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CLASIFICACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

Sastre Ariza, Santiago.


Profesor Titular de Filosofía del Derecho de la Universidad de Castilla-La
Mancha

Introducció n

Se suelen manejar diferentes criterios para clasificar los derechos humanos. La


elecció n de uno u otro depende del aspecto de los derechos que se quiera resaltar,
de modo que hay que tener en cuenta la finalidad que se persigue con la
clasificació n.

A priori esta tarea parece difícil debido a la variedad de derechos humanos que
han sido reconocidos en los textos jurídicos. Aun así, es preciso hacer referencia a
tres criterios que se suelen emplear en la literatura jurídica y que, ademá s, ilustran
algunos problemas importantes que aparecen en el aná lisis de los derechos. Así, es
posible realizar una clasificació n 1) segú n las garantías que tienen los derechos en
los sistemas jurídicos, 2) segú n la estructura o el tipo de relació n que establecen
los derechos, y 3) segú n el criterio histó rico de su reconocimiento, que permite
agruparlos de forma temá tica por generaciones.

1. Segú n las garantías que tienen los derechos en los sistemas jurídicos

Cuando se habla de garantías en relació n con los derechos humanos se alude al


conjunto de instrumentos que pretenden dotar de eficacia a los derechos. Dentro
de las garantías se deben incluir muchos medios (como por ejemplo inmunidades,
funciones de ciertos ó rganos, exigencias legales, acciones procesales, etcétera) que
está n orientados hacia la protecció n de los derechos. La incorporació n de los
derechos en constituciones que está n protegidas por los mecanismos de la rigidez
constitucional y del control de constitucionalidad de las leyes puede ser
interpretada ya como una garantía.

Si se presta atenció n a las garantías es posible advertir que hay derechos que
pueden ser reclamados ante los tribunales, otros generan obligaciones que no
pueden ser exigidas ante los tribunales, otros tienen un papel importante en la
interpretació n de las normas, etcétera. No parece problemá tico destacar que la
garantía má s relevante de los derechos para conseguir su eficacia es la garantía
jurisdiccional, es decir, la posibilidad de acudir a los ó rganos jurisdiccionales para
reclamar su cumplimiento mediante la aplicació n de sanciones o nulidades. Uno de
los autores que má s insistió en esta idea fue Kelsen (Kelsen, 1986, p. 141). Ahora
bien, Kelsen hizo hincapié en este aspecto hasta el punto de considerar que la
posibilidad de reclamar ante los tribunales es un elemento bá sico de la existencia
de un derecho, de modo que si un derecho no dispone de garantía jurisdiccional en
realidad no debe ser considerado un verdadero derecho.

En relació n con esta cuestió n es conveniente advertir que no se deben confundir


los derechos con las garantías (Ferrajoli, 1999, pp. 59 y ss.). Una cosa es el bien o el
objeto de la garantía (el derecho) y otra la técnica que garantiza o asegura ese bien.
No só lo es preciso distinguir los derechos de las garantías, sino que se debe
destacar que existe una prioridad conceptual de los derechos frente a las garantías
(Laporta, 1987, p. 27). En efecto, las garantías presuponen la existencia previa de
un derecho, pues para proteger algo es necesario que exista ese algo que hay que
proteger. Por tanto, los derechos son diferentes y previos a sus garantías.

Esto es importante porque permite afirmar que igual que existen distintos
derechos hay también diferentes técnicas de garantía de los derechos. Si se definen
los derechos a partir de alguna garantía concreta (como la tutela jurisdiccional)
entonces aparecen dificultades para reconocer la existencia de derechos que no
tienen ese tipo de garantía (como sucede en el caso de los derechos sociales) o que
incluso carecen de garantías (como ocurre en el á mbito moral con los derechos
morales).

Es evidente que si se acude a las garantías para clasificar los derechos humanos
entonces hay que prestar atenció n a lo que el legislador ha establecido en cada
sistema jurídico. Se trata, por tanto, de un criterio que suele manejar la dogmá tica
jurídica, que se encarga de estudiar el Derecho vigente en una comunidad
determinada.

2. Segú n la estructura o el tipo de relació n que establecen los derechos

El segundo criterio propone clasificar los derechos desde un punto de vista


estructural. El aná lisis estructural analiza las posiciones que surgen a partir de la
existencia de un derecho. Este enfoque se fija en las distintas relaciones que se
establecen entre los titulares de los derechos y los sujetos obligados. La diferente
tipología de los derechos exige concebir lo que significa tener un derecho a partir
de distintas modalidades.

