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¿ES EL RECHAZO UNA FORMA DE SUICIDIO?

¿Qué objeción se presenta contra el rehusar las transfusiones de


sangre? ¿Por qué no se puede acusar de suicidio a los Testigos, como se
ve por el testimonio de otros?

https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1101977010#h=77:0

En presencia de una pérdida masiva de sangre debido a lesión, enfermedad o


complicaciones quirúrgicas, frecuentemente se han administrado transfusiones
de sangre con la intención de conservar la vida. Por eso, cuando la gente oye que
alguien rehúsa una transfusión de sangre, es posible que piensen que esa persona
está en realidad quitándose la vida. ¿ Es verdad eso?
¿Es “suicidio” o ejercer el “derecho de morir” de uno el rechazar una transfusión
de sangre?
Suicidio es procurar quitarse la vida. Es un atentado de autodestrucción. Pero
cualquier persona que esté relacionada con las creencias y prácticas de los
testigos de Jehová, aunque sea casualmente, puede ver que ellos no están
tratando de destruirse. Aunque rechazan las transfusiones de sangre, acogen la
ayuda médica de alternativa, los otros métodos de tratar. Correctamente, un
artículo de The American Surgeon (El cirujano americano) comentó:“Por lo
general, el rechazar la atención médica no es equivalente a ‘suicidio.’ Los testigos
de Jehová procuran la atención médica, pero rechazan solo un rasgo de la
atención médica. El rechazar atención médica o partes de tal atención no es un
‘delito’ cometido contra uno mismo por un franco acto del individuo para destruir,
como lo es el suicidio.”
El profesor Robert M. Byrn señaló en el Fordham Law Review (Revista de derecho
de Fordham) que ‘el rechazar terapia de salvamento y el atentado de suicidio son
tan diferentes en el derecho como lo son las manzanas y las naranjas.’ Y, hablando
a una conferencia médica, el Dr. David Pent, de Arizona, declaró:
“Los testigos de Jehová piensan que, si mueren debido a que rehúsan recibir una
transfusión de sangre, están muriendo por sus creencias más o menos como lo
hicieron los mártires religiosos primitivos hace siglos. Si esto es suicidio médico
pasivo, hay varios médicos en el auditorio ahora mismo que están fumando
cigarrillos, y eso probablemente constituye un suicidio tan pasivo como ése.”
¿Por qué no es ejercer el derecho de morir el rechazar transfusiones de
sangre?¿Qué hay de la idea de que al rechazar las transfusiones los testigos de
Jehová están ejerciendo un “derecho de morir”? La realidad es que los testigos de
Jehová quieren permanecer vivos. Por eso procuran la ayuda médica. Pero
no pueden violar, y no van a violar, sus convicciones religiosas profundamente
arraigadas y fundadas en la Biblia.
¿Qué derechos han dado los tribunales a los individuos, y por qué es esto lógico?
A menudo los tribunales de justicia han sostenido el principio de que cada
individuo tiene derecho a integridad corporal, queriendo decir que al final de
cuentas uno mismo tiene la responsabilidad de decidir qué se le ha de hacer a su
cuerpo. En realidad, ¿no es eso lo que usted quisiera que pasara si usted estuviera
enfermo u hospitalizado? Puesto que es su vida, su salud y su cuerpo, ¿no debería
ser usted quien dijera la última palabra en cuanto a si algo se le va a hacer o no?
¿De qué es árbitro final el paciente? (b) ¿Qué libertad del hombre limita el
derecho y deber del médico?
Hay consecuencias lógicas de este punto de vista inteligente y moral. Un folleto
producido por la Asociación Médica Americana explica: “El paciente tiene que ser
el árbitro final en cuanto a si se arriesgará con el tratamiento u operación que
recomiende el médico o si correrá el riesgo de vivir sin tal cosa. Ese es el derecho
natural del individuo, reconocido por la ley.” “El paciente tiene el derecho de
retraerse de consentir en tratamiento de salvamento. Por consiguiente, puede
imponer a su consentimiento los términos, condiciones y limitaciones que desee.”
Eso es tan cierto acerca de la transfusión de sangre como de cualquier otra
“terapia de salvamento,” o tratamiento para salvar la vida. El Dr. jur. H. Narr, de
Tübingen, Alemania, declaró: “El derecho y el deber de sanar del médico está
limitado por la libertad fundamental del hombre a autodeterminación respecto a
