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U N I V E R S I D A D N A C I O N A L A U T Ó N O M A D E M É X I C O

F A C U L T A D D E D E R E C H O

O R A T O R I A F O R E N S E Y D E B A T E J U R Í D I C O

D I S C U R S O

ASPECTOS
JURÍDICOS EN
CASOS DE
TRANSFUSIÓN
SANGUÍNEA EN
TESTIGOS DE
JEHOVÁ.
P O R A N A K A R E N M O R E N O V I L L A N U E V A

grupo 9126
» Producto del pluralismo ideológico y religioso de nuestra sociedad, la medicina moderna enfrenta un conflicto de
tratamiento especifico principalmente por motivos religiosos en el tajante rechazo a las transfusiones de sangre y sus
derivados, en pacientes Testigos de Jehová. El manejo perioperatorio de estos pacientes representa un desafío tanto
desde el punto de vista técnico y científico como ético y legal pues, para los Testigos de Jehová aceptar una transfusión
sanguínea significa una pérdida en el ámbito espiritual tan importante que para ellos es intolerable, por lo que antes de
aceptar esta medida terapéutica preferirían morir.
El rechazo de los pacientes a las transfusiones de sangre ocasiona problemas jurídicos de diversa índole y en esas
situaciones, tanto médicos como instituciones de salud deben establecer todas las medidas para asegurar que este tipo de
decisiones se realicen con la debida información, confidencialidad, libertad y en ausencia de toda coacción.

En el análisis de este conflicto convergen conceptos como la bioética, destacando el respeto por la autonomía del paciente
por un lado y la beneficencia, al cual estamos acostumbrados los médicos, por otro, lo que lleva a la enfrentamiento
natural que se produce al tratar de prevalecer un concepto sobre el otro.
Sin embargo, y pese a que la actitud de estos pacientes frente a la transfusión ha supuesto un reto, ha permitido grandes
avances en el manejo del paciente sin transfusiones así como el desarrollo de sustitutivos de la sangre.

» La transfusión sanguínea como recurso terapéutico aparece cuando se sugiere la transfusión vena a vena en el siglo XVI.
En 1901 se describen los tres grupos sanguíneos (A, B y O) y en 1940 el factor Rh, y a raíz de estos avances se
incrementó el uso de este recurso terapéutico con mayor seguridad para los pacientes, al disminuir de manera importante
los eventos adversos y las reacciones secundarias.

No obstante y pese a los beneficios que puede aportar una transfusión sanguínea, nos podemos encontrar con el rechazo
de este recurso terapéutico por parte de algunos pacientes.

Ahora bien, el origen de los Testigos de Jehová se ubica en la década de 1870 cuando Charles Rusell fundó en Pittsburg,
Pensilvania un grupo de estudio de la Biblia. De aquel grupo, surgieron congregaciones que se extendieron a los estados
vecinos y posteriormente a otros países. En la actualidad hay más de seis millones de Testigos de Jehová en más de 230
países.
El principal rasgo de su doctrina religiosa es su apego a la Biblia y como es bien conocido, uno de sus principales dogmas
es el rechazo total a la transfusión sanguínea.

» El rechazo voluntario de un paciente para recibir algún tipo de tratamiento siempre ha representado un conflicto ético.
Es frustrante enfrentarse a situaciones donde, conociendo el diagnóstico del paciente, teniendo las destrezas necesarias
para intentar su curación y contando con los recursos para ello, el paciente no esté dispuesto a someterse al procedimiento
terapéutico propuesto. Todo esto se agrava cuando la terapia propuesta es la única capaz de mantener con vida al paciente
y más aún, en una situación de urgencia, donde el no realizar la intervención a tiempo conlleva su muerte en un plazo
corto.
Rehusarse a una transfusión sanguínea y sus derivados por parte de pacientes pertenecientes al grupo religioso: ‘’Testigos
de Jehová’’ es un claro ejemplo de esta situación, ya que aunque signifique perder la vida, no están dispuestos a aceptar
ninguna transfusión de sangre.

Lo que, a su vez, conlleva un beneficio para el resto de pacientes ya que se ha disminuido considerablemente el número
de transfusiones buscando soluciones alternativas.
No obstante lo anterior, existe la pregunta sobre qué hacer cuando un paciente informa y solicita que no utilicemos esta
terapia bajo ninguna circunstancia. En general en nuestro país la jurisprudencia ha sido favorable a los médicos que han
practicado una transfusión sin el consentimiento del enfermo, pero no deja de ser un permanente y grave dilema ético que
repercute en la relación médico-paciente.