Aunque un estudio de este tipo ya fue realizado anteriormente por otros autores
(como por ejemplo Hugo Grocio), uno de los aná lisis má s conocidos fue el
formulado por el jurista norteamericano Hohfeld en su libro Conceptos jurídicos
fundamentales (Hohfeld, 1995). Hohfeld sostiene que cuando se afirma que alguien
tiene un derecho puede aludir a cuatro cosas: una pretensió n, una libertad, un
poder y una inmunidad. Como correlato de estas situaciones la otra parte se
encuentra en una posició n de deber, no derecho, sujeció n e incompetencia,
respectivamente. Mientras que las dos primeras posiciones (pretensió n y libertad)
aparecen como consecuencia de normas regulativas, las dos restantes (poder e
inmunidad) surgen a raíz de normas constitutivas. Ahora bien, hay que resaltar,
como ha señ alado Atienza, que “ninguno de los derechos fundamentales que cabe
encontrar en una Constitució n contemporá nea puede reducirse sin má s a una de
esas modalidades o posiciones, sino que deben verse má s bien como un ramillete
de todas ellas” (Atienza, 2001, p. 212).

Esta clasificació n presenta dos ventajas: 1) muestra el cará cter pluridimensional


de lo que puede comportar tener un derecho y, 2) es un enfoque que no está
vinculado a una Constitució n particular, ya que se refiere a derechos que pueden
estar reconocidos en cualquier ordenamiento jurídico.
En la actualidad, uno de los autores que má s ha insistido en el aná lisis estructural
de los derechos humanos es Luigi Ferrajoli (Ferrajoli, 2001). Este autor italiano
distingue dos bloques de derechos: 1) Los derechos-expectativa. Aquí es posible
diferenciar los derechos de libertad, que consisten en expectativas negativas que
se expresan en prohibiciones de interferencia, y los derechos sociales, que
consisten en expectativas positivas que se plasman en obligaciones de prestació n
(relacionadas, por ejemplo, con la salud y la educació n). El cará cter negativo o
positivo de las expectativas hace referencia al tipo de tutela que prevalece en las
medidas que se adoptan con la finalidad de lograr su satisfacció n (obligaciones
negativas o positivas). Dentro de los derechos de libertad es posible distinguir las
libertades de, que son concebidas como inmunidades (como el derecho a la vida y
el derecho a la libertad personal) y las libertades para, que ademá s de ser
inmunidades consisten en facultades (del tipo de la libertad de prensa y el derecho
de asociació n). 2) Los derechos-poderes o derechos de autonomía. Dentro de estos
derechos se incluyen los derechos civiles y los derechos políticos. Se trata de
derechos que está n vinculados a la capacidad de obrar y que permiten la
realizació n de actos tanto en la esfera privada, los primeros, como en la esfera
pú blica, los segundos. En estos derechos el término poder no se entiende como una
simple facultas agendi, sino ademá s como una potestas agendi, es decir, como la
posibilidad de realizar actos que producen efectos jurídicos en el sujeto agente y/o
en los demá s (como realizar contratos, hacer testamento, votar...). Mientras que los
derechos-expectativa son derechos sustanciales o finales en el sentido de que
establecen un contenido (el qué) que debe respetar el procedimiento democrá tico,
los derechos-poderes son formales o instrumentales porque se refieren al aspecto
formal (el quién y el có mo) de las decisiones que se adoptan tanto en la esfera
privada como en la pú blica.

3. Segú n el criterio histó rico de su reconocimiento, que permite agruparlos de


forma temá tica por generaciones

El ú ltimo criterio pone el acento en el cará cter histó rico del reconocimiento de los
derechos humanos en los textos jurídicos y en las razones de esa incorporació n, lo
que permite agruparlos de forma temá tica en tres oleadas o generaciones (aunque
algunos autores se refieren a cuatro).

Al utilizar este criterio se parte de una visió n progresista de la historia segú n la


cual se va produciendo una constante ampliació n de las necesidades humanas que
tiene como reflejo la ampliació n del catá logo de los derechos humanos.

De acuerdo con el criterio histó rico se distinguen tres generaciones de derechos: 1)