su propio cuerpo. . . . Lo mismo es cierto de otros tipos de intervención médica, y
por lo tanto también del negarse a aceptar transfusiones de sangre.” ¿Qué actitud
han desplegado algunas personas respecto a la conservación de la vida, pero qué
pregunta hace surgir esto?
Se entiende el que haya quienes se escandalicen ante la idea de que alguien
rehúse aceptar sangre cuando el hacerlo pudiera ser peligroso o hasta fatal.
Muchos piensan que la vida es la cosa de mayor importancia, que hay que
conservar la vida a todo costo. Es verdad que la conservación y preservación de la
vida humana es uno de los intereses más importantes de la sociedad. Pero
¿debería esto significar que “la conservación de la vida” viene por encima de todo
y cualquier principio?
Según N. L. Cantor, ¿qué muestra que la santidad de la vida no es el valor
supremo, y cómo pudiera ilustrarse esto?
En respuesta a esto, Norman L. Cantor, profesor asociado en la Escuela de
Derecho de Rutgers, señaló:
“Se realza la dignidad humana cuando se permite que el individuo determine por
sí mismo qué creencias merecen que se muera por ellas. A través de las edades
han sido muchas las causas nobles, tanto religiosas como seglares, que han sido
consideradas dignas del sacrificio de uno mismo por ellas. Ciertamente la mayoría
de los gobiernos y sociedades, entre éstos los nuestros, no consideran que la
santidad de la vida sea el valor supremo.”El Sr. Cantor dio como ejemplo el hecho
de que en las guerras ha habido hombres que voluntariamente se han enfrentado
a lesiones y muerte al luchar por “la libertad” o “la democracia.” ¿Consideraron
los compatriotas de éstos que esos sacrificios hechos por razón de principios
fueran moralmente incorrectos? ¿Condenaron como innoble este proceder las
naciones, puesto que algunos de los que murieron dejaron atrás viudas o
huérfanos que necesitaban atención? ¿Cree usted que los abogados o los médicos
debieron haber procurado órdenes judiciales para evitar que estos hombres
hicieran sacrificios por sus ideales? Entonces, ¿no es obvio que la anuencia a
aceptar peligros por razón de principios no es cosa singular de los testigos de
Jehová y los cristianos primitivos? La realidad es que esa lealtad a los principios ha
sido altamente estimada por muchas personas.
¿Qué posición de los Testigos elimina toda razón para tratar de obligarlos a
recibir un tratamiento que viola sus principios?
También, es digno de enfatizarse de nuevo que, aunque los testigos de Jehová
no aceptan transfusiones de sangre, acogen tratamientos de alternativa que
pudieran ayudar a mantenerlos vivos. Entonces, ¿por qué debería alguien insistir
en cierta terapia que violara totalmente los principios de una persona y sus más
profundas creencias religiosas, y hasta imponer esa terapia por fuerza?
¿Qué declaración se hizo en una publicación médica sobre doctores que tratan
de obligar a que se acepte un tratamiento que viola la conciencia del paciente?
Sin embargo, eso ha ocurrido. Algunos doctores o administradores de hospitales
hasta han recurrido a los tribunales para obtener autorización legal para
imponerle por fuerza una transfusión de sangre a un individuo. Acerca de los que
han adoptado este proceder, el Dr. D. N. Goldstein escribió en The Wisconsin
Medical Journal (Publicación médica de Wisconsin):
“Los doctores que han adoptado esta posición han negado los sacrificios de todos
los mártires que han glorificado la historia con su devoción suprema a los
principios hasta a costo de su propia vida. Porque los pacientes que optan por
muerte segura más bien que violar una creencia religiosa son de la misma índole
que los que pagaron con su vida por fe en Dios o los que fueron a la pira antes
que aceptar el bautismo [obligado]. . . . Nosotros tenemos el deber de salvar la
vida, pero bien pudiéramos preguntarnos si no tenemos también el deber de
salvaguardar la integridad y conservar las pocas señales de autenticidad personal
que continúan presentándose en una sociedad cada vez más regimentada. . . .
Ningún médico debería procurar asistencia legal para salvar un cuerpo por medio
de destruir un alma. El paciente es dueño de su propia vida.”

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