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Para la periodización y las clases históricas, seguir mejor a Ruiz Miguel: una
semana para el iusnaturalismo antiguo, de la cultura antigua a la Edad Media
pasando por sofistas, Sócrates, Platón, Aristóteles, estoicos.
A) CULTURAS ANTIGUAS
¿Cuáles son las razones de la obligatoriedad de las normas? En las
culturas antiguas la ley del rey era ley natural y divina. Incluso antes del
cuestionamiento había una subyacente filosofía del derecho que lo reforzaba:
origen divino, concordancia con principios superiores de justicia como la
naturaleza. La crítica, filosofía, posterior buscará una nueva legitimidad. Al
principio la filosofía simplemente reforzaba la legitimidad de la legalidad
positiva. Y su cuestionamiento o duda también llegó desde una filosofía.
B) GRECIA
Siempre se ha necesitado una legitimación de las leyes humanas, anclada
en la legitimidad de la autoridad que las impone, sea Dios, el rey o el pueblo.
En Grecia se confiaba en la sabiduría de un legislador como Solón o Licurgo.
En Israel, ni Moisés ni los profetas era autores de la ley, sino el propio Dios.
Culturas teocráticas. Elemento voluntarista (autoría divina) compensado con
elemento intelectualista y objetivo: el carácter natural o racional de las leyes,
de ahí la unidad en el antiguo Oriente de leyes humanas, naturales y divinas,
pero también en la primitiva Grecia, sin conciencia siquiera para la posibilidad
de conflicto, con excepción de Antígona y Creonte.
La ruptura de la unión de logos, physis y nomos que se halla en Heráclito
la producen los sofistas. Bueno, en Protágoras, diferenciación y
complementación [primer contractualismo]; en los siguientes, oposición [o
antinomia], en distintas modalidades: a la naturaleza Hipias le atribuye
igualdad humana, mientras que Gorgias considera natural la ley del más fuerte,
lo cual censura Trasímaco pidiendo que la ley lo corrija, mientras que es
aprobado por Calicles, aunque observa que la unión de los débiles supera en
fuerza a los fuertes (cometiendo la estúpida y contradictoria arbitrariedad de
quejarse de que la fuerza domine a la fuerza, mostrando un prejuicio sectario
sobre la fuerza o qué es fuerte). (Esta exposición de los sofistas es
controvertible a la vista de otros autores como A. Vallejo.) Ahora la ley se
diferencia de la justicia, que se funda en o cuyo criterio es la naturaleza
cósmica o humana (Aristóteles: justicia natural frente a legal).
Naturalmente, fueron los SOFISTAS quienes advirtieron o subrayaron que las
leyes no tenían un origen ni divino ni natural sino meramente humano, porque eran
variables convenciones o transacciones de intereses. Lo posibilitó la nueva cultura
filosófica, crítica de la tradición mitológica, al comprobar la diversidad de mitos y
costumbres en las distintas culturas, los cambios y evolución hasta la democracia en la
propia cultura griega y, por fin, la filosofía mecanicista de Demócrito, para la que la
naturaleza era fruto de un azaroso choque de átomos, sin planes ni intenciones.
Elías Díaz no recoge el hecho crucial de que Sócrates y Platón, frente a los
sofistas, reivindican un fundamento a priori de las leyes, la razón como algo diferente
de los sentidos, el ideal como diferente de los hechos, la proposición como diferente
de la imposición, en donde radica el criterio de justicia objetivo, universal y necesario.
Platón crea la moral como postulado racional de justicia crítica y creadora de
normas tanto personales como políticas frente al craso y miope radicalismo empirista
de los sofistas que anula todo derecho al defender el relativismo o la pura ley de la
fuerza. Razón frente a sentidos, principios frente a normas, lo uno frente a lo
múltiple, lo esencial frente a lo accidental.
ICH:
Ruiz Miguel lo sintetiza muy bien: la sofística supone una revolución, una novedad
histórica: la contraposición entre “lo natural y lo legal”, la ley natural y humana, como se
advierte en la Antígona de Sófocles como “primera concepción iusnaturalista” como crítica a
las leyes existentes, pero en sentidos opuestos: defendiendo el igualitarismo (Hipias y
Antifonte) y criticando el igualitarismo democrático (Calicles).
Distintas teorías sobre la relación entre naturaleza y ley (nómos): nomia, anomia (la
anemia moral), antinomia, autonomía.
Ruiz Miguel lo sintetiza muy bien: la sofística supone una revolución, una novedad
histórica: la contraposición entre “lo natural y lo legal”, la ley natural y humana, como se
advierte en la Antígona de Sófocles como “primera concepción iusnaturalista” como crítica a
las leyes existentes, pero en sentidos opuestos: defendiendo el igualitarismo (Hipias y
Antifonte) y criticando el igualitarismo democrático (Calicles).