los derechos de la primera generació n surgen en el contexto de las revoluciones
burguesas (inglesa, americana y francesa) del siglo XVIII. Se suele afirmar que
estos derechos son fruto (aunque obviamente no só lo) de la lucha de la clase
burguesa frente al régimen absolutista y las restricciones comerciales. Esta
generació n comprende los derechos civiles y políticos, que pretenden defender la
esfera de libertad de los individuos (de modo que se corresponden con una actitud
pasiva o abstencionista del Estado) y posibilitan la participació n de los ciudadanos
en la formació n de la voluntad política. Estos derechos encajan en el modelo
político del Estado liberal de Derecho que se implanta en Europa en el siglo XIX. En
este primer grupo de derechos, que suelen ser concebidos como la expresió n de los
valores de la libertad y la seguridad, se incluyen la libertad de expresió n, la libertad
religiosa, el derecho de propiedad, el derecho de participació n política, el derecho
de reunió n y el derecho de intimidad. 2) La segunda generació n de derechos está
ligada al desarrollo de la sociedad capitalista durante el siglo XIX y a la aparició n
de la clase trabajadora, que irá tomando conciencia de la desigual situació n de
riqueza y de la contradicció n entre el reconocimiento formal de los derechos y las
posibilidades reales a la hora de su ejercicio. La aparició n de estos derechos
coincide con la época de las revoluciones nacionalistas y socialistas de principios
del siglo XX. La segunda generació n comprende un conjunto heterogéneo de
derechos denominados derechos econó micos, sociales y culturales. Son derechos
que pretenden proporcionar unas concretas condiciones materiales y que por ello
exigen prestaciones y servicios (es decir, obligaciones positivas) por parte del
Estado, de ahí que se enmarquen en el modelo político del Estado social de
Derecho. Entre estos derechos, que se vinculan con el valor de la igualdad, se
incluyen el derecho al trabajo, el derecho a la salud, el derecho a la educació n, el
derecho de huelga y el derecho a la vivienda. 3) La tercera generació n de derechos
puede ser ubicada a partir de la segunda postguerra mundial y surge como
consecuencia de la aparició n de problemas que van adquiriendo un importante
protagonismo, como la preocupació n por las nuevas tecnologías, la desigualdad
entre países desarrollados y subdesarrollados, el interés por el medio ambiente,
etc. A estos derechos, que se engloban en un marco político que parece desbordar
los límites estatales, se les denomina derechos difusos porque no parece claro
cuá les son y quiénes son sus titulares. En esta generació n figuran el derecho a la
paz, el derecho a la libertad informá tica, el derecho al medio ambiente y el derecho
a la autodeterminació n de los pueblos.

Esta clasificació n de los derechos presenta algunos problemas: 1) Sin duda es


posible hablar de derechos en Grecia, en Roma y también en la Edad Media, de
modo que el criterio histó rico parece exigir un concepto estrecho de derecho que
justifique por qué el itinerario histó rico arranca del siglo XVIII. Esto pone de
relieve que el concepto de derecho humano puede ser concebido como un
concepto histó rico, si se insiste en que só lo puede ser explicado a partir de unas
determinadas coordinadas histó ricas (en este sentido se afirmaría que aparecen en
el Trá nsito a la Modernidad), o como un concepto teó rico que pretende reconstruir
la existencia de ciertas relaciones normativas, de modo que ahora lo importante es
su capacidad explicativa para dar cuenta de esas relaciones (en este caso su
aplicació n no se ceñ iría a un momento histó rico concreto). 2) Existen algunas
dificultades a la hora de encasillar los derechos en generaciones siguiendo un
orden cronoló gico y lineal (Vid. Martínez de Pisó n,1997, pp.171 y ss. ). Así, por
ejemplo, no cabe duda de que los derechos políticos fueron reconocidos má s tarde
que los derechos civiles. Algunos derechos, como el reconocimiento del sufragio
universal, la reivindicació n del derecho de reunió n y del de asociació n y el derecho
a la intimidad fueron incorporados en textos jurídicos en un momento histó rico
posterior. También sucede que algunos derechos fueron reconocidos antes del
contexto histó rico de la generació n en la que se incluyen, como sucede en el caso
de algunos derechos sociales que ya figuraban en la Constitució n francesa de 1791
en su título I. En definitiva, este criterio histó rico tiene el problema de que los
derechos humanos no se reconocen de forma grupal al mismo tiempo, de modo
que esta clasificació n presenta ciertos desajustes porque las generalizaciones no
permiten dar cuenta de algunos datos concretos. 3) También parece dudoso que
los derechos puedan agruparse en torno a ciertos valores (libertad, igualdad y
solidaridad). Má s bien parece que hay un reflejo de estos valores en los diferentes
derechos que son reconocidos en las distintas generaciones.

El criterio histó rico presenta dos ventajas que conviene destacar: 1) Asociar los
derechos de esta manera tiene interés desde un punto de vista didá ctico o
pedagó gico a la hora de explicar en términos generales el reconocimiento histó rico
de los derechos. 2) Sin duda, con este criterio se destaca que los derechos son
reconocidos en un momento histó rico determinado y que, precisamente, no han
caído del cielo, sino que todos han sido conquistados gracias a revoluciones,
conflictos, represiones y sacrificios. Finalmente, hay que destacar que si los
derechos responden a ciertas necesidades entonces la nó mina de los derechos
debe estar abierta a la aparició n de nuevas necesidades (Prieto, 1996, pp. 506 y
ss).

4. Conclusió n

En conclusió n, hay razones para dudar de la utilidad del esfuerzo por clasificar los
derechos humanos. Má s bien parece que si estas clasificaciones tienen interés no
es tanto por lo que aclaran como por evidenciar algunos de los problemas
centrales en el debate sobre los derechos humanos.

NOTA BIBLIOGRÁ FICA

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