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Sin embargo, a pesar de todo lo que tienen en común, la Reforma y la Revolución de Octubre
no sólo siguen siendo acontecimientos de naturaleza muy diferente, sino que a menudo se
presentan como opuestas entre sí. Desde Weber, Reforma y capitalismo parecen
inextricablemente unidos en su defensa del individuo y particularmente en su defensa de la
propiedad privada y la iniciativa privada, mientras que la Revolución de Octubre representa
el primer y más serio intento de confrontar al capitalismo.
conclusión de Lutero es que sólo la gracia de Dios puede salvar y que el esfuerzo humano no
sirve para nada. Y sin embargo, la retórica despreciativa y vengativa con la que Lutero
defiende su ser 'sólo un pecador' lo acerca más al fariseo seguro de sí mismo que al humilde
recaudador de impuestos. Según las palabras introductorias de Jesús a esta parábola, tener
una actitud correcta hacia Dios no puede disociarse de honrar a los demás seres humanos (Lc
18:9). En los escritos de Lutero, por el contrario, tener una actitud correcta hacia Dios parece
concederle a uno el permiso de despreciar y denigrar a los demás.
En su tarea pastoral en Wittenberg, Lutero se dio cuenta con consternación de que los
cristianos, como consecuencia de los cánones establecidos por el Concilio de Letrán en 1215,
habían substituido la autoconciencia de su propia insuficiencia ante Dios por la práctica de
una confesión general una vez al año. En lugar de utilizar el tiempo de Cuaresma como un
tiempo para profundizar la oración y abrir con autenticidad el corazón a Jesús, los cristianos
mantenían ocupados tratando de reunir el dinero necesario para comprar una "indulgencia"
antes de la Pascua, a fin de poder participar en la Eucaristía pascual. Al hacer de la venta de
indulgencias un negocio, la Iglesia Romana estaba convirtiendo la gracia de Dios en
mercancía. La Iglesia se colocaba a sí misma y a sus representantes en el lugar de Dios. Lutero
quería liberar a los cristianos de un yugo tan despreciable.
¿Quién dio este poder a los hombres? Aunque fueran hombres santos e impulsados
por un celo piadoso, ¿por qué la santidad de otro debería perturbar mi libertad? ¿Por
qué el celo de otro debería hacerme a mí cautivo? Que el que quiera ser un santo y un
zelota, lo sea tanto como desee, ¡pero que no dañe a nadie ni me robe mi libertad! 1
Lutero utilizó su antropología negativa para destronar a los seres humanos que pretendían
situarse por encima de los demás como representantes de lo divino. Lutero destronó a los
monarcas de la Iglesia, sobre todo al Papa, pero se preocupó de respetar y hacerse amigo de
los monarcas políticos que lo defendieron contra la persecución de la Iglesia romana. El hecho
de que esos gobernantes políticos no fueran en lo más mínimo menos opresivos y crueles que
la Iglesia, no pareció molestarle; es bien sabido de qué lado estuvo Lutero durante la Gran
Guerra Campesina y su aprobación de la Masacre del Día de San Bartolomé.
En febrero de 1844, a la edad de veintiséis años, Karl Marx publicó su inspirador ensayo
"Contribución a una crítica de la filosofía del derecho de Hegel", donde describe la religión
como el "opio del pueblo":
El sufrimiento "religioso" es, al mismo tiempo, la "expresión" del sufrimiento real y una
"protesta" contra el sufrimiento real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida,
el corazón de un mundo sin corazón, y el alma de las condiciones sin alma. Es el 'opio'
del pueblo. 2
La religión es sólo el Sol ilusorio que gira en torno al hombre cuando éste no gira en
torno a sí mismo. 3
1
Martin Luther. The Babylonian Captivity of the Church, 1520. Translated by A.T.W. Steinhäuser;
reviewed by Frederick C. Ahrens and Abdel Ross Wentz.
2
Marx’s Critique of Hegel’s Philosophy of Right (1844). Cambridge University Press, 1970. Ed. Joseph
O’Malley; translated by Annette Jolin and Joseph O’Malley. Accessed at marxists.org on 10-23-18.
Introduction.
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Íbid. Introduction.
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Marx había estudiado religión con los jesuitas de Tréveris y había escrito un ensayo escolar a
los diecisiete años en el que reflexionaba sobre la noción bíblica del "Dios viviente". Ahora, a
la edad de veintiséis años, denuncia el consuelo que ofrece la religión como "flores
imaginarias", pero no está dispuesto a renunciar a la esperanza (¿religiosa? ¿bíblica?) de que
existan las "flores reales" o, como él mismo dice, de que exista la "flor viva" (die lebendige
Blume):
Tal es la esperanza y la meta del comunismo y tal era la esperanza y la meta de los
revolucionarios soviéticos (los campesinos, los trabajadores, los soldados, los hombres y las
mujeres): la esperanza de que un futuro mejor es posible, un futuro en el que la opresión
social ya no existirá y todos los seres humanos serán camaradas. ¡Con qué fuerza y convicción
proclamó el joven Marx y tantos hombres y mujeres inspirados por él la llegada del
"trabajador libre"! Las palabras de Marx encontraron una profunda resonancia en millones
de personas comunes. Tan profunda, de hecho, que millones de personas estuvieron
dispuestas a luchar por esta esperanza, dispuestas a morir defendiendo su libertad. Estos
millones no sólo defendían una esperanza en el futuro, sino que defendían una dignidad
presente recién descubierta. Mejor morir de pie que vivir de rodillas, esta sentencia se ha
atribuido a todo tipo de luchadores por la libertad, desde el fundador de la democracia clásica
Pericles hasta Emiliano Zapata, pasando por el Che Guevara o Dolores Ibárruri (líder
comunista de la Guerra Civil Española). El anhelo de libertad (libertad social, económica,
política) es profundo y se encuentra en el fondo de todas las revoluciones.