Pero algunos sofistas como HIPIAS criticaron como falsa la ecuación entre lo justo
y lo legal, llamando la atención sobre la injusticia de algunas leyes que artificialmente
establecían diferencias entre los hombres. Aquí se concibe la naturaleza desde el aspecto
igualitario. En realidad, en la “naturaleza” como realidad empírica susceptible de descripción
pueden encontrarse pautas de conducta diferentes entre los hombres, en virtud de su libertad
y uso de razón: no hay una noción unívoca de “naturaleza”. Aunque hay un sentido
universal y objetivo de “naturaleza” que es estipulativo, postulativo, revisionista,
normativo, ideal (como será el teleológico establecido por Aristóteles: no todo lo que ocurre
o hacen los hombres sino lo frecuente como pista de lo bueno, que es la realización de una
función o fin conveniente para todos). Álvaro Vallejo considera razonable considerar a
HIPIAS uno de los primeros defensores de la existencia del DERECHO NATURAL, no
fundado en los dioses sino en “la naturaleza de las cosas” (Protágoras 337d): leyes no
escritas naturales (como venerar a los dios, honrar a los padres), o sea, escritas en la razón
antes que en las leyes del Estado. Por eso la naturaleza misma castiga la infracción de las
leyes naturales, pues la naturaleza misma está dotada de su propia legalidad independiente
de los criterios arbitrarios de los hombres.
Es evidente que los sofistas coinciden en subrayar que las leyes son convenciones
legales auspiciadas por la fuerza coactiva del Estado. Y este convencionalismo supone
claramente una teoría del contrato social. Sólo que la valoración de tal contrato, el derecho
positivo, difiere en función de la concepción opuesta de la naturaleza: individual o social. Por
ello habría que distinguir dos teorías del contractualismo: la protagórica y socrática, que no
implica más derecho que el contrato racional mismo (refiriéndose a la naturaleza sólo como
necesitada de legalidad y virtud política), y la de quienes defienden un DERECHO
NATURAL previo y prevalente al positivo, sólo que con diversa concepción: Hipias y otros,
incluyendo quizá al propio Sócrates, que defienden una visión universal e igualitaria de la
naturaleza humana, y la de Calicles y otros que entienden la naturaleza en sentido
individualista hedonista y por tanto ven en la legalidad política una represión de la naturaleza.
A ver, en realidad, tanto Protágoras como Hipias sostendrían que hay un criterio de justicia
que sanciona o critica las leyes positivas, lo cual equivaldría a defender un derecho natural ético
frente al positivo. Protágoras, como Sócrates, no critican las leyes sino que se limitan a mostrar que
éstas son necesarias y coinciden con la justicia en general: no se plantean el problema de las leyes
particulares injustas, aunque en su vida Sócrates se las encontró y no las obedeció. Pero la diferencia
principal entre los sofistas es que unos entienden la natura de manera antisocial y otros de manera
social.
PLATÓN
ARISTÓTELES
ESTOICOS
Los ESTOICOS defendían el lema moral kata physin zen porque el orden (teleológico)
natural constituye el bien o fin moral: en ARISTÓTELES y en el estoicismo. En ese sentido no
hay diferencia cualitativa entre hombre y animal, sólo que el hombre tiene que ajustarse a la
Naturaleza no vía instinto sino razón como capacidad para buscar lo universal y necesario.
Ahora bien, la naturaleza humana como guía moral es criterio ambivalente y equívoco:
porque el hombre, por su peculiar naturaleza libre y racionalmente dirigida puede confundir bien y
placer, impulso y tendencia, gana y conveniencia. En el hombre el placer no es guía segura hacia
su bien. Y de ahí la moral animal-individualista o racional-social contrapuesta en sofistas y
Platón, como de nuevo en la modernidad entre Hobbes, Locke y el radicalmente original
pensamiento de KANT. Contraposición que, como ya Platón analiza, se da dentro de la propia alma
individual y de ahí la insociable sociabilidad del trascendente hombre, según Kant. La Naturaleza no
es un texto unívoco, aunque la divergencia principal y cualitativa es la del eudemonismo y el
deontologismo, porque Kant subraya lo estrictamente moral o deontológico como sobrenatural.
Pero hay un concepto puramente empírico descriptivo de naturaleza, que topa con la
ilimitada variación y anormalidad de conductas, y un concepto ideal prescriptivo o
normativo. La naturaleza del hombre es tanto individualista y hedonista como social y
eudemonista o utilitaria, como se refleja en toda la historia de la filosofía: Calicles vs. Hipias,
Hobbes vs. Hume, Rorty y Habermas.
TEXTOS:
….
…..
…..