» Las libertades de conciencia y de religión están protegidas por el artículo 24 de la Constitución y se contemplan también
en diversos instrumentos internacionales como el artículo 18 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el
artículo 12 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La relación entre la religión y el Estado ha sido
compleja históricamente. Por ello, en la Constitución convive el derecho a la libertad de conciencia con una regulación
detallada sobre los alcances que en México tiene el principio de laicidad del Estado. La Suprema Corte se ha pronunciado
sobre el derecho a la libertad religiosa únicamente en ocho ocasiones. En estos asuntos la Corte ha perfilado la manera en
la que debe interpretarse este derecho, así como sus límites y su relación con otros derechos.

La Constitución Política Mexicana determina, en su artículo 24, el derecho a que cualquier persona profese la creencia
religiosa que más le agrade, siempre y cuando observe las leyes generales. Los testigos de Jehová, que generalmente
rechazan las transfusiones sanguíneas, hacen valer su negación basados en este precepto, sin embargo, existen diferentes
elementos que deben ser analizados, tales como: la libertad religiosa, la autonomía de la voluntad y la objeción de
conciencia; asimismo se deben contemplar excepciones, por ejemplo, el estado de necesidad.

Existen numerosos ejemplos a nivel nacional e internacional, que sientan jurisprudencia en el caso de los pacientes
Testigos de Jehová, los cuales debemos considerar, ya que la tendencia de los tribunales es respetar la voluntad de los
pacientes más aun tratándose de decisiones autónomas y que no afectan al resto de la sociedad.

Por otro lado, la conducta profesional del facultativo está basada en el Código Deontológico, donde podemos encontrar
distintas consideraciones:
– El respeto a la vida humana, la dignidad de la persona y el cuidado de la salud del individuo y de la comunidad son los
deberes primordiales del médico
– El médico debe atender con la misma diligencia y solicitud a todos los pacientes, sin discriminación alguna.
– La salud del paciente debe anteponerse a cualquier otra conveniencia.
– El médico debe respetar las convicciones de sus pacientes y abstenerse de imponerles las propias.
– El médico ha de respetar el derecho del paciente a rechazar total o parcialmente una prueba diagnóstica o el
tratamiento.

En distintos hospitales, los Comités de Ética, han elaborado protocolos para el tratamiento de los Testigos de Jehová, para
tener una base en la relación médico-paciente, garantizar los derechos del paciente (favoreciendo la autonomía del
paciente), respetar su ideología y evitar consecuencias legales para los facultativos en caso de problemas derivados del
respeto de sus decisiones religiosas.

La preferencia del derecho a la vida frente a la autonomía está cuestionada y en la relación médico-paciente se ha
producido una importante evolución decantándose a favor del enfermo. Ahora se le reconoce al paciente, en términos
generales, la facultad de decisión última sobre su salud, salvo contadas excepciones.

Por lo tanto, la autonomía del paciente, puede beneficiar al Testigo de Jehová en los casos en los que la transfusión sea el
único remedio disponible para preservar su propia vida. Ya que el paciente tiene el derecho de tomar decisiones sobre su
salud.

» Son varios los fragmentos bíblicos en los que los testigos de Jehová se basan para justificar tal negativa:
– En Levítico 3, 17: “Es una ley perpetua para vuestras generaciones en todas vuestras residencias: grasa alguna ni sangre
alguna habéis de comer”.
Para los Testigos de Jehová la prohibición del consumo de sangre no es una simple restricción dietética sino un serio
requisito moral, y la aplican tanto a la vía oral como a la intravenosa y se extiende al uso de derivados sanguíneos y sangre
que haya sido separada del cuerpo durante un periodo de tiempo.
Hay que tener en cuenta que los Testigos de Jehová rechazan todo tipo de transfusión ya sea total o fraccionada
(plaquetas, plasma, leucocitos, concentrado de hematíes) así como la autóloga en un proceso de donación preoperatoria.
Su postura religiosa no prohíbe el uso de fracciones menores de sangre como inmunoglobulinas, soluciones de
hemoglobina, albúmina, pegamentos tópicos de fibrina y factores de la coagulación, ni los trasplantes de órganos, siendo
el paciente quien decide en estos casos según su conciencia.
También su criterio personal, deciden el uso de una Circulación Extracorpórea, hemodiálisis, hemodilución así como la
recuperación de sangre intraoperatoria. Siempre teniendo en cuenta que estas técnicas habrá que realizarlas de forma
especial haciendo que la sangre siempre permanezca en un circuito cerrado en continuidad con el cuerpo y no es
almacenada.
Siempre habrá que individualizar a cada paciente y elegir los métodos más eficaces según su caso, antecedentes, edad,
tipo de cirugía y teniendo en cuenta siempre las técnicas aceptadas por el paciente.

