Tuvo unos padres horribles, exigentes y maltratadores. Se
sentía muy culpable y creía firmemente en un Dios justiciero que lo llevaría al infierno. De ahí una etapa de escrúpulos neurótico obsesivos, con cuatro confesiones diarias, cuando se hizo monje de modo espurio: ante la cercanía de los rayos en una tormenta le ofreció a Dios hacerse fraile a cambio de la salvación. Vivió una vida muy austera en el convento, pero lo enviaron a una misión a Roma, comprobó la pompa mundana del Vaticano y se escandalizó. Luego comprobó cómo el Papa corrupto sucesor de Julio II se inventó la venta de indulgencias para llenar sus arcas, que había dilapidado con sus bacanales. Y entonces escribió las 95 de reproche al Papa, pero que en realidad en su mayoría eran una nueva teología, realmente herética, que se inventó para curar su paranoia con el pecado y la culpa. Porque se veía pecador y condenado y depresivo y agresivo con la Iglesia y pasó a creer que la salvación no venía por las obras ni por el dinero que compraba indulgencias, sino por la pura gracia de la sola fe, basada en el libre examen de la Biblia, rechazando la mediación de la Iglesia y casi todos los Sacramentos porque implica la mediación y el control de los sacerdotes y la Iglesia sobre las conciencias, reivindicando la libertad religiosa y de conciencia frente a la barbarie punitiva de la Iglesia, que había quemado a herejes (como Giordano Bruno, por ejemplo, y otro reformador anterior, Hus, creo). Pienso que el extremismo teocrático de la Iglesia en el dominio de las conciencias y de todos los aspectos de la vida de la gente, la imponente teocracia medieval y primorenacentista, provocó el extremo rebelde de Lutero de libertad total respecto a la Iglesia que, en realidad, implica la aberración de despreciar la mediación de comunidad científica en la hermenéutica de los textos y aceptar la tiranía de los poderes seculares en sustitución de la de la Iglesia. Sobre la base de menospreciar y omitir injustamente la acción benéfica de la Iglesia, pese a sus pecados históricos, en toda la sociedad teórica y prácticamente. Es posible que se hubiera evitado la ruptura con una actitud más humilde y comprensiva de la Iglesia con Lutero. El cual, pese a haber renegado de la Confesión, pidió Confesión antes de morir. Pero su tratamiento diabólico del campesino rebelde a la Reforma no tiene perdón: es propio de un loco malvado y terriblemente contradictorio con sus críticas a la Iglesia Católica. Pero la teología de Lutero era una racionalización de su incapacidad pecadora y psicopatológica de vivir sus votos religiosos, y proyección contradictoria de sus pecados a la humanidad “caída” y a la Iglesia romana. El protestantismo es una herejía sin paliativos. Y la comunión ecuménica es un atentado a la verdad que nos hace libres y fuera de la cual (consejo, enseñanza, corrección fraterna) no hay caridad sino tibieza cobardía, buenísimo, irenismo. La pretendida conquista histórica del protestantismo de Lutero, que propició la división religiosa y política y con ello las guerras de religión, fue la libertad de conciencia. Un mito, una estupidez. La conciencia siempre es libre, pero puede estar formada o no por la educación y la ciencia. El concepto es equívoco porque prescinde del concepto de verdad, de disciplina científica, de humildad científica, enarbolando el relativismo, o puede implicar autonomía, que no es incompatible con “la disciplina del concepto”. El individualismo relativista, la rebelión revolucionaria es lo que expresó y abonó el Protestantismo. La teología de Lutero no sólo es pura herejía o heterodoxia respecto a la doctrina católica, sino respecto al pensamiento racional. Es un secuaz del irracionalismo de Guillermo de Occam y del pesimismo antropológico, que hace inútil y absurda la Encarnación. Que la verdadera fe produce verdaderas obras no es un arcano religioso sino un axioma antropológico. Lutero racionalizó, adaptó la teología a su problemática personal de pecado y de trastorno bipolar. No hay libertad fuera de la ley y de la conciencia recta. Lutero no fue necesario para la reivindicación kantiana de la autonomía ilustrada, sino todo lo contrario, es su versión previa aberrante y degenerada, vulgar y canalla. Y Lutero empeoró lo que criticaba en la Iglesia católica: el dogmatismo, la opresión del pueblo, porque propició la demonización y asesinato de los campesinos disidentes azuzando a los príncipes al llamarlos hijos de Satanás. Un tirano asesino que proyectaba en la Iglesia su propio pecado y dogmatismo y vendió el mismo perro (peor, no el mismo) con distinto collar.
COMUNICACIÓN CON EL MUNDO DE LOS ESPÍRITUS SUS LEYES Y SU PROPÓSITO Experiencias Personales de Un Sacerdote Católico Johannes Greber 1932 by Johannes Greber