En el libro de la UNED de Fdez.-Galiano, Gaspar Escalona centra muy bien el sentido de la doctrina de
Kant como peculiar por deontológica. Para Kant, al igual que la ética, también el Derecho tiene un carácter
y fundamentación absoluta: se basa en un imperativo categórico, en modo alguno hipotético [eso sí, se
refiere, como en la KrV, al Derecho en general, no a todo derecho particular (lo que lo haría un
positivista)]. Es decir, no lo fundamenta o justifica una finalidad utilitarista, sino deontológica: Kant tiene
una concepción deontológica de la moral en general. El Derecho es un deber moral. La moral para Kant
trata de las leyes de la libertad, a diferencia de las leyes de la Naturaleza, y esas leyes morales o de la
libertad se subdividen en leyes éticas (libertad interna) y leyes jurídicas (libertad externa). Pero entonces el
Derecho no es contingente e histórico y variable, sino que constituye el sistema de las leyes racionales, a
priori inmutables de la razón misma “como principios inmutables para toda legislación positiva”. Por eso
en Kant no hay diferencia entre ciencia y filosofía del derecho o, mejor dicho, llama sencillamente ciencia a
su doctrina del derecho, porque su contenido no puede variar con la historia, no es simplemente
descriptible, sino a priori. La ciencia del derecho racional plantea lo justo o injusto de cualquier ley
positiva: si algo es de derecho no significa sólo ni sobre todo que esté legislado positivamente, sino si es
justo y cuál es el criterio general de lo justo o injusto.
Maquiavelo y Hobbes exponen las primeras nuevas teorías políticas que justifican el poder de los
nuevos Estados emergentes prescindiendo de la teoría tradicional del derecho divino de los reyes. Sucesivas
teorías contractualistas (Locke, Rousseau, Kant) secularizan y democratizan el sujeto de la soberanía en el
pueblo, como nueva exigencia de legitimación del poder del Estado. Tales nuevas teorías están en la base del
nuevo derecho político instaurado por las revoluciones inglesa (en el siglo XVII, decapitando a un rey por
primera vez en la historia), americana y francesa (ambas un siglo después, en el XVIII), que derogan las
monarquías absolutas e instauran los Estados fundados en Constituciones que recogen los derechos humanos y
políticos de la ciudadanía. Constitucionalismo de las nuevas repúblicas o monarquías parlamentarias,
soberanía popular, derechos humanos universales son los ingredientes esenciales de esta moderna
racionalización secularizadora del derecho político, que hoy resultan una adquisición irrenunciable e
inalienable por principio.
Entre los conceptos jurídicos fundamentales hay que añadir, al de la justicia, desde la
modernidad, el del ESTADO como poder creador y ejecutor y garante del nuevo derecho
democrático, igualitario y la democracia, o sea: la cuestión de la soberanía del poder
legislativo. El Estado es fruto de un CONTRATO ORIGINARIO Porque se pierde la
común referencia de la ley moral, ético-jurídica, a la ley divina y por tanto al Papa o a los
monarcas del sacro imperio romano-germánico consagrados por el Papa. La pérdida de la fe
común implica que tenemos que tomarnos como iguales a la fuerza (tolerancia) porque, si no,
nos matamos en guerras. DERECHOS; DEMOCRACIA.
Con el proceso moderno de secularización e inmanentización del Derecho se impone
la teoría del CONTRATO POPULAR como fundamento legitimador de las leyes: el origen
y fundamento del Derecho es la voluntad general o (de lo ) “COMÚN” de ley y poder
normativo (es el término que usa Kant en la MC en lugar del rousseauniano “voluntad
general” al hablar del derecho privado). Por qué? Porque compartimos todos la razón
legisladora y porque somos iguales en dignidad y porque somos autónomos y responsables de
nuestra vida: libertad e igualdad, como propiedad, son derechos humanos fundamentales (los
únicos, en rigor: los demás son legítimas aspiraciones). Nadie es más que nadie (Machado).
¿Qué hace justo y debida la sumisión al poder, al derecho estatal? Que es expresión de la
igualitaria voluntad general.
democracia y derechos humanos como binomio fundamental del moderno Estado de
Derecho: Estado social y democrático de derecho. Tenemos que mandar todos porque todos
tenemos los mismos derechos, valor y dignidad, y ninguna decisión asamblearia o
“democrática” puede contravenir esos derechos fundamentales de la común dignidad. Por eso
dice Habermas que la autonomía es a la vez moral y política y que derechos y democracia
están coimplicados, codeterminados, son un binomio.
Problema fundamental del derecho es quién hace el derecho es decir SOBERANÍA
qué estado tiene derecho a imponer el derecho como presunta ordenación justa de la
convivencia por eso modernamente se eleva a cuestión primordial la filosofía política, la
cuestión de la soberanía y de quién y por qué tiene derecho a imponerse por la fuerza. El
derecho no es sólo, como pretende el positivismo, pura formalidad técnica sino que es
instrumento que vehicula intereses y valores determinados cuya justicia o legitimidad hay
que dilucidar; por eso modernamente el Estado y el derecho no pueden pretender derecho
y justicia si no son democráticos, si no se pone la soberanía en el pueblo y en un sistema de
representación adecuado. Ésta fue la cuestión planteada por Marx apelando al derecho de
la fuerza del pueblo con la sospecha de la parcialidad del Estado burgués, surgido de la
revolución. Lleva pues razón Fromm cuando dice que la violencia revolucionaria no la
inventó el comunismo sino la Revolución francesa. La democracia no es un régimen político
sino una exigencia moral jurídica. Por eso dice L. Calera que la moralidad del Derecho
es su democraticidad. Pg. 21.1q.
Siempre se ha requerido cierta justificación o legitimación, o sea, cierta filosofía, para
fundamentar el derecho efectivamente impuesto. El valor del Derecho proviene de su autor,
del legislador, de la autoridad. Y ésta se presentó inicialmente como expresión de la
divinidad o la naturaleza (Deus sive natura) de manera incuestionada. En una concepción
voluntarista del poder y el derecho propios de una mentalidad jerárquica, mitológica, arcaica.
Lo contrario del valor descubierto en la modernidad por, sobre todo, KANT: LA
AUTONOMÍA como mayoría de edad moral del ser humano, la que pedía la Ilustración. La
DIGNIDAD absoluta de toda la humanidad ADULTA, AUTORRESPONSABLE,
IGUALITARIA, no jerárquica ni paternalista ni sumisa: libertad, igualdad. Igualdad en la
libertad como fin del Estado. Nuevos conceptos que la Modernidad añade al acervo jurídico,
a la Filosofía del Derecho que busca la legitimidad de lo dado. El cuestionamiento comenzó
con los SOFISTAS, como luego volvió a ocurrir en la Modernidad desde el Renacimiento. Se
cuestionaba la autoridad del legislador, el sujeto de la soberanía, que pasó de Dios y su
representante real al pueblo, de manera secularizada e inmanente y racional. De ahí que tanto
la democracia como el concepto moderno, más aún que el de Derecho, de los Derechos
Humanos fundamentales se hayan añadido al del Derecho mismo o la justicia/legitimidad de
las leyes. De hecho, como plantea HABERMAS, a falta de una intuición absoluta sobre la
justicia objetiva de una norma, es decir: reconocida la falibilidad de la razón humana una
vez que se ha desconectado de la ley divina como fundamento metafísico de legitimidad tras
la quiebra moderna de la unidad de cosmovisión y de moral, hemos de conformarnos y
exigir al mismo tiempo el mínimo del procedimiento democrático de decisión: Habermas
señala que lo que legitima o justifica el derecho como aseguramiento político de un mínimo
moral de recíproco reconocimiento no un contenido sustantivo de las normas, que es variable
y falible, sino el procedimiento discursivo de su producción.
Aunque esto no basta, pues los derechos humanos se presentan como absolutos
objetivos que limitan la democracia al tiempo que la posibilitan. Habermas parece que los
justifica como presupuestos implícitos en la pragmática universal del habla, como
presupuestos de sentido irrenunciables: imperativo categórico en reformulación lingüística
pragmática. Hay una vinculación y codeterminación intrínseca de democracia, Derecho y
derechos. Por eso la noción contemporánea de Estado democrático de Derecho es la
expresión cimera e irrenunciable de la justicia social y política, del mínimo común social de
la moral.
Aunque aún estará por ver en esta innovación moderna del iusnaturalismo la discriminación
esencial entre el racionalismo naturalista tradicional y el racionalismo trascendental de Kant
con su propuesta de deontologismo práctico radical como única explicación y justificación de la
normatividad práctica ético-jurídica, y en particular de los DD HH FF, renovada actualmente con el
planteamiento lingüístico de Habermas en su Pragmática Universal.
Otra versión de inciso del iusnaturalismo moderno con su Derecho público, Estado,
contractualismo, soberanía popular, constitucionalismo, derechos humanos subjetivos positivados,
positivación del DN en el Código positivo de Napoleón. AH, Y LA DIGNIDAD ABSOLUTA DE
TODA PERSONA EN VIRTUD DE SU AUTONOMÍA EN QUE AHORA CONSISTE LA
JUSTICIA: DAR A TODOS LOS IGUALES AUTONOMÍA PRIVADA Y PÚBLICA:
Los Derechos Humanos no son otros que los que la tradición iusnaturalista,
sobre todo moderna, llamó “DERECHOS NATURALES”: son, pues, aportación
histórica del iusnaturalismo al Derecho moderno.