempre presente que, hasta cierto punto, el objeto de la
interpretación no es únicamente dar una traducción exacta, sino conseguir que los
interesados entiendan lo que el orador pretende comunicarles. Por consiguiente, cuando el
intérprete tenga la sensación de que por una razón cualquiera, la traducción que hizo, aunque
hubiese sido perfecta, ha sido mal entendida, debe, inmediatamente, por iniciativa propia,
repetir lo dicho, aclarándolo mejor.

IV. BIBLIOGRAFÍA (actualizada en el programa de la asignatura).

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