4
Íbid. Introduction.
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‘La separación de las fuerzas espirituales o intelectuales del trabajo del trabajo manual', la
tesis central marxista sobre la alienación del trabajador, no fue superada sino reproducida
con una fuerza desconocida hasta entonces en la Unión Soviética. Los trabajadores no eran
tratados como seres espirituales o intelectuales, capaces de pensar y sentir por sí mismos,
sino como "un engranaje", una pieza de la cadena industrial, como Charles Chaplin ilustró
magistralmente en su obra "Tiempos modernos". Marx no había considerado la posibilidad
de que el poder opresivo del control burocrático pudiera imponerse sobre el individuo en una
sociedad no capitalista. Pero lo hizo. El individuo se encontró inmerso en un sistema situado
más allá de su comprensión que, a pesar de todos los planes quinquenales, resultó ser más
parecido a una fuerza impredecible de la naturaleza que a una organización racional. Al igual
que el capitalismo de Estado que se desarrollaba en Occidente, la economía soviética
centralizada se convirtió en un monstruo con autonomía propia, en una criatura parecida a
Frankestein, que nadie parecía capaz de controlar de forma efectiva. Tanto el capitalismo
como el socialismo soviético, comenzaron por ignorar la dignidad humana y la libertad de los
trabajadores, entendida concretamente como su capacidad de asumir la plena
responsabilidad de su trabajo y como poder para tomar decisiones al respecto, y terminaron
perdiendo la capacidad de gobernar efectivamente la sociedad y de implementar iniciativas
políticas útiles. Como diría Bakunin:'Nadie puede ser libre hasta que todos seamos libres'.
Según este principio anarquista, una sociedad basada en la opresión de una mayoría (los
trabajadores) o incluso de unos pocos (los trabajadores en la base de la escala social o los
esclavos), no puede prosperar. Más tarde o más temprano, la separación entre `la capacidad
de tomar decisiones' y `la necesidad de obedecerlas' impuesta inicialmente a algunos,
corromperá el funcionamiento básico del conjunto social.
¿De dónde procede el anhelo humano de libertad? ¿Por qué es tan fuerte que vale más que
la vida misma? Tan pronto como una idea o un proyecto (sea el de un reformador religioso
como Lutero o el de un filósofo ateo como Marx) se demuestra capaz de propagarse entre la
gente común y ganarse su confianza como promesa de libertad, `las masas' responden y están
listas para luchar por ella sin importar el coste.
La antropología judía y cristiana tiene una explicación para este fenómeno: el ser humano ha
sido creado a imagen de Dios. Dios es 'la bondad misma', Dios es amor y ni la bondad ni el
amor pueden ser concebidos sin libertad. Así, el ser humano – creado a imagen de Dios – es
necesariamente libre a fin de poder ser bueno/amante.
Esta era la fe de los intelectuales ortodoxos rusos que huyeron de su país después de la
Revolución de Octubre y encontraron refugio en Francia, entre ellos Myrrha Lot-Borodine y
Vladimir Lossky. Estos teólogos habían sido instruidos en un desarrollo particular de la idea
5
Weil, Simone. “Perspectives: Are We Heading For the Proletarian Revolution?” Revolution
prolétarienne, n. 158, August 25th, 1933.
6
de "ser creados a imagen de Dios" que se conoce con el nombre de "teosis" (divinización).
Como Ireneo de Lyon ya había declarado en el siglo II:
Dios se convirtió en lo que nosotros somos [humanos] a fin que nosotros pudiéramos
convertirnos en lo que Dios es [divino]. 6
Debo dejar constancia de que la deificación es, en mi opinión, la aberración más grave
que se encuentra no sólo en Orígenes, sino en toda la tradición a la que éste
contribuyó, y nada de lo que los modernos defensores de la "apoteosis" (...) han
presentado ha sacudido en lo más mínimo mi convicción de que aquí radica el
desastroso defecto del pensamiento cristiano griego. 7
Los autores de esta traducción inglesa en particular eligieron traducir 'Aufhebung' por
'abolición'. Una elección legítima. Pero dada la posición central que la noción de 'Aufhebung'
juega en la filosofía de Hegel de la que Marx recibe el término, considero que es mejor
traducirla como ‘sublimación’. En la sublimación, un término o concepto se preserva y cambia
6
Ireneus of Lyon. Adversus Haereses, 5. Praefatius.
7
Drewery, Benjamin. Origen and the Doctrine of Grace. London: Epworth Press; p. 200-1. Quoted in
Russell, Norman. The Doctine of Deification in the Greek Patristic Tradition. Oxford University Press,
2004; p. 3
8
Marx’s Critique of Hegel’s Philosophy of Right (1844). Cambridge University Press, 1970. Ed. Joseph
O’Malley; translated by Annette Jolin and Joseph O’Malley. Accessed at marxists.org on 10-23-18.
Introduction.
7
En la tradición Ortodoxa, la teosis no es una "teoría" sino una forma de vida y, como tal, exige
la transformación continua del individuo, que pasa de centrarse en sí mismo o en su familia,
grupo o comunidad particular, a ser capaz de comprometerse a trabajar y vivir por un bien
común universal. En su universalismo, la teosis permite una alianza práctica e incluso
espiritual entre cristianos y ateos que creen en la emancipación humana para todos y que,
como Marx, no han renunciado todavía a encontrar "la flor viva" bajo las cadenas actuales.