Por tal motivo si un paciente testigo de Jehová rechaza una transfusión, hace valer su objeción de conciencia, que es la
facultad de un paciente a rechazar un tratamiento propuesto por el médico, debido a sus convicciones morales o religiosas,
de manera que el profesional de la salud no podrá suministrar el tratamiento en cuestión. Si lo hace estaría atentando
contra la libertad religiosa del paciente con las responsabilidades que en su caso pudieran derivarse de esa conducta. La
discusión surge cuando no existe una alternativa de tratamiento.

» En términos del artículo 6o. del Código Civil Federal, señala que: la voluntad de los particulares no pude eximir, ni alterar
o modificar la observancia de la ley. Sólo pueden renunciarse los derechos privados que no afecten directamente al interés
público y cuando la renuncia no perjudique los derechos de terceros. La libertad de objetar un tratamiento debe respetarse
con base en la autonomía que tiene un paciente para rechazarlo o admitirlo, tomando como referencia los principios de
capacidad jurídica con base en los artículos 23 y 24 del código anteriormente referido, siempre y cuando no se afecten
intereses que trasciendan al ámbito social, como sería el caso de que la negativa del paciente lo llevara a perder la vida.

Actualmente, si prima el derecho a la vida, la transfusión sanguínea será autorizada mientras que, si prima la autonomía
del paciente, no se autoriza al personal sanitario a realizar la transfusión sanguínea al paciente Testigo de Jehová.
En menores de edad, prevalece el derecho a la vida y a la libertad de conciencia de los padres o tutores.
Si existe una alta probabilidad de necesitar una transfusión de sangre, se obtendrá permiso.
Si se trata de un menor emancipado o con dieciséis años cumplidos, su voluntad debería ser respetada.
El equipo sanitario tiene el deber de asegurarse de que el paciente está tomando la decisión de forma libre, sin influencias
externas.
El rechazo de transfusión sanguínea debe estar por escrito.
El paciente puede cambiar de opinión durante el proceso. Por lo tanto, será revocada su decisión (incluso aunque esté por
escrito) siempre y cuando haya una manifestación verbal, competente y privada del paciente.
Si se trata a un paciente Testigo de Jehová, la calidad debe ser la misma que con cualquier otro paciente.
La negativa a recibir transfusiones de sangre y derivados por parte de los Testigos de Jehová ha provocado la creación de
protocolos adecuados a las situaciones así como ha propiciado una mayor investigación y el desarrollo de recursos médicos
y quirúrgicos para hacer posible una terapéutica sin recurrir a la transfusión de hemoderivados.

El paciente tiene el derecho de solicitar que no se le realice una transfusión si él no lo desea, debido a su autonomía de la
voluntad y los derechos de la personalidad (vida, salud, libertad) que le son inherentes, siempre y cuando se establezca
claramente en la carta de consentimiento informado y no se altere el Estado de Derecho, en ese caso el médico deberá
buscar alternativas de tratamiento para que el paciente no se niegue a recibir los servicios asistenciales.

El profesional de la salud está obligado a proteger, promover y restaurar la salud de las personas que así lo requieran,
brindando todos los medios a su alcance para su cometido. Si bien una obligación del médico es respetar la decisión de no
ser transfundido de un paciente que es testigo de Jehová. En un caso de estado de necesidad, en que el médico deba
aplicar una transfusión para preservar la vida de un paciente, y no haya otra forma para tratarlo, el médico no contrae
responsabilidad, ya que al presentarse un conflicto de preferencia de bienes jurídicos, el estado de necesidad establece que
debe ser sacrificado el de menor valor; en este caso se debe preservar la vida ante otros bienes jurídicos.

Cada vez hay más recursos alternativos a la transfusión sanguínea, lo que permite llevar a cabo cirugías más complejas